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LV
Boston
Medical Libbart
8 the f en wat
I
GACETA MÉDICA CATALANA
\
Gaceta Médica Catalana
REVISTA QUINCENAL ILUSTRADA
DIRECTOR
Dp. Rodríguez Méndez
REDACTORES
Dr. A. Morales Pérez
Dp. Lr. Sufié y Molist
Dr. A. Planellas Lrlanos
Dr« E. Gareia Sola
Dr. A. Martínez Vargas
Dr* Lr. Comenge Ferrer
SECRETARIO ICONÓGRAFO
Dr. C. Calleja Borja-Tarrius Sr. -Rodríguez Rulz (A.)
COLABORADORES
Antigüedad (Fuentes de Béjar). — Azcarreta. — Basoli-Prlm
Bergadá. — Calven. — Campa
Cebeira. — Coll y Boflll. — Esquerdo, A. — Ferrer Fiera
Figueras ( Gerona). — Galcerán. — González Prats. — León ( Las Palmas )
Margarit. — Martin Gil ( Málaga ). — Oliver
Pi y Suñer. — Presas. ~ Queraltó. — Rio y Lara ( Zaragoza ). — Rodrignez Morini
Rodrigues Ruiz (R.)
Rovira.— RuizRodriguez (D.). Salaricli (Vich)
Scdtor. — Simonena (Vailadolid). — Turró.— Vallejo Lobón
Año XXVII - Tomo XXVII
BARCELONA
TIPOdRAFÍA « I.A ACADÉMICA», DE SERRA HERMANOS Y RUSSELL
RONDA UNIVERSIDAD, 6; TELÉFONO 86 I
1904
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Tomo XXVII. Núm. 1 Barcelona 15 enero de 190^ Año XXVII. Núm. 637
GrACETA MÉDICA CATALAWA
SUMARIO : Viruela en la convalecencia de la varicela (contribución al esclarecimiento de la dis-
tinta naturaleza de ambas enfermedades), por el Dr. José Codina Castellvi. — Alcoholismo
en Barcelona. Profilaxis, por D. Fernando Casadesús. — Datos históricos relativos á la pro-
filaxis de la tuberculosis en Valencia, por el Dr. Faustino Barbera. — Cartilla higiénica para
las madres, por el Dr. D. Rafael Ulecla y Cardona —Viruela y vacuna, por C. Guérln. —
Revista chitica BiBLinGHÁricA. por el Dr. Rodríguez Méndez. — Fohmi i ahto y tkata-
MiKNTos MooKHNos, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Sección oficiai. : Premio para estu-
diantes, fundado por la Asociación de la Prensa Médica Española. — Pt blicacionus blcibi-
DAS. — Estudios demográficos de Barcelona, por el Dr^ D. Luis Gomenge.
Tlroela en la eonTalecencla de la Tarieela
(Contribución al esclarecimiento de la distinta naturalexa de ambas enfermedades)
POR EL
Dr. José Codina Castellví
Profesor agregado de Clínica Médica en la Facultad de Medicina de Madrid
La idéntica naturaleza del virus varioloso y del varicélico ha sido
un tema fecundo.en controversias, en las que se han dado á conocer y
se han defendido con calor* dos opiniones diametralmente opuestas^
la que afirmaba dicha identidad y la que la neg*aba.
Fundábanse los que defendían la primera en que las dos enferme-
dades se caracterizaban por una erupción vesículo-pustulosa y, dadas
las diferencias sintomatológ-icas y la benignidad ordinaria de la vari-
cela, concedían que ésta era una forma atenuada de viruela; y los que
defendían lo segundo, apoyábanse en las grandes diferencias clínicas
que existen en la evolución de cada una de ellas y en que la varicela
padecida no excluye la posibilidad de contraer la viruela.
Aunque en el curso evolutivo de los procesos morbosos influyen tan
gran número de causas, unas inherentes al individuo y otras relacio-
nadas íntimamente con el medio que le rodea, unas por completo co-
nocidas y otras que escapan en absoluto á la más escrupulosa investi-
gación, causas que algunas veces introducen tan fundamentales modi-
ficaciones en la expresión clínica del padecimiento que resulta muy
difícil ó imposible la filiación diagnóstica, es lo cierto que las diferen-
cias sintomáticas entre la viruela y la varicela, examinadas desapasio-
nadamente, son tan grandes, tan fundamentales y tan constantes, que
inclinan el ánimo en favor de la opinión que sustenta que se trata de
dos entidades nosológicas distintas y totalmente diferenciadas.
Haciendo caso omiso de los detalles sintomáticos correspondientes
á cada una de las variedades de la viruela, constituyen rasgos clínicos
fundamentales de ésta, como es bien sabido, el ir precedida la erupción
de un período prodrómico más ó menos tümultoso y alarmante y de dos
ó más días de duración, el comenzar la erupción por la cara y el que
el elemento eruptivo aparezca primero en forma de pápula, que des-
pués se convierte en vesícula, y por último, en pústula, no tardando
menos de seis á ocho días en recorrer este ciclo evolutivo; en cambio,
los rasgos clínicos fundamentales de la varicela consisiten en aparecer
la erupción sin pródromos, en plena salud, sin que la preceda ningún
fenómeno patológico, en que la erupción se manifiesta á la vez indistin-
tamente, sin predilección alguna, en varias partes del tegumento y en
que toda la evolución del elemento eruptivo se verifica en las primeras
veinticuatro horas, es decir: en que la vesículo-pústula ha adquirido
Viruela en la convalicencia de la pavictia
SU completo desaFroUo al día siguiente de asomar el primer indicio de
la erupción.
No por la mayor ó menor benignidad, puesto que del mismo modo
que hay viruelas benignísimas y leves hay varicelas graves y com-
plicadas, se podía sospechar que se trataba de enfermedades distintas,
si no por las grandes diferencias clínicas con que se manifiestan ambos
procesos constantemente, en lo que tienen de fundamental sus caracte-
res patológicos.
Por estas razones, nutridas por la experiencia y comprobadas á dia-
rio por la observación, se comprende que la viruela y la varicela se
consideren clínicamente como jjadecimientos distintos. Aliora bien :
¿son suficientes estas diferencias clínicas para deducir que la natura-
leza, que el virus de dichas enfermedades es diferente? Para no en-
trar en consideraciones teóricas, que nos llevarían más allá de nuestros
propósitos, nos limitaremos á afirmar, sin temor de caer en lo aventu-
rado é ilógico, que las diferencias aludidas más que pruebas fehacien-
tes é irrebatibles, son indicios de probabilidad, de grandes probabilida-
des si se quiere.
La prueba palmaria é indiscutible, la verdadera prueba demostrativa,
habrá tal vez quien diga que sólo puede dárnosla la bacteriología, des-
cubriendo como causa viva del proceso un microorganismo distinto
para cada uno de ellos. Sin negar nosotros este postulado, no ocultare-
mos que peca, á nuestro modo de ver, de estrechez de horizontes, de
criterio menguado, de exceso de puritanismo. Si para dilucidar de un
modo definitivo esta cuestión hiciera falta el descubrimiento bacterio-
lógico indicado, bien podríamos asegurar que aun podía ponerse en
duda actualmente la distinta naturaleza de los dos procesos, y, sin em-
bargo, no es así por fortuna de la ciencia y en provecho principalmente
de la Higiene.
En el mismo terreno de la clínica y adelantándose á los descubri-
mientos bacteriológicos y aun sirviendo de acicate á la Bacteriología
para sus investigaciones, "encuéntrase la prueba irrebatible que busca-
mos, personificada, si ^sí puede decirse, en el caso patológico que mo-
tiva estas líneas y sirve de epígrafe á este artículo.
Casos análogos al presente registra muy pocos la ciencia, hasta el
punto, de que Dieulafoy sólo cita dos ó tres en su Patología, que me-
rezcan tenerse en cuenta. El que nosotros hemos tenido ocasión de
observar tiene todas las garantías que se pueden exigir á una prueba
demostrativa equivalente, por su valor real, al descubrimiento bacte-
riológico.
En efecto : el día 16 de octubre de 1902, ingresó en la sala 25, desti-
nada á fiebres eruptivas, del Hospital general, cama n.° 8, una mu-
chacha soltera, de diez y ocho años, sirvienta, y sin antecedentes
patológicos hereditarios y'personales relacionados con el padecimiento
actual. Nunca había sido vacunada, era natural de Riabuela (Sego-
vía) y sólo llevaba en Madrid diez y oclio meses ; en su infancia habla
padecido el sarampión, la escarlatina y la difteria ; á los diez y seis años
le apareció la menstruación por primera vez, y desde entonces ha con-
tinuado teniéndola normal en cantidad, calidad, duración é inter-
valos.
La enfermedad databa del día anterior y la enferma no se quejaba
absolutamente de nada, excepto de la erupción con que ingresó en la
clínica. La erupción no fué precedida de escalofríos, ni de dolor de
cabeza, ni de ningún fenómeno patológico, ni seguida de ningún sín-
toma que llamara la atención; tuvo fiebre, muy moderada, el primer
día, conservó el apetito siempre, y el examen no descubrió alteración
alguna en ninguno de sus órganos y funciones. Todo el proceso pato-
Viruela «n la conpaleanciA de la varicela
lógico quedó reducido á la erupción, irreg^ularmente repartida por el
tronco, cara y miembros, pero más abundante, aunque no confluente,
en el pecho y abdomen, formada por vesiculo-piistulas, alg"unas del ta-
maño de un huevo de canario, aparecidas al mismo tiempo en las
distintas regiones del cuerpo, que contenían, á las veinticuatro horas
del comienzo de la enfermedad, un liquido claro ligeramente turbio,
que se enturbió más en los días sucesivos ; se secaron las pústulas á los
ocho días, cayeron fácilmente los Costras después y dejaron en su lugar
unas manchas rojizas en la piel, pero sin cicatrices.
El día 31 de octubre, es decir, á tos 15 días de permanencia en la
enfermería de variolosos, después de haber tomado varios baños, ha-
bérsele desprendido las costras y en condiciones de recibir el alta,
siente un violento escalofrío, seguido de temperatura de 40 grados, y
quéjase de intenso dolor de cabeza con gran quebrantamiento en las
extremidades, pero sin raquialgia ni vómitos. En esta misma situa-
ción y con fiebre alta, que en los primeros días llegó á 40*5 por la tarde,
aparecieron pequeñas papulitas en la cara y pequeñísimas vesículas en
el velo del paladar á los dos ó tres días. Con estas manifestaciones
pudimos afirmar el diagnóstico de viruela, que ya sospecliamos el día
del escalofrío, diagnóstico que desgraciadamente confirmó el curso ul-
terior de la enfermedad en forma de viruela confluente grave, y aun-
que no se presentó ninguna complicación en la convalecencia, no se
(lió el alta á la enferma, curada, hasta el día 13 de diciembre, por la
dificultad con que se le desprendían las costras.
En esta observación clínica, descrita con el menor número de pala-
bras posible, sobresalen los hechos siguientes : íi7i sujeto no racimado
ron ¿rae la ra rícela , ingresa en una enfermería de variolosos, y una vez eur
rado, á los 15 días de haber ingresado en dicha jenfermeria, comienza á
maní/estar los jmíueros síntomas de nna viruela grave j de la que también
cura.
¿Puede darse prueba más palmaria y más demostrativa de la no
identidad de naturaleza de ambas enfermedades que la prueba clínica
que envuelve la observación referida? Indudablemente, no. Todas
las circunstancias que rodean al caso que nos ocupa hablan elocuente-
mente en pro de la negativa con que liemos contestado á la pregunta
precedente.
La viruela es una de las enfermedades que con más constancia y
seguridad deja en pos de sí inmune al organismo que la ha padecido ; la
duración de esta inmunidad es generalmente muy grande, y con fre-
cuencia permanente durante toda la vida, como lo prueban el escaso
número de individuos que han padecido dos ó tres veces la enferme-
dad, y aun en éstos no siempre se tiene la seguridad absoluta de los
diagnósticos de los otros ataques de viruela sino los ha observado un
mismo médico.
Pero aun partiendo de la base, no por excepcional menos cierta, de
que hay individuos que han padecido más de una vez dicho proceso,
no es racional admitir que la duración de la inmunidad conferida por
el primer ataque del padecimiento sea inferior á un mes, en vista de lo
que nos enseña la experiencia y de lo que se desprende de la literatura
médica, donde no se encuentra registrada, que nosotros sepamos, nin-
guna observación de viruela repetida cuyo intervalo no haya alcanzado
treinta días.
Pues bien: si las diferencias sintomáticas que separan á la va-
ricela de la viruela sólo fueran diferencias clínicas y sutilezas defina
observación y no representaran el trasunto de una distinta naturaleza
del proceso, ó, en otros términos, si la varicela no fuese más que una
forma de viruela, pero viruela al fin, el caso clínico expuesto represen-
Alcoholismo en Barcelona
taría el más solemne mentís á cuanto hoy día se sabe y se considera
como más inconmovible en la viruela, esto es: á la inmunidad que deja
en el organismo que la ha padecido, puesto que, en dicho caso, te-
niendo en cuenta que sólo mediaran ocho días entre el término erup-
tivo de la varicela y el comienzo de la viruela, se puede afirmar rotun-
damente que aquélla no fué seguida de inmunidad específica contra
ésta.
Recordando los conocimientos que en la actualidad poseemos acerca
de las inmunidades específicas, se considerará sobradamente demos-
trativo el caso que nos ocupa para deducir de la falta de inmunidad
consecutiva la distinta naturaleza de ambos padecimientos. Pero en la
ocasión presente abonan esta legítima deducción las demás circuns-
tancias que rodearon el caso clínico. En efecto : se trataba de una
muchacha que nunca había sido vacunada, y por lo tanto que se la te-
nía que considerar apta para contraer la viruela ; que ingresa en una
enfermería donde hay variolosos, y en consecuencia en las más apro-
piadas condiciones de contagio, y" que á los 15 días de permanencia
en dicha enfermería, período de tiempo que como término medio apro-
ximado se concede á la incubación de la viruela, le aparecen los sínto-
mas prodrómicos de esta enfermedad.
Por estos datos es lógico suponer que la enferma contrajo la viruela
en los primeros días de permanecer en la enfermería, en plena erup-
ción varicélica, y por lo tanto ¿es posible, es lógico, es simplemente
sensato suponer que en plena evolución de un proceso infectivo gene-
ral en los que van seguidos de inmunidad se puede contraer la misma
infección? Como se ve, todas las circunstancias que rodearon á esta
observación clínica vienen en resuelto apoyo de que la naturaleza etio-
lógica de la viruela y d^ lá varicela son distintas, de que ésta no deja
inmunidad específica contra aquélla.
La prueba clínica aducida no puede ser más terminante, y á nuestro
modo de ver es equivalente al descubrimiento del microorganismo es-
pecífico de cada una de dichas enfermedades. Ahora tócale á la' Hi-
giene deducir las oportunas aplicaciones profilácticas.
Alcoholismo en Bapcelona
Profilaxis
D. Fernando Casadesús
Alumno sobresaliente de Higiene pública
El alcoholismo en Barcelona, considerándolo de un modo general,
no difiere del que suele observarse en otros grandes centros de pobla-
ción, aun teniendo en cuenta la influencia que en el uso del alcohol
pue(le ejercer el clima respectivo.
No puede dejar de admitirse que el alcoholismo constituye una ver-
dadera plaga social, toda vez que casi siempre el abuso inmoderado del
alcohol es la consecuencia de la manera como se vive en las ciudades
populosas, en las cuales por los sitios de recreo, y entre éstos algunos
que mejor que de recreo son de crápula, el uso de las bebidas alcohó-
licas viene á constituir un factor importante para su sostenimiento.
No es esto querer decir que en las pequeñas poblaciones, y aún en
las rurales, no existan también casos de alcoholismo y centros en los
cuales se abusa del alcohol ; pero hay una serie de circunstancias que
derivando de la manera de ser especial de aquellas pequeñas socieda-
des, quitan la importancia al asunto del alcoholismo, pues los casos son
Alcoholismo en Baicalona
g-eneralmente aliviados y no tienen, por lo tanto, el encadenamiento de
hechos que al alcoholismo conducen y de él pueden derivarse, cuyos
hechos y sus consecuencias contribuyen á dar al alcoholismo de las
^•randes'ciudades su fisonomía propia.
Concretándonos, pues, al alcoholismo en Barcelona, tenemos que
confesar que se lialla, por desgracia, bastante extendido ; y no puede
dejar de ser así, toda Tez que existe una masa enorme de población
obrera, constituida, además de los liijos del país, por una multitud de
individuos braceros emigrantes de otras provincias, especialmente de
Aragón y Valencia, que faltos de recursos y de medios de subsistencia
en su país, acuden á esta capital, donde, en vez de la tierra de promi-
sión, encuentran un miserable tugurio donde alojarse, y muchas ta-
))ernas en que se expenden vinos y bebidas alcohólicas de pésima
calidad, con las cuales si acallan el hambre, exacerban la sed.
Si hubiera de tratarse este asunto con la debida extensión, esti-
mando el alcoholismo como un mal social, podrían llenarse gran nú-
mero de ])áginas con hechos demostrativos de la manera como, por un
fatal eslabonamiento, se va paulatina y progresivamente entrando por
la vía que conduce al alcoliolismo, ya que del simple deseo de hacer
uso de una bebida agradable y confortativa, por las condiciones de lu-
gar y del medio social ambiente, ya se trate del obrero pobre, ó del
jovelí rico y crapuloso, ya por la acción irritante que en la mucosa gás-
trica ejercen los alcolioles de pésima calidad, se llega al abuso inmo-
derado del alcohol por aberración ó embrutecimiento moral, ajeniado
de la sed insaciable del gastrítico alcohólico. Pero ya he manilfestado
que el alcoholismo en Barcelona no difiere, al menos así lo creo, del
que se observa en los demás grandes centros de población ; y como este
trabajo se reduce á tratar de una manera principalísima la parte refe-
rente á la profilaxis, no nos extenderemos en mayores consideraciones
de carácter general.
Sin embargo, así y todo he debido señalar muy someramente la
manera como se presenta el alcoholismo en Barcelona, fundándome tan
sólo en la observación directa de los diversos grupos sociales en los
cuales se presentan mayor número de casos, ya que las estadísticas
suelen ser bien poco instructivas, porque tal como se hacen no reúnen,
en este asunto particular, ninguna condición que permita sentar con-
clVisiones verdaderamente positivas.
En efecto : encontramos en las estadísticas de defunciones, que
arrojan un promedio anual de 13 fallecidos de ^alcoholismo, desde el
año 1889 ; por lo cual, comparando dicho promedio anual de 13 falleci-
dos de alcoholismo con el promedio anual de mortalidad total que al-
canza á unos 10,000, resulta una cifra sumamente exigua, poco más de
1 por 1,000, según puede verse en el cuadro de mortalidad inserto al
final de esta Memoria.
Pero ¿son estos datos suficientes para juzgar del alcoholismo en
Barcelona? En nuestro sentir debemos contestar negativamente. Son
en escaso número los individuos que fallecen de alcoholismo propia-
mente dicho ; y son muchísimos, la mayor parte, de alcohólicos cróni-
cos en quienes las enfermedades que han producido su defunción, han
sido derivadas ó influidas, para su terminación fatal, por el alcoholis-
mo. Así nos lo demuestran los datos estadísticos que acabo de referir,
según los cuales, si realmente los efectos del alcohol, en esta ciudad,
quedaran reducidos á provocar una sola defunción por cada mil falle-
cidos, podría resueltamente afirmarse que esta población estaba casi
por completo exenta de alcohólicos, á no tener presente, como sabemos,
que son rarísimos los casos en que por alcoholismo simplemente se
determina la muerte.
10 AlíOholísmo en Barcelona
Para conocer, pues, con alguna exactitud la acción del alcohoLsobre
la mortalidad, único dato estadístico que tenemos i)ara poder apreciar
los efectos perniciosos del alcohol, sería menester contar con datos re-
lativos á las defunciones i)or enfermedades influidas más ó menos
directamente por la acción del alcohol.
En cuanto á esto, he de manifestar que en las estadísticas no apa-
rece indicada la influencia del alcohol en las enfermedades señaladas
como causa de la defunción, por lo cual, considerando en tesis general
que las más tlirectamente llamadas á experimentar dicha influencia
son las enfermedades del hígado y del sistema nervioso, he procurado
fijarme en los datos estadísticos relativos á las mismas, aunque inútil-
mente respecto á las enfermedades del hígado, que ni con esta denomi-
nación, ni con la de cirrosis hepática, aparecen incluidas en los cua-
dros estadísticos.
Los datos referentes á la mortalidad por enfermedades nerviosas,
cuyo promedio anual viene á ser, á partir del año 18S9, de unos 1,()(K)
por 10,000 de mortalidad total en esta población, ó sea un 15 por 100,
nos muestran que la mortalidad causada por dichas enfermedades re-
sulta bastante considerable ; y teniendo en cuenta lo dicho anterior-
mente en lo tocante á la influencia del alcohol sobre las enfermedades
del sistema nervioso, aquellos datos nos permiten suponer, á diferen-
cia de lo que antes deducía con referencia á la mortalidad por puro al-
coholismo, que no son .seguramente tan exiguos como parecen los
efectos (leí alcoliol en esta localidad, sin que considere de interés cali-
ficar los datos relativos á las frenopatías, que vienen á ser casi idénti-
cos á los de la mortalidad por alcoholismo.
Después de lo dicho, no creo que deba insistir sobre la i)oca preci-
sión (|ue ofrecen las estadísticas de mortalidad respecto al alcoholismo,
pero sí repetir que en atención al escaso valor práctico que cabe atri-
buir á semejantes estadísticas, es muy difícil, sino imposible, sacar
consecuencias útiles acerca del estado del alcoholismo en Barcelona.
Así lo vienen á confirmar, hasta cierto punto, los datos referentes
al consumo de bebidas alcoh()licas en esta ciudad, (]ue representando
en conjunto, según indica el cuadro de consuíno que inserto igual-
mente al final de esta Memoria, una cantidad de 7.000,000 de litros
próximamente de alcohol, viene á resultar un promedio anual de unos
12 litros i)or habitante, equivalentes á 3S gramos diarios, cuya propor-
ción, aun cuando no deja de ser de alguna importancia, aumenta nota-
blemente si se considera que es muy escaso el consumo de alcohol por
los menores de 15 años, que vienen á represent?)ir i)róximamente un 35
por 100 de la población total, y que será seguramente bastante redu-
cido el que i)ueda atribuirse á las mujeres, ó sea á la mitad de los indi-
viduos mayores de dicha edad.
Pues, si además de esto se tiene en cuenta la desigualdad con que,
aun entre los adultos, se hace uso del alcohol, así como las cantidades
del misino que, en materia de consumos, no hayan sido intervenidas
por el tisco, no creo pueda parecer exagerada la cifra de un consumo
diario de más de 100 gramos por individuo de los que, en esta pobla-
ción, son aficionados á las be])¡das alcohólicas.
Y como entieudo que esta cantidad ingerida constantemente en el
organismo no puede menos de ser ])erjud¡cial. y muclio más si el alco-
hol no rs ])uro, sobre cuyo ])aríieular no se ¡)ue(le obtener dato alguno,
se c;)iiij)r(Mi(lerá, con mayor motivo, la razón por la que liacía presente
([ue. á mi juicio, los anteí'edenti^s acerca de la mortalidad á que antes
me refería, no i)uelen estimarse como suficientes ])ara formar opinión
acertada respecto á los efectos que, en esta capital, (¿uepa atribuir al
alcoholismo, ^
Alcoholismo en Barcelona
Entendemos, aparte de estos datos, que para juz<^ar debidamente
<le la característica del alcoholismo en esta ciudad, debiéramos poseer
la estadística de los hechos criminosos que hayan sido producidos, no
tan sólo en estado de embriag^uez, sino por individuos reconocidos por
alcoh(Micos ; mas estos datos, aunque de gran interés, tenemos que
confesar que no he podido encontrarlos.
Por esta razón, he apuntado anteriormente lo referente al ambiente
social que respiran los predestinados al alcoholismo, empezando por el
recreo y acabando con el vicio. Los centros en que esto sucede, son,
por desgracia, en Barcelona, numerosos desde hace algún tiempo, hn-
hiénáoloi^ para todos los ffusloSy ^ero siempre con la misma tendencia:
excitar las pasiones, aguzar los sentidos con libaciones repetidas, fre-
cuentemente de bebidas compuestas de alcoholes impuros, el terrible
amilico, que mejor que de bebidas, debieran calificarse de brebajes.
Basta tan sólo pasear por algunas calles del casco antiguo, y aún del
Ensanche, para hacerse cargo del gran número de tabernas y de esta-
blecimientos (jue, bajo la capa del arte, aunque sea del arte Ínfimo^ son
la cuna de todos los más asquerosos vicios.
Xo escapa á la penetración del médico-sociólogo lo que debe suce-
der en los que frecuentan esta especie de establecimientos: la clase
baja, en las tabernas y cafés de última clase ; y los señoritos de inclina-
ciones viciosas, en los cafés-conciertos, etc.f neo-derivación del arte
exótico de allende los Pirineos. Conocido es el efecto fisiológico que
produce el alcohol, aun en dosis moderadas: la excitación cerebral,
mayor íí'O'^r/rí/í (le ideas que surjen con tendencias morales similares
al am])ieute que se respira, el chiste casi siemi)re obsceno, la animación
que reina entre todos los circunstantes, el calor, el humo del tabaco, etc.,
son otras tantos factores causantes de la excitación estomacal que exa-
cerba la sed, y se repiten las libaciones, j' se repiten los excesos, y el
alcoholismo asoma, al cabo de cierto tiempo, con todas sus consecuen-
cias físicas y morales.
Los legistas critican que se defienda á muchos criminales, tratán-
doles (le alcohólicos, locos ó degenerados, y considero que no tienen
completa razón en este punto, porque la influencia de este mal social
es más frecuente y más terrible de lo que se cree. Y si todo esto pro-
duce el uso inmoderado del alcohol, y hemos querido hablar del alco-
hol puro, calcúlese lo que acontecerá con los vinos encabezados con
alcohol amílico, cuya acción nociva es tan conocida, por producir efec-
tos tóxicos sumamente rápidos, que suelen ser causa de perturbaciones
morales de gran importancia, conduciendo con harta frecuencia á he-
chos criminales. Tal vez por esto el vulgo llama alvino de taberna
tino peleón , Y este vino es, precisamente, el que más bebe en Barcelona
la clase proletaria.
Poco es, como se ve, lo que con carácter peculiar á esta ciudad, para
mostrar la fisonomía del alcoholismo en esta localidad, cabe exponer,
ante la imposibilidad de adquirir datos precisos so])re alcoholismo
agudo, so])re las formas más comunes del alcoholismo en esta capital,
sobre el número y clase de establecimientos en que se ex])enden ))ebi-
das alcohólicas, sobre las sofisticaciones de estas aquí más frecuentes
sobre la edad, sexo y profesión ú oficio de los fallecidos por alcoholis-
mo, sobre la relaci(')n existente entre la mortalidad por distintas enfer-
medades y la acción (pie el alcohol haya podido ejercer para su termina-
ción fatal; sobre el delirium tremens, etc., etc., y por lo mismo, paso á
ocuparme del segundo punto de este trabajo.
(Se concluirá).
OatQS blstúrlcos relativos á la profilaxis de la tuberculosis en Valencia
Valencia, 4 de enero de 1904
Sr. Dr. D. Rafael Rodríguez Méndez
Barcelona
Mi querido amig-o y respetable compañero: En el número último
dado á luz del periódico de su digna dirección, Gaceta Médica Cata-
lana, leo una «Noticia científica» del iluíítrado colaborador Dr. Rovira
Oliver, titulada Profilaoás de la tubercíilosis. En ella refiere el Dr. Ro-
vira disposiciones varias que para evitar la propagación de la terrible
dolencia ha adoptado Italia, y con referencia á Jl Progresso Medicc^
de Turfn y á la Pressc Medícale de París, cita las medidas represivas
¡mpuestas'por Felipe IV de Ñapóles á últimos del siglo xviii y por Fer-
nando VI de España en 1751.
Como en época muy anterior á estas fechas ya tenía Valencia en
vigor providencias muy enérgicas para evitar el contagio de la tuber-
culosis, me permito enviarle dos documentos justificativos de este
hecho, que creo leerán Vdes. con gusto, porque formarán buena cabe-
cera del proceso que algún curioso pudiera incoar acerca de la lucha
antituberculosa en España.
Di á luz dichos documentos en el número 65 de la Retisla Valen-
cia7ia de Ciencias Médicas, copiándoles literalmente de los respectivos
originales en valenciano que se custodian en el Archivo de nuestra
ciudad, y para V. se los mando traducidos al castellano, con objeto de
que si íes da á la publicidad, puedan conocerlos mayor número de lec-
tores y convencerse del interés de nuestros mayores por defender la
salud pública.
El fotograbado adjunto, dará clara idea de lá portada del « Pregón >>.
reducida á la mitad de su tamaño.
Siempre agradeciéndole sus bondades este su afecto amigo y com-
pañero q. 1. b. 1. m.,
Dr. Faustino Barbera
ARCHIVO MUNICIPAL DE VALENCIA
Manual de conoells : Any 1698-1699 : volumen 320 : signatura A
Deliberación del Consejo
Dicto die 0)
Los abajo nombrados Señores Jurados y Síndicos juntos ni supra :
Atendido y considerado que desde hace algunos años mueren muchas
personas éticas y tísicos tanto en la presente Ciudad como en su particular
contribución, lo cual reconocido por los antecesores de Sus Señorías ya les
obligó á adoptar muchas medidas para atajar dichas enfermedades, según
el parecer de médicos inuy prácticos y experimentados ;
Atendido á que dichas medidas han sido mantenidas en todo su vigor
por Sus Señorías hasta el día de hoy y sin que se haya observado mejoría
de ning-un género, antes al contrario, es de notar que se propag-an comuni-
cándose á los asistentes de los enfermos, á los que visten sus ropas y á los
Sue habitan los cuartos de dichos enfermos esto es, de los que mueren de
ichos padecimientos; y por último reconociendo Sus Señorías tan gravísimo
dafio y deseando atajarlo cumpliendo la oblig-ación de sus oíicios, á carg-o
de los cuales está el cuidado de la salud pública de la presente Ciudad y su
Reino han mandado consultar al Claustro de la Facultad de Medicina, el
cual seg-ún declaración recibida por el infrascrito BsciHbano (2) en 20 de se-
(1) 2" octubre de 169S.— ( N. del Traductor ).
(2) Véase á propósito de este cargo lo que digo en una nota del documento que sigue —(N. del
Traductor).
Datos históricos relativos á la profilaxis de la tuberculosis en Valencia
iS
CRIDA
MANADA FER > Y
PVBLICAR , PER LOS MOLT ILtVSTRES SE-
nyors lufticia , lurats , Racional . y Syodicb.dc la Mole.
IllunrcCiucatdc Valeocia ,cn crde á les cnfcrmcrais,
qur es paccixcQ co la dita lIluAi e Ciotai . y contri*
bucib.de Eucbs.y Tificbs.y la difpoficibdc ata-
Uaf aqacKes , co lo anj 1699.
ESSFNT IVRATS.
DON MELCHOR CAMIR.Y FIGVEROLA IV.
lat en C»p deis Nobles, y Cavallers. lu^p Gil de Torres.
luratenCapdeís Ciutadans . Luys Mayans.y Paíqual
Geocf ós , turar Scgon . BaUbafar Gtner . y Luqui , Ciu*
cada . lúrac íegon , Francifco de AbatcifquecaCiutadi.
lora» tercer » y Igoacio Zapata Ciutada. luratquart,
luíep Pérez , y Saochiz Ciutada. Racional, y Ber-
cbotncu R«t>rer Ciutjdéi Syndichde laCaoibu
dclSecretdelallluftieCiucat.
I
EN VALENCIA.
aU ImptcnUdc Vicmt C*bfcr» , lmp<
cflor , Y Llibrct de U lUuftiC Ciu-
Any U99,
tiembre próximo pasado, ha declarado que el medio más conveniente para
atajar dichas enfermedades era quemar li^s ropas de los que morían de
aquéllas, así de lana, lino, seda, pieles como cualquier otro que fuese y que
hubiera servido para el uso de dichos enfermos; y la madera de las camas
y demás alhajas del dormitorio donde hayan fallecido aquellos pacientes,
exceptuando los objetos de metal, así de oro, plata ó cobre, como los de
cualquier otro metal y Sus Señorías en vista de la indicada declaración del
mencionado Claustro, y
de lo manifestado á Sus
Señorías por diferentes y
muy prácticos y experi-
mentados médicos, adop-
tan la providencia de que
toda la ropa de cualquier
calidad que sea, como los
enseres utilizados para la
asistencia de los tísicos
y éticos confirmados, sea
quemada, exceptuando
las alhajas de oro, plata,
cobre y de cualquier otro
metal ; mandando como
en virtud del presente
mandan á todos los médi-
cos y cirujanos de la pre-
sente Ciudad y particular
i'ontribución de aquélla,
que de hoy en adelante
al tercer día que visiten
un enfermo ético ó tísico
confirmado, tendrán la
obligación de dar parte de
la existencia del mismo á
uno de Sus Señorías y al
Dr. D. Juan Bta. Candí,
Médico de la presente
Ciudad ó al que con el
tiempo le sucediere, bajo
la multa de 50 Libras (1),
por la primera omisión y
por la seg-uuda pérdida
del derecho de ciudada-
nía de la presente Ciudad
y de su contribución; man-
dando asimismo como en
virtud de la presente man-
dan á toda persona, cual-
quiera que sea su estado y
condición, en cuya casa
ocurra alg-ún fallecimien-
to, de dichas enfermeda-
des, no pueda reservarse
ninguna de dichas ropas y
alhajas, ni enajenar aqué-
llas, ni los platos y las escudillas y demás objetos usados por los dichos en-
fermos, sino que por el contrario, vendrá oblig-ada á manifestar todas las in-
ilic^das alhajas y ropas al Médico de la dicha Ciudad ó á uno de Sus Señorías
bajo la multa de 50 Libras y otras penas al arbitrio de Sus Señorías ; y por
último, mandan á todos los corredores, sastres y ropavejeros, y demás perso-
nas que se dedican á la compraventa de ropas, no puedan comprar ninguna
clase de aquéllas, ni muebles de la casa donde haya habitado alguno de
dichos enfermos, sin mediar la licencia de Sus Señorías bajo la pena de ser
<1) Cantidad equivalente á 187*50 pesetas. — (N. del Traductor ).
Datos históricos rtlatipos á la profilaxis dt la tuberculosis en Valtncia
quemadas dichas ropas y 25 Libras por la primera vez, y por la segrunda 50
Libras, y por la tercera otros castig-os al arbitrio de Sus Señorías; y si acaso
los nombrados médicos y cirujanos tiubiereu participado al indicado Médica
déla presente Ciudad la existencia de enfermos de dichas enfermedades, ó el
mencionado Médico visitase á alguno, y en uno y otro caso no lo manifes-
tase á Sus Señorías, incurrirá en las penas impuestas á los indicados médi-
cos y cirujanos, y en la privación de su oficio, proveyendo que la presente
Deliberación sea preconizada en los lugares públicos acostumbrados de esta
Ciudad á fin de que nadie pueda alegar ignorancia.
Dequibus et. Actum Valentiae et. Testigos Jaime Molins y Vicente Sa-
purni vergueros habitantes en Valencia.
Pregón mandado hacer y publicar por los Muy Ilustres Señores Justicia,
Jurados, Racional y Síndico de la Muy Ilustre Ciudad de Valencia en orden
A las enfermedades de Éticos y Tísicos que se padecen en la indicada Ilustre
Oiudad y su contribución, y disposiciones para atajar el desarrollo de aqué-
llas en el año 1699 ; siendo jurados : Don Melchor Gamiry Figuerola, jurado
3n Cap de los Nobles y Caballeros ; José Gil de Torres, jurado en Cap de los
ciudadanos; Luis Mayansy Pascual-Géneros, jurado segundo; Baltasar Giner
y Luqui, ciudadano jurado segundo; Francisco de Abalcisqueta, ciudadano
jurado tercero; Ignacio Zapata, ciudadano jurado cuarto; José Pérez y San-
chis, ciudadano Racional; y Bartolomé Roser, ciudadano Síndico de la Cá-
mara del Secreto de la Ilustre Ciudad (1).
Ahora, oid, lo que os notifican y hacen saber de parte de los Muy Ilus-
tres Señores Justicia, Jurados, Racional y Síndico de esta Muy Ilustre Ciu-
dad de Valencia :
Reconociendo Sus Señorías el gran húmero de personas que desde hace
algunos años han fallecido éticos y tísicos en la presente Ciuda 1 y su con-
tribución, lo cual ya procuraron combatir los antecesores de Sus' Señorías^
tomando muchas providencias, según el parecer de Médicos muy prácticos
y experimentados, aunque hasta el presente no se observa mejoría, antes
bien se nota que las mencionadas enfermedades cunden propagándose á
los asistentes y mayormente, á los que visten las ropas de los que padecen
ó han padt^cido las dichas enfermedades y habitan los cuartos do ti de ha fa-
llecido alguno de dichos enfermos ; y últimamente reconociendo Sus Seño-
rías tan grave daño y deseando atender al cumplimiento de la obligación
le sus respeíjtivos oficios, á cargo de los cuales está el cuidado de la Salud
pública de esta Ciudad y aun la de todo el presente Reino, han mandado
consultar al Claustro de la Facultad de Medicina de la Universidad de la
presente Ciudad, el cual por acto otorgado ante el Escribano (2) infrascrita
declaró que el recurso más conveniente para atajar dichas enfermedades
era quemar las ropas de los fallecidos de aquéllas, así de lana, como de
lino, seda, pieles y cualquier otro que fuese y hubiei*a servido para el uso de
dichos enfermos, y la madera de las camas en que hayan sucumbido, y las
sillas, mesas y demás enseres, excepción hecha de todas las cosas de metal
así de oro, plata y cobre ú de cualquier otro metal ; añadiendo Sus Señorías,
según consulta y parecer do Médicos muy experimentados, que establecen
el precepto, en virtud del cual , ordenan á todos los Módicos y Cirujanos, que
desde hoy en adelante tendrán obligación al tercer día que*^ visitaren á un
tísico ó ético confirmado, de manifestarlo á uno de Sus Señorías ó al Médico
le la indicada Ilustre Ciudad que al presente ps el Doctor Juan Bautista
Candí bajo la multa de 50 Libras (3) por la vez primera y por la segunda
pérdida del derecho de vecindad de la indicada presente Ciudad y su con-
tribución, mandando también á los dueños de las casas no podrán conser-
var las ropas que usen dichos enfermos, ni género alguno de alhajas desús
cuartos, ni los platos, escudillas y demás objetos que usaren para tomar el
alimento, bajo pena de 50 Libras'y otras penas al arbitrio de Sus Señorías ;
como también habrán de manifestar las indicadas ropas, sillas y demás en-
(1) Impreso en Valencia por Vicente Cabrera, impresor y librero de la Ilustre Ciudad, en la
Plaza de la Seo. Año 16íí9.
(2) Con el nombre de EscrivA de la Sala era conocido en los tiempos forales de Valencia un
empleado que llenaba la doble función de Secretario del Consejo y de Notarlo público; en la indi—
:ada declaración del Claustro de Medicina actuó como depositario de la íe pública. Por tal motivo
'a he traducido por escribano aunque el significado actual de este vocablo dilierc bastante de aquél.
S^ota del traductor'.
(3) Cantidad equivalente á peseus i ><7'5:). —(iVo/a del traductor).
Cartilla higiénica para tas madres ¡5
seres que tengran en los cuartos al indicado Médico de la^presente Ciudad ;
mandando asimismo á todos los corredores. Sastres, Ropavejeros y á cual-
quier otra persona que se ocupare de comprar y vender ropas, que no podran
comprar ningún génqj'o de aquéllas de casa donde hava habitado alguno de
tales enfermos, sin preceder la licencia de Sus Señorías, bajo pena de ser
quemadas dichas ropas y 25 Libras por la vez primera, por la segunda 50
Libras y por la tercera otros castigos al arbitrio de Sus Señorías ; y si acaso
los indicados Médicos ó Cirujanos noticiasen al Médico de la presente Ciu-
dad, la existencia de alguna persona enferma del mencionado accidente, ó
este mismo Médico ocultase alguna de su visita incurrirá en las penas im-
puestas á dichos Médicos ó Cirujanos y en la privación del oficio. Y para
que estas ordenes lleguen á noticia de todos se manda hacer y publicar el
actual público Pregón por los lugares de la presente Ciudad y puestos
acostumbrados de la misma.
Dado en Valencia el día 12 del mes de enero del año 1699.
Dicto & eodem die mensis & anno, Vicente de la Morera Trompeta mayor y
público de la indicada y presente Ciudad de Valencia, mediante juramento
á Nuestro Señor Dios & Dijo, é hizo relación en el presente día acompañado
de los demás Trompetos y Timbales de la Ciudad, con sus uniformes, haber
publicado y preconizado^ sobredicho pregón y cuanto en el mismo se con-
tiene, por la mencionada y presente Ciudad y Lugares acostumbrados de la
misma».
Captilla bigiéniea papa las madres ^^^
POR El.
Du. D. Rafael Ulecia y Cardona
Director de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas
Es deber de toda buena madre amamantar á
su hijo.
1. Haz lo posible por criar á tu hijo. Mas si tu leche fuese escasa ó
de raala calidad, recurre, en el primer caso, á la lactancia w¿/a:/rt (pecho
y biberón), y en segundo, á una buena nodriza. Tan sólo cuando te
sea adsolniamenie imposible nuvLÍi otro, formn, entoucef^ emplea la lac-
tanda artificial (biberón), pero bien riíglamentada.
2. Sea cual fuere el procedimiento que adoptes, no darás al niño
el pecho, ó el biberón, sino cada dos horas los tres primeros meses, y
luego de tres en tres horas, durante el día, y una ó dos veces, á lo sximo,
por la noche ; así podréis los dos descansar mejor. Procura siemjíre
que no quede harto, porque niño que toma más leche de la que á su
edad corresponde, está muy expuesto a enfermar.
Después que mame, no le acuestes nunca boca arriba, sino de lado,
prefiriendo el derecho.
3. Ten siempre muy limpio su cuerpo, sin olvidarte de la nariz,
por dentro, para que pueda respirar bien.
4. Sácalo de paseo, si puedes, diariamente, eligiendo las horas de
sol en invierno ; jamás de noche, ni aun en verano,
5. Vacúnalo tan pronto cumpla tres meses. Hazlo antes, si se pre-
sentase epidemia de viruela.
6. Pésalo cada ocho ó quince días, pues nada te dirá como la h^-
iBuzKpesa-^iiíios, el verdadero estado de nutrición de tu hijo.
7. En cuanto sufra la menor descomposición de vientre, avisa e7i
seguida al médico, pues la diarrea, en el niño, es tan temible como
LA tuberculosis en el adulto. ^
8. Es indispensable que, hasta los tres años, lleve el vientre cu-
(1) Poniendo en práctica los preceptos híeíénicos condensados en esta Cartilla, su autor con-
serva los ocho hijos que ha tenido (ia mayor ae doce años y el menor de uno), Io« cuales disfrutan
de un perfecto desarrollo y de una excelente salud.
t6 Viruela y vacuna
bierto (también en verano), con una faja de franela fina, ligeramente
atada.
9. La dentición es un acontecimiento natural casi siempre, que,
en los niños bien criados , rarísima vez produce tra^storno grave en su
salud.
10. El alimento del niño durante los diez primeros meses debe ser
EXCLUSIVAMENTE LA LECHE.
Después, emplearás las sopas (hechas con agua y sal ó con leche),
y los huevos. Más adelante, las sopas con caldo, los huevos y pesca-
dos blancos ; huye de darle substancias que contengan grasa,' (rníes de
los quince meses; -so J.E DiLs CMimif uxsTx que cumpla los tues años.
El vino le es perjudicial.
11. Procura que tu hijo, hasta la edad dfe cuatro años, duerma
bastante : doce á catorce horas, por lo meaos : su excitable sistema ner-
vioso a.sí lo requiere. Pero no le acuesfc's nunca con otra persona, ni
aun contigo misma, pues el niño debe dormir siempre sólo en su cuna.
12. En resumen : cuida de que no coma m «eba nunca co7i exceso,
ni tampoco entre sus comidas regulares ; así le evitarás los trastornos
gastro-intestinales (indigestiones ó diarreas), que son la principal causa
de la enorme 'mortalidad á^ la primera infancia.
El número de niños que mueren todos los años, es verdaderamente ate-
rrador.
Sólo en el año 1900, fallecieron en España \ 229,348 ! niños menores
de cinco años.
En los ocho años comprendidos desde 1."* de enero de 1888 á 31 de
diciembre de 189o, murieron en Madrid ¡ 62,005 I niños menores de
tres años.
En los siete Mío?, últimos, 1896 á 1902, murieron en Madrid ¡ 25,289 I
niños menores de -lui año.
Estas enormes y desconsoladoras cifras demuestran cuan necesario
es poner en práctica los saludables preceptos de la higiene infantil, y
justifican la publicación de esta Cartilla.
Madrid 1.° abril de 1903.
Viruela y vacuna
(1)
POR
C. GUÉRIN
Veterinario y Jefe de laboratorio del Instituto Pastcur de Lille
La viruela es una enfermedad eruptiva, febril, contagiosa, que úiiica-
mento ataca al hombre, en general, una vez en su vida. Señalada por vez
primera en el siglo vi de la era cristiana, se la encuentra de nuevo en el si-
glo XVI universal y terrible.
Se maniflosta, lo más frecuentemente, en forma de epidemia, y bajo esta
forma hace pagar á la liumanidad el mayor tributo. Simón comparaba la
invasión del azote, antes de la aplicación de la vacuna, á los ejércitos de
langostas que caen sobre los viñedos y pastos, convirtiendo en desierto lo
que antes era fresco y fértil. Y esto no es decir mucho: donde la viruela
aparecía, no daba cuartel, cayendo sobre el suelo de naciones enteras, como
hace el huracán en un campo de trigo. . Despobló á Santo Domingo, Mesi-
na, el Brasil, la América del Norte, en donde prestó su concurso á los horro-
res de la invasión europea. Más cruel que los conquistadores, ha hecho su-
cumbir tres millones y medio de indígenas mexicanos, sin perdonar los que
precisaran para el enterramiento de los muertos. De la Condamine relata
(1) Conferencia dada el 4 diciembre de 1902 en la Union Jrangaise de la Jeunesse. — UEcho M¿d.
du Nord. 22 febrero de 1903.
Virujla y vacuna 17
que hacia 1563 mató más de 100,000 indios en sólo la provincia de Quito.
Treinta millones de blancos, dice Catlin, se pelean hoy por la conquista del
oro sobre los huesos y cenizas de veinte millones de hombres rojos, de los
cuales seis millones fueron víctimas de la viruela, mientras que la bayone-
ta, el sable y el wisky destruían el resto.
Por donde quiera que la enfermedad diezmaba en aquellos tiempos era
el mismo cuadro que encontramos ahora en lo«s tiempos modernos entre los
pueblos á los cuales los beneficios de la vacuna fueron rehusados. Leed en
su espantoso horror lo que se escribió sobre la epidemia de viruela que
asoló á ios indios en ISTi : «El aparato sintomático no tiene igual desde el
punto de vista del espanto, así como de la rapidez der la propagación ; alcanza
al individuo y le hace sucumbir en pocas horas. Inmediatamente después
de la muerte, el cuerpo se vuelve negro y se hincha hasta adquirir el triple
de su volumen normal. Los médicos no tienen poder para combatirla y los
hospitales son inútiles. Los obreros europeos^ sólo .se ocupan, durante va-
rias semanas, en enterrar los muertos. La tribu de los Mándanos, reducida
ya por varios desastres á la cifra de 1,500, bajó á 30 hombres ; todos los de-
más perecieron. La tribu vecina estaba dedicada á la caza cuando el azote
la sorprendió ; le arrebató en poco tiempo la mitad de sus miembros. La pra-
dera que rodea su campo, se transformó en un vasto campo funerario, todo
cubierto de cadáveres privados de sepultura y que extendían por doquiera
la infección y la pestilencia».
La viruela epidémica es mucho más grave que la esporádica ; é^ta no
mata más allá de */« ó el */» de los enfermos ; en la otra la mortalidad puede
elevars'^ á V^ y aún á Vs- Antes de la vacuna la viruela era la enfermedad
más mortífera que se conocía. La viruela posee, al contrario del cólera, por
ejemplo, dos modos de contagio : el contagio inmediato y el contagio difuso.
El virus, en efecto, está contenido, por una parte, en el líquido de las pús-
tulas, de manera que todo contacto de este líquido con una parte de piel pri-
vada de epidermis puede infectar un organismo sano por contagio directo.
Y, por otra parte, el virus está contenido en las partículas orgánicas que re-
sultan de la desecación de las pústulas. Estas partículas se desprenden en
momento dado, y gracias á &u divisibilidad y á su movilidad, se convierten
en agentes de transmisión á distancia, los cuales son capaces de contami-
nar, después de un largo intervalo, á individuos que no hayan tenido rela-
ciones inmediatas con ningún varioloso. En estado de sequedad, el virus
tiene una tenacidad extrema ; íntimamente unido á los residuos orgánicos
que le sirven de vehículo, se cambia al par de ellos, pero no es modificado
por las corrientes atmosféricas ; queda indefinidamente oculto, pero indefi-
nidamente potente en los objetos que han servido á los enfermos, y si, des-
pués de un largo intervalo, es al fin absorbido por un organismo en estado
(le receptividad, manifiesta, por efectos nada dudosos, que no ha perdido nada
de su primitiva virulencia.
La virulencia variólica está subordinada ala receptividad orgánica, no
solamente en cuanto al grado de sus efectos, sino en cuanto á su produc-
ción. El hecho de una ilimunidad natural total está probado por el gran
número de individuos que escapan de todo ataque en las epidemias de vi-
ruela anteriores al descubrimiento de la vacuna. El hecho de la inmunidad
parcial y variable, según la receptividad individual, está establecido por la
intensidad variable de los efectos del virus en diversos enfermos en el mis-
mo tiempo y en el mismo lugar.
La receptividad para el virus varioloso es igual para ambos sexos. Existe
en todas las edades, aun en el feto ; es de todos los países y de todas las ra-
zas; pero, con raras excepciones, desaparece en pos del primer ataque de
viruela; la inmunidad de este modo obtenida no es absoluta : tiene sola-
mente por efecto substituir con la forma benigna de la infección la forma
grave, pero esta propiedad substitutiva se debilita á medida que el indivi-
duo se aleja de la época del ataque, y sólo se restablece en virtud de una
nueva impregnación variolosa ó vacunal.
•Esta ley de la inmunidad variólica, común con otras fiebres eruptivas,
tales como la escarlatina y el sarampión, ha sido desde hace mucho tiempo
confirmada por la observación y promulgada por la opinión, aun cuando
tenga un buen número de excepciones.
Sobre esta misma ley se basó la práctica de la inoculación profiláctica,
iS Viruela y vacuna
método que consistía, como se sabe, en dar la viruela á los jóvenes para que
no la adquiriesen. Las circunstancias habían hecho descubrir que esta en-
fermedad atacaba con menos vigor cuando era comunicada artificialmente,
y cuando la erupción sólo encontraba una piel fina y delicada que perforar,
apenas dejaba impresión en el rostro.
Se reconoció igualmente que una viruela débil, imperfecta, preservaba
del mismo modo que la más intensa.
De esto á imaginar la variolización sólo había un paso, y se debió dar en
seguida. No se sabe á que época se remonta : lo que se sabe es que era en los
tiempos más lejanos una operación vulgar en la Georgia y la Circasia, donde
el deseo de const^rvar la hermosura del rostro á sus hijas, consagradas á su-
ministrar bellezas á los haremes del Gran Señor y del Sophí de Persia^ ins-
piró muy prematuramente á los padres, si se ha de creer á Voltaire, este
medio preservativo. ^
Aun antes que la variolización estuviese en uso en Oriente, lo estaba en
China, y he aquí la receta de que se servían en este último país para sem-
brar la viruela : «Cuando se encuentre un niño desde un año hasta siete, «n
el cual la viruela haya salido felizmente con todos los caracteres de la be-
nignidad, recójanse las escamas ó películas de las pústulas desecadas, en-
ciérreselas en una vasija de porcelana, cuya boca se tapará bien con cera.
Si estas escamas son pequeñas, tómense cuatro ; si son grandes, tómense
dos ; añádase el peso de un li, ó sea un poco más de un grano de almizcle ;
de tal suerte que el almizcle se encuentre entre dos escamas. Envuélvase
toda esta mezcla con algodón en forma de lechino , que se hace penetrar en
la nariz del niño, que debe ser mayor de un año y no estar atacado de nin-
guna otra enfermedad.
Si las pústulas no se presentan hasta el tercer día, se puede asegurar que
de diez niños se salvarán ocho ó nueve; si salen ya al segundo dia, la mitad
de los niños corren grandísimo riesgo ; pero, si lo hacen al primer día que la
fiebre se declara, no se puede responder de la vida de ninguno. Por est')
había médicos chinos que no aprobaban el dar la viruela á los niños».
Estas noticias, que os doy simplemente á título documentarlo, os mues-
tran á que extremos se había llegado para atenuar los destrozos causados
por la viruela; así, es un verdadero consuelo que nuestros ascendientes del
fin del siglo xviii supieran que un genial observador, Jenner, substituyó la
inoculación variólica, muchas veces peligrosa, con la inoculación vacunal,
siempre inofensiva.
La vacuna es una enfermedad específica, caracterizada por pápulas pus-
tulosas que se desarrollan, accidentalmente, en diferentes animales, como
el caballo, la vaca y el carnero. En el caballo, las pústulas se maniflestau
preferentemente en los labios y nariz, así como en los tarsos ; en la vaca, se
encuentran casi exclusivamente en la ubre y en los pezones. Se llama
Aorse-pox en el primer caso, cow-pox en el segundo. La vacuna posee pro-
piedades virulentas activas : inoculada al hombre, del mismo modo que á la
vaca ó al caballo, produce una erupción semejante á aquella de que pro-
viene, y ofrece una gran analogía, por no decir una identidad absoluta, con
la de la viruela.
La viruela es una enfermedad que sólo se padece, por regla general, una
vez en la vida. Un primer ataque preserva ordinariamente de ataques ul-
teriores. La inoculación de la vacuna hace el mismo efecto. Preserva de
la viruela.
La palabra vacuna se emplea para designarla enfermedad eruptiva, cuyo
producto es la vacuna. Se usa también para designar la misma operación
mediante la cual se inocula la vacuna.
Desde hace poco menos de un siglo es objeto de las más frecuentes dis-
cusiones, en el mundo médico, la cuestión de' si la vacuna que se emplea
para preservarse de la viruela procede originalmente de la vaca ó del
caballo.
Cuando Jenner estableció que un cierto número de personas que se ocu-
paban en el cuidado de las vacas y en ordeñarlas, se mostraban refractarias
al virus variólico que les inoculaba, reconoció que debían esta inmunidad
á que habían adquirido precedentemente, sin duda por heridas que tendrían
en las manos, una enfermedad pUstuliosa que se encuentra en la ubre de
estos animales. Jenner llegó á admitir que las vacas habían adquirido la
Viruela y. pacuna ig
enfermedad de los caballos, con los que estuvieron directa ó indirectamente
en relación. « Hay, dice, una afección ala cual el caballo se halla frecuen-
temente sujeto á causa de su domesticidad. Es una inflamación y una
hinchazón en el talón ; se desprende de éste una materia que posee propie-
dades de una especie particular, porque parece eng-endrar en el cuerpo hu-
mano una enfermedad que tiene una tan gran semejanza con la viruela,
que considero como muy probable que debe ser la causa de esta última.
Pero, es necesario antes que esta materia haya sufrido una modificación.
En este paraje hay un g-ran número de vacas, y la tarea de ordeñarlas lo
hacen indistintamente hombres y sirvientas. Puede suceder que uno de
los horabre_s, después de haber curado los talones de un caballo afectado de
la enfermedad que nos ocupa, no haya tenido cuidado de lavarse las manos,
y ordeñe las vacas, en cuyas ubressus manos dejen algunas partículas de la
materia infecciosa que estuviese adherida á aquéllas. Cuando ocurre esto,
se comunica una enfermedad á las vacas, á los vaqueros, á las mujeres en-
cargadas del servicio, y se propaga en todas formas, hasta tal punto, que el
rebano entero y todos los criados sienten las consecuencias de ello ».
Este pasaje dice explícitamente que Jenner admitía como origen de la
vacuna una enfermedad del talón del caballo, que, transmitida á la vaca por
suciedades que recogen las manos de aquellos que han curado caballos en-
fermos, se transforma en vacuna, en cow-pox.
La cuestión quedó en tai estado durante más de cincuenta años, hasta
que en 1860, cuando, debido al impulso dado por el mismo Jenner, la vacu-
nación humana de brazo á brazo fué reconocida como el único preservativo
eficaz, y sin presentar peligro, contra la viruela. En la primavera del mismo
año se declaró de pronto en Rieumes. no lejos de Toulouse, una epidemia
entre los caballos ; en poco menos de tres semanas, el número de enfermos
se elevó á más de ciento. La viruela reinaba á la par en los alrededores.
La enfermedad estaba caracterizada por la aparición de pústulas en dife-
rentes partes del cuerpo, particularmente alrededor de los pies, en la nariz
y en los labios.
Entre el número de los enfermos de esta epizootia había una yegua, la
yegua del Sr. Corail; dicha yegua fué la que suministró la materia de la
inoculación de que os voy á hablar.
Durante un viaje que hizo de Rieumes á Toulouse, el animal, más pere-
zoso que de costumbre, parecía sufrir de los ríñones ; á la mañana siguien-
te, empezó á cojear, y casi al mismo tiempo los miembros posteriores se
infartaron, sobre todo el del lado derecho. Ocho días después, se le observó
poca facilidad en la flexión del miembro posterior izquierdo; al mismo
tiempo que en la hinchazón que ocupaba la parte inferior, se elevaban acá y
acullá manojos de pelos ásperos, y debajo de éstos, algo como pústulas, de
las que se desprendía una materia líquida de un olor amoniacal,
El 25 de abril, ó sea ocho días después de la invasión de la erupción, La-
fosse tomó con la lanceta la materia de una pústula y la inoculó pública-
mente á una vaca joven, haciendo una picadura en cada pezón. El día 30,
las pústulas empezaron á enrojecerse.
El 3 de mayO) había en los pezones cinco pústulas, lisa?, anchas, duras,
redondas, deprimidas por un ombligo. Indudablemente éstos son los gra-
nos de vacuna.
El 4 de mayo, en presencia de una Comisión, se hizo nueva inoculación
de estos granos á otra vaca. El éxito fué completo.
El 11, el virus es transportado á un caballo, al cual se le inocula en el
hocico ; nacen de esta inoculación varias pústulas , que sirven para vacunar
á un niño, en el que brotan seis magníficas pústulas.
Por el aspecto de estas pústulas era imposible desconocer la naturaleza
de ellas. Todas las personas á quienes se transportó el producto, vacunadas
poco tiempo después con la vacuna en uso, fueron refractarias, como lo hu-
biesen sido ciertamente á la viruela. La prueba fué completa.
Estaba, pues, experimentalraente demostrado que las pústulas de vacuna
que á veces se ven en la ubre de las vacas, tenían un origen claramente
equino. Mas tan pronto como este hecho fué conocido, una cuestión grave
desde otro punto de vista, interesante en otro concepto, fué planteada,
cuestión todavía candente hoy, y cuya solución no parece que venga pron-
to. Si la vacuna inoculada preserva de la viruela y recíprocamente ¿los
Viruela y vacuna
virus de estas dos afecciones constituyen dos individualidades diferentes ó
bien son uno sólo y único ag-ente modificado, dotado de propiedades dife-
rentes en uno y otro caso, atenuado al fin en la vacuaa, mientras que la ac-
tividad variólica sería su característica ancestral ?
Podéis prever la importancia de este asunto. Inmediatamente dos cam-
pos cieutíücos, el unicista y el dualista, se formaron é hicieron entrar la
discusión en su fase épica; porque una y otra opinión eran defendidas y
combatidas por hombres cuya ciencia sólo tenía como igual el talento ora-
torio ; y la ñrmeza de sus convicciones respectivas hacía surgir, en cada
sesión de la Academia , argumentos de igual valor, y el asunto se compli-
caba, lejos de aclararse.
Ya en la sesión del 27 de mayo de 18G2, Depaul había dicho : ♦ Hay uno
solo y único principio morboso que obra sobre los caballos y las vacas y
que, inoculado al hombre, produce la vacuna, que para mí es una viruela
modificada, mitigada».
En la sesión del 7 de diciembre de 1863, el mismo autor habló otra vez,
desarrollando el mismo tema en'una serie de proposiciones que había depo-
sitado en un pliego lacrado en la sesión anterior y eran las siguientes :
No existe virus vacuno.
El pretendido virus vacuno, que se consideraba como el antagonista, el
neutralizador del virus variólico, no es otro qne el mismo virus variólico.
Las especies equina y bovina se hallan sujetas á una enfermedad erup-
tiva, que es idéntica, en cuanto su naturaleza, á la viruela de la especie
humana.
La viruela del caballo se inocula fácilmente á la vaca y al caballo; sin
embargo, la viruela de los animales no es tan grave como la de la especie
humana.
Estas conclusiones fueron bien pronto combatidas vivamente por Bous-
quet, ^ue, entre otras objeciones, hizo las siguientes, todas las cuales pue-
den ser resumidas así :
Si existen, dice, grandes analogías entre la viruela y la vacuna, existe
también entre ellas tan numerosas diferenciaciones, que no se deben pasar
en silencio.
La viruela es muchas veces epidémica; la vacuna nunca.
La viruela se transmite por inoculación directa y por absorción de mias-
mas desprendidos en la atmósfera por los enfermos. La vacuna sólo se trans-
mite por inoculación.
La viruela natural es una enfermedad muy grave; la vacuna es siempre
benigna.
Que Depaul, dijo, empiece de nuevo los experimentos de Thiéle y de
Ceely, que inocule la viruela á la vaca y que ésta le proporcione la vacuna,
y todo habrá conchudo. Nada habrá mientras esto no se haga.
Depaul no se conmovió con este argumento, al cual respondió en la se-
sión del 8 de marzo de 1861. Puso fin á su discurso con la siguiente con-
clusión: «El virus vacuno, como virus especial completamente distinto del
virus variólico, no existe».
A continuación de este largo debate, la «Sociedad de Ciencias Médicas»,
de Lyon, concibió el proyecto de pedir á la ex^ierimentación datos que el
razonamiento no podía en modo alguno suministrar, nombrando la famosa
comisión lionesa, en la cual, Ohauveau, Viennois y Megnet fueron los infor-
madores. Los trabajos de esta comisión se hicieron sobre la cuestión de la
transmisión de la viruela humana á la vaca y al caballo. Después de haber,
en múltiples experimentos, variados hasta el infinito, comprobado la dife-
rencia de aspecto de la erupción variólica y de la erupción vacunal, dedu-
cía, por boca del muy autorizado Chauveaux, la no identidad de ambas
afecciones. La viruela y la vacuna eran dos enfermedades diferentes.
Esta conclusión, procedente de tan alto sitio, debía hacer dormitar la
cuestión durante 25 años. Fué sacada del olvido por Haccius en 1892. Este
autor, mediante un procedimiento de técnica especial, llegó, inoculando
terneras con linfa variólica, á reproducir la vacuna. Sus experimentos, só-
lidamente apuntalados, presentan un haz de argumentos muy decisivos á
favor de la doctrina unicista.
Desde la transformación de la' viruela en viruela-vacuna, el autor y sus
alumnos han vacunado un número considerable de individuos, sin que ocu-
Viruela y vacuna
rriera incidente alguno. Esta viruela-vacuna es la que hoy se halla en el
comercio con el nonvbre de vacuna suiza.
Chauveau, que no se había entibiado, hizo un largo requisitorio contra
esta viruela-vacuna, y su inmensa autoridad tomó el desquite. Se puede
decir que la cuestión es tan nueva hoy como hace 40 anos; ios dos campos,
el unicista y el dualista, descansan de sus fatigas, dormitando en sus res-
pectivas posiciones.
Os ruego me excuséis el haberos dado estos detalles un poco fastidiosos,
pero ellos os demuestran cual debe ser la virtud y eficacia de la vacuna, que
aun sobrevive á todas estas tribulaciones, y el haber adquirido derecho de
ciudadanía por su benignidad y su papel en la inmunidad variólica.
¿Qué es, pues, la inmunidad variólica y cuál es su esencia?
Se dice que un organismo posee la inmunidad respecto de tal ó cual en-
fermedad, cuando es refractario á esta enfermedad ; es decir : que aun colo-
cado en un medio infectado por ésta, no la adquiere.
La inmunidad se halla enteramente bajo la dependencia de la resistencia
orgánica y es exclusivamente efecto de la individualidad de que goza.
La inmunidad, según Metschiiikoff, no es más que la consecuencia de la
energía celular. No ignoráis, en efecto, que la sangre está constituida por
un líquido incoloro, el suero, que tiene en suspensión una infinidad de gló-
bulos, de los cuales unos, más numerosos, son rojos; otros, más raros, son
incoloros y se les conoce con el nombre de glóbulos blancos. Los primeros,
los rojos, sólo se utilizan para transportar por todo el organismo el oxígeno
que en los pulmones cargan; los segundos, los blancos, verdaderos guardia-
nes de la salud, tienen á su cargo la absorción y la digestión de todos los
cuerpos extraños que, accidentalmente, pueden entrar en la circulación.
Entre estos cuerpos extraños hay, en primer lugar, los microbios cuj^a te-
nuidad hace que ninguna puerta les sea pequeña, y cuya penetración en la
sangre se hace frecuentemente. Acto seguido de esta introducción, los
glóbulos blancos entran enjuego, cercan al enemigo común, lo estrechan,
gracias á sus movimientos amiboides, lo absorben en su protoplasma y lo
digieren mediante los líquidos digestivos de este mismo protoplasma.
Idénticos fenómenos ocurren en un individuo que goce de lu inmunidad
respecto de una enfermedad, y cplocado en un medio infeccioso. Puede ab-
sorber, por la boca, los pulmones, ó por una efraccióu cutánea, los gérmenes
nocivos de la enfermedad ; ningún trastorno se manifestará en él, porque
las células blancas de su sangre bastan para el aniquilamiento definitivo del
huésped insólito. Y semejante trabajo se realizará en su organismo, en
tanto que no haya perdido ó atenuado esta inmunidad que le daba fuerzas.
Admitiendo, pues, que viruela y vacuna sean dos enfermedades diferen-
tes, lo que es muy dudoso, el hecho cierto, innegable, reconocido por la ob-
servación de más de cien años, es que cualquiera de estas afecciones preserva
de los ataques de i a otra.
Por otra parte, la inmunidad conferida por un primer ataque de viruela
ó vacuna, ¿es de la misma naturaleza y de igual duración?
La respuesta es resueltamente positiva respecto la primera cuestión, por-
que la viruela preserva de la vacuna del mismo modo que la vacuna pre-
serva de la viruela. Pero, en cuanto á la duración de la inmunidad, es in-
discutible que un primer ataque de viruela preserva mucho más tiempo á
un organismo contra un ataque ulterior, que la vacunación con más éxito
empleada, con la vacuna más virulenta. Esto es tan cierto, que es una no-
ción extendida por el público, á saber: que una persona que ha tenido ya
la viruela, no puede adquirirla otra vez. Doctrina fal^a y que ha causado
muchos errores. La inmunidad variólica se pierde coíno la inmunidad
causada por su vacuna, pero mucho más lentamente.
Por otra parte, os decía, hace un instante, que la inmunidad está íntima-
mente unida á la individualidad de que goza; es decir: que esta individua-
lidad, según las circunstancias que pertenecen al funcionamiento íntimo de
los fenómenos biológicos, es mas apta que tal ó cual otra para conservar
esta inmunidad que el azar ó las circunstancias le han hecho adquirir.
Hay, en efecto, animales y personas en los cuales la viruela y la vacuna
no han hecho presa en ellos desde su nacimiento. Tienen la inmunidad
total respecto á las dos afecciones.
Además, ¿no se ve citado el ejemplo del individuo que se hizo vacunar
Viruela y vacuna
trece años consecutivos y en el trece veces la vacuna evolucionó normal-
mente? Al decimocuarto año m urió de la viruela. La misma circunstan-
cia biológ-ica que le impedía adquirir la inmunidad vacuna, le prohibía con
igual razón la inmunidad variólica.
Entre estos dos extremos, inmunidad total en todos los momentos de la
vida y ausencia completa de la inmunidad á pesar de cuanto se baga, se
puede hallar todos los intermediarios posibles.
Me apresuro á deciros que estos casos extremos son rarísimos y que sólo
se mencionan para demostrar que la inmunidad vacuna ó variólica sigue
absolutamente las mismas reglas que la producida por las vacunaciones,
mediante virus atenuados que deoemos al inmortal Pasteur, á saber :1a
rabia, el carbunclo y el mal rojo de los cerdos. *
¿Cuándo debe vacunarse?
Todos los autores que han escrito sobre la viruela, están de acuerdo en
decir que esta afección es mucho más grave en los niños que en los adultos.
Es, por lo tanto, de toda necesidad vacunar á los niños desde su nacimiento.
Antes se recomendaba esperar hasta el tercer mes para vacunar á los niños.
Esta medida, inexplicable en tiempo de epidemia, provenía del hecho de
observación de que en muchos recién nacidos de ocho días no prendía la
vacuna. El hecho es cierto, pero sólo se refiere al 20 por 100 de los recién
nacidos, y vi.^ta la benignidad de la vacunación, vale más efectuar de nuevo
esta operación que exponerse á un ataque varioloso, seguramente mortal.
La inmunidad creada por una primera vacunación, como os decía hace
poco, tiene una duración extremadamente variable. Se puede admitir en
general que la vacuna vuelve á surgir muy raramente antes que no trans-
curra un período de ocho años.
En un orfelioato de TS niños, todos menores de 10 años, se ha registrado
en el Instituto Pasteur únicamente dos éxitos. Y aun se les ha conseguido
en dos niños de nueve años que podían no llegar al límite de su inmunidad.
Por el contrario, las vacunaciones obligatorias de los estudiantes, milita-
res y funcionarios van seguidas frecuentemente de éxito, y estas revacuna-
ciones del vigésimo año repercuten hasta los 45 ó 50 años, siendo la propor-
ción de éxito en la mujer muy superior á la del hombre durante el período
de los 20 á los 45 años.
A partir de esta edad la proporción de los éxitos obtenidos en ambos
sexos aumenta á medida que las personas se aproximan á la vejez. Y en los
viejos de 70 á 80 años se observa resultado positivo en un 60 á 70 por 100
aproximadamente, con una pustulación notable que se asemeja, en vigor é
intensidad, á la de todo niño pequeño. El Dr. Desmoulins, de Donai, me ha
comunicado los resultados obtenidos en sus revacunaciones de los hospicios
de ancianos. En 504 vacunaciones hechas en estas condiciones, ha obtenido
un 58 por 100 de resultados positivos, y mi vecino y amigo el Dr. Carón, de
San Mauricio, en 170 mujeres de 70 años para arriba, revacunadas en el hos-
pital Stappaert. ha registrado 98 éxitos, ó í^ea el 57 por 100.
Resulta de estos datos precisos que la inmunidad vacunal se extingue
progresivamente á medida que el individuo avanza en edad, y las medidas
que convienen tomar, en cuanto á las vacunacionesy revacunaciones, son las
dictadas por la ley de higiene pública votada por el Senado y la Cámara y
que se aplicará en P>ancia á partir del 15 de febrero de 1903 *
La vacunación será obligatoria en el primero, undécimo y vigésimo pri-
mero años Estas sencillas medidas, ai)licadas rigurosamente, como lo son
en Alemania y Holanda, harán que nos libremos en término breve de la vi-
ruela, conu) en estos dos países, donde tal enfermedad no existe.
Es evidentísimo que se dejará facultad para que las personas se vacunen
mayor número de veces, especialmente durante las epidemias, que no falta-
rán en prod\icirse durantf» el período transitorio de la af)licación de la ley, y
á este proj)ósito es un prejuicio extendido entre el público, que h«ce pensar
que la vacunación es peligrosa en tiempo de epidemia. Lo que ha dado ori-
gen á e.sta idea falsa es :(u"e los individuos vacunados desde dos ó tres días
puedan eontraer la viruela y ver evolucionar en sí mismos á la par la va-
cuna y la viruela.
La razón de este hecho que puede parecer anormal es, sin embargo, muy
sencilla. Kl período de incubación de la viruela es l)astante largo : 14 días,
término medio : por otra parte, la inmunidad conferida por la vacunación
Viruela y vacuna 33
sólo se adquiere seis días después de esta operación. Es, pues, muy posible
que un individuo bajo el poder de la viruela y vacuna durante el período de
incubación dé cabida á la vez á dos virus en su terreno, no g-ozando de nin-
guna de las dos inmunidades.
Como consecuencia, en tiempo de epidemia de viruela, oid este consejo
saludable : « En caso de un mal éxiío, liaceos vacunar cada tres ó cuatro
meses ».
Abrevio, porque temo abusar de vuestra atención ; sin embargo, permi-
. tidme que os diga algunas palabras sobre la preparación de la vacuna, la
usjada exclusivamente hoy para las vacunaciones y revacunaciones.
Después de los accidentes desgraciados causados por la vacunación de
brazo a brazo, accidentes sobre los cuales no quiero' insistir, porque ya co-
nocéis las afecciones de las que el hombre tiene triste privilegio y que puede
comunicar á sus semejantes aun por la vacunación, que Chambón y Saint-
Ives-Ménard tuvieron la idea de cultivar la vacuna en el animal que había
provocado el imperecedero descubrimiento de Jenner, la vaca. Se inten-
taron diferentes en.sayos en París, hnce cerca de medio siglo, ensayos que
fueron coronados por el éxito y que eutroniz»ron el método de vacunación
con la vacuna animal.
Toda ternera joven ó adulta (en Lille, sólo nos servimos de adultas), en
excelente estado de salud y grosura, exenta de tuberculosis, puede servir
para la producción de la vacuna animal,
Nada más sencillo que descubrir en el animal vivo la presencia de la tu-
berculosis, empleando la tuberculina de Koch ;.si la tubercuiina no ha sal-
vado la especie humana del azote de la tuberculosis, ha tenido, por lo menos,
el mérito de servir para reconocer fttcilmente los animales atacados de esta
afección.
Quince días de cuarentena en el lazareto son necesarios para asegurarse
del estado perfecto de salud del vacunífero, Después de este examen pre-
vio, á la tornera se le tiende en el suelo con un lazo ordinario, Se le flja
acto seguido sobre el dorso, con las piernas separadas y sólidamente mante-
nidas por medio de cuerdas. Después de esquilarle toda la superficie ven-
tral, comprendiendo desde los pezones hasta el esternón, se enjabona fuer-
temente esta superficie y se afeitan los pelos del mismo modo que el pelu-
quero hace con los de la barba.
Se enjabona y se lava de nuevo todo el campo operatorio. Luego, me-
diante una. lanceta que corte bien, se hacen tres ligeras incisiones en la
superficie de la piel, incisiones distantes unas de otras dos centímetros apro-
ximadamente, y de una longitud de cuatro centímetros, poco más ó menos.
Se pueden hacer así de 250 á 300 á cada ternera. Hecho esto, se detiene con
una servilleta esterilizada las pocas gotas de sangre que hayan podido des-
lizarse. Es de importancia que no se derrame sangre.
Con una espatulita metálica redonda, mojada previamente en la vacuna
procedente de otra ternera, se recorren todas las incisiones practicadas, apo-
yando fuertemente para meter bien la semilla vacunal entre los labios de la
excarificación. Se levanta al animal y se protege el campo de cultivo con
un delantal, que se renueva y esteriliza dos veces cada día.
Todos vosotros habéis visto buenos botones de vacuna en el niño, En la
vaca, la evolución es la misma, aunque un poco más rápida. Al sexto día,
es decir, después de transcurrir seis veces veinticuatro horas, se tiende á la
vaca en el suelo y se le inmoviliza otra vez. Se lava con agua hervida en-
friada. Al nivel de cada una de las 250 ó 300 incisiones, se ve una magnífica
pústula vacuna, muy bien formada, con su característico borde nacarado,
sin reacción alguna inñamatoria periférica.
La recolección se practica con una cucharilla de bordes cortantes, tal
como la que os presento aquí. De un solo golpe y sin derramar sangre, se
levanta rápidamente toda la pústula y se mete en una vasija esterilizada.
Todas las pústulas, una vez reunidas, se colocan en un frasco de cristal que
se adiciona con el 50 por 100 de glicerina para asegurarla conservación.
Acto seguido, se levanta la vaca y se la conduce al matadero, donde se
acaba con ella el mismo día. Y sólo'después de una minuciosa autopsia, la
vacuna recogida de la vaca se prepara para usarla.
Para haco^r esto, se machaca escrupulosamente la vacuna con una má-
quina especial, ríiovida por fuerza elé<»trica. Luego, con una jeringa de
24 Reptsla critica bibliQgráJica
Pravaz, se la coloca ea los tubitos de cristal que ya conocéis. Las cfos extre-
midades de los tubos se cierran á la lámpara, y en esta forma la vacuna
circula.
En lo que respecta al departamento del Norte, la vacuna se da gratuita-
mente á los médicos y comadronas. 98,634 tubos se han repartido de este
modo, desde el 1." de enero al 15 de noviembre. Los resultados que hemos
alcanzado, g-racias al sistema délos boletines de vacunación adjuntos á cada
envío, acusan una proporción de 91'30 por 100 de éxitos en primera vacu-
nación, y de 5r48 por 100 en las revacunaciones de un total de 12,699 vacu-
naciones registradas.
No ha sido señalado ningún accidente grave.
Yo no sé si es ilusión mía, pero creo haberos convencido de la benigni-
dad de la vacunación. Importa no atribuir á la vacuna peligros que no
tiene, y recurrir en tiempo de epidemia á las revacunaciones multiplicadas,
pues ellas solas pueden librarnos de la viruela.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.)
HBVISTA CRITICA BUBLIOGRAFICA
POR KL
Dr. Rodríguez Méndez
Tres obras del Dr. Oomen^e
I. — Euforia social. ~ Barcelona. Ili02.
II. — Escenas médicas Sarracionts y episodios profesionales). — Barcelona, 1903.
III.— La Medicina en el reinado de Alfonso V de Aragón. — Barcelona, 1903.
Si (( príori, por ser de Comeng-e, se puede aplaudir sus obras antes
de conocerlas y lue^»*o saborearlas con todo deleite cuando son leída^t,
dij^o, empezando por la deíjucción, ya que las premisas son conocidas
y lóg'icas, que estos tres trabajos son tres joyas de subido precio.
Ocurre con los escritos de este nieritísimí) autor un heclio sing-ular:
cada una de sus producciones vale más que la precedente, y eso que
la precedente parecía insuperable. Xo conozco escritor alg'uno, entre
los notoriamente fecundos, que no haya languidecido en uno ó
en varios trances de su vida científica ó literaria. Pasan ante mi me-
moria venerandas fíg-uras de este ó de otro país, esos varones de impe-
recedera fama, y más grandes ó más pequeñas, pe nota en todoí^ depre-
slones al lado de las (jfig-antescas cimas que los elevaron con toda
justicia á las rej^riones del g-enio, á las de la inmortalidad, á las del
prestigio inacabable. Estos doctos varones caen de vez en cuando bajo
la sentencia aUquando bonns donnitat Ilomerus.
Comeiií^'-c no dormita á las veces ni desmaya nunca. Por tener cada
día más robusta la inteligencia, más sereno el juicio, más abundosos
los conocimientos, mayores y mejor ordenados los datos y más caste-
llano el hermoso lenguaje que siempre manejara, en su triunfal carrera
de escritor obedece, sin darse él mismo cueiita cabal de ello, á una ley
natural, la de los cuerpos graves, que caminan con velocidad unifor-
memente acelerada, ó lo que es lo mismo, él trabaja y produce con
mérito progresivamente creciente, más creciente cuanto mtis lejano
está el punto de partida, el de su primera la})()r literaria.
Si la última de sus producciones es la mejor, haciéndose así fticil el
estudio comparativo, el juicio resulta difícil cuando se tiene delante y
á la par se valoran tres de ellas, como es laboriosa la apreciación de
tres joyas á cual más estimable. Para no perder el tiempo en valua-
ciones, que al fin no sabría hacer bien, corto el nudo diciendo: las tres
son mejores. Y si alguno se atreve á enmendarme la plana, que lo
diga, que luego veremos los puntos (pie alcanza en el nivel intelectual
y los grados de su sentimiento artístico.
lievisia critica bibliográjica 25
Lo más notable es que si las tres obras son una sola en cuanto están
adornadas con todas las g^las imagfinables del estilo y del len^^^uaje,
sin incurrir en lo ridículo por lo extremo ni en los afeites disonantes,
en nada se parecen por la maleria, constituyendo engendros intelec-
tuales muy diferentes, como ya puede deducirse de sus respectivos
nombres de pila. Veámoslo en breve síntesis.
I. — Euforia social es el tema desarrollado en son de Memoria regla-
mentaria para celebrar de manera solemne la hermosa fiesta que la
docta y afamada « Academia del Cuerpo médico municipal de Barcelo-
na» realizó, en enero de 190.2, para inaugurar el curso académico.
«Fu/oria social j dice Comenge, después de un brillante y afiligra-
nado exordio, es algo m?is que alegría y bienandanza de las muche-
dumbres; no es el histérico entusiasmo de las agrupaciones humanas,
ni las sacudidas extremosas y fugaces de una colectividad por un hecho
próspero ó una mudanza anhelada; tampoco es el canto de guerra ni el
grito de la victoria, ni el estruendoso vocerío que acompaña al conquis-
tador, ni la adulación y festejos al ídolo del humanal rebaño; Vd euforia
social es un feuómeno complejísimo de lenta elaboración en el seno de
los organismos, que revela un bienestar reconocido, una satisfacción
del cuerpo y del espíritu, una harmonía dulce, un ejercicio suave y
fructífero, un vigor y florecimiento en el dinamismo de la colectividad
y amorosas y fecundas relaciones interespirituales que estrechan los
vínculos, ensanchan las ideas y acrecen las energías de los mortales; la
EUFORIA es la vianifeslaciónviás espontánea y legitim^i de la riqueza psico-
física de la colectividad humana, de la salud».
Cuando oí este párrafo, tan bien acabado y tan bien leído, quedé
admirado, casi absorto. Esa definición es un programa vasto, un se-
millero de trascendentales reformas, un decálogo para los pueblos, un
venero inagotable. Van dentro de él los gérmenes de una evolución
revolucionaria, si así puede decirse, las esperanzas todas de un más allá
social, la nube repleta de agua que regará el casi yermo campo del
progreso de la humanidad, campo cubierto de maleza y hojarasca,
campo escaso todavía en frutos sazonados y provechosos.
Este destello genial de Comenge, echado al vuelo de las discusiones
con la faz expresiva del entusiasta, con la frente grande y brillante,
con la entonación del profeta y del reformador, puso de manifiesto los
ricos tesoros de su filantropía y de su inteligencia, de sus altruismos y
de sus conocimientos.
Tan hermosa síntesis subyugó al auditorio. Por convencimiento
unos, por sugestión otros, quedaron de aquí en adelante presa de la
voluntad de Comenge, quien con paso firme los condujo campo atra-
viesa por ciencia y conceptos nuevos, recorriendo el poco conocido
sendero que debe recorrer la Medicina, la Higiene mejor dicho, para
abrir camino á las colectividades humanas, si han de llegar á la
euforia.
Al marcarlos obstáculos, tropiezos de toda suerte en que la huma-
nidad puede ser detenida ó caer, formula una larga serie de aforismos,
mandamientos que debieran saber de memoria y practicar todos los
pueblos. He aquí uno :
«Pueblo sin fe, sin amor y sin nítidos propósitos, no tiene alma, es
un rebaño, una piara que vive para holgar y atocinarse ».
La Memoria del Dr. Comenge es un gran consuelo en estos tiempos
de afeminados y farsantes. Ténganla al lado y léanla con frecuencia
cuantos se sientan hombres y cuantos apetezcan euforia intelectual.
n. — Las Escenas médicas, juzgadas recientemente y con sentencia
unánime favorable, es una labor distinta. Si la Euforia social es de
preferencia una labor masculina y valiente, estas Escenas demuestran,
2$ Repista critica bibliográfica
una vez más, los conocimientos, el gracejo, el donaire y la discreción
de Comeng-e.
Los episodios, cuya base asegura es histórica en la totalidad de ellos
ó poco menos, son cuarenta y siet^. A pesar de número tan respetable
parecen uno solo ; tai es la aVidez con que se leen. De no ser un pasto
exquisito y por completo ¡^^ptonuadOy estos episodios harían daño como
los dulces'^á los glotones. ¡ Que no hay freno ! 8e lee el primero, luego
el segundo, el tercero y asi, uno en'^pos de otro, hasta el último. Es
inútil para librarse de tanta ingestión leerlos sin orden ; de todos mo-
dos son leídos, con la agravante de que cada uno de ellos aumenta el
apetito. Este libro es de los que se leen de un tirón, no obstante sus
trescientas páginas, largas.
El corte, la forma, el diálogo, la intención son diversos : no hay dos
iguales, ni siquiera semejantes ; cambian el sitio del suceso, la época
histórica, la naturaleza del asunto, la valía de los personajes. La in-
ventiva del autor no se agota ; en el último aparece como si empezara á
contar por vez primera. "
Aparte del mérito artístico, del discreteo constante y del ingenio
que se derrocha en todas las páginas y en todos los detalles, las Esce-
nas 7nédicas tienden á ilustrar moralizando, cumpliendo el hctorem de-
lectando,., por modo peregrino, ilustración y moralización que beneficia
no sólo k los médicos sino A cualquiera otro que ansie entrenimientos
honestos y enseñanzas útiles, arrancadas como ejemplos de la vida or-
dinaria ó^de acontecimientos de mayor trascendencia y jerarquía.
¿Cuál es el mejor de ellos? Averigüelo quien dé en la flor de re-
solver la cuadratura del círculo ó el movimiento continuo. Todos son
excelentes. El grato sabor de uno no quita el buen gusto del otro.
IIL — Tiene el Dr. Comenge la singular potestad de ser maestro en
muchas cosas, especialista en muchas especialidades; pero sin disputa,
es más maestro y más especialista en asuntos históricos, y sobre todo y
ante todo en historia de Medicina y de médicos. No es de extrañar ,
que su tesis de Doctorado tuviera como médula y cerebro una materia
médico-histórica, y menos todavía puede maravillar que eligiese suce-
sos españoles y estos fueran de los más enredados y discutibles.
A pesar de'algunas tentativas, dignas de aplauso, pero no comple-
tas, la historia de la Medicina española está por hacer. Las obras pu-
])licadas no han nacido en los Archivos y adolecen de gravísimos de-
fectos. Comenge pudiera escribirla, que pocos le igualan y nadie le
aventaja en la buena orientación que da á sus investigaciones, en la
constancia con que las persigue, y en la severa crítica con que las
valora.
Tiene escrito mucho sobre historia médica. Nuestra Gaceta se ha
visto honrada más de una vez con sus magistrales producciones. Mas
todos, todos, echamos de menos la obra colosal para cuya construcción
tantos materiales ha acumulado. Sobre su conciencia debe pesar
nuestro legítimo deseo: Comenge no puede negarse á petición tan
justificable. La petición es grande, colosal, no hay duda; pero no
pensaríamos en (.onienge si la empresa no pasara de liviana ó de tri-
vial. Suum cuique. Para los hombres de valía, los acometimientos
laboriosos ; para los demás, quédannos los medianos y sencillos.
Esta monografía misma, que es una obra extractada y condensada,
despierta niAs el deseo de que sea el narrador crítico de nuestra his-
toria, que á él no le molesta el polvo de los archivos ni los trabajos
penosos.
Todavía se aviva más la apetencia cuando contemplamos los hori-
zontes que va descubriendo y el racional enlace que ha visto entre la
vida de los reyes, la valía de" los médicos y la marcha de los pueblos.
Formulario y iraiamientos modernos 27
Este estudio fundamental, ah ovo, más sensato y más fecundo que el
usado de ordinario, es el que puede descubrir la causa de hechos so-
ciales, de hechos populares, cuyo g-énesis está equivocado en g:ran
manera.
El temperamento linfático ó nervioso, la constitución fuerte ó ro-
busta, las intemperancias genitales ó la castidad forzada, la herencia
con todas sus ventajas é inconvenientes, los impulsos epilépticos, his-
téricos ó resueltamente vesánicos, la debilidad de carácter que conduce
al favoritismo y á las degeneraciones... la sífilis, la tuberculosis, la li-
tiasis con sus cólicos violentos, etc., todo esto y mucho mj^s, en tanto
3ue la vida de los egregios se relaciona é influye poderosamente en la
e los pueblos, tiene la*clave de las prosperidades y de las abyecciones
populares, tanto, más cuanto más absoluto sea el poderío de los mo-
narcas y menos capacitado el pueblo. Si, por ejemplo, el cólico litíá-
sico de Espartero hubiera sido más intenso, iñ\ vez no se hubiera liber-
tado la capital de Vizcaya. Comenge mismo, al resucitar la herencia
de Jaime el Conquistador, ha fijado mejor su carácter y ha puesto en
claro la indiscutible influencia de aquélla y de otros hechos orgánicos
en la constitución del monarca y consecutivamente en la evolución de
su pueblo, en sus proezas y en sus arrogancias.
Con este mismo- criterio, el más seguro y el más sano, expone Co-
menge una faz y una época de nuestra historia en su Tesis de Docto-
rado. Reúne los datos, acumula hechos, investiga médica y biológi-
camente los personajes y entonces, por deducciones naturales, antro-
pológicas, por los conflictos del medio con el hombre y con los hombres,
llega á verter luces abundantes sobre sucesos que parecían inexplica-
bles, á modo de efectos sin causas ó de causas amasadas con barruntos
filosóficos, abstracciones, idealismos ó algo más absurdo y disparatado.
Tal modo de construir, entender y exponer la Historia, indudable-
mente el más humano y el más racional, puede verse muy bien
manejado leyendo y meditando Za Medicina en el reinado de Alfonso V
de Aragón, nueva prueba, portentosa prueba, del talento, perspicacia
y hombría de bien de nuestro futuro historiador, de Comenge.
FORMULARIO T TRATAMIBNT08 MODBRMOS
I. — Peng^awar: hemostático nasal
El i?í;i^r/;¿?«r-¿(;'a?w¿i es el pelo, amarillo y sedoso, que envuelve á varios
hongos del Tonkin y de la India. Su acción hemostática es conocida de
tiempo inmemorial y por vez primera ha sido usado en Francia por el doc-
tor Lubet-Barbon (1903) (1), quien lo recomienda mucho. Basta aplicarlo
para que cese la hemorragia.
Su acción es coagulante, según se deduce de los estudios del Dr. Lafite-
Dupont(2).
II. — Catarros adrados y oatarros iódloos
de las primeras vías respiratorias: tratamiento
Acido sulfanílico puro 10 gramos
Carbonato sódico 8*50 »
Agua destilada , . . . . 200 »
De 3 á 6 cucharadas medianas diarias, de preferencia en dos veces.
Sulfanilato sódico puro 10 gramos
Agua destilada de hinojo 200 »
. Tres cucharadas dos veces al día (Bocquillon-Limousin) (3).
(1) Ann. des maladies de foreilie.
(i) Gaj(. hebd. des Se. méd. de Bordeaux.
(3) Le Pr agres medical.
28 Formulario y tratamientos modernos
III. — Enteritis uloerosa de los tuberoaioeos ;
tratamiento oon el azul de metileno
Hace pocos meses L. Re non y Geraudel (i i eren cuenta á la Sociedad
de Terapéutica de París de los buenos resultados obtenidos en las úlce-
ras de la leng-ua y del velo del paladar de los tuberculosos con el azul de
metil«*nn ; á la par anunciaron que estudiaban los efectos de éste en las en-
teritis ulcerosas de esta clase de enfermos, adelantando que la diarrea dis-
minuía y aun cesaba. De los estudios deducen que es un buen medica-
mento, en estos casos, dado al interior.
Prescriben el azul/le metileno á la dosis de 15 (i 20 centig-ramos en un
solo sello con «o á 80 de lactosa, ó bien dividen la cantidad dicha en 4 sellos.
Con la lactosa se proponen dividir el polvo y hacerlo más tolerable.
Rflpidam(Mite mengua el número de deposiciones, y no tarda en cesar la
diarrea y ha>ta en ser reemplazada por a.stricción de vientre.
Opina que el azul obra detergiendo las úlceras y oponiéndo.se á las in-
fecciones secundarias, cual hace, por modo análogo, en la disentería y en la
colitis muco-membranosa. Renon ha visto, en la fiebre tifoidea, bajar la
temperatura de 2 á 8 décimas con 10 centigramos de azul (1).
' IV. — Oxiuros y disenteria : tratamiento oon la naftalina
Minerbi la usa contra la disentería en supositorios :
Manteca de cacao , , , \ ^^ ««„4.^. ,•«.,« i^c
Naftalina ^ aa. partes iguales
y en lavativas aceitosas si las úlceras están más altas que el campo de acción
de un supositorio :
Aceite de olivas .,.../.: 20 gramos
Naftalina 5 »
Como las lavativas, al principio y por el tenesmo, no pueden ser reteni-
das más de media hora, habrá que repetirlas tres ó cuatro veces en las 24
horas. Después son conservadas 5 ó (> horas y hasta no expulsadas. Tienen
la ventaja de no causar astricción de vientre.
Rorsbach la emplea de este modo :
Agua hirviendo 100 gramos
Naftalina 5 »
Cocimiento de malvavisco 500 »
para inyectar de una vez y á 37°.
A Minerbi le parecíí esta fórmula sólo indicada en los casos, raros, en que
haya úlceras en el intestino delgado.
Contra los oxiuros recurre á estas lavativas : '
Naftalina 1 á 1'50 gramos
Aceite de olivas 10 á 50 »
para los niños ; para los adultos :
Naftalina , 5á6 gramos
Aceite de olivas 60 á 80 »
En menos de ocho días ha curado once niños (2).
V. — Infnsión lazante de sen con café
Agua hirviendo . .• 150 á 200 gramos
Folículos de sen 3á5 »
Maná en lágrimas 20 á 30 »
Cafó tostado y pulverizado 1) »
Fíltrese y tómese durante el día (E. Perier) (2).
VI. —lodoformo: deeodoraoión
Para u^o externo :
í?o!f.ínTpn-i.- ' 'i ¡ aa. partes iguales.
Canela de Ceylán en polvo | ^ ^
(\) Gaj^.desMp.
(2) Ann.de Med. et de Ckir. infantiles.
Formulario y tratamientos modernos ^9
Para pílfioras :
lodoformo 003 á 0'05 gramos.
Canela de Ceyláu en polvo 0'04 á 0'05 »
Para pomada :
lodoformo 1 gramo.
Esencia de canela de Ceylán .... V gotas (1).
VII.-^Bismato coloidal: su empleo en la gr&stro-enterltlB de los nlflos
Las sales de bismuto, el bismutoso, la tanalbina, el tanígeno, que son los
más usado-, suelen ser tomados con repugnancia y salnn casi íntegros con
las materias fecales algunos días consecutivos. Hoy, un antiséptico debe ser
tomado sin dificultad, fácilmente tolerado, rápido en su acción y no causante
de fenómenos secundarios.
El bismuto coloidal, que tanto se recomienda, es insípido insoluble en el
estómago, obra con rapidez como astringente y no causa perjuicios. El
óxido de bismuto contiene 2¿ por 100 de bismuto metálico y es soiuble en el
agua caliente y en l»i fría (22'3por 100) ; las soluciones al 5í5 por 100 tienen
color amarillo rosado y son algo opalescentes é insípidas; al 50 por 100 son
dulzainas y de consistencia gelatinosa.
K>le bismuto ha s»do usado en las enfermedades intestinales de los niños
escrofulosos, raquíticos, pulmonares, atrofíeos, siempre con buen resultado.
Antes de emplearlo, se hace un lavado del estómago y del intestino, pri-
mero con agua y luego con solución fisiológica. El primer día se da cu*
charadas de agua albuminosa, después leche de burra ó de vaca diluida
con leche e>terili;5ada ó suero de la misma leche.
La dosis media es la de cinco centímetros cúbicos de la solución al 10
por 100, repetida tres ó cuatro veces al día; en los débiles y de pecho son
más útiles dosis frecuentes de O'o de bismuto coloidal; la mínima es de 0*25.
Estas cantidades se toleran largo tiempo, dan buen aspecto á las deposicio-
nes con color gris y como jabonosas, reduciéndolas en número y cantidad.
La indicación principal son los catarros y flegmasías intestinales. Es in-
útil, como lo son todos los medicamentos, en la tabes mesentérica (2).
VIIL— Oreoaoformo: modo de adminietrarlo
Contiene 9ü por 100 de creosota y resulta de la combinación de ésta con
el aldehido fórmico.
Polvo amarillo verdoso, inodoro, insípido, insoluble en el agua y en la
glicerina y soluble en el alcohol.
Se usa con ventaja, en vez de la creosota, hasta la cantidad de cuatro
gramos diarios.
Se puede recurrir á esta fórmula :
Creosoformo 1 gramo.
Azúcar en polvo 4 »
Esencia de naranja c. s. (1)
IX. — Amlg^dalltls : empleo del formol
Dice Jordon que abortan embadurnando con una solución de glicerina
del 1 al 4 por 100 [\\),
X. — Alooholiemo agnado : tratamiento
Inyectando un centigramo de cío hidrato de apomorfina, tras del vómito,
cesa la agitación y se duerme el intoxicado (Vaccari) (-O-
Dr. Rodríguez Mí^ndbz.
(1) Gíjjf . &\ciL di Mcd. e Chir.
(2) fJu-f. dugli Osped.
(3) Ga^. hebd. dus Se. méd, de Bordeatix.
^^K'
SECCIÓN OFICIAL
PREMIO PARA. ESTUDIANTES
FUxNDADO POR LA ASOCIACIÓN DE LA PRENSA MÉDICA ESPAÑOL.A
Dicha Corporación abre concurso sobre el sigfuiente tema : «Medios que
pueden ponerse en práctica por el Estado, Corporaciones ó particulares,
para auxiliar á los estuciiantes que no dispong-an de medios de fortuna».
Las Memorias, que estarán escritas en castellano, con caracteres de f^cil
lectura, sin exceder del texto necesario para 32 pÁginas de impresión en 4.*'
y cuerpo 8, deberñn remitirse, antes del 3ü de abril próximo, á la Secretaría
general de la Asociación, cnllede Leganitos, H, 2.°, izquierda, de una á tres
de la tai'de, las que se entreguen á la mano, ó ser dirigidas las de provin-
cias, en paquete certificado, á nombre del Secretario, D. Ángel de Lnrra.
Dicha^ Memorias sólo podrán estar redactadas por alumnos, ofliiales ó
libres, que acreditarán antes de obtener el premio que se hallan matricula-
dos ya en cualquiera de las Facultades de Medicina, de Farmacia, Escuelas
de Veterinaria de España, ó en la Sección de enseñanza de la Odontología,
existente en la Universidad Central.
Habrá un premio, un accésit y las menciones honoríficas que el Jurado
estime oportuno, si encuentra trabajos con méritos suficientes para unos y
otras.
El premio consistirá en el pago de todas las matrículas de un año (sin
exceder de cwrt/ro las asignaturas) en cualquier Facultad, Escuela ó grupo
de enseñanza enumera<los, excluyendo las del doctorado.
El accésit consistirá, á su vez, en el pago de los derechos correspon-
dientes á dos asignaturas, también del período de la licenciatura ó su equi-
valente.
En la segunda quincena de mayo del dicho año 1904, se harán públicos
los lemas de los trabajos premiados, á ñn de que los alumnos autores de és-
tos indiquen las asignaturas que eligen para el objeto expresado.
El reparto de los diplomas corres¡)ondientes coincidirá con la apertura
del curso de 19()4-.905.
Regla general. — Todos los trabajos que se presenten al Concurso, se
remitirán donde queda indicado, no debiendo sus autores firmarlos, rubri-
carles, ni escribirlos con su propia letra, encabezándolos con un lema para
distinguirlos. En pliego cerrado, lacrado y sellado, que remitirán adjunto,
manire.starán su nombre, residencia y carrera que estudian, escribiendo
únicamente en el sobre de aquél el mismo lema que figure al frente de la
Memoria.
Los pliegos de las Memorias no premiadas se inutilizarán en la primera
sesión que ce ebre la Junta directiva después de hacerse públicos los nom-
bres de ios elegidos.
Las Memorias premiadas serán propiedad déla Asociación, y no podrán
ser publicadas por sus autores sin autorización de la misma. Si se acordara
la impresión, se entregarán 100 ejeni[)lares al autor.
Ninguna Memoria podrá retirarse del Concurso.
Madrid WO de octubre de 1903. — El Presidente, 31. Marín y Sancho. — El
Secretario general, Aiigel de Larra y Cerezo.
PUBLICACIONES RECIBIDAS
£1 traumatismo oomo cansa de enfermedades de oar¿,oter médico.
Discurso leído en la «Academia médico-quirúrgica esi)aíiola », en la
sesión inaugunil del curso acatlémico de 19v)3-190i, por el Dr. Rafael del
Valle y Aldabalde. — Madrid, 19j3. — Dos ejemplares.
Peste búbónloa. — Conferencia leída en la se ion pública celebrada por la
«Sociedad malagueña de Ciencias físicas y naturales» en las noches
del lo y 22 de octubre de 1903, por su Presidente Antonio de Linares En-
ríquez — Málaga, 1903.
Manaal de PatoKg^ia externa, por E. Forgue— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. üil Saltor y Lavall. — Con multi-
Publicaciones recibidas 31
t\id de grabados intercalndos en el texto en negpro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuadernos 8.° y 9.° —Barcelona, 1903. — Dos
ejemplares.
Tratado pr&otico de la sífilis y enfermedades venéreas, por el doc-
tor E. tíerdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T. Coroniiiias y Pedeinonte. — llu>trado con multitud dn grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 páginas y una lámi-
na, á una peseta ípI cuaderno. — José Kspasa, editor, Cortes.Siy. — Cua-
dernos 5.^ 6.^ 7." y S.** — Barcelona, 1903 — Dos ejemplares.
Tratado de Medioina olinloa y Terapéntica, publicado bajo la dirección
de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Bbstein y J. Schalbe, con
la colaboración de eminentes proíesores. Traducido directamente al
castellano porelDr. D.José Góng-ora y Tuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 85, 8(5 y 87. — Barcelona, 1903. —
Una peseta cuaderno. — Dos ejemplares.
Tratado de Medioina le^al, por el Dr. Ch. Yibert, con un Prefacio del doc-
tor P. Brouardel. — Traducción castellana, enriquecida con notas refe-
rentes á la leí^islación española vidente y un Prologo por el Dr. D. Luis
Comengre. — Con g-rabados intercalados en el texto. — José Bsi)asa y C*.
editor. Cortes, 579. — Cuadernos 37, 38, :^J y 40. — Barcelona, 1903. — Dos
ejemplares.
Be la placenta previa, inserción viciosa ó anómala de la placenta,
por el Dr. D Miguel Ma.-ieras y Ribera. — Barcelona, 1904. — Dos ejem-
plares.
Tratado de Medicina y de Terapéntioa, publicado bajo la dirección de
MM. P. Brouardel, A. Gilbert y S. Girode, por eminentes cohiboradores y
traducido p >r 1). José Núñez Grané-^. — Tomo V. — Enfermedades de las
glándulas salicffveSy del páncreas, del hígado, del bazo, de los ríñones, de la
vejiga y de los órganos genitales del hovihre y de la nivjeVy por MM. Duprf»,
Ricliardiére. Carnot, Giibert, Fournier, Garnier, Surniont, Launois. Jean-
selme, Chauífard, Guiñón y Siredey. — MadrM, 1903. — Dos ejemplares.
Ezploraolon radioi^r&fica del tórax como medio de diag^nóstlco mó-
dico y quirúrgico. — Tesis del Doctorado, por D. Antonio Espina y
Capo. — Madi'i'i, l9o3. -— Dos ejemplares.
Traitement du cáncer par la physicotherapie. — Comunicaiion faite
á VA cademie nationale de M¿dec¿7ie, par le Dr. J. A. Riviére. — París, i903. —
Dos ejemplares.
La Medicina en el reinado de Alfooso V de Arag^ón.— Tesis del Doc-
torado, por 1). Luís Comenge Ferrer. — Barcelona, 1903— Dos ejemplares.
Simnlaolóa de la loonra ante la Sociolog^ia criminal y la Clínica
pslqni&trioa, precedido por V7i estudio sobre la simulación en la lucha por
la vida en el orden biológico y social, porelDr. Josélngfgnieros. — Buenos
Aires, 1903. — Dos ejemplares.
La alimentación de los niflos dorante la primera edad. — Comuni-
cación presentada al XIV Congreso internacional de Medicina ( Madrid,
1903), por el Dr. Calatravefio. — Madrid, lv03. — Dos ejemplares.
L'Institat Central de Thórapentiqne physlqne de Reme, dirigée par
M. le Dr. Ch. Colombo. — Notice sur Vinjstallation, le fonctioniiement et
Vorganisation de rinstitul ( avec íigures ). — Milán, 190H.
Estadio de los principios activos de las plantas medicinales. Química,
Farmacología, — Tempéutica, por el Dr. 1). Kmilio Pérez Noguera. — De la
Biblioteca de la líevistn de Medicina y Cirvgia prácticas. •— Cuaderno 10. —
Madrid, 190.}. — TrRs pe.^etas cuaderno.
Tratado de las enfermedades de la infancia, por el Dr. Julio Comby.—
Segunda edición española traducida de la IV francesa i)or el Dr D. An-
drés Martínez Vargas. — Salvat y C", Mallorca, k94. — Cuaderno 1(5. —
Barcelona, i9(í3. — Dos ejemplares.
Tratado de Dermatología, Blfllios^rafia y Enfermedades venéreas,
escrito pam uso de médicos y alumnos de Medicina por el Profesor Dr. Ed-
mundo Lesser. Traducido de la décima edición alemana por los Doctores
D. Gil Saltor y Lavall y D. José María Biada. — Ilustrado con profusión
de grabados. — Salvat y C, Mallorca ií94. — Cuaderno 9.° — Barcelo-
na, 1903. — Dos ejemplares.
33
Estudios dtmográjicos de Barcelona
Obras esoog'ldas del Dr. Giné y Partagás, precedidas de un Prólogo apolo-
gético del Dr. Ü. Rafael Rodríguez Méudez. — Barcelonfl, 19U3. — Dos
ejemplares.
Agrenda Módioo-quirúrg'ioa de bolsillo ó Memorándum terapéutico, For-
mulario moderno y Diario de visita para 1904 y m^o í\q lOá médicos, ciru-
janos y farmacéuticos, bajo la dirección facultativa del Dr. D. Gustavo
Reboles y Campos. — Baily-Bailliére é lujos. — Madrid, 1903. — Tres
pesetas.
Períódicos : Anales de la Sooiedad española de Hidrologria módioa.
Director: Dr. B. Aviles. — Montera, 2?, bajo, Madri<l. — ün año; (5 ptas.
Madrid médloo. — Revista de Medicina, Cirugía é Higiene. — Director:
D. Guillermo García. — Capellanes, 1 , duplicado, Madrid. — ün año :
5 pesetas.
Boletín de la «Sociedad médica de Puerto Rico». — Director: Dr. R. Ruiz
Ariiau. — San Francisco, 50. — San Juan de Puerto Kico.
El Instltnto. — Publicación mensual de Ciencias, Artes, Literatura. — Di-
rector: D. José María Orellaua. — 9/ Avenida Sur, núm. 3. — Gudte-
maJa. — ün año : % 8.00.
Estudios demogpáificos de Barcelona
POR EL
Dk. D. Luis Comengh
Director del Insiituio de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mes de dloiembre de 1903
I. — iNFKCCIO.NKS
Coqueluche O
Difteria 18
Disentería. 2
'Escarlatina *. O
Erisipehí 6
Eclampsia V¿
Fiebre tifoidea 64
Gangrena 1
Influenza 7
Lepra O
Otras infecciones 6
Paludismo O
lleuniatisnio O
Sarampión 9
Septicemia puerperal ... 4
Id. quirúrgica ... 2
Síñlis 8
Tétanos 4
Tuberculosis 138
Viruela 29
Tola! ~3Td
II.— ÜrRA.S INFKCCIONKS Y PADKGl-
MIKNTOS DK NATURALKZA NO DB-
TKRMiNAüA (por aparatos y sis-
temas).
/>. ^,,,^ í XrteriHS 30
^V,^^^^- Corazón 153
^^^^^- Iven^s O
Suma y sigue. ... 183
Suma anterior. . . . 183
'Boca 2
/^/^mt ^^ Intestinos .... 59
* * ' i Otros anexos ... 18
Peritonitis .... 1
Jí^tnirn í B^onq uialeS (Afectos). 106
toHo V''^'''''''''' .... 2TS
Í0710. -Ipui^.ó,, y pleura. . 13
Cerebro y inedulu 160
Genital femenino O
» masculino .... O
Meniuí^es 55
Urinario 40
Total. . . . . 909
III. — Oraos Y ACCIDKNTK8
Accidentes 21
Alcoholismo O
Distrofias cíínstituciunales. . 7
Ksclerema O
Fnlta de desarrollo .... 9
Neoplasmas 39
Senectud 8
Sin diaírnóstioü O
Intoxicación O
Total 84
Total de defunciones . . . . 1303
Total de nacimientos . . . . 1050
Abortos 112
Tomo XXVII. ytm. 2 Barcelona 31 enero de 1904 Año XZVII. Núm. 638
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO: Tratamiento de la cloroanemia por los enemas de sangre, por el Dr. D. Juan Ma-
nuel Marianl — Mosauitos y paludismo , por el Dr. Ferrer Piera. — Alcoholismo en Bar-
celona. Proñlaxis (conclusión), por D. Fernando Gasadesús. — La lactancia mixta, por
E. Périer. — RevisiA ckítica BiBLiocRÁPtcA, por el Dr. Emilio Pérez Noguera — For-
MLLAKIO Y TRATAMIENTOS MODKRNOS, pOT cl Dr. RodrígUeZ MéndeZ. — Nl'ESTK A CORRES-
PONDENCIA CON LA PHENSA. - Estudlos dcmográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis
Comenga.
Tratamiento de la cloroanemia por los enemas de sangre <*>
POK EL
Dr. D. Juan Manuel Mariani
Médico de número, por oposición, del f fospital de la Princesa y Académico de número de la
Real Academia de Medicina de Madrid
Con el nombre g-enérico de anemia se comprenden en clínica varias
enfermedades que tienen como único orig^en la alteración de la pro-
porcionalidad de los elementos componentes de la sang*re, es decir : de
las alteraciones de los elementos morfológ^icos del líquido sanguíneo.
Estas anemias constituyen muchas veces por sí solas la enfermedad,
que es, por lo tanto, idiopática ; pero son tan numerosas ó más las oca-
siones en que la perturbación de los elementos figurados de la sangTe
es consecutiva h estados morbosos de otro orden, y estas anemias se
consideran como sintomáticas, porque son efecto lógico de la pertur-
bación general orgánica que las determina.
De estas segundas no tenemos que ocuparnos, pues ó no tienen
tratamiento como las anemias de las caquexias, ó desaparecen casi
siempre así que pasa la enfermedad que las ha provocado, como se ob-
serva en las consecutivas á las fiebres tifoideas graves, á la difteria, al
paludismo.
Las anemias del primer grupo ofrecen diferentes grados, y de ahí .
que digamos que una persona está anémica cuando existe en ella una
palidez no muy acentuada y cuando la numeración de los glóbulos
rojos es en cifras poco menoV que la normal.
Cuando esta anemia recae en mujeres jóvenes en la época de la pu-
bertad, es muy pronunciada y se acompaña de debilidad general, de
inapetencia, de vértigos, de palpitaciones, de soplos sistólicos en los
focos de auscultación del corazón y en los grandes vasos, de melanco-
lía, de decaimiento moral y de supresión de las reglas ; entonces se
constituye un tipo clínico bien definido, que se conoce con el nombre
de cloroanemia ó de clorosis, tipo á que el vulgo llama opiladas, supo-
niendo qup todos los trastornos generales de estas enfermas se deben á
la supresión del período menstrual.
Esta forma de hipoglobulia es muy frecuente, y no solamente afecta
á las clases pobres, sino que también\se observa en las jóvenes de fa-
milias acomodadas, en las que la alimentación y el género de vida
hacen suponer que no debían sufrir estas enfermedades.
A veces se observan estas cloroanemias en mujeres que habían sido
siempre fuertes y robustas, y en las que una circunstancia accidental,
casi siempre de orden nervioso, como una impresión violenta, un ejer-
cí) Comunicación presentada al XIV Congreso Internacional de Medicina. — Sección de
Medicina.
34 Traiamiento de la cloroantmia por los enemas de sangre
cicio exagerado, han dado lug'ar á la aparición de esta hipoglobulia eii
el espacio de una semana.
Las enfermas que sufren la cloroanemia oscilan entre los trece y
los veinticinco años ; yo no lie visto ningún caso de verdadera doro-
anemia fuera de estas edades ; habré observado anémicas en edad má.n
avanzada, pero sin soplos cardíacos, sin palpitaciones, sin supresión
completa del menstruo, sin vértigos, sin ninguno de los síntomas de
la clorosis ; verdaderas anémicas, pero no verdaderas cloróticas.
No deja de llamar la atención también en la enfermedad de que me
vengo ocupando que, encontrándose las enfermas en una edad propi-
cia al desarrollo de la tuberculosis y en condiciones orgánicas muy
favorables, como lo son la inapetencia, la debilidad general y la hipo-
globulia, para el desarrollo del bacilo de Koch, no se hagan tubercu-
losas estas enfermas.
Pudiera ser que, confundiendo la anemia pretuberculosa con la
verdadera clorosis, se pensase que esta enfermedad fuera una primera
etapa del proceso tuberculoso, pero nada menos exacto ; en muy cerca
de 300 enfermas que habré tratado desde el año 1885 hasta la fecha,
no he encontrado nunca síntomas de tuberculosis ; algunas de estas
cloróticas estaban hasta desnutridas; he visto muchas que llevaban
tres y cuatro años de enfermedad, pero en ninguna, á pesar de la aste-
nia nutritiva, había el más pequeño síntoma, el más ligero indicio de
tuberculización, hecho muy elocuente en lo que se refiere á la tubercu-
losis, que no elige sólo los organismos depauperados para desenvol-
verse, sino los terrenos preparados para la germinación del bacilo de
Koch.
El concepto moderno de las anemias se funda principalmente, como
todos sabemos, en el análisis de la sangre, y podemos decir sin rebozo
alguno que en este sentido liemos llegado h un grado de perfecciona-
miento verdaderamente admirable; no solamente se conocen, como
hace cuarenta años, los caracteres normales de los glóbulos rojos, sino
que se concede á la hemoglobina el papel importantísimo que merece
en la patogenia de la anemia ; al mismo tiempo se ha podido ver que
los glóbulos rojos no solamente disminuyen en número, sino que sus
condiciones se modifican, siendo más pequeños en las anemias no muy
pronunciadas, y más grandes, glóbulos gigantes, en las anemias muy
graves, en las que también los hematíes aparecen nucleados, como
última expresión del esfuerzo orgánico, para corregir un estado de la
crasis sanguínea, que al llegar á esta altura es completamente incu-
rable.
Teniendo como fundamento el estudio histológico de la sangre,.
M. Hayem, que es el hematólogo que más trabajos ha hecho en esta
última época acerca de estas materias, divide las anemias en cuatro
grados :
^ 1.*" Aglobulia ligera: R. ( riqueza hemoglobínica), varía entre
4.000,000 y 3.000,000 ; N. (número de hematíes) puede ser igual á R. ó
superior, pero entonces los glóbulos son pequeños, y G. (valor colo-
rante medio del glóbulo), desciende de 0*90 á 0*65, siendo 1 la cifra
normal ;
2." Anemia mediana : R. varía entre 2 y 3.000,000, pero los hema-
tíes están ordinariamente alterados, y N. varía entre 3 y ."). 000,000 :
G. está, por consiguiente, muv bajo, oscilando entre 0*30 v'0'80 :
3." Anemia intensa: R. está entre 2.000,000 y 800,000 ; N. entre
4.000,000 y 800,000, y (}. varía entre 1 á 0^40 ;
4.^* Anemia extrema : R. está por debajo de 800,000 ; N. es unas
veces un poco superior y otras veces un poco inferior á R., y G. varía
entre 0*88 á 1*70, en razón á que los glóbulos grandes y los gigantes.
Tratamiento de la cioroanemia por ios enemas de sangre $5
son muy numerosos ; en este período aparecen también los hematíes
nucleados (1).
8e comprende, pues, la importancia de estos estudios de laboratorio,
complementarios de los de observación clínica en el diagnóstico y en
el pronóstico de las anemias ; nos dan cuenta, además, estos trabajos
de por qué hay anemias, las ligeras, que se curan con tratamientos
sencillos, por los ferruginosos, por la vida (\e campo ; de por qué las
medianas y las intensas resisten á estos medios ordinarios y perduran
y se sostienen á pesar de ellos, y el por qué las anemias extremas con
glóbulos gigantes, con glóbulos nucleados, consecutivas casi siempre
á grandes hemorragias, ó constituyendo la anemia gerniciosa, deter-
minan la muerte á pesar de todos los recursos, por afectar en ultimo
término los centros nerviosos y determinar la innibición cardíaca y la
parálisis de este órgano.
El tratamiento clásico de estas formas de anemia ha sido siempre
el de los preparados ferruginosos, los eupépticos, los preparados de
quina y la vida de campo, siendo muy digno de llamar la atención
acerca de este punto que el tratamiento vulgar de las limaduras de
hierro solía producir un efecto más positivo que los demás preparados
marciales ; pero de todas maneras, estos medios, efícaces en las formas
leves, son perfectamente inútiles en las formas intensas de cioroanemia.
El valor que todos estos estudios ha dado á la hemoglobina, ha sido
motivo de que la Farmacia nos presente varias preparaciones de hemo-
globina para corregir las anemias, preparaciones poco estables, y, por
lo tanto, infieles en sus resultados positivos ; v todos estos mismos tra-
bajos nos dan también explicación, como más adelante indicaremos,
de los felices resultados que hemos obtenido con los enemas de sangre
desfibrinada en el trata,miento de las anemias, y principalmente de la
cioroanemia.
En el año 1884 leímos en un periódico, entonces muy en boga, M
Ge/lio Médico Quirúrgico, un artículo del Dr. D. Desiderio Várela, de la
Coruña, en el que refería algunas observaciones de cioroanemia, tra-
tadas con éxito por los enemas de sangre ; la lectura de este artículo
resucitó en nuestra memoria la costumbre que el vulgo tiene de beber
sangre de toro recién extraída para curar la anemia.
Enlazadas estas dos ideas y animarlos por la respetabilidad del doc-
tor Várela, autor del artículo, emprendimos una serie de observacio-
nes con este tratamiento, de las que quedamos altamente satisfechos.
El primer enfermo en que lo pusimos en práctica fué un hombre de
unos cuarenta años, á quien una fiebre tifoidea intensa y prolongada
había sumido en tal estado de hipoglobulia, que entre la palidez de la
piel y la de las mucosas no había diferencia alguna ; todos los medios
empleados para corregir aquella situación fueron completamente inúti-
les, y en estas circunstancias nos decidimos á emplear en él los enemas
de sangre, según la técnica que más adelante indicaremos.
El resultado fué sorprendente, pues que, á medida que se inyectaba
la sangre en el intestino, las mucosas comenzaban á colorearse y la
hipoglobulia desapareció en el término de veinte días.
La segunda observación se refiere á una mujer de veinticinco años,
que ingresó en la cama n." 4 de la sala de Santa María, con una úlcera
gástrica; la enferma había tenido la víspera de su ingreso una hema-
temesis copiosa, que volvió á repetirse el día siguiente en no menor
cantidad, quedando sumida en el más profundo grado de anemia
aguda : palidez marmórea, extremidades frías, vértigos, palpitaciones,
respiración frecuente, pulso filiforme.
U) Manuel de Médecine public sous la dírection de M. M. J. M. Dcbove y Ch. Achard, tomo II,
pág. 478.
55 Tratamiento de la eioroanemia por los enemas de sangre
Entre practicar la transfuívión de la sang-re que uo resolvía ningún
problema permanente, y que ofrecía los peli^^TOS que bien pronto la
hicieron caer en desuso^ y acudir á los enemas de sangre que tan buen
resultado produjeron en el caso anterior, opté por este medio, felici-
tándome de haberlo hecho, pues que en doce días aquella enferma
recobró su color normal y su salud general perfecta, excepción hecha,
como es consiguiente, de su úlcera g/istrica.
Otra de las primeras observaciones del buen resultado de este trata-
miento se refiere d una Hija de la Caridad que vino al Hospital para
que yo la tratara; venía diagnosticada de tísica, tales eran su palidez
y desnutrición ; ^e cansaba al menor esfuerzo, sufría vértigos, palj)ita-
ciones é insomnio ; la inapetencia era completa y las reglas se habían
suprimido hacía un año ; tenía en esta época (íiacía diez y ocho años)
veinte de edad.
No encontré ningún signo físico de tuberculosis pulmonar ni me-
sentérica, ni ninguno de los que acompañan al ])roceso tuberculoso en
cualquier órgano, y en estas condiciones empleé en ella los enemjis de
sangre con resultado sorprendente ; 20 ó 25 enemas en días consecuti-
vos colorearon las mucosas y la piel, devolvieron la animación á aquella
mirada triste, renació el apetito y recobró el sueño, y aquella espectro
que parecía al l)or(le de la tumba, se puso colorada, fuerte y gruesa,
siguiendo así ha^ta la fecha, pues que hace dos años la lie visto la
última vez.
Otro de los primeros casos que he podido seguir también hasta la
fecha, se refiere á luia joven de veintidós años, con una eioroanemia
tan profunda, que hubo que conducirla al Hospital en camilla, porque
los vértigos continuos la impedían permanecer en pie ; basta esto para
indicar cuál sería su situación, que en un mes de tratamiento su eio-
roanemia quedó completa y definitivamente curada ; í\sta mujer vive
en Madrid, he tenido ocasión de verla de vez en cuando, y se ha con-
servado siempre fuerte y sana, se ha cai^^ado, ha tenido lujos robustos
y á los que ella ha lactado, y está hoy hecha una verdadera matrona.
Estos casos son los primeros ; desde aquella fecha, hace diez y nueve
años, habré tratado por este procedimiento unos 300 casos de eioroane-
mia la mayor parte, y de anemias profundas consecutivas á hemorra-
gias ó k enfermedades infecciosas, siempre con igual éxito.
No he de hacer mención especial de todas estas observaciones, pero
sí he de consignar las últimas recogidas, acompañándolas de los aná-
lisis de sangre hechos en el Laboratorio del Hospital, en lo que se re-
fiere.al número de glóbulos rojos y á la cantidad de hemoglobina,
antes de comenzar el tratamiento, á la mitad del mismo y á su termi-
nación.
Se refieren estos casos á seis mujeres, cuya historia compendiada
es la siguiente :
1." Juliana Carbonell, de diez y siete años, soltera, de Mora (To-
ledo), ocupó la cama n." H de la saia de Santa Casilda, el día 5 de octu-
bre de 1902.
El primer análisis de sangre, antes de comenzar el tratamiento:
2.88-1,704 glóbulos rojos, 11,428 blancos, 4-9 de hemoglobina.
El segundo, después de 14 enemas : 2.794,32() rojos, 10,650 blancos,
5*8 gramos de hemoglobina.
El tercero, desjjués de 35 enemas : 3.179,999 rojos, 5,301 blancos,
13*5 gramos (le hemoglobina.
La tabla (jue sigue establece para ésta y para las otras enfermas el
])roc*edimieiito de análisis y las unidades á^ que se refieren las cantida-
des expresadas.
2." Antonia Pascual, de veintidós años, soltera, de Guadalajara,
Tratamitnto de la doroanemia por los enemas de sangre 37
ingresó eii la cama n.^ 13 de la sala de Santa Casilda, el 8 de octii])re
de 1902; pálida y con disnea, palpitaciones, soplos cardíacos y arteria-
les, anienorreica desde hacía un año.
El análisis de su sangre, antes de ponerle ningún enema, dio
2.4o9,4()5 glóbulos rojos, 4,0()7 blancos y 5*2 gramos de hemoglobina;
después de 11 enemas, 3.729,433 rojos, 3,334 blancos, 5*8 gramos de
hemoglobina; después de 31 enemas, 3.315,334 glóbulos rojos, 2,926
glóbulos blancos, 11*3 gramos de hemoglobina.
3." María Bans, do catorce años, de Madrid, ingresa en el Hospital
el 6 de noviembre de 1902; hace tres años que está enferma, las reglas
han sido escasas y pálidas cuando se han presentado, faltándole en pe-
ríodos de tres y cuatro meses; antes de su ingreso en el Hospital ha
tomado muchas preparaciones de hierro y tónicos de diferentes clases.
El primer análisis de sangre dio, después de tres enemas, 2.815,040
rojos, 11,50(5 blancos, 5*2 gramos de hemoglobina.
. El segundo, después de 27 enemas, 4.339,524 V9Jos, 5,000 blancos y
9*8 gramos de hemoglobina.
El tercero, después de 34 enemas, 4.394,588 rojos, 5,238 blancos y
10*3 gramos de hemoglobina. •
4.* María Utrillo, de 15 años, de Mochales (Guadalajara), ingresó
en el hospital el 15 de diciembre de 1902; tuvo su primera menstrua-
ción en mayo, la tuvo otra vez en agosto, sin que volviera á presen-
tarse desde esta fecha.
Aspecto exterior, el mismt) de las demás enfermas.
Primer análisis, después de cuatro enemas: 3.523,63(5 rojos, 5,647
blancos, 8*6 gramos de hemoglobina.
Segundo análisis, después de 14 enemas: 3.599,1(57 rojos, 4,285
blancos, 10*5 gramos de hemoglobina.
Tercer análisis, después de 42 enemas: 4.833,333 rojos, 8,525 blan-
cos, 12 gramos de hemoglobina.
5.* Luisa Asenjo, de diez y seis años, de Madrid, ingresó en la
cama n.** 15 de la Sala de Santa Casilda del Hosj)ital de la Princesa, el
23 de diciembre de 1902; esta joven empezó á menstruará los trece
años, siendo su menstruación siempre escasa y de color pálido, su as-
pecto era de profunda anemia, pálida la piel con ligero color céreo, las
mucosas completamente l)lancas, sentía palpitaciones que se exacer-
baban al menor movimiento y á la auscultación se nota])an soi)los
anémicos en los grandes vasos, ningún síntoma de infiltración tuber-
culosa del pulmón.
El primer análisis de su sangre, después de dos enemas, arroja
2.508,000 glóbulos rojos, 6,823 glóbulos blancos y 3 gramos 5 decigra-
mos de hemoglobina.
El segundo análisis, hecho el 12 de enero de 1903, después de haber
recibido 20 enemas de sangre, arroja 2.738,000 glóbulos rojos, 8,000
glóbulos blancos y 8 gramos 3 decigramos de hemoglobina.
El tercer análisis, hecho el 5 de febrero, después de recibir 42 ene-
mas de sangre, arroja 3.250,000 glóbulos rojos y 7,044 glóbulos blan-
cos y 8 gramos 5 decigramos de hemoglobina.
(5.* Cándida García, de diez y siete años, natural de Gascuña
(Cuenca), ingresa en la cama n.** 18 de la misma sala, el 4 de enero
de 1903.
No ha tenido ninguna enfermedad especial, empezó á menstruar á
los quince años, y habiéndose mojado los pies durante esta primera
menstruación, no volvió á ver sus reglas hasta siete meses más tarde,
después de estar haciendo vida de campo y sometida á diversos trata-
mientos.
Después de esta nueva aparición, el flujo menstrual desapareció
3B
Tratamiento de la cloroanemia por los enemas de sangre
para no volver á presentarse ; el aspecto de esta muchaclia era, como
el de la anterior, de una profundísima anemia, con lig-era infiltración
de párpados y de cara, debida á la liidrohemia, pues que las orinas no
acusaban presencia de albúmina ni indicaban perturbación renal.
Kl primer análisis de sangre, hecho el día 9 de enero de 1903, des-
pués de haber recibido cinco enemas de sangre, acusó 1.841,000 glóbu-
los rojos, 2,300 glóbulos blancos y 3 gramos 5 decigramos de hemo-
globina.
El segundo análisis, hecho el 29 del mismo mes, después de haber
recibido 23 enemas, acusó 4.700,000 glóbulos rojos, 2,900 blancos y
10 gramos de hemoglobina.
El tercero, hecho el 5 de febrero, después de 31 enemas, 4.580,000
glóbulos rojos, 4,700 glóbulos blancos y 10 gramos 5 decigramos de
hemoglobina.
Laboratorio de Anatomia patológrioa del Hospital de la Prinoeía
* AN.4LTSrS DE SANGRE FRESCA EN LAS ENFERMAS SIGUIENTES
Sala de Santa Casilda
Cama núm. 19. — Juiiana Carhoneli. : 17 años I C^ma nOm. 1.
■ María Uirillo: 15 años
rtehft df 1
análii!!
Kúm. di
enemai
»
li
35
dlóbnlos
YOJOt
2.884,794
2.794,316
3.179,999
«1 ss-
7-10.902
29-10-902
11-11-902
H.-,eiow«IV*5*:'
4'9 gram.
5'8 »
13'5 »
Cama nOm. 13. — Antonia Pascüai. : 22 años
18-12-902
21-12-902
1- 2-903
Húm. df
•Boaai
4
14
42
Oldbalot
njoi
3.523,63G
3.599,167
4 833,333
Olóbaloi
bla&eoí
5,647
4.285
8,525
Eemoglabiu
8'6 gram.
10-S »
12 »
Cama núm. 15. — Luisa Asenjo : 16 años
raehí dfl
aailitis
9-10-902
29-10-902
13-11-902
K&a. d§
eaeaai
11
31
Olóbaloi
rojoi
2.459,265
3727,433
3.315,334
K.' =-«>•"" '».'
4,067
3,934
2,926
5 2 gram. ■ 25-12-902
5'8
11'3
12-1 -903
5-2 -903
iíTúa.de
eaemit
20
42
Ol¿bnloi
TOJOI
-'.508,000
2.738,629
3.253,492
Glóbnloi
bllBOOt
6,829
8,000
7,044
Beaogleblaa
3*5 gramos
8-3
85
Cama núm. 19. — María Bans: 14 años
Cama nvm. 18. — CX.vdida García : 17 años
reobtdai
tnáriis
Vúa.de
eataas
3
27
34
Qlóbubi
rojoi
OlAbuloi
bla&oos
Eeaoglobloft
10-11-902
4-12-902
11-12-902
2.815,040
4.330,524
4.394,588
11,566
5,000
5,283
5'2 gram.
9*8 »
10'3 »
Fecbadsl
asállili
Kúa. ds
entaas
5
18
31
aiibnloi
aióbaloi
blancoi
2.325
2,927
4,724
Seaoglobiat
9-1-903
29-1-903
5-2-903
1.841,162
4.753,381
4587,956
3*5 gram.
104 »
10^5 »
Las cantidades de glóbulos rojos y glóbulos blancos se refieren á un milímetro», y las cantida-
des de hemoglobina se refieren á 100 gramos de sangre.
Los glóbulos rojos y los glóbulos blancos han sido dosificados con el cuenuglóbulos de Leitz
Tiloma, y la hemoglobina ha sido dosificada con el hcmómetro de Fleisch-Micscher.
El Jefe del Laboratorio,
Adolfo L6pe\ Duran
Como se ve inspeccionando este cuadro, el aumento de la hemog'lo-
bina es sumamente notable, puesto que en todas las enfermas ha lle-
f?*ado k la cifra normal ó casi á la normal, excepción hecha del caso de
Luisa Asenjo, en el que ha lle^i^ado sólo á 8^5 g-ramos.
La cantidad de los g-lóbulos ha aumentado en cuatro casos 1.000,000
ó 1.000,000 V medio; y en un caso, el de Cándida García, cerca de
3.000,000, y en otro, el de María Bans, cerca de 2.000,000.
Coincidienflo con estos resultados de análisis, que presento como
un .comprobante de la observación clínica, los resultados del trata-
Trattmienío de la cloroancmia por los enemas de sangre S9
miento, como antes lie apuntado, son los sig-uientes, observados iguaj-
mente en todos los casos : á los cinco ó seis días de tratamiento, las
mucosas empiezan á colorearse ; entre los quince y los veinte días, las
mucosas están rojas y la piel coloreada ; de los veinte á los treinta ó
treinta y cinco, ha desaparecido todo vestig'io de anemia v los mens-
truos reaparecen como en las condiciones más perfectas de sajud ; al
mismo tiempo los ruidos nosohémicos se borran, las palpitaciones des-
aparecen y renace en las enfermas el bienestar y la alegría.
Estos resultados no son pasajeros, puesto que he tenido ocasión de
observar á muchas enfermas del hospital y no pocas de mi clientela
privada, que han seg*uido perfectamente bien y sin retroceso alg^uno,
que hiciera pensar que, después de suspendido el tratamiento, se des-
vanecían los beneficios por él obtenidos ; de suerte que puede afirmarse
que la curación es radical y permanente.
Es más : hemos tenido ocasión de observar algunas enfermas qu>?,
en la terminación del tratamiento, han contraído accidentalmente la
grippe en las épocas en que esta enfermedad reina epid6micamente y,
á pe.'íar de Fer una infección que tanto «leprime y tanto anemiza, ni
ha destruido ni ha aminorado en nada las consecuencias de tan bene-
ficioso tratamiento.
¿Cómo obran los enemas de sangre? No cabe duda que por absor-
ción rectal ; las enfermas retienen la sangre inyectada perfectamente,
sólo algunas devuelven una corta cantidad á las doce ó catorce horas
de la inyección.
La absorción rectal es innegable : empleamos á diario esta vía para
la admini.stración de muchos medicamentos. •
¿La absorción de la sangre se hace en substancia? Es difícil afir-
marlo, pero el aumento considerable de la hemoglobina en la sangre
de las enfermas á quien se inyecta y el aumento bien apreciable de los
glóbulos, hace desde luego creer que la hemoglobina de la sangre in-
yectada se absorbe rápidamente y en gran cantidad, dada la porción
de sangre que debe inyectarse eíi cada sesión para que el recto la re-
tenga mciimente.
De todas maneras, este tratamiento es superior á los ferruginosos,
á la hemoglobina en preparaciones oficinales y á los demás medios que
se emplean para combatir la cloroanemia ó las anemias profundas
consecutivas á enfermedades agudas ó á hemorragias abundantes.
En este último caso, el de hemorragias copiosas, las inyecciones de
suero pueden salvar del peligro del síncope por la disminución rápida
del continente líquido del árbol circulatorio, pero no puede combatir
la hipoglobulia consecutiva, que sólo los enemas de sangre podrán
remediar con rapidez.
La técnica de estas inyecciones rectales es interesante, y voy por lo
mismo á dedicar á su descripción los últimos párrafos de este trabajo.
Se elige el carnero para extraer la sangre, por la facilidad de trans-
portarle al lado del enfermo y porque el diámetro de sus glóbulos rojos
es el que más se aproxima al de los glóbulos rojos del hombre ; cada
día debe sacrificarse un carnero distinto, porque la sangre conser-
vada por cualquiera de los procedimientos ordinarios, pierde su vitali-
dad, pierde algo de lo que pierden, por ejemplo, las aguas minerales
fuera del manantial, ruando están embotelladas; excusado es decir
que estos carneros deben pedirse á los mataderos públicos, donde los
veterinarios han reconocido las reses y han dado testimonio de su
estado de salud, y además, de entre los carneros deben escogerse aque-
llos que parezcan más vigorosos y más robustos; los mismos empleados
del matadero llevan al hospital ó'á las casas el animal que ha de ser
utilizado, y le sacrifican cortándole los vasos del cuello.
4o Mosquitos y paludismo
La sangre se recog-e én una jofaina ó en otra vasija parecida, des-
infectada previamente por el calor y lavada con ag-ua hervida bien
caliente ; á medida que la sangre es recog-ida en la jofaina, se desfi-
brina por el batido, bien con un batidor metálico de los que se usan en
las cocinas, ó bien con unas varillas, ó con las mismas manos, previa-
mente lavadas y desinfectadas ; la sangre se recog-e con una jeringa
de estaño ó de cristal previamente hervida, y se inyecta inmediata-
mente en el recto.
Una vez verificada la invección, se desarma la jeringa, se lava per-
fectamente con af^ua hervida caliente, para arrastrar todos los restos
de sang-re que puedan quedar en su interior, y se hierve de nuevo para
desinfectarla por completo.
De esta manera, la sang're se inyecta en el recto lo más aséptica
posible ; la cantidad de sang-re que ha de inyectarse es de 300 g-ramos
cada vez.
Si la cantidad es menor, no es suficiente, y si es mayor, puede pro-
vocar contracciones intestinales que determinen la devolución de la
sangrre inyectada.
Nunca* hemos visto ning:im accidente consecutivo k estas inyeccio-
nes rectales de sang-re: ni fiebre, ni trastornos intestinales, ni 'conta-
gio de ninguna de las enfermedades que padece el ganado de pezuña
hendida, ni infecciones consecutivas a la inyección de una sangre que,
como producto orgánico, pudiera contener toxinas, nada, en fin, que
constituya un peligro, siguiendo, como se signen hoy, las reglas de la
asepsia más rigurosa en todo lo que son inyecciones y compatibles en
este caso con el mecanisino de la que acaba de ocuparnos.
En consecuencia de estas observaciones, que vengo haciendo hace
cerca de veinte años, me permito establecer las conclusiones siguien-
tes, que sean resumen del que los ilustres miembros de este Congreso
puedan sacar, con su mayor saber, consecuencias prácticas y científi-
cas más luminosas que las mías en beneficio de los enfermos, que son,
después de todo, el objetivo de todos los trabajos y de todos los desve-
los de la clase médica, la más laboriosa y la más llena de abnegación
de todas las demás asociaciones científicas del saber humano.
CONCLUSIONES
1." La sangre inyectada en el intestino se absorbe ca^^i en totalidad. i
2.* La inspección de las enfermas demuestra de una manera evi-
dente el rapidísimo alivio de su enfermedad.. — -
,3.* Kl examen histológico de la sangre confirma en un todo la ob-
servación clínica.
4.* Este tratamiento produce resultados positivos, aun en los má.<5
graves casos de cloroanemia, y aun en aquellos en que los tónicos de
todas clases y la vida de campo no han dado resultado.
5/ Es completamente ineficaz en las anemias sintomáticas de en-
fermedades caquectizantes.
Mosquitos y paludismo
POIX F.L
I)r. Fkuuek Piera
En corroboración de cuanto deduce en su notable trabajo, -oue pu-
blicó en esta misma Revista el Dr. Rodríguez Méndez, con el titulo de
Apuntes relatiros al paludismo, he creído de interés a(lncir algunas ob-
servaciones y razonamientos que tien<len á mermar el exclusivismo en
la intervención de los mosquitos en la malaria.
Alcoholismo en Barcelona 4'
Para las primeras remito al lector á mi artículo titulado ^« Coütribu-
ción al estudio del paludismo », publicado en la Gaceta Médica Cata-
lana, en diciembre de 1899, como fruto de mis observaciones en Fer-
nando Póo. He de añadir la que recog^í en Barcelona, relativa á un co-
merciante en cereales, que cree se infectó de paludismo oliendo unas
muestras de arroz. Sabido es el experimento positivo inoculando en
la tráquea de un individuo sano sangre de otro palúdico, que demues-
tra la posibilidad de infección por las vías respiratorias.
El argumento de Ross, en apoyo á la transmisión única de la enfer-
medad por la picadura del anopheleSy basada en que la evolución del
parásito, tal coino la conocemos hoy, es ya sobrado compleja para que
la compliquemos más, dándole aptitudes para que salve nuestras de-
fensas aéreas ó digestivas, nos parece de valor tan escaso, oue la juz-
gamos nula. Por de pronto, la inmensa mayoría de parásitos (jue
penetran por estas vías, ofrecen una evolución bastante más sencilla
que la de los plaamodios, y además, aunque así no fuera ¿hemos de
enmendar la obra de la naturaleza y someterla á nuestras hipótesis ?
¿Conocemos acaso entera y definitivamente el ciclo evolutivo de
los plasmodios de la malaria? Aun suponiendo que la última inter-
pretación que se ha dado á los cuerpos semilunares, corps en croisant,
sea la exacta, nada sabemos acerca la naturaleza de esos corpúsculos
negros, Mack apores^ situados dentro ó fuera de los ovokistos, observa-
dos también en distintos tejidos de mosquitos vírgenes de plasmodios.
Puede pairar, en concepto general, la explicación de los casos de
malaria sin mosquitos^ suponiendo que el enfermo se infectó en regio-
nes pobladas por el anopheles, y que, dado el período de incubación del
paludismo, á veces bastante largo, ocurriera el estallido morboso en
regiones indemnes de dicho insecto. Pero ¿cómo explicar las locali-
dades con úí;¿o;>^We5 y sin malaria? ¿Es lógico admitir con algunos
que estos aiiopheles posean cierta inmunidad congénita que impediría
el desarrollo del plasmodio en su tubo digestivo? La Historia Natural
no distingue la menor diferencia entre unos y otros.
Creemos prudente no pronunciarnos de una manera definitiva
acerca la patogenia ímica de una enfermedad cuyo parásito descono-
cemos en parte, y cuando hay hechos en contra que escapar^ á toda ex-
plicación satisfactoria dentro'^de dicho exclusivismo.
Alcoholismo en Bapcelona ^^^
F^Fofllaxis
POK
D. Fernando Casadesús
Alumno sobresaliente (}e Higiene pública
La profilaxis del alcoholismo es realmente un asunto complejo,
cuyas indicaciones, para cumplirlas, derivan en parte de las circunstan-
cias que he señalado, como manifestación de las causas que aquí in-
fluyen en su desarrollo.
Podemos dividir en dos puntos principales lo que se refiere á la
profilaxis : tratando en el primero de las indicaciones de orden médico
que deben llenarse para obtener dicho fin ; y en el se^j^undo, de los
medios sociales que debemos emplear para evitar el alcoholimo y sus
terribles consecuencias.
Refiérese el primer punto á ciertas afecciones consecutivas al abuso
(1) Conclusión. — Véase el número anterior.
49 Alcoholismo en Barcelona
del alcohol, como la gastritis alcohólica, que ocasiona en su sed espe-
cial la tendencia más ó menos imperiosa k beber de nuevo bebidas
alcohólicas, convirtiéndose asi el efecto que el abuso del alcohol pro-
dujo, en causa de que el organismo, dominado por esa sed inextin-
guible que la alteración gástrica determina, propende á alcoholizarse
de nuevo, haciéndose cada vez más irresistible la necesidad del alco-
hol, á la que ya el suieto le es muy difícil sustraerse. De aquí que
atendiendo, sobre todo en sus comienzos, á los gastríticos cuya enfer-
medad ha sido ocasionada por el alcohol, y procurando, al mismo
tiempo que combatir terapéuticamente su gastritis, quei pe abstengan
en absoluto del empleo de este agente, podremos lograr detenerlos en
el camino que fatalmente les habría conducido al alcoholismo crónico.
Pero hay también otras afecciones producidas por el alcohol, como
la dipsomanía, que ocasionando á veces efectos agudos más ó meno»
agradables, á los que los individuos van habituándole fácilmente, vie-
nen á constituir, no ya una costumbre, sino una necesidad, que, cual
lo que acontece con los morfinómanos, es cada vez más irresistible, al
mismo tiempo que va embruteciendo y alterando progresivamente las
facultades intelectuales, con lo que el sujeto alcohólico, no sólo no e»
dueño de si mismo, sino que queda dominado por el alcohol, que fa-
talmente le conduce, con más ó menos rapidez, á un término fnnesto.
He aquí, pues, otra afección alcohólica que siendo de tan fatales
consecuencias, débese tener muy presente en la profilaxis del alcoho-
lismo, para procurar dominarla desde los primeros momentos en que
se presenta, cuando aún el individuo es capaz de ponerle freno, ó bien^
en caso contrario, obligándole por fuerza á disminuir progresivamente
el uso del alcohol. La creación de casaíi-asilos en Barcelona, donde no
existe ninguna para esta clase de enfermos, podría cumplir perfecta-
mente dicha indicación.
En cuanto al segundo punto señalado para el estudio de la profila-
xis del alcoholismo, debemos analizar en lo posible los diferentes me-
dios de que puede disponer el médico-sociólogo y el médico-legista,
para oponerse á tan temible mal.
Teniendo en cuenta que una de las principales causas que influyen
en la clase obrera para conducirla al alcoholismo, es la mala é insufi-
ciente alimentación de que dispone, sobre todo en esta ciudad donde
la carestía de los alimentos es notoria, impónese como medida ade-
cuada el abaratamiento de los alimentos, bien modificando los elevados
impuestos que los gravan, bien procurando obtener la reducción de las
tarifas de transportes, bien facilitando su acceso en los mercados lo-
cales, todo con el fin de que aquéllos se hallen más al alcance de dicha
clase social necesitada, haciendo de este modo que no se vea precisisida
á buscar de continuo estímulos irregulares en las tabernas y otros es-
tablecimientos semejantes, para suplir las necesidades derivadas de la
alimentación escasa, y olvidar quizás, ó no querer pensar en lo difícil
de su porvenir. Si además de esto el obrero pudiera obtener vinos na-
turales y saludables, hallándose, por ello, en condiciones de hacer uso
de una bebida confortativa, á buen seguro que se apartaría cada vez
más del consumo inmoderado de las bebidas alcohólicas, que le condu-
cen al alcoholismo y al vicio.
Necesario sería también, para concurrir al mismo fin, educar ala
clase obrera, instruyéndola con el objeto de que no dedicase las horas
de descanso á gastaV sus recursos en vino, juego, etc., con lo que las
tabernas cada vez se verían menos concurridas, pues el obrero dedi-
cándose á aprender y á lecturas que podrían ocupar y recrear su espí-
ritu, conseguiría, indudablemente, enaltecerse y se "apartaría insensi-
blemente del alcohol y del vicio, que embruteciéndole le degradan.
Alcoholismo en Barcelona 4$
Al propio tiempo, bueno sería que se obligase á los dueños de los
establecimientos á que acabo de referirme, á que cerrasen á ciertas
horas de la noche, para contrarrestar estos medios que facilitan al
obrero su caída en el camino del alcoholismo y sus consecuencias,
como la lujuria y la criminalidad. Siendo, como es, en Barcelona tan
abundante el elemento obrero, se comprende, desde luego, de cuanta
importancia serían las indicadas medidas, sobre todo aumentando,
como puede observarse, de día en día, el número de aquellos estableci-
mientos que el higienista debe condenar desde todos los puntos de vista.
Otra cuestión de suma importancia se presenta también, al tratar de
la profilaxis del alcoholismo. De ella lie hecho, en cierto modo, alguna
indicación, cuando me ocupaba en la primera parte de este trabajo.
Me refiero á que hoy día la sofisticación va amenazando á grandes
pasos, al punto de no podernos sustraer á la acción de agentes tóxicos
sumamente nocivos al hombre, como sucede con el alcohol amílico.
Como este producto se obtiene á bajo precio, por extraerse de substan
cias de poco valor, se com])rende el aumento progresivo de su mezcla
con las bebidas alcohólicas, sobre todo con aquellas de esta clase que
resultan mt^s baratas, y por cuyas circunstancias puede decirse que
sufren principalmente sus efectos nuestras clases proletarias.
He aquí sin duda porgue en Barcelona, punto de gran movimiento
comercial, el alcohol amílico prepondera más de día en día, pues aun
viniendo del extranjero, resulta menos costoso que el alcohol bueno
del país. Y si consideramos que los efectos de dicho alcohol son tan
desastrosos, se comprenderá á buen seguro que aquí se imponen me-
didas de rigor contra la sofisticación, que sería también conveniente
establecer vigilancia en las fábricas de bebidas alcohólicas, con objeto
de que no se confeccionaran con productos nocivos á la salud, y que
además, y muy principalmente, se ejerciese dicha vigilancia de un
modo riguroso, y bien á menudo, en todos los cafés, Sibernas, cafés-
conciertos y demás establecimientos análogos, en que se despachan
las referidas bebidas, para comprobar si son buenos los productos que
expenden, y para que, en caso de no serlo, sufra severo castigo una
sofisticación que tan graves daños produce en la vida social.
Pero si hasta ahora nos hemos referido con preferencia á combatir
las principales causas de alcoholismo que ejercen su acción en la clase
menesterosa, también debemos ocuparnos de aquellas que en las clases
sociales elevadas contribuyen á fomentar este vicio. No tengo para que
repetir lo que significan aquellos centros de corrupción, como ciertas
salas de espectáculos ó sitios llamados de recreo, dónde la lujuria y la
holganza de dichas clases sociales van inclinándolas á fomentar dichos
sitios, bajo la capa de la moderna civilización, cual si el alcoholismo y la
corrupción debieran ser moneda corriente de la sociedad en su progreso.
ííecesario sería, pues, hacer desaparecer los centros á que vengo
refiriéndome, ya que, al parecer, no es bastante la cultura de los queá
ellos acuden con más frecuencia, para aj^artarse de ellos ó moderar el
atractivo de sus inclinaciones. Además, la fundación de sociedades
de templanza, que tan buenos resultados prácticos ha dado en otros
países, ya que desde su primitiva implantación en el estado de Massa-
chussets, en el año 1826, y su extensión por los Estados Unidos, ha
hecho disminuir notablemente en aquel país la fabricación interior y
la importación de alcoholes, sería también de esperar que aquí actua-
sen igualmente como remedio útilísimo contra tan funesto mal.
Pero todas estas medidas que no pueden dejar de llamarse profilác-
ticas, porque tendiendo á elevar el nivel moral de la población y faci-
litando á los obreros mejores medios de subsistencia, previenen los
males que produce el alcoholismo, son medios absolutamente plaióní-
44 Alcoholismo en Barcelona
eos, si se nos permite la palabra. Son medios racionales que están en
la conciencia de todo el mundo ; pero que, iguales ó parecidos á otros
que se aconsejan para prevenir diversos males sociales, son de dudosa
realización práctica.
Tal como está constituida la sociedad, tal es el dualismo que existe
entre sus diferentes categorías, que todo lo que se funda en la educa-
ción moral del pueblo (que no puede nunca dejar de recomendarse),
resulta, por lo general, muy ilusorio en la práctica.
El mejoramiento de los medios de alimentación es un problema
difícil, que nunca debe perder de vista el higienista como el sociólogo;
pero no iiay que olvidar que se halla también íntimamente relacionado
con lo que acabo de exponer en el párrafo anterior.
Ahora bien ; ante tan desconsoladora perspectiva ¿ debemos cru-
zarnos de brazos, sin buscar nuevas medidas que tiendan á establecer
algo práctico en la profilaxis del alcoholismo?
Comprendo que en tanto no consigan establecer las anteriores me-
didas que dejo apuntadas, las cuales así podrían servir para el alcoho-
lismo como para otras plagas de carácter social, es necesario, por de
pronto, ampararse en el poder legislador para disminuir siquiera, en
cuanto quepa, los estragos que produce el uso inmoderado de las be-
bidas alcohólicas.
Aquellas medidas de orden higiénico-social, por muy pronto que se
implantaran, sólo podrían contribuir en largo espacio de tiempo á dis-
minuir el uso inmoderado del alcohol. Las que considero de oportu-
nidad actualmente, son las que deben tender á prevenir los estrados
que produce el alcohol impuro. No cabe ningún género de duda, en
que si sólo se bebiera bebidas elaboradas con alcohol puro, ó vino.<
puros, disminuiría considerablemente el número de alcoholismos cró-
nicos y ya podríamos darnos por satisfechos.
Aunque tengo entendido que, de poco tiempo á esta parte, se ha
dictado alguna disposición legislativa referente al asunto que nos
ocupa, no creo aventurado suponer, si aquélla existe, ó no se habrá
procurado debidamente su observación, ó nabrá caído en olvido como
tantas otras que resultan ineficaces, y por consiguiente, creemos de
necesidad que se legisle imponiendo penas adecuadas á la transcenden-
cia que el asunto tiene, á cuantos elaboraran ó expendieran cuales-
quiera bebida con otro alcohol que no sea el vínico; penas que, por lo
mismo, entiendo deberían ser de mayor significación que las que im-
pone el Código penal en los artículos referentes á la sofisticación délos
alimentos, teniendo presente que los estragos producidos por el abuso
del alcohol, afectan, no solamente al individuo, si que también á las per-
sonas que con el conviven, ó con él se relacionan, y hasta á su progenie.
Si son rigurosos los castigos que se aplican á los que quebrantan
un cordón sanitario en tiempo de epidemia, ó á los centinelas que des-
cuidan su íUírvicio en tiempo de guerra, y estos castigos no se hallan
en relación con la falta en sí misma, sino por los males que pueden
ocasionar á las colectividades á (juienes sirven de salvaguardia, ¿qué
sanción no debe imponerse á Iíjs que fabrican bebidas alcohólicas con
alcoholes nocivos al organismo, cuando, cualquiera que sea el motivo
interesado por el que así procedan, no pueden desconocer que sus pro-
ductos son verdaderos venenos destinados á diario á la intoxicación de
sus semejantes?
Sin que me atreva á precisar los medios que más fácilmente podrían
conducir á la realización de cuanto he señalado como profiláctico del
alcoholismo, entiendo, sin embargo, que debiera elevarse una razo-
nada exposición al Gobierno, para que, por lo menos, en lo relativo á
la fabricación de bebidas alcohólicas, provoque medidas legislativas en
Alcoholismo en Barcelona 46
armonía con lo expuesto, y si las hjibiere, intentando la agravación
de las penas que la experiencia, hasta ahora, haya demostrado haber
sido insuficientes.
Es más: entiendo también que sin perjuicio de lo que acabo de ex-
presar, y propiamente como complemento y quizás como elemento el
más eficaz, cabría conseg'uir que el alcohol llamado generalmente in-
dustrial, ó mejor dicho, todo alcohol que no fuese vínico, fuera entera-
mente rechazado para la elaboración de bebidas alcohólicas.
No es preciso para esto acudir á medida alguna que impida ó difi-
culte la fabricación de alcohol con cualquiera materia que se estime
ventajosa para la obtención de dicho producto, ya que sus múltiples
aplicaciones industriales se encaminan cada vez con más éxito á que
sea de gran riqueza para un país la producción del alcohol.
Lo esencial para el efecto profiláctico, en este importante asunto,
consiste en que el alcohol que no sea vínico, no pueda emplearse para
la confección de bebidas alcohólicas, así como en que quepa subordinar
semejante exclusión á investigación relativamente fácil.
Dos medios, á mi modo de ver, bastarían para obtener este resulta-
do, á saber: desnaturalizar el alcohol de matiera que sin detrimento de
sus condiciones para sus aplicaciones industriales, su sabor haga re-
pugnante su bebida; y decomisar todo alcohol que, no siendo vínico,
no esté desnaturalizado.
Las aplicaciones cada vez más numerosas que el alcohol tiene en la
industria, han sido causa de que hayan rivalizado algunos países en la
obtención de este producto, tendientlo siempre á que el precio de dicha
obtención fuera, menor, procurando extraerlo de substancias muy ba-
ratas, con lo cual, á la vez que se conseguía aumentar notablemente la
cantidad de alcohol producida, enriqueciendo á la industria, se ha con-
tribuido también, por su bajo precio, á que los dedicados á la fabricación
de bebidas alcohólicas estimarán, como objeto de gran lucro, el empleo
de los referidos alcoholes no vínicos para la de semejantes bebidas.
Como se comprende, la utilización de dichos alcoholes en las bebi-
das había de traer consigo graves perjuicios á la salud pública, pues
por su poder tóxico no podían menos de contribuir á aumentar visible-
mente los estragos que origina el alcoholismo.
De aquí ha surgido, al parecer, la nueva industria de la desna-
turalización de los alcoholes, haciendo que los llamados industriales
no puedan ser aprovechados para fabricar bebidas, á la vez que, por la
desnaturalización, no sólo no se alteran las condiciones del alcohol,
que le hacen elemento precioso en sus modernas aplicaciones, sino que
le comunican nuevas propiedades que aumentan su valor industrial.
Para la desnaturalización de los alcoholes se han empleado muchos
cuerpos ; pero es necesario tener presente que el cuerpo que se utilice
para realizar dicha desnaturalización, debe reunir varias condiciones,
a saber : que se una íntimamente con el alcohol, de tal suerte que éste
no pierda nunca el mal sabor que aquél le comunique, ó que para po-
dérselo hacer perder sea indispensable emplear muy complicadas y
costosas operaciones ; que dicho sabor le haga de por sí impropio para
la bebida, dotándole á la vez de un olor que, sin ser sumamente fuerte,
sea suficiente para caracterizar el alcohol, al cual se une; que el precio
de estas substancias sea muy bajo, con el fin de no encarecer los aleo -
holes industriales ; y que la cantidad que sea necesario emplear para
desnaturalizar el alcohol, resulte ser muy pequeña.
Además, se esfuerzan también los químicos para encontrar produc-
tos nuevos que comuniquen á los alcoholes, al verificar su desnatura-
lización, propiedades que, como antes decía, les hagan aún mejores
para su utilización en la industria.
'•"Sil
t:
íh-^'.
.Mi:
A/coAo/»mo en Barcetona
Eutre los muchos cuerpos empleados con este objeto, podemos citar
una mezcla de metileno, de una materia colorante de anilina y bence-
nos pesados de la brea de hulla. También se usan el metileno, el ben-
ceno y la nafta; habiéndose empleado asimismo una mezcla de meti-
leno y bases pirídicas, añadiendo bencenos como carburadores, para
hacer qne sea mayor el poder luminoso v calorífico del alcohol. El
aceite de acetona se utiliza con el mismo ñn ; pero hoy día existe un
cuerpo que reúne todas las condiciones antes señaladas, llamado ^n^ii-
lelilcetoiía , cuerpo que se extrae tratando el agua que resulta de lavar
la lana de los carneros con cal viva, recogiendo la materia sólida que
así se consigue y destilándola.
Obtiéíiese de este modo un líquido soluble en el alcohol, al que le
da sabor acre, aumentando al propio tiempo sus propiedades iluminan-
tes y térmicas, y siendo á la vez tan difícil separar ambos cuerpos, que
se calcula que regenerar un hectolitro de alcohol desnaturalizado por
este procedimiento, costaría próximamente unas mil quinientas pesetas.
Pues bien : si á este medio que la moderna química industrial nos
ofrece de poder hacer inservibles para la bebida los alcoholes que, por
su procedencia, no reúnen condiciones para ser empleados con este
objeto, añadimos alguna medida legislativa por la cual se consiga que
sea decomisado todo alcohol que, sin ser vínico, no esté desnaturaliza-
do , habremos logrado que solamente pueda aprovecharse para la fabri-
cación de bebidas alcohólicas, el alcohol vínico que, si por su abuso
puede conducir al alcoholismo, no produce los efectos tan rápidos y
perjudiciales que los otros alcoholes causan á diario en los organismos
que los ingieren.
MORTALIDAD
Afiot
tfaitalidad por
HorUUiad total
AlO0b3lSlffl0
S&feraedadaí Aervioiai
rtasopatitt
1889
13
1,562
15
8,385
1890
19
1,553
14
8,815
1891
15
1,518
15
8,266
1892
U
827
21
8,099
1893
17
1,342
8,186
1894
15
1,432
9
7,900
1895
13
1,457
12
7,956
189C>
13
1,439
10
9,098
1897
6
1.719
2
10.192
189.K
8
2,144
4
12.895
1899
11
2,2.5
/
14,013
19ÍK3
19
2,195
12
13,356
1901
13
2,459
9
14,670
Nota.- Desde 1898,
los datos se refíer
en á la población de
Barcelona con los
pueblos agregados
CONSUMO. — ANO 1901
Cines de bebldaí tloohólieaa
Alcohol puro, aguardientes y licores
Mistelas, moscateles, Jerez común y vinos rancios que no ex-
cedan de !')<», no embotellados.
Vinos rancios superiores, generosos, espumosos y Vermouth y
demás vinos embotellados naturales y extranjeros . . . .
Vinos rancios superiores, generosos y Vermouth no embote-
llados
Vinos de las demás clases
Cerveza ( forastera ) .
Cerveza fabricada en el radio de Barcelona
Cidra y chacolí
LitTOl
2.508,381
1.390,499
219,6861
145,519
53.707,03
108,324X
1.750.000(
10,1571
Por 100
tleohólloo
50
12
20
10
4
5
latroi
de alochol
1.281,665
166,860
73,040
5.370,704
74,333
508
6.967.110
Considerando en 600,000 el número de habitantes del Promedio anual: 12 litros de alcohol
Barcelona, resulta: Por habiunte / » diario: 33 gramos »
Lra laetaneia mixta
(i)
POR
£. PÉKIEB
Los brillautes resultados que el profesor Budiu y sus émulos han obte-
nido con la sola dirección de las madres que consienten en j)i*esentar con
regularidad sus niños á las Conmltations de nourrisons, han abierto un nuevo
horizonte á todos los que se interesan por la puericultura, empleando ia
palabra del día.
Todos han dicho: Puesto que la vigilancia de los niños de pecho, por
unaN parte, permite registrar una considerable economía de estas preciosas
existencias, antes sujetas á la muerte en proporciones que hoy parecen in-
verosímiles ; y que, por otra parte, la dirección de las madres y la iniciación
en su papel han permitido sacar partido de su buena voluntad alimentando
aun cuando no parecieran deber ser nodrizas perfectas, vamos á ver apare-
cer de nuevo los :
^ jours heureux du coeur et du bon sens
Oü chaqué mere élevant ses enfants
Ne laissait point aller a l'aventure
Le devoir saiut qu'enseigne la uature!
Seguramente este sería el ideal, el orden normal de las cosas; no obs-
tante, si la naturaleza, siempre previsora, llenase las mamas de la mujer
convertida en madre con el alimento natural del recién nacido, la leche de
su madre, hay casos, preciso es reconocerlo, por raros que sean, en los cua-
les la lactancia materna, que ofrecería tanta segundad de un lado, tanta
dulzura de otro, es casi imposible.
Pero lo que no debe verse, de aquí en adelante, es una madre (j^ue pu-
diendo ser una nodriza superior á aquella otra á la que diera á su hijo, exi-
miéndose, con propósito deliberado, con toda satisfacción, de una tarea que
únicamente á ella incumbe. La deserción, todavía muy frecuente, de un
deber que es el complemento de la maternidad ¿se justifica tanto como
quieren decir por un mal estado de salud ó por una verdadera imposibilidad
de criar? ¿No ha de atribuirse, en parte, & la complicidad indulgente de los
médicos que aceptan con harta ligereza las razones de ineptitud que le dan
las familias?
Hecha excepción de la proporción débil de madres enteramente ineptas
para la lactancia, las demás (dado que el médico no encuentre que el estado
de salud las inutiliza por completo), pueden llegar á criar á sus respectivos
hijos.
Esto está muy bien, dirán, para las mujeres que tienen mucha leche;
pero las otras, las que tienen poca, ó muy poca ¿cómo podrían satisfacer
las necesidades del niño?
Queda para éstas el gran recurso de la lactancia mixta, que asocia la
lactancia artificial á la lactancia con el pecho.
Este sistema no vale tanto, ciertamente, como la lactancia exclusiva con
el pecho materno ; pero, gracias á una dirección y á una vigilancia conve-
nientes, sobre todo, desde el empleo de la leche exenta de gérmenes, da
muy buenos resultados. Hay, sin embargo, una condición: el que la madre
tenga realmente leche, es oecir, que la mama no sirva para ocultar una
crianza puramente artificial. En la lactancia mixta, comprendida de este
modo, el biberón debe ocupar el segundo puesto y la madre hallarse en
condiciones de conservar el primero.
Merced á esta clase de lactancia se puede sacar partido de toda la buena
voluntad de una madre, que sería una nodriza insuficiente, sin hacer correr
al niño los riesgos de una lactancia exclusivamente artificial.
Examinar cuales son las circunstancias que permiten la lactancia mixta;
mostrar las ventajas que, bien dirigida, presenta sobre la lactancia artificial
y el partido que de ella se puede sacar; indicar, por último, como es nece-
sario conducirla y vigilarla : tales son las diversas cuestioneá que exami-
naré aquí.
(l) Ann. de MéJ. et Chir. infant., 1.° marzo y 15 octubre de 1903.
4^
La lactancia mixta
^\
I
Olromuttanolai en las oaaleí la laotanola mixta es apUoable
Yearaos, ante todo, alg-unas de las circunstancias en que la lactancia
mista podrá aplicar^ie temporalmente, ó de una manera definitiva, desde el
nacímieuto hasta <4 dt'stete.
Lactanci* mixta temporal. — A. La lactancia mixta permite esperar la
subida de ia lecke. -- Sease una mujer joven que tiene el primer hijo y en los
primeros días que sig:uon al nncimiento del mismo. Quiere criar, pero la
subida de la íeehe tarda en veriticarse, ó quizás en sus pechos, mal prepa-
rados para la lactancia, 5?e presentaron, desde las primeras succiones, g-rie-
tas qiiP la haceíi sufrir atrozmente cada vez que da de mamar. ¿Se le ha
da dejar det^animarsp y renunciar, sin ir más lejos, á que dé de mamar á su
hijo, á pesar de que tiene deseos de hacerlo?
No; esta joven madre, vigilada por su médico, irá. al mismo tiempo que
dé el pecho, dando nuimadas salteadas, reemplazándolas por una toma de
leche. Las n1^nmdil^ ([ue dé serán suficientes para facilitar la subida de la
leche 6 mantenerla ; entretanto, esta leche se hará más abundante en aqué-
lla en la cual las subidas tardan en verificarse, y más fácil de tomar en la
que tenia que formar los pezones mal conformados, ó curar las grietas ó
excoriaciones.
.Sea tíunbién una mujer joven que tiene necesidad de reposo para sopor-
tar la fatiga que le rausa la lactancia ; por la noche le (s imposible dar el
peL'ho, so pena de no poder, una vez despierta, reconciliar su sueno inte-
rrumpidos aparte di* e^to, es una mujer sana, capaz de criar su hijo. ¿Se le
aconsejará una nodrizn? Antes, por el contrario, que continúe; se reem-
plazará, durante la nnche, una mamada por leche que ha de darla una per-
sona que cuide al niño
Más tarde, en un ni/^mento cualquiera de la lactancia, la madre sufre una
indisposición ó una enfermedad que no debe durar, pero durante la cual la
leche, que no podrá .ser nociva, será insuficiente. ¿Se ha de reemplazar esta
nodriza natural, que ha sido hasta ahora perfecta, con una nodriza merce-
naria. difícil de hallar, más difícil aún de dirigir, tanto más exigente cuanto
que no se trata de un recién nacido sino de un niño de varios meses? Se
ha hecho esto dorante mucho tiempo, y se ha sentido frecuentemente haber,
en estas cf^ndicioues, privado un niño del pecho materno para darlo á una
nodriza 6 bien, como niuchas veces pasa, á una serie de nodrizas.
Todavía en este vmo el remedio está en la lactancia mixta, merced á la
cual el niño no sufrirri y la madre será la nodriza de su kijo.
B. La laclancia mixta es un recurso para los niños de pecho indispuestos ó
iu/ermos. Cnundo, durante la lactancia natural, un niño enferma, sobre
todo si se trata de trai^tornos digestivos, estos accidentes son, en general,
ligeros ; duran pocf», ^r ráelas á las mismas condiciones en que es criado.
En la lactancia artiiicial con el biberón, estos mismos accidentes adquie-
ren con frecuencia una considerable importancia, hasta el punto de obligar
á que se recurru a iiiiíi nodriza provisional, siempre difícil de aceptar por el
niñn si éste tiene ya varios meses y está acostumbrado al biberón.
Si el niño t*s sometido á la lactancia mixta, no hay cosa más fácil que su-
primir inomentáneamente el biberón y dar exclusivamente el pecho, que
bastará ui niño enfermo, el cual necesita menos cantidad de leche que en
esiadíi á*' í^íVtud.
Lactancia mixta desde el principio. —En los casos en que la leche es
insuficiente áenáe el i>nncipio, la lactancia mixta puede adoptarse de golpe
como método. Hay, en efecto, ha dicho el profesor Budin (1), «mujeres que
casi desdo el principio .ion nodrizas insuficientes ; se debe, si se quiere que
continúen Inctando, añadir cierta cantidad de leche esterilizada á la que su-
ministra la mama ». Y explica que, en el mundo parisién, un determinado
número de dannis quieren criar, pero muchas veces no tienen bastante
leche. Antctí estaban obligadas, en razón de su insuficiencia, á tomar una
nodriza. Hay, gracias A la leche esterilizada, que dan ellas mismas, se
bastan para la lactancia.
{ly Lt NaürrúiDH^ pág. m.
La lactancia mixta 4§
En otro orden de ideas, una mujer que críe no puede renunciar á sus
obligaciones mundanas, por cuya causa debe ausentarse de la casa alg-unas
horas, ó una trabajadora de la fábrica, una empleada en almacén ó despa-
cho, que no quiere ó que no puede dejar su trabajo, decidirán criar haciendo
que otra las supla dos ó tres veces al día. Si se trata de mujeres sanas y de
buenas nodrizas, el niño se criará mucho mejor, no como si no hubiere
criado sólo por su madre, pero ciertamente mejor que con el pecho de una
nodriza mercenaria, mal vigilada, ó como si se criara exclusivamente con el
biberón.
Con la leche de la madre que ha dado buenos resultados hasta ahora, y
que conviene al niño, por lo tanto, no debe intentarse tener nodriza, siem-
pre difíciles en estas condiciones, frecuentemente peligroso, si, como ordina-
riamente sucede, se apresuran á aceptar, sin meditarlo, la primera nodriza
que la necesidad ó la penuria les imponen.
Uno de los niños de pecho más hermosos que he visto, fué criado así. 1.a
madre, joven inglesa, ocupaba un gran puesto en una casa de comercio y
se vio eñ la alternativa de dejar la colocación si quería criar al niño, ó darlo
á una nodriza si deseaba continuar en su empleo. Cuando me consultó, le
demostré que el niño que acababa de dar á luz me parecía raquítico, y el
encomendarlo á una mujer extraña era exponerse á perderlo. Se decidió
que se tomase una nodriza mercenaria en la casa; pero yo objeté que el
niño, falto de una vigilancia suñciente, corría aún gran peligro, y le pro-
puse que la madre diera de mamar á su hijo por la noche, y durante el día
se confiara á una mujer de confianza que le llevase el niño á las oficinas en
que trabajaba dos ó tres veces al día; las demás mamadas se reemplazarían
con biberones de leche esterilizada, preparados por la misma madre cada
mañana.
Todo fué á pedir de boca : el niño aumentó de 30 á 40 gramos por día,
dobló el peso en tres meses y se crió sin ocurrir ningún incidente. La ma-
dre conservó su empleo y su hijo. Los resultados fueron tan satisfactorios
que el segundo hijo que tuvo esta joven, decidió, de antemano, criarlo copao
se hizo con el primero.
Muchas veces he citado este ejemplo á madres que titubeaban en em-
prender una conducta que temían no conduciría á ningún ñn bueno.
La lactancia mixta puede permitir á una mujer criar varios niTios. —Nos
parece, dice Budin (1), «que una mujer, después de haber dado de mamar á
su hijo durante cierto tiempo, dos, tres ó cuatro meses, pudiera, si el mó-
dico inspector lo autoriza, darle una poca de leche esterilizada, cuya do-
sis aumentaría progresivamente. En este momento, daría el pecho á otro
niño, á un recién nacido. Ambos niños, bien vigilados, atentamente pesa-
dos, se desarrollarían con regularidad.
Puede ser que, transcurridos tres ó cuatro meses, la nodriza podría hacer
lo mismo con un tercer niño: le daría al que criaba la lactancia mixta y
tendría el pecho disponible para otro recién nacido. Una excelente nodri-
za, bien diriorida y vigilada por un médico, conseguiría que varios niños
llegasen á una edad en la que soportarán más fácilmente la lactancia mixta
y la lactancia artificial. Puesto que hay menos nodrizas buenas c^ue ma-
dres, se reemplazaría de este modo las madres que no tienen leche o que no
pueden criar».
La lactancia mixta es un recurso en los casos de niños gemelos. — La lactan-
cia mixta, comprendida así, es muy útil por venir en ayuda de las madres
que tienen dos gemelos, y podrían, sin duda alguna, muy difícilmente sa-
tisfacer sus necesidades por sí solas.
La lactancia mixta facilita el desteté, — La lactancia mixta es la que me-
jor prepara para el destete, puesto que, en realidad, es un medio destete,
entendiéndose por esta palabra, como exige la etimología, la separación del
pecho. Pero, no obstante, al niño de pecho no ha de dársele otros alimen-
tos que la leche antes del tiempo en que se les daría si exclusivamente se le
diese el pecho, es decir: antes del noveno ó décimo mes.
He aquí un medio de ayudar á la lactancia y de destruir algunas de las
razones que son invocadas por las señoras mundanas para decir que no
pueden ser nodrizas de sus niños.
(i) Le Nourrisson, pág. 240.
3o
La lactancia mixta
Tengo en mi clientela cierto n\5mero de madres jeWeneé que'haü criado
así á sus hijos, y una de ellas, que tiene seis hijos, todos hoy "en perfecto
estado de salud, empezó á practicar el sistema con el primero por temor á
las nodrizas, á las que tenia un verdadero miedo. Tuvo leche durante dos
meses tan sólo, para su primer hijo; pero, cuando la leche esterilizada
acabó por reemplazar casi las últimas mamadas, el niño, por otra parte
bueno, estaba acostumbrado ni biberón. Gracins á una gran regularidad
en las mamadas, todo marchó á pedir de boca hasta el instante del destete.
Pero la joven madre había hecho su educación de nodriza; ganó, por
una parte, el que para otros niños haya tenido cada vez más leche, y por
otra, que la lactancia mixta se convirtiera desde el tercero en verdadera
lactancia con el pecho.
La hermana de esta señora, cuando fué madre, siguió el ejemplo que
tuvo ante sus ojosy está muy satisfecha de ello ; tiene ahora su tercer niño.
En ésta, que había padecido poco antes de su primer embarazo un acci-
dente que hizo necesario un raspado y cuidados prolongados, no me hu-
biera atrevido á insistir para que criase su primer hijo ; el ejemplo de su
hermana y su buena voluntad, la decidieron á intentarlo, y pudo con una,
después con dos y tres botellas, conducir convenientemente esta primera
educación.
Para su segundo hijo fué una nodriza excelente, y fué perfecta para el
tercero.
II
Ventajas de la laotanela mixta lebre la laetaaola artiflelal
En la cuestión de la lactancia, se coloca no pocas veces el sentimiento
en el sitio de la realidad. Una madre tiene leche, pero no bastante; no su-
plirá con su corazón la leche en el pecho que le falta, sino con una leche
mejor que podrá procurarse.
De esta lactancia mixta, la única aue, á falta de la lactancia exclusiva-
mente con el pecho de la madre, puede soportar la comparación con la lac-
tancia en el pecho de una nodriza mercenaria, el niño sacará más ventajas
«morales».
En efecto : como dice Marfán (1), la leche no es un líquido inerte ni un
líquido que interviene en la nutrición solamente por sus materiales quiew-
cos ; es un líquido vivo, capaz, por sus propiedades biológicas, de obrar so-
bre el desarrollo y la salud del niño de pecho. Los fermentos solubles de
la leche son estimuladores de los actos nutritivos, idénticos á los que el or-
ganismo elabora en el seno de los tejidos y destinados á suplir la insufi-
ciencia de las secreciones internas del niño de pecho. Entre los fermentos
de la leche, hay unos que son, indudablemente, comunes á diversas espe-
cies ; pero hay otros que son particulares á cada especie. La existencia de
estos últimos permite comprender que no se puede reemplazar la leche de
mujer con una leche animal; dan también una explicación de las diferen-
cias que separan al niño de pecho del niño criada con biberón, aun cuando
el crecimiento del uno ú otro sea casi paralelo.
Los enzimaSy diastasas ó fermentos solubles de la leche son elaborados
únicamente por la célula viviente ; unos vienen de la leche viva, tomada en
el pecho materno ; otros se elaboran en el organismo del niño.
Se comprende que si estos fermentos son suficientes, el niño de pecho
podría prosperar con la \Qch^ hervida 6 esterilizada , es decir: no con la viva
tomada del pecho, siempre que, no obstante, esté en condiciones normales
de salud. La experiencia nos enseña que un niño de pecho débil ó enfermo
no soporta la lactancia artificial, sin duda porque los dos orígenes de los
enzimas se suprimen. Sabemos, por otra parte, que lo que caracteriza la
digestión de la leche de mujer es la regularidad y rapidez con que se rea-
liza; en el estómago la caseína se coagula en copos imperceptibles, granu-
gientos ; en el intestino todo sucede rápidamente, y el niño así criado hace
cada día dos ó tres deposiciones de color amarillo de oro, de consistencia
sem i-blanda, inodoras y con una reacción ligeramente acida.
Por el contrario, la digestión de la leche de vaca es irregular y lenta : la
caseína se coagula en grandes masas, y sólo con lentitud el coágulo se li-
(1) Traite de l'aliaitement, 2.» ed., Le lait, p. 220.
La lactancia mixta 5t
quida y sale del estómago para pasar al intestino, donde las materias alean*
zan el grado más ó menos avanzado de putrefacción que se encuentra en
las deposiciones.
Las materias fecales, lejos de ser de un amarillo de oro, que recuerdan
los huevos batidos, son más ordinariamente de un color amarillo pálido ó
blanco, pastosas, sólidas, un poco secas, que se han comparado al rmstic de
los vidrieros. Kn vez de producirse dos ó tres veces al día, son raras y hasta
nulas, si no se emplean medios artificiales. El análisis del jugo gástrico
acusa una acidez más fuerte que en el niño de pecho, y esta acidez es de-
bida á las fermentaciones; pero las materias devueltas son frecuentemente
neutras ó ligeramente alcalinas y tienen un olor ligeramente amoniacal.
En la lactancia artificial, la digestión no puede ser considerada como ri-
gurosamente normal ; hay como una especie de dispepsia latente (Marfán),
que fácilmente se transforma en dispepsia evidente y que explica la frecuen-
cia de los trastornos en el niño que á ella está sometido.
Las investigaciones de Escherich y de Tissier sobre la flora intestinal
han demostrado que existe una considerable diferencia entre la flora intes-
tinal normal del niño sano lactado en el pecho y la del niño sano criado
con el biberón. En el uno, siendo la digestión rápida y completa, no que-
dan substancias fermentescibles para mantener los microbios, mientras que
en el otro se encuentra un gran número de gérmenes, y esto lo mismo si
la leche es esterilizada que si no lo es.
Examinando con el microscopio fas deposiciones de un niño de pecho, se
puede reconocer el género de lactancia á que está sometido. Las materias
fecales que sólo contienen bacilosy que de éstos todos se tiñen con el método
de Grara, proceden de un niño nutrido en el pecho. Las que contienen mi-
crobios muy variados provienen de un niño criado artificialmente.
Las deposiciones de un niño sometido á una lactancia mixta se parecen
á las del niño criado en el pecho, tanto por su aspecto como por su flora.
Todo osto constituye otros tantos argumentos que militan en favor de la
lactancia mixta, cuando no se puede contar con la lactancia exclusivamente
del pecho.
III
Téonloa de la laotanol* mixta
Las circunstancias que permiten intentar la lactancia mixta, pueden ser
sólo temporales : la leche de un animal doméstico no interviene entonces
sino en tanto que se espera la subida ó la vuelta de la leche en la madre que
quiere criar; de modo quQ á la lactancia mixta adoptada como sistema desde
el principio deben aplicarse especialmente estas direcciones.
De una manera general, se puede decir que si la lactancia exclusiva-
mente con el pecho, lactancia natural por excelencia, es simple como todo
lo que existe en el orden de la naturaleza, ya no sucede así desde el mo-
mento que se le asocia la lactancia artificial.
Y, ante todo ¿qué leche se ha de dar? Tal es la cuestión que se plantea
antes que ninguna otra. Y es así, porque es tan difícil encontrar la leche
ideal que pueda hacer crecer al niño de pecho sin perjudicarle, que la lac-
tancia artificial tiene tan grandes peligros que sólo recurrimos á ella cuando
es imposible hacerlo de otro modo.
El problema, en resumen, es el siguiente :
Dado un niño lactado por su madre ¿cómo completar el pecho insufi-
ciente con una leche que se parezca lo más posible á la que la naturaleza le
ha preparado?
La leche de burra es la que más se parece á la leche de mujer. En suma:
el recién nacido la digiere mejor que ninguna otra, y está reconocido que
reemplaza bien á la de la madre, por lo menos en las primeras semanas.
Pero esta leche cuesta cara ; no se encuentra con facilidad, se conserva
mal y se presta poco á la esterilización: de manera que debe conísumirse
poco después de ordeñada.
La leche de cabra, por el contrario, es la que más se aparta: es pesada,
indigesta y no ofrece ventaja alguna sobre la leche de vaca. Esta se en-
cuentra al alcance de todas las fortunas y puede, por procedimientos de
esterilización, conservarse si no fuera posible procurársela fresca todos
los días.
La lactancia mixta
Por esto, la leche de vaca es verdaderamente la única leche utilizable en
la práctira pam completar la lactancia del niño de pecho sano, criado en el
pecho úe Sin madre.
Pero esta leche ¿se ha de dar tal como nos la entregan los vendedores ó
Sroductores? Sahemos, deííde Pasteur, qne la leche contiene gérmenes mor-
osos provenientes del mismo animal (cuando padece una enfermedad con-
tagiosa, tuberculosis, ñebreaftnsak susceptibles de desarrollarse rápidamen-
te, y que otros g^érmenen pueden también introducirse en ella durante las
diversas man i pul aciones que sufre desde el momento de la extracción hasta
(d de ser consumida.
Los productores y revendedores le quitan la crema, añadiéndole ag'ua
(frecuentemente también contaminada), la trabajan y la adulteran de mil
maneras. Este es un primer escollo que podrían evitar rigurosamente los
que tuvieran una vaca 6 que estuvieran en disposición de tener una granja
reducida. Pero aquí ^urg^e otro inconveniente : ¿esta leche perjudicará por
los s-érraeneíí que en ella viv^^n y pu pulan?
Pues tdeiK está íleniostrado que los gérmenes introducidos en las vías
digestivas, llevados por la h^he como pasaporte, se convierten en causa de
gran número de enfermedades.
Al principio, la leche de una vaca que ha sufrido con éxito la prueba de la
taberculina y el examen de un veterinario, recogida asépticamente y dada
ui^rí, debiera ofrecer todas las garantías apetecibles para completar la lac-
tancia. Pero la experí encía ha demostrado que estas condiciones no se
cumplen todas r niños de pecho que toman esta leche cruda, padecieron en-
teritis que cesaron desde que se la esterilizó. Es necesario, por lo tanto,
leche exenta de gérmenes- Si se separan los medios químicos como insufi-
cientes y que presentan algunas malas condiciones y los medios mecánicos
tales cfftno la centrifugación y la filtración que dejan en la leche una parte
de los gérmenes ^v de las impurezas, sólo quedan los medios físicos : el frío y
el calor. El frío solo ejerce una protección momentánea, los gérmenes recupe-
ran su actividad desde que la lecíie se encuentra á la temperatura ordinaria.
Queda el calor como procedimiento cierto y práctico. Dados estos hechos,
la elección sólo ha de hacerse entre las leches esterilizadas por la industria,
que se venden con garantías, qne varían según las marcas, y las leches re-
cientemente extraídas que han de esterilizarse en las casas.
De las primt^ras no hablaremos, suponiendo que todas pueden utilizarse;
únicamente indicaremos como se ha de esterilizar en las casas la leche de
buena procedencia.
Los procedimientos y aparatos empleados en la industria se basan en el
mismo principio que los que sirven para la esterilización en las familias.
Si se tiene cerca una vaquería modelo, que ofrezca todas las garantías
apetecibles, que se pueda» si hny necesidad de ello, hacerla comprobar, ó me-
jor aún. si se poseen vficas. no íiay que titubear en hacerlo : será preciso to-
mar la leche que ¿se saque diariamente y, si fuera preciso, para cada comida
del niño.
Si, por el contrario, viven en la ciudad lejos de las vaquerías á donde la
leche llegaría míis ó menos tiempo <lespués de ordeñada, entonces se tomará
la leche esterilizada en la industria.
Esta lerlie cíilentudn, ó tnas bien supercalentada, inmediatamente des-
pués de ordenarhi y pnesta en früscos, se conserva mucho tiempo. En el
Instituto Pí\stenr se ptiede ver todavía leche que ha sido esterilizada hace
unos quince anos por el mismo l*asteur; esta leche permanece absoluta-
mente rjo coaí^rulada y no se eneupotran en ella microbios.
Ester¡U:aem\. — Ciuindo se disi)one de buena leche, acabada de ordeñar
tan asépticamente como sea posible, se la puede sólo hervir á condición de
que se consuma eu veinticuatro horas.
Todas las cocineras saben que cuando se calienta la leche empieza por
*subir» ; la temperatura es entonces de 80° aproximadamente ; antes de her-
vir se forma una capa llamadji nata (frangipane de los franceses) que debe
quitíirse; después se tlejR q\]e Inerva durante tres ó cuatro minutos. El her-
vor se hace á los lOT. Esta leehe no tiene microbios patógenos ni fermen-
tos lárticos ; los esporos de los fermentos de la caseína, es cierto, no mueren,
y no se podría cnuservarla largo tiempo, pero no existe en ella peligro para
el uiijo. Es necesario únicamente consumirla en veinticuatro horas y guar-
V
La iactancia mixta S3
darla en lugar fresco en las vasijas en que ha hervido, cubriéndola bien
desde que se enfría. Ademáis, es preciso evitar trasegarla sin necesidad.
El calentamiento en el bafio maría á 100'* por el procedimiento de Soxhlet,
que está al alcance de todos, tiene sobre la simple ebullición ventajas que
nos lo hacen recomendar diariamente.
La leche es fraccionada en cantidades que equivalen á una mamada; el
taponamiento es automático, y de una vez se esteriliza la leche, el agua, el
tapón y el frasco.
El aparato de Soxhlet, modificado en cuanto al cierre de los frascos por
Gentile, bajo la dirección de Budin, es uno de los más sencillos que hí.y. Se
compone, como se sabe : l.^ de frascos graduados con obturadores automá-
ticos; 2.°, de un baño maría de metal estañado con un porta-botellas.
Los frasco? son graduados en secciones de 25 gramos. Según la edad de
los niños, se les escoge del contenido de 50, 100, 150 gramos y más, de leche.
Estas botellas, muy sólidas, se tapan con discos pequeños de caucho encar-
nado, provistos en su superficie exterior de un apéndice queda á este tapón
la forma de un clavo grande.
El baño maría es una especie de maraiita que contiene el porta-botellas,
donde caben 5, 10 y 25 frascos.
Para usar este aparato, se vierte en cada frasco la cantidad de leche pura
ó de leche mezclada que se juzgue necesaria para una mamada, sin que esta
cantidad supere el nivel de la línea más elevada que tiene el frasco. Se
pone en seguida un obturador en el cuello de cada frasco.
Todos los frascos, preparados de este modo, se ponen en el porta-botellas,
y éste se coloca en la marmita que contiene agua fría. El nivel del agua
debe igualar enteramente el de la leche en los frascos.
La marmita se coloca acto seguido en un hornillo. La temperatura del
agua del baño maría se eleva casi hasta la ebullición y se mantiene en este
grado durante cuarenta ó cuarenta y cinco minutos.
En tanto dura esta prolongada ebullición se escapan gases de cada frasco
levantando los obturadores de caucho, que no caen gracias al apéndice de
su cara inferior que ocupa el cuello del frasco.
Pasados tres cuartos de hora de ebullición, se levanta la tapadera del
baño maría; se retira con precaución, á fin de no tocar los obturadores, el
porta-botella del agua hirviendo y se deja enfriar.
Mientras se opera el enfriamiento, los obturadores se aplican cada vez
más fuertemente sobre los cuellos de cada frasquito y se deprimen hacia la
mitad.
El obturador se fija por la presión atmosférica.
El examen de los frascos, dice Budin, permite fácilmente obtener pruebas
de que el vacío existe y que la esterilización, por consiguiente, se ha hecho.
Estas pruebas son : 1.*, la adherencia del disco al cuello de la botella; 2.*, la
depresión central del obturador ; 3.*, el experimento del martillo de agua.
Para hacer esta última prueba, se pone boca abajo la botella, que se debe*
sostener con la mano izquierda, mientras que, con el borde cubital de la
mano derecha, se da un brusco golpe en el fondo : el líquido cambia de sitio
y viene á chocar contra la pared, produciendo un chasquido seco.
Budin ha investigado si hubiera un medio de suprimir las botellas de
forma especial que poseen un cuello encorvado. Si se procuran estas bote-
llas con má.s ó menos rapidez en la ciudad, llegarán difícilmente al campo
y no podrán reemplazarse muchas veces, lísperaba también llegar á hacer
la esterilización poco costosa, pues el comerciante que, al principio, vendía
en París los aparatos de SoxJilet, los vendía muy caros. Por esto hizo hacer
capuchones de caucho bastante parecidos, en cuanto á la forma, á las cápsu-
las metálicas aplicadas en algunas botellas de aguas minerales. Kl fondo
de estos capucliones es bastante resistente y, en su parte inferior, la aber-
tura está limitada por un engrosamieuto en forma de anillo que debe apre-
tar el golletí».
En una botella cualquiera, una botella de farmacia por ejemplo, se pone
leche hasta los dos tercios ó hasta los tres cuartos de altura ; se la cubre con
el capuchón de caucho y luego se la coloca en el baño maría.
Bajo la influencia del calor, el vapor de agua levanta el fondo de la cáp-
sula. Para evitar que ésta salte, se han hecho dos aberturas pequeñas con
el sacabocado en la pared, en puntos próximos al fondo. Cuando se retira
H
La lactancia mixta
' * !
I
Ift botella dí*l bailo maría se hace el vacío en su interior, y la cápsula, apli-
cáíidoí?^ sobre la abertura del gollete, se encuentra deprimida por la presión
atmosférica.
Esto^ capuchones tienen la ventaja de poder ser puestos en cualquiera
botellita, pern prí^^íentan algunos ligeros inconvenientes: cuando se sacan
lúñ frascos dei bafjo maría, es útil muchas veces aplicar exactamente con la
mano las CÑpsulai^ sobre el gollete, á fin de que s^ adapten bien en la aber-
tura; ademíís, el vacío no es perfecto : el aire entra poco á poco, filtrándose.
Sin embargo, la esterilización es más que suficiente en las veinticuatro
horas, pr>rque eu e\ momento de los grandes calores hemos visto leche de
estre modo preparada permanecer intacta durante varias semanas. Las ho-
tel la^s así tapadas pueden transportarse fácilmente.
Budiu ímag^iuü estos capuchones en el mes de junio de 1892.
En loe frascos qué hayan hervido durante tres cuartos de hora y han
sido retirados di^l fuego, se deprime la cápsula en el acto y el frasco es ta-
pad í> de tal suertí^ que puede ser transportado.
leerte pura é lecke aguada. — -Los médicos no están de acuerdo en la cues-
tión ele saber i^i conviene dar leche aguada ó leche pura. En resumen : la
cuestión puede plantearse á propósito de cada recién nacido. Si un niño
digiere muy bien la leche pura ¿por qué se le ha de dar con esta leche agua
panuda ú cocimiento de harina de avena, de cebada, etc.? Si otro niño no
digiere la leche pura ¿por qué no probar aguarla?;
Bi está indicado aguar la leche, en los primeros meses sobre todo, nada
mejor que el agua azucarada, que permite disminuir la riqueza de la leche
de vaca y hacerla semejante en su composición á la de la leche de mujer.
Desde el quinto mes la leche se dará pura.
Gen ernl mente se hace la mezcla de agua y leche de antemano, y se este-
riliza tildo junto.
Estn pequeña operación ha de hacerse con cuidado. ¿Sé trata de leche
esterilizada en la rasa? Se mezcla esta leche, antes de hervirla, con agua
azucarada en las proporciones indicadas más arriba, y se calienta ó se este-
riliza todo en los frasquitos en que está preparada la mezcla para cada
comida.
¿Se trata úf" leche esterilizada en la industria? Se hace hervir el agua,
k la cuaL durante la ebullición, se añade el azúcar y se conserva esta agua
azucarada esterilizada en una vasija cubierta, evitándose así agitarla inútil-
mente. En el momento de la mamada, se hace en el biberón la mezcla de
agua azucarada y leche esterilizada.
Después de liaher ensayado todos los métodos que son realizables para
añadir el ap-ua en la práctica usual y de haber reconocido sus inconvenien-
tes, Marfan ha estudiado el siguiente método. En los 4 ó 5 primeros meses,
da una mezcla compuesta de: leche, 2 partes; agua azucarada al 10 por 100,
1 parte. Y examinad un cuadro comparativo de la composición de la mez-
cla así obtenida con la leche de mujer y la de vaca:
Leches
Leche de mujer 1? X
^ » vaca
Mezcla de Marfan 22
Proteides
Azúcar
65 X 100
55 » »
^71»»
Manteca
35 X 100
37 » »
25 » »
Sales
16 X 100
33 > »
22 » »
2-5 X 100
6 » »
4 )> »
Si se calcula el calor de combustión de la mezcla, y si se la compara á la
de la lec'lH* dí' mujer, se comprueba que le es muy poco inferior: un litro de
leche de mujer representa, aproximadamente, 650 calorías; un litro de mez-
cla, 620 raloríM:^.
Biulin, Víiriíit y otros militan en el campo opuesto al de los partidarios
de la m láxela v*m ufrua; quieren que se dé la leche pura.
Fdemón del instrumento. — Bioerón; galacUforo, — Cuando se ha escogido
la leclns es preriso buscar el mejor modo de darla. La cuchara ó el vaso
tienen demaiáiados inconvenientes para que se recurra á ellos; el niño traga
demasiada pronto ó con demasiada lentitud; no mezcla á la leche su saliva,
K\w es útil á la diírestión, como hace en la succión natural. Así es que se
lia eiuÉiailo desde largo tiempo de emplear instrumentos que imiten más ó
menois el pecho. Los aparatos varían hasta el infinito. El mejor de todos
li
La lactancia mixta ^^
no vale nada si no se conserva su absoluta limpieza, y el malo pierde parte
de sus inconvenientes si cumple esta condición.
Se ha acabado en todos los casos por suprimir los antiguos biberones
complicados con largo tubo de caucho.
Y se debe, puesto que ha precisado conservar él caucho para la tetina,
velar para que ésta no tenga olor ni mezclas peligrosas, y que sea fácil de
cambiar en todos sentidos para limpiarla tanto por fuera como por dentro.
He aquí el miis sencillo de todos: tomad un frasco cualquiera, sin an-
fractuosidades ni rugosidades interiores, en el cual hayáis esterilizado la
mezcla de leche y agua necesaria para una comida, adaptad á eí>te frasco
un embudo cualquiera, el galactófero de Budin preferentemente, que con-
tiene dos tubos juntos, uno para el paso de la leche, y otro, mucho más del-
gado, casi Aliforme, para el aire. ;
El galactóforo de Budin no es masque un biberón de tubo muy redu-
cido, que asegura la succión y la toma de aire necesaria para ésta por un
doble tubo niquelado.
Al entrnr el aire lentamente en el frasco, la leche viene con regularidad
á la boca del nlfio, condición que recuerda la lactancia en el pecho. Ade-
más de esto, se encuentran puntas de caucho que tienen dos lengüetas
como picadura de sanguijuelas: una que se abre de dentro á fuera para dar
paso á la leche, otra de fuera á adentro para la penetración del aire durante
la mamada.
Es conveniente que las botellitas que sirven para dar la leche estén gra-
duadas, como lo están, y que la punta de caucho sea flexible para que se
pueda volver como un dedo de guante.
Limpieza del biberón. —Cuando el aparato es sencillo, la limpieza es sen-
cillaj; cuando es perfeccionado, que significa generalmente complicado, la
limpieza es también complicada. Se hace de ordinario con un cepillito -
ad hoc. Debe lavarse el instrumento tanto como sea posible, cuando haya
servido, y mantenerlo en agua fría hasta la comida siguiente. Esta pre-
caución es, sobre todo, útil para el pezón artificial, que, sea cual fuere, debe
conservarse en el agua para que se mantenga blando y flexible.
Cuando la botellita se ha limpiado con agua muy caliente, mezclada con
un poco de carbonato de sodio, y la tetina por fuera y por dentro con el ce-
pillo, no debe quedar en ella el más pequeño grumo de leche. Notad que
en ningún caso es preciso emplear la granalla de plomo como se hace para
las botellas; se sabe cuan peligrosas pueden ser las snles de plomo, y un
médico ha citado un caso de envenenamiento producido de este modo.
Temperatura de la leche. — Recalentamiento de la leche para la comida. —
Esterilizarla leche no basta : es preciso también que, para aproximarse á las
condiciones de la lactancia en el pecho, la leche sea tibia antes de presen-
tarla al niño. Se sumerge la botellita en el agua caliente, cuya tempera-
tura es aproximadamente de 50°; de tal suerte, que la leche se eleve á unos
3T, temperatura de la leche en la mama.
Se prueba la leche, para estar seguro que es convenientemente caliente
y que no tiene mal gusto, y se da entonces al niño la cantidad que deba
completar la mamada.
Acabada la comida, se tira lo que pudo quedar en la botella y se lava en
seguida, como ya se ha dicho, así como la tetina ó el galactóforo.
Por la noche no se han de suprimir estos cuidados: una lamparilla per-
mitirá tener siempre agua caliente para dar al frasco de leche la tempera-
tura oportuna.
IV
IsBM mamadag en la laotanoia mixta
Las opiniones son contradictorias respecto á la distribución de las ma-
madas y del biberón, de suerte que la lactancia mixta puede practicarse de
diferentes maneras.
Escuchemos á Comby : « La madre libre da el biberón cada seis horas.
» Algunas personas aconsejan la mezcla de las dos leches, femenina y ani-
» mal. Biberón de 50 á 100 gramos al principio, é inmediutamente después
»dar al niño el pecho. Este procedimiento, dicen, permite al niño digerir
» con más facilidad la leche demasiado pesada de la vaca. Es seg-uramenle
» prefTible el procedimiento inverso, dar el pecho primero y después el bi-
5tf
La lactancia mixta
.^ berón. Pero creo yo que es mejor abstenerse de esta mezcla que nada jus-
* tifica.
»La madre que trabaja durante el día dará el pecho varias veces por la
^ noche. En estas condiciones, la lactancia mixta dará rara vez buenos re-
;^ multados, porque\ 1.°, la madre, fatigrada, da una leche insig-nificante é im-
» perfecta ; 2.°, los niños tienen exceso de alimento durante la ausencia de la
» madre. Por el contrario, en las familias acomodadas la lactancia mixta
» bien reglamentada puede dar excelentes resultados superiores á la lactan-
» cia artificial. Algunas madres, queriendo conciliar el sueño, dan el pecho
» de día y por la noche el biberón » (1).
Ahora escuchemos á Marfan : «La lactancia mixta puede practicarse de
» dos maneras : ó reemplazando una ó dos mamadas por uno ó dos bibero-
^ nes, ó dando el biberón después de cada mamada qu^ se reconoce es insu-
& ciente. Se logra mucho mejor éxito con el seguDdo modo, que es, en ver-
» dad, algo complicado, porque exige pesadas antes y después de las mama-
» das. Pero dando al niño el pecho con asiduidad se estimula mucho mejor la
» secreción láctea. Algunos médicos han aconsejado dar el biberón primero y en
)> seguida el pecho: es una mala práctica ; si se satisficiera el niño dándole pri-
» mero el biberón, mamaría con menos fuerza de la madre y no estimularía
» suficientemente el reñejo ; la secreción láctea no se establecería de una
K* manera conveniente. Se le darían, pues, ambos pechos cada dos horas,
» pesando al niño antes y después de la mamada ; si la cantidad de leche
» que tomó fué insuficiente, se completará la ración con leche de vaca este-
»rilizada y, según la edad, mezclada la mitad ó el tercio con agua hervida
» azucarada » (2).
Se puede proceder de diferentes maneras, pero para nosotros aconseja-
mos dar el pecho en idénticas condiciones que si el niño estuviese sometido
k la'lactancia natural, y completar la mamada con un biberón que contenga
la cantidad de leche que falta al pecho materno.
Entre las dos opiniones enunciadas más arriba no titubeamos en declarar
que somos partidarios de lo que dice Marfan.
Si, como ya sabemos, la leche de la madre reúne ambas condiciones;
1.* Ser fácil de digerir y, por consiguiente, no exigir fermentos digesti-
vos muy activos ;
2.° Contener fermentos estimuladores y reguladores de la nutrición
que los tejidos del niño de pecho no elaboran en cantidad suficiente, asocia-
remos la leche materna y la de vaca; así el niño de pecho podrá utilizar
completamente la leche de vaca que se le da para completar su comida.
La lactancia mixta alternativa sigue empleándose frecuentemente cuando
se trata de niños de algunos meses.
En este caso se hace alternar con regularidad la mamada del pecho con
el biberón.
De este modo el pecho no se agotará tan pronto si se da exclusivamente
el biberón, ó durante el día (para las obreras que testan en sus casas sólo por
las noches), ó por la noche para las que pueden criar únicamente de día á
íin de descansar luego á la noche.
Befflamentaolón de la labtanola mixta
Después de las reglas de la lactancia con el pecho, debe regirse por el nú-
mero y el intervalo de las comidas. Kn los primeros días la leche de la ma-
dre basta ; algunas horas después del nacimiento al recién nacido se le da el
ptícho, sucesivamente en una y otra mama, ó mejor dicho : cinco ó diez mi-
nutos en cada una. Se empieza de nuevo cuatro V> cinco horas después, y se
Cíintinúa así durante los dos ó tres primeros días, después se acortan las ma-
madas para fijarlas cada dos horas aproximadaraemente, á partir del quinto
día. Desde las cinco y seis de la mañana y diez ú once de la noche, el niño
de pecho hará siete ú ocho mamadas y la "madre descansará seis horas poco
más ó menos. Inútil es recurrir á la leche complementaria en los primeros
días ; el niño tiene poca necesidad, y si se satisface con el biberón, mamará
(1) Comby, Traite des maladies de Venfance, t. I, p. 33.
(2) Marfan, Traite de ratlaitement^ 2.* edición, p. 2{jí<,
La lactancia mixta
57
con menos fuerza y el pecho se llenará menos. Hecha excepción para los
casos de hipog-alactia primitiva, en los cuales, sea que la subida de la leche
tarda en hacerse, sea que sólo se haga lentamente, el niño no está bastante
alimentado, y vale más dejarle exclusivamente con el pecho, teniendo buena
cuenta con la balanza si toma cantidades suficientes.
Desde la segunda semana, el niño aumenta de 20 á 30 gramos diarios ; si
su peso se estacionara, á foHiori si tendiese á disminuir, se pudiera empe-.
zar la lactancia mixta..
Cuando esté decidido el empezar la lactancia mixta, se. hará dar ambos
pechos cada dos horas, teniendo que pesarse necesariamente el niño antes
y después de la mamada. Si la pesada indica que la mamada es insufi-
ciente, se dará una cantidad complementaria de leche de vaca preparada
como más arriba se ha dicho , sin apartarse dé las cantidades de leche nece-
sarias á cada período de lactancia.
Hemos visto casos que, á pesar de la idea preconcebida de emplear la
lactancia mixta, esta práctica había liecho excelentes nodrizas de mujeres,
que era temer .sólo lo fueran medianas. Pinard, Biedert y Marfan han visto
casos semejantes en que la lactancia mixta había de ^ste modo terminado
en la lactancia exclusivamente materna.
Cantidad de leche por comida y por día. — Sea cual fuere la canti-
dad de leche que el niño haya tomado en v\ pecho, se la completará desde
que no alcance las que corresponden á las mamadas que dará el mismo niño
exclusivamente en el pecho.
Si se quiere cifras que se graven fácilmente en el espíritu, el cuadro que
va á continuación podrá satisífacer á las personas que sólo quieran poseer los
datos generales aplicados á los niños sanos. Se verá que diariamente la
cantidad de loche aumenta por comida en 5 gramos y la cantidad total toma-
da por el niño en 50 gramos, y esto durante los primeros días. Después,
en cada mes, s^gún sean las mamadas, se aumentarán 15 gramos y la can-
tidad cotidiana total 50 gramos:
P . . Número de Intervalos de Cantidad de leche dada
comidas las comidas por comida por dia
1er día 1 á 2 » 5 gramos 10 gramos
2.** » 6 3 horas 10 » 50 »
d<:<' » 7 3 » 15 » 100 ApxoslmidaminU
1.° » 7 3 » 20 » 150 »
5." » 8 2Vt » 25 » 200 »
e.** » 8 2»/, » 30 » 250 »
7.'' » 8 2 ^', » :35 » 30O »
2." semana 8 2 */« » 50 » 400 »
Hastn el Icr mes. . 8 2 V/, » 55 á 75 gr. 450 á 600 grm.
Del 2.° al 3er mes. 8 2 V, » 80 á 100 » 650 á 800 »
» 4.*' al 5.^ » 8 2'/, » 105 á 110 » 850 á 900 »
^ 6.*^ al UV * 7 3» 130 á 150 » 9o0á 1,100 *
Comprobación de la lactancia mixta. — Aparte del aspecto exterior
del niño, hay dos elementos que han de servir de comprobación: las depo>i-
ciones y la curva de los pesos. Cada uno de ellos reconoce un niño de pecho
en perfecto estado de salud en el hermoso chiquillo de cara rolliza, de tinte
fresco, de fisonomía alegre, de mirada viva, piel suave, tejidos sólidos.
Curm de los pesos. — La curva de los pesos de un niño sometido á la lac-
tancia mixta debe tanto como se pueda seguir la curva comparativa de un
niño criado exclusivamente con el pecho, que está en las mismas buenas
condiciones generales de salud. El aumento del peso debe verificarse con
regularidad, pero sabemos que es preciso juzgar los progresos considerando
el conjunto de la curva más que las subidas cotidianas ó aún semanales que
frecuentemente se hacen por saltos Sf^guidos de descensos y de aquí las os-
cilaciones que desaparecen en el conjunto.
Excrementos. — Los excrementos han de parecerse á los del niño laclado
en el pecho. Transcurridos los primeros días en que expulsa materias ne-
gruzcas, luego verdosas, el recién nacido tiene excrementos de un color
amarillo de oro, amarillo claro, amarillo obscuro, que recuerda los huevos
batidos, sin olor. Son homogéneos, de consistencia blanda, semi-líquida.
58
Revista critica bibliográfica
A veces se ve grumos blancos de grasa.
El niüo lactado exclusivamente en el pecho, si goza de buena salud, ten-
drá siempre excrementos como los más arriba descritos. Pero el niño criado
en el pecho y con leche de vaca no tendrá siempre tal constancia en mate-
rias fecales, que se pueden llamar normales. Importa, pues, examinarla^
cuidadosamente, y desde que el olor sea fétido, desde que el aspecto se dife-
rencie d»*l que presentan los excrementos tipos del niño criado en el pecho,
nos convendrá estar prevenidos.
Y aquí es donde justamente aparecen para las clases pobres la utilidad d^
las consultas de niños de pecho que tienden á generalizarse.
Vi
Consulta» de nifios de pacho
En las clases pobres, las consultas de niños de pecho y las «gotas de
leche» de París y de todos sitios han contribuido en gran parte á rehabilitar
la lactancia materna, gracias, sobre todo, á que se puso en práctica la lac-
tancia mixta. El ejemplo, citado á todas horas y en todas ocasiones por los
médicos de estas obras filantrópicas, por otras también mujeres de mundo ó
del pueblo, que han obtenido buen éxito cuando se creían insuficientes no-
drizas, ó lo eran realmente, ha hecho mucho; y la ayuda que les han dado
con buena leche esterilizada hizo lo demás, como ha'dicho Budin en el Con-
greso internacional de Higiene de Bruselas : «Todos parecen hoy estar de
acuerdo : es necesario establecer por todas partf'S consultas donde se pese á
los niños y 4onde se aconseje á las madres. Estas consultas no han de ser
escuelas de lactancia con biberón, porque no conocemos todavía los medios
de criar á los niños artificialmente sin hacerles corrí*r grandes riesgos, por lo
menos én los primeros meses. La mejor gota de leche es siempre la que el
niño encuentra en el pecho de su madre, lo que no quiere decir con esto que
las otras dejen de ser útiles y necesarias aún en cierto número de casos» .
. Trad. por Ruiz Rodríguez (J.).
REVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
POR EL
Dr. D. Emilio Périíz Noguera
Méjico del Cuerpo de Sanidad Militar (Madrid)
Manual de Terapéutloa, por X. Arnozan, Catedrático de Terapéutica de
la Facultad de Medicina de Burdeos. Traducción española, por el Dr. F. Co-
romiuas y Pedemonte. —Barcelona, 1902-1903.
Nadie puede negar que es la Terapéutica una de las partes más in-
dispensables de los estudios médicos; todos reconocen que en unión
de la Patología viene á constituir el principal fundamento del ejercicio
profesional ; arraigada se encuentra la creencia de que sólo por metlio
del acertado empleo de los agentes medicamentosos es posible alean -
zar una práctica brillante, y sin embargo, cada vez resultan más aban-
donados en España los estudios serios de tan importante rama d^e la
Medicina, y cada vez se ob.serva entre los médicos jóvenes menos inte-
rés, menos afición, menos entusiasmo por este género de conoci-
mientos.
Y no es que se trate de una ciencia desprovista de fundanlentos
fundamentales experimentales, áé explicación racional bien demostra-
da para los fenómenos que estudia, de elementos propios de investiga-
ción, de relaciones positivas y concretas entre las concepciones teóricas
y las aplicaciones prácticas. En la actualidad, el estudio de la acción
fisiológica y terapéutica de los medicamentos ha llegado á alcanzar
una perfección casi absoluta ; gracias á los adelantos de la Fisiología,
nos es dable conocer sobre qué elementos del organismo animal van á
actuar casi todos aquellos y en virtud de qué especiales mecanismos
Revista critica bibtiográfica ^9
desenvuelven más tarde sus principales efectos ; los grandes progresos
3ue de continuo se realizan en el concepto patogénico de las enferine-
ades, nos permite una aplicación más racional, más útil, más perfecta
de los recursos farmacológicos y contando siempre con la relativa in-
certidumbre que sufrimos aún" ante ciertos problemas en todas las
ciencias biológ'icas, esa Terapéutica ha llegtido á encontrarse, desde el
])unto de vista experimental, á la misma altura que la Fisiolog*ía y la
Patología, y tal vez, en gran número de casos, muy por encima de esta
última.
A pesar de todo, alardean de escepticismo terapéutico muchos com-
pañeros recién salidos de las aulas ; afirman otros, encanecidos en la
profesión, que no sabemos cómo obran los medicamentos; se conten-
tan algunos con hojear un formulario de medicamentos nuevos ó con
llevar en el bolsillo un prontuario de terapéutica clínica, y no falta
también quien se limita a seguir empleando los recursos medicinales
de que tuvo conocimiento en sus primeros años de estudio ó á copiarse
las fórmulas publicadas por los suplementos del Dorvault ó por los
Anuarios de Bailly-Bailliére.
Todo esto, porfío tomarse el trabajo de leer los magníficos trabajos
de farmacodinaraia que á diario se publican en el extranjero, y por no
dedicarse á formar en l)uenos libros un conocimiento científico y com-
pleto de tan importante materia.
No vacilamos en reconocer que á este estado de cosas contribuye
poderosamente la falta de preparación de nuestros alumnos para cierto
género de investigaciones, la poca abundancia de buenas obras de Te-
rapéutica moderna, publicadas en castellano, los insuperables obstácu-
los de índole económica con que tropiezan nuestros catedráticos para
editar sus libros ó para reformar cumplidamente los que ya publicaron
por medio de nuevas ediciones y la continua avalancha de formularios,
l)rontuarios, mc7norándums, guías, rade-mecu??is y cuadros sinópticos,
que nos vienen del extranjero; pero por esta misma razón no podemos
aplaudir la idea de presentar en lengua esj}diüo\Bi el Ma?i nal de Tera-
péutica, de Arnozan, pues se trata de una obra que queriendo ser mo-
derna por el número y clase de las materias estudiadas, resulta como
escrita á mediados defsiglo pasado por la forma en que las describe, y
en su afán de ocuparse de todos los métodos y recursos'terapéuticos,
incluso los sueros, los extractos orgánicos, los agentes físicos y dietéti-
cos y las aguas minerales, acaba por no dar idea precisa de ^ninguno
de ellos, pues para tan importantes y numerosos asuntos sólo dispone
de dos tomos en 16.", de 513 y 574 páginas, respectivamente.
Así resulta el acónito y la aconitina con sólo 2 páginas ; los pre-
parados de carne, incluyendo las peptonas y la somatosa, con otras 2;
la esparteína y la apomorfina, con 1 ; la cocaína, con 7 ; el amonía-
co y todas las sales amoniacales, con 3; la medicación láctea, sin
olvidar ninguno de sus agentes, con 6; la eserina, orexina, ricino,
áloes y ruibarbo, con media, y el colombo, cuasia, genciana, gelsemio,
veratrina, diuretina, heroína,' exalgina y fenacetina, con sólo algunas
líneas.
Y menos mal si la pequenez de la dosis estuviese compensada con la
extraordinaria actividad del ])roducto; pero, desgraciadamente, no su-
cede de este modo. El estudio químico de los medicamentos aparece
abandonado casi por completo, prescindiendo en muchos casos hasta
de una simple indicación de su naturaleza, y cometiendo en otras
errores tan imperdonables como afirmar es eld/rmatol v/ta combina-
ción de snbni trato de l>ismnto, ácido acético y ácido gálico; hace caso
omiso de gran número de compuestos muy útiles, como son la feno-
cola, la euforina, el arrhenal, el timol, el aristol, la salicilquina, la
li
lili
m
'.ir'-f'- :4''
hm :
Í-V.'1
■T ■'.;;" ,
tfo
Formulario y traiamitntos modernos
estipticina, el ioduro de etilo, el citrato de plata, etc., etc.; considera
como una misma cosa los hinópticos y narcóticos, colocando el opio en-
tre los' primeros ; prescinde de la" acción estimulante del alcanfor
y del almizcle sobre el aparato cardio-vascular, á pesar de ser la m:is
interesante de ambos productos; crea un g-rupo especial de cüilipru-
riffniosoSf en el que no coloca más que el mentol, para dedicarle
después dos ó tres párrafos y deja reducido el estudio de la acción fisio-
lóg'ica de los medicamentos á una vulgarísima enumeración de los
efectos de más bulto, olvidándose alg-unas veces de las más importíin-
tes, incurriendo otras en lamentables confusiones y rehuyendo siempre
toda explicación científica y razonada de su modo de obrar.
Después d,e lo expuesto, no creemos necesario añadir que los edito-
res hubieran hecho muy bien en dejar este Manmyl de Terapéutica en
el primitivo idioma en que fué escrito.
PORMULARIO T TRATAMIBNTOS M0DBRN08
XI . — Oastropatias : empleo del taqniol
Usado este poderoso bactericida sólo hasta ahora contra las afeccione.s
quirúrgicas, De Renzi lo ha hecho ingresar en la terapéutica médica en \ »-z
del nitrato de plata.
He aquí los casos más notables : .
Cáncer del estómago: vómitos frecuentes (6 á 7 en las 24 horas), sensación
de peso muy molesta en el epigastrio, dolor. Durante ocho días lavados con
diez centímetríís cúbicos de una solución al 1 por 100 de tiocol en un litro
de agua destilada. Después del lavado con el fluoruro de plata, se hacía otn«
con una solución de cloruro sódico al 2 por 100 para neutralizar las escasas
dosis de fluoruro que pudieran haber quedado en el estómago. Se notó :
mengua de los vómitos, que desaparecieron en los dos últimos días; del
dolor; detención del progresivo enflaquecimiento.
Catarreo gástrico crónico con hipoclorhidria y dilatación : lavados con diez ó
quince centímetros cúbicos de la misma solucón y en mil gramos de agrua,
durante 37 días. Buen resultado: mayor actividad motora como ocurre la-
vando con nitrato de plata, disminución notable del moco y de los procesos
de fermentaciíin, desaparición de las sarcinas; consecutivamente aumento
de peso, mejor nutrición y notable alivio en el estado de nervosismo y de
hipocondría, que tanto molestaba á la enferma.
Las dosis usadas, muy pequeñas, no tenían otro objeto que investigar la
acción desinfectante del taquiol (1).
Xll. — Oluoógreno : su empleo contra la hiperolorhidria
Meunier, después de averiguar experimentalmente que las materias
amiláceas se convierten por modo imperfecto en almidón soluble, dextrina,
maltosa y dextrosa bajo la acción de la saliva en los hiperclorhídricos, hecho
que corre paralelo al enflaquecimiento de estos enfermos, se propuso corre-
gir el defecto. De las varias substancias empleadas, la ([ue da mejores re-
sultados es el glucógeno, producto final de la digestión de las substancias
amiláceas.
Ha obtenido el aumento de peso de los biperclohídricos con dosis peque-
ñas de glicógeno : de 20 á 50 centigramos diarios (2).
XIII. — Impétig^o : tratamiento ooñ el nitrato de plata
Jacobson asegura que una sola embadurnación con un soluto de nitrato
de plata al décimo basta para curar esta dermatosis.
Kl enfermo sufre una sensación viva de quemadura, que persiste una ó
dos horas, si bien lo más intenso cesa á los pocos minutos. Al día siguiente
la lesión está seca, más aplanada, la congestión ha cesado y parece manifes-
tarse cierta tendencia á la cicatrización. Poco á poco adquiere la piel el
( 1) Rüsstgna Ínter, della hied. moderna.
(2) Soc. de Thérap. de París.
Formulario y tratamientos tnodernos 6i
aspecto normal. Al cuarto día comienza el desprendimiento de la capa
negra, se exfolia el epidermis, se cae, y al terminar In descamación se en-
cuentra epidermis de neoformación, liso, sin fisuras y con un color algo
más subido que las regiones periféricas (1).
XIV. — Ooqueluohe : empleo del flúor oformo
Stepp, de Norimberg, propuso, en 1898, el bronio formo contra la coquelu-
che, pero como á las veces son nece.-^arias dosis altas y éstas no dejan de ser
peligrosas, lo ha substituido con el fluoro formo.
Lo usa en solución acuosa del 2 al 5 por 100. Resulta un líquido casi
inodoro é insípido y prescribe una cucharadita cada hora ó cada dos.
Hasta en los casos graves, dice, menguan la frecuencia, la intensidad y
la duración de los accesos 1*2).
XV. — Tintara de iodo sin áoido iódioo libre
lodo 1 gramo
Alcohol á 90" 12 ■ » .
Bórax oficinal . 2 > (3)
XVI. — Hemorroides : tratamiento oon la adrenalina
Es muy racional su empleo. Mosse la ha usado en varios casos de hemo-
rroides irreductibles con amenazade extrangulación.
• Recurrió á soluciones al 1 por 2,000 ó por í,000, en las cuales empapaba
una torunda de algodón. De ordinario basta una sola aplicación. Si es
necesario, se repite al otro día (4).
XVII. — Criog^enina: aooión
La criogenina (metabenzamido semicarbazida) es, para Garriere, el anti-
pirético ideal, superior íi todos los antitérmicos, con todas las ventajas y nin-
guno de los inconvenientes de estos; sin embargo, k las veces, raras, es poco
activa ó no ejerca efecto alguno.
No tiene contraindicación conocida.
Se usa con buen éxito en la fiebre del primero y segundo período de la
tuberculosis, en la fiebre tifoidea, en el empacho gástrico febril, enteritis
aguda piréticas, pleuresías sero-fibrinosas, grippe, ¡jaludismo, fiebre histé-
rica y clorótica, etc. Kn las regulares (paludismo) se prescribe una hora
antes del acceso y en las continuas y subcontinuas una hora antes del acmé.
Se comienza por dosis grandes. Obtenida la remisión, se rebaja gradual-
mente hasta quedarse en una mínima dada todos los días, pudiendo usarse
largo tiempo sin peligro. Conviene saber que el organismo se acostumbra
á ella y, por tanto, en caso de administración prolongada, sv debe suspender
durante 5 á 8 días.
Las preparaciones farmacológicas son los sellos ó las soluciones (5).
XVIIL— Astenia: tratamiento
E. Clement recomienda contra la laxitud general tomar cuatro veces al
día de 8 á 10 gotas de árido fórmico en agua de Vichy ó de Vals (6).
XIX. — Masruet : onraoión r4pida
El tratamiento usado por Merletti en el brefotroflo de Ferrara tiene de
nuevo el asociar dos medicamentos empleados aisladamente con buen éxito:
el agua oxigenada y una solución de borato sódico al 5 por 100. El efecto,
sin duda, es debido al desprendimiento de O naciente.
Las aplicaciones se hacen rápidamente on una pluma larga tres veces
al día Hasta en los casos graves, de vegetaciones confluentes, el hongo es
destruido en 2 ó 3 días. En los incipientes, la cura obra como abortivo ^ bas-
tando tocar dos ó tres veces para obtener la curación (7).
(1) Ann. de Thcrap. dermat, et sypkil.
(2) Ga^. sicil di Mcd. e Chir.
(3; Ciarcí, Hull. de la Soc. de Pharm. de Bordeaux.
(4) The Latitet.
(5) Elude íhérap. et experim.
(0) Ga^. hebd. des Se. mid. de Bordeax.
(7) Jl Prognsso medico.
62
Estudios demográjicos de Barcelona
XX. — Aoariosis 6 sarna : ouraoión r4pida
Para Neri el mejor tratamiento de la sarna es la cura rápida. Consta »^>i:i
cura de : Baño caliente y fricciones con jabón gelatinoso potásico durarií-
media hora.
Inmediatamente se coloca ei enfermo en una cama y se le fricciona <iu-
rante veinte minutos con esta pomada :
Pomada de Helmericb 500 gramos
Esencia de trementina. 100 »
Se envuelve luego al enfermo en una manta de lana y se le deja qui( ?
7 ú 8 horas.
Un nuevo baño caliente con 300 gramos de carbonato potásico, en el qu'^
permanece media hora.
Se seca bien y se le expolvorea con polvo de almidón y óxido de zinc.
Este tratamiento, sencillo, barato y rápido, sólo dio lug-ar á 10 ^eciíliva^
de 3oi enfermos curados (3*33 por 100). El método de Kaposi produce un
8'80 porlOÜ(l).
Dr. Rodríguez Méndez
NUESTRA CORRBSPONDBNCIA CON LA PRENSA
Revista frenop&tioa espafiola, de Barcelona. — Gracias por la reproduc-
ción de los Vaíos demoffi'áficos, del Dr. Comenge.
El Nuevo Ideal, de Matáró. — Id. id. de la Instrucción sobre tuberculom)
por las cariñosas frases íjue dedica á nuestro Director.
Revista de Sanidad militar, de Madrid — Id. id. de la noticia Akaiis^'i
del Dr. Rodríguez Méndez.
La Hieriene, de la Habana. — Id. id. de la noticia Ciudad-sanatorio ^ í1^¡
Dr. Rovira Oliver.
Bevieta médica, de Sevilla. — Id. id. de la notxQÁdi Muerte aparente d('
recién nacido: tratamiento, del Dr. Rodríguez Méndez.
Revista balear de Ciencias médicas, de Palma de Mallorca. — Id. id u*
la noticia Dismenorrea nasal, del Dr. Rodríguez Méndez.
Vida, de Barcelona. — Id. id. de la noticisi Ciudad-sanatorio, del Dr. Rovir»
Oliver.
Estudios demográillcos de Barcelona
POR EL
Dr. D. Luis Comengií:
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
SintesíB vital de Barcelona. Afto 1903
Con verdadera satisfacción publicamos en esta acreditada Revista y
en el número correspondiente al 31 de enero del año próximo pasail"
las cifras resultantes de la mortalidad y natalidad de la urbe en W^-
Al hablar hoy de los mismos conceptos, en 1903, sentimos no poder
consignar halag-iieñas conclusiones sanitarias, por más de que, ?e¿rmi
hemos de ver, la situación de la capital sig-ue mejorando en relación
ix los años anteriores.
Sentemos conclusiones emanadas de cálculos fidedignos :
1.* Barcelona no ha disminuido en el íiúmero de sus habitantes,
más bien évstos aumentaron, merced á la inmigración procedente «if'
otras provincias.
2.* El número de óbitos fué menor que el de todos los años pasa-
dos, exceptuando 1902.
3.* Que el exceso de mortalidad registrado en 1903 se debe á l'¿
epidemia de sarampión ocurrida en dicho año.
4.* Que la cifra de natalidad es la nuís crecida de las conocida-
en el último sexenio, dato altamente satisfactorio.
(1) // Policlimco,
Esludios demográjicos dt Üarctlona
63
5/ Que el número de nacidos vivos supera al de las defunciones.
6.* Que la mortalidad proporcional más aproximada ha sido la de
21*5 por 1,000 y la natalidad 2VS por 1,000 habitantes.
He aquí un estado, muy demostrativo, comprensivo de los seis últi-
mos años :
Años
Defunciones
Nacimientos
Óbitos nosocomiales
Pérdidas
Ganancias
1898
12,895
11,526
<í) 1,994
1,369
»
1899
14,013
11,804
2,102
2,209
»
1900
13,356
12,416
1,716
940
»
1901
14,670
12,824
1,764
1,846
>»
1902
12,359
12,828
1.663
»
469
1903
12,917
13,096
1,672
»
179
Más claras se verán las síntesis obituarias en el adjunto g-rabado.
Suponiendo que, á
pesar de la inmig'ra-
ción y aumentos de
población constantes,
Barcelona sólo cuenta
600,000 habitantes,
c omprendiendo en ellos
guarnición, conventos,
hospederías, puerto y
el crecido número de
viajantes que pululan
por la capital, y sin
descontar la respetable
cifra de óbitos que pro-
. porcionan hospitales,
refugios, etc., alojado-
res accidentales de fo-
rasteros enfermos que
aquí acuden , resulta
que la mortalidad pro-
porcional para Barcelo-
na, durante el año 1903,
ha sido la de 21*5 por
1,000, g-uarismo oue si
no es tranquilizador ni
representa, cK)n mucho,
las aspiraciones de la
Higiene, marca una
mejora en el estado sa-
nitario de la urbe, com-
parado con el de años
» precedentes.
Más consoladora es
por 1,000.
-
]-j
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..._-_.,;
-- — -
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¿S9?.
¿900.
^30>.
¿9oa.
)903,|
Fig. 2." — Mortalidad de Barcelona ( íísjü-í'J '3 )
la cifra de natalidad, que ha lle¿^-ado á 21*8
En el mapa adjunto se estudia la mortalidad por distritos sanita-
rios, con el coeficiente nosocomial.
(1) En 1898 y 1899 los repatriados aumentaron el contingente hospitalar io.
m
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■■r''':::^i'\
.!JifeCi¿¿r-^
Tomo XZVII. Núm. 3 Baroílona 15 febrero de 190^ Afio 2CZYII. Núm. 639
Gaceta Médica Gmuik
SITMARIO : Miaistcrio de la Gobernación. -- Estudios dcmográfícos de Barcelona, por el doctor
D. Luis Comrengd.
La excepcional importancia de la Instrucdón general de Sanidad pú-
blica, que reforma en muchos puntos la provisional de que ya tienen
noticia nuestros suscriptores del año anterior, nos induce á trasladarla
ínteg-ra y de una sola vez á estas columnas, se^^-uros de prestar con ello
un buen servicio á nuestros abonados.
Ministepio de la Gobepnaeión
EXPOSICIÓN
Señor: Desde que, con autorización de V. M., fué publicada la Instruc-
ción g-eneral de Sanidad pública de 14 de julio del año pasado, se ha some-
tido e>te importante decreto á un amplio y no interrumpido estudio de in-
formación y de consulta.
Las representaciones profesionales y las clases más directamente por él
afectadas, han mostrado durante este tiempo una preocupación por su me-
jora y corrección de que son prueba evidente los centenares de comunica-
ciones individuales y colectivas que á la Dirección g-en eral de Sanidad, al
Real Consejo del ramo ó á este Ministerio han llegado, expi'esando todas
ellas una confianza en el conjunto de la referida reforma, que alienta al Mi-
nistro que suscribe, como alentó i\ sus dos inmediatos antecesores, para de-
terminar la obra de perfeccionamiento de esta reg-lamentacióu, llamada á
responder á una de las necesidades más reconocidas de la vida administra-
tiva de nuestro país.
A estas comunicaciones, particulares ú oficiales, al estudio minucioso
efectuado por la prensa técnica y general, se ha creído conveniente añadir
la invitación á las autoridades científicas extranjeras, y como muestra de
este deseo de amplificación en el acopio de informes valiosos, se ordenó la
traducción á la Leng-ua francesa de la totalidad del Reglamento, con objeto
de enviarle al Congreso Internacional de Higiene, celebrado en Bruselas
en agosto último, y á la reciente Conferencia Sanitaria de París, mereciendo
el aplaviso de ambas Asambleas.
Finalmente, en cumplimiento de la ley, y previas las correcciones que
se estimaron atendibles, nacidas de las mencionadas consultas y reclama-
ciones, fué la Instrucción sometida al informe del Consejo de listado, cuj'o
sabio y detenido dictamen ha venido á cerrar tan activo período de informa-
ción y de consulta.
Teniendo en consideración el resultado durante él obtenido, los dictáme-
nes emanados de la Real Academia de Medicina acerca de los puntos con-
cretos de su competencia y los numerosos informes emitidos por el Real
Consejo de Sanidad en repetidas ocasiones, así los referentes á cada uno de
los capítulos en que para su modificación ó extensión reglamentaria lo
exige taxativamente la ley de Sanidad vigente, como los estudios de con-
junlo que representan los* proyectos de ley preparados por este Cuerpo con-
sultivo para la discusión en el Parlamento, puede estimarse llegada la oca-
sión de proponer á V. M. la aprobación definitiva de esta urgente reforma,
modificada, respecto á la provisional, en los puntos que se ha creído conve-
niente para su mayor perfección y para la necesaria armonía con la legis-
lación de otros ramos administrativos.
Consérvanse en el presente Decreto el espíritu y la tendencia que en el
provisional aspiraban á dar la mayor independencia posible á la función
sanitaria, respecto á la gubernativa y administrativa generales, sin desli-
€6
Instruceióu gtneral de Sanidad pública
garla de ellas en cuanto puedan vig-orizar su acción ó evitar sus arbitrarie-
da^les, que éste y no otro es el sentido de la delegación ordinaria de las fa-
cultades del Gobierno y de los Municipios en los inspectores respectivas,
claramente formulado en los artículos 58 al «I, encaminados á evitar demo-
ras, intermisiones y dificultades en la libre marcha de una función admi-
nistrativa, cuyo carácter, esencialmente técnico, au\oriza á esta confiada
delegación, que ningún precepto legal veda.
Igual fundamento tiene, á más del de la equidad y la justicia, la estabi-
lidad procurada al sufrido y humanitario Cuerpo de médicos titulares, en
la forma que V. M. se propone; y en nada daña á la autoridad de los Muni-
cipios el que amparando derechos, si no escritos, unánimemente reconoci-
do?>, se regularice la prórroga tácita de un contrato de servicios, previo el
indispensable cumplimiento por ambas partes de las condiciones estipu-
ln<lívs.
Las observaciones hechas por el Consejo de Estado acerca de la forma de
rt'uiuneración de los servicios de Sanidad, á más de tener indiscutible fun-
dsimento, son muy dignas de ser atendidas en lo que á los detalles de per-
ci'pción y de distribución se refieren, y han inspirado modificaciones fuií-
díiiiientales que con ellas concuerdan. habiendo sido de. igual modo satis f^-
chns debidamente otras advertencias de aquel alto Cuerpo consultivo.
Madrid 12 de enero de 1904. — Señor: A L. R. P. de V. M., José Sáiuhe:
Guerra,
REAL DECRETO
A propuesta del Ministro de la Gobernación, de acuerdo con Mi Consejo
de Ministros, y previo informe del Consejo de Estado ;
, Vengo en decretar lo siguiente :
Artículo único. Se aprueba con carácter definitivo la adjunta Instruc-
ción general de Sanidad pública.
Dado en Palacio á 12 de enero de 1904. — Alfonso. — El Ministro de la
Gcíberu ación, José Sánchez Guerra.
IN8TBÜ0CIÓN GENEBAL DE SANIDAD PÚBLICA
Artículo 1.° Los servicios de Sanidud é Higiene públicas continuarán
bajo la vigilancia del Ministerio de la Gobernación, con las delegaciones
necesarias en los gobernadores civiles, alcaldes, funcionarios, Juntas y Cor-
jíoraciones especiales que más adelante se detallan.
Art. 2.° Formarán la organización especial de Sanidad pública las Jun-
tíií5 y Corporaciones consultivas, las Inspecciones, los Jurados y Corporacio-
nes profesionales, los subdelegados, los facultativos titulares, los facultati-
vos adscritos á Laboratorios, Hospitales é Institutos oficiales, y los médicos
lie aguas minerales.
TÍTULO PRIMERO
OBaANIZAOIÓN CONSULTIVA
Art. 3.® No obstante la organización consultiva, que comprende el Real
Consejo, las Juntas provinciales y las Juntas municipales de Sanidad, po-
firá. además, el Gobierno pedir informes de índole exclusivamente técnica á
hi líeal Academia de Medicina, á las Academias de distrito universitario y á
eníilesquiera otras autoridades profesionales ó científicas, colectivas ó indi-
viduales.
Capítulo primero
Beal Consejo de Sanidad
Art. 4.° Subsistirá el Real Consejo de Sanidad, con residencia en Ma-
drid, constituido del modo siguiente:
L Un Presidente, que lo será el Ministro de la Gobernación.
II. Un Vicepresidente nombrado por el Gobierno entre los individuns
que, desempeñando ó habiendo desempeñado los más altos cargos de la
Adniinistración pública, con preferencia en el ramo de Administración sa-
nitaria, hayan sido más de diez años individuos del Consejo y se hayan dis-
tinguido por sus publicaciones y trabajos sobre higiene administrativa.
Instrucción general de Sanidad pública 67
III. Dos Secretarios g-enerales, que lo serán los dos Inspectores de Sani-
dad, que tendrán voz y voto en las deliberaciones.
IV. Catorce consejeros nato*!, que serán :
a) El Jefe médico de Sanidad militar de la más alta categoría, con ser-
vicio activo en Madrid.
íf¡ El Jefe de ig-uales condiciones de Sanidad de la Armada.
c¡ El Inspector de Farmacia de Sanidad militar,
d) El Decano de la Facultad de Medicina.
e) El Decano de la Facilitad de Farmacia.
/) El Catedrático de Higiene más antiguo de la Facultad de. Medicina
de Madrid.
ff) El Director ó Jefe técnico de la Escuela de Veterinaria.
/i¡ El Director de Aduanas.
i) El Director de Agricultura del Ministerio de este ramo.
J} El Presidente del Consejo forestal.
A) El Presidente de la Junta Consultiva agronómica.
1) El Director de Comercio del Ministerio de Estado.
7n) El Director de la Administración locafl y de Beneficencia.
n) El Director técnico del Instituto de Alfo'nso XIII.
V. Constará, además, de 29 consejeros de real nombramiento, que
serán :
a) Ocho doctores en Medicina, con diez anos de antigüedad desde la
expedición del título, que no pertenezcan á ninguno de los escalafones ni
Juntas dejíendientes de la organización sanitaria.
1^1 Cujitro médicos numerarit>s de los Hospitales de Madrid.
c) Tres doctores en Farmacia, con diez años de aniigüedad desde la
expedición del título, que no pertenezcan á ninguno de los escalafones ó
Juntas dopendientes de la organización sanitaria.
dj Un v(}terinario, catedrático ó académico de la Keal de Medicina.
e) Un diplomático, con categoría de Ministro plenipotenciario.
/') Tres abogados ; uno, Magistrado del Tribunal Supremo, propuesto
por la Sala de gobierno de este alto Tribunal ; otros dos, propuestos por la
Junta de gobierno del Colegio de Abogados de Madrid, uno de éstos entre
los inscritos que paguen la primera cuota de contribución.
ff) Un ingeniero de Caminos y otro de Minas, profesores de las respec-
tivas Escuelas.
k) Dos doctores en Ciencias, uno Catedrático de Química y otro de Cien-
cias Naturales de la Universidad Central.
// Dos médicos de baños, propuestos por elección de los médicos que
constituyan el Cuerpo en la actualidad. '
Jj Dos propietarios de Establecimientos de aguas minerales, elegidos
por el Gobierno, uno de ellos entre los que paguen la mayor cuota de con-
tribución por este concepto y el otro de libre designación.
kj Un Arquitecto académico de la Real de San Fernando.
Art. 5." El Vicepresidente con los dos inspectores de Sanidad, un abo-
gado, un farmacéutico y otros dos consejeros, designados estos cuatro últi-
mos y otros tantos suplentes en los respectivos conceptos por elección del
Consejo pleno, constituirán la Comisión permanente del Con?^ejo.
Art. 6.** El Consejo se dividirá, además, en tantas Secciones y Comisio-
nes como convenga, según su Reglamento interior, siendo precisas las si-
guientes:
a) Sanidad exterior de puertos y fronteras.
b) Epidemias y epizootias.
c) Estadística.
d) Vacunación é inoculaciones preventivas.
e) Cementerios é inhumaciones.
f) Aguas minerales.
Personal y profesiones sanitarias.
Legislación.
Contabilidad.
J] Higiene provincial y municipal.
Art. "7.° La Comisión permanente informará en todos los expedientes
que no requieran, por. precepto legal ó por especial decreto, dictamen del
pleno ó de alguna de las Secciones especiales, así como en todos los casos
68
Instrucción gentral dt Sanidad pública
en que en esta Instrucción se hace referencia al Consejo sin la advertpnc
explícita del pleno. Reemplazará en lo sucesivo á la Junta administriitr;
del Instituto de Vacunación y Bacteriología de Alfonso Xlll, en coiabon;
cióa con los Vocales que actualmente la constituyen.
Eí>ta Comisión permanente llamará para deliberar á la Sección ó Com-
sión cuyo concurso estime oportuno en cada caso, ó á personas perita> ex-
trafias al Consejo, quienes tendrán voz, pero no voto.
Art. S.'* El Consejo se reunirá en pleno siempre que lo convoque -
Presidente ó lo reputen necesario el Vicepresidente ó la Comisión periii-.
nente, sea por prescripción leg^l, sea por conveniencia del caso.
Art. 9." El Consejo podrá proponer, por iniciativa de sus Vocales ó de .
Comisión permanente, Ins reformas y medidas sanitarias que consid-r-
convenientes, previas discusión y aprobación en Consejo pleno.
Los expedientes serán remitidos, ya ultimados por las Inspecciones, ó \
Comisión permanente, al Consejo ó á sus Secciones, según correspon .:
para una vez informados por éstos, sin ulterior tramitación, proponer dirf
taniente al Ministro la solución definitiva.
Art. lo. Los cargos de Consejeros electivos durarán seis a fies, ^>if n i
reeleg'ibles las personas salientes, y haciéndosela renovación por m:ta<if
cada tres años, del modo que dirá e'l Reglamento interior.
Para ser reelegible se requiere haber asistido, según certificación de
Secretaría, á la tercera parte de las sesiones del pleno y de las Seccionr-
que el Consejero perteneció mientras haya i)oseído el cargo.
Para la primera elección, que con arreglo á este Decreto se efectúe. -
designará como salientes á los Consejeros que no hayan cumplido con e>';.
condición de asistencia, y se completará la mitad por sorteo.
Art. 11. Los Consejeros de Sanidad tendrán la categoría de Jefes sui^
rlores de Administración civil, conservándola cuando hayan desenipeñri i
el cargo dumnte tres años, asistiendo con puntualidad á las sesiones en i; ^
términos que expresa el artículo anterior. En los actos oficiales ufarán 1 1
medalla que actualmente les sirve de distintivo.
Art. 12. Lo mismo en la Comisión permanente que en el Consejo ])leij
actuarán como Secretarios, con voz y voto, los dos inspectores generale> I
Sanidad, quienes concurrirán juntos ó funcionarán alternativamente en J >
bisuntas de cada Sección, además de substituir-e recíprocamente.
Las actas serán redactadas según turno, llevándose en libros separaic-
las de la Comisión permanente y las del Consejo pleno.
Art. 13. Los Jefes de Negociado que presten sus servicios en la Sani.h! !
central, actuarán como Secretarios de las Secciones del Consejo que litiy:;:.
de ser consultadas en los asuntos de la respectiva incumbencia, cuandu li
asista aljsruno de los Inspectores generales, y disfrutarán de las atriburio[:.->
conferidas por la ley vigente á la Secretaría del Real Consejo de Sanida:
Art 14. El R^al Consejo de Sanidad redactará un Reglamento interi r
para el orden de sus trabajos 3' complemento de sus funciones, dentro de i:t>
prescripciones de la presente Instrucción.
Art,. 15. Los funcionarios de la Sanidad central, celebrado ya el primer
Concurso que determina la Instrucción provisional, ingresarán en adelaott
por oposición, excepto los inspectores generales/
No podrán ser separados de sus cargos sin previo expediente, con au-
diencia del interesado y de conformidad con la propuesta del Consejo v:\
pleno.
En los ejercicios de oposición podrán tomar parte los que Sean doctore^
ó licenciados en Medicina, Derecho, Farmacia ó Ciencias y los profesores iir?
Veterinaria, debiendo reservarse una plaza en la plantilla á estos últimos.
Las vacantes que ocurran se proveerán precisamente entre los emj>lea-
dos de la misma, adjudicándola al que de ellos acredite mayor número de
años de servicios sanitarios en plaza de la clase inferior, y en defecto .if
ésta, en la superior de la categoría inferiora la vacante.
El empleado que quedara cesante ó excedente por supresión de plazn ó
reforma del servicio, ocupará la primer vacante que se produzca de xduza
de igual ó inferior categoría y clase de la que desempeñó.
Instrucción general de Sanidad pública 6y
Capítulo II
Juntas provlnoiales de Sanidad
Art. 16. En cada capital de provincia residirá una Junta provincial, que
^erá, al propio tiempo, la municipal del término, y constará;
I. De un Presidente, que será el Gobernador civil de la provincia.
II. De un Vicepresidente elegido por la Junta en pleno cada seis años.
III. De una Comisión permanente, compuesta de cinco Vocales de la
Junta, á saber : el dicho Vicepresidente ; el Secretario de la Junta, Inspec-
tor de Sanidad en la provincia ; un abog-ado y dos Vocales, elegidos estos
tres últimos por la Junta misma.
IV. De Vocales natos, que serán :
a) El Presidente de la Diputación provincial.
Ifj El Alcalde de la capital.
c) El médico de Sanidad militar de mayor graduación ó más antiguo
entre grados iguales, con residencia en la capital, excepto en Madrid, donde
corresponderá este cargo al siguiente en categoría, por pertenecer el pri-
mero al Real Consejo.
dj El Subdelegado de Medicina, el de Farmacia y el de Veterinaria; los
juás antiguos, si residen varios en laicapital.
e) El Secretario de la Junta provincial de Beneficencia.
/) El Director de Sanidad marítima, donde le haya.
(/) El Arquitecto provincial.
A) El Delegado de Hacienda.
i) El Presidente de la Cámara de Comercio.
j¡ La Autoridad local de Marina en los puertos.
A) El Jefe del Laboratorio municipal.
/; El Catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina, donde la haj^a.
Tendrá, además, ocho Vocales nombrados de Real orden, que serán :
a) Tres médicos de la Academia de distrito, si la hubiere en la capital,
ó que lleven diez años de ejercicio en la población, preferidos los doctí^res.
b) Dos farmacéuticos, uno de ellos el más antiguo de la Beneficencia
municipal.
c¡ Un veterinario, preferidas las mayores categorías y antigüedad.
(¿1 Un abogado con más de diez anos en el ejercicio de la profesión,
cinco de ellos pagando contribución superior á la de cuota fija.
e) Un Catedrático de Química.
Estos ocho Vocales serán renovables por mitad cada tres años, por igual
procedimiento que los del Real Consejo.
Los cargos de Vicepresidente y de Vocales de la Comisión permante que
recayeran por elección en Vocales natos, cesarán con la renovación de las
personas en los destinos porque están nombrados.
V. l>el Secretario, que será el Inspector provincial de Sanidad.
En la Junta provincial de Madrid y en las capitales de más de 100,000
almas, el número de Vocales electivos será el doble en cada uno de los con-
ceptos que se mencionan, siendo la mitad de ellos propuestos por el Ayun-
tamiento.
Formarán parte, además, en estas poblaciones, de la Junta provincial,
como individuos natos, un arquitecto y un letrado de los del Ayuntamiento,
el Jeft^ médico de la Beneficencia y del Laboratorio municipal. La Comisión
permanente en estas poblaciones se constituirá en la forma siguiente : será
Presidente, el Alcalde ; Vicepresidente, el mismo de la Junta plena, y Voca-
les, dos letnidos, uno de ellos municipal, un. Vocal designado por la Junta y
el Jefe médico de la Beneficencia municipal, actuando de Secretario el Ins-
pector provincial de Sanidad.
Art. 17. La Comisión permanente tendrá, en la provincia respectiva,
funciones análogas á las que se asignan ala del Real Consejo, dictaminando
en los asuntos que no requieran informe de la Junta plena, y actuando
como ponencia en el seno de ésta, siempre que no haya designada Comisión
especial.
Art. 18. Corresponderá ala Comisión permanente de estas Juntas la vigi-
lancia de los derechos sanitarios que se obtengan en su respectiva provincia.
El Rpal Consejo de Sanidad, por medio de su Comisión permanente, fisca-
Jizará la gestión que en este sentido realicen todas las Juntas provinciales.
io
Instrucción general dt Sanidad pública
i' i
Art. 19. De la Comisión permanente de la Junti provincial de Saín a
dependerá la organización y vig-ilancia del servicio de hig-iene de la pr >i
tución en la capital respectiva. Un Reglamento, que redactará el Real! ;-
Oejo de Sanidad, y será aprobado de Real orden, normalizará este servir.
en todas las poblaciones donde pueda establecerse.
Art. 20. El Inspector provincial de Sanidad, Secretario de la Junta y i
su Comisión permanente, será el Jefe del servicio técnico de esta higlí^ue.;
llevará su estadística especial, además de la documentación y del arclir
Art. 21. La Comisión permanente establecerá un laboratorio dehigit^u
habilitado, cuando menos, para los análisis de substancias alimenticia ;
con materiales de desinfección, todo ello costeado con los fondos proct<lr>
tes de derechos sanitarios ó con recursos que se asignen en presupue?: -
generales, provinciales ó locales.
En donde la recaudación ó las subvenciones de la Diputación, del Ayiin
tamiento ó de particulares lo hagan posible, estos laboratorios se amplianí:
á los análisis de estudios bacteriológicos.
En las poblaciones en donde los laboratorios existieran sostenidos en
actualidad por fondos municipales, se hará respetar su organización y -
utilizarán los ingresos obtenidos por las Juntas para su ampliación ó par:
la creación de sucursales.
Art. 22. También organizará la Comisión permanente, y sostendrá. •' :i
ó sin subvención de la Diputación provincial ó del Municipio, un Instituí
de vacunación capaz para las necesidades de los pueblos de la provincia.
Art. 23. Las Juntns provinciales se reunirán cuantas veces lo estim^í
conveniente el Gobernador ó la Comisión permanente. Esta podrá llam.ir;.
su seno al Vocal ó Vocales que estime oportuno en cada caso, ó á perso^n^
extrañas á la Junta, cuya opinión y pericia quisiere consultar. Estas úi* -
mas no tendrán voto en las deliberaciones. , -
Art. 24. Cada Junta provincial nombrará una Comisión especial de^
seno, compuesta de un medico, un farmacéutico y un letrado, que inl' r
mará en los expedientes instruidos á los facultativos titulares despué- i
oída la correspondiente Junta de Gobierno y Protectorado del Cuerp» ;
procurará organizar una Comisión de señoras con iguales fines que lo.^ se-
ñalados á las municipales en el art. 28.
Art. 25. La Junta provincial propondrá la designación de las Comi-i •
nes inspectoras extraordinarias en el interior de la provincia, coraunicíiu ;
al Gobernador y al Inspector general de Sanidad interior el motivo quea^
justifique y la fecha en que comiencen y terminen su cometido. Cuiu) i
estas Comisiones hayan de durar m^s de cinco días, necesitan para el p*'-
cibo de sus haberes aprobación del Inspector general.
Art. 2(5. Las Juntas provinciales de Sanidad, en su carácter de nuiíin"
pales para la capital, redactarán, dentro del primer año <le su constituci' '
un Reglamento de higiene general para la provincia y otro especial para ^
capital, y los someterán á la aprobación del Real Consejo de Sanidad, qui'
lo redactará para las provincias cuyas Juntas lo omitan dentro del (li<!|
primer año. También redactará él Reglamento interior para el orden ti'
sus trabajos.
Capítulo III
Juntas municipales da Sanidad
Art. 27. Las Juntas municipales de Sanidad so constituirán del m">
siguiente:
I. Las de Municipios cuyo vecindario exceda de 25,000 almas, cstnM'
formadas y funcionarán de la misma manera, con iguales derechos, atribu-
ciones y deberes que las Juntas provinciales, salvo la diferencia de teiur
por Presidente al Alcalde, y de substituir á los Vocales natos que desenip''
ñen cargo provincial, los de iguales profesiones que sirven en la Adniini^'
tración municipal, donde existan. Será su Secretario el Inspector iniiin^'^'
pal, el más antiguo donde haya más de uno.
También se constituirán del mismo modo las de poblaciones de inen;'^
vecindario que lo soliciten, atendida su importancia comercial ó industriíi'
y previo informe del Real Consejo de Sanidad.
.Estas Juntas estarán también obligadas al sostenimiento de un Labora*
i
Instr]iceiÓH general de Sanidad pública 7/
torio municipal de análisis y desinfección ; pero el Instituto de vacunsición
no será obligatorio.
II. Las Juntas municipales de poblaciones cuyo vecindario sea meúor
de 25,000 almas, se constituirán del modo siguiente:
!.• Será Presidente el Alcalde.
2.** Será Secretario^ el Inspector municipal de Sanidad, y en las capitales
de partido el Subdelegado de Medicina, también Inspector.
3.° Entrarán como Vocales natos el Secretario del Ayuntamiento, e\ far-
macéutico y el veterinario municipales.
^.^ Figurarán como Vocales un médico de la población , con más de cinco
años de práctica, donde le hubiere, renovable cada tres años, cuando sea
posible.
5.° Dos vecinos designados por el Alcalde, por tiempo de tres anos cada
designación.
Cuando un mismo facultativo médico, farmacéutico ó veterinario preste
servicios como titular en más de un Municipio, pertenecerá á las Juntas
municipales de todos ellos.
Art. 28. Se procurará agregar á la Junta una Comisión de señoras, para
la acción complementaria en la vigilancia de la asistencia domiciliaria á
enfermos pobres, propaganda de la higiene durante la lactancia, é higiene
de los párvulos, protección de embarazadas y paridas pobres y demás cui-
dados análogos. Presidirá esta Comisión de'senoras el Inspector Secretario.
Art. 29. Las Juntas municipales de Sanidad se regirán por el Regla-
mento interior que ellas mismas redacten y la respectiva Junta provincial
apruebe.
Art. 30. Estas Juntas municipales también deberán redactar, dentro del
primer año de su constitución, un Reglamento de higiene para la población
y el término municipal, adaptado á las condiciones locales. Transcurrido
ím año sin remitir este Reglamento á la Junta provincial de Sanidad, debe-
rán aceptar el que ésta les comunique.
TÍTULO II
ORaANIZAOlÓir IirSPEOTORA
Capítulo IV
Inspectores generales de Sanidad
Art. 31. Habrá dos Inspectores generales de Sanidad (interior y exte-
rior) que, á las órdenes inmediatas del Ministro de la Gobernación, ejerce-
rán todas las funciones y facultades que correspondían á la suprimida Di-
rección general de Sanidad, y serán los Jefes efectivos de los servicios y
funcionarios en las respectivas Secciones, disfrutando el sueldo de Jefes de
primera clase de Administración civil.
Art. 32. De la Inspección general de Sanidad exterior dependerán todos
los servicios de puertos, estaciones sanitarias de fronteras, servicios sanita-
rios de Aduanas, importación y exportación de ganados y mercancías; vigi-
lancia sanitaria de transporte dentro de la Península, estadística sanitaria,
comunicaciones, publicidad y cooperación sanitaria internacional; organi-
zación de propagandas, conferencias y Congresos internacionales; Comisio-
nes fuera del Reino, y cuanto atañe á la relación sanitaria con países
extraños.
Art. 33. Corresponden ala Inspección general de Sanidad interior todos
los servicios de higiene general, municipal y provincial, vacunación é ino-
culaciones preventivas, personal y Establecimientos de aguas minerales;
cementerios, inhumaciones, exhumaciones, embalsamientos y traslación de
cadáveres, vigilancia de la asistencia médica domiciliaria ú hospitalaria en
Sanatorios, Manicomios, Inclusas y Asilos benéñcos, en cuanto se refiere á
su funcionamiento higiénico y sanitario. También estarán, bajo este con-
cepto, sometidos á su acción y vigilancia los Hospitales, Asilos y demás
institutos de la beneficencia particular, así como el Inslituto de Vacunación
y Bacteriología de Alfonso XIII.
Art. 34. Ambos Inspectores generales de Sanidad serán nombrados me-
diante concurso entre doctores en Medicina con más de diez años de ^'erci-
cio en la profesión, ge atenderán como condiciones preferentes: .
7»
Instrucción /general de Sanidad pública
.
!.• La de ser académico de la Real de Medicina.
2.* Ser ó haber sido consejero de Sanidad.
3.* Ser ó habe • sido Catedrático de Medicina.
4.' Haber servido en la Administración sanitaria cargos superiores á lor
de Jefes de tercera clase.
5.* Haber hecho publicaciones relativas á Sanidad é higiene en libr ¿^,
folletos, comunicaciones, Congresos ó prensa profesional.
Art. 35. Las personas que reuniendo alguna de estas condiciones, c- :j
preferencia de las tres primeras, y otros servicios relevantes, aspiren á 1 -^
mencionados cargos, ya provistos por el primer concurso que determinaba
la Instrucción provisional de 14 de Julio último, en las vacantes que en i«*
.sucesivo se produzcan, enviarán sus solicitudes documentadas al Vicepre-
sidente del Keal Consejo, quien las someterá al examen y decisión de un
Tribunal compuesto de dicho Vicepresidente, del Presidente de la Real Aca-
demia de Medicina, del Rector de la Universidad Central y de dos académi-
cos, á la vez consejeros del Real de Sani Jad, designados por el Mini.stro de
la Gobernación. Presidirá este Tribunal el Vicepresidente del Real Consejo.
y actuará como Secretario el Vocal que en él resulte de menor edad.
El Real Consejo de Sanidad dictará las regias para los concursos suce>i-
vos, especificando con toda la conveniente puntualidad las condiciones d :•
los concursantes y la gradual estimación de las mismas.
Art. 3(5. Los Inspectores generales de Sanidad, además de las funcione^
que les atribuya el art. 12, dirigirán y decretarán la tramitación de cuales-
quiera asuntos, y despacharán con el Ministro de la Gobernación cuanta-
resoluciones requieran Reales órdenes. También conservarán las obras y
publicaciones que constituyen actualmente la Biblioteca del Real Consoj i
de Sanidad y de la Dirección del ramo, juntamente con las que se adquie-
ran, fonuando y guardando catálogo é inventario de las mismas.
Art. 37. Para ios presupuestos anuales, cada Insppctor formará el pro-
yecto para su Sección respectiva, y sobre él informará al Ministro el Con-
sejo en pleno.
Capítulo V
Inipeotoreí provinoiales de Sanidad
Art. 38. Habrá en cada provincia un Inspector, con reUdencia en la ca-
pital respectiva, y á cuyo cargo estarán los servicios de higiene de la pros-
titución, además de los de »Sunidad é Higiene públicas correspondiente^,
según determina esta Instrucción.
Art. 39. Actuará como Secretario de la Junta provincial y de su Comi-
sión permanente, recibiendo de ésta las instrucciones relativas á los servi-
cios provinciales, á la organización y registro de la higiene de las prostitutas
y á su hospitalización ó tratamiento domiciliario, con arreglo al Reglamento
respectivo.
Art. 40. lospeccionará el cumplimiento de las disposiciones relativas á
aguas minerales en los Establecimientos de su provincia que no se encuen-
tren dirigidos por médicos del escalafón cerrado del Cuerpo, en ausencia ó
sustitución de los Inspectores especiales del mismo.
Art. 41. Tramitará, con ó sin consulta, según los casos, y despachará
con la Comisión de la Junta provincial, con ésta y con el ÍTobernador res-
pectivamente, los asuntos sanitarios que no hayan de quedar ultimados por
el ejercicio de las facultades propias de la Inspección misma.
Art. 42. Entenderá en los contratos de facultativos titulares con los
Ayuntamientos, comunicándose directamente con las partes y con las Jun-
tas de Gobierno y Protectorado, hasta preparar las resoluciones definitivas,
con arreglo á las leyes.
Art. 43. Cuidará de que en los Hospitales, Asilos y todos los demás esta-
blecimientos benéficos de la provincia, aunque sean de fundación particu-
lar, se guarden las prescripciones generales de higiene que no se refieran
al tratamiento particular de cada asilado, enfermo ó asistido, dando parte al
Gobernador y al Inspector general de las faltas que notare y cuyo remedio
intentado no consiguiere.
Art. 44. Intervendrá las cuentas de ingreso y distribución de derechos^
con arreglo á los modelos que adopte la Inspección general.
Art. 45. Vigilará el Laboratorio de Higiene y el Instituto de Vacunación,
Instrucción general de Sanidad pública 7$
Art. 46. Tendrá bajo su dependencia el personal adscrito á los servicios
de Sanidad en la provincia, é inspeccionará el de Sanidad exterior donde
lo haya.
Art. 47. Comunicará directamente con los Inspectores generales de Sa-
nidad, interior ó exterior, seg-ún los casos, y con los municipales, inspeccio-
nando el cumplimiento de los deberes de éstos, y acudirá á ja autoridad <iel
Gobernador tan sólo en los casos en que la suya sea desatendida ó resulten
insuficientes sus facultades propias, y á la Junta provincial cuando las dis-
posiciones vig-entes lo exijan ó crea necesario su dictamen.
Art. 48. Los Inspectores provinciales serán nombrados mediante oposi-
ción pública directa, á la cual 110 serán admitidos sino los doctores en Medi-
cina y Cirugía que cuenten más de ocho anos de ejercicio profesional.
El programa de las oposiciones será redactado por una Comisión del Real
Consejo y aprobado por el mismo, y abarcará la prueba de todos los conoci-
mientos teóricos y de las pericias prácticas de su facultad, que atañen al
ministerio del c^rgo. mns los necesarios para regir los servicios de Farmacia
y Veterinaria, más los de Legislación y Administración sanitarias. Las
oposiciones se verificarán en Madrid, aíite un Tribunal de miembros del
Real Consejo de Sanidad, cuya composición se "determinará automática-
mente.
Lo presidirá el Inspector de Sanidad interior, y serán Vocales tres de los
doctores en Medicina, de libre elección, por sorteo, excluyendo á los que
bayan formado Tribunal las veces anteriores: uno de Farmacia en iguales
condiciones, y dos Inspectores provinciales en propiedad, con la misma ex-
clusi<')n y por el mismo procedimiento de sorteo.
Los Inspectores provinciales nombrados basta la fecha por la Dirección
general de Sanidad ó los Gobernadores civiles, con arreglo á la Real orden
de 1892 para epidemias ú otras comisiones, ptídrán tomar parte en las pri-
meras oposiciones, aun cuando no fueren doctores, y en igualdad de cir-
cunstancias serán preferidos por los Tribunales, pero sin el requisito de la
oposición no podrán ser confirmados en sus cargos.
Art. 49. Los Inspectores provinciales de Sanidad no podrán ser traslada-
dos, sino á petición suj'a, á otro cargo análogo que estuviere vacante, ó por
permuta, ni podrán ser separados sin previa formación de expediente, con
su audiencia y fallo desfavorable de la mayoría del Real Consejo de Sanidad
en pleno.
Art. 50. Los actuales médicos bigienistas, que lo sean por oposición,
podrán, en las capitales donde este servicio se halle establecido, optar por
concurso al cargo de Inspectores provinciales antes de efectuarse las pri-
meras oposiciones, si resulta claramente demostrado que en los programas
de las en que ellos actuaron se exigían pruebas de suficiencia en Higiene y
Administraciíin sanitarias. Cuando así no fuese, serán respetados en «ju
condición de médicos higienistas reconocedores los actualmente nombrados
por oi)osición ó concurso.
Capítulo VI
Inipeotoreí manioipales de Sanidad
Art. 51. En cada Municipio habrá un Inspector de Sanidad, y en aque-
llos que tuvieran más de 40,000 almas, habrá tantos cuantas veces esta cifra
esté contenida en el Censo general de la población, y uno más en caso de
que superase en una fracción mayor de 20,000. Cada uno de estos Inspec-
tores ejercerá sus funciones independientemente en la demarcación que fije
la Junta municipal.
- En las capitales de provincia con menos de 40,000 almas, el Inspector pro-
vincial asumirá las funciones del municipal; en las capitales ae mayor ve-
cindario, el Inspector provincial actuará con independencia de los munici-
pales.
Art. 52. En los Ayuntamientos de pueblos cabeza de partido judicial,
será Inspector municipal el Subdelegado de Medicina, y, donde hubiese
más de uno, el más antiguo.
En los demás Ayuntamientos, será Inspector el médico titular; donde
hubiere más de uno, el de título académico superior, y entre títulos iguales,
el que por más tiempo haya ejercido el cargo sirviendo al Municipio de que
se trate.
74
Instrucción general de Sanidad pública
En los Municipios cabeza de partido c^ue por tener más de 40,000 alma-
Hecesitan, á más del Subdelegrado, otro u otros Inspectores municipales, ia>
Juntas locales proveerán estos carg-os por concurso, dando la preferencia ti
los médicos de la Beneficencia municipal.
Arí. 53. Los Inspectores municipales serAn Secretarios de las Junta-
correspondientes, Jefes del per-sonal adscrito á la Sanidad en el Municipio
y funcionarán de manera análog-a á la expresada respecto de los provincia-
les, así en sus relaciones con el Alcalde, con la Comisión, con la Junta, en
el Inspector provincial, con las demás Corporaciones, entidades y particuln-
res, como también en el ejercicio de sus facultades propias.
Art. 54. Por su iniciativa, ó por invitación ó requerimiento que recibn
el Inspector municipal entenderá en los proyectos y obras de estableci-
mientos benéficos, construcción ó reforma de cementerios, vías pi^blica-
fuente.^ lavaderos, conducciones de ag-uas, alcantarillas, mataderos, locale>
para espectáculos ó establecimientos dedicados á concurrencia del püblio"
fabricas 6 talleres insalubres, y cualesquiera asuntos en que baya de dar
dictamen la Junta municipal de Sanidad.
Practicará, por lo menos, una visita mensual á las escuelas pública-^ u
privadas de su distrito, y consig-nará por escrito las deficiencias de liifri^'r-^
que advierta en los locales, mobiliario ó régimen educativo de las mismas y
en todo caso comunicará mensualmente al Inspector provincial el resulta,!'
de su visita.
Visitará los mercados, tiendas, puestos y demás lug-aresde venta ó ulm?.-
cenamiento de substancias alimenticias, y con especial cuidado recoa«)ceríi
ó dispondrá periódicamente el reconocimiento de las aguas potables.
Promoverá la extirpación de los focos infecciosos y cumplirá todas iñ>
funciones que se le asignan en los diferentes capítulos de esta Instrucción,
y en especial lois relativos á liigiene municipal, epidemias, epizootiaí^ y en-
fermedades infecciosas. En caso de no ser atendidas las advertencias qu*-
le sugiera el cumplimiento de su deber por las autoridades ó los particula-
res, comunicará el caso, por duplicado, al Alcalde y al Inijpector provincial
de Sanidad.
Art. 55. El Inspector municipal recogerá las estadísticas que los médi-
cos librí^s y titulares de su demarcación deben enviarle mensualmente, y
las remitirá en el plazo marcado al Subdelegado de Medicina de su distrif*'
El incumplimiento de este precepto por tres veces en un mismo ano, se eíst>
mará como falta bastante para la cesaciihi en el cargo de Inspector, y pan<
perder en el mismo año todo derecho á percibir los emolumentos que más
adelante se le asignan.
Art. 5G. Los Inspectores municipales deberán dar informes sobre habi-
litación higiénica de las viviendas particulares que se construyan en pobla-
ciones de más de 15,000 almas, y en cualesquiera pueblos respecto á escue-
las, casinos, teatros, locales de' reuniones y establecimientos de comidas ñ
bebidas. Cobrarán por este servicio la parte que les corresponda de los de-
rechos que marcarán las tarifas á que se refiere el capítulo XVI.
Art. 57. Las divergencias que se suscitaren sobre provisión de los car-
gos de Inspector municipal serán resueltas por las Juntas provinciales d«^
Sanidad, sin ulterior recurso.
Los Inspectores municipales no podrán ser separados de este carg-o sin
formación de expediente, en el cual serán oídos ante la Junta municipal de
Sanidad en pleno y con fallo desfavorable de la misma.
DispoBioiones oomplementarlas del titulo II
Art. 58. Las facultades del Ministro de la Gobernación, de los Goberna-
dores y de los Alcaldes, respecto á los serviciosdeSanidadeHigiene.se
entender/ui ordinariamente delegadas en la jerarquía respectiva de Inspec-
tores de Sanidad generales, provinciales y municipales, quienes para cuanto
concierne al régimen y la comunicación interior de los Institutos, Corpora-
ciones, funcionarios y facultativos que quedan adscritos á dichos servicios.
y también para el ordenamiento de los servicios mismos con relación á otro?
órganos administrativos, á los administrados, á las entidades y á particula-
res que, ora deban coadyuvar, ora someterse á las exigencias y convenien-
cias sanitarias, procederán y acordarán por sí mismos, excusando la inter-
vención directa de las mencionadas autoridades gubernativas, mientras ella
Instrucción general de Sanidad pública 75
no sea necesaria por precepto especial de esta Instrucción, sus Reglamentos
ú otras disposiciones legales, ó no la requiera el pronto y efectivo éxito de
las providencias.
Del ejercicio de estas atribuciones delegadas, darán los Inspectores cuen-
ta, previa ó simultáneamente, de su uso á la autoridad respectiva.
Art. 59. Cuando el Ministro de la Gobernación, el Gobernador ó el Al-
calde, sea espontáneamente, sea por requerimiento, invitación ó reclama-
ción, tengan á bien adoptar algún acuerdo que modifique ó revoque las
resoluciones ó los actos de los Inspectores, podrán siempre hacerlo, asu-
miendo la responsabilidad y expresando por escrito en el decreto sus fun-
damentos.
Esta misma expresión será necesaria cuando la autoridad gubernativa
rehuse ó aplace alguna determinación que le haya sido sugerida ó pro-
puesta por los Inspectores, las Juntas de Sanidad lí otro instituto de la orga-
nización general sanitaria.
Art. 60. Aun tratándose de resoluciones emanadas de los Inspectores
por virtud de la general delegación, las resistencias que se susciten para su
obediencia y cumplimiento serán contrarrestadas por lab autoridades guber-
nativas y sus agentes, como si de manera directa proviniese de ellas el man-
dato. Estas autoridades no podrán rehusar el apoyo de sus medios de
Acción sino mediante resoluciones razonadas que revoquen ó suspendan las
prescripciones sanitarias é higiénicas de los Inspectores.
Art. 61. Los Inspectores someterán á las Comisiones permanentes de las
Juntas ó á las Juntas plenas respectivas, los asuntos para los cuales sea for-
zosa ó estimen provechosa la consulta, procurando remitirlos con los ante-
cedentes y elementos de juicio que faciliten la deliberación. Evitarán en
lo posible los trámites é Informes repetidos, graduando bajo su propia res-
ponsabilidad, las urgencias que ocu rran para conseguir el feliz resultado de
los servicios.
TITULO III
PBOFESIOHES SANITABIA8
Capítulo VII
Orgranizaoión de las profesiones sanitarias libres
§ I. — Disposiciones generales
Art. 62. Entendiéndose por profesiones sanitarias la Medicina y Ciru-
gía, la Farmacia, la Veterinaria, el Arte de los partos, el del practicante, el
del dentista y, en general, las complementarias que con título especial pu-
dieran crearse en este ramo, todas estas profesiones serán objeto de la vigi-
lancia de los subdelegados, en lo referente á la legitimidad de los títulos y
á su regular ejercicio.
Art. 63. Todo médico en ejercicio tiene el deber de enviar al Inspector
municipal, al fin de cada mes, una relación de las enfermedades por él assis-
tidas, consignando su diagnósticoy la terminación, cuando lahayan tenido,
pudiendo omitir en ésta el nombre y las condiciones personales, en aquellos
casos 'que su discreción lo juzgue necesario
A demás, deberá coadyuvar á la formación de las estadísticas, en la forma
que por las disposiciones legales se le marquen. La omisión será castigada
con multas de 2o á 100 pesetas, y la reincidencia, dentro del plazo de un
afio, será considerada como falta grave y comunicada por el subdelegado al
Inspector provincial, para que éste proponga al Gobernador la multa máxi-
ma que autoriza la ley provincial.
Art. 64 Los médicos libres, los oficiales (perciban ó no haberes de fon-
dos públicos), las parteras, los practicantes y los veterinarios, tienen obli-
gación de dar al Inspector municipal, por separado de toda otra estadística,
inmediato aviso escrito de los casos de enfermedades epidémicas, epizootias
infecciosas ó contagiosas y en cuya existencia intervinieren más ó menos
directamente.
La omisión contra este precepto será inníediatamente castigada por el
Inspector ó el Alcalde con la multa en su ^rado mínimo ó medio que la ley
autoriza. La reincidencia, dentro del plazo de un año, una vez comprobada
y oído el interesado, será comunicada al Jurado profesional, con la pro-
puesta de corrección adecuada, que podrá ser la de multa en su grado má-
76
Instrucción general de Sanidad pública
i<
ximo, sometiendo, además, el hecho á los Tribunales si proc£diese en el
ejercicio de la profesión.
Estas determinaciones se liarán públicas, cuando menos, en el Boletifi
Oficial de la provincia, expresando los nombres de los facultativos y deiníx
personas que hayan contribuido á la ocu-ltación.
Art. 65. Todo Instituto de curación, médico, quirúrgico, de obstetricia,
balneoterapia, etc., habrá necesariamente de estar dirig-ido por un medir o.
y para su apertura serán necesarias visita previa del Inspector municipal v
autorización de la Junta. Se exceptúan de este requisito los establecimien-
tos de baños exclusivamente destinados á comodidad y aseo del público v
los regidos por el Reglamento de baños y aguas minero-medicinales.
Art. 66. La Real Academia de Medicina redactará una lista de las subs-
tancias medicamentosas cuya venta ha de estar en absoluto prohibida fuera
de las farmacias; otra lista de los específicos, con definición del concepto df^
estos últimos, y una tercera de las substancias y materiales ó preparad'S
que, por su doble empleo, industrial y medicamentoso, y por su aecióu int>-
fensiva, pueden expenderse fuera de las farmacias.
También redactará el Real Consejo de Sanidad las reglas para la vi^ilancín
de estos productos, reservando á los farmacéuticos, con farmacia autorizada,
la expendición de las substancias comprendidas en las dos ])rimeras lisla<.
Queda prohibida en las farmacias y fuera de ellas la venta de todo reme-
dio específico cuya composición y dosificación de sus elementos principales
no se mencione en los anuncios y envases, ó no conste en la Farmacopea
oficial. Puede reservarse el procedimiento de preparación.
Las contravenciones á lo dispuesto en este sentido serán castigadas crn
arreglo á las prescripciones del capítulo XVII de esta Instrucció]i.
Art. 67. Nadie podrá ejercer una profesión sanitaria sin título que para
ello lo autorice, con arreglo á las leyes del Reino. Para castigo, según el
Código penal, de las trangresionesy abusos, cualquier Inspector municipai.
provincial ó general á cuya noticia'llegue, están ineludiblemente oblig^idos
á pasar el tanto do culpará los tribunales competentes por conducto de la
autoridad que corresponda.
El que desee ejercer una de dichas profesiones, deberá registrar.su título
ante el subdelegado correspondiente, habiendo de acreditar este requisita»
cuando ejerza su profesión fuera de la localidad respectiva.
Art. 68. La posesión de varios títulos da derecho al ejercicio de las re.<-
pectivas profesiones. Para el ejercicio simultáneo de la Medicina y la Far-
macia será menester autorización especial de la Junta provincial en pleno.
Art. 69. Sólo los médicos que ejerzan en localidades en donde no liu-
biere farmacia, podrán estar autorizados por la Junta provincial para tener
un botiquín para el uso exclusivo de sus enfermos y las indicaciones de
urgencia.
Se entenderá que falta farmacia, cuando la más próxima diste más de
10 kilómetros de&de la población al domicilio del médico.
Las reglas, cuya redacción encomienda el art. QQ al Real Consejo de Sa-
nidad, ordenarán el empleo, el origen y el surtido de los botiquines que
puedan tener los médicos.
Art. 70. Los botiquines de los hospitales deberán estar dirigidos por un
farmacéutico. Las farmacias de hospitales, asilos y demás establecimientos
benéficos, sólo podrán administrar medicamentos á los asistidos en ellos.
Art. "71. Los botiquines de hospitales y casas de salud que por sus cir-
cunstancias especiales no pudieran costear un farmacéutico, deberán estar
ad.scritos á una farmacia de la misma población y vigilados por el subdele-
gado de farmacia del distrito.
Art. 12. Antes de abrir al público una farmacia, son necesarios la vi.sita
y el informe de los subdelegados de Medicina, Farmacia y Veterinaria, al
Inspector provincial respectivo. Estos informes se referirán : el del farma-
céutico, á la calidad de los productos químicos y farmacológicos ; y los del
médico y veterinario, á la suficiencia del surtido para las necesidades del
ejercicio de sus respectivas profesiones.
Los gastos tarifados de viaje y de derechos de visita é informe, serán á
cargo del propietario de la nueva farmacia cuando éste no tenga contrato
con el Ayuntamiento. En los que le tengan, serán estos gastos de cuenta
del Municipio.
w^-
Inttrucción general de Sanidad pública 77
Art. 73. Todns los farmacéuticos tendrán de raaniftesto en sns oficinas,
(i disposición del público, la lista de médicos que ejerzan en el Municipio,
se^ún les sea anualmente comunicada por el subdelegado y las modifica-
ciones por éste indicadas después.
Art. 74. Los farmacéuticos, drogueros y expendedores de productos
químicos, tendrán en lugar separado y seguro las substancias venenosas ó
exi)losivas, y cuidarán de no expenderlas sino á i)ersouas que les sean
conocidas.
§ íl. — Subdelegados
Art. 75. Con arreglo á lo dispuesto en el art. 60 de la ley de Snnidad, en
Cíida partido ó distrito judicial habrá un subdelegado de Medicina, otro de
Farmacia y otro de Veterinaria, encargados del cumplimiento de las dispo-
siciones relativas al ejercicio de las respe<^tivas profesiones, para cuyo fin
estarán á las órdenes del luspector provincial de Sanidad y del Gobernador.
Cuando una misma persona reúna los cargos de subdelegado. Inspector
de Sanidad, Inspector de carnes ú otros empleos dependientes de (\)rpora-
ciones ó Juntas especiales, se conservnrá, por lo que concierne al primero,
la relación de dependencia que las disposiciones vigentes marquen, no obs-
tante las atribuciones que les confieran los organismos respectivos.
Art. 7(5. Los subdelegos de Medicina de cada partido ó distrito serán
Inspectores de Sanidad en la capital del mismo, donde residirán, y serán
Secretarios de la Junta municipal. Cuando hubiere más de juio, tendrá
dichas atribuciones el más antiguo ; entre antigüedades ¡guales, elquet» nga
título profesional superior; y en igualdad de títulos, el de mayores méritos.
En las poblaciones divididas en varios distritos, cada subdélegailo de Me-
dicina tendrá su domicilio en el suyo respectivo Los subdelegados de Far-
macia ó Veterinaria podrán residir en cuaiquiera pobiacion del mismo
partido.
Art. 77. Los subdelegados de las respectivas profesiones evitarán ó per-
seguirán las intrusiones, revisarón y registrnrán los títulos profesionales,
formando listas nominales, con altas y bajas, de que remitirán co|)¡as, den-
tro del mes de octubre de cada año, ai Gobernador civil, al Inspeet«»r gene-
ral de Sanidad, al Inspector provincial y al subdelegado de Farmaein, cui-
dando de inutilizar 1í)s títulos de los ¡)ror»'sores fallecidos y autor zar con su
firma y el sello correspondiente los de los nuevamente inscriptos
Art 78. Los subdelegados de Medicina resumirán en un sol" cuadro las
estadísticas que les envíen los Inspectores municipales de San dad del dis-
trito y h)s remitirán dentro de la segunda decena de cada mes al Inspector
de Sanidad de la provincia. La falta <le cumplimiento de esta d.spo- cion
por dos veces en un mismo ano se estimará como causa suficiente para la
separación del dicho cargo de subdelegado.
Art. 7U. Los subdelegados de Vete-'-inaria llevarán las estad íst i as de los
ganados de su distrito, con las observaciones sanitarias que su cei^ les su-
giera, y las remitirán directamente al Inspect'^r provincial de Sai'ida i la
comprobación de existir una epizootia ó eni'ernn-dad contagiosa - n 1 ^ gana-
dos ó animales domésticos, que no hnya sido advertida oficialmen'e al Ins-
pector provincial por el subdelegado de Ví'te-inaria del distrito, será causa
suficiente para la separación del cargas siem|)'e que el mal tuviere más íie
un mes de existen<*ia al conocerlo id dicho Inspector.
Art. 80. Los subdelegados de Farmaeia remitirán anualmente» n cada
facultativo farmacéutico (le su d strito las listas de los médicos y V'terina-
rios que en él ejerzan legalmenle la ])ro('esión. reproduciendo las ;i-»tjis que
hayan recibido de los subdelegados de Medicina y de Veterinaria.
Art 81. Las retribuciones que devengarán los subdelega (h s. son las
siguientes :
1.* Derechos de revisión dct tulos.
2 • Dereí'hos de npertura de ''annnc'a.
3.* Dietas cuando, por requerimiento de autoridad competept»'. -algan
de sn residencisi habitunl.
Los de Medicina devengaron, además, los emolumentos de enaj*Miados y
dementes; los de reconocimient» y certificación en expedientes de d r-chos
pasivos de emi)lead'^s civiles; los d" eni])nlsamamientos, exhniii:n-i'>nes y
traslaciones verificadas á peticituí di* particulares.
7«
Instrucción gen*ral de Sanidad púbüca
Además, devengarán los que como Inspectores municipales les corres-
pondan, quienes tuvieren este doble carácter. ^
Art. 82. Los subdelegados serán nombrados por el Gobernador civil é
inamovibles, salvas las separaciones por expedientes y con audiencia k pro-
puesta de la Junta provincial de Sanidad, y en virtud de riguroso concurso,
en que se tendrán en cuenta las siguientes condiciones por el orden en que
se enumeran :
Académico, catedrático, doctor, licenciado, cruz de Epidemias, publica-
ciones con informe oficial, cruz de Beneficencia, haber sido subdelegado con
celo é inteligencia.
Art. 83. En caso de vacante, la Comisión permanente de la Junta pro-
vincial de Sanidad nombrará subdelegado interino. En ninguna ocasión,
ni por ningún pretexto, podrá exceder de tres meses la interinidad.
§ III. — Colé ff ios y Jurados profesionales
Art. 84. Podrán los médicos, los farmacéuticos y los veterinarios cole-
giarse, conjunta ó separadamente, para mejoramie'nto, mutuo apoyo é ins-
trucción de sus respectivas clases.
Procurarán el fomento de las instituciones de instrucción, de los Monte-
píos y Sociedades de seguros.
Art. 85. Los colegios residentes en las capitales de provincia (jue acre-
diten contar entre sus individuos más de dos terceras partes del numero de
los médicos ó farmacéuticos, respectivamente, que ejerzan en toda la pro-
vincia, serán considerados como Corporaciones oficiales y tendrán las facul-
tades y prerrogativas siguientes :
1.* Llevarán el registro de los médicos ó farmacéuticos, y demás indivi-
duos que ejerzan profesiones sanitarias en la provincia, enviando las listas
de cada distrito á los subdelegados respectivos.
2.* Vigilarán el ejercicio profesional, fiscalizarán las faltas ó delitos de
intrusismo, dando cuenta de ellas á los subdelegados. Juntas municipal y
provincial respectiva, según los casos, y representarán en cualquiera gres-
tión el interés general de la clase.
3.* Sus Juntas directi-vas constituirán los Jurados profesionales á que se
refiere el art. 80 de la ley de Sanidad; y
4.' Kedactarán sus respectivos Reglamentos, señalando á los socios la<
obligaciones, deberes y facultades que estimen convenientes para .el mejor
cumplimiento de sus fines ; Reglamentos que serán sometidos á la aproba-
ción de las Juntas provinciales de Sanidad.
Art. 86. Elevarán á los Inspectores provinciales las quejas por incum-
plimiento de los Reglamentos y prescripciones sanitarias de que tuvieran
conocimiento.
Asimismo propondrán para las recompensas previstas por las lej^es v
'disposiciones vigentes á los médicos, farmacéuticos y demns individuos qiTe
se distingan por servicios extraordinarios, por actos de beroísmo, ó por sa-
crificios pecuniarios ó de cualquiera otra índole, en pro de la Sanidad y la
Beneficencia públicas.
Art. 87. En las capitales de provincia donde existiesen colegios ó donde
el número de los facult«tivos de cada profesión colegiados en la provM'ncia
todM no llegare á las dos terceras partes, se constituirán innie^diatamente los
Jurados que previene el art. 80 de la ley vigente de Sanidad, que estarán
compuestos de la Comisión permanente de la Junta provincial, mas dos
médicos, dos farmacéuticos y un veterinario, nombrados directa y respecti-
vamente, previa citación publica del Inspector provincial de S»nidad, por
los facultativos que legálmente ejerzan en la capital de provincia.
Art. 88. A estos Jurados serán sometidos todos los casos y cuestiones
que no se encuentren taxativamente previstos en lasdisposiciones vigentes,
ó que por su índole privada así lo exijan, y,* en especial, los de moral mé-
dica, decoro profesional y evaluación de honorarios.
El Jurado, y de igual modo la Junta directiva del colegio donde hag-a
sus veces, tendrá atribuciones disciplinarias sobre los facultativos que ejer-
zan en la provincia para mantener la unión, el mutuo respeto y el prestig-io
del Cuerpo.
Art. 89. Cuando la mediación de los Jurados no fuera atendida entre
las partes que sostengan la diferencia ó litigio y haya éste de pasará los
Instrucción general de Sanidad pública 79
tribunales ó á las autoridades administrativas, el Jurado emitirá su informe
razonado.
Art. 90. En los asuntos de intrusismo ó moral médica los fallos del Jura-
do se comunicarán, según la gravedad del caso, en forma de amonestación
privada, de amonestación pública", que se inserte en lo§ periódicos profesio-
nales, ó de denuncia ájas autoridades y tribunales de justicia Í5n todos
estos casos es necesario el acuerdo de la may-oría absoluta de los individuos
componentes del Jurado, y las comunicaciones llevarán siempre los firmas
del Presidente y Secretario.
Capítulo VIII
Orgraniíaoión de las profesiones ofloiales
Facultativos titulares
Art, 91. Para el servicio de asistencia á los enfermos pobres, tendrán
todos los Ayuntamientos un médico titular y un practicante titulado, al
menos, por cada 300 familias indigentes. Kstos médicos contratarán sus
servicios en la forma ordenada por el Reglamento de 1891, pero sin la limi-
tación de plazo que éste consigna, y constituirán un Cuerpo de médicos titu-
lares, para ingresar en el cual sera indispensable una de las condiciones
siguientes:
!.■ Llevar en la actualidad más de cuatro años en el desempeño de una
misma titular, ó más de seis en el de varias.
2/ Ser actualmente médicos titulares con menos de cuatro años de ser-
vicios, siempre que cumplan el referido plazo sin que el Municipio ó el ve-
cindario hubiesen elevado quejas que resulten fundadas, según fallo de la
Junta provincial.
3.* Haber sido médicos titulares más de seis años en la península ó en
sus antiguas colonias, siempre que no los hubiesen separado de su destino
por causa justificada.
4." Ser doctores ó licenciados en Medicina y haber obtenido diploma de
aptitud especial, mediante oposición ajustada al Reglamento que menciona
el art. 101 de esta Instrucción.
5.* Estar sirviendo en la actualidad en Municipios que tengan organiza-
dos sus servicios en la forma que prescribe el párrafo 2.° del art, 1.° del Re-
glamento de 1891.
6.* Haber obtenido plaza por oposición en servicios relativos á la ense-
ñanza, Beneficencia, ó en los cuerpos de Sanidad Militar ó de la Armada.
Art. 92. gi las familias pobres á que hace referencia el artículo anterior,
aun cuando no excedan de 300, se encuentran distribuidas en tal forma que
la asistencia médica no alcanzase á todas con facilidad y prontitud, por la
distancia ó condiciones topográficas del país, se dividirá el Municipio en
distritos, según convenga, con informe de la Junta de gobierno y Patronato
del cuerpo y de la provincial de Sanidad.
Art. 93. En cada Municipio de más de 2,000 habitantes, habrá por lo
menos una farmacia, con la cual se contratará la provi^ón de medicamen-
tos para los enfermos pobres. Donde hubiere varias farmacias, tendrán
todas derecho á prestar este servicio, si aceptan sus propietarios las condi-
ciones estipuladas por el Ayuntamiento, quedando las familias pobres en
libertad de proveerse de los medicamentos de la farmacia que prefieran.
Art. 94. Si por falta de recursos ó por otros motivos no pudiera conse-
guirse en cada término municipal una oficina de farmacia, se agruparán y
concertarán los Ayuntamientos limítrofes.
De estos contratos y agrupaciones deberán dar cuenta los Ayuntamien-
tos al Inspector provincial de Sanidad. La Junta provincial, en caso de di-
vergencia, señalará el lugar donde haya de radicar la farmacia destinada k
servir mancomunadamente á varios pueblos, y entenderá en las demás inci-
dencias de carácter sanitario que ocurran en este servicio.
Art. 95. En todo Municipio de más de 2,000 habitantes, habrá por lo
menos un veterinario contratado por el Ayuntamiento, á quien se encargará
el reconocimiento de las carnes y animales destinados á la alimentación del
vecindario y reconocimiento de los ganados imporrtados y los informes y
cuidados relativos á las epizootias.
Los Ayuntamientos de escaso vecindario se agruparán para sufragar este
¡mtracción general de Sanidad pública
f
servicio, comuiHcando sués contratos para su aprobación al Inspector pro-
TlllüiílL
Art* S>í>. Híilírá uim Junta de g:f»bifirno y Patronato del cuerpo de médi-
v(m tituluffs. que cnidíini de la clasificación de éstos 3' de la disciplina inte-
rior de Ia.íjorpornci6n, y rt* presentará 3' defenderá los intereses colectivos ó
itHUviiiuulei* de sus inieuibros. Keg-irá ó establecern, además, lasinstitu-
cioíu'í^ qtie eoiiveng'au al tJuerpo, tales como cajas de retiro, auxilio ú otras
obras auálogiis.
Ksta Junía tendrá su residencia en Madrid, y se compondrá de nueve
iudividnnw, siett* ile los cuales habrán de ser precisamente médicos en ejer-
cicin, todos ple^'-idos por los facultativos titulares del Reino.
Art 97, Para la elecciíni de esta Junta, los médicos de cada partido j\i-
dicial iiíimbrarán un compromisario, votando, por cédulas escritíis que reci-
birán ¡sellatlas del subdelrg'ado, y devolverán con el nombre del compro-
misiirio.
Hin'ho el escriitiiiLO por el subdelegrado, comunicará bajo su ñrma el re-
suUudu al clp^ido*
Los cfiniproniisarios desig-nadns por mayoría relativa en cada provincia,
se reuninuí cu la capitíd y t-leg-irán también por mayoría relativa á los Vo-
cales de la Junta de g-obierno, enviando el acta á la Secretaría del Real Con-
sejfi íb^ SanidsttL
Estas actas Imbrán de ir firmadas, cuando menos, por la mayoría de los
eniniironiisririo^ rrunido^.
Los rornprfauisarios iMeg'irán cada vez otros tantos suplentes con;o Voca-
les de la Juntn de ^^obicrno.
Art \M. Ln convociUoría de la elección, el señalamiento de las fechas
jKiralVlla y el ep;rrulinio, estarán á car^o de la Comisión permanente del
Real i'oris«'jo de Sanidad, que proclamará á los eleg-idosy les comunicará su
nonibrainiento.
Art. \)9. Los cñrg-ns de esta Junta durarán seis anos, renovándo^e cada
tres íííios» cuatro muí vt*x y cinco otra, además de las vacantes eventuales.
La prjinern eh^cción tendrá lug-ar: la de compromisarif)S, en el primer
donnníL''o del mc-s dn ocíubre del corriente aíio ; y la definitiva, el doming-o
Biírüíente.
La desijErnacidii pura la primera renovación se bará á los tres anos, por
sorteo de cuatro de sus individuos. Los Vocales y suplentes serán reele-
g-iblcs.
Lo Junta tinmbrará de entre sus miembros un Presidente, un Secretario
y un Tesorero,
El proredimiento detallado de las elecciones se fijará para en adelaute
pr^r ürdenriuKií o Reg^lauírnto del Real Consejo de Sanidad.
Art. loo. CoMstitiuda la Junta de ^►•obierno y Patronato, redactará el Re-
írhimf'ntíí i ulterior d<i Cuerpo y clasificará los partidos, formando de ellos
citico ¡t^-rui>a<'iitíies í^^raduales, en consideración al número de habitantes de
cada Muiíicipio y á la cuantía de su presupuesto ó el sueldo asig-nado á la
titidíir.
Tiimiiii'n clasificará, en igrual número de grupos, los facultativos titulares
quí' teug-jín tJereeho adí^uirido á pertenecer desde lueg-o al Cuerpo, y losquc
sui'psiviuneüte itijírescn Tí [irog-resen dentro del mismo Cuerpo. Esías clasi-
JicacioTU's reg-irñu |ior aío^s naturales completos, incorporando á ellas las
variantí's ]>ara surtir efectns desde el 31 de diciembre del ano en que sobre-
ve n;jius.
Para ri'ídiííar estas chisificaciones, como ¡lara el esclarecimiento é infor-
me íle los asuuTos de su competencia, la Junta establecerá en su Regla-
mento la fíinna y líis oc^ii^iímes en que haya de consultar á las Asociaciones
do médicD^ íííühtres, Colei^ios, Juradosy Corporaciones oficiales ó libres que
]>uedah ilustrar sus juicios.
Ari, lOL Ku i-i Cuerpo de médicos titulares se ing'resará por oposición,
una vez ínlscritos á el íi)s facultativos que se^ún esta Instrucción teng-an
adquirida ya, por ios servicios prestados, la dispensa de aquella prueba'de
íi[ititvuL
Las n]íosírjiHjes para ín^Teso en el Cuerpo de médicos titulares se efec-
tunrárí nnuíihrient<*. se^^fni Heg-lamento, en las capitales de distrito univer-
sitario, ó donde hubiera Fat:uitad de Medicina.
Instrucción general de Sanidad pública 8i
El tribunal se compondrá de dos catedráticos de la Facultad respectiva,
dos médicos titulares y un médico que ejerza la profesión en la localidad y
figure entre los de la mitad más antig-uos de la población en este ejercicio :
los dos primeros nombrados por el decano de la Facultad ; los dos segundos
por la Junta de gobierno del Cuerpo, y el último, por la Comisión perma-
nente de la Junta provincial de Sanidad.
A propuesta de la Junta de gobierno y Patronato del cuerpo de médicos
titulares, se fijará cada año el número de plazas que se hayan de proveer
por oposición, y la distribución de aquel número entre los distritos univer-
sitarios, cuidando de que para las provisiones del primer grupo de plazas
exista constantemente en cada región razonable número de aspirantes entre
quienes puedan elegirlos Ayuntamientos para cubrir las vacantes de entrada.
Art. 102. Todas las desavenencias y expedientes entre fiícultativos titu-
lares y Ayuntamientos ó particulare.s habrán de pasará informe de la Junta
de gobierno antes de la resolución de las autoridades ó tribunales compe-
tentes, sin perjuicio de las medidas inaplazables que dicten ó tomen las au-
toridades locales para atender á las necesidades públicas.
Con arreglo á lo dispuesto en el art. 70 dé la ley de Sanidad vigente, no
podrán ser anulados los contratos ó escrituras de los médicos ó farmacéuti-
cos titulares sino por mutuo convenio de facultativos y Municipalidades, en
virtud de causa legitima, probada por medio del oportuno expediente y pre-
vio fallo de la Comisión provincial en vista del informe de la Junta de go-
bierno y de la provincial de Sanidad.
Art.* 103. C liando la resolución lesionare derecho reconocido al faculta-
tivo titular en el informe de la Junta de gobierno y Patronato del cuerpo de
médicos titulares, esta Junta asumirá la representación del agraviado para
los recursos ó litigios que se sostengan en defensa de aquel derecho, sufra-
gando los gastos que se originen con un fondo que tendrá esta aplicación,
formado y nutrido con la cuota anual que el Reglamento interior del Cuer-
po señalará, pagada por todos los médicos titulares y graduada según las
necesidades de esta mutua y común defensa.
Art. 104. La dicha Junta establecerá una escala de correcciones que
consistirá en tres grados :
1.° Amonestación privada, en oficio firmado por el Secretario.
2.*' Amonestación en igual forma, publicada en los periódicos profe-
sionales.
3.** Abono de 250 pesetas en beneficio del Cuerpo, que ingresarán en la
caja del mismo.
Para hacer efectiva esta última corrección, el Reglamento normalizará el
auxilio que las autoridades habrán de prestar á la Junta.
Las facultades disciplinarias de la Junta sobre los titulares no excluyen
las de las. autoridades sanitarias, administrativas ó judiciales, aunque re-
caigan sobre los mismos hechos. *
Árt. 10¿. Una vez establecido el Cuerpo de médicos titulares y consti-
tuida su Junta, procederá á formar un Montepío especial, ó á contratar el
ingreso de sus representados en alguno de los existentes, según convenga
á sus intereses.
Art. 106. Siempre que por fallo favorable al facultativo resulte éste per-
judicado, será indemnizado por el Ayuntamiento cuando menos con el im-
porte de la asignación que corresponda al tiempo en que hubiese estado
injustamente privado de su percepción.
Art. 107. Una vez ocurrida la vacante de una titular, el Alcalde del Mu-
nicipio respectivo la comunicará ala Junta de Protectorado y gobierno de
médicos titulares, antes de transcurridos ocho días de la vacante.
La Junta enviará al Alcalde la lista de los individuos del Cuerpo que.
según la clasificación vigente en el año dentro del cual haya ocurrido la va-
cante, puedan optar á ésta, y al propio tiempo la anunciará en los periódi-
cos profesionales. Boletines Oficiales, ó sirviéndose de los medios que juzgue
oportunos para que el hecho llegue á conocimiento de los interesados.
Una vez formalizado contrato de un titular con un Ayuntamiento, de-
berá aquél enviar copia simple del mismo á la Junta de protectorado y
gobierno, quien archivará estos documentos ordenadamente, con objeto de
acudir á ellos para las ulteriores comprobaciones de clasificaciones, litigios
y reclamación de derechos.
82
Instrucción general de Sanidad pública
Art. 108. Los titulares de Farmacia y de Veterinaria á que se hace refe-
rencia en los artículos 93, 94 y 95, se organizarán en la forma prevista para
los médicos en los artículos anteriores, cuando la índole de sus servicios lo
consientan.
Las Juntas respectivas de Protectorado y g-obierno, que funcionarán in-
dependientemente, se constituirán del mismo modo que las de los tnédicos
titulares, redactando cada una su Reglamento especial y estableciendo las-
clasifícHCiones y reglas que estimen oportunas para el mejor desempeño de-
su cometido.
TÍTULO IV
BÉOIMEH SANITARIO INTEBIOB
Capítulo IX
Higiene municipal
§ I . — Disposiciones generales
Art. 109. Pertenecen á la higiene municipal :
a¡ La limpieza, trazado, anchura y ventilación de vías públicasy desin-
fección de los lugares próximos á ellos ó á las viviendas.
b) El suministro de aguas y vigilancia de su pureza, en depósitos, ca-
ñerías y manantiales.
c) La evacuación de aguas y residuos.
d) La capacidad, ventilación y demás condiciones sanitarias de vivien-
das y establecimientos municipales ó privados.
e) La construcción, ampliación, reparación, sostenimiento y régimen
sanitario de cementerios.
^ /) La construcción y el régimen de mataderos.
ff) La vigilancia higiénica de escuelas públicas ó privadas.
hj La prevención contra el paludismo.
i) Las precauciones y medidas para evitar enfermedades epidémicas,
contagiosas ó infecciosas; desinfecciones, aislamientos y demás análogas.
J) La supresión, corrección ó inspección de establecimientos ó indus-
trias nocivas á la salud pública.
A) La vigilancia contra ndalteraciones ó averías de substancias alimen-
ticias, con inspección de mercados y establecimientos de ventas de comidas
ó de bebidas
1) El régimen higiénico de los espectáculos públicos y las condiciones
higiénicas de todo locnl de reunión.
m) La inspección de fondas, hoteles, casas de huéspedes ó de dormir,
posadas y tabernas.
nj La vigilancia higiénica de hospitales, asilos y cualesquiera otros es-
tablecimientos benéficos, municipales ó particulares.
o) La asistencia domiciliaria de enfermos pobres y la especial higiene de
la infancia y de las embarazadas ó paridas pobres.
Art. 110. A propuesta de la Junta municipal de Sanidad aprobará cada
Ayuntamiento un Reglamento de higiene, que será sometido al informe de
la Junta provincial.
Este Reglamento detallará, con sujeción á la presente Instrucción, las^
prescripciones de higiene local relativas á los servicios propios del Munici-
pio que enumera el artículo anterior, y demás que los capítulos especiídes
determinan.
Art. 111. El Reglamento de higiene municipal especificará los deberes-
y las funciones de autoridades y Corporaciones y de los vecinos, en casos
de epidemia ó epizootia, declarada que sea conforme al capítulo XII de esta
Instrucción. Dicho Reglamento procederá á la posible protección de las
fuentes públicas, arroyos y manantiales dentro del término municipal, con-
tra las infecciones. Cuando la dotación de agua potable y de uso doméstico
en un Municipio no fuera suficiente, el Inspector municipal propondrá á su
Junta de Sanidad una información para proyectar remedio del defecto. íSi
careciere de recursos el Ayuntamiento, la información será elevada á la
Junta provincial para graduar la necesidad sanitaria é indicar las subven-
ciones recomendables, á cargo de la provincia ó del Estado.
Art. 112. Para la adquisición de fuentes, alumbramientos y manantiales
de aguas potables y de uso doméstico, justificada la necesidad por el expe-
Insirueeián ff rural de Sanidad pública 8s
diente que menciona el artículo anterior, podrán los Ayuntamientos seg-uir
el procedimiento que marca el Reglamento de aguas minerales para la de-
claración de utilidad pública de manantiales medicinales, y se marcará la
zona de expropiación necesaria para el conveniente uso del venero.
Art. 113. Todos los Ayuntamientos tendrán, en proporción con sus re-
cursos, un local preparado para aislamiento de l06 primeros casos de epide-
mia, así como los medios de desinfección que como' asequibles designe el
Real Consejo de Sanidad. Estos medios se clasificarán por el Real Conseja
en cinco tipos, para otras tantas categurías de Municipios, según vecinda-
rios y presupuestos, con instrucciones abreviadas de su aplicación á los
casos en que se preceptúa por esta Instrucción la desinfección de viviendas
y otros análogos.
Los Ayuntamientos que, aparte otro género de asociaciones y comuni-
dades, quisieran aunar la realización de cualquier fin ú obra de higiene,
podrán desde luego hacerlo, pasando cada proyecto á la Junta provincial,
para su dictamen.
Art. 114. Kl Reglamento comprenderá las prescripciones de higiene que
han de observarse en la construcción de viviendas, procurando hacerlas fá-
ciles y compatibles con la economía. Comprenderán estas reglas princi-
palmente: ventilación general de habitaciones, cubicación y ventilación de
dormitorios, evacuación de aj^uas y residuos.
Art. 115. Én poblaciones do más de 15,000 habitantes, será indispensable
la autorización, previa visita sanitaria, para la habilitación de nuevas vi-
viendas particulares. Hará esta visita el Inspector, y acordará la licencia
la Junta municipal, con recurso ante la pro^incial.
Si á la licencia de construcción ó de reforma precediere informe favora-
ble de la Junta municipal de Sanidad, la visita, una vez ejecutadas las obras
y antes de utilizar la vivienda, se reducirá á comprobar el cumplimiento de
las condiciíines higiénicas resultantes del plano y proyecto aprobados.
Art. 116. Las viviendas y los establecimientos públicos que reúnan ple-
nitud de condiciones higiénicas, podrán ostentar una placa ó chapa: « Esta
casa reúne las condiciones higiénicas prescritas por las leyes».
Art. 117. En las poblaciones de más de 15,000 almas, será obligatoria la
desinfección de todos los cuartos desalquilados, los cuales no deben ser
nuevamente habitados sin que tengan en la puerta la póliza que acredite
haber sido desinfectados convenientemente. El propietario ó administra-
dor avisará á la oficina correspondiente, y la desinfección se practicará en
el plazo más breve posible, que nunca exceda de cuarenta y ocho horas.
Practicada la desinferción, el jefe de ella entregará al interesado uli docu-
mento que lo atestigüe, y fijara en la puerta principal de entrada la póliza
que haga ostensible la operación higiénica practicada.
Art. 118. Siempre que la Junta municipal de Sanidad dictamine desfa-
vorablemente acerca de las condiciones higiénicas do vivienda ó estableci-
miento, habrá de puntualizar los vicios ó defectos y los remedios que estime
indispensables. Sobre ello podrán los interesados acudir á la revisión por
la Junta provincial, que propondrá la definitiva resolución.
Mientras el propietario no obtenga el permiso de utilizar la vivienda,
sólo él podrá habitarla, mas no arrendarla, ni dedicarla á residencia de obre-
ros, criados ni dependientes suyos.
Art. 119. Siempre que el número de defunciones ocurridas en un Mu-
nicipio durante tres años consecutivos exceda de la mortalidad media del
resto de la Península, el subdelegado llamará sobre el hecho la atención
del inspector provincial, quien practicará desde luego una información
acerca de las causas del daño y de los remedios posibles, sometiendo el
asunto después á la Junta provincial, para deliberar y acordar las providen-
cias adecuadas al caso, ora deba secundarlas, ejecutarlas ó decretarlas la au-
toridad municipal, ora correspondan á las facultades del Gobernador, ora
requieran la acción del Inspector general y del Estado.
Art. 120. Cuando en las estadísticas sanitarias figurasen casos de lepra,
deberá abrir informado i el Inspector municipal, Inquiriendo en cada caso su
origen posible, su relación probable, consanguínea ó de afinidad, de convi-
vencia ó trato, é indicando los medios profilácticos que se crean conducen-
tes al aislamiento ó reducción del mal, sin demorar las determinaciones ó las
propuestas que le sugieran el propio celo y consientan los medios disponibles.
94
Instrucción general de Sanidad pública
Esta información deberá ser enviada al Subdeleg-ado, quien reunirá laí5
de tal gréuero procedentes de los diversos Municipios de su distrito y las co-
. municará al Inspector de la provincia para los acuerdos oportunos. La ocul-
tación de caso de lepra será castigada á i)ropuesta de cualquier inspector
con la multa administrativa máxima que la Autoridad pueda imponer, sin
perjuicio que las responsabilidades delinidas en el artículo 596 del Códig-o
penal, cuando la ocultación fuera imputable al Inspector municipal ó al
Subdeleg-aiio. Se estimará su falta como grave para los ílnes de los expe-
dientes de corrección ó destitución del Inspector.
^ H. Escuelas y Establecimientos de enseñanza
Art. 121. La vig^ilancia sanitaria de las Escuelas públicas municipales ó
de fundación particular y la de los demás Establecimientos no oíiciales,
cualquiera que sea el grado de la enseñanza que éstos dieren, corresponde
á los Inspectores municipales de Sanidad, y la de los Institutos g-enerale.^^ y
técnicos con la de los Establecimientos de enseñanza superior, universita-
ria, industrial, comercial ó de otro orden á los Inspectores provinciales.
Art. 122. En los Establecimientos particulares de enseñanza y en Ls
oficiales qu<* no sean de instrucción priñiaria, se limitará la inspección á
las condiciones higfiénicas de locales y dependencias, salvas las medidas
extraordinarias de rigor que sean precisas en caso de epidemia.
Art. 123. El Real Consejo de Sanidad en pleno redactará una.instruc-
ción detallada para las visitas de los inspectores de Sanidad, compren-
diendo :
1.° Condiciones exigibles á los nuevos edificios escolares para autorizar
su apertura: terreno, situación, materiales de construcción, vecindad, dis-
tribución de locales, cubicación de salas, procedimientos de aireación, cale-
facción é iluminación, evacuación de inmundicias y dotación de ág-uas.
2° Condiciones big-iénicas de las escuelas desde el punto de vista de su
mobiliario, condiciones tipog-ríificas de libros y carteles, duración de los
ejercicios g-imnásticos é intelectuales, mínimo de recreos y vacaciones.
S.** Reconocimiento individual de los escolares, con lo.s datos posibles de
sus aptitudes personales sanitarias.
4.** >;v'imero y periodicidad de las visitas de inspección en tiempo nor-
mal y en épocas extraordinarias para la salud pública.
5.*° Casos en' que debe procederse á la clausura temporal de las escuelas
por causa de la salud de los alumnos ó de los maestros, ó por condiciones
Insalubres del local.
6.** Requisitos exig-ibles y plazos de observación para el reing-reso de
los alumnos, después de enfermedades infecciosas suyas ó de sus familias.
7.° Enfermedades escolares más frecuentes, ordinarias y transmisibles,
sus causas principales, inedios de propag-ación y síntomas primeros, previo
informe sobre este punto de la Real Academia de Medicina.
8." Instrucciones sencillas á los maestros para el tratamiento de los ac-
cidentes de urg-encia, con breves ideas sobre la profilaxia de la tuberculo-
sis, difteria, erupciones, tinas, etc , previo igual informe.
Dicha instrucción, con los modelos y cuadros estadísticos y los formula-
rios que facilite la gestión inspectora, sirá remitida, después de su aproba-
ción por ei Real Consejí» de Sanidad, al Ministerio de Instrucción pública,
en demanda de su aprobación ó de las modificaciones que fueran necesarias
desde el punto de vista del rég-imen docente.
§ III. Enfermedades infectivas y contagiosas
Art. 124. Es obligatoria para todos los los médicos y para los cabezas de
familia, para los jefes de establecimientos ó de tallere'^sy fiíbricas, para los
dueños ó gerentes de fondas, posadas y hospederías, la declaración al Ins-
pector municipal de Sanidad de las enfermedades infecciosas comprendidas
en el anejo n.° I, tan luego como haya motivo racional para pensar que
existen en los establecimientos ó en las casas de su dirección ó cuidado. El
aviso se debe comunicar al Inspector municipal.
Art. 125. Las certificaciones de fallecimiento y reconocimiento por los
médicos del Registro civil deberán ser examinadas con especial vigilancia
para comprobar si quedó ó no cumplida la obligación que expresa el ar-
tículo precedente. Siempre que resulte omiso el parte al Inspector, se apli-
Instrucción general de Sanidad pública 85
cara la corrección que corresponda al caso y las alteraciones deliberadas en
el diag-nostic» serán eq\iiparad{ís á Ja ocultación para los efectos correccio-
nales, á reserva de promover, de olicio, la acción de los Tribunales de justi-
cia penal contra los responsables de falsedad en las certificaciones ú otras
manifestaciones oficiales y cíuitra los presuntos reos de cualesquiera otros'
delit'ís e \ dann de la salud pública.
Art 126 Una vez recibida denuncia de un caso de enfermedad infec-
ciosa, el Inspector niunicij>al acudirá personalmente k enterarse de la im-
portancia del caso con respecto al riesgo de contagio y de las medidas que
se bayan t- mado pnra el aislamiento y la desinfección. Si son suficientes
las adoptadas por el médico y la familia, ó las personas que cuiden al en-
fermo lio necesiten auxilio, se* limitará á tomar nota del caso para los efec-
tos estadí>ticos, y cuando las deficiencias de aislamiento y desinfección lo
bagan necesario, acudirá á practicarlas con cuantos medios tenga á su dis-
posición, dando oportuna cuenta á In Junta municii)al.
Art. 127. Esta desinfecrión se bará periódicamente mientras dure la
enfermedad; el Inspector municipal dejará instrucciones expresas adecua-
das para que la familia del enfermo ó ios jefes de la babitación ejecuten á
su vez prácticas desinfectoras de las ropas y objetos que bayan de ser trans-
portados á la estufa. El Jefe de la desinfección entregará'al Jefe de la fa-
milia una relación firmada, y todo será devuelto en un plazo que no exceda
de veinticuatro boras.
Art. 128. Cuando las medidas á que bace referencia el artículo 126 deban
ser tomadas por los Insp' clores municipales en los bospitales públicos ó
particulares, se deberá a<ivert r á los médicos encargados de éstí)s. invitán-
dolos á proceder i>or sí mismos, 3' en caso de resistencia ó demora se adop-
tarán las providencias que reclame la Sanidad pública, y todo se pondrá en
conocimiento de la Autoridad de ((uien el bospital en algún concepto de-
pendiere, y de la Junta provincial de Sanidad, después de impuesta al cul-
pable la correspondiente multa. Estas medidas en los bospitales deberán
observarse con especial rigor por lo que se refiere al aislamiento de los en-
fermos contagiosos, y particularmente á la desinfección personal de los
convalecientes antes de recibir el alta, 3' á la de sus ropas y efectos antes de
serles entregados.
Art. 120. En los cuartos ó casas de alquiler en donde tuviere noticia el
Inspector de haber babido casos de enfermedad contagio.sa, se deberá, an-
tes de alquilarlo de nuevo, practicar en todos los pueblos, con todo rigor, la
desinfección q\ie preceptúa el art. 117, por cuenta del propietario, .v care-
ciendo éste de medios, con los auxilios que la Sanidad municipal pueda ofre-
cerle.
Sin tal requisito no se consentirá que la casa vuelva á ser babitada.
Art. 130. Se prohibe la venta de ropas de vestir ó de cama, muebles, al-
fombras, cortinajes, tapicerías y objetos análogos que bayan sido usados,
sin someterlos previamente á desinfección. Los Ayuntamientos ordenarán
este servicio bajo la inspección de la Junta de Sanidad, en términos que no
produzcan al comercií), ni á los particulares. i)erjuicios que sean posible
evitarlos. Las Autoridades municipab^s multarán y pasarán, en su caso, el
tanto de cul¡)a á los Tribunales si los dueños de establecimientos de venta
de objetos y ropas usadas no hubiesen cumplido las anteriores disposi-
ciones.
Art. 13^1. Queda prohibido el lavado en lavaderos públicos de las ropas
contaminadas de los enfermos infecciosos que no hubieran sido desinfec-
tadas,
Art. 132. Cuando la garantía de la desinfección exija destrucción ó de-
terioro de un objeto, deberá su dueño ser indemnizado por el Ayunta-
miento. Se excluyen de este derecho á indemnización;
1.° Los objetos de propiedad del Estado, la provincia ó el Municipio.
2." Los objetos importados ó exportados contra las disposiciones legales
destinadas á prevenir epidemias y propagación de enfermedades.
3.° Los objetos adquiridos á sabiendas de que estaban contaminados, y,
por tanto, sujetos á desinfección.
4." Aquellos cuyo dueño haj^a infringido en ellos antes, con su aban-
dono, las disposiciones sanitarias.
S6 Instrucción general de Sanidad pública
% IV. — Cementerios é inhumaciones
Ar. 133. El Inspector y la Junta municipal de Sanidad vigilarán el ré-
g-lmen sanitario de cementerios, inhumaciones, exhumaciones y traslacio-
nes de restos humanos, cualesquiera que sean las Corporaciones, auto-
ridades, entidades ó personas á quienes esté fiada la administración de
cementerios, panteones y demás enterramientos.
Art. 134. Un Reglamento especial, aprobado en pleno por el Reil Con-
cejo de Sanidad, recopilará las disposiciones vigentes y establecerá las que
' estime más oportunas respecto á los puntos siguientes:
* 1.'' Situación de los cementerios respecto á las poblaciones, viviendas y
I vías públicas, graduando la distancia en proporción creciente con el número
de habitantes de la población.
2."* Disposición relativa de los cementerios respecto á la altura de los
lugares habitados más pi^óximos, á los manantiales de aguas potables, á los
arroyos, ríos y depósitos naturales de agua.
I 3.® Condiciones indispensables ó preferibles de la composición g-eoló-
( gíca del terreno en que los cementerios se establezcan.
4." Condiciones de seguridad y custodia de los mismos.
5." Tamaño de las fosas, profundid«d de las niismas, espesor mínimo de
la capa de tierra para cubrir el cadáver últimamente depositado, permeabi-
lidad, forma y demás requisitos en fosas, nichos, panteones, lápidas y ino-
. numentos funerarios.
i 6.** Reglas precisará que hade someterse la concesión de enterramientos
particulares en templos, hospitales, fundaciones benéficas y otros institutos
públicos ó privados.
1.'' Preceptos relativos á la permaliencia de los cadáveres en los domici-
lios ó en los depósitos, hasta su inhumación. Conveniencia de la multipli-
cación de estos depósitos con garantías suficientes, y necesidad, para exe-
quias de cuerpo presente, de estar los cadáveres embalsamados, según el
primero de los dos modelos de embalsamiento.
8.'' Condiciones de ataúdes, carruajes y reglas para conducción de ca-
dáveres. Se fijarán detalladamente las condiciones de exhumación y tras-
lación de restos ya inhumados, marcando cinco anos como mínima duraci<3n
de la inhumación primera; las reglas para apertura y remoción de sepultu-
ras, nichos y panteones, y para acumulo de los restos en osario. Toda tra.s-
lación deberá estar vigilada por los Inspectores municipales del pimto de
salida y de llegada y por el Subdelegado del de salida.
9." *Con dictamen de la Real Academia de Medicina se detallarán los
procedimientos de operación y los líquidos y substancias que puedan em-
plearse en los embalsamientos, procurando distinguir dos modelos: el pri-
mero, de embalsamiento completo y que rigurosamente garantice la con-
servación del cuerpo áél sometido en su totalidad y por tiempo indefinido;
j y segundo, embalsamiento por inyección forzada de líquidos antisépticos
I en los vasos y cavidades, de modo que dificulte la corrupción por un espa-
j ció de tiempo de cinco á diez años, y que garantice la inocuidad y asepsia
. transitoria del cadáver.
i Si la misma Real Academia de Medicina juzgase algún nuevo procedi-
j miento de conservación cadavérica como garantía suficiente para los fines
á que se trata de responder por esta segunda forma de embalsamamiento,
. podrá aceptarse para sustituirla, previo su dictamen.
; Unos y otros embalsamamientos habrán de ser precisamente practicados
por un médico y un farmacéutico ó ayudante de éste, con noticia ó asisten-
* cia del subdelegado del distrito.
El del segundo modelo será indispensable para las traslaciones de los
cadáveres no inhumados á distancias mayores de diez kilómetros. Para
' exequias de cuerpo presente, y enterramientos particulares en capillas, mo-
^ numentos ó criptas que se encuentren abiertos al público, siquiera sea en
días determinados ó por tiempo transitorio, será indispensable el del primer
modelo.
A este Reglamento, una vez aprobado por el Ministro de la Gobernación
y publicado en la Gaceta de Madrid, se someterán en lo sucesivo las prácti-
cas y operaciones de inhumaciones en todos los pueblos de España.
Art. 135. La construcción de nuevos cementerios, el ensanche ó la re-
Jnttruceión gentral dt Sanidad pública 8^
forma de los antig-uos, la construcción de criptas y enterramientos parti-
culares en las ig-lesias ú otros edificios públicos ó privados, y las reformas
ó reparaciones de los mismos, deberán hacerse mediante licencia, cuyas
condiciones g'aranticen el cumplimiento de las reg-las y prescripciones con-
tenidas en esta Instrucción, con informe inexcusable de la Junta municipal
de Sanidad del punto donde radique ó haya de radicar la obra.
Los panteones, criptas y monumentos funerarios que se edifiquen en
propiedades particulares, ademfis de las condiciones señaladas á todo ente-
rramiento público, necesitarán las de seguridad y apartamiento higiénico
de las poblaciones y vías públicas.
§ V. — Mercados, mataderos y edificios insalubres
Pltí. 136. La higiene y la vigilancia sanitaria de los mercados públicos
estará á cargo del Inspector y de la Junta municipal de Sanidad. Un Re-
glamento especial, redactado por ella en cada población, según las necesi-
dades y medios de la misma, fijará prevenciones de aireación, limpieza,
dotación de agua, sistema de evacuación de las aguas y residuos, así como
la forma de adaptación de las reglas generales. para la inspección de carnes,
ganados, frutas, verduras y subsistencias que se encuentren consignadas
en las disposiciones vigentes. Los Ayuntamientos cuyo Krario lo consienta
podrán tener Inspectores especiales, dependientes ó no de los laboratorios
municipales, pero organizando siempre sus funciones de suerte que resul-
ten relacionadas y sometidas á la Junta municipal ó provincial, según las
poblaciones.
Art. 137. Los mataderos públicos serán objeto de una reglamentación es-
pecial aprobada por el Keal Consejo de Sanidad en pleno, y en ella se fijarán:
1.° La capacidad proporcional de los mataderos, con respecto á la im-
portancia de las poblaciones á cuyo servicio se destinen.
2.** Las condiciones higiénicas que todos deberán tener.
3.° Las especiales de dotación de agua, establecimiento de servicios y
régimen interior, adecuadas á la importancia de las poblaciones.
Art. 138. La higiene interior de los mataderos estará á cargo de los
Inspectores veterinarios de carnes, donde los hubiere, y, en donde no, al del
subdelegado de Veterinaria.
El servicio especial de inspección de carnes muertas, que también orde-
nará el referido Reglamento, deberá desde luego encomendarle á personal
especial (Inspectores de carnes) en las poblaciones de más de 50,000 almas.
Art. 139. Los Inspectores de carnes serán nombrados por concurso,
entre los veterinarios de la localidad, siendo compatible el cargo con el de
subdelegado.
Art. 140. Los talleres y fábricas que produzcan gases ó emanaciones in-
salubres, así como los que viertan a^uas ó residuos que impurifiquen las
corrientes de aguas públicas ó destinadas al servicio público, deberán en
primer término pedir una autorización especial al Inspector municipal de
Sanidad del punt/) de instalación. ^
Art. 141. El Inspector reunirá las noticias oportunas acerca de las con-
diciones de la industria, taller ó fábrica, existentesV) proyectados, y some-
terá á la Junta municipal el acuerdo que estime, procedente : primero, res-
l)ecto de aquellos cuyo funcionamiento condicionado pueda consentirse en
las proximidades de la población, y sin verter sus productos en las aguas
públicas ; y, segundo, aquellos otros cuya instalación sea peligrosa á me-
nos di>tancia de 500 metros de poblado, o cuyas aguas residuales puedan
impurificar las públicas.
Art. 142. Para la autorización de los establecimientos calificados por la
Junta municipal como de la primera clase, bastará la autorización del Ins-
pector municipal; para la de los comprendidos en la segunda clase, serán
necesarios informe de la Junta provincial y autorización del Inspector pro-
vincial. Los vecinos y los interesados podrán alzarse ante las autoridades
sanitarias jerárquicamente superiores á las que hayan emitido la resolución
que juzguen lesiva.
Art. 143. En ningún caso podrá abrirse cualquiera de los estableci-
mientos que menciona el art. 140, sin que preceda la oportuna licencia, que
deberá otorgarse necesariamente ó denegarse dentro del período de dos
meses, á contar desde la petición de la licencia.
88 Instrucción general de Sanidad pública
s^J
Si en este plazo no se acordara lo procedente, el Inspector municipal, la
Junta ó qiiien resultase culpable de la demora, incurrirá en responsabili-
dad, que podrá castigarse con el mnximum de la multa g-iibernativa, siu
perjuicio de la indemnización al reclamante de los daños que se le ha^^aii
j^ irrogrado.
-ííS Art. U4. til Reglamento de Sanidad de cada provincia normalizará la>^
condiciones de los establecimientos ó industrias de la primera cíase, y el
Real Consejo señalará distancias, precauciones generales y singular pre-
servación de la pureza de las aguas públicas, para la instalación de intlus-
trias de la segunda clase.
r • 5<^ , Art. 145. Quien construya babitaciones ó instale industrias en la zona
de infliiencia de otras con antelación establecidas, no será atendido en sius
reclamaciones á las autoridades sanitarias, si no demuest-a que la industria
> 4Í3- ^^^ considera dañosa, ha introducido procedimientos nuevos, que ba^'all
:■!-*
'^:l ' variado las anteriores condiciones de su salubridad ó seguridad. Las' iu-
!j dustrias actualmente instaladas, no podrán ser sometidas á condiciones ni
reglamentaciones nuevas, sin formación de expediente, en cada caso, con
dictamen del Real Consejo d,e Sanidad.
i
: *' -I
■^^ Capitulo X
'. Il Sanidad é hig^iene provinoial
Art. 146". Son funciones confiadas á la Sanidad provincial, además do la
. ; "l^ll vigilancia, consulta y complemento de los cometidos asignados á la muiii-
• . ■ |f ^1 cipal , las siguientes :
;í g^ 1.' El cuidado y sostenimiento de los servicios de vías públicas, de su-
: |^j;J ministro y conducción de aguas, y de construcción y reparación de estable-
:^ ; £.*íi, cimientos que dependan de la Administración provincial.
. . i-' 2.* La liigiene y régimen sanitario, en general, de los bospitalesy asilos
. l; í sostenidos ó subvencionados por fondos provinciales.
V' ; 3/ La de Establecimientos de enseñanza que tengan el mismo carácter.
?'.;; 4.' La de los oficios de reunión y espectáculo, de propiedad de la Dipu-
tación provincial.
5 ' La vigiíaiuúa de los expósitos, de su lactancia y régimen, dentro y
fuera de los Establecimientos.
6." La bigiene y vigilancia de la prostitución en las capitales de pro-
vincia, con organización del personal afecto á este servicio
yA modo de cumplir estos deberes que le son atribuidos, se marcarnn con
un Reghimento. redactado por la Junta ¡)rovinciai de Sanidad y aprobaíio
por el Gobernador civil de la provincia, en que se detallen los servicios <|ue
no sean objeto de Reglament^js especiales
Art 147. Las Juntas provinciales de Sanidad procurarán en, su Regla-
mento, concordar las prescripciones aplicables á los diferentes Municipios,
con las que éstos adopten en los respectivos Reí^-larnentosmunicipab's;" pero
los relativos á enfermedades epidémicas, infecciosas, y á los medios de r<>ni-
batirlas, serán las mismas para todos los pueb.os y acomodadas á las dispo-
siciones de esta Instrucción.
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TITULO V
SERVICIOS aSNERALES DE SANIDAD
Capítulo XI
Sanidad exterior
Art. 148. Continúa vigenle el Reglamento de 30 de octubre de 1S93, en
todo lo que se reíb're al régimen sanitario de procedencias exteriores, en
casos ordinarios de epidemias, por los pu<*rtos marítimos y por la>; fronteras
de tierra. El Gobierno proveerá con urgencia á la inst:ilÍción definitiva del
material y los medios de defensa que en el mismo R^^glamento se prescri-
ben, debiendo bailarse dispuesto para las contingencias y peligr(»s proce-
dentes del exterior.
Art. 140. El Real Consejo de Sanidad revisará los escalafones del per-
sonal, confiados A su incumbencia por el referido Reglamento, y el Inspector
de S;inidad exterior procederá á su publicación inmediata, así como h la
Instrucción general de Sanidad pública
provisión de los carg-os que deben obtenerse por examen ó concurso, exi-
giendo con todo rig-or las condiciones prescritas en dicho Reglamento,
Para la formación de los escalafones y para los concursos, no tendrán
validez los nombramientos y pnmiociones posteriores á la publicación del
Reglamento de 1899 que no resulten ajustados á las condiciones en él pres-
critas.
Art. 150. Las modiftcaciones á que las Conferencias y conciertos inter-
nacionales obliguen ai Gobierno español respecto al régimen sanitario de
puertos y fronteras, deberán ser publicadas por la Inspección de Sanidad
exterior'en la 6^ací?ífl, y comunicadas inmediatamente á los Directores de
Inspecciones sanitarias y médicos habilitados de puertos.
Los emolumentos y derechos á que dé ocasión el reconocimiento de subs-
tancias alimenticias importadas del exterior, sólo se entenderá para los casos
en que el Director del puerto, ó los Inspectores especiales, si los hubiere,
crean necesario un análisis pericial de las referidas substancias.
Art. 151. Corresponde á la Inspección general de Sanidad exterior :
Además de todas las atribuciones que el Reglamento de Sanidad exterior
de 1891) spfiala al Director general de Sanidad, todo lo correspondiente á la
higiene de ios caminos de hierro, con especialidad la de la conducción por
ellos de animales y ganados. Una Instrucción especial dictada por el Real
Consejo de Sanidad, contendrá las reglas á que esta higiene debe ajustarse
y la forma de efectuar su inspección en las estaciones, doks y almacenes,
material movible y desinfección del destinado á viajes y á transportes de
ganados.
Capítulo XII
Epidemias y epizootias
Art. 152. Las enfermedades epidémicas y las epizootias, previo informe
detallado de la Real Academia de Medicina, se clasificarán en dos grupos:
1.° Las exóticas y las de naturaleza aun no conocida, pero de gran mor-
talidad.
Y 2.'' Las que signifiquen exacerbación epidémica ó reaparición de
males é infecciones que periódica ú ocasionalmente se presenten en nues-
tros climas.
Art. 153. La declaración de existir epidemia del primer grupo en una
localidad corresponde al Gobierno, y deberá precederla:
1.° Comunicación del Inspector municipal de Sanidad al provincial, y
de éste al general de Sanidad interior, de haberse advertido casos califica-
dos por él, ó que antes lo hayan sido por otro médico, como de la enferme-
dad cuya forma epidémica se sospecha.
2." La C()municación del Inspector provincial de haber reconocido per-
sonalmente los casos en el término más breve que los medios de comunica-
ción permitan. Sólo por impedimento insuperable podrá el Inspector de-
legar estos reconocimientos.
3.° líl informe de la Junta provincial en tales casos, presidida por el
Gobernador.
4.*" El dictamen del Real Consejo de Sanidad.
Para declarar la epidemia del segundo grupo, bastará el informe del
Inspector municipal y de la Junta municipal de Sanidad, con comunicación
al Inspector provincial, para que éste lo traslade á la Junta respectiva y al
Gobernador de la provincia.
Art. 154. Desde la denuncia de los primeros casos, hasta la confirma-
ción y declaración oficial de la epidemia, los Inspectores y las autíiridades
adoptarán, desde luego, las medidas convenientes, dando cuenta diaria de
ellas, y del curso del mal. al Inspector provincial, quien exigirá este servi-
cio y corregirá las omisiones.
Art. 155. una vez declarada la existencia de epidemia en una localidad
ó comarca, el Gobierno, los Gobernadores y los Alcaldes, podrán disponer
de los servicios facultativos de cuantos ejerzan profesiones sanitarias, así
para la indagación de los hechos, como para circunscribir el azote y procu-
rar asistencia ó preservación á los pobres, teniendo en cuenta la notoria ur-
gencia del servicio
Dichas autoridades gubernativas podrán suspender ó substituir á los
facultativos que siendo funcionarios no mostraran el debido celo en el cum-
j
flO
Initrucción general de Sanidad pública
pliiDÍento inmediato de las disposiciones sanitarias, sean cuales fueren ios
derechos adquiridos personalmente; á reserva de dilucidar y subsanar,
cuando procediere, el agravio que pueda resultar para tale^ derechos, sin
embarazo para la preferente preservación de la salud pública. Las disposi-
ciones que á esto se refieran, habrán de publicarse en los Boletines provin-
eialeíj.
Art. 156. A la declaración de término de epidemia deberá preceder co-
nniiucación del Inspector á la Junta provincial de no existir caso algruno;
transcurridos los plazos señalados en los Convenios internacionales ó en ios
Reglamentos de Sanidad exterior, informará en consecuencia la Junta pro-
v-incisl. y dictaminará el Real Consejo de Sanidad.
ArL 167. Las viudas y huérfanos de los facultativos é Inspectores que
fallezcan á consecuencia de cualquier servicio extraordinario con ocasión de
epiííeniía, obtendrán la pensión vitalicia otorgada por el art. 76 de la ley de
Sanidad, que se regulará según el titulo y los grados académicos ó categt>-
fítí adniluistrativa que se hallasen poseyendo los funcionarios muertos por
la t'íiu^a expresada. Los facultativos inutilizados por igual causa, podrán
optar ít las pensiones que señalan los artículos 74 y 75 de la misma ley.
Art. 158. El Gobierno podrá nombrar las Comisiones investigadoras que
estime conveniente, en los casos de duda acerca de la índole epidémica de
una enfermedad existente, dentro ó fuera del Reino. Estas Comisiones se
habrán de formar con individuos propuestos por el Keal Consejo de Sanidad.
También podrá el Gobierno adoptar las medidas complementarias y urg-en-
tes!. quéj oído el Real Consejo, estime convenientes para la defensa sanitaria.
Los emolumentos de estas Comisiones y delegados se fijarán también con
arreglo á tarifa que forme el Real Consejo de Sanidad.
Art. 159. A la declaración de epizootia deberá preceder comunicación
de un ví^terinario perteneciente á la Junta provincial de Sanidad, quien
participará al Inspector general y al Gobernador de la provincia la presen-
tar íóu de la plaga, debiendo personalmente reconocer los casos en las loca-
lidadPíi infestadas, cuando se le comunique la noticia de su existencia por
el ví'terínario que ejerza en aquel punto ó haya intervenido profesionalmente.
Art. ltíí>. El Gobierno podrá aplicar á las epizootias medidas coercitivas
de diüfíuinación ; prohibiciones de traslado é importación de animales y
ganados domésticos, sacrificios de reses, cremaciones de sus restos y cuan-
tas crea necesarias para evitar la propagaci^ni del mal.
Capítulo XIII
Faonltatiyoa y Eatableoimlentoa de asrnas minerales
Art. 161. El régimen de las aguas minerales, y la vigilancia de su ad-
miníi^tnición y venta, continuará bajo la dependencia del Ministerio de la
Gob^Tiinción y de la Inspección general de Sanidad interior. Los médicos
que en la actualidad componen el Cuerpo de Directores de aguas minerales
en pro]viedad, conservarán sus derechos, y sf^guirán sometidos á iguales
deberes que se consignan en su Reglamento vigente.
Art. 162. I.a incapacidad física pam cumplir satisfactoriamente las
o bl i oraciones del cargo en cualquiera edad, motivará la jubilación de los
Médii'os-Directores de nguas minerales, orn sirvan en Establecimientos, ora
en Ins|í' ci'ion**>5. Deberán justificar, al cumplir los setenta anos de edad,
que p| f'stfido de su salud y capacidad física les consiente el perfecto ejer-
cicio íli^l cargo, pop medio de certificación firmada por tres individuos del
Cuerpo, que sernn designados por sorteo al celebrar el concurso anual, y si
se snsi'itnre contradicción, se depuran') la verdad, oyendo al impugnador y
á ioíí d<Mn:ís interesados. Cuando parezca necesario, informará el Keal Coií-
í4ejfi i\f' Sntiidnd antes de la resolución final.
El Establecimiento cuya vacante sobrevenga por jiibilación de su Direc-
tor, etitrfirá en concurso, y el Médico-Director que la obtenga queda obli-
gada, nneiitras el jubilado viva, á compartir pf)r mitad con él los emolu-
mentos rí^^lamentarios que perciba. Después de la muerte del jubilado,
cnrrespi^nilorá al obtentor de la plaza el disfrute total de los rendimientos,
^i un hubiera médico propietario que solicitara la plaza vacante por la ju-
bilíiritiu, podrá el interesado nombrar un substituto, entre los habilitados,
en las condiciones que con (\ concierte.
Instrucción gtneral de Sanidad pública 9¡
El gravamen sobre dicha plaza cesará cuando se constituya un Montepío,
por acuerdo de la totalidad de los individuos del Cuerpo, siempre que en
los Eíjtatutos, aprobados de Real orden, se garantice la existencia decorosa
del jubilado.
Art. 163. Los Establecimientos de Aguas minerales que después de ce-
lebrado el concurso anual no tengan Médico-Director de los que constitu-
yen actualmente el Cuerpo, serán regidos por uno que libremente designará
el propietario, dentro de la lista de médicos de aguas minerales habilitados,
á que se hace referencia en el artículo inmediato.
Art. 164. Se constituye un Cuerpo de médicos de aguas minerales ha-
bilitados, cuyo número excederá al de Establecimientos declarados de uti-
lidad pública y no dirigidos por los Médicos-Directores actuales, por lo
menos en una tercera parte del de tales Establecimientos.
Art. 165. Para formar este Cuerpo se celebrarán oposiciones, cuyo pro-
grama de ejercicios será redactado por la Sección de aguas minerales del
Real Consejo de Sanidad, y aprobado por éste. Los temas y preguntas ver-
sarán sobre asuntos de Terapéutica, Hidroterapia, Análisis química. Geolo-
gía aplicada, Administración sanitaria y asuntos de Medicina general.
Art. 166. Las primeras oposiciones" que habrán de celebrarse antes de
marzo de 1904, se efectuarán en las capitales de distrito universitario, y con
los médicos aprobados, hasta el número de 100, distribuidos proporcional-
mente en la convocatoria, se constituirá la lista por el Inspector de Sanidad
interior, quien la comunicará á la Sección correspondiente del Real Consejo.
En los años tilteriores se efectuarán los ejercicios en Madrid, cuando el nú-
mero de las vacantes lo hiciera necesario con arreglo á lo prescrito.
Art. 107. Los médicos que, para las suplencias por enfermedad y subs-
titución de cualquier clase, se designen pí)r los actuales directores en pro-
piedad, usando de las atribuciones que el Reglamento les confiere, habrán
de ser elegidos en lo sucesivo dentro de la lista de los habilitados, como
igualmenU* los que designe la Inspección general interior en las vacantes
de propietarios ocurridas entre uno y otro concurso anual.
Los primeros, partirán por igual los derechos reglamentarios con el subs-
tituido ; y los segundos, se los reservarán íntegramente.
Art. 168. Las licencias que á los médicos propietarios se les concedan,
habrán de estar justificadas con arreglo á las disposiciones vigentes para
los empleados civiles, no pudiendo disfrutar de ellas dos años seguidos.
Tampoco podrá autorizarse la substitución durante dos temporadas conse-
cutivas. El Médico-Director que, sin la correspondiente autorización del
Inspector general, se ausente de su Establecimiento, será separado del
Cuerpo, previa formación de expediente con audiencia del interesado, in-
forme de la Sección correspondiente del Real Consejo de Sanidad y fallo del
Consejo en pleno.
Art. 169. Los Establecimientos de aguas minerales regidas por médicos
habilitados designados por el propietario, estarán sometidos á la vigilancia
encomendada á seis Inspectores de aguas minerales nombrados por el Mi-
nistro de la Gobernación. Cada uno de estos seis Inspectores ejercerá sus
funciones en los Establecimientos de la zona que le sea designada, según
división que hará la Sección de aguas minerales del Real Consejo de
Sanidad.
Art. no. Estos Inspectores velarán por el cumplimiento de las dispo.si-
ciones gubernativas y de las reglas sanitarias, en todos lo^ establecimientos
comprendidos en, sus respectivas zonas que no tengan Médico-Director en
propiedad perteneciente al Cuerpo ; recorrerán las observaciones y quejas "
de los propietarios, los Médicos-Directores, los médicos libres, los enfermos
y cualesquiera otras personas interesadas en la administración y el empleo
de las aguas. Estas observaciones, más las que sugieran su celo é inteli-
gencia, serán comunicadas á la Inspección general precisamente en el mes
de noviembre de cada año, ó antes, cuando la importancia del caso lo acon-
sejara.
Estos Inspectores cobrarán como emolumentoslos derechos que el actual
Reglamento autoriza por el concepto de inscripción y estadística, de los
Establecimientos sujetos á la Inspección dentro de su zona. Les serán satis-
fechos directamente por los propietarios, quienes no podrán abrir la tempo-
rada siguiente sin justificar el pago debido al Inspector. La Inspección.
92
Instrucción ge*! era I de Sanidad pública
general de Sanidad interior resolverá cuantas diflcultacjes é incidencias
sobre ello se orig^iuen.
Art. 1*71. Los médicos habilitados nombrados por los propietarios serán
personalmente responsables de las faltas de higiene y de régimen sanitario
y terapéutico en los establecimientos, del mismo modo que en sus cargos
los Médicos-Directores pertenecientes al Cuerpo. En igual forma que éstos,
deberán aquéllos llevar un libro de estadística é inscripción, y de cualquie-
ra omisiones ó inexactitudes observadas en él, ó en los documentos lelacio-
nados.con el mismo, responderán, él médico en primer término, y subsidia-
riamente el propietario. Por la expedición de la papeleta necesaria para el
uso de las aguas, y por la asistencia facultativa concerniente al mismo, ks
médicos nombratlos libremente por los propietarios no podrán exigir á
cada bañista emclumentos mayores que los asignados al Director-Médico,
perteneciente al Cuerpo, en los Establecimientos donde subsista este ré-
gimen.
Art. 172. Los Inspectores de aguas minerales serán nombrados previo
concurso especial entre los individuos del actual Cuerpo de Médicos-Direc-
tores, y la preferencia para, adjudicar en el concurso los cargos de la Ins-
pección, se det rminará rigun»samente por antigüedad en el escalafón res-
pecto á las promociones; y, dentro de cad:i promoción, por los méritos y
premiós a que se refieren los artículos 52 y 54 del Reglamento de 1K7Í.
Cuando haya dos ó más vacantes, elegirán los concursantes favorecidos,
por el mismo orden de preferencia. El cargo de Inspector es incompati])le
con el de Director oficial ó libre de un Establecimiento balneario ; pero lo^
individuos del Cuerpo que tengan cargo de Inspector, conservan íntegro su
derecho para optar en ulteriores concursos á plazas vacantes de Director.
Podrán también optar al concurso los Médicos-Directores jubilados,
siempre que la imposibilidad física que determinó su jubilación no les im-
pida el ejefcer el cargo de Inspector. Entrarán en dicho concurso'eu el
lugar que les corresponda con arreglo al número que tenían en eLescalafón.
Art. 173, Todo médico, en ejercicio legal, puede practicar su profesión
en cualquiera Establecimiento (le aguas minerales, presentando su título y
patente de subdelegado del distrito donde radiquen las aguas.
Art. 17i. La prescripción de un plan para uso de las aguas, firmada i)or
médico de cualquier localidad, previa la legalización de la firma por el sub-
delegado de la residencia de aquél, bastará para obtener del Director faculta-
tivo del Establecimiento la papeleta indispensable para el uso de las ag-uas.
trátese de bañista pobre ó acomodado, previo pago por los últimos de los
derechos asignados al Médico-Director, ora pertenezca al Cuerpo, ora sea de
nombramiento libre. En todo caso, este Director podrá anotar en la misma
prescripción del facultativo que hubiere sido consultado por el enfermo,
las observaciones que le sugiera su conciencia profesional, declinando su
responsabilidad, sin obligar al enfermo á ser reconocido.
Art. 175. Cualesquiera Médicos-Directores de aguas minerales podrán
exigir para sí propios, de cada individuo que haga uso de ellas, la remune-
ración que marca el Reglamento y prescripciones aclaratorias en la actua-
lidad vigentes.
Art. 176. Los propietarios de manantiales de aguas minerales, declara-
das de utilidad pública coíi arreglo á las prescripciones vigentes, podrán
expenderlas embotelladas, sin otra autorización ni intervención que la del
Inspector del distrito correspondiente, quien prescribirá las reglas necesa-
rias para que el embotellamiento ^e haga en condiciones adecuadas para
conservar las propiedades y virtudes de las aguas y garantir la identidad
de éstas contra suplantaciones ú otros fraudes. Pí>r este servicio no corres-
ponderá al Inspector remuneración alguna especial distinta de la asignada
en el art. 170. Los manantiales que solo tuvieran autorización parala venta
de sus aguas embotelladas, no podrán ser utilizadas por los enfermos en el
sitio de su emergencia.
Art. 177. Cada botella de agua mineral destinada al consumo público,
deberá llevar una etiqueta que, con caracteres bien legibles, exprese :
1.° El nombre del término municipal ó de la localidad donde emerg-e el
manantial.
2.° Kl nombre con que cada manantial ha sido reconocido de utilidad
pública.
Instrucción general de Sanidad púMica 9S
Y 3.' La composición de las aguas en epígrafe abreviado y según la
taxonomía oñcial vigente.
Art. ns. Los contratos entre los médicos habilitados y los propietarios
deberán subsistir una temporada oficial completa, y el incumplimiento por
una ú otra parte dará derecho á mutua indemnización, salvo los casos de
enfermedad por parte del médico ó de clausura del Establecimiento.
Art. 179. Para la declaración de utilidad pública de los manantiales de
aguas minerales, subsistirán las prescripciones del Reglamento de 1814.
Capítulo XIV
Estadittioas sanitarias
Art. ISO. La recopilación, organización y publicación de la estadística
sanitaria, será dirigida por la Comisión correspondiente del Real Consejo
de Sanida<i y el Inspector general de Sanidad exterior.
Art. 181. Todos los médicos, parteras, profesores en el arte de los par-
tos, veterinarios y demás personas que ejerzan prol'esiones sanitarias, están
obligados á proporcionar cuantos datos estadísticos se les pidan, y serán
corregidas con multas ú otras sanciones reglamentarias las faltas de pun-
tualidad ó de veracidad en que incurriesen.
Art. 182. Los médicos que presten sus servicios en cualesquiera asilos,
hospitales, dispensarios ú otros establecimientos, deben enviar, en fin de
cada mes, al Inspector municipal del distrito de su residencia, ó al Jefe del
establecimiento donde sirvan, el cuadro exacto de los enfermos por ellos
asistidos durante el mes, con expresión del diagnóstico de la dolencia y su
terminación, si la hubiere tenido, mencionando los que quedaran on trata-
miento. Los Jefes de hospitales harán un cuadro resumen para remitirle
puntualnif'nte al Iiíspector municipal del distrito.
Art. 183. Los Inspectores municipales recopilarán, durante los primfros
diez días de cada mes, los datos relativos al mes anterior que de los médicos
libres y de los hospitales ó asilos hayan recibido, y con mencicin precisa y
nominal de los facultativos que hubieren dejado de cumplir con el artículo
anterior, remitirán el resumen al subdelegado del distrito; imponiendo
desde luego la multa de 25 pesetas al que voluntariamente hubiera dejado
de cumplir esta prescripción.
Art. 184. Los subdelegados de Medicina refundirán en un solo cuadro
los de los Inspectores municipales del partido, y en la segunda decena de
cada m'*s lo enviarán al Inspector provincial, con mención detallada y per-
sonal de los Inspectores municipales que hubiesen incurrido en falta sin
excusarla satissfactoriamente.
Art. 185. El Inspector provincial formará un solo caadro con los datos
que por los subdelegados de la provincia le hayan sido riMuitidos, y en la
tercera decena del mes le remitirá al Inspector general de Sanidad exterior.
Si algún Inspector municipal ó subdelegado no hubiese cumplido con el
precepto del artículo anterior, le impondrá desde luego la multa de *25 pe-
setas, proponiendo la destitución á la Junta provincial de Sanidad, á la ter-
cera de estas faltas cometidas en el mismo año.
El Inspector general de Sanidad exterior recopilará los datos mensuales
recibidos de las 49 provincias, y procederá á su publicación abreviada en la
Gaceta de Madrid, enviando la coi)ia detallada á la Comisión de estadística
del Real Consejo de Sanida'd, para los fines del artículo siguiente.
Art. 186. La Comisión de estadística, una vez recibidos los mencionados
datos, con las advertencias y observaciones que el Inspector general creyese
oportunas, procederá á su análisis, y con las notas abreviadas que crea per-
tinentes, autorizará la publicación semestral del Boletín Demográfico Sani-
tario, que con la firma y bajo la responsabilidad del Inspector general debe
publicarse.
Art. i87. Además de estos cuadros de estadística general, todos los mé-
dicos y funcionarios citados en artículos anteriores deben hacer mención
separada : 1.°, de los casos de viruela ; 2.°, de los casos de lepra : y 3.", de los
casos de tuberculosis que tuviesen en tratamiento.
Art. 183. Una vez declarada oficialmente la existencia de epidemia
en una localidad, los Inspectores municipales deberán hacer diariamente la
declaración de los casos de que alcanzaren noticia, y de su término, en-
§4
Instrucción general de Sanidad pública
viándola al subdelegado, y éste, si la epidemia existiera en varios pueblos,
remitirá los datos especiales de cada uno al Inspector provincial todas las
-semanas, á no ser que por el mismo le fueran exigidos con maj^or frecuen-
cia. La Comisión de estadística registrará aparte la marcha y detalles de
cada epidemia.
Art. 189. La Inspección general de Sanidad exterior formulará los mo-
delos impresos de que han de servirse los Inspectores municipales, los sub-
delegados, los provinciales y la Inspección general, para facilitar estas es-
tadísticas, procurando adaptarse á los aceptados por acuerdos internaciona-
les, para laclasiflcación y designación de las dolencias, siend ) los gastos
originados por esta impresión del cargo de la Inspección general.
Capítulo XV
Laboratorios de hlsrione é Institutos de vaoanaoión
Art. 190. Según se dispone en los artículos 21 y 22, todas las capitales
lie provincia tendrán un Laboratorio de higiene y un Instituto de vacuna-
ción, en cuyo sostenimiento ó mejoramiento, según los casos, se empleaní
pnr lo menos el 25 por 100 del producto total de los ingresos sanitarios. La
Diputación provincial y el Ayuntamiento de la capital procurarán auxiliar
€011 subvenciones el sostenimiento y la mejora de estos Laboratorios ó Ins-
titutos donde no los sostuvieran anteriormente.
Los tipos de dotación de medios maíerial^^s. y de personal, así como la
extensión gradual de las funciones de estos Laboratorios donde no estuvie-
ñt^u convenientemente establecidos, se especiticarán en el Real Consejo de
Sarndad, sobre las siguientes bases: 1.** Distincíóii. entre Laboratorios de
análisis de substancias y productos, los bacteriológicos y productoi-^es de
vacunas, sueros é inoculaciones preventivas, ó, por lo menos, distinción de
Secciones independientes. 2.° Enumeración de los servicios de carácter
olieial y de caríicter particular, con expresión de los que por su índole deban
ser gratuitos ó remunerados. 3.** Distinción de análisis que hayan de sro-
meterse á la ¡)ericia de la Sección química ó á la bacteriológica, como :
Al Alimentos, bebidas y condimentos; B) Materiales y objetos que para su
coloración puedan tener substancias tóxicas; Cj Aquellas otras materias
que, no perteuf^ciendo á estos grupos, puedan ser peligrosas para las per-
sonas ; D) Productos desinfectantes, para los cuales será suficiente la orga-
nización del Laboratorio químico y del personal pericial de este orden. Se
enumerarán separadamente los servicios de análisis de productos patológ'i-
cos y bacteriológicos, como: deyecciones, esputos, orinas, líquidos de cultivo
microbiano, sueros y linfas de inyección, mediante organización del per-
sonal pericial y dotación del material adecuado.
■ Art. 191. Además de los Laboratorios anteriormente mencionados, de-
berim los Ayuntamientos de más de 15,000 almas facilitar y subvencionar
el sostenimiento de Laboratorios municipales para responder, cuando me-
nos, al servicio de desinfección y á las necesidades de reconocimiento de
aguas, substancias alimenticias adulteradas y análisis de productos pato-
lógicos y de medios de desinfección.
A esta necesidad acudirán los Municipios de menor vecindario, bien
agrupándose para sostenerlos, ó bien en la forma que se indica en el anejo
sf^gLindo. hasta tanto que, previa revisión del Real Consejo de Sanidad, se
frníjiule el Reglamento especial de Laboratorios de higiene, con la designa-
vUhi precisa de los medios que han de tener con arreglo á las poblaciones y
ti sos recursos
Art. 192. Kl Instituto de sueroterapia, vacunación y bacteriología de
Alfonso XIII continuará anejo á la Comisión permanente y á la Inspección
general de Sanidadinterior,y desempeñando las funciones que actualmente
le están encomendadas para la conservación de la pureza de la linfa vacuna
y demás inoculaciones preservativas y curativas, estableciendo directa-
mente relaciones científicas con los de las capitales de las provincias res-
pectivas, para proporcionarles dichos productos y acudir á las necesidades
dí^ líis poblaciones en que estos servicios no estuvieran convenientemente
montados.
Art. 193. Las poblaciones que por su numeroso vecindario, por los re-
cursos de su Erario municipal ó por el suficiente rendimiento de los dere-
Instrucción general de Sanidad pública 93
chos sanitarios pudiesen sostener más de un Laboratorie, podrán hacerlo
con la perfección y en el número que juzg-ueu conveniente, adoptando los
Reglamentos que crean útiles, con aprobación de la Junta provincial de
Sanidad.
Art. 194. El personal técnico de todos estos Laboratorios é Institutos,
ingresará precisamente por oposición, respetando los derechos del que ac-
tualmente se encuentre en funciones, y el orden de ascensos á que tenga
derecho adquirido.
Art. 195. Los Institutos provinciales ó municipales de vacunación se
establecerán con arreglo á las instrucciones emanadas del Real decreto de
15 de enero de 1903.
Capítulo XVi
Honorarios y dereohoa lanitarios
Art. 196. El Real Consejo de Sanidad, á propuesta de su Comisión per-
manente, procederá con toda urgencia á formular la tarifa ó tarifas compren-
sivas de los servicios sanitarios prestados por los Inspectores provinciales,
municipales, subdelegados y laboratorios, que deban b'er retribuidos.
Art. 19*7. Una vez formuladas las tarifas se elevarán al Gobierno para
que determine, según proceda, su aprobación ó modificación, así como la
forma en que han de percibirse y aplicarse los derechos sanitarios que las
mismas comprenden.
Capítulo XVII
Infraoolones y penalidad
Art. 19?. La facultad de imponer las correcciones disciplinarias de que
se trata en este capítulo, corresponderá de ordinario á los Inspectores de Sa-
nidad municipales, ])rovinciales y generales, como delegaílos de los alcal-
des, Gobernadores y Ministro déla Gobernación, á los que, respectivamente,
darán previo aviso; salva siempre la jurisdicción propia de estas autorida-
des para ejercerla directamente ó intervenir en el uso que de su delegación
hicieron los Inspectores, según lo ordenado en los artículos 58 al 61 in-
clusive.
Art. 199. Esta intervención de la autoridad de cada grado en las deter-
minaciones correccionales del Inspector respectivo podrá ser de oficio ó poi*
reclamación del interesado á quien la corrección hubiere sido impuesta, y
deberá ser oída la Junta de Sanidad correspondiente al grado mismo sobre
tales reclamaciones para su motivada decisión.
Art. 200. La circunstancia de ser el infractor profesor de Medicina, Far-
macia ó Veterinaria, ó dependiente de algún establecimiento sostenido ó
subvencionado por el Estado, la provincia ó el Municipio, constituirá una
agravante para la aplicación de las correcciones á que haya dado lugar por
faltas sanitarias cometidas en el desempeño de las funciones oficiales res-
pectivas. Se publicará en el Boletín Oficial de la provincia la corrección im-
puesta, exceptuando de tal publicidad la reprensión privada, designando
nombres y cargos de quienes las hubieren merecido.
Art. 201. Las infracciones cometidas por particulares que no revistan
caracteres de delito, serán castigadas por los Inspectores respectivos, quie-
nes tendrán obligación de dar inmediata noticia de la corrección impuesta
á la autoridad local correspondiente.
Las correcciones de esta misma índole impuestas á los funcionarios á
quien se hace referencia en el art. 205, serán comunicadas también por los
Inspectores á las Autoridades ó Juntas administrativas de Gobierno ó Pa-
tronato de que dependan aquéllos.
Art. 202. Las infracciones que contra lo dispuesto en esta Instrucción
se pueden cometer son de dos clases : graves y leves.
Son infracciones graves :
Primero. Las que consisten en evidente falta de celo é inteligencia e.i
el desempeño de empleo ó comisión de carácter sanitario, si el hecho no
constituye delito.
Segundo. La ocultación de uno ó más casos de enfermedad contagiosa,
ó de cualquiera de las especificadas en la presente Instrucción, por las per-
sonas que, según ella, están obligadas á hacerla declaración ante las Auto-
ridades sanitarias.
í6
Instrucción general de Sanidad pública
m
Tercero. El retraso injustificado en hacer la declaración á que se refiere
«1 número anterior.
Cuarto. La omisión de cualquiera de las prácticas de desinfección en
las ocasiones en que lo exigre la Instrucción.
Quinto. La admisión por los Directores de cualquier establecimiento
benéñcct ó de en*eüanza, de asilados ó educandos que no presenten una
mortificación de haber sido vacunados.
Sexto. La admisión en los mismos de convalecientes de enfermedades
CDUtagiosas, cuyo estado indique claramente que no se han seguido con
todo ng-or las prácticas de desinfección y prevención.
Séptimo. La negativa, falseamiento ó inexactitud notoriamente volun-
taria de noticias pedidas por los Inspectores de Sanidad á los Directores ó
Jefes de cualquier establecimiento de beneficencia ó enseñanza, Instituto
ú fundación, relativas al estado higiénico de locales ó al de salud de los de-
pendientes, asilados, educandos, etc. De esta infracción serán únicamente
responsables ios Directores y Jefes ó sus substitutos.
Esta disposici<3n será extensiva á los establecimientos de carácter pri-
vado á que concurran habitualmente más de iO personas.
Octavo. El ocultar un facultativo la verdad acerca del estado sanitario
de su clientela, ó del hospital ó cualquier otro establecimiento cuya direc-
ción médica le estuviere encomendada.
Art. 203. Se considerarán faltas leves las cometidas por particulares ó
facultativos, infringiendo cualquier práctica ó dispoí^ición de las que, acci-
dentalmente prerÑcritas por los Inspectores ó cualquier otra autoridad con
atribuciones para dictarlas, no estén taxativamente especificadas en los ar-
tículos anteriores.
Art. 204. Las infracciones graves serán castigadas, según los casos, con
inultas de óO á 500 pesetas, con suspensión de empleo y sueldo, ó con desti-
tución del cargo desempeñado por el infractor. Las leves, con las represio-
nes y apercibimientos públicos ó privados y multas de 1 á 50 pesetas. La
graduación de las correcciones será discrecional, á juicio de los Inspectores
o autoridades competentes, cuando no estuvieren especificadas en las dis-
posiciones vigentes.
La nornuí de aplicación de este artículo será común á los particulares, á
los facultativos de Ciencias médicas, á los funcionarios de Sanidad y á las
iiutoridades, s^gún los casos.
Art. 205. f^ara la aplicación del artículo anterior se tendrá en cuenta si
Jiay reincidencia, y si el infractor fuere funcionario de Sanidad, será desti-
tuido á la tercera falta grave que cometiese contra las leyes .sanitarias.
Art. 206. Las infracciones del servicio sanitario del momento, estable-
cido en epidemias ó urgencias análogas por medio de bandos ó pregones,
^lor los Alcaldes ó Gobernadores, podrán ser penadas con multas de una
hasta 50 pesetas por los Inspectores municipales, y de 10 hasta 500 por los
líispectores provinciales.
Siempre que la infracción pudiere constituir delito, los responsables se-
rán entregados á los Tribunales ordinarios.
Art. 207. El individuo que pretendiere burlar las prácticas sanitarias de
desinfección ú observación á que estuviere sujeto, incurrirá en la multa de
5 á 250 pesetas.
Si para realizar su propósito hubiere maltratado ú ofendido á los funcio-
narios sanitarios encargados de dichas practicas, será entregado álos Tri-
bunales.
Art. 208. Los médicos de la Beneficencia general, provincial ó munici-
pal, que se negaren ú prestar los servicios sanitarios que accidentalmente se
les señalare en casos urgentes y epidemias, serán corregidos con multas
de 25 á 5o0 pesetas, sin perjuicio de las responsabilidades penales.
Art. 209. Kl facultativo que tolere que en los establecimientos someti-
dos á su dirección médica se infrinjan notoriamente las prescripciones sa-
iiitarias de carácter profiláctico ó preventivo contenidas en este Reglamento,
ó que desatendiere las advertencias del Inspector sanitario correspondiente,
será casti«-ado con multa cuya cuantía máxima no exceda del iíraite seña-
lado por la ley á la respectiva Autoridad municipal ó provincial.
Instrucción general de Sanidad pública ' p7
Capítulo XVIII
Tramitación de los expedientes
Art. 210. La tramitación de los expedientes que correspondan á la Ad-
ministración central sanitaria, se acomodará á los preceptos del Reglamento
para el régimen interior del Ministerio de la Gobeniación de 12 de Julio
de 1898 en cuanto no se opongan á los que se establecen en esta Ins-
trucción.
Art. 211. La plantilla de servicios de las Inspecciones generales de Sa-
nidad, se dividirá, según la competencia que á cada una de ellas contribu-
yan los artículos- 32 y 33, en los Negociados correspondientes á las Secciones
que determina el art. 6.° para el Real Consejo.
El empleado de mayor categoría ó dase administrativa que en cada Ins-
pección desempeñe Negociado, distribuirá entre los demos los asuntos que
respectivamente les correspondan, llevando al efecto el oportuno registro.
Art. 212. Los Jefes de cada Negociado, una vez hecho por el oíicial ó
auxiliar á quien se le encomienden el extracto del expediente, pondrán y
autorizarán con su firma la nota de trámite ó de resolución que proceda,
dando de ella cuenta al Inspector general de quien dependnn.
Art. 213. Este funcionario decretará ó propondrá al Ministro la resolu-
ción, según proceda, con arreglo á los artículos 9.® y 36.
Si la resoludón requiriese Real orden, el Inspector consignará bajo su
firma su conformidad con la nota del Negociado, y si disintiese de ésta, for-
mulará contra-nota dando cuenta de ambas al Slinistro.
Las minutas, acuerdos, órdenes y demás trámites necesarios para dictar
ó cumplimentar una resolución, se rubricarán por el Jefe del Negociado,
cuando el que dicte ésta sea el Inspeotor. Si es el Ministro, la rúbrica co-
rresponderá al Inspector. Los traslados que éáte autorice los rubricará el
Negociado.
Art. 214. El funcionario de mayor categoría á que se refiere el art. 216
además del Negociado que se le encomiende, se encargará de los expedien-
tes del personal y contabilidad de la Inspección y de recopilar la legislación
de la misma.
Disposicionei transitorias
Primera. Los Gobernadores y los Alcaldes procederán á la constitución
de las respectivas Juntas provinciales y municipales sin demora alguna.
En las capitales de provincia y cabezas de partido actuará provisional-
mente, como Secretario de las Juntas respectivas, el Subdelegado de Medi-
cina más antiguo de los actuales hasta el nombramiento definitivo hecho
con arreglo á las prescripciones contenidas en el párrafo segundo, capítu-
lo VII de esta Instrucción. El Subdelegado que reúna condiciones preferen-
tes entre los definitivamente nombrados, actuará como Secretario de la
Junta provincial hasta la provisión definitiva del cargo en la forma ?iue en
el art. -48 se previene.
Segunda. Todos los expedientes que actualmente se encuentren en
tramitación en el Real Consejo de Sanidad, se darán como conclusos para el
trámite de consulta si la hubiera ya evacuado alguna de las Secciones de
dicho Cuerpo. Los no informados serán remitidos por la Secretaría actual á
la nueva Inspección de Sanidad interior ó exterior, según la índole de aqué-
llos, para que ésta los tramite según corresponda.
Tercera. El Real Consejo de Sanidad y las Juntas provinciales y muni-
cipales desde el momento de su constitución, deberán redactar sus Regla-
mentos interinos y con la mayor urgencia los orgánicos y especiales para
los diferentes servicios que menciona esta Instrucción. Dará el Real Consejo
toda preferencia á la formación de las tarifas y listas de substancias desin-
fectantes, aparatos y demás que hayan de servir de puntos de referencia á
las disposiciones reglamentarias, como también al ordenamiento de concur-
sos y oposiciones para las provisiones definitivas de cargos.
Cuarta. Tres Consejeros de Sanidad y tres individuos del Instituto de
Reformas sociales, nombrados por las respectivas Corporaciones, harán un
Reglamento de higiene de fábricas y talleres, presididos por el Vicepresi-
dente del Real Consejo de Sanidad.
Quinta. Una comisión compuesta de tres Consejeros del Real de Sa«ri-
g8 Instrucción general de Sanidad pública
dad, otros dos individuos Consejeros del Superior de Agricultura y uno de
la Asociación general de ganaderos, nombrados por las Corporaciones res-
pectivas, procederán á la redacción de un Regiamento comprendiendo las
disposiciones relativas á estadísticas é higiene de ganadrs y animales do-
mésticos, y bHJo la presidencia del Vicepresidente del Consejo de Sanidad.
Dlspotioión final
Quedan derogados todos los Reglamentos y demás disposiciones admi-
nistrativas que se opongan al cumplimiento del presente Decreto.
Madrid 12 de enero de 1904. — Aprobado por Su Majestad. — Sáncht:
Guerra.
Anejos 4 la Instrucolón sr^neral de Sanidad pública
Anejo I
Las enfermedades infecciosas, contagiosas é infecto-contagiosas en que
serán obligatorios la declaración del caso á las Autoridades, la desinfección
esmerada del enfermo, anejos y dormitorio, y el aislamiento posible y sufi-
ciente, prescritos en esta Instrucción, son, según informe de la Real Acade-
mia de Medicina, las siguientes : cólera, fiebre amarilla, tifus exantema tía»,
disentería, fiebre tif)idea, peste bubónica, viruela, varioloide y varicela,
difteria, escarlatina, sarampión, meningitis cerebro-espinal, septicemias, y,
singularmente, la puerperal, coqueluciie, gripe y tuberculosis.
Anejo II
Medios de deslnf eoolón y aparatos sanitarios
Hasta tanto que por el Real Consejo de Sanidad se dicte el Reglamentu
relativo á Laboratorios, Institutos y medios de desinfección, podrán lo>
Ayuntamientos atenerse á las normas ó modelos siguientes, entendiénílolos
cómo recursos mínimos de sus respectivas categorías.
Desde luego, todos los Ayuntamientos deberán tener en un local, P' r
modesto que seo, á disposición exclusiva del Inspector municipal de Sani-
dad, los medios que á continuación se enumeran, á no existir Laboratorios
debidamente montados, en cuyo caso se regirán por las disposiciones con-
tenidas en los capítulos corresi)ondientes de esta Instrucción :
I. Los Ayuntamientos de menos de ó.OCO almas tendrán dispuesto para
las desinfecciones, en los casos de enfermedades epidémicas, infeccioj^as y
contagiosas :
I."* Para lavado de paredes y suelos, la lechada de cal preparada ¿egim
se advierte al final de este anejo.
2.'' Para mezclar con las deposiciones, vómitos, esputos y deniás pro-
ductos infecciosos, la misma lechada.
3.° Para el lavado de las manos, objetos no metálicos y pulverización do
los mismos, la disolución de subliiliado corrosivo, en la forma que luego se
describe.
4.** Para la desinfección de colchones, muebles, cortinas, alfombra>.
mantas y objetos que no puedan someterse á la colada, azufre, con el cual.
según las reglas que luego se prescriben, se producirá el desprendimiento
del gas sulfuroso.
5.* Tendrá, además, una ó varias calderas para someter á colada las ro-
pas blancas de cuerpo y cama. Estas coladas se efectuarán en agua hir-
viendo, adicionando 25 gramos por litro de carbonato ó cloruro sódico pura
elevar el grado de ebullición del a.íJrua.
II. Los Ayuntamientos de 5 á 10,000 almas, emplearán los mismos me-
dios y con los mismos objetos que se mencionan en la clase anterior, y ten-
drán* además, disoluciones de sulfato de cobre para la mezcla con las de-
yecciones, vómitos ó esputos, ácido fénico para el lavado de los objetos
metálicos, y pulverizadores ordinarios para la aplicación de estas diso-
luciones.
III. Los Ayuntamientos de 10 á 20,000 almas, ademas de los medios
exigidos á los anteriores, emplearán para la desinfección de muebles y ha-
Instrucción general de Sanidad pública gg
bitaciones, el formaldehido ; y las disoluciones de creolina, cresilo y zotal,
para el lavado de camas y objetos metálicos.
íámplearán para las coladas á que se hace mención, lejiadoras de los mo-
delos más aceptados.
IV. Los Ayuntamientos de 20 á 40,000 almas, además de los medios que
se exigen á los anteriores, tendrán pulverizadores portátiles de gran poten-
cia, lejiadoras y aparatos de desprendimiento forzado de formaldehido, de-
biendo tener estos medios distribuidos, por lo menos, en dos puntos de la
población.
V. Los Ayuntamientos de mayor vecindario de 40,000 almas, deberán
tener ya estufas de desinfección fijas y portátiles, lejiadoras y pulverizado-
res transportables á domicilio, y dos locales destinados á la desinfección de
los objetos que se les envíen.
Fórmulas y detalles de obtención. — El orden de importancia de los des-
infectantes es el sig-uiente:
A. Calor.
B. Vapor de agua á presión (en estufa).
C. Vapores de form aliña.
D. Vapores de azufre.
E. Disoluciones fuertes de sublimado, ácido fénico, sulfato de cobre,
creolina, cresilos y productos similares.
F. Lechada de cal y de hipoclorito.
G. Lejías ó agua salada.
Las aplicaciones de vapor á presión y de formaldehido se hacen en apa-
ratos especiales,
Cuando éstos falten en absoluto podrán substituirse con los vapores de
azufre aplicados en la forma siguiente :
Se quemarán 40 gramos de azufre por metro cúbico, tapando previamente
todas las rendijas y junturas por donde puedan escaparse los vapores sul-
furosos.
Se hace hervir en la habitación, durante una media hora, agua en canti-
dad sufl^ciente para llenar de vapor el local.
El azufre, en pequeños trozos, se pone en vasijas poco profundas, que á
su vez deben colocarse en otras llenas de agua para evitar los peligros de un
incendio. (Una cazuela pequeña dentro de una jofaina con agua puede ser-
vir para estos fines).
Para inflamar el azufre se le rocia con un poco de alcohol, ó se le cubre
con algodón en rama bien empapado en dicho líquido ; se le prende fuego
y se deja en la habitación, procurando no respirar los vapores, y cerrando
herméticamente la puerta, que no se abrirá hasta pasadas veinticinco
horas.
La disolución fuerte de sublimado se formulará al 1 por 1,000 de agua, y
la disolución débil al ipor 2,000. Conviene que ambas se coloreen para evi-
tar errores peligrosos ; la coloración menos expuesta á ellos es la azul.
La disolución fuerte de ácido fénico consiste en
Acido fénico 50 gramos
Ácido tartárico 1 »
Agua 1,000 »
La de creolina, cresilos y productos similares :
Creolina, etc 50 gramos
Agua 1,000 »
La fuerte de sulfato de cobre, en la proporción de 5 por 100, y la débil en
la de 2 por 100.
La de hipoclorito calcico clorurado (polvos de gas, polvos de lavandera)
en la de 5 gramos por cada 20 de cal, al nacerse la lechada.
La lechada de cal se obtiene en el máximo de actividad desinlectora, em-
pleando cal viva de buena calidad, que se mezcla poco á poco con la mitad
de su peso de agua. Al contacto del agua se va pulverizando la cal, y al ter-
minar la operación, se guarda el polvo resultante en un recipiente herméti-
camente tapado, y que se conservará en un sitio seco. Como un kilogramo
Estudios demográjicos de Barcelona
de cttK después de absorber 500 gramos de og-ua, adquiere un volumen de
íi,200 epiitímí^tros cúbicos, basta con diluirle en doble volumen de ag-ua
14,400 centímetros cúbicos) para obtener una lechada de cal al 20 por 100
[íróxímamente. y á la cual puede agregarse ó no la disolución de hipoclo-
rito cíUeico ei orurado.
El agua íííiiíida para la ebullición de ropas y objetos, puede prepararse
en la príiporrión de 6 á 10 gramos de sal común por litro de agua. Entién-
dase que e^tü disolución no se tiene por desinfectante, y se aconseja con el
stiio objeto de t^levar el grado de ebullición del agua.
En igual bé'ntido puede emplearse el hervido de las ropas en las diferen-
tes lejías de uso doméstico.
Terminada la enfermedad.se llevarán al Eí^tablecimientode desinfección,
si le hubiera, los vestidos, la cama, almohadas, colchones, sábanas, mautas,
colehas, etc.
He procnnnñ no remover estas prendas ni sacudirlas, y se las envolvem
en l¡enKo« em[)apados en una disolución desinfectante.
Estudios demográficos de Barcelona
roK £1.
Dr. D. Luis Comengií
Director del Insiiiuto de IIij<icne urbana de Barcelona
Moptalidad durante el mes de enero de 1904
L — INFKCOIONBS
Coqueluche. . 2
Difteria. 11
Disentería O
Eííicarlulina O
Erííiipelu ,,*..... 6
Eclampsia 18
Fiebre ijfoldeu 41
Gan^Tena . 3
InttueuKft .12
Lf^pra 1
Otras infecciones 3
Pflludisnia. 2
EieUínatiümo 1
Sarampión 4
Septicí^mift puerperal ... 3
Id. quirurg-ica ... 4
Sífilis 9
Tétanos 1
Tuberciilosiíí 149
Viruela. 39
Total. . . . .^309
n. — Otra 9 INFKCCIONKS Y PADKCl-
UIKNT03 DH NATURALlíZA NO DB-
TKKuiSAi>A (por aparatos y sis-
temas ),
^^'^ vrr ''?
IveiiKS. . . . . . 1
Suma y sii^ue. . . . 2^6
Suma aiiterior. . . . !¿2t5
/Boca o
TM^^^ii \ Estómago .... 14
^'f *^*- hntestinos .... ^^^
' ' ' i Otros anexos ... U
¡Peritonitis .... 11
i?^.^«V/> ( Bronquiales (Atccios). \M\
/nwn Pulmonía .... 20-:
ioiio, -(p^iin^^n y pleurft. . 43
Cerebro y médula l^l
Genital femenino O
Meninges 5"
Urinario 3V>
Red linfática. 1
Total 919
III. — Otros y accidbntks
Accidentes n
Alcoholismo l
Distrofias constitucionales. . 6
Esclerema 2
Falta de desarrollo .... 13
Fren opa tí as ....... 2
Neoplasmas ....... 34
Senectud 5
Sin diagnóstico ...... 4
Total 84
Total de defunciones . . . .^3 12
Total de nacimientos. . . . 1248
Abortos 106
V^N.-^\^\^
Tomo ZZVII. Núm. 4 Barcelona 29 febrero 1904 Año ZZVII. Núm. 640
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO: Neurastenia y pseudofobias de origen ÍDtranasal . por el I>r. Celestino Gompal-
red. — Nou sobre la inyección hipodérmica de oxigeno, por los Doctores Francisco Mo-
liner, José J. Dómine y José Chabás. ~ Giróla m o Fracasturo. Un higienista del
siglo XVI, por el Dr. L. Comenge. — Sesiones inaugurales. Cuerpo de Internos de Medicina
del Hospital de la Santa Cruz, por el Dr. Rodri^uc^z Ruiz. — Real Academia de Medicina y
Cirugía de Barcelona, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Los estigmas tlsiológicos de la de-
generación, por Luciano Mayer. — La bacilemia tuberculosa subaguda, por el profesor
Debove. — KKVisTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA, por cl Dr. Rovlra Oliver. — NoiiciAs cibn-
TÍFK as: Las citoprecipiíinas ó plasmaprccipitinas. — Miastenia. — Instituto central de Tera-
péutica física de Roma. — Glicolato de mentilo. — Yodiloformo. — Formulario y tratamientos
Moiíi-KNos, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Pvbiicaciones recibidas. —Nuestra corres-
poNPENCiA CON LA pRKNSA.^Estudios dcmográficosdc Barcelona, por el Dr. D.Luis Comenge.
Neurastenia y pseudofobias de origen Intranasal
(I)
POR EL
Dr. Celestino Coíspaired
Solo h título (le nota concisa y breve presento esta comunicación al
XIV ('ongreso internacional de Medicina, en su Sección de Rino-larin-
La circunstancia de haber observado varios enfermos que, siendo
neurasténicos, preocupados ó semifól)icos, tenían lesiones iutranasales,
las cuales tratadas por mí, al desaparecer, modifical)an y hasta hacían
desaparecer los trastornos generales de índole psíquica, me hicieron -
pensar y estudiar el asunto con el detenimiento que merece, movién-
dome afijarlo y á exponerlo á vuestra consideración, para que, dada su
^n'an importancia y trascendencia, continuéis, y continuemos prestán-
dole ixuestra atención.
Ad-emás, no limito mi campo de observación al individuo neurasté-
nico, iH-eocupado, temeroso y pseudofóbico, sino que lo extiendo, por
una parte, al loco en sus distintas formas y fases, y al criminal (en-
fermo social como el. anterior, dig'no asimismo de'nuestros estudios
especiales) y por otra al sujeto sano , á fin de poder mejor establecer
coinj)araciones y conclusiones alf»:ún tanto más definitivas en lo posible
que la.s que ahdi'a.formule, pues ten^^'O necesidad de advertir que, por
el estado delicado de mi salud y por mis muchas ocupaciones profesio-
nales, no he podido ultimar niis trabajos de reconocimiento, expL^ri-
mentación y estadística.
Por ahora me veo en la necesidad de suspenderlos para proseg-uirlos
más tarde, y prometo consig-nar el fruto de mi labor en un trabajo que
espero poíler dar á conocer, por intermedio araso de la Sociéié d'Ototo-
{fie, de Rhinologje el de Laryngologie, de PaHs.
Ha^'O extensivos mis estudios, como digo, á los criminales, por
cuanto ¿qué son estos desgraciados sino unos predestinados al mal, tal
vez tan predestinados como muchos locos que lo están por ser hijos de
e2)ilépticos, de alcohólicos, etc., etc.? Los recluidos en las Casas de
corrección y Penales, como los otros recluidos, son enfermos sociales
que tienen sus estigmas y alteraciones anatómicas , sus estigmas y
trastornos patológicos heredados, y sus estigmas y anomalías sociales
adquiridos en la mala educación y pernicioso ejeníplo, en el vicio, cos-
tumbres y hábitos no corregidos en la época y en la forma en que pue-
den evitaVlos ó corregirlos.
(O Comunicación presentada al XIV Congreso inicrnacional de Medicina (Sección de Rino-
laríngología).
Neurastenias y pseudofobias de origen intranasal
Se ha oíítudiado hasta ahora la cabeza del loco , del neurasténico y
del eri rainal, en su facies, en sus manifestaciones anatómicas e\teri<>-
res, en el cerebro... pero, ¿por qué no hace extensivo la Antropología
criminal, por ejemplo, su estudio á las anomalías intranasales, origeu
de tantísimos reflejos y de tantísimos trastornos y alteraciones de índo.e
clínica diferente?
He reconocido neurastí^nicos en diferentes categrorías y grados.
desde la simple preocupación y miedos variados, hasta la más clara v
evidente pseudofobia en sus distintas manifestaciones estudiadas p.V
Grélineau; individuos que acusaban sensación subjetivamente falsa df
molestias, ó la exaí»-eración de otras reales y evidentes por consecuen-
cia de lesiones intranasales poco importantes ; casos en los que creían
no poder respimr por sus fosas nasales, atribuyéndolo á tumores aloja-
dos en el interior de sus narices, no teniendo más que hipertroíiíi^
ligeras sin espolones, ni desviaciones del tabique,- ni aspiración de l^s
alas de la nariz, ni restos de anticuas vegetaciones, ni hipertrofia de l:i
amí^nlnla de Luska, ni nada, en fin, sino la mencionada hipertrofia en
zanas que denomino de electividad, acompañada de otras zonas <le hi-
perestesia, preferentemente del cornete y meato medios, que des-
aparecían por completo al hacer desaparecer la lesión local intrana.^^aL
En cambio he visto otros en los que su causa intranasal se refería
eiarüy ostensible y categóricamente á enormes desviaciones del tabique,
exagerados espolones, grandes abultamientos de cornetes, etc., etc.,
los cuales, al desaparecer, curaban también al que los tenía de su neii
rasteiiia ó de su pseudofobia.
¿Quitan no recuerda algún ejemplo de preocupación constante,
insonuuns pertinaces , cefalalgias semicontinuas y neurastenia mani-
fiesta, cuyo sencillo origen era uno ó dos tapones ceruminosos anti^ruos.
enormes V duros que comprimían el tímpano y la caja, y que al ex-
traerles hacían cesar y desaparecer aquellos trastornos ? Por mi partt-
podría referir varios.
^No hay reflejos próximos y á distancia, de origen intranasal, conn»
los hay de origen auricular, uterino, etc.?
¿No registra la literatura rinológica casos numerosos de epilep.sia.
de bocio y de asma, de origen intranasal ?
¿No tratamos á diario enfermos que sufren de mialgias intercosta-
les j Iniohares y hasta diafragmáticas , por insuficiencia respiratoria
nasal , temporal ó permanente?
Todo esto es evidente. Como comprobación de algunos hechos, debe
añadir í[ue he tenido enfermos neurasténicos y aun pseudofóbicos que
siendo fumadores, alcohólicos, y otros con antecedentes sifilíticos, le>
he suprimido el alcohol y el tabaco y les he sometido al tratamiento
específico , sin conseguir más que ligeras é inconstantes mejorías,
hasta que, para obtener más, he necesitado tratarles sus lesiones in-
tranasales.
Cuanto á la constitución individual, educación y clase de los distin-
tos enfermos á que aludo en el presente trabajo, diré que los he tenido
débiles y vigorosos ; histéricos, nerviosos é irritables, y pacienzudos,
flematiciss é insensibles ; jóvenes y viejos; hombres y mujeres ; dedica-
dos á trabajos de inteligencia y á las rudas faenas del campo; aristócra-
tas y i>ordioseros; religiosos y despreocupados.
En los criminales he podido igualmente comprobar diferentes lesio-
nes intranasales en relación con la importancia del delito y con su
mayor «> menor reincidencia. Sin embargo, tengo sin terminar mi-
estudios sobre tan capital cuestión, y hasta tanto que los ultime, no debo
111 quiero establecer fundamentos científicos definitivos.
Puedo, pues, deducir las siguientes conclusiones :
r" i
Nota tobn la inyección hipodérmica de oxigeno. /oj
1.* Existen tipos de neurastenia en sus diferentes manifestaciones,
foniias y cate|>:orías, como hay individuos pseudofóbicos con todas sus
variantes y en todas sus gradaciones, cuya causa y sostenimiento radica
en determinadas lesiones intranasales.
2.* Por regla general suelen ser éstas: estenosis nasales más ó me-
nos absolutas, con ó sin compresión constante de tejidos y del órgano
etmoidal , por consecuencia de hipertrofias, engrosamiento de la mu-
cosa y desviaciones del tabique, espolones y abultamientos de cornetes,
acompañándose ó no de zonas hiperestésicas.
3/ Al combatir semejantes lesiones y hacerlas desaparecer, á la
par Que cesan los trastornos de otra índole (local y general) que aque-
llas lesiones producen , desaparecen igualmente las manifestaciones
neurasténicas ó pseudofóbicas que presentaba el paciente.
Y 4/ Es muy posible que lesiones intranasales semejantes man-
tengan determinada relación con la forma y calidad , importancia y
reincidencia de ciertos delitos perseguidos y castigados por el Código.
Hota sobre la inyección hlpoddrmiea de oxígeno ^'^
rOR IOS DOCIORES
Francisco Moliner
Catedrático de Clínica Médica y Director del Sanatorio de Porta-Coeli
José J. Dómine y José Chabás
Profesores Clínicos del Sanatorio
La meditada relación documental explicativa de las ideas y hechos
cuya síntesis constituye el exclusivo objeto de la presente nota, reba-
saría los límites de ésta, pues su extensión, novedad, complejidad y
porvenir, exigen ineludiblemente el libro ó cuando menos el folleto.
Esos informes debidamente extensos y la adecuada exposición oral
y de laboratorio, anunciamos para plazo no lejano. En tanto, ofrece-
monos gustosos á toda ampliación verbal y experimental que se nos
solicite por los compañeros.
La intuición clínica y el empirismo terapéutico, siglo tras siglo do-
minantes, encarnada aquélla en un Hipócrates y vigorizada ésta por
aquél y por el éxito positivo, han mantenido en tradicional predica-
mento de seguro éxito terapéutico al aire puro, en toda enfermedad de
índole consuntiva. Sin química afirmara Hipócrates la virtud medici-
nal del que se aromatiza en los pinares ; con la química desentrañamos
hoy el misterio de aquella intuición maridada con el éxito : la clave, el
oxigeno. Y el aire puro, el oxigenado, el de la montaña, curaba á los
éticos, á los consuntivos, á los escrofulosos, siéndoles irreemplazable
panacea.
La química que descubriera el qtiid de la impalpable droga fué re-
querida también para que en el misterio patológico nos diese la clave
de sus materiales ó substanciales trastornos. Confirmando una vez
más, que es la mejor guía, la ideal, descórrenos también aquí el velo
tejido con suposiciones de casualidad mecánica, prejuicios ó nipótesis,
y nos descubre en sutilísimas variaciones químicas, primarias y esen-
ciales de nuestra constitución material, &upri??ium moveiis: la clave, el
mismo oxígeno.
(l^ XI V Congreso Internacional de Medicina, Madrid, 23-30 de abril de 1903. (Sección de Tera-
péutica).
'04
Sota sobre la inyección hipodénnica de oxigeno
H
Las variaciones en la cuantía ó equilibrio de oxíg-eno dan la carac-
terística de las determinantes de toda desinteg-ración celular, de la va-
riación morbosa. Se simplifica y se hace más ostensible este lieclin
fundamental bioquímico (radical fisioló^j^ico ó patolt^g'nico) en el pro-
ceso tlsióg-eno, al cual, por ello, nos contraeremos principalmente.
En el llamado período pretuberculoso, especialmente en el paréii-
quima pulmonar, es de evidencia tang-ible é inne*^able la zona <le re-
ducción típica que reemplaza á la que hasta entonces fué apta para Vi-^
fenómenos de oxigenación característicos de su vitalidad. Pieza.s de-
mostrativas ofrece y ha publicado el Dr. Ferrán (Barcelona), que basta
sólo verlas para asentir.
A esas tan sintéticas como verídicas premisas se han unido pam
basamentar la teoría y práctica terapéutica que hacemos pública.*^, he-
chos clínicos diversos que la confirman, relativos á las curaciones íiahi-
das ÚG peritonitis tuberculosas, merced al influjo de la simple lai>araT'>
mía en unos casos, á la punción con vaciamiento de líquido é inyección
de aire aséptico en otros; de ántrax que fueron tratados y curados cñu
inyecciones de oxígeno en las partes limítrofes; áe fistulas tuberculoso
(leí lagrimal curadas con inyecciones de ag'ua oxig-enada, etc. Est- >
hechos nos indujeron, á fines de 1901, á la práctica de las inyecciones
de oxígeno puro en las mallas del tejido celular.
En los antedichos, y en casos dé tuberculosis pulmonar, ({foideñs,
colibacilosiSy eclampsia puerperal„ meningitis, gangrena, etc., eii donde
sospechábamos predominando el fenómeno de rt^ducción, la hi])oglo-
bulia, la desoxig*enación, allí hemos aportado el oxígeno, consigniiemi'
positivamente, sin fracasos, alivio siempre, curaciones patentes y rápi-
das, en la mayoría de los casos.
Cohibidos por los límites de esta nota indicaremos la técnica y fem»-
menología de tal tratamiento, transcribiendo un párrafo de la tesis que
sobre <^Tisioterapia>/ presentó uno de nosotros, el Dr. Chabás, en ener
de 1902:
«Sólo ahora nos es dable decir que inyectados con precisa suavida 1
en la región interescapular (preferible), brazo, ing-le, etc., uno á tre-
litros de oxígeno contenido en un g-lobo que integra el aparato consti-
tuido por uu sencillo pulverizador ad koc modificado, cuyo frasco lia-v
de lavador y contiene gotas de esencia de trementina, se observa : c*-
rrespondiente distensión de los tejidos; pronta absorción; visible t
iiimediato hematoseamiento de la cara, especialmente de los labios:
modemda elevación térmica, á la que sigue poco después notable des-
censo hasta la cifra normal ó pocas décimas más, constante ya si -^
prosig'ue el tratamiento; notable sensación de bienestar, patente dismi-
nución de los fenómenos de reflejismo que alimentara la fiebre, efe<-:
observado también en la tifoidea y meningitis; rápida aminoración dr
la tos favorablemente modificada ; renace el apetito, aumenta la ori-
na, etc., etc., notables fenómenos de alivio, más ó menos o.stensible-.
pero observados siemi)re».
Imi)()SÍbilitudos de transcribir aquí posteriores ratificaciones y am-
pliaciones y de describir nuestro aparato inyector que, por otra part^\
reemplaza ventajosamente á la jeringa Houx y aspiradores Potain Dieu-
lafoy. sometemos al sui)erior juicio del mundo médico esta nota, ofr-
ciéndonos á dar cuantas explicaciones verbales y experimentales se u •>
denmnden de las siguientes
Conclusiones
1.'' El factor oxígeno juega el principal papel en la base quíuiica d-
la miyor i)arte de los procesos morbosos, especialmente de los consun-
tivos^ cuya expresión química la compendiad fenómeno de reduccióu.
Girolamo Fra castora io5
2.* La iuyeccióa hipodérmica de g-as oxíg'eno puro ó con la adición
de Qtras substancias, se opone de un modo ostensible y preciso á dicho
fenómeno, con resultados prácticos en extremo satisfactorios.
3.* Dichas inyecciones abren nuevos horizontes á la Terapéutica.
Gipolamo Fpaeastopo ^^^
Un Itlglenlsta del «Iglo XVI
POR EL
Dr. L. Comenge
Señoras y señores:
Yo no sé hasta que punto y en que grado, dejando aparte mis hu-
mildes aptitudes, este discurso que aquí empieza y que por mandato
de tan sabia corporación he compuesto en breve tiempo, se amoldará á
los propósitos de la Academia y á las circunstancias presentes. Porque
temo, no sin al<^ún fundamento, que se juzgue fuera de lugar y de
razón el acudir á esta solemnidad con vetusteces y recuerdos enterra-
dos en el polvo de los siglos ó hundidos en la soledad de lejano pre-
térito.
Relatar liechos y traer á la memoria pensamientos de longísimos
años, en una fiesta" como la de hoy, consagrada especialmente á galar-
donar el mérito y la pujanza de ia bizarra juventud médica; ante una
institución laboriosa y fecunda que dedica sus bríos y actividad incan-
sables á conocer y domeñar el presente vertiginoso y todos sus anhelos
á taladrar el porvenir con el pensamiento, á despejar las nubes del
futuro para que más pronto brille y resplandezca la aurora del pro-
greso, el sol de la humana Medicina; conmemorar, en fin, hombres y
evocar ideas de traspuestas centurias en este recinto rebosante de vida,
de elegancia y de belleza, cosa es que pudiera semejar, por sus inme-
rliatos efectos, á inesperada lluvia de tallos mustios y hojas secas en
ameno y florido jardín.
Mas no conviene olvidar que aquella lluvia y los mentados recuer-
dos pueden ser de provecho grande; que así como el campo reverdece
y enlozana con los seculares despojos de su propia arboleda, en Medi-
cina y en la vida social es muy útil y digno de pechos hidalgos mirar
de vez en cuando hacia atrás y henchir el corazón con las hazañas y
ejemplares virtudes de nuestros ascendientes gloriosos.
Y puesto que la Higiene, como toda ciencia, es hija de los siglos,
obra de las generaciones que se legan y transmiten observaciones y en-
señanzas, puesto que las conquistas de hoy preparadas fueron ayer y
los frutos presentes muestran su origen en añosas labores, sin duda
que ha de ser, en último análisis, empresa nobilísima, placentera y
fortificante venerar á nuestros mayores y templar nuestras energías
en las energías y consejos de los ancianos...
Animado por esta consideración voy á dedicar algunos minutos á
un higienista de antaño, á un médico de privilegiado talento, que
avanzó á los suyos, se adelantó á su época y llegó con su intuición
hasta nosotros Wrenando valiente las preocupaciones científicas de la
primera mitad del siglo decimosexto.
Si no lograra mi empeño, que no es otro que el de cumplir de la
mejor manera en mí posible, con un deber que me enaltece, vuestro
descontento será el mayor castigo á mi osadía; si lo que os diga no
(1^ Discurso leído en la noche del 33 dt marzo de 1805, en la sesión extraordinaria celebrada por
W «(Academia de Higiene de Ca tal uñar».
To6 Girolamo Fracasioro
merece vuestro beneplácito, en cuaresma estamos, ofreced el mal ratoá
Dios y que os tome en cuenta el sacrificio que de antemano os agradezco.
En la risueña y accidentada comarca veronense, de blando clima y
fértil suelo, cubierta de cielo azul y adornada de rientes ríos y tran-
Julios lag'os donde aquel se refleja como en purísimos espejos y en
onde los más famosos capitanes hicieron gala y ostentación de su?
talentos guerreros y crueles maniobras, nació uno de los hombres que
mayor ahinco pusieron en evitar dolencias á sus semejantes y restar
víctimas á la muerte.
Con efecto, en la ciudad de Verona, por tantos conceptos famosa,
vino al mundo, hace 412 años, uii niño que se llamó Girolamo, hijo de
Felipe Fracastoro y de Camila Mascarelli, ambos de no vulgar estirpe,
ambos luego inmortales por la fama que alcanzó el entonces recién
nacido. Este, como todo humano ser, ingresó en el mundo llorando,
que es natural que así acontezca con quien viene á este valle de amar-
gura; pero es que el niño Jerónimo lloró dos veces, porque como na-
ciera con la boca muy pequeña por anormal oclusión de los labios,
hubo necesidad de corregir el defecto con operación síangrienta, y así
el Arte médico, al que había de dar inusitado esplendor, andando loí^
años, salvóle de la muerte apenas entrado en la vida.
Estos auxilios de la ciencia á los predestinados á la inmortalidad no
son raros ; Abel y Newton, los dos colosos de las matemáticas, nacieron
antes de tiempo, comT) si el mundo quisiera aprovechar más presto
sus potentosas aptitudes; el celebrado capitán Andrea Doria, el Papa
Gregorio XIV y Sancho el Mayor, de Navarra, debieron su salvación a
la operación cesárea, estoes, a la intervención quirúrgica, como el niño
Fracastoro.
Apenas nuestro Jerónimo había entrado en la segunda infancia, su
madre, que le llevaba en brazos, dícese que murió abrasada por el rayo
y nada ocurrió al infante, si no es la tremenda desgracia inherente á
la condición de huérfano.
Su padre aplicóse á darle educación esmerada, y salió Jerónimo pe-
ritísimo en matemáticas, humanidades, filosofía, medicina, sobresa-
liendo cii todas las disciplinas y sobre todos sus condiscípulos de la
célebre Universidad de Padua; fué su maestro más notable Pomponaci,
aristotélico, naturalista é impulsor de la ciencia por el camino del libre
examen.
Dedicado Fracastoro al ejercicio de la Medicina y tras no pocas visi-
citudes, adquirió justísimo renombre que le valió la gratitud del pueblo
y las distinciones de los magnates. Sancionan esto último los sig-uien-
tes episodios: cuando Carlos Y de Alemania y I de España se dirig-ía á
Milán para llegar á Genova, acudió la muchedumbre á Peschiera anlie-
losa de ver al César, de conocer al mayor monarca de aquellas edades;
entre la multitud hallábase nuestro médico, en quien ñjó su atención
el Príncipe de Trento y luego el Emperador; el público rodeó envidioso
y sorprendido al que mereció tanta honra: era su paisano Fracastoro:
alcanzó éste la protección del Cardenal Bembo, fué médico del Concilio
tridentino, mereció ser consultado en gravísimas cuestiones de salu-
bridad y las tropas pontificias al entrar en Yerona en son de g-uerra
llevaban orden de respetar las propiedades del gran Fracastoro, quien
falleció en su quinta de Cophi, en 1553, á los 70 años v á consecuencia
de una apoplegía. Era Jerónimo Fracastoro de baja estatura, recia
complexión, de negros cabellos, barba y ojos obscuros, mirada viva,
rostro simpático y de nariz incorrecta. [Cosa extraña! á los dos anos
de morir, sus conciudadanos erigieron á la memoria del esclarecido
varón un suntuoso mausoleo en la iglesia de Santa Eufemia de Verona.
Cirolamo Fracastoro ¡07
Nació, pues, Fracastoro y Mascarelli en la patria del renacimiento,
en el sig-lo de la imprenta y del Nuevo Mundo, y floreció en aquella
inmortal centuria de Servet, Lají:una y Valles, Fernel y Pareo, Vesalio,
C'esalpino y Oolombo, de inextinta fama, de inmarcesible gfloria mé-
dica. Sur«»*ió en la primavera espléndida de la civilización, en medio
de aquel potente foco de cultura que desde las orillas del mar latino
iluminó todo el orbe; en una edad que fué un poema heroico en acción
realizado por ^ií^antes; en un período excepcional que oyó los cantos
del Tasso y Ariosto, las enseñanzas de Galileo y de Luis Vives y admiró
las obras de Rafael y Mig^uel Ángel y las homéricas aventuras ue Colón,
Mag-allanes, Hernán Cortés y Elcano; brilló, por fin, en aquella centena
de colosos del pensamiento y de la bizarría, al parecer surg'idos de la
amorosa fusión entre el g'lorioso pasado y el ])orvenir inmenso!...
Conócesele á Fracastoro como inspiradísimo vate, como autor del
inmortal poema latino sobre la Sífilis y médico de g-ran sabiduría, mas
no como excepcional hig-ienista, no como el precursor de doctrinas so-
bre la etiolog-ía y profilaxis de las dolencias infectivas que hoy pudie-
ran suscribir los más entusiastas de la moderna escuela panspermista.
Y bajo este aspecto, que es en donde se cimenta y funda su princi-
pal valía, hemos de estudiar al médico veronense.
Era la Higiene en conjunto y á fines de la centuria xv, heterog-énea
reunión de datos y consejos empíricos, inconexo arte dirigido A la con-
servación de la salud de los ricos, de los favoritos de la fortuna y cuyas
reglas antes se dedicaban al bien vivir que á la racional profilaxis de
las dolencias. Y lo que á este último punto hacía referencia, consti-
tuía inextricable maraña por la orfandad de conocimientos patogéni-
cos que han de ser el más firme sillar de la ciencia de la salud.
Basta hojear los libros del tiempo de Fracastoro y posteriores para
vislumbrar al punto el laberinto de proi)iedades ocultas, de vapores
éorrompientes, alteraciones de la pituita y de laatrabilis, de putrideces,
espíritus, fomes aéreos, fermentos, quemazones del fluido vital en el
recinto y cercanías del corazón, seminarios cáusticos y maravillosas
alteraciones humorales de que echaban mano los antiguos para expli-
car enfermedades tan claras y tan patentes como la sarna, la tina y la
tisis
Y es que entonces el microscopio no había salvado ei abismo de lo
invisible, no se tenia aproximada noción de los gérmenes patógenos y
faltaba la colaboración de los siglos para la demostración experimental
de la transmisión délas dolencias. En aquella situación caótica levan-
t')se robusta y valiente la voz del médico de Verona predicando cono-
cimientos y adelantando principios, sobre los cuales había de cons-
truirse el más gallardo edificio de la Medicina: la naturaleza de las
enfermedades transmisibles y su profilaxis.
Hoy que nos son familiares todos los procedimientos, todos los tan-
teos, tíjdas las confirmaciones bacteriológicas, hoy que poseemos segu-
ros medios para descubrir el germen de una epidemia, examinar sus
condiciones estáticas y dinámicas, las lesiones que ocasionan, los ve-
n(Mios que segregan yVien formas de anular y suavizar la índole ma-
li^-na de los microorganismos, todos los problemas, con aquellos puntos
enlazados, si no se resuelven se plantean ya con claridad.
Pero, ¡nh, señoresl que prever el futuro por cima de todas las igno-
rancias y preocupaciones en que vivimos, desmenuzar y corregir el
sistema "generalmente admitido y sin elementos construir lo que ha de
ser imperecedero, es labor reservada al genio como el de Fracastoro,
quien, merced á su intuición y á su espíritu filosófico, llegó á médico
sobresaliente é higienista excepcional.
io8
Girotamo Fracastoro
'i
'
Para corroborar lo antedicho, fijémonos en algunas de sus asevera-
ciones, ya que para dar idea de las más fundamentales y comentarías
se necesitaría un volumen no pequeño.
Encuéntranse aquéllas en su obra de los contagios (1), escrita á los
63 años de edad, y la cual debemos de considerar como la síntesis ilt*
toda su experiencia, no como fugaz y atropellada manifestación de uu
pensamiento mozo.
El libro primero trata de los contagios en general, y en él estudia
Fracastoro las más salientes cuestiones enlazadas con tan importante
materia, con sobriedad, método y penetración envidiables. Reclanm
vuestra atención: Contagio, dice el médico veronés, es el tránsito d^
la infección de un indivicluo a otro, de un miembro á otro miembro de
un mismo individuo. KI contagio, añade, que no es Inás que la acoi«j]i
de los gérmenes virulentos trasplantados, difiere del envenenamiento,
de la corrupción y de la destrucción de las partes. Diferéncianse lus
venenos del contagio, porque aquéllos no pueden engendrar en un se-
gundo individuo gérmenes. parecidos á ellos como los causante^s de la
primitiva enfermedad, y así los envenenados jamás son contagiosos.
Al demostrar que el contagio no es la putrefacción, por más de qu^
puedan coexistir, ó suceder ésta á aquélla, dice que la rabia es enfer-
medad contagiosa, de lenta marcha, y sin embargo, no hay corrupción
de las partes. Tras de estn idea notable expone otra no menos sagaz:
la de que la acidificación del vino no depende de corrupción,* antc>
bien, parece como que lia sido inficionado por un contagio, es <iecir:
invadido por gérmenes; teoría es esta sobre la acidificación demostradíi
experimentalmente en e^stos últimos años por Pasteur.
Creyó Fracastoro que en todo contagio ocurría una suerte de dt^s-
trucción de las partículas corporales invisibles; pero no la destruccÍDU
primitiva del todo, aunque ésta secundariamente puede venir. Eu
esta aíirmación se echa de ver que el médico famoso cre}^) que los gér-
menes obraban primitivamente sobre los elementos del organismo v
humores en que los antiguos residenciaron el contagio.
De tres maneras se verifica éMe, según el veronense: por sólo coii-
tacto, por intervención de focos infectivos (vestidos, utensilios, etc..
aptos para retener los gérmenes), y á distancia, existiendo enfermeda-
des como las exantemáticas en que la propagación se verifica por lo>
tres procedimientos á la vez.
Al describir cada una de aquellas vías de contagio, dice que lo-
gérmenes virulentos pueden cobijarse dos ó más años en los focu-.
conservando su actividad y que el contagio á distancia no debe atri-
buirse á causas ocultas; los gérmenes, en este caso sorprendeute, >r
comportan de manera parecida á las partículas invisibles de las subs-
tancias aromáticas ó irritantes, en su difusión. Los gérmenes inorb»
sos, continúa, están dotados en sus excursiones de dos clases de movi-
mientos, uno propio y otro extraño ó de arrastre por fuerzamayor.
Las semillas contagiosas (que pueden ser destruidas por el fuego >
por el frío), penetran en el organismo por diminutos poros, ganan lo>
pequeños vasos, entran en la sangre é invaden el corazón, no como -r
un enemigo, no deliberadamente, porque carecen de conciencia y de
voluntad.
Los gérmenes contagiosos de menguada vitalidad ó envueltos en
medios viscosos, tardan más en su difusión que los más vivos y los qu-
penetran en el cuerpo por las vías aereas.
Enseña en su libro el médico poeta que los contagios en esencia
í I) Hicronimi Fracastorii. De contagionibu^ et contaffiosis morbis et e rum curatione. Líbri I'.l.
El Dr. León Mcumcr los ha traducido al francés adornándolos con notas en 1Ü93.
Girolamo Fracasioro tog
son una misma cosa, diferenciándose únicamente por sus procedimien-
tos de invasión y progreso y por sus manifestaciones distintas, según
las circunstancias de los seres atacados y la composición de las partes
invadidas. Esta teoría acaso parezca muy radical y dé .lugar á pensar
que Fríicastoro creyó que un mismo germen podía" ocasionar distintos
contagios, mas no es asi: nuestro autor dista mucho de tal creencia, ya
que sentó categóricamente que cada germen producía otros semejan-
tes k él.
En el capítulo XII del libro de los contagios que venimos sinteti-
zando, mas no siguiendo su exposición literalmente, sienta el doctor
<los teorías importantísimas que motivan en los días presentes empena-
<las discusiones, á saber: la teoría del hábito para explicar la inmuni-
(lad, y la de la autoinfección. Respecto á la segunda, dícenos Fracas-
toro que algunos contagios nacen y prosperan dentro de nosotros, en
uno de los órganos, y luego se difunden á otros sitios de la economía.
Ora proceden de autoinfección, ora vengan de fuera, siempre se origi-
nan estas semillas morbosas en cuerpos vivos y sólo en éstos prende la
infección. Pero en estos cuerpos vivos se nota que unos toman el daño
más fácilmente que otros, y algunos con gran dificultad, lo que hace
suponer, dice, que nos podemos habituar á las fiebres pestilentes como
nos acostumbramos á los venenos.
Estas son las m/is culminantes doctrinas del discípulo de Pompo-
uaci, en su libro primero. Son ellas tan capitales y tan sorprendentes,
que bastan para conceder al médico italiano los honores del genio, aun
teniendo en cuenta ciertas preocupaciones vetustas, ciertas nociones
^.rróneas que se registran en los escritos de Fracastoro que, al fin y al
cabo, humano era Jerónimo, y como tal, no podía desprenderse total-
mente de la atmósfera que lo circundaba, ni evadir la soberana acción
<le las leyes experimentales que habían de venir luego á sancionar in-
tuiciones más ó menos completas.
Y como pudiera creerse que tan inauditas opiniones en aquella edad
no fuesen hijas de asidua meditación y convicción arraigada, conviene
advertir que el segundo libro de la obra de Fracastoro contiene las
aplicaciones de los principios extractados á cada una de las dolencias
contagiosas, y que en el volumen tercero se habla de la profilaxis y te-
rapéutica de aquellos males, constituyendo así un todo armónico' que
justifica la solidez y grandiosidad del concepto de la infección y del
contagio enseñado por Fracastoro por vez primera,^ según aseveración
de éste y del erudito Mercurial.
Lláraanse fiebres contagiosas, dice Jerónimo Fracastoro, en el libro
segundo de su obra, no las que pueden infestar un humor vecino y
contiguo, sino las que son capaces de llevar á otros individuos el mis-
mo mal en virtud del traslado y reproducción de los gérmenes. Afir-
ma que explicar la naturaleza (le las fiebres pestilenciales por las pro-
piedades ocultas equivale á resolver un problema por una incógnita.
En este libro segundo se combaten las doctrinas sobre el contagio de
ilaleno y de Montano, y describe atinada y concisamente el sarampión,
la viruela, la peste bubónica, la rabia, el tifus petequial, la tisis, la ele-
fantiasis y otras dolencias contagiosas en su sentir.
De conformidad con lo manifestado en el libro primero, dice en el ter-
cero el médico veron'^s, que las enfermedades contagiosas deben de te-
ner un método terap'^utico general, común á todas, y por tanto que á la
destrucción de los g'^rmenes debe el médico dirigir todas sus fuerzas.
Establece dos tratamientos, el profiláctico ó preventivo y el curativo, y
aunque dedica mayor espacio al segundo (y esto, como comprendéis, es
natural en aquellos días en que los fundamentos de la prevención del
contagio se desconocían), aconseja, sin embargo, que el principal tra-
Cuerpo de Internos de Medicina del Hospitdl de la Santa Cru:^
tamiento estriba siempre en dirig'ir todo ing^enio y toda dilig-encia cou-
tra lo8 seres ó g-érmenes de contag-io, los cuales pueden ser miiertr.s.
derrotados, debilitados ó dispersados merced al fuegfo, al frío, á I-
ciiysticos y evacuantes, los cuales pueden alejar un peligro inmi-
neiut'...
Dejando á un lado las aficiones de Fracastoro á la simpatía y anii-
patífi para explicar ciertos fenómenos fisio-patológicos y su inclinaci'ii
a lus fármacos, si elevamos nuestro pensamiento hasta los primeria
aíioí^ del siglo xvi, cubiertos de niebla densísima, y examinamos in -
parcial y sintéticamente el sistema morbogénico del italiano, no i)0(lrr
mos menos de reconocer (jue no tan sólo es grandiosa y admirable •::
docíriim, sí que, como dije al principio, pudiera suscribirla el más <le-
cididü panspermista de nuestros tiempos. Durante muchos años qii*^-
ílarnn olvidados tan hermosos conceptos; las disputas escoláticas, reli-
g^iosas, anatómicas y las que versaban acerca de problemas terapéatic-
soterraron las enseñanzas del veronés ; preciso fué que viniera el si^-]i
actuul á recoger y á aumentar ¡os frutos de tanta sagacidad y penetrachh
Al fin y al cabo nada en el mundo perece, aunque los cambios -
ofrezcan á los vivos con el aspecto de la muerte. Cuando el sol se pcnir^
^ se eclipsa, mil pupilas suspendidas del firmamento recogen aqueil
luz y la mandan á otros mundos siderales...
Lo propio sucede en la historia de nuestro arte. Traspone su carrón;
un astro de primera magnitud, llámese Hipócrates, Galeno, Sydenhan
ó Harwey, y mil refulgentes luceros se apoderan de sus enseñanzas ;
líis <^ünservan y transmiten á lo larg-o de las centurias, y así, al hundir^
en la tierra Girolamo Fracastoro, mandó á lo alto los rayos de su i)o<lt-
r(ís;i iutuición, que sirvieron más tarde de luz y de guía á sucesiva-
geiií^raciones y de orig:en á vivaces y fructíferas ideas.
¡ Asombrosa labor, señores, la del genio que levanta arrog-antes ;
peri tmes fábricas sin otros materiales que el pensamiento ! Este g-uiú ;
Cülúii, y una hipótesis nos regaló el Nuevo Mundo ; de otra presuncini
nació el conocimiento de la tierra, é hipótesis son las que explican, en
las iKTs rimerías de este siglo realista, los más imponentes fenómenos i*
la física y de la química; y es que en las ciencias, aún las naturales, t^i
las <]ue mayor importancia se concede al hecho, la imaginación prepa-
ra. \\\ razón consolida y el genio crea, porque adivina, legrando á Ir-
[Hjsteriores el ensanche, la comprobación y el usufructo de sus ci^ii-
quistns.
Yh sabéis cual es vuestra misión. Al realizarla, si á tanto llecra 1 •
ventura de la generación actual, que no os desvanezca el triunfo y
acordaos de los hombres ilustres del pasado, rendidles siempre tribiu
rfe justa admiración, porque de ellos procede la savia toda de vuestr,
lozímía científica, como arranca y desciende la higiene modernísima,
en -ípran parte, de la penetración asombrosa de un médico-poeta, «Ir^
gran Fracastoro.
He dich'
SESIONES INAUGURALES
Cuerpo de internos de Medicina del Hospital de la Sta. Crní
El día 22 del próximo mes pasado y bajo lá presidencia del Dr. Go:.-
zMez Prats, distinguido catedr/itico de la Facultad de Medicina, celel r
\\\ sesión inraig-ural el Cuerpo de alumnos internos del Hospital de i
Santa Cruz.
Rtal Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona
Declarada abierta la sesión por el señor Presidente, el Secretario,
Sr. Casanovas, leyó una muy oien escrita Memoria, patentizando la
actividad que durante el curso anterior habían demostrado los indivi-
duos de dicho Cuerpo.
Acto continuo, el Presidente accidental del Cuerpo, Sr. Corachán,
dio lectura á su hermoso trabajo, tan bien pensado como sano en doc-
trina, y con el que demostró poseer muchos conocimientos. El tema
desarrollado fue : Estudio de ¡as infecciones peritoneahs post-operatorias.
Terminó el acto el señor Presidente con una breve pero elocuente
oración, alentando á los alumnos para el trabajo y para que esas acti-
vidades iniciadas en colectividad se perpetúen individualmente.
Todos los oradores fueron muy aplaudidos.
Dr. Rodríguez Ruiz.
Real Academia de Medicina y Cirugía
Presidiendo el Dr. Cardenal y con la asistencia del Decano de Medi-
cina, en nombre del Claustro ; del Dr. Vallejo, en representación del
Rectorado ; de muchos otros individuos, pertenecientes á varias Corpo-
raciones, y de numeroso público, se efectuó la sesión pública inaugfu-
ral de esta Academia el día 30 de enero.
El señor Secretario reseñó las tareas que ocuparon á la Academia
durante el curso anterior del modo que él sabe hacerlo y de que más
de una vez se ha hecho eco este periódico.
La nota, culminante de esta sesión estaba á cargo del culto y traba-
jador Dr. Martínez Vargas. De él era de esperar una labor ae gran
relieve y k fe que no fueron equivo^^adas las preconcepciones relativas
á su mérito.
Apartándose hasta cierto punto de la especialidad que cultiva con
tanta gloria para él como para la ciencia española, en la que dejará
huella indeleble, trató magistralmente de los Deberes benéficos de Bar-
celona. Su discurso es un trabajo acabado y útilísimo de Higiene
social barcelonesa. A modo de inventario hace justicia á nuestra ca-
pital en lo mucho bueno que tiene, no escatimando las alabanzas que
merece.
Mas Barcelona, como todo organismo que crece con rapidez, no
lleva á la par la evolución de todos sus órganos y no van armónicas
todas sus funciones. En el momento presente falta el consoisns nnns,
y así se ve que el gran número y suntuosidad de sus edificios, su po-
derosa industria, su activo comercio y tantas otras muestras de pleni-
tud y energía coinciden con deficiencias sanitarias y benéficas en
varios conceptos, falta de algunas instituciones y dirección reformable
de ciertas de las existentes. A marcar esos puntos ñacos, más ñacos
aquí en donde hay tantos robustos, se encaminó el Dr. Martínez Var-
gas, haciendo con ello una buena obra, una obra de verdadero patriota,
que á su patria no quiere ni á su hogar estima quien sólo sabe entonar
loores y no escudriña lo mal dispuesto para enderezarlo, lo no exis-
tente para que germine y crezca y lo tradicionalmente vicioso para
substituirlo por ideas y prácticas más en consonancia con los tiempos
actuales.
Arrancando de la vida ordinaria, de los hechos registrados en su
tarea clínica y de la observación de sucesos no todos médicos, trazó
varios cuadros con mano maestra. Párrafos enteros parecían escritos
por Zola. Tal era el realismo con que exhibía acontecimientos y mi-
serias fotografiados en el hogar doméstico ó en el hampa de las calles
La multiplicidad de talentos, que son una de las características del
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H2 Los estigmas Jisiológicoa ds la degeneración
sabio Catedrático, bien conocida, aumentó aquella noche para buena
parte del auditorio descubriendo en sus facultades nuevas facetas bri-
llantes. Se 'destacó, no ya como excelente médico y conspicuo pedia-
tra, sino como socíólogfo cultísimo, hig'ienista valioso, y más que esto
aun, como pensador de gran mérito, que no desperdicia detalle algunu
y que desde los hechos particulares, inadvertidos ó indiferentes para
la generalidad, se eleva á la invención de leyes, de leyes del org^mis-
mo social, constituyendo de este modo fuentes de conocimientos útiles
y bien ordenados.
En su provechosa tarea no se limitó á disección delicadísima, sino
que marcó orientaciones para un vivir mejor y unas prácticas más hu-
manitarias.
Discursos de está índole, aparte del aplauso unánime con que sun
acogidos, y fué grande y prolongado el que recibiera el Dr. Vargas»
dejan rastro en el ánimo de los oyentes, y luego, cuando impresos, en
el de los lectores. De esta guisa se va enseñando á las clases directo-
ras y á las dirigidas el buen camino, y se siembran semillas de refor-
, ma, que tarde ó temprano darán frutos.
El autor cumplió bien su cometido. La Gaceta Médica Catalana
envía una entusiasta felicitación á su prestigioso Redactor, felicitaci»m
engendrada y expuesta por la justicia, sin mezcla alguna de cariño, al
que, por lo mismo que es tan intenso y leal, no he querido darle parto
en esta reseña, especie de administración imparcial del suum ciiiqíie,
Dr. Rodríguez Méndez.
Los estigmas fisiológicos de la degeneración <^>
POR
Luciano Mayet
Ex-interno de los hospitales, preparador en la Facultad de Medicina de Lyon
El estado hereditario de menor perfección física y moral, de caducúiad
del ser entero, que tiende á la extinción rápida del individuo deg^enerado
de sus descendientes, es decir, la degeneración, se traduce por una serie de
signos reveladores (no nos atrevemos k decir específicos ó patognomónicos\
que nos hemos propuesto examinar aquí.
Para facilitar la exposición, los dividimos en cuatro grupos : los estigrma^
anatómicos, los estigmas fisiológicos, los estigmas psicológicos y los estig-
mas sociológicos. Los dos últimos grupos serán objeto de artículos ulte-
riores. Los anatómicos fueron estudiados precedentemente en este mi^-mo
periódico (5 y 12 de enero de 1901) (2). Solamente trataremos ahora de lo:?
estigmas fisiológicos.
Una primera, categoría de estigmas fisiológicos reconoce por causa las
taras anatómicas aparentes que resultan del desarrollo defectuoso del em-
brión ó del sujeto en los primeros momentos de su existencia. Otros tras-
tornos funcionales no parecen enlazados á ninguna lesión somática evi-
dente; pero la observación clínica ha revelado su gran frecuencia en lo-
degenerados, y constituyen una segunda serie. En una tercera serán colo-
cados diversos síndromes, estudiados como tales en patología ó aislados en
el cuadro nosológico, de modo que constituyan entidades morbosas bien
definidas ; estos síndromes traducen deformaciones de los órganos ocultos «»
de los elementos anatómicos, ambos tanto más importantes desde el punto
de vista especial que nos ocupa, cuanto que el valor délas deformaciones
exteriores, como estigmas de la degeneración, no está comprobado.
Conviene liacer grandes reservas sobre la 'significación de los estig-ma.^
fisiológicos. Su interpretación es muy difícil. Es necesario evitar en su
estudio una generación demasiado extensa, así como también el acordarles
i\\ GaK. des hóp , 28 febrero de 1903.
(i) Ga«rta MttD. Cat., año lftl>2, págs. 333, 337, 409, 439. 471, 50!, 558, 686 y 517.
Los estigmas fisiológicos de la degeneración
"3
un valor demasiado absoluto ; solamente con un minucioso análisis de sus
diversos elementos, con el estudio concienzudo del sujeto que los reúne,
con la investigación de la otras taras deg-enerativas físicas ó psíquicas que
puede presentar, con el conocimiento de sus antecedentes hereditarios^ de
sus parentescos morbosos familiares, etc , se evitarán errores fáciles de co-
meter en el diagnóstico del estado de caducidad hereditaria, que representa
la degeneración. Es preciso saber que no se puede afirmar su existencia,
apoyándose en una sola deformación corporal, en un trastorno fisiológico
único, en una tara psíquica aislada.
Sin insistir más en estas consideraciones generales, enumeraremos los
estigmas fisiológicos de la degeneración, agrupándolos según las funciones
y órganos con los cuales se enlazan. El cuadro limitado que nos hemos
impuesto nos obliga á dar jiquí una ligera lista de los estigmas, evitando
toda discusión relativa á su valor ó á su legitimidad.
I. Trastornos de la. motilidad. — Los observados con más frecuencia
en la degeneración son los siguientes :
Fig. 4. — Mujer neurópata. — Escritura de una mujer neurópata, de inteligencia muy normal,
con gran viveza de espíritu..., etc. (Degenerada superior).
Las convulsiones. — Parece que uno de los principales efectos de la tara
que llevan los degenerados, sea la creación del terreno convulsionante (véa-
se más abajo). En este terreno podrán desarrollarse una serie de cfta-
dios clínicos: convulsiones de la infancia, convulsiones ligadas á la histe-
ria, movimientos convulsivos de la corea, etc., que encontramos otra vez
indicando el gran espacio que los estados neuropáticos ocupan en el domi-
nio de la degeneración.
El retraso en el andar. — Hasta los tres, cuatro y cinco años, el niño no
empieza á dar los primaros pasos.
Las modificaciones de los re/lejos tendinosos, más particularmente de los re-
flejos rotulares, que están muy verosímilmente (como el retraso en el andar)
bajo la dependencia del desarrollo y del funcionamiento defectuoso de la
//^ La tACiíemia tuberculosa subaguda
vía motriz. Están representadas por la abolición, la disminución ó la des-
igualdad de los reflijiJií.
Lotí espasmos, calambres* contraclaras, parálisis pasajeras ó durables no
80 n rarHíí, En lo.^ dfgeneradoíí lutVriDres pasan muchas veces inadvertida^.
Se colocan primeramente en los descuerados superiores, en quienes su apa-
rición sorprende tanto mAs cuniito que el sujeto g-oza, en apariencia, de
perfecta salud uieuraí^téuicos). Corno ejemplos : ciertos casos de « torticoli<
mental », i\ los calambres y paríVliííis nocturnas».
Alíennos iemhÍQreH. f^obrr^ todo el temblor hereditario.
Traslorms de ¡a molUidmi isfiníeriana, más particularmente la inconti-
nencia de orina, cuyu frecuencia es tal en los degenerados, que le dedica-
mos un i)sirr3if > especial
Tmstorms de ¿a moiUidad ocular : estrabismo, sobre todo el estrabismo
.con ve rg'e n t e . n is ta(/ m us c í i n g:é n i to .
Mn i i ¡i dad de I pu he llún de í &ldo
Trastornos de la foz y de In paíaifru : la ínudez, el balbuceo^ el hablar gan-
goso, el laríamiideo. el farfulíeo, e) tartajeo, el ceceo. Un sitio aparte debe
daráe k la afonía de origen cerebraL llamada todavía y más comunmente
afonía nermosa, y á ciertas maíjíteátMi' iones laríng-eas, migofonía de FraenkeL
falta de resistencia ó fatiga rápida tle la voz en la palabra, en el canto, ob-
í?ervadíis en los ueurajítónícos.
Múdifieachnes de ia escritura. — Sin hacer aquí el proceso de la grafolo-
gía, conviene reserviir un ptte^ítf^ a las modificaciones del graftsmo en lo.>
degenerados, l'iertos signos gráfleot; pueden tener algún valor como es-
tigmas : pneilen teiipr, porque desgraciadamente, en el estado actual de la
cuestión, es muy difícil obtener resultados precisos. El asunto ha tentado a
coutadíis observadores ípie han especialmente considerado los efectos de los
trastornos motores, del íenablor en lii escritura, y nuestras investigaciones
peTííOnnles laun cuando hay:jn sidu proseguidas desde largo tiempo) no
estfti. en sas^un purn que Uis rcsuTíiauíos aquí. Sin embargo, á título de
ejemplo re])roduciinos aquí algunos autógrafos de degenerados, simple-
mente paní indicar la dífcrenein que existe entre tales escrituras y las de
sujet-ts normales.
Zitrderla ó iumicmismo , mnlñdeMrismo . — A.mbas son muchísimo más
frecuentes + u l^s degenerados inferiores (idiotas, epilépticos) que en los in-
dividuos normales.
(Se continuará ,
La baeilemia tubepculosa subaguda '
POR tL
PítoF. Debo VE
Con gran reserva pronmn^ió la pidabra baeilemia tuberculosa aguda, por-
que se trata de una enfenned ni que uo está descrita, de la que sólo puedo
liaros una íjbservnciñn y aun éstn incompleta. Pero así ha de ocurrir forzo-
samente cuaíido st* observan htndios nuevos, sea porque nose tiene por ^uía
observaciones anteriores, sen jíorqne <q diagnóstico, como en nuestro enfer-
mo, no ha sidíi hei.-hn ba<ía la íiut^qKsia. Antes de exponeros la historia he
de entraren algunas e<>risider:icÉon's generales.
Los mii*robi<»s pueden áwv Xw^nv ;i accidentes locales, multiplicándose en
un punto detcrniinaíltí, 6 bit*n a aceidentes generalespor penetrar en la san-
gre y prrívorar renccifuie^ gein?rales de origen infeccioso. De este modo
puedeM obriir, pjira citar solumente dos ejemplos, el estreptococo y el pneu-
niocoeo.
El estreptococo puede (íí'igínnr accidentes locales de erisipela ó de liufa-
gitis, ú bien, peuetraudn en la sangre y multiplicándose, dar lugrar á una
septieeniin r^stn jilueoeica.
Tgiiahnente el ptieunmcono piieíle dar origen á manifestaciones locales,
entre las cuíil^^s. hi inús connln, es la pneumonía ; pero puede también pe-
netrar en la sangre, multiplicarse y in-oducir una septicemia pneuraocócica
ih LcccíÓQ ciiníca lomaJü y rcJüLinJa par el Dr. Ferrand, Ga^. des hóp.^ 10 marzo de 1903.
La bacUemia tuberculosa fubaguda ti 5^
Del mismo modo, volviendo al asunto que nos ocupa, la tisis puede oca-
sionar accidentes locales ó una infección tuberculosa. Numerosas son las
manifestaciones locales de la tuberculosis. Se puede decir que ning-ún
órgano, ning-úu tejido, escapa de ella. Una de las tuberculosis locales que
observamos más frecuentemente en los servicios hospitalarios es la tisis pul-
monar; las tuberculosis locales tienen de ordinario una marcha crónica.
Otras veces, la tisis es agruda, su marcha clínica es muy rái)icia, se carac-
teriza por fenómenos que recuerdan los de una infección, tal como la fiebre
tifoiiiea, y en la autopsia se encuentra multitud de órganos llenos de g-ra-
uulaciones tuberculosas; parece que se ha producido una verdadera erup-
ción de estas pequeñas nudosidades. Es muy verosímil que la sang-re haya
sido la vía por la cual las lesiones se han generalizado, y en ella existía la
hacilemia.
El hecho es tan verosímil, que hoy está casi demostrado y lo estará cier-
tamente, g-racias á un procedimiento inventado por nuestro jefe de labora-
torio, Jousset, procedimiento que se ha publicado recientemente: el inos-
copio, del que voy á deciros alg-unas palabras.
Es muy difícil poner en evidencia bacilos existentes en sui^pensión en un
líquido flbrinoso, porque la fibrina aprisiona los microbios y los impide
caer al fondo de la vasija cónica, en la que ha sido colocado el líquido sospe-
choso ; por el mismo motivo no podréis tampoco aislarlos sometiéndolos á la
centrifugpación. Pero si fluidificáis la fibrina haciéndola disolver en un
lí(luido antiséptico, podréis de este modo poner en libertad á los microbios
y hasta, si son muy poco numerosos, recog-erlos por centrifugación. Este
|)roee<limiento. precioso para poner en evidencia los bacilos de un derrame
pleiirítico, loes mucho mas todavía para descubrir los bacilos de la sangre.
En varios tísicos llegados á un período avanzado de la enfermedad,
Jousset ha podido encontrar el bacilo en la sangre, lo que demostraría que
la lesión local puede dar lugar á una infección general, y es verosímil que
el mismo procedimiento, aplicado á la tisis aguda, daría resultadoh potiiti-
ví)s. Si empleo aquí términos condicionales, es porque hablo de hechos ve-
rosímiles, pero no ciertos, y que serán, como espero, confirmados con las
observaciones ulteriores.
Pero, exceptuando la tisis aguda, hay, tal vez, infecciones sanguíneas de
origen tuberculoso. Nos sucede con bastante frecuencia observar enfermos
para los cuales asentamos el diagnóstico de enfermedad infecciosa y, no
obstante, ni la clínica ni la anatomía patídógica nos indican la verdadera
naturaleza de eí?ta infección ; es posible que cierto número de ellas se des-
arrollen bajo la influencia del bacilo de Koch ; es lo que voy á intentar
demostraros con la observación de una enferma.
F..., de 34 años de edad, obrera, que dio á luz en el n.'' 23 de la sala
Béhier, entró en nuestro servicio el 12 de enero muriendo á los pocos días
de su entrada. No nos dio ninguna noticia sobre lasalud de sus ascendientes
ni de su marido, que pueda presentar el menor interés en el caso particular.
Desde hacía algunos años, estaba sujeta á constipados, pero sin hemop-
tisis, y las indisposiciones que tuvo fueron ligeras, puesto que no se vio
<«biigada á gimrdar cama hasta el mes de julio de 1902. Ya\ este mimiento,
se le presentaroíi súbitamente dolores vagos en las piernas y se ha de creer
([ue su estado era muy alarmante, porque un médico llamado, que no hizo
verdaderamente el diagnóstico, declaró que estaba perdida, y desde este
tiempo continuó adelgazando sin poder abandonar la cama.
He supuesto que el médico que la visitó en esta época no hizo probable-
mente el diagnóstico. Hubiéramos hecho como él y hasta podemos confesar
que nuestro diagnóstico sólo lo lucimos después de la autopsia.
Lo que domina en ella á su entrada en el hospital es la caquexia extrema
en que se encuentra. Descansa sobre el decúbito dorsal, respira penr)sa-
mente y responde apenas á las preguntas que se le hacen, y esto no sola-
mente porque todo esfuerzo, aun ligero, como el de la palabra, es para ella
causa de fatiga, sino porque se halla en un estado de semi-entorpeci miento
de que es difícil sacarla Sus respuestas son vagas, se queja de dolores y
liebre y. no obstante, su t^^mperatura no es elevada, porque no llega nunca
á los í^°, aún en las ligeras exacerbaciones vespertinas. El enflaqueci-
miento es considerable, la ])alidez es muy marcada en todo el cuerpo. Hay
iilg-o de edema maleolar, atribuíble al estado caquéctico.
ttñ La baciltmia tuberculosa subaguda
Hu los signos hasta aquí comprobados nada permite hacer un diag-nób-
iU'o Veamos si seremos más afortunados interrogando los tres grandes
aparatos: digestivo, respiratorio y circulatorio.
Aparato digestivo. — La anoroxia es pronunciada ; la enferma puede á 1)
mns jibsorber algunas tazas de leche ; no vomita, pero tiene una diarrea qu^^
ihi lugar á deposiciones muy próximas y que no han sido nunca sanguino-
leíítaH.
l'A hígado es grueso y rebasa las falsas costillas aproximadamente en
unos (]i)S dedos ; se percibe su borde anterior romo ; no es el lugar de nin-
guiKi irregularidad ni abultamiento. Ks muy doloroso á la palpación ; este
dnRir es provocado en tmla la zona en que el hígado es accesible, sin qu^-
trn^Ti foco particular. No ha tenido nunca ictericia ni subictericia.
Kl !)azo es igualmente grueso; no sólo se comprueba percutiéndolo, siu*-
que se siente su extremidad inferior palpando el hipocondrio izquierdo.
Aparato respiratorio, — El examen del pulmón hace comprobar la exis-
tíMhia de una bronquitis que se traduce por los signos de auscultación lia-
biti.nles y por una expectoración muco-purulenta que no tiene nada de
curarterístico.
Aparato circulatorio. — El corazón lia aumentado un poco de volumen .
su punta ha descendido y se ha desviado hacia la izquierda. Con la palpa-
ciuu áí' percibe puramente un extremecimiento sistólico. Con la ausculta-
ción se nota un soplo sistólico que se prolonga hasta el snbaco. Este sopl'»
es preeedido de un redoble presistólíco ; pero no hemos podido comprobar
el di^sdoblamiento del segundo tiempo. El conjunto de estos signos nos ha
heciio sentar el diagnóstico de insuficiencia con estrechez mitral.
Las orinas no son abundantes, no pasan de un litro ; son obscuras y con-
tienen una gran cantidad de albúmina.
h-i caquexia se acentúa rápidamente y la enferma muere á los pocos día?
sin que presentara otros fenómenos que íos enunciados precedentemente.
lif iioro si otro médico hubiera hecho el diagnóstico ; pero declaro que el
ennjunto sintomático no me lo permitía y que esta historia hubiera quedad-
muy confusa de no hacer la autopsia.
iímpezaremos por el examen anatómico del bazo, porque éste nos reve-
Ismi !a verdadera naturaleza del mal. El bazo ha aumentado de volumen .
su i)i>o es superior á 500 gramos, su superficie presenta zonas pálidas de te-
jtüu iiecrosado al lado de zonas normales. En el cortf* algunas partes pare-
cíiin r^jasy normales, pero hay numerosas granulaciones que han sufrid'
In d<^ generación caseosa ; otras, de un volumen muclío más consideraba^
estíiH formadas en la periferia de una materia caseosa bastante sólida, mien-
tras que su centro está lleno de una papilla grisácea. Este bazo recuerdo
pí)r sus caracteres el aspecto que observamos en el bazo de un gran númer»-
de conejitos de Indias que sucumben á una tuberculosis experimental.
i'ln razón á la diarrea observada, hemos examinado el intestino cuidadosn-
men I e, pero no presentaba ulceraciones tuberculosas. Será preciso, pues
para explicar la diarrea, admitir otra interpretación.
(Juimdo hay tubérculos en un órgano cualquiera, es raro no encontrarh»
en el pulmón*; pero esta regla tiene sus excepciones, como vais á ver. Lo>
pulmones son enflsematosos. Hay un poco de congestión en las dos bases ;
líi l>resión hace brotar por todos los orificios brónquicos una gran cantidad
de materia espumosa muy aireada. El parénquima pnrece sano y nota en
el íi^^na. Los vértices están tan sanos como el resto del órgano, no presen-
Uiudo ninguna alteración tuberculosa; no hay rastro de adherencias pleu-
rales.
Llegamos ahora al examen del corazón, que ya sabéis se le había su-
puf'>tn atacado de insuficiencia y de estrechez mitral Kl miocardio está iii'
poen iKÍlido. El corazón dereclio no presenta ningunn alteración. Pero en el
i/j|inerdo, en la gran valva de la válvula mitral, se encuentran vegetacione-
numerosas y aglomeradas. Son sésiles y están implantadas por su base ei;
In vsdva y se dirigen hacia la cavidad vehtricular. Su tejido es blando y su
asjiMfto. como de coliflor, permite decir que no se remontan á un período le-
jftnr>; caracterizan \uia endocarditis aguda ó subaguda y explican bien K>
signos estetoscópicos percibidí>s con la auscultación.
No nos hemos contentado aquí con un examen macroscópico : hemos ir-
vpsllgadosi se pudiera en estas vegetaciones comprobar la presencia á^
LxL baciiemia tuberculosa subaguda 117
bacilo de la tuberculosis. Esta iuvestig-ación ha sido positiva, y nos encon-
tramos ante una endocarditis tuberculosa.
También extrajimos una cierta cantidad de sangre del interior de las
cavidades cardíacas, y aplicando su procedimiento inoscópico, Jousset ha
podido comprobar la existencia de bacilos en la sangre. Se trataba de una
baciiemia tuberculosa.
No podría deciros cuanto siento que el examen de la sangre no haya sido
hecho en vida del enfermo ; pero no teníamos ninguna razón para practi-
carlo : no sospechamos la existencia de'la bacilosis. Más adelante, creo, es-
taremos autorizados, en vista de este ejemplo, á practicar la inoscopia en
los casos en que de la tuberculosis pudiera sospecharse.
¿Cómo se lian producido las lesiones, ó más sencillamente, cuál es el te-
jido que fué atacado primero ? Lo ignoro, y sólo podemos sobre este asunto
entregarnos á hipótesis, y ya sabéis es siempre permitido hacer hipótesis
con tal que no se las confunda con los hechos.
Yo creo que la lesión inicial es la de la sangre, que la baciiemia tubercu-
losa ha precedido á las lesiones viscerales, que ella es la que ha producido
estas perturbaciones generales que dieron la idea de una enrerniedad infec-
ciosa. No sabría decir cual ha sido la puerta de entrada, porque la de una
infección puede ser muy pequeña y escapar fácilmente á las investigacic-
nes. Observamos muchas veces estreptococias y pneumococias, sobre cuyo
origen nos es imposible pronunciarnos.
La baciiemia ha sido la causa de las otras lesiones; ha originado la tu-
mefacción y la degeneración del bazo, órgano sobre el cual la mnyoría de
las enfermedades infecciosas tienen una resonancia marcada. Bsista recor-
dar el estado del bazo en el conejito de Indias, al que se ha inyectndo mate-
rias tuberculosas. Si el bazo no está ordinariamente alterado en los tísicos,
es porque sus lesiones quedan localizadas, pero la tumefacción es habitual
en la tisis aguda, que es probablemente una baciiemia. Digo probable-
mente, porque las investigaciones inoscópicas de Jousset no son bastante
nunaerosas para considerar el asunto como materialmente demostrado.
L.a baciiemia nos explica fácilmente ,1a existencia de la endocarditis /tu-
berculosa. Es muy de notar que el puímón no presente lesiones tuberculo-
sas ; pero pre<onta lesiones de bronquitis, y ya sabéis todos vosotros cuan
frecuente es la bronquitis en las enfermedades infecciosas. Igualmente el
intestino no es atacado por las lesiones tuberculosas, pero supongo no igno-
raréis que la diarrea sin lesión local es un fenómeno frecuentemente obser-
vado en las infecciones.
Llegados al ftn de la exposición, me preguntaréis si han sido publicados
otros hechos parecidos al que acabo de mostraros; no conozco ningún otro
igual á este, pero hay casos, no obstante, que se pueden comparar muy bien
con el que os he presentado. Tal es el caso de Scharoldt, que os citaré tex-
tualmente, tal como ha sido relatado en la excelente revista general sóbrela
tuberculosis del bazo, de Xavier Bender |'G'a2. deshóp., 1900, números 38y 41):
« A. este hombre, de 24 años de edad, le sobrecogió de improviso un escalo^
frío violento acompañado de una fiebre muy alta y de sudores profusos. El
enfermo es presa de una gran debilidad y abatimiento extremo ; se queja de
dolores de cabeza insoportables, principalmente en la región frontal. La tos
es frecuente y va spguida de una expectoración catarral- En los pulmones
sólo se notan algunos estertores diseminados. Los ruidos del corazón son
claros y puros. Ifil abdomen presenta un meteorismo ligero ; no es doloroso
á la presión, el hígado es normal, el bazo está muy grueso, sobrepasa las
falsas costillas ; es muy fácilmente accesible á la palpación.
El estado se agrava rápidamente ; la cefalalgia aumenta, el rí)stro se con-
gestiona, su coloracií'ui varía desde el rojo hasta el azul intenso; se producen
epistaxis, á las que siguen bien pronto diarrea y retención de orina. El de-
lirio se establece permnnente, primero tranquilo, después acompañado de
carfologia, agitaciíui general con tentativa de evasión del lecho, y el enfer-
mo sucumbe á los siete días de entrar en el hospital.
En la autopsia se ve un bazo extremadamente hipertrofiado que tiene
casi tres veces su volumen normal y que contiene, tanto en la superficie de
la cápsula como en el parénquima, numerosos tubérculos miliares. El bazo
se descorteza con mucha dificultad y se llega penosamente á desprender la
cápsula casi adherente y soldada arparénquima.
u8 Resista critica bibliográfica
Los innumerables tubérculos miliares se encuentran por todas parte<
aplicados contra los vasos; el mismo parénquiraa del bazo es firme y e.>tá
repleto de sangre.
Ved un enfermo que durante su padecimiento presentó los signos de una
granulia, y en la autopsia sólo se encontraron granulaciones en el bazo
Nada en los fenómenos observados podían dar luz sobre el diagnóstico, y \o>:
casos análogos son probablemente d'^sconocidos ».
Por lo que á mí sft refiere, si observase un caso de este género, me apre-
suraría á examinar la sangre con arreglo al procedimiento inoscópico de
■íousset, y si esta investigación fuera positiva, deduciría qup se trata <!e una
haciUmiá ttíberculosa affuda, del mismo modo que se trata de una dac¿¿e7ni4
tuberculosa subaguda en los dos casos que acabo de mostraros.
Trad. por Ruiz Rodrígukz {J
REVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
lOK ti.
Da. RoviiiA Oliviír
Diagnóstioo y tratamiento de las enfermedades del eitóma^ro se-
ntía el estado actual de la oienola, por el Dr. I. Boas. — Cuarta edi-
ción corregida y aumentada. — Traducida por los doctores D Rafael del
Valle y D. Miguel Gil y Casares, con un Prólogo del Dr. Moreno Zancudo.—
Con 48 grabados intercalados en el texto. — Dos tomos. — De la Bibliotecjt
económica de la Revistado Medicina p Cirugía prácticas. ^ M'ddriá, 1902
Una salva de aplausos se ha ganado el Dr. D. Rafael Ulecia, director
de la Biblioteca de la Revista de Medicina y Cirugia ¡jráciicaSy publi-
cando la traducción española de la notable obra sobre Diagnóstito y
fratamiciílo de las enfermedades del eslóma(/o , debida al Dr. Boas (ile
Berlín), y compuesta de dos tomos en cuarto regular, que en conjuntu
suman unas mil cien páginas. Kl 8r. del Valle, que lia traducido ti
primer tomo, y el Sr. Gil Casares, que ha siíLo traductor del seg-undo.
merecen plácemes por la habilidail con que han llevado á cabo >u
tarea.
El primer tomo del libro del Dr. Boas está dedicado á estudiar de un
modo general el diagnóstico y el tratamiento de las dolencias del estV.-
mago, y en el segundo tomo se estudia en especial el diagnóstico y la
terapéutica de las propias enfennedades. Tanto en uno como en otr«i
ha ])nesto de relieve su autor los grandísimos conocimientos que po.^ee
en la especialidad de afecciones del aparato digestivo, y lo mucho que
esta parte de la Medicina le debe, hasta el punto de que el nombre del
8r. Boas ha de ir forzosamente unido á toda labor de alguna iniport-an-
cia realizada en estas dos últimas décadas y que represente un adelanto
en el estudio de la Patología gástrica.
La lectura del libro que me ocupa demuestra claramente , que la
rái)ida transformaci(')n que esta rama de la ciencia médica ha sufridu
en pocos años, obedece principalmente al estudio físico-químico de la>
funciones digestivas, sobre cuyo conocimiento , así como sobre el dr^
las desviaciones patoh'>gicas de íns mismas, se apoya principalmente el
criterio que informa todo el trabajo del Dr. Boas; y digo principal-
mente, porque el autor no deja (le utilizar, cuando lo cree conveniente.
los datos suministrados por las lesiones anatomo-patológicas , con lo
cual da pruebas de poseer un sentido práctico de primer orden.
Merced á la transformación de que hngo mérito en el párrafo ante-
rior, el clínico no puede actualmente, en buen número de ocasiones,
llegar á esclarecer el diagnóstico de una gastropatía y á instituir una
terapéutica apropiada á ella, sin eini)lear numerosos métodos físicos y
químicos de exploración, qup están brillantemente expuestos en el libro
Noticias cientijicas trg
del Sr. Boas, y cuya práctica no puede generalmente estar al alcance
del pantiatra, por exigir largo tiempo y la posesión de un laboratorio
y de abundantes instrumentos, no siempre de manejo fácil.
En la exposición doctrinal, no sigue el Dr. Boas fielmente á ningún
otro autor, sino que adopta en casi todos los asuntos un punto de vista
casi personal , puesto que es resultado de su observación imparcial
y larga.
Las cuestiones litigiosas referentes á Patología gástrica son discu-
tidas ampliamente en la obra que analizo , para que el le^-ente pueda
formar cabal juicio de ellas; empero, el autor define en cada caso su
actitud en tales términos y con razones tan poderosas, que sólo por ex-
cepción no lleva el convencimiento al ánimo de aquél.
Conociendo la grandísima importancia que para el clínico tiene el
estudio del diagnóstico diferencial, elDr. Boas le ha concedido especial
atención, á juzgar por la amplitud y el orden con que marca las dife-
rencias que separan una enfermedad de otra , por lo cual el libro tiene
un valor práctico muy positivo, que se podrá utilizar, sobre todo en los
casos morbosos difíciles.
Todo lo referente á terapéutica está tratado, en la obra del señor
Boas, con gran conocimiento de la fisiología normal y patológica de la
cavidad gástrica; a»í es que los consejos del autor se ajustan mucho á
lo que cada enfermedad exige, no sólo por lo que toca á la dietética, sí
que también por lo que atañe al tratamiento farmacológico y al qui-
ñi rgico.
l*or las razones apuntadas , y otras que omito en gracia á la breve-
< lad , opino que el Dr. Boas es un especialista de verdad en patología
i leí estómago, y que su li])ro despertará y estimulará la afición al estu-
í lio de la misma, única manera de acabar con los juicios diagnósticos,
liijos de una falsa observación , y de romper con una terapéutica tan
rutinaria como ineficaz.
Sería pecar de injusto si terminara este artículo bibliográfico sin
hacer constar que el Prólogo que acompaña á la edición española , es-
crito por el Dr. Moreno Zancudo, es digno de la obra del Dr. Boas.
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Las citoprecipitinas ó plasmapreclpitinas.— Tra-
duzco de // Progresso Medico, de Turín, el siguiente escrito del doctor
Cayetano Angeíici, que es un extracto de otro, publicado en la Clínica
Moderna,
Sabemos que el jugo ó plasma celular perteneciente á un determi-
nado grupo de células y conveniente al funcionamiento normal de las
mismas, puede representar á veces un material heterogéneo, ióxico
para las células de otro tejido perteneciente al mismo animal ó á ani-
males de la propia especie, ó mejor, á animales de especie diferente,
cuando por casualidad dicho jugo ó plasma se pone en contacto di-
recto con estas otras células y llega á penetrarlas.
Kn efecto : la inoculación en los animales de varios elementos y
plasmas celulares (bacterias, hematíes, leucocitos, células renales, cé-
lulas he])áticas, etc.), resulta muchas veces gravemente tóxica y hasta
mortal. Empero, el organismo es capaz de reaccionar contra los ele-
mentos celulares ó sus productos de destrucción, gracias á la produc-
ción de substancias anttcelulares ó antiplasmdílcas, conocidas general-
meute con el nombre de cUotoxinas 6 citoUsinas. Se conocen diversas
clases de citotoxinas : la-^ inmovihnas ó paralisinas, las aglutininas, las
Noticias cientijicas
cítiüisinas, propiamente dichas, y las precípitinas. Estas últimas ix^
driati propiamente considerarse como el prototipo de las subsiaiit iib
íintiplasmáticas, ya que puestas en contacto iaviiro con q\ plasma ^^\^'
lar míe las ha producido, lo precipitan, Centani ha sido el primar
que ha demostrado la formación de estas citoprecipitinas, mediante la<
inyecciones ó vacunaciones de animales con elementos celulaivs.
además las ha buscado y encontrado hasta en diversos estados paku -
íi:ira<, en los cuales se forman naturalmente por la reacción del orír
nisnio contra los productos de desti'uccíón celular.
En el estado actual de los conocimientos científicos, no se puede ol
e>¿actitud aseg-urar si la plasmaprecipitina, que es una variedad de >
>iubi4tanrias anticelulares, representa realmente un producto difereu:
tb> cualquiera otra substancia anticelular, ó si, al contrario, alguna .
estas substancias, posee un doble poder, por ejemplo, paralizante, n>
pecto á las células y precipitante sobre el plasma ae estas mishü
relulas.
í.a investig*ación y estudio de estas substancias antiplasmática> -
muy interesante i)ara el fisiólogo y para el patólogo, ya que murli^
problemas arduos de fisiopatolog-ía general, y otros de eVentual iiupr
taricia práctica para el clínico y el terapeuta, se relacionan en e«^í
asunto.
Muclias substancias antagonistas, esto es, de acción contraria ^\i-
sí, coexisten en un mismo organismo, por lo cual el conocimiento ev-ü
íiml de las citoprecipitinas ó substancias plasmatóxicas, generalmeü
^fisioííHjicas, podría ser de suma importancia para el fisiólogo, á qiu^
iutei'esa ahora en gran manera el arduo problema de la utilidadltiil-
gicuj ó del significado fisiobiológico de estas substancias antagouisia-
coexistentes en el organismo.
Luego el patólogo, al estudiar el cuadro morboso, debe tomar '^
consideración, además de los productos de reacción ó defensa del<w
oií^mo contra los venenos bacterianos y contra las bacterias (barter
aglutinina y bacteriolisina, antitoxina y antiproteína), los oue oln
contra los productos de destrucción celular de los órganos enierino.>;
debe también considerar la eventual acción funesta de tales prodin '
de reacción, que á la vez son substancias anticelulares,
l'ara utilidad práctica eventual conviene hacer investigacione>-
bre las plasmaprecipitinas específicas, que pueden obtenerse pornu-
di* vacunaciones con plasma de carnes y órganos enfermos.
T)e las investigaciones experimentales del Dr. Angelici, resulta:
Que no existen auto-iso y hetero-citoprecipitinas fisiológicas aeíiv
]Hír lo que se refiere al plasma de algunos tejidos de los equinos (calja
asuíí y mulo), como no existen en otros animales, según las inve>
gacioiies de Centani ;
Que la diluci'Hi del plasma celular en agua destilada ó en ag-ua 1
fuente, en vez de hacerse en solución ¡sotónica, puede hacer come:
^i\ives errores, provocando la precipitación de las globulinas, sin <i
F^xista ninguna citoprecipitina ;
Que ni siquiera existen precipitinas por lo que toca al plasma de:-
gnuDS ])arásitos (distomas) en los animales en que son x)ecul¡are'
cu utros ;
Que tampoco son apreciables en el suero de animales (ovejas) niV
tndus de cirrosis atrófica del hígado respecto al plasma hepático, rim
ct'lulas alteradas y deshechas no provocan, á lo menos en las oveja-
e:i el caso estudiado por el autor, la formación de una substancia ai'
c^vlular precipitante.
La naturaleza, por decirlo así, reactiva de éstas, cuando se enoii;'
tríin,debe ser obvia, porque no sólo no existen hetero-precipitinasñ?'
Noticias cientijicas
lóg'icas entre los animales de laboratorio de especie diversa y liiás ó
menos lejana, sino que tampoco existen entre seres muy separados en
IfV escala zoológica, como los que al autor le sirvieron de estudio (bovi-
nos ó equinos y distomas).
Admitiendo el conceptp expresado por algfunos modernos biólog-os
sobre la constitución de la célula (considerada como una ag*lomeración
(le otros elementos vitales más simples : bioblastos, microzima^s ó cito-
blastos), podrían considerarse las citoprecipitinas como substancias
anticitoblasticas, esto es: como productos de reacción contra elementos
vitales celulares (citoblastos), los cuales corresponderían á las bacterias
(autoblastos), de la mif^ma manera que las citoprecipitinas correspon-
den en cierto modo á las bacterioprecipitinas. Empero, la vulnerabili-
dad, á lo menos hasta la hora presente, de este nuevo concei)to citoló-
g-ico, no permite aseg-urar tal inducción sobre la naturalaza intima de
las plasmaprecipitinas, por más fácil y seductora que se presente.
A título de hipótesis 'irrereniita, que sólo iK)dra valer para in^spirar
investig-aciones ulteriores, y sobre la base de las actuales nociones
cientíñcas, el Dr. Ang'elici cree que el poder precipitante de un suero
puede ser debido á dos factores ó substancias : la una de acción osmó-
íicay la otra aglutinante y deprimente. La resistencia de las substan-
cias plasmáticas (globulinas, núcleo-albúminas?) á las variaciones os-
móticas, del propio modo que el poder hemolitico, según la opinión
actual de Baumgarten, sería debido en el suero heterogéneo á dos fac-
tores, representado uno por la anisotonia^ y el otro por una substancia
capaz de disminuir la resistencia de los glóbulos á las variaciones as-
móticas (una seroaglntinhia).
La g-rande importancia de la isotonia y del equilibrio salino en el
fenómeno de la precipitación en general, y hasta de la coagulación de
las globulinas ; la correlación entre los contenidos salinos de una solu-
ción y el grado de precipitación de las globulinas contenidas en la
misma ; la contemporánea aparición y coexistencia en el suero en cier-
tos casos patológicos del poaer hemolitico y citoprecipitante ; la común
separación entre citoaglutininas y citoprecipitinas (substancias conglo-
bantes) y las verdaderas d^/m«<^.y, y el idéntico modo de conducirse
respecto al calor las precipitinas y aglutininas, y la probable correla-
ción entre el poder precipitante y aglutinante de un suero ; la existen-
cia ordinariamente de'las plas'maprecipitinas solamente en el suero
patológico y no en los sueros normales sobre plasma enfermo, y la po-
sible acción excepcionalmente, aun en los sueros normales, sobre cual-
quier plasma enfermo, son hechos todos ellos que, según el autor,
podrían relacionarse entre sí y explicarse con su hipótesis antes ex-
puesta. — ( RoviRA Y Oliveh).
Mlastenia. — De un notable estudio hecho por el profesor
R. Massalongo se derivan las conclusiones siguientes:
1.* La amiostenia ó síndrome miasténico de Erb-Goldflam-Oppen-
heim, caracterizado clínicamente por el agotamiento muscular, por la
hipocinesia consecutiva al ejercicio y á la fatiga, es una afección del
sistema nervioso central y más exactamente, dada la distribución del
fenómeno, del mesencéfalo y de la médula espinal. La miastenia ó
hipocinesia por agotamiento no se debe, en efecto, á los músculos, ni á
los nervios periféricos, por lo que atañe á la clínica y á la fisiología, ni
á los centros motores del })ulto y de la médula espinal.
2.* Las neuronas motoras de esta sección del eje cerebro-es])inal son
las que se agotan en sus funciones después del ejercicio y de la fatiga
muscular, por lo cual debiera denominarse con más exactitud neuro-
astenia motriz bulbo-espinal al síndrome de Erb-Goldflam-Oppenheim.
i2^
Noticias cientificas
3.* El síndrome miasténico recuerda por alg-unOvS detalles sintomii
ticos la vulg^ar poliomielitis ó polio-encéfalo-mielitis, motivo por el cnai
alg-unos autores se inclinan á considerarla como una variedad de ella.
pero clínica y nosog^ráficamente se diferencia por modo evidente, !i
mismo Que desde el punto de vista anatómico, ya que resultaron ne^v
tivas tocias las investig^aciones histológ-icas del sistema nervioso.
4." La miastenia pseudo-paralítica, ó mejor \9i hipocinesiafuucvfm
intermitente, es una afección autónoma é independiente de la poliomie-
litis ó polio-encéfalo-mielitis.
5." La miastenia de Erb-Goldflam-Oppenheim, como no está jusíiñ
cada por ning-íin substratum anatómico revelable, debe ser colocaila.
por ahora, entre las neurosis y darle el nombre de neurosis 7?iias(riu(i
bulbo-espinal.
6.* Mas neurosis, seg-ím la opinión del profesor De Giovauni. quier^
decir una actitud particular del org^anismo para producir fenómeru'-
nerviosos insólitos, anomalías funcionales que deben, sin duda al^'^una.
encontrar la razón de su existencia en una anomalía de las neuroua^
motoras del mesencéfalo y de la médula espinal, consistente en akeni-
ciones org-ánicas distintas de aquellas sobre las cuales ha sido hasn
ahora llamada la atención de los patólog-os,
7.* La miastenia ó ag-otabilidad muscular no es otra cosa que una
simple afección funcional, despertada, en individuos morfológ-icanieiitr
predispuestos, por un trabajo continuado material ó mental, por eníVr
medacies de los cambios nutritivos, por intoxicaciones exógenas y en-
dógenas, causas no más que ocasionales capaces de modificar la nutri-
ción, la resistencia y con ello el inestable equilibrio funcional de la^
neuronas motoras del bulbo y de la médula espinal, disponiéndolas i
la fácil ag-otabilidad en pos de la fatig-a.
8.* El orig-en primero de los fenómenos funcionales de la miaste
nia intermitente debe, pues, residir en la morfolog^ía especial, en la>
anomalías morfológicas de estas neuronas motoras, hacia las eualtv^
debe dirigirse la atención de los investigadores, abriendo de este incni'
una vía nueva y fecunda para la interpretación de varios síntomas ile
inervación alterada, anomalías morfológicas de los elementos nerviu.^n^
funcionantes, que constituyen justamente la mencionada predispc^i-
ción á la miastenia, cuyos momentos morbíficos no llegan á producir
el cuadro clínico de \^ enfermedad de Erb'Gotdflam-Oppenheim. --{I'
Clínica médica, — II Progreso medico, 1903). — (Rodríguez Méndez).
Instituto central de Terapéutica física de Roma-
Para fundar Institutos kinesiterápicos se ha constituido en Italia una
Sociedad con millón y medio de liras. El primero de ellos, eM^
Roma (primero en importancia, pues en 1895 empezó \\ funcionar el dt'
Turín destinado sólo a masaje y gimnástica médica, y en 1896 el de
Montecatini, que tenía ademáselectricidad), fué instalado, en 1897, en
el Palacio de Exedra. Más tarde fué erigido en una manzana, aisladi
por las calles Piinio, Adriana, Boezio y Orazio, efectuándose la solemne
inauguración en 8 de mayo de 1902, bajo la presidencia del emiiiení'
Baccelli.
El alma de estas empresas es el distinguido l)r. Colombo, Profesor
agregado á la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma, após-
tol convencido y hombre de gran talla científica, que se propone sacar
todo el partido posible de los agentes naturales, aire, agua, luz, calor.
movimiento, electricidad, para convertirlos en agentes terapéuticos
incluso en las clínicas universitarias.
Este Instituto ocupa una extensión de 3,600 metros cuadrados, de
los cuales 1,600 están destinados á los edificios, 300 á los pórticos y el
Noticias cientijicas 133
resto á jardín y k palestra ó patio pompeyano. La instalación es so-
berbia. El arquitecto ha tenido el buen gusto de dejarse guiar por el
médico en la parte puramente técnica y á partir de ésta, quedóle mar-
gen abundante para lucir sus aptitudes artísticas y rendir culto á las
Bellas Artes. Se ha realizado, caso no frecuente, un feliz consorcio entre
la ciencia y la estética. Se han resucitado prácticas antiguas (termas
romanas), con todos sus detalles y con construcciones iguales á las
primitivas. Puede decirse que las ideas modernas evolucionan en los
edificios de aquel extinto pueblo romano.
Sería tarea larguísima describir en detalle la anatomía y la fisiolo-
gía del establecimiento. He aquí algunos apuntes :
Planta baja. Comprende : vestíbulo, oficinas, salas de espera, baños
para hombre (piscina, sala de esgrima, restaurante baños de pila ú or-
dinarios, baños mineralizados, duchas automáticas de lluvia), hidrote-
rapia, baños para señoras con todos los aparatos y mecanismos necesa-
rios, baños romanos ó Termas SíabiauíSy eXñ.
Primer piso. Kinesiterapia (mecanoterapia y masoterapia), electro-
terapia con todas sus variantes, rontgeterapia, fototerapia (Finsen,
cromatotei*apia, helioterapía), termoterapia (luz Kellogg, calor
Dowsing, lodos artificiales y termóforos, baño ruso), ortopedia mecá-
nica (ejercicios activos y pasivos, de enderezamiento del raquis, re-
educación de movimientos), pneumoterapia é inhalaciones, etc.
Anexa á la instalación fundamental hay otra, más modesta, pero de
igual valía terapéutica, destinada á las clases necesitadas : el Estable-
cÍ7nientopopvlar, que facilita toda suerte de medios á los menos pu-
dientes. Con esta adición filantrópica el Instituto central adquiere
una simpatía, que realza más su gran valor científico.
El personal médico, dirigido por Colombo, está formado por espe-
cialistas en todas las materias, ganosos de hacer ciencia. La organi-
zación del servicio médico es completa en cuanto atañe á las personas
y al funcionamiento. Hoy es un Instituto terapéutico ; andando el
tiempo será un laboratorio, que producirá abundosos conocimientos.
Serán éstos mayores todavía y los enfermos saldrán más beneficiados,
si se instala, y á ello se va, una clínica interiia. Baste decir en pro de
que será un laboratorio, una fábrica científica, que han sido ya trata-
dos más de 7,000 enfermos y que de todos ellos se lleva una minuciosa
historia clínica.
El Dr. Colombo, joven, entusiasta y cuyos conocimientos le han
dado merecido renombre, puede estar satisfecho de su obra. Hoy diri-
ge el mejor establecimiento de Europa en que se manejan con todo
esmero y seguridad los importantísimos agentes naturales. — (Rodrí-
guez MÍíndez).
Q-licolato de mentiló. — Nuevo éter, cuya fórmula es :
.OH
C H*
^COOC»^H"»
Es una substancia insípida, sin ninguna propiedad irritante. Pose-
yendo en toda su integridad las propiedades terapéuticas del mentol,
tiene la ventaja de ser completamente desdoblado por el contenido al-
calino del intestino.
El glicolato de mentilo se ha revelado como medio muy eficaz con-
tra los accidentes debidos á irritación del estómago, como náuseas, vó-
mitos, etc.
El principio de su preparación tiene por base el mentol ó alguno de
sus derivados, eterificándolo según los procedimientos ordinarios por
/ 14 Formulario y tratamientos modernos
jj medio del ácido gflicólico ó alguno de sus derivados. — (Archines df
i Á Therap,) — (Rodríguez Ruiz).
S r
^ í lodiloformo. — Producto compuesto de iodo y de una substau-
vm g-elatinosa indiferente, y cuya acción bactericida es debida al iodu.
que deja en libertad. Tiene el aspecto de un polvo amarillo, inodorn.
ínsoluble en el ag-ua, en el alcohol y en el éter. Riqueza en iodo : 10
por 100.
Los estudios bacteriológ-icos, hechos por Sperling-, han dado por re-
sultado el demostrar que el iodiloformo posee un poder desinfecüiüte
ií^ual al del iodoformo. Müller, que ha sido el primero en ensayar olíui
<"amente este preparado, afirma que puede prestar ig-uales buenos ser-
¡ vicios, tanto en las afecciones venéreas como en los flemones, panadi-
zos, abscesos, forúnculos y fímosis. En el tratamiento del cliaucD'
))lando y en el de los accidentes sifilíticos primitivos, después de haber
tocado el prepucio por medio de una solución de acetato de alúmiua.
se expolvorea tres veces al día con iodiloformo las ulceraciones, qiir
\ iaeg-o se cubren con alg-odón hidrófilo. La lig-era sensación de ouema-
i ílura que provoca esta aplicación, está compensada por la propiedad qun
posee este medicamento de ser inodoro. La acción curativa es men» -
rájuda que la del iodoformo; pero se la puede activar mediante la cau-
terización con aire caliente. El ag-ua fenicada ó sublimada no deben
ser nunca usadas al mismo tiempo que el iodiloformo, porque darían
lug-ar á una acción irritante y cáustica.— -fOlrcAií?^^ de Thérapeutique;.—
ílíoDRÍGUEz Ruiz).
POKMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRMO8
XXI. —Kefritifl médloas: intervenoión qairúrc^oa
Maragliano ha publicado una síntesis de esta importante cuestión.
La cuMig-ía renal se propone suprimir los dolores renalás, la hemaluria, U
annria y curar la nefritis aguda y la nefritis crónica
Kii la nefrafgiacoríhematuriay ante la existencia sospechada de un cálculo
se recurre á la nefrectomia y la nefrolisis. Aquella se reserva para ios cas :•>
en los cuales el tejido renal presenta ¿^-raves y profundas alteraciones.
Para la medicina son más interesantes la nefrotomia y la nefrolisU.
La ne/rotomla se propone menguar la excesiva tensión endorrenal á qur'
está sometido el parénquima cuando por inflamación aumenta de volume:
y la cápsuia no le permite distenderse; tal puede ser, que reduzca la Íud-
rión y se llegue hasta á la anuda. La distensión de la cápsula determirx
dolores intensos. — Divididas la cápsula y el parénquima, sale macho líqui-
do, se restablecen las condiciones normales del círculo y aumenta la fu]i-
ción renal.
La nefrolisiSy incisión de la cápsula y desnucleamiento del riíión, produc-
ios mismos efectos. Será una operación útil cuando se conozca bien la na-
turaleza d<^ la lesión renal.
En la nefritis crónica, y portal entiende aquella en que la alteración de.
imrénqiiima es duradera y predomina sobre la de la trama conjuntiva, .
iiefrolisis puede ser útil, descartando posibles aumentos de la tensión end- -
rrenal y acaso provocando la formación de nuevas vías vasculares y niejt>
rundo la nutrición del parénquima.
Kn la enfermedad de Bright, debida á las veces á alteraciones grenerales ce
todo el í»r^ mismo, no sólo á lesiones renales, toda intervención quirúrj^icti
debe ser excluida.
En la nefritis aguda la nefrolisis está indicada en las heraaturias grravef
los g-randf^s dolores fijos y la anuria amenazante. De los dos factores aun-
tíJiaicos principales de las alteraciones funcionales del riñon, lesion»'s d*^
í'pitelio y trastornos circulatorios cí>n aumento de la tensión, la nefroii>:-
vence estos y por modo indirecto influye en aciuéllas.
Formulario y tratamientos modernos /^3
La anuria puede ser causada por la comprensión de los canalículos, hasta
el punto de que no pueda ¡salir la orina ya segregada, y por la no existencia
de secreción por la compresión de los glomérulos. En'ambos casos la inter-
vención quirúrgica, disminuyendo la presión, hará cesar la anuria. Ya
Giordano, en 1898, decía que debía considerarse no menos urgente que el
cateterismo una nefrotomía, cuando la anuria era debida, no á los órganos
excretores, sino á los secretores.
Hasta ahora los resultados han sido seguros en varios casos (1).
XXII. -^ Glioerina : aplioaolonefl
La glicerina es un antiséptico: en ella mueren los microorganismos tras
raás ó menos tiempo, acción que justifica su empleo en la desinfección intes-
tinal (fiebre tifoidea) y como tópico (erisipela).
Es un agente de acción digestiva y nutritiva compleja. A dosis pequeñas
aumenta el apetito, regulariza las funciones digestivas sin causar trastor-
nos, atenúa la desasimilación, propof'cionaudo un buen material á la com-
bustión respiratoria, de lo que resulta acumulo de grasa y menor produc-
ción de urea. A la dosis de 15 á 30 gramos, por la boca, es laxan t»^. La dosis
conveniente para que obre como reconstituyente es la de 15 á 30 gramos en
las 24 horas.
Una dosis de 15 gramos por kilogramo de animal causa la muerte.
Como 7nedicamento se usa en la tuberculosis, diabetes, litiasis biliar, gas-
tro-enteritis y dispepsia, timpanismo intestinal, astricción de vientre, hemo-
rroides internas. Se puede dar como purgante asociada al aceite de ricino.
También es útil en las fiebres agudas y especialmente en la tifoidea (1).
XXIII. ~ Tos faríngea : tratamiento
Esta tos, tan frecuente como poco atendida y cuya naturaleza no se
conoce bien en todos los casos, tiene dos formas, segúíi Texier :
Una seca, pues salvo que coincida con bronquitis, apenas si logra otra
cosa que la expulsión de mucosidades gomosas escasas ; por accesos casi no
interrumpidos, separados por inspiraciones raras, espaciadas; coqueluchoide
en algunos niños, en los que termina un acceso por una inspiración larga
y sibilante, seguida de dos ó tres accesos de tos, pero no es provocada por la
compresión de la tráquea como él de la coqueluche ; monótona, siempre con
la misma nota, horas y días ; penosa, como si hubiera un estorbo en la farin-
ge, que no sale á pesar de los esfuerzos ; clara y de timbre elevado general-
mente, pero en los niños suele ser algo ronca.
Otra, frecuente en el adulto, que se caracteriza por ham aislados ó repe-
tidos, sea en estado de reposo de la faringe ó laringe, sea hablando. Se la
observa de ordinario en casos de granulaciones faríngeas, hipertrofia de la
amígdala lingual ó lesiones de los pilares ; en ciertos niños nerviosos coin-
cide con las vegetaciones adenoideas.
Un signo muy especial de esta tos es la sensación de cuerpo extraño en la
garganta, á la que el enfermo la atribuye. Le es difícil definirla (hincha-
zón, hebra de hilo, puntura, picor) y localizarla (laringe, uno ú otro lado de
la laringe, una amígdala, toda la garganta) ; si el enfermo sufre amigdalitis
lingual ó lesiones de la base de la lengua, la refiere precisamente á este punto.
Aparte de las lesiones mencionadas, esta tos puede ser provocada sólo
por un catarro naso-faríngeo.
El tratamiento debe ser ante todo causal y, por lo mismo, de preferencia
quirúrgico ; mas antes de recurrir h éste conviene desinfectar la faringe y
el cávum.
Se introduce en cada fosa nasal varias veces al día, procurando que el
enfermo sorba un pedazo, del tamaño de una avellana, de esta pomada :
Mentol 0*10 gramos
Acido bórico 4 »
Vaselina pura 30 »
que en los niños será reemplazada con la solución :
Mentol O'IO gramos
Aceite de vaselina 20 »
(1) // Progresso medico.
'26 Formulario y tratamientos ntoáemot
de la que se deja caer cuatro ó cinco g'otas tibias en una y otra fosa nasal
varias veces al d/a.
Son útiles también los garg-arismos calientes, hechos con frecuencia. Ee
caso de hipertroria de las amígdalas ó de tonsilitis críptica el gargari>m
preferible es :
Acido fénico puro 1 gramos
Resorcina. 8 »
Alcohol de menta 20 »
Glicerina pura 30 »
Agua destilada 450 »
Si se trata de faringitis granulosa, se emplea este otro :
Iodo metálico 0'40 gramos
loduro potásico 080 »
Jarabe de menta 50 »
Agua destilada 250 »
Si resulta demasiado irritante, se le diluye en agua hasta volúniene?
iguales ( I ).
XKIV. — Emplroformo
Preparado de alquitrán resultante de la condensación del Oleum Rusci y
del formaldehido. Polvo fino, gris obscuro, casi inodoi*o, no higroscópico, in-
soluble en el agua, alcohol, éter, y muy soluble en la acetona, en los álcali>
cáusicos y en el cloroformo.
Krauf aconseja las fórmulas siguientes :
1.* Empiroformo • 1 gramo.
Cloroformo 100 »
2.* Empiroformo 1 »
Cloroformo 50 »
Traumaticina .... 50 »
3.' Empiroformo 1 »
Acetona 100 »
4.* Empiroformo I »
Vaselina 100 »
Lanolina 100 » (2)
XXV. —Angina herpétioa: tratamiento
Esta angina, fácil de diagnosticar, si se tiene en cuenta las veslcnlos ^
sus derivados^ y no las otras con puntos blancos y menos todavía laspseudo
membranosas no diftéricas, ha sido objeto de estudio por Boix.
Rara vez la fiebre reclama tratamiento. En caso afirmativo se puede dar
Acido salicílico 0*10 gramos
Clorhidrato de quinina 0'25 »
Fenacotiua 0'40 »
para un sello, prescribiendo dos ó tres diarios, y si además hubiere cefalal-
gia, se dispone, en lugar de aquella fórmula, esta otra :
Clorhidrato de quinina 0'25 gramos
Aspirina 0'60 »
para un sello. Dos ó tres cada dia.
Ruault aconseja el benzoato sódico^ á la dosis de 4 á 6 gramos diarios eu ti
adulto, como resolutivo; pero Boix lo reserva para los niños, incorporami"
1 ó2 gramos á un julepe, por ser inocuo, y fuera de él la aspirina es lo úiiif'^
que recomienda en estas cortas edades á la dosis de 0'30á 1 gramo durante
el día, dando la preferencia á la aspirina granulada, pues los niños toma"
con gusto este azúcar ligeramente ácido.
Como bebida á pasto y contra la sequedad de la boca y garganta, 1»
limonada común.
(\) Ga^. méd de Nantes.
(2) Presse Medícale.
Formulario y tratamientos modtrnos '^7
El tratamiento local es el más importante, pero no muy indispensable.
Lavados con agpua hervida sola ó con algunas gotas de vinagre de Pennes,
hechos cada dos horas y de preferencia en forma de irrigaciones y todo lo
caliente que tolere el enfermo, para limpiar la garganta, hacer más eficaz la
acción de otros medicamentos, calmar el dolor y descongestionar las amíg-
dalas.
Prohibición absoluta del hielo ; se puede permitir las bebidas á la tempe-
ratura del cuarto.
Inmediatamente después de lavada la garganta, embrocaciones con un
pincel de algodón, empapado en el colutorio recomendado por Labadie-
Lagrave :
Salol alconforado 4 gramos
Mentol O 40 »
Clorhidrato de cocaína 0*02 »
ülicerina neutra 20 »
que produce durante un rato una sensación de frescura muy agradable.
La cocaína debe ser suprimida en los niños.
En los intermedios, gargarismos repetidos, hechos con :
Fenol absoluto 1 gramos
Alumbre calcinado 4á6 »
Jarabe de moras í>0 »
Cocimiento de hojas de cacao y espino . . 200 >
En los niños se reduce el fenol á 0*50 ó 0*25 gramos.
Este gargarismo es antiséptico, astringente, anestésico y caterético.
Todo este tratamiento puede ser empleado en todas las demás anginas
llamadas inflamatorias, no diftéricas.
Desde el tercer día serán menos frecuentes los embadurnamientos y los
gargarismos, pero continuarán los lavados cad|i dos horas hasta que la fie-
bre cese.
Cuando haya disminuido la flegmasía tonsilar y no queden vestigios de
vesículas ni de úlceras, los toques y gargarismos serán nechos dos veces al
día, pues su empleo más frecuente en estos momentos sostiene una rubi-
cundez intensa, que no es inflamatoria ni, por otra parte, tiene importancia.
La convalecencia será sostenida con los medios ordinarios (1).
XXVI. -^ Peste bubónica : tratamiento oon el ácido fénico
De cuatro á cinco años hace que, Atkinson, médico jefe del hospital de
Hong-Kong, se propuso emplear el ácido fénico á altas dosis contra la peste,
en vista de los buenos resultados que Wiglesworth, de Liverpool, obtuviera
en el tratamiento de la grippe.
Comenzó por administrar cada dos horas 75 centigramos de ácido fénico;
á las 60 horas empezó á dar sólo 40 cada cuatro. Al séptimo día, con motivo
del color negro de la orina, redujo la dosis á 12 centigramos en las 24 horas,
continuando así unos quince días más. Con este tratamiento logró el des-
censo de la temperatura, la cesación de los vómitos y el levantamiento del
estado psíquico antes fuertemente deprimido.
Bell ha recurrido al ácido fénico en un caso de forma pneumónica, dando
lo centigramos de tres en tres horas durante dos días y de cuatro en cuatro
los dos siguientes. El enfermo curó.
Atkinson, después de aquel primer caso, ha tratado otros seis con buen
resultado en el Kennedy Town Hospital de Hong-Kong (2).
' XXVII. — Angriomas : tratamiento
Piorani aplica una capa de
Colodión elástico 50 gramos
Sublimado corrosivo 3 »
cada tres ó cuatro días. Caída la escara, cura antiséptica (3).
( 1 ) Arch ives de Midecine.
(2) Sem mid,
(3) Ga^. hebd. des Se. med., de Bordeaux.
t^9 Publicaciones recibidas
XXVIII. ~ Efélides: tratamiento
SiibUmado corrosivo 0*05 gramos
disuélvase en :
^ Agim de azahar "75 »
y añádase :
Atrido clorhídrico puro . 5 >
Por otru parte, emulsiónese en un mortero:
Almendras amargpas 45 graíiios
Glicerina 25 »
; Agua de azahar .¿50 »
( mtreae y ufiádase gota á gota cinco gramos de tintura de benjuí.
^ Mézcles>ü uno y otro preparado. Se aplica, al acostarse, sobre las man-
I chas una torunda pequeña de algodón empapada en la mixtura y luego so
deja secar el líquido por sí solo (1).
XXIX. — Diipepeia &oida de lo« artri ticos: tratamiento
i Liictacto de magnesia 0*30 gramos
Brotiiuro de estroncio 0*25 »
Polvos de Dower 0*05 »
para un Bello, que se repite de dos en dos horas mientras dura la acidez.
Si hay abundante secreción (pituita acida), se usa estos otros sellos :
ííoma tragacanto en polvo. ...... 0'30 gramos
Sal icilato ó benzoato de bismuto. .... 0*30 »
Beleño en polvo .... 0*05 » (1)
XXX. — Bardaina : nn empleo en la astrioción de vientre
Procede de la corteza del Rhammiis frángula. Ifil principio activo fué ex-
traído por tíinlswanger en 1849 y C^asselmann lo denominó ramnoscaníiiía y
franguíina. Kubly aisló de la corteza tres cuerpos: un ácido, una resiun
y un glucósido. Liebermann y Waldstein identiftcaron el ácido con U
emodina y Schwabe pude separar la franguíina en emodina y un g-lucósil
¡mmiiosio}. Hoy parece demostrado que la burdaina debe sobre todo sí
actividad h la emodina, derivado de la ántroquinona.
G. Lvoii la ha usado en forma de polvo seco de la corteza, en infasi<>n y
en extracto tluido. Prescribe cinco gramos de aquél y de éste, poco antA
de acostarse. Se puede recurrir también al cocimiento, al polvo en selln^
de mediti ¿rramo (uno ó dos), al extracto seco en pildoras de diez centigni-
luns {2 íi 4 1 y á la emodina (de O'IO á 2 gramos)
La conceptúa un excelente laxante, que no irrita y que puede ser repe-
tida con frecuencia sin inconveniente. Los resultados han sido notabiii-
shnos en caso de estreñimiento debido á trastornos nerviosos funci -
nales (2).
y Dr. Rodríguez Méndez
PUBLICACIONES RECIBIDAS
Leeoiones de Clinloa médica, por el Dr. Dieulafoy. — Cuaderno 3.** j-
tiiii I — De la Biblioteca económica de la Revista de Medicina y Cirtfj-'
pnfrílf'fís. — Madrid, 1903. — Tres pesetas.
I. Iiis Esonelas de Odontoloffia en los Estados Unidos. — II. 1.a ea-
Beñanza práctica del dentista, por Florestán Aguilar. — Madrid, 19*':!
SA\n»^i> MARÍTIMA. — Bégrimen sanitario de barcos. Desinfectantes y
de»lnfaooi6n, por el Dr. D. Rafael Bianchi y Reche.— Barcel ma, 1904.-
DoH ('jcm piares.
\í) Gai^. htbd. des Se. med. de Bordeavx.
i'l) Presse medícate.
Publicaciones recibidas
Hisriene y salubridad públloas en Pamplona. — Folleto dedicado al
Excmo. Ayuntamiento, por el Dr. D. Ag'ustín Lazcauo, — Prólogo del
Dr. Simoncua. — Pamplona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado pr&ctloo de la sifllis y enfermedades venéreas, por el doc-
tor lá. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T. Corominas y Pedeuionte. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 páginas y una lámina
á una peseta el cuaderno — José Kspasa, editor, Cortes 579.— Cuaderno 9.^
10 y 11. ^- Barcelona, 19o4. — Dos ejemplares.
Mannal de Patología externa, por K. Forg-ue.— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa V Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud (le grabados intercalodos en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuadernos 10 y 11. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
Tratado de Medicina clinica y Terapéntica, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Sclialbe,
con la colaboración de em dientes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. 1). José Góngora v Tuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 88, 89, 90 y 91. —Barcelona, 1904. —
Una peseta cuaderno. — Dos eiemplares.
Tratado de Medicina legral, por el Dr. Ch. Vibert, con un Prefacio del doc-
tor P. Brouardel. — Traducción castellana, enriquecida con notas refe-
rentes á la legislación española vigente y un Prólogo por el Dr. D. Luis
Comenge. — Con grabados intercalados en el texto. — José Espasa y C*.
editor. Cortes, 5";9. — Cuadernos 41, 42, 43 y 44 (último) — Bafcelo-
in%, 1901. — Dos ejemplares.
MedloamentCB modernos. Año 1903. — Obsequio á los suscriptores de El
Ilcstaurador Farmacéutico, por el Dr. D. J. Puigpiqué.— Barcelona, 1904.—
Dos ejemplares. .
Biedei'B Berlhte. — Biedel'a Mentor. — 48 Auflage. — Berlín, 1904.
Formalaire des médicamente nonveanz ponr 1904, par H. Bocquillon-
Liniousin. — Introduction par le Dr. Huchard. — Librairie, J.-B. Bailliére
et íils, 19, rué Hautefeuille. — Paris, 1904. — 3 fr.
Ce qu'on xe doit pas ignorer. — De refficaoité de la aérothérapie
dañe la diphtérie et dea fanestea coneéqaences de son emploi
tardif, par le Dr. Suárez de Mendoza. — París, 1901.
•Ce qu'on ne doit pas ignorer. — De la eérothórapie preventivo de la
diphtérie, par le Dr. Suárez de Mendoza. — París, 1902-1903.
Beanmen de laa obaervacionea y reanltadoa del experimento de pro-
filaxis medioamentoaa contra la infección palúdica en Naval-
moral de la Mata, Talaynela, Talavera la Vieja, etc. (Oáoerea),
por los señores doctores G, Pittalug-a, D. Julián Martín í.ozano, D. Víctor
M. Gortezo y Collantes y D. J. Huertas González del Campillo, con el con-
curso de los Sres. í). Aurelio Martín Millanes, D. Narciso Díaz de la Cruz,
D. Joaquín Hernández y D. Toribio C'arrefio. — Madrid, 1903.
Plantas medicinalea, por el Dr. D. Blas L-izaro é Ibiza.— De los Manuales-
Soler. — Barcelona, 1904. — 2'50 pesetas. — Dos ejemplares.
Antropometría, por el Dr. J. Aranzadi. — De los Manuales- Soler. — Barce-
lona, 1904. — l'óO pesetas. — Otro ejemplar.
Aota de In sesión pública inau^-ural del curso de 1903 á 1904 que el «Insti-
tuto mé-dico-farmacéutico» de Barcelona celebró en 26 de enero de 1903.—
Publicada por acuerdo de la Corporación. — Barcelona, 1903. — Dos
ejemplares.
Knóspedes de infección protozoaria, por el Dr. Mario G. Lebredo. —
Habana. 1903
EscuiíLA DE Obstetricia de Costa Rica. — laeccionea del primero y
del aefi^nndo cnrao, por F. J. Rucavado. — San José, 1903.
Higiene de laa habitacionea y del agrna en Costa Rica, por Gerardo
Jiménez, Médico, y Knrique Jiménez, Ingeniero agrícola.— San José. 1902.
X.a oomposition de Thamenr aqnenae daña lea caá de cataraote
aónile, par le Dr. Uribe-Troncoso, de México. — París, 1903.
Vósionle flotttante dn vitré, par le Dr. Uribe-Troncoso, de México. —
París, 1903.
/JO Publicaciones recibidas
Tratado elemental de Patología interna, escrito por los profesores y drc-
tores D. Gerhardt, Gamprecht, W. His, Klemperer, Kraus, L. Krehl, Max
Matthes, J. v. Mering:, O. MiDkowski, F. Moritz, F. Müller, E. Rouiberír.
R. Stern y Vierordt, bajo la dirección del Dr. D. J. v. Mering. — Con 2*^3
figuras intercaladas en el texto y una lámina tricolor. — Versión directa
de la segunda edición alemana por el Dr. D. M. Gil y Casares, con un
Próloffodei Dr. D. A. Simonena y Zabalegui. — Tomo primero. — San-
tiago, 1904.
Pr&otlca de laa antopaiaa, por el Dr. Letulle. — Cuaderno 1.** — De la Bi-
blioteca económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas, — Ma-
drid, 1904. —Tres pesetas
Tratado de Oirngia clinloa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmann, P. von Bruns y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por elDr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, •>"i9. — Cuadernos, 87 y 88. —
Barcelona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Eplsootia de pneamoenterltla inf eooloaa en Felanlgr, en 1794, por el
Dr. D. Enrique Fajarués y Tur. — Palma de Mallorca, 1903. — Dos ejem-
plares.
I«a oegrnera en laa lalaa Baleares. (Estudio demográñco), por el Doctor
D. Enrique Fajarnés y Tur. — Palma de Mallorca, 1903. — Dos ejem-
plares.
■nortes violentas por aoeldentes en la Isla de Malloroa. — Conferen-
cia pronunciada en el «Colegio médico-farmacéutico de Palma», por el
Dr. D. Enrique Fojarnés y Tur. — Palma de Mallorca, 1903. — Dos ejem-
plares.
The Thompson Yates and Jhonston I.aboratorles Beport, edited by
Rubert Royce and Charles S. Sherrington. — With illustrations aud pla-
tes. — Vol. V. (New Series). — Part II. — December, 1903. — Price, 12,6.
Liverpool, 1903.
I«a inmunidad en las infecoiones, Vaonnaoién, Baroterapia. — Trabajo
premiado con medalla de oro en el Certamen nacional celebrado por la
Universidad de Valencia en conmemoración del IV centenario de su fun-
dación. — Por D. Rafael Pastor Reig. Alumno de Clínicas de la Facultad
de Medicina con un Prólogo del Dr. D. R. Rodríguez Méndez. — Valencia,
1904. — Dos ejemplares.
I«'entéro-oolite nanco-membranense. par le Dr. Froussard.— A. Maloine,
éditeur, 25-27, rué de l'Ecole de Médecine. — París, 1904. — 2 fr.
Periódicos: Kew Orleans medioal and snrgieal Journal. — Nueva
Orleans.
Bivista pellagrolosrica italiana. Órgano bimestrale del Comilato perma-
nente e delta Lega iiiternazionale coutre la Pellagra e delle Commissioni
pellagrologiche del Regno. — Udine. — Lire 2,00 (abbonaraento aniiuoV
Oasetta sanitaria- — Rassegna collettiva m ensile di Medicina genérale, Chi-
rugia^ Igiene e Farmacia. — Direttore : Dott. Salvatore Drago. — Via Nau-
machia, 43, 2.* p. Catania. — Abbonamento annuo, 1, 3.
Vida. — Publicado quinzenal. Portaveu de r«Academia d'Higiene de Cata-
lunya». — Redacció: Ronda Universitat, 14. entressol, Barcelona. — Ks-
panya, 2 ptas. any.
I«e Jonrnal des Médeoins. — Revue des Revues medicales. Resume complet du
mois du praticien. — Librairie Maloine, 25-27, rué de TEcole de Médecine.
París. — Unan. 8 fr. 50(1).
Boletín de la «Asociación médica de Puerto Rico».— Director : Ruiz Araau.
San Juan de Puerto Rico.
Bivista sanitaria. — Rassegna dipratica medica, delle pubblicazioni scienti-
fiche edegli interessi professionali. — Direttore : Dr. Eugenio Bajía. — Via
Aldo Manuzio, 19, Milano. — Abbonamento annuo L. 3.
The Daily medioal Bew York and I«ondon 154 East '72Dd Street. — New
York, City.
(1) Dépói: Barccionc : Librería francesa de Eugenio Piaget ^ y 10, Rambla dcí Centro.
Estudios demográ/icos de Barcelona '3'
BibliQgrrahpie folentifique. — Yient de paraitre ti la librairie J.-B. BAI-
LLIERE KT FILS, 19, rué Hautefeuille, ¿ Paris, un Catalog^ae general
de«llvre«de «olenoes, compreiiant l'annonce détaillée par ordre al-
phabétique des noms d'auteurs d'environ cinq mille ouvrages de niéde-
cine, kistoire naturelle, a^riculture, art vétérinatre, physique, c/nmie, tech-
nologie, industrie, avee la date de publication, le format, le Dorabre de
pagres, de ñgures et de planches. Une table méthodique de 11 pages, donne
en outre Tindication des principaux auteurs qui ontécrit sur plus de 1,500
sujets se rapportant aux sciences. Cette Bibliographie, indispensable íi
tous les travailleurs, sera envoyée gratis etfranco íi tous les lecteur^ de
ce Journal qui en feront la demande i\ MM. J.-B. Bailliére et flls, par carte
póstale double (avee réponse payée).
NUB8TRA CORRESPONDENCIA CON LA PRENSA
El Jurado médico - farmaoóutioo de Madrid. — Gracias por la reproduc-
ción de la noticia Tuberculosis: profilaxis, del Dr. Rovira y Oliver.
Bolatin del Oensejo superior de Salubridad, de México. — Id. id. del
trabajo del Dr. G. Vignon, Las intoxicaciones alimenticias producidas por los
peces, traducido por el Sr. Ruiz Rodríguez (J.).
Revista de Medioina contempor&nea , de Madrid. — Id. id. del trabajo
del Dr. Pereira, Leyes clínicas del dolor, traducido por el Dr. Rodríguez
Ruiz, y de la noticia científtca, Verrugas: curación mediante la acción vaso-
motriz determinada por la sugestión, del Dr. Calvet y Nava.
Revista Balear de Oienciae médicas, de Palma de Mallorca.— Id. id.
de la noticia, Aftongia, del Dr. Rodríguez Méndez.
JLos Suevos Remedios, de Madrid.— Id. id. del trabajo Kéfir, del doctor
Mur , y de la noticia Verrugas: curación mediante la acción vaso-motriz deter-
minada por la sugestión, del Dr. Calvet.
estudios demogpálieos de Barcelona
POR EL
Dr. D. Luis Comengr
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Vitalidad de Barcelona en 1903
Como complemento á lo que diiimos en el número de esta Gackta
correspondiente á 31 de enero próximo pasado, recordaremos que los
nacünieníos en 1902 ascendieron á 1 8,888, y en 1903 ú 1 3,096,
lo que indica que esta base de incremento vital, por fortuna, viene
mejorando en la urbe. Si á este dato ag-regamos que la inmigración
del último año, según nuestras investig-aciones, ha sido mayor, en
proporción notable que en los anteriores (1), ya puede asegurarse que
la ciudad se ha engrandecido en la última anualidad lo que, por lo de-
más, está en la conciencia de todos.
Esta deducción resta alguna gravedad á la cifra mortuoria que en
otra ocasión indicamos.
En cambio, el número de ahortos (1,195) excede en 108 al total alcan-
zado en el año 1902 ; los matrimonios acusan ligero aumento sobre la
totalidad del año dos de esta centuria.
A continuación transcribimos dos estados referentes á la distribu-
ción de óbitos por enfermedades y meses, durante el año postrero.
(Vi Así se desprende del conjunto sintético entre las entradas y salidas de viajeros por mar y
W dt que tenemos conocimiento. No ponemos aquí las cifras por no estar bien depuradas.
/ja
Eatuáioi 4emográj¡eot dt Barcitont
Una adveptPMcia: como el concento ¡i ,,„« obedece la .
iW . oletin:» iMferfo-confH^nosas st- "im eu.4»rluulú cotisirl,.,
tic auo« af ra.«.l....s lo que, eu esencia no es derto, como ¿ ¿S Jibíi;;!
Enfermedad.. lof..„l.,«.. . B.ro.loa. y ..rva-lo*- - A«o .90,
B ttfopfne d m d »i
■ «omuüii*. - BAreelona y affr^gadi»». - Alie» 190S
RlvSrMKK
Tota! infeceífjsas, * . . _
Diferencia eu favor de \m cümuaes
acocil
Tomo XXVII. Núm. 6 Bftroelon> 16 margo 1904 ABo ZZVII. Núm. 641
Gaceta Médica Catalana
SUMAKIO : Origen y naturaleza de las alexinas, por R. Turró. <— Formas curables de la tubercu-
losis pulmonar, por el Dr. D. Juan Manuel Matianl. — Precursores de Pasteur, por el
Dr. L. Comente. — Los estigmas fisiológicos de la degeneración (continuación), por Lu-
ciano Mayor. — £1 alcohol-alimento y la hipótesis del mecanismo humano, por el doctor
Aug. Forel. — Venereología social, por el Dr. Ciado. — Rkvista crítica bibi.iogháfica,
por el Dr. C Calleja. — Fommiiamio y thatamientos mookrnos, por el Dr. Rodrig[uez
Méndez. — Sbccion oficial: Hospital San Antonio, París. — !•' Congrés Franjáis de Clima>
tothérapie et d'Ilygiéne Urbaíne. — Academia de Higiene de Cataluña. — Pi bi icaciones hbcibi-
OAS. — Estudios demográficos de Barcelona, por el Dr. D. Lu^s Comenge.
Opigen y naturaleza de las alexinas^"
lOK
R. Turró '
Director del Laboratorio de la Academia de Ciencias médicas de Cataluña
El organismo no se defiende de las bacterias matándolas mecánica-
mente ó eliminándolas por sus emunctorios fisiológicos ; de ellas se
defiende mediante un proceso puramente químico, por el que se funden
como la cera en el agua caliente^ según la expresión de Wassermann.
La transformación del cuerpo de la bacteria en materia amorfa se
designa con el nombre de bacteriolisis; la substancia ó substancias me-
diante cuya acción se efectúa, Buchner las llama alexiaaSy denomina-
ción generalmente aceptada en los dominios de la ciencia.
La existencia de las alexinas ha sido comprobada en ciertos humo-
res orgánicos, sobre todo en el suero sanguíneo, en ciertos exudados
peritoneales, en los leucocitos polinucleares y más dudosamente en los
macrófagos. La escuela de MetchnikoflF, que tanto ha contribuido al
progreso de la ciencia, les seilala un origen exclusivamente leucocita-
rio, y aunque las llama citasas, mejor la3 cuadraría el nombre de leti-
cocí tasas.
Desde 1898, en el laboratorio de mi dirección investigo el origen y
naturaleza de estas substancias jyro/ec^rdfírftfZ o?'^rtrwÍ5»¿o. En mi pri-
mera Memoria (2), las estudio en el plasma sanguíneo, purgado de
suero, previamente digerido por la tripsina, afirmando: 1.°, que su
])otencia bacteriolítica es incompletamente superior á la del suero ;
2.**, que su actividad en un medio alcalino alcanza, su máxhmnii entre
.3.r y 40'' C.
Á fines de 1901, en mi Memoria segunda (3), compruebo que las
alexinas existen en la glándula tiroides, en el jugo muscular, epitelio
renal y en los huevos de gallina. Un año después, en un estudio com-
j)lementario (4), las descubro en las cápsulas suprarrenales, en el bazo,
hígado y ganglios linfáticos.
Los procetlimientos seguidos para llegar á los resultados indicados,
>'on, en resumen, los siguientes :
Machacadas las glándulas tiroides y prensada la pulpa, se obtiene
por filtración ó por centrifugación un jugo transparente, rojo, fácil-
mente oxidable, que no se coagula espontáneamente. Cada gramo de
(1) Comunicación al Congreso internacional de Medicina de Madrid, 1903.
(2) Centralblat.f. Bakt., etc., t. XXVHl, líXíO, pág. 173. — Revista trimestral, Madrid, 1000.
(3) Bakterienyerdaung. — Centralblat.f. Bakt., etc., t. XXXII, n."2.
(4; Digestión d^s bacteries. — Rev. Veterinaire, n," 12, 1;m)2.
^34
Origen y naturaleza de las alexinas
este jugo fresco es capaz de digferir, á la temperatura de 37" C, 0*2/»
gramos de Bacilhis anthracis raspados del ag-ar-agar donde fueron sem-
brados el día anterior, en el espacio de uno á tres días. El product j
de esta digestión es un residuo amorfo, de color gris, de consistencia
mucilaginosa, que precipita en el fondo del tubo y se diferencia ild
jugo tiroideo de color rosado y que flota encima.
E[ B. Proteus viUgariSj el B. coli co/nmímis, el B. Eberth, subíilis, etc..
son digeridos por las alexinas del jugo tiroideo; en cambio, el ^. A'/^/^y
Zíf//<?r resiste oastante á su acción y hay varias especies bacterianas
íuitre ellas algunos coceas, sobre las cuales no ejerce acción alguna y
aun destruyen y anulan la actividad de dichas alexinas.
El ensayo del jugo muscular fresco acusa la existencia de alexinas
que atacan un gran número de especies bacterianas.
Del bazo, hígado, riñones, ganglios y cápsulas suprarrenales, >^'
obtienen jugos que se coagulan espontáneamente con una gran rapi-
dez ; en ese estado, sus alexinas son inactivas. Para demostrar su
exiíítencia, debe procederse de la siguiente manera : se toma, [" r
ejeraplo, el bazo de un carnero ó de un buey recién sacrificado, ^e
lndn>tomiza, se le desenfunda, se machaca hasta reducirlo á pa>ia
tina, y se añade, por fin, tres veces su peso de agua destilada ó sa-
lada Haturada de fluoruro sódico, dejándolo macerar en el vacío iina>
cuantHs horas. Las alexinas esplénicas son solubles en el agua «oj-
iada al 1 por 100, y también en el agua destilada, como lo es ía pep-
íiina de la mucosa gástrica en el agua acidulada. El líquido .It
raaneraciun del bazo ensayado con raspados de cultivos de B, anüm-
m de un día, los digiere en el espacio de veinticuatro horas: h
maceraci('in de ganglios linfáticos ó cápsulas suprarrenales es todavía
itiás activa.
Mi discípulo, el Dr. Lleo y Morera, ha demostrado por los mhm<
Ijporedimientos que las alexinas existen en la médula de los huesos}
%m la ¡substancia nerviosa.
Con los animales de sangre fría se obtienen los mismos resultado^
que con los de sangre caliente.
En presencia de unos hechos tan elocuentes, no es posible atribuir
á las alexinas un origen exclusivamente leucocitario, como preten-l^
la í\^cuj^la de Metchnikofl^, pues indudablemente las hay de origen es-
pléniro, renal, hepático, etc. Su existencia en estado soluble en el
seniin y en ciertos exudados es tan natural, como lo es que se encuen-
tren erí los líquidos de maceración de nuestros experimentos.
La mater.ia orgánica viviente es una fuente inagotable de alexina-:
hastn, ]>ara demostrar la tesis, encontrar un medio en que se hap:
solubles y acusen su actividad. Así, en mi Memoria segunda, deraue-
trn qm- el vitellus del huevo de gallina las contiene potencialmente e
cantiihiti exorbitante, pero no acusan su actividad si no se disuelveii
previamente en la clara ; ensayada directamente ó diluida la subí^ta::-
cia viíelina en agua- destilada,' queda sin acción sobre el B, antñrm)
mas .^i una mínima porción de titeUns se mezcla con clara de huev >,
al Piúm {le unos cuantos días adquiere una potencia bacteriolítica ía
poderosa, que en menos de veinticuatro horas digiere la mitad de .^n
I^esu di* B. anthracis. Su actividad se revela en estas condiciones
hasta dilatándolo en 20 veces su peso en agua destilada. Indudal>le-
nieiUe las alexinas preexistían en el vitellus, pues ha bastado hacerls^
stiUihles para que acusasen su actividad. De^la misma manera, agola
de mi |>lasma orgánico dado toda la alexina que contiene, tal vez S'^^
íni[)osil;le ; pero, á pesar de contar con tan enorme reserva defensivi
piiedH f^er presa de una infección por no pasar al estado soluble, qu-
dando sti alexina en estado potencial.
Y
Origen y naturaltJ^a de ias aUxinas 75^
No existe una alexina, sino varias, segríin el plasma de que proce-
den. Comprobaremos esta diferenciación por sus efectos ; así : la ale*
xiua vitelina que digiere admirablemente el B. anthracis, Eberth^ eoli
commnms. etc., no ejerce efecto sobre el bacilo de la difteria ni sobre
el streptococm. El B. virffula, de Koch, bajo la acción de las alexinas
vi telinas, toma instantáneamente la forma g-lobular y después queda,
inactivo por coagularse en presencia de esta bacteria. Las alexinas
que ^e obtienen del plasma sanguíneo por medio de su digestión por
la tripsina, por la acción de la bilis ó bien por su autodigestión espon-
tánea en el vacío, apenas atacan b\ pneumococcus, y, en cambio, lo di-
gieren con gran rapidez el juga ganglionar y tiroideo. Los leucocitos
polinucleares que engloban con tanta facilidad y digieren los staphilo-
coccus, quedan sin acción sobre el go7iococcu$ que prolifera en su seno
como en su medio natural de cultivo.
Tal es, en su más vasta síntesis, el origen que cabe señalar á las
alexinas. Son, indudablemente, derivados (re la substancia plasmática,
que se han hecho solubles en el agua salina, y en este sentido les
cuadra perfectamente el nombre de citasas, no entendiendo por tales
únicamente las que proceden de los leucocitos, sino de todos los plas-
mas celulares que las contengan.
¿ Cuál es su naturaleza ? ¿ Mediante qué mecanismo químico trans-
forman ias alexinas ó citasas el cuerpo de la bacteria en materia amorfa
ó soluble ?
Cuando nosotros mezclamos alexinas vitelinas, tiroideas, muscula-
res, etc., con B. aiitkracis, al cabo de algunas horas observamos que
los filamentos se hinchan como la fibrina en una solución clorhidro-
pépsica. En ese estado la bacteria no conserva ya el color básico tra-
tada con el método de Gram. Desteñida con el alcohol, se impregna
de eosina con tanta mayor intensidad cuanto menos avanzado esté el
proceso bacteriolítico ; en un mismo filamento encontraremos bacilos
teñidos de rosa y otros teñidos de violeta, por conservar todavía el
Gram. En una faz más adelantada del proceso, los segmentos baci-
lares desaparecen y el filamento duplica ó triplica su volumen y acaba
por resolverse en materia amorfa. Esa hinchazón presupone una hi-
drólisis previa en la masa protoplasmática. Desde ese punto de vista,
las alexinas obran como enzimas hidrolizantes, es decir, como zimazas
que acumulan en los espacios intermoleculares una gran cantidad de
agua.
Cuando las alexinas son escasamente difusibles, no penetran el
cuerpo bacilar homogéneamente en toda su masa y lo atacan sólo por
la superficie de contacto. Practíquese un corte en el bazo y deposí-
tense B, anihracis en su fondo, y al cabo de unos minutos se observará
que están rodeados de una enorme envoltura hialina y trasparente,
(¡ue contiene en su centro el cuerpo bacilar á modo de un estuche ó
cápsula. Esa bacteriolisis inicial no progresa; se detiene en este
punto porque el jugo esplénico se coagula y queda inactivo. El jugo
tiroideo digiere los bacilos capsulándolos á expensas de su protoplas-
ma, de modo que acaba por desaparecer del todo, dejando una cápsula
vacía, que también acaba por disolverse. La bacteriolisis acusa una
difusibilidad imperfecta en los enzymas bacteriolíticos (alexinas) del
jugo tiroideo. Basta añadir una pequeña cantidad de grasa á dicho
jugo para que (atacada por la lipasa es desdoblada en glicerina y ácidos
grasos) sean las alexinas más difusibles ó solubles y ataquen la bacte-
ria eii bloc y se disuelva sin capsularse, como ocurre con el agua de
maceración del jugo esplénico, hepático, renal, etc.
En los dos casos, el proceso bacteriolítico es idéntico en el fondo ;
110 se trata más que de una hidrólisis. En efecto ; si nosotros exten-
i^$
Origen y naturaUj^a di las alexinas
demíis sobre dos purta-objetos bacilos capsulados y los transportamos á
la t'sttita, uno en cámara hVimeda y otro en un desecador al ácido sul-
fúrico, al cabo de nl^j-unas horas observaremos que en el primero las
cHimiUas Be Imn Cíuiservado y aun ag-randado, mientras que en el
porta-objetos del desecador lian desaparecido, y el protoplasma bacilar
representa granulado por la gran deshidratación que ha sufrido a
consecuencia de la evaporación.
Por donde se ve que el infarto bacilar ó la capsulación son fenóme-
nos de la niisnm luituraleza, debidos á la hidratación progresiva de la
ííubstancia lírutophismática.
Por la conceiíci^>n de las alexinas, tal como resulta de nuestras in-
vestiíraciones, se ve que las Usinas de Duclaux, las substancias hacteñ-
cidasy las citasas, y cuantas denominaciones se les aplican, son iiom-
bí'es varios que designan una misma cosa. Por' su origen deberían
llamarse ciiasas; pnr su modo de obrar, enzymas bacíeriolíHcos.
ICl estudio del origen y naturaleza de las alexinas ó enzymas bac-
terio Lít i eos uos rnnt\^tra los poderosos medios con que cuenta el org^-
nísmíj para defenderse de la infección. Los plasmas celulares la>
elalioraii y son capaces de cederlas á los humores en una cantidad casi
inagotable. De una pequeña porción de pulpa esplénica ó ganglionar
pueden obtenerse, por maceraciones sucesivas en el vacío, enzjmas
capaces de digerir veinte y treinta veces su peso de B. atithracis: mas
esos enzymas senin potenciales, quedando inactivos, siempre q^ue pol-
los medios adecuados no se hagan solubles en los humores o en el
propio plasma celular. La investigación del mecanismo interno me-
diante el que se elaboran en el seno del plasma celular y se difunden
expansivamente en A medio orgánico, nos dará la clave del mecanis-
mo de lu iiiiiinnidnd natural, ósea del grado de resistencia que li>>
animales ofrecen a una infección dada, problema obscuro, asaz coui-
plejn, prufumlaiíieiitc físiológico, del que sólo conocemos algunos de-
talles. El proceso de la inmunidad natural está íntimamente ligado
con el proceso lie la nutrición celular en su doble fase anabólica y ca-
tabólica.
Conclusiones
1." Las alexinas (Usinas^ substancias bactericidas^ ciíasaSj etc.), son
substancias que obran químicamente sobre el protoplasma bacteriano
hasta resolverlo en materia amorfa ó soluble. El proceso de esta reso
luciun se llama b/i/feríolisis.
2^" Las alexinas proceden de los plasmas celulares que las elaboran
(tejido hepático, esjdénico, epitelio renal, tiroideo, glóbulos blancos, etc.i.
cuya acción st^ deinuestra haciéndolas previamente solubles en el agua
fisioli'kgii^a.
3.' Las propií'i hules de las alexinas difieren según los plasmas
celulares que his rl;iboran. Unas son activas sobre ciertas especie^
bacteriaiins y ntras son inactivas.
4.* Liis aU^\Ín;is cuya existencia he podido comprobar experimen-
tainienti*. son las ún la glándula tiroides, cápsulas suprarrenales, epi-
telio renal, gnnglicis linfáticos, tejidos muscular, hepático y espléuico,
]íhisnin síingnínetí y las del vitelus del huevo de gallina previamente
disiM'llas OH bi chira,
ó/' l*or su naturaleza química, las alexinas son enzymas que di-
gieren las biifterias por medio de una hidrólisis progresiva.
r»/ La luavíu- < i menor resistencia de un organismo dado n una iu-
íVcí-iíVn (mmiitivíad mtiiral), depende del mecanismo fisiológico, me-
diante t-l que se liacen solubles y activas las alexinas, ya en los humo-
res, ya on ]n< jUnsmas celulares.'
Formas enrabies de la tabercnlosis polmonar ^'^
POK EL
Dr. D. Juan Manuel Mariani
Médico de número, por oTposición^ del Hospital de la Princesa y Académico de número
de la Real de Medicina de Madrid
El problema que preocupa más hoy á los médicos y á los sociólogos,
es el de la enorme mortalidad por tuberculosis, sobre todo en las gran-
des poblaciones, sin que se vean exentos de ella los habitantes del
campo, y los gobiernos, por una parte, y los médicos, por otra, tratan de
disminuir la aterradora cifra de muertes por tuberculosis, que espanta
seguramente á los que la conocemos, y que pasa inadvertida para la
sociedad, porque no reviste el carácter violento y brutal de las epi-
demias.
Todo el mundo ignora que se mueren al año millones de tubercu-
losos, porque nadie sabe que se ha muerto de tuberculosis un sujeto,
si no es persona conocida ó de la familia, y hasta en esto la sociedad
culta, con notoria injusticia, casi siempre atribuye la muerte de los
tuberculosos á los excesos de la mala vi(la y apenas si tiene conmise-
ración hacia ellos.
Yo he sido durante ocho años Director Médico de la Sucursal de
«La Equitativa», de los Estados Unidos en España, y en las hojas de
reconocimiento, en la parte consagrada á los antecedentes de familia,
cuando alguno liabía muerto de tuberculosis, consignaban siempre,
como para atenuar el que la muerte hubiera sido producida por esta
enfermedad, que fué ocasionada por excesos de la juventud, como si
no liubiera muchos que han cometido excesos en todas las épocas de
su wjda y no se han hecho tuberculosQs ; es más: ¡ cuántas veces en las
familias, al declarar que un sujeto está tuberculoso, encargan el se-
creto y uo quieren confesar ante sus amigos y deudos tal enfermedad,
como si fuera una vergüenza ó un oprobio el adquirirla, creyendo que
es sólo patrimonio de las clases humildes ! ¡ Pobres tuberculosos, que
no cuentan ni con la conmiseración de los demás y, que con las ideas
del contagio, tan propaladas y tan divulgadas en esta última época, se
encuentran á veces aislados y no asistidos con aquel cariño y con
aquella asiduidad que reclaman sus sufrimientos físicos y su estado
moral, siempre triste, casi siempre impregnado de melancolía !
Todos decimos que la tuberculosis es curable ; se consigna en los
libros las autopsias de sujetos viejos ó muertos de una manera acci-
dental han encontrado tubérculos cretificados ó fíbrosos en los pulmo-
nes; la misma observación clínica demuestra que hay tuberculosos
que se curan; pero veamos en qué condiciones se curan los tuberculosos,
y empecemos por confesar que el número de los que se curan, no tem-
poralmente, sino de una manera permanente, es infinitamente pe-
queño, porque hay muchos casos de supuestas curaciones, en las que
la enfermedad revive y ocasiona la muerte del sujeto de una manera
rapidísima.
Yo he tenido entre mis clientes algunos que han hecho la vida de
sanatorio durante dos y tres años, que han venido gordos, aunque páli-
dos, que han traído sus lesiones pulmonares casi desaparecidas y, poco
tiempo después, una hemoptisis abundante ó un brote agudo han de-
terminado un nuevo período de evolución rapidísima, de forma febril,
que ha producido la muerte en tres ó cuatro mescH ; por esto pienso yo
que todo lo que se hace ahora para disminuir la mortalidad de tuber-
culosis atacando la enfermedad misma, es incompleto y no producirá
(1) Comunicación presentada al XIV Congreso Internacional de Medicina. — (Sección de
Medicina).
JJM
Format curables de la tuberculosis pulmonar
T
rejíiiltados positivas, porque hay que atacarla previniéndola, hay que
roTiibatirla anteí? de que aparezca.
iSería imperdonable, porque es una premisa necesaria, el que no
cuntiignaBe aquí Jiiirf opiniones de siempre respecto á la etiología de la
enfermedad. 1)0;^ factores la constituyen : el bacilo de Koch, sin el que
no hay tubenMilosi?;, y el terreno en que el bacilo germina; es cierto
qutí sm bacilo de Koch no se puede decir que una lesión es tubercu-
losa, pero no se ]juede negar que el bacilo ^constituye un hecho secan-
ilario enfrente del terreno, y si el terreno orgánico no tiene condicio-
nes abonadas y no se encuentra en estado de receptividad morbosa
para que el bacilo germine, el bacilo permanecerá completamente
inerte y no dará lugar á la lesión tuberculosa que le caracteriza, a la
granuhición gris.
Si el bacilo tuviese una acción específica y fatal, la humanidad hu-
biera desaparecido, porque, á pesar de los sabios preceptos de la hi-
giene moderna j los miles de tuberculosos que viven entre personas
sanas, que frecuentan los cafés, los teatros, los restauranes, que escu-
nen en todas jiartes, que beben en. las mismas copas qiie los sanos, di-
ninden el bacilo por todos lados; estos tuberculosos ambulantes, que
liacen la vírla nnnun, son focos de difusión permanente, porque los
pobres tisicos, en el hospital ó en su domicilio, sólo pueden difundir
sus gérmenes en un círculo más pequeño, y la defensa contra ellos es
mucho más factible.
Experimento?^ hechos en todos los hospitales demuestran que en las
niucosidades de la faringe y de los bronquios de los médicos, de los
internos y de los enfermeros, existen bacilos de Koch bien caracteriza-
dos, que permanecen completamente inofensivos.
En contra de estos hechos aparece la observación diaria de perso
ñas que, aisladas completamente de todo contacto sospechoso, se hacen
tnberrnlnsas de una manera rápida y sucumben á consecuencia de esta
enfermedad jíor condiciones orgánicas especiales, que hacen desapare-
cer familias finieras á consecuencia de 4a tuberculosis.
Después de este preámbulo, veamos cuáles son las formas de la
tuberculosis : la primera, la aguda, la granulia, es siempre mortal en
todos los casos ; la segunda, en orden de gravedad, es la forma erética,
la tii^is floridiu íjue dirían los antiguos; en esta forma, la infiltración
tuberculosa riel ¡Milmón es difusa y confluente, la fiebre aparece desde
los primeros momentos, la consunción no se hace esperar y los enfer-
mos sucumben también de una manera fatal en un período que oscila
entre ocho llH^^cs y un año.
Sigue ^i esta bí forma que podemos llamar tórpida, en la que uno sol»)
de los pulnnnies vs invadido y la granulación tuberculosa está disemi-
nada, dando logar á reacciones generales poco intensas, á fiebres pe-
queñas y no cotistantes, á desnutrición paulatina y á síntomas de
rehUunbViniieuto pulmonar muy lento; en esta forma pueden obser-
varse niurbas variedades, que son las que constituyen el síndrome clí-
nico de la tisis rrí'mica, y según que el estómago se conserve en con-
diíñones fu ncií males más ó menos buenas y el enfermo se nutra, y en
relarit'íH con las circunstancias higiénicas ele que se rodee al tubercu-
loso, asi la manila será de dos años á seis, ocho ó diez ; influirán tam-
bir*n en el (nu-so y duración de esta forma de tuberculosis los nuevos
brotes (pH* vayan apareciendo por difusión del proceso anatómico ó por
df'pniíperacir}!! orgánica motivada por cansas accidentales que favorez-
can la expaiisii'jn d«l proceso tuberculoso.
Aun í-uandü en los comienzos de esta forma, uno sólo de los pulmo-
nes es el invadido, en el curso lento de su evolución el otro lle^ra
tanibiéii á intiUrarse, agravando el pronóstico de tiempo y acelerandv>
Formas curables ée la tuberculosis pulmonar / 59
la marcha del proceso por razones de nutrición general, que no hay
para que señalar.
De todos modos, en esta forma de tuberculosis y en sus variedades,
que son muy comunes, el pronóstico tiene que fundarse, en primer
lugar, en las condiciones de la nutrición general, y en segundo, en la
extensión de las lesiones locales.
Estos dos factores marchan casi siempre á la par, porque es hoy un
axioma que cuando la nutrición general se conserva, cuando el apetito
no decae grandemente, cuando los enfermos se alimentan y asimilan
lo que ingieren, la evolución local lleva una marcha lenta y hasta hay
periodos en que se apaciguan de tal manera los síntomas locales, que
hacen concebir la esperanza de una curación ; pero estas curaciones,
en la forma de que nos ocupamos, son casi siempre temporales, pasa-
jeras, no permanentes, no reales, no positivas ; estos tuberculosos son
siempre tuberculosos, y aun cuando la enfermedad dure ocho, quince
y hasta veinte años, el sujeto morirá tuberculoso, ya por la sola evolu-
ci(')n del proceso, ya porque enfermedades interciirrentes del aparato
respiratorio ó del tubo digestivo agudicen la lesión local, como ocurre
con las primeras, ó depauperen profundamente el organismo, como
acontece con las segundas, disminuyendo las resistencias orgánicas y
los medios de defensa contra el proceso bacilar.
Este tercer grupo de formas clínicas de tuberculosis es el que más
frecuentemente obs.ervamos, y estos tuberculosos son bien difíciles de
curar, porque el comienzo sordo del proceso no llama la atención del
enfermo, que atribuye su tos y sus molestias á un catarro, cosa que
para el vulgo es perfectamente ^despreciable, pues que la décima parte
de la humanidad tose constantemente sin preocuparse de su tos hasta
(jue otros síntomas más molestos, como la disnea, ó más alarmantes,
como la hemoptisis, les hacen consultar con el médico por considerarse
enfermos.
Esta miítma incuria de sí mismos hace (jue estos tuberculosos sigan
haciendo su vida ordinaria con alimentación deficiente, consagrados á
sus trabajos, acaso engolfados en sus distracciones ó en sus vicios, y
que la enfermedad vaya ganando el terreno palmo á palmo, haciendo
imposible una curación que acaso en sus comienzos hubiera sido fácil.
Como forma derivada de ésta, es decir, de la tórpida, existe la que
bien puede llamarse tuberculosis circunscrita del pulmón, comparable,
sin temor de caer en exageraciones, á las tuberculosis articulares y á .
las óseas, es decir, á las tuberculosis quirúrgicas.
Más propia de los adultos que de los jóvenes, no deja, sin embargo,
(le observarse alguna vez en esta última edad ; ocupa de preferencia
un vértice y más raramente la base ; cuando se localiza en el vértice,
se observan por la parte anterior y por la parte posterior todos los sin -
tomas físicos de la condensación pulmonar y del reblandecimiento.
Casi nunca los enfermos acuden al médico en este período, porque
los síntomas iniciales na son violentos, ni en lo que toca al estado ge-
neral ni en lo que se refiere al local: tusícula, desnutrición ligera, algún
cansancio, y en algunos casos fiebre de elevación térmica poco pro-
nunciada, son los síntomas que por su poca intensidad no despiertan
grandes temores ; pero llega un momento en que la tos es más persis-
tente y en que el enfermo esputa estrías de sangre ó sangre pura, y
entonces, ya por este último síntoma, siempre alarmante, consultan
con el médico, que al llegar á estas alturas escucha ya chasquidos y
crepitaciones en la reglón infraclavicular y en la supraespinosa ; en el
resto del pulmón, ligero refuerzo respiratorio y en el pulmón opuesto
indemnidad completa.
Cuando el foc(» está situado en la base, caso menos frecuente, deja
i4^ Fürmai curables de la tuberculosis pulmonar
indemne la cara posterior y ocupa de preferencia la región Antero-late-
riil ; los signos ef^tetojscópícíís son en este caso los mismos, y también soa
laK pequeñas henioptisis ó los esputos sang-uíneos la cafacteristica de
e,<tíi forma.
La evolución es lenta, y lo que llama la atención en los casos á que
me refiero, es que el período de reblandecimiento es rápido, y muy
pruutü se fíírujao niveruas jsequeñas ó una sola g-rande y superfici?ii
(jue ofrece con toda su es}ílenaidez los síntomas de auscultación que
íaii írnVfiramente descriljíi» el inmortal Laénnec.
Estas formas no ofrecen tendencia á difundirse, y tienen sus perí<>-
dos de nuevos brotes, en íjue los síntomas se exacerban y se ag'udizan.
hieu de uiHi manera espontanea, ó bien por causas que den lugtir a
congestiones directas como las de un ejercicio exagerado ó de un es-
fuerzo, ó reflejas como l?ts congestiones de la época menstrual en In
mujer.
A ^>esar de que localinente el proceso tuberculoso evoluciona hasta
el período cavitario, el estiolo gener^il de estos enfermos se comporta
bastante bien, suelen conservar el apetito, se desnutren poco, g-anaü
ríqHdaméute las pérdidas que expmmentan á consecuencia de cuai-
miier incidente morboso, y sufren recargos febriles que nunca ^nisan
de 38", coincidiendo con pequeños brotes, recargos que á su vez no son
persistentes, sino que ceden con facilidad.
Es cierto que estas forums locales, abandonadas. á si mismas, llepr^in
H diñiuilírse por todo el pulmón y concluyen por ser tuberculosis cró-
nicas ó acaso ílíseminacinoes agudas del proceso, del mismo modo que
las artritis tulierculusus sin tratamiento alguno se difunden también y
producíMi Va fousnncióu y la tisis, y tengo el convencimiento cié que
mucbísímas tuberculosis generales del pulmón han sido locales, ó me-
jor dirlni, bau sido formas localizadas -en sus comienzos, que jjor el
abandoon t'0*ap(MitiiMi luní llegado á difundirse, á generalizarse y i\
producir la tisis.
Por esto abrigo la creencia, mejor dicho, tengo la convicción prc^
nimln de que trnodiísiuios tuberculosos de los que hoy mueren se cura-
rían si tiesde ios conHeu/.os de su enfermedad hubieran estado some-
tidos á un tratamiento racional, constante y continuo, permanente y
largo.
Este es el principal objt^tivo de este trabajo que tengo el honor ib»
presentar al t-ongreso, porque creo que la lucha contra la tuberculosis
será sitíinjjre perfectamente estéril mientras los tuberculosos acudan al
médico en periodos avanzados de la enfermedad.
Al llegar k estos jierír^ílos, ni la higiene, ni el aire libre, ni la sobre-
ai ímeii tinción, ni el régimen de los sanatorios, ni los infinitos medica-
mentos fjiie se recomiendan contra esta enfermedad, unos eficaces en
los comienzos, ntrrjs inútiles ó perjudiciales en todos sus períodos, tudí-
será ]»eríVctnniente inotü, porque lucharemos contra lo imposible,
contra un <irgíniisín<> toTuinado, contra unos pulmones que no puedeii
restaurarse, y en esta lucha seremos siempre vencidos.
;Jíüé har-er, pues? A mi juicio lo siguiente: convencido de q.ue It^
princi[iftl píira (jtte la ruhercuiosis se desarrolle es el terreno orgánici-.
trata i' de modificar este por todos los medios antes de que la. tubercu-
losis se dcsari'olle ó cuando (^omienza á desarrollarse; pero esta labor
es intiy grande, necesit;i líe una verdadera predicación, necesita ib^
aiióstoh*s que difundan por Todo el mundo la necesidad de cuidar en bt
infancia» en la adolesrenrisi y en la juventud todo lo que sea debilida-i
urgi'inica, todo lo qm- perturbe de una manera permanente las funcio-
nes digestivas y la asÍrailarÍL>n ; en fin, todo aquello que produzca des-
gastes orgíWiictts, ib*pr*'siiaies nutritivas, decaimientos nerviosos.
Formas curabies de la tuberculosis pulmonar 44/
Es preciso que los padres se convenzan en la primera infancia de
favorecer el desarrollo, de auxiliar al organismo en su labor de creci-
miento, fortaleciéndole por todos los medios que la higiene aconseja ;
necesario que en la segunda infancia se vigile el crecimiento, se alter-
nen la instrucción y la educación con la salud del cuerpo ; es necesario
que en esta edad los niños respiren aire libre, paseen, se alimenten
bien, regularicen sus horas de estudio y de trabajo y las del sueño, y
es indispensable, por último, que en la juventud les inculquen la mo-
deración en los placeres, el grave peligro de los vicios y las consecuen-
cias fatales de todo lo que produce desgaste orgánico. *
De esta manera, fortaleciendo la raza, vigorizando, el organismo,
prevendremos el desarrollo de la tuberculosis, esterilizando el terreno
para la germinación del bacilo de Koch.
A todo el mundo se le ocurrirá, después de leer el párrafo prece-
dente, que solamente las personal de posición acomodada pueden lle-
var á la práctica estos consejos preventivos, y nada menos exacto, por-
que los jornaleros, los trabajadores manuales, los pobres pueden
aprovecharlos igualmente ; no se necesita para ser fuerte tener una
alimentación suculenta, una casa confortable y medios de fortuna para
poder satisfacer todas las necesidades y todos los caprichos ; precisa-
mente la satisfacción de éstos suele conducir á la tuberculosis ; el abuso
(le las bebidas, el abuso de los placeres, la vida crapulosa, predisponen
más á la tuberculosis que la miseria ; en las clases pobres vemos fami-
lias que comen mal, que no tienen todo el aire necesario en sus vi-
viendas para respirar; en las gentes del campo la alimentación es mu-
chas veces escasa, poco variada y siempre frugal y, sin embargo, en
los dos casos citados no se hacen tuberculosos los unos ni los otros,
porque lo principal, lo esencial es el régimen, la regularidad de la vida
y la moralidad de la vida ; el hombre que tenga régimen, que tenga
inétodo y que sea moral en sus costumbres, usando de todo y no abu-
sando de nada, mantendrá íntegro su equilibrio orgánico y segura-
mente no se hará tuberculoso como no lo sea por herencia.
Estas ideas deben divulgarse, deben empaparse en la sociedad como
vse ha divulgado y empapado el convencimiento de la necesidad de la
vacuna para prevenir la viruela. La labor no es de un día : es de años,
pero ya está comenzada hace tiempo y seguramente dará su fruto ; de
este modo se prevendrá la tuberculosis en miles de hombres que por incu-
ria, por abandono ó por falta de la instrucción debida ó de la educación
necesaria, desconocen los más rudimentarios principios de la higiene.
No es esto suficiente. Convencidos.como estamos todos los médicos
de que la tuberculosis en sus formas localizadas y en el comienzo de
las tórpidas es curable, debemos esforzarnos en hacer entender al
mundo entero que toda tos persistente es peligrosa en todas las eda-
des y peligrosísima desde el comienzo de la pubertad hasta la edad
aduíta, y hacer entender también á todo medico que toda persona
joven que tose debe ser auscultada con frecuencia para poner en prác-
tica desde los comienzos el tratamiento conveniente.
De esta manera, descubriendo las primeras resonancias y respira-
ciones ásperas de los vértices, los primeros indicios de decaimiento or-
g'ánico, las primeras décimas de temperatura sobre la normal, conse-
g-uiremos curar muchos tuberculosos que hoy no se curan, porque
acuden al ui^dico cuando ya la infiltración pulmonar está generali-
zada, y veremos como fuera de las formas . agudas y de esas formas
eréticas en que la fiebre y la tisis precede á la tuberculosis, encontra-
remos á cientos formas de tuberculosis locales que, abandonadas á sí
mismas, se generalizarán y se harán incurables, pero qué tratadas ra-
cionalmente en su principio, llegarán á curarse.
14M
Formas curables de la tuberculosis pulmonar
Teniendo en cuenta estos dos axiomas, evitaremos el desarrollo k
la tuberculosis y conseguiremos la curación del 50 por 100 de los tu-
berculosos.
Ahora bien : los tuberculosos avanzados por descuido propio ó por
otros descuidos más censurables, esos que después de un año de e>tar
enfermos no han escuchado más consejo que el de que coman muck
porque están débiles, esos, en fin, que no han hecho nada por una
razón ó por otra para contener los prog-resos de la enfermedad, esosD»
se curan ahora, ni se curarán nunca, ni en sus casas, ni en los sanato-
rios, ni en ning'una parte ; cuando la tuberculosis ha tonoiado incre-
mento, es incurable en el pulmón, en las articulaciones, en el perii-
neo y en todos los órgpanos.
Tratada racionalmente una artritis tuberculosa desde su principio. ^^
curará seguramente ; tratada desde sus comienzos, desde sus primeras
manifestaciones, cuando está limitada á un vértice ó á una porcióude
la base del pulmón una tuberculosis de este órgano, se curará de h
misma manera ; si la artritis tuberculosa comienza á tratarse cuaiul
ha producido supuración y fístulas, cuando ha terminado la consun-
ción, todo será inútil, y del mismo modo cuando las formas tóqíida^
de la tuberculosis, la infiltración, localizada al principio, se ha f^enew-
lizado, cuando el organismo comienza á estar en ruina, entonces tc^i
será inútil, y aquel sujeto que no pueble salvarse será, además, un pe-
ligro para los que hacen vida común con el.
No he de decir nada del tratamiento. Es ya tan clásico, que no haj
para que mencionarle ; en estas formas iniciales, en estas formas locíi!
zadas, lo primero la higiene, el reposo físico y moral, el aire puro, esr-
mular el apetito y las funciones digestivas y alimentar á los eufemr>
con abundancia, pero no con exageración ; después la terapéutica. 1-
creosotados en todas sus formas y por las vías de administración qu-
mejor tolere el enfermo; la lecitina, los arsenicales, el fósforo y k^
sales de cal, algunas veces los ioduros, y como tratamiento local. I
revulsión con el termocauterio, bien aplicada, poniendo cada sesi n
100 á 150 puntos de fuego, y poniéndolos á miles ; enfermos ten^ro y
curados de hace ocho y diez años, alguno de los cuales podría preseu-
taros, á los que he puesto ínás de 3,000 puntos de fuego durante'
tratamiento.
Perdonad, señores congresistas, si el tiempo que os he robada» rr-
sulta perfectamente inútil, porque todos sabéis mejor que yo cuaní
acabo de exponer, pero tratándose de la tuberculosis, es imperdonab;
y es una falta de conciencia el que cada uno no aporte, siquiera s^^
ím granó de arena como éste, á la obra común de combatir tan terriV
azote.
Conclusiones
1.* La tuberculosis pulmonar es curable.
2.* Las probabilidades de su curación son mayores en las forma
tórpidas y entre los veinticinco y los cuarenta años.
3.* Las formas circunscritas á un sólo lóbulo del pulmón, que ^^^
asemejan mucho en su evolución y en su marcha á las tuberciili-
quirúrgicas, se curan 40 veces de 100.
4.* Las formas unilaterales de evolución lenta y con poicas reacoi
oes generales, se curan con relativa frecuencia.
5.* Las formas difusas, infiltradas febriles y lasque recaen en a-i
lescentes, no siendo muy localizadas, no se curan nunca.
6.' Los enfermos de los hospitales no se curan tampoco, cm-
quier a que sea su forma inicial, porque ingresan en período de ti?ii>.
Precursores de Pasieur 14^
7.* La tuberculosis, en todas sus formas, reclama, para su trata-
miento, dispendios que no están al alcance de las clases humildes de
la sociedad, por lo prolongados que deben ser y porque todo trabajo
corporal que gaste fuerzas es incompatible con ellos.
Preeupsopés de Pasteup
rOR BL
Dr. D. Luis Combnge
Director del Instituto de Higiene Urbana de Barcelona
Una vez más se resucita, en La CAronique medícale, la interesante
cuestión histórica concerniente á si es antiguo ó no el concepto de la
naturaleza parasitaria de las enfermedades infecciosas.
El Dr. Latruffe Colonne, en dicha Revista de erudición y curiosida-
des médicas, que con tanto acierto dirige M. Gabanes, y en el n." 9 del
pasado año, aduce un texto curiosísimo que viene á demostrar la
intuición sorprendente de algunos sabios del pretérito, quienes, al
adelantarse á las creencias de su tiempo, vislumbraron, con seguridad
pasmosa, hechos y nociones que los años habían de sancionar con el
trabajo de sucesivas generaciones.
El texto ó referencia recordada por M. LatruflFe, no es de vetusta
edad ni de centurias remotas ; empero, es lo suficientemente añeja la
doctrina, para que merezca nuestra atención y para aseverar que el
concepto parasitario de las dolencias infectivas, con claridad y fijeza
expuesto, es anterior á los trabajos de la escuela pasteuriana..". y, sin
duda, que tal concepto aun reconoce más lejanas mentes en el pensa-
miento de los observadores sagaces.
Reproduciremos algunas afirmaciones del pasaje resucitado en Za
C/ironique medícale. Pertenece al Uícíiomiaíre de la conversation, im-
preso en 1835 y tomado está del artículo dedicado al « contagio » , y
firmado por Fossati (1) (tomo XVI, pág. 461) :
« ¿Puede aparecer, dice el autor, espontáneamente una enfermedad
» contagiosa? Cuestión tan interesante juzgamos que debemos resolverla
>> negativamente. Demuestra la observación que todo contaírio procede
» de otro sitio. La lepra, la peste, la viruela, el cólera, jamás se mani-
>/ fiestan espontáneamente. Un régimen desordenado, la humedad, el
» calor, la falta de aseo, los disgustos, pueden originar diversas enfer-
» medades comunes, pero nunca dolencias verdaderamente contagio-
» sas... Si los gérmenes cayeron previamente sobre una persona ó sobre
>> los objetos de su uso... concíbese entonces que las causas indicadas
» podrán favorecer su desarrollo y ocasionar la aparición del mal...
» Todo contagio es el resultado evidente de una substancia material
» que se separa del cuerpo infecto y reproduce, en el cuerpo sano, al
» que se acerca, un padecimiento idéntico al de que procede. Esta ma-
» teria, á la que llamamos nrns, debe de ser diferente para cada enfer-
» medad contagiosa. El virus tiene la propiedad de multiplicarse, de
» reproducirse allí donde le brinden adecuadas circunstancias para su
» desarrollo...
» Todo virus contagioso puede transmitirse por contacto, sea por la
» epidermis, sea por la superficie de las mucosas, sea por la piel despo-
» jada de su epidermis. Se adhiere y se conserva en los vestidos, mue-
>> bles y en ciertos cuerpos sólidos, pero, muy especialmente, en las
» substancias animales...
(1) Médico del Hospital de la Simooetu, cerca de Milán.
144
Pr<cursores de Pafteur
Entre las condiciones necesarias para la eficacia del virus, señak
Füssati : *< 1.*, que el virus no esté alterado y no haya perdido laprr
^ piedad de reproducirse; 2.*, que el sistema linfático se halle en d-
>^ posición de absorber ; 3.*, que dentro del individuo no se forme iiiü-
» guna emanación capaz de destruir las semillas contag'iosas ; 4.', qiit^
>> el :íujeto sea apto (no g'oce de inmunidad) para contraer talúruü
» coiitag*io ».
Muy importantes son, sin duda, las siguientes frases del mental
Fossati :
'■'■ líogers ha notado que en dos esputos purulentos de cierto periui
j> de la consunción pulmunar (tisis), hormiguean pequeñísimos \:\b^-
'» nos cuya forma particular se estudia fácilmente con un buen mim-
j> copio...
h Vasani ha descubierto en el pus de la oftalmía contagiosa cierta
>v aiiimáculos especiales y muy numerosos... esíun hecho constanteqii
y> eu los países donde abundan en verano las moscas, moscardoue? ;
T^ oti'os insectos, las dolencias contagiosas se propagan con extremáis
h cuidad... ^
> Mnseña la experiencia que las preparaciones oue contienen azuiV.
>> mercurio, antimonio, alcanfor, arsénico y ácidos, son aquella:^ e i
> que mejor conseguimos el objeto (destrucción de los virus couia
>? ginsos).
>j Xo hay para que insistir en que la limpieza más escrupulo>a ^
h un preservativo inapreciable. Él agua arrastra y despoja á laji-
>? de todas las materias sucias y destruye todos los cuerpos organizi<l'>
>' int*ptos para vivir en tal medio, especialmente si al liquido se le au
» üHMita la eficacia por medio del calor ».
E[i verdad, como dice muy acertadamente el Dr. Latruífe Coloiui
el escritor Fossati merece ser colocado en el rango de los que,^oü nvr
yor n menor razón, se les viene dando el título de precursores de PO'^f^
Rl temor de prolongar este artículo, cosa á mi ver sencilla, pues I
matiTJales abundan, nos pone en el trance de omitir textos y referer-
cias ]>ertinentes á la cuestión. Recordaremos sintéticamente que
obra í leí gran L. Pasteur no surgió toda ni de pronto, de su inteli<rt^i
cia envidiable: solo una parte, aunque grande y gloriosa, le pertenei
Kn la labor científica del profesor francés se descubren robustos caM^
que se entrecruzan con los trabajos de los tudescos modernos; liii
ñrmes que conducen á Rayer y Davaine y suben hasta Harnean y K-
rhuuK, para llegar á Nacquard y Milller, trepando por edades pasnli^
lle<r:in a Linneo, Kircher y los tliscípulos de Leuwenhoeck. Reni
tfiiisí^ aun los precedentes al inmortal Jerónimo Fracastoro, parabib^"
apovu en sus peregrinas y asombrosas nociones ?^ohve lo^ coíitngtos
\W¡i-;uiáo más atrás, á los tiempos medioevales, tocan en la escuela i
lf>,"4 r i rájanos limpios en los Gui de Chauliac, Teodorico y Bruno. P^'
aiUeH de los mentados acuden al rescuerdo, como lejanos precursores
las ductriims panspermistas, Varron y t^olumela y allá, muy lejos. ^
el íVnulo de esta perspectiva histórica," descuella el colosal Iñipócniír
ron Hus vislumbres admirables (1).
\\\ mismo periódico, que ha facilitado el material para este artícul
en sti n." 26 y pág. 560, publicó una nota del Dr. Michaut acerca de i
prífí/er microhiólogo conocido, que no es otro que Anastasio Kircii '
quEíMi, en su obra Ars magnü ¡neis el nml)r(B^ Roma, 1646, atribuyo
peste á la presencia de gusanillos que sólo pueden apreciarse <*oii •
microscopio, cuyo instrumento reprodujo en grabado diciendo qiies
(1 1 Antisepsia coaca^ por L. Comenge ; Revista de Ciencias médicas, de Barcelona, 1^.
Los estigmoM /isiológkos de la degeneración
14^
menta en mil veces el tamaño de los objetos (millies majora qxiam in
se sunt).
Las grandes idea?, como las plantas, tienen raices en los siglos es-
condidas, aunque florezcan y fructifiquen en un momento dado y á la
luz del sol.
Los estigmas fisiológicos de la degeneracMn
(1)
POR
Luciano Maykt
Ex interno de los hospitales, preparador en la Facultad de Medicina de Lyon
IL Trastornos de la sensibilidad. — En los degenerados, la anestesia
puede ser completa (anestesia propiamente dicha), ó relativa (Jiipoestesia), 6
extendida solamente á toda la mitad del cuerpo (hemianestesia) ; la pérdida
de la sensibilidad general puede también localizarse en segmentos más ó
menos extensos de la superficie cutánea de las mucosas. La hiperestesia
presenta variedades análogas á las de la anestesia.
La sensibilidad táctil, estudiada con el estesiómetro de Weber, parece más
obtusa en los degenerados.
La seyísibilidad especial está perturbada tanto ó más que la sensibilidad
general. No comprendemos aquí las perversiones sensoriales : ocupan su
sitio entre los estigmas psíquicos de la degeneración. '
En lo que respecta á la visión, el campo visual esta modificado de modos
variables. Lo mas frecuentemente se nota un acortamiento del campo vi-
sual muy marcado. La agudeza visual será, ó más grande que en la media
de los normales, ó por el contrario, estará disminuida considerablemente.
Bl astigmatismo inverso es frecuente en los epilépticos (Luis Dor). La vi*-
si(3n de los colores aparece más ó menos anormal ó incompleta; está repre-
sentada por el dalto7iismo, discromatopsia congéuita ó imperfección visual
que impide distinguir ciertos colores, lacromopsia, etc.
Flg. 5. — Muftr epiléptica con asimetría cráneo-facial^ dentición defectuosa, etc.... — Escritura
de una mujer epiléptica, de inteligencia rudimentaria, con permanencia en la escuela hasta la edad
de quince años; numerosos estigmas anatómicos y físiológicos de degeneración. (Degenerada
inícrior).
Por lo que se refiere á la audición propiamente dicha, puede observarse
en los degenerados : la hiperacusia, más ó menos dolorosa ; en un grado me-
nor, una hiperestesia sensorial penosa porque el oído alcanza una extrema
fineza y los menores ruidos molestan al sujeto. La audición se halla más
frecuentemente disminuida que exagerada. La sordera puede ser ligera y
unilateral. Más marcada, la sordera puede ser completa y bilateral. Como
en semejante caso es casi siempre cougénita, tiene por consecuencia la mu-
(1) Continuación. — Véase el número anterior.
i4S
El alcohol-atimenio y la hipótesis del mecanismo humano
1
que prueba que su trabajo muscular, tanto inútil como útil, hasidomó>
débil (se había pretehdido que la embriaguez hubiera podido impulsarlo á
liucer movimientos superfluos).
Si el alcohol parece economizar la grasa, es que paraliza toda la actividad
del organismo, disminuyendo de este modo su trabajo Se ha querido últi-
mamente suponer ( Hosemann), que al cabo de cierto tiempo el cuerpo sí>
habituaba al alcohol, y que entonces la pérdida de albúmina que aqud
producía, disminuye. Pero el experimento de Chauveau prueba lo contni-
rio, del mismo modo que el efecto acumulativo y deletéreo sobre losteji*!'^
del cuerpo revelado por el alcoholismo crónico.
Pero, dejemos á Kassowitz y los experimentos tan complicados, tan deli-
cados y tan frecuentemente controvertidos de la química fisiológica. A<1-
iTiitamos también por un momento la falsa hipótesis que considera al cuerpo
conao una máquina, y al alcohol como «el carbón» que lo alimenta. Cuanl"
calentamos una locomotora no calentamos sus ruedas, sino el agua de una
caldera, y la presión del vapor del agua calentada es la que utilizamos c mi
fuente de energía. En nuestro cuerpo, por el contrario, cuando comenlo^u
bebemos, el pretendido material de calentamiento se infiltra por la liufa y
la sangre en todas las más microscópicas ruedas de la máquina, en su mis-
ma substancia, en las células del cerebro, como en todas las otras partr»>
Este es en alto grado el caso del alcohol. Sólo podemos calentamos inlrodi'-
ciendo el fuego en toda la substancia del mecanismo viviente. Es preciso, por
lo tanto, que este fuego caliente :
1.** Sin alterar la máquina y sus ruedas.
2.° Sin desarreglar la acción mecánica del calentamiento.
3.' Sin que se haya hecho incapaz por ninguna cau^a indirecta de íi.i
mentar al cuerpo de energía.
Supongamos ahora una substancia que (como el azufre calentando h.
hierro en la humedad y desprendiendo ácido sulfuroso, enmohece la ma-
quina) :
1.° Deteriore lentamente los tejidos del cuerpo.
2.** Desprenda al quemarse un producto que atasque tan bien las rueíla<
motoras de la máquina humana, que paralice al cabo de quince ó treinta
minutos de acción más energía que la que ha sido producida por la oxiihv
eión de la substancia en cuestión.
Esta substancia ¿será calificada apta para alimentar la máquina?
Pues bien : este es exactamente el caso del alcohol. Los exper¡mentü>
de Kraepelin. Smith, Fürer, Destrée, Chauveau, Laitinien, lo han probai"
hasta la saciedad. Los últimos experimentos de Schnyder lo prueban de
nuevo.
Sólo hay una cosa que sorprende: la perseverancia con que sabios tan
reputados como serios, continúan equivocándose y equivocando al públi*"
con sofismas como aquellos con los cuales creen puede darse al alcoh<d el
titulo de alimento.
Los experimentos de Atwater, en los cuales únicamente se basa DuclauN,
no prueban absolutamente nada que no se conozca desde hace largo tiem-
po. Confirman simplemente lo que ya había demostrado Liebig, ¿ saber
que el alcohol se quema en el cuerpoy produce calor en él.
El Prof. Legris, de París (1) (L'alcool, febrero de 1903), resume mu3^ bit^n
la cuestión del modo siguiente :
1.** El método de los experimentadores americanos (Atwater) es mal"
porriue consiste en medir el calor y no el rendimiento en tnibajo, es decir
la única cosa que nos interesa en el rendimiento enérgico de una subs-
tancia.
2.** Ha sido mal aplicado : a) cantidades demasiado débiles de alcoL 1
(un litro de vino ligero diario) ; b¡ disminución proporcional déla ración üe
alcohol en el momento de los experimentos con trabajo, como si se descou-
(l) 1 cgris resume su trabajo en estos términos :
«Ayer creía que el alcohol no era un alimento, ni aún en el sentido puramente químico de la
palabra; hoy, ante la importancia de los experimentos para probar lo contrarío, tengo la centra
de ello.
» El alcohol no es un alimento, y si se quiere resolver el grave problema de su utilización, no f:
hará esto intentando una rehabilitación insensata, sino dándole, en nuestras lámparas y en los ho
gares de nuestras máquinas, el sitio á que tiene derecho á ocupar, pero que le negamos en nuestr
cuerpo ».
El alcohol-alimento y la hipótesis del mecanismo humano 14^
fiase del producto ; c] muy corta duración de los experimentos (cuatro días
alomas). ^
3." Conclusión sin valor, puesto que es posible dar á los resultados otra
interpretación. ' El alcohol produce en nuestro cuerpo calor, ordinariamenfe
perjudicial, y muchas veces inefteaz.
Por lo demás, Atwater y Benedict rodean sus conclusiones de numerosas
restriccioneí», y se guardan mucho de pretender lo que Duclaux ha pre-
tendido.
Hubo un tiempo (1896) en que el Dr. Frey (Berna) pretendió, después de
hacer experimentos, que el alcohol paralizaba la acción del músculo des-
causado, pero que fortificaba la del músculo agotado. Frey creía en una
acción nutritiva inmediata del alcohol sobre el músculo fatigado. Lo reco-
mendaba después de grandes caminatas. Estas aserciones que contradicen
todos los datos de la vida práctica, en particular la obstinación, cien veces
demostrada, de los que se abstienen del trabajo muscular, fueron atacadas,
entriB otros, por el autor de este artículo, y refutadas por Kraepelin, Fick y
Destrée. Se nos anunció en seguida que el Dr. Frey había reanudado sus
experimentos, y que iba á confundir á todos sus adversarios probando los
errores en que habían incurrido. Esperamos en vano, durante varios años
esas pruebas. No dio ninguna. El Dr. Frey ¿ha confirmado ó no sus re-
sultados, ó ha reconocido su error, pero no se atreve á desmentirse? Nos
tomamos la libertad de preguntárselo rotundamente.
Por el contrario, el Dr. Selniyder( Berna) acaba de publicar un folleto
titulado : Alkohol and Muskelkraft, que exige que lo analicemos aunque sea
por encima.
Schnyder empieza por atacar á los abstinentes haciendo más viva una
acusación absolutamente inexacta, según la cual los resultados de Frey les
habrían hecho cambiar de opinión en toda la línea y pretender de una vez
que el alcohol aumenta la accióny tanto del miisculo reposado como del músculo
fatigado, pero que esta excitación es absolutamente pasajera. Me veo preci-
sado á revelar e>te modo de desnaturalizar los hechos, porque, basados en
los experimentos de Kraepelin (1892) y de Fürer, que son anteriores á los de
Frey, los abstinentes habían tenido siempre esta opinión y no han negado nunca
la acción excitante inicial del alcohol en ta actividad muscular, como se les
insinúa (1).
Después, Shnyder afirma que «la separación, un poco arbitraria, de la
acción del alcohol sobre el músculo fatigado y no fatigado es un punto dé-
bil del trabajo , por lo demás, tan hermoso de Frey». Pero si el principal
resultado apreciable de este trabajo es el punto más débil, ¿qué quedada él?
Frey admite la acción paralizante del alcohol sobre el sistema nervioso,
pero le concede una acción nutritiva y fortificante sobre el músculo fa-
tigado.
Schnyder ha hecho sus experimentos en casa del Dr. Dubois con el ergó-
grafo de Mosso. Encuentra que el alcohol, tomado después de la comida,
es decir , cuando los músculos están nutridos, posee una acción paralizante
mayor que cuando se toma en ayunas. En resumen: con ti rma su acción
excitante ai principio y paralizante más tarde, pero encuentra la primera
más marcada cuando se está en ayunas. Por el contrario, nota un conside-
rable aumento de trabajo muscular bajo la acción de una dosis de tropón
'alimento) isodínama á la del alcohol, y deduce de esto que la acción para-
lizante de este último destruye el efecto de su acción nutritiva.
En sí mismos estos experimentos no están exentos de interés, aunque
puedan interpretarse de diferentes modos. En todo caso no es admisible
itribuir, sin más ni más, el aumento del trabajo muscular á una acción nu-
ritiva inmediata sobre el músculo, como lo hacen Frey y Schnyder. Estos
luforfcs no tienen en cuenta las grandes reservas nutritivas que contiene
luestro cuerpo, entre otras la grasa, y parecen olvidar que se puede traba-
ar muchas horas sin fatiga y sin ningún alimento. Sin alimentos, á con-
inuación de un reposo pasajero, el músculo agotado vuelve á recuperar su
uerza, que saca de las reservas nutritivas del cuerpo. Este simple hecho
oshace una gran parte de las inducciones de Frey y Schnyder.
( l > ICraepelín, Ueber die Beein/lússung einfacher psychischer Vorgdnge durch einige A ri^nei-
ittel, Jena, Fischer, 1S92. — Citado ya en Forel, Die Trinksitten. Basílea, F. Keinchardt, cdi-
»r, 1893.
i5o Vener€Otof^a social
Sea como quiera, el resultado más claro de Scbnyder es la confirmación
de la acción paralizante del alcohol sobre el músculo, fatigado ó no, es de-
cir, lo que los abstinentes, de los que empieza por burlarse, han repetido
siempre. Lo que está probado es que el alcohol es un veneno para el pro-
toplasma. Todo lo demás es pura hipótesis ó jueg:o de palabras.
Scbnyder no puede, sin embargo, dejar de revindicar para el alcohol
una utilidad cuando el cuerpo está fatigado por un sport ó una ascensión á
la montaña. Más prudente que Frey, añade :- en pequeña cantidad, y si no
se tiene otra cosa para recobrar las fuerzas y si la ascensión no es peligrosa.
¡Bravo! Los «sí» abundan tanto, que á seguir así, no quedará nada útil. Y
como la experiencia práctica manifiesta las desventajas constantes del alco-
hol, precisamente en los sports y ascensiones, mientras un instante de repo-
so, un trago de te ó un terrón de azúcar lo reemplaza con gran ventaja,
¿qué queda de sus propiedades?
Resumen: Los experimentos relativos á la acción del alcohol sobre la
fuerza muscular no hacen más que confirmar los relativos á sus pretendi-
das calidades alimenticias : es un veneno protoplasmático. Su acción dele-
térea, aun en pequeña dosis, sobre las funciones mentales, acción tan lim-
piamente probada con los experimentos de Kraepelin y de su escuela, es
una tercera prueba. Todo converge y conduce al mismo resultado, que su
efecto social ha demostrado desde largo tiempo.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.).
Venepeologiá social ^^^
Dr. Clado
Delejado de Grecia en la Conferencia de Bruselas
La sorprendente extensión que adquieren en nuestros días las enferme-
dades venéreas, y en particular la sífilis, las terribles consecuencias que
resultan de ella para las poblaciones, preocupan desude hace algún tiempo
al mundo iluistrado. Para rechazar este peligro social se ha verificado re-
cientemente un Congreso en Bruselas. Ha tenido, por lo menos, el mérito
de provocar un considerable número de documentos sobre el asunto que
nos ocupa.
¿Cuáles son los medios más eficaces para atajar la diseminación de las
enfermedades venéreas? He aquí el problema que es posible desde ahora
profundizar y esperar resolverlo prácticaraenle.
Üniversalmente reconocida la prostitución como la gran vía de propaga-
ción de estas enfermedades, se ha intentado, en casi todos los países, reac-
cionar contra sus desastrosos efectos: 1,**, por una acción preventiva que
comprende la vigilancia de la prostituta y su reclusión eventual ; 2.'*, por
una acción curativa ejercida de oficio sobre la prostituta reconocida en-
'ferma.
En el presente trabajo discutiré el valor de estas dos categorías de me-
dios, teniendo ocasión de analizar todas las proposiciones que se han emi-
tido en el Congreso de Bruselas, ó en otra parte, que confirman la reforma
del stato quo ó su reemplazo por otro conjunto de medidas. Hecho esto, ex-
pondré mi modo de ver y desarrollaré las conclusiones que, en mi opinión,
se desprenden de la misma discusión de los hechos.
Especialmente estableceré, apoyándome tanto como pueda en las esta-
dísticas, que:
1.** La prostitución es la causa de diseminación de las enfermedades
venéreas ;
2.° La prostitución clandestina contribuye á ella en más de dos tercios;
3.** La mnjer se prostituye, en tres cuartas partes de los casos, por lo
menos, antes de su mayor edad legal ;
4.° Las prostitutas se reclutan generalmente entre las jóvenes seducidas
y abandonadas;
(1) Le Progrés mid., 11 abril de 1903.
Venertologia sociaí '-5/
5." La propagación extra-genital de las enfermedades venéreas es rela-
tivamente muy rara;
6/ La sífilis y la blenorragia matrimoniales é infantiles son, puede de-
cirse «siempre», importadas por el marido, sea cual fuese la clase social á
que pertenezca el matrimonio ;
7.** Las enfermedades venéreas no atacan solamente al elemento válido
• de la sociedad : extienden también sus estragos á la descendencia;
8.** Estas enfermedades disminuyen considerablemente la natalidad
(abortos, esterilidad).
De estos conceptos resulta lógicamente :
a) Que la gran fuente de las enfermedades venéreas está en la prostitu-
ción clandestina de las menores ;
b) Que el hombre es, por lo menos, tan culpable como la mujer en la
diseminación de estas enfermedades; que él es el único responsable de la
importación de la sífilis y de la blenorragia en la familia ;
c) Que la mujer, sobre todo la menor de edad, perdiéndose exclusiva-
mente por culpa del hombre, éste, responsable de la caída, lo es también de
los accidentes que esta caída ocasiona.
Como se ve por estas conclusiones, la prostitución de la menor de edad
es una cuestión capital y su protección contra las hazañas del hombre se
impone. Por esto, la profilaxis de las enfermedades venéreas es esencial-
mente una cuestión social.
Hasta el presente, en esta profilaxis, sólo se ha considerado á la mujer,
la prostituta. Si me he visto obligado á hacer resaltar la culpabilidad del
hombre, no ha sido, como se creería, por simpatía á las ideas feministas.
Indudablemente, me ha sorprendido lo injusto que era hacer recaer sobre la
prostituta todas las consecuencias de un estado social inicuo, de cuya orga-
nización el hombre es el único responsable. Pero como médico y no como
moralista debía hablar ; pues bien: para hacer una profilaxis buena, es pre-
ciso obrar bien sobre el elemento enfermo, varón ó hembra indistintamente.
El error de los «reglamentaristas» se debe, en mi opinión, á que han con-
siderado especialmente innegable el hecho de que la prostituía enferma es
inmediatamente mucho más peligrosa que el hombre enfermo, puesto que la
primera se relacionará con más hombres en el mismo tiempo que el segundo
tratará á un número más reducido de mujeres. Pero han olvidado consi-
derar otro hecho, no menos evidente : que el mejor medio de prevenir todo
el mal que esta enferma puede dar hubiera sido protegerla contra el hom-
bre que la contaminó.
«Siempre remontarse á la fuente del mal», tal es el principio que me he
impuesto.
Este trabajo comprenderá tres partes. La primera estará dedicada á la
gran fuente de contaminación venérea, la prostitución.
Para no separar el estudio de sus causas del de los remedios que reclama
contra ella la salud pública, estudiaremos en seguida, parte segunda, la
profilnxis de las enfermedades venéreas (protección de las menores, regla-
mentación de la prostitución, organización terapéutica). Mostraré todo lo
que el régimen actualmente en vigor tiene de ineficaz y odioso, y como se
podría remediar.
En la parte tercera trataré de la contaminación por vía extra-genital y
de las medidas de profilaxis que necesita.
PARTE PRIMERA
Oauaaa de la propagación de laa enfarmedadea vanéraaa. — En la
inmensa mayoría de casos la transmisión de las enfermedades venéreas
resulta directamente de las relaciones sexuales con una prostituta (relacio-
nes normales ó fraudulentas, caricias, besos y otras prácticas prostitucio-
nales). La sífilis y la blenorragia matrimoniales tienen por origen más ó
menos próximo la prostitución. Por lo tanto, importa ante todo precisar sus
condiciones y sus causas.
I. De La prostitución. — La historia de la prostitución es fácil de resu-
mir: ha existido en todas épocas y en todos los países. Es una de e.stas
llagas sociales que se puede esperar limitarla, pero no suprimirla; se debe al
mismo tiempo á vicios inherentes á la naturaleza humana y á un régimen
r3a Ventreoiogla social
social que está lejos de cambiar. Que constituye el mejor medio de cultivo
para las enfermedades venéreas, no necesita demostrarse. Cuando se medi-
tan el aterrador número de coitos sospechosos cotidianamente verificados en
una ciudad de la importancia de París, causa sorpresa que estas enferme-
dades no se hallen más extendidas.
Para estudiar la propagación nos es preciso examinar primero muy de
cerca el reclutamiento y el funcionamiento del inmenso ejército del vicio,
muy curio.so de pasar revista, con sus promociones sucesivas, sus jóvenes
reclutas y su «vieja guardia», y también sus inválidos ; en fín, sus cuerpos
auxiliares, las proxenetas de todas clases, sin olvidar los pornógrafos y los
ag:entes de corrupción.
A. Causas remotas de la prostitución. — En conformidad con el priucipio
sentado de remontarse siempre á la fuente del mal, empezaremos por reco-
nocer que causas preparan remotamente la prostitución de las menores, y
la hacen en cierto modo inminente, si no fatal.
Ante todo, importa precisar lo que se ha de entender con el calificativo
.«menor». Dejando á un lado las razones que han guiado á la legislación al
fijar el límite de edad (variable, por otra parte, según los países, pero que
eatá generalmente por bajo de los 21 ailos), sólo haremos constar que el me-
nor es una persona en estado de irresponsabilidad civil, á quien un ascendien-
te cualesquiera (su padre ú otro), debe servir de guía. Está, pues, bajo tutela.
Este principio, en materia de cópula, da lugar á una primera contradic-
ción. En tanto que el menor no puede casarse sin contar con el permiso
paterno, puede, legalmente, hacer uso de sus órganos sexuales sin que los
padres ó tutores Intervengan ; la contradicción es sobre todo chocante para
las jóvenes expuestas á ser seducidas á partir de los 15 años, y ¡ algunas ve-
ces á los 13 años!
Más ndelante se Terá que esta licencia es uno de los grandes factores de
la prostitución.
Lo que en nuestros días caracteriza la prostitución del menor es la pro-
gresiva baja de la edad en que empieza á verificarse. Es decir : que la
corrupción (ribaude) infantil se multiplica de año en año (Jullien). Los do-
cumentos oficiales sólo pueden, desgraciadamente, suministrarnos nociones
muy apartadas de la verdad. Únicamente se refieren : 1.^ A las prostitutas
inscritas. 2.° A las prostitutas detenidas. ¡Cuántas son las que no están
comprendidas en estas dos categorías! Ateniéndonos á las diversas esta-
dísticas existentes, la prostitución de menores se ejerce á partir de los trece
años, y á veces más temprano. Pero el máximum de frecuencia se halla
entre los quince y diez y ocho años (Jullien), y entre los diez y seis y veinte
años (de Pileur). Según este autor, el 72 por 100 de las prostitutas empe-
zarían antes de los veinte años. Desde 1816 á 1855, la proporción de menores
inscritas por la policía fué de 2/3 en relación á las de las mujeres mayores
de edad (Fiaux). Por grande que parezca la proporción, en nuestros días
es, ciertamente, inferior á la realidad.
Hay en esto una confusión que importa ante todo aclarar. Se impone
una distinción entre la mujer menor de edad que es j9;o5í¿/w/¿i, y la que,
practicando relaciones sexuales, no es prostituta. Esta última, escapa ne-
cesariamente á todo registro, ya sea: 1.° la concubina que vive marital-
mente con un individuo. 2.*' la querida habitual. 3.' la relajada ocasio-
nal. Esta última categoría constituye una buena parte de la prostitución
clandestina, tan importante, por otra parte, en número, como la prostitu-
ción oficial.
Seducción de menores. — El deseo de servir á una causa, loable en sí, ha
hecho que todos los que se han ocupado de esta cuestión, utilizando argu-
mentos verdaderos que sólo son accesorios, han querido demostrar que la
depravación de la mujer reconoce siempre por causa loque se llámala
trata de blancas, es decir , la explotación del vicio del hombre. Esto da lu-
gar á un error que hay que disipar, porque, si se quiere remediar la situa-
ción, e^ preciso saber que es lo que se ha de atacar.
Se puede considerar, como regla general, que la prostitución tiene por
causa original el amor. La mujer ante todo ha amado ó creído amar; aban-
donóse libremente y sin cálculo. Y, sólo ulteriormente guiada por el inte-
rés personal, por la necesidad, ó cediendo á influencias perversas, se hizo
prostituta.
Venereología social i53
He aquí la demostración, con las cifras en la mano. Si consideramos en
conjunto las estadísticas publicadas por todos los que han ideado fijar la
edad en que empieza la prostitución, vemos que, oficiabnentey dos tercios de
las prostitutas son menores de veintiún años (Parent-Duchatelet, Jullien,
Le Pileur, Fiaux, etc.) Por otra parte, las estadísticas veneorológ-icas nos
suministran una proporción enteramente análoga. La primera infección
tendría lugar aproximadamente en el 50 por lOOde los casos en una edad
que no llega á los veinte años (Le Pileur, Jullien), y en el 76 por ÍOO de los
casos, según Sperk (San Petersburgo), y Hoeffel (Bruselas). Kn ñn : todos
las estadísticas están de acuerdo en reconocer que la prostitución clandes-
tina de menores es superior en dos tercios á la prostitución de las mujeres
de mayor edad. He de hacer notar que, en estas tres fuentes de informa-
ción (prostitución oficial, infección venérea y prostitución clandestinh), las
prostitutas actualmente mayores de edad han podido empezar por sí mismas
á dar los primeros pasos en la relajación antes de alcanzar la mayoría í^e"
edad. Esto sería una estadística digna de hacerse.
A continuación pongo una estadística, en la que la influencia del amor
está bien manifiesta. Es vieja, pero merece que en ella fijemos toda nues-
tra atención. Es de Parent-Duchatelet, y se refiere á 5,183 casos de pros-
titución :
Sirvientas seducidas 289
Victimas del amor que tienen un hijo que ocultar . 280
Víctimas del amor llevadas á París, y después aban-
donadas 40-4
Concubinas abandonadas 1 .425
Prostitutas por necesidad 1,441
Sin designar 1,344
Total 5,183
Por lo tanto, en 3,839 prostitutas, 2,398 fueron víctimas del amor, y sólo
1,441 de la miseria ; y todavía, para estas últimas, ¿quién se atrevería á afir-
mar su virginidad el día en que por primera vez entraron en la prosti-
tución ?
De todos modos, ateniéndose únicamente á cifras oficiales, la terrible
proporción de dos tercios en las menores es digna de retenerse.
Si se analiza las estadísticas de c^rca^e ve que, en la gran mayoría de
casos, la mujer se entrega por vez primera entre los quince y diez y ocho
años. Esto es significativo. Es la edad de la vulnerabilidad sexual de la
mujer, la edad de las ilusiones, de los sentimientos desinteresados, del
amor ideal. ¿Cómo ser de otro modo? Al salir de la pubertad, en plena
adolescencia, la mujer sufre moral y físicamente una transformación, su
coquetería natural se precisa. Provocada ó no por una excitación genésica
inconsciente, su imaginación se exalta.* Se forja, según sus medios y lectu-
ras, un ideal de perfección masculina, ámodo de un Lohengrin ; y con este
ideal revestirá al que, por sus ventajas reales ó supuestas y sobre todo por
su insistencia, haya sabido encontrar el camino de su corazón. La muje»*
que comete una falta á esta edad es irresponsable. Obedece involuntaria-
mente á la gran ley de la naturaleza, la ley de reproducción. En su sen-
cilla generosidad, créelo todo, y principalmente el amor; y la idea que el
hombre puede codiciarla sólo con un deseo brutal no podría formarse en su
espíritu. No solamente es inexpertp, sino que no forma,, exceptúan do el
ensueño de un amor imperecedero, ningún pensamiento sobre el porvenir.
No sospecha ninguna celada, y su travesura natural se ocupa sólo en enga-
ñar á los que pudieran crearles algún obstáculo á las impulsiones de su
corazón.
Además, en este período, la mujer es más alegre, más seductora, más
apetecible, y por consiguiente, más buscada por el hombre (Barthélemy,
Juliií»n ). Aquí está la gran causa de la caída de la mujer ; lo demás es ac-
cesorio, y si se quiere proteger á la menor de edad, se ha de obrar ante todo
contra esta primera seducción.
(Se continuará).
RBVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
VOIK EL
Dr. C. Calleja
Sttadio de Ipñ prinoiploB activos de lae plantae medioinalea.— Qai-
mloa. — Farmaoolos^ia.— Terapéatioa. — Por el Dr. D. Emilio Pérez
Noguera, Médico del Cuerpo de Sanidad Militar, laureado por la Real
Academia de Medicina de Madrid, etc. — Tomo I. Administración de la
Eetista de Medicina y Cirugía prácticas. — Madrid, 1901-1902.
Excelente servicio ha prestado el Dr. Pérez Nog-uera á la clase mé-
dica al publicar la obra cuyo título antecede, pues aun en los tratados
.más extensos de Terapéutica el estudio de los principios activos de los
vegetales es tan deficiente, que es necesario, para tener un conoci-
miento completo de tales principios, recurrir á las obras de Química y
de materia farmacéutica vegetal. Al presentar, pues, reunidos en una
sola obra los caracteres químicos, farmacológicos y terapéuticos de los
alcaloides y glucósidos, el Dr. Pérez Noguera ha tenido una feliz idea,
facilitando el estudio de cuerpos tan importantes y presentando reuni-
dos datos que se hallan dispersos en libros de diversa índole.
Merece toda clase de elogios el autqr de este libro, por la claridad y
método con que se hallan expuestos todos los asuntos que en él se
tratan, y sobre todo porque cada capítulo destinado al estudio de un
alcaloide constituye una verdadera monografía, en la cual pueden en-
contrarse multitud de datos que ahorran nna porción de consultas
bibliográficas.
El primer tomo, hoy ya completamente terminado, es buena mues-
tra de lo que será la obra en totalidad.
El autor comienza el estudio de los principios activos de los vegeta-
les por unos cuantos párrafos de generalidades, en los cuales se con-
signa la historia, los caracteres y propiedades en general, los reactivos
que sirven para reconocerlos, los métodos de obtención (numerosos y
muy claramente expuestos), la investigación de los alcaloides en caso
de envenenamiento, su determinación cuantitativa en las drogas sim-
ples y en las preparaciones galénicas, terminando con el estudio de la
constitución química de los alcaloides y su clasificación.
Divide luego todos los principios químicos vegetales, según su pro-
cedencia, clasificándolos con arreglo á las familias botánicas, y así en
este primer tomo estudia los alcaloides medicinales de las ranunculá-
ceas, berberídeas, ninfeáceas, magnoliáceas, menispermeas, poligáleas,
rutáceas, bitneriáceas, geránieas, celastríneas, meliáceas, coriareas,
eritroxilárieas , papaveráceas, fumárieas, vioíárieas, cucurbitáceas,
cactáceas, granáteas, umbelíferas, compuestas, siuartérieas, rubiáceas
y leguminosas.
Al tratar de cada alcaloide en particular, estudia sus caracteres y
propiedades, los procedimientos de obtención, las sales que forma, su
acción fisiológica y terapéutica, terminando con el modo de adminis-
tración y dosis.
Cuando se ocupa de aquellos alcaloides, que bien por sus aplicacio -
nes ó por otras circunstancias han adquirido en medicina una 'gran
importancia, entonces el Dr. Pérez Noguera dedica extensísimos capí-
tulos á su estudio, como puede comprobarse en los destinados á la qui-
nina, codeína, morfina, cocaína, etc., en los cuales, con una prolija
minuciosidad, se exponen, no tan sólo los caracteres, propiedades, etc.
del alcaloide en sí, sino que también se estudian los caracteres de sus
sales muy detenidamente, y las aplicaciones terapéuticas en cada una
de las enfermedades para que han sido ó son recomendados.
Formulario y iratamUnios modernos i 55
Al propio tiempo se incluyen en esta obra'otros cuerpos, alcaloideos
ó no, que no extrayéndose directamente de los veg:etaies, pueden, sin
embargo, considerarse como derivados de los alcaloides, y se obtienen
por procedimientos artificiales.
En resumen : plácemes muy sinceros merece el autor por haber
dado á luz obra de utilidad tan grande, plácemes que lian de hacerse
extensivos á la Revista de Medicina y Cirugía practicas^ por el buen
acierto y oportunidad al editar este libro.
Como la obra del Dr. Pérez Noguera se halla todavía en publica-
ción, cuando esté terminada, seremos más extensos en su examen en
conjunto ; por hoy bastan estos renglones, para que nuestros lectores
se hagan cargo de que este libro es uno de los llamados á figurar en
primer término en la biblioteca de todo médico que desee conocer ca-
pítulo tan interesante de la Terapéutica como el que se trata en la
obra del Dr. Pérez Noguera.
FORMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRM08
XXXI. — Apendioitlft : tratamleiilo méAloo
Robín no admite en principio el uso del opio porque paraliza el intesti-
no. Como opina que lo primero es desembarazar el intestino, aconseja dar
sin demora 30 gramos de aceite de ricino ó 0'40 de calomelanos.
Obtenida la primera evacuación, prescribe grandes inyecciones intesti-
nales mediante una sonda blanda (un litro y medio aproximadamente), con
diez gotas de tintura de salvia, que excita las contracciones intestinales.
Inyectado el líquido, se levanta las piernas y la pelvis de modo que llegue
al colon descendente ; cuando se nota, gracias á un ruido característico,
que cae el líquido, se vuelve bruscamente el enfermo sobre el lado derecho
para que se vacie el colon transverso, de donde se desaloja enderezando el
tronco. Una vez comprobada la presencia del líquido en el colon descen-
dente y ciego, se practican ligeras fricciones en todos los puntos asiento de
coprostasis, para mover las materias fecales endurecidas, y se ejecutan mo-
vimientos en sentido inverso de la marcha del liquido, de modo que se le
encamine hacia el recto. Así se logra dos ó tres deposiciones abundantes,
en las cuales se nota la presencia de escibalos negros ó amarillos, de olor
característico.
Todas estas operaciones se repiten diariamente para que las materias fe-
cales no se endurezcan y acumulen en el intestino. También ordena el
aceite de ricino cada dos días.
Si hay hiperestesia cutánea viva, se da fricciones ligeras con ungüento
mercurial y belladona:
Ungüento mercurial doble 50 gramos
Extracto de belladona 10 »
poniendo encima una cataplasma.
En caso de ser muy intensos los dolores , inyecciones de morfina y este
linimento :
Bálsamo tranquilo 40 gramos.
Extracto tebaico. . .- 2 »
» de belladona 2 >
» de beleño 2 »
Cloroformo 10 »
Este tratamiento se refiere sólo á los casos de evoluci<3n normal ; pero si
por la flegmasía de la mucosa ó de la submucosa á la apendicitis se une una
infección microbiana con foco de supuración, lo racional es intervenir qui-
rúrgicamente. Robin cree que esta intervención será precisa todo lo más en
el 10 por 100 de casos (1).
(i) BulL gen. dt Thirtp,
i56 Formulario' y tratamientos modernos
XXKII. — Adrenalina en 'polvo y en eoluoión
Las soluciones de adrenalina tienen el inconveniente de ser difíciles de
hacer, por tratarse de pesos muy pequeños y las realizadas mediante el
ácido clorhídrico diluido, si bien más prácticas, tienen la desveniaja de ser
alterables ; en efecto : no tardan en colorearse en virtud de su oxidación y
bien pronto se forman copos obscuros, que al ser separados por medio de la
filtración, dejan inactivo el soluto.
Para vencer estos obstáculos, Mansier, de Gannat, propone el uso de una
substancia pulverulenta á base de adrenalina soluble, y cuyo manejo sería
sencillo para el farmacéutico. Como la adrenalina es muy soluble en el
. agua bórica y el ácido cítrico la conserva, cree conseguido su ideal recu-
rriendo á la siguiente fórmula :
Adrenalina 0*15 gramos.
Acido cítrico 040 »
» bórico 4'75 *
Se tritura la adrenalina con el ácido cítrico y unas cuatro veces su vo-
lumen del bórico ; se añade luego el^'esto de éste y se pasa lamezcla por un
tamfz varias veces para que resulte la masa homogénea.
Cada centigramo de este polvo corresponde á dos gotas de la solución al milé-
simo, que es la usada comunmente, y se le puede usfir disuelto ó en po-
mada (1).
XXXIII. — Analgeaia oooaino-adrenalinioa en olrngia g^eneral
Bartrini ha reconocido en la adrenalina cualidades anestésicas y Battier
las ha utilizado para evitar los accidentes debidos á la rápida difusión de la
cocaína en la anestesia local. Ha asociado una y otra substancia para la
anestesia dentaria con buen éxito.
Gangitano, por consejo de Tricomi (Bolonia), ha intentado su empleo en
cirugía general, casi al mismo tiempo que Braun practicaba de este modo
132 operaciones sin encontrar inconveniente alguno.
La técnica seguida por Gangitano en 100 enfermos ha sido la siguiente :
I.** Prepara una solución de clorhidrato de cocaína al 0*50 por 100 en
agua destilada y la coloca en un frasco coloreado de 50 cm* de capacidad;
tapa con algodón y durante dos días la esteriliza en el baño maría á la tem-
peratura de la ebullición.
2.' Prepara una solución de cloruro de adrenalina al 1 por 1,000 ; cloruro
de adrenalina una parte en mil de solución normal de cloruro sódico con
0*5 por 100 de cloretona.
Usa para las inyecciones jeringas de Roux de 10 cm*, provistas de agujas
de varias dimensiones y formas. Hace la mezcla, aspirando con la jeringa
primero la cocaína (9 partes) y luego la adrenalina (1 parte y 2 si necesita
una mayor isquemia). En los diez gramos de mezcla h^y cuatro centigra-
mos y medio de cocaína y uno ó dos miligramos de adrenalina, con cuyas
cantidades es posible. practicar operaciones importantes.
Inyecta el líquido después de haber introducido la aguja, retirándola
poco á poco y vertiendo la solución. A los 5 ú 8 minutos empieza la opera-
ción sin provocar dolor. La analgesia y la hemostasis son absolutas en las
operaciones superficiales. En las profundas, sobre todo si se trata de trac-
ciones de tejidos, hay dolor y á las. veres simple molestia.
Las operaciones han sido : 12 en la cabeza y cuello, 12 en el tórax, 5 lapa-
rotomías. 28 curas radicales de hernia inguinal y 3 de hernia crural, 2 de
adenitis inguinal, 15 en el aparato uro-genital masculino, 9 eu el femenino
y 14 en las articulaciones. .
Respecto al valor de esta analgesia, juzga exagerados los temores de
B^tergy Trivas, relativo.s á la vasoconstricción y hemorragia consecutiva;
añade que no ha observado intolerancia en caso*al;2:uno y que la analgesia
fué bien soportada por viejos, arterio-esclerósicos y cardíacos (2).
íl) Le Centre méd. et pharm.
(2) Ri forma Medica.
Formulario y tratamientos modernos ' ^7
XXXIV. — Diabetes : tratamiento
El tratamiento medicamentoso que instituye Robin es el siguiente :
1.° Durante tres días, una hora antes de las comidas y con una poca
agua de Seltz, un papel que cantenga : . .
Antipirina . \ aa 1 gramo.
Bicarbonato sódico ^ "» * b*
Se logra con ello reducir el azúcar un 50 por 100.
2." Después, 6d centigramos de biclprhidrato de quinina por la mañana,
durante seis días.
3.° Una cucharada antes de las comidas de :
A rseniato sódico '. 0*05 gramos.
Agua destilada 500 »
Al mismo tiempo puede darse el carbonato de litina (20 centigramos) un
cuarto de hora antes de la cena y comida en un vaso de agua de Vichy.
4,° Al llegar á este punto hay curados el 30 ó -10 por 100 de diabéticos
(dice Robin).
Los no curados deben ser sometidos á esta medicación :
Alcalinización de la sangre con citrato sódico (5 gramos un cuarto de
hora antes de la cena y comida) ó tartrato sódico (4 antes de la cena) en agua
y durante diez días.
Si fracasa este medio, se recurre á los sedantes nerviosos :
Extracto de belladona 005 gramos.
» tebaico 0*01 »
» de valeriana 0*15 »
para una pildora. Ordena tres diarias y aumenta una más al décimo día.
Ksta fórmula es útil en la diabetes pancreática.
5.' Usa, además, varias medicaciones accesorias :
La guvia en forma de un buen vino ó el extracto ea pildoras de 0*20 gra-
mos. Se empleará durante toda la enfermedad.
Las hojas de Geranium Roderisianum, remedio popular algo valioso, se
prescriben en infusión á las cuatro.
El tratamiento hidro-mineral completará la medicación.
Si aparece la tuberculosis, queda relegada á segundo término la diabe-
tes. Entonces se recurre á la creosota en lavados estomacales :
Creosota de haya 10 gramos.
Cocimiento de madera de Panamá (al 2 por 100). 90 »
poniendo de esta preparación una cucharadita en 150 grnmos de agua para
un lavado.
Contra la fiebre ordena la antipirina, que es á la par antidiabética : medio
gramo dos veces al día.
El arrenal puede ser utilizado : veinte gotas de la solución al 5 por 100
antes de la cena cuatro días consecutivos, interrumpiéndolo otros cuatro.
En vez del arrenal se puede recurrir á las inyecciones subcutáneas de
cacodilato sódico.
El tanino substituirá al arrenal en las interrupciones: un gramo antes
de la comida y cena.
En vez del tanino puro se puede emplear el extracto de hojas de nogal,
que lo contienen en combinación orgánica:
Extracto de hojas de nogal . . 30 gramos.
Agua destilada 150 »
para tomar una cucharada antes de las comidas (1).
(1) (ifljf^. $ici7. di Med. e Chir.
i58 " Formulario y tratamientos modernos
XXXV. — Temblores : tratamiento
Bromhidrato de escopolamina .... '/jo de miligramo.
Agua destilada 1 gramo.
Se comienza por V4 de cm* en inyección y se puede llegar hasta 1 Vt- Si
se da por ingestión, la dosis puede ser de */* de miligramo repetida cuatro
veces en 24 horas durante tres ó cuatro días (Robin) (1).
XXXVI. — Orletaa de-laa manoa: tratamiento
Mentol 1 gramo.
Salol 2 »
Aceite de olivas 10 »
^ Lanolina 30 »
ó bien :
Manteca de cacao 1 gramos.
Aceite de almendras dulces . 5 »
Óxido de zinc . 10 »
Borato sódico 10 »
Esencia de bergamota VIII gotas.
Úsese mañana y noche (Herzen) (1).
XXXVII. — Diarreas : tratamiento oon el aznl de metileno
Renon dijo en la Sociedad de Terapéutica (27 de mayo último) que el
azul de metileno en muchos casos de diarrea de los tuberculosos, de ordina-
rio rebelde á todo, en especial la debida á ulceraciones intestinales, produ-
cía un alivio rápido, hasta el punto de que á los tres días se llegaba de 15
á 20 deposiciones á 1 ó 2 y hasta la astricción de vientre. Opinó que se tra-
taba de un efecto antiséptico, según probaba la benéfica acción de los lava-
dos en la disentería (Berthier) y en la enteritis muco-membranosa, así como
la observación hecha por el mismo de que dosis de diez centigramos de
azul de metileno lograba bajar algunas décimas la temperatura en la fiebre
tifoidea. Añadía que como las úlceras intestinales, al practicar la autopsia,
no estaban cicatrizadas, debiera atribuirse el efecto á que se oponía al des-
arrollo de los agentes de infección secundaria.
Combemale y Magnin han comprobado la accióh terapéutica, empleando
la misma fórmula de Rénon :
Azul de metileno . O' 15 gramos.
Lactosa 0*60 »
para un sello.
Extracto los casos en que lo usaron :
1.° Tísico en el último período ; diarrea inagotable desde hacía un mes,
no dominada con medicamento alguno. Dos días antes de morir, por tanto
i7i extremis, prescriben dos sellos, quedando reducidas las deposiciones á la
mitad ; ai día siguiente otros dos selles las hicieron todavía más raras, hasta
la muerte.
2." Tuberculosis intestinal ; seis meses de diarrea indominable ; lesiones
pulmonares; caquexia. Dos sellos, que no producen efecto ; siguiendo la8
mismas dosis, la diarrea mengua ; á los ocho días, una sola deposición sóli-
da. Se suspendió el azul de metileno. Una grave transgresión alimenticia
cometida por la enferma, produjo un ataque fuertísimo á modo de cólera
n ostras y una abundante euterorragiá. El azul restableció el orden, pero no
logró que las deposiciones fueran sólidas.
Resulta que puede contarse con el azul de metileno en los casos de dia-
rrea debida á úlceras tuberculosas intestinales.
U ) Gajf. hibd. des Se. méd, de Bordeaux.
Formulario y tratamientos modernos ibg
Animados con estos hechos y á pesar del descrédito que Arnozan ha in-
tentado hacer caiga sobre este medicamento, reputado otras veces como
analgésico, antipalúdico y antialhumiu úrico, sucesiva y pasajeramente, en
vista de su acción favorable en la difteria, otorreas ( Qaudier), epiteliomas
inoperables, conjuntivitis y otros se propusieron ensayarlo en otros casos,
3.** Enfermedad de Addison, demacración, astenia, tuberculosis de los,
vértices, funciona bien el tubo digestivo al entrar en .la enfermería ; no bay
diarrea, antes bien van cinco días sin mover el vientre; de pronto. y sin
transgresión alimenticia, deposiciones líquidas abundantes durante dos días
que le ponen caquéctico con gran rapidez. Entonces se le hace tomar en seis
horas tres sellos- de azul de metileno. Con el segundo acaba la diarrea y
vuelve el estreiiimiento.
Algunos días después murió de repente. No había enteritis tuberculosa.
4.* Enfermedad de Addison, astenia pronunciada, casi siempre diarrea
hace varios meses, que nada detiene, Con desconfianza se ensaya el azul de
metileno, que produce buen resultado ; el enfermo lo pide y toma uü sello
diez días consecutivos. Terminó el flujo intestinal. Pasadas varias semanas,
reaparece, pero bien pronto es contenido.
5.° Hemoptisis al principio de una tuberculosis, diarrea frecuente, unas
diez deposiciones diarias, hace tiempo. Un solo sello las reduce á cuatro, y
después queda normalizado.
En e^tos tres últimos casos, con diarreas nerviosas ó infecciosas, no tu-
berculosas, el éxito fué notable. Parece una acción catalítica, de presencia,
quizás de desinfección.
6.° Fiebre tifoidea en un joven. Ingresa en el hospital al décimo día. El
cuadro clínica es completo y muy grave. Veinte á cuarenta deposiciones
diarias, que no modifica un purgante salino. Un sello de azul de metileno ;
al día siguiente sólo diez deposiciones. Dos sellos: dos deposiciones. En
48 horas se bajó de cuarenta á dos. Este caso es típico.
'7.'* Parálisis del recto superior del ojo izquierdo y temblor de los dos
miembros superiores. En la duda de si es histerismo ó degeneración men-
tal, se prescribe el azul de metileno como sedante nervioso. Aquellos fenó-
menos persistieron, pero apareció un estreñimiento acentuado que hizo
necesario un purgante.
Se desprende de estaa varias y poco parecidas observaciones, que con y
sin infecciones primarias ó secundarias, el azul de metileno es un antidia-
rreico poderoso, desde luego recomendable contra este síntoma, venga de
donde venga.
Sus inconvenientes (sabor estíptico, coloración de la orina, etc.),- bien co-
nocidos, no deben constituir verdaderas contr^iindicaciones (1).
XXXYIII. — Sinoope : tratamiento oon la ezoitaoión de la
oonjantiva
A consecuencia de una observación hecha por Bonnet, de Troyes, pen-
saron A. y L. Lumiére y J. Chevrotier, que la excitación de la conjuntiva,
bien efectuada, podía ser un método general para tratar los síncopes. Han
hecho los experimentos en perros, conejitos de Indias, etc., asfixiados por
submersión ó sometidos al cloroformo, anhídrido carbónico, etc.
Cuando con estos medios lograron el paro de la respiración y á las veces
la del corazón, instilaron en la conjuntiva productos irritantes (éter, ben-
zina, formol, amoníaco, ácidos orgánicos, soluciones salinas diversas, etc.),
notando que la vuelta á la vida es más rápida y más segura quecon los me-
dios hasta ahora usados (2).
XXXIX. —Tot: deainfeotante interno
Este cuerpo, designado en el comercio con nombre tan peregrino, se
compone de dos volúmenes de isonaftol, dos de benzoilbetanaftol, y uno de
abrastol, este último obtenido neutralizando con una parte de carbonato
calcico purísimo, dos de ácido betanaftolalfasulfónico. Es un polvo crista-
<1) UEcho medical du Ñor d.
(2) Soc. de Thirapeutique.
m6o Formulario y tratamientos modernos
lino, de color blanco rosado, con pequeñas láminas romboidales, de sabor
amargo picante, de olor ligeramente picante y fusible á 118''.
En el comercio se encuentra en sellos, cada uno de los cuales contiene
15 centigramos de tot y 20 de carbón puro de álamo blanco y tilo.
Es un antiséptico seguro, como hacen suponer sus componentes y como
resulta de los estudios experimentales y las observaciones clínicas.
Gavina deduce de sus investigaciones bacteriológicas que la introduc-
ción de un sello de tot en un líquido de cultivo de unos 8 cm* de volumen,
mata al colibacilo en dos horas, en una y media escala al bacilo tifoideo, en
menos de media al espirilo de Finkler y al del cólera asiático ; sólo el bacilo
mesentérico vulgar, por ser esporigeno, resiste al tot más de veinticuatro
horas. El hecho es de importancia, pues se trata de microbios que residen
en el tubo digestivo.
En vista de estos hechos, Lesignoli lo ha usado en casos de colitis ulce-
rosa crónica, enteritis crónica, dispepsia gástrica, neurastenia, diarrea, pe-
ritonitis tuberculosa, íleo-tifus, coprostasis, atonia intestinal, etc., obte-
niendo curaciones, ó cuando menos alivios muy apreciables.
Pazzi, Zaniboni, Marchionescki, Franceschino, Modena, Fiorioli della
Sena, prestigiosos clínicos italianos, han logrado éxitos iguales. En el Con •
greso de Mhdrid (^1903\ Fiore ha expuesto que está indicado en todos los
casos de fermentación gastro-intestinal, y que su acción, óptima, es lenta,
continua y gradual.
Fasano lo ha empleado en 60 enfermos diferentes ; 8 con dispepsia hi-
perclorhídrica ; 15 con dispepsia simple, 5 con atonía gástrica, 4 con entero-
colitis catarral subaguda, 20 con catarro intestinal crónico, 6 con atonía
intestinal, y 2 eon toxihemia aguda intestinal. Hubo un 70 pnr 100 de cura-
ciones, y en los demás casos, algunos rebeldísimos, alivios persistentes.
Bozzicalupo compara el tot con la resorcina, ácido clorhídrico, salol,
raentol, timol, naftol «, naftol/í, en enfermos con toxihemia gastro-intesti-
nal, consecutiva en 4 á formas dispépsicas gastro-intestinales por paludismo
crónico, 4 á enteritis sifilítica y 4 á entero-colitis muco-membranosa depen-
diente de neurastenia grave. En todos ellos la diteta fué idéntica: un litro
de leche, 2(30 gramos de caldo, 200 de asado, 200 de pan y dos huevos. Se
les dividió en series iguales y fueron administrados los desinfectantes, de-
jando del uno al otro el reposo necesario para no confundir los efectos.
Antes fueron eliminados los que pudieran tener lesiones renales y antes y
después de cada tratamiento fué analizada la orina para determinar cuali-
tativa y cuantitativamente el indican. Las dosis pre.scritas fueron : dos
gramos diarios de salol, resorcina, timol y naftoles ; el ácido clorhídrico fué
dado en forma de limonada ; del tot dio cuatro sellos diarios.
Del examen de las deposiciones, de los síntomas clínicos (dolor, meteo-
rismo, etc.), y de lo resultante del análisis de la orina, Bazzicapulo, desde
el punto de vista del poder desinfectante, establece el siguiente orden : tot,
naftol ^, naftol «, timol, mentol, resorcina, salol ,v ácido clorhídrico.
En su concepto, la mayor valía del tot se debe á que sintetiza las propie-
dades de los polinaftoles. á los cuales pertenece.
Greco, autor de esta reseña, ha ensayado también el nuevo producto
en 4 neurasténicos con atonía gástrica, cinco casos de entero-colitis catarral
subaguda, dos de coprostasis y atonía intestinal, y tres de febrícula estivo-
otoñal, que ahora existe en Italia, y en todos el resultado fué excelente.
En todos bajó la fiebre desde el primer día, y en uno cesó la diarrea desde
el segundo (1).
La concordancia de los efectos y la valía de los autores merecen fijar
mucho la atención.
XL. — Prurigo : tratamiento
Liégois aconseja para calmar los picores, hacer lociones con vinagre de
salvia diluido en aírua. Este vinagre se prepara macerando 15 gramos de
hojas de salvia, en 250 de vinagre blanco. De est.^ macerado se ponen dos
cucharaditas en agua tibia, con la cual se lociona (2).
Dr. Rodríguez Méndez.
il> (ia^^. sicii. di Medicina e Chirurgia.
'-) Lt Síond medical.
SECCIÓN OFICIAL
HOSPITAL SAN ANTONIO, PARÍS
El Dr. Lermoyez, de los hospitales de París, Jefe del servicio de oto-rino-
laring-ología del hospital San Antonio, con el concurso de sus asistentes, se-
ñores Bourg-eois y Bellin, empezará el 20 de abril de 1904 un curso práctico
de técnica y terapéutica de oto-rino-laringología. Este curso tendrá lugar
todos los días, á las ocho y inedia de la mañana, y será terminado en 30 lec-
ciones. Los alumnos serán individualmente ejercitados en qI uso de los
instrumentos.
Siendo limitado el número de los puestos, se ruega á los alumnos se ins-
criban con tiempo : Sr. Bourgeois, 96, calle Miromesnil (Se), París.
Icr CONGRES FRANCAIS DE CLIMATOTHÉRAPIE
ET D'HYGIENE URBAINE
Gomme nous Tavons déjá annoncé, ce Congrés se tiendra á Nice, du 4 au
9 avril (vacances de Paques), sous la présidence de M. le professeur Chante-
messe (de Paris), membre de l'Academie de Médecine.
Les Congressistes bénéficieront de réductions (50 p^ 7^ et plus),laplupart
valables du Icr au 20 avril 1904, sur les grandes Compagnies de chemins de
fer franjáis ; sur ceux du Sud de la Frauce, de la Corsé ; sur certaines Com-
pagnies auglaises (Londres-Paris), sur les services de bateaux entre Nice,
Marseille, la Corsé, Genes ; sur le chemins de fer italiens ; sur les AVagons-
Lits en France et á l'Ktranger. Des prix réduits sont déjá consentís dans
les principaux h6tels de Nice, Beaulieu, Cannes, Mentón, Monaco, etc., dont
la liste sera fournie sur demande par M. le D»" Camous (2, rué de VOpéra, Ni-
ce), spécialement chargé de ce soin.
En dehors de Nice, les Congressistes visiteront officiellement Monaco,
Mentón, Cannes et Grasse, oü des fétes, promenades, etc., seront organisées
en leur honneur. S. A. S. le Prince de Monaco donnera une réception au
Palais et une répresentation de gala sera offerte au Casino. A Nice, en
dehors des réceptions par les Autorités, il y aura des représentatioijsdegala
(opera, etc.). Le nombre des places, forcément limitées dans les théátres,
seront réservées auxpremiersinsci*its. Apres la clótnre du Congrés, des ex-
cursions seront organisées. Les Etudiants en Médecine, ¿a familie des Con-
gressistes accnmpagnant ceux-ci et adhérant au Congrés (carte spéciale de
10 fr.) bénéficieront des mimes avantages. Pour faire partie du Congrés il
suffit d'envoyer au Dr Bonnal, trésorier (ID. boulevard Victor-HugOy Nice). le
montant de la cotisation (20 francs^ en méme temps que les noms, qualités,
ti tres, adresse exacte, tres Usiblement écrits, et accompagnés de la carte de
visite de Tadhérent. Les confréres, désirant faire des Communications,
sont priés.de bien vouloir en adresser le titre et le resume <30 lignes, in-S'*
raisin) au Secrétaire General, avant le 15 février, afln qu'ils puissent étre
publiés et distribués avan le Congrés.
Pour tous nutres renseignements s' adresser au Dr Hérard de Bessé, sécre-
taire general y d Beaulieu-sur-Mer (Alpes-Maritimes).
ACADEMIA DE HIGIENE DE CATALUÑA
MEMORIAS RECIBIDAS PARA EL CONCURSO DE PREMIOS
Tema I. — Higiene de ambos sexos en el concepto de su función pro-
creadora. Reglas para obtener el producto de la concepción en las mejores
condiciones de sanidad, robustez y desarrollo.
Memoria n.° 21. — Lema: «La' salud de los niños es el porvenir déla
nación».
J6a Sección oficial
Tema II. — Cartilla popular de higiene industrial. — Premio del Acadé-
mico honorario el Excmo. Sr. Gobernador civil D. Carlos González Rotwos.
Memoria n.° 12. — Lema : «Labor improbus, omnia vincit».
Tema IV. — Higiene, diferenciación y cultivo de las facultades intelec-
tuales del escolar con relación á su edad, desarrollo y constitución. — Pre-
mio del Excmo. Sr. Delegado Regio de Instrucción pública, D. Pedro Grau
Maristany.
Memoria n.° 7. — Lema : « Todo por mi hijo ».
Memoria n."* 8. — Lema : «No hay placer alguno comparable al de man-
tenerse sobre las altas cimas de la verdad ». (Bacón).
Memoria jn.** 22. — Lema: «El bienestar de un pueblo depende de su
cultura ».
Memoria n.' 23. — Lema : «La educación higiénica es la base de la rege-
neración de los pueblos».
Tema V. — Estudio de la falta de cultura como causa de la degeneración
y prostitución de la mujer. — Premio del Excmo. Sr. Conde de Romanones.
Memoria n." 1. — Lema : « Quien da lo que tiene no está obligado á más».
Memoria n."" 2. — Lema: «La falta de cultura en la mujer imprime un
atraso en la civilización y el progreso».
Memoria n.° 19. — Lema : « Entre una mujer sin educar y una mujer mal
educada, la primera no puede hacer el lien; la segunda hará necesaria-
mente el mal». (Severo Catalina).
Memoria n.** ¿4. — Lema : « La escuela redime y civiliza ».
Tema Vil. — Tema libre de higiene social. — Premio del Académico nu-
merario Dr. D. José Farrero.
Memoria n.° 4. — Lema : « El baile y los bailes ».
Memoria n.° 9. — Lema : « ***».
Memoria n.** 15. — (Esta Memoria se ha recibido sin pliego).
Memoria n.** 18. — Lema : «La prostitución es hedionda cloaca que pre-
cisa á toda costa sanear »:
Memoria n.° 25. — Lema: « Beatus qui intelegit super egenum et pau-
perem ».
Tema Vlll. — Cartilla popular de higiene rural. — Premio del Académico
numerario D. Manuel Gispert Blanch.
Memoria n." 16. — Lema : « La médecine guérit les individus ; l'hygiéne
sauve les masses ». (Michel Levy).
Tema IX. — Prontuario higiénico del embarazo y primera infancia. —
Premio de un hisrienista.
Memoria n.'^S. — Lema: *Si vis pacem...».
Memoria n.° 6. — Lema : «Del exacto cumplimiento de los preceptos hi-
giénicos depende muchas veces la evolución normal del embarazo y el des-
arrollo natural y completo del nuevo ser».
Memoria n.° 10. — Lema : «Els filis son un Uegat del Senyor y el fruyt
del ventre un premi».
Memoria n.** 14. — Lema : « La mujer que cría es más madre que la que
solo pare». (Monlau).
Memoria n.*' 20. — Lema : « Escribid de una manera breve y clara y ha-
réis verdaderos sabios». (W. Sho).
Memeria n.°26. — Lema: «Será tanto más fuerte una nación cuanto
más procure higienizar los que nacen ».
Tema X. — Asunto higiénico de una de las especialidades oftalmología,
laringología, dermatología, odontología, vías urinarias ú obstetricia.
Memoria n.° 3. — Lema : «La voz es un capital que debe conservarse».
Memoria n.' 11. — Lema : « ... mostraba negra pupila».
Memoria n." 13. — Lema : « La Odontalgia es la piedra angular en donde
se ha esculpido la Medicina y la Cirugía».
Memoria n." 17. — Lema : « Si vis pacem para bellum ».
Han quedado desiertos los temas de los doctores Rodríguez Méndez y
Valentí Vivó.
Barcelona 2 de febrero de 1904. — El Secretario general, Manuel Sépala
Estaletla.
PUBLICACIONBS RBCIBIDAS
Slgrnifloaoióii patolóirloa del oólioo hepátioo. Patogenia. Terapén-
tioa, por el Dr. Rodríguez y Abaytúa. — Madrid, 1904. — Una peseta. —
Dos ejemplares.
Bl tiroidea y la paráliaie altante. — Lección inaugural del segundo
curso de Clínica médica (1903-1904), por el Profesor agregado Dr. D. José
Codina Castellví. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Zia ftatura revolnoión en el ejeroicio práotico de la Medloina. — Con-
ferencia dada en el «Colegio de Médicos de la provmcia de Madrid » el
día 3 de diciembre de 1903, por ei Dr. D. José Codina Castellví. — Ma-
drid, 1904. — Dos ejemplares.
Fonnnlaire dea médioationa nonvellea (Méthodes nouvelles et traitements
* nouveaux), par le Dr. H. Gillet. — Librairie J.-B. Bailliére et fils, i9,
rué Hautefeuille. — París, 1904. — 3 fr.
Memoria de los trabajos ejecutados por el «Consejo superior de Salubri-
dad » en el año de 1900, — México, 1902.
Tratado de Oirngia oUnioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmann, P. von Bruns y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 579. — Cuaderno, 89. — Barce-
lona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Tratado de Medioina clinioa y Terapéntioa, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 92: — Barcelona, 1904. — Una peseta
cuaderno. -- Dos ejemplares.
Tratado práotioo de la'aifliia y enfermedadea venéreaa, por el doc-
tor É. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T, Corominas y Pedemonte. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 páginas y una lámina
á una peseta el cuaderno.— José Espasa, editor, Cortes 579,— Cuaderno 12.
Barcelona, 1904. — Dos ejemplares.
Manual de Patología externa, por B. Forgue.— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuaderno 12. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
De la atériliaation dea aondea en g^omme et en oaontohono par le va-
peur et de leur ooaaervation atérile, par le Dr. Albert Freudenberg.
Clermont, 1904 (1).
I. Injeotiona intra-véaioalea d'iodof orme daña le traitement de la
oyatite ammoniaoale. — 11. De l'aoide oamphoriqne oomme pro-
püylaoti^e de la flévre nrinaire, par le Dr. Albert Freudenberg. —
Clermont, 1904 (1).
1. Próteaia del eaqueleto. — 11. Algunoa caaoa de oomplioaoión de
la oariea dentaria, por D. Florestán Aguilar. — Madrid, 1904. — Dos
ejemplares.
Third annnal Beport of the New 7ork State Hoapital for the oare oí
orippeld and def ormed Children. For the year ending september 30, 1903.
Hospital located at tarrytown, N. Y. — 1903. — Albany, 1904.
(1) Communications faites á la sepíleme session de I' ^Association frangaise d'Urologiep, Pa-
rís, 1903.
i 64
Estudios demográficos de Barcelona
Bloerohe batteridloylohe añile maBohere oarnevalesolie, per i dottori
tenenti medici E. Tirelli e Ferrari-Lelli. — Palermo, 1903 (1).
Bloerohe batteriolos^iohe sal pulvleoolo dellefeate da bailo.— Nota 1.'
Dott. e tenenti medici E. Tirelii e F. Ferrari.-Lelli. — Torino, 1903 (1).
Di an prooesio rápido per l'analiii ohimioa deiraoqna, del vino e
delle uriñe baeato mir impiesro di reasrenti in tavoletti oompreaie,
per i tenenti medici E. Tirelle e F. Ferrari-Lelli.*— Roma, 1904 (1).
Estudios demogpáfieos de Barcelona
POR El.
Dr. D. Luis CoMENac
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mea de febrero da 1904
I. — iNFBCCIONBS
2
15
1
1
5
6
18
6
9
1
4
O
O
4
3
2
6
4
142
. 44
Total. . . . . 273
II. — Otras infbccionh8 y padkci-
IflBNTOS DR NATURALKZA NO DR-
TBRMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
(Venas 1
Suma y sigue. . . . T68
Coqueluche ....
Difteria. ...'..
Disentería
Escarlatina ....
Erisipela
Eclampsia
Fiebre tifoidea . . .
Gangrena. ....
Influenza
Lepra
Otras infecciones . .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerperal
Id. quirúrgica
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis ....
Viruela
Digesti-
vo. , ,
Suma anterior, , . .
Boca
Estómago . . . .
Intestinos . . . .
Otros anexos . . .
\ Peritonitis . . . .
/ÍM»ir«- i Bronquiales (Afectos,.
torio jPu*n^onia . . . .
' ■ (Pulmón y pleura. .
Cerebro y médula
Genital femenino .....
Meninges ,.
Urinario
Red linfática
Total. . . . ."
168
1
9
50
22
10
61
163
30
131
2
65
34
O
746
III. — Otros y AOorDBNTBs
Accidentes . . *
Alcoholismo
Distrofias «constitucionales. .
Esclerema
Falta de desarrollo ....
Frenopatías
Neoplasmas
Senectud ........
Sin diagnóstico
Total ""
8
1
5
O
5
I
27
3
2
52
Total de defunciones . .
Total de nacimientos . 9 .
Abortos
. . 1071
(1) Scuola dafplica^ione di Satiitá militare. — Gabinetto d'Igiene diretto dal Maggiore medico
E. Mangianti.
Tomo XZVIZ. Núm. 6 Baroelona 31 mano 1904 ASo ZZ7II. Núm. 642
fiACETA MÉDICA CATALAI^A
SUMARIO: Antisepsia Hnfociuiria, por el Dr. D. Eduardo García SolA.— Sobre el éter ace-
tilacético, por el Dr. A. Murüa.— Revistas de pediatría, por el Dr. Juan Coll y Boflll. —
Los estigmas fisiológicos de la degeneración ícontinuaci«Sn), por Luciano Mayer.—Venereo>
logia social (continuación), por el Dr. Ciado. — El radio, por L. Raimondo. — Revista
CKíTicA BJBi locKApiCAf por el Dr. D. Antonio Rodric^uez -Morinl.— Noucias Cikntífícas,
Nicturia. — Formación de la linfa. ~ Aceite de higado de bacalao: carestía.— Aubepina. ->
FoRMí I. ARIO YTRATAMiKMOs Moni>i«Nos, por el Dr. Rodri^ez Méndez. — Sscciom oficial:
Patronato de Cataluña para la lucha contra la tuberculosis. — Nuestra c'>HRK^pOND■^CIA con
LA PRENSA. -> Estudios dcmográfícos de Barcelona, por el Dr. O. Luis Comenge.
Antisepsia linfoeitapia <*>
POR EL
Dr. D. Eduardo García Sof.A
Catedrático y Rector de la Universidad de Granada
No tanto para la exposición de nuevas investig-aciones, como para
la sistematización didáctica de un punto doctrinal que ostenta el más
caótico indeterminismo, nos resolvemos á ocupar por breves momentos
vuestra atención con el examen de uno de los varios factores cjue inte-
f»Tan el vastísimo problema de las defensas orgfánicas frente a las ac-
ciones morbosas de origen parasitario.
§ 1.''
Znmiuiidad y antisepila meaodérmloa
Las dudas comienzan desde que se intenta precisar el concepto de
la palabra inmunidady término el más g'enérico y comprensivo de todas
• aquellas defensas contra las influencias microbianas. En recto sen-
tido, la inmunidad expresa un estado absolutamente/refractario, no
sólo para el desarrollo infeccioso, sino también para la penetración y
^ pululación de los ag'entes parasitarios en el organismo, pues cuando
éstos han logrado instalarse ya en los tejidos-y emprendido la lucha,
por más que en ella sucumban, sea mediante la acción fagocítica ó
merced á la neutralización de las antilisinas, no puede admitirse la
perfecta invulnerabilidad del individuo, toda vez que, si bien se mira,
en ese combate, aunque victorioso, se representa el principio, la ini-
ciación de todas las enfermedades infecciosas. Nada, por lo tanto, tan
impropio como extender el concepto de la inmunidad á la significación
de los múltiples estados bactericidas, sean éstos debidos á la (!oncu-
rrencia de las alexinas ó á la directa acción fagocitaria seguida ó no de
fagolisis.
La precedente indeterminación nos mueve á fijar el carácter muclijO
más limitado del concepto de la inmunidad. En la construcción de los
organismos superiores, y conforme al impulso preestablecido en el
ideoplasma, ó substancia hereditaria, se especifican histológicamente
los elementos celulares y á la vez se disponen arquitectónicamente
para modelar las formas estructurales y exteriores de los órganos y
aparatos. Apreciado en síntesis todo este admirable proceso histogé-
nico y organogénico, podemos reducirlo á la construcción de un con-
glomerado celular tubuliforme, interior y exteriormente revestido por
(i) Comunicación leída, en el XIV Congreso Internacional de Medicina celebrado en Madrid,
el día 25 abril de 1903, ante la Sección de Patología general.
i6ó Antisepsia linjociíariú
elementos celulares de gran resistencia contra la acción de los agentes
exteriores, siendo, por el contrario, muy vulnerables las células com-
prendidas entre estas dos capas de protección. A esta variada resis-
tencia corresponde un distinto abolengo blastodérm ico, pues los ele-
mentos refractarios derivan de blastomeras constitutivas de las hojas
extremas del blastodermo, al paso que son mesodérmicos los tejidos
más vulnerables, sin que invalide esta proposición el origen ectodér-
mico de los centros nerviosos cuyas lesiones microbianas iniciales son
rarísimas y suelen afectar previamente á la neuroglia ó á los elementos
vasculares.
Tenemos, pues, una invulnerabilidad cortical ó epitélica, que cons-
tituye el absoluto estado refractario y que es la única k quien corres-
ponde el legítimo concepto de la inmunidad, toda vez que merced á
ella se cierra la puerta de entrada i\ los agentes microbianos, impidiendo
su cultivo intraorgánico, y por consecuencia todo peligro de infección.
Por el contrario, cuando Tos gérmenes patógenos consiguen atravesar
esta barrera epitélica, podrán surgir nuevas defensas orgánicas que les
saldrán al paso y hasta los destruirán ó neutralizarán el efecto de sus
toxinas, pero, según antes indicamos, hasta en estos casos favorables
ya la lucha se entabla, las reacciones humorales ó celulares germicidas
se desenvuelven, la diapedesis fagocitaria se establece, la reacción
curativa ó fuerza medicatri^ de los antiguos entra en plena actividad,
y por lo tanto la infección está iniciada, pues no hay concepto más
expresivo y característico del estado morboso, en su aspecto de proceso
vital, como el que lo representa por la reacción de las potencias con-
servadoras frente al desequilibrio suscitado por los agentes de enfer-
medad, sean ó no parasitarios. Así lo comprueba el hecho, demostrado
experimentalmente por Metchnikoff, de coexistir casi siempre una in-
flamación séptica con la penetración de microbios en los organismos
refractarios, si bien aborta aquel proceso, dominado, á poco de nacer,
por el enorme aflujo leucocítico debido á quimiotaxis positivas que
anularan, mediante la fagocitosis, el efecto de la invasión bacte-
ridiana.
De lo expuesto se infiere que no es posible comprender esta indem-
nidad mesodérmica sin reacciones orgánicas defensivas, y por tanto sin
un principio del proceso vital de la infección, siendo en" consecuencia \
muy impropio aplicar á estos casos el significado genuino de la palabra
inmunidad, qu^ debe reservarse parala invulnerabilidad absoluta, ga-
rantizada y motivada por la integridad de las protecciones corticales
epiléticas ; permitiéndonos substituir aquel término por el de antinepsia
mesodérmica, que ya expresa, no una preservación ó eslado refractario .
absoluto, sino la extinción de iniciales acciones microbianas por virtud
de las aptitudes bactericidas del organismo.
Asrenteft de la antiiepsla meiodérmloa
Los organismos celulares preferentemente aptos para la destrucción
microbiana ó para la neutralización de la^A toxinfis bacterideas, perte-
necen al grupo general de células linfoides, donde se comprenden los
leucocitos de la sangre, las células movibles de la córnea y tejido con-
juntivo, los corpúsculos de la linfa, varias células de la médula ósea y
las del tejido citógeno ó adenoide en t')das sus formas, y, aun fuera dV
aquel grupo, algunos otros elementos celulares como los clasmatocitos,
las células endoteliales y hasta las de la neuroglia, según Marinesco.
En todas ellas, pero especialmente en las primeras, la permeabilidad y
blandura de su protoplasma, la carencia de ectoblasto, la existencia de
Antisepsia liñ/ocitaria 167
vacuolas digestivas, y la movilidad amiboidea de su espong-ioplaama,
constituyen circunstancias muy adecuadas para el englobamiento
fag-ocítico de los microbios y su digestión ó destrucción ulterior intra-
ceiular, hecho ya demostrado por Metchnikoff hace veinte años después
de algunas vagas indicaciones de Glüge, Cohnheim y Pfeiffer.
En algunas de estas células linfoides se ha querido vincular de un
modo predominante la virtualidad antiséptica fagocitaria, y así se ha
supuesto que los leucocitos eosinófilos, los pequeños ó linfocitos y las
células de Ehrlich eran poco aptos para la fagocitosis bacteridiana, que
realizaban, en cambio, con todo vigor los grandes leucocitos, especial-
mente los plurinucleares y de protoplasma muy granuloso. No pode-
mos, sin embargo, suscribir á esta opinión, al menos en lo que tiene de
exclusiva. En primer lugar, no es legitima la distinción entre leuco-
citos unicelulares y pluricelulares, pues estos últimos no suelen conte-
ner más que un solo núcleo, si bien arriñonado, giboso ó lobulado, por
lo que les conviene el nombre más legítimo de células con núcleo poli-
morfo que les ha dado Lazarus. Por otra parte, según la especie bac-
teridiana invasora, y según el órgano invadido, pueden actuar indefe-
renteinente unos ú*^ otros elementos con perfecta aptitud fagocítica,
pues hemos visto al bacilo tífico aprisionado en pequeños linfocitos de
las placas citógenas intestinales, y en la serosidad del edema provocado
por la inoculación de la bacteria del pus azul i)ululan leucocitos eosi-
nófilos con varios microbios englobados.
Resulta, en cambio, mucho más práctico separar los fagocitos (con
cuya denominación creemos pueden designarse todas las células lin-
foides), en macrófagos, ó principalmente euglobadores de otras células
como los hematíes, y micro fagos ó que ingieren preferentemente mi-
crobios; apareciendo comprobado que los primeros originan de los
ganglios linfáticos y del bazo, mientras que los segundos proceden so-
bre todo de los mielocitos granulosos de la médula ósea.
Pero si la fagocitis se favorece por las condiciones estructurales de
estas células dotadas de movimientos amiboideos, coadyuva también al
éxito de su función antiséptica el hecho de una diapedesis copiosísima
que nunca falta en el proceso de toda infección. Muchas teorías aspi-
ran á explicar las causas de esta exagerada extravasación leucocítica,
pareciendo lo más probable que las Usinas microbianas modifiquen
directamente los centros vaso-motores paralizando la acción constric-
tora ó exaltando la dilatadora, ó bien que las bacterias exciten las ter-
minaciones nerviosas periféricas y por vía refleja se produzca la dila-
tación vascular. Sea cualquiera su causa, el resultado es que, por el
hecho de esta diapedesis, aumenta el número de las células fagocitarias
concurrente á la lucha frente á los microorganismos patógenos.
No basta, sin embargo, este copioso aflujo de elementos germicidas
procedentes de las vasos para neutralizar el efecto de la infección. Se
necesita la avidez de la célula linfoidea para salir al encuentro del mi-
crobio invasor, atraerlo^ hacia su masa y operar su englobamiento,
explicándose esta fuerza de atracción por la quimiotaxia positiva que se
establece entre las bacterias ó sus productos y los protoplasmas leuco-
citarios. A. pesar de los trabajos de Lange,*Buckner, Kluge, etc., re-
sultan todavía muy obscuras las condiciones de este proceso de atrac-^
ción, ignorándose si para él intervienen alexinas celulares que atraen
al microbio, ó es la toxina de ésta quien ejercita la quimiotaxia posi-
tiva cerca del paraplasma celular, sospechando algunos, con Roux, que
se produce la concurrencia leucocitaria al foco infeccioso por una
excitación provocada en los fagocitos por las estiniulinas ó alexinas
excitadoras que parece fabrican las células eosinófilas.
De cualquiera manera que sea, y prescindiendo de estas conexiones
1 68 Antisepsia íimfocitaria
de mutua atracción, el estado bactericida ó antiséptico se constituye
fundamentalmente por el propio leucocito aprisionando en fu seno, y
destruyendo bien pronto, al microbio invasor, sin que para este caso,
ni aun para la inmunidad adquirida por las vacunas, pueda jamás
prescindirse de la actividad celular que tanto nos ha distanciado hoy
de las antiguas teorías humorales profesadas por Emmerich, Stern,
Arkharoff, Nissen, y otros muchos observadores. Debe no obstante
reconocerse que en algunas infecciones (tétanos, carbunclo, tifus) no
interviene de un modo exclusivo el fag-ocitismo en el estado bacteri-
cida, realizando la neutralización antiséptica las alexinas leucocitarias
que obran sobre los microbios vivos, y aun quizás las mismas antitoxi-
nas probablemente desprendidas de las mismas cél,ulas blancas. Pero,
como en uno y otro caso se trata de productos emitidos por el proto-
plasma linfocítico, debemos resumir este punto consignando que el
agente fundamental de la antisepsia i ntraorgánica se representa por
las células linfoides ó por sus productos exopiasmicos.
Antisepaia llnf oiltaria innata
La propiedad germicida de las células, ya se represente por la acti-
vidad fagocítica ó por la excreción de principios neutralizantes, reco-
noce ante todo por causa la influencia hereditaria, y su virtualidad,
distinta en cada especie animal, varía también segünlos diferentes mi-
crobios invasores. Así vemos que los felinos, reptiles y batráceos son
refractarios á la bacteria carbunclosa, para la que tan vulnerables se
muestran los rumiantes y los solípedos ; el bacilo de Lustgarten sólo es
eficaz ante las células del organismo humano, y el del muermo no se
cultiva en las gallináceas ni en el cerdo. Hasta en la misma especie
zoológica sé marcan diferencias á este respecto, y todos saben la mayor
resistencia del hombre de raza negra al paludismo y á la fiebre ama-
rilla y su mayor aptitud para la infección tuberculosa.
Abordemos la explicación de estos hechos inquiriendo la esencia ín-
tima de ese estado refractario innato ó hereditario, para lo que nece.si-
tamos recordar el principio fundamental de la herencia. La transmi-
sión de los caracteres hereditarios se opera mediante la substancia
germinal, ó ideoplasma, del óvulo y del espermatozoo, que retiene las
propiedades de los ascendientes. "Entre aquellos caracteres figura el
vigor antiséptico ó refractario de las células, variable según la especie
y también distinto en cada individuo conforme á la específica de resis-
tencia ó de poder bactericida transmitido por el ideoplasma. Pero, á
su vez, este poder antiséptico es la resultante de las inmunidades acumu-
ladas en la materia germinal de todos los ascendientes como conse-
cuencia de las nuevas propiedades adquiridas por las células á causa
del influjo de los agentes exteriores. En efecto: obrando éstos reitera-
damente sobre la totalidad orgánica, impresionan la substancia germi-
nal, mueven á las células en el sentido de nuevas reacciones ó de
insólitos funcionalismos que cambiarán la parte material del ideoplas-
ma, haciéndole adquirir propiedades, caracteres y aptitudes que trans-
mite indefectiblemente á las células hijas, y por consecuencia que el
ascendiente propaga á su posteridad.
En los organismos elementales observamos con toda claridad estas
jiueyas propiedades adquiridas por la substancia germinal mediante la
acción de los agentes exteriores. Numerosos microbios, cultivados á
una alta temperatura ó en medios nutritivos especiales, pierden su
virulencia, transmitiendo á sus descendientes el propio carácter de
atenuación durante varias generaciones ; y del propio modo podemos
Antisepsia linfocitaria i6p
exaltar su virulencia ordinaria haciéndoles pasar por org'anismos muy
receptores ó mediante la acción de varios ag-entes físicos. A la impre-
sión del medio, á la reacción que despierta en la materia viva y ít la
modificación que ella experimenta por la sucesión y persistencia de
tales acciones, debe imputarse la nueva tendencia de la materia g'ermi-
nal, que transmite los caracteres así adquiridos á las nuevas generacio-
nes que la subsiguen.
También los organismos pluricelulares nos ofrecen acabados ejem-
plos de estas transmisiones hereditarias. Sin contar los experimentos
de Tizzoni, inmunizando conejos contra la rabia y ratones contra el
t^Hanos, y observando que los descendientes de estos animales conser-
vaban la propia inmunidad, resulta todavía más demostrativa la si-
guiente investigación de Ehrlich : tanto la ricina como la ahrina son
altamente tóxicas para el ratón, en el que á muy pequeñas dosis pro-
ducen una violenta Inflamación del tubo digestivo seguida de muerte
á las pocas horas ; pero la ingestión continuada de estas substancias en
cantidades mínimas 3' crecientes, mezcladas con los alimentos, consigue
inmunizar al animal^ que, así refractario, resiste á dosis mortales para
otros ratones no sometidos á este tratamiento. Ksta defensa orgánica
se ha esta])lecido no sólo para el tubo digestivo, asiento de la impresión
ascendente de dosis mínimas, sino que se generaliza á todo el organis-
mo, pues el ratón continúa refractario á la inyección subcutánea de la
nciíia y al depósito de esta substancia en la conjuntiva ocular ; siendo
lógico concluir que ella se difundió, en pequeñas dosis, desde el tubo
digestivo i\ todos los tejidos, arrastrada por los líquidos plásmicos, y su
acción gradual y creciente sobre las células fué desarrollando en ellas
reacciones de neutralización, también graduales y crecientes, que ter-
minan por conferirles la inmunidad para dosis vivamente tóxicas en
organismos no liabituados.
Y es tan permanente esta nueva aptitud celular, que los animales
inmunes ante la ricina transmiten á sus descendientes el propio estado
refractario, si bien se observa el hecho curioso de que el óvulo es más
eficaz que el espermatozoo para esta transmisión, pues la inmunidad es
más completa en los ratones hijos de madres refractarias y de padres
comunes que en los nacidos de madres no inmunizadas y de padres
refractarios. Semejante circunstancia la explica Hertwig suponiendo
que el veneno, circulando con los líquidos plásmicos, no ha podido im-
presionar, dada la poca duración del experimento, más que al plasma
nutritivo de las células, quedando el ideoplasma, por su mayor estabi-
lidad y por estar menos expuesto á los agentes exteriores,' completa-
mente exento de aquella gradual influencia tóxica ; y como al acto de
la concepción casi sólo concurre, por parte del padre, fa substancia nu-
cleica germinal, mientras que el óvulo aporta además la materia nutri-
tiva de su protoplasma que fué sólo la impresionada en el ascendiente,
se comprende así la mayor eficacia de la madre para transmitir el
estado refraírtario. Sin embargo, cuando las influencias exteriores,
sean tóxicas ó microbianas, obran reiteradamente por espacio de mucho
tiempo, alcanzan ya y modifican al ideoplasma, y las nuevas propieda-
des, refractarias en este caso, se revelan lo mismo en el espermatozoo
que en el óvulo, confiriendo el padre idéntica inmunidad que la madre.
Resulta de lo expuesto que las aptitudes bactericidas ó antisépticas
de las células provienen ante todo de las propiedades recibidas por el
ideoplasma de sus ascendientes, y que esta cualidad puede también
reforzarse, y aun adquirirse totalmente cuando no se poseía, merced á
influencias exteriores que actúan sobre el propio individuo. Esta úl-
tima es la inmunidad ó antisepsia adquirida, á la que vamos á consa-
grar muy pocas palabras.
l^o Antisepsia Hnjocitaria
Antisepsia linfooitaria adquirida
El estado de resistencia contra la infección puede ser adquirido por
la vacunación, el antag-onismo infeccioso, la existencia de una infec-
ción anterior, etc., etc., pero su causa próxima ó genésica siempre es-
triba en las nuevas aptitudes celulares que anulan el efecto de la
invasión bacteridiana. Toda función orgánica, que no es más que la
resultante de las actividades celulares, se desarrolla y perfecciona con
el ejercicio repetido y sistemático del dinamismo que la constituye, y
las actividades fagocíticas, como lis formaciones exoplásmicas genera-
doras de alexinas, antilisinaa, etc., que al fin y al cabo funciones celu-
lares son, se tienen que vig-orizar obligadamente con el ejercicio del
combate microbiano. Si esta lucha es ventajosa para el organismo por
la debilidad ó atenuación del agente invasor, como ocurre en las vacu-
nas, con estos fáciles combates se van adquiriendo vigorizaciones nue-
vas, suficientes para neutralizar más serias infecciones ulteriores ; y si
se trata de una violenta infección anterior, á las nuevas aptitudes
creadas por la lucha, se agregará el agotamiento del medio, la persíj;-
tencia de antitoxinas fabricadas por los microbios, y aún quizás la im-
pregnación celular de principios neufralizantes que constituyen al
organismo en estado refractario.
También interviene en estos casos un nuevo factor que pudiera
considerarse como verdadera tolerancia adquirida por el hábito ó la
costumbre, y oue se contrae por la repetición de acciones microbianas
capaces de emootar la receptividad morbosa del organismo sometido á
tan reiteradas influencias. Semejante tolerancia encuentra su com-
probación analógica en el milriUatisnio, ó inmunidad para los venenos,
conferida merced á la ingestión anterior de dosis mínimas y sucesiva-
mente crecientes, y á su vez ella explica multitud de hechos que caen
bajo la más vulgar observación, como el estado menos resistente de los
individuos que llegan á localidades donde existen focos infecciosos
comparado con la inmunidad relativa del vecindario autóctono, y la
mayor receptividad de los que, habiendo abandonado el paraje infeccio-
so, vuelven al mismo pasado algún tiempo, durante el cual se extin-
guió el hábito contraído por la continuada acción del agente morboso.
Respecto al mecanismo íntimo de la antisepsia leucocitaria, sea in-
nata ó adquirida, son muchos los puntos que aun resultan obscuros ó
en litigio, debiendo limitarnos á exponer la concepción más general y
menos controvertida, en la forma que nosotros la comprendemos.
Con la palabra citasa se designa el propio fermento de las células, y
como parece distinto el que producen las macrófagas y las micrófagas,
de aquí su división en macrocUasa y microcilasa. El primero de estos
dos fermentos, frente á los microbios, revela sólo un poder fijador, que
favorece la acción del verdadero fermento bactericida representado
-por \a viic7*ociiasa ; del propio modo, ni más ni menos, que la eníera-
qíii7iasa del jugo intestinal vigoriza la acción de la tripsina del jugo
pancreático, obrando como fijadora. Por sí sola, la macrocitasa no
confiere poder refractario á los humores que la contienen, yyaPfeiffer
y Moxter demostraron hace años que los exudados ricos en leucocitos
macrófagos son menos bactericidas que el serum de la sangre del pro-
pio animal, comprobando, en cambio, Gengou que los exudados abun-
dantes en microfagos son mucho más germicidas que la serosidad
sanguínea de los mismos animales. Luego es el leucocito micrófago
el generador de la verdadera citasa bactericida, si bien la acción de ésta
se refuerza cuando concurre el fijador, que para nosotros es emitido
Aníiseps a linfocitaria
por las células macrófagas y aun quizás también por la disgregración ó
citolisis de cualquier organismo leucocitario.
De lo expuesto se infiere que el poder antiséptico de los humores
emana de la actividad de las células linfoides, y que tanto el fermento
como el fijador son productos exoplásraicos que pasan al liquido inter-
celular, confiriéndole aptitudes refractarias o microbicidas, conclusión
que además concuerda con las investigaciones de Lowit, Jacob y otros
observadores. Se ha supuesto también que la precedente acción anti-
séptica se favorecía por existir en los humores un agente conglutinador
que, englobando á los microbios en colonias densas, enfrenaba su vi-
rulencia y favorecía en muchos casos la ulterior prehensión fagocita-
ría. Para nosotros este hecho existe, pero no exige inquirirle una
causa especial, pues representa un caso ordinario de fibrinogénesis,
que siempre es obligada cuando la sangre ó los plasmas linfáticos se
ponen en contacto con cuerpos diferentes del endíitelio vascular, se-
roso ó concetivo (células tijas), y alrededor de los microbios se conglu-
tina la substancia fibrinógeua, por falta de neutralizante de la trombina,
del propio modo que alrededor de una aguja ó cualquier otro cuei'po
extraño introducido en los vasos.
Pero la acción bactericida se realiza más frecuentemente dentro de
las células linfoides micrófagas, y su mecanismo íntimo sólo permite
hoy establecer las proposiciones siguientes. Desde luego la confluencia
ó aproximación del microbio y del fngocitó es dependiente de una qui-
miótaxia positiva ; sin embargo, el acto mismo de la penetración intra-
celular es un fenómeno vital y activo del protoplasma fagocítico que
se apodera del micro-organismo ])or los pseudópodos que emite. Por
regla general, la bacteria entra viva, ó sólo aletargada por fijadores ó
conglutinantes plásmicos, pues en las formas espiroideas se sorprenden
sus movimientos intraceíulares, y á poco de penetrar se la ve rodeada
de un limbo claro, debido posiblemente á un líquido di/ifano, que no
tarda en aumentar formando vacuolas intraprotoplasmáticas represen-
tantes de tonoblastos ó verdaderas cavidades gástricas. Allí, los mi-
crobios incluidos van desapareciendo por una digestión intracelular,
en la que intervienen tres factores : 1.® Kl fijador del que ya venían
impregnados los micro-organismos. 2." La microcilasa, ó verdadero
fermento digestivo. Y 3.° Un medio ácido indispensable, quizás repre-
sentado por el ácido nucleico producto de los núcleos leucocitarios. Por
último, en el interior del fagocito, no es raro que sobrevenga la bacte-
riolisiSj ó disgregación granular microbiana, precediendo á la total
desaparición de los organismos incluidos ; sin embargo, este hecho es
más común en los plasmas refractarios, constituyendo allí el conocido
fenómeno de Pfeiffer.
CONCLUSIONES
!.• La antisepsia intra-orgánica es siempre determinada funda-
mentalmente por la actividad celular.
2.* Los humores despojados de células no tienen más virtualidad
antiséptica que la conferida por los linfocitos que en ellos pulularan ó
por los órganos donde éstos se fabrican.
3.* Él poder refractario innato es cualidad del ideoplasma, y resul-
tante de propiedades neutralizantes iniciales en cada especie, ó de la
acumulación de inmunidades adquiridas por los ascendientes.
4.* El estado refractario adquirido resulta de modificaciones expe-
rimentadas y de aptitudes nuevas adquiridas por los elementos leuco-
citarios, los cuales á veces difunden al medio plásmico propiedades
neutralizantes; y
5.* El procedimiento más general y mejor determinado de la anti-
sepsia intra-orgánica se representa por la acción fagocitaria.
Sobpe el étép aeetilacético ^'^
POR Kl.
Dr. a. Mürla.
Catedrático de Farmacia de Barcelona
Aprovechando su estancia en Madrid, presentó nuestro estimado
compañero el Dr. Murúa una comunicación á la Real Academia de
Medicina sobre la importancia del éter aeetilacético en la síntesis quí-
mica en general y en particular de numerosos medicamentos.
Comenzó diciendo que su objeto era dar á conocer los importantes
trabajos que en química se realizan en nuestro país, á pesar de los
mezquinos créditos con que los gobernantes ayudan la labor experi-
. mental, hasta el punto de que los alumnos de la cátedra de orgánica,
que el comunicante desempeña en la Universidad de Barcelona, dando
pruebas de verdadero entusiasmo por la ciencia, se costean de su bol-
sillo particular difíciles operaciones á íin de suplir de esta suerte las
deficiencias oficiales (2). En estas prácticas se evidencia, además del
ansia de instrucción que los escolares de nuestros centros de cultura
sienten, las excepcionales condiciones de la raza para los estudios expe-
rimentales que convierte en unos días de trabajo en hábiles experi-
mentadores á jóvenes que, en su mayoría, no tuvieron hasta entonces
ocasión de ver los aparatos que manejan sino dibujados en los libros
de química.
Lamentóse, también, el orador, de que los Gobiernos, lejos de alen-
tar al profesorado joven que sacrifica los mejores años de su vida á la
sombra del laboratorio en holocausto de la cultura nacional, le deprima
abandonándolo á los ahogos de un sueldo misérrimo, idéntico al de un
obrero manual, sin que le reconozca, como á éste^ los derechos señalados
en la ley de accidentes del trabajo.
Consignadas, añadió, las intenciones que me guían de mejorar las
tristes condiciones en que se desenvuelve la vida universitaria levan-
tando una formal protesta desde esta autorizada tribuna, pasó á ocupar-
se del desarrollo del tema, para lo cual dividió el asunto del siguiente
modo : Síntesis total del éter aeetilacético. Su constitución química.
Su obtención sintética. Examen de sus caracteres. Exposición, con
motivo de este estudio, de las diversas síntesis de especies químicas y
farmacéuticas á que sirve de base.
Después de describir la síntesis del éter aeetilacético llevada á cabo
en el laboratorio de química orgánica de Barcelona, para ocuparse de
la síntesis de la antipirina á que aquél sirv^e de base, toda vez que reac-
cionando con la fenilhidracina da elpirazolon, el cual, calentado con el
ioduro de mqtilo, produce el femilmetilpirazolón, el cual, calentado con
nueva cantidad de ioduro de metilo y alcohol metílico, da por transpo-
sición molecular la antipirina.
Laméntase, con tal motivo, de que siéndonos perfectamente cono-
cida dicha síntesis, como consta en la «Relación de trabajos prácticos»,
primera guía de laboratorio publicada en España por el Dr. Bonet, en
unión del comunicante, seamos deudores del precioso agente terapéu-
tico á la industria extranjera, con-notorio detrimento de nuestro buen
(1) Comunicación presentada á la Real Academia de Medicina de iMadrid.
(2) De este modo es como se explica que con la ridicula suma de cinco pesetas que cada alumno
satisface en concepto de matrícula de prácticas se hayan realizado en este laboratorio, en el primer
trimestre del curso actual, las siguientes operaciones: Obtención del metano, etano« acetileno, cti-
leno, cloruro de eiileno, cloruro de etilo, bromuro de etilo, ioduro de etilo, cloroformo, bromo-
formo, iodoformo, acetona, acetonbisulfito iódico, ácido acético, fórmico, cloruro de acctilo, an-
hídrido acético, ácido cacodiiico, éter acético, formol, urotropina, nitrobencina, dinitrobencina,
difcnilo, fenilhidracina, quinnna. estricnina, morfina, cafeína, ácido cítrico, glucosa, además de
numerosos análisis y ensayos de diferentes medicamentos, vinos, cervezas, harinas, petróleos,
orinas, etc.
Sobre el éter aceiilacéíico , T73
nombre científico y de la decaída industria nacional, más necesitada
de hechos que de grandilocuentes discursos.
Pasa, á continuación, á exponer la síntesis del núcleo quinoleico,
fundamento de numerosos alcaloides y del que se derivan medicamen-
tos tan notables como la thalina, la kairolina y el analgeno.
Pasa lueg'O á ocuparse de la síntesis del grupo pirídico que resulta
cuando reaccionan el éter acetilacético con el aldehidato amónico para
producir el éter colidinodicarboxílico, del cual se deriva por simplifi-
cación molecular la piridina, importante síntesis llevada á cabo en el
laboratorio de org'ánica de la Facultad de Farmacia de Barcelona.
Teniendo la piridina, nos posesionamos del armazón esquelético fun-
damental sobre el cual se articulan numerosos radicales org-ánicos para
dar orig-en k variadísimos alcaloides artificiales.
Tal ocurre con la piperidina, la conina, la cicutina y la nicotina.
No es menos digna de momento v consideración la síntesis de las
ketonas á base del desdoblamiento ¿el éter acetilacético previamente
complicado por la introducción en su molécula de radicales alkílicos.
Así resulta la undecanona sintética en un todo idéntica á la natural
existente en la ruda y en todas las preparaciones complejas medica-
mentosas en que entra dicho material farmacéutico.
Citó también la difícil é importantísima síntesis del árido úrico, es-
pecie de las más características del proceso biológico, llevada á cabo
por Berend y Roose, que sirve de base á la de la xantina, teol)n)mina,
cafeína, diuretina y otros medicamentos interesantes.
Para terminar afirmó que, como se deducía de lo expuesto, la es-
pecie química considerada reviste una alta importancia medicinal,
toda vez que articulando su cadena con otros frag-mentos moleculares
construímos in vitro, fuera de la energía vital, los medicamentos más
diversos, bien así como el artífice combina y armoniza en una resul-
tante final los diferentes trozos de un mosaico. De análoga manera el
químico se despoja en nuestros días del carácter de mero naturalista
que le distinguió en lo antiguo, y tomando el más científico de creador,
construye sobre la mesa del laboratorio aquellas complejas esi)ecies
cuyo secreto de elaboración parecía adscrito á los misteriosos senos del
prbtoplasma organizado, y convirtiéndose en artífice de la materia, la
moldea como á blanda cera con sólo el auxilio de las fuerzas naturales
orientadas según los preceptos de la síntesis orgánica.
El Dr. Espina y Capo pidió seguidamente la palabra, y después
de dedicar elogios á la comunicación del Dr. Murúa, felicitándole en
nombre de la Academia, le ruega aclare las dudas que le asaltan sobre
la identidad de las cafeínas naturales y sintéticas, á causa de haber
podido observar en su dilatada experiencia que las cafeínas adquirían
más marcados efectos, hasta el punto de obligarle á ser cada vez más
cauto en su prescripción.
El Dr. Murúa se levantó á contestar al Dr. Espina, y después de
atribuir á su benevolencia los calurosos elogios que á su trabajo había
dirigido, expresó la opinión de que creía idéntica la constitución mo-
lecular de unas y otras cafeínas, entendiendo que la mayor energía te-
rapéutica que elDr. Espina había observado en las procedentes de la
síntesis iii rAtro podía atribuirse á su absoluta pureza, circunstancia
que no concurría en las que, separadas por análisis inmediato de los
or^nismos vegetales permanecían acompañadas de mínimas cantida-
des de substancias «/jy^frec^r extrañas á su naturaleza, como glucósi-
dos, materias colorantes, materias minerales, etc., que el análisis era
impotente para separar, y en realidad materias combinadas con la mo-
I
1^ 174 Resistas de Pediairia
í\ lécula org'ánica cafeica y por ende modificadoras y atenuantes de su
^ energía terapéutica.
f Vemos, en efecto, por los estudios de la microbiologfía que mínimas
$ cantidades de materia son capaces de modificar el quimismo de la cé-
lula hasta el punto de det(»ner el proceso de su evolución. Así el
b AspergiUus niger muere cuando se le cultiva en vasijas de plata,
fc; siendo su vida más sensible indicador de este metal que los reactivos
t más delicados del más refinado a'iálisis.
]., ' Siendo la vida una, lo mismo cuando se desarrolla en las células
r aisladas de los micro-org-anismos que cuando alienta en las confedera-
¥ das en tejidos constituyentes de los organismos superiores, ¿qué de ex-
íj traño tiene que esas muiimas porciones de materias minerales, glucó-
t sidos y materias colorantes que tenazmente se aferran á las cafeínas
^ obtenidas por análisis, mitiguen lá intensidad de su acción?
¿f Creo, por tanto, concluyó nuestro compañero, que lo que procede
íK- es modificar la posología de los medicamentos sintéticos, en armonía
í> con los progresos de la síntesis orgánica que el Sr. Espina y Capo,
v como pensador ilustre, de espíritu amplio y progresivo, es el primero,
■f\ seguramente, en admirar y aplaudir.
I Revistas ^e Pediatpia
|- , pniK VA.
í:' Da. Juan Coll v Bofill
\: Contribución al estudio de la leclie de la mujer. —
^y Es sabido que cuando se echan unas gotas de tintura de guayacol en la
>:. leche do vaíta y se la deja expuesta al aire y á la luz, se colorea, casi in-
5 mediatamente, de un hermoso azul. Este mismo color se produce
íV también añadiéndole agua oxigenada y parafenilodiamina. Estaos
¡; reacciones son características de la presencia de oxidasas, puesto que
7 en la leche hervida no se determinan. En la leche de mujer son siem-
1" pre más tardías, no presentándose sino después de expuesta durante
fc algún tiempo al aire y á la luz y aun aparece constantemente una dé-
bil coloración violeta ó rosa. Í)e todo lo dicho se deduce que estas
' reacciones permiten distinguir la leche de mujer de la de vaca. De
;, estos y otrosvariosexperimentossemejant.es y. que no cito para no
alargar esta nota, deduce JoUe^ f'Zeifs. filr Bio/ogie, tomo I, vol. 27,
cuad. 2, 1903, pAgs. 248-2f30) (Blologie MédicaJe, diciembre, 1903, pág. 104)
,. que en la leche de mujer no existen oxidasas, ni peroxidasas, pero que
contiene m^^¿/^.svw, como lo prueba la' abundante descomposición que
esta leche determina en el agua neutra oxigenada. En términos ge-
nerales, puede decirse que en iguales condiciones descompone canti-
dades cinoo ó seis veces mayores de agua oxigenada que la leche de
vaca, sin poderse indicar ninguna proporción entre la cantidad de ca-
^ t-ilasas contenidas en la leche y el volumen de agua oxigenada que es
capaz de descomponer. Cuanto menos cantidad y m*'is fuerte agua
oxigénala se mezcla con la leche, mis activa es la "reacción catalítica,
puesto que la diluida produce mnla reacción. El autor extiende más
su estudio operando con ácidos minerales, con mercurio y con sales de
flúor que, según él, debilitan el poder catalítico de la leche de mujer,
así como cree que los ácidos org micos parecen tener muy d4bil in-
fluencia sobre el fermento, y concluye afirmando que la temperatura
de To'G** destruye las cafa/asas y (jue son precipitables por el alcohol.
Nueva, substancia aiburninoidea de la leolxe. —
En el Arc/n'cio di Farmacología e Terapéutica de Palermo (pág. 304,
Reñstas de Pediatría J75
vol. VII), se íía cuenta de que A. Wrablewski (Zeit. f. physioh
Chem,, XXVI) ha encontrado una cuarta substancia albuminóioea, á la
que llama opalicina por el color de su solución, que se disting'ue de las
tres antiguas substancias alburainóideas conocidas (albúmina, globu-
lina y caseína). La fórmula de la opalicina es C,5o H„, N^, PSg 0^, y
por las distintas proporciones en que se halla en la leche de mujer, en
la oue es muy abundante; en la de burra, en la oue lo es menos, y en
la ae vaca, aún menos, constituye una nueva direrencia para recono-
cerlos.
P*urg»nto para los niños. — El Profesor Huchard reco-
mienda la lactosa asociada á la magnesia inglesa, cuya acción se au-
menta:
Magnesia 60 gramos.
Lactosa 40 »
una cucharada de sopa, de postre ó de café, según el efecto que se de-
see obtener, y según la edad del niño {Notes de Medicine RatignOy
I vol., 1903).
Tratamiento médico de la peritonitis tubercu-
losa. — Coniby preconiza el siguiente (Archiv. de Méd. des Enfants)\
Reposo absoluto en la cama, permaneciendo el niño en ella muchos
meses, si e-^ nf^cesario. Según él, esta posición favorece la reabsorción
de la ascitis y economiza gastos orgíinicos. Las ventanas déla habi-
tación e.- taran siempre abiertas, procurando que esté orientada al Sud.
En verano podrá el niño curarse permaneciendo largo tiempo al aire
libre, descansando sobre una cama-port;\til ó un coche especial. Se le
alimentará tanto como lo permita su apetito, con leche, huevos, purée
de legumbres, carne cruda y jugo de la misma. Según las indicacio-
nes y la tolerancia se prescribirá el aceite de hígado de bacalao puro
ó creosotado, el glicerofosfato de cal, la lecitina, las lavativas de aceite
creosotado, las friegas iodadas en el abdomen, el colodión, la compre-
sión del vientre y las fricciones de jabón negro.
Tratamiento de la corea. — El mismo Comby (Notes de
Méd, Pralique) emplea casi siempre la antipirina ó el arsénico en el
Licor de Boudin, haciendo lo siguiente:
1.^ Reposo absoluto en cama durante quince días.
2f* Aislamiento relativo. Ningún juego con otros niños. Reposo
cerebral y físico.
3."* Régimen lácteo. Bebidas acuosas. Supresión del vino. Ré-
gimen vegetal.
4.** Para los niños de 8 á 15 años, 10 gramos de licor Boudin, el
primer día, aumentando 5 gramos cada día, hasta 3^, y disminn\-endo
del mismo modo hasta 10. Para los niños más jóvenes empieza por
o gramos y no pasa de 20 al día.
Si emplea la antipirina, hace tomar tantas veces 50 centigramos por
día, como años tiene el niño, haciendo durar nueve días el tratamiento.
Proscribe la gimnasia y la hidroterapia.
Tratamiento de la pnenmonia lobar en los ni-
ños pequeños. — El distinguido pediatra ingles J. A. Coutts dice
(The Edimb. Med, Journal, sept. 1902) que el niño no debe tratarse de
pneumonía muy activamente. Para muchos mtMlicos la fiebre e^ un
fenómeno saludable y un gran número 'de pulmonías curan sin que se
haya ensayado el hacer bajar la temperatura. El autor cree que sólo
i
ij6 Los estigmas fisiológxcot di la degeneración
es preciso combatir la fiebre cuando la temperatura se mantiene á 40**^
por poder ser causa de peligrosas convulsiones. Para calmar el dolor
y hacer cesar el insomnio da una dosis de opio eu relación con la edad
del niño. Al final* de la enfermedad, la hiperpirexia se acompaña de
rapidez y debilidad del pulso, debiéndose entonces recurrir al alcohol
a las lociones tibias. El autor no encuentra ventaja alguna usando
a sábana húmeda, pero sí en las lavativas frías para rebajar la tempe-
ratura.
Coutts desconfía de la antipirina y de la fenacetina que afirma de-
terminan fácilmente la cianosis, propinando la quinina á la dosis de
15 centigramos para un niño de un año. No prescribe los vejigato-
rios, usando en su lugar las cataplasmas sinapizadas.
El insomnio depende á menudo de la astricción, y entonces da
una dosis de calomelanos ó una lavativa tibia. Si aparece la cianosis,
es preciso practicar la sangría en el pliegue del codo ó en el dor-
so del pie, sustrayendo 30 ó 60 gramos de sangre. Kn caso de otitis
supurada aplica sanguijuelas detrás de la oreja, ó practica la paracen -
tesis del tímpano.
Los estigmas fisloidglcos ds la degeneración ^^>
POR
Luciano Mayet
Ex interno de los hospitales, preparador en ia Faculud de Medicina de Lyon
IV. Aparato bespiratorio. — Kl terreno tuberculizalle es el más impor-
tante signo de caducidad hereditaria por lo que respecta al aparato respi-
ratorio. Desde .largo tiempo son conocidos estos candidatos á la tuberculo-
sis, «sujetos de esqueleto estrecho y delgado, de miembros torácicos de
escaso diámetro, de piel suave y floja, de extremidades adelgazadas, de de-
dos prolongados, de cara pálida, de veuo:>idades transparentes, que forman
el grueso del ejército de los degenerados». En la multitud de éstos, en los
que el neuro-artritismo, el alcoholismo, la sífllis, el saturnismo, etc., se ex-
tienden para poblar el mundo civilizado, los hijos de los tuberculosos se
mezclan con ellos, pero no se confunden. Forman una cohorte reconocible
entre todos: el aire de familia apenas si engaña á un médico ejercitado^
que reconoce en ellos otros tantos candidatos á la tuberculosis ; su miseria
fisiológica les coloca eu aptitud morbosa.
Los hijos de tuberculosos nacen distróñcos, como lo son los hijos de vie-
jos, de alcohólicos,. de sifilíticos, de neurasténicos, por alteración plasmática
y vital del huevo, el cual hará, de todos e.stos hijos, decaídos, distróficos,
degenerados, predestinados á todas las caducidades, preparados para todos
los contagios». (Landouzy).
La predisposición á la* tuberculosis es un estií^ma de degeneración de
un alto valor. Se asocia á taras múitiples, de la cuales Mosn}* y la señorita
Kowner han tratado en interesantes revistas.
En el aparato respiratorio conviene señalar también la ios espasmódica,
que no va acompañada de nin^^ún signo de auscultación, de ningún signo
laringoscópico, de ninguna expectoración, que ce^^a durante el sueño; dicha
tos es observada en los niños neurópatas.
Por último, las vegetaciones adenoides^ cuyo valor, como estigma, no está
todavía bien establecido.
V. Aparato circulatorio. — Las distrofias cardíacas y algunas distro-
fias vasculares se revelan por diversos síndromes clínicos, que deben ser
señalados entre los estigmas fisiológicos de la degeneración ; pero de los
cuales sería superfino resumir la sintomátología expuesta en todas partes:
estrechez mitral, enfermedad azul, estrechez pulmonar y estrechez congé-
nita del sistema arterial, etc.
La estrechez mitral ha sido, de mucho, la más estudiada desde el punto de
vista de sus relaciones con la herencia degenerativa. La estrechez mitral
(1) Continuación. — Véase el número anterior.
Los estigmas fisiológicos de la degeneración i 77
pura, congénita, es, ante todo y sobre todo, una deformación cardíaca, cuya
etiología revela en los padres la existencia de los grandes factores de la de-
generación : tuberculosis (Potain, Fierre Teissier), sífilis (Labadie-Lagrave
yDeguy, Huchard, Ed.Fnurnier,Rendu...), saturnismo (Duroziez), etc. La^
tara degenerativa que pesa sobre los sujetos atacados de es'recbez mitral
pura, congénita. se afirma aún en ellos por la asociación de la cardiopatíacon
otras deformaciones, con estigmas psicológicos de la degeneración, con de-
tenciones de desarrollo que atacan el ser entero : enanismo mitral de
A. Gilbert, infantitisrao del tipo Lorain-Faneau delaTour. Las relaciones de
la epilepsia, de la histeria, con la estrechez mitral pura, han sido mil veces
puestas en evidencia (Huchard, Girandeau, Huc, Redhon, etc.). Lvi fami-
liaridad nos parece discutible, á pesar de los hechos señalados. Esta es,
por otra parte, una comprobación de ínfimo valor.
Enfermedad azul. Estrechez pulmonar. Estrechez congénita del sistema
arterial, recientemente»estudiada en la tesis del Dr. Paradís.
Distrofias venosas descritas en los hereilo-sifilíticos por Ed. Fournier.
Fragilidad de los capilares, que explica la frecuencia de las hemorragias
en los neurópatas, la facilidad con que se produce el otematoma en los epi-
lépticos, los idiotas...
Tales son alguaos estigmas, que no podríamos pasar en silencio.
oí) #Cfe€^<^<QG^
Fig. 4. — Escritura de un hombre idiota y epiléptico. (Degenerado que ocupa los últimos grados
de degeneración). — (Flospicio de Perrón)
En la sangre, algunas formas de clorosis, por ejemplo, la asociada á la es-
trechez mitral congénita, hasta el punto de ser, por decirlo así, sintomática
de éste, y la «clorosis nórtica» de Virchow. ligada á lahipoplasia arterial...
pueden aproximarse á la clorosis verdadera (pero no de ciertas anemias
simples, sintomáticas, señaladas injustamente como clorosis), tanto, que te-
nemos gran tendencia á considerarla, con Gilbert, como una enfermedad
de caducidad, aun cuando esta opinión sea una hipótesis comprobada sólo
en parte y que pide confirmación.
VI. Órganos génito-urinarios —La incontinencia de orina refleja ó
sintomática no está en relación con la degeneración. La incontinencia de
orina esencial, sobretodo nocturna, que principia de-de la juventud y pue-
de desaparecer en la pubertad, ó por el contrario, persistir durante toda la
vida, está unida á la histeria, á la epilepsia y de un modo más gf^neral á la
degeneración hereditaria. Guiñón, en su artículo del Traite des maladies
de Venfancey pone muy en evidencia el íntimo parentesco de la incontinen-
cia de orina con las otras manifestaciones degenerativas.
Los trastornos funcionales del aparato genital e¿>tán representados por los
excesos venéreos y la masturbación; la esperma torrea, frecuente en los neuras-
ténicos y epilépticos ; el priapiS7nOy que caracteriza una erección extrema,
dolorosa, con exclusión de todo d»^seo venéreo (Féré).
Con el título de estigmas obstetricales de la degeneración, se puede indi-
car algunos casos de esterilidad, unida á la carencia, á 1h atrofia congénita,
al funcionamiento defectuoso de los ovarios con integridad de las vías ge-
nitales ó causada por anomalías de éstas á pesar de la integridad anatómica
y funcional de los ovarios ; ciertos abortos, aun cuando la mayor parte de
éstos no tengan nada que ver con la degeneración, porque reconocen en-
tonces por causas los traumatismos, las imprudencias de la madre durante
el embarazo, las operaciones criminales, tan frecuentemente utilizadas
cuando sobreviene un embarazo inoportuno... y no la infección sifilítica, la
acción tóxica del alcohol ó cualquiera otra influencia patológica sobre el
espermatozoide, el óvulo ó el embrión ; por último, ciertos casos de distocia
y de presentaciones viciosas que resultan de las anomalías esqueléticas de
la pelvis, anomalías cuya importancia ya hemos indicado, colocándolas en-
tre los estigmas anatómicos. No pensamos que se pueda decir más en la
jj8 Ve ereoiogia sociai
actualidad, y no podemos compartir las ideas de Larger, padre é hijo, que
revindican para la degeneración todo «lo que en la concepción, el embara-
zo, el parto, se separa del tipo fisiológico... todas las presentaciones y posi-
ciones diferentes de la O 1 1 A... todo lo que es patológico en la gestación
hasta comprender la eclampsia, las infecciones puerperales y la flegmasía
alba dolens »,
(Se continuará),
Venepeologia social ^^^
POK EL
Dr. Clado
Delegado de Grecia en la Conferencia de Bruselas
Otras causas contribuyen secundariamente á favorecer la caída y la re-
lajación subsiguiente de la joven. Son :
a) Principalmente la /alta de toda educación especial destinada á hacer
conocer á la niña los peligros que corre, las celadas que se le tienden, las
terribles consecuencias de fiólo un paso en falso. ¿No encuentra frecuen-
temente una influencia contraria en su familia?
b) Lvl falta de vigilancia. La mayor parte de las menores, ianto en la
ciudad como en el cam|)o, se ocupan en trabajos que no permiten la vigí-
Inncia paterna, también dedicados á X)tros trabajos. La menor de edad
está, pues, expuesta á los malos ejemplos, á las conversaciones viciosas, á
las sugestiones perversas, á las tentativas de seducción, sea durante el tra-
bajo, sea en las horas de ocio.
c) La licencia de las calles, la exhibición de ilustraciones obscenas que
preparan los desfallecimientos del pudor, en fin, la posibilidad para el
sensual de entablar relaciones con alguna joven, incitaría por ofertas de
joyas, cenas, etc., sin incurrir en ninguna penalidad.
d) El ascendiente <iue ejerce sobre la obrera el hombre que le es supe-
rior en jerarquía, sea que á ella le guste ser distinguida por él, ó que cuente
con sacar un beneficio en su favor.
ej Los peligros inherentes á la profesión, sin hablar de las menores que
suben á las tablas, ó que sirven de modelos en los talleres de artistas (n que
se dicen que lo son) ; es sabida la elección que intencionadamente hacen
algunas casas de costura, de modas, de lavados, algunos hoteles, restau-
ranes, etc., ile jóvenes que puedan atraer y sujetar al cliente, por sus atrac-
tivos de recndera, de maniquí, de criadita, etc.
fj Ln promiscuidad *^u que viven las familias de labradores y obreros
pobres, y qué, determinando una excitación natural, tiene muchas veces
por resultado facilitar la depravación de la joven por algún pariente, y á
veces por un hermano y hasta por su padre.
ff) Por último, la excitación al relajamiento, la venta de la niña, por pa-
rientes desnaturalizados ó industriales especiales, que obran por cuenta de
la vejez generosa ¿No hay excitación indirecta á la prostitución cuando
los padres, con sus malos tratos, sus pretensiones en el salario ganado por
la niña, provocan la rebelión y la salida de aquélla de la casa?
Todas estas causas obran directamente S'»bre la mujer menor de edad
para incitarla á la viíla licenciosa ; pero existe otro factor del que única-
mente la ley es responsable y que concierne al hombre : la falta de medidas
penales propias para refrenar los apetitos de aquél.
En efecto, el licencioso sabe :
1.° La certeza de la .mpunidad en caso de corrupción de una menor
desde los 13 años para arriba.
2.* La prohibición, por lo menos en Francia, de investigar la paterni-
dad. En otros países europeos la sanción legal de la paternidad existe
bajo diferentes formas (alimentos, responsabilidad...), pero raramente la
justicia ó la iniciativa privada exigen su aplicación.
3° Los innumerables obstáculos creados al matrimonio legal. Inde-
pendientemente de las formalidades administrativas, de las dificultades de
(1) Continuación. —Véase cl número anterior.
Venereología social lyg
orden profesional (como sucede en los militares), susceptibles de retrasar ó
impedir los matrimonios, la obligación del consentimiento de las familias es
el obstáculo más terrible. El hombre no puede casarse ^in este consenti-
miento antes de cumplir los 25 afios, ni la mujer antes de los 21. De este
modo, la ley suscita una oposición absoluta á la unión legal en el mismo
momento en que la mujer se encuentra predispuesta á la caída por amor.
A partir de esta ^dad, los requerimientos respetuosos constituyen todavía un
serio obstáculo, que puede retardar indefinidamente una unión proyectada.
Pues bien : todo atraso en una unión regular entre dos seres enamorados
uno del otro, anima á la mujer á entregarse libremente, no sólo por amor,
sino también con la esperanza de un próximo enlace. Con mayor razón
sucede esto mismo en la menor de edad cuando la oposición de los padres
impide su casamiento con el que ama.
4.° La carencia de una ley que castigue la promesa de matrimonio no
realizada (bablo siempre con respecto á Francia).
Es necesario hacer notar bien esta contradicción : la ley considera el
matrimonio como una de las mejore.s instituciones sociales, y no obstante,
acumula esa misma ley ob.stáciilos para su realización. Si, en efecto, á
consecuencia de una legislación severa que proteja á las menores, los hom-
bres, los únicos responsables aquí, no consiguieran sus fines con tanta fa-
cilidad, nadie duda que muchos de ellos se casarían fn el mismo instante
en que el amor les dominara. Observamos, en verdad, que un gran nú-
mero de ellos son sinceros en el momento que prometen unirse con la que
aman ; y sólo después de haber cohabitado con ellas sin ninguna sanción
legal, se habitúan á las facilidades de una unión irregular, cuando no ter-
minan el idilio por el abandono al prim^'r pretexto (falta de dinero, emba-
razo, matrimonio más ventajoso, etc.)
En resumen, tres categorías de causas determinan la caída y preparan
la prostitución de menores :
1." Kl amor, la causa de mucho más general,
2 ** Menos frecuentemente, la tendencia al vicio, más ó menos fortalecida
por sugestiones perniciosas, ejemplos desmoralizadores, etc. En esta cate-
goría entra la predisposición hereditaria (prostitutas-natas).
3.° La trata de menores^ que responde á un número relativamente ínfimo
de casos.
B. Cansos inmediatas de la prostitución. — Hemos reconocido que, en la
inmensa mayoría de caso.s, la causa original de la prostitución es el primer
amor. Veamos como la mujer que se ha entregado por vez primera se
hará prostituta bajo la influencia de ci' rto número de causas secundarias,
que pueden clasificarse en dos categorías: 1.*, causas que obran directa-
mente sobre la mujer; 2.*, intervención del deseo del varón
I."* Causns que obran sobre la mujer, — Una primera caída hace que la
mujer sea más vulnerable. Abandonada por su primer amante, toma ge-
neralmente un segundo para consolarse del abandono de aquél, ó para
satisfacer sus sentidos ya despiertos, ó por necesidad de un apoyo moral ó
material. Abandonada de nuevo, con más facilidad que por el primer
amante que tuvo, se entrega sucesivamente á otros, y pierde poco á poco
todo pudor. /
De este modo, las influencias accesorias (malas compañías, libros porno-
gráficos, teatros licenciosos, etc ), se ejercitan en ella y acaban por rela-
jarla. Está madura para la prostitución.
Indudablemente, entre las causas que determinarán su caída definitiva,
se ha de tener en cuenta su misma debilidad, el desfallecimiento prematuro
de una energía que no ha sido n\inca cultivada :
a) En el curso de sus sucesivas uniones, olvidará el trabajo, se acos-
tumbrará á una vida fácil, á Iñperezff. La tentación será muy grande para
esperar de la prostitución los recursos que aseguran las comodidades
b) En otros casos, la vanidad pi»'rde á la mujer. Se deja deslumhrar
por el lucro fácil, las joyas, el lujo, etc., y le fascina el ejemplo de una com-
pañera llegada á la ostentación de la alta corte>anería.
c) Pero, lo más frecuentemente, hi mujer es la víctima de la misma or-
ganización de la sociedad en que vive. Es la necesidad bajo su forma más
atenuada, ó bien la ne^ra miseria la que le obliga á vender su cuerpo. Afir-
mo aquí que la mujer no se vendería muchas veces si no le impulsara á
i8o Venereología iociat
ello la mi^seria. Recordad este rasgro sorprendente en la prostituta, aun en
la prostituta callejera, que se reserva un amante de corazón, de quien no
acepta nunca nada, pero á quien da, en cambio, todo lo que puede. La
mujer tiene el respeto inconsciente del amor en un grado mucho más alto
que el hombre.
La miseria ataca á las jóvenes que habitan en el campo, las cuales emi-
gran h las grandes ciudades para ocultar una falta, un hijo, ó para colocar-
se como nodiñzas ó domésticas. Si sus esperanzas no se realizan, frecuente-
mentt^ la miseria las impulsa á la prostitución.
Aun una mujer que trabaja concienzudamente no está siempre al abrigo
de la necesidad : lejorf de ello. Las que viven con familia se bastan gene-
ralmente, con más ó menos estrecheces, gracias á la colectividad. Pero,
las que viven solas, las que tienen que mantener á sus padres, á un hijo ó
á hermnnos pequeños, excepcionalmente pueden bastarse á tíido. La difi-
cultad de vivir por el trabajo incita á la mujer á buscar el apoyo de un
hombre : es el preludio de la prostitución.
Si om paramos la vida de las jóvenes del campo con la de las que habi-
tan grandes ciudades, nos sorprenderemos del hecho que la ciudadana se
encuentra constantemente luchando contra la miseria y se vé obligada á
recurrir á la compañía de un hombre, mientras que la campesina, acostum-
brada á lo módico de sus gastos de subsistencia, tiene suficiente con un
pequeño salario. Puédese, pues, decir que las grandes ciudade» son fábricas
de prostitución
d) Una enffjrmedad venérea ó cualquiera otra adquirida por una mujer,
puede originar su prostitución, á consecuencia de los gastos y del perjuicio
que ocasiona, sin hablar de la permanencia en el hospitaP que no es nada
moralizadora. No hay en esto ninguna exageración, y puedo afirmar que
he visto y diariamente veo en los tjospitales muchas obreras que, al salir
de ellos, curadas, se hacen pro.stitutas.
e) A la licencia de la calle y del libro que ya he señalado, se ha de aña-
dir la del teatro, que obra indirectamente por la inmoralidad de las piezas
representadas, y directamente por la exhibición de mujeres jóvenes casi
desniídas, lo que, en realidad, constituye ya un hecho de prostitución
pública.
f) Finalmente, ^\ proxenHismo en todas sus formas. Al lado de la in-
dustria especial calificada de trata de blancas^ es preciso señalar, como
capaz de favorecer mucho la prostitución, las cervecerías servidas por mu-
jeres, las tabernas, los hoteles dudosos, como también los grandes hoteles,
algunos café-conciertos, las tiendas d»' ciertos pasajes de los grandes bule-
vares..., las casas clandestinas, casas de cita, casas cerradas, que repre.-^entan
al menofcf refugios en los que una pobre, por pocos atractivos que ofrezca,
puede encontrar de qué comer y una cama para dormir.
Al lado de las influencias qoe tienden á precipitar á la mujer en la pros-
titución, se han de mencionar las que concurren á mantenerla en ella aun
á pesar suyo :
«) Ante todo el prejuicio social que permite que para el hombre estén
abiertas todas las vías de rehabilitación, y que la mujer una vez caída no
pueda lavar su culpa.
fi) Lfiii proxenetas, sostenedoras, etc ; todas las que viven de la explota-
ción de la prostituta, y saben, en caso de necesidad,- obligarla, por su supe-
rioridad, con amenazas ó sevicias, á continuar ejerciendo su triste oficio.
y) Todo, ha.sta las medidas policacas, se dirige contra la desgraciada
para que su deírradación sea irremediable. Indudablemente, cuando una
joven se presenta espontáneamente al comisario de policía para reclamar
su inscriprion, la ley oblig.i al magistrado á que intente hacerle cambiar de
idea. Pero el caso es bastante raro. Incomparablemente más frecuente es
el de las mujeres denunciadas, detenidas incidentalmente ó recogidas en
una ra:zia, íi quienes sin demora se les da la cartilla de oficio. ¿Qué pue-
den hacer, sino abandonarse definitivamente á la prostitución? La estam-
pilla oficial, desde entonces, e.s para ellas una necesidad.
He aquí, pues, una serie de causas que, obrando separadamente ó en
conjunto, nos explican el por que y como la mujer se hace y continúa
siendo prostituta. Kllas nos excusan de recurrir á las teorías imaginarias
sobre la prostituta nata (Lombroso, Pauliue, Tarnowsky, etc.), ó sobre el
Vtturtologia tociai ¡Si
estado mental particular de las prostitutas (Martineau, Verchére). Indu-
dablemente los casos de prr»disposición existen, pero es la ínfima minoría, y
se comete un error g-eneralizando estos hechos particulares.
2." Causas gue odra7i en él hornee. '-B.Ableiüoss.hoTñ de la categ-oría de
las causas de prostitución, en que el hombre, el cómplice, entra solo en
juegro.
a'.) Kl celibato forzado. Alg-unas profesiones, en las cuales la vida con-
yugal es imposible ó difíril, impulsan al hombre á recurrir al amor venal.
Tal es el caso de los militares, marinos, estudiantes, muchos empleados y
obreros. S )n hombres jóvenes, en plena excitación sexual, é inducidos na-
turalmente al amor fácil y rápido.
b') Ei celibaío voluntario, \)0T gnsto ó necesidad, ya se trate de célibes
viudos, jóvenes ó viejos. Actualmente, á causa de las condiciones sociales,
del relajamiento de las costumbres, de las facilidades que ofrece la galante-
ría, sé casan pocos y, sobre todo, se casan tarde.
c'J La continencia conyugal de muchos casados, que no pueden, por cua-
lesquiera razón ( enfermedad ,Vmbarazo, temor de una concepción...), satis-
facer sus deseos sexuales.
d') Pero la causa que predomina sobre todas las demás y que se debe á
la vez á la naturaleza del hombre y á las convenciones sociales, es \?í poliga-
mia clandestina del varón. La sociedad admite que el hombre sea poligramo
desde su juventud, y que, soltero ó casado, pueda á su grado satl^facer sus
caprií'.hos, sin que la ley tenga que intervenir, y sin que la desconsidera-
ción social lo estigmatice, como hace con la mujer. Por lo tanto, sin escni-
pulo y casi con la ayuda de la sociedad y el consentimiento tácito de las
leyes, el hombre puede hacer uso de la mujer, prostituta ó no. Usando de
la prostitución, le ayuda; buscando la mujer relativamente decente, favo-
rece su ingreso entre las prostitutas.
Si se examina en conjunto todas las causas que determinan y favorecen la
prostitución, se reconoce que se trata entre ambos sexos de un verdadero
comercio, sometido, como los demás, á la ley de la oferta y de la demanda.
Es cosa sabida, que si la oferta frecuentemente atrae y, por lo tanto, es pro-
ductiva, la demanda es, principalmente, la base de toda operación comer-
cial. La demanda en esta ocasión es la exiírencia del hombre. Para sa is-
facer sus apetitos se ven prosperar una multitud de dignas profesiones, y
erigirse metódicamente una serie de instituciones oficiales, en las cuales la
mujer siempre es la víctima.
II. Causas accesorias que favorecen la contaminación venérea. —
Todas las causas que provocan ó facilitan la prostitución de la mujer (mise-
ria, proxenetismo, celibato del hombre, etc...)» favorecen, ala par, la propa-
gación de laíf enfermedades venéreas: no digo más. Pero hay otms, acce-
sorias, que intervienen directamente para hacerlas relaciones sexuales más
peligrosas para la prostituta, ó para el que la frecuenta. Vamos á pasarles
revista. En cuanto á la contaminación extra-cenital ( por la hictancia, los
contactos profesionales...), la estudiaremos de un modo especial al fin de
este trabajo.
A. Alcoholismo. — En una relación muy curiosa debida á uno de los in-
formadores del Congreso, la estadística hecha por el autor parece demostrar
que el alcoholismo favorece la contaminación de las enfermedades venéreas
y en particular la de la sífilis. Efectivamente: es cierto que la excitación
alcohólica predispone al hombre á buscar las relaciones sexuales. Se ve
cotidianamente jóvenes embriagados ó sólo alegres por el alcobol, visitar á
bandadas las casas de prostitución.
Es también evidente que en el estado de embriaguez el h'^mbre es menos
previsor y no tarda en resolverse, tanto, que si una duda puede UHcer en su
espíritu frente á una mujer enferma, bajo la influencia del alcohol, esta
duda no se despierta. Es de observación corriente que el hombre que en un
lugar público (calle, teatro, café- con cierto, baile público...), traba conoci-
miento con una mujer empieza por ofrecerle bebidas, y sólo después de
consumir alcohol se entregan al coito; pero entonces, tanto en el hombre
como en la mujer, la facultad de observación desaparece aun para los fenó-
menos más comunes.
A esto se limita, probablemente, la influencia del alcohol, favorable á la
contaminación
i82 Venereotoffia social
B. Falia de iniciación. — Si el hombre ó la mujer tuviesen algunas no-
ciones de las enfermedades venéreas y sus manifestaciones exteriores, es
indudable que podrían en ciertos casos evitar la contaminación, abstenién-
dose de un coito sospechoso ó tomando las medidas que la más elemental
higiene ordena. Además, cierto número de enfermas, conocedoras de su
estado, sufrirían el yugo de su conciencia y se abstendrían de contaminar á
otros. N
C. La penuria de las mujeres, á disposición de las grandes aglomeracio-
nes de h' mbres, puede favorecer la diseminación de las enfermedades vené-
reas. Por una parte, supuesto que cada prostituta deba bastar á una clien-
tela numerosa, tendrá más facilidad de contaminarse ; por otra, una vez
atacada, infectará en un tiempo dado á un número más considerable de
hombres, que, á su vez, propagarán el mal, y así sucesivamente.
I). El largo periodo durante el cual las enfermedades venéreas son
transmisibles es la causa principal de su diseminación. Grosso modo, se
puene calcular en tres meses el período infeccioso de la blenorragia y en un
año el de la sífliis, aun teniendo en cuenta el tratamiento. Este cálculo no
tiene nada de exagerado, porque hay manifestaciones que se presentan en
el curso del tratamiento y que pueden pasar inadvertidas. Además, todas
las cansas que prolongan este período peligroso, acrecientan las probabili-
dades de diseminación de la blenorragia y de la sífilis.
Estas causas son :
1.® La no observación de un tratamiento riguroso. Si se considera la edad
en que la infección se verifica más frecuentemente, la negligencia de los
enfermos se comprende con facilidad. Para la mujer, la edad de la infec-
ción está comprendida la mayor parte de las veces enti'e los 16 y los 20 años
(FnuriMer, Juilien, Le Pileur, Sperk, Hoeífel y Fiaux), para el hombre entre
los 22 y los 28 anos (Fournier, hijo). El hombre á esta edad es, general-
mente, aún un niño, un joven loco, aún más indiferente que la menor de
edad á las prescripciones médicas.
2.° La defecttwsa organización de los cuidados gratuitos, que perjudica do-
blemente al enfermo pobre en sus intereses. Ante todo, la excesiva concu-
rrencia á las consultas públicas le ocasiona una gran pérdida de tiempo
(Fournier, Blashko, Lassar, Neisser, etc.). Las horas de consulta son preci-
samente las de su trabajo, de lo que resulta la pérdida de su SHlario. Ade-
más, se ve obligado, frecuentemente, á comprar los medicamentos. Diga-
mos qu** las enfermedades venéreas señaladas con el nombre de enfermedades
vergonzosas hace que el enfermo titubee en hacerse examinar, y esto se
verifica tanto más cuanto que el examen tiene lugar coram populo*. En él el
enfermo se oculta para seguir su tratamiento, de lo que nace una nueva
dificultad para seguir las prescripciones. Hasta en los hospiíales y clínicas
el venércí» es muchas veces objeto de desconsideración, de medidas vejato-
rias que tienden á alejarle del mismo medio en que pudiera ser tratado y
curado.
3.** Para la prostituta enferma el temor á lapolicla y á San Lázaro es
quizás la causa principal que le impide divulgar su secreto. Los cuidados
que recibe en estas condiciones son seguramente defectuosos y sus efectos
insignificantes.
4.° \a\ profusiÓ7i de charlatanes que ctiran «todas las enfermedades se-
cretas en tres días y aún menos». No solamente estos industriales se en-
tregan á un verdadero abuso de confianza con los enfermos que se dejan se-
ducir por sus anuncios, sino también son un ataque á la salud pública,
prolongand el período en el cual estas enfermedades son peligrosas. En
este caso la legislación es la directamente responsable de todos los anuncios
fallos que se fijan en los orinaderos públicos (1) y en la cuarta página de los
diarios.
S.** La libertad que se toman muchos farmacéuticos de tratar las enfer-
medades venéreas es un manantial abundante de diagnósticos erróneosyde
tratamientos ineficaces.
(Se continuará).
(1) Progrés Médica i, 1002, p. 183 y 1903, p. 20h.
LAS ÚLTIMAS CONQUISTAS DE LA QUÍMICA
El padio
POR
L, Raimondo
(i)
Cuando algunos periódicos de la península dieron cuenta del maravi-
lloso descubrimiento de loá cónyuges Curie, que revelaba la existencia de
un metal espontáneamente luminoso y dotado de propiedades prodigiosas
é inexplicables aún para los más notables científicos modernos, se dijo, con
expresión de sincero entusiasmo, que los hallazgos de la ciencia habían su-
perado una vez más las más audaces previsiones de una fantasía potente.
Luego después se siguió fantaseando, y anticipándose á la realidad ma-
ravillosa, se difundieron sobre el nuevo cuerpo noticias é ideas absoluta-
mente infundadas, y en uno de los principales periódicos diarios se conce-
dió ancho campo á un error, cuya gravedad obliga á volver sobre el asunto
y desarrollarlo con criterio más científico y más exacto, comenzando con el
resumen breve de los principales descubrimientos, que, en cierto modo,
dieron lugar al del radio, ya que además de aumentar el grado de ilustra-
ción, proporcionan la ocasión de estudiar una á una las propiedades de
algunas radiaciones, de cuyo conocimiento resultará más evidente la carac-
terística del nuevo elemento.
Todo el mundo conoce la chispa eléctrica: la naturaleza misma nos pre-
senta este fenómeno en su mayor grandiosidad al descargarse un cuerpo
electrizado sobre otro cargado de electricidad contraria. Cuando tal fenó-
meno, en vez de realizarse al aire libre, es provocado en un ambiente de
gas rarefacto (tubos de Geissler), en lugar de la característica línea de fuego
en zig-zag ó en ramificaciones, se produce una «erie de estratificaciones,
que se extienden del electrodo positivo (ó ánodo) hasta cierta distancia del
electrodo negativo (ó cátodo), mientras los dos electrodos aparecen rodeados
de una aureola luminosa, purpúrea en el ánodo, violácea en el cátodo.
De estas dos emanaciones luminosas, la luz anódica está á sobreviento
hasta el límite de rarefacción, que coincide probablemente con el máximo
de conductibilidad del medio aeriforme;
Rayos catódicos — Traspasando dicho límite y aumentando la rarefac-
ción hasta tener una presión inferior á 2 mm. de mercurio (tubos de Crookes),
aparece más brillante la emanación catódica; se observa, además, que los
rayos, partiendo de un electrodo plano ó convexo, se alejan en dirección
normal y producen una viva iluminación en la zona opuesta del tubo que
van á impresionar.
Además de la acción luminosa sobre los cuerpos impresionados, los ra-
yos catódicos presentan también la propiedad de atrhvesar los metales, no
obstante no poder atr-^ves^r algunas substancias que (como el vidrio), de-
jan pasnr la luz ordinaria; pueden transformar su energía en energía tér-
mica, ó en trabajo mecánico; y finalmente, se flexionan bajo la iofluejiciade
un campo magnético, conduciéndose como flexibilismos reóforos, unidos
por una extremidad al cátodo y libres por Im otra de moverse y de acercarse
al punto en que se ejerce la acción magnética.
El fenómeno de la desviación fué brillantemente demostrado por Lenard,
quien, aprovechando la propiedad de los rayos catódicos de atravesar los
metales, los hizo salir del tubo en que se producían, substituyendo en él á
la zona catódica de la pared vitrea una laminilla de aluminio.
Insensibles al ojo, dichos rayos revelan su presencia alas chapas fotográ-
ficas, impresionándolas; de suerte que Lenard pudo fijar y examinar, con
el auxilio de la fotografía, las desviaciones sufridas por los rayos en presen-
cia de un imán.
Los rayos no iurtuenciados por el imán dejan en la chapa una impresión
circular limpia, ola imagen de un disco rodeado de una aureola concén-
trica. En presencia del imán presentan como un penacho lateral, ó una
(t) // Progresso Medico, 10 agosto 1903.
1 84 iSl radio
trasformación de la aureola disipada eu dirección de la fuerza magnética,
quedando todavía fija la mancha.
Aquella iraprecjion que Lenard creía que era debida á rayos de la misma
especie, pero corre>poiidientes t diversas loug-itudes de onda, era debida á
los rayos X, cuyo descubrimiento hizo el físico alemán Rór>tgen, en 1875.
Rayos X. — Los rayos X, como puede fjícilmente deducirse del experi-
mento antes referido, son absorbidos por el aire mucho menos que los rayos
catódicos y no son desviables por la influencia de un campo magnético.
Los experimentos especiales de Rontgen demuestran, además, que atra-
viesan el vidrio y las substancias poco ó nada penetrables á los i:íiyos cató-
dicos (atraviesan los tejidos blandos de los animales, el papel, las tablas de
madera, el agua y muchos líquidos), pero no los metales, á excepción del
aluminio finamente laminado.
Se propagan en línea recta y producen la iluminación sobre los cuerpos
susceptibles de tal fenómeno, dejando claramente sin influenciar la parte
del objeto iluminado protegida por un cuerpo opaco para ellos. Sobre este
hecho está fundada la llamada fotografía de lo invisible. Tienen también
la propiedad de destruir la electricidad positiva ó negativa de los cuerpos
electrizados, dejándoles una pequeñísima carga de electricidad positiva.
El desctibri miento de Rüntgen incitó á los hombres de ciencia á buscar
otras radiaciones semejantes. En 1896, Enrique Becquerel demuestra la
propiedad del Uranio y de sus sales de emitir radiaciones invisibles, que
impresionan la chapa Votográfica hasta á través de una cubierta de papel
ennegrecido ó de finas lauíinillas de aluminio, que descargan los cuerpos
electrizados y pueden reflejarse, refractarse y polarizarse.
En 1898, Schidt y la señora Curie encuentran propiedades análogas en el
ThoriOy y en seguida, aunque más marcadamente, las descubren en algu-
nos minerales de Uranio y de Thorio.
Este hecho les indujo á suponer que en dichos minerales debía existir
algún cuerpo dé podí^r radiante mucho más activo que los elementos estu-
diados; y efectivamente, en el mismo año y en el siguiente, fueron aislados
tres nuevos elementos de propiedad radiante, infinitamente superior á la
del Uranio:
El Polonio descubierto por. la señora Curie (1898).
El Radio descubierto por el señor Curie (l898).
El Atinio descubierto por Deburne (1899).
Pero mientras que el Atinio y el Polonio, aun siendo mucho más activos
que el uranio, emiten radiaciones no perceptibles por nuestros ojos y que
pueden estudiarse sólo por sus impresiones sobre chapas fotográficas, el Ra-
dio emite radiaciones visibles: se presmta luminoso y brilla intensamente con
una característica luz verdosa.
Parte de sus radiaciones invisibles es desviable por influencia de un
imán, como sucede con los rayos catódicos antes descritos; y parte no es
desviable y tiene fuerte poder de penetración, como ocurre con los rayos
R5ntgen.
Según experimento de los cónyuges Curie, los rayos desviables al herir
un cuerpo, lo cargan de electricidad positiva, mientras el Radio, del cual
parten los rayos, se carga de electricidad negativa. Los rayos no desvia-
bles análogamente á los rayos Roentgen, pero con mayor intensidad, tienen
una acción cáustica sobre el organismo animal.
Tal acción, que es absolutamente independiente de un poder calorífico,
se encuentra descrita por vez primera, relativamente á los rayos X, en una
breve Memoria del ingeniero O. Lepping f Z>ím/ícAí med. Wochenschrift,
n. 28, 1900).
El autor, que estudiaba entonces los rayos Rontgen, usando á menudo
como objeto de prueba su mano «izquierda,* pudo notar en ésta, al cabo de
muchos días, una tumefacción general con una rubicundez espec al, y en
el centro del dedo anular una vejiguilla igual á las pro«lucidas por las ver-
daderas quemaduras. Los doctores Bar y Doutle refieren el caso de una
mujer, que, á consecuencia de una larga sesión radiográfica, presentaba
escaras profundas en la pared abdominal al cabo de un mes. cuyas es-
caras llegaron á ocupar en breve una tercera parte de dicha pared y á pro-
ducir una úlcera atónica muy difícil de curar.
El radio i85
Patrick Camdy narró un caso en que los efectos cáusticos que nos ocu-
pan, se manifestaron de un modo imponente (Observación de una quemadura
grave debida á los rayos X. — Medical Record, 3 febrero 1900).
Un enfermo expuesto á los rayos X durante 45 minutos, presentó, al cabo
de ocho días, un eritema que se extendía desde la región del bajo vientre á
la parte superior de los muslos, produciendo primero un intenso prurito y
lueg-o un fuertísimo dolor. Sobre el eritema aparecieron vesículas, y al cabo
de unos veinte días se declaró una extensa exfoliación. En el decurso de
los dos meses siguientes, se furmó en la ingle izquierda una gnin mancha
fuertement'^ colorada, que era asiento dé dolores atroces é incoercibles, los
cuales fueron aumentando durante tres meses, hasta el punto de obligar á
practicar, como remedio extremo, la extirpación completa de todos los teji-
dos enfermos.
Un modo de obrar semejante al expuesto tienen las radiaciones no des-
viables del Radio sobre el organismo : la parte del cuerpn que sufre su in-
fluencia durante cierto tiempo, no se escapa de padecer dolorís mas quema-
duras, muy difíciles de curar.
Este fenómeno, falsamente interpretado, es lo que dio lugar al deplora-
ble error de attrmar que el nuevo elemento constituye una «fuente cons-
tante é inagotable de calor..., destinada á reemplazar dentro de pocos años
las estufas, el carbón, el gas ó la electricidad en las cocinas *. (Stajnpa, 29
mayo de 1903). Como antes se ha dicho, si hay en esta acción del Kadio ex-
clusión absoluta de radiaciones caloríficas, no se podrá con él llevar á la
ebullición una vasija, como no se consigue por medio de un sinapismo...,
que también quema, como todo el mundo sabe.
Una de las particularidades más sorprendentes del metal en cuestión es
precisamente la de emanar sus potentes é inagotables radiaciones sin acom-
pañamiento de variación térmica, ni de ninguna otra modificación, como
debería suceder en un centro de producción de energía, ocurriendo un
hecho que parece está en contradicción, á lo menos por ahora, con las leyes
de la Química, de la Física y de la Mecñnica.
Becquerel prueba de explicar el hecho admitiendo una analogía con los
cuerpos olorosos, los cuales pueden desprender sus perfumes i)or tiempo
incalculable, sin presentar modificaciones en la estructura y el peso, capa-
ces de !>er comprobadas por nuestros más perfeccionados instrumentos.
Los cónyuges Curie opinfíu que el radio y, en general, los cuerpos de
gruesos átomos tienen una aptitud especial para absorber y luego transfor-
mar aquellas radiaciones semejantes á los rayos Ron gen, que serían muy
difusas y continuamente producidas por el paso de radiaciones ultravioletas
en un campo eléctrico.
'Francisco Savorgnan, de Brazzá, que, bajo la guía del mismo Becquerel,
fué de los primeros que ilustró bastante bien este asunto (Secólo XX, n.° 1,
ano 1903), lanza atrevidamente la hipótesis que hace pensar en una vida
rudimentaria poseída por el elemento. Y la hipótesis no j)arecerá de ningún
modo descabellada á quien tenga noticia délas maravill' sas revelaciones de
Box sobre la sensibilidad mineral, y de las del mismo Savorgnan, muy
recientemente recopiladas en la revista últimamente mencionada (n**6).
Pero entre estas explicaciones y las demás mu^'^ numerosas que seguramente
se añadirán, solamente el tiempo y los grandes estudios podrán escoger la
mejor.
Por ahora debemos admitir sin explicación los fenómenos sorprendentes
que, además do los enumerados, el radio nos presenta.
Por su influencia, el oxigeno modifica su estructura molecular (O = O) y
se convierte en ozono i \7\/ ) » éT^s dotado de propiedades oxidantes
mucho más enérgicas que el oxígeno.
El cloruro de bario, incoloro en su estado normal, pasa á ser rosado y
después encarnado.
El ácido nítrico se colora de amarillo.
Los vidrios de las redomitas y de los recipientes que contienen prepara-
dos radio-activos, se vuelven de color violeta.
Y todas las propiedades mencionadas son transmisibles á los cuerpos
electrizados negativamente, pues por una acción más ó menos prolongada
del cuerpo radiante se vuelven radio-activos y conservan por larguísimo
1 86 Revista critica bibliográfica
tiempo la llamada radio-actividad reducida. Sería demasiado largo mencio-
nar las numerosas aplicaciones que se ha pensado hacer de estas maravillo-
sas propiedades
Los mgleses han ideado aprovecharlas en la terapéutica oftíilmica, como
medio útilísimo de conseguir la absoluta insensibilidad del nervio óptico.
La fototerapia, y más particularmente la radioterapia como medio flo-
gístico, recibirán un vigoroso impulso de este precioso metal, que permitirá
substituir la complicada maquinaria actual por un sencillo tubito lleno de
materia radio-activa.
También será simplificado el procedimiento de la llamada fotografía de
lo invisible, ya que unas pocas partículas de radio desterrarán las pilas, los
tubos y los caros carretes de RumkorflF. Se podrá tener lámparas indefini-
damente luminosas, sin necesidad de vigilancia ni de substitución de mate-
rial: BeLón ha demostrado que es posible la solución de este problema, pues
metiendo una cantidad infinitísima de radio en una rednmita de vidrio llena
de cloruro de zinc, obtuvo la emisión de una luz bastante intensa.
Y cien otras pruebas tendrán buen éxito y larga aplicación, cuando á la
aplicac ón ayude... la materia aplicable. Porque en todo el muudo (es
oportuno recordarlo aquí) no existe del nuevo metal ni siquiera la cantidad
de un gramo aislado, y la poca cantidad que se pu< de obtener de los mine-
rales de Uranio, se logra á costa de un trabajo enorme de extracción, que
eleva su precio á una cifra espantosa, cien veces mayor que la de los más
preciosos elementos hasta ahora conocidos.
El on» se paga comunmente á 3,000 liras el kilogramo.
El iridio, metal blanco iridescente, á 6,500 liras el kilogramo.
El rutenio, semejante al anterior, á 14,000 liras el kilogramo.
El rhodio, descubierto por Wollaston en 1803, y el vanadio, de esplendor
maravilloso que no ofusca, descubierto en 1830, cuestan unas 20,000 liras el
kilogramo.
El itrio y el litio, el más ligero de todo.s los metales, cuestan cerca de
25,000 liras el kil gramo.
El estroncio, descubierto por Davy en 1808, vale 35,000 liras el kilogramo.
El didimio, descubierto por Mosander en 1840, vale 40,000 liras^ el ki-
logramo.
El radio tiene, por ahora, un precio tan exorbitante, que un kilogramo
y^íí^Viñ^áQ diez millones deliras (10.000,000); de manera que, de momento,
liay que excluirlo del uso común.
Pero como ha sucedido con otros cuerpos, que debían su alto precio prin-
cipalmente á la dificultad de extracción, y que con el perfeccionamiento de
la técnica y de los métodos de ésta, bajaron á un precio que los ha puesto al
alcance de todo el mundo, puede ser que pronto suceda lo propio con el
radio : un sistema de extracción más remunerad^r lo hará más accesible al
comercio, y entonces se podrá presenciar el desarrollo admirable de novísi-
mas industrias y la sucesión continua de cosas prodigiosas.
¿ Llegaremos nosotros á verlo?
TȒo se puede excluir la eventualidad, porque en los tiempos actuales, no
se debe pronunciar jamás ía palabra tw;?05¿í/í ante el rápido y gigantesco
progreso de la ciencia triunfante y conquistadora.
Trad. pnr el Dr. R. Roviea y Oliver.
REVISTA CRITICA BmLIOGRAPICA
POR F.L
Dr. D. Antonio Rodríguez Mouini
Médico -Director del Manicomio de San Baudilio de Llobregat
Tratado de Terapéutica aplicada, por Alberto Robin. Traducción al espa-
ñol, por .1. Corouiinns Sabater. — José Espasa, editor.— Tomos VI y VIL—
Barcelona, 1902 y 1903.
El tomo VI del Tratado de Terapéutica aplicada, publicado bajo la
dirección de A. Kobin, está por entero couFagrado al tratamiento de las
enfermedades del sistema nervioso, con exclusión de las enfermedades
Rcpista crítiCii bibliográjica 187
psíquicas, las cuales son objeto de un estudio especial que ocupa la
tercera parte del tomo VII, estando el resto de este tomo destinado k los
artículos que hacen referencia al tratamiento de las enfermedades de
la piel.
El plan de desarrollo de las materias contenidas en estos tomos no
se diferencia del se<í:uido en los volúmenes anteriormente examinados,
acusándose en todos ellos la experta mano del director de la publica-
ción, que lia sabido llevar á feliz término una obra de tanto empuje y
formada por elementos tan complejos.
Los artículos destinados á exponer el tratamiento de las enfermeda-
des nerviosas, llevan al frente firmas tan prestigiosas como las de
Joffroy, C. Marie G. Ballet, Mossé, H. Meige, G. de la Tourette, Féré,
Grassét, Brissaud, Janet, Pitres y otros más, y dicho se está que las
ideas eu ellos consignadas representan la última palabra de los estu-
dios neuropáticos en lo referente á las indicaciones terapéuticas.
Desgraciadamente, son éstas todavía muy imperfectas, porque de-
biendo estar basadas en la patogenia para,6er racionales, desconocemos
actualmente de un modo preciso la correspondiente á la mayor parte
de las enfermedades del sistema nervioso, por ignorar á su vez las
causas que las producen. Mientras se siga dando tanta importancia á
la herencia como principal factor etiológico y mientras no se precise el
papel que las infecciones desemi)eñan como causas determinantes de
dichas dolencias, será punto menos que imposible formular una tera-
péutica patogenésica que conduzca á la curación de las mismas. Por
esto son tan variados y en ocasiones tan antitéticos los tratamientos
empleados para combatir una misma dolencia y por esto el fracaso de
los agentes medicamentosos en ningún grupo de enfermedades es tan
' grande como en las del sistema nervioso.
No es posible seguir paso á paso todos los artículos contenidos en el
tomo VI, pues aparte de que, resultaría una labor muy fatigosa, re-
portaría además poquísimas ventajas á los lectores de Ta Gacicta ; así
es que he de limitarme á manifestar que todas las enfermedades de los
centros nerviosos, desde las meningitis hasta las esclerosis cerebrales
de la infancia, están perfectamente estudiadas desde el punto de vista
de la terapéutica, habiendo algunos útilísimos capítulos destinados al
tratamiento de ciertos síndromes morbosos que, sin constituir entidades
nosológicas claramente definidas y pudiendo ser producidos por muy
diferentes procesos, requieren indicaciones terapéuticas inmediatas y
puramente sintomáticas ; tal acontece con la apoplegía, la afasia, el
coma y la hemiplegia.
Seguramente habrá muy pocas obras de Terapéutica y de Patología
que dediquen tanto espacio á exponer el tratamiento de las enfermeda-
des del cerebelo, del bulbo y de la protu))erancia, constituyendo tres
capítulos sumamente curiosos por la habilidad con que" están escritos,
pero muy poro aprovechables desde el punto de vista práctico, ya que
la mayor }>arte de lo en ellos expuesto está basado en la fantasía del
autor y no en la realidad de los hechos.
A Weill son debidos dos liermosos artículos destinados, uno de ellos
al tratamiento de los vértigos, y el otro al de la enfermedad de Little.
A las grandes neurosis, epilepsia é histerismo, no se les da la misma
importancia en la exposición (le su tratamiento, pues mientras á la
primera se le dedica menguado espacio, la segunda ocupa, en cambio,
un gran número de páginas. El l)r. Ch. Féré es el encargado del tra-
tamiento de la epilex)sía en general, hablando principalmente en su
artículo de la acción y del valor de los bromuros y dedicando unas cor-
tas líneas al tratamiento por los agentes físicos, que el autor considera
como de escasa eficacia. Nada dice del régimen dietético á que se ha de
iS8 Repista critica biMiográfica
sujetar á los epilépticos, cuestión de la más alta importancia terapéutica,
que en estos últimos tiempos ha adquirido gran relieve, y que junto con
la descloruración constituye hoy día el arma más valiosa que puede em-
plear el clínico para combatir la terrible dolencia. El tratamiento de
la epilepsia parcial está expuesto en capítulo aparte, siendo su autor
el Dr. A. Pitres.
Gilíes de la Tourette firma el artículo dedicado al tratamiento del
histerismo, exponiendo en primer término las indicaciones generales y
detallando después los tratamientos de algunos síntomas, especialmente
el de los trastornos de la sensibilidad general, de las parálisis, de las
contracturas, de las perturbaciones viscerales, etc., terminando el ar-
tículo con algunas consideraciones sobre la terapéutica del histerismo
traumático. Todo esto en cuanto se refiere al tratamiento farmacoló-
gico ó por agentes físicos, pues la terapéutica psicológica de esta gran
neurosis está admirablemente expuesta en un hermoso artículo, debido
á la brillante pluma de M. P. Janet. Este sabio psicólogo analiza el his-
terismo desde el punto de vista de sus trastornos mentales, puntuali-
zando y estudiando éstos y señalando las diversas indicaciones terapéu-
ticas que hay que cumplir para combatirlos, dando gran importancia al
aislamiento y a la sugestión hipnótica, hasta el punto de creer que
son los dos únicos factores capaces de lograr algún éxito permanente
en la curación del histerismo.
El Profesor Brissaud dedica un largo artículo al tratamiento de la
neurastenia, analizando el valor de todos los medios que se han pro-
puesto para combatir la proteica dolencia y mostrando gran predilec-
ción por la psicoterapia y por el aislamiento.
El tratamiento de la enfermedad de Parkinson, de las coreas arít-
micas, de las mioclonias, de las neurosis periféricas (eritromegalia,
acroparestesia, asfixia local de las extremidades), de la enfermedad
de H. Meige, de las ])olineuritis y de las neuralgias, está debidamente
expuesto en otros tantos capítulos firmados por H. Meige, Lannois,
Beaumel, Hirtz, Sarta y Marie.
Termina el tomo VI con cuatro artículos dedicados al tratamiento
de la incontinencia nocturna de orina, de la espermaturrea, del ona-
mismo y del reumatismo crónico.
El tomo VII está destinado al tratamiento de las enfermedades de la
piel y de los procesos de la mente.
El de aquéllas está expuesto de mano maestra, desde el punto de
vista de las indicaciones generales, por el Dr. Hallopeau, que escribe
un interesante artículo, en el que analiza las causas que determinan
las enfermedades de la piel, y expone someramente las indicaciones
que se derivan de la etiología de los procesos, de las lesiones y de
los síntomas.
Iils posible que sea este el grupo de enfermedades mejor tratado de
la obra que estoy estudiando, y no precisamente i)or la valía de los
autores que se han encargado de su exposición, sino porque la tera-
péutica de las dermatosis ha alcanzado en estos últimos años una gran
precisión, del)ido en parte al conocimiento exacto de las causas que las
provocan y en parte también al descubrimiento de agentes medica-
mentosos de gran eficacia.
No puedo entretenerme en enumerar los diversos capítulos referen-
tes á estos tratamientos, pero sí creo conveniente llamar la atención
de los lectores acerca los de las tinas, las aloi)ecias y la psoriasis, por
ser en mi C(uicei)to los mejor escritos, acusando los grandes conoci-
mientos de Dubreuilh, Brocq y Besnier, que son sus autores. Este úl-
timo firma también el extenso capítulo dedicado al tratamiento del
eczema.
S^oticias cientíjicas
De todos los capítulos de esta sección, el único que me parece bas
tante deficiente es el del lupus, que no sólo peca de algo anticuado'
sino que además está expuesto en rorma difusa y poco convincente.
Muy poco espacio hay destinado en este Tratado de 2'erapéulica al
tratamiento de las enfermedades mentales, y aunque algunos de los
autores que se ocupan del mismo gozan de gran renombre, he de
confesar sinceramente que los capítulos de esta sección no están en
relación con la importancia de la obra, y parecen escritos como por
compromiso y para salir del paso. Hay que exceptuar, sin embargo,
el firmado por Maguan, en el que el ilustre alienista, en admirable
síntesis, expone e¡ concepto moderno de la enajenación mental desde
el punto de vista de la etiología, de la patogenia y de la nosografía,
para deducir las indicaciones terapéuticas y para estudiar esquemáti-
camente los métodos generales de tratamiento.
Muéstrase Magnan entusiasta decidido del non restraint, haciendo
la apología de los Manicomios abiertos, de edificios diseminados, con
escasos medios de sujeción y reprensión y organizados de tal modo, que
se asemejen más á una colonia oue á un hospital-asilo. Particulari-
zando más, preconiza la « reclusión en la cama » para el tratamiento
de formas agudas de vesania, siempre y cuando no se erija en sistema
y no se prolongue indefinidamente con perjuicio manifiesto de las fun-
ciones del aparato gastro-intestinal.
En los artículos destinados al tratamiento de los diversos grupos
nosológicos, no encuentro nada digno de especial mención, pues sus
autores se han limitado á exponer lo que es de uso corriente y que se
encuentra consignado en cualquier obra elemental de patología psí-
quica. Sólo me ha llamado la atención, é impresionado muy agrada-
blemente, la escasísima importancia que conceden los autores en la
terapéutica mental á la electricidad, sea cualquiera la forma en que se
emplee, y como esto está de perfecto acuerdo con mis ideas respecto
al particular (ideas fundamentadas en una larga práctica manicomial),
lo consigno con gusto, porque ya es hora de destruir la leyenda dorada
que se ha forjado acerca de la eficacia de la electricidad en el trata-
miento de las enfermedades de la mente.
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Nicturía. — Los individuos sanos eliminan durante el día mayor
cantidad de orina que por la noche, tanta que la proporción suele ser
de 100 : 50. En algunas enfermedades cambia la relación por comple-
to. Pehn, que ha estudiado esta materia en diversos padecimientos,
W^m^nictima^X hecho de excretarse más orina por la noche.
Existe la nicturia en todas las enfermedades del aparato circulato-
rio y puede ser muy bien considerada como síntoma de insuficiencia
del miocardio; el cual no puede, durante el día, desempeñar sus fun-
ciones normales. La mengua de la presión es la causa de que dismi-
nuya la orina ; en cambio, la presión nocturna es mayor y es elimi-
nuida una mayor cantidad de líquido. — (Berl, Alin. WocA. I — (Ce-
BEiRA Rey).
formación de la linfa. — La linfa es un producto de for-
mación muy compleja, á la que concurren muchas fuerzas mecánicas,
físicas y vitales.
Pueíle ser justamente considerada como un producto de filtración,
de difusión y de osmosis y como un producto de verdadera secreción.
JQO Noticias científicas
Por lo tanto, podemos ver eu el aparato linfático una verdadera
glándula constituida por una infinidad de pequeños sistemas glandu-
lares, sumergidos en los intersticios (|e los tejidos. Cada uno de estos
sistemas está representado por un capilar sanguíneo, que es la parerl
filtrante ; una célula ó un conjunto de ellas, que son la pared secreto-
ra ; una red linfática y un capilar linfático, que constituyen e^ depósito
y el conducto excretor.
Hay en los seres inferiores y en el embrión aparatos tan sencillos ;
pero á medida que el organismo se complica, la íunción se perfecciona
y se constituyen aparatos nuevos que se juntan los unos á los otros y
terminan el trabajo que los otros comenzaron.
De ese modo es como todos esos sistemas primitivos se encuentran
poco ñ poco divididos en vías de excreción más considerables, que se
unen bieu pronto á los grandes troncos venosos.
De ese modo igualmente sucede que un órgano está ' encargítdo de
resumir la excreción de todo el organismo, el riñon.
La función de. excreción se cumple, pues, á la vez para cada órgano
ó agrupación celular en los tejidos, y para el conjunto del organismo
en el riñon. —
La eliminación de los residuos se verifica en dos etapas : una inters-
ticial y otra renal ; la linfa es, pues, el líquido de eliminación de cada
tejido, como la orina es el liquido de eliminación de todo el organis-
mo, y la extremada complexidad del funcionamiento del riñon no hace
más que acabar la selección de productos comenzada en los tejidos.
La sinergia funcional de los actos de la secreción linfática y de los
actos de la secreción renal está siempre manifiesta y vemos en estado
normal que las variaciones de la una influyen por intermedio de la
sangre sobre el funcionamiento de la otra.
De ese modo se halla constituido un equilibrio reno-linfático, sobre
el cual Koranyi había ya llamado la atención y aue asegura en el or-
ganismo normal el funcionamiento del aparato de eliminación. — (La
Presse médicale). — (Rodríguez Ruiz).
Aceite de liigado de bacalao : carestía. — En tiem-
pos normales este vulgar producto es objeto de numerosas falsificacio-
nes, quizás más de las que calcule un pesimista. Este año serán mu-
chas más, pues el aceite ha sufrido un encarecimiento notable : de 110
francos ha subido á 800 el precio de una barrica.
Se creyó en los primeros momentos que se trataba de un trustj pero
el hecho real es la gran escasez de producción. En el gmn centro, en
las islas Lofonden, sólo han recogido 1,200 barricas en la última cam-
paña, en vez de 30,000 que es la cantidad ordinaria.
Esta mengua tiene una explicación. El número de bacalaos es
aproximadamente el mismo de otros años, pero su hígado contiene
poco aceite.
Se atribuye esto á qne liabiendo sido muy baja la temperatura del
agua del mar este año, no se han desarrollado bien los crustáceos
que constituyen el alimento habitual de los abadejos. Ha resultado
de ello una semi-inanición para los peces y un escaso engrasamiento
del hígado. — (Médeciiie rnoderne), — (Rodríguez Méndez).
Aubepina. (Crategus vxyacantha), — Las flores, en infusión ó
en tintura, pueden ser utilizadas en terapéutica cardíaca. Huchard
dice : La tintura de aubepina tonifica el corazón de una manera suave,
pero cierta. Su acción toxica es nula.
Dosis : diez gotas de tintura tres á cinco veces al día, continuándo-
las durante semanas. — [Archives de ThérapeAUiqut). — (Rodbígükz Roiz).
FORMULARIO T TRATAMIBNTOS M0DBRM08
XLI. — Petroielina oomo* analgétloo en loe entuerto!
La petroselina es un medicamento cuyo principio activo es un producto
sacado de las semillas de una variedad del Petroselinmn. Químicamente es
un éter derivado de los fenoles y se presenta en forma de cristales blancos,
de sabor acre y amargo y de olor penetrante. No se disuelve en el agua, es
poco soluble en los aceites grasos y ét^r y mucho en el alcohol. Unida al
mentol constituye un analgésico poderoso.
Se administra en grajeas, cada una de las cuales contiene veinte centi-
gramos de petroselina mentolada.
Barlerin la lia usado en sesenta casos de esas contracciones dolorosas,
consecutivas al parto, que por su frecuencia, persistencia é intensidad, com-
prometen el reposo siempre necesario después del parto. Administra las
grajeas de dos en dos cada media hora, sin notar repugnancia alguna por
parte de'los enfermos, ni trastorno de ninguna chise, incluso la secreción
láctea. Los dolores calman de ordinario antes de la tercera dosis ; en casos
raros han sido necesarias doce grajeas ; persisten, sin embargo, las contrac-
ciones, pero sin sufrimiento.
Parece sor qie una acción análoga ejerce la petroselina en las contrac-
ciones irregulares é inútiles del parto, pero este punto no está suftciente-
mente estudiado (1).
XLII. — Mixtura antiemétioa de Biverio modiflpada
Cayla publica esta fórmula :
Poción de Riverio 50 gramos.
N." 1. Añádase 3 á 5 centigramos de clorhidrato de cocaína.
N.' 2. Añádase 3 centigramos de clorhidrato de morfina (2).
XLin. — Tloool : aplioaoiones terapéutioai
Aparte del tratamieuto higiénico,, que es fundamental, de cuantos medi-
camentos se han preconizado' contra la tuberculosis pulmonar, la creosota
es la más acreditada; mas como ésta tiene inconvenientes físicos y quími-
cos, se ha procurado subsanarlos utilizando ^íus compuestos ó sus derivados:
guayacol, carbonatos de creosota ó de guayacol, fosfates ó fotsfttos de creo-
sota, etc., que tampoco están en absoluto exentos de todo reproche. De
todos ellos el tiocol ó sulfo-guayacolato potásico es el más ventajoso, en con-
cepto de Gripon.
Es fácilmente soluble en el agua, inodoro, insípido y se presta á ser
administrado de las maneras usuales: jarabe, poción, sellos, etc., hasta
en los niños.
Provoca la eliminación de los ácidos sulfo-conjugados, no ejerce acción
directa sobre la bilis ni sobre la sangre, se asimila en la proporción de T2 á
75 por 100 y coloca á la sangre en condiciones mejores para luchar contra
el bíicilo tuberculoso. Además, es un buen estomáquico, aumenta el ape-
tito y consecutivamente el peso del cuerpo, á las veces de un modo notable.
En la tuberculosis es un antitérmico eficaz desde los primeros días y á la
par mengua los sudores.
También es utilizable en otros padecimientos no tuberculosos : enteritis
aguda ó crónica, bronquitis crónica y fiebre tifoidea (3).
XLIV. — Orioffenina : aooión antitérmioa
Como nuevo dato que completa el artículo que acaba de ser publicado en
nuestro Boletín, expongo el estudio de Masseguin, quien acepta la opinión de
Schmitt, para quien « un buen antitérmico debe tener sobre la temperatura
del febricitante una acción segura, prolongada y exenta de toda manifesta-
ción accesoria, local ó general »,
(1) Ga^. hebd. des Se, méd. de Bordeaux.
(2) Pro/frés medical.
(3) Thése de París.
i 02 Formulario y tratamiento* modernos '
Para el autor está indicada :
En la fiebre tifoidea cuando hay contraindicación á los baños en las for-
mas prolongadas.
En la fiebre de la bacilosis, primero y segundo estadio. En el último
vale más abstenerse (1).
XL V. — He vi maternl : tratamiento oon el agna oxigenada
En la clínica de Unna se ha usado esta agua, preparándola en la propor-
ción de 30 por 100 de peróxido de hidrógeno.
Se coloca sobre la piel, dos veces al día, una gota de esta agua concen*-
trada mediante una barrita de cristal y se la deja secar, lo que tarda un
cuarto de hora próximamente. Encima se pone emplasto de zinc.
Las nuevas aplicaciones se van haciendo en superficies distintas en caso
de nevus extenso.
En todos los casos han desaparecido las manchas en 15 á 30 días. La cura
apenas sí fué dolorosa (2),
XLVl. — Cordita: aooión flsiológioa
La cordita es una de las substancias explosivas modernas, muy usada por
los ingleses en la campaña del Transvaal. Se compone de :
Nitroglicerina 58 partes
Algodón-pólvora 37 »
Substancias minerales 5 »
y se la dispone en cartuchos de 60 gramos.
Durante la mencionada campaña los soldados se aficionaron á su uso por
el sabor muy agradable y la acción narcótica y estimulante sumamente
intensa de que goza. Tanto gustaba á las tropas, que fué tenida la coítum-
bre, al ser repatriadas, cómo una verdadera calamidad.
Jennings, médico militar, conocedor de esta práctica, quiso conocer los
efectos por sí mismo.
La cordita, dice, tiene sabor dulce, ligeramente ácido y muy grato; pa-
sado algín tiempo sufrió la cefalalgia más intensa que tuvo en su vida,
cefalalgia que persistió 36 horas.
Disuelta en té, la cordita estimula el sistema nervioso y provoca ataques
dé exaltación ó crisis demoniacas. Se experimenta vivísimo deseo de hablar
recio, de discurrir rápidamente. Después hay una somnolencia pesada,
una especie de estupor, que dura de 5 á 11 horas, según la dosis ingerida (2).
XLVII. — Aspirina : acción antirenmá.tioa
De los estudios hechos por vi Dr. Ardin Delteil en el reumatismo llamado
infeccioso se deduce, aparte de que este medicamento está llamado á gozar
de prestigio, lo siguientie :
1.° En el reumatismo franco es sensiblemente superior al salicilato sódi-
co, respecto al cual tiene la ventaja de ser tolerable en extremo, condición
comprobada por otros autores.
2.° Bn los pseudo-reumatismos infecciosos su acción es manifiesta, pues
mientras el salol y el salicilato son inactivos por completo, la aspirina obra
segura y rápidamente ; baja en breve la fiebre, calman los fenómenos dolo-
rosos y desaparecen los trastornos generales molestos.
3.°* Parece obrar con mayor rapidez y mayor energía en los pseudo-reu-
matismos que en el reumatismo verdadero, determinando en aquéllos una
baja térmica más fácil, completa y persistente que en éste (3).
XLYIII. — Magnesio metálico: aplioacionee
Payr recomienda los alambres de este metal, delgados y acanalados, para
suturar los vasos y nervios.
Ha tratado también con ellos un angioma de la región mentoniana del
modo siguient'\ Penetró en medio del tumor con un tenotomo. y per la
abertura introdujo siete agujas pequeñas planas de magnesio, dispuestas
'
íl) Thése de MontpeÜier.
(2) Ga^. hebd. des Se. méd, de Bordeaux.
(3) Montpellier medical.
Formulario y tratamientos modernos ¡93
en forma de flecha y de tal manera, que atravesaban el an^ioma en todas di-
recciones. Suturó la abertura y cubrió el tumor en colodión iodofórmico.
Varios días después, comprimiendo, se notaba crepitación, que atribuyó
al desprendimiento de hidrógeno. El tumor se fué endureciendo y acabó
por desaparecer, sin dejar vestigios.
Según el autor, el magnesio fija el oxígeno y deja libre el hidrógeno,^á
la par que coagula rápidamente la sangre, de modo análogo á lo que hacen
la electrólisis y las inyecciones de peróxido de hidrógeno. El magnesio es
absorbido.
Como este procedimipnto es inofensivo, sencillo y no produce cicatrices,
el autor la recomienda mucho para curar los tumores vasculares (1).
XLIX. — Oafltro-enteritls : tratamiento oon la leohe desnatada áoida
Esta enfermedad contagio>a, tan mortífera en los niños, y con frecuen-
cia de curación difícil, se evita, en parte, mediante la leche esterilizada y un
severo régimen de los niños. De todos modos abunda, sobre todo en ve-
rano. Contra ella se ac ínseja los lavados intestinales, la dieta hídrica, los
astringentes, los baños, etc., agentes que fracasan no pocas veces.
H. de Rothschild, en vista de los trabajos de Metchnikoff y H. Tissier
sobre la fermentación de la leche y la flora intestinal, recurrió á la leche
privada de su materiia grasa mediante la centrifugación y acidificada con
cultivos puros del fermento láctico. En casos muy graves, cando dosis de
30 á 60 cm*., ha logrado en breve tiempo que baje la temperatura, cesen los
vómitos, disminuya la diarrea, recobren las deposiciones el aspecto normal
en 48 horas y aumente el peso del cuerpo desde los primeros días. No ha
perdido uno solo de sus enfermos, mientras que con la terapéutica usual la
mortalidad es de 40 á 50 por 100. La curación tarda una semana cuando
más (2).
L. — OlstitU blenórrás^ioa de forma hemorrágioa : tratamiento
Entre los accidentes de la blenorragia está la cistitis del cuello y entre los
síntomas de ésta la expulsión, al terminar la salida de la orina, de unas
cuantas gotas de sangre. De ordinario esta hemorragia cesa por sí sola ;
pero suele ocurrir que adquiera gran importancia, cistitis hemorrágica,
uniéndo.se al agí»tamiento debido á los dolores y al tenesmo una anemia rá-
pida é intensa ocasionada por la pérdida de sangre. En tales condiciones el
enfermo es muy vulnerable á otros padecimientos, de preferencia á los epi-
démicos, y además, si sufre una afección latente, tuberculosis por ejemplo,
viene un período agudo temible.
Preciso es, en tales casos, dominar las hemorragias, calmar los dolores y
disminuir la polakiuria, todos los cuales comprometen la existencia.
FoUy, siguiendo el ejemplo de P. Carnot, divide los hemostáticos en cua-
tro grupos :
1.° Vaso-constrictores íocales, cuyo tipo es \9l adrenalina. No está bien
valorada por los urólogos y, por otra parte, no es analgésica.
2.° Vaso-constrictores generales, como la ergotina, que sólo obra bien
sobre el útero y que no calma los dolores.
S.*" Coagulantes lócale?, la gelatina, pero que es difícil obtenerla pura y,
por tanto, no está al alcance de todos los médicos.
4." Coagulantes generales, cual el cloruro calcico, que son muy insegu-
ros y poco conocidos.
En vista de la poca eficacia de los hemostáticos y de que es preciso aten-
der también, y con urgencia, al tenesmo y los dolores, Folly ha recurrido
en tres- casos, notando un alivio sorprendente, á una inyección que lleva
directamente á la vejiga un coagulante, un anestesiante y un vaso-constric-
t tr, la antipirina, y un calmante, el láudano de Sydenham. La fórmula es :
Agua hervida 1,000 gramos
Antipirina 20 »
Láudano de Sydenham 5 á 10 »
Con una sonda de Nélaton y una jeringado hidrocele, muy bien esterili-
zadas, después de orinar el enfermo, introduce suavemente medio litro en
(1) ElJurado médico farmacéutico,
(2) Bull. de l'Acad. de Mid.
tg4 Sección ojicial
la vejiga k la temperatura ambiente. Repite la inyección dos veces cada
día y más si es menester, reduciendo á la mitad la última inyección diaria
para que pueda permanecer algún tiempo en la vejiga. En la mujer pre-
fiere la sonda metálica.
El autor ha quedado muy satisfecho de los efectos hemostáticos y anal-
fésicos, así como de la rapidez con que la orina se clarifica. Añade que
ebiera usarse también en las cistitis calculosa, cistitis tuberculosa, varices
del cuello y cáncer de la vejiga (1).
Db. Rodríguez Méndez.
SECCIÓN OFICIAL
PATRONATO DE CATALUÑA
Para la lucha contra la tuberculosis
Gracias á la iniciativa y á la gestión, nunca bastante encomiadas, de la
Academia de Htgiene de Cataluña, ha quedado constituido en Barcelona el
«Patronato de h\ Obra Antituberculosa». El pasado miércoles tuvo lugar,
en los salones del «Fomento del Trabajo Nacional», la primera n»uiiión ge-
neral, á la que concurrieron personalmente ó por delegación ioá muchos y
valiosos elementos de nuestra urbe, que habían ofrecido á los iniciadores
su incondicional concurso para llevar aquella hermosa idea al terreno
práctico.
El ür. Soley dio lectura al esquema de los K^ítatutos por que ha de re-
girse el Patronato; y á continuación dicho seüfir y otros de sus dignos
compañeros de la Academia de Higiene, desarrollaron el vastísimo plan que
han concebido para la realización de la idea, y que comprende el estableci-
miento de Di>pensarios, Sanatorios y Hospitales para tísicos pobres, ello á
medida que 10 permitan los recursos de que el Patronato podrá disponer.
La Asamblea aprobó unánime el croquis y el plan mencionados, después
de haber hecho uso de la palabra varios seYíores eoncurrentes, evidenciando
su verdadero entusiasmo por la Obra, á la que calificaron de altruista, hi-
giénica, social y patriótica, manifestando que están en la absoluta^ convic-
ción de que Barcelona entera se asociará gustosa á la cruzada que va á em-
prenderse por el naciente Patronato, cuya finalidad es limitar en lo huma-
namente posible, mediante consejos y preceptos higiénicos y mediante todo
género de socorros y cuidados, el tremendo contingente de víctimas que.
causa anualmente en Barcelona el terrible azote de la tisis, y que puede
calcularse en unas 2.000, muy superior al de much-is de las epidemias que
se han cebado sobre nuestra ciudad en el pasado siglo.
Acto seguido se procedió á la constitución de la Presidencia honoraria
del Patronato, d^» su Junta directiva y del Comité ejecutivo, dejando para
la reunión próxima la designación de las personas que han de componer
las Comisiones que auxiliarán á aquéllos en su caritativa tarea.
Pkksidentes honorakios
S. R. R. el Sr. Cardenal Obispo de Barcelona. — Excmo. Sr. Capitán Ge-
neral de Cataluña. — Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia. — Exce-
lentísimo señor A^lcalde Constitucional de Barcelona. — Excmo. Sr. Presi-
dente de laDiput ición Provincial. — Excmo. Sr. Presidente de la Audiencia
Territorial. — Kxemo. Sr. Fiscal de S. M. — limo. Sr. Rector de la Univer-
sidad de Barcelona. — Excmo. Sr. Senador por la Universidad de Barce-
lona. — limo. Sr. Presidente de la Academia de Higiene de Cataluña.
Junta directiva
Presidente: D. Emilio Vidal Ribas, propietario y comerciante.
Vicepresidentes: 1). Ensebio Güell y Bacigalupi, propietario. — D. Pedro
G. Mjiristnny, propietario y comerciante. — D. Alvaro M.* ('amín. Abogado
y propietario. — l)r D. Eduardo Xalabarder y Serra, Vicepresidente de la
Academia de Higiene.
Tesorero: 1) Vicente Ferrer y Garriga, propieterio y comerciante.
Contador: Excmo Sr, Marqués de Alella, propietario y fabricante.
(1; Journal de Méd. et de Chir. pr^U
Estudiot , demográficos de Barcelona tp5
Vocales : Dr. D. José Vallet, Canónigo Magistral, Delegado por S. E. R. el
Cardenal Obispo. — D. Juan Sala» Antón, Abogado, Delegado por el Exce-
lentísimo señor Alcalde Constitución al. — 1). Enrique Sagnier Viüavpcchia,
Arquitecto, Delegado por el Excmo. Sr. Presidente de la Diputación Provin-
cial. — D. José Antonio Brusi, Director del Diario de Barcelona, decano de
la prensa local. — Sr. Marqués de Alfarrás, propietario. — L). Ensebio Ber-
trand y Serra, propietario y fabricante. — D. Ramón Albo y Martí, Abo-
gado.— D. José Marrsana, propietario y fabricante. — D. Alejandro Pons,
Abogado y propietario. — D. Manuel de Gispert y Blanch, Ingeniero. — Doc-
tor D. Manuel tíegnlá y Estalella, de la Academia de Higiene. — Dr D. Emi-
lio Monturiol y Mata, de la Academia de Higiene. — Dr. D. Federico Viñas
y Cusí, del Cuerpo Médico Municipal.
Secretario general : Dr. D. Víctor Soley y Gely, del Cuerpo Médico Mu-
nicipal
Secretario de actas : Dr. D. Baltasar Pijoan y Soteras, de la Academia de
Higiene.
Vicesecretario 1.° : D. Bernardino Martorell y Puig, Arquitecto.
Vicesecretarios 2. os : Dr. ü Luis Moragas y Pomar, de la Academia de
Higiene. — Dr D. Narciso Fustery Domingo, de la Academia de Higiene y
Presidente de la Comisión de propaganda.
Comité ejecutivo
Presidente : D. Emilio Vidal Ribas.
Vicepresidente : D. Eduardo Xal ibarder y Serra.
Vocales : D. Ramón Albo y Martí. — Dr. D. Manuel Segalá y Estalella.
Secretario : D. Víctor Soiey y Gely.
Vicesecretario : D. Bernardino Martorell y Puig.
NUESTRA CORRBSPONDBNCIA CON LA PRRNSA
La Escuela de Medicina, de México. — Gracias por la reproducción de las
notic as Alcoholismo: tratamiento con el suero antie tilico y Fonmiatos: su
empleo en las enfermedades microbianas y especinlmente en la tuberculosis y
en el címcer, del Dr. Rodríguez Méndez, cuyñ procedencia no cita.
Bevista eapaftcla de SifllicgrrAfta* ^tc, de M»drid. — Id. id. del artículo
De hs indicffciones del ácido plcrico en las uretritis, del Dr. Peyrí.
La Rlsriene, de la Habana. — Id. id. de la nbtií-ia Muerte aparente de los
• recién nacidos, del Dr. Rodríguez Méndez, Profilaxis de la tuher'-nlosiSy del
Dr. R )vira Oiiver, y del artículo d »1 Dr. Parier, Lactancia artificial, tra-
ducid) por el Sr. Ruiz Rodríguez (J ).
La Independencia módica, de H»rc(>lona. — Id. id. de la noticia Azul de
m^tileno en Obstetricia y Ginecología, del Dr. Rovira y 01 ¡ver.
La Semana Médica, de Buenos Aire.^. — Id. id. de la noticia Úlcera gás-
trica: tratamiento con el aceite, del Dr. Rodríguez Méndez.
Madrid módloc, de Madrid. - Id. id de las conclusiones del trabajo Sobre
el origen histórico de la sífilis eíi España, del Dr Comenge.
Gaceta de Medicina Kcclóglca, de Madrid. — Id. id. del trabajo del doc-
tor C. Guérin, Viruela y vacuna, traducido por el Sr. Ruiz Rodríguez (J.).
Estudios demográficos de Barcelona
l'OM El.
Dr. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Las dolencias del sistema nervioso, lo mismo las que afectan á su
estructura íntima, á los elementos propios, como las que se refieren á las
membranas protectoras y las que dimanan de trastornos en la circula-
ción (división no siempre fácil de establecer), ocasionan un número
crecido de victimas en la ciudad condal. Creyendo de interés un estu-
dio sintético, hemos compuesto los adjuntos estados que ofrecemos álos
aficionados á tales asuntos :
rg^
Estudios demográficas de Barcelona
Mortalidad sistema nervioso.— Afio 1008
Meses
Tejido
propio
Meninges
Sistema
de irrigación
Totales
Estaciones
Enero . . . .'
52
52
38
38
35
27
24
24
26
22
22
33
53
58
76
81
47
71
83
58
45
45
39
55
126
105
97
74
107
75
75
96
82
82
84
127
231
235
211
190
189
173
182
178
153
149
145
215
Febrero.
677
Marzo
Abril
Mayo
552
Junio
Julio.
Agosto
513
SeDtieinbre
Ociubre
Noviembre
509
Diciembre
Totales
393
711
1,130
2,251
2,251
Mortalidad aparato' de irrigaeión (aistema nervioso). Urbe y agregados
Meses
Año 1898
Año 1899
Año 1900
Año 1901
Año 1902
Año 1903
Estaciones
Enero .......
133
134
184
148
113
126
Febrero
130
108
120
156
118
l(i5
Invierno. 2,272
Marzo ,
115
123
118
138
10í>
97
Abril
ito
119
402
88
77
74
Mayo
9H
HK>
85
h5
92
107
Primavera 1621
Junio
86
83
75
76
91
75
Julio .
86
89
91
88
88
'^5
Agosto
99
1(18
64
74
81
96
Verano . 1,455
Septiembre ....
74
66
66
61
72
82
Octubre
83.
82
70
80
32
82
Noviembre . . .
114
81
106
123
95
84
127
1,130
^ Otoño ..1,806
Diciembre
152
112
lOi
129
98
Totales. ....
1,278
1,205
.1
1,187
1/241
1,113
7,154
Mortalidad sistema de irrigseión (sistema nervioso). Urbe y agregadoa
dorante ios afios qae se expresan por estaeiones
Estaciones
Año 1898
Año 1899
Año 1900
Año 1901
Año 1902
Año 1903
Toulcs
Invierno
Primavera
Verano
Otoño
378
292
259
349
365
302
263
275
422
k6i
221
282
442
249
218
332
337
960
241
275
328
259
253
293
2,272
1,621
1.455
1,806
TOTAIES
1,278
1,205
l,lb7
1,241
1,113
1,133
7,154
Reanmen
Año 1898
Año 1809
14,013
1,205
8'59
Año 1900
Año 1901
Año 1902
Año 1903
Mortalidad total
» por irrigación . . ,
Cifras proporcionales
12,895
1,278
9'9l
13,356
1,187
8-88
14,670
1,241
8' 45
12,359
1,113
9
12,917
1,130
874
La apoplejía ha contribuido á la mortalidad total : cifra media para
el período, 8*92 por 100.
Tomo ZZVII. Núm. 7 Barcelona 15 abril 1901 ASp ZZ7II. Núm. 643
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia, por D. A. Tapia —
¿Meningiiis esirepiocócica? Curación, por el Dp. J. Oivit Vives.— Los estigmas fisiológi-
cos de la degeneraci tn (continuaciónK poi Luciano May er. — Venereología social ( continua-
ción ), por el Dr. Ciado. ~ Rkvista chítica bibi i«>ghAfíCa, por el Dr. A. Bassols y Prim.—
NonciA CiKNTiFic^ : Influencia de las toxinas diftéricas y tetánicas sobre la hemoglobina, la
morfología y el peso especifico de la sangre.— K'HMi I AMio y THATAMi»-NToa MOf».HMi ,' por el
Dr. Rodríguez Méndez.- Sección oricui. : Quatorziéme Congrés des médecíns aiíénisies ^
neurologistes de france & des pays du langue frangaise. — Puhi icACioiifis hecibida».— Estu-
dios demoKráñcos de Barcelona, por el Dr. O. Luis Comenge.
La responsalillldad médica anta los Trlbanales da Jostlcia
POH
D. A. Tapia
Presidente de la Sala !.• de lo Civil de Barcelona
Una de las materias más importantes que entraña la difícil, poco
estudiada y conocida ciencia de la Medicina legal, es la responsabilidad
médica ante los Tribunales de justicia.
Su estudio y conocimiento es de gran interés, no sólo para el juris-
consulto, sino para el médico, más directamente interesado en saberlas
disposiciones del Código vigente que contienen la sanción penal en los
casos varios en que puede incurrir en responsabilidad en el ejercicio
de su profesión.
En España no existe, como en otras naciones, una ley especial que
regule esta responsabilidad. Nuestra legislación la hace efectiva con
las prescripciones generales del Código penal.
Así en un célebre proceso, fallado hace ya bastantes años en la Au-
diencia de Valencia y que se instruyó con motivo del hecho de haber
dos médicos certificado el estado de enagenación mental de una per-
sona, dando lugar á su ingreso en un manicomio, se aplicaron las dis-
posiciones del Código penal, y aquellos dos profesores facultativos fue-
ron condenados á una pena corporal que les fué luego conmutada por
otra de menor gravedad y de la aue más tarde se les indultó.
Seguramente, que si á la sazón hubiese existido una ley especial
reguladora de las funciones de la clase médica que fijase el Valor que
merecen sus apreciaciones y concediera medios de justificar con el cri-
terio de corporaciones científicas de su clase la procedencia ó improce-
dencia de su juicio y la declaración de si ha ó no lugar á determinar la
existencia del dolo, de la intención posible que en su caso debiera so-
meterlos á la acción de la justicia, los firmantes de la certificación mo-
tivo de aquel proceso, que al expedirla, se ajustaron á las inspiraciones
de su conciencia y de su leal saber y entender, mereciendo que su dic-
tamen ó informe fuera aprobado por hombres de ciencia de nuestro
país y del extranjero, no hubiesen sido condenados por el Tribunal,
como lo fueron, por el delito definido en el art. 495 combinado con eí
número 1.** del 496, ambos del Código penal (1).
Exponer cuales sean las disposiciones del Código penal vigente que
definen y castigan actos y omisiones de los facultativos, que pueden
constituir ya delitos, ya faltas, y las prescripciones de la ley de Enjui-
ciamiento criminal que afectan á aquéllos, explicando su inteligencia
y aplicación, tal es el objeto de esta serie de artículos..
(\) Estos artículos se refieren al caso de que un particular encerrare ó detuviere á otro priván-
dole de su libertad por más de veinte días.
ig9 La responsabilidad médica ante ios Tribunales di justicia
Resultado es nuestro trabajo de muchas notas recogidas en la lec-
tura de algunos libros, y al publicarlo no nos impulsa otro móvil que
el de que pueda su conocimiento ser útil k la noble clase profesional
de Medicina y Cirugía, á la que gustosos lo dedicamos.
I
Expedición de un certificado fai,so de enfermedad ó lesión con el
fin de eximir á una persona de algún servicio público
Al leer nuestro Código penal vigente, el primero de sus artículos
que se ocupa de la responsabilidad médica es el 323, que dice :
« El facultativo que librare certificado falso de enfermedad ó lesión
» con el fin de eximir á una persona de algún servicio público, será
>> castigado con las penas de arresto mayor en su grado máximo, á pri-
»sióíi correccional en su grado mínimo (1) y multa de 125 á 1^250 pese-
» tas >K
El caso íi que se refiere e§íe artículo hallábase ya previsto en el Có-
digo español de 1822 (2), en el de 1848 (3) y en el de 1850 (4), como
también lo estaba en Códigos extranjeros, como los de Francia, Portu-
gal, Italia, Alemania y Holanda.
A propósito del hecho justiciable de que nos ocupamos, ha dicho un
insigne jurisconsulto español (5) : «Una mal pensada compasión, un
asentimiento á lo que todo el mundo se permite pedir, hacen este he-
cho tan ordinario y común, que apenas se extraña ni se vitupera por
nadie. Créese vuígarmente que con ello se presta un beneficio y no se
advierte que en cambio de él se irrogan muchos daños ».
Otro jurisconsulto, también insigne, ha dicho al mismo propó-
sito (6) :
« Es una mal entendida compasión, es un funesto error aue la mo-
ral y la experiencia ponen de manifiesto y que la lev penal debe corre-
gir, el sentimiento extraviado que lleva á personas lionradas á solicitar
y á profesores de las ciencias médicas á dar fácilmente certificados fal-
sos de enfermedades con objeto de que dejen de concurrir al llama-
miento de un servicio público las personas á ello obligadas por las
leyes».
Y así es ciertamente. En el momento que un mal aconsejado pro-
fesor facultativo expide una certificación de la clase á que se refiere el
artículo de que hemos hecho mención, tiene tan sólo presente que con
ello presta á la persona que se la pide lo oue se llama un pequeño fa-
vor, sin observar que obra mal certificanao de un hecho que no existe,
faltando así á las inspiraciones de su conciencia, no calculando las
consecuencias fqnestas que puede producir su modo de obrar, tan con-
trario á la moral y condenado por la Ley escrita.
A no existir este art. 323 en nuestro Código, la certificación falsa A
que se contrae tendría indudablemente o'tra sanción penal más grave,
siendo su firmante castigado con severísima pena. Mas el legislador,
teniendo en consideración los efectos especiales que la certificación
está llamada á producir, ha mitigado el rigorismo del derecho, seña-
lando una pena también especial, de gravedad suficiente, atendida la
clase de las personas á quienes se impone, para que comprendan que
no en vano conculcan la ley y faltan á los deberes de su profesión, ex-
(1) Comprende esta pena de 4 meses y 1 día de arresto mayor á dos años y cuatro meses de pri-
sión correccional.
(2) Articulo 413.
(:<> ArUculo226.
(4) Artículo 23i.
{h ) Pacheco, El Código penal concorda lo y comentado.
(6) Groizard, El Código penal de 1870 concordado y comentado.
La responsabilidad mi4ica ante ¡os Tribunales de justicia tpg
pidiendo una certificación falaa, ya que incurren en responsabilidad,
que es siempre de trascendencia no sólo por lo corporal de la pena y
tener como conjunta otra pecuniaria^ la multa, y además el pagfo de
costas, sino por el descrédito en que caen á la vista de los demás com-
pañeros y ante la pública opinión.
El artículo oue comentamos ha sido parco en su texto. Su concor-
dante en el C ódig^o de 1822 no sólo castigaba (1) á los facultativos que
expedían aquella clase de certificaciones, sino que también imponía
pena corporal y pecuniaria (2), aunque inferior en girado, á las corres-
IKmdientes á aquéllos, á los que usaban á sabiendas de dichas certifi-
caciones, y en casi igual sentido se expresa el Código penal francés (3).
Nosotros estamos más conformes ccn la disposición de la ley que
extendía la respon8a\)ilidad penal así al médico que expide la certifica-
ción falsa como á la persona favorecida que la usa, tanto en el caso de
que medien dádivas ó promesas, como en el de que ni unas ni otras
existan, pues uno y otro, en nuestro sentir, deben caer bajo la acción
de la justicia penal, si bieii el médico en un grado superior, porque su
intervención en el delito es más activa, más directa é inmediata y de
carácter principal.
Más de un comentarista, al tratar del referido art. 323 del Código, ha
hecho notar que es .deficiente, por no comprender todos los casos que
debiera, ya que se dan en ocasiones certificados falsos de buena salud,
por facultativos, con determinados fines, ó de enfermedad ó lesión con
finalidad distinta de la de eximirse de un servicio público, á la persona
á favor de la que son dados ó expedidos.
Y en estos casos debiera ser también justiciable la expedición de
dichos certificados por la falsedad que encierran, determinante siem-
l)re de una acción que debía estar penada por la ley.
A.simismo nuestro Código penal de 1870 no disüngue casos, como
lo hace el francés (4) y otros Códigos extranjeros, que agravan la pena-
lidad del facultativo cuando percibe honorarios por la certificación
falsa que expide, y esto con sobrado fundamento, por resultar su dolo
en alto grado, tanto mayor, cuanto sea la cantidad exigida, como asilo
tieue declarado el Tribunal de casación francés, según si guarda ó no
relación con el trabajo contenido en la certificación.
Integran, pues, en el delito que define y castiga el art. 323 del Có-
digo de que tratamos, la existencia de un médico ó un cirujano, esto
es : persona que ostente el título académico correspondiente ; de una
certificación que se contraiga á enfermedad ó lesión de un tercero, y
que este documento tenga por objeto eximirle de un servicio público,
y cualquiera de estos tres requisitos que falte ya no resultará el delito
referido; puede determinar otro distinto, como el de intrusión, si el que
se. titula profesor no tiene este título, y otro diferente también si la
certificación, aun no teniendo por finalidad eximir á una persona de
un servicio público, cause perjuicio á un tercero.
Para que pueda estimarse falso el certificado á que se contrae el ar-
tículo 323 del C')d¡go mentado, no basta, según declaración del Tribu-
nal Supremo (5), la simple congetura sujeta á error, y, por lo tanto, no
susceptible de ser erigida en delito, sino que se precisa la justificación
de que no existió la enfermedad de que se certifica por el facultativo.
(i) El C-Sd go de 182-2 imponía al facultativo la pena de cuatro meses á dos años d'^ presidio y
raulu de 10 á iO duros, v en el caso de que expediere la certifijación por soborno ó cohecho, lo de-
claraba iafame é imponía ana reclusión de dos á seis años sin poder ejercer más su profesión (iir-
ticuloi4l3yiU).
<2) Por el art. 4U se imponía U pena de arresto de cuatro meses á un añ^ á los sobornadores.
(3) Artícu'O 160.
(4) El Códi<!0 penal francés en su art. 160 castiga al facultativo con la pena de prisión d< dos á
cinco años, y mediando dádivas ó promesas con la pena de extrañamiento.
(5) Sentencia de 25 de febrero de 1881.
^Meningitis estrepíocócica?
Es de todos sabido que á diario cualquiera persona que ha sido ci-
tada para ser testig-o en un juicio oral, ó para informar como perito, ó
para formar parte del Tribunal del Jurado, ó para intervenir como le-
trado en la vista de un pleito ó de una causa criminal, ó para cualquier
otro servicio público y desea eximirse de él, acude al médico en solici-
tud de que le expida certificación en que se acredite la imposibilidad
en que se halla de desempeñar aquel servicio por impedírselo determi-
nada enfermedad, que no padece, y es también á todos notorio la faci-
lidad con que algunos médicos expiden aquella certificación, sin parar
mientes en que al verificarlo obran mal, faltan á su conciencia, ha-
ciéndose responsables de un hecho justiciable con arreglo á la ley
penal.
Verdad es qué la prueba de que es falsa la expresada certificación
es las más de las veces difícil, lo que hace que sean pocos los casos de
esta clase, con relación á los que deberían ser objeto de juicio crimi-
nal, que se someten al conocimiento de los Tribunales, ya que son en
bastante número los documentos de aquella clase que expiden.
Mas, el que sean difíciles de probar los hechos en que puede á las
veces fundarse la existencia del delito de que tratamos, no obsta para
que los individuos de la ilustre clase profesional de Medicina y Cirugía
procuren conducirse con la mayor discreción cuando se solicite de ellos
certificaciones en que se refieran hechos falsos, resistiendo con enér-
gica rectitud la súplica de los que con pedir en ning-una re^íponsabili-
dad incurren, coníorme á la ley penal vigente, negándose en absoluto
á suscribir documentos que pueclen ser motivo de procedimiento cri-
minal y de sentencia condenatoria, que vendrá á ser la patente de su
descrédito á la vista de sus comprofesores y de la sociedad y hastíi su
propia ruina y la de sus familias.
Calcular las consecuencias de sufrir una pena corporal, grave siem-
pre, atendida la condición de la persona á quien se impone, de satisfa-
cer una multa y algunos cientos ó miles de pesetas por costas procesa-
les por lo que, después de todo, sólo significa en la vida social la
prestación de un pequeño favor otorgado unas veces á la amistad, otras
a la gratitud y las menos al estipendio ó al precio, deber es de los mé-
dicos.
Tengan esto presente siempre, la sanción penal del art. 323 del Có-
digo, y nunca habrán de arrepentirse de ello.
(Se continuará).
¿Meningitis estreptoeóeiea?
Cupaoión
POR EL
Da. J. CiviT Vives
El avance incesante de la microbiología dando á conocer, de cada
día, nuevas especies microbianas ; la experimentación continúa en el
laboratorio con gérmenes pat')genos, factores etiológicos de determina-
das dolencias, pero cuya especificidad se desconoce; en otras que ya se
vislumbra en los horizontes de la ciencia de lo infinitamente pequeño
vastísimo campo de exploración de ese mundo ignoto... esos precio-
sos hallazgos ael laboratorio nos van dando, en el terreno clínico, opi-
mos frutos , hermosas conquistas que la humanidad debe al trabajo
experimental. Sin embargo, á pesar de esos trabajos experimentales
¿cuántas dolencias incurables no cuenta la patología actual? ¡ Cuán-
tas veces nos hemos de rendir, ante la realidad, cruzándonos de brazos
y confesando nuestra desconsoladora impotencia I...
^•Meningitis fsireptoeócica ? zúi
Por esa razón vemos, en nuestro país, que tanto impera la mala fe
y la ignorancia, ¡ entreprarse los pacientes en brazos del embaucador,
indígena y exótico, del charlatanismo !... Día vendrá, quizás no lejano,
que alg-unas dolencias llamadas incurables cederán ante la potente
acción de la ciencia, bien dirigida por la mano del hombre, en su lucha
ruda y empeñada con la enfermedad, arrancando á la muerte sus
víctimas.
La historia clínica que voy á bosquejar prueba, por modo evidente,
que no hay que desesperar, aun en los trances más apurados, poniendo
en acción los medios de que hoy disponemos, que no son pocos, hasta
vencer al implacable enemigo, ó quedar por él vencidos, á fin de que
mis queridos compañeros, con ánimo sereno, puedan sacar partido en
iguales ó análogas circunstancias.
En agosto del año 1902 fui llamado para ver á la niña Monserrat
N., de 7 '/, años de edad, temperamento linfático nervioso y endeble
constitución ; sin antecedentes morbosos hereditarios dignos de men-
ción, pues sus progenitores gozan de salud excelente; únicamente
la madre es de un temperamento nervioso exagerado, sin estigmas
histéricos ni neuropáticos de ningún género; dos hermanitos de la
niña fallecieron ; el primero, á los 8 meses, de un derrame, según me
dijeron les aseguró el médico; el otro de accidentes, según afirmación
facultativa, á los 5 meses#de edad. La Monserrat tuvo, como enferme-
dades de la infancia,, la roseóla y el sarampión, de cuya segunda do-
lencia, hará unos 3 años, quedó bastante y por largo tiempo delicada;
pero después se puso buena hasta el actual estado. Dicha niña, hacía
unos 9 ó 10 días, según manifestáronme sus padres, que se encontraba
displicente, triste, i ella tan comunicativa ! sin apetito, con náuseas
al intentar violentarla para que ingeriera algún alimento ; no teñía
sed. Por la noche, algo agitada, sin lograr conciliar el sueño, tan pro-
longado como era habitual ; en vivSta de que la duración de aquel esta-
do persistía, fueron á consultar á un médico, que recetó un purgante
el primer día, y después alguna poción alcalina, diciéndoles que tenía
nna gástrica ligera, sin fiebre aparente, debido á un enfriamiento, pues
la niña tosía un poco, tos, empero, sin importancia.
Cuatro días después de tomar el purgante comenzaron los vómitos,
primero de tarde en tarde y cuando se insistía mucho á fin de que to-
mara algo, después sin incitación alguna; vióse luego la niña invadida
de marcada postración y fiebre.
Cuando yo la vi (11 de agosto, por la mañana), presentaba la niña
el cuadro sindrómico siguiente : abatimiento general, cefalalgia muy
pronunciada en las regiones parietales, una manifiesta hiperestesia
general ; le era intolerable que la tocaran en sitio alguno de su cuerpo,
sin que protestara lanzando una exclamación de dolor ; anorexia, len-
gua ligeramente saburral, seca en su punta y bordes, estreñimiento,
pues no movió el vientre desde la toma del purgante, y vómitos ; anu-
ria : en 24 horas había expulsado unos 50 gramos de orina espesa (no
l)ude apreciarla de risu) ; la radial latía 100 veces por minuto yla tem-
peratura era de 38'2'* ; el centro circulatorio no acusaba nada anormal
en sus funciones ; en los órganos respiratorios noté, con la percusión,
submacicez en las regiones supra é infraclavicular del lado derecho y
una verdadera macicez en la supraespinosa del propio lado ; un mido
expiratorio áspero y más prolongado el tiempo que el inspiratorio en
esos sitios, que con el estertor seco diseminado, de catarro bronquial,
constituían las lesiones que afectaban aquellos ói*ganos; demacración
considerable, pues observaron que la niña, desde poco tiempo, había
visiblemente enflaquecido. Las funciones intelectuales se verificaban
con entera limpidez.
\ ^Meningitis esireptocócica?
Por lo que se desprende del examen de la niña, y como quiera que
la sintomatolog-ía era un tanto vaga para poder afianzar un diagnóstico^
con probabilidades de certeza, pues, de momento, lo que dominaba
la escena sindrómica era el vómito que, con lo anteriormente apuntado,
aun despreciando los antecedentes defamiliaj impresionaron desagra-
dablemente mi ánimo, sin formular un diag'nóstico preciso, no pasan-
do, empero, de meras sospechas. En efecto : la intolerancia gástrica
¿no podía ser ocasionada por el catarro, que era manifiesto, atendido
el temperamento de la enferma? ¿No podían ser debidos aquellos vó-
mitos persistentes á una autoinfección que por reñejismo las motiva-
ra?... Sin embargo, repito, me quedé bastante preocupado y aunque
el vértice del pulmón derecho no podía descuidarse, no creí oportuno,
de momento, atender á indicación á tal objeto dirigida, por ser más
perentorias las de las vías digestivas, guardando para después las más
apremiantes.
Prescribí, pues, unos papeles con los salicilatos de naftol y de mag-
nesia, el carbonato magnésico y el sacaruro de anís que, con la mixtura
de Riverio completaron la indi'cación más de urgencia ; tomada esta
última de tal suerte, que separadas la poción acida de la alcalina, se
tomaran simultáneamente para mayor seguridad de éxito.
A las ocho de la noche la niña acusaba el mismo cuadro sindrómico :
temperatura 38*2°, la radial pulsaba 100, respiraciones 30 y únicamente
notóse que toleraba mejor la leche que se le iba dando en los intervalos
de los papeles ; hizo una micción un poco más abundante que la
anterior, siendo las orinas más claras. Así pasó la noche. A la
mañana del siguiente día, Segundo de enfermedad, la cefalalgia era
más pronunciada é invadía la región frontal, además de las parietales
del anterior; los vómitos que por la noche habían cedido, pudiendo la
niña tomar regulares cantidades de leche, reaparecieron con más bríos:
temperatura 38*3^, pulso 96, hiperestesia general é integridad mental.
Se suprimió la poción de Riverio por ineficaz, y fué reemplazada por el
valerianato de cerio y mentol en pildoras y, á falta de pulverizador,
mandé repetidas instilaciones con éter sulfúrico sobre la región epigás-
trica, más ó menos repetidas según el afecto obtenido. Cesaron los
vómitos : pudo la niña volver á tomar leche y los papeles menciona-
dos fueron substituidos por los calomelanos á dosis purgantes ; movió
el vientre varias veces, con deposiciones negruzcas primero, verdes
después y en extremo fétidas y abundantes. Por la tarde, la niña se-
guía de igual suerte, únicamente más pronunciados los síntomas depen-
dientes de los centros nerviosos ; temperatura 38*5", pulso, 108, algo
irregular, depresible ; no había vómitos, ni sed ; lengua más húmeda
y limpia, orina más abundante y de color ambarino transparente ; acu-
saba la niña más cefalalgia, gran hiperestesia general, pupilas contraí-
das y muy impresionables á la luz ; tendencia á guardar el decúbito
Jateral derecho, contraídas las piernas sobre los muslos y éstos flexio-
nados hacia el abdomen ; en los miembros superiores, sobre todo en las
manos, al tocarlas con las mias, percibía un ligero temblor, sin sacu-
didas, suave trepidación que cesaba al comprimir las suyas dos minu-
tos, reapareciendo aquélla, sin dejar de ejercer la compresión manual.
Tirando de los pies para el cambio de la flexión en extensión, quejábase
la enfermita y abandonaba esta posición foraada tan pronto cedía la
mano que retenía la extremidad pelviana, recuperando luego la prís-
tina posición. Como tomaba la niña cuanto se le daba, prescribile unos
sellos con fenacetina, sulfato de quinina y analgesina, bebiendo tras
cada uno una tacita de un infuso aromático, y leche en los intervalos de
los cachets : los tomó á maravilla, y así se pasó la noche ;'^cedió la cefa-
lalgia, no hubo vómitos, hizo una deposición de vientre de buen aspecto
^Meningitis estreptocócica ? 203
y sin fetidez, orinó dos veces, siendo claras y abundantes las orinas ;
mostróse la niña decidora^' con una locuacidad que alegró soberana-
mente á sus padres y á cuantos la rodeaban ; descansó dos larg-os ratos
y al despertar tomaba lo que le daban con risueño semblante, cuando
observaron, con pesar profundo, que la niña empeoraba desde las siete
déla mañana. Cuando yo la vi (serian las diez de la mañana y tercero
de enfermedad), se presentó á mi investigación clínica del modo
siguiente : guardaba el decúbito lateral derecho, los muslos contraídos
hasta tocar el abdomen y las piernas casi en contacto con aquéllos, los
brazos cruzados sobre la pared torácica (al igual que en ciertas posicio-
nes guarda el feto en el claustro materno), y se resistía á tomar lo que
le daban, sin rehusarlo en absoluto, pero con cierta violencia y en pe-
queña cantidad ; estaba un poco comatosa y contestaba perezosamente
a mis preguntas; párpados caídos, que ocultaban veladamente el globo
ocular, y que difícilmente podía entreabrir llamándole imperativa-
mente la atención, pupilas desiguales y dilatadas y con excesiva impre-
sionabilidad á la acción de la luz ; temperatura 40*4**, latiendo la radial
160 veces por minuto, respiraciones 36 y algo quejumbrosa. En vista
de este estado prescribí una poción con cocimiento de quina, licor amo-
niacal, éter y dos enemas con 0'40 gramos de clorhidrato de quinina
cada uno; además, dando las instrucciones necesarias, ordené dos
baños fríos de 15 minutos de duración y de 3 horas de distancia el
uno del otro, tomando después de cada baño una tacita de té chino con
algunas gotas de coñac. A las nueve y media de la noche estaba la
enfermita en igual estado, pero más comatosa, con más dificultad en
el tragar, tanto, que sólo podía verificarlo poniendo encima de la base de
la lengua el mango de una cuchara y comprimiendo suavemente ; no
obrando de esta suerte^ quedaba el líquido retenido en la cavidad bu-
cal, escapándose mansamente por la comisura labial ; temperatura 40*6",
pulso 166, y además de lo apuntado por la mañana, notábase un poco
de rigidez en la nuca. Apunté la conveniencia de tener una junta con
algún ó varios ilustrados compañeros : el caso lo requería por su excep-
cional importancia. «Está bien lo que usted nos indica, contestóme la
madre de la niña, cuando venga mi esposo (que había salido por ur-
gencia de un asunto del trabajo), hablaremos con la familia y tendre-
mos la consulta con quien usted crea más indicado para el caso ». Ínte-
rin continuó tomando lo que pudiera de una poción estimulante y difu-
siva, papeletas de protocloruro de mercurio (4 centigramos cada 2
horas), enemas con la sal quínica y un baño de agua fría de 23
minutos de duración, con un poco de café con coñac y repetido
cada cuatro horas; compresas empapadas en agua hehula, aplica-
das á la cabeza y continuamente renovadas. A lír mañana del
siguiente día (4.** de su enfermedad), fui más temprano que de cos-
tumbre, y mi enfermita presentaba un cuadro clínico muy desconsola-
dor: temperatura 41*2°, pulso 180, respiraciones 48*, insensibilidad álos
agentes exteriores, coma muy pronunciado ; durante la noche lanzaba
gritos agudos y penetrantes de tarde en tarde, gritos que se iban ha-
ciendo más frecuentes á medida que iba avanzando el día, párpados
cerrados, pupilas dilatadas y desiguales, insensibles á la acción de la
luz, trismus, los maséteros parecían dos chapas de acero que mante-
nían cerrada la cavidad bucal : imposible vencer aquella resistencia ;
los miembros inferiores fuertemente ñexionados, los muslos sobre
el abdomen y las piernas hasta tocar á aquéllos, los miembros toráci-
cos contractürados, rigidez de la columna vertebral en toda su exten-
sión y contracturada la nuca ( opistó tonos ) ; incontinencia de orina,
no así de materias fecales, pues no movió más el vientre. Su cuerpo,
rígido en extremo, cual si fuera un cuerpo inerte, no cambiaba en lo
204 ^Meningiiis estreptocócica?
más mínimo de actitud al meterla y sacarla del baño, así como durante
el tiempo di» permanencia en el mismo ; pero como quiera que coinci-
dían, al tocarla para entrarla en él, los gritos penetrantes y lastimeros
que lanzaba la niña y que se iban extinguiendo al contacto de la fres-
cura del agua, creyeron sin duda que era una protesta que la enferma
hacía y no quisieron darle el último baño, pues les daba lástima tocarla
viéndola tanto sufrir. Al acusarles de negligencia por no haberle dado
el baño, y de tratar de insistir en la mayor duración y frecuencia de
los mismos en vista del escaso ó nulo efecto obtenido, observé en sus
deudos una muda obediencia que me reveló la violencia que tendría
que ejercer en su ánimo para que se cumpliera mi balneoterápica
prescripción ; desistí, pues, de hacer presión alguna que resultara á la
postre infructuosa ; entonces substituí la balneación por otro medio de
refrigeración más sencillo, más suave, pero de heroicos resultados en
los niños en casos análogos : fricciones generales, con esponja, em-
pleando una mezcla de agua fría y agua de Colonia, en cuyas sesiones,
más ó menos repetidas, se invierte la duración que se crea conveniente ;
fueron aceptadas con más benevolencia, v en el acto se le hizo una, que
los animó en extremo, pues la niña abrió momentáneamente los ojos ;
le di una inyección hipodérmica de 0*25 gramos de sulfato quinina,
poco tiempo después de terminada la refrigeración.
Hablé de la gravedad del caso, que todos reconocían, y á los padres
allí reunidos, de la necesidad de celebrar una junta; fué aceptada y desig-
nado el. ilustrado pediatra Dr. Martínez Vargas para vernos aquel mismo
día, y me retiré. Por la tarde, cuando ya esperaba hora para reunirme
con tan distinguido y competente compañera, se me presentó el padre
de la niña, diciéndome:... «la niña está irremisiblemente perdida, cuan-
tos la han visto últimamente son de la misma opinión; agradecemos su
buena voluntad; todo es en vano: «la niña se nos va por momentos. He
creído oportuno avisarle á usted, yo mismo, á fin de que no se moles-
tase esperando hora del otro médico; vea usted la niña cuando quiera,
pues, nosotros no le hemos de echar á usted responsabilidad alguna;
la consulta por usted pedida no tendría otro objeto...» En efecto: cuanto
volví á la casa para ver á la niña, el cuadro era sombrío en demasía:
guardaba ésta el decúbito lateral izquierdo, por haberla dejado en
aquella posición tras las fricciones con el ag-ua fría aromatizada, amo-
dorrada, párpados cerrados, pupilas dilatadas é insensibles á la acción
de la luz, trismus, opistótonos, miembros superiores, al igual que lo.s
inferiores, fuertemente contracturados, respiraciones 56 y casi imper-
ceptible, temperatura 42*4", pulso 190 y miserable; inútil es decir que,
ni con violencia ni sin ella, laenfermita no tragó nada más, ni siquiera
intentar por entre los pequeñísimos espacios que dejan los incisivos
entre si, hacer penetrar algunas gotas de una mixtura, como hacían
anteriormente. Kn vista de aquel estado, mandé darle un enema con
sulfato sódico y folículos de sen pulverizados, que hizo un magnífico
efecto: eliminó, con el enema purgante, materias fecales fétidas y
abundantes de un color verdoso; viendo, pues, que se nos había hecho
imposible la vía bucal, tras el enema evacuante le prescribí otro com-
puesto de 200 gramos de leche, una yema de huevo y una cucharada
de vino de peptona de Chapotean; otra inyección hipodérmica de sal
([uínica, y como quiera que la niña tenía el cabello muy enmara-
ñado, indiqué la conveniencia de cortárselo al ras, cosa que fué ejecu-
tada en el acto, y una vez cercenado el pelo, mandé le hicieran, con
desconfianza y valga por lo que valiera, unas fricciones en la piel
del cráneo y nuca con una pomada compuesto de óxido rojo de mercu-
rio y sulfato quinina; además le hice renovar con más frecuencia las
fricciones con agua fresca aromatizada con la de Colonia al tercio (pero
^ \Í€ninf:itis estreptocócica? 2o5
más fría, pues se rebajó la temperatura del ñ.^ua añadiéndole hielo),
y me retiré. 8eis horas después, la niña continuaba en i«,»-ual estado.
Entonces prescribí, alternado con el enema alimenticio, otro con bro-
muro potásico é hidrato de doral, y viendo la'ineficacia de ios enemas
de sal quínica primero, de las inyecciones de la misma sal después,
la insuficiencia de los baños, y por último, de las repetidas y frecuen-
tes perfri^eraciones oon el agua casi helada, ¡aquella temperatura no
bajaba ni una décima!, antes iba en aumento por modo pertinaz y de-
sesperante, ¿qué hacer? No lo sabía. Al contemplar aquella niña con
pesar profundo, con pesar prq/enonal que muchos no entienden^y que,
por desgracia, algunos de nuestros sacerdotes no sienten, se me ocurrió
una idea, dejando prejuicios aparte, pues en él presente caso todo es-
taba justificado: tratar la enferma por la refrigeración continua, ¿Cómo
se lograba esto? ¿De qué suerte me arreglaría para conseguir tal fina-
lidad?... Lo que convenía, ante todo, era que la idea fuese aceptable
V Que no fuera chillona la manera de ponerla en práctica, en la misma
haDitación; era indispensable, dentro de lo posible, no tocar á la enfer-
ma de la cama, pocas manipulaciones, ya que tan mal sabía á todos ; en
fin, una cosa practica. En el acto surgió en mi mente el modas facien-
di; el lecho donde reposaba la enfermita era grande, una cama de ma-
trimonio antigua (fué trasladada en él al enfermar, por ser la habita-
ción más espaciosa y mejor ventilada de la casa: no eraelsuyoproj)io);
en vez de jergón ó sommier, contenía traspontines de paja, y con estos
y los colchones arrollados se arregló un hueco en forma de rectángulo
irregular, especie de nido, recubierto en toda su extensión y profundi-
dad con tela impermeable, y ésta á su vez con sábanas limpias.
Púsose allí la enferma, y le apliqué en aquel momento una inyec-
ción hipodérmica de aceite esterilizado de oliva alcanforado al décimo
(jeringa de Pravaz llena); y se llenó de agua fría la cavidad y fué ta-
pada la niña con sábanas limpias empapadas en el mismo líquido; en
la parte inferior (pies) había dejado una abertura para dar salida al
agua, especie de válvula de desagüe, para renovarla cuando se tuviera
por conveniente. La sábana cubría el cuerpo de la enferma en toda su
extensión, excepto la cabeza, y ésta ásu vez estaba recubierta toda ella
con compresas mojadas en agua helada y renovadas cada diez ó doce
minutos, es decir, continuamente; no empleé las vejigas de hielo, por
razones que considero superfluo mencionar, pues sus inconvenientes
no se ocultarán seguramente á mis ilustrados lectores; ordené se reno-
vara el agua fría (rada cuatro horas, abriendo al efecto los pliegues del
impermeable y sábana (válvula), y al echarle la nueva (en el estuche)
operaran con lentitud. Me retiVé muy preocupado, pero tranquila
mi conciencia yen la seguridad de haber hecho algo. ¿Conseguiría
algún resultado? Lo ignoraba; pero el más negro pesimismo me do-
minaba...
A la mañana del siguiente día (quinto de enfermedad), la niña se
encontraba casi igual; continuaba el trismus y el epistótonos; intentó
lanzar algún grito, pero gutural y breve ; párpados cerrados, ojos in-
sensibles á la presión digital, al igual que las pupilas á la luz ; dobla-
dos fuertemente los muslos sobre la pelvis y las piernas sobre aquéllos,
insensibilidad general, incontinencia de orina; toleró bien los enemas
que indiqué; el último lo devolvió en el acto. Temperatura, 41*2**;
pulso, 194, miserable; respiraciones 48, superficial. Viendo, pues, que
había descendido la temperatura y el número de respiraciones, si bien
continuaba en crescendo la anestesia y los fenómenos de taquicardia,
por el temor que me inspiró el centro circulatorio procuré sostener en
su funcionalismo dicha viscera: inyéctele 1 cm'. de aceite alcanforado y
una jeringuilla Pravaz llena de éter sulfúrico; ordené continuaran los
i06 ^Meningitis estreptocócica?
enemas de leche, yemas de huevo, confíe y dos cucharadas vino depep-
tona, pero precedidos de otro abundante de aji^ua timolada, cloruro só-
dico y g-licerina que, en ocasiones, estos iiltimos, eran substituidos por
la resorcina, etc., k fin de mantener aséptico, cuanto posible fuese, al
intestino recto, evitando de esta muerte el acumulo de toxinas en
aquella porción intestinal, para el mejor efecto del enema nutritivo ;
éstos últimos los toleraba perfectamente.
Para evitar manipulaciones en demasía, recomendé aprovecharan
el momento oportuno de renovar el ag-ua, para propinarle los enemas;
quedando de tal suerte un lapso de tiempo, una tregua para la enfer-
ma; inlfeistí con íirmeza en que renovasen el ag-ua con más frecuencia:
cada tres horas; fricciones con la mencionada pomada, cada seis, y
compresas heladas continuamente á la cabeza. Transcurrió el día in-
variablemente; por la noche ya no intentó lanzar ning-ún g-rito; insen-
sibilidad absoluta, temperatura 40*6''; pulsaba la radial, 186 veces; respi-
raciones, 52. Practiqué dos inyecciones hipodérmicas: una de cafeína
de 0*20 ¿ramos, y otra de 1 grramo de éter sulfúrico; fricciones con la
pomada hidrarg-írico-quínica, enemas alimenticios precedidos de los ti-
molados, compresas á la cabeza coil el a<^ua helada continuamente y
el ag-ua fría g*eneral renovada cada dos horas.
Cuando vi á la niña al sigruiente día (sexto de enfermedad), dijé-
ronme (jue había pasado la noche como la anterior; conservaba la
misma posición; fuertemente comatosa; temperatura, 39*4°; pulso, 170:
respiraciones, 44 por minuto. Practiqué dos inyecciones de aceite al-
canforado, recomendé las fricciones con la pomada quínico-hidrargpí-
rica en el occipucio y apófisis mastoides, compresas, enemas, renova-
ción del a^'ua fría, etc. Por la noche la niña estaba ig-ual; nada dig-no
de mención: únicamente la temperatura subió á 40*^ y el pulso, 180;
ig^ual tratamiento.
Al día sig'uiente por la mañana, las observaciones que me comuni-
caron, pues les tenía encarg*ado sumo cuidado y una exquisita vig-i-
laucia hasta de los más pequeños detalles, fueron que había pasado la
noche, poco más ó menos, como el anterior día; pero observaron, con
ansiedad horrible de los allí reunidos, que á las primeras horas de la
madrug"ada, la niña había definUivamente dejado de existir, pues nota-
ron que ya no respiraba; en efecto: la respiración de laenfermita tomó
el ritmo de Cheyne-Stokesmuycaracterísiico y que, no sin razón, tanto
les alarmó.
Para no ser ya más molesto á mis benévolos lectores, relatando de-
talles de poca importancia, diré eng-lobado: (jue la niña estuvo conti^
imamente en aguafria, á la temperatura ambiente, á unos 20*^, cerca de
seis días ó sean 134 horas; oue las compresas empapadas en agtuí helada
sig-uieron por igfual lapso ae tiempo sin interrupción; que las fricciones
con la pomada quínico-hidrarg-írica se hicieron más próximas ó distan-
ciadas, seg'ún las circunstancias; que los enemas con caldo, leche,
huevos, coñac, peptona, café concentrado, etc., variaban en frecuencia,
composición, cantidad, etc., seg'ún lo permitía el estado de mayor ó me-
nor tolerancia del recto; que la temperatura osciló entre 42*5° y 38*9%
al ig-ual que el pulso que, entre irreg-ular, desig^ual, miserable, dícroto,
latió la radial por minuto de 125 á 170, 180, incontable muchas veces-.,
que las inyecciones hipodérmicas de éter, aceite alcanforado, cafeína,
se propin^iron á dosis que parecían temerarias, sobre todo las de aceite
alcanforado; que sig'uieron la respiración tipo Cheyne-Síokes, rig-ideces,
insensibilidad, contracturas, estado comatoso, etc., cuando al sexto día
de estar zambullida la niña en el ag'ua, noté en ella lo sig'uiente,
(jue sin embargo, no hizo variar mi pesimismo desde el punto de vista
pronóstico, anunciado con alg-unos días de anticipación y ratificado en
,í Meningitis estrtptocócica? 20J
aquel momento: el estado comatoso no era tan pronunciado, los párpa-
dos se entreabrían y las pupilas no eran tan dilatadas y algo sensibles
á la acción de la luz; al llamarla, parecía dirigir los ojos hacia donde
procedía la voz; oído y vista impresionados, pues, por las ondas sono-
ras el primero, y por el éter lumínico el segundo. Cedió en parte el
Msmus, entreabría ligeramente la boca y, aunque difícilmente, logró
tragar dos ó tres cucharaditas de leche, ¡ya era tiempo! ¡temí sería des-
graciadamente tarde! Hacía más de 24 horas que devolvía los enemas
de la misma suerte que se los propinaban, debido quizás. á unarectitis
intensa que se desarrolló en la eniermita, ó á una relajación del esfínter
que le impedía retener ningún enema, ó lo más probable, las dos cosas
á la vez. La respiración era más amplia y algo más profunda: 38 por
minuto, acompañada de algún pequeño suspiro; no podía llamársela
respiración suspirosa, pues eran muy de tarde en tarde; temperatura
ÜH-e**; pulso más desplegado y daba 125 latido,s por minuto. Al verifi-
car ¡tantas ocasiones lo había intentado inútilmente! la tracción desús
manos con las mías, cedían lenta y penosamente las contracturas, lan-
zando un ¡ay/ lastimero y casi imperceptible, volviendo en el acto á
recuperar, al soltarle las manos, la primitiva actitud; las extremidades
inferiores continuaban fuertemente contracturadas. Mandé sacarla
del agua; en el acto se verificó y se le puso ropa interior seca y limpia;
la cama, á pesar de todas las precauciones posibles, estaba empapada
de agua (mantas, colchones, etc.), y fué renovado todo. Al cambiarle
la ropa interior observaron que tenía iinas úlceras en las regiones tro-
cantéreas; efectivamente, eran dos úlceras que interesaban las capas
cutáneas, y de unos dos y medio á tres centímetros de diámetro; no te-
nían verdadera importancia y fueron debidas al decúbito que forzosa-
mente tenía que guardar la enfermita ; empleé en ellas una cura íe¿ré2
con un polvo antiséptico compuesto de diiodoformo, ácido bórico y
dermatol. Se suspendieron los enemas. Le inyecté 1 cm' de éter y le
prescribí una poción difusiva enérgica, é insistí'en que le dieran algu-
nas cucharadas de leche ; como quiera que observara en la enfermita
cierta frialdad en las extremidades inferiores, ordené, además, le pu-
sieran dos botellas de agua caliente, envueltas en trapos de lana en
contacto con los pies, y me retiré.
¿Concebí alguna esperanza quizás? No por cierto: creí se operaba
en ella alguna remisión más acentuada y tras ella la muerte por fenó-
menos bulbares, asistolia, asfixia...
¿Sería, por ventura, una remisión fugaz, como ya había ocurrido
el día anterior, y cuya duración no podía precisarse, para caer en
la bradicardia y arrebatar la niña de un momento á otro? No lo sabía;
no creyendo, sin embargo, en aquella relativa ffvan mejoría, como me
decían en la casa. Esperaba con verdadera fruición volverla á ver:
estaba igual y aun, si cabe, más acentuada la remisión; no tan sólo fué
tragando lentamente la poción difusiva que le receté, sino que tomó
en un lapso de tiempo relativamente breve (unas ocho horas), más de
200 gramos de leclie y la mitad de la mixtura prescrita. Descendió
algo más la temperatura 38^2''; pulso, 118; los sentidos, oído y vista, más
impresionables á los agentes naturales ; la niña parecía, l[\xe con voz
apagada é ininteligible, esforzábase inúltilmente por decir algo á su
madre...
Así pasó tres días consecutivos, durante los cuales tomó leche,
caldo, kola, etc., etc., y lo hacía últimamente con verdadera afición; se
descorrió el tupido velo que cubría su inteligencia y los sentidos agu-
zaron más y más sus funciones. Las contracturas de los miembros in-
feriores continuaron ; no así las de los torácicos, que habían cedido;
de tal suerte, que ella misma llegó á tomarse lo que le daban al alcance
ao9 i Meningitis estreptoc^cica ?
de sus manos; cedió la rectitis y la relajación del esfínter, pero no la
incontinencia de orina.
Pasáronse de igual suerte dos días: la temperatura descendió á 37*5**;
el pulso llegó á 98; respiraciones, 24; inteligencia despejada y tomando
bastante cantidad de alimentos; las úlceras de las regiones trocantéreas
casi epidermizadas... Al quinto día de haberla sacado dej agua al-
canzó brutalmente la temperatura 40*"; pulso, 170 por minuto; respira-
ción más acelerada, sin paí«ar de 38 en el mismo tiempo. ¿Tornaría el
cuadro sombrío de los días anteriores? No I9 sabía. Recomendé las
envolturas generales con agua fría (sábana mojada)^ cada tres horas
renovadas, y compresas de agua fría á la cabeza (no helada) continua-
mente; interiormente el protocloruro de mercurio á dosis purgante y
una poción almizclada. No se perturbó mucho su sensorio; tan sólo
tuvo un poco de subdelirio, sin alterarse sus pupilas y contestando
atinadamente á breves preguntas que se le dirigían. No tardó en vol-
ver la deseada calma: al día siguiente la temperatura alcanzó como
máximum aH^S"" y á 38*2" mínimum, y sin haber pasado mala noche;
tomó cuanto se le dio, sin náuseas, ni vómitos; hizo algunas deposicio-
nes líquidas y fétidas. No me atreví á suspenderle, en absoluto, los
envoltorios húmedos, aplicándoselos más distanciados (cada seis horas);
caso de ser conveniente los renovaríamos con más frecuencia. No
pasó mal día y buena noche relativamente; descansó largos ratos, no
hubo ^trastornos mentales, tomó cuanto le dieron;, temperatura máxi-
ma, 38*6**; pulso osciló alrededor de 100, pero desplegado. Se le supri-
mió en absoluto la sábana mojada. Llamó mi atención una hinchazón
y rubicundez de la oreja derecha y que era marcadísimo en los sitios
donde el tejido fibroso es menos denso (lóbulo), y cuya rubicundez
aiTancaba ya de la concha y conducto auditivo externo; ofrecía los ca-
racteres de una erisipela espontánea ó de las llamadas médicas; corrióse
la rubicundez hacia la sien y más allá del ángulo de la mandíbula y
región parotidea hasta el cuello del' propio lado, formando un rodete
limikidor: ciibrióse dicha zona de gruesas vesículas, que espontánea-
mente se dilataron, manando de ellas abundante cantidad de pus; no
tuvo la niña durante el día ni náuseas, vómitos, ni sed; no experi-
mentó dificultad en el tragar, aun teniendo las fauces enrojecidas. El
esjtado general continuaba igual. Al día siguiente observé en las re-
giones supra é infraclaviculares derechas dos abolladuras fluctuantes:
eran dos abscesos que se dilataron espontáneamente, saliendo de ellas
un pus amarillento; otro más resistente del tamaño de una nuez, en la
región axilar del propio lado, lo incindí, manando pus de los mismos
caracteres que las anteriores. Fueron lavados, polvo antiséptico y gasa
iodofórmica al 10 por 100.
La niña hizo aquel día dos deposiciones de vientre y sintiendo ganas
de orinar por primera vez, hizo una micción abundante, siendo clara
la orina expulsada. Tirando de los pies, sin gran esfuerzo, pudo lograr
poner sus miembros abdominales por vez primera en extensión, reco-
brando, sin embargo, la prístina postura tan pronto cedió la tracción
que mis manos ejercían y sin quejarse la enferma... Así pasó la niña
cuatro días ; los abscesos se curaron rápidamente, la exfoliación erisipe-
lotosa no dejó huellas, las úlceras trocantéreas completamente curacms
desde algunos días; los movimientos de los miembros torácicos expe-
ditos, los de los abdominales , primero con movimientos pasivos, luego
traté de imprimir algún movimiento activo, siendo éstos muy perezosos
y difíciles ; la ligera contractura que se inició los días anteriores en la
nuca, desapareció en absoluto. Tomaba con afición caldo, leche, sopas,
purés, kola granulada, etc. ; dormía bien, y su inteligencia recobraba
su perdida lucidez, como si hubiera despertado de nnprqñmdo síieño^
Los estigmas fisiológicos de la degeneración ' iop
segiin decía ella. Tenía plena conciencia de la necesidad de expeler
el contenido de sus depósitos excrementicios, recto y vejiga. Dos
días después, á pesar de \ñ paresia que quedó en los miembros abdomi-
nales, la niña se sentó en la cama, cediendo á reiteradas é insistentes
peticiones suyas. Noté en su cuello, tórax, abdomen y sobre todo mus-
los, algunas manchas de púrpura hemorrágica, pero muy discretaa ; no
di importancia á la aparición de esa púrpura, pues, en parte, fué conse-
cuencia del proto-cloruro de mercurio que tomó varios días ; prescríbile
el antidoto por excelencia, el hierro. La alimentación fué aumentán-
dose á medida que sus fuerzas digestivas lo permitían y los tónicos á
base de quina, proto-ioduro de hierro, kola, vino Vial, etc., que, iban
alternando sin cesar. El estado general de la niña mejoro rápida-
mente ; recobraba animación, vigor, lozanía, polor en sus tegumentos
cutáneos ; en su afán de poderse levantar pronto de la cama, no cesaba
de imprimir lenta y perezosamente movimientos en sus muslos y pier-
nas, que recobraron las sensaciones de frío y calor, así como una fina
íiensibilidad táctil. A los seis días de sentarse en la cama, se levantó
con relativa energía ; sosteniéndola primero, después no quiso: le bastó
el simple apoyo de un bastón para andar algunos ratos ; al segundo día
de levantada,* me asombró una increíble agilidad de sus miembros in-
feriores, al igual que de lo restante de su cuerpo.
Al examinar la caja torácica con detención, me admiraron las respi-
raciones amplias y profundas, sin aspereza en sus movimientos expi-
ratorios, ni estertores de ningún género, desapareciendo, por tanto,
■aquel estado sospechoso de los vértices pulmonares, sobre todo del de -
recho, que tan mal impresión causó en mi ánimo el primer día que la
vi. Todo desapareció, no quedando de la pasada tormenta más que
un tétrico rei^uerdo. Perdí á la niña de vista á últimos de septiembre,
que continuaba en estado inmejorable. Algún tiempo después (un mes
próximamente), su madre hizo fijar mi atención en un dato de escasa
monta : « á la Monserrat no le crece el cabello », me dijo. Con unas fric-
ciones estimulantes que le recomendé, vencieron aquella atonía atró-
fica de los bulbos pilosos, teniendo hoy la cabeza poblada de abundo-
sos y ondulantes rizos.
Exprofeso he dejado transcurrir algunos meses antes de publicar"^
esta interesante historia clínica^ de provechosas enseñanzas, en análo-
gas circunstancias. La niña continúa en excelente estado de salud*
(Se concluirá J.
Los estigmas fisiológicos da la degeneración ^^^
POR
Luciano Mayet
Ex interno de los hospitales, preparador en la Facultad de Medicina de Lyon
VIL Sistema nervioso. — El sitio ocupado por los trastornos funciona-
les del sistema nervioso en el dominio de la degeneración es considerable.
-Los trastornos cerebrales constituyen los estigmas psicológicos y no nos
ocuparemos, por lo tanto, de ellos aquí. Las otras manifestaciones están
representadas por un cierto número de síndromes convertidos en verdaderas
entidades morbosas, estudiadas de una manera muy detallada en los trata-
dos de patología interna, de patología general y de patología nerviosa.
Enumerémoslas rápidamente :
Enfermedades 7ie}Tiosas familiares, — Las principales son :
La meningitis tuberculosa, que no es ciertamente patrimonio exclusivo de
los degenerados, pero que se observa con muchísima frecuencia en éstos.
Muy comunmente se presenta como una enfermedad familiar y la pre-
(1) Continuación. — Véase el número anterior.
Los tMiigmca Jisioiógicoi d« la dtgentración
disposición es menos realizada por la tuberculosis de los padres (se pudiera
casi decir que en semejante caso esta última es excepcional), que por la tara
degenerativa misteriosa que se ha ejercido ya entre los padres. En resu-
men : éstos son habitualmente neurasténicos, epilépticos, vesánicos .. La
mening-itis tuberculosa ataca más á los heredo-neurópatas que á los herede-
tuberculosos. Alcanza el máximum de frecuencia en los niños de padres
que reúnen las siguientes tres causas esenciales dé caducidad hereditaria :
neuropatía, tuberculosis y alcoholismo.
La enfermedad de Friedreick, enfermedad familiar que ataca á varios niños
de un mismo tronco.
Ciertas miopatias atróficas musculares progresivas^ miopatías que princi-
pian desde la juventud, expresión de una distrofia muscular familiar.
Amiotrofia del tipo C/íarcot-Jüarié.
Enfermedad de Thomsen.
Heredo-ataxia cerebelosa (Marié, Londe).
Ciertas diplegias espasmódicas infantiles y más particularmente la enferme-
dad de Little.
Átetosis doble. -^ Su sitio está justificado por la herencia nerviosa del
atetósico, la familiaridad de su afección ó la existencia de diversos factores
de degeneración en sus ascendientes, por su comienzo precoz desde ios pri-
meros días de la vida, por el estado de profunda caducidad, que traduce su
cuadro clínico muy especial (muecas variadas, gestos extravagantes y gro-
tescos, movimientos arítmicos, espasmódicos, dificultad en los movimientos
intencionales, de la marcha, de la palabra), por los trastornos mentales (jue
presenta; en fin, por las deformaciones craneanas y las anomalías físicas
que existen habitualmente en tales enfermos.
Enfermedad de Parkinsony que, á pesar de las incertidumbres y las discu-
siones patogénicas de que es objeta, nos parece debe ser comprendida tam-
bién en la degeneración.
Tics. — Movimientos convulsivos clónicos ó tónicos, «voluntarios, habi-
tuales, alternativamente conscientes, coordinados, sistemáticos » (Nogués),
los tics se observan con una ft^ecuencia extrema en los degenerados, en los
degenerados superiores, como en los idiotas y epilépticos. La variedad de
tics es infinita: pestañeo, muecas, mascujamiento, rechineo de dientes,
movimientos de aprobación ó de negación, rascamiento ó frotes de las me-
jillas, de la oreja, de la nariz, etc., y á los trastornos motores que los carac-
terizan se añaden frecuentemente trastornos mentales : « los afectados de
tics son desequilibrados psíquicos, como son desequilibrados motores»
-.(Nogués).
tfn sitio aparte debe reservarse á esta forma tan especial de neuralgia
del trigémino, el tic doloroso de la cara, que solóse encuentra en los histéri-
cos y epilépticos, es decir, en sujetos cuj^a decadencia hereditaria es cierta.
Corea. — El lugar que la corea ocupa en el cuadro de la degeneración,
ya se trate de la corea de Huntington, yñ de esta forma clínica hapoco descrita
por Brissaud con el nombre de corea variable de los degenerados y aún de
ciertos cdLSOs de corea de Sgdenham, está justificado por la herencia de los
coréicos. Las taras que dominan esta herencia cesan de ser latentes bajo
la influencia (?e una infección, de una intoxicación, de una impresión mo-
ral, que viene á romper el equilibrio inestable en el que se encuentra el
organismo de tales sujetos. Los trastornos psíquicos señalados en los co-
réicos traducen también el parentesco de la corea con la degeneración. Este
parentesco es bastante próximo en lo que concierne á la corea menor de
Sydenhara, y está mucho mejor establecida en la corea mayor de Hunting-
ton, y hay identidad completa con la corea variable, síndrome particular de
los degenerados.
Neurosis. — No se comprenden habitualmente las neurosis en la degene-
ración, y muchos autores las consideran como un terreno favorable al des-
arrollo y á la evolución de aquélla. En realidad, hay tantos neurópatas entre
los degenerados y los lazos que los unen á la familia neuropática, son tan
numerosos, tan estrechos, que es lógico considerar las grandes manifesta-
ciones de las neurosis como verdaderos estigmas de degeneración.
Apreáurémonos, pues, á decir que no deben ser colocados en el grupo de
degenerados todos los neurasténicos é histéricos. Sobre este punto parece
que se debe ser menos absoluto que Dallemagne; la variabilidad délas
Los estigmas Jisiolt^gicos de la degeneración
causas y de la sintomatolog-ía de las diferentes neurosis aboga en favor de
esas excepciones. Por otra parte, si conviene considerar las grandes mani-
festaciones de las neurosis como estigmas de degeneración, hay en el
cuadro clínico de cada neurosis una multitud de rasgos particulares, epife-
nómenos inconstantes, pasajeros, que solamente tienen un valor muy secun-
dario ; estigmas de degeneración no es sinónimo de estigmas de histeria ó
de cualquier otra neurosis.
Fig. 7.* — D¿generación histérica con asimetría cráneo-facial muy marcada
La nearasledia es una de las puertas de entrada de la degene: ación ó uno
de los primeros grados de ésta. Traduce generalmente la mala adaptación
del sistema nervioso del neurasténico á las condiciones de la vida moderna,
su resistencia defectuosa é insuficiente á lo.s elementos de depresión física y
normal. El neunisténico empieza por internarse en el suelo movedizo de
la degeneración, en la que sus hijos t^e deslizarán más adelante y en la que
sus nietos pueden desaparecer por completo, si no son salvados por elemen-
tos de regeneración intercurrentes». « Ks el terreno eminentemente favo-
rable, en el cual germinan y se desarrollan en las generaciones siguientes
las enfermedades nerviosas más graves» (Bouveret).
Al lado de la neurastenia propiamente dicha debe colocarse otra forma
de neurastenia, descrita con el nombre á^i neurosis de angustia (Angstneurose
de Freud, 1895) y que ha sido objeto de discusiones en el último Congreso de
médicos frenópatas y neurólogos. Está caracterizada por un estado crónico
de espera ansioso, por crisis de angustia paroxistiea, fobias y obsesiones con
irritabilidad general y sobre todo por vida sexual anormal.
La multiplicidad de las formas clínicas de la histeria, la ausencia de limi-
tación pura de ésta, hacen de ella una división completamente artificial de
la neuropatología. El término de histeria designa, ante todo y sobretodo,
una reunión de síntomas morbosos, ligados á una decadencia nerviosa más
Venereologia social
marcada que en la neurastenia. Así la histeria, más que la neurastenia, es
una expresión de la degeneración. Las relaciones de una y otra han pre-
ocupado en miles de ocasiones á los autores. Citemos los nombres de
Legraiu, íie Joffroy, de Dallemagne y de P. Legry.
Las epilepsias, mucho más que la neurastenia y la histeria, están intima-
mente unidas con la degreneración. La herencia similar no es una rareza.,
la herencia de transformación es más frecuente, y en tal caso, el epiléptico
engendra un degenerado con más taVasque él ; igualmente en las familias
en las cuales la degeneración está muy acentuada, los epilépticos son nu-
merosos. En t ellos se encuentran todos los estigmas físicos que hemos
apuntado preéedentemente, la mayor parte de los estigmas psíquicos que
tendremos que estudiar más taitde y los estigmas sociológicos, cuya exis-
tencia ha permitido á Lombroso edificar su teoría del criminal epiléptico.
El terreno convulsionante (que se puede designar también con Joffroy por
el iéTmiuo de aptUud convulsiva) , representa en cierto modo la síntesis de
los hechos qut? acaban de ser considerados con ocasión de las neurosis. En
el niño, la tendencia convulsiva esjDroducida por un factor fisiológico (in-
dependencia relativa en la primera edad de los centros bulbo-espinales, no
sujetos á los centros moderadores corticales y que, reaccionando, por tanto,
más vivamente á las excitaciones directas ó reflejas) (Moussous) y por un
factor predisponente hereditario que crea en ellos un terreno sobre el cual
se podrá desarrollar más tarde la histeria y la epilepsia. Una gran impor-
tancia debe darse al factor hereditario que prepara un' terreno favorable,
sino indispensable, á la acción de las causas ocasionales de las convulsiones
de la' infancia. Estas pueden ^er la única expresión de la caducidad que
pesa sobre el individuo en apariencia normal y sigue amenazadora, tanto
para él, como para sus descendientes. , En el adulto, la aptitud convulsiva
se revelará bajo la influencia de causas que tendrán efectos enteramente
diferentes en ios individuos normales ; por ejemplo, las aut( -intoxicaciones
de origen renal y puerperal, las intoxicaciones exógenas, por ejemplo, la
alcohólica, etc.
(Se continuará}.
Venepeologia social
(1)
POR EL
Dr. Clado
Delegado de Grecia en la Conferencia de Brasclas
PARTE SEGÜND.A
Profllazis antivenérea
Después de estudiadas las causas de la prostitución y sus funestas con-
secuencias, tratemos de los remedios aplicados ó propuestos contra estas
últimas.
Lo que se desprende más claramente de las estadísticas es que el peligro
reside por encima de todo en la prostitución clandestina de las menores.
Proteger las menores, he aquí lo que parece ser el desiderátum más urgente.
Los congresistas de Bruselas, especialmente Jullien, Le Pileur. Meissen,
en sus interesantes Memorias, lo han comprendido bien. Únicamente en la
elección de remedios no han llegado muy allá.
Examinemos, pues, las medidas propuestas para la prostitución de las
menores, antes de pasar á las que se refieren á las prostitutas en general.
I. Protección de menores. —Supresión absoluta de toda prostitución de
jóvenes en estado de mi7i07'ía, edad civil, tal es el ncuerdo de la primera Con-
ferencia internacional. Como se ve, el problema de la relajación, del amor
irregular, no se ha profundizado.
La misma laguna se halla en la enumeración de las medidas legales pro-
puestas por sus mantenedores. Los tres concluyen casi de idéntico modo:
Prohibición de la prostitución hasta lu mayor edad civil;
Dado caso que la menor de edad esté convicta de prostitución, que se la
amoneste p')r primera vez (por un tribunal, un magistrado);
(1) Continuación. — Véase el número anterior.
Venertologia social a¡3
Si reincide, podrá internarse (JuUien) hasta su mayor edad civil (Le
Pileur) y se la someterá á una educación tutelar (NeisserV,
Los padres pag-arán una multa, que se duplicará si reinciden (Le Pileur);
Las menores de edad incorregribles serán tratadas como prostitutas
mayores (Neisser);
En todos los casos de desfloración, la mujer debe participar de los dere-
chos de esposa (Gaucher), solamente si ha habido sorpresa ó violencia (de
Meuron, Neisser).
De Meuron propone una protección graduada, variable con la edad de
los menores y que se extinga progresivamente hasta la mayor edad civil.
Se establecerán tres categorías: la 1.", á los 12 anos; la 2.*, de los 12 á los 16
y la 3.*, de los 16 á 108 21.
Los ponentes preconizan, además, que los gastos de la justicia sean gra-
tuitos, así como la educación moral de las reclusas en casas especiales.
En resumidas cuentas, los congresistas uuánimamente e^tán de acuerdo
en reclamar leyes severas que tiendan á suprimir la prostitución de las me-
nores; pero es de notar que los castig-os propuestos sólo alcanzan á la mujer
de menor edad y^ prostituida. Además, hay para sorprenderse un poco de
la confianza que parecen tener en la promulgación de medidas represivas,
cuando se dirigen á casos clandestinos ^ es decir, que escapan, casi por den*-
nición, á toda represión efectiva. Más abajo veremos que la reglamenta-
ción, las severidades penales, las brutalidades por parte de la policía, que
amenazan, en general, á las prostitutas, no han conseguido nunca poner
freno á la progresión de la prostitución clandestina, y aún menos á la de
las menores de edad.
Después, si se quiere tomar en consideración que la prostitución reco-
noce por causa primera y fundamental, en la gran mayoría de los casos, la
primera falta cometida, sería preciso, á mi modo de ver, tomar medidas para
proteger sobre todo á la. joven que todavía no ha flaqueado.
Las leyes sociales que nos rigen, obligan á la mujer á que sea legalmente
esposa y "legalmente madre. Concubina ó soltera madre, se pone fuera de
la ley, por lo menos, parcialmente; se la desconsidera, tanto á ella como á
su hiJQ, que, por este hecho, es más difícilmente un miembro útil de la so-
ciedad y no puede gozar de los mismos derechos que el niño legítimo.
Pues bien: la sociedad, que reclama de la futura esposa la integridad se-
xual, debiera, ante todo, protegerla de las tentaciones que le cercan y de
sus primeros ímpetus amorosos, ó. al menos, reconocerle los mismos dere-
chos que se reconocen al hombre. El argumento que se invoca en favor de
la libertad sexual del varón es un sofisma; es muy natural que se obre con-
tra este prejuicio.
La joven, dicen, no debe tener el derecho de usar sus órganos sexuales,
á causa de los posibles embarazos y graves inconvenientes que presenta el
nacimiento de bastardos. Pero, puesto que la procreación necesita la inter-
vención de ambos sexos, ¿por qué excusar sólo á uno de los cómplices, y
precisamente al más consciente, al más responsable? Todavía más: como
el hombre es con facilidad polígamo, es decir, que puede en un mismo
año fecundar varias mujeres, aun cuando la mujer sólo pueda parir una
vez al año, ¿no es á él á quien se debiera prohibir la multiplicación de bas-
tardos?
A mi juicio, sería preciso, ante todo, buscarlos medios más propios para
crearle á la joven de menor edad la imposibilidad de entregarse hasta su
mayoría civil, en la cual, libre de sus acciones, podría disponer de su vida á
su antojo.
Analizando las estadísticas que tenemos, he hecho ver cuan rara vez la
mujer so prostituye después de alcanzada su mayor edad. Este hecho in-
negable es debido á que. pasados los 21 años, la mujer no es ninguna niña
y ha adquirido su completo desarrollo cerebral. Más prudente, ínás razo-
nable, mira más por sus intereses, y no obedece tan fácilmente los ímpetus
de su corazón; algunas, gracias á s\is labores, llegan á crearse una posición
modesta, independiente d^^ la ayuda que el hombre les preste.
La conclusión que se desprende de estas consideraciones, es muy lógica:
para disminuir la prostitución es necesario, ante todo, impedir que la joven
cometa la primera falta y, si ha sucumbido ya, impedirle seguir la ruta
que la lleva á la prostitución.
it4 Vtntreoiogia tocial
¿Cuáles son las más eficaces de las medidas propuestas para proteger á
la mujer menor de edad, de sí misma y de las influencias exteriores?
Recuérdense las diversas categorías de causas enumeradas más arriba,
y el remedio á cada una de ellas se hallará indicado. Así, será preciso
ayudar á los menores de edad con destreza, obrar contra el proxenetismo
en todas sus formas, contra todo lo que permite el trato con la mujer de
menor edad eu sitios públicos ; que se castiguen severamente á los seduc-
tores, sobre todo á los que abusan de su ascendiente (padres innobles, etc.).
allanar las dificultades de las uniones legales y facilitaren la mayor medida
el matrimonio (de Meuron, Bridel, Marc Reville, Nevins y Gaucher).
Ciertamente, una educación apropiada, una enseñanza familiar, y tam-
bién escolar, sobre los peligros físicos, morales y sociales del amor, pueden
ser de una gran avuda para la protección de los menores. Es tiempo de
dar á la infancia de ambos sexos una instrucción ^uficieute de ciertos pro-
blemas, que por escrúpulos de moral exagerados se dejan voluntariamente
ocultos. Se ha de enseñar á las niñas á desconfiar, á defenderse de otros
y de sí mismas, como se les enseña á tener cuidado de su tocado. Se debe
cultivar su energía moral, del mismo modo que se desarrolla su inteligencia
y sus músculos.
Indudablemente, una educación de este género, conducida con pruden-
cia y destreza, sólo puede dar excelentes resultados.
Pero, por mi parte, veo especialmente cuatro medios buenos para llegar
al resultado que se desea: 1.", castigar al hombre, quie esté convicto de ha-
ber desflorado una menor de edad, con el casamiento forzado ó la cárcel y
una fuerte indemnización pecuniaria; 2.°, internar hasta su mayor edad á
la menor que se prostituya; a.**, castigar á los padres que no han ejercido
vigilancia sobre sus hijas; 4.", castigar al hombre que tenga comercio con
una menor de edad que ejerza ó no el oficio de prostituta.
Estas medidas han tenido sanción legal en ciertos países, por lo menos
parcialmente. En Grecia, en particular, la ley es muy rigurosa en esta
materia, y la prostitución de los menores sólo existe accidentalmente.
Como corolario á estas medidas, creo que el niño ilegítimo, nacido de
una menor, prudente hasta la primera unión con un hombre, debiera tener
derecho á las mismas prerrogativas, comprendiendo en ellos el derecho de
herencia, que el niño legítimo (de Meuron, Gaucher, JuUien, Minod, etc.).
En resumen, para disminuir la prostitución de menores, se debiera, á mi
juicio, castigar al hombre más bien. Por regla general, el hombre está ci-
vilmente emancipado, y en consecuencia, él es el único responsable de la
primera falta cometida por una menor.
Llegada á su mayor edad civil, la mujer podrá disponer de sí misma á
su grado. Sin duda, algunas se entregarán al amor libre ó á la prostitu-
ción; pero entonces nadie tiene el derecho de intervenir de otro modo sino
por acción moral.
II. Reglamentación de la prostitución.— De todos los medios profi-
lácticos, la reglamentación policiaca ha parecido siempre, en casi todos loa
gaíses, la más eficaz. Hasta en estos últimos tiempos nadie, en Francia,
abía pensado en comprobar su eficacia, aunque anteriormente, en el ex-
tranjero, se había levantado una rigurosa campana contra ella. Gracias
únicamente á la Conferencia de Bruselas la cuestión se ha dilucidado.
Hoy, los más ardientes defensores de la reglamentación reconocen su
insuficiencia, y proponen diferentes medios para paliarla.
En cuanto á sus detractores, reclaman su abolición pura y simple, y su
reemplazo por algunas disposiciones legales.
De aquí una discusión entre « reglamentaristas» y «abolicionistas», que
duró cinco sesiones en la última Conferencia, para terminar con una divi-
sión y la votación de dos órdenes del día diametralmente opuestos.
En principio, pienso yo que, á partir del día en que la ley reconoce al
individuo el libre ejercicio de su iniciativa personal y que lo considera civil-
mente como independiente, no tiene ningún derecho sobre sus actos, en
tanto que no se hallen en contravención con ella. Proceder de otro modo, es
proceder contra todo derecho. No se trata aquí de saber si las personas á
quienes se molesta por la reglamentación son dignas ó no de consideración:
se trata del respeto que se debe á la personalidad humana. Igualmente
que para la esclavitud, la cuestión no estriba en saber si el negro ó el chino
Ventreologia social ít5
merfceü libertarse, sino ísi hay derecho para atentar á la libertad natural de
un ser humano, sea cual fuere.
No he de limitarme á sentar este principio para condenar la reglamenta-
ción. Examinaré ese pro y ese contra, prácticamente, como médico, ahon-
dando la cuestión tanto como sea posible, á fln de sacar conclusiones con
una independencia de espíritu absotuta.
A. Organización aduaL-^-En Francia la reglamentación policíaca de la
prostitución comprende actualmente dos medidas fundamentales: 1.', la
inscripción de la prostituta y sus visitas obligatorias en la Prefectura de poli-
cía ; 2.*, su reclusión eventual durante cierto tiempo.
!.• Inscripciones y visitas. — La mujer sorprendida en flagrante delito de
prostitución, está obligada á recibir una cartilla de identidad (se le «da la
cartilla») y á presentarse de tiempo en tiempo á la Prefectura de policía
para sufrir un examen médico, generalmente semanal. En caso de enfer-
medad venérea, se le cuida, según su estado, en la misma Prefectura ó en
la prisión de San Lázaro.
Ordinariamente, las mujeres, sean prostitutas ó no, aceptan esta inscrip-
ción con gran repugnancia, y hasta, como se ve, después de tentativas de
rebelión. No teniendo otro remedio, acaban por someterse y obedecer, pero
en los más estrictos límites, lo que se les manda. Bs inútil decir que una
mujer entregada á la prostitución y sin inscribir no se presenta por volun-
tad propia ni se presentará nunca en el dispensario de la Prefectura para el
examen si se cree enferma, ó para hacerse tratar si lo está.
El sistema de inscripción es sencillo, según se ve. Consiste en cuidar á
las prostitutas enfermas, y en aislar en una cárcel á las que son peligrosas
desde el punto de vista de la contaminación venérea. Se cree que es un
medio de profilaxis social. Examinaremos en que medida es eñcaz.
Hay que juzgar dos puntos : a) la utilidad de los cuidados que se dan
en la Prefectura de policía ; b) la repercusión de esta medida y su acción
moral sobre las prostitutas no inscritas ó clandestinas.
a) Indudablemente, dar cuidados á los venéreos, por reducido que sea
el numero, es siempre un excelente medio profiláctico. Pero, en el caso
particular, este medio, ¿ es realmente eficaz? He aquí los hechos.
La consulta en el Dispensario de la Prefectura es bisemanal, salvo, creo,
cuando hay fiesta ; lo que nos da aproximadamente 100 consultas anuales.
La duración de cada consulta es, me lo han asegurado, de hora y media;
pongamos dos horas. Desde hace varios años, son examinadas, por término
medio, al año, 6,000 mujeres sometidas al régimen de la cartilla ó detenidas.
En el informe del Dr. Comenge, en un período decenal ya antiguo (de 1878
á 1887), encuentro una cifra casi inferior á la mitad. En todo caso, parece
que se presentan actualmente de 120 á 140 mujeres cada semana, sometidas
ó caudidatas al régimen de la cartilla y, por consiguiente, que deben sufrir
un examen. Entre ellas, casi una cuarentena son nuevas, para las cuales
hay que establecer un diagnó.stico. Se ve, si son exactas estas cifras, que
el Jefe del servicio sólo puede dedicar á cada enferma un minuto de examen.
Efectivamente : de los dos médicos encargados del Dispensario de la Prefec-
tura, uno examina las enfermas, ¡í el otro arregla las cartillas!!... Yo creo
que el mismo Argos muy difícilmente, hubiera sacado provecho de seme-
jante consulta.
Conclusiones : insuficiencia de tiempo, insuficiencia numérica de per-
sonal, insuficiencia de exornen.
Y después me pregunto, ¿ con qué cuidados antisépticos puede practi-
carse este examen ? Cuando se piensa que de todas estas mujeres unas
son sanas, otras no. que entre las enfermas no todas están atacadas del
mismo mal y pueden presentar excoriaciones, desprendimientos epiteliales,
fisuras, etc., que les hace aptas para adquirir nuevas infecciones, nos
vemos obligados á deducir, sean cuales fueren las dificultades actuales del
presupuesto, la creación de una nueva plaza, la de Inspector del servicio
médico de la Prefectura.
Sin embargo, admitamos que todo pasa á medida del deseo, que el diag-
nóstico y el tratamiento estén rigurosamente establecidos, ¿qué resultará?
En San Lázaro sólo se pueden admitir 500 personas enfermas y sus encar-
gados se ven en la necesidad de dejar en libertad á las otras venéreas.
¿Quién impedirá á estas últimas entregarse, en los intervalos de las
iiS Venereologia social
consultas, al comercio sexual de que viven ? Y si las enfermas provistas de
una tarjeta verde, es decir, infectadas por la síñlis, se ven obligadas á pre-
sentarse á la consulta cada ocho días, las tarjetas amarillas (blenorrógicas),
sólo vienen cada quince días.
Conclusiones: 1^ consulta del dispensario de la Prefectura es insufi-
ciente ; es ineficaz desde el punto de vista profiláctico ; se convierte directa
é indirectamente ("como probaré) en peligrosa para la salud pública.
Me apresuro á aeclarar, ño obstante, que no e:>tá en mi énimo el vitupe-
rar las instituciones de tales Dispensarios. Muy al contrario : quisiera ver-
los multiplicarse, establecerse en todos los barrios de las grandes ciudades
y funcionar al modo de las consultas hospitalarias. Pero, los quisiera libres,
independientes, fácilmente asequibles á todo enfermo; los quisiera, sobre
todo, organizados de modo que dieran seguridad, que atrajesen á la prosti-
tuta enferma (1), en vez de aterrorizarla como se hace en el Dispensario de
la Prefectura de policía.
b) Consideremos, ahora, á las prostitutas no inscritas, es decir, las que
escapa;] á toda vigilancia de la policía. ¿Qué inffuencia tiene sobre ellas
este sistema llamado profiláctico?
Entre las prostitutas clandestinas enfermas no hay una, ni una sola, que
se presente por su propia voluntad en el Dispensario de la Prefectura para
reclamar los cuidados que su estado necesita. Todas las que en él se tratan
son conducidas á la fuerza, contra su voluntad. Y sin embargo, cierto nú-
mero de estas mujeres no inscritas van á la consulta del hospital para ser
curadas en él.
Esta antipatía hacia el Dispensario, esta repugnada á ser tratadas en él,
son debidos á varios motivos ;
\° A la desconsideración con que es tratada la mujer que tiene cartill»,
y e^to sucede no sólo entre las prostitutas, sino hasta á los ojos de los clien-
tes. Hu3^en de una mujer inscrita j por que la suponen enferma !..., otros,
por que la creen afili.ada á la policía. En todo caso, resulta para ella un
periuicio.
2.° KXmodo de reclutamiento de las mujeres con cartilla. Se las coge
casi siempre violentamente.: en una razzia policíaca (llamada la «redada»,
cuando se mezclan en una riña, cuando son denunciadas, con razón ó sin
ella, con salud ó enfermas, por un hombre ó por una muje^), son detenidas
en la vía pública por los agentes de policía que se presentan á aquéllas con
la apariencia de clientes, solicitando sus favores. Es, con poca diferencia,
el mismo reclutamiento cqu que se provee la cárcel de San Lázaro.
3.* Al miedo á la cárcel. Efectiramente, después del examen que sufre
en el Dispensario y por acuerdo del médico de la Prefectura, toda mujer
detenida puede ser llevada á San l*ázaro y ser encerrada el tiempo que crea
conveniente el médico de la cárcel.
Pues bien: hemos notado qne la mayor parte de estas mujeres son pobres,
sin otros medios de existencia que el coaiercio sexual. Es, pues, para ellas
una cuestión vital quedar libres de toda inscripción. Sana, se obliga á la
prostituta de cartilla á ser objeto de un exainen mensual; enferma, debe
presentarse con regularidad en el Dispensario ó bien sufrir la segregación.
En el primer caso, arriesga perder los clientes ; en el segundo, es la per-
turbación de toda su existencia, la frérdida de lo poco que posee, de su mise-
rable casa. Añadamos que muchas de estas desgraciadas tienen un niño ó
padres enfermos que alimentar.
Entre las prostitutas, un reducido número de ellas trabajan más ó me-
nos y gozan en su medio, gracias á los cuidados que ponen en ocultar su
comercio, de alguna consideración. Las que se entregan, como éstas, dis-
cretamente á la prostitución (por regla general de noche y en otro barrio),
para aumentar su bienestar, sufren un perjuicio aún mayor cuando se
dejan prender por la policía.
Es fácil, pues, comprender por qué una y otra categoría de prostitutas
evitan el encueutro con la policía y huyen del dirípensario de la Prefectura,
sobre todo cuando están enfermas, porque entonces son condenadas á la
cárcel de San Lázaro.
He aquí una serie de motivos, consecuencia directa de la reglamenta-
(l; Tal os la tesis que siempre hemos sostenido (B).
Venereología social 217
ción. que hacen que la prostituta ponga todo su empeño en despistar á la
policía, y que, enferma, se abstenga de reclamar los cuidados gratuitos de
la Prefectura. Lo más frecuentemente evita hasta presentarse á las con-
sultas hospitalarias, por miedo de que ge divulgue su mal y venga la de-
nuncia subsiguiente. Sin las causas que la hacen de este modo recalci-
trante, nadie duda que se presentaría voluntariamente en el dispensario de
la Prefectura, en el hospital ó en cualquiera otra parte para su tratamiento..
Llena de temores tan justificados, la mujer, sea prostituta ó no, queda en-
ferma, se abstiene de toda terapéutica y prolonga indefinidamente el pe-
ríodo contagioso de su enfermedad.
Apoyemos estas consideraciones en cifras :
Se calcula el número de prostitutas de París en 50,000 aproximadamente
(Fournier, UAbolitionisme). Para Gaucher existen 60,000. Fournier acepta
30,000. En este número se hahan comprendidas 18,000 mujeres callejeras y
800 encerradas en las casas de prostitución.
En el dispensario de la Prefectura de policía son tratadas, por término
medio, 6,000 mujeres, sometidas al régimen de la cartilla (esta cifra me la
ha proporcionado mi amigó el Dr. Berthod). Quedan, pues, en libertad de
23,000 á !24,000 prostitutas, según la evaluación total de 30,000, y más de
40,000 si se adopta la cifra de 50,000. Entre estas mujeres no inscritas hay
evidentemente un gran número de enfermas, puesto que, según opinión de
los médicos de San Lázaro, el mayor número de venéreas se encuentra en
la prostitución clandestina.
Nadie duda que entre estas venéreas que han escapado de la policía, un
gran número se preselitarían á las consultas médicas, comprendiendo en
ellas la de la Prelectura, si estuviesen ciertas de no correr ningún riesgo.
El miedo á la policía hace que las prostitutas rehusen el tratamiento y con-
tinúen propagando el mal sin que nadie pueda impedirlo. Con razón decía
el profesor Landouzy en la segunda Conferencia de Bruselas : «La regla-
» mentación es mala, porque á través de las mallas de la red que tendéis
>> para coger las enfermas, la mayor parte de ellas se os escapa».
Una conclusión general se impone; el sistema profiláctico llamado «regla-
mentación», lejos de oponerse á la diseminación de las enfermedades vené-
reas, lo favorece, por el contrario : 1.", porque los cuidados obligatorios que
se dan á las mujeres enfermas son insuficientes desde el punto de vista de la
cura, ineficaces desde el punto de vista del contagio ; 2.*, porque con la re-
glamentación las prostitutas clandestinas, las más numerosas de todas,
repugnan y huyen de estos cuidados.
2.® Reclusión. — Si la prostitución retrocede ante el dispensario oficial,
á/bríion i huye del hospital-cárcel! Y, ¿por qué sorprenderse? Una vez
enviaba á San Lázaro, cae sobre ella desde entonces una mancha indeleble.
En San Lázaro se encierra tanto á las mujeres convictas de robo ó de ase-
sinato, como á la5 simples prostitutas, y la distinción es difícil de establecer
el día en que se efectúa la inscripción de las detenidas. Desde un punto de
vista más práctico, se ha de notar que la permanencia de 30 días mínimo
(Comenge) es la ruina para muchas de ellas. La mayoría de las encerrables
son pobres, viven al día, y con una sola vez en la cárcel, pierden lo poco
que poseen, y al salir se encuentran sin albergue y sin ningún recurso.
Las que no tengan hábito de trabajar, no pudiendo dar el certificado, fuera
del boletín de San Lázaro, se ven obligadas á renunciar á él. No hablo del
régimen interior de la cárcel ; lo supongo humano y bueno.
Ya he dicho que el modo de reclutamiento de las prostitutas con cartilla
y de las que se encierran por enfermas, se hace violentamente. Este reclu-
tamiento forzado llega á tener, en ocasiones, todos los caracteres de un ver-
dadero drama. Se cbge á las pro,stitutas en las calles, en las razzias hechas
•por la policía y que son semejantes á. batidas de caza, en el despacho de la
Prefectura, ó en el dispensario. Toda mujer detenida por cualquier motivo,
comprendiendo en éstos el ejercicio de la prostitución, y que se encuentre
enfermn, es encerrable. Si no se las encierra á todas, es porque no hay pla-
za para todas. Se ha de hacer, pues, una selección entre ellas, que se hace
cuando la mujer es culpable de algún delito y al mismo tiempo está enfer-
ma. Purga su condena en San Lázaro, y en la cárcel se le hace el trata-
miento ; esto es normal y nada hay que objetar.
Pero hacer una selección entre las que no son culpables de ningún delito,
j^ Venereoíoffia social
es cosa desastrosa desde el punto de vista profiláctico, y esto por la fuerza
de las circunstuucias. Se toma las más enfermas, las que están atacadas
de sífilis en el período contagioso y de blenorragia grave. Se deja en liber-
tad á las sifilíticas sin accidentes aparentes y á las blenorrágicas ligera-
mente atacadas. Pues bien : de un lado, los accidentes contagiosos de
sífilis pueden presentarse de un momento á otro ; y de otro lado, las bleno-
rragias ligeras son precisamente las más peligrosas desde el punto de vista
de la diseminación de la enfermedad, porque no molestan á las enfermas en
el ejercicio de su oficio y pasan inadvertidas para el cliente. Se consi-
dera bueno poner en cartilla á las que no se pueden encerrar, lo que no les
impide que continúen buscando su subsistencia con el comercio sexual,
extendiendo la enfermedad á su alrededor.
He aquí una medida que, considerada con la mejor voluntad del mundo,
sólo puede parcialmente, muy parcialmente, ser profiláctica. Considerada
en su verdadero aspecto, es decir , como principal causa de la repugnancia
de las prostitutas enfermas á recurrir á los tratamientos gratuitos, se pre-
senta aún nefasta. En efecto: sise encierra 800 prostitutas enfermas por
afio, las que escapan de toda visita para evitar la prisión son en gran nú-
mero, y podemos dedir, sin ninguna exageración, que el mal creado por la
segregación es cien veces peor que el bien que de ella se desprende.
Que se me permita citar aquí la muy justa respuesta de Fouroier á la
proposición hecha por un abolicionista para que se tuviera en cuenta el
boletín de la salud (desde el punto de vista de las enfermedades venéreas,
bien entendido), para el ascenso en el ejército. «De modo, dice Fournier,
que los soldados no tendrían nada más que disimular su enfermedad, y por
consiguiente, no serían nunca tratados». Si algunos liombres algunos
• soldados, por un simple ascenso, son capaces de disimular una enfermedad,
¿cómo queréis que desgraciadas mujeres, amenazadas en su libertad y
ante la perspectiva de perder lo poco que poseen, no hagan todo lo imagina-
ble para escapar á la policía?
Antes de cerrar este capítulo, tengo que hacer resaltar un punto que
nadie hasta ahora ha tomado en consideración. La reglamentación sólo
con.^idera ^íTc/í/wtfw^^i/^ la baja prostitución, la de la calle. Si verdadera-
mente se ha hecho con un fin profiláctico, ¿por qué no se ataca también á
la prostitución alta? Las clandestinas de esta última categoría muestran
en todos los lugares en que se reúnen, en el paseo, en el espectáculo, en el
restaurant, los teatros, etc., todos los artificios que pueden atraer al hombre.
Las que practican la prostitución clandestina no se hallan libres de enfer-
medades venéreas ; muy al contrario, sabemos que tienen siempre por lo
menos gonococos de reserva, y por esto son tan peligrosas como las profe-
sionales de la calle. ¿Por qué, pues, son molestadas éstas únicamente?
Pero, desde el punto de vista de las manifestaciones exteriores' de la prostitu-
ción, la cortesana hace alarde con mucho más descaro que la miserable en-
ferma callejera. Es una tentadora peligrosa para nuestros colegiales y su
lujo insolente es corruptor para las jóvenes pobres.
He transcrito aquí tan escrupulosamente como me ha sido posible las
noticias que he podido procurarme. He hecho valer las ventajas del régi-
men llamado profiláctico, y he expuesto con claridnd sus inconvenientes.
Que se me desmienta uno solo de los puntos que he presentado y estoy
presto á rectificarlo ; que se me pruebe únicamente que si la reclusiones
un atentado á la dignidad humana, obra, por lo menos, eficazmente desde
el punto de vista de la salud pública.
B. Critica de la reglameyítación. — Las consideraciones que acabo de
desarrollar me parecen propias para hacer resaltar el peligro que el sistema
de la reglamentnción crea á la profilaxis, á la preservación social de las en-
fermedades venéreas. Para descargo de mi conciencia, voy á examinar
punto por punto los argumentos que se han dado para defenderla, á fin de
que el lector no se atenga á un solo dato y pueda sacar conclusiones con
toda imparcialidad. Perdóneseme si experimento algunas dificultades para
presentar metódicamente los argumento.s que siguen, recogidos de las Me-
morias oficiales y de los discursos pronunciados en el Congreso de Bruselas,
ó en la Asociación para la i)rofilaxis sanitaria y moral de París, ó en gran
número de folletos. Es muy difícil cla^ificarlo.s :
L Una primera serie de argumentos se refiere á la prostituta enferma y
Venereología social iig
al beneficio que se saca de su encarcelamiento desde el punto de vista pro-
filáctico.
a). Honorat, y con él cierto número de miembros de la Conferencia de
Bruselas, para sostener la legitimidad de la reclusión, han desarrollado el
siguiente razonamiento : no se puede asimilar las enfermedades venéreas á
las demás enfermedades contagiosas, porque estas últimas, como la escar-
latina, la viruela, etv., necesitan un reposo forzado en la cama, y por esto
no son muy nocivas á la salud i)ública. En cambio, las enfermedades ve-
néreas no entorpecen la vida del individuo atacado por ellas, con virtiéndole
en un manantial permanente de diseminación. En este paralelo hay una
pequeña omisión, excusable por parte del inteligente y elocuente orador
Honorat, que no es médico. Hay enfermedades contagiosas, como la tu-
berculosis y otras, para las cuales la sociedad no se cree con derecho á im-
poner la visita, la segregación. Y, sin embargo, una protección de oficio
para el público contra estas enfermedades será tanto más legítima, cuanto
que muy contra nuestra voluntad se nos comunican, mientras que se va
libremente y hasta con alegría á exponerse á una contaminación venérea.
Es conveniente que el público sepa que las enfermedades infecciosas
que se nos cita (la escarlatina, la viruela, el sarampión, etc.), por el hecho
que hacen la permanencia en la cama indispensable, no son por esto ente-
ramente inofensivas para la colectividad. Lo que rodea al enftrmo, los
criados, etc., pueden muy bien convertirse en agentes de contagio inter-
humano.
Además de esto, puesto que se considera que el venéreo es un ser ence-
rrable, por el solo hecho de la enfermedad, ¿por qué se encierra i'inicamente
á la mujer y no se hace lo propio con el hombre atacado del mismo mal?
Uno y otro ¿no son igualmente peligrosos para la colectividad? Fatal-
mente, el hombre e^ifermo que sigue libre ¿no puede contaminar á mujeres
sanas que, después de haber infectado un gran número de hombres, irán á
su vez á engrosar el rebaño de las reclusas?
¿No es favorecer la diseminación de las enfermedades venéreas el en-
cerrar los enfermos de un solo sexo, dejando á los del otro en absoluta
libertad?
h}. Comenge y Le Pileur consideran á las prostitutas venéreas como en-
fermas peligrosas. « Encerraremos el mayor número que podamos (800 por
año) ; y reconocemos que no se pueden encerrar todas. Reprocharnos esta
imposibilidad es, pretenden ellos, como si nos dijeseis : «Suprimid los gen-
darmes, no detengáis á los ladrones, ya que la mayoría de ellos se escapan».
Tiene este argumento una gran sencillez. Pero se puede hacer observar
á esos señores que el caso de la prostituta y el del ladnuí no son en manera
alguna comparables. Por un consentimiento mutuo del cliente y la prosti-
tuta, se entregan al coito. Además,, el hombre, sea cu'il fuere su edad y sea
cualquiera su candor, sabe perfectamente las consecuencias c^ue puede tener
para él relacionarse con una mujer que trata con otros hombres. Por tanto,
se expone el hombre á la contaminación' por propia voluntad. No sé que
suceda lo mismo en el robo. Repetiré aquí la frase de Fournier : « Si place
á cualquier tonto otorgar toda su confianza a las mujeres de que se habhi,
tal hombre debe reprocharse á sí mismo, en caso de desgracia, por su sim-
pleza». (De l'aMitionnisme, pág. 29).
Toda distracción trae consigo peligros. El hombre es tanto más repren-
sible en materia de amor libre, cuanto que conoce perfectamente los peli-
gros que corre y cuanto paga para afrontarlos. La mujer tiene, por lo
menos, la excusa del pan que ha de ganar. Verdaderamente, del uno y del
otro, creo que más bien al hombre encerraría, si me precisara á toda costa
encerrar á alguno.
Por lo demás, se puede responder en el mismo tono ál argumento de los
«.gendarmes». Todas las mujeres enfermas detenidas por la pí)licía no son
encarceladas por falta de plazas; el mayor número quedan libres. Pues
bien : no es esto como si se dijera : « ¡ Hemos detenido un gran número de
ladrones, pero ¡sólo guardamos un reducido número de ellos, por no tener
donde colocarlos en las cárceles ! »...
c). No creo que sea muy hábil por parte del Dr. Commenge oponer las
medidas restriclivas, hoy en vigor, contra las enfermedades venéreas, á las
simp.es precauciones tomadas contra la tuberculosis y el alcoholismo.
j^o Revista critica bibliográfica
¿Cuándo se ha visto encerrar á un tuberculoso porque estaba enfermo ó á
un alcohólico porque bebía? A menos que ninguno de los dos turben la
tranquilidad de la calle, nadie tiene derecho á atentar contra su libertad.
Sin embargo, tuberculosis y alcoholismo son amenazas para la salud pú-
blica y la natalidad, de otra suerte más grates que las enfermedades rene-
reas, puesto que la terapéutica no tiene para ellos una acción preservativa ó
curativa tan marcada como para la blenorragia ó la sífilis.
d). Para justificar la reclusión, se habla de la incuria de las prostitutas
desde el punto de vista de su salud y de la de los hombres que las fre-
cuentan (Commenge, Le Pileur, Barthéleroy). Se habla de su estado de
suciedad.
Se puede afirmar que hay en esto una exageración manifiesta. Hasta la
mujer que hace vida de calle tiene interés en no causar repugnancia al
cliente y en presentársele tan limpia como pueda. Es una cuestión de
amor propio y de coquetería. (Se entenderá bien que hablo de la prostituta
parisién, especialmente).
Sin duda hay grados en la minuciosidad con que se cuida. Pero basta
haber frecuentado una consulta ginecológica cualquiera, para haber que-
dado sorprendido de las precauciones de limpieza (tanto en el cuerpo como
en las ropas), tomadas por las más pobres antes de presentarse á la visita, y
su pena cuando la miseria no les ha permitido cambiar una ropa sucia.
Si los médicos del dispensario de la Prefectura y de San Lázaro han ob-
servado lo contrario en las mujeres detenidas, depende de las condiciones
morales y materiales que les crean su arresto de un lado, y de otro su en-
carcelación previa en el Depósito. ¿Qué limpieza queréis que tengan en el
Depósito?
Pon otra parte, ya he dicho que el miedo á la Prefectura y á Snn Lázaro
impedía que las prostitutas enfermas reclamasen ser tratadas. Dadles los
medios de cuidarse libremente, sin temores, abridles los hospitales y los
dispensarios, y ya veréis si tienen en tan gran abandono su .sanidad.
e). Un postrer argumento se basa en la insubordinación de las prostitu-
tas, cuidadas en los servicios hospitalarios.
Verchére y Commenge, invocando no sé que estado cerebral particular
á las prostitutas, han sostenido que les era imposible cuidar á estas mujeres
con regularidad en los hospitales, porque todos los sábados por la noche,
se hiciera lo que se hiciera, abandonaban el hospital para « hacer sus ex-
pediciones».
Es necesario creer que desde Martineau, muerto hace una veintena de
años, y cuya autoridad se invoca siempre al hablar de «expediciones», las
cosas han cambiado. Porque también nosotros hemos estado en hospitales
y somos en gran número los que afirmamos que es casi excepcional que las
mujeres entradas con una enfermedad venérea rehusen obedecer los conse-
jos que se les da y dejen de permanecer »>n el hospital el tiempo que nos
parece necesario conser\'arlas en él. Frecuentemente sucede lo contrario,
y cuesta mucho hacerlas salir, porque se encuentran bien viviendo en un
sitio á cuyas condiciones de confort material y moral no estaban muy acos-
tumbradas.
Es una indicación que debiera utilizarse para el caso que se decidiera á
considerar á las venéreas como enfermas y no como objetos de repulsión y
menosprecio, como caza digna de cogerse.
{Se continuará],
REVISTA CRITICA BIBLIOQRAPICA
POB F.l
Dr. a. Bassols y Prim
Otiatría ó sea medioina espeoial de Oídos, por el Dr. Forns. — Ma-
drid, 1903.
Consta la obra de dos volúmenes en octavo de más de 200 páginas
cada uno, muy manuable por lo tanto y de mucha comodidad. En ella
se ha propuesto el autor escribir en lenguaje llano y sin amplificacio-
nes lo más necesario de Otiatría que debe saber el médico general. Ha
Noticia citntijica
procurado evitar palabras inútiles, y en efecto: se comprende que debe
ser así, por cuanto no sólo trata de la patología especial en el volu-
men II, donde tienen cabida las enfermedades del oído externo, medio,
interno, etc., sino que se ocupa también en la anatomía, histologría,
.fisiolog-ía, instrumental, reconocimiento, pronóstico, hig-iene y tera-
péutica gpeneral. En el volumen I las enfermedades están expuestas
con criterio personal y práctico, reconociéndose en ello al médico que
ha visto enfermos y que no repite, por tanto, lo que ha leído. Dedica
á la cirugía otológica nada más que 13 páginas, donde condensa su
modo de obrar, dando cabal concepto de las operaciones que describe.
Sobresale en toda la obra los trabajos de ilustración, que son numero-
sos, puesto que pasan de 60 las figuras intercaladas en el texto ó lle-
nando página entera. La anatomía, por ejemplo, consiste sencilla-
mente en 21 láminas con el índice explicativo al lado, y declaro que
entre las varias ilustraciones gráficas qujB se ven de ordinario en las
obras de medicina, las del Dr. Forns se pueden presentar como modelo
en el sentido de la claridad, limpieza y exactitud con que están pre-
sentadas.
En resumen, pues, entendemos que el Dr. Forns, con la publicación
de esta obrita, lia prestado un buen servicio á los estudiantes y á la
misma clase médica, porque no es fácil encontrar un compendio tan
sencillo y exacto de lo que debe saber todo médico no especialista.
NOTICIA CIENTÍFICA
Influencia de las toxinas diftéricas y tetánicas
sobre la hemoglobina, la morfología y el peso es-
pecifico de la sangre. — El Dr. Kucharzewki ha publicado en
el Centralhlatt f, Bakter. el resultado de los estudios que ha hecho so-
bre la acción de las toxinas diftéricas y tetánicas en conejos, habiendo
llegado á las sig-uientes conclusiones/que traduzco de // Progresso Me-
dico de Turín :
1.* La toxina diftérica á dosis altas ó medianas produce la dismi-
nución del número de los hematíes y de la cantidad de hemog-lobina ;
las dosis pequeñas carecen de tal acción.
2.* Las dosis fuertes de toxina diftérica aumentan la densidad de
la sang-re ; las dosis medianas y bajas no producen este efecto.
3.* La toxina diftérica determina siempre la hiperleucocitosis, y la
intensidad de ésta no está en relación con la cantidad de toxina intro-
ducida. En los casos mortales, la hiperleucocitosis aumenta hasta la
muerte; y en los de curación, el número de leucocitos no disminuye
jamás hasta lleg-ar al normal.
4.* La hiperleucocitosis es debida esencialmente á los pseudoeosi-
nófilos. El número relativo de los linfocitos disminuye en todos los
casos, fenómeno que se pone siempre más de manifiesto á medida que
se aproxima la muerte. Después de inyecciones de dosis pequeñas,
aparece una linfocitosis lig-era. Los eosinóñlos se vuelven menos nu-
merosos en los casos mortales, y hasta llegan á desaparecer por
completo.
5.* La temperatura del cuerpo se eleva después de las inyecciones,
luego disminuye prog-resivamente, y al aproximarse la muerte, se halla
debajo de la normal. El peso del animal disminuye igualmente hasta
la muerte.
6.* La toxina tetánica determina la disminución del número de los
hematíes v de la cantidad de hemoglobina.
Formulario y traiatnUntos modernos
7.* Laa dogis^ fuertes de toxina tetánica rebajan la densidad de la
sangre ; las dosis medianas y las pequeñas no producen tal cambio.
8/ La toxina tetánica determina la hiperleucocitosis, pero menos
acentuada que la que es debida á la toxina diftérica; dicha hiperleuco-
citosis no está en relación directa con la cantidad de toxina inyectada.
9/ El número de los pseudo-eosinófilos aumenta, y el de los linfo-
citos disminuye, sobre todo después de las inyeccionesde dosis fuertes.
Los eosinófilos están siempre en menor proporción, y los grandes mo-
nonucleares quedan invariables.
10. El peso del animal disminuye progresivamente, y la tempera-
tura no presenta oscilaciones notables. — (RoviRA Y Oliver).
PORMULARIO T TRATAMIBNT09 M0DBRM08
LI. ~ Prurito : tratamiento
Contra este molesto y rebelde síntoma se emplea anestésicos y reducto-
res. Refiriéndose Leredde á los primeros, casi todos los cuales emiten va-
pores y entran en la piel calmando los nervioá irritados, menciona los
siguientes :
Acido acético. — Se usa en lociones ó en baño (1 litro de vinagre por 250
de agua). Kn Alemania se recurre á pomadas para la pieles secas :
Acido acético. ' 2*50 gramos.
Lanolina 5 »
Vaselina 10 »
y á pastas para las grasas :
Acido acético 2 á 10 gramos.
Lanolina 8 »
Vaselina 12 »
Almidón 10 »
Acido fénico. — En lociones (I á 3 por 100), erabadurnamientos (solución
alcohólica ó aceitosa), pomadas y pastas (I á 2 por 100). Unna lo usa di-
suelto al 5 por 100 en espíritu de jabón potásico, reuniendo así un anesté-
sico y un reductor.
A*c¿do cítrico. — El glicerolado, al 1 por 30, es muy usado en Francia.
Belladona. — Hoy casi sólo se la emplea unida á otras substancias. Es
dudosa su acción anestésica, salvo en la vulva, ano y rejíioiies ulceradas.
Se recurrre á las pomadas Í5 á 10 por 100) y á la tintura diluida, de prefe-
rencia al décini').
Benjuí. — Se utiliza la tintura en pomada : " "
Lanolina 30 gramos.
Vaselina !;> »
Agua 5 »
Tintura de benjuí 3 »
Bálsamo del Comendador. — A. Robin lo usa mucho. Su principio activo
es la tintura de bonjuí. Se le satura de áloes.
Alcanfor. — Es un excelente antiprunginoso. Lociones de aceite alcan-
forado (I por 10 de aceite de almendras dulces), pomada :
Lanolina 90 gramos.
Aceite alcanforado. . 10 j>
Hidrato de doral 1 »
ó pasta :
Oxido de zinc 10 gramos.
Cr^ta 10 »
Aceite alcanforado 10 * .
Agua de cal 10 »
Formulario y iratamientos modernos 2í3
Cáñamo indiano. — En tintura al 1 por 100. Leistikow se sirve de cilin-
dros de esita pomada : •
Extracto de cannabis índica 10 gramos.
Colofonia 5 »
Cera amarilla 45 »
Aceite de olivas 40 »
Cloral. — Disuelto en agua ó alcohol al 1 por 100 para lociones ó pomada
al 10 por ino.
Ái^ua cloroformada. — Lociones cuando la piel no es irritable.
Cocaína. — Malcolm Morris la asocia á las soluciones acuosas feuicadas ;
Unua, k las soluciones alcohólicas sublimadas; Brocq, ni fenol y al cloral en
pomada. Dosis : de 10 á 20 por 100 (Leistikow). Su acción, como la de las
substancias que no emiten vapores, no está demostrada sobre la piel ; sí, en
la abertura de ias mucosas y en las fisuras y excoriaciones cutáneas.
Ácido cia7ihídrico — Solución al 1 por 10,000.
Solución destilada de almendras amargas. — Mezclada con agua ó alcohol
es la b«se de las lociones uutipruriginosas.
Lisol. — Solución acuosa al 1 ó 2 por 100.
EucaliptoL — Solución acuosa al 1 ó 2 por 100.
Timol — Solución acuosa al 1 ó 2 por 100.
Meníol. •— Es el más usado y se emplea en toda suerte de formas : en so-
lución alcohólica (1 á 6 por 100), pomadas y pastas (1 por 100 término medio)
y jabones.
Salicilato de metilo. — Leredde lo recomienda mucho, prefiriendo las pas-
tas del 5 al 10 por lüO (1).
^LII. — Corea : tratumiento
P. Sainton recomienda:
Purgantes ligeros, con más ó menos frecuencia (calomelanos ó magne-
sia) ; permant^ncia en cama ; habitación cerrada; aislamiento ; bebidas abun-
dantes ; dieta láctea.
El mismo día del purgante prescribe salicilato, en agua de Yichy ó en
agua pura alcalinizada, á la dosis de 2 á 4 gramos, según la edad del niño
(T á 12 años), que es bien soportado con la dieta láctea; pasjulos alg-unos
días, comienza la calma, y entonces disminuye la dosis. Hace alternar el
salicilato con la aspirina y continúa luego con el que soporte mejor ei en-
fermo. La aspinna es más activa, pero algunos niños no soportan la diafo-
resis que provoca. La dosis de ella es de 0*20 á O'ño gramos, mezclada con
lactosa y dada con limonada. Generalmente los niños toman mejor la aspi-
rina que el salicilato. y de ella llega á dar 1, 2 y más granos.
Cuando empieza á marcarse bien la curación, se recurre al arsénico ó á
los cacodilatos, asociados á los fosfatos y á pequeñas dosis de nuez vómica.
La curación se completa con ejercicios bien combinados y rítmicos, aire
rural y curas termales (2).
LUX. — Cistitis hemorroidal : tratamiento
Esta variedad de cistitis, tan dolorosa y rebelde, que aparece de prefe-
rencia en l(»s artríticos y gotosos, que coincide con hemorroides rectales ge-
neralmente y que aparece por crisis de algunos días, semanas y hasta meses
con pequeños intervalos, puede iniciarse en pos de un exceso de trabajo, de
una marcha forzada, de un extravío dietético, del uso de bebidas fuerte-
mente alcohólicas ; se halla expuesta k los cambios térmicos, aumentando
con el calor y disminuyendo con el frío.
Tiene los síntomas de las cistitis y los síntomas de las hemorroides: sen-
sación de peso en el periné, tenesmo recto-vesical molestísimo por su tena-
cidad y frecuencia, etc., que aumenta con los estimulantes. Por lo mismo
se ha de prohibir en absoluto el vino puro ó mezclado con agua, la cerveza,
el té y el café.
Durante el período agudo, reposo en cama, luego baños de asiento y
mejor baños generales de salvado y almidón, enemas de agua hervida fría,
(1) Rtvue prat. des mal. cut.
(2) BuU. gen. de Thérap.
924 Formulario y tratamientos modernos
bebidas diuréticas, tisanas emolientes (cebada, linaza, etc.), alimentos sen-
cillos, con cuyos medios podrá calmarse las crisis de intensidad mediana.
A pesar de todo, dice A. Mesnard, cuyo es el trabajo, habrá que recurrir
á substancias farmacológicas, por modo especial si el enfermo no puede
permanecer en cama y se ha de dedicar á sus ocupaciones habituales. Hay
que tratar la cistitis, por una parte, y las hemorroides, por otra. En este
concepto, el autor advierte que no expone todo cuanto ya es conocido, limi-
tándose al estudio de algunos hechos nuevos, cuya eficacia ha sido compro-
bada recientemente.
La trementina, de antiguo empleada, sobre todo en las siguientes pil-
doras :
Trementina OMO gramos.
Alcanfor O'IO »
Castóreo 0'05 »
para una pildora, dando tres ó cualro diarias, es prescrita por Mesnard de
este modo :
Esencia de trementina 4 gramos.
Looc oleoso 150 »
Esencia de limón VI gotas.
En esta fórmula se mezcla muy bien la trementina con el looc, y el sabor
se corrige con la esencia de limón. Se ordena una ó una y media cucha-
rada con leche, mañana y noche.
Los supositorios astringentes, hemostásicos y calmantes serán usados
contra los ñujos hemorroidales.
En caso de hemorroides internas, da buenos resultados esta fórmula :
Extracto seco de hamamelis virgínica . 0*50 gramos.
Ortoformo 0'25 á 050 »
Clorhidrato de cocaína 0'03
Extracto de belladona 0'02
» de opio 0*02
Manteca de cacao 4 »
para un supositorio, que debe ser colocado una hora antes de levantarse
por la mañana ; en caso necesario se introduce otro al acostarse.
Contra las hemorroides externas se usará esta pomada :
Ungüento populeón 20 gramos.
Ortoformo 1 »
Clorhidrato de cocaína 0*í^2 »
Extracto de belladona 0'0¿ »
» de opio 0'02 »
para dos unturas, mañana y noche.
La adi^endlina al milésimo, que usara al principio, tiene el inconveniente
(le causar una vaso-dilatucion secundaria, que aumenta la congestión y los
dolores. Es, sin embargo, aplicable en los casos de finjo hemorroidal, pero
entonces se da por la vía gástrica: cinco á diez gotas en agua, dos ó tres
veces al día (1).
LIY. — Hierro : aoolón flsloLósrioA
Sobre este asunto dice Landau que las sales inorgánicas de hierro son
si])sorbidas únicamente en el duodeno y que pasan por modo directo á la
linfa y á la sangre á través de las células epiteliales ; la cantidad absorbida
es muy pequeña y va á depositarse de preferencia en el bazo, hígado y mé-
dula ósea, probablemente en estado de combinación orgánica é inestable
Se elimina por el ciego, colon y recto, y una pequeña porción por las célu-
las epiteliales de los tnhuli contorti del riñon.
La adición de estas sales inorgánicas á los alimentos aumenta mucho el
hierro del hígado y del bazo. No se las debe reputar tónicas por mera
acción irritativa, sino que lo más probable es que concurran á la formación
ílo glóbulos rojos (2).
(1) Presse medícale.
rl) Zeits. Klin. Síed.
Formulario y traiamieníos modernos 33 ¿
LY. —Morfina y éter: asooiaoldn
Aubert tuvo que poner inyecciones de morfina á un tuberculoso y te-
miendo la acción deprimente, la disolvió en éter sulfúrico. El resultado
obtenido le indujo á emplear esta asociación en otros casos y á aconsejarla.
Para que la disolución sea completa y duradera, propone la siguiente
fórmula :
Agua hervida 2 gramos.
Alcohol á 90* 2 »
Éter sulfúrico 6 »
Clorhidrato de morfina O'IO »
Cada cm* contiene un centigramo de morfina (1).
LYI. — Aoldo fórmioo : aoolón sobre el sistema musoular
Clément dice que obra como un tónico excitante de los músculos.
Toma cuatro veces al día 8 ó 10 gotas de ácido fórmico en agua de Vichy
y nota en breve excitación muscular que le incitaba á moverse de continuo.
En otros experimentos observó que el trabajo muscular, aun el más fati-
goso, era fácil y nada cansado. Estos hechos fueron corroborados en otros
individuos.
Dice también que el ácido fénico (formiato sódico cuando se da en agua
alcalina), hace desaparecer la debilidad que sienten muchos al levantarse,
así como en los días tempes! nos^s y sofocantes.
Además de esta mayor actividad, el ácido fórmico aumenta lü fuerza mus-
^ cular, según ha comprobado con el dinamómetro y el ergógrafo, y retarda
la fatiga.
Lo notable del caso es que en el siglo viii se le usaba ya como cordial,
estomáquico y diurético, y constituía la base de la antigua preparación vina-
gre de magnanimidad de Hoffmarm, que se obtenía macerando hormigas en
aguardiente (2).
LVII. — Ooqueluohe : tratamiento de los aooesos
Caillé, de Nueva York, recomendó la propulsión de la mandíbula inferior
hacia abajo y adelante, método que apenas falla, sea cualquiera la edad del
enfermo así como el período y gravedad de la infección. En los niíios más
pequeños suele la maniobra, por impresión moral, agravar el acceso; en
cambio, ha logrado hacer abortar ataque ya empezado, y algunos niños,
convencidos de la eficacia, corren en busca del médico para que haga la
propulsión.
Sobel confirma todo lo expuesto, y aconseja enseñar el procedimiento á
las madres y enfermeras, procedimiento que es fácil, no doloroso y que pro-
duce un máximum de alivio con un mínimum de complexidad.
La única contraindicación es la presencia de alimentos eu la boca ó en
el esófago.
El mismo Sobel recomienda esta práctica en el espasmo de la glotis y,
en general, en todos los casos complicados de bronquitis, bronco-pulmonía,
convulsiones, episitaxis (que cohibe), infecciones hemorrágicas subconjun-
tivales y subcutáneas, úlceras linguales (3).
LVIII. — Raquitismo : tratamiento
Amistani usa con buen éxito la médula ósea cruda (4).
Es indiferente el modo de administración. Quizás sea preferible diluirla
en agua. La dosis debe ser alta : una, dos ó más cucharadas de médula
triturada.
LIK. — Adherenolas pleurales y perltoneales : tratamiento
Friedlft.nder propone inyecciones subcutáneas (1 cm* diario) de una
solución hidroglicérica al 10 ó 20 por 100 de tiosinamina (alilsulfo-urea) (4).
(1) Semaine Medícale.
(2) Soc. nat. de méd. de Lyon,
(3) Arch.diPed.
(4) Gas^. hebd. des Se. Méd. de Bordeaux.
336 Sección oficial
LX,— Ántrax: tratamiento
Hallopeau prefiere las aplicaciones repetidas de ácido fénico. Utiliza el
ácido cristalizado, nuboso, disuelto en caliente en aceite de olivas y sin adi-
ción de alcohol. Embadurna ampliamente el ántrax con est»- aceite dos ó
tres veces al día, y lueg-o lo cubre con una cataplasma de almidón, reglada
con el mismo aceite fenicado.
No debe olvidarse tratar de igual manera las pequeñas pústulas que cir-
cundan el tumor principal.
Dr. Rodbígükz Méndez.
SECCIÓN OFICIAL
QUATORZIÉME CONGRÉS
Ü15S MÉDECINS ALIÉNISTES & NEUROLOGISTES
DK FRANCB ET DBS PATS DU LaNGUE FRANQAISK
Pau, le 10 mars 1904
Monsieur et bonoré Confrére :
Le XlVe Congrés des Médecins Aliénistes et Neurologistes de France et
des Pays de Langue Francaise se tiendra cette année á Pau, du l«r au 7
Aoüt, sous la Présidence de M. le Professeur Brissaud.
Nous serions heureux de pouvoir obtenir votre adhesión.
traVaux soientifiques
Les questions suivantes ont été clioisies par le Congrés de Bruxelles
pour faire Tobjet de Rapports et de Discussions:
l.° Psychiatrie. — « Des démences vésauiques ». — Rapporteur, M. le
Dr. üeiiy, de Paria.
2° Neurologie. — « Des localisations motrices daus la motile. — Rap-
porteur, M. le Dr. Sano, d'Anvers.
3.° Assistance. — Des mesures á prendre contre les alienes criminéis». —
Rapporteur, M. le Dr. Kéraval, de Paris.
Une place importante est réservée aux «Communications originales»,
sur des sujets de Psychiatrie et de Neurologie, et aux presen tations de ma-
lades, de piéces anatomiques et microscopiques.
Huit scances, en dehors de la séance d'ouverture, seront consacrées aux
travaux scientiflques
Une séance sera spécialement réservée aux Communications avec pro-
jections.
Les adhérents qui auront des Communications h faire aux dites séances
devront en faire parvenir les titres et les resumes au Secrétaire general
avant le l«rjuiu.
KXCURSIONS
Pau étant k cette époque de fannée le centre des plus intéressantes pro-
ménades pyrénéennes, les organisateurs de ce Congrés préparent des «xcur-
sions ací'pssibles k tous, qui perraettront de visiterquelques-uns des plus
beaux Sites de la montagne.
Un banqupt, suivi d'une séance de Communications, aura lieusurun
Pie d'une altitude de prés de 1,000 métres, qui domine Lourdes ; un autre,
dans les mémes conditions, k l'entrée des Gorge.s de Laruns.
Les Congressistes visiterout Eaux-Bonnes et Argeles, oü des récepcions
les attendeut; pour se rendre de Tune k l'autre de ees stations, ils aeront
transportes en voiture k travers le célebre Col d'Aubisque.
Dautres itinéraires seront indiques et facilites, qui permettront aux
Touristes de se íliriger rapidement du cóté de Cauterj^ts. Luz, St-Sauveur
et le Cirque de Gavarnie. ou bien vers Dhx, Biarritz. St-Jean-de-Luz, sur la
cote francaise, Fontarabie et Saint- Sé hastien eií Bspagne.
Des réduct'onts de tarifs seront tres vra¡semblabl*»ment conseuties,
comme précéderament, par les Compaguies de Chemius de fer ainsi que par
les principaux Hotels de Pau.
Dans le but de faciliter aux organisateurs leur l&che auprés des Com-
paguies de Chemins de Fer, MM. les Membres adhérents seront invites
Publicaciones recibidas ss?
ultérieiirement k faire connaltre Titinéraire qu'ils comptent suivre pour se
rendre k Pau.
Un programme dótaillé des travaux et des excursions sera publié k bref
délai et adreesé h tous les membres du Congrés.
Le Congrés comprend :
1.* Des membres adhérents ;
2.' Des membres associés (dames. membres de la famille, ou étudiants
en médecine, presentes par un merabre adhérent).
Les Asiles qui s'iuscriront pour le Congrés flgureront parmi les mem-
bres adhérents.
Les Médecins de toutes nationalités peuvent adhérer k ce Congrés ; mais
les Communications et les discussions ne peuvent étre faites qu'en langue
fran(^aise.
Le prix de la cotisation est de 20 francs pour les membres adhérents, de
10 francs pour les membres associés.
Les membres adhérents recevront avant Touverture du Congrés les trois
Rapports. lis recevront a'prés le Congrés le volume des comptes-Rendus.
Priére d adresser le plus tót possible les adhésions, avec le montant des
eotisations, ii M. le Dr Girraa, Secrétaire general du Congrés, Médecin-Di-
recteur de TAsile public des Alienes de Pau.
Yeuillez «gréer. Monsieur et honoré confrére, Texpression de nos sentí-
ments les plus distingues. —Le Président, Professeur BrUsand. — Le Secré-
taire general, Dr. Girma.
PUBLICACIONBS RECIBIDAS
Pr^paroolón y oritloa de los modernos ^anulados , en sr^i^o'^l* —
Memoria laureada por el «Colegio de Farmacéuticos de Barcelona», en
el concurso de 1902, por:D. Narciso Duran Desumvila. — Barcelona, 1904.
Delle ^andi operasioni oUmri^olie a domiollio nel oasi nr^entl e
del meas! pratloi per esegpulrle. Mezzi cke possono anche sopperire alie
necessiUl della chimrgia di guerra sni caynpi di baltnglia e 7ielle ambulanze
della crore rossa. — Dott. Umbf*rto Chiaventone. — Milano, i9ü3.
Práoüoa- de las antopaiaa, por el Dr. Letulle. — Cuaderno 2.*" — De la
Bibliotí^ca económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas.— Uh-
drid. 1904. — Tres pesetas.
Apunte* topesrráflooe-médiooe de Badalona. — Memoria laureada con
accésit por la R. Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona, en
el concurso de 1902, por Joaquín Tuixans y Pedragosa, precedida de un
Prólogo del Dr. R. Rodríguez Méndez. — Barcelona, 1903. — Varios ejem-
plan^s.
Etiologria de olertae anemias suaves de Venesuela. — Comunicación
al Colegio médico, por Rafael K ángel. — Caracas, 1903.
■annal de Obitetrlola y de Olneoologla para uso de los prácticos y de
las matronas, por el Dr. A.. F. Philippeau. — Budapest, 1902.
Kannal de Patolo^a externa, por K. Forgue. — Traducido por el Dr. J. Bs-
pasa y Rs<*ayola. con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
E.spasa, editor. Cortes, 5*79. — Cuaderno 13. — Barcelona, 1901. — Dos
ejemplares.
Tratado pr&otloo de la sifllia y enfermedades venéreas, por el doc-
tor lí. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T Corominas y Pedemonte. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 páginas y una lámina
á una pesf^ta el cuaderno. — José España, editor, Cortes 579. — Cuader-
no 13. — Barcelona, 19ü4. — Dos ejemplares.
Tratado de ■edioiaa olinloa y Terapéutica, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tuñón. — José E>pasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 93. — Barcelona, 1904. — Una peseta
cuaderno. — Dos ejemplares.
928
Estudios demográficos de Barcelona
Tratado de Cirugria olinioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. voii Bergruiann, K von Brunsy J. von.Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 5';9. — Cuadernos, 90. y 91. — Bar-
celona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Ck>ntribaoi6ii al estudio de la eecarlatioa en la Habana, por el doctor
Mario G. Lebredo —Habana, 1904. —Distribución gratis.
Algrnnae oonsideracionee sobre la etio og^ia é histolos^ia dle los mió-
mas*aterinos, por el Dr. Recasens. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Periódicos : unión dental española. — Revista mensual. — Órgano de la
Sección de Odontología en la «Unión escolar». — Mayor, 59, Madrid. —
Un año, 6 pesetas.
El Problema de la Taberonlósis. — Revista mensual de propaganda
contra la tuberculosis. — Director, Dr. J. A. Tremols. — Manrique, 71,
Habana. — Distribución gratuita á las ciases ponular-s.
Higiene pr&otioa. — Órgano oficial de la * Sociedad española de Higiene». —
Director, Dr. Larra y Cerezo. — Mendizábal, 10, 1.® derecha, Madrid, —
Un año, 5 pesetas.
El Instituto. — Publicación mensual. — Oif^ncias, Artes, Literatura. — Di-
rector, José María Orellana. — Apartado de Correos, n." 122. — Guate-
mala. — Un año, pesos 8.
Estudios demog Pálleos de Barcelona
POK E!.
Dr. D. Luis Comengk
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mes de marco de 1904
I. — INFBC010NB8
Coqueluche ....
Difteria
Disenteria
Escarlatina
Bri^ipelu
Eclampsia
Fiebre tifoideR . . .
Gangrrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones . .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerpernl
Id. quirurg-ica
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis ....
Viruela
3
13
3
4
3
11
25
2
6
O
5
3
O
10
5
6
7
3
154
41
Total 304
II. — Otras infkooionhs y padkci-
IflKNTOS DK NATURALICZA VO DB-
TKRMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
Arterias 29
Corazón 155
Venas O
Suma y sigue. ... 184
Circula
torio.
Digesti-
vo. . ,
Suma afiierior. ... 184
Boca 1
Kstómago .... 14
Intestinos .... 60
'Otros anexos ... 9
Peritonitis .... 3
D^^^s..^ í BronquiRles (Aféelos). 69
^/*^'^' Pulmonía .... 162
101 to, .(pu|„,5„ y pleura. . 39
Cerebro y médula 133
GHiiít.al femenino 4
Meninges 59
ririn«rio . 28
Red linfática «
Total.' , ... . 765
III. — Otros y aooidbntks
Acci<it»nte8 8
A roholií^mo . * 1
Distroíifis constitucionales. . 3
Esclerema. . O
FíiitM de desarrollo .... 11
Intoxicación i
NenplHsniHS 29
Seneí'tud 6
Sin diagnóstico 4
Total. . . .
Total de defunciones . .
Total de nacimientos . .
Abortos
63
.1T32
Tomo ZZVIX. Kúm. 8 Baroelona 30 abril 1904 Afio 2CS7IX. Núm. 6i4
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia (continuación), por
D. A. Tapia —¿Meningitis estreptocócica?^ Curación (contusión), por el Dr. 1. Clvit Vives.—
Los estigmas fisiológicos de la degeneración (continuación), por Luciano Mayer.— Venereología
social ( continuación ), por el Dr. Oiado.'-RKViSTA crítica bibi iogmáfica, por el Dr. A. Mar-
tínez Varg^aa. — Fohmulakio y thatamientos modernos, por el Dr. Rodríguez Méndez. —
NuKSTitA coRKRSPosTDKNCiA CON LA PRENSA. — Estudios dcmográíicos de Barcelona, por el
Dr. O. Luis Comenge.
(1)
La responsabilidad mídlea ante los Tribunales de Jostlela
POR
D. A. Tapl\
Presidente de la Sala i.* de lo Civil de Barcelona
II
Intervención punible del facultativo en el aborto
El aborto, ha dicho el eminente Dr. Mata, para el jurisconsulto, no
es lo mismo que para el tocóloí^o.
Para éste, el aborto es la expulsión del feto y sus dependencias an-
tes de ser viable, es decir, antes de los siete meses, y para aquél es el
uso voluntario de los medios para procurar un mal parto, con intención
de matar el feto.
Determinan la consumación de este delito diversos elementos, á
saber : la existencia de una inujer en cinta y el uso de los medios para
conseguir la expulsión del feto, y que ésta se realice ; y además, que
perezca el feto, fin principal, esencia constitutiva del delito.
Para que el aborto sea tenido como tal delito de aborto, no es nece--
sario que la expulsión del feto se provoque en un tiempo determinado.
Como la parte esencial del acto criminal la constituye la violencia de
las leyes naturales, hecha con el uso de los medios empleados para lo-
grar la expulsión del feto, el que ésta se provoque un día antes del que
naturalmente había de producirse el parto basta, como dice el doctor
Mata, para determinar la existencia del delito de aborto.
Si el aborto se ha consumado, existe un hecho material, tangible,
que puede hacerse objeto de las investigaciones, y es fácil, ante la rea-
lidad de sus ostensibles huellas, conocer los móviles que impulsaron la
acción criminal, los medios empleados en ella, v las personas que han
intervenido, para que sobre ellas raiga el peso Je la ley penal.
Mas cuando el delito de aborto es de simple tentativa ó se ha frus-
trado su consumación, dados la naturaleza de este delito v los medios
que ordinariamente se emplean para realizarlo, es más difícil su averi-
guación, pues en los más de los casos, aun desplegando el celo más
grande en las investigaciones para lograr saber si el delito de tentativa
de aborto ó de aborto frustrado se ha cometido, el hecho queda envuelto
en las sombras del misterio, sin que de él resulte otra huella que la
impresión moral causada en la mujer.
La preñez de la mujer, como hemos dicho, es un dato que hay ne-
cesidad de hacer constar en primer término, para determinar la exis-
tencia del delito de aborto.
<i) Continuación. — Véase el número anterior.
ajo
La responsabilidad médica ante los Tribunaies de justicia
kt:
í
r~ -
La prueba de este hecho gira de ordinario sobre el honor de una
mujer, y la que quiera ocultar su interesante estado, mil medios tiene
á la mano de que valerse para no aparecer ante las gentes tal como es.
Son pruebas vergonzosas las á que deben sujetarse las mujeres á
quienes se acusa de haber cometido el delito de aborto en sus propias
personas, y los Tribunales deben conducirse en delicada forma para *
log-rar la averiguación de los delitos de acuella clase.
Más de un comentarista ha considerado el aborto como un crimen
de idéntica gravedad que el infanticidio. Mas, si bien se examina la
naturaleza de uno y otro delito, no puede menos de observarse que no
entraña en sus culpables la misma perversidad de ánimo, aparte de
3ue las consecuencias de una y otra acción criminal son señaladamente
iversas.
Los legisladores modernos las lian sabiamente distinguido, casti-
gando el delito de infanticidio, según los casos, con las penas del pa-
rricidio ó asesinato, y el de aborto con otras de menor gravedad.
Nuestras leyes de Partida (1), copiando al derecho romano, distin-
f'uían en el aborto dos períodos, según estaba ó no formado el feto, y
ste tenía condiciones de viabilidad ó formaba sólo una masa inerte,
inanimada. En el primer caso no consideraban el aborto como delito,
y se castigaba con una pena pecuniaria, y en el segundo era conside-
rado como un verdadero homicidio.
Señalar los límites en uno y otro caso, determinar cuando la cria-
tura está viva, problema es eií cuya resolución no están acordes los
autores, pues mientras unos creen que tiene esa condición á los cua-
renta días, otros sostienen que á los sesenta, y otros que á los noventa.
Nuestro Código penal distingue varios casos en el delito de aborto,
castigando no sólo al que de propósito le causare (2) sino al que lo
produjese aun no teniendo propósito de causarlo (3), agravando la pena
cuando se ejerce violencia en la pei-sona jJe la míijer embarazada y se
ejecuta sin su consentimiento (4), y atenuándola caso de consentir la
mujer, ó causárselo ella misma, ó consintiendo que otra persona se lo
cause, ó que lo verifique papa ocultar su deshonra (5).
Todos estos casos no encierran la misma gravedad con relación al
hecho justiciable y á sus culpables, pues salta á la vista que es más
grave el aborto que se causa con violencia en la persona de la mujer
embarazada, que el producido sin ella, el en que se produce sin con-
sentimiento de la mujer, que el en que ésta asiente; y no puede menos
de atenuar el aborto la circunstancia de que la mujer se lo cause ó
consienta que otra persona lo realice, para ocultar ía deshonra de
aquélla.
El legislador ha hecho bien en distinguir todos estos casos, estable-
ciendo (6) que el que de propósito causare un aborto sea castigado :
1." Con la pena de reclusión temporal (7) si ejerciere violencia en
la persona de la mujer embarazada.
2.** Con la de i)risión mayor (8) si aunque no la ejerciere, obrare sin
consentimiento de la mujer. '
3.*^ Con la de prisión correccional en sus grados medio y míiximo(9>
si la mujer la consintiere.
(1) Ley 8.». título 8.°, Partida 7.»
(2) Artículo -ii5.
(3) Articulo 4.'e>,
(4) Articulo 4_'5.
(5) Articulo 427.
(fi) Articulo 42r> del Código penal.
(1) De \'l años y 1 día A iü .iños.
(8) De (i años y'l día á 12 años.
(íl) De 2 años/4 meses y i dia á <» í;ños.
La responsabilidad médica anU los TribunaieS de jusiicia 2$/
El mismo Dr. Mata enumera las cuestiones médico-legales á que
puede dar lugar el aborto y son :
Si tal ó cual medicamento ó alimento, bebida, golpe, etc., emi)lea-
dos, ha producido ó podido producir el aborto.
Si se ha intentado provocar el aborto.
Si la mujer ha abortado.
Si el aborto ha sido provocado ó natural.
Y en que caso incurre en responsabilidad el facultativo acelerando
ó provocando el aborto.
Cuestiones son todas estas de importancia suma, y que el médico
legista ha de resolver con el debido acierto, teniendo en cada caso pre-
sente el resultado que ofrezcan los reconocimientos que debe practicar
y cuantos datos le sean suministrados por el Juez de instrucción.
De todas estas cuestiones sólo de la última debemos aquí ocuparnos:
es la á que se refiere el artículo 428 del Código penal, cuyo texto es
como sigue :
« El facultativo que abusando de su arte causare el aborto ó coope-
rare á él, incurrirá respectivamente en su grado máximo en las penas
señaladas en el artículo 425».
Estas penas son :
La reclusión temporal de 17 años, 4 meses y 1 día á 20 años, si se
ejerciere violencia en la persona de la mujer embarazada.
La prisión mayor de 10 años y 1 día á 12 años, si aunque no se ejer-
ciera violencia, no mediare el consentimiento de la mujer.
La prisión correccional de 4 años, 9 meses y 11 días á 6 años, si hu-
biere consentimiento de la mujer.
La ley, ha dicho el insigne jurisconsulto Paclieco, «estima el ser
médico como una circunstancia agravante en el hecho de procurar el
aborto. Tiene razón. La profesión de una facultad científica impone
obligaciones de moralidad que no tienen en tal punto los simples par-
ticulares. La medicina es para curar á los enfernios y no para hacer
abortar á las mujeres embamzadas».
Justificado está el rigor de la ley penal al imponer el severo castigo
que inñige al facultativo que, abusando de su arte, causa el aborto ó
coopera á él.
Todas las legislaciones están conformes con este principio.
El facultativo que emplea los conocimientos de su arte para lograr
el aborto de la mujer, es más culpable que ésta y cuantos en aquél pu-
dieran haber intervenido, ya que en lugar de procurar asegurar la vida
del nuevo ser engendrado* busca su destrucción, contrariando así las
leyes de la naturaleza y haciéndose indigno de ejercer su profesión.
Por otra parte, seguramente que si el facultativo no se prestara á
poner sus conocimientos al servicio del crimen, en el caso de que nos
ocupamos, los abortos serían en menos número, pues la mujer no se
confiaría á manos inexpertas para lograrlo, por temor de perder su vida,
á la vez que lograse la expulsión y muerte del feto, como ha acontecido
en bastantes casos.
En el delito de aborto á que se refiere el artículo 428 del Código pe-
nal, se precisan, además, dos circunstancias que es necesario acreditar:
la de ser facultativo la persona que lo cause ó coopere á él, no bastando
que se titule tal facultativo, sino que es preciso que lo sea, y además,
que al causar el aborto ó cooperar a él, lo verifique abusando de su arte.
Fácil esla justificación de que la persona que ha intervenido en el
aborto tiene la condición de facultativo, pues esta se acredita con lapo-
sesión del correspondiente título expedido por funcionario competente.
Ahora bien : en la palabra facultativo que se emplea en el artículo
428 del Código penal ¿están comprendidas también las matronas?
^5J La responsabilidad medita ante los Tribunales de fusticia
En la palabra facultativo se eomprende así al médico, al cirujano,
como á la matrona, porque si facultativo es el que profesa algfuna facul-
tad, y la matrona, al auxiliar á la mujer en sus partos con sus conoci-
mientos profesionales, provista del debido título, ejerce actos de la
facultad médica, es evidente que tiene el carácter de facultativo á los
efectos de aquel artículo.
La analogía de actos hace presumir una culpabilidad semejante en
el facultativo y la matrona.
Así lo ha 'declarado el Tribunal Supremo en sentencia de C'l de
marzo de 1891.
Además, para que tenga aplicación el artículo 428 del Código de
que nos ocupamos, es necesario que el fa-cultativo que haya intervenido
en el aborto, lo verifique abusando de su arte, esto es, con intención
maliciosa de causarlo ó cooperar á él.
Si el facultativo, desconociendo el hecho de hallarse la mujer en
cinta, le propina medicamentos para la curación de una enfermedad
que padece, y estos medicamentos son tales que producen el aborto, no
Suede decirse que fué causado intencionalmente por el facultativo, y
éste no puede infligirse pena alguna, á menos que por su parte no
mediara imprudencia temeraria al ordenar aquellos medicamentos, que
á mediar malicia, constituirían el delito de aborto.
Desgraciadamente 'la figura del delito de aborto se repite más de lo
que resulta del libro de la Estadística de la administración de justicia
en lo criminal, pues en los grandes centros de población es pública y
notoria la existencia de la industria de provocar abortos ; industria in-
moral en alto grado, y que no debe ser seguramente poco lucrativa.
No hace mucho tiempo que en una ciudad populosa se ha descu-
bierto una casa contra la maternidad, digámoslo así, dedicada á provo-
car el aborto de las mujeres, y en la que éstas se albergan hasta su
restablecimiento, siéndoles prestada toda clase de cuidados en medio
del mayor sigilo. '
Seguramente que los Tribunales obrarán con rigor castigando con
la severidad de las disposiciones del Código á los culpables de la exis-
tencia y explotación de aquel centro inhumanitario, de corrupción de
costumbres, baldón de la sociedad, cuyos culpables, sean cuales fueren
sus títulos, además de las penas del Código, por su delito, que es siem-
pre grave, de consecuencias trascendentales siempre, merecen el justo
desprecio de sus comprofesores y de la general opinión por su falta de
conciencia y de caridad, y además, porque siempre tasan á buen precio
su criminaf proceder, móvil que es en la mayoría de los casos el que los
impulsa á intervenir con su arte en la ejecución de los abortos.
La última Estadística de la administración de justicia en lo crimi-
nal, publicada por el Ministerio de Gracia y Justicia, que tenemos á la
vista, y que corresponde al año 1899, da por resultado que durante
aquél, fueron 8 las causas por delito de aborto en qué recayó pentencia
ejecutoria con 11 procesados, y de ellos 6 absueltos y 5 condenados á
penas correccionales.
No consta de los datos de aquella Estadística si entre los condena-
dos por delito de aborto figura algún facultativo ó matrona, pues á
tanto detalle no desciende aquel trabajo.
Por el resultado que ofrece, ])ues, la estadística, no puede menos de
observarse que es casi insignificante el número de delitos de aborto
que fueron objeto de sentencia ejecutoria en las 49 Audiencias, en el
año 1899, y seguramente que esto no será debido á que no se hayan
ejecutado en más número, sino á lo difícil de su descubrimiento, pues
como dice el Dr. Mata, aun descubiertos, es difícil de lograr la condena
del facultativo ó matrona, porque es fácil hallar en la ciencia razones
,í Meningitis estreptocócica? 23$
para justificar su proceder, si bien esto mismo puede revelar que abu-
saron de ella.
Mas, de todos modos, apr(^ciese como fácil ó como difícil el descu-
brimiento del delito de aborto, tanto el facultativo como la matrona, no
deben olvidar que ya causándolo, ya cooperando á él, pueden ser con-
denados á gravísimas penas, y deben, en consecuencia, denegarse en
absoluto á contribuir con los conocimientos de su arte á la ejecución
de dicho delito, cualquiera que sea la persona que se 16 ruegue y la
<ládiva que se les ofrezca, ya que con deferir á aquel rueg-o van camino
del banquillo de los acusados, ante el Jurado, que es el competente
para conocer de las causas por aquella clase de delitos, y cuyo Tribu-
nal, seguramente si bien puede tener conmiseración en muchos casos,
dando veredicto de inculpabilidad, para la infeliz mujer á la que se
causa el aborto, la negara en absoluto, ya al facultativo, ya á la ma-
trona que lo cause, ó á él coopere, teniendo en cuenta para ello no sólo
el título que ostentan, el abuso de su arte con que obran, sino especial-
mente la circunstancia de que de ordinario reciben por ello un esti-
pendio, que les hace repugnantes á la vista del Tribunal popular é
indignos de toda consideración. (Se conlinuardj.
¿Meningitis esf reptoeóeiea ? ^^^
Cupaoión
POR EL
Dr. J. ClVlT yiVKS
Aquí podría dar por terminado mi cometido, bien ingrato por cierto;
pero el presente caso, interesantísimo en varios conceptos, se presta á
una serie de reflexiones que no está en nuestro ánimo, ni tenemos
alientos ni pretensiones para esbozarlas siquiera; únicamente haré bre-
vísimas consideraciones clínicas sobre el diagnóstico y tratamiento,
que no podemos eludir, para justificar nuestro proceder que alguien
calificó, k raíz del hecho en cuestión, de temeridad dinica.
¿Podía tratarse, en nuestra enfernia, de una meningitis aguda sim-
plei Si bien es cierto que la elevación térmica es en ésta muy mar-
cada, sin embargo, la invasión es más brusca, y ya sea protopática, ya
sintomática, suele ser oriunda de un traumatismo ó insolación la pri-
mera, ó á alguna lesión de vecindad en terreno abonado la segunda :
lesión del peñasco, caries, curación brusca de alguna dermatosis de la
piel del cráneo, periostitis flegmonosa aguda, reumatismo agudo, etc.;
además, tanto la forma convulsiva ])ropia de la primera infancia como
la delirante comi'm á la segunda, ofrezcan alguna analogía con el cua-
dro sindrómico de nuestra enferma : rigidez (le la nuca, trismo, resi)i-
ración Cheine-Stokes, etc., la marcha es rápida, continua y sin remi-
sión alguna, los vómitos son más acentuados, la duración es en ésta
más corta.
¿Sería," quizás, una meningitis cerebro-espinal epidémica ^ Xo lo creo:
hubiera podido ser, en todo caso, esporádica : la invasión es brusca,
la fiebre alta, hay algún vómito ; muy incierta la curva termométrica,
es de menos duración, las convulsiones suelen ser violentas, continuas
y alternadas con intensísimo ei)istótonos. Queda descartada en abso-
luto la noción epidemiológica ; tampoco presentó un signo de gran
valor (nuestro casoj, casi i)atognomónico : el herpes labial, -^i no preci-
samente en este sitio, en los carrillos, mentón, etc, Parece, pues, no
podemos invocar el ti/us cerebro-espinal.
^l) Conclusión. — Véase el número anterior.
as4 ^kitningitis estreptocócica?
¿Estaría tal vez atacada de meiiinffismo? Creo no esforzarme mu-
cho en demostrar que la sintomatolog-ía, curso, etc., alejan la idea del
síndrome que Dupré describió con aquel nombre ; en general, cuando
cede la causa determinante de aquellos fenómenos : empacho g^trico,
estercoremia, uremia, yermes, etc., desaparece el síndrome meningfí-
tico ; adem&s, en estas circunstancias podemos atrevernos á lo dicho,
con gran conocimiento de causa, por Grasset: «á la cabecera del enfer-
mo no hay diagnóstico diferencial posible entre el meningismo y la me-
ningitis aguda; no se hace el diagnóstico hasta después de la curación
6 la muerte, cuando ya no hay problema terapéutico que resolver».
¿Cuántas meningitis, pomposamente anunciadas gravísimas, se des-
vanecen como por encanto á las pocas horas?
¿Nos encontraríamos, acaso, en presencia (íqIs. grippe*^
Sabido es que esta infección es un proteo ; que en sus múltiples ma-
nifestaciones en los órganos torácicos, abdominales y centros liervio-
soí«, cabe confundirla, de momento, con muchísimas afecciones : de las
encefálicas la meningitis simple, la cerebro-espinal, etc.; pero en nues-
tro caso, ni aun la forma nerviosa podemos admitir. No hubo invasión
brutal, ni transformaciones hacia la curación, que en suma, con otras
razones que sería enojoso apuntar, son las que hacen vacilar el diag-
nósf.co, sobre todo entre la grippe y el proceso meningitico cerebro-
espinal.
¿Estaría, por ventura, invadida por el tétanos'^ El trismus, la rigi-
dez (le la nuca, las contracturas y sobre todo la temperatura tan ele-
vada, son propias de la invasión de la economía por el bacilo de Nico-
laíGi-; pero ni aun rebuscando pude dar con el origen del mal, el
contagio ; además, suele ser muy raro en esa edad y la forma grave
mata brutalmente en pocas horas, mientras la benigna tiene remisio-
nes convulsivas, la temperatura es poco elevada, á veces normal.
Parece, pues que, tanto si se trata del tétanos infeccioso por el bacilo
de NicolaYer como del reflejo, ó determinado por una excitación peri-
férica, deben desecharse.
¿Era, acaso, una hemorragia meníngea lo que sufrió nuestra enfer-
ma? Tanto la hemorragia intra-aracnoidea como la sub-aracnoidea,
ventricular ó mixta, deben desecharse. No son propias de esa edad ;
faltó la causa determinante : caída, traumatismo, etc., y la paquime-
ningitis hemorrágica interna : exudado hemorrágico entre la dura y
piamadre, tampoco hubo caries del peñasco, otitis media purulenta, etc.';
siendo ya más común no presentó dolencia anterior ó concomitante : sí-
filis hereditaria, coqueluclie, etc. Hobrevienen convulsiones clónicas y
tónicas, generalmente á un lado del cuerpo, respiración estertorosa
y la temperatura se eleva al aproximarse la muerte ; aparece en forma
(le accesos y es difícil el diagnóstico en las formas no típicas ; sin em-
bargo, nos orientaremos en lo esencial : convulsiones, parálisis, hemi-
plegias, marcha, en una palabra, cuanto nos dé idea de"foco más ó me-
nos limitado.
¿Trataríase, en nuestra eufermita, de una meningitis fubercuIosaJ
Veámoslo : una niña que, exceptuando el sarampión y la escarlatina,
había gozado de buena salud ; que quedó bastante delicada de esas in-
fantiles pirexias, siempre dej)rimentes para un organismo no muy
vigoroso ; que en sus antecedentes hay un dato no despreciable, bas-
tante elocuente : el haber sucumbido dos hermanitos, casi con seguri-
dad á ese proceso meningitico, pues al decir los médicos en lenguaje
vulgar, en ciertas familias, derrame se quiere significar esa especie no-
sológica; y al decir accidentes, con la misma vaguedad de la frase, si
bien otra dolencia pudiera haber sido, dan á comprender la misma
variedad meníngea. Durante muchos días, la niña no comía nada.
^Meningitis estreptocócica? 235
enflaquecía ; que su carácter alegre y buen humor, tornóse triste y
melancólica : mal humorada, llorosa por cualquier futesa infantil ; ese
principio vago é insidioso de un catarro gástrico al parecer^ nos hacen
sospecnar el período prodrómico de la dolencia que esbozamos ; será
mera conjetura tal vez, pero fundamentada. En efecto: el estreñimiento,
los vómitos, la cefalalgia frontal, más generalizada después, en suma,
lo que caracteriza el primer período de dicha lesión meníngea ; para
mayor analogía, si no semejanza, acusó el cuadro casi completo del se-
gundo y tercer período : los gritos, desigualdad y dilatación pupilar,
irregularidad del pulso, rigidez de la nuca, recliinamiento de dientes,
contractura, trismo, estado comatoso, respiración de Cheyne'Stokes,etc.,
y aunque no i)ude comprobar la mancha de Trousseau y'el signo de Kür-
nig, tampoco se encuentran siempre en esa forma meníngea. Lo que
nos hace vacilar y poner algún reparo de gran monta, fué la tempera-
tura elevadísima,' pertinaz, que no es propia de ese proceso^meningí-
tico ; cierto que en ocasiones llega á 41'' y más, pero suele ser pocas
horas antes de la muerte, pues dicho esto y algo más que decir pudié-
ramos y que omitimos gracias á la brevedad, infundieron en nuestro
ánimo la duda cojí respecto al diagnóstico de esta variedad meningí-
tica, pero fué desechada la sospecha que surgió de momento, por razo-
nes que veremos después.
/,Era tal vez, una meningitis serosa (Quincke) ó leptovieningitis in-
fantil? Ademns de lo raro del caso y la diñcultad del diagnóstico
iiitra Tifam, faltó la causa ocasional : golpe, caida, insolación, sífilis ó
enfermedades infectivas agudos anteriores como idiopática, por más
que la niña estaba bastante desnutrida, y tampoco aquejó bronquitis,
coqueluche, pneumonia, exantemas agudos, etc., etc., que abonaran la
inflamación ventricular como deuteropática ; la duración es menor, dos
ó tres días, y si no sucumben á la primera .«acudida, presentan siempre
oscilaciones \\e mejoría y empeoramiento, de disminución y recrudes-
cencia de la fiebre; tan solo entonces puede prolongarse el curso de la
dolencia hasta su terminación, que suele ser la muerte.
La encefalitis aguda, la fiebre tifoidea, los tumores cerebrales, la
eclampsia, la pneumonia de forma cerebral, la sífilis cerebral, meniíigi'
/íí 5(/?W¿m, etc, no tienen otra importancia sino la que quisiéramos
otorgar á cada una de ellas de por sí.
Sabido es la frecuencia con que el bacilo de Eberht y el pneumococo
se asocian al de Koch (meningifis pueíunocócira sin pneumonia) (Netter);
el de Eberht al de Koch (meningo-tifoidea), al dii)lococo de Jager, etc.;
constituyendo las meningitis mixtas.
Las meniniritis bacteria /lasí^e^n por pneuniococos, estafilococos, etc.,
ofrecen la misma semejanza, el mismo cuadro sindrómico; igual ocurre
á las asociaciones microbianas ó meningitis mixtas ; y por más que se
trate de separar las meningitiís de la base de las de la convexidad (se-
gún su asiento), y las raquidianas de las distintas regiones, la locali-
zación cerebral ó raquidiana n.o tiene más valor que la cerebro-espinal
para determinar una especie nosológica: el asiento del mal tiene escaso
interés desde el punto de vista terapéutico. Lo imi)ortante es saber que
la meningitis es la localización directa cronológicamente primitiva ó se-
cundaria de la infección inicial : estreptococia, pneumococia, eberhtia-
na, estafilococia, i'eumática aguda, etc.
¿Sufrió nuestra enferma, pues, una 7neningitis estrej)tocócicay No
lo sabemos : es muy proba])le. Como nos hemos de atener á un rf/«^-
Tídí^/co c//;?/co, debeínos rebuscar, por tanto, todo cuanto pueda ilus-
trarnos ])ara (lar toda la certeza posible, si certeza pudiera tener un
diagnóstico de tal suerte. A este diagnóstico es al que se inclina nues-
tro ánimo, por razones que omitiremos, para no incurrir en repeticiones.
3SÍi ^' Meningilis estreptocócica ?
pues no habiéndose practicado la punción lumbar, única que podía i9a-
carnos de duda, hueíg^a lo demás.
En todas las meningitis microbianas hemos dicho que se encuentra
el misino cuadro sindrómico ; pero entre ellas, por la rig:idez de la nuca
más acentuada, las pertinaces contracturas de los miembros y la fiebre
intensa y persistente, parece ser más propio de la estreptocócica, por
más que dentro de esa misma variedad bacteriológ-ica se presentan, en
ocasiones, otras asociaciones microbianas. Sevestre y Gastón hallaron
. en una mening'itis por estreptococia el bacterium coli ; tampoco sabe-
mos si dentro esa variedad estreptocócica, tomó parte principalísima el
estreptococus aureus ó el albt^, pero eso importa poco. Además ¿no nos
indica nada el haber aparecido, cuando ya remitía al parecer el mal,
una erisipela*!? ¿Nada nos dice, por ventura, estando la temperatura
casi normal, haber alcanzado brutalmente 40** la columna termomé-
trica? ¿Cómo vino esa erisipela? ¿Fu'^ puramente espontánea? No
lo sabemos. Tal vez, se dirá : ¿es que cusuido apareció la manifestación
del microbio en cadena de Felileisen, en los tegumentos cutáneos, la
dolencia primitiva había ya cedido? Y bien ¿qué prueba esto?
También puede objetarse : ¿no podía ser introducido el microbio por
una solución de continuidad: oreja, cuello, etc., pasando inadver-
tida? Cabe, desde luego ; pero al rebuscar el contagio, por más que
empleé gran cuidado é interés, no pude dar con él. Los abscesos que
aparecieron sin chapas erisipelatosas, saliendo el pus espontáneamente
al exterior en el uno, é incindiéndole el otro ¿no nos indican nada?
El limitarse con tanta facilidad las chapas erisipelatosas, sin la acostum-
brada emigración por la piel del cráneo, cara, etc.; el tener las fauces
enrojecidas, el conducto auditivo externo ¿no nos señalan alguna
orientación clínica? No presentó la enfermita ni un vómito, tan co-
munes en las erisipelas espontáneas. Podía haber sucedido que ingur-
gitadas las serosas por la infección estreptocócica, repletos los senos
venosos, vasos linfáticos, etc., pasaran á la circulación general, mani-
festándose entonces por el sitio más próximo, camino más corto, exte-
riorizándose como un simple chispazo (vencida la infección), de un
fuego apagado ya.
¿Por qué no pudo ocurrir, que la meningitis fuese cronológica-
mente protopática, y que la aparición de las chapas fuese secundaria
á la misma infección inicial?
Sea como quiera, el pronóstico es en todas Jas formas y variedades
bacteriológicas grave, sombrío en algunas y fatalmente mortal en
otras : la tuberculosa ; pocas discrepancias hay, entre los pediatras, en
apreciar esta cuestión. Henoch, clínico tan eminente como de sentido
práctico, dice de ésta última : ^<todo caso bien diagnosticado de menin-
gitis es caso perdido; podéis firmar sentencia de muerte». Cadet de
Gasecourt, Rilliet y Roger, citan tres casos de curación, pero Coraby
dice tTue son grandes tubérculos que han provocado una inflamación
más o menos extensa de vecindad ; en las demás considera imposible
la curación. Bouchut afirma que únicamente puede obtenerse la cura-
ción de la meningitis en el primer y segundo período de germinación
tuberculosa, que se detiene... Unger duda que se pueda obtener una
curación completa en las meningitis agudas. Weill (de Lyon) dice
qu? es difícil demostrar la curabilidad de la meningitis, pero ^try 5'i/tf
creer en ella, Landouzy afirma la curabilidad de la tifohacUosis y como
admitiendo grados en la meningitis, algunas formas deben equipa-
rarse á la tifobacilosis; por esta razón debemos creer esas curaciones
excepcionales.
En las otras variedades se cita alguna curación, poquísimas por
cierto, cuando se trata de asociaciones microbianas; casi se puede afir-
^Miningiiis estreptocócica? 237
mar que las curaciones son debidas á la meningitis aguda franca, ó
llámese, si se quiere, simple ; en las demás no se sabe, en la mayoría
de ocasiones, si los diag'nósticos son verdaderos.
Los medios puestos en práctica para combatir tan terribles dolen-
cias, que nos arrebatan los niños á millares, son varios, así del orden
médico como del quirúrgico, pero por desgracia, casi todos inefi-
caces.
Tratamiento médico. A pesar de los distintos remedios preconizados
Sor los autores, hoy por hoy, el tratamiento es limitadísimo : el ioduro
e potasio que tanta fama alcanzó, resulta impotente. En efecto, se-
gún GriflFou, en la meningitis cerebro-espinal por meningococos Veich-
selbaum, como hay impermeabilidad en las meninges, el ioduro potá-
sico resulta inútil en su acción, por más que Sicard, Ravant, Vidal, etc.,
afirman que no ocurre así en la tuberculosa; también resulta ineficaz
dado á fractas ó altas dosis, por poco ó mucho tiempo: mueren cuantos
niños son tratados con aquel precioso fármaco. Los calomelanos son
de indicación racionalísima por su doble acción, según la dosis que se
propinan, y sea la que se quiera la especie microbiológica de que se
trate ; ellos podrán ser impotentes, pero su concurso es de capitalísima
importancia ; algunas curaciones reales ó ficticias han sido debidas al
proto-cloruro de mercurio prudentemente manejado según las circuns-
tancias. Los vaso-constrictores son de racional aplicación en la gene-
ralidad de los casos, aunque impotentes. Últimamente se ha Querido
ver en el ácido iodhídrico un precioso fármaco, en algunas lormas,
pero resulta ineficaz como tantos otros. Revulsión : se ha desechado
la bárbara é inútil tortura que sufrían los enfermitos con las pomadas
estibiadas, el extenso vejigatorio que cubría toda la piel del cráneo
después de rapada. Los antiflogísticos : las sustracciones de sangre
por medio de ventosas escarificadas ó la aplicación de sanguijuelas,
raras veces hay ocasión de emplearlos ; Henoch los aconseja, según el
estado del enfermo, dejando al criterio del médico su aplicación siem-
pre moderada ; las pérdidas sanguíneas son temibles en los niños, por
sus efectos hipostenizantes. Las unciones con la pomada ibdofórmica
(Nilsson) son más inocentes, pero ha quedado defraudada la confianza
que, de momento, se les atribuyó. Las embrocaciones con guayacol
son altamente peligrosas por temor ar colapso, y temible también el
efecto antitérmico por él producido ; quedando hoy como refrigerantes
á la cabeza, el casquete de hielo y la balneación en todas las formas
que van acompañadas (sean las que se quieran la especie ó asociación
microbianas) de elevación térmica, que, con las sales de quinina y una
enérgica derivación y desinfección del aparato digestivo, siempre que
posible sea, constituyen lo esencial del tratamiento.
El ya nombrado" Henoch, pediatra tan distinguido como práctico,
dice de la meningitis : que ni la quinina, salicilato sódico, antipiriria,
los baños y las envolturas frías sirven de nada más que lograr rebajar la
temperatura del enfermo; esto es cierto y nuestra experiencia, sin ser
clínico sagaz, lo confirma en el caso que motiva el presente trabajo.
Por esto no empleé ni el ioduro potásico, antipirina, morfina ni tantns
otras por creerlo contraproducente; tampoco apelé á las sustracciones
sanguíneas, porque creí perjudicial la pérdida de sangre en aquella
infección microbiana. Quizás alguien preguntará: ¿porqué no me
serví del serodiagnóslico ó reacción de Widal !? Por el mero hecho de
tener algo más de firmeza la orientación diagnóstica para diferenciar
la dotinentería, tuberculosis miliar y la meningitis, no nos hubiera
servido casi nada prácticamente ; aun salvando las dificultades que á
cada paso tropezamos, no se presenta la tal reacción hasta la primera,
segunda y á veces tercera semana, observándose, además, esta propie-
S3S r! Meningitis estreptocócica?
dad (üng-er) en el suero de individuos sanos. Se ve. pues, que la tal
reacción tiene muchas excepciones.
Tratamento quirúrgico. — Recientemente se ha preconizado con
más ó menos entusiasmo la punción lumbar de Quincke, ó la modifi-
cada por Cliipauit cuando los fenómenos de compresión son muy mani-
fiestos. ¿Qué resultados práctiéos han dado esas punciones ? ¿Cómo
han obrado en los casos que ha sido practicada? Quincke ha visto la
curación de un niño con hidrocefalia aguda meningítica, después de
tres punciones; sin embargo, cuantos han practicado la punción en di-
ferentes ocasiones están -contestes en su inocuidad; pero sin lograr
más que un alivio de los síntomas más ó menos pasajeros, en general
un corto lapso de tiempo, sucumbiendo al fin los enfermitos después
de haber fluido por la cánula escasa cantidad de líquido.
La punción determina modificaciones en la circulación cerebral, ace-
lerando á veces la muerte. ¿Qué modificaciones son estas? No lo sabemos.
La isquemia cerebral, ocasionada por la compresión, al cesar, pa-
rece restablecer la calma; de ahí la mejoría de Jos síntomas; quizás las
mnertes fulminantes ocurridas tras la punción, son ocasionadas por
una bru>;ca descompresión, lo mismo que los fenómenos violentos que
ocurren en la pleuresía con derrame tras una evacuación rápida del
mismo.
La punción lumbar, si no tiene valor curativo real y verdadero, es
un medio diagnóstico de inapreciable valía, y aunque" no fuera más
que por esta no despreciable condición, no debe desecharse.
De mí sé decir que más de una vez me vino la tentación de practi-
car la punción ; pero desistí de ello por dos razones poderosas que de-
tuvieron mi mano : la primera, porque si moría la niña, como en rea-
lidad así lo creín, no pudieran atribuirlo á un nuevo mai^tirío á que yo
la sujetaba, expuniéndume á que me quedara en las manos; y la se-
gunda, á la falta de confianza que en ella cifraba.
A ])ediatra tan eminente como el Dr. Martínez Vargas lo he visto
vacilar. Heno de desconfianza, dejando de practicar la punción en un
hijo del que suscribe (1).
Aunque la punción lumbar, tanto por el proceder de Quincke, como
el de Chipault, es una operación sencilla é inofensiva, máxime no yendo
acompañada de aspiración^ método de Fürbringer, ni de las inyecciones
de aire esterilizado^ tiene prácticamente escasa aplicación, reservándose
como medio diagnóstico ae gran valor.
Los doctores Góngora, Ribas y Ribas y Zariquiey la han practicado;
mi querido compañero, elDr. Góngora, en varias ocasiones; pero sin
pxitü alguno; más afortunados los dos últimos, cuentan un caso feliz
cada uno. Tratábase, en el último, de una niña con meningitis puru-
lenta, que curó gracias á repetidas punciones, hasta que el líquido sa-
lió límpido, obteniendo un éxito completo (2).
De otros procedimientos quirúrgicos, como la trepanación con pun-
ción ventricular en la meningitis tuberculosa, con ó sin drenaje, no
nos hemos de ocupar, no habiendo proporcionado igualmente ni un
solo éxito. ^
¿Por qué, pues, teniendo formulado un diagnóstico, en principio,
de meningitis estrepfocócica, no empleamos el tratamiento sueroterá-
(\) Mí hijo murió de mcníngiiís; pero como á mí no me duelen prendas, he de confesar públi-
camente qu'j ei distinguido pediatra de nuestra Facultad diagnosticó el mal con admirable preci-
si' n cu«ndo faltaban síntomas y signos de inapreciable valor clínico, que al principio nos habían
inducido á vacilación diagnóstica...
(ii Hablando un día del caso en cuestión, díjome el Dr. Zariquiey, con la franqueza que le es-
peculiar: «fu<sc pura coincidencia, ora que el mal remitiera, ora que la inocente operación sur-
tiera un benéfico efecto, ello es lo cierto que la niña curó.
^Meningitis esireptocóciCA ? 339
j)ico? Ya que el silero de MarmorecA da tan excelentes resultados en las
infecciones estreptocócicas, parece natural que nos decidiéramos ¿ en-
sayar el suero antieslreptocócico. Debemos confesar, en honor á la ver-
dad, que no teníamos seguridad de la presencia del estreptococo, pues
ya hemos indicado que no se practicó el examen bacteriológico; que te-
níamos tan sólo presunción clínica^ y oue cuando surgió la verdadera
indicación (la presencia cUnicamente del estreptococo) la aplicación del
suero de Marmoreck hubiese sido inútil ó demasiado tarde quizás, pues
sabido es que dicho suero es tanto más eficaz cuanto más pronto se ins-
tituye el tratamiento, fracasando en otras ocasiones, cuando es tardía
su aplicación, ó en las asociaciones microbianas.
¿Cómo debíamos obrar en nuestra enferma? ¿ Qué es lo que
podíamos hacer? Hay ocasiones en nuestra práctica en qu€ todo se
agota, hasta la paciencia ; no nos sucedió otro tanto en el presente
caso : afrontamos el peligro con ánimo sereno.
Viendo la impotencia de las sales de quinina dadas en inyección
hipodérmica y en enemas, únicos antitérmicos farmacológicos que nos
atrevimos á propinar, por ser los demás inútiles y peligrosos en la in-
fancia; viendo la inutilidad de los baños fríos de 15, 20, 25y 30 minutos
de duración, que no lograban hacer oscilar en descenso la columna
termométrica ; no viendo tampoco absolutamente ningún resultado
con las fricciones frías, tan útiles en las pirexias de los niños para avi-
var el embotamiento del sensorio y como antitérmico poderoso, y
viendo el nulo resultado que obtuvimos, desgraciadamente, con el em-
pleo de la sábana mojada, los recursos se agotaban.
Pues entonces, ¿quehacer? ¿Cómo luchar contra aquella tempe-
ratura elevadísima que, lejos de atenuarse, iba en crescendo í Entonces
fué cuando se me sugerió la idea de meter la enferma en agua fría, en
refrigeración contimcay si se me permite la frase. Dudando estuve, de
momento, si emplearía el baño tibio prolongado ó el frío pennanenle, y
tras breve vacilación y viendo el estado de la ñifla, opté por el último.
¡Cuánto atrevimiento! ¡qué audacia!... Así se ha calihcado mi ma-
nera de proceder, y afirmo que lo hice con tanta honradez como ente-
reza; haciendo mención igualmente que quien así habla se suele cru-
zar de brazos ante el más pequeño peligro, con ó sin diagnóstico (poco
importa eso), dejando correr los acontecmiieyítos.
Si al baño frío en la fiebre tifoidea ha costado tanto trabajo admi-
tirlo en terapéutica, sistematizado por Bartels y Jürgensen y vulgari-
zado por Liebermeister y Brand, en Alemania ; si se ha necesitado toda
la fuerza de la autoridad científica para ser admitido en Francia, y no
logró difundirse hasta que Juhel-Renoy, y más tarde Sevestre, Comby,
Lion y tantos otros lograron generalizarla como método de tratamiento,
se comprenderá la extrañeza que causó mi manera de proceder.
El contacto del agua con la inmensa superficie cutánea (baño gene-
ral más ó menos prolongado), no tan sólo en la fiebre tifoidea, sino en
todas las enfermedades infecciosas, es un poderoso antiséptico elimina-
dor de las materias tóxicas, y más útil y menos nocivo que los antitér-
micos farmacológicos y sin los inconvenientes de éstos. El baño frío á
unos 20** produce un shock inhibitorio^ un estímulo del organismo, sobre
todo en el sistema nervioso ; por esa razón es un poderoso anti-neuras-
ténico; los febricitantes que tienen sensación subjetiva de calor, apenas
si sienten el shock (Weill), como si el calor pusiera al tegumento en
estado de depresión sensitiva; no ocurre lo mismo en los que experimen-
tan escalofríos ; de ahí, pues, el peligro que entrañan y el cuidado que
en la práctica hay que tener en cuenta en estos últimos.
La duración de la inmersión de un febricitante en un baño frío de-
pende del efecto que en él produce el contacto del agua : sensación de
i 4^ ^Meningiíii estreptoc&cica ?
frío, malestar, castañeteo de dientes, escalofrío, etc., pudiendo prolon-
garse más ó menos si el paciente no acusa ó aqueja alguno de estos
fenómenos; cuanto más intensa es la fiebre, menos es el sokck que el
baño produce, aunque sea más prolongado.
Los efectos que nos indicaran, en nuestra enferma (ya que en ella
era imposible exteriorizarías), que el baño se prolongaba en demasiu :
tinte cianótico, carne de gallina, etc., no se observaron nunca ni nada
que nos hiciera comprender era excesiva la contracción de los vasos pe-
riféricos; he aquí por qué tuvimos interés en ir prolongando poco apoco
el baño, vigilando de cerca sus efectos y retardándolo cada vez más, al
ver que éstos eran negativos, hasta alcanzar una duración de 134 horas,
I A qué fué debido tan extraño fenómeno ? ¿ Cómo pudo pennanecer
sumergidU tantas horas en agua fría nuestra enfermita sin experimen-
tar trastorno evidente en el funcionalismo circulatorio? ¿Cómo obró
tan maravillosamente una refrigeración tan prolongada ? |Insondables
arcanos que aun no se han bien explicado, quizás por ser est€! el íinico
caso, que yo sepa, conocido! Posteriores investigaciones quizás pongan
al descubierto, descorriendo el tupido velo, ese fenómeno vital.
Parece que la inmersión tan prolongada difiere, en las circunstan-
cias excepcionales en que nosotros la empleamos, en sus efectos fisio-
lógicos por completo de los de un tifódico, sarampionoso, escarlati-
noso, etc., quizás debido á la intensa compresión de los centros encé-
falo-medulares, que no respondían á excitación alguna; por esa razón
quizás no sucumbió durante tan largo lapso de tiempo de asfixia, por
lentitud de la circulación venosa, parálisis cardiaca, etc.
Si la permanencia en agua fría disminuye la cantidad desangre que
atraviesa los vasos arteriales, en un tiempo dado, y aumenta la oxige-
nación de la sangre arterial, activando la renovación del aire en las
vesículas pulmonares, haciendo una doble ventilación (Quinquaud)^
nos explicaría, en parte, sus benéficos resultados prácticos.
Antes de colocar á' nuestra enferma en el baño permanente, ya ob-
servamos que se separaba de las reglas que, sentadas por grandes au-
toridades científicas, se vienen observando. En efecto : tomada la tem-
Eeratura antes y después del baño, cinco minutos, una hora y dos
oras, no pude observar la más mínima reacción que se demostrará
por alguna oscilación en la columna termométrica, y que tan precisas
y marcadas son (Aubert) en la fiebre tifoidea. Siempre la fiebre fué
pertinaz, sin que nada lograra detener, ni aún transitoriamente, su as-
censión progresiva, brutal, hasta alcanzar más de 42** ; en estos casos,
tratándose de la tifoidea (infección en que se han estudiado con más
precisión los efectos de la balneación), cuando al principio del mal no
se detiene la intensidad de la ascensión en la fiebre (Tripier y Bouve-
ret) suele ser un signo de pronóstico fatal ; lo común, lo general, la
regla, es que á los pocos minutos de la salida del baño (de 15 á 50) des-
cienda la fiebre, esté estacionada un tiempo breve ó variable y ascienda
luego por modo lento ó rápido hasta alcanzar la temperatura inicial,
traspasándola en ocasiones ; esto es la regla.
Nada de esto ocurrió en nuestra enferma.
Siendo el baño frío, prescindiendo de la duración, un poderoso
eliminador do toxinas, y aumentando por la acción del mismo el coefi-
ciente íirofóxko de la orina cinco veces, á veces más, según la frecuen-
cia y duración del baño, ^.por qué en nuestra enferma, siendo perma-
nente, no podía ser el coeficiente urotóxico de la excreción urinaria
10 ó 12 veces más aumentado que en estado normal? Y por esa razón,
¿ por qué no podía ser el factor principalísimo en la eliminación de las
toxinas que, en completa saturación pululaban en la sangre, rellena-
ban y comprimían el conducto encéfalo-medular, los espacios aracnói-
^hUningiUs estreptocócica? i^/
déos, ventrículos, etc., ocasionando fenómenos no tan sólo tóxicos, sino
mecánicos que, unos y otros, debían inevitablemente ocasionar la
muerte de la enferma?...
No permitiendo, por decirlo así, la acción continua del ag-ua fría las
estancaciones en las mening*es, y siendo continua la depuración, no se
verificaban las deg'eneraciones viscerales con tanta intensidad, y si no
dominaban aquella intensísima hipertermia, cuando menos la yug*ula-
ban y evitaban sus mortíferos efectos consecutivos; además, la acción
continua del ag'ua fría, aumentando la oxigenación de la sangre por
una parte, y favoreciendo la exhalación de anhídrido carbónico por
otra, de concierto con la acción diurética,, antitérmica, etc., del baño
frío general, contribuiría indudablemente al feliz éxito.
La diuresis era abundantísima en nuestra enferma, y como tenía
incontinencia de orina, tenía que renovarse el agua con más frecuen-
cia por el olor amoniacal que comunicaba á ésta. «Todo enfermo que
orina mucho, cura » (Liebermeister). Pues si esto es la regla, en la in-
fección por excelencia, la tifoidea, ¿por qué no podía tener aplicación
en el presente caso ? ¿No se trata igualmente de una enfermedad in-
fecciosa?
Tampoco tuvimos en cuenta el consejo de Juhel-Rénoy, de dar los
primeros baños menos fríos, sino que después de ver la inutilidad de
las primeras tentativas balneoterápicas, i)rácticamente empleadas en la
infancia, dispusimos ya el baño per?nanen le frío , á la temperatura de
unos 20**, ¿Quién sabe si en esa individualización morbosa, de tempe-
ratura resistente y pertinaz, que aun no se ha estudiado la acción revul-
siva, derivativa y antiflogística del agua, quizás ésta es más enérgica
en la refrigeración permanente y que no ^n la duración de 10 á 30 minutos?
No nace muchos años que el nombre de Brand se mentaba con
asombro por algunos, con verdadero horror por otros; \ aceptar su sis-
tematización balneoterápica ! ¡Quimera, sueño! Todas las clínicas de
más renombre y valía del mundo aceptan el principio de Brand ; cierto
Que han venido varios métodos: Bouchard, Riess, Ziemssen, etc., modi-
ncando, transigiendo^ si se quiere, pero en el fondo todos acatan y sa-
ludan tan hermosa conquista; ¿y cómo no? ¿Hay, por ventura, nada
mejor que la balneación contra esas intensísimos'hipertermias con fe-
nómenos graves de intoxicación del sistema nervioso?
La balneación, además de la intoxicación por excelencia, si se nos
permite la frase, la tifoidea, ha sido aplicada en varios estados infec-
tivos, más ó menos graves, con ó sin complicaciones: sarampión,
escarlatina, pneumonía, erisipela (Bouveret, Juhel-Rénoy, Legan-
dre, etc.) : ha sido igualmente empleado el baño frío en el reumatismo
cerebral (Blachez, Reynaud, Féréol), siendo el tratamiento de elección
en la forma aguda; en la gota cerebral (Huchard); en el tifus exante-
mático (Combemale, Legandre, etc.), con poco éxito ; en la grippe
(Juhel-Rénoy, Comby) ; cólico hepático (Moliere); fiebre puerperal (Cha-,
bert, Vincent) y diarrea infecciosa (Comby). Esto dejando aparte pro-
cedimientos de" refrigeración local, como ocurre con la apendicitis y
peritonitis, en las qu^ tan hermosos efectos produce en ocasiones la re-
frigeración continua.
Pues bien : habiéndose empleado en tan diversas afecciones la bal-
neoterapia ¿por qué en las meningitis, purulentas ó no, en que domi-
nan esas temperaturas elevadísimas, no puede emplearse no tan sólo
la refrigeración continva local, como es corriente en clínica pediátrica,
sino también la permanente generala Quizas los pediatras, ya que el
baño frío general obra bien en los niños, se decidirán, después de más
detenido estudio y comprobación clínica, á su aplicación en las menin-
gitis, agudísimas ó no.
»4' Los estigmas Jiwioiógicos de la degeneración
¿Tenemos, acaso, tantos medios de tratamiento útiles para tan te-
rribles dolencias? Apuntaremos brevemente alg^una autorizada opi-
nión para ver el desaliento que reina en tan delicada materia : « No es
mucho lo que hay que decir del tratamiento de las meningitis agudas,
dice Düpré; pocas afecciones escapan tan por completo á la acción de
la terapéutica ». « No existe, dice Guiñón, método de tratamiento efi-
caz de las meningitis : las emisiones sanguíneas y los revulsivos, antei*
tan usados, no responden á ninguna útil indicación; siendo causa de
extenuación y sufrimiento para el enfermo, no hay para que ponerlos
enjuego».
«El tratamiento de las meningitis agudas no tuberculosas es igual-
mente ilusorio, dice Lyon en su Cliniqíie Thérapeutique >>. Grasset, de
•Montpellier, cita un caso de curación de meningúis cerebro-espiíuil eslafi"
locócica y otro de 7)ieiii7igitis pnemnocócwa. Este clínico eminente es el
que dice : sea la que se quiera la localización meníngea, si la infección
es más grave, el mito frío será mejor que el templado, y preferible en
toda localización intracraneal...
Desde el punto de vista del tratamiento, empleé de'racional cuanto
creí más oportuno concerniente á las infecciones agudas febriles, pres-
cindiendo de vacilaciones diagnósticas que, estoy convencido, á nada
práctico nos hubiera conducido, ni variar, por tanto, el tratamiento
aplicado. Cumplí, cuanto me fué posible, las indicaciones más impor-
tantes de la infección, de la lesión y de los síntomas.
Tengo la conciencia tranquila de haber obrado bien, aun cuando
hubiese sucumbido la enferma.
Aquí puedo dar por terminado este desaliñado trabajo : En él he
puesto incompetentemente mis manos pecadoras; perdóneseme tal
osadía, gracias á mi buena voluntad, sin petulancias ni pretensiones
de ningún género. El único móvil que ha guiado mi mal cortada
pluma ha sido el poder ser, quizás algún día, útil á algún compañero
3ue, en análogas circunstancias y en trance clínico apurado, prescin-
iendo de vacilaciones diagnósticas, pueda en algo sacar provecho del
presente caso.
A mi mente acuden, en confuso tropel, algunas conclusmus dedu-
cidas del presente trabajo ; pero como son pocos los casos en que apo-
yarlas, ni tengo autoridad para formularlas, podrían considerarse, con
razón, atrevidas en demasía.
Los estigmas fisiológicos de la degeneración <^>
POR
Luciano Maybt
Ex ínierno de los hospitales, preparador en la Facultad de Medicina de Lyon
Vltl. CuEHPo TIROIDES. — Cuaudo el cuerpo tiroides es atacado por las
múltiples causas de deg-eneración ad'^uirida ó hereditaria, la decadencia del
orgranisino se vuelve rápidamente muy marcada y los síntomas que la tra-
ducen muestran bien la importancia de la intervención del cuerpo tiroides.
El bocio es un estig-nia de degeneración en las regiones en que es endé-
mico, en el sentido de (jue es una primera etapa hacia el cretinismo.
Él síndrome de Graves-Basedow ¿está en relación con el estado de dege-
neración ? Muy probablemente sí. En los basedowianos los estigmas anató-
micos y psíquicos no son muy raros. Pero lo que debe interesarnos más
son los datos suministrados por el estudio de la etiología del bocio exoftál-
mico. Los antecedentes hereditarios están representados por : predisposi-
ción nervios;!, histeria, alcoholismo, señalados en casi la totalidad de las
observaciones clínicas. Los antecedentes personales mencionan las convul-
(1) Coniínuaciún. — Véase el número anterior.
Los estigmas fisiológicos dt la degeneración
H3
siones de la infancia, la corea, la histeria preexistente en el bocio exoftál-
mico, y causas ocasionales ordinarias, infecciones, tales como el sarampión,
la escarlatina, la grippe. dotinentería, intoxicaciones, sacudidas morales
vivas, hacen aparecer el síndrome patológico. Esta cuestión de terreno,
capital desde el punto de vista
especial que nos ocupa, no
presupone en nada la patoge-
nia posible de la enfermedad
de Basedow y podemos decir,
con Raymond y Sérieux, que
importa poco que ésta sea pues-
ta en movimiento por una se-
creción viciado, por una exa-
geración funcional del cuerpo
tiroides, ó por cualquiera otra
influencia causal.
La falta de funcionamiento
ó el funcionamiento insuficien-
te del cuerpo tiroides conduce
al mixedema. Pero entre la
integridad tircidiana perfecta
y el mixedema franco, hay una
infinidad de grados que" con-
ducen del estado normal á la
decadencia orgánica é intelec-
tual absoluta: la del cretino
mixédematoso.
Uno de estos grados es la hi-
po tiroidia benigna crónica ó ^ni-
xedemaínirSt'-ado, del que Her-
toghe (de Anvers) ha hecho
excelentes descripciones re-
producidas por tocias partes y
que fuera superfino transcribir
aquí. Loshipotiroidianos son
indudablemente degenerados.
Todos los grandes factores mor-
bosos que hemos ya miles de
veces señalado en esta Memo-
ria como capaces de alterar la
constitución del organismo en
los descendien4;es de los que los
presentan (el alcoholismo, la
miseria y la inanición cróni-
cas, la consanguinidad en las
uniones, el paludismo, las in-
fluencias específicas á venere,
los excesos de toda clase, las
infecciones, entre las cuales la
más temida es la tuberculosis),
ejercen una influencia depri-
mente sobre el cuerpo tiroides
y puede revelarse en la gene-
ración siguiente por el infantilismo y la hipotiroidia en varios grados.
La transición es alíro insensible entre estas formas frustradas de mixede-
ma, formas en las cuales no existe el edema nunca y el mixedema propia-
mente dicho, que es uno de los últimos términos de ia degeneración.
Mixedema y cretinismo. — Los autores describen : el mixedema espontáneo
del adulto, el mixedema operatorio, el mixedema congénifo infantil y el mixe-
dema endémico. Las dos modalidades primeras son casi completamente in-
dependientes de la degeneración, á la que las dos últimas están, por el con-
trario, unidas por las más íntimas relaciones.
Fig. 8. — Infantilismo, m xcdema (sjgún Combe U). —
X... ( de Lyon ), de quince años de edad. Allura, O'HO
metros. Peso. 17'.=>50 k.
(1)
La fitografía de este sujeto nos la ha proporjionjtdo el profesor Combe (de Lausannc).
344
Venereología social
El mixedeina infantil congénito y el mixedema endémico se confunden.
La terminolog-ía diferente que se les aplica, responde á la noción de más
ó menos frecuencia de la afección en la región á que se refiere.
(Se concluirá}.
Venepeologia soeial
(i)
í<:''-
^^,-
Dr. Clado
Delegado de Grecia en la Conferencia de Bruselas
II. Con la segunda serie de argumentos se intenta explicar por qué la
prostituta enferma debe ser la única encerrada y porqué el hombre venéreo
ha de gozar de libertad absoluta. ¡
a) He aquí un argumento expuesto por el Dr. Good : «Cuando se me
haya hecho creer la falsedad que internando en un lazareto á un individuo,
hombre ó mujer, que puede haber estado en intimidad con los gérmenes de
la peste ó del cólera, la sociedad, tolera, anima, favorece la peste ó el cólera,
creería también que procurando poner á una mujer, ciertamente atacada
de sífilis, en la imp isibilidad de transmitir esta enfermedad, la sociedad
tolera, anima, favorece el triste comercio practicado por esta mujer».
Tal como es, el argumento es mnlo, porque si la segregación no favorece
la prostitución, es, por lo menos, causa de que la prostituta se oculte cuan-
do está enferma.
Pero ¿ha reflexionado Goo 1 bien sobre el alcance de estas líneas? ¿Qué
se hace en un lazareto? ¿Es que sólo se encierran en él á las mujeres y se
dejan á los hombres en libertad?... En él, no sólo se encierra las enfermas
pestíferas y coléricas, sino todas las personas sanas que hayan estado en
contacto con ellas.
Siendo esto así. la comparación nos es ventajosa, porque, en este caso, se
debiera encerrar en el lazareto venereológíco y encarcelar á todos, hombres
y mujeres, los atacados de enfermedades venéreas, ó por lo menos de sífilis.
Dicho de otro modo, en términos diplomáticos : « es preciso que el bloqueo
sen e/ec¿ivo».
bi Mi eminente amigo, el profesor Fournier, en la primera Conferencia
de Bruselas, invocó en favor de la reglamentación el siguiente argumento:
una mujer afectada de chapas mucosas y encerrada esta noche en San Lá-
zaro, dormirá inofensiva ; libre, contaminaría á uno ó varios hombres. Pero
un hombre colocado en idénticas condiciones ¿no podría contaminar á una
prostituta ó. según el caso, á su propia familia?
Insistiendo en este argumento «de buen sentido», Le Pileur, en la se-
gunda Conferencia de Bruselas, vino á decir: «Si encerramos durante un
año 800 prostitutas en San Lázaro, en este período impediremos que 800
prostitutas diseminen las enferm<'dadps veneras de que son atacadas». ¡ Esto
es muy sencillo ! Efí^ctivamente, ; demasiado sencillo ¡
Partiendo de este dato, Cominenge, ex médico del dispensario de la Pre-
fectura de policía, hace el cálculo siguiente : habiendo sido encerradas du-
rante el espacio de 20 años (inTS-lSO*) 29,092 prostitutas, se ha impedido la
contaminación de 290,920 honi])res. Por otra parte, Commenge afirma que
la segregación para cada una de estas mujeres fué i de 30 días ! Y Verchére.
más conciliador, reconoce que sólo se las encierra tres semanas, quince
días, y \\\ aún algunas veces menos !!!
Pues bien : observemos que la r'^clusión durante un mes de una venérea
(sifilítica ó blenorrágica), es absolutiimente insuficiente desde el punto de
vista de la profilaxis. Las enfermas, una vez salidas, son tan peligrosas
para el público como si no hubiesen sido encerradas. Lo son quizás más,
porque, incapaces de trabajar, muriendo tie hambre, no tienen otro recurso
para vivir qvie entregarse á cualquier precio y todo lo más frecuentemente
que les sea posible.
En donde el argumento de « buen sentido» me parece, sobre todo, débil,
es en lo que concierne al hombre dejado en libertad. Supongamos que se
(1) C.oniinuación. —Véase el número anterior.
Venereotogia tocial 24^
consig-uiera encerrar á todas las mujeres enfermas. ¿Qué resultaría de esto?
Los hombres atacados de enfermedades venéreas, aun menos escrupulosos
que las prostitutas, seguirían entregándose al coito con mujeres sanas»
prostitutas ó cualesquiera otras. En poco tiempo existirían tantas v^néreRS
como antes, y el número de infectadas que necesitarían ser tratadas sería
doble.
Pero consideremos la medida tal como se ha aplicado : de un lado, la re-
clusión no impide en modo alguno la contaminación de hombre á mujer ; de
otro lado, con la circulación de prostitutas no curadas, se puede contaminar
A nuevos individuos ; por último, lo que es aún más desastroso, aterroriza á
las clandestinas enfermas, y, por este hecho, impide toda terapéutica res-
pecto á ellas. Sí, por haber encerrado algunas enfermas, sois causantes de
que las que quedan libres, mucho más numerosas, busquen, una vez infec-
tadas, escapar de vosotros por todos los medios posibles, sin que dejen de
entregarse á la prostitución, ¿habréis, sí ó no, aplicado un mal sistema,
tomado una medida perjudicial?...
Esto también es de buen sentido... Ruego, pues, áComraenge que haga
otra vez sus cálculos sobre estas nuevas bases.
c) Se ha protestado vivamente contra la calificación de «doble moral»
aplicada al sistema que consiste en encarcelar á la mujer enferma y darle
cartilla si no la tiene ya, mientras se deja libre al hombre enfermo y no se
toma respecto á él ninguna precaución. Es cierto que hay aquí dos pesos
y dos medidas.
Intentando justificar esta iniquidad, se ha dicho : « La ley, que sólo se
ha de ocupar de las manifestaciones exteriores de la prostitución, castiga á
la mujer que hace el reclutamiento ; no castiga al hombre por la sencillísi-
ma razón que no comete el citado acto ».
Me parece que hay en esto un cambio de terreno : se ha desviado la dis-
cusión. ¿Por qué se la castiga?... ¿Es por ser prostituta? ¿es porque re-
cluta hombres?... No; porque está enferma. A la enferma se la encierra,
no á la prostituta. Por lo menos, es lo que afirman todos los que han tra-
tado la cuestión (Le Pileur, Verchére , Barthélemy , Commeuge, Neis-
ser, etc.), y en particular Honorat, que es el que mejor la conoce.
Hay, pues, perfectamente «doble moral», ya que el hombre venéreo
qupda libre, mientras que la mujer atacada de idéntico mal es encarcelada,
« retenida», diría Verchére. Para ser lógico, fuera preciso encerrar á todos
los que padecen afecciones venéreas, sea cual fuere su sexo.
El mi<rao argumento, con una pequeña variante, ha invocado en favor
del hombre Bérénger : « La prostituta ejerce un oficio especial, peligroso
para la salud pública ; no sucede lo mismo con la mayor parte de los hom-
bres q\ie viven de una profesión que les suministra lo necesario para su
exist<^ncia y la de su familia ; no son ellos profesionales de la prostitución ».
Repetiré con Bérénger lo que máá arriba he dicho. No es al oficio de pros-
tituta al que se castiga con la segregación : es á la persona que está enfer-
ma ; y desde el instante que se trata de una defensa social (mal compren-
dida á mi juicio), relacionada con la enfermedad, ningún razonamiento, por
sutil que sea, hará prevalecer la ventaja del individuo contra el interés de
la colectividad.
Así, desde el punto de vista de la contaminación, la falta del hombre es
tan grave y reprensible como la de la mujer. ¿Cuál es, en efecto, el más
culpable : ¿ la desgraciada que, enferma, se entrega para poder comer, ó el
cruel individuo que, sabiendo su enfermedad, paga para esparcirla?
Aun se ha de añadir, en favor de la mujer, que si el hombre atacado de
una enfermedad venérea se ha fijado desde el primer día en su existencia,
sino en su naturaleza, gracias á los síntomas evidentes, por el contrario, la
mujer puede indefinidamente ignorar que está enferma, sobre todo en lo*
que se refiere á la blenorragia.
La * doble moral» no es, pues, una «utopia»; su crítica no está «yacía
de sentido y sin alcance». Sifilítico ó sifilítica es exactamente lo mismo,
con la diferencia de que si la mujer es más peligrosa, el hombre es mucho
más culpable en la obra de la contaminación.
d) Según Bérénger, se castiga á las mujeres por que reclutan, es decir:
invitan á los transeúntes á gozar sus favores; y el hombre, no cometiendo
este acto, no es punible. Con toda conciencia, el joven obrero, el empleado
»4^ Venereología social
de comercio, el hijo de burgrués, el estudiante, el perseguidor ó el viejo co-
merciaiite, que en la calle, en el teatro ó en cualquier otro sitio, provocan á
una mujer, una joven, á veces á una muchacha, con sus proposiciones y
prome.sas, ¿no hacen todos éstos un reclutamiento y de los más corruptores?
Si existe una diferencia, es ciertamente en favor de la prostituta. Se puede
poner en la misma categoría la mujer que hace signos desde una ventana ó
en una puerta, que os sigue algunos pasop, todo lo más, y el hombre que
persigue á una joven, causándola con sus ofertas durante varias horas, que
la espera á la salida del taller, que la sigue hasta su misma ca^a, y al día
siguiente vuelve otra vez, ensaya todos los medios para tentarla, emplea
todas las astucias, dispone mil lazos y ¡ acaba por recurrir á la violencia 1
Pero se dirá que existe una diferencia : la mujer se ofrece por dinero, el
hombre no se ofrece. El hombre se ofrece : se ofrece perfectamente con esta
ventaja sobre las alcahuetas, que paga ó promete pagar ofreciéndolo. Para
alcanzar esto, hay un dato mfts en su juego.
Por último, si se reflexionase sobre el considerable n'imero de individuos
que ocasionalmente, ó, por así decirlo, profesionalmente, persiguen á las
mujeres y jóvenes, se ve que el reclutamiento practicado por el hombre es
tan peligroso para la sociedad como el que practica la callejera. Forzando
un poco la nota, se pudiera decir también que la prostituta que «detiene»,
presta, por lo menos, el servicio de atraerse á los relajados que, sin esto,
perseguirían á las mujeres ó jóvenes honradas.
La conclusión me parece sencilla : el reclutamiento practicado por el
hombre es tan peligroso, desde el punto de vista social y moral, como el
que practica la mujer ; porque es practicado con mucha más insistencia, y
golosina, en ñn, porque se dirige generalmente á jóvenes aun no relajadas
ó prostituidas.
e) Finalmente, se ha insistido, en la Conferencia de Bruselas y en los
folletos que tratan de este asunto, sobre el punto que' «las medidas poli-
cíacas son tanto más legítimas cuanto que no sirven solamente para prote-
ger á los que se exponen á la contaminación, sino que también sirven para
guardar á los que no se exponen, especialmente la esposa y el hijo ». Si en
realidad se basan sobre estas consideraciones los que defienden la regla-
mentación (y me parece imposible encontrar en su favor mejor justifica-
ción), no veo por que la mujer sola ha de ser la víctima. Como Fournier
hace notar, los que se exponen á la contaminación « podrían encontrar un
medio más sencillo de protegerse á sí mismos», no corriendo el peligro,
puesto que nadie les obliga, ó á lo menos tomando algunas ¡J^wíauciones.
En cuanto á la segunda parte de la frase «proteger á los que no se expo-
nen», pstá enteramente á cargo del hombre. ¡Qué se juzgue! Según
Fournier, la mortalidad de los niños nacidos de sifilíticas es de 65 por 100
en la ciudad, de 84 por lOO en el hospital de San Luis, de 86 por 100 en
Lourcine. Pinard muestra que sobre 100 abortos de la clínica de partos,
4*2 casos por lo menos tienen sífilis. El Dr. Etieune, en fin, ha observado
una mortalidad aterradora, el 95 por 100, que recae en los niños nacidos de
madres sifilíticas no tratadas.
¿Quién trae la sífilis al matrimonio? ¿Quién infecta á la mujer legíti-
ma? ¿Quién es el padre del abort >, del pequeño heredo-sifilítico? El ma-
rido, en la inmensa mayoría de los casos. Y no es la única enfermedad
venérea que el marido trae á la casa. Hoy sabemos que la mitad de las
metrosalpiugitis,si ñolas tres cuartas partes*(algunos ginecólogos alemanes
dicen « la totalidad »), son debidas á la gonorrea que el marido trae á la
casa, con la canastilla de bodas, ó posteriormente. Este es un perjuicio
cuya víctima es la mujer legítima, y que interesa lambién á la natalidad,
puesto qup esta infección puede ser causa de esterilidad ó de aborto. Y el
único responsable es el marido, indudablemente.
Con la mejor voluntad del mundo, no podemos hacer á la prostituta
responsable de que el marido traiga las enfermedades venéreas á su casa,
contamine á su mujer, procree un aborto, un niño heredo-sifilítico; porque
entonces se debiera pedir cuentas hasta al mismo Cristóbal Colón, que,
según dií'en, trajo la sífilis de América.
Conclusión: No siendo la prostituta responsable de la enfermedad vené-
rea adquirida voluntariamente por el hombre casado, y siendo éste de un
modo directo responsable de la contaminación de su familia, la medida de
Ven^reoiogia social ' 247
proservación social sólo debiera considerar alculpable, es decir, al hombre.
He mostrado, al comienzo de este capítulo, los nefastos resultados de una
medida que se considera como profiláctica. De la discusión de los argu-
mentos invocados en su favor, resulta que :
!.• La Sociedad no tiene derecho á encerrar á una mujer venérea, así
como tampoco (y todavía menos) á encarcelar una enferma cualquiera, una
tuberculosa por ejemplo.
2.** El hombre, que con deliberado propósito, sabiendo á lo que se ex-
pone, va á adquirir con una prostituta una enfermedad que podría evitar,
no tiene derecho para hacer responsable del daño recibido á la prostituta.
3.' Kn el hecho de la contaminación, así como en el de la diseminación
de las enfermedades venéreas, el hombre es tan culpable como la mujer ; es
un círculo vicioso, se podría decir doble.
4.° El hombre practica el reclutamiento como la mujer, pero, por su
parte, este acto es mucho más peligroso desde el punto de vista social.
5.° El hombre, en fin, es el único responsable de la contaminación fami-
liar y de sus consecuencias (heredo-sífilis de la descendencia, esterilidad del
matrimonio, etc.)
He buscado en las estadísticas argumentos en pro y en contra de la re-
glamentación. Estas estadísticas, aun cuando insuficientes, no son venta-
josas para ella. Por cualquiera lado que se examine la cuestión, el aumento
simultáneo del número de prostitutas y de los casos de enfermedades venó-
reas es constante.
Ya he citado cifras en diversas ocasiones. Saco de la Memoria del doctor
Commenge, para la «Sociedad de profilaxis sanitaria y moral de París», he-
cha á favor de la reglamentación, las siguientes cifras :
En un período de veinte años (de 1878 á 1897) se encuentra entre las jó-
venes detenidas que no estaban inscritas... 8,989 blenorrágicas. Pues bien:
desde 1878 á 1887, sólo se ha revelado la existencia de 1,110 casos de bleno-
rragia.
Así, en el primer período decenal, ha habido ocho veces menos blenorrá-
gicas detenidas que en el segando período (1887-1897), es decir, nos encon-
tramos un excedente de 6,669 blenorrágicas.
¿Qué se ha de deducir de ello? ¿Es un error numérico? ¿Hay realmente
una progresión tan sorprendente de blenorragia... y probablemente tam-
bién de la sífilis sobre la que el autor no ha hecho mención en su estadística
del primer período?
Si es así esto ¿para qué sirve la reglamentación? ¿Ha detenido la conta-
minación venérea? No. ¿Ha contenido la prostitución? Tampoco, á juzgar
por el aumento de la infección. Pues ¿entonces?
C. Resultados de la supresión de la reglamentación^ —Nos falta comparar
lo que sucede en los diversos países, según que la reglamentación esté ó no
aplicada.
De la estadística redactada por mí, de la confesión hecha por la mayoría
de los miembros competentes de la Conferencia, y de lo afirmado por los
grandes especialistas, de la observación diaria, resulta que la sífilis pro-
gresa de un modo espantoso en todos los países en que la reglamentación
está en vigor. Está estacionaria, y hasta en disminución en los países en que
la reglamentación es suprimida ó que sólo se atiende al modo de suminis-
trar con profusión á los enfermos los medios para tratarse en sus casas ó en
el hospital.
Sucede así en Dinamarca, Suecia y Noruega, Italia é Inglaterra.
Con este último país tenemos puntos de comparación muy interesantes
gracias á las estadísticas hechas antes y después de la supresión de los
Acts. Tengo á la vista el folleto de Maurice Gregorjs aumentado con ex-
tractos oficiales, que no dejan ninguna duda á este particular. Desde la
supresión de la reglamentación, las enfermedades venéreas han disminuido
progresivamente, de 1884 á 1902, más de 1/3 para la población civil, más
de 4/5 en los reclutamientos, y la mortalidad por herencia venérea ha des-
cendido hasta más abajo de la mitad, casi á los 2/3. Igualmente, el ejército
ha ganado, desde este punto de vista, por modo muy sensible, sobre todo el
de mar, que sólo cuenta el tercio de la mortalidad que presentaba en 1884.
Es conveniente hacer notar que no sólo XoñActs han sido abrogados, sino
que toda persecución contraía prostituta ha sido suprimida, y que una en-
Ventreologia social M48
mienda á la ley criminal que concierne á la prostitución ha sido votada.
En virtud de esta enmienda son castigados con penas severas todos los que
están complicados en una corrupción de menores, exceptuando á las mis-
mas menores.
Juzgúese por los cuadros que á continuación pongo, de los resultados
obtenidos. Me parece que son bastante claros.
Inglatehba sin bbglamentaoión. — Registro general. — 1902
A. Población civil. — Mortalidad de todas las edades á consecuencia de
enfermedades venéreas por millón de habitantes :
1884 95 1890 81 1896 "70
1885 90 1891 79 1997 74
1886 92 y 1892 ; 79 1898 68
1887 85 ^ 1893 82 1899 67
1888 78 1894 78 1000 68
1889 82 . 1895 80 1901
Inglaterra sin bégla^mentación
B. Enfermedades hereditarias — Mortalidad por enfermedades venéreas
en niños menores de un año, por cada 100,000 vivos :
1884 . . .
. . 230
1890 . . .
. . 197
1896 . . .
. . 169
18^5 . . .
. . 219
1891 . . .
. . 180
1897 . . .
. . 170
1886 . . .
. . 226
1892 . . .
. . 184.
1898 . . .
. . 159
1887 . . .
. . 210
1893 . . .
. . 204
1899 . . .
, . 159
1888 . . .
. . 193
1894 . . .
. . 192
1900 . . .
. . 153
1889 . . .
. , 199
1895 . . .
. . 196
1901 . . .
Las cifras indicadas arriba, que indican la totalidad de las defunciones
en niños menores de un año, han sido sacadas de diversas Memorias del
Registrar ge íitr al, hasta el año 1900, impreso en 1902, y comparadas con el
número de niños vivos de la misma edad, indicados en los diversos informes
del censo.
Inglaterra sin reglamentación. — War Office, 1902
C. Reclutas no admitidos por enfermedades sifilíticas, después de dos exá-
menes trimestrales, por cada 10,000 demandas de inscripción :
1884 .. .
. . 106
1890 . . .
. . , 63
18P6 . . .
... 37
18a5 . . .
. . 98
1891 . . .
... 49
1897 . . .
... 35
1886 . . .
. . 82
1892 . . .
... 46
1898 . . .
... 30
1887 . . .
. . 81
1893 . . .
... 49
1899 . . .
... 27
1888 .. .
. . 78
1894 . . .
... 51
1900 . . .
... 22
1889 . . .
. . 66
1895 . . .
... 35
1901 . . .
271
1890 . . .
. . 212
1896 . . .
. . 185
•275
1891 . . .
. . 197
1897 . . .
. . 140
2()7
1892 . . .
. . 201
1898 . . .
. . 134
252
1893 . . .
. . 195
1899 . . .
. . 122
224
1894 . . .
. . 182
1900 . . .
. . 93
212
1895 . . .
. . 174
1901 . . .
Inglaterra sin reglamentación. — War Office, 1902
D. Ejército de Inglaterra (Home Army). — Admisiones en el hospital por
enfermedade.s venéreas por cada 1,000 soldados :
1884 .. .
1885 . . .
188Ü . . .
1887 . . .
1888 . . .
1889 . . .
Inglaterra sin reglamentación. — Ministerio de Marina, —1903
E. Divisiones luunlcs. Costas /británicas — Xámisioi) es en el hospital por
enfermedades venéreas por cada 1,000 marinos:
1884 ...... 203 1890 169 1895 157
1885 203 1891 152 1896 160
1886 168 1892 150 1897 145
18H7 178 11^93 164 1S98 142
1888 ... . 162 1894 155 1899 131
1889 184
Vtntreologla social 249
Se podría sin duda objetar que la misma ley autoriza á toda persona pri-
vada á tomar la iniciativa en la persecución contra las propietarias de ca%>a|(
de mancebía, y que, de la disminución muy real del número de casas de
prostitución, debe necesariamente seguirse una disminución de enfermeda-
des venéreas.
Sería un error esto, y ápriari exactamente lo contrario de lo que era de
prever.
En París, en efecto, desde 1841 hasta hoy, las casas de prostitución han
disminuido numéricamente en notabie^proporciones. De 235 casas públi-
cas, no quedan más que 48, mientras que la población ha triplicado (Four-
nier en el Bull. méd., ajgrosto de 1902). Lo que no ha impedido á la prostitu-
ción acrecentarse, y á las enfermedades venéreas quintuplicarse desde diez
años á este parte.
En el lupanar no es donde se coge con más facilidad la enfermedad. Más
arriba he demostrado, con cifras en la mano, que la prostitución clandestina
suministra los 2/3 de casos de enfermedades venéreas, estando de acuerdo
en esto todo el mundo.
La supresión de las casas de prostitución en Inglaterra debía conducir,
pues, al acrecentamiento de la prostitución libre y, por consecuencia, al del
número de venéreos. Si, en realidad, existe disminución progresiva, sólo
puede atribuirse á la disminución de la prostitución de menores, la gran
fuente de las enfermedades venéreas, disminución obtenida gracias á los
severos castigos impuestos á los seductores ; ó bien, á la libertad que se
concede á la prostitución, que, no temiendo ninguna medida policíaca, se
somete pronto á los cuidados médicos que le son necesarios; ó á estas dos
causas Juntas.
Este argumento me parece irrefutable. Lo he deducido por simple razo-
namiento al tratar de la prostitución de menores y de la de mayores, y aquí
lo encuentro confirmado por las cifras.
En resumen : los países cuya re^rlamentación venereológica se refiere á
los cuidados que se han de dar á los enfermos, su hospitalización fácil y
gratuita, ven el número de venéreos quedar estacionario ó decrecer.
Los países que han desterrado la reglamentación de su código, prote-
giendo la menor, presentan una notable disminución en las enfermedades
venéreas, total y parcialmente. Por último, los países en que la reglamen-
tación está en vigor, tienen un aumento progresivo en la diseminación de
estas enfermedades.
Conclusión: La inscripción y la segregación con motivo de las enferme-
dades venéreas constituyen uno de los principales factores de la disemina-
ción de estas enfermedades.
D. Reformas propuestas. — Estando la insuficiencia de la reglamentación
actual reconocida universalmente, diversos medios se han propuesto para
atajar mejor la propagación de las enfermedades venéreas.
Estos medios pueden clasificarse en tres categorías:
1.° Simples modificaciones de la reglamentación actual;
2.° Extensión amplia de la reglamentación ;
3.° - Reemplazo de la reglamentación por medidas legales.
1.** Modificación de la reglamentación, — ^o insistiré sobre las diferentes
proposiciones hechas con este motivo; la mayoría de ellas me parecen pue-
riles. Añadir ó suprimir un juez entre los que decidan si la mujer debe ser
sometida á la cartilla ó enviarla á San Lázaro, reemplazar un jurado ordina-
rio con una comisión médica sanitaria que tendrá el deber de dar su opinión
sobre los mismos casos, usar amonestaciones paternales, para sólo llegar al
encarcelamiento en caso de reincidencia, etc., es, en el fondo, siempre el
mismo sistema defectuoso.
2.° Extensión amplia de la reglamentación. — Con^\áerkr\(i6\fi como muy
eficaz, hombres de talento han creído que sería ventajoso dar á la actual
reglamentación más extensión y generalizar su aplicación á los dos sexos.
Es cierto que los hombres, que hacen las leyes, no aceptarán nunca e^-te
régimen, sean cual fueren las ventajas que puedan de él resultar. Sería,
por otra parte, un absurdo sin precedente alguno. Se encarcelaría casi á la
mitad de la población válida de París y grandes ciudades, y una mitad de la
colectividad trabajaría para la otra mitad.
Semejantes medidas tendrían, además, resultados absolutamente opues-
í5o Venereología tociat
tas á los que se espera. Basta repetir á los hombres en general lo que
Fournier dijo de los soldados, para los oue se proponían análogras medidas:
« De manera que los soldados no tendrían nada más que disimular su en-
fermedad, y, por consiguiente, no serían ya tratados». De lo que resultaría
una diseminación mayor del mal.
Tal es exactamente la tesis que sostengo, generalizándola á los dos se-
xos, y mostrando una vez más que la inscripción de la prostituta ó su segre-
gación no tendrán otro efecto que el determinar los enfermos á.que renun-
cien á los cuidados antivenéreos.
3." Reemplazo de la reglamentación con medidas legales. — Supresión de la
prostitución, ó por lo menos de sus manifestaciones exteriores. — Todos recono-
cen la imposibilidad de suprimir la prostitución; algunos la consideran
como un mal necesario. Las razones en favor de su supresión parecen bas-
tante infantiles: «Si no hubiese prostitución, no habría enfermedades vené-
reas»; mientras otros sostienen que «si no hubiese ningún hombre que
buscase las prostitutas, no habría ni prostitutas ni enfermedades venéreas».
Todo esto es evidentemente bBstnnte racional. Pero la verdad es que, en
tanto que haya hombres que experimenten deseos sexuales y dispuestos á
pagar para satisfacerlos, habrá prostitutas, porque estas mujeres no tienen
otros recursos para ganar su pan cotidiano.
La supresión de las manifestaciones exteriores de la prostitución com-
prende especialmente el reclutamiento. Todos están de acuerdo en reconocer
que la prostitución tiene el derecho de hacer en su casa lo que mejor le pa-
rezca. Es un punto sobre el nue insisten particularmente los defensores de
la reglamentación y que Verchére ha puesto en evidencia en la sesión del
10 de diciembre de la Sociedad de profilaxis sanitaria y moral. Pero, yo no
veo en que grado esta medida puede ser ventajosa á la profilaxis... La pros-
tituta en su casa, libre y exenta de toda vigilancia, ¿no pudiera contami-
nar á los que la frecuentan, nsí como á la mujer que trafica en la calle?
Cierto que sí, y esto tanto más fácilmente cuanto que reconocéis no tener
ningún derecho para inmiscuiros en sus asuntos. Pero, no es esto todo.
Admitiendo que con una medida severa se suprima enteramente el in-
centivo de la ca.le, se hnbrá ganado poco con esto; porque existe otro que
los hombres conocen muy bien y al que obedecen voluntariamente : el del
llamamiento di.^creto f\ través de las cortinas entreabiertas, y esto, ¿cómo
suprimirlo?... La medida propuesta sólo provocaría un cambio de recluta-
miento, una simple modificación de la forma de la prostitución, sin resul-
tado práctico, es decir, sin ocasionar ninguna modificación verdaderamente
saludable desde el punto de vista de la profilaxis.
La mayor parte de los abolicionistas, á los cuales se juntan los feminis-
tas, piden el reemplazo de la reglamentación con la aplicación de penalida-
des ¿^«a/^5;?flrfl e/Aow¿rí y para la mujer (Landouzy, Gaucher, Queyrat),
en caso de contaminación, siendo considerada ésta como un delito de dere-
cho común: el que da la sífilis es responsable del perjuicio causado y debe
cartigárseie.
Sería ante todo pr«^ciso establecer que hay realmente perjuicio para la
persona contaminada en un acto en que tanto el hombre como la mujer se
exponen con conocimionto de causa á la contaminación. Habría mucho
que decir sobre este asunto, desde el punto de vista jurídico, pero me lleva-
ría demasiado lejos.
Admitamos, sin embargo, que el daño existe y que cae bajo la acción de
la ley.
¿Cómo hallará ésta su aplicación? ¿Cómo podría volver á ver la mujer
contaminada al transeúnte que le proporcionó la blenorrafiria ó la sífilis,
para pt>rseguirlo y para que la indemnizara?... Admitamos que lo conoce y
que formalmente le acusa: ¿puede probar que está enfermo, si no presenta
ningún síntoma sospechoso? No se tiene á mano tuberculii^a \í^T2í experi-
mentarlo, y todo indicio de enfermedad venérea piiede haber desapnrecido
entre el momento que hubo la contaminación y aquel en que se hizo la acu-
sad )n. Y si suponemos que el hombre presenta accidentes manifiestos, ¿cómo
se demostraría que ha sido él y no otro, de los que hayan visitado el mismo
día, al día siguiente ó al otro á la mujer contaminada, el autor del mal?
Cuando se trata de una mujer que diariamente se entrega á la prostitución,
la cuestión me parece insoluble.
venereología social iSt
Por otra parte, ¿cómo querer que el hombre que ha adquirido una enfer-
medad venérea con una mujer llevada por él á una casa de citas cualquiera
ó á otro sitio análog-o, pueda encontrar á la mujer que lo ha contaminado?
Si hay hábitos de relajación, ¿cómo, entre las diversas mujeres que ha po-
dido frecuentar, designará á la que le ha proporcionado el mal venéreo?
Aun cuando estuviese seguro del hecho, ¿qué hombre, antes de entablar
semejante persecución judicial, no titubea ante el escándalo y el ridículo
que de ello resultaría?... En todas estas hipótesis (que representan los casos
más numerosos), es casi imposible encontrar al culpable.
Indudablemente, hay casos en que se pudiera encontrar á la mujer, so-
bre todo la que lleva á los clientes a su casa y «ontamina varios hohibres á
la vez, ó bien la prostituta de casas cerradas ; pero no son estos los casos
más frcí'uentes; por lo mismo, la ley establecida sólo tendrá una acción
muy parcial, y por esto su efecto profiláctico será mediano.
Hay más todavía. Tal ley abre la puerta á las acusaciones falsas y al
chantage. La mujer tendrá la ventaja de acusar al que puede pagar más,
al más rico de los que la han visitado con frecuencia. Entre éstos, se en-
contrarán algunos que, aun inocentes, se tendrán por felices evitando con
algunos centenares de francos el escándalo de los tribunales. Sin duda
que otras leyes se promulgarían para el castigo de esta clase de chantage y
para proteger á los recalcitrantes, pero serian con gran dificultad eficaces.
Queda todavía la cuestión de calcular el daño. ¿Todos los sifilíticos serán
iguales ante la ley? ó bien, ¿variará el daño según sea la posición social de
cada individuo? ¿Cómo se resarcirá la prostituta privada por la contamina-
ción, de su único medio de existencia? ¿Se tratará de igual modo al hom-
bre ocioso cuyas rentas no disminuirán si coge una enfermedad venérea?
Y si llegase todo esto á ser equitativamente reglamentado, ¿qué recurso
habría contra el obrero que tiene poca fortuna y la prostituta que no tiene
nada, ambos contaminadores? El insolvente sufrirá, pues, el arresto. Pero
como ya lo hemos visto, será siempre más fácil encontrar á la mujer culpa-
ble que al hombre, que por una vía torcida escapará frecuentemente á la ley,
recayendo toda ella sobre la desgraciada prostituta.
Ved lo que es la ley que todo ^^X grupo feminista ha votado con diligencia
en la Conferencia de Brusel>.s. En realidad, conduce á una serie de utopias
que me sería fácil multiplicar todavía más, y me parece también tan desas-
trosa de-íde el punto de vista profiláctico como la mi.sma reglamentación.
¿Con qué se ha de reemplazar la reglamentación? Pues, con nada. Si el
medio es nefasto, se ha de suprimir ; no es necesario buscar que se mejore
ó reemplazarlo. Libertad absoluta para todos, hacerlo que les parezca bien,
sin que se llegue al escándalo en la calle ó en cualquier otro sitio. Esto
inspirará confianza á las prostitutas, y todos los enfermos, hombres y mu-
jeres, no tendrán ninguna razón en abstenerse de presentarse en los dispen-
sarios ó en la consulta de los hospitales para recibir en ellos más libremente
el cuidado que su estado requiere.
Enseñar al público y á las prostitutas ciertas medidas de limpieza, pre-
cauciones higiénicas que contribuirían á la disminución de las probabilida-
des de contaminación, esto es buena profilaxis.
Por último, el hombre, más práctico en los peligros que corre, se hará
más exigente y, antes de decidirse á sacrificar á Venus, pedirá ver la certi-
ficación médica que consigna el estado sanitario de la prostituta, Esta se
presentaría entonces en el dispei^sari % cada día, no lo dudéis
El papel de la policía no se suprimiría enteramente : al contrario. Le
quedaría la vigilancia de menores, que no sería una pequenez. ¿No hemos
visto ya que la cuarta parte solamente de prostitutas empezaba después de
los 21 años?
Represión de la prostitución de menores y protección de las que son pru-
dentes; ved aquí, repito, las únicas medidas que reclamamos.
IIL Terapéntloa antl-venérea
El lugar asignado á este capítulo indica ya que considero la profilaxis de
las enfermedades venéreas sobre todo como una consecuencia de su trata-
miento. Los informantes de la Conferencia internacional han sido de este
acuerdo. No se ve, en efecto, en cuanto al presente, otro medio profiláctico
253
Venereología social
iáTi eñcaz, y las medidas severas, preventivas ó represivas, tienen general-
mente un resultado opuesto al que pretenden.
Píira que una terapéutica sea verdaderamente profiláctica, son necesarias
varias condiciones :
a] Ante todo que la necesidad de un tratamiento sea bien comprendida
por ios enfermos. Importa, pues, vulgarizar la noción de que toda afeccióu
venérea descuidada se agrava fatalmente, conduce á complicaciones, eufer-
metiades, desastres,... mientras que tratada desde el principio y con ener-
g-íri, curaría seguramente, sin contar que el enfermo evita así convertirse en
un foco, responsable, de contaminación.
h¡ En seguida es necesario que se dispongan los enfermos á pedir este
útil tratamiento, es decir, que todo lo que tienda á hacerle diferir debe sepa-
rarse de su imaginación (para las prostitutas, el temor de una divulgación ;
para los jóvenes,- la de una reprob«ción severa y, digámoslo, injusta). Si de
una manera general, la prostitución es una plaga, de la que ambos sexos
(el masculino sobretodo) son responsables, ¡cuántas atenuacionesy excusas
en cada caso particular!... en la mujer, la necesidad ; en el joven, el impulso
de la edad ; para todos, las excitaciones de toda clase. La colectividad es la
culpable, más bien que el individuo; entre el venéreo y el no-venéreo sólo
hay una diferencia de probabilidad. Esto es lo que se ha de repetir para
trmiquilizar de antemano á los futuros enfermos é impedirles que dejen por
íalíía vergüenza que se agrave el mal, faltos de cuidados y diseminarlo al-
rededor de ellos. En cuanto á las personas atacadas, tienen derecho, aun
cuando fuera la última de las prostitutas, á la misma solicitud, á las mismas
co ti í*i deraciones que cualquier otro enfermo. No hay, en efecto, enfermeda-
des infamatorias; sólo hay miserias y sufrimientos humanos, los cuales
piden de nosotros piedad y respeto.
c] Kl tratamiento de las enfermedades venéreas debe ser gratuito, á lo
menos para los que lo pidan. ¿No es una especie de servicio público, com-
parable al del saneamiento, de la limpieza, del alumbrado público?... (Aña-
do que debiera ser lo mismo para las demás enfermedades contagiosas que
^constituyen, más aún que la sífilis, un peligro social, tales como la tuber-
citlosis, por ejemplo). La urgencia de esta medida es tal, que los informan-
te;?, así como todos los miembros de la Conferencia internacional se han adhe-
rido unánimemente. Sin duda, algunos abusos se producirán, pero se puede
dar por cierto que el que pueda pagar al médico y al farmacéutico se abr-
tí^THlrá siempre de acudir a la consulta pública. En Suecia. desde hace 100
afio^, e.sta medida está en vigor; el tratamiento gratuito existe también en
Noruega, Dinamarca, Hungría, Rumania, parcialmente en Italia (para casos
especíales) y en Rusia (para ciertas epidemias de sífilis, Blaschko). El tra-
tamiento gratuito no solamente preserva en cierta medida á las poblaciones
de la contaminación, sino que también, oponiéndose ala marcha de la en-
fermedad é impidiendo sus complicaciones, representa un beneficio real,
pues hecha bien la cuenta, la enfermedad será menos cara para la asistencia
pública.
d} Es preciso, por último, que el enfermo encuentre á su alcance esta-
blecimientos perfectamente organizados y surtidos de buen instrumental,
que serán fijados por los médicos experimentados en su caso. Bajo este
aspecto es indispensable ampliar la enseñanza de la venereología por los
cuidados, sea de la Facultad de Medicina, sea de la Administración muni-
cípuL
Sentados estos principios, empezaré por exponer la organización actual
de la terapéutica pública anti-venérea, de modo que resalten las falt as y
la^^nims. Indir^aré en seguida como se debe remediar:
i.° Organización actual del tratamiento de venéreos, — Lxx terapéutica de
las afeccionas venéreas j)uede tener diversas formas : A) el tratamiento am-
biilatíirio, que comprende los cuidados dados en los consultorios, etc.; —
Bi la hospitalización; —O) el tratamiento á domicilio, ambulatorio ó no
(nfeiieralmente privilegio de las clases acomodadas).
A) Dispensarios. Consultorios . — ^w algunas grandes ciudades de Eu-
ropii existen dispensarios independientes de los hospitales, destinados ni
tratamiento exclusivo de los venéreos. Pero, en general, algunos hospita-
le^í, más ó menos especiales, son los que se encargan de asegurar este ser-
virio mediante una consulta apropiada.
Venfreolog-'a social 25$
Eu los pueblos pequeños y en el campo no existen estas instituciones. -^
En donde las hay, sea cual fuere su forma, dispensario ó consultorio, su in-
suflciencia es notoria. Fournier, la mejor autoridad en el asunto, ha hecho
notar todos los defectos de que adolecen.
Eu efecto : en las ciudades en que los dispensarios y consultorios para
venéreos existen, su número es insuficiente, y la primera consecuencia de
esta penuria es la afluencia de euferraos 'y las dificultades en la consulta.
De esto resulta que el tiempo acordado á cada enfermo es necesariamente
reducido é insuficiente. Sin duda, el diagrnóstico se sienta fácilmente, gra-
cias á la instrucción de los especialistas y á su gran experiencia de las en-
fermedades venéreas ; pero á la prescripción que se da en seguida á los
enfermos no le acompaña ninguna explicación, ningún consejo se les da
respecto á la higiene, á la preservación de los demás, etc . ; en pocas pala-
bras, el enfermo se presenta, se le trata someramente, recibe una prescrip-
ción más ó menos lacónica, y se va. Aunque algunas de estas instituciones
establezcan tarjetas individuales, muy pocos son los que tratan concienzu-
damente á sus enfermos, y en ninguna institución de estas puede darse á
los enfermos un tratamiento en armonía con los mejores métodos actuales.
Los informantes están únicamente de acuerdo en denunciar la insufi-
ciencia de los dispensarios y consultorios. Juzgúese por estas cifras : en Pa-
rís cada consultorio del hospital de San Luis es frecuentado ¡ por 200 ó 250
enfermos! (Fournier), y, antes de la organización actual, que ha agregado
ayudantes á los especial listas y creado consultas suplementarias por la tar-
de, el número de enfermos que se presentaban era de 300 á330. En Lon-
dres, exceptuando algunas camas reservadas a los venéreos en los hospitales
generales, sólo existe un hospital especial para estos enfermos, el Lock
ír(9J?p¿í«/, que comprende ¡ 135 camas para mujeres y 27 para hombres!...
En la consulta de este hospicio han sido tratados 28,000 enfermos en 1901.
Admitiendo que haya consulta tres veces por semana, se llega a las mismas
cifras cotidianas que en la consulta del hospital de San Luis.
Agregaré que estas cifras no comprenden la totalidad de los casos, y que
muchos venéreos se hacen tratar en los hospitales generales, en las clínicas
particulares, por médicos especialistas, farmacéuticos y aún charlatanes.
Creo inútil insistir por más tiempo sobre la insuficiencia de los consulto-
rios y dispensarios de las grandes ciudades de Europa. Con mucha razón
nos dice Fournier que « las consultas actuales son quizás suficientes para el
tratamiento de los accidentes sifilllicos y mal apropiadas al tratamiento de la
sífilis».
La penuria de los dispensarios tiene otros inconvenientes de que son víc-
timas los que necesitan una asistencia gratuita, es decir, los pobres. Desde
luego, por la sitUMción muchas veces excéntrica de estos establecimientos,
en relación al barrio en que trabaja el enfermo y también por la incomodi-
dad de las horas fijadas para la consulta, el interesado emplea mucho
tiempo en llegar á ella. Esta pérdida de tiempo se hace aún más conside-
rable á consecuencia de la espera de dos ó tres horas que sufre el enfermo
ag-uardando le llegue el turno, es decir , que pierde la mañana ó un día en-
tero. La pérdida de tiempo para un proletario equivale á la pérdida de su
salario, y por poco que esté obligado á recurrir á la consulta dos ó tres veces
á la semana, se encuentra en la alternativa ó de cesar en el tratamiento, ó
que le despidan sus patronos. ¡ Para consultas gratuitas son caramente pa-
gados !
Fournier califica las consultas de ^roí^rtfí, %7iconvenientes y odiosas. Por
la espera, se obliga á los enfermos á presentarse por grupos, por pelotones,
á que se desnuden coraní populo ^ de lo que resulta la imposibilidad de con-
servar el pudor y la obligación de proclamar públicamente la naturaleza de
su enfermedad (Fournier), considerada como vergonzosa. Por último, la
promiscuidad que entre los enfermos reina en las horas de espera basta la
mayor parte del tiempo para fijar á cada uno de ellos sobre la naturaleza
del mal secreto de su vecino.
Por otra parte, si la consulta es, en apariencia, gratuita, el tratamiento
de las enfermedades venéreas no lo es siempre: todo tratamiento, para darse
gratuitamente por la asistencia pública, en París, exige una formalidad hu-
millante para el enfermo : su inscripción en la categoría de indigentes. El
que quiera hacerse inscribir está obligado á hacer una serie de actos para
j5^ Refisia crtíicm bibliográfica
fiometerse al Reg-lameoto de la inspección, originando esto un retraso cal-
culado en la pérdida de toda una semana entera. El enfermo inscrito no
puede siempre hacer ejecutar sus disposiciones inmediatamente ; se ve con
. frecuencia oblig-ado á* volver de nuevo á la oficina de beneficencia de su cir-
cunscripción, siendo esto una nueva pérdida de tiempo que añadir á las ya
señaladas. Añadiré que en ningún hospital, en París, se da medicamentos
á los enfermos que no puedan dar la prueba de su residencia en más de seis
meses en la ciudad.
Estas condiciones defectuosas de las cohsultas y dispensarios labran el
éxito de los farmacéuticos y charlatanes.
(Se concluirá).
REVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
POR líl,
Dii. Martínez Vargas
Bases de paerioaltnra. — Discurso de turno leído por el Dr. D. Juan
Viura y Carreras, en la sesión pública inaugural, celebrada por la Real
Academia de Medicina y Cirug-ía de Barcelona, el día 30 enero de 1902. —
Barcelona, 1903.
Desde el Congreso periódico de Ginecología y Pediatría de Nantes,
la \)^\i\\)Yíx pnerlculíura ha adquirido gran preeminencia en el lenguaje
común, y si bien las prácticas higiénicas que la frase significa, consti-
tuían desde luengos años una seria preocupación para los estadistas y
médicos ganosos del bien nacional é individual, es indudable que de
aquella reunión médica partió la extraordinaria popularización del
vocablo.
Muy ilustrado el Dr. Viura, puesto al corriente de cuanto agita la
conciencia médica por el progreso científico y amante de esta ciudad,
sobre cujn vitalidad se ciernen ciertas amenazas, era natural que eli-
giera por tema, para llenar su deber reglamentario, el título que epi-
grafía estas lineas, y que además de utilizarlo por su oportunidad
palpitante, le vistiera con el ropaje literario más moderno y más atrac-
tivo. Después de un prólogo en que hace un llamamiento sentido á
cuantos se preocupan por el incremento de la población, entm de lleno
en la exposición de algunas cifras estadísticas para poner de relieve
cuan intensa es en Barcelona la mortalidad de niños, que ha llegado
á 30*6 y á 3(V7 por 100 de la mortalidad general, haciendo notar que
por haber disminuido los nacimientos y la nupcialidad entre nosotros,
aquellas cifras tienen un valor mayor'del que escuetamente represen-
tan. De aquí se sigue como una consecuencia indeclinable la necesi-
dad de cuidar, de proteger al niño, de ayudar á los padres escasos de
recursos para que la miseria y la muerte no se ceben sobre el plantío
humano, cuando apenas acaba dehacer la planta, uniendo á la acción
científica que da la idea, la acción altruista que proporciona los medios
l)ara la mejor crianza del niño. Tal es el fundamento de lajruerictíUura.
Kl Dr. Viura expone sus bases compuestas de los tres extremos siguien-
tes: se debe ])roteger á la mujer embarazada para que ésta pueda dar
al engendro el mayor grado de robustez. A este propósito dedica unos
tiernos párrafos ala mujer obrera, que debiendo compartir con el ma-
rido el trabajo de la fábrica para sostener el hogar, no puede dar al
fruto de sus entrañas aquellas energías que le roban la miseria, la fa-
tiga V el aire hacinado de los talleres. Por eso pide para ésta la per-
cepción del jornal y su separación del taller en los tres últimos meses
del embarazo y en'los sesenta días después del parto. Para la mater-
nidad clandestina, que tanto influye en el número de infanticidios,
reclama la profusión de Asilos donde la mujer encuentre el secreto, y
Formulario y tratamientos modernos 255
el niño garantía para su viabilidad; para unas y otras madres, aconseia
la creación de Saciedades maternales^ que en otros países han produciao
garandes beneficios á la natalidad.
Para impedir la muerte del niño abandonado, aconseja la persis-
tencia del torno y la oficina abierta a todas horas, para recibir los niños
expósitos, y clama contra los egoísmos de la sociedad que no ampara
con celo los derechos de esas criaturas desvalidas é irresponsables.
La alimentación del niño es otro factor importante. Dada la expe-
riencia clínica del autor, es natural que abogue por la lactancia ma-
terna; á este propósito fustiga «el egoísmo de los ricoá», señala los
derechos del hijo al pecho de su madre y considera á la lactancia mer-
cenaria como un mal necesario. Por estar eñ la alimentación escasa ó
defectuosa del niño, el origen de tantos trastornos, propone la creación
de dispensarios para fdíios en/e?*nios, donde las madres reciben consejos
y socorros.
Cuando la madre no pueda dar el pecho al hijo, forzoso le será, si
no dispone de medios para tener una nodriza, recurrir al biberón, y
como es imposible educar á todas las madres en el arte difícil de la lac-
tancia artificial, aboga por la difusión de X^^?^ consultas de niños y de esos
establecimientos llamados en Francia Gouttes de lait, creado aquí en
Barcelona el verano iiltimo, donde gratuitamente, ó por un precio mó-
dico, las madres pobres pueden recibir biberones de leche humanizada,
modificada con arreglo a la potencia digestiva del niño de teta.
Aquí termina el Dr. Viura su trabajo aplazando para otra ocasión
las demás bases de puericultura, no sin consignar antes que en el «ré-
gimen dominante, muv poco ó nada se intenta en pro de la niñez des-
valida. La frase es dura; pero es preciso hablar claro, ya qué el
mayor mal que puede hacerse á un pueblo es adularle, y cuantos amen
á su país no deberán nunca ocultar la verdad ».
Estas valientes é inspiradas palabras revelan con elocuencia que el
Dr. Viura, ademas de ser un excelente clínico, es un sociólogo que se
preocupa mucho por el bienestar y progreso de nuestro pueblo. Leyendo
su discurso, se advierten además sus dt)tes de escritor inspirado, y se
explican los aplausos que le prodigamos cuantos oímos su lectura y los
que en este momento le reitero, rindiendo sincero homenaje á sus
méritos.
FORMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRM08
LXL — Alimentaoión de los albumintiricoB
Poco á poco se va acabando aquella intolerancia nociva á que han sido
sometidos los albuminúricos y los glucosúricos. A las varias concesiones
que se van haciendo, hay que añadir una mns.
Daremberg y Moriez, contra esas albuminurias mínimas variables, resi-
duo de alteración renal en las enfermedades infecciosas, que no desaparecen
con el régimen mixto, usan la dieta píscea durante tres ó cuatro semanas,
prescribiendo luego agua de Yichy y carne de buey ó de carnero. Están
muy satisfechos de los resultados que obtuvieron (1).
LXIL — Paraflna : pellgrros de las inyeooionee
Su empleo con fin estético presenta inconvenientes más ó menos serlos.
Entre otros hechos cuyas consecuencias fueron malas, apunto el siguiente:
Un individuo, con la nariz hundida, solicitó las inyecciones hipodérmi-
cas de paraftna; hecha una inyección, pidió otra, por haber quedado algo
deprimido el lado derecho. Huord y Holden se valieron de una mezcla de
(1) Rtpue de Medicine.
a36 Formulario y traiamitntos modernot
parañna y vaselina simple, de consistencia semisólida. No tardó en apare-
cer un edema en la punta de la nariz, á la par ^ue disminuía el poder vi-
sual en el ojo derecho. El oftalraoscopio revelo una embolia de la rama
descendente de la arteria central de la retina (1).
LXIII. — Neuralgrlas : tratamiento
Fricciones con :
Metilal If) gramos.
Aceite de almendras dulces ........ 85 »
ó bien con :
Metilal t gramos.
Cera virgen 3 »
Manteca 30 » (2)
LXIV. — Hemorroides : tratamiento
Crisarobina 0*80 gramos.
lodoformo 0*30 *
Ungüento populeón 30 »
Cuatro ó cinco aplicaciones diarias \^¿),
LXV. — Toe uterina : tratamiento
Claro es que se trata de una tos de origen reflejo, que nada tiene que ver
con la expulsión de las secreciones bronquiales. En el tratamiento debe
procurarse :
1."* Disminuir la excitabilidad refleja del centro bulbar : opio, bromuros,
doral, morfina, valeriana, belladona, etc.
Vaucaire recomienda esta fórmula :
Bromuro de zinc
Valeriannto de zinc } aa. 0*50 gramos.
Oxido de zinc
Extracto de rosas es.
para 10 pildoras. De 1 á 3 diarias.
También es recomendable esta otra :
Tinturado Viburnuní prnnifolunn . . j
» de Hamamelis virgi7iica . . . } aa. 20 gotas.
Elixir de Garus ; )
Agua de canela 20 gramos.
» de tilo 90 »
Una cucharada cada dos horas.
2." Obrar sobre el punto de partida del reflejo : el útero.
En caso de embarazo, reposo absoluto en la cama y aplicación al cuello
de un óvulo sedante, por ejemplo :
Extracto de opio \
» de belladona > aa. 0*05 gramos.
Clorhidrato de cocaína )
Glicerina \
Manteca de cacao ^ v.. o.
Si hay nefritis, se recurrirá á la cura oportuna : irrigaciones, toques con
cloruro (le zinc al 2 por 100, ictiol, tintura de iodo, el raspado, etc.
Si pólipos, hay que extirparlos.
Si lesiones de los anexos, reposo, masaje, no andar deprisa, etc.
Si descenso uterino, los medios oportunos.
Si trastornos menstruales, hay que combatir sus causas.
3° Actuar sobre las vías centrífugas. Es útil la revulsión en la región
lumbar (ventosas, sinapismos, etc).
4.® Producir una acción inhibitoria central con la sugestión, baños, du-
chas, etc.
1
(1) The medical R cord.
(2) Le Progrés medical.
Formulario y tratamientos modernos sbj
5.' Curar las complicaciones posibles, las neuralgias, por ejemplo, con
aplicaciones locales de :
Mentol 1 gramo.
Sulfuro de carbono 30 »
ó la laringitis refleja de la menstruación con inhalaciones de :
Mentol 4 gramos.
Esencia de melalenca 1 »
Aceite de olivas. , , 100 »
poniendo una cucharada en un recipiente de agua caliente (1).
LXVI. — Alcanfor y morfina en Inyeoclones hipodérmicas
Bn algunos casos, cáncer inoperable, por ejemplo, conviene proscribir
simultáneamente una y otra substancia.
Como su empleo en una sola inyección presenta dificultades, pues no
son solubles las sales de morfina en los aceites, conviene valerse del ácido
oleico y de la morfina, ya que así resulta una solución inyectable y del todo
límpida.
Puede ser usada la fórmula qAie sigue :
Alcanfor 1 gramo.
Morfina cristalizada 0*50 »
Acido oleico puro es. para disolver.
Aceite de olivas lavado con alcohol y esterili-
lizado c. s. para 10 cm *
Ea cada cm.* hay O' 10 gramos de alcanfor y O'Ol de morfina (2).
LXVlI.—FUoI: nuevo antleéptioo
Se compone de:
Pepsina 50 gramos.
Mentol )
Eucaliptol > aa. 0*50 »
Aceite de Wintergreen |
Alcohol 10 »
Glicerina 50 »
Acido clorhídrico diluido 20 »
Talco 50 »
Agua destilada c. s. para 1000 ;»
Se disuelve la pepsina en 800 cm». de agua, se añade el ácido y luego la
glicerina; por otra parte se disuelve el mentol, eucaliptol y aceite en el al-
cohol. Se mezcla las dos soluciones, se añade el agua hasta un litro, se adiciona
el talco, se agita, se filtra varias veces y queda una solución clara, de buen
aspecto y de olor aromático. Es antiséptico (3).
LXVIII. — Aoeltee medioinalee: modo de favorecer en adminUtraclón
Es frecuente dar el aceite de ricino con cerveza: se vierte la cerveza
desde cierta altura para que se forme mucha espuma, se echa luego el
aceite y se bebe sin demora. El aceite queda entre la espuma, envuelto en
ella á manera del contenido de una cápsula, que no se rompe hasta que llega
al estómago y que se adapta á toda clase de transformaciones. Así rodeado,
el aceite no tiene ocasión de despertar ninguna sensación gustativa.
Mas como la cerveza no puede darse en todo caso á los niños, su uso con-
tinuado es nocivo y no es barata , un farmacéutico de Burdeos, Boiss-^l, ha
procurado encontrar una substancia inofensiva, que forme espuma aisla-
dora y que se pueda manejar con toda libertad, aun en aquellos casos en
que es preciso dar largo tiempo un medicamento repugnante, el aceite de
hígado de bacalao, por ejemplo.
Esta substancia es un polvo compuesto de goma arábiga, regaliz, malva-
visco y lactosa, perfumado con vainilla, anís, etc. Mezclado y agitado con
(1) La Clin. ost.
(2) L'Union pharm,
(3) La Farmacia española.
238 Nuestra correspondtncia con la prensa
agua forma espuma abundante, persistente, que engloba los aceites, y, en
general, todos los medicamentos más ligeros que el agpa (salicilato de me-
tilo, esencia de sándalo, etc.).
Es absolutamente necesario que la vasija en que se haya de formar la
espuma no esté manchada de aceite, pues en este caso la formación es difí-
cil é incompleta (1).
LXIX.^ Pelada: tratamiento de las ohapaa
En el caso de que no haya fuerte irritación de la piel, Brocq aconseja
friccionar cada 3 á 5 días con :
Tintura de iodo reciente . .
Hitrato de doral } aa. partes iguales (2)
Acido fénico nuboso ....
I
LXX. — Ántrax: tratamiento
La levadura de cerveza, un buen agente sin duda, ni siempre es fresca
ni siempre da buen resultado. Otras substancias pueden ser empleadas :
por ejemplo, el sulfuro de litio ú otros compuestos sulfurosos :
•
Azufre lavado 0'20 gramog
Bicarbonato sódico 0'30 »
Cascara sagrada 0*25 »
para un sello. La cascara ha de ser usada cuando deba recurrirse á un la-
xante, en vez de la magnesia que forma con el azufre verdaderos bloques de
difícil expulsión.
A la par conviene recurrir á medios tópicos: lociones con jabón para des-
infectar la piel ó embadurramientos con alcohol alcanforado; las fricciones
generales son útiles para evitar reproducciones.
Cuando el forúnculo está tenso y doloroso, el mejor cálmente son las pul-
verizaciones ó las aplicaciones de cataplasmas de fécula hechas con agua
hervida, pero cuidando de poner debajo una capa gruesa de una pomada
adherente para que aquélla no se pegue ó no se seque, pues entonces son
¿olorosas por la adhesión ó las excoriaciones; además, la pomada proteje de
las inoculaciones sucesivas. Las cataplasmas pueden ser reemplazadas con
envueltas húmedas, que no deben cubrirse con telas impermeables, sino con
algodón.
La pomada debe ser esta :
Lanolina 15 gramos
Vaselina 25 »
Oxido de zinc. 5 » (3)
Dr. Rodrígubz M/índkz.
NUESTRA CORRBSPONDRNCIA CON LA PRBNSA
Bevne oUnlqne d'Andrologrie et de Oynéoologrie, de Clt'rmont.— Gra-
cias por la reproiluccMón en extracto del trabajo Indicaciones del ácido pi-
erica en las uretritis, del Dr. Peyrí.
Bevieta de la Asociación médico farmacéutica de la lela de Cuba,
de la Habana.— Id. id. del trabajo Viruela en laco7italecenciadela varicela,
del Dr. Codlna Castelh í.
XiOe Nnevoe Remedios, de Madrid.-- Id. id. déla noticia. El amilenol e»
los dolores articulares y los cólicos hepáticos, del Dr. Calvet y Nava.
Revista balear de Ciencias médicas, de Palma de Mallorca. — Id. ídem '
de la noticia Akatisia, del Dr. Rodríguez Méndez.
El Problema de la tnbercnlosis, de la Habana. — Id. id. de la noticia
Una ciudad sanatorio, del Dr. Rovira Oliver.
(l) (ííix ^^^'^ des Se. viéd. de fíorJeaux.
(•_'> Ann. de Méd. et de Chir. in/ant.
(3) Journal de Méd. et de Chir. pratiques.
Estudio» demográficos d9 Harcttona 25g
Boletín de Agrrioaltura, de San Salvador. ~ Id. id. del trabajo del doctor
Vignon, Intoxicaciones alimenticias producidas por lospeceSy traducido per
el Dr. Rodríguez Ruiz.
BaUetln médloal de laOUnlqae Saint- Vinoent-de-Paul, de Bordeaux.—
Id. id. del extracto que hace del trabajo Tratamiento de la cloroanemia can
los enemas de sangre, del Dr. Mariani.
lia Hediolna de loe nifioe, de Barcelona.^ Id. id. de la reseña de la Se'
sián inaugural de la R. Academia de Medicina, del Dr. Rodríguez Méndez.
Oaoeta médioa de Goeta Bioa, de San José. — Id. id- de las conclusiones
del trabajo Educación del médico periodista y de la noticia Muerte aparente
del recién nacido: tratamiento, del Dr. Rodríguez Méndez.
Arohivoe de Peiqniatria y Oriminaloirie-t ^^ Buenos Aires. — Id. id. de
la noticia ii^a^mVi, del Dr. Rodríguez Méndez.
Xaa Odontoloirle-9 de Madrid. —Id. id. de la noticia Analgesia cocaíno-adre-
nallnica en Cirugía gefieral, del Dr. Rodríguez Méndez.
Bevieta homeopatloa, de Barcelona. — Id. id. de las noticias ifia^^m^
Akatisia, Aftongia, del Dr. Rodríguez Méndez, y Azul de metileno, del
Dr. Rovira y Oliver, cuya procedencia no cita.
Boletín de liariniroloiria, Otolo^ria y Binologria, de Madrid. — ídem
por el extract') de la historia clínica Un caso de acné hipertrófico elefanti-
siaco, del Dr. Botey.
lia Eeonela de Hediolna, de México. — Id. por la reproducción de los tra-
bajos Tratamiento de la cloroanemia por los enemas de sangre desfihrinada,
del Dr. Mariani, y el del Dr. Debove, la bacilemia tuberculosa aguda, tra-
ducido por el Sr. Ruiz Rodríguez (J). Del primero no cita la procedencia.
Bevista Ibero-amerloana de Oienoiae médloae, de Barcelona. — ídem
id. del discurso sobre Girolamo Fracastoro, del Dr. Comen^íe.
X«a Semana médioa. de Buenos Aires. — Id id de las noticias Tos faríngea.
Angina herpética y Angiomas, del Dr. Rodríguez Méndez, cuya proceden-
cia no cita.
Oaoeta Médioa de Ooeta Bioa. de San José. — Id. por la parte que re-
produce del trabajo Matadero de Barcelona, dpl Sr. Ferrer, y de las noti-
cias Impétigo: tratamiento y Ascariosis: curación rápida, del Dr. Rodrí-
guez Méndez. •
Xaa Clinioa moderna, de Zaragoza. — Id. por la reproducción de varios
apartados del Formulario y tratamientos modernos.
Eppata
En el número anterior, página 1.*, línea 24, dice : intención posible y debe
decir intención punible.
Estudios demográficos de Bapeelona
POR Er.
Dr. D. Luis CoMENaR
Director del Instituto de Jligicnc urbana de Barcelona
Viruela
No cabe duda en que las dispcsiciones oficiales, las autoridades, las
corporaciones benéficas y docentes como los centros .sanitarios, de-
muestran interés plausible para combatir y anular el conta^-io variolo-
so; ésto, sin embargo, ha producido en Barcelona cifras de morbosidad
y de mortalidad muy lamentables, como se verá en los adjuntos
cuadros.
Las cansas principales son la negligencia y la ignorancia de algu-
nas gentes, en lo que se refiere á vacunación, y lo infrocueiite de las
revacunaciones ; añádase que estas operaciones no se llevan á efecto,
siempre, con todas las garantías que la profilaxis requiere.
í
I
Mortalidad por viradla «n 1008
Meses
Eacro .
Febtíiro
Marzo .
AbfiJ. .
Mayo .
Junio .
Jatio. ,
Agosto.
Scplíembrc
Ociubrc
Noviembre
Diciembre
Totales
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Mft^JES
Eaero. . .
Fíbrcro. .
Mar^o. . .
Abril.. . .
Mayo , . .
Juma . . .
JuUtJ . ,
Aj^OMO . .
Septiembre
Ociubrt. ,
Noviembre
Diciembre
Totales .
V H
37 38
V H
Q
V H
17
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V H
1
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V H
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V H
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V H
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Qv
V H
Parciales
Tota I es
V H
66
142
Gene-
rales
8
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13
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Mortalidad fom distritos
2.° 3.0
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VIH
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Moktalidau
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22
La viradla en Barcelona (1808-008)
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Azi os
ToTAt.ilS . . . . ,
Mortal cciad media
Óbitos en VM'i. .
A^os
ToTALlíS , . . ►
Mortalidad inedia,
tVbíios CD lfn33 . . .
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24
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lo:)
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11
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152
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19'6
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9
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VII VIH IX
5
2
21
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10'6 i 13'4
13 I 8
46
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XI XII
67
13*4
12
131
26*2
28
Tota-
les
74
86
420
508
90
1,178
235*6
142
DlSTKItOS SANITARIOS
303
60'6
15
III
15*2 I 6'2
19 ! 6
V
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6
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19
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19
VII
vni
7
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71
9
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144
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28
22
IX
9
4
52
68
__1
137
27'4
9
Mosooo-
mloB
19
22
24
40
15
120
24
16
AÑOS
. 1898
. 1899 . .
. 1903
, 1901
. 1902
. 1903
Totales . .
616
Mortalidad media
del .sexenio. .
Toltl
74
86
420
508
90
142
1,320
2£0
La viruela lia contribuido á la mortalidad total en la urbe en 1*63 X 1^
Tomy XXVII, Núm. 9 Barcelona 15 mayo 1904 Año XXVII. Núm, 465
Gaceta Médica Catalaia
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia (continuación), por
D. A. Tapia — La Puda de Montserrat, por el Dr. Masó Brú. — Revista de pediatría, por el
Dr. Juan Ooll y BofllL — Instituto médico-farmacdutico de Barcelona. Sesión inaugural ce-
lebrada el 23 enero de 1904, por el Dr. J. Peyri. — Los estigmas fisiológicos de la degeneración
(conclusión), por Luciano Mayer. — Venereología social (conclusión ), por el Dr. Ciado.—
Rkvista ckítica biblioghAfica, por D. Félix Antigüedad Diez. ~ Formulario y trata-
mientos MODKRNos, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Publicaciones recibidas. — Estudios
demográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Gomenge.
La respossabUldad médlea anta los TrUmnalss de Jostlela
(1)
POR
D. A. Tapia
Presidente de la Sala 1.* de lo Ciril de Barcelona
III
Abuso de su profesión por el facultativo para cooperar á la suposi-
ción DE partos, Á la substitución DE UN NIÑO POR OTRO Y Á LA OCUL-
TACIÓN Ó EXPOSICIÓN DE UN HIJO LEGÍTIMO CON ÁNIMO DE HACERLE
PERDER SU ESTADO CIVIL.
El facultativo puede también, abusando de su profesión, cooperar á
la suposición de partos, á la substitución de un niño por otro v á la
ocultación ó exposición de un hijo legítimo para hacerle percler su
estado civil, é incurrir, en consecuencia, por ello en responsabilidad
criminal.
He aquí las disposiciones de nuestro Código que hacen relaciona
aquellos hechos justiciables y establecen las penas en que incurre el
facultativo culpable:
« Art. 483. — La suposición de partos y la substitución de un niño
por otro serán castigados con las penas de presidio mayor (2) y multa
de 250 á 2,500 pesetas.
Las mismas penas se impondrán al que ocultare ó expusiere un hijo
legítimo con ánimo de hacerle perder su estado civil ».
Art. 484. — El facultativo ó funcionario público que, abusando de su
profesión ó cargo, coopere á la ejecución de alguno de los delitos ex-
presados en el artículo anterior, incurrirá en las penas del mismo y
además en la de inhabilitación temporal especial» (3).
El delito de suposición de parto lo determina el hecho de aparentar
una mujer que parió una criatura, no siendo cierto, por no haber estado
embarazada.
El delito de substitución de un niño por otro consiste en el cambio
de la criatura nacida por otra distinta.
El delito de ocultación de un hijo legítimo lo constituye su desapa-
rición á fin de que sea ignorada sii existencia.
El delito de exposición de un hijo legítimo se justifica por el aban-
dono del mismo.
Tanto la ocultación como la exposición de un hijo legítimo á que se
refiere el artículo 483 de nuestro Código, constituirán el delito en él defi-
(i) Continuación. — Véase el número anterior.
(2) De 6 años y i día á 12 años.
(3) Consiste esta pena en la inhabilitación para ejercer la profesión ó cargo por tiempo de %
años y 1 día á 12 años. (Articulo 92 combinado con la tabla del 97, ambos del Código penal)
-^T^fSC^ — w".
jrdt Lü nsponsabiiidad médica anU los Tribunales de justicia
nido y castigafltj, siempre y cuando una y otrase realicen con ánimo de
Imcef penior al lujo su estado civil. En otros casos puede constituir otro
di»lito difííínta, í<e^ún sean las circunstancias y efectos de la ocultación
ó exposición.
Como dice un iusig-ne comentarista (1), en el precepto del artículo
4H3 ikl Códig^o, se rastig-a la usurpación cometida en esa tierna persona,
de lofi derecho.'^ que le da su nacimiento, de la sucesión que podía tener
(le sus padrfes, de híS beneficios que le esperaban de otros parientes, de
tíii nombre, «le su condición, de su existencia verdadera.
El delito de suposición de parto, con más propiedad llamado de
suposición de hijoj en algunos Códig'os extranjeros, es uno de los deli-
toíi de míiü ^^raveilad y trascendencia que contiene nuestra ley penal,
ya que puede resolverse en otro contra el estado civil dé las personas,
Pur este delito se arranca á un individuo de una familia para darle
in^rreso eu otra que no le pertenece, haciéndole cambiar su estado civil
y causando iierjuioios incalculables en derechos de un tercero.
Cüuiü ha diclio otro insig:ne comentarista (2), si cada hombre en el
setirj de la sociedad en que nace, ocupa un lugar y tiene un estado que
le i'^ peculiar y que implica para él derechos que la ley debe sancionar
y obligaciones que debe hacer cumplir, atentar contra esos derechos es
siempre un delito ¿gravísimo.
Como se ve \mv el texto de nuestra ley penal, ésta no distingue de
casos en el delito de suposición de parto, pero es indudable que no
todas las suposiciones de parto tienen las mismas consecuencias, ya
que éstas varían^ según sea la condición de las supuestas parturientes,
las circunstancias y accidentes del hecho y sobre todo el fin que se pro-
pongan las personas que las ejecuten, pues puede alterar notablemente
BU responsabilidad criminal y hasta en su caso determinar su inocencia.
Los tratndistas señalan los distintos fines que pueden proponerse en
la suposición de partos, pues que simulan el parto, ya la mujer soltera
para obligar á fu amante á casarse con ella, ya la amante para obligar
al suyo i\ reronorer como hijo propio al que es ajeno, ya el marido y
la mujer, de aruenlo, para darse así sucesión de que carecen, ya la
mujer* engañando al marido para darle sucesor y mostrar á las gentes
que no es estéril, ya la viuda, dentro de período hábil, para dar suce-
sión ni que fué su \-sposo, burlando derechos de parientes de éste, y
tantos otros casos como pueden acontecer en la práctica.
El delito de suposición de parto no la determina el hecho de tal
supcísicinu en si» sino la finalidad que con su ejecución se propone
yuien In comete. Si es inocente la finalidad, no constituirá un hecho
justiciable con arreglo á la ley penal.
Mas en el ca.so de ser dolosa, intencional, que perjudique derechos
de un terrero, la finalidad de la suposición de parto, en este caso,
tiene todí^s los caracteres de delito, y de delito gravísimo, porque en-
vuelve siempre una falsedad en cuanto hace desaparecer la filiación
de un individuo, pues como decían los romanos Quia quipartu?n supponit
fahtuii co7nmif/i¿ y un fraude, ya que por medio de engaño se perju-
dican de reíd IOS legítimos de otros.
líl Tribunal siijiremo (3) ha establecido como doctrina, que el delito
fie sujjosieiúu de parto queda integrado y completo, con que la ficción
se realice por hechos materiales que revistan el engaño de apariencias
de verdad y puede subsistir por sí, sin que por lo mismo requiera su
consumaciruK la i)rúctica de actos que fijen oficialmente el estado civil
del inlante, porque en caso de tener lugar éstos constituirían un delito
(1 ' Pacheco, /'./ C^dif*Q penal concordado y comentado
i2\ GrdiíJrd. El Cádigo penal de i fijo concordado y comentado.
ncf* de íi dt febrero de 1><1)7.
La Puda de Montserrat 263
nuevo, formado por elementos distintos y jurídicamente separables de
los del primero á pesar de su respectiva relación de medio á fin.
La substitución de un niño por otro constituye también un delito
gravísimo, que como el de suposición de parto, puede envolver una
usurpación del estado civil de una persona, con perjuicio de los dere-
chos de un tercero, y tiene una justa sanción penal dentro de nuestro
Código.
La simple ocultación, ó exposición de un hijo legítimo para hacerle
perder su estado civil, es otro delito también de grave trascendencia,
como los de suposición de parto y substitución de un niño por otro, y
aue el Código castiga con el mismo rigor ; mas, como dicen los trata-
istas, tal delito de ocultación ó exposición de un hijo legítimo, es de
ordinario medio de ejecutar otros delitos como el de infanticidio, el
parricidio y otros.
Aun cuando, raro es el caso, dicho sea esto en honor de la clase mé-
dica y la de matronas, en que los facultativos ó éstas tengan interven-
ción en alguno de los delitos á que se contrae el artículo 4S3 de nuestro
Códido, conveniente es recordar las penas que según el 484 pueden
serles impuestas por su cooperación en aquellos delitos, y que tienen la
agravación de la inhabilitación especial temporal para ejercer su pro-
fesión, que es muy justa, porque el facultativo ó la matrona que abu-
sando de su profesión coopera á cualquiera de los expresados delitos, se
deshonra en el ejercicio de su profesión y debe ser en él suspendido por
algún tiempo, para que durante él pueda arrepentirse de su mala'acción
y una vez redimido de su culpa, volver al seno de sus comprofesores.
Para evitar el deshonor, en que incurre así el facultativo como la
matrona, que interviene ó coopera á la ejecución de los delitos de que
nos ocupamos, séanos lícito manifestar una vez más que su misión no
es la de labomr en el dolo, en el engaño, sino poner sus conocimientos
al servicio de la justicia para la mejor averiguación y descubrimiento
de dichos delitos k fin de que sean castigados los culpables en la me-
dida que la ley penal prescribe, y así ejercerán su profesión con decoro
y dignidad, la dignidad y decoro que exigen las altas funciones huma-
nitarias que por las leyes y Reglamentos les están encomendadas.
(Se contimiard)
La Puda de Montseppat
POR KL
Dr. Masó Bru
Médico-4Dtrector, por oposición^ de aguas minerales
Se ha repetido hasta la saciedad que las aguas minerales constitu-
yen el Tribunal Supremo de apelación en la mayoría de enfermedades
crónicas ; y este aserto confirmado diariamente en las clínicas hidroló-
gicas, se evidencia de un modo inconcuso en los trabajos científicos
que los médicos dedicados á esta especialidad dan á conocer, en todos
los países, ya sea en la prensa profesional, ya en los Congresos á ello
dedicados. En nuestro país, rico como pocos en aguas minerales, abun-
dan los materiales científicos á ellas referentes por la misión oficial
que en las mismas tiene encomendada el Cuerpo de Médicos-Directo-
res, que se extenderá á casi todas las de nuestro suelo con la próxima
constitución del Cuerpo de médicos habilitados de aguas minerales ;
cuyo ingreso se regulará (como en el de médico-Directores), por la
oposición. Una vez más ha querido probar el Gobierno lo indispen-
sable de conocimientos previos para la acertada dirección de los esta-
blecimientos termales; y con ello ha demostrado meramente la falta
J.M.^^
164 La Puda de MonUerrat
de plan que existe en la orpfanízación de los estudios médicos en Es-
paña, hn efecto: aquí donde i?e exige especialización oficial para la
pnirtica de la Hidrología, no se enseña ésta en ninguna Facultad ; }\
en raiíilDiOj en otras naciones (v. Jaccoud, Organ, des Pac. de Méd. de
rÁlkfimgnejy se sostienen cátedras para estos conocimientos (en Viena,
Giesí^eu, Wurzburg, Roma, KieflF, etc., regidas por Profesores como
Strauer, Koeppe, Geigel, Casciani, Podwyssotyki, etc.), y, quizás por
lo mismo, no se exige el concurso público para el ejercicio oficial en
sus balnearios.
A pesar de estas deficiencias que todos lamentamos en nuestra en-
señanza, el hecho es que los trabajos científicos de los hidrólogos es-
panoles han sido de importancia y muy numerosos (v. Kisch, Jahrhuch
fütr BidrohloffieJ, constituyéndose así en nuestro país una especialidad
que, á parte su finalidad médica, ha contribuido al desarrollo econó-
mico de muchas localidades.
Una de las favorecidas por los prestigiosos trabajos de sus Directo-
res ha sido La Puda de Montserrat, cuya reputación, hoy indiscutible,
crearon hidrólogos como Arnús y Góngora, reconociéndolo así (v. Bict.
Dec^ambre, La Puda) el profesor Rotureau.
La Puda de Montserrat, por sus condiciones topográficas y climato-
lógicas (que me ocuparon en otro trabajo), la composición de sus aguas
(fiul f uro-e lo rurado-sódica-azoada, con extraordinaria cantidad de con-
fervfiíi), fíu termalidad, ó mejor, meso-termalidad (30**) , la riqueza del
caudal ihoy más de 1,000 litros por hora), su grandiosa instalación hi-
dro terática aumentada actualmente con dos grandes vaporarios para
inhalaciones difusas (híimage), y que se completará con las duchas ga-
seoras que se proyecta montar y nuevos aparatos para la atmiatría di-
recta , y los excelentes resultados curativos que determina, ocupa,
desde larga fecha, uno de los sitios más preeminentes entre los bal-
nearios españoles.
^ Llama desde luego la atención, al estudiar las antiguas estadísticas
clínicas que existen en la dirección médica, y compararlas con las que
recientemente se han ido formando, la desaparición casi absoluta de
algunas entidades nosológicas en la clínica de La Puda (especialmente
de la tuberculosis pulmonar), y el figurar en ellos enfermos cardíacos
y píilisárcico.^ que antes no se registraban. Y esto merece alguna con-
sideración para explicar la razón del hecho.
La mayaría de tuberculosos del pecho, en cualquiera de los períodos
anatómicos y clínicos (que no son siempre absolutamente correlativos),
reacciona en exceso, química y fisiopatológicamente, tanto en sus ór-
ganos enfermos como en todo su organismo ; de lo que son evidente
muestra, entre otros muchos fenómenos, en primer término las altera-
ciones térmicas y las congestiones bronco-pulmonares más ó menos
hemorragíparas (con su secuela de disnea, tos y expectoración), que
como causas mecánicas, á la par que tóxicas, actúan sobre el corazón
primero y los aparatos digestivos, urinarios y sistema nervioso después.
Eu estíjs casos, pues, en que así evoluciona la infección, con ó sin sim-
biosis rjue pueda elevar aún la ya exasperada combustión orgánica,
aguas siilfiirado-sódicas-cloruradas de fuerte mineralización (cuatro
veces mayor que la de Faux-Bo/uies), termales, que brotan en un país
de una sequedad atmosférica grande y casi constante y en unas condi-
ciones de Jcicalidad é instalación que no permiten la^ bienhechoras
curas de reiJoso absoluto y de aire constantemente libre, no pueden
reeomenílarse como tratamiento termal anti-tuberculoso.
Pero en asunto de tanta importancia conviene aquí analizar, si-
quiera sea linderamente, 'algunos de los términos del problema y no
La Puda de Mantserrat 26^
considerarlo resuelto porque lo esté ya uuo de los elementos que lo
integ*ran.
Las ideas sobre tubérculo-ffénesis han cambiado radicalmente gira-
das á la moderna investigación experimental v clínica ; el concepto de
herencia de la enfermedad ha quedado destruido por la demostración
de la impermeabilidad ó anósmosis de la placenta materna para baci-
los y toxinas fímicas ; y el de herencia de la disposición, intra-uterina
ó cong-énita, queda reducido & aceptar la transmisión de alteraciones
locales de tejido ó sólo químicas (figurando, entre las primeras, la oclu-
sión de algunas vías linfáticas, hipoplasia de los músculos lisos de lo^
vasos, bronquios, intestinos, etc., nipertrofia de las mucosas, etc.), que
á lo sumo constituye lo que los antiguos llamaban causas predispo-
nentes.
Claro está que estas menores resistencias modifican poderosamente
un organismo y coadyuvan á una ulterior infección que variará, se-
gún sean la cantidad y calidad de los bacilos patógenos invasores» y
gue son á la vez estados que exige^i llenar una indicación terapéutica,
ái estas alteraciones de tejido, especialmente del linfático y ganglionar,
se acentúan (y ello reconoce casi siempre un origen post-íetal ó adqui-
rido), tendremos constituida la escrofulosis, que aunque de fórmula
microbiana compleja y no igual á la de la tuberculosis, puede clínica-
mente considerarse, no cual pretende la moderna escuela francesa,
como una simple disposición á la fimia, sino como una variedad evolti-
Uva de la misma. Pues bien : la experiencia demuestra diariamente
la eficacia de agentes termales sulfurosos, y mejor aún la de los sulfu-
roso-clorurados, en esos estados de distrofia ó desviación de nutrición,
y en los francamente constituidos por alteración histológica de este
carácter en las vías linfáticas y órganos ganglionares ; de lo que se
deduce que el tratamiento de La Puda puede recomendarse en todos
estos casos, sin que sea necesario traten de explicar como obra en. los
mismos esta importante medicación hidro-mineral , si lo hace por las
cualidades estimulantes de la nutrición y dinamogénicas del quimismo
ó por las propiedades bacteriolíticas, ciertas ó problemáticas, de sus
organismos microbianos. Hoy por hoy, me limito en este trabajo á
dar á conocer las estadísticas clínicas de La Puda, comentándolas bre
vemente. En ellas aparecen también enfermos con tuberculosis cutá-
nea, mucosa, articular y ósea. Entre los primeros figuran casos de
eritema indurado de Bazin, lupus plano, eritematoso, telangiectásico y
ulceroso ; algunos de ellos modificados muy favorablemente, á pesar
de la brevedad del tiempo empleado en su tratamiento. Entre los se-
gundos, enfermos de enteritis ulcerovsa de origen fimico, en los que la
medicación interna (que fué prescrita parcamente), y la balneación
termal dieron sólo resultados paliativos. En cambio, la tuberculosis
articular y ósea, con la aplicación metódica del lodo mineral y el uso
de procedimientos hidroterápicos alternados, figuran en muchas notas
clínicas con resultados muy favorables para la indicación de este agen-
te hidro-mineral.
En estos casos, pues, de tuberculosis local, externa ó quirúrgica,
están indicadas las aguas de La Puda ; y creo sin ningún género de
duda (fundándome en la analogía terapéutica), que en todos aquéllos,
rarísimos á la verdad, de tuberculosis pulmonar de reducida zona, mar-
cadamente tórpida y enquistada (en vasos cerrados), y sin complica-
ciones, puede recomendarse el tratamiento atmiátrico que allí se
practica, especialmente las atmósferas de sus vaporarios, que admiten
el parangón con los de las famosas termas de Shllerard, que tienen una
acción innegable sobre los procesos catarrales y flegmásicos gue acom-
pañan la evolución de la fimia pulmonar. ¿Se limita á esto el alcance
266 La Puda de Montserrat
de toda medicación termal? ¿Las aguas nitrogenadas, sulfurosas y
arsenicales, con todos los elementos vivos que las integran, obrarán
quimiotáxicamente de un modo parecido á los sueros ?
La experimentación se inicia hoy, pero no ha formulado conclu-
siones.
He de ocuparme ahora en otras afecciones del aparato respiratorio
q^ue se tratan con el mejor éxito en La Puda. Corizas crónicos, con ó
sm hipertrofia de la m.ucosa nasal, catarros laríngeos crónicos, larin-
gitis granulosa, bronquitis crónica simple, ectósica, congestiva ú
obliterante, asmática, enfisematosa y las dependientes de una discrasia
herpeto-artritica ó de alteraciones cardíacas y renales, se presentan
allí en gran número á nuestra observación. Teniendo en cuenta que
las aguas de La Puda no son, como ocurre con las cloruradas y otras,
aguas fijas, sino que con facilidad suma desprenden su hidrógeno sul-
furoso y ázoe que contienen, se comprenderá fácilmente (conocida la
acción sustitutiva y tónica que sobre el epitelio mucoso tienen estos
gases), los buenos resultados que han de determinar en este grupo de
enfermedades , especialmente en las afecciones nasales y laríngeas ci-
tadas, asma bronquial y alveolar ó enfisematoso y bronquitis diatési-
cas ó metastáticas bien comprobadas. En su tratamiento, á parte los
vaporarios, se emplea procedimientos pneumoterápicos (de aire com-
primido, etc.), en los que intervienen gases del mismo manantial de-
bidamente recogidos, y también duchas hipertermales y pediluvios de
agua corriente, como se practica en Mont-Dore. Es ya clásico en Hi-
drología el considerar como el más racional refugio .del bronquítico
los establecimientos termales de aguas sulfuroso-sódicas. Las estadís-
ticas hablan, en cambio, poco favorablemente de la medicación en este
grupo de procesos cuando dependen de cardiopatía ó afección renal,
así como cuando van acompañados de esclerosis pulmonar (muy fre-
cuentes en la ectasia bronquial).
En las pneumonías crónicas, bien sean de naturaleza protopática
(muy rara), ó consecutivas á bronco-pneumonias agudas ó de origen
pleural, las aguas sulfurosas dan sólo resultados paliativos sobre al-
gunos de sus síntomas.
Así como en otra parte de este rápido trabajo he hecho notar la
desaparición casi absoluta, en las estadísticas de La Puda, de los tu-
berculosos, haciendo sobre ello algunas consideraciones, ahora he de
ocuparme, por el contrario, de enfermos que van y no debieran en
modo alguno ir : me refiero á los cardíacos, que lio son escasos en
aquella clínica.
Hoy no constituye una enfermedad del corazón contra-indicación
del tratamiento balneoterápico, esto es sabido ; y se han precisado con
gran rigorismo científico las menores indicaciones de estos estados,
para los cuales las aguas minerales constituyen, indudablemente, un
recurso más (como lo demuestran las estadísticas clínicas de balnearios
españoles, franceses y alemanes); pero si el cardiópata neurósico puede
ir con ventaja á Vies'go, por ejemplo, y aun también el endocardítico
reumático con compensación cardio-vascular, en cambio las cardiopa-
tías vasculares cuando el proceso esclerósico invade el corazón, las
contraindican en absoluto todas. Es ante todo cuestión de clima para
el cardíaco que va á estaciones hidro-minerales : así es que no deben
recomendársele establecimientos cuya altitud sobre el nivel del mar
sea mayor de 250 á 300 metros ; en este caso no está, ciertamente. La
Puda, como le ocurre á Nanheim ; pero, además,' hay que recordar la
composición de las aguas, y si algunas de ellas obran como un sedante
de la circulación (por el mecanismo de la vaso-dilatación periférica),
como las bi carbonatadas mixtas de Alhama de Aragón, Besa ya,
Rt Pista de pediatría ióy
Neris, etc., y hasta algunas cloruradas como Fitero, Fortuna, Saint-
Alban, etc., en cambio, las sulfurosas termales y de marcada minera-
lización, por la acción estimulante que ejercen sobre el corazón y la
constrictora sobre los vasos, deben proscribirse en absoluto en el tra-
tamiento de toda cardiopatía arterial en período esclerósico.
La mayoría de cardíacos que se ven en La Puda son, ó cardíacos-
valvulares (pocos), ó cardiectásicos (y son los más), por afección cró-
nica bronquio pulmonar con pseudo-asma sintomático. Por esto van
á esa estación, creyendo que curarán allí fácilmente su bronquitis y
sofocación.
Estos falsos asmáticos y catarrosos con lesión cardíaca (y por aña-
didura casi siempre con lesión renal), no deben ir en modo alguno á
La Puda. Antes de mandar allí un enfermo de estas condiciones, con-
viene examinar detenidamente el estado de su corazón (y por medio de
la orina, el del riñon).
Únicamente en el primer período de espasmo de las cardiopatías
vasculares, pueden las aguas que me ocupan, hacer algo beneficioso.
En estas casos las aplicaciones de barro mineral y duchas hiperterma-
les y mejor gaseosas en las extremidades inferiores, acompañadas de
algún baño general, de termalidad media, han de ser los agentes más
recomendables para llenar la indicación.
En el próximo artículo me ocuparé en comentar las estadísticas clí-
nicas de La Puda, en lo que hace relación con las enfermedades de la
piel, aparato digestivo y genital, y con los procesos distróficos gene-
rales.
f Se concluirá).
Revista de pediatría
POH El-
Dr. Juan Coll y Bofill
IBl loduro dd etilo en la coqueluclie. — El Dr. Amat
(Aféd. Mod., 10 sept.. 1902, n.** 37), ha comunicado á la Sociedad de
Terapéutica de París una nota que extracto. Dice que en dos niños,
uno de dos años y otro de seis meses, en que se habla ensayado la be-
lladona, el bromofoVmo, las pulverizaciones fénico-timoladas, las eva-
poraciones de agua oxigenada, etc., sin ningún efecto, probó, por con-
sejo del Dr. Bardet, las inhalaciones de ioduro de etilo. Al empezar el
acceso colocó debajo de la nariz del paciente un pequeño frasco que
contenía algunos gramos del medicamento, á fin de que en el momento
inspiratorio que le sigue se inhalasen vapores de ioduro. Desde el se-
gundo acceso disminuyó la frecuencia é intensidad del ataque de tos.
Los accesos fueron en seguida menos frecuentes, hasta el punto de que
á los ocho días sólo se contaban seis, benignos, en las veinticuatro
horas.
Tratamiento de la meningitis cerebro-espinal
con los baños calientes y la punción lumbar. — De
la tesis de París del Dr. Blavot (1902), extracto lo que sigue á fin de
que pueda ser ensayado repetidamente y podamos deducir consecuen-
cias clínicas. Dice que las meningitis agudas no tuberculosas son cu-
rables, habiéndose mejorado notablemente su pronóstico con los me-
dios terapéuticos de gran eficacia que poseemos, entre los cuales
debemos colocar en primer lugar la balneación caliente y la punción
lumbar. El método de los baños calientes, muy reciente todavía,
puesto que data de 1894, ha sido diversamente empleado por los médi-
2S8 Rtffista de pediatría
eos que han recurrido á él. Para obtener su máximum de eficacia de-
ben emplearse los baños muy calientes, á 38", 39° ó 40®, de una dura-
ción media de 25 minutos cada tres ó cuatro horas, tanto de día como
de noche, continuándolos durante toda la enfermedad, no interrum-
piéndoles, sino disminuyendo su frecuencia al entrar en la convale-
cencia,
En 1894 obtenía Aufrecht, por primera vez, nn notable resultado en
un caso de meningitis cerebro-espinal, en apariencia desesperado,
usando los baños muy calientes. Tratábase de un obrero de veintiséis
años que se hallaba al fin del tercer septenario de la enfermedad y que
desde nacía diez días estaba en pleno período comatoso, con baja'tem-
peratura (de 36** á 37**) y pulso pequeño y frecuente. No habiendo dado
resultado las inyecciones subcutáneas de alcanfor y el empleo del
ioduro de potasio, ordenó Aufrecht, teniendo en cuenta el estado de
alg-idez en que se hallaba el enfermo, un baño caliente á 40° y de una
duración de diez minutos. El paciente se reanimo poco á poco, la ri-
g*idez de los músculos de la nuca y el estrabismo se atenuaron, y á los
doce baños desaparecieron estos síntomas, curándose al poco tiempo.
Después de Aufrecht empleó igual procedimiento Woroschilsky en dos
casos cuyo estado parecía desesperado, y obtuvo la curación de sus en-
fermos. *' Al poco tiempo Wolisch (de Lemberg), experimentó este mé-
todo en siete pasos de meningitis cerebro-esninal en niños de cinco á
diez años de edad, muriendo dos y salvánaose cinco, empleando un
procedimiento algo diferente del de Aufrecht y Woroschilsky, puesto
que en vez de colocar al niño en un baño caliente á 40° le sumergía
primeramente en el agua á 33°, añadiendo en seguida agua muy ca-
liente, de modo que la temperatura del baño llegara con rapidez á 40°.
Ño seguiré al autor citando los experimentos de Jewnin, de Schelesin-
ffer, de Bars, etc., porque todos son análogos á los descritos. Al lado
de la balneación caliente coloca Blavot á la punción lumbar, tan útil
ya para el diagnóstico, reputándola como un elemento importante y
racional en el tratamiento de la meningitis cerebro-espinal. Esta in-
tervención es absolutamente inofensiva si se tiene cuidado de no hacer
la aspiración del líquido. En estas condiciones, no hay que temer
ningún accidente, ni aun cuando las cantidades de líquido retirado
sean copiosas. La punción obra, como es sabido, disminuyendo la ten-
sión del líquido y sustrayendo cierto número de agentes patógenos,
pudiendo repetirse sin que resulte el menor inconveniente, suspen-
diéndolas cuando el líquido céfalo-raquídeo sea absolutamente normal,
lo cual debe ser demostrado con el examen microscópico, y sobre todo
con los cultivos.
La difteria nasal (Glatard, Tesis de París, 1902).— Siendo en
apariencia rara, es upa de las manifestaciones más frecuentes de esta
enfermedad infecciosa, puesto que encontrándose á menudo el bacilo
de Loeffler, aun en estado anormal, en las fosas nasales, basta una en-
fermedad intercurrente ó cualquier otra circunstancia particular, para
que este bacilo exalte su virulencia y se produzca el cuadro clínico de
la difteria nasal, extendiéndose después á las regiones inmediatas.
Así, pues, en razón de este doble carácter de frecuencia y de latericia
especial en la enfermedad, es preciso acostumbrarse, en presencia de
un coriza en el niño, á pensar siempre en la difteria, tanto como se
tiene costumbre de pensar en ella al ver una angina sospechosa. Este
es un punto sobre el que insiste mucho el Dr. Glatard, en apoyo del
cual presenta numerosos hechos. La terapéutica permite el empleo
precoz del suero antidiftérico, cuya acción será sostenida con el trata-
miento local antiséptico y los tratamientos tónico y reconstituyente.
Instituto médicO'farmaciutico de Barcelona a6g
Con referencia al tratamiento local, es preciso evitar todo lo que pueda
irritar las fosas nasales, absteniéndose de todo lo que sea capaz de trau-
matizar la mucosa.
Un caso de enfermedad de Barlo^v (Société méd. des
JHópitaux). — Recientemente fué llamado elJ)r. Guinou en consulta por
el Dr. Coffln. Tratábase de un niño de unos cuantos meses que pre-
sentaba tumefacción de los miembros y dolores muy vivos al obligarle
k moverse. Se sospechó el reumatismo, pero, como, por otra parte,
existía un estado fungoso de las encías, que no había escapado al exa-
men del Dr. Coffln, habiéndole hecho pensar en la enferinedad de Bar-
iow, no vaciló en confirmar resueltamente este diagnóstico el doctor
Guinou. Este niño estaba exclusivamente alimentado con una leche
nueva esterilizada llamada néctar, cuva esterilización se practicaba á
una temperatura elevada bajo presión de oxígeno. Púsose al niño á régi-
men de leche cruda, se le administró zumo de agraz y zumo de limón,
y desde el cuarto día de este tratamiento pudo comprobarse una mejo-
ría manifiesta que continuó acentuándose desde entonces de día en día.
Evidentemente la anterior alimentación era el factor principal en el
génesis de la enfermedad y de este hecho dedujo el Dr. Guinou la cqn-
clusión de que la leche industrialmente esterilizada puede alguna vez
dai: lugar á accidentes cuando por largo tiempo y de un modo exclusivo
se la emplea. De este modo de pensar son otros miembros de la Socie-
dad, llegando á la misma conclusión. De mí sé decir que vi en esta
ciudad un caso indudable de enfermedad de Barlow, en unión de otro
distinguido compañero, cuya patogenia era idéntica.
Cálculos de la vejiga en los niños malgaclies.—
Es digno de notarse la exposición que el Dr. Picqué dirigió á la Socie-
dad de Cirugía de París, de la que se deduce la particularidad de que
.«ntre los niños de raza hova son frecuentes los cálculos de la vejiga.
El Dr. Fonteneau, médico del hospital de Tananarive, profesor de la
Escuela de Medicina indígena, ha operado en poco tiempo 17 casos en
su servicio del hospital (15 niños y 2 niñas).
Instltnto médleo-farmaeéntleo de Barcelona
Sesión inaugural celebrada el 23 enero de 1904
POR BL
Dr. J. Peyri
Presidida por el Dr. Vilanova, se abre la sesión con asistencia de los
doctores Casares, Fargas, Planellas, Roselló, Vinyeta ^os señores Ri-
S\\\ y Palau, en representación de diversas corporaciones y entidades,
abían excusado su asistencia los Excmos. Sres. Rector de la Univer-
sidad, Capitán general y Gobernador civil, así como los Presidentes de
varias Academias y Corporaciones.
El Secretario general Dr. Mer leyó la Memoria reseña de las tareas
verificadas por el Instituto durante el año 1903.
Principia con un extracto del estado económico de la Sociedad, ha-
•^iendo marcar el aumento progresivo del número de socios é indica las
adquisiciones de la Biblioteca.
jSTos habla de las tareas de los representantes del Instituto en el
XIV Congreso internacional de Medici7ia, en el Co7igrés Universitan cá-
tala, y en la Institución politécnica nacional.
Señala las ventajas del nuevo domicilio social de la Corporación.
Los temas y comunicaciones discutidos son : Opoterapia omrica, por
170 L.09 estigmas fisiológicos de ia degeneración
el Dr. Mossé ; Antropogenia, por el Dr. Arís; TmUca é indicaciones déla
prostatectontía perineal, por el Dr. Bartrina; Diagnóstico de los aneuris-
mas de la aorta por los rayos X; Notas de psiquiatría, por el Dr. Palau;
Mecanismo del canto en el hombre, por el Dr. Arís; Sociología médica,
por el Dr. Greus; Algunas consideraciones sobre el tratamiento de la
apendicitiSj por "el Dr. Roqueta; Algimas consideraciones sobre la fiebre
ondtUante de Malta, por el Dr. Cardenal (F.) ; Indicaciones del acido pi-
crico en las uretritis, por el Dr. Peyrí; Alteraciones de la míicosa interina
en casos de miomas, por el Dr. Terrades ; Una serie de casos tratados por
elzanderism^, con presentación de un nuevo aparato y por el Dr. Vendrell;
Formas clínicas de la tuberculosis laríngea en sus relacioues con el pro-
nóstico, por el Dr. Arís; Tratamiento de la fiebre tifoidea, por el Dr. Bo-
queta; Estudio del piramidón en lajiebre tifoidea, por el Dr. Corominas.
Se presentaron casos clínicos por los doctores Roqueta, Estapé^
Ribas, Vilanova, Pujol y Brull^ Peyrí, Dolcet, Caralt y Prió.
El académico numerario Dr. Moragas leyó el discurso de turno que
versaba sobre Ustudio de la higiene piifoada en la segunda infancia.
En él analiza cada uno de los factores que pueden ser objeto de este
estudio y que comprenden los capítulos de la higiene clásica, atmós-
fer^i, aguas, habitaciones, alimentos, condimentos, bebidas, excrecio-
nes, limpieza, cosméticos, vestidos, sentidos, moral, ejercicio yreposo»
Se extiende en detalles sobre cada uno de estos puntos, aclarándolos
con ejemplos.
No habiéndose concedido el premio ofrecido por el Instituto en el
concurso abierto por el mismo el año anterior, se procedió á quemar
el sobre que contenía el nombre del autor del único trabajo que aspi-
raba al mismo.
Después de algunas frases del representante del Excmo. Sr. Alcalde,
Sr. Palau, enalteciendo las corporaciones científicas, y haciendo resal-
tar su utilidad social, el Sr. Presidente dio las gracias á Los señore»
Delegados y representantes de Corporaciones, así como á la concurren-
cia, y levantó la sesión, declarando inauguradas las tareas académicas
del curso de 1904.
Los estigmas flsioldgicos li la dogeneraeMn <^>
pon
Luciano Mayet
Ex-interno de los hospiulcs, preparador en la Facultad de Medicina de Lyon
Por otra parte, casi no se discute ya la identidad del cretinismo y del
mixedema infantil. Los autores iogleses y americanos han» desde largo
tiempo, dado al mixedema infantil el nombre de cretinismo esporádico.
Estos diversos nombres se relacionan todos con un síndrome único que es
un estigma de la degeneración llegado á un grado extremo, tanto físico
como moral. La descripción ha sido hecha por muchos autores cuyas Me-
morias, de las que sacamos las indicaciones bibliográficas de nuestro tra^
bajo, permitirán acudir á ellas féicílmente. Bl «pacha de Bicétre», el «ere-
tino de los Batignolles», los cretinos observados por Peulard, porCombe, eto,,
son los prototipos. Es fácil encontrar otros tan puramente caracterizados
como aquellos, recorriendo ciertos valles de Suiza, Saboya, Delfinado y Piri-
neos. Éstos son los tipos de los cretinos descritos por Morel y Baillarger,
de los cuales hemos reunido un buen número de observaciones.
El cretino es colocado entre los más inferiores degenerados por el hecho
del paro de su desarrollo físico é intelectual, «ün enano más ó meno»^
idiota*, tal es la definición que puede darse de ellos.
(t) Conclusión. — Véase el número anterior.
Los enigmas fisiológicos dt la degeneración
syi
XI. Ineptitud para la vida. — Los últimos términos de la degenera-
ción se resumen eu la ineptitud para la vida de los degenerados.
Son, según su estado, menos aptos ó completamente ineptos para la pro-
creación, por lo que esta infecundidad trae consigo la extinción de la raza
degenerada.
Flg. 9. — Mujer del departamento de los Altos Alpes (Brian^on), afecta de cretinismo.
Cuando la infecundidad no se realiza» se nota :
Multiletalidad de los descendientes, á causa de su defectuosa adaptación
al medio exterior.
Poliletalidad en las primeras edades de la vida, que traduce esta adapta-
ción en su grado más acentuado.
Mortalidad fetal que revela, por la frecuencia de los abortos, la no adap-
tación á la vida intra-uterina del embrión, que sucumbe desde los primeros
meses del embarazo.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.)
Venepeologia Boeial <'>
POR EL
Dr. Clado
Delegado de Grecia en la Conferencia de Bruselas
B. Sosjpiíalización. — Fournier, la autoridad mejor en la materia, es-
cribe que « el tratamiento de la sífilis es realizable únicamente por el sistema
de las consultas externas». De esta frase, qu« sólo se refiere á la sífilis, no
se debe deducir que el venéreo, sifilítico ó cualquier otro, no necesite el
hospital, por que el mismo maestro preconiza la hospitalización para ciertos
accidentes sifilíticos. La hospitalización es indispensable para diversas
complicaciones venéreas ; por ejemplo, las de la blenorragia, precoces ó tar-
días. Igualmente numerosos accidentes lejanos de la sífilis necesitan el re-
poso en el hospital ó en el domicilio. El hospital es también indispensable
para los casos que necesitan una intervención operatoria. Es útil, en fin,
para ciertas afecciones parasitarias eminentemente contagiosas, y para el
primer período de casi todas las afecciones venéreas. Indudablemente, el
chancro y la blenorragia son dominables con el tratamiento ambulatorio,
pero la falta de reposo durante su primer período agiido expone á los enfer-
mos á complicaciones que les evitaría el tratamiento hospitalario.
Se ha de notar, por otra parte, que. durante la hospitalización, estos en-
fermos cesan de ser nocivos, pues se les coloca en la imposibilidad de conta-
minar á otros. Esta hospitalización constituye, pues, una medida profilác-
tica de las más eficaces.
Y esta eficacia ^s tal, á mi modo de ver, que propondría voluntariamente
que se aceptara en el hospital á todo venéreo que se presente con lesiones
que puedan diseminar la enfermedad.
Por lo que respecta á las complicaciones que reclaman una intervención
^quirúrgica, ó que necesitan el reposo en la cama durante su tratamiento, la
administración está obligada á soportar los gastos de hospita,lización de los
enfermos, aceptándolos ^n hospitales generales. Sólo tendrá que hacer ua
simple desplazamiento de camas en ))eneficio del hospital especial. Trataré
de nuevo deteste mismo punto cuando me ocape en la organización de la
asistencia de los venéreos.
La hospitalización es, pues, indispensable á la terapéutica veneorológica,
así como á la profilaxis pública.
Veamos como se llena esta laguna en los grandes centros de Europa.
Copio la estadística inserta en la notable memoria de Finger :
' ' Número Número
de habilanics de camas
Berlín. 1.665,000 503
Breslau 335,000 225
Brünn 95,000 . 52
Bruselas. . . ' 487,000 106
Dresde 485,000 160
Elberfeld 126,000 150
Francfort-sur-le-Mein 180,000 220
Ham burgo 593,000 353
Copenhague 333,000 449
Londres 6.000,000 160
Marsella 400,000 90
Munich 407,000 123
París 2.500,000 950
Pest 610,000 617
Praga 369.000 188
Roma 488,000 200
Stockolmo 300,000 406
Strasburgo 135,100 120
Tolosa 150,000 42
Trieste 121,000 154
Varsovia 532,000 400
Viena ^ 1.500,000 543
(l) Conclusión. —Véase el número anterior.
VenereotogU social 373
Esta estadística es bastante sigrniñcativa. Aun debo notar que- se trata
de camas reservadas para los enfermos de la piel y venéreos^ de modo que el
número de camas reservado exclusivamente á estos últimos, debe rebajarse
mucho, aproximadamente la mitad.
Parahacer valer esta insuficiencia, debiera suministrar una estadística
concerniente al número de venéreos que necesitan hospitalizarse. Esta
estadística no existe. Pero la proporción de estos enfermos debe ser aplas-
tante^ sí se juzg-a porla afluencia á las consultas v las innumerables com-
plicaciones que se tratan en los hospitales generales.
Es de notar que no son ni las ciudades más pobladas ni las más ricas,
las que tienen mayor número de camas. Copenhague, Stockolmo, Trieste,
Francfort y Elberfeld son las primeras ; en tanto que París, Berlín, Londres
y Viena se hacen notar por la penuria de camasque tienen.
Casi todos los informantes están de acuerdo en reconocer que las condi-
ciones de la hospitalización son odiosas y de ningún modo atractivas para
ios desgraciados venéreos. Las medidas vejatorias y humillantes, casi de-
gradantes, á las que esta clase de enfermos está expuesta, ¿se desprenden
del hecho que toda enfermedad venérea es considerada como infamante y
los venéreos como ovejas sarnosas ? ; Que el hombre que no ha sido nunca
infame en un momento dado, y que no se ha puesto nunca en las condicio-
nes requeridas para contraer una enfermedad venérea, tire la primera
piedra 1
Añado, en fin, que la penuria de camas para venéreos implica el despido
al poco tiempo después de aliviar de un modo más ó menos insuficiente su
salud.
El enfermo que está hospitalizado pierde sus^'ornadas de salario, y en los
países en que existen cajas de socorro, éstas, por el reglamento que tienen,
rehusan indemnizarlas en caso de enfermedades venéreas. Por otra parte,
los patronos, una vez informados de las causas de la hospitalización, no
quieren, muchas veces, recibir un obrero estigmatizado de este modo. A
pesar de todo, la demanda excede siempre al numero de camas disponibles,
y estas'camas son ocupadas con frecuencia por dañados gravemente enfer-
mos, ó por menesterosos que se aprovechan de su afección para tomar un
poco de reposo y aplacar su hambre.
La consecuencia de es^ta penuria, de estas vejatorias medidas, de estos
riesgos á que está expuesto el salario, es fácil de prever: para los enfermos,
es un tratamiento defectuoso é insuficiente, y muchas veces la oposición de
ellos para el tratamiento. El venéreo queda enfermo y continúa siendo una
fuente de difusión de la enfermedad.
En resumen : en los hospitales especiales, como en los generales, sólo se
aceptan enfermos en casos de accidentes de cierta gravedad, y no se obliga
á tener en cuenta los períodos de la enfermedad en los que el venéreo está
expuesto á las complicaciones y sigue siendo nocivo para los otros. ¿ No
es preferible adelantarse á estas complicaciones é impedir la difusión del
mal, reduciendo, con la hospitalización, el período contagioso de la enfer-
medad? Hecha la cuenta, creo que las enfermedades venéreas costarían
menos que con el sistema actualmente en vigor.
Con motivo de la hospitalización, Jadassonn, Fingery sobre todo Blasch-
ko han abordado una cuestión cuya importancia es considerable desde el
punto de vista terapéutico y profiláctico : ¿á qué clase de la población con-
viene, sobre todo, la hospitalización ?
La clase acomodada puede tratarse y se trata á domicilio. Los obreros
no suministran la mavor proporción de venéreos; habitualmente estableci-
dos en casas irregulares, están preservados de la contaminación. Es, pues,
la clase media, que busca un amor fácil, rápido, á precio reducida, la que es
proporcionalmente más infectada y la que'en especial necesita el hospi-
tal. Esta clase la representan los artesanos, los empleados de comercio, los
hijos de casas algo acomodadas, el personal de las administraciones, los es-
tudiantes. etc.,á quien su situación social prohibe, por otra parte, la entrada
en el hospital. En efecto: no sólo en el hospital seles rehusa porque no
son indigentes, sino ellos también, dadas las condiciones vejatorias y la
promiscuidad de la hospitalización, experimentan alguna repugnanca en
entrar.
Para esta masa, gran fuente de difusión venérea, se necesitarían hospi-
3J4 Yentnologia. social
tales en que se pagara (á reducidos precios), ú hospitales grratuitos conve-
nientemente organizados. Ninguno de los dos existe.
Hay, en fin, una clase aparte, cuya hospitalización me parece sobre todo
indispensable, y que retrocede ante el tratamiento ambulatorio gratuito, la
de las prostitutas clandestinas, principal fuente de la diseminación de las
enfermedades venéreas.
La prostituta reconocida, inscrita ó no, tiene interés en demandar cuida-
dos en caso de enfermedad; hospitalizada, se hace momentáneamente in-
ofensiva, pero la que ejerce la prostitución clandestina se presenta raras
veces á una consulta hospitalaria ó al dispensario, y no pide su entrada en
el hospital, sino cuando no le queda otro remedio. El miedo de ver divul-
gar su enfermedad, el temor de hacerse inscribir, el horror de verse reclusa
en un hospicio-céircel, tales*Son las causas de la abstención sistemática.
Pues bien: como para estas enfermas la prostitución es el principal, sino
el único medio de existencia, continúan su oflclo'siguiendo un tratítmiento
cualquiera, defectuoso para ellas é ineficaz en lo que concierne á la conta-
minación de otros. No se podrán hospitalizar estas enfermas ó tratarlas
ambulatoriamente de un modo serio sitiO demostrándolas que no tienen
que temer ninguna divulgación, que su libertad no corre peligro alguno, y
haciéndoles un tratamiento fácil y la hospitalización agradable.
No se me tachará de exagerado en lo que se refiere á los peligros de la
prostitución clandestina, si se quieren recordar las estadísticas que más
arriba he transcrito sobre este punto.
En los países en que las enfermedades venéreas son mejor tratadas, el
número de contaminarias clandestinas es aún demasiado elevado, compa'*
rado con el de las prostitutas inscritas. La proporción de los primeros es,
en efecto :
En Copenhagíie, de ¡^'16 por 100.
Kn Ooteborg, de 40 por 100.
En Stockolmo, de 67 por 100.
En las grandes ciudades, como Paris, esta proporción es de ■/»» y tam-
bién, según ciertas estadísticas, de 75 por 100 ! !
C. Tratayniento á domicilio, — Se aplica, en general, á las personas en
disposición de pagar á los médicos y las medicinas.
No hablaría de esto, siá pesar de las condiciones ventajosas en que están
colocados estos enfermos, el tratamiento no dejase que desear en un buen
número de casos. Teóricamente los enfermos de la ciase rica debían todos
curar; cierto número de causas deciden de otro modo. (Hablo de los hom-
bres en particular).
Dejai^do á un lado la indolencia natural de ciertos individuos que se des-
cuidan, sea cual fuere su condición social, su edad ó la gravedad de su en-
fermedad, me ocuparé en las causas que impiden el tratamiento en la ge-
neralidad de los casos y se convierten en fuentes de la diseminación de la
enfermedad.
a) La edad en que se contraen más frecuentemente las enfermedades
venéreas (22 á 25 años, Fournier hijo), conduce á la negligencia de las pres-
cripciones más elementales y á la indolencia. Aun si son colocados en las
condiciones mejores para seguir un tratamiento, los jóvenes no srcriflcan
nunca sus placeres y continúan honrando h Venus. Algunos tienen su en-
fermedad como un título de gloria enfrente de sus camaradas. De ahí la
posible contaminación, fatal, de toda mujer que tenga relaciones sexuales
con estos individuos, al mismo tiempo que la posibilidad de la aparición en
ellos de complicaciones diversas.
b) Para otros jóvenes, tiene lugar lo contrario. Como la enfermedad es
secreta y considerada como vergonzosa, el que está atacado de ella hace todo
lo posible p')r disimular y se oculta para seguir su tratamiento. Se com-
prende muy bien que en estas condiciones las prescripciones módicas se si-
gan mal y muchas veces de un modo incompleto ; de lo que resulta, á pesar
de la mejor voluntad, la prolongación del estado contagioso de la enferme-
dad y por esta misma la exposición del paciente á las complicaciones. Por
poco que el enfermo sienta la excitación genésica y sufra el ímpetu natural
á su edad, se convierte en una fuente de nuevas infecciones.
c) h^ severidad de los padres de familia ó de los maestros en lo que con-
cierne á las enfermedades venéreas, engendra el miedo á la divulgación. El
VtnereoiogU social 2^5
primer cuidado del joven enfermo e8 ocultar su egtado el más largro tiempo
posible; se apresura en seguida á consultarlo con un camarada, que le da
consejos, las más de las veces estúpidos ; luego acude al farmacéutico, ^ue
hace poca cosa. En poco tiempo, el desgraciado pasa por una serie de titu-
beos que prolongan el período inicial de la enfermedad, y sólo se decide á
pedir un consejo serio después de una agravación más ó menos marcada
del mal.
En los tres casos que acabo de bosquejar, el enfermo es un foco peligroso,
no sólo para los de afuera de su casa^ sino también para su propia familia.
Hay ejemplos, aunque poco numerosos, de contaminación por el virus ble-
norrágico, los parásitos, y hasta del virus sifilítico, en los que rodean al en-
fermo que se oculta. La familia, inadvertida, no toma ninguna precaución
y se expone al contagio con los objetos de tocador, las caricias á un
niño, etc.
2.* Mejoras y reforman necesarias. — Es de notar que los informantes en
esta cuestión en el Congreso de Bruselas han estado unánimes en la insufl*
ciencia y defectos de la organización terapéutica actual contra las enfer-
medades venéreas, así como sobre los medios de remediarla (Fournier,
Blascko, Finger, Lañe, Jadassohn, etc.)
Resumiré sus conclusiones acompañándolas de mis notas personales.
A. Tratamiento ambulatorio.-^ Los dispensarios, consultorios, policlíni-
cas, etc., deben bastar en la gran mayoría de casos.
a) En las grandes ciudades se ha de multiplicar las instituciones de
este género, creándolas en número suficiente donde no existen, diseminarlas
en los barrios más comerciales y obreros, en una palabra, ponerlas al al-
cance de todos aquellos que han de aprovecharlas. Es necesario, en las
grandes ciudades, proporcionar el número de consultas á la población, é
instalarlas en todos los pueblos de alguna importancia. Por lo que se refiere
á los pueblos pequeños, bastaría encargar al médico residente (indemnizán-
dole algo) del cuidado de los veneros, que beneficiarían de una consulta
gratuita y de un vale que les permitiera ejecutar sus disposiciones sin gasto
alguno.
b) Es preciso tener abiertas las consultas en las horas que tengan libres
los obreros; en consecuencia, crear consultas vespertinas tres veces por se-
mana (Ernst, Lañe), y dedicar para esto una parte del domingo. De este
modo, la consulta será completamente gratuita y no costará al trabajador el
precio de su salario ó la pérdida de su empleo.
c) Para evitar la promiscuidad y guardar el pudor, sería conveniente
dedicar horas diferentes á los hombres y mujeres. En todo caso, es indis-
pensable separar ambos sexos en salas especiales. El médico ha de exami-
. nar, además, cada enfermo por separado, uno á uno (Fournier, Finger,
Blaschko, Jadassohn).
d) Se debe dar al enfermo consejos prácticos verbales y escritos en rela-
ción con los peligros, para él y los otros, de las enfermedades venéreas
(Lai\e. Fournier). Pudieran también imprimirse instrucciones generales y
distribuirlas á los interesados.
e) Por último, todo enfermo que se presente podrá, si lo pide, aprove-
char el tratamiento gratuito, medicamentos librados por el dispensario, sin
que la administración tenga que preocuparse ó no de su estado de indigen-
cia (Fournier, Blaschko, Finger, Lañe, Jadassohn. Voto unánime de la
Coniferencia).
Al personal del dispensario debe exigírsele :
a') Tratar al enfermo con caridad y cortesía, de modo que tome gusto á
las consultas ; dicho de otra manera : ha de tener para el pobre las mismas
consideraciones que para el cliente que se consulta á domicilio. No se olvi-
dará por esto que frecuentemente el pobre hace la reputación y la riqueza
del médico.
^V Hacer un examen minucioso de los enfermos y óonservar tarjetas
anónimas (que tenga cada una un número de orden reproducido en la dis-
posición), de modo que pueda seguir fácilmente la evolución de la enfer-
medad.
(f) Proveer cada consulta de un personal muy instruido y diestro, que
pueda dar conferencias para la instrucción de alumnos y enfermeros de am-
bos sexos.
, 276 Vetureologia social
¿7 Suministrar á cada institución de este género el material necesario
para el examen cientifico de las enfermedades venéreas y para su trata-
miento actual (tratamiento abortivo, etc.)
B. HospUalizacián. — Ya he dicho que, para ciertos informantes, el tra-
tamiento hospitalario es de la más alta importancia y que constiiuye, ade-
más, una de las mejores medidas de profilaxia (Lañe, Finger, Blaschko).
Para esto se debiera :
a) Crear hospitales, en relación con la población de cada ciudad (Lañe.
Finger, Blaschko, Jadassohn), para los enfermos atacados de enfermedades
cutáneas ó venéreas, al modo del hospital de San Luis. Serian hospitales
de derraato-veneralogía. Pero, establecimientos hospitalarios de este gé-
nero costarían muy caros. Por lo mismo pudiéramos contentarnos con dos
salas para los venéreos en cada hospital existente, de modo que se atendiera^
á la vez, sus susceptibilidades y el presupuesto de la asistencia pública.
£sto sería la creación de una nueva especialización comparable á la de los
partos, laringología, enfermedades urinarias, etc. Pero, á mi juicio, se po-
dría ampliar el cuadro de esta especialización y cuidar en estos estableci-
mientos, no sólo de las enfermedades venéreas, sino también de muchas de
sus complicaciones, tratadas ordinariamente en los hospitales generales .
b) Abrir hospitales de pago, del género déla casa Dubois, para recibir
los enfermos á precio reducido y proporcional á sus medios. Estos hospita-
les se destinarían para los empleados, labradores, gente en buena posi-
ción, etc , que componen, tal vez, el grueso de los veneros. Sería preciso
dotar á cada establecimiento de una buena instalación médica, hacerlo
agradable á los enfermos, y suprimir las- severidades disciplinarias y la»
medidas humillantes (Jadassohn).
c) Recibir á todo enfermo que reclame su hospitalización gratuita, sin
averiguar su condición social (Finger, Blaschko, Jadassohn, Lañe). En Ita-
lia hasta se libra al enfermo de sus gastos de viaje, para facilitarle asi su
entrada en un hospital especial (Santolíquido). Algunos miembros de la
Conferencia hasta preconizan la hospitalización forzada de todo venéreo,
juzgado por el médico ó una comisión médica como particularmente peli-
groso desde el punto de vista del contagio (Finger, Blaschko, Lange).
d) Retener á los enfermos, tanto como se pueda, durante el período con-
tagioso y no retroceder, en caso necesario, ante la segregación (Blaschko).
Se conseguirá esto fácilmente, haciendo agradable la estancia en el hospi-
tal, tratando á los enfermos caritativamente y respetando su incógnito.
e) Separar en el hospital las verdaderas prostitutas de las mujeres ex-
traviadas (Lañe), de modo que se evite la contaminación moral, y se procu-
re, no sólo ocuparlas utilizándolas de un modo apropiado , sino hasta
elevando su nivel moral (voto casi unánime de la Conferencia), De este
modo se pudiera ocupar á las enfermas según sus capacidades.
f) Si es preciso, obligar al enfermo que sale del hospital, á seguir un
tratamiento regular en la consulta, y en caso de recidiva de accidentes, con-
tagiosos ó no, facilitarle la entrada otra vez en el hospital (Blaschko,
Finger).
g) So pretexto de que una enferma hospitalizada no debe sufrir ningún
daño por los prejuicios que crean las enfermedades venéreas, se ha llegado
hasta á pedir que las Sociedades de socorro ó cajas de seguridad estén obli-
gadas á indemnizar á los enfermos tratados en el hospital especial, como si
se tratase de otra enfermedad cualquiera (Jadassohn, Blaschko, Finger).
Por interesantes que sean los venéreos, fuera una exageración usurpar en
su favor la libertad de otros. Las Sociedades y cajas de socorro establecen
sus Reglamentos tal como ellos lo entienden.
Queda el recurso á los honorables congresistas que acabo de nombrar,
de preconizar la fundación de compañías de seguros contra las enfermeda-
des venéreas.
Con esta cuestión de la hospitalización se relaciona la del reclutamiento
de enfermos. Para cierta categoría de ellos, para las mujeres inscritas, el
reclutamiento es muy sencillo : desde la enfermería de la prefectura se di-
rige la enferma al hospicio. Igualmente será fácil, para las casas de prcsti-
tución, aconsejar á sus pensionistas enfermas que se dejen hospitalizar ó
bien obligarlas á ello. Respecto á la prostitución oficial, pues, nada más
fácil.
V9nertoívgÍ€t iocimi 272
Pero, ¿cómo hemos de conducirnos con las prostitutas clandestinas, las
obreras contaminadas? Se las conducirá á la nospitalizáción haciendo las
condiciones agradables y atractivas, mostrando á estas desgraciadas que no
hay para ellas ningún nesgo desde el punto de vista de su libertad, hacién-
doles comprender que su permanencia momentánea en el hospital no trae
consigo ninguna mancha. Pues bien : notamos que en el sexo femenino,
opinión de todos, la prostitución clandestina constituye el gran peligro
desde el punto de vista de la diseminación de las enfermedades venéreas.
Es preciso, pues, á todo precio, atraer al hospital las mujeres no registradas,
y cuidarlas en él. Como lo haré ver muy pronto, una de las condiciones
principales de este internado voluntario es la abolición de la segregación.
Contra los hombres no existe ninguna medida policiaca. Sin tratamien-
to, los venéreos continuarán haciendo nuevas víctimas, y, si se decretase
cintra ellos la hospitalización forzada, empezarían por evitar, en lo que pu-
dieran, que se sospechase la naturaleza de su enfermedad, por el médico en
primer lugar. También nquí se ve que únicamente los métodos de dulzura
y libertad absoluta son capaces de facilitar la hospitalización.
Algunos miembros de la Conferencia, á continuación del informe de
Lañe, pidieron la creación de instituciones caritativas destinadas á recoger
los convalecientes, las prostitutas y las extraviadas no enfermas, para con-
tribuir á su levantamiento moral. A este efecto, en Inglaterra existe un
asilo anexo á Lock Hospital, é innumerables instituciones libres. En Amé-
rica se cuenta también con 284 establecimientos de la misma clase, que, en
un año, recibieron 19,550 jóvenes pervertidas.
Son, indudablemente, medidas excelentes y que merecen que se tomen
en gran consideración, pero dependen más bien de la caridad privada.
PARTE TERCERA
Gontamlnaoión por yia eztra-gonit^l
Fuera de las relaciones sexuales con una persona infectada, la transmi-
sión de las enfermedades venéreas puede resultar de un contacto cualquiera.
La sola presencia de un venéreo en una familia, una escuela, un taller,
constituye un peligro permanente para los que le rodean. Pero frecuente-
mente la contaminación exige contactos particulares, como los que resultan
del ejercicio de ciertas profesiones.
La infección puede tener lugar por inoculación (vacunación ihterhu-
mana), por contacto directo (nodrizas y niños de pecho), por el intermedio
de instrumentos de trabajo (vidrieros, peluqueros, etc.). En fin, los contac-
tos fortuitos (utensilios domésticos, objetos de tocador, etc.), amenazan á las
personas colocadas al lado de los venéreos (guardias, enfermeros, niñe-
ras, etc.), ó que tienen más probabilidades de tratar con ellos por sus re-
laciones continuas con el público (niños empleados en hoteles, restaúra-
nos, etc.)
Es necesario añadir que el peligro de contaminación crece con la densi-
dad de la aglomeración humana y la negligencia de las prescripciones
higiénicas.
1.' Lactancia. — Según Fournier, la sífilis extragenital no es más fre-
cuente que antes ; sólo que ahora es mejor conocida, de donde resulta el
aumento del número de casos publicados diariamente. Se puede añrmar,
me parece, que las pocas nociones de profilaxis que se han difundido entre
el público, juntas con la intervención médica, han hecho disminuir mucho
la sífilis extra-genital, y que los casos son hoy menos numerosos que antes.
Las nodrizas y niños de pecho están más vigiladas, ciertos instrumentos de
trabajo no sirven como en otros tiempos á varios individuos á la vez, la va-
cuna animal se coloca por delante de la vacuna humana, etc.... Sin embar-
go, hay mucho que hacer para llegar un día á la supresión completa de la
contaminación extra-genital.
Veamos, pues, como en la lactancia especialmente, los hechos de conta-
minación se presentan, y que remedios se les pueden oponer.
A. Nodrizas. — Pueden presentarse dos casos :
a) Una nodriza sifilítica da el pecho á un niño sifilítico.
Los informantes del Congreso de Bruselas parecen partidarios de este
modo de obrar (Roña, de Budapesth, Ramatozzi, Petrini), por lo menos para
'7^ Venereología social
la nodriza-madre. Pues bien: yo creo que es una mala práctica, porque la
madre sifilítica, por lo menos en el segundo período de la sífilis, no puede
gozar de una buena salud, y queda todavía por determinar si la doble into-
zic&ción de la madre y del niíío no es una causa de caducidad para este
último. Es preferible infinitamente más recurrir al biberón, cuyo uso, tal
como lo aconsejo, me parece suministrar resultados muy superiores á toda
alimentación por la nodriza en tales condiciones.
b) En otros casos, más numerosos, la nodriza enferma lacla un uiuo sano.
Aunque se admita, generalmente, que la leche de una nodriza sifilítica
no sea virulenta, y por consiguiente, no ofrece ningún peligro desde el
punto de vista de la contaminación, es cierto que, en la pi-áctica, tal no-
driza, sin ninguna manifestación sifilítica aparente, debe considerarse tan
peligrosa como si presentase señales evidentes. En efecto: la menor exco-
riación del pezón (y bien se sabe cuan frecuentes son en el curso de la
lactancia) basta para contaminar al niño. En la gran mayoría de casos, la
transmisión de la enfermedad se efectúa por las chapas mucosas, ^ot las fisu-
ras, las úlceras, ó por simples excori tetones del pezón y de la areola.
Y como lesiones que tienen la misma apariencia son frecuentes en las
nodrizas sanas, de aquí una confusión posible, titubeos, retrasos en el diágr
nóstico, que pueden dejar se produzca la siftlización del niño de pecho. In-
dudablemente, una mujer sifilítica puede ignorar la naturaleza y la infec-
ción de que está atacada y ponerse de buena fe á nodriza. Pero muchas
veces estas mujeres saben que han estado anteriormente enfermas, y esto es
un punto capital que debe utilizarse desde el punto de vista preventivo.
Nada más difícil que reconocer la naturaleza sifilítica de una afección,
en una nodriza que ha pasado el período secundario de la sífilis y que pre-
senta, por ejemplo, lesiones del pezón excoriantes ó reversivas.
La dificultad puede ser aún más grande : la de una nodriza sifilítica que
no ofrece ninguna manifestación aparente de la enfermedad, que se presenta
para ser tomada, 3^ solamente después de algún tiempo aparece en el pezón
una manifestación contagiosa. La contaminación del niño podrá, pues,
tener lugar antes de la intervención del médico. Si en tales casos no se
puede utilizar los conmemorativos, el error es posible, hasta excusable por
parte del médico y la sífilización del niño de pecho es fatal.
Por último, en ciertos casos excepcionales, la nodriza puede convertirse
en sifilítica posteriormente á su contrata y contaminar de este modo al niño.
Si el diagnóstico es entonces fácil, no impide que se haya podido prevenir
la contaminación del niño.
B. Niño de pecho. — Faltan estadísticas para establecer la frecuencia de
la sífilis hereditaria. Roña ha expuesto que de 11,340 niños recogidos en el
asilo de Budapest: r56 por 100 estaban atacados de sífilis congénita. Es
una cifra importante.
Para el niño de pecho, como para la nodriza, pueden ocurrir dos
casos :
!.• El niño de pecho nacido de padres sifilíticos, que tienen sifílides
aparentes (ó que aparecen en el curso de la lactancia), contamina á su
nodriza.
Si las sifílides son aparentes, el diagnóstico es de los más fáciles de hacer
y la protección de la nodriza está asegurada. Pero si las sifílides se mues-
tran tardíamente, la nodriza corre grandes riesgos. Aquí igualmente, sólo
los conmemorativos, suministrados por los padres sifilíticos, pueden asegu-
rar la profilaxis.
2.* El segundo caso se presenta con otra distinta gravedad : iiabiendo
el niño de pecho adquirido la sífilis de su nodriza, puede á su vez infectar á
los padres y á las personas de su intimidad con los besos y caricias que le
prodiguen. Hechos de esta clase han sido observados más de una vez.
Existe, por último, ejemplos en que la contaminación de la nodriza se
efectúa á consecuencia de una contrata convenida entre los padres del pe-
queño sifilítico y la nodriza sana, que acepta entonces á sabiendas la cria
del enfermito. La sociedad tiene el deber de protegerse contra las conse-
cuencias de semejante pacto.
C. Niñeras. — Aunque la transmisión sea menos fácil en este caso, pues
el contacto entre la niñera y el niño es menos íntimo que en la lactancia,
la contaminación puede, no obstante, tener lugar, sea de una niñera sifilí-
Venertologia soeiat 179
tica á un niño sano, sea de un niño hereditariamente siñlítico ó contaminado
por su nodriza á la niñera sana.
2.' Contactos pbofbsionalbs ó fortuitos.— A. Pro/ifi<íw»e#. — Trataré
rápidamente de la síñlis profesional, porque en nuestros dias es un hecho
excepcional casi despreciable ; los medios propios para combatirla se redu-
cen á un simple problema de higiene y limpieza.
a) Enfermeras, ^n/^rmfrotf. — Generalmente mediante una simple exco-
riación del dedo, estos profesionales pueden contraería sífilis dispensando
sus cuidados á las parturientas, ¿ las enfermas sifilíticas. Aquí el peligro
estriba en la ignorancia ó en la negligencia. Del mismo modo se ha visto
que las enfermeras han transmitido el virus de una sifilítica á mujeres
sanas con las cánulas, trapos, esponjas, etc...., que no habían sido previa-
mente desinfectados.
b) Fábricas. Aglomeraciones obreras. En ciertas industrias, las fábricas
de cristal, por ejemplo, un mismo instrumento, pasando deboca en boca, tal
como el soplete, puede contaminar á uno ó varios individuos después de
haber pasado por l^i boca de un sifilitico. Igualmente es de temer el conta-
gio en las manufacturas de tabaco, por el hecho de insalivar el papel. La
transmisión puede también efectuarse en las aglomeraciones obreras áfcausa
del deplorable hábito de emplear, para beber, un mismo vaso. Además de
las fábricas y talleres, Roña ha señalado en la Conferencia otros estableci-
mientos susceptibles de favorecer la propagación de las enfermedades vené-
reas y de la sífilis en particular: tales son las panaderías, tocinerías, carni-
cerías, pastelerías, hoteles, cafés, restauranes, salones de peluquerías, etc.
Reclama la vigilancia estricta de todo el personal, tanto masculino como
femenino.
En todas estas sífilis profesionales hay una exageración manifiesta y se
razona más teórica que prácticamente. Petrini llevó á cabo en Bucarest
una información que suministró la prueba de lo exagerado de est» idea.
En una manufactura de tabaco, de 1,500 obreros ile ambos sexos, sólo se
manifestaron 3 casos de sífilis extra-genital, y solamente un caso de 340
obreros de la fábrica de cerillas. No se lili encontrado ningún caso en las
demás fábricas, y, sin embargo, la sífilis es extremadamente frecuente en
Rumania.
La transmisión extra-genital puede ser considerada como una cantidad
de poca valía.
B. Vacunación. — Desde que se emplea para esta operación la vacuna
cultivada eú ternera, los casos de transmisión sifilítica han disminuido con-
siderablemente, y, en las ciudades en que existen institutos de vacunación,
han desaparecido. Aquí el remedio es sencillo : consiste en reemplazar la
vacuna inter humana con la vacuna animal.
No cito sino por curiosidad, segi'm Roña, la epidemia observada en la
villa de AlfOld; la vacuna tomada en el brazo de un hombre sifilítico trans-
mitió el virus venéreo á 216 vacunados.
Medidas profilácticas. —Las medidas profilácticas que se han de recomen-
dar contra la sífilis extra-genital, son, en general, tan sencillas como efica-
ces. Únicamente la sífilis transmitida mediante la lactancia podrá ofrecer
algunas dificultades, y aun éstas serán fácilmente resueltas.
1.* Por lo que respecta á la sífilis profesional, es urgente imponer á los
obreros que no se sirvan nunca de un instrumento cualquiera que pueda
contaminarlo, y usar sólo el de su propiedad. Si esto fuera imposible, un
pico de Bunsen servirá para la desinfección previa del instrumento
Se hará lo mismo con los vasos, v á este propósito no se criticará nunca
demasiado el vaso de las fuentes publicas.
Los peluqueros han comprendido ya la importancia de la desinfección y,
á la vista del cliente, con alguna ostentación, esterilizan sus navajas, tijeras
ó máquinas de pelar antes de usarlas.
Se puede también dar á los obreros, para el lavado de las manos, jabón
negro en pastilla, preparado con sublimado; una servilleta para cada uno
reemplazará el trapo en común.
No creo sea necesario someter á los criados de ambos sexos, de las tien-
das, restauranes, cafés, hoteles, etc., á una vigilancia médica (Roña). Los
casos de contaminación, por su intermedio, son raros, y los medios profi-
lácticos preconizados á propósito de la sífilis genital son suficientes del todo.
2^0 VtmertQtogia social
2.° La cuestión de la lactancia es uñ poco más compleja. La interven-
ctÓD médica, á la que han frecuentemente recurrido los padres que desean
una nodriza, ha dado ya, no obstante, felices resultados. La obligacién de
esta intervención es la que ser& preciso sancionar por disposiciones legales
para resolver enteramente 1^ cuestión.
Sin duda alfiruna, habría un medio que suprimiría radicalmente la trans-
misión de lasínlis por la lactancia, medio que sería ^ro^^ir ia lactancia
mercenaria. Bs cierto que, con este género de lactancia, el interés del niño
pobre es sacriñcado en provecho del niño rico, pues de ambos niños no es
siempre el rico el que será más útil á la sociedad. Si una ley semejante se
dictara, la madre sana alimentaría á un niño sano, y la madre siñlítica á
un niño sifilítico. Para el caso en que la lactancia fuera imposible (enfer-
medad, debilidad, etc.)» se recurriría á la lactancia artificial que, practicada
convenientemente, se acerca á la lactancia natural.
De un lado es cierto que tal medida atacaría á un comercio en que los
pobres se aprovechan pecuniariamente; pero el perjuicio causado se com-
pensaría por el provecho que la comunidad obtendría. De otro lado, se
puede ayudar á toda madre pobre deseosa de vender su leche. En Rovigo
(Ramazzoti), se dan subsidios á la madre que ha tenido un hijo ilegítimo ó
á cualquier persona que haya recogido un niño abandonado. Esta huma-
nitaria medida ha producido excelentes resultados : muchos niños ilegíti-
mos han sido reconocidos y se han efectuado algunos matrimonios. En
Budapest (Róna) hay un asilo para las madres indigentes, en el que se re-
cibieron 2,000 madres y 4,100 niños en 1£01. Por último, en Milán (Ramnz-
zotti), se construye actualmente un asilo semejante para recoger á hv madre
pobre que se presenta con su hijo. Por esto se ve que la solución del pro-
blema na sido, como siempre, parcialmente realizada aqui y allá, antes de
recibir una aplicación general.
Yed aquí ahora los medios que preconizan los informantes para suprimir
la sífilis con la lactancia (Ramazzoti, Rdna, Petrini). Fueron unáuimemente
aprobados por los miembros de la Conferencia. Se basan en el siguiente
principio ; considerar la transmiñón de la siñlis mediante la lactancia cómo
un delito de derecho común, punible por los tribunales. Jurídicamente este
principio existe ; pero exige ser completado en su enunciado y rigurosa-
mente generalizado en su aplicación. Estos medios son :
a) Someter todas las oficinas de colocación á una vigilancia médica
(Rdna); no tomar nunca una nodriza sino se hace en las oficinas autorizadas
(Petrini) y vigiladas, y solamente en virtud de presentación de un certifi-
cado del médico autorizado para ello.
b) Obligar á los médicos á denunciar la sífilis del niño de pecho ó de la
nodriza.
c) Hacer universal la ley Crispí. Esta ley obliga á la nodriza á cuidarse
en los hospitales célticos ó en su casa, si tiene medios (Ramazzoti), y la con-
fía á una vigilancia médica (Roña. Ramazzoti, Petrini).
d) Prohibir á una nodriza sifilítica que críe á niños no sifilíticos, y á
una nodriza sana crjar un sifilítico (Róna, Ramazzoti, Petrini), haya sido ó
no advertida de la infección del niño de pecho.
e) Prohibir á los padres sifilíticos tomen para su niño una nodriza sana,
que el niño tenga ó no manifestaciones visibles de la enfermedad, y que ta
nodriza sea ó no advertida. (Como se vé, estas dos prohibiciones se"comple •
tan,' y la nodriza es castigada, tanto como los padres, en caso de consenti-
miento mutuo).
f) Todo niño nacido de padres sifilíticos será criado por su madre ó arti-
ficialmente. (Petrini aconseja la cabra-nodriza; yo prefiero más el biberón
con la leche de vaca).
g) No se librará ningún certificado de nodriza sino después que la mu-
jer haya sido objeto de una vigilancia durante seis semanas, por lo menos,
como su niño (Petrini, Róna). Toda nodriza colocada será vigilada en su do-
micilio cada quince días por el médico del estado civil (Petrini).
h) Poner los asilos á disposición de las paridas, y especialmente de las
que deseen colocarse como nodrizas, de modo que se las sujete, igual que á
su niño, á una vigilancia de seis semanas (Róna).
i) Por último, crear asilos para niños asistidos ó recogidos en la vía pú-
blica (Ramazzotti). Se les alimentará artificialmente durante, un período
Vtntrtoiogia social m8í
de observación, para confiarlos en seg-uida á nodrizas, si no han presentado
ningún síntoma de sífilis. ,;
3.*^ Por lo que respecta á la vacunación, es suficiente obligar á los padres
á hacer vacunar sus niños con vacuna de ternera. En los países desprovis-
tos de institutos animales, se puede emplear la vacuna animal expedida en
tubos de cristal sellados, pues conserva de este modo sus propiedades, sea
cual fuere la duración del viije que haya de efectuar.
Los informantes y los miembros del Congreso han emitido el voto de que
se den conferencias para las comadronas ó enfermeras, á fin deque se les en-
señe los medios higiénicos propios para impedir la contaminación, y tam-
bién ejercitarlas en el examen de los órganos genitales de las parturientas
desde el punto de vista de la sífilis y de la blenorragia. Bsto fuera una exce-
lente medida capaz de preservar no sólo á las enfermeras, comadronas^ etc.),
sino también al niño (que adquiere con tanta frecuencia la oftalmía bleno-
rrágica durante la travesía dei conducto vaginal).
De un modo general, por otra parte, la contaminación extra-genital será
eficazmente combatida con la difusión tan amplia como se pueda entre el
público, de nociones precisas sobre las enfermedades venéreas, sus» conse-
cuencias, sus modos de transmisión. De un lado, las enfermas, conscientes
de su estado, se apresurarán á reclamar cuidados médicos y tomar las pre-
cauciones oportunas para no infectar á los que estén cerca de ellas. De otro
lado, éstas últimas, advertidas del peligro que corren, podrán velar por que
la contaminación no pueda producirse, en el taller ó en la familia, por con-
tacto directo, caricias, etc., ó por el intermedio de instrumentos, de utensi-
lios, de objetos.de limpieza, etc. .
Los médicos, los padres y madres de familia, los institutores, los jefes de
taller, etc., todos aquellos, en una palabra, que tienen ó su cargo algunos
individuos, están obligados á extender estas nociones profilácticas, disipar
los prejuicios contra los venéreos, ganar la confianza de los enfermos, hacer-
les aceptar el tratamiento, y velar, con el mayor tacto, por la protección de
los que le rodean.
CoNCLysiON^ •
Resumamos, al terminar, los principales puntos establecidos en este
trabajo.
Hemos visto que la prostitución, fuente principal de la infección vené-
rea, tenía especialm^nie por causas la miseria por parte de la mujer, y la
^demanda por la del hombre.
Ante todo, importa ocuparse en el tratamiento délos venéreos. En conse-
cuencia, multiplicar los dispensarios y hospitales especiales gratuitos, y
atraer á los enfermos por todos los medios , hacer agradables estos estable-
cimientos y ocuparse en los cuidados consecutivos á la salida de los enfer-
mos, etc. Todo lo demás es accesorio.
Ciertamente, fuera de desear que el régimen social que pesa tanto sobre
la mujer, se mejorase sensiblemente. Pero, uo se han de alimentar dema-
siado ilusiones respecto á esto. Por otra parte, es necesario tener en cuenta
la juventud ardiente, la vejez viciosa, los célibes forzados, los viudos, los
hombres casados imposibilitados de cumplir su deber conyugal, etc. La
prostitución continuará, pues, aumentando y derramará sus tristes frutos.
Contra ella, toda reglamentación se frustrará. Las únicas medidas eficaces
son las que se dirijan muy alto, asegurando la protección de menores con-
tra los seductores y las proxenetas.
En cuanto á las prostitutas y á sus clientes en cierta manera obligados,
lo importante sería armarlascontra los coitos sospechosos, dándoles nociones
claras, prácticas, sobre las manifestaciones exteriores de las enfermedades
venéreas, las precauciones higiénicas que se han de tomar, los cuidados
médicos que reclamar. Sería un gran paso si tales nociones se extendieran
ampliamente entre el público.
Si la prostitución es un mal social, casi incurable, ¿se puede, no obs-
tante, esperar restringirla, ejerciendo una acción moral sobre la juventud,
reaccionando contra la licencia de las calles, del libro, del teatro, etc., favo-
reciendo la difusión de conocimientos precisos sobre los peligros de todo
orden de la relajación ? Sin duda alguna, pero es preciso conservar aún el
sentimiento de las realidades y tomar la especie humana tal como es, con
m8m HeifiBta critica bibliográjica
SUS debilidades y suíí caprichos. ¿No hay algo de sencillez, inadvertida
páralos médicos/ en proclamar que silos hombres quisieran ser vírgenes
hasta su matrimonio y fieles á sus esposas, las enfermedades venéreas no
tardarían en desaparecer? Bsto es indudable y al alcance de la Palisse ;
pero, ¿dónde está la probabilidad de semejante cambio en las costumbres?
En la práctica, es preciso ser indulgentes para las relaciones, normales
después de todo, que nuestros colegiales, aprendices, pueden tener con el
otro sexo. Demasiada Severidad paracon €dlos,SÍn conseguir que guarden su
inmaculación pre-nupcial, sería arriesgada po;"que favorecería otros hechos
más vergonzosos (onanismo, pederastía), y tendría seguramente por efecto
impedirles, en caso de enfermedad venérea, reclamar los cuidados necesa-
rios, lo que sería desastroso, no sólo para ellos, sino para todos los de su al-
rededor.
En resumen : la situación es bastante grave y justifica las preocupacio-
nes de los médicos y sociólogos. Pero no se ha de ennegrecer expresa-
mente. AlfiTunos indicios son más bien consoladores para el porvenir. Así,
considerando las excitaciones á la relajación por exhibiciones, publicaciones
pornográficas, etc., se puede comprobar la influencia contraria ejercida por
los diversos sports , cuya afición se extiende progresivamente. Desarro-
llando el cuerpo, distraen al espíritu y sanean la imaginación.
Recordemos aún ^ue ciertas medidas legislativas ya en estudio (reduc-
ción del servicio militar, simplificación de las formalidades que se refieren
al matrimonio), tendrán por efecto favorecer la conclusión de un g-ran dú-
mero de uniones legítimas. Señalemos, por último, diversas instituciones
sociales en vía de realización (sindicatos, mutualidades, casas obreras, etc.),
que, indirectamente, protegiendo al obrero, le dan más confianza en el por-
venir, y lo animan para la fundación de una familia.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.)-
RBVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
POR
D. FÉLIX Antigüedad Díez
Obras Saoo(pidaa del Dr. Giné y Partagás, precedidas de un Prólogo
apologético del Dr. D. Rafael Rodríguez Méndez. — Barcelona, 19(.»3.
Algo más de un año hace que la Medicina Española perdió al doctor
Giné y Partagás, maestro de una generación de médicos por sus ense-
ñanzas, tanto en su cátedra de Clínica Quirúrgica como en las demás
2ue desempeñó, contribuyendo, á la vez, con sus diferentes escritos,
la instrucción de muchos que no tuvieron la suerte de oirle. Su
nombre y reputación no se limitaron á conocerle en Barcelona ; se ex-
tendieron más allá, siendo admirado de todos por su ilustración y la-
boriosidad ; de mí se decir que, discípulo de uno que lo fué suyo, el
Dr. D. Nicolás Montells, Catedrático en la Facultad de Medicina de Za-
ragoza, también fallecido, siempre estudié con interés las obras que
entonces empezó á publicar el Dr. Giné, que tanto nos recomendaba
aquel profesor y mas cuando nos explicaba las diferentes formas de la
artritis por medio de cuadros sinópticos, como igualmente cuando lo
hacía de los diagnósticos diferenciales de varias enfermedades, entre
las cuales figuraban el lupus y el cáncer ulcerado. Hago este recuerdo
porque andando el tiempo tuve que hacer la crítica de un discurso que
mi profesor leyó ante una corporación científica, y porque hoy, sin
méritos para ello, me corresponde hacerlo de las Obras escogidas del
que fué maestro de mi maestro. Esta circunstancia, debida sin duda
alguna á las muchas distinciones que conmigo tiene el Director de
esta Revista, es lo que me obliga a examinar las obras que este volu-
men contiene, y que su buen hijo ha tenido el acuerdo de reunir para
que todos las admiremos nuevamente y nos sirvan de provechosa en-
RéMitta crUicu bibliográjica ^9$
señanza. ¡ Ojalá que todos lo» que tenemos hijos, y aomos aficionados á
escribir para la ciencia médica, Ueg-uen á honrar nuestro nombre en la
forma que hoy lo hace este ! Es la mejor ofrenda ,que puede dedicarse
k la memoria de un hombre que tanto trabajó para bien de la sociedad
y de la ciencia.
El Dr. Giné y PartagAs, como nos hace ver en el Prólogo apologético
su compañero el Dr. D. Rafael Rodríguez Méndez, fué siempre un hom-
bre trabajador y aplicado : jamás estuvo ocioso ; lo mismo de estudiante
y en los primeros años de su profesión ejerciendo en pueblo, que hasta
última hora desempeñando su cátedra, no tuvo descanso ; es difícil que
nadie haya hecho ni escrito más ; fué un hombre enciclopédico, lo
mismo en Medicina que en todos los ramos del saber, y supo (cosa di-
fícil en estos tiempos, en los cuales muchos no saben sacar partido de
su trabajo), ser práctico, hacer pagar sus servicios profesionales y es-
tudios (sin mercantilismos, ni con apoyos de nadie), porque sin inmo-
destia sabía lo que valía. Así no es de extrañar que su carácter fuera
independiente y batallador ; intransigente con el error y lo rutinario,
fué un polemista terrible, que jamás transigía por nada, ni por nadie ;
su nombre y posición lo debía al estudio constante, y hombres así se
elevan solos sobre los damas. Sigan su ejemplo los que tengan apti-
tudes para hacerlo, que bien se necesita hoy que la sociedad premia
pocas veces al verdadero mérito y sólo al que trata de imponerse.
Es difícil hacer una reseña bioliográfica de todo lo que escribió el
Dr. Giné y Partagás ; sería útil que pudiéramos tener sus admiradores
un i^ice detallado de los trabajos que publicó, para consultarlos con
provecho ; limitado á ocuparme de sus Obras escogidas, y reunidas en
un volumen de más de 800 páginas, no hace falta encarecer que son
de lo mejor que escribió.
Lo primero que se encuentra es el Discwso leído en la Universidad
Central, en el acto de recibir la investidura de Doctor en Medicina, el
año 1862, á los 26 años de edad, cuando ya había ejercido algo la pro-
fesión, no como sucede ahora que muchos lo hacen prematuramente,
ocupándose de un tema importantísimo, bajo todos los aspectos, que ti-
tuló ¿Bxisten en la aclualidad representaciones germinas de fas razas y tipos
primitivos f, en cuyo desarrollo se echa de ver como creía y pensaba el
modesto médico rural, que andando el tiempo, por sus convicciones y
aplicación, llegó á ser la admiración, de sus contemporáneos ; la sínte-
sis de su discurso fué defender y proclamar la unidad de la espefie
humana, y ser ésta de origen divino, deduciendo, en sentido afirmativo,
que en la actualidad existen representaciones genuínas de las razas y
tipos primitivos. Los que después han censurado sus trabajos de con-
trarios á las enseñanzas bíblicas, no le han leído bien. Vean como se
expresaba al hacer el resumen de su discurso : « ¡ Cuan dulce y conso-
lador es contemplar la inmensidad de Dios al través de la magnificen-
cia de sus obras ! ».
— Sigue el discurso que leyó ante la « Sociedad de Amigos de la Ins-
trucción », en el acto de su ingreso, titulado : De la educación higiénico-
moral de la mujer, y en él se ve al hombre pensador, que con su pene-
trante juicio expone como debe dársela, para que cumpla los deberes
que su misión en el mundo exige, cual es bqt fuerte, para que sea bue-
na madre, cultiYando con acierto su afeccionividad.
— Las simpatías y sinergias orgánicas constituyen un estudio fisioló-
gico importante de crítica, en la cual hace ver la vaguedad de dichos
convencionales conceptos, que quieren explicar ciertos fenómenos sin
lograrlo, y que sólo estudiando bien la distribución del sistema ner-
vioso, pueden comprenderse.
— Sus estudios histórico-MográJicos soh^e los anatómicos más célebres^
s84 Repista critica bibliográjica
que florecieron e^i la fy>oca del renacimienlo de las letras^ forman un capí-
tulo importante de nuestra ciencia, en donde el Dr. Giné demuestra su
erudición y expone lo que entonces era la ciencia anatómica.
— Acerca de El ácido fénico en Medicina, es un trabajo monográfico
en donde, después de estudiar sus propiedades, expone sus aplicacio-
nes en los embalsamamientos humanos y de las ventajas que su em-
pleo tiene sobre los demás.
— Su Memoria leída en la Academia de Medicina, el año 1865, y pu-
blicada á instancia de los estudiantes, á los cuales quería como hijos
propios, se refiere á la Necesidad lóffica de ampliar los conocimientos
anatómicos, para que la ciencia progrese y salga de su estudio rutina-
rio ; propone una reforma ventajosa que la coloque á la altura que se
merece por medio de procedimientos analíticos que la Química sólo
puede demostrar.
— Reseña histórica de la fundación del Instituto Médico de Barcelona
es otro trabajo contenido en este volumen, en el cual describe como
nació aquella corporación y lo que fué, y en la cual profesores y alum-
nos, toaos socioSj tenían los mismos deberes y derechos ; en ella se vé
la poderosa iniciativa del Dr. Giné, su actividad y su entusiasmo cien-
tífico.
•^Con motivo de prepararle para hacer oposición á cátedras de Ana-
tomía, escribió una Tesis, titulada : Exposición de los caracteres anata-
micos de los tejidos epidérmicos, asunto poco ameno y de difícil confec-
ción, haciendo un estudio detallado de los mismos, demostrando sus
grandes conocimientos y aptitudes para la enseftanza, mereciendo sus
ejercicios que le otorgaran nna cátedra.
— Frenopatía. — Estudios teórico-prácticos : es uno de los primeros
trabajos que publicó en Nueva Belén, acerca de la forma como deben
tratarse las enfermedades mentales ó de los locos, continuados después
con los Principios fundamentales del diagnóstico frenopótico, especiali-
dad á la que consagró todas sus aptitudes, y en la cual más tarde brilló
como ninguno ; fueron los cimientos de obras más meditadas é impor-
tantes, que después escribió y que serán siempre leídas con interés,
por las enseñanzas que suministran.
— I7idice higiénicoy moral é intelectual de un.pueblo es el tema de un
discurso que leyó en la sesión inaugural del Ateneo libre de Cataluña,
el año 1878, en'el cual estudia cuanto se relaciona con este asunto,
analizando los defectos que se advierten y las reformas qué se precisan
adoptar, para que la salud pública sea lo que debe ser : más sana, más
buena y más ilustrada.
— Otro Discurso, leído en la misma Sociedad, se titula : Armonios en-
tre la Higiene y la Libertad, tar; notable como el anterior, demostrando
de un modo completo que ambas son enemigas de la tiranía y de la
esclavitud ; hace un estudio histórico de la lucha que en todos los
tiempos ha existido entre la una y la otra, para deducir que siendo
sanos del cuerpo y de la mente es como puede conseguirse la unión
entre ellas.
— El año de 1878, le correspondió al Dr. Giné leer el Discurso inaugu-
ral en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona, y eligió por
tema para su trabajo, el siguiente : Ensayo teórico-práctico sobre homo-
logía y hettrologia frenopática^, ó sean semejanzas y diferencias entre
los procesos de la razófi y de la sin razón, y su contenido causó la admi-
ración de cuantos le oyeron y después" le leyeron. En este erudito
discurso demostró, de una manera magistral, la analogía que se ad-
vierte entre los estados higiofrénicos y patofrénicos, al igual que en el
orden somático se ve clara la identidad de los procesos hígidos y mor-
bosos ; hace oportunas cnsideraciones filosóficas acerca de las propie-
Formulario y tratamieníos modernot 285
dades sensitivas, intelectuales y volitivas del cerebro y del alma, sin
declararse partidario de ninguna escuela de las que se disputan el
triunfo, cual son la somática y la psicológica, defendiendo y creando
la positivista, diciendo que quien piensa, siente y quiere es el hombre.
No es posible en pocas lineas exponer cuanto de notable contiene este
discurso ; sólo leyéndole es como se pueden apreciar las bellezas aue
encierra ; su autor causó una revolución entonces en los estudios ire-
nopáticos con su publicación,
— Estudios clhiícos sobre la sección por la ligadura elástica es un tra-
bajo en defensa de éste tratamiento operatorio, digno de ser leído ;
rechazado por cirujanos de nombradla, el Dr. Giné le ensalza con en-
tusiasmo, y la mejor prueba de su utilidad y ventaja son las observa-
ciones de enfermos que curaron con su empleo.
— El Manicomio. Consideraciones sobre síi historia y porvenir, es
una exposición de lo que son y han sido en España, y lo que deben ser
para que en ellos encuentren alivio y curación los que pierdan la
razón.
— Aforística frenopdtica constituye un compendio de todo cuanto se
necesita saber acerca de esta ciencia", expuesto con una concisión tan
clara y terminante, que avalora más su mérito, pues siempre los asun-
tos tratados en pocas palabras dicen más que los hechos con extensión.
— El estudio de la Frenopato/obia, 'poco conocida hasta que el doctor
Giné la dio á saber, merece ser leído con interés, porque nos puede
facilitar preveer lo que con el tiempo le sucederá al desgraciado que
empiece á temer transtornos en su razón, y evitará sorpresas que, es-
tando preparadas, pueden remediarse.
—Él sueño de los locos es un trabajo fisiológico y de observación de-
tenida que indica las diferencias que se advierten en ellos, que sirven
para conocer la clase de perturbación mental que padecen unos ú
otros.
— Semeiótica simbólica cutánea constituye un estudio por el cual se
puede venir en conocimiento de la enfermedad que padece un sujeto,
sin examinarle con detenimiento ; es un medio para que el ojo clínico
diagnostique, á simple vista, de mucha importancia en la práctica, y
que bien observado ha creado reputaciones favorables.
— Contra la reacción y la ignorancia fué un /)íící^r50 pronunciado en
la sesión inaugural del Ateneo de internos de la Facultad de Medicina
de Barcelona, el ano 1881 ; no se cansa uno de leerle, por lo valiente y
hermoso que es : sanos consejos á la juventud escolar, dados con el
cariño que el Dr. Giné sentía por ella, son el fruto sintético de su ex-
periencia y de los deseng-años observados.
No los olvidemos, porque su recuerdo es verdadero. .
(Se concluirá).
FORMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRM08
LXXI. — Ooquelnohe: tratamientos modernos
Amat comienza diciendo que hoy por hoy no tiene la coqueluche trata-
miento específico. Para ello sería preciso conocer el microbio productor.
Ni el bastoncillo, bacillus tussis convulsivae, que creyó haber encontrado
Afanasiew y con cuyos cultivos producía, por inyección traqueal, en los
perros la muerte después de haber presentado síntomas de bronco-pneumo-
nia y de fiebre ; ni el pequeñísimo diplococo aerobio, citado por Ritter y que
causaba en los perros una. tos semejante á la ferina, ni el microbio que
creyó haber descubierto Leuriaux, base del suero de su nombre, han dado
fraudes resultados. El último, el que parecía más valedero, es hoy objeto
e grandes dudas, como veremos. En suma, hoy como antes, la modifica-
286 Formulario y iratamienios modernos
ción se dirige contra el elemento catarral, el espasmódico y los principales
síntomas.
Detallemos un poco.
Suero Leuriaux. — Halló este autor un bacilo corto, ovoideo, cultivable;
inyectado á los conejos (venas), determina frecuencia respiratoria y luego
parálisis de los miembros posteriores, después de los anteriores y de los
músculos torácicos, respiración irregular y al fin una brusca convulsión tó-
nica que acaba con el animal. Siguiendo el procedimiento de Roux, inmu-
nizó caballos con caldo de cultivo de este microbio, y á los tres ó cuatro me-
ses utilizó el suero.
Según Leuriaux, si se inyecta el suero al principio de la enfermedad, la
tos espasmódica, el grito, los vómitos, son más raros y menos intensos, y á
los pocos días cesan por completo. Si el caso es grave y complicado y data
de 12, 15 y más días, los efectos son los mismos, si bien la curación es más
lenta.
La dosis es de 5 cm.' para los niños de pocos meses hasta cerca de dos
años y de 10 á los de dos años. Se puede hacer una segunda inyección y
aun una tercera si la mejoría es lenta. En los 66 casos sólo observó 5 re-
beldes. Varios otros médicos, especialmente los de los hospitales de Bru-
selas, confirmaron estos éxitos. Desgraciadamente fué negativo el resul-
tado en manos de otros, Variot y Roques, por ejemplo.
Suero antidiftérico. — Dotti y Cerioli logran mejora en los síntomas y
complicaciones, por modo análogo á lo que ocurre con otros padecimientos
infectivos, como el ozena. Las pruebas posteriores han sido menos satis-
factorias. Algunos, sin embargo, siguen ñeles .-Kornajewski lo emplea dos
ó tres días en una semana, y dice alcanza la curación en un lapso de quince
días como máximum.
Vacuna Jenneriana. — Hace unos trece años un caso fortuito hizo se em-
pleara. Cachazo hubo de vacunar un niño coquelucboso, y notó un gran
alivio en la tos ferina. Después la ba inoculado en varios niños, inclusos
casos gravísimos. Pestalozza, Celli, Bolognini, insistieron en su valor prc-
ñláctico y curativo. Hay, en cambio, abundantes observaciones negativas.
De todos modos 'debe vacunarse á Jos niños con coqueluche, valga lo que
valiere, pues esta no es una contraindicación.
Guayacol, gomenoL — Chatebourg, en vista de los resultados obtenidos
en la tuberculosis, hizo inj'^ecciones de guayacol, notando alivio desde la
tercera. Inyectaba 2'50 cm.' de una vez en una solución al décimo de aceite
esterilizado, llegando hastji diez y más inyecciones.
KXgomenoly terpinol procedente de la Malaletica viridiflora, ha sido usado
Sor Leroux, Pasteur y Tozzi, con buen éxito, en inyecciones de 5 á 10 era.*
e una solución al 5 por 100. Se las debe continuar cinco ó seis días des-
pués de los últimos accesos. El alivio se nota desde la tercera ó cuarta.
También es útil en los casos de bronquitis con tos violentísima.
Ozono. — Delhern lo emplea, haciendo inhalaciones de diez minutos, tres
al día por término medio ; más, si es violenta. El tratamiento dura quince
días. Oudiu y Donner, Bordier, y sobre todo Deltorm, han comprobado >a
eficacia del ozono durante el periodo de los accesos; no así en el principio
ni en el fin (período catarral). Atenúa el ataque y los fenómenos congesti-
vos. Es inútil cuando hay bronco-pneumouia.
Tiene sobre otros agentes la ventaja de no ser tóxico.
Acido fénico. — La evaporación del agua fenicada en la habitación del
enfermo reduce la intensidad y duración de los ataques. Es deprimente y
determina con frecuencia epistaxis, que revelan una intoxicación incipiente.
No es muy recomendable.
Baumel, recientemente, dice haber logrado buen éxito con pulverizacio-
nes fenicadas al 25 por 100, hechas á un metro ó metro y medio de la cabeza
del enfermo, dos ó tres veces al día y á dosis variable, según la edad.
Oxigeno. — Cómo el ácido fénico puede intoxicar á los niños aun en dosis
muy pequeñas, Baroux utiliza las inhalaciones de agua oxigenada en frío.
Vierte, cada cuatro horas, 80 gramos de este agua á 12 volúmenes en dos
pedazos de lienzo blanco usado de un metro cuadrado, plegados varias veces
y suspensos de una cuerda cerca del enfermo. Mengua la frecuencia é in-
lensidad de los accesos y acorta la enfermedad.
Oxigeno y vapores medicamentosos. — Un globo con oxígeno, unido me-
Formulario y tratamientoi modernos 287
díante un tubo de caucho con un saturador de piedra pómez, y otro tubo
que tern^ina en un embudito de hueso qué pone el oxígeno cargado de ya*
pores medicamentosos en la boca del niño, son las partes de que consta el
aparato. Se vierte sobre la piedra pómez, á grtas, una solución de bromo-
formo en agua de laurel cerezo, removiendo los fragmentos de aquélla con
una varita de cristal ; se coloca la piedra en el saturador por capas, expol-
vorean^o cada una de éstas con pedacitos de bromuro de alcanfor. De ordi-
nario se pone 10 gramos de cada uno de los dos medicamentos. Cargado
el aparato, se pone el embudo entre los dientes del niño y se comprime el
globo de O, cuyo gas arrastra los compuestos de bromo.
Las inhalaciones se hacen cuatro veces al día, y en cada una se consume
doce litros de oxígeno. El saturador se carga cada cuatro ó cinco días.
En dos ó tres días se nota gran alivio, y en veinte ó treinta cesan los- fe-
nómenos espasmódicos.
Esencias. — En una reciente epidemia ocurrida en Blida, Toumier ha
prescrito inhalaciones con excelentes resultado de esta mezcla :
Glicerina 10 gramos.
Creosota 5 »
Esencia de trementina 4 »
» de eucalipto , . 3 »
» de clavel . . . 1 »
Se vierte algunas gotas en una máscara como la de cloroformizar y se
acerca á la cara del enfermito. Mengua la coqueluche y se evita en las
vías respiratorias el cultivo de micro-organismós.
/'orwo^. — Lamollerée propone las inhalaciones. Evapora en una lám-
para de alcohol una pastilla de paraformaldehido, dentro de la habitación.
Este tratamiento, todavía en litigio, tiene los inconvenientes de que es
preciso comenzarlo á los ocho ó diez días, lo más, del principio de la coque-
luche, encerrar al niño con una temperatura constante de 18° á 20* y, ade-
más, irritar la pituitaria y conjuntiva.
loduro de etilo. — Este medicamento, tan recomendado en las enfermeda-
des espasmódicas, principalmente en el asma, ha sido propuesto por Bardet.
Se rompe el tubo y se aspira. Parece recomendable.
Piridina y bromuros, — Dados los buenos efectos de la piridina en el asma
neuro-pulmonar, Mya la empleó en la coqueluche como antiespasmódico y
antiséptico. Vierte, dos veces al día, 4 ó 5 gramos de piridina en una cáp-
sula que pone al pié de la cama.
Prescribe á la par uüa mezcla de bromuro potásico, estróncico y amóni-
co, á la dosis de I á 3 gramos para los menores de 3 años y á la de 4 para los
mayores. Esta mezcla, que es bien tolerada, mengua la excitabilidad re-
fleja y ayuda mucho la acción sedante de la piridina.
Mya está muy satisfecho del resultado : curación sin complicaciones.
Sublimado corrosivo — Usado primero por Raubitscheck, luego por Rosco
y en 1895 por Hochstetten. fué abandonado más tarde. Calobro lo resucita
ahora : toca, según la gravedad, una, dos ó tres veces la garganta con una
sofución al 1 por 2,000. Dice haber curado 56 enfermos en un lapso de 10 á
30 días.
Dionina. — Gottschalk ha logrado con ella menguar la intensidad, pero
no la duración de la coqueluche, en 52 casos. A los niños de un año da
medio miligramo cada tres horas ; uno, á los de 2 ; dos, á los de 3 y 4 ; cinco,
á los de 5 á 8. La administración de este medicamento debe ser muy
vigilada.
Si bien no es un específico, es útil siempre como narcótico cómodo, cuya
acción no es temible y que se presta á ser ingerido.
Aristoquina, — ^t\xrhQvg la ha dado, en 18 casos, á la dosis de 10 á 15 cen-
tigramos tres veces al día á niños menores de uii año, y á la de 30, también
tres veces, á los mayores. Los niños la toman bien en agua, pues es insí-
pida, no produce vómitos ni causa disturbios. Todavía no ha sido formu-
lado el juicio definitivo.
Baños de aire comprimido. — Rocazy Delmas los recomiendan con empeño,
pero desgraciadamente no están al alcance de todos.
Propulsión de la mandíbula. — He tratado de este procedimiento en la pá-
gina 225 de este mismo tomo.
288 Formulario y Iratamienios modtrnos
Compresión del abdomen y del tórax. ■— Ha muy poco fué aconsejada por
Kilmer. Se vale de un vendaje de cuerpo al que añade uua fajaelástica
destinada al vientre. Asegura que quita los vómitos y que reduce la fre-
cuencia é intensidad de los accesos.
—No hay para qué mencionar los numerosos medicamentos que todos
conocemos.
Desde el punto de vista práctico hay que dividir los niños en dos grupos:
I.'*, los que toman medicamentos, y en ellos puede ensayarse toda la escala
terapéutica; 2.°, los que los rehusan, en los cuales, si no queremos provocar
nuevos accesos por la violencia, nos hemos de limitar á las inhalaciones y
pulverizaciones. Por excepción el formol, con más frecuencia el ácido fé-
nico y habitualmente las esencias, el oxígeno y sobre todo el iodurode etilo,
deben ser usados en la coqueluche para atenuar la violencia de los ataques,
reducir su número y poner término á la enfermedad (1).
LXXII. — Triberano: nuevo lazante
Se compone de :
Azúcar en polvo 'ÍO gramos.
Raíz de regaliz en polvo 20 »
Hojas de sen lavadas con alcohol 20 »
Azufre precipitado 10 »
Vainilliua 0*20 »
Se mezcla íntimamente, sé porfiriza y tamiza.
Una cucharadita en agua ó en sellos produce uua ó dos evacuaciones bi-
liosas y sin cólico. Debe tomarse de noche (2).
LXXnr. — Trigémina: aooij&n analgéeioa
La trigémiua, producto reciente, se obtiene tratando el piramidón con el
hidrato de butilcloral. Se presenta en formas de largas agujas blancas, de
olor aromático especial, sabor dulzaino y fusibles á 85". Su acción es aná-
loga á la de sus componentes, pero con algunas ventajas.
El piramidón (dimetil-amido-fenil-dimetil-pirazolono) tiene una acción
analgésica más duradera y más intensa que la antipirina.
El hidrato de butilcloral, mal llamado croton-cloral, tiene acción electiva
sobre el trigémino : á pequeñas dosis, 15 á 20 centigramos, calma la sensi-
bilidad de la piel del cráneo y de la cara, quedando aún sensibles las demás
partes.
La trigémina es analgésica y sedante, pero no hipnótica, especíñca en
los dolores de los nervios craneales y su acción tres ó cuatro veces superior á
la del butilcloral. Sobre éste tiene las ventajas de su sabor, de ser soluble,
de no irritar la mucosa gastro-entérica y de no influir, á dosis terapéuticas,
sobre el corazón, propiedad muy importante, pues permite su empleo en los
casos de astenia cardíaca.
Overlach la reputa excelente en las varias especies de cefalalgia, sobre
todo en las consecutivas á lesiones, trastornos psíquicos, grippe y alcoholis-
mo; en la hemicránea típica y periódica (algunas veces es más útil que la
migranina y viceversa); en la neuralgia occipital y en la del 5.** par, en las
cuales es casi especifica; en las odontalgias, puípitis y neuritis ascendente,
debidas á caries dentarias, etc. '
Se usa en solución ó en sellos á la dosis media, para los adultos, de 0'60
á 0*15 gramos, en una ó dos veces; pero se puede llegar hasta 1*20 sin incon-
veniente alguno (3).
LXXIV. — Antiool: astrinffente y desinfectante intestinal
Es un ácido tánico especial, extraído de una planta poco usada en Medi-
cina, que tiene en sus efectos notables diferencias con el tanino ordinario,
el de la nuez de agallas.
El ácido tánico paraliza las bacterias y neutraliza las toxinas, probable-
mente por formar con ellas, como con los alcaloides vegetales, compuestos
insolubles (Cantani); además, es el antiséptico que más disminuye el nú-
(1) Bull. gen. de Thérnp.
('D La Farmacia €spañ-»ta.
{Z¡ Giorn. int. Scien. med.
Formuiario y tratamientos modernos aSg
mero de las bacterias intestinales ( paezkiewez ). Pues bien : el anticol
tiene estas mismas acciones, pero más potentes, contribuyendo á ello, sin
duda, el opio, que entra en su composición; por este motivo no debe ser
dado á los niños.
Se prescribe para los adultos en pildoras : dos cuatro horas después de la
última comida, que pueden ser repetidas durante tres días consecutivos, si
no bastan las primeras. En las mujeres y personas débiles no debe prescri-
birse más que una la vez primera, y si son necesarias otras dosis se regulan
según la tolerancia y los efectos (1).
LXXV. — Tenia: tratamiento oon el eetafto
Hace años lo empleó Dommes. Recientemente Dotchewsky, que me-
diante la corriente galvánica lo prepara en polvo fino, lo ha.usado, siendo el
efecto seguro, breve, completo y sin más molestias que unos cólicos ligeros.
Todas estas son ventajas si se le compara con los demás tenífugos.
Durante dos días toma el enfermo purgantes salinos y es sometido á un
régimen sobrio ; al tercer día toma por la mañana, en ayunas, con interva-
los de quince minutos, un sello, hasta cinco, cada uno de los cuales con-
tiene de 0*60 á I gramo de estaño. A las dos horas del último sello, un pur-
gante cualquiera, preferentemente el aceite de ricino (2).
LXXVI. — Qnelidonlna : eu empleo en lae Terrasrae» epitelioma
y oánoeree, Aloera sr^etrioa, eto.; aooión analsrétioa
A.lcaloide déla celidonia mayor (Ckelidonium major), más abundante en
la raiz. Se presenta cristalizado en tabloides incoloros ó eñ agujas prismá-
ticas; es soluble en el agua, alcohol y éter ; se combina con los ácidos, for-
mando sales casi todas cristalinas. El sulfato y el fosfato son sales cristali-
nas blancas, muy solubles; el tanato, polvo blanco-amarillento, es poco
soluble en el agua y soluble en el alcohol; e\ nitrato y poco soluble, forma
grandes cristales; el clorhidrato, en agujas pequeñas y frías, solóse di-
suelve en 300 partes de agua á 20°.
Es hipnótico y calmante, si bien menos que los otros alcaloides de la
planta, como también es menos tóxico que ellos. No causa mareo, ni estre-
ñimiento, ni los demás accidentes de los narcóticos:
Contra las verrugas se emplea hace mucho tiempo por el vulgo.
Se le considera como un específico en el cáncer gástrico y hasta en el pe-
ríodo caquéctico de las neoplasias malignas (Seded,Ribbing, Rümph,Denis-
senko, Robinson y Kraisky). Denissenko lo usó en embrocaciones contra el
epitelioma y logró la regresión superficial; entonces administró al interior
el extracto de la planta en solución acuosa, á la dosis de 1'50 á 5 gramos dia-
rios, á la par que inyectaba alrededor del tumor una mezcla á partes igua-
les de quelidonina, glícerina y agua, y si estaba ulcerado lo cubría con una
solución del alcaloide en glicerina.
Desde los primeros días notó mengua y desaparición del tinte caquéc-
tico, reducción y extinción del tumor que parece como fundirse, saliendo
pus por. las picaduras de las inyecciones convertidas en trayectos fistulosos,
y á los Í5 ó 25 días se elimina toda la neoplasia necrosada, como se elimina
un secuestro ó una escara empujados por las defensas orgánicas.
En 8 enfermos ha conseguido tres curaciones y cinco alivios evidentes
que continuaban al dar cuenta de los resultados en la «Sociedad de Tera-
péutica».
Como analgésico, hipnótico y específico lo recomienda en la úlcera y en
el cáncer gástricos.
Prescribe un centigramo repartido en granulos de dos miligramos al día,
y va aumentando según los efectos. Las inyecciones hipodérmicas y las lo-
cales al 1 por 1,000 (2).
LXXVII. — Heridae: tratamiento oon el bálsamo TolA
Van Stockan, de Rotterdam, impregna de este bálsamo las heridas com-
plicadas con fracturas. Las heridas no deben ser lavadas y el bálsamo ha de
ser previamente esterilizado (3).
(1) GüK' sicil. di Medicina e Chirurgia,
(2) El Jurado médico-farmacéutico.
(3) Gai(, hebd, des Se. Méd. de Bordeaux.
¡üfo
Pubiicaciones recibidas
í^^v ^
í ■
1^
LXXVilI. — Vimela; tratamUnto oon la Taoiina
Kietchetow aconseja, desde que se inician los síntomas de viruela, hacer
vacunaciones repetidas y muy intensivas. De este modo se logra atenuar
por modo notable la erupción variolosa (1).
LXXIX. — Acné de la cara: tratamiento
Gaucher dice que el único tratamiento es el azufre, pero no el sublimado
ó flor de azufre, que irrita, sino el precipitado, el antiguo magisterio de
-azufre; aquél es amarillo y éste blanquecino.
Comienza por perforar todos los botones con un escarificador á medida
que van apareciendo y hace salir la materia grasa: si sólo sale el pus no se
cura. Hace lavar luego, mafiaua y noche, con agua todo lo caliente que
sea soportable, con lo cual se descongestiona la piel y se disuelven las gra-
sas. Por la noche, después del lavado, embadurna toda la cara, y en ella
queda, hasta el día siguiente, con:
Azufre precipitado puro y tamizado . . , . 6 gramos.
Talco pulverizado y tamizado 2 »
Glicerina oficinal pura 60 »
Agua de rosas 120 »
Tintura de benjuí 10 »
» de quillaya ► . . 10 »
Si se quiere aumentar la consistencia de esta mezcla se pone mayoría can-
tidad de talco. Con las tinturas se hace mejor la mezcla y además se sapo-
nifica las grasas. La preparación se hace en el mortero para que la masa
resulte homogénea.
A la mañana, lavado con agua muy caliente, y para calmar la irritación
un polvo inerte cualquiera, sobre todo los minerales, por ejemplo, carbonato
de magnesia.
Se ha de cuidar del tubo digestivo y proscribir los alimentos fermentados
ó fácilmente fermentescibles y las carnes (2).
LXXX. — Aoné ▼arieliferme : tratamiento
En este caso, mal llamado mollmcum contagiosum (Bateman), el mal re-
side en las glándulas sebáceas, y se presenta á modo de un tubérculo redon-
deado. Las glándulas, en vez de sufrir la fusión celular, la evolución gra-
sosa normal, se oueratinizan y sufren la evolución córnea, concretándose
alrededor del ombligo central que tiene el conducto excretor.
El tratamiento consiste en destruir los botones con el gal vano-cauterio ó
el termo-cauterio (2).
Dr. Rodrígubz Méndez.
PUBLICACIONES RBCIBIDA8
Un método nuevo para el onltlvo ráplAo de loe miorobioe anaero-
bios eetriotos, por el Dr. Ugo Biffi. — Lima, 1903.
Etiología y tratamiento de la disenteria, por Luis Y. Velasco. — San
Salvador, 1904.
Téonioa de la terapéntioa especial. — Manual para la práctica, por el
profesor F. Gumpréclit. Traducido de la tercera edición alemana, por los
doctores D. Ricardo Zariquiey y D. Agustín Mar^'e.— Ilustrado con 205
grabados. — Sal vat y C.\ Mallorca, 294. — Cuadernos 7.°, 8.^9.'*y 10.—
Barcelona, 1903. —Dos ejemplares.
Tratado de Dermatología, Biflliografia y Enfermedades venéreas,
escrito para uso de médicos y alumnos de Medicina por el Profesor Dr. Ed-
mundo Lesser. Traducido de la décima edición alemana por los Doctores
D. Gil Saltor y Lavall y D. José María Biada» — Ilustrado con profusión'
(1) Ga<. hebd. des Se. Méd. de Bordeaux.
(2) Journal de hiid. interne.
Publicaciones recibidat 29 1
de grabados. — Salvat y C.*, Mallorca 294. — Cuaderno 10. — Barcelo-
na, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado de Oto-Blno-Iiarinffolosria, por el Dr. D. Ricardo Botey. — Cua-
dernos n. 18 y 19. — Barcelona, 1904.
Tratado de laa enfermedades de la Infanoia, por el Dr. Julio Comby.—
Segrunda edición española traducida de la IV francesa por el Dr. D. An-
drés Martínez Vargas. — Salvat y C.*, Mallorca, 294. — Cuaderno n, 18,
19, 20 y 21. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
XaOS néTropathee. — Hédeolne et Hygléne dea néTroses et de la
nearastliénle, par le Dr. E. Monin. — F. R. de Rudeval, editeur, 4, rué
Antoine Dubois. — París, 1904. — 3 fr. 5'\
Xaa Patología de la risa. I1O0 parozlemos de risa en la histeria.
Bu tratamiento por el hipnotismo, por el Dr. José Ingegnleros. —
Buenos Aires, 1903.
Síndromes eplsódioos en los degenerados mentales. Estados pato-
lógloos de la afeotivldad. Un oaso de «pedofllla» mórbida oon
éxtasis oontemplatlTO, por el Dr. José Ingegruieros. —Buenos Aires,
1904.
Obsesiones é Ideas fijas, por el Dr. José lugreguieros. — Buenos Aires,
1904.
Behabllltaoión de alienados. Estudio perlolal, por el Dr. José Ingeg*-
iiieros. — Buenos Aires, i9*i4.
Un oaso de Inzaolón oongénita onrado oon restitnoión anatómioa
y fanoional por el prooedimiento sin sangre de A. Iiorenz, por
el Dr. D. Joaquín Decref. — Madrid, 1904.
Tratado de Hedloina olinioa y Terapéutica, publicado bajo la direccióu
de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe, con
la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano porelDr. D. José Góngora yTuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 95 y 96. — Barcelona, 1903. — • Una
peseta cuaderno. — Dos ejemplares.*
Tratado práotico de la sifllis y enfermedades venéreas, por el doc-
tor E. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T. Corominas y Pedemoute. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 páginas y una lámi-
na^ á una peseta el cuaderno. — José Espasa, editor, Cortes, 579. — Cua-
derno 14. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Manual de Patolos^la externa, por E. Forgue.— Traducido por el Dr. J. Es-
• pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor. Cortes, 579. — Cuaderno 14. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
Tratado de Olrnsria olinioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmann, P. von Bruns y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por elDr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 92 y 93. — Bar-
celona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Xios estados snboonsoientes y las aberraoiones de la personalidad,
por D. Víctor Mehsior y Farré. — Barcelona, 1904. — 3 pesetas.
Frontal sinusitis and ophthalmoplegia interna partialis, by H. Man-
ning Fish, M. D. — New-York, 1901.
Frontal sinusitis a oause of aocomodation paresis, by H. Manning,
Fish, M. D. — New-Orleans. 1904.
Extensión universitaria. — Instruooiones populares para evitar la
propagraolón y estragros de la tuberculosis. Conclusiones de una
Conferencia, por D. Lorenzo Pons Marqués. — Mahón, 1904.
Asamblea universitaria de Valencia, 1902. — Tema III. — Oonvenien-
oia de seleccionar los alumnos & su ins^reso en Facultad y con-
dioiones srenerales de nn buen régrimen escolar universitario. —
Ponente : Dr. Antonio Simonena. — Valladolid, 1904.
Tratado de Hi^ene, por A. Prou.st, con la colaboración de A. Netter y
H. Bourges. Obra premiada por el Instituto de Francia y por la Facul-
i92
Estudios demográJicQS de Barcelona
tad de Medicina de París. — Traducido al castellano de la tercera edición
francesa por D. José Núnez Granes. — - Tomo I. — Perlado, Páez y C,
editores. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
El «Unolnarla diiodenalls> en Tampioo, por el Dr. A. Matienzo. —
México, 1904. — Dos ejemplares.
Una faml^lia ooroioa. — Nota clínica con hrevi conHderazioni sulla pro/i-
lassi individúale, peí il Dott. Antonio D'Ormea. — Palermo, 1904.
Tratado elemental de Patolosria interna, escrito por los profesores y doc-
tores D. Gerhardt, Gumprecht, W. His, Klemperer, Krau8,L. Krehl, Max
Matthes, J. v. Mering, O. Minkowski, F, Moritz, F. Müller, E. Romberg.
R. Stern y Vierordt, bajo la dirección del Dr. D. J. v. Mering. — Con 2^
figuras intercaladas en el texto y una lámina tricolor. — Versión directa
de la segunda edición alemana por el Dr. D. M. Gil y Casares, con un
Prólogo del Dr. D. A. Simonenay Zabalegui. — Tomo IL — Cuaderno 1.'—
Santiago, 1904.
Pébiódicos. — Boletín de la Unión eeoolar oompoetelana. — Revista
mensual profesional, científica y literaria consagrada á la defensa de los
derechos é intereses de la clase escolar. — Director: Claudio Contreras
Valiñas. — Rúa del Villar, 21. Santiago.
The British Jovrnal of Oliildren'e DUeasev. Edited by George Car-
penter, M. D. — Bartholomew Glose. London, E. C.
Estudios demogpáfleos de Bareelona
Dr. D. Luis Comengk
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mee de abril de 1904
I. — Inprccionbs
Coqueluche ....
Difteria
Disenteria
Escarlatina ....
Erisipela
Eclampsia
Fiebre tifoidea . . .
Gangrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones . .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerperal
Id. quirúrgica
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis ....
Viruela
1
1
O
1
2
13
16
O
5
O
6
O
O
19
5
3
2
7
130
33
Total 256
II. — Otras infbccionbs y padbci-
MIBNTOS DB NATURALKZA NO DB-
TBRMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
^!Íwi^" ! Corazón .' ','.['. 130
^^"^'^^ -1 Venas 1
Suma y sigue. ... 150
Suma anterior.
Digestí
vo. ,
Boca
Estómago . . . .
Intestinos . . . .
Otros anexos . . .
Peritonitis . . . .
fíMtnirn (Bronquiales (Afecto»).
%M«- Pulmonía . . . .
coito. .(puini5n y pleura. .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges
Urinario
Red linfática
Total. . . . .
150
1
11
45
10
3
53
132
42
119
O
60
22
o
648
III. — Otros y accidbntbs
Accidentes 4
Alcoholismo 1
Distrofias constitucionales. . 3
Esclerema O
Falta de desarrollo .... 7
Intoxicación O
Neoplasmas 37
Senectud 3
Sin diagnóstico 1
Total 66
Total de defunciones .... 960
Total de nacimientos , . .
Abortos
Tomo ZXVII. Núm. 10 Barcelona 31 mayo 1904 Afio XXYII. Núm. 466
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los TribunaJes de justicia (continuación), por
D. A. Tapia — La Puda de Montserrat, (conclusión), por el Dr. Masó Brú. — Relaciones
recíprocas entre la prensa médica, por D. Rafael Ulecia y Cardona. —El hematozoario de
la malaria: Sus diversas formas consideradas desde el punto de vista de su correspondencia en
clínica, por el Dr. J. Crespln. — Rkvista ckítica biblioghAfica /conclusión), por D. Félix
Antigüedad Diez.— Formulario y TRATAMiENiot MonKRNos,porel Dr. Bódriguez Méndez.
Nuestra coKaESPoNosMciA con la prbnsa. — Estudios demográficos de Barcelona, por el
Dr. I>. Luis Comenge.
la responsabilidad médlüa ante los Tribunales de justicia *'
van
D. A. Tapl\
Presidente de la Sala 1.* de lo Civil de Barcelona
IV
BlCL INFOUMK riíHKlAL. — KlíSPONSABILIDAl) KN QL15 INCIRUE líL FACUL-
TATIVO QUE SIN JUSTA CAUSA DEJA DE ACUDIR AL LLAMAMIENTO
JUDICIAL. — MÉDICOS FORENSES.
Si la Constitución del Estado declara y sanciona los derechos de los
ciudadanos, estableciendo, además, las garantías necesarias para su
ejercicio, prescripciones ulteriores determinan sus deberes y la respon-
sabilidad en que incurren los que dejan de cumplirlos. " •
La ley de Enjuiciamfento criminal vigente hace esto patente, al
prescribir que los ciudadanos tienen la obligación de coadyuvar á la
pronta y recta administración de justicia, prestando su concurso á los
Tribunales, ya denunciando los delitos públicos que á su presencia se
ejecuten, ya procediendo n la detención de los delincuentes en su caso,
ya declarando como testigos en los procesos, ya interviniendo en ellos
como peritos.
Los conocimientos del Juez no siempre bastan para dirigir la ins-
trucción de un proceso criminal : ha menester del auxilio de personas
ya facultativas, ya prácticas, que vengan con sus especiales conoci-
mientos k ilustrar su autoridad, pues sólo así puede en muchos casos
conocer las circuustancias que lian concurrido en los delitos y darlas
la debida apreciación aplicando las disposiciones legales convenientes.
Las declaraciones que prestan los facultativos ante los Tribunales
.sobre un asunto sometido á su decisión, constituyen lo que se llama el
informe pericial, elemento de instrucción de importancia en el proceso,
diligencia de prueba que auxilia de notable modo la acción de la jus-
ticia y de que se valen muchas veces las partes para justificar hechos
que consideran de interés en apoyo de su derecho.
Con razón se ha dicho, que el informe de los ]>eritos es uno de los
elementos principales de convicción en los procesos criminales. '
La prueba pericial descansa en un encaaenamiento de probabilida-
des racionales, cuya apreciación corresponde al juzgador antes de de-
clararse convencido.
Por eso, se dice, que el juicio pericial no puede aceptarse ciega-
mente, sino que sus conclusiones deben compararse, en su forma y
<1) Continuación. — Véase el número anterior.
294
La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia
¥\-
h-.
Í-
tenor, con los motivos .en que se funda, con las circunstancias y prue-
bas de otra naturaleza existentes en el juicio y en la causa, como son
la deposición de testi^^fos, la confesión de los acusados y otras.
Y, ó el informe pericial está motivado, bien motivado ó no.
En este último caso, el juicio pericial es la expresión de una opi-
nión puramente arbitraria ; en el primer caso aun puede el Juez, des-
pués del estudio detenido de la resultancia del juioJo criminal, no que-
darse convencido y obrar en consecuencia, desestimando el informe
pericial.
Las declaraciones de los facultativos, su informe, á los ojos del Tri-
bunal, constituyen un elemento de prueba como otro cualquiera délos
([ue pueden resultar de la causa y sujeto á su apreciación, se«*ún el
criterio de su conciencia, único rég-uladoí que tiene, seg-ún la ley, el
juz<»-ador para fijar las conclusiones que debe contener la sentencia.
Así el Tribunal Supremo (1) ha declarado que el Tribunal que no se
(!onforma con un dictamen pericial, lejos de infring^ir y faltar k la ley,
hace uso de las facultades que le están conferidas para declarar, seí»*úii
su criter-io racional, ])robados ó improbados los hechos á que se con-
traig-a el informe.
^ La ley de Enjuiciamiento criminal vig-ente (2), en el capítulo l.'\
título 5.", del libro 2.", contiene las disposiciones que establecen cuando
el Juez puede acordar se practique el informe de peritos y lo relativo á
su nombramiento, oblig-ación de acudir al llamamiento judicial, casos
en que no pueden emitir su informe, causas de recusación, juramento,
acto pericial, redacción del informe, ca,so de discordia, informe en el
acto del juicio oral y á los derechos que deveng*an j^or su intervención
en los juicios.
A continuación copiamos el texto leg-al de aquellas disposiciones.
Nom'bramieuto de peritos. — El Juez (3) acordará el informe pericial
(guando para conocer ó apreciar alg-ún hecho ó circunstancia importante
en el sumario, fuesen necesarios ó convenientes conocimientos cientí-
ficos ó artísticos.
Los peritos (4) pueden ser ó no titulares, y son titulares los que
tienen título oficial de una ciencia ó arte, cuyo ejercicio está regla-
mentado por la Administración ;.y no titulares, los que careciendo de
título oficial tienen, sin embargpo, conocimientos ó prácticas especiales
en alg-una ciencia ó arte.
El Juez (5) se valdrá de peritos titulares, con preferencia á los que
no tuviesen título.
Todo reconocimiento (6) se hará por dos peritos ; exceptuándose el
caso en que no hubiese más que uno en el lug-ar y no fuere posible
esperar la lleg^ada de otro sin graves inconvenientes para el curso del
sumario.
Noíificimón del nombramiento de peritos. — El nombramiento (7) se
hará saber á los peritos por medio de oficio que les será entreg'ado por
algfuacil ó portero del Juzg-ado, con las formalidades prevenidas para
los testig'os, reemplazándose la cédula orig-inal para los efectos c^^nve-
nientes por un atestado (8).
Si la urg-encia del caso lo exig-iere (9), podrá hacerse el llamamiento
(1) Sentencia de 16 de abril de 1S72. Gaceta del 23 de junio del mismo año.
(2) Es la de 14 de septiembre de 1882.
(3) Art. 456 de ia ley de Enjuiciamiento criminal.
(4) Art. 457 djcla ley de Enjuiciamiento cri» inal.
(5) Art. 4?tH de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(6) Art. 459 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
O) Art. 460 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(8) Este atestado consiste en la conveniente diligencia por la que el alguacil ó portero del Juz-
gado hace constar la entrega del oficio ai perito y que firma éste en unión de aquél.
(9) Art. 461 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
La responsabiiidad médica anle los Tribunales de justicia * 3q5
verbalmente de orden del Juez, haciéndolo constar así en los autos,
pero extendiéndose siempre el atestado de que se ha hecho mención
por el encargado del cumplimiento de la oníen de llamamiento.
Oliligación de los peritos de acudir al Uamamiento pidicial. Respon-
sabilidad en- que pueden incurrir por su incumplimiento, — Nadie (1)
podrá negarse á acudir al llamamiento del Juez instructor para des-
empeñar un servicio pericial, si no estuviera legítimamente impedido,
en cuyo caso deberá ponerlo en conocimiento del Juez en el acto de
recibir su nombramiento para que provea á lo q^ue haya lugar.
El perito que sin alegar excusa fundada, deje de acudir al llama-
miento del Juez ó se niegue á prestar el informe, incurrirá en la multa
de cinco á cincuenta pesetas, que será impuesta en el acto de notarse
ó cometerse la falta, y si persistiere en su resistencia, será conducido
en el primer caso á la presencia del Juez instructor por los dependien-
tes de la autoridad y procesado por el delito de denegación de auxilio;
y en el segundo caso, será también procesado por el de desobediencia
grave á la autoridad (2).
El incumplimiento del deber que tiene todo facultativo de acudir al
llamamiento judicial, según sea la gravedad del hecho, las circuns-
tancias que concurran y efectos que de aí^uél resulten, produce distin-
ta responsabilidad, pues unas veces es, digámoslo así, reglamentaria,
y otras de más trascendencia por dar lugar á un procedimiento crimi-
nal por delito de denegación de auxilio ó desobediencia grave á la au-
toridad, comprendidos respectivamente en los artículos 383 y 265 del Có-
digo penal, y que éste castiga á los responsables del primero con la pena
de multa de 150 á 1,500 pesetas, y á los del segundo con las de arresto
mayor de un mes y un día á seis meses y multa de 125 á 1,250 pesetas.
La gravedad de estas penas da la medida de la importancia del ser-
vicio público, cuya omisión castiga. La incomparecencia sin justo
motivo del médico al llamamiento del Juez puede traer perjuicios irre-
parables, de suma trascendencia, y la ley en su severidad haáido justa
al imponer las i>enas de que se ha hecho^ mérito al facultativo desobe-
diente al mandato de la autoridad judicial que requiere su servicio y
auxilio en interés de la justicia.
Evitar la imposición de estos castigos por la omisión del cumpli-
miento del deber que por ley y por humanidad está impuesto á la clase
médica, á los individuos de la misma corresponde, y de ese modo sola-
mente podrán merecer el respeto que su alta misión social inspira y el
general aprecio en la opinión.
Afortunadamente, es raro el caso de aplicación de las disposiciones
de la ley penal que se han citado, y dicho sea esto en honor de la clase
médica.
Casos en que los peritos no pueden emitir su informe. — La ley, previ-
sora y sabia, ha establecido algunos casos, en que los peritos no pueden
emitir su informe.
Estos casos son los mismos en los que la ley ha dispensado á los tes-
tigos de la obligación de declarar y son (3):
Cuando el perito es pariente del procesado en línea directa ascen-
dente ó descendente, cónyuge, hermano consanguíneo ó uterino ó
laterales consanguíneos hasta el segundo grado civil, ó hijo natural
respecto de la madre en todo caso, y con relación al padre cuando estu-
viese reconocido, ó madre ó padre en iguales casos del procesado.
(1) Art. 462 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(2) Art. 463 combinado oon el 420 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(3) Art. 464 combinado con el 416 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
La responsabilidad médica ante los Tribunales de fusiicia
El perito (1) que hallándose en alg^uno de estos casos, prestare el m-
forme sin poner antes esta circurístancia en conocimiento del Juez que
le hubiese nombrado, incurrirá en la multa de 5 á 50 pesetas. á.no ser
que el hecho diese lugar h responsabilidad criminal.
Causas de recusación de los peritos, — Hecho el nombramiento de
peritos (2), se notificará inmediatamente, asi al actor particular, si lo
hubiere, como al procesado si estuviere á disposición del Juez ó se en-
contrare en el mismo lug'ar de la instrucción, ó á su representante si le
tuviere.
En el caso de que el reconocimiento.é informe periciales pudieren te-
ner lug'ar de nuevo en el juicio oral (3), los peritos nombrados no podrán
ser recusados por las partes ; en otro caso habrá lug-ar á la recusación.
Son causa (le recusación de los peritos (4) :
1." El parentesco de consang'uinidad ó afinidad dentro del cuarto
g-rado con el querellante ó con el reo.
2.** El interés directo ó indirecto en la causa ó en otra semejante.
3." La amistad íntima ó enemistad manifiesta.
El actor ó el procesado que intente recusar al perito ó peritos nom-
brados por el Juez (5), deberá hacerlo por escrito antes de comenzar la
diligencia pericial, expresando la causa de la recusación y la prueba
testifical que ofrezca y acompañando la documental ó designando el
lugar en que ésta se lialle si no la tuviere á su disposición, no habien-
do necesidad de valerse de procurador para presentar dicho escrito.
El Juez, sin levantar mano (6), examinara los documentos que pro-
duzca el recurrente y oirá á los testigos que presente en el acto, resol-
viendo lo que estime justo respecto de la recusación.
8¡ hubiere higar á ella, suspenderá el acto pericial por el tiempo
estrictamente necesario para nombrar al perito que haya de substituir
al recusado. Si no la hubiere, se procederá como si no se hubiese usa-
do de la facultad de recusar, ('uando el recusante no produjese los
documentos, i)ero designare el archivo ó lugar en que se encuentren,
el Juez instructor los reclamará y examinará "una vez recibidos sin de-
tener por esto el curso de las actuaciones ; y si de ellos resultase justi-
ficada La causa de la recusación, anulará ef informe pericial que se liu
biese dado, mandando que se ])ractique de nuevo esta diligencia.
Cuando la recusación la motive (7) la causa del interés directo ó in-
directo en la causa ó en otra semejante, el querellante tendrá derecho
á nombrar á su costa un perito que intervenga en el acto pericial ; igual
derecho tendrá el procesado ; y siendo varios los querellantes ó los pro-
cesados, se pondrán respectivamente íle acuerdo entre si para hacer el
nombramiento.
Estos ])eritos deberán ser titulares, á no ser que no los liubiere de
esta clase en el partido ó demarcación, en cuyo caso podrán ser nom-
brados sin título.
8¡ la práctica de la diligencia pericial no admitiere espera, se pro-
cederá, como las circunstancias lo permitan, para que el actor y el
procesado puedan intervenir en ella.
Si las partes (8) hicieren uso de la facultad de nombrar perito, ma-
nifestarán al Juez quien sea, ofreciendo con esta manifestación lo.^
comprobantes de tener la cualidad de tal perito la persona designada.
(1) Art. 464 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(2) Art. 466 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(3) Art. 467 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(4) Art. 468 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
<.•)) Art. 469 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(6) Art. 470 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(7) Art. 471 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(8) Art. 472 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
La responsabilidad médica ante los TribunaUs de justicia 207
lín nin<»-iin caso podrá hacerse uso de dicha facultad después de em-
pezada la operación de reconocimiento.
El Juez (1) resolverá sobre la admisión de dichos peritos en la forma
determinada para las recusaciones.
Juramento de los peritos. — Antes de darse principio al acto pericial,
la ley de Enjuiciamiento criminal ordena (2) que todos los peritos, así
los nombrados por el Juez como los que lo hubiesen sido por las partes,
prestarán juramento, conforme al art. 434 (3); de proceder bien v fiel-
mente eñ sus operaciones y de no proponerse otro fin que el de descu-
brir y declarar la verdad. '
El Juez (4) manifestará clara y determinadamente á los peritos e^
objeto de su informe.
A.I actp pericial (5), cuando no pueda reproducirse en el juicio oral,
podrán concurrir, el querellante si lo hubiere, con su representación y
el procesado con la suya, aun cuando estuviese preso, en cuyo caso
adoptará el Juez las precauciones oportunas.
El acto pericial (G) será presidido por el. Juez instructor, ó en virtud
<le su delegación, por el Juez municipal.
Podrá también deleg-ar en un funcionario de la policía judicial en
el (»aso de diligencia de autopsia.
Asistirá siempre el Secretario que actúe en la causa.
El Juez (7) facilitará á los peritos los medios materiales necesarios
para practicar la diligencia que les encomiende, reclamándolos de la
Administración pública ó dirigiendo á la autoridad correspondiente un
aviso previo si existieren preparados para tal objeto. En el caso deque
por falta de peritos, laboratorio ó reactivos no sea posible practicar el
análisis en la circunscripción de la Audiencia de lo criminal, se prac-
ticará en la capital de la provincia, y en último extremo en la del Reino.
Forma del informe de los peritos, — El informe pericial comprenderá,
si fuese posible (8) :
1." Descripción de la persona ó cosa que sea objeto del mismo en
el estado ó del modo en que se halle. El Secretario extenderá esta
descripción dictándola los peritos y suscribiéndola todos los concu-
rrentes.
2." Relación detallada de todas las operaciones j)racticadas por los
peritos y su resultado, extendida y autorizada en la misma forma que
la anterior.
3.^ Las conclusiones que en vista.de tales datos formulen los peri-
tos conforme á los principios y reglas de su ciencia ó arte.
Si los peritos (9) tuviesen necesidad de destruir ó alterar los objetos
íjue analicen, deberá conservarse, á ser posible, parte de ellos en poder
fiel Juez para que en caso necesario pueda hacerse nuevo análisis.
Las partes (10) que asistieren á las operaciones ó reconocimientos,
íl) Art. 473 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
<2) Art. 474.
(3) Este articulo dice asi:
«El juramento se prestará en nombre de Dios.
Los testigos prestarán el jur.i monto con arreglo á su religión^^
1 4) Art. 475 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(5) f^ rt. 476 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
ííi) Art. 477 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
7) Art. 485 combinado con el 362 de la misma ley- Este articulo ha sido modificado por el Real
decreto de 11 de julio de U86 estableiiendo un servicio químico legal bajo la base de tres labora-
torios de Medicina legal que se ere; n en Midrid. Barcel* na y Sevilla, pero cuyos servicios podrán
utilizar las demás Audiencias, á cuyo efecto se dasifícan éstas en tres grupos correspondientes á
cada uno de los tres Labiiratorios y en cuyo Real decreto se establecen las operaciones, consultas
é investij^jiciones médico legales; f<>rmaci'\n para la remisión de hs substancias que hayan de ana-
lizarse; inspección, dependencia y vigilancia ; plantilla de personal /acultatívo: categorías; nom-
bramiento; doiacii'm é insi¿>lación de los laboratorios.
(8) Art. 47S de la ley de Enjuiciamiento criminal.
Í9> Art. 479 de la ley, de Enjuiciamiento criminal.
(10) Arl, W, de la ley de Enjuiciamiento criminal.
2g8
La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia
í
( ■
podrán someter á los peritos las observaciones que estimen convenien-
tes, haciéndose constar todas en la dilig-encia.
Hecho el reconocimiento (1) podrán los peritos, si lo pidieren, reti-
rarse, por el tiempo absolutamente preciso, al sitio que el Juez les se-
ñale para deliberar y redactar las conclusiones.
Si los peritos (2) necesitaren descanso, el Juez ó el funcionario que
le represente podrá concederles para ello el tiempo necesario. Tam-
bién podrá suspender la dilig'encia hasta otra hora ii otro día, cuando
lo exigiese su naturaleza.
En este caso, el Juez ó quien lo represente, adoptará las precaucio-
nes convenientes para evitar cualquier alteración en la materia de la
diligencia pericial.
Él Juez (3) podrá, por su propia iniciativa, 6 por reclainación de
las partes presentes ó de sus defensores, hacera los peritos, cuando pro-
duzcan sus conclusiones, las preguntas que estime pertinentes y pedir-
les las aclaraciones necesarias. Las contestaciones de los peritos se
considerarán como parte de su informe.
Es de suma conveniencia que el informe pericial sea redactado en
términos claros, precisos, inteligibles, procurando no abusar del tecni-
cismo médico, no omitiendo en ningún caso las circunstancias y ante-
cedentes que merezcan anotarse, tanto los que perjudiquen al reo como
los que en su beneficio resulten, cuidando siempre de que las conclu-
siones sean el resultado de la relación de los hechos á que se deba con-
traer el informe y de la ai)licación á los mismos del leal saber y enten-
der de los facultativos según las inspiraciones de una recta conciencia.
Caso de discordia etitre los perilos. — Si los peritos (4) estuvieren dis-
cordes y su número fuese par, nombrará otro el Juez. Con interven-
ción del nuevamente nombrado se repetirán, si fuere posible, las ope-
raciones que hubiesen practicado aquéllos, y se ejecutarán las demás
que parecieren oportunas.
Si no fuere posible la repetición de las operaciones ni la práctica de
otras nuevas, la intervención del perito últimamente nombrado se limi-
tará á deliberar con los demás, con vista de las diligencias de reconoci-
miento practicadas y á formular luego, con quien estuviere conforme
ó separadamente si lio lo estuviere con ninguno, sus conclusiones mo-
tivadas.
Informe de los peritos en el juicio oral. — Los médicos, como todo
perito, pueden ser llamados para prestar sus informes ante el tribunal
en que se celebra el juicio criminal, pudiendo, como en el caso de pres-
tar sus declaraciones ante el Juez de instrucción, ser recusados por los
motivos que se dejan expuestos y por los trámites qije también se han
indicado, debiendo los incidentes de recusación (5) substanciarse pre-
cisamente en el tiempo que media desde la admisión de las pruebas pro-
puestas por las partes hasta la apertura de las sesiones.
Los peritos (6) que no hayan sido recusados, serán examinados jun-
tos cuando deban declarar sobre unos mismos hechos y contestarán »
las preguntas y repreguntas (7) que las partes les dirijan.
Si para contestarlas (8) considerasen necesaria la práctica de cual-
(1) Art. 481 de la ley de Enjuiciamienio criminal.
2) Art. 482 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
Í3) Art. 483 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
♦ (4) Art. 481 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(5) Art. 723 déla ley de Enfuicamienlo criminal.
(0) Art. 7 '4 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(7) Da á entender la ley con esto, que las partes que no propusieren prueba judicial en vista de
las contestaciones que den los peritos á la parte que los propuso, pueden hacerles las repr«guata<k
que estimen de su derecho y sean pertinentes.
(8) Art. 725 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
La respontabilidad médica ante ios Tribiinatts de justicia igg
quier reconocimiento, haríin éste acto continuo, en el local de la^mismn
Audiencia, si fuere posible.
En otro caso, se suspenderá la sesión por el tiempo necesario, á no
Jáer que puedan continuar practicándose otras dilig-encias de prueba
entre tanto que los peritos verifican el reconocimiento.
No cabe dudar que la práctica de la dilig'encia de prueba de infor-
me pericial en el juicio oral ha de ajustarse, en lo conveniente, á las
disposiciones de que se ha hecho mérito, que lo regrulan, cuando se
practica ante el Juez de instrucción.
Derechos de los peritos, — Los que presten informe como peritos (1)
en virtud de orden judicial, tendrán tlerecho á reclamar los honorarios
ó indemnizaciones que sean justas, si no tuviesen en concepto de tales
peritos retribución fija, satisfecha por el Estado, la provincia ó el Mu-
nicipio.
La misma ley de Enjuiciamiento criminal, en el capítulo 2.**, tít. 5."
ilel libro 2.*^, contiene otros preceptos que se contraen á funciones de la
clase médica cerca de los Jueces de instrucción, y son los si^iruientes:
«Art. 340. Si la instrucción tuviere lug-ar por causa de muerte vio-
lenta ó sospechosa de criminalidad, antes de proceder al enterramiento
del cadáver ó inmediatamente después de su exhumación, hecha la
descripción ordenada en el art. 335 (2), se identificará por medio de
testigos que, á la vista del mismo, den razón satisfactoria de su cono-
cimiento».
«Art. 343. En los sumarios á que se refiere el art. 340, aun cuando
por la inspección exterior pueda presumirse la causa de la muerte, se,
procederá á la autopsia del cadáver por los médicos forenses, ó en su
caso por los que el Juez designe, los cuales, después de describir dicha
operación, informarán sobre el origen del fallecimiento y sus circuns-
tancias.
Para practicar la autopsia se observará lo dispuesto en el art. 333» (3).
«Art. 344. Con el nombre de médico forense (4), habrá en cada Juz-
gado de instrucción un facultativo encargado de auxiliar á la Admi-
nistración de Justicia en todos los casos y actuaciones en que sea nece-
saria ó conveniente la intervención y servicios de su profesión en cual-
quier punto de la demarcación judicial ».
«Art. 345. El médico forense residirá en la capital del Juzgado
para que haya sido nombrado, y no podrá ausentarse de ella sin licen-
cia del Juez, del Presidente de la Audiencia de lo criminal (5) ó del
Ministro de Gracia y Justicia, según sea por ocho días á lo más, en el
primer caso, veinte en el segundo y por el tiempo que el Ministro es-
time conveniente en el tercero ».
« Art. 346. En las ausencias, enfermedades y vacantes substituirá
al médico forense otro profesor que desempeñe igual cargo en la misma .
población, y si no le hubiese, en el que el Juez designe, dando cuenta
de ello al Presidente de la Audiencia de lo criminal » (6).
(1) Art. 465 de la ley de Enjuiciamiento criminal.
(2) Esta descripción, según este artículo 335, se contraerá á detallar su estado y circunstancias,
y especialmente todas las que tuviesen relación con el hecho punible.
(3) Este artículo dispone que cuando al practicarse la autopsia hubiere alguna persona decla-
rada procesada, como presunta autora del hecho punible, podrá presenciarla ya sola, ya asistida
del defensor que eligiere ó le fuere nombrado ue oficio, si asi lo solicitare; y uno y otro podrán
hacer en el acto las observaciones aue estimen pertinentes, las cuales se cr>nsignarán por diligencia
si ao fueren aceptadas, para lo cual se pondrá en conocimiento del procesado el acuerdo relativo á
la práctica de la diÜKtncía de autopsia, que no se suspenderá por la falu de comparecencia del
procesado ó de su defensor.
U) El R. D. orgánico del Sf rvício forense es de 13 de mayo de 1862. En la actualidad rige sobre
la materia el de 26 de diciembre de 1889, que creó el cuerpo ae Médicos auxiliares de la Administra-
£ión de lu>ticia v de la Penitenciaría.
(5> Hoy es el de la Audiencia provincial.
^6) Hoy de la Audiencia provincial.
'''t
300
La responsatilidad médica ante ios Tribunales de justicia
Lo mismo sucederá cuando por cualquier otro motivo no pudiese
valerse el Juez instructor del Médico forense. Los que se negaren al
cumplimiento de este deber ó le eludieren, incurrirán en la multa de
"25 á 100 pesetas ; y si insistieren en su neg-ativa, serán procesados
como reos de desobediencia g-rave » (1).
« Art. 347. El médico forense está oblig:ado ii practicar todo acto ó
diligencia propios de su profesión é instituto, con el celo, esmero ó
prontitud que la naturaleza del caso exija y la Administración de Jus-
ticia requiera » (2).
«Art. 348. (.'uando en alg-íin caso, además de la intervención del
médico forense, el Juez estimase necesaria la cooperación de uno ó más
facultativos, hará el oportuno nombramiento.
Lo establecido en el párrafo anterior tendrá también lugar cuando
l)or la gravedad del caso el médico forense crea necesaria la coopera-
ción de uno ó más comprofesores y el Juez lo estime asi ».
« Art. 349. Siempre que sea compatible con la buena administra-
ción de justicia, el Juez podrá conceder prudencialmente un término
al médico forense i)ara que preste sus declaraciones, evacué los infor-
mes y consultas y redacte otros documentos que sean nece8ario>s, per-
mitiéndole asimismo designar las horas que tenga por más oportunas
para practicar las autopsias y exhumaciones de los cadáveres ».
« Art. 350. En los casOs de envenenamiento, heridas ú otras lesio-
nes cualesquiera, quedará el médico forense encargado de la asistencia
facultativa del paciente, á no ser que éste ó su familia prefieran la de
uno ó más profesores de su elección, en cuyo caso conservará aquél la
inspección y vigilancia que le incumbe para llenar el correspondiente
servicio forense.
El procesado tendrá derecho á designar un profesor que, con los
nombrados por el Juez instructor ó el designado por la parte acusa-
dora, intervenga en la asistencia del paciente ».
« Art. 351. Cuando el médico forense, ó en su defecto el designado
ó designados por el Juez instructor, no estuvieren conformes con el tra-
tamiento ó plan curativo empleado por los facultativos que el paciente
ó su familia hubiesen nom])rado, darán parte á dicho Juez instructor
á los efectos que en justicia proce^^lan. Lo mismo podrá hacer en su
caso el facultativo designado i)or el procesado.
El Juez instructor, cuando tal disconlia resultare, designará mayor
número de profesores para que manifiesten su parecer, y consignados
todos los datos necesarios, se tendrán presentes para cuando en su día
haya de fallarse la causa ».
«Art. 352. Lo dispuesto en los artículos anteriores es aplicable
(Miando el paciente ingrese en la cárcel, hospital ú otro establecimiento
y sea asistido por los fticultativos de los mismos».
« Art. 353. Las autopsias se harán en un local público que en cada
pueblo ó partido tendrá destinado la Administración para el objeto y
para depósito de cadáveres. Podrá, sin embargo, el Juez de instrucción
disponer, cuando lo (^onsidere conveniente, que la operación se practi-
(jue en otro lugar ó en el domicilio del difunto si su familia lo pidiere
y esto no perjudicará al éxito del sumario.
(1) Ksie artículo ha sido modificado por el R. I), orgánico de) servicio forense de lú de diciem-
bre de l^HO, cuyo articulo \¿ ordena que cuando las ncc- sidades del servicio así iocxiJAo.á juicio
de las Salas de (iobicrno, el Ministro de Gracia v Justicia nombrará Mé«iicos forenses substitutos
que reemplacen á los propietarios en sus ausencias y enfermedades, d.bicado de recaer el nom-
bramiento en alguno de los significados por las mismas Salas, y su número, en aquellos Jiizgados
que tengan más de un Médico forense, no podrá exceder del de la mitad de los propietarios, sir-
viendo el desempeño de aquel cargo por tiempo de cuatro años de mérito á los interesados para
tomar parte en los concursos para proveer plazas en propiedad de Médicos auxiliares de la Admi-
nistración de Justicia.
(2) Kste delito se halla comprendido en el artículo 265 d I Código penal que lo castiga con la
pena de arresto mayor de un mes y un día á seis meses y multa de 125 á 1,250 pesetas.
La Puda de Montserrat 301
Si el Juez de instrucción no pudiere asistir á la operación anatómica
delegará en un funcionario de policía judicial, dando fe de su asis-
tencia, así como de lo que en aquélla ocurriere, el Secretario de la
causa».
« Art. 355. Si el hecho criminal que motivare la formación de una
causa cualquiera consistiere en lesiones, los médicos que asistieren al
herido estarán obligados á dar parte de su e.^tado y adelantos en loí<
períodos que se les señalen, é inmediatamente que ocurra cual-
quier novedad que merezca ser puestíi en conocimiento del Juez ins-
tructor».
Es de sumo interés para los fines de la justicia el conocimiento por
parte de los médicos de las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento
criminal, aue se dejan transcritas, pues en muchas ocasiones, de su
informe ó cleclaración depende la apreciación jurídica del hecho jus-
ticiable, y hasta la de la culpabilidad del procesado, y tratándose de la
declaración del estado de curación de un herido, caso de resultar en
inminente peligro de muerte, puede tal declaración servir de funda-
mento al Juez instructor para acordar la prisión provisional del proce-
sado que estuviere en libertad.
Es, pues, tan delicada la misión del facultativo como auxiliar de la
administración de justicia, que nunca será excesivo su celo en el cum-
plimiento de sus deberes.
fSe continuará)
La Puda de M ontseppat
(i)
I)r. Masó Bki:
Méc) ico- Di rector, por oposición, de aguas minerales
Aunque no puede aceptarse hoy de un modo absoluto la doctrina de
la especificidad en terapéutica hidrológfica, ni siquiera en lo que se
relaciona con la patología de la piel, no cabe duda alguna que esa
orientación da muchas veces un fundamento para satisfacer debida-
mente una indicación en estas enfermedades; pues. la doctrina Willá-
nica pura, ó sea la anatomo-patolóí^ica, ^wm actualmente al clínico
.sólo en contados casos. En efecto: aun admitiendo que un proceso cu-
táneo esté siempre bien limitado y no tenga un carácter histológico
complejo, como ocurre en muchas dermopatías, eczema, por ejemplo,
(en que al lado de la forma vesiculosa, la más común, se ven otras es-
camosas) ¿bastará este conocimiento objetivo para prescribir tales ó
cuales aguas minero-medicinales? ¿cómo se tratará hidrológicamente,
xíon este modo de ver, una afección pitiriásica que puede ser una enfer-
medad del dermis (p. rubra), del epidermis (p. versicolor) ó de las glán-
dulas sebáceas ( p. simple)? La lesión local, pues, no da al hidrólogo
más que uno de los elementos del problema que está llamado á resol-
ver y sólo podrá hacerlo con el apoyo de esas concepciones sintéticas
de patogenia y fisiología patológica que posee ya, aunque sujetas á
rectificación, en medicina dermatológica.
Como trasunto fiel de lo que sobre Patología general pensaban hom-
bres geniales como Tessier y Chauffard, Bazin, fundadcA' de la clásica
Escuela de San Luis, categorizó y clasificó en cuatro grupos principa-
les las enfermedades de la piel : herpétides, artrítides, escrofíilides y
.«íifílides, con patogenia especial, síndrome perfectamente caracteriza-
( l> Conclusión. — Véase el número anterior.
30 2 La Puda de Montserrat
(lo, curso propio é indicados terapéuticos para cada uno de ellos. Los
grandes patólog-os de mediados del pagado sig-lo, dedicados á la práctica
hidrológfica, y entre ellos Pidoux, aceptaron esta sistematización ; pero
á ella le ocurrió algo parecido á lo que á la míus antig-ua doctrina de la
psora, y procuraron derrocarla por completo, tanto en el terreno de la
patología como en el de la terapéutica, las concepciones de Hebra y De-
vergie. Pero las exageraciones cedieron por la imposición de los he-
chos, y hoy se admite por los clinicos (aparte lesiones locales) las
determinaciones cutáneas de las antiguas diátesis, discrasias, toxemias
é infecciones en el concepto moderno (herpetismo deLanceraux ó neu-
rosis vaso-trólíca constitucional ; artritismo de Bazin y Boucliard, sífilis
y escrofulosis) y de otros procesos internos de diversos aparatos y órga-
nos. Aunque es innegable que el herijetismo, tal cual lo concibió Ea-
zin, queda eliminado de los cuadros nosológicos por la patología mo-
derna (considerándolo, á lo sumo, como una de las etapas evolutivas de
la gran diátesis artritismo), y que el herpetismo de Lánceraux es el
artritismo de Boucliard y Halloi)eau, hay que confesar que clínicos emi-
nentes (entre ellos Hardy, Olavide y Guenau de Mussy), encuentran
caracteres especiales que diferencian ambas diátesis y que aun lioy
tiene que sostenerse la existencia de una discrasiaherpeto-artrí tica con
modalidades varias.
Antiguamente, á la mayoría de las dermopatías se les asignaba una
naturaleza herpética (Durand-Fardel), y hoy, en cambia, para algunos,
las dermatosis constituyen sólo procesos puramente locales. Ni esto, ni
aquello es, á mi modo de ver, aclmisible, pues si existen af 3Cciones de
la piel de causa extrínseca y parasitaria-local, las hay indudablemente
de origen diatésico, infectivo y tóxico, cuya determinación depende de
afecciones orgánicas ó de las llamadas funcionales de muchos apara-
tos; y «los dos grupos pesan igualmente en la balanza», como dijo gni-
ficamente el profesor (jubler. En todas las clínicas hidro-minerales, á
las que acuden estos enfermos, se tienen numerosas pruebas de ello, y
en la misma Puda se recogen anualmente observaciones que lo con-
ñrman.
En las estadísticas de este establecimiento termal figui'an gran
niimer(> de enfermos de la piel (sobre la cual y la mucosa respiratoria
tienen sus aguas acción electiva), y entre ellos, en primer término, los
dermopáticos de causa diatésica y general.
Entre las herpétides (consideradas así por algunos de mis anteceso-
res en la dirección médica), están clasificadas, como curadas algunas y
muy mejoradas las más, el eczema húmedo, el impetiginoso y el secó,
liquen plano, acné pustuloso y la pitiriasis. (.'omo algo modificablcs,
la psoriasis, y sin resultado alguno, la herpétide exfoliatriz. Se regis-
tra tauibién" (íasos de artrítides (Vemblée ó alternantes con manifesta-
ciones articulares, musculares, nerviosas ó viscerales de esta auto-into-
xación ó discrasia. Los acnés congestivo y varicoso ó telangiectásico,
el pustuloso, la sicosis ó foliculitis pilosa, las seborreas, la urticaria, el
impétigo, el eczema, algunos prurigos y la psoriasis, se someten al
tratamiento t(»rmal, i)ero, como se comprende, con muy vanados resul-
tados. En general, puecíe afirmarse que sólo las formas caracterizadas
por falta de reacción encontrarán allí su indicado ; que las erupciones
secas son las más rebeldes al tratamiento, y por último, que en alguna,
como el acné li¡í)ertrófico, ningún provecho puede obtenerse de estas
aguas, que exijen otras de mineralización distinta ó procedimientos qui-
rúrgicos y eléctricos.
Trataré ahora de las escrofúlides. En estas dermatosis constituye
la Puda un tratamiento de primer orden indiscutiblemente, pues fas
aguas sulfurado-sódicas-doruradas han sido reconocidas siempre como
La Puda de Manisenat 303
las más eficace^s entre todas ellas, hasta el punto queGailletou dice que
son el primer ag-ente de su terapéutica. Esto Fe explica fácilmente re-,
cordando su modo de obi;ar sobre la infección, el estado general del'
sujeto que la sufre y sus manifestaciones locales ; por su acción dina-
moí^fénico celular, combaten la distrofia preparadora del terreno, y sus
propiedades sustitutivas y antisépticas modifican con gran rapidez la
lesión.
Discutiéndose actualmente la naturaleza microbiana de la escrofu-
losis, más compleja y variada que la de la tuberculosis, con laque está,
sin embargo, íntimamente unida, nada puede concretarse aún sobre el
modo de oorar de las aguas minerales en la vida química de estos ele-
mentos etiológicos.
Algunos médicos hidrólogos admiten sólo como escrofiilides las der-
matosis ulcerosas y profundas de la piel, que evolucionan en el curso
de una escrofulosis, y rechazan como tales las erupciones superficiales,
eritematosas, por ejemplo, que se encuentran en las mismas condicio-
nes. Esto, después de todo, constituye un asunto doctrinal, que no
debo dilucidar aquí ; tanto menos, cuanto la clínica hidrológica nos
enseña que todas las dermatosis escrofulosas crónicas de los diversos
períodos de la infección se modifican poderosamente con la medicación
por las aguas sulfurosas-cloruradas, y que sólo han de variar los pro-
cedimientos de aplicación : suaves, cuando domine la flogosis (balnea-
ción general, templada y de acción general sedante, como las piscinas
de agua corriente), y enérgicos hasta substitutivos (balneación calien-
te, duchas y aplicación de lodos minerales), cuando la atonía, las con-
diciones locales de tejido y el curso del proceso así lo exijan. En la
Puda se registran casos notables de curación de extensos eczemas,
impétigos y ectimas escrofulosos, algunos de ellos acompañados de
hipertrofia elefantisíaca del dermis, que se mostraron rebeldes á otros
racionales tratamientos. Algunas formas, como el liquen y el mismo
eritema indurado, en cambio, indican aguas de otra composición (si-
licatadas, por ejemplo). . '
Aunque algunos gomas escrofulosos de la piel se modifican también
en La Puda, tanto ellos como los lupus (eritematosos y ulcerosos) exi-
gen, además, otras indicaciones, entre las que sobresalen el raspado,
las cámaras Finsen, la cauterización y algunos sueros. La acción be-
néfica de las aguas sulfuroso-sódicas-cloruradas es reconocida, sin em-
bargo (aún en estos casos), por los clínicos.
También van á La Puda sifilíticos, aunque en escaso número,
para corregir sus afecciones cuttuieas. Pero, ¿curan las aguas mine-
rales la sífilis y sus múltiples determinaciones? Puede afirmarse que
las sulfurado-cioruradas integran con los mercuriales y iodados el plan
curativo en muchos casos ; que las mineralizadas, además, por princi-
pios bromo-iodurados tienen acción más directa sobre ciertos procesos
conjuntivos acompañantes ó consecutivos; unas y otras hacen más ac-
tivo y eficaz el tratamiento específico, dando al organismo mayor tole-
rancia para soportar el desarrollo de las acciones del mismo ; que esta
medicación hidro-mineral sirve muchas veces de piedra de toque para
descubrir la sífilis latente, á la que combate por sus efectos altamente
movilizadores y de eliminación mercurial y para impedir la caquexia
consecutiva, permitiendo, en la sífilis maligna, las curas intensivas, y
siendo ella una de las mejores curas de precaución (Ricord).
Además, la medicación hidro-mineral sulfurosa-dorurada tiene un
poder demostrado de disociación en las diátesis ó discrasias mixtas,
artritismo y sífilis, escrofulosis y sífilis, etc. De todo ello se han ocu-
pado extensamente los médico-directores que sucesivamente han ocu-
pado la dirección de Archena, y de un modo magistral últimamente,
304
La Puda de Montserrat
'^'•:-
i
en su ("omunicación al Congreso de Medicina de Madrid, el I)r. Taboa-
da, médico-director actual de aquellas aguas, que con las de Aix-la-Cha-
peíle en Alemania, Baréges en Francia y Pietrapola en Italia, figuran
en primera línea para el tratamiento hidro-mineral de la sífilis, tanto
por su notable composición, aplicable á esta dolencia, como por las ins-
talaciones que allí existen para hacer más provechosa la cura.
Las de La Puda, notables entre las sulfurosas cloruradas, pueden
llenar también algunas indicaciones, no sólo por sus propiedades ge-
nerales de grupo, sino que también por las especiales tónicas que po-
seen. En todas ellas el azufre hace solubles los compuestos albumino-
hidrargíricos fijados en los tejidos, facilitando su eliminación ulterior
por la sobreactividad que determina en las excreciones" cutáneas y
mucosas. Después de la cura termal, la orina contiene más mercurio.
En las estadísticas clínicas de La Puda existen registrados varios casos
de sifílides, roseólas, acnés é impétigos la mayoría, y algunos de psoria-
sis, todos ellos con su habitual polimorfismo y faringitis característica.
Xo se ven allí accidentes avanzados del segundo período ni del terciario.
Voy á mencionar otro grupo de dermatosis, que se tratan también
en el citado establecimiento termal, con variados efectos, según sea su
cronicidad y patogenia. Me refiero á las que dependen de afecciones
de los aparatos digestivo, uterino y renal; así como á las sintomáticas
de lesiones locales, sean ó no de origen microbiano, y las que lo sonde
alteraciones neuro-tróficas. Se ven allí ciertas formas de prurito cutá-
neo, eritemas y urticarias que dependen de auto-intoxicaciones de asien-
to gastro-intestinal, acompañadas de los fenómenos propios de la dis-
pepsia atónica y catarro seco, casi siempre, de la mucosa intestinal. El
tratamiento suele dar excelentes resultados en la mayoría de ellas. Se
ve también acnés congestivos, especialmente en la cara, y el herpes
genital, sintomáticos de afecciones uterinas, más rebeldes al trata-
miento, que no parece, sin embargo, ser ineficaz, púrpuras, intertrigos
y prurigos de origen renal y algún caso de elefantíasis, onicomicosis y
forunculosis de causa local.
Entre las dermatosis de orden neuro-trófico, se ve- algún herpes
zona, eritema trófico, y leproide con acompañamiento de trastornos de
disociación nerviosa y otros, que hace sospechar su origen siringo-
miélico. Sólo la elefantíasis experimenta visiblemente algún efecto
ventajoso del tratamiento termal.
Como se ha visto en el decurso de este trabajo, las aguas de La
Puda tienen una acción ele(*.tiva sobre la mucosa respiratoria y la piel :
pero se comprende que siendo la acción íle las aguas sulfuradó-sódicas-
cloruradas, íntima, celular y protoplasmática como pocas, han de
actuar también en todos aquellos órganos que pueden ser asiento de
un proceso metastnsico que arranca del fondo de las grandes diátesis ó
estados discrásicos.
La metástasis se invocó excesivamente antes, y hoy se la olvida por
completo. Según la doctrina del ilustre Olavide y con los hechos que
á diario nos dan á todos las clínicas hidro-mineraíes, hay que aceptarla
sin reservas. En efecto: /.cuántas enfermedades del aparato digestivo,
por ejemplo, tratadas ineficazmente con las aguas alcalinas, cloruradas
y sulfatadas, se curan en aguas sulfurosas ó arsenicales? ¿Cómo ? Por
ia aparición de un sencillo brote termal en la piel, que demostró el
origen metastásico de la dolencia.
A La Puda van, en gran número, enlermos cou catarros crónicos
faríngeos, gástricos é intestinales, que cuando reconocen este origen
se modifican rápidamente. No son, á la verdad, estas aguaos las mejo-
res amigas del estómago (sobre todo si es hiperclorhídrico, neurósico.
ulceroso, etc.), pero cuando su enfermedad es de origen herpeto-artrí-
La Puda dt Montserrat so 5
tico y Hu exteriorización se debe á la falta de habituales y crónicos
exantemas, el exantema se corrige cuando se facilita la reaparición de
lo cutáneo. Esta inteq)retación será muy anticuada..., pero algunas
veces es muy cierta.
Alguuas metritis crónicas y afecciones ováricas y peri-ováricas in-
dican también el uso de «guas de la sulfuración y termalidad de La
PudiEi; cuya acción, creo, debe atribuirse (en las aplicaciones locales),
á la gran cantidad de materia orgánica que llevan sus aguas en diso-
lución. Por esta analogía de composición pueden compararse á las
ya famosas en este género de afecciones: Carratraca, Elorrio y Saint-
Hauveur.
Réstame sólo, para terminar con los comentarios que me propuse
hoy hacer sobre las estadísticas de La Puda, decir cuatro palabras sobre
los enfermos anémicos, leucémicos (linfémicos), pseudo-leucémicos
(alinfémicos), artríticos y polisárcicos, que aunque en contado número
acuden á estas aguas.
Se puede ser anémico por muchas causas y de muchos modos (he-
máticamente considerado), y de aquí que surjan en el tratamiento
hidro-mineral múltiples indicaciones. La dishemia clorótica, ó ane-
mia globular, tiene otras indicaciones que La Puda; y lo mismo puede
decirse de la anemia protopática (?) y progresiva ; sólo, pues, las ane-
mias generales con alteración de la mayoría de elementos que integran
la sangre y que acompañan á procesos (ya indicados), que puedan mo-
dificarse con aguas sulfurado-clorurado-sódicas, son tratables en aquel
establecimiento, y especialmente las que determinan esas distrofias
generales englobadas en el nombre linfatismo. Cuando la hiperplasia
de este tejido y la de sus similares (en el concepto genético-sanguíneo,
médula ósea y bazo especialmente), producen estos estados de linfo-
matosis (de tii)0 linfémico ó leucemia, ó bien de tipo alinfémico ó
pseudo-leucemia), las aguas que me ocupan, llenan una importante
indicación.
En último término, por la exigüidad de su número, figuran en estas
estadísticas la polisarcia y las manifestaciones articulares del artritis-
mo. Considero contraindicadas las aguas en la primera, cuando acom-
paña á un estado diabético (cualq uiera que sea sucaracterística química),
y en los sujetos de ti])o congestivo ó con alteración víiscíilo-cardíaca ;
en los qué sufren la segunda, contraindicadas también, siempre que
dominen el eretismo local ó general. Así, pues, sólo los polisárcicos
del tipo anémi(!o y algunas artritis crónicas que estén en el período
de las medicaciones substitutivas y resolutivas, podrán usar con algún
resultado beneficioso esta medicación hidro-mineral.
El clima y otros elementos de La Puda completan la acción tónico-
estimulante de sus aguas. País montañoso, aunque ele escasa altitud,
con aire seco y de pocas oscilaciones térmicas, vegetación aromática y
excelentes aguas potables, han de coadyuvar forzosamente á mejora;*
el estado general de los enfermos, cuyas dolencias les llevan á aquel
establecimiento.
Si agregamos á todo ello que éste tiene hoy una bien montada ins-
talación hidroterápica (que ha de perfeccionarse más aún), y recomen-
dables condiciones de confort, se comprenderá oue merezca fijar la
atención de la clase médica, y que sea considerado como una de las
mejores estaciones termales de nuestro país.
Relaciones recíprocas entre la prensa médica
POR
D. Rafakl Uliícia v Cardona
Direcior de U Revista de Medicina y Cirugía Prácticas
Tkvia: ^ Debe establecerse el mutuo cambio
de periódicos médicos entre los Estados asocia-
dos y deiar libertad completa para publicaren
un periódico ios artículos de cualauier otro,
pero con la obligación imprescindible de decir
sü origen ?
Excrao. Sr. , Señores :
Dos partes comprende el tema cuyo desarrollo se me ha encomen-
dado.
I. ¿ÜEBK ESTABLECERSE EL MUTUO CAMBIO DE PERIÓDICOS MÉDICOS
ENTRE LOS EsTADOs ASOCIADOS? — A la sola enunciación de la pregun-
ta, surge en todo espíritu culto y brota de todo corazón noble, para
acudir presurosa íi los labios, la respuesta en sentido afirmatrvo.
Si la vida 7naterial de los pueblos se sostiene , si la industria y el
comercio en ellos se desarrollan, es mediante el mutuo cambio de los
productos de los respectivos países, ya sean éstos derivados del suelo,
ya procedentes de las fábricas ó de íos talleres. Y si esto es en abso-
luto exacto, si su realización influye de una manera directa y poderosa
en la marcha y en el bienestar de cada nación, ¿ qué no ha de aconte-
cer, señores, con lo que se refiere á la vida espiritual, que tan necesaria
es para el hombre, ya se le considere individual, ya colectivamente?...
El pensamiento, las ideas que en el cerebro humano germinan, en-
contrando cárcel estrecha las paredes de la bóveda ci'aneana, buscan
siempre salida para exteriorizarse. Y cuando á un cerebro privilegiad*»
y fecundo se une un corazón noble y generoso, los pensamientos, las
ideas, no quedan nunca limitadas al mezquino provecho de la propia
personalidad que las concibiera, sino que, como rayos vivificadore?*
de un esplendoroso sol, ansian dilatados horizontes donde difundirse,
á fin de ser fuente abundosa en bienes para sus semejantes.
De entre cuantos elementos el hombre dispone para la transmisión
de sus pensamientos y la difusión de sus ideas, ninguiw) le presta, in-
dudablemente, tan reales servicios y le coloca en mejores condiciones
de ser útil á la humanidad como la'prensa.
En efecto, señores : el periódico, ese hermoso instrumento de pro-
greso, por intermedio del cual se ponen en comunicación constante los
seres racionales y cuvo radio de acción se extiende á los más recóndi-
tos confines del globo, gracias al genio inmortal de Gutenberg, es
hoy una necesidad tan real, tan indispensable, que sin él la vida inte-
lectual de los pueblos cultos se haría imposible. El periodismo consti-
tuye en los tiempos modernos una verdadera institución veneranda y
venerada por todos en la tierra, desde aquellos á quienes la fortuna
encumbró á los más elevados puestos y cuyas glorias y alegrías canta,
hasta el más humilde entre los humildes, cuyas necesidades y pesares
pregona y por cuya redención desinteresadamente trabaja.
Mas para que el periodismo pueda cumplir bien los imprescindibles
y sagrados deberes que su noble ministerio requiere, hácese absoluta-
mente preciso que entre todos los individuos que á él se consagran
exista una solidaridad de relaciones, una compenetración de ¡deas y de
sentimientos tales, que formen una misma familia unida por et indiso-
luble lazo de la más pura y perenne confraternidad, para sin otros ele-
mentos de fuerza que el trabajo,, sin más armas que la verdad y sin
más aspiraciones que el bien comVín, luchar por el progreso de las
ciencias y el engrandecimiento de la patria..
Rtlaciones reciprocas entre la prensa médica 307
Constituida de ese modo la gran familia periodística, es altamente
provechoso el establecer cordiallsimas relaciones en todos sentidos, no
«óio desde el punto de vista moral, sino también en el orden material.
Mas estas relaciones deben realizarse, no bajo la mezquina y ruin
base de la compensación pecuniaria de la diferencia de precios entre los
periódicos relacionados, sino del más amplio espíritu de generosidad y
de desprendimiento.
Y dada esta mi manera de pensar en cuanto se refiere al periodismo
en general, ya podéis colegir cual será mi criterio respecto al periodis-
mo científico, y muy especialmente al que se dedica á propagar los co-
nocimientos y'progresos de la más simpática y humanitaria de todas
las ciencias : la ciencia médica.
En virtud de las consideraciones que acabo de hacer, y que la ín-
dole de este trabajo no consiente darle mayor extensión, me permito
formular la siguiente respuesta :
No sólojHzgo que debe establecerse el mutuo cambio de periódicos pié-
dicos entre los Estados asociados j sino que lo considero como na deber mo-
ral^ absolutamente necesario al progreso y difusión de la ciencia médica j
(i la que rendimos fervoroso culto todos cuantos á ella nm consagramos.
11. ¿Debe dejarse en libeutad completa para publicar en un
PERIÓDICO LOS artículos DE CUALQUIER OTRO, PERO COíí LA OBLIGACIÓN
DE DECIR SU ORIGEN? — Por fccunda y porteiitosa que sea una inteli-
gencia, no puede ella sola supeditar á la suya la de todas las demás ;
por grande que sea el radio de acción que pretenda abarcar, no es po-
sible que baste para extender y difundir las conquistas de las ciencias
por los dilatados horizontes que el adelantamiento de los pueblos re-
clama.
De ahí la necesidad que el hombre tiene de mancomunar sus es-
fuerzos, de unir sus actividades y de formar grandes agrupaciones, á
fin de que la unión de todos sé convierta en poderosa palanca que
ponga en movimiento el carro del progreso.
Y todo cuanto tienda á mermar estas fuerzas, todo lo que ponga tra-
bas á la propagación de los conocimientos humanos, ha de ser obs-
táculo á este mismo progreso, y, por consiguiente, debe de ser recha-
^zado sin vacilación de ningún género y combatido con tenacidad y
empeño por cuantos cultivan las ciencias^ y muy en particular la ciencia
médica.
La medicina es, ante todo, una ciencia eminentemente caritativa,
humanitaria, cuya finalidad encierra dos grandes ideales : retardar el
término material de la vida y mitigar los dolores y aflicciones de la
humanidad.
Así es que si el hombre que á dicha ciencia se consagra quiere rea-
lizar como es debido los altos fines que su cargo demanda, es preciso
que con ejemplar abnegación y desprendimiento sin tasa, posponga
todos sus intereses particulares en aras de los muy sagrados de la hu-
manidad, que sufre unas veces pacientemente sus enfermedades, y
otras llora resignada la pérdida eterna de los seres que le son más que-
ridos. Y aquel que no se sienta capaz de llevar á cabo los más sublimes
rasgos de abnegación y de desprendimiento ; el que no se encuentre
con fuerzas físicas y morales para poner de lleno sus actividades y ta-
lentos al servicio de sus semejantes y llegar en ocasiones solemnes
Aasta el heroísmo, sacrificando, si preciso fuere, la propia vida, ese debe
renunciar por completo al sacerdocio de la medicina y dedicarse á cual-
quiera de las otras ramas en que se subdivide la ciencia.
Como el ejercicio de la medicina se basa no sólo en la propia obser-
vación y experiencia, sino que requiere igualmente el conocimiento y
estudio de lo que otros observaron y experimentaron, nació de ahí ía
$o8 Relaciones reciprocas entre la prensa médica
necesidad del periódico, que llevando en sus pág'inas el fruto de aquella
observancia y de aquella experiencia, es el encargado de esparciría por
todos los ámbitos de la tierra y ayudar de ese modo al médico que
ejerce á cumplir la noble misión de mitigar los dolores de la humani-
dad doliente. Pero para que un periódico pueda llenar bien su come-
tido, para que su beneficioso influjo se cumpla y su finalidad se rea-
lice, es necesario que al mismo tiempo que se nutre de la fecunda
savia que otros producen, cedn. ffenerosamenle á los demás su propia san-
are, sin trabas ni dificultades de ningún género. pues los trabajos que
en la prensa médica se publican no pueden ni deben jamás compararse
con otras producciones del cerebro humano.
Considero fuera de toda razón, de toda justicia, equiparar la labor
del médico á la labor del artista para los efectos de la propiedad litera-
ria. El músico que compone una sonata, el poeta que escribe un poe-
ma, el escultor que ejecuta una obra de arte, realizan actos que no
tienen otra finalidad que impresionar nuestros sentidos, proporcionán-
<loños un pasajero placer ; pero el médico que transmite al papel el re-
sultado de sus observaciones ó de su experiencia, ya sea para exponer
signos y síntomas que aclaren un diagnóstico, ya para dar á conocer
los efectos de un medicamento ó descubrir un nuevo y mejor procedi-
miento quirúrgico, al transmitirlo á sus compañeros, no debe jamás te-
ner otro objetivo que el de ilustrarles, para que de ese conocimiento
reporte beneficio el desgraciado enfermo que padece. De otra suerte,
el médico que escribe un artículo en un periódico con la prohibición
de ser reproducido, realiza, no un acto científico y humanitario, sino
que da pruebas de una vanidad sin límites y de un mezquino y censu-
rable egoísmo. El médico-periodista no ha de buscar en la materialidad
de su labor escrita la remuneración de su trabajo, sino que ha de con-
siderarse moralmente recompensado con la gloria que conquista ó con
la clientela que le proporciona.
Proliibir la reproducción de un artículo científico médico es ence-
rrar en estrechos límites los beneficios que al escribirlo se propusiera
su autor, es la demostración palmaria de que los efectos de su privile-
giado cerebro se hallan neutralizados por un corazón pequeño y mez-
quino.
No. El médico que á la prensa da el fruto de sus elucubraciones
científicas ó le transmite el resultado de su observación y experiencia,
debe hacerlo para enseñanza de sus compañeros y en bien de la huma-
nidad. Quédense en buen hora para los sicarios de la ciencia, para
aquellos que convierten todas las actividades hurtianas en substancia
mercantil, y para quienes no hay más Dios, más i)atria ni más ciencia
que el oro, ponerle trabas á la inteligencia, coartar la libertad de la
prensa médica, que en España, cuando menos, se ha ejercido siempre
con nobleza, posponiendo en todas ocasiones sus propios beneficios
ante los muy sagrados intereses de la ciencia y los no menos respeta-
bles de la humanidad doliente.
Por todas estas razones, en la Conferencia internacional de la prensa
médica, celebrada en Monaco en abril de 1902, á donde fui como Dele-
gado de la de Madrid, y en el JI Congreso internacional de laprensamédica
que acaba de celebrarse en esta Corte, combatí, tal vez con demasiada
energía, los artículos III y IV de los Estatutos de la Asociacióii interna-
cional de la prensa médica, que dicen así :
III. Los trabajos originales, y generalmente todos los artículos de
fondo, son susceptibles de un derecho privativo. No solamente no pue-
ílen ser tra(luc¡(h)s ni reproducidos sin indicación del origen, sino que
no deben serlo sin la autorización del autor.
IV. El cambio de los periódicos será obligatorio entre los miembro.'^
Relaciones reciprocas entre la prensa médica 3^9
(le la AHociación, íenieiido en cuenta la diferencia de precios de suscrip-
ción y los gastos de correos, reservándose la aceptación el Director ó pro-
pietario.
Tales artículos parecen más bien inspirados en la idea de proteger
á los editores de los periódicos profesionales, que, como buenos comer-
ciantes, se preocupan mucho más que del movimiento y prog-reso cien-
tífico, del aumento progresivo de su caja de caudales. Y se comprende
perfectamente que sean esos los móviles que impulsaron la redacción
de ellos primero y su aprobación después, si se tiene en cuenta cue en
el extranjero la mayor parte de los periódicos científicos están editados
por libreros, en tanto que en Espaíia somos, por regla general, médicos
sus propietarios.
No es extraño, pues, que así en la Conferencia internacional de Mo-
naco como en el // Congreso internacional de la prensa, á pesar de mi
impugnación, fuesen dichos artículos aprobados por mayoría de votos.
No soy contrario al respeto de la propiedad literaria, no. Pero ya he
dicho y repito que en lo que atañe á la medicina, en lo que se refiere á los
trabajos publicados en la prensa médica y que no tienen otro objetivo
que contribuir á la marcha progresiva de nuestra sacrosanta ciencia y
al alivio de nuestros semejantes, esos trabajos periodísticos deben ser
escritos con generoso desinterés y legados al dominio común para bien
de la humanidad.
De aplaudir son las corrientes de simpatías que de algún tiempo á
esta parte vienen y van desde las Repúblicas sudamericanas y de Es-
paña. ¡ Benditas sean esas corrientes si ellas nos traen oleadas de luz,
de libertad, de cariño y confraternidad ; pero, por Dios, que no sean
portadoras de tral)as y"^ opresiones para la inteligencia, el trabajo y la
producción intelectual !
Vengan en buen hora los convenios de propiedad literaria y artística,,
é imiten todas las demns Repúblicas la conducta de Méjico, Costa Rica.
Colombia, Uruguay y El Salvador, donde ya tales convenios existen
entre ellas y la antigua madre patria, que siempre las considera como
hijas predilectas ; pero que esas convenciones se circunscriban á la
propiedad artística y literaria, y aun si queréis á la ciencia médica re-
concentrada en el libro ; mas no la hagiiis extensiva á los trabajos de la
prensa, porque al hacerlo dificultáis grandemente la pausada y segura
marcha del progreso científico.
Por consiguiente, inspirado en elevados y nobles ideales é impul-
sado por sentimiento de caridad al prójimo y por puro amor al pro-
greso, me permito responder á la segunda parte del tema en la forma
siguiente :
Debe concederse completa libertad de reproducir en un periódico los
artículos originales ó traducidos de cualquier otro, pero con la co7idición
ineludible de citar siempre el nombre del <tutor y det periódico originario,
pues en caso contrario se pierde el derecho de esa libertad (1).
Termino, señores, enviando la expresión de mi reconocimiento ha-
cia la Junta organizadora de este brillante certamen por la distinción
que me hizo encomendándome el importante tema que tan deshilvana-
damente he tenido el honor de desarrollar, y á vosotros todos, ilustres
miembros de esta Asamblea, por la benévola atención con que, dando
pruebas de vuestra cultura y bondad, os habéis dignado escuchar al
último v más entusiasta de sus admiradores.
(1) V.H Revista de Medicina y Cirueia Prácticas^ át\^ c{ut sny propietario, autoriza la repro-
ducción de todos los trabajos que en la misma aparezcan, a condición de citar el nombre del autor
y del periódico.
El bematoasoario de la malapía
flus dlveraaa formas
«onalderadas doade el panto de vlata de au eoFreapondenela en elinlea (1)
POR EL
Dr. J. Qrespin
Profesor suplente ilc la Escuela de Medicina de Argelia
Parece que ya se ha dicho todo cuanto se podía decir sobre el hemato-
zoario de Laveran. Sin embargo, es interesante para el práctico y para el
alumno hallar reunidas en linas cuantas proposiciones fáciles de retener to-
das las nociones que indispensablemente han de conocerse respecto á este
parásito, todas aquellas, á lo menos, que pueda utilizar la clínica.
Mi fln eá, pue^, escribir para los clínicos, sobre todo para los clínicos lla-
mados á ejercer en país palúdico, sin el recurso de un laboratorio bien per-
trechado y de ayudantes competentes y ejercitados ; é insistiré, más que en
nada, en los puntos difíciles, limitándome, por lo demás, á aconsejar la lec-
tura de nuestros tratados clásicos, en i>articuliir el de Laveran.
Quisiera que los médicos de nuestras colonias, y los de colonización de
Argelia en particular, fuesen todos aptos, con ayuda de un buen microsco-
pio, para reconocer el hematozoario y sus diversas formas en la sangre pa-
lúdica.
Sé las grandes dificultades que existen no sólo para encontrar con segu-
ridad el hematozoario cuando existe, sino también para llegar á formarse
uno concepción racional del paludismo, y sólo con ia experiencia, la lectura
comparativa de escritos franceses y extranjeros, es como se puede vencer
estas dificultades, las cuales, como advierto diariamente, desvían á los que
emp.ezan y les conduce á perder en absoluto todo entusiasmo. ¿Cuántos
médicos de colonización haj' actualmente en Argelia que sepan enconirar
el hematozoario y utilizar esta investigación para las necesidades de su
práctica diaria? No diré ninguno; pero si lo dijera, no me apartaría mucho
de la verdad.
No hay que sorprenderse, después de lo dicho, de que el estudio de la
malaria, tan brillantemente hecho porKelsch y Kiener, Laveran, etc., haya
quedado, por lo menos hasta estos últimos tiempos, como patrimonio de un
ínfimo númefo de médicos, y que no progresara hasta que las observaciones
recogidas en la campiña romana por un gran número de médicos de Italia
hicieron adquirir el perfecto conocimiento biológico del parásito.
Desde hace algunos anos los estudios sobre la malaria parecen otra vez
en Argelia llamar la atención, sobre todo después que el dogma clásico fran-
cés fué atacado con energía por Treille y Legrain. A estos autores se debe
buenos descubrimientos clínicos ; se les' debe el haber insistido, con los ex-
tranjeros, Sí'bre la distinción que es necesario hacer entre las diversas for-
mas del paludismo y sus críticas sobre la concepción habitual de los acce-
sos perniciosos, que Di*»n merecen se fije en ellos la atención. Volveré sobre
este punto más adelante. Es evidentísimo que no se pueden seguirá di-
chos autores cuando niegan la existencia del hematozoario; pero se explica
muy bien que lahnyan negado en una épocn en que los trabajos de extran-
jeros no se conocían en Francia, ni las investigaciones de Manson en parti-
cular habían venido aún á confirmar, de un modo evidente para todos, los
descubrimientos de Laveran y de Ross.
I. Investigación del hkmatozoahio en la Sangre de los palúdicos. —
No quiero rehacer lo que otros han hecho primero que yo. Me limitaré á
completar las varias reglas dadas por Laveran y por uno de sus alumnos,
Billet (2), en un artículo notabilísimo y muy claro, ál cual es conveniente
recurrir.
Los que empiezan deben preferir el examen de sangre fresca, por ser
mucho menos eiigañoso que los exámenes de sangre coloreada. La dese-
cación, la fijación y el empleo de los diversos colorantes producen altera-
ciones que pueden hacer creer á los novicios que son parásitos, hecho seña-
lado desde hace mucho tiempo por Laveran.
(1) Gfl;f. des hóp.. 25 abril de 1903.
(2) A nn. de t Instit. Pasteur, 25 mayo de Itnü, y también Caducée, 19 julio de 1902.
Ei Aem tto^oario d« la mataría 311
En la sangre fresca los heroatozoarios son más difíciles de ver; pero para
el que los ha visto una vez, no dudará ya nunca en presencia de estas for-
mas parasitarias. Kn la sangre fresca los amibos, y sobre todo los flagelos,
con sus movimientos caraoterísticos, sorprenden muy vivamente.
El objetivo de inmersión conviene mutbo, á pesar de la transparencia de
los parásitos. Si la luz es demasiado intensa, se puede disminuir un poco
el sistema Abbe ; pero esta precaución es la mayor parte del tiempo inútil,
pues el brillo del hematozoario, comparable al de «la perla ftna», sólo per-
tenece á este organismo, y no recuerda en modo alguno la apariencia de lo;<
otros elementos contenidos en la sangre.
Pero el examen de la sangre fresca no es suficiente. Es necesario recu-
rrir á la coloración para estudiar los detalles,' y para guardar largo tiempo
las preparaciones.
El mejor colorante es el azul de metileno ; pero se ha de usar buenas
marcas alemanas. He empleado frecuentemente el procedimiento único de
coloración con azul de metileno boratado, procedimiento de Malachowsky y
de Koch, recomendado igualmente por Billet {loe. ciL). Es el procedimient »
que da más resultados.
Los procedimientos por doble coloración (azul de metileno y eosina) son
máe complicados ; pero so» útiles para el conocimiento de detalles de es-
tructura del parásito.
Hasta estos últimos tiempo» he empleado el procedimiento de Laveran.
cuya técnica definitiva fué dada en la Sociedad de Biología el 9 de junio
de 1900. Tiene por base el azul Borrel; pero como dice Billet, es necesario
saber manejar el azul Borrel y tantear antes de llegar á conocer la propor-
ción exacta de los elementos que han de entrar en su composición. De
aquí las tardanzas y contratiemi)os.
El invierno últimí> me sedujo un método de coloración que, creo, no se
lia empleado aún en Francia, y que lo he visto emplearen Hamburgo, en el
Instituto de enfermedades Jropicales. Se^trata de. una doble coloración con
e sina y azul de metileno ; pero es un azul especial, conocido con el nom-
bre de azul azur 11. Fué descubierto e.st** color por Giemsa, profesor del
citado In.stituto. En los .servicios y laboratorios de éste, dirigido por el
Dr. Nocht, he visto preparaciones muy buenas de coccídeas, de hématozoa-
rios tomados en la sangre de enfermos ó de pájaros, ó en el estómago de los
mosquitos. Mediante estas preparaciones, que Phülleborn ha tenido la
amabilidad de enseñarme, he visto los excelentes resultados que daba este
azul desde el punto de vista de la coloración de los hematozoarios y de los
glóbulos blancos-
Desde entonces, en la clínica médica de la Escuela de Medicina de Arge-
lia, ese procedimient > de doble coloración (eosina y azul azur) es de uso
corriente. Gillot, jefe de clínica, ha indicado, en una nota publicada en los
Comptes rendus de la Société de Biologie (21 febrero 1903), la técnica que se ha
de seguir, y en los varios casos de paludismo sometidos á mi observación
durante el invierno, me encuentro muy satisfecho del empleo de esta colo-
ración.
Tiene la gran ventaja el azul azur de ser uno de los colores más fáciles
de manejar, que colora puramente el parásito y n.o parece alterar el pig-
mento, como pasa con otros azules.
II. De Las diversas vahiedades ó especies de hrmatozoarios. —
Puesto que me coloco simplemente en el punto de vista clínico, me parece
inoportuno resolver la cuestión de la unidad del hematozoario ó de su plu-
ralidad, y dejo e.ste cuidado á los parasitólogos.
El hematozoario se presenta bajo formas diversas, que es preciso conocer
muy bien para agrupar cada una de ellas á un tipo determinado de fiebre,
benigna ó grave, toda vez que está unido el diagnóstico, tanto aquí como
en otros puntos, al pronóstico. Se han limitado durante largo ti^^mpo á
comprobar una forma cualquiera de hematozoario para decir «paludismo»,
sin tener en cuenta la significación especial de tal ó cual forma. Pues bien;
me parece que actualmente se pue ie y debe exigir una precisión mayor, y
el fin de este estudio es mostrar á que errado de precisión se puede llegar en
este asunto. Es decir, yo sentaré solamente los datos indiscutibles ó que
me parezca lo son.
Las cuestiones que quiero sentar aquí están resueltas, algunas veces, de
313 Bl hemato:{oario de la maiatia
un modo diferente en los autores, y si las soluciones que daré son el reflejo
de lecturas francesas ó extranjeras, son también el resultado de exámenes
que yo mismo he practicado en el hospital de Mustapha. especialmente du-
rante los períodos estivales de 1900 y 1902. También he aprovechado las
noticias recibidas en mis viajes al extranjero, particularmente, á las Indias,
donde vi fiebres palúdicas y preparaciones de hematozoarios hechas por los
médicos que trabajan en Bombay bnjo la dirección de Haffkine, y eu Ham-
burgro. donde el Dr. NocUt, Director del Instituto para el estudio de las en-
fermedades tropicales, me ha mostrado, con una amabilidad exquisita, todas
las investigaciones que en este Instituto se llevan á cabo, verdadero modelo
<le enseñanza colonial.
A. De los puntos que han llamado más mi atenci()n, hay uno que he de
poner en relieve. Es el siguiente: ¿Por qué el problema de la comproba-
ción del hematozoário durante los accesos perniciosos no ha sido resuelto de
un modo univoco por los autores? Consultemos ante todo nuestro tratado
clásico, el de Laveran. Dice este autor en la página 185: «En todos los
casos de accesos perniciosos que he observado, la sangre obtenida con la
picadura del dedo contenía en gran número elementos parasitarios». Es
(!Íerto que Laveran decía, página 74 .\ «Algunas veces los parásitos son bas-
tante raros en la sangre obtenida por la picadura del dedo, aun cuando se
trate de accesos perniciosos. La contradicción aparente que existe en- estos
(*asos entre el número de parásitos y la gravedad de la enfermedad desapa-
rece, cuando, habiendo terminado el acceso por la muerte, la autopsia per-
mite hacer el examen de todos los órganos : se comprueba, en efecto, que
los hematozoarios se han acumulado en el bazo, el hígado ó el cerebro, ó
más rara vez en la red capilar de otros órganos*. Es esta una opinión de un
extranjero, la de Bignani, que Laveran relataba en. dichos términos. No es
menos cierto que, para Laveran, la sangre periférica de los individuos ata-
cados de accesos perniciosos contiene parásitos en gran cantidad.
Otros autores franceses se muestran más bien partidarios de Bignani.
(Jitané á Marchoux. Este, en su artículo publicado en los Annalts deVInsti-
íut Pasteur (1), relata tres observaciones de accesos perniciosos. En los tres
casos sólo había un reducidísimo número de hematozoarios circulando por
la sangre.
Procurando descubrir el hematozoário durante h)s accesos perniciosos,
lo he conseguido en la mayoría de los casos con una extrema dificultad, y
los parásitos eran pequeños, siempre en poca cantidad, nada ó casi nada
pigmentados.
Las mismas demostraciones han hecho en Hamburgo todos los jefes de
servicio del Instituto tropical, y el Dr. Nocht me expresaba de este modo su
opinión : «En 1 s accesos perniciosos los hematozoarios no se encuentran
en la sangre periférica, sino solamente en las visceras».
En realidad, se puede sostener que los hematozoarios existen en la san-
gre periférica, pero que son excesivamente difíciles de percibir (en los acce-
sos perniciosos), porque, por una parte, son en pequeño número y, por otra
parte, están desprovistos de pigmentos y son de dimensiones reducidas.
Este'punto ha de ser el más conocido, porque el médico que llega á Ar-
getia se dirige á los accejsos perniciosos para encontrar el hematozoário,
puesto que busca naturalmente los casos más típicos. Así, cuando sus in-
vestigaciones son infructuosas, se desanima y le parece no existe el pa-
rásito.
;,Cómo explicar entonces que distinguidos microbiólogos hayan afirma-
do, después de Laveran, la presencia constante y la abundancia de hemato-
zoarios en la sangre que circula, en los accesos perniciosos? Quizá sea por-
que estos sabios no hacen la suficiente distinción esencial entre los accesos
y los accidentes pernicio.^os, en la cual me es grato ocuparme de nuevo.
Durante el estío de 1900, que se señaló por una severidad particular de la
endemo-epidemia palúdica, vi que en presencia de un mismo síndrome,
que siempre se señalaban indiferentemente como accesos perniciosos ó acci-
dentes perniciosos, era necesario adoptar una patogenia distinta para los
síndromes, según pareciera originarse de la misma infección, ó de un ele-
mentó añadido preexistente, como una insuficiencia renal ó hepática, que
( J) Marchoux, Ann, dt VJnstit Pasteur^ 1897, t. XI. pág. «40.
El hemato^oario de la malaria 3(3
facilitase la auto-intoxicación, debiendo denominarse el primero accesos
perniciosos y el segruudo «accidentes perniciosos».
Pero sobre lo que insistiré será en decir que, en ambos casos, la influen-
cia de la malaria es siempre muy marcada, más obscurecida en uno, más
ostensible en otro. Los accidentes perniciosos no í^on una complicación de
la malaria: se relacionan á ésta más directamente que las compiicaciojies
de la enfermedad.
Un palúdico, en ocasión de un acceso de fiebre, tiene un acceso de deli-
rimn tremens. No se ha de decir accidentes perniciosos en este caso, y cali-
flcar así una complicación que ha podido producirse, no por la malaria, sino
por parte de una alteración mínima del sistema nervioso, consecuencia de
la hipertermia, de la privación de alcohol, del ayuno, etc. Hay más bien
auto-intoxicación en este caso, como en el accidente pernicipso ; pero esta
auto-intoxicación termina con un síndrome muy diferente del que tenemos
á la vista en este instante. No quiere decir esto que los accidentes perni-
ciosos no puedan encontrarse en los alcohólicos, que están muy predispues-
tos á ellos, en razón del estado de su célula hepática ; pero en estos casos.
no se trata del síndrome bien caracterizado «delirium tremens». Ks, pues,
en este caso, una verdadera complicación de la enfermedad, del mismo mo-
do que si un ataque de epilepsia ocurriese durante un acceso de malaria.
Se pudiera objetar que esta distinción es demasiado esquemática, y que,
en los accesos perniciosos, la auto-i ntoxicación domina al síndrome, así como
en los accidentes perniciosos. Indudablemente, ocurre como en todas las en-
fermedades infecciosas ; pero es, sin embargo, posible hacer el diagnóstico
entre ambas, al menos en muchos casos, porque es muy evidente que los
accesos perniciosos y los accidentes perniciosos pueden yuxtaponerse de
tal modo, que sea ilusorio intentar una separación racional de estos dos gru*
pos de manifestaciones.
El diagnóstico se saca del examen completo del enfermo, tanto desde el
punto de vista de la malaria, como de sus taras anteriores (insuficiencia re-
nal ó hepática, arterio-esclerosis. etc.). Los accesos perniciosos se encuen-
tran muchas veces en individuos muy sanos anteriormente. Los acciden-
tes se observan, sobre todo, en los individuos defectuosos, enfermos desde
largo tiempo. El número de accesos perniciosos, á favor de esta distinción,
es más reducido, mientras que el de los accidentes es mucho mayor. La
cuartana y la terciana ordinaria no producen accesos perniciosos, siendo
propios de las fiebres cotidianas, continuas, irregulares, estivo-autumna-
les, etc.
El examen de la sangre da indicios interesantes. En caso de accesos
perniciosos, el hematozoario es raro en la sangre que circula. En caso de
accidentes, los hematozoarios son, de ordinario, muy abundantes. En el
primer caso, son pequeñas formas (1 /« algunas veces), poco ó nada pigmen-
tadas, difíciles de descubrir ; en el segundo, muchas veces son las grandes
formas de la terciana ó cuartana, fácilmente reconocibles.
En la autopsia, los individuos muertos de accesos perniciosos tienen las
visceras impregnadas de pigmento negro y llenas de hematozoarios, sobre
todo el cerebro, el bazo, el hígado. La melanemía es aparente á simple
vista y da á los órganos un tinte eminentemente característico. En los in-
dividuos que han sucumbido á accidentes perniciosos, hay poco ó nada de
melanemía, poco ó nada de hematozoarios en la intimidad de los tejidos,
except) en el bazo ; pero, en cambio, se encuentran viejas lesiones del híga-
do, ríñones, etc.
Por tanto, creo que los autores que han estudiado sobre todo en los paí-
ses pretropicales, como Laveran, han descrito la mayor parte de las vec<'s
accidentes perniciosos, mientras los otros, que han estudiado más abnjo de
los trópicos, han descrito especialmente los accesos perniciosos, refiriéndosf
al mismo síndrome.
Esta simple observación basta quizás para explicar las diferencias com-
probadas en los exámenes hematológicos durante los accesos ó accidentes
perniciosos.
B. Hay otro punto que no es menos útil de considerar.
Un enfermo palúdico, presado un acceso, ó que haya tenido reciente-
mente uno, ó que deba padecer uno en el espacio de algunas horas, es so-
metido á vuestro examen. ¿Es posible determinar, con el examen sola-
3^4 El hemato^oario de la malaria
mente de la saugre, cual es el tipo de (lebre de que está atacado, y por lo
tanto, establecer con el diagnóstico, el pronóstico de la enfermedad? Sí, eii
muchos casos. Así. entra en mi servicio el 13 de octubre último (1902) un
(enfermo presado un violento acceso. Délas noticias suministradas dedu-
cía que se trataba de una fiebre cotidiana. Al examinar las angre, tomada el
día siguiente del acceso, y algunas horas antes de un nuevo acceso, encon-
tramos hematozoarios en abundancia. Las grandes formas dominan ; pero
existen también amibos pequeños, y todos son pigmentados. Las formas
de grandes rosetones son muy puras, y las porciones segmentadas son en
inimero de siete, ocho, diez; algunas están en ví?i de segmentación. Ade-
más, hay muchos cuerpos esféricos, unos casi inmóviles, otros agitados por
movimientos poco rápidos. Los glóbulos parásitos no estnn sensiblemente
alterados, y han conservado sus dimensiones normales. El pigmento es de
granos gruesos. No hay cuerpos no pigmentados, ni formas semilunares.
Nuestro enfermo es un joven sin taras orgánicas; nos aseguramos de
ello con el examen de diversas funciones. No tendremos, pues, en él, los
accidentes perniciosos, y gracias al exa^rien de la sangre, podemos afirmar
hallarnos en presencia de una tiebre benigna, que no conducirá ni al acceso
pernicioso, ni á la caquexia palúdica, por lo menos si la evolución natural
es sostenida con una medicación apropiada, y si no sobrevienen complica-
ciones enteramente excepcionales é improbables.
¿Por qué estas inducciones que la consecuencia de la observación debía
justificar? Este enfermo, aunque parecía atacado de una fiebre cotidiana,
es decLi' , de una fiebre muchas veces maligna, estaba, en realidad, sujeto á
accesos de triple cuartana, y el diagnóstico del tipo de la fiebre era fácil de
hacer después de un solo examen de la sangre, e.» el cual se pudiera reco-
nocer, al lado de las grandes formas caracrerístioas de la cuartana (pigmento
de grandes granos-rosetones de ocho á diez segmentos, movimientos poco
pronunciados, integridad de los hematíes, etc.), formas más pequeñas, que
representan el primer estado del parásito de la cuHrtana.
Una ohjeción se presenta inmediatamente, y Laveran no deja de hacerla
á los partidarios de la pluralidad de los hematozoarios: «f Estas formas pe-
queñas, consideradas como el primer estado de un parásito de la cuartana,
se asemejan, en este estado, á las formas de la terciana y de la fiebre estivo-
autumnal». Esto es cierto, pero es preciso saber que las infecciones mixtas,
colocándose en el punto de vista de las asociaciones de tipos parasitarios,
son excesivamente raras. Thayer, que vio en Baltímore 1618 palúdicos,
sólo encontró entre ellos 31 con infección mixta (1). Koch cree también que
las especies diferentes se excluyen entre sí.
Además, en la sangre «examinada no había ni los semilunares ni los ro-
setones pequeños, ni los cuerpos de desecho (chjffonnés) de que hablaré
oportunamente, todos ellos elementos característicos de las fiebres graves,
tropicales.
Continuando la observación del enfermo en cuestión, pudimols ver una
serie de varios accesos de cuartanas, lo que sorprendió mucho á los alum-
nos,tanto más cuanto que no habíamos administrado el específico.
Después de estas pruebas, me abstengo de preconizar una doctrina cual-
quiera. No soy unicista ni pluralista ; no tengo derecho á serlo, porque la
clínica, ante hechos contradictorios, no puede pronunciarse; y sólo en nom-
bre de la clínica quiero hablar.
No niego la transformación de los tipos, pero creo poder decir que dadas
ciertas formas de liematozoarios, se puede estar seguro de que estas formas
evolucionan naturalmente según un tipo dado de fiebre y que su transfor-
mación en otro tipo, cuartana ó terciana, ó estivo-autumnal ó inversamente,
no es la regla.
El liematozoario, especie única, se fija quizás en su forma y estructura,
y aun cuando sea siempre el mismo, no puede, en ciertos casos, dar otros
accesos que las cuartanas, tercianas, etc. ¿No hay casos en que el pneu-
mococo está fijado de tal modo en su virulencia que sólo da congestiones
pulmonares, y que inoculado á los conejitos de India da también solamente
(1) I.as más de las veces, los parásitos habituales de la terciana se encontraban con los parási-
tos de la fiebre estivo-autumnal. Thaver, cit. por Scheube, Traite des maladies dts pays chauds,
pág.li;^.
El hematoi^oano de la malaria 3t5
las mismas congestiones pulmonares? Una nueva picadura puede eviden-
temente producir la virulencia habitual del pneumococo, volviéndose apto
para producir unapneumonia; observaríamos quizás los mismos fenómenos
con el hematozoario, si cultivásemos también este último.
La clínica nos indica, por otra parte, muy bielt la fijeza de ciert'S tipos
de accesos. Hay enfermos que siempre han tenido accesos de cuartana :
Treilley Legrain han insistido con gran energía sobre este punto particu-
lar, que, en efecto, es fundamental en el estudio del paludismo.
Uno de mis enfermos, entrado en el mes de septiembre de 1902 y atacado
desde hace un mes por vez primera, era de gran valor afirmativo : sólo ha-
bía tenido accesos de cuartana. Era un itidígena, un antiguo habitante del
país, y esta circunstancia no es indiferente, porque las cuartanas se obser-
van frecuentemente entre los árabes, mientras que en el recién llegado á la
colonia se observa muchas veces fiebres cotidianas ó continuas como accíN
dentes iniciales. Hay quizás en esto una cuestión de terreno, que inter-
viene para fijar el hematozoario en su forma, y guiar la evolución del tipo
febril. Los unicistas sacan ^ran partido de esta prueba, y pueden sostener
que estos indígenas son palúdicos, sin saberlo, desde hace mucho tiempo, y
á partir de la infancia en que parece ser la fiebre cuartana la. primera mani-
festación de la malaria, sólo es, en realidad, la manifestación tardía de un
paludismo antiguo. Los exámenes de R. Koch descubriendo el hemato-
zoario en los niños aparentemente sanos, en un medio febrígeno, vienen en
apoyo de esta opinión. y
Sea lo que fuere, es útil é indispensable, desde el punto de vista clínico,
distinguir dos formas de hematozoarios : las grandes formas, muy pigmen-
tadas, y las pequeñas formas, poco ó nada pigmentadas, y cuando ambas
están reunidas sin semilunares, ni cuerpos de desecho, ni rosetones peque-
ños, se puede decir que las segundas sólo son las grandes formas en un
estado más adelantado, puesto que no se asocian entre sí. Se trata enton-
ces de un tipo febril complicado, denominado doble terciana ó triple cuar-
tana.
/Las grandes formas son características de tipos espaciados, es decir , que
su madurez, señal del cese del acceso, se realiza á las 48 ó ^2 horas, y estos
tipos son al mismo tiempo benignos, no produciendo, como regla general,
el acceso pernicioso ni la caquexia palúdica.
Entre estas grandes formas es también posible distinguir el hematozoa-
rio de la cuartana del de la terciaria, basándose en los CHracteres estableci-
dos, desde largo tiempo por Golgi (Ij. El parásito de la terciana tiene
movimientos rápidos, difíciles de seguir. Decolora rápida y completamente
el glóbulo rojo. Su contorno es menos definido, bastante suave. El proto-
plasma tiene una apariencia fina El pigmento es también más tenue. liOs
cuerpos esporulados, provenientes de la segmentación de rosetones, son en
número de 15 á 20, y de pequeñas dimensiones.
El parásito de la cuartana tiene movimientos lentos, difíciles de observar
en el primer estadio. Decolora muy poco, ó nada, al glóbulo rojo, que con- '
serva color amarillo hasta la segunda faz de su destrucción, y esto aun
cuando el glóbulo quede representado por una línea delgada.' El proto-
plasma es más grosero que en la cuartana. Su contorno es más marcado,
más preciso. El pigmento es menos fino. Los cuerpos esporulados, proce-
dentes de la segmentación de los rosetones, son de 6 á 12.
No hay en estas formas ni cuerpos semilunares ni cuerpos de desecho,
ni pequeños rosetones. Los semilunares existirían, sin embargo, según
ciertos autores (2) ; pero creo que la comprobación de las observaciones de
éstos no se ha llevado todavía á cabo, y por mi parte, en fiebres cuyo tipo
terciana ó cuartana está muy bien establecido, no he visto todavía cuerpos
semilunares.
Las formas pequeñas (1 á 3 |jl) son características de los tipos continuos,
subcontinuos. irregulares, cotidianos; la madurez del hematozoario se
opera generalmente en veinticuatro horas ó quizás en cuarenta 3' ocho, si el
tipo «terciaim maligna» tiene una verdadera autonomía. La forma de ma-
(1) GoIgi, i4rcA. ital.de Biol., l. XIV.
(2) Billet cree también poder hacer la distinción entre los semilunares de la terciana y los de
la cuartana.
jfj6 El htmaio^oario de la malaria
(iurez ó rosetón es particular, y se encuentra más bien en la médula de los
huesos y las visceras que en la sangre periférica. Se trata de tipos malig-
nos. Y sólo en estos tipos existen los cuerpos semilunares, los rosetones
pequeños y los cuerpos de desecho. Estas dos últimiis formas no están
ioQuy extendidas en lasante periférica, pero representan, para mí. un ele-
mento característico, sobre el cual no insisten quizás bastante los autores.
Scheube (1) hace de ello una excelente descripción, según Marchiefann
y Bignami, dando, en apoyo de la misma, una figura tomada de R. Koch.y
que reproduzco aquí (fig. 10).
® © ®
• o
0^0 • o
o
d t f g
Flg. 10. — Formas del hematozoario del paludismo
En esta ügura se ve, que al lado de los rosetones de dimensiones peque-
ñas, es preciso colocar los cuerpos ajados ó de desecho (Gelappter Parmlj.
cuerpos que son mucho menos raros que los rosetones pequeños y tan ca-
racterísticos como ellos; es decir, que su comprobación presta grandes
servicios, puesto que es fácil. Los rosetones pequeños están designados
con la letra f, el cuerpo ajado por la e. En e el parásito no ha llegado aún á
su entera madurez, que la alcanza en f.
Creo necesario insistir sobre la presencia de este cuerpo de desecho en la
sangre periférica como indicante de una fiebre maligna (continua, cuoti-
diana, subcontínua, estivo-autumnal, terciana maligna, tropical, etc.).
La forma c se encuentra también casi exclusivamente en las fiebres ma-
lignas, pasado los trópicos: el parásito intra-globular está en forma de
anillo con un engarce. Las otras formas d, e y /"son, como las precedentes,
intraglobulares y los glóbulos son pequeños y pálidos.
Un hecho también importante de esta forma de hematozoarios es que
puede no contener pigmentos ó contener muy pocos, aun en el estado más
avanzado (Marchoux, según Marchefarn). He visto frecuentemente los
c\ierpos e desprovistos de la masa pigmentaria central, y entonces son más
característicos.
P^l aspecto del hematozoario realizado por el cuerpo flagelado se nota en
todos los tipos de fiebre. No se encuentra en el organismo humano, y sólo
se le observa á los quince ó veinte minutos después de la extracción de la
sangre. El cuerpo flagelado se forma á veces á nuestra vista, pero es pre-
ciso una temperatura suficiente para hacerlo aparecer. En invierno, época
en que los amibos mueren tan pronto como la sangre ha salido de los vasos,
.«íería bueno emplear una platina caliente.
Si se Quiere una clasificación sencilla de las diversas formas parasitarias
del paludismo, se puede conservar, para las necesidades de la clínica, la que
Man son hizo (2) :
Parásitos .1 ^ "rciana* } ^° tienen formas semilunares . . Fiebres benignas.
¡cotidiano, pigmentado . . í
cotidiano, no pigmentado . J Tienen formas semilunares . . . Fiebres malignas,
terciana |
(1) Scheube. Traite, p. 110.
(2> Tropical Distases, p. 36.
Repista critica bibliográfica
317
Ks preciso, después de las precedentes consideraciones, completar esta
clasiftcación, indicando que. en las fiebres benignas, se comprenden las
grandes formas parasitarias (7 íi 9 |i) y que en las fiebres malignas se rom-
prende las formas pequeñas (I A 3 |i), con los aspectos particulares real za-
dos, al mismo tiempo que por las semilunas, por los cuerpos de desecho, los
rosetones pequeños y aún los cuerpos en forma de anillo.
También debiera comprenderse en el grupo de las fiebres malignas. la.s
fit'bres irregulares, continuas, subcontinuas, estivo-autumnales, tropica-
les, etc., que son todas semejantes.
El cuadro que damos h continuación resume todo cuanto de útil y nece-
sario se hji de conocer para poder recordar los casí s clínicos de los liemato-
zoarios encontrados en la sangi'e. La clasificación que ha servido para
construirlo es la de Mannaberg, pero simplificada en la medida de lo po-
sible.
Cuadro de las fiebres 'palúdicas
en relación con las diversas formas de hematozoarios
A. Fiebres benignas (ni accesos perniciosos, ni caq^iiexia palúdica).
B. Fiebres malignas (accesos perniciosos y caquexia palúdica).
Hematozoarios i>k orandks fobxas (7 á 9 fi), mut pig-
ME.NTaDO<, SIN CUKRPOS AJADOS M CUEkPOS EN FOhMA DE
ANILLO.S Ó ROSfe.TO>NBS l'EQUE.ÑOS.
Terciana
lieuiatozoarios frecuente-
mente más grandes aue un
hematíe. Pigmentación ñna.
Movimientos muy vivos del
protoplasma y de los granos
del pigmento.
Alcanzan su desarrollo en
cuarenta y ocho horas.
Rosetones en formas de
flor de tornasol, con quince
ó veinte segmentos ó menos.
GHbulo<i rojos muchas
veces hipertrofiados y que
se decoloran con facilidad.
Cuartana
Hematozoarios del tama-
ño de un hematíe. Pigmen-
tación de granos gruesos.
Mx)vimientos lentos del pro-
toplasma y de los granos
del pigmento.
Alcanzan su desarrollo en
setenta y dos horas.
Rosetones en forma de
margarita, con seis ó doce
segmentos.
Glóbulos rojos que con-
servan sus dimensiones y ;
su coloración.
Trad. i)or
Tll'O: T&RClANA .MALIGNA, ESTIVO-
INVfcHNAI., CONTIMIA, COllDIANA.
TROPICAI , KlC.
Hematozoarios de formas peque-
ñas ( t á 3 /tf ;. P<>co ó nada de pig-
mentos. Se desarrollan en veinti-
cuatro ó cuarenta y ocho horas (en
el caso de terciana maligna, ésta
comprende formas grandes). Movi-
mientos rápidos del protoplasma.
Rosetones irregulares y pequeños,
do seis, ocho, diez ó doce segmen-
tos. Cuerpos ajados, cuerpos en
forma de anillo, semilunares. Glóbu-
los rojos decolorados.
el Sr. Rríz Rodríguez (J.).
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
(1)
I). FhLIX ANTKtíiHDAn DÍKZ
— Profilaxis j/ tniíamienÍQ ahorliro y resolutivo de ¡a aniiydalilis sim-
ple por el bicarbonato de sosa es una comunicación que, en lengua
francesa, leyó en el Congreso Internac'ional de Higiene, celebrado en
Genova en el año 1882 ; después de un estudio detallado de dicha en-
fermedad expone, con multitud de observaciones, que el mejor trata-
miento consiste en el empleo del bicarbonato de sosa en diversas for-
mas; desde que vi recomendado tan sencillo recurso terapéutico, lie
tenido ocasión de convencerme de su ventaja, y seguiré empleándole
por considerarle útil. •
— A fuerza de constancia y del entusiasmo oue sentía el Dr. Criné por
la ciencia freuoj)ática, realizo la celebración del Primer Certamen Fre-
nopático Español, que tuvo lugar en Barcelona en los días 25, 2(S, 21 y
28 de septiembre de 1883, en el Manicomio Nueva Belén, En su Discurso
de apertura, después de demostrar lo necesarias é importantes que son
semejantes reuniones para el progreso de la ciencia, lleno de satisfac-
(!ión por ver sus deseos realizados y del cariño que tenía á Barcelona,
sin incurrir en la nota de regionalista, ni separatista, deseaba que fuera
»1) Conclusión. —Véase el número anterior.
SI 8 Revista critica bibliográfica
<licha ciudad la cabeza de la nación ; dando pruebas de patriotismo
lanzó un ¡ viva España !, deseando que ios enfermos de la mente obtu-
vieran alg'íin día beneficios del Certamen que iba á celebrarse.
— No podía limitarse el Dr. Giné, como iniciador de dicho Certamen,
á su discurso de apertura. En la primera sesión del mismo leyó otro
Discurso j titulado Ensayo mécUco-adminístrativo sobre el ingreso, estan-
cia y salida de los enfermos de la mente en los 7na7iicomios públicos y pri-
vados, que si se cumpliera en todas sus partes por las autoridades y
las familias de los desg'raciados enfermos, no se observarían esos abu-
sos y atropellos que continuamente ocurren, y que tanto horror causan.
— El Discurso de Clatcsura del referido Certamen fué pronunciado por
el Dr. Giné : fué dig-no remate de aquella asamblea que tan ^rato re-
cuerdo dejó, y que siempre demostrará lo que la poderosa voluntad de
aquel hombre realizaba.
— De la necesidad de popularizar el conocimienfo ( diagnóstico ) de la
alienación mental, con el fin de evitar confusiones lamentables, es un
trabajo digno de leerse con atención ; hace ver la trascendencia que
los errores de diagnóstico pueden ocasionar, y lo necesario que es se
estudien estas enfermedades con detenimiento, y de que se expliquen
en las cátedras de Medicina.
— Es curiosa la exposición que hace de la Uranostomatoscopia freno-
pática; un signo esquelético de la imbecilidad, por medio de la explora-
ción de la bóveda palatina, que si está demasiado deprimida, se puede
no sólo diagnosticar aquella enfermedad, sí que t€.mbién anunciar su
presentación en plazo no lejano.
— El Juicio critico que escribió acerca de la obra del Dr. D. Emilio Pi
y Molist, « Primores del D, Quijote, en el concepto médico-psicológico y
consideraciones sobre la locura, para un nuevo comentario de la in-
mortal novela >s es de lo mejor que escribió el Dr. Giné ; al examinar
una obra tan original y tan bien escrita, hace ver que el Dr. Pi y Mo-
list supo hallar las bellezas que Cervantes escribió describiendo la lo-
cura que padeció D. Quijote, y que lo hizo tan magistralmente que no
tiene rival.
— PJl hipnotismo en la clínica es una profesión de fe científica que ex-
puso admirablemente á instancia de uno que fué su discípulo, el doctor
Rodríguez-Morini, al preguntarle sí tendría aplicación en las enferme-
dades mentales ; su contestación no pudo ser más categórica, afirmando
las ventajas que su empleo tiene en Medicina, y que debe practicarse
con seguridad de curar muchas enfermedades,' rebeldes á los demás
tratamientos.
— El Código pknal y la Fuekopatología, ósea J/<í/¿^m de armonizar
el espíritu y el lenguaje del Código penal con el estado presente de los
conocimientos f re nop áticos, es unn refutación enérgica contra los
errores en que estfi basado dicho Código ; declara que el mejor funda-
mento de las leyes han de ser los conocimientos antropológicos, y que
cuanto antes deben desaparecer los defectos de que adolece, tanto en
su espíritu como en su leni»-uaje, v de esa manera se evitarán las dis-
crepancias que todos los días se advierten. Al igual que lo hizo el doc-
tor Mata en su Medicina legal, i)ide una reforma clara y terminante en
el Código, respecto á los que deben estar exentos de responsabilidad
criminal, sintetizando todas las formas de locura é imbecilidad por la
de enagenaciones mentales, que es como deben expresarse. '
— En el solemne acto de distribuirlos pí^emios del « Certamen litera-
rio», que se celebró en San Gervasio por el Ateneo, el año 1890, pro-
nunció \in^Disc7(7'so sirviéndole de tema M corazón del orate; no se
refiere á las alteraciones que puedan observarse en dicho órgano en los
enfermos de la mente : lo hace eti sentido figurado, ó sea estudiando
Resista critica bibliográfica ^¡9
las acciones reflejas que entre el corazón y el cerebro del orate se ob-
servan, que dan lu<^ar á la manifestación de sus enfermedades ; me-
rece ser leído este discurso por las analog^ías que entre el corazón y el
cerebro describe, di<»-nas de ser estudiadas y conocidas, para que á di-
chos enfermos se les atienda como es debido.
— Profilaxis penal es nn Discurso leído en la primera sesión inaugu-
ral de la Academia de Hif^'iene de Cataluña en 1892, y que tlespués (le-
dicó al Jurisconsulto I). José M.* Valles y Ribot, con motivo del proceso
3ue se sig-uió á Samuel Willie, para el cual la justicia pedía la pena
e muerte y al demostrarse científicamente oue era un desequilibrado
hereditario' fué recluido en un manicomio. En este trabajo, el doctor
Giné hace ver lo necesario que es el que la Hig-iene intervenida, con
sus sanos consejos, para que las leyes penales se informen en lo que
ordena la ciencia, y así se evitará ef que muchas veces aquélla casti-
gue á varios que no son criminales, y que sólo obran cie^iramente por
tener perturbada su razón.
— El Dictamen razonado en defensa del insigne rale Mosén Jacinto Ver-
daguer, al cual, por g-entes que ocupaban alta jerarquía social, se le
tenía ])or loco, infamia la más grande que puede hacerse á un hombre,
y de cuyo trabajo fué ponente el Dr. (iiné, es la prueba más elocuente
de sus vastos conocimientos frenopático^y de su independencia ])rofe-
sional; persuadido de lo injusto que era calificar de loco á un hombre
tan eminente, con razonamientos científicos, que no dejaron lugar á
la duda, demostró ser todo una vil calumnia, que se lanzaba con fines
bastardos y de que el virtuoso sacerdote tenía sus facultades integras.
— El idiotismo ó imbecilidad moral es el tema de un Discurso qne pro-
nunció en la sesión inaugural del Ateneo (Iraciense, el 12 de abril de
1895. Estudia con detenifuiento lo que es dicha enfermedad, y las
causas que contribuyen á su manifestación, y como pu^de evitarse,
único medio de conseguir ([ue no sea tan frecuenta.
— Perseguidos g perseguidores es otro Discu7*so pronunciado en la
misma corporación que el anterior, en el año siguiente : en éste como
en todos sus trabajos, el Dr. Giné expone, con el estilo que le caracte-
rizaba, en que consisten dichos trastornos mentales, y \o que tienen
obligación de hacer las autoridades y la sociedad i)ara que su situación
mejore, y no sea tan penosa.
— En* la solemne apertura del curso académico de 1898 á 1899, le
corre.spondió al Dr. Giné leer, ante el Claustro de la Universidad de
Barcelona, el Discurso inaugural. Como no podía menos de suceder,
dados sus deseos y entusiasmos por la ciencia, versó sobre el siguiente
tema : Lo que es y lo (¿ue debiera y podría ser la enseñanza en nuestra
Facultad de Medicina. Después de exi)oner las deficiencias que du-
rante el desempeño de la enseñanza ha notado, y de señalarlas con la
lealtad y franqueza propias del hombre que todo lo sacrificaba por la
verdad, propone la reforma que precisan los estudios médicos para que
salgan bien instruidos los que se dedican á los mismos, y los buenos
rebultados que se o])tendrán si los gobiernos siguen prestando su aten-
ción á lo que se precisaba en aquel centro docente; las aspiraciones y
trabajos de toda su vida de catedrático los vio empezar á realizarse,
sorprendiéndole la muerte antes de terminados.
— Un viaje áCerebrópolis es un trabajo en forma de novela científica,
recreativa, que facilita el estudio de unos asuntos tan difíciles de cono-
cer, como son los referentes á la anatomía, fisiología y patología cere-
brales, con lo cual consiguió su autor hacer amena su lectura : es este
un género de literatura médica poco cultivado en España, y del que
sólo recuerdo haber leído otro análogo que escribió el Dr. í). Amallo
Jimeno y Cabanas, con el título de Ifn nabitante de la sangré\ y en el
Formulario y tratamientos modernos Jío
cual describe la circulación sang-uínea de una manera aí^radable y
científica.
— La familia de los Onkos es otra novela humorística que publicó el
ür. Giné, y que constituye un estudio de patolog-ía celular, especial-
mente de oncología, <»n (íonde si'n sentirlo se forma un verdadero con-
cepto acerca de los tumores y sus diferentes clases, que enseña muchí-
simo de lo que es tan difícil aprender en obras de otra arenero.
— Se termina este tomo de las Obras escogidas del Dr. Giné con otra no-
vela científica que escribió, titulada Misterios de la locura, y en ella hace
un estudio minucioso de fisiolog^ía y patolog-ía mentales, y de cuanto
allá deiitre del des^^-raciado loco sucede ; su grata exposición hace inte-
resante su lectura, y como en las verdaderas novelas, el ánimo del que
lee está sujeto hasta el final, para ver en que concluye.
Esta reseña bibliográfica, mejor que crítica, de las Obras escogidas
que escribió el Dr. Giné, tengo la seguridad que no habrá sido pesado
á nadie, pues bien poco me parece lo dicho comparado con el mérito
que tienen ; yo no me he cansado de leerlas y de admirar lo mucho
bueno que contienen ; sólo siento que mi torpe pluma no haya sabido
expresar lo mucho que valen, y la enseñanza que siempre han de pro-
porcionar á los que las lean. *
El nombre <lel Dr. D. Juan Giné y Partagás y el recuerdo de sus
obras, por lo mucho que trabajó y escribió durante su vida, pasará
sin duda alguna de generación en" generación, como sucede con el de
aquellos que hirieron é])oca en su tiempo, i)or sus inmortales obras.
FORMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRN08
LXXXI. — Dermatoais de la piel del oráneo : tratamiento
8abourand expone varias fórmulas para distintos casos, que conceptúo
útiles.
Escamas. — Si es poco intensa la lesión, se puede usar una de estas po-
madas :
1/ Oxido de zinc "7 gramos
Lanolina : ]
Vaselina Jaa. 10 »
Agua destilada |
2/ Vaselina 20 »
Alquitrán líquido purificado ..... 4 »
Tintura de quillaya c. s. para emulsionar,
ó esta loción :
Alcohola 60° 200 »
Coaltar saponificado ....... 30 »
tíi es más intensa, se usa el ácido pirogálico en pomada : I á 1*50 por 30
de excipiente.
Si más todavía y las escamas más adherentes, se añada el ácido crisofá-
nico al centesimo, sirviendo de vehículo :
Aceite de enebro |
Vaselina .jaa. 10 gramos
Lanolina /
Phoriasis. Si es de intensidad media, aconseja:
Aceite de enebro \
Vaselina |aa. 10 »
Lanolina )
Acido crisoí'ánico 0*30 »
Formulario y tratamientos modernos $it
Ei aceite de enebro puede ser substituido con el tanino :
Tanino \ ^,r^
Calomelanos. . í^^' " '*" *
Vaselina 20 »
Pitiriasis. — Kn algunas de sus formas es útil :
Aceite de enebro j
Vaselina }aa. 10 »
Lanolina )
Bióxido amarillo de mercurio \^ ^.-^
Acido pirogálico /«^- ^'^^
Azufre de 1 íi 3 »
ó bien esta otra fórmula :
Aceite de enebro 10 »
Bióxido amarillo de mercurio . . .
Resorcina
Azufre precipitado (
aa. I
>
Acido pirogálico
Manteca de cacao i i^ ^^
» benzoinada • ./ '
Hág-ase un masaje de toda la piel con esta pomada y lávese por la maña-
na con agua caliente y jabón blanco.
Pblada :
Tintura de iodo j
Aciílo fénico nuboso Jaa. partes iguales (1)
Hidrato de doral J
LXXXII. — Olioerlna: su empleo eH Oftalmologria
Catillon dice que su adición á los colirios de atropina (1 parte pnr 2 de
agua), contribuye á la conservación del preparado y evita la irritación que
suelen causar las soluciones acuosas.
La solución de ioduro potásico en partes iguales de agua y glic?rina es
menos dolorosa puesta en la córnea que la de agua.
Foucber, como regla general, propone usar la glicerina en vez del agua
en los colirios.
Üebout substituye las grasas irritantes con el glicerolado de almidón en
las pomadas de sulfato de cobre, de bióxido y de bicloruro de mercurio
destinadas á los ojos.
La glicerina, por sí sola, es un excelente tópico de los párpados (1).
LXXXIII. — Hemorroides : tratamiento
Crisarobina 0*60 gramos
Tigenol 5 »
Vaselina 25 »
Se puede usar esta pomada ó bien hacer dos embadurnamientos diarios
con tigenol puro después de un baño de asiento.
Dicen que no sólo calma los dolores y el picor, sino que también men-
gua el volumen (2).
LXX.^1V.— Nefritis aguda: tratamiento oon el hielo
Stembo, en unos veinte casos, casi todos de origen escarlatinoso, obtuvo
una curación rápida colocando á través de la región lumbar un saco pro-
longado, cerrado por ambos extremos y lleno de pedazos de hielo. El en-
fermo permanecía todo el tiempo posible en decMibito lateral, y cuando
había de colocarse sobre el dorso, se le mantanía sobre cojines para que
el hielo no comprimiera el dorso.. El hielo es aplicado durante dos ó tres
horas, luego sigue una de descanso, después nueva aplicación, nueva sus-
pensión, y así sucesivamente. En los sujetos muy impresionables ponía
sobre la piel una ó dos capas de lienzo ó de franela.
Sin otro tratamiento, notó á las 24 horas cesación de la fiebre y de los
(1) Journal de Mid. interne.
(2) Ga:^. des hóp.
3^' Formulario y iraíamientos modernos
signos precursores de la uremia (subsaltos musculares), mayor diuresis y
menor cantidad de sang-re en la orina. A los diez días no quedaba fenó-
meno alg-uno nefrítico.
El hielo debe continuar hasta que sólo existan leves vestigios de albu-
minuria (1).
LXXXV. — Ohanoro duro: tratamiento oon •! aire oaiiente
Holljiíider prefiere cauterizar con ^^l aire caliente, cuya acción es más
profunda que la del cauterio actual. Ha tratado 59 enfermos, que diagnos-
tica Max Jüseph: de ellos sólo en 15 hubo infección generalizada; los 44 res-
tantes quedaron indemnes: en 22 de oilosla observación data de mes de un
año, en 22 son de seis meses. De estos indemnes tres adquirieron luego la
sífilis.
El aire caliente es, ademas, un rpedio de diagnóstico entre elclmncroin-
fectante y el blando; la superficie cauterizada del primero es dura y el ras-
pado no desprende nada de ella; la del segundo queda sanjguinolenta con
el raspado (2).
LXXXVI. —Enfermedad de Basedow: tratanodento
oon el Bolfanilato sódloo
Partiendo del supuesto, de que e.sta enfermedad es una intoxicación
iódica, debida á la producción excesiva de iodotírina por el cuerpo tiroides
hipertrofiado, Kirnberger (3) ha pensado prescribir dicho solfanilato h los
atacados de bocio exoftálmico. Erlich y Kronig, en efecto, habían reco-
mendado el ácido solfanílico y sus ^ales contra el iodismo.
Este ácido se presenta en cristales rómbicos brillantes, solubles en 115
partes de agua é insolubles en el alcohol y en el éter. Bocquillon-Limou-
sin recomienda, como las mejores, las siguientes fórmulas (4):
Acido solfanílico puro 10 gramos.
Carbonato sódico 8*50 »
Agua destilada 200 »
para dar de 3 á 5 cucharadas medianas cada día, de preferencia en dos ve-
ces ; ó bien :
Sulfaniiato-sódico 10 gramos.
Agua destilada 200 »
ordenando seis cucharadas diarias en dos veces.
Kirnberger prescribe dosis mucho mayores, haáta diez gramos diarios
de sulfanilato, que son bien toleradas y mucho más eficaces. Logra con
ellos calmar y vigorizar al enfermo, que engruese, que sienta una euforia
extremada y que se reduzca mucho la taquicardia. A pesar de ello, el me-
dicamento no influye generalmente ni en la hipertrofia del cuerpo tiroides
ni el temblor. Es, pues, un medio paliativo, digno, en este concepto, de
toda atención (5).
LXXXyil. — Seborreas: tratamiento oon el formol
Martin-Saint-Laurent, en vista de que las seborreas déla piel del cráneo
no tienen tratamiento eficaz, todo lo más paliativo, pensó en usar el formoL
cuyo poder desinfectante es conocido, no menos que su gran difusibilidad.
Ha hecho sus experimentos en la clínica de Gaucher, y de ellos deduce que
está indicado en el eczema seborreico, en la seborrea pitiriásica y en todas
las seborreas. propiamente dichas.
El tratamiento comprende: 1.° Indicaciones que proceden del estado
general (artritismo, sífilis, alcoholismo, etc.). 2.* Medios locales: lavarla
cabeza con jabón, loción alcalina y hacer una fricción ó lavar con un cepillo
empleando la solución comercial de formol á la dosis de 0'50 á 1 gramo por
litro de agua, y mAs todavía en los casos rebeldes.
Cree que sólo sería preferible el trioximetileno químicamente puro, que
no tiene las impurezas ni el poder tóxico del formol ; pero como es poco so-
( 1 ) Therapie dtr Gefrenwart.
(2) Soc. de Med. de Berlín.
l3) Therapie der Gegenwart,
(4) Formuhire de nouveaux midicaments.
(5) Gaj^^. sicii. di Med e Chir.
Nunstra correspondencia con la prensa 32y
luble, y actualmente no se conoce medio algruiio de aumentar la solubilidad^
hay que recurrir al formol (i).
LXXXVIIL — Pnrgratlna ó diaoetato de antropnrparina
Es un polvo inodoro é insípido por completo, cuya acción han estudiado
Kwald. Staddmann, Ebsteiu, etc.
Kacbel 1 '» recomienda en las recién paridas, en vez del «ceite de ricino.
Lo prescribe al tercer día del parto, en ayunas, á la dosis de 1'50 á 2 gramos.
En treinta casos, sólo hubo una vez ligeros cólicos y dos veces dolores en el
acto de la defecación. En general, el efecto sh nota á las 7 ú 8 horas, pero
puede tardar hasta 11, 15 y 16. l£n dos casos no produjo resultados. No ha
observado cambio alguno en la orina, ni trastornos en el niño (2)
LXXXIX. — Hemofilia: empleo del tejido ovárico
Opinando Zavadier que en las familias hemofílicos no son afectas las
mujeres, que se limitan á transmitir la tendencia á sus descendientes mas-
culinos, atribuye el hecho al ovario. Encuentra un fundamento para su
hipótesis en la frecuencia de las epistaxis antes^de que queden bien estable-
cidas las funcioi»es ováricas.
Partiendo de esta base, en una enferma afecta de epistaxis rebelde á todo
tratamiento, empleó el tejido ovárico. dando cada media hora dos glóbulos
de ciucoy ran08 en leche ; al cuarto glóbulo cesó la hemorragia.
Cita otro hecho: grave hemorragia á const^cuencia de un corte en un
niño, contenida con una inyección hipodérmi«-a de media dracma de sangre
desfibrinada que tomó de la abuela del niño (3).
XC. — Oánoer inoperable: tratamientos
A. Cooper propone los siguientes medios:
En caso de sarcoma inoperable, sobre todo en el de células fusiformes,
empleo de las toxinas de Coleyy /que han curado algunos enfermos.
En caso de cáncer inoperable de la mama, tratándose de mujeres de 40
años no llegadas todavía á la menopausia, puede ser propuesta la ovarioto-
mía combinada con el uso del extracto tiroideo.
En caso de ulcus rodens inoperable y ulceraciones superficiales malignas
de otras regiones, los rayos Róntgen.
Si estos medios no son aceptados ó no tienen aplicación, debe usarse la
celnndina al interior, y si el caso es desesperado, la morfina sin vacilación
alguna.
En todo caso opina que debe exponerse con toda claridad al enfermo el
pro y el contra del daño y de los remedios, sin exagerar en concepto alguno,
para que él resuelva con exacto conocimiento de causa (4).
Dr. Rodríguez Mkndkz.
NÜKSTRA CORRESPONDENCIA CON LA PRENSA
lia Semana médioa, de Buenos Aires. — Gracias p')r la reproducción de
las noticias Las citoprecipitinas ó plasmaprecipUinas, del Dr. Rovira üliver,
y Glicolato de me íüo é lodilo/brmo , del Dr. Rodríguez Ruíz. No cita la
procedencia de las dos últimas.
lia Independenoia médioa, de Barcelona. — Id., id. del B.rticu\o El Kéfir ^
del Dr. A. Mur.
Boletín de los hospitales, de Caracas. — Id., id. de la not'ic'm Miastenia ,
del Dr. Rodríguez Méndez.
El problema de la tnberonlosis , de la Habana. — Id., id. de la lección
del Profesor Debove, La bacilemia tuberculosa subagiida, traducida por el
Sr. Ruíz Rodríguez (J).
El Uberal, de Mahón. — Id., id. de los consejos relativos á profilaxis de la
Tuberculosis consignados en la cubierta.
(1) Thése de Doctor,
(2) Therap. Monütshejte.
(3j The Medical Record.
(4) The Lancet.
334
Estudios demográficos de Barcelona
BeTista balear de Olenoias médicas, de Palma de Mallorca. — Id., id. de
la noticia Fonnación de la linfa, del Dr. Rodríg-uez Ruiz.
laa Clinioa, de Zaragoza. — Id por la parte que reproduce de nuestro For-
mulario y tratamientos modernos.
Revista española de Siflliogrr&Ai^ y Bermatologria, de Madrid.— Id. por
la reprodución délas noticiHS Pelada: tratamiento de las chapas y Ántrax:
tratamiento y del Dr. Rodríg-uez Méndez.
Bevlsta homeopátioa, de Barcelona. — Id., id. de \9iXíOi\Q\tí Contribución a I
estudio de la leche de mujer, del Dr. Campa.
I«a Eionela de Medloina. de México. ~ Id., id. de las notician Ulcera gas-
tíHcn: tratamiento con el aceite^ Adrenalina yparanglina. Purgantes hipodér-
micos. Muerte aparente del recién nacido: tratamiento, Can fásol, Canfmt.
Cromosantonina, Citarina, Cocainoles y Collisina, del doctor Rodríguez
Méndez.
I«ós Nuevos Remedios, de Madrid. — Id., id. de las noticias Coi'ea: trata-
miento y Peritonitis tuberculosa: tratamiento médico, del doctor Rodríguez
Méndez.
Oazzetta sioiliana di Meáioina e Ohirnrg^ia, de Palermo — Id., id. d^
la noticia Pirana, del Dr. Rodríguez Méndez.
Estudios demogpálleos de Bapeelona
Dh. I). Luis Cümhnge
Director del Instituto de Fiígtene urbana de Barcelona
Equilibrio de sexos en Barcelona
Ya es vulgar la noción de que el guarismo de varones engendrados
supera, en mayor ó menor escala, al de las hembras y que la mortalidad,
mas crecida en los muchachos, establece dentro de las primeras edades
el nivel sexual y aun, en ciertos pueblos, se observa predominio de mu-
jeres.
Ahora bien: esta cuestión demográfica interesante no se ha estudiado
en nuestra ciudad; hoy lo hacemos nosotros con toda la brevedad de la
aritmética y la exactitud de las cifras que forman los estados subsi-
guientes (1).
Las numerosas conclusiones que de las cifras comparadas surgen
quedan a la discreción de mis habituales lectores.
Equilibrio sexual
MOBTALXSAI) lOTAVTIL
AB02T08
HATAUSAB
AfiOB
Varonei j Btnbraa
Total
Afioi
1898
1899
1900
1901
1902
1903
Total
7aroB«i
408
388
591
674
652
681
3,394
Sombras
362
366
291
325
435
514
2,293
Total
7-0
754
882
999
1,087
í:195
Afioi
189ff
18V<9
1900
1901
1902
1903
▼arOA»! Beabxai
5,H8I 5.645
6,187 ¡ 5,6n
6,491 5,925
6,610 1 '6,214
6,740 1 6,088
6,819 1 6.277
38,728 35,'i66
Total
1«98
18í)0
19(10
1901
190.»
lí)03
2,.W6 2,234
3,065 2.(iflO
2,493 1 L'.ORS
3,017 !• 3,013
2,390 1 2,009
2,755 2;>91
10.292 i 14.315
4,800
5,^45
4,581
0,030
4,405
5.046
30,Ü(í7
ll,5íti
U,8i»4
12,416
I2.í<fi
I2.82?<
13,0%
Total
5,6>«7
Total
74,494
Síntesis:
En los últimos seis años nacieron muertos 1,101 niños más que niñas.
Nacieron vivos 2,962 varones más que hembras; de estos últimos han
fallecido 1,977 niños más que niñas, quedando reducido el desequilibrio
sexual en la población infantil menor de 14 años, á 985 varones raás
que hembras.
<lj En el cuadro de los abortos figurao solamente los registrados.
Tomo XZ711. Ntm. 11 Barcelona 15 Junio 1901 ASo XXVII. N Am. 167
Gaceta Médica Catalai^a
Sl'MAKIO: La respoosabilidad médica aote los Tribunales de justicia (continuación), por
D. A. Tapia — Conveniencia de seleccionar los alumnos á su ingreso en Facultad y condicio-
nes generales de un buen régimen escolar/universitario, por el Dr. Antonio Slmouena.— Ins-
tituto de desinfección urbana de Barcelona Descripción (material: personal). Funcionamiento,
por Manuel Olmlsó. — El pensamiento de Emilio Zola, por el Profesor Blanchi. — Rktis-
lA CHÍiicA dibi.ío(.máf.ca, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Fohmli.akio y thaiamikmos
•tooKHNO'i, por el Dr. Rodríguez Méndez.-* PuBi.iCACioNhs i ecimóas. — Estudios demográ-
fieos de Barcelona, por el Dr. D. Luii Comente.
La responsabilidad mMiea ante los Tribunales de Justicia <"
POR
D. A. Tapia
Presidente de la Sala 1.' de lo Civil de Barcelona
V
Responsabilidad kn que, con arreglo á la ley Penal, incurrí*
EL perito que presta, EN JUICIO, UN INFORME FALSO
La ley, á la vez que oblig^a al perito, al facultativo, á comparecer ante
la autoridad judicial para dar su informe ó declaración sobre cuanto se
someta á su criterio profesional y sea conducente á los fines de la jus-
ticia, le exige que preste juramento por Dios, con arreg-lo á la relig-ión
que profese, de proceder bien y fielmente en sus operaciones y de no
proponerse otro nn que el de descubrir y declarar la verdad.
El leg-islador, con esto, ha querido que la santidad del juramento sea
garantía de la verdad del informe pericial.
Así, pues, el facultativo que al prestar su declaración ó emitir su
informe como tal perito, lo haga falsamente, comete el delito de falso
testimonio.
El Código penal vigente, en el capítulo 6.°, título 4.'*, libro 2.®, con-
tiene las disposiciones relativas al delito de falso testimonio que pue-
den cometer, así los testigos como los peritos, y que son las que á conti-
nuación se expresan :
«Art. 332. El que en causa criminal diere falso testimonio en contra
del reo, será castigado :
1.** Con la pena de cadena temporal en su grado máximo (2) á cade-
na perpetua, si el reo hubiere sido condenado en la causa á pena de
muerte y ésta se hubiere ejecutado.
2.** Con la pena de cadena temporal (3), si el reo hubiere sido con-
denado en la causa á la cadena perpetua y la hubiere empezado &
sufrir.
3.° Con la pena de presidio mayor (4), si el reo hubiere sido conde-
nado en la causa á la cadena perpetua y no la hubiere empezado á
sufrir.
4.'' Con la pena de presidio correccional en su grado máximo á
presidio mayor en su grado medio (5), si el reo hubiere sido condenado
en la causa á cualquiera otra pena aflictiva y la hubiere empezado á
sufrir.
íl) Continuación. — Véase el número anterior.
(2) De 17 años 4 mese» y 1 uia á 20 años.
(3> De 12 años y 1 día á 20 años.
(4) De 6 años y 1 día á 12 años.
(5) De 4 años i meses y 1 día á 10 años.
325 La responsabilidad médica ante los Tribunales de Justicia
5.** Con la pena de presidio correccional en su grado medio á la de
presidio mayor en su grado mínimo (1), si el reo hubiere sido conde-
nado en la causa á cualquiera otra pena aflictiva y no la hubiere em-
pezado á. sufrir.
6,° Con las penas de presidio correccional en sus girados medio y
máximo (2) y multa de 250 h 2,500 pesetas, si el reo hubiere sido con-
denado en la causa á pena correccional y la hubiere empezado á sufrir.
7." Con las penas de presidio correccional en sus grados mínimo y
medio (3) y multa de 150 íi 1,500 pesetas, si el reo hubiere sido conde-
nado en la causa á pena correccional y no la hubiere empezado á.
sufrir.
8.** Con las penas de arresto mayor en su grado máximo (4) á presidio
correccional en su grado mínimo (5) y multa de 125 á 1,250 pesetas, si
el reo hubiere sido condenado á una pena leve y la hubiere empezado
k sufrir.
9.° Con las penas de arresto mayor (6 ) y multa de 125 á 1,250 pe-
setas, si el reo hubiere sido condenado k una pena leve y no la hubiere
empezado á sufrir».
« Art. 333. El que en causa criminal diere falso testimonio en favor
del reo será castigado con las penas de arresto mayor en su grado má-
ximo (7) á prisión correccional en su grado medió (8) y multa de 150
á 1,500 pesetas si la causa fuere por delito, y con la de arresto ma-
yor (9) si fuere por falta».
«Art. 334. Al que en causa criminal por delito, diere falso testimo-
nio que no perjudique ni favorezca al reo, se le impondrá la pena de
arresto mayor en sus grados mínimo y medio (10)».
«Art. 335. El falso testimonio en causa civil será castigado con las
penas de arresto mayor en su grado máximo (12) á presidio correccional
en su grado medio (11) y multa de 250 á 2,500 pesetas.
Si el valor de la demanda no excediere de 50 duros, las penas serán
la de arresto mayor (13) y multa de 125 á 1,250 pesetas».
Como se ve, por el texto de la ley Penal que dejamos copiado, la
declaración falsa puede ser prestada en causa civil y en causa criminal.
Tratándose de causa civil, distingue el Código los casos en que se trate
de demanda por valor que exceda de 50 duros ó que sea menor de esta
cantidad, siendo distinta la pena en uno y otro caso y más grave en el
primero que en el segundo.
Con respecto á la declaración falsa contra el reo en causa criminaK
distingue también el Código varios casos, imponiendo á los que las
prestan distinto castigo, según sean las penas impuestas á los reos y si
éstas se hubieran ejecutado, si es la de muerte, ó comenzado ó ño á
cumplir tratándose de otras penas.
La ley Penal castiga asimismo al que declara falsamente á favor del
reo, y al que lo hace no perjudicando ni favoreciéndole.
El Código ha sido justo al establecer que en todos los casos que
menciona debe ser castigado el testigo falso y con pena más ó menos
grave según sea el daño que ocasione con su manifestación. El legis-
(1) De 2 años i meses y 1 día á >í años.
Í2) De 1 años 4 meses y 1 día á 6 años.
(3* De H meses y t día á 4 años y 2 meses.
U) De 4 meses y 1 día á <l meses.
(:')) DcH meses y 1 día á 2 años y 4 meses.
(6J De 1 mes y 1 día á (i muses.
(7) De 4 meses y 1 día á O meses.
(N) De 6 meses y 1 día á 4 años y 2 meses.
(lí) De 1 mes y 1 día á 6 me>es.
<U)) De 1 mes y 1 día á 4 meses.
(11) De 4 meses y ! día á fi meses.
(12) De O meses y i día á 4 años y 2 meses.
(\'^) De I mes y 1 día á 6 meses.
Ln responsabilidad médica ante los Tribunales de Justicia $37
lador ha deseado que el testiguo se exprese siempre con verdad, infli-
giéndole un castig-o cuando falta á ella, enalteciendo así la misión del
testig'o ante los Jueces y Tribunales.
El legislador también, dentro del capítulo del título del libró del
Código en que se contienen las disposiciones á que nos hemos referido,
ha comprendido el siguiente artículo, que es el 336, que dice :
«Las penas de los artículos precedentes (1) son aplicables en su
grado máximo k los peritos que declaren falsamente en juicio».
La severidad de este texto legal es justísima.
Con razón han dicho los tratadistas que los peritos son testigos pri-
vilegiados que tienen doble obligación de expresarse con verdad, por
su condición de testigos y la de peritos á la vez, motivo por el cual sus
manifestaciones pesan más en el ánimo de los Jueces que el dicho de
los simples testigos.
Así, pues, el perito facultativo que falta á la verdad al declarar ante
el Tribunal, ejecuta un acto justiciable en alto grado con arreglo á la
ley Penal.
Si el testigo que declarando bajo juramento falta á la verdad, co-
mete falso testimonio, incurriendo en las penas señaladas en el Código,
el perito médico que al declarar también bajo juramento falta asimis-
mo á la verdad, incurre en más severa penalidad que aquél. Esta se-
veridad está justificada, no sólo en la condición de facultativo que
adorna al que la comete, sino en la mayor trascendencia que tiene su
declaración.
El legislador ha hecho más : en su deseo de que se castigue toda
manifestación hecha ante los Jueces y Tribunales, que no sea expresión
de verdad, ha infligido también una pena en el caso á que se contrae
el siguiente texto que es el del artículo 338 del Código penal, que dice:
^< Cuando el testigo ó perito, sin faltar sustancialmente á la verdad,
la alterare con reticencias ó inexactitudes, las penas serán :
1.** Multa de 150 á 1,500 pesetas, si la falsedad recayere en causa
sobre delito.
2."^ De 125 á 1,250 pesetas, si recayere en juicio sobre falta ó nego-
cio civil».
Reticencia es una figura que consiste en empezar una frase ó apun-
tar alguna especie á fin de que se comprenda, sin llegar á declararla
de todo punto.
Se expresa con inexactitud el que lo hace sin fidelidad, con error.
Así, pues, todo perito médico, que al declarar en juicio se exprese
con reticencia ó con inexactitud, incurre en responsabilidad criminal.
Resulta, pues, de cuanto dejamos expuesto, que incurre en respon-
sabilidad criminal el médico que declara ó informa falsamente en jui-
cio en contra del reo ó en su favor ó sin favorecerle ni perjudicarle ; y'*
lo mismo cuando declara ó informa no faltando sustancialmente á la
verdad, pero alterándola con reticencias ó inexactitudes, cuya respon-
sabilidad es siempre grave, por serlo cualquiera clase de pena que le
sea impuesta.
Tenemos como evidente que el mejor consejo que puede darse á
los individuos de la clase médica, si quieren evitar que se les someta á
un procedimiento criminal, cuya sola iniciación no puede menos de
empañar su honra profesional, es, que en las declaraciones ó informes
que presten en juicio, procuren en todos los casos no separarse de los
dictados de su conciencia, sin proponerse otro fin que el de descubrir y
declarar la verdad, cumpliendo así con el juramento que prestaron, ya
que de no hacerlo así, de declarar falsamente, incurren en las penas
(t) Se refiere á los artículos 332 ai 335 del Código penal, antes copiados.
$28 La responsabilidad médica ante tos Tribunales de justicia
que el Código establece, penas que llevan consigo su deshonor y mu-
chas veces la ruina del facultativo y de su familia.
Para terminar este capítulo, estimamos conveniente reproducir la
doctrina establecida por el Tribunal Supremo sobre la inteligencia y
aplicación de los artículos del Código penal de que nos hemos ocupado,
así como hacer relación de varios casos prácticos, cuyo conocimiento es
de interés para la clase médica, y que hemos extractado de la Gaceta ó
sea de la colección de Sentencias pronunciadas por el Tribunal Supremo.
Doctrina. — Kl delito de falso testimonio se comete no solamente
por la manifestación opuesta á la verdad que pueda dimanar de error
excusable, sino por su contradicción á sabiendas de parte del testigo ó
perito llamado á declarar, lo cual no tiene lugar cuando se presta in-
torme pericial, no acerca de un hecho real que fuere notorio, sino sobre
particulares ocasionados á diversa apreciación (1).
Es punible el falso testimonio cometido en uu expediente de exen-
ción del servicio militar, por tratarse en ellos de intereses graves y
contrapuestos entre varias personas, y cuya resolución obliga á las
mismas al servicio de las armas óá satisfacer una cantidad que excede
siempre de 50 duros para su redención (2).
El delito de falso testimonio queda consumado en el acto de prestar
declaración el testigo faltando á la verdad por él conocida y sabida, y
debe ser calificado por la intención del declarante, según su ánimo de
favorecer ó perjudicar al reo, ó de ocultar, alterar ó desfigurar la rea-
lidad de los hechos sin propósito trascendental (3),
No siendo legalmente posible declarar la existencia del delito de
falso testimonio prestado en juicio por la mera contradicción de las
declaraciones dadas por un mismo testigo en cada uno de los diversos
periodos del proceso criminal, y siendo, por el contrario, indispensable
condición de aquél que la afirmación falsa que la constituya se haga
en el acto deljuicio oral, la índole especial del procedimiento vigente
que defiere á la conciencia del Tribuaal respectivo el juicio sobre la
falsedad ó certeza de los hechos á su consideración y examen expues-
tos, ó alegados, impone á ios Jueces, ante quienes' se presta un testi-
monio, del que no queda comprobación susceptible de ser apreciada
por otros en condiciones propias, el deber de declarar la realidad de la
falsedad que estimasen, con determinación concreta y detallada de sus
particulares todos, á fin de que el Tribunal llamado k juzgar después
tal hecho, ejercite su competencia indudable para la definición en su
caso del delito y de la responsabilidad, sin chocar con el insuperable
obstáculo, lo q^ue á falta de aquella previa declaración ofrecerla á sn
acuerdo la imposible reproducción fiel de las pruebacs del primer pro-
ceso y el desconocimiento del mérito que, comparándolas entre si.
como es forzoso, las diera en su conciencia el que conoció en él y apre-
ció el verdadero valor jurídico de los elementos probatorios que se
suministraron.
Resultando sólo diferencias entre la primera declaración del suma-
rio y la del juicio oral, sin que conste hecha por el Tribunal ante quien
se prestó la segunda, expresión de cual de ellas sea la verdadera, si
una y otra son falsas ó si en el sumario se consignaron manifestacio-
nes no comprendidas en el testimonio del supuesto procesado por tes-
tigo falso, tales deficiencias substanciales, por lo que se deja expuesto,
no pueden ser eficazmente suplidas por manifestaciones más ó menos
explícitas del Tribunal sentenciador, que no juzgó, ni ha podido apre-
(1) Sentencia de G de noviembre de 1882.
(2) Sentencias de 12 de junio de Í8«í3 y de 25 de febrero de 1884.
(3) Sentencia de 5 de julio de 1888.
La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia 329.
ciar integramente las pruebas del primer proceso, y en consecuencia
el Tribunal sentenciador ha incurriao en error de derecho é infringido
los artículos I."* y 333 del Código penal, calificando y penando como
delito hechos que' no lo constituyen (1).
No exije la ley que influya en la suerte del reo el falso testimonio,
cometido por el testigo ó perito, sino que basta que se haya dado con
el designio de favorecerle (2).
Si bien es elemento de delito de falso testimonio que quien presta
éste, contradiga conscientemente la verdad, desde que el testigo de-
clara en oposición á ella, surge por tal acto la presunción de su cono-
cimiento, que sólo puede destruir prueba excepcional que debilite ó
destruya la establecida como regla jurídica en el articulo 1." del Código
penal, al establecer que es delito ó falta toda acción ú omiáión volun-
taria penada por la ley y que se repitan siempre voluntarias, á no ser
que conste lo contrario (3).
El delito de falso testimonio lo constituye el hecho de faltar en
juicio maliciosamente á la verdad, ya negándola, ya diciendo lo con-
trario á ella (4).
No puede castigarse, ni siquiera perseguirse el delito de falso testi-
monio, bajo el supuesto de que se ha cometido en el sumario de una
causa criminal, mientras no lo acuerde el Tribunal que debe conocer
de ella, porque lo impide el artículo 715 de la ley de Enjuiciamiento
criminal (5).
Para poder perseguir el delito de falso testimonio es necesario que
el Tribunal competente exprese el hecho ó hechos que merezcan aque-
lla calificación, no bastando que se afirme que un individuo declaró
falsamente, sino que es preciso consignar los términos de la declara-
ción y donde y como resulta la contradicción del declarante, esencia
constitutiva del delito (6).
Casos prácticos. — I. Formada causa criminal por lesiones á Antonia
de Sierra, el Médico encargado de su asistencia declaró en 15 de octu-
bre de 1877, que las heridas eran de esencia leves y curables antes del
séptimo día, añadiendo en 18, que estaban en vías de cicatrización y
en 21 que se hallaban completamente cicatrizadas y sólo quedaba
abierta una, pero tan poco, que no exigía cuidados facultativos.
En 3 de noviembre siguiente reconocieron á la persona lesionada
otros dos Médicos, los cuales expusieron que las heridas debieron cali-
ficarse de pronóstico reservado, afirmando los días 7 y 14 que la per-
sona enferma estaba curada.
Terminada la causa por sentencia, se acordó por el Tribunal se for-
mara otra por delito de falso testimonio contra el médico que en primer
término se encargó de la curación de la lesionada, que fué en defini-
tiva condenado como reo de aquel delito por la Sala de lo criminal de
la Audiencia de Granada. Interpuso recurso de casación por infrac-
ción de ley, por entender que el error en que pudiera haber incurrido
no constituía materia punible, y el Tribunal Supremo, en sentencia de
26 de febrero de 1883, declaró lio haber lugar al recurso por los siguien-
tes fundamentos:
( i) Sentencia de 28 septiembre de 1HS*».
(2> Sentencias de 8 de enero de 188U y de 13 de octubre de iA94.
(3) Sentencia de lí» mayo de 1801.
(4i Sentencia de 22 de noviembre de 1807.
(5) Sentencia de 22 de octubre de 1901.
El artículo 715 de la ley de Enjuiciamíenio criminal dice : «Siempre que los testigos que ha-
yan declarado en el sumario, comparezcan á declarar tambii^n S"bre los mismos hechos en el juicio
oral, sólo habrá lugar á mandar proceder contra ellos como presuntos autores del delito de falso
testimonio cuantió este sea dado en dicho juicio».
(6) Sentencia de 24 de febrero de 1003.
330 La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia
Considerando que si bien no es imputable en la esfera criminal al
médico recurrente el desacierto con que calificó las lesiones inferidas
á Antonia de Sierra, porque, en g-eneral, no lo son los errores de opi-
nión, como la Sala sentenciadora, juzg^ando dentro de sus atribuciones
los méritos y pruebas procesales, basa su fallo sobre la afirmación para
ella evidente, cual lo expresa, de que dicho médico con objeto de favo-
recer al culpable en la (*ausa que depuso como perito, faltó á la verdad
al asegurar el hecho estimado falso de la cicatrización casi total de una
de las heridas ; heclios cuyos visibles caracteres físicos no consiente
diversidad de parecer en cuanto á su existencia, aunque la permitiera
respecto á su origen y eficacia y al atestiguar el también incierto de la
{^anidad de la lesionada con fecha relativamente muy anterior á la en
que llegó á ese estado ; y como estos dos elementos, á saber: la tenden-
cia y propósito maliciosos revelados por hechos indiscutibles hoy, y la
contradicción consciente de una verdad necesariamente percibida por
quien la niega integran el delito calificado y penado en la sentencia
reclamada, no se ha incurrido por el Tribunal que la dictó en las in-
fracciones, ni en el error de derecho que se le atribuye.
II. Incoada causa criminal por lesiones causadas á Ludivina Fernán-
dez, el día 1." de octubre de 1881, fué visitada, en el día 3, por un mé-
dico que declaró haberle observado una herida en la unión de los dos
parietales, que por la circunstancia de no interesar más que el cuero
cabelludo, la de hallarse cicatrizada por primera intención y en buen
aspecto podía dedicarse á sus trabajos habituales, sin constar que na-
die le mandase continuar en su asistencia, hasta que en 20 de noviem-
bre siguiente certificó, de orden del Juzgado, que había reconocido á
dicha lesionada encontrándola en buen estado de salud.
En 15 de diciembre del mismo año, otros dos médicos, que habían
reconocido á la lesionada de orden judicial, expresaron en su informe
que aquélla había necesitado, á su juicio, para su curación, de quince
a veintiocho días. Oída la Academia de Medicina correspondiente,
manifestó que no podía emitir su informe acertadamente por la ca-
rencia de datos que debieron suministrarle.
Terminada la causa por sentencia, se acordó por el Tribunal se for-
mara otra por falso testimonio contra el médico que primeramente
asistió á la lesionada, que fué procesado, y absuelto por el Juez de 1.'
instancia de Murías de Paredes (1), en su\sentencia. Mas consultada
ésta con la Sala de lo criminal de la Audiencia de Valladolid, la revocó,
condenando á dicho médico como autor del delito de falso testimonio.
Interpuso recurso de casación por infracción de ley y el Tribunal Su-
premo, en sentencia de 7 de febrero de 1884, casó y anuló la recurrida
a fundamento del siguiente Considerando :
Considerando que de los hechos que en la sentencia recurrida han
sido declarados probados, no aparece la más insignificante diferencia
en lo repetidamente depuesto por el facultativo procesado respecto á la
joven lesionada Ludivina Fernández, ni resulta tampoco dato alguno
contrario á la verdad de semejantes dictámenes periciales, nopudiendo
estimarse como tal delito la conjetura más ó menos fundada, expuesta
posteriormente por otros dos facultativos acerca de la mayor duración de
las lesiones de Ludivina Fernández, mucho menos, cuando la indicada
suposición ha sido consignada como hecho no probado en. la sentencia,
III. Motivó la formación de una cansa criminal el hecho de haber
dos médicos declarado que un individuo herido se hallaba completa-
(1) La caui>a se tramitó por el procedimiento anterior al del juicio oral.
Im. responsabilidad tnédica ante los Tribunales de justicia 33*
mente sano antes de los siete días, hecho que resultó falso, pues el le-
sionado no curó hasta los veinticinco.
Aquellos dos médicos fueron condenados como reos del delito de
falso testimonio. Interpusieron recurso de casación por infracción de
ley contra la sentencia de la Audiencia de Valladolid que los condenó,
y el Tribunal Supremo, en la de 9 de octubre de 1885, declaró no haber
lugar al recurso por los siguientes fundamentos:
Considerando que la esencia del delito de falso testimonio, como ^
delito bien caracterizado, consiste, en contradecir la verdad cuando por
la notoriedad de ésta debe revelarse igualmente á todos peritos ó ira-
peritos, según su naturaleza, sin que pueda, por consiguiente, atri-
buirse la contradicción á error en la opinión del que la desconoce, a
cuyo delito de falso testimonio, así determinado, es aplicable el princi-
pio general del artículo 1.* del Código penal, según el que las acciones
ú omisiones penadas por la ley se reputan siempre voluntarias en la
acepción más lata de la voluntariedad, á no ser que conste lo contrario,
correspondiendo al inculpado la prueba de esta excepción :
Considerando que es un heclio probado, según la sentencia recu-
rrida, que el lesionado José Vicente no se hallaba curado de su lesión
el día 5 de mayo de 1881, por lo que al declarar los -recurrentes la sa-
nidad del ViceJite con dicha fecha, faltaron evidentemente á upa ver-
dad que, por su índole, debe racionalmente clasificarse entre las noto-
rias, y cometieron el delito de falso testimonio definido en el art. 336
del Código, sin que en la sentencia de la Audiencia de Valladolid se
consigne hecho alguno del cual pueda derivarse como excepción la
circunstancia de que hayan declarado por error, sin intención de de-
linquir, y sí, por el contrario, antecedentes que dan mayor fuerza á la
suposición ///m de la voluntariedad:
Considerando que por ser consecuencia legal y precisa de la decla-
ración de sanidad que prestaron los facultativos procesados, la califi-
cación relativamente más favorable del acto punible realizado por el
agresor del lesionado, es evidente que el delito de falso testimonio
Perpetrado y definido en el art. 336, se relaciona, en este caso, con el
33, aun cuando los delincuentes no hayan conseguido el objeto que
se propusieron, porque la índole de la declaración falsa hay que apre-
ciarla por su tendencia y objeto, con referencia al momento en que se
presta, cualquiera que sea su resultado.
IV. Incoado un proceso criminal sobre contusión á Anselmo Balda-
jos, dos médicos, previo juramento, declararon sobre el estado de aquél,
afirmando, como conclusiones de su informe, el hecho de que el Ansel-
mo estaba curado el día 11 de noviembre de 1894, y en disposición de
dedicarse á sus ocupaciones habituales, afirmación que en definitiva
expresaron en la enérgica forma de que tan curado estaba el Anselmo
y en disposición de trabajar el 11 como el 14 de dicho noviembre, y en
cuyos términos se acordó hacerlo constar en el acta del juicio oral.
La Audiencia de Falencia, entendiendo que tal afirmación era falsa,
mandó proceder contra dichos dos médicos, los cuales fueron conde-
nados por el delito de falso testimonio ; é interpuesto recurso de casa-
ción por infracción de ley, el Tribunal Supremo, en su sentencia de 5
de noviembre de 1896, casó y anuló la recurrida, declarando las costas
de oficio, á fundamento del' siguiente Considerando :
Considerando que el delito de falso testimonio en causa criminal
no se comete solamente por declaración contraria á la verdad, sino que
es elemento esencial que esta contradicción se haga conscientemente
contra lo conocido y sabido por quien lo presta ; y como la sentencia
recurrida no afirma que los procesados recurrentes tuviesen esta dolo-
5 ja Conveniencia de seleccionar los alumnos á su Ingreso en Facultad
sa intención, y tampoco se revela, ni puede racionalmente inducirse
de la aparente discordancia que existiera, no en la expresión de un
hecho, sino en la manifestación de un juick) técnibo, al considerar los
recurrentes tan curado al- herido el día 11 como el 14 de la contusión
que recibiera, y hallarle, en su opinión, en ambas fechas en disposi-
ciórí de dedicarse á sus habituales ocupaciones, porque tal juicio y
opinión pueden tener satisfactoria explicación en honrada apreciación
profesional, que aun bajo el supuesto de ser erróneos, no son consti-
tutivos de delito, por no liaberse consi^rnado en la sent^cia, hechos
que acrediten que declararon de modo contrario á lo que entendieran/
CSe coHÍiniiard)
Conyenlsncla de seleccionar los alumnos i su Ingreso en Facultad
y cenmclones generales de un buen rftglmen escolar universitario ^^'
POR EL
1)r. Antonio Simonena
CatedrátícQ de Patología y Clínica médica de la Universidad de Valiadolid
Señores :
Dispénseme esta doctísima Asamblea, si, al subir á esta tribana para
desarrollar el tercer tema de los que este célebre Claustro de Valencia
ha propuesto para esclarecimiento, vengo tan ayuno de novedades y de
trascendentales ideas, como desprovisto de ingenio y de bella forma
expositiva.
Entreg-ado por completo á la exposición metódicas!, pero escueta de
una ciencia como la Patolog-ía, que más requiere el ejercicio del razo-
namiento, que el de la imaj^iriación, y sin aboleng-o imaginativo fami-
liar, ni de raza, consideróme de todo punto incapaz de entretener agra-
dablemente k nadie, pero mucho menos á vosotros en quienes veo tanto
ornamento, no sólo de la ciencia, sino también de la elocuencia pati'ia.
Si acepté este cometido, por obediencia ha sido y no por vanidad,
ni con alegría. Pero, si estov seguro de que poco ó liada habéis de ha-
llar en las reflexiones que sobre el tema haga, lo estoy todavía más de
que vuestra condescendencia, nacida de vuestro saber, sabrá ver en
ellas únicamente el fruto, mezquino si queréis y acaso más^que mez-
quino acerbo, pero fruto al fin de uno de vosotros, que viene discu-
rriendo hace años acerca de los males de nuestra enseñanza y de sus
remedios.
Si logro fijar vuestra atención, para que dirijáis vuestra poderosa
inteligencia sobre las múltiples cuestiones que del tema se derivan,
quedaré satisfecho de haber contribuido al bien, que de seguro resul-
tará para dicha enseñanza por vuestro esclarecimiento y decisiones.
Dos puntos importantísimos abarca el tema tercero, que aunque entre
sí tengan alguna relación, creo deben tratarse separadamente.
Ks el primero: ;,Es conveniente seleccionar los alumnos á su in-
greso en Facultad?
Y el segundo: ¿Qué condiciones generales ha <le reunir un buen
régimen escolar universitarijo*:?
Voy á discutir sobre ellos en partes diferentes.
Primera parte
Creo que para contestar á la primera pregunta conviene fijar de
antemano la finalidad de la selección de que se trata, pues sólo así se
(li Asamblea universitaria de Valencia, 1902
COHpeniencia de seleccionar los alumnos á su ingreso en Facultad $$3
podrá juzíí:ar con acierto de las ventajas é inconvenientes de la migma,
y por consiguiente, resolver si conviene ó no establecerla.
Pensando en cual sea la finalidad de la selección de los alumnos al
ingresar en los estudios universitarios y discurriendo acerca de cual
.podrá ser el objetivo que con tal selección se persigue, yo no encuentro
otro que el permitir el ingreso únicamente á aquellos individuos que
tengan vocación y facultades para seguir una carrera profesional.
Y con respecto á las razones en que pudiera basarse dicha selección,
á mi no se me ocurren más que las dos siguientes :
Primera. El tender á formar profesionales en las mejores condicio-
nes posibles y
Segunda. El intentar que desaparezca una costumbre muy gene-
ralizada por desgracia en nuestra nación, y es : la de adquirir títulos
por mero adorno, como á veces se dice, ó como es en realidad, para
fines distintos al de ejercer una profesión libremente.
No puede ser más atendible la primera, pero me parece que el ob-
jetivo que al enunciarla se persigue, puede alcanzarse por otro proce-
dimiento, en mi opinión más racional y justo, cual sería la valoración
verdad de la suficiencia del que aspira á un título profesional. Y digo
esto, sin prejuzgar la cuestión tan debatida de los exámenes. Hágome
cargo de un estado de cosas existente, y aceptándolo por el momento
como es, sin que suponga esto que lo considero bueno, expongo las ra-
zones que se me ocurren para fundamentar la opinión expuesta.
Y paréceme el procedimiento de la valoración verdad más racional y
justo que el de la selección al comenzar la carrera, porque no puede
decirse, de un modo absoluto y sin temor de equivocarse, que uno que
solicite el ingreso en nuestras aulas, es ó no apto para una profesión
sitio á posteriora
Únicamente podría concederse que en determinados casos de pérdi-
da, falta ó defecto manifiesto de alguno ó algunos sentidos ó miembros
indispensables al ejercicio profesional, ó falta de desarrollo intelectual
ó marcadas tendencias morales incompatibles con dicho ejercicio, esta-
ría indicada la selección y podría de antemano impedirse que los suje-
tos en quienes se observasen tales defectos emprendieran una carrera.
Pero aun en este caso convendría ser muy parco y prudente en la apli-
cación de este vet), porque pudiera suceder que determinados defectos
físicos, que realmente dificultan el ejercicio parcial de una profesión,
no imposibilitaran el de otra parte de la misma. Sirva de ejemplo la
sordera con la que es imposible dedicarse á Clínica Médica, y es posible
ejercer la Oculística.
Además ocurre que generalmente esta especie de selección se efec-
túa ya de un modo espontáneo. Es raro que un joven con manifiesta
falta'^de desarrollo intelectual emprenda una carrera, y excepcional que
lo haga el que tiene un marcado impedimento físico. Por otra parte,
el uso abusivo de semejante veto sería atentarlo á la libertad que de
elegir una profesión tienen todos los individuos.
La segunda razón, como fundada en un verdadero mal nacional, en
una de las llagas de la enseñanza superior y que trasciende de un modo
lamentable á la vida social, tiene al parecer más fuerza que la primera.
Es indudable que, por desgracia, muchísimos jóvenes ingresan en
nuestras üniversidatles, no para seguir con vocación una carrera pro-
fesional y, por tanto, para adquirir conocimientos y habilidad técnica
para ejercerla, sino con el exclusivo objeto de adquirir un titulo, que
para todo ha de servir, cuando se adquiera, menos para aquello á que
el mismo autoriza.
I JS4 Conveniencia de teteccionar los alumnos á su ingreso en Facultad
. - -
I Este hecho ó esta corruptela, si queréis, debe desaparecer por las
I consecuencias que produce ; ,pero ¿cómo? ¿seleccionando los alumnos
I cuando intenten ingresar en la enseñanza superior ó dificultando su
' marcha á través de ella y haciendo la selección verdad al terminarla
I carrera?
! Vamos á verlo.
Debe desaparecer tal corruptela, porque trae consigo dos perturba-
ciones : una & la enseñanza misma y otra á la sociedad.
Perturba la enseñanza, porque el que emprende una carrera sin vo-
cación, no puede continuarla con entusiasmo ; y si á ello se ag'rega la
convicción que el tal tiene de que no ha de ejercerla ó, si á ello lleíra-
se, ha de ser de tal modo que menos han de servirle los conocimientos
técnicos que sus atrevimientos y posición oficial alcanzada por eficaces
recomendaciones, compréndese que ni estudie, ni tenga por soportable
y llevadera la disciplina académica. Como ésta le estorba por lo que
puede tener de autoritaria y por lo que le obliga á ir en los estudios
con un movimiento demasiado lento para él y acompasado, no debe
extrañar que se revele contra tales trabas, é intente esq^uivarlas por me-
dios violentos, en que siempre sale mal parada la disciplina y muchas
veces la autoridad académica.
Este és, en mi opinión, el origen del mayor número de actos de dis-
ciplina escolar, y á la vez la fuente de las mayores dificultades que se
presentan en las relaciones académicas entre profesores y alumnos.
La perturbación social, que la corruptela de que se trata trae con-
sigo, consiste en la tendencia que se advierte en la mayoría de los que
de dicha manera han conseguido un título académico, hacia empleos
ó puestos oficiales de los asequibles por donación graciosa de una au-
toridad.
Y. no debe extrañar esta tendencia, cuando se considera que los que
se hallan mal dotados para la lucha profesional libre, en la que gene-
ralmente triunfan los que por uno ú otro motivo lo merecen, no tienen
más remedio que huir de ella y arrimarse á donde creen han de encon-
trar asilo y amparo.
Y este es en mi opinión uno de los grandes anuentes á ese inmenso
lago de la burocracia, en donde, por no hallarse preparados técnica-
mente los que á él acuden y por sobra de codicia y en ocasiones de ne-
gligencia y desaprensión, tampoco liacen otra cosa que ser una remora
a la marcha normal y acompasada de la administración.
Probada la necesidad de hacer desaparecer esta malísima tendencia
qne en cierta parte de la clase escolar se observa, discurramos acerca
de los medios que para conseguirlo se proponen.
A primera vista parece que tiene más ventajas la selección al cc»-
mienzo de la carrera, porque así, y sin mayores gastos de tiempo y de
dinero que los que supone el prepararse para un examen de ingreso,
los fracasados podrían orientarse en otra dirección y no perturbar la
vida escolar. Pero, si esto es cierto, lo es también que el referido exa-
men indicaría los conocimientos (y esto muy ¡mperiectamente) adqui-
ridos por los que lo sufran en las materias sobre que verse, pero de
ninguna manera daría á conocer las aptitudes necesarias para el ejer-
cicio de una profesión. Y así resultará que por dicho examen, .si se
estableciera, ^e permitiría el acceso á la enseñanza universitaria á jó-
venes bien preparados, sin duda, en las materias objeto del examen de
ingreso, pero quien sabe, si ineptos para el ejercicio de la profesión que
deseen practicar.
Además,' pudiera ser que por el examen de ingreso, que forzosa-
mente tenía que versar, no sobre ciencias que han de ser objeto de la
Conveniencia de seieccionar los alumnos á su in/freso en Facultad 336
•
carrera, sino sobre ampliación de algunas da las que constituyen el ba-
chillerato ó sobre antecedentes que para la misma se creyeran necesa-
rios, se eliminaran jóvenes con disposiciones adecuadas para seg'uir con
entusiasmo y ejercer después con provecho una profesión, á cuyo estu-
dio no pudieron lleg'ar por el examen de ingreso. Y esta suposición
está comprobada con lo que se observa en la vida académica.
En efecto : pudieran hacerse de los estudiantes universitarios tres
grupos. Uno, formado por el menor niimero y que entre nosotros es
exiguo, compuesto de los más brillantes^ de los verdaderamente ena-
morados del- estudio y del trabajo ; estudiantes que empiezan bien y
terminan del mismo modo la carrera.. Para los que componen este
grupo, no hay necesidad de selección, pues con ella ó sin ella llegan
triunfantes á la meta. El segundo grupo lo forman aquellos jóvenes
que, con impulso emulatriz desde el bachillerato, empiezan los estudios
universitarios con aprovechamiento, pero que, poco á poco y á medida
que van avanzando, aflojan en los mismos, bien porque se distraigan
en las poblaciones por el hecho de verse huérfanos de la tutela fami-
liar, bien porque ya no sienten el entusiasmo que sentían por la profe-
sión cuando la miraban desde lejos. El examen de ingreso no evitará
este mal. Y hay, por último, otro grupo constituido por algunos indi-
viduos, que poco entusiastas al comenzar los estudios universitarios,
van poco á poco cobrándoles afición y llegan, en virtud de este movi-
miento progresivo, á alcanzar las mejores notas durante la segunda
mitad de su carrera. El examen de ingreso puede restar á la profesión
y á la ciencia patria muchos de los que componen este grupo.
De manera que, en conclusión, e.! examen de ingreso, que única-
mente serviría para eliminará los mal preparados en las materias sobre
que había de versar, ó, si se quiere, á los peor dotados intelectualmente,
no eliminaría á los que siguieran erradamente una carrera profesional
y, en cambio, podría restará algunos que servirían para el caso y hasta
podrían dar días de gloria á la ciencia y á la patria.
Por otra parte, en naciones en que la enseñanza está más adelantada
que entre nosotros, no existe este cernido de los que solicitan ingresar en
las carreras profesionales, como no sea para aquéllas en que el número
es limitado y el que (1) fija las condiciones de los que han de seguirlas,
es el que ha de servirse de los que las terminen, cual sucede con las
militares y las especiales.
En cambio, la selección en el curso de los estudios, ó á su fin, es pro-
cedimiento más natural y ofrece además mayores garantías de acierto.
En efecto : es más natural, porque el solicitante, á fuerza de experi-
mentar decepciones y fracasos, llega á la convicción de aue va prepa-
rándose mal para la lucha ; y de esta especie de examen de conciencia
generalmente no resulta sim) una de dos cosas, buenas ambas, que son:
ó que redoble sus esfuerzos, si los fracasos sobrevinieron por su negli-
gencia y así se haga útil, ó que renuncie para siempre á continuar es-
tudiando, si llega á la convicción de que le falta afición y aptitudes
para la carrera aue eligió.
Ofrece, ademas, más garantías de acierto, porque la selección, prac-
ticada en el curso ó al fin de los estudios, cuando ya son conocidas,
además de la instrucción del estudiante, sus aptitudes profesionales,
tiene en cuenta todos los elementos necesarios para juzgar con acierto,
no permitiendo que continúen la carrera los que no deban, ni elimi-
nando, como puede hacer el examen de ingreso, á los que para enton-
ces han podido manifestarse aptos para la profesión que solicitan.
Acaso se conteste que, mediante este procedimiento de selección
(1) El Estado.
55^ Jnstitulp de desinjección urbana de Barcelona
a posterioriy se hace perder tiempo y dinero á sujetos que, al fin y al
cabo, hay que«eliminar ; pero se puede replicar que dicho inconveniente
sólo rezará con los testarudos, que son los menos en un reg-imen me-
dianamente severo de valoración del aprovechamiento y aptitudes es-
colares; y lo que se aconseja, no puede sino beneficiar al mayor número.
(Se contíviuirá)
Instituto 'de desinfección urbana de Barcelona
Desoplpelón (materikl; personal). Fnnolonamlento
Manuel Gimisó
Alumno sobresaliente de Higiene pública
El desarrollo que el campo de la Higiene va tomando de día en dia,
y la necesidad que todo el mundo tiene de observar los preceptos y
reg-las que aquella nos enseña con el noble fin de conservar y perfec-
cionar la salud de los pueblos, nos demuestra clara y evidentemente
la importancia que ha de tener el estudio de la desinfección urbana,
que constituye uno de tantos problemas que de los estudios higiénicos
se desprenden.
El gran número de padecimientos infectivos que constantemente
nos asedian ; las malas condiciones de nuestra urbe, y en especial toda
la parte antigua con todos los defectos propios de las urbes de esta
clase ; con sus estrechas y tortuosas calles ; con sus vetustos y deterio-
rados edificios ; sin aire, sin luz, sin agua; con defectuosa red de alcan-
tarillado, etc., dicen que son muchos los defectos de que adolece nuestra
gran capital, en lo que á Higiene hace referencia ; por todo lo cual
vemos la necesidad que hay de mejorar este pésimo estado, que cons-
tantemente nos amenaza; urge, piles, el completo saneamiento de
nuestra urbe , y ¿ cómo hacerlo ?
No es mi propósito ni siquiera intentar resolver tan arduo y difícil
problema ; solamente me limitaré á describir los procedimientos que
se emplean para atacar y combatir todo aquello que, siendo foco de
infección, puede ocasionar, por su propagación, un peligro para la vida
total de la población, la cual tiene altísima importancia, por lo que hay
Que tenerlo presente á todas horas, pues debido sin duda al empleo
de la pr íctica de desinfección, se han evitado algunas epidemias que
hubieran traído fatales y lamentables resultados.
Esto nos indica que las prácticas de desinfección urbana son dig-
nas de estudio de todos, pero muy especialmente de la clase médico-
farmacéutica, con objeto de que de día en día progresen y se perfec-
cionen con nuevos y eficaces procedimientos.
Al entrar en el desarrollo de este trabajo, he de advertir que mi
objeto es únicamente el estudiar de un modo práctico el Instituto de
desinfección de nuestra capital ; Instituto, que dicho sea de paso honra
á Barcelona, ya que es el más bien montado de España y aún de algu-
nos puntos del extranjero, como podrá verse por la descripción que del
mismo voy á hacer á continuación :
Empecemos por exponer, aunque muy ligeramente, algunos datos
históricos con el fin de saber como empezó á funcionar el Instituto.
A raíz de la epidemia colérica de 1885, se inició y aceptó la idea
propuesta por el entonces Alcalde Sr. Coll y Pujol, y por el Concejal
Sr. Carreras Aragó, de adquirir un aparato para la desinfección de ma-
Instituto de desinfección urbana de Barcelona $37
teriales. y además dos coches para el transporte de enfermos. Conste
qut^ tal aparato era sumamente deficiente.
Pasada dicha época, tanto el aparato como los carruajes adquiridos
quedaron abandonados por inútiles, y, además, por no haber personal
que se encargase de desempeñar tales servicios.
En la Exposición Universal de 1888, se presentaron dos estufas de
desinfección, una locomóvil y otra fija. Dichos aparatos fueron ad-
quiridos por el Ayuntamiento, hasta que en 1890, y siendo otra vez
Alcalde el Sr. Coll y Pujol, se creó la sección del Instituto de desinfec-
ción, y para ello fueron nombrados como ponentes los doctores Robert
y Mascaró, y como Director el Dr. Comenge. Al fundarse, pues, el
Instituto, disponía de las dos estufas ihencionadas , algunos coches de
transporte y dos ó tres lámparas, modelo Schandy.
De 1892 á 1893 y siendo Alcalde el Sr. Henrich, se construyó el ac-
tual edificio de la calle de Llull oue luego describiré. Se encargó á la
sección que nos ocupa, la parte de Demografía y Estadística Sanitaria.
Se creó el servicio de desinfección de Ropavejerías, Casas de présta-
mos, Encantes, etc., y el mismo año 1898, se declaró por el Ayunta-
miento obligatorio el servicio de desinfección urbana, debiendo hacer
constar que en París aun no se había dictado tal disposición.
En 1894, se amplió el Instituto con la creación del servicio de des-
infección del subsuelo, mercados, etc. Se creó también la inspección
sanitaria de las Escuelas de instrucción primaria.
En 1897, se ampliaron los servicios de Inspección, Informes y otros.
Estos últimos años se ha adquirido otro edificio en la calle de
Elíseos, de Hostafranchs, con objeto de ampliar los servicios.
Así ha seguido funcionando nuestro Instituto, que de cada día ha
sido mí^s importante, debido al celo é inteligencia de su digno Direc-
tor, quien ha procurado adquirir los procedimientos y aparatos que
más ventajas han reunido para la perfecta desinfección, al par de los
estudios importantes que sobre los mismos ha hecho, logrando poner
el actual Instituto á la altura de los mejores del extranjero, si no en
cantidad, al menos en calidad ; y para terminar estos datos generales,
conste que, todas las ca])itales de España, al querer crear Instituto de
desinfección, han tomado como modelo el de Barcelona.
De los datos históricos expuestos se deduce qufi las secciones de
Demografía, Estadística, Inspección de Escuelas y otros servicios sa-
nitarios han sido creados á raíz de la fundación del Instituto ; de
manera que este ha sido el primer servicio de higiene pública de im-
portancia que se ha establecido en nuestra capital, lo cual confirma'
una vez más la importancia de nuestro Instituto, pues por lo mismo
que es de resultados prácticos y positivos, hace que el vulgo se eduque
en las ventajas que hay, de cumplir los preceptos que enseña la Higie-
ne, y esto no hay duda de que es una gran ventaja.
Descripción del local
El Instituto consta de dos secciones, ocupando cada una un edificio
distinto : una sección es la llamada del Norte, cuyo edificio está en el
cruce de la calle de Llull y de Cerdeña ; y la otra, ó sección Sur, cuyo
edificio está en la calle de' Elíseos del barrio de Hostafranchs.
Describiré solamente el edificio de la primera sección, pues es el
único que he visitado y además el más importante.
Dicho edificio consta solamente de planta baja, con espaciosas ha-
bitaciones, en las cuales se halla convenientemente distribuido el
material.
Al entrar se encuentra un gran departamento al cual afluyen todas
las dependencias. En efecto : á la derecha y en primer término, está la
55^ Instituto de desinjección urbana de Barcelona
oficina del capataz ; se encuentra luegro una habitación donde están
las soluciones antisépticas dispuestas para llevar á cabo la desinfec-
ción en cualquier momento. A continuación está lo que llamaríamos
« cuarto de pulverizadores ». ya que allí residen casi todos ; esta de-
pendencia comunica con el almacén ó depósito de material químico en
gran cantidad y que es donde se preparan las soluciones ; todo esto
hemos dicho está á la derecha. A la izquierda se encuentra, en pri-
mer término, una habitación perfectamente limpia con una gran mesa
de mármol y de paredes revestidas de mosaico ae Valencia, perfecta é
íntimamenta unidos unos á otros sin dejar grieta alguna ; esta habi-
tación comunica con la puerta de la gran estufa fija, y es por donde se
sacan las ropos y demás objetos una vez esterilizados. Luego está el
cuarto de baño y fumigación ; sus paredes están forradas de cristal ;
el pavimento es de cemento Portland; la bañera de mármol ; hay, ade-
más, grandes barras de hierro, que sirven para colgar las ropas que se
fumigan. Y llegamos ya al «cuarto de maquinaria», ya que en él
reside la gran estufa de desinfección fija y dos calderas generadoras de
vapor ; esta habitación está igualmente revestida de cristal en sus pa-
redes y su pavimento es de Portland; anexa á ésta hay otra dependen-
cia donde reside la máquina rotativa lejiadora.
El fondo de la habitación central comunica libremente con otra
gran dependencia. En ésta se hallan : la estufa locomóvil, los carruajes
destinados al transpórtenle ropas y algunas carri-cubas para conducir
líquidos antisépticos en gran cantidad. HaT también el horno ino-
doro que sirve para incineración de materiales, y, además, un gran
algibe con agua corriente que sirve para distintos usos.
Existe, además, otro cuerpo de edificio casi independiente del ante-
rior ; consiste en una extensa cuadra donde residen los carri-cubas
destinados á la conducción de líquidos que sirven para la desinfección
de cloacas, orinaderos, pozos negros, etc. Hay también depósitos don-
de se preparan dichas soluciones antisépticas.
El suelo de todas las dependencias es de cemento Portland.
Las paredes están blanqueadas con cal, excepto las de las tres habi-
taciones indicadas.
Hay, además, excelentes condiciones de luz lateral y central, debi-
das á grandes ventanales y claraboyas, respectivamente.
La ventilación es perfecta y suficiente, gracias á lo espacioso de
todas las dependencias.
, La iluminación se hace por medio del gas.
Esta es, á grandes rasgos, la distribución del edificio con el de.«5tino
respectivo de sus distintas dependencias.
Dkscripción dkl material empleado para la desinfección
La desinfección puede llevarse á cabo por medio de procedimientos
químicos, físicos y mecánicos, como es sabido.
Empecemos por estudiar los primeros, ó sean las distintas sub.«*tau-
cias antisépticas que se emplean para la desinfección con el nombre de
antisépticos.
Para que una substancia pueda considerarse como tal, debe re-
unir las siguientes condiciones : I." Que sea microbicida. 2.* Que no
manche las ])aredes, muebles, ropas, etc. 3.* Que no tenga color.
4.** Que no desprenda olores ofensivos. Y 5.* Que no sea venenosa para
las personas que la manejen.
l)e todas estas condiciones, la más difícil de cumplir es la última,
pues si ha de ser microbicida, ha de ser tóxica, y si lo es para los mi-
crobios, lo será también para el hombre, pues affin todoá somos seres
vivos. Por tanto, para subsanar este inconveniente, hay que tener
Instituto de desinfección urbana de Barcelona 3$g
cuidado en señalar los frascos que contengan substancias de esta clase,
con signos convencionales que indiquen que son peligrosas. En el
Instituto se valen de un triángulo de papel, y de este modo el personal
que lo maneja queda avisado del peligro.
Respecto á las otras condiciones, se han hecho estudiospor el Direc-
tor de nuestro Instituto con objeto de hermanarlos todos, lo cual se ha
conseguido en gran parte, aunque no en todas las substancias, pues
en algunos se tropieza con el inconveniente de que atacan los metales
y los deterioran ; así tenemos los preparados mercuriales , por lo que
hay que tener mucho cuidado en los aparatos metálicos que se em-
plean, limpiándolos bien luego de usarlos, aunque á la larga se estro-
pean y hay que renovarlos. Pero donde deben exagerarse los cuidados
es cuando se verifica la desinfección á domicilio, con el fin de no ata-
car los muebles v demás objetos metálicos.
Los olores más ó menos ofensivos de algunas substancias s^ corri-
fen adicionándoles esencias, siendo la más comunmente empleada la
e romero ; hay, además, otros principios aromáticos, como el timol y
el eucaliptol ; todas las cuales, no sólo sirven para dar buen olor, evi-
tando los malos, sino que como antisépticos que son, coadyuvan á la
acción del que se adicionan.
Al hablar de las distintas soluciones antisépticas, hemos de indicar
que unas se aplican por medio de la pulverización ; otras por la fumi-
gación, y otras que sencillamente sirven para lavar objetos y derramar
por los retretes, cloacas, etc.; de aquí el que formemos tres grupos,
según la manera de emplearlos :
Grupo primero
Silicuo fluoruro de mercurio con eucaliptol.
» » » » timol.
» » » » esencia de romero.
>> » » » guayacol.
Salicilato de mercurio- con esencia de romero.
» » » timol.
Cloruro de mercurio » esencia de romero.
» » » timol.
^ I Antisepsina A, ó sea sublimado corrosivo con timol.
\ » Bf » cloruro de zinc con timol.
A
C
Aldehido fórmico con timol.
Salicilato de sosa amorfo » »
Solveol » eucaliptol.
Antipionina » esencia de romero.
El orden en que están colocadas estas substancias, es el de su poder
antiséptico de más á menos. El grupo A, ó sea el de los mercuriales,
es el más enérgico; empezando por el silicuo fluoruro de mercurio cuyo
poder antiséptico es diez y seis veces mayor que el del sublimado ;
sigue luego el salicilato de 'mercurio con uii valor antiséptico ocho ve-
ces y media mayor este último, el cual ocupa el tercer lugar de la escala.
Siguen en orden de energía las antisepsinas A y B, y luego los del
grupo Cj de escaso poder microbicida en comparación con los anteriores.
La proporción en que se emplean todas estas substancias, es del 3 al
6 por 1,000, y algunos casos hasta el 10; así, en habitaciones muy in-
fectas.
Más adelante indicaremos los casos en que se deben emplear. unas ú
otras substancias.
340 Instiiuio de desinfección urbana de Barcelona
Grupo segundo
Substancias empleadas por medio de la fumig*acioa:
^ ^ Glico-formol. — Pastill as de formalina. — Bujía» de sulfuro de mer-
K curio. — Pastillas microbicidas ó sean de sulfuro de mercurio con sol-
1^ veol, pero de fabricación e spañola, así como las anteriores son inglesas.
Wc- Acido hiponítrico y azufre.
&' ■>
Sfi G^'upo tercero
Jí;' Substancias empleadas para la desinfección vulgar por medio del
^' lavado ó la irrigación :
^:f * Creolina. — Cresonaftol. — Naftol. — Creosota roja. — Cresol Ras-
l'v chig. — Lisol. — Sulfato ferroso. — Sulfato de cobre. — Cloruro de cal—
|f V Permanganato de potasa, etc.
%^ Aparatos de pulverización
^- Hay distintos modelos de pulverizadores, pero todos se fundan en el
' u ' mismo principio.
íf: Todos ellos constan de una bomba aspirante é impelente ; aspira el
r» . aire é impela á éste y al líquido sostenido en el depósito; hay dos tubos
; de salida, uno para el aire y otro para el agua, cuyos dos tubos se
i/: reúnen en sus extremos, y dispuestos de idéntica manera que los pul-
;í^- verizadores qus todos conocemos, ó sea que el chorro del aire al obrar
^.^ con fuerza sobre el finísimo chorro líquidfo, le destruye y pulveriza.
^•í' Este es, en esencia, el aparato; lo que varía es la disposición del
¿' mismo, por lo que existen diversos modelos.
r' Indicaré los cuatro modelos que hay en el Instituto :
Primeramente está el pulverizador modelo Geneste. En este apa-
?:; rato el émbolo se mueve merced á una palanca horizontal articulada al
extremo de la varilla del mismo.
\ '-'^ En la parte superior del aparato están los dos tubos de salida de aire
í y de líquido. La manguera, con su extremo pulverizador, ya queda
explicada antes. Como que el aparato en conjunto es bastante grande
>n- ; y pesado, va montado sobre dos ruedas para fjicilitar su manejo. De
^. estos aparatos hay diez, repartidos cinco en cada sección de las dos
:,; • que hay.
; Hay otro modelo del mismo autor, pero más pequeño: su émbolo
': se mueve verticalmente. Puede ser transportado á mano. Por lo de-
más, es igual al anterior.
Existen seis aparatos de esta clase : tres en la sección del Norte y
otros tres en la del Sud.
Hay otro aparato más sencillo y de más fácil manejo. En efecto :
la bomba está dispuesta en el extremo inferior de la misma manguera
y funciona por medio de un cilindro que tiene un movimiento de sube
y baja. Dicha bomba-manguera se enchufa en el tubo de un depósito
I metálico, á modo de cartera ó bolsa, donde se contiene el líquido anti-
séptico.
Este aparato resulta sumamente cómodo, pues se puede llevar col-
gado del cuello, y al mismo tiempo que se maneja la manguera para
dirigir la pulverización, con la otra mano se hace funcionar la bomba
i del modo que queda indicado.
! De estos aparatos hay uno para cada pareja de individuos.
Tenemos, por último, otro aparato en el cual el pistón se mueve á
! beneficio de la presión del agua. Es el aparato modelo Lauren.
Consiste en un gran cilindro de hierro, de paredes resistentes, que
constituye el cuerpo de la bomba. Se llena del líquido antiséptico por
su parte inferior. En la parte superior hay un tubo en el cual se en-
El pensamiento de Emilio Zola 341
rrosca otro que conduce el agua, la cual obra con presión sobre la cara
superior del pistón y le hace descender poco á poco; á su vez el pistón,
al empujar el líquido le oblig-a á salir por otro tubo, en el cual enchufa
la manguera, con la que se practica la pulverización.
Este aparato tiene la ventaja de que no hay que emplear el trabajo
manual, lo cual es muy útil cuando se han de desinfectar grandes ha-
bitaciones.
Como quiera que para su funcionamiento necesita la presión del
agua, resulta que sólo podrá emplearse allí donde ésta exista.
Aparatos para fumigación
^Aparato de Ligner. El adjunto grabado es un esquema que repre-
senta un corte vertical del aparato. Consiste en un depósito central,
cilindrico, herméticamente cerrado, de paredes muy resistentes y que
Suede resistir hasta dos caballos
e vapor. En su parte superior h,
hay cuatro finísimos orificios r^«?. %9
E'E para la salida de los gases ; giíl rr^olS
uno mayor para llenarle F^ y
una válvula de segundad. t\^^
Rodeando á este depósito y ^
á la mitad de su altura, hay
otro circular y cerrado también
herméticamente ; este depósito
B^ por medio de tres tubos 2>-i>,
con la parte superior del A,
Por debajo del B^ se encuen-
tra otro recipiente circular C
abierto libremente. pig n. — Aparato para fumigación de Lígucr
Funciona del modo Siguien- (Dibujo dcl alumno)
te : En el depósito A se coloca
la solución antiséptica. En el 5.agua, y en el Í7 alcohol. Se enciende
éste y calienta el agua del B^ cuyo vapor pasa por los tubos B-T) al inte-
rior del A^ y al obrar sobre el contenido liquido deteste, le calienta, y
los gases que se desprenden salen mezclados con el vapor de agua por
los finísimos tubos E-E^ ocasionando una atmósfera de gases que se
difunde por toda la habitación, y obran como poderoso antiséptico.
La importancia de este sistema de fumigación la diremos más
adelante.
De estos aparatos hay seis, distribuidos en las dos Secciones.
(Se concluirá).
—JL
£1 pensamiento de Emilio Zola
(1)
PO9 EL
Profesor Bianchi
El ciclo de las conferencias conmemorativas de Zola debería ya llegar á
su término. Bn Roma, en Tarín, en Fiorenda, en Ñapóles, literatos, filóso-
fos, y h )mbres dedicados á la política, han hablado encomiásticamente de
aquél. Nuestras revistas, cual más, cual menos, han juzgado ya su obra.
Eq Francia han pasado injurias y apoteosis sobre aquel cadáver; en Italia
ha habido un consentimiento un poco más sereno de admiración para el
producto literario del gran escritor, mezclado con alguna crítica severa. Kn
A.lemania, en Inglaterra y en ALmérica, se advirtió menos la conmoción por
(1) Esta coaferencia faé leída en la solemne conmemoración que de Emilio Zola hizo «La Liga
Democrática Napolitana». La publicamoH íntegramente, conservándole la forma propia de
aquella circunstancia, tal como apareció en Annali di Neurología, abril de 1903.
S4a El pensamiento de Emilio Zola
SU muerte, pero, no obstante esto, en breve tiempo se fué formando una rica
literatura conmemorativa del gran novelista, donde más se hace sensible el
alma latina.
¿Cuál es la razón de tal disparidad de juicios y de las oleadas de entu-
siasmo, que se encuentran y mezclan con profundos odios en un océano de
indiferencia?
Consiste esto en que la obra de Zola es proteiforme, y la figura del escri-
tor varía según el ángulo de incidencia de la luz de la crítica. EL artista, el
psicólogo, el sociólogo, el biólogo, el hombre político, se siguen y encuen-
tran, se funden, y sin embargo, resulta un todo armónico con todas estas
figuras, de las cuales, como por una rápida superposición fotográfica, nace
una sola, que toma su puesto en la línea ascencional de la humanidad.
Cuando el pensamiento de uu hombre se traduce, por intrínseca poten-
cialidad, en obras de índole varia, esencialmente civil, que vibran en el alma
universal, que concitan los afectos íntimos individuales y colectivos, que
rompen aquellos multiformes vínculos, con los cuales el espíritu humano
se encuentra ligado á su historia, y amarrado dentro del muro d*». sus habi-
tuales preocupaciones; cuando aquellas obras civiles se ponen en contacto
con la política y con la religión, que son los dos más grandes talleres en que
se forjan las pasiones humanas, turbulentas, tumultuosas en las sinuosida-
des más tortuosas y obscuras del egoísmo, y que sacuden la fibra íntima de
la vida ; cuando al entendimiento y al corazón del pueblo se abren los nue-
vos dominios de la ciencia y se le presentan nuevas fuentes de vida, de las
cuales brotan nuevas aspiraciones, entonces se comprende la perturbación
de la conciencia colectiva, de la cual ha desaparecido a'guna piedrecilla del
antiguo edificio, alguna bóveda se ha lesionado, algún pilar ha caído, algún
pavimento se ha resquebrajado, mientras las nuevas luces y las novísimas
orientaciones asustan á muchos, como los objetos extrañan al niño en los
primeros días en los cuales sus pupilas se encuentran con el mundo; ó como
un camino accidentado y desconocido aparece al viajero que sale de su ha-
bitación, cuyo suelo perfectamente plano le es conocido, y en cuyo camino
pronto resbala por la falta de costumbre de sus piernas y lo perplejo de su
espíritu.
Se comprenden los entusiasmos y las reacciones, el aplauso y la injuria,
la atracción y la repulsión, lá gloria y la maldición, y más que ninguna
otra cosa, la incertidumbre de muchos y el vocerío ineficaz y desoído de al-
gunos que tienen en los labios lo que está en la conciencia turbada é inde-
cisa, que mueven la lengua como los alucinados de la palabra, reflejo del
contraste de las ideas.
Y se comprende como de todos los ángulos del mundo civil se ha ini-
ciado una peregrinación de pensamientos sobre el cadáver, y alrededor del
féretro de este nombre, que representa un principio, una orientación, una
fuerza.
La obra de Zola no debe ser juzgada solamente en sus detalles, en sus
partes, en la forma literaria, en el estilo, en las anécdotas, en los episodios,
en las formas de la escena, en la tonalidad de los colores, ó en la armonía
de la frase, ó particularmente en las piezas de donde resulta todo el gran
edificio como fué concebido por su inteligencia: la obra de Zola debe ser
juzgada, sobro todo, en sí misma, en su plan, en su arquitectura, en su
desarrollo, en su finalidad.
Zola es el novelista de la vida que palpita dentro de nosotros y bajo
nuestras miradas, y ha procedido en el arte con los métodos de la biolí»gía
moderna; ha anatomizado el organismo social, proyectando sobre las partes
de que el mismo se compone la íuz de su penetrante inteligencia; ha intro-
ducido el cuchillo anatómico en los órganos míis obscuros que entran en su
composición, y los más delicados los ha seccionado en cortes delgadísimos
y microscópicos, los ha coloreado con su arte, y con ellos ha proyectado
imágenes nuevas y admirables en la conciencia popular.
Zola no escribe para deleitar, porque donde sorprende lo horrible y lo
repugnante, lo recoge sin escrúpulos, y lo arroja al taller de fu entendi-
miento para darle forma artística. Una grande idea palpita en todo el con-
junto de su obra. Verista despreocupado y sincero, nada oculta ni despre-
cia de aquello que es vida ó está en la viaa, y desarrolla su plan arquitectó-
nico con la lógica rigurosa é irreprensible de los hechos de la biología.
El pensamiento de Emilio Zola 345
Y acaso sin quererlo, ha sido patólogo. En el Ássomoir, en Teire en la
Bíte Aumaine, en la Guerre, en Germinal, en toda la colección de los Kougon-
Macquart, se encuentran páginas sublimes de la vida sorprendida en su
eflorescencia, en sus triunfos, y en todos los grados de su decadencia y de
sus perversiones. Bien sea por su cultura en las ciencias naturales, á cuyo
estudio había manifestado grandes inclinaciones, cuando flun era muy jo-
ven, bien fuere por herencia de su padre, que, siendo ingeniero, debió ser
igualmente muy aficionado á las ciencias naturales como á las matemáti-
cas, ello es que Zola creó la novela de base biológica, dándose á conocer
como un gran artista en la concepción de la novela de la vida.
La gran delicadeza de su manera de sentir se traduce en una penetración
extraordinaria de su observación.
Su mirada indagadora penetra en todo, levanta todos los velos de la vida,
por todas partes abre caminos para que penetre la luz, iluminando puntos
obscuros que desde luego pueden ser observados por todos.
La recóndita estructura del alma humana no vuelve ya á recobrar sus
misteriosas vestiduras; el hálito que de ello emana es ya apreciado por todos
é igualmente las vibraciones que palpitan llegan á las fibras de todo ser que
siente y se conmueve con la realidad traducida en imágenes y sensibilizada
en palabras. El conocimiento universal de la vida determinará la orienta-
ción de la humanidad que viene, en su línea ascencional hacia el conocer,
el sentir y el hacer.
Nada se escapa al ilustre novelista: la obscura easuca habitada por una
pordiosera, como mamá Tatú, inclinada al rufianismo; la habitación des-
mantelada y triste del obrero, llámese este Kagu, ó Bonnaire ó Lautier, ó
Coupeau, donde vibran el deseo de hoy y la preocupación del mañana ; el
lavadero ó el taller de la planchadora, donde hierven y se inflaman el deseo
y el odio exóticos, y donde degenera y muere el senti'mieiito en las langui-
deces de la sensualidad que prepara para los hechos ; los departamentos
suntuosos donde la vanidad, la coquetería, los banquetes y la seducción
sintetizan el objetivo más importante de la vida ; el conjunto industrial de
los ardientes hornos y de los profundos pozos del minero, donde el músculo
lucha rabiosamente con la naturaleza muerta; las sombrías salas del hospi-
tal, donde la vida se acerca á sus orígenes; la taberna, donde el alma se bes-
tializa en la orgía de los sentidos y en la borrachera del alcohol; el santuario
donde la fe produce alegría y salud, vanamente pedidas á la cieiicia ; la al-
coba, donde el ávido egoísmo se desespera por sus estériles y artificiosos
espasmos ; el estudio del médico, donde el espíritu paranoide del Dr. Pascal
sueña en realizar ios deseos de Fausto con el líquido que rejuvenece, según
la fe de Brown-Séqu«rd, trayendo una tardía juventud ; y el campo de ba-
talla, donde á través de la pintura más palpitante de las escenas guerreras,
del miedo, del valor, del heroísmo, de la abnegación, del hambre, de las
privaciones y de los desastres de la guerra, en medio de las escenas subli-
mes en que humea la sangre, centellea y dirige la sátira mñs mordaz á la
ignorancia del general que rebajó ante la conciencia del mundo el poderío
de toda una raza, que el renacimiento, la revolución francesa y la epopeya
itaWana habían elevado al punto culminante de la curva del pensamiento
civil. El recoge todas las palpitaciones, las alegrías, las ansias y los delirios
de la vida y les da forma plástica con su maravilloso magisterio de la pala-
bra y del arte.
Zola no pide á la historia ni sus planes ni sus protagonistas. Las sensa-
ciones, las ideas, las emociones, las tendencias, las costumbres de una
época pasada, las aspiraciones individuales de la familia, de la nación, de
la raza, reviven en el pensamiento y la palabra del artista, que alientan so-
bre la existencia que dormita ya hace tiempo en el frío dormitorio de la
historia, dándole el tono espiritual de su tiempo, el movimiento y la vida.
De esta manera resulta una forma de novela verídica, de la cual el más clá-
sico representante moderno es el Quo vadis, de Lienldewicz.
Pero Zola no circunscribe su alma sobre un episodio histórico ó pasional
en el cual se embriagara de la armonía de la frase, ni se inflamara con el
propio fuego que arde y se trasfunde en el arte, ni adquiriese vida en la
música de la palabra. En tal caso, el artista construye, cnn el rico patrimo-
nio lingüístico, suntuosos edificios literarios, ricamente adornados, esplén-
didos por su estética armónica, en los cuales, por último, vive solitaria una
pasión verdadera, palpitante, que nosotros, al leer, sentimos dentro de nos-
344 E^ pensamiento de Emilio Zula
otros, que la encontramos nuevamente buscando en los archivos de nuestra
conciencia, en la cual todo se encuentra cuidadosamente conservado. Nos-
otros, en tal caso, nos sentimos sugestionados por la elegancia armónica de
la frase, por la dulce vivacidad de los colores, por la armonía de las voces
cantantes que deleitiiu y exaltan nuestro sentido estético. Entonces somos
transportados por una suprema potencia de fascinación hacia aquellas re-
giones donde sentimos latir nuestra propia vida y la de nuestros amigos;
vemos desarrollarse sobre la escena, como en un panorama fantá-^tico, obs-
curos episodios ennoblecidos por la forma, y hasta bi brutalidad sensual
envuefta en los nobles ropajes de la palabra que impriman á eNta forma de
lo verdadero un carácter que hace posible su entrada majestuosa y triunfal
en las regiones del arte. Es esta otra forma de la novela realista.
Zola es un observador delicado, ingenioso, sincero, feliz, de la vida mo-
derna en todas sus formas, en toda su movilidad, en todas sus manifesta-
ciones, en todas sus palpitaciones, en todas sus aspiraciones, en sus alegrías,
en sus dolores, en sus pasiones, en sus instintos, en todas las gradaciones
de su fuerza.
Zoia ha querido realizar una investigación sobre la vida social de su
tiempo, y en la serie de los Rougon^Macquart y en el Paris, ha dado al arte
los resultados de su investigación. En estos productos del arte él quiere
presentar al hombre tal cual es, no como se lo imagina el artista: él se pro-
pone demostrar como el ejemplo, las circunstancias y la herencia son los
grandes factores de la conducta del hombre que producen la alegría ó el
dolor, la riqueza ó la miseria. Esos factores producen corrientes de pasio-
nes que, atravesando el espíritu, determinan hechos fatales y procedimien-
tos peligroso?.
Los opuestos intereses de clase que impiden la evolución de los instintos
de solidaridad, ofrecen al novelista un vasto campo de batalla, sobre el cual
concibió lógicamente la gran colección de los RougofirMacquart.
En la Forluna de los Rougons hasta el Doctor Pascal hay un estudio es-
quisito de las causas y de las circunstancias que preparan y producen
aquella decadencia progresiva del individuo y de la raza, y la razón de todo
ello la encuentra en las doctrinas darwinistasdel atavismo y de la herencia.
Se ve claramente que él trataba de darse cuenta de la decadencia de Fran-
cia, la cual atribuye á la fatalidad étnica y al momento histórico del am-
biente, relacionado con los excesos de los apetitos brutales, con la fiebre de
los goces y con la sed de los placeres.
Cuando un organismo social se aparta de la línea directriz de la adapta-
ción y del progreso, en este momento histórico se levantad arte paracorre-
firlo con todas sus formas, ora sea con la preferida por Plutarco, ó por Sha-
espeare, por Dante ó por Miguel Ángel. En esta ocasión el arte se ha
inspirado en la biología, porque la vida de los pueblos, como la de los indi-
viduos, es del dominio de la biología ; porque el sentir, el penfc:ar,el conmo-
verse, el desear y el obrar son funciones del cerebro y del cerebro en la
acción inter-humana de lo que ha obtenido del germen y de lo que ha
tomado del ambiente.
Los tipos que Zola pone en escena representan todas las gradaciones
evolutivas y degenerativas del hombre en el período histórico de la nacitn
y sintetizan un tratado de Teratología y de Patología social.
La amorosa benevolencia de Gervasia, laboriosa y ñel hasta que la pros-
tituyó la embriaguez de Coupeau, y el obsceno atolondramiento de Virgi-
nia y de su hermana, de donde nació la disputa exhibicionista del lavadero;
la sobriedad metódica y segura de Cougé que con el trabajo proporciona la
subsistencia para él y para su madre, y el idealismo exaltado del operario
Lautier, que, esperando el día de reanudar los trabajos, vive como parásito
de la prostitución, malicioso y desenfrenado, tentador y alcohólico ; la pro-
gresiva decadencia, por el alcoholismo, del carácter moral de Coupeau, que
antes era laborioso ; la impasividad de Bigiar,' también alcohólico, que de
una patada mata á su mujer; la sucia figura de Mebotte, el jefe délos bo-
rrachos ; la cara delgaducha y tostada de Fonchard,*con gestos siempre
idénticos, sin pensamiento y sin acción individual; el retrato de la Toupe,
pequen uela y rabiosa, con su cara acentuada, con sus cabellos rojos, su
frente deprimida, su nariz delgada, sus mejillas duras, con un carácter
execrable, que era la desesperación de la casa por su continua cólera;
El pensamiento de Emilio Zoki ' 34¡>
Bourron y Ragú, que conspiran, esperando que algiin día deberían ellos ser
los amos ; Bounaire, que se queja del bajo concepto de la futura victoria de
loa trabajadores; estoé hechos enseñan ai lector todas las gradaciones de la
degeneración y de la primitividad humanas, donde los pequeños gérmenes
del bii^n se esterilizan por falta de nutrición y de ambiente favorable.
El no pone en escena tipo alguno de mujer civil moderna ; en sus nove-
las no encontramos encarnación alguna de virtud femenina familiar ni
civil. El nO' buscó en la sociedad contemporánea ni una Vitoria Colonna,
ni una madre Cairoli; Jo acusan por esto de pesimismo, cuando muchas
veces es esto un método.
Mauricio Barré atribuye al origen veneciano del alma del novelista la
obscenidad de que están llenas sus obras, cuando era su ideal la regenera-
ción de un pueblo que ól veía propenso á la degeneración y á la decadencia.
El escribía la patología de su país, cuando las armas fáciles, violentas é in-
sidiosas de la crítica, fueron vueltas contra el mismo.
Su mejor tipo de mujer es quizas el de Clotilde, celibataria, especie de
mescolanza de misticismo y de cultura biológica ; el de Elena degrada al
de la señora Deberle y los de sus amigas, y desciende aún al de Teresa
Raquin y á los de Gervasia, Catalina y Nana.
En Klena hay una pa-^ión episódica, que atraviesa una organización
fuerte, por cuanto es anestésica, y posee una conciencia recta ; el dolor de
la hija muerta la purifica y ella recobra el dominio sobre sí misma. Para
el tipo Deberle la aventura galante es un pasatiempo, que ella tomaba con
la misma desenvoltura con que iba á oirun sermón en la iglesia. Gervasia
es un producto de debilidad originaria, ó cerebrastenia hereditaria, del mal
ejemplo, del contacto sugestivo, ó de la habitud alcohólica. Catalina es una
primitiva que, siendo aún muy niña, pasa del domicilio paterno, donde hay
una sola alcoba para toda la familia, á la miseria, dc^nde son continuos y fá-
ciles los contactos ; ninguna acción directiva ha obrado sobre ella, ni si-
quiera un elemento de educación, y pasa inconscientemente por su 'camino.
En Nana impera el determinismo hereditario, que se hace más imperioso
con el ejemplo de la madre ha>ta el grado más ínfimo de la depravación.
¿Quién puede negar la realidad de tales tipos? La palabrería lúbrica de
las costureras, de las floristas, de Mouquete completa, explicando su origen,
el volumen escrito por D. Comenge, decano de Sanidad en la Prefectura de
París.
La herencia psicopAticay el ambiente son los dos grandes productores
de la clase social, y Zola ofrece materia y estímulo para un amplio y con-
cienzudo trabajo de legislación social, que debe precaver la degeneración y
asegurar á los países latinos la fuerza y la victoria.
tóxaminad el ciclo fatal de los Rougon y de la familia Quirigjion : Geró-
nimo es el vértice de la curva y llega á ser el rey de la industria. En él
se encontraban reunidas las fuerzas creadoras por una larga ascendencia
de trabajadores, todos los esfuerzos en germen, todos los esfuerzos secula-
res del pueblo. Centenares y centenares de años de energía latente, una
larga serie de tentativas hacia la felicidad, luchando en la sombra, murien-
do de dolor, se reconcentraron en e>te hombre triunfador, capaz de diez y
ocho horas de trabajo. El había acumulado una inmensa fortuna para la
felicidad de sus descendientes. i\ los cuales preparó un porvenir patriarcal
de dominio, de amor y de alegría Pero Gerónimo tuvo una enfermedad
especial y se convirtió en paraplégic«), y sus hijos, entre la influencia de la
herencia neuropática y la molicie del hogar doméstico, empezaron á dege-
nerar. Filipo llevaba una vida disipada en París; Miguel, muerta su mu-
jer, perdía el tiempo en aventuras ; Gustavo, hijo de Miguel, más deg*ene-
rado que el padre, huyó de su casa, arrebatando I00,00o liras con la amante
de su padre, que se suicidó ; Laura, ascética, entró en un convento ; Felipe
fué muerto en un duelo en Niza; Andrés, último de los hermanos, fué en-
cerrado en una casa de salud, como raquítico y delirante. El abismo de la
decadencia aumentaba.
Los contrastes revelan los ideales de Zola y el concepto informador de
su obra.
Toda la colección de los Rougon Mac.quart, representa un gran árbol ge-
neológico que comienza con Adelaida Fouque y acaba con Carlos Rougon,
y en cuyo árbol encontramos Ja Gervasia que es una Macquart, Nana, Lau-
¿46 i"' i pensamiento de Emilio Zola
tiere, Coupeau, el Dr. Pascal, todas las formas de la vida, vicios y talentos
paranoides, excentricidad y miseria dominantes en todas las gradaciones
sociales que llevan marcas' degenerativas, desde el personaje político, hasta
la lavandera y la prostituta. Así el artista simboliza la degeneración hu-
mana que comienza con una enfermedad mental del cabeza de familia y
progre!?a en la s<^lva obscura de las circunstancias de la vida y con la mez-
cla de tipos, merced h los cruzamientos, con alternativas y saltos, hasta la
extinción completa de la familia. Simboliza, además, aquella avenida de
gente que vive entre la locura y la disolución, entre el delito y la vaga-
mundez, entre el ocio y la prostitución, y se confunde con los incapaces
y con los indiferentes, entrando en aquella otra cifra de cerebros y en aque-
llas otras masas musculares que no tienen un objeto civil en el mundo, y
sobre los cuales el sol «que saluda triunfal al trabajo humano », pasa como
sobre los que sueñan, á los cuales, inconscientes, sonríe el vano pasar del
tiempo. Como éstos entran también algunos otros, los cuales aun hoy de-
fienden vivir por el solo placer de lo que poseen y que todo lo más piden
un improductivo título académico á aquellas viejas aristocracias de la
cultura, que son nuestras Universidades.
En estas categorías se encuentra toda la patología social ; la herencia
neuropática produce la degeneración ; el alcohol y ios abusos de la vida la
agravan. La degeneración produce la debilidad ; ésta predispone á la sen-
sualidad y se embriaga con el alcohol y el valor de la vida baja. La cifra
de la degeneración imprime su carácter al pueblo. Zola con un maravi-
lloso dominio de los hechos y de las formas produce el tratado más gran-
dioso sobre la patología de los caracteres, como nadie hasta ahora los había
descrito
Todos los factores biológicos concurren favorable ó desfavorablemente á
la forma y á la fuerza de la vida. El buen ejemplo, la educación, la medida
del trabajo, la buena nutrición, elevan el carácter moral del homl)re. La
vida se transmite con la altura y frecuencia de sus ondas desde los padres
á I9S hijos ; el ambiente la modifica, aumentando ó disminuyendo la fre-
cuencia y la altura de aquellas ondas. La primera parte de la obra de
Zola está informada en este coiicepto ; indudablemente, él sé dirige á la re-
generación de su extirpe. Este concepto aparece más evidente en su Lour-
des. Allí Zola aparece como un nosógrafo afortunado de las formas clínicas
que presentan los peregrinos que llegan al célebre Santuario. El describe
las enfermedades pulmonares, las parálisis, las contracturas, la ceguera
de una manera maravillosa. Leyendo aquellas páginas, salvo algunas
erratas, me parecía leer algo de Valleix, de Charcot, de Briquet, de Gilíes
de la Tourette y de tantos otros. Aquellas escenas se confundían en mi
mente, con las de los hospitales y de nuestras clínicas privadas y públicas.
Aquellos enfermos que recuperaban en el fervor de su fe y en el delirio de
los sentidos, la vista perdida y la motilidad de las articulaciones largo
tiempo paralizadas, se confundían en mi imaginación con los enfermos de
la Salpetriére, con los de Bernheim, y tantos otros que con igual fe y con
idéntico fervor reclamaban la curación, confiados místicamente en el poder
curativo del médico. En uno y otro caso hay sugestión.
Zola examina el lado místico de la vida y enseña triunfalmente al pueblo
el conjunto natural de las curaciones. Este mecanismo se h» descubierto
en los obscuros antros del cerebro. Aquellas parálisis, aquellas contractu-
ras, aquella ceguera, son efecto del movimiento alterado de las ondas ner-
viosas entre las próximas y lejanas provincias de los centros nerviosos. Su-
cede que la energía de la vida menial pinta las más extrañas oposiciones y
la sugestión las completa, apareciendo el fenómeno morboso. La sugestión
religiosa precede á la sugestión científica, como la moral religiosa precede
á la moral humana. Es el mismo proceso fatal de la evolución, y Zola re-
laciona un principio eminentemente científico, con profundo conocimiento
de los últimos progresos de la ciencia, con el alto magisterio del novelista;
porque en la novela él quiere decir á los pueblos toda la verdad, y nada
más que la verdad, porque él cree en el poder evolutivo del espíritu huma-
no, y no siente escrúpulo alguno al sacudir las preocupaciones religiosas
en la conciencia del pueblo. La verdad es la nueva religión y la verdad es
lo que emana de la Naturaleza y que cae bajo la comprobación de los senti-
dos, ó que se relaciona con leyes definidas en la estructura del pensamiento.
Ei pensamiento de Emilio Zola 347
Mas allá está lo incomprensible que supera la potencia de nuestro entendi-
miento. Así Zola presenta en el arte, como los biólogos en la ciencia, una
guerra despiadada al misticismo, que cada día más pone trabas al poder
indagador y conocedor del espíritu humano.
Con Lourdes inaugura Zola todo un vasto pian de terapia y profilaxis
social, que ha concebido con el ñn de corregir los males que afligen á Fran-
cia. La limitación del amor y de la familia lo perturba, y en FecondUé
ataca esta violación de las leyes naturales y la tendencia al infanticidio
cada día más organizado en Francia.
En París, además del bajo relieve esculpido con mano maestra sobre el
mármol de la historia representante de la vida contemporánea de aquella
metrópoli, asume i]pás el carácter de preceptor ético y de reformador social,
Esta tendencia se acentúa en Trabajo. Zola formula claramente el concep-
to de una religión de la humanidad, en la cual todos tendrán fe, la cual
predica el amor hacia los desheredados de este mundo, el odio hacia la in-
justicia social, la creencia en el trabajo salvador,' y canta un himno á la
ciencia. « Y únicamente ella es la que lleva la humanidad á la verdad, á la
justicia, á la felicidad final, en esa patria perfecta del porvenir».
En la ejecución de este plan Zola abandona la rigidez de los Rougon-
Macquart, y aparece idealista. Este fenómeno obedece á una ley psicoló-
gica. Después del análisis, la síntesis y la conclusión, y después la inves-
tigación de las causas. Y si la estructura intelectual y moral del individuo,"
en ese momento histórico, está en desacuerdo con el medio ambiente y con
el engranaje de la vida común, indica el concepto de nuevos adaptamien-
tos con nuevos elementos, los cuales vnyan substituyendo poco á poco á
los viejos. Entonces el espíritu humano avanza tomando en la Naturaleza
todo aquello que la Naturaleza tiene, y trayendo nuevamen,te actividad y
bienestar sobre la humanidad, que integra en la conciencia colectiva, la
Naturaleza y las leyes.
La índole del entendimiento de Zola no le permitía concebir cosas, es-
tados ó relaciones que no tuviesen sus raíces en los sentidos. Con un fuer-
te poder formativo,<;on una poderosa memoria orgánica y con feliz é inge-
niosa facultad expositiva, ha podido utilizar todos los productos acumulados
con su perspicaz y luminosa observación de la vida. En esto principalmente
sobresalió, y son testimonio de ello las observaciones de Toulouse sobre él.
Cuando embriagado por el éxito observa apremiado y superficialmente,
escribe Roma. Pero era incapaz de las altas abstracciones metafísicas y de
todo lo que no se encontrase en armonía con el concepto que él se había
formado de la Naturaleza y de la vida. Esto explica el por que tenía un
concepto completamente naturalístico de la moral y el convencimiento de
que la moral puede progresar independientemente" de la orientación reli-
giosa del espíritu.
Fuera que la educación en las ciencias naturales que él había recibido
precisamente cuando en la escuela y en el espíritu penetraban, discutidas,
pero victoriosas y triunfantes, las doctrinas darwinistas, que preparadas
por el positivismo del entendimiento del pueblo inglés, no habían sacudido,
sin embargo, toda la poderosa organización religiosa de aquella raza, cuya
estructura mental hjace posible la convivencia de la religión y del darwi-
nismo ; fuera la repugnancia profunda que Zola sentía por lo sobrenatural;
fuera el inconsciente trabajo que en las obscuras oficinas del pensamiento
centellea por el contraste entre la razón y el dogma, entre la imposición y
la prueba científica, entre la moral religiosa y la razón humana; fuera el
lento y fatal desprendimiento de la humanidad, que procede, con dinamis-
mo intrínseco, al pensamiento y al sentimiento, desde un punto estático de
la vida que se oculta en las sinuosidades de lo místico ; fuera la corrupción
que salía de las emanaciones pestilentes del alma sensual mezcladas con
el humo del incienso, ello es que Zola obedeció á la índole de su alma y
siguió su camino.
Era Zola de aquellos que creen en el poder evolutivo del espíritu huma-
no, tanto en la esfera del conocer como en la del sentir. Su fe en la evolu-
ción de los sentimientos egoístas por un continuo proceso de asimilación
de las emociones fundamentales de la vida, placer y dolor ; la simpatía su-
gestiva que se encuentra en la resonancia del alma colectiva por el dolor
individual, y lo colorea con las mismas tintas, aunque menos intensas, se
34S Revista critica bibliográfica
halla tan profundamente impresa en *la mente de Zola, tan al vivo le re-
preseutnn la armonía de una conciencia universal, que no vacila al aceptar
la doctrina naturalística de la moral en el sentido de Lewes, de Spencer y
de otros, librando al alma religriosa del pueblo de todo aquel anligruo ba-
g-aje de prejuicios, que ya la ciencia había arrancado victoriosamente á la
superstición, en su gloriosa lucha con el misticismo, habiéndole restituido
á la Naturaleza, bajo la meridiana luz de la ciencia.
{Se concluirá}.
RBVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
roH El. *
Dr. Rodrígubz Méndez
Mannal teórico y práotloo de las enfermedades de la laringe,
por el Profesor D. Ramón de la Sota y Lastra.- Sevilla, 1902.
Este Manual es el volumen III y ultimo de la especie de trilogfía ó
de pequeña Enciclopedia que el autor publicara con el nombre de En-
fermedades de ¡a nariz, boca y garganta.
Tuve el g^usto de alabar con justicia plena los dos primeros volúme-
nes, y gusto tengo ahora en alabar el tercero. Ni la penosa labor em-
prendida ni el peso de los años han sido parte, ni mínima siquiera, en
entibiar el entusiasmo del escritor honrado, la severidad del crítico,
la inteligencia y rectitud del autor. Antes bien, parece que este vo-
lumen ha aumentado sus energías y su potencialidad cerebral.
Siguiendo el mismo lógico plan que en las otras monografías, el
Dr. La So a comienza exponiendo la Anatomia y la Füiologia de la
laringe, consignando en cada una de ellas lo justo, lo necesario y nada
más, con lo cual digo que calla no pocas menudencias, cuando no ?;/-
venciones, que á provecho alguno conducen. A continuación se ocupa
en la Laringoscopia y en la hmigen laríngea, dando cuenta detallada
en aquélla de nuestro compatriota Manuel ÍGrarcía, y demostrando en
ambos estudios ser un maestro, uno de los que han examinado y visto
muchos enfermos.
Las laringitis van después. Trata de la simple aguda, de la cata-
rral aguda de los niños, de la flemonosa aguda, de la simple crónica,
de la edematosa, de los abscesos de la laringe y de la pericondritis y
condritis. Terminado el estudio de estas formas, estudia luego diver-
sas laringitis específicas : la diftérica, la sifilítica, la tuberculosa, el
lupus, la leprosa y la traumática.
De buen grado entraría en detalles respecto á varios de estos capí-
tulos ; mas no quiero pasar sin fijarme en tres de ellos. Respecto á la
laringitis diftérica, si prescindimos de las tentativas malogradas de
Bouchut (1858), el primero en Europa que hizo la intubación, siguien-
do el rumbo emprendido por O'Dwyer, de Nueva- York, fué el Dr. La
Sota, en 31 de mayo de 1887. Desde entonces no ha vuelto á practicar
la traqueotomía. " Sobre el lupus de la laringe ha escrito un intere-
sante trabajo en el Congreso médico internacional de Sevilla (abril de
1882 ) , y da cuenta del caso clínico de lupus de la cara qile en este pe-
riódico publicaron los doctores (^omas y Prior. La laringitis leprosa
es una excelente Memoria que el autor escribiera á instancias del doc-
tor Burnett, de Filadelfia, para la obra que ¡])a k publicar la ca.sa
de J. B. Lippincott y C." En esta materia es el Dr. Lastra una autori-
dad indiscutible, que, aparte de sus conocimientos sobre la literatura
pertinente, ha podido ver buen número de enfermos en Sevilla y en
México, cuyo total asciende á 32.
Los cuerpos extraños en la laringe dan ocasión al autor para expo
ner sus abundosos conocimientos y para referir varios hechos, alguno
Formuiario y tratamientos modernos 349
de ellos de ^ran^ interés; la presencia de sang^uijuelas ha sido obser-
vada no pocas veces por el Dr. Lastra.
Las 7ieurosis de la laringe, tanto las de sensibilidad como las de mo-
tilidad, la atrofia de las cuerdas, la anqiiílosis de la articulación crico-
aritenoidea, los espasmos de la ¿jflotis, la corea, la tos convulsiva y la
disfonia espástica son tratados con tanta discreción como habilidad.
Los tumores terminan la obra. Todos están expuestos con gran co-
nocimiento de la materia y con muchos casos propios.
Para facilitar la investi'í^ación y hallazg-o de datos, hay dos índices
A modo de apéndices : el de autores y el de materias.
Con la rápida exposición que he hecho no me li^ propuesto hacer
critica de tan excelente obra. Para que nadie se llamara á engaño
dije al principio que me parecía digna de alabanza, y por modo so-
mero he dado algunos apuntes para justificar mi aplauso.
En realidad, tratándose del prestigioso médico sevillano, cuanto se
diga es poco. Su larga y provechosa vida científica es de sobras cono-
cida. Su justa fama pasó por encima de los Pirineos y ha atravesado
el Atlántico. Todos los especialistas de renombre, en nuestro país y
en el extranjero, son admiradores y amigos del maestro. Este sufra-
gio universal es prueba suficiente de su mérito. Su reputación es in-
discutible, un noli me tangere benigno, tan benigno como es bueno su
corazón. Sin camarillas ni aduladores ha llegado á la cima : éstos y
aquéllos estorban para el que vale.
Hago votos por que su preciosa existencia se prolongue ad summnm, '
que bien lo merece el correctísimo vir bonus y el inteligente medendi
periíus.
rORMULARiO T TRATAMIRNT08 M0DBRN08
XCL — Astenia cardiaca precoz
y toxémioa en la infección pnenmocóoioa : tratamiento
Vialard trata de esta importante cuestión.
En muchos pneumónicos el corazón se debilita por estar afecto en su es-
tructura y sus funciones, sea como hecho de la edad (arterio-esclerosis), sea
efecto de una lesión antigua (miocarditis, lesión valvular) ; se cansa en ]a
lucha contra el bloque hepatizado. Esta astenia se observa en la época de
los trastornos circulatorios, en la declinación de la pneumonía, y se la de-
nomina mecánica y tardía.
Por el contrario, hay otra que empieza con la enfermedad, es contempo-
ránea del gran escalofrío inicial, cuando no hay trastorno mecánico y (jue
aparece en sujetos jóvenes y fuertes con el coraj^ón sano : es obra de la to-
xma pneumocócica. He aquí el cuadro clínico. Un individuo vigoroso es
atacado bruscamente por una pneumonía; sube el termómetro á a9° todo lo
más, mientras que el pulso oscila entre 120 y 150 (en dos tercios de casos);
el aspecto es tífico desde el primer momento, con la lengua seca, obscura,
resquebrajada, salto de tendones, subdelirio, debilidad general^ el corazón
late con rapidez, los ruidos son algo sordo»», pero todavía regulares ; el blo-
que de hepatización pulmonar es poco extenso ; pasan días, la lesión pul-
monar evoluciona y tiende á la resolución, pero loá síntomas cardíacos y
generales se agravan ; con frecuencia baja la temperatura, el pulso se hace
cada vez más rápido, después intermitente y desigual, se debilita poco á
poco (desaparece la recurrencia palmar), y el enfermo, con sudores fríos,
acaba extinguiéndose en colapso cardíaco.
Esta astenia cardíaca ^s precoz porque se inicia con el escalofrío ; tiene
una doble faz : la primera, efe aceleración y de ligera debilidad cardíaca ; la
segunda, de mayor aceleración y debilidad con desigualdades é intermi-
tencias; no es de origen mecánico, porque ni el bloque es muy extenso gene-
ralmente ni hubo tiempo para que se debilitara el corazón; es tóxica, sea
que la toxina pneumocócica produzca una miocarditis análoga á la difté-
3^0 Formulario y tratamientos modtmos
rica, sea que, como la tuberculina A (Arloing y Guinard), ataque primiti-
vamente al corazón y centros circulatorios y como ella sea aceleradora,
debilitante y depresiva del corazón ; es muy^rave, porque lo es siempre toda
infección que presenta discordancia entre el pulso y la temperatura y por
que si hay tónicos cardíacos, no hay la antitoxina pneumocócica entre
nuestros medicamentos.
Dados estos hechos se comprende que la medicación se ha de encaminar
preferentemente á no debilitar el corazón. Habrá, por tanto, medicamentos
inútiles ó nocivos y medicamentos útiles.
Medicamentos nocivos ó inútiles, — Lo son :
Los llamados expectorantes [quermes, tártaro estibado, ipecacuana), de ac-
ción inseg-ura como expectorantes y verdaderos agentes cardio-vasculares
astenizantes. La expectoración será facilitada mediante los balsámicos.
Los analgésicos : la antipirina, tan usada contra la cefalalgia, á las veces
tan molesta, para ser útil debiera darse á dosis grandes, 2 á 4 gramos ; en
t;ales condiciones favorece la parálisis cardíaca, detiene las oxidaciones,
acumulando así productos tóxicos en el organismo, disminuye la depura-
ción urinaria y deprime la tonicidad nerviosa que debe ser respetada á toda
costa.
Los hipnóticos, como el doral y el bromuro de potasio ; en cambio, se usa-
rá, si es preciso, el trional. tetronal, sullbnal, bromuro de sodio ó de amo-
nio, cuya acción cardíaca es escasa.
Los antitiréyiicos : la quinina, á la dosis oportuna, produce intermitencias
é incoordinación cardíaca; esto aparte de que la fiebre no es más que un
síntoma de reacción, cuyo ataque es inútil.
Medicamentos titiles ó tónico-cardiacos. — Leche para favorecer la elimina-
ción de Xo\\i\9i,^, pnr gantes que desinfecten el intestino y sales amóntales, es-
timulantes del corazón y del sistema nervioso, mejor que los alcohólicos.
Como medicamentos dirigidos contra la astenia cardiaca, el ideal sería
un antídoto y un tónico del corazón : la digital es lo segundo, pero uo lo
primero resueltamente, aun cuando Landouzy acepta hasta cierto punto
esta acción ; de todos modos, baja la temperatura, causa bienestar y es un
tónico cardíaco, si bien como antitérmico es malo y como eufórico es poco
notable.
En algunos pneumónicos es preferible la ca/ei7ia en inyecciones, porque
obra con más rapidez, no molesta el tubo digestivo y actúa en casos en que
la digital, por sobrada lesión del miocardio, no es activa.
Como tónicos nerviosos y cardíacos puede usarse las inyecciones de éter,
de aceite alcanforado, pero no las de sulfato de estricnina que aceleran los
latidos cardíacos.
Ni la digital ni la cafeína deben ser empleadas al azar y á cualquiera
dosis. En la primera faz, la digitnl es la recomendable ; la dosis, debe ser
la de O' 60 gramos en infusión ; no se usará más de dos ó tres días. En la
segunda, la cafeína larga manu (3 á 5 inyecciones de benzoato á 0*40 gramos
cada una), y mejor todavía el suero artificial con 1 ó 1*50 gramos de cafeína,
suero que es estimulante, depurador y, por tanto, anti-iufeccioso y anti-
tóxico.
A pesar de todo, el hecho es grave y la muerte es un término no raro (U.
XCII — Cáncer : tratamiento oon la oanoroina de Adamkiewlox
Ya he tratado de esta materia (2). Desde entonces han aparecido nuevos
datos que afirman los resultados obtenidos por el profesor de Viena. He
aquí algunos de ellos.
Katscher, de Biuiappst. después de un estudio en extremo detenido, pu-
blica, á modo de conclusiones, la síntesis de varias historias clínicas (3):
1.* Se refiere á su esposa. Dos operaciones por cáncer de la mama; pér-
dida de un ojo, en 1902, cansada por otro cáncer; varias metástasis cauce-
rosas en las articulaciones de los miembros inferiores y en las costillas.
Durante los meses de julio y de agosto últimos le pone ocho inyecciones
de cancroína, logrando que desaparezcan las metástasis y el cáncer del ojo;
en éste aumentó la potencia visual en Va» hechos comprobados por los ocu-
(1) Journal de Méd. et de Chir. prat.
(2) G»(EiA Mfdic* Catalana, 1903, pág. 123.
(3) Archives gen. de Méd.
Formuiario y tratamientos modtrnoa 35t
listas Goldzieher y Sachs. En noviembre, cinco inyecciones más, seguidas
de recuperación de todo el poder visual. Curación.
2.* Esposa del Dr. Kugel, profesor en la' Universidad médica de Buca-
rest. Fué operada cuatro veces sin resultado á consecuencia de cáncer ma-
mario ; en 1900, otra recaída con numerosas metástasis. A partir de enton-
ces se la conceptuó incurable, y fué abandonada. En otoño de 1902, des-
pués de seis semanas de tratamiento con la cancroína, recobró la salud que
todavía conserva.
3.' Elena Ofzopáki. Cáncer de la mandíbula. En la clínica de Viena
estaba abandonada y á punto de morir de hambre. Desde la tercera inyec-
ción empezó á deglutir sin grandes molestias. A las tres semanas estaba
curada.
4.* Esposa del feld-mariscal M, de M. Un cáncer, que databa de tres
años, la había conducido al extremo de no poder comer ni hablar. A la dé-
cima sexta inyección, puestas todas ellas en un lapso de ocho semanas, se
notó una gran mejoría, que fué progresando hasta quedar curada en 19Í02.
5.' Rodé Spungen. Cáncer del tubo digestivo con propagaciones suce-
sivas durante tres años; nutrición casi imposible. En 1902, con seis días de
tratamiento, quedaron sanos todos los órganos y comía toda clase de ali-
mentos. Con dos inyecciones se hizo desaparecer una recaída pequeña. La
enfermase complace en decir que la cancroína ha Cí)nseguido lo que no
hubieran podido lograr los cirujanos con operaciones arriesgadas.
6." Cáncer del tubo digestivo: eri tratamiento. Mejoría notable en breve
plazo.
Esta observación ha sido comunicada al Dr, Katscher por el médico de
cabecera.
— El Dr. Boéll, de Baugé, publica detalles de interés para los que deseen
emplear este traiamiento (1):
Al principio se hacen las inyecciones todos los días en las inmediaciones
del tumor, yendo progresivamente desde y» á 1, á 1 '/% y Por excepción á
á 2 cm*. Las dosis grandes provocan rencciones muy intensas.
Haubner, Bngel. apotheke, 9 Bognergawe I, Viena, depositario de la
cancroína, le remite la siguiente relación dQ cánceres curados: 4 de la
mama, 5 del perit )neo, 3 de la laringe, 2 del útero, 1 de la lengua, I de los
labios, 1 del cuello. 1 del recto. 1 del ojo, 1 del seno maxilar, etc.
Cita, además, una observación propia.
Cáncer del recto in articulo mor lis, generalizado á casi toda la pelvis me-
nor. Hubo mejoría notable. Muerto el enfermo á las tres semanas, se
notó que el tumor se había reducido á menos de la mitad, revelando una
acción indudable de las inyecciones sobre la neoplasia.
XCIIl. — Oiátioa: tratamiento oon las inyeoolonei
hipo dérmica 8 de eitrionina
Tchavov propuso este tratamiento en el II Congreso de médicos búlgaros
celebrado en Sofía. Más tarde Zartzyn lo ha empleado en nueve enfermos.
En el punto más doloroso inyecta diliriamente un miligramo de nitrato de
estricnina, y si la ciática es doble, alternativamente en uno y otro lado.
Por reírla general los dolores calman desde la primera inyección y cesan
después de un número variable de inyecciones: de 5 á 20.
Conceptúa este tratamiento el más eficaz de todos y, dada la dosis, exento
de todo riesgo y molestia (2).
XCIV. — Fiebre tifoidea: tratamiento
Egbert le Févre trata este asunto del modo siguiente:
Si la leché es el alimento regular de los tifoideos, tal vez no cumpla todas
las condicione^ exigibles. pues se coagula en el estómago en masas más ó
menos voluminosas y compactas, que se disgregfln y digieren con dificultad;
.y como la alimentación debe hacerse á intervalos cortos, no hay tiempo
suficiente pira la digestión, s»^gún se puede comprobar en la*? deposiciones;
dados dos litros de lecht^ diarios, cantidad del régimen lácteo exclusivo, salen
más substancias sin digerir que con una dieta semilíquida que contenga la
(1) Anjou medical.
(2) Roussky Wratch.
3^3 Formulario y tratamiento» modernos
raisma cantidad de proteidos, hidratos de carbono y grasas. La adición de
apua de cal favorece la digestión.
En las infecciones agudas del tubo digestivo hay que suprimir la leche
durante cierto tiempo, y en la fiebre tifoidea, al principio, aconseja que sólo
se de agua pura, ó bien con un poco de ácido cií^rhídrico, jugo de limón ó
de naranja. Después varía la dieta, presciibiendo café, té, cacao, kumis.
A. las veces conviene una papilla de pan. pasada por un tamiz fino. Con este
régimen se produce menos distensión del abdomen que con la dieta láctea
exclusiva.
Los huevos añadidos á la leche aumentan las dificultades digestivas. Sólo
hasta que caiga la fiebre no debe darse yema diluida, en caldo.
La gelatina es útil como alimento de ahorro. A los enfermos gusta ge-
neralmente el caldo frío gelatin izado, y en caso de hemorragia es preferible
la gelatina al cornezuelo 6 á otros medicamentos.
Se ha de evacuar el intestino á intervalos regulares para disminuir la
toxiliemia y la timpanitis. Se debe prescribir diariamente una lavativa
abundante. De los purgantes, los mejores son el fosfato sódico, el sulfato
magnésico y dosis pequeñas de aceite de ricino.
Cuando hayanecesidud de desin/eciar el intestino.se puede usaf el salolcon
el aceite de ricino. Los antisépticos intestinales están más bien indicados
en el estupor, delirio, trastornos gastro-intestinales, respiratorios, estado de
la orina, que en la fiebre.
Los baños no deben ser muy frecuentes ni muy fríos para evitar el choque.
La acetanilida y la fenacetma sólo serán usadas á pequeñas dosis para no
debilitar el corazón ; á estas dosis son calmantes del sistema nervioso.
La fiebre debe ser combatida para que no haj^a muchas pérdidas y adel-
gazam.ento.
La estricnina es la substancia empleada generalmente para combatir la
debilidad cardíaca progresiva, debiendo regularse su uso por el estado de
los reflejos.
El alcohol, dice, debe usarse como alimento y como estimulante (1).
Algunos de estos consejos son aceptables, pero no así todos, y respecto
al último hay que meditarlo mucho: el alcohol no es un alimento.
XCV. — Enfermedad de Basedow: tratamiento
Bishop conceptúa que el uso prematuro y constante del corsé es una de
las causas de esta enfermednd. y que la anemia, en virtud de la nutrición
defectuosa, obra como predisponente. Dadas estas ideas, la terapéutica e.s
racional.
El reposo es un factor importante: los enfermos han de acostarse tempra-
no y levantarse tarde.
Harán ejercicios de respiración profunda y evitarán toda presión del
pecho y del abdomen.
La alimentación debe ser nitrogenada, que si no engrasa, fortifica los
sistemas nervioso y muscular.
Como estos enfermos son poco resistentes, se procurará no someterlos á
los anestésicos ni 4 operaciones que no sean precisas.
Muchos autores recomiendan \9i electricidad, excitando el pneumogástrico
en el cuello para detener la aceleración cardíaca. Bishop prefiere la corrien-
te continua, excitando á la par los dos nervios: fija un gran electrodo en el
polo positivo y lo coloca en la parte superior del cuello, y un hilo bifurcado
con dos electrodos que pone en la parte inferior sobre el pneumogástrico y
el cuerpo tiroides. Aumenta la corriente hasta una intensidad soportable y
la deja pasar de 10 á 15 minutos ó hasta que se note efecto calmante. Bn-
tonces aplica directamente la corriente sobre la glándula durante el mismo
tiempo. Las aplicaciones son hechas cada dos días, y para regular la inten-
sidad se tiene en ruenta el pulso. El autor ha llegado algunas veces hasta
50 y t'O miliamperios.
Como tratamiento adyuvante ha obtenido buenos efectos en estos últi-
mo.-í tiempos de las corrientes de gran frecuencia (2).
(1) The Medical Record.
(2) The Medical Record.
Formulario y tratamientos modernos 303
XCVI. — Anestesia oon el olornro de etilo ó keleno
Carta ha empleado la kelenonarcosis en 96 casos con éxito bueno. Se ha
valido de una máscara sencilia adaptable á la boca y nariz, ó bien de una
compresa de gasa puesta en la mano ahuecada, colocando sobre ésta con
una lámina de gutapercha, aplicada con rapidez y apretada en la boca y
nariz del enfermo después de verter el narcótico.
Consume en los adultos de 5 á 6 cm* y hasta 10 ; pero no aconseja las
dosis de 50 á que han llegado algunos.
Dice que el keleno es el anestésico por excelencia en todas las operacio-
nes de corta duración (I).
XCVII. — lodiplna : empleo en la fllfllis tardía
De los estudios hechos por Serra se deduce :
1.° Que la iodipina puede ser administrada al interior y en inyecciones,
sin que cause trastorno alguno ni por una ni por otra vía.
2.* Que puede usarse en los mismos casos que el ioduro y por modo es-
pecial en aquellos en que éste no es tolerado.
3.° Que no causa iodismo ni aun á grandes éosis.
4.** Que el iodo se elimina lentamente con la orina.
5 "* Que es muy activa en la síftlis terciaria ; las formas óseas le son más
rebeldes que las subcutáneas (2).
XCYIIl. — Tnberonlofllfl : tratamiento oon el formaldehido
Cowry-Muthu, además de procurar el aumento de resistencia orgánica
(aire puro, alimentación, reposo ó ejercicio reglamentado), que no siempre
es hacedero, dice que se debe introducir en el organismo un antiséptico que
destruya el bacilo y sus toxinas. Kl emplea, desde hace algunos años, el
formaldehido en la tuberculosis laríngea y pulmonar, agente ya usado por
Cervello, Bertheau y Salivas, Labadie, etc., y recientemente en inyección
intravenosa por R. Magnier, del Hospital de tíromptoii.
Hay tres maneras de usar la formalina :
1.' Inhalación, tíl formol tiene la ventaja de su gran poder bactericida y
de su inocuidad si se emplea convenientemente.
Se puede usar por inhalación buco-nasal, median/te un aparato portátil,
sencillo y adaptable á los labios y nariz, en el que se pone una parte de for-
malina á 40 por 100, una de cloroformo, dos de alcohol rectificado y algunas
gotas de amoníaco para neutralizar la acritud de los vapores ; ó bien por va-
porización, usando uno de los aparatos ordinarios que, como se sabe, trans-
forman el alcohol metílico en vapores de formol ó uno inventado por el
autor en que hay, además, mentol y vapor de agua. En uno ú otro caso se
obtiene una atmósfera como la destinada á desinfectar habitaciones.
El autor tñta casos de curación con este procedimiento, mediante el uso
continuo del inhalador.
2.' Inyecciones intravenosas. Las ha empleado, en 25 enfermos, unas 5Ó0
veces. Comienza por 50 cm» de una solución al 1 por 2,000, que baja muy
pronto al I por l.OHO, sin pasar de dichos 50 cm». Después de la inyección
sube la temperatura generalmente y hay en los primeros días expectoración
mucosa, pero todo esto cesa pronto. Ha logrado alivios notables, algunos
sorprendentes, y sin pretender sea un específico, recomienda el formal-
dehido en los casos agudos y recientes.
3.' Método eléctrico. Hace penetrar el formol mediante la cataforesis.
Crotte se ha valido de la electricidad estática con igual objeto y obtuvo re-
sultados excelentes (3).
XCIX. — Taberonlosie: tratamiento eléctrioo
La antigua electroterapia ha sido infructuosa. Las corrientes de gran
frecuencia y de elevado potencial no son lo mismo.
En el Congreso de la Asociación médica británica (1901), se dio cuenta de
43 tuberculosos pulmonares tratados con las corrientes de gran frecuencia.
Hubo aumento del peso y del apetito, elevación momentánea de la tempe-
ratura en armonía con la duración de las sesiones y la fuerza de las corrieif-
(1) Giorn. med. del R. Esercito.
(2) Giorn. intern. delle Se. med.
(3) British med. Journal.
$54 Formulario y tratamtentos modcrtw*
tes, disminución al principio del número de bacilos sin llegar á extinguirse
y mejoríi». general.
Crisholm Williams ha renovado el estadio De sus observaciones sedes-
prende : perMstencia de los signos físicos en general, expectoración al prin-
cipio muco-purulenta, Juego menos teñida, y extinción de la diarrea, debida
tal vez á que la digestión se hace mejor.
Opina que la tuberculosis laríngea es por modo especial dominablecon
estas corrientes.
De 49 tuberculosos pulmonares sólo hubo tres defunciones por pneumo-
nía y afección renal. Los resultados son masó menos tardíos, tardando á
las veces el alivio varios días en producirse. Si sometido el enfermo media
lK>ra diaria durante una semana, permanece normal en este lapso la tempe-
ratura, se puede decir que la enfermedad ha sido detenida. ^
El autor cree que estas corrientes obran atenuando la virulencia del bacilo.
Respecto á las tuberculosis externas, los efectos son análogos á los de los
rayos X ó á los de la fototerapia (1),
C — Adrenalina : su empleo en Oftalmología
Ivert expone en primer término que la adrenalina, asociada á los alca-
loides, aumenta por modo notable la acción de todos ellos. Así, la aneste-
sia cocaínica es más rápida y profunda, la acción midriásica de la atropina
es más pronta y acentuada, la miósica de la eserina. ó de la pilocarpina más
intensa, la acción de los colirios en la hiperemia del globo ocular, que suele
ser muy rebelde, es favorecida en gran manera por la adrenalina.
Refiriéndose siempre á soluciones al milésimo, he aquí lo que ocurre en
diversos afeotos oculares :
Conjuntivitis catarrales acudas. — Sean bulbares ó palpebrales, la acción
déla adrenalina es notoria: tt?wí ^o/fl, instilada entre los párpados, dos ó
tres veces al día, acelera la curación mucho más que todos los colirios solos.
El efecto es notabilísimo, como si se tratara de una acción específica, en esa?^
conjuntivas congestionadas de las mujeres de edad avanzada y de tendencias
apopléticas y en las hinchazones é inyecciones de los párpados que aparecen
en los jóvenes cuando están algún tiempo en atmósfera caliente y confinada.
Conjuntivitis reumática. — Sea la calización primitiva, sea secundaria, el
efecto es evidente.
Escleritis y episcleritis. — En ellas el efecto es sorprendente y no puede
comparHrsp con el de ninguna otra substancia.
Catarro primaveral. — En esta afección tan extraña, dolorosa á las veces
y siempre rebelde, que parece tener tantas relaciones con el asma de heno,
que se repite anualmente muchas veces y que se traduce de ordinario por
hipertrofia de la conjuntiva, que alguno quizás tome por verdaderas granu-
laciones, la acción de la adrenalina es verdaderamente maravillosa.
Iritis graves. — Produce resultados extraordinarios hasta en las afeccio-
nes profundas del ojo. En estas iritis debe usarse la siguiente fórmula :
Sulfato neutro de atropina 0'02 gramos
Clorhidrato de cocMÍna 0*20 »
» de adrenalina al 1 por 1,000. . 2á5 »
Agua destilada esterilizada ' 3 á 5 »
Una gota cada tres horas.
Glaucoma crónico y stibagudo, intermUenti. — La adrenalina unida á los
miósicos da, por lo común, buenos resultados, y en ciertos casos permite di-
ferir y ha-ta suprimir toda intervención activa. Es muy recomendable esta
fórmula :
Clorhidrato de pilocarpina 0*10 gramos
» de adrenalina al 1 por 1,000. .\^^ r
Agua esterilizftda r^'^ *
Cateterismo de las vías lagrimales. — EaíiíindicíiáB.: 1.**, para curar, más
rápidamente, gracias á la acción anemiantey desongestionante de la adre-
nalina, las estrecheces inflamatorias del conducto ; 2 ^ para hacer el catete-
rismo muchísimo menos doloroso y menos peligroso, si la estrechez es
inflamatoria, y hasta si es cicatricial (2).
Dr. Rodríguez Méndez
'1) British mad. Journal.
(2) Soc. des Se. de la Cóíe-dOr.
PUBLICACIONES RECIBIDAS
De los pies deformes y su tratamiento ortopédloo y qnirúrg^ioo, por el
Dr. Francisco Vidal Solores. — Barcelona, 19«4. — Dos ejemplares.
Tratamiento de la tnbercnlosls pulmonar por Uui Inyeoolones de fos-
fato de oreoBota y de taberonlina de Mareqlial. — Comunicación á
la R. Academia de Medicina de Madrid en sei^ión de 5 de marzo de 1904,
porelDr, D. Juan Manuel Mariani. — Madrid, 1904 — Dos ejemplares.
Mannal de Dleeooión, por el Dr. Julio Regnauit, traducido por D. Fede-
rico Toledo y Cuevas, con un Prólogo del Dr. D. Florencio de Castro. — Con
50 preciosas láminas en cromolitografía, dibujadas del natural. — De la
Biblioteca de la Revista de Medicina y Cirugía. — Madrid, 1904. — Precio :
10 pesetas.
Práotioa de las antopilai, por el Dr. Letulle.— Cuadernos S."" y 4.° (último)
De la Biblioteca económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas,
Madrid, 1904. — Tres pesetas.
Anuario eetadiatioo de la olndad de Bnenoe Airee, por Alberto R. Mar-
tínez, Director general de la Estadística municipal. — Año XJII, 1903. —
Buenos Aires, 1904. ^
Tratado de Giradla olinloa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Berg-mann. P. von Bruus y J. von Mi-
kuliez. con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 5";9. —Cuaderno 94. — Barcelo-
na, 190H. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Manual de Patología externa, por B. Forgue. — Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta ef cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuad^no 15. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
Tratado práotloo de la elfllie y enfermedades venéreas, por el doc-
tor E. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. —Traducido por el doc-
tor T. Corominas y Pedemonte. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos dé 48 páginas y una lámi-
na, á una peseta el cuaderno. — José Espasa, editor, Cortes, 579. — Cua-
derno 15. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado de Medicina ollnloa y Terapéutica, publicado bajo la dirección
de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Bbstein y J. Schalbe, con
la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano porelDr. D. José Góngora y Tufión. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 96. — Barcelona, 1903. — Una peseta
• cuaderno. — Dos ejemplares.
Oonslderaclones «obre la relación flfliolós^loa de loe normoblaetoe con
el hilado y el baxo, por el Dr. Julio F. Arteaga. — Habana, 1904.
II trattamento cacodiUoo nelle forme inlziall di taberoaloei e nei oa~
tarrl bronchiall orcnlcl del bamblnl linttLtioi. — Comutiicazione pre-
séntala al II. Congresso Medico siciliano tenuto in Catani(nfi\)n\ 1904), peí il
Dott Michele Granata. — Kl posto, 1904. — Dos ejemplares.
DlflonreoB leídos en la solemne sesión inaugural del «Ateneo méilico-qui-
rúrgico» celebrada el día 29 de noviembre de 1903. — Memoria de Secre-
taría, por D. José María Blanc. -- El tifus exantemático, por D. Nicolás
M. Cirajns. — Madrid, 1903.
Primer oonenltorlo de nlftoe de pecho, en Madrid, por el Dr. D. Rafael
ülecia Cardona. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Manuel d'Orthopedle vertébrale, par le Dr. A. Chipault. — A. Maloine^
éditeur, 25-27. rué de l'Bcole-de-Médecine. — París, 1904.
BlomécanUme oa néovltalleme en Médedne et en Blolcsrle.— Secón de
partie, com preñan t La formation des cristaux et le biomécanisme du déve-
loppement des tissus, par le Dr. M. Benedikt, du Vieana. Edition francaise
annotée par le Dr. E. Robert-Tissot, de Suisse. — A. Maloine, éditeur,
25-27. rué de l'Ecole-de-Médecine. — Paris, 1904. —2 fr. 50. .
Etlolos^ia y tratamiento de la colitis mnoo-membranoBa, por el doc-
tor Bottentuit. — París, 1904. — 1 franco.
356
Estudios demográficos de Barcelona
Mannal de teraptatioa midioa, publicado bajo la dirección de MM. G. U.
Debove y Ch. Achard. Traducido al castellano por D. Patricio Barco y
Pous. — Tomo lll. — Enfermedades de los ríñones y de la piel, enfermeda-
des generales tóxi as y discrásicas y enfermedades infecciosas. — Perlado,
Páez y C.', Arenal, II. — Madrid, 1904.
lie traltement de la ffontte 4 Vicliy, par le Dr. F. Déléa^e. — París,
8nr la oonetitntion et la baotérlolo^ie des eouroei min^raleí de
Viohy, par le Dr. F. Déléage. — Vichy, 1902
Dn rOle de l'inenfAflaBoe hépatiqae dañe la ^^n^u^ dei aooldentf
provoques par oertaine medioamente, par le Dr. F. Déléage. —
Toulouse, 1902.
Action de la onre de Violiy »r le ohlmieme etomaoal, par le doc-
teur F. Déléagre. — París, 1904.
Pregrindisl sulla alimeDtasione de^li ammalati. — Conference popolare
del Prof. Gaetano Gag:lio. — 2.* edizione. — Catania, 19ü3.
Haovi preparatl per la Inlesione ipodermloa della ohlnlna, peí il
Prof. Gaetano Gaglio. — Roma, 1904.
Xnfecoión experimental de la llama con el ▼irne ▼aocinloo, por los
doctores V. Biffi y R. B. Ribeyro — Lima, 1904.
Periódicos: Revista popular de Higiene. — Publicación grratuita.—
Director : Dr. Leopoldo Cándido y Alejandre. — Beatas, 9, 2." Cartagena.
Bstudiofli demogpáfieos de Bareelona
POH KL
Dr. D. Luis Comengr
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Moptaiidad durante el mes de mayo de 1904
I. — INFKCC10NR8
Coqueluche ....
Difteria
Disentería
Escarlatina ....
Britüipelii
Eclamptiia
Fiebre tifoiden . . .
Gangrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones . .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerpernl
Id. quirurgricH
Síttlis .'
Tótauofi
Tuberculosis ....
Viruela
Total.
9
3
4
O
O
la
16
4
5
O
6
O
O
21
7
6
3
2
126
25
250
11.
— Otras infbccionks y padbgi-
MIBNTOS DK NAT[JRALI£ZA NO DB-
TKKMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
n^^^iin í Arterias 19
IHS. . .
Suma y sigue.
O
ÍÍ5
Suma anterior, . .
115
O
18
72
13
7
39
128
21
/Boca
IV <^ Intestinos ....
i Otros anexos , . .
\ Peritonitis ....
D^«i«v/* i Bronquiales (Atccio».
^/^^*^^" Pulmonía ....
lorxo, .(pujni5„ y pleura. .
Cerebro y médula 102
Genital femenino O
Meninges 65
Urinario 15
Red linfática ^'
Total 5OT
lll. — Otro8 y a(;í;iuknti&8
Accidentes 9
Alcoholismo 4
Distroñas constitucionales. . -^
Esclerema O
Falta de desarrollo ... 3
Intoxicación 1
NeoplHsinus 24
Senectud 2
Sin diagnóstico O
Total 46
Total de defunciones .... 891
Total de nacimientos . . .
Abortos. . . '
Tomo 1X711. Ntim. 12 Baroelonit 30 jnnio 190i Año XXVII. Ntm. 468
Gaceta Médica Catalaia
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia (continuación), por
D. A. Tapia —Instituto de desinfección urbana de Barcelona. Descripción (material: perso-
nal). Funcionamiento, (conclusión), por Manuel Qlmlsó.— Conveniencia de seleccionar los
alumnos á su ingreso en Faculud y condiciones generales de un buen régimen escolar univer-
sitario, (continuación) por el Dr. Antonio Slmonena. — Academia del Cuerpo Médico Mu-
nicipal de Barcelona. — £1 pensamiento de Emilio Zola, (conclusión), por el Proí. Blanchi.—
KcvisTA crítica bibliográfica, por el Dr. Rodríguez Méndez. -^ Formulario y tratamientos
MODERNOS, por el Dr. Bodrlguez Méndez.— Nuestra corrbspondencia con la prknsa. —
Estudios demográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Comenge.
La responsabilidad mídlea ante los Trllinnales de Justicia
(1)
POR
D. A. Tapia
Presidente de la Sala i.* de lo Civil de Barcelona
VI
Responsabilidad en que, con arreglo á la ley penal, incurre
EL perito que presta SU INFORME Ó DECLARACIÓN MEDIANTE COHECHO
Tan importante es la misión del perito en los Tribunales, y por
ende la de los facultativos á quienes llama para que con sus conoci-
mientos los auxilien, que'él legislador ha procurado darles toda clase
de garantías, considerándolos como funcionarios públicos y casti-
gando, así al que intenta su soborno, como al mismo perito sobornado,
cuando éste se presta ó defiere á dejar de cumplir sus deberes.
En reciente Real orden (2) se ha dispuesto que á los Médicos titula-
sre que comparezcan ante las Audiencias ó ante los Jueces de I.' ins-
tancia é instrucción se les guarden todas las consideraciones y respetos
debidos á su cualidad de peritos profesionales y á la importancia del
servicio que prestan (3).
El Código penal vigente, en el capítulo 9.° título 7.** del libro 2.*", con-
tiene las disposiciones relativas al delito de cohecho que pueden come-
ter los funcionarios públicos, y los peritos á ellos equiparados, según
terminante precepto del art. 399, cuyas disposiciones de aplicación á
los Médicos en su caso, son las que k continuación se expresan :
(1) Continuación.— Véase el número anterior.
(2) Esta R. O. dice asi :
« Ministerio de Gracia y Justicia. — Real orden. — El Sr. Presidente de la Junta de Gobierno
y Patronato de Médicos titulares se ha dirigido á este Ministerio por acuerdo de la misma, intere-
sando se dicte una disposición de carácter general con el objeto de que á los expresados Médicos,
cuando comparecen ante los Tribunales , se les guarden las consideraciones á que son acreedores
por los servicios que prestan y por el respeto debido á su titulo profesional.
Considerando muy atendible el deseo manifestado por dicha Junta de Patronato y reconocida,
como no puede menos de reconocerse, la importancia efe su intervención en los asuntos judiciales
á que son llamados, ilustrando á la administración de justicia eficaz y desinteresadamente con su
autorizada opinión y sus informes de decisiva inflyíencia^n muchos casos;
S. M. el Rey ( q. D g. ) ba tenido á bien disponer recomiende V. S. á las Autoridades judiciales
V funcionarios de la Administración de' justicia del territorio de esa Audiencia, ciue cuando los
Médicos titulares comparezcan ante el Tribunal ó ante los Jueces de i.* instancia é instrucción , se
les guarden todas las consideraciones, y respetos debidos á su cualidad de Peritos profesionales y á
la importancia del servicio que prestan. .
De Real orden lo digo á V. S. para su conocimiento y efectos expresados. Dios guarde
á V. S. muchos años.
Madrid 10 de Marzo de 1904. — Sanche:^ de Toca.— Sr. Presidente de la Audiencia de...»
( Gaceta del 12 de marzo de 1901).
(3) Esta Real orden debió hacer extensivo su texto á toda clase de Médicos , sin distinción de
titulares y no titulares , pues todos son dignos de la misma consideración ante los Jueces y Tribu-
nales cuando son por ellos llamados para que los ilustren con sus informes.
S58 La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia
« Art. 396. El funcionario público que recibiere por sí ó por persona
intermedia dádiva ó presente o aceptare ofrecimientos ó promesas por
ejecutar un acto relativo al ejercicio de su cargo, que constituya delito,
«era castig'ado con las penas de presidio correccional en su grado mí-
nimo al medio (1) y multa del tanto al triplo del valor de la dádiva,
sin perjuicio de la pena correspondiente al delito cometido por la
dádiva ó promesa, si lo hubiere ejecutado ».
« Art. 397. El funcionario público que recibiere por sí ó por per-
sona intermedia dádiva ó presente, ó aceptare ofrecimiento ó promesa
por ejecutar un acto injusto, relativo al ejercicio de su cargo, que no
constituya delito y que lo ejecutare, incurrirá en la pena de presidio
correccional en su grado mínimo y medio (2) y multa del t^nto al tri-
plo del valor de la dádiva ; si el acto injusto no llegare á ejecutarse,
se impondrán las penas de arresto mayor en su grado máximo (3) a
presidio correccional en su grado mínimo (4) y multa del tanto al du-
plo del valor de la dádiva».
« Art. 398. Cuando la dádiva recibida ó prometida tuviere por ob-
jeto abstenerse el funcionario público de un acto que debiera practicar
en el ejercicio de los deberes de.su cargo, las penas serán las de arresto
mayor en su grado medio al máximo (5) y multa del tanto al triplo del
valor de aquélla».
«Art. 399. Lo dispuesto en los artículos precedentes (6) tendrá
aplicación á los Jurados, arbitros, arbitradores, peritos, hombres bue-
nos ó cualesquiera persona que desempeñare un servicio público ».
« Art, 400. Las personas responsables criminalmente aé los dehtos
comprendidos en los artículos anteriores incurrirán , ademán de las pe-
nas en ellos impuestas, en la de inhabilitación especial temporal» (7).
«Art. 401. El funcionario público qiíe admitiere regalos que le
fueren presentados en consideración á su oficio, será castigado con la
suspensión en sus grados mínimo y medio (8) y reprensión pública». (9)
« Art. 402. Los que con dádivas, presentes, ofrecimientos ó prome-
sas corrompieran á los funcionarios públicos, serán castigados con las
mismas penas que los empleados sobornados, menos la de inhabili-
tación».
«Art. 403. Cuándo el soborno mediare en causa criminal en favor
del reo, por parte de su cónyuge ó de algún ascendiente, hermano ó
afín en los mismos grados, sólo se impondrá al sobornante una multa
equivalente al valor de la dádiva ó promesa » .
«Art. 404. Eñ todo caso, las dádivas ó presentes serán decomi-
sados ».
Por los textos legales que anteceden, se evidencia que el perito se
considera como funcionario público. Así, pues, tiene este carácter el
Médico que como perito es llamado á declarar ante los Tribunales, y
las disposiciones que dejamos transcritas son de aplicación á los peri-
tos Médicos.
Todos los Códigos, así antiguos como modernos, imponen severa.^
penas á los funcionarios públicos que, débiles, se dejan sobornar, y.
(1) De 6 meses y 1 día á 4 años y 2 meses.
(2) De 6 meses y 1 día á 4 años y 2 meses.
(8) De 4 meses y 1 día á 6 meses.
(4) De 6 meses y 1 dia á 2 años y 4 meses
(5) De 2 meses v 1 día á 6 meses.
\o} UK £ inc>es Y 1 uia a v mese».
(6) Se refiere á los artículos 396, 397 y 39«.
(7) De 6 años y 1 día á 12 años. Esta inhabilitación es de la profesión ó cargo.
(8) De 1 mes y 1 un día á 4 años.
(9) El sentenciado á reprensión pública la recibirá personalmente en audiencia del Tribunal
>uerta abieru. (Art. 117 del Código penal).
La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia sby
faltando á SUS deberes , haciendo traición á su conciencia, especulan
con ella.
Ui? insigne comentarista (1) lia dicho bien gráficamente :
« No hay legislación alguna que no sea dura con el cohecho. Si un
Juez ó empleado de cualquiera clase que cede á pasiones malévolas, es
ciertamente criminal, el que cede al soborno es, á más de criminal,
infame ante la conciencia pública. La admisión del dinero lleva con-
sigo cierta cosa de bajo y despreciable cuando se mezcla con los deberes
que no tienen ó difícilmente tienen las demás prevaricaciones».
La ley penal en* materia de cohecho, distingue varios casos : ya
tiene aquél por objeto que el funcionario ejecute un acto relativo *^al
ejercicio de su cargo que constituya delito, ó un acto injusto relativo
al ejercicio de su cargo que no constituya delito y cuyo acto se ejecu-
tare ó no llegare á realizarse ; ó abstenerse de un acto que debiera
practicar en el ejercicio de los deberes de su cargo, y en cada uno de
estos casos es distinta la responsabilidad en que incurre, según puede
verse por la lectura del texto del Código que dejamos transcrito.
Al que soborna, la ley le impone la misma pena que al sobornado,
menos la de inhabilitación especial temporal.
A propósito de esto, dice el mismo comentarista antes citado :
« Nos parece bien que el sobornante no sufra tan recia pena como
el que se dejó sobornar. La situación era distinta. Las obligaciones
de aquél eran menores. La ley no le habla colocado en un puesto para
desempeñarlo con justicia. Su delito no hiere la conciencia pública.
Fué arrastrado por un interés personal que se concibe, por más que no
se apruebe. Si obraba mal ofreciendo, mucho peor obraba el empleado
aceptando ».
Evidente es, pues, que comete más grave delito el perito Médico
que consiente en ser sobornado, que el sobornante á quien mueve in-
teresado impulso.
Casos hay en que el soborno mediado en causa criminal, para de-
clarar en favor del reo, tiene una atenuación en la responsabilidad, y
es en el de que el sobornante sea cónyuge, ascendiente, hermano ó afín
en los mismos grados del reo, y tal atenuación de culpa resulta justifi-
cada en la ley por el vinculo de parentesco que une al sobornante con
la persona del reo en favor de la que se declara. La pena del sobor
nante en este caso ccmsiste en una multa equivalente al valor de la dá-
diva ó promesa.
Manda también el Código que en todos los casos las dádivas ó pre-
sentes sean decomisados. Como la dádiva ó presente son parte inte-
grante del delito, justificado está que caigan en comiso. Por otra
parte, el que sea así, consecuencia es de otra prescripción anterior del
Código, la del art. 63, que establece que toda pena que se impusiere
por un delito llevará consigo la pérdida de los efectos que de él provi-
nieren y de los instrumentos con que se hubiere ejecutado, siendo
unos y otros decomisados, á no ser que pertenecieren á un tercero, no
responsable del delito, y vendidos si son de lícito comercio, aplicándose
su producto á cubrir las responsabilidades del penado, é inutilizándose
si son ilícitos.
El legislador, dice un comentarista, quiere, exige tal pureza en el
funcionario público, en el modo de dese'mpeñar los deberes de su cargo,
que hasta le prohibe la admisión de regalos que le fueren presentados
en consideración á su oficio. Y es que, considerando esa admisión
como un comienzo de corrupción del funcionario, obra en consecuen-
cia infligiéndole una pena, si no grave,, lo suficiente para castigar hi
(1) Pacheco, El Código penal concordado y comentado.
S6o La responsabilidad médica antt los Tribunales de justicia
acción ejecutada y que consiste en la suspensión del cargo por tiemüa
de un mes y un (lía á cuatro^ años y reprensión pública. Disposición
es esta cuya infracción se repite con frecuencia, sin que se aplique á
ella la sanción penal del Código. Y es debido esto á que no hay inte-
rés en perseguir el delito de que tratamos, ó que no es fácil la prueba
de su ejecución, ya que en la mayoría de los casos son sólo dos per-
sonas las que lo conocen, esto es: el que da el regalo y el que lo re-
cibe, ó porque la misma repetición de casos hace que se estime como
lícita y admisible acción definida y penada en el Código.
Mas lo cierto es que la admisión por el funcionario de regalos que
se le presenten en consideración á su oficio, determina un delito que
no debe cometerse, y cuantos le cometen se exponen á ser castigado.^
con penas que pueden hacerles desmerecer en el concepto público.
Tal como está redactado nuestro Código en lo relativo al delito de
cohecho, es por demás difícil su averiguación y castigo.
Algunos tratadistas entienden que en esta clase de delitos debiera
castigarse al sobornante cuando el sobornado no acepta la promesa ó
dádiva, y sólo al sobornado cuando éste las acepta.
De ese modo sería más fácil el descubrimiento del delito y el consi-
guiente castigo del culpable.
Aun cuando el delito de cohecho suele ejecutarse interviniendo so-
lamente el sobornante y el sobornado, á veces interviene un tercero
autorizado por el sobornado, y en este caso alcanza también á aquél la
responsabilidad criminal.
Mas si, como en ocasiones acontece, tal intermediario no recibe au-
torización del Médico ó perito, y por sí ofrece el servicio resultante del
cohecho, recibiendo para sí la dádiva, entonces el delito imputable al
supuesto intermediario será distinto del de cohecho.
Cafóos hemos visto en bastante número en que, individuos su^)o-
niéndose en relación con Médicos, han ofrecido que éstos prestarían
ciertos informes mediante cantidades que recibirían aquéllos como in-
termediarios para entregarlas á dichos facultativos, ágenos en absoluto
á la acción criminal ejecutada ; y en estos casos han sido condenados
aquellos supuestos intermediarios como culpables del delito de estafa.
Si bien se estudia el caso, no es sólo el delito de estafa el perse-
guible, sino otro delito el que determina la falsa imputación al perito
inocente del cohecho supuesto, y que debía castigarse porque también
se comete realmente.
No tenemos noticia de que se haya castigado en ningún cííso tal
falsa imputación, pero entendemos que debiera serlo, para que así no
quede impune el delito que determina, pues si el perito Médico es con-
siderado como funcionario público por la ley, dada la naturaleza de
las funciones que le encomienda cerca de los Tribunales, y el mismo
Código penal en sus disposiciones agrava la responsabilidad del Mé-
dico cuando delinque en el ejercicio de aquéllas, la misma ley debe
ampararle en el perfecto derecho que tiene á que su nombre se respete
y no se mancille impunemente por el calumniador, oue suponiendo
imaginaria atribución de aquél, trata de estafar ó estafa á un tercero,
ofreciendo lo que no está en su mano dar ni hacer, á cuyo calumniador
debe serle impuesta la pena correspondiente al delito ejecutado. Es,
pues, obvio que el facultativo*ha de resistir en todas las ocasiones la
aceptación de toda promesa ó dádiva por faltar á su deber, denun-
ciando á cuantos se le acerquen haciéndole proposiciones deshonrosas
encaminadas á la ejecución de un delito, a fin de que los Tribunales
puedan imponer la pena á que se hayan hecho acreedores los culpables.
Y ya que tratamos del delito de talso testimonio mediante cohecho
que p\ieden cometer los peritos con sus informes, no podemos resistir
Instituto di desinjección urbMna de Baretlona . 5^/
al deseo de llamar la atención sobre el rigor con que es castig-ado aquel
delito, pues puede darse el caso ¡ admírense nuestros lectores ! de que
al culpable se le impong'a hasta la pena de muerte.
He aquí la demostración de ello :
-El art. 332 del Códig'o penal, en su número 1.®, castig'a con la pena
de cadena temporal en su grado máximo (1) á cadena perpetua al que
en causa criminal diere falso testimonio en contra del reo, si éste hu-
biese sido condenado á la pena de muerte y ésta se hubiera ejecutado.
El art. 337 del propio Códig'o prescribe que, siempre que la declara-
ción falsa del testiguo ó perito fuere dada mediante cohecho, las penas
serán las inmediatas superiores en grado á las respectivamente desig'-
nadas en los artículos anteriores (2), imponiéndose además la multa
del tanto al triplo del valor de la promesa o dádiva.
Si se da, pues, el caso de que un perito dé falso testimonio en con-
tra de un reo, y éste hubiese sido condenado á la pena de muerte y
ejecutádose ésta, y que dicho perito hubiera prestado su declaración
ó informe mediante cohecho, la pena en que incurrirá será la inme-
diata superior en grado á la de cadena temporal en su grado máximo,
á cadena perpetua á que se refiere el número 1.° del art. 332 ya men-
cionado, cuya pena sería también la de muerte. Tal es la ley penal
que parece haber venido, con la disposición que comentamos, a resta-
blecer la antigua pena del Tallón: vida por vida (3). Ante aquella
consecuencia, dice el insigne jurisconsulto Groizard (4) ¿quién no re-
trocede ? y añade : « En un Código como el nuestro, donde á ningún
delito, por atroz y grave que sea, el legislador ha impuesto como pena
imica la muerte/produciria verdadero asombro ver subir al patíbulo á
un reo de falso testimonio, siquiera hubiera sido dado mediando cohe-
cho y hubiese causado injustamente la muerte de un hombre. El ase-
sino que mata por precio incurre en la pena, según el art. 418, de
cadena temporal en su grado máximo á muerte. El que asesina por
medio de un falso testimonio no comete ciertamente mayor delito ni
merece mayor pena ».
Seguramente que en la práctica no se habrá dado' un solo caso de
aplicación del precepto legal de que nos ocupamos , pues no se com-
prende tanta depravación y rebajamiento moral tan grande en el pe-
rito. Mas si se diera, fuera ineludible aplicar aquel precepto. Dura
hx sed lex. (Se continuará).
Instituto de desinfección urbana de Barcelona ^''
Deaorípolón (material; peraonal). Fanolonamlento
POH
Manuel Gimisó
Alumno sobresaliente de Higiene pública
Otro de los aparatos es el de Schering. Consiste en un tubo cilin-
dro-cónico central A en cuya parte superior hay un recipiente ó cáp-
sula E donde se coloca la substancia antiséptica ; por debajo de esta
cápsula hay mecheros de alcohol F.
Rodeando el tubo A hay un depósito circular J?, con cuatro peque-
ños orificios O'O para el escape del vapor de agua que se produce en
(1> De 17 años 4 meses y 1 día á 20 años.
(2) Se refiere á las establecidas en los artículos 332, 333, 334. 335 y 336.
(3) De esta pena del Talión: vida por pida, ojo por ojo y diente por diente, se dice por algunos
autores que era una pena nacional del pueblo hebreo que no resulta se haya aplicado, pues sólo es
consideró como conminatoria . ya que su ejecución hubiera sido imposible en casi todos ios casos.
(4) El Código penal de 1870, concordado y comentado.
(5) Conclusión. — Véase el número anterior.
362 Instituto de desinfección urbana de Barcelona
dicho depósito. Por debajo del mismo hay otro depósito circular y
libremente abierto Z>.
Funciona del modo siguiente : se coloca el antiséptico en la cápsu-
la F; se pone agua en el ^ , y alcohol en el 2> ; se enciende éste y ca-
lienta el agua, cuyo vapor se escapa por los tubitos 0-0 ; al mismo
tiempo se enciende el mechero de alcohol F y calienta al contenido de
la cápsula F; se desprenden gases que se mezclan con el vapor de agua,
cuya mezcla constituye la atmósfera desinfectante.
Fig. 12. — Aparato para desinfectar de Scheríng
(Dibujos del alumno)
El depósito del agua es independiente del resto del aparato ; de
modo que si no se quiere la mezcla del vapor, se puede separar el de-
pósito B ; entonces se desprenden únicamente los gases de la substan-
cia antiséptica.
El adjunto grabado representa también una sección vertical del apa-
rato; siendo el n.'* 1 todo el aparato, en el n.*" 2 está separado el depósito
del agua. Este aparato no es ni de mucho tan bueno como el anterior.
Las razones las daremos más adelante.
De estos aparatos hay dos ó tres, pues apenas se emplean.
Procedimiento de desinfección por medio del calor, ó sea
desinfección física
Se lleva á cabo por medio de la estufa de desinfección, modelo Ge-
neste-Herscher. Esta estufa consiste en una gran caldera cilindrica,
colocada horizontalmente, con una puerta en cada extremo , una de
entrada y otra de salida. Dentro de la caldera hay una disposición es-
pecial de estantes metálicos para colocar debidamente la ropa; estantes
que constituyen un todo fijo á modo de gran caja, y qiI6 se mueve por
medio de ruedas sobre unos rieles.
Funciona del modo siguiente : colocadas las ropas y demás objetes
en los estantes dichos, se mete dentro la caldera y se cierra hermética-
mente por medio de grandes tornillos de presión ; se abre la llave que
da salida al aire del interior de la misma.
Salido el aire, se cierra la llave y se abre la que comunica con el
vapor de agua que viene de las calderas generadoras, y asi está, hasta
que el manómetro marca 3 atmósferas de presión , que equivale á 125^
ó 13(f de temperatura; entonces se cierra la llave de comunicación del
vapor y se abre la de salida de éste de dentro la estufa ; hecho esto, se
cierra esta llave y se da de nuevo paso -al vapor hasta alcanzar la misma
presión y temperatura que antes, y se deja así unos 5 minutos, después
de los cuales se cierra otra vez la comunicación del vapor húmedo.
Instituto de desinfección urbana de Barcelona 363
Entonces se abre la llave del tubo qire conduce el calor seco, y así se
deja durante 15 minutos á 3 ó 3 '/t atmósferas de presión ; el objeto
de este calor seco es para secar las ropas humedecidas por el vapor de
agua.
El calor liiimedo se reparte dentro de la estufa merced á un tubo
completamente agujereado y longitudinal de la caldera. El calor seco
se reparte por medio de 22 tubos, completamente cerrados: 11 en la
parte superior, y 11 en la inferior, con objeto de que se reparta unifor-
memente.
Esta gran estufa está situada en el cuarto de máquinas, pero de tal
modo dispuesta, que uno de sus extremos está empotrado en la pared,
de modo que la puerta de dicho extremo se abre ya en otra habitación
distinta de la que reside toda la caldera ; por esta puerta es por la que
se sacan las ropas, una vez desinfectadas.
El objeto de tal disposición lo explicaremos después.
De esta clase de estufas hay dos, una en cada sección, y además,
una locomóvil aJgo más pequeña, que reside en la sección del Norte.
MÁQUINA ROTATIVA LEGIADORA
Consiste este apjarato en un gran cilindro de hierro. En su interior
hay cuatro cajas metálicas de pared, perforadas por multitud de orifi-
cios, y colocadas alrededor de un eje central. Por fuera de estas cajas
y en su parte inferior, hay un depósito de agua, en el cual se vierte la
lejía y la solución antiséptica que se desee ; á dicho depósito llega un
tubo que conduce vapor de agua procedente de los generadores.
Las cajas dichas tienen un movimiento de rotación alrededor del
eje, movido éste por un mecanismo ad hoc.
Funciona del modo siguiente : se mueven las cajas con velocidad;
al propio tiempo, el vapor que llega, calienta el agua que contiene la
lejía y el antiséptico, y al pasar á través de los orificios de las paredes
de las cajas, impregnan completamente la ropa, que no cesa de remo-
verse. La operación dura media hora, al cabo de la cual, se saca las
ropas, limpias, desinfectadas y aromatizadas.
Horno inodoro
Es un horno de obra de fábrica, herméticamente cerrado y con una
chimenea de gran tiro.
En él se colocan todos los objetos que se han de incinerar.
Las buenas condiciones de construcción hacen que no se escape ni
la más pequeña cantidad de gases. El cuarto de fumigación queda
descrito al hablar del edificio.
Carruajes
Cuenta el Instituto con siete carruajes para la conducción de ropas
y demás objetos.
Estos coches son completamente cerrados, y su interior está perfec-
tamente barnizado y sin recodos, ni ángulos, con el fin de que se pue-
dan desinfectar perfectamente. De ellos hay unos cuie sirven para
traerlas ropas al Instituto, y están pintadas\sus ruedas de amarillo,
para poderles distinguir de los que sirven para llevar las ropas desde
el Instituto á casa del dueño, los cuales tienen las ruedas pintadas
de rojo.
De modo que unos conducen siempre ropas infectas y otros ropas
desinfectadas ; por más de que, tanto unos como otros, se desinfectan
cada vez que se emplean.
Existen, además, gran número de carri-cubas para conducir líqui-
dos antisépticos en gran e^^cala.
$64 Instituto de desinjección urbana de Barcelona
Tkhsonal
Está compuesto de 60 individuos, con un director, 4 médicos, "J ca-
pataces y 2 maquinistas.
Todos los individuos deben saber leer y escribir, y además, estar al
corriente de los preceptos de limpieza.
En cuanto á condiciones morales, basta decir que jamás se ha pre-
sentado queja alguna, respecto ala falta de ningún objeto por insigni-
ficante que sea. Lo que podrá haber ocurrido es el entregar alguna
prenda cambiada, pero que luego se ha remediado el descuido. Pero
esto no es de extrañar cuando se desinfecta á la vez ropas de distin-
tos domicilios.
En cuanto á los maquinistas, hay que hacer constar ,que son sujeto?
muy instruidos; habiendo sido el uno montador de máquinas y el otro
maquinista y estampador; debido á tales condiciones, han hecho impor-
tantes estudios prácticos referentes al tiempo de permanencia en la
estufa, temperatura y presión á que deben someterse las distintas clasei?
de telas, sedas, terciopelos, etc., y los distintos colores, con objeto de
no Quemar aquéllas, y de no destruir ó fijar demasiado éstos.
Saben, además, tocios los individuos, los cuidados que han de tener
con su persona, y por ello se revisten de blusas de tela blanca antes de
cualquiera operación, blusa que luego es desinfectada.
Para desempeñar cualquier servicio, van siempre, en brigadas, com-
puestas de dos individuos y un capataz; brigadas que pueden aumen-
tarse en caso necesario.
Manera dk practicar la desinfección
Empecemos por decir que debe desinfectarse todo sitio que pue-
da constituir un foco de infección : así tenemos domicilios particu-
lares, almacenes, liospederías, fondas, cuarteles, hospitales, lazaretos,
asilos y casas de beneficencia, depósitos industriales mal sanos, merca-
dos, buques, vagones, tranvías, carruajes, pozos negros, retretes, cloa-
cas, depósitos de aguas sucias, etc., etc.
La manera de hacer la desinfección es la misma en la mayoría de
ellos, en más ó en menos cantidad ; distinguiremos, no obstante, la
manera de desinfectar los edificios de la de los lugares ó sitios libres,
los cuales se comprenden coh el nombre de subsuelo, cloacas, alcanta-
rillas, etc.
Desinfección de edificios
En los domicilios donde haya habido algún enfermo debe desinfec-
tarse la habitación donde aquél resida, y además, todas aquéllas que
teniendo relación con ella, pudiera haberse difundido la infección por
el trasiego de gérmenes patógenos, comprendiendo hasta la puerta de
entrada del piso, y luego toda la escalera hasta la puerta de la casa.
Los objetos que puedan irá la estufa, se colocan en el carruaje y se
conducen al Instituto; los demás deben quedar en la habitación : se
tiene mucho esmero en no descuidar ningún objeto, pues un descuido,
como por ejemplo las campanillas ó timbres que sirven i)ara llamar, han
ocasionado lamentables resultados.
Teniendo en cuenta lo dicho, se comienza la operación: lo primero
que se hace es la pulverización de paredes, tectios, suelos y objetos
que lo permitan ; si hay cuadros, deben volverse de cara á la pared
para no estropear las pinturas.
La pulverización se hará con los antisépticos descritos, empleándose
unos u otros, según los casos ; así, en casos de tuberculosis, difteria,
tifoidea, etc., en que hay gran difíísión de gérmenes, se empleará los
antisépticos más enérgicos, los de los grupos A y B.
Instituto de desinjtcción urbana de Barcelona $65
En casos menos graves y peligrosos puede emplearse los del grupo
C, y hasta las del B, si se quiere.
De todas maneras, esto ya lo indica el Director del Instituto en las
hojas que del Registro civil le traen todos los días indicándole las vi-
viendas que' hay que desinfectar, y la clase de enfermedad que padecía
el enfermo ; por lo tanto, los encargados de la desinfección no tienen
más que hacer lo que se les indica.
Respecto á aparatos, se recurre á los dichos, comunmente á los pul-
verizadores-carteras ; pero si las habitaciones son grandes, pueden em-
plearse los otros modelos.
Se procede luego á la desinfección de los muebles.
Esta se hace con miga de pan, con la cual se restrega bien todo el
uiueble; de este modo se arrastran mecánicamente todos los gérmenes.
Esta miga de pan se quema luego de terminada la operación.
Este procedimiento es muy empleado en Alemania y da muy bue-
nos resultados.
Si los muebles no son delicados, se puede emplear cepillos de cer-
das, de crin, ó esparto, con los cuales, y previamente empapados en
algún antiséptico, se frotan bien los muebles.
Estos cepillos se hierven cada vez que se emplean. Hecho esto, se
procede á la
Fumigación ó desinfección gaseosa
La manera de hacerla varía también según la clase de dolencia, y
según sea la vivienda.
En viviendas de pobres, y muy sucias, en que han habido enfermos
infectivos, se puede emplear el gas sulfuroso, que se obtiene quemando
azufre ; pero este gas, aunque eñcaz, es peligroso por el fuego, por lo
que se emplea poco.
Lo mismo puede decirse del gas hiponítrico que se obtiene por la
acción del ácido nítrico sobre las limaduras de cobre, gas llamado vul -
garmente «del ochavo».
Estos gases están desacreditados y se usan muy poco.
Más empleadas son hoy día las bujías de sulfuro de mercurio, que
desprenden gases de esta clase.
Cada bujía, al quemarse, desprende gases para desinfectar una
habitación de 25 metros cúbicos.
Son cónicas y se las prende fuego por una mechita que tienen en
su vértice truncado.
Se emplean en cuarteles, establos, asilos, etc.
Tienen el inconveniente de ser caras, pues cada una vale 10 reales.
Se emplea también las pastillas microbicidas; ya dijimos que eran
de sulfuro de mercurio, pero, además, tienen solveol, el cual sirve como
desodorante.
Estas pastillas son más pequeñas y más baratas.
Hasta aquí la fumigación con gases solos ; pero ésta tiene los si-
guientes inconvenientes: 1.° El peligro de prenderse fuego. 2."* La
lentitud de la operación. 3." Su escaso poder desinfectante en muchos
.casos, pues se necesita que tengan cierta presión y cierta humedad para
que obren de un modo eficaz sobre toda clase de gérmenes patógenos;
esto se ha deducido de experimentos practicados en los laboratorios.
Los alemanes han sido los que más han trabajado en este sentido.
Emplearon primeramente las pastillas de formalina, las cuales sólo
tienen poder para corregir los malos olores, pero no antisépticos.
Luego se ha observado que el aldehido fórmico obraba como anti-
séptico, siempre que tuviese cierta presión y cierta humedad.
Esto dio lugar al invento del aparato de Ligner, ya descrito, el cual
j66 Instituto de desinfección urbana de Barcelona
reúne estas condiciones, pues á merced de la presión del vapor de
agua, sale éste violentamente mezclado con los vapores antisépticos, y
de este modo se difunden por la habitación.
Experimentos practicados en Berlín, Órente, y otros puntos, de-
muestran las ventajas de este aparato.
Los franceses no han querido ser menos, y han trabajado sobre el
mismo asunto, inventando Schering el aparato de su nombre ; pero ya
al describir este aparato, vimos que si bien se obtenía la humedad,
faltaba no obstante la presión.
Para obtener los vapores enceste aparato se emplean las pastillas de
formalina, ó las microbicidas, así como en el aparato de Lig-ner se em-
plea comunmente el glico-formol.
La lám.para Schandez, que funciona con sulfuro de carbono, no se
usa ya, por tener el grave inconveniente de estallar con facilidad.
Tratamiento
de libros , papeles y otros objetos que no pueden prlvkrizab<k
Comunmente se someten á la fumigación con el gas hiponítrico, en
la misma casa del enfermo, ó bien se llevan al Instituto ; deben co-
locarse abiertos y bien repartidos.
Las pieles, plumas y objetos de cuero (zapatos, etc.), deben desinfec-
tarse por medio de la fumigación, con el aparato de Ligner, pues dichas
substancias no pueden ir á la estufa, ya que se estropearían por completo.
Empléese el procedimiento que se quiera, siempre debe tomarse la
precaución de cerrar bien las habitaciones que se fumigan, tapando las
rendijas de puertas -y balcones, con tiras de papel engomado, con ob-
jeto de que no se esca))en los gases.
Así debe permanecer durante 8 ó 10 horas, después de las cuales se
abren todas las puertas para que se aireen bien todas las habitaciones.
Los pasamanos de la escalera deben desinfectarse con miga de pan,
ó con los cepillos empapados en substancia antiséptica.
Los retretes, fregaderos, orinales, escupideras, etc., que hay en la
casa, así como las escaleras y el patio, deben desinfectarse regándolas
con los productos derivados de la hulla, creosota, cresonaftol, creolina,
fenoles, etc.
De este modo queda hecha la desinfección á domicilio.
Dl^SINFECClÓN DE LAS ROPAS EN EL INSTITUTO
Para la desinfección de las ropas hay que tener muy en cuenta al-
gunos detalles que ligeramente voy á exponer :
Las ropas limpias pueden dividirse en dos grupos, según teng-an co-
lores persistentes y sólidos, ó no reúnan tal condición.
Las primeras pueden colocarse en la estufa sin cuidado alguno.
Las ropas de colores falsos ó no persistentes, son : el azul en la seda,
violeta en el terciopelo y estam])ados ficticios que se dan como borda-
dos ó pintados. Todas estas no pueden lavarse ni colocarse en la es-
tufa, pues se difundiría el color ; deben, por tanto, secarse bien al sol y
luego someterlas k la fumigación.
Ropas manchadas por substancias orgánicas:
Las manchas de esta clase, en lugar de difundirse como las inorgáni-
cas, son, por el contrario, fijadas cuando se someten á la estufa las ropas
manchadas, por ejemplo, de sangre, pus, serosidad^ aceite, grasas, etc.
Por tanto, siempre que esto ocurra, se someten las ropas á la lixi-
viación en la máquina legiadora descrita, y luego de desaparecida la
mancha , puede ya llevarse á la estufa.
Las manchas de barro ó polvo deben cepillarse previamente i)ara
que no se fijen.
Instituto de desinfección urbana de Barcelona 367
Cuando alguna de las prendas que se han de colocar en la estufa
está mojada y es de color, debe aislarse de las demás con objeto de que
no l?s manche al difundirse el color ; para ello se envuelve en una tela
impermeable.
Puede ocurrir que las ropas no sólo lleven gérmenes microscópi-
cos, sino macroscópicos, como son ciertos parásitos: piojos, chin-
ches, etc. Pues bien : se ha observado que dichos huéspedes no mo-
rían á la temperatura á que se someten las ropas, sino que solamente
se hinchaban ; en vista de lo cual se eleva la temperatura hasta 140** ó
150*", la cual ya no resisten , y mueren todos.
Desinfectadas ya las ropas en la estufa, se sacan de ésta por la
puerta que comunica con otra habitación, segím dijimos; el objeto es
para que no se contaminen con las ropas infectadas que puede haber
dispuestas para someter á la estufa.
Al sacar las ropas de la estufa, se colocan ya en el carruaje y se lle-
van al domicilio.
Con esto queda terminada la desinfección de edificios y ropas.
Digamos solamente que las ropa-vejerías y casas de préstamos se
desinfectan dos veces al mes.
Para ello se investiga la procedencia de las ropas. • Si éstas son nue-
vas y de procedencia conocida, se someten solamente á la fumigación;
si son nuevas, pero de procedencia desconocida, y si son usadas, se
desinfectan en el Instituto sometiéndolas á la estufa.
Desinfección del slbsuelo
Jaime Ardébol, catalán, en 1782, ideó un aparato, llamado «Hidró-
pota », el cual tenía por objeto elevar el agua del mar para aplicarla á
la limpieza de las calles y alcantarillas.
Este procedimiento, con más ó menos modificaciones, se ha resuci-
tado en diversas ocasiones.
Pero dicho sistema no puede aplicarse en nuestra urbe por las si-
guientes razones :
!.■ Para que dé resultados, hay que tener en cuenta que las cloa-
cas y alcantarillas han de tener resistencia para sufrir la presión del
agua; y como quiera que nuestra red de alcantarillado es sumamente
mala y Vieja, sirviendo muchos cimientos de nuestros edificios de pared
á la alcantarilla, resultaría un gran peligro para dichos edificios, cuyos
perjuicios tendría que abonar el Municipio.
2.* Sabido es que nuestra urbe es de tipo mixto en lo que hace re-
ferencia al suelo. Por tanto, para regar las alcantarillas de las partes
altas, así la calle del Obispo, se tendrían que inundar completamente
las de las partes bajas, c(mio la calle Nueva de San Francisco, lo cual
constituye un peligro como el anterior.
3.* Nuestras alcantarillas no tienen todas comunicación unas con
otras, sino que hay secciones independientes de las demás, y claro está
que esto sería otro inconveniente de monta, puesto que tendrían que es-
tablecerse distintos puntos de origen para la distribución de las aguas.
Estos son los principales inconvenientes que se oponen á la utiliza-
ción del agua del mar para la limpieza de las cloacas.
Si no se puede hacer esto, ¿cómo sanear nuestra urbe V
En otras capitales de condiciones parecidas á la nuestra, como Lon-
dres, se emplea el sistema de irrigación, que no es más que un aparato
á modo de colosal jeringa, movida por medio de ruedas, y que á bene-
ficio del agua á presión va regando toda la cloaca. Si' se quiere, se
puede adicionar al agua algún antiséptico.
Nosotros, á falta de estos aparatos, empleamos el método de Dih-
díns, inglés, y el de Subern, alemán.
368 Instituto de desinfección urbana de Barcelona
El de Dibdíns consiste en desinfectar de un modo rápido y eficaz los
grandes depósitos de aguas infectas: charcos, letrinas, alcantarillas, etc.
Consiste en mezclar 47 gramos de cal viva de leña con 14 de sulfato
ferroso pulverizado, lo cual se disuelve en una cantidad de agua pro-
porcional á !o que se desinfecta. Con dichas proporciones se desin-
íecta 1 metro cúbico de agua.
Esto se hace en el agua del Támesis, pero como que los sitios que
nosotros hemos de desinfectar son más inmundos é infectos que aque-
llas aguas, hemos de reforzar las proporciones dichas, añadiendo ade-
más el cresol, y así resulta perfectamente antiséptico. Basta citar que
el agua de la acequia Bogatell, que es completamente infecta, se trans-
forma poco menos que en potable al echarle la solución dicha, pues
queda completamente clara, depositándose en el fondo toda la materia
orgánica. Tiene además la ventaja de ser muy barata.
Los preparados mercuriales no se emplean para estos casos, pueí^
coagulan la albúmina, formando albuminatos der mercurio que no son
atacados por los antisépticos.
Se emplea, para la desinfección de estos sitios, los derivados de la
hulla, asi como las demás substancias ya mencionadas.
Los medios de hacerlo son : ó vertiéndolo por los imbornales de las
cloacas desde los carri-cubas, ó bien regando con dichas substancias,
como se hace en los orinaderos y otros sitios.
Los mercados y mataderos deben desinfectarse con agua de presión
por medio de mangueras, pues los antisépticos dejan olor que se comu-
nica á las mercancías, y además, como substancias tóxicas que son
todos ellos, podría ocurrir que las alterasen, dando lugar á accidentes
desgraciados. Así, pues, no deben emplearse.
Para terminar todo cuanto se refiereáprácticasdedesinfección,séame
permitido citar el siguiente caso práctico que tuve ocasión depresenciar:
En el piso 3.** de la casa que yo habito, calle de Sadurní, 4 bis, ha-
bía desde hace algún tiempo un enfermo tuberculoso. Vecino de tal
índole , acompañado de las pésimas condiciones de la casa, me tenían
intranquilo.
Afortunadamente, anteayer se trasladó el enfermo al Hospital, en
vista de lo cual me apresuré á avisar á los encargados del piso, expre-
sándoles la necesidad que había de hacer desinfectar la habitación del
enfermo. Al principio se opusieron ; pero al exponerles el peligro que
corrían de no hacerlo, al par que las ventajas que les reportaba tal
práctica, accedieron á ello, y tanto más al decirles que tal operación
era obligatoria si se denunciaba el hecho á la autoridad.
Al efecto di aviso al Instituto y ayer por la mañana vino la brigada,
la cual se llevó todas las ropas del enfermo al Instituto, y luego sedes-
infectó todo el piso.
La pulverización se hizo con antisepsina A. Los muebles, que eran
ordinarios, se cepillaron bien con cepillos mojados en solveol. El re-
trete, orinal, escupidera y demás fueron desinfectados con creolina, y,
por último, se procedió á la fumigación con el aparato Ligner por me-
dio del glico-formol. Se cerró bien el piso, y así estuvo durante ocha
horas, al cabo de las cuales se abrió y ventiló convenientemente.
La escalera y patio fueron pulverizados con solveol.
Las ventajas de este caso particular quedan demostradas con sólo
indicar que en dicha casa habitan seis familias con 11 menores, cuya
edad oscila entre 2 meses y 12 años ; que la casa es pésima higiénica-
mente considerada, é igual se puede decir de la calle, y sobre todo que
los vecinos saben ya que existe gente que se encarga de la desinfección
de las viviendas gratuitamente y que se les puede obligar á tales prác-
ticas por la ley.
Instituto de dttinfección urbana de Barctlona 369
Por tanto, ha sido un caso de divulg-ación de los preceptos y reglas
de la Higiene con todas sus ventajas.
Descrito nuestro Instituto y su modo de funcionar, nada debo aña-
dir. Creo que está bien montado y mejor dirigido. Sólo una cosa he
de hacer constar, y es que para una urbe que cuenta con cerca de 800
mil habitantes, es deficiente en cantidad, pues Secciones como las
3ue existen debería haber una en cada distrito. Pero esto es cuestión
el Ayuntamiento, en la que interviene no poco la política, en cuyo
asunto no quiero inmiscuirme.
Haré constar que los servicios de desinfección son completamente
gratuitos, lo cual ocurre en muy pocas capitales.
Además, las prácticas de desinfección son obligatorias legalmente
desde octubre de 1901.
Para concluir, cuatro palabras respecto á lo que debería ser un esta-
blecimiento bien montado.
Debe reunir tres condiciones :
1.' Apoyo y protección de parte de las autoridades de toda suerte,
castigando severamente las transgresiones higiénicas, proporcionando
medios y dando á los médicos la importancia que les corresponde en
todo asunto sanitario.
2.* La ilustración del público en general para facilitar y proteger
toda clase de servicios sanitarios ; y
3.* Una estación sanitaria con local adecuado, de condiciones hi-
giénicas en lo referente á luz, aire, capacidad, calefacción, etc.
Personal instruido, honrado y sobre todo inamovible, lo cual es muy
importante y, además, suficiente para todo.
Material* suficiente : estufas fijas y locomóviles sistemas Herscher,
Moulose, Leblanch, Deheitze, etc.
Legiadoras desinfectantes-rotativas-alternas ó hidro-extractoras.
Secaderos á vapor y establecimientos de lavado mecánico-higiénico, de
los cuales existen en muchos puntos del extranjero.
Estas y otras condiciones debería reunir un Instituto bien montado*
pero que en nuestro país estamos bastante lejos de conseguir. Con-
tentémonos, pues, con el que tenemos, el cual ya hemos dicho que
es de los mejores.
Resumen estadístico
de las prendas de ropa desinfectadas en el instituto
Los siguientes y elocuentísimos datos de las prendas de vestir y de-
mAs, desinfectadas en el Instituto desde el año 1892 al 1901, y el au-
mento progresivo que de año en año se va notando, demuestran, en
primer lugar, la importancia de los servicios de desinfección ; además,
que el público reconoce las ventajas de tales servicios, siendo cada día
menor la aversión con que se oponía á tales prácticas, y, por último, y
como consecuencia lógica, la necesidad que hay de ampliar los servi-
cios dichos con el debido aumento de material y de personal.
En los siguientes datos no deben contarse las prendas de ropa pro-
cedentes de ropa-vejerías y casas de préstamos :
Anos Prendas Años Prendas '
1892 7,884 1897 173,680
1893 14,039 1898 250,700
1894 53,881 1899 274,300
1895 134,860 1900 407,700
1896 139,400 1901 415,700
Total : 1.872,144 prendas desinfectadas en 10 años.
S7Ó Conveniencia de seleccionar los alumnos á tu ingreso en Facultad
No quiero terminar sin dar desde estas líneas un voto de gracias al
dignísimo Director de nuestro Instituto de Higiene, Dr. Comenge, el
cual, con exquisita amabilidad, nos facilitó todos los datos referentes á
tales servicios, y que he procurado describir dentro los límites que mis
facultades me han permitido.
Febrero de 1902.
Convenisiicia de seleccionar los alumnos á sn Ingreso en Facnltal
y condiciones generales de un buen régimen escolar universitario ^^^
' POR EL
Dr. Antonio Simonena
Catedrático de Patología y Clioica médica de la Universidad de Valladolid
BeffiíQda parte
La segunda parte del tema tercei-o pide el señalamiento de las «con-
diciones generales de un buen régimen escolar universitario».
Si régimen es, según D. Raimundo de Miguel, «la acción de guiar
ó dirigir» ó, como dice la Academia, «el modo de gobernar ó regir una
cosa», buen régimen escolar universitario será el conjunto de dispo-
siciones encaminadas á dirigir el cuerpo escolar á sus particulares fines
académicos.
De ello se deduce, que debe ante todo fijarse el fin de la enseñanza
superior, para que el régimen en sus disposiciones lo tenga como orien-
tación y guía.
Según mi modo ver, dicho fin es: «instruir á los que solicitan dicho
grado de enseñanza, y hacerles idóneos así para la investigación cien-
tífica en todos los órdenes, como para el ejercicio de las profesione.^
facultativas», ó lo que es lo mismo, la enseñanza universitaria debe
tender no sólo á la instrucción de los escolares en las ciencias que in-
tegran una carrera facultativa (con lo cual el fin de aquélla quedaría
incumplido precisamente en la parte en mi opinión mas importante),
sino que además y muy especialmente debe proponerse desarrollar las
aptitudes necesarias á la investigación científica y al ejercicio de las
profesiones facultativas».
En efecto. Si únicamente se enseñara la doctrina, como con dema-
siada frecuencia sucede en nuestro país; si tan sólo se procurara expo-
ner los principios ó sus aplicaciones, pero de una manera teórica, aun-
que fuera del modo más claro y ordenado y con el espíritu crítico más
severo y aún con las más subyugadoras elegancias del lenguaje, la
pobre enseñanza resultante, como dirigida exclusivamente á la inteli-
gencia y descuidando por completo la educación, así de la voluntad,
como de las aptitudes orgánicas necesarias á los fines de la investiga-
ción y de la carrera, habría de resultar poco menos que estéril, así
para el individuo que la recibiera, como para la sociedad que de ella
quisiera aprovecharse.
La enseñanza, que sólo se dirige á la inteligencia y no trasciende á
la voluntad, ni desarrolla ni educa los sentidos y los órganos y las ap-
titudes necesarias, para observar lo que en la naturaleza existe ó "eje-
cutar lo que indique la inteligencia aleccionada, es una enseñanza
estéril.
Si las ciencias viven y progresan es, no tanto porque subyugan
nuestra mente y encadenan la razón, cuanto porque de ellas, como de
otras tantas fuentes, siempre perennes y abundantes fluyen los ríos de
las aplicaciones á las necesidades de la vida.
(1) Continuación. — Véase el número anterior.
Conpeniencia de itleccionar los alumnos á su ingreso en Facultad 371
Ni el conocimiento del Derecho y de la Historia; ni el de las Mate-
máticas y Mecánica; ni el de la Física y de la Química, ni el de la Bio-
logía y aun me atrevería á decir que tampoco el de la misma Teología,
tendrían la importancia que tienen, ni tantos cultivadores, si, redu-
ciéndose á mera exposición de principios y encadenamiento de verda-
des demostrables por el raciocinio, observación ó experimentación, no
trascendieran á la práctica, estableciendo reglas para defender al indi-
viduo y á la propiedad y dirigir los pueblos; restablecer la salud y
hacer más agradable la vida presente, rodeándola de toda clase de co-
modidades y regalos honestos y hasta haciéndole pensar en las delicias
de otra mejor al terminar los sinsabores inevitables de la presente.
Por consiguiente, el régimen escolar que se idee, para que sea
bueno, deberá facilitar la instrucción y. desarrollar las aptitudes nece-
sarias á la investigación científica y á la práctica de las carreras facul-
tativas.
Pero, como aun facilitando dicho régimen todo esto, no sería com-
pleto y por tanto bueno, si no tendiera á que io facilitado por él se
aproveche por los escolares, dedúcese que también deberá consignar
las obligaciones de éstos en cuanto se refieren al fin de la enseñanza
universitaria.
De que manera podría un buen régimen escolar universitario facili-
tar el cumplimiento de los fines de la enseñanza superior y como y á
que debe obligar á los escolares que la sigan, vamos á verlo separada-
mente.
Medios para facilitar la instrucción, la investigación científica
Y la educación profesional
Las obligaciones de la Universidad á este respecto son dos, á saber:
Primera. Poner al alcance del estudiante los medios y recursos que
hoy se consideran más á propósito, así para instruirle, como para
aprender y adiestrarse en lo que pudiera llamarse técnica profesional
y sin cuyo dominio no puede ejercerse con fruto y concienzudamente
una profesión.
Segunda. Despertar en los alumnos el afán de instruirse y edu-
carse.
I. Por lo que respecta á la primera obligación, se debe reconocer
que está casi por hacer todo lo conveniente y mucho de lo necesario en
nuestras frías y la mayor parte del día casi desiertas Universidades.
¡ Qué desconsuelo tan grande al comparar una Universidad de Ale-
mania con cualquiera de las nuestras! Muchos de vosotros habréis ya
hecho esta comparación y experimentado el mismo desconsuelo que yo
sentí al visitar, durante el invierno último, aquel país; pero como no ha
de ser infructuoso el poner de manifiesto esta diierencia (porque des-
graciadamente hay quien entre nosotros cree que nuestra situación es
pasable), permitidme haga en rápido bosquejo un paralelo entre una y
otra institución docente.
Figuraos un hermoso y amplísimo parque cercado con artística verja,
en el que se levantan hermosos edificios independientes para la ense-
ñanza de cada una de las ciencias, excepción hecha déla Medicina, que
en otra parte posee otra urbe académica no menos hermosa que la que
bosquejo.
En el edificio frontero, estilo del renacimiento italiano, y cuya fa-
cliada principal tiene 125 metros de desarrollo, además de las depen-
dencias lujosísimas y confortables de la Universidad, encuéntrase el
gran patio de honor, cubierto de elegante techumbre encristalada á
cuyo través filtra suavemente la luz del día, dándole una placidez á
propósito para la meditación. Discurren por él para dirigirse a las aulas
$T9 Conveniencia de seleccionar ios alumnos á su ingreso en Facultad
los alumnos sin vocerío ni formas dest<*mpladas, y por los tránsitos que
á dicho patio afluyen y bajo las dobles arcadas que le prestan hermo-
sura y majestad, hállanse las Facultades de Teología, Filosofía, Derecho
y Ciencias Matemáticas.
En edificios independientes esparcidos por el parque que empieza
detrás del descrito, todos hermosísimos y del mismo estih), hallan es-
pléndido alojamiento la Física y la Química, la Zoolooría y la Botánica,
la Astronomía v la Petrografía, y en ellos pululan los discípulos á todas
las horas del día; y cuando el astro rey se esconde á las miradas escru-
tadoras de los sabios que le estudian desde espléndido observatorio,
surge por todas partes la clara luz eléctrica, cuyos resplandores, al
salir por los amplios ventanales é intentar desterrar las tinieblas de la
noche, van anunciando que allí, en aquélla espléndida urbe, no solo
de día, sino también después, hormiguea un enjambre de estudio-
sos, empleando lo mejor que pueden el dinero y los medios que á su
disposición se ponen y pensando en la gloria del sabio y en el engran-
decimiento de la Patria.
í Cuántas veces, al dejar á mis espaldas el admirable espectáculo
apenas bosquejado y atravesar el monumental puente que da acceso á
la espléndida plaza de la Universidad de Estrasburgo, me he acordado
con tristeza profunda de los fríos y la mayor parte del día desiertoí?
claustros y locales universitarios españoles, que al llegar al medio día,
únicamente son visitados por tal cual profesor ocupado ó catarroso,
que aprovecha las horas menos frías del día para despachar en una
hora su cometido v o ue, en dando las dos de la tarde se cierran por
completo, dispersándose por la ciudad maestros y discípulos, bedeles y
mozos, como si, después de dada la lección reglamentaria, no quedase
más que hacer para que el alumno se instruya, y la Ciencia progrese y
se agrande el nombre de la Patria!
Procúrese salir de este estado lamentable; persígase el alcanzar si
no todo lo que tiene el pueblo germano (que esto ya comprendo que
hoy para nosotros es un ideal irrealizable) algo por lo menos que á ello
se parezca y tienda, y así quedará cumplida la primera obligación de la
Universidad ó, para liablar con más propiedad y teniendo en cuenta su
falta de autonomía, la del Estado.
II. Por lo que atañe á la segunda obligación de la Universidad ó
sea «despertar en el alumno el afán de instruirse y educarse», creo que
se podría conseguir con los medios siguientes:
1.** Emulándole durante los estudios con premios de utilidad mani-
fiesta como son: matrículas gratuitas, condonación de derechos de la-
boratorio y creando bolsas de viaje para la misma nación ó el extran-
jero, bien para las épocas de vacaciones ó para cuando terminase el
alumno su carrera (1).
2." Mostrándole abierta la carrera docente ó académica, á la que
principalmente debieran tener acceso los que más se hubieren distin-
guido primero como alumnos y luego como ayudantes y auxiliares.
3.° Suministrándole los medios de investigación necesarios; pues
está demostrado que la investigación personal por el sistema de tema<
para resolver propuestos por el profesor ó el claustro, es el medio más
adecuado de despertar la noble emulación de progresar é inquerir, me-
dio que aun se perfecciona si se establece la costumbre de publicar los
resultados de la investigación por el Laboratorio, Facultad ó Universi-
dad, como se hace en Alemania y otras naciones.
(1) Las matriculas gratuitas concedidas desde la ley del Conde de Torenoá los alumnos que
más se distinguen en cada asignatura y las pensiones para estudios en el extranjero creadas por el
Real decreto de 18 de julio de 1901, del Conde de Komanones, realizan, en parte, este desiderátum.
y digo en parte, porque estas recompensas podrían ampliarse y hacerse más apetecibles.
Conpeniencia de seleccionar tos aiumnos á su ingreso en Facultad 373
OBLIGACIONES QUE UN BUEN REG-IMEN ESCOLAR UNIVERSITARIO DEBE EXIGIR
A LOS ESTUDIANTES PARA QUE SE CUMPLAN LOS FINES DE LA ENSEÑANZA
SUPERIOR.
Las oblig-aciones del estudiante son, en mi , opinión, las tres si-
g'uientes:
Primera. Someterse á una disciplina académica perfecta.
Segunda. Aprovechar racional y económicamente el tiempo y el
trabajo destinados h la enseñanza y educación técnica.
Tercera. Conservar el material común de enseñanza.
I. Es indudable que sin disciplina no hay orden, y que sin orden
no es posible ni una enseñanza, ni una instrucción metódica.
Cuando se reflexiona sobre la paciencia y tranquilidad que son ne-
cesarias para llevar á cabo cualquiera inVestifiración científica; y se
piensa en el tiempo, siempre largo, que se invierte en tales trabajos,
cáese en la cuenta de lo indispensable que es, así al que aprende, como
al que enseña, no sólo una quietud de espíritu libre de toda otra ocu-
piíción, sino también un como estado de dependencia, nacido por for-
tuna casi siempre de un modo espontáneo, por efecto de la mayor
suma de conocimientos y habilidad técnica del maestro en comparación
con el estado de inferioridad del alumno en uno y otro concepto.
Este estado de dependencia temporal y noble que nace, como queda
dicho, de la superiodad, siquiera momentánea, pero efectiva del maes-
tro (ya se comprende que hablo del maestro verdad), y se mantiene con
su aíitoridaíl científica reconocida por la sociedad en que vive, es como
un postulado previo de la enseñanca y educación.
Si la Soberanía de la razón puede conducir, por la negación previa
de la autoridad y de la superioridad, aun momentánea y temporal del
maestro, á lo que se llamarla por alguien independencia del juicio,
también dichp estado de la inflexibilidad de la inteligencia y sobre todo
de la voluntad, constituye una verdadera traba para la instrucción, y
particularmente para la educación técnica.
Y acaso de este error, nacido de un concepto abusivo de la indepen-
dencia de la razón humana, provenga ese espíritu crítico puramente
negativo ó nihilista, siempre apriorístico y desprovisto.de todo funda-
mento experimental ó de observación desapasionada, que constituye
una de las plagas de las sociedades decadentes.
Por tanto, empezar por reconocer dicha superioridad y tratar de ro-
dearla de todos los prestigios merecidos y que son como el oxígeno y el
alimento de la autoridad, es hacer la primera obra buena en beneficio
del orden, y por tanto, de la enseñanza misma.
Bueno sería que esta dependencia se estableciese siempre de un
modo espontáneo, como suele suceder en bastantes casos, ó por simple
efecto de la reflexión del alumno; pero ya que esto en la mayoría de
ellos, por motivos inherentes á la condición humana, no es posible, for-
zoso será reglamentarlo á fin de suavizar las relaciones entre maestros
y discípulos.
Y á f e que á nadie ha de parecer inoportuno el que el régimen es-
colar, que se idee, tienda á regularizar y á hacer más suaves y útiles .
para todos estas relaciones entre maestros y discípulos, hoy que por
desgracia tan rebajada se encuentra entre nosotros la disciplina escolar
universitaria.
Basta recordar lo frecuentes que han sido en estos últimos años las
agresiones é insultos á los profesores; lo á menudo que por esta razón
y otras de insubordinación ó alteración del orden académico ha sido
preciso formar consejos de disciplina; lo abiertamente que se faJta en
nuestras Universidades á lo que ha sido siempre y debe ser objeto de
S74 Academia del Cuerpo Médico Municipal de Barcelona
respeto, como son los individuos constituidos en autoridad y hasta los
mismos locales en que se da la ensefianza y en las paredes de los cuales
puede por desgracia estudiarse con frecuencia un lamentable curso,
no sólo de mal gusto sino de mala educación; estado deplorable de in-
disciplina que trasciende á las calles, en las que, no ya la autoridad
académica, pero ni la municipal, ni policíaca, son atendidas muchas
veces y algunas han tenido que pasar por el bochorno de verse mer-
madas, cuaado no escarnecidas; basta recordar lo expuesto, que no es
sino un ligerísimo apuntamiento de lo que pudiera traerse ahora á
plaza y está en la mente de todos vosotros, para comprender la nece -
sidad de restablecer la disciplina académica por decoro del principio de
autoridad.
Pero hay más. Habrá de restablecerse la disciplina escolar ademán
por pura conveniencia á los fines de la enseñanza superior, porque la
indisciplina crea y sostiene uiía tan inconveniente disposición para el
estudio, que sólo por sí es causa de que se pierdan torrentes de energía,
que bien empleados habían de ser altamente provechosos para el esco-
lar, la Nación y la Ciencia, y esto sin contar el tiempo preciosísimo que
se pierde para la instrucción y educación en manifestaciones á menudo
tumultuarias y otros actos colectivos, ni siempre prudentes, ni las má.s
veces correctos, ni encaminados en muchas ocasiones á recabar dere-
chos y fueros de la enseñanza.
Y no quiero sino apuntar los efectos que este estado lastimoso de
la disciplina produce en el profesor, cuyo desaliento se comprende, al
ver su autoridad escarnecida y la orientación de las energías escolares
errada, porque me dirijo á quienes tan bien ó mejor que yó lo conocen.
Y no se diga, por alguien, que en esto de la falta de respeto al pro-
fesor hay como una especie de corrección á veces merecida por el que
la sufre, porque á parte de que en el terreno de la disciplina, que es el
fundamento, del orden escolar, no puede admitirse, no que ejecuten
aquélla, pero ni aun que la señalen los escolares, conviene hacer cons-
tar que en ocasiones hasta los más prestigiosos y celebrados catedráti-
cos han tenido que soportar actos de indisciplina de sus alumnos.
De todo lo dicho creo que puede sacarse la conclusión de que urge
se ponga pronto remedio á esta situación y se consignen en el régimen
escolar que se redacte, las disposiciones encaminadas á asegurar, asi el
prestigio del profesor, como la sumisión académica del alumno.
(Se concluirá].
Academia del Casrpo Médico Municipal de Barcelona
El día 20 del corriente celebró esta Academia su solemne sesión
pública inaugural en el histórico Salón de Ciento de las Casos Consis-
toriales, con numerosa concurrencia, en la que abundaban las señoras
y nutrida representación de Academias, Sociedades, Centros, etc., dia-
rios y periódicos políticos, científicos y profesionales de esta ciudad.
Presidió el acto el Teniente de Alcalde Dr. D. Guillermo López, en re-
presentación del Excmo. Sr. Alcalde Constitucional accidental, teniendo
á su derecha el Coronel Subinspector de Sanidad militar, delegado
del Excmo. Sr., Capitán general de Cataluña, al Dr. D. Gil Saltor, por la
Diputación provincial, y D. Luis Suñé y Molist, por la Real Academia de
Medicina y Cirugía. A la izcjuierda de la presidencia tomaron asiento
el Dr. Farriols Anglada, Presidente de la Academia del Cuerpo Médico
municipal, el Dr. Rodríguez Méndez, Rector de la Universidad, el con-
cejal Dr. Nebot y los Dres. D. Pelegrín Giralt y D. José Macaya, Decano
y Vicedecano del citado Cuerpo. •
Academia del Cuerpo Médico Municipal de Barcelona syb
Abierta la sesión, el Secretario saliente, Dr. D. Francisco de A. Nogués,
dio lectura de la reglamentaria Memoria resumen de tos trabajos que
esta Corporación había realizado durante el pasado año, detallando las
notables conferencias que diversos académicos habían dado, así como
las conclusiones ; terminó su tarea, dirigiendo un sentido recuerdo á la
memoria de los compañeros fallecidos.
Acto seguido el Académico Dr. D. Enrique O. Raduá leyó el dis-
curso inaugural titulado : Bl derecho d la existencia en orden d la salud.
Si difícil se hace siempre el extractar cualquier trabajo, las dificulta-
des suben de punto cuando se trata del complejo asunto brillantemente
desarrollado por el Dr. Raduá,
En el exordio demostró el autor el innegable derecho que todo sf^r
humano tiene, no sólo á vivir, sino á gozar de la existencia en perfecto
estado de salud, enumerando las múltiples causas tanto individuales
como sociales que por ahora impiden sea un hecho la premisa estable-
cida en el título de su trabajo. Después de atinadísimas consideracio-
nes de carácter general acerca de lias condiciones en que viven las cla-
ses poco favorecidas por la fortuna, pasó á estudiar concretamente las
que se refieren á esta ciudad. En hermosos é inspirados párrafos hizo
la descripción del aspecto exterior de la gran urbe barcelonesa, de su
espléndido conjunto cuando se mira desde las alturas que la circundan,
de sus jardines, paseos, ensanche, bullicio, etc., en una palabra: de
cuanto halaga á los sentidos del que la observe superficialmente, pa-
sando luego con brusquedad á enumerar los datos que arroja su de-
mografía, citando los distritos más castigados por la mortalidad, que en
algunos se eleva hasta la cifra de 42 por 1,000. Por modo lógico y con
seguras deducciones concluye el disertante probando que los distritos
más castigados son los poblados por la clase obrera. Enumera rápida
y gráficamente las muchas causas que producen el antedicho resulta,do,
tales como las pésimas condiciones de las habitaciones en general, en
las que el hacinamiento humano convierte el hogar en centro de pros-
titución y foco de enfermedades; la mala calidad de los alimentos,
sus precios excesivos, las sofisticaciones de que son objeto ; la poca ó
ninguna protección que el individuo tiene por parte de las autoridades,
desde su nacimiento hasta que la muerte le llama á su seno, pues se
ve abandonado en su primera infancia, en la segninda, sin escuelas, en
su pubertad, juventud y edad madura, por las malas condiciones de los
talleres donde tiene forzosamente que ganar el pan cotidiano, y por fin
en su vejez careciendo de todo y sin asilos que le permitan algún des-
canso á sus fatigados cuerpo y espíritu ; cita también como causa la
poca armonía ^ntre ingresos y gastos que se observa en el presupuesto
de las familias, pues mientras se elevan fatalmente los segundos, que-
dan estacionarios ó disminuyen los primeros.
Hizo luego una severa critica de \o^ diversos servicios de Higiene
pública que aquí funcionan y del modo como se practican.
La última parte de la notable oración inaugural la dedica el doctor
Raduá á la enumeración de los medios más adecuados para remediar
t^into mal. Entre ellos cita la municipalización de varios servicios pú-
blicos ; las distintas esferas en que deben moverse las autoridades mu-
nicipal y gubernativa ; la descentralización de las funciones munici-
pales ; la cooperación de Ayuntamientos de una misma región ó regio-
nes afines, y muchos otros cuya enumeración haría interminable esta
reseña.
El castizo lenguaje, la brillante frase, el alto concepto, la descrip-
ción gráfica y la notable erudición que campean por todo el trabajo,
y sobre todo el valor de poner al descubierto esta profunda llaga que
ia sociedad padece, hicieron que el Académico disertante escuchara una
376 El pensamiento de Emiiio Zola
sincera salva de aplausos y fuese calurosamente felicitado por los alli
cong:reg:ados, por tratarse de un alto problema de Higiene social que
tanto preocupa á médicos y estadistas.
A continuación el Secretario general Dr. D. Víctor Soley y Gely,dió
lectura al dictamen del Jurado calificador, cuyo resultado fué el si-
guiente :
1.° Del Excmo. Sr. Gobernador civil : «El problema social ante la
Higiene ». — Desierto.
2.** Del Excmo. Sr. Dr. D. Joaquín Bonet y Amigó : « Etiología de
la mortalidad de la urbe barcelonesa y manera de disminuirla».-
Premio á la Memoria Esbozo sintético, cuyo autor es el Dr. D. Enrique
O. Raduá. — Accésit á la del lema To be oniot io be etc., del Dr. D. José
Blanch y Benet.
3.** Del Dr. D. Luis Dolsa Ramón: «Cartilla popular de higiene
individual ». — No se adjudica.
4.** Premio Robert : « Formas clínicas observadas en Barcelona de
Febris melitensis». — Los autores que alcanzaron el premio fueron los
señores D. Francisco Gallart Monés y D. Juan Ferrán Domingo por su
Memoria La clínica y el laboratorio préstanse mutno apoyo,
5.** Del Dr. D. Pelegxín Giralt : « Extracción y aprovechamiento
de las basuras y materias fecales en Barcelona. Reformas que en este
servicio reclama la Higiene ». — Desierto.
6." De la Academia : «Orografía é Hidrografía médicas de Barce-
lona ». — Desierto.
El Presidente de la Academia, Dr. D. Agustín Farriols, dio las gra-
cias á las Autoridades, Corporaciones, periódicos y público que habían
honrado con su presencia el acto, y el Sr. Teniente de Alcalde Dr. don
Guillermo López terminó encomiando los servicios que presta el Cuerpo
Médico municipal en esta ciudad y ofreciendo que el Consistorio de que
él forma parte haní cuanto pueda para mejorar los servicios médicos y
de Higiene pública que nuestra querida Barcelona requiere.
£1 pensamiento de Bmilio Zola
d»
POR EL
Profesor Bianchi
Zola reduce la religión á la moral positiva, que vive y se desarrolla por la
fusión de las emociones individuales en la conciencia electiva ; él siente el
trabajo perenne y triunfal de este sentimiento; él siente que los corazones
humanos laten al unísono en todos los puntos de la tierra, por más que en
ellos haya gradaciones; siente que entre hombre y hombre, entre país y
país, entre nación y nación, á través de la espesa red de líneas ferroviarias
y marinas, de los teléfonos y telégrafos, á través de la misma masa aérea y
terrestre, como si dijéramos, por medios de ondas eléctricas sin hilos, vibran
los mismos sentimientos, las mismas aspiraciones. Las palpitaciones de
un hombre y de un pueblo se transmiten al corazón de otro hombre ó de
otro pueblo, por caminos obscuros, y por medio de hilos imperceptibles, y la
conciencia se ensancha con el sentimiento de solidaridad, que encierra siem-
pre entre más estrechos confines el antiguo y poderoso egoísmo. La soli-
daridad es el fundamento de la moral ; la actividad y la multiplicidad de los
cambios afectivos es la condición imprescindible de desarrollo y de la con-
solidación de la moral naturalística. El solitario es un hombre de otros
tiempos: no es el hombre moral en el sentido sincero y no dogmático de la
palabra ; el egoísta que no relaciona sus instintos y sus aspiraciones con los
de sus semejantes, es un hombre primitivo. La evolución del espíritu está
sometida á la ley de los múltiplos de las relaciones sociales, coii las crecien-
(i) Conclusión. — Véase el número anterior.
El pensamiento de Em lio '¿ola $77
tes energías orientadas hacia el bien universal. Zola siente esta ley que
emana de su conciencia con extraordinaria potencialidad determinativa;
emana de la síntesis densa y causativa de las ideas y sentimientos de Fran-
cia y de la humanidad, á la cual, Zola, en medio de graves dificultades,
ofrece la forma novelesca de las más maravillosas conquistas del pensa-
miento científico.
Zola insinúa con arte delicado y con método progresivo su conocimiento
sobre el alma popular. De la señora Deberle, dice : « El fondo de religión
que había adquirido en el Colegio, subía á su cabeza de mujer con cerebro
extraviado, y se traducía en pequeñas prácticas, que la divertían, como si
se acordara de los días de su infancia. Habiendo crecido extraña á toda
educación devota, se dejaba llevar por el encanto de los ejercicios del mes
de María».
K esta forma de religión corresponde la vida de la burguesía, que él em-
prende en todos sus extravíos. El Dr. Deberle ama á Elena y finge con su
mujer ; la señora Deberle ama á Malignon y finge con su marido ; su suegra
fué amante del yerno; le hacen exclamar: «Entre aquella burguesía, en
apariencia tan honrada ¿no había más que mujeres culpables? El adulterio
se hacia burgués sin ceremonia ».
El credo que el Dr. Pascal recita á Clotilde, está formulado en el sentido
de la conquista de la verdad por medio de la ciencia y que esta conquista
debe ser el ideal divino del hombre, y que fuera de esa conquista todo es
ilusión y vanidad.
Aun más : Cuando la Machende en la contemplación de su propia mise-
ria, exclamó : «paciencia si los pobres de este mundo han de ser ricos en el
otro ; un golge de risa la interrumpía, mientras los niños se encogían de es-
paldas, puesto que habían llegado á ser incrédulos todos ellos, bajo la influen-
cia de los vientos de fuera, conservando en su corazón el miedo de los espí-
ritus en la miseria, pero riéndose del cielo vacío».
Pero en este proceso evolutivo de su inteligencia, no ha observado Zola
la justa medida. El biólogo se ha multiplicado y su imaginación se ha ex-
traviado, aceptando representaciones que exceden igualmente de los límites
del verdadero biólogo. La producción secundaria germina en su fecunda
imaginación, pero el efecto que resulta, excede á sus previsiones.
Nosotros creemos en la perfectibilidad humana y en la formación de una
conciencia moral orgánica y resistente. Pero mientras tanto entre el ápice
de la pirámide humana, donde resplandece la conciencia del deber no im-
puesto, como el faro del alma universal, y el centro y la base de la pirámi-
de, donde se agitan pasiones é instintos inferiores, donde vive ambiciosa y
fuerte la bestia humana, donde se agitan los tipos brutales del Assomoir, de
Terre, de la Béíe-kumaine, de París, donde se remueve la fatiga de los que sa-
lieron, fuertes representantes de una primitividad que vuelve y donde rien
alegremente sobre la inconsciente rxihm los Rouffon-ifacguart, con los cuales-
nos encontramos á cada paso, á cada revuelta, entre todo esto ¿qué po-
nemos?
El novelista desea con vehemencia el triunfo de la sociedad futura, per-
fecta, como él la ha organizado en el cerebro de Luc, é insinúa la suposición
de una transformación rápida en la estructura y en la orientación del alma
social, como si una misteriosa luz de paz, de amor y de trabajo, proporcio-
nada á las células cerebrales de cada hombre y á la masa muscular de cada
componente de la familia humana, partiese del centro de la tierra ó ilumi-
nase desde la base toda la pirámide humana ; ó como si los grises crepús-
culos y las celestes auroras imprimiesen una altruística orientación de todos
los humanos sentidos y una i*ápida, milagrosa armonía entre todas las aspi-
raciones individuales,*desapareciendo los temores, los odios, las ambiciones,
la vanidad, los celos y la envidia ; como si fuese posible transformar en una
ó en pocas generaciones los tipos Mebotte y Nana, y reducirlos todos á los
tipos Luc y Jourdan; como si las plantas degeneradas sobre la tierra no hu-
biesen de germinar de nuevo ; como si fuere posible sostener una medida
equitativa de los estímulos que obran sobre cada hombre, y de aquí la igual-
dad en la sensibilidad para el placer y para el dolor en todos los hombres, y
la transformación amorosa de los instintos y de los deseos de los individuos
y de los pueblos.
No, señores; cea la idealidad verística la luz de nuestros ojos; la edu-
37^ El pensamiento de Emilio Zula
caeión y la legislación estén en armonía con esta nueva religión de justicia
humana y de verdad que cada día más vibra en todas las fibras de nuestro
organismo ; síntomas como una voz salida de las entrañas de la tierra recti-
fica la acostumbrada manera de ver y de sentir el ambiente popular. Pero
nada ni nadie violente ni \iole la ley de la evolución del espíritu, la cual
puede ser tan lenta como la del cuerpo;' nada ni nadie destruirá jamás la
jerarquía que nace y se revela por virtud propia entre la cantidad de la
fuerza y la naturaleza de la fuerza individual. La formación de una con-
ciencia de amor universal, el colectivismo moral, puede, requerir tanto tiem-
po como ha requerido la formación de la actual figura humana. La forma-
ción del hombre ha. requerido un tiempo extraordinariamente largo. Se han
encontrado formas antropoides en las rocas miocénieas. Parece que el hom-
bre en vías de evolución, pero suficieutemente inteligente, existió ya en la
época paleolítica. Aun parec.e más cierto que un hombre mesolítico, hace
veinte ó cuarenta mil años, reunía ya un grado notable de desarrollo en el
cerebro.
Huellas más seguras tenemos ya del hombre de la edad neolítica, desde
el rompimiento hasta el cultivo de la tierra.
Ahora bien : todavía hoy encontramos aquí, en las razas civiles, hombres
primitivos en la forma y en el espíritu. Asistimos á una transformación de
la delincuencia, producida por las ambiciones, por los deseos desenfrenados,
por odios, por sugestiones; vemos riquezas rápidas y miserias inexplicables;
hay una mezcolanza de todas las repugnantes figuras que Zola ha coleccio-
nado en los Rongoit y en París, y un ejército de hombres listos que desean
desesperadamente disfrutar sin trabajar; hay un rebaño de imbéciles que
no resisten á las seducciones y á las trampas de los astutos, é igualmente
creéis que está cercana la hora del amor universal, y suponéis que el pue-
blo, viviendo entre la tierra y este ambiente, encontrará igualmente pronto
el faro de la conciencia universal esplendente, con la luz del amor y con la
nueva fe, distribuidora equitativa del trabajo y del placer.
Hasta que el pueblo no reúna el máximo potencial de la vida y se encuen-
tre en perfecto equilibrio con el ambiente ; hasta que el trabajo y la fatiga
sean proporcionados al placer de la existencia ; hasta cuando no ha^-a débi-
les, primitivos y místicos ; hasta que la naturaleza no se revele toda^ella, es
necesaria una religión, pero una religión que no esté en oposición con Va
ciencia y que no impida la natural evolución del pensamiento y del senti-
miento humano.
Zola, que ha escrito las más bellas páginas que jamás se han escrito sobre
la psicopatía hereditaria y sobre la degeneración , él que ha traducido en el
arte y dado vida en escenas maravillosamente bellas la Degeneración de Mo-
rel y la Familia neuropálica de Féré, sus compatriotas, ¿qué haría de los pri-
mitivos y de los degenerados? ¿Y no debía él saber que la degeneración e>
tan fatal como la muerte? Su inteligencia, esencialmente latina, anatomi-
zando la vida moderna en sus pequeños y obscuros componentes, la foto-
grafía en toda su movilidad, en todos sus e'sposmos, en todas sus borrache-
ras, en todos sus delirios, en todos sus egoísmos ; vencida ó triunfante, se
abandona al vuelo de una idealidad irrealizable. El descontento se encuen-
tra en el fondo de su alma, y con él la aspiración al bien ; Ife evolución está
en el pensamiento, la revolución en la índole. Sin quererlo se ha apartado
de su idea generosa. Este es el faro que lo fascina, y corre detrás de su
idea, llevando por larga y rápida etapa á la humanidad de los desgraciados
y de los ebrios. «Todas las fuerzas sociales venían en ayuda de Boissgeliu
y de Delaveau, escribe. Eran el Gobierno, la administración, la magistra-
tura, el ejército, el clero, los que sostenían todavía á la sociedad agonizante,
el monstruoso conjunto de iniquidad, el trabajo homicida de los más que
alimentaba la desvergüenza corruptora de los pocos».
En pocas palabras, es toda una apelación revolucionaria al pueblo, y es
una exageración ideo-emotiva que pertenece al hombre y á la raza. Es
nuestra misma tierra donde germina lozana la idea anarquista, donde hace
pocos prosélitos, y donde conquista un más fuerte poder éxcito-motor, con
tendencia á la acción inmediata. Los pueblos del Norte, menos entusiastas
y menos impulsivos, utilizan la verdad científica para su bienestar material.
La evolución lenta es la loy motriz de su espíritu, y en la lucha por el bien-
estar consiguen la victoria cdu daño para nosotros.
El pensamitnto de Emilio Zola 579
Fijaos en el panorama de la historia contemporánea, en la América del
Norte y en la del Sur, en el tranquilo y victorioso camino de la primera y en
la inquietud revolucionaria de la segunda; en la riqueza de aquélla y en la
miseria de ésta; la gran proporción de ciegos, sordo-mudos y débiles al Sud,
que indica el menor vigor de la raza. De la debilidad nacen la inquietud y
el impulso, el cual se apodera de los pequeños circuitos de la vida, siendo
dañoso é ineficaz.
Al impulso hemos de oponer el trabajo proporcionalmente retribuido y
la disciplina. Esta y aquél son fuentes de nueva energía contraria al im-
pulso; esos dos elementos abren, d las internas y misteriosas fuerzas del
alma, torrentes de nueva actividad y de no experimentados placeres. Ellos
constituyen la razón esencial de la vida ooupada en la innata y gigantesca
lucha contra el dolor. La naturaleza del trabajo da la norma diferencial de
donde nacen las jerarquías que se encuentran en la vida y serán en la so-
ciedad.
Kn los infinitos engranajes sociales, en los multiformes aspectos bajo los
cuales esta ley se desarrolla y manifiesta, cada uno, por las más diversas
circunstancias, da un quid de trabajo, cuyo valor varía. Por un obscuro,
pero apreciable movimiento progresivo, la vida social se modela según la
organización del corebro y según las leyes que regulan sus funciones, como
un reflejo inconsciente de la naturaleza.
En el cerebro se encuentran los obscuros operarios de la sensación y de
los movimientos primitivos, y los fuertes constructores del pensamiento y
de la acción interhumana ; allí están los tocadores de cada instrumento 3' los
directores de orquesta; el equilibrio y el valor de la vida dependen del tra-
bajo y de In disciplina de nueve á diez mil millones de operarios en la masa
cerebral, ocupados en componer, con todas las energías de la naturaleza, el
pensamiento y la acción humanos.
El individuo es más productivo y eficaz en el mundo, cuanto más grande
es el número de los operarios activos y disciplinadas de su cerebro. En
aquellos en los cuales es grande el número de elementos poco evolucion.-i-
d 'S y menos adaptados al trabajo de la colectividad, se encuentra la debili-
dad en sus infinitas gradaciones, con los diversos grados del descontento,
de la movilidad y de la impulsión, y la pobreza siempre.
La degeneración psíquica consiste esencialmente en la indisciplina de
los operarios cerebrales y en las deficiencias del poder regulador de los cen-
tros superiores. Si trabajan mucho estos centros superiores, y es muy dis-
ciplinado el trabajo de los centros inferiores del cerebro, el trabajo puede
adquirir un valor infinitamente grande. El pensamiento de Ferraris y de
Marconi representan el trabajo muscular de todos los operarios electricistas
y de todos los telegrafistas del mundo.
Ciertamente, la visión que tuvo Zola de una sociedad perfecta como él la
describe, es una creación ideal que va más allá de los confines del mundo
real biológico, dentro de los cuales se había sostenido hasta este momento.
Pero, aquí y allí, en exageraciones de esta índole cae alguna vez en sus no-
velas. Uno de los mejores ejemplos de esto se encuentra en aquello que
hace decir á Stefano en Germinal. « Pero en la actualidad el minero se des-
velaba, vivía en aquella profundidad, sepultado bajo la tierra como una se-
milla cualquiera, y algún día afortunado, en medio de los campos, nacerAn
hombres que restablecer;! n la justicia...»
«¡Oh! Crecía, crecía poco á poco una cosecha fatal de hombres que se
veía madurar bajo los rayos del sol».
¿Pero este 3^ otros pecados s mejantes, empañan la grande y refulgente
figura de Zola? •
¿Dónde la colocaremos en las escalas de los entendimientos, puesto que
críticas presentes se han acumulado sobre su obra, á través de la cual fué
juzgado el hombre desde los más diversos puntos de vista? Hay quienes lo
encuentran cogido en el engranaje de la degeneración ; ha3' quien lo exalta
sobre el luminoso pedestal del genio. ¿Cómo lo juzgará la posteridad, toda
vez que 3'o dudo de la serenidad de los contemporáneos? ¿Dónde lo han
visto Max Nordan. 3^ otros, cubierto de todas las f(*aldades de los barrios po-
pulares de París, exhibicionista, coprolálico, idealista ; ó dónde lo han visto
Tolstoí, Bovio 3' otros, radiante con la luz del entendimiento superior, acaso
del gí^iio?
S8o El pensamiento de Emilio Zola
Degenerado, no. No es degeneración observar y decir todo aquello que
los sentidos y el entendimiento recogen en el ambiente en que se vive. Y
si las cosas vistas, oidas y tocadas, atravesando el cerebro de un hombre,
toman en la palabra la forma pensada, que sintetiza la naturaleza por todo
aquello que es, á fin de hacer despertarla conciencia colectiva sobre las
tendencias y la índole del pueblo, esto tampoco es degeneración.
¿Perturban la conciencia lo horrible de la estancia minera y la corrup-
ción que nace de aquellos obscuros contactos ? ¿Os repugna la suciedad
del lavadero, y la libertad femenina instigada por el alcohol, y el exhibicio-
nismo de Teresa Raquin y de Virginia, y olvidáis la sensibilidad de la Eu-
ropa meridional ?
¿Os desagradan las expresiones sucias de Nana, de Ragú, de Coupeau,
solamente porque pasan por el cerebro de Zola, aquellas mismas que nos-
otros oímos de boca de las mujeres del pueblo en la vía pública?
Sería degeneración la creífción del artista, no el reflejo artístico de la vida
de los primitivos y de los degenerados, si es precisamente el carácter ge-
nuino de aquellos que el artista pone en escena en toda su desnudez y con
el lenguaje propio. Zola no hace el arte por el arte; él no atieude á deleitar
ni á excitar los sentidos, ni á educar el sentido estético; él intenta una nueva
ética social, y para conseguir su propósito sacrifica acaso la pureza y la for-
ma correcta del decir. Aparece excesivamente sensual; porque inconscien-
temente reproduce la entonación de la vida del ambiente; él mismo se
somete á esta ley. En este sentido, dice con razón Tolstol, á propósito de
Zola : «Las pinturas que aquí presenta, no son graduadas; son retratos del
minero y del hijo del pueblo; no están pintados de manera que puedan col-
garse en las paredes de nuestro cuarto, pero está bien que hayan sido pin-
tados de una vez; vos podéis colgarlos detrás de la puerta de la casa, con la
cara vuelta hacia la pared ; pero está bien que se nos recuerden las condi-
ciones en que vive la multitud de nuestros hermanos».
No son señales de degeneración ni el nervosismo, ni el olfato muy. des-
arrollado. No lo son las perturbaciones nerviosas, porque éstas pueden dar
lugar á la degeneración de la descendencia próxima ó lejana, si no se corri-
gen, pero no es permitido generalizar el concepto déla degeneración. Tam-
poco la finura del olfato, porque en la evolución de los sentidos con relación
al entendimiento, los hombres pueden ser más ó menos visuales ó más au-
ditivos, ó más tactlles-motores u olfativos. Si el hombre, que es la síntesis
de toda la animalidad, pudiese unir á la fuerza de todos los otros sentidos
la sutileza del olfato del perro con relación á todas las substancias, puesto
que el perro la posee sólo para ciertos casos, el hombreen tal caso sería más
perfecto.
Zola era neurótico, no degenerado, digan lo que quieren Maguan y otros.
Pero tampoco es pesimista.
El pesimismo es la corriente del mundo que atraviesa un cerebro, inte-
lectualmente capaz, pero débil. Sea astenia originaria, sea efecto de po-
breza de los jugos nutritivos, ó de toxinas que circulan, ó de un órgano que.
rebelde ó enfermo, rompe la euritmia de la máquina humana, todo esto
hace bajar el potencial del gran centro nervioso. Ello es que nuestro cere-
bro es un acumulador. Las corrientes del mundo son reforzadas en las in-
numerables fuentes de energía que él posee, y el universo resulta ilumi-
nado por la luz del entendimiento activo, el alto potencial da la visión clara
y determina el adaptamiento del individuo en su medio, de donde nacen la
acción eficaz y la alegría del equilibrio entre el hombre y el medio ambien-
te. Cuanto más alto es el potencial, más viva es la luz bajo la cual aparece
el mundo; más se desvanecen los miedos y sospechas, más se elévala curva
de la objetividad sobre la del subjetivismo, y la acción se realiza sin obs-
táculos, sin resistencia interna en la conciencia, arreglada y eficaz. En este
equilibrio consiste la alegría de la existencia.
Si el potencial baja, el mundo aparece bajo la luz que sobre el mismo
proyecta nuestra alma, triste, lúgubre, llena de miedo.
La acción se encuentra contrariada, y si la luz aun baja más, y si la
niebla del misticismo nos rodea, entonces se rebajan los vínculos del ser en
el mundo; la soledad nos deprime y nos desespera, y la vida se retuerce
sobre sí misma y se declara en lucha con el universo. Es la fatalidad del
suicidio, forma del adaptamiento de la vida á la materia.
Éi pensamiento de BmiUo Zola $it
No es pesimismo la reintegración de la conciencia moral y de la digmi-
dad de Elena y del Doctor Deberle; no lo^ es el amor de Teresa Raquin,
puesto que su tía la había hecho casar con un imbécil enfermo, y aquel
amor sincero restableció el equilibrio ; no es pesimrsmo la luz de la ciencia
que irradia sobre el misticismo en Lourdes; no es pesimismo la lucha titá-
nica que 8ue sostiene para realizar su ideal de amor y de bienestar de los
trabajadores; no es pesimismo el concepto de la vida que aquél tiene, que
se relaciona con Claudio Bernard, y pone en boca del Dr. Jourdan, oid : «Se
aprende á trabajar, dice él, como se aprende á respirar y á caminar; el tra-
bajo ha llegado á ser la función de mi ser, el jueg© natural y necesario de
mis miembros y de mis órganos, la finalidad y el medio de mi vida.
Yo he vivido porque he trabajado, y así se ha establecido un equilibrio
entre mí y el mundo. Yo le he devuelto en trabajo lo que él me ha dado en
sensaciones, y creo que toda la salud consiste en esto». El pesimista es
también un negativista, y toda la obra zoliana es una solemne afirmación
de la vida y de la ciencia.
Examinado el hombre en cada una de las partes de su obra, no aparece
el hombre de genio. En cada una de las novelas de los Rougon, se mues-
tra descriptivo ; es la Naturaleza que atraviesa su cerebro, el cual poseía un
gran poder receptivo y expansivo ; pero él no crea. Ni tampoco por el mé-
todo es inventor. En el método había sido precedido por Stendhal, Balzac
y Floubert, con la diferencia de que su inteligencia está mucho más nutri-
da de ciencia biológica. Reformador religioso, moral y social, él no crea.
La « Internacional y> estaba ya organizada y las doctrinas socialistas habían
abierto una ancha brecha en la obra del pensamiento político de los pueblos.
En cuanto á la moral civil, había escrito : «La constitución más orgánica
de la sociedad obtenida sobre la base de un estudio positivo de la Naturaleza,
no puede dejar de importar formas de conducta que respondan mejor á un
ideal de bien». Los progresos de la psicología positiva de Darwin y de Spen-
cer habían, además, proyectado sobre su camino una luz meridiana.
¿Es Zola un genio? ¿Es Dante, es Miguel Ángel, es Leonardo de Vinci ?
¿ Es Darwin ó Volta? No se parece á ninguno de todos estos faros luminosos
de la humanidad. Pero ¿ acaso la inteligencia debe alcanzar siempre igual
altura para llegar á la sublimidad del genio? ¿Y el genio debe siempre ir
acompañado de la degeneración, llámese ésta epilepsia ó paranoia ó histe-
rismo, para ostentar sus credenciales al reconocimiento? ¿Y la impulsivi-
dad y la inconsciencia son siempre los vestidos con los cuales se cubre?
¿Y qué criterios han de emplearse para estas medidas? ¿Cómo podrán
compararse Wagnery Stephenson, Shakespeare y Volta, Cromwel y Cris-
tóbal Colón, Darwin y Manzoni ?
Cuando se trata de genios sensoriales, genios intelectuales, genios me-
cánicos, ¿ cómo los comparemos entre sí ? Acaso estáis dispuestos á conceder
el laurel de genio á Wagner, y no á Stephenson, mientras que por éste ha
crecido enormemente el valor de la vida." Quizás buscáis para encontrar la
nota degenerativa de Shakespeare, verista que resume, con respecto al
pensamiento y á los sentimientos humanos, el pasado y el futuro, y vive
todavía y vivirá, y acaso no reconoceréis á Volta los caracteres del genio
porque en la disputa con Galvani, por medio de estudios y de experimentos,
consciente y seguro llegó á posesionarse de la fuerza más maravillosa de
la materia, con la cual en menos de un siglo se ha transformado la faz del
mundo y la forma de la vida. Acaso reconoceréis los caracteres de genio
en Cromwel, el cual tuvo la alucinación de una bella mujer que le profetizó
que él sería un gran hombre de Estado, y no á Bismarck, que con una ex-
trema potencia de cálculo, y con una previsión maravillosa, sin alucinacio-
nes y sin nervosismo, jugó su partida hacia Oriente y hacia Occidente, y
levantó la Alemania á una altura imprevista de poder directivo y de civili-
zación en el mundo. Desde este asiento yo envío un saludo al genio de
César Lombroso, porque en su doctrina hay muchas cosas verdaderas ; pero
yo creo que en ella también hay otras muchas que se han de estudiar de
nuevo, y que igualmente hemos de recoger y separar mucha materia inerte
en las investigaciones de la crítica.
Si nosotros examinamos cada una de las partes y distinguimos las varias
ñguras de Zola, no sorprenderemos en ninguna de ellas las notas del genio.
Ni en la ciencia se ve el genio, porque no hay originalidad en la investí-
3^^ Repisía crítica bibliográfica
gación, ni tampoco en el arte, porque no encuentro originalidad de método
que cree una nueva estética. Para mí la genialidad se encuentra en la con-
cepción artística de un inmenso plan que representa la vida moderna, y,
sobre todo, en patología ; la genialidad consiste en la arquitectura maravi-
llosamente complicaaa de toda la novela de la vida, desde la primera á la
última página de su producción ; la genialidad aparece en la concepciÓD
artística de la vida desarrollada entre los dolores que se encuentran en el
tiempo. El plan y el propósito de Zola pueden compararse con la vasta concep-
ción de las escenas maravillosas que se ven en la bóveda de la Capilla Sixtina,
inspiradas k Miguel Ángel por los malos tiemposy las vicisitudes políticas.
En las múltiples formas y direcciones de la actividad del espíritu, uü
hombre, entretantos, pudo elevarse á una altura no alcanzada por los de-
más, indicando á la humanidad un nuevo adaptamiento, y vosotros ya veis
desde esta altura cierta manifestación del genio.
Zola resume en su inteligencia toda la vida contemporánea ; sintetiza
todos los males, todos los dolores, todas las aspiraciones del pueblo; los
inconscientes golpes de millones de conciencias y de muchas generaciones,
centellean en su alma ; la miseria que se embriaga con el aleono], y que se
adormece en la brutalidad del amor, envía á su espíritu infinitas ondas, que
éste transforma en una nueva fuerza, en el poderoso taller de su inteligen-
cia, y la condensa en los acumuladores de su cerebro, y, por último, estalla
como una nueva religión fecundadora del espíritu humano. ¡ Un gran ejér-
cito armado de toda clase de armas civiles y desplegado desde su espíritu
contra la nueva delincuencia de la Francia oficial !
Una nueva luz penetra en todas las conciencias ; una gran perplejidad
después de la conmoción ; una nueva orientación determina el valor civil de
Zola : ♦ Yo acuso ». El acusó la suma de los males de su país, que tienei\
sus raíces en el pueblo del Ássomoir, del Germinal y de la B^e kumaine, y
se extienden, como las ramas frondosas de un árbol, en el ejército, en la
magistratura, en el Gobierno. No determinaban esta acusación ni su amis-
tad con Dreyfus, ni los intereses personales. Sacrificándolo todo, se colocó
frente á los cuerpos constituidos del Estado ; él solo sacudió y polarizó la
vida de Francia, sugestionó y recriminó. Su alma, radiante de verdad y
de justicia azota, castiga, tritura y se eleva con inaudita fuerza de valor á
una altura jamás alcanzada por el hombre en circunstancias análogas.
Aquel valor y aquella fuerza eran la síntesis de toda la parte sana de Fran-
cia y de la humanidad civil.
Zola la transformó en valor individual y venció en nombre de un princi-
pio universal. Aquí se encuentra la apoteosis de su obra, otra faz del ge-
nio, el genio de la fuerza moral, el genio benéfico que resume el pasado y
el porvenir, iluminando para la humanidad el camino del progreso civil, de
la verdad y de la justicia.
Su propósito estaba terminado ; se hallaba cerrado el ciclo de su vida.
Cualquiera otro producto de su espíritu no podía ya ser más que una repe-
tición. Y así fué. Empezaba á decaer y murió á tiempo, dejando á la raza
latina, mucho mejor iluminada que lo estaban antes, los dos caminos abier-
tos siempre á la vida de los pueblos, como á la de los individuos : el de la
injusticia, del ocio y de la brutalidad de los placeres que representa la de-
generación y la miseria ; y el de la verdad, de la justicia y del trabajo, que
simboliza la evolución y la victoria.
Trad. por el Da. Ardibta.
RBVISTA CRÍTICA BmLIOGRAPICA
roK El,
Dr. Rodríguez Méndez
Manual de Terapéutioa médica, publicado bajo la dirección de ios doc-
tores G. M. Debove y C. Achard. — Traducido al castellano por don
Patricio Barco y Pons. — Hernando y C.*, editores. —Madrid, 1902.
Dos tomos voluminosos, en 8.**, de más de 800 páginas cada uno, bien
impresos, de buen papel y con tipos muy legibles, constituyen esta im-
portante obra.
Repista critica bibliográjica 38S
Sus directores se propusieron, no una Terapéutica «¿i^^w-, sino que,
siguiendo ciertas tendencias modernas, han especializado el estudio al
exponer el tratamiento de las enfermedades, dando por conocidos los
medicamentos y las dolencias. Es decir, se trata de una Terapéutica
aplicada á cada caso concreto, teniendo en cuenta, más que las indica-
ciones generales, las indicaciones especiales, última etapa de los cono-
cimientos de Patología y de Farmacología.
Este plan, so pena de poseer una erudición pasmosa v de disponer
de un tiempo quizás mayor que el de la vida humana, sólo es realiza-
ble por varios homhres, y varios han sido los que en la obra intervi-
nieron.
Para que se forme idea de las materias tratadas, he aquí su exposi-
ción y sus autores :
Enfermedades del aparato respiratorio. —Todas las de \^q fosas nasa-
les y laringe han sido descritas por Boulay, salvo la lanTigitis estridu-
losa, que lo ha sido por Romme. En las de tráquea y de los bro7iquios^
han intervenido L. Hudelo, Springer v Ed. Enrlquez. En las de los
pulmones, este último, F. Bezancon, E. íliiercelin, L. Hudelo, P. Lere-
boullet. P. BouUoche, F. de Grandmaison y Bruhl. — Nuestro compa-
triota Dr. J. Ferrán ha escrito para esta edición española un apéndice
al capítulo Tuberculosis pulmonar, interesante y que completa el buen
trabajo de Boulloche. — E. Sargent ha tratado de las de la pleura y
J. Hulot de los del mediastino.
Enfermedades del aparato circulatorio. — Boix, previo un estudio de
los medicamentos cardiacos y vasculares y de la higiene de los cardiacos,
expone las del corazón, tanto las que pueden ser consideradas como en-
tidades independientes, como los síndromes de mayor importancia.
El mismo Boix se ocupa en las enfermedades arteriales, menos los
aneurismas aórticos, de los cuales trata Massary, así como de \^s flebitis,
varices y edemas. Las de la sangre corren á cargo de Bensaude,
Enfermedades del sistema 'nervioso. — Este vasto capítulo, consta de
las siguientes secciones: meninges (Romme), e7icéfaio (Londe, Rou-
binovitch v Sainton), inédicla (Sainton, A. F. Plicque), nervios pe^nfér i-
eos {k, F. Plicque y Bruhl), desórdenes vaso-motores y tróficos (Phulpin
y Springer), neurosis (Roubinovitch, Dufour, Sainton, J. Renault,
Romme, Enriquez) y de síndromes diversos (Dufour, Sainton, P. Londe
y J. Hulot).
Enfermedades del tubo digestivo y del peritoneo. — Abarcan : hoca
y fari7ige (Phulpin, Romme, P. Lereboullet, J. Hulot y Springer),
esófago (Soupault), estómago (Soupault), intestino (Thirecelin, Mau-
range y üelamare) y peritoneo (Maurange).
Enfermedades del páncreas y del bazo, estudiadas sólo por Grand-
maison.
Enjermedades del hígado, que han expuesto L. Lévi y L. Fournier.
De esta brevísima narración, casi un índice, sé deduce : 1."*, que
Debove y Achard, los directores, se han abstenido de escribir para esta
obra, hecho negativo sobre cuya valía moral no hago comentario al-
guno : ellos y los editores franceses sabrán por qué ; 2.", que faltan
capítulos importantes, riñon, simpático, por ejemplo, y que la misma
falta se nota en los detalles de los presentados, meningitis no tubercu-
losas, etc.
Estas omisiones aparte, la obra es recomendable. El buen orden»
la precisión, la claridad, son en ella caracteres generales. Se tiende á
evitar todo lo superfino y se procura exponer lo más interesante.
Desde este punto de vista, la selección, asaz difícil, ha sido bien hecha.
Los que lean este Manual podrán en breve tiempo aprender lo más
importante. Constituye una de esas labores tan abundantes hoyen
$84 Formulario y tratamUntps modernot
Francia, encaminada por modo especial á los médicos rurales, que no
disponen de muchas horas, y & aquellos otros de las garandes poblacio-
nes que, abrumados por el trabajo, no son dueños del tiempo necesario
para leer tratados extensos. Todos ellos podrán orientarse en las pá-
ginas de esta obra y salir airosos de muchas exigencias de la práctica
médica.
FORMULARIO T TRATAMIENTOS M0DBRM08
CI. — Zoaoferratosa : empleo en la eifllie y en la eeorof ulosis
Esta substancia contiene 0*3 por 100 de hierro y la misma cantidad de
iodo en combinacidíi orgánica. Abandona el iodo muy lentamente y su in-
gestión no produce irritación alguna en el tubo digestivo. Sobre el ioduro
de hierro tiene la ventaja de no ser desagradable ni alterable.
Bn los casos en que lo empleara ha conseguido Bardach un mayor ape-
tito y aumento de peso. Los mejores resultados los obtuvo en las formasf
de linfatismo complicado con anemia.
Se le puede administrar sin inconveniente durante largo tiempo.
Dosis : una cucharada media hora después de las comidas para los adul-
tos, y mediana ó pequeña para los niños (1).
CU. — Iiisrosino-qainina : efeotos
Toeroek ha estudiado esta combinación de la quinina y del di-o-oxidiben-
zolacetona. Es un polvo impalpable, amorfo, inodoro, de color amarillo
naranjado, que queda adherido á las heridas, de las cuales se puede des-
prender con agua caliente.
Es un buen desinfectante, además de ser secante y hemostásico. Se le
puede usar en substancia ó en forma de gasa.
Para el autor es uno de los medicamentos más preciados que ha produ-
cido la química moderna (1).
CIII. — Sablamina : aplloaolones
Así como las antiguas sales de plata van siendo reemplazadas con las»
nuevas combinaciones orgánicas, más tolerables y activas, á la par que
menos peligrosas, se intenta lo mismo con las de me/curio. Ya hav "ben-
zoatos, albuminatos, fenatos, etc., productos que todavía dejan mucho que
desear.
Parece no ocurre lo mismo con la sublamina, que es el etiletKhdiamina-
sulfato de mercurio^ cñs\&linh, muy soluble en el agua (1 por 10), que no
precipita con las substancias albuminoideas y que con el cloruro sódico da
un precipitado insoluble de etileno-diamina sublimado. En 1*66 de subla-
mina hay tanto mercurio como en 1 de sublimado (44 por 100 de mercurio
metálico por gramo de sublamina).
Es mejor desinfectante que el sublimado, no irritadlas manos ni siendo
fuerte la solución y tiene un poder penetrante muy marcado.
Con buenos resultados se ha recurrido á ella en ginecología, odontolo-
gía y contra la sífilis. Imre, el mismo que recomendó el primero la ar-
gentamina, aconseja el nuevo cuerpo, especialmente en oftalmologría como
desinfectante y contra las conjuntivitis, y de éstas contra la purulenta me-
diante lavados frecuentes y abundantes. Al 1 por 100, que no es cáustica
ni siquiera irritante, la sublamina es excelente, sobre todo al principio, te-
niendo la ventaja de que se puede confiar su empleo á la familia. Es, ade-
más, un gran preventivo de esta oftalmía.
En el tracoma, aparte de los lavados con agua y sal, prescribe los de
sublamina al 1 por 2.000, no irritantes como los de sublimado y más efica-
ces que los de agua bórica.
También es muy útil en las conjuntivitis agudas causadas, eu greneral.
por el bacilo Koch-Weeks (2).
CIV. — Aoiao bórioo : aooión tóxioa, aoolón terapéattoa
El ácido bórico no es tan inofensivo como se cree generalmente. Stokvi^i
observó un caso de envenenamiento debido á un lavado del estómago hecho
(i) Deutsche med. Wochens.
(2) Hiilkunde.
Formulario y iratamienios modernos j9>
con una solución al 2'50 por 100. Se le atribuyen varios eritemas, púrpura,
urticaria (Neumann y otros). En Alemania tiene mala fama como conser-
vador de carnes y su empleo con este objeto ha sido prohibido. Merkel, de
Nuremberg-, acepta también la acción tóxica : á 11 enfermos de su clínica
prescribe dos gramos diarios : 4 lo soportan, pero los demás sufren timpa-
nismo gástrico y diarrea: En algunos de estos enfermos hubo aumento
notable en la cantidad de orina, hecho que niega Liebrich.
Su administración al interior es de ¡resultados poco seguros : individuos
haj^ que pueden ingerir grandes dosis impunemente y otros, cual queda
apuntado, sufren trastornos.
En las dispepsias su efecto es muy dudoso. Para adelgazarlo recomien-
da Gerardt; en cambio, Senz le niega toda eficacia. Worizeck dice que en
el escorbuto obran maravillas las dosis grandes, hasta 10 gramos diarios ;
concento que ha de ser confirmado (1).
CV. — Epitelioma: tratamientos nuevos
Mauu habla de los buenos efectos de las embrocaciones con una solución
de adrenalina al I por 1.000 y recientemente preparada. La cura debe ser
hecha con prudencia y ha de interrumpirse de cuando en cuando para evi-
tar intoxicaciones. Las inyecciones intersticiales son nocivas. Ha tratado
epiteliomas ulcerados de la lengua (2).
Son usuales las aplicaciones de los rayos X. Biraud los ha empleado
con éxito favorable en un caso de cáncer de la mama recidivado. Las se-
siones variaron entre medio y ocho minutos, habiendo colocado el cátodo á
11 centímetros de la piel y empleando 50 voltios (3).
CVL — H eeplaelae é infeoolone«:
tratamiento oon eabstanoiae fiaoreeoentee
Contra las afecciones neoplásicas é infecciosas von Tappeiner, de Mu-
nich, y lasioneck han usado un nuevo procedimiento radioterápico : emba-
durnan las partes afectas con soluciones fluorescentes y las exponen á la
luz. Con ellas destruyen epiteliomas, lupus, chancros, ete. Parece ser
que obran por modo an^álogo á los rayos X en el cáncer.
Las embrocaciones con bisulfato de quinina destruyen, dicen, los ele-
mentos celulares del cáncer; la dosis interna de 0*60 gramos aumenta
mucho la acción radioterápica.
Jaboulay dice haber curado cánceres con una substancia histofluores-
cente, el bisulfato de quinina, y aún con el sulfato solo.
Los tratamientos consignados en este apartado y en el anterior deben
ser empleados en los epiteliomas ó cancroides de la lengua y del suelo de la
boca, sobre todo en los inoperables (4).
CYII. — Hipo: tratamiento
Póngase en el cuello una compresa empapada en partes iguales de éter^
cloroformo y mentó I (4).
C VIIL — Prurito : tratamiento
Expolvoréese con :
olido de Zinc! ::.::::: :}-- ^ erramos.
Ifidén: : : : : : ; : ; : : :^» ^ » c*)-
CIX. — Cloroformo para la anestesia : alteraoiones
Por puro que sea el cloroformo y aun cuando contenga sólo el 1 por 100
de alcohol, cantidad que permite la farmacopea alemana, tiende siempre á
descomponerse, formándose fosfógeno (hidrocarburo isómero del antraceno),
cuya acción es peligrosa. La formación de este cuerpo es favorecida por el
contacto prolongado del cloroformo con un ambiente húmedo, hecho que
ocurre cuando se guarda en grandes vasijas, de las que se va sacando según
las necesidades.
(1) Journal de Pharm. et de Chim.
(2) Bull. de VAcad, de Méd.
(3) C. r. de la Acad. des Se.
(4) Ga^. hebd. des Se. méd. de Bordeaux.
386 Nuestra correspondencia con la prensa
En vista de esto se le debe conservar en frascos pequeños, es decir, lo
necesario para una operación ó para unos pocos días. Si conservado en un
frasco grrande, hubiere necesidad de destaparlo, se le debe distribuir inme-
diatamente en otros pequeños, secos y tapados con todo esmero (1).
ex. — Asul Ae metileno : bu empleo en Imi Infeooionee
Ae las viae bilioeae
Reichmann, después de emplear inútilmente los medios usuales contra
las colecistitis y angiocolitis infecciosas, recurrió al azul de metileno, íi la
dosis de 0'30 á 1 gramo, en sellos, repetido tres veces al día, añadiendo á
cada uno 10 centigrramos de nuez moscada para evitar la acción irritante
sobre la vejiga. En los enfermos que sufren trastornos gastro-intestinales.
espera á que éstos mengüen para empezar el tratamiento.
Ha logrado, primero, que los accesos febriles distan más entre sí, y lue-
go que cesen. Sólo ha fracasado este medicamento en casos de complica-
ciones, tales como abscesos del hígado ó empiema de la vesícula, biliar, do-
minables sólo con la cirugía (2).
Dr. Rodbígubz Méndez
NURSTRA CORRESPONDENCIA CON LA PRENSA
LalnflepenAenoia médica, de Barcelona. -Gracias por la reproducción
de la comunicación Antisepsia Unfocilaria, del Dr. Grarcía Sola.
Boletín de loe hospitales, de Caracas. — Id. id. de las noticias Tos farín-
gea : tratamiento y Cistitis blenorrágica de forma hemorrágica : tratamiento,
del Dr. Rodríguez Méndez.
Bevleta médica, de Sevilla. — Id. id. del trabajo Venereología social, M
Dr. Ciado, traducido por el Sr. Ruíz Rodríguez (J.).
Loe Nuevos Remedios, de Madrid. — Id. id. de la comunicación Origen y
naturaleza de las alexinas, del Dr. Turró.
Revista balear de Ciencias médicas, de Palma de Mallorca. — Id. id. de
las noticias Tratamiento de la meningitis cerebro-espinal con lés baños calien-
tes y la punción lumbar y Difteria nasal, del Dr. Coll y Boftil.
Revista espaftola de Slflllograíia y Dermatclog^la, de Madrid. — ídem
id. del trabajo del Dr. Ciado, Venereología social^ traducido por el señor
Ruíz Rodríguez (J.).
Revista de la «Asociación médico-farmacéutica de la Isla de Cuba», de la
Habana. —Id. id. de la noticia Medicamentos que salen con la leche, á^\
Dr. Rodríguez Méndez, cuya procedencia no cita.
Bstudios demográLÜeos de Bareelona
POR KI.
Dr. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortftlldftd por ■•ramplón y •■oarlatlna (1S9S-1908)
El sarampión y la escarlatina son dos elementos de mortalidad nada
despreciable^' en la cifra total de la urbe; pero su valor es más saliente
tratándose de estudios obituarios en la población infantil.
Ku áltennos años, el sarampión, especialmente, ha sido causa de
morbosidad y mortalidad verdaderamente alarmadoras, máxime cuando
los estrados "nótanse. con predilección, en primavera (véase lósanos
1899, 1901 y 1903).
(1) Pharm. Zeitung.
(2) Roussky Wraich.
£1 sarampión en Barcelona (.1898-903.)
Mksss
Tota-
Anos
I 1 II 1 lil i IV
V
VI
VII ! VIII
IX
X XI ! XII
les
1898 ....
1899 ....
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TomoZZVIZ. Núm. 13 Barcelona 15 jnlio 1904 A2o ZZYIZ. Núm. 6i9
ftACETA MÉDICA CATALAI^A
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia (continuación), por
D. A. Tapia —Mortalidad de la primera infancia, por D. Rafael Ulecia y Cardona.— Con-
veniencia de seleccionar los alumnos á su ingreso en Facultad y condiciones generales de un
buen régimen escolar universitario, (conclusión) por el Dr. Antonio Simonena. — Papel
moralizadoré higiénico del trabajo manual en el niño, por el Dr. Fovaau de Courmelles.—
Revista chítica bibi.iogkáfica , por el Dr. D.José de la Rosa y Sánchez. — Formulario y
TRATAMtENTosMODERNos, por el Dr. Rodríguez Móndez. — Si-cciónoficiai : Tnstitutorthopé-
dique Rtzzoli á Bologne. — Voyages d'études medicales aux stations hydrominérales ct climati-
. ques de France -Publicaciones recibidas.— Estudios demográficos de Barcelona^ por el
Dr. D. Luis Comenge.
La responsabilidad mídlea ante los TrlboDales do Justicia
(i)
D. A. Tapi.\
Presidente de la Sala i.* de lo Civil de Barcelona
VII
Actos y omisiones por los cuales, los facultativos, aun obuando sin
malicia, pukden incüruir bn responsabilidad como culpables de
DELITO.
El principio general consignado eu el artículo 1." del Código penal,
al prescribir que son delitos ó faltas las acciones y omisiones volunta-
rias penadas por la ley y que unas y otras se reputan voluntarias h no
ser que conste lo contrario, está esencialmente subordinado al estable-
cido en el artículo 581 del mismo Código, marcándoí^e así la diferencia
entre los actos voluntarios cometidos con malicia y los ejecutados sin
ella, pero con imprudencia ó negligencia.
Aun obrando sin malicia, puede el facultativo incurrir por sus actos
ú omisiones en responsabilidad criminal.
He aquí el texto del artículo 581 del Código :
« El que por imprudencia temeraria ejecutare un hecho que si me-
diare malicia constituiría un delito grave, será castigado con la pena de
arresto mayor en su grado máximo (2) á prisión correccional en su gra-
do mínimo (3) y con arresto mayor en sus grados mínimo y medio (4)
si constituyere un delito menos grave.
Al que con infracción de los Reglamentos cometiere un delito por
simple imprudencia ó negligencia, se impondrá la peña de arresto ma-
yor en sus grados medio y máximo (5).
En la aplicación de estas penas procederán los Tribunales según su
prudente arbitrio sin sujetarse á las reglas prescritas en el art. 82 (6).
Lo dispuesto en el presente artículo no tendrá lugar cuando la pena
señalada al delito sea igual ó menor que las contenidas en el párrafo
primero del mismo, en cuyo caso los Tribunales aplicarán la inmediata
a la que corresponda en el grado que estimen conveniente».
Como se observa por el anterior texto legal, al facultativo no sólo
puede serle imputado el acto punible que ejecuta con voluntad mali-
(i) Continuación. — Véase el número anterior.
(2) De 4 meses y 1 día á 6 meses.
(3) De 6 meses y 1 día á 2 años y 4 meses.
(4) De 1 mes y I dia á 4 meses.
(5) De 2 meses y t dia á 6 meses.
(6) Estas reglas se refieren á determinar el grado de la pena que corresponde aplicar al culpa-
ble de un delito, según las circunstancias atenuantes ó agravantes que concurran.
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La rtsponMabiiidad médUa ante los Tribunales dt Justicia
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ciosa ó intención criminal, sino el que realiza sin intención, pero obran-
do con imprudencia temeraria ó con infracción de Reglamentos, por
simple imprudencia ó neg^ligencia, pues en este caso, la ley no ha po-
dido menos de imponer castigo al modo de obrar imprudente y teme-
rario, al descuido, a la impericia, al no haber toncado las precauciones
que aconseja la prudencia mAs vulgar, ni tenido presentes disposicio-
nes reglamentarias, t\ cuyo cumplimiento viene. obligado por la mis-
ma ley.
La imprudencia la determina, no sólo la acción que se ejecuta, sino
también la omisión en que se incurre. Obra con imprudencia el que
en un acto ú omisión suyos produce un daño que pudo y debió prever .
á haber empleado la debida diligencia; y se estima como temeraria
cuando se obra faltando á las reglas de la más vulgar prudencia.
Cuantos delitos dejamos apuntados en los capítulos anteriores que
pueden ejecutar los individuos de la clase médica en el ejercicio de su
profesión, con intención criminal, pueden realizarlos por imprudencia
temeraria por su parte, y por simple imprudencia ó negligencia con
infracción ue Reglamentos, si bien la penalidad en que incurren en uno
y otro caso es distinta, m^'ís grave en el primero y de menos gravedad
en el segundo»
Estimamos de suma conveniencia exponer á continuación la doctri-
na establecida por el Tribunal Supremo acerca de la inteligencia y apli-
cación del texto de la ley penal de que nos ocupamos y hacer relación
de algunos casos prácticos con la resolución dennitiva que en ellos ha
recaído.
Doctrina. — El concepto jurídico de la imprudencia punible exige
tres elementos esenciales : primero, una acción ú omisión voluntaria,
no maliciosa ; segundo, un mal efectivo y concreto, y tercero, la exi»-
tencia indiscutible de una relación de causa á efecto que ligue por
modo evidente ambos extremos, cuya concurrencia es necesaria para
que el hecho origine responsabilidad penal (1).
Constituyen la imprudencia temeraria la falta de previsión y dili-
gente cuidado que todos deben tener para evitar el peligro y perjui-
cios que con sus actos poco meditados pueda originarse. Sólo pueden
concurrir estos elementos cuando las causas qué los motivan son cono-
cidas y están al alcance del que los ejecuta (2).
La imprudencia temeraria presupone, como nota característica, la
realización de un hecho lícito, pero que por imprevisión de su autor
produce, como consecuencia, un mal que pudo evitar si hubiese obrado
con la necesaria prudencia (3).
La temeridad que integra la imprudencia punible como delito, en-
vuelve el concepto de una negligencia grave é inexcu'^able y el olvido
de la más vulgar prudencia para evitar los posibles riesgos que ciertos
actos llevan consigo (4).
Para que un mal cualquiera constitutivo de delito pueda estimarse
cometido por imprudencia simple ó temeraria, es preoiso que el hecho
determinante de la acción sea en su fin inocente y realizado sin ánimo
de causar daño (.5).
Para que se entienda cometido un delito por simple imprudencia 6
negligencia con infracción de Reglamentos, es ante todo indispensable
que éstos existan y aue prohiban el acto que dé lugar al suceso, lo cual
no se observa, cuantío no se cita el Reglamento que se suponga infrin-
(1> Sentencia de 18 de mayo de 1fl91.
(2) Semencia de 4 de julio de 1890.
<3) Sentencia de :0 de abril de 1895.
<4) Seiiencia de 11 de Os:tubre de 1898.
(5) Sentencia de 9 de noviembre de 1895.
La r*sponsabiHdad médica anU lot Tribunaiu defustieia jpr
^ido ó la prohibición constituyera un delito que correspondiera casti-
^r & los Reglamentos (1).
Casos prácticos. — I. Encontrándose una mujer con dolores de
parto al amanecer del día 5 de diciembre de 1875, que se fueron agra-
vando por la tarde en que empezó á descender el feto, presentando uno
de los bracos, fué llamado para asistir á la enferma un cirujano titular
con quien estaba aquélla igualada, y después de reconocer á la paciente
■en la noche de aquel mismo día, y no gustándole su estado, expuso se
llamase á otro facultativo que le acompañara á practicar la operación,
-contestando la enferma que no había donde recurrir, por lo que dicho
•cirujano le dispuso primero unos baños de asiento y después la operó,
^consiguiendo extraer el cuerpo del feto, mas no su cabeza, á pesar de
oue lo procurara, dejando descansar á la paciente por indicación de
ésta ; pero como al poco rato le pidiese que viera si concluía de librar-
la, el indicado facultativo contestó: que nada haría sin que viniese un
médico y el cura, y en efecto al poco rato se presentó éste, y á las seis
•de la mañana siguiente fueron en busca de un facultativo, quien llegó
á las once de la misma, y enterado por el cirujano del estado de In
enferma mandó componer al herrero un instrumento que traía consi-
go y cuando concluía de verificarlo, pasada una hora, falleció la en-
ferma.
Verificada la autopsia del cadáver, relacionaron tres facultativos ha-
berle encontrado el útero roturado (así se lee) por desgarramiento en
toda su parte anterior y laterales, siendo irregulares los bordes de la
-extensa herida, apareciendo situada la cabeza de un feto de todo tiem-
po en su lado superior derecho, con el mentón dividido por desgarra-
miento ; que tanto la cavidad uterina como la vagina presentaban dife-
rentes alteraciones patológicas que detallan ; y que los diámetros de
ambos estrechos de la pelvis, lo mismo que las dimensiones del feto,
«eran normales; deduciendo de todo, que la madre murió á consecuencia
de la gran rotura del útero y su consiguiente hemorragia, y el feto pro-
bablemente por dislocación vertebral, frecuente en la presentación de
-pies si no hay bastante arte, siendo accesos posteriores las lesiones del
cuello y cabeza á fin de extraer ésta; y finalmente, que dicha rotura y
lesiones no fueron espontáneas y sí producidas por un agente exterior,
no usado con pericia bastante, con animo de facilitar la completa ex-
tracción del feto.
Procesado el cirujano como reo del delito de imprudencia temeraria,
fué condenado por este delito por la Sala de lo criminal de la Audiencia
de la Corufia é interpuesto por el procesado recurso de casación por
infracción de ley por entender que no era responsable de delito alguno,
dadas las circunstancias en que se encontraba al ser llamado á asistir
^ la parturiente, ya por el abandono en que ésta se tuvo al principio,
ya por la falta de instrumentos y útiles tan difíciles de adquirir en la.«
pequeñas aldeas, y sobre todo del auxilio de un profesor médico que
desde el momento reclamara, no podía abandonar á la paciente en In
•situación crítica y apurada en que se hallaba ni tampoco aplazar el au-
xilio, que debía ser enérgico é inmediato si había de producir resultadí»
y que si en algunos casos la negligencia ó ignorancia inexcusables,
pueden ser generadores de un delito, no era por cierto el de impruden-
•cia temeraria, pues éste no cabe ni procede nunca para aquilatare
mérito de cada hombre en el ejercicio de sus respectivas profesiones,
industrias y oficios.
El Tribunal Supremo, en sentencia de 5 de julio de 1877, declaró
(1) Sentencia de 12 de mayo de 1882.
Sga La^ responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia
haber lug'ar al recurso casando y anulando la recurrida á fundamenta)
de los sig'uieñtes Considerainlos :
Considerando queila imprudencia temeraria no ha concurrido en la
difícil operación que el cirujano procesado recurrente practicó en la
parturiente, pues según los hechos probados, antes de efectuarla, no
sólo expresó á la familia la necesidad del auxilio de otro médico, que
no pudieron facilitarle, sino que también la administró los medicamen-
tos que creyó oportunos, como preparativos de ella.
Considerando que en la alternativa en que se encontraba de dejarla
morir, sin el auxilio que por su profesión debía prestarle y por el que
había sido llamado, ó la de operar por más que la operación fuese difí-
cil, no puede decirse que obró imprudentemente al efectuarla, vista la
crítica circunstancia en que la paciente se hallaba, la instancia que
la misma y su familia le hacían y la dificultad de que otro medicóle
ayudara :
Considerando que si el resultado de la operación no fué favorable,
tampoco hay motivo para suponer que procedió temerariamente, ya .«e
atienda á que en la población rural en que ocurrió el suceso, no es po-
sible tener todos los auxiliares necesarios para efectuarla, ya á que esas
operaciones quirúrgicas, de suyo difíciles, no siempre tienen el éxito
favorable que se pretende conseguir.
II. Un médico titular expidió y firmó certificación para el Registro
civil, con motivo del fallecimiento de un individuo vecino de un pue-
blo próximo al del facultativo, afirmando con inexactitud haber recono-
cido personalmente el cadáver de éste que falleció á consecuencia de la
enfermedad allí expresada, sin que por ello exigiera retribución alguna.
Formada causa criminal por este hecho, la Sala de lo criminal de la
Audiencia de Madrid, estimando (][ue siendo cierto lo esencial del con-
tenido de la certificación, que las inexactitudes expresadas no se debie-
ron k propósito de lucro sino al deseo de evitarse la molestia de pasar
al puelílo donde tuvo lugar el fallecimiento, condenó al médico como
responsable del delito de imprudencia temeraria, é interpuesto recurso
de casación por infracción de ley, el Tribunal Supremo, en sentencia
de 3 de noviembre de 1883, declaró no haber lugar al recurso á funda-
mento del siguiente Considerando :
Considerando que libre y voluntaria la acción del médico recurrente,
al expedir la certificación origen del proceso, cuyo contenido están
esencial en cuanto expresa la causa y realidad del fallecimiento, como
en la parte referente á la afirmación falsa del previo examen personal
del cadáver, indispensable según el artículo 77 de la ley de Registro
civil para afirmar como era precisa la presencia de señales inequívocai?
de descomposición ; si tal acto aun desligado de fin concreto, pudo con-
siderarse comprendido en la sección 1.*, cap. 4.**, tít. 4.** del lib. 2.** del
Código penal, atendida la grave función del interés público encomen-
dada directamente por aquel artículo á los facultativos, la influencia
decisiva del documentó en sucesivas determinaciones oficiales y el ca-
rácter de médico titular propio del recurrente, la apreciación de la Sala
al estimarle como delito de imprudencia temeraria, por juzgar que no
le dictó propósito de lucro sino el de evitar el procesado la molestia de
su traslación al pueblo donde tuvo lugar el fallecimiento, es proce-
dente.
III. Habiendo una mujer sentídose con dolores de parto, en la ma-
ñana del 18 de junio de 1882, se verificó aquél sin asistencia médica,
con auxilio de una vecina ; mas como no se encontrara bien la partu-
riente, se avisó á un médico que en el mismo día la reconoció, obser-
La responsabilidad médicu ante ios Tritunaies de justicia 39 S
vando que tmía otro feto, de posición de hombro y brazo úquierdos y,
f)ulsando el feto, manifestó estar ya muerto, procediendo, á rueg-os áe
a misma enferma, á la amputación del brazo izquierdo del citado feto
con un cuchillo que se le fticiíitó en la casa, por ver si podía darle la
vuelta con el fin de extraerlo ; y como quiera que la enferma se agra-
vaba por momentos, dijo el médico que era operación que debía hacerse
por dos profesores. Llamado otro facultativo, practico con el anterior
varias tentativas para hacer la versión, y como no pudieran conseg'uirlo,
á pesar de haber hecho uso del fórceps, ordenaron el traslado de la en-
ferma al Hofjpital Clínico de la Facultad de Medicina de Madrid, donde
fué reconocida y auxiliada, lográndose la extracción del feto sin ins-
trumentos de ninguna clase, consistiendo la operación en practicar la
versión poda lica, pero falleciendo dos días después de una peritonitis
aguda puerperal. Practicada por los médicos forení^es la autopsia del
cadáver, manifestaron, entre otros extremos, que echada hacia arriba la
matriz, se vio una rotura con magullamiento de la parte anterior y su-
. perior de la vagina, en su inserción con el cuello, deduciendo : primero,
que dicha mujer murió á consecuencia de la herida con magullamiento
situada en la parte anterior y superior de la vagina ; segundo, que di-
cha lesión debió ser hecha por maniobras imprudentes al extraer el
feto } tercero, que dicha lesión era mortal de necesidad. Asimismo ex-
presaron los forenses, que practicada la autopsia del feto extraído, era
(le todo su tiempo por sus dimensiones y peso, notándose en su hábito
exterior la falta del brazo izquierdo, deduciendo de las observaciones
hechas : primero, que dicho reto del sexo femenino murió de la hemo-
rragia por la amputación del brazo izquierdo ; segundo, que al hacer
dicha amputación, el feto había respirado y por consecuencia vivía; ter-
cero, que la amputación de dicho brazo había de producirla fatalmente
la muerte ; cuarto, que relacionando las lesiones de la madre y el feto
se deducía así bien : primero, que se había tratado de un parto distócico
por presentación de brazo izquierdo ; segundo, que se practicó la am-
putación del brazo izquierdo que salía, y al practicarla pudo hacerse la
rasgadura y magullamiento de la parte superior y anterior déla vagina
de la madre, produciéndola la muerte, como igualmente al feto.
Formada causa criminal en la que resultaban los anteriores hechos
y procesados los dos médicos expresados, los condenó la Sala de lo cri-
minal de la Audiencia de Madrid como autores del delito de homicidio
por imprudencia temeraria, é interpuesto recurso de casación por in-
fracción de ley, el Tribunal Supremo, en sentencia de 29 de septiembre
de 1884, declaró no haber lugar á él, á fundamento del siguiente Consi-
derando :
Considerando que dado como probado por la Sala sentenciadora que
el médico procesado D. J. M., maniobró indiscretamente varias veces
sobre la parturiente con el fin de llevar á cabo la versión del feto y
Sroceder á su extracción ; que amputó con una navaja el brazo izquier-
o de éste obrando en el caso concreto contra las prescripciones de la
ciencia; y que él mismo trajo el instrumento qnirnr ^ico, Jorceps, del
cual con su aquiescencia y consentimiento hizo uso su compañero de
profesión D. M. L., á pesar de no ser dicho instrumento explorador, ha-
llarse contraindicado por la misma ciencia en la forma en que se usó
y ser el que sirvió más principalmente para causar la herida con ma-
gullamiento, situada en la parte anterior y superior de la vagina de la
parturiente, que la ocasionó la muerte, claro y evidente es que por ne-
gligencia é imprevisión, con imprudencia temeraria ejecutaron ambos
procesados un hecho que si hubiera mediado malicia, en razón á la
pena que la ley señala, constituiría un delito grave.
:ig4 Mortalidad de la primtra infancia
Atentos al resultado que ofrece cuanto dejamos expuesto, debemos
concluir expresando, que interesa mucho á los individuos de la clase
médica ajustarse en el ejercicio de su noble y humanitaria profesión,
\ las reg-las de la más exquisita prudencia, no sólo porque así lo exige
lo delicado de sus funciones, sino para evitar que un modo dte proceder
debido á imprudencia temeraria ó á simple imprudencia ó negligencia
con infracción de Reglamentos, produzca en las personas enfermas,
males, muchas veces irreparables y constitutivos de delito que tiene
sanción penal adecuada en el Código,
f Se concluirá).
Hortaüdad de la primera Infancia ''^
POH
D. Rafael Ulecia y Cardona
Director de la Rcpista de Medicina y Cirugía practícate Vocal de la Junta municipal
de :>anidad de Madrid, etc., etc.
«La historia de la evolución de la Sociedad
moderna ha demostradoáüe la grandeza flsia
y moral de una nación se naila en razón dirtcu
del número de sus habiunies y que el aumento
progresivo de individuos aptos para el trabajo
material é intelectual de un pais^es la expresión
exacta de su prosperidad y de su vitalidad».
{H A vsztí.^ Madrid, bajo el punto de yuta mé-
dico social)
I. El considerable incremento que en estos últimos años ha adqui-
rido la tuberculosis, constituye la preferente preocupación de los higie-
nistas, quiches, con una constancia y tenacidad dianas de todo enco-
mio, no cesan de estudiar y proponer las med¡(ías sanitarias mis
conducentes para atajar los progresos de un mal que tales vuelos ha
tomado y causa tan terribles estragos.
Por fortuna, la incansable y ejemplar propaganda emprendida por
los sabios ha repercutido con fruto en las esferas oficiales de todos lo.*?
países; y los altos Poderes del Estado y sus Gobiernos respectivoi^,
prestando oídos á estas predicaciones de los hombres de ciencia, han
dictado saludables disposiciones encaminadas á contener, en cuanto es
posible, el extraordinario desarrollo de tan mortífera enfermedad.
' No hemos, pues, de escatimar en lo más mínimo nuestro parabién
y nuestros aplausos, á los unos, por la labor científica y humanitaria
emprendida, y á los otros, por la generosa protección otorgada á tan
benéfica y provechosa empresa; pero no podemos menos de alzar nue?^
tra modesta y desautorizada voz á fin de llamar la atención, no sólo
de los poderes públicos sino también de la Sociedad en general, para
que se fije bien en que no es la tuberculosis el único terrible enemigo
que hay que combatir ni el azote que más brutal y despiadadamente
castiga á nuestra Patria y, por lo tanto, que no es ella sola la que ha
de ser objeto predilecto de nuestras preocupaciones y la que demanda
exclusivo apoyo y protección, como parecen dejarlo entrever las co-
rrientes modernistas. No. Y esto que al pronto pudiera parecer una
exageración ó fruto de una deducción errónea, es, por desgracia, cier-
to, evidentísimo.
Hay, en efecto, otro problema médico social de caracteres más alar-
mantes aún que el de la misma tuberculosis y que merece de nuestros
Gobiernos preferente atención, de los higienistas tenaz y persuasiva
propaganda, y muy en particular de las familias un decidido y eficaz
(1) Tema presentado a! Congresade Deontologia Méd\ca. —Madrid 3 á 5 denmyo-detSOS.
hioríalidod de la primera infancia 3g5
apoyo, si no para resolverlo en absoluto, puesto que por ley natural
esto no es posible ni pretenderlo siquiera, al menos para conseguir
atenuar o en gran parte; problema de Capitalísimo interés por cuanto
constituye uno dt> los factores principales que impide que la población
de Bspaña adquiera el correspondiente y proporcional desarrollo; pro-
blema, en fin, cuya resolución depende hasta cierto punto de nosotros
miamos, como de manera bien elocuente y efectiva lo viene demos-
trando nuestra vecina la República francesa, que desde hace algunos
años está haciendo, con gran éxito, supremos esfuerzos para resolver-
lo: Nos referimos á la ntorlalidad itifanUL
En los diez años comprendidos desde 1891 á 1901, España ha aumen-
tado sólo 615,858 habitantes, siendo así que, se^iin Bertillon, en el
mismo período de tiempo ha crecido la población de
Alemania 6.9n,0U habitantes
Inglaterra 4.T21.340 »
Austria Hungría 3.9r»6,305 »
Francia 619,650 »
Lo que da la proporción de
Alemania 140 por 1,000 habitantes
Inglaterra 100 » »
Austria Hungría ^ . 96 » y>
E'ipaña 33 » »
Francia 16 » » ^
El desarrollo de nuestra población, como veis, es bien pobre y no
depende ciertamente de la escasez de la natalidad, sino de la excesiva,
de la espantosa mortalidad que nos agosta.
En efecto, aterra y llena el alma de profunda pena ver las enormes
cifras que de mortalidad general arrojan las estadísticas y más espe-
cialmente las, que delatan el considerable número de niños que cada
año pierde nuestra patria.
Según el Anuario del movimiento de población de España en 1900,
f)ublicado por la Dirección general del Instituto geográfico y estadístico^
a mortalidad general en las 49 provincias fué, durante el mencionado
año, de 536,716, correspondiendo
¡¡229,348 á nlfios menores de olnoo aftotl!
ó sea el 42*73 por 100 de la mortalidad general, cifra verdaderamente
desconsoladora y que se presta á tristes reflexiones; mucho más, si se
considera que gran número de ellos fallecieron de enfermedades evitar
5/tfí y que indudablemente fueron engendradas por la inobservancia
de las reglas higiénicas aplicables á tan tiernos seres.
Ahora bien, distribuyendo esta mortalidad por estaciones, corres-
ponde:
Xortalidad general Xortalidad infantil
Invierno .... 154,285 Verano 68,934
Verano 133,774 Infierno .... 58,496
Otoño 126.562 Otoño 52,542
Primavera. . . . 122,145 Primavera. . . . 49,376
Total. . . 536,716 Total. . . 229.348 (1)
(1) Estas cifras discrepan algún tanto de las que aparecen en el tomo U del Anuario del Jnt-
tituto ge gráfico y estadístico ; pero concuerdaa per recta meo te con ios del tomo I, que es el que
me ha scrTídó para mis oáteulos en todo este modesto trabajo.
Flg. 1». — Monilidad «entral cd EsptA* dónate el año tíKK)
febrero
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398 Conpeniencia de seleccionar los alumnos á su ingreso en Facultad
Comparando la mortalidad de niños nifios menores de cinco <ií?oí,con
la mortalidad g-eneral y por estaciones, resulta:
Menores De 5 años
de 5 años en adelante
Verano 68,934 64,810
Invierno 58,496 95,739
Otoño . 52,542 74,020
Primavera 49,3i6 72,769
229,348 307,368
¡ Sólo en los tres meses del verano, 68,934 niños perdidos para el
hogar y para la patria...! Decidme, iqué guerra, qué epidemia, por
mortíferas que sean, producen tan espantosa mortandad!
Estableciendo ahora la proporción de la mortalidad por estaciones^
tenemos para el
Menores De 5 años
de 5 años en adeUote
Verano 30 por 100 21*09 por 100
Invierno 25í5C » 3rU »
Otoño 22*91 » 24*81 *
Primavera 21*52 » 23*67 »
(Se concluirá).
coDTBnienela de seleccionar los alamnos á sa ingreso en Facnltil
y condiciones generales de nn buen régimen escolar nnlTersitario ^''
POR EL
Dr. Antonio Simonena
Catedrático de Patología y Clínica médica de la Universidad de Valladolid
II. La segfunda condición que debe exíg-irse al escolar en un buen
rég'imen académico, es un aprovechamiento racional y conómico del
tiempo y del trabajo destinados & la instrucción y educación profe-
sienal.
De nada serviría una disciplina escolar casi perfecta, si no se sacara
del tiempo empleado y del trabajo realizado, al estudiar una carrera,
todo el partido posible. Y no serviría de nada, porque sin empleo eco-
nómico del primero y sin señalar finalidad inquisitiva al seg^undo (ade-
mas de la de ejercicio técnico que va & él anejoj, habría de perderse
gran, cantidad de aquél y una enorme sum \ de éste, lo cual debe evi-
tarse & todo trance en un buen régimen escolar; ya que en las actuales
circunstancias de la vida, en que es de necesidad marchar á su través
á gran velocidad y además es principio económico por todos aceptado
«hacer lo mis en el menor tiempo posible», sería un contrasentido no
reglamentar el empleo del que está, destinado por la ley ó la costumbre
al estudio de las carreras profesionales, como sería también un error
crasísimo el no enderezar todos los ejercicios prácticos inquisitivo:?,
que, para ejercitar á los estudiantes en determinadas técnicas se exi-
gen, al conocimiento de nu^^stra Patria y de nuestra raza, cuyos cora-
ponentes están por desgracia muy probablemente por descubrir y se-
guramente por catalogar.
En cualquiera reforma de los estudios universitarios que se intente
con esta tendencia objetivo-investigadora, que es la que hoy informa á
(1^ Conclusión. — Véase el número anterior.
Conp^niencia de seUccionar los alumnos á. su ingreso en Facultad sgg
la enseñanza superior en los pueblos cultos, deberá tenerse en cuenta
el papel importantísimo de obrero investig'ador reservado & los escola-
res que, con el fin de asimilarse procedimientos técnicos de observa-
ción ó experimentación^ dedlcanse & estos trabajos inquisitivos.
Lo que ordenando esta labor en cada Universidad, y bajo un plan, .
pudiera resolverse, es incalculable; y los resultados que, en punto á co-
nocimiento de nuestro suelo y de nuestra atmósfera, de nuestro pueblo
.en todos sus aspectos y de oVas particularidades que podrían investi-
garse, ni siquiera pueae sospecharse ahora, antes de emprender este
trabajo en g-ran escala.
Urg-e la catalogación de todos los seres y de todos los fenómenos,
que existen ó tienen lugar en nuestra nación, pues de dicho conoci-
miento no pueden resultar sino beneficios enormes, así para el des-
arrollo de las fuentes de nuestra riqueza y creación de nuevas explota-
ciones é industrias, cual ha ocurrido en Alemania y está ^sucediendo en
Italia, como para el mejoramiento de nuestras costumbres y de nuestra
raza. Y nadie más llamado á este, trabajo colosal, algo más fundamen-
lalmente productivo que el miimo catastro, que ese enjambre de esco-
tares, hoy casi inactivo, mañana trabajador, si todos nos proponemos
que lo sea y nosotros empezamos por darle el ejemplo.
En la reglamentación y distribución del tiempo destinado al estudio
de una carrera hay que tener presente dos condiciones : Es la primera
que se ha de procurar obtener' et inayor caudal de conoámientas y aptitu-
aes técnicas en el menor tiempo vostble. Y la segunda que se han de po-
ner los medios para que los escolares empleen bien y adecuadamente á su
condición de tales, mientras lo sean, y á la de futuros pí^o/esionales, el
tiempo que les quede libre después de cumplidos sus deberes en la Univerr
sidad.
Respecto de la duración de los estudios universitarios, creo que no
entra de lleno en lo que he convenido en llamar régimen universitario,
y por lo mismo no se habla de ello. Pero no estará de más indicar
que podría dicho régimen impedir el que se aproveche mal el tiempo
por quienes, más atentos á correr á gran velocidad una carrera que á
adquirir suficiencia instructiva y técnica, apelan á toda clase de recur-
sos para que no se les detenga en su marcha vertiginosa.
En lo referente á que los escolares empleen bien el tiempo que les
quede libre, después de cumplidos sus deberes académicos principales
y con un fin adecuado á su condición de personas cultas y de futuros
profesionales, hay que reconocer que el grado de independencia en
aue se encuentra hoy la clase escolar, y el abandono por la Universi-
ad de aquélla acción tutelar gue sobre dicha clase tuvo en otros tiem-
pos y que convendría hoy ejercer, no son circunstancias abonadas
para consignar en un régimen escolar el modo como podría emplearse
«1 llamado tiempo libre.
Sin embargo, si sería difícil, aunque no imposible, vigilar á los es-
colares, como se hacía antiguamente á los universitariosy aun se sigue
haciendo hoy á los de las academias militares, no sería difícil, sino por
«1 contrario, muy fácil y hacedero, el idear medios que sin tener ese
sello autoritario, que alguien, de seguro, vería en las disposiciones de
nuestras viejas Universidades y en las actuales academias militares,
diera por resultado el que nuestros estudiantes lo emplearan de un
modo más conforme á los fines de su carrera, á los de la Higiene y v
los de la Moral.
En las universidades alemanas, por ejemplo, en donde no existe
■esa fiscalización de la vida del escolar fuera del templo de la Ciencia y
en donde, por consiguiente, éste podría campar ])or sus respetos, como
suele decirse, no ocurre así generalmente, gracias á una serie de eos-
409 Q)npeni€ncia át uUccionar los alumnos á su íngrtso en Facultad
tumbres, que si no están reglamentadas por la Universidad, han na-
cido á su calor en otras épocas y á su sombra se sostienen. Claro
que al hablar de ellas, no me refiero á todas, pues hay algunas, como
el duelo y las libaciones fuera del límite prudencial, altamente censu-
rables, sino á las asociaciones escolares para fines no sólo de solaz y
esparcimiento, sino de instrucción y de mutuo auxilio y socorro; y que
permiten desde la organización de excursiones v viajes instructivos y
restaurants exclusivamente escolares, algunos de los cuales están den-
tro de la Universidad, como puede verse en la de Leipzig, hasta depar-
tamentos en las clínicas, dedicados á la asistencia de los que desgracia-
damente caen enfermos.
Pero la afición á la vida del campo, que podría y convendría des-
arrollar en nuestra, por lo general, desmedrada clase escolar, mediante
trabajos ó temas de investigación en todos órdenes que la misma Uni-
versidad podría i)roponer para los días de asueto y que tuvieran como
condición una excursión fuera de la ciudad universitaria, creo que
podría ser el medio más á propósito, no sólo para que continuara la
instrucción del escolar, sino también para de este modo poder sortear
los escollos de la sífilis y de la tuberculosis en cjue por desgracia nau-
fraga con demasiada y cada día más creciente Irecuencia. Así y cum-
pliendo el precepto horaciano de mezclar lo útil á lo agradable, se
mejoraría la raza de nuestros escolares á la vez que aumentaría ^w
instrucción.
III. La tercera condición exigible al estudiante en un buen régi-
men escolar, es la conservación del material común destinado á la en-
señanza y el pago del que nece.site individualmente para su educación
técnica.
Empiezo por advertir que con el término '< mater'al común >> de en-
señanza comprendo desde el edificio en que ésta se da, hasta los medios
materiales de instrucción que se ponen á disposición de los escolarei»;
medios de instrucción que son tan variadísimos como los sujetos de
estudio y que comprenden desde el libro ó revista que figura en la
biblioteca y salas (le estudio, hasta los ejemplares de museo y jardines
zoológicos y botánicos; y desde el instrumental necesario para la ob-
servación ampliada y la experimentación, hasta los seres vivientes que
han de ser objeto de" experimentos ó de observación biológica.
Acaso pueda parecer á alguien innecesario hablar, al híacerlo de la.^
condiciones generales de un buen régimen escolar universitario, de la
obligación que el alumno tiene de contribuir á la conservación del edi-
ficio y mobiliario en que se dé la enseñanza, por darse por supuesto el
interés que -en dicha conservación debe tener todo escolar; pero si de-,
jándonos de convencionalismos que á lo sumo expresan el buen deseo
que tiene quien los formula de que la clase escolar sea lo que debe de
ser, venimos á la realidad y paseamos por los tránsitos de nuestras
escuelas superiores llenos de toda inmundicia, con detrimento, no sólo
del buen gusto sino de la salud, y penetramos en las aulas y observa-
mos lo que todos ya sabéis puede encontrarse en muchas desellas y, í^i
con afán de corregir defectos registramos los sitios más reservados en
que, si no siempre, muchas veces oféndese el sentido del olfato y siem-
pre la vista y por ello muchas la moral, habráse de reconocer que
mientras subsistan estas malísimas costumbres, reflejo de otras seme-
jantes de la masa social y expresión de la falta de cultura y de refina-
miento estético de buena parte de nuestra clase escolar, será necesario
que los reglamentos traten de hacer desaparecer tan graves infraccio-
nes á la Higiene y el buen gusto, que más que detrimento material en
los edificios, lo producen moral y en menoscabo de las autoridades que
las consienten y de los escolares que las cometen.
COHytniencia de $eÍ€Ccionar los úlumnoM é su irtgnto en Facultad 401
Pop lo que hace el material, que tanto cuesta y tan escaso existe en
nuestros centros universitarios, ya se comprende que su conservación
es obligatoria para el escolar, y paréceme que huelga insistir acerca de
este extremo, cuya sola enunciación trae consigo la conformidad.
Pero salta aquí una duda, que por referirse á un asunto íntima-
mente unido con lo que .«e trata y además relacionarse con el carácter
objetivo y exi)erimental que se picie tengan las enseñanzas que deben
tenerlo, paréceme esMJcasión que se toque, ya que no resuelva, pues
preciso es confepar que su resolución no es fácil, por tratarse de dere-
chos encontrados.
La duda podría formularse con la siguiente pregunta : ¿Hasta qué
punto la Universidad tiene obligación de suministrar material para la
enseñanza de observación y experimental? ¿En dónde empieza la obli-
gación de proporcionárjíelo el alumno mismo?
Desde luego puede afirmarse que la Universidad tiene la obligación
moral de proporcionar aquellos medios generales de observación y ex-
perimentación, que por servir para muchos á la vez no podría propor-
cionárselos cada cual, y aquellos otros, que por su dificultad ó imposi-
bilidad de adquisición por el estudiante, no los tendría éste nunca, si
tuviera que buscarlos ó adquirirlos.
Pero ya una vez cumplida esta obligación ineludible (y digo inelu-
dible porque si no se cumple se hace imposible la enseñanza en la
-forma en que debe hoy hacerse), queda todavía un campo litigioso á
primera vista, pero que no lo es en realidad y que se halla entre la
obligación expuesta y la que se asigna al alumno, como luego se verá.
Debiendo ser la enseñanza, no una fuente saneada de ingresos,
como es en algunas Universidades (1), para el Estado, sino una de sus
cargaos (que no lo es ciertamente, pues lo que aquéllas reciben de él, lo
devuelven en cultura á la Nación; cultura que ásu vez se convierte en
riqueza de la misma), compréndese que, todavía queda á la Universi-
dad la de invertir en material de enseñanza y en ensanchar su'esfera
de acción, las ganancias que resultasen luego de satisfechas sus pri-
meras obligaciones. Y esto es lo que hacen los más renombrados cen-
tros universitarios extranjeros, cuyos edificios, material científico y
enseñanzas cada día crecen y mejoran, al compás de los beneficios que
de la misma enseñanza directa é "indirectamente reportan.
Yo creo que hasta que no se empiece á hacer aquí algo semejante,
para lo cual considero como primera condición el goce de una prudente
autonomía, no sólo científica sino administrativa, nuestras Universida-
des no llamarán la atención de los genorosos, ni recibirán, por tanto,
sus favores en forma de donaciones y legados, como antes se hacía, ni
se tenderán entre ellas y la masa social esos lazos, que tanto se echan
de menos con razón y que seguramente no han de establecerse ínterin
dichos centros no sean algo más que una oficina de expedición de títu-
los profesionales.
Cumplidas estas dos obligaciones por la Universidad, el resto de-
berá procurárselo el que sigue una carrera universitaria. Y deberá
procurárselo porque está en su interés adquirir, durante la época de su
instrucción y educación profesional, la mayor suma de conocimientos
prácticos y de habilidad técnica en su carrera, y todo esto únicamente
a fuerza de observar, experimentar y practicar adecuadamente puede
alcanzarse.
(1) En la Universidad de Valladolid se obtuvieron los euperápit qut fígurán á continuación y
que se devolvieron al Estado :
Curso de 1898 al 99. . . . 4J2.505'40 peseus.
Curso de 1895 al 96. . . . 37,333 pesetas,
» de 1^9fí al 97. . . . 47.725^0 y>
» de 1897 al 98. . . . 99,893*85 »
de 1899 al 900. . . . 95,112-16
de 1900 al 901. . . . 100,6 JO'83
409 Conveniencia de seleccionar io9 alumnos á $u ingreso en Facultad
Eu los países en qué^el estudio de las ciencias tiene este carácter
objetivo y en los que á la exposición oral de los principios ó de la doc-
trina ha sustituido la observación del fenómeno y la demostración ex-
perimental de la ley; y en los que el menor tiempo se dedica á la lec-
ción expositiva y el mayor á la investigación, las oblig^aciones de los
escolares, con respecto a la provisión del material necesario al estudio,
son mucho mayores de lo que generalmente se cree entre nosotros (1);
de tal modo, que yo he sacado la conclusión de que la enseñanza uni-
versitaria en Alemania, por ejemplo, es cara, y lo es tanto más cuanto
m¿s de observación instrumental y experimental tiene el carácter.
Por otra parte, como el objetivo de esta enseñanza es formar ó crear
aptitudes profesionales, que no han de ser ni pueden ser patrimonio
de todos, sino de algunos, que de ellas han de aprovecharse no tanto
para satisfacer una necesidad social, cuanto para mediante ello, reali-
zar sus aspiraciones particulares, natural es que aquel que ha de sacar
las ventajas de este adiestramiento técnico, se pague los medios de
alcanzarlo, ínterin no aparezcan filántropos que se adelanten á hacerlo.
Y si á ello se agrega lo verdaderamente desprovistas de material
que están casi todas nuestras Universidades y se piensa eñ la dificul-
tad, por no decir imposibilidad, en que se encuentra el Estado de pro-
porcionarlo todo en cantidad y variedad necesarias á las exigencias
actuales de la enseñanza y, por último, se atiende á la carencia ab*>
luta de recursos propios de aquellos centros, único modo que habría de
corregir las mezquindades del Tesoro, se comprenderá la necesidad
Íue hay de que el alumno pague su instrucción técnica, mucho más
e lo Que paga hoy, si es que se quiere que dicha instrucción sea una
verdaa.
He terminado mi trabajo, que creo puede condensarse en las si-
guientes
Conclusiones
I. No se debe seleccionar los alumnos á su ingreso en la Facultad,
porque ni es posible hacerlo de un modo racional y justo, ni el proce-
dimiento que se idee para llevarlo á cabo evitaría los males presen-
tes, y, en cambio, produciría otros que hoy no existen.
II. Las condiciones generales de un buen régimen escolar univer-
sitario, son :
En lo tocante á la Universidad:
1.° Que se proporcionen medios adecuados á la instrucción, inveí^
tigación cientinca y educación profesional.
2.° Que se ])rocure despertar en el alumno el afán de instruirse,
investigar y adquirir idoneidad profesional.
En lo tocante á los alumnos:
1.** Que se restablezca la disciplina escolar, hoy tan relajada por
desgracia.
§.® Que se aproveche racional y económicamente el tiempo y el
trabajo destinados á la enseñanza; y
3.** Que se conserve por los alumnos el. material común de ésta y se
pague por ellos el individual necesario para su educación técnica.
(1) La costumbre en Alemania respecto de este asunto es la siguiente: El alumno que asiste i
uo laboratorio (y pueden asistir con la venia del profesor, alumnos que siguen una carrera ó los
que la terminaron y tienen gusto en seguir investigando) pagan un tanto por todo el curso v qut
no suele ser meno«{ de 30 marcos (unas 60 peseus al cambio actual) y en algunos cas(M llegan i iO 6
50; y además, cuanto material, asi instrumental como subsuncias y minerales empleen 6 gastea.
de manera que quien trabaja y gasu más, paga más.
Papel moraüzaiior é higiénico del trabajo manial en el nlfio <'>
POR EL
Dr. Foveau de Courmhlles (2)'
El ridiculo menosprecio del trabajo manuaL — El trabajo manual en la escuela
primaria. — Fomentos p recompensas. —Dominación y universalidad del
trabajo manual —Trabajo inteligente y director, — El trabajo manual en
la ciencia y el arte. — Conquista de la naturaleza. — Poder y energía del tra-
bajador asociado. — Solidaridad general.
Fraucia tiene horror al trabajo manual, el único bueno, el único eficaz,
el único moralizador é higiénico, porque, aun después del trabajo cerebral,
es eminentemente reparador. La nación se mueve para borrar la memoria
de este trabajo y hacerse de rentas. Esto ha de producirle la muerte, en
breve tiempo, si se sigue descuidando aquél.
Para el obrero, el enemigo es el hombre con vestidos bien trajeados; y
esto es tan cierto, que se ruboriza de llevar su vestido de trabajo. Antes, en
el taller, al^ terminar la faena,, se cambiaba su blusa de trabajo por otra lim-
pia; hoy lo hace para encasquetarse un sobretodo.
Este «no trabaja con sus dedos», según la expresión sancionada; este
trabajo deshonra. No veremos un hombre que cual otro Cincinato, vence-
dor, vuelve al arado que abandonó. Nos hallamos muy lejos de los atrevi-
dos americanos del Norte, de estos millonarios que han ocupado todas las
profesiones» desde las más bajas, las más manuales, hasta las más impor-
tantes. De este modo se adquiere la actividad, el espíritu de iniciativa y la
sana fatiga que ayuda al reposo y al futuro trabajo.
Nuestro mal empieza en la escuela. Esto ya es antiguo. Diderot lo
combatía en la Encyclopédie, ¿Podemos confiar en que el automovilismo,
aristocrático sport, como antes lo eran las obras de vidrio para los gentiles
hombres, renueve nuestro estado de alma? Ya es hora de que sea.
«Cuando el cepillo de carpintero y la lima, escribía Julio Ferry, siendo
Ministro de Instrucción pública, tengan al lado del compás, de la carta geo-
gráfica y del libro de historia, el mismo sitio y «ean objeto de una ense-
ñanza razonada y sistemática, muchos prejuicios desaparecerán, serán des-
vanecidas muchas oposiciones de castas, se preparará la paz social desde
(i) A nn, d€ Mid. et Chir. inf , l.« agosto de 1903.
(2) Desde e. envío, para la publicación en los AnnaUSy del importante trabajo del Dr. Foveau
de Courmelles, Vicepresidente honorario de la Asociación de los miembros de Enseñanza y de la
Sociedad francesa de Higiene, ha aparecido en Le Matiriy del 9 de julio de 1903, el sumario siguiente
que muestra su imporuncia y actualidad :
El trabajo manual en el liceo. — Nuestros colegiales en el taller. — La Memoria de Liard. — Treinta
y siete opiniones favorables contra ocho. — El problema del gasto.
El pasado año 1902, algunos miembros del Consejo superior de Instrucción pública votaron á
favor de la creación de talleres de trabajo manual, en los liceos y colegios, para que los alumnos
pudieran aprender en ellos.
A petición del Ministro, el Vicerrector de la Academia de París, Liard, optó por las asambleas
de profesores de liceos y colegios del distrito. Liard ha terminado hace poco la Memoria que re-
sume las deliberaciones de estas asambleas y la ha aumenudo con su opinión personal.
En treinu y siete establecimientos, los profesores son favorables al principio. En ocho, desfa-
vorables. Pero, algunos sólo se refieren á las dificultades de la organización material. Únicamente
en cuatro establecimientos se ha llegado á dudar del valor del mismo principio. En Kcims y en el
reducido liceo Condorcet, se cree que la enseñanza manual sólo debe darse en las escuelas prima-
rias superiores. En cl liceo Yanson-dc-Sailly y en Versalles, los profesores opinan que la intro-
ducción del trabajo manual aproximaría los liceos á las escuelas profesionales y modificaría todo
el carácter de la enseñanza y de la educación.
Liard, en su Memoria, declara que todo» estos argumentos no le han hecho cambiar de opinión.
«Nos ahogamos, dice, resguardados por nuestros tabiques impermeables», y añade: «Considero el
trabajo manual una excelente escuela. El roce con buenos obreros, el respeto que tienen á las
cosas concretas, seria un excelente preservativo contra las paradojas y quintaesencias de abstrac-
ción que produce muchas veces el abuso de la educación intelectual».
Sin embargo, Liard piensa que los trabajos manuales debieran ser faculutivos.
Sólo halla una objeción que hacer: la eterna cuestión del gasto. Efectivamente: para que la
nueva enseñanza produzca sus frutos, es preciso que sea gratuita. Según lo presupuestado, se
puede anticipar como gasto de primera insulación, 50 francos por alumno. La conservación
anual cosurfa, por lo menos, hO) francos, si se hace el trabajo de hierro y madera, y 250 franco^, si
sólo se hace de uno de los dos.
Al terminar Liard, propone hacer los ensayos en algunos establecimientos que st presten bue-
namente i ello. Cita los liceos Condorcet, Saint-Louis, Lacanal, Michelet, de Bourges y de Beaii-
vais; los colegios de Nogent-le>Routrou, Sainte-Menehould, Sézanne y Blois. «Así, dice, se limi-
tará el gasto y se marchará después con toda seguridad».
404 Papel morali^ador é higiinico del trabafo manual en el niño
los mismos bancos de la escuela primaria, v la concordia alumbrará con su
radiante resplandor el porvenir de la sociedad francesa ».
Naturalmente, poco ó uada se preocupan de que el niüo adquiera lai«-
trucd&fi educadora, la educación délos sentidos, sin los que, como dice Dide-
rot, nada entra en el cerebro por parte del oído, lavista« el olfato y el gusto,
así como tampoco de la tan preciosa utilización de una facultad que puede
reemplazar á las otras: el tacto. El obrero persiste en la creencia de ser
inferior, desigual al obrero de la inteligencia; cree que el abandono del tra-
bajo manual le convertiría en un «intelectual», término del cual se ba abu-
sado tanto; excita á sus conocidos k «lio y crea el proletariado cerebral, el
peor y más temible. Derribemos los prejuicios; quisiéramos ver reprodu-
cir para el niño (que de este modo adquiriría afición á ello, se consideraría
el equivalente, sinoeligual á todo trabajador, y vería extenderse su círculo
de conocimientos é ideas por su actividad), infinidad de objetos simples y
fáciles; qui>iéraraos, como Franklin, que supiese «i aserrar con una barrena
y agujerear con una sierra !» Esto sería para los ricos un modo, compren-
diendo, al ejecutarlo, las dificultades de apreciar á su hermano, el trabajador
manual. ¿Cuántos inteligentes é instruidos hay, en nuestra época, que
puedan utilizar sus manos? Pero, se objetará, como antes se hizo al apare-
cer las máquinas, si todos supiesen trabajar manualmente, el obrero no
tendría ya necesidnd de existir. No sucedería nada, porque el tiempo, aun
la misma afición, faltarían á todos aquellos cuyas ocupaciones son diferen-
tes. ¡Cuántos ingenieros, excelentes teóricos, continuarán dirigie'ndo sin
tener para ello apenas tiempo! Pero serán, lo que frecuentemente hoy no
son, capaces de atornillar una máquina y no serían inferiores á los obreros
puestos á sus órdenes. Para la joven, eftrabajo manual está evidentemente
indicado de antemano en cierta manera; la cocina ó química culinaria, la
costura, sin peijuicio de otros trabajos, m^s bien poco fatigosos, porque no
es muy necesario el masculinizar la mujer.
Esperando que el trabajo manual sea incluido en los programas univer-
sitarios, para que alterne con la deformadora postura del escolar encorvado,
inmóvil, en malas mesas escolares y pueda de este modo extender benéfica-
mente sus músculos y organismo, los padres, en realidad anhelosos del
porvenir de sus hijos, debieran dedicarlos al trabajo manual, por lo menos
en la casa, por poca voluntad que tuvipran. Pero se necesitaría, para conse-
guirlo, que los padres estuviesen convencidos y comprendiesen la necesi-
dad de la instrucción del sentido del tacto, y que no quieran crear una
especie de aristocracia por el menosprecio del trabajo físico. Que no se
niegue, aua en ciertas situaciones f y, por otra parte, ¿quién puede afirmar
de antemano las aficiones del niño?) la inutilidad de esta educación táctil;
instruye la vista, que da la medida de las dimensiones, del relieve, de las
perspectivas. Su ventaja sobre los sports es indiscutible, porque este tra-
bajo, tan tónico, tan higiénico, deja útiles huellas raoralizadoras, del es-
fuerzo realizado.
Pudiéramos citar el ejemplo de uno de nuestros grandes cirujanos, no
oficial, y cuyo padre, médico distinguidf), le hacia aserrar y cepillar madera
antes de los ocho años. Un amigo nuestro, médico electricista, que pasa
por haber hecho «n su especialidad algunos originales descubrimientos,
reconoce haber salido, á pesar de sus numerosos diplomas, absolutamente
incapaz de poner un timbre eléctrico ; pero con energía y ante la nece-
sidad de no ser el esclavo de sus máquinas, reformó por completo su edu-
cación científica con instrumentos de mano. Entonces ideas prácticas, pro-
gresos, llenaron su espíritu. La destreza manual, aun perfectamente
Inútil (¿y quién osaría decir que lo eí? de un modo absoluto?), hágase loque
se haga, la habilidad en las manos, decimos, se adquiere, no puede ser ad-
quirida, con un ejercicio prematuro. Debe habituarse el hombrea emplear
ambas manos, ser ambidiestro, á fin de desarrollar por igual los dos lados del
cuerpo.
Desde la i?ifancia, ó muy difícilmente más tarde, se aprende á servirse
de ambas niazos. El piano, que exige habilidad de los dedos, ha de apren-
derse oportunamente; los oficios manuales también. Rehabilitémosles. Bl
cambio de esfuerzo reposa; iqué detención para el espíritu! Luis XVI. que
supo escoger á Turgot, lo que se olvida demasiado, peronosupo sostenerlo,
se dedicaba á la cerrajería; Pedro el Grande se hizo carpintero para que
Papel morali^ador i higiinico del trabado tnanuai en ti niño 4o3
Rusia progrresara... Ved para fortalecer los espíritus, ; que aun la idea de
este trabajo choca! Tolstoí pretende que cada uno debe servirse, sobre
todo los un~io«, en los cuidados domésticos, á ñu de inculcarles las verdade-
ras ideas de ig-ualdad. Es necesario que los descansos escolares ptre¿¿a;t (no
nos atrevemos á decir deban) consagrrárseles, pero al aire libre siempre que
sea posible.
El Estado, que dirige todos sus esfuerzos actúales hacia el monopolio de
la instrucción, no debe detenerse en la vía de ios gacriílcios reciamaaos por
Iñinstruccián educadora, la única verdadera y eficaz; debe pensar un poco
en los niños, aun cuando no sean todavía electores. Que talleres especiales
se pongan en pequeño en las escuelas primarias; que los niños parisienses
que no puedan separarse de Parisí, aprovechen, durante sus descansos, las
escuelas municipales del Libro, del Mueble, eu ciertas horas, muy pocas
horas se entiende, variables según la edad, la fuerza del niño, hasta cierto
punto subordinados á su voluntad.
Es preciso hacerle agradable esta clase de trabajo, hablarle de él durante el
año escolar como de una utilidad y un placer, una necesidad de desarrollar
su espíritu y su cuerpo; se ha de evitar que cobre aversión por lo que se le
haya exagerado. El niño goza tocando todo, y esto es una forma de la cu-
riosidad, del deseo de saber. Así, se familiarizará con los objetos descritos,
vistos, tomados á peso, que le han parecido difíciles de comprender, y, con
la repetición^ el conocimiento de las cosas le dará alegría y facilidad para la
retención, hasta el punto que los describirá y reproducirá gustosamente.
Relatará ufano, por la noche, á sus padres embebecidos, entusiasmados, el
objeto por él construido, i Qué tiempo ganado para los estudios futuros,
para los aprendizajes de mañana! i qué ideas despertadas en su espíritu,
constituyendo esta especie de deber de síntesis, descripción de todos los as-
pectos y propiedades, dibujos aun de memoria, reconstrucciones cerebrales
y física del objeto visto! Reproduciéndolo el niño, puede hablar, se le
puede interrogar sobre las ideas que se han despertado en su cerebro; en
vez de ser simplemente un método médico del examen de la rapidez inte-
lectual de diversos hombres de genio contemporáneo, será esta síntesis un
ejercicio maravilloso de desarrollo intelectual y de reflexión forzada en
cierto modo.
i Cuántas nociones falsas ó amplificadas, entradas en el cerebro, después
de una sencilla descripción, reformadas, puestas de relieve por ^^\^ lección
í?íC0íflí2?/u¿¿í«, documentada, reproducida por el mismo alumno! Las tres
dimensiones, las ideas de superficie y volumen se adquieren de este modo.
Se puede creer, áprioriy que pedimos una cosa imposible, por lo menos
en el estado actual de la Hacienda francesa ; pero hemos ya demostrado la
presente posibilidad para los parisienses de ese género de trabajo manual
infantil (ha existido ya, pero ha sido casi á continuación suprimido), yes
evidente que nuestro espíritu general, un poco falseado, lo verá ante todo
. con alguna ojeriza, y que las demandas serán poco numerosas. Pero ;euan-
tos operarios, patronos de fortuna pequeña, obreros á domicilio, pudieran
por si mismos y desde ahora, por su propia voluntad, instruir á miles de
niños, los suyos primeramente y los compañeros de éstos! Basta decir,
repetir y demostrar la utilidad que reportaría á todos (ricos ó pobres, niños
de la escuela primaria ó del liceo), el trabajo manual ; darle la importancia
que merece, como la antigua República romana hizo, en la que Cincniato,
es "preciso repetirlo, dejó su arado para ir á vencer al enemigó, y volvió,
•cumplido su deber, á labrar su campo.
Que la verdad, la moralidad, la higiene, el papel elevado de la educación
táctil, se proclamen indispensables; que recompensas especiales, premios
(lio que se hace en Francia con los juguetes no puede imaginarse!), la
alienten, la utilicen y la revelen, y todos acudirán á ella como ha sucedido
con la bicicleta, que aun los poderosos de la tierra se vieron f bligados ellos
mismos á repararla en el camino ; | como se ve en el automóvil, en que hace
de chauffeur un aristócrata ¡
8e objetará, quizá, que pueden renovarse, si se confía el niño á los in-
dustriales, los abusos y explotaciones que antes existían. Toda medalla
tiene su reverso, y para evitrir aquéllos, á la familia atañe la vigilancia, así
4otf Papel morali^ador i hisfiénico del trabajo manual en el niño
como á los maestros que enseñen á los niños. Los médicos pueden tam-
bién con más facilidad descubrir este cansancio que el del cerebro ; los es-
tigmas profesionales aparecidos demasiado pronto, demasiado puros y vio-
lentos, según los instrumentos escoí^idos, revelarán, á no tardar mucho, el
abuso. Se dirá también que el niño puede cortarse, traumatizarse, herirse;
es la eterna razón alegada contra los ejercicio's fí.sicos, el uso de una liber-
tad relativa que se da á los niños... Pero ¿para el trabajo manual sólo hay
instrumentos cortantes, contundentes? Y, después de todo, ¿qué importa?
Tarde ó temprano, será preciso ejercer una profesión cualquiera; médico,
se puede morir de un contagio; «oldado, de un balazo... Todo tiene sus
peligros, y el más grande es ser inútil á la sociedad. No se puede así pro-
porcionar t'^abajo manual en la duración tan corta de los recreos escolares,
después de las clases, demasiado cargadas hoy de lecciones y deberes para
la edad y carácter del niño ; las notas de los institutores descubrirán la na-
turaleza grave, risueña, precavida, mañosa, y reglamentarán así, de ante-
mano, en cierta manera y según el gusto del niño, el género de trabajo y
los instrumentos que han de dárseles.
Bien sé que esto es pedir mucho (?) á los institutores é inspectores encar-
gados de la vigilancia de los niños ; es evidente que debieran hacer lo que
raramente sucede : visitas imprevistas, y no tener que examinar cuadernos
hechos intencional mente y expreso para que los vean... Esa es la obliga-
ción de ellos, y no cumplirla en conciencia es evidentemente robar el dinero
de los contribuyentes, padres de familia, parientes, de la clase pobr.e sobre
todo, demasiado ocupados ó demasiado humildes para comproDarlo ó que-
jarse, i Cuántos dislocados se evitarían en nuestra época y todavía por
algún tiempo, con los cuales las carreras fiberales están repletas! El tra-
bajo manual revelará muchas cosas al niño sobre sus propias aspiraciones
cuando sea adolescente. Si la carrera especial escogida en este momento
de su vida no es de su agrado, i cuántos jóvenes no titubearán en dedicarse
á su pasatiempo escolar convertido en excelente y seguro medio de vida !
¿Quién dice que el hombre maduro no encontrará gozo en ocuparse otra
vez en su trabajo ?
No creemos ser demasiado entusiastas insistiendo sobrí» el empleo de los
descansos escolares, que para no perderlos, debieran utilizarse en la es-
cuela, en aprender á servir.se hábilmente de sus manos.
Nuestros profesores é institutores se creerían sin duda deshonrados si
enseñaran á aserrar, limar, cepillar, soldar... Nuestros vecinos los alema-
nes encargan, y se puede ver, en los mejores establecimientos, á un mismo
profesor la enseñanza del griego y la gimnasia, el baile y la alta cultura
latina...
Muchos de esos dislocados lo son por el único hábito adquirido de-utilizar
el cerebro, y á quien todos los resabios han hecho perder su horror nativo,
muy francés, al trabajo manual ; retroceden sólo ante las diñcultades de un
aprendizaje manual ; dificultades tanto mayores, cuanto que ningún ejer-
cicio las ha precedido, y no han establecido costumbre todavía. La inepti-
tud á cierta edad es causa de burla para los mentecatos, es cierto, pero ¿se
les puede suprimir? Y ante estas burlas frecuentemente, y también ante
su incapacidad que le in^plde ante todo ganar lo que sea. el dislocad$ titu-
beará antes de entrar en un taller donde se le dé trabajo y pan menos negro
y amargo que aquel que está habitualmente reducido a comer. Y desde
la niñez, ¡varias horas utilizadas hubieran podido hacerlo apto para ese
trabajo !
Hoy, no todo trabajo es al mismo tiempo manual y director en el que
conviene iniciar al niño desde tiempo oportuno, según su aptitud y fuerzas.
Es preciso saber manejar el martillo-pilón con precisió?^ matemática, que,
en Creusot, por ejemplo, con su peso de 3 á 5,000 kilogramos puede dar de
200 á 500 golpes por minuto, ó cerrar, sin romper nada, la caja de un reloj,
hundir el tapón de una botella... ¡ Qué hermosa lección para la inteligen-
cia de la niñez, á la que se revela la fuerza y habilidad humanas, á quien
se inculca la idea de poder conseguirlo ! El papel de la caratatuí escolar,
del paseo á través de Francia, de las fábricas, mostrará esto y muchos
otros fenómenos del cerebro y del brazo humano. Algunas caravanas es-
colares existen ya entre los alumnos beneméritos en ciertas ciudades. Es
Papel morali^ddor é higiinico del trabajó manual en el niño 4^7
preciso multiplicarlas. Pero los padres pueden también ser los mejoreef ar-
tesanos, durante las vacaciones, de estas excursiones á las fábricas de los
alrededores, á los bosques, ¿ qué sé yo? Para el niño que no sabe nada todo
es una lección, le instruye. ¡ Cuentos institutores jóvenes, mal retribuidos,
Hceptarian mínimas subvenciones para pasear álos niños provechosamente,
de plaza en plaza, al aire libre, frecuentemente, durante las vacaciones !
La idea de las caravanas escolares, aunque más bien de reciente aplica*
ción, no es nueva en su orig-en ; está ligada íntimamente al trabajo manual
ó á su observación razonada con el trabajo cerebral. Un mismo autor alabó
al día siguiente de la guerra de 1810 esta doble idea. La Academia Fran-
cesa lo ha recompensado. G Bruno publicó, efectivamente entonces, Fraur
■ cinei y le Tour de Francepar deux enfants. Estos libros han sido los favori-
tos de los cerebros jóvenes, de los que ahora son nuestros cuadragenjírios
Fraucinet, hijo de obreros, trabaja en una tintorería, desde los ocho años de '
edad, para ayudar á su madre y mantener á sus hermanitos, ejemplos de
moral y solidaridad ; se le presenta la ocasión de salvar del incendio la fá-
brica, y su patrón, ag-.adecido, dejándole trabajar como obrero á determi-
nadas horas, le da, junto con sus niños, la instrucción cerebral deseada; se
instruye, se convierte en un sujeto excelente, llega á contramaestre,., y es
feliz, pensando en su suerte y alegrándose de ella. Le Tour de France de
deux enfants representa dos huérfanos, alsacio-lorenenses, de ocho y catorce
años de edad, que pierden á su padre, el cual hace jurar al mayor que aban-
donará á Phalsbour antes de la fecha de opción fijada por Alemania ; viajan
pobres: el mayor, trabajando como obrero de ün sitio en otro, el pequeño va
á la escuela, pero en sus viajes, mirando, observándolo todo, interrogando,
instruyéndose...; de este modo visitan toda la Francia, ven las estatuas
levantadas á los grandes hombres que les señalan la historia de los hombres
y de los acontecimientos ; los arroyos, ferrocarriles y ríos caudalosos que la
Geografía les enseña ; la naturaleza, de la que conocen diversos árboles ó
plantas, ó riquezas espontáneas; el mayor trabaja con sus manos, el pe-
queño también, después de su asistencia á la escuela, en la medida de sus
fuerzas, y todo marcha paralelamente : desarrollo moral y físico, instruc-
ción general, intelectual y manual. Si me extiendo sobre estos detalles,
sobre estos libros hoy olvidados en las escuelas para ser reemplazados por
otros más oficiales, es porque fuera casi de desear que la caravana escolar
( ¡ oh, cuan excelente empleo en vacaciones ! ), los pusiese en acción ; ; quien
sabe si e( trabaj») de los mayores disminuiría los gastos de la excursión,
instruyéndolos y agradándoles á ellos mismos !
El que ha trabajado desde los doce años de edad, antes de promulgada
la ley escolar de 188¿, sabe el gozo que ha experimentado al llevar á su casa
la primera ó las primeras monedas de cinco francos, fruto de su primer mes
de trabBj.0. Este g-usto, este instinto, no es interesado en el niño razonable,
normal : es la justa vanidad del productor, del creador, del laborioso encan-
tado de contribuir al examen, al esfuerzo común y de señalar su sitio. Es
el reconocimiento por los esfuerzos anteriores, los de la familia, sobre todo
el legítimo deseo de juntar á ellos los suyos, en vez de aprovechar, sin de-
volverlo, el trabajo de los demás. Y una enseñanza ad hoc, donde la cara-
vana escolar permitiera quizás desarrollar por la emulación este sentimiento
noble en los niños, los de más edad, por lo menos, al mismo tiempo que en-
señarles el altruismo y el sacrificic» á los menores, á los más débiles, repo-
sando el espíritu y haciéndolo más propio para almacenar las lecciones
futuras; ¿no se ha notado, además, que el niño de cierta edad que quiere
aprender lo hace con una rapidez más grande, proporcional de alguna ma-
nera á su estado corporal?
No parece se reserve un sitio en la enseñanza actual al saludable trabajo
manual, ¿no es regenerador ni aun curativo?
Para los nerviosos, para los locos, es un poderoso remedio. \ Cuántas co-
lonias agrícolas deben su prosperidad y la salud de sus enfermos al trabajo
del campo ! La campiña belga es fértil gracias á los trabajos de los ena-
jenados de Lierneux. Algunos locos en las familias son muy bien tratados,
y por su trabajo y la pequeña remuneración que se les da, son beneficiosos
para las g-entes pobres. Ciertas casas de departamentos, como Prémonté
(Aisne), cuya comisión administrativa, presidida por Alejandro Legry, Vice-
4o8 Paptt morali^üiior i higiénico átl trabajo manual en ti niño
presidente del Consejo general de Aisne, se ocupa activamente en ello, pro-
gresan, sin pedir nada al Estado, por el trabajo manual de sus pensionistas,
y alrededor de su gran vivienda,, una vieja abadía, se extienden campos
cultivados ; citemos aún, como maravilla del trabajo manual, una esplen-
dida escalera con rampa de hierro forjado que se sostiene en el aire, por la
disposición de las piedras en equilibrio sin soporte.
No se admira en lo que vale el trabajo manual, manantial y origen de
toda riqueza, i Cuan fácilmente puede demostrarse que existe en todas
partes, en cualquier carrera, sea la que fuere ! Y en los paseos que los es-
colares dan en sus vacaciones, sencillas consideraciones oportunamente
dichas, debe probarse hasta la evidencia al niño mañoso é impresionable,
con pruebas á mano, con la vista de las fábricas, en la caravana escolar. La
máquina, aun cuando frecuentemente reemplace al hombre, ¿no exige, sin
embargo, su trabajo, parte manual, parte directora, para su construcción ó
uso ? Es casi un pasatiempo, una diversión para manejar economizando en
gran manera el esfuerzo humano, la necesidad manual y no inteligente;
pero es preciso ponerla en movimiento, tocarla, untarla, detenerla ; engra-
niges, sistemas complejos la rigen ; pero se ha de manejar, desarmar.
La fábrica y el laboratorio se mantienen y completan, y nada prueba
más que esta unión, al presente fatal, el lazo indisoluble, mejor dicho : la
amigable y necesaria alianza del cerebro y de los brazos, de la intelectuali-
dad y de la máquina, del químico, por ejemplo, y de su retorta, de laque
debe ver, sentir, advertir los fenómenos, los cambios de coloración, los so-
bresaltos... La ciencia bien comprendida lleva á la igualdad; y si no se
puede relativamente enseñar estas dos cosas en la escuela en que hábitos
desemejantes revelan la desigualdad, ¿no puede hacerse esta instrucción
cívica, la más útil durante el curso de ios trabajos manuales ó de las expe-
dicirnes, en las vacaciones escolares? El sabio, en efecto, no participa hoy
del obrero ; el matemático, el ingeniero de puentes y caminos, el agente
director de obras públicas y el constructor, se codean y completan; el
obrero de terraplenes y el picapedrero les suministran los materiales, todos
tienen su tarea señalada, contigua, igualmente digna y útil ; y las órdenes
son bien dadas á condición de conocer los materiales que se han de emplear
y los esfuerzos que necesitan ; muchas veces al tratar á un obrero perezoso
ó ignorante no le convenceremos «ino mostrándole que sabe hacer él nrismo
lo que se le ordena ; así tiene directo interés en f^aber. ¿Quién puede co-
nocer mejor estas últimas sino el que, para instruirse, pone «mano á la
obra», y conoce las dificultades? ¿Cuánto más justo y equitativo será
para su subalterno si le es superior, y que lección de moral y de solidaridad
humana se puede dar así al niño, haciéndole ver, tocar con' el dedo, com-
probar lodos estos puntos, en el terreno, ante un camino con piedras de-
molidas? Todo, lo repetimos ante el hecho, ante la naturaleza, puede y
debe ser materia de enseñanza igualitaria, humanitaria, moral, fisiológica
ó física.
El obrero y el patrono deben hoy vivir juntos y compenetrarse ; de esto
depende el interés común de ambos, y es preciso hacérselo comprender, ó,
por lo mf^nos, á sus hijos, desde la primera chispa de razón que alumbra su
alma. No sólo hay derechos en la vida : también hay deberes : el trabigo
manual que necesita frecuentemente la ayuda del prójimo, lo hace enten-
der bien así. Los prejuicios de clase no tienen ya razón de ser, especial-
mente en los tiempos en que el pobre de hoy podrá ser el rico de mañana, y
recíprocamente.
Todo es trabajo manual, aun en el dominio déla abstracción y de la cien-
cia pura. La materialización de las ideas matemáticas hace su compren-
sión más fácil y las fija en el espíritu.
Es preciso mostrar incesantemente al niño, en la escuela cuando sea po-
sible y fuera de ella donde faltan los ejemplos tangibles, cuíin indispensa-
ble es el arte de utilizar las manos para la representación tangible de las
ideas aprendidas. Se le mostrará al ingeniero de ferrocarriles, salido de la
escuela politécnica, convertido en chauffeur y meca t ico, manchando sus
blancas manos, sin estar á ello acostumbrado, con el carbón y aceite de las
máquinas, por necesidad, para conocer el juego de éí^tas y saber en seguida
regirlas, salvar la vida de sus semejantes que se entregan confiadamente á
Papel moraUKo4or i higiénico dtl trabajo manual en c/ niño 4iy9
estas rápidas locomotoras, y saber dar á tiempo contravapor, frenar, cuan-
do todos están aturdidos. El fi^ico, sabio de laboratorio, debe conocer el
manejo de sus aparatos ; el químico, el movimiento de sus retortas, en las
que se efectúan obscuras combinaciones ; el electricista industrial ó médico
ha de saber reg-ular, poner en marcha las máquinas, repararlas, y sólo puede
hacerlo con sus manos. El cirujano, que corta, cura, cose, junta, extrae,
envuelve... cuerpos, órganos ó heridas, ¿no utiliza sus manos, tanto ó más
que su cerebro? £1 medico, que palpa, percute, ausculta, emplea las ma-
nos, los ojos, los oídos. La señora encopetada ó lacosturera, bordan ó cosen
con sus propias manos. El pintor distribuye los colores en la tela con el
pincel manejado por su mano ; el escritor debe á la mano su trabajo. Siem-
pre estos apéndices, estos lazos finos y distinguidos, groseros ó vulgares,
son indispensables, hágase lo que se quiera, y tanto más hábiles cuanto más
ejercitados.
El artista y el artesano se confunden en el valor, casi en el genio. El
alfarero puede ser Bernardo Palissy, y se servirá de materiales que amasa
con sus manos y hace cocer de cierto modo. Los decoradores de porcelana
de Sévres, los tapiceros de los Gobelinos ó de Beauvnis, los grandes esculto-
res ó cinceladores de me. i alias, trabajan con sus manos Los encuaderna*
dores de libros, los füt<;grafos, los grabndores sobre metales ó vidrio de
Baccara, los cuchilleros de Thier?-, los relojeros de Besancjon, los caldereros
de Aurillac, son, cada uno, según su temperamento propio, artistas ó arte-
sanos... i Cuántas cosas que enseñar al niño, constantemente, á propósito
de todo, de cualquiera cosa: un vaso que rompe, un cuchillo que parte, un
vidrio que fractura, ¡ cuántos aspectos nuevos para mostrárselos, ( uántos
objetos de estudio I
El pensamiento existe únicamente concreto y formulado. El qiie no
puede extraer de su cerebro y materializar su labor artística ó científica, es
un impotente, y sólo sus manos, ó las que está obligado á requirir é intelec-
tualizar, permiten la tangibilidad. ¡Qué de titubeos é inútiles gastos se
evitarían miles de inventores si su educación primera les permitiese reali-
zar sus ideas !
La visita á las Exposiciones que contienen las maravillas y emulación de
los pueblos, serán preferidas cuando las hay para revelar al niño las pro-
ducciones y alianzas de la inteligencia y de la materia, de la cabeza y bra-
zos. Le despertará el patriotismo, no un chauñnisme estrecho que considera
á cualquier hombre un enemigo, sino una emulación saludable y el deseo
de hacer, por vías normales, rectas, más que la nación que linda con la
suya ; lo incitará á estudiar en ella, á conocerla, á estimarla, á apreciar su
temperamento especial y á acomodarse á él, no sólo para el alejamiento,
sino para la extinción de las guerras.
Las manos del hombre construyen y ejecutan las maravillas de las Ex-
posiciones. ¿Qué fuera el cerebro sin ellas? Ejecutando con la mano las
concepciones del cerebro, el hombre cuaternario, desnudo, desarmado, in-
hábil, ha conquistado^^oco á poco el mundo, las cosas y los seres del am-
biente, todos enemigos natos del futuro Rey de la Naturaleza.
A la vista, en los museos, de los gigantescos mammouths, de los enor-
mes mastodontes, de los titánicos dinoterios, de los heléchos arborescentes
que suministrarán la hulla, el niño aprenderá que ha sojuzgado, conquis-
tado, suplantado todo lo que ve. Conocerá que el ser débil, velludo, infor-
me, análogo á los monos antropoideos, que verá en los jardines zoológicos,
fué el hombre, en otro tiempo encorvado hacia la tierra, y enderezado au-
dazmente, gigante á su vez, y que lo ha acaparado todo con sus manos y
cerebro. Sus manos, únicas armas que al principio tenía, han domeñado
la inerte materia, y del guijarro ó del hacha de silex primeramente, han
hecho maravillosos útiles, los gigantescos instrumentos de la mecánica mo-
derna. Su cerebro aislado hubiese sido impotente. Sus manos, ayudadas
de los demás sentidos, de la vista especialmente, después de conquistar el
alimento cotidiano del cuerpo, le han permitido conservarlo y adquirir el
de la inteligencia, por un semi-reposo, por ensueños ante la inmensidad, y
la observación de los fenómenos. ¡ Qué lección de modestia (por el origen),
y de orgullo (por el capital), trabajo y ciencia poseen los contemporáneos!
En la conquista del mundo, en el triunfo sobre los elementos, las manos
4 10 Papel morali^ador é higiinico del trabajo manual en f< niño
han sido los vencederos más seguros de la inerte y rebelde materia, y la
victoria se ha obtenido después de millones de años de luchas y esfuerzos,
desde el período ternario de las edades geológicas, quizás, y con más exac-
titud, desde el período cuaternario y los glaciales?, i Cuántas generaciones
desaparecidas han sido precisas, cuántos adelantos en la textura y en el
mismo cerebro del hombre .. asociaciones realizadas, vastas barreras coutra
la naturaleza abrupta : la solidaridad y la unión de los hombres han permi-
tido únicamente, con su incesante trabajo, la gigantesca epop>eya que los
ojos de la ciencia nos representan como ojos contemporáneos, implacable y
fiel!' Si enfrente de las guerras desastrosas, mortíferas, cuyos trofeos y
cuadros consagran su gloria (?), se ven también en nuestros museos mues-
tras de civilización de una época aun mu^ bárbara y que retardarían la gi-
gante evolución del progreso^ sino se hubieran encontrado hombres buenos
trabajadores, y, sobre todo, que se ayudaran mutuamente, el hombre de
nuestros días sería como el de antaño. Sin que nos veamos obligados á
ello, mencionaremos solamente la caridad, para decir que si la posee el
hombre, se debe á la educación de los sentidos que preconizamos antes que
ninguna otra cosa ; la vit^ta afectada de un modo desagradab e, el olfato pe-
nosamente impresionado á la vista de un pobre andrajoso, evitaron esta
sensación, huyendo ó ayudando al desgraciado, y no siendo posible la
huida en todas las ocasiones, las quejas de aquel ó sioruiéudole con más
fortuna, originó después el hábito del socorro, la caridaa.
£1 hombre sólo, sea cual fuere su individualidad, poderosa ó impotente,
no es nada ; es preciso hacérselo entender al niño, tíl hombre debe tener
el derecho á asociarse, y la elección de aquellos con quienes le place luchar
contra la materia, la miseria ó los prejuicios; pero es necesario que se una
á sus vecinos, á sus contemporáneos, á la humanidad entera. £1 mal de
uno referente en los otros. No se tiene derecho á ser demasiado rico, á aca-
parar de un modo avaricioso los bienes de la tierra sin repartir una parte di
ellos (diremo¿$ á los egoístas que e^ta es la parte del fuego), á los desgracia-
dos menos favorecidos. No queremos enseñar al niño el odio, sino el amor
al prójimo, el altruismo, el derecho á la vida, por y para el trabajo. La
moral, de donde procede, y sobre todo humana, demuestra perentoriamente
la solidaridad absoluta, tanto en el mal como en el bien, en el sufrimiento
como en la salud ; esta solidaridad existe ápriori, entre el cuerpo y el espí-
ritu ; cada uno, por su perfecto equilibrio, exige, sin cansancio, su ejercicio
propio, su trabajo especial, alterado para el organismo ó el cerebro ; se ni-
velan recíprocamente.
£1 trabajo manual muestra esta solidaridad inmediata; en una fábrica
todos los organismos se compenetran, como en el cuerpo humano (la fábula
de los miembros y el estómago todos la conocen) ; si un obrero es negli-
gente en el trabajo, el camarada suf^e las consecuencias, puede ser cogido
en un engranaje, triturado por la impericia del vecino, del ayudante... Así,
ante estos accidentes que amenazan más ó menos á todos, hace que se co-
nozcan mejor, que se aprecian, y que á esto sea preciso atribuir el actual
movimiento de solidaridad bien pura, bien deslindada y que amenaza al
capital, movimiento que se ha verificado, aunque poco, en las demás ca-
rreras.
El proletario cerebral, tan frecuente hoy, noria dificultad de las carreras
llamadas cerebrales, apenas si se asocia ; aoandona muchns veces á sus
compañeros de lucha, su solidaridad es para él una palabra vacía de sentido
como muchas de sus estudios, y su miseria es más terrible, más sombría
que la del obrero. Únicamente el niño que se haya apercibido desde los
primeros momentos para las luchas futuras, cuyo' espíritu y manos sean
solidarias, medrará en los países nuevos donde fatalmente emigre.
El trabajador cerebral puro, en las horas lúgubres cada vez más amena-
zadoras, envidiará al trabajador manual que tiene menos necesidades el
tiene asep-urada casi por completo la comida... si trabaja; en tanto que y
otro, débil de cuerpo, porque no lo ha ejercitado, inapto, porque lo miró
con desprecio, se entrega (los hechos lo prueban), al dolor ó al suicidio, si
el destino no le sonríe.
Trad. por Ruiz Rodríqubz (J.).
KB VISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
POR Ki.
Dr. D. José de la. Rosa y Sánchez
Tratado práotloo do los métodos do oxploraoión olinioa, por el pro-
fesor Dr. H. Sahli, Catedrático y Director de la Clínica médica de la Uni-
versidad de Berna. Traducido directamente de la tercera edición ale-
mana por el Dr. León Cardenal. - Barcelona, 1902.
Si el temor de caer en la vulgaridad no me cohibiera, no tendría
inconveniente en afirmar que hace años venía sintiéndose un vacío
aue ha llenado admirablemente y cam de un modo completo el autor
e este Tratado.
Las obras de texto de Patología general, de cuya Clínica es precisa-
mente de la que se ocupa esta, y que para distinguirla de algún modo
de las demás (médico-quirúrgica, etc., etc.), podríamos denominar
Propedéutica, van anticuándose y son deficientísimas. Menos mal que
el Dr. Corral y Maestro, con muy buen acierto y una sensatez poco co-
mún, dio ft la publicidad recientemente un Manual excelente, y difícil
de substituir, completísimo, á pesar de su extremada concisión, des-
pués de todo necesario á los alumnos, á quienes iba dedicado especial-
mente.
No obstante, como entre éstos puede haber y hay sin duda alguna
jóvenes aprovechados que, después de dominados los programas, aspi-
ren á ser premiados y cuya aspiración supone, además de conocer
todas las materias, la necesidad de distinguirse, como los mismos pro-
fesores que tengan afán por la enseñanza, no querrán exponerse á
quedar postergados, acaso por sus mismos discípulos, ávidos de inves-
tigaciones y de resolver los problemas de la Clínica del modo más
preciso posible ; como los que estén encariñados con la idea de ser
algún día catedráticos de esta institución médica, no encuentran segu-
ramente en ninguna parte doctrina más sana, más moderna y más am--
E llámente tratada, de aquí su oportunidad é importancia considerable.
a edición española esta avalorada con adiciones de que carece la ale-
mana, pues en ella figura (entre otras no menos notables) la descrip-
ción del nuevo hem&metrOy ideado por el autor y presentado por él en el
Congreso de Medicina interna de Wiesbaden de 1902.
Posee dos índices (de materias y alfabético), que facilitan muchísi-
mo el hallazgo de los puntos que (leseemos consultar.
La Introducción comprende la Anamnesis y Método general para el
examen de los enfermos, k. este capítulo sucede el de «Estado general
del enfermo (decúbitos, facies, etc.)», «Constitución y estado nutri-
tivo », « Examen de la piel », « Temperatura », « Examen de los órganos
de la respiración». En este capítulo no se ocupa de la percusión, aus-
cultación ni palpación torácica, que deja para desp«és de ocuparse de
« La voz en los estados patológicos », de « La tos », « Pulso » y « Movi -
mientos de los vasos». En honor á la verdad, salta á la vista la falta
de método en la exposición de las materias, alguna inexactitud, como
la «Palpación de los pulmones y de la pleura ». No faltan omisiones
importantes, de las que sólo señalaré :
En el capítulo « Exploración del estómago, etc. », es donde se nota
un hueco que habría llenado perfectamente la reacción coloriraétrica
de Toffter, cuya rapidez y exactitud clínica no tiene rival. Sin em-
bargo, es interesantísimo, como er siguiente «Examen del intestino y
de las materias fecales», aunque éste es menos extenso, como es na-
tural, no omitiendo nada importante que pudiera esclarecer el diag-
nóstico (aspectos, macro y microscópico, caracteres químicos, etc., etc.).
4J» t'ir mu/ario y traiamuntot nwd^rnoi
A continuación estudia, de modo inimitable, el Dr. Sahli, la Urolo-
gía, detenidamente tratada desde todos los puntos de vista que puede
interesar al investigador. Aunque todavía no se ha hecho clínico el
crioscopiOy rae figuro que á nadie le habría parecido inoportuna su des-
cripción y aplicaciones, pues por lo mismo que acaba de nacer, no es
posible predecir el lugar que le está reservado, si en vez de postergarlo
como inmotivadamente viene haciéndose, según he tenido ocasión de
observar, se hace hincapié en utilizarlo, procurando obtener de su uso
algún resultado práctico, que no dudo llegará á conseguirse, masó
menos á la larga, si no nos impacientamos,
Nada nos dice tampoco el autor acerca de los procedimientos explo-
ratorios de la permeabilidad renal, y sólo indicación sumarísima de la
exploración de la vejiga y recto al final de la obra. No parece sino
que, fundado en la importancia de los datos suministrados por la pal-
pación y percusión y en la precisión de los datos del análisis microscó-
pico y químico, valiosísimos indiscutiblemente, huelga la exploración
génito-urinaria obtenida con el insubstituible cistoscopio, descubierto
por Nitze, modificado ingeniosamente por Albarrán y del que jamás
prescinde Wertlieim en su notabilísima clínica ginecológica, sin des-
atender los anteriores procederes. Aun más resalta la omisión aludida
sí se considera la distinta técnica cistoscópica en la mujer que en el
hombre, de cuya particularidad se desprende la trascendencia práctica
de este método.
Excelente me parece el capítulo dedicado al « Examen de los espu-
tos», aunque tal vez peque de demasiado condensado. Más completo
el «Examen de la sangre», que deja muy poco que desear (no mQXi-
cionsí Iel /ór??mla leu^ociiósica}, termina esta serie de lecciones con la
exploración de cavidades y órganos especiales, menos lo» á que antes
hice referencia.
Capítulo aparte, detallado y extraordinariamente notable es el con-
sagrado al «Sistema nervioso», psíquico, fisiológico y físicamente
considerado, no habiendo trastorno de importancia quépase inadver-
tido para el autor.
Un Apéndice y un Complemento, á cual mffs conveniente, cierran
tan valioso libro, por todos conceptos interesante.
Brozas, junio de 1904.
FORMULARIO T TRATAM1BNT08 M0DBRN08
CXI, -- El réffimen en las onfermodados de la piol
Morel-Lavallée lo formula, en un extenso artículo, del siguiente modo:
En las dermatosis tóxicas hay que isuprimir el ag-ente causal, alimento ó
medicamento, y facilitar su eliminación con los diuréticos y los purgantes.
En las crónicas y en las formas agudas que recidivan con frecuencia,
como la urticaria, ha de someterse el enfermo aun régimen oportuna y pro-
longado.
Régimen lácteo. — Su utilidad es evidente en todas las dermatosis agudas,
por ejemplo, urticaria, eritemas polimorfos intensos, púrpuras tóxicas, etc.
Es ventajosa en las erupciones hidrargíricas agudas y aún en todas las me-
dicamentosas algo graves, en los grandes eczemas, psoriasis eritrodérmica,
dermatitis esfoliatriz, dermatosis de During, en el curso de los brotes agu-
dos y en general siempre que se sospeche insuficiencia renal.
También está indicado si hay oliguria, si la orina contiene urobilina en
abundancia, pigmentos biliares m^s ó menos modificados y si existe hipo-
azoturia, como ocurre en la dermitis esfoliatriz, debida á un trastorno pro-
fundo de la nutrición con oxidación incompleta de las materias nitroge-
nadas.
Formutario y tratamientof modernos 4'S
En estos casos, en que el enfermo guarda un reposo relativo y con fre-
cuencia está en cama, la dieta láctea debe ser at>soluta, 500 gramos cada
tres horas, añadiendo agua de cal ó de Vichy si hay intolerancia.
Cuando comience la mejoría, se permitirá, en pooa cantidad, carn^ y ve-
getales, y se dará uno ó dos litros de leche diarios, que se irá menguando
gradualmente.
Si la dermatosis está subordinada á trastornos gastro-intestinales, el en-
fermo debe comer poco en cada comida, y en caso necesario hacer una ó dos
más accesorias. Los alimentos deben estar muy divididos ó en purés para
facilitar la digestión, y muy cocidos.
En las formas importantes se prohibirá : pastas, pastelería, pan (todo lo
más un poco, pero tostado), farináceos, salsas, sacarinos, chocolate, col, col
de Bruselas, nabos, rábanos, remolacha, cardo, raíces, ensaladas crudas, co-
hombres, tomates. entremeses, cebolla, ajo, condimentos, alcaparras, todos
los ácidos, los embutidos, las carnes saladas, ahumadas, en conserva, secas,
excepto el jíimón magro, la caza, los fritos, el queso v todos los alimentos
en Cermentkción, las castañas, los albaricoques, los frutos crudos en ge-
neral.
Puede prescribirse: sopas no grasas, caldo cocido lentamente, sin ebulli-
ción, desengrasado y fresco, carnes hervidas ó bien asadas sin más salsa
3ue la de la propia carne, huevos cocidos y blandos, pescado de río. lengua-
0, merluza, rodaballo, salmonete cocidos, legumbres verdes, achicoria,
apio, espinacas, acedera, habichuelas verdes, ensaladas cocidas, espárragos,
alcachofas, frutas cocidas, uvas. -
Como bebidas, agua de mesa indiferentes (Evian, Alet, Vittel, Thonon),
alguna vez infusión de tiht, manzanilla, menta, flores y hojas de naranjo ;
suele ser bien tolerado el café y el té muy ligeros y no suele sentar mal el
fine champagne después de la comida.
La leche se ha de prohibir; sin embargo, á las veces el régimen lácteo
absoluto, meJiante la leche esterilizada, da excelentes resultados.
Cuando hay pirosis, prescríbase en cuanto aparezca :
Carbonato calcico precipitado. . . 0*50 á I gramos
Subnitrato de bismuto 0-20 á 0*60 »
Clorhidrato de morfina O'OOl á 0*002 »
Magnesia calcinada ....... 0*75 á 1 »
para un papel.
Siempre que hay fermentaciones gástricas las hay intestinales.
Cuando hay astricción de vientre, los purgantes son útiles.
Cuando hay enteroptosis, se recurrirá al masaje.
Kn las dernaatosis persistentes ó recidivantes que no sean de origen ga^-
tro-intestinal. el régimen será el antes indicado. Mas este régimen no es
preciso en todos los casos, por ejemplo en las dermatosis irritables, poco ex-
tensas ó recientes. Entonces el autor se limita á suprimir los alimentos
peligrosos, particularmente los embutidos, la caza pasada, etc.
La superalimentación en los recién nacidos y en los niños, cuya madre
calma los llantos con el pecho ó el biberón, debe ser prohibida.
En los adultos y viejos es frecuente el eczema en los obesos, hasta en los
no diabéticos, con el carácter de muy rebelde. Estos enfermos son ó han
sido grandes gastrónomos y de co.stumbres se'dentarias.
De la superalimentación, la más nociva es el abuso de la carne, cual se ve
en las gente.s ricas y acomodadas. Conviene entonces el régimen vegetal y
ser muy parcos en el uso de las carnes.
El régimen vegetal debe emplearse en las dermatosis rebeldes, cuya du-
ración permite toda suerte de experimentos terapéuticos y dietéticos, y es
necesario en los enfermos que tengan hiperacidez urinaria (1).
CXII.— Diarreas infantiles: tratamiento oon la sr^latina
Propuesta por Weill y por A. Lumióre, ha recurrido Patricot á la gela-
tina en las enteritis infantiles. La usa, pura 3^ esterilizada, en solución al
10 por 100 incorporada con U leche del biberón, á la dosis de 4 á 10 gramos
diarios, sin que haya inconveniente -en empezar por las dosis grandes.
(\) Revue prat. des mal. cutanées.
4' 4 Formulario y tratamtentoi modernos
El niño acepta bien esta medicación, que es, además, inofensiva.
El resultado es excelente en las enteritis simples sin infección general.
No tarda en producirse mejoría;
Cuando hay toxi-infección digestiva, las deposiciones cambian, pero no
el estado general.
La gelatina fracasa en las enteritis coleriformes y en el cólera infantil
confirmado.
El autor considera á la gelatina como el mejor de Iqs agentes é ignorad
mecanismo de su acción (1).
CXIII, — Enterooolitis nmoo-mombranosa : tratamiento
Robin estima que esta enfermedad no es más que una repercusión déla
hiperaítenia gástrica en el intestino.
El punto esencial consiste en saturar el contenido gástrico, para que lle-
gue alcalino al tubo intestinal.
Después de las comidas hace tomar, en una poca agua, Uno de estos
papeles:
It^^S^rjr'''':"^' : : : :}-• « «^~™-
Bicarbonato sódico 4 »
para doce papeles.
Y si en el intervalo de las comidas hay crisis gastrálgicas, este otro :
Lactosa 1 gramo
Magnesia hidratada / 1'50 »
Subnitrato de bismuto \^ ^.e^
Creta preparada ¡^ ^^ *
Codeína 0*005 »
Bicarbonato sódico 1 »
El régimen alimenticio debe ser rigoroso. Se permitirá : caldo de co-
cido, sopas sin grasa, carnes asadas sin salsas, pe:»cados hervilos, pastas
alimenticias, legumbres cocidas, á las que se añade en el momento de co-
merlas un poco de sal y manteca fresca, frutas cocidas.
Como bebidas, agua pura, agua -de Alet, que es calcica; en medio de la
comida uno ó dos vasos de malta y después del desayuno y comida, una
taza de una infusión aromática caliente.
Para asegurar la evacuación del intestino, un lavado intestinal, dos ó
tres veces por semana, con un litro de agua hervida y á unos 3T, añadién-
dole de 5 á 10 gotas de tintura de salvia, esta última para favorecer la con-
tracción del intestino. Esta lavativa debe ser hecha con letititud ; puede
darar media hora si es necesario y á una presión muy débil (depósito á OM
ó 0*60 metros).
Se regularizará las funciones intestinales con dosis pequeñas de aceite
de ricino, extracto de belladona y extracto de beleño.
Robin usa la fórmula siguiente, que es activa k dosis relativamente mo-
deradas y á la que no se habitúa pronto el intestino :
Aloes del Cabo 2 gramos
Resina de jalapa . \
» de escamonea )aa. 1 »
Tarbit vegetal.' . . .* J
Extracto de belladona k« aos;
» de beleño 1^ ^^^ *
Jabón amigdalino c. s.
para 50 pildoras ; de una á tres al acostarse. Se logra con ellas una deposi-
ción no diarreica á la mañana siguiente.
Dos horas después de la cena, póngase sobre el vientre una toalla empa-
pada en agua fría, exprimida, que se cubre con tafetán engomado y d(^
capas de algidón, sujetando con una venda de franela. Si á los 8 ó 10 mi-
nutos no ha entrado el enfermo en reacción, se retira la toalla ; si, por el
(1) Thét4 d* Lyon.
Formulario y tratamitntos modernos 4*^
contrario, es bien soportada, se la deja puesta toda la noche, quitándola por
la mañana un cuarto de hora antes de abandonar el lecho.
£1 masaje y las duchas e;áCocesas son buenos.
Contra los paroxismos de dolor prescribe :
Extracto de cáñamo indiano ]
» de beleño Jaa. 0*03 gramos
» de belladona j
Mentol O'jO »
Alcohol para disolver c. s.
Julepe gomobo 150 »
una cucharada de hora en hora.
Las aguas minerales sedantes y las que combaten la atonía intestinal
están indicadas (1).
CXIV. — úlcera gástrica : tratamiento
RoUeston lo estudia detenidamente. Las ideas capitales son las que
siguen :
Reposo fisiológico absoluto del órgano: ni siquiera agua ni hielo para cal
mar la sed, pues al ser vertidos en el intestino provocan movimientos peris-
tálticos, que pueden producir graves heijiorragias. La sed debe calmarse
con enemas de 300 á 6üu cm.*, inyectados lentamente y repetidos cuatro ó más
veces al día. También se la puede calmar, así como la agitación, con in-
yecciones de morfina, que no dejan de tener inconvenientes.
Lavados frecuentes de la boca; pues la saliva, sobre todo si hay piorrea
alveolar, irrita é infecta el e»tómago. Además, los que tienen la boca seca
están más expuestos á la parotiditis.
Alimentación: la rectal no es indispensable si se usa los enemas de agua;
el enfermo soporta bien varios días de abstinencia ; á mayor abundamiento
se ha dicho que los enemas alimenticios obran más en el espíritu q^ue en el
cuerpo. Se hade vigilar el estado del corazón y del pulso. Bn todo caso
estos enemas bastan, aun siendo mal utilizados, para evitar la pérdida de
los tejidos. Las in\ ecciones rectales de suero.de buey con almidón y glu-
cosa han sido propuestos por Grunbaum para sostener la energía calorífica.
Dolúr: opio, bismuto, nifrato de plata, revulsión.
Hemorragias: raposo absoluto, morfina en inyecciones, nunca hielo, po-
cos ó ningún medicamento al interior, y en caso de repeticiones, astringen-
tes ó adrenalina y lavativas con 3 ó 4 gramos de cloruro calcico. La inyección
de cornezuelo es irracional porque aumenta la presión sanguínea : el estó-
mago no es el útero. El saco de hielo en el epigastrio puede ser útil, pero
suele aumf^ntar el colapso substrayendo calor.
Dominada la hematemesis y durante un período corto, ácido cítrico para
disminuir la tendencia á la flebitis.
Vómitos: reposo fisológico absoluto y no dar por la boca mfts que opio,
bismuto, ácido cianhídrico, etc. Kstos vómitos pueden ser reflejos y de-
bidos á las lavativas, mal estado de los dientes (infección séptica de origen
bucal); aquéllas deben ser suprimidas y éste curado.
Estado general : ha de tender á reforzar la salud, á aumentar la resisten-
cia y á suprimir toda causa (el rosis, sífilis, lesiones sépticas de la boca).
Recaidas: para prevenirlas, sobre todo en las jóvenes, recomienda Hale
White el hierro, como en la clorosis ; en las de más de 30 años, ioduro potá-
sico, porque algunas dé estas úlceras son sifilíticas ; si es mal soportado,
hay que suprimirlo.
Con mucha prudencia pueden ser hechos lavados del estómago con agua
ó con soluciones antisépticas ligeras, ó bien con una gran cantidad de bis-
muto empleado como tópico calmante.
Las erosiones de la mucosa han sido tratadas con el spray intragástrico
de nitrato de plata.
Intervención quirúrgica : e^ik m^ichá^k en ^\ caso de perforación, en las
hemorragias repetidas que comprometen la vida, pero sin olvidar que hay
hemorragia^ gravísimas causadas por erosiones muy pequeñas que pueden
pasar inadvertidas.
(1) BuU. gen. di Thirap.
4i6 Formulario y traíatnitntos modernos
En la Úlcera crónica, el dolor, debido á las adherencias ó á la gran ex-
tensión de la úlcera, la obstrucción intermitente ó permanente del píioroy
las hematemesis repetidas y rebeldes, pueden indicar la intervención (1).
.CXV. — Oánoer : tratamionto oon la formallna
A. F. Meredish Powel diluye la formalina del comercio (40 por 100) hasta
reducirla á una solución acuosa al 2 por 100 ; empapa de ella una compresa
y la coloca sobre el tumor y partes próximas, poniendo encima una cura
ordinaria. La renueva cada seis horas. A la cuarta ó quinta cura desapa-
rece la sanies y el mal olor. En un lapso de 3 á T días el tumor se enne-
grece, se pone insensible y se elimina gradualmente basta el limite del te-
jido sano. La úlcera resultante, úlcera simple, se trata del modo ordinario.
Con este tratamiento, que no causa dolor alguno, ha curado un escirrro
de la oíama, un sarcoma de la misma y un epiteiioma del labio. (2)
CXVI. — Varoil: propiedades fármaoo-dlnAmloas
A pesar de las investigaciones de los fisiólogos, la narceina, uno de los
alcaloides somníferos del opio, ha sido abandonada por los terapeutas, no
obstante ser superior á los demás. El abandono se ha debido á dificultades
en la preparación, á ser rara vez obtenida pura, á su escasez en el opio
(0'02 por 100) y, por tanto, á su precio elevado.
Con la obtención sintética de la etilnarceina se han obviado los inconve-
nientes. El producto es absolutamente puro, estable, soluble y queda re-
suelto el problema de su empleo en inyeciones hipodérmicas. Además,
según una ley general, la fijación del grupo etil en la narceina aumenta la
actividad de esta, como ocurre con los acétales, dimeíbnos, uretanos y sobre
todo con los alcaloides : asila morfina aumenta su energía á medida que
se introduce un nuevo radical CH,. Con la "etilización de la narceina era
de suponer que aventajaría todavía más á la morfina, como íiomnífera, anti-
espasraódica, analgésica y anexoámótica, y así ha ocurrido, evitando al
mismo tiempo los inconvenientes de ésta.
Para hacer más soluble la base se ha preparado el clorhidrato de narceina,
que es el narcil.
Noé ha hecho un estudio' muy detenido de estas substancias en todos
conceptos.
Resulta, en primer lugar, que el narcil, á dosis terapéuticas, no tiene los
inconvenientes de la morfina y de sus derivados ; no causando náuseas ni
vómitos, no altera las evacuaciones intestinales ni la secreción urinaria y es
menos peligroso.
Como antiespasmódico es un excelente moderador de la hiperexcitabili-
dad y un calmante específico del reflejo de la tos. sea cualquiera la natura-
leza de ésta, con la ventaja de no poner obstáculos á la expectoración.
Como es bien tolerado por los niños, constituye el medicamento de elección
en la coqueluche y demás toses.
Su acción analgésica es también notable.
Se prescribe en jarabe, granulos y pastillas á la dosis de 0*06 á 0'08 gra-
mos diarios ; en los casos rebeldes la do>is máxima puede ser de O' 10 gra-
mos y hasta de O' 12. En inyecciones hipodérmicas la dosis media es de 0'02
gramos por día ; en caso de necesidad puede llegarse á O 04 y 0*05. (3)
ex VIL — Ozena : tratamiento
Boulay asegura que el mejor procedimiento, entre tantos como se han
propuesto, consiste en emplear la vaselina bórica (10 por 40) del modo si-
guiente :
Limpias las fosas nasales de las costras con un estilete y una pinza, se
introduce, cinco veces al día, una porción de la pomada del tamaño de una
avellana, por una de las fosas, empujándola con el dedo índice ; s » tapa la
otra, se aspira fuertemente y la pomada, fundida, se esparce por toda la ca-
vidad, llegando hasta la faringe si el enfermo tiene la cabeza echada hacia
atrás. Lo mismo se hace en la otra. El exceso de pomada no causa per-
juicio alguno, antes bien es favorable.
(1) Britith m*d. Journal
(2) Journal méd. dt Brunelles.
(Z) Archives génér. de hUd.
Formulario y tratamientos modernos 417
Al penetrar el medicamento siente el enfemio picor ligrero, pocas veces
intenso, pero siempre pasajero, que provoca L^rimeo reflejo, ivn las fosas
nasales se produce abundante líquido seroso, que desprende las costras y
diluye las mucosidades preexistenteis. A los diez minutos, no antes si es
posible, se suena el enfermo y salen pomada, costras y mucosidades.
Si á los ocho días de tratamiento no se han reproducido las costras, se
continúa la pomada; si se han jeproducido, se las desprende y se usa la po-
mada al 15 por 40. Si, á pesar de ello, persisten las Cí)Stras y la fetidez, hay
que poner en los puntos rebeldes, de ordinario el meato y el cornete medio,
un tapón de algodón hidrófilo seco ó empapado en aceite de vaselina men-
tolado, tapón de unos 4 centímetros de largo por 3 de ancho y medio de
grueso; permanece de 2 á 12 horas, y luego cae por sí mismo ó al sonarse ó
estornudar. Las costras sobre las cuales se colocó se adhieren á él y caen
inmediatamente después. Los enfermos aprenden á colocarlo (mañana y
noche) mejor que el mismo médico, bastando recomendóles lo dirijan
arriba y afuera, hacia el ángulo externo del ojo. '
El tapón provoca una secreción refleja por debajo de las costras, que las
desprende y arrastra.
Este tratamiento molesta menos y es menos peligroso que las duchas
nasales, todavía tan usadas y que con frecuencia no se soportan bien. Con
él se obtiene cuanto puede obtenerse en el ozena; se provee al paciente de
un medio que oculta su dolencia, suprimiendo las costras y la fetidez. No
pide más el enfermo (1).
CXVIII. — Arándano : aeoión baoterioida en el intestino
Hace mucho tiempo se recomienda el jugo de esta planta contra las dia-
rreas. Esta observación es confirmada con los experimentos de Bernstein,
quien dice que el mencionado jugo obra con gran energía en los cultivos
de bacilos de Eberth, colibacyllo, vibrión colérico, aun cuando se neutralice
previamente el ácido contenido en dicho jugo.
Opina que está indicado en el cólera, fiebre tifoidea y disentería (2).
CXIX. — Aneftesia looai de loe tejidos inflamados
mediante inyeooiones de oooaina y de adrenalina (renalina)
La mezcla de cocaína y de adrenalina, ó renalina fi-ancesa, que ha sido
empleada con este objeto por Riballier, se compone de :
Solución de clorhidrato de cocaína al 1 por 200 . 10 cm*.
» de renalina al I por 1,000 X. gotas.
Determina localmente una vaso-constricción y una anestesia completa,
hasta de los tejidos inflamados, quedando sólo la sensación de contacto. No
produce escaras ni modifica los tejidos. En 142 casos únicamente ha ob-
servado tres hemorragias secundarias.
Como fenómenos generales ha notado hipertensión arterial y lentitud
del pulso. No sufren alteración las funciones respiratoria, digestivas y
nerviosas.
Dice Riballier que no se debe emplear la mezcla en los siguientes casos :
cuando las colecciones purulentas que se hayan de abrir sean- muy nume-
rosas y necesiten una cantidad superior á 10 cm.* de líquido ; cuando son
muy profundas y la operación no está regulada; cuando el enfermo sea
menor de 4 años ; cuando sea caquéctico, hepático, biabético, albuminú-
rico, addisoniano, etc.; cuando es anginoso; cuando sufre una afección car-
díaca no compensada ; cuando es pusilánime ó neurópata en exceso.
Está indicada: en los panadizos, ántrax, flemones urinosos, abscesos de
la margen del ano, fístula de ano, fisura anal, hemorroides, extracciones
dentarias y otros afectos análogos, inclusos los de las especialidades.
El efecto anestésico es superior al obtenido con los refrigerantes por ser
más profundo y no determinar dolor, y mejor que el logrado con la co-
caína sola, pues es más completo, más rápido (2 ó 3 minutos^ más prolon-
gjido y no tóxico. En el empiema, flemones, dilatación anal, evita los ries-
gos del cloroformo.
í 1 ; A rch iyes de Thirapeutique .
(2) British med, Journal.
41 9 S€cciji ajicial
Aconseja el autor no pasar en la mezcla de X gotas de adreitalina al
1 por 1,000. y mantener al en/ermo tendido de media á dos horas» según la
dosis empleada (1).
CXX. — Adrenalina: aooita flsioldgloa
Es conocida, pero dada la importancia de este medicamento y su uso
cada vez más frecuente, no es inútil sintetizarla, siquiera como recuerdo.
Tomo de la tesis de Riballier, citada en el ap'artado anterior, los datos per-
tinentes.
Localmente es un vaso-constrictor, notándose en el hombre un mayor
efecto en la piel que en las mucosas. Después hay vaso-dilatación. La in-
yección á dosis grandes puede producir encaras. No es anestésica, antes
bien determina in situ ligero escozor
La acción general es más compleja. A dosis pequeñas, ocasiona espas-
mo cardíaco seguido de hipertensión arterial, menor frecuencia de pulso y
hay durante corto tiempo mayor energía cardiaca. Producen, además,
hiperglicemia, mengua de los hematíes y de la hemoglobina, mayor núme-
ro de nematoblastos y leucocitosis muy marcada. Disminuye el período
respiratorio k expensas de la inspiración, isquemia la conjuntiva, aumenta
la secreción salivar y acelera la salida de la orina. No está todavía bien
determinada su acción sobre la piel.
A dosis tóxicas, los efectos varían, según que se haga la ihyección bajo
la pie] ó en las venas : en éstas es 40 veces más tóxica. Así se explica la
rareza de los accidentes cuando se In emplea subcutáneamente. Los tras-
tornos qne causa, son : N^értigos, jaqueca, vómitos, esbozos de crisis angi-
nosos, síncopes con ó sin convulsiones, la muerte. En la producción de
estos accidentes inñuyen la cualidad de la adrenalina, la dosis empleada,
la edad de los enfermos (nifios, viejos), el esta lo general de los mismos
(cardíacos, hepáticos, addisonianos), la idiosincrasia.
La irritación pasajera que producen las dosis pequeñas en el aparato
cardio-vascular, pueden transformarse en verdaderas lesiones cuando la
adrenalina es inyectada con frecuencia (2).
Db. Rodríqubz Méndbz
SECCIÓN OFICIAL
instituí orthopédiqüe rizzoli a bologne
S. MiCHBL IN BOSCO
Avis de Concours
Le concours pour le prix Humbert I est ouvert.
Ce prix, de L. 3,500, sera.décernó selon la délibération du Conseil Pro-
vincial de Bologne «á la meilleure cBuvre ou invention or hopédique ».
Les médecins italiens et les médecins étrangers peuvent également pren-
dre part á ce concours.
Les conditions de ce concoursi et de Tassignation de ce prix sont flxées
par un réglement fait exprés et qui sera en voy ó á ceux qui en feront la de-
mande.
La demande pour étre admis á ce concours, devra étre adressée au Pré-
sident de llnstitut Rizzoli k Bologne.
Ce concours sera dos le 31 décembre 1904.
Bologne, Icr janvier 1904. — Le Présideni, Rodolphe Silvani.
VOYAGES D'ÉTUDES MEDICALES
AUX STATIONS HYDROMINÉRALES ET CLIMATIQÜES DE FRANCB
Le docteur Carrón de la Garriere présente ses meilleurs compliment« k
Monsieur le Rédacteur en chef et le prie instamment de bien vouloir insé-
rer la note suivante :
V. E. M. 1904. — Le 6« Voyage d'études medicales aura lien soiis la di-
rection scientiflque du professeur Landouzy, du 3 aa 15 sept^mbre 1904.
II comprendra les stations du Centre et de TAuvergne: Néris, Bvaux, Le
(1) Thést de Paris.
(2) Gaj^,sicii.diMed.€Chir.
Publicaciones recibidas 4'9
Mont-Dore, La Bourboule. Saint-Nectaire, Royat, Chatel-Guyon, Vichy,
Bourbon-l'Archambaulty Bourbon-Lancy, Saint-Honoré, Poug-ues — les sana-
toriums de La Motte-Beuvron et de Durtol — les statious climatiques de Vic-
sur-Cére et du Lioran.
Lp programme dé.aillé sera publié en mai 1904 par le D^ Carrón de la
Garriere, oreranisateur des V. E. M., 2, rué Lincoln, París.
PUBL1CAC10NB8 RECIBIDAS
Xia oolitis mnoo-membranosa, por el Dr. D. José González del Campo. —
Madrid, 1904. — Dos «jempiares.
Tratado de Patolo^^a y Terapéntioa comparadas dol hombro y A*
loi animales domésticos, para médicos, veterinarios y estudiantes,
por el Prof L)r. Georgr >chneidelmühl. — Traducción directa del alemán
por el í)r. Fernando Peña Maya. — Cuatro volúmenes. — De la Biblioteca
escogrida de SI Siglo Médico. — Madrid, 1903-1904. — Veinte pesetas.
Cnro marine des tnberonloses cbimrsricales, por el Dr. Máximo Cas-
tro. — ConsidéraíionSy parie ür. J. Lobit. — París, 1904.
Annales S. Merck. — XVile année, 1903 — Darmstadt. 1904.
AGadbmia de Higiene de Cataluña. —Xiiioha contra la tuberonlosis.
Memoria redactada por el académico ponente Dr, D. Víctor Soley y üely.
Leída y aprobadiien hi sesión que tuvo lugar el día 11 de febrero de 1904.
Barcelona, 1904. — 'os ejempUres.
Rral Academia de Ciencias t Artes de Barcelona. — Año scadémico
de 1903 á 19«)4. — Nómina del personal académico. — Barcelona, 1904,
Mem'^^riah db La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. —
Tercera épo(*.a. — Vol. IV, n/*37. ~ Importancia de ciertas foncicnes
para obtener directa y fácilmente muchas inte^rrales de aplica-
ción 4 la mecánica racional, por e) Dr. 1). Lauro Clariana y Ricart.
N/* 88 El Arte plástico y g^ráflco. por D. José Masriera y Mnnovens
N.^ 39. Una pl^ya de terreno cuaternario anti^^o en el llano de*
San Juan de Vilasar, por el Dr. D. Jaime Almeda. -— Barcelona, 1904*
Tratado práctico de la sifllis y enfermedades venéreas, por el doc-
tor K. Berdal, con un Prefacio del Dr. Tenesson. — Traducido por el doc-
tor T Corominasy Pedemonte. — Ilustrado con multitud de grabados y
láminas en colores. Se publica por cuadernos de 48 pég-inas y una lámina
á una peseta el cunde -no — José Espasa, editor, Cortes STO. — Cuader -
nos 16, n y 18. — B/ircelona, 19o4. — Dos ejemplares.
Kannal de Patela* s:ia externa, por R. Porgue— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y La valí. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica p »r cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, e<litor, Cortes, 579.— Cuadernos 16 y Yl, — Barcelona, 1904.— Dos
ejemplares.
Tratado de Kedicina olinioa y Terapéutica, publicado bajo la direc-
ción de W. Kbstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe,
con la'colabo ración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr D. José Góngora y Tufión. — José E-pasa, editor,
calle de las Cort-s, 579. — Cuaderno 97, 98 y 99. — Barcelona, 1904. — Una
pf»SHta cuaderno. — Dos eiemp:ares.
Tratado de Cirniri* olinioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Ber^mann, P. von Brunsy J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los mas eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Kspasa, editor, calle de las Cortes, 5*39.— Cuadernos 95 y 96.— Barcelo-
na, 10o:<. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
I»a leprodermia, por J. Villeta-Bellaserra. — Barcelona, 1903.
Sstudio higiénico social de la fecundidad y prolifloidad. — Discurso
leííio en la R. Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona en el acto
de In recepción del académico electo Dr. D Alejandro Planellas y Llanos.
IHscu'SO d" recepción, del Dr. D. Juan Viuray Carreras. — Barcelona, 1904. —
Dos ejemp ares.
Sobre la fórmala hemcleucocitaria de loa recién nacidos, por el doc-
tor ÜU5,tavo Pittaluga. — Madrid, 1903.
420
Estudios demográjicos de Barcelona
Observaoionts morfolósricas sobre los embriones de las fllariai dt
los perros (Pilaría immitis, Leiuy), por el Dr. GusUvo Pittaluga. — Ma-
drid, 1904.
Algriini^s observaoiones hematólósrioas y baoterloló^oas sobre loi
enfermos del hospital de epidemias (Cerro del Pimiento] ^pov eláoc-
tor Gustavo Pittaluga. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares
Topogrrafía módioa de Oalaf , por el Dr. D. Ignacio de Llorens y Gallard.
Trabajo laureado por la R. Academia de Medicina y Cirugía de Barce-
lona, cdn medalla de oro, en el concurso de 1903. — Barcelona, 1904.—
Dos ejemplares.
Tratado teOr^oo práotioo de Hedioina legal y Toxioolo^a, por el
Dr. D. Pedro Mata. — Sexta edición, corregida, reformada, puesta al nivel
de los conocimientos modernos y arreglada á la legislación vigente : La
Medicina legal, por D. Eduardo Lozano Caparros ; La Toxicologia, por
D. Adriano Fernández Martínez. — Tomo quinto. Toxicologia particular ¡/
química — Bailly-Bailliére é hijos. — Madrid, 1904.
Un pooo de Higiene y Fatolo¿ia mineras. — Tesis para el Doctorado,
por D. Eladio León y Castro. — Bailly-Bailliére é hijos. — Madrid. 1904.
Periódicos: Tbe Britisb Jonrnal.of CMldren's Diseases. — Monthly.
Edited by George Carpenter, M. D. — Bartolomew Glose, London, E. C.
Qaseta Medioa. — Orgam da «Sociedade de Medicina e Cirugía do Pa-
raná». — Redactor-chefe : Dr. Espindola. — Publicacao mensal. — Rua
Serrito, n.° 48, Curityba, Paraná (Brasil).
Bstudio9 demogpáifleos de Bareelona
POR KL
Dr. D. Luis Comenge
Diriec^or del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mea de Junio de 1904
I. — INFRGOIONBB
Coqueluche
Difteria
Disentería
Escarlatina
Erisipela .......
Eclampsia .......
Fiebre tifoidea
Gangrena
influenza
Lepra
Otras infecciones . . . .
Paludismo
Reutnatismo
Sarampión
Septicemia puerperal . .
Id. quirurgrica . .
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis
Viruela
6
y
3
3
6
16
19
5
9
2
'6
1
2
n
5
8
6
5
153
28
Total 306
11
— Otras infbocionbs t fadbci-
mibntos ob naturalbza no l}^'
TKRMiNADA ( por aparatos y sis-
temaeO-
nWé^in (Arterias 25
K Coraaón 92
^^^^' I Venas 1
Suma y sigue. ... 118
Digesti-
vo. . .
Suma anterior.
/Boca . . .
1 Bstómag-o .
V Intestinos
i Otros anexos
' Peritonitis
Respira- \ S,';?"'!"?^^» <*'"'"'•
//»*.«■/» ¡Pulmonía . . . .
íO)to. (puinjón y pleura. .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges
jjrinario
Ked linfática ., .
Total
118
3
9
159
23
3
44
86
18
113
O
"75
23
n
674
III. — Otros y acgidkntks
Accidentes 16
Alcoholismo O
Dístroílaí^ constitucionales. . 8
Esclerema O
Falta de desarrollo .... 4
Frenopatías .^ 1
Neoplasmas .' 30
Senectud 2
Suicidio 1
Total 62
Total de defunciones .... 1042
Total de nacimientos .
Abortos,
1009
69
Tomo ZZVII. Núm. 14 Baroelona 31 JuUo 1904 Afio ZZVII. Núm. 660
Gaceta Médica Catalaíía
SUMARIO: La responsabilidad médica ante los Tribunales de justicia (conclusión), por
D. A. Tapia — Mnrtaii<>ad de la primera íníancia (conclusión), por D. Rafael Uleoia y
Cardona. — De las clorosis sintomáticas, por Fernando Lótj. — Rk vista cmítica bibuo-
gkáfica . por el Dr. D. Arturo Qalcerán Oranés. — Formi-i.ario y TRATAMfirNTot Monm-
Nos, por el Dr. RodrigUAz Méndez. — Skcc'Ó.% oficiai.: Asamblea de Médicos titulares,
sesión del 18 de mayo. — XV Congrés international de Médecine, Lisboa, (19-26 abril 1906). —
Instituto médico-farmacéutico de Barcelona. — Nuestra co «HE»po.NnB^cIA con la prensa. — Es-
tudios demográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Comenge.
La responsabilidad mddica ante los Trllivnales de Jestlcia
(1)
D. A. Tapia
Presidente de la Sala 1.* de lo Civil de Barcelona
VIII
Responsabilidad en que con arreglo al libro 3.® del Código penal
incurre kl facultativo que, notando en una persona á quien asis-
tiere, ó en un cadáver, señales dr envenenamiunto ó de otro
delito, no diere parte á la autoridad.
Existen en el Código penal y su libro 3.** disposiciones de carácter
preceptivo que imponen un especial deber á los facultativos, y cuyo
incumplimiento determina la comisión de una falta con su correspon-
diente sanción penal.
He aquí las disposiciones á que nos referimos: .
«Art. 599. Serán castigados con las penas de 5 á 50 pesetas de
multa ó reprensión: 1.** Los facultativos que notando en una per-
sona á quien asistieren ó en un cadáver señales de envenenamien-
to ó de otro delito, no dieren parte á la autoridad inmediatamente,
siempre que por las circunstancias no incurrieren en responsabilidad
mayor».
Esta responsabilidad mayor es la que puede ser imputada á los
facultativos, si la omisión en que incurrieren, pudiera determinar
su condición de encubridores de un delito, conforme á las prescripcio-
nes del art. 16 del Código penal.
El legislador ha hecho bien en imponer á los facultativos el deber
que expresa el art. 599 de aquel Código, ya que de su estricto cumpli-
miento puede depender la averiguación y descubrimiento de la perpe-
tración de un delito, porque noticiosa la autoridad de la manifestación
del facultativo, podrá darse comienzo seguidamente á la práctica de
las diligencias sumariales convenientes, no sólo para la comprobación
del delito, sino también para la detención de los culpables.
Y en atención á que las consecuencias de la ejecución de la falta de
que tratamos, pueden ser trascendentales para la causa de la justicia,
toda vez que puede darse el caso de la impunidad de un delito graví-
simo, entendemos ser suave la pena infligida al culpable de aquella
falta.
(1) Conclusión. — Véase ti número anterior.
4i3 La responsabilidad médica ante ioS Tribunales de justicia
IX
Ejecución, por paute de quien se atribuye la cualidad db Profe-
sor DK actos propios DE UNA ÍACULTAD QUE NO PUEDE EJKRCERSE
SIN TÍTULO OFICIAL. — EJECUCIÓN DE LOS MISMOS ACTOS POR QUIKN
NO SE ATRIBUYE "LA CUALIDAD DE PROFESOR.
Aun cuando estos hechos no vienen comprendidos entre los justi-
ciables con arreglo á la ley penal, que pueden ejecutar los individuos
de la clase médica, sino que, por el contrario, los ejecutan precisamente
personas extrañas á aquella clase, hemos creído conveniente tratar de
esta materia, como complemento de nuestro trabajo, por la relación
íntima que con él tiene, y A fin de propagar más y más la necesidad
de perseg-uir y castigar la intrusión en las funciones de la clase médica
en interés particular de ésta y en el general de la sociedad.
El que atribuyéndose la cualidad de Profesor ejecuta públicamente
actos propios de una facultad que no puede ejercerse sin título oficial,
comete un delito ; y el que ejecuta esos mismos actos, sin atribuirse la
cualidad de Profesor, comete una falta. Así lo preceptúa nuestro Código.
Antes de su publicación estaba atribuido a la Administración corre-
gir las intrusiones en la facultad de Medicirja y Cirugía. A pesar de
ser tan claros los preceptos sobre la materia que se contienen en nues-
tro Código, en multitud de casos se ha pretendido que á la Adminis-
tración continúa atribuida la facultad de corregir las intrusiones en
la Medicina y Cirugía, conforme á lo dispuesto en el art. 22 de la ley
provincial (1), por entenderse que los actos de los intrusos son contra-
rios á la moral pública, y nada más fuera de lugar, porque la intrusión
esjp^rí^ un hecho justiciable con arreglo á nuestro Código, no una
simple infracción de los preceptos generales de la moral pública ; cons-
tituye una usurpación de funciones que no pueden ejercerse sin titulo,
no un acto que rechaza solamente la moral.
La simple lectura del art. 22 de la citada ley provincial evidencia
cuanto dejamos expuesto. Dice a^^í aquel texto legal :
« También deberá reprimir (2) los actos contrarios á la moral ó A la
decencia pública, las faltas de obediencia ó de respeto á su autoridad y
las que en el ejercicio de sus cargos cometan los funcionarios y corpo-
raciones dependientes de la misma, pudiendo imponer con éste mo-
tivo multas que no excedan de 500 pesetas, á no estar autorizado para
mayor suma por leyes especiales ».
Es tan claro este precepto, que no es posible hacer dé él aplicación,
para castigar la intrusión, sin violentar el concepto de la moral profesio-
nal y aquel mismo texto. Reales órdenes diversas así lo han establecido.
La alta trascendencia que consigo lleva el desempeño de las fun-
ciones (le la clase médica, ha obligado al legislador á rodearla de gti-
rantías, para que sólo el que fuere facultativo pueda ejecutar los actoís
propios (le su facultad, castigando con severidad al intruso. De aquí
la dis])osici('»n del art. 343 de nuestro Código penal que dice :
« El que atribuyéndose la cualidad de Profesor ejerciere pública-
mente a(*to.s propios de una facultad que no puede ejercerse sin un
título oficial, incurrirá en la pena de arresto mayor en su grado má-
ximo (3) á prisión correccional en su grado mínimo (4)».
Para la aplicación de este artículo se requiere :
I.** Que el individuo de que se trate se atribuya la cualidad de
Profesor.
({) Es la de 29 de aRosto de 18S2.
(I) Se refiere al (Jobernador civil de la provincia.
( !) De meses y 1 día á 6 meses.
(4) De () mcsLS y 1 día á 2 años y 4 mesíís.
La respoisabiiidad médica «tnte los Tribunatet dtjutiieia 4»$
2.® Que ejerza públicamente actos propio» de facultad que no pue-
da ejercerse sin título oficial..
Con relación á los que se atribuyan la cualidad de médico ó ciruja-
no, no siéndolo, para que este extremo resulte acreditado, precisa que
la persona de quien se trate se titule asi, en anuncios, en tarjetas, es-
tampándolo con su firma al pie de sus recetas ó de otro cualquier modo.
Cuanto á los actos propios de la facultad de Medicina y Cirugía,
fácil es determinarlos. Son todos los pertenecientes á esta facultad y
que requieren para ejecutarlos un título oficial, expedido á favor de
los interesados en virtud de pruebas de aptitud en las Universidades
del Reino U).
Respecto de que tales actos sean ejecutados públicamente, la publi-
cidad dé los mismos la determina el hecho de no ocultarse el individuo
para ejecuturlos.
A continuación relacionamos algunos casos prácticos en que se ha
hecho aplicación por los Tribunales, del art. 343 del Código penal, con
relación al delito que en él se comprende de usurpación de funciones
médicas.
Casos prácticos. — I. Con motivo de hallarse enferma una mujer
en una casa de lenocinio, fué llamado para asistirla un individuo que
sólo tenia el título de practicante, el cual prestó asistencia á dicha en-
ferma y aún á otras compañeras, extendiendo recetas, que fueron des-
pachadas en la farmacia, presentando una minuta de honorarios,
terminada con una rúbrica y debajo un sello en que se leían nombre y
apellidos del practicante, y además la palabra médico, importante la
-cantidad de 42 pesetas, despidiéndose de la enferma y encargándola
que pudiendo sobrevenir grandes gastos por la enfermedad, aconseja-
ba se la llevara á la Clínica de San Carlos.
Formada causa sobre estos hechos, la Audiencia de Madrid condenó
al procesado á la pena de un año y un día de prisión correccional, ac-
cesoria y costas, como autor del delito de usurpaci n de fuaciones pro-
fesionales, definido y castigado en el art. 343 del Código penal.
Interpuesto por el procesado recurso de casación por infracción de
ley contra dicha sentencia por negar que hubiese ejercido publica-
mente los actos de simularse Profesor médico, ostentando y vulgari-
zando ese ejercicio profesional para hacerlo notorio, el Tribunal 8u-'
premo, en sentencia de 13 de enero de 1897, declaró no haber lugar á
dicho recurso, á fundamento del siguiente Considerando :
Considerando que el recurrente no sólo asistió como médico á algu-
nas enfermas, sin tener título para ello, autorizando recetas con un
sello en que se atribuía aquel carácter y cobrando honorarios en dicho
concepto, sino que ejerció la profesión con la publicidavl á que se re-
fiere laley y que se niega en el recurso, puesto que este elemento
esencial (leí expresado delito ha concurrido también (mi el caso pre-
sente, como lo declara la sentencia y se desprende necesariamente de
los hechos, que no se han realizado privadamente y con la reserva de
los actos de orden íntimo, sino con aquella naturalidad y manifesta-
ciones externas propias del ejercicio legítimo de la profesión, que por
sí solas trascienden al público y por ellas, sin duda, se solicitan sus
servicios y se despachaban susrecetas en farmacia autorizada.
II. Una mujer venía dedicada á prestar, como persona práctica,
sus servicios á las parturientes del lugar de su vecindad, sin que res-
<1) Los facultativos con titulo expedido en cl extranjero pueden ejercer su profesión en España
llenando cutios requisitos establecidos en disposiciones legales vigcntCA.
494 i^ respomabilidad médica ante tos Tribunales de justicia
pecto á su ocupación y asistencia, solicitada por el vecindario, con be-
neplácito del mismo, se hubiese formulado reclamación alguna, hasta
que establecida en la localidad una matrona con título, que antes no
había, fué aquélla denunciada por titularse tal comadre, asistir á las
parturientes y exigirlas cinco pesetas como remuneración de sus ser-
vicios, y formada causa criminal, se le condenó por la Audiencia de
Alicante, á la pena de cuatro meses y un día de arresto mayor, ac-
cesoria correspondiente y costas, como autora del delito de usurpación
de funciones profesionales, comprendido en el art. 343 del Código pe-
nal, con una circunstancia atenuante.
Interpuesto por la procesada recurso de casación por infracción de
ley contra aquella sentencia, á fundamento de constituir el hecho per-
! .seguido sólo una falta del n.** 1.° del art. 591 de dicho Código, el Tri-
! bunal Supremo, en sentencia de 21 de marzo de 1891, declaró no haber
I. lugar al recurso por los siguientes fundamentos :
Considerando que el elemento esencial que determina la diferencia
del hecho justiciable castigado como delito en el art. 343 del Código, y
del que pena como falta el 591 , consiste en haberse atribuido ó no la
cualidad de Profesor el que públicamente ejerce actos propios de una
facultad que no puede ejercerse sin título oficial:
Considerando que al manifestar la procesada á las personas que
demandaban sus auxilios, que podía prestarlos porque era comaare*
según los hechos probados en la sentencia, es visto que se atribuyó la
cualidad de Profesora sin título para ello, porque con este nombre se
conoce en el lenguaje común á las profesoras, matronas ó parteras,
como las denomina el Reglamento de 21 de noviembre de 1861 y el de
16 del mismo mes de 1888, sin que sea necesario, para incurrir en la
sanción del citado art. 343, atribuirse la cualidad de Profesor, usando
el mismo nombre que les da la ley cuando se emplea otro que tiene el
mismo significado y trascendencia, y al estimarlo así la Audiencia de
Alicante no ha incurrido en error de derecho, ni infringido disposición
legal alguna.
Del libro de la «Estadística de la Administración de Justicia en lu
criminal », últimamente publicado por el Ministerio de Gracia y Jus-
ticia, oíie es el correspondiente al año 1899, no resulta cual sea*iel nú-
mero de los delitos de intrusión en las funciones médicas que en aquel
año fueron objeto de procedimiento criminal, porque la clasificación de
los Que comprende se hace no individualizándolos, sino por los epígra-
fes de los capítulos contenidos en los distintos títulos del Código penal,
y en el que está contenido (1) el de intrusión de que nos ocupamos,
lo están también los de usurpación de otras funciones y otros varios.
El mismo Código penal, en su artículo 591, comprendido en el libro
3.^ título l.**y capítulo 2.% que lleva por epígrafe «Faltas contra el
orden público », define y castiga también la falta de intrusión.
Dice así aquel texto de la ley penal :
« Art. 591 . Serán castigados con la pena de 5 á 25 pesetas de multa :
1.° Los que ejercieren sin título actos de una profesión que lo exija .
No es lo mismo atribuirse la cualidad de Profesor de la facultad
médica y ejercer públicamente actos propios de la misma, que ejercer
solamente estos actos. Lo primero es mas grave que lo segundo ; por
eso la responsabilidad penal en uno y otro caso es distinta, grave en el
primero y leve en el segundo.
<1) Este capitulo es el 7.^ del titulo 4.® del libro 2.*^ del Código penal, que lleva por cpfgrate
V « Usurpación de funciones, calidad y títulos, y uso indebido de nombres, trajes, insignias y cao-
decoraciones».
La responsabilidad médica anU los Tribunales de fustieia 42tf
Si bien se estudia el contenido de los artículos 343 y 591 en su nú-
mero 1.^ del Código, no puede menos de observarse que está poco cas-
tigada la falta de intrusión definida en el último de estos artículos.
No está la pena que en él se impone en relación con el mal que corri-
ge : hay desproporción entre una y otro. La multa de 5 á 25 pesetas,
«s poco castigo para el que sin atribuirse la cualidad de Profesor eje-
cuta actos de la facultaa médica.
Ahora bien : ¿ qué actos son los que determinan la existencia de la
falta de intrusión definida y castigada en el art. 591 del Código ?
El Tribunal Supremo, sobre la inteligencia y aplicación de este
texto legal, ha estaolecido la siguiente doctrina :
El que sin ser médico suministra glóbulos homeopáticos á varias
personas, no constando la naturaleza de aquellos medicamentos, ni la
-clase de padecimiento que con ellos se trataba de combatir, no incurre
en la sanción penal del n.** 1.** del art. 591 del Código, porque en esta
prescripción legal no se castiga la aplicación de todo medicamento,
aun cuando sea inocente, sino los que requieren, según la ciencia, co-
nocimiento acabado de su naturaleza y efectos medicinales y no están,
además, autorizados por el uso v práctica constante en la medicina do-
méstica, únicos cuya aplicación sin titulo profesional constituirían
•delito ó falta, según los casos (1).
El individuo que se limita á ordenar á los enfermos que acuden á su
casa, que se apliquen en las partes doloridas paños de agua que dice
«star magnetizada y que de la misma beban, no será responsable de
la falta definida y castigada en el n.*" 1.*" del art. 591 del Código, porque
dicho individuo no hacía aplicación de medicamento alguno de los que
la ciencia enseña (2).
El hecho de gue dos individuos atribuían el origen de enfermeda-
des á la presencia de los espíritus en el cuerpo de los que las padecían,
produciendo las alteraciones consiguientes, dedicándose dichos indi-
viduos á la curación de los pacientes, pronunciando ciertas oraciones
misteriosas y aplicándoles agua común después de haber rezado sobre
ella, y sin exigir por ello retribución alguna, por más que no tenían
otro modo de vivir, pero aceptando algunos convites, determina la
falta del art. 606 en su n.° 2.° del Código penal, porque racionalmente
apreciada la conducta de aquellos individuos, por el origen que atri-
buían á los males cuya curación intentaban y los medios de que para
ello se valían, aparece evidente el abuso que hacían de la credulidad
de cuantos á ellos acudían, por referirse dicha credulidad á procedi-
mientos de eficacia meramente misteriosa y que el lucro ó interés no
consiste solamente en la recompensa exigida, sino también en la utili-
<iad reportada por semejantes procedimientos (3).
El hecho de prestar asistencia á enfermos intentando su curación
por medio de oraciones y de algún vaso de agua que se dice magneti-
zada, no es propiamente acto de la profesión de médicos ó cirujanos,
que por su carácter científico excluye los procedimientos fundados en
credulidades referentes á medios de eficacia misteriosa, entre los cuales
se encuentra el empleado con el indicado objeto y el Juzgado no ha
incurrido consiguientemente en el único error de derecho que por el
Ministerio fiscal fc le atribuye. al no castigar el relacionado hecho
como comprendido en el n.*" 1.** del art. 591 del Código penal, aun
cuando hubiera podido comprenderse en algún otro del mismo li-
bro 3.° (4).
(I> Senil ncia de 2R de noviembre de 1889.
(2) Semencia de 26 de septiembre de 1879.
(3) Sentencia de 18 de marzo de 1885.
<4) Sentencia de 20 de marzo de 1885.
4^ La retpotuabiiiéUid nUdica OMtt la TribunaUá de juiticia
Los practicantes, reconocidos por la ley de Instrucción pública de
1857, si bien poseen un título que les concede ciertos derechos y fun-
ciones propias, sólo les habilita para las pequeñas operaciones com-
prendidas bajo el nombre de Cirugía menor que han de ejecutar por
disposición de un Licenciado ó Doctor de la Facultad de Medicina, pu-
diendo, además, servir de Ayudantes en las grandes operaciones que
ejecutan aquéllos, en las curas de los operados y en el uso y aplicación
de los remedios que dispongan para los enfermos que dejan á su cui-
dado, en el tiempo intermedio de sus visitas, pero en ningún caso como
previene el Reglamento de 16 de noviembre de 1888, podrán desempe-
ñar las funciones propias de dichos facultativos.
Así, pues, el hecho de que un practicante visite enfermos y recete
medicamentos solo y sin la dirección de un médico-cirujano, extrali-
mitándose de las funciones que su titulo le otorgaba, llegando hasta
expedir recetas, que es atribución de los médicos, y de consiguiente
estos actos caen de lleno dentro de la sanción del n.** 1.** del ait. 591
del Código penal (1).
La aplicación á unos niños de innumerables inyecciones hipodér-
micas de morfina produciéndoles la morfinomanía, determina la sim-
ple imprudencia con infracción de reglamentos, ya que su autor,
aunque persona imperita, no se propuso causar un mal sino más bien
remediar otros anteriores, reales ó presumidos, por lo que es visto que
informa dicha aplicación notoria imprudencia, por ejecutarse por per-
sona imperita á quien no sólo las disposiciones reglamentarias de las
ciencias y artes de curar, sino la ley penal prohiben su ejercicio y por
haber sido causa de las enfermedades padecidas por dichos niños (2).
Es de todos sabido que el oficio de curandero está muy generali-
zado y son muchas las localidades en que aquéllos se dedican á visitar
enfermos y también hay muchos de éstos que, incautos, caen en ma-
nos de aquéllos, ya por la fe que les inspira su charlatanismo, ya por
lo económico del precio de sus servicios.
El curandero se dedica así á la Medicina como á la Cirugía, pero
con preferencia á ésta.
Cuanto á matronas, seguramente que es mayor el número de las
intrusas que ejercen sin título, que las que lo desempeñan pose-
yéndolo.
Respecto de los medios que ponen en práctica los curanderos para
ejercer su oficio, se dice que ya son medicamentos que tienen su ori-
fen en específicos que pasan de generación en generación, destinados
curar cierta clase de males, ó ya otros remedios más ó menos em-
píricos.
De ordinario, los efectos de encomendar un individuo la curación
de un mal que padece, á un curandero, los .siente el mismo enfermo,
al ver que no realiza su propósito de obtener su curación.
Lleva, como se suele decir, en el pecado la penitencia. Mas si en
algún caso obtiene el enfermo su curación, debido será, segurament**,
á que con curandero ó sin curandero, había de sanar, ó á que el medi-
camento ó específico propinado fué el mismo que anteriormente fue
aplicado á otro enfermo de igual dolencia y que copió el curandero
aplicándolo al doliente por él visitado.
Con razón ha dicho un tratadista que el curandero causa más daño
que las plagas del campo.
Son muchos los casos en que se registran accidentes tristísimas
por la intrusión en las funciones médicas.
(1) Sentencia de 30 de octubre de 1896.
(t) Sentencia de 18 de enero de 1^96.
Mortalidad dá ia prinura infancia
4^7
No ha muchos meses, en mayo del presente año, falleció en Carta-
gena una niña que padecía de rabia á consecuencia de haber sido
mordida por un perro. La familia de la enferma encomendó la cu-
ración de ésta a un curandero, el cual después de hacer con ella di-
versas manipulaciones, aplicándo'e varios remedios, la dio por curada.
No resultó así, porque la niña tuvo que ingresar en el Hospital donde
falleció. El hecho causó grande indignación en Cartagena contra el
curaiulero, que fué sometido á la acción de los Tribunales de justicia.
Como este caso se registran muchos en las tristes crónicas de la in-
trusión.
Precisa, pues, perseguir y castigar á cuantos sin el debido título y
atribuyéndose la cualidad ¿e Profesor, ejecutan públicamente actos
propios de la clase médica, y h los que sin atribuirse aquella cualidad
realizan esos mismos actos.
En ocasiones hemos observado que aquella persecución se ha lle-
vado á cabo con celo y mucho rigor y produciendo excelentes resul-
tados.
La Autoridad gubernativa, de acuerdo con los Colegios de médicos,
tiene medios para lograr la persecución y castigo de los falsos profe-
sores y de los curan(leros.
La lectura de los anuncios en los periódicos, de los carteles fijados
en la vía pública, en que se ofrecen al público aquellos falsos profeso-
res, puede servir de medio para la averiguación de infracciones del
precepto de la ley penal de que nos ocupamos.
No debe olvidarse, pues, un momento, por los encargados de vigi-
lar el cumplimiento de las leyes, que se impone la persecución del de-
lito de intrusión á que nos referimos, y esto, en nombre de la huma-
nidad, ya que ia tolerancia de que existan curanderos y de que ejerzan
libremente su oficio es un mal gravísimo, cuyas consecuencias son
siempre trascendentales y en alto grado perjudiciales al general inte-
rés de la sociedad y á los particulares de la noble clase médica.
Hortalldad de la primera infancia
vt)
D. Rafael Ülecia y Cardona
Director de la Repista de Medicina y CirutLia prácticas^ Vocal de la Junta monicipal
de banidad de Madrid, etc., etc.
Haciendo el estudio comparativo de la mortalidad infantil con el de
la general en las 49 provincias, resulta la proporción siguiente:
Xortalidad ocmparada de nifos en las provlnoiai de Bipa&a. — Año 1900
Almería 53*86 por 100
Jaéu 51*65 » »
Avila 51M2 » »
Badajoz 50'99 » »
Segovia 50*69 » »
Ciudad Real. . . . 50*f>8 y> »
Orauada 50'12 )> »
Valladolid .... 49*90 por 100
Albíicete 4»'68 » »
Mure. a 4R'8l » »
Cayeres 48 63 » »
Logroño 48*34 » »
Córdoba 48*28 » »
Palencia 4T46 » »
U) Conclusión. — Véase el número anterior.
4^8
Mortalidad de la primera infancia
Toledo . . . . . . 4T12 por 100
Cuenca 4T07
Burgos 46 32
Málaga. ..... 4«*06 »
Soria 45*63
Zaragoza . . . . . 45*47 »
Canarias / . . . . 44'90 »
Sevilla 44*25
Cádiz 43*92
)r 100
Huelva. . . .
. . 43*77 por 100
»
Ca.steUón . . .
. . 43*35 » »
»
Valencia . . .
. . 43*15 » »
^ »
Guadalajara . .
. . 42*92 » »
»
Salamanca . .
. . 42*13 » »
»
Vizcaya . . .
. 42*43 » »
»
Teruel ....
. . 42W » »
»
Zamora . . .
. . 41*95 » »
»
Madrid . . .
. . 41M » »
Fig. 16.
ce
e
^v.3^'
í'
^
Mortalidad dt la primera infancia
4^9
Alicante .
^lava . .
Huesca. .
Orense . .
León . .
Coruüa. .
Santander
Lérida . .
Navarra .
40*83 por 100
40*49
39 34
3H-82
38'81
3T83
3r55
3723
37*21
Oviedo 33*83 por 100
Gerona. ..... 3369
Guipúzcoa .... 3288
Lugo 31*51
Pontevedra .... 31*21
Tarragona .... 30*28
Barceioua 30*20
Baleares 28*25
»
»
y>
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
Flg. 17
4S0
Mortalidad de la primera infancia
Haciendo el estudio comparativo de la mortalidad infantil con el
de la general respecto á las 49 capitales^ nos da las sigpuientes propor-
ciones :
Xortalidad comparada de Nifios en laa Capitalea de Eipafia. ^ Afio 1900
Murcia
Almería . . . . .
Bilbao
Zamora
Valladolid . . . .
Jaén
Huelva
Corufia
Granada
Madrid
Santander . . . .
Orense
Badajoz
Albacete
Falencia
Logroño
Sta. Cruz de Tenerife.
Alicante
Oviedo
Cupntta
Lérida ......
Lugo
Málngra
Zaragoza
Córdoba
46'93 por 100
46*33
45*38
4320
43*11
42»76
41*94
41 '92
41*70
4130
4i*n
4104
40*48
40*54
39*'70
39*61
38*84
37*56
36*96
36*95
36'65
36*13
36*06
35*98
35-95
»
»
»
»
»
»
»
»
»
Ciudad Real. . . . 35*85 por 100
Valencia . . . . . aV36
Castellón ..... 34*03
San Sebastián . . . 3;183
Cáceres 3:^*47
Seg-ovia 33*33
Cádiz 32*92
Vitoria 32*86
Sevilla 32*70
Ávila 31^79
Guadalajara. . . . 3175
Huesca 31*73
Salamanca .... 31*64
Pontevedra . . . . 31*51
Burgros 31*49
Toledo 30*83
Soria 30
Barcelona 29*52
Pamplona .... 28*78
Tarragona .... 28*30
Teruel 2684
León 26*74 »
Gerona 24''I4 »
Palma de Mallorca . 21*70 »
»
La mortalidad infantil en las provincias, con relación á las esiaciíh
nes, es la siguiente:
Fué mayor durante el verano, en: Álava, Albacete, Alicante, Alme-
ría, Avila, Badajoz, Baleares, Burgos, Cáceres, Cádiz, Canarias, Caste-
llón, Ciudad Real, Córdoba, Cuenca, Granada, Guadalajara, Huesca,
Jaén, Lérida, Logroño, Madrid, Málaga, Murcia, Salamanca, Segovia,
Sevilla, Soria, Teruel, Toledo, Valladolid, Vizcaya, Zamora, Zaragoza.
Total, 34 provincias.
Durante el invierno en : Barcelona, Coruna, Gerona, Huelva, León,
Lugo, Navarra, Orense, Oviedo, Falencia, Santander, Pontevedra, Ta-
rragona, Valencia. Total, 14 provincias.
Durante el olo77o en: Guipúzcoa. Total, 1.
Con relación á laa capitales, fué mayor durante el invierno en: Ala-
va, Albacete, Alicante, Avila, Badajoz, Baleares, Burgos, Cádiz, Caste-
llón, Córdoba, Gerona, Granada, Huelva, Huesca, Jaén, Lugo, Murcia,
Navarra, Orense, Oviedo, Falencia, Pontevedra, Santander, Segovia.
Total, 24.
Duran tf^ el verano en: Almería, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara,
León, Lérida, Logroño, Madrid, Salamanca, Teruel, Vizcaya, Zamora,
Zaragoza. Total, 13.
I^iWKXitQ \^ primavera en: Barcelona, Cáceres, Corufla, Málaga, Se-
villa, Tarragona, Toledo, Valencia. Total, 8.
Durante el otorio en: Cananas, Guipúzcoa, Valladolid. Total, 3.
Fué igual en verano y en iiivierno (pero superior á la de prim4Ttr&
V oloño^ en Soria.
Mortalidad dt la primera infancia
43i
Belación entre la mortalidad 7 natalidad general en las proyinoiai
de España en 1900
Mayor
Ooruña + 6 397
Valencia » 5,536
Oviedo » 4,923
Alicante » 4,090
Canarias * 3,96*7
Pontevedra » 3,750
Lugro » 3,655
Murcia » 3,119
Santander » 3.003
Ciudad Real » 2,912
Jaén ........ » 2,713
Vizcaya » 2,618
Granada » 2,622
León » 2,4<)7
Burgos » 2,277
Málaga » 2,259
Cáceres * 2,231
Cádiz » 2.118
Salamanca » 2,114
Cuenca » 1,9<»2
Badajoz » 1,764
Córdoba » 1,594
Castellón » 1,539
Toledo » 1,482
natalidad
Baleares +
Tarragona »
Teruel »
Guipúzcoa »
Orense »
Zaragoza »
Navarra »
Zamora »
Valladolid »
Sevilla »
Albacete »
Guadalajara »
Logroño »
Almería »
Palencia »
Huelva »
Segovia »
Huesca »
Soria »
Álava »
Ávila ....'.... »
Barcelona »
Lérida »
GtTona »
1,439
1,340
l,a39
1,263
1,256
1,166
1,078
1,075
928
927
892
875
874
849
834
783
768
747
628
493
464
209
182
107
Mayor mortalidad
Madrid +661
Selaoión entre la mortalidad general 7 la natalidad de lai oapitaleí
de Eepafia en 1900
Mayor mortalidad
Madrid - 1,76S
Sevilla » 804
Barcelona » 790
Granada » 596
Murcia > 561
Cádiz » 416
Lérida » 390
Cónloba » 350
Toledo » 338
Málaga » 323
Gerona » 322
Zaragoza » 192
Salamanca » 164
Palencia » 103
Badajoz » 80
Castellón
— 78
Huesca » 74
Cáceres » 62
Zamora » 60
Teruel » 53
Pamplona » 53
Ávila » 48
Burgos . . » 39
Cuenca » 31
Valladolid »
Ciudad Real -. »
León »
Albacete »
Logroño »
Palma Mayor »
Mayor natalidad
29
28
28
13
4
2
Huelva + 1
Orense » 19
Soria » 24
Tarragona » 32
Guadalajara » 54
Vitoria » 60
Jaén ' » 60
Segovia » 63
Santa Cruz de Tenerife ... » 82
Almería
»114
Alicante + 14*í
San Sebastián » 169
Lugo » 192
Pontevedra » 250
Bilbno » 259
Valencia » 273
Coriiña » 343
Oviedo » 384
Santander » 431
^':r^
^,
452 Mortalidad de la primera infancia
De los datos que arrojan las relaciones de la página anterior, se
desprende que la única provincia de España en que la mortalidad ha
^ sido mayor que la natalidad, es la de Madrid en 561 habitantes; y que
f' la capital de España en que ha habido mayor diferencia entre la nata-
lidad y la mortalidad, ka sido también Madrid^ en la que la segunda,
ha superado á la primera en 1,768 habitantes.
¡ No cabe nada más desconsolador que los guarismos que os acabo
de exponer! jYo bien sé que un solo año no basta para que de las
estadísticas se puedan sacar deducciones exactas.
Por desgracia, no puedo presentaros ahora más que las correspon-
dientes al año 1900, porque es el único que ha publicado el Instituto
Geográfico y Estadístico, cuyo inteligente y laborioso personal promete
continuar ya sin interrupción su penosa y útilísima tarea, base de
ulteriores estudios, que redundarán, sin duda alguna, en beneficio de
la salud pública.
Por esas cifras veréis comprobada la exactitud de la afirmación que
j; al principio os hice, de que el problema de la mortalidad infantil re-
i: viste caracteres más alarmantes aún que el de la misma tuberculosis, Y
s. para que veáis que no es exagerada, sino la fiel expresión de un hecho
?' positivo, seguiré molestando vuestra atención breves momentos, pre-
í: sentándoos, como prueba, un estado comnararativo entre la mortalidad
% de niños de O dias á un año y la de tuoei'culosis pubnonar en varias
p, capitales, estado que comprende el último quinquenio de 1898 á 1902.
f Kortalidad comparada en capitales que tienen maycr población que Xadrii
(1898-02) . FobUolón Taberenloiii ». b á i .««
•nl90a pulmonar ''* ° * ^ "^^
Londres 4.5-79,107 ^,196 103,814
New York 3 6:^2,501 -12.432 87.188
París 2.511,629 60,849 33,238
Viena 1.709 211 29,721 47,985
Filadelfla 1.293 697 16,604 27.473
San Petersburg-o 1.248,643 19,782 55,191
Moscow 1.023,817 16,084 61,709
Biida-Pest 751,177 12,379 18,374
. Varsovia 736.625 7,535 22,618
Haraburgo 7v4,a35 6,678 18.674
Bruselas 5G>,893 4.067 10,881
Madrid 528,^84 6,556(1) 18,115
Xortalidad comparada en oapitalee qne tienen menor población que Xadrid
(1898-02). Pcblaoiótt Tubérouloilf b. o i i .«,
ea 1902 pulmonar '^^ ° * ^ *°^
Baltimore 525.000 5,177 14,379
Munich 506.000 7.021 22,967
Leipzig 473.906 4.570 17,194
Odessa 442,000 5,410 15,533
Bresiau 436,61 L 7.397 16,035
Praga 413,756 7,155 9,625
Dresde 409,725 4,566 12,537
Colngne 382,000 3,767 17,169
Dub.in 379,003 6.310 9.185
Copenhague 378,235 3.081 9,032
Frankf(»rt(Meiu) 302,731 3,317 6,217
Stnkolmo 301,050 3.597 5,218
Christiania 224,909 2,856 4,866
(t) Como el Boletín Estadístico del Ayuntamiento no ha adoptado ha^ta 1900 la clasificadóa
de Bcrtillon. en esta cifra van comprcndid.is las tuberculosis de todos los órganos habidas en 1^8
y ISÍJ9, porapjrecer asi cngl -badas en dicho Boletín, y, á pesar de esto, se ve la gran diferencia que
hay entre la monalidad de niños y de tuberculosis.
Mortalidad de la primera infancia 43$
En el cuadro penúltimo no figura Berlín (1.959,836 habitantes), por-
que no se han publicado todavía los datos del año 1901. No obstante,
resulta que en los cuatro años, 1898, 1899, 1900 y 1902, fallecieron
«40,8&S niños, y sólo 21,124 de tuberculosis.
Es digno de llamar la atención que París sea la única capital en
que aparecen invertidos los términos; esto es, que la mortalidad por
tuberculosis supera á la mortalidad infantil.
¿Ser& esto efecto de un hecho casual? ¿Dependerá la mayor morta-
lidad por tuberculosis de condiciones especiales de la capital de la
República? ¿La relativamente pequeña cifra de mortalidad infantil
obedecerá á la disminución que en ella se viene observando desde la
hermosa campaña sanitaria emprendida por el ¡lustre profesor de la
Clínica de Tarniér, Dr. Budin, y tan ardorosamente secundada por
Pinard, Rothschild, Variot, Marfan, Comby, Porak y tantos otros ilus-
tres compañeros, que consagran sus desvelos á la más humanitaria, á
la más caritativa de todas las empresas: á la salvación del niño en su
primera infancia?
Preguntas son éstas cuya contestación requiere mayor espacio y
tiempo del que hoy dispongo, dada la índole de este trabajo; pero que
conviene siquiera señalarlas, para que otros con más competencia é
ilustración se dediquen á su estudio y puedan darlas cumplida inter-
pretación.
Hubiera querido incluir unas cuantas capitales más de las anterior-
mente citadas, pero no me ha sido posible reunir todos los datos corres-
pondientes á ellas para completar el quinquenio, á pesar de las gestio-
nes particulares que al efecto he practicado y de la buena voluntad
con que me ha servido el Dr. Wilraark, Jefe del Servicio de Higiene
de Bruselas, á quien desde este sitio envío la expresión de mi reconoci-
miento y gratitud por sus bondades para conmigo.
No obstante, paréceme, señores, que los datos comparativos que
acabáis de oir, son suficientes para llevar al ánimo de cuantos lo duda-
sen, que la atrevida afirmación por mí sentada respecto á la importan-
cia del problema de la mortalidad infantil tenía un fundamento de
razón y que era, en la actualidad, tan digno, cuando menos, de estu-
dio de los hombres de Ciencia, como lo es el nefasto problema de la
tuberculosis y tan merecedor como ésta de la protección de nuestros
gobernantes.*
La tuberculosis, según nos dicen los tisiólogos y promovedores de
esa hermosa y persistente campaña sanitaria para combatirla (secun-
dada entre nosotros entusiasta y calurosamente por los Dres. Espina,
Moliner y Verdes Montenegro), causa todos los años en España de 40 á
60,000 víctimas; y si esta cifra no sólo asusta, sino que causa pavor,
decidme ¡qué efecto no ha de producirnos saber que la nación espa-
ñola pierde anualmente más de 1 SS.OOO niños a7ites de cumplir el
primer ano de lavida!, y, como ya os indiquéantes, ¡más de SOO,OOQ
menores de cinco avos!
I Ah, señores! No lo dudéis ni un solo instante; penetraos bien de
que esto que os digo es una gran verdad, y asociaos á mí todos cuantos
me oís hoy y leáis mañana este pobre trabajo mío. para repetir á la
sociedad en general y á nuestros insensibles é indiferentes Gobiernos,
que la primera infancia reclama á voz en grito y con gran urgencia^
mayor protección y cuidados más solícitos que los que hasta el presente
ha merecido; porque ella es la base primera y fundamental sobre la.
que descansa el desarrollo y el engrandecimiento de los pueblos, pues,
como dice tan perfectamente el ilustre Dr. Hauser: «la grandeza física
Í moral de una nación se halla en razón directa del námero de sus
abitantes»; y en tanto España acuse la enorme cifra de mortalidad
4U
Mortalidad dt a primera infancia
r
que ahora presenta, y en tanto la higiene infantil esté en el lamenta-
ble estado de atraso en que hoy se encuentra, no cabe pensar que se
répongra de la pérdida de sus hijos, con otros de naturaleza fuerte y
vigorosa que contribuyan á su futuro progreso y vitalidad.
II. Causas de la mortalidad db la primeba infancia. — ¿A qué ea
debida la mortalidad infantil?
¿Débese, como pretende Pfeiffer, á la diferencia de altitud de un
país y á sus condiciones meteorológicas, ó al pauperismo, como sostuvo
Casper?
¿Habrá que atribuirla, como otros suponen, á las condiciones de las
razas, de las costumbres ó profesiones de los padres, ó como opina
K5rosi, á la edad de éstos?
¿Serán acaso las condiciones climatológicas las que á ella contri-
buyan?
¿Dependerá, como afirmaron y sostuvieron en 1870, Vacher en
Francia, Hoffmann y Cless en Alemania, á la falta de buen régimen en
los cuidados que el niño requiere?
No puede ponerse en duda, ni nadie osará negarlo, que el clima, la
temperatura, la mayor ó menor humedad de la atmósfera, son factores
que han de ser tenidos muy en cuenta, puesto que influyen de una
manera directa sobre los animales y vegetales de cada región y, por
consiguiente, no cabe pensar siquiera que el hombre, y con mayor
razón el niño, haya de sustraerse á tales influencias; y otro tanto puede
decirse respecto ¿ las condiciones meteorológicas y climatológicas, á la
edad y estado de los padres, etc., etc. Pero entre todas estas causas,
ninguna, en mi humilde opinión, lo hace, de manera tan poderosa, tan
palmaria y evidente, como la inobservancia, por parte de las familias,
de las reglas higiénicas que á la alimentación del niño se refieren,
muy especialmente, en los primeros tiempos de su existencia, ya du-
rante el peligrosísimo ¡jerlodo que comprende desde que nace hasta el
destete, y después hasta cumplir los cinco anos, que es el gran escollo,
el verdadero Rubicán que tiene que pasar el niño.
h^ sobrealimentación, ó sea la alimentación desproporcionada ^or
exceso, á la edad del niño (y entiéndase bien, que al decir sobrealinwi'
/ación, me refiero no sólo á la ingestión de cantidades desproporciona-
das de los alimentos usuales en cada pais, sino la de la misma leche),
es el origen constante de los grandes desórdenes gastro-intesti nales
que, provocando unas veces las Í7idigestiones con sus secuelas, la me-
ningitis y las convulsiones, y otras la diarrea, contribuye de modo in-
dubitable á aumentar la mortalidad infantil y á que resulte á su vex
tan alto el coeficiente de la mortalidad general de España.
Aun cuando este es un hecho perfectamente comprobado y axiomá-
tico entre todos los paidópatas, es conveniente repetirlo sin cesar é in-
sistir en ello uno y otro día. pues como dice muy bien el ilustre esta-
dista I). Antonio Maura, hoy Ministro de la Cíobernación, hay que
«persuadir y después convencer», porque, ciertamente, «resultamos
bienhechora la insistencia que la primera demostración» (1).
III. ¿CÓMO SE RRMKDIA ESTE TERRIBLE AZOTE Ql-E TAN DURAMBNTK
NOS CASTIGA? — En primer tt^rmino, las familias, poniendo en práctica
los sanos preceptos de la higiene en general, y muy particularmente
la que se relaciona con el aparato digestivo, ya regularizando la lac-
tancia natural, mixta ó artificial, ya evitando *á toda costa la alimenta-
ción ^r^;;irt^W7*d^ y la sobrealimentacmi, de tan funestas consecuencias, á
(1) La Vida híarltima. Revisu de navegación.
i
De ia$ clorosis sintomáticas 4$ 5
fin de hacer que el niño adquiera un perfecto desarrollo y con él, las
fuerzas suficientes para luchar con éxito contra la acción ae las causas
morbosas, y librarles así de contraer enfermedades, ó que una vez con-
traidas, revistan éstas menor gravedad.
. En segundo término, los médicos^ influyendo en el seno de las fami-
lias para desterrar las antiguas y perjudiciales preocupaciones que se
oponen á la implantación de las modernas y provechosas reglas de
higiene infantil.
En tercer término, los j€íá^^ro;?oí, contribuyendo á la creación de
instituciones benéficas, como lo han hecho en otras naciones de Europa
y América, con el laudable fin de distribuir gratuitamente entre las
clases pobres enormes cantidades de leche pura y favoreciendo tam-
bién la de Consultorios de niíios de pecho, verdaderas escuelas de las ma-
dres, según la gráfica expresión del Dr. H. de Rothschild, donde éstas
reciban consejos para la mejor manera de criar á sus hijos, y, ademfrs,
se provea, á las que no pueden ó carecen de recursos, de la leche nece-
saria para la alimentación cuotidiana de sus hijos.
Y, por último, las autoridades dictando nuevas disposiciones de ca-
rácter sanitario; haciendo que no sean letra muerta las ya instituidas;
estudiando los medios más eficaces para abaratar el alto precio á que
hoy se expende la leche; y sobre todo, castigando severamente y sin
compasión de ningún género á los que adulterando ó mistificando el
precioso alimento de los niños y de los enfermos, son grandemente
culpables de esta aterradora mortalidad que á todos nos asusta y con-
mueve, y que es objeto de este mal pergeñado trabajo de vulgariza-
ción, escrito en cumplimiento de un deber que se me impuso como
miembro de este Congreso, y sin más pretensiones oue las de colo-
carme en el último puesto de la ya larga fila de proresores españoles
entusiastas por la higiene de la primera infancia, aportando asi mi
pequeño grano de arena al progreso y regeneración de nuestra querida
Patria.
Oe las clorosis sintomátieas
(Bnaayo d« orítloa Itlstórloa ) (1)
POR
Fernando Lévy
Interno de los hospitales de París
¿Qué debe entenderse por clorosis sintomática? Parece que esta deno-
minación es un pieoiiftsmo, porque, efectivamente, toda clorosis, corao cual-
quier estado patológico, reconoce una causa determinante, de la que es su
natural manifestación.
El título de este trabajo es un legado de la medicina antigua que, en un
mismo cundro clínico, incluía las formas esenciales cuya causea ignoraba
y los estados sintomáticos. El término esencial es, pues, uno de tantos vo-
cablos que encubrían la impotencia de una patogenia basada en datos in-
ciertos, y que en ninguna experimentación, t davía por nacer, se apoyaba.
Pero, ante todo, ¿ qué hemos de entender por clorosis ? Es conveniente;
para comprenderlo bien, dirigir nuestra mirada al pasado y ver como se ha
formado á través de los siglos la noción de la clorosis. Investiguemos, por
tanto, lo que se ha entendido, en diversas épocas, bajo este nombre, y deci-
damos, comparando todos los trabajos, si es justo dar á la palabra clorosis
un significado bien definido p^ r síntomas precisos, apoyada en una etiolo-
g-ía constante y lesiones anatómicas siempre idénticas, ó si simplemente es
necesario darle el sentido de síndrome que trnduce el sufrimiento del me-
dio sanguíneo, del mismo modo que la ictericia, cuya presencia evoca la
insuficiencia de la glándula hepática, ola epilepsia, signo de la excitación,
(1) Ga^, des hóp.y i.° agosto 1903.
436 De las clorosis sintomáticas
por una causa desconocida ó perceptible, de los centros nerviosos psicomo-
tores.
El término clorosis aparece por primera vez en los escritos de Varandal.
Este autor crea este neologismo haciéndolo derivar del y^Utpa xp«^m de
Hipócrates, para designar la enfermedad conocida hasta entonces con el
nombre de «colores pálidos». En los escritos del médico de Cos se dice:
« Los que, jóvenes, tienen malos colores durante largo tiempo... estos, hom-
bres ó mujeres, tienen dolores de cabeza, comen piedras y tierra... Las co-
loraciones verdosas que son crónicas, van acompañadas de los mismos sín-
tomas». Así parecen ya especiflcadas las relaciones de la clorosis con un
estado nervioso. No es fácil encontrar otras alusiones directas, aun en el
libro II nce( irflcpeiv&y., CU quc el autor habla déla «enfermedad llamada savra-
da... en las jóvenes que no se casan », y que es> debida á la retención déla
sangre de las reglas en la matriz, que origina graves desórdenes circulatorios.
Después de Hipócrates, la misma opinión prevalece y se admite que el
morbus virgineus depende de trastornos de los menstruos (Galeno, Pablo de
Egina). Y así quedó, hasta ñn de la Edad Media, la concepción de la cloro-
sis : anemia de origen genital en las jóvenes púberes.
Ambrosio Pareo sostiene las ideas de los autores antiguos : «En algunas
la sangre menstrual no se derrama... si no puede salir, rebosa en la masa
sanguinaria, que se altera y corrompe, por no evacuarse... originándose los
colores pálidos T^.
En el siglo xviii, la clorosis, que se desarrolla siempre en la mujer en el
período genital, era considerada como una caquexia de origen di.smeuorréico
ÍYuncker, Stoll), teniendo esta palabra la misma significación que más tar-
le tuvo la anemia ó hidremia.
Sin embargo, ya en la dicha época se notaba la frecuente asociación de
esta afección con la histeria, y Sydeiiham pudo decir : Chlorosim sive febñm
albam quam quidem speciewTesse affectiones hysteria nullnm dubUo.
Sauvage extiende la concepción de la clorosis, dividiéndola en cinco es-
pecies :
1 . La clorosis virgi n al ;
2. La » amorosa;
3. La » meuorrágica ;
4. La » de las mujeres embarazadas ;
5. La » de los niños ;
porque, para dicho autor, los trastornos del apetito, y sobre todo la pica,
son los elementos esenciales de la enfermedad.
Vemos, pues, casi hasta el siglo xix, que la clorosis es considerada por la
inmensa mayoría de autores como la enfermedad de las jóvenes en relación
con los trastornos menstruales. Muy pocos la consideran como una afec-
ción común á ambos sexos y á todas las edHdes.
En el .siglo xix. la hematología, primero química, después microscópica,
hace su aparición y se intenta dar una definición mejor de la clorosis; pero
en vano : la confusión aumenta, porque se toma la lesión ó el síntoma por
la causa
Andraly Gavarret, Foedisch, Becquerel y Rodier. piden al laboratorio
resuelva la cuestión y se esfuerzan en estHblecer diferencias entre la cloro-
sis y la anemia por una fórmula hematológica especial.
Bonillaud, que anteriormente había ya estudiado el corazón en la cloro-
sis y describe el «ruido clorótico» de los vasos del cuello, no admite la
vieja concepción, todavía defendida en la tesis de Moutard-Martín, de una
« enfermedad exclusivamente propia del sexo femenino y que se manifiesta
de un particulrr modo en la época de la pubertad ».
Y distingue :
La anemia, « disminución más ó menos notable de la masa normal de san-
gre sin que la proporción de los diferentes principios inmediatos de este
gran líquido... se cambie necesar. amenté».
La clorosis, «disminución más ó menos considerable en la suma normal
del elemento de la sangre conocido bujo el nombre de glóbulos, pí»rmane-
ciendo la cantidad de los otros elementos la misma ó casi la misma».
La cloro-anemia, «estado en el cual existe, á la vez, una disminución de
la masa normal de la sangre y otra de la proporción de los glóbulos eu la
masa de la misma sangre disminuida».
De las clorosis sintomáticas 437
Bstas diversas enfermedades pueden sobrevenir en todas las épocas de
la vida ; la clorosis tiene, con todo, un carácter de enfermedad constitu-
cional.
T das estas distinciones no aclaran mucho el asunto.
Por el contrario, Monneret, Grisolle, ü. Sóe, se apoyan también en los
datos hematológ-icüs para identificar la clorosis y la anemia y aun incorpo-
rar ésta á aquélla.
Monneret hace de la clorosis una anemia dependiente de las funciones
genitales. Grisolle ni intenta diferenciar la clorosis de la anemia. 6. Sée
admite identidades anntómicas (lesiones de la sang-rej» pero también dife-
rencias etioióg-icas. Completa, uno con otro, á los dos autores precedentes.
Después de haber dicho que «no se podrá desconocer el carácter anémico
de la clorosis», continúa así : « Lo que sorprende ante todo en el desarrollo
de la clorosis es que nace independient^^mente de las causas greneriiles que
producen la anemia ; las pérdidas excesivas, las privaciones, no existen casi
nunca, ó, por lo menos, la enfermedad puede observarse en los individuos
colocados en las mejores condiciones higiénicas... Es. en realidad, como
dice Grisolle, una anemia, pero una anemia especial, que me parece resul-
tar de la actividad exc»*siva de las funciones de desarrollo, es decir, del acre-
centamiento exag-erado ó de la evolución, ó d« la gestación. Esta opinión
la comparte también Monneret». Y más adelante: «La. clorosis es una
anemia globular á consecuencia de las necesidades nutritivas que reclaman
las funciones de reproducción y de acrecentamiento». Distingue clorosis
de la infancia, de la pubertad y de la edad adulta; una clorosis puerperal;
otra hereditaria y constitucional, que se observa sobre todo en el hombre.
Trousseau renueva la vieja hipótesis de Sydenham, y admite que la clo-
rosis, enfermedad de la mujer púber, es una neurosis. Para probarlo invoca:
1.*, «el estado convulsivo de la sangre », que cnracterizan los ruidos de los
vasos del cuello, « consecuencia de una modificación de la contractilidad
del sistema vatcular» ; 'i.**, el pretlominio de los síntomas nerviosos en la
clorosis que, frecuen temen t", va acompañada de hist»»ria.
Nonat se separa también de la idea antigua. Sostiene la opinión afir-
mada mucho antes por Ashwell, de la enfermedad congénita, constitucio-
nal, que traduce el funcionamiento defectuoso de los órganos hematopoié-
ticos. La afección puede sobrevenir en los niños (clorosis de la dentición,
del destete).
Lorain, sin querer hacer teoría, no considera que la clorosis pueda estar
completamente separada de la anemia, Admitiendo que fué descrita quizás
<50u verosimilitud fuera de la pubertad, piensa que «sería prudente redu-
cirla únicamente al morbus vvyineus».
Potain también cree que ei nombre debe reservarse á la anemia de la
pubertad, en la cual permaneciendo fija la cifra de los glóbulos, ó casi fija,
la proporción de hemoglobina disminuye considerablemente.
Parrot se atiene del todo á la teoría antigua, diciendo que la clorosis es
una « afección que sirve de lazo de unión entre las de la sangre y la de los
nervios».
Kl impulso dado á los estudios a n átomo-patológicos hacía buscar en la
autopsia un substratum á la clorosis.
Ya, en 1846, Kokitansky había llamado la atención sobre las anomalías
congénitas de los vasos de los órganos genitales,, é intentado establecer su
relación con las anemias. ,
Bamberger, en su libro sobre las En/ermedades del corazón y h^hisi descrito
una clorosis muy pura pero incurable, en los sujetos afectados de lesiones
ya señnladas. Virchow dice haber observado frecuentemente anomalías
del sistema vascular. Describe la aoriis Moro tica Esta estenosis cardio-
vascular es mu<-ho más importante que las deformaciones genitales, y de
ella se origina la clorosis. La enfermedad puede presentarse en el hombre,
puesto que, en este último también, Virchow ha encontrado la detención
de desarrollo del sistema arterial. Por otra parte, es incurable. ¿Qué resul-
ta de estas observaciones? Simplemente que la estrechez, congénita ó
adquirida en la infancia, del sistema aórtico puede, en ambos sexos, provo-
car un estado morboso que tiene muchos puntos de semejanza con la clo-
rosis. Y los enfermos de Virch'W, muertos jóvenes, llegaban á la mesa de
autopsia con el diagnóstico de clorosis. Esto era en cierto modo una peti-
43^ Dt lAS eiorosis sintomáticas
ción de principios. AdemáSi se han encontrado estas mismas lesiones en
individuos que no presentaron nunca síntoma alguno ciorótico, y cuya
muerte fué debida á la ñebre tifoidea ó á cualquier otra enfermedad. La
teoría de Frünkel, que hace derivar Ja clorosis especialmente de las anoma-
lías de los órganos genitales, merece las mismas censuras..
Así, pues, la cuestión se embrollaba cada vez méis, porque la patnlogía
general apenas sí existía sólo de nombre, y se confundían los sí utomnrj y
lesiones con las causas.
En 1868. aunque admitiendo una clorosis en ambos sexos, para todas las
edades, G. de Mussy la hacía una «anemia espontánea» en relación, sobre
todo, con la evolución del aparato genital de la mujer. Pero, cosa impor-
tante, busca el prónesis del proceso en el pasado patológico adquirido ó he-
reditario de los enfermos, lo que le conduce á distinguir dos clorosis: una
iscrofulosay y otra artrítica.
Por una mfjor apreciación de los hechos clínicos, la extensión de los es-
tudios hematológicos y la intervención del método experimental, las teorías
de estos últimos años han llegado á ser tan numerosas, que es preferible,
para la claridad de la descripción, clasifícarlas antes de exponerlas, sin en-
cubrir lo que de artificial tenga esta manera de proceder. Dividiremos en
dos grandes clases estas teorías contemporáneas, ocupándonos sólo de las
principales.
Las primeras^. anatómicas y clínicas, hacen derivar la clorosis de una
adulteración cuyo punto de partida es, según los autores, la sangre, el t\íbo
digestivo ó el sistema nervioso. Las otras, más conformes á los datos de la
ciencia moderna, sacan de la fisiología normal y patológica la noción de las
causas de la enfermedad.
L Primer grupo db teorías. — A. Teorías hemáticas. — Hayem sigue
la opinión de Nonat, quien, después de haber citado á Bonillaud que hacía
derivar la clorosis de una disposición nativa original difícil de definir, ad-
mite que esta predisposición depende de una debilidad de las funciones
hematopoiéticas. Y dice : «La clorosis ó anemia esp mtánea de la pubertad
es una anemia qne tiene por origen un exceso de desglobulización en la
formación de los glóbulos rojos». .
«La clorosis de las jóvenes púberes, ó clorosis propiamente dicha, es pre-
parada en cierto modo por un estado de debilidad del aparato heraatopoiéti-
co, al cual se juntan en algunos casos vicios de evolución, especialmente
unahipoplasia vascular que parece hallarse más particularmente en rela-
ción con la forma reincidente y en cierto modo constitucional de la enfer-
medad». Pero Hayem no se limita á esto : admite «las clorosis» y Ihs des-
cribe en el niño y en la mujer adulta. Desde el punto de vista hem ato lógico
«la clorosis es una enfermedad anémica por excelencia. No hay clorosis
sin anemia», pero el auto/ confiesa que «todas las anemias crónicas presen-
tan, sea cual fuere la cansa, caracteres anatómicos comunes». Veamos,
pues, nípidamente este punto común de la clorosis y- las anemias sintomá-
ticas. La sangre es muy Quida. Entre sus elementos figurados los glólmlot
rojos presentan las mfts importantes modificaciones. Su número no dismi-
nuye mucho ; sus dimensiones varían ; junto á las formas normales, se en-
cuentran innumerables elem*»ntos anormales, glóbulos enanos (5 |i) y
gigantes (11 ji). El aspecto exterior de los eritrocitos es muchas veces irre-
gular (poiquilocitogis de Quinck*'). Se notan glóbulos ovales, funiformes,
en raqueta. La debilidad del poder coloreante prueba las alteraciones es-
tructurales Gabritchew.sky ha señalado la «policromatofilia» ; 1< s glóbulos
adquieren el color azul violeta por la eosina-azul de metileno, en vez de ad-
quirir el nornaal tinte rosa. Khriich insiste sobre « la degeneración anémi-
ca» (puntos violetas si se colora con eltriAcido). Se encuentra también
glóbulos rojos nucleados que toman la denominación de normoblastos ó
megaloblastos, según el tamaño
Desde el punto de vista químico, la hemoglobina ha disminuido mucho
(Duncan) : es fácil comprobarlo con el hemocromómetro. En el estado nor-
mal, el poder colorante de riqueza globular de 1 mil metro cúbico de sangre
(R), es igual á la cifra fisiológica de los glóbulos (N). De donde (G) el va-
lor individual medio de un glóbulo = ^' En la clorosis y los estados ané-
micos, pudieudo N permanecer normal ó disminuir muy poco, R cae á
Dt las elorotis sintomáticas 4sg
3.000,000, 2.000,000, etc. Las propiedades reduetoras intensas de la oxi-he-
moglobina han disminuido; la resistencia globular decrece. El numero de
hematoblastos está biempre aumentado. El de los glóbulos blancos apenus
está modiíicado : los polinucleares neutróñlos, casi todos alterados, pre>en-
tan una «sobrecarga hemoglóbica» (Hayem, Gilbert y Weil). Por último,
existen formas leucocitarias anormales.
El aumento de la cantidad del suero en relación con los elementos figu-
rados se ha comprobado. La sangre es poco ftbrinosa. Por último, el suero
presenta una elevación de su poder tóxico (Maragliano, Leclerc y Levet).
Al contrario de Potain, Hayem no admite la clorosis como enfermedad
familiar, es decir, directamente hereditaria; pero todas las taras de los ge-
neradores que debilitan la progenitura, preparan el terreno morboso. La
ciorótica se hace excepcionalmente tuberculosa (Potain no participa de esta
opinión).
Kn el curso de la clorosis pueden sobrevenir enfermedades que determi-
nan cierto grado de anemia é inversamente. Hayem llama á estas «clorosis
complejas» cloro-anemias, dundo así al término de Bouillaud un significado
diferente del que le quiso dar este autor, y diferente también del adoptado
por la mayoría de los médicos que emplean dicha palabra como sinónimo de
clorosis. Después distintírue numerosos tipos de cloro anemia: tuberculosa,
sifilítica, dispéptica, cuyos caracteres diferenciales de las anemias sintomá-
ticas de estas atectuones parecen bastante mal fijados.
Luzet, alumno de Hayem, aceptando las ideas del maestro, las completa
én sus detalles. «La clorosis es una anemia de la pubertad, espontánea, pre-
parada por una tara hereditaria, la de nutrición, ya latente, ya expresada
por hipoplasias orgánicas; anemia ocasionada por todas las condiciones sus-
ceptibles de romper el equilibrio entre la formación globular que perma-
nece normal y la desglobuiización qué es exagerada, de donde resulta una
pérdida tal de hemoglobina que los glóbulos rojos neoformados son incapa-
ces de adquirir la talla y la resistencia de los glóbnlOí< normales».
Para Hanít, la clorosis, heredopatia totius substnntia. es «el conjunto de
las manifestaciones que expresan la insuficiencia hereditaria de todo el orga-
nismo para soportar el gasto de la carga nueva de la pubertad femenina.
Una vez m^s aún esta insuficiencia existe en todas partes: cada órgano,
cada aparato, cada sistema, lleva la marca de ello.
La clorosis ps. pues, una enfermedad de evolución, la enfermedad de evo-
lución de la pubertad. Se presenta en este caso, y únicamente en este caso.
No se tiene la clorosis á los treinta años, como no se tiene raquitismo k los
cuarenta y la tarsalgia del desarrollo á los sesenta..., las modificaciones h*»-
máticas representan ciertamente uno de los papeles principales, sino el pri-
mero, en el síndrome clorót'có. Según el mismo autor, he aquí los ele-
mentos constitutivos íle la clorosis :
« I .* Herencia tuberculosa ;
I.** Escrófula en la infancia ;
3.' Insuficiencia orgánica, hipotrofia congén i ta generalizada que se des-
cubre á la aparición de la pubertad y se manifiesta durante toda la evolu-
ción púber;
4." Síntesis morbosa que puede expresarse por la siguiente fórmula
concreta;
Infantilismo.
Hipoplasia ó aplasia, que ataca en diversos grados á todos los órganos y
sistemas ;
5.** Un signo patognomó»'ico : el ruido musical de los vasos del cuello ;
el ruido de soplo vascular de la clorosis ;
•5.** Una terapéutica unívoca: hierro y reposo».
Gilbert es casi de la misma opinión: «La clorosis, dice, tiene con la
tuberculosis íntimas relaciones. La interpretación del hecho es difícil ; si
se quiere, sin embargo, reconocer que la tuberculosis es hereditaria, que su
herencia depende, no de la transmisión de la semilla, sino de la del terreno,
se podrá comprender, sin que se penetre en los fenómenos íntimos, que los
niños que descienden de tuberculoso manifiestan la decadencia de su raya,
entre otras maneras, por 1h aptitud á la tuberculización, ó por la hipoplasia
Asmática que constituye el substrato anatómico de la clorosis *.
Y en su trabajo sobre las causas esenciales de la clorosis, presentado al
Congreso de Moscou de 1897 :
440 De las clorosis sintomáticas
«La Clorosis no es una anemia secundaria, subordinada á un estado pa-
tológico de los ovarios, del tubo digestivo, del hígado ó del sistema nervio-
so, sino una anemia primitiva.
R»^preseuta uno de los modos de expresión de la decadencia orgánica kere-
ditaria.y á^ aquí la frecuencia de su coexistencia con otros estigmas de
caducidad, tales como la hipoplasia vascular, la hipoplasia de los órganos
genitales, la histeria.
Habitualmente se manifiesta en las jóvenes, en la época de \KpuherUii,
con ó sin la intervención auxiliadora de diversas circunstancias, debiendo
interpretarse estas condiciones etiológicas, fácilmente despreciables, como
constitutivas de una significación provocadora. Resumiendo, la clorosistal
como Cjilbert la entiende, es una afección paratuberculosia hereditaria.
Para Immerman, la clorosis depende de una «adinamia plástica y aner-
gía funcional del aparato citógeno», en parte congónita y coincidente con
la aplHsia del sistema vascular, en parte adquirida y pasajera. Es una en-
fermedad de la pubertad, porque en esta época hay particular tendencia á
la neoformación sanguínea.
Bunge opina diferentemente. En previsión de la gran cantidad de hie-
rro que el organismo materno debe suministrar al feto, se forma mucho an-
tes del embarazo un depósito de esta substancia en el hígado y bazo. Esta
acumulación de hierro tiene lugar en el momento de la pubertad. Si inter-
vienen otros elementos nocivos, la sangre se etopobrecerá de hemoglobina,
y la clorosis quedará establecida.
B, Teorías digestivas. — Entre las teorías digestivas, unas refieren la
clorosis á una auto intoxicación , otras la atribuyen á influencias mecá-
nicas.
Zander, desde 1881, invoca la insuficiencia de la reabsorción del hierro»
debida á los trastornos gástricos sobre todo á la hipoclorhidria. Boucbard
y Couturier, comprobando la frecuencia de la dilatación del estómago en
las cloróticas, creen que por los trastornos nutritivos que engendra, favo-
rece la producción de fermentaciones anormales, cuya reabsorción provoca
los accidnntes.
Para Beneke el desarrollo de los órganos genitales desde la pubertad,
ocasiona por vía refi^ja (?) la destrucción de las partes absorbentes del tubo-
digestivo. A pesar de un acarreo suficiente de materiales nutritivos, la ab-
sorción incompleta, unida á una importante eliminación de hierro, empo-
brece el o rg mi i smo, y de aquí la hipoglobulia roja y la disminución de la
hemoglobinrt, en una palabra: la í^l ^rosis.
Rie>:el busca en la hiperclorhidria la patogenia de la clorosis.
Clark, Duelos y Notbnagel invocan el estreñimiento que conduce ala
paresia intestinal. La absorción, cuando halla obstáculos, cesa ; hay pro-
ducción y reabsorción de venenos que, en parte, destruyen la sangre y, en
par^e, impiden la hematopoiesis.
F.ircheimer admite que la hemoglobina se forma en la mucosa intestinal
á expensas de una albúmina y de la hematina. Siempre que esta síntesis
no puede realizarse, existe clorosis.
El aparato d¡í?Pstivo puede intervenir también mecánicamente por sus
dislocaciones. Tal es la teoría de Meinert, confirmada y aun desarrollada
por B'iudon. La condición anatómica de la clorosis sería una gastroptosis
debida al corsé. «El estómago, prolapsándose, arrastra las redes del plexo
solar, las estira, las mantiene en un estado de excitación permanente; de
ello se origina el estado anémico». «La clorosis, en resumen, dice Boudon,
sólo es uno de los episodios patológicos que presentan los individuos ataca-
dos de enteroptosis*. Naturalmente, semejante enfermedad guarda íntima
relación con todas las etapas de la vida genital de la mujer.
Mongourd, Ros-nbach. Saint Martin, admiten también la clorosis de
origen digestivo. Von Hcisslin acepta, por »u parte, frecuentes pérdidas
pequeñas de sangre en la mucosa digestiva, pero que escapan normalmente
ala observación, y que sólo la abundancia de hierro en las deposiciones
basta para d^^mostrarlo. Lloyd Jones sostiene la misma opinión, y cree que
estas hemorragias suced'^n á'una congestión de la mucosa gastro-int^stinal,
debida, á su vez, á la parálisis de los esplágnicos.
C. Teorías nerviosas. — En 1880, inspirándose en Parrot. Moriez resu-
citaba las teorías neuropáti cas. Continuador de Trousseau, Dieulafoy ad-
De las clorosis sintomáticas 44'
mite la clorosis neurosis, pero do es hostil á las demás hipótesis. H» creado
en la clorosis una nueva forma, el clorobrígtismo, cuyo uumbre es bastante
sig'füficativo de por sí, y para el cual no propone teoría, por no haber en-
contrado ninguna que le satisfaciese completamente.
Murri admite un reflejo procedente de los órganos genitales, y que ejerce
influencia sobre el sistema vaso-motor de las venas. Habría una lentitud
de la corriente sanguínea, de la que resultaría ia modificación del medio
líquido que produce rápidamente una gran destrucción de los glóbulos ro-
jos. En invierno especialmente, se observarían estas influencias perjudi-
ciales : así se explica la frecuencia de la clorofeis en e¿ta época del aüo.
Según Grawitz, la clorosis es la neurosis que no sobreviene de un modo
exclusivo, sino principalmente en la época de la pubertad en las jóvenes.
Es un «anillo de la cadena de las neurosis que representa una forma paiti-
cular. juvenil, del complejo sintomático, histeria». Bajo la influencia de
trastornos vaso-motores, hay ruptura del equilibrio osmótico entre la san-
gre y los tejidos, acumulación de plasma en la sangre, empobrecimiento de
las células rojas en hemoglobina, sin disminución de su número.
Antes de examinar el segundo grupo de teorías, señalemos la idea que
de la clorosis emitieron Gubler y Renaut : «enfermedad de evolución o de
crecimiento muy complejo, en cuyo fondo se encuentran estados patológi-
cos de los órganos digestivos, aun más del hígado y de las glándulas henia-
topoiéticas, y de la cual la anhematíes es un elemento morboso de gran
valor, pero no de una importancia exclusiva». Citemos también la teoría
infecciosa que Clement invoca para explicar la esplenoraegalia comprobada
en ciertas cioróticas, y de la que Lemoine se declsira pariidario. porque ha
encontrado el estaflUcoco blanco en la sangre de las jóvenes atacadas de
dicha enfermedad. Metschnikoff no cree improbable la hipótesis de una
infección favorecida por la persistencia del himen. Esta membrana impide
«la limpieza de la vagina, lo que tiene inconvenientes, sobre todo durante
el período menstrual. Es probable que la sangre, retenida por el himen. se
contamine por los microbios, lo que puede ocasionar graves trastornos del
organismo. Es aún posib.e que ciertas anemias, como la cloro-anemia de
las vírgenes, se produzcan por la reproducción de ta es microbios. Se com-
prenderá fácilmente, en este caso, que el matrimonio constituya el mejor
remedio contra esta anemia, porque, después de la p**rforación del himen,
la evacuación de la vagina es mucho más fácil». Y como nota el autor
añade : «Sería interesante establecer si las vírgenes indias y chinas sin hi-
men se hallan sujetas á la cloro-anemia».
II. Segundo grupo de teorías. — La clorosis es una auto-intoxicación
resultante, para unos, de una faltado eliminación ; para otros, de la insufi-
ciencia secretoria de una glándula vascular ó de funciones mixtas.
Desde 1878 Fonsagrives entrevio relaciones entre la clorosis y « la evolu-
ción imperfecta de la función ovárica». Charrín se ha convertido en apóstol
de la auto-intoxicación de origen genital . «La clorosis, dice, es una auto-
intoxicación menstrual ó genital; me explicaré : En el momento en que las
reglas aparecen, la toxicidad del suero está en aumento... Creo que la fun-
ción menstrual purga el organismo de ciertos venenos ; los órganos genitales
tienen bajo este aspecto un papel eliminador... Si en tales condiciones la
herencia, la escrófula y la tuberculosis han provocado una insuficiencia ge-
neral en el desarrollo de los tejido?, los órganos genita es insuficient^^mente
desarrollados cumplen de una manera incompleta su papel de órganos eli-
minadoreSy sobre todo á partir del instante en que, por la misma pubertad,
la rapidez de los cambios aumenta la prop' rción de los productos tóxicos».
El estudio de las secreciones internas ha abierto nuevos horizuntes y
procreado nuevas teorías.
En 1896, Spillmann y Etienne consideran la fisiología del ovario del modo
siguiente :
1.° Glándula de secreción externa : ovulación ;
2.' Glándula encargada de eliminar: la sangre de las reglas, el exceso
de las toxinas formadas en el organismo femenino ;
3."* Glándula de secreción interna, quizás los cuerpos amarillos suminis-
tran la ovareína. La ausencia de esta última snb.stancia engendraría la
clorosis. En seis casos tratados con extracto de ovarios, los autores obser-
varon tres mejorías.
44^ ^^ i^^ clorosis siníomáicas
En 1898, Etienne y Demangre apoyaban la hipótesis de la clorosis OTárica
con «líf unas nuevas observaciones.
Entre tanto, Rlnndei señalaba como conñrmatívas las observaciones de
Mund» Knauer, Yuyle y Jacobs. El ovario, según él, destruye con su secre-
ción interna un veneno que se vierte en la sangre. La secreción del timo
suple en la infancia la glándula genital que no funcir)na todavía. <(Si1a
sucesión de las acciones antitóxicas del timo, del ovario luego, no se efectúa
normalmente, si el timo desaparece demasiado pronto y sí, sobre todo, el
ovario desarrolla su secreción interna muy tardíamente ó la suministra de
un modo irregular, prodúcese un interregno fisiológico, durante el cual la
intoxicación por estos productos de desasimilación tiene lugar sin obstáculo
alguno ». Esta es la clorosis.
Leclerc y Levet. que han comprobado la hipertoxicidad de suero de los
cloróticos, apoyan esta?* teorías.
Vou Noorden. en su importante monografía sobre la clorosis, la concibe
como una enfermedad que sobreviene exclusivamente en la mujer y en los
diez años siguientes á la pubertad. Admite con Immermann que la cloro-
sis es resultante de una debilidad funcional de los órganos heraatopoiéticos,
tanto congénita como adquirida. «Sin embargo, no creo que toda anemia
3ue descansa sobre la insuflcieucia ó el déficit funciopal de estas partes po-
ría catalogarse como clorosis. Este nombre debiera reservarse para las
alteraciones de la hematopoiesis reveladoras de los órganos sexuales déla
mujer, y ante todo del período de desarrollo». Von Noorden confiesa que es
todavía difícil precisar más : «Bajo reserva de hacer só;o una hipótesis, he
aquí lo que rae parece verosímil ; en el organismo femenino que. m^nsuál-
mente, elimina una gran cantidad de sangre por los órganos sexuales, exis-
ten disposiciones especiales que normalmente permiten reparar pronto y
por completo la pérdida de sangre. La incitación d la neofnrmación san-
guínea proviene de los mismos órganos genitales (¿ovarios?) poco verosí-
milmente por vÍH refleja, pero sí por la formación de productos guimirot qu€
paran á la sanare y que al llegar á los centros de formación tienen la pro-
piedad de excitar á los órganos hematopoiéticos.
Su excitación no se debe exclusivamente á estas secreciones de origen
genital, cuya supresión altera siempre el proceso normai de la formadónde
la sangre, sobre todo en las jóvenes. La falta de insuficiencia d*» estos
agentes irritantes produce la clorosis, es decir, una insuficiencia de lakfma-
topoiesis reveladora de accidentes específicos de causa genital, 1 a enfermedad
se desarrolla tanto más fácilmente cuanto que los órganos que forman la
sangre son insuficientes ó están debilitados por otras influencias perni-
ciosas.
Sobre la naturaleza de los cambios químicos entre el aparato sexual y los
núcleos de la hematopoiesis, no se puede decir nuda. Debemos considerar
como cierto que no están indisolublemente ligadas ni solo proceso mens-
trual, porque las rejadas en las cloróticas no ofrecen nada característico*.
L. L. Jones opina, de un modo contrario, que la clorosis resulta de la
llegada á la sangre de un exceso de secreción interna de los ovarios.
tín otro orden de ideas. Capitán y Jeulain admiten una cloros s por insu-
ficiencia tiroidiana. Se apoyan sobre las relaciones señaladas desde largo
tiempo de la clorosis con el bocio exoftálmico (Bouiliaud Reudu) y sóbrela
frecuente existencia en las cloróticas de una hipertrofia del cuerpo tiroideo.
Por último, el tratamient») iodo-iodurado y la iodotirina en tablillas produ-
cirían muy buenos efectos.
Tales son, en nuestros días, las diferentes teorías emitidas sobre la cloro-
sis, que pueden dividirse, resumiendo, en tres ciases :
1.' Las que admiten la clorosis como entidad morbo-:a, enfermedad de
decadencia, en relación con la debilidad hereditaria de' organismo;
2 • Las que defienden la clorosis como entidad morbosa en relación coa
un trastorno patológico adquirido;
3.° Las que con-ideran á la clorosis como síndrome.
Es posible que todas sean ciertas, y quizás el absolutismo de diversos
autores ganaría mucho si se adaptara á una teoría ecléí'tica.
Kn suma, es p'-eciso decir que la clorosis es un síndrí^me morboso pura-
mente individualizado por circunstancias etiológicas constantes: pubertad.
ReMta critica bibliográfica 443
sexo femenino, pero ¿quién se apoyará sobre datos pato^nicos múltiples?
Yr ¿por qué entonces s^e conservaría este nombre que, etimológicamente ha-
blando, designa una cierta coloración de la piel, y cuyo conocimiento ha
variado según las épocas y autores? En el estado actual de la ciencia, difí-
cilmente se puede resp' n'ier por modo afirmativo. Parece, sin embargo,
aueeii la joven, en el mí>mento de la pubertad, no hay una clorosis sino esta-
dos cloróticos, espontáneos en apariencia, en realidad debidos á causas
diversas, mal estudiadas todavía., entre las cuales parecen serlas más fre-
cuentes las distintas auto-intoxicaciones, sobre todo por insuficiencia secre-
toria, ovárica ó tiroidiana.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.).
RBViSTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
Pon KL
Db. GalcbuAn Granes
Tratado de Kedioina les^al, por ol Dr. Vibert. — Barcelona, 1903-1904.
Vibert, como médico forense del Tribunal del Sena, ha desempe-
ñado, en un período de seis años, más de dos mil peritajes médico-
legales; como jefe de trabajos aná-tomo-patológicos del Laboratorio de
Medicina legal de la Facultad de Parí?, ha recogido inmensos materia-
les que le han permitido sentir su obra sobre muy sólidas bases, y
como discípulo predilecto de Brouardel y encargado por este eminente
maestro de la enseñanza práctica de la Medicina legal, ha podido apre-
ciar, segim propia confesión, los puntos que exigen mayor desarrollo,
las objeciones que surgen con mayor frecuencia y las dificultades que
entrañan muchas de las cuestiones médico-legales.
No es de extrañar, por consiguiente, que con tal excelente prepara-
ción haya podido Vibert realizar tan buena obra.
Esta no es una compilación de otros textos, un libro hecho sola-
mente con libros, sino un derivado de la personal experiencia y saber.
Vibert posee demostraciones propias, originadas de una práctica dila-
tada ; los documentos comprobatorios de sus doctrinas han salido de
una realidad bien apreciada y demostrada en la Morgue. Por esto ha
podido afirmar acertadamente Brouardel en la Introducción, que es un^
libro compuesto por un perito y para los peritos, constituyendo esta
circunstancia la unidad de la obra, el carácter eminentemente práctico
que ostenta, así en conjunto como en detalle.
Y con ser muy práctico, no desdeña Vibert la dilucidación in extenso
de los puntos litigiosos, demostrando poseer una muy vasta ilustración
en todos los ramos de la Medicina, de la Cirugía y de la Toxicología, y
un elevadísimo criterio en la exposición de las doctrinas.
Comenge, no menos acertado que Brouardel en el juicio que le me-
rece la obra de Vibert, en su luminoso Prólogo hace resaltar en la la-
bor de éste dos grandes méritos : 1.", el criterio severo y uniforme, la
trabazón homogénea y el sabor práctico que preside su composición, y
2.**, la habilidad en la exposición doctrinal, « en la que nada huelga ni
se echan de menos esenciales conocimientos de verdadera aplicación
en la práctica forense, sin caer jamás en el defecto de considerarlas
materias como un conjunto de apasionadas disquisiciones teóricas, ni
convertir los capítulos del libro en baterías contra añejos inconvenien-
tes de la organización social y prácticas ordinarias, deslizándose, por
el contrario, serena, ordenada e instructiva la corriente abundosa del
saber y de la experiencia del autor».
Como la mayoría de los de esta clase, el Tratado de Vibert está di-
viflido en dos grandes partes : la Medicina legal propiamente dicha y
la Toxicología.
Reyisia critica bibliográfica
La primera, subdividida en cuatro grupos de cuestiones : 1." Aten-
tados contra la vida y la salud, en el que estudia cuanto tiene relación
con los indicios de muerte, su verificación, examen de los cadáveres, la
muerte súbita, envenenamientos, asfixias, muertes por temperatura,
fulguración é inanición, heridas, homicidio, suicidio y accidentes.
Tiene de notable esta sección la exactitud con que fija las reglas
que debe seguir el perito para practicar la autopsia médico-legal ; la
manera de demostrar no solo los medios crimosos de una muerte, sino
las causas naturales de la misma en otros casos que parece sospechosa
Íel capítulo especial referente á los accidentes de ferrocarriles, cuyas
cridas, con frecuencia graves, no eran antes completamente especifi-
cadas.
2.** Cuestiones relativas al instinto sexual y á la generación, que
comprende las anomalías y aberraciones del instinto genésico, la vio-
lación, pederastia, bestialidad, onanismo y ultrajes al pudor; al emba-
razo y parto ; al aborto é infanticidio, haciendo resaltar las dificultades
con que tropieza el perito para re.«olver con exactitud la mayoría de
estas cuestiones.
3.** Vibert ha prestado una atención minuciosa á las cuestiones del
tercer grupo, el examen de las huellas y manchas^ precisamente por-
que son de los más difíciles en Medicina legal y en los que el médico
necesita de más perspicacia y de mayor suma de conocimientos para
resolverlos. La técnica de la investigación de las manchas de sangre
y de semen está expuesta con un lujo de detalles altamente prove-
choso.
4.® El último grupo comprende las cuestiones médico-legales sobre
la enagenación mental. Nada falta; por su extensión y por su doctrina
esta parte constituye un tratado especial. Después de exponer los as-
pectos diferentes de la responsabilidad, estudia los principales tipos de
enagenados, las variadas formas del delirio, los actos cometidos por
impulsos irresistibles, las neurosis y otros estados patológicos que in-
tervienen á titulo de motivos próximos de las acciones criminosas, las
debilidades de espíritu, la conducta que debe seguirse en las peritacio-
nes relativas al estado mental y las circunstancias en que deben ser
recluidos los locos.
Completa este excelente Tratado la Jurisprudencia médica y la ex-
posición de ley.^s, decretos y ordenanzas que rigen en el ejercicio de la
Medicina y de la Farmacia.
Y merced á la valiosa intervención del Dr. Comenge en la traduc-
ción española, la obra, editada por la casa Espasa, contiene multitud
de artículos adicionales referentes á la medicina psíquica en sus rela-
ciones con las leyes, mayormente de nuestro pa's, y gran número de
notas, que sobre ampliar "los horizontes científicos del texto, lo adaptan
á las necesidades del peritaje médico-español.
El tomo referente á Tokicología, más que en el criterio químico,
está inspirado preferentemente en el criterio clínico y legal. Aqui,
como en toda la obra, Vibert ha querido reportar utilidad práctica, in-
mediata, prefiriendo formar buenos peritos, antes que médicos pura-
mente eruditos.
Resulta, en suma, el libro de Vibert de una conveniencia incontes^
table.
FORMULARIO T TRATAMIBNTOS M0DBRM08
CXXI. — Inflnensa: tratamiento externo
L. Bourget recomienda este linimento :
Acido salicíiico 4 gramos.
S;ilicilato de metilo 10 »
Esencia de eucalipto \ m
Manteca de nuez moscada f
Aceite volátil de salvia 3 »
» alcanforado 30 »
Alcoholatura de bayas de enebro .... 120 »
Colocado el enfermo en la cama, fricciónese fuertemente el tórax, abdo-
men y espalda, envolviendo luego al enfermo basta el cuello. Bn pos de
esto, nota el gripposo un alivio notable (1).
CXXII. — Saero antidlftérioo : inoonidad de lo* aooidente*
Menos brumosa boy que antes, todavía no se ba disipado la atmósfera
creada por algunos poco dispuestos á aceptar, ni por la fuerza dejos bechos,
los progresos de la terapéutica moderna. Admitiendo, en principio, los in-
convenientes del suero, queda todavía á su favor la gran baja de la mortali-
dad por difteria; y como ejemplo, sirva el caso de no baber ocurrido en
París una sola defunción durante la semana 35.' de 1903, suceso observado
tres vece^i más desde el descubrimiento del suero y que antes no babia sido
registrado.
Volviendo á los accidentes, quizás el mejor trabajo para valorarlos es la
tesis de Coldefy, fundada en 400 observaciones de inoculación preventiva
(servicio de Comby), en las cuales, por tanto, sólo el suero era el responsa-
ble. Los accidentes ban sido :
Erupciones en el 15 á 20 por 100 de los inoculados. Son bien conocidas,
como 10 es también su escasa importancia.
Fiehre. Ha notado 6 ascensiones térmicas fvigaces y 8 accesos de cierta
duración, merecedores del nombre de /f^^^ sérica. Bn un tuberculoso la
fiebre fué muy tenaz; parece, pues, que estos enfermos sólo deben ser in-
oculados en casos precisos.
Tuberculosis aparte, esta fiebre no tiene gravedad alguna y dura poco ;
como las erupciones, ya aparece inmediatamente, becbo raro, ya es tardía,
pero casi nunca más allá de la primera quincena, siendo lo ordinario que
surja del sexto al séptimo día; como las erupciones también, puede reapa-
recer después de algunos días de haber cesailo.
Hay, en cambio, casos en los cuales habiéndose hecho la inyección en
enfermos con fiebre, causada por uno ú otro motivo, la defervescencia, si
debía haberla, no fué imp'»dida por el suero.
i4/¿«9»intfria. la infundada base de tantos reproches sólo ha existido en
14 casos (3'57 por 100) : fué poco abundante, apareció en los ocho primeros
días y no duró más que dos ó tres, ^lo sólo no hemos de preocuparnos de
ella, sino que se ha de reputar el suero como el mejor remedio contra la al-
buminuria diftérica. Con todo, en caso de nefritis avanzada no diftérica no
se debe inyectar sino cuando esté bien demostrado el peligro diftérico.
Polakiuria. Vista 4 veces ; se muestra á los cinco ó seis días, no tiene
importancia y cesa por sí sola.
Oliguria, anuria. No se han presentado.
Arirafgias. Poco frecuentes (2 á 3 por 100), tardías, duraron media sema-
na y brotaron por modo brusco; llegaron al máximum generalmente á las
40 ó 48 horas y acabaron sin dejar vestigio. Fueron mono ó poliarticulares,
(de p-eferencia en las rodillas, cnd »s y hombres, y alguna vez en las articu-
laciones pequeñas: vertebrales, témporo maxilares, etc.); los dolores, vio-
lentos, no iban acompañados de tumefacción ni rubicundez.
Algunas veces se ext*^ndieron, al parecer, á las masas musculares (mial^
gias), y entonces el curso fué mAs breve
Los dolores aumentaban con la presión y los movimientos ; con frecuen-
(1) Ga^. hebd. des Se. mid. dt Bordeaux,
44C Formulario y tratamitntos modemot
cia coincidieron con fiebre y exantema. A las veces fueron tan inteosos,
que exigiera el empleo del cloruro de metilo, que es el remedio soberano.
Estos fenómenos son de mucha apariencia y nada más.
Ádenopaiias y anginas. Muy fugaces y del todo benignas, parece las
hubo 1 veces.
Traslomos digestivos. Rarísimos y sin trascendencia. Por lo mismo,
casi nadie los menciona. Moizard ha notado diarreas fétidas ; Seve:!¡tre. dia-
rreas disenteriformes. Alguna vez hubo vómitos. Coldefy^ menciona cinco
casos de diarrea, uno de ellos con vómitos.
Vultitis. En tres ninas existió, tal vez debida al suero.
Ariimia, sincope, trismo, convulsiones, ele. Deben ser muy raros, pues no
observó caso alguno.
Parálisis. Tampoco las ha notado. Si hoy aparecen con mes frecuencia
que antes, es por que sobreviviendo los enfermos, llegan al período tardío
ae las parálisis. El suero no las causa: al revés, es el remedio más seguro
y rápido.
Asociación de accidentes. — Xpsirie de la erupción fiebre, casi normal, las
asociaciones mAs comunes fueron : erupción-frlralgia-Zíeltre, erupción-angina-
fiebre, erupción-diarrea-fiebre y erupción ó artralgia-albwminurta ligera-fiebre.
Las demás aparecían por excepción ; estas mismas citadas fueron raras.
Ni solos*ni asociados, estos accidentes tuvieron gravedad ni duraron. En
su aparición influyeron las condiciones orgánicas, siendo más inténsala
reacción en los débiles, pero ni aun en ellos adquirieron importancia. Es
tan rápida la vuelta ai estado anterior, que el estado morboso despertado
por el suero merece del nombre de aisis sérica (1).
CXXIII. — Quinina: su empleo como anal^^étioo
Martinet ordena en los febricitantes neurálgicos y con insomnio, á partir
del mediodía, un sello cada tres horas con una taza de infusión caliente,
que contenga :
Exalgina O'IO gramos.
Fenacetina 020 »
Analíresina 0'30 »
Brom hidrato de quinina 0'40 »
Si hay intolerancia estomacal, prescribe :
Bromhidrato de quinina 0'40 gramos.
Antipirina I »
Agua de tilo tibia 150 »
para una lavativa ; ó bien :
Fenacetina OMO gramos.
Antipirina 0*20 »
Bromhidrato de quinina 0*30 »
Manteca de cacao 3 »
para un supositorio.
En caso de neuralgias rebeldes :
Extracto tebaico 0H)25 gramos.
Bromhidrato de quinina 0**5 »
para un sello ó una pildora, tomando uno cada tres horas hasta cuatro dia-
rios (2).
CXXIV. — I.azante : fórmula de Kartinet
Extracto de belladona ]
» de cascara sagrada I ^ a. ai «..«*«,.
Podofliino P^- 0*01 gramo.
Sal de Marienbad J
Extracto de áloes 0*02 »
Ruibarbo en polvo . 0*03 »
mézclese, comprímase, queratinícese y platéese en forma de pildora, que se
toma al acostarse (¿).
(O Thése de Paris.
(2) De su obra Medie amtnU.
Pormuiario y traiamientús mod*moi 447
CXXV. -- Elixir parefiTórioo
Esta tintura de opio alcanforada (solución en alcohol á 6<)° de extracto
tebaico, ácido benzoico, alcanfor y esencia de anís)» está para Martinet muy
abandonHda y sin motivo ju.Ntiñcado.
Diez gramos del elixir equivalen á cinco centigramos de extracto te-
baico, dicen ; pero esíta equivalencia es puramente teórica, pareciéndole á
Martinet mayor la acción del opio que si se diera el extracto sólo.
Sus efectos son notables en las afecciones gastro-intestinales dolorosas,
diarreas de verano, enteralg-ias provocadas por gases, etc.
Como el sabor es agradable, se le puede dar poniendo gotas en un vasito
de agua azucarada : como un gramo contiene 48 gotas, se prescribe esta
dosis de una vez, renovándola 5 ó 6 veces en las 24 horas*, si es prt^ci.-o. En -
los niños la dosis debe ser de 10 á 12 gotas por cada año de edad, dando
cada vez 2 ó 3.
Contra la gastro-enteritis infantil es una bueaa fórmula esta asociación :
Elixir paregórico XXX gotas.
Bpnzonaftol O'óO gramos.
Jarabe de membrillo 10 »
Agua destilada de canela 50 »
para tomar una cucharadita cada tres horas (I).
CXXVI. — Aceite de his^ado de bacalao : varias fórmiüa* as^radables
Las más usadas, sobre todo en Alemania, son :
1.* Para que el sabor sea más agradable, Reboult propone añadirle una
solución de sacarina en éter al 1 por 100 ; se calienta luego al baño maria
para que se desprenda el éter.
2.* Dieterich obtiene la emulsión agitando esta mezcla :
Aceite, de hígado de bacalao 8<5 gramos
Jarabe de regaliz 10 »
Éter 4 »
3.* Kreytschy trata una parte de café tostado con tres de alcohol ; lo
ñltra y el filtrado lo satura de sacarina y lo mezcla á partes iguales con el
aceite de hígado y con media parte de aceite de ricino; añade luego un
2 por 100 de esencia de canela de Ceylán. A esta masa total adiciona 10
partes por 100 de aceite de hígado de bacalao. Esta preparación tiene un
sabor muy agradable.
4.* Caliéntese durante 15 minutos y á 60", en un recipiente cerrado,
2,400 gramos <le aceite de hígado de bacalao con 20 de café molido y 10 de
negro animal. Se deja macerar algunos días, agitándolo varias veces y se
filtra. Queda el aceite casi sin color y con el olor y gusto del café.
5.* El mismo Dieterich publica esta otra fórmula de aceite aroma-
tizado :
• Vanillina O' 10 gramos
Cumarina O'ül »
se las disuelve, á calor débil, en :
Esencia doble de azahar 2 »
» de menta inglesa 1 »
» de limón 5 »
y añádase :
Aceite de hígado de bacalao 1.000 »
6." Duquesnel añade 11 gotas de esencia de eucalipto á 150 gramos de
aceite para quitarle el mal olor y el mal gusto (2).
CXXVIl. — RlperhldrosU plantar y palmar : varias fórmulas
Si en vez de fríos y cian óticos, están calientes los pies y las manos, se
recurrirá á los baños focales fríos y á una de estas fórmulas :
A. Ictiol 25 gramos
Agua 15 »
Lanolina anhidra 25 »
(ünna)
1) De su obra Midicoments.
2) Leí Nouptaux Remedes,
448 Formulario y tratamuntos moáemoi
B. Naftol 5 »
Giicerina 10 í>
Alcohol 100 »
(Kaposi)
para dos lociones diarias.
C. Taiiino Iá3 »
Alcohol á60* 250 »
D. Sulfato de quinina 5 »
Alcohol á 6ü' 250 »
E. Giicerina 10 .^
Percloruro de hierro 90 »
Esencia de bergamota XX gotas
Se expolvoreará con :
A. Talco 87 gramos
Almidón 20 »
Acido tártrico 3 »
B. ThIco 60 »
Subnitrato de bismuto. . 32 »
Acido saiicilico . / 5 »
Permangauato potásico 2 »
Coloqúese dentro del calzado plantillas de papel de filtro empapadas en :
Per mangan ato potásico 2 gramos
Agua de;»tllada 100 »
Timol 0»30 » (1)
CXXVIIL— Anestesina: apUoaoiones
Se da al interior en los ca^«os de hiperestesia gástrica, úlcera del estó-
mago, dispepsia nerviosa y vómitos de la preñez; tópicamente, en la coque^
luche, coriza, úlcera tuberculosa de la boca y laringe, estomatitis ulcerosa,
tenesmo vesical, uretritis, hemorroide^ úlceras de las piernas, intertrigo,
quemaduras, gangrena de la piel, prurito vulvar diabético, etc.
Al interior la dosis es de 0*2 á 0*5 gramos, subdivididos en diez partes
para tomar tres al día antes de las comidas.
Bn las afecciones de las fosas nasales y laringe se usa en inhalación:
Anestesina ,...,... 3 gramos.
Alcohol rectificado 45 »
Agua destilada 55 »
ó bien se toca con un pincel empapado en una suspensión mucilaginosa al
30 por 100. Mejor todavía es la insuflación cuando á ello se presta el punto
enfermo.
Contra los pruritos se emplea la pomada de lanolina (5 á 10 por 106), en
las úlceras el polvo al 10 por 100, en el tenesmo vesical y hemorroides dolo-
rosos, supositorios de manteca de cacao (0*2 á 0*5 por 2).
—Hay también hoy en el comercio el clorhidrato deanestesina queso di-
suelve al 1 por loo en ag la. Esta solución, que se puede esterilizar, puede
servir como an^^stésico en pequeñas operaciones, haciendo con ella inyeccio-
nes para inñ.trar la región. La fórmula recomendable es:
Clorhidrato de anestesina 0'25 gramos.
Sil filológica de Pohel 0'40 »
Cl'^rhidrato de morfina 0*005 á 0*015 »
Agua destilada 100 »
Hay asimismo en el comercio tabletas, bombones, pomadas, polvos, etc.,
llamadas inoportunamente preparaciones de cocainol (2).
CXXIX. — Amiloformo: empleo tópioo
El arailoformo es el producto de la acción Hel formol sobre el almidón.
usado pop Ivanoff, ya en polvo, ya en pomada al 10 ó 12 por 100, es un
excelente tópico» tanto en las superficies sépticas como en las quenolosoo.
(1) Journal de Méd.xnternt.
(2) Pharm. Zeitung.
Stcción oficial 449
Puede reemplazar al iodoformo, sobre el cual tiene la ventaja de ser in-
odorp, no irritante en los contornos, no tóxico y de mayor poder secante.
Es, además, analgésico en algunos casos (1).
CXXX. ^WUmal: empíeo tópico
El wismal es una nueva combinación de magnesio y de. bismuto, que se
presenta en forma de polvo fino, blanco, sin olor ni sabor, fuertemente alca-
lino y no tóxico.
Stern lo ha empleado en más de 1,500 casos de afecciones quirúrgicas y
de la piel, notando lo bien que defiende al organismo de las infecciones y
lo que favorece la cicatrización. Se usa en sub^^tancia, colocando una capa
gruesa (2).
Dr. Rodbígubz Méndez.
SECCIÓN OFICIAL
ASAMBLEA DE MÉDICOS TITULARES
SB8IÓN DBL 18 DE MATO
El Sr. Ndñez leyó las siguientes conclusiones, que se aprobaron por una-
nimidad :
« Primera. El capítulos." de la Instrucción general de Sani iad, promul-
gada por Real decreto de l¿ de Enero de 1904, deberá ser elevado A la cate-
foría de ley, y, con arreglo á las condiciones del urt. 91, será organizado
efinitivamente el Cuerpo de Médicos titulares.
Segunda. Los contratos actuales hecbos con anterioridad á la promul-
gación de la citada Instrucción de Sanidad, provisional ó definitiva, que
recaigan en Médicos que estén comprendidos en el art. 91 de la misma, se-
ráa considerados como ilimitados. Los contratos hechos después de la
promulgación de la Instrucción de Sanidad, provisional ó dett litiva, sin
atenerse á lo que la misma prescribe, se declararán huios y se proveerán de
nuevo las plazas con arreglo á ella.
Tercera- Una vez que se hayan hecho las clasificaciones de que habla
el art. 100 de la Instrucción, la Junta de Gobierno y Patronato organizará,
total y definitivamente, el Cuerpo de Médicos titulares, regulando las cnte-
gorías por sueldos que no bajen para la mínima de T^) pesetas ni excedan
de 3,000 para la mÁxima. teniendo en cuenta para ello el número de habi-
tantes y el de familias pobres de la población, las distancias y topografías
de la titular, la cuantía del presupuesto municipal, etc.
Cuarta. Los sueldos ó dotaciones de los Médicos titulares deberán ser
partida obligatoria en los presupuestos municipales, con arreglo á la cate-
goría que les corresponda.
Quinta. La provisión de las plazas vacantes se ajustará al orden e^^ta-
blecido en los escalafones, debiendo ser preferido en todo caso para su nom-
bramiento el aspirante que tenga el numero más elevado entre los que la
hubieren solicitado.
Sexta. Si por cualquier circunstancia algún Ayuntamiento aumenta la
dotación de la titular, el profesor que la desempeñe disfrutará este benefi-
cio, puramente de interés material, sin que esto pueda afectar en nada á la
posesión del cargo que ocupa ni entrañar tampoco ascenso alguno en el es-
calafón ; su categoría continuará siendo la misma que por clasificación le
corresponda dentro del Cuerpo de Médicos titulares.
Séptima. Los Médicos titulares no podrán ser separados de sus cargos
sin quejas ó motivos justificados, previa formación de un expediente en que
habrá de oirse al interesado y recaer informe de la Junta de Gobierno y Pa-
tronato del Cuerpo.
Octava. Serán derogadas ó modificadas todas las disposiciones vigrentes
que se opongan á la organización del Cuerpo de Médicos titulares en la
forma establecida en estas bases.
(1) MedecinskoU Obosrenie,
(2) Wten. Ktin. Rundschau,
4^0 Seccijn ajicial
Se acordó la creación de una medalla ; se designaron las Comisiones que
han de gedtionar que las anteriores conclusiones} alcancen la categoría de
ley, y, ttiialineiite, los Sres. Pulido y Caual»*JMS pronunciaron elocuentísi-
mos discursos, que lamentamos no poder extractar por la falta de espacio.
XV CONGRÉS INTERN/ITIONAL DE MÉDECINE
Lisboa 19-26 abril i 906.
Acabamos de recibir el primer número del Boletín del XV Congreso In-
ternaciüual de Medicina que tendrá lugar en Lisboa del 19 al 26 de abril
de 1906. Dicho número contiene el Reglamento del Congreso, la organiza-
ción de las secciones y la de los Comités de los dift^rentes países. — Nótese
en el Regiamente el artículo 2,^ que permite la admisión ai Congreso sólo
á los médicos y á los sabios presentados por los Comités nacionales ó portu-
gueses. — La cuota es de 25 francos, ó 20 marcos, ó 1 libra esterlina, ó 5 $500
reis.
Los trabajos del Congreso están distribuidos en 17 secciones ;
I.* Anatomía (Anatomía descriptiva y comparada, antropología, embrio-
logía, histología).
2.' Fisiología.
3/ Patología general, bacteriología y anatomía patológica.
4.* Terapéutica y farmacología.
5.* Medicina.
6.* Pediatría.
•7.' Neurología, psiquiatría y antropología criminal.
8.' Dermatología y siñliografía.
9." Cirugía.
10. Medicina y cirugía de las vías urinarias.
11. Ottalmología.
12. Laringologia, rinología, otología y estomatología.
13. Obstetricia y ginecología.
14. Higiene y epidemiología.
15. Medicina militar.
16. Medicina legal.
17. Medicina colonial y naval.
El Com.té ejHcutivo del Congreso tiene intención de imprimir, antes déla
reunión, todo.s los temas oficiales (rapports); para este fln es necesaria que
sean remitidos á la Secretaría general dCi Congreso antes del 30 de septiem-
bre de 19*)5. Las comunicaciones libres deberán ser remitidas antes d d 31 de
diciembre de 1905, si los autores desean que las concluiiones sean impresas
antes de la apertura del Congreso.
La lengua oficial es el francés. En las asambleas generales, como tam-
bién en las Secciones, las lenguas alemana, francesja ó inglesa, pueden ser
empleadas. Como se ve, el Comité del Congreso ha excluido el portugués
de las lenguas adm-tidas. lo que se hizo al único fin de res' ringir cuanto más
posible sea el núm^^ro de los idiomas hablados ; no podrá haber celos cuando
se sacrifica á sí mismo.
El Presidente d'»l Comité de organización es el Dr. M. da Costa Alemlo.y
el Secreta 'io g. neral, el Dr. Miguel Bombarda; todas las adhesiones deben
ser dirigidas á este último (Hospital de liiihalblles, Lisboa).
INSTITUTO MÉDICO FARMACÉUTICO DE BARCELONA
Por acuerdo tomado en sesión del día 29 de enero de 1903. este Instituto
modificó las condiciones del Concurso escolar, que se veníii verificando, en
la forma siguiente:
Se destinará una cantidad, mayor que en los Concu-sos anteriores, á un
solo y únicM) p ernio anual, alternándose riguro.^araente un premio de la
Sección de Medicina con otro de la Sección de Karma^-ia.
En virtud de tal acuerdo, el Concurso se verificará, en el presente año,
con arreglo al siguiente
iSstudioM dtmogr4ficot de Barcelona 45t
Phograma
Sección db farmacia (2.** año) : 200 pesetas en metálico, y el título de
Socio agregado, al autor dei tema mejor desarrollado de química orgánica, de
eleccióu libre.
La Corporación se reserva el derecho de conceder el título de Socio agre-
gado á los autores de otros trabajos que no habiendo alcanzado el premio,
resulten merecedores de una distinción honorífica.
Las Memorias presentadlas deberán reunir las siguientes condiciones :
1.' Estar escr tas en letra muy clara.
2.' Estar redactadas en catalán ó castellano.
8.' Expresarse el nombre del autor y punto de su residencia dentro de
un pliego cerrado, en cuyo sobre se pondrá un epígrafe, que ha de haberse
escrito también al principio de la Memoria.
4.' Ser dirigidas á la Secretaría del Instituto (Plaza de Cataluña, n.*9,
principal), en donde se admitirán hasta las doce de la mañana del día 31 de
octubre próximo.
5.' Finalmente, presentarse las Memorias sin ñrma ni rúbrica, no de-
biendo ser copiadas p >r sus autores respectivos, ni aparecer siquiera con
sobrescritos de su letra.
Los pliegos de las que obtuvieren premio serán abiertos, y los de las res-
tantes quemados, en la Sesión pública inaugural de 1905.
Sólo á los autores de las Memorias que hayan obtenido el premio ó una
distinción honorífica dará permiso el Instituto para publicarlas.
La Corporación ^e reserva el derecho de poder hacer una tirada de ellas.
Barcelona, enero de \^L — lil Presidente, Gonzalo Roqueta. — El Secre-
tario general, Manuel Mer GüelL
NÜBSTRA CORRRSPONDRNCIA CON LA PRBN8A
Z«a Javentnd médioa, de Guatemala. — Gracias por la reproducción de las
conclusiones del trabajo del Dr L. Pagliani, Aguas de cloaca de los podía-
dos: su depuración y aprovechamiento, traducido por el Dr. Rovira y
Oiiver.
laa Kedioina oientifloa de Barcelona. — Id. id. del trabajo del Dr. Perei-
ra, L^yes clínicas del do^or, traducido por el Dr. Rodríguez Ruiz, y de la
noticia Eliol'tgla y profilaxis del tracoma, del Dr. Figueras.
Zaa Orónioa médioa, de Lima. — Id. id del informe sobre Lactancia mixta,
del Dr. E. Perier, traducido por el Sr. Ruiz Rodríguez (J.).
El Progreso Kédioo. de Barrelona- — Id. por el extracto que hace del
trabajo La Puda de Montserrat^ del Dr. Masó Bru.
Zaa Semana módioa, de Buenos Aires — Id. id. de las noticia» Corea: tra-
tamiento. Hierro: acción fisiológica. Ántrax: tratamiento Acido fórmico:
acción sob>e el s stema muscular, y Morfina y éter: asociación, del Dr. Ro-
dríguez Méndez.
Estudios demográficos de Bapeelona
POR El.
Dr. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Fiebre tifoidea y difteria (1898-1903)
El curso que han seguido estos dos elementos obituarios en la ciu-
dad condal en el año próximo pasado, surge claramente de los cuadros
adjuntos; para formar concepto más completo damos las cifras corres-
pondientes á los cinco años anteriores. De los datos se desprende que
si no podemos regocijarnos ni mucho menos, no hubo empeoramiento
45^
Estudios demográficos de Barcelona
en lo que dice á la influencia de ambas dolencias en la mortalidad ur-
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Tomo XXVII. Ntm, 15 Baroelona 16 agosto 190i Afio ZXYII. Ntoi. 661
Gageta Médica Catalam
SUMARIO: Los compuestos insípidos de quinina, por el Dr D. Emilio Pérez Noguera. —
Histerismo y lesiones afónicas, por el Dr. D. Juan Manuel Bfarlani. — Escuelas mu nici>
pales de Barcelona, por D. CAndido Ooromlnas 6 Illa. — Tuberculosis abdominal infantil
y leche de vacas tuberculosas, por M. Monsarrat. — Rkyisia chítica bibiiogháfica, por el
Dr. Rodríguez Méndez. — Formiílahio y TRATAMIl•^1n8 MoofHNov, por el "Dr. Rodrí-
guez Ménder. ~ Sección oficial: Premier Congrés International d'assainissementet de sa-
lubrité de Thabitatíon. — Publica ciom es recibidas. —Estudios demográficos de Barcelona, por
el Dr. D. Luis Comenge.
TERAPÉUTICA MODERNA
Los compoestos insípidos de qoinina
POR El.
Dr. D. Emilio Pérez Noguera
Médico del Cuerpo de Sanidad Militar (Madrid J
El irresistible sabor amargo de la quinina básica y de casi todas sus
sales, constituye uu grave inconveniente para su administración por
vía gástrica, sobre todo en los niños pequeños, pues sabido es que
cuando se trata de esta clase de enfermos, no es posible recurrir á las
cápsulas gelatinosas ni á los sellos medicamentosos, ni menos aún es-
])erar que un razonado convencimiento acabe por someterlos á la obe-
diencia.
La extraordinaria importancia del asunto queda, á nuestro juicio,
suficientemente demostrada por el sin número de mezclas y combina-
ciones que se vienen recomendando desde hace muchos años para
neutralizar, ó disminuir por lo menos, tan grave defecto y por recaer
éste último sobre una substancia medicinal que carece hasta ahora de
verdadero substituto, y cuyo consumo ha llegado á contarse en nues-
tros días por millares de kilogramos.
El resultado de todas estas mezclas y combinaciones haf sido, por
desgracia, bien poco apreciable, y en vista de tan reiteradas cuanto in-
útiles tentativas, los químicos han tratado de obtener, por medio de
diversos procedimientos, derivados ó compuestos de quinina que, con-
servando la acción terapéutica del referido alcaloide, resultasen insí-
pidas ó en todo caso desprovistas de un sabor excesivamente desagra-
dable.
El primer producto que se lanzó al comercio, como dotado de dichas
gropiedades, fué una sal de quinina y ácido orgnnico, el tanatOy
•^ W* N* O*. 3C'* H'°0«-¡-8H* O, obtenido añadiendo, á-una disolución
de acetato de quinina, ácido tánico puro hasta disolución completa del
precipitado que se forma en un principio, neutralizando la disolución
con objeto de precipitar el tanato, filtrando la mezcla, lavando el re-
siduo sólido que queda en el filtro y dejándolo secar después al aire
libre.
Pero esta sal, que se presenta bajo forma de polvo amorfo, despro-
visto casi por completo de sabor amargo é insoluble en el agua, con-
tiene tan sólo un 20*60 por 100 de quinina, ])or cuyo motivo resulta
muy poco enérgica desde el punto de vista terap^nitico.
Aaemás, la solubilidad de dicho tanato en el jiu*o gástrico es tan
escasa, que no excede de un 9*9 por 100, significando con esta última
4H
Los compuestos insípidos de quinina
cifra la de la quinina básica en el referido jugo, y aun la reducidísima
proporción que llega á disolverse, precipita casi por completo al llegar
al intestino delgado y ponerse en contacto con los liquides alcalinos
que en el mismo existen.
En tales condiciones, claro está que el tanato quínico no puede pro-
ducir resultados apreciables como antipalúdico, y una vez demostrada
su ineficacia, claro está también que no debemos emplearlo en tera-
péutica.
Pero investigaciones más detenidas y recientes sobre la constitución
química de la Quinina, vinieron á demostrar que la referida base, for-
mada por un núcleo aromático constituido por la quinoleina metoxilada
y otro pirídico, representado por la lepidina. contenía además un oxhi-
drilü libre, y siendo posible la substitución del átomo de hidrógeno de
este último por radicales ácidos ó alcohólicos, se procedió á la obten-
ción de éteres diversos con la esperanza de que alguno reuniese la-^^
condiciones antes expresadas.
La mayoría de los ensayos llevados á término con dicho objeto no
dieron resultado positivo, pues unos, como la acetil quinina C*^E^^
(C H'O) N« 0\ la propionil quinma C«** H" (C» W O) N« O*, la minü
qíiifiina
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CO. OC'^ H*» N« O
CO. OC»** H" N' O
la Ifenzúil quinma C*** H*' (C H» O) N* O» y la /os/oril quinina
O. C«^ H'-' N* O
O. C»** H" N« O
se encontraban dotados de un sabor amargo tan intenso y persistente
como el de la base libre ó sus sales de ácidos inorgánicos y otros, que
resultaban insípidos, como la clorocarionil qui7iina
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^0. C»"
'^^^rk mo Tjia vrj ,
H" N« O
y el mrbonato diquhiico
C0<
Q.0 H«» ]V^T. Q
m bailaban casi en absoluto desprovistos de acción terapéutica.
Nu sucedió lo mismo con el éter etilcarbónico, preparado en 18íH)
por las fábricas Zimmer y lanzado al comercio aquel mismo año con la
denoitunación de Bnqui7mia.
Kfíte producto se obtiene liaciendo actuar el cloroxicarbonato de
etih) í^obre la quinina, según expresa la ecuación siguiente :
C
Quinina
+ co<
o. C H»
Cl
Cloroxicarbonato de etilo
Euquinina
N«0
+
HCl
Acido clorhidr.vO
Sf presenta bajo forma de polvo blanco, constituido por aguja^
cri.staiinas muy delgadas, inodoro, de sabor ligeramente amargo, ca.'^i
imiirrceptible, fusible á los 95** C., difícilmente soluble en el agua.
])pní muy soluble en el alcohol, éter y cloroformo, que ofrece las rear-
cioups coloreadas características de la quinina, y que se diferencia de
érita última por no formar placas rectangulares de color verde esmeral-
Los compuestos insípidos de quinina 455
da cuando se disuelve en ácido acético concentrado y se trata la solu-
ción por el iodo puro.
La euquinina tiene la misma acción fisiológica y terapéutica de su
originaria, si bien un 50 por 100 más débil ; se absorbe con gran faci-
lidad por el aparato digestivo, perturbándolo mucho menos que las sa-
les quínicas, pues según Dreser, bastan 4*9 centímetros cúbicos de
jugo gástrico para disolver un gramo de aquélla (1), y dicha solución
no precipita al ponerse en contacto con los jugos alcalinos intesti-
nales.
Comparando la solubilidad de la quinina en el jugo gástrico con la
de la quinina pura, y señalando la de este último alcaloide por 100, re-
sulta la del éter etil-carbónico como 95.
Su toxicidad es un 25 por 100 menos acentuada, y su acción especi-
fica sobre los gérmenes del paludismo la mitad más débil. He aquí por
que resulta necesario administrarlo en doble dosis que aquélla^ pres-
cribiendo, por regla general, de 1 á 2 gramos en las zá horas.
Conviene advertir no deben emplearse las sales solubles, que son
muy amargas, ni las disoluciones acidas ó alcohólicas, que tamoién lo
son. Lo mejor es mezclar la euquinina básica con leche, chocolate, vino
de Jerez, infusión de café, mucilago de goma ó jarabe.
Otro derivado insípido y activo de la quinina, es el éter carbónico
neutro ó arisíoguüía
pn^O. C«* H" N* O
^"^0. C" H" N' O
dado á conocer por Stursberg en 1902.
Se presenta bajo forma de polvo amorfo de color blanco-rosáceo,
fusible á los 189**, insoluble en el agua, bastante soluble en el alcohol
y en el cloroformo, que se disuelve también con gran facilidad en los
líquidos débilmente «ácidos y que contiene 9*61 por 100 de quinina.
La disolución del compuesto que estudiamos en el estómago, debe
llevarse á cabo con gran rapidez, pues comparando dicha solubilidad
con la señalada para la quinina, resulta en proporción de 88 por 100.
Es decir , que para disolver completamente un gramo de la droga,
bastan 5*3 centímetros cúbicos de un jugo gástrico que contenga
0*25 por 100 de ácido clorhídrico libre.
Como sucedía con el éter etil-carbónico, esta disolución no precipita
en presencia de los líquidos alcalinos intestinales ; pero tiene, ade-
más, las grandes ventajas de no introducir trastornos de ninguna clase
en el aparato digestivo, de ser mucho menos tóxico para los animales
de sangre caliente que el alcaloide natural con que se forma y de po-
seer una acción destructora sobre los protozoarios del paludismo bas-
tante más enérgica que la quinina misma.
Su dosificación es exactamente igual á la de ésta, y debe adminis-
trarse del mismo modo que dejamos consignado para la euquinina.
Cerrando, en fin, la serie de tan interesantes compuestos, tenemos
el éter quinico del ácido salicílico ó saloqnmina
C H*. OH. CO. O, C** H" N« O
Se presenta bajo forma de cristales incoloros, completamente insí-
pidos, fusibles á K^O, insolubles en el agua, pero solubles en el alcohol
y en el éter.
Sus efectos fisiológicos son muy análogos á los de la quinina, pues
(1) Un gramo de quinina básica necesita 4^7 centímetros cúbicos de jugo gástrico para disol-
verse.
456
LoM eompuestot insipidot de quinina
cotíTo ella produce trastornos gastro-intestinales y fenómenos de em-
briaguez cuando se administra en dosis elevadas ó durante mucho
tiempo. Su acción específica sobre el hematozoario de Lavarán es, por
lo menos, dos veces más enérgica que la del referido alcaloide, yse^n
el testimonio de Overlach y Tauszk, sus efectos analgésicos resultarían
asimismo sumamente acentuados.
Desgraciadamente, la solubilidad de la saloquinina en el jugo gás-
trico es muy inferior á la de sus congéneres euquinina y aristoquina,
pues se necesitan 8*7 centímetros cúbicos de jugo gástrico que con-
tenga 0*25 por 100 de ácido clorhídrico libre, para disolver 1 gramo de
la droga. Por otra parte, Dreser ha visto oue dicha disolución precipita
en gran parte al llegar al intestino delgado.
El éter quínico del ácido salicílico debe emplearse en estado básico
ó cuando más bajo forma de salicilato, pues las sales solubles resultan
tan amargas como las inorgánicas de quinina, prescribiándolo en to-
dos los casos mezclado con leche, infusión de café, mucílago ó jarabe.
La dosis ordinaria es de 1 á 2 gramos en las 24 horas, que equivale á
medio ó un gramo de quinina.
La anisilquinina
C« H\ OCH». CO. O. C*» H*' N« O
la cinafnilquimna
C H» CH — CH. CO. O. C»» H" N« O
y el ele)* benzoil carbónico 6 lenzoil-carhonato de quinina
^^/^^^O. CH . C H
^ ^0. C H" N' O
poseen efectos fisiológicos y terapéuticos muy semejantes á los del al-
caloide puro ; pero aparte de no ofrecer positivas ventajas sobre est»?
último, tienen el grave inconveniente de su costosa preparación.
He aquí reunidas, bajo forma de cuadro sinóptico, las principales
propiedades de los compuestos insípidos de quinina :
Tanato.
Euquinina (Éter
etil-carbónico de
la quinina) . . .
Débilmente amargo.
Completamente insoluble en el agua.
Muy poco soluble en el lugo gástrico. Un gramo Ilec^
sita para disolverse 47*6 centímetros cúbicos de dicho
jugo al 0'25 por 100 de HCl.
Esta disolución precipita casi por completo en el me-
dio alcalino intestinal.
No es tóxico.
De acción poco marcada sobre el hematozoario de La-
veran.
Débilmente amargo.
Muy poco soluble en el agua.
Muy síiluble en el jugo gástrico. Para disolver un
gramo bastan 4*9 centímetros cúbicos de dicho jugo,
contení Pudo 0*2.') por 100 de ácido clorhídrico Ubre.
Esta disolución no precipita en el medio alcalino in-
testinal.
Poco tóxico : 25 por 100 menos que la quinina.
Su acción sobre ios protozoarios del paludismo es una
mitad más débil que la de la quinina.
Se adniíHistran en doble dosis que esta última.
Histerismo y tesiones aórticas
4^7
Abistoquina (Éter
carbónico neutro
de la quinina). .
Saloquinina (Éter
quínico del áci-
do salicílico) . .
Completamente insípido.
Insoluble en el agua.
Bastante soluble en el jugo gástrico, ün gramo se di-
suelve en 5*3 centímetros c ibicos de dicho jugo, con-
teniendo 025 por 100 de ácido clorhídrico libre.
Bsta disolución no precipita en el medio alcalino intes-
tinal.
No es tóxico para los animales de sangre caliente.
Su acción destructora sobre el hematozoarlo de Lave-
ran es mucho más acentuada que la de la quinina
misma.
Se da á Ins mismas dosis que esta última.
Completamente insípido.
Insoluble en el agua.
Bastante soluble en el jugo gástrico. Un gramo se di-
suelve en 6' 7 centímetros cúbicos de dicho jugo, con-
teniendo 0*25 por 100 de ácido clorhídrico libre.
Gran parte de esta disolución precipita en el medio al-
calino intestinal.
Su poder tóxico es análogo al de la quinina.
Su acción específica sobre los gérmenes palúdicos es
dos veces más enérgica.
Se emplea á las mismas dosis que aquélla.
Histepismo y lesiones aórticas ^^
POR El.
Dr. D. Juan Manuel Mariani
Médico de número, por oposición, del Hospital de la Princesa
y Académico de nu ñero de U Real de Medicina de Madnd
La histeria, ese gran Proteo, que da lugar á síndromes morbosos
tan diferentes y tan variados, elige como uno de los puntos de sensa-
ciones morbosas de las más frecuentes, el centro circulatorio.
Son pocas las histéricas que no se consideren enfermas del corazón;
las sensaciones que experimentan hacia este órgano, las hace creer
firmemente que está lesionado, y pocos serán los médicos que no ha-
yan tenido ocasión frecuentemente de recibir consultas en este sentido;
no solamente esto, sino que con relativa frecuencia se observan ata-
ques de falsa an^írina de pecho, fenómenos hiposistólicos, verdaderos
estados de arritmia, en estas desgraciadas enfermas, estados que no
obedecen á lesión del órgano, sino á defectos de inervación, pero que
preparan ciertamente las alteraciones orgánicas que más tarde han de
venir.
¿ Qué es lo que caracteriza á las histéricas? La impresionabilidad
exagerada, la sensibilidad refinada, la percepción sutil y delicada de
todas las impresiones psíquicas y la exageración de todos los reflejos
nerviosos que, emanando de las'impresiones psíquicas, influyen sobre
el gran simpático, en primer lugar, y sobre el sistema nervioso de la
vida de relación después.
El corazón es el punto de nuestro organismo al que van á parar de
una manera directa las impresiones morales; se agita con todas las
emociones bruscas, palpita bajo el estímulo de todas las pasiones, se
hace perezoso con la melancolía y el tedio, y salta del pecho bajo la
influencia de las emociones terribles y grandes porque atraviesa el
hombre en muchas circunstancias de su vida ; en la región que ocupa.
(]) Comunicación presentada al XIV Congreso Intern;iciopaI de Medicina.
*^ 8 Histerismo y lesiones aórticas
en el mismo, notamos la constricción que producen el terror y la ira,
la angustia indefinible que determinan las penas, el extremecimiento
de la impaciencia, la molestia del cansancio físico y moral y la placi-
dez de la alegría. Una impresión brusca y violenta puede determi-
nar la muerte por síncope, por inhibición nerviosa, del mismo modo
que la produce una contusión violenta en el epigastrio ó una herida
profunda de vientre.
La humanidad entera considera el corazón como el órgano del sen-
timiento, y cuando una persona carece de ellos, se dice que no tiene
corazón, y cuando otra los tiene superabundantes, se dice que tiene buen
corazón, y á una tercera que tiene malos instintos, intenciones aviesas
y que se complace en el mal, se le dice que tiene mal corazón.
Todos estos hechos quieren indicar de una manera general la in-
fluencia Que sobre el centro circulatorio ejercen los actos morales;
pero aun nay más : inervado el corazón, en parte, por nervios del gran
simpático, y siendo el gran simpático un sistema nervioso que parece
destinado á recibir indirectamente todas las impresiones morales y á
deducir de ellas alteraciones circulatorias, dilataciones y contracciones
de los capilares, fluxiones en las glándulas con hipersecreción de las
mismas, contracción y frecuencia del pulso, palpitaciones y taquicar-
dia, nada de extrañar es que todas las impresiones de orden psíquico,
influyendo sobre la circulación capilar, influyan también sobre el cen-
tro circulatorio y sobre la circulación general.
De aquí se deduce claramente que entre las causas comunes de las
lesiones cardíacas, hay que colocar las causas morales, que influyen
acaso en mayor proporción, ó cuando menos igual que el reumatismo,
el alcoholismo y la sífilis, oue son los que constituyen los grandes
grupos etiológicos de las caruiopatías, siendo de notar que estas causas
morales dan lugar á lesiones del orificio aórtico ó del miocardio, ó de
ambos á la vez.
La vida de las histéricas es de emocionalidad perpetua ; impresio-
nables á todo y por todo, viven en un medio fantástico que no es el de
la realidad, pero que ellas le constituyen en real y hasta se deleitan en
considerarle como tal.
Todas estas impresiones exageradas producen un estado de ener-
vamiento continuo, en el que la excitación y la depresión alternan sin
tregua alguna, y esta situación perpetua de emoción y desasosiego pro-
duce, como primera manifestación, las sensaciones cardíacas de cons-
tricción y de angustia, de opresión precordial, de respiración suspirosa,
y la histérica comienza á pensar desde este momento que es cardiaca; la
medicación empleada, la sugestión de un médico que la inspire con-
fianza, producen una calma transitoria; pero una contrariedad, un
disgusto, por pequeño que sea, renueva las sensaciones, y á fuerza de
repetirse se acompañan ya de palpitación cardíaca, palpitaciones que,
renovándose con frecuencia, van seguidas de desfallecimiento cardíaco,
de cansancio de músculo, hechos que expresan muy bien las histéri-
cas, diciendo que parece que el corazón se les para, que deja de latir,
que no le sienten, produciéndoles verdadero pavor por el temor exa-
gerado que siempre tienen á la muerte.
En estas circunstancias, se presentan á menudo accesos de dianea,
verdaderos ataques de hiposistolia que alarman sobremanera á las
familias y aun á los médicos que no se hacen bien cargo de los antece-
dentes y de la situación de la enferma, de que es una histérica, y de
que acaso poco antes de haber aparecido este acceso, provocado por
cualquier contrariedad ó cualquier disgusto, había hecho ejercicios
violentos, sin que su respiración consignase la menor protesta.
Yo he visto muchos casos de enfermas de esta clase y con ataque^^
-7---*T-- —
Histerismo y Usionet aórticas 45g
de falsa angina de pecho, que habían puesto en conmoción á todo el
mundo, creyendo en un próximo desenlace fatal, ceder rápidamente
con una afusión fría al pecho, con un enema de doral, con cualquier
medio sencillo, incluso con la sugestión.
No solamente en las histéricas, por las razones antes dichas, se ob-
servan estas lesiones cardioaórticas, sino que en todas las personas
que tienen sufrimientos morales constantes ó emociones violentas y
continuas, se ven también las mismas alteraciones cardíacas.
Es muy frecuente observarlas en los jugadores, que sufren cons-
tantemente bajo la impresión del juego, en los que experimentan emo-
ciones bruscas y grandes por accidentes que han puesto en peligro su
vida (accidentes ferroviarios, tentativas de asesinato, peligros de
viaje, etc.).
El curso de estas lesiones sigue en las histéricas la marcha si-
guiente : primero, aparecen palpitaciones no continuas, sino de tarde
en tarde ; después sienten disnea, unas veces provocada por el movi-
miento, otras consecutiva á una emoción ; este período dura largo
tiempo, y durante él no se notan á la auscultación perturbaciones de
los tonos cardíacos ; después la disnea se exagera, no sólo la provoca
el movimiento y las emociones, sino que de una manera constante
sienten opresión torácica, que les obliga á respirar suspirando, y acu-
san una faja constrictiva en la base del tórax, que les obliga á buscar
en las respiraciones forzadas la satisfacción de la sed de aire que ex-
perimentan ; después sienten opresión retroesternai con ligero dolori -
miento, sensación que va acompañada muchas veces de irradiaciones
dolorosas al espinazo y al brazo izouierdo, acompañada ésta de ligero
adormecimiento, á la par que el dolor inframamario, ^ue constituye
una de las zonas histerógenas más frecuentes y características, sienten
estas enfermas una molestia dolorosa al nivel del tercer espacio inter-
costal izquierdo, á un través de dedo de las articulaciones condroester-
nales, que no se exacerba á la presión, pero que es constante y conti-
nuo y que las produce una sensación de angustia indefinible.
Al llegar á esta situación, si se ausculta los focos cardíacos, la
auscultación del foco aórtico no resulta limpia, los tonos están refor-
zados y el primero parece que se prolonga un i)oco, pero aun no puede
más que sospecharse que la función de este orificio empieza á sepa-
rarse algo del estado hígido.
Pasando el tiempo, todos estos síntomas que anteriormente he ex-
puesto, y que son esbozo librero de un cuadro morboso, van conden-
sándose*^ y sus contornos liaciéndose más claros y más visibles ; la
disnea se hace permanente, á la hiperquinesia sucede la arritmia, el
pulso se hace pequeño, la impulsión cardíaca se debilita, las sensacio-
nes de angor pectoris menudean, aparecen vértigos, cefalalgia occipi-
tal, ligero edema de los maléolos y de la piel, que cubre la cara interna
de la tibia, y con la auscultación se nota claramente los signos de la
insuficiencia del miocardio, y en el foco aórtico el soplo sistólico suave,
pequeño, denotando estenosis ligera del orificio, y el ruido del segundo
tiempo duro, seco, metálico, prolongado, muchas veces rudo, indi-
cando la degeneración y la insuficiencia de las válvulas sigmoideas.
Es cierto que este cuadro que acabo de bosquejar, y que condenso
en las menos palabras posibles, se desenvuelve con lentitud, como se
desenvuelven todas las lesiones cardíacas, excepción hecha de las con-
secutiyas al reumatismo articular agudo, de la endocarditis reumática
propiamente dicha; pero no es menos cierto que, aun desarrollado con
lentitud, es el que la clínica nos enseña como terminación del his-
terismo.
No hay que dejar de tener en cuenta que á todo este proceso vienen
4€o Histerismo y lesiones aórticas
á sumarse como concausas el molimen menstrual, los embarazas repe-
tidos y los trastornos de la menopausia ; pero no es menos evidente
?ue muchas histéricas llegan á tener lesiones aórticas antes de la
poca crítica y sin haber sido madres jamás.
Las lesiones aórticas provocadas por el alcoholismo y por la sífilis
tienen hoy día una explicación clara, puesto que dan lug-ar á la endo-
arteritis, a la degeneración grasosa y k la arterioesclerosis, determi-
nadas por estímulos vasculares que producen perturbaciones fluxiona-
rias y de verdadera flogosis por efecto tóxico directo sobre el endoarterio
y sobre la túnica media de las arterias.
¿Cómo obran las causas morbosas, las causas morales propiamente
dichas, correspondientes á todas las que en las histéricas hemos se-
ñalado?
Estas impresiones morales pueden seguir dos caminos: ó bien ac-
túan sobre nuestro encéfalo de una manera directa, determinando por
intermedio del bulbo estímulo sobre el pneumogástrico, exageran su
acción moderadora y dan lugar á debilidad de los latidos cardíacos
(pasiones deprimentes), ó bien las que, actuando de un modo más ge-
neral, influyen sobre el gran simpático y aceleran de un modo directo,
por estímulo de sus nervios, los movimientos del corazón (pasioneí^
excitantes).
A la vez que los movimientos del corazón se perturban en su fre-
cuencia y hasta en su ritmo por estas influencias nerviosas, los capila-
res que nutren el músculo cardíaco, sufren también dilataciones y
contracciones análogas á las que en la piel de la cara se observan,
dando lugar á la rubicundez del rubor, á la palidez de la ira.
No solamente el músculo y los orificios sufren en las histéricas estas
alternativas peculiares a toda impresión moral, sino que la sufren á
diario, constantemente, porque diaria y constante es la emoción en
en ellas ; al mismo tiempo, las fibras miocardíacas se contraen á tenor
de las excitaciones que reciben, y en vez del movimiento rítmico y
ondulado que caracteriza á su función normal, su contracción es seca,
dura, semitetánica, contracción seguida de desfallecimiento y relaja-
ción, pudiéndose comparar estas alternativas de la energía muscular
del miocardio á las violentas contracciones de los músculos de la vida «1»*
relación durante los ataques de histerismo convulsivo, que van sesu-
das de un desfallecimiento muscular en relación siempre con la vio-
lencia de la convulsión.
Consecuencia inmediata de todas estas perturbaciones son la ten-
sión distinta de la sangre en las últimas ramificaciones de las corona-
rias y en la circulación capilar, alternativas de fluxión y de isquemia,
que, en último término, producen perturbaciones flogó.sicas ligeras en
el endoarterio del orificio aórtico, y á veces en el endocardio del ven-
trículo izquierdo, alteraciones fluxionarias que, en iiltimo término,
producen engrosamientos y exudaciones que originan esteno.«?is del
orificio é insuficiencia de las válvulas.
¿Por qué el orificio aórtico es asiento de estas lesiones casi siempre?
Pues porque el corazón izquierdo es el verdadero corazón ; el derechi»
viene á ser un apéndice, un diverticulum del aparato pulmonar: su>
paredes son menos vigorosas, su endocardio participa menos de la-^
inflamaciones discrásicas é infecciosas, y puede decirse que la mayor
parte de las It^siones de este corazón derecho son consecutivas á enler-
medades pulmonares ; en cambio, el izquierdo, más musculoso, con
más vigor y más energía, representa por sí solo la función cardíaca.
Por eso es el primero que se hipertrofia, es el que compensa má^^
fácilmente las lesiones en sus orificios, es el de circulación más activa,
y es, en fin, el corazón izquierdo el que constituye la parte más impor-
Encuetas municipales de Barcelona 46 1
tante de la patolog-ía cardíaca, como consecuencia de ser el má.s prin-
cipal en la tisioloíífía del corazón ; no es, pues, de extrañar que en las
histéricas se afecte de preferencia el orificio aórtico y el corazón iz-
quierdo.
Si á todas estas causas añadimos la frecuencia de la polisarcia en la
edad madura de la mujer y la adiposis cardíaca que le es inherente
con su deg-eneración consecutiva del miocardio, se completará el cua-
dro patog'énico de las lesiones cardioaórticas de las histéricas.
El pronóstico de estas lesiones es g*rave á la lar^^a ; ya sabemos lo
que duran las lesiones aórticas, pero de todas ellas, las" de evolución
más lenta son las de las histéricas; esto no quiere decir que deban
descuidarse; antes al contrario, hay que vií»*ilar el corazón de las mu-
jeres histéricas, y á más de los tratamientos hiiáriénicos y morales que
reclaman estas enfermas, conviene emplear las medicaciones cardía-
cas, y de preferencia los ioduros y los tónicos isuaves del miocardio.
Conclusiones
1.* Las impresiones morales fi<^uran en la etiolog^ía de las lesiones
cardíacas en ig-ual proporción que el reumatismo, el alcoholismo y la
sífilis.
2.* Las lesiones á que dan orig-en son casi siempre aórticas desde
su principio.
3.* Las histéricas viven en emoción continua, y por eso concluyen
por padecer estenosis é insuficiencias aórticas.
4.* El mecanismo productor de estas lesiones es, sin duda, el tras-
torno de circulación capilar y de contracción muscular á que está so-
metido el orificio aórtico por el estado emocional perpetuo de estas
enfermas, y por intermedio de las contracciones del miocardio, anor-
males en lo que se refiere á su duración y á su intensidad.
Escuelas Munieipales de Bapcelona
I>e«OFlpolóii de ana;
eritloii, reglas hlglénleas, eneeftaiuea y enfermedades
D. CÁNDIDO COROMINAS É IlLJL
Alumno sobresaliente de Higiene Pública
La escuela municipal es un cerntro docente subvencionado por el
Municipio de una población, cuyo objeto es la instrucción primaria y
elemental gratuita de niños y adultos.
Durante 20 años la Higiene de estos centros ha sido objeto de varioá
estudios practicados en Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania y Rusia ;
en la primera de estas naciones la enseñanza se ha hecho obligatoria :
actualmente cuenta con 75,000 escuelas públicas, que dan instrucción
á 5.000,000 de niños anualmente.
En Barcelona se prescribe que para cada 4,000 habitantes haya una
escuela de esta naturaleza; suponiendo que el número de aquellos e«
de 800,000 (número, que sin duda alguna es mayor), tenemos que la
corresponderían 200 escuelas distribuidas por toda la urbe. Pues bien :
oficialmente no constan ni se subvencionan más que 132, que no llega
á las dos terceras partes de lo que debiera ser. De aquí la falta de ins-
trucción del obrero barcelonés.
Estas escuelas municipales están repartidas del modo siguiente:
2 graduadas (una de niños y otra de niñas); 40 elementales para niños;
36 id. para niñas; 16 id. para párvulos; 32 id. para adultos; 1 id. en la
r
f
i
40Í Escuelas municipales de Barcelona
Casa úe ínfantí^s huérfanos ; 1 id. para ciegos y sordo-mudos ; 1 id. de
múflica; 2 id. de artes y oficios y 1 id. de corte y confección (Sans).
Ademan de estas escuelas, en Barcelona existen 500 privadas, en las
cuale.s no uú^ hemos de ocupar.
La escuela municipal cuya inspección higiénica he practicado, es la
que está situada en la Plaza de Santa Ana, n.** 24, de esta ciudad; es la
ccmMciík con el nombre djB Colegio de Santa Ana ó de San Cayetano. He
escoí^idü p^ta porque goza fama de ser de las mejores escuelas munici-
pale.s ilí^ Barcelona y de las que reúnen mejores condiciones higiéni-
cBí? \ k pesar de eso, desde este punto de vista es detestable en todo con-
cepto, fiíui que según su digno Profesor, el Municipio ha hecho pro-
mesas halagüeñas en este sentido, tratando de reformas, pero éstas por
ahora no Me lian realizado ni llevan trazas de llegar a ponerse en
práctica». .
Vüv íi tli vid ir esta Memoria en cuatro capítulos: en el primero de
ellos luiré la descripción del local nue he visitado, sin ninguna clase
de Ciiiiu*ijtí\nü; en el segundo, detallaré las ventajas y deficiencias que
aquél riMiíje para estar en concordancia con la Higiene, dando á comv
cíT las re;^das de ésta por lo que respecta á escuelas públicas; en el ter-
cefü, deri<;rlbiré el plan de enseñanza que ha de regir en tales Centros
docentes; y por último, trataré de las enfermedades y epidemias esco-
lares y las* precauciones que deben tomarse para evitarlas.
I
Descripción de la Escuela Municipal
(Sin comentarios)
Jímphrramíe^ito. — Ya he dicho que está emplazada en la Plaza de
Sanln Aun; ocupa el piso superior de la casa destinada á Parque de
bómbenos.
El etlificio linda al Norte con los patios de las casas de la calle del
(robeniador- al Sur con la Plaza de Santa Ana, que le separa de las
casas fronterizas y la desembocadura de la calle de la Canuda, mediante
una distancia de ocho á nueve metros; los pisos bajos de estas casa5
estÍLo ocupadus por tiendas comerciales, y los altos están destinados á
habitaciones particulares; hacia el Este toca directamente con la casa
11 <" 23 de la misma Plaza, que también es una casa de comercio; y
al Oeste linda con la calle del Gobernador, que le separa á unos cinco
metros de las casas fronterizas. En la planta baja del edificio hay el
Parque de bomberos.
lili los alrededores de la escuela no hay ningún arroyo, ni cuartel,
hospitiilj ni industria de ninguna clase.
(fr/en/aiión. — El edificio está orientado hacia el Sur.
Cftpffddfid totaL — Todo el local se halla reducido á una sala de
clases y tres departamentos anexos; el conjunto viene á tener una lon-
gitud de 11 metros, por 9 de latitud y 6 de altura, lo que representa
una capacidad de 594 metros cúbicos aproximadamente.
CoHS/rtfcciúíí. — El edificio, que es muy antiguo, habia servido en
otro tiempo para convento de monjas y más tarde para teatro.
Va he tlicho que el colegio se halla en un primer piso. A él se sube
medírinfe tuia escalera estrecha, recta, obscura y húmeda, cuya puerta
de entraíla estu al lado de la del Parque de bomberos; esta escalera
tiene otrn puerta en la mitad de su trayecto, y una barandilla que no
es idra cosa qu<j una barra de hierro clavada en la pared. El último
peldíiñn (*ümuuica con el interior de la sala de clases.
lJf'^^cn/7e¡f¡/¿ de la sala de clases, — Es una sala rectangular, húmeda-
en la que el puivo se ha enseñoreado tanto de sus paredes como de
i
Escuelas municipales de Barcelona
463
mobiliario que contiene. Las primeras, pintadas en blanco, tienen más
bien un aspecto gris debido á la capa de polvo que las cubre; en algu-
nos puntos la pintura ha caído y queda la piedra al descubierto. En el
adjunto plano esquemático puede verse la disposición de todo el local.
. c
g
;
'
D
h
Oi
FÍK. \^. ^ Plano esquemático de la Escuela de la Plajea de Santa Ana.-^A Sala de clases. —
B Habiución reservada. — C Guardarropía. — O Excusadoy depósito de escombros. — a pared
del fondo. — b balcón que comunica con la Plaza Santa Ana. — c escalera, — d y e habitacio-
nes del Parque de bomberos. — /, gy h entradas de los anexos. — t excusado. — ; depósito de
escombros.
En la pared a es donde hay el entarimado y la mesa para el Profe-
sor; la b es la opuesta á la anterior; tiene un balcón bastante alto que
comunica con la Plaza de Santa Ana, frente á la desembocadura de la
calle de la Canuda; c es la terminación de la escalera, y por lo tanto, la
464 Escuelas municipales de Barcelona
entrada de la clase; d y e son dos habitaciones destinadas al Parque de
bomberos, cerradas constantemente en las horas de clase. B, CyZ)son
los anexos, de los cuales nos ocuparemos más adelante. En la pami
/ ff A hay tres ventanas situadas á mucha elevación, que corresponden
encima cada una de las tres entradas de los anexos, y comunican con
la calle del Gobernador.
El techo es abovedado, lo que revela el antiguo origen del edificio.
El suelo es plano, horizontal y recübierto por una capa de ladrillos
muy porosos. Su superficie es de 88 metros cuadrados, los cuales divi-
didos entre 37 alumnos que concurren á la Escuela, da un cociente de
dos metros y catorce decímetros cuadrados para cada uno de ellos, pero
como, según datos oficiales, aquel establecimiento está calculado para
contener 120 alumnos, el día en que se llegue á esta cifra, á cada
alumno le corresponderán 70 decímetros cuadrados de terreno.
La capacidad de la clase la deduciremos al conocer sus dimensio-
nes ; éstas son las siguientes : el lado a mide 8 metros de longitud; el
/^ A, 11, y la altura del local es de 6 metros. Multiplicando estas tres
cifras entre sí, el producto nos dará 528, que será la capacidad de la
sala de clases. Siendo 37 el número de alumnos, á cada uno le corres-
ponderán 15 metros cúbicos de aire, y si aquél llega á 120, entonces aquel
volumen desciende á 4 metros y 4 decímetros cúbicos.
Este local es barrido diariamente y según el proceder ordinario.
Anexos. — Están formados por tres departamentos contiguos á la
sala de clases, y están separados uno de otro mediante un tabique;
cada uno tiene' una capacidad de unos 20 metros cúbicos.
Los comentarios los reservo para después.
Patio de recreo. — No le hay.
Calentamiento. — De ninguna clase.
Refrigeración y vetitilación, — Una y otra se logran abriendo amplia-
mente las ventanas de la clase y de los anexos, situadas á Oeste, y el
balcón, situado á Sur: unas y otro se abren diariamente á la hora de
barrer la sala.
Iluminación, — La luz natural penetra por las aberturas que sirven
para la ventilación y la refrigeración; dada la disposición interior déla
clase, resulta que las ventanas están situadas al lado izquierdo de los
alumnos, y el balcón en la parte posterior.
La iluminación artificial se reduce á dos mecheros de gas del alum-
brado, colocados en las paredes intermedias de las puertas de los de-
partamentos anexos, ó sea, uno entre/y.^, y otro entre ^ y A.
Agua, — La única que hay en toda la escuela, es la que sirve para
el arrastre de las materias fecales en el water-closet.
No hay lavabo de ningún género.
Mobiliario, — El único de interés para nosotros lo constituyen los
bancos, las mesas y los mapas geográficos.
Los dos primeros, destinados á la lectura y escritura de los niños,
forman cuerpo común. Los bancos están situados á unos 70 centíme-
tros sobre el nivel del suelo; su asiento mide 12 centímetros de latitud:
todos ellos están desprovistos de respaldo. Las tablas de las mesas for-
man un ángulo de 35" con el horizonte ; su borde posterior, ó sea el
que contacta con el tronco del niño, está situado á un metro de altura,
(le manera que entre él y el asiento de los bancos hay unos 30 centí-
metros (le distancin. Mesas y bancos están colocados paralelamente cu
toda la extensión de la sala; muchos de ellos no se utilizan por falta
de alumnos.
Los mapas geográficos, colocados en las paredes, son barnizados, en
colores, y con muchos detalles, con lo que resulta una letra muy di-
minuta.
Escudas municipales de Barce'ona 465
II
Crítica de l.v Escuela visitada y reglas higiénicas
La escuela municipal que he visitado, tiene alg-una cosa dig'na de
alabanza, como la capacidad de la sala de clases ; pero, en gfeneral, es
reprochable hig-iénicamente bajo todos conceptos. Ya he dicho oue esta
escuela f»-oza fama de ser de las mejores escuelas municipales de Bar-
celona; y sin embargue, por la descripción acabada de hacer, pronto se
ve que por sus malas condiciones hig'iénicas puede ser origfen de cier-
tas enfermedades en los niños. Voy, pues, á hacer una crítica somera
de ella, y k señalar las condiciones que debe reunir un establecimiento
de esta naturaleza, amoldándome siempre, por supuesto, á la situación
y actuales necesidades de Barcelona.
El emplazamiento del edificio no puede ser objeto de mucho repro-
che, dada la situación actual de Barcelona. En efecto : desde el punto
de vista higriénico, lo mejor es construir las Escuelas fueía de las urbes,
forque habiendo de permanecer en ella los niños durante varias horas
iariamente, respiren una atmósfera pura y no antihig'iénica como la
de las «jfrandes urbes ; pero Barcelona ocupa una extensión de terreno
enorme, y para salir completamente fuera de ella sería necesario reco-
rrer algunos kilómetros, lo que, como se comprende, representaría una
fatiga á diario para los niños.
A lo menos ya (jue eso no es j)osi])le, debe procurarse que las es-
cuelas municipales estón repartidas equitativamente en toda la exten-
sión de la urbe, y que no suceda lo que actualmente, eso es : que en
distritos relativamente pequeños hay varios centros docentes de esa
naturaleza, y en cambio, en otros mucho mayores y más necesitados,
hay muy pocos.
Una ventaja que reúne la escuela de la Plaza de Santa Ana, es la de
que en sus alrededores no haya ning-ún arroyo, ni hospital, cuartel, ni
industria, lo que no deja de tener su importancia, por lo que respecta
á la salud de los niños. Las casas fronterizas de la Plaza de Santa
Ana están separadas á una distancia suficiente para que entre ellas y
el edificio pueda pasar una cantidad de luz suficiente para las necesi-
dades del colegio ; no sucede así con las demás colindantes, que por
estar demasiado cercanas á él, le privan de la luz y la ventilación ne-
cesarias á todo edificio público. Flsta última también queda muy defi-
ciente por otra causa : piénsese que la Puerta del Ángel es una calle
en plano ihclinado, y que lo mismo pasa con la calle deis Archs^ de
modo que ambos foVman un ángulo, en cuyo vértice liay la Plaza de
Santa Ana ; por este motivo la escuela ha de estar mal ventilada.
Otra circunstancia que hace reprochar el emplazamiento de aquella
escuela, es la siguiente : la Plaza de Santa Ana es una de las más rui-
dosas de Barcelona por el tránsito que en ella hay (gente, tranvías,
coches), lo cual es causa de distracción en los alumnos. Todas las
escuelas debieran edificarse en barrios silenciosos para evitar este in-
conveniente.
La orientación del edificio es la mejor que puede tener. Sabemos
que una buena escuela necesita luz y ventilación, circunstancias que
se logran simultáneamente orientándola hacia el Sud ; verdad es que
en Barcelona la ventilación sería más perfecta dirigiendo la orienta-
ción al Este, pero el viento que viene de esta parte es sumamente hú-
medo, y por lo tanto, antihigiénico. De todas maneras, la ventilación
queda dificultada por las causas expuestas anteriormente."
Por lo que respecta al número de alumnos que concurren al colegio,
la capacidad de éste no deja nada que desear, toda vez que á cada uno
466 Escuelas municipales de Barcelona
de aquéllos le corresponden 16 metros cúbicos de aire, y la cantidad
indispensable para cada niño, es, seg-im unos, de 14, y según otros, de
5 ó 6 m. c. ; pero el día en que se llegue á 120 alumnos, número sena-
lado oficialmente como máximo de la escuela, aquella cantidad bajará
de 16 á un poco más de 4 metros cúbicos y medio, que, como se com-
prende, es una cantidad sumamente exigua.
Al construir una Escuela debe procurarse oue á lo menos correii-
pondan 10 metros cuadrados de terreno para cáela alumno.
Respecto á la ccmstrucción nada hay que criticar en que la escuela
sea en un piso : esto siempre contribuye á que el suelo sea seco, al
mismo tiempo que la luz obtenida sea siempre mayor. Lo que ya es
más reprochable, es que se suba á él mediante una escalera ooscura y
casi sin barandilla, por el peligro que corren los niños de caerse.
Siempre que se construya un edificio de esta naturaleza, debe pro-
curarse que el material empleado sea resistente, incombustible y mal
conductor del calor y los sonidos, con el objeto de que quede lo más
aislado posible de las inñuencias exteriores. Al mismo tiempo, si las
salas de clase han de estar en una planta baja, construyese ésta á un
metro de altura sobre el nivel del suelo.
Las escuelas deben estar en edificios construidos ea^pro/eso, y que
no sean antiguos ; el de la Plaza de Santa Ana lo es mucho, y en otro?
tiempos sirvió para convento de monjas, y más tarde para teatro, todo
lo cual le hace muy peligroso.
La sala de clases de la escuela municipal visitada es detestable hi-
giénicamente. El polvo de las paredes revela el estado impuro de la
atmósfera; aquéllas están pintadas con cal, lo que imposibilita su des-
infección ; si a todo eso añadimos el origen antiquísimo del edificio y
que en algunos sitios la cal ha caído y los materiales profundos de cons-
trucción han quedado al descubierto, no nos costará comprender como
aquellas paredes han de ser forzosamente asiento de numerosas colo-
nias microbianas.
A primera vista se ve que el balcón í, estando orientado al Sud, ha
de ofrecer buenas condiciones para la ventilación de la sala y ha de
recibir gran cantidad de luz, toda vez que corresponde frente la des-
embocadura de la calle de la Canuda. Las ventanas, situadas encima
las puertas/, g, A, ofrecen buenas condiciones por lo que respecta á su
situación ; pero tienen la inmensa desventaja de ser pequeñas, dando,
por lo tanto, una ventilación é iluminación insuficientes.
El techo, siendo elevado, hace mayor la capacidad de la sala, y
siendo abovedado, reúne buenas condiciones acústicas, pero como está
sucio y agrietado, higiénicamente debe rechazarse. Ésto mismo pasa
con el suelo, que estando recubierto de ladrillos poroso^, y regándose
para barrerlo, los microbios encuentran condiciones abonadas para su
desarrollo, pues allí hallan aire, materia orgánica y humedad.
La superficie del local es más que suficiente para el número de
niños, pero el día en que lleguen á concurrir 140, el terreno .será escaso.
Lo mismo digo de la capacidad ; recuérdense la-» cifras que sobre e.ste
particular hemos calculado anteriormente.
Indudablemente que el sistema de barrido es defectuosísimo, pero
la naturaleza del suelo no permite hacer otra clase de desinfección.
Voy á describir en breves palabras las reglas higiénicas aplicables
á las salas de clases, por lo que hacen referencia á estos asuntos.
La construcción interna de una escuela debiera constar de las si-
guientes dependencias : de tres á cuatro salas de clases, sala de recreo,
guardarropía, lavabo y si el Municipio tiene medios suficientes, gimna-
sio y piscina ; formando cuerpo aparte con el del edificio, el patio de
recreo y los anexos (excusados, orinaderos y depósitos de escombros).
Escuelas municipales de Barcelona 467
Ahora describiré únicamente las salas de clases, dejando para después
las demás dependencias de la Escuela.
Aquéllas han de ser altas, que puedan recibir directamente el aire
y la luz ; su superficie ha de ser calculada de manera que á cada niño
por lo menos le correspondan un metro cuadrado y medio de terreno, y
el número de alumnos no debe pasar de 50 para cada sala ; su capaci-
dad sera de 300 á 400 metros cúbicos. Cada uno de estos departamen-
tos ha de tener una puerta independiente y g-randes ventanales situa-
dos en la parte superior de las paredes, áfin de obtener buena ilumina-
ción y una amplia ventilación en las horas de descanso. El techo y las
paredes han de estar pintadas al óleo, ó mejor estucadas, con un color
grisáceo, para favorecer la difusión de la luz, estando revestidas de una
capa de cemento que llegue á 1*20 metros de altura sobre el nivel del
suelo. Este ha de ser liso é impermeable, con objeto de que no filtre los
líquidos derramados y pueda lavai'se convenientemente con una man-
guera ; será barrido ó lavado á lo menos una vez al día.
Las dimensiones de las salas de clases han de permitir ver y leer
con facilidad lo que el Profesor escriba en el encerado, incluso á los
alumnos de los últimos bancos.
Si la escuela no dispone de guardarropía ni habitación para lavabo,
en cada clase ha de haber una percha para cada alumno y además un
lavabo con toballa, jabón y cepillo. En ningún rincón ha de faltar la
correspondiente escupidera.
Dejando aparte lo que se refiere á las clases en conjunto, continuaré
el juicio crítico de la Escuela de la Plaza de Santa Ana.
Por cuanto á los anexos, pronto se echa de ver que es un ^rave
inconveniente que aquellas dependencias estén en comunicación di-
recta con la sala de clases. Relativo al departamento B, habitación
particular del Profesor, nada hay que decir. El ¿7, guardarropía, está
poco ventilado ; sería conveniente que en vez de una sola ventana,
esta habitación tuviera dos muy grandes, para que habiendo buena
ventilación se evitara la fermentación en las gorras, blusas, abri-
gos, etc., que muchas veces están completamente sucios.
Lo más reprochable de la escuela es el anexo D, destinado á excu-
sado y depósito de escombros. Grave falta es que comunique direc-
tamente con la sala de clases ; grave falta es que no tenga abertura
por donde pueda ventilarse y recibir la luz ; es condenable que el ori-
nadero no tenga agua ; y por último, no puede tolerarse que el de-
gartamente se destine á excusado y depósito de escombros á la vez.
s verdad que en el excusado aun hay agua, y por lo tanto, todavía po-
dría ser más malo, pero esto es porque en el piso bajo da la casualidad
de que hay el Parque de bomberos. Y me pregunto : ¿en las demás es-
cuelas municipales, donde no hay agua, cómo se evita el olor hediondo
de los excusados, y por lo tanto el peligro de una infección por el apa-
rato respiratorio?
Para estar en concordancia con la higiene es necesario que los ex-
cusados sean anexos al edificio de la escuela ; su número será de uno
á dos para cada clase de niños, y de dos á tres si se trata de niñas.
Respecto al sistema de excusados que deben emplearse, fijaré las reglas
siguientes : si han de servir para niños mayores, el mejor sistema y
más económico es el de los excusados llamados d la turca, pero como
ofrece sus peligros cuando se trata de párvulos, para éstos nos servire-
mos del sistema llamado de water-closet con un asiento susceptible de
desinfección. Este mismo emplearemos también en las escuelas de
niñas. Los primeros, además, tendrán uno ó dos orinaderos para cada
clase. Tanto en ellos como en los excusados, el agua ha de ser muy
abundante.
468 Tuberculosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas
Los departamentos destinados á excusados tendrán el techo sin
cubrir, ó cubierto sólo en parte, y una puerta cuyo borde inferior esté*
á la altura de unos diez centímetros sobre la superficie del suelo, para
obtener una completa ventilación.
f Se concluirá J.
Tuberculosis abdominal Infantil y leche ds vacas tuberculosas ^^
POR
M. Moxsahrat
Veterinario del departamento del Norte, Jefe del servicio de las epizootias
ex Inspector de los servicios sanitarios en el Ministerio de Agricultura
La tuberculosis ha sido comprobada en 464 bóvidos, provenientes de 41*
establos de 231 comunas, repartidas en los siete distritos. La pérdida su-
frida en estas condiciones por nuestros cultivadores fué de 120,500 franco^
aproximadam<*nte.
Además, 52í3 animales bovinos han sido objeto, en los mataderos públi-
cos, de secuestros totales ó parciales, por estar tuberculosos. "70,153 kilo-
gramos de carne, que representa una suma de 90,000 francos, en números
redondos, han sido confiscados.
La tuberculosis, que, por consig-uiente, en 1902 ha costado más de 200,000
francos, conocidos, ii nuestra agricultura, es, y de mucho, la afección que
más destrozos causa en nuestra región y que anualmente ocasiona las más
sensibles pérdidas á los propietarios y arrendatarios de este departamento,
á la verdad, son muchos los que sienten los efectos de la enfermedad, y
entre los cuales hace nuevas víctimas. La proporción de los animales tu-
berculosos es. en ciertos puntos, aterradora; no es temerario afirmar que el
efectivo bovino, de una cifra importante de explotaciones diseminadas por
toda nuestra vasta extensión territorial, pero más particularmente en cier-
tas localidadt's ó en ciertos grupos de éstas, ha alcanzado la proporción de
70 á 80 por 100.
Estas cifras, que no son impugnables porque representan más bien una
atenuación que una exageración, demuestran de un modo perentorio toda
la importancia del peligro que eternamente nos amenaza, y nos permiten.
sin que se nos pueda acusar de pesimismo, asociarnos á los que, antes que
nosotros, han dado el grito de alarma, y á la vez. en nombre de la humani-
dad y en el de la protección de los intereses agrícolas, reclamar contra esta
terrible afección medidas rigurosas que, por desgracia, el estado actual de
la legislación sólo nos permite aplicar tímidamente.
El diagnóstico clínico de la tuberculosis bovina es difícil de establecer:
la educación que se da en nuestras poblaciones rurales, desde el punto de
vista del conocimiento de las manifestaciones de órdenes tan diversos, que
debieran hacer pensar en la posibilidad de su existencia y provocar la m-
tervención de los hombres competentes, es aún muy rudimentaria; el intt»-
res particular, estrecho y personal, en la actualidad aguzado por las crisis
que sufren los cultivadores, cohonesta considerablemente los generosos
pensamientos de interés general; la insuficiencia, por último, de los me-
dios hasta el presente empleados para luchar contra el azote constituyen
otros tantos factores de impotencia, que es necesario, y además posible,
remediar.
Es preciso hacerlo, porque á despecho de las afirmaciones de Koch y de
Schultz, que tan victoriosamente han sido combatidas por los doctos traba-
jos de Nocard, Arloing, Smith, Yong, Behring, etc., afirmaciones eminente-
mente peligrosas por el optimismo de que eran la resultante y por la falsa
seguridad con (\ue tendían á hacer nacer en el espíritu de todos los que
creen voluntariamente lo que desean, la tuberculosis bovina es transmisible
al hombre.
Y, si es exacto que la carne proveniente de animales tuberculosos no es.
en roalidatl. peligrosa sino cuando los ganglios de que está llena son infec-
(1) Kx tracto del Rappnrt general pour l'année 1ÍK)_' sur les maladies contagieuses épi^ooítques,
dirigido al PreíLCto del Norte. — L'Echo Méd du Nord, t agosto de lí>03.
Tudtrcutosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas 46g
tos ; si no es menos exacto que cesa de serlo cuando la cocción á que se le
sujeta es tan completa en «u interior como en su superficie, no es menos
cierto que la leche suministrada por vacas que tienen en las ubres lesiones
tuberculosas, es eminentemente virulenta y que, con g:ran frecuencia, con-
serva todavía todas sus facultades nocivas después de la ebullición, ó más
bien, después de la pseudo-ebullición, á la cual se limitan á someterla, en
la mayoría de las casas, donde el saludable temor de la tuberculosis ha
hecho entrar en los hábitos cuotidianos la práctica de la ebullición de la
leche, pero donde también, si se procede en condiciones tan incompletas é
ilusorias, el resultado obtenido es. por así decirlo, insignificante. ¡ Cuántas
personas creen, en efecto, que ha hervido la leche, cuando «sube» ó cuando
al perforar la corteza de la superficie han comprobado la aparición de los
primeros borbotones ! Estas forman leg-ion, si se las compara con las que,
más ilustradas, saben que es indispensable dejarla hervir cierto tiempo.
Como también al lado de las per.-^onas que se entregan á esta falsa quie-
tud, más numerosas son todavía las que. sobre todo en el campo, por igno-
rancia ó rutina, por incuria, apoyadas en prejuicios difíciles de desarrai-
gar, ó por interpretación errónea y torpe de hechos mal observados, consu-
men la leche tal como fué recogida, hay que extremecerse sólo al pensar en
ei número de infecciones tuberculosas que han sido, son y serón la conse-
cuencia de la utilización, sin precauciones, ó con insuficientes precauciones,
de un elemento tan importante y tan realmente indispensable, y que puede
ser, desde luego, según provenga ó no de una ubre tuberculosa, para los
organismos delicados ó débiles de los niños, ancinnos ó enfermos, en los
que constituye el alimento exclusivo ó principal, una fuente de vida ó una
causa de muerte.
Y, con este motivo, tengo el deber de afirmar aquí, y desde ahora, á lo
menos en lo que se refiere al cheptel (1) bovino del departamento del Norte,
que el número de vacas cuyas ubres están afectadas de lesiones tuberculosas
es más considerable de lo que hasta ahora se ha creído. Sí, en el conjunto
de estadísticas, el número de casos de tuberculosis complicados con mamitis
específicas, aparece, como relativamente raro, es poique con gran frecuen-
cia se han abstenido, en el curso de las autopsias practicadas á causa de de-
claraciones hechas para obtener una indemnización de hacer ninguna
investigación en las ubres, y sólo contentarse con registrar las lesiones
suministradas por las cavidades esplágnicas para confirmar el diagnóstico
anteriormente sentado. Desde que tengo la honra de dirigir el servicio de-
partamental de las epizootias, he dado la misión á mis dos ayudantes, y yo
mismo me ia he impuesto, de asistir lo más frecuentemente posible á la
matanza de animales declarados tuberculosos y proceder sistemáticamente
y en todos los casos á un examen minucioso de las diversas partes de la
ubre. Nuestra conclusión, tanto de mis ayudantes como la mía. es favora-
ble á una frecuencia relativamente grande de estas lesiones tuberculosas de
la ubre, cuya importancia y extensión varían desde la existencia de sim-
ples focos específicos hasta la invasión total é hipertrofia exagerada del ór-
gano. Sólo citaré, de pasada, y más bien á título de curiosidad científica,
que de hechí) documentarlo, el caso de una vaca recientemente muerta
en mi presencia, y en la que una sola parte de la ubre, absolutamente ates-
tada de tubérculos, había alcanzado el considerable peso de 41 kilogramos.
Añadiré todavía, en apoyo de esta opinión, que en 388 Víicas que fueron
secuestradas por tuberculosas, en los mataderos públicos del departamento,
63, ó sea ei */«• estaban atacadas de mamitis tuberculosas.
¿Cómo, en estas condiciones y en presencia de todo esto, no quedar peno-
samente sorprendido é impresionado al pensar en los perjuicios imputables
á la leche tuberculosa? Kn la larga serie de conferencias tan eminente-
mente humanitarias, que dio hace algunos años el sabio profesor Nocard,
de Alfort, citó un gran número de hechos observados ó experimentados que
establecían de un modo indiscutible la nocividad de este líquido, cuando
contiene al bacilo infectante, é intentaba despertar la dormida opinión pú-
blica y hacerle conocer los medios de prevenirse contra los peligros de este
alimento, por cuyo s<)lo aspecto apenas sí puede establecerse diferencia
entre la leche contaminada y la que no lo está.
(1) Especie de contrato en virtud del cual el propietario deja á un granjero las reses para
que las cuide y participe de los beneficios. Sota del traductor .
L-
470 Tuberculosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas
Estos ejemplos, á pesar de ser tan concluyentes, no han sido suficientes
para abrir los ojos ¿ las masas, las cuales, sólo ante la acumulación de
hechos, pueden, á la larga, sorprenderse y salir del rutinario entorpeci-
l miento que alejados les tiene de lo mejor y de lo bueno. Convencido tam-
^ bien de que si todos consintieran ayudar con su modesta contribución de
trabajo y buena voluntad á la edificación de la obra emprendida, el éxito
fuera más rápido y seguro, no titubeo en relatar sucintamente algunos
^ hechos importantísimos de contagio en el hombre, extractados de la rela-
; ción de fin de año de Mullet, veterinario sanitario rti Linselles. que ejerce
} en una región azotada con rara intensidad por la tuberculosis, y donde la:?
!f manifestaciones mamarias de esta enfermedad son frecuentes y tanto mas
temibles cuanto que la mayor parte de la leche que se produce se dentina a
^, las importantes aglomeraciones de Roubaix y Tourcoing.
f Mullet se expresa así :
' « Declaro que no relato hechos dudosos de contaminación, reali3rtida con
^ ' la ingestión de leche procedente de vacas atacadas de mamitis tuberculosas.
que han originado la pérdida de una ó de dos regiones de la ubre (1). He
tenido cuidado de observar particularmente los hechos relativos á niños
cuyos padres son sanos y rebustos, á fin de alejar la idea de contagio por
herencia. En todos los casos se ha tratado de tuberculosis abdominal pri-
¿^ mitiva, atestiguada por los certificados de los médicos que habían cuidado á
,•; los niños, y de la cual he procurado buscar la causa.
» 1.' Observación. — Familia de cultivadores D. D.. en L. — Siete hijos,
de los cuales seis, cuya edad actualmente es de H á 30 años, han sido cria-
dos con el pecho materno y están en perfecta salud, así como los padres.
r- Abuelos, muertos á los 84 y %1 años. Sólo una hijita, el cuarto hijo de la
familia, se crió con el biberón usando leche cruda que procedía directa-
mente del establo ; hasta los siete años pareció sana, teniendo sólo de vez
r en cuando ligeros cólicos, de los que no se preocuparon. A partir de esta
edad, los dolores abdominales se hicieron más fuertes y tuvieron necesidad
de recurrir al médico, que prescribió cataplasmas emolientes y no volvió a
ver á la enferma hasta mucho más tarde. Pero la afección seguía su curso,
de un modo progresivo, teniendo, según la expresión de la madre, <¡c altas y
bajas». Yendo la niña cada vez peor, fué necesario llamar por segunda
vez al médico á los 18 meses de la primera visita. Diagnóstico : tuberculo-
sis abdominal, con localización predominante en los órganos genitales,
deápués se confirmó en consulta y con el examen bacteriológico. La niña
murió á los 9 años.
» La tuberculinización, después de la matanza y autopsia, revelaron, en
el establo, la existencia de la tuberculosis en 19 animales, de 21. La %-aca
cuya leche había sido especialmente utilizada para alimentar á la niña, es-
taba afectada de una mamitis tuberculosa crónica, con exacerbaciones agu-
das y he creído poder relacionar las observadas también en la niña con
las que presentaba la lesión mamaria.
» 2.' Observación. — Familia D. V., cultivadores, en L. — Una niüa na-
cida, muy sólidamente formada, de padres sanos, que viven todavía, así
como sus ocho hijos igualmente robustos ; iba siempre con su madre al es-
tablo, llevando una vasija de la que se servía para beber grandes cantidades
de leche caliente. A los 4 años padeció una enteritis, y el médico aconsejo
que se le hiciera hervir la leche, que era su alimento casi exclusivo. Ha-
biendo vomitado la niña dos ó tres veces la leche que se había sometido á
la ebullición, la madre empezó otra vez á darle la leche « tal como salía de:
pezón déla vaca». Algunos meses más tarde, la niña pareció estar com-
pletamente restablecida, cuando se manifestaron una segunda «inflama-
ción de intestinos», después una tercera. La niña murió, por último, á
los 7 años, de peritonitis tuberculosa.
» La tuberculinización y las autopsias me han permitido comprobar la
tuberculosis en 10 de los 11 animales que en el establo había.
» 3.* OnsKRVACiÓN — Familia A. R , en R. — Niño muerto á los 6 añosde
tuberculosis abdominal, después de haber presentado los mismos síntomas
que lo5 relatados en la observación precedente. Además, con la prueba de
(l) <í\Jn fatal prejuicio, muy extendido por los campos de mi clientela, quiere que se elija de
preterencia para la alimentación de los niños, y so pretexto de que tiene «más ^rasa» y es «mis
nutritiva >», la leche procedente de vacas que la «( echan » sólo por dos ó tres agujeros».
Tuberculosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas 47'
la tuberculina y con las comprobaciones necrópsicas de 9 bovinos, 1 fueron
reconocidos tuberculosos.
» 4.' Observación. — Familia C. B., en V. —^ Cinco niños criados con
leche sin hervir. Dos jóvenes murieron á los 16 y 17 afios. respectivamente,
de tuberculosis g-ang-lionar abdominal y miliar inteistinal (pequeñas tuber-
culosis SMcadas del recto de una de ellas han demostrado la presencia del
bacilo). De los otros tres niños, una niña de 13 años actualmente está afec-
tada de un tumor blanco en la rodilla ; una joven de 24 años sufre con fre-
cuencia dolores intestinales que inspiran vivos temores á su médico, y sólo
un joven de 16 años, aunque muy delgado y pálido, no acusa todavía nin-
grún malestar.
» Tuberculinización y autopsia de los bóvidos del establo : los 12 ani-
males todos están tuberculosos.
» 5.* Observación. — Familia D. C, de C. — Una sola niña, entre siete,
criada con el biberón y con leche sin hervir. Muerta á los 4 años de tuber-
culosis peritoneal. Padres y demás niños en perfecta salud.
» Tuberculinización y autopsias : 5 vacas tuberculosas, de 5.
» 6.* Observación. -- Familia V. D., de O. — Un niño, de los once, se ha
criado en idénticas condiciones que la niñita de la observación precedente.
Muerto á los 3 años de tuberculosis abdominal.
* 7/ Observación. — Familia M. D. — Nueve hijos, todos criados con el
biberón ron leche que proviene directamente del establo. Cuatro murieron
tuberculosos : el I.**, á los 2 años, de tuberculosis abdominal ; el 2.* á los 15
años, de tuberculosis faríngea; el 3.° á los 6 años, y el 4.° á los 3 años, de
tuberculosis abdominal. Actualmente una niña de 13 años está afectada
de tuberculosis faríngea, y otra de 7 años se consume progresivamente, su-
friendo de vez en cuando agudos dolores abdominales.
» Es de temer que todos ios miembros de la familia acaben por ser
víctimas de la enfermedad ; y. no obstante, en este caso, como en los de
más relatadas más arriba, los padres y abuelos gozaron de perfecta salud
ó murieron en edad muy avanzada. Toda causa de contagio por heren-
cia debe, pues, descartarse ; á lo más pudiera invocarse el contagio de niño
á niño por contacto inmediato.
» Tuberculinización y autopsias : 22 bóvidos tuberculosos entre 27.
» 8.' Observación. - Familia G. V., de L. — 5 niños. 2 jóvenes de 15 y 17
años, grandes bebedoras de leche, muertas, una de tuberculosis intestinal,
la otra de tuberculosis peritoneal.
» Autopsias después de tuberculinización en el establo : las tres vacas
tuberculosas.
» 9.' Observación. — Familia D. C, de R. — Nueve hijos, de los cuales
siete, así como el padre, madre y los abuelos, viven todavía en buena salud;
los abuelos murieron á los 75 y 80 años. Dos gemelos, el sexto y el séptimo
niños, cuyo nacimiento había fatigado á la madre, hasta el punto de no po-
derlos criar, fueron alimentados con el biberón, y la leche procedía de una
vaca que había por completo perdido una región de pecho (lesiones tuber-
culosas importantes muy bien manifestadas en la autopsia) ; murieron de
tuberculosis intestinal á los 16 y 17 meses.
» 19 vacas del establo entre 21, fueron reconocidas como tuberculosas
mediante la tuberculina, y todas presentaron en la autopsia lesiones. carac-
terísticas de tuberculosis.
» Tan grande fué la desesperación del desgraciado padre, que al saber
estos resultados, lloró amargamente y me dijo: *Si yo hubiese conocido
antes los beneficios de la tuberculina, aun tendría mis dos queridos hijos».
» 10. Observación. — Familia V. O., de B. — Esta observación es par-
ticularmente interesante, considerando las terribles consecuencias que se
relatan y que han conducido á la manifestación del primer foco tuber-
culoso.
» Tres hijos, de los cuales dos de 21 y 24 años, respectivamente, tienen
buena salu«l. El tercero, una joven de 23 años, que acaba de morir, había
sido criada con leche de una vaca tuberculosa que sólo la suministraba por
tres pezones. Los brotes de la tuberculosis han sido lentos en manifestarse
en esta joven, debido, sin duda alguna, á los buenos cuidados de que estaba
rodeada; sin embargo, la tuberculosis intestinal constituyó el punto de par-
tida de la afección, que luego se generalizó insensiblemente
47^ Tuberculosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas
» Esta persona era costurera y tenía en su casa otras siete jóvenes ha-
ciendo el aprendizaje ; estas siete aprendizas muri.Ton tuberculosas á eda-
des que variaron entre 12 y 19 años, aun antes que muriera ia que les
había contaminado.
,' » 11 . Observación. — Por último, citaré, entre tantos otros como existen,
esta observación que tiene un carácter general y de la cual he comprobado
"- rigrurosamente los hechos (1).
V » Una importante grrauja estaba & fin. del arrendamiento, en 1894. %n una
^' aglomeración de 7.000 á 8,000 habitantes ; en julio, es cedida á un lechero
> que, por la buena calidad aparente de la leche que vende, se gana pronto
^; la confianza de una gran parte de la población.
p, » Yo liabía obeiiervado la tuberculosis en el establo de su predecesor; la
observé de nuevo en el suyo, y cuatro años más tarde aconséjele latubercu-
f: . linización de sus animales; de 36, 31 reaccionaron favorablemente. 3 pre-
sentaron reacciones dudosas y 2 no suministraron ninguna indicación. Loí
■ 34 primeros fueron reconocidos como tuberculosos en el matadero.
» Al proceder á las investigaciones á que me he dedicado, he podido ha-
cer las siguientes comparaciones :
En 1891 murieron, en el país, 1 niño de O á 15 años de tuberculosis abdominal
; » 1892 » 3 » »
» 1893 » 2 » »
» 1891 » 3 » »
, , » Kn el curso del año 1894 la explotación agrícola, de que más arriba se
habla, fué |)n)seguida por el nuevo titular.
; En 189Ó murieron, en el país, 4 niños de O á 15 años de tuberculosis abdominal
» 1896 » 1 » »
» 1897 - » 9 > »
' » 1898 » 8 » »
» 1899 » 10 » »
» A fines de 1898, la mayor parte de las vacas fueron muertas, y la leche
de las que no se sacrificaron no se puso á la venta. A partir de este mo-
momento, la mortalidad disminuye rápidamente.
En 1900 no mueren más de 6 niños de O á 15 años de tuberculosis abdominal
» 1901 » I » »
» 1902 » 1 x> »
» 1903 (hasta el 10 abril) O » »
Si las observaciones que preceden no tienen ni el valor de los experimen-
tos, ni las de algunos autores que se han publicado anteriormente y de suyo
más precisos, y, por tanto, más importantes ; si los hechos que aquí se han
relatado tuviesen necesidad, para que se permitiera atribuirles todo el alcan-
ce que hubiese podido deducirse de ellos, ia comprobación de autopsias prac-
ticadas por los médicos, se desprende, no obstante, del examen del conjunto,
la posibilidad de deducir que el trabajo á que se ha dedicado Mullet, y del
cual nunca le felicitaré bastante y darle las gracias por lo que vale, consti-
tuye un todo digno de llamar la atención y de colocarse al lado de los nu-
merosos ejemplos que ya, hasta ahora, se han citado en apoyo de la opinión
de los sabios que afirman la posibilidad de la transmisión al hombre de la
tuberculosis ))ovina y se hacen los apóstoles de la lucha que se ha de em-
prender contra ella
Es posible, decíamos más arriba, remediar el desastroso estado actual de
cosas, en lo que respecta al tenaz y perseverante combateque se ha delibrar
con la tuberculosis del ganado. Varios elementos pueden concurrir para
llegar á este fin : ante todo la modificación, que es urgente provocar, de la
defectuosa legislación sanitaria que rige al presente la tuberculosis ; des-
pués, la educación del cultivador que es necesario hacer ó completar.
Las estadísticas establecidas, desgraciadamente, tienen el valor que^e
está de acuerdo «»ii atribuir á las estadísticas en general, es decir, un valor
muy relativo, si no engañador.
(I j De las noticias Cf)mplcmentarias pedidas á Mullel. resulta que ha sacado las cifras y docu-
mentos sobre los cuales ha basado su observación, de las ofícinas de la alcaldía de la localidad eo
que han sucedido los hechos.
Tuberculosis abdominal infantil y Ucht dn pacas tuberculosas 473
Respecto á la tuberculosis, por ejemplo, sabemos pertinentemente que
sólo conocemos la minoría de los casos de esta enfermedad. ¡Cuántos ani-
males tuberculosos son sacrificados anualmente en los numerosos mataderos
particulares, aun no inspeccionados, de nuestras 630 comunas rurales, y que,
escapando á toda investig-ación y á todo reg-istro, no sou objeto de ninguna
declaración !
Para ver la realidad tal como es, dice, en su Memoria anual, uno de mis
ayudantes, Boutaric, es preciso hacerse cuenta que generalmente las decla-
raciones hechas por causa de tuberculosis tienen por objeto sujetos agota-
dos, y que presentan lesiones de tuberculosis generalizada. A consecuencia
del estado de salud aparente que puede presentar el animal atacado de esta
forma de la enfermedad, el propietario atri bu irá á enfriamiento ó cualquiera
otra causa vulgar las irregularidades del funcionamiento fisiológico, que
habrá comprobado en su animal, y, si por casualidad tiene la sospecha de
la tuberculosis, se guardará bien de informar al servicio competente, por
temor á las medidas necesarias que considerará como demasiado perjudi-
ciales á sus intereses de cultivador ó de lechero. Dejando á un lado la prue-
ba de la tuberculina de que habrá oído hablar^ pero que le parece constituye
un gasto inútil y superfino, continuaré exprimiendo del animal todo lo que
crea obtenible hasta el día en que éste, llegado al término de su vida econó-
mica (cuando puede llegar á ella), minado por la enfermedad, estará á
punto de sucumbir á causa de su miseria fisiológica.
Entonces el propietario recordará que el Estado concede indemnizaciones
en los casos de tuberculosis ; y, para participar de ellas, llamará á su vete-
rinario y hará la declaración, si antes un carnicero vecino, más ó menos
experto en los sabios métodos de mondamiento, no adquiere, por algún di-
nero, el escuálido animal, lo transforma en carne casi de mercado, y la
vende al por menor en las comunas donde no se conoce Ja inspección sani-
taria.
Durante todo el período pasado en medio de rebaños, el animal enfermo
impregnará de gérmenes infecciosos el estiércol, pesebres y alimentos, mu-
chas veces comunes, y. de este modo llegará, con toda seguridad, á conta-
minar á sus vecinos de establo. Desaparecido el primer enfermo, otros, ya
infectados, continuarán la obra de contagio, hasta el día en que la mayor
parte délos animales, si no la totalidad, estará tuberculosa. Si sobreviene
esta última eventualidad, el propietnrio. horrorizado por las pérdidas y gasto
queisemejante cambio produciría, no se resolverá casi nunca á renovar de
una vez su rebaño ; preferirá antes dar oído á las palabras consoladoras del
empírico que, para calmar sus aprensiones, será capaz de afirmarle que »us
animales no están tuberculosos, que la tuberculosis no es contagiosa, y
que. al contrario, beneficiará, como premio á sus consejos, por los cuidados
que se han de dar á los enfermos, de los que anuncia pomposamente la cura-
ción con el empleo de sus medicamentos y procedimientos secretos. Aña-
damos á esto que las cansas que predisponen y que se atribuyen á las deplo-
rables condiciones higiénicas de los establos que están mal construidos, mal
aireados, bajos, pequeños y en los que se amontonan animales en número
muy superior al que, normalmente, debieran contener; al alimento de in-
vierno, compuesto en su mayor parte de residuos industriales, á veces alte-
rados; por último, al cansancio funcional impuesto á los animales para
obtener la prod.icción máxima de leche, y habremos explicado así por que
el número de animales tuberculosos es tan considerable.
Merced al artículo 41 de la ley de Hacienda del 30 de marzo de 1899, que
concede indemnizaciones á los propietarios de animales tuberculosos para
los cuales la declaración, seguida del aislamiento, del secuestro, etc., ha
sido hecha, se había esperado con más facilidad poder sujetar la enferme-
dad. Este era ciertamente el tentador incentivo que debía impulsar á los
propietarios á desembarazarse de los animales que tienen atacados. Pero en
vista de la reducida indemnización concedida, sobre todo desde que los
interesados saben que el precio se calcula según lo que el animal valga,
como animal de carnicería, el entusiasmo por las declaraciones parece dis-
minuir cada vez más. El crédito votado por el Parlamento falta de este
modo al fin á que se había marcado, y constituye, en realidad, sin ninguna
compensación y sin esperanza de que desaparezca la tuberculosis, una car-
ga inútil para la Hacienda pública.
474 Tuberculosis abdominal infantil y leche de pacas tuberculosas
El Único medio de Ueg-ar á resultados prácticos y apreciables fuera hacer
obligatoria la inyección de tuberculina á todos los animales de los establos
en que se haya registrado un primer caso de tuberculosis; después, cuando
los resultados de esta operación fueran positivos , substituir el decreto
actual de vigilancia con otro declarativo de infección que se aplicara por lo
menos á los animales que hayan reaccionado, siendo obligación del propie-
tario, no sólo aislarlos y secuestrarlos , sino también sacrificarlos en un
tiempo determinado, que pudiera calcularse de modo que se les dejara lugar
para entregarlos á la carnicería en un estado de gordura satisfactoria.
Pero también, según esta reglamentación, la indemnización debería con-
cederse en una medida más amplia para que compen.sara lo más posible la¿
pérdidas inmediatas experimentadas por el cultivador. Esta indemniza-
ción debiera ser proporcional al sacrificio pedido; y, á este efecto, no pudiera
adoptarse base más equitativa que la admitida para la aprobación de ia,<
indemnizaciones en materia de peripneumonia contagiosa. No es impru-
dente afirmar que si semejante modificación interviniera, la tuberculosis
desaparecería rápidamente de nuestros estables, oque, por lómenos, dismi-
nuiría en proporciones tales que cesaría bien pronto de ser una cargra para
el presupuesto nacional, una causa de ruina para la agricultura francesa, y
una temible amenaza para la salud pública.
A cambio de estas importantes liberalidades que consentiría el Estado, 1p
sería, por otra parte, posible reglamentar, de un modo más severo que hoy
lo son, las condiciones en las cuales ia indemnización pudiera concederse, y
así poner término á los fraudes y abusos de los que son culpables determi-
nados individuos. En efecto: son innumerables las declaraciones de tuber-
culosis hechas casualmente, á la vista de la obtención de una indemniza-
ción, con los animales prestosá sucumbirá los ataques y alas consecuencias
de una afección cualquiera, y cuya muerte, cuando á veces aun no la ha
precedido, sigue muy de cerca á la declaración de que son objeto.
La inyección de tuberculina debiera ser obligatoria, en ciertas circuns-
tancias ; esto fuera, añadiremos, el único medio de sacar de ella todo el be-
neficio que se tiene derecho á esperar. Esta operación, tan sencilla en su?
medios, y tan regular en sus resultados, encuentra por desgracia aun en
nuestros días, por parte de muchos cultivadores que no quieren oir los con-
sejos que diariamente se les da, una pasiva hostilidad que resulta al raism^
tiempo de la falta de iniciativa y de la desconfianza que se les ha reprochado
tanto respecto á toda innovación, de la actitud interesada del empírico y
también de la intervención de otro adversario que, en muchos casos parali¿ft
nuestros esfuerzos : el comprador que no ve sin aprensión que la tubercu-
lina puede convertirse en un medio de comprobación del estado de salud de
los animales.
En resumen, fuera necesario, para que estuviésemos suficiente y encál-
mente armados en la lucha que hemos de continuar y sostener contraía
tuberculosis, que los Poderes públicos decretasen :
1.° La inspección permanente de todos los mataderos particulares ;
2.* La existencia y la consagración legales de la tuberculina, cuyo em-
pleo se haría obligatorio para todos los animales pertenecientes k una ex-
plotación en la que se registrase un solo caso de tuberculosis ;
3.** La aplicación á todos los que reaccionen de las medidas actualmente
aplicables á los animales reconocidos como tuberculosos sólo por el examen
clínico, salvo, quizás, en lo que se refiere á la muerte, respecto á la cual pu-
diera diferirse hasta la aparición de síntomas clínicos, ó hasta que el auimal
reaccione un cierto número de veces á inyecciones sucesivas hechas á inter-
valos determinados, ó, en fin, hasta que el mismo animal llegara á un grado
tal de engrasamiento, suficiente para ser ventajosamente dado á la carni-
cería ;
4.° La refundición del actual sistema de indemnización, y especialmente
de la base de estimación dol valor de los animales;
5.* Por último, adoptar una reglamentación general que comprenda las
vaquerías, urbanas y rurales, á fin de imponer á los propietarios o arrenda-
tarios que venden la leche para el consumo público, la obligación de dispí^-
ner sus establos según las reglas de la hiíriene, y someter todos los anima-
les, por lo menos una vez al año, á la prueba de la tuberculina.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.)
V^T-" '. ^^^^^. . '^- ' — ■'^Tr "V^
RBVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
POR El>
Dr. Rodríguez Méndez
Diag^nóstioo del ohanoro venéreo, por D. Luis del Portillo.— Madrid, 1902
Monografía interesante. Tal vez no hay en nuestros tiempos otra
que le aventaje. El autor, persona peritísima por lo que ha visto y ha
leído, vierte en las abundosas páginas de su escrito (cerca de 100 eu 4.**)
sus extensos conocimientos.
Antes de entrar en el tema se ocupa en la sinonimia, demostrando
con gran fuerza de lógica por que prefiere á todas las otras denomina-
ciones, no pocas ciertamente, la de chancro venéreo, y en la histoii^,
expuesta en sus líneas y fases más interesantes, mencionando por lo
que hace á la época contemporánea los trabajos bacteriológicos de
Ducrey (1889), Unna, Krefling, que han descubierto el bacilo por modo
sucesivo en el pus del chancro, en cortes histológicos de este mismo y
en los bubones inguinales, así como los experimentos de Besancon,
Griffon y Le Sourd, relativos á los cultivos é inoculaciones de éstos'con
resultado positivo.
El diaff nos tico abarca dos aspectos distintos : el clínico y el bacterio-
lógico.
El diagnóstico clínico, previa la descripción del chancro, estudio mi-
nucioso de todos sus caracteres, el de las lesiones ganglionares que
puede despertar, el de sus variedades (sobre todo las debidas á las loca-
lizaciones) y el de su evolución, comprende los siguientes puntos :
1.**, valor de los signos del chancro venéreo (número de chancros, con-
memorativo, locHlización, dolor, base, fondo, bordes, ganglios, inocu-
lación experimental); 2.®, diferencias entre el chancro venéreo y el si-
filítico; 3.% entre aquél y el llamado mixto por Rollet; 4.^ entre aquél
y las ulceraciones sifilíticas de la zona genital que no son sifilíticas;
5.**, entre aquél y las ulceraciones tuberculosas de la zona ano-genital;
6.*, entre aquél "y las balanitis ó balanopostitis ; 7.®, entre aquél y el
herpes genital ; 8.**, entre aquél y el epitelioraa ulcerado del miembro ;
9.°, entre aquél y las lesiones ulcerosas consecutivas á la sarna; 10, en-
tre aquél y el cetima simple: 11, entre aquél y las ulceraciones traumá-
ticas; 12, chancros venéreos larvados (uretral, subprepuciales).
El diagiióstico bacteriológico consta de estos capítulos : 1.**, descrip-
ción del bacilo ; 2.** preparación con el pus ; 3.**, preparación en cortes
histológicos; 4.**, cultivos.
Termina lá monografía con unas Conclusiones muy bien ajustadas á
las ideas expuestas en el texto.
Todas estas materias están tratadas con gran discreción, dando á
cada paso el autor muestras elocuentes de sus conocimientos, y de que
domina por completo el asunto. Varios cuadros de diferencias en donde
son oportunos y un grabado en colores con una preparación del bacilo
de Ducrey-Unna, dan mayor refllce á la labor, que es, en suma,
buena labor y que acredita la pericia del Dr. Portillo. Logra sobresalir
en ella y en verdad que en asunto tan manoseado y vulgarísimo pare-
cía difícil encontrar un sobi'esaliente : lo ha habido.
FORMULARIO T TRATAMIBNTOS MODERNOS
CXXXI. — IfUpas : tratamiento oon el silicato lódieo .
Este desinfectante, cuj^a acción antiséptica y antifermeutescible está de-
mostrada, como lo está la tolerancia con que lo sienten los tejidos, ha caído
en desuso, cediendo el puesto á otros más enérgicos.
Fué usado por Dubreuil contra la cistitis purulentas, por Marc Sée y
Gonthier contra la blenorragia y chancro blando, por Alvareuga y otros
muchos contra la erisipela. La acción local de ciertas aguas termales, como
Luxeuil y Luchon, en varias dermatosis se ha atribuido al ácido silícico que
contienen. Villemin, hijo, entre innumerables antisépticos ensayados eu 1(.>
cultivos de bacilo tuberculoso, encuentra que sólo seis han producido la este-
rilización completa: ácido hidrofluosilícico, amoníaco, fluosilicato de hierro,
ñuosilicato potásico, polisulfuro potásico y silicato sódico, cuatro de los cua-
les son derivados del ácido silícico. De todos ellos el silicato sódico es elmtis
manejable y el más tolerado.
El empleo de esta sal en el lupus y en la tuberculosis cutánea tiene.
pues, justificación completa. Plicque' barniza, mañana y noche, toda la
chapa lúpica y la región ulcerada con :
Silicato sódico 10 gramos
Agua esterilizada 80 »
cuya solución no tiene otro inconveniente que dejar una película blanca que
afea el rostro. Se puede obviar este inconveniente añadiendo fuchsina, que
da color rosado, pero en cantidad muy pequeña para que no mengüe la to-
lerancia y no cause irritación.
Los dos casos tratados, muy antiguos y muy rebeldes, lograron en 4 vo
semanas una considerable mejoría. Han cicatrizado las úlceras, pero persis-
ten los nodulos. ¿Convendría hacer en éstos inyecciones intersticiales? ili
CXXXII. — Purgren ó parsreno
Se bahía que muchos purgantes vegetales debían esta propiedad á glucó-
sidos, y que no pocos de éstos, si bien de origen distinto, daban, en virtud
dé un tratamiento químico, origen á un derivado directo de la antroquíDona
Esia parte constituyente del glucósido primitivo tiene acción purgaute
Todos estos hechos se observan en el ruibarbo, sen, cascara sagrada y áloes,
notándose otras analogías por sus colorantes y por las transformaciones.
La antroquinona se presenta de ordinario en forma de derivado metil-
oxidrílico.
Continuando estas investigaciones, se llegó á descubrir la acción pur-
gante de la fenol-ftaleína.
Estudiando Vieth esta acción purgante de los derivados de la antraqui-
nona, se fijó en un derivado de la antrapurpurina, la purgantina (diacetato
de antrapurpurina), purgante sintético que sólo obra á dosis grandes, pro-
duce con frecuencia cólicos, irrita los ríñones y da color rojo vivo á la orina.
Por casualidad fué descubierto otro purgante sintético Para marcar
cierta cualidad del vino, el gobierno húngaro recurrió á la fenol-ftaleína: io^
consumidores tuvieron di'arrea. Vamossy demostró que era purgante aúuá
dosis pequeñas. Puede ser considerada como un derivado del trifenolme-
tano y es un dihidroxiftalfenono. El nombre comercial espurgeno.
Según Vamossy atraviesa el estómago sin sufrir cambios y en el medi*»
alcalino intestinal se convierte en la respectiva sal sódica, más activa y m^^
soluble, conversión menos completa en los animales, en los que, portante,
es menor la acción purgante. Su eliminación con la orina sólo se puede de-
mostrar administrando dosis grandes; por el recto sale en gran cantidad
(,87'l7por 100).
En el comercio se la encuentra en forma de pequeñas pastillas, aromati-
zadas, á la dosis de O 05 gramos para los niños, y O'IO para los adultos.
Como laxante y como purgante, su efecto es seguro de las 7 á las 9 horas
de la administración. No produce cólicos, es muy bien tolerado, no irrita
los ríñones ni aun estando enfermos, obra hasta cuando fáltala bilis en el iü-
(1) Journal dt Mid. ct de Chir. prat.
Formulario y tratamientos modernos 477
testino y sólo determina una mengua ligera y transitoria de la presión arte-
rial, p adiendo, por lo mismo, ser empleado en los cardiacos, incluso en el
período de degeneración del miocardio. Por último, no determina náuseas
ni sensación de peso en el epigastrio, trastornos muy frecuentes en los dis-
pépticos estreñidos cuando se usa otros muchos laxantes (1).
CXXXIII. — Oroslna ó guíñalo de litina
En el reumatismo articular, gota, etc., no sólo se ha de procurar reducir
la formación de ácido úrico, sino tamhién hacer soluble el que ya se ha acu-
mulado en el organismo. Como este ácido procede especialmente de las
substancias nitrogenadas, después de las grasas y su último lugar de los
hidratos de carbono, se ha de suprimir la alimentación animal ; pero como
todavía se forma mucho ácido úrico, es necesario emplear medios de acción
terapéutica especial.
De antiguo era sabida la acción benéfica del jugo de ciertos frutos en la
gota. Weis demostró que tal accióa no era debida, como se creía, á las sa-
les alcalinas, sino al ácido quínico.
£1 ácido qüínico, ó ácido tetraoxibenzoico, se combina con la glicocola y
forma ácido nipú rico. Este es mucho más soluble que el úrico y se elimina
con mayor facilidad. Ahora bien: en el organismo sólo se forma escasísima
cantidad de ácido bipúrico ; pero dando el ácido quínico, aquél es muy
abundante á expensas del úrico, es decir, se logra la no formación del ácido
úrico.
Otro hecho es conseguir una mayor solubilidad del ácido hipiirico, que
si más soluble que el úrico, no es todavía lo bastante. Esto se logra con el
Suinato de litina (urosinaj, que goza á la par de las propiedades del ácido y
e la base.
La urosina se vende, ya en formado pastillas con 0*05 gramos de medica-
mento y la misma cantidad de azúcar, ya en polvo soluble en el agua.
Su precií) es muy elevado.
Hay también el quinato de formina (quina formina) , propuesto por Adrián
y estudiado por Bardet. Su acción es la misma (1).
CXXXIV — Veronal: aoolón hipnótioa
Fischer y Meurin, partiendo del hecho de que en los sulfones y en el al-
cohol amílico terciario hay un carbono cuaternario, como también de que
el etil parece aumentar la acción hipnótica, han pensado en preparar subs-
tancias en que entren un carbonato terciario ó cuaternario y una cierta can-
tidad del grupo etil. Así han preparado la dietilacttilurea, la dieklmaloni'
lurea y la dipropilmalonilurea.
La dietüacetilurea tiene el mismo poder somnífero que el sulfonal.
La dietilmalonilurea, presentada en el comercio con el nombre de t?ero»ff/,
es dos veces más activa que el sulfonal y no produce efectos nocivos.
La dipropilmalonilurea, cuatro veces más intensa, ocasiona efectos secun-
darios noi'ivos .
El veronal. el compuesto útil, es una substancia incolora, cristalizada,
ligeramente amarga, poco soluble en el agua fría y más en la caliente
(1 por 12), que se da á la dosis de 0'3, 0*5, 0*75 y hasta 1 gramo todo lo más.
El efecto se nota á la media hora cuando se toma el veronal en solución, en
una taza de caldo por ejemplo. También se puede dar en papeles ó en
sellos (1).
CXXXY. — Ketarsol : aooión
Scandaliato deduce de sus experimentos :
1.* El metarsol es muy bien soportado por los animales y no da lugar á
intolerancia, aun aumentando la dosis.
2.' No tiene acción acumulativa como otros preparados arsenicales.
Hasta los preparados cacodílicos, que se les creyó exentos de este riesgo, si
bien en grado menor, tardan en eliminarse y no pueden ser administrados
á dosis diarias muy grandes.
3.® Hace aumentar el peso, lo que demuestra una acción acentuada so-
bre la nutrición y los cambios, reproduciendo el tipo de acción de los prepa-
rados arsenicales á dosis terapéutica.
(1) Archiyio di Farmacología e Ttrapeutice,
4fé tQtmuUrio y tmtamitntvt modetnoi
4.* Ejercf! una influencia directa é importan le sobre la crasis san*
guiuea :
ai Aumí?uta el número de hematíes^
íj A ti me lita en estrecho límite el número de leucocitoa, pero sin que é¿-
ttJS lleguen é la proporción que deben tener con aquéllos ; así por ejemplo,
antes de las inyecctoiiess había I por ¡^5 y después de ellas 1 por 404,
c) Aumenta la eantidíid de hemojEflobina.
áj Aumenta la resistencia de los hematíes, hecho qiip tal vpz dependa
de que el metarsoí. favorecieiiílíj la rormación de éstos, pone en la sangra
una gran cantidad de g-lo bulos rojos jóvenes, que, como se sabe, resisten
m&s^ las soluíiíones* liipotónicas (IV
CXXXVL — Sal Domtm : Indloaolanes y ooutr&indlüaolones
Hailion y Carrion, Achard y Loeper, han provocado en unímsiles edema
pulmonar con una inyección salina iutravenoíia. Estos bechííS acaban ile
ser sancionadlas en un caso clínico: Berg'é ha visto, en un viejo artprio-es-
clerósico afecto de eselerosis renal y de insuficiencia aórtica, apnrecer ede-
ma pulmonar, con disnea intensa, angfustia, cianosi.s ligera 3' estertores su b-
crepitantes, cada vez qnc se le inyectaba bajo hi piel una solución salina a3
7 por 1.000,
La sai romún, s^a por ingestión, sea por inyección, no conviene á los W^-
tAicos y arUrio-esckrésicos De aquí hi utilidad de la dii*ta láctea í2V
En i'amhío, Varif^t ha usado con ézito el réfíimen sin &ül en un niño afecto
de nefritis epitelial. En tales casos no es preciso ccfíirse al régimen lácteo
absoluto, pndif*ndo darse para un adulto : 400 gramos de carne cruda, 1*000
de patatas, lOO de azúcar, 80 de manteca y 2,500 de tisana, sin adición de sal
alguna. 8i, por el contrario, se añade 10 gramos de sal, aumentan la albu-
minuria y los eílpma>! (3).
Wídal deduce de sus experimentos que en la enfermedad de Brigbt lo
que diferencia el régimen ordinario del rég^imeu lácteo es la sal, no los al-
Duminoidpos, que se añade k estos.
Por tanto, hasta en el período agudo se puede dar carne á condición de
que no conteng-a sal.
CXXXVll. ^Lenoemla: tratamUnto
Herüen aconseja, en los adultos* una inyección bipodérmica de medio i
uti centímetro cúbico de esta solución :
Acido arsenioso. , . ^ 1 aramos
' Carbonato potüsico , . . J^^'^ gramos
Ág-ua destilada , 95 »
Agua de laurel cerezo *.,... 3 »
Para los niños recomienda Héiioch uu papel, mañana y noche, com-
puesto de r
Clorhidrato de quinina , . > , O'Oíig^ramos
Hierro r^^ducido f*'03 >
Eucalipto en polvo ,....., 0'25 »
El mismi) Herzen ordena la opoterapia : 100 gramos de médula ósea roja
cruda, de ternera joven, diluidos en leche ó i^n so]>a í4).
CXXXVIIL ^ Frnrlto : tratamleoto
Aparte del tratamiento general* Gaucher usa laa lociones con ag-ua y vi*
na^fret y en pos de ellas psta pomada :
Guayacol sintético (puro). , \ i ^.^^niofi
Meutol cristalizado J^^ ^ fframoi»
Vaselina pura . . 100 »
espésese ron la cantidad necesaria de óxido de zinc, ex polvorean do luego con
Polvo de talco . . , . 100 gramos
Alcanfor . 2 >
ll) Gic-rfí. inttrn JctUSc, mtdiche
(n Soc.ntiá. ites h^P,
(3^ /a Clitíitjut inhjnttU.
í 4) La Prúií fét m édicuí .
Formutarío y tratamUntoi nu>dtm9$ 479
También recomienda el agua oxigenada en forma de pomada :
Agua oxigenada medicinal pura |
Lanolina anhidra I «« oa ^^^^^
Vaselinapura aa.20gramos
Polvo de talco J
La proporción de agua oxigenada se puede aumentar, ya poniendo ma-
yor cantidad de la misma, ya suprimiendo el talco. Esta pomada es de
gran valía (1).
CXXXIX. — Dermatosli : tratamleiito Interno
Sin perjuicio del tratamiento tópico, Lecredde concede lugar preferente
al arreglo de las vías digestivas.
Cuando h^y pirosis, ordena, en cuanto aparece, uno de estos sellos :
Carbonato calcico precipitado 0'50 á 1 gramos
Subnitrato de bismuto 0*20 h 0*60 »
Clorhidrato de morfina 0*001 á 0*002 »
Magnesia calcinada 0'75 á 1 »
6 bien prescribe la fórmula de A. Robin :
Carbonato de cal precipitado 0*50 gramos
MHgnesia calcinada 0*40 »
Bicarbonato sódico 0*40 »
para tomar después de cada comida.
No es partidario de los antisépticos, opinando que se abusa del naftol,
benzonaftol y salol en los dispépsieos, substancias que pueden anular la ac-
ción de los fermentos figurados sin estorbar la de los solubles. Usa, en
cambio, el fluoruro de amonio en solución :
Fluoruro de amonio O'lOál gramos
Agua destilada 300 »
una cucharada después de la comida y cena; ó bien el eritrol (ioduro doble
de bismuto y de cinconidina) ó el azufre iodado, en sellos de diez centigra-
mos después de las comidas principales.
Cuando haya que evitar la contractilidad y las fermentaciones gástri-
cas, ordena por la mañana una taza de maceración de dos gramos de cuasia
amara y diez minutos antes del desayuno seis gotas de tintura de nuez vó-
mica, de habas de San Ignacio ó de la mixtura de A. Robin :
Tintura de habas de San Ignacio .... 6 gramos
» de ipecacuana 3 »
» (le .sangre de drago ...... 1 »
» de badiana 2 »
Sabido es que cuando hny fermentaciones gástricas existen al mismo
tiempo fermentaciones intestinales.
En caso de enteroptosis, se hará el masaje (2).
CXL. — Lupui: tratamiento oon el áoido picrioo
Empleado por Mario (1902) y después por Mazzini, parece ejercer una ac-
ción específica sobre el bacilo, así como efectos queratoplásticos y analgési-
cos evidentes. Se usa en pomada al 2 por 100 (vaselina) (3).
DR. RODRÍaUEZ MÉNDEZ.
(1) Journal de \íéd. et de Chir prattques.
(2) ttepue pratíque des maíadies cutanies.
(3) // Puliclinico.
SECCIÓN OFICIAL
PREMIER CONGRtíS INTERNATIONAL
D ASSAINISSEMENT ET DE SALUBRITÉ DE L'HABITATION
etfiolié loni loipleei dt li Sooi<M fii&eaii* d'E7(lÍB« a l'e6Miio& de l'Xspoililoa Isimitiotali iil904
París: Grand Palais o&s Champs-Élyséks 15 au 20 octobre 1904
Les Oongressistes bénéficieront de réductions de 50 7. S"r *o^s les
g-raiuis réseaux de chemins de fer Franjáis pour se rendre au CoDgrésetre-
joindre leur résidence.
Présidents d'honneur: M. le Presiden! du Conseil, M. leMinistM de l'Inté-
pieur;M. le Ministre de l'Agriculture; M. le Ministrede Commerce; M. le Mi-
nistre de rinstraction publique ; M. le Ministre de la Marine.
Comité de patronag-e : MM. le Presiden t du Conseil general de la Seine,
le Présiiient du Conseil municipal de Paris ; le Préfet de la Seine ; le Préfet
de polit^e ; Bouvard, Directeurdu Service d'Architecture de la ville de Fans:
Dr Brouardel, membre de l'lnstitut et de TAcadémie de Médecine, Doyen
honoraire de la Facultó de Médecine; Bussat, Conaeiller municipal de Paris;
Dr Calmette, Directeur de l'lnstitut Pasteur de Lille ; DiChantemes.se.
membre de l'Académie de Médecine, professeur d*Hygiéne k la Faculté de
Médecine, Inspecteur general des Services sanitaires au Ministére de Hoté-
pieur; D»" Charrin, professeur agrégé h la Faculté de Médecine, Directeurdu
Labora toire de Médecine experiméntale au CoUége de France, membre du
Comité ConsuUatif d'Hygiéne publique de France; Cheysson, membre de
rinstitut; Dr Léon Colin, membre de TAcadémie de Médecine; IK Cornil,
mí^mbre de TAcademie de Médecine, professeur á la Faculté de Médecine.
m^^mhre du Comité consultatif d'Hygiéne publique de France ; Couriot,
Presidí' nt de la Société des Ingénieurs eivils ; Dr Debove, meaibre de l'Aca-
démÉe de Médecine, Doyen de la Faculté de Médecine, membre du Comité
coní>iiUatif d'Hygiéne publique de France ; Fontáine, Ingénieur en chefdp>
Mines» Directeur au Ministére du Commerce, membre du Comité consultatif
d'Hyg-iéne publique de France ; G?rville-Réache, Vice-Président de U
Chambre des Députés, Président du Comité supérieur de rExposition;
D^ Oriincher, membre de l'Académie de Médecine, professeur k la Faculté
de Médecine, membre du Comité consultatif d'Hygiéne publique de France.
D^ Grehant, professeur au Muséum, Présid*^nt honoraire de la Société fran-
cai?íe il Hygiéne; D"" Josias, médecin des hópitaux, membre de TAcadémie
de Méííecine, Vice-Président du Conseil d'Hygiénfí publique et de Salubrite
du Département de la Seine ; D^ Kermorgant, membre de TAcadémie de
Médeeíne, Inspecteur general, Président du Conseil supérieur de Santé au
Ministére des Colonies, membre du Comité consultatif a'Hygiéne publique
de France ; D" Laiidouzy, membre de l'Académie de Médecme, professeur á
la Faculté de Médecine ; André Lefévre, Conseiller municipal de Paris; Le-
Yassenr, membre de l'lnstitut, Directeur du Collége de France; Mouod
membre de l'Académie de Médecine, Conseiller d'Etat, Directeur d'Hygiénf
au Ministére de l'Intérieur; Noblemaire, Directeur de la Compagnie de^:
Chemins de Fer P.-L.-M.; l)r Navarre, Conseiller municipal de Paris; Pas-
cal, membre de l'lnstitut, Inspecteurgénéral des bAtiments eivils; G.Paulet.
Directeur au Ministére du Commerce; G. Picot, membre de l'lnstitut, Prési-
dent de la Société francjaise des habitations k bon marcbé; Ambroise Renda.
Conseiller municipal de Paris; D«" Henri Ricard, Sénateur, Président de U
Sociéíé d'Hygiéne de Talimentation ; D»" Ricbe, membre de. FAcadémie de
Médecine; Eug. Risler, Directeur honoraire de l'lnstitut national ag-ronoroi
que ; D»" Albert Robin. membre de l'Académie de Médecine ; D»" Roux, mem-
ore «Je l'lnstitut et de l'Académie de Médecine. Sous-Directeur de rinstitr.'
Pasteur de Paris ; Siegfried, Député, Vice-Président du Comité supérieur d?^
hahifations h. bon marché, Président de la Société de Médecine publique.
Straii>;s, S»nateur, membre du Comité consultatif d'Hygiéne publique d*»
Fríinc ' ; Emile Trélat, ancien Député. Directeur de l'Ecole spéciale de Ar-
chitecture; Df Vaillard. membre de l'Académie de Médecine, Directeur d-*
TEcoh^ du Service de Santé militaire de Lyon ; Dr Villejean, Député, profes-
seur íiírrégé á la Faculté de Médecine; I)r Widal, médecin des hópitaux
jir'ífes^eur agrégé k la Faculté de Médecine.
Sección oficial 4^t
BUUBaU DU GONGBéS
Président: M. Jansseu, membre de Tlnstitut, PrésideDt de la Société
FranQ-aise d'Hygiéne.
Vice-Présidents: MM. Bonnier, ArchitecteduGouvernementetdela villede
Paris ; Dr Félix Brémond, membre de la Commission des Logrements insalu-
bres, Vice- Président de la Société Francaise d'Hygriéne; Cacheux, Ingénieur
civil, Président honoraire de la Société Vrangaise d'Hygiéne; Dr A.-J. Mar-
tin, Inspecteur grénéral du Service d*Assainissement et de Salubrité de Tha-
bitation, chargé du Service techaique du Bureau d'Hygiéne de la vilie de
París ; Ur Rég^nard, membre de l'Académie de Médecine, Directeur de l'Ins-
titut uationalagrronomique; Dr Juies Renault, Inspecteur gi néral adjoint
du Service sanitaire au Ministére de l'Intérieur.
Secrétaire g^énéral : M, F. Marié-Davy. Ingénieur agronorae, membre de
la Commission d'Hygiéne du XlVe Arrondissement.
Secrétaires: MM. D»" Boureille, Dr Charlier, A. de Vaulabelle,
Trésorier : M. Landau. Trésorier de la Société Frangaise d'Hygiéne.
BUT DU GONG RES
Le Congrés a pour but d etudier les conditions hygiéniques dans lesque-
Ues sont construits et installés les iocaux destines k i'habitation, de recner-
cher les améliorations susceptibles de étre introduites dans la construction,
raméiiagrmeni etTentretien de ees Iocaux et de déterminer les moyens
pratiques d'obtenir l'application des príncipes d'hygiéne par les municipa-
lités, les propriétaires et les armateurs, les architectes et ingénieurs, les en-
trepreueurs, ainsi que par les occupanti- mémes de ees Iocaux.
II comprendra Tetude. kce point de vue, des maisons urbaines et rurales,
des habitations ouvriéres, des hótels meublés et logemeiits loués en garni
et des Iocaux scolaires et celle de l'aménagement des uavires en vue de I'ha-
bitation.
organisation
Le Congrés comprendra six sections :
Section í. — Habitations urbaines. — Construction. — Disposition gené-
rale de l'immeuble. — Exposition. — Ouvertures. — Cours et courettes. —
Disposition des Iocaux. — Cube d'air. — Alimentation en eau. — Evacuation
des matiéres usées. — Chauffage et ventilation. — Aménagement en vue de
la lutte contre les maladies trausmissibles. — Ameublement.. — Entretien.
Régiementation.
Rapporteur : M. Juillerat, chef du bureau de l'assainissement et du casier
sanitaire des maisons de Paris.
Section II. — Habitations rurales. — Construction. — Disposition des Io-
caux destines k l'babitatiotí. — Exposition. — Ouvertures. — Cubes d air. —
Alimentation eu eau. — Evacuation des matiéres usées. — Chauffage et
ventilation. — Aménagement en vue de la lutte contre les maladies traus-
missibles.— Ameublement. — Kntretien. — Emplacement, disposition et
aménagement des Iocaux annexes — Réglemeutation.
Rapporteurs: MM. F. Marié-Havy, ingéuieur agronome, membre de la
Commission d'hygiéne du XlVe Arrondissement, Secrétaire de la Société
Francaise d'Hygiéne ; M. Le Couppey de la Forest, ingénieur agronome,
ingénieur des améliorations agríenles au Ministére de Tlnterieur; Pión,
vétéritiaire sanitaire du départenient de la Seine.
Section III — Habitations ouvriéres. —Disposition des Iocaux. — Exposi-
tion. — Ouvertures. — Cube d'aír. — Cours et courettes. — Alimentation en
eau. — Evacuation des matiéres usées. — Chauflfage et ventilation. — Amé-
nagement en vue de la lutte contre les maladies trausmissibles. — Ameu-
blement — Entretien. — Jardins ouvriers. — Régiementation.
Rapporteur : M. A. Cacheux ingénieur í ivil.
Section IV. — Habitations louées en garni. — Hótels urbains. — Hótels
de villes d'eau et de stations balnéaires. — Auberges. — Appartements et
maisons meublées. — Garnis.
Rapporteur: M. A. Joltrain, Secrétaire general de la Société Francaise
d'Hygiéne
Section V. ^ Habitations scolaires. — Construction. — Disposition géné-
SecciJn ajiíiat
rale. — Emplacemeut et exposition des différents locaux : dortoirs, classe^.
réfectoires. — Ouvertures. — Eclairage. — Cube d'air. — Alimentation en
eau et distribution : eau potable, toilette, baius. — Evacuation des matiére»
usées. — Chauflfage et ventilatlon. — Aménagement en vue de la lutte cen-
tre les maladies transmissibles; inñrmerie, isolement. — Mobilier scolaire.—
Cours et préaux.
Rapporteur : M. le D*" Mangenot.
Section VI. — Habitations flottantes. — Navires de guerre. — Na vires de
commerce et de peche. — Bateaux de riviére et canaux.
Rapporteur: M. le Dr Henrv Thierry, Inspecteur general adjoint de Tas-
sainissement et de la salubrité de rhabitatiou.
KAPPORTS
II sera presenté dans chaqué section un ou plusieurs rapports» rédigés
par le Comité d'orgauisation.
Ces rapports seront imprimes k l'avance et distribués aux membres du
Congrés avant le debut des travaux.
lis seront exposés en séance des sections,
Leurs conclusions donneront lieu k une discussion k la suite de laqueli»*
des voBux pourront étre émis, qui seront ensuite ratifiés en Assemblee ge-
nérale.
COMMUNICATIONS
Les Communications émanant des membres du Congrés devront étre
adressées au Secrétariat general avant le ler septembre.
Elles seront lúes ou résumées par leurs auteurs, suivant leur ordre d'iu:?-
cription, en séance des sections auxquelles leur sujet se rapportera.
Leur lecture ne devra pas exceder dix minutes au máximum.
Elles ne donneront pas lieu k une discussion.
Le Comité d'organisation se reserve le droit d'écarter celles qui ne ren-
treraient pas dans le cadre des travaux du Congrés ou qui présenteraient
un caractére cemmercial.
PUBLIOaTIONS
Les travaux du Congrés seront publiés ultérieurement par les soins du
Secrétariat general.
Les Communications dont le texte serait trop étendu pour le cadre de
cette publication, devront étre résumées par leurs auteurs.
Les dessins, plans et diagrammes accompagnant les Communications, ne
pourront étre insérés qu'k la condition que les frais de ees insertions excep-
tionnelles, ne soient pas k la charge de la caisse du Congrés.
COTISATION
lisera per^u un droit d'admission au Congrés, qui a été ñné k vingt
francs.
Cette cotisation donne droit:
!• De participer aux travaux de toutes les sections ;
2° De recevoir les publications du Congrés ;
3** D'étre invité k toutes les fétes donnees k Toccasion du Congrés et d»*
prendre part aux excursions ;
4° D'entrer gratuitement k l'Exposition, pendant la durée du Congrés ;
5° De recevoir un insigne artistique ;
6** D'obtenir une réduction de 50 % sur les réseaux franjáis.
PARTICIPATION DES DAMES
Les dames des membres du Congrés seront invitées k la séance d'ouver-
ture et k toutes les fétes.
Elles pourront assister aux séances et pendre part aux excursions.
PARTICIPATION DE LA PRESSE
Les répresentants des journaux techniques et ceux des journaux politi
ques seront, sur présentation de leur carte, admis k suivre les travaux du
Congrés. . . ,
lis recevront des exemplaires des rapports imprimes et les procés-ver-
baux et Communications seront mis, autant que possible, k leurdisposition.
Nota. Les adhésions $ont re<íues des mainienant.
Les Communications ci demandes de renscicncmenis doivent étre adressées au Secrétaire genera^
du Congrés, M. F. Mari<5-Davy, 7. rue Brézin, Paris (14« Arrond»).
PUBLICACIONBS RECIBIDAS
MI onademo de bitáoora. — Notas profesionales en el ejercicio de Médico
de la BenefíceDcia municipal de Santander en el quinquenio de 1898 á
1902, por D. José García del Moral. — Santander, 1904.
Práotloa de lae autopelas, por el Dr. Letulle. — Traducido por el doctor
D. Federico Olóriz y Ortegti, con un Prólogo del Dr. D. Federico Olóriz y
Aguilera. — Con grabados intercalados en el texto. — De la Biblioteca
económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas. — Madrid, 1904.
12 pesetas. — Otro ejemplar.
Renmatiemo visceral, porelDr. D. Emilio Pérez Noguera.— Madrid, 1904.—
Dos ejemplares.
Kannalee-Soler. —^lAV . — Medicina doméstica. — Guía para los primeros
auxilios en casos de enfermedades apremiantes y en los accidentes des-
graciados, por D. A. Opisso. — Barcelona, 1904. — Dos pesetas. — Dos
ejemplares.
Tratado de Olrugria clinloa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmann, P. von Bruiis y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los mas eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 5T9.— Cuadernos 9*7, 98 y 99.— Bar-
celona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Tratado de Kedicina oUnioa y Terapéutioa, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tufión. — José ENpasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 100 y 101. —Barcelona, 1904. — Una
peseta cuaderno. — Dos ejemplares.
Manual de Patolog^ia externa, por B. Porgue.— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579.— Cuadernos 18, 19 y 20. — Barcelona, 1904.—
Dos ejemplares.
Sifllle del estómago. — Bocetos clínicos, por H. Torres Barbera. — Lérida,
1904. — Dos ejemplares.
Gala médica de loe acoidentee del trabajo, por el Dr Waibel— Cua-
derno 1."— De la Biblioteca económica de la Revista de Medicina y Cirugía
prácticas. — Madrid, 1904. — Tres pesetas.
Tratado de Oto-Rino-Laringrologia, por el Dr. D. Ricardo Botey . — Cua-
dernos 20, 21 y 22. — Barcelona, 1904.
Tratado de las enfermedades de la infancia, por elDr. Julio Comby.—
Segunda edición española traducida de la IV francesa por el Dr D. An-
drés Martínez Vargas. — Salvat y C", Mallorca, '-¿94.— Cuadernos 22, 23,
24, 25 y 26. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado de Dermatología, Biflliografia y Enfermedades venéreas,
escrito para uso de médicos y alumnos de Medicina por el Profesor Dr. Ed-
mundo Lesser. Traducido de la décima edición alemana por los Doctores
D. Gil Saltor y Lavall y D. José María Biada. — Ilustrado con profusión
de grabados. — Salvat y C, Mallorca 294. —Cuadernos 11, 12, 13, 14, 15
y 16. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Técnioa de la terapéutioa especial. — Manual para la práctica, por el
profesor F. Guraprecht. Traducido de la tercera edición alemana, por los
doctores D. Ricardo Zariquiey y D. Agustín Mar^e. — Ilustrado con 205
grabados. — Salvat y C", Mallorca, 294. — Cuaderno 11 y último. —
Barcelona, 1903. —Dos ejeiiiplares.
Isa intubación larinj^ea en el tratamiento del ornp ó larlngritis dif-
térica. — Nueva pinza para la introducción y extracción de los tubos. —
Tesis del Doctorado, por D. Santiago Fatjó. — Barcelona, 19í>3.
Une addition aux Instruments ponr le tubagre dn laryDZ ches les
enfants diphtériqnes. — Communication presentée au XIV Congrés
international de Médecine (Madrid, 1903), par le Dr. S. Fatjó.— Ma-
drid, 1904.
494
Publicaciones recibidas
PlTBLtCATÍONS OF CORNBLL UnITBRSITT MEDICAL COLLBOB. — Studltl ftOB
the Department of Nearologry. — Yol. I. — New Yojk, 1904.
La administración intestinal de los medicamentos, por el Dr. D. Sa-
muel tíernheim — Trabajo traducido por el Dr. D. Alberto Bandelac de
Pariente. — París, 1904.
Be ranémie ankilostomiasiqne desminenrs,parleDr. A. Mifnouvriez.-
París, 1W4.
Alyc de flcoiolcgria, por el Dr. I. Puigpiquó. — Con un Pre/acio del
Dr. L. Comenge. — Manresa, 1904. — Dos ejemplares.
Influencia de la gravedad en Obstetricia y sn aplicación al otin-
bio de posición fetal y al útero návido en retrodesviaclén. por
D. Adolfo Martínez Cerecedo. — Madrid, 1904.
PsRiÓDfcos : La Odontoteonia. — Revista mensual. — Comité de Redac-
ción : J. Cunnington, I. Gallardo y R. Serrano. — Barbieri, 1 duplicado
Madrid. — Un año : Ó pesetas.
Btttudios demogpAfleos de Bapeelona
POK El.
Dr. D. Luis Comengk
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Moptalidad durante el mes de Julio de 1904
1. — INFRCCI0NB8
Uüquelürhf^
Difleri»
DisBntf*rfa.
EsCflrUitina
Eri^ipplK
Eclampsia
Fiebre lifriiflea
(jangrpiia
InñueDza .
Lepra
Otras iiifecüíones . . . .
Paludismo
ReuínatisTno
Sarampión
Septicemia puerperal . .
Id. quirúrgica . .
Sífilis
Tétanos.
Tubercalütíifct
Viruela. .
3
2
1
3
3
n
36
O
1
o
6
O
O
22
7
6
6
6
126
42
Total 287
[L— OTKAS INFKCCIONKS Y PADBOl-
lílBNTOS DB NATUaALKZA NO DB-
TKRMiNADA ( por aparatos y sis-
te mag).
iJ^íl Curwzon 92
^^'^ 1 Venas O
Suma y $igu$. ... 114
Suma anterior.
lU
Digesti-
vo. . .
Boca
Estómago ....
Intestinos ....
I Otros anexo8 . . .
Peritonitis ....
J?^tnira (Bronquiales (Afecto.).
/n?/r Puíraowía ....
iorto. .(puin,5„ y pieum. .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges *
Urinario 2J
Red linfática ^
Total 764
3
10
224
13
íl
61
'^
131
«)
ACOIDBNTBS
III. — Otros t
Accidentes
Alcobolismo
Distrofías constitucionales.
Falta de desarrollo . . .
Intoxicación
Neoplasmas
Senectud
Sin diagnóstico
Suicidio
Total. .
Total de defunciones .
Total de nacimientos .
Abortos
_8T
Tilg
1206
90
Tomo ZZVII. Ktim. 16 Barcelona 31 agosto 190i Áfio ZZVII. Ktm. 66B
Gaceta Médica Catalai^a
U MARIO: Cuerpo extraño del conducto auditivo extraído por medio del asa de Wilde, por el
Dr. AveUno Martin. — Mortalidad infantil en Madrid, por D. Rafael Ulecia y Cardona.
Escuelas municipales de Barcelona (conclusión), por D. Candido Corominas 6 Illa. — Pron-
tuario de los envenenamientos más comunes y sus primeros auxilios, por el Dr. Domingo
Cremona. — La tos gástrica, por Luis Bevol. — Rk vista chítica bibi.iogháfica . por el
Dr. Ferrer Piera. — Noticias cikntíficas: Jacaranda caroba.— Panadizo dificrico. ~ For-
MII.AH10 Y Ti<ATAMihN709 Moi>Ki<Nos, por el Dr. Rodriguez Méndez. — Sección oficial:
Academia del Cuerpo Médico Municipal de Barcelona (concurso de premios de 1904>. — Cate-
dráticos de Medicina de España: baias y altas. — Catedráticos de Medicina de Barcelona en
1.° de enero de 1904. — Anales del Ejército y de la Armada. — Ni kstha coKREsro t>encia com
LA PHENSA. — Estudios demográflcos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Comenge.
Cuerpo extrafio del condacto auditivo
extraído por medio del asa de Wllde
POR EL
Dr. Avklinu Martín
El día 11 de abril compareció á nuestra clínica una niña de tres
años, á quien una amig-uita habíale introducido una piedra en el con-
ducto auditivo. Su madre, alarmada, liabíala llevado á una Casa de
Socorro, en donde un distinguido compañero usó cuantos medios estu-
vieron á su alcance, sin más resultado que erosionar las paredes del
conducto, perforar el tímpano y medio introducir el cuerpo extraño en
la caja. La hemorragia, bastante regular, hizo perder de vista la pie-
drecita, que seguía tocándose con el estilete, y determinó al compa-
ñero á mandar á la enfermita á nuestra consulta.
Lo que sucedió al compañero aludido hubiera asimismo ocurrido á
cualquier médico que no hubiere estado familiarizado con la Otología,
y para salvar completamente su responsabilidad, que en nuestro con-
cepto no le alcanza ni en poco ni en mucho, empezaré describiendo el
cuerpo extraño teniéndole á la vista. Es un fragmento de mineral
duro, seguramente de jaspe de Montjuich, de forma ovoide irregular,
peso 18 centigramos, y en su mayor diámetro tiene ocho milímetros,
en el menor seis milímetros y cinco milímetros de espesor. El conduc-
to auditivo de la niña tiene a un centímetro del meato cinco milímetros
de diámetro, y es perfectamente derecho, de manera que basta tirar
hacia arriba y á fuera del pabellón para ver claramente el fondo. Por
lo tanto, dadas las dimensiones del cuerpo extraño y dirección del con-
ducto, aquél debía empotrarse en éste, rellenándose por completo y
distendiendo sus paredes de tal modo, que toda presión, incluso la del
chorro de agua, que no podía pasar á través del conducto y ejercer
presión por la parte posterior del cuerpo extraño, debía forzosamente
impelerlo hacia el fondo, en donde el diámetro del conducto era mayor,
y por consiguiente hacia una región donde á pesar de la gran movilidad
de que era susceptible el cuerpo extraño, no era posible extraerlo sin
un medio que ejerciera grandísima presión hacia fuera, y que fuera
capaz, al mismo tiempo, de hacerle salvar el istmo del conductí» donde
primitivamente fué enclavado. Todas estas reflexiones vinieron á
nuestro espíritu durante el segundo tiempo de la extracción, cuando
vimos inmovilizado el cuerpo extraño á un centímetro del meato y la
enorme presión que hicimos con el asa de Wilde la hizo deslizarse del
cuerpo extraño, volviendo uno de los polos del ovoide hacia nosotros.
Dicho esto en disculpa muy legítima del compañero que intervino
en primer lugar, y además de lo singular de este caso, que le hace
acreedor á los honores de la publicación, voy á su detallado relato.
ft86 Cuerpo extraño áfil conducto auditivo extraído por medio del asa de Wildt
La niña estaba en malísimas condiciones generales, sean los sufri-
mientos, sean fenómenos de índole refleja, estaba abatidísima y de un
malhumor insoportable, algo febricilante, con vértigos (no podía tener-
se en pie y vomitaba con gran facilidad) y con marcada somnolencia.
Inútil decir que no se prestaba á examen alguno; protestaba con
todas sus fuerzas, y sólo con gran paciencia y buenos puños para suje-
tarla, pudimos ponernos en condiciones de examinarla.
El conducto estaba lleno de sangre coagulada, y en el fondo, por
medio del estilete, se apreciaba un cuerpo duro, qué al ser tocado pro-
vocaba inmensos gritos y lloros. Se nos ocurrió desde luego emplear
el procedimiento clásico, que salvo rarísimas excepciones no nos ha
fallado nunca en nuestra ya larga práctica: las inyecciones de agua
tibifi alcalina y esterilizada. De ella consumimos unos diez litros, á
mínima, media y gran presión, sin sacar más que coágulos de sangre
y dejar el conducto limpio de todo cuerpo extraño que no fuera el que
pretendíamos extraer. Las inyecciones fuertes atravesaban la caja.
pues la niña deglutía y salía agua por su boca y nariz. Esto nos ex-
plicaba en parte el que la inyección no diera resultado, pues el chorro,
en vez de replegarse por el íímpano y contra el cueri)0 extraño, encon-
traba salida relativamente fácil por la trompa de Eustaquio. Procurá-
bamos de tiempo en tiempo modificar con el estilete ó con el g^nrbo
de Politzer la posición del cuerpo extraño (por más que después dp
cada inyección le veíamos en posición distinta), pero todo inútil; el
cuerpo extraño se movía en todas direcciones, pero no podía enfilar el
conducto, cuyo istmo era de un diámetro mucho más pequeño ; asi eí^
que nos hacía el efecto de una bolita de corcho de los silbatos de alarma
que se mueven perfectamente en su casa sin poder nunca salir de ella.
A todo esto la niña empezó á vomitar de nuevo; el abatimiento era
grandísimo, los síntomas de vértigo por excitación laberíntica induda-
bles, y determinamos aplazar otras maniobras parala siguiente sesión.
Al día siguiente el estado era casi igual; todos los ganchos y gtinchi-
tos y unas pinzas de Politzer de doble articulación y cuanto.s instru-
mentos se encuentran en el gabinete del otologista y qite no pn^dan ia-
cer sangre, fueron sucesivamente empleados sin ningún resultado. La
piedrecita se movia perfectamente en su jaula; pero era imposible lle-
varía hacia fuera. Quedaban dos recursos. El primero, esperar á qut
cicatrizara el tímpano, y aprovechando el rebote del agua, impelar al
exterior el cuerpo extraño (medio de dudoso resultado). El seg'umhj.
hacer la decolación temporaria del conducto auditivo membranoso.
Este era la nlllma ratio, pues no habiendo infección ótica y tratándu-v
de un cuerpo que podíamos considerar como aséptico, sobre todo des-
pués de tanto lavado, bien sabida de memoria teníamos la excepcional
tolerancia que el oído externo y hasta el medio tienen para los cuerptis
extraños inertes. Pero, por otra parte, la somnolencia de la enlterniita.
los vértigos traducidos por la vacilación en la marcha y por los v<w
mitos, no nos daban aquella completa tranquilidad que hubiésemos
tenido si no hubiese habido afección timpánica,
Kn estas dudas, se le ocurrió á nuestro ayudante, Sr. Ventosa, la jm»-
sibilidad de que tratándose de un cuerpo oblongo, uno de sus pola-
podría ser fácilmente asequible el aj^a de Wilde, y llegando por un-
<le ellos á la mitad, el c;uerpo extraño podría ser fácilmente extraíd-'.
La idea me pareció tan oportuna y realizable, que mandé armar el
asa (le Wilde con crin de Florencia, y á la segunda tentativa pude co
ger el cuerpo extraño, y á pesar déla enorme resistencia que ofrecía.
lo cual me oblig') á suspender por un momento la tracción, á fin df»
asegurarme de que era realmente el cuerpo extraño lo que traía el
asa, llegué con él liasta el istmo del conducto, á un centímetro del
Mortaliáimd infantil en Madrid 487
meato, en donde al practicar una nueva tracción se deslizó el asa sa-
liendo, pero dejando uno de los polos del ovoide hacia fuera, lo cual
hizo muy fácil la introducción de una pequeña cucharilla fenestrada
que, haciéndola maniobrar como palanca, sacó el cuerpo extraño.
Examinado el tímpano, vimos una enorme pérdida de substancia
en sentido oblicuo, de atrás á delante, que lleg^aba casi al sulcus.
No sé si se habrá empleado otras veces el asa, y es fácil qije así sea;
pero de todas maneras como los clásicos no hablan de ello en este caso
particular, que es precisamente uno de los capítulos de la otología en
que se preconizan instrumentos y medios que á fuerza de ingeniosos
resultan extravagantes, creo útil ponderar las excelencias de un instru-
mento que, además de estar en la mano de todos los otologistas, tiene
la grandísima ventaja de ser en absoluto inofensivo, sobre todo usando
como asa la crin de Florencia, y que aun cuando tenga que penetrar
á través de una perforación timpánica puede hacerlo sin riesgo alguno.
Mortalidad infantil en Madrid '>
Sus prlnolpalea eanaaa y medios de eombatlrla
D. Rafael Ulecia y Cardona
Vocal de la Junta municipal de Sanidad y Director de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas
Encontradas son las opiniones que se !ian emitido acerca^de la salu-
bridad de Madrid. Mientras unos consideran que sus condiciones sani-
tarias son tan detestables que merece el calificativo de la ciudad de la
muerte, otros, por el contrario, juzg'an que este criterio no sólo es exa-
gerado, sino injusto, fijándose en que el coeficiente de mortalidad que,
según las estadísticas corresponde á Madrid, superior al de otras mu-
chas capitales de Europa, es completamente erróneo, puesto que tiene
por base el número de habitantes que figuran en el censo de población.
Si Madrid, dicen, acusa una mortalidad de 32 por 1,000, es debido á
que, para hacer este cálculo, se parte del concepto equivocado de que
el número de sus habitantes es tan sólo de 528,984, siendo así que si el
censo estuviese bien hecho, dicha cifra sería, sin duda alguna, mayor,
y por lo tanto, el coeficiente de mortalidad resultaría menor.
De igual modo se impugnan las estadísticas que tienen por base el
estudio comparativo entre la mortalidad y la natalidad^ en el supuesto
de que no todos los nacidos son inscriptos en los Registros civiles, y
por consiguiente, no pueden los resultados de la comparación conside-
rarse como exactos.
Reconociendo que, en el fondo, no dejan de tener algún fundamen-
to de razón estas objeciones, no he adoptado ninguno de los dos procedi-
mientos; y en el modesto trabajo que hoy tengo el honor de someter á
la consideración de esta ilustrada Junta municipal de Sanidad, he liecho
el estudio comparativo entre la mortalidad infanlil y la mortalidad ge-
neral, y de este modo resalta más á la vista la enorme cifra de niños
me?iOi'es de cinco afios, que anualmente perdemos en esta coronada Villa
y Corte; cifra que, en verdad, resulta aterradora y que demanda de
nuestras Autoridades locales una activa, pronta y enérgica campana
sanitaria, y de los Médicos y de los Higienistas una incansable y bene-
ficiosa propaganda.
Los datos numéricos que consigno, están tomados del Boleí/71 men-
sual de Sanidad, que desde I."" de enero de 1888 á 30 de junio de 1896, pu-
blicó la Dirección general de Beneficencia y Sanidad y del Boletín de Esta-
distica demográfica, que desde 1896 publica este ilustre Ayuntamiento.
( 1) Informe presentado á la Junta municipal de Sanidad, en virtud de acuerdo de la misma, en
23 de diciembre de 1902 y leído ea 6 de ma'-zo de 1903.
Mortalidad infantil-tn Madrid
Estado A
ESTADÍSTICA DEMOGRÁFICA DE MADRID (1)
Mortalidad en Madrid durante los años de 1888, 89, 90, 91, 92, 93, 94 y 9S
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Mortalidad infantil en Madrid
489
EstAdo D (1898). — Defunciones ocurridas durante dlcbo año
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4381 322
93
6
7
(541
Agosto ....
12:U, H2!) 167 4h| 72
138
318 339 366
4íK>
375 276
80
10
16
4665
Septiembre. . .
104^ Us'Jl 170' Ü7l 101
141! 3s3| 347
358
4«8
427 248
78
8
14
4509
Octubre
1151 753 104 <i«) 93 1.55; 3921 437
495
463 347
102
6
12
5158
Noviembre . . .
11871 83X, 190
60 1 84 1 152! 426 373
519
463
503 369
127
9
22
5322
Diciembre . . .
13JÜ X'iH 157
63' 98 163. 43» 474
491
G15
655 517
171
14
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6424 4549 132K
122
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'i-M)\ 1 '2111 '58 2'74'
r^vj
8-44
9-43
10*06 7*12 2-08
0*19
0*27
23-801 l.VM
39' 31 H-85 1
1
1 1
4^ Escuelas munioipalts dé BarcHona
Diagrama a
26,000 —
26,000—^ MORTALIDAD €l<^
24 000 - H NATALIDAD 62.4»
23,000 ^H DIFERENCIA — t,3U
22,000 ^^M
21^000 ^H
20,000 -H
19^000 -H
18,000 -H
17,000 -H
16,000 ~H
15,000 ~H-H
14,000 ~H-H
13,000 IlB-H
12,000 — H-H
11,000 ^H-H
10,000 HH^H
9,000 —H-K
8,000— H-H
7;ooo — H— H
6,000 nH^H
5,oaolH^H
4,000 --H'H
3,000 —H-H
2,000 ~HlH
'^ =PIeIéIeI:EI=1I:IéEI:
^1 i : o s ^ 5 s s í5 g g gf "Sg
Q^ Q «4 m «4 C4 eo <« lA <o i>. 3b <sU3
Flg. 19. — Diagrama de Ja mortalidad en Madrid. — 1896, 1897, 1898 y 1899
(Se continuará).
Escuelas M unieipales de Bapeelona
Deaorlpolóii do ana
Oritloa, raglaa blgiénloaa, ensefianaa y enfermeiladas
POR
D. CÁNDIDO COROMINAS É IlLA
Alumno sobresaliente de Higiene Pública
La escuela municipal que he visitado, y en general ninguna de las
que actualmente funcionan en Barcelona, tiene patio de recreOy^STH las
lloras de descanso. Sería muy conveniente que cada Colegio lo tuviera,
aunque su extensión no fuera más que de 150 á 'JOO metros cuadrados,
como asimismo una sala destinada ai mismo objeto, utilizable en los
(i) Conclusión. — Véase el número anterior.
Escuela» municipaUs de Barcelona 4gi
días de lluvia y en el verano durante las horas del sol. El patio de
recreo ha de recibir el sol y el aire y poseer un suelo seco y liso, no
recubierto con arena, como se hace con el de los jardines; si quiere
ponerse arbolado, es preferible que sea de pinos, eucaliptos, tilos, etc.,
que son aromáticos y purifican la atmósfera ; si quiere instalarse ban-
cos, han de ser de madera imputrescible y colocados en la pared ó en
el suelo.
Como el Colegio de Santa Ana no tiene ningún medio de cale^iía-
miento, no puede hacerse crítica, sino condenar esta falta imperdonable.
En las escuelas bien organizadas debe procurarse que la tempera-
tura de las clases oscile entre 14** y 16^ centígrados en todas las estacio-
nes del año. Para lograrlo en invierno, es preciso echar mano de
algún aparato ó algún medio de calefacción ; la chimenea española no
es aplicable, porque necesita de una persona que constantemente esté
vigilándola ; tampoco las estufas ordinarias, porque dejan filtrar el
óxido de carbono á través del tubo de salida del vapor; tampoco los
caloríferos de aire, agua ó vapor de agua, ya que su instalación es
muy cara y el Municipio no podría sostener el gasto ; únicamente las
estufas eléctricas podrán llenar el cometido el día que estén al alcance
de todas las fortunas, pues reúnen á la ventaja de no ser peligrosas la
facilidad en su manejo.
La ventilación y la refrigeracióíi del local siempre han de ser imper-
fectas, dada la situación de la Plaza de Santa Ana, pero esta dificultad
aun se solventaría en parte si la escuela estuviese bien construida:
las ventanas que miran á Oeste son deficientes, tanto en número como
en su tamaño. Estas aberturas, que son la base fundamental del sa-
neamiento de una habitación, han de ser grandes, teniendo á lo menos
las cuatro quintas partes de la altura de la pared.
Estas ventanas deben abrirse ampliamente cuando las clases no
están ocupadas por los alumnos, en todas las estaciones del año ; en
invierno obtendremos una ventilación continua utilizando el sistema
de los cristales dobles, perforados, etc.
La iluminación natural de aquella escuela se logra por los mismos
medios que la ventilación ; si bien la cajitidad de luz recibida espeque-
ña, ésta entra por el sitio mejor que puede entrar, que es por el lado
izquierdo de los niños. En efecto : si viene de frente, les molesta su-
mamente la vista; si entra por la parte posterior, al leer, los mismos ni-
ños se hacen sombra, y por lo tanto, la luz es disminuida ; si entra por
la derecha, al escribir se hacen sombra sobre el papel con su propio
brazo : así es que la mejor luz es la que penetra por la izquierda, y mejor
aún la zenital, siempre que sea posible obtenerla.
Cuando por las condiciones en que se halla el edificio no es dado
obtener una suficiente iluminación, y ésta es unilateral, se convierte
entonces en bilateral instalando nueVas aberturas. Cuando la luz es
bilateral y resulte excesivamente viva, se amortigua su intensidad me-
diante cortinillas ó persianas. Procúrese siempre que lá luz penetre
directamente por las ventanas, sin que la estorben casas ni árboles.
Cuando la escuela recibe la luz natural con escasez, se recurre á la
iluminación artificial del local. Ya hemos visto cuan escaso era este
medio en la escuela que voy describiendo.
El gas del alumbrado, el petróleo y, en general, todos los cuerpos
combustibles, presentan el inconveniente de dar una llama oscilante y
viciar altamente la atmósfera, condiciones ambas que predisponen á
varias enfermedades en la niñez. La lámpara eléctrica de incandes-
cencia solventa todos estos obstáculos y reúne otras dos condiciones
favorables de no menos importancia: la facilidad de su manejo y la
I impieza continua.
49* Escuelat municipaUi de Barctlona
Tanto si la luz es natural como artificial, debe ser muy abundante,
para evitar una deformación que suele adquirirse en las Escuelas y no
reconoce otro orig-en que la falta de luz : tal es la miopía. En greneral,
una lámpara de diez bujías es suficiente para iluminar cuatro alumnos.
Por lo que respecta al affíui, el colegio sólo tiene la del rvater-closeU
de lo cual resulta que no hay ni un sólo lavabo.
El agua de una escuela municipal ha de estar repartida en distin-
tas secciones ; ha de ser muy abundante en los excusados y orinade-
ros ; en el patio ha de haber un lavabo, otro en cada clase y en cada
una de éstas un caño donde pueda atornillarse una manguera para
lavar el suelo y las paredes, si es que son impermeables y susceptibles
de sufrir esta operación ; por último, si el Municipio dispone de medios
suficientes, debe instalarse una piscina de agua corriente ó renovable
con facilidad, y que pueda calentarse mediante aparatos apropiados.
Estas reformas son tan necesarias en las escuelas municipales como
en las privadas, ya que en unas y otras los niños han de aprender los
principios de limpieza y la higiene que no se les enseña en sus c^«ia.s.
El mobiliario de la escuela á que me refiero es sumamente defec-
tuoso. Los bancos y las mesas son de un solo tamaño, y por lo tanto
no pueden amoldarse á las distintas tallas de los alumnos. De las im-
perfecciones de estos dos muebles nacen distintas deformidades en el or-
ganismo de los niños, deformidades que quedan indelebles toda la vida.
Los bancos de las escuelas han de ser sencillos, á fin de que no se
estropeen con facilidad ; han de tener un respaldo plano que llegue á
la altura de ambas escápulas y en su parte inferior un apoyo para los
pies. Habrán bancos con asiento á distintas alturas, para adaptarse á
las diversas tallas ; para que éstos estén en el banco que les correspon-
de, es preciso que puedan permanecer sentados, con el tronco vertical
y las extremidades abdominales dobladas en ángulo recto.
Lo mismo diré respecto las mesas: debe haber de distintos tamaños
y de diferentes alturas, estando en relnción con las de los bancos: si
son demasiado altas, obligan al niño á levantarse mucho para leer y
escribir ; si son demasiado bajas, le obligan á inclinarse hacia adelante.
Lo mismo pasa cuando falta relación entre la distancia que separa el
banco de la mesa. Como se comprende, todas estas posiciones forza-
das han de crear necesariamente deformidades en el esqueleto de los
niños ; á evitarlas acude la higiene, procurando que mesas y bancos
estén en relación por lo que se refiere á su altura y la distancia que
separa unas de otros.
Los mapas geográficos, en general, reúnen malas condiciones hi-
giénicas, porque siempre se peca por exceso de detalles. Todos ellos,
en vez de estar barnizados, debieran ser mates, con pocos colores y
letra muy clara, y así no perturbarían la vista de los niños.
III
Plan de enseñanza que diíbe seguiiisr kn la instrucción
y educación de los niños
El profesor de la escuela municipal debe procurar tanto por el des-
arrollo intelectual y moral de los niños fiados á su cargo, como por el
físico, toda vez que representando el pueblo escolar la población del
porvenir, degenerará en una raza débil y enclenque si la instrucción
no va acompañada del correspondiente desarrollo orgánico. \ Lástima
grande que nuestra nación haya olvidado este precepto !
Trabajo intelectuah — En España, por término medio, los niños
pasan unas seis horas diarias en la escuela, ó sea la cuarta parte del
día; en algunos puntos de Francia pasan dos horas más, ó sean ocho
Escuelas tnunicipaies de Barcelona 4g3
horas. Jistas seis horas se reparten en tres por la mañana y tres por
la tarde, pero en ellas no hay ningfún rato de recreo, como se concede
en Francia ; sería muy conveniente que aquí se estableciera esta misma
costumbre, porcjue tres horas seg-iiidas de observar y prestar atención
para un organismo delicado como el del niño, representan un trabajo
excesivo : de aquí la fatig-a mental ó surmenage de los franceses, que
tanto acostumbra presentarse en las escuelas. Para evitarlo, lo mejor
es conceder un cuarto de hora de recreo por la mañana y otro por la
tarde, empezado á la hora y media de clase ; esta práctica'tiene además
otra ventaja, y es que cuando los alumnos están en el patio de recreo,
pueden abrirse las ventanas de las salas de clase para ventilar el local.
El trabajo intelectual se interrumpe completamente durante todo el
domingo y en las tardes de los jueves.
Sucede con frecuencia que, además de la escuela, los niños acuden
á ciertas conferencias complementarias, de manera (^ue el conjunto
representa unas ocho ó nueve horas diarias de trabajo, lo cual es causa
más que suficiente de la fatiga mental escolar que siempre deja huella
en el tierno organismo del niño.
El plan que siga el })r()fesor para la instrucción de los niños fiados
á su cargo, puede contribuir mucho á la salud y facilidad de com-
prensión de aquéllos.
Para la instrucción de los niños se siguen tres métodos: el de lec-
tura, de escritura y por lecciones.
En la instrucci?)n por el método de lectura se empieza por enseñar
al niño las primeras letras del abecedario, impresas en grandes carac-
teres, que después se le van disminuyen<lo paulatinamente de tamaño;
cuando conoce todas las letras, se le enseña á articular las sílabas,
después las palabras, las frases y, por último, se le hace leer en los libros
impresos.
En este método de enseñanza debe seguirse siempre un orden pro-
gresivo, yendo de lo más fácil á lo complicado ; tanto en los libros
como en "los mapas y carteles, es indispensable que las letras sean
grandes y de fácil lectura. Es condición precisa que los libros de las
escuelas estén impresos en papel blanco ligeramente amarillento, con
caracteres de 1*5 milímetros de altura y unas interlíneas de 2*5 milí-
metros. Como regla higiénica podemos fijar que, en todo caso, debe
rehusarse un libro «que colocado verticalmente é iluminado con una
bujía, situada á un metro de distancia, no pueda ser leído por una vista
normal, colocado á 80 centímetros de él».
Cuando el niño sabe leer, se le instruye por el método de escritura^
empezando por enseñarle á dominar su muñeca, trazando líneas rectas
y curvas, después á escribir letras, palabras y, por último, una frase ó
una carta.
• Hay muchos niños que tienen la mala costumbre de escribir apo-
yándose únicamente sobre el muslo izquierdo y descansando todo el
antebrazo derecho encima la mesa; esto pasa especialmente en aque-
llos que se dedican á escribif'á la inglesa, siéndoles cisi forzoso adoptar
dicha posición, para que los caracteres resulten bien redondeados. Na-
turalmente que de estas actitudes viciosas pueden resultar grandes de-
formaciones, (jue luego expondré.
Es indispensable que el niño se habitúe desde pequeño á escribir
teniendo el troMCo vertical y no apoyando en la mesa más que las dos
manos ; sería muy conveniente que en las escuelas se suprimiera la
enseñanza de la escritura á la inglesa é instruir únicamente en la es-
critura llamada recta.
En el método de instrucción \}0V, lección es, al niño se le enseña á re-
tener en la memoria ciertos hechos, reglas, etc. Podríamos decir que
494
Escuelas municipales de Barcelona
con este método se hace una grimnasia de la memoria, porque á medida
que se ejercita este sentido interno, va desarrollándose paulatinamente.
E^ la enseñanza por lecciones es donde se presenta con más fre-
cuencia la fatiga mental, y para evitarla, el profesor debe hacer 4e
manera que los programas sean sencillos y no poner muchos á La vez.
A.sl, pasa en nuestras escuelas primarias, que el niño viene obligado á
estudiar lecciones de Geografía, Aritmética, Gramática, Historias de
España, Sagrada y Natural, Urbanidad, Doctrina, etc., todo lo cual
hace que si él quiere cumplir con su deber, entre las horas que pasa
en la escuela y las destinadas al estudio de tantas asignaturas, no
puede menos que exponerse á los peligros de una ponosis meatal con
todas sus malas consecuencias. Por lo tanto, es mejor que, si el niño
es menor de nueve años, sólo estudie una ó dos asignaturas á la par.
yendo sucesivamente de lo sencillo é indispensable á lo complicado v
lo útil.
Para todos los grupos escolares, pero especialmente para los párvu-
los, debe procurarse que la enseñanza sea lo más práctica posible, por-
que así la retención de los hechos queda mucho más simplificada y !^
evita la fatiga mental.
Sucede muchas veces que el niño no es apto para una serie deter-
minada de conocimientos ; en este caso es preciso ensayar otra de dis-
tinta naturaleza ; así, si no aprende las Matemáticas, íe enseñaremos
la Geografía, sino la Historia, etc.
No puedo pasar de aquí sin dirigir un reproche á la mala instrucción
que modernamente se da á las niñas. En vez de enseñarles las reglas de
una buena educación. é higiene femeninas, se les instruye en el francés,
música, pintura, etc., que á más de serles completamente inútiles, le5
ocupa muchas horas del día que no pueden dedicar á nada útil.
Ejercicios fisicos, — Más atrás he hecho ver la necesidad de que el
desarrollo de la inteligencia vaya acompañado del de todo el organismo.
En Francia, la enseñanza de la gimnasia se ha hecho obligtitoria
en todos los centros docentes subvencionados por el Estado. El doetur
Blayac dice que los ejercicios físicos bien dirigidos «desarrollan cuali-
dades de destreza, flexibilidad y fuerza, preciosas en todas las cla.<e3^
de la sociedad, pero indispensables á los alumnos de la,s escuelas pri-
marias, que después han de dedicarse á profesiones manuales».
Entiéndase (jue la gimnasia ha de ser la kiffiénica, no la artistícd.
que es antihigiénica bajo todos conceptos.
Además de la gimnasia, en París se enseña la natación en las e?^
cuelas municipales y en la Armada ; en invierno este ejercicio se con-
tinúa calentando elagua de las piscinas hasta la temperatura de 24**,
mediante aparatos apropiados. Huchard y Margenot dicen que es el
más útil é higiénico de todos los ejercicios físicos, «toda vez que pone
enjuego los músculos (lue ordinariamente están en reposo, desarrolla
el pecho por las inspiraciones profundas y sostenidas que exige y por-
que une á la acción muscular la influencia tónica del baño frío »!
En los países que, qxmxxo España, no hay gimnasios ni piscinas, el
desarrollo físico de los niños que acuden alas escuelas, se logra me-
diante los paseos fuera de la urbe. En este sentido, dignas son de ala-
banza las excursiones científicas que con éxito ha emprendido el Cate-
drático de esta Universidad Dr. Odón de Buen, pues mediante este
píocedimiento se logra simultáneamente el desarrollo orgánico, el de
los sentidos y el de la inteligencia.
Bscutias municipales ae Barcelona 4$5
IV
Enfermedades y epidemias escolares
En los niños con frecuencia se ven ciertas deformidades que no re-
conocen otro origen que la escuela ; estudiaré, como más frecuentes, la
miopía y las desviaciones vertebrales.
Miopía. — Los estudios de Cohn han demostrado de una manera
evidente que la miopía, rara en el nacimiento y más frecuente en la
adolescencia V en la juventud, á menudo tiene su origen en las malas
condiciones de las escuelas. Crikmann y Courad han demostrado lo
mismo.
La miopía escolar siempre es debida á los esfuerzos de acomodación
que efectúa el globo ocular para adaptarse á la visión de los objetos de
{)equeño tamaño ó situados á una gran distancia. Este órgano se de-
órma gracias á las múltiples presiones que sobre él ejercen los múscu-
los rectos y oblicuos, para verificar los innumerables movimientos que
la lectura exige.
Más atrás ya nos hemos ocupado acerca la manera de prevenir esta
deformidad, por lo que respecta á la cantidad de luz de una escuela y
las condiciones que han de reunir los caracteres de los libros y de los
mapas.
Deformaciones vertefyrales. — Son debidas á actitudes viciosas que
toman los niños cuando están sentados durante mucho tiempo.
La escoliosis es la deformación que se presenta con más frecuencia;
la convexidad mira k la derecha, porque la desviación es debida á la
mala costumbre de escribir sentándose sobre el muslo izquierdo y apo-
yando todo el antebrazo derecho encima de la mesa, para escribir con
el carácter inglés. La mala disposición de los bancos y las mesas tam-
bién puede contribuir mucho á su producción.
Ya hemos dictado las reglas higiénicas relativas al mobiliario y á
la manera de escribir, para evitar esta deformación.
Más atrás hemos hablado del surmenage y dictado reglas para evitarlo.
Enfermedades y epidemias. — Las que más deben temerse en las
escuelas son las siguientes : Fiebres eruptivas (sarampión, escarlatina,
viruela, varioloide ), varicela, difteria, coqueluche, parotiditis, cólera,
fiebre tifoidea, grippe, disentería, afecciones cutáneas (tinas favosa,
tonsurante y pelada), y ciertas oftalmías infecciosas. Por imitación,
pueden comunicarse también la epilepsia, el histerismo y la corea, pero
estos casos ya son más raros.
El aislamiento de un niño afecto de cualquiera de las enfermedades
acabadas de citar, será de 40 días si se trata de la escarlatina, viruela,
sarampión, varioloide y difteria, y 25 para la varicela, coqueluche y
parotiditis.
Cuando en una urbe se presente una epidemia de cualquier natura-
leza, en las escuelas deben seguirse los preceptos siguientes :
I.*" El local ha de estar mas limpio que de costumbre, practicando
una desinfección perfecta, fuera de las horas de clase.
2.^ Debe mandarse á los niños á que se laven y/ desinfecten las
manos en el momento de entrar en la escuela.
3.** Alejarlos inmediatamente de este local cuando presenten sín-
tomas de la enfermedad reinante ó haya algún atacado en su familia.
4.*^ Durante toda la epidemia debieran pasarse la mayor parte de
las horas de clase explicando los principios elementales de la higiene
en lo relativo á la manera de evitar la enfermedad.
w-
496
Prontuario de los 9n»en€namientos más comunes y sus primeros auxilios
5.*" Practicar un reconocimiento facultativo diario del local lo?
profesores y los alumnos; y
6.** No admitir en la escuela ningún niño atacado y curado va,
sin que vaya acompañado del correspondiente certificado facultativo,
que exprese han pasado los peligros de contagiar á los otros niños.
Inútil es decir que en una epidemia de viruela todos los profesoreí^
y escolares han de ser revacunados.
Inspección médica é higiénica de las escunas. — Años atrás, en Bar-
celona, el Municipio nombró una Comisión de médicos para que prac-
ticara el reconocimiento de las escuelas municipales y emitiera su dic-
tamen anualmente ; la obra fué empezada con mucho ánimo por parte
de los médicos, pero pronto decayó al ver que aquella entidad no cum-
plía-sus promesas en lo relativo k sufragar los gastos,
Actualmente, en España, la inspección de las escuelas públicas la
practica un delegado de la autoridad llamado InspectoTy y como que
cada provincia no cuenta más que con uno solo de estos agentes , resulta
que la inspección de las escuelas en las gr^indes provincias, como B?ir-
celona, sólo se efectúa cada seis ú ocho años.
Siendo tan delicada la ejecución de las medidas de higiene, no
puede confiarse más que á médicos.
Los médicos inspectores debieran visitar las escuelas menaualraente
en épocas normales y diariamente en tiempo de epidemias, adoptando
en este caso medidas necesarias para evitar que la infección llegue á
la escuela ; pero si todas las medidas tomadas fracasan y hay vario-
niños afectos de la enfermedad reinante, deben ponerlo en comunica-
ción de las autoridades competentes, para que dispongan el cierre del
establecimiento.
Prontaario de los eavenenamlentos más comnnes
y sas primeros auxilios a)
Dr.
POK EL
Domingo Crbmona
Las substancias escritas con bastardilla pertenecen á los envenenamien-
tos más frecuentes, y las palabras que van entre comillas, en las indiracic»-
ues, están puestas con el fin de llamar la atención al que suministre el pri-
mer auxilio.
Ácidos minerales y orgánicos
Acido clorhídrico : Agua de jabón (7 7t Por 1»000). — Magnesia diluida
en el agua. — Bicarb nato de sosa (10 por 1,000). — Agua tibia hasta produ-
cir vómito. — Aceite. — Inyección de morfina («hasta 0*08 centigramos 5i
hay dolor*). « No debe usarse la bomba estomacal ».
Acido sulfúrico : Agua de jabón. — Agua de cal («100 gramos por cucha-
radas, cada diez minutos»). — Cenizas diluidas en el agua. — Magnesia cí»b
agua. — Bicarbonato de sosa en pequeñas dosis. — Aceite. — Leche v* a
voluntad»). — Agua albuminosa. — Inyecciones de morfina. «No deb«f
usarse la bomba estomacal».
Acido nítrico: Agua de jabón. — Bicarbonato de sosa. — Amoníaco di-
luido eu agua. — Magnesia. — Agua de cal. — Agua albuminosa. — A^ceite
(«á voluntad »). — Inyecciones de morfina.
Acido cianhídrico: Por inhalación, hacer aspirar éter, amoníaco.
Cloruros: agua de laurel-cerezo : Por ingestión. Provocar el vómito («apo-
morfina, una ó dos jeringuitas Pravaz d" la solución al I por 100. — Ipeca-
cuana hasta 2 gramos») —Lavado del estómago. —Agua de cloro. — Sul-
fat) de hierro con magnesia hidratada («magnesia, 12 gramos; sulfato de
(1) Semana médica, de Buenos Aires.
Prontuario de los enptnenamientos más comunes y sus primeros auxilios 4g7
hierro, 30; agua, 250) hasta doce cucharadas con intervalos de un cuarto
de hora».
Estimulantes. — Éter clorhídrico, «2 gramos en 200, frecuentemente re-
petidos». «Si el enfermo no puede tragar, dárselo en enemas». — Inyec-
ciones de alcohol. — Éter.
Suero artiftcial. —Alcanfor. —Baño caliente y agua fría sobre la cabeza
y cuerpo. — Fricciones con agua de Colonia. — Alcohol alcanforado.
Oxígeno. — Respiración artificial («Tracciones rítmicas de la len^fua,
16 por minuto ; métodos Sylvester y Pacini » ; electricidad («orrientes inte-
rrumpidas en el pecho ó sobre el corazón »).
AüiDO acético: Magnesia («á voluntad»). — Leche. — Bicarbonato de
sosa. — Inyecciones de m«jrfina.
Acido oxálico y oxalatos: 1.** Debe darse creta en suspensión en el
agua. — Hidrato de magnesia. — Sacarato de cal («3 gramos, repetidos á
menudo»). Después:
2.** Provocar el vómito : {« Apomorfina, unaó do< jeringuitas Pravaz de la
solución al 1 por 100. —Ipecacuana, hasta 2 gramos»).
3." Purgantes. — («Aceite de ricino, 30 gramos»).
Acido fénico: 1.® Sulfato de sosa y magnesia («30 por 1,000 de agua
caliente »). — Agua de jabón.
2.° Bomba estomacal. — Vómitos («apomorñna, mostaza: una cucharada
de >opa. — Ipecacuana»)
3.° Lavado del estómago («Sifón Debove») con sacarato de cai. Sulfato
de sosa ó magnesia. — Agua albuminosa. — Aceite ricino (« 30 gramos ». —
« Aceite de olivas (100 gramos).
Estimulantes: Inyecciones de alcohol, éter, alcanfor. — Suero artiñcal.—
Fricciones. — lílectricidad (« interrumpidas »). — Oxígeno. — Respiración ar-
tificial.
Crbosota. — El mismo tratamiento que el anterior.
Metales y Metaloides
ARséNico: 1.° Vomitivo (« apomorfinia, una ó dos jeringuitas Pravaz de
la solución al 1 por 100. — Ipecacuana hasta 2 gramos ; Sulfato de cobre, 0*20
gramos en 150 de ngua, una sola vez; Sulfato de zinc, hasta un gramo en
200 de agua, en una sola vez»).
2.' Lavado del estómago (« Magnesia calcinada, 10 por 1,000» ).
3." Hidrato férreo gelatinoso («4 á 8 gramos, ósea una ó dos cucharadas
de café en una taza de agua azucarada, cada diez minutos»). « Se necesitan
100 gramos de dicha substancia para neutralizar un gramo de ácido arse-
nioso».
4.° Magnesia hidratada (« una cucharada de postre cada diez minutos)».
5." Magnesia y hierro hidratado («sulfato de peróxido de hierro, 100
gramos; agua, 260, y añádase: magnesia, 15 gramos; agua, 250»), cada
cinco minutos 2 cucharadas de sfipa.
Estimulantes: Fricciones —Calor.
Antimonio : Vomitivos («igual que el anterior»).
Acido tánico (« 2 gramos en agua»). — Cocimiento de quina gris. — In-
fusión de café ó té. — Agua albuminosa — Leche.
Estimulantes : Fricciones. — Calor.
Mercurio: Agua albuminosa («cuatro claras de huevo por un litro
de agua»).
(Bicloruro) : Provocar el vómito : («vomitivos, agua tibia»). (Lavado del
estómago con la misma agua albuminosa).
Estimulantes si hay depresión.
Cobre: I."" Si no hay vómitos (« raro »), provocarlos (« vomitivos : apo-
morfina »).
2.° Agua albuminosa. — Leche («en abundancia»). — «Ferrocianuro
de potasio ».
3.® Bomba ó lavado estomacal.
4.° Inyecciones de morfina ó XXX gotas de láudano.
Plomo : Bomba estomacal. — Vomitivos. — Lavado del estómago con
(«ácido sulfúrico al 2 por 1,000»). — Agua albuminosa. — Leche. — Sulfato
de sosa ó magnesia («50 gramos en 500 de agua»), — Inyecciones morfina.
40i Prontuario de los enpenenamientos más eomun$s y tus primeros auxiíiot
Plata (nitrato): Agua salada. — Leche («á voluntad »). — Evacuación
del estómag-o (« lavado ó vomitivos»). — Agua albuminosa.
ZtNC : Leche. — Agua albuminosa («en abundancia»). — Vomitivo 6
lavado después de lo anterior. — Purgantes (« aceite ricino»).
Fósforo: Vomitivos («véase arsénico»). — Lavado del estómago («a?us
simple ó agua oxigenada »). — « Bsencia de trementina (4 fr 8 gramos du-
rante las veinticuatro horas á intervalos de media hora»). — Agua albumi-
nosa. — Almidón. — Magnesia. — Oxígeno.
Iodo (tintura de iodo): Lavado estomacal. — Vomitivos. — Cocimiento
de almidón. — Engrudo de harina. — Agua albuminosa. — Emolientes-
Inhalaciones de nitrito de amilo. — Inyecciones de morfina hasta 0*03 gra-
mos, si fuere necesario.
Metales alcalinos y alealinoterrosos
Potasa, amoníaco: Sosa: Vinagre con agua («vinagre de tocador»'
jugo de varios limones, limonadas «cítrica, sulfúrica, clorhídrica, tártrica-
Bebida albuminosa, leche». — Purgantes aceitosos. — Inyecciones de
morfina.
Bicromato db potasa (Pilas eléctricas) : Vomitivos. - - Lavados del ebt»-
mago. — Carbonato de magnesia — Calen leche. — Agua albuminosa -
Estimulantes. — Inyección de morfina.
Babio y Barita : Solución «concentrada» de sulfato de sosa ó magnesia
Evacuación del e.stómago («vomitivos ó purgantes >0 — Limonada («sulfú-
rica al 2 por 1,000»), — Estimulantes. Si hay dolor, inyección de morfina.
Oases y vapores
Ácido carbónico y aire confinado : Evitar toda compresión en el en-
fermo. — Quitarle la ropa. — Respiración artificial («Tracciones rítmicas de
la lengua, 16 por minuto »). — Métodos de Sylvester, Pacini. — Inhalacione?
de «oxígeno».
Oxido de carbono : Evitar toda compresión en el enfermo. — Quitarle .a
ropa. — Provocar el vómito. — Respiración artificial. — Exposición al a:re
Arrojar sobre la cara agua fría ó helada (« varias veces»). — Fricciones -
Amoníaco. — Agua con vinagre. — Electricidad, corrientes ascendente
( + « en el ano y — en la boca »).
« Una vez pasado el peligro », estimulantes, calor, etc.*— Suero artificial.
Gas del alumbrado : « El mismo tratamiento que los anteriores».
Gaí sulfhídrico (áe las letrinas): Trasladar el enfermo al aire puro -
Respiración artificial. — Agua clorada. («Se echa sobre un lienzo clorur
de cal y se vierte vinagre, y se hace oler con precaución los \'Bpores que>e
desprenden »). — Amoniaco. — Fricciones. — Estimulantes
«Si hay ingestión de líquido mefítico» : vomitivos. — Lavado del esto-
mago («Desinfectantes»). — Purgantes.
Cloro : Inhalaciones de amoníaco. — Oxígeno.
Alcoholes
Alcohol etílico: Segundo período : Desembarazar el estómago del'-^
líquidos que contenga (« vomitivos, apomorflna»). — Enemas de agua oo:
vinagre ó agua salada. — Suero artificial. — Evitar el enfriamiento. Terce:
período (f< Coma ») : Bomba ó lavado estomacal. — Respiración artificial. -
Estimulantes. — Fricciones.
Alcohol desnaturalizado (nitro-bencina) (esencia de mirbano): Vomitivos -
Respiración artificial. — Oxígeno. — «Dermoclisis». — Fricciones. —Ca-
feína, estimulantes. — Café en ingestión ó en enemas. — Electricidad.
Éter, cloroformo por inhalaciones : Vigilar que las vías respiratorii':
estén libres. — Examinarla posición de la lengua. — Respiración artifini-
(«Tracciones de la lengua, 16 por minuto»). (« Métodos Sylvester, PaciDí ^
Percusión cardíaca. —Termocauterio. — Martillo de Mayor. — Electricidai
+ « en el ano y — en la boca»). — Fricciones. — Cabeza en declive.
Por ingestión : Vomitivos. — Lavado del estómago. — Enema de café.-
Alcalinos.
Bencina: Bomba ó lavado. — Vomitivos. — Estimulantes: amoníaco.
«2 gramos en agua». Inhalaciones de amoníaco. — Respiración artificial-
Electricidad.
La t09 gástrica 4qq
Global : Despertar al enfermo de cualquier manera. — Vomitivos. — La-
vado. — Enema de café (« medio litro »). — « Inyección de estricnina, 3 mi-
ligramos ». — « Inhalación de nitrato de amilo ». — Respiración artiñciaL
Alcaloides
Opio y morfina: Vomitivos. — Bomba y lavado del estómago con («ta-
nino, 5 gramos; agua; 1,000») («Iodo, 0*30 gramos; ioduro potásico, 0*40;
agua, 1,000»). «Pueden darse estos líquidos como bebida». Cafó á alta^
dosis ó en enema, cafeína, revulsión. — Estimulantes. -— Electricidad. —
Inyeccióu de atropina (« 2 miligramos) ; se repite al cuarto de hora, si es ne-
cesario ». — Inhalaciones de nitrito de amilo. — Respiración artificial.
Líudano : Iguales indicaciones que en el anterior.
NuBz VÓMICA T estricnina: La vado. del estómago «con las substancias
anteriores ». r- Vomitivos («apomorflna»). — Tintura de iodo cada diez mi-
nutos (« X á XX gotas en tiLgua»). — Purgantes («aceite ricino»). — Inhala
ciones de nitrito de amilo. — Cloroformo. — Éter. — Bromuro de potasio. —
Cloral. — Respiración artificial.
Bslladona y atropina: «Lavado del estómago con las substancias men-
cionadas». — «Vomitivos». — Café. — Carbón animal. — Estimulantes. —
Fricciones. — Sinapismos. — Respiración artificial. — Electricidad.
Cicuta : Lo mismo que la anterior.
Cocaína : Inhalaciones de nitrito de amilo. — Inyecciones de cafeína. —
Acetato amoníaco. — Purgantes.— Tanino. —Quina. —Cloroformo. — Éter.
Enemas de cloral.
Esbbina : Lo mismo que el del opio.
Digital
Lavado del estómago. — Vomitivos. — Agua tibia ó solución de tanino
al 5 por 1,000. — Té. — Café. — Estimulantes. — Posición horizontal.
Cantáridas
Vomitivos («de preferencia apomorfina»). — Bebidas emolientes («agua
albuminosa *). — Leche. — Inyecciones de morfina si hay dolor. -
Intoxicaciones alimenticias. — Hongos (Muscarina)
Lavado del estómago. — Vomitivos. — Purgantes. — Tintura de bella-
dona (« XXX gotas en poción »). — Atropina («0'003 gramos, repetida, si e^
necesario, al cuarto de hora»). — Estimulantes. — Calor.
Petróleo (queroseno) : Lavado del estómago. — Vomitivos. — Estimu-
lantes. — Calor en las extremidades.
ANILINA : Mucho aire. — Respiración artificial. — Oxígeno. — Estimu-
lantes. — Sangría. — Fricciones secas sobre los miembros inferiores >
tórax. — Éter (inyecciones).
La tos gáLStpiea
(i)
POR
Luis Revol
Interno de los hospitales de Lyon
I. Definición y discusión, — La tos, de una manera general, es ui-
acto reflejo que se traduce por una ó varias expiraciones bruscas, por sacu-
didas, casi siempre sonoras y estrepitosas : en este fenómeno, el aire conté
nido en el árbol respiratorio es arrojado violentamente de un modo espas
módico á través de la glotis reducida.
El reflejo tucíparo está determinado por la excitación de uno cualquier
de los territorios enervados por el pneumogástrico 6 por sus ramas ; podrr
tener, pues, su punto de partida en órganos variados ; lo más frecuente-
mente el aparato respiratorio será el lugar de origen, y casi todas las afee
ciones de este aparato van acompañadas de tos. Pero á su vez otros órganos
pueden ser el punto de partida de la tos y entre ellos el estómago. Así, po-
dremos dí'flnir la tos gástrica diciendo : la que se realiza cuando una exci-
(i) GaK d9S hóp,, 8 agosto 1903.
I ' 500 La tos gástrica
tación, sea de la naturaleza que fuere, parte de la mucosa estomacal. Fre-
cuentemente la ingestión de los alimentos es la qne determina esta excita-
ción y, por consiguiente, la tos. Este es un punto sobre el cual todos los
. autores están de acuerdo.
Pero la discusión empieza cuando se trata de determinar en que condi-
ciones deben encontrarse el estómago y el aparato respiratorio para que la
í. tos pueda ser realmente calificada de tos gástrica. Bn efecto: hay autores
'¿ que, con Trousseau, creen se ha de reservar el nombre de los gástrica ala
tos que ocurre en l«s afecciones estomacales, fuera de toda lesión orgánica
I' ' de las vías respiratorias, eliminando pf)r este hecho una de las afecciones
ly más aptas, como lo veremos, para producir la tos gástrica ; nos referimos a
^' la tuberculosis pulmonar.
i^v Otros, por el contrario, con Willis, Pujol, Landre. Beauvais yMarfan,
k se abstienen (!e esta restricción y admiten como tos gástrica todas lasque
se producen con motivo de la ingestión de alimentos, que parecen sercau-
'[■■', sadas por ei contacto de éstos con la mucosa estomacal, sin eliminarlos
casos en que hay coexi&tHncia de lesiones del árbol respiratorio.
El acuerdo parece ya hecho, y actualmente los tratados clásicos han adop-
■ tado este último modo de ser. La tos gástrica entra en la categoría de las toj^es
^ llamadas reflejas ; expresión desgraciada, puesto que la tos es siempre un
acto reflejo; es decir, en la categoría de las toses cuyo origen se debe ala
irritación de un órgano que no sea el aparato respiratorio. Y entre estas
toses reflejas, la tos gástrica será la que tenga por punto de partida una
• ■ irritación <le la mucosa estomacal.
n. Historia. — Hay poco que decir sobre este asunto.
Willis da, antes que nadie, el nombre de tos gástrica á la tos consecutiva
á la ingestión de alimentos.
Morton, ant^-s que Wilíis, había ya señalado, en 1737, la frecuencia de 'a
I ' tos y del vómito en los tuberculosos en pos de las comidas, y consideraban
este síndrome como uno de los signos patognomónicos más ciertos de la
tuberculosis pulmonar.
Baumes emite ideas análogas, en 1798, sobre el valor diagnóstico de la
tos gástrica.
Con Trousseau se abre la discusión de que hemos hablado antes á prop<>
sito de la definición de esta tos.
La cuestión de la patogeniay del mecanismo de la tos gástrica no parecet
haber suscitado numerosas investigaciones. Es preciso citar, sin em-
bargo, á :
Hérard y Cornil, que buscan en 1854 dar una interpretación ftsiológi'^i
de la tos gástrica ;
Nothnagel y Kohts que han dilucidado con sus experimentos ciert'^>
puntos de la cuestión.
Por último, importa señalar entre los trabajos contemporáneos: latesi?
deMarfan (París, 1887); los artículos de LerebouUet en el Dictionnaire dt
Dechambre y en la Gazette hebdomadaire de 1874; el artículo de Martioet
(Presse méd., 1901) sobre las toses reflejas en general y su tratamiento.
TIL Etiología. — La tos gástrica puede manifestarse en un determina-
do número de circunstancias :
A. En los sujetos sanos puede aparecer con ocasión de presiones ejerci-
das en la región epigástrica, ó de la ingestión de bebidas frías ó heladas.
Bull, entre otros caSos, cita el particularmente típico de una joven de veinti-
cuatro años, en quien las presiones de la región epigástrica determinaban
ataques de tos superficial, seca y por accesos, que verdaderamente eran uf
tos gástrica.
Con más frecuencia se tendrá que tratar en estos casos á individuos roa^
ó menos afectos de neuropatía y en los cuales la excitabilidad de la mucoí«
estomacal .«e haya, por este hecho, aumentado.
B. En ciertas anemias, y particularmente en la anemia de las persorja>
jóvenes, tól estado de la sangre en las anemias aumenta, como verenioj?.
la excitabilidad de las terminaciones nerviosas y las del pneumogástrico
en el caso que nos ocupa. Pero es necesario siempre ser muy vigilantes,
buscar con atención una tuberculosis incipiente, encubierta por la anemia
y que entonces sería la causa verdadera de la tos gástrica.
C. En las afecciones del estómago, — Aquí los casos son numerosos y sí
La tos gástrica 5oi
puede decir de un modo general que todas las afecciones orgánicas del estó-
mago son capaces de dar origen á la tos gástrica.
Krimer invoca la presencia de gusanos en el estómago como determinan-
tes de los accesos de tos.
El empacho gástrico, en todas sus formas, es una causa frecuente de tos
gástrica. Todas las variedades de dispepsia pueden determinaría ; y aún
en ciertos casos, precisamente la tos gástrica y los feuómenos disnéicos que
la acompañan permitirán, después del examen de los otros órganos, diag-
nosticar una dispepsia posible. Frecuentemente se tendrá que tratar á in-
dividuos atacados de catarro crónico del estómago consecutivo á abusos
de alcohol ó de tabaco ; pero en estos enfermos habrá que pensar en que
existan simultáneamente lesiones faríngeas, y éstas son frecuentes, pudien-
do inducir á error, y atribuirse al estómago lo que pertenece en realidad
de la faringe.
En algunos casos, el cáncer del estómago determina la tos gástrica ; en
la úlcera, es frecuente.
En todos estos enfermos, la causa más ligera de excitación estomacal,
particularmente la ingestión de bebidas frías, podrá determinar accesos de
tos gástrica.
1). En las a feccmies pulmonares. — Con frecuencia, en estos casos, co-
existirán lesiones del estómago que pueden pasar inadvertidas. La afección
pulmonar por sí sola es incapaz de determinar la tos gástrica : el viejo en-
ftsematoso, el enfermo atacado de bronquitis crónica, no tosen después de
haber comido Pero si no padecen al mismo tiempo una afección gástrica
no toserán. O bien, la enfermedad pulmonar coexistirá con un mal estado
general, capaz de míulificar la excitabiliclad del pneumogástrico.
E. En las afecciones simultáneas del pulmón y del estómago. — Esta es se-
guramente la principal causa de la tos gástrica, en la que ante toda se debe
pensar siempre. Esta condición se encuentra realizada en un cierto núme-
ro de casos : son numerosos los enfermos que simultáneamente tienen una
afección respiratoria y otra estomac«l , y muchas son las afecciones que
pueden encontrarse así reunidas. De este modo citaremos los viejos alco-
hólicos atacados á la par de gastritis, de catarro y de enfisema. Pero, en
realidad, la causa que realiza esta asociación morbosa con mucha más fre-
cuencia, es la tuberculosis pulmonar. En todos los períodos de esta enfer-
medad podrá encontrarse la tos gástrica. Pero sobre todo es frecuente ó
interesante al principio cuarido todavía sólo existen en el pulmón lesiones
poco importantes, susceptibles de pasar inadvertidas. Marfán coloca la tos
gástrica entre las más importantes manifestaciones de lo que él llama el
síndrome inicial, en su estudio sobre los trastornos y lesiones gástricas de
la tuberculo.sis pulmonar. Algunas veces esta tos será la única manifes-
tación del sufrimiento del aparato digestivo ; frecuentemente se asociará á
otros fenómenos de orden dispéptico ; coincidirá también con la alteración
del estado general, con la anemia que se observa con tanta frecuencia al
empezar la tuberculosis.
En resumen, desde el punto de vista etiológico, si ciertas condiciones
pueden realizar la tos gástrica, ésta se produce cuando existe un sufri-
miento simultáneo del estómago y del pulmón, condición que se realiza con
mucha más frecuencia en la tuberculosis pulmonar.
IV. Fisiología patológica y patogenia. — El mecanismo de produc-
ción de la tos gástrica ha suscitado cie-to número de hipótesis y experimen-
tos sobre los cuales los autores apenas sí se muestran de acuerdo.
Antes de abordar el estudio de las teorías patogénicas de la tos gástrica,
nos parece títil pasar revista á los resultados, variables por otra parte, su-
ministrados por la experimentación.
A. Experimentación. — aj Excitación del estómago. — El primer ex-
perimento que debía acudirse, era excitar la mucosa gástricay ver si esta
excitación era capaz de provocar la tos.
Tal fué lo hecho por Kohts en el animal ; pero sólo obtuvo resultados ne-
gativos, y sea cual fuere la naturaleza de la excitación causada á la mucosa
estomacal, mecánica ó eléctrica, la tos no ha podido ser provocada. El mis-
mo autor ha investigado lo que pudiera producir la excitación del esófago ;
vio que la excitación de la mucosa esofágica no dada nada> mientras que la
excitación de la túnica muscular provocaba una tos ronca. Concluyó por
Soa La tos gásíriea
«lalogía que la ezcitacióD de la muscular del ebtómago podía determinar
la to8.
Mo hemos encontrado relaciones que ef^tablezcan qué resultados pudie-
ran obtenerse en el hombre excitando el estómago, cuando éste es aborda-
ble, como puede verse en ciertos estados patológicos.
b) Excitación del pneumogástrico ó de sus ramas. — Aquí vamos á encon*
trar cierto número de experimentos ; por desgracia, los autores no estftn
siempre de acuenlo respecto & los resultados.
Krimer, Cruveilhier y Romberg, excitando el pneumogástrico intacto,
ya mecánica, ya eléctricamente, provocaron la tos Obtuvieron el mismo
resultado excitando la extremidad central del nervio seccionado.
Nothnagel, en an&logos experimentos, obtiene resultados contradicto-
rios ; comprueba que las excitaciones producidas directamente sobre el
pneumogástrico no determinan tos ; este resultado, en realidad, está con-
forme con lo que se sabe sobre el mecanismo general de los reflejos, que se
hace nacer mucho más frecuentemente excitando las expansiones periféri-
cas de un nervio, más bien que excitando directamente el mismo tronco
nervioso En todo caso, no elimioa la posibilidad de producción de la to?
por excitación de las terminaciones estomacales del pneumogástrico.
Rosentbal, excitando el pneumo'j-ástrico por debajo del origen del nervio
laríngeo superior, llega á producir' la tos. Spring demuestra que, si se
puede obtenerla tos por excitación del pneumogástrico. el efecto es mucho
más grande cuando las excitaciones se producen, no en el pneumogástrico,
sino en el laríngeo superior.
Es bueno acordar, por último, para la exposición ulterior de las teorías
del origen extra-estomacal de la tos gástrica, que Kohts produjo la tos ex-
citando, no sólo el laríngeo superior, sino también el faríngeo superior,
dando la excitación de este último nervio sacudidas de tos tanto más enérgi-
cas cuanto menos tiempo se ha expuesto al aire. Si en lugar de excitar
directamente el faríngeo superior, se producen las excitaciones sobre It
mucosa de la pared posterior de la faringe ó la cara inferior del velo, se ob-
tienen resultados mucho menos precisos. En el hombre, particularmente,
esta excitación produce tan pronto tos como sólo movimientos de deglución
ó una sensación de extrangulación.
B. Patogenia ub la tos oásteica. — Aquí es donde hemos de encon-
trar las mayores divergencias. Porque si hay autores que admiten, con mis
ó menos restricciones, el origen estomacal de la tos gástrica, hay otroí* que
rechazan completamente este origen, y explican por diversos mecanismos
la producción de la tos llamada gástrica. La divergencia se refiere no sólo
á las diferencias de interpretación de los fenómenos, sino á la misma defi-
nición de la tos gástrica, sobre la que, como ya hemos visto, no están todo#
de acuerdo. Antes de exponer las teorías y el mecanismo de la tos de ori-
gen gástrico, pasemos revista á las teorías'de los autores que rechazan el
origen gástrico.
a) Teorías del origen extra-estomacal de la tos llamada gástrica. — Brücke
dice que es verosímil que el agente provocador de la tos gástrica no se en-
cuentre en el estómago, pero sí en las vías respiratorias; para este autor.
lesiones pulmonares que pasan inadvertidas son las determinantes de estt
tos que injustamente se atribuye al estómago.
Edlessen explica la tos gástrica por un mecanismo bastante sencillo;
pero parece partir de una falsa definición de esta tos, comprendiendo bajo
e.ste nombre únicamente la tos seguida de vómitos. Para él, cuando el en-
fermo tose, las mucosidades expectoradas vienen á irritar la faringe y pro-
vocan los vómitos con tanta más seguridad cuanto que la faringe estaré ea
un estado de inflamación crónica. Las secreciones morbosas de las fosas
nasales, refluyendo á la faringe, pueden obrar de idéntica manera. Y en
resumen, para Edlessen es injusto admitir el origen gástrico de una tf>
únicamente porque esta tos es seguida de vómitos. A esta teoría puédase
objetar que la tos gíístrlca no es la única seguida de vómito ; la tos gástrica
puede existir sin vómito y ser determinada, por ejemplo, por la ingestióa
de ciertos alimento.^, bebidas frías, etc.
Eichhorst admite que en todas las afecciones del estómago puede existir
regurgitación df» gases irritantes, que remontan el esófago, excitan la
lengua y producen la tos ; este mecanismo es muy admisible, pero no coni-
La tos gástrica 5o$
prende todos los casos. Bn muchos enfermos la tos producida por la inges-
tión alimenticia parece reconocer un mecanismo análogo al de fiichhóf st y
tener su origen en la excitación de la laringe ó de la faringe. Por ejemplo:
en los enfermos atacados de lesiones ulcerosas de la epiglotis, de la faringe,
tan frecuentes particularmente en los tuberculosos, es muy probable que
el contacto de los alimentos con las regiones ulceradas determine violentos
accesos de tos mucho antes que dichos alimentos lleguen al estómago. Bn
estos casos, la tos no proviene realmente del estómago ; depende, sin duda
alguna, de la irritabilidad morbosa creada por la presencia de ulceraciones
en una región cuya excitación responde, en estado normal, á la tos y aún
al vómito. Otra prueba de esto hecho está sacada del resultado obtenido
por la anestesia local con la cocaína que suprime la tos.
b) Teorías del origen estomacal de la tos gástrica. — Acabamos de ver los
diferentes mecanismos por los que la tos puede producirse fuera de toda
intervención del estómago. Indudablemente, ciertos casos responden en
realidad á tales mecanismos. Pero no es menos cierto que existen otros ca-
sos en los cuales el origen estomacal es innegable.
Eichhorst reconoce que la tos gástrica producida por la presión so'bre el
epigastrio no puede muy bien explicarse de otro modo sino por la excita-
ción del estómago. Pero aun exceptuando este caso algo particular, no se
puede comprobar el origen estomacal de ciertas toses producidas realmente
por el contacto de alimentos con la mucosa gástrica. Y si se quiere inten-
tar una patogenia racional de la tos gástrica, es preciso recordar que el
hecho inicial es la presencia de los alimentos en el estómago ; es decir , á
prioriy y dejando á un lado toda teoría de mecanismo, la excitación por el
contacto de estos alimentos de las Abras terminales del pneumogástrico.
Siendo así, se puede explicar la tos gástricn, como lo hace Peter, por la
irritación del pneumogástrico estomacal que determina por acción refleja
la excitación del pneumogástrico de los bronquios y provoca la tos. La
excitación obraría primero sobre la vascularización y la secreción de los
órganos respiratorios que influirían secundariamente sobre los centros.
Este mecanismo, bastante complicado con la reacción de una parte del mis-
mo nervio, no parece responda mucho á la realidad. Parece más probable
que la excitación se transmite directamente del estómago álos centros. El
pneumog/istrico forma un todo que reaccionará en su conjunto cuando se
produzca una excitación en uno cualquiera de sus extremos. Pues bien: en
el caso más frecuente de tos gástrica, en los tuberculosos, hay en el trayecto
del nervio dos órganos que sufren: el estómago y el pulmón. Que una
causa excitante obre sobre un punto irritable , los alimentos en el estómago
en el caso que nos ocupa, y agitará la totalidad del pneumogástrico ; el del
pulmón y los bronquios reaccionarán con la tos ; el estómago con el vó-
mito ; y «porque habrá comido el individuo toserá y vomitará acto segui-
do ». ( Marfan ). ^^^
Pero una condición indispensable de la tos gástrica es una mucosa esto-
mfacal enferma. En un estómago normal el contacto de los alimentos
no provocará la tos, porque no es sano que este contacto produzca efectos
anormales de excitación, una de las mejores pruebas que se puede dar de
esto es que los enflsematosos, por ejemplo, no tosen después de haber co-
mido, no vomitan después de haber tosido ; lo harán solamente si padecen
una afección gástrica.
Por último, una causa adyuvante que no se ha de descuidar, es el estado
de anemia de los enfermos, lo más frecuentemente tuberculosos como hemos
dicho: esta anemia exagera la excitabilidad de los nervios, la del pneumo-
gástrico en particular.
En suma, la tos gástrica reconoce un mecanismo sensiblemente análogo
al de la tos en general : es un acto reflejo.
«. Los centros del reflejo responden verdaderamente á los centros bulba-
res y á los centros accesorios de la respiración.
/B. La vía centrípeta está representada por el pneumogástrico.
T. La vía centrífuga está representada: para la expiración, por el
pneumogástrico que enerva los músculos motores bronquiales, y por los
nervios intercostales; para la inspiración, por el frénico, por el espi-
nal (músculo esterno-cleido-mastoideo), por el plexo cervical, el bra-
quial, etc. (músculos trapecio, escalenos, intercostales). El pneumagástrico
5o4 La tos gástrica
por SUS fibras antitónicas ó de paro de los músculos brónquicosfüoyon.
Arch, Physiol.y IHÍH) puede igualmente desempeñar cierto papel en la inspi-
ración.
8. Por último, los mismos centros del reflejo dependen de los ceDlros
superiores, cerebrales, que no dejan de determinar efectos excitantes ó inhi-
bidores cuyo conocimiento es útil.
C. Patogenia del vómito.— El vómito que sigue á la tos gástrica. es
para unos puramente mecánico (Morton, ?ayle), resultante de las sacudidas
que las toses producen ; para otros (Peter, Marfan), será de orden reflejo y
revela el sufrimiento del estómago.
Arnozan demuestra que la tos es una condición muy favorable parad
vómito en los individuos atacados de lesiones gástricas; la tos determina,
en efecto, una disminución de la presión intra-torácica, y esta dismioución
será una condición indispensable del vómito.
V. SÍNTOMAS. — Sea cual fuere la causa de la tos gástrica, se presenta
casi siempre bajo el mismo aspecto, con variaciones únicamente en la inten-
sidad y en la duración de los fenómenos.
Es una tos habitualmente seca, es decir, no seguida de expectoración.
A lo más el enfermo expele algunas mucosidades ó un poco de saliva, fara
que haya expectoración verdadera, es preciso que el enfermo esté atacado
al mismo tiempo ¿e bronquitis ó de cuahiuiera otra lesión pulmonar. La
coexistencia es frecuente, es cierto, pero no obligatoria.
Por lo mismo que es seca, es una tos inútil, que no responde á la nec«'íi-
dad de desembarazar las vías respiratorias de los productos morbosos que
las ocupan..
Lo más frecuentemente esta tos es por accesos. Los accesos son largos.
se repiten á cortos intervalos, y por esto la tos se hace particularmente pe-
nosa para el enfermo. Muchas veces también se añade á estos fenómenos
una disnea que contribuye á agravar la situación del enfermo. Esta disnea
es el resultado de los trastornos congestivos reflejos que se producen ene!
pulmón ; en ciertos casos puede adquirir una intensidad muy grande
(Snowmnn).
Por último, un carácter que puede faltar, pero que forma muchas veces
parte del cuadro clínico, es el vómito que sigue á la tos: la tos gástrica **>
emética. Y, en los enfermos que nos ocupan, si la tos gástrica no va se-
guida siempre de vómito, éste sigue casi siempre á la tos gástrica; to.^^eii
porque han comido, y vomitan porque han tosido. El vómito no va acom-
pañado generalmente de sensaciones de náuseas ; si éstas existen, son p'co
pronunciadas ; pero, en cambio, se acompaña muchas veces de palpitacione.s
cardíacas (Peter) y de sensaciones de vértigo (Snowman), que añaden á hí
angustia del enfermo, ya grande de por sí, la disnea y la tos. Las materia^
arrojadas son alimentos no digeridos (Sée).
Tales .'On los caracteres de la tos gástrica y de los fenómenos que la
acompañan ; por este conjunto el enfermo presenta ún aspecto bastante tí-
pico que será fácil reconocer.
Tomemos, por ejemplo, el caso más frecuente, el de un tuberculoso. La
tos gástrica se presentará después de la ingestión de los alimentos. Lo mss
frecuente será después de la cena y muchas veces la tos empieza cuando el
enfermo se acuesta. Primero es una tos superficial, que rápidamente >e
hace por accesos y horriblemente penosa; el enfermo se sienta en la cama:
su rostro está muy coloreado, sus ojos inyectados y lagrimosos; su tórax
está agitado por los ataques de tos, que se suceden de cerca y aumentan en
intensidad; el enfermo tiene en el pecho una sensación de conmoción y de
desgarro horriblemente doloroso. Después de un tiempo variable, tan
pronto los fenómenos se calman para cesar por completo, como con más f^^
cuencia sobreviene el vómito: los alimentos ingeridos son rechazados ca>i
intactos, y desde este momento el enfermo encuentra alivio, hasta que la
misma serie de fenómenos se presenta con ocasión de una nueva inges-
tión alimenticia. No insistiremos sobre el lamentable estado del tísico que
presenta la tos gástrica : la menor tentativa de alimentación puede desper-
tar la serie de fenómenos tan dolorosos, como ya hemos descrito, y el en-
fermo puede llegar á rehusar el alimento, temiendo las consecuencias de
cada tentativa de alimentación.
VL Pronóstico y complicacionbs. — El pronóstico de la tos gástrica
La tos gástrica 3o5
depende de las lesiones que la determinan. Y se concibe fácilmente toda la
diferencia que es preciso hacer entre un tuberculcso atacado de tos gástrica
y un enfermo eu el que la tos «"ástrica sea la consecuencia de un viejo enfi-
sema pulmonar coexistente con una gastritis crónica.
Pero no se ha de olvidar que la tos gástrica es de por sí relativamente
grave : agota al enfermo por los esfuerzoife que determina ; hace difícil la
alimentación, hecho particularmente sensible en los tuberculosos que ten-
drían necesidad de una abundancia de alimentos. De este modo la tos
gástrica agrava, pues, siempre el pronóstico de la afección que la de-
termina.
Por último, la tos gástricsu puede ser causa de complicaciones que no
difieren de las de la tos en gefferal, y sobre las que es inútil insistir ; nadie
ignora la frecuencia de las hernias, hemorragias, enfisema, pneumotórax,
en los enfermos que tosen frecuentemente y por largo tiempo, etc. Por sus
caracteres de ataques, la tos gástrica, más que cualquiera otra, es capaz de
determinar estas complicaciones; y con bastante frecuencia se ve que los
tuberculosos presentan un pneumotórax, ó tienen una hemoptisis abun-
dante á consecuencia de estos largos y penosos accesos de tos, determinados
por la ingestión de los alimentos.
VII. Diagnóstico. — A. Díagnósttco difereiicial. — Es preciso recono-
cer, ante todo, que la tos gástrica es un hecho de importancia. Su carácter
esencial de presentarse después de la ingestión de los alimentos, permitirá
muchas veces evitar toda confusión.
Por consiguiente, se abstendrá de atribuir al estómago lo que en realidad
proviene de otros órganos ; sin que se eche en olvido que las lesiones de la
far»ng«» pueden determinar también la tos, y que estas lesiones de la fa-
ringe son frecuentes, tanto en los tuberculosos como en los enfermos que
padecen antiguas gastritis consecutivas al abuso del alcohol ó del tabaco.
Pero la tos en este caso prodúcese mucho más pronto que la tos gástrica, en
el preciso momento del tiempo faríngeo de la deglución. Esta tos faríngea
va acompañada, además, de una sensación de cuerpo extraño, que habitual-
mente falta en la tos gástrica.
Es de importancia no confundir tampoco esta última tos con la debida á
la pirosis ; en estos sujetos, verdaderaniei»te hay ascensión del líquido esto-
macal hasta el nivel de la laringe, y excitación del espacio interaritenoideo,
región esencialmente tucípara(Pcchkranz).
La tos laríngea es también muchas veces seca ; se hace sin grandes es-
fuerzos musculares ; tanto ronca como estridente, puede ser mi\s ó menos
apagada ; se acompaña regularmente de una picazón laríngea muy penosa;
es espasmódica. l.o.s que padecen de coqueluche, que vomitan Cf)n tanta
frecuencia después de haber tosido, no han de tomarse por enfermos ataca-
dos de tos gástrica. Kn ellos, esta tos seguida de vómitos no es determinada
por la ingestión alimenticia; es totalmente independiente de ella y no hay
en absoluto tos que se pueda calificar de tos gástrica.
En fi[i, la tos gástrica se diferenciará fácilmente de la tos de las afeccio-
nes traqueo-brónq nicas, de la tos pleural, intestinal ó nerviosa. Porque en
todos estos casos la tos es independiente de la alimentación y no es influida
por ella.
Algunas veces, sin embargo, será preciso pensar en la posibilidad de
enfermos neurópatas con la mucosa estomacal hiperestésica y no atribuir
su tos á lesiones pulmonares ó gástricas que no existen en realidad.
B. Diagnóstico de la cama. — Fácilmente se eliminarán los casos, raros
por otra parte, de sujetos absolutamente sanos atacados de tos gástrica oca-
sionados por presiones sobre la región epigástrica ó por la ingestión de be-
bidas frías.
Cuando la tos gástrica parezca depender de la anemia, será preciso des-
confiar, examinar atentamente al enfermo y buscar si esta anemia es una
máscara que encubre una tuberculosis incipiente.
Con los antecedentes de los enfermos, y ante los signos propios de estas
afecciones, se reconocerá las enfermedades del estómago, dispepsias, gas-
tritis, úlceras, cánceres, que pueden determinar la tos gástrica, así como las
afecciones de los bronquios ó pulmones, distintas de la tuberculosis, y qu
pueden coexistir con las primeras. En ciertos casos la vacilación será po-
sible; el estado caquéctico en el que caen á veces los individuos desde largo
3o6 La tos gástrica
tiempo dispépsícos y le tos que acompaña á este estado, podrían hacer creer
en la tuberculosis : el examen atento y concienzudo del pulmón permitirá
solventar las dudas. I
En resumen, en la gran mayoría de casos la tuberculosis será la causa I
de la tos gástrica ; tan pronto aparecerá en un tult)erculoso avanzado, cod
signos estetoscópicos absolutamente no dudosos, cómo, por el contrario, en
un tuberculoso incipiente con signos que permiten dudar aún de la infec- I
ción bacilar; y en este caso la tos gástrica adquiere un gran valor disi^Dus-
tico: «el conjunto morboso muy puro, que consiste en toser después de
haber comido, y en vomitar después de haber tosido, no se observa sino
cuando se encuentra un individuo que padece al mismo tiempo una afec-
ción pulmonar y una afección estomacal ; p#es no hay enfermedad en que
se observe una coexistencia de tal orden, tan frecuentemente como en la
tisis» (Marfan).
VIH. Tkatamiento. — La tos gfástrica es un síntoma que debe tratarse.
Hemos visto sus inconvenientes : fatiga al enfermo, dificulta su alimenta-
ción; por último, es inútil.
La terapéutica podrá intentar cumplir varias indicaciones :
1.* Modificar la sensibilidad de la mucosa gástrica. — Para esto, será pre-
ciso ante todo dar al enfermo un buen régimen ; ño olvidar que la tosgáj^-
trica tiene su origen en una alteración orgánica ó funcional del estóiuago.
y, por consiguiente, dar al enfermo la alimentación que reclame este estado
gástrico : alimentación tan variable como, por otra parte, lo son los mismnf
estados del estómago capaces de suscitar la tos. En segundo lugar, s»- p< -
drá emplear diversos medicamentos que obran como modificadores de la
sensibilidad estomacal : el láudano á la dosis de I ó II gotas antes de la co-
mida (Peter), la morfina, la cocaína ( un miligramo de clorhidrato en uua
cucharada de agua de cal), el agua cloroformada (Laségue); la tintura de
iodo (' ». Sée). R. Tripier recomienda el alcohol, á débil dosis, al principio
de la comida.
Por último, se ha de cuidar que el enfermo se halle en las mejores con-
diciones posibles para alimentarse : hacerle comer poco cada vez y á menu-
do; recomendarle no se acueste tan pronto como termine .su comida La
alimentación mediante el tubo ha podido prestar servicio en un determi-
nado número de casos.
2." Obrar sobre la vía centrípeta del reflejo, es decir, sobre el pneumog'H-
trico. — Woillez recomienda los emhadurnamieutos faríngeos con unasr-iu-
ción fuerte de bromuro potásico, que tendría por efecto narcotizar el pneu-
mogástrico obrando sobre los filetes faríngeos. Con el mismo fin se puede
emplear los toques con clorhidrato de cocaína.
3.* Obrar sobre los centros reflejos para disminuir su excitabilidad. ^E\ bro-
muro potásico responde bien á esta indicación, así como el opio y todos #1:^
derivados, en particular la codeína, la morfina, la heroína, h\ narceína, etc.
Cuando se emplee la morfina, úsese siempre soluciones frescas, á fin de
evitar la producción de apomorfina, que determinaría vómitos. La bellado-
na, administrada después de la comida (G. de Mussy), el bromoforrao y el
acónito (Lescarret), dan á veces buenos resultados.
4.* Obrar sobre las vías centrifugas, en particular sobre el frénico.—^
tropieza aquí con mayores dificultades ; sin embargo, la tos podrá ser á v»^-
ees modificada ventajosamente con las moscas de Milán aplicadas en el tra-
yecto del frénico : encima de la clavícula, entre las dos extremidades del
esterno-cleido-mastoideo.y al nivel del botón frénico.
f».* Obrar sobre el mismo cerebro y utilizar su poder inhibidor. — Esta cla>e
de terapéutica no debiera descuidarse ; se han visto algunos enfermos ea
quienes la tos gástrica estaba, si no suprimida, á lo menos era notableraentf
disminuida por la sugestión y persuasión de la inutilidad de la tos, la posi-
bilidad y necesidad de detenerla.
Trad. por Rurz Rodeíoubz (J i
RBVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
POR EL
Db. Febrsr Fiera
Patología médica
1. —BOBqu^o del tratamiento de la pulmonía, por el Dr. D. B. González Alvarez.»
Madrid, 1»02. ^
II. ^Lettere sulla malaria (Ostia. Giugno-Novembre, i9Ql). por el Dott. G. Pituluga.—
Roma, 1901.
III. — Crítioa de las principales medicaciones empleadas en el tratamiento del có-
lera morbo asiático y beneficios alcanzados por las inyecciones de las
sales de quinina en la epidemia de 1885, por D. Joaquín Bañares y Melcior. ^
Lérida. 1903. y » K n
IV. ^ Esirepto-difteria cutánea, por D. Miguel Baivey y Bas. — Gerona, 1903.
I. — El opúsculo del Dr, González Alvarez encierra una sana doc-
trina clínica, expuesta concisa y correctamente, con un detallado aná-
lisis de los hechos más culminantes que el práctico halla á la cabecera
del enfermo, en una entidad morbosa tan variable como la pulmonía.
Divide su trabajo en dos partes principales : tratamiento sintomá-
tico y trata7mento genésico. En nuestro concepto, en la primera parte
es en donde el trabajo del Dr. González Alvarez adquiere un gran
valor práctico. En ella tiende á restablecer la áangría como un pode-
roso recurso antitérmico, porque extrayendo las toxinas pirógenas, dis-
minuye su proporción en el organismo y la fiebre baja. «Podrá em-
plearse, dice, cuando el individuo es robusto, y con más razón si
es pletórico, y en todo caso si los demás antitérmicos resultaran sin
efecto, por ser excesiva la toxihemia». Creemos que el autor debía
haber marcado con valentía el « todo caso », para trabajar en favor de
la necesidad de no temer el peligro de la sangría en los enfermos alta-
mente intoxicados que presentan hipotensión arterial. El descenso de
la presión sanguínea, causado casi siempre por la toxihemia, se resta-
blece de una manera fácil y permanente, en la gran mayoría de casos,
después de la sangría, con la bienhechora ayuda de la ergotina, la
cafeína ó el suero artificial en inyecciones hipodérmicas. Es más : en
estos casos, verdaderamente graves, lo que no consigamos con la san-
gría, difícilmente lo lograremos con ningún fármaco. Robín ha co-
municado muy recientemente á la Academia de Medicina de París
instructivos casos de sangría en tifódicos con hipotenosis arterial acen-
tuada, cu3'a vida cree haber conservado gracias á este recurso de pri-
mer orden.
Es digna del mayor aplauso la defensa que hace de la antipirina,
así como la clasificación de la disnea y sus indicaciones. La crítica
que hace de los antimoniales, así como la precisión de sus indicacio-
nes, sería suficiente, á falta de otros méritos, para que el trabajo que
analizamos tuviera un valor incontestable.
La segunda parte la dedica al «tratamiento esencial ó genésico de
la pulmonía», y entre los recursos pertenecientes á este grupo, cita
la sangría, la levadura de cerveza, el ácido fénico y los sueros.
Sólo desde el punto de vista práctico podemos aceptar tan dispersos
agentes terapéuticos como indicados genésicos, y entre ellos los que
más aumenten la fagocitosis, ya que ninguno es específico contra el
pneumococo. Es un error creer « que la pneumonía fibrinosa ó lobar
no dura más allá de ocho días, porque este es el máximum de vida del
pneumococo ». N. Tchistovitch, del Instituto Pasteur, de París, ha
podido aislar de los pulmones de pneumónicos, dos días después de la
defervescencia, pneumococos vivos y extraordinariamente virulentos.
II. — La vastísima ilustración del Dr. Pittaluga, su numen poético,
su extraordinaria facilidad para exponer con una claridad y brillantez
3o8 Noticias cientijicas
pasmosa la cuestión que se propone, y su verdadera autoridad en
asuntos de paludismo, se despreuden en cada página, en cada párrafu
de sus eleg-antes Carias sobre el paludismo.
En ellas hace una brillante y científica defensa de la teoría única
de la transmisión palúdica por el anopheles y, como buen biólogo, saca
un extraordinario partido de los argumentos que le [cresta la parasito-
logía moderna. En las dos últimas expone los resultados que obtuvo
con la protección mecánica y medicamentosa ensayada en los campe-
sinos de la Ciociaria.
III. — Es un razonado trabaio clínico que tiende á evitar el abuso
de los opiados en el cólera y á dar cierto viso de medicación especítira
á la quinina contra ese enfermedad. Como que el autor se dio cuenta
de este resultado á:j905^m(?n, y no ha tenido ocasión de com^>robario
con observaciones metódicas, ^m afirmación es de gran interés como
noticia científica, si bien carece de los requisitos precisos para acep-
tarla como un hecho terapéutico.
IV. — El distinguido y estudioso médico de Blanes, Dr. Balvey v
Bas, expone en su comunicación cuatro casos de estreptodifteria cutá-
nea, tres de ellos seguidos de defunción. El dignóstico no se confirmú
con los datos que podía suministrar el laboratorio. «La experimenta-
ción de laboratorio en averiguación y confirmación de la naturaleza
estreptocócica y loffleriana, no se ha llevado acabo en nuestros caso>;
empero, es tan gráfico el trazado clínico y lleva tal característica d^
individual, que bien podemos des(!ansar en él nuestras deducciones v
sentar nuestras conclusiones en definitiva, á guisa de apoyo de la
tesis que sustentamos». Esto dice el Dr. Balvey, y á pesar de recono-
cer las grandes dotes que como médico clínico adornan á nuestro apre-
ciable compañero, á pesar de haber demostrado en otros trabajos su
pericia en asuntos de difteria clínica, ¿por qué no recurrió, aunque
sólo fuese para redondear su trabajo, al auxilo del microscopio? Dieu-
lafoy, cuya autoridad como médico clínico es indiscutible, afirma que
el mico medio para establecer un diagnóstico firme en cuestiones de
difteria, es el análisis bacteriológico.
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Jacaranda oaroba. — La Jacaranda caroba es una planta de
la familia de las Bignoniáceas, originaria del Brasil y de la Guayana.
Las hojas ^on las usadas en terapéutica ; contienen íin alcaloide cris-
talizado, la carob'ma, y una resina balsámica, la carobana.
Esta planta pertenece al grupo de los depurativos vegetales y de lo.-?
antiherpéticos, pero con indicaciones terapéuticas más amplias." Se la
empleó primero como antisifilítica, no solamente contra las afecciones
cutáneas de la sífilis, sino también contra los mismos accidentes.
principalmente contra los infartos ganglionares, contra las manifesta-
ciones dolorosas, tales como los dolores osteóscopos y las cefaleas noc-
turnas.
En las afecciones cutáneas se ha preconizado contra las lesiones ul-
cerosas, el ectima, el herpes, las eruj)ciones impetiginosas, las mani-
festaciones cutáneas del herpetismo.
Las propiedades balsámicas de la planta han hecho que se la emplet»
en el tratamiento de las secreciones catarrales de las vias urinarias, de
la blenorragia a^^uda, de la uretritis crónica, en la cistitis blenorrá-
gica ó dependiente de cualquiera otra- causa. El medicamento, por
su-^ propiedades á las ve::es autiherpLíticasy anticatarrales, estará par-
Formulario y tratamientos modernos 5og
ticularmeute indicado en esa forma de uretritis q^ue experimentan fuer-
tes recrudecimientos á causa de un estado artrítico ó herpético.
Las propiedades antirreumáticas de la Jacaranda caroba son lo bas-
tante notorias para que se hayan aprovechado en el tratamiento de los
reumatismos subagudos ó crónicos. Su acción parece producir un
efecto sedante v analg'ésico, debida á los principios activos de la planta.
Y no, son, en efecto, los dolores articulares los únicos que sufren una
atenuación marcada, sino que también las neuralgias crónicas, los do-
lores musculares y las neuralgias óseas son favorablemente influidos
por el medicamento.— (''iirííAit?^ de Thérapeutique). — (Rodríguez Ruiz).
Panadizo diftérico. — Cinco nuevos casos de píinadizo y de
inoculaciones subepidérmicas diftéricas han observado los internos
Han y Revol (Lyon medical).
Se trata de varios niños tratados con la intubación y de una her-
mana que algunas veces colocaba el tubo. En todos ellos las lesiones
eran superficiales, subepidérmicas, análogas á la difteria producida
por vesicación, pero el líquido fué siempre turbio, sero-purulento,
nunca pus propiamente dicho. En uno apareció una pseudo-mem-
brana en la flictena.
El tratamiento empleado ha sido sólo la exposición al aire v á la
luz, sin cura alguna. Este tratamiento abrevia mucho la duración.
La benignidad y la poca rebeldía de esta manifestación implican el
gran peligro de que se la confunda con afecciones vulgares. Las flic-
tenas y el líquido sero-purulento son caracteres muy distintivos de esta
difteria, y se les debe atender mucho, pues pueden ser el origen de
nuevos casos y de epidemias lamentables. — (Rodríguez Méndez).
rORMULARlO T TRATAMIBNTOS MODBRNOS
CXLL — Blenorrag^ia : tratamiento abortivo
En los casos recientes, cuyo principio no data de más de tres días, Eu-
gelbreth procede de este modo :
Cocainización de la uretra anterior; lociones uretrales á poca presión con
500 ó 600 gramoá de una solución de nitrato de plata al Vs ó Vt por 100 y á 36°,
poniendo cuatro de estas inyecciones en 48 horas Al orinar luego el en-
lenno, tiene, vivos dolores, pero no se forman edemas.
ISn 30 casos fué el éxito completo en 17 ; fracasó el tratamiento en todos
aquellos que tenían fenómenos ñegraásicos en el meato urinario, que reve-
lan proceso profundo subepitelial, al paso que en los otros está limitado á la
superficie. De todos modos, en estos casos rebeldes el curso fué más be-
nigno y no pasó de la uretra anterior (1).
ex LIL — Ulcera aimpie, no complicada, del estómagro: tratamiento
Hayem, en cuanto ha hecho el diagnóstico, ó lo sospecha, pone en prác-
tica este plan :
Permanencia del enlermo en cama y con una alimentación muy ligera ;
un cuarto de vaso de leche cada dos horas hasta el cuarto día; para calmar
la sed, previo un enema de aceite de ricino ó de glicerina, ordena tres lava-
tivas alimenticias diarias ; cada una compuesta de :
Agua tibia 200 gramos.
Peptona seca en polvo 30 »
Yema de huevo . .' n.® 2
(1> Manáis, flir pr a kt. Dermat.
5tQ Formulario y tratamiento» moáemot
Desde el cuarto dia> medio vaso de leche cada dos horas ; desde el octavo.
tres cuartos, y uno entero desde el duodécimo ; lue^o, segrún el estado del
tuho digestivo, se puede dar con más frecuencia, hasta de hora en hora, de
modo que ingiera el enfermo tres litros diarios.
A los veinte días, si el paciente no vomita y digiere bien, se disminuye
la cantidad de leche y se comienza progresivamente la alimentación subs-
tancial : sopa de leche, mañana, mediodía y noche ; huevos hervidos; caldo,
con una yema de huevo ; crema : carnes blancas , legumbres en jmrés; por
último, pan.
La irritación gástrica será combatida con el subnitrato de bismuto ¿ grao-
des dosis (20 gramos . suspensos en 100 de agua, de una sola vez\ que cons-
tituye sobre la úlcera una capa protectora. Debe darse durante 18 6 20 diis
consecutivos. Se aplicará sobre el epigastrio emplastos húmedos y com-
presas calientes.
Inmediatamente se procederá á tratar la hiperclorhidria, para lo cual
sirve muy bien el agua de Carlsbad artificial, cuya fórmula es :
Agua 1,000 gramos.
Sulfato sódico 3 »
Bicarbonato sódico 2'50 »
Cloruro sódico 1 »
para tomar, tibia, en tres veces, con 25 minutos de intervalo, por la mañana
y durante casi un mes, en la cantidad de 250 cm* en los tres primeros dia^.
y luego 350 en los sucesivos (1).
CXLIII. — Vlraela : tratamiemt» de las ptotnla*
oon el ácido fénico yfíiro
En una de esas epidemias que sufren actualmente los ingleses ^e>rro/H-
tud nacional, Brindley y Bonis han comprobado la eficacia del ácido féüieo
líquido sobre la pústula variolosa. Lo emplearon en individuos no tacii-
nados y gravemente afectos.
El líquido fué empleado puro, tocando con un pincel pequeño sol» lí>
pústula Trataron el primer día las de la cara y nuca, continuando lueiío
las manos, brazos, de.-^pués los miembros inferiores y, por último, el tmnc .
Las pústulas se resquebrajan con rapidez y se secan, siendo raro tent-r
que hacer una segunda aplicación, .y más raro una tercera.
Para evitar la formación de abscesos se debe facilitar la caída de lasav
tras mediante la vaselina.
Bien aplicado eV tratamiento, el resultado es notable; el enfermo lo? -
porta bien, se ahorra los incómodos fenómenos de irritación y no hub^^
señal alguna de intoxicación; baja la temperatura hasta en los casos gravpj.
y continúa poco alta durante el curso del proceso ; los síntomas de la ma-
turación de las pústulas quedan reducidos á poca cosa. Las cicatrices resul-
tantes son menos manifiestas.
Los autores han notado que los efectos son menores cuando el trata-
miento se aplica sólo á una región, cara, por ejemplo, siendo conveniente
someter todas las pústulas al ácido fénico (2).
CXLIV. — Uloera veaérea ; tratamiento oon el lodofeno
El iodofeno es un compuesto químico que se presenta en forma de polto
amorfo, rojo, con ligero olor á fenol, de sabor ácido-picante, ligerísimo, vo-
látil y más fino que el iodoformo. l£s insoluble en el agua fría, poco en la
caliente con color amarillo, de la que precipita el cuerpo sin alteración ai
enfriarse ; también es insoluble en el alcohol, éter, benzol, cloroformo, sul-
furo de carbono ; es soluble en el agua acidulada con ácido clorhídrico, y
descompuesto en la que contiene ácido nítrico ó sulfúrico, preci pitan (1*^-^
el iodo. La solución acuosa tiene reacción acida.
En la piel sana no produce irritación.
Benassi, de Bolonia, ha tratado 26 casos, curados en tres ó cuatro sema-
nas, sin complicaciones. Serra. de Cagliari, lo ha empleado en 55 enfermf^J
y dice que el iodofeno tiene un poder ligeramente cáustico, desinfectante y
astringente ; que mata al bacilo de Ducrey-Unna ; que reduce hasta^go-
(1) La Presse méd,
<2) The Lancet.
Formulario y tratamiento» modernos 5it
tarla la secreción ; que disminuye los fenómenos flogisticoá; que favorece
la rápida proliferación del epitelio, y que no irrita los tejidos próximos (!)•
CXLV. — Uva: apUoaolones teraptatloaa
Borini trata en un extenso artículo de este afrente .terapéutico, ya reco-
mendado por Piinio, Galeuo y Dioscórides, y que tanta gente hace afluir
á Dürkeim, Rüdescheim, Gleisweiler, Grünburg, Montréuse, Agle, Me-
ran, etc. En Italia sólo hay estación en Sondrio.
En este tratamiento debe tenerse muy en cuenta la calidad de la uva y
el género de la enfermedad.
Aparte de otras subiltancias, como ácidos vegetales Ubres ó combinados*
cal, óxido de hierro, sílice, manganeso, contiene la uva 75*83 por 100 de
agua, 12'30 de azúcar, O 59 á 1*70 de substancias albuminoides. En la se-
milla predomina las sales calcáreas.
La cura de uvas regulariza el peristaltismo intestinal en la astricción
rebelde, mejora algunos catarros de las vías urinaria, es reconstituyente en
la convalecencia de enfermedades agudas y es diurético.
Es preferible el fruto completamente maduro, no áspero. En los indivi-
duos ae estómago fuerte puede darse el fruto entero, y en los demás sólo el
zumo ; los granos y la cubierta, como cuerpos extraños, obran excitando
favorablemente el intestino.
La dosis máxima ^s de 8 quilogramos, pero se empezará por 1, repartida
en tres veces. La cura debe durar, término medio, unos 45 días (2).
CXLVL— Oistitla rebeldoa : empleo del áoldo piorloo
Desnos y Quillón recurrieron (1899) al ácido pícrico en las uretritis re-
beldes. Después este último (1903) lo ha empleado en las cistitis, sobre
todo en la tuberculosa, haciendo instilaciones en la vejiga vacía.
Los dolores menguan primero de frecuencia y después ceden ; en muchos
casos el pus acaba por desaparecer (3).
CXLVIL— Proetátiee». tratanleiito higiénioo
Como el prostático es un congestivo» se ha de combatir la congestión ac-
tivando la circulación general y evitando los éxtasis locales.
La circulación se activa con fricciones cutáneas estimulantes, ejercicios
musculares moderados, vida en el campo, vestidos de franela, etc.
Debe desconfiarse de la ducha fría, capaz de producir congestiones vesi-
cales
La astricción del vientre, que congestiona la pelvis, se combate con los
laxantes suaves y los enemas calientes diarios. El masaje abdominal es útil.
El decúbito es importante: el supino es malo, así como estar mucho
tiempo en cama. Es buena práctica que se levante el prostático á media
noche y pasee por su habitación durante algunos minutos. Ha de evitar
permanecer largo tiempo sentado y que la vejiga se llene en demasía. El
uso del coito será sumamente parco.
Respecto á alimt^ntación, Df^snos, el autor de este trabajo, aconseja' no
comer abundante y largamente, no usar mucha carne ni la caza ó pescados
pasados, ni los mariscos, ni los manjares fuertes y especias, etc., debiendo
preferirse la leche, huevos, legumbres frescas, frutas maduras ó en compota,
pastas alimenticias, etc.
No prohibe el vino á los habituados ; en los viejos puede ser perjudicial
la falta de este estimulante. Fuera de estos casos especialísimos, es preferi-
ble el agua. En caso de emplear vino se recurre al tinto ligero para apro-
vechar la acción tónica del tanino. Se ha de prohibir los vinos rancios.
La cerveza ligera, así como las aguas alcalinas poco mineralizadas, pueden
ser prescritas (4).
ex LTI II.-- Sueros artllleialee : eon^iMtindieaoloiios
Están contraindicados en las afecciones de corazón, miocarditis crónicas,
arterio-esclerosis, hipertensión vascular, edemas de origen cardíaco, hidro-
(1) Gat *icU. di Med. e Ckir,
(2) Gaj^j^, degli Osped.
(3) Cong. frang. d* Urologie.
(4) Medicine,
f*i2 Sección oficial
pesias, lesiones pulmonares congestivas, en los casos de mal funcionamiento
ó de esclerosis renal. Lefe^re nunca obtuvo buenos resultados en los casos
de coma diabético (1).
CXLIX.' Orina alcalina: medio para hacerla &oida
En los casos de cistitis, pielitis, etc., la alcalinidad de la orina favorece
el desarrollo de microorganismos. El fosfato ácido sódico parece ser una
excelente substancia para cambiar la reacción del medio, para acidificarlo.
Dosis : de 2 á 4 gramos cada tres horas (2).
CL. — Follarla nerviosa: tratamiento
Robin aconseja :
Dar primero antipirina, que reduce pronto la cantidad de orina: un
gramo antes de bis dos comidas principales, y si^ no basta, se aumenta un
gramo más cada día.
A los 3 ó 7 días de este tratamiento, prescribe 0025 gramos de telurato
sódiqo, en una pildora,. antes de las comidas principales, y á la par de 2á4
gramos de extracto de valeriana.
A los 5 ó 6 días vuelve á dar la antipirina durante 5 y luego ordena de
una á ocho pildoras diarias de esta fórmula :
Extracto de belladona 0*01 gramos.
» tebaico . 0*005 »
» de valeriana . 0'20 »
para una pildora, que continúa durante 5 á. 8 días.
Si es necesario vuelve á comenzar el turno : antipirina, telurato, vale-
riana, etc. (3).
'Db. Rodríqubz Méndez
SECCIÓN OFICIAL
ACADEMIA DEL CUERPO MÉDICO MUNICIPAL DE BARCELONA
CONCUBSO DB PREMIOS DE 1904
1." Del Excmo. Ayuntamiento constitucional do Barcelona. — Tema:
« La población animal de Barcelona en sus relaciones con la higiene públi-
ca». — Premio, 1,000 pesetas.
2.° Del Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia. — Tema: « El pro-
blema social ante la higiene ». — Premio, 500 pesetas.
3.** Del Ifixcmo. Sr. D. Pedro G. Maristany, Comisario Regio de Instruc-
ción pública. — Tema : «Enfermedades oculares que más comunmente^
observan en las escuelas de Barcelona. Sus causas ; medios especialmente
profilácticos y curativos más adecuados ». — Premio, 500 pesetas.
4.* Del Iltre. Sr. Dr. D. Luis Dolsa Ramón. — Tema: «Cartilla popular
de higiene individual». — Premio, 500 pesetas.
%5.* Del Dr. D. Pelegrín Giralt. — Tema: «Extracción y aprovechamiento
de las basuras y materias fecales de Barcel<»na. Reformas que en este ser-
vicio reclama la higiene». — Premio, una medalla de oro.
O.** De la Academia, premio Robert. — Tema : « Estudio de las adenopa-
tías tráqueo-bronquiales». — Premio, 500 pesetas.
7.° Do la Academia. — Tema : « Orografía é hidrografía médicas de Bar-
celona». — Premio, una medalla de plata.
CONDICIONES
Para cada uno de estos premios la Academia otorgará, además, un di-
ploma de socio de mérito.
El Jurado pí)drá conceder cuantos accésits estime merecidos, consistente^
en diploma de socio de mérito.
(1) Les Nouveaux traitements.
{!) Briíish med. Journal.
(3) IlPoliclinico.
Sección oficial
3/5
Los trabajos, redactados en castellano, catalán, francés ó italiano, debe-
rán ser originales, inéditos, escritos en letra clara, que no sea la del autor,
y remitidos, sin firma, antes del día 31 de diciembre de 1904, al Secretario
general de la Academia (Rambla de los Estudios, 12, 2.', 1.'). id nombre del
autor y señas irán en pliego cerrado, en cuyo sobre se harán constar el tí-
tulo y lema del trabajo respectivo.
La Academia se reserva por un año la propiedad de los trabajos premia-
dos y el derecho de publicarlos en la forma y tiempo que considere opor-
tuno.
Los premios se adjudicarán en la sesión inaugural correspondiente, que-
mándose los pliegos de los que no hubieren merecido recompensa.
El Jurado lo compondrán, ba^o la presidencia del Excrao. Sr. Alcalde
constitucional, tres miembros designados por el Colegio de Médicos de la
proviiicia de Barcelona, y uno por la Academia del Cuerpo Médico muni-
cipal.
Barcelona, 20 junio 1904.— El Presidente, 2>r. Agustín FarrioU Anglada. —
El Secretario general, Dr. Víctor Soley y Gely.
OaUdrátloos de Hedloina de Bsj^afia': bajas y altas.
año 1903 han dejado de figurar en el escalafón :
Bajas
Durante el
Múm.
otdra
Hombrea
rteha
FaenltAd
Kotho
16
165
253
50
D. Juan Ginc y Partagás
» Fernando Polo diraldo . . . .
» Pedro López Pclácz Villegas. . .
» Victoriano Comesaña Salvado . .
» Miguel A. Dacarrcte v Hernándea.
» Faustino Horcajo y Hernández. .
» Perfecto Conde y Fernández. . .
27 febrero ....
20 abril
30 »
1.** agosto. .
Barcelona . . .
Zaragoza. . . .
Granada. . . .
Santiago . . . .
Fallecimiento.
104
275
254
8 *
26 noviembre . .
1.^ diciembre . .
Sevilla (Cádiz).
Valladolid . . .
Sevilla
>
»
Altas
393
394
396
405
413
414
415
Hipólito Rodríguez Pin illa ... l.« enero . .
Enrique Suñei Orduña 5 »
Eduardo Garcia del Keal y Alva-
rez Mijares 7 »
Crisiino Joaquín Muñoz Pérez. . 30 i»
Leonardo Rodrigo Lavin .... 22 abril . . .
Tomás Maestre Pérez 4 julio . . .
Luis Blanco Rivero I 8 » . . .
Arturo Núñez Garcia I 20 diciembre.
Salamanca.
Sevilla . . .
Santiago .
Sevilla . .
Madrid. . .
Sevilla . . . ,
Salamanca. ,
Oposición
Oatedrátioos de Medioina de Baroelona en 1.** de enero de 1904
32
48
58
75.
90
97
189
195
214
25 9
271
2
2
3
HombTM
I FoohA d« iagreio
, Rafael Rodríguez Méndez . . .
Ignacio Valen tí y Vivó ....
Antonio Morales Pérez ....
Ramón Coll y Pujol
Mariano Batiles y Bertrán de Lis
Joaquín Bonei y Amigó (Decano)
José Antonio Massó y Llorens .
Andrés Martínez Vargas. . . .
Gil Salior y Lavall (Secretario) .
Miguel A. Fargas Roca ....
Alejandro Planellas Llanos. . .
Eusebio Oliver Aznar
Carlos Calleja Borja Tarrius . .
Antonio González Prats. . . .
Martin Vallejo Lobón
9 abril de 1874
20 agosto de 1875 . . . .
6 marzo de 1876 . . . .
1.° diciembre de 1876.
18 junio de 1878
3 febrero de 1879 . . .
11 julio de 1888
18 )» » •
12 febrero de 1889. . . .
17 julio de 1893
29 diciembre de 1894. .
8 junio de 1895
1 julio de 1897
8 febrero de 1898. . . .
2 julio de »
Oatcgoria
Término.
Ascenso .
Término. ,
Ascenso .
Entrada .
i 14 StcciJn oficial
ANALES DEL EJÉRCITO Y DE LA ARMADA
(POST TBMBLItAÜ SPEHO LUCEM)
cbetamkn internacional militar
Bajo la protección de S. M. el Rey D. Alfonso XIII
Y DE S. A. R. EL SmO. íSE. PRÍNCIPK D. CaRLOS
Se conHderarán Presidentes natos: Los Excmos. Sres. Presidente del Con-
sejo de Ministros, Ministros de la Corona y Presidentes de los Cuerpos Co-
legisladores.
Presidentes de honor: Excmo. Sr. Capitán general, Conde de Cheste; Ex-
celentísimo Sr. Capitán general, D> José López Domínguez; Excelentísimo
Br. Capitán general. Marqués de Peña-Plata ; Excmo. tór. Oapitán general,
Marqués de Estella ; Excmo. 8r. Almirante de la Armada, D. José María Be-
ránger ; los Embajadores y Ministros del Cuerpo Diplomático extranjero re-
sidentes en esta corte.
Vicepresidentes de honor : Excmo. Sr. D. Marcelo de Azcárraga; Excelen-
tísimo Sr. D. José Gómez de Arteche ; los Directores de las Reales Acade-
mias ; los Presidentes de la Real Sociedad Geográfica, Centro del Ejército}
de la Armada, Ateneo Cien tí fleorj^it erario, Casino de Madrid, Nuevo Club.
Gran Pefia, Círculo de Bellas Artes, Círculo de la Unión Mercantil y unión
Ibero-Americana; los directores de todos los. periódicos diarios y" renstag
científicas, literarias y militares de España y del extranjero.
Presidente efectivo: Excmo. Sr. Conde de Cheste.
Vicepresidentes : Excmo. Sr. Marqués de Polavieja, Excmo. Sr. D. José de
Bascarán, D, Víctor María Concas.
Junta organizadora: Presidente: limo. Sr. D. Francisco de Francisco,
fundador de los Certámenes Militares NaciQuales en España.
Vocales : Los representantes de las Secciones.
Las Memorias se redactarán, desarrollando uno de los siguientes
TEMAS
Ciencias militares y organización: ,1.* «Condiciones esenciales de una
buena Infantería para su aplicación eficaz en el combate, en los tiempo.'» ac-
tuales. — Método de instrucción y plan de más rápida y completa preparn-
ción para la guerra».
2.° « Utilidad de la Caballería en los ejércitos modernos. — ¿Es conve-
niente dotarla, para el servicio independiente, de fusil-ametrallador ó de
ametralladoras? — Servicios especiales y su carácter técnico».
3." « Cometido de la Artillería en los ejércitos de nuestros días ~ ¿Qu^
parte debe tomar en la preparación del combate y en el momento de la ba-
talla? — Unidades que deben formarla. — Observaciones que sugiere la do-
tación de municiones para la nrtillería de tiro rápido».
4.° « Estudio sobre la organización más conveniente de los fuertes ais-
ladoa».
5." «Abastecimiento de los ejércitos modernos en la guerra. — La Ad-
ministraíMón Militar en la paz. — Fines que cumple para servir losiüte^^
ses de una perfecta organización ».
6.° « Servicio de Sanidad Militar en paz y en guerra».
7." «El tema anterior aplicado á los servicios del Cuerpo Farmacéutico
Militar»
8.° « Misión de la Cruz Roja. — Reformas que exige su organización- —
Prerrog-ativas y fueros que debe otorgarse al personal de esta Institución,
formando un cuerpo de carácter político-militar en cada Estado».
9 "" «Meas generales de estrategia y sus aplicaciones á la acción de 1í>s
ejércitos. — Problemas concretos».
10. «Elementos móviles de la defensa de las costas. — Tipos de buques
que deben preferirse á dicho ftn ; su radio de acción y artillado ».
11. «Relación entre la Geografía y la Historia, det^de el punto devisia
militar. — Líneas isotermas determinantes de la emigración de los puebl^^*
y del camino s^^guido por la civilización ».
Las armas y las letras: 1.** « Estudio de las formas de lenguaje usadas
por Cervantes en su obra inmortal».
2." « Relación que establece Cervantes entre las Armas y las Letras.
Nuestra correspondencia con la prensa 5í3
Enseñauzas militares que se deducen )>.
2.** « El soldado poeta de Lepanto D. Miguel Cervantes de Saavedra. Su
vida y sus obras».
NoiA. Los Jurados esurán coostituidos por distinguidas personalidades del Ejercito y déla
Arma Ja é individuos de las Reales Academias y de la Real Sociedad Geográfica.
ADVBRTBNCIAS
I.* Los trabajos serán presentadoe en caracteres de máquiua de escribir,
impresos por una sola cara, ó en tipos de imprenta, por amba:* caras ; que-
dando su extensión k voluntad de los autores; pero, al flnal de todo trabajo,
se expresaran las conclusiones ó un resumen de la materia tratada.
2.* Dichas Memorias podrán redactarse en espjiñol, francés, italiano ó
portugués.
3.* yi plMzó de presentación de los trabajos que envíen los autores ter-
mina en 31 de diciembre de 1904.
4." Loá trabajos llevarán un lema que corresponda al de un sobre la-
crado donde conste el nombre del autor.
f).* En los primeros meses de 1905 se publicará ía nota de la calificación
hecha por los Jurados.
6.* Anales del Ejército y de la Armada se reserva la facultad de publicar
los trabHJos premiados, durante el término de dos años, á partir de la fecha
de celebración del Certamen ; obligándose, en este caso, á hacer donación
de cien ejemplares al autor, y quedando de la propiedad de sus respectivos
autores dichos trabajos.
7.' Los trabajos no premiados po.lrán reclamarse en el término de tres
meses desde la publicación de la nota de calificación de los Jurados.
8.* Toda preífunta ú ob.servación referente al Certamen podrá dirigirs»^
al PresidVnte de 1h Junta organizadora. limo. 8r. D. Francisco de. Francisco
y Díaz, Capitán de caballería. Ministerio de la Guerra. Madrid (España).
NoT» l." Esu convocatoria será dirigida de Real orden, dictada por el Ministerio dé Estado»
á todas las naciones extranjeras.
Noi\2.* Los premios para los autores que concurran á este Certamen serán otorgados por
S. M. ci.Rcy de España y por las más altas Corporaciones de España y del extranjero.
NÜRSTRA COKRRSPONDRNCIA CON LA PRRNSA
K»a Odontologr^a, de Madrid. — Gracias por la reproducción de la noticia
Peligros de las inyeocionet de par afina, del Dr. Rodríguez Méndez, cuya
procedencia eíiuivoca.
lia ÍM[«dloln& Valenolana, de Valencia —Id., id. de la noticia El amilenol
en los dolores articulares y en los cólicos hepáticos, del Dr. Rodríguez Méndez.
B«>UtiiL de los hospitales, de Caracas. — Id., id. del artículo Los precur- '
sores de Pasteur, del Dr. Comente, cuya procedencia no cita.
%mWl Eseaela de Medioina, de México. — Id , id. de las noticias Medicamen-
tos que salen con la leche y Agua oxigenada comercial: inconvenientes, del
Dr. Rodríg-uez Méndez, cuya procedencia no citn.
Boletin de Liarlng^ologrii^* Otologria y Blnologrla, de Madrid.— Id., id. del
irdíh^io Dos casos de neurosis refleja de origen laríngeo, del Dr. A. Martín.
Boletiii del «Coleg-io de Médicos de la provincia de Tarragona». — Id., id. de
la serie de artículos sobre La responsabilidad médica ante los tribunales de
Juslicid, del Magistnido Sr. Tapia.
Xaa Farmacia moderna, de Madrid. — Id., id. de la noticia Courina, del
Dr. Rodríguez Méndez.
Revista de los Tribunales y de Legislación universal, de Ma irid —
ídem id. por las apreciaciones que hace del trabajo del Sr. Tapia y de este
periódico.
Sevlsta homeopátloa, de Barcelona. — Id., id. de la noticia Acido bórico:
acción tóxica, acción terapéutica, del Dr. Rodríguez Méndez y de r.tras del
mismo, como Alimentación de los albuminúricos , Nicturia, Cordita: acción
fisiológica, cuya procedencia no cita.
Bevlsta Hódloa, de Sevilla.— Id ,'íd. de la noticia Quinina: su empleo como
analgésico, del Dr. Rodríguez Méndez
Vi?
Estudios demo^páifieos de Bapeelona
POR El.
Dr. D. Luis Comengu
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Juzgamos curiosidad estadística importante la que da á couocer la inter-
vención que en la mortalidad de la urbe, han tenido las dolencias del apa-
rato circulatorio, singularmente las del corazón y arterias.
En los cuadros y adjunta gráflca hallará el lector noticias para sentar
conclusiones, si tiene en cuenta artículos precedentes.
Aparato clrculatort o. — Defunciones producidas en el 8^0 1903
Mrsks
Corazón
Arterias
Venas
Red lint^tica
ToTAlK-s EsT»,CK.>í>
i
Enero
170
155
129
li8
li4
88
81
81
82
84
114
153
24
23
27
9
Iti
20
22
8
20
16
25
30
1
1
2
»
2
1
»
»
1
>>
»
1 !
195 1
1 80 3 ,V3j
Febrero. .
Marzo
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127 J
13> ' 307
Abril
Mayo
Junio
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Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
102 I
100 1
139 ; i:i.
IM3 1
Noviembre
Diciembre
Totai.es
1.369
240
7
1
r
1.617 L6I:
Barcelona 7 pueblos agregados
Mortalidad producida por lesiones arteriales
en los años que se expresan
Fig. 20. —Gráfica de las .<ciu-!.
oes por cardiopaiias én B^rce. >
durante un quinquenio
1
TOTA-
E, TA-
Meses
1C98
1899
1100
1901
1902
1903
IF.S
CÚ) > ES
Enero . .
16
8
23
12
26
24
109
Febrero .
10
5
18
23
17
23
96
283
Marzo. .
9
4
6
19
13
27
7^
Abril . .
5
3
12
19
' 18
9
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r
Mayo . .
8
9
8
21
16
16
78
5 215
Junio . .
12
11
5
11
12
20
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I
Julio. . .
4
16
7
15
14
22
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Agosto
4
11
6
7
16
8
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Sepibre .
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Octubre.
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Novbrc .
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loo
Dicbrc. .
10
16
9
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109
TOTAIEv
92
117
141
204.
197
240
991
991
Mortalidad
producida por las enfermedades del corazón
en las estaciones de los siguientes anos :
Es r ACIONES
AÑOS
Óbitos
Totales
2920
1S32
1.344
21HÜ
1898
201
212
:{37
1899
4V.Í
26 i
213
3.'.6
1900
535
315
215
337
1402
1901
514
321
210
433
1902 1903
512! 454
321 320
250 244
3661 351
Invierno . . .
Primavera. . .
Verano
Otoño . , . . .
TOIAI.KS. . .
1296
1282
147H
1449 ¡1360
8276
(Vdast la adjunta gráfica)
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Tomo ZXVIL Núm. 17 B>roelon> 15 septiembre 1904 Afio XZVII. Núm. 653
Gaceta Médica Catalam
SUMARIO: Mastoidiiis de Bezold. por el Dr. Avelino Martin. — Mortalidad infantil eo Ma-
drid (continuación), por D. Rafael Ulecla y Cardona.— Revista de Pediatría, por el doctor
D. Jñan Goll y Bofill. — Naturaleza de la obsesión, por el Dr. E. Marandon de Montyel.
— De los edemas parciales al principio de la auto-intoxicación gravídica. Su valor diagnóstico,
por el Dr. P. A. Lop. — Los corpúsculos de Locwit y la naturaleza parasitaria de la leucemia,
por O. B. Ailaria. — Revista ckítica bibmoghAfica , por el Dr. Pérec Noffuera. — Noti-
cias científicas: Diabetes suprarrenal.— Un caso de secreción láctea en suostitución de las
reglas en una joven virgen. — Erepsina: nuevo fermento de la membrana intestinal. — For-
mulario Y THATAwiKNTos MOPtKHNos. por cl Dr. Rodríguez Méndez. — SficcióN oficial:
Quinto concurso de la Academia de Higiene de Cataluña. — Publicacioncs hecibidas. — Estu-
dios demográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Comenge.
Mastoiditis de Bezold
Osteo-mlalltifl ma«toÍd«a*— Ploliainla. — Vaolsmlento maatoldeo
Doaagtta por prealón da lo« absoaao« oervloales y látopo- faríngeos
Cnraolón
POR ET.
Dr. Avelino Martín
Las poquísimas observaciones publicadas en España de mastoiditis
de Bezold, su rareza en sujetos jóvenes y más siendo antiguos otorrei-
cos, y la sing-ular terminación que observamos, dan interés especial á
esta historia clínica, cuya publicación consideramos interesante.
P. S., de 17 años, vino á mi consulta, el día 21 de octubre, aquejado
de otalg-ia aguda continua derecha; hacía dos semanas que no podía
dormir. El oído derecho supuraba sin dolor desde los diez años. No
pude averiguar si esta otitis fué post-infectiva, pero sí que no era de
origen exantemático. Por otra parte, el enfermo era un muchacho bien
desarrollado, sin estigmas escrofulosos ni de otra discrasia alguna, lo
cual me hizo suponer que la causa de la otitis primitiva fué afrigore
ó poco menos, y que el descuido sancionado por los millares de otitis
que curan espontáneamente ó á pesar de los tratamientos intempesti-
vos indicados por médicos y no médicos, justificaban las proporciones
enormes que había adquirido el proceso patológico.
Veíase al enfermo con la cara contraída por el dolor y por la infec-
ción de su sangre, respondía con dificultad á las preguntas que se le
hacían, en parte por carácter propio y en parte principal también por
la piohemia que invadía su organismo. Además del dolor, sentía fre-
cuentes escalofríos seguidos de reacción febril, el tubo digestivo toma-
ba parte también en el proceso y una inapetencia absoluta, seguida de
quebrantamiento de fuerzas hasta imposibilitarle para el trabajo, era
lo que alarmaba más á su familia, acostumbrada á verle con enormes
fuerzas digestivas é incansable resistencia para el trabajo.
Con el examen otoscópico se veía el tímpano con una gran perfora-
ción póstero-inferior, pero no se descubría la más pequeña cantidad de
pus ni en el conducto auditivo, ni en la cavidad timpánica; el fondo de
caja que se descubría por detrás de la perforación, presentaba un aspecto
casi normal; el estilete introducido á través de la perforación, ni aun di-
rigido hacia el recessíis epitimpánico, no determinaba trasudación san-
guínea alguna, de manera que no podía sospecharse la existencia de
lungus, tan comunes en las osteítis fungosas del ático y que frecuente-
mente dan un aspecto clínico parecido al presente en sus períodos de
agudización. En la región mastoidea no se veía nada anormal, el sur-
co auricular con su aspecto hígido, el pabellón sin apartarse ni un mi-
límetro de su inclinación craneana, nada dolorosa la presión en la
5j8 Masíoiditis de Be^otd
región del antro, ni en el resto de su superficie, excepto en su puma.
en donde empezaban i?i crescoido y hacia abajo los fenómenos sin^^u-
lares de este caso clínico ; el surco retro-maxilar casi borrado, infiltra-
ción parotidea y en toda la región del esterno-cleido-mastoideo Je.ÑÍ^
su mitad hasta sus inserciones superiores. Disfagia ; dolorida al taor '
toda la pared lateral faríngea derecha. La infiltración en la parte in-
ferior del cuello traspasaba el borde posterior del esterno-cleido-ma-
toideo, llenando el espacio que le separa del trapecio y formando un
bloque de infiltración, que imposibilitaba los movimientos laterales de-
rechos del cuello, como en el tortícolis. Audición ad-canchum ú\ixy\\'
dos subjetivos, con fenómenos gástricos acentuados, saburra lingual}
gingival, sequedad faríngea, náuseas, vómitos y diarrea fétida.
De momento cabía sospechar sobradamente que se trataba de uaa
de estas otitis crónicas que respetan los tejidos contiguos durante me-
ses y anos, pero que á lo mejor, ya por rebajamiento de las energ-ia*
del sujeto, ya por exacerbación de virulencia de los micro-organism.^
que viven constantemente en ella ó de ella, se propaga á los tejil-
contiguos, alcanzando cuando no el territorio cerebral por el %//k
timpaniy por el canal petro-mastoideo las células mastoideas, detenii!-
nando las mastoiditis vulgares que vemos cada día (1). Pero aqum
había fenómeno alguno de mastoiditis, ni por la vista se apreciaba di-
locación alguna del pabellón, ni por el tacto se determinaba M-:
alguno. Además, el diagnóstico de mastoiditis de Bezold que establea
y que la intervención operatoria aquilató, como se verá Juego, era du-
doso por las siguientes razones : la mastoiditis de Bezold se deriva en-
siempre de la conformación anatómica de la mastoides que consiste en
la extensión de su sistema lacunar hasta su pared inferior interna: a>;
es que se dice que solamente las apófisis de tipo pneumático puede:
prestarse al accidente en cuestión (2). En cuatrocientos cráneos exa-
minados por Bezold, sólo veintidós realizaron de una manera ideal la
disposición favorable á la rotura por el pus de la pared interna de U
punta de la apófisis mastoides. Asi es que la mastoiditis de Bezold lis
de ser muy rara en los sujetos jóvenes, en los cuales aun el tejido i>
de la mastoides no ha sufrido el trabajo de rarefacción que sufre cou.^
edad. Aun resulta más raro en este caso por tratarse de una otitis ai
tigua, la cual, por una parte, favorecía la esclerosis de la apófisis, y p *
otra parte, daba ocasión á que se presentara la propagación del proce-
á la mastoides durante los siete años anteriores, en que habiendo sao
sivos períodos de agudez de la otitis, era fácil que se presentara la mi?-
ma complicación. Y, finalmente, da también interés á este caso e
hecho de preceder otalgias intolerables á la extensión del pus al pa-
quete músculo-vascular cervical, cuando lo frecuente es que la ma.^-
toiditis de Bezold lleve un curso insidioso, siendo frecuente el casod
que pase inadvertido su origen ótico aún á clínicos muy experimen-
tados.
El día 21 de octubre, en que vi por primera vez á este enfermo, hí
la desinfección del oído medio hasta donde pude, y le ordené frecue'j-
tes baños de glicerina fenicada al 4 por 100 y la aplicación de compr^
sas húmedas y calientes en toda la región auricular. Indiqué asimí^
mo á la faníilia la necesidad de una pronta y gran intervenci-u
(1) Es hoy ya un hecho admitido que toda otitis media va acompañada de mastoiditis- N'í-
otra manera se comprende la enorme cantidad de pus que se observa en ciertas otitis, y adcmi^ '
trabajos anátomo-patológicos de Politzer lo demuestran de una manera concluycntc. Pero m.i^'
tras está permeable el canal petro-mastoideo, cl pus de la mastoides se evacúa á través de 6 i"*
caja y al conducto, pero, ya se infíltren las paredes del aditus. ya se llene de fungosidades el a^^
petro-mastoideo. desde el momento en que queda incomunicada la caja coo la mastoides, >e <:'-''
blece la mastoiditis con todo su aparatoso cortejo. Esto explica que no hubiese pus en la can-
(2) Legons sur les suppurations de l'oreille moyenne. Luc.^ París, 1900, pág. 7o.
Masíoiditis de Bej^old Sig
Sabida es la dificultad (jue en otología y en nuestro país existe cuando
se trata de una operación, pues la familia considera un dolor de oído
como si fuera un dolor de muelas, y la generalidad de gentes difícil-
mente comprenden que por una enfermedad de oído deba de trepanarse
el cráneo. Así ocurrió ^en nuestro enfermo cuatro días después, en
que la situación había empeorado, sobre todo por lo que se refería
al estado general. Los escalofríos violentísimos se presentaban dos y
tres veces cada día, las temperaturas llegaban á 4P, los fenómenos
gástricos se acentuaban de tal modo que simulaban la tifoidea en su
período álgido, el insomnio y las pesadillas y las excitaciones cerebra-
les rayaban en el meningismo, y ante tan aterrador cuadro, la familia
decidióse por la intervención á toda costa. A pesar de mi buena volun-
tad, un incidente fortuito me hizo retrasar dos días más la intervención,
apareciendo entonces un fenómeno característico de la mastoiditis de
Bezold que me obligó á intervenir con toda urgencia, y fué éste la sa-
lida por el conducto auditivo de un pus sanioso, de una fetidez extra-
ordinaria, como de materia cadavérica, cuya salida se determinaba por
la presión del surco retro-maxilar. Cuando apareció espontáneamente
esta excreción, hacía más de veinte días que el oído no supuraba; el
olor era tan pestilente, que el mismo enfermo, que ya no se quejaba de
dolor en ninguna parte de su cuerpo, tal era su estado de indiferencia,
se quejaba amargamente del hedor que exhalaba su oído.
Por fin, el 27 procedí al vaciamiento mastoideo, practicado en la si-
guiente forma :
Incisión á dos milímetros del surco retro-auricular, desde la inser-«
ción ántero-superior del pabellón hasta un centímetro por debajo de la
apófisis mastoides; sección de todos los tejidos blandos, incluso el pe-
riostio; torsión de dos arteriolas procedentes de la auricular posterior,
y con el raspatorium separación del periostio por detrás hasta la cresta
vértico-mastüidea, y por delante hasta dejar al descubierto la entrada
del conducto auditivo externo en su región superior y posterior ; he-
mostasia por taponamiento de un par de minutos. Con fa gubia, aplicada
al sitio de elección, corté un cuadrilátero de un centímetro de lado,
é hice saltar las láminas óseas de atrás adelante, hasta cerca de
un centímetro de profundidad. La lámina ósea en esta región era
completamente ebúrnea, habiendo necesidad de proceder con fuerza y
cautela á la vez. Esta esclerosis de la lámina ósea, posiblemente debi-
da á antiguas osteítis, explicaba la falta de fenómenos en la región
retro-auricular, y también que el pus, encontrando este muro de con-
tención, se extendiera hacia abajo llenando el sistema lacunar de las
regiones bajas de la mastoides. Al llegar al díploe, después de haber
excavado este pozo cerca de un centímetro, el fenómeno que llamó
más la atención fué la fetidez extraordinaria que emanaba de aquella
cavidad; pus, aun no habíamos encontrado. Fué necesario, con ayuda
de la sonda acanalada y de la cucharilla, ir destruyendo las finas lámi-
nas de díploe, con lo cual llegamos después de profundizar otro centí-
metro, al antro, que era pequeño y profundamente situado. Introdu-
cida entonces una sonda curvada én su extremidad por el canal petro-
mastoideo, llegamos á la cavidad timpánica, haciendo saltar los restos
de huesecillos que había en el ático y la pared externa de éste. Pero á
pesar de este vaciamiento minucioso y á pesar de la fetidez, no encon-
tramos aún el foco de pus. Era necesario ir hacia abajo y la compresión
del borde anterior de la inserción superior del esterno-cleido-mastoideo
nos indicó en seguida el camino que debíamos seguir, y comprobó el
diagnóstico que habíamos formulado. Destruidas algunas trabéculas
óseas por debajo del antro, la compresión antes indicacla dio salida á un
chorro de pus sanioso, negruzco y de una tal fetidez, que más bien pa-
5io Mastoiditis de Be^old
recia icor cadavérico. Proseg*uimos el vaciamiento hacia abajo, rom-
piendo célula por célula y procurando disecar la reg-ión vecina al í^enu
lateral, procediendo con una meticulosidad extraordinaria, por cuanto
teníamos vi vie7ite la convicción de (jue la abertura del seno, dada ia
cantidad y calidad de pus, determinaría una trombo-flebitis séptica de
resultados fatales é irremediables. A pesar de todo llegtimos hasta la
punta de la apófisis, desinsertando parte de la extremidad tendinoÑi
superior del esterno-cleido-mastoideo y descubriendo la pared interna
de la punta de la apófisis, en donde nos fué posible comprobar el orifi-
cio por donde se habla abierto paso el pus á la reg-ión cervical.
A todo esto, habían transcurrido dos horas y media de cloroformi
zación, y aunaue esta tarea estaba encomendada á mi experto cole{m
Dr. D. Víctor áoley, la magnitud del traumatismo, el ag-otamiento fi^.
enfermo por las semanas que llevaba de fiebre y sufrimiento, me hi-
cieron temer que el colapso cardíaco que se iniciaba, terminara de un
modo trágico, y, por otra parte, mi experiencia y el convencimient'
de que los g-randes desbridamientos en los abscesos debidos á un f«y
purulento que se ha abierto completamente y se ha desag-uado á entem
satisfacción, no son tan indispensables como se dice, en breve consulta
con los médicos asistentes, Dres. Torras, Soley y Azoy, acordamoí» dar
por terminada la intervención y aplazar para otro día, si fuese necesa-
rio, el desbridamiento de los fondos de saco cervicales, cuya direcc; u
pudimos apreciar exactamente, uno sig'uiendo al digástfico hasta la
pared látero-farlng'eo y otro por la cara profunda del estemo-cleiilc-
• mastoideo hasta la mitad de su trayecto. Terminóse la operación cíd
un profuso lavado con solución de feno-salil al 1 por 100, tocando las
superficies óseas denudadas con cloruro de zinc al 1 por 10, insuflación
de iodoformo, aplicando gasa iodofórmica en pequeñas tiras y m i-
deando exactamente la superficie ósea denudada manteniendo ancha-
mente abierta, con otras tiras de gasa, la abertura retro-auricular y
haciendo un colgajo con la pared posterior del conducto desbridatK
hasta la concha, gasa por fuera, una buena capa de algodón cubrien 1'
toda la cabeza y vendaje ligeramente compresivo.
El enfermo pasó la primera noche sumamente intranquilo, con
temperaturas superiores á 39°, sin dolor, pero con un estado general] '
demás lamentable. La inflamación de las primeras vía,s aéreas, efe<n
del cloroformo, complicando una estomatitis y glositis pioémicas. ^\^
terminaba un aspecto por demás amenazador, como el de un enferin<
de boca seca, lengua agrietada, encías fuliginosas, que está agonizan^
de una fiebre tifoidea. Y por si algo faltara á este cuadro, antes I-
las 24 horas se presentó un escalofrío intensísimo, clásicamente piche-
mico, elevándose la temperatura á 41**. Ante tal hecho nos arrepenti-
mos de no haber seguido, á pesar de todo, la disección de los absceíi >
cervicales, mucho más por cuanto el enfermo no podía alimentaría^
en parte, por la inapetencia natural que en su estado era de esperar y
en gran parte también, porque la compresión del absceso látero-faria-
geo determinaba disfagia hasta el punto de que ni alientos tenía para
tragar el agua que su inextinguible sed le pedía.
Deshicimos el vendaje, y por compresión de la región cervical y fa-
ríngea extragimos unos 100 gramos de pus sanioso y de una fetiii -^
rej)ugnante que tenía por punto de salida las células mastoidea^^ i;^^
bajas sobre todo.
La segunda noche la pasó el enfermo algo mejor, la temperatura
des^'endi(') á 3()SVy el pulso se hizo regular; pero el estado general, qu^'
traducía una infección profunda de anuel organismo, continuaba d-'i
misino modo. Nueva curación á las 12 iioras de la primera con salida.
por compresioiips cervicales, de otros 100 gramos de pus. A la m^*<iií^
Mastoiditis de Bej^old 5it
hora, elevación de temperatura á 4r, como si la compresión de los focos
purulentos que determinaba la salida del pus, determinara también su
entrada en las extensas vías linfáticas de la reg-ión cervical. Al ano-
checer, 36*5®. Nueva curación, salida de gran cantidad de pus y ele-
vación de temperatura á 40*".
Era, ciertamente, crítica nuestra situación, pues el disecar los abs-
cesos cervicales ó practicar simplemente una contra-abertura, hacía
indispensable la anestesia, y, por otra parte, el estado general del en-
fermo febricitante y piohémico, desde nacía dos meses, con tendencia
al colapso cardíaco y con pulso dicroto, hacían en extremo arriesgada
una segunda cloroformización cuya duración no podía j)recisarse.
Así es que en espera de que mejororan las condiciones generales
del enfermo, acordamos repetir las curaciones cuantas veces fuera ne-
cesario y evacuar el pus con toda la rapidez que se pudiera. El curso
de la dolencia en los días posteriores, fué por demás irregular ; el
enfermo pasaba muchas horas hipopirético (36"*, 36*9**), y á lo mejor
cada dos ó tres días se presentaba un escalofrío intensísimo seguido de
temperaturas de 40** á 41°. El estado general iba mejorando; al cuarto
día había desaparecido el absceso látero-faríngeo, la deglución era nor-
mal, los grandes lavados con solución de permanganato potásico al
1 por 1,000, hicieron que el pus fuera cada día menos abundante y de
mejor carácter, la miositis del esterno-cleido-mastoideo que determi-
naba la flexión forzada de la cabeza fué desapareciendo, las infiltra-
ciones cervicales amenguaron, y, por fin, la temperatura se hizo
completamente normal el día 15 de noviembre (1) ; el enfermo recobró
el apetito y poco á poco las fuerzas, pudiendo dejar la cama el día 18
de noviembre y concurriendo por su pie á nuestra clínica el 6 de di-
ciembre con la herida ya casi completamente cicatrizada y oyendo el
reloj á dos centímetros. La región ósea denudada estaba en francas
vías de epidermización.
Esta historia clínica tiene interés en varios conceptos, y muy espe-
cialmente por la rareza de la mastoiditis de Bezold, que algunos tra-
tadistas modernos ni describen siquiera y que los que la describen lo
hacen con más interés por lo que respecta a los abscesos cervicales que
el vaciamiento mastoideo que resulta un accidente de la operación, á
pesar de que en buena lógica y siguiendo los principios de la patología
general en las supuraciones óseas, es lo que debe dominar la escena.
Puesto al descubierto el foco purulento, ras])adas las superficies supu-
rantes, extraídos los secuestros, cuando los hay, se cumple con el prin-
cipal objeto de la intervención; por cuanto curando las superficies
supurantes, los abscesos osifluentes dejarán de formarse por lejos que
esté el punto de origen. Este caso lo demuestra evidentemente; sin
disección de los abscesos cervicales, sin siquiera contra- abertura, por
simple expresión, curaron perfectamente.
Nada más lejos de nuestra mente que erigir en regla de conducta
general la no abertura de los absce.<:os osifluentes; pero sí Queremos
insistir en que la intervención culminante en la mastoiditis de Bezold
ha de ser el vaciamiento mastoideo, sin la cual todo lo demás resultaría
inútil (2) y con la cual puede prescindirse en ciertos casos de una labo-
riosa disección al través de los tejidos del cuello, que hacen intermi-
(t) El día o de noviembre, tuvo un escalofrío intenso; duró tres cuartos de hora, fue el ulti-
mo, se acompañó de vómitos y fui seguido de temperatura 40'2** y pulso 104, (Datos recogidos
por el Dr. Azoy).
(2) En la notable obra de Mignon Comptications septiques des otitis moyennes suppurées^ pá-
gina 213, se transcribe una observación clínica que tiene muchos puntos de analogía con la de
nuestro enfermo. En aquélla se practicó la disección de los abscesos cervicales, pero no el vacia-
rtiiento mastoideo y el enfermo sucumbió á los progresos de la ósteo-mielitis mastoidca.
5»2 Mastoiditis de Be^old
nable una operación ya de sí laboriosa y entretenida, sobre todo cuan-
do hay piohemia.
Insistimos también sobre el hecho de que la mastoiditis de BezoM
puede presentarse en las otitis supuradas crónicas y en sujetos jóvenes
y por lo tanto, que el único hecho cierto que predispone á esta compli-
cación, es la disposición anatómica especial de la apófisis, cuyo sistema
lacunar se extiende hasta su pared inferior interna. Así era la apófi?ij?
de nuestro operado, disposición que afortunadamente no es frecuente,
pues, como hemos dicho antes, entre cuatrocientos cráneos examinados
{)or Bezold sólo en veintidós observó el tipo pneumático y la pared in-
érior interna de la apófisis cedía fácilmente al instrumento punzante
ó era de aspecto poroso, resultado de estar agujereada por numerosíjs
orificios vasculares. En este sujeto favoreció también la rotura de la
pared inferior interna de la punta mastoidea la extrema dureza de la
lámina ósea externa de la mastoides, hecho frecuente en los antigüe^*
otorreicos, de manera (jue el pus y la osteomielitis mastoidea no tra.-^-
cendían al exterior ni en forma de pastosidad, ni de ser dolorosa la
presión, ni siquiera de borrarse el surco retro-auricular.
Y en este último hecho hemos de insistir, sobre todo, tratándose lie
nuestro país, donde mueren tantos enfermos por complicaciones ótica?
endo-craneanas, ya por falta de diagnóstico, ya por falta de interven-
ción, siendo el criterio corriente entre profanos, y aún médicos, que las
trepanaciones mastoideas y sobre todo la ático-antrectomía va se^ruida
de fatales resultados. Rara vez se plantea la indicación de la abertura
mastoidea cuando no hay fenómenos de violenta flogosis en la re^rión
retro-auricular, y es necesario tener bien presente que la^ más graves
complicaciones cíe las mastoiditis (abscesos cerebrales y cerebelosos) y
especialmente las de la de Bezold, evolucionan mansamente, sin que se
borre el surco retro-auricular, sin que se separe el pabellón del planu
craneal y simulando muchas veces el cuadro de la tifoidea. Así es qu-»
es muy conveniente averiguar si los oídos supuran ó han supurado, y
tener presente que de cada 40 otorreicos sucumbe uno á una complica-
ción endo-craneana (Lermovez), y que las intervenciones mastoidea?.
por extensas que sean, no oirecen peligro alguno si el que las practica
se ha ejercitado en trabajos de anfiteatro y retiene bien in mente la
disposición anatómica del estrecho campo en que debe maniobrar.
Acostumbrados estábamos en nuestros anteriores vaciamientos ma¿-
toideos á que el enfermo sin reacción febril de ninguna clase pasara dr'
la época (le sufrimientos é insomnio al reposo más tranquilizador, de
manera que en ningún caso habíamos levantado la primera cura hasta
los ocho y aún diez y doce días, así es que en este enfermo y con mi>-
tivo de la gran elevación térmica nos fué indispensable levantarlo an-
tes de las 24 horas. El no haber disecado los abscesos cervicales no5
imponía la limpieza meticulosa de los mismos, para lo cual acudimos á
las curas frecuentes y á la expulsión del pus por presión. En nin;?ún
momento renunciamos á los beneficios que nos podía aportar la di>ec-
ción de los abscesos cervicales; pero como esta segunda intervención
estaba en parte contraindicada por las razones antes señaladas y, por
otra parte, estábamos convencidos de que el factor principal de los tras-
tornos que aquejaba nuestro enfermo eran debidos á la osteomielitis y
tanto la intervención quirúrgica como el tratamiento consecutivo iban
á dominarla, esperamos tranquilamente á que el enfermo estuviera en
mejores condiciones de resistencia ó á que un fenómeno grávenos
determinara á intervenir nuevamente.
Por fortuna, no tuvimos que recurrir á otros medios, y este caso de-
muestra palpablemente que en toda infección, y en especial en las eti-
cas, debe procurarse, como capital indicación, la abertura extensa y com-
Mortalidad infantil en Madrid
5x3
pleta del foco ósteomielítico y que los abscesos secundarios, si bien es
de muy buena práctica el abrirlos y desaguarlos cuanto antes, pueden,
sin embargo, preterirse, sin muy graves inconvenientes, á la abertura
del foco purulento principal.
Como procedimiento, me ha parecido siempre el mejor, y siguiendo
á los clásicos, el de la abertura previa del antro, cuya cavidad consti-
tuye el centro anátomo-patológico de la otología. El cirujano que em-
pieza por él, fácilmente se orienta, sea cual fuere la intervención ótica
que deba realizar, y hasta en el procedimiento de Stake encontramos
que su principal ventaja es la de encontrar con seguridad el antro, por
pequeño y profundo que esté. Es excepcional que no medie espacio
quirúrgico entre el antro y el seno lateral y aun no mediando, un ciru-
jano un poco experto adivina pronto la proximidad de dicho seno. En
los muy numerosos ejercicios que he practicado en el cadáver con mi
estimado companero Dr. Torras, en ningún caso hemos llegado al seno
lateral, aún con la intención de disecarlo, sin que la consistencia y la
coloración del tejido óseo nos lo anunciara ^ mucho antes. En cuanto
al nervio facial, que ocupa siempre una posición invariable, basta
tenerlo siempre in mente para evitarlo, pero de todas maneras creo que
la clave principal de las intervenciones mastoideas es seguir metódi-
camente el vaciamiento empezando por el antro y desde allí dirigirse á
la región que los fenómenos clínicos indiquen. La observación clínica
aue acabamos de exponer, prueba evidentemente que en la mastoiditis
(le Bezold debe atenderse mucho más al vaciamiento mastoideo que á
la disección de los abscesos cervicales, los cuales, aun procediendo de la
raastoides, curaron en este caso con sólo el vaciamiento mastoideo y
sin dejar rastro alguno.
Moptalidad infantil en Madpid
Sva prlnelpalea eanaaa y maíllos de oombatlpla
(1)
D. Rafael Ulecia y Cardona
Vocal de la Junta municipal de Sanidad y Director de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas
Estado H. — 1900 (2)
NACIMIENTOS 15,479. — DEFUNCIONES 17,406. - DIFERENCIA — 1,927
Proporción por 1,000 habitantes I üoptaíidad 38*70 I I*®Wación 516,428
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(1) ConiíDuación. — Véase el número anterior.
(2) Como desde este año se modifica la clasificación por edades, para adoptar la propuesta por >
el Dr. Bertiilón, no incluiremos en el septenio del diagrama siguiente ( fíg. 21 ). más que los niños
de O día á cuatro años cumplidos.
Estado I. — 1901
NACIMIENTOS 15,908. — DEFUNCIONES 17,284. — DIFERENCIA. — 1,376
Proporción por 1,000 habitantes | MoríaUdld 32l674 | Población 628,984
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Estado J. - 1902
N.ACIMIENTOS 15,832. - DEFUNCIONES 14,411. - DIFERENCIA + 1.421
Proporción por 1,000 habitantes | Mo^rSudad 27)243 | Potación 528,984
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Resumen de los años 1900, 901 y 902
NACIMIENTOS 47,219. — DEFUNCIONES 49,101. — DIFERENCIA
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145
173
304
332
371
445
572
420
200
ft
4^w-
Abril . . . .
684
S06
142
138
264
295
328
365
410
333
162
^
:rf.*j»
Mayo . . . .
6X5
908
135
135
253
267
313
336
366
288
108
10
;^v4
Junio ....
779
861
161
138
•209
263
30»
334
335
231
97
6
l^'!*
Julio . . . .
1334
1046
168
151
248
296
304
255
335
275
UG
6; 4^^
Agosto . . .
873
H-i2
160
145
234
250
268
288
296
276
104
'i
.S'.":
Septiembre.
()65
()36
118
125
271
201
238
295
292
203
99
1
3iy
Octubre. . .
584
564
138
130
237
261
288
328
378
245
118
í^-'i
Noviembre .
687
670
144
156
246
275
334
391
407
244
153
141 3^^
Diciembre .
1026
764
132
155
276
298
356
442
535
445
164
r 4.0
10102
9644
1715
1728
3065
6'24
3374
6'87
3907
7'95
4506
9^38
5099
10-38
4028
8^31
1769
3-69
0-2^
41*101
19746
3443
20-57 1 19-63
3' 40 1
3'51
40-20
:r
í
01
Mortalidad infantil en Madrid
525
20,000
19,000 ^ I MORTALIDAD 49,101
18 000 — ^ NATALIDAD 47,219
17,000 — H iXFEftESfJA — 1,882
16,000 ""
15,000
14,000
13,000
12,000
11,000
10,000
9,000
8,000
7,000
6,000
5,000
4,000
3,000 z HiHzH^^ ■~^H^
2,000 z H-HzH~ — -^^BiB: ^^^^^ _
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Fig. 21. — Diagrama de la mortalidad en Madrid. — 1900, 1901 y 1902
Estado L
RESUMEN DE MORTALIDAD DE MADRID
Septenio de 1896 á 1902
1896
1897
1898
1899
1900
1901
1902
TOTAL
Menores de un año
De 1 año á 4 cumplidos . . .
De 5 en adelante
4,086
3,026
10,990
3,3*
2,442
8,988
3,484
2,716
9,077
15,277
4,483
1,714
9,666
15,863
3,278
3,910
10,218
17,406
3,730
3,350
10,204
3,094
2.384
8,933
25,289
19,542
68,076
18,102
14.564
17,284
14,411
112,907
Menores de 1 año 25,289 ó sea 22'39 por 100
De 1 á 4 años cumplidos 19,542 ó sea 17'30 por 100
De O día á 4 años cumplidos . . 44,831 ó sea 39'70 por 100
326
Mortalidad infantil en Madrid
Estado U
MORTALIDAD EN MADRID DE NIÑOS DE O DÍA Á 4 AÑOS
miUílSASBS
Viruela
Sarampión
Escarlatina
Tos ferina
Difteria
Tuberculosis de todas
clases
Sífilis
Meningitis simple ,
Convulsiones. . .
Bronquitis aguda
ídem crónica. . .
Suma y sigue. . .
1900
911
1901
194
1908
TOTAL
10
1115
802
841
216
1859
58
30
2a
113
19
52
147
218
137
72
49
258
456
281
392
1129
123
207
71
401
780
771
793
2344
380
308
379
1155
1031
1467
1002
3500
54
4751
77
4448
44
175
3128
12267
nrrsuasAfiíB
Suma anterior. .
Bronco-pneumonia. .
Pneumonía
Congestión pulmonar
Diarrea
Ictericia grave
Erisipela
Debilidad conaénita. .
Vicios de conformación
Muertes violenus . .
Otras causas
Sin clasificación . . .
Total.
1900
4751
279
78
13
819
3
16
37
168
6
986
32
IMl
4448
345
71
76
965
12
9
is:
iU
34
764
115
1901 ITQTAL
31281 ii^
366
62'
12
1030 i
16
5f»!
167
20
611
109
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i:
%i
^^
4KS
60
:5r
7188 7080 S47S 19'^
3,500 —
3,000 —
2,500 -
2,000 — ■-■-
1,900
1,000
Flg. 22. — Gráfica de mortalidad de Madrid por enfermedades, durante los años 1900, 1901 j i*"
Si OS fijáis en los estados Fy K, veréis que el número de fallecid;^*-
es mayor en los niños de O á 1 año en la proporción de 23*80 y 20"-'>'^
por 100; sig-uen después los de lá4 en la de 15*51 y 19*63, superi '
en grado sumo á la de los comprendidos en la edad escolar (de 5 á ^
años), que es de 8'85 y 7*01.
Mortandad infantil en Madrid Saj
Yo OS ruego, señores, que reflexionéis un poco acerca de estas pro-
porciones, y habréis de convenir conmigo en que el problema ae la
mortalidad de niños de la primera infancia reviste caracteres de gra-
vedad extraordinaria, y es muy digno de asiduos estudios y de profun*
das meditaciones.
¡ 62,005 niños menores de 3 años fallecidos en ocho años !
I 25,000 de O á 1 año, muertos en un septenio !
1 19,542 menores de 5 años, en igual período de tiempo !
Cifras son estas verdaderamente aterradoras, que denotan el censu-
rable abandono en que no sólo las Autoridades, sino sus moradores,
tienen las saludables prácticas de la higiene.
En efecto , las estadísticas que antes he consignado, demuéstranlo
de una manera palmaria, pues fijándoos en las causas que han contri-
buido á tan terrible mortalidad, veréis que en su mayor parte éstas
son debidas á enfermedades que hoy se designan con el nombre de m-
tableSy llamadas así porque su desaparición, ó cuando menos su dismi-
nución, dependen ciertamente de la fiel observancia de los preceptos
higiénicos. Véase si no lo que ha sucedido con dos de las mas mortí-
feras enfermedades infecciosas: la viruela y la difteria, las cuales,
merced á la difusión de la vacuna, del empleo del suero antidiftérico y
de las desinfecciones, han tenido un notable decrecimiento, digno de
llamar la atención y que pone bien de manifiesto el poderoso influjo de
la higiene :
Estado M
Mortalidad en Madrid de niños menores de 5 años causada por la viruela
y la difteria en el último quinquenio
AÑOS
1898
1899
1900
1901
1902
Viruela
Difteria
38
135
94
134
911
137
194
72
10
49
Para evidenciar más claramente cuan terrible es la mortalidad en
Madrid de niños de O á 1 año, bastará que la comparemos, por ejemplo,
con la de París, que por lo crecida, ha preocupado y preocupa honda-
mente á los Gobiernos, á los higienistas y médicos de la vecina Repú-
blica, quienes, para combatirla, están haciendo extraordinarios esfuer-
zos, coronados, hasta el presente, de éxitos muy satisfactorios.
De un notable estudio estadístico hecho acerca de la mortalidad de
la primera infancia en la población urbana de Francia, por los doctores
Ballestre y Gilleta de Saint Joseph, resulta que, en seis años (1892-97),
París, con una población de 2.511,629 habitantes, perdió 44,069 niños
de O á 1 año.
Pues bien : Madrid, que tiene, según el último censo, 528,984 habi-
tan tes,ha perdido en igual periodo de tiemjm (1896 á 1901) la enorme ci-
fra de 22,195. De modo que si Madrid tuviese el mismo número de habi-
tantes que París, le correspondería una mortalidad de ¡¡220,346!! niños
de O días á un año.
Dejo que mis dignos compañeros de esta Junta se entreguen á las
tristes reflexiones á que se prestan estos datos numéricos, que no pue-
den menos de contristar mi ánimo y que me obligan á demandar con
insistencia se ponga pronto y eficaz remedio á tal situación, que n os
coloca en lugar tan secundario entre las naciones civilizadas.
Bien aplicado le fué, pues, á Madrid el calificativo de la Ciudad de
la Muerte, Y no basta á quitárselo el hecho, alegado por algunos en su
5i8 Mortalidad infantil en Madrid
favor, de que hay otras capitales que tienen mayor mortalidad aún. Lo
más que podría concederse á los que así opinan, es que el calificativo
debería aplicarse también k esas capitales donde la mortalidad es tan
crecida ó más que la de Madrid.
En los pueblos donde se rinde fervoroso culto á la Higiene, domlf
las Autoridades velan con interés por la salud y la vida de sus goberna-
dos y donde sus habitantes son celosos cumplidores de las disposicioDe-
oficiales, como sucede con el pueblo belga, allí en la lucha entablada
entre la Higiene y las enfermedades, aparece victoriosa la primen.
Véase, en efecto, lo que ha sucedido en Bruselas, cuya mortAlidad por
enfermedades infecciosas ha sufrido el notable decrecimiento siguiente:
1869 á 73 53*2 por 1,000 habitentes.
1874 á 78 23 2 » » »
1879 á 83 16*9 » »
1884 á 88 17*2 » » »
1889 ¿93 14 » >> »
1894 á 99 8*6 » » »
1900 . 6 » » »
En Viena, durante los años 1900, 1901 y 1902, que son los que esp^
cialmente estudiamos en este Informe, no hubo mas que una rlefuiKi.r.
por viruela (1901), y en Berlín, en esos mismos años, no ha ocurrid*- n:
una sola defunción por tan mortífera enfermedad.
¿Y qué ha pasado recientemente en Puerto Rico? La viruela, eml-
mica en la isla, se generalizó á fines de 1898 y principios de 1899, har«
el punto que en febrero de dicho año, había 3,0*00 casos nuevos. El corunr i
Hoff organizó un sistema de vacunación general debidamente aplicai' v
en cuatro meses, de 960,000 habitantes fueron vacunados 860,000. El^^''
por 100 de estas vacunaciones resultaron eficaces. La mortalidad vari-
losa anual, que era antes por término medio de 621, descendió á 2.
I Honor y gloria para el inmortal Jenner !
En cambio, ¿sabéis lo que acontece cuando se descuidan las prá>>
cas de una buena higiene? Pues que se sufren bien pronto las funev
tas consecuencias de este abandono, como ha sucedido, por desgran-
en Londres.
En dicha capital la viruela ha ocasionado
En 1900 4 defunciones.
En 1901 227 »
En 1902 1,314 »
¡Ya veis loque con sus torpes predicaciones han conseguid"!-
apasionados enemigos del precioso medio profiláctico y cuan can^ '
cuesta á Inglaterra la campaña antivacunista !
Creemos que ante estos datos elocuentísimos, huelgan por cocr
pleto los comentarios.
Examinando con atención el estado Ll, se verá que de todas lasf^'--
fermedades que han contribuido á la mortalidad infantil de esto?r:-
últimos años (estadística que el Bolethi demográfico del AyuntaipM^^
ha ajustado, como he dicho, á la clasificación deBertillón), las que hí"
dado contingente mayor por orden correlativo son :
^ Bronquitis aguda con 3,500 defunciones.
I* Diarrea con 2,814 »
'^ Meningitis con 2,344 ^>
Sarampión con 1,859 »
Tuberculosis con 1,129 »
Convulsiones con 1,155 »
Viruela con 1,111 »
7^
Revista de Pediatría 3ag
La bronquitis aparece, es cierto, en el primer lugtir; mas si se tiene
en cuenta que en el cuadro de la primera figuran no pocos niños que
contrajeron la bronquitis en el curso de la diarrea; que un número no
escaso de los incluidos en el cuadro de la meningitis adquirieron esta
dolencia como secuela final de su perturbación gástrica, y que lo me-
nos un 50 por 100 de las convulsiones fueron producidas por infraccio-
nes en el régimen, cabe afirmar, con grandes probabilidades de acier-
to, que las enfermedades que deben figurar en pnmer término, como
factor principalísimo en la espantosa mortalidad infantil, son las del
aparato digestivo y y entre éstas, en primera línea, la gas tro-enteritis 6
diarrea infantil.
Durante muchos años esta diarrea fué considerada no sólo por las
familias, sino por los médicos mismos, como un fenómeno ligado á la
dentición, opinando no pocos que debía de ser respetado cuando no re-
vestía caracteres alarmantes. Mas hoy, que la patología infantil ha
hecho grandes adelantos, este proceso patológico es ya mejor cono-
cido, y los médicos especialistas le conceden toda la importancia que
realmente merece, reconociéndole su verdadera gravedad.
Así es que la diarrea preocupa, y con sobrada razón, á los paidópa-
tas, por ser la más temible de todas h^ enfermedades que afectan al niño,
puesto que no sólo arrebata la vida de un considerable número de
ellos, sino que, merced al estado de desnutrición en que quedan los
supervivientes, se hallan m/is expuestos á padecer otras enfermedades
y con menos resistencia orgánica para luchar contra ellas, de la que
seguramente tendrían á no haberla padecido.
¿A qué es, pues, debida esta mortífera enfermedad?
¿Qué medios deben emplearse para prevenirla, si no de una manera
absoluta, á lo menos para que no sea tan excesivo el número de niños
que la padecen ?
Tres son las principales causas, dependientes de nuestra voluntad,
que intervienen en la provocación de la diarrea.
1.* Las deficiencias de la lactancia;
2.* La alimentación prematura y la sobre-alimentación;
3.* Las infracciones en régimen de los niños de 1 á 5 años.
( Se concluirá ).
Revista de Pediatría
POR EL
Dr. Juan Coll y Bofill
Bl citróíeno en el tratamiento de la coqueluche. — Stekel,
Stoschich, Kéty, Bolognesi, Fittel y otros, han publicado observaciones
muy favorables á esfe medicamento en el tratamiento de la coquelu-
che. Habiendo leído Sclireiner estos trabajos, ha ensayado esta me-
dicación y ha publicado sus resultados fThérap, Aíonats/iefte, núme-
ros 5 á 7). De la lectura de sus conclusiones se deduce que el medi-
camento es tomado con gusto por los niños, gracias á su agradable
sabor; que no ha notado nunca efectos nocivos con su empleo; que ejerce
acción favorable sobre los vómitos y aumenta el apetito ; disminuye la
duración de la enfermedad tomando forma más benigna, siendo más
raros, más cortos y menos violentos los accesos. La dosis empleada
por el autor fué tres veces al día 15 ó 20 centigramos (por año), y si
resultaba insuficiente, la aumentaba á 25 ó 30 centigramos. Puede
darse también de una sola vez la dosis máxima de 7 decigramos.
530 Rfiifista dé Pediatría
Acerca el paso de la aglutlnlna de la madre ai feto en
loa casos de tuberculosis materna. — Los doctores Lagriffouly
Pagues comunicaron á la Sociedad de Biologría (sesión 25 julio de 1903),
varios experimentos relativos á la sero-reacción tuberculosa en el niño
acompañados de varias observaciones y de las siguientes conclusiones,
que traduzco literalmente :
1.* M suero de los recién rtacidos de madres tuberculosas, engaurd,
no aglutina el bacilo de la tuberculosis.
2.* Cuafido la aglutiniria existe en abundancia en la sangre de la fMr
dre, puede penetrar mía cierta cantidad de aquélla en el organismo fekl
3.* Puede existir formación autónoma de aglutinina por el feto.
Del empleo del a^a oxigenada en la terapéutica infantil
(Tesis de Blotin, París). — El ag-ua oxigenada ha producido bueno?
efectos en el tratamiento de ciertas afecciones de la niñez (otitis, esto-
♦ matitis, vulvo-vaginitis, pleuresía purulenta). Presenta la ventaja de
ser un antiséptico poderoso y de no ser tóxica, pudiendo, por lo tanto.
emplearse en los casos en que el sublimado y otros antisépticos no da-
rían resultado por su titulación débil , ó serían peligrosos por se:
aquélla demasiado elevada. El grado de dilución del agua oxigenada
es un factor apreciable, siendo á 12 volúmenes cuando ha dado lo?
más rápidos y mejores resultados.
Tratamiento de loa oxiuros. — De un artículo de Degny (Jm-
nal des Praticiens, n.* 8), entresaco las siguientes notas prácticas:
Dice el autor, con mucha razón, nada más sencillo parece, de mo-
mento, que hacer expeler estos minúsculos vermes; sin embarp"o,
cuantas veces es difícil lograrlo y es que no se considera que no sollá-
mente ocupan de ordinario el recto y el intestino grueso, sino que llegan
también á la última porción del intestino delgado. Así, es preciso un
doble tratamiento general de todo el intestino y local del recto. Re-
comienda el siguiente método como el más sencillo y seguro : purgar
al niño con una dosis de calomelanos en relación con su edad é instituir
el régimen lácteo. Este tratamiento preliminar, de 24 horas, limpia el
intestino completamente y favorece la acción de los medicamentos ver-
mífugos. Durante los días siguientes, administra santonina ó semen-
contra :
Santonina 5 centigramos
para un papel, por la mañana en ayunas, ó:
Semen-contra 3 gramos.
infúndase en 100 gramos de agua hirviendo y añádese 20 gramos «le
jarabe de musgo de Córcega. /
Este simple tratamiento de tres días habrá seguramente echado el
parásito del intestino, pero éste y principalmente las hembras, estarán
en el recto, que e.-^ su sitio predilecto, y donde obran con dificultad l'-^
vermífugos. Entonces estará indicado el tratamiento- local, quel&?
destruirá y librará al niño de sus huéspedes. Para esto, aconseja ^!
autor, ó supositorios, segiin una de las siguientes fórmulas :
Calomelanos 10 centigramos
Manteca de cacao 2 gramos
ó :
Ungüento merrurial doble. . . . 10 centigramos
Manteca de cacao 2 gramos
NaturaUj^a de la obsesión 5 $i
Ó pomadas, introducidas tan profundamente como sea posible por el
ano, según una de las fórmulas que siguen :
Calomelanos 3 gramos
Vaselina 30 »
ó:
Oxido amarillo de mercurio ... 30 centigramos
Vaselina i ^^ i- ^^«^^^
Lanolina < aa. lo gramos
Es, sin embargo, preferible el método de lavativas. Comby pres-
cribe las siguientes :
Mentol 25 centigramos
Aceite 60 gramos
ó :
Santón i na 50 centigramos
infímdase en 150 gramos de agua.
Degny prefiere la lavativa de nitrato de plata. Es excepcional que
este tratamiento, de cuatro días, no produzca los resultados curativos ;
si así no fuere, después de unos días se repite el mismo con seguridad
de éxito.
Naturaleza de la obsesión ^^^
POR EL
Dr. E. Mar\ndon db Montyel
Médico Jefe del Asilo de Ville-Evrard
Numerosos é importantes trabajos se han publicado en estos últimos tiem-
pos sobre el curioso fenómeno morboso de la obsesión, c^ue el profesor Ball
había espiritualmente denominado mu prurito cerebral. Si de estos trabajos
se desprende que cada vez más existe un acuerdo común sobre el origen
degenerativo y hereditario de la enfermedad, así como lo sostiene Maguan,
no sucede lo mismo en cuanto concierne á la naturaleza del mal. Desde
muy largo tiempo han existido, existen todavía, dos doctrinas: una llamada
intelectual, la otra llamada emotiva.
El objeto de este artículo es exponer rápidamente el estado de la cues-
tión entre nosotros; pero sobre todo llamar la atención sobre un hecho que,
con gran sorpresa mía, no he visto señalado y que, por lo tanto, me parece
resuelve en absoluto el debate.
La doctrina intelectual, formulada por Westphal, tiene por defensora
Magnan, según el cual la obsesión es un modo de actividad cerebral, en el
que una palabra, un pensamiento, una imagen, se impone al espíritu fuera
de la voluntad. Esta doctrina la adoptan Soutzo, hijo, y Athanasio. La se-
gunda, emitida por Monel, que fué el primero, en 1886, en hacer un notable
estudio del fenómeno, bajo el nombre á^i delirio emotivo, 9,^ adoptada por
Pitres y Régis, por P. Janet y por Séglas, entre cuyos partidarios me in-
cluyo.
Pitres y Régis suministran, en apoyo de su opinión, seis argumentos
absolutamente probatorios, y que con brevedad resumiré. <r Según la psico-
logía contemporánea, dicen, la vida afectiva es la primera en manifestarse,
antes que la vida intelectual, y en los procesos de la conciencia, la emoción
es anterior al conocimiento; de tal modo, que éste y el sentimiento son á la
base de la idea lo que los centros nerviosos á los agentes secundarios de la
actividad de los centros superiores»,
Por tanto, la emoción es el elemento constante é indispensable de la ob-
sesión; también hay obsesiones sin idea fija: las obsesiones difiLsas. En
muchos obsesos, el objeto de la obsesión es múltiple ó se modifica; lo que
(1) Ga^. des hóp., 8 septiembre 1908.
533 Naturaleza de la obsesión
queda inmutable es el fenómeno emotivo, la ansiedad. Por último, eu mu-
chos casos las obsesiones principian y acaban por una faz de ang^ustia antes
de la aparición ó después de la desaparición de la idea fija, y los síntoma.^
emocionantes, lejos de bailarse en razón directa de la intensidad de la idea
fija, se atenúan en la obsesión al paso que tiende á intelectualizarse. Todas
estas cosas son rigurosamente exactas, y he tenido, como estos dos autores.
infinidad de ocasiones de comprobarlas.
P. Janet, aun accediendo á las ideas emitidas por estos médicos, dice,
sin embargo, que la teoría emocional, que consiste en explicar y definirla
obsesión por la angustia y por la emoción, le parece, á pesar de los servi-
cios que ha prestado, demasiado vaga, demasiado general y al mismo
tiempo demasiado restringida. El distinguido psicólogo se esfuerza eu pri)-
fundizar más la cuestión, y propone una teoría ingeniosa, que desarrolla
con un grnn método y mucho talento. Se esfuerza en explicar el trastonio
emotivo de donde surge la obsesión por la psicastenia, la disminución de la
tensión nerviosa psíquica, comparándola á fenómenos análogos que se pre-
sentan por la corriente eléctrica ó por el calor. Señala un hecho clínico
que no puede ser puesto en duda ; que los entendimientos muy sencillas
los de los idiotas y de los imbéciles no pueden presentar la enfermedad de
las obsesiones, que ataca exclusivamente á los intelectuales y delicad(^
Por tanto, para P. Janet, el cerebro del obseso es una hermosa araña eléc-
trica, cuyas lámparas son en gran número y muy artísticamente dispues-
tas; pero hay un trastorno dinámico, una insuficiencia de la fuerza que s»-
suministra ¿1 órgano para que funcione, y si la araña alumbra poco, si las
lámparas se calientan, es porque la corriente que el sector suministra m»
tiene el suficiente voltio.
No niego qu« la teoría emocional pueda ser perfeccionada; pero hay uua
razón mayor que me sorprende no se hable de ella, y creo es la prueba pe-
rentoria de que la aserción de Séglas de que la obsesión reposa siempre so-
bre un fondo de emotividad patológica, quedará como cierta; es que la inte-
ligencia es susceptible de un trastorno en más ó de un trastorno en menos
puede ser aumentada ó disminuida, no puede ser pervertida ; estehech
juzga en absoluto la cuestión.
En efecto : la idea no existe por sí misma; proviene de la emotividad}
de la sensación ; por tanto, siempre que sea morbosa, es porque forzo>a
mente uno por lo menos de sus dos elementos generadores lo es también.
Toda la patología mental está á la vista para probarlo ; cuando no existe
ni perversión emotiva ni sensorial, los únicos trastornos intelectuales com-
probados son, en efecto, la exaltación ó la debilidad. Tenemos un ejemplo
del primer caso en la simple manía no alucinatoria, en la cual la actividad
intelectual adquiere una intensidad tal, que las ideas se suceden demasiad >
pronto. para que el enfermo tenga tiempo de emitirlas todas; de tal sueric,
que aun hablando sin detenerse, comunica de ellas sólo una parte y pre-
senta así una incoherencia que, en realidad, no es más que aparente. In
ejemplo del segundo caso es suministrado, sin hablar de la debilidad men-
tal y de la demencia consecutiva; para quedar en el dominio de los hechos
agudos, por la estupidez de Georget, en la que se produce con más ó menos
rapidez una suspensión del funcionamiento intelectual, y en la que eUu-
jeto al principio es consciente, loque hacía exclamar aun enfermo de quien
he hecho la observación, que se sentía cada vez más idiota. Pero si siempre
que se registra una idea morbosa, una concepción delirante, fuesen cons-
cientes como las obsesiones, es seguro se encontraría como generadores.'.'
una perversión sensorial, ó ambas perversiones á la par.
Si, pues, la idea obsesionante naciera espontáneamente, como pretenda
la teoría intelectual, en un intelecto sano, cuya emotividad y sensaciones
son normales, fuera un hecho único, en contradicción con todo lo que sa-
bemos del funcionamiento normal y morboso del espíritu. Indudablemente
que una concepción absurda puede formarse sin desorden emotivo ni sen-
sorial ; pero el hecho de su aceptación, porque entonces es inconsciente, >e
explica por un grado de inferioridad intelectual, que no permite al sujeto
apreciarla en su justo valor ; este no es más que un caso particular del tras
torno en menos de que sabemos la inteligencia es susceptible. Asi.e>t3
concepción absurda es aceptada por el sujeto y no ofrece, por consiguiente
el principal carácter de la obsesión, que sería la conciencia de su absurdi-
De los edemas parciales al principio de la auto-inloxicación gravidica. Su palor diagnóstico 5 33
dad. Sucede que estas concepciones absurdas absorben todo lo que el su-
jeto tiene de actividad intelectual y paralizan de este modo su volición, de
tal suerte, que en un examen superficial se le tomaría por un obseso.
Hechos de este género han servido en parte á los adversarios de la teoría
emocional de la obsesión, para formular su gran argumento ; que hay casos
en que ésta exista sin que jamás la menor angustia se produzca. Que ana-
licen estos casos á fondo, y comprobarán que el único nombre que les con-
viene es el de idea fija con base de debilidad mental.
Reconozco que hay otros á los cuales tal explicación no es aplicable,
porque los enfermos, no poseídos de angustia, tienen conciencia de lo ab-
surdo de la idea ó ideas que se le presentan frecuentemente. Pero si no
son atormentados en el momento que se les examina, ¿no lo han sido
nunca antes ?
No se ha de olvidar, en efecto, como lo han dicho muy bien Pitres y Re-
gís, que los síntomas emocionales, lejos de hallarse en razón directa de la
intensidad de la idea fija, como lo exigiría la teoría intelectual, se atenúan,
por el contrario, al paso que la obsesión tiende á intelectualizarse. Resulta
de esto que si esta intelectualización es rápida y manifiesta, los síntomas
emocionales podrán muy bien ser en seguida eclipsados.
Hay, pues, motivo para creer que los hechos sobre los cuales se apoyan
los defensores de la teoría intelectual entran en una de estas dos categorías.
Por mi parte, no he observado nunca nada que confirme sus aserciones.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.).
De los edemas parciales al principio de la aato4ntoxlcacl6n gravídlca
Su ralor diagnostico ^^>
rOR Et.
Dr. P. a. Lop
Encargado del curso complementario de panos y de Clínica obstétrica
en la Escuela de Medicina de Marsella
I. — En la sesión del 16 de enero de 1902, habida en la Sociedad obsté-
trica de París, Budin comunicó un trabajo sobre les edemas parciales en la
infección puerperal. Casi al mismo tiempo terminaba yo la redacción de las
observaciones expuestas en esta monografía, y cuya publicación las cir-
cunstancias me han hecho aplazar.
En el espacio de dos anos he recogido cuatro observaciones semejantes
en primíparas jóvenes, hechos que no titubeo en agregarlos á dos casos re-
cogidos en enfermos del sexo masculino que padecían auto-intoxicación
renal de origen alcohólico y alimenticio.
En estos dos enfermos la pr<^sencia de un edema persistente de la mano
derecha en uno y del párpado del ojo derecho en el otro, me condujo á exa-
minar la orina de ambos, en la que encontré una proporción notable de
albúmina, de indican y una hipo-azoturia revelada por hígado grande, tinte
sub-ictérico, etc.
Bl régimen lácteo íntegro y la antisepsis intestinal realizada con los pur-
grantes salinos acabaron con estos fenómenos hépato-renales y con los ede-
mas parciales, uno de los cuales, el del párpado, habíase falsamente atri-
buido á una lesión del aparato visual.
En estas condiciones he sido conducido á ver en mis clientes una íntima
analogía clínica y causal entre sus edemas y los observados en los dos hom-
bres arriba mencionados. He aquí las observaciones :
Primera observación. — Sra. C..., secundípara.
Primer embarazo: hace diez y nueve meses, en cuj^o curso padeció un
ataque de eclampsia hacia el séptimo mes y quedó en cama durante diez y
nueve horas; el despertar, muy penoso, fué seguido de afasia transitoria,
que duró dos días; las orinas eran escasas, de color subido y contenían en
abundancia indican, urobilina y una muy débil cantidad de albúmina (25
(1) Gaj^ des kóp. 15 septiembre de 1903.
5S4 ^ ^os edemüs parciales al principio de la auto-intoxicación gravidica. Su yalor áiagnóúK»
centigramos aproximadamente por litro), con hipoazoturia pronunciada
(8*50 grramos por litro).
Bl hígado, sensible, sobresalía ligeramente de las falsas costillas; extreñi-
miento tenaz, anorexia.
El reposo y el régimen lácteo permitieron el parto á término, t^rmiuad^
con una aplicación de fórceps á la derecha posterior.
Desde el accidente inicial hasta cerca de quince días antes del parto, .i
urobilina no ha cesado de ser comprobada en la orina, así como la bip*-
azoturia. En tanto que esta insuficiencia hepática ha persistido, la enferma
ha presentado un edema palpebral limitado á un solo ojo, el derecho, y ala
cara dorsal de la mano izquierda; este último, más fugaz, menos constante
desaparecía en cuanto la enferma se ponía de pié.
Segundo embarazo: embarazada por segunda vez diez meses después,
la Sra. C..., á pesar de mis recomendaciones, no vino á visitarme hasta el
quinto mes. Desde hacía un mes presentaba edema palpebral, siempre en
el lado derecho, y grandes picazones.
Este prurito me lo explicaba por el estado del hígado, que de nuevo torna
á ser doloroso, y^por un ligero tinte sub-ictérico. La orina, siempre dé-
bilmente albuminosa, contiene pigmentos biliares en abundancia y urobi-
lina, indican y una hipo-azoturia aún muy marcada (6 gramos de urea por
litro).
No existe otro edema que el del párpado ; sin embargo, la enferma j^^
queja de tener, por la tarde, la vulva un poco más grande de un lado qup
de otro. No tiene nada ; examinada después de un día de fatiga, no he í-n-
contrado edema en esta región. Esta vez el edema palpebral se muestra al
despertar, dura toda la mañana y se disipa á las seis de la tarde ; desde que
aparece, la enferma se encuentra peor ; es otra cosa, según dice, no tiene
fuerzas, se ahoga (el corazón y el pulmón no sufren ninguna afección).
La insuficiencia hépato-renal, que no da lugar á ninguna duda, explica
la disnea (variedad de disnea toxialimenticia de Huchard).
El reposo y el régimen lácteo absoluto durante dos meses ocasionan un
cambio imperceptible en este estado ; la orina está siempre muy coloreaik
por los pigmentos biliares; en cuanto á la proporción de albúmina, oscila
entre 10 y 15 centigramos por litro y en veinticuatro horas. El edema per-
siste, pero su duración es menos prolongada, desapareciendo á las dos ó tres
horas de despertar.
A los dos meses, las orinas se aclaran, la albúmina desaparece por com-
pleto y el edema sólo se presenta de un modo intermitente. Consienta) en-
tonces el uso del régimen mixto : legumbres frescas y secas, frutos, huevo?
y leche. Pero la enferma quebranta mis prescripciones y come bouiílabaim
Dos días después aparece una intensa ictericia que dura más de un mes.
Segunda observación. — la Sra. N .., primípara, de veintiséis aíios
llegada al quinto mes de su embarazo, me manda llamar por tener un ede-
ma en la mano derecha, atribuido á un reumatismo, según decía.
La mano derecha está hinchada y dolorosa hace cerca de dos meses, y
todos los medicamentos recomendados por un colega fueron ineficaces.
En el examen encuentro la mano muy edematosa, ligeramente dolorida.
pero las articulaciones de los dedos y de la muñeca funcionan libremente,
no son dolorosas ; no existe ningún otro edema aparente ; pero por lo que
me dice el esposo de la enferma, ésta tiene con mucha frecuencia, por la
mañana al despertarse, la mejilla izquierda hinchada.
El tinte de es*a señora es de un blanco mate; parece ligeramente disnei-
ca. Al decir <le ella, no le falta la respiración, pero las piernas no quieren
funcionar, haciendo de este modo el andar difícil.
Rpcomiéndole recoja la orina y que la lleve á Angelvin, farmacéutici^
químico, quien me comunica veinticuatro horas después el resultado desi^
análisis :
Albúmina, 25 centigramos por litro :
Urea. 9*75 gramos por litro ;
Urobilina, en cantidad notable ;
Indican, indicios.
Tan pronto conozco este resultado, prescribo á la enferma el reposo ye
régimen láctico ínteííro. Ocho días bastan para hacer desaparecer el edemü
y I)ara que la enferma recobre una salud relativamente satisfactoria : <i^
De los edemas parciales ai principio de la auio- intoxicación gravidica. Su valor diagnóstico 5s5
este modo el embarazo llegó á término con el nacimiento de un niño vivo y
bien constituido.
Tbhcbra observación. — Esta observación está, por así decirlo, calcada
en la primera : el mismo edema (palpebral unilateral) aparece al despertar
y se disipa durante el día, sucediendo esto en todo el tercer trimestre del
embarazo.
Sra. E. Y..., secundípara; pocos datos del primer embarazo, que pa-
rece haber sido normal y que terminó con el parto á término de un niño vivo.
Viruela á los quince años. Parálisis facial periférica á los 25 y durante
la cual la asistí yo mismo.
A causa de esta parálisis vuelve á visitarme, convencida de tenerla por
segunda vez, habiendo la primera empezado por un fuerte edema de ia me-
jilla derecha, poco después de una fluxión dentaria.
La Sra. E. Y... está en el quinto mes de embarazo, pero tiene la costum-
bre de que la asista una comadrona, y por eso no solicita mis servicios para
su embarazo.
Bl edema de la cara aparece diariamente, es doloroso ; la piel es lisa,
tersa, parece como que existe un elemento inflamatorio; hay poca infiltra-
ción del párpado inferior y del lóbulo de la oreja. Aparte de este estado
local, á mi cliente se le creería en perfecto estado de salud ; no obstante, se
queja de ahogo al andar.
A su comadrona y mi asistente, la Sra. Bonus, ruégole examine la orina
de la enferma y que ponga el resultado en mi conocimiento. El examen
de la orina hace comprobar una cantidad pequeña de albúmina (apenas sí
llega á 25 centigramos) y pigmentos biliares en cantidad.
Cuatro días después esta señora vuelve á mi gabinete, su mejilla conti-
núa edematosa, pero el eurojeci miento y el dolor han desaparecido.
La enferma me enseña su mano izquierda, cuyos dedos están hinchados;
le doy á conocer el resultado del análisis, y después de haber explorado el
hígado y el intestino, no vacilo, en presencia de los caracteres de la orina y
de los edemas parciales, en ordenar á la enferma el régimen lácteo, con el
cual estuvo tres meses.
El edema de la mejilla y de los dedos desaparecía muy rápidamente para
mostrarse desde que la enferma cambiaba de género de alimentación, que
fué exclusivamente vegetal.
IL — Los hechos que aquí aduzco, ¿pueden, en cuanto á su patogenia,
ser comparados á los del profesor Budin, al que he aludido? Creo que sí.
Se trata en estas enfermas atacadas de edemas parciales en el curso de
la infección puerperal , como lo indica Budin, apoyándose en las investiga-
ciones experimentales de Roger y Josué, de trastornos n euro-vasculares,
por ponerse en circulación las toxinas de la infección puerperal. Este me-
canismo patogéüico, que se puede invocar también en la auto-intoxicación
gravídica, verdadera toxemia, debida á una doble insuñciencia hépato-renal,
que trastorna así la eliminación de las toxinas fabricadas en la economía,
toxinas que deben obrar muy probablemente del mismo modo y por el mis-
mo mecanismo puesto en evidencia por Roger y Josué, patogenia aplicada
por Budin á los hechos clínicos que ha relatado.
En la insuficiencia hepática con insuficiencia renal, las toxinas puestas
en circulación deben exaltar la virulencia del bacterium coli commune y se
sabe que el embarazo y la puerperalidad son frecuentemente trastornadas
por este agente patogénico.
'III. — Desde el punto de vista clínico, estos edemas parciales tienen un
valor innegable : el conocimiento de ellas durante el estado puerperal cons-
tituyen, á mi parecer, un signo precursor de la auto-intoxicación gravídica,
que pondrá al médico en el camino y podrá permitirle instituir una medi-
cación y una dietética que, favoreciendo las funciones hepáticas, excite la
depuración urinaria, facilitando la eliminación de toxinas y librando de
este modo á la mujer de los dos accidentes más graves del embarazo : la ic-
tericia y la eclampsia.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.).
Los eorpúscDlos de Loewlt
y la naturaleza parasitaria dé la leucemia "
POR
G. B. Allaria
Ed estos últimos tiempos se ha pedido á la bacteriología, con mayor m-
sisteucia que nunca, la resolución del problema de la patogenia de la leu-
cemia; y una numerosa serie de investigaciones ha descirbierto en el
organismo leucémico la presencia frecuente de varios microorganismos:
estafllococos, estreptococos, pneumatocilos, bacilo del colon y un pequeíio
grupo de microbios con caracteres especiales, diferentes de los comunes pa-
tógenos. Pero el conocimiento mejor del proceso leucémico y de sus com-
plicaciones, relegó estos descubrimientos bacteriológicos al campo dela>
infecciones secundarias 6 intercurrentes, tan fáciles en la leucemia, ya por
la escasa resistencia orgánica, ya por la cantida I de vías abiertas áUio-
fección (estomatitis, tonsilitis, ulceraciones intestinales, etc.).
Por otra parte, la frecuente semejanza de la fiebre leucémica con la fiebrt*
malárica, la esplenomegalia, etc., hace pensar que los fenómenos de aquella
son debidos á un parásito animal de la sangre, que varios patólog«>s han
procurado descubrir, desde Mannaberg, que vio cuerpos amiboidesenuQ
caso de leucemia linfática, hasta Stepan, que en un caso de leucemia aguda
observó cuerpos endoglobulareSv á los que denominó «proteosomas». d»^
donde le vino á la leucemia el nombre de «proteosomosis».
Sería superfluo describir aquí la historia de la teoría parasitaria de
Loewit : lí^s numerosos trabajos que todos los años va publicando sobre este
asunto con una constancia maravillosa, han difundido sus descubrimieut •>
y sus ideas ; actualmente se señala en los tratados á los amebas de Lowi
entre las presuntas causas de la leucemia, clasificándolas en el gén^-n'
sporozoon acistosporide, y distinguiéndolas en dos especies : la kaemamoek
leucaemiae magna y la haemamoeba leucaemiae parva sive vivax; siéndola
primera propia de*la leucemia mielógena, en la cual se encuentra en la
sangre circulante englobada en los leucocitos y multiplicándose poresp
rulación, y siendo la segunda propia déla leucemia linfática, no encontráu-
dose nunca ó casi nunca en la sangre circulante, sino casi exclusivamente
en los linfocitos (tal vez antes en sus núcleos) del bazo y de la médula ósea
provista á menudo de prolongaciones y de un cuerpo nucleoideo, multipli-
cándose también por esporulación.
Loewit ha adornado la gran Monografía-resumen de sus estudios con
una larga serie de figuras, que sirven, mejor que las descripciones, para
dar una idea de la forma, de la evolución y de la reproducción del parasit •
y de las relaciones de éste con los leucocitos en que se hospedan Además
ha acertado á obtener la prueba capital de su doctrina con la transraisi' u
de la enfermedad á los animales susceptibles de sufrirla (conejos y coneji-
llos de Indias).
No todos aquellos que siguiendo las huellas de Loewit se dedican áls
investigación de los parásitos, opinan de la misma manera que el patóloin'
de Innsbruck: Türk asimiló los cuerpos de Loewit á los granulos basofil"^
de leucocitos deshechos ó alterados por las soluciones acuosas con que ^'»o
tratíidos, y en la leucemia linfática, identificó los supuestos parásitos á par-
tes integrales del núcleo de los linfocitos (nucléolos?), tan fácilmente disgre-
gables en esta enfermedad, como demostraron hace tiempo Gumprechty
Askanazi. Semejantes fueron las conclusiones de Huber, Hirschfeld. T'-
bias, Litten, Michaelis y Bloch : muy notable fué el caso de leucemia aguis
en que faltaron las células basófilas, y en que Hirschfeld y Willy no con>í-
guieron encontrar ningún cuerpo que fuese comparable á los de Loe^vit
infructuosas resultaron las investigaciones de Widal, de Sabrazés y deSau-
nucci; y mientras Vittadini veía los característicos cuerpos en trescüS;'>
de leucemia miel()gena, admitiendo la posibilidad de que fuesen formaci-
nes esjjccíficas de esta enfermedad, Pinkus encontraba supuesta la Ham^
moeha maguía en los linfocitos y en la leucemia linfática, Türk refería haber
encontrado los mismos cuerpos en la sangre de tres jóvenes seguramei^te
(^1) // Progrcsso Medico, 25 septiembre de l'*03.
¿05 corpúsculos de Loemt y la naturalej^a parasitaria de ta ieueemia 537
cloróticas, y no leucémicas, cuyos elementos sanguíneos alteraban mecáni-
camente, además de variar sus colores.
A ñnes de mayo de 1901 comencé las investigaciones adecuadas en una
leucemia ingresada en la Clínica del profesor Bozzolo, y las continué en el
decurso del año académico. Las observaciones, cuyos resultados voy á re-
sumir, corresponden á seis casos de leucemia mielogena.
Caso I. — B. A., de 50 anos, sirvienta.
La enfermedad data de septiembre de 1900. Entró en la Clínica el 9 de
mayo de 1901, y murió el 2 de octubre siguiente. Tenía el bazo enorme-
mente abultado, y al ingreso en la Clínica, el examen de la sangre dio el
siguiente resultado :
Hemometría, 45.
Eritrocitos, 3.937,000.
Valor globular, 0*57.
Leucocitos, 80,6000 - 81,000, de los cuales eran :
Polinucleares neutrófilos 57 por 100.
» eosinófllos 9*5 »
Mlelocitos neutrófilos 14*5 »
» eosinófllos 1 »
Mononucleares grandes 9*5 »
Linfocitos pequeños 7 »
» grandes 1*5 »
Caso II. — N. N., rentista.
La enfermedad data de más de dos años. Entró en la Clínica, en apo-
sento de pago, en octubre de 1901, y sale sin haber mejorado á fines de no-
viembre, después de haber probado en vano la opoterapia esplénica.
Presentaba notable tumor del bazo. Los leucocitos se mantuvieron
siempre por encima de los 60,000, con numerosos mielocitos y con glóbulos
rojos nucleados.
Caso III. — V. T., de 38 años, natural de Mondoví, sirvienta.
La enfermedad comenzó hacia la mitad de 1901. Entró en la Clínica en
30 diciembre de 1901, tenía notable esplenomegalia, hígado algo engrosado.
Dos exámenes de la sangre dieron este resultado :
Hemometría. 75-70.
Evitrocitos, 3.700,000-4.000.000.
Valor globular, 1 - 0*87.
Leucocitos, 190,000-170.000, de los cujees eran :
Polinucleares neutrófilos ... 50 por 100 - 61*8 por 100.
» eosinóftlos. ... 4 » 11*3 »
Mielocitos neutrófilos 28 » 14*1 »
» eosinófilos 4*3 » 1*8 »
Células basófilas 3'4 » 2*8 »
Linfocitos grandes 5*1 » 1'8 »
» pequeños 1*4 » 2*8 »
Mononucleares grandes y formas
transitorias 8*8 » 5*4 »
Salió de la Clínica el 10 de marzo de 1902, algo mejorada en el estado ge-
neral ; pero vista otra vez en el mes de julio próximo, el examen de la san-
gre arrojaba los siguientes datos :
Glóbulos rojos. 3.612,000.
Hemometría. 55.
Valor globular, 0*76.
Leucocitos, 177,000.
Caso IV. — O. G , edad 62 años, aldeano, natural de Polonghera.
La enfermedad principió en el otoño de 1900. Ingresó en la clínica el
día 7 marzo de 1902, con enorme tumor del bazo y considerablemente au-
mentado el hígado ; estado subfebril. Salió, sin haber mejorado, el día 10 de
abril de 1902. El resultado de tres exámenes de la sangre fué como sigue :
Hemometría. 40-40-35.
Evitrocitos. 2.600.000 - 2.268,000 - 2.000,000.
Valor globular, 0*76-0*88-087.
Leucocitos, 210,000 - 163,000-200,000.
1
339 Los corpúsculos de Loewit y la naturaltJ^a parasitaria de la leucemia
Con el microscopio: poiquilocitos, escasos normoblastos; elaumentode los
leucocitos es debido á los polinucleares neutróñlos y eosinófilos, y en buena
parte á los mielocitos, mucho menos á las células basófllas.
Caso V. — B, V., de 30 años, natural de Villafranca-Piemonte. confítenj.
La enfermedad parece haber comenzado & principios de 1901. Ingre^i
en la Clinica el dia 7 de marzo de 1902, con el bazo excesivamente Tolumi-
noso, derrame pleurítico izquierdo y abultamiento del hígado ; salió sin hi-
ber mejorado el día 24 de mayo del propio año. Se practicó tres reces ei
examen de la sangre, habiendo dado este resultado :
Glóbulos rojos, 3.660,000-3.075,000-2.000,000.
Hemometría, 50-45-40.
Valor globular, 0'68 - 0*75 - 1 .
Leucocitos, 430,000-400,000-250,000.
Con el microscopio : poiquilocitos, escasos glóbulos rojos nucleados, ten-
dencia de los glóbulos rojos a aglutinarse, diecromatoñlia. El aumento de los
leucocitos es debido á los polinucleares neutróñlos, á las células basófílas. «
los mielocitos neutrófilos y k las formas transitorias ; los linfocitos están
relativamente disminuidos.
Caso VI. — N. N., natural ^e Arona, potentado.
Parece que la enfermedad principió en 1901 con bronquitis rebelde; lue^r»»
vino abultamiento del bazo. Fué visitado por el profesor Bozzolo. quien
encontró un enorme tumor de dicha viscera. Examen de la sang-re :
Glóbulos rojos, 4.350,000.
Hemometría, 65.
Valor globular. 0*75.
Leucocitos, 361.000.
Los leucocitos eran de preferencia polinucleares neutróñlos y eosinóñ-
los, con numerosos mielocitos.
En todos los casos empleé la técnica recomendada por Loewit : colora-
ción de la sangre con el azul alcalino de Loeffler durante una hora á 110*-115*
y sucesiva decoloración con alcohol ácido (HCl 3 Vo,), (coloración metacni-
mática de los parásitos, quedando más ó menos decolorados los otros ele-
montos); después coloración en caliente con la tionina y segunda eoloracK>Q
con la mezcla triácida de Ehrlicli (coloración intensa de la parte perilérica
del parásito, que se vuelve verdoso si se trata con alcohol ácido).
Empleé también el método de Romanowski para el parásito malárico, o
sea la mezcla de tionina acuosa saturada y de azul de Loeffler (1:2). y la
tionina saturada pura con sucesiva diferenciación con la solución iodoiodu-
rada (1:2: 300).
El resultado de mis investigaciones fué muy escaso ; muy raras veces me
fué posible ver en el campo del microscopio, cuerpos que por su color su-
bido y por su forma pudiesen recordar, aunque de lejos, los descritos !«•:
Loewit como de naturaleza parasitaria, amiboide.
La mayor parte estaban en las células basófllas ó entre los restos de ellsí^-
había cuerpos irregulares, muy variados, difícilmente clasifícables en p<»-
008 tipos, á menudo groseramente redondos ó á manera de mora irregular.
solos ó en grupo de dos ó tres, encerrados en el protoplasma alrededor de
núcleo ó libres en el campo ; ise veían, además, grandes granulos mforme>,
como destrozados, en las grandes células mononucleares y especialmentr'
en las polinucleares neutroñlas en vías de destrucción. Ofrecían todos una
coloración mñs intensa que la de los números normales: azul violeta dr*
varias gradaciones, desde el azul puro al encarnado obscuro (color me-
tacromáticü), si se trataban con el líquido de Loeffler, y azul verdoso, ver»i«^
grisáceo, si se trataban con la tionina.
Sobre la naturaleza de estas formaciones, después de una numerosa ser:-
de investigaciones en los seis casos antes descritos, en varias fases de la en-
fermedad y con distintos métodos de coloración, no tengo reparo ei» decU-
rar mi opinión. Advierto ante todo que en el primer caso, en el cual falti-
ban las células basófllas, no hallé nunca aquellos cuerpos redondos ó eu
forma de mora, etc., que en los otros casos aparecían tan extremadamente
unidos con la presencia de los leucocitos basófllos. En cuanto á las células
intactas y bien formadas, se hubiera podido (en los cinco últimos casos- en
un dibujo, recoger de las distintas preparaciones una serie completa d^
Rtifitia critica bibliográfica 539
ñgruras, que habrían permitido seguir gradualmente la deformación y la
aglomeración de los granulos basóñlos, hasta alcanzar aquellos cuerpos de
color intenso y metacromático» que más se aproximaban á las figuras dibu-
jadas por Loewit en su Monografía.
Por las formas observadas en los otros leucocitos, creo no equivocarme
asegurando que se trataba de partes integrales de los núcleos en vías de
disgregación (productos de cariolisis y de cariorrexis, con su correspon-
diente hipercromatosis y metacromatosis), de cuyo proceso se podían seguir
las fases sucesivas.
No tengo intención de hablar aquí de los extraños aspectos que á veces
adquieren los colores por precipitación, hecho que no es raro tratándose de
manipulaciones tan largas y complejas como son las que aconseja Loevrit.
De modo que, en conclusión, diré que eliminados los cuerpos proceden-
tes de la alteración y aglomeración de los granulos de las células tan frági-
les en la leucemia y tan fácilmente alteradas con el tratamiento por las s«o-
luciones acuosas colorantes, y eliminados los que en otros leucocitos repre-
sentaban los restos de núcleos disgregados, no me fué dable observar, en
ninguno de los seis casos, un solo cuerpo con señales posibles de ser una
forma parasitaria amébica.
Los resultados negativos de mis investigaciones no están en contradic-
ción con el concepto de la naturaleza infecciosa de la leucemia ; tienden
solamente á confirmar la no existencia de aquellos parásitos específicos que
Loewit describió y que creía haber descubierto en la sangre y en los tumo-
res leucémicos. La teoría de la naturaleza infecciosa de la leucemia, avalo-
rada por los varios síntomas de la enfermedad, por los casos descritos de
leucemia en una misma familia, ó de leucemia rebelde en personas que ha-
bían cuidado leucémicos; contradicha por los infinitos casos diarios real-
mente no contagiosos, por las observaciones de mujeres sanas que han pa-
rido criaturas leucémicas, y de mujeres leucémicas que parieron niños
sanos ; y no apoyada por las numerosas tentativas de transmisión á los ani-
males hechos hasta ahora sin resultado, queda sólo en estado de hipótesis, y
aunque no esté muy lejos de la verdad, las investigaciones practicadas so-
bre este asunto han conducido hasta aquí á la única conclusión, que la leu-
cemia no es producida por ninguna de las especies de microorganismos
hasta ahora conocidos.
Trad. por el Da. R. Rovira t Olivkr.
REVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
Terapéutica
POR EL
Dr. Pérkz Noguera
Médico del Cuerpo de Sanidad Militar (Madrid)
I. — Medicamentos modernos. — 1902, por D. Francisco Puigpiqué. — Barcelona, 1903.
II. — Estudio de la legislación extranjera en cuanto se refiere á la elaboración y
venta de especialidades y aplicaciones que de ella pudieran hacerse en Es-
f>aña, por el Dr. N. Duran Desumvila. — Prólogo del Dr. F. Marín y Sancho. — Barce-
ona, 1903.
III. — L'administration intestiuale des médicamente. Etude experiméntale et clinique» par
le Dr. S. Bernheim. — París, 1903.
IV. — La «Concordia pharmacopolarum barcinonensium». — (Edición de 1567), por el doctor
N. Duran Desumvila. — Barcelona, 1903.
V. — Los colirios oleosos en la antigüedad, por el Dr. D. Rodolfo del Castillo y Quartie-
llers. — Madrid, 1903.
VI. — La complejidad farmacológica en la prescripción médica, por el Dr. D. José R.
Carracido. — Madrid, 1903.
VII. ~ Valor terapéutico de la seroterapia en la difteria, por D. Miguel Baivcy y Bas. —
Zaragoza, 1903.
I. — El Sr. Puigpiqué ha presentado en este librito las novedades
terapéuticas lanzadas al comercio durante el año 1902, terminando con
un cuadro de sinonimias de los medicamentos modernos que más se
prestan á confusión.
j
540 Reifisla critica bibliográfica
Se trata de un trabajo sin pretensiones, pero puede ser muy útil á
los médicos y farmacéuticos.
II. — El ér. Duran Desumvila ha realizado un meritísimo trabajo,
indicando los procedimientos de carácter legal que deben adoptarse en
nuestro país para limitar el empleo de los medicamentos, llamados p.*-
pecíficos.
De acuerdo en un todo con el autor de esta Memoria, en cuanto se
refiere al abuso cada vez más injustificado de las especialidades farma-
céuticas; y partidarios, como él, de que no se permita la venta de reme-
dios secretos ó de composición desconocida, hacemos votos porque e!
proyecto del Sr. Duran lleg-ue á regir algún día en nuestra patria cod
carácter de ley.
III. — El estudio de que ahora nos ocupamos, viene á justificar una
vez más el envidiable renombre de que disfruta de Dr. Bernheim, r*^
dactor jefe de la Revista Internacional de la Tuberculosis j pues con len-
guaje sobrio y sencillo , demostrando conocimientos poco comunes en
fisiología, farmacología y terapéutica , defendiendo su manera de pen-
sar con razonamientos incontrovertibles y fundamentando sus princi-
pales apreciaciones en el resultado de numerosos experimentos, vien?
ft concluir que la mayor parte de los productos medicinales son mal
tolerados por el estómago, cuya mucosa irritan fuertemente, sienduá
su vez más ó menos alterados ó transformados por la acción del jui'^^
gástrico ; que dichos inconvenientes deben evitarse rodeando los refe-
ridos productos con una envoltura aisladora, capaz de resistir los efec-
tos de la digestión estomacal, disolviéndose tan sólo en el duodeno y
que según se deduce de los numerosos ensayos del autor, los glóbulos
glutinizados, con excipiente resinoso, son los únicos que reúnen por
completo tan importantes condiciones.
IV. — Trátase de un estudio histórico sumamente interesante, pue<
se refiere á la primera Farmacopea oficial de España, publicada en l'i^
y que fué á su vez la segunda dé Europa.
Casi todos los medicamentos citados en la obra procedían del reino
vegetal ; estaba dividido en diez y seis grupos correspondientes á otru-
tantos preparados, y la mayoría de las fórmulas estudiadas procedían
de Messues, no obstante haberlos también de Diascórides, Galeno, Avi-
cena, Thassis, Vilanova y los dos Andrómacos.
Entre las preparaciones que describía, merece mención especial la
Triaca de Andrómaco el anciano, copiada del libro primero de los antí-
dotos de Galeno y que se halla compuesta de 63 substancias.
Otra fórmula muy curiosa es la que presenta para la preparación rie
las pastillas de víbora, sacada también del libro primero de los antid-»-
tos de Galeno.
El Sr. Duran Desumvila ha realizado una obra muy meritoria, dan-
do á conocer tan interesante libro, del que, seguramente, tenían noti-
cia muy pocos companeros.
V. — Demuestra el Dr. Rodolfo del Castillo, en este interesante f»-
Ueto, la venerable antigüedad del empleo de los colirios oleosos, que.-»^
remonta, por lo menos, á la época del Imperio romano, según se dedu-
ce de las inscripciones contenidas en un sello de oculista galo-romana,
exhumado recientemente.
Al mismo tiempo, el autor expone noticias muy curiosas sobre I'^
múltiples empleos del aceite de olivas en la antigüedad.
VI. — Como todas las obras del Dr. Carracido, la conferencia de que
se trata, revela los profundos conocimientos del autor en farmacoloíri».
su ilustración general poco común y la claridad de su juicio en maíí-
rias tan complicadas y difíciles, como son, en general, todos las con-
cernientes á las ciencias químicas y biológicas.
Noticias cientijicas 54¡
Este notable estudio es una justificación científica de la ordenada
y prudente complejidad de la prescripción médica, que, oblig'ados por
lá imposición brutal del resultado clínico, venimos defendiendo cuan-
tos nos dedicamos con especial cuidado al estudio de la terapéutica, no
sólo en los libros, sino también á la cabecera del enfermo.
VII. — Es un trabajo de observación personal escrito después de
haber asistido & una grave epidemia de difteria, en la que el suero Roux
no resultó todo lo eficaz que suele serlo de ordinario ; entre ocho enfer-
mos tratados con el referido suero, cuatro murieron y cuatro curaron.
De estos hechos deduce el autor conclusiones demasiado pesimis-
tas, con las que no podemos estar de acuerdo, pues afirma que el valor
terapéutico de la sueroterapia en la difteria resultará muy limitado en
unos diftéricos, los menos, y negativo en su gran mayoría.
Cuatro casos desgraciados no son bastantes para proclamar la inuti-
lidad casi absoluta de un medicamento que ha resultado eficaz en
millares de enfermos. El mismo autor confiesa que 4® otros cuatro
niños en quienes no empleó el suero, murieron tres y sólo se salvó uno.
Además, ¿sabe el Dr. Balvey si el producto empleado reunía todas
las condiciones apetecibles? ¿Indicaban los envases sus unidades anti-
tóxicas y las fechas de su preparación? ¿Puede responder de que las
familias de los pacientes no convirtieron los casos tnás sencillos en
formas asociadas, gravísimas, por la inoportuna aplicación de tópicos
diversos?
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Oiabetes suprarrenal. — Blum, en 1901, deducía de un in-
teresante trabajo que las cápsulas suprarrenales segregaban una subs-
tancia, que penetrando en la sangre, producía la glucosuria.
Investigaciones más recientes han confirmado su opinión, pero con
una variante : la glándula no obra por una toxina que á mayor ó me-
nor distancia determine la acción, sino que ésta se efectúa en virtud
del contacto directo de la sangre con el tejido propio de la cápsula
(Arch.füT die Gesel. Physiol), — (Rodríguez Méndez).
Un caso de secreción láctea en substitución de
la.8 reglas en una joven virgen. —Lo ha publicado el
Dr. Gauthier en el Lyon Medical. He aquí su extracto :
El autor ha tenido la ocasión de observar á una joven de 25 años,
nerviosa, pero que gozaba habitualmente de buena halud. Le apareció
por vez primera la refífla á los 15 años, y continuó durante cinco mens-
truando con regularidad. A partir de esta fecha, faltaron los mens-
truos durante tres meses, sin que se produjera ningún fenómeno
particular en los pechos. Pasados otros cinco años sobrevino un nue-
vo período de amenorrea. La menstruación volvió á la normalidad
por algunos meses, luego quedó en absoluto suprimida, y con la su-
presión se estableció una secrecijjn láctea muy abundante y casi con-
tinua, particularmente marcada en la época correspondiente á la apa-
rición de las reglas. La enferma se envolvía los pechos en paños que
quedaban mojados rápidamente. El derrame de la leche se efectuaba
espontáneamente por ambos lados ; la presión sobre los pechos no la
exageraba; al cabo de cuatro ó cinco días tornábase menos abundante,
mientras la turgencia de la glándula mamaria disminuía tambión,
pero un ligero rezumo persistía durante todo el mes. El líquido de
este modo segregado era leche pura y no colostro. El examen gine-
543 Fot muiario y tratamientos modernos
^^ colóffico, practicado en dos ocasiones diferentes por el Dr. PoUosson.
reveló que el útero era pequeño y movible, que no tenía ninguna tu-
mefacción de los anexos, ning'iin tumor, ningún quiste.
Este estado no sufrió modificación durante los cinco primeros me-
ses ; no obstante, al llegar al sexto, bajo la influencia de un tratamiento
dirigido contra el nervosismo, que parecía ser la causa de esta afec-
ción (tintura de iodo al interior, preparaciones tiroideas), el derrame
lácteo se moderó algo, y, en las épocas siguientes, se produjo un ligero
rezumo sanguíneo en la vagina. Sin embargo, hasta seis meses des-
pués no se agotó por completo la secreción de leche, que había durado
un año entero. — (Rovira y Oliver).
^ srepsina: nuevo fermento de la membrana in-
t testlnal. — ¿Qué ocurre con las peptonas después de formadas?
^ En 1881, Salvioli, Ofmeister y otros notaron que cuando se colócalas
pentonas sobre un pedazo de mucosa intestinal desaparecen. Estosig-
\ niñea que al recorrer el intestino son absorbidas por los leucocitos <;
por las células epiteliales (Heidenhain), convirtiéndose en albúmina.
Hofmeister acepta también que se transforman en albúmina celular.
Neumeister, en cambio, opina que no todas se regeneran en albú-
mina, sino que se descomponen también en otras materias, leucina y
tirosina. Cohnstein {Zeits.fürphysiol, Chem.), siguiendo los estudios
de Neumeister, los ha comprobado tanto en la mucosa viva como en ei
extracto de ésta. De sus experimentos deduce que hay un fermento
que desdobla las peptonas, la erepsina, que se distingue de la tripsina
pancreática en que sólo obra sobre las peptonas y algunos albuminoi-
des, no sobre la albúmina. — (Rodríguez Méndez).
i
FORMULARIO T TRATAMIBNTOS M0DBRM08
CLL — Aspirina: sn empleo en las afecciones dolorosas dol aparato
grenital femenino
Dillbenger ha apreciado sus buenos efectos en todas las enfermedades
que producen dismenorrea.
En la ovaritis mengua la irritabilidad nerviosa general y el dolor local
Lo mismo ocurre en los trastornos funcionales uterinos y en las amsitií
graves»
La dismenorrea puede ser suprimida dando la aspirina antes de la apar.-
ción de Jas reglas.
La ameíiorrea y la metrorragia son también mollificadas considerablerneute
Opina que en las vírgenes debiera darse la aspirina por su marcada ac-
ción analgésica sobre los órganos genitales femeninos.
No ha pasado nunca de tres gramos diarios y nunca tuvo que lamenrar
el más leve incidente (1).
CLII. — Dismenorrea : tratamiento con la santonina
Cheron prescribe 0'05 gramos cada tres horas, y dice que 0*15, dados 1-
este modo, bastan generalmente para triunfar de los dolores (2).
CLIIL — Vómitos incoercibles del embarazo: tratamiento
Dicen varios autores que se combaten con toda eficacia colocando ei i^
vagina, junto al cuello del útero, una torunda de algodón empapada en f :-
cerolado de ictiol al 20 por 100.
El ictiol, además de ser resolutivo y antiséptico, es analgésico y ann-
rtogístiro (3).
( 1 ) Pts/or Med. Chir. Prtss.
(2) Lt Médectn.
(3> Hass. mí. dtlla Med. moderna.
Formulario y tratamietttos modernos 543
CLIV. — 014tloa : tratamiento oon el piramidón
Boechi ha obtenido buenos resultados. De ordinario recurre á esta
fórmula :
Piramidón 1 gramo.
Agua hervida 10 »
para tomar 4 6 5 cucharadas diarias.
Bertherand ha recurrido al método hipodérmico : diez centigramos por
inyección, una ó dos veces al día :
Piramidón 1 gramo.
Agua esterilizada 10 »
Los paroxismos dolorosos cesan y parece más corta la duración de la en-
fermedad íi),
CLV. — Bodonlo : aooión teraptatiea
Wolfang Pauli, una vez convencido de las afinidades químicas existen-
tes entre el iodo y bromo y el rodanio, lo empleó en ocho casos de cefalalgia
sifilítica, logrando la curación.
Se ha valido del rodanato sódico en solución al 1 por 100. Aconseja no
pasar de un gramo diario de medicamento y dar la solución á cucharadas,
mezclada con leche y después de las comidas (2).
CLVI. — Tnberouloioi: rógrimen allmentiolo; empleo del nntrigreno
Según Brehmer, la curación higiénico-dietética de la tuberculosis com-
prende tres indicaciones fundamentales :
1.' Colocar al enfermo en reposo absoluto.
2.' Ponerlo en una atmósfera completamente pura, de preferencia en
las montañas.
3.' Alimentarle y sobrealimentarle.
De las tres, la más importante es la última: «No cura, .en verdad,
más tuberculoso que aquel que come, digiere y asimila » (Mirhan-Kemad-
jien). No se trata de atracar al enfermo, de que ingiera mucho, si no di-
giere, pues hasta puede ser intoxicado. Las condiciones, dice Martinet, que
debe reunir un medicamento-sobrealimento, son complejas y difíciles de
realizar. En efecto, ha de ser :
1.° Alimenticio y asimilable, es decir, que contenga lo necesario para la
ración de sostén, de trabajo y hasta de defensa, en fornAi que sea posible la
absorción y la integración.
2." Tónico, reconstituyente, reparador, ó sea que contenga lo necesario
para todos los tejidos y en particular para este ó aquel que esté alterado: la
sangre en los anémicos, él sistema nervioso en los neurasténicos, el sistema
adipo-muscular en los tuberculosos.
3.* Fácil de digerir y asimilar, pues todo el organismo, el estómago y
los intestinos están débiles.
4." Que no repugne, mejor todavía que sea tomado con gusto, aun á do-
sis considerables y durante largo tiempo.
5." Que no produzca fermentaciones intestinales, productos tóxicos que
puedan causar trastornos hepáticos ó renales.
Los alimentos que mejor pueden cumplir estas condiciones son los muy
nitrogenados, los llamados completos ; pero como la mayoría .son mal so-
portados por los tuberculosos, Richet y Hóricourt insistieron en la zomote-
rapia, que por regla general repugna á todos los enfermos, y otros buscaron
en la carne, en los huevos, en las legumbres, las peptonas y albumosas q[ue
constituyen el elemento rico. Casi todos han fracasado, porque si es fácil
aislar el elemento nitrogenado, no la es presentarlo en forma agradable y
de conservación segura.
Según dice el Dr. Lemberre, autor que no conozco, se ha dado con la
piedra filosofal, con el nutrigeno, una albumosa-peptona pura.
Es un polvo de carne especial, soluble en el agua, rico en N, muy asimi-
lable y compuesto principalmente de peptonas y albumosas en proporcio-
nes oportunas. Se digiere y asimila bien.
No es, como otros nuevos productos alimenticios, un compuesto albumi-
noide hecho soluble mediante la acción disgregante de agentes químicos,
ti) Ga^^. degli Osp.
{'2) Centratb.f. d. ges. Therap.
344 Formulario y tratamientos modernos
sino el resultado de la acción digrestiva, lenta y metódica de los principios
activos del jugo gástrico sobre excelente carne de buey reducida á pulpa
filia por disgregación mecánica. Contiene los elementos del jugo muscular
Se une muy bien con la leche, y dado con los cuerpos grasos, constituye
un alimento completo, tan recomendable como aquélla y más tolerable.
Adminístrase á la dosis variable de dos cucharaditas á seis cucharadiL^.
según la edad. Como el sabor y el olor son agradables, los enfermos lo to-
man bien con leche, sopa, agua, café, grog ó bien mezclado con alimento?
sólidos. Qhra, además, como eupéptico.
Tal es el cuadro ideal trazado por el Dr. Lemberre. Ahora sólo falta que
no se haya equivocado (1).
CLVII. — Eolampila de lai embarazadas : tratamiento
G. Roché recuerda que durante el embarazo aumentan mucho los vene-
nos del organismo por dos motivos : l.^ por hiperproducción de desechr?
de toxinas, dado el retardo de la nutrición, á los que se añaden los venenos de
los tejidos fetales ; 2.°, por falta de destrucción y de eliminación, como ha de-
mostrado con sus experimentos sobre la antitoxicidad del hígado y el pap^i
del intestino y de la piel durante la preñez.
Es, pues, la embarazada una intoxicada en estado latente, que debe vi-
gilar mucho el médico, en especial por lo que hace á los ríñones, ya que ^^
tos constituyen la mejor defensa durante el embarazo. También se ha d?»
atender al hígado, cuya función antitóxica está muy disminuida, y al>i?-
tema nervioso, tan impresionable, que no debe ser excitado ni fatigado.
Así podrá prevenirse la eclampsia, causada por la mayor toxicidad dei
suero sanguíneo y por la susceptibilidad nerviosa, así como darse cuenta
de las numerosas formas de ésta, dada la multiplicidad de las causas. Eü
esto se funda la higiene del embarazo y el tratamiento de la eclampsia.
La sangrÁa es importante y racional durante el ataque, dada la toxicídsl
de la sangre. . ,.
La leche, con sus escasos residuos, que no aumentan la toxicidad, facLi-
taudo la función hepática y la diuresis, es también muy ventajosa.
Las fricciones cutáneas, activando las funciones de la piel y estimulaTiíi'^
la nutrición general por su acción sobre las papilas, son en extremo \ltll^^^
Se ha de luchar.contra el estreñimiento , í^yoT^(i\ewáo la evacuación re-
gular de los intestinos.
El suero artificial, de vernos obligados á emplearlo, se hará con modera-
ción, pues en mucha cantidad, baja la A, es decir, aumenta el número d'
moléculas elaboradas, lo que es una nueva fatiga para el riñon. Nosatít-
tendremos de usarlo siempre que se sospeche la existencia de graves le>i" -
nes renales.
El suero antieclámpsico, el tratamiento ideal, el que debe llevar los anti-
cuerpos para luchar contra los venenos celulares, no ha entrado todavía t»:
terreno firme, á pesar de los estudios de Charrin y Moussu. Se ha de espe-
rar que el porvenir le dé una seguridad que hoy no tiene. Por lo pronto. >í
pueae decir que le ocurre lo que al antitetánico : cuando entra su acci-n
están ya invadidos en extremo los centros nerviosos. Además, si se piens^í
en todas las formas posfibles de eclampsia (renal, hepática, etc.), no conven-
dría un suero, sino varios sueros ó uno polivalente, capaz ae luchar couír-
los venenos especiales de cada una de estas formas particulares. Com">^
ve, el problema os de resolución muy difícil (2).
CLVllL — Taberonlosis: nuevos tratamientos
—La Oficina de Sanidad de Nueva York ha propuesto al Municipio la cr-s-
ción de un campamento para tuberculosos, que debe ser instalado fuera •('
la urbe, k unas 50 millas de la capital y en terreno elevado, lejos det-.^
agrupación humana, se instalará una serie de tiendas lo bastante cóm«-.s^
para vivir bien, á pesar de su baratura (100 doUars), y capaz cada una i^ni
dos ó tres personas (3).
— Má"^ raro es otro modo de tratar, también norteamericano, pue¿t'> '^
práctica en Lurya (Estado de Virginia). Es un sanatorio en que no se busca '
ílj La Méd. ot ientale.
(2) Thése de í'uris.
(3; La Méd. oriéntale.
Formulario y tratamientos modernos ^4^
aire libre y se mantienen abiertas las ventanas; al contrario, en este sana-
torio se tiene erran interés en que permanezcan cerradas las ventanas.
Kl médico a quien se le ha ocurrido tan peregrrina idea, ha hecho cons-
truir su establecimiento cerca de una g-ran cantera subterránea hecha en
calcáreo, de la cual, medíante poderosos aspirantes, se toma el aire para el
sanatorio. Dice el Inventor que este aire tiene temperatura uniforme y po-
see menos polvo y gérmenes nocivos. De aquí su empeño en que no entre
el aire exterior (1).
CLIX. — Cara en onatro pleí
Y va de curas extravagrantes.
Tenemos la cura de sol, de aire caliente, de aire frío (cámaras frigrorífi-
cas), la de luz violeta y otras luces, la de los pies descalzos, la del tonel para
los obesos, la de las cuevas antes mencionadas y otras muchas.
Ahora recomienda un médico de Berlín la cura en cuatro patas; ¡y ya
tiene clientes en su establecimiento ! No se confunda esta cura con las po-
siciones operatorias ó terapéuticas conocidas. Aquí el caso es otro.
El inventor opina que el andar en pie es grotesco é ilógico, y que obliga
á los músculos abdominale»** á esfuerzos que no se avienen con su modo de
ser; como consecuencia de este atentado ad naturam, sufrimos inflamacio-
nes y otros muchos trastornos. Hay que volver á la marcha primitiva, á
aquella que los animales nos ensenan.
En su pequeño hospital había, al publicarse la noticia, siete individuos
que cuatro veces al día y durante veinte minutos andaban á cuatro patas.
De esta terapéutica sólo han protestado la rótula y las rodillas : aquélla no
permite doblar el miembro hacia atrás y éstas se cansan de no doblarse. No
obstante estos contratiempos, el au'or asegura que su remedio es soberano
contra la dispepsia y la apendicitis (2).
CLX. — Antomovillimo : aoolón terapéntloa
Como se discutió el valor higiénico y terapéutico de la bicicleta, se dis-
cute hoy el valor del automóvil. E. Blanchet ha reunido los datos publica-
dos y ha recogido observaciones de médicos y otras personas que se dedican
á este ejercicio.
El punto capital es saber si se le puede permitir y si le conviene á los
tuberculosos. La respuesta es afirmativa. He aquí la historia clínica de un
médico :
Hasta marzo de 1898, salud á toda prueba, gran vigor y resistencia á las
grandes fatigas. En abril de 1898. grippe, pleuresía derecha con derrame,
que es pronto reabsorbido, persistiendo seca. En mayo de 1900, demostra-
ción del bacilo de Koch en los espatos de una bronquitis, adquirida algunos
meses antes; pérdida de dos kilogramos de pe'so. ligera fiebre, disminución
del apetito, tos. En agosto de 1901, suspensión obligada del trabajo y tras-
lado al Mediodía para hacer una cura de aire y de reposo hasta mayo
de 1902. En esta fecha se encarga de nuevo de su clientela, continuando la
tos. Compra un automóvil de 6 caballos, que maneja el mismo y que no
está provisto de cristal; término medio, sale dos veces al día, recorriendo
cada vez de 60 á 70 kilómetros. Al año, desaparición de la tos. renovación
del apetito y seis kilogramos más de peso ; la capacidad respiratoria, que
era en 1902 de 3.000, oscilaba luego entre 3,500 y 3,900. La temperatura no
aumentaba con los paseos.
Esta observación y otras varias referidas por Blanchet enseñan que el
automovilismo hace menguar y luego desaparecer la tos, acaba con la ano-
rexiay con el insomnio ; en cambio, la temperatura asciende, en los en-
fermos excitab'es, con cada paseo.
En el automovilismo hay dos factores útiles, la aire »ción y el ejercicio;
pero debe evitarse el frío y el polvo, inconvenientes fáciles de obviar.
Si puede ser útil á los tuberculosos, más lo será á los neurópatas y neu-
rasténicos, hecho demostrado con las observaciones de Blanchet.
También conviene á los gotosos, diabéticos, ciertos reumáticos, en una
palabra, siempre que sea necesario estimular con energía la nutrición.
Marión [Revue du Touring-Club) refiere el caso de un asmático, con ata-
(l) Bull. de Thérap.
r2) La Méd. oriéntale.
A46 Sección oficial
ques y opresiones, que lejos de empeorarse, mejoró durante largo tiempo.
Él mismo ha notado en sí que los violentos ataques de tos, debida á rfst':'>
de una pleuresía seca, cesaban en el automóvil. Dos cong-estionados dei
pulmón mejoraron.
En cambio, es nocivo á los cardiópatas, que deben abstenerse de las ca-
rreras rápidas.
Resumiendo : en el automovilismo hay ejercicio, trepidación, duchada
aire, y como consecuencia, mayor actividad nutritiva. Por tanto, est&rsi
contraindicado en los que necesitan reposo (1).
Dr. Rodríguez Ménde?
SECCIÓN OFICIAL
QUINTO CONCURSO
DE LA. ACADEMIA DE HIGIENE DE CATALUÑA
VEREDICTO DEL JURADO
I. Premio de la Academia de Higiene. Tema: «Hififiene de ambos sex-^
en el concepto de su función procreadora». No se adjudica premio ni acceíi:
II. Premio del Excmo. Sr. Gobernador, 250 pesetas. Tema : «Cartilla popu-
lar de higiene industrial». Premio, no se adjudica.
Accésit. A la Memoria n.° 12 que lleva por lema; « Labor improbusomna
vincit».
IV. Premio del Sr. Delegado Regio de Instrucción pública. 250 peseta^
Tema: Higiene, diferenciación y cultivo de las facultades del escolar cr:^
relación á su edad, desarrollo y constitución».
Premio. A la Memoria n.** 22 cuyo lema es «El bienestar de un puebl-
depende de su cultura».
Accésit. Memoria n.° 8, con el lema «No hay placer alguno comparable a
de mantenerse sobre las altas cimas de la verdad».
Mención honorífica. Memoria n.® 7. Lema: «Todo por mi hijo».
V. Premio dei Sr. Conde de Romanónos. Un objeto de arte. Tema
«Estudio de la falta de cultura como causa de la degeneración y prostitucí'i.
de la mujer». Premio. No se adjudica.
Accésit. A la Memoria n.° 1 con el lema «Quien da lo que tiene no ests
obligado á más».
Menciones honoríficas. A las Memorias números 19, 2 y 24, cuyos lems>
respectivos son: «Entre una mujer sin educar y una mujer mal educada, etc »
«La falta de cultura en la mujer imprime un atraso en la civilización y «^
f progreso». «La escuela redime y civiliza».
I VIL Premio del Académico Dr. D. José Farrero, 100 pesetas. Tema
í « Asunto libre de higiene social».
I Premio. A la Memoria n.° 9 que trata de «El alcoholismo y su trascendencm
t social» con el lema «***».
t Accésit. A la Memoria n.° 4 que lleva por lema: «El baile y los baile?»
\' VIII. Premio del Académico D. Manuel GispertBlanch. Ün objeto de arte
Tema: «Cartilla popular de higiene rural». Premio. No se adjudica
Accésit. Memorian.°16. Lema: «LaMédecine guéritlesindividus.etc.»
IX. Premio de un higienista. Una pluma de plata sobredorada. Tema:
«Prontuario higiénico del embarazo y primera infancia». Premio. No >t
adjudica.
Accésit. Memoria n.° 6 lema «Del exacto cumplimiento de los precepto
higiénicos depende muchas veces, etc.».
Mención honorífica. Memoria n." 20 lema: «Escribid de una manera bwv»-
y clara y haréis verdaderos sabios».
X. Premio de la Comisión organizadora. Tema: «Asunto hig-iénicosobf
especialidades». No se adjudica premio ni accésit.
Los temas III y VI quedaron desiertos.
(1) Thésc de Lyon.
Publicaciones recibidas 347
El reparto de premios se verificará en pública sesión el día 6 de octubre
próximo, á las nueve y media de la noche, en el salón de actos del Fomento
del Trabajo Nacional (Plaza Santa Ana, 4).
Barcelona 15 agosto de 1904.— P. A. del J . el Secretario, Eduardo Xalaharder.
XV CONGRESO INTERNACIONAL DE MEDICINA
(LISBOA, ABRIL 1906)
Se nos remite los números 2 v 3 del Boletin Oficial del XV Congreso Inter-
nacional de Medicina. Dichos números contienen artículos de crónica, en los
que se presentan las cuestiones del momento y los principales acuerdos
tomados por el Comité organizador: son de notar la exposición colonial que
se organiza con ocasión del Congreso, y el estudio sobre la Pelagra en
Portugal, emprendido por la Sección de Psiquiatría. Llenan casi por completo
dichos números los temas oficiales con los nombres de los informantes que
aceptaron ya la invitación que les había sido dirigida. Además de los temas
oficiales, las diferentes Secciones publican una lista de asuntos recomendados,
con el fin de incitar á los médicos para que los desenvuelvan en comunica-
ciones libres. Finalmente, completa los números la lista de los Comités
nacionales del extranjero hasta aquí constituidos (y lo son casi todos).
PUBLICACIONBS RECIBIDAS
liE administración Intestinal de los medioamentos, por el Dr. Samuel
Bemheim. — Trabajo traducido por el Dr. D. Alberto Bandelac de
Pariente. — París, 19ü4. — Otro ejemplar.
Tratado de Hediolna olinioa y Teraptatloa, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Schalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directam'ente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 102 y 103. — Barcelona, 1904. — Una
peseta cuaderno. — Dos ejemplares.
Tratado de Olmg^la olinioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmann, P. von Bruns y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por elDr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 579.— Cuaderno 100. — Barcelona,
1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Hannal de Patolog^ia externa, por E. Porgue.— Traducido por el Dr. J. Es-
pasa v Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor. Cortes, 579. — Cuaderno 21. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
Tratado elemontal de Patología Interna , escrit ) por los profesores y
doctores D. Gerhardt, Gumprecht, W. His, Klemperer, Kraus, L. Krehl,
Max, Matthes, J. v. Mering, O. Minkowski, F. Moritz, F. Müller, E. Rom-
berg, R. Stern y Vierordt, bajo la dirección del Dr. D. J. v. Mering. —
Con 223 figuras intercaladas en el texto y una lámina tricolor. — Versión
directa de la segunda edición alemana por el Dr D. M. Gil y Casares,
con un Prólogo del Dr. D. A. Siraonena y Zabalegui. — Tomo III ,
fascículo 1.**- Santiago, 1904.
Datos para el dlag^nóstioo de la difteria y sn oomplloaolón el ornp
ó ^mxTOtiMo. ^Conferencia dada por el Dr. D. Vicente Llórente y Matos.—
Madrid, 1904. — Dos ejemplares, — Una peseta.
Ohappa. — Aoropatla matllante. — Informe presentado al Jefe de Sanidad
de la República por el Dr. D. Juan Guiteras. — Distribución gratuita. —
Edición española é inglesa. — Habana, 1904.
El Hospital «Las Animas». — Trabajo leído en la 3.* Conferencia nacio-
nal de Beneficencia y Corrección (Matanzas, 2 á 4 abril de 1904) por el
34*
Estudios demográficos de Barcelona
Dr. D. Enrique B. Barnet. — Con un apéndice por los doctores F.Guiteras
y M. G. 4iebredo. — Distribución gratuita. — Edición española é inglesa.
Habana, 1904.
Fisiología humana, por el Dr. Luigi Luciaui. Versión castellana por <>:
Dr. P. Ferrer Plera, bajo la dirección y notas bibliográficas del doct.r
D. Rafael Rodríguez Méndez. — Editores: Antonio Virgili, Sociedad ei
comandita , Valencia , 301. — Cuadernos 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33y 34-
Barcelona, 1903. — ün cuaderno de 40 páginas, una peseta. — I>k
ejemplares.
Vonvelle m¿thode oonsorvatrloe de traltemont radical dM tnppvn-
tlona ohronlqnes da sao laorymal {Dacryocystarhinústomie], par >
Dr. A. Toti. — Firenza, 1904.
Clrrosl iportrofloa billar» Ipersplenomeg^alloa. — Prelezi<me al cor-
libre di Clinica medica genérale fatta nella R. Uuiversitk di Bologna^ci
Alberico Testi. — Imola, 1904.
El verdadero Herodee, por D. Rafael Ulecia y Cardona. — Madrid, 1904 -
Se reparte gratis.
Xtn grran enemlgro de los nlñoe , . por D. Rafael Ulecia y Cardona. -
Madrid. 1904. — Se reparte gratis.
Onla m¿dloa de los aooldentes del trabajo , por el Dr. Waibel. -
Cuaderno 2.® — De la Biblioteca económica de la Revista de Medim'^ }
Cim^ia prácticas . — Madrid, 1904. — Tres pesetas.
Bstudios demogpálteos de Bapeeloni
POR EL
Dr. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mes de agosto de 1904
I. — Infbccionrs
Coqueluche
Difteria
Disenteria
Escarlatina
Erisipela
Eclampsia
Fiebre tifoidea
Gangrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones . . . .
Paludismo
Reumatismo
Sarampión
Septicemia puerperal . .
Id. quirúrgica . .
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis
Viruela
7
5
1
2
2
14
74
3
1
O
8
1
3
6
5
9
5
2
132
29
Total.
309
II. — Otras infkccionks y padbci-
MIBNTOS DK NATURáLUZA NO DR-
TERMINADA ( por aparatos y sis-
temas).
... 23
... 77
. . . O
Suma y Hgus. ... 100
Circula- í A^rterias
LJií Corazón
'^^*^ -Venas.
Digestí
vo
Suma antei'ior.
SBoca . . .
Estómago
Intestinos
• * /otros anexos
(]
Peritonitis ...
z>^*«.«%./. (Bronquiales (Afecto»».
^/'^ÍT^" Pulmonía . . . .
lorto. .(Pulmón y pleur». .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges
ürinBTio
Red linfática
lií.
S
15
2:
1"
t
A
Total.
Ti"5
III. — Otros y acgidbntks
Accidentes 1;
Distrofias constitucionales. . f
Falta de desarrollo .... 5
Homicidio. ........ ¡
Intoxicación . •
Neoplasm*as ^
Seoectud ^
Sin diagnóstico i
Suicidio í*
Total _fij
Total de defunciones . . . .^93
Total de nacimientos .... IW*
Abortos 75
lomo ZZVII. Nim. 18 Barcelona 30 septiembre 1904 Año ZZVII. Núm. 664
Gaceta Médica Gmuu
SUMARIO : Notas clínicas sobre pneumo-cardiopaiías, por «1 Dr. Masó Bru. — Mortalidad in-
fantil en Madrid (conclusión), por D. Rafael ITlecia y Cardona. — Tres casos de agobio re-
nal curados con la nefrína, extractado por el Dr. Rodríguez Ruiz. — Valor semciológicodel
estado de la lengua en las enfermedades del tubo digestivo, por los doctores Matbieu y
J. Ch. Roux. — Servicio de Sanidad militar en campana del ejército japonés, por el Dr. Oau-
dier. — Rkvista chítica bibi.iogkXfica . por el Dr. Rodríguez Méndez. — Formi lario r
TKATAMieNTOS MOORRNOS , por Cl Dr. ROdrlgUCZ Méndez. — NukMRA COKRESPONOk.NCIA
CON LA PRENSA. — Estudíos dcmográficos de Barcelona, por el Dr. D. Luis Comenge.
notas clínicas sobra pnanmo^cardlopatlas
fOK sr.
Dk. Masó Bru
La albamlnnrla en los taberoolosos
Hoy que los trabajos de Moeller, Jacobi, Vag'edes. Ott, Krompecher
y otros, orientan las investigaciones clínicas y experimentah\s de la tu-
berculosis pulmonar en el mismo sentido que indicó años atrás liobin,
tratando de inquirir si la variedad de evoliKíión de la fimatosis se debe
h condiciones químico-biológ-icas diversas ó de raza de su bacilo pro-
ductor, ó también á aptitudes de reacción determinadas por especiali-
zación orgánica general ó local de cada ser ([ue sufre esta infección,
claro está que todo lo que contribuya á conocer ó siquiera á apuntar una
parte de este intrincado problema, ha de ser de actualidad y facilitar el
estudio de las disposiciones individuales de resistencia, que se comple-
tará con la ayuda de la histología y de la química.
Esto es obra del porvenir, indudablemente fOíi. Die cheniische Pa-
thologie der Tuberculose. — Vorworlj; pero todos venimos obligados á
trabajar por él.
Si el estudio del quimismo respiratorio del tuberculoso realizado
por Robín, von Schrotter, May, etc., aclarando la patogenia de ciertos
síndromes y su diversa cronología han contribuido poderosamente á
fundar positivas indicaciones terapéuticas ; el apenas iniciado estudio
del quimismo urinario en la misma infección (fosfaturia, reacción dia-
zoica, etc.), ha dado cuando menos elementos de pronóstico en modo
alguno despreciables.
Que la albúmina puede presentarse en orinas normales (?) y debida
su anarición hasta á una causa vulgar, como, por ejemplo, el cansancio,
se aamite por muchos ; von Noorde afirma que toda orina puede con-
tener hasta seis miligramos por litro , y sostiene Leube, que puede
aceptarse como albúmina fisiológica (?)*^ toda aquella que no exceda
del 1 por 1,0(K) del total del líquido urinario. Esta sero-albúmina se
presenta siempre que la falta relativa de oxígeno en la sangre hace
reaccionar el epitelio renal, sin que para ello tenga que admitirse la
existencia previa de lesión renal (glomerulitis, hemorragias, etc. ),
cuya causa determina naturalmente mayor cantidad de albúmina eli-
minada y cambios importantes en sus caracteres de presentación y
reacción, bien se ofrezca en forma de sero-globulina, núcleo-albúmina,
aisladas ó acompañadas de ácido nucleínico, etc., íidemás de los ele-
mentos histológicos propios del proceso que evoluciona en el riñon.
Otro carácter muy importante de esas albuminurias compatibles con la
salud, es su carácter cíclico ó transitorio, constituyendo el tipo de la
albuminuria de Spring, á la que hay que oponer la albuminorrea ó
35u Notas clínicas sobre pneumo-cardíopatias
albuminuria constante ; viniendo la primera A ser comparable (en est-*
concepto), á la g-lucosuria, y k la diabetes la segunda.
Estas leucomurias. constante y transitoria (enfermedad lie Parv»,
han sido desde hace tiempo aceptadas como complicación no infre-
cuente de la tuberculosis pulmonar. Los eminentes 'Clínicos LeWn,
Jaccoud, Sée, Bernheim, Herard, Pidoux, etc., las mencionan en :^a>
conocidas obras sobre la tisis ; pero hay que declarar que Lebert s(*)lu ¡v^
ocupa de una forma que pudiéramos llamar terminal, ó sea de oriíreí
caseo-renal ó de generalización fimica; y lo mismo, únicamente, (ii.v
Bernheim. G. Sée acepta el hecho, pero no lo aclara ni estudia 1&>
condiciones de su presentación, siendo sólo Jaccoud quien la aduiít"
(y entiéndase que sigo hablando de la albuminuria clásica), como ex:>-
tente en los primeros períodos de la infección, y debida, .se^ún ei. ^
congestiones del riñon originadas uor la disnea y los consecutiva-
trastornos hidráulicos, ó bien á los de asimilación. Herard y Com;.
se ocupan de la albuminuria en los tuberculosos, sólo en la íorma «i-
fimia o granulosis miliar, que atribuyen á una nefritis de la misn.<
naturaleza ; y sólo apuntan la posibilidad de su existencia en los ar-
meros períodos de la tuberculosis crónica pulmonar.
Para terminar, abreviadamente, con este aspecto liistórico ii
asunto, diré que Strauss, en su monumental obra sobre esta, infea-ion.
sóle trata de la albuminuria en sus relaciones con la tuberculo-b
uro-genital.
Como queda, pues, visto, los antiguos patólogos y clínico.*? pre>-a
ron escasa atención á este punto y desconocieron las fortna^ inttY»\-
tenies de la albuminuria, designadas con el nombre de orto.stática ó hd-
formedad de Heubner y de Rolleston ó hipostática ; así como las ulhu-
mosurias en sus diversas formas, que tan notablemente ha estudiar:-
el Dr. Zúñiga, de Costa Rica, en los fímicos con ó sin ulceración int^
tinal. En esta breve nota clínica me he de ocupar solamente áe is
albuminuria ortostática, ó postural-albuminuria de los ingleses, de-
l)ués de algunas consideraciones sobre la albuminuria del tiibercui-t-^
pulmonar, en general.
Que este enfermo por el asiento de sus primitivas lesioiie5 (ená
arteritis y endo-alveolitis), por las condiciones quimiotáxicas del ban.
que perturba en alto grado el metabolismo celular, las lesiones en bloq\>
que en el pulmón se determinan (extensas infiltraciones, esclerosis ■
ulceraciones), las perturbaciones dinámicas y de testura que preseiiía
su sistema cardio-vascular (taquicardia, dilatación del corazón dere^-h •,
atrofia del miocardio, hipotensión vascular por la acción ectasiante •!
la toxina tuberculosa, etc), las de la sangre (alteración en la proiM.-
cionalidad de los glóbulos rojos y blancos, índice de hemoglobina, j» -
linucleares, mielocitos, etc.),* aparato digestivo (dispepsia propia de '•-
primeros y últimos períodos), y renal, i)ara terminar, pueda presenta
en muchas ocasiones la albuníinuria, se comprende sin la menor Ar-
cuitad ; ya que en él la mayor parte de su organismo está enfermo
cuando menos en condiciones muy especiales de receptividad. A f-
sar de todo, sin embargo, la albuminuria no puede considerarse con:
un incidente constantemente ligado á la tuberculosis pulmonar, ü
siquiera como una complicación en el sentido de exageración de feí: -
menos habituales de la misma, como, por ejemplo, la hemoptisis, jier
sí como una rerdadera complicación, posible en una infección que «
especializa por la pluralidad de su aparato sintomático y la compl^v -
dad de determinaciones anátomo-patológicas.
Las formas leucomúricasen la tisis ])ueden compararse, de.^eí*)»*r
punto de vista, al síndrome gástrico que en la misma se presenta <x»n i.
escasa frecuencia, ('on el inicial se puede relacionar la albuminuria ur---
Notat clínicas sobrt pneumo-cardíopatiax í'!>t
táticaycüü el termina la albuminuria clásica, perfectamente (listin¿?:ui-
l>les por sn pato^icenia, marcha y, sobre todo, por las alteraciones respec-
tivas del liquido urinario, que en el terreno del pronóstico, y especial-
mente de la terapéutica, conviene en absoluto deslindar.
Se ha tratado de explicar el {^-énesis de la albuminuria de Heubner,
por varias hipótesis (hemató¿»-ena, vaso-motriz, tóxica y renal), pefo
ninguna de ellas ha tenido confirmación experimental. ^ Creo que los
tvvíhfíjoii iU^ Thonmyer (Ce?iiralblal¿ fin* i n7iere 3fedkiju 1904), sobre la
taquicardia ortostática (que la he observado también yo en el tuber-
í'uloso), pueden dar alguna luz sobre el particular, máxime teniendo
en cuenta que la asociación no infrecuente del proceso de Heubner con
síntomas tales como aritmia cardíaca, refuerzo del segundo tono pul-
monar, hipotensión arterial, etc., prueban que en su determinación
«Mitra como factor importante la alteración del sistema circulatorio ge-
neral y en particular del que riega los centros nerviosos bulbo-medu-
lares ;' contando, además, con la influencia que en las diferentes ^)osi-
riones del cuerpo humano ejerce sobre ellos el Ilíquido céfalo-raquideo.
<íue este último juega un importante papel patogénico en las afecciones
ortostáticas, lo explica Thomayer del modo siguiente : cuando el en-
fermo está de pie, la ])resión'del líquido sobre la región medular-
oblongata es menor ; de aquí nace menor estímulo i)ara los nervios
vagos ; la inhibición relativa de los mismos hace que la influencia del
simpático sobre todo el centro circulatorio sea mayor, y, por consi-
guiente, se produzcan alteraciones de la tensión vascular algunas veces
y siempre aceleración del i)ulso con ó sin aritmia, según la persisten-
cia de la causa productora, y como consecuencia, taml)ién la i)erturba-
rión circulatt)r¡a del riilóny la presentación temporal desero-albúmina;
siempre que las disposiciones orgánicas (que son, entre otras, según
von Leube. mayor amplitud de los poros del epitelio glomerural, etc.),
existan en el rihón de un tuberculoso y lo constituyan en locm minoris
j'esisteutiíe. Hoy por hoy, creo que esta interpretación i)atogénica es
la más racional "para explicar la presentación de la albuminuria ortos-
t-'itica.
Veamos ahora cuales son los caracteres propios (jue la distinguen
<le otras formas que puede también presentar el fímico-pulmonar, y á
la par que su importancia pronostica en sí y como elemento del proceso
general que integra, la terapéutica que exige y la que contraindica.
Kn los varios casos que he j)odi(lo hasta la fecha observar de albu-
minuria ortostática en enfermos del pecho, en todos ellos se ha presen-
tado sólo en los j)eríodos de latencia y germinación, nunca en los de
infiltración y cavitarios; en ninguno (le ellos ha habido insuficiencia
urinaria ni alteración mancada en la densidad del mismo líquido ; las
<*antidades apreciables de albúmina (siempre insignificantes por su
cantidad), se han presentado en la orina eliminada durante el día y
ílespués de mayor ó menor ejercicio ; ni una sola vez en la eliminada
después del descanso nocturno; la sero-albúmina, en los días de exa-
gerado movimiento cori)oral, lia alcanzado la i)roporción de 1 ¡)or 1,000
en relación al total del líquido analizado ; nunca se ha podido compro-
bar la existencia en el líquido urinario de cilindros epiteliales, hiali-
nos, ni la de otros elementos formales de origen renal ; y uno sólo de
los enfermos presentó en su orina el bacilo Koch. Con)o yo admito la
interpretación (|ue á este último hecho da la escuela de Praga, que sos-
tiene pueíle presentarse en ella este bacilo sin lesión alguna renal tu-
berculosa y procedente de cualquier zona orgánica atacada por él, no
le doy importancia alguna desde el punto de vista aquí tratado. Por
fin, en ninguno de los casos i)or mí observados se pudo obtener la re-
acción de la sero-globulina.
55z Mortaiidad injantxl en Madrid
I Cuan distinto es el síndrome urinario de la albuminuria clásica en
el tuberculoso I En primer lug-ar, aparece cuando la infección se ha
hecho de marcha intensiva y extensiva en el pulmón, evolucionando,
además, en otros órg'anos ; la albúmina perdida es mucho mayor y
constante á todas horas é independiente de la posición y decúbitos que
puedan guardarse ; va acompañada de elementos histológ'icos varios
(corpúsculos rosados, cilindros epiteliales, hialinos, etc., etc.), y, á
veces, de variada flora microbiana.
Esta forma exig-e un prouóstico muy grave ; contraindica la super-
alimentación nitrogenada y también la cura de altitud, tan recomenda-
bles para el tratamiento general de la tuberculosis.
La albuminuria ortostática, en cambio, tiene un pronóstico leve;
habiendo logrado su desaparición en todos los enfermos que he trata-
do, sin exagerar siquiera la cura por el reposo (que creo, como el doctor
Sir Broadbent, de Londres, perjuuica á muchos de ellos), sin prescribir
la dieta láctea (de rigor en el tratamiento de la albuminuria renal), y
sólo con el uso de los arsenicales y las inhalaciones de oxíg-eno. A uíd-
guno de estos enfermos, tuberculosos incipientes é infebrile.s, he apli-
cado tratamiento sueroterápico alguno.
Creo, para terminar, que después de cuanto llevo sucintamente
expuesto, debemos hoy distinguir en la tuberculosis pulmonar las for-
mas distintas de albuminuria que en este proceso se presentan, pam
evitar así la formación de pronósticos poco fundados y sombríos por
exceso (como se hace en la generalidatl de los fímicos cuando pre-sen-
.tan albuminuria), y, sobre todo, para seguir, según sea ella, una linea
de conducta terapéutica diametralmente opuesta.
Moptalidad infantil en Madpid
Bíku principales eanaa» y medio» de combetlple
POR
D. Rafael Ulrcia y Cardona
Vocal de la Junta municipal de Sanidad y Director de la Revista de Medicina y CirufrUi práciits^
I. Deficiencias de la lactancia. — Las deficiencias de la. lactan-
cia consisten en la fornía y manera como se da la leche al niño y tam-
bién en la calidad de ésta.
A. La irregídaridad con que las madres ó nodrizas hacen mamar
al niño, ya sea directamente del pecho, ya con el biberón, dándnir
unas veces con demasiada frecuencia y otras haciéndole ingerir mavur
cantidad de leche de la que corresponde á numerosas observaciones
hechas acerca de este interesantísimo punto, han demostrado, de modi»
irrecusable, que tanto ó más que la calidad de la leche, influye en la
salud del bebé In, forma y manera con que se le da de mamar; de ahí ia
necesidad que hay de instruir á las madres ó nodrizas para que sepa;-
cómo han de cumplir su noble cometido. Este es asunto que, más qii»^
al Ayuntamiento, incumbe indudablemente al médico, pues á él es . i
• quien corresponde hacer propag-anda en el seno de las familias : sii-
embargro, el Municipio puede también prestar garandes servicios, lU^
vando á cabo lo que más adelante indico.
De día en día disminuye, seg-ún observaciones y estadísticas hecha-
])or ilustres tocólot»:os y paidópatas, el número de "mujeres que reuní*!,
buenas condiciones para criar á sus hijos. No es este momeuto op*jr-
(t) Conol U"> ion. — Véase el número anierior.
Mortalidad injantil en Madrid 55$
tuno para dar mayor extensión k este asunto ; pero es necesario dejarlo
consignado. De ahí que la lactancia mixta y la artificial seguirán
siendo siempre de todo punto imprescindible, y por grandes que sean
los esfuerzos de los higienistas que la combaten, sobre todo á la segun-
da^ no podrán jamás conseguirlo; de modo que lo que procede, lo que
es indispensable y urgente llevar á cabo, es poner a la lactancia mixta
y á la artificial en buenas condicioneSf para que de ellas se obtengan re-
sultados satisfactorios, como en efecto puede darlos.
¿Qué medios hay para conseguirlo? Instruyendo á las madres.
Esto se logra muy fácilmente, favoreciendo el Ayuntamiento la impre-
sión de cartillas higiénicas, como la que al final de este modesto tra-
bajo someto al elevado criterio de esta Junta (y la que muy gustoso
ofrezco á nuestro Ilustre Ayuntamiento) (I), así como la de otras publi-
caciones análogas, y con la creación de CoTtstiUorio de niños de pecho.
Son estos Consultorios establecimientos á cuyo frente se halla un
médico, y donde acuden un día á la semana las madres ó nodrizas á
recibir, no sólo instrucciones acerca de la mejor manera de criar al
niño (al cual se pesa cada vez), sino que además se le suministra día-
riamente, en biberones graduados, á las que emplean la lactancia arti-
ficial, la cantidad exacta de leche que el niño necesita para su alimen-
tación cotidiana.
Las ventajas que estos Consultorios prestan son positivas, y por lo
tanto, merecedores de que se difundan por todas partes.
Al notable profesor Budin, de París, corresponde la gloria de su
creación en 1892, y el ))eneficio que con ello ha prestado á su patria es
incalculable. Desde su implantación, la mortalidad en Francia va dis-
minuyendo de un modo extraordinario.
Comprendiendo la bondad de esta nueva institución, el celoso
Ayuntamiento de la capital de la vecina Eepíiblica, ha creado, además
de sus 3.") Dispensarios para niños enfermos, ocho de estos Consultorios,
en los que ha distribuido gratuitamente, en los dos últimos años de
1901 y 1902, la cantidad no despreciable de 274,209 litros de leche esteri-
litada: 96,501 en el primer año y 177,708 litros el segundo.
Además de estos Consultorios del Municipio, París cuenta ya (!oi\
otros varios : los de los doctores Budin, en la Clínica de Tarnier; el de
la Maternidad; los del gran filántropo doctor Rothschild, Variot, Bois-
sard, etc.; Consultorios que se han extendido también por provincias:
en Bourg, Dieppe, Grenoble, Havre, Rouen, Saint-Etien, Nancy, Per-
pignan, Versailles, el del célebre Dr. Dufour, de Fecamp (primero que
se creó en provincias con la denominación de Govfte de Lait), el del
Dr. Sebbon, en Beauvais (Oise), etc., etc.
Para que os forméis una idea perfecta de la utilidad de esta her-
mosa y filantrópica institución 3^ de los servicios reales que presta,
permitidme míe transcriba aquí' un párrafo del notable discurso que
pronunció el Dr. Budin, en el acto inaugural de la Liga C07Ura la mor-
talidad infantih celebrado el 5 de febrero de 1902 ante el Jefe del Go-
bierno de la República, Waldeck Rousseau.
Dijo así el ilustre ex Profesor de la Maternidad de París : « .... y en
nuestra capital la mortalidad infantil va disminuyendo. Siendo así
que durante el estío de los años precedentes la mortalidad por diarrea
alcanzaba las cifras de 150, 200 y 250 por semana; en 1901 no ha pasado
Tti vAia sola vez de 100 .>
Además, según los datos tomados por el Dr. Bresset, del Boletw
de la Estadística municipal, resulta que la mortalidad anual ^ov diarrea,
que era en 1896 de 3,274, descendió en 1900 á 2,461, ó sea un 24 por
<'1> fiemos tenido el gusto de publicarla en la Gacei a.
^54 Mortalidad in/until en Madrid
100. En el quinquenio de 1891 á 1895 fallecieron en París de gasino
enteritis 15,014 uiiio.s, y en el quinquenio de 1896 á 1900 murierrm
13,555, ó sea una reducción de 11 por 100.
Y no creáis que se trata de una mera coincidencia, pues lo mismo
ha sucedido en otros puntos, como por ejemplo, en Rouen. Kn esta
ciudad, donde en el mes de agosto de 1898, la mortalidad por diarren,
en niños menores de un año, fué de 76*6 por 100, ha descendido k :ü
por 100.
En Liverpool, alarmado el Ayuntamiento por la crecida mortalida4l
de niños, que habla llegado & 241 por 1,000, apresuróse á tomar medi-
das para contrarrestarla, creando depósitos donde se vende, á precios
reducidos, leche esterilizada, en frascos que contienen instruccione?»
escritas para las madres y nodrizas. Aun cuando esta medida es dt»
fecha reciente, parece que está dando excelentes resultados.
Informaos de lo que acontece también en el Instituto Rockefellpr.
Este generoso filántropo ha hecho, en 1901, un donativo de 200JXW
dollars á la ciudad de NeVYork, con destino á esta obra benéfica, y
los éxitos obtenidos hasta ahora son en extremo satisfactorios.
No creo oportuno ampliar el número de ejemplos en un todo anHl«>-
gos, pues daría á este trabajo dimensiones que realmente no le corre;»-
ponden.
¿Qué comentarios he de hacer de estos elocuentísimos datoí^? Nin-
guno. Me limito únicamente á someterlos á la consideración de mií^
queridos compañeros de esta Junta y al magnánimo corazón de nne>-
tro ilustre Alcalde, para que siguiendo el noble ejemplo del de Parí?.
])rocure cuanto antes la creación en Madrid de los mencionados Con-
sultorios.
Pasemos aliora al segundo punto, ó sea al que se refiere á la calvi*in
de la leche,
B. Calidad de la leche. — Si á los Consultorios de niños de pecho
concedo una gran importancia en la resolución de) complejo problema
de la mortalidad infantil en general, no es menor la que hay qne otor-
garle á Ifipurem de la leche, pues ésta es complemento indi^ensaM»'
de aquéllos.
La leche, (^omo todos sabéis perfectamente, es una de las substan-
cias líquidas más delicadas que se conocen, hasta al punto que, segnw
el famoso bacteriólogo francés Miquel, este preciosísimo é insustitwibl*»
alimento del niño, cuando se le extrae en buenas condiciones, no con-
tiene ninguna bacteria ; i)ero
Una hora después de ordeñada se encuen-
tran en ella 9,000 bacterias por « » .
Dos horas :}6,260 » v
Siete horas 60,000 ' >.
Nueve lioras 120,000 »
Y llega su delicadeza á tal extremo, que hasta para .ser ordeñada.
(»xige grandes precauciones de limpieza, como vais á verlo por el si-
guiente hecho ocurrido en Francia, y que viene bien consifrnarlo en
este sitio.
VA Dr. Smester ha dado cuenta á la Sociedad de Medicina y Cinf^i^
prfícticas, do París (1), que en i)leuo mes de junio y en un día bochor-
noso, hallándose ])resentes varios vaípieros, el l)f . Veillon, <lel Insti-
tuto Pasteur, ydel Dr. Dufour. de P'ecamps, ordeñó nna vaca con toda^
las reglas de asepsia posible, llenando con la leche diferentes frasco-.
( 1 ) Progrbs Medical. Parí», 1 W..
Mortalidad inJantU en Madrid i^33
que fueron convenientemente tapados. La hija de la vaquera ordeñó
«lespués la misma vaca, en ig\ih\ forma que tenía por costumbre,
V la leclie extraída por ella fué también encerrada en frascos bien
tapados.
Se entregaron á los testigos frascos de ambas procedencias, y la le-
che ordeñada por la hija de la vaquera se echó á perder á las diez horas,
y en cambio, la extraída por el Dr. Smester se conservó/r^ícrt, s-ln mal
olor y con un gusto agradable, por espacio de chico días.
Este doctor afirma que con vacas bien alimentadas y con vasijas
muy limpias ha podido conservar la leche ocho días.
[Figuraos, señores, cuáles no serán las condiciones de la leche
(tuando después de colocadas las vacas en establos faltos en absoluto
de toda higiene, como acontece con casi todas las vaquerías del inte-
rior de Madrid; cuando después de ordenadas aquéllas sin las debidas
precauciones, se encierra esta leche en vasijas que no están del todo
limpias, y luego se vende en puestos ambulantes que carecen por
completo de limpieza, y sobre los cuales cae el polvo de las ropas y al-
fombras que se sacuden, por las^mañanas, desde los balcones ó del ba-
rrido de las calles, y otras veces se expenden en tiendas generalmente
reducidas, donde la atmósfera está viciada y cuyo aire caliente favo-
rece la pululación microbiana, pues sabidoes que nada ataca y des-
compone tanto la leche como el calor !
Según Miquel, á una temperatura
De 15° ha encontrado en la leche . . . 100,000 bacterias por cm^
\2:f 72.000,000 » h
A 35** 165.000,000 h »
Ya veis, uues, si las Autoridades se hallan en el ineludible deber de
ser severas con aquellos que por miras especulativas infringen tan es-
candalosamente las Ordenanzas municipales y cometen el grave delito,
penado por nuestro Código, de convertir el más preciado y valioso ali-
mento del niño en uno de los más mortíferos venenos. Y tan criminal
(»s el que falsifica la leche mezclándola con otras substancias extrañas,
como aquél que se limita á adicionarle simplemente agua, porque con
(Mía disminuye su valor nutritivo, ocasionando de este modo incalcula-
bles perjuicios para la salud y la vida de los niños y de los enfermos.
No hay, en cuanto dejo dicho, exageración alguna, pues vosotros
recordaréis haber leído en la prensa diaria cuan frecuentes son en el
verano los casos de intoxicación por haber ingerido leches de mala ca-
lidad.
¡ Y no ha de suceder esto, señores !
Ved lo que, por desgracia nuestra, acontece en Madrid. En el in-
forme elevado á la Superioridad por el ilustrado Jefe del Laboratorio
municipal, Dr. Chicote, en 1901, consta que de 215 leches analizadas,
170 se calificaron de malas ^or hallarse descremadas, azucaradas, bi-
carbonatadas, boratadas, no pocas en plena fermentación láctica y al-
gunas que contenían el 80 por 100 de agua !
En el informe de 1902 aparece (jue de 344 leches analizadas fueron
calificadas de malas 305, resultando que el 88*66 por 100 carecían de
condiciones para el consumo, habiéndose dado el escandaloso caso de
que una de las muestras analizadas, con una densidad de 1,030 sólo
í'ontenía ¡un gramo de manteca, en vez de los 38 ó 40 que corresponden
á la leche pura !
Además, vosotros recordaréis también que en una de nuestras últi ■
mas sesiones, el ilustrado y celoso Inspector veterinario Sr. Pérez Bel-
tran nos manifestó que, habiendo practicado el reconocimiento en
diferentes muestras de leche recogidas en una porción de puestos am-
356 Mortalidad infantil en Madrid
bulantes, encontró que ni una sola de ellas reunía buenas condicione?
fie pureza.
Como veis, señores, el hecho resulta verdaderamente inaudito^ y
precisa que se tomen enér^^icas medidas á fin de que, de una vez jíari
siempre, se pong-a coto i\ tales desmanes que redundan en detrimento
<le la salud de nuestros semejantes.
No se nos oculta que á la realización de ello habrán de oponerse uo
l)()cos obstáculos ; pero con tesón y energía estamos sefífuros de quf
nuestro ilustre Alcalde podrá, sino en absoluto, cuando menos en parte,
obtener el éxito satisfactorio que ha conseg-uido el de la capital de la
vecina República francesa, se^íin demuestra el sig-uiente ejemplo bien
sig-nificativo : El Consejo municipal de París, alarmado en 1897 iK»r
la crecida nu)rtalidad de niños de O á 1 año, nombró una C/omisión es-
pecial encargada de estudiar las medidas que convendría poner en
práctica para mejorar la calidad de la leche.
Esta Comisión hizo (¿ue el Director del Laboratorio municipal exa-
minase muestras de leche recog-idas en diferentes puntos de los 20 dis-
tritos en que se halla dividida aquella cai)ital, y cuyo precio de venta
fuese inferior á-0*3r) céntimos el litro.
Practicados estos análisis, se vio que ning-una de las muestras exa-
minadas contenía la cantidad de manteca que corresponde á la lerlir
pura, ó sea 38 á 40 g-mmos. La que más tenía eran 36 gramos, otraí
no lleg'aban á 20, y hasta hubo una (la del 12 distrito), que sólo cont*^
nía 15*3 giramos, siendo el término medio de las analizadas 20*f>H «rra-
mos de manteca.
Con motivo de tan escandaloso hecho, la Comisión exig^ió que la
leche que se vendiese al público por los abastecedores tuviese, cuaniio
menos, 35 g-ramos de manteca por litro, y la que se suministrase á h'^
establecimientos benéficos 38 g:ramos, rogando al Laboratorio munin-
pal vig-ilase escrupulosamente la calidad de la leche y practicase su n-
conocimiento con el mayor rig:or, á fin de evitar los fraudes.
Cinco años después, en enero de 1902, el ilustre y filantrópico dw-
tor H. de Rothschild (cuya clara inteligencia y gran fortuna se han
puesto ner completo al servicio de la protección de la niñez), queriendo
comproDar por sí mismo el resultado práctico obtenido por la Comi-
sión, ha analizado 20 muestras de leche recogida en cada uno de Icí'
20 distritos de la capital, y además 20 muestras del 12 distrito (por s**:
éste aquel cuya leche resultó peor en el anterior reconocimiento), y h^
encontrado que el término medio de las primeras cont-enía 29'85 Vía-
mos de manteca, y el de las segundas 33*04. Lo que demuestra qui»
los esfuerzos ccmibinados de la Comisión y del Laboratorio han con.-^-
guido mejorar, de una manera bien api^eciable, la calidad de la lerlif
que se vende hoy en París.
Además de esto, el Ayuntamiento ha dispuesto que se expidan cer-
tificados de salubridad á todos los vaqueros que expendan buena lech«*
y cuyos establos resulten, de los reconocimientos, hallarse en buen es-
tado de limi)ieza y con vacas sanas. Dicho certificado tendrá valide.,
por cuatro meses y medio, pudiendo renovarse en caso de necesidad, }
con derecho aquéllos á reproducir este certificado en los prospectoj? )
en los envases de su establecimiento.
Véase, por consiguiente, como cuando hay buena voluntad y ent»^
reza de carácter en las Autoridades, los graves y dificultosos proÍ)lemH-
son de fácil y satisfactoria resolución.
Siga, pues, nuestro Municipio el ejemplo del de París,- y su triuDi-
será, de seguro, tan brillante y positivo como el de aquél.
II. Alimentación PRBMATnuA. — Sobre-alimkntación. — El aparnt-
digestivo del niño carece, en los primeros meses de su existencia, ■!♦
Mijrtalidad infantil en Madrid 557
las necesarias condiciones para admitir otra clase de alimentación que
no sea la leche. Esto es de tan antiguo sabido, que holgara consig-
narlo aquí, si no fuera porque conviene al metódico plan que exige el
desarrollo de este Jfi/ormey y porque, además, es forzoso hablar de ello,
siendo como es un argumento poderoso que sirve para demostrar y jus-
tificar á la vez la imperiosa necesidad que nuestras Autoridades" todas
tienen de llevar á la práctica las provechosas medidas que propongo.
Entre los incalculables beneficios que los Cofisuliorios de niíios de
pecho están dando en la actualidad, figura como uno de los mayores la
demostración de los grandes peligros que tiene la íoír^-«/i/;¿^w/«^*oV¿,
pues, en efecto, i^e ha comprobado de una manera evidentísima y sin
género de duda alguna, que aumentando la ración de leche proporciona^
da á la edad del niño, se presentan en seguida trastornos gastro-intesti-
uales y desciende el peso de su cuerpo; fenómenos que van aminorando
á medida que se disminuye la ración, y desaparecen por completo tan
pronto como se vuelve á la cantidad exacta que le corresponde.
Si esto acontece, señores, con el empleo exclusivo de la leche, cal-
culad qué no sucederá cuando *á tan precioso líquido se le substituye
¡)or alimentos que tienen mayor valor nutritivo ó son de más difícil di-
gestión.
Ahora bien, ¿por qué las familias emplean la alimentación prema-
tura y llegan hasta la sobre-alimentación V
Unas veces por completa ignorancia de los padres, que realmente
desconocen los grandes peligros que ejicierra el dar á sus hijos canti-
dades exageradas de leche y el alimentarles antes de tiempo; y otras
son á ello forzados por la carestía de la leche de vaca, cuyo precio en
Madrid (80 céntimos el litro), no está al alcance de los pobres (ni aún
de muchos de la clase media), y por consiguiente, no pueden hacer de
ella el consumo conveniente, viéndose obligados, por imperiosa nece-
sidad, á emplearla malhadada papilla y otras clases de alimentos, im-
l)ropios á la tierna edad de sus hijos, y que más tarde han de ser fuente
de amargo llanto de aquellos que inconscientemente contribuyeron á
labrar su propia desgracia.
, III. Infracciones del hégimen en la alimentación de los niños
DE UNO Á cinco años. — »Si importantísima es la cuestión de régimen
en los primeros meses de la vida del niño, no lo es menos en el pe-
ríodo que media entre la edad de uno á cinco años, y de ello son pa-
tente prueba los datos estadísticos que habéis tenido ocasión de exami-
nar anteriormente. En efecto, ninguno de los períodos de la vida
liiimana es mas peligroso que el que comprende el destete^ y coloca al
niño en condiciones de hacer uso de la alimentación ordinaria propia
de cada país. Todos cuantos cuidados se tengan en esta época serán
pocos, pues la menor infracción del régimen es origen de trastornos
//astro-intestinales que han de desequilibrar sus fuerzas de resistencia,
j)oniéndole en condiciones de mayor morbosidad y mortalidad, y por lo
tanto, debe ser objeto de preferente estudio de los padres de familia
todo cuanto se relaciona con esta parte importantísima de la higiene
alimenticia del niño.
8i en el hombre ya constituido la sobriedad es fuente de salud; si el
eomer es realmenteuna necesidad y no un placer, hay que ser mode-
rado en el uso de los alimentos, porque como decía muy bien San
Ag^ustín : « La conservación de la vida es la única razón del comer y
])eber, y sin embargo les acompaña un placer peligroso», y al comear
liay que pensar, como aconsejaba Fray Luis de Granada «menos en
el placer que en la necesidad ».
Y si el hombre ha de observar estas sabias reglas de conducta, si no
lia <le olvidar nunca, sino tener muy presente que, como decía Cice-
¿58 Mortandad in/antd en Madrid
ron, niás vidas quitó la gula que la espada, \ qué no habrá de requerir
el tierno niño, cuyo aparato dig'estivo no ha adquirido todavía su com-
pleto desarrollo y carece aún de los elementos indispensables para ia
perfecta digestión de toda clase de alimentos !...
La inobservancia de las reglas higiénicas correspondientes á esXz
peligrosa edad infantil, la sobre-alimentación que generalmente se 1h
da, lo mismo entre la clase pobre que en la clase media y en la alta
sociedad, es debido, sin duda alguna, á que todavía no es'bien cono-
cido en nuestro país este importante capítulo de la Puericultura. Este-
mos muy rezagados respecto á este punto ; preciso es reconocerlo y
forzoso es decirlo, á fin de que pongamos todos de nuestra parte cuant-
nos sea dable para que, sabiéndolo, podamos enmendarnos.
De ahí la necesidad que hay de que los médicos é higienistas se de-
diquen con empeño á difundir estos conocimientos, ya por medio &
conferencias publicas, ya de artículos en los periódicos, en folletos, etr
Y es de tal magnitud, de tal trascendencia esta cuestión, porque >i
perfecto conocimiento no sólo contribuirá á restar vidas á la muerte, sin
que ha de dar á la patria hijos fuertes, robustos y bien desarrollado>
Hoy está plenamente comprobado, tanto por experimentos heck-
en animales, como en la especie humana, que aun cuando el creci-
miento y la estatura dependen de la raza y de la. familia, esta comi;-
eión de herencia se pierde por varias causas, tales como la her^ií^
sífilis, el abuso del alcohol, de la morfina, y en no' menor grado jjori*-
trastornos ff astro-intestinales, que perturbando el quimiamo digestíTii.
entorpecen la asimilación de los elementos nutritivos que entran en la
composición de los alimentos. . El Dr. Springer, cuya competencia e\
esta cuestión es por todos reconocida, ha demostrado aue la alimeuU-
ción excesiva puede, en ciertos casos, hacer tan lento el creci'miento á--
niño, como la insítjiciente nutrición.
Y los modernos trabajos de Bardet, Barbiery Maurel y otros, acep'a
de la fijación de la ración alimenticia, vienen á confirmar estas id€«^
que dejo expuestas, y que desde hace doce años vengo personalmestr.
poniendo en práctica y recomendando en el círculo de mis relaciona-
Claro está que no íiabréis de suponer que yo crea que el problen.
de la mortalidad infantil en Madrid se resuelve tan sólo con la implait
tación de medidas contra las enfermedades del aparato digestivo. N
es, en verdad, así. He creído oportuno llamar particularmente vue-
tra atención sobre dichas enfermedades, porque en mi concepto, ¿5» ^
las que revisten mayor importancia, pues no solo dan, como he mau -
festado antes, un gran contingente á la mortalidad general, sino qu
ponen al niño que las padece en condiciones de mayor receptivid>
para contraer mas fácilmente las demás enfermedades.
Madrid requiere también de parte de nuestros gobernantes un grar
interés y una activa campaña sanitaria, en cuanto se relaciona con •
adulteración de las otras substancias alimenticias, la limpieza y barriü
de las calles y la higiene de los cafés y teatros, etc., etc. Y ya que i -
caraos este pUnto, nos permitiremos formular una pregunta : ¿ >o ha-
bría medios legales .para que las Autoridades prohibiesen la entraos
en los teatros, en \k'^, funciones de noche á los niños que están en ]-•-
ríodo (le lactancia 'f Ésto parecerá tal vez arbitrario y atentatorio á ^
libertad individual ; pero ; cuántas otras disposiciones, que no lo ?•♦'
menos existen, y sin embargo, no reportah el beneficio que de ésta ?^
obtendría positivamente para la salud y la vida de tan tiernos sert--
¡ (>uánto no disminuiría la cifra de niños que mueren todos los añosue
bronquitis y do pulmonías!...
Nada di^ro de lo referente á los pozos negros y á las alean tari l'i-^
porque es asunto que ya ha preocupado seriamente al Municipio, oj
Mortalidad injantil en Madrid
559
por fortuna le dedica preferente atención y no pequeños desembolsos;
si bien fuera de desear que se consignara en los presupuestos mayor
suma á este fin y se activaran los trabajos para su pronta terminación, y
así se lograría mejorar, sin duda alguna, el estado sanitario de la Corte.
Todas estas cuestiones son, como sabéis, de capitalísimo interés,
pues todas ellas se aunan para producir los nocivos efectos que luego
se reñejan en los cuadros estadísticos de mortalidad, y que hacen que
Madrid sea una de las capitales de Europa, si no más mal sanas por su
topografía, sí ciertamente por las condiciones de insalubridad en que
la han colocado la indiferencia y el abandono de sus Autoridades, en-
tregadas, por regla general, más bien á asuntos de carácter político ó
á las cuestiones personales que á atjuellos que atañen á la salud y bien-
estar de sus gobernados (Véanse al final el estado siguiente y la fig. 23).
No sería justo dejar de consignar aquí, entre las pocas* y honrosas
excepciones de esta regla, al Excmo. 8r. D. Alberto Aguilera, el que
durante su breve estancia al frente del Municipio, ha mostrado un cele»
digno de todo aplauso, llevando á cabo importantísimas reformas en
ouanto se refiere á urbanización é higiene de la Corte, como lo de-
muestra el hecho significativo de que siendo de ordinario la mortalidad
general en Madrid de 32 ó 33 por 1,000 ha descendido en 1902 á 27*4.
Por fortuna nuestra, parece que el actual Alcalde, Sr. Marqués de
Portago, secunda con gran interés los esfuerzos hechos por su antece-
sor y quiere dejar gratos é imperecederos recuerdos de su paso por el
Municipio, cosa que deseo muy de veras logre para honra suya y be-
neficio de todos.
Ahí tenéis, señores, hecho á la ligera y desdibujado, el fúnebre
cuadro de la mortalidad m/antil en Madrid. Con asunto tan vasto,
con finos y delicados pinceles y con profusión de colores puros y de
variados tí)nos. otro artista que no fuera yo, hubiéraos presentado una
acabada y perfecta obra, en la que habría hecho resaltar mejor sus de-
talles y vigorizado su conjunto, llamando así más sobre ella la aten-
ción y siendo merecedora de vuestros justos elogios.
30 -
25 —
20 —
15 —
10 —
S 'y; J S > 02 O 2: > ia
Fig. 23 — Mortalidad comparada de Madrid con varías capiules que tienen mayor número de
habitantes durante el quinquenio de 1S!)8 á 1902
36o
Mortalidad injantil en M*.drid
Movimiento de población, duranie el último quinquk.i«io
DE VARIAS CAPITALES QUE TIENEN MAYOR NÜMKHO DE HABITANTES QLS MaDRID [IS
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1899
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15,908 17,284
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15,832
14,411
1,421
78,261
80,223' — i:962
:íf>-2 -:
No me hagáis responsable del desengaño que ciertamente haV»^ -
experimentado. Una benévola consideración hacia* mí os inipulsn
encomendarme la redacción de este Informe, sin fijaros en mis coni
ciones de insuficiencia. Yo os lo agradezco en extremo, y en prer:
dti este agradecimiento y de mis buenos deseos de complaceros (ya qu
el trabajo en sí no lo merece), os pido, confiando obtenerla, vues:r
generosa y nunca desmentida benevolencia, y que os asociéis á l
para llegar ante nuestra primera Autoridad municipal y manifestar;
la necesidad que tiene de poner pronto remedio á este ver«ronzoso es-
tado de cosas, y pedirle que, sin miramientos de ninguna clase, j»-
ponga los mezquinos intereses de carácter particular á los muy sagrr^
dos de la salud de sus conciudadanos, aconsejándole al mismo'tiemí'
si es que os parecen acertadas, la implantación de las medidas qn-
propongo, y que condensadas en forma de conclusiones^ son las ^ -
gu i entes :
1.^ El inmediato cierre de todas las vaquerías que no reúnan las a -
renleilles condiciones higiénicas.
( 1) Bullttin htbdomadaire de Statistique demographique eí medícale.
Tres casos de agobio renal curados con la nefrina 36¡
2° Prohiiición absoluta de la tenia de leche en los puestos callejeros.
SJ" Castigo severisimo á los qne adulteren ó mixtijiq'uen la leche.
4.^ Protección á las publicaciones de caráctei' científico que tengan
po7' objeto difundir los conocimietites de higiene.
5." Creación de Consultorios dk niños de pecho, utilimndo para
ello las Casas de Socorro y el digno é ilustrado personal del Cuerpo Mé-
dico de la Beneficencia municipal.
6'.° Utilizar también los valiosos servicios de los Profesores de dicho
Cuerpo^ para que den conferencias populares sobre asuntos de higiene in-
diridíiat y colectiva : trabajo que se consideraría como de mérito en sv
carrei^a y merecedor de pi*emios extraordinarios.
r." Estudiar los medios de abaratar el subido precio que hoy tienten
¡as leches en Madrid.
8.^ Distribución gratuita de leche (prefiriendo, á sei' posible, la esteri-
lizada) á las madres pobres que no puedan criar personamente á sus hijos
y carezcan de medios para hacerlo artificialmente.
Termino ya de molestar vuestra atención, atreviéndome á aseg-ura-
ros que si se* logra esto que propongfo, prestaremos uno de los mayores
servicios al pueblo de Madrid, disminuyendo en gran parte su espan-
tosa mortalidad, con lo que además de ía satisfacción de la propia con-
ciencia, ahorraremos raudales de lágrimas á muchas madres, que nos
vivirán eternamente agradecidas, y conservaremos para la patri^i Que-
rida el mayor número de hijos, que se consag'rarán en lo porvenir a su
engrandecimiento y esplendor (1).
Tres easos de agobio renal carados con la nefrina
Con este título ha publicado el Dr. A. Pi y Sufier un meditado tm-
bajo eu la Hemsta de Medici/m y Cirugía Prácticas, que á continuación
extractamos por su importancia y por la nueva orientación clínica que
señala:
Trátase en el primer caso que describe, de una mujer de treinta y
dos años, diagnosticada de mio-endocartis con insuficiencia mitral y
pronunciado agobio renal. La orina escasa (700 g-r.), la urea alcanzaba
sólo 8'7 por litro y la albúmina 2 por 1,000. En el cuadro sindrómico hay
que apuntar la retinitis albuminiirica precisada con el oftalmoscopio y
el oblig'ado cortejo de edemas enormes en la cara y miembros inferio-
res, hidrotórax del lado derecho, edema pulmonar, etc. La digital no
detenía el curso del proceso ; la disnea creciente amenazaba la vida de
la enferma y hubo que sangrarla. En estas condiciones, sin abando-
nar el uso discreto de la dig-ital, se administraron en varias tomas 200
g-otas de Nefrina Turró. A las veinticuatro horas, la cantidad total de
orina había subido de 700 ":ramos á 2,300, diuresis que se sostuvo en los
días sucesivos, á pesar de haber rebajado las dosis de nefrina, y á los
ocho días la albúmina había desaparecido completamente y con ello se
había reabsorbido el e'dema pulmonar y el del tejido celular subcutá-
neo. El corazón, como es natural, seguía con sus lesiones, pero su
ritmo se había regularizado á beneficio de la dig-ital.
H^cho culminante que se destaca de esta observación clínica : la
diuresis que no pudo restablecer en ese riñon agobiado un diurético tan
poderoso como la digital, se restableció mediante la opoterapia renal.
En el segundo caso se trata de un palúdico, en el curso de cuyo tra-
tamiento específico sobreviene un quebrantamiento general, sensación
(1) Este notable trabajo ha merecido un expresivo voto de gracias v la impresión hecha á ex-
pensas del Municipio de Madrid.
^6í Tixs casot de agobio renal curados con la nefrina
de peso y de abultamiento de los ríñones, edema en los párpados y
maleólos, malestar pronunciado, demacración profunda. Las orinaV
eran eacasiis, unos 900 ^t. ; la prueba del azul del metileno no dábase
fíales hasta las cuatro horas y se prolong^aba durante cuatro días. Tra-
tamiento : dieta láctea, quinina k dosis refract«,s, ventosa» en los va-
cíos, baños de aire caliente que provocaban intensisima siiduraciíín.
Como al cuarto día de entrar en el Hospital de la Santa Cruz (Barce-
lona), apareciese la albuminuria, el día sexto se le adminíi^traron I»*»
¿^otas de nefrina viendo que el riñon no mejoraba. Se aumentó la
diuresis, bajó la albúmina liasta desaparecer al cuarto día, el funcit»-
nalismo renal se restableció hasta recobrar su normalidad, pem «f:
agente palúdico manifestó su pujanza bajo el tipo de cuartanas, i|i.^
cedieron á la acción de la quinina.
Como hecho notable que se destaca de esta observacirm 6 c*a¿io clí-
nico, cabe señalar la acción de la nefrina sobre el riñon. La liltraci>>j
estaba cohibida, bien por una localización de la plasniodia, difícil d-
admitir, bien por la acumulación de tóxicos que inhibían la función d-
la glándula, y esta es la explicación más natural del hecho. La opot»^
rapia ejerció una función bienhechora sobre el epitelio, el filtro, cegailo
ó poco menos, se abrió v la depuración reemprendió su curso normal.
El paludismo, claro esta, siguió su evolución natural.
Tratábase en el tercer caso de un reumatismo articular a<jrndo síd.
pie, en el curso del cual aparecen la sensación del peso y tirantez A^
los lomos, fiebre y albuminuria. A pesar de los baños' de aire ca-
liente, de las ventosas escarificadas, las pociones diuréticas y un sever»
régimen lácteo, la albúmina aumenta (3 por 1,000), la oli^uria se are::-
túa hasta llegar á una anuria absoluta, que duró tresdía.s, y con elía^!
anasarca, el ruido de galope con grave relajación cardíaca V la urem::i
cerró el cuadro. En ese estado se administró al enfermo una cuela-
rada de café de nefrina que para el servicio hospitalario prepara» '*.
l)r. Turró y cada cuatro horas 100 gotas diluidas en una corta cantidat
de agua tibia. A las diez y seis hora.s de instituido el tratamiento. >♦-
brevino una avenida urinaria extraordinaria (cerca de tres litros), y A*^
de entonces, la diuresis fué de 3,300 gramos, bajó hasta dos litros* cifrs
en que persistió hasta regularizarse la tara normal. Estas orinas n •
eran ya albuminúricas. Excusado es decir, después de apuntados t»-
tos antecedentes, que el edema se fundió, que cesaron los trastorn-
cardíacos, se desvaneció la intoxicación, causa de tan honda perturba-
ción, y el enfermo se restableció en poco tiempo.
Estos casos de agobio renal, historiados por el Dr. Pi y Suñé, y ofi-
servados en la Clínica oficial de la Facultad de Medicinare Barcelona,
que dirige el catedrático Dr. González Prats, demuestran, como otn -
muchos, la eficacia incontestable de la opoterapia renal. La expli**»-
(*ión que de esa acción bienhechora da el Dr. Pi y Sufié, se aparta mu-
cho de las primeras ideas que sobre esta cuestión se dieron por Dioula-
foy, Teíssier, etc., y se acerca bastante á la que últimamente lia emití»:
León Renaud con motivo de su última comunicación á la Academia i-*
Ciencias de París sobre el mismo tema. Para el fisiólog-o español i
acción verdaderamente decisiva que la opoterapia renal ejerce, e> ^i^
un lado antitóxica y de otro tónica sobre el epitelio renal. £s sabido p *
los geniales experilnentos de Brown-Séquard, proseguidos lueg\> p"
D'Arsonval, Merger, FrankeL etc., que la administración del extrací»
renal A los perros nefrectomizados, prolonga notablemente su vida i***:
retardar los estragos de las intoxicaciones urémicas. La nefrina es u'
]>(Mleroso antitóxico. Pi y Suñé, en la uremia y en la oliguria y anur:'*
tóxica, la compara al suero antidiftérico respecto á la difteria, y e>:'
comparación parece tan exacta como brillante. En efecto : Vitzoñ «I-*-
Valor semeiológico del estado de la lengua en las enfermedades del tuto digestivo 56$
muestra que la, sangre de la vena renal es de por sí antitóxica ; Dun-
^ern prueba que el suero de un animal doblemente nefrectomizado
obra como un excitante del funcionalismo renal, aumentando notable-
mente la diuresis ; mas ese suero extraído del animal en plena crisis
urémica, cierra el riñon, determinando una anuria tóxica. De estos
experimentos se desprende que la sangpre intoxicada poruña depura-
<nón insuficiente, estuporiza el riñon dificultando su secreción, lo cual
ficarrea mayor toxicidad sanguínea, y por contrag^olpe, mayor inhibi-
ción renal. En estos casos, dice el Dr. Pi y Suñé, la nefrina obra ma-
ravillas, porque una parte neutraliza la tox.icidad de la sangre y desen-
toxica de otra el epitelio renal que recobra con esto su tonus fisiológico.
En realidad, la nefrina no es un diurético al estilo de la digital ó el
nitrato de potasa; donde éstos fracasan, ella ejerce una acción saluda-
ble, por cuanto libra al epitelio renal de los venenos que amortiguan ó
iinulan su vitalidad, y de ahí que reaccione, recobrando su actividad
funcional, y sobrevenga la diuresis. Como se ve, la explicación no
])uede ser ni más sencilla ni más satisfactoria: es la repetición en la
clínica de los experimentos de los laboratorios de Fisiología.
La orientación clínica que la Fisiología señala es amplia y lumi-
nosa. En las nefritis intestinales poco conseguiremos con la nefrina,
ya que no se trata de un agobio del epitelio renal, sino de su lenta des-
aparición y suplantación por el tejido conjuntivo ; esa muerte lenta del
tejido noble del riñon que acaba con la esclerosis total, no tiene cura ;
mas en la nefritis aguda, sea ó no parasitaria, en la subaguda con ten-
dencias intersticiales, en las nefritis gravídicas, en todos los casos en
([ue el riñon lucha con la intoxicación que anula ó debilita sus funcio-
nes, la nefrina es un tratamiento tan específico como puede serlo el
suero antidiftérico para la difteria, pues así como ese suero no mata al
bacilo de Lóffler, sino que se limita á neutralizar su acción tóxica, así la
nefrina no mata las bacterias que inflaman el riñon en las nefritis in-
fectivas, ni cura las lesiones en las que no lo son : se limita á reponer
h1 epitelio renal en condiciones fisiológicas al desintoxicarlo para que
f/iotu propio pueda regenerarse y recobrar la normalidad perdida.
Extractado por el Dr. Rodríguez Rtíz.
?alor semeioltgico del estado de la lengua en las enfermedades
del tubo digestivo '>
POR I.OS
Doctores Mathieu y J. Ch. Roux
I. CoNSiDERACioNBS PRELIMINARES . — Los autores antiguos atribuían
una considerable importancia al estado de la lengua en las enfermedades
del tubo digestivo, una importancia tanto más grande, puede decirse,
cuanto que sus medios de investigación eran más limitados. Tomaban el
pulso, contaban el número de sus pulsaciones, observaban sus cualidades
(le tensión, de fuerza, de depresibilidad ; hacían enseñar la lengua y exami-
naban la orina. En presencia de la multiplicidad de los fenómenos patoló-
gicos, eran naturalmente conducidos á atribuir una excesiva importancia á
los tres órdenes de manifestaciones así realizadas, á sus variaciones y aso-
ciaciones.
Para ellos, la lengua se había convertido en el espejo del estómago. La
mucosa era considerada como una parte constitutiva de la mucosa del tubo
digestivo, y, por las variaciones de su estado, se pensaba tener una imagen
(let estado de la mucosa del'iubo digestivo, y más particularmente aún del
(1) GaK. des hóp» 17 septiembre y 6 y 13 de octubre de lfK)3.
364 Valor semeiológico dtl estado de la lengua en las enfermedades del tubo dtgesiipo
estómago, al cual se atribuía un gran papel en la serie de los feuóineüos i?
la digestión. La mucosa lingual era como una copia de la mucosa (liga-
tiva, de un examen particularmente fácil é instructivo Comprobando e,
estado de la lengua, se comprobaba al mismo tiempo el estado de la mucosa
del estomago. Si aquélla estaba sucia, saburral, se veía á éste lleno de de-
tritus que le ensuciaban y diticultaban su función. De aquí á la prescrip-
ción de una limpieza enérgica con los vomitivos ó los emeto-cat ártico, s» .
había un paso. Y, por lo demás, la observación clínica parecía dar razun;.
la teoría, puesto que, en un gran número de casos, los accidentes de mfi-
cho gástrico cedían algún tiempo después del empleo de estos remedios. N-
sucedía siempre así, y muy frecuentemente, como la lengua permanece
sucia, el médico en vano recurría á la limpieza del estómagro. Podeui<>
comprender actualmente que el exceso en la limpieza era precisamente >.
causa y la persistencia de la saburra lingual.
Los antiguos sólo pedían noticias á la mucosa , ó por lo menos le refería
todos los datos que obtenían en el examen de la lengua. Sin embargo, con:
ha expuesto Labégue, la lengua está constituida por una masa muscular en-
vuelta en una mucosa, y esta masa muscular es la que le da la forma qj
tiene. Si la lengua, errciertos casos, presnuta y conserva la impresión <
los dientes, á los que se amolda, es jíorque el músculo lingual fláxido. se dt-j?.
deprimir y pasivamente aplastar Es preciso ver en esta disposición el i
dicio de un estado particular de atonía del sistema muscular, y, sin duls
también, de su aparato de inervación. Es una noción esta que no se hal-
olvidar nunca en la interpretación de la semeiología lingual ; no se hai-
perder de vi^ta que el músculo y la mucosa pueden á la vez contribuir a a
constitución del síndrome lingual.
Pero volvamos á la mucosa. Es. en realidad, una falsa mucosa ; deriva
ílesde el punto de vista embriológico, no de la hoja externa del blast -
dermo ; su estructura la hace comparable á la piel y no á la m ucosa ga^tri-
intestinal. y además su inervación es enteramente diferente de la del e¿t'.
mago y del intestino, que sólo reciben filamentos del pneumográstrico dt-,
gran simpático y de los plexos ganglionares del abdomen. La pretendiii
mucosa de la lengua es un pedazo de piel modificada y adaptada á unafur-
ción particular. Desde el punto de vista de su patología, se conduce inri'
como piel que como mucosa.
Lo que da á la pseudo-mucosa lingual una apariencia particular, sous^-
papilas, y más especialmente aiiia, desde el pimto de vista que nos ocu{-.
sus papilas filiformes.
Examinad con alguna atención la lengua sucia, blanca, y reconoceM^
muy pronto que la capa blanquecina está, en realidad, constituida p'>r ^
existencia de papilas filiformes numerosas, largas, amontonadas unas sobr^
otras. Rascando la mucosa con un depresor ó con el borde romo de iiii
cuchara, es fácil ver á estas papilas levantarse é invertirse. En general, i
se obtiene con este rascamiento rnás que una cantidad insignificante '
detritus blanquecinos. Cuando la lengua es muy blanca, que parece cu
bierta por una capa muy densa, se nota que la capa de papilas filiformes ••
muy gruesa y que es1:as papilas son muy largas : constituyen una espe. i
de césped en la misma situación que la -hierba á^ una pradera al paso i-
una tromba de agua. Estas lenguas con césped papilar largo y grueso ha
sido llamadas lenguas pilosas.
Se conoce la lengua negra. En algunas personas se forma en la cara in-
terior de la lengua una mancha negra, que tiende á cubrir á aquélla p *
completo. Es frecuentemente muy obscura .y le da el aspecto de unagnt
mancha de tinta. Uno de nosotros*, estudiando un caso de lengua negra r^i
el hospital San Luis, en 1882, advirtió que uno de los caracteres de esta lei-
gua era precisamente el tener un césped papilar muy largo y muy esp»*>^
Quizás fué el primero en señalar este estado piloso de la lengua negra : - =
lo que fuer(\ siempre se le ha encontrado después en todos los casos cin*
historia se ha relatado. A los residuos alimenticios y probablemente áci*''"
tos esporos d<' color negro acumulados en este césped epitelial, se ha '>
atribuir el rolor especial de la lengua negra.
Sin embargo, una lengua pilosa, con césped papilar muy grueso y mn;
largo, no se convierte forzosamente en lengua negra, sino que puede qu*-
<lar])lanca. cremosa. Se ven de vez en cuando personas que, desde ha -^
Vulor semeiológico del estado de la lengua en las enfermedades del tubo digestivo 565
años, tienen la leng-ua cubierta de una espesa capa de aspecto cremoso. Es
fácil darse cuenta, aun en una observación superficial y rápida, que dicha
capa se debe á la presencia de un césped papilar grueso ; son las lenguas pi-
losas blancas en oposición á las lenguas pilosas negras de las que acabamos de
hablar.
Entre estos casos extremos de observación rara, ^' la lengua, lisa, roja.
carnosa, podríamos decir, en la que se notan sin dificultad las pequeñas emi-
nencias rojas de las papilas fungiformes, se agrupan todos los intermedioií.
Nos parece cierto que existen, desde este punto de vista, disposiciones
anatómicas que los estados morbosos pueden exagerar ó modificar. En todo
caso se trata de estados de larga duración, y que sólo se modifican algunas
veces en meses y en años.
En todos los individuos, la descamación lingual se verifica de un modo
continuo, especialmente la caída de las producciones filiformes que cons1)i-
tuyen en mucho la parte más larga de las papilas caliciformes. En algu-
nas personas, esta descamación parece revestirse de una intensidad muy
grande, influida, según se ve, por \ina verdadera dermitis superficial de la
lengua. Es, por ejemplo, bastante sabido, que en los niños atacados de co-
litis crónica, de quebrantamiento, la lengua es blanca en el centro y hacia
la parte posterior de su cara superior, y roja en los bordes. Lo que da á la
parte central el aspecto de una capa blanquecina es la existencia del cés-
ped papilar espeso. Por el contrario, en las partes marginales, á causa del
frote contra los dientes, las prolongaciones epiteliales de las papilas caen,
la mucosa se presenta roja, irritada, y las papilas fungiformes son rojas, sa-
lientes, erectiles. En realidad, tanto en las partes rojas como en las blan-
cas, se trata de un mismo proceso, la dermitis lingual descamativa superficial.
Únicamente los productos de esta excesiva descamación quedan adheridos n
la parte superior en contacto con la mucosa palatina, y por el frote contra
los dientes se desprenden los de los bordes de la lengua.
Podemos resumir lo que acabamos de exponer, en algunas proposiciones
fundamentales:
1.* La mucosa lingual es, en realidad, un brote cutáneo de estructura
modificada ;
2.* Su capa saburral es debida principalmente á la abundancia excesiva
de las papilas filiformes que forman un espeso césped en las lenguas pi-
losas ;
3.* Este proceso de descamación, con adherencia ó caída de los detritus
epiteliales de origen papilar, depende de una especie de dermitis su-
perficial .
Estas ideas, que uno de nosotros profesa desde largo tiempo, son muy
semejantes á las que expone G. Müller en un interesante trabajo que sólo
conocemos desde nace algunos días (1).
Creemos que pueden tener en la interpretación de la semeiología diges-
tiva de la lengua una importancia capital.
11. La DEHMiTis LINGUAL. — Admitiendo que la pretendida capa saburral
de la lengua es, en realidad, debida á una intensiva proliferación de la
cubierta epitelial de las papilas filiformes y á su excesiva longitud, y que
esta irritación puede alcanzar hasta un cierto grado de dermitis, la semeio-
logía de la lengua se esclarece mucho.
Parece ante todo que se hayan de tener en cuenta algunas particularida-
des anatómicas individuales. Es probable que ciertas personas tengan
íiormalmente papilas filiformes mucho más largas y más densas que las
otras. Su césped papilar presenta normalmente un espesor anormal ; su
lengua es permanentemente una lengua pilosa.
¿Hemos de ver, con J. Müller, en la longitud y espesor de las produccio-
nes epiteliales papilares, la consecuencia de una vitalidad mayor, ó sola-
mente de una irritación local? ¿Es cierto que en los individuos agotados,
de una vitalidad restringida, tales como los tuberculosos y los ancianos, las
papilas filiformes tienden á atrofiarse y la lengua se vuelve calva? ¿No se
trata, en estos casos, más bien de una' descamación excesiva que despoja la
lengua, como se vé en el curso de algunas estomatitis?
(l) G. Müller, IJebir den Zungenbelag bel Gesunden und Kranken. —Münch. med. Wochens. 14
lie agosto de 1000.
366 Valor semeiológico del estado de la lengua en las en/ernudad€$ del tubo digettito
Sea cual fuere, se puede decir que ciertas personas presentan duraste ud
tiempo extremadamente prolongado, durante mesesy aún años, unaleogut
blanca permanente, siendo debida esta coloración al espesor del césped
papilar. Como frecuentemente ya lo hemos hecho notar, se encnentr*
en ellos los bordes de la lengrua rojos con una mucosa g'rauuio^. evi-
dentemente inflamada y descamada, á causa del frote de la lengua cootra
los dientes ; se puede creer que existe un ligero grado de dermitis lingui.
superficial.
La dermitis lingual, una vez constituida, se conduce frente á ciertí*
causas morbosas, en particular las intoxicaciones hete rógen as y las auto-
intoxicaciones, sobre todo las auto-intoxicaciones de origen intestinal. t
modo de la dermitis cutánea.
Los dermatólogos saben muy bien que las lesiones crónicas de la piel
tales como el eczema, el psoriasis, sufren nuevos brotes bajo la iiiflueDcis
(le ciertas causas. El conocimiento de la influencia irritante de alguas^
alimentaciones, los embutidos, mariscos, el pescado de dudosa frescura e»
común á todos. Se sabe que los excesos alcohólicos pueden motivar ud
brote de dermitis eczematosa ó psoriásica. Bstos brotes, en el psoriasis
sobre todo, van seguidos de una descamación más abundante. Sucede 1
mismo con la pitiriasis de la cabeza, que aumenta muchas veces con el us»)
de platos ó bebidas tóxicas, de ^pué8 de algunas comidas de ciudad, pr
ejemplo.
Pues bien, en suma, la lengua no se conduce de otro modo. Bajo •?
influencia de ciertas intoxicaciones y de ciertas infecciones, presenta brote?
de dermitis superficial, notables en especial por la abundancia de la pro-
ducción epitelial papilar. Muchas veces, además, á la faz proliferati^i
sucede la faz descamativa. La lengua tiene necesidad de curar la lesiin
que padece, siendo preciso que se reproduzca otro epitelio después de h
caída del epitelio enfermo descamado. Esto se observa frecuentísimameuv
á continuación de las enfermedades agudas de corta duración; por ejempi"
UQ empacho gástrico febril, sea cual fuere la naturaleza íntima del siDdMDf
descrito con este nombre.
Una primera consecuencia de la noción de dermitis lingual descamatiu
es que la lengua no debe nunca ser considerada como un verdadero esp^j'
en el cual sucesivas imágenes se reflejan en cierto modo instantáneamente
Se necesita algún tiempo para que el proceso descamativo evolucione y f:
estado de la lengua se retarda siempre respecto á la causa que fué su origen
Esta noción es, en algunos casos, de una capital importancia para la c-c-
ducta que se debe seguir. Ved una joven, un poco nerviosa, que hateni«i
fenómenos más ó menos vagos de empacho gástrico, ó que ha presenta]
un ligero grado de anorexia neuropática, á consecuencia de coutrariedade>
no tiene apetito y su lengua se pone blanca. Su familia y ella acuerfiai
que no debe tomar alimento. Hipnotizada por el espejo del estómago.-^
médico concuerda con la opinión de la familia. Esto dura semanas, iñe^^*
también ; la lengua sigue blanquecina. En efecto, este estado es mantenui
por la inanición, y hubiese bastado restablecer la ración alimenticia en^^
tasa normal, para que la lengua quedase limpia, se regularizaran las fur.
clones digestivas y cesase la enferma de enflaquecer, quedando del toii
restablecida.
Es preciso también conocer la descamación consecutiva á las dermit>
linguales con producción excesiva de epitelio papilar. Ved una enferit»
que ha tenido un principio de apendicitis, con motivo de la cual has:¿
sometida á dieta hídrica: estaba en el séptimo mes de embarazo, yv^-
antes de tiempo. Acusando la enferma malestares gástricos, un eítíuS
nauseoso 3»" teniendo la lengua con áreas desiguales de descamación, iv^^
atreven á darle alimentos. A las tres semanas próximamente, la debiji»'
f's grandísima, tiene lipotimias, y el pulso es débil, rápido. Mediantí *
palpación de la cavidad epigástrica se provoca una sensación de aho^*
retro-estornal. Pinchando con un altller, se nota una anestesia cutüc»
ligera en esta región. Indudablemente se trata de una forma ligera »'•
anorexia nerviosa consecutiva á una apendicitis; á pesar del mal esta»:
de la lengua, es preciso alimentar de nuevo á la enferma. Realmente, K
la influencia de una alimentación prudente, pero progresiva, no tarda'-r.
mejorar. La lengua se despoja pronto de su epitelio, se vuelve roja, li"^-
Valor stmeiotógico dtl tstado de la lengua en lat enf<rmedades del tubo digestido 56?
con ligera emiiieucia de las papilas fungiformes. Poco á poco, se ve re-
producirse el epitelio bajo la forma.de un suave barniz blanquecino.
He aquí, pues, un caso en el que era importante saber que el mal estado
de la lengua no contri) indicaba en manera alguna la nueva alimentación,
que sólo se limpiaría con el uso de un régimen suficiente, y esta limpieza
produciría una gran descamación susceptible de desnudar la lengua en toda
su extensión y darle momentáneamente un aspecto rojo é irritado.
Algunas caucas locales pueden influir en el proceso de dermitis lingual
y desnaturalizar su significación. Así, por ejemplo, la sequedad de la boca,
permitirá á la lengua recubrirse de una capa saburral. La falta de saliva
y la carencia de movimientos de la lengua en el estado tifoideo, la respira-
ción con la boca abierta, son causa de estas lenguas secas que se observa
más particularmente, en his pneumonías graves y en los urinarios.
Muchas veces también se produce una estomatitis general más ó menos
intensa; la lengua participa de ella. Su estado no suministra entonces
ninguna indicación desde el punto de vista de la existencia de una intoxi-
cación y de una infección. En la escarlatina, la lengua es asiento de una
erupción descamativa análoga á la erupción cutánea. Bn todos estos casos,
se trata de un proceso local de tal modo intenso, que los fenómenos de auto-
intoxicación intestinal no pueden tomar parte en la descamación lingual.
El espejo lingual ya no existe.
Así, pues, para resumir, podemos decir que la lengua, en ciertos estados
morbosos, da indicaciones análogas á las que pudieran suministrar las
chapas de dermitis, de eczema ó de psoriasis. Sin embargo, esta dermitis
lingual es de una sensibilidad mayor, gracias á la abundante inervación de
la lengua, de su gran vascularización, de su modo particular de descama-
ción papilar. ^Representa un instrumento de precisión relativamente á
la dermitis descamativa cutánea.
III. La lengua kn las enfermedades del estómago y del intestino.—
Hemos intentado establecer que la mucosa lingual es. en definitiva, una
falsa mucosa, cuya estructura y reacciones se asemejan más á las de la piel
que á las de la mucosa gastro-intestinal ; hemos demostrado que su blan-
cura y su estado saburral se explican principalmente por la longitud y
abundancia del revestimento epitelial de las papilas filiformes y por su
descamación más ó menos rápida, bajo la influencia de brotes de dermitis
lingual superficial. Debemos preguntarnos ahora como se conduce la
lengua en las enfermedades del estómago y del intestino.
¿Tiene su estado un valor positivo semeiológico en el diagnóstico de los
estados dispépticos y gastropáticos? Los autores cuya opinión es autoridad
en materia de patología digestiva, no se hallan muy acordes sobre este
punto de semeiología, en apariencia tan fácil de resolver.
Analicemos los tratados de publicación más reciente en Francia sobre las
enfermedades del estómago, y encontraremos en este punto las opiniones
más diversas. Según Bouveret, los enfermos atacados de catarro ó dispep-
sia nerviosa tienen siempre una lengua más ó menos cargada, por cuidados
<iue pongan en la limpieza de la boca. Por el contrario, las afecciones gás-
tricas con exceso de secreción, tales como la hiperclorhidria, la hipersecre-
ción y la úlcera, no provocan el estado saburral (1).
Alberto Robín sostiene casi la misma opinión. La lengua, limpia y
roja en la dispepsia hiperesténica, es decir, en la hiperclorhidria, está cu-
bierta por una capa más ó menos gruesa, más ó menos extensa, en la dis-
pepsia hiposténica. La lengua no es normal más (lue en un 15 por 100 de
estos casos, en la dispepsia hipo.sténica latente. Cuando existen fermenta-
ciones firástricas, la lengua es siempre suburral, en forma de capa uniforme-
mente repartida ó de chapas prolongadas irregulares (2).
Por el contrario, en el artículo del Traite de Médecine de Brouardel y
(lilbert, que habla de las enfermedades del estómago, Hayem y Lion no
señalan casi nunca el estado de la lengua y no parecen otorgarle impor-
tancia alguna.
Los autores extranjeros están, también, desacordes sobre el valor semeio
l(3gico del estado de la lengua.
(1) Bouveret, Traite des maladiesde l'estomac, 1893. p. 27.
(2) Alben Robín, Les maladies de í'estomac, lfK)0.
36S Valor semeioíógico del estado de la lengua en tas enfermedades del tubo digestido
Ved, resurtiida, según J. Müller, la opinión de un cierto número df
ellos (1).
Riegel declara que el estado de la lengua no refleja en modo alguno el
estado de la mucosa gástrica. Sin embargo, añade que la lengua está cor.
menos frecuencia cargada en los casos de liipersecreción clorhídrica queer.
los que la secreción de este ácido disminuye
Boas admite igualmente que no hay ningún paralelismo entre las enítr-
medades del estómago y la capa lingual. Atribuye sobre todo esta capaá
irritaciones locales : caries dentaria, gingivitis, faringitis, modificaciones d-
ia saliva, etc. Considera, pues» la capa saburral de la lengua como cense
cuencia de una inflamación superficial. Rosenheim, en el mismo sentida
llega hasta á hablar de glositis. Se ve que la idea de dichos dos autores ii«
se diferencia sensiblemente de la que hemos sostenido y desarrollado con
anterioridad y de la opinión que uno de nosotros expone frecuentemente'
en su servicio de hospital desde hace cerca de diez años.
Para Henoch, aun la capa morbosa de la lengua es la consecuencia df
un catarro bucal que puede resultar muy bien de irritaciones locales conse-
cutivas á lesiones de la mucosa gastro-intestinal.
Leube declara también que no se puede deducir el estado del estóma^ft'
del estado de la lengua ; no obstante, admite que las enfermedades del
estómago pueden por vía refleja obrar sobre la producción y evolución de
la capa saburral de la lengua.
Ewald cree, como Leube, que las afecciones gastro-intestinales pueden
producir, por vía refleja, modificaciones linguales.
Fleischer, si bien reconoce una relación entre las enfermedades gástrict^
y la capa lingual, declara que á su juicio dichas relaciones están todavía
poco determinadas. Le parece difícil admitir una propagación ascendentí-
del catarro estomacal. La hipótesis de una acción refleja no llega á satisfa-
cerle mucho más.
No pocos médicos se sorprenderán, sin duda, de esta divergencia de opi-
niones y más aún de que autores de reconocida competencia nieguen delibe-
radamente que se pueda sacar del examen de la lengua inducciones de
algún valor para el diagnóstico de las enfermedades del estómago y de.
intestino.
Creemos también que el examen de la lengua no sirve de nada par» el
diagnóstico de las lesiones ó del quimismo.
Investiguemos como clínicos cuales son los casos en que se encuentra
en su máximo el estado saburral de la lengua.
Ante todo, lo hay en los casos que existe una inflamación bucal. una
estomatitis generalizada, ó de la garganta, como la amigdalitis, y en todo?
aquellos en que hay fenómenos de empacho gástrico.
Kl empacho gástrico no es ciertamente una enfermedad definida, siuo
un estado general y local que parece resultar ó de una infección, ó de una
intoxicación, y más particularmente aún de una infección ó de una into-
xicación con determinación gastro intestinal predominante. En la amig-
dalitis se superponen el estado infeccioso y la inflamación local ; de aquí la
intensidad del estado saburral.
El estado saburral de la lengua en los urinarios es frecuentemente de lo^
más marcados ; en ellos, no sólo la estomatitis lingual produce la espe-u
capa cremosa de la lengua, sino que la lengua, incrustada de detritus
amarillentos, es seca y hendida. La denudación por descamación, en e.
momento de las fases de mejoría, manifiesta la realidad de la dermiti>
lingual.
En suma, habida cuenta de las causas locales de irritación, el estad'
saburral de la lengua parece manifestar sobre todo la existencia de una
intoxicación de origen digestivo ó de una infección con localizacíón gastr •
intestinal predominante.
No se puede apreciar muy bien el valor del fenómeno sino conociendo >'¡
naturaleza íntima. Se comprende que la dermitis exija cierto tiempo para
evolucionar y que sobreviva á la causa que le dio origen.
Si se quiere apreciar convenientemente su significación, es preciso sabe'
también que el estado saburral de la dermitis lingual superficial es mant--
(l) J. Müllcr. Münch. medie. Wochens., 1 i agosto, 1900
Servicio de Sanidad militar en campaña del ejército japonés 369
nido por algunas condiciones, entre otras, la inanición ó la alimentación
insuficiente.
Ya lo hemos indicado, pero aunque insistiéramos mucho sobre esto no lo
haríamos demasiado. El estado saburral de la lengua en los enfermos
insuficientemente alimentados, les obliga, así como ásus médicos, á reducir
la ración alimenticia. Pues bien: bastaría, por el contrario, dar al alimento
una tasa normal para ver la lengua limpiarse á los pocos días y tomar otra
vez su aspecto fisiológico, no sin sufrir una marcada descamación, que le
despoja momentáneamente de todo el césped de sus papilas filiformes.
Hemos dicho también que existen lenguas pilosas blancas casi análogas
á la lengua pilosa negra.
Estas nociones son indispensables para juzgar convenientemente la
significación semeiológica de la lengua blanca y de la dermitis saburral.
Gracias á ellas, será posible, en el porvenir, ir más lejos que nuestros
predecesores han ido y utilizar la comprobación de la existencia, de la
marcha, de la evolución de la dermitis lingual, para el conocimiento y deter-
minación de los estados infecciosos y de las intoxicaciones que, más frecuen-
temente, ocasionan la producción y provocan los brotes de ella.
Trad. por Rmz Rodríguez (J.).
Servicio de sanidad militar en campafia del ejército Japonés <^ ^
POR EL
Dr. Gaudier
Profesor agregado á la Facultad de Lüle, Médico de la reserva
Bste servicio tiene mucha semejanza con el francés, pero se distingue
por algunos hechos especiales. Para la sencillez de la descripción com-
prenderemos en el servicio de vanguardia todas las formaciones sanitarias
que marchan con los cuerpos de ejército; en el de retaguardia, las que no
marchan con el cuerpo de ejército movilizado, pero que forman parte inte-
grante de éste, y terminaremos con el estudio de la organización general.
A. Primera linea
I. Servicio Méoico es la línea de combate. — El personal médico
comprende en las diferentes armas:
Regimiento de infantería: 2 cirujanos capitanes, uno de los cuales puede
ser teniente coronel ó mayor ; 4 cirujanos tenientes ; 3 jefes de enfermeros;
12 enfermeros; 48 camilleros de reserva, soldados del regimiento que han
recibido enseñanza especial.
Batallón de caballería : 1 cirujano capitán íómayorV, 1 cirujano teniente;
I jefe de cifermeros; I enfermero.
Batallón de artillería: 1 cirujano capitán (ó mayor) ; 2 cirujanos tenien-
tes; I jefe (le enfermeros ; 6 enfermeros.
Batallón de ingeniería : como el de caballería, pero con 2 enfermeros.
Batallón de transportes: 1 cirujano capitán (ó mayor); 2 cirujanos te-
nientes ; 3 jefes de enfermeros.
El servicio médico de regimiento comprende :
1.° El de la línea de combate. 2." El de los puntos de socorro.
1 .° Servicio médico en la linea de combate. — En ésta proporciona los pri-
meros socorros y lleva los heridos á retaguardia. Cuando hay puesto de
socorro, el personal se divide en dos mitades : una funciona en la línea,
otra en el puesto de socorro y conserva los caballos que conducen el mate-
rial médico-quirúrgico. Siempre que es posible , cada médico es ayudado
por un enfermero.
En la línea de combate se emplea el paquete de cura individual, que
consta de dos trozos de gasa sublimada, un papel impermeable, un vendaje
triangular y un alfiler imperdible ; ahora ha sido substituida una de las
gasas con un saqiiito de gasa antiséptica lleno de ceniza de paja, recomen-
dada por Kirucki, y que es muy barata. Si hay exudación, se aplica el pa-
quete en seco ; en caso contrario, se le empapa en una solución antiséptica.
. 1 ) L Echo medical du NorJ, 28 febrero de l?X) ♦.
byo Servicio dt Sanidad militar en campaña del ejército japonés
Es muy absorbente, puede permanecer colocada tres ó cuatro días, esqui-
ve, ligera y no molesta al herido. En las estaciones de cura hay grandes
cantidades de estos saquitos.
Cada batallón posee dos cestas y cuatro camillas. Las cestas son muy
ligeras y resistentes y están envueltas en un cuero ; se las hace con ma^
ó mimbres» y tienen dos compartimientos : el superior para los medica-
mentos, y el inferior para el material quirúrgico. Los recipientes, vasijas
cubetas, son de papel lacado; los mangos de los instrumentos, demaden
ligera y dura, lacada ó de metal; la gasa y el algodón, sublimados, l^
cestas y las camillas sou conducidas & caballo. La caballería y los inge-
nieros no tienen cestas ni camillas ; si no basta el material que ileran io>
enfermeros, se recurre al cuerpo más próximo que los posea.
Qada médico de regimiento debe tener una bolsa con instrumentos; cadi
jefe de enfermeros (ó curador), una caja médico-quirúrgica; cadaenférmer
ó sub-oflcial enfermero, un saco de curas.
Los jefes de enfermeros y los enfermeros dependen del jefe del cuerpos
de la compañía ; pero en lo relativo al servicio médico están á las érdeoe:
de los cirujanos. Si en los regimientos de infantería» únicamente, nosoc
bastante los enfermeros, se recurre á los camilleros de reserva. Hay 4 por
compañía, 16 por batallón, y 48 por regimiento: pertenecen á la reserva, }
no están protegidos por la Convención de Ginebra. En tiempos ordinarios
toman parte en el combate ; en cuanto entran en funciones sanitarias, de-
positan saco y fusil en la reserva del regimiento, se ponen uu brazalete ro¡<^<
en el brazo derecho y toman de los caballos las camillas.
2.° Servicio en los puestos de wcorro.— Estos puestos de regimiento tienen
por objeto curarlos heridos v practicar las operaciones urgentes. mientra>
entran en funciones los camilleros. Se sitúan próximos á los combatientes,
enarbolando la bandera de la Cruz Roja, en un punto protegido del fuego y
fácilmente accesible á los heridos, pero sin entorpecer los movimientos de
las tropas Su instalación es ordenada por el jefe militar, y en caso de ur-
gencia por el cirujano jefe. El material necesario lo da la infantería, asi
como los alimentos para el personal y los heridos.
Si la distancia entre el puesto y la línea de fuego es muy grande, se
instala otro hacia la vanguardia, reuniéndosele aquél en cunnto los herido?
hayan podido ser evacuados á retaguardia. En cuanto la compañía de ca-
milleros empieza á funcionar, se levanta el puesto de socorro.
II. Cuerpo sanitario.— Es una organización especial, casi sólo compa-
rable con las ambulancias divisionarias que acompañan á su unidad táctica,
pero con los enfermeros organizados en compañía. Se compone de áo>
compañías de camilleros y de un centro de médicos y farmacéuticos.
1.** Compañías de camilleros. —Tienen por objeto establecer las estacio-
nes de cura, transportar los heridos (operación en que los japoneses dan
muestras de tanta resistencia corao habilidad ) desde la línea de combatea
la estación, recibir, curar y dirigir los heridos al hospital de campaña. Hay
dos compañías por división.
El personal se compone de : 1 capitán de compañía (puede ser teniente
plaza montada; 1 suboficial, 2 jefes de pelotón, suboficiales de L* clase,
t) jefes de sección, suboficiales de 2.* clase ; 145 camilleros ( 1 trompeta.
1 sastre, 1 cordonero).
Cada compañía se divide en 2 pelotones y cada pelotón en 3 secciones.
La compañía funciona en dos puntos distintos : en la línea de fuego en
la estación de cura, y en la estación de cura en el hospital. Si la distancia
ps larga, se establecen relevos Los camilleros- depositan el saco en la esta-
ción de cura y conservan el sable y las correas. Hay tres camilleros con un
saco de cura para el servicio de una camilla. A falta de personal médicc.
los camilleros pueden prestar los primeros socorros, pero no deben «Kaífl
tocar una herida con sus dedos,
Los-suboficiales y subalternos son tomados de la reserva de infantería
previa instrucción hecha por los camilleros ; pero en cuanto sea posible, un
suboficial debe pertenecer al ejército activo. Esta organización establee-
dualismos entre los jefes del cuerpo de camilleros y el de los médicos, que
no dejan de tener inconvenientes.
2.° Centro médico- farmacéutico. —Consta de: 1 capitán, comandante d»».
batallón de camillerojí (2 compañías), plaza montada; 2 suboficiales df
Serpiciu át Sanidad militar tn campaña dtí ejército f apones Sj t
}.' Ó de 2/ clase (secretario y jefe de cocina); 1 cirujano mayor, médico en
jefe, plaza montada ; 1 cirujano capit&n, plaza montada ; 6 cirujanos tenien-
tes, plazas montadas ; 1 farmacéutico oftcial de 1.* clase ; 3 id.» de 2/ ó 3.' ;
10 jefes de enfermeros ; 26 enfermeros suboficiales ; 1 comisario oficial ; 1 se-
cretario de I.* clase, suboficial; 1 suboficial de transportes» plaza montada ;
3 soldados de transportes» uno de ellos herrador» plaza montada; 36 conduc-
tores con 36 caballos de carga para el material médico-quirúrg'icOy can-
tinas, etc.
Este cuerpo depende del jefe de la división 6 del de vanguardia. El ser-
vicio médico está a las órdenes del médico jefe de la división.
Al ser movilizado, este médico jefe y el jefe del batallón de camilleros se
ponen de acuerdo para colocar esta formación en pie de guerra.
Bstadón de euros. — Colocada cerca de la linea de combate, y si es posi-
ble, próxima á agua corriente, en una granja ó habitación grande, señalada
con la bandera de la Convención de Ginebra y la bandera nacional durante
el día, y con una luz roja durante la noche, la estación tiene por objeto re-
cibir los heridos desde el punto de combate. Presta los socorros necesarios
y los manda al hospital de campaña. Es una instalación provisional, dado
su enlace con los movimientos délas tropas. Consta de tres secciones mar-
cadas con un color diferente : azul, servicio de entradas y salidas ; blanco,
operaciones ; rojo, curas.
Los heridos son cuidados en orden de gravedad, no en orden de llegada.
La sección azul comprende 1 médico oficial, 1 jefe de enfermerosy 1 ó 2 en-
fermeros ; la blanca (operaciones urgentes y curas consecutivas), 1 médico
jefe, 2 ó 3 cirujanos oficiales ayudantes y algunos jefes de enfermeros ; la
roja, 1 cirujano oficial y varios jefes de enfermeros y enfermeros. Se hace
la cura y se llena la Helia ó taijeta de los heridos: blanca en los casos graves
y roja en los menos graves.
El material se compone de : 4 cestas de campaña, 8 de reserva, 96 cami-
llas, y 2 tiendas. Cada cesta debe contener lo bastante para una semana.
£1 médico tiene una caja de instrumentos, y cada 3 camilleros 1 saco de
curas. Todos los objetos necesarios para una tienda son conducidos por el
mismo caballo, de modo que cada pelotón de camilleros pueda disponer de
una tienda en caso de separarse.
Si la intensidad del combate produce escasez ó cansancio de camilleros,
el capitán pide refuerzos al médico divisionario (Cruz Roja, Sociedades de
voluntarios). Lo mismo hace si le falta material. Todas estas operaciones
son intervenidas por la Intendencia.
Bn caso de marcha hacía vanguardia, el capitán de su compañía sigue á
la línea lo más pronto que pueda, y mientras llega el hospital de campaña,
deja los htridos á cargo de parte de su personal, yenao el resto á la línea de
fuego. En caso de retirada, hay que transportar los heridos á toda costa,
empleándose para ello todo el personal. Si la estación cae en manos del
enemigo, entra en lo determinado en la.Convención de Ginebra.
Terminado el combate, los camilleros disponibles ayudan á las curas y
refuerzan el servicio de evacuación.
B. SeflranAa linea
III. Hospitales db campana —Cada división tiene 6 hospitales. El
personal de cada uno es : 1 cirujano mayor jefe ; 1 id. capitán ; 4 id. tenien-
tes ; 1 farmacéutico de 2.' clase ; 1 comisario de la Intendencia de 1.* ó de
2.* clase; 6 jefes de enfermeros (curadores); 34 enfermeros; 38 conductores y
21 diversos. Pertenecen al ejército activo : los dos primeros, uno de los
tenientes, el farmacéutico, el secretario y cuatro de los jefes de enfer-
meros.
Estos hospitales reciben los heridos que vienen directamente del com-
bate ó de la estación de cura» quedando así más disponibles los camilleros
y evacuadas las estaciones. Prosiguen ó completan el tratamiento inicia-
do. Son movilizables con la división á que pertenecen. Generalmente, el
K 2, y 3. figuran en primera línea, y el 4, 5, y 6. en segunda. El Estado
mayor es el que ordena estos movimientos; el servicio médico depende del
médico jefe, y el de administración de la Intendencia de la división.
Cada hospital consta de : 4 cestas de medicina y cirujía, 8 de reserva, y
4 tiendas. Este material se reparte en 10 caballos. Además, cada médico
bji Servicio de Sanidad militar en campaña del ejército Japonés
posee una caja de instrumentos, costeada por ellos mismos, desde capitán
para arriba.
Bstán preparados para recibir 200 enfermos.
A la par que son instalados se procura disponer de todos los medios dtf
evacuación, y para que puedan seguir los movimientos de las tropas, hay
personal de reserva. El médico jefe debe estar siempre en comunicación
con el jefe de Kstado mayor médico. Una vez hecha la eyacuación y remi-
tidos los enfermos á los hospitales de reserva, el hospital de campaña s*»
une á su división.
C. Tercera linea
IV. Ambulancias en la base ó en las líneas de comumcaciones-
Servicio de etapas.—Estéi dividido en las siguientes secciones :
1.* Servicio en la cabecera de las etapas, — A la cabeza de las etapas de
guerra hay un Estado mayor médico compuesto de : 1 cirujano teniente
coronel ó mayor ; 1 id. capitán ó teniente ; 1 farmacéutico ; I suboficial. E
médico jefe es el consejero del jefe de etapas. De acuerdo con la Intenden-
cia asegura el aprovisionamiento del servicio sanitario en el campo de ba-
talla. Puede abrir los hospitales de etapa, cuida de que no haya hacina-
miento, dispone los medios y material necesarios para las evacuacioues. y
cuida de todo el personal que necesite ; además, entra en relación con 1¿
Sociedades de ferrocarriles, de transportes, etc.
2." A. Servicio en los descansos de las etapas. — Su personal, cuando e»
preciso, lo proporciona el oficial jefe, valiéndose de médicos militares ó df
médicos civiles. El material necesario es obtenido in situ.
B. Servicio en los hospitales de etapa, — Se destina k los enfermos que vas
de paso ó de los regimiento.^ fijos, á los heridos de las líneas de fuego y á
los que no pueden soporiar un largo transporte. Para abrir estos hospita-
les, el oficial de los descansos de las etapas se pone de acuerdo con el m»'
dico jefe de éstos por lo que hace á médicos oficiales, médicos civiles y en-
fermeros ; estos dos últimos, si es posible, proceden de las Sociedades Af
asistencia.
El personal médico es tomado del de reserva, reserva que es escasa e-j
el Japón ; tiene por objeto asegurar el servicio de estos hospitales, reforzür
una ambulancia en el campo de batalla ó ayudar al servicio de transporte
Lo constituyen : 1 jefe cirujano mayor, plaza montada; 2 cirujanos capita-
nes ; 4 id. tenientes ; 1 farmacéutico oficial ; 14 jefes de enfermeros, y 40 en-
fermeros (suboficiales),
El material comprende dos cestas con material médico-quirúrgico, rupa^
y alimentos para los enfermos. En caso preciso, provee el depósito médic
de reserva, que tiene en almacén el material y provisiones necesarias par»
la división en campaña, las ambulancias de regimiento, los hospitales d'
etapa, los hospitales fijos y los servicios de transportes. Este depósito 5<
instala en el punto más avanzado, en la cabeza de las etapas de guerra..^
si es posible, cerca de un puerto ó de una estación de ferrocarril.
En el depósito, no hay ni médicos ni farmacéuticos, y como materiai
tiene 8 cestas de campaña (medicina y cirujía), 20 id. de reserva, pertrecho-
para los enfermos y utensilios de campamento. Para proveerse de material
recurre á las estaciones-almacenes, colocadas entre la cabeza de las etapa>
de ruta y la cabeza de las etapas de guerra.
Transporte de enfermos — Se realiza mediante el sistema de evacuaciones
ó de transportes. Kl personal se compone de: 1 jefe mayor ó capitán: 2 mé-
dicos oficiales, capitanes ó tenientes ; 1 jefe de enfermeros ; 2 enfermer^j^
1 secretario. Se procura que los médicos sean del ejército activo y. por re-
gla general, no se les emplea en los buques ó trenes. Si quedan libres. S''
les incorpora transitoriamente á los hospitales de etapa.
La evacuación se hace en camillas, caballos, cochecitos de dos ruedas, y
rara vez, en coche. Los buques y coches de ferrocarril son iguales á 1">
de otros países, pero con más comodidades.
Durante el trayecto hay estaciones de reposo y estaciones de cambio>
(le cura.
El personal médico se toma in situ, ó en el depósito médico de reserva
más próximo.
Repista critica bibliagrájica bjs
1). Cuarta linea
V. Hospitales dk beserva (^ en el interior) y hospitales auxiliares.
El Ministro de la Guerra los instala, dentro ó fuera de las urbes con guarni-
ción, en edificios militares, en locales civiles, hospitales, escuelas, etc. Re-
ciben los enfermos evacuados del campo de batalla, asi como los de los
reg-imientos de reserva ó de la guarnición.
Por cada 120 camas hay 4 médicos oftciaíes, uno de ellos coronel ó te-
niente coronel ; 1 á 4 farmacéuticos, 3 ó 5 jefes de enf<^rmeros, y de 30 á 40
enfermeros; y por cada fracción de 40 por encima de esta cifra se añade
1 médico oficial, 1 jefe de enfermeros, y de 10 á 13 enfermeros.
El servicio de Sanidad territorial es el encargado de organizar ó instalar
estos hospitales y de asegurar el transporte de los enfermos desde la esta-
ción ó el puerto.
Diariamente el médico jefe da cuenta al jefe de los descansos de etapas
(le las camas disponibles.
En estos hospitales hay escuela de enfermeros y de camilleros bajo la
dirección de un médico oficial, en donde, con práctica constante y en quin-
ce días, se les hace maestros en su oficio.
VI. Organización y servicios de los Estados mayores médicos.—
VA cirujano en jefe forma parte del cuartel general. Es el jefe del servicio
desanidad, y está k las órdenes del comandante general de las etapas y
está en relación constante con el Ministro de la Guerra.
Cada ejército tiene un cirujano jefe, general ó coronel, que dirije y exa-
mina el servicio médico. Forma parte del Consejo general.
A la cabeza de cada división hay un médico jefe, coronel ó teniente
coronel.
Esta breve reseña demuestra que el servicio de Sanidad militar japonés
no es inferior á los europeos, antes bien le aventaja en algunos puntos.
Según testigos presenciales, el modo de funcionar es digno de todo aplauso
por la calma, seguridad, prontitud y orden. con que son realizados todos los
servicios.
El valf)r de los médicos y enfermeros llega fríamente hasta el heroismo.
Tales son, en síntesis, los conceptos vertidos por Taylor, con motivo de su
misión en 1894. Desde aquella época todavía ha mejorado el servicio sani-
tario japonés, sobre todo en lo relativo á servicios de vanguardia. (Decreto
de 1901).
Trad. por el Dr. Rodríguez Méndez.
REVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
Vocabulario enololopédlco de Odontología, por D. V. Pérez Cano y
. D. J. García y García. — Tomo 1. — Madrid, 1903.
Sin pretensiones de ninguna clase, antes bien con relativa modes-
tia, los autores de este Vocabulario han publicado, en orden alfabético,
que lle^a hasta la L inclusive en este tomo, un conjunto de definicio-
nes, expuestas por modo breve y compendioso.
En conjunto, la idea es aceptable, pues si los dentistas modernos y
(Miltos no han menester de estos auxilios, todavía quedan algunos de
/// Hlo fempore, que deben, siquiera por el bien parecer, emplear las
jmlabras en su verdadero sentido y no incurrir en grandes deslices.
Si los autores no se propusieron más que esto, no estuvieron desacer-
tados. Mas si fué su pretensión escribir para todos los dentistas, ya
el acierto no es tan admisible, pues todas esas palabras les son bien
conocidas.
Prescindiendo de lo que los autores tuvieron en cuenta para deci
ílirse á una empresa, sencilla en apariencia y muy difícil en todos
5y4 Formulario y tratamientos modernos
conceptos, es indudable que si, en g-eneral, han salido airosos, no está
su obra exenta de reparos.
'Hay en ella voces que ya no se usan (abceaiófi^ abevacaaáóh^ áu-
/fioíosis, disquima y muchísimas más), voces que no debieran figurar
en un Vocabulario de esta naturaleza (cHina y otros), conceptos mal
expresados ó erróneos (aciinomicosisy ácidos), etc.
Como no me propongo una crítica de detalle, omito otras observa-
ciones que se me ocurren.
Sirvan las apuntadas para llamar la atención de los noveles auU>-
res con el objeto de que si logran hacer una segunda edición, revisen,
aumenten y corrijan la que han dado al público.
Dr. RODRÍGIKZ MÉNDEZ.
FORMULARIO T TRATAM1BNT08 MOOBRflOS
(jLXI. — OanoroiAa d» Adamklevloz : m4s datos
A los portentosos resultados deque hablan los periódicos austríacos \
alemanes, han seguido los nulos que obtuvieron con otras inyecciones 1(h
médicos franceses. Entre otros. Urbain Tete, de Voiron, ha publicado do>
casos de cáncer gástrico y uno de la cara, cada uno de ellos tratado coc
quince inyecciones sin modiñcación alguna. Nuestro colaborador Dr. Fe-
rrer Fiera no ha conseguido nada tampoco.
Parece ser que lo que es bueno en Austria y Alemania es inútil en otn-
países.
Sin embargo, el Dr. Brossay hadado cuenta ^l) de tres ob8ervacione>.
como casi todas las de Francia, relativas á enfermos sin esperanza, de h>
que se deduce : que la cancroina ejerce acción sobre las masas cancerogiv
que se fragmentan y desprenden con facilidad ; que tiene efectos reductorpí
sobro los ganglios ; que calma casi por completo los dolores ; que tiene u»
gran poder desodorante ; que es capaz de producir una supervivencia sopor
table, puesto que el dolor y el olor son neutralizados. En dos deestoscaso?
la supervivencia fué muy larga, á pesar de ser extrémala situación (2).
CLXII. — Thioool: empleo en la tuberciilcsis pnlmonar
Sobre este manoseado asunto ha publicado Berlioz un artículo.
La creosota, y su principal componente el gtuiyacol, aparte de sus venta-
jas tienen graves inconvenientes : los principales son irritar el estomago:
desordenar las funciones digestivas, especie de cindadela de los tuberculo-
sos. Se ha procurado, en vista de ello, hallar compuestos que sean insoin-
bles en el medio ácido estomacal y solubles y desdoblables en el medio fl¿w-
lino intestinal : carbonato, fosfato, valerianato, canforato, etc. El snlfo^s-
yacolato potásico (thiocol), soluble, inodoro, inofensivo localmente. satisfaría
todas las condiciones apetecibles, según resulta de los estudiosde Rossbacb
Mendelsohn, Renzi y Boeri, Winternitz, Maramaldi , Schnirer, Au^sp•
Schoull, Laffout, Kaplanski, Gripon y otros muchos.
La creosota es un producto comp ejo que contiene thiocoles, cresilolt*-
creosol y un 25 por 100 de guayacol.
El guayacol, CeHjOH^.OCH, representa la bencina, CeH., en la cual d-
átomos de H han sido reemplazados por los grupos OH y OCH ,. Behalr
Choay lo han obtenido puro y cristalino.
El thiocol es guayacol en el cual un átomo de H ha sido substituido p^f
el grupo SOaK, sulflto potásico, es decir, el sulfo-guayacolato potásico. H-
\in polvo blanco, cristulino, inodoro, de ligero gusto amargo y salado, mu}
soluble en el agua (25 por 100) y que no irrita los tejidos ni aún en soluci i
concentrada. Contiene 52 por 100 de guayacol.
Si la creosota y el guayacol no son tóxicos, menos lo es el thiocol ; Ro*"
bach da h algunos perros 30 gramo» diarios durante varias semana^.*
(I) Anjou medical.
i'l) Journal de Méd. et de Chir. pial.
formulario y tratami§nios modernos bTb
aumentan de peso; Jaquet Inyecta 0,20 gramos (ovarios conejos algrunos
ílías consecutivos, y también aumentan de peso ; Heukeshoven inyecta á
conejos tuberculizados artiñcialmente medio gramo diario ; Schwartzdaá
sus enfermos de 10 á 15 gramos al día. Bstos hechos demuestran que es
inofensivo hasta á dosis á que no se liega en la práctica.
Draco y Mota Coceo han observado que aumenta el número de hematíes
y leucocitos y la cantidad de hemoglobina ; se sabe que en los tuberculosos
hay mengua de aquéllos y de ésta.
Se ignora cómo es eliminado con la orina ; pero se puede admitir que en
parte á lo menos sale en estado de combinación sulfurosa, pues se nota
aumento en el azufre urinario (Renzi y Boeri).
Ninguno de los compuestos creosotados ó guayacolados es específico de
la tuberculosis, pero con ellos obtienen los enfermos algunas ventajas. El
thiocol obra del mismo modo. Sus ventajas son :
No irrita ni causa daño en las funciones digestivas, antes bien estimula
' el apetito. Aquel efecto se debe á ser una sal que tiene saturadas sus afini-
dades acidas y básicas, siendo absorbido pronto por ser fácilmente soluble
en los jugos intestinales. Este, ya moderado, ya intenso, es constante
(Mendelsohnl, tiene como consecuencia un aumento en la ingestión de subs-
tancias alimenticias, y como es natural, en el peso.
Fluidiñca y disminuye la expectoración. A los pocos días, los esputos
grisáceos, espesos, adberentes, se tornan blancos y espumosos, se despren-
den con más facilidad de los bronquios y de las escupideras y menguan en
cantidad. Parece, pues, que, como la creosota, se elimina por las vías respi-
ratorias y modifica la mucosa; así lo demuestra la disminución de los ester-
tores húmedo».
La fiebre mengua (MendeUohn. Maramaldi. Schnirer, Gripon).
Mejora la nutrición. El tuberculoso no caquéctico, en el período de cru-
deza, tiene menor proporción de urea y mengua del coeficiente de oxida-
ción nitrogenada (Quinquaud. A. Kobin, Berlioz), así como un gran aumento
en la producción de CO, y en el consumo de oxígeno (A. Robín y M. Binet).
(Jomo los materiales nitrogenados de la orina representan las oxidaciones
de las albuminoides y estas oxidaciones son más lentas, como el CO, expi-
rado señala la oxidación de los hidrocarbonados y está aumentada, es caso
(le preguntar si hay relación entre estos dos fenómenos opuestos y cuál es
<»sta relación. No teniendo otro camino que el de las hipótesis, he aquí la
más racional : los niños recién nacidos de tuberculosas tienen menos coefi-
ciente de oxidación nitrogenada y desprenden menos calorías ; si sus oxi-
daciones no estuviesen aumentadas, se comprende la mengua de calorías; el
aumento de estas oxidaciones pudiera ser entonces considerado como una
compensación á que el organismo recurre para recuperar las calorías que
pierde con la combustión insuficiente de las substancias cuaternarias. De
los estudios experimentales hechos por Berlioz resultan los datos bastantes
para comprender la mejoría de la nutriv^Jón.
Kl thiocol se usa en comprimidos de medio gramo, fácilmente solubles
en el agua ó en jarabe. Berlioz no ha pasado nunca de tres gramos dia-
rios (1).
CLXIII. — Olornraolón y desoloraraolón
Hace ya tiempo se conoce el importante papel de la sal común en la nu-
trición ; existe en todos los tejidos y sobre todo en los humores (en el suero
sanguíneo de 5 á 6 por 1.000), modificándose el equilibrio por los fenómenos
o.snióticos ; por último, Bunge dice que la eliminación se hace en forma de
carbonato sódico mediante las sales orgánicas de potasio (tartratos, acetatos
malatop, etc.) ; como en los herbívoros es tan abundante por su régimen
riro en potasa, tienen necesidad fisiológica de sal.
Hoy se estudia su acción patógena. Cuando no es eliminada por una
en usa cualquiera, puede provocar ó favorecer las hidropesías brighticas, car-
diacas, hepáticas, la flegmasía alba doiens i\e los tifoideos, recién paridas y
caquécticos
P. Cornet presenta en dos apartados los? hechojs más interesantes de esta
nueva patogenia.
í 1 ^ Le Progrés medical.
3j6 l'ormulario y tratamientof modernos
Clomración alimenticia. — Vidal y Lem ierre, los primeros (15 judío. 1»
1903), anunciaron que podía haber en ciertos casos una retención decicnin-
sódico en el organi^mo, es decir, una cloruracián fisiopatológiea. Atiiotun
visto en dos bríghticos clorurando su nlimentación mediante diez gramo
de sal, añadidos á su régimen diario ; apnrecieron edemas, subcutáneo, pji
monar y cerebral ; la supresión de la sal acabó con ellos. En ütra.s nt-írn»
(arterio-esclerosis) no ocurrió nada, pero con la orina salía una cantias:
exagerada de cloruro sódico, muy superior á la Ingerida con el régimen Ur
teo ; en cambio, en los dos primeros casos (dos nefritis difusas con predi r.:
nio epitelial), no era eliminado, ó sólo lo era en parte, el cloruro sódico.
Luego la cloruración alimenticia causa efectos patógenos en ciertos r*
sos, ó sea cuando el organismo, por trastorno ó insuficiencia de climinacrD
sufre retención clorurada
De este modo se explica los malos resultados del régimen ordinarioys?v
bre todo del caldo en los cardíacos, cualquiera que sea el período, conosi
compensación, con ó sin asistolia pasajera ó durable ( Vaquez, 1904). P^^
sando, diremos con Achard (1904), que uno ódo« gramos de cloruro de .«:.
en el régimen diario, representan la ración mínima de sostén, y quema; r
cantidad puede ser patógena si el organismo no es autodeclorurado anf-
por una pérdida de sal.
Decloruración alimenticia. — Es preciso, pues, en caso de edema qu-^
organismo se empobrezca de cloruro sódico, hecho que se logra con la diu"
sis y los alimentos : con la diuresis, mejorando la función renal, la cimiiv
ción de los tejidos (purgantes, diaforéticos, punción) ; con los alimentos.^r
prescribiendo la leche, diuréticay con poco cloruro sódico (0.962 por litp ^
leche de vaca, según Soldner), ya otros 2LUmento& preparados sin sal \^'\ii
patatas, carne, manteca; Chantémosse : carne, caldo, agua albuminosa, pa:
Así se explica los buenos efectos ya mencionados : en los edemas bri¿V
ticos (Widal), y cardio-hepáticos (Widal, Merklen, Achard, ChauflFard).) ^
la flegmasía alba dolens de los tifoideos, queChantemesse atribuye «slan
toxicación de un miembro con el cloruro sódico» (1903), no dando á laob -
teración de una vena más que el valor de causa predisponente.
Acaba P. Cornet citando tres particularidades.
ün cas) de poliuria en un niño ¡nightico, en el que Méry (1903) notó ret?:
ción de cloruro, hecho que está en contradicción con losdos tipos dediur^"^
que propone Merklen como consecuencia de las investigaciones ur<ii>
gicas de Pouliot y Harlay (1904), ó sea hipercloruria con poliuria é hipo-' -
ruria con oliguria. Otros dos de buenos efectos de la cloruración alinipnr
cia en dos tabéticos (Dufour, 1903). Y otros, también favorables, de tr^
epilépticos (Enriquezy Grenet, 1904), hechos estos últimos opuestos álR^
. pocluración de los epilépticos recomendada por Richet y Toulouse (1899* '.
CLXIV. — Oalomelanos y analgrósioos (clorhidratos de morfina
oooaina, eto.)
Esta asociación es frecuente ; pero si la mezcla se hace en un mort^r :
blanca, se convierte en negra por descomponerse el clorhidrato y «h-
parte del mercurio en libertad, y de insensible y calmante se hace muy jr
tante por la acción del mercurio libre ( Guyot).
Para evitar estos inconvenientes hay que triturar separadas lasdosón:
substancias y luego mezclarlas por simple agitación en un tubo. Pe ^
modo no se descomponen los calomelanos (2).
GLXV . — Morfina y ffoma arábica : Inoompatlbllidad
Nada más común que prescribir en una misma fórmula la morfina ^
solución, julepe, jarabe de goma. etc. Es mala práctica: Bourquelotl"
notado que ésta oxida á aquélla y la oximorflna resultante no tiene iffu*
acción que la morfina. El inconveniente se evita sometiendo antes la p^fl*
al calor para que se de.struya el fermento oxidante que contiene (3).
(1) le Profrréi Medical.
( 2 ) Jo u rn a í des Praticiens .
('ií liepfertoire de Phtirmacie.
formulario y tratamtentoi mo^trnos ^77
GLXVI . -- Vórtlffo estomacal : tratamiento
La fama de Bretotineau fué debida á haber dado con el tratamieuto de este
síndrome.
Frecuente y muy molesto, el vértigo estomacal pasa inadvertido por
coincidir con otros trastornos, á los cuales se refiere, y por no haber siempre
perturbaciones bien explícitas por parte del estómag-o. Importa, pues, ante
todo, hacer el diagnóstico.
En general, en el 90 por 100 de los casos, hay trastornos gástricos que
deben ser tratados, lográndose cou el tratamiento, hasta cierto punto espe-
«•ífico, la curación en la misma proporción indicada. Se le confunde fre-
cuentemente con la congestión cereoral, sífilis, uremia, epilepsia, cuando el
vértigo se acompaña de convulsiones. Lo que más dificulta el diagnóstico
es que no son constantes en él las perturbaciones gástricas agravantes, an-
tes bien revela una afección estomacal generadora y latente. Así, cuando
no se encuentre un origen aceptable de vértigo, á pesar de que no existan
alteraciones apreciables de daño estomacal, se debe examinar el contenido
gástrico, que nos dará probablemente un tipo especial de dispepsia, ya de
hiperestenia con hipoclorhidria, ya sobre todo fermentaciones secundarias.,
que son las más frecuentes en las dispepsias vertiginosas.
El vértigo estomacal aparece de ordinario en ayunas, al levantarse; tam-
bién al acostarse, pudiendo durar algunas horas. Calma, por regla gene-
ral, con la comida, después de andar un poco. Bs raro que se presente á
poco de comer.
Muchos enfermos no se dan cuenta de que tienen vértigo : lo interpretan
como pesadez de cabeza, falta de atención, hablan automáticamente; en re-
sumen, sufren cierta obnubilación intelectual ; por lo común basta que se
sienten para que estos trastornos disminuyan ó cesen ; esta variedad suele
ir acompaíiada de silbidos especiales en los oídos. En el caso más grave, el
enfermo, andando en terreno llano, cree que camina sobre un plano ondu-
lado y puede caer de pronto, pero sin perder el conocimiento.
El pronóstico es benigno, dado un buen tratamiento ; pero en los viejos
y arte rio-escle rosos, aun cuando cure, es el precursor de las hemorragias
cerebrales. El vértigo es más patrimonio de las lesiones superficiales que
de las graves, y de las intoxicaciones de origen gástrico.
El tratamiento de Bretonneau consistía : mañana y noche, medio vaso de
raaceración, de dos gramos de cuasia amara en una taza de agua, durante
doce horas; á la media hora, desayuno sin líquidos (un huevo cocido, fruta
hervida ó un dulce y pan tostado). En las otras comidas, prohibía: manteca
cocida, salsas, grasas, guisados, fritos, pastas y pastelería, entremeses, en-
curtidos, embutidos, ensaladas, las substancias crudas de toda suerte y los
ácidos; en cambio, recomendaba cocido con legumbres, sopas sin grasa,
aves (asadas ó hervidas y muy cocidas^ pescado hervido sin salsa, huevos
cocidos ó revueltos, legumbres cocidas en agua y aderezadas en la mesa
con manteca fresca y como postres, crema, pastel de sémola, frutos cocidos.
Sólo permitía, como bebida, el agua pura ordinaria ó un agua mineral lige-
ramente bicarbonatada calcica (Alet, Pougues, Soulttzmatt). Después de la
comida una taza de infusión aromática muy caliente (tila, manzanilla, men-
ta, etc.), y cinco minutos antes del almuerzo y comida 4 á 6 gotas de tin-
tura de nuez vómica ó 8 á 5 de tintura de habas de San Ignacio en una poca
agua. Inmediatamente de comer y al acostarse una dosis, diluida en agua,
de esta fórmula :
Bicarbonato sódico
Magnesia calcinada |aa. 4 gramos.
Carbonato calcico precipitado v
Lactosa } aa. 6 »
Este tratamiento dura de 4 á 8 días ; se suspende durante el mismo tiem-
po y se renueva de igual modo hasta que cese el vértigo. El régimen ali-
nnenticio se continúa. Si reaparece el vértigo, se repite el tratamiento, que
áe ordinario obra con más rapidez que la vez primera.
La patogenia, dice A. Robín, precisa hoy del vértigo interesa mucho al
clínico. Hay tres agentes de gran influencia en su producción ó intensi-
dad: el ca/é y el tabaco, que deben ser prohibidos, y la astricción del vientre.
j8 Formulario y tratamientos modernos'
que no se domina con los purgrantes salinos y aceitosos, sino con loá ^in^ti-
C08 y pequeñas dosis de belladona :
Aloes del Cabo 0*<)8 grrainoe.
Gomagrutta ü'03 »
Turbit vefretal 0*02 »
Extracto de belladona \„^ ^,^.
» de beleño Jaa.OOl »
» de regaliz 0*10 »
para una pildora, tomada al acostarse; sí no es bastante, se aumenta^
cantidad, pero sf» toma entonces después de la cena para evitar lasirr;-.
cienes intestinjales. Mejor que las pildoras sería dar estas substanm^í
una envuelta gelatinosa, más fácil de disolver que la masa compartu.r'
sulta esta ffélula tres veces más activa que la masa pilular. Si fracast"^*.
fórmula, sse recurre á esta otra :
Magnesia calcinada 0'30 gramos.
Carbonato calcico x ^,„^
Bicarbonato sóiico j aa. ü -íu »
Polvo de nuez vómica 0*03 »
» de belladona 0*02 »
para un sello : uno después de las dos comidas y al acostarse.
En los casos rebeldes, A. Robin aconseja tomar, antes de labcomik\
en el momento de aparecer el acceso, de tres á seis de estos bolos:
Serpentaria de Virginia 4 gramos.
Alcanfor en polvo \ ^«^^
Asafétida ^ aa. u oü »
Extracto tebaico 0*05 »
Uob de saúco como excipiente es..
para 24 bolos.
Estos medicamentos deben obrar progresivamente; con más rap.'*
pero por menos tiempo, calman el vértigo el bromuro potásico asociad" ■
valeriana, al agua de laurel cerezo, el éter. También se puede dar el «r^
niato sódico y el sulfato de estricnina (1).
CLXVII. — Tintara de iodo : oorreooión 4» sa aoolón intenia
Claret, para remediar los inconvenientes de una aplicacióu rpci^i^.
dolorosa, aconseja poner sobre la zona embadurnada una parte liPi'ha •
almidón ó barina y agua. Se forma ioduro de almidón, que esinnf^:>
para la piel (2).
GLXVni.— Fiebre tifoidea : tratamiento oon la tifoina de Petniíekkr
Siguiendo las ideas de L*z y de Brieger, las mismas de Kocb con lat'r '
culosis, es decir, el empleo de las toxinas específicas. Petruschky fue ii
cido á proseguir por igual vía, fundándose en el hecbo de que los top'-s
yectados con do.sis no mortales de cultivos tifoideos resisten luegoáia^i
sis mortales y adquieren la inmunidad á las veces en 24 boras. Kn e^t»
otros experimentos se apoyó para emplear en el hombre su ii/oinn . qy"
tiene precipitando y disolviendo la toxina tifoidea, preparada con enn:-
de bacilos muertos. Esta substancia empieza á alterarse al mes, y hace-
añadirle, para una más larga conservación, ácido fénico ó suero hts
que no cambian sus propiedades.
En las aplicaciones prácticas distingue el autor dos clases de fiebre*
dea : 1.*, las que no son curables con la tifoina, paratifoideas ó pseuJ'*;
deas, debidas, no al bacilo de Eberth, sino al colibacilo, al bacilo fpti'l<»;
tifosímil; los casos típicos de fiebre tifoidea, pero con complica('iont'>-*
ves (pulmonía, tuberculosis, piocianosis, osteítis, etc.); los casos de til
^enuína, mAs con avanzada astenia cardíaca, úlceras intestinales muy
lantadas. y sobre todo con fenómenos graves de intoxicación, en cuyo- '
sos el organismo no puede responder al estímulo especial ; 2.', lascur;
que son el resto; á las veces logra la curación del ileo-tifus puro que In;
sadn de la mitad del segundo septenario. En los casos ordinarios, i»-*
'1 1 Journal de Méd. inferné.
(2) Wiener med W* chens . l'^sí».
Nuestra correspondencia C2n la prensa • 579
tres días para reducir la temperatura á los límites normales; en los más gra-
ves puede haber recrude^jeencia de la fiebre, que se domina con nuevas in-
yecciones. Los síntomas todos mejoran á compás de la fiebre.
Aconseja hacer dos inyecciones diarlas, puestas alternativamente en uno
y otro brazo. Las dosis para un adulto son :
l.erdía O 05 á 010
2.** » 0*10 á 0*20
3.» » 0'20 á O'SO
En los niños, las dosis deben reducirse á la mitad (1). ^
CLXIX. — Bnoma alimentloio
Glicerofosfato sódico 2 gramos.
Tintura de tola. 10 »
Yema de huevo n.'*2.
Peptona 30 gramos.
Vino de Málaga fíO »
Leche 350 »
Láudano V gotas (2).
CLXX. — Enema de oroosota
Creosota 2 gramos.
Jabón de almendras 2 »
Yema de huevo n.^'l.
Agua 500 gramos.
Se tritura la creosota con el jabón y se añade alguna cantidad de agua
caliente; enfriada la solución, se emulsiona con la yema de huevo y Se
iiuade el resto del agua. La creosota se ha hecho soluble con el jabón y la
yema tiene por objeto evitar la acción cáustica (2).
Dr. Rodríguez MéNDEz.
NÜHSTRA CORKRSPONDKNCIA CON LA PRBNSA
La Ssonela de Medicina, de México. — Gracias por la reproducción de
las noticias científicas Profilaxis de la tuberculosis, del Dr. Rovira Oliver,
y Dismenorrea nasal, Pengawar: hemnstátíco nasal. Catarros agudos y cata-
rros iódicos de las primeras vias respiratorias: tratamiento. Enteritis ulcerosa
de los tuberculosos: tratamiento con el azul de me ti leño. Oxiuros p disentería:
tratamiento con la naftalina, Iti fusión laxante de seti con café, Iodo formo:
desodoración. Bismuto coloidal: su empleo en la g astro -enteritis de los ni-
ños, Creoso formo : modo de administrarlo, Amigdalitis: empleo del formol y
Alcoholismo agudo : tratamiento, del Dr. Rodríguez Méndez.
Beletin demog^ráfloo y metereolósrloo, de Tampico.— Id., id., de las con-
clusiones de la comunicación del Sr. Turró sobre el Origen de las alexinas.
Archivos de Terapéutica de las enfermedades nerviosas y men-
tales, de Barcelona.- Id., id., de la noticia Veronal: acción hipnótica, del
•Dr. Rodríguez Méndez.
daceta Módica, de San José de Costa Rica.— Id., id., del artículo del doc-
tor Raimondo, El radio, traducido por el Dr. Rovira y Oliver, y de una
de las Revista de Pediatría, del Dr. Coll y BofiU.
El Problema de la tuberculosis, de la Habana. — Id., id., de la noticia
Tuberculosis: tratamiento con el formaldehido, del Dr. Rodríguez Méndez.
I«os Nuevos Remedios, de Madrid.— Id., id., del trabajo del Dr. L. Rai-
mondo, El radio, traducido por el Dr. Rovira Oliver, y de las noticias
Ciática: tratamiento con las inyecciones hipodérmicas de estricnina y Fiebre
tifoidea: tratamiento, del Dr. Rodríguez Méndez.
I«a Hig^iene, de la Habana. —Id., id., del artículo del Dr. Foveau de Cour-
melles. Papel moralizador é higiénico del trabajo manual en el nifio, tra-
ducido por el Sr. Ruiz Rodríguez (J.).
I«a Medicina cientifloa, de Barcelona. — Id., id., del trabajo Precursores de
Pasteur, del Dr. Comenge, y de la noticia Difteria nasal, del Dr. Rodrí-
guez Méndez.
(1) Extractado por Rassegna intern. delta Med. moderna
\i) Hassegna intern. della Med. moderna.
V
ESTUDIOS DEHOfiRAFICOS DE BARCELONA P"imoou<üa,ui.,.,....
POK Bi.
Dr. D. Luis Combngb
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
En la Gackta Médica Catalana y números correspon-
dientes á 31 de agosto de 1H99, 31 de )ulio de de 1900 y 30 de
noviembre de lv<01, estudiamos la importancia y evolución
de la pulmonía como elemento de mortalidad en Barcelona.
Los datos de hoy se refieren al año próximo pasado, sólo
que para mejor comprender la importancia de los mismos,
recordaremos citras obituarias, totales y proporcionales de
anteriores anualidades.
Afloi
GoatribaeiÓA da la
Muartoi McrtalMad pnlmoaia
¡ por pnlaoaia absoluta dal año i la aortalldad total
1898
1325
1899
1477
19í)0
1277
1901
1840
1902
1494
12895
14013
1335G
14«70
12359
10'28
10'54
9*56
12^54
11*27
Con más comodidad se verá el curso anuo de la pulmonía
en el adiunto grabado.
Flg. 24. — Diagrama de moJ'
dad por pneumonía en Bar.ci '
Í1H99-1903V
Mortalidad por pneumonía. -
-1908
MOMTALIÜAI) POR EDADKS
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Tomo 2ZVII. Núm. 19 Barcelona 15 octxil)r« 1901 Afio ZZVII. Ktxn. 665
Gaceta Médica Catalam
SUMARIO ; Iritis con corío-retinilis especffícas,por Lorenzo Pons Marqués. — Contribución
al estudio del valor diagnóstico de la reacción aldehidíca de Ehrlích ó paradimetilamidobenzal-
dchidoreacción en las orinas, por el Dr. Antonio Simonena. — El Síndrome de Pick. Pseu-
do-clorosis hepática de origen pcricarditico, por el Dr. A. Oonzáles Prats. — Notas clínicas,
por el Dr. Ferrer Fiera.— Afecciones oculares de origen menstrual, por el Dr. F. Terrien.
— Signos clínicos de la meningitis, por el Dr. Fumouze-Albespeyres. — Noiicu mbnií-
FiCA. — Panadizo gonocócico. — Rutista crítica bibi.ioííháfica . por el Dr. Bassols y Prim.
— FoRMULAHio r TKATAMiKNTos MOfrEHNos, por cl Dr. Rodriguez Méndez. — Sección oficial.
-^ Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona. Concurso de premios de 1904. — Pi;bi.i-<
CAcioNES RECIBIDAS. — Estudios demográfícos de Barcelona, por el Dr. T>, Luis Comenge.
Ipitis con copio-petinitis especificas
POR
Lorenzo Pons Marqués
El día 17 de diciembre del año j)r()xiino pasado, se presentó en nues-
tra consulta, M. M., de treinta y cuatro años de edad, natural de Cádiz,
el cual nos refírió que hacía escasamente tres semanas había comen-
zado á sentir, principalmente por la noche, alg-ún dolor en el ojo iz-
quierdo (el derecho lo perdió cuando niño á consecuencia de una
complicación del sarampión), dolor acompañado de lig^ero enrojeci-
miento. Pasados pocos días fué la visión disminuyendo, se hicieron
continuos, aunque poco intensos, los dolores, notó á ratos sensaciones
luminosas muy molestas y observó, llamándole muy mucho la aten-
ción, que se quedaba casi ciet^o apenas la intensidad luminosa dismi-
nuía. ENmjIo hecho de entrar en una casa en pleno día bastaba para
producirle tan molesto fenómeno.
Por lo demás, había g-ozado anteriormente de excelente visión y
carecía, seg-ún él, de todo antecedente patológico, si bien su robustez
había sido siempre muy escasa, debido á la miseria y privaciones.
Por el examen del enfermo apreciamos que la tensión ocular era
normal; los vasos periqueráticos estaban inyectados, con ausencia de
toda inflamación conjuntival; el humor acuoso estaba turbio, princi-
palmenteensusdos tercios inferiores, y el iris inmóvil, con numerosas
sinequias posteriores y descolorido. j/ =j^ con mucha luz, hemera-
lopia manifiesta , y tori)eza del sentido cromático , sin que hubiera
verdadera confusión de los colores. Intentamos el examen oftalmos-
cópico, pero nos fué imposible iluminar el fondo del ojo, no sólo por la
turbidez del humor acuoso, sino también por la falta de transparencia
del vitreo, que ofrecía el aspecto de una masa coposa cenicienta.
^. En qué pensar en vista de todos estos datos?
Desde luego, el dolor ocular con que empezó la enfermedad, la ac-
tual inyección periquerática, la decoloración del iris, sus numerosas
adherencias con la cristaloides y el aspecto turbio especial del humor
acuoso, no permitían dudar un 'momento de la existencia de una iritis
intensa, sobrevenida sin grandes fenómenos reaccionales, ya que el
dolor había sido, y era, sumamente tolerable.
Por otra parte, la hemeralopia, no dependiente en este caso de nin-
guna opacidad periférica del vitreo, del cristalino ó de la córnea, la
discromatopsia y hasta la misma reducción de la agudeza visual indi-
38m Iritit con eofio-retinitis nptcifica»
caban la existencia de lesiones profundas, ya que si bien esta última
hubiera podido ser debida tan sólo á la opacidad del humor vitreo, lo>
otros dos trastornos no podían depender de otra cosa que de lesiones
retinianas, del nervio, ó corio-retinianas. Existiendo unidos los tre>
síntomas mencionados, era lóg^ico admitir para los tres igual ori^^c.
aunque sin descontar la parte que pudiera tomar en la disminucic:
de la ag-udeza visual la falta de transparencia del referido medio rr-
f rinden te.
Y admitida, ápriori, la existencia de lesiones profundas, lami>ii:a
opacidad del cuerpo vitreo, aun oponiéndose al examen oftalmosoi'p;
co, nos afirmó más y más en nuestra creencia y hubo en seg-uida d^
ocurrírsenos la idea de que se trataba de una corio-retinitis espeoiñ!-.
ya que en ella se juntan al aspecto del vitreo mencionado, losdistin»-
trastornos funcionales que aquejaba el enfermo.
La indagación y examen á que, con tal idea procedimos, dieroL^
resultado que esperábamos y pusieron eu claro la cuestión: el eniVriL
acabó por confesarnos que á últimos de julio del mismo año se le lial
formado en el gflande una llag-uita indolora, á la que no dio niii*:u'
importancia (no sometiéndose, por lo mismo, á un tratamiento codv^
niente), y cuya cicatriz pudimos observar todavía y comprobar qn»' -
trataba de un chancro sifilítico característico, acompañado de nuiíif: -
rosos infartos g'an^lionares en las ing'les, pero sin otras maniíesta'i-
nes ulteriores que una roseóla muy discreta \'' los trastornos ocula:^-
últimamente aparecidos.
Como, por otra parte, la evolución insidiosa, subag-uda, de la \v:.\
apenas dolorosa, sin grandes fenómenos reaccionales, j^ero dand» i .-
gar muy pronto á numerosas adherencias, correspondía perfectam»^ .■
H la que es propia, en general, de las iritis sifilíticfls, formul8m:^'
diagnóstico de iritis con corio-retinitis especificas^ sometiendo aU:-
fermo á ini tratamiento mixto, compuesto de una fricción diariti •
4 gramos de ungüento napolitano y de una poción que contenía l'i.r ■
mos de ioduro potásico. Para instilar cuatro gotas, tres veces al 4:..
dispusimos, además, una solución de sulfato de atropina al 1 porl''
Hay que advertir que el enfermo, por una torcida interpretao
empleó durante los cuatro días primeros doble cantidad de unírüen
mercurial que la que le habíamos aconsejado.
Al cuarto día se hallaba el iris completamente dilatado y este^::
rotas las sinequias, habiéndose iniciado al décimo de ti*atamíeuto i:.
notable mejoría : j/ z= -y, hemeralopía casi nula, ningún dolor, y tm-
parentes el vitreo y el acuoso. El examen oftalmoscópico, eiit.'U
ya posible, acabó de afirmar el diagnóstico, poniéndonos de mauiti-'
algunas chapas de coroiditis generalizada, focos de inflamación r^
niana, ligera congestión de la papila, y por encima de ella una clij
blanco-nacarada de atrofia coroidea.
Habiéndose presentado intensa estomatitis mercurial, fue necoj^i:
suspender las fricciones, continuando, sin embargo, con el us'.' I
ioduro potásico. Una vez aquélla dominada, prescribimos el jan^^
Gibert, pues obtenido tan notable resultado de las fricciones, y aun -
se quiere, del mismo lapsus del enfermo, preferimos aquella prei'S.-a-
ción como más cómoda y susceptible de ser tomada durante \r.:
plazo. La mejoría fué acentuándose más y más cada día, y acius
mente el enfermo, sometido aún, como lo estará por mucho tieiup».
mismo tratamiento, no aqueja ningún trastorno visual y trabaja t»!:-
oficio como en sus buenos tiempos, presentando sólo como huella V-
grave afección la chapa de atrofia coroidea. Las demás lesioiie> ^
fondo del ojo han desaparecido por completo.
IJ
Iritis con eorio-retinitis tupicificas 58$
En el caso cuya historia acabamos de hacer sucintamente, se obser-
varon alg-unas particularidades, muy dignas, en nuestra humilde opi-
nión, de ser tenidas en cuenta y que demuestran como la sífilis, aun
en sus formas aparentemente más benignas, puede en cualquier mo-
mento determinar lesiones oculares de todo punto irremediables. Y
puede determinarlas no sólo en los casos harto conocidos, en que la
generalización del virus específico repercute con igual facilidad en
uno ú otro órgano, y ora produce sus efectos sobre la piel ó las muco-
sas, ora se localiza en los huesos, ora en el ojo mismo, cuyas lesiones
coinciden por lo común con sifílides más ó menos graves, sino también
en aquellos otros en que parece nula la infección y en oue su misma
lenidad no llega en modo alguno á llamar la atención de los en-
fermos.
En el caso historiado, las manifestaciones sifilíticas inmediatamente
consecutivas al chancro, si así puede decirse, fueron casi nulas, ya que
la roseóla, única aparecida, debió de ser tan insignificante que ni fué
apenas notada por el enfermo, ni dejó huella alguna de su paso, aun
no habiendo sido tratada la infección. Es más: á pesar de esta última
circunstancia y de los cinco meses transcurridos desde el chancro y la
roseóla hasta la invasión ocular, no apareció, en absoluto, ninguna otra
manifestación específica localizada, ni sufrió el enfermo el menor
trastorno general. La infección ocular fuó, por lo tanto, la primera
manifestación que subsiguió, á los cinco meses, á la lesión inicial.
Seguramente la iritis sería la primera en desarrollarse, como lo
prueban los ligeros dolores iniciales sobrevenidos en ausencia de todo
trastorno de la función visual, dolores propios precisamente, por su
insignificante intensidad, de las iritis sifilíticas.
Subsiguió á la del iris la infección ceroidea, y simultáneamente, ó
por propagación, la retinijtis. Pero llama la atención que en tan poco
tiempo como el transcurrido desde los primeros trastornos oculares
hasta la fecha del examen, alcanzaran las lesiones ceroideas una tan
gran intensidad, llegando al extremo de haberse ya producido una
chapa de atrofia irremediable.
¿Podría esto atribuirse á la desnutrición general del individuo?
Sin duda, aunque por esta misma circunstancia parece que debiera ha-
ber tomado desde un principio mayor incremento la infección, dando
lugar á otras manifestaciones específicas que siempre faltaron por
completo.
De todos modos, el hecho señalado es evidente, como lo es asimismo
que la rapidez y extensión con que tales lesiones se fraguaron y el in-
mediato resultado obtenido de la mercurialización intensiva y del em-
pleo del ioduro potásico, demuestran una vez más la conveniencia de
indagar en todos los casos parecidos la existencia más ó menos proba-
ble de la sífilis, é instituir desde el primer momento el tratamiento
anti-específico.
Tal es, aparte del interés que el caso pueda despertar, el principal
objeto que nos ha inducido á la publicación de este modesto artículo,
no dirigido en modo alguno á los, especialistas ; escrito, sí, para los
prácticos poco versados en Oftalmología, de cuya ilustración y buen
criterio depende, sin embargo, muchas veces, la integridad funcional
de no pocos enfermos de los ojos.
Mahón, febrero de 1904.
ContrlbocUn al estudio
del valor dlagndsttco de la reacción aldebldlca de Etarllelí
ú paradlmetllamMobenzaldelüdoreacclón ea las orinas *'*
POR BL
Dr. Antonio Simonena
Catedrático de Patología y Clínica Medicas en Valladolid
Debo á la galantería del sabio profesor Pablo Ehrlich, de Frauk-
furt, el conocimiento de esta nueva é interesante reacción ; y meri>i
á las excitaciones que me hizo cuando tuve el gusto y honor de yi>;-
tarle en febrero del ano pasado, con ocasión de un viaje de estu«l: ^
que hice por Alemania, he emprendido investigaciones clínicas que, >;
hasta la fecha de redactar esta comunicación, no abarcan aún ti«l -
las especies nosoiógicas de la Patología interna, comprenden ba-staL'
número de ellas y presentan cierto interés. Por otra parte, creo 41-
no ha de dejar de ser oportuno el dar á conocer en España esta uut^v
reacción, desconocida aún en nuestra patria y poco conocida fuera i-
Alemania.
En esta comunicación me limitaré á exponer lo que he observa-I
hasta hoy y á sacar las consecuencias que de ello puedan deducir-,
sin tratar del aspecto químico de la cuestión; porque ni es de estos ::. -
mentos, ni había de decir más de lo que dicen los trabajos originalf>
los que por el momento me remito y que luego daré á conocer.
Objeto. — El de esta reacción, como el de la diazoica descubi«"^r
antes por el mismo Ehrlich, y que en España fué por mis excitaci- a «
estudiada y luego objeto de un concienzudo trabajo pormipro:^:
clínico Sr. Duran (2), no es otro que el poner de manifiesto la presan .
de determinados cuerpos ó compuestos químicos complejos, que c:':-
tos estados patológicos hacen aparecer y que hasta hace muy pocol:-
bían pasado inadvertidos, y á los cuales, por lo que se va observaL . .
hay que prestar atención, porque tienen importancia.
Técnica. — Es sencilla y se reduce á lo siguiente :
Reactivo. — Disolución de paradimetilamidobenzaldehido Q^) en ;.'
do clorhídrico en proporción de 2 gramos del primero por 100 del >^
gundo. Se conserva sin alterarse bastante tiempo.
Reacción, — Si á una disolución débil de formaldehído se e-^:
unas gotas del reactivo precedente, aparece un hermoso color rojo 4
delata la presencia del formaldehido en este caso.
Tratándose de orinas, la reacción se efectúa del modo sig-uiente:
Se toma unos 6 á 8 centímetros cúbicos de orina en un tubo de -
sayo y se vierte encima unas (4) gotas del reactivo dicho. En segu.
se tapa la boca del tubo de ensayo con el dedo, se agita y se observ:-.
coloración.
Como ésta suele variar 3^ conviene fijar qué es lo patológ-ico y i^-
es lo normal, bueno será decir que el color rojo es el que únicamei'
indica la presencia de substancias del grupo azometínico.
(1) Comunicación leída en el XIII Congreso internacional de Medicina.
(2) García Duran, La reacción diai^oica.
(3) La substancia por níi empicada hasta hoy se la debo también al profesor Ehrlich. a c ■
me complazco en dar, desde aquí, las gracias; pero se puede adquirir en la fábrica de colorí.' •
anilina de J. R. Geipy v C", en Basilca (Suiza>.
(4) Ehrlich y Prrschcr dicen asi: algunas gotas, Kozickowski echa 8. Yo, antes de conocer "• -
último trabajo, echaba G, y así continúo. La reacción se obtiene lo mismo con 6 que con $ goas-*"
gún mi experiencia.
Contribución al estudio dtl palor diagnóstico de la reacción aldehidica de Ehrlich 385
Existen tonalidades que van desde el amarillo de limón ó de cana-
rio, sin mezcla de rojo en el líquido, ni mirando por reflexión, ni por
refracción, ni á lo largo el tubo, hasta el rojo vivo de cereza ó el rojo
obscuro de guinda.
E. Koziczkowski se ha servido de la siguiente escala que va de cero
al color rojo más fuerte :
cero
color de coñac
con agua
color de coñac color rosa {
coJor rojo
lorca
color rojo
obscuro
Para dicho observador únicamente es positiva la reacción cuando
presenta uno de los dos últimos tonos ó sea el rojo claro y el rojo obs-
curo. La coloración rosa se ha de considerar como de transición, y
por tanto, tenerla por dudosa. Yo tengo la costumbre de expresarla
con los signos ± ó T, según que, después de haber dejado el tubo
en reposo algunas horas, presente ó no un precipitado rojo. Si lo pre-
senta formulo Tí y si no lo presenta ± (1).
Aunoue al tratar de este asunto, ni Ehrlich, ni Clemens, ni Kozicz-
kowski hablan de someter la mezcla de orina y reactivo al calor, yo lo
he hecho, hallando que las orinas que en frío no dan con el reactivo
sino color amarillo, al calor dan rojo, desde el tono de frambuesa ó
grosella claro hasta el rojo obscuro.
Resultados. — Voy á limitarme á exponer los de mi observación,
porque no trato, por ahora, de hacer una revista de lo que se sabe
acerca de esta reacción, sino de contribuir á su mejor conocimiento.
Dichos resultados pueden observarse en su conjunto en el siguiente
cuadro :
Aparato Qüilopoiétioo
Dentición difícil
eaiot
de obiii-
TftdOMt
pOtltlTA
SndotA
2
3
1
1
7
HcfftttTa
1
1
2
16
6
-1
¿t
3
6
3
1
1
2
1
1 +
6 +
1 —
Ulcera gástrica
Hiperestenia gástrica
Cáncer gástrico
2 —
14 —
3 —
Cáncer gástrico propagado al hígado . .
Aquilia gástrica
Entero-colitis crónica
Apendicitis aguda con coprostasis - . .
Apendicitis crónica
1 —
4 —
1 —
Cáncer intestinal
3
5
3
1 —
Hemorroides
3 —
Obstrucción del colédoco (un caso por cán-
cer de la ampolla de Water)
Litiasis biliar con permeabilidad del colé-
doco
3 —
Tumor del hígado
1
1
2
1
1 —
Ascitis
1 —
Peritonitis tuberculosa
Tumor del vientre (del peritoneo?) . . .
2 —
1 —
Suma y sigue ....
50
52
■ 7
38
(1) Las crucccitas con que se forman estos signos dudosos son de menor tamaño que los que
expresan reacción positiva.
586 Contribución al estudio dtl valor diagnóstico ds la reacción aldthidica de Ekrlick
-val-
Suma animar, . . .
Aparato oibculatjobio
Endocarditis crónica con lesión órico
vular
Hiperkinesia cardíaca
Pericarditis con derrame
Hipertensión arterial (una probablemente
brígrhtica)
Aortectasia
Aneurisma de la aorta
Arterio-esclerosis
Aparato respiratorio
Bronquitis (gripal?)
Pneumonia ñbrinosa
Gangrena pulmonar
Quiste hidatídico abierto en los bronquios.
Tuberculosis pulmonar .,-.,...
Empiema abierto en los bronquios y ope-
rado (febril)
Aparato génito-urinario
Nefritis crónica
Litiasis renal
Espermatorrea
Sistema nervioso
Neuralgia lumbo-abdominal. ,
Hemicránea
Oftalmopleg-ia nuclear . . . .
Ateroma cerebral ,
Pseudo-parálisis general . . .
Sífilis cerebro-medular. . . ,
Hemicorea
Histerismo
Epilepsia
Neurastenia
Enfermedades de la nutrición
Púrpura hemorrágica
Obesidad
Diabetes sacarina
Glucosuria artrítica
Fosfaturia
Artritismo
Reumatismo crónico
Infecciones
Grippe
Fiebre tifoidea
Infección g'astro-intestinal no tifoidea . .
Viruela
Tuberculosis ganglionar del cuello (febril).
Tuberculosis indeterminada
Intoxicaciones
Alcoholismo crónico
Total general.
«iatro
Kámiro
de
dt oblar -
eaioi
Taeieaii
50
52
15
15
1
1
1
2
1
7
1
1
3
3
2
2
1
1
1
2
1
2
1
1
14
12
1
1
3
5
1
1
1
1
tetedte
166
1 +
1 +
2 +
1 +
9 +
4 +
1 +
26
DodOM
2
2 I
n»p¡^
I
39
13
L-
2-
2-
lü-
2-
I-
3-
3-
4-
12-
1-
1-
3-
3-
2-
21-
I —
17 i 159
Contribución al estudio del palor diagnostico de la reacción aldehidica de Ehrlich 5Bj
Buscando la relación existente entre las observaciones hechas y los
resultados de la reacción, puede notarse que ha sido positiva en el 12*80
por 100 de las orinas analizadas, dudosa en el 8*37 y negativa en
el 78*33.
Parándose á considerar las circunstancias en que se ha presentado
cada uno de los caracteres de la reacción,» se notará desde luego lo si-
g-uiente:
Ha sido positiva en un caso de cáncer gástrico propagado al hí-
gado en todas las observaciones (6 en 5 casos) de obstrucción del colé-
doco, en un caso de quiste hidatldico abierto en los bronouios, en uno
de sífilis cerebro-medular, en dos de neurastenia, en uno ae glucosuria
artrítica, en diez de grippe, en cuatro por cinco observaciones de viruela
y en uno de tuberculosis ganglionar.
Desde luego llama la atención que en todos los casos de. obstrucción
del colédoco se haya presentado. Dicho hecho y el haberse también
presentado positivamente en un caso de cáncer gástrico propagado al
hígado, coun ictericia y el no haberse f presentado la reacción, ni aún
dudosamente, en todas las demás enfermedades 4e dicha glándula, hace
pensar en la posibilidad y aún probabilidad de una relación entre la
reabsorción biliar y la reacción alhehídica. Si el hecho puesto de ma-
nifiesto en mi estadística se confirmase, habría de reconocerse funda-
mento clínico á la hipótesis de A. Pappenheim, que cree que las mate-
rias colorantes puestas de manifiesto por el reactivo usado, son deriva-
dos de la materia colorante biliar.
No llego á comprender por qué se presentó en la sífilis cerebro-
medular de mi observación y en dos casos de neurastenia, así como en
el de glucosuria artrítica.
Es muy digno de notarse que de 8 casos de grippe, en 7 con 9 análi-
sis haya sido siempre positiva la reacción. Sólo en un caso fué nega-
tiva. "Pero he de consignar que el diagnóstico fué establecido clínica-
mente y no comprobado bacteriológicamente. Y es muy digna de no-
tarse esta frecuencia de la reacción en la grippe, porque si se confirmara
y comprobara, como es de esperar, bacteriológicamente, se tendría en
este sencillísimo medio de análisis urinario un modo de diagnosticar
la grippe y de diferenciarla de otros procesos con los que tiene tanta se-
mejanza y de los que sólo mediante el suero-diagnóstico se puede dife-
renciar, cual sucede con la fiebre tifoidea.
Respecto de la viruela, se puede decir que en todos los casos exami-
nados rué positiva, porque si es verdad que en dos fué negativa, hay
que tener presente que los enfermos se hallaban en período de deseca-
ción y descamación.
El caso en que la reacción se ha presentado ipás intensa, corres-
ponde á una enferma de tuberculosis ganglionar del cuello ; se puede
decir que la enferma estaba en período caquéctico, pues tenía fiebre
continua y elevada y murió á las dos semanas de examinada su orina.
Si en todos los casos de esta enfermedad fuera positiva la reacción,
acaso sirviera este medio para diferenciarle de otras hipertrofias gan-
glionares.
El hecho de haber sido dudosa la reacción en 2 casos de hipereste-
nia gástrica, entre 14 de la misma enfermedad; en 3 de cáncer gástrico,
entre 6 ; en 2 de endocarditis crónica, entre 15 y en 2 de tuberculosis
pulmonar, entre 14, hace pensar que este estado de la reacción en di-
chas enfermedades no se relaciona con ellas y que acaso dependa de
alteraciones accidentales ó de complicaciones que el examen de los ca-
sos clínicos no permite por ahora consignar.
Y respecto de aquellos otros casos, como el de apendicitis con co-
prostasis, el de apendicitis crónica, el de pericarditis con derrame, el
388 Contribución a¡ esliídio del valor diúgnóstico de la reacción aldehidica de EhrUck
(le bronquitis, el de histerismo, el de neurastenia y el de artritisnuw su
misma unidad les quita valor por ahora.
Ha sido negativa la reacción en todos los casos de entero-colitij! '':•-
nica, hemorroides, litiasis biliar con permeabilidad del colédoco, li-
})ertensión arterial, aneurisma de la aorta, nefritis crónica, púquri
lemorrág-ica, obesidad, diabetes sacarina y reumatismo crónico. Tr.:L
bien lo ha sido en un caso de dentición difícil, dos de úlcera «rástrií^.
uno de aquilia efástrica, uno de cáncer intestinal, uno de tumor he]'i-
tico, que comprimía las vías biliares, uno de ascitis, otro de pentcüJ-
tuberculosa, otro de tumor peritoneal, uno de hiperkinesia cardíart.
otro de aortectasia, uno de pneumonía fibrinosa, otro de g-an»rreiia d'.
pulmón, uno de enfisema, uno de litiasis renal, uno de espermatorrr* .
dos de uBuralg-ia lumbo-abdominal y hemicránea, uno de oftalmuji. -
gia nuclear, dos de parálisis general, uno de hemicorea, uno de ^i- ■
lepsía, uno de fosfaturia, uno de fiebre tifoidea, otro de infección ín-
tro-intestinal y. uno de alcoholismo crónico; pero todos estos da* -
anotados no tienen hoy por hoy ningún valor.
Relación de la reacción con varias circunstancias dk la orina-
Segúu mis observaciones, parece que no existe relación entre la rea
ción aldehidica v el estado ó reacción química de la orina, pues<l«»:^
casos en que dicha reacción de Ehrlich na sido positiva, la orina ha^..
las más veces acida, algunas muy acida, otras neutra y alg-una bás. i.
Tampoco parece existir relación entre la reacción de que se trata ;
la densidad, porque de los casos en que era positiva, las densidal-
han sido muy diferentes oscilando entre 1,017 que fué la menor y 1."^^
que fué la mayor.
También es independiente de la presencia ó ausencia de cuerv ^
albuminoides, porque en unas orinas en que la reacción era positiva -^
han encontrado dichos cuerpos y en otras no.
Por lo que hace á la relación con las materias colorantes biliar.^,
con las que Pappenheim, como queda indicado, supone tienen pareii-
tesco los cuerpos manifestados por la reacción aldehidica, he de ha^^r
constar, que algunas veces, las meno5, se ha encontrado, al mi?n
tiempo que la reacción aldehidica, la de la biliverdina de Gmelin. }
otras veces, que son el mayor número, no se ha hallado dicha coin-v
dencia.
Al parecer existe también independencia entre la reacción aMek-
dica y la de la glucosa, pues se ha visto la misma variedad: unas vec -
coincidencia y otras no.
Y por lo que hace á la reacción diazoica, cuatro veces ha coincidif:
con la aldehidica, y las restantes veces se ha presentado esta últiiii'j
sola. De esta circunstancia pueden sacarse algunas deducciones e:.
materia diagnóstica, como se probará en otra ocasión.
Conclusiones. — 1.* La reacción aldehidica de Ehrlich es un nu -
vo recurso para demostrar en la orina la existencia de cuerpos qu
hasta ahora habían pasado inadvertidos y que tal vez jueg-an unj'f.-
pel importantísimo.
2.* Dada la sencillez de ejecución de la misma, se debe buscaron
todas las enfermedades hasta llegar á conclusiones definitivas.
3.* Es de esperar ([ue mediante ella y la reacción diazoica, se 11^
guen á establecer fórmulas urinarias, que se pudieran llamar diaz^^-
aldehídicas, oue ayuden grande y fácilmente al diagnóstico de al^^i-
nas enfermedades.
Bibliografía. — I)r. Proscher, ZeitchriftfürphiHoL Chemie.y t. 31.
Paul Ehrlich, Ueber die Dimethylamidobemaldehydreaction, -- 1>^-
medidnische Woche, 15 de abril de 1901.
El tindramt di Pick 58g
Dr. Clemens, Zyr Brlich' se Aen Dimethylamidobenmldehydreaciion.'^
Devis, Archiv.für Klinische MedidUy 71 t. 2 y 3 cuad.
É V. Koziezkwsky, Ueber der clinischen Werth der Erlichschen die
Methylamidobenzaldehydereactian. — Berliner Klinisch Wochen.j 1903,
póg". 42, *
A. Pappenheim, Karze Noiiz zur Tienen Brlichschen Benzaldehyd-
Seaction. — Berlín Klinisch Wochen.j 1903, pág. 42.
El sindpome de Piek
Pseudo-elorosis bepátioa d» origen perioarditioo
fOK EL
Dr. a.. González Prats
Por el año 1896 llamó Pick, de Praga, por primera vez la atención
acerca de un complejo cuadro sintomatológico, caracterizado clínica-
mente por ascitis, que aparece aislada con insignificantes edemas en
las partes inferiores V con trastornos cardíacos generalmente negati-
vos (!) ; así como es nicil cambiar la afección, llamándola cirrosis he-
pática venosa, revelándose en la autopsia, por el contrario, una peri-
carditis adhesiva, en cambio, en el segundo de los estudios nótase á
cargo del hígado ó una forma de congestión crónica ó una forma de
cirrosis por proliferación de la trama conectiva intersticial del órgano.
Nótase que la ascitis tiene tendencia á reproducirse cuando se de-
clara francamente; y que en los estados avanzados, sea con motivo del
éxtasis crónico en la circulación peritoneal, sea por irritaciones conse-
cutivas á repetidas operaciones francas, se ocasionan fácilmente, en-
contrándose aquellos espesamientos peritoneales tal vez localizados
en la cápsula glisoniana, dando luíj^ar á aquella tan característica forma
denomínala por G\xv^Q\\ui?iVín ZtLcXergussleber (hígado de azúcar cande,
hígado helado, iced-liver, délos autores ingleses). Pertenece, sin duda
alguna, á Pick el mérito de haber llamado la atención de los clínicos
acerca de la posibilidad de un error de diagnóstico ante una aislada
ascitis sin aparentes síntomas por parte del corazón, pudiendo en tales
casos tratarse, no de una cirrosis hepática esencial, sino de una falsa
cirrosis secundaria ó consecutiva á una pericarditis ; del mismo modo
ha tenido el mérito de haber llamado la atención sobre la relación que
pueda existir entre la adherencia pericardíaca y la afección hepática,
hecho anteriormente revelado ya, aunque sin haber sido ligado ni ex-
plicado con demostración alguna.
En.su aspecto general, un atento examen de la zona cardíaca, en
los casos dudosos, sería suficiente á esclarecer la cuestión ; pero Pick
concede, por otra parte, una gran importancia á la anamnesia, por
cuanto puede ella revelar los síntomas de una progresiva cardiopatía
ó excluir los momentos etiológicos de la común cirrosis hepática.
Multitud (le casos se han publicado tras la primera observación de
Pick, y es opinión corriente ya entre los autores el haber observado
frecuentemente en clínica el tal síndrome y admitir como tratamiento
S receptivo ó más adecuado en tales casos, el uso de cardio-tónicos y
iuréticos, mejor que aquellas otras curas de la cirrosis hepática (calo-
melanos, ioduro de potasio, etc.). En cuanto á la explicación de la pa-
toíjrónesis de la afección, varias son hasta el presente las opiniones de
los autores, quedando aún muy mucho que recorrer para que se pon-
gan de acuerdo y tener opinión estable.
En tanto q ue Pick admite como primer coeficiente de la ascitisla
pericarditis antes dicha, bien porque es una cardiopatía que produce
Spo El stndrcme de Ptck
fácilmente trasudaciones en la serosa, ya porque ella produce éxtasis
en el hígado y consecutivas cirrosis, otros autores dan á su vez con-
trarias explicaciones.
Sin querer ser excesivamente exclusivista y aun concediendo cierto
valor en determinados casos á la hipótesis de Pick, admite Schupfer
que, aun en esos mismos casos que presentan el síndrome anterior-
mente enunciado, se pueden, por regla general, predecir v comprobar
ó contrastar lesiones crónicas, aunque en gradación diferente en cada
una de las serosas ; se trataría en estos casos de aquella forma de poli-
seroisitis ó poliorrominitis, descrita ya de modo especial por los médi-
cos italianos (Galvagni, Concato, Corazza, Bozzolo, De-Giovanni), eü
los cuales se han logrado encontrar alteraciones del hígado y del bazo:
las lesiones contemporáneas de tales serosas en muchos casos podrían
tildarse de origen tuberculoso.
Posteriormente, Heidemann, aun admitiendo cual hecho primario j
esencial la poliseroisitis, acercándose de este modo á la opinión d'*
Schupfer, sostiene aún obstinadamente el que se trata en el síndrome
de Pick, no ya de una ascitis inflamatoria, sino de una ascitisp:
éxtasis, deduciendo de aquí la idea de que no es la poliseroisiti? It
provocadora de la exudación peritoneal, pero que sí predispone á Ii
serosa á la trasudación. La definición de tal cuestión, que parecía -v:
fácil determinar por el examen del líquido peritoneal, no resulta to.is
vía cosa sencilla, cual á primera vista pudiera parecer.
En Francia, por el año 1898, Gilbert y Grarnier describieron uníís-
drome, muy semejante al de Pick, de sínfisis pericardio-perihepátiíri,
caracterizado por la sinequia pericárdica asociada á la perihepatiti^T
á las lesiones cirróticas del parénquima hepático, con ascitis que pre-
domina sobre los edemas y recidivante ; en la explicación de tales he-
chos, en que no es menos la lesión secundaria del hígado á la del cora-
zón y aproximándose á la de Schupfer, entendieron ambos se trataba
de manifestaciones de una sola causa ( probablemente la tubercul(.'>i
que invade contemporáneamente pericardio y peritoneo perihepáti''^
transportándose del uno al otro por las comunicaciones linfáticas e\i'^
tentes entre dichos órganos, atravesando el centro tendinoso del dia-
fragma).
A este propósito, si bien Gilbert y Garnier tienen, respecto á la for-
ma clínica por ellos descrita, una idea separatista, precisa recorl '
que ya anteriormente Hutinel había descrito una forma de pericar:.-
tis adhesiva tuberculosa con el llamado hígado cardio-tuberculo?*), --
cual tiene manifiestamente perfecta semejanza con la sínfisis perica:-
dio-perihepótica.
Otra distinción trató de establecer Siéger en 1898, quien estuir
especialmente aquella forma de perihepatitis descrita anteriormenv
por Curschmann con el nombre de Zuc/tergusslebei' ; en estos caí^^> ^
trataría de inflamación crónica exudativa de la cápsula del hí^raii
primitiva ó secundaria, ocurrida desde el pericardio ó de la pleura ^i'*
recha é independientemente de alteraciones del hígado (cirrosis cap-i-
lar), mientras que en la forma de Pick ?e trataría, al contrario, de in<i-
ración por éxtasis del hígado á consecuencia de trastornos crón: ^
circulatorios en el tronco de la porta, directamente independiente^
una perihepatitis crónica (cirrosis cardíaca) ; en el primer caso se^^i-
dría, en resumen, una poliseroisitis y en el segundo una grave cardi-
patía (sínfisis pericárdica), con las consecuencias de éxtasis, rei>eKi>
tiendo especialmente sobre el hígado.
En realidad, no apareciendo justificada la idea de una clara nei?
separación entre las dos formas expresadas por Siéger, su hi¡>ót--.'
avalorará siempre en pro á la sustentada por Schupfer, ó sea que se tra'
Noias clinicas 3gt
en la mayor parte de los casos presentados de síndrome de Pick de la
forma de poliseroisitis.
Eisenmenger también combate la opinión de Pick de que la ascitis
sea ocasionada por éxtasis en el peritoneo causado por la cirrosis más
bien que por la congestión crónica desenvuelta^ en los lóbulos del hí-
gado ; la causa de la ascitis no sería ni la de Pick ni cualquiera otra
causa única, sino que se debe admitir pueden concurrir igualmente
muchos factores reunidos. Caso de no admitir de modo absolutamente
exclusivo la existencia de inflamación del peritoneo, la cual existe
aunque no exprese por sí el derrame, puede ocasionarlo localizándose
en la porta hepatis y extendiéndose hacia el hígado á 1q largo de los
vasos con fenómenos de peri y endo-flebitis portal, dando lugar á éx-
tasis de la porta y ascitis. Empero, aun no se puede excluir una cirro-
sis hepática concomitante, manifestación que puede ser tuberculosa,
localizada además en el pericardio ; como también puede el proceso
pericardítico por la supra-hepática descender al hígado y ocasionar
endo-periflebitis con obstáculo á la circulación portal ; puede también
ocurrir exista contemporáneamente un derrame pleural derecho que,
comprimiendo la cava inferior, de lugar inmediatamente á éxtasis
portal ; también puede acaecer que el exudado mismo de la pericardi-
tis ó el tejido conectivo cicatricial pericárdico-nfediastínico llegue á
englobar y comprimir la vena cava inferior.
A la misma ecléctica conclusión viene á asentir Galvagni, por cuanto
entiende justificada la explicación de Pick para aquellos casos por el
mismo relatados, en que no fueron revelados hechos de peritonitis, ni
adherencias del hígado al diafragma, en tanto existía esplenomegalia
en alto grado, pudiendo conservarse ambos argumentos anatómicos y
clínicos positivos, invocados en todas las demás explicaciones de la
ascitis, aebiéndose sentar cual conclusión que la mayor parte de las
veces algunos de los mentados síntomas y aun todos juntos pueden
producir trastornos de mayor ó menor gravedad. Del mismo parecer
son también Venot y Boutavant (1).
Notas clinieas
POR KL
Dr. FEHRBk PlERA
Aneurisma de la aorta abdominal tratado con las inyecciones
HiPODÉRMiCAS DB GELATINA. — Dorotea LL, de 32 años de edad, de cous-
titución débil, sin antecedentes hereditarios de importancia especial.
Sus antecedentes morbosos quedan reducidos á un parto distósico que
motivó la aplicación del fórceps, y á fiebre puerperal consecutiva, gra-
ve. A los seis años de haber sufrido la fiebre puerperal, empezó á no-
tar dolores en el vientre, en la región del ombligo, dolores que des-
aparecían durante una temporada para reaparecer sin causa conocida.
A los dos años de haberse iniciado estos dolores, se presentaron ya con
más frecuencia y mayor intensidad, y en esa época la enferma empezó
á observar que se acentuaban más con la marcha, hasta el punto que la
obligaban á andar por la calle como doblegándose ; al mismo tiempo
experimentó cierta disnea y plenitud exagerada del estómago después
[le las comidas. Poco tiempo después se acentuó tanto ese estado, oue
la enferma no podía salir de casa, molestada por el constante surri-
miento que le causaban los dolores, la disnea y la fatiga.
(1) Rivista Sanitaria, n.» S. — Garretta Sic. de Med. e Chir,. n.<» 30. -- F. Pick, Zcitschr.
^ Kiin. Med., t. XXIX, 5 y 6.
5g2 Afecciones ocularet de origen menstrual
Eu esta época la vi por primera vez y pude apreciar un aneurisma
de la aorta abdominal, que se manifestaba claramente tanto con la ins-
pección por la elevación pulsátil de la pared anterior del vientre, muy
acentuada desde unos cuatro centímetros por encima del ombligo, lia¿4
dos por debajo, como poda pulsación que daba la sensación de un tumor
pulsátil del tamaño de un coco pequeño. Hecho el diagnóstico dife-
rencial con cualquier otro tumor que pudiese transmitir los latidos de
la aorta y que sería prolijo repetir, instituí el tratamiento de la afecdh
mediante las inyecciones hipodérmicas del suero gelatinoso, en canti-
dad de 20 cm^, dos veces por semana, cantidad que no pude traspasa:
por ser extraordinariamente dolorosas, tanto, que me vi obligado a
añadir un centigramo de clorhidrato de morfina por inyección, con ei
objeto de hacerlas más tolerables. A las primeras inyecciones desajri-
recieron los dolores para no reaparecer, y desapareció la parte de tu-
mor pulsátil infra-umbilical, que si bien con la inspección no se nota'-s
más que en una extensión de unos dos centímetros, con la palpaciün-
apreciaba perfectamente en más de cinco. El estado general de la e:
ferma mejoró notablemente, y disminuyó la disnea y la plenitud g-«v-
trica después de las comidas. En vista de esta mejoría inicial tan r-
pida, seguí con el mismo tratamiento durante unos nueve meses. •
como no observara eñ este tiempo ningím signo nuevo en favor de ul
regresión, abandoné el tratamiento y prescribí sólo un rég'imen y|.v-
nero de vida apropiados á la grande enfermedad arterial.
Actualmente, hace ya más de tres años, la enferma sigue coa »:
aneurisma que sólo la molesta ligeramente después de las comidas: ¡a^
pulsaciones se perciben perfectamente con la simple inspección por cü-
cima del ombligo, pero no parece haber aumentado.
En todo este tiempo nO se presentó el menor accidente, sibient-aii
día que había de darse la inyección se preparaba el medicamentu } >-
esterilizaba en el autoclave. Sólo debo citar dolores menstruales y '1^
cuitad en las reglas, cuando éstas se presentaban muy próximas li^
inyección.
Afecciones ocolares de origen menstrual '
l'OR EL
Dr. F. Terrien
Ex jefe de dioica de la FacuFud de París
Generalidades. — Existe una relación evidente entre el aparato ^«'u~
y el visual, y muchas afecciones del órgano de la visión deben atribuid
trastornos menstruales.
Sin embargo, es muy difícil sostener si la afección uterina es laca >
determinaute del trastorno visual ó solamente la causa ocasional, pud f-:
ambas afecciones provenir de una afección común, la sífilis, por ejem^
Es preciso ser cauto en afirmarlo demasiado, y Mooren va niuy lejos ais*
buir á la mayor parte de las afecciones oculares que sufren las mujer»^^
origen menstrual.
Sin embargo, los trastornos menstruales ejercen una influencia mi
fiesta sobre la aparición de ciertas afecciones oculares, como demue>í"i
número de observaciones publicadas. Algunas veces se trata de unat-
ción de origen reflejo ; lo más frecuentemente de una verdadera ÍDfe»n.
esto no puedt? sorprendernos, conociendo las modificaciones produci<ií>?
la menstruacícHi en la presión intraocular, la cantidad y la composic: :i
la sangre, muchas veces anormalmente cargada de productos tóxicos.
Estos trastornos son múltiples como las afecciones oculares que pi'-
determinar. Dividiremos nuestro trabajo en dos partes. Kn la primera^
(1) Ga^. des hóp.. 19 y 26 septiembre de 1903.
Afecciones oculares de origen menstruúl ^ 5g$
diaremos las complicaciones oculares que pueden presentarse, aun cuando
rara vez en el curso de la menstruación normal, y las mucho más frecuentes,
ocasionadas por las anomalías de la menstruación. La segunda parte
tendrá por objeto los trastornos visuales que sobrevienen durante el emba-
razo, el parto, la lactancia y el puerperio.
PRIMERA PARTE
JKenstmaoIones normal y anormal
I. Menstruación normal. — No ejerce gran influencia sobre el órgano
visual. Sin embargo, así como determina una debilidad de todo el orga-
nismo, puede influir también sobre la visión, y los trastornos que ocasiona
pueden dividirse en trastornos funcionales, nerviosos, vasculares é inflama-
torios: estos diversos desórdenes reconocen muchas veces una misma causa
tóxica.
I.** Trastornos funcionales. -^^e^ ha notado algunas veces una ligera dismi*
nución de la agudeza visual, pero ésta permanece de ordinario en condiciones
normales (1). El campo visual es frecuentemente reducido (Finkelstein). Esta
disminución en la extensión del campo visual empieza dos ó tres días antes
de la aparición de las reglas , aumenta hasta el tercer ó cuarto día de la
menstruación, para disminuir poco á poco y desaparecer hacia el séptimo ú
octavo día.
La estrechez existe para el blanco y también para los colores ; muy fre-
cuentemente el verde se confunde con el amarillo. La estrechez es gene-
ralmente más acentuada en tiempo de reglas abundantes ó en los sujetos
nerviosos, propensos á las palpitaciones y neuralgias. Este sólo punto
demuestra que muchas veces también puede atribuirse la estrechez á cual-
quiera otra causa, en particular á la histeria, que ha de buscarse siempre.
No está menos establecido que la extensión del campo visual se halla sujeta á
variar y puede ser influida por diversos factores, en cuyo número se ha de
colocar la menstruación.
2.** Trastornos nerviosos. — Ya son fenómenos neurálgicos caracterizados
por dolores en la esfera del trigémino , en particular la primera rama. Se
presentan por crisis, permanecen de ordinario unilaterales y se acompañan
en ocasiones de una sensación de pesadez y plenitud por parte ae los
glóbulos oculares.
Se ha señalado también ligeros conatos de hipertonía y se sabe que,
en las predispuestas al glaucoma, la aparición de la menstruación , aun
natural, y sobre todo el menor retraso de ésta, pueden determinar un acceso
de glaucoma. Por otra parte, son accesos de neuralgia oftálmica, con sub
habituales caracteres.
A los fenómenos neurálgicos pueden añadirse la hiperestesia que inte-
resa no sólo las ramas del trigémino, que son dolorosas. si que también el
nervio óptico . caracterizada entonces por una fotofobia de grado variable.
Junto á esta astenopia retiniana , se ha de mencionarla astenopia acomoda-
tiva, que se observa con mucha más frecuencia y puede revestir todos los
frados, desde la simple fatiga tras una lectura prolongada, hasta la imposi-
ilidad absoluta de acomodar, aun cuando sean algunos minutos. Esta
última forma, que se encuentra igualmente en las grandes cloróticas, es
mucho más rara aquí. . Todo se limita, lo más frecuentemente, á algunos
dolores neurálgicos y á un ligero trastorno de la visión después de un
trabajo seguido ; trastornos que desaparecen con el reposo. Exi.-íten natu-
ralmente mucho más en el hipermétrope y se hallan en razón directa del
girado de ametropia.
Los altos grados que alcanza la astenopia acomodativa, la paresia y la
parálisis de la acomodación, coinciden con otros trastornos menstruales.
Volveremos á ocuparnos de ello en el artículo siguiente.
Los nervios motores del ojo pueden estar igualmente interesados y la
parálisis recidivante del óculo-motor común, frecuentemente debida á trasto r
<1) Es sabido que basu, para medir la agudeza visual de uno de los ojos, colocar al sujeto á
cinco metros de las escalas de agudeza visual, cerrándose ei ojo congénere con la mano. £l ojo
que goza de una agudeza visual y de una refracción normales (los vicios de refracción deben corre-
girse previamente por medio de vidrios), ha de leer la última linea de las escalas de agudeza visual.
jEn el caso contrario, la agudeza es inferior á la normal.
^4 Aftceiona oculares é9 origgn mengtruat
nos menstruales, se ba notado también en el curso de la menstmdéi
normal. Hasner ba relatado la observación de una joven de Ha&os» que
en cada época menstrual era atacada de accesos de jaqueca acompalíado^(l?
Tómitosy de parálisis del 6culo*motor. A. los tres días de la aptiiciónd^
las regias cesaron en seguida, primero, la parálisis del elevador, después ;:
de los músculos extrínsecos y, por último, la de la pupila (1). Quizás i
parálisis se deba en tal casoá una irritación vaso-motora del centro df
ócülo-motor, ó bien á una auto-intoxicación periódica de origen menstn]};
Los trastornos pupilares no se observan en el curso de la meDStni&ci . ]
normal.
Un cierto grado de exo/talmia, con aumento de la clrcunferencii >>:
cuello, fué observado porCobn, en una joven de 11 años en el momeDtoóe^v
épocas menstruales, enteramente normales, y que no presentaba nin^ci
otra alteración (2). Quizá se trataba de un conato de enfermedad de Bbf
dow. Por otra parte, Kay (3) notó en una mujer de 30 aüos, atacsdi^*
tS9ftalmia del ojo derecho, á consecuencia de la trombosis de las venas*
tariasy el acrecentamiento de los dolores y de la salida del globo ocuUir.
cada periodo menstrual.
S."* Trastornos vasculares é inflamatorios. — Apenas si se observan en-
curso de la menstruación normal. Vanee ha encontrado algunas veces ul.
hiperemia de los vasos de la retina y de la papila, y, en cambio, una anen.
general del fondo del ojo (4). Conociendo las variedades fisiotógicas»,
presenta la circulación del fondo del ojo según el momento del examen l
se puede dar una importancia grande á estas observaciones.
La hiperemia de la conjuntiva y aún la conjuntivitis complicadi ':
orzuelos, ha sido notada algunas veces durante la menstruación. Pert^
trata siempre en este caso de una infección local, favorecida todo lo ilí<
por la aparición de las épocas menstruales. Más frecuentes son el tiv.-
pardo obscuro del surco órbito- malario y el ec^an^ de los párpado, my-
dentes ó no con el edema de otras regiones. La afección se mue§tr&¿
ordinario dos ó tres días antes de la aparición de las reglas y desapar^-
dos ó tres días después , sin causar dolores ni fatigas de ninguna clase I
edema puede interesar también la conjuntiva y producir un pUmm :
grado variable. En todos los casos el rifíón se ha encontrado indeai^
se trata, probablemente, en tal caso de trastornos vaso*motores, que puelr
atribuirse á la urticaria. Ordinariamente es un edema blanco, flojo; na
vez la piel se enrojece y por su aspecto puede hacer creer en una erisipe.^
Bn el caso de Fage, se trataba de una mujer de veinte afios, que, ea esa
una de sus épocas menstruales, presentaba una elefantiasis de loscui^
párpados. La afección había aparecido cuando la susodicha mujer teii
doce años, en el momento en que se establecían los menstruos. Desapar-
ció aquélla paulatinamente á los diez y nueve años, época en que lan^'
3 uedó embarazada, para presentarse de nuevo algunos meses más tari'
espués del parto (5).
Se ha notado muchas veces la aparición de herpes de la úárnea, en el co;^
de la menstruación, erupción análoga á las formas de dermitis que han f*
observadas en ciertas personas con ocasión de sus reglas.
Se ha notado también diversas formas de queratitis, queratitis puntea*
superficial (Fuchs), queratitis intersticial difusa, acompañados ó no de í '
fobia(Mooren). ^
Pero estos hechos son excepcionales. También lo son las rarisimasf "
servaciones de iritis, de irido-coroiditis y de trastornos del vitreo, que se U
relatado, y que no aparecen en la menstruación normal. Bs predso, i*^*-
más, una predisposición particular y sobre todo una afección anterior >
globo ocular. El ojo primitivamente atacado se convierte entonces er-
Jocusminoris resistentia, y el sólo hecho de la menstruación, porlo^tn^
tornos circulatorios que ocasiona, puede dar origen en el ojoenfrnc'
hiperemia, á hemorragias, ó á la reaparición de una inflamación antigna
(1) Hasner, Wien. med. Wóchmt,, 1883, q.« 12.
(2) Coho, KUn. MonatMbl.f. AvMenkeit., 1967, p. 350.
(S) Kay, Amer. Jom. of. mtd. 5c., 1882, p. 383.
<ij Vanee. The Boeton med. and hurg. Joum.^ mayo, 1872. p. 298.
<5) Fage, Ann. d'oculist, 1892, t. CVII, p. 276.
Afeccionts oculans de origen menstrual 5^5
Por el contrarío, diversos trastornos menstruales» como la metritis, la en-
dometritis, las metrorragrias, la dlsmenorrea, y sobre todo, la menopausia,
pueden por sí solas tener resonancia en el drgano visual y producir en él
grandes alteraciones. Estas son las que aiiora vamos á estudiar.
II. Mbnstrxjación ÁNOBMAL.^Las afecciones uterinas más diversas que
pueden dar lugar á desórdenes visuales sensiblemente idénticos, las reuni-
mos bajo el término genérico de menstruación anormal, salvo especificar, &
propósito de ciertas manifestaciones oculares, los desórdenes uterinos que
les dan origen las más de las veces.
Estos trastornos visuales se pueden también dividir en nerviosos, fun-
cionales, vasculares ó inflamatorios. Los dos primeros son muy probable-
mente de orden vaso-motor, y debidos á la neurosis que les acompaña de
ordinario. Los segundos son de orden infeccioso y manifiestan la intoxica-
ción de origen uterino.
Traslamos nerviosos y funcionalei. — Consisten en una hiperestesia refleja
del trigémino, del nervio óptico, ó de ambos á la par, jr han sido descritos,
cuando son muy acentuados, bajo el término de copiopta histérica (FOrster).
Este término muestra bien que la afección no debe atribuirse única-
mente á trastornos menstruales. Estos tienen en su aparición una notable
influencia, particularmente la metritis y la perimetritis. pero son ante todo la
manifestación de una neurosis, y sobre todo de la histeria. Así, aunque
patrimonio del sexo femenino, se observa también en los hombres, particu-
larmente en los que presentan alteraciones sexuales.
Llega á su máximo de frecuencia entre los treinta y cuarenta años, y
coincide ordinariamente con otros trastornos nerviosos : insomnios, irrita-
bilidad, palpitaciones, depresión general, dolores lumbares y muchas veces
también otros síntomas de histeria.
Está caracterizada por dolores neurálgicos, acompañados generalmente
de hiperestesia y de trastornos visuales.
a) Dolores neurálgicos. — Son perl é intra-oculares y se irradian alrede-
dor de la órbita, la frente, la región malar y al nivel del maxilar superior.
Son dolores sordos, en ocasiones lancinantes, terebrantes, y se acompañan
muchas veces de una sensación de quemadura de la conjuntiva, de los pár-
pados y del segmento anterior del globo ocular. No aumentan general-
mente con la presión en el punto de emergencia de los nervios, diferen-
ciándose en esto de los dolores neurálgicos ordinarios. Casi siempre bila-
terales, exagerados por el trabajo de cerca ó por una luz viva, aparecen sin
causa apreciable, y duran varias horas ó algunos días con una intensidad
variable. Más vivos á la menor fatiga ó á la más ligera emoción, se calman
con el reposo y el sueño, no siendo generalmente turbado éste por los do-
lores.
No existe ni inyección de la conjuntiva, ni tumefacción d« los párpados,
ni aumento de !a secreción lacrimal y el dolor constituye el único síntoma
apreciable. El examen local no revela ninguna anomalía; alomas, una
ligera insuficiencia muscular, un poco de presbiopía ó de hipermetropía,
todas afecciones insuficientes para explicar por sí solas los dolores que sufre
el paciente. Tanto más, cuanto que la corrección óptica de la ametropía
con los cristales prismáticos ó los convexos no produce ningún alivio, é
pesar de la mejoría que en la visión se ha originado. Aun más, las letras
adquieren una intensidad demasiado grrande ó bien la montura de los cris-
tales, ejerciendo presión sobre la nariz, ocasiona nuevos dolores.
b) Trastornos fHsuales.-^Son consecuencia de la hiperestesia de la retina
y del nervio óptico y se manifiestan esencialmente por la fbto/bHa. Es de
intensidad variable y sobre todo es marcada con la luz artificial, que es muy
difícilmente soportada. Aquí también, y mucho más frecuentemente que
en el curso de la menstruación normal, se muestran los trastornos que he-
xnos estudiado á propósito de esta última: astenopia acomodativa, estrechez
del campo visual y disminución de la agudeza visual. Se han descrito también
casos de ambliopía y de amemiTOsis sin lesión del nervio óptico, pero esto es
completamente excepcional. Esta amaurosis, como tamnién algunos casos
raros de hemianopsia, que han «ido mencionados, da origen casi siempre á
trastornos vasculares e inflamatorios y será descrita con estos últimos. í)e
ordinario la agudeza visual está poco alterada y permanece sensiblemente
normal.
5g6 Afecciones oculares de origen menstruai
Tal es la copiopía histérica. El tratamiento tiene sobre ella poca acción.
Recomiéndase el extracto de valeriana, los bromuros á dosis pequeña y las
afusiones frías, desconfiando de los narcóticos, que dan pocos resultados.
Se prescribirá naturalmente el uso de cristales ahumados, evitando los tin-
tes demasiado obscuros que frecuentemente no tienen otro efecto, habi-
tuando el ojo á la obscuridad, que aumentar la irritabilidad á la luz. Uq
tinte medio, el n.° 3, es el más conveniente. La afección de los órganos
genitales se tratará concienzudamente, y la curación será tanto más prr>l«-
ble cuanto el paciente sea de más edad. Todos estos desórdenes, en efer^
noseobservau en la mujer pasados los sesenta años, cuando la actividad
sexual ha desaparecido por completo.
Ordinariamente estos trastornos funcionales no son bastante intens-s
ni están lo suficientemente agrupados para constituir el síndrome de lao-
plopía histérica. Pero en un grado menor se les encuentra con frecucDci
en la mayor parte de las afecciones del aparato genital en la mujer, mi¿
at^n que los trastornos vasculares é inflamatorios. La anteflexión, la retr<)-
flexión y los prolapsos uterinos existen frecuentemente como causa oca-
sional.
Son la anestesia ó la hiperestesia retiniana, la astenapia nernosa, bf
pacientes se quejan de una ligera fatiga de los ojos y no pueden sostener h;
trabajo de cerca. El campo visual es, de ordinario, un poco reducido, p-r
la agudeza visual permanece casi siempre intacta. Puede existir fotopM
y lagrimeo. En tal caso debe suponerse la histeria y buscar los estigmas.
Los trastornos motores y las parálisis de los nervios motares del ojo ha:
sido observados asaz frecuentemente. Mooren ha notado una mdrisiri
unilateral pasajera en tres enfermos respectivamente atacados de endc^
metritis, de parametritis y de retroflexión uterina.
Este mismo autor observó también una miosis bilateral, sin otros trar
tornos oculares, en una señora atacada de prolapso del útero. Mooren rr-
deber atribuir dicha miosis á una parálisis del simpático, determinada p r
el descenso del útero.
Trastornos vasculares^ —Las hemorragias de la retina, déla coroides y de:
cuerpo vitreo han sido encontradas en el momento de la menopausia, v
sobre todo, después de la brusca supresión de las reglas. Estas hemorra-
gias, que tienen lugar en los puntos más variados del organismo, pueleii
ser peri ó intra-oculares, y aun interesar á la vez el globo ocular y sus ase-
xos, los párpados, la conjuntiva ó la órbita.
Guérin, Laurence y otros vieron hemorragias en la cámara anterior. ^2
el cuerpo vitreo, presentarse en el momento de cada época menstrual. Tra
enferma que hemos seguido varios años en la clínica oftalmológica d¿
Hótel-Dieu, presentó, seis meses después de iniciarse la menopausia, una
hemorragia intra-ocular profusa del ojo derecho que espontáneamente apa-
reció. A partir de esta época, después de períodos de reabsorción incom-
pleta, las hemorragias se reprodujeron á intervalos cada vez más próiimc^
el cristalino lentamente se fué poniendo opaco, y finalmente, el ojo se hi'^
glaucomatoso y debió ser enucleado.
Se trata aquí muy probablemente en todos los casos de hemorragias v.-
cariantes. Las modificaciones de la presión sanguínea no son suficiente»
por sí solas para determinarlas, y es preciso, de ordinario, una infeccioD *
una intoxicación sobreañadidas. Los diabéticos, albuminúricos y otn^
discrásicos están particularmente expuestos de por sí á ellas. La enfenni
cuya observación acabamos de relatar, era claramente diabética, y despué?
hemos observado otros dos ejemplos de ello.
Trastornos inflamatorios é infecciosos, —Son múltiples y pueden alcanzar
los diferentes segmentos del globo ocular. Unos son excepcionales, otpf^
mucho más frecuentes, merecen que les prestemos nuestra atención : taie»
son las afecciones del tractus uveal y del nervio óptico.
Los trastornos uterinos que los provocan pueden ser muy diversos, pe*-
la infección se encuentra siempre en el origen, así como también la me-
tritis, la endometritis, la perimetritis. y la dismenorrea. La menopaiis;»
es también un factor importante ; por último, se ha de indicar, junto a.i
aupresión brusca de las reglas, las hemorragias uterinas, profusas ó dj
profusas, que pueden repercutir sobre el órgano de la visión.
1.° Tractus uveal. — Es frecuentemente atacado en muchos desórdea»
Áftcciones oculares deorigtn menstrual 397
menstruales, y estos trastornos se manifiestan, ó por irido-coroiditis ordi-
nariamente plásticas, ó por trastornos del vitreo, ó por ambos á la vez. y
excepcionalmente por irido-coroiditís supuradas.
a) Iridocoroiditis. — Es la forma más frecuente y ofrece un real interés
clínico porque es de ordinario latente, y puede pasar inadvertida. Es la
iritis tranquila de los autores ingleses {quiei iritis). Generalmente bilate-
ral, evoluciona insidiosamente, sin determinar dolores ni reacción. El pa-
ciente se queja sólo de un entorpecimiento en la vista. Se establecen sine-
quias posteriores, que pueden llegar hasta la oclusión total de la pupilti y
hasta á la tisis del globo, si la afección es desconocida. Es de importancia
en tal caso examinar muy concienzudamente la pupila mediante el alum-
brado oblicuo; la presencia de sinequias posteriores, la irregularidad de la
pupila y la ausencia del reflejo luminoso permitirán el diagnóstico.
Los casos publicados hasta la actualidad son muchos. En el caso de
Wecker, la curación de la iritis se realizó con la de la ondometritis (1). En
el de Vignes (2), se trataba de una endometritis infecciosa crónica, que
había producido una doble irido-coroiditis plástica con ceguera casi com-
pleta. El raspado del útero y la desinfección consecutiva produjeron un gran
decrecimiento de la afección ocular y la agudeza visual subió de 0*2 á 0*6.
Pero al lado del tratamiento general, el local no se descuidará nunca.
Se multiplicará las instilaciones de colirios con atropina al centesimo, que
tendrán por fin romper las sinequias ya existentes y prevenir la formación
de nuevas adherencias. Estas instilaciones serán repetidas dos ó tres veces
al día (3). Se recomendará también el empleo de compresas calientes, apli-
cadas sobre el ojo, con los párpados cerrados, y renovadas cada tres ó cuatro
minutos durante media hora. Se repetirá las aplicaciones tres ó cuatro
veces al día, y este procedimiento sencillísimo es un excelente agento de
reparación que favorece los cambios nutritivos. Modera al mismo tiempo
los síntomas irritativos y se empleará en todas las variedades de irido-coroi-
ditis y de trastornos del vitreo.
b) Trastornos del vitreo, — Se manifiestan á la vez por síntomas subjeti-
vos y objetivos. Los primeros están caracterizados por una disminución
de la agudeza visual. La enferma se queja de ver los objetos como á través
de una niebla, ó de una capa de agua; según la dimensión de los trastornos
del vitreo, advierte al mismo tiempo moscas ó cuerpos extraños que van y
vienen en el campo visual.
Los síntomas objetivos son muy visibles con el oftalmoscopio. Ordina-
riamente se trata de un polvo fino del vitreo ; la papila puede apenas dis-
tinguirse y da la impresión como si se viera á través de una niebla muy
espesa. Por otra parte, se ve fiotar en el cuerpo vitreo gruesos filamentos
que- resaltan, por su negra coloración, sobre el fondo rojo del campo papi-
lar. Casi siempre se comprueba al mismo tiempo signos de irido-coroiditis,
en que los trastornos del vitreo sólo son consecuencias (sinequias posterio-
res, condensación de la membrana iridiana, etc.).
Como esta última, los trastornos del vitreo son, de ordinario, simétricos,
lo que viene á hacer más grave el pronóstico.
Un hecho particular es la gran variabilidad de los síntomas objetivos
según el estado del paciente y el momento del examen. Un día la enferma
siente un alivio muy real, y á la mañana siguiente se obscurece de nuevo.
Es, pues, preciso no aceptar una curación que no existe. Tras una dura-
ción larguísima (algunos años) y alternativas de agravación y mejoría, el
cristalino acaba por hacerse opaco en su totalidad, y la ceguera se hace
completa y definitiva.
En una mujer de veintinueve años, observada por nosotros en la Clínica*
oftalmológica del Hótel-Dieu, en enero de 1899, los trastornos del vitreo
aparecieron seis meses antes á continuación de la supresión de las reglas y
de dismenorrea consecutiva. La afección permaneció unilateral y ter-
minó un año más tarde con la opacificación del cristalino, á despecho del
tratamiento instituido.
(1) De Wecker, Iritis métritique. — Semaine mid., 1891 p. 86. - .
(2) Vignes, Irido-choroidtté dtorigint uterine. — Arch. dVphtalm. 1896, p. 149.
(3) Vigilese la tensión del globo durante el traumiento, que disminuye generalmente. Si el
tono se eleva, lo que es raro, se cesará en seguida el empleo del midriásico para aplicarlo de nuevo
tan pronto como la tensión recobre su estado normal.
■^8 Afeccioius oiuiaru dé origtn metutruAl
Bete tiene poca acción. Se hará, ante todo, el tratamiento mercuiiil
bajo todas sus formas, dando la preferencia á las inyecciones. Se ha preco-
nizado también las inyecciones subconjuntivales de sales mercuriales, qoc
no nos han dado casi resultado. Se inyecta, por ejemplo, bajo U ctjdjqq-
tiva, alg'unas gotas de una solución de sublimado al mil. Los calomelaao»
al interior, á dosis fraccionadas, pueden también ser empleados. Lasuda-
-ción que se obtiene con la ingestión cotidiana durante algunos días de im!
infusión de hojas de jaborandi (2 á 4 gramos), ó con las inyecciones depilo-
xsarpina, encuentra también su indicación aquí. Por último, el tratamiestc
local se limitará al empleo frecuente de compresas calientes.
e) Irido-coroiditis supurada y oftalmía nistastásica.-^liMcho más raiaTn
ae ve sobrevenir, á consecuencia de afecciones uterinas, las irido-coroiditi.^
2ue rapidísimamente terminan en la supuración. Algunos días despue
el principio de la afección el pus se presenta en la parte anterior (hiiK-
pión), invade el cuecpo vitreo y constituye el flemón del ojo.
La irido-coroiditis metastásica es hoy muy conocida, y Axenfeld. reciei
temente, ha publicado sobre este asunto un muy interesante tnb^o.li
Frecuentemente se observa en las lesiones del útero y sus anexos, y, sobrr
todo, á continuación de la infección puerperal.
Los gérmenes sépticos, partidos de un punto cualquiera de Ja re^):
primitivamente infecta, son arrastrados por la circulación y se detieoeiie!
el interior del ^lobo ocular, en la coroides y aún en la retina. Hemos ds¿:
á conocer un ejemplo muy curioso de ello. En una mujer que padeeá
algunos años de leucorrea, una infección estreptocóeica, salida de la ña-
cosa uterina, dio lugar á una artritis supurada de la rodilla derechacH
estreptococos, y al día siguiente una oftalmía metastásica con estreptococia'
del mismo lado ; la muerte ocurrió á los quince días, por haberse genenlj-
zado la infección (2). Veillon y Morax han relatado un caso semejante ^
Bsta irido-coroiditis metastásica no se encuentra únicamente en laa afec-
ciones uterinas, sino que también puede observarse en toda infección. «
particular en la pneumonía ; solamente el agente infeccioso es el que diñe-
re. Pero es frecuente, sobre todo, en la infección puerperal, y el pranásüf;
es por modo particularmente grave, debido á la virulencia del agente iDfe6
cioso. Muy frecuentemente es fatal, en especial si ambos ojos están innü
dos. La muerte en tal caso es la regla. Si sólo un ojo es atacado, el pnm
infeccioso tiende á localizarse y se puede esperar la curación; pero la tos
del ojo atacado permanece siempre nula y muchas veces, también, bastan
integridad del globo ocular se pierde.
Ante todo se tratará la infección general y se limitará como tratamiest:
iocal á las curas húmedas, frecuentemente ;ren ovadas, á las instilacioDe^df
atropina y aún á las inyecciones subconjuntivales de sublimado al mil. ^
la irido-coroiditis termina en la panoftalmía, la exenteración del globo ie
impone.
a) Finalmente, al lado de las inflamaciones del tractus uvealseb^^
m^uzíoiíKT \q% procesos glawcomatosos que pueden presentarse como w^P
caciones de la iritis ó de la ciclitis y también como fenómenos aisladoa. ^
duda, en semejante caso no se puede considerar el glaucoma como la co:-
aecuencia de la afección uterina, y ante todo es preciso insinuar la predis-
posición individual ; pero se conoce la influencia nefasta de los periodos
menstruales en los accesos de glaucoma, y se comprende que los tiastoroai
uterinos puedan provocar un ataque en un ojo predispuesto á él.
%.'^ Nervio óptico y retiría, — Las lesionep de estos órganos han sido ft-
centradas á consecuencia de desórdenes diversos : esterilidad ó suprea-'^
de la menstruación normal, metrorragias, menopausia, ovariotomia, casir^
ción, etc. Se presentan bajo diferentes aspectos, que agruparemos en cua-
tro clases, según las modificaciones observadas con el oftalmoscopio.
a) Éxtasis papilar. — Lo ha mencionado por vez primera De Graefe. ?<
tiene la imagen clásica de la papilitis, tal como se la encuentra en ios tv-
mores cerebrales. La papila es saliente, edematosa ; los bordes son poeo^
nada visibles y se confunden con la retina. Las venas son muy volumin:
(1) Axenfeld. V6n Grmfg Árehiv.. U XL, cutd. IV.
(2) Temen, Arch. tPOphtalm,, 1899, p. 171.
(3) Veillon et Morax, Ann. d'Oculiit., 1899, t. CXI, p. 841,
AJtcdomn ocularet dt origtn nwatntal Sgg
sa8, tortuosas y existe al nivel de la papila y alrededor de ésta pequefias he-
morragias venosas.
El curso del proceso es rápido, la visión disminuye muy pronto y en va-
rios días ó semanas la lesión llega á su apogeo. Se puede, no obstante, ob-
servar períodos de paro ó de remisión.
El pronóstico será tanto más favorable cuanto la infección evolucione
más rápidamente y la curación puede ser completa (De Graefe). Esta es
una diferencia con el éxtasis papilar determinado por los tumores cerebra-
les. £1 curso es mucho más lento en ella, y la afección, si ha tenido cierta
duración, termina de ordinario por una ceguera casi completa con atrofia
de la papila.
b) IfeurO'retinitU.'—FóTsterlh.hB, descrito bien. Las lesiones son las
mismas, pero mucho menos acentuadas. Un solo ojo generalmente es el
atacado, y rara vez los dos al.mismo tiempo. La agudeza visual disminuye
poco. Con el of(;almoscopio se ve los bordes de la papila ligeramente borra-
dos y ésta más ó menos congestionada. La afección permanece estacionaria
algunas semanas, y en ocasiones varios meses y puede terminar en la cura-
ción completa ó en una atrofia parcial de la papila. La atrofia completa es
rara. Se conoce un caso de Christensen ; aun en este último la causa no
parece unívoca (1).
Puede observarse en el momento de la menopausia, y sobre todo en estas
formas de menstruación anormales, en las que las reglas son muy irregula-
res, tardías en aparecer y muy poco abundantes (Meyer, Moeren), ó bien,
por último, cuando hay interrupción brusca de la menstruación (Swan-
zy) (2).
Recientemente, Caudron ha relatado la observación de una mujer de
treinta años, que habiendo sufrido la ablación de los ovarios, presentaba
periódicamente desde esta época, en cada época menstrual, brotéis de neuri-
tis óptica doble con éxtasis papilar (3).
Se ha pretendido explicar así la patogenia de esta neuro*retinitis ; el re-
traso ó la poca abundancia de las reglas determinaría cada vez una hipere-
mia del nervio óptico, y su repetición frecuente terminaría en la atrofia.
Se trata con más probabilidad, en estos casos, de una infección, y una
observación de Rokitansky, en la que existía al mismo tiempo una inflama-
<síón de la médula y del cerebro con focos de esclerosis en ciertos puntos, lo
demuestra con toda claridad.
El tratamiento consistirá, ante todo, en restablecer la menstruación
cuando falta ó suflre retraso, y en algunos casos este solo tratamiento es su-
ficiente para producir la curación. El tratamiento mercurial está indicado
también, tanto más cuanto que la sífilis puede existir á la par y es preciso
siempre pensar en esta eventualidad. Se completará con la medicación an-
tifiogistíca habitual : aplicaciones calientes ít^ecuentemente repetidas, uso
de cristales ahumados, tinte n.** 2, derivación sanguínea local por medio de
sanguijuelas aplicadas en las sienes.
e)' NeuritU retre^bulbar, ^ Uhtoff ha observado tres ejemplos en otras
tantas jóvenes de veinte á veinticuatro años que presentaban una dismeno*
rrea abundante. Una de ellas tenía, además, un útero muy poco desarro-
llado, casi infantil. La afección presentaba el aspecto clásico observado en
la ambliopía tóxica : escotoma central sin estrechez del campo visual y li-
gera decoloración del nervio óptico del lado temporal. El pronóstico es fa-
vorable.
d) Atrofia. — Además de las precedentes formas que pueden Mnducir á
la atrofia, Fórster ha insistido sobre una forma de atrofia 9imple que se ob-
servaría preferentemente en las mujeres estériles. Se reconoce por la blan-
cura característica de la papila, en ututo que los vasos conservan su cidlbre
normal. La visión es abolida enteramente.
Apoyándose en estos hechos, se ha querido hacer á la castración respon-
sable de ciertas atrofias del nervio. óptico, y de ello se han relatado algunos
hechos (Calbertson) (4). Pero esto es hipotético, tanto más cuanto que los
experimentos en este sentido practicados en animales, particularmente en
(1) Christensen, Ophtalmoiogische Meddelur, 1, 2, 3, Ugeskr. f. Ug. R. S, 1879,XXVII, p. 225.
(2) Swanzy. Irish Hop. Gaj(., 1873, p. 46.
(3) Caudron, Soc. d'Ophtalm. de Parii, abril 1903.
^4) Calbertson, A m*r. Journ. ofOphtalmoL, XIV, 8, p, 252.
6oo Afeccionts oculares de origen menstrual
la yegua y la vaca, no han dado resultados. Nunca será demasiada resem
la que se guarde en tal caso. Testimonio, una observación de Schmidt-
Rimpler. Se trataba de una señora que nunca había sido reglada y que
presentaba un útero infantil. Un comienzo de atrofia del nervio ópticn,
comprobado en ella, fué indicado como síntoma de anomalía uterina, mien-
tras el examen anatómico, practicado un ano más tarde, reveló una afección
cerebral, causa de la lesión ocular.
En un trabajo reciente, Chevallereau ha reunido veintiocho observacio-
nes de atrofia papilar consecutivas á hemorragias uterinas, las cuales se
reparten en esta fdrma : ^
Parto á término 9 casos
Aborto 10 »
Pérdidas uterinas sin embarazo 8 »
Fibroma uterino (1) ..,,., I »
3.** Amaurosis. — Los casos de amaurosis observados á continuación de
hemorragias ó de otros desórdenes menstruales terminan ordinariameLt'
en la atrofia de la papila. Algunos, no obstante, no van acompañados de
ninguna lesión objetiva y merecen que se les dedique un sitio aparte.
Assicot, recientemente, ha relatado dos observaciones tomadas en el ser-
vicio del profesor Lapersonne, en el Hótel-Dieu (2). Se trataba de dos en-
fermas que, al llegar á la época de su menopausia, fueron atacadas d
amaurosis fulminante en pos de hemorragias uterinas. La atrofiada la pi-
pila fué la consecuencia.
Tales hechos se observan sobre todo después de las de hematemesis ; 1:^
consecutivos á hemorragias uterinas son mucho menos numerosos.
Se ha buscado, ante todo, explicar la patogenia de estas lesiones por la
compresión: la aparición de la hemorragia produciría en la cavidad crs-
neana un vacío parcial, inmediatamente lleno por el líquido céfalo raquídea
Más tarde, los movimientos .del corazón recobran su energía, la sangre??
.restituida al cerebro, y la linfa rechazada dentro de las vainas del nerr:^
óptico, se acumula en este punto y comprime los nervios ópticos q-?
acaban por atrofiarse (Samelsohn ).
Se conoce tres casos examinados anatómicamente : uno de Hirsch-
berg (3). otro de Ziegler (4) y otro de Rachlmann (5). En los tres exista
una atrofia que partía de la retina y de la papila con lesiones de endarteri-
tis. Pero estos exámenes, practicados en una época muy lejana al principi
del accidente, dan poca luz sobre el génesis de las lesiones.
Si investigamos ante todo las condiciones que precisan para la aparicioc
de estas ambliopías, veremos aparecer, en general, tras .las pérdidas des&n-
fre poco abundantes ; las grandes hemorragias no parece predispong«2
ello. Por último, son excepcionales después de las hemorragias trau-
máticas ó quirúrgicas. *
Las personas atacadas no pasan habitualmente de cuarenta á cuarentay
cinco años, y se quejan de hematemesis, ó, si son mujeres, de pérdidas ute-
rinas. Muy raras en estas últimas después del parto normal, se las obsem
sobre todo después del aborto ó en el momento de la menopausia, algunü
veces también tras un mal parto: Gendron (6). Janot (7), Pargoire (8), Bas-
tido (9).
El aspecto de la papila es variable. Es el que ya hemos descrito: el éit»-
sis papilar, ora la neuro-retinitis, ora la atrofia simple, ora el aspecto de la
neuritis retro-bulbar. La amaurosis es generalmente tardía ; en la mayof
^arte de los casos se presenta entre el cuarto y sexto dia de la hemorragí»
Como lo hace observar Lapersonne, es difícil dar de la patogenia de efts
amaurosis una explicación única. Esta amaurosis se encuentra en sujete?
(1) Chevallereau, Arch. d'Ophtalmol., 1903, p. 417.
"^ Assicot, Arch. dVphtalmol., 1903, p. 322.
Hirschberg, Centralbl.f. praki. Augenheil., 1882.
(2)
(3) . „
(4) Ziegler. Beitr, rur palh. Anat., XXII, 1888.
(5) Rachlmann. Fortsch d. Med., 1889, Vil, n.° 24, p. 928-938.
(6) Gendron, Th. de.Paris, 1890.
(7) Janot, Th. de Montpeliier, 1892.
(8» Pargoire, Th. de Paris, 1892.
(9) Bastí de, Th. de Paris, 1893.
Signos clínicos de la meningitis 6o r
de cierta edad, muchas vece^ ateromatosos, cuyo estado general está in-
fectado. La hipótesis de la isquemia retiniana, aceptada por A. Terson y
Chevallereau, es difícilmente admisible, porque dicha isquemia retiniana,
debida á un espasmo de los vasos, cuyas paredes, todos lo saben, son muy
poco resistentes y provistas de una musculatura muy débil, no pueden por
sí solas dificultar la circulación varios días en el interior del nervio óptico. •
Por último, las lesiones de arteritis observadas en los casos de Hirschberg y
de Wasthoff, el aspecto edematoso de la papila y la neuro-retinitis obser-
vada en algunos casos, muestran claramente que se trata, por regla gene-
ral, de una infección. Por esto hemos creído justo colocar, como el profesor
Lapersonne hace, estos accidentes en el grupo de los trastornos innamato-
rios é infecciosos.
Por otra parte, la amaurosis se presenta bajo la forma de hemi-anopsia.
Araos, en una mujer de cincuenta años, atacada de un Abroma uterino, ob-
servó una hemlanopsia homónima derecha que sobrevino bruscamente á
continuación de una abundante hemorragia uterina; una histerectomía
total, practicada poco tiempo después, produjo una ceguera absoluta (1).
Chevallereau ha relatado dos casos semejantes (2). Se trataba con toda
probabilidad de trombosis vasculares.
Complicaciones mís rara.s.— Al lado de estas afecciones uveales ó neu-
ro-retiuianas, se han señalado otras enfermedades oculares más raras, tales
como la episcleritis y la escleritis, que, según Soemisch y Mooren, debieran,
con bastante frecuencia, ser atribuidas en la mujer á trastornos uterinos.
También ^e ha referido á la misma causa las repetidas manifestaciones de
MefaritUy de querato-conjutitivitis flictenularesque vuelven á presentarse en
cada período menstrual.
La cromidrosis y la aparición de manchas azules en los párpados han sido
observadas, durante la dismenorrea", por Rothmund (3), que las atribuye á
una exageración de la seborrea de los párpados. Pero se trata en todos es-
tos casos de hechos excepcionales, que deben atribuirse más bien al mal
estado general (escrófula, Unfatismo, tuberculosis, etc.), que ^ los mismos
trastornos uterinos. Únicamente son exagerados bajo la influencia de estos
últimos.
Las únicas manifestaciones de orden infeccioso útiles de tener en cuenta,
desde el punto de vista clínico, son las inflamaciodes del tractus ureal y las
neuro-retinitis, sobre las que hemos insistido con bastante detención. Ahora,
vamos á emprender el estudio, en una segunda parte, de algunas afecciones
oculares que se presentan durante el embarazo, parto, lactancia y después
del parto. Casi todas son de origen infeccioso, así como consecuencia di-
recta de éstos diversos estados. Por lo tanto, deben describirse con los
trastornos de origen menstrual.
(Se continuará).
Signos olinieos de la meningitis
(4)
POR BL
Dr. Fumouze-Albkspkyees
Se ha procurado en todo tiempo hallar signos clínicos que p^^rmitan
referir los síntomas raeningíticos á localizaciones anatómicas. Así, Cursch-
mann (5) decía que la tendencia del sujeto á quedar en la misma actitud,
indicaba una lesión de los pedúnculos cerebelosos, y Jackson (6) refería á
esta lesión una actitud especial de los miembros superiores (brazo pegado
al tronco, antebrazo en flexión forzada).
Dreyfous pensaba que la posición en cMen du fusil ( encogido) era debida
á una Ipsión bacilar y atribuía á una localización protuberancia! una actitud
especial consistente en mantener el brazo en abducción perpendicularmente
al tronco con el antebrazo doblado en ángulo recto sobre el brazo, puesto á
(1) Amoí?. Amer. Joum. of Ophtalmol., 18í)8, p. 166.
(2) Chevallereau, Soc. franc. d'Ophtalm., mayo de 1890.
(3) Rothmund, Klin. Monatsbl. f. A ngenkeilk., 1866, p. 103-106.
(4) Rei'ue gynecol., obstét. et pidiat., 1904.
(5) Deutsche ArchiP. /. Klin. hfed., 1874.
(6) British ntid Journal^ 15 mayo de 1875.
6o 2
Noticia cierU{ficñ
cada lado de la cabeza y descansando sobre la cama ; la mano está cerr&di
y con la cara dorsal dirigida hacia adelante (ñg.25). Algunas Teces loi
miembros inferiores están separados, y los superiores levantados vertictl-
mente como los brazos de un niño que se cuelga de la barra fija.
Estos hechos han sido comprobados por Aubertin en el servicio de Rogw.
En una meningitis cerebro-espinal de estreptococos, se vio aparecer el aigoo
de Dreyfous (con el de Kernig) y la autopsia reveló una meningitis ee^el)^>
espinal supurada predominante en la base del cerebro. £1 mismo Aubertia
peñere también (1) un caso de meningitis tuberculosa que presentaba el
signo de Dreyfous (sin el de Kernig), observándose ^i la autopsia, s^ún el
autor, «además de una granulia torácica y abdominal generalizada, lesiones
Fig. 25. — Signo meningítíco de Dreyfous.
de meningitis tuberculosa predominantes sobre todo en la cara interna del
hemisferio izquierdo en la región del lóbulo paracentral (lo que explica li
contractura del miembro inferior derecho, el signo de Babinski y la iboYi-
ción del reflejo retuliano de este lado), pero que se extendía á la región
silviana y .á la base. En el cerebelo, protuberancia y bulbo no encontramftü
lesión alguna ni aún superñcial. Los cortes revelaban en la protuberancs
un ligero punteado hemorrágico, pero no más marcado que en las otras
regiones del neuro-eje. El examen histológico no enseñó ninguna lesión
He aquí dos casos en que han sido notados los síntomas descritos por
Dreyfous y en los cuales» sin embargo, la autopsia no ha enseñado el predo-
minio de lesiones de la protuberancia, y piensa Aubertin que debe aproii-
marse este signo al de Kernig relativo á las piernas, lo que constituiría, en
suma, una sencilla cuestión de más ó menos abundancia en el derrame.
Habría, pues, grados en estos síntomas meningíticos : el signo de Kernig
sería una contractura de flexión, el de Dreyfous una forma atenuada de U
misma y el de Jackson la forma más acentuada.
Trad. por el Dr. Rodríguez Rin
NOTICIA CIENTÍFICA
Panadizo gonocócico. — Romme trata de esta localizaoion.
dermis, con supuración subcutánea, y Meyer (Soc. de Med. de Berlín)
refiere el caso siguiente :
Una criada entra en el hospital con dolores articulares gonooócico>
y flujo característico. A los tres días aparece en el borde externo de!
(1) Contracture desmembres supérieurs dans les meningitis» *- Tribune midicaUj ii julio l?S
RtifUta critica bibliográjiea ' 60$
dedo medio derecho una gran vesícula, algo saliente y llena de serosi-
dad amarillenta ; no hay reacción periférica, ni dolor y los movimientos
son fisiológicos. El examen del líquido reveló exclusivamente la pre-
sencia de gonococos.
La introducción del microbio se hizo por una erosión producida en
el trabajo.
Con motivo de estos hechos, Cassel refiere otra observación. Recién
nacido con oftalmía purulenta gonocócica, luego reuma articular y
más tarde un absceso, á modo de forúnculo, en la espalda, que no se
abrió y curó por sí solo, como suele ocurrir en estos casos, sino que
necesitó la intervención Quirúrgica. En el pus no había más que go-
nococos.— (Rodríguez Méndez)
RBVISTA CRITICA BIBLIOGRÁFICA
Tuberculosis
POR EL
Dr. Bassols t Prim
I. — Xvolution de la tubereulose produite chez les cobayes par le bacill« phtisio-
géoe ou spcrmigéoe contenu daas les crachats de personnes atteins de tuber-
eulose pulmonaire, et genre d'altérations tuberculeuses qul peuTent étre
etflcaoement oombatues par le serum antiphymique provenant des aaimaux
Immunisés avec les toxlnes du dlt bacille, par le Dr. J. Ferrán. — París, 1903.
n. — Nosografía y patogenia de la tuberculosis, por el Dr. Ballota Taylor. — Santan-
der, 1903.
HI. — Sur la tubereulose Iníantl á Buenos Aires et particullérement sur ses formes
difuses, par le Dr. G. Aráoz Alfaro. — París. 1903.
IV. -» Tratamiento de las tuberculosis artioulares, por el Dr. J. Ribera y Sana. — Ma-
drid, 1903.
V. — Le dlspensalre antituberculeuz, parle Dr. S. Bemheim. — Parfs, 1903.
VI. — Lueüa contra la tuberculosis, por la «Academia de Higiene* de Cataluña».-- Bar-
celona, 1903.
VIL — La lucha contra la tuberculosis en la escuela y por la escuela, por los
doctores S. Bernheim y A. Roblot. — Madrid, 1903.
VIII. —Le role de la femme dan«i la lutte contre la tuberculosa, par le Dr.E. Vi-
dal.—París, 1903.
I. — Años hace que el Dr. Ferrán estudia el proceso tuberculoso
desde un punto de vista, entre nosotros, completamente nuevo. Di-
rige sus comunicaciones más bien al extranjero que no las expone en-
tre nosotros, en lo cual quizás anda acertado, porque nadie es profeta
en su patria.
En la comunicación á que nos contraemos, fechada á fines de 1902,
expone la evolución del bacilo tisiógeno, estado saprofitico del bacilo
de Kochy en los conejitos, ofreciendo mostrar á quien quiera los dispo-
sitivos y vistas estereoscópicas que dan razón de esta marcha. Éste
estudio no está, como otros muchos análogos, desprovisto de utilidad
práctica prÓMma. Al contrario : da razón de la inutilidad que hasta
hoy existe de encontrar un suero antituberculoso y aclara el camino
que ha de conducir á encontrarlo, si bien se trata de utilizarlo en un
período en que la evolución tuberculosa que conocemos todos aun no
está desarrollada. Conviene estar al tanto de estos trabajos.
II. — Parece como si existiera la conspiración del silencio cuando
se trata de trabajos tales como el del Dr. Ballota Taylor. Ta tiempo
atrás tuve ocasión de ocuparme en escritos del mismo género. El
Dr. Ballota Taylor es un partidario convencido de la no contagiosidad
de la tuberculosis, y lo es, en cambio, de su carácter hereditario.
Comprendo que tal como están las cosas no convendría que se diese al
viento de la publicidad común esta clase de trabajos, tanto por el des-
crédito q[ue recaería sobre la medicina al apercibirse el vulgo de la
variabilidad de nuestros principios, cuanto porque la campaña contra
6o4 • Repista critica bibliogrdjica
el espectro, pongo por caso, que el Dr. Ballota Taylor considera pu-
ramente negativa en orden á la disminución de la tuberculosis, nc
conviene que decaiga, aunque esto fuera cierto, por razón sencilla de
aseo y de limpieza. Mas en el terreno científico convendría que su?
argumentos se tuviesen en cuenta porque tienen mucho fondo. H
trabajo en que me ocupo, es una ampliación del á que me he referii:
anteriormente, y á pesar de haber sido presentado al Congreso inter-
nacional de Medicina de Madrid del pasado año, no ha levantólo e.
clamoreo y la discusión que merecía. lío debo aquí exponer sus idea-.
pero invito á los que se ocupan en estas cuestiones, y .que no tienei
partí pHSf á que las lean y mediten.
III. — Folleto de sólo 16 páginas ; en él estudia el autor el tema in-
dicado con precisión y claridad. Puede decirse que no huelgan 1^
palabras, que todo es grano, y en este sentido me ha complacido mu-
cho su lectura.
IV. — El trabajo del Dr. Ribera Sans tiene como características \i
g revisión v la bondad de la doctrina, cual ocurre en todas sus obriv
uando dio cuenta de él al Congreso internacional de Medicina (1903 .
fué escuchado con gusto y tenido como obra útil. A los elogios qi^
entonces, recibiera uno los míos, que tengo por bien merecidos.
V. — El nombre de Dr. Bernhem es harto conocido para que de^
extenderse sobre la importancia de un trabajo suyo. Asi es que í r
bastará consignar que el trabajo á que se refiere esta nota es un estuL
completo de cuanto se refiere á dispensarios: historia, importancia socia
instalación, funcionamiento, dispensarios diversos, resaltados: í i
está expuesto en la obra, bien que en todo se vea el cariño de quien se hs
puesto al frente del movimiento de esta clase de establecimientos pan
la lucha contra la tnb'írculosis. Baste ver que para él en esta lu-h
el papel principal corresponde al dispensario : los sanatorios y hospi-
tales especiales son simple secuela del mismo.
VI. — Instrucción popular y concreta en que la Academia de Hi-
giene de Cataluña conaensó lo relativo á dispensarios y profilax.^
contra la tuberculosis. Trabajos de esta índole, precisos, cortui?y
substanciosos, convendría que se propagasen constantemente, f^e^^ni-
dando la acción de dicha Academia, que tanto ha hecho en es--
sentido.
VIL — Es de sentido común que todo cuanto se hace y se apren>
en la infancia arraiga más prorundamente en la inteligencia y ia*
costumbres. Bajo este concepto, cuanto se haga para que la lucLf
contra la tuberculosis empiece en la edad infantil ha de llevar ópimc-
frutos para el porvenir. Los niños de hoy, hombres mañana, habrán
adquirido conocimientos y sobre todo hábitos y conocimientos que han
de valer más para esta lucha que muchas preaicaciones hechas á hom-
bres ya formados. ¿ Cómo deoe entablarse esta lucha? Este es el ob-
t'eto del pequeño trabajo que me ocupa. Claro es que sus autores n.
lan descubierto nada nuevo, pero han expuesto y sintetizado lo ya sa
bido de forma que pueda llevarse á la realización práctica, y en e¿:e
sentido su trabajo es meritorio.
VIH. — Procurar que la mujer ocupe su lugar en la lucha antru
berculosa es empresa intentada ya desde tiempo. Y en efecto:!:!"
obras de la mujer encarnan más que las del hombre dentro el moJ'
de ser de la sociedad, segñn reza aquel sabido concepto : « los hom-
bres hacen las leyes y las mujeres las costumbres». £1 Dr. Bdm-n:
Vidal, en una conferencia dada en L' Uíiicm des /emmes de Franr^y
ocupó en reducir á términos el cuánto y el como puede y debe inti^r-
venir la mujer en la lucha antituberculosa. Examina y expone lo (\\i'
debe hacer en el período de embarazo, lactancia, edad' infantil y e^Iad
Formuiario y traiamUntoa moiUmos 6o5
de juventud, y más tarde, cuando el hombre es ya hombre, expone el
papel de la mujer, que se encuentra con la asistencia del tísico. Bien
está el trab^o : sólo encuentro en él un tanto más del tecnicismo ne-
cesario ; el Dr. Vidal no ha sabido sustraerse á la influencia de su ca-
rácter de médico. Quizás podía hacerlo.
FORMULARIO T TRATAi|llBNT08 M0DBRM08
CLXXI. — Extracto antltifoideo de les
Tez, en 1889, publicó una nota previa, dando cuenta de que había prepa-
rado este extracto, que era el remedio específico de la ñebre tifoidea, con el
bazo, médula ósea, sistema nervioso central y timo de animales, á los que
dos ó tres días antes había inyectado bacilos tifoideos. Lo daba por la boca,
que era la mejor vía, á cucharadas, una cada dos horas hasta que la tempe-
ratura remitía ; desde entonces prescribía tres cucharadas hasta que sólo
había 38° por la mañana. La cantidad total de extracto consumida era de 400
á 500 g-ramos de extracto po> enfermo (1).
Kluk-Kluczycki dedujo de sus experimentos que este extracto era eficaz
sólo contra la fiebre tifoidea, inofensivo aún á grandes dosis, un buen me-
dio de diagnóstico, un refrigerante y un tónico cardio-vascuiary un agente
que reduce la duración del proceso y que neutraliza la toxina tifoidea (1).
Hoy lo prepara una casa de Berna, y cada curación cuesta de 60 á 70 pe-
setas.
Eichhorst lo ha usado á instancias de lez. Se ha valido de 12 enfermos
graves, que estaban en la segunda semana ; no ha muerto ninguno ; en 11
cesó la fiebre á los 4 ó 5 días y en el otro cedió á los 7, continuando todos
apiréticos hasta el restablecimiento. La mejoría en el estado general fué
maravillosa ; hasta los estupurosos recobraron la inteligencia y el buen as-
pecto ; el bazo comenzaba á reducirse al desaparecer la fiebre. Bntonces
se dio á los enfermos, con precaución, alimentos sólidos ; hubo recaídas
breves en dos de ellos, en los que el extracto fué eficacísimo.
Friedrichsafen y Bodeusee aceptaron en consulta, á propuesta de Eich-
horst, el uso del extracto en un enfermo grave. A los pocos días le escribie-
ron que el efecto había sido maravilloso.
Cree, en resumen, que es un remedio específico, que debe llamar la aten-
ción de los médicos.
Maragliano lo alaba, á pesar de ser un producto comercial: «Sirve al
enfermo, sea bienvenido» (2).
Gottlieb Markl, de sus experimentos hechos en animales en el Instituto
seroterápico de Viena.. dirigido por Pattauf, deduce que el extracto es me-
nos activo que el suero de los animales que sirven para preparar aquél, sin
duda por contener menos substancias inmunizantes, y que el suero de ani-
males normales no contiene estas substancias. Dice, además, que si el ex-
tracto es antiinfectivo no es antitóxico (3).
Sibaldi lo ha empleado en la clínica de Pescarolo con grandes resulta-
dos (4), y lo mismo ha conseguido Cosardi (5).
CLXXII. —Fiebre tifoidea: tratamieíito con el remedio de I. Méndez
I. Méndez se funda, para preparar este remedio, en el mismo princi-
pio en que se apoya la vacuna anticarbunclosa. Es un polvo que inyecta á
la dosis de 4 á 5 centigramos.
La acción se ejerce por modo gradual, y á partir del segundo día se nota
in sUu rubicundez dolprpsa que persiste dos ó tres más.
(1) Wiener med. Wochens.
(2) Gajf. degli Osped., 1901.
(3 1 Wiemer med. Wochens. 1002.
(4) Gaj(. degli Osped., 1903, n.° 13.
(5) Gai(. degli Osped.A^S,n°Zh.
6o 6 Formutario y tratamUniof modtnuu
En algunos casos la temperatura sube O'o° á 1" á las doce horas deheciá
la inyección. Si ésta se pone al fin del primer período, comienza abajaría
curva térmica pasadas 48 horas; si á fines del segundo y principios deüer
cero, el descenso es más rápido en las formas ligeras y llega á la uormala:
segundo ó tercer día después de las 4b horas de hecha la inyección. Si.í
infección es intensa, desciende la temperatura del mismo modo, p^roses»
tiene entre 37* y SS* dos ó tres días, y luego llega á la normal.
En todos los enfermos desaparece la diazoreacción ó las 48 ó T2 horas. 2
la par que baja el calor, salvo los casos de infección gravísima ó dequeev
alterado el remedio. En tales circunstancias, puede hacerse unaseguuoi
inyección. Cesada la diazoreacción, no vuelve como no haya recaídaur*^
cidiva.
La albuminuria sigue el mismo curso que la diazoreacción.
Al tercer día cambia el e^tado general. La lengua, de seca y fuligin's.
se pone húmeda y ligeramente catarral ; renace el apetito; acaba la oí^u
lalgiajla roseóla persiste aun cuando sean normales la temperatura y ^
pulso, y brota aun cuando se haya hecho la inyección antes de quesab
El bazo sigue aumentado algún tiempo después de la curación. La infl'.r
cia sobre ei pulso es indirecta y no hace falta recurrirá la cafeína cuand-
frecuente.
Las recaídas y recidivas se deben ciertamente á la insuficiencia d«
dosis.
Méndez no recurre á los antitérmicos ni á los baños ; juzga que esto^
timos no están contraindicados, y que son recomendables por su ac-
cardio-vascular.
Ha tratado 65 casos, y sólo sucumbió un enfermo á consecuencia dei*'
foración intestinal, á los cinco días del ingreso y á los cuatro de la iny
ción. En este caso no había desaparecido la diazoreacción (1).
CLXXIIL -^ Oloroformisaoión : tratamiento preventivo Aeloi
aocidentes
Laborde aconseja practicar antes una inyección subcutánea compu-
ta de:
Clorhidrato de morfina 0*01 gramos.
Sulfato de atropina O'OOl »
Esparteína O'IO »
Agua destilada I »
Los dos primeros obran como moderadores de la emotividad y de su es •
tabilidad refleja, y la esparteína como tónico cardíaco (2).
GLXXIV. — Psoriasis : tratamiento
Glicerolado de aceite de enebro (débil):
Aceite de enebro 15 gramos.
Extracto fluido de Panamá c. s. para emulsionar.
Glicerolado de almidón 90 »
Esencia de clavel c. s.
Glicerolado de aceite de enebro (fuerte):
Aceite de enebro 50 gramos.
Extracto fluido de Panamá ....... 5 »
Glicerolado de almidón 45 »
Esencia de clavel es.
(Vidal).
Aceite de enebro puro 30 gramos.
Glicerolado de almidón 50 »
Acido salicílico 20*5 >
O bien :
Acido crisofánico 10 gramos.
Vaselina 60 »
Lanolina 35 »
Parafina 5 > (2*
(1) Extractado por Rassegna intern, delta Med. moderna.
' %) Hassegna intern. delta Med, moderna.
Formulario y tratamiento9 modtmoa 607
CLXXV. -^ Putrefaooión intestinal : aooión do varios medioamentos
P. Albertoni, mediante un estudio muy concienzudo y tomando como
base de sus deducciones la relación entre el ácido sulfúrico preformado y
el combinado, que es en condiciones normales de 1 : 9*5 á I : 9'9, dice :
La leche disminuye las putrefacciones intestinales, pudiendo afirmarse
que el ácido láctico obra como desinfectante.
La cascara sagrada obra del mismo modo, no porque sea antiséptica ni
antipútrida, sino porque aumenta el perlstaltismo y expulsa muchos gér-
menes.
El ruibarbo, en infusión á lá dosis de 1 á 3 gramos, la mengua ligera-
mente.
El áloes es un purgante, pero no un desifectante.
La magnesia calcinada la reduce por la diarrea que determina ; pero una
vez habituado el intestino á la dosis, su acción es nula (1).
CLXXYI. -> Urtioaria : tratamiento
Las causas, ya sencillas, ya complejas, y las taras individuales, deben
ser cuidadosamente investigadas para establecer un buen tratamiento.
Trémoliéres, que estudia esta materia, admite las dos formas conocidas:
A. Urticaria aguda, — Ante todo hay que asegurarse de que no depende
de parásitos (pulgas, piojos, chinches), de un animal ó planta irritante
(medusas, orugas profesionales, etc.; ortigas). En estos casos la curación es
rápida y se obtiene por sí sola.
Cuando es debida á la ingestión de ciertos alimentos (moluscos, crustá-
ceos, embutidos, etc. ) , á las veces á pequeñas cantidades de substancias
inofensivas para la generalidad, á medicamentos (balsámicos, doral, etc. ).
basta con un purgante ligero, salol ó benzonaftol (oaucher), quinina contra
la ñebre, alcalinos á pequeñas dosis, y durante dos ó tres días dieta láctea ó
una alimentación ligera. Estas urticarias accidentales deben ser vigiladas,
pues pueden ser el punto de partida de otras persistentes.
El tratamiento externo sólo debe ser usado para calmar un prurito inso-
portable. Lociones de agua tibia con un poco de vinagre ó de éter, de agua
fenicada al centesimo (fenol absoluto, 2 gramos ; glicerina, 50 ; agua, 150),
de agua cloralada al 2'50 por 100 ; polvos inertes de almidón, talco, óxido de
zinc, subnitrato de bismuto, mezclas de alcanfor, finamente pulverizado
al 1 ó 2 por 100 ; pomadas de óxido de zinc ó de bismuto, con clorhidrato de
cocaína, mentol ó fenol (óxido ó subnitrato de bismuto, 3 á 5 gramos;
clorhidrato de cocaína, mentol ó fenol, 0*30 á 0*60; vaselina, 30); baños
tibios para calmar los individuos nerviosos, nunca fríos ni calientes ; envíiel-
tas protectoras en algodón ( Jaquet) ó hecha con la cola de zinc (^Unna), etc.
Estos tópicos se pueden emplear también en la urticaria hidatídica.
Si el caso es más grave, cual suele ocurrir con las almejas, crustáceos,
alimentos averiados, y no hay vómitos ni diarrea, se les provoca con bebidas
calientes y estimulantes (te, tila, menta), laxantes ó lavativas purgantes.
A la más leve señal de colapso, inyecciones de éter, cafeína, aceite alcanfo-
rado, y una poción etérea con 1 ó2 gramos de acetato amónico. Como los
fenómenos nerviosos (ansiedad, vértigos, delirio) cesan ó menguan al apare-
cer la erupción, se puede precipitar ésta con sinapismos ó compresas
calientes.
El edema de la glotis es uno de los peligros de la urticaria aguda. Hay
que emplear sin demora los revulsivos ( pediluvios calientes y sinapizados,
grandes y muchos sinapismos), fumigaciones tibias, éter, licor de Hoffmann
y en algunos casos acetato amónico. A pesar de todo, la traqueotomía
suele ser inevitable.
B. Urticaria cránica, — Rebelde, recidivante, de origen tóxico, exige un
tratamiento en relación con las diversas y frecuentemente complejas causas
que la producen y con los varios trastornos viscerales aue la acompañan.
Hay que hacer una minuciosa investigación por parte de la piel, sistema
nervioso, función renal, los demás órganos y en especial del tubo digestivo.
La alimentación, siempre influyente, debe ser vigilada. Ha de suprimirse
(i; R, Acead. delle Se, deWht. di Bolognt.
6o8 tot-mulario y tratamtenios modernos
el vino y toda clase de bebidas alcohólicas, con lo cual basta algunas Te^Y>
para curarla, los manjares excitantes y fermentescibles (ácidos y esp*^'Ma>.
grasas y salsas, carnes pasadas, embutidos, pescados g:rasos, crusstáL»
quesos frescos, fresas, ¡nueces y almendras) así como los que son urtic^r
gtnos para algunos individuos (clara de huevo, ternera, agua de Seltz. ei?
Algunas urticarias sólo ceden á la leche desnatada á pequeñas dosis ye l
agua de Vichy ó de cal.
El estreñimiento se combate con el uso regular de lavativas ó laxacre^
suaves (ruibarbo, magnesia, cascara, etc.) ; los trastornos dispépsicoiyj^c"^
todo la dispepsia nerviosa con atonía gástrica, con los polvos absorbent-i
ligeramente antisépticos y alcalinos (carbón, betol, creta preparada, bna:
bouato sódico, mttgnesia calcinada, etc.).
La tTisuflciencia renal será dominada con los diuréticos, el primero ..
leche, á la que se puede añadir tisanas (grama, cebada, rabos de cereza*
jarabes (cinco raíces).
A la diátesis artrítica subordinan los autores clásicos toda la etiología >
la urticaria crónica. Por eso prescriben siempre y por largo tiempo •-
aguas alcalinas de Vichy (Celestinos ó Lardy), de Vals (San Juan), de R i}.
(César), el bicarbonato ó benzonato de litina, el arseniato sódico, etc.^.
El estado neuropático, con tanta frecuencia unido al artritismo, eib
según los casos, sedantes y tónicos. Si la sobreexcitación nerviosa d
calmada con la higiene física y el reposo moral, se recurre al brcmur»'
doral, y mejor al almizcle, castóreo, asafétida; el valerianato amónico.'
valeriana prestan grandes servicios en muchos casos.
Sobre el trastorno de inervación vaso-motriz que produce el síntomaun
caria se puede obrar directamente con el sulfato de quinina {0'2flá'"
gramos en un sello, dos veces al día), la ergotina, la digital, la belJa: :.
(Xá XX gotas de la tintura en 120 gramos de julepe gomoso, parat-m
una cucharadita de hora en hora), la atropina (uno ó dos granulos dic:.-
de medio miligramo del sulfato neutro). Brocq asocia varios de ellu-r:
esta fórmula :
Bromhidrato ó clorhidrato de quinina . 0'05 gramos.
Ergotina. . 0'05 >
Extracto de belladona 0*001 á O' 002 »
Excipiente y glicerina es.
para una pildora : de 8 á 16 diarias, tomando una ó dos cada dos horas.
Es preciso prevenir la formación de otras erupciones y á ello coutrib::
mucho la higiene de la piel : vestidos flotantes, sin ligas, cinturón nic-rí^
debiendo ser los internos de lienzo flno y usado. La temperatura de laU
bitación será siempre suave y un poco fresca.
El tratamiento hidro-mineral es bastante útil : aguas alcalinas c-^:-
bebida, sobre todo en los nerviosos dispépsicos ; cloruradas arseoicak^;'
bebida y baños en los uerviososos deprimidos; termales alcalinas y clonim:¿
sódicas débiles en los hiperexcitablesy reumatizables ; las sulfatadas alii--
nas calientes de Louéche curan las urticarias crónicas rebeldes á todotra>
miento (Devergie). En estas curas hidro-minerales influyen tanto c;?
las aguas el cambio de medio y de dirección médica, la distraccióu}
esperanza de curarse, la permanencia en una atmósfera pura y tónica.
En caso necesario se recurre al tratamiento tópico.
Como en todas las dermatosis, hay que administrar los medicamen:
con prudencia, vigilando las reacciones á las substancias ingeridas, n -^
que intervienen mucho la susceptibilidad individual (1).
CLXXVII. — Ooqaelaohe : tratamiento oon la antimiorebina
La antimicrobina, presentada en el comercio á fines de 1902. es iinarri .
da de alcanfor, aceite de eucalipto y naftalina. Se decía de ella que ers^r
cacísima, inofensiva y capaz de curar la coqueluche por completo en ocl
diez días.
. Ensayada recientemente en vasta escala por Audeoud (Soc. méd, áe 6 «•'"
t?íj, dice de ella:
U) Ga^. des hOp.
Formulario y tratamientos modernos 6og
Es un polvo blanco, cristalino, de fuerte 'olor á naftalina, que se emplea
colocado el enfermo en una habitación pequeña o mediana, poniendo en me-
dio de ella un platillo con una lámpara de alcohol, de llama débil, y sobre
ésta una cazoleta con uua poca agpua tibia y una cucharada de autimicro-
bina. Esta flota al principio en el agua, luego se disuelve, y á medida que
se evapora, se extiende en la atmósfera el olor característico. Su evapora-
ción debe durar unos veinte minutos. El niño permanece en la habitación
uua hora, dedicado á sus juegos, etc. La sesión puede repetirse dos ó tres
veces en las 24 horas. Se ha de saber que los vapores se inflaman si la llama
es intensa, accidente ocurrido alguna vez, pero que no tiene importancia.
Audeoud ha dejado en ciertos casos á los niños toda la noche en esta atmós-
fera especial.
Deduce de sus estudios que la antimicrobina no es un remedio espe-
cífico, como se aseguraba; que alguna vez no es inofensiva, habiendo ob-
servado un caso de diarrea y otro de cianosis, por más que no se atreve á
culpar al remedio ; que empleada con prudencia es bien tolerada por los ni-
ños, y que disminuye la intensidad del padecimiento y acorta algo su du-
ración.
Y añade que puede ser útil, sobre todo en los niños pequeños, y que debe
ser, por ahora, conservada en el arsenal terapéutico. Debo advertir que
Audeoud había recomendado, en 1889, las vaporizaciones de naftalina
sola (1).
CLXXVIII. — Tuberonlosis qalrúrffioa: tratamiento oon las
inyeooiones de agua salada
Reputadas estas inyecciones como un medio de diagnóstico de especial
valor en las afecciones pulmonares tuberculosas, C. Julliard lo ha empleado
en 24 enfermos de cirugía, todos apiréticosy sin duda alguna en el diagnós-
tico. Los tipos morbosos eran caries óseas, mal de Pott, con y sin abscesos
de congestión, artritis crónicas supuradas unas y otras no, abscesos fríos
subcutáneos, epididimitis tuberculosa, lupus, espina ventosa, cistitis, tuber-
culosis ganglionar del cuello, reumatismo deformante, fístulas de ano y
mastoiditis. En 19 de ellos las lesiones pulmonares eran tórpidas latentes ó
nulas, en 3 de mediana intensidad, y en 2 de marcha rápida.
Inyectó en estos enfermos 150 gramos de agua salada al 9 por 100, y tomó
la temperatura cada dos horas 24 antes y 24 después de la inyección. La
reacción ha sido poco frecuente ; en algunos cases hubo hipotermia, y en la
mayoría continuó igual la curva térmica.
El éxito terapéutico no debe esperar grandes confianzas en vista de esta
acción fisiológica (2).
CLXXIX. — Palmonias graves : empleo de las inyeooiones
de trementina
Lépine, en 1892, y después Fochier, Dieulafoy, Bard, Chantemesse, Lyon
y Talamon, las recomendaron con más ó menos entusiasmo.
Ha poco, Genesty Genairon.en un enfermo grave, hicieron al quinto día
una inyección de 1 era* de esencia de trementina, y dos días d^^spués la me-
joría era notable. Atribuyen ésta al absceso defiJac¿Ó7i, que abierto al cuarto
día, dejó salir casi una cucharada de pus denso con un pedazo de tejido ce-
lular esfacelado ; en este momento subió la temperatura, pero á las 40 horas
bajó á la cifra normal.
La inyección debe hacerse por debajo de la piel en la parte media de la
fascia externa del muslo, y se puede repetir al día siguiente si no se nota
inflamación. El absceso sp abre cuando baja la temperatura.
Este método está contramdicado en los diabéticos (3).
CLXXX. — Climatoterapia: inflaenoia de la radio-aotividad
Como la atmósfera contiene substancias radio-activas ( Elster y Geitel ).
Saake ha emprendido investigaciones comparativas sobre la proporción de
ellas en las montañas y en el valle, de las que resulta que la atmósfera de
(1> Revue méd. de la Suisse remande.
el) Munch med. Wochenschr.
(3) Loire méd.
6ro PublicaciontM recibidas
las grandes alturas, y en particular las de los desfiladeros, contiene de 3 áó
veces más substancias radio-activas que la de los valles.
Como se sabe, «demás, que la diferencia de tensión eléctrica entre \%
atmósfera y el suelo aumenta á medida que es mayor la altitud, una y oTd
causa deben determinar sobre la superficie del cuerpo humano, enlaám'L
tañas, una acumulación de substancias radio-activas mucho más gnui-
que en los valles.
Y como los trabajos de Danysz han demostrado que, además de la accio:
destructora é inhibitoria, pueden también los rayos Becquerel producir ur:
acción excitante sobre los tejidos y funciones, Saake se inclina á creer q>
la influencia favorable que en el org-anismo ejerce la permanencia en I-
montañas, es d<>bida á la gran riqueza de la atmósfera en substancias radi-
activas.
Tal vez también estas mismas substancias tengan. algo que ver col-
mal de montañas (1).
Dr. Rodríguez Méníi:
SECCIÓN OFICIAL
RBAL ACADEMIA. DE MEDICINA Y CIRUGÍA DE BA.RCELONA
CONCURSO DK PREMIOS DE 1904
Memorias recibidas dentro del plazo reglamentario que finió el áindí.r
próximo pasado septiembre.
Premio de la Academia. — Memoria n.° 1. — Tqpo^ra/ía medical ^
Martorellas. — Lema: «La topografía es el inventario de una regior. v.:
fuente del código que debe regular todos los actos sociales y domésti' ^
(Dr. Rodríguez Méndez;.
N.' 2. —Topografía médica del Prat de Llobregat.— Lema : <fPro sn(/>
pro patria».
Premio Salva. — Apuntes sobre la epidemia de fiebre tifoidea de^A-r-
Hada en Almería el año 1903. — Lema; «Quien no practica la higiene, aír'i*.
contra su vida».
Premio Oarl.— N.® 1. — Urología en la calvicie. — Lema: «r.. ak'^
vini, veneris; nimia cídorum copia, in^uyiiatis ÍJideque nascentes cmli' ■
tes, etc.». [HipocrsLtvü).
N.'' 2. —Concepto moderno de la Anatomía de la próstata, de la hiper-
trofia prostática, y su tratamiento radical. — Lema : « La orina es el ev-;
de las vías urinarias )>.
N.** 3. — Influencia del extracto glicérico de riñon sobre la depura''. -
urinaria. — Lema: «Brown-Sequard*.
N* 4. — Contribución al estudio de la anatomía patológica de las uret:.
tis; su aplicación al tratamiento de estas afecciones. (Sin lema).
El fallo del Jurado que debe juzgar el mérito de estos trabajos, se ha"
público en la sesión solemne inaugural de la Academia, que tendrá ef^^ *
en enero de 1905
Lo que se anuncia para conocimiento de sus autores.
Ba'-celona 5 de octubre de 1904. — El Secretario perpetuo, Zkíí Stñ'^
Molist.
PUBLICACIONBS RBCIBIDAS
Ii'anlfloatlon da lang^as^e solentlflqae en Otoloffle. HéooMlté d'u
aooord International entre les spéolallstee. — II. Oontribatioi i
rétnde de l'Embryoloffle hnmalne de Torellle moyenao. — III. L«
procede* ordlnalrement employés en Eepaffne pour les travín
hlstolosrlques, — Communications presentes au Vllmc Congrés ínten
tional d'Otologie (Bordeaux.-Aoüt, 1904), par le Dr. Forns.— Madrid, \>^
(1) Munch med. Wocktnschr.
Publicacionti recibUtas ñu
Parteno^nesl del maoros^ameti di nnai varietá di X^aTerania (La-
terania malariae var. AfitU) . Osservazioni sulle forme della in/ezione malá-
rica nella Provincia di Barcellona: — Nota del Dr. (iustavo Pittaluga. —
París, 1903.
Bnffli embrioni delle fllalre del oane (Filaría immilis, Leidy)» con una
tavola, per il Dott. Gustavo Pittalugra. — Madrid, 19ü3.
Observaoiones morfolóffioas sobre los embriones de las Alarias de
los perros (Filaria immitis, Leidy), por el Dr. Gustavo Pittaluga. — Ma-
drid, 1004.
Sur la patholoffie de la vaooine, par le Dr. Gustavo Pittalugra. — Ma-
drid, 1904. — Dos ejemplares.
Alsrunas observaoiones hematológioas y baoteriológioas sobre los
enfermos del hospital de epidemias (Cerro del Pimiento), por el doc-
tor Gustavo Pittaluga. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Sobre la fórmnla hemoleaoooitaria de los reoién naoidos, por el doc-
tor Gustavo Pittaluga. — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Estadio médioo-qnimioo de las Termas de Fnenoaliente, (provincia
de Ciudad Real), por su Director actual D. Rosendo Castells Ballespí. —
Agosto de 1904 — Madrid, 1904. — Dos ejemplares.
Cansa d'errore in aleone indagrini ematolos^iohe e nei relativo ap-
prezzamenti (con 4 tavole), per il Dott. V. Biffl, de Lima. — Firen-
ze, 1904.
Tratado de Cirn^riit olinioa y Operatoria, publicado ])ajo la dirección de
los Catedráticos y doctores E. von Bergmanu. P. von Bruns y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castellano por elDr. D. Gil Saltor y La valí. —
José Espasa, editor, calle de las Cortes, 5^9. — Cuadernos 101 y 102. — Bar-
celona, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Tratado de Hedioina olinioa y Terapéntioa, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactada por los doctores W. Ebsteiii y J. Schalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tuñón. — José Espasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuaderno 104. —Barcelona, 1904. — Una pe-
seta cuaderno. — Dos eiemplares.
Kannal de Patolog^ia externa, por B. Forgue. — Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y E^íiayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginas, á una peseta el cuaderno. — José
Flspasft, editor, Cortes, 579. — Cuaderno 22. — Barcelona, 1901. — Dos
ejemplares.
Tratado elemental de Patolo^ria interna, escrito por los profesores y
doctores D. Gerhardt. (íumprecht, W. His, Klemperes, Kraus, L. Krehl,
Max, Matthes, J. v. Mering-, O. Minkowski F. Moritz. K, Miillt-r, E. Rom-
berg, K. Stern y Vierordt, bajo la dirección del Dr. 1). J. v. Mering. —
Con *223 figuras intercaladas en el texto y una lámina tricolor. — Versión
directa de la segunda edición alemana, por el Dr. D. M Gil y Casares,
con un Prólogo del Dr. D. A. Simonena v Zabaleg-ui. Tomo ÍI, fascícu-
lo 2.' — Santin^-o, 1904.
Belaolonee entre la oompoeioión qnimioa de loa medicamentos y
en aooión fleiolóirioa. por el Dr. D. Emilio Pérez Noguera. — Madrid,
1904. — Dos ejemplares.
Apantes de Hlg^iene sooial en el ejéroito, por D. Federico González
Deleito. — Madrid, 1904. — Dos ejemplMres.
Aota de la sesión pública inaugural celebrada el día 30 de enero de 1904
por la «R»*al Academia de Medicina y Cirugía». — Barcelona, 1904. —
Dos ejemplares.
El Código de Hammnrabi y la Oftalmología en los tiempos babi-
lónicos, por el Dr. Rodolfo del Castillo y Quartiellers. — Madrid, 1904.
Fisiología humana, por el Dr. Luigi Luciani. Versión castellana por el
Dr. P. Ferrer Piera, bajo la dirección y notas bibliográficas del doctor
D. Rafael Rodríguez Méndez. — Editores: Antonio Virgili, Sociedad en
comandita, Rosellón , 106. — Cuaderno 35. — Barcelona, 1903. — Un
cuaderno de 40 páginas, una peseta. — Dos ejemplares.
612
Estudios demográficos de Barcelona
Oontribaoión al estndio de la adrenalina y de ene prlnolpalM api!.
oaolones tarapéntloas.— Tesis del Doctorado, por D. Juan Coret vAm-
brós. — Badalona, 1904. — Dos ejemplares.
Oolnslón intestinal agenda post-operatoria. ~ Discurso por él Dr. Mi-
guel A. Seco. — Caracas, 1904. "^
Tratado de Hedioina y Cimg^ia modernas, por el Dr: Luís Marco.— i&r-
ta-prólogo y dirección de D. Federico Rubio.— /^artó «pecúr/.—Tomo V -
Madrid, 1904.
Análisis qnimioo y baoteriolósrioo de las a^rnas potables y miat-
rales. — Bepiiración de las a^pnas. — X.es^islaolón, por F. Bauch^r-
Traducida al español y anotada por el Dr. Rosendo Gaste lis. — Madr.;
1904. — 8*50 pesetas. —Dos ejemplares.
Tratado de Hi^ene, por A. Proust. con la colaboración de A. Net^pr
H. Bourges. — Traducido al castellano de la tercera edición franca
por D. Julio González Castro. — Tomo II (último). — Madrid, iy04.-D
ejemplares.
Pbbiódicos : Bevista sanitaria de Jaén. — Revista quincenal. — 11*^
tor: Federico Castillo Estremera. —Ancha, 14. — Ün aüo: TóOpeseiv
Estudios demogpálleos de Bapeeloni
POR Kl.
Dr. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Pligicnc urbana de Barcelona
MoPtalidad durante el mes de septiembre de 1904
I. — Infkccionks
5
4
3
1
O
10
77
1
1
O
3
O
1
2
6
9
5
1
126
24
Total 279
IL — Otras inkkccionks y padbci-
MIBNTOS DK NATURALEZA MO DB-
TBRMiNADA ( por Aparatos y sis-
temas).
ni^^^n^ í Arterias 22
^^X'"-! Corazón
Coqueluche ....
Difteria
Disentería
Escarlatina ....
Erisipela
Eclampsia
Fiebre tifoidea . . .
Gangrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerperal
Id. quirnrg-icR
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis ....
Viruela
■ I Venas .
Suma y sigue ^
94
Digesti-
vo. . .
Respira-
torio.
Suma anterior. ... <
/Boca
I Estómag-o ....
Intestinos . . . . -'
I Otros anexos ...
Peritonitis . . .
¡Bronquiales (Afecto»». .
Pulmonía .... *
Pulmón y pleura. .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges '*
urinario -
Red linfática _
Total. . . . . 52C
lll. — Otros t accidbntk.<
Accidentes
Alcoholismo
Distrofias constitucionales. . ^
Falta de desarrollo .... *
Frenopatías
Intoxicación
Neoplasmas
Senectud .
vSin diagnóstico __
Total _ TO
Total de defunciones . . . . 8ój
Total de nacimientos .... 110'
Abortos ^
Tomo ZZVII. Núm. 20 Barcelona 31 octubre 1904 Ato ZZVII. Núm. 656
Gaceta Médica Catalaiía
SUMABIO : Lecciones de (^^línica médica, — I. Resurrección, por el Dr. Queraltó. — Su-
puesto descubrimiento de Luis Pasicur. por ci Dr. - uis Comenge. — Las tres crandes
cuestiones tratadas en el Congreso de alienistas franceses (celebrado en Fau, agosto de 1004),
por el Dr. A. Rodriguez-Morinl. — Afecciones oculares de origen menstrual (conclu-
sión», por el Dr. F. Terrien. — Revista CKÍncA bibi ioükauca : fligiene y Demografía,
por. el Dr. Luis Comenge. — Fí'kmllahio y tkatamii-.mo& moi»khnm> , por el Dr. Ro-
dríguez MéndfZ. — N( KSiRA noRKESPONDENCiA coN LA PKt.NSA. — Esiudíos (Icmográficos
de Barcelona, por el Dr. O. Luis Comenge.
LeccloDes de ClíDlca médica
POR EL
Dr. QrEUALTÓ
Antiguo Profesor de la Facultad de Medicina de Barcelona, por oposición
I
Resurrección
Ciertamente, para el espíritu levantado, la éi)Ofa actual e?, sobre
turbada, admirable. La inquieta actividad de que lo'do el mundo es
])resa por descubrir lo ig-noto, como bajo la influencia de una « epide-
mia de trabajo», motiva por los ámbitos de nuestra Medicina una
sacudida continuada. Lo garande se empequeñece, lo parvo se agñ-
pinta, lo ^'•ranítico se pulveriza, las moles compactas se cuartean y
deshacen. Escudriñados los fenómenos integ-rantes de nuestra vida,
su complexidad acrece cuanto más se les desentraña; á cada paso, más
se intrincan ; á cada nuevo dato, más se muestra su trabazón enmara-
ñada ; y, sin embarg-o, se porfía en desencadenarlos, aislarlos y mover-
los, ahondando hasta en los más sencillos é inquiriendo sus determinis-
mos. En virtud de esta remoción incesante, mudan á ojos vistas de
aspecto y esencia : sus relaciones cambian, sus leyes se alteran; Ihs
que antes se miraron absolutas, quedan ahora deleznables; los princi-
pios, desgajados, y los axiomas, rotos. De esta suerte, lleno el campo
(le escombros y de construcciones en ciernes, revueltos los antig-uos
estratos, brotan nuevas fuentes, y otras, d(* antaño cegadas, también
manan. Por entre las ruinas de lo artificioso la verdad surg-e.
En unos casos, es verdad novísima y naciente ; y en otros, es an-
ciana. Asistimos, en efecto, á la resurrección de conceptos, olvidados
l)()r generaciones enteras, á fuerza de ser denig-rados por otras. El
yatro-quimismo borbota, surte, aneg-a y sazona nuestra ciencia : Syl-
vius de le Boe inspira las modernas nociones. El humorismo nos in-
filtra y empapa: Boerhaave vibra en nosotros cuando hablamos de
licuar humores y embotar acideces. La simj)lificación esquemática
del organicismo' se ha desvanecido : nuestro cuerpo es retorta mons-
truosa donde sin treg-iia se desarrollan, combinan y suceden inmensi-
dad de reacciones. Lo sencillo de un hígado que fabrica bilis, se ha
trocado en lo complejo de un laboratorio donde la nutrición se reg*ula
y el cuerpo se abrocjúela, donde la hemoglobina se transforma, el hie-
rro se libera, el azúcar muda, el g-lucógeno se crea, la albúmina se
influye, los ácidos biliares se elaboran, los venenos se bonifican, las
leucomatinas se anulan y los hematíes se funden y á las veces se g'ene-
6i4 Lecciones de Clínica medica
ran. El páncreas, el órgano inocente, sube á reg-ulador por excelen.-a
de las mutaciones orgánicas : junto á su jugo que digiere, los isliies
de Langerhans derraman en la sangre fermentos que intervienen f-n
el metabolismo de los hidratos de carbono. Así, las células toda>. i
labrar la vida, no cesan de producir nuevas substancias : unas refi.Hr
zan, otras malean, otras aglutinan, otras constriñen, dilatan, enñri-
quecen, engordan, inmunizan y aun ocasionan la misma protei::>\
La vida es todavía más química de lo que opinaba el siglo xvii.
De igual manera, en Terapéutica, la resurrección es port^^nt-sa.
Los remedios malos, por arcaicos, se vuelven buenos, por recieute<
Las prácticas de los tiempos viejos, los procederes tildados de eu^r^^
dros de brujas en covacha, la sarta de hígados, sesos, tripas y te<ii;>
los con que en edades lejanas sanaban el cuerpo y remozaban el áuini- .
aparecen entre nosotros con su original eficacia. Desde Brown-vV
quard, hemos analizado órgano tras órgano en busca de su papel far-
macológico; y ora remendamos flaquezas con el jugo orquitico. •:
aseguramos nuesos con el tiroideo, ora desvanecemos el '(mal :
amor » con el ovárico, ora corregimos hígados con hígados, bazos t
bazos y ríñones con ríñones ; y aquí no paramos, sino que, entre «t:
productos, obtenemos hemostáticos de cápsulas suprarrenales y >'
mentos, macerando intestinos. Así también, por añeja vía, es nue^*
afán purificar humores; y sostenemos su índole química y la eniü'".'
damos cuando se altera, y acrecemos esta substancia y men^a::>
estotra, y les damos más ácido ó más álcali, y vamos siempre -:.
acecho y acosamiento de las materias pecantes.
Tan prodigioso es el quiniismo orgánico, especialmente en su a-
pecto trófico, que uno de mis deseos, al fundar mi Clínica, era coaily;-
var á su estudio. Por cierto, lo hubiera conseguido, pues por sus ^ ■-
diciones de instalación, que la acreditaron de magnífica a los oj" >
eminentes colegas nacionales y extranjeros, y por su abundoso mai-
rial clínico, que á diversas ramas médicas abrazaba, se ofrecía li .
para ello. Y por si no bastase, la casa de la Gynecologia CaUhu^r
primera revista médica escrita en el bell cathalanesc de que Muntav
habla, con su salón de cátedras, sus salas de redacción y sus labom-
rios, habían de dar por hecho lo soñado. Mas quiso Dios que, dec •
de las dificultades económicas de tamaña empresa, se acercasen Díu-
jas y ellas se apoderasen de los edificios y se fuese todo en flor. Ali-^
privado de tal obra y entregado á mi duíce amor de siempre, la iii-
gación clínica propiamente médica, son mis anhelos más que vivo:?;
en mi esfera, pláceme con mayor ahinco espigar el campo, fijar lle•:il^
desbrozar verdades y contribuir al adelantamiento.
Así, entre tantas resurrecciones, me ha deleitado la del fontíeu^
3ue Brocq provoca en la Presse Médicnh (1). El pobre exutorio ha >¡ :
e tan accidentada historia, que pocos ngentes le alcanzan en lo tí:
de su fortuna. Mientras por unos fué tildado de inútil, Guerseír
definía como « uno de los medios más potentes de la terapéutica en .i-
enfermedades de los hombres y de los animales». Quien lo dipr
por revulsivo enérgico, derivatiVo intenso y emuntorio precioso; «iui^
por entretenimiento sucio, arma de chanflones, ornato de dueñas >
consuelo de chirles, cuyo solo nombre movía á risa. Cuando r^iin
obra sobre la Medicación actha y la Fspect(tciÓ7i en el ejercicio cli^ '
que la Real Academia honró tiempo atrás premiándola (2), insistí e:i-
realidad de su acción depurativa, se consideraron mis ideas coin«' "•
temeraria extravagancia, en desacuerdo absoluto con la ciencia. Y. >:
(1) 17 febrero de IfiOi.
(2) Nuestro ilustre colega, el distinguido escritor francés Dr. Nobii, ha tenido la bondad '^'
cargarse de su traducción.
Lecciones de Clínica médica 6il>
einbar«^o, en ella se basaban ; pero no en la ciencia de razones, arma-
toste de veleidades, sino en la ciencia de los hechos, la única soberana.
Pese á todo, son ellos los que al fin triunfan, pues á la indiferencia re-
sisten y por la ig-norancia recalan ; y son hechos los que Brocq explica.
Es el primero el de un hombre de setenta y dos años, gran abusador
de la vida en todos sus aspectos, sin sífilis en su anamnesis, pero con
accesos de gota numerosos durante veinte á partir de los cuarenta y
cinco ; y ahora arterio-escleroso, bien que sin ninguna lesión visceral
grave ¿preciable. Desde largo tiempo iba con achaques, las digestio-
nos irregulares, las bronquitis frecuentes y de algo de opresión acom-
pañadas ; apático,' soñoliento, la inteligencia amortecida, vislumbres
de un estado cerebral que á serias inquietudes daba motivo. Quemóse
profundamente en la parte superior externa del muslo derecho, se
formó escara, supuró la herida, se desprendió aquélla, se estrechó la
llaga y luego permaneció queda, sin trazas de curarse, pero con supu-
ración abundantísima. En tanto, mientras el pus fluía, el estado ge-
neral adelantabJEi , cobró lucidez la inteligencia y ofreciéronse los mo-
vimientos vivos y desembarazados. Sin embargo, hastiado de la llaga,
pidió á Brocq que la cerrase ; se esforzó éste en corresponder á la de-
manda, y cuando á la postre dio cima á la tarea, sufrió el enfermo un
empeoramiento extraordinario : de nuevo apático y soñoliento, la inte-
ligencia en zozobra y las diversas funciones tardas, realizándose peno-
samente. Al fin, después de discutir el asunto con la familia, que
insistía muy mucho sobre el buen estado del enfermo mientras tuvo la
llaga supurante, decidióse Brocq, no sin algo de repugnancia, á po-
nerle un fonticulo en el brazo. El efecto fué decisivo : así que la su-
puración se hubo desarrollado, el estado general se volvió excelente,
el porte joven y la inteligencia lúcida.
El segundo 'hecho es aún más interesante. Trátase de un enfermo
de hasta sesenta y dos años, en cuya historia figuran grandes exce-
sos de mesa^ obeso, asmático desde muchos y litiásico desde más de
veinte, habiendo echado varias veces gruesos cálculos renales. Gra-
dualmente maleado en los últimos cuatro años, puede decirse que ha
sufrido todas las manifestaciones morbosas de la arterio-esclerosis ge-
neralizada: edemas de los miembros inferiores con albuminuria de
diez centigramos á un gramo por día; flebitis múltiples, sobre todo en
la extremidad derecha ; embolias de pequeño volumen, que determi-
naron en ocasiones infartos pulmonares ; signos de esclerosis en el
pulmón y la pleura á segui(ia de esos infartos repetidos ; pleuresía
izquierda con mediano derrame ha poco tiempo ; y finalmente, en el
aparato circulatorio, ruido de galope típico, arítmia á menudo y fáciles
equimosis. Tres años hace que tuvo un ictus verdadero con 'pérdida
de conocimiento, afasia, hemiplegia derecha, primero completa, muy
luego persistente sólo en el brazo y al cabo desaparecida, bien que los
trastornos de la palabra se mantuviesen durante, varios meses. Desde
f^ntonces, ataques epilépticos asaz frecuentes, al parecer bajo el influjo
de la uremia; constipación rebelde con violentos dolores en la fosa
ilíaca izquierda; y, de súbito, tumor del volumen de dos puños en el
lado izquierdo del abdomen, con fenómenos de oclusión intestinal, que
perdieron el resto de higidezque le quedabay le tuvieron enserio tran-
ce algunos días. Felizmente, restablecióse el curso de los excrementos,
mientras el aspecto del tumor, ahora minorado, ahora entumecido,
daba á entender que era neoplasia verdadera, en cuyo seno, á tiempos,
debían de fraguarse hemorragias. A par de esto, eczema rebelde con
foliculitis en los pliegues y, por tandas, eczema vulgar diseminado por
el tronco y los miembros, i así andaba su vida, á días allanándosele
el último camino.
6/6 Lecciones de Clínica médica
Para encauzarla, Brocq le sometió á la dieta láctea ó poco meu.\
laxante (le aceite de ricino por las mañanas, clorhidro-sulfato de tiii •
nina de vez en cuanoo, ventosas secas ó escarificadas en cuaní j
crisis de apopleg'ía pulmonar asomaba, puntas de fueoro seinanalt^s ^'
la espalda al nivel de los focos habituales de apopleg-ía, y otras en i:
nuca así que la soñolencia le invadía, eran vag-arosas las* ideas ú in^^-
vos indicios de afasia se mostraban. Mas coh todo, detalFuerv-
oponía el apremio del mal al querer del médico, que la mejora i:i
endeble y el sosieg-o corto ; antes, con tal ímpetu arreciaba, que ha t
inútiles los remedios y vanas las esperanzas ; y tan locamente, <.;>
muchas veces iba en mengua, cuando los fármacos se suprimían. í''--
cidió, en vista de esto, aplicarle un fontículo ; pero su rancha flaqu» r
oblig'aba á diferir el momento; hasta que de mal en peor y sin il;-
desenlace presumible que la muerte; tuvo una crisis epileptifori
grave, durante la cual un enfermero le dio una inyección de éter en ^
muslo izquierdo. Formóse, á consecuencia de ella,'una escara de ciui'^
á cinco centímetros por tres de ancho, cuyo espesor alcanzaba altej:.
celular subcutáneo ; supuró la herida á los diez días ; y á im tieiiii
como por encanto, disipáronse las negruras del estado^ general: tor.
fuerzas, cobró jovialidad, recuperó energías, levantóse, lo que aev
más de un año no había hecho, y aun pudo andar algunos pasos. Ar.
el enfermero, por imprudencia, abrió el deseado fontículo.
Merced á él, sostúvose y acentuóse la bonanza; pero en juli'i ■
1903, €omo la cavidad supurante se cerrase, volvió el enfermo :i : -
edemas considerables, tuvo pleuresía izquierda, perdió el vigor y tu::.
ronle la melancolía y la soñolencia. Se le fijó entonces un funií-
en el brazo izquierdo, y en seguida desvaneciéronse la.s dolencias i
aquel cuerpo. De nuevo se cerró á últimos de septiembre, y otn^ -
se puso en mal estado ; pero otro fontículo en el brazo derecho solvnr
el conflicto. Finalmente, á primeros de enero de 1904 dejó de manar!
fuente y luego le apresaron las habituales desventuras : hubo hii;; -
rragias' en los pulmones, tumefacción en el abdomen, hinchaz-ii '
las piernas, y cayó en flaqueza y decaimiento grandes.' Por fortuna, i-
emisiones sanguíneas, las puntas de fuego y el chorreo del fouti; u
diéronle renuevo de vida.
Parecidos á los casos de Brocq tengo yo dos, en los cuales i
igual modo obró maravillas el fontículo. El primero era un hoin '
avejentado, bien que de los cincuenta no pasase, delgaducho, i'-i.
secó el rostro, metidos los ojos en profundas cuevas, la nariz alK»l':i
caídos los labios, sin rastro de mejillas y con bar])a tan abundosa,
á manera de ])eto le cubría. La pesadumbre de sus males habíale- -
corvado el tronco y anquilosado los miembros, pero no el espir*
enamorado de altos ideales de justicia, que explicaba entre ahí>ir^
esputos. Fué de mozo artrítico, se cubrió con eczemas, cargó con . ■
tarros, sufri»'» accesos de reumatismo subagudo, volvióse dispéptí'*" .
luego precirrótico; y con el corazón fla(*o, los ])uímones edematosos y, *
ríñones insuficientes, dio en tal miseria orgánica, que el vivir eran-
lagro. Apurárnoslos recursos farmacológicos y le sujetamos á r^i: -
men lacto-vegetal severo : ganamos muchas batallas y perdimos tjtr.^.
y al fin, ahito el enfermo de tanta ])odre(liu'a, me sugirió la idea
fontículo. í.a acejité de buen grado, pues con las mías armouizal-.
lo fijamos, con tan prós])era suerte, que á los pocos días decrecienii; ^^
señales de su dolencia, la cual se mantuvo por largo plazo, si no . -
aparecida, enmendada.
YA último, muy reciente, era un enfermo ya en días, pues á les ^^^
senta se acercaba, de complexión gruesa, la frente estrecha, lo.^ •- ^
reventones, la nariz ancha, caídos los mofletes, labios de jeta, O'i: "
Lecciones de Ciinica médica 617
pulposo, cnr^-ado de espnldas, ostentoso el vientre y con el andar á
tientas, pues tenía de días las piernas envaradas. * Como varios de
nuestros menestrales, había log-rado reg-ular pasadía con grandes sa-
crificios, y la g'ozaba llenando el buche á fuerza de manjares y desem-
buchándolo í\ fuerza de alcoholes. Mas fué tal su porfía en solazarse,
que al cabo la hartura se tradució en obesidad, vino la litiasis, empezó
la arterio-esclerosis, arraig-ó la nefritis, y, á la postre, quedó anasarcado,
la aorta maltrecha, los pulmones edematosos, urémico á la continua y
finalmente pábulo á la vecina muerte. Pro|)use, despu^\s de inauditas
luchas, el fontículo ; lo apliqué en el brazo derecho; y puesto que en los
primeros días arreció la dolencia, mengruó á los diez y dio respiro al
enfermo de tal larg'ueza, que desde febrero último ha permanecido
tranquilo.
La publicación del artículo de Brocq Jia sido parte á que en la
])rensa francesa se narrasen casos análog-os. Así, Talamon, en la
Médecine Moderne (1), cita el de un clérig-o anciano, afecto de una en-
fermedad nerviosa mal definida, aunque atribuible á alg*ún trastorno
circulatorio de la reg-ión bulbo-protuberancial, con i)aresia de los cua-
tro miembros, la palabra torpe, los labios paréticos y la def^lución difí-
cil, á quien Lecorché, g-ran entusiasta del sedal en Tos antig'uos hemi-
plég-icos y los g'otosos viejos, (lisi)uso que le aplicasen uno en la nuca;
con lo cual obtuvo tan lisonjero éxito, que á los dos ó tres meses salía
de la casa Dubois, domle se aUx^rg^aba, en bastante buen uso las extre-
midades y apto para comer y beber sin trabas.
El mismo autor da noticia de uno de sus viejos parientes, presa, á
los 68 años, de ictus, seg'uido de síntomas cerebrales, que bajó á cho-
chez extrema. Inmóvil en el sillón, sin poder para levantarse y menos
para andar, vestido y alimentado como un niño, con incontinencia de
orina y de excrementos, pasaba las horas, todas para él mengfuadas,
clavado, quieto, respondiendo apenas, la mirada vag-a y el alma ente-
nebrecida. Después de varias consulta-', el médico que le cuidaba se
resolvió á ponerle un sedal en la nuca; y esto fué sacarle de su condi-
ción, pues entró en mejora y á los seis meses quedó restablecido, co-
bradas la intelig-encia, el vig-or y la alegría, y vuelto á las tareas habi-
tuales.
.Otro caso también narra, de gran alivio, bien que no con sedales ni
fontículos, sino con una especie de exutorio accidental, ocasionado por
escarificaciones de las piernas. Es el enfermo hombre de 39 á 40 años,
arterio-escleroso, encanecido por vejez prematura, que ingrresó en el
hospital Bichat el mes de enero de 1903 con una i)rimera crisis de des-
fallecimiento cardiaco. El corazón era g-rueso, irreg-ular y dilatado,
duras y sinuosas las arterias, albuminosa la orina, edematosos los pul-
mones é hinchadas las piernas hasta la mitad del muslo. Le sometió
al reposo y la dieta láctea; y aunque adelantó al comienzo, afiojó la
opresión y fué la orina más'^abundante, si bien albuminosa, pero en
cambio pusiéronse las piernas enormes, subió el edema á los muslos y
al vientre y volvióse la piel tan lisa y tensa, quedaba indicios de rom-
])erse. Propinóle entonces la digitaí, la cafeína y la teobromina, con
resultado nulo, y le practicó lueg-o punturas en las ])iernas, dejándole
sentado en un sillón' para facilitar el desag-üe, con efectos óptimos,
])ues desapareció el edema, aclaróse la orina y paró la albuminuria.
Más tarde, mandó acostarlo, y con esto reaparecieron los síntomas,
hasta que, sentado de nuevo, fluyeron las piernas y, á un tiempo, ce-
dió la disnea; y así, de continuo,' al cerrarse los fontículos de las ex-
tremidades, tornaban á cernerse los accidentes de opresión y edema, y
(1) 3! agosto de 190i.
Sj8 Lecciones de Clínica médica
en cuanto se abrían, amainaban ; hasta que acabó por dejarle sental .
cubiertas las piernas con curadealg'odón, renovada todas lasinañabiiN
A pesar de las precauciones antisépticas, han brotado Iinfan<ritis vvi
supuración superficial de la piel ; el rezumo sero-purulento ha toma] •
un tinte verde-azulado debido al bacilo piociánico ; la piel se haesiH>y-
doy pleg^ido; y, en suma, las piernas han adquirido aspecto elefantiMr
co. Sin embargo, el derrame no cesa, y tanto gana el enfermo cuaír
más ñuye. El corazón es regular, la orina normal, y así vive. ikA-
diez y ocho meses, con la ración ordinaria y sin medicamento algur. .
En el mismo orden de hechos cabe incluir los que Corivaud cituib
Refiérense á tres pacientes, tuberculosas notorias, en quienes se tv-
denció, á su entender, la acción favorable del fontículo : la primeni.»':
ferma á los veintiséis años de pulmonía del vértice izquierdo, con fi«-hn.
flaqueza y expectoración de esputos con bacilos, tras cuatro mese> ih
revulsivos balsámicos y antisépticos, fué sometida al exutorio, vtu
desde entonces en creces la mejoría y acabando en salud completa : ;:
otra, mujer de cincuenta años, padeció de fiebre lenta con magrura, jk
dida de fuerzas y tos, también con el bacilo en los esputos, y curú ile t:
suerte con el fontículo, que ha vuelto al rudo oficio de jornalera:}
tercera, de treinta años, afecta, dos años ha, de pneumonía del ver
derecho, enflaquecida y hemoptoica, anda ya exenta de lesiones y im
gordura demasiada.
No doy cuenta de más hechos, pues no sé de otros ahora pubi a
dos (2) ; pero la lista se engrandecería, por poco que inquiriésemos, i
entre la generación actual, sino entre los representantes de la pa.^j!
Nos dirían nuestros colegas ancianos, que recuerdan casos de cura i-
nes milagrosas obtenidas con el fontículo, que por lo inesperaiias-"
grabaron eu sus mentes, si bien las arriconaron como inverusím i*^
cuando arreció el vendabal organicista. Nos dirían las gentes vie :.♦.
los abuelos, los indoctos apergaminados, que ellos ó alguno de sujjjv
rientes viven todavía gracias á las « fuentes», pues condenados por . ^
lumbreras médicas y sin otra esperanza que el acaso, volvieron <• 3
vida en cuanto se abrió el exutorio y por él corrió el manantial d»^ m>
penas. Y esto escuchando, recogiendo datos, desmenuzando suceso;
escarbando documentos mohosos, no sólo aumentaríamos el caudal ^
observaciones exactas, sino que entraríamos en la verdad científica, qr.
sólo en los hechos se basa, y entraríamos en nosotros mismos, con ■ -
tos de ignorancia.
Porque si ahora son pocos los fontículos, pues apenas se aplicar...
en esta falta de material clínico buscamos traza como velar la cortea
nuestra, borbotan por donde quiera (i nuestra vista las fuentes abieri^i^
en los cuerpos morbosos por la propia naturaleza. Bullen que hw! -:
multitud de úlceras que remediaron disturbios internos; enjambr»^'i
afectos pulmonares que sucedieron h la curación metódica de eczena^
y psoriasis; vómitos antiguos, cuyo paro dio margen á complicación''^
y diarreas crónicas, cuya supresión originó trastornos (3). ¿Cuánta
veces no hemos visto desaparecer accidentes viscerales en tanto . -
ántrax, gomas ó úlceras, con su fluir, evacuaban el cuerpo, de nuuu""-
que al cabo resultaba beneficioso lo nocivo? ¿Cuántas no vemos >'i'
gir visceralgias, brotes congestivos y aún crisis neurasténicas al •^'''
carse dermatosis, exutorios espontáneos, derivativos de lo dañoso?
De suerte, que los ejemplos se nos entran por los ojos y no \os^^
mos; y son inconcusos y los percibimos inciertos; y son siemí-'
(1) Jour. de Méd. de Bordeaux, 14 aposto de lí)04.
(2) El Dr. Jaquerod, de Lcysin, cita otros en la Síédecine Moderne^ 5 octubre de 1904.
(3) V. mi obra Examen cntico de la Medicación activa y de la Espectat:ión c» ti ejtrcicto -'
fiico, pág. 57 y sig.
Lecciones de Clínica médica 6ig
nuevos, y como vejeces los notamos. Al fin, ¿por qué recelar de ellos?
Si de ordinario sé muestran en sujetos de nutrición turbada, cuyos
mismos productos les intoxican, pues sobre formarlos en exceso, los
expelen con deficiencia, ¿no está de acuerdo con nuestras ideas actua-
les que al echarlos han de mejorarse? «¿Por qué no suponer, como
decía yo en la obra antes citada, que lo imperfectamente elaborado de
la masa del artrítico, busca nuevas salidas al entorpecerse su elimina-
ción, y que en tanto no las halla, perturba el funcionalismo híg-ido, y
en cuanto las encuentra, no daña, pues ya no se acumula? ¿Porqué
no suponer que en ocasiones el nuevo cauce se crea muy presto y con
él se libra el ser de lo tóxico; y así, al .cerrarse, éste se atosig*a?
¿ Por qué, en fin, no aceptar la hipótesis de que junto á las puertas or-
dinarias de salida, otras pueden establecerse, por anómalo que parezca
su orig'en, y su naturaleza, y su sitio ? »
Tan convencido estoy de esto, que de larga fecha ajusto á ello mi
conducta. Así, en el tratamiento de úlceras de las piernas, que en
tropel venían á los consultorios de la Facultad de Medicina y de mi
Clínica, hartos instaban los internos de ver como inquiría las condi-
ciones del enfermo y el posible papel expelente de la Ifaga, y como les
sometía á medicación y rég-imen, que enderezase su funcionalismo y
decreciese los factores tóxicos. De ig-ual manera ando precavido en
combatir liechos secundarios : que si al sojuzg-arlos pronto se abrillanta
la cura con lo rápido de la mejora, no lo es menos h las veces el rever-
decer de otros achaques con tal ímpetu, que traen á mal traer al enfer-
mo y al fin le sumen en peor estado. La Terapéutica no ha de ser perse-
g'uiílora de síntomas, que tras uno y otro vaya corriendo y desalada :
nada tan vano como la pesadilla de la fiebre en el g-otoso ó la obsesión
de la poliuria en el diabético. ; El síntoma es ínfimo ante la trascen-
dencia de la causa ! '< No debe atacare esa poliuria ; no debe rebajarse
esa fiebre ; no debe cortarse la diarrea crónica, borrar el eczema de
lu^ng-a fecha, secar \hs/uen¿es antig-uas, detener el vómito lig^ero de
remoto orig-en, quitar de un golpe las hemorroides... No; no debe
atajarse nada que pueda reputarse puerta de escape, fenómeno vicario,
cosa supletoria, hecho patológico sahidadíe»,
Y si esto es cierto, ¿por qué no crear el Aecho saludable? ¿Por qué
no provocar lo supletorio? ¿Por qué no abrir el fontículo, por donde
lo morboso mane? Ciertamente, falta el 4ato experimental que nos
asegure que esos procesos son vías de eliminación de tóxicos; mas
« los datos clínicos inducen á creerlo, y lo que sabemos de la natura-
leza de los trastornos previos de la nutrición lo corrobora, y su enlace
manifiesto con ellos lo confirma; y si no es positivo, es casi cierto ; y
pues la Clínica le da visos de exacto, importa tenerlo presente en
Clínica ».
Así, abrimos las puertas de nuestro alcázar al mísero exutorio. Hijo
de la naturaleza, víctima de nuestras preocupaciones, helo en camino
de recuperar la prístina fama. Sólo lo deleznable sufre de la versati-
lidad de los hombres ; lo fuerte se endurece con los embates desús
denuestos y los reparos de sus liviandades.
Sin embargo, como á otros agentes, debía de serle propicia esta nues-
tra época, que rompe trabas, anula vetos y arruina dogmas. Desechos
los sistemas artificiosos, de lejos oro y de cerca andrajos, y barridas las
autoridades, antes elevadas sobre pedestales hueros, el análisis re-
mueve el mundo. Así andan algunos inquietos, azorados, perdidos en
el torbellino, invocando la belleza de lo definido, lo intangible, lo rí-
gido, lo exclusivo y oficialmente exacto. Pero es el caos más bello :
que en él lucen, entre ruinas y nebulosas, soles inmensos y verdades
infinitas.
Sopaitto descabrlmlsnto de Lnls Pastear
POR EL
Dr. L. Comknge
Director del Instiiuio de iligiene urbana de Barcelona
La Chroniqu4} médicale^ en .su miniero í;()rrespon(liente al lo de abril
del corriente año, inserta una noticia, subscrita por el Dr. Micliaut, ■>
la que se despren.le que los tan conocidos frascos ó matraces Pasio'r.
atribuidos al perspicaz ing'enio del renom])ra(lo químico, se conocier'iu
mucho antes y que los servicios esterilizadores de tales'^vasos, tambiea
se certificaron con anticipación.
He aquí el texto del curioso documento tomado por M. Laií^antili.
de un Alma/aaqíie de Química para 185(>, publicado en Rouen, y finnul
con las iniciales H. del M.
« M. Malaguti (profesor de Química ag*ricola en la Facultad de Hen-
nes) ha llamado la atención de sus oyentes acerca de un recientt* t^v
perimento, hecho ñor los señores Schroder y Dush, que puede >er ^;
germen de un pere^-rino procedimiento de conservación.
Dichos señores han logrado conservar durante '2o días carnes ce-. -
das con su propio caldo, renovando el aire del recipiente; sólo que e>>
aire,>*in cesar en su circulación, se le hacía pasar lorzosamentevíZ/^'
de ¡legar al caldo por un txibo de 60 ceníÍ7netros de largo y 5 cenlmefr.
de amplitud lleno de algodón en rani'K
»Posible es que este medio se vulgarice, por el cual, si parece [T'-
bable que el oxígeno es necesario para provocar la putrefacción, r
ciertos casos preci.sa, además, la intervención de otros ag'entes qiit' i
acompañan, y que hasta hoy nos son completamente de.sconocidos.
»Sin embargo, semeja "que dichos agentes ó principios pudir-.-íi:
muy bien ser esporos de algas ó mohos invisibles á .simple vista. }>" >
cuya existencia queda demostrada con la producción de dichos w-^-
tales ».
Como se ve, al experimento de Schroder y Du.sh nada esencia; ^
falta ; las consecuencias y las extendidas aplicaciones fruto son -l-^.
tiempo y de la humana laboriosidad.
La noticia que antecede, de indiscutible importancia histórica, .<iii-
ciona una vez más aquella verdad tan conocida délos verdadenis era-
ditos, comprobadores de (jue toda idea grande, todo hecho tra.scen<leri:f
ni surgió acjuélla, ni se llevó á ca])0 éste por la .sola eficacia y el esfuerz-i
único de un hombre, cuya inteligencia, las más de las veces, e> la
fuerza cristalizadora de los elementos psíquicos dispersos en el am-
biente de la í'iencia, y por la que se truecan en práctico.s y corpore ^
los notantes elementos de la invención.
Pero es que en ^l caso ])resente, el matraz Pasteur se me antoja»].-
en la historia de losd^?^cubrimientos merecerá el título de reinrfuo>'^^
ó mejor de una ajUroición hecha por Pa.^teur de un artificio experi-
mental cuya paternidad le atribuyeron sus admiradores.
La historia médica registra iuí^ontables casos 'ana log-o.s al que re-
cuerda la Chronique medie de] no vayamos muy lejos en la probatnrir.
pesquisa. ' y
Kn 1818, aplicó por primera vez el Dr. Recamier el famoso e.^pé«.;:
que lleva su nombre. Presenciaron el acto escolares, profesure>. }
entre éstos, nada menos que Dupuytren, Chaussier, Desormeaux. H:h-
son, Oayol, Fizeaux, ^quienes quedaron asombrados del ingenio de*;i.
aparato y del talento de su inventor.
(1) Laisant, L'Kducation (1004), pág. 48.
Las tres grandes cuestiones tratadas en el Congreso de alunistas Jranceses 6at
El nombre del profesor francés se difundió por el orbe unido al
tubo reflector; i)eriódioos, libros y diccionarios atribuyéronle la pater-
nidad del mentado aparato, que e"n puridad, no era otra cosa sino una
de las modiñcaciones introducidas en este medio de inspección g^euital,
usado desde edades remotas, y del cual publicaron grabados no pocas
obras deciriií^-ía.
La lisonja apasionada no sólo es injusta en los relatos, sí que cie^a,
además, supone torcidamente que los perfeccionamientos son méritos
siempre de menor cuantía.
Las tres grandes enestlones
tratadas en el Congreso de alienistas franceses ^^^
celebrado en Pau (agosto, 1904)
POK EL
Dr. a. Rodrígukz-Morini ^
Médico-Director del Manicomio de San Baudilio de Llobregat
En el anterior número de la Revista di cuenta en cortas líneas de la
sesión inaugural del Congreso de alienistas y neurólogos franceses,
celebrado en I*au en la primera semana del pasado agosto. Hoy debo
hablar de las tres principales cuestiones que ocuparon la atención de
los congresistas, y que formaban los temas oficiales de discusión, con-
forme se acordó en el Congreso celebrado en Bruselas en el pasado año.
El primero de los temas se refiere á un asunto de nosología y etio-
logía psiquiátrica, «Las demencias vesánicas», estando encargado
de la ponencia el Dr. í)eny (de París) ; el segundo, dedicado á la ana-
tomía y fisiología nerviosa, «Las localizaciones de las funciones motri-
ces de la médula», fué desarrollado por el Dr. Sano (de Amberes), y el
tercero, que hacía referencia k una cuestión de régimen maniconíial,
«Medidas que debieran tomarse respecto á los alienados criminales»,
fué brillantemente expuesto por el ilustre alienista Dr. Kéraval (de
Ville-Evrard).
La primera y la tercera cuestión suscitaron animadas y largas po-
lémicas, en las que intervinieron las más prestigiosas personalidades
(jue asistieron al Congreso. La discusión del segundo tema fué más
reposada y más breve.
Voy á Intentar hacer un conciso extracto de las principales ideas
vertidas por los ponentes y por sus contrincantes.
Demencias vesánicas. — Dice el Dr. Deny que con el nombre de
demencias vesánicas se conocen los estados de debilidad permanente,
progresiva y definitiva de las facultades intelectuales, morales y afec-
tivas, consecutivos á diversas psicopatías. Las demencias vesánicas
son, por la tanto, enfermedades esencialmente secundarias, y como
consecuencia de esta definición, parece natural que antes de describir-
las sea necesario estudiar los tipos de psicopatías que las preceden.
En teoría, esto sería lo lógico ; pero en la práctica se presentarían
serios inconvenientes, ya que las demencias consecutivas ó secundarias
acaban todas en un momento determinado de su evolución por pare-
cerse y confundirse en su^ síntomas, hasta el extremo de que se hace
imposible, al estudiarlas, reconocer la afección primitiva de que pro-
vienen.
(1) Revista Frenopática Española, septiembre de lOOt.
632 Las tres grandes cuestiones tratadas en el Congreso de alienistas franceses
Teniendo ef^to en cuenta, no hay otro remedio que estudiar enciL-
junto todas las demencias vesánicas, ya sean secundarias de la m,'!'.
^melancolía, de las jp^icom degenerativas, etc., etc., de la misma man^r-
que se estudian con el nombre de demencias neurésicas los estados r
menciales consecutivos á la epilepsia, al histerismo, & la corea, etc.
De alg-unos años á esta parte se ha progresado mucho en el ronn:-
miento de la anatomía patológ^ica de las demencias, y teniendu e:
cuenta lo inse^i^uro de su clasificación clínica, se inclinó el Dr. Deny:
abandonar la idea de las demencias vesánicas y á borrarlas, por lo ti-^
to, del cuadro de la nosolo^^ía psiquiátrica para considerarlas r.nv
demencias org 'micas, dividiéndolas en dos grandes g-rupos : las que >■ :
debidas á lesiones circunscritas, solitarias ó múltiples y las que rermí •
cen por causa lesiones di/usas g generalizadas desde iin principio; esi-
segundo grupo podría subdividirse en otros dos, según que se trate 1^
lesiones agudas ó crónicas, reparables ó destructivas.
Antes de llegar á estas conclusiones, que sintetizan el trabajo li-
Dr. Deny, hace el autor una acabada exposición de lo que entieudeu
mayor parte de los autores franceses por demencia precoz y démete
¿¿^rrftó, como consecutivas á estados vesánicos, combatiendo cons..-
dos argumentos estas opiniones tan generalizadas y probando conr-
zones clínicas, anatómicas y fisiológicas, que la demencia precoz, adi:.-
tida como forma nosológica autónoma en Alemania desde hace má? .-
doce años, no puede en manera alguna ser considerada como una?:
pie demencia vesánica rápida, consecutiva á las psicosis de la púber
y de la adolescencia, sino como una entidad morbosa perfeotam^;
definida, conforme lo ha demostrado el insigne Kraepelin (1). Tam-
poco aceptó el Dr. Deny la teoría de la demencia vesánica tardía, r^
yendo que en definitiva debía borrarse del cuadro de euferraeda/-
mentales el antiguo grupo disparatado y heterogéneo de las demeii ''^
llamadas vesánicas ó secundarias.
Estas ideas, tan en contraposición á las admitidas por la genfr;
dad de los psiquiatras franceses, fueron vivamente combatidas ]Kir
mayor parte de los congresistas que discutieron el tema del Dr. ÍH}
sobre todo en lo referente á la demencia precoz, que no sólo en F.n::
cia, sino en Alemania, suscita actualmente grandes controversu-
amenazando seriamente la brillante concepción de Kraepelin.
Los doctores Doutrebente (de Blois), y Vallon (de París), protesta::
con energía contra la importancia dada a la demencia precoz, califi'^-
dola de nuevo dogma plagado de los mismos defectos que el de h» ••
generación mental, del cual viene á ser una secuela. Admiten la ^x;
tencia de la demencia precoz los doctores Colici y Pactet (de Villei r '
pero considerándola siempre incurable y no aceptando que i'U- •
manifestarse después de los 30 años.
Los Sres. Dide (de Renne.s) y Masselon (de Pan), mué.stran.«e pí'-
darlos de la doctrina íntegra de Kraepelin, insistiendo el primen' -
dichos señores sobre los signos físicos de la demencia precoz, muyu';
les para hacer rápidamente el diagnóstico de la afección, y tmtandi ^
segundo de determinar los límites psicológicos de la enfermedad.
Otras opiniones fueron exjjuestas, distinguiéndose por su radi<*í\^
mo la del Dr. Garnier (de París), representante de los clásicos y de •
irreductibles, que cree que la demencia precoz no sería en definía
más que una especie de idiotismo retardado.
A todas las objeciones contesta enérgicamente el Dr. Deny, rid-cu
zando las acusaciones poco científicas que contra él se han lanzad' •
(1) Estas mismas ideas tuve cl honor de exponerlas en una comunicación prisentada en e. -
grcso ínicrnacional de Medicina celebrado en Madrid, y titulada «Contribución al esiudio vi. -
psicopatías de la pubcrtud y especialmente de la demencia precoz. »
Las tres grandes cuestiones tratadas en el Congreso de alienistas franceses 623
presentarle como deraoledor de la obra de la g-ran escuela psiquiátrica
francesa en provecho de las doctrinas alemanas. Mantiene todas sus
conclusiones, y en Ío que se refiere á la demencia precoz, afirma ter-
minantemente*^ que estudiando sin prejuicios su etiolo^^'ía, su anatomía
patológica y su evolución, hay que rendirse á la evidencia y aceptar
que dicha enfermedad no es en manera alg^una una demencia secun-
daria y que su orit^í-en obedece á causas accidentales, como ocurre con
la paríilisis general, á la cual tanto se parece por muchas circunstan-
cias.
Terminada la rectificación del ponente, intenta un señor congre-
sistas recabar del Congreso una opinión definitiva sobre la demencia
precoz ; pero el Dr. Brissaud, que presidía la sesión, se opuso á esta
pretensión, declarando que en la actualidad una conclusi()n del Con-
«••reso referente á dicho asunto sería imposible de formular, pues resul-
taría poco explícita y poco científica.
LOCALIZACIONES DE LAS FUNCIONES MOTRICES DE LA MÉDULA ESPI-
NAL. — El bellísimo trabajo del ponente, Dr. Sano, viene á ser una su-
cinta historia de todas las teorías y de todos los estudios experimentales
que se han ido conociendo respecto del particular.
Las localizaciones motrices de la médula espinal fueron ya estudia-
das en Francia por Vulpian y Hayem y por otros hom])res tan esclare-
cidos como Paul Bert, FerrieV, David y Prevost, siguiendo diferentes
métodos de estudio basados en la anatomía normal, en la anatomía pa-
tológica, en la fisiología, en la clínica, etc., pero los resultados no eran
seguros ni satisfactorios hasta que Nissl (de Heidelberg) reglamentó el
método experimental, el único que han seguido después los que se han
ocupado de este asunto.
El método de Nissl consiste en lo siguiente : prodúcese experimen-
talmente una lesión periférica en un nervio ó en un músculo, y quince
días después se examinan las células de los cuernos anteriores de la
médula espinal en busca de la «reacción á distancia» que debe haberse
producido ; esta reacción se descubre por la coloración de las células
por el azul de metileno. Por este método se puede determinar de una
manera precisa la relación funcional que existe entre un determinado
número de células y la inervación de un músculo ó de un grupo de
músculos.
Los errores que se han cometido y puedan cometerse empleando
este método experimental, dependen de faltas técnicas personales ó de
las diversas disposiciones medulares de los animales sujetos á la expe-
rimentación, pero en modo alguno amenguan el valor del método de
Nissl.
En dos grandes períodos pueden dividirse los trabajos experimen-
tales que se han llevado á cabo siguiendo la técnica del método de
Nissl. En un primer período, los autores se han contentado con pro-
vocar lesiones nerviosas, demostrando Marinesco, por este medio, que
cada nervio raquídeo posee, en general, en el cuerno anterior de la
médula espinal, un núcleo principal y varios núcleos accesorios ; el
núcleo principal corresponde i\ un nervio determinado, excepto para
el mediano y el cubital, que tienen un núcleo principal común. En el
segundo período, la experimentación se ha practicado de modo preciso,
seccionando y arrancando músculos y determinándose que cada uno
(le ellos tiene un núcleo propio de inervación. Van Genuchten y dfe
Neef fueron aun más alh'i en sus experimentaciones, amputando seg-
mentos de miembros y descubriendo localizaciones todavía más preci-
sas en la médula. Las relaciones entre los músculos y los núcleos me-
dulares quedan establecidas de una manera perfecta :"á cada músculo
corresponde un núcleo, á cada grupo funcional muscular está ligado
6i4 ^AS tres grandes cuestiones tratadas en el Congreso de alienistas franceses
un grupo de núcleos y á cada segmento de miembros corresponde, fi
la médula, una zona bien determinada, en la que están incluidos ]«>
núcleos funcionales precedentes.
Bastan estos detalles, extractados del trabajo leído por el Dr. Snu".
para comprender la importancia del mismo.
Todos los congresistas que tomaron parte en la discusión de e>íe
tema aplaudieron calurosamente la ponencia del Dr. Sano y liniitfir' u
sus objeciones á asuntos de detalle que en nada modificaban las idea*
fundamentales del autor.
Medidas que debieran tomarse respecto A los alienados crimi-
nales. — Ha sido el tema que más interés despertó entre los con^T re-
sistas, el más vivamente discutido y el de resultados más práctica.- ^
inmediatos, puesto que el Congreso aprobó conclusiones muy prei\-a*
para someterlas á la consideración de los poderes públicos. Los sen- -
res Drouineau y Pelletier, representantes del Ministro del Interior y
del Prefecto del Sena, siguieron con marcada atención la discusión it
este asunto y tomaron buena nota de las principales ideas vertida-
acerca del mismo.
El trabajo del Dr. Kéraval es tan hermoso y tiene tanta trascendeo-
cia, que merecería (jue la Revista Frenopática lo publicara íntegra-
mente, pero nos lo impide hacerlo su mucha extensión. Lo extractarr
con la mayor claridad que me sea posible.
Está dividido en dos partes. La primera está consagrada al esiuü
histórico de la cuestión, y en la segunda trata el autor de los pro*'.-
mas que deien resolverse.
En la parte histórica no se limita el ponente á enumerar las iiirt^
Que han reinado sobre el particular, sino que hace un estudio anaij:: •
ae las mismas, exponiendo y comentando las principales razonen r-^
que cada autor apoya su manera de apreciar la cuestión.
Al empezar á desarrollar la segunda parte, cree el autor coiivt-
niente dividir el problema en tres grupos : el referente á los ahenti* '
criminales, el de tos criminales alienados y el de los alienados peligrovu
viciosos ó depravados, acerca de cuyos grupos variarán las medidas i/ir
deben adoptarse, ya que varían muchísimo las condiciones de los t^D-
fermos.
Los alienados criminales son, como su nombre indica, enfermo,- :
la mente, que han cometido un crimen ó delito bajo la influencia <lo v
estado mental, por cuyo motivo han sido declarados irresponsable-.
conducidos á un asilo.
Los criminales alienados son, por el contrario, individuos sanos ti-
la mente al cometer el crimen y que se vuelven locos al cabo de alcuL
tiempo. Son en realidad criminales que luego enferman.
Los alienados peliffrosos, viciosos ü dep7*avados, son enfermos i\e is
mente que en virtud de su dolencia ó de sus malos hábitos resultaü
molestos ó peligrosos para los compañeros de reclusión y para el j»-r-
sonal del Manicomio.
Primer grupo, — Admítese generalmente que los alienados crir.i:-
nales deben depender de la autoridad judicial durante toda su v lir..
que no deben recobrar su libertad más que medíante certificación in-
culta ti va, en la que se consigne que no se sospecha una recaída y ». :-
debieran, durante su reclusión, permanecer en Asilos est)eciales, lla-
mados Manicomios judiciales, sujetos á un régimen particular bajo !•»
dependencia exclusiva del Estado.
Todas estas medidas, que tienen un carácter penitenciario y <[>!?
colocan i\ los enfermos de la mente al mismo nivel que los presidian -
las combate con sólidos razonamientos el Dr. Kéraval, demostran :
que no todos los alienados criminales son peligrosos y no deben e>*t-
Las tres grandes cuestiones tratadas en el Congrtso de alienistas franceses 623
sujetos á un rég'imen de represión común, debiendo variar éste seg-im
cada caso particular, que nttdie más que el médico tiene derecho á de-
terminar. Huelg-an, por lo tanto, los Asilos especiales para los aliena-
dos criminales, Asilos que además de inútiles resultan inhumanos.
Santo y bueno que dichos enfermos dependan en cierto modo de la
autoridad judicial, sobre todo para decretar su reclusión y para auto-
rizar su salida una vez curados, previo el informe del médico-director
del Manicomio, pero de ningún modo debe considerárseles como for-
mando parte de una colonia penitenciaria bajo la inspección de la jus-
ticia.
Segundo grupo, — ¿Existen en realidad criminales alienados? ¿Los
criminales alienados no estaban realmente enfermos en el momento en
que fueron condenados? Cree el Dr. Kéraval, fundado en los trabajos
de Collin, Pactet, Tatzy y P. Garnier, que en la mayor parte de los ca-
sos han sido considerados como responsables individuos enfermos de
la mente, que de haberles sujetado á un examen médico legal, se
hubiera reconocido su alienación mental, no siendo, por lo tanto, con-
denados. El número de criminales alienados sería entonces sumamente
reducido, y á los criminales á quienes en realidad se les apreciara tras-
tornos mentales después de su condenase les podría sujetar al ré^^imen
común de los demás alienados ó bien someterles durante algún tiempo
á una observación especial , hasta que se comprobara su enfermedad,
en cuyo caso deberían ser internados en un Manicomio, y de demos-
trarse la simulación ó la curación de la dolencia, volverían á quedar á
disposición de la autoridad judicial. En Francia cuentan con un Asilo
esijecial, el de Gaillon, que podría servir para estos casos.
Tercer grupo. — Los alieiiados peligrosos^ viciosos y depravados que
tanto abundan en los Manicomios de gran población vesánica y que se-
gún algunos autores debieran estar sujetos á la autoridad judicial,
recluyéndoles en Asilos especiales al lado de los alienados criminales
no deben, en concepto del Dr. Kéraval, perder su carácter de alienados
comunes y ser, por lo tanto, objeto de medidas coercitivas dictadas por
las autoridades. En los Manicomios donde existe el hacinamiento de
enfermos, y donde la vigilancia tiene forzosamente que ser deficiente,
estos locos peligrosos ó molestos llegan á constituir un serio peligro
para la seguridad y la tranquilidad de los demás enfermos, pero el mal
no depende de ellos, sino de la defectuosa organización del estableci-
miento. Corríjase ésta, establézcanse locales aislados para dichos enfer-
mos, extrémese la vigilancia y la disciplina, examínese cada caso par-
ticular para sujetarlo á régimen especial dentro del Asilo, y el peligro
desaparecerá, los hábitos viciosos se corregirán fácilmente y el número
(le estos alienados peligrosos quedará sumamente reducido, sin que la
justicia tenga que intervenir para nada en este asunto, que ha de ser
de la incumbencia exclusiva de la dirección facultativa de los Mani-
comios (1).
Ante la dificultad de seguir extractando las hermosas ideas expues-
tas por el Dr. Kéraval en su Memoria, termino este asunto condensando
en pocas líneas las conclusiones formuladas por el autor.
Medidas preventivas. — Es necesario prevenir, hasta donde sea posi-
ble, los crímenes y delitos que puedan cometer los alienados antes de
su reclusión en un Manicomio. Para ello, es urgente facilitar la rápida
admisión de los enfermos de la mente en los Asilos, simplificando las
formalidades administrativas, excitando el celo de los médicos para que
aconsejen á las familias la reclusión de sus deudos enfermos y vulga-
(1) En este mismo número de la Revisui, en la sección destinada al Manicomio de San Bau-
<1Mío dw' Llobregat, dedico algunos párrafos á este asunto, resultando ciue lo practicado en este
Establecimiento está felizmente de acuerdo con las ideas sostenidas por el Dr. Kéraval.
626 Las tres grandes cuestiones tratadas en el Congreso de alienistas franceses
rizando por toda clase de medios el concepto científico de las locuras
destruyendo prejuicios insanos y haciendo responsables civilmente ^
los que por neg-lig-encia sean causantes de los crímenes cometidos p-r
alienados (1).
Es posible prevenir los crímenes y delitos cometidos por los aliena-
dos que han salido de los Manicomios por curación ó mejoría de >u
enfermedad. Contra las salidas prematuras puede oponerse el opt:-
door, la colonización familiar y las salidas mediante ciertas garantia>
de seguridad.
Los alienados criminales puestos en libertad, pudieran quedar sua-
tos á la vigilancia y cuidado de Sociedades de protección, como se hav
en algunas partes con los penados que han cumplido su condena.
En caso de recidiva de su enfermedad mental, debieran ser reolu.-
dos otra vez en los Asilos.
Disposiciones ñidiciales, — Intervención de los Tribunales para de-
cretar la reclusión y salida de los alienados criminales de los Maui«'-
mios, mediante la instrucción de expedientes médico legales.
Reforma de los procedimientos judiciales en lo que se refiere á ;^
criminales que adquieran una enfermedad mental después de su 0:1-
dena, quedando bajo la acción de los Tribunales en lo referente á-;
salida del Asilo, en caso de curación de la dolencia.
Ninguna intervención de la autoridad judicial respecto á los lu- ^
peligrosos.
Disposiciones médico-administrativas. — Nada de Asilos especia!-
para los alienados criminales. Constituiría esto la existencia de c.*! -
nias penitenciarias para enfermos, que en modo alguno pueden ai-^;-
tar los psiquiatras modernos, pues adem/is de ser inútiles y perjudir-
les, infligiría á las familias y á los enfermos un deshonor inmererii
Sólo en casos excepcionales y por motivos de índole puramente i' '
podría permitirse, como un ensayo, la colocación de algunos de e- -
enfermos en el establer^imiento de Gaillon.
Los criminales que lleguen á enfermar de la mente, debieran e<*.'
sometidos á un período de observación, antes de su reclusión defiuiu
en los Asilos. Gaillon podría servir para estos casos.
Los alienados ])eligros()s y viciosos no deben salir del Asilo d-»:; i
estén colocados. Con un buen régimen manicomial se corregintn :
mayor parte de dichos individuos, y si alguno de ellos resultara refni-
tario á toda clase de medidas administrativas, puede entonces .ser ^^n-
viado temporalmente al Asilo especial de Gaillon, sin que para na:
deba intervenir en este asunto la autoridad judicial.
Terminó el Dr. Kóraval su interesante Memoria aconsejando átr.i ^
sus compañeros, que estén al frente ó al servicio de un Manicoir
que no olviden nunca que son médicos antes que todo y qtte los desfjr;
ciados que están bajo su cuidado 710 deben pei*der jamás el carácter .■
enfermos (2).
Aunque las objeciones formuladas por algunos congresistas al tra-
bajo del Dr. Kéraval fueron rudas y demoledoras, el espíritu geu^n.
del Congreso se mostró de acuerdo con las ideas del ponente, habirn.
éste logrado un gran triunfo al ver moralmente aprobadas sus couo.:-
siones (3).
(1) Todo esto que propone el Dr. Kéraval. había sido propuesto hace algunos años por el t~-
nenie Dr. Ginc y Paria^'ás, y en laactualidad, mi querido maesiro el Dr. Rodriguen Méndez!" ;*
irocina co los brillamos iiriiculos que está publicando en esie periódico sobre el ingreso j.'
enfermos de la mente en los Manicomios.
í2) Estas palabras desearía yo verlas grabadas en el fronlispicio de todos los Manicomio».
(3j De la Revtsí'i frenopática española.
Afeeelones oenlares de origen menstraal
(i)
POR El.
Dr. F. Tkbrien
Ex jefe dtí clínica de la Facultad de París
SEGUNDA PARTE
Embarazo, parto, lactancia y puerperio
Estudiamos en la primera parte las complicaciones oculares de la mens-
truación normal y anormal. Ahora, para completar esta revista de con-
junto, estudiemos las que pueden presentarse durante el embarazo, el parto,
ó el puerperio. Todos se refieren al útero grávido y forman, por consi-
guiente, un g-rupo marcadamente distinto.
I. Embarazo.— Los trastornos oculares que se pueden observar durante
el embarazo, son dividibles, como los precedentes, en trastornos funciona-
les, nerviosos é inflamatorios ó infecciosos.
Las modificaciones verileadas en el organismo de la mujer y el aumento
de los productos tóxicos, por una parte, y por otra, los cambios de posición
del útero y la presión ejercida sobre los órganos vecinos , que puede provo-
car desórdenes de orig:en reflejo, permiten explicarlos.
Esta división es quizás un poco artificiosa, pues se encuentra siempre
la infección, más ó menos, en el origen de todos estos trastornos; pero es
cómoda y puede ser conservada en clínica.
Reuniremos los dos primeros grupos : trastornos puramente funcionales
y nerviosos, que se combinan frecuentemente. Los últimos merecen un
sitio aparte, y se manifiestan ante todo por lesiones visibles con el oftalmos-
copio y características por completo.
Trastornos funcionalbs y nkrviosos. — Son los que ya hemos des-
crito al hablar de las anomalías de la menstruación : astenopia aco)yiodaticía
ó astenopia muscular. El paciente se fatiga muy pronto en la visión de
ceroa, y si existe al mismo tiempo la insuficie^ncía de los rectos internos
(astenopia muscular), aparece de cuando en cuando la diplopia cruzada. El
uso de cristales convexos en el primer caso, á los que se añadirá prismas
delgados con base interna, si los rectos internos. son también muy débiles,
harán desaparecer estos trastornos.
Bloding ha observado en una mujer embarazada un estrabismo conver-
gente que periódicamente se producía durante cada preñez, tanto, que dicho
estrabismo era en ella uno de los signos mejores del embarazo. Se trataba
muy probnblpmente en este caso de un espasmo de la convergencia.
h2i parálisis de los nei*vios motores del ojo puede también encontrarse du-
rante el embarazo, bien aparezca aislada, bien de concierto con otras pará-
lisis. Se trata probablemente entonc^'S de lesiones nucleares de origen
tóxico. Fisher ha observado una midriasis unilateral que apareció dos me-
ses antes del pa'-to, coincidía con parálisis de los miembros inferiores y
aun no había sufrido ninguna modificación siete meses después del alum-
bramiento (2).
La exoftalmía de la enfermedad íle Basedow, como es sabido, es desfavo-
rablemente influida por el embarazo, así como por la mayoría de los tras-
tornos menstroales. Sucele lo mismo con la exoftalmla pulsátil. Aun
más, en 32 casos de origen idiopático, en los cuales, por consiguiente, el
traumatismo no podía ser considerado como causa, Sattler notó 23 en el sexo
femenino, de los que uno apareció en el moment) de los e.sfuerzos del parto
y cinco durante el curso del embarazo (3). La afección, de ordinario unila-
teral, está caracterizada por la presencia de latidos y pulsaciones, isócronos
con el pulso arterial, y por la sensación de un ruido ronco y estridente,
percibido al mismo tiempo por la enferma, que complican la exoftalmía.
En el momento del parto la exoftalmía alcanza su máximo.
Ij& secrec'ófi lagrimal pu^de aume7itarse durante el embarazo como la ma-
yoría de las secreciones. En una mujer de veinticinco años que, en los dos
íl) Conclusión. — Véase el número anterior.
(2) Fisher. Z^its.f. Wxtn. A^rj^te, 1883.
(3) Satilcr, Grae/e et Saemisch, !.• edición, 1880, t. VI, p. 757.
628 Afecciones oculares de origen mensirual
primeros meses del embarazo, había presentado uua notable ex agre ración de
la secreción lag-rimal y vómitos matutinos, Nieden observó, un mes nia;
tarde, un^lagrimeo abundante aunque las vías lagrimales conservaseii >i
normalidad. Las g-lándulas lagrimales estaban hinchadas y eran doloni<a>
á la presión. La instilación de una solvición acuosa de cocaína al vig-ésinio
en el saco conjuntl\al disminuyó al instante el lagrimeo y alivió á ia
enferma.
Por último, la artibliopia y Ifi amaurosis emú muy frecuentemente des-
critas durante el embarazo antes del descubrimiento del oftalnooscopif-
Sabemos hoy que hay que distinguir en estas amaurosis dos graud-'s
grupos.
El primero, mucho menos importante, no va acompañado de ningi:ia
lesión del fondo del ojo ; el trastorno visual desaparece generalmente des-
pués del parto.
Lutz (1) y Landenberghan relatado observa<*iones de amhliopia pasajt^
durante la ictericia gravídica.
Se ha de comprender en este grupo las fotofobias y el escotoma centelleam*
la aiiestesia retUnana (Silex), y la hemeralopta, que también se observau al-
gunas veces en las mujeres en cinta. Se designa, como se sabe, crn r
nombre de hemeralopia, un entorpecimiento particular de la retina : la vi-
sión, normal ó sensiblemente normal con la luz diurna, se lince casi lu^
en el crepúsculo y el paciente no puede entonces distinguir.
Uhthoíf ha publicado sobre este asunto un interesante trabajo (2).
La aparición de la hemeralopia sería debida ala debilidad general d-.
organismo, producida por el embarazo; igualmente puédese observar e>T
ceguera nocturna durante la clorosis y anemias graves.
Recordemos, por último, una observación de Desmares, que trató uii
mujer en cinta que presentaba una hemianopsiá pasajera, la cual era pr •-
blemente de origen histérico. Pero se trata de hechos excepcionales.
Manifestaciones oftalmoscópicas. — El segundo grupo de estas aüi-
bliopías, de una importancia clínica mucho mayor, está caracterizad*^ y '
alteraciones de la retina y del nervio óptico, muy visibles con el oftaltL-
copio. Todas estas lesiones retinianas y papilares no van acompaii&ó?-
necesariamente de ambliopía, y el trastorno visual puede ser mínimo, y.
recen un sitio aparte y debemos ocuparnos de ellas con más detención.
El nervio óptico, y sobre todo la retina, son los más atacados. La af- -
ción más frecuente é interesante es la retinitis albuminúrica de las mujer^
en cinta; luego la amaurosis urémica, mucho más rara, y por último la-
neuritis ópticas. Las describiremos detalladamente. Otra^s, casi excejNj.-
nales, sólo tienen un interés secundario.
1.° Retinitis albuminúrica de las mujeres en cinta.— Ha sido miiv bi
estudiada estos últimos años por Axenfeld (3) y Silex (4). Se ia ohs»\'-.
sobre todo, en las primíparas y en la segunda mitad del embarazo, exc^p
cioiíalmente en el puerperio (Schmidt-Rimpler). Thompson, en treinta «v
sos de retinitis albuminúrica, la encontró cuatro veces (5). Casi siempr" ^-
trata de nefritis parenquimatosa. En ocasiones es una nefritis cróuíi'^ a:-
tigua, desfavorablemente influida por el embarazo; pero éste, en tal rji-
aparece, no como causa de la nefritis, sino como una complicación de r'>t¿
última.
Diftere de la retinitis albuminúrica ordinaria sólo por su etiolog-ía per^-
cular, y también por sus consecuencias mucho menos serias. Los síntr.ir:!:-
objetivos y funcionales son idénticos. Generalmente, ambos ojos son iu--
resados al mismo tiempo, pero no en el mismo grado necesarininente. Cua
do uno de e los es atacado, es raro que el otro quede largo tiempo indemí'-
Síntomas objetivos — Tienen una importancia capital, porque se tr*::
aquí de lesiones de edema que, aun siendo muy marcadas, pueden no •- --
siorar más que síntomas funcionales muy insigniftcantes. Es preciso, pu--
examinar sistemáticamente el fon4o del ojo de toda mujer en cinta, en.-
orina contenga albúmina.
(1) Lutz, Mittheil. u. d. opth. Klin. in Tübingen, II, 1, p. 1, 1884.
í2t Uhthoff, Arch f. Ophth , XXXIII, I, p. 285, 1887.
(3) Axenfeld. Monats.f. Geburtshilfe und Gyndkologie, 1895, p. 516-522.
('») Sílex. Berliner Kiin. Wochentchr., 1895, p. 385-389.
(5) Thompson, New-York med. Record, marzo. 24, 1888.
AJecciones ocufares de origen menstrual 629
La retinitis albuminúrica presenta los cuatro caracteres siguientes, y
las alteracion^»s tienen lugrar á la vez en la. papila, los vasos, la mácula y el
rt^sto de la retina. Son : la hiperemia y el edema áe^ la papila, las hemorra-
g-ias retinianas, las chapas blancas de la retina y el aspecto estrellado de la
mácula.
a) Edema de la papila. — El disco óptico está rojo, congestionado, y su3
bordes, en vez de estar bien recortados como en el estado normal, son difu-
sos, esfuma.los, y se confunden con la retina. Al mismo tiempo las venas
aumentan de volumen y son tortuosas; algunas veces se comprueba, á
uno y otro lado de las paredes de la arteria, una ftna estría blanca que la
bordea, indicio de periarteritis. En las formas graves este aspecto puede
llegar hasta el éxtasis papilar, lo que viene á agravar el pronóstico, porque
manifiesta una elevación de presión intracraneana,' y muchas veces una
meningitis ó paqui-meningitis concomitante (Schmidt-Rimpler, ühthoff,
Fórster).
d) Hemorragias retinianas. — Existe, además, alrf^dedor hi papila y en
de ésta, hemornigias pequeñas, como chispas, generalmente disi'retas. Nu-
merosas hemorragias, como grandes focos, implican un pronóstico más
reservado, pero la curación es, sin embargo, posible (Adamück) (1)
c) Chapas blancas de la retina. — Se ven diseminadas por toda la exten-
sión de la retina, pero principalmente alrededor de la papila, focos de color
blanco amarillento, de dimensiones variables y que pueden ser tomados á
primera vista por verdaderos focos de coroiditis; diñeren de ella por su as-
pecto más claro y brillante, y también por su situación más sup »rñcial, que
recubre los vasos de la retina que ocultan en parte.
Estas chapas blancas, sobre cuyan ituraleza se discute en la actualidad
todavía, están constituidos en su mayor parte por la grasa que proviene á
la vez de la capa de las fibras nerviosas, convertidas en varicosas ó hipertró-
ficas, déla degeneración grasicnta del tejido de sostén y de depósitos de
corpúsculos grasos en las dos capas granulosas, externa é interna.
d) Aspecto estrellado de li mácula. — Es el elemento característico de la
retinitis albuminúrica. Lo forman una serie de estrías blanquecinas, que
irradian alrededor de la mácula y dan á esta región un aspecto muy parti-
cular. Estas estrías no son otra cosa que pelotones de grasa de idéntica na-
turaleza qiie las chapas precedentes, pero que aquí adquieren una disposi-
ción estrellada á consecuencia de la disposición de las fibras nerviosas de la
retina en este nivel. Es raro que la corona radiante que de ello resulta sea
completa; ordinariamente, se re luce á un sector de extensión variable, que
puede alcanzar la mitad del círculo y que muy pocas veces pasa de este
tamaño.
Estos cuatro elementos, que se encuentran reunidos en cerca de las cua-
tro quintas partes de los casos, bastan por sí solos para imponer el diag-
nóstico. Si uno de ellos falta, particularmente las chap:is blancas y las
hemorragias, y si la papila es la única interesada (7 por 100 de los casos
aproximadamente), el diagnóstico es muy dudoso, y no se puede deducir la
nefritis, sino tan sólo una infección cualquiera. "La investigación de la
permeabilidad renal en tal caso, y sobretodo el examen de la crioscopia
urinaria permiten entonces atribuir á la lesión su causa verdadera; tanto
más cuanto que no es raro ver aparecer algunos días más tarde uno de los
elementos deficientes al principio, por ejemplo, el aspecto estrellado de la
mácula.
Hemos observado un ejemplo muy preciso de este hecho en una mujer
de cuarenta y siete afios, en la que se observaba, con el oftalmoscopio, una
neuro-retinitis bilateral con ligera disminución de la agudeza visual. La
orina no había contenido nunca albúmina, y las neuralgias frontales y oc-
cipitales de que se quejaba la enferma, atribuyéronse al reumatismo y fue-
ron tratadas hacía varios meses con el salicilato sódico á alta dosis (4 gra-
mos diarios desde un mes); como pudiera acusarse como factor etiológico
este medicamento, fué en seguida suprimido. Pero tres semanas después
apareció el aspecto estrellado característico de la mácula, que permitía ad-
mitir la nefritis. La crioscopia y el examen de la toxicidad urinaria vinie-
(l) Addmück, Centralbl.f. prakt. Augenheük., 1889, p. 9S-101.
j
630 Afecciones oculares de origen menstrual
ron á conürhiar este diag-nóstico, y la enferma sucumbió á los diez y cn-b'
meses.
Síntomas subjetivos. — Son muchas veces nulos ó poco marcados. Li
afección empieza insidiosamente; la paciente aqueja algunas fotofobias."
nota una débil disminución de la agudeza visual; los objetos están Si,'-'
confus'rs y parecen vistos á través de una ligera niebla. Existe al misra.
tiempo un poco de paresia de la acomodación : la visión de cerca es pe:.. «sí
y no se soporta por mucho tiempo. Fuera de esto, no sufre niugÚD tra<t r
no; después, la visión disminuye insensiblemente; pero esta mengua n
es nunca considerable.
Especialmente se trata aquí de lesiones de edema, y éstas, aun cuaul
sean muy marcadas, comprimen poco las fibras nerviosas y no impiden a
conducción.
Esta retinitis albuminúrica de las mujeres en cinta no se diferencia '-
jetivamente de la retinitis albuminúrica ordinaria. Se trata de lesioner -.-
origen urémicí), y su presencia permite deducir la nefritis. Pero en raz _
de su etiología especial, el embarazo se presta aquí á interesantes coum.--
raciones.
Marcha y pronóstico. — La retinitis albuminúrica está ligada, ante t»».
á la uremia crónica, y toda nefritis crónica que termina en la uremia pu» --
ocasionar tales complicaciones oculares. Estas vienen á agravar el pr -
nóstico, testimoniando, con su presencia, una intoxicación profunda ■:
todo el organismo y la alteración general del sistema vascular. En efe.*t
la muerte es, ordinariamente, la terminación habitual y la supervivenr;-:
no pasa de dos años.
Por el contrario, la retinitis gravídica, consecuencia déla nefritis, es fre-
cuentemente pasajera, como la misma nefritis, y desaparece si la uefr/>
cura el parto. Pero, según sea la duración é intensidad de la afección, p\-
den persistir diversas cicatrices retínianas que perturben la visión.
Hay dos elementos esenciales que se han de tener en cuenta para e>*i-
blecer el pronóstico: la época de aparición y la duración de las lesión»^?
Cuando la nefritis aparece temprano, y sobre todo si persiste después ♦i»'.
parto, indicio de una lesión renal durable, la retinitis puede entonces ter-
minar en la atrofia del nervio óptico.
Ordinariamente la agudeza visual está poco disminuida ó se hace »>tr.
vez normal ; todo lo míis el oftalmoscopio permite comprobar en la imag^r.
recta pequeñísimos focos blanquecinos ó degeneración pigmentaria en : -
alrededores de la mácula. Cuando persiste cierta disminución de la agu-
deza visual, es c«si siempre ocasionada por una atrofia parcial de la pav>
la; ésta aparece decolorada; sus límites son poco marcados, y los vaso> üi
nivel de la región papilar atrofiada y de la retina correspondiente, son fiL-
formes.
El desprendimiento de la retina ha sido con bastante frecuencia nota-i-
como complicación de la retinitis gravídica. El pronóstico seria men. ^
malo que en el desprendimiento en general, y Sílex vio uno de ellos, qv
era bilateral, terminar en la curación. En el único caso de retinitis aií'U-
minúrica que hemos observado, ésta apareció hacia la mitad del octavo m»^-
de embarazo, efectuándose la curación regularmente después del parí
normal ; no quedó ninguna disminución en la vista, ni estigma del fonú •
del ojo.
En la estadística de Silex, formada con 35 casos, tres veces sólo la agí -
deza visual volvió á ser normal, y en estos casos el embarazo había síJo^il
terrumpido y el parto provocado.
En otros dos casos en que la lesión había aparecido cuatro semanas antr<
del parto normal, la agudeza visual fué de dos tercios. Silex Uegii á la col-
clusión de que si el trastorno visual aparece hacia el fin del séptimo mes •
al principio del octavo, y si el parto es provocado antes del término normal
se tiene la fortuna de conservar á la mujer una buena agudeza visual «I»
La estadística de Culbertson, que comprende 36 casos, es sensiblemente
idéntica á la de Silex : la curación fué completa en el 17 por 100 de los i^^-
sos, parcial en el 58, y en los otros 25 hubo ceguera.
(1) Silex, Americ. Journ, oj Ophtalm,, 1894. p. 133 y 197
Afecciones oculares de origen menstrual 631
Tratamiento. — Será ante todo profiláctico y no se aconsejará nuevo em-
barazo á la mujer que liaya presentado, por vez primera, una retinitis albu-
minúrica. Se ha notado, en efecto, que una atroña parcial de la papila con
vasos Aliformes consecutiva á un primer ataque, terminaba en la atrofia
completa, si había nuevos embarazos. Sin embargo, esto no es absoluto;
Alt observó en una primípara, de veintiséis afios, una grave retinitis albu-
miniirica con alteraciones pigmentarias, palidez de la papila y estrechez de
los vasos, que redujeron la agudeza visual á un tercio; dos partos sucesivos
terminaron regularmente, sin ninguna nueva disminución de la agudeza
visual (1). Axenfeld y Randolph han observado casos semejantes, que de-
muestran muy bien que no se puede generalizar (2).
El tratamiento ocular no existe. Se cuidará, ante todo, la afección cau-
sal y el hecho que la supervivencia es más frecuente y más larga en las
personas de clase acomodada que sufren nefritis con retinitis, demuestra
muy bien la importancia del régimen dietético y de la higiene; no se le
descuidará, pues. Pero en la nefritis gravídica la aparición de la retinitis
crea indicaciones especiales. El problema de la interrupción del embarazo
y parto provocado se establece aquí y algunas afortunadas observaciones,
\iiui en particular del profesor Lapersonne, muestran claramente que una
intervención prematura es el único medio de conservar la visión y de pre-
venir la ceguera.
Se ha de distinguir, con Sílex (3) y Randolph (4), según que la reti-
nitis aparezca en los primeros meses del embarazo ó en las seis ó siete últi-
mas semanas de éste.
En el primer caso, Silex aconseja el aborto; tanto más, cuanto frecuente-
mente la nefritis exir^tía ya antes del embarazo, y será agravada por este
último. La vista de la madre está amenazada, quizás también su vida, y
como el niño tiene pocas probabilidades de llegar á término y ser viable, el
médico está perfectamente autorizado entonces para provocar el aborto. En
la observación de Lapersonne, el parto provocado en una mujer en cinta
de seis meses produjo la curación (5).
Si la retinitis se presenta, en cambio, en las seis ó siete últimas semanas
del embarazo, entonces lo mejor es no intervenir. Como la lesión ocular
debe tener poca duración y desaparecer con el embarazo, según es lo habi-
tual, atacará poco la agudeza visual ó la dejará indemne.
Pero hay casos difíciles. Si, por ejemplo, la retinitis se presenta en el
período intermedio, hacia el quinto ó sexto mes, la cuestión es mucho más
delicada, y sólo se resolverá según las circunstancias del momento. Ten-
drase en cuenta, ante todo, el deseo de la madre y las condiciones sociales
de la enferma, rodeándose, según el acuerdo de autorizados colegas, de to-
das las garantías posible^!.
Es, en efecto, muy difícil establecer una indicación sólida y precisar un
límite fijo. Un embarazo en extremo corto no ¡permitirá siempre obtener
un niño viable ; este es un punto que únicamente el comaflrón puede re-
solver. Además, el parto provocado artificialmente tiene muchas probabi-
lidades de restituir á la mujer una buena visión si es practicado en hora
oportuna, en un período más próximo al comienzo de la retinitis. Pero, en
particular, cuando se trata de nefritis crónicas, el parto prematuro no per-
mite siempre esperar la conservación de 1h visión ; testimonio de ello una
observación de Meyer en laque una retinitis álbum in úrica, aparecida en una
secundípara, terminó en doble atrofia óptica, á pesar de la interrupción del
embarazo en el sexto mes (6). Además, los 16 casos de Silex, que se refie-
ren todos á retinitis gravídicas, aparecidas en el séptimo mes, muestran
bien que, á pesar de la interrupción del embarazo, el pronóstico es algunas
veces desfavorable, puesto que cinco ó seis terminaron en una ceguera casi
absoluta, y en dos la visión permitía todo lo más á la en erma conducirse.
No se ha de creer demasiado en la benignidad de las retinitis gravídicas, ni
(1) kh,Amer,Journ. ofOphlalm., 1894, p. 141.
(2» Axcnteld y Kandolph, BuU. o/íhe John Hopkin's Hosp, lR9->, V. p. 41.
fS) Silcx, Múnch, med Woch. y Berlín KUn, Wock.. 1895, p. 106.
H) Randolph, Buli, ofthe John Hopkin's Hosp., 1895, V. p. 41.
(ií) De Lapersonne. Arch. d'Opht , 1X88, p 266.
(6) Meyer, Zeitschr. f. Augenheilk., II, lá99, p 346-349.
^3^ A /facciones oculares de oriffen menstrual
aún tardías, y el diagnóstico de la intervención es muchas veces muy j -
licado.
2." Amaurosis urémica. — Junto á la retinitis clásica con le3i«>ries í^-
racterísticas del fondo del ojo, se puede notar en el curso de la nefritis ?¿-ni-
vídica ó en el momento del parto casos de ceguera súbita con integriía^
del fondo del ojo. Coinciden muchas veces con accesos de eclampsia, p: -
ceden como ésta de una auto-intoxicación y deben ser colocados en el '.-ui-
dro de la amaurosis urémica.
La afección tiene por carácter aparecer repentinamente ó desarro'.lsr-
en el espacio de algunas horas, y atacar ambos ojos.
Las pupilas están medianamente dilatadas, y no reaccionan de ordijj
rio ante la luz.
La persistencia del reflejo luminoso es de buen augurio : manifiestn :
integridad del nervio óptico y se puede entonces esperar la restiiuiio in ^
4egrum,
En los casos favorables, el acceso dura de doce á veinticuatro hH:^i>
raras veces más ; después la visión se hace paulatinamente normul. V*-:
nuevos accesos se reproducen en el curso del mismo embarazo ó en los rL-
cesivos.
Lo mismo que el acceso, no es raro observar otros síntomas cerebrales
dolores neurálgicos, vómitos, contracturas, que acompañan ó aun pueir:
preceder al acceso. Por último, hi eclampsia coincide frecuentemente <- .
la amaurosis urémica. Durante el ataque la secreción urinaria dismiriL; -
mucho, y la orina, que antes contenia albuminuria, no la tiene, ó m .
poca(Ebert), (1).
El examen oftalmoscópico es frecuentemente negativo. Las lesione?
retinitis albuminúrica concomitantes que se encuentran algunas veces. ^•.
insuficientes por sí solas para explicar el trastorno visual observado. Tai*
más cuanto que éste puede haber desaparecido hace largo tiempo, y la af -
deza visual estar muy disminuida, como en dos observaciones de Groef" í
y de Schmidt-Rimpler (3), mientras que las lesiones retinianas persi.'»?»:.
Por otra parte, se ha notado, al mismo tiempo que la amaurosis uremir
un éxtasis de la papila que desaparece en seguida.
Algunas veces se puede, en lugar de una amaurosis total, observar l".
amaurosis parcial que se traduce entonces por la hemianopsia. El he.\
ha sido observado por Pick y debe ser atribuido con toda verosimilitud ;• :
alteración de una mitad del cerebro bajo la influencia déla intoxicac .
^lrémica.
Como se ve, es fácil distinguir la amaurosis urémica de la retinitis aJv
minúrica. Aparte de que los signos oftalmoscópicos no existen casi nuncí
el principio brusco, la presencia de desórdenes cerebrales graves, alguü:^
veces ataques de eclampsia y la marcha rápida de la amaurosis permitir i
reconocerla. Sin embargo, se recordará que ciertas neuritis ópticas pued» i
determinarla (véase más adelante) y, por último, se ha de pensar siemi"r
en la histeria que puede simularla.
El pronóstico respecto á la visión es generalmente favorable ; las altera-
•cioues definitivas no son efecto de la amaurosis, sino de las lesiones r»^'*:-
nianas concomitantes ó de una atrofia óptica. Sin embargo, la tí da de -
madre y la del niño están frecuentemente amenazadas en tal caso, porqu-
esta amaurosis urémica y todos los otros síntomas que le acompañan, ¿o
manifestaciones de una intoxicación profunda.
El trastorno visual existe rara vez solo; aparece sobre todo como epifer.>
meno y no tiene más que una importancia accesoria. El tratamiento ovu \'
no tiene, pues, nada de especial, es el del estado general ; aquí se estable»^
el problema de la interrupción del embarazo, que sólo el comadrón pi;e.>
resolver. En caso de curación, un embarazo ulterior no sería naturalmen--
aconsejado.
3.'' Neuritis y atrofias ópticas. — Las lesiones precedentes pueom
ocasionar la atrofia de la papila, pero ésta sólo se presenta secundana-
monte, y las lesiones retinianas ocupan el primer lugar. Vamos á hahhr
(h Ebert, Berliner Klin. Wochenschr., n." 2. 1868, p. 91.
(i) (iraífc, Archiv.f. Ophth., 1858, VI. 2, p. 277-286.
<3) Schmidt-Rimpler, Berliner. Klin, Wockenschr.t 1870, p. 575-578.
Aftccionts oculares de origen menstrual 6$$:
ahora de las afecciones primitivas del nervio óptico que pueden presentarse
durante el embarazo.
La imagen oftulmoscópica es variable. Es frecuentemente la de la neu-
ritis óptica ó la de la neuritis retro-bulbar.
En el caso primero la papila está roja, hiperemiada; los bordes están bo-
rrados y se la disting-ue mal del resto del fondo del ojo. En el segundo, el
g-lobo es muchas veces doloroso á la presión y se tiene el escotoma central
clásico para sólo los colores, ó á la vez para el blanco y los colores, según
sea la intensidad de la neuritis.
Todas estas inflamaciones del nervio óptico que sobrevienen durante el
embarazo, presentan un carácter común. Ordinariamente, el trastorno vi-
sual no se presenta antes del cuarto mes ó aun mucho más tarde, hacia el
séptimo ú octavo; sin embargo, se conoce un caso de Valude, en que el tras-
tornó visual apareció en el primer mes. Tratábase de una mujer de treinta
años que, desde su primer parto, hacía nueve años, sufría siempre trastor-
nos visuales que aparecían en el momento de las reglas, y eran sobre todo
marcados en el lado izquierdo. Un segundo embarazo produjo, desde el
primer mes, una ceguera casi completa del ojo izquierdo, en tanto que la
agudeza visual en el derecho estaba reducida á Vio El oftalmoscopio mostró
una neuritis óptica bilateral en vía de atrofia. El parto artificial fué provo-
cado á fines del segundo mes, y trece días más tarde, la agudeza visual^
que no se había modiücado en el lado izquierdo, llegaba en el derecho á
dos tercios (1).
El pronóstico de estas neuritis es, pues, relativamente favorable, y el
parto provocado antes de término puede ser motivo de la curación. Sin em-
bargo, ésta no es segura, y quizás incompleta, pues puede perderse un q o
y quedar defectuoso el campo visual del otro. Se puede pensar en interve-
nir antes de término y sobre todo no se aconsejará nuevo embarazo, como
demuestra la antigua observación de Deval, que, en una mujer embarazada
en el mes séptimo^ observó una ambliopía que desapareció un mes de>pués
del parto. Un segundo parto produjo una amaurosis definitiva (2). Des-
pués han sido observados otros hechos semejantes.
Por último, al lado de estas neuritis ópticas se ha sefialndo la hiperemia
y el enrojecimiento de la papila con límites indecisos, que, según Bo.sse.
existiría en muchas mujeres en cinta y desaparecería algunos días despuéij
del parto (3). Como este aspecto no va acompañado de ningún fenómeno
subjetivo y la Agudeza no está en modo alguno afectada, creemos debe con
toda clase de reservas aceptarse tales hechos. El aspecto de la pnpila es
esencialmente variable, según sea el alumbrado empleado, los individuos y
también la refracción del enfermo. Está, las más de las veces, hiperemiada
en el hipermétrope. y entonces es muy difícil hacer la distinción entre el
aspecto normal y el patológico. Hemos examinado sistemáticamente, en la
Maternidad, durante varios meses, la papila de un «-ran número de mujeres
en cinta, y no hemos encontrado los hechos señalados por Bosse. Se trata,
creemos, de variaciones fisiológicas.
Complicaciones excepcionales. — Se ha observado algunas veces, en
el curso del embarazo y en personas muy débiles, queratitis ulcerosas, que
aparecen sin causa apreciable y que se atribuyen á la queratomalacia (re-
blandecimiento de la córnea). La debilidad 'general de la enferma no es
ciertamente extraña á su producción, y nosotros hemos observado una que-
ratitis de este género en un tifoideo fuertemente deprimido.
Ely^aíícaw¿^. que hemos visto infinido desfavorablemente por la mens-
truación normal, y sobre todo anormal, puede también estallar durante el
embarazo (Galezowski) (4), (Landsberg) (f)). Este último puedw también
ejercer una influer.cia perjudicial par.i su evolución. Sin embargo, en el
único caso que hemos observado glaucoma agudo irritntivo en una mujer
de treinta y ocho años, tratado con éxito dos años antes por la iridectomía^
el embarazo evolucionó normalmente y no ejerció ninguna influencia sobre-
la marcha de la afección.
(I) Valude, Ann. dOculist., CVII, ls92, p. 271-275.
2) Dcval, Traite íheor. e/ pr. í. dts mal. des yeux, París, 1«82. p. 113.
(3) Bosse, Arch.f. Au^enheilk,, XLIl, líMX), p. 167-170.
,4) Galezowski, Itec d'Opht., 1S74, p. 365 373 y 430-436.
(5) Landsberg. ^rc/i./.0;>A/., XXIV, l,lS7S,p. 19i-2MS. ,
Ó34 Afecciones oculares de origen menstrual
Teillais observó hemorragias retinianasy sub-conjuntivales en mujeres tu-
barazadas, cuya orina no conten ia azúcar ni «Ibúmina. Aparecieron em e
€l tercero y quinto mes del embarazo, y en tres casos, de ios cuatro • b-
jeto de la observación, habían completamente desaparecido después n^
parto (1).
Por último, se ha señalado la aparición de cataratas (Pflüg-er, Po\fer. :i
La etiología de esta afección aun la ignoramos, pero es inconcuso que:a
debilidad y agotamiento generales favorecen su desarrollo. Lo hemos d-
tado varios veces en tuberculosos avanzados y menores de treinta aíiK
Bajo este aspecto, puede el embarazo ser acusado como factor predisponen-
te. Se trata entonces siempre de cataratas blandas, generalmente lía-
te ral es.
IL Parto. — Los trastornos oculares que se pueden observar durante -rl
embarazo, son raros. Se confunden, en parte, con los precedentes, y ' -
siempre son la consecuencia directa del parto. Tales son losaccess:-
ambliop¡a pasajeras que se ha observado, acompañados ó no de eolamps:;i -
que deben relacionarse con la amaurosis urémíca. Por otra parte n:-
encuentra indicio de albúmina en las orinas, y f-stas ambliopjas piied»'
atribuirse á la histeria traumática determinada por los dolores durau^-
parto. Konigstein, para explicarlos, supone un espasmo de los vasos 6 i
retina, que acompañaría á la contractura de los vasos del útero (3). }<•
último, amaurosis urémica é histeria pueden combinarse para dar luga-
ambliopías.
En el momento de los dolores, al empezar el parto, la pupila está m^ci-
ñámente dilatada (Raehlmann) (4). No ignoramos que, en efecto, todi» i*' •
violento determina una dilatacióíi refleja de la pupila.
Las complicaciones oculares, consecuencia de los esfuerzos del parto >:
especialmente las hemorragiaSy ó de la retina, del cuerpo vitreo, de ¡aci-
j un ti va ó de la órbita. Estas hemorragias intra-orbitarias van aconipriíü-
das ordinariamente de ^^í)/ía/';w/a. Hemos visto que la exofralmiapuM'
y la exoftalmía de la enfermedad de Basedow podían también presentar-
en este período. Mencionemos, por último, las amaurosis, que pucílen a^a
recer después del parto á consecuencia de abundantes hemorragias, y cu}?
patogenia es idéntica á la que hemes descrito precedentemente.
IIL Puerperio y lactancia.— La principal complicación del puerp*»ri\
la infección puerperal, puede repercutir sobre el globo ocular como s i'^
los demás puntos del organismo. Entonces origina una oftalmía met-n^i-
sica, de variable intensidad, según sea la virulencia del agente infeccio-' y
que puede desde la irido-coroíditis simple llegar hasta la írido-coroiü' >
supurativa, la panoftalmía y el flemón de la órbita.
El tratamiento local varía según el grado de la supuración; puramfLV
médico ante todo y antiflogístico: comprer^as calientes, sanguijuelas «-•
las sienes, midriáticos, inyecciones sub-conjuntivales, se hace quirúr^v
cuando hay supuración profunda, y puede llegar hasta la exenterarion 1^.
glóbulo ocular y la enucleación. Además, la vida del paciente está am -
uazada de ordinario, y el tratamiento general es el que debe dcminar .s
escena
Una infección uterina más acentúala puede ocasionar complicaci'ir-
menos graves por parte del nervio óptico. Se puede observar aquí la-a-
ferentes formas de neuritis precedentemente estudiadas : neura-retinitii^ i'
ritisretrO'bulbnr, coii-cidentes ó no con otras neuritis periféricas qu^.w.
se sabe, son bastante frecuentes en la infección puerperal. Kl tratara.e:í
mercurial se añadirá entonces al tratamiento de la afección causal.
Por último, las trombosis y trombo-flebitis, que se presentan muyi>-
cuentemente después del parto y dan lugar á diversas manifestacioi.f^
pueden también repercutir sobre el órgano de la visión. Walter ha c\\<r'-
vado una embolia de la arteria central de la retina en una mujer atacada \'
flegmasía alba dolens (5), y Pflüger ha visito una hemi^nopsia homm-^
que debía ser ciertamente atribuida á una embolia cerebral.
(1) Teillais, iiMr». d'Oculist., XCV, I88(), p. 2t3.
(2) Ptlüger. Power. U^nceU. I, ISSD, p. 709, 757 y 8i9.
(3) Konigstein. Wiener med Ptesse, 18X5, n.*^ tí).
(4) HaehJinann, A rcA./. Anat. u Physíol., IH78, p. 1(19.
(5) Waller. Brit. med Journ., I, I8í<i; páí?. 514.
AJecciones oculares de origen menstrual 635
Mencionemos un caso de queratomalacia bilateral, observada en una pa-
nda por Schmidt-Pimpler. La fiebre puerperal no podía ser acusada, sino
más bien la debilidad general de la enferma (como en nuestro caso antes
relatado).
Lactancia. — No hay casi afecci(3n ocular observada después del parto,
dtiraiite la lactancia, que no se haya atribuido á esta última. Quizás sólo
sea una simple coincidencia. Sin embargo, la lactancia, sobre todo cuando
se ha prolongado mucho tiempo, origina una pérdida de fuerzas y una de-
bilidad qne pueden favorecer mucho la aparición de las complicaciones
oculares que han sido publicadas.
Aparte de algunos trastornos funcionales, como la ostenopla acomodativa
y los dolores neurálgicos, que acompañan á la visión de cerca (fenómenos to-
dos más marcados en el hipermétrope, aliviados con el uso de vidrios con-
vexos, y que desaparecen con la supresión de la lactancia, y cuya resul-
tante puede ser simplemente la debilidad de la mujer), todos ios otros reco-
nocen un origen infeccioso ó tóxico. No es, pues, sólo la lactancia la que
debe ser acusada por el agotamiento que dftermii a, sino una infección
realizada en el momento del parto, ó una auto-intoxicación que la haya
precedido. La lactancia no es causa de ellas, ya que no determina la lla-
mada fiebre de leclie descrita por los antiguos autores.
Admitida la acción de la infección, puede verse aparecer durante la lac-
tancia diversas complicaciones , tanto en el globo ocular como en sus ane-
xos. Son en este caso brotes de blefaritis, señalados ya por Middlemore (1),
queratitis difusas ó superficiales, herpes febril de la córnea (Godo) (2), y tam-
bién en ocasiones ligeros indicios de iritis. La inflamación puede invadir
el tractus uvenl por completo y dar lugar á iridocorolditis tórpidas con tras-
tornos del cuerpo vitreo. Se ha señalado también opacidades del cristalino.
Citem'^s una int;»resante observación de Jocqs, relativa ft una dacrioade-
nitis aguda, que se presentó después de la supresión brusca de la lac-
tancia (3).
Todos estos fenómenos, sobre cuyo origen infeccioso no cabe duda, se ha-
llan infinidos por la lactancia y tienen como carácter común desaparecer ó
quedar muy mejorados, después de la supresión de la misma.
Pero de todas las complicaciones, las má^ interesantes son las que al-
canzan á la retina y al nervio óptico, dando lugar á trastornos visuales co-
nocidos desde largo tiempo y reunidos anteriormente bajo el nombre de
amaurosis (Carrón du Villards) (4). Sabemos hoy que se trata, las más de las
vece-*, de una neuro^etinitis con el aspecto oftaimoscópico descrito más
arriba: papila velada, contornos mal limitados, medios ligeramente tur-
bios, etc., ó bien de una neuritis retro bulbar, con escotoma central y ligero
dolor á la presión sobre el globo, sin modificaciones oftalmoscópicas apre-
ciables.
Ambos ojos están casi siempre interesados. En el momento del período
de estado, el trastorno visual es á veces considerable y puede llegar hasta
la ceguera completa. La marcha de la afección es rápida; puede instalarse
en varios días, y puede, cuando tiene cierta duración, originar una atrofia
parcial de la papila; pero el pronóstico es, sin embargo, favorable. Después
de una dnración variable, en ocasiones de algunos meses, puédese observar
\it>« restitutio in integrum completa, ó casi completa, á pesar de la persisten-
cia de una ligera decoloración de la papila y de una atrofia po.st-neurítica
incompleta. Se ha observado, no obstante, cegueras definitivas.
Estas neuritis ópticas pueden ir acompañadas, en ei momento que se
presenten, de fenómenos generales, tales como fiebre, quebrantamiento,
cefalea, malestar, escalofríos, que á veces las preceden, fenómenos todos
que muestran bien el origen infeccioso de la enfermedad. En el caso de
8chanz. existía al mismo tiempo una polineuritis generalizada, que tuvo
una fatal terminación (5) ; en el de Rogmann, se comprobaba, á la par que
una doble neuritis óptica, una midriasis paralítica con parálisis del músculo
(1) Middlemore, Teatrise on tht discases ofthe ere. London, i^35, p. 297.
(2) Godo, Rec. d'Ophtal , .1880.
(3) Jocqs, La clmiqui opk'almolngique^ 1900, n.**4, p. 153.
Í4> CarroQ du Villards, Traite pratique des maiadies des yeuXy Bruxelle!(, 1838, II, p, 505.
(.')) Schanz, Dentsche med. Wochenschr.. 1896, p. 443.
636 Afecciones oculares de origen menstrual
recto externo y del nervio facial (1). Los casos observados hatta squ: -
elevan aproximadamente á quince. Citaremos todavía los de GiV i
(amaurosis con midriasis aparecida durante la lactancia, que desaparf
en seguida) (2) de Nettle.-hip (3), casi idéntico al precedente, y el de St-hm.:
Rimpler, que trató una neuritis retro-bulbar, desaparecida por compiK. .^
veces, meses después del cese de la lactancia.
El número de partos anteriores no parece tener valor. Est^s becli.í -
observan indiferentemente en las primíparas ó en las multíparas, y >p^
cuentran lo mismo si la lactancia es prolongada ó bruscamente ^up^'II.L
que en el curso de la lactancia normal Poco importa que el niño hu}ti\^
mado el pecho. En la enferma de Heinzel, la secreción láctea hfib':-
agotado naturalmente desde hacía algunos días, y el niño, muerto al \-
tiempo de su nacimiento, sólo había tomado el pecho una media : .
cuando una neuritis óptica apareció en el lado derecho (4).
Independientemente del tratamiento local antiflogístico habitual, sei
pezará ante todo por apartar al niño del pecho matprno y por suprimir.
lactancia. Además, se dará á la enferma un tratamiento tónico y recot-:
tuyente, porque el agotamiento general originado por el embarazo y ;
lactancia interviene ciertamente en la patogenia de los accidentes. I''^-
éstos son, de preferencia, de origen infeccioso ó tóxico, y su prono^^
favorable; la coexistencia de otras neuritis, y aun de polineuritis gentra
zadas, como en el caso de Schanz, permiten quizás colocar estas le<ionps^
el grupo de las neuritis periféricas.
Por último, ciertos tumores del aparato genital pueden repercutir »-:
glóbulo ocular y en sus anexos. Así de este modo, el carcinoma de lacoroM
es frecuentemente de origen mamario (Wagenmann) (5). Wintenstr:
ha visto un carcinoma de la mama producir una metástasis en t<dr'>.^
músculos del ojo (6) ; en el caso de Elschnig, un carcinoma del útprop^
dujo lesiones semejantes (7). Krohn vio un doble carcinoma desarr- .1
en bs dos vainas del nervio óptico á continuación de un carcinoma bilatít
del ovario (8).
Inversamente, ciertos tumores del glóbulo ocular ó de sus anexos pi
den ocasionar metástasis en los órganos genitales, pero estos hech>-
mucho más raros. En la estadística de Wintersteiner, que comprend .-
casos de güomas de la retina con metástasis, dos veces solamente l'-sn
rios fueron interesados (9).
Nos sería preciso ahora, para completar nuestra) estudio, estudiar \%< <■
siones oculart^s del recién nacido, determinadas por el parto, lesioDP>"'
lares debidas á la compresión , bajo la influencia de un parto largo tien;[
prolongado, ó lesif^nes traumáticas debidas al fórceps, á las que Pa-^t :
dedicado un interesante estudio (10). Estas lesiones, en efecto, seatribín -
aun cuando sea de un modo indirecto, á la menstruación, y pudieran ¿e:-
término de esta revista de conjunto ya larga, sobre los trastornos ocuií.:--
de origen menstrual. Pero su multiplicidad y su patogenia diversa ik»^'"
cen un estudio especial.
Trad. por Ruiz Rodríguez .'
(1) Rogmann. Ann dO^ul.. CXII, 1894, p. 161.
(2) Gibbon. Ophth. Htsp. Rvpi.rts, enero de 1H50.
(3) Neuleship, íbid . XIII, 2, ISÍJI. p. \)7.
(4) Heinzel, Dcutchsmann's fíeitráge ^.prakt. Augeenheilk, III. 1JÍ95, p. 31 y 35.
(5) Wagcniíann, Corresp d. Ailu.. ar^tl. Vereins Tübigen, 1898. n.° 2,
(ti) VVinierslcincr, Kiin. MonaisbLJ. Augtnkeilk., 1n99. p. 331-333.
(7) Elschnm. Arch.J. Augcnhnlk., XXII, W)i. p 149-170.
(8) Krohn. ^Kiin. Monatsbl.f. Augenheilk., X, 1871. p. 93-10«.
(í>) Wintersteiner, Das Scurocpiihelíoma retines, Leipzig y Vicna, 1897, p. á7.
(10) Pajol, Th'eí>e de París, 18:>3.
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
Higiene y Demografía
POR EL
Dk. D. LriS COMENGE
Director del Insiituio de iiigiene urbana de Barcelona
I. — Influencia de las estaciones en la mortalidad de Palma, por D. Enrique Fa-
jarnés y Tur. — Palma de Mallorca, IWJ
II. — La peste bubónica, por el Dr. Enrique B. Barnct. — Habana, 1003.
III. — Distribución de sexos en las Islas Baleares, por D. Enrique Fajarnés y Tur.— Pal-
ma de Mallorca, tWi.
IV. — Influencia de la vacuna en el desarrollo y en la longevidad de los pueblos,
por D. Enrique Fajarncs y Tur — Palma de .Mallorca, 1903.
V. —Emigración e inmigración de las Baleares, por D. Enrique Fajarnés y Tur. -
PaTmj de Mallorca, HíW.
VI. — La rabia en Mallorca durante lo* años 1814-1815, por D. Enrique Fajarncs y
Tur. — Palma de Mallorca, lUOa.
VII. — Anuario estadístico de la ciudad de Buenos Aires. — Año XII. — 1002.— Buenos
Aires, mvi.
VIII. — The boy's venereal perll. — American Medical Associat^on. — Chicago, 1903.
IX. — Epidemiologia del Uruauay (1896 1899), con algunos datos de 1887 á 190/, por
Joiquín Canabal. — Montevideo, 1903.
X. — Higieue y salubridad publica en Pamplona» por D. Agustín Lazcano, con un
Prólogo del I)r. A. Simoncna. — Pamplona. 1903.
I. Este opúsculo, editado eu Palma de Mallorca en 1902, es una
muestra más do la plausible afícióu que el autor muestra á publicar
trabajos estadísticos. Va\ dicho trabajo se pone de manifiesto una vez
más la funesta influencia del invierno .<obre la mortalidad, lo mismo
en Palma que en muclias partes.
lí. Se trata de una conferencia dada por el autor y cuyo mé-
rito está testimoniado con el hecho de haber sido publicada para
distribuirla g-ratuitamente por a(!uerdo de la Junta Superior de Sanidad
de la Isla de Cuba.
Infectivamente : el Dr. Barnet da una g-allarda prueba de su notable
erudición y de su profundo conocimiento de Va peste. La exposición es
metódica y ordenada, resultando un completísimo estudio de la terrible
enfermedad, lo mismo clínico que sanitario, por lo que lo conceptuamos
<li¿^no de ser leído con el interés que el asunto merece.
III. Del estudio demo<rráfico y social que el autor hace de este
asunto saca como conclusión que en las Islas Baleares el sexo predo-
minante es el femenino, siendo así que un sig-lo atrás sucedía todo lo
contrario.
Hn concepto del Dr. FajarinV-, las causas del predominio femenino
están en la emi^Ji-ración, en la menor mortalidad de las hembras, prin-
cii)alinente, y también porque los oficios de mar restan numerosos va-
rones.
El asunto es curioso y dijí-no de fijar la atención de los hiofienistas.
IV. Despu''s de un estudio .erudito acerca de la eficacia de la va-
cuna como profilaxis de la viruela y de su influencia é importancia
desde el punto de vista práctico, médico y social, el Dr. Fajarnés se
declara entusiasta partidario de la vacuna, abog^ando para que se faci-
lite la práctica de tan precioso medio de borrar de nuestros cuadros es-
tadísticos una causa por desg-racia sobrado frecuente de mortíUidad.
V. ¥a\ autor trata el asunto tomando como base el quinquenio de
1891 ál895.
Resulta la emig^ración, respecto de los sexos, del 78*89 por 100 para
los varones y sólo el 21*10 por 100 restante para las hembras. La in-
mig-ración se distribuye en 73*43 por 100 para \{)f>> varones y el 26*56
para las hembras. En cuanto á la totalidad, resulta superior la emi-
6s8 Revista critica bibliográfica
gración que la inmigración en 51 individuos, resultando el punto m^^
favorecido por los emigrantes Arg-elia, que absorbió ella sola el 4>
por 100 de las salidas.
Finalmente, deduce el autor, de los datos aportados, que laemi.v
ción á Arg-elia es temporal, y la que se dirig-e á los países de Am r :.
definitiva.
Constituye el opúsculo un trabajo muy interesante.
VI. En este folleto el I)r. Fajarnés expone los casos más noty -
de rabia observados en Mallorca desde la antigüedad hasta venr
parar al ano 1814-15, inspirándose en parte en un trabajo del d: ■
Almodóvar, publicado á principios del .siglo pasado.
VII. Las estadísticas procedentes, de la Dirección general deE:-
dística municipal de Buenos Aires son de las más completas, y para ,.
nuestros "lectores se formen idea de su importancia, basta iVá:
bien desarrollados y detallados, contienen los siguientes capítulo.^:
I Observaciones climatológicas é higiénicas. — II Crecimiento c^
población. — III Demografía. — IV Alimentación pública. — V L
moción. — VI Movimiento económico. — VII Comercio especial ev
rior de la ciudad de Buenos Aires en 1892. — VIII Correos, Teléírn:
Teléfonos. — IX Asistencia pública. — X Movimiento crimina!. -
XI Movimiento carcelario. — XII Instrucción pública. — XIII Div»-:^
nes y juegos. — XIV Datos diversos (materias fecales, obras de n
bridad, alumbra<lo público y particular, inspectores municipaleN *
mados, plazas y paseos públicos, limpieza pública, Banco Muni;;
Sociedades anónimas, finanzas comunales, canje).
Algunas de las estadísticas comparativas abarcan muchos ai -
como la de la alimentación, que arranca del año 1890, v la demoLT:
ca, del 1887.
Todo ello, expuesto clara y detalladamente en un tomoderegu>'"^
proporciones.
Es un ejemplo que deberíamos imitar, pues tiene la mayor :il; -
tancia por múltiples conceptos, el comercial inclusive.
VIII. Importante folleto en que v.ene la sabia disertación é iii: •
sante discusión á que el tema dio lugar en la docta Corporación.
IX. Es un tomito de regulares dimensiones y con numerosos n
dros gráficos de mucbo sentido práctico, por la rapidez con qu*^ •
idea de lo que el autor se propone ; ofrece una serie de trabajos ^-^ >
dísticos, fruto de encarnizada labor.
El Dr. Canabal estudia en su obra, además de la mortal idad|rer:'
del Uruguay, el sarampión, la escarlatina, la viruela, la difteria, la' '
dea, la tos ferina y la tuberculosis. Para todas estas enfermedait^ -
hace el estudio por departamentos territoriales y por focos,
Es obra digna del mayor encomio y que da muestra de la ineai.-*
ble laboriosidad de su autor.
X. Después <lel prólogo en que el Dr. Simonena aboga con ^-
?>or la implantacióu de las necesarias reformas higiénicas, elaut"r
ólleto trata de la demografía sanitaria en el decenio de 1891 a Y-*
del agua, su utilidad y estudio de las que abastecen á Pamplona: '
alcantarillado y saneamiento del río ; de la desinfección ; del aireíj^
biente y del clima : de las viviendas ; de los alimentos y bebidas :•!
hólicas ; de la moralidad ; de las reformas higiénicas y urbanas li'''"
gente necesidad y de las reformas que incumben á la iiiicK''
privada.
Como se ve, por la simple enumeración de las materias tratada^
folleto está inspirado en el más acendrado amor á la localidad
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CLXXXI. —Epistaxis: tratamiento
A pesar de los progresos de la Rinologría, los médicos no especialistas-
continúan usando contra las epistaxis un tratamiento poco de acuerdo con
aquéllos, y rt curren, por e.,emplo. al poco valioso taponamiento anterior y
posterior, tan pelig-roso para el oído.
A. Pug-nat, de Ginebra, censura esta conducta y propone una terapéu-
tica más racional. Con Rouge divide las epistaxis, según su asiento, en tres-
grupos ó clases :
1.*' Hemorragias del tabique nasal (parte ántero-inferior). — Son las má&
comunes : á un centímetro del borde anterior de la fosa nasal está el sitio pre-
dilecto de estas hemorragias por la delgadez de la mucosa, las dilataciones
varicosas frecuentes y los fáciles traumatismos. Se debe empezar por intro-
ducir una mecha de algodón seco, y mejor empapada en agua oxigenada
á 12 volúmenes, ó en una solución de antipirina, y luego con dos dedos se
comprime durante cinco minutos las alas de la nariz contra el tabique. Si
cesa la hemorragia, se puede decir que el punto de partida estaba en el
tabique. Se deja la mecha hasta el día siguiente, se la retira con suavidad,
em papándola antes en agua oxigenada, para que se desprenda, y mediante
un espéculum bivalvo se examina la parte inferior del tabique. Se verá
entonces una costrita negruzca, que se cuidará de no levantar ; se buscará
si hay varias para cicatrizarlas, valiéndose para ello de un estilete calentado
al rojo, que se introduce en cristales de nitrato de plata, los cuales se fun-
den y forman una perla en el extremo, con cuya perla se las toca ; hecho
esto, se recomienda al enfermo que no se suene y que introduzca en las
fosas nasales vaselina bórica.
Si con la compresión no cesa la hemorragia, hay que buscar en el tabi-
que su fuente y cauterizar pcrr modo inmediato.
2.* Hemorragias de regiones circunscritas. — Son las tratadas clásicamente
con el taponamiento, que debe ser suprimido por ser doloroso á las veces,
exponer á repeticiones al quitar el tapón y causar accidentes infecciosos.
Pugnat lo substituye con elpengawar.
)fa\ pengawar'Djambi, introducido en la terapéutica rinológica por Lubet-
Barbon (1903), es un helécho arborescente de la India, del que se utilizan los
filamentos sedosos ; su empleo en me iicina es antiquísimo, usándolo los
rabinos rusos para detener la hemorraíria de la circuncisión. Es un buen
hemostásíco, que hace cesar inmediatamente la salida de sangre cuando se
pone en contacto con la superficie lesionnda. Se busca mediante la rinos-
copia anterior el origen y se conduce la borra con la pinza nasal, sin que
sea necesario obturar las fosas nasales. Si no cesa la hemorragia, se averi-
gua si la aplicación ha sido bien hecha. Detenida, no hay que hacer nada
más, pues el medicamento va saliendo cuando se suena el enfermo. Esta
substancia ofrece, adema?, la ventaja de no obturar la fosa y, por lo tanto, no
causa la sensación molesta del taponamiento, y la respiración nasal puede
e fectuarse. El pengawar resulta todavía más inofensivo si se usa esterilizado.
Se le puede usar en otras hemorragias accesibles.
Cuando no se puede dar con el punto dé partida, entonces hay que tratar
la epistaxis como un caso de
3° Hefinorragias difusas. — Entonces se tapiza toda la superficie mucosa
con las fibras de pengawar, y si continúa la hemorragia, se las comprima
ligeramente, pero sin llegar nunca á un taponamiento verdadero. Al otro
día se las saca suavemente, asi como á, los coágulos, con la pinza nasal.
Todavía no ha dado Pugnat con una hemorragia que se resista á este tra-
tamiento.
En resumen : el tratamiento de la epistaxis se reduce á cauterizar el tabi-
que con la perla de nitrato de p'ata si parte de aquél, y á usar el pengawar
en todos los demás sitios. Esta técnica es eficaz y rápida, evita los acciden-
tes sépticos y molestias del taponamiento, es muy sencilla, exige sólo co-
nocimientos elementales de Rinología y no precisa más que estos instru-
mentos : estiletes, espéculum nasal y piíiza nasal (1).
(1) Journal de Mid, ei de Chir. pratiques.
•€40 Formulario y tratamtentoi modernos
CLXXXII. — Cardlopatias : tratamiento toni iodurado
Está admitido que el ioduro, empleado á dosis pequeñas y durante av
tiempo, mejora por modo notable la arterio-esciero>is y sus maniínviaao-
sobre todo en el período pre-eselerósico. En cambio, es muy disnití la ^.
utilidad en las lesiones miocárdicas y valvulares, consecutivai? al rpuu. -
mo, entre otras cosas, por no ser fácil observar á los enfermos durante' ud
larjsra fecha.
Lefévrc ha reunido numerosos hechos, demostrativos de la eficaiis -
«^^te agente, pero con la condición de emplear también un tónico car.;.
que sostenga la energía del órgano en el prolongado lapso de tratamir-
En estas condiciones, al cabo d^» 2, 3, 4 anos se logra desaparezcan -o^>.:
de una endocarditis de las más caracterizadas, sobre todo en los iiid.v
menores de veinte años, por más que el hecho se ha realizado tanilr.t'
sujetos de edad más avanzada.
El ioduro potásico, que prefiere al sódico, por ser más activo y r
temer, en realidad, sus efectos tóxicos, lo prescribe durante 20 días ;
dosis de 30 á 50 centigramos; después usa la esparteína n la do-i><lí';.^
centigramos, 10 días, optando por ella, pues no se acumula, es fácilra-
eliminada con la orina, no molesta al tubo digestivo y puede ser u^aia-
inconveniente largo tiempo (1).
CLXXXIII. — Qlanooma : tratamiento con la adrenalina
Hasta ahora el mejor tratamiento es la paracentesis con ó sin «ri^
mía ; pero es una operación y se la suele diferir en demasía. Grande.» m
en un caso violento y muy grave de glaucoma agudo, recurrió á la m*.: r
lina, instilando cada media hora, durante tres días consecutivos, una t^ ■'.
al 1 por 5,000. Ks el primer hecho de glaucoma típico tratado síst^niú'
mente y curado sin iridectomía.
Si el hecho se repitiera, sería una terapéutica felicísima, pues la ir ' ■
tomía es difícil en el glaucoma, muy dolorosa y sólo da resulta-Ao -1
mitad de los casos.
La cuestión capital es saber manejar sin peligro para el porvenir i:e .
un vaso-constrictor tan potente y tan peligroso. Se le ha de in>t:ar
frecuencia y largo tiem^m para agotar momentáneamente la sperPO'ii -
«cesiva d« los líquidos intra-oculares, con el objeto de que cese pormoi
finitivo la hipotensión, y se lia de proceder con cautela para que nose; ■
duzca una hipotensión peligrosa é irremediable (2).
Cl XXXIV. — Dieta láctea: modo de faoilitarla
Muchos enfermos á quienes les es provechosa, sienten repugnancia L:
la leche, que, no sólo toman con verdadero asco, sino que la digi^^rt-n:
Poco después de ingerirla, tioniMi borborigmos, impetuosas flatuobí'híi'^
luego deposiciones diarréicas. En tales individuos, cuando una sel» ^^
de leche ocasiona tales trastornos, la administración de tres litros iar^'.*^
problema insoluble. El Dr. A. Cuche cree que la solución es sencills.
Al mamar penetra la lecho poco á poco; un recién nacido tarda 2ih..
tos e:i deglutir 30 gramos, que digiere muy bien. Puede seguirse ^t
enfermos un procedimiento análogo: que chupen la leche median*'
tubito de cristal de un milímetro de luz. Así, no quedan partículas 'i-
boca, que obligan, por las fermentaciones, á lavados alcalinos freoiu';i' ^
y se mezclan íntimamente la leche y el jugo gástrico. Kn definiti*.
dieta láctea es bien tolerada.
Este procedimiento, que podría aplicarle en nuestro país valiénl *^^
ni\ porrón de pico estrecho, es el mismo fundamentalmente que aque. "
que consiste en tomar leche á sorbos, poco á poco, como paladeando 'í
CLXXXV. — Aloanfor : aooión antisralaotógrogra
Hergott propuso para agotar la secreción láctea dar 0*60 gramo? ije
canfor, divididos en tres dosis para tres días consecutivos. Cappellanl
(1) Tesis de Lillc.
(2) Lyon Medical.
<3) Journal de Méd. et de Chir. pratiques.
Formulario y tratamientos modernos 64 r
usado en 16 mujeres (II puérperas y 5 más ó menos distantes del parto>
y dice :
1.° El alcanfor os un antigalactógogo seg-uro.
2.° El efecto se alcanza con dosis ig-uales, mayores ó menores que las
prescritas por Hergott.
3." Sn acción es tanto más notable cuanto más débil, sensible y delicada
es la mujer y cuanto más escasa la edad de la leche.
4 ° Las dosis deben estar en relación directa con la edad de la leche,
teniendo siempre en cuanta lo dicho en el párrafo anterior.
5." Con dosis diarias superiores á 0'80 gramos, se puede suprimir la se-
creción en sólo dos días.
tí.° Las dosis cotidianas más altas suelen producir efectos secundarios
desagradables (1).
CLXXXVI -- Petróleo : como tónico del bulbo piloso
Se le recomienda mucho hoy en tal concepto. La mejor fórmula parece^
ser esta :
Agua Ib gramos.
Alcohol de vino á 9í)° 50 »
Petróleo blanco desodorado 10 »
Esencia de limón 10 »
Aceite de ricino 5 » (2).
CLXXXYIL— Anemia perniciosa primitiva: tratamiento con la médula.
ósea de buey cruda
Reconocida la eficacia de esta médula en la clorosis, leucemia y anemias
graves, Fabián recurrió á ella en un caso de anemia perniciosa pr»mitiva>
rebelde al hierro, arsénico, etc. El resaltado fué t;in notable como rápido.
La médula roja, que es la que debe usarse, no la amarilla, sería absorbida
en el tubo intestinal; los hemat.es quedarían destruidos, pero cierta subs-
tancia heniatógena entraría en la sangre, despertando la actividad de los
órganos hematopoiéticos. Esta substancia tal vez sea un cuerpo albumi-
noso que contiene óxido de hierro, hallado en las cenizas de los glóbulos
rojos y en la médula (Villaret).
Esta observación es análoga á la de Ewald : curación de una anemia per-
niciosa medíante la transfusión de 200 gramos de sangre desfibrinada; la
substancia mencionada, contenida en esta sangre, hubiera obrado en las
mismas condiciones.
Con todo, si la afección es muy antigua, los ór^^anos hematopoiéticos han
peni ido su facultad regeneradora (Lubarsch) y la médula ósea es entonces
ineficaz.
Se prescribe al principio ^5 gramos diarios de médula ; después se va au-
mentando 25 cada tres días hasta llegar á 500, que es la dosis cotidiana (3).
CLXXXYin. ~ Diarreas infantiles: tratamiento oon las soluciones
de spelatina
Weill, Lumiére y Péhu dan cuenta de los éxitos favorables (^ue han lo-
gríido valiéndose de soluciones definidas y dadas con el biberón.
Como siempre es impura la gelatina del comercio, si bien este inconve-
niente desaparece cuando se la prescribe por la boca, no así si se usa en
inyecciones hipodérmicas, se la debe esterilizar.
Lti técnica adoptada es la siguiente : Se prepara una solución al décimo
(ie la gelatina (amarilla ó blanca) en agua liervida, un litro por ejemplo ; se
la filtra con todo esmero y se la pone durante media hora en un autoclave
á 120''; si el caso es urgente, se la hace hervir un lapso de tres cuartos de
hora ; inmediatamente, antes de que se enfríe, se la reparte en tubos de en-
sayo, poniendo en cada uno diez centímetros de solución. Así dispuesta^
(1) Corriere sanitario.
(2) Pharm. Zeitung.
(3) Deutsche militartKl. Zeitsch.
^4* Nuestra correspondencia con la prensa
se incorpora el contenido de uno de estos tubos al biberón, siendo útilcf:.-:-
tar antes el líquido en el baño maría, pues la gelatina se solidifica de • :.-
nario hacia los 22°, y con más motivo si la temperatura es baja, puesM >
convertirse en jalea. Cada tubo contiene un gramo de g-elatiua al I p-rii
El niño puede tomar 6 ó 8 gramos diarios y aun duplicar cada vez la i -
sis si es menester, poniendo dos tubos en el biberón. Conviene, como rvs
general, prescribir tres tubos diarios, aumentando luego un gramo ru
día. Mas como los niños aceptan bien la preparación y la gelatina ir r^
tóxica, se puede dar mayores caiitidades, sobre todo teniendo en cuer/a ^
efectos, en general muy favorables, tal vez no siempre, pue.s á lasTef--
padecimiento no depende del trastorno intestinal sino de una complica:: :
bronco-pneumonia, meningitis, etc.
Es conveniente fijar la atención en las deposiciones. De 8, 10, V2.i
rias, la gelatina las reduce á tres y á dos. Pronto se modifica el asj"^^
mayor consistencia, más trabazón, desaparición de los grumos ; cadav-i-
aproximan más á las normales; se atenúa el tinte verdoso y se hace amn:..
obscuro y luego amarillo ; cesa el mal olor; la reacción, acida al prinr:^
{papel de tornasol), se vuelve alcalina. Casi todos estos efectos se notar.:
desde el cuarto ó quinto tubo. A la par baja la temperatura y niPUir
los fenómenos generales. Si la mejoría es transitoria, hay que dar otra
la gelatina.
Esta substancia es provechosa en las gastro-f uteritis simples, e«^
•de trastornos localizados en el intestino, con deposiciones frecuente>
rreicas, modificadas química y bacteriológicamente, con frecuencia a ^
panadas de vómitos y sin alteraciones notables del estado general. I'^*
contrario, cuando la enfermedad es difusa, cuando se trata más que<if ^'~
tro-enteritis, de infecciones digestivas, con temperatura alta, bronco-p
monía, estertores congestivos y sobre todo el cólera infantil, la gebM
fracasa (1).
CLXXXIX. — Arsltriol
Nombre comercial del glicero-arseniato calcico (2).
CLXXXX. — Dermófireno
Contiene de 40 á 60 por 100 de óxido de zinc y se usa contra laá den:
tosis húmedas (2).
Dr. Rodríguez Ml>'-
NUBSTRA CORRRSPONDRNCIA CON LA PRENSA
lia EBonela de Kediolna, de México. — Gracias por la reproduooi* ^
las conclusiones del trabajo del Sr. Turró, Origen de las alexinisy á^
noticias Tnberano : mievo laxante. Trigémina: acción analgésica, j«.' '
astringente y desinfectante intestinal. Tenia: tratamiento con el tst'
Quelidonina : su empleo en las ven^ugis, epitelioma y cánceres^ úlcern
trica, etc.; acción analgésica, del Dr. Rodríguez Méndez.
Zaa Crónica médica, de Lima.— Id., id., de Ins noticias Coquel«cht:tT'
miejitos modernos, Triberano : nuno laxante, Dermatosis de In piel itl *
neo : tratamiento, Glicerma : su empleo en Oftalmología, Hemoa^roidn : '
tamiento, Nefritis aguda: tratamiento con el hielo. Chancro duro::'
miento con el aire caliente, Enfermedad de Basedow : tratamiento r
sul/aniluto sódico. Seborreas: tratamiento con el /ormol^ Purgatim •
cetato de antropurpurina. Hemofilia : empleo del tejido (wérie9,^ CiMcer
operable; tratamientos, y de otras varias cuya procedencia equivoca,
Dr. Rodríguez Méndez.
(1> l.yon medical.
(2) El Jurado médico -farmacéutico.
Estudios demográjicos de Barcelona
643
El Prospreso médico, de Barcelona. — Id., id., de la historia clínica
Cuerpo extraho del conducto auditivo externo extraído por medio del asa de
Wilde, del ür. A. Martín.
laa Correspondencia médica, de Madrid. — Id., id., de la noticia Petro-
selina como analgésico en los entuertos, del Dr. Rodríg-uez Méndez
Bevista de Medicina contemporánea, de Madrid. — id., id., de las no-
ticias Automovilismo: acción, terapéutica, Fiebre tifoidea: trata^yiiento,
Ciática: tratamiento con las inyecciones hipodérmicns de estricnina, del
ür. Kodríg-uez Méndez, y ¿7/¿ caso de secreeióa láctea en substitución de las
reglas en uua Joven virgen, del Dr. Rovira y Oliver.
laos Nuevos Remedios, de Madrid. — Id., id., de la noticia Ozena : trata-
mieafOy del Dr. Rodríg-nez Méndez.
laa Medicina cientifica. de Barcelona. — Id., id., de la comunicación
Origm y naturaleza de las alexinas, del Sr. Turró.
Revista médica, de Sevilla — Id., id . de la noticia Un caso de secreción
láctea en substitución de las reglas en una Joven virgen, del Dr. Rovira y
Oliver.
Revista frenopátioa espafiola, de Barcelona. — Id., id., del trabajo del
Dr. Marandon de Montyel, Naturaleza de la obsesión, traducido por el se-
ñor Ruiz Rodrígruez (J.K y de las noticias Ciática : tratamiento con el pi-
ramidón y Acción terapéutica del rodonio, del Dr. Rodríguez Méndez.
Revista médioa cubana, de la Habana. — Id., id., de la noticia Muerte
aparente del recién nacido : tra amiento, del Dr. Rodrígruez Méndez.
I«a Correspondencia médica, de Madrid. ~ Id. id. de la noticia Muerte
aparente del recién nacido: tratamiento, del Dr. Rodríguez Méndez.
Revista balear de Ciencias médicas, de Palma de Mallorca.—Id., id., de
la noticia Nicturia, del Dr. Cebeira.
Revista de Medicina y Cirug^ia prácticas, de Madrid. —Id., id., del
trabajo Indicaciones del ácido planeo en la uretritis , del Dr. Peyrí.
Estudios demográficos de Barcelona
POR EL
I)r. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad por tuberculosis en
Baroelona (1898-1903)
De triste oportunidad siempre,
acaso lo sea hoy más el e.stiidio
(le la Tuberculosis, como elemento
obituario en Barcelona.
Los datos que ofrecemos k
nuestros habituales lectores, com-
prenden el año 1G03, y para
mejor apreciar la sig^nificación de
las cifras, daremos los totales g-ua-
rismos de defunción por el bacilo
(le Kocli, en las cinco anualidades
anteriores.
Los esfuerzos laudables de in-
dividuos y corporaciones para dis-
minuir, cuando menos, la continua
hemorrag-ia vital que abren las
dolencias fimóg'enas, están sobra-
do justificadas por los estados y
g'ráficas adjuntos. Fig. ae.-Mortalldad en Barcelona (1898-1902
9.4ññ
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Mortalidad por tuberculosis. — Año 1903
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Marzo .
Abril . .
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Julio . .
Agosto .
Septiembre.
Octubre.
Noviembre.
Diciembre
Totales.
Óbitos por kdades
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22
13
17
10
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45 50
95
De 16 á
25 años
101
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Enero .
Febrero .
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Julio. .
Agosto
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Octubre
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ÓhITí'S rOR I»ISTRITOS SANITARIOS
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Fig. 27 — Mortalidad en Barcelona (1903)
Tomo ZZVIX. Ntm. 21 Baroelona 15 noviembre 190i Año ZZYII. Núm. 667
Gaceta Médica Catalat^a
SUM \RIO : Una lección de obstetricia : Sobre el mecanismo del parto, por el Dr. J. M. Campa.
— VII Congreso internacional de Obstetricia (Burdeos, 1-4 agosto de 1^04): Comunicaciones,
por el Dp. D. Ricardo Botey. — Revista de Oftalmología, por el Dp. Figueras.— Sesiones
inaugurales: Patronato de la obra antituberculosa (30 septiembre). Academia de Higiene de
Cataluña (4 octubre^ por el Dp. A. Bassols y Prim. — La profilaxis sanitaria de la peste y
las modificaciones que se han de hacer en los ref^Iamentos cuarentenarios,por el Djr. A. Gal-
mette. — Estudio critico de un proyecto de revisión de la Convención de Ginebra, pcfr el doo«
top Campos- Hugrueney. — Rkvista chítica bibliogháfica , por los doctopes D. Félix.
Antigüedad Diez y Oonzález Ppats. — Noticias científicas: Tifo-bacilosis. — In-
vest¡{;aciones acerca del agente específico de la rabia. — Rayos N. — Locuras : clasificación
de Ziehen. ~ Frote subescapular. — Formulario y tratamikntos moorrnos , por el Dp. Ro-
dríguez Méndez. — Publicaciones recibidas. -« Estudios demográficos de Barcelona, por
el Dr. D. Luis Comenge.
UNA LECCIÓN DE OBSTETRICIA
Sobre el mecanismo del parto
POR EL
Dr. J. M. Campa
Lleg'ado el feto al término de su vida intra-uterina, se contraen las
fibras musculares de la matriz, y el feto, no hallando otra salida que el
orificio cervical y el conducto pelviano, sale por éste al exterior. He
aquí el concepto mñs sencillo del mecanismo del parto normal. Pero
si el concepto es sencillo, el fenómeno es complicado; por decir mejor,
es una serie de fenómenos , acerca de los cuales conviene dar una ex-
plicación. Para ello iremos desenvolviendo y ampliando el concepto
antes enunciado.
Desde lueg'o hemos de declarar que, convencidos como estamos de
que la fisiolog^ía no es más que el conjunto de la física y de la química
biológ-icas, nos proponemos explicar el mecanismo del parto mediante
las leyes de la mecánica física, en cuyo intento no somos, ni mucho
menos, el primero, pues desde Levret acá son variofv los que han se-
guido ig'ual camino ; pero como la mayoría limita su explicación á
emplear, por comparación, términos de mecánica, sin precisar meca-
nismo alg-uno y los que más hacen reducen la semblanza al período de
dilatación (Joiilin), nos parece que no ha de ser nuestro modesto tra-
bajo enteramente desprovisto de interés, ni ha de faltarle en absoluto
la novedad. Otra salvedad hemos de hacer, y es que sólo nos propo-
nemos explicar los fenómenos y sus causas inmediatas, pero no las cau-
sas primeras de los mismos, que son totalmente desconocidas.
En el mecanismo del parto hemos de distinf^uir dos partes, que así
como fisiológ-ícamente se realizan de un modo sucesivo, en sus condi-
ciones mecánicas son también distintas : es una, la dilatación del cue-
llo; es otra, la salida del feto del interior del útero y el paso del mismo
feto por el conducto pelviano hasta llegar al exterior. En la primera
])arte, el cuerpo del útf^ro representa la potencia, el feto representa el
punto de apoyo, y el cuello la resistencia ; en la segunda parte el con-
cepto se complica más : la potencia sigue ejercida por el cuerpo del
útero, auxiliado por el diafragma y algunos músculos de las paredes
abdominales, pero la resistencia aquí la constituyen en pequeña parte
el cuello dilatado y en porción mucho mayor Tas paredes sólidas del
conducto pelviano, pasando el feto á representar una máquina. Estu-
diemos estos fenómenos sucesivamente.
El concepto físico que, aunque grosero, con mayor sencillez puede
explicar la salida del feto del interior del útero, es la expresión; si ima-
€$8 Revista critica bibliográfica
gracióii que la inmigración en 51 individuos, resultando el punto m:^^
favorecido por los emigrantes Argelia, que absorbió ella sola el 4?*^'»
por 100 de las salidas.
Finalmente, deduce el autor, de los datos aportados, que la emiirni-
ción k Arg-elia es temporal, y la que se dirige á los países de Aait-i.^
definitiva.
Constituye el opúsculo un trabajo muy interesante.
VI. En este folleto el I)r. Fajarnés expone los casos más notah!'-
de rabia observados en Mallorca desde la antigüedad hasta venir
parar al año 1814-15, inspirándose en parte en un trabajo del don. r
Almodóvar, publicado á principios del siglo pasado.
VII. Las estadísticas procedentes de la Dirección general de Ev'-
dística municipal de Buenos Aires son de las más completas, y para j-
nuestros lectores se formen idea de su importancia, basta decir j .
bien desarrollados y detallados, contienen los siguientes capítulo.*:
I Observaciones climatológicas é higiénicas. — II Crecimiento de
población. — III Demografía. — IV Alimentación pública. — V L • -
moción. — VI Movimiento económico. — VII Comercio especial ev-
rior de la ciudad de Buenos Aires en 1892. — VIII Correos, Teléjrnif'
Teléfonos. — IX Asistencia pública. — X Movimiento crimina!. -
XI Movimiento carcelario. — XII Instrucción pública. — XIIíDiverv
nes y juegos. — XIV Datos diversos (materias fecales, obras de >?. -
bridad, alumbrado público y particular, inspectores municipales, :i:
mados, plazas y paseos públicos, limpieza pública. Banco Munioi]
Sociedades anónimas, finanzas comunales, canje).
Algunas de las estadísticas comparativas abarcan muchos ai>.
como la de la alimentación, que arranca del año 1890, y la demojrrar.-
ca, del 18S7.
Todo ello, expue.sto clara y detalladamente en un tomodereg'u'íir'^
proporciones.
Es un ejemplo que deberíamos imitar, pues tiene la mayor imi '-
tancia por múltiples conceptos, el comercial inclusive.
VIII. Importante folleto en oue v,ene la sabia disertación é iu»
sante discusión á que el tema dio lugar en la docta Corporación.
IX. Es un tomito de regulares dimensiones y con numerosos ci-
dros gráficos de mucho sentido práctico, por la" rapidez con que i
idea (le lo que el autor se propone ; ofrece una serie de trabajo.-* »'•''- |
dísticos, fruto de encarnizada labor.
El Dr. Canabal estudia en su obra, además de la mortalidad írem^
del Uruguay, el sarampión, la escarlatina, la viruela, la difteria, latí'
dea, la tos ferina y la tuberculosis. Para todas estas enfermeda<le>
hace el estudio por departamentos territoriales y por focos.
Es obra digna del mayor encomio y que da muestra de la inca::-
ble laboriosidad de su aiítor.
X. Des])ués del prólogo en que el Dr. Simonena aboga con v::
por la implantación de las necesarias reformas higiénicas, el autor
folleto trata de la demografía sanitaria en el decenio de 1891 «n l'>
del agua, su utilidad y estudio de las que abastecen á Pamplona:
alcantarillado y saneamiento del río ; de la desinfección ; del aire^j
biente y del clima : de las viviendas; de los alimentos y bebidai^ .ii
hólicas ; de la moralidad ; de las reformas higiénicas y urbanas «le
gente necesidad y de las reformas que incumben á la inician,
privada.
Como se ve, por la simple enumeración de las materias trata<i8>-
folleto ^.^ik inspirado en el más acendrado amor á la localidad.
i
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CLXXXI. — Epistaxis : tratamiento
A pesar de los progresos de la Rinología, los médicos no especialista»
continúan usando contra las epistaxis un tratamiento poco de acuerdo con
aquéllos, y n curren, por e.emplo, al poco valioso taponamiento anterior y
posterior, tan peligroso para el oído.
A. Pugrnat, de Ginebra, censura esta conducta y propone una terapéu-
tica más racional. Con Rouge divide las epistaxis, según su asiento, en tres-
grupos ó clases:
I." Hemorragias del tabique fiasal {psLTie ántero-inferior). — Son las más-
comunes : á un centímetro del borile anterior de la fosa nasal está el sitio pre-
dilecto de estas hemorragias por la delgadez de la mucosa, las dilataciones
varicosas frecuentes y los fáciles traumatismos. Se debe empezar por intro-
ducir una mecha de algodón seco, y mejor empapada en agua oxigenada
á 12 volúmenes, ó en una solución de antipirina, y luego con dos dedos se
comprime durante cinco minutos las alas de la nariz contra el tabique. Si
cesa la hemorragia, se puede decir que el punto de partida estaba en el
tabique. Se deja la mecha hasta el día siguiente, se la retira con suavidad,
em papándola antes en agua oxigenada, para que se desprenda, y mediante
un espéculum bivalvo se examina la parte inferior del tabique. Se verá
entonces una costrita negruzca, que se cuidará de no levantar ; se buscará
si hay varias para cicatrizarlas, valiéndose para ello de un estilete calentado
al rojo, que se introduce en cristales de nitrato de plata, los cuales se fun-
den y forman una perla en el extremo, con cuya perla se las toca ; hecho
esto, se recomienda al enfermo que no se suene y que introduzca en las
fosas nasales vaselina bórica.
Si con la compresión no cesa la hemorragia, hay que buscar en el tabi-
que su fuente y cauterizar poT modo inmediato.
2.* Hemorrapias de regiones circunsmtas. — Son las tratadas clásicamente
con el taponamiento, que debe ser suprimido por ser doloroso á las veces,
exponer á repeticiones al quitar el tapón y causar accidentes infecciosos.
Pugnat lo substituye con eXper^arvar.
\i\ pengarDar-Djambiy introducido en la terapéutica rinológica por Lubet-
Barbon (1903), es un helécho arborescente de la India, del que se utilizan los
filamentos sedosos; su empleo en me licina es antiquísimo, usándolo lo&
rabinos rusos para detener la hemorragria de la circuncisión. Es un buen
hemostásico, que hace cesar inmediatamente la salida de sangre cuando se
pone en contacto con la superficie lesion«da. Se busca mediante la rinos-
copia anterior el origen y se conduce la borra con la pinza nasal, sin que
sea necesario obturar las fosas nasales. Si no cesa la hemorragia, se averi-
gua si la aplicación ha sido bien hecha. Detenida, no hay que hacer nada
más, pues el medicamento va saliendo cuando se suena el enfermo. Esta
substancia ofrece, adema?, la ventajade no obturar lafosa y, por lo tanto, no
causa la sensación molesta del taponamiento, y la respiración nasal puede
efectuarse. El pengawar resulta todavía más inofensivo si se usa esterilizado.
Se le puede usar en otras hemorragias accesibles.
Cuando no se puede dar con el punto de partida, entonces hay que tratar
la epistaxis como un caso de
3° Hemorragias difusas. — Entonces se tapiza toda la superficie mucosa
con las fibras de pengawar, y si continúa la hemorragia, se las comprime
ligeramente, pero sin Uegar'nunca á un taponamiento verdadero. Al otro
día se las saca suavemente, asi como á los coágulos, con la pinza nasal.
Todavía no ha dado Pugnat con una hemorragia que se resista á este tra-
tamiento.
En resumen : el tratamiento de la epistaxis se reduce á cauterizar el tabi-
que con la perla de nitrato de plata si parte de aquél, y á usar el pengawar
en todos los demás sitios. Esta técnica es eficaz y rápida, evita los acciden-
tes sépticos y molestias del taponamiento, es muy sencilla, exige sólo co-
nocimientos elementales de Rinología y no precisa más que estos instru-
mentos : estiletes, espéculum nasal y pinza nasal (1).
(1) Journal de Kfid. et de Chir. pratiques.
^ J
638 Revista critica tfibliogrdjica
graciÓTi que la inmiorración en 51 individuos, resultando el punto min
favorecido por los emigrantes Arg-elia, que absorbió ella sola el \>^
por 100 de las salidas.
Finalmente, deduce e! autor, de los datos aportados, que laemi;'r;i-
ción á Arg-elia es temporal, y la que se dirige á los países de AmeLd
definitiva.
Constituye el opúsculo un trabajo muy interesante.
VI. En este folleto el Dr. Fajarnés expone los casos más notaM-
de rabia observados en Mallorca desde la antig-üedad hasta venir '
parar al año 1814-15, inspirándose en parte en un trabajo delduf.c
Almodóvar, publicado á principios del «igflo pasado.
VII. Las estadísticas procedentes, de la Dirección g-eneral deE<t>
dística municipal de Buenos Aires son de las más completas, y para v>
nuestros lectores se formen idea de su importancia, basta decir q:
bien desarrollados y detallados, contienen los siguientes capítulos:
I Observaciones*^ climatológicas é higiénicas. — II Crecimiento d»-
población. — III Demografía. — IV Alimentación pública. —V L'>-
moción. — VI Movimiento económico. — VII Comercio especial exf-
rior de la ciudad de Buenos Aires en 1892. — VIII Correos, Telé<rr;if •
Teléfonos. — IX Asistencia pública. — X Movimiento crimina;. -
XI Movimiento carcelario. — XII Instrucción pública. — XIIIDiv»*r>
nes y juegos. — XIV Datos diversos (materias fecales, obraos de >í -
bridad, alumbrado público y particular, inspectores municipales, ?.t:'
mados, plazas y paseos públicos, limpieza pública. Banco Muni«'i]í
Sociedades anónimas, finanzas comunales, canje).
Algunas de las estadísticas comparativas abarcan muchos ai: ;
como la de la alimentación, que arranca del año 1890, y la demofrru:-
ca, del 1887.
Todo ello, expuesto clara y detalladamente en un tomo de reg-ular-
proporciones.
Es un ejemplo que deberíamos imitar, pues tiene la mayor imi :-
tancia por múltiples conceptos, el comercial inclusive.
VIII. Importante folleto en que v.ene la sabia disertación é in:^:-
sante discusión á que el tema dio lugar en la docta Corporación.
IX. Es un tomito de regulares dimensiones y con numerosos ou'-
dros gráficos de mucho sentido práctico, por la rapidez con que !•
idea de lo que el autor se propone ; ofrece una serie de trabajos e^r
dísticos, fruto de encarnizada labor.
El Dr. Canabal estudia en su obra, además de la mortalidad *rent*n
del Uruguay, el sarampión, la escarlatina, la viruela, la difteria, latii -
dea, la tos ferina y la tuberculosis. Para todas estas enfermedade? *
hace el estudio por departamentos territoriales y por focos,
Es obra digna del mayor encomio y que da muestra de la incan<-
ble laboriosidad de su autor.
X. Después del prólogo en que el Dr. Simonena aboga con v!::*
f>or la implantación de las necesarias reformas higiénicas, el autor "
oUeto trata de la demografía sanitaria en el decenio de 1891 kV^^
del agua, su utilidad y estudio de las que abastecen á Pamplona: -
alcantarillado y saneamiento del río ; de la desinfección ; del aire:rL.
biente y del clima ; de las viviendas ; de los alimentos y bebidas :;.
hólicas*; de la moralidad ; de las reformas higiénicas y urbanas de ':'-
gente necesidad y de las reformas que incumben á la iniciat:'
privada.
Como se ve, por la simple enumeración de las materias trat4idu>'
folleto está inspirado en el más acendrado amor á la localidad.
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CLXXXI. — Epistaxis : tratamiento
A pesar de los progresos de la Riiiologría, los médicos no especialistas
continúan usando contra las epistaxis un tratannento poco de acuerdo con
aquéllos, y rt curren, pore.emplo, al poco valioso taponamiento anterior y
posterior, tan peligroso para el oído.
A. Pugnat, de Ginebra, censura esta conducta y propone una terapéu-
tica más racional. Con Rouge divide las epistaxis, según su asiento, en tres-
grru pos ó clases:
I.** Hemorragias del tabique nasal {}^2íTiQ ántero-inferior). — Son las más-
comunes : á un centímetro del bonle anterior de la fosa nasal está el sitio pre-
dilecto de estas hemorragias por la delgadez de la mucosa, las dilataciones
varicosas frecuentes y los fáciles traumatismos. Se debe empezar por intro-
ducir una mecha de algodón seco, y mejor empapada en agua oxigenada
á 12 volúmenes, ó en una solución de antípirina, y luego con dos dedos se
comprime durante cinco minutos las alas de la nariz contra el tabique. Si
cesa la hemorragia, se puede decir que el punto de partida estaba en el
tabique. Se deja la mecha hasta el día siguiente, se la retira con suavidad,
em papándola antes en agua oxigenada, para que se desprenda, y mediante
un espéculum bivalvo se examina la parte inferior del tabique. Se verá
entonces una costrita negruzca, que se cuidaró de no levantar ; se buscará
si hay varias para cicatrizarlas, valiéndose para ello de un estilete calentado
al rojo, que se introduce en cristales de nitrato de plata, los cuales se fun-
den y forman una perla en el extremo, con cuya perla se las toca ; hecho
esto, se recomienda al enfermo que no se suene y que introduzca en las
fosas nasales vaselina bórica.
Si con la compresión no cesa la hemorragia, hay que buscar en el tabi-
que su fuente y cauterizar poTr modo inmediato.
2.* Hemorragias de regiones circunscritas. — Son las tratadas clásicamente
con el taponamiento, que debe ser suprimido por ser doloroso á las veces,
exponer á repeticiones al quitar el tapón y causar accidentes infecciosos.
Pugnat lo substituye con elpengawar.
E\ pengatvar'DJamH, introducido en la terapéutica rinológica por Lubet-
Barbon (1903), es un helécho arborescente de la India, del que se utilizan los
filamentos sedosos; su empleo en me licina es antiquísimo, usándolo los^
rabinos rusos para detener la hemorrag-ia de la circuncisión. Es un buen
heraostásico, que hace cesar inmediatamente la salida de sangre cuando se
pone en contacto con la superficie lesionnda. Se busca mediante la rinos-
copia anterior el origen y se conduce la borra con la pinza nasal, sin que
sea necesario obturar las fosas nasales. Si no cesa la hemorragia, se averi-
gua si la aplicación ha sido bien hecha. Detenida, no hay que hacer nada
más, pues el medicamento va saliendo cuando se suena el enfermo. Esta
substancia ofrece, ademá-s la ventaja de no obturar la fosa y, por lo tanto, no
causa la sensación molesta del taponamiento, y la respiración nasal puede
efectuarse. El pengawar resulta todavía más inofensivo si se usa esterilizado.
Se le puede usar en otras hemorragias accesibles.
Cuando no se puede dar con el punto de partida, entonces hay que tratar
la epistaxis como un caso de
3 ° Hemorragias di/Usas. — Entonces se tapiza toda la superficie mucosa
con las fibras de pengawar, y si continúa la hemorragia, se las comprime
ligeramente, pero sin llegar nunca á un taponamiento verdadero. Al otro
día se las saca suavemente, asi como á los coágulos, con la pinza nasal.
Todavía no ha dado Pugnat con una hemorragia que se resista á este tra-
tamiento.
En resumen : el tratamiento de la epistaxis se reduce á cauterizar el tabi-
que con la perla de nitrato de p'ata si parte de aquél, y á usar el pengawar
en todos los demás sitios. Esta técnica es eficaz y rápida, evita los acciden-
tes sépticos y molestias del taponamiento, es muy sencilla, exige sólo co-
nocimientos elementales de Rinología y no precisa más que estos instru-
mentos : estiletes, espéculum nasal y pií-za nasal (1).
(1) Journal de Kféd. et de Chir. pratiques.
65o Una lección de obstetricia : sobre el mecanismo del parto
obstáculos que se oponen á la penetración de la cuña, y lo mismo-
puede decirse de todos los puntos del contorno fetal y del circuito pel-
viano que en un momento dado se encuentren en dichas condiciones.
Tampoco es un inconveniente para la asimilación la circunstancia de
ser un conducto el obstáculo, pues lo que decimos para los puntos del
circuito situados en un plano, se puede repetir con razón para los pun-
tos situados en otros planos, por los que vaya pasando sucesivamente
el feto en su prog'resión.
Es asimilable también la manera de ejercerse la potencia sobre el
feto, pues á éste le empujan en el periodo de expulsión principalmente
las contracciones de las fibras del fondo del útero y algo también las
contracciones del diafragma y músculos de las paredes abdominales^
obrando todos de arriba á abajo, ó mejor dicho, ejerciéndose sobre la
parte superior del ovoide, como ocurre en la cuña, donde la potencia
se ejerce sobre la base, y llega la similitud hasta el punto de que asi
como en la cuña la potencia se ejerce con intermitencias (ordinaria-
mente á martillazos), en el parto las contraccianes uterinas (potencia),
son también intermitentes. La manera de ceder la resistencia de los
obstáculos es también asimilable, pues si en la cuña se van separando
conforme ella penetra, nadie puede negar que mediante la compresión
de las partes blandas, la separación, no por pequeña menos real, de las
superficies articulares existentes en el circuito óseo de la pelvis y la
distensión de los ligamentos y planos fibrosos que completan el con-
ducto, se ensancha el espacio", permitiendo el paso del ovoide fetal.
Admitido todo esto, deduzcamos la ley de la expulsión del feto con
arreglo á esas condiciones mecánicas, iniciadas las contracciones (po-
tencia), actuando sobre el feto (cuña), se descompone la fuerza que re-
presentan en otras varias que se dirigen contra la resistencia opuesta
por las paredes pelvianas (resistencia opuesta por los obstáculos) ; des-
truida esta resistencia por aquellas fuerzas componentes de la poten-
cia, el feto (cuña) avanza por el espacio que le deja el mismo conducto
pelviano ensanchado en grado suficiente (separación de los obstáculos).
Aplicando el razonamiento geométrico hecho para establecer la ley de
equilibrio de la cuña y que es inútil repetir, tendremos
P: Q:: AB: CB
ó sea que laftierza de las contra ccioiies (potencia) es á la resistencia de
las paredes ael conducto (los componentes de la potencia miden la resis-
tencia), como la base del ovoide fetal (base de la cuña) es á la longitud,
de ese ovoide (longitud de la cuña).
De esta proporción se deducen las mismas consecuencias que para
una cuña cualquiera: 1.*^, unas mismas contracciones producirán tanto
mayor efecto, con relación á la resistencia, cuanto menor sea la base
del ovoide fetal con relación á su longitud. En efecto : la experiencia
demuestra que el mayor efecto útil se obtiene con menor potencia de
contracción en las presentaciones de vértice, donde se reúnen las con-
diciones de menor anchura del ovoide fetal con relación á su longitud^
y el efecto útil es menor, ó ha de aumentar la potencia en las presen-
taciones de nalgas, cara y tronco, donde el ovoide fetal va siendo más
ancho y más corto en cada una de ellas ; 2.^ se deduce con no menor
claridad y acredita también la experiencia que con unas mismas con-
tracciones y con un mismo ovoide fetal, el efecto útil será tanto mayor
cuanto menor sea la resistencia opuesta, que para el caso viene á ser
cuanto más ancho sea el conducto pelviano, y como la inversa es
igualmente cierta, en los casos de estrechez pélvica el efecto útil será
tanto menor cuanto mayor sea el grado de la estrechez; de donde tam-
VJI Congreso internacional de Otología 65 r
t , , _ — -
bien la indicación práctica de la sinfisiotomía, de la pubiotomía y sus
variantes, que destruyendo la continuidad del anillo pelviano, permi-
ten mayor separación de los obstáculos, es decir , disminuyen la resis-
tencia, resultando aumentado el efecto útil, ó sea facilitada la expul-
sión ; 3.°, por último, es evidente que, dadas una misma pelvis y ana
misma presentación, el efecto útil será tanto mayor cuanto mayor sea
la eneraría (potencia) de las contracciones uterinas.
Puede observarse que en la explicación que antecede falta por com-
pleto la división en tiempos que ya es clásica al tratar del mecanismo
del parto. En efecto : hemos prescindido de tal división, que no deja
de ser bastante artificial en cuanto á la sucesión del tiempo, porque lo
que se hace en las obras clásicas bajo al epíg'rafe de mecanismo del
parto, es solamente describir los fenómenos que durante él se realizan,
y bajo este aspecto la descripción es completa y nada tenemos que
añadir á ella, mientras que nuestro propósito ha sido explicar el me-
canismo de esos fenómenos, determinar la ley física que los rige, y
como esta ley es una, la explicación había necesariamente de ser sin-
tética, abarcando, sin distinciones, todo el período de expulsión.
Decía mi padre en su Tratado de obsietricia: « La acción de la con-
tracción uterina ha querido estudiarse como fenómeno mecánico, y
desde Levret, que explicaba el parto por leyes físicas y mecánicas, ha
venido profesándose esta idea ; i)ero nadie ha dado la verdadera fór-
mula matemática de la producción del movimiento en este caso». ¿Lo
habremos nosotros conseguido ? Xo nos atrevemos á afirmarlo, y nos
daremos por muy satisfechos si hemos podido contribuir con algo ra-
cional al esclarecimiento de esta cuestión.
Barcelona, noviembre de 1903.
YII Congreso internacional de Otología
(Burdeos, 1-4 agosto df, 1904)
Comunicaciones
DKI.
Dr. D. Ricardo Botey
Profilaxis de las estenosis del oondaoto deipaés de las operaoiones
radicales
La estenosis del conducto auditivo, después de las trepanaciones
del oído medio, resultan una consecuencia frecuente que preocupa á
mucbüs otólogos.
Se han imag-inado diversos procederes auto-plásticos para prevenir
la atresia ulterior del conducto auditivo, facilitando al mismo tiempo
la cutaneización de las cavidades del oído.
Los procedimientos m&s emi)leados son los de Zaufal, de Panse,
Stacke, Karner y Liebeninann. Ninguno de estos procederes evita de
una manera segura la atresia del meato auditivo, puesto que á pesar
de los más minuciosos cuidados, el conducto se estrecha poco á poco.
Además, el acto de renovar los tapones del conducto origina dolores,
y, finalmente, el procedimiento de Liebenmann, que ejecuta una aber-
tura en la misma concha, es antiestético.
El proceder de Botey, para evitar la atresia del meato, consiste en
una incisión súpero-»nterior de toda la longitud del conducto membra-
noso hasta el pabellón, en el sitio del surco anterior del oído, entre el
borde superior del trago y la raíz del hélice de la concha. En este es-
pacio no existe cartílago y la sección se encuentra perfectamente disi-
^' VII Congreso internacional de Otología
.mulada entre estas dos eminencias. Se obtiene de este modo un
meato gigante, por donde pasa el pulgar, en el adulto, y el índice en
los niños.
La ejecución de este procedimiento es muy fácil y se aplica á todos
los casos ; pero para asegurar la permanencia de este meato ensan-
chado, Botey coloca inmediatamente después de la operación un cono
metálico ligeramente aplanado y lleno de agujeritos de 2 mm. Estos
conos tienen un calibre de 15 á 22 mm. de anchura por 16 á 24 mm. de
longitud. Se les deja á permanencia 5 ó 6 semanas, tiempo suficiente
á la completa epidermización del conducto. Se introduce en estos co-
nos una gruesa mecha de gasa rodeada de protectivo vaselinado exte-
riormente ; así las cosas, sin tocar al cono, se renueva el tapón y se
cura el oído sin que el ])aciente sufra.
En cuanto á la estética, la enorme abertura del conducto auditivo
queda perfectamente oculta por el trago.
Los resultados obtenidos con el proceder autoplástico de Botey y
con la aplicación de estos conos son uniformes, es decir, todos los en-
fermos concluyen por poseer un meato auditivo muy ancho, casi invi-
sible á primera vista y por donde se puede vigilar más tarde la menor
recidiva.
Téonioa de la abertura
y oaidados oonseoatlvos del absceso cerebral otógreno
Conclusiones. — 1.* Las colecciones purulentas intra-encefálicas
de origen otítico son casi siempre peri-petrosas, y sólo raras veces se
manifiestan por síntomas bien definidos.
2.* Sin esperar la aparición de los signos de certeza, debe obrarse
lo más pronto posible, escogiendo un proceder, gracias al cual pueda
penetrarse en la fosa cerebral media ó en la posterior. Este proceder
será el de vía mastoidea ó témporo-mastoidea, según las circuntancias.
3.* Se comenzará siempre la operación por la abertura de la apófi-
sis y de la caja, y de ahí se penetrará en la cavidad craneana, ya sea
hacia arriba 6 ya sea hacia atrás, abriendo, si es preci§io, la escama del
temporal por su parte más inferior, el techo del antro y el del conducto
por su parte más externa.
4.* En casi todos los casos, antes de incindir la duramadre y la
substancia cerebral, deberá hacerse la punción del cerebro á través de
la duramadre intacta, con el fin de asegurarnos de la existencia de un
absceso, pues una vez abierta la duramadre con el bisturí, las circuns-
tancias cambian completamente y existe positivamente peligro de una
infección del cerebro y de sus membranas.
5.** Los lavados del absceso cerebral deben ser absolutamente profi-
critos, aunque se haga uso del suero artificial, pues las inyecciones di-
funden fácilmente la infección en la substancia cerebral ó en los ven-
trículos.
6." El desagüe del absceso debe hacerse con varios tubos de cau-
cho, y la mejor manera de evitar la retención purulenta es renovar
las curas cada 24 horas.
7.* La hernia cerebral, complicación bastante frecuente de los abs-
cesos cerebrales, se produce muy fácilmente cuando la abertura de la
duramadre es amplia. Es preciso, pues, que la incisión dural sea redu-
cida, aun más que la abertura ósea. Siendo la infección de las menin-
ges y de la substancia cerebral por el pus del oído la causa principal
de la hernia, es necesario que la asepsia sea rigurosa.
8.* La hernia cerebral será tratada con la más exquisita limpieza me-
diante una compresión moderada, y no se hará la ablación parcial de ella
Rei'i^ta de Oflalmologia 653
con el bisturí mas que cuando el tejido cerebral se cubra de pezones
carnosos.
9." El pronóstico del absceso cerebral, una vez abierto, será siem-
pre reservado, pues á pesar de que se consig-ue una resurrección de los
enfermos, un número bastante considerable de éstos acaba por su-
cumbir tarde ó temprano á los prog-resos de la infección profunda, con
formación de nuevos abscesos, penetración de pus en los ventrículos,
meningitis, etc.
Revista de Oftalmología
POR KL
Dr. Figueras
Medico por oposición del Hospital provincial de Gerona
La conjuntivitis granulosa en Cuba.— Con este título
publica el Dr. Santos Fernández, en los Archivos de OJtalmologia his-
pano-americanos , un trabajo dirigúdo á combatir la opinión del doctor
Finlay, de que en Cuba la conjuntivitis g-ranulosa es tan frecuente
como en otros países. Decía este doctor en una comunicación á la «Socie-
dad de Estudios clínicos de la Habana», que, si bien compartió antes
con los médicos de Cuba la creencia de que la g-ranulación era rara en
la Isla, desde que, al abrirse, en 1900, el Dispensario Tamayo, pudo ver
más enfermos de aquella dolencia, y comparando con estadísti-
cas de varios países , se convenció de que no eran exactas las aducidas
hasta entonces. Funda esta rectificación de criterio en los datos si-
guientes :
Seg:ún las* estadísticas de un quinquenio del New York Ophthalmic
and Aural Instilute , el tanto por ciento de granulosos entre los enfer-
mos de los ojos fué de 3 á 6 por 100, y como término medio, 4 por 100.
ün año del Dispensario dio el 6'62 por 100.
Un año en su consulta particular, el 3S57 por 100.
Y en una inspección que practicó en dos escuelas de niñas, halló el
6*38 y 4*35 por 100.
A estos datos, opone el Dr. Santos Fernández las siguientes obser-
vaciones :
Que al Dispensario Tamayo acuden, sin duda, numerosos enfermos
pertenecientes á la clase menesterosa , en la que sabido es que se ceba
aquella enfermedad.
Que en la misma estadística del New York Ophthahnic and Aural
Inslitule, del año 1881, consta que hubo el 7*12 por 100 de granulosos.
Que según la estadística del Miuhattau E¡/e and Ear Hospital de
New York, de 1889, hubo el 5 por 100 de granulosos.
La de F//e Ear Nose and Throat Hospital de New York, de 1889,
arroja un 6*7 por 100.
En la clínica del Dr. Carreras Aragó, hubo durante el año 1875 el
10 por 100 de tracomatosos.
Todos estos tantos por ciento son superiores á los siguientes, rela-
tivos á la Isla de Cuba :
El Dr. D. Enrique López ha observado en su clínica un 3*50 por 100.
Santos Fernández, en una estadística que abraza 28 años, y una
cifra total de 36,242 enfermos de los ojos, halló un 3*25 por lOp de gra-
nulosos, haciendo notar, además, que de éstos, la gran mayoría perte-
necen á las clases menos acomodauas, que en muchos casos fué impor-
tada la enfermedad , y que entre los naturales de Cuba sólo halló el
2*64 por 100.
6I>4 HeviUa dt Oftalmología
Por otra parte, tanto las cifras aportadas por el T)r. Finlay, como las
halladas por el Dr. Santos Fernández , demuestran lo poco*^ frecuente
que es el tracoma en la Isla de Cuba , si se compara con lo que ocurre
en otros países. Así, en España encontró Delg-ado Jug:o el 16 por 100
de í^-ranulosos entre los enfermos de los ojos de Madrid ; Carreras Ara-
g'ó, el 10 por 100 en Barcelona ; y del Toro, en Cádiz, el 14 por 100. En
Italia, sobre todo en Sicilia y Palermo, es, seg-ún Marchetti, sorpren-
dente el número de ^rranulosos.
En Arg'elia (dice Lag-rant^'-e), el óO por 100 de niños de las escuelas
son g'ranulosos. En Rusia encontró Patechin, én 1895, un 13 por 100
de soldados atacados de g-ranulación, y en las escuelas del propio país,
seofún el Dr. Alekasandoff, había en el primer año de enseñanza un
4'30 por 100 de escolares g'ranulosos; en el se^^undo, un 19 por 100; en
el tercero, 59 i)or 100, y en el cuarto, 84 por 100. En Prusia halló
Kirchner,en 1869, 2,033 g'ranulosos entre 100,000 soldados, éHirschberg,
en alg-unas escuelas de los pueblos, el 80 por 100, v en las de la ciudad
el 25 y el 36 por 100.
En dos pueblos de la Rusia Oriental, el 10 por 100 de los habitantes
padecían g-ranulación, en Posen, el 15 por 100 de los enfermos de los
ojos eran g^ranulosos en Brouberg*, el 27 por 100, y en Kourberg-, el
17 y el 40 por 100. En un manicomio de Gauhe, el 6 ó 7 por 100
de ellos eran g-ranulosos.
De todo ello deduce Santos Fernández que en Cuba el número de
granulosos es limitado, y lo será más dada la asidua vig'ilancia sanita-
ria que impedirá la importación, factor importante en el resultado de
las actuales estadísticas. Opina, además el citado oculista, que eii
Cuba la granulación no reviste los caracteres de gravedad que en otros
países.
Cree, no obstante , con el Dr. P'inlay, aue es muy conveniente la
severidad en las prácticas sanitarias é higiénicas de las escuelas y en
todas partes, j)ara que ¡)ueda compararse Cuba con Suiza, donde entre
30,000 enfermos de los ojos sólo se hallaron seis granulosos, y de éstos,
cinco eran extranjeros.
Valor patógeno del bacilo del xerosls. — En el XVI
Congreso de Id «Asociación Oftalmológica italiana», en Florencia, pre-
sentó el Dr. A. Bietti el resultado de sus experimentos para comprobar
que el bacilo difteroide llamado del xerosis, no tiene el valor patógeno
que le asignan Gelpke y Pes, al afirmar el primero que gran número
(le conjuntivitis catarrales son debidas al hacilus septatus j y el último,
que en simples conjuntivitis catarrales se halla el bacilo de la difteria
que podría constituir su causa.
1.* serie. — Inyectó bacilo aislado de 100 conjuntivitis (99 catarrales
y 1 pseudomembi-anosa) en 100 conejitos de Indias: sólo murieron dos,
uno de ellos el que recibió el bacilo procedente de la conjuntivitis
diftérica.
2." serie. — Inyectó de 150 á 280 cm^ . de cultivo del mentado bacilo
en caldo, en 21 conejitos con quince y treinta y siete días de intervalo;
a I cabo de este tiempo, inoculó dichos animales con Videcm^ . de cultivo
de bacilo diftérico ; murieron todos, asi como otros veinte testigos.
3.* serie. — Inoculó el bacilo del xerosis en la conjuntiva de dos co-
nejos ; uno de ellos había recibido previamente el suero antidiftérico;
el otro no ; en ambos se presentó la reacción conjuntival al segundo ó
tercer día.
4.* serie. — Practicó los experimentos en la conjuntiva humana :
inoculados 9 individuos, con abundante cantidad de cultivo de suero,
no presentaron reacción alguna.
Revista de Oflaímologia 655
De estos experimentos deduce Bietti la no virulencia del bacilo del
xerosis contra la opinión de Gelpke y de Pes.
El Dr. Galleng'a confirma la aseveración del Dr. Bietti , y dice que
en el tratamiento de las difteritis oculares g*raves , opta por la cura se-
roterápica de Behring*, y el Dr. de Berardinis, en reciente estudio,
tampoco pudo comprobar la virulencia de dicho bacilo.
Hlstudio experimental de la luz ultravioleta. —
Heertel, de Jena, ha dado cuenta á la «Sociedad alemana de Oftalmo-
logía», de alg'unos de los resultados obtenidos en sus experimentos
sobre el poder bactericida de los rayos actínicos. Dice que los proce-
dentes de la luz de magnesio son bactericidas. El bacterium coH , ex-
puesto á dichos rayos, muere á los veinte segundos. El de Eberth y el
vibrión del cólera resisten más tiempo.
La sangre, el cristalino y el tejido adiposo son medios impermeables
para los rayos ultravioletas, que atraviesan con dificultad la córnea y el
vitreo. Los micro-organismos introducidos en la cámara anterior no
mueren hasta 25 ó 30 minutos de exposición ; introducidos detrás del
cristalino, resisten por espacio de 60 minutos.
Afirma, con Finsen, que la acción de las radiaciones ultravioletas
sobre los tejidos puede observarse directamente sobre las lánainas del
axalolo y sobre la salamandra viva, y que estos rayos producen dislo-
caciones y proliferaciones celulares.
Sobre la acción comparativa de estos rayos en la retina de un ojo
normal, y del ojo opaco, detalla Birch Hirschfeld, de Leipzig, los si-
guientes" experimentos : aislada una banda de luz ultravioleta proce-
dente de un arco de carbón , y proyectada sobre una pantalla previa
regularización de la cantidad de luz por medio de un episcoíisier, se ha
visto que el ojo opaco es más sensible á estos rayos que el ojo normal.
Expuesta la retina de un conejo afaco á la acción de los rayos ultravio-
letas, se producen en ella trastornos notables después de 30 á 45 minu-
tos; el ojo provisto de un cristalino resiste mucho más tiempo (hasta
seis horas).
La alteración más notable es la de la cromatina contenida en las ca-
pas granulosas y en las células ganglionares ; éstas, enteras, y todo el
grano ofrecen una coloración azul difusa.
Las alteraciones producidas por la luz privada de rayos ultraviole-
tas son distintas : hay rarefacción de la cromatiq^a, y la retina presenta
una diferenciación marcada de las células y de los-^ríncleos. Los epite-
lios pigmentarios están también afectados y la coroides fuertemente
hiperemiada.
Ningún papel juegan los rayos ultravioletas en los trastornos ])ro-
ducidos por la luz solar, pero si en el deslumbramiento y en la oftal-
mía causados por la luz eléctrica; también parecen tenerlo en los efec-
tos de la luz reflejada por la nieve.
Tracoma y oftalmía purulenta en S3glpto. — Con
este título publica, en los Archives d'Ophthalmoloaiey el Dr. G. S. Jaco-
vides un acabado estudio de aquellas dolencias, del que se destacan las
siguientes afirmaciones :
Que la oftalmía purulenta es muy frecuente en Egipto y no lo son
menos las complicaciones corneanas, debido á la manera como allí se
vive y á lo que se tarda en solicitar los cuidados del oculista, y que las
causas de su producción son múltiples.
Las adquiridas fuera del acto del nacimiento constituyen una ende-
mia en el país y sufren una exacerbación durante los calores de mayo
á noviembre. * x\unque afecta á todas las edades, es más frecuente en
656 Sesionei inaugurates
los niños, en los granulosos, y, en general, en los que padecían ya algu-
na inflamación de la conjuntiva, y en ellos adquiere mayor gravedad.
Sus síntomas son los que se observan en todas partes, pero es más rápi-
da su marcha y adquiere pronto gran intensidad. Son generalmente
de origen gonoc()Cico, pero pueden hallarse en tales conjuntivas todos
los gv'n-menes piógenos. En su etiología se hallan análogas condicio-
nes que en la del tracoma.
Cuando se presenta la purulencia en ojos previamente tracomatosos,
no debe creerse que sea dependiente de la granulación ; debe conside-
rarse á lo sumo ésta como causa predisponente.
No acepta, como algunos, que la purulencia pueda engendrar el
tracoma.
Pai'a el tratamiento del tracoma usa de preferencia el nitrato de
plata y el sulfato de cobre. Según el estado de la córnea, emplea tam-
bién el iodoformo, el precipitado amarillo y el ictiol. Considera como
poderosos auxiliares las escarificaciones, la expresión y los masajes y,
en todos los casos, lois lavados antisépticos.
Kn la purulencia conjuntiva emplea los grandes lavados con entera
confianza. Cauteriza las conj.untivas con la solución al 3 y al 2 por 100
de nitrato de plata ; y cuando hay lesión de la córnea, emplea el iodo-
formo, que en su sentir no tiene succedáneo.
Sesiones inaugurales
Patronato de la obra antltuberonlosa ( 30 septiembre )
Academia de Higiene de Catalana (4 octubre)
Reúno entrambas solemnidades por haber asistido k las dos en re-
presentación de la Gackta Médica Catalana, y no porque no tengran
importancia cada una de por sí. La sesión celebrada por el Patronato
indicado, que tuvo Inflar en el gran Salón de San Jorge de nuestra Di-
putación, y á ella acudieron, además dft nutridas representaciones, las
Autoridades superiores, no á hacer simplemente obra de presencia sino
á decir personalmente el interés con que miraban esta institución tan
benemérita.
Abierta la sesión, el Dr. Soley leyó un extenso y bien meditado tra-
bajo, en el que historió la obra del Patronato.
Este trabajo, muy bien razonado, y que supongo será dado á la im-
prenta para ayudar á la oln'a emprendida , fué saludado con aplausos,
a los que uno los míos desde estas columnas.
Tomaron parte en la seskm, exponiendo distintos puntos de vista de
la obra antituberculosa, el Excmo. Sr. Presidente de la Diputación
provincial, el Dr. Valentí y Vivó, Presidente déla Academia de Higiene
de Cataluña, el limo. Sr. Obispo auxiliar Dr. Cortés, el Excmo. Sr. Al-
calde Constitucional de Barcelona Sr. Lluch, y el Presidente del Patro-
nato, concluyendo el acto con oportunas pala'bras pronunciadas por el
Excmo. Sr. Gobernador civil. Inútil es decir que todos los oradores
cosecharon gran cantidad de aplausos. Como se vé, la sesión revistió
un carácter de altura poco común en esta clase de sesiones.
La sesión inaugural de la Academia de Higiene de Cataluña, se ce-
lebró en uno de los salones dei Fomento, y concurrieron á ella gran
número de representaciones y entidades de valía. Presidió el doctor
Xalabarder, y el Dr. Segalá leyó un extenso trabajo en que se reseña-
ban las tareas académicas llevadas á cabo en el finido curso.
La profilaxis sanitaria de la peste ñbj
El discurso de fondo estaba confiado al Dr. Monturiol, quien escogió
por tema Higiene y trevtll, tema que por su misma vaguedad exponía
al disertante á hacer un trabajo sin fondo útil, y á f e que no fu '* así.
El Dr. Monturiol supo dar originalidad al asunto, y evitando la aridez
de un tecnicismo que no hubiera encajado bien en dicha sesión, ex-
puso puntos de vista verdaderamente importantes y los supo exponer
con una claridad y fluidez que hizo sumamente agradable su lectura,
por lo que creo muy conveniente su publicación. Se leyó el fallo del
Jurado y se entregaron los premios, leyendo á continuación el Dr, Fus-
ter un discurso escrito por el Dr. Valentí Vivó, muy concreto y acer-
tado, finalizando la sesión con oportunas frases pronunciadas por el
Presidente Dr. Xalabarder.
Nuestra cordial felicitación á todos.
A. Bassols y Prim
La profilaxis sanitaria de la peste
y las modiflcaciones que se han de hacer en los reglamentos cuarentenarios (O
POH EL
Dh. a. Calmette
Director del Insiiluio Pasteur de Lille
Se ha podido, hasta estos últimos años, considerar la peste bubónica como
una de las enfermedades más contagiosas que la humanidad puede sufrir.
La espantosa mortalidad que ocasionaba con frecuencia en los países del Ex-
tremo Oriente, la rapidez con que se propagaba á través del mundo en tiempo
de sus grandes epidemias, la gravedad habitual de sus ataques, eran capa-
ces de causar espanto y de hacerla temer como la más horrible plaga.
Hoy podemos considerar con más calma la posibilidad de su importación
en tóuropa. Los conocimientos que hemos adquirido sobre el bacilo pesto-
so, sobre su modo de propagación, sobre la seroterapia y la vacunación pre-
ventiva contra la peste, deben aplacar nuestras aprensiones ó nuestros te-
mores. Ha llegado la hora de suprimir todo este despliegue de medidas
draconianas, propias de la Bdad Media, que hemos inventado para defen-
dernos contra su importación. Fuera injusto olvidar los servicios que han
prestado, pero pecaríase de ridículos si pretendiéramos conservarlas.
Las cuarentenas, aun en las atenuaciones sucesivas que han sufrido en
cada conferencia sanitaria internacional desde hace medio siglo, deben des-
aparecer. No están justificadas ya ni contra la fiebre amarilla, ni contra el
cólera, ni contra la peste. Espero probar esta afirmación, en lo relativo á la
peste, en este trabajo.
El origen de las irradiaciones epidémicas de peste que se han extendido
á tan gran número de países durante estos últimos años, es asaz conocido
para qué lo relatemos aquí ; sabemos ahora que existen cinco foco^ endémi-
cos de esta enfermedad : uno en China, en la provincia de Yunnam ; el se-
gundo en el Himalaya, que ha sido el punto de partida de la gran epidemia
actual de la India ; el tercero en el Assir, Arabia Occidental ; el cuarto, se-
ñalado por R. Koch y Zupitza, en el interior del África Occidental, en Ugan-
da, cerca de las fuentes del Nilo Blanco, y el quinto en Mongolia.
Desde estos cuatro focos endémicos la peste tiende hoy á diseminarse en
casi todas las regiones del globo que se encuentran en relaciones máseme-
nos directas con ellos. En todos los puntos en que se instala en estado en-
démico, ataca primero á las ratas y ocasiona, generalmente, en estos roedo-
res una considerable mortalidad. Está perfectamente establecido que á ex-
cepción de pequeñas epidemias de peste humana de forma pneumónica y
cuyos estragos quedan muy limitados, la peste se ceba, principalmente, con
una muy grande intensidad, en las ratas antes de atacar al hombre y que se
propaflja fácilmente de rata á rata.
(O Comunicación al XV Congreso de Higiene y Demografía de Bruselas (sesión del 9 septiem-
bre de 1903). — L'Echn Méd. du Nord., 20 septiembre de 1903.
658 ' La profilaxis sanitaria de la peste
Todos están acordes en reconocer que esta enfermedad puede propagarse
por contacto directo de hombre á hombre, pero que los principales agentes
de contaminación sop las ratas por el intermedio de las pulgas que pueblan
el pelo de dichos roedores.
La transmisión directa, del hombre enfermo al sano, se ha mostrado con
toda evidencia ep muchos casos y se efectúa, sobre todo, mediante las ex-
creciones nasales, brónquicas ó renales, en las cuales abundan los bacilos
pestosos. Se ha probado experimentalmente (Roux y Batzaroff), cuan fácil
es producir la pneumonía pestosa en los animales sensibles, tales como la
rata, el conejito de Indias, el conejo y el mono, mediante el simple embadnr-
namiento de la nariz con cultivos de peste ó con productos de expectoración
que contengan este microbio. Y en recientes epidemias en Europa se ha
señalado numerosos casos de contagio que proceden, sin duda alguna, del
mismo origen y que ocurrieron en personas que habían asistido á enfermos
atacados de pneumonía pestosa (Viena, 1898; Glasgow. 1901), ó que habían
velado y sepultado cadáveres de pestíferos.
Débese admitir también que la ropa de la cama, vestidos y otros objetos
que hayan pertenecido á enrermns de esta clase, pueden transportarse lejos
y conservar durante varios meses, vivos y virulentos, gérmenes de peste.
Innumerables ejemplos de esta clase de transmisión no pueden negarse :
uno de los más sorprendentes es el que se cree causa de la importación de
la peste de la isla Mauricio á Durban (Natal), en 1900.
« Un mauriciano, á fin de evitar una permanencia demasiado larga en el
lazareto, continuó su viaje hasta Port-Kiisabeth, para así hacer una trave>ía
bastante larga y ser inmediatamente admitido á libre plática. Desde este
punto volvió á Durban, en donde desembarcó el 1.° de abril. Un mes y me-
dio después, hacia el 13 de mayo, desembala una parte de su equipaje. Tres
días mas tarde cae enfermo y muere el 18 de mayo» (1).
Muchos otros casos demuestran que los objetos con bacilos pestosos, aun
cuando estén encerrados durante varios meses en baúles, pueden transmitir
la peste. Los sacos que han contenido cereales ó diversas mercancías «-n
las que han podido merodear las ratas infectadas de peste, son igualmente
peligrosos. Varias veces se ha señalado que los hombres empleados en los
puertos en la descarga de estas mercancías, cayeron enfermos después de
haberse acostado sobre fárdeos recién desembarcados ó sobre sacos vacíos.
Es evidente que las desinfecciones superficiales de los equipajes y de la
carga de navios, tal como se practica actualmente en los lazaretos, son casi
del todo insuficientes é ineficaces.
La transmisión de la peste de rata á rata, de rata á hombre ó de hombre
á hombre por el intermedio de los parásitos, es indudablemente más fre-
cuíuite que la infección por contacto directo proveniente de enfermos ó ra-
tas pestíferas. La historia de casi todas las epidemias recientes suministra
numerosas pruebas de ello.
A bordo de los navios, esta clase de propagación de la enfermedad apa-
rece sobre todo manifiesta. Kn numerosos casos, como á bordo del City o/
Perthy en Dunkenjue, en 1902, los primeros enfermos atacados fueron mari-
neros que se acostaban próximos á la despensa ó en las calas, pobladas de
ratas, o bien hombres que cogieron ratas repletas de microbios.
El hecho de haber tocado cadáveres de ratas es considerado como una
causa particularmente frecuente de infección.
Por otra parte, la pe.-te se reconcentra con una intensiilad especialísima
en los barrios más sucios de las ciudades (Bombay, Alejandría, Zagazig,
Oporto), y en las casas más cercanas á los depósitos ele inmundicias, cloacas,
almacenes de cereales y docks, en que abundan las ratas.
En los enfernif)S asistidos en los hospitales, se ha podido encontrar, infi-
nidad de veces, el indicio de la picadura reciente de un insecto parásito,
pulga ó chinche, de donde partía un rastro liníangítico que conducía á un
bubón y por el cual había debido efectuarse la inoculación infectante.
Por último, los exi)fM*iniPntos de laboratorio, re¡)etidos por los bacterió-
logos más prácticos, han mostrado que para inf( ctar ratas sanas, basta co-
locarlas en una jaula ó una vasija en la que haya pulgas provenientes del
cadáver de un roedor pestoso.
(1) Proust, Rapport sur les ¿pnitmics de ptste en lí»01. — Acad. de Mid. de París.
La profilaxis sanitaria de la peste 65g
Algunos sabios han puesto en duda que las pulg-as de la rata puedan
picar al hombre. Pero, desde los recientes trabajos de üauthier y Raybaud
( fíevue d'hygiéne, París, 19ü3), y de Carlos Tiraboschi, esta cuestión, tan im-
portante, no puede ser ya objeto de ninguna controversia.
Está bien establecido que algunas especies de pulgas de ratas pican al
hombre.
Las pulgas que se encuentran más comunmente en las ratas, pertenecen
á varias especies. Su determinación científica y su papel como agente de
transmisión de la peste, se hallan, sobre todo, bien estudiados en la Memo-
ria de Tiraboschi (Archives dé Parasitologie de Blanchard, 1903).
En el mus decumanus [ rata gris ó de cloaca) y en el mm raíus ( rata ne-
gra), se encuentra frecuentemente la pulga del hombre (pulex irriians) y
la del perro (ctenocephalus serraticeps) que pica también al hombre.
Estos roedores viven á la par que los parásitos de otrns especies que, aun
después de un ayuno de tres ó cuatro días, rehusan picar al hombre. Entre
éstos, Tiraboschi señala como los más frecuentes, en Italia á lo menos, el
cerntophyllus fasciatus, el ceratophyllus ilalicus, y el ctenopsylla musculi.
Los ratones, aunque muy sensibles á la peste inoculada, no aparecen
atacados espontáneamente, por lo menos en una proporción comparable á
la de las ratas,* en tiempo de epidemias. No se encuentra vn sus pelos las
especies de pulgas que pican al hombre ó al perro.
En cambio, existe en Mongolia y en la región del lago Baikal, un roedor
bastante semejable ábi marmota, el i4rc/oww/? ío^^^c ( Tabargan ), que pre-
senta una gran sensibilidad á la peste y parece transmitirla al hombre faci-
lísimamente ; pero nose conoce aún los parásitos que sirven para la trans-
misión.
. Siempre que se ha observado epidemias de peste en los roedores, que
preceden ó acompañan á las epidemias humanas, se lia notado que estos
animales emigran en masa desde que la mortalidad comienza en ellos. Es-
tas emigraciones de ratas han sido, en casi todns los casos, el único factor
de la diseminación de la enfermedad. Tal hecho había ya sido comprobado
otras veces en la China meridional, más recientemente se ha observado en
la India, y está perfectamente demostrado hoy que las epidemias del África
meridional, de Madagascar y de Oporto, para hablar sólo de las que mejor
se conocen, han tenido por origen la importación de ratas que procedían de
puertos contaminados.
Se ha señalado en varias* partes, en estos últimos años, que las ratas pa-
san en grandes grupos, en los puertos indianos, á los navios que tienen las
amarrns á lo largo de los muelles. Por ja noche' desembarcan en número
considerable, en cada escala de los buques, y en los docks de Londres, por
ejemplo, se ha visto frecuentemente verdaderos pelotones de roedores, que
se es<*apaban á lo largo de las amarras.
Todas las ratas que de este modo nos vienen del Oriente, pertenecen á la
especie mus decumanus (gran rata cenicienta) y esta especie se halla tan
extendida y es tan prolífica, que persigue y hace desaparecer casi por com-
pleto de nuestras ciudades europeas al rator cilio negro (musratus ], que
en reducido número sólo se encuentra hoy en el interior de las tierras.
A bordo de los buques que surcan el Mediterráneo, ocurre frecuente-
mente que la peste se ceba en las ratas, sin que se observe ningún caso en
los tripulantes ni en los pasajeros. Este hecho se ha C( mprobado en Mar-
sella, en diversas ocasiones. Existe un enorme peligro contra el cual las
medidas cuarentenarias son casi ineficaces del todo, puesto que á los bu-
ques que conducen ratas pe^tosas, no teniendo enfermos á bordo, y no
proviniendo directamente de puertos contaminados, se les permite desem-
barcar libremente sus pasajeros y mercancías.
Es, pues, evidente que, por lo menos en lo relativo á la peste, los regla-
mentos sanitarios actualmente aplicados, no tietien ningún valor. De esto
se han ocupado en diferentes ocasiones, en la tribuna de la Academia de
Médicos de París hace dos años, á raíz de los incidentes del « Senegal », fle-
tadn por los socios déla Uevista íreneral de ciencias, y recientemente á pro-
pósito de las tributaciones del «Oroya », por el profesor Teissier, de Lyon.
La profilaxis sanitaria internacional contra la peste debiera, de aquí en
adelante, basarse casi por completo en la adopción de medidas defensivas
contra la importación ó introducción de ratas exóticas y la destrucción me-
6€o La profilaxis sanitaria de ta ptstt
tódica de las ratas indígenas, ya que ningún foco epidémico serio puede
crearse, si la enfermedad no es diseminada por los roedores. Siempre será
fácil, en efecto, con los medios de aislamiento y desinfección de que hoy dia
se dispone en todos los hospitales bien provistos, impedir la contaminación
directa de hombre á hombre, y los efectos preventivos de la seroterapia
antipestosa son bastante seguros para que se puedan poner inmediata-
mt'ute al abrigo de toda clase de infección las personas que hayan podido
encontrarse en contacto con los enfermos.
Se puede, pues, afirmar que es perfectamente inútil obligar á los pasa-
jeros y á los tripulantes de un buque en que se haya producido uno ó varies
casos de peste humana, ó que proceda directamente de un puerto contami-
nado, á sufrir una cuarentena en lazaretos cuya organización material es,
la mayor parte de las veces, muy defectuosa. Debemos limitarnos á impe-
dir que el buque se aproxime á los muelles, que no haya desembarque
hasta haber sido eficazmente desinfectado y havan sido destruidas todas las
ratas de á bordo. Los enfermos se desembarcarán y hospitalizarán en se-
guida en tales condiciones que puedan ser tenidos aislados, y se permitirá
aespués el desembarco inmediato de los demás pasajeros, á condición de
que hayan recibido previamente la inoculación preventiva del suero anti-
pestoso, y queden durante cinco días bajo la vigilancia del Servicio sanita-
rio y todo el bagaje ó efectos de su pertenencia se someta á una desinfec-
ción completa, severa y comprobada.
La cuestión de la desinfección del barco, de su cargamento, pasajeros y
tripulantes, es de gran importancia. No se puede pensar en realizarla conve-
nientemente con las estufas de vapor ni con el actual material sanitario de
nuestros lazaretos europeos. Para que sea eficaz, es necesario asegurarse de
haber destruido no sólo los bacilos pestosos. sino también las ratas y todos
los insectos parásitos ú otros que pueden ocultarse en las partes más pro-
fundas del barco.
Y, ni las estufas de vapor bajo presión, ni las pulverizaciones ó los lava-
dos antisépticos, responden á estos deseos.
Un medio único realmente seguro puede preconizarse hoy: es la sulfu-
ración con el anhídrido sulfúrico á gran concentración, tal como se ob-
tiene, por ejemplo, con el aparato americano Elayton. Este gas, muy
difusible y eminentemente tóxico para las ratas y para todos los insectos,
penetra con una gran rapidez en el espesor de los fardos de mercancías y
en los más ínfimos rincones de las calas. Apenas sí deteriora casi ningún
objeto, y su acción desinfectante respecto del bacilo pestoso está perfecr
tamente establecida. Se debiera, además, siempre que se haga uso de la
sulfuracito, estar seguros de su eficacia, disponiendo acá y acullá, en los
fondos del barco, ratas cogidas vivas, en ratoneras y bloques bacterianos
constituidos por cultivos de peste desecados y cubiertos de albúmina.
Esta comprobación rigurosa es casi indispensable para que se pueda ga-
rantizar los efectos de una desinfección (1).
Los efectos y bagajes de los pasajeros debieran someterse aparte, y
sobre una barcaza dispuesta á este efecto, á una desinfección semejante.
Bastará abrir las maletas y cajas, sin tocar su contenido, y sulfurarlas du-
rante cuatro horas con un gas que contenga, por lo menos, 8 por 100 de
ácido sulfuroso y 4 á 6 miligramos de anhídrido sulfúrico seco por cada litro
de aire para así asegurar su perfecta inocuidad.
Se ha propuesto destruir las ratas á bordo de los barcos por medio del
ácido carbónico ó del óxido de carbono. Estos procedimientos se han em-
pleado, sobre todo el primero en Marsella, el segundo en Hamburgo. Con-
siguen matar los roedores, pero además que no presentan una difusibilidad
comparable á la del gas sulfuroso, no obran sobre los insectos y no ejercen
ninguna acción desinfectante respecto á los bacilos pestosos que pueden
haberse diseminado por los objetos. Por otra parte, su empleo no está
exento de peligros, porque carecen de olor. Debiera, pues, renunciarse
completamente á su uso, salvo en los casos excepcionales en que la natu-
raleza de la carga imposibilitara la utilización del gas sulfuroso.
Cuando los armadores, capitanes de barcos y los servicios sanitarios
(1) Calmette, Rev. d'hygiéne, 1002, y 25 mayo de 1903, y Comptes-rendus Académie de Médecine,
5 mayo de iyu3.
Estudio crit'co de un proyecto d¿ revisión de la Convención de Ginebra 66r
quieran resolverse á practicar sistemáticamente la destrucción de las ratas
Antes de desembarcar las mercancías, no sólo asegurarán la protección de '
los tripulantes y del pasaje del modo más eficaz, no sólo evitarán todo peli-
gro de importación de la peste en los puertos en que descarguen sus mer-
cancías, sino que tendrán derecho á exigir la supresión de las cuarentenas
que causen al comercio internacional considerables perjuicios, y á los pasa-
jeros vejaciones tan infructuosas como molestas.
En resumen, proponemos al Congreso vote las siguientes peticiones :
Que teniendo en consideración :
Por una parte, los recientes datos actualmente indiscutibles sobre el pa-
pel de las ratas como agentes propagadores de la peste en los barcos, aun
cuando éstos no presenten ningún caso de peste humana á bordo ó que no
procedan directamente de puertos contaminados ;
Por otra parte, la seguridad que procura la inoculación preventiva del
suero antipestoso á los tripulantes y pasajeros que hayan podido encon-
trarse en contacto con los enferm )s ;
Pedimos que las medidas cuarentenarias aplicadas en la actualidad, se
modifiquen en esta forma :
1." Supresión del internado en los lazaretos y su reemplazo con una
simple vigilancia sanitaria de cinco días para los pasajeros que consientan
sujetarse á la inoculación preventiva del suero antipestoso, aun cuando
procedan de un barco en que haya habido casos de peste durante la travesía.
2.'' Autorización, para los pasajeros de un barco sospechoso que no quie-
ran someterse á la inoculación preventiva de suero antipestoso, para des-
embarcar libremente en el puerto de arribo á condición de permanecer en él
diez días y presentarse cotidianamente durante este período de observación
A las autoridades sanitarias.
3.** Limitación para los navios y mercancías de la duración de las cua-
rentenas al tiempo estrictamente necesario para la destrucción de las ratas
é insectos y para la desinfección completa-de todas las partes del barco y de
su carga.
4.® Organización, en todos los puertos abiertos al comercio internacio-
nal, de la destrucción metódica de las ratas, tanto en tierra como en los bar-
cos, y deservicios de desinfección comprobados severa y científicamente; de
tal modo, que la eficacia de las medidas tomadas para destruir las ratas, los
insectos y bacilos pestosos, pueda garantirse oficialmente.
ñ.® Obligación para todos los barcos que hacen escala en los puertos
mediterráneos de Levante ó en los del mar Rojo, Golfo Pérsico, India. Indo-
china ú otros países sospechosos ó contaminados, de aprovisionarse de una
suficiente cantidad de suero antipestoso para vacunar á todos los pasajeros
y preservar á la tripulación, si se declarase un caso de peste durante el
camino.
Propongo, además, al Congreso emitir el voto que la Conferencia sanita-
ria internacional, que debe celebrarse en octubre de 1903, sea llamada á
deliberar sobre las peticiones atrás enumeradas con objeto de elaborar un
Reglamento más conforme con los datos de la ciencia moderna y con las
necesidades del comercio internacional en lo pertinente á la defensa contra
la peste.
Trad. por Ruiz Rodríguez (J.)
Estudio critico
de ua proyecto de revisión de la Convención de Ginebra '^^
rOR EL
Dr. Campos-Hugubney
Médico mayor de 2.* clase
« De todas las leyes de la guerra, la Convención de Ginebra es la mayor
reconocida y la más universalmente adoptada. Es para todos los belige-
rantes una forma de derecho escrito, obligatorio para todas las potencias.»
( A. Brenet. ) El reglamento francés le dedica la primera plana en la expo-
(1) G«<. des hóp. 12 marzo dé 1904
662 Estudio critico de un proyecto de remisión de la Convención de Ginebra
sición de notii-ias que regulan el servicio de s^anidad en campaña. Parece
que sus artículos no deben provocar duda alguna y que su aplicación no La
de tropezar con obstñculos ; pero hay casos no previstos, mala voluntad ó
ignorancia. Kii las últimas guerras ha sufrido riguro.^as pruebas, y si de
ellas ha salido un poco debilitada, se ha descargado de partes molestas ó
inútiles. Ha llegado el momento de hacer una especie de balance y de
saber lo que S(* le puede pedir y lo que se ha de corregir, aprovechando
sobre todo las enseñanzas de la guerra franco-alemana de 18"0.
Los Congresos de 1864 y 1868, á pesar de su labor útil y práctica, no cons-
tituyen una obra perfecta. Ya st* han señalado defectos y dificultades que
conviene corregir ; adt»más. se impone fusionar los artículos adicionales con
los de la Convención. Tudo esto exige una revisión general.
A. Brenet, jurisconsulto 3^ militar, conocedor del derecho internacional y
de la guerra, publicó una obra (1), que es la que sirve de base al autor para
hacer la crítica de la Convención, exponiendo artículo por artículo con las
modificaciones que estima oportunas en cada uno de elios.
Art. /." La Convención no tuvo en cuenta más que las ambulancias y
hospitales militares, qne son considerados como neutrales, en tanto alber-
guen enfermos ó heridos ; pero también los hospitales civiles ú otros, aún
improvisados, pueden albergarlos y deben ser protegidos y respetados por
los beligerantes. Al contrario, los establecimientos balnearios en que los
militares residan para ser tratados/, pueden ser ocupados por una fuerza
militar: los alemanes utilizaren las Termas de Kissingen, en 1866, para
acantonar sus tropas, y lo mismo hicieron, en 18'70, en Plombiéres, 1 uxeuil,
Contrexévilie, sin protesta de nadie. Parece, pues, que estos establecimien-
tos no gozan de la inviolabilidad otorgada á los convoyes de heridos. La
fuerza militar que los guarnece ha de ser suficiente á garantir el orden y
asegurar la ejecución de las consignas: el destacamento de caballería de
Faidherbe capturó con razón en Querrieux una ambulancia prusiana con
fuerte escolta y personal armado.
Kl texto no dice nada, pero sin duda la ambulancia no es inviolable sino
cuando se halla establecida en punto visible en que no entorpezca las opera-
ciones militares ; de otro modo, bastaría aproximarla á la línea de fuego
para que ésta quedara á cubierto y pudieran avanzar los hombres impune-
mente. Los prusiano-s, cuando el sitio de París, establecieron dos baterías
cerca del hospital de Brézin que izaba la bandera de la Cruz Roja, cuando
notaron que las baterías francesas del Monte Valeriano no disparaban en
esa dirección, y de este modo no era apoyada la infantería detenida por el
fuego de la artillería prusiana.
Dados el alcance actual de las armas de fuego y la dispersión de los pro-
yectiles de artillería, la inviolabilidad de las formaciones sanitarias en el
campo de batalla tiene mucho de aleatorio; pero en los sitios de las plazas,
los hechos no son ignales. Se puede reprochar á los alemanes el haber
bombardeado el seminario |)equeño de Estrasburgo, convertido en ambu-
lancia, y sobre el cual ondeaba la bandera de la Convención, de tamaño
colosal, pues estaba hecha con tres sñbanns grandes cosidas por los bordes;
tampoco fué respetado el hospital de Péronue*á pesar de tener tres banderas
muy visibles.
¿Tieup derecho, el enemigo que respete la Convención, á desalojar un
hospital de heridos para colocar los suyos? El derecho de admisión ó de
permanencia de un herido en un hospital depende, no de su nacionalidad,
sino de su estado. Los enemigos podrán ir ocupando los puestos de los
anteriores de acuerdo con los sentimientos de humanidad.
Kl art. 1.° pudiera ser redactado así :
« Son declarados neutrales todos los establecimientos sanitarios. Los
beligerantes ha^-ta deben facilitar su misión con todos los medios posibles.
» No pueden ser atac idos ó perjudicados sino en el caso de que sean uti-
lizados estratégicamente ú ocupados por tropas con objeto ofensivo ó
defensivo.
» Kl derecho á la admi>ión ó á la permanencia en un hospital depende,
para un herido, de su estado y no de su nacionalidad».
(1) A. Brcnct, I a Frunce et l'Allemagne devant le droit internaiionaí pevdant ia guerie iSjo^
1871.
Estudio critico de un proyecto de repisión de la Conpgnción de Ginebra 66$^
Art. 2° Se refiere á la neutralidad del personal sanitario mientras fun-
ciona y mientras haya heridos que transportar ó socorrer. Comprende el
personal médico, el de administración de hospitales, el del tren destinado
á las formaciones sanitarias y el sacerdote. Como funciona en el combate
y fuera de él, su neutralidad alcanza á todo el período de la guerra.
Los camilleros militares, «esos niños perdidos de los puestos de socorro»,
como los llama Choux, ios más expuestos y los primeros en levantar los
heridos; deben ser inviolables, hecho que no se opone á la Convención.
Las potencias beligerantes no les conceden el brazalete de neutralidad para
que haya en filas mayor número de hcmbres ; pero, en realidad, salvo el
caso de no querer levantar los heridos hasta después del combate, casi
nunca entran en fuego los camilleros, pues según el Reglamento de sanidad
de campaña, se reúnen á la izquierda del batallón en cuanto se hace la for-
mación de combate, guardando su fusil mientras funcionan como sanitarios.
Esta arma es un estorbo para ellos y un peligro para los heridos; además,
autoriza un ataque, comprometiendo á los lesionados y á sus conductores.
Esta inviolabilidad no' ha sido siempre respetada : la ambulancia de la
división de caballería del 2.° cuerpo, situada por delante de Vieuville, fué
envuelta en una carga dada por los huíanos el 10 de agosto de 18*70; el
médico jefe, Burdy, murió de una lanzada en el corazón mientras curaba
un herido, y el mismo fin tuvieron varios enfermeros; el estado mayor pru-
siano da cuenta de que el médico mayor Boru murió de un balazo que le
atravesó la cabeza y de que el sacerdote Swabe fué muerto ante Ch&teaudun
en el puesto de curaciones, sin que se sepa por quien.
El personal sanitario protegido con ei brazalete de neutralidad debe abs-
tenerse de tomar parte en el combate, so pena de perder inmediatamente su
privilegio y, lo que es más grave, de comprometer la Convención.
Art. 3.'' Brenet propone se formule así :
« líl personal sanitario, las ambulancias y todo el material quedan sobre
el campo de batalla mientras haya heridos que socorrer.
» No serán trasladados, según un itinerario previo, sino por orden del
Jefe de las tropas vencedoras, cuando éste lo juzgue oportuno. Sin em-
bargo, sólo puede ser diferido el traslado en razón á necesidades militares.»
La campaña de 1866 demostró lo absurdo de este artículo: los médicos
austríacos, en Gitschin, acusando á la Convención, rehusaron curar á sus
heridos y pidieron su licencia inmediata. El artículo fué substituido con
el 1." adicional de 1868, que obliga á cuidar los heridos hasta el día en que el
jefe de las tropas crea oportuno trasladarlos con arreglo á un itinerario de-
terminado, de modo que se evite indiscreciones perjudiciales al. ejército
dominante.
El artículo que propone Brenet lo justifica con un ejemplo de abandono
de heridos, sin material, cuando la retirada general del ejército auslriaco
en 1866, después del ataque de flanco del 2.**cuerpo del ejército prusiano.
En estas condiciones ¿puede un Jefe prescindir del servicio sanitario?
La Convención dice que le serán entregados ; pero ¿en donde, cuando, si
es que lo hay? En la guerra del Transvaal los ingleses han confiscíido am-
bulancias de la Cruz Roja; y Romeyn, médico militar n^rlandés, aconsejó
no se estableciesen puestos de socorro sino cuando se estuviese casi seguro
de la victoria de sus propias tropas (1).
El Reglamento francés y sus comentaristas dicf n que en caso de movi-
miento hacia retaguardia, los camillero.^ se replegan con las tropas, lleván-
dose los heridos, comenzando por los menos graves." Con los no transpor-
tados, el médico-jefe de la ambulancia deja un médico y dos enfermeros
por cada 100 heridos, con el material necesario, algunas cVstas sanitarias y
alimentos; en principio, el material debe ser el estrictamente necesario (2).
¿Qué socorro puede dispensarse con este estricto? El enemigo se cuidará
de los suyos ante todo ; por otra parte, cuanto personal y material se deje
in situ, se necesita quizás en otros puntos.
El autor cree conciliables estos hechos. Como convime al l.erido más
ser trasladado que curado (Port), y una noche pasada al aire es general-
mente mortal (cuantos heridos franceses quedaron en Loigny abandonados^
(1) Caducie, 2 agosto de 1902.
(2) Choux, Caducée, 1902.
-664 Estudio critico de un proyecto de revitión de la Conpención de Ginebra
^e les halló muertos al día siguiente), lo que importa son camilleros dirigi-
dos por un médico con algún material de cura, quienes atenderán los heri-
dos en caso de retirada precipitada. Este personal llevará los heridos á las
formaciones sanitarias dej enemigo, que, según la Convención, debe reco-
gerlos y tratarlos, trasladándose luego el personal conforme á lo que dice
el art. 1." adicional. En cambio, el enemigo está autorizado para hacer
prisioneros á los camilleros sin brazalete, razón de más para que éstos sean
neutralizados.
Se ha propuesto, en el caso de que se trata, recurrir á la asistencia vo-
luntaria de los Estados beligerantes ó de los neutrales; pero estos servicios
en primita fila no pueden estar bien organizados ni disciplinados. De to-
dos modos, el Reglamento alemán acepta esta asistencia voluntaria en
casos especiales y de extrema urgencia, previa autorización del Jefe del
ejército.
En resumen : los heridos dejados por fuerza mayor en el campo de ba-
talla, deben ser levantados y socorridos lo más pronto que se pueda por un
personal suficiente de camilleros militaras, neutralizados, dirigidos por
médicos provistos de víveres y del material sanitario suficiente.
Árt. 4." y 3"* adicional— }í\ que ocupa sólo tiene el usufructo del mate-
rial de hospitales, no pudiendo apoderarse de él ni destruirlos. Bn la
guerra de 1870 no ha dado lugar á dificultad alguna.
Art. 5.° Muy discutido y considerado como de aplicación difícil, si no
impo.sible. Los escritores militares dicen que es una promesa vaga de dis-
minuir las cargas de la guerra, hecha á los que socorren heridos ; la Con-
vención de 1864 les dispensaba de alojamiento y de parte de los tributos de
guerra.
Terminada la campaña de 1866, el 4.** artículo adicional lo cambio en Ab-
soluto. En 1870, los haoitantes que no conocían la reforma, abusaron del
art. 5.° por modo extraordinario ; al día siguiente de la batalla de Woerth,
los vecinos de Haguenau recogieron, casi todos, uno ó dos heridos, izaron
la bandera y reclamaron la inviolabilidad de sus viviendas; en Metz ocurrió
lo mismo, albergasen ó no heridos.
El cambio hecho es tan poco preciso, que no despertará el celo de los
habitantes en pro del herido, que es lo capital. Brenet propone se resuelva
la cuestión del modo siguiente :
«Los jefes de tropa darán á conocer á las poblaciones que los socorros
dadcfs á ios heridos, aún enemigos, no pueden menos de proporcionarles
ventajas en el reparto municipal de las cargas de guerra». Así la Autori-
dad militar y el Alcalde podrían distribuir con equidad los alojamientos é
impuestos; pero todavía es algo vaga la fórmula y ha de estimular poco á
los habitantes. Y conviene la intervención de éstos en las retiradas preci-
pitadas, en la guerra de montaña. Se debe, por tanto, marcar lo que ob-
tienen por su servicio. El articulo podría quedar de esta manera :
«Los habitantes que presten socorros á los heridos, serán respetados y
quedarán libres.
» Los habitantes que alberguen y cuiden heridos están obligados á colo-
car en la puerta de su casa uñ aviso, visado por la Autoridad militar ó la
municipal , en que se indique el número de heridos instalados en cada local.
»Na(lie puede arbolar la insignia do la Convención de Ginebra en un
local que contenga heridos sin autorización escrita de la Autoridad.
»La Autoridad militar ó municipal concederá á los habitantes la exen-
ción de alojamiento de tropas ó de una parte de los tributos de guerra des-
pués de una información en que se probará que el celo caritativo desple-
í^rado por los habitantes, constituye para ellos una carga verdaderamente
onerosa.
Policía del campo de batalla — ¿La Convención protege á los heridos de
las «hienas del campo de batalla», como llama Naundorflf á los merodeado-
res? Debe protegerlos, pero no lo ha consignado. El silencio es incom-
prensible, dadas las crueldades cometidas en otros tiempos y en estos.
El Código militar impono reclusión al que despoja un herido, y la pena
de muerte al que le cause nuevas lesiones; pero esto no es preventivo. Kl
vencedor debiera cuidarse de esta policía , alejando del campo de batalla á
<?sa multitud de miserables que van con las cantinas, proveedores, etc., ó
que acuden de otros puntos.
Estudio criiico de un proyecto de reífisión de la Contención de Ginebra 665r
El rápido levantamiento de los heridos, la caza de los que no están previs-
tos de tarjeta de identidad librada por la Autoridad militar á los de los convo-
yes, son medidas urgentes. Además, podría imponerse esta policía á los
habitantes de las localidades cercanas, designados por los Alcaldes, dirigi-
dos y vigilados por oficiales ó subalternos neridos, que no pudieran pres-
tar otro servicio.
Art. 6.^ A pesar de la fiereza humana y del estado de ánimo de los que
combaten, la Convención no ha hecho una obra inútil, como algunos creen,
proclamando el tutelar principio de la salvaguardia y de la igualdad de
tratamiento que debe darse á los heridos de los dos beligerantes.
Los alemanes, con gran resultado, mandaron los heridos incapaces de
servir, ¿ sus hogares. Los demás, dice el art. 6.°, podrán (deberán según el
art. 5.° adicional) ser enviados á condición de que no vuelvan á las armas
durante la guerra. Ese art. 5.° es inaplicable, olvida Jo que es la guerra y
la eternizarla : los militares no pueden substraerse á las leyes del honcr ni
á las leyes militares de su país.
En cambio, el canje de heridos no suscita dificultad alguna y es práctica
antigua : lo convinieron el Marqués de Barail y Seymour Conway en 1759-. .
Se puede concluir diciendo :
Los heridos del ejército enemigo serán cuidados por los beligerantes del
mismo modo que los propios.
Los que una vez curados sean impropios para el servicio militar, serán
enviados á su casa.
Los restantes serán tratados como prisioneros de guerra ó canjeados.
Art. 7.° La Convención gólo reconoce explícitamente el derecho de izar
la bandera de neutralidad á los hospitales, ambulancias y evacuaciones ; y
del espíritu se deduce que se puede hacer uso de ella siempre que se haya
de proteger á personas ó cosas cuya inviolabilidad asegura. No hay, pues,
violación en usarla en una casa, en un coche, que contenga enfermos; en
caso de dudas debe resolver la Autoridad militar, única que autorizará el
empleo de la bandera ó del brazalete
En Francia, el brazalete debe ser siempre visible, y ser colocado á la vez
en la vesta y en el abrigo ; lo estampilla el Director de Sanidad, y tiene nú-
mero de orden.
Debiera prohibirse quitarlo hasta por algunos momentos con objeto de
disimular la condición, prestarlo á otros, ó hacer mal uso de él. Todo po-
seedor debiera, tener una tarjeta de identidad, que estaría obligado á pre-
sentar en cada investigación. Así se evitaría el espionaje, que á las veces
se oculta bajo las insignias de la Convención.
Se ha propuesto también un uniforme especial, común á todos los ejér-
citos ; y por más que Lüeder lo conceptúa irrealizable y ridículo, es digno
de ser meditado; tiende á evitar equivocaciones lamentables, sólo exige algo
de buena voluntad por parte de los Gobiernos, y no se opone al objeto de la
guerra.
Por tanto, este artículo podría expresarse :
« La insignia protectora consiste en una cruz roja sobre fondo blanco.
Todo establecimiento sanitario debe enarbolarla y á su lado la bandera
nacional.
Los brazaletes de la Convención serán numerados, timbrados, entrega-
dos y comprobados por los Gobiernos y bajo su responsabilidad. Se les
acompañará siempre de un documento escrito que los legitime. El que lo
lleve ilegalmente será castigado con todo el rigor de las leyes militares».
Publicidad obligatoria de la Convención. — No se admitió en la conferen-
cia de 1864, indebidamente : muchas violaciones ( 1866 y 1870 ) son imputa-
bles á la ignorancia más que á la mala fe. Percy, en el proyecto que pro-
puso Moreau al general Krey, insertó que se publicara en la orden del día
á los dos ejércitos y que se leyera dos veces al- mes á cada cuerpo. Los
alemanes, al entrar en campaña, distribuyeron 80,000 ejemplares en que se
consignaba sintéticamente los preceptos de la Convención ; de este modo
pudieron reprochar á los franceses la ignorancia de su ejército. Acabada
la campaña, Arnauld aconsejó se diera un resumen á los soldados como se
le proporcionan otros conocimientos.
En tiempo de guerra debiera fijarse en los Municipios para conoci-
miento de los paisanos.
'€66 Revista critica bibliográfica
I ^ Bn una palabra, los Gobiernos deben dar toda la publicidad posible, así
í» como señalar los inconvenientes de las infracciones.
!► El abuso de banderas y brazaletes en la gruerra franco-prusiana llegó á
^,' tal extremo, qie médicos militares no querían Jiacer uso de ellos, temero-
y sos de que se les confundiera con los de las ambulancias, entre los cuales
t no pocos miserables se dedicaban sólo á despojar los muertos. 'Igual abuso
f. se hizo con las banderas.
K Respecto al uso de la bandera de los Estados neutrales, mientras en el
» séptimo Congreso de la Cruz Roja se conceptuó que cada uno de ellos podía
5 izar su band-^ra con la déla Convención, Brunet y otros muchos opiüan
¿ -q'ie en el campo de batalla sólo debe haber las banderas de los combatien-
F' tes para evitar confusiones.
f^ . Caso en que uno de los beligerantes no pertenezca á la Convención. — Est€
i, caso ha sido resuelto en la g-uerra entre japoneses y chinos; éstos no está-
is ban adheridos al convenio, y aquéllos enseñaron á'sus soldados á proteger
» y socorrer á los enemigos, y hasta distribuyeron alimentos á los indigentes
|, válidos de Kinchou.
r Inhumaciones. — La Convención no las ha regulado y las deja á merced
■ . del derecho común. Esto es arbitrario y debiera ordenarse. En enero de
1871, el general Trochu pidió dos días á los alemanes para enterrar sus
muertos, y le contestaron que bastaban algunas horas. Los Reglamentos
"^ militares prescriben que el enterramiento se haga en cuanto termine el
y combite, sin interrupción y con método. Pero estas inhumaciones preci-
V - pitadas tienen peligro, y dé ello hay muchos ejemplos. Los médicos debie-
\r ran intervenir para comprobar la realidad de la muerte.
^ ¿Debe esperar á que transcurran veinticuatro horas después de la ba-
f-^ talla, que es el plazo legal para las inhumaciones en la vida ordinaria? Si
!i á las veces pasan días y el diagnósti*:o es evident'^ por regla general, en
y otras ocasiones los jefes ordenan enterrar los muertos cuando se trata
• de una retirada. En este último caso, los médicos, ocupados con los heri-
dos, no pueden dedicarse á examinar los muertos, y es posible sean inhu-
mados los que sufren síncopes, conmoción cerebral, etc. Si el respeto á los
1 muerto ^ exije se les inhume rápidamente, el derecho á la vida es de mayor
\. importancia.
'y En estas condiciones el vencedor debe cuidar del saneamiento del campo
i de batalla, y si entrega este deber á la asistencia privada, ó á las poblacio-
[ nes requeridas, ha de vigilarles muy de cerca. Así lo comprendieron los
I alemanes en Wissembourg, en Wcerth y en los alrededores de Metz, en
[ -donde debieron enterrar 30,000 cadáveres.
! Extractado por el Dr. Rodbígubz Méndez
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
Varia
I. — Comentarios y protestas á un Real decreto, por D. Luis Subirana Maus. — .Ma-
drid, 1903.
II. — Idea de la evolución y del árbol genealógico animal. — Discursos de los docto-
res Rivas Mateos y Calleja Borja-Tarrius. — Barcelona, 1003.
III. — Aplicación de la cristalogenia experimeaUd á la investigación toxtcológica
de los alcaloides, por el Dr. D. Francisco Carbonell y Soles. — Barcelona. 1903,
' IV. — Acta de la sesión publica inaugural que la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcc-
I na celebró el día 'M) de enero de 1903. — Barcelona, 1903.
V. — Biogratia del Dr. D. Federico Rubio y Oali, por D. Eugenio Gutiérrez. — Ma-
drid, 1903.
VI. — I. Corrección de un caso de protrusión de los dientes superiores* — II. Puente
movible é inamovible. — III. Las llamadas estomatitis mercuriales. —
IV. Puentes en general. — Comunicaciones de D. Luis Subirana Malas. — Ma-
drid, 1903.
i I. No puede .'^er más oportuna la protesta que hace el autor de este
¡ folleto, respecto al pr¡vile<^'io que la ley concede á los dentistas extrau-
I jeros y demás individuos que poseen iin título profesional: mientras
\ €n el extranjero no se autoriza á nadie para ejercer que no curse debí-
Repista critica bibliográfica 667
(lamente los años que son precisos, aunque tengfa título adquirido en
España, aquí se les consiente todo, mediando dúiero, y como no es
justa esa protección, que á los de otros países se dispensa, es preciso
que, ó en todas partes se respete nuestro título ó que aquí no se con-
sienta ejercer á nadie que no estudie por nuestros planes. Merece
plácemes el Sr. Subirana por lo bien que razona su trabajo y por la
valentía con que hace su protesta.
II. La lieal Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona celebn'),
el 28 de febrero de 1903, una sesión solemne con motivo de la recep-
ción del Dr. D. Marcelo Rivas Mateos, Catedrático de la F'acultad de
Farmacia de aquella Universidad. El tema no pudo ser más trascen-
dental é importante, por las discusiones que siempre ha orig^inado.
«Idea de la evolución y del árbol genealógico animal » es expuesto de
una manera detallada, estudiando la teoría, que la demuestra con una
imparcialidad y convencimiento bastantes para (//¿liarse á ella, por no
hallarse reñido con lo que la observación demuestra ; la contestación á
este discurso, encargada al Dr. D. Carlos Calleja, fué una confirmación
completa á lo dicho por el Dr. Rivas, digna de ser leída con interés.
III. Constituye esta nota un estudio importante que puede facilitar
el conocimiento exacto de un alcaloide por medio de su cristalización :
en ocasiones, bien practicada, su investigación nos dará á conocer
cual ha sido el que ha producido la intoxicación ; con gran competencia
y abundancia de detalles, expone el autor las diferentes formas de
cristalización que tienen varios alcaloides, que, en ocasiones dudosas,
indicarán el que se empleó, sirviendo el procedimiento expuesto de
auxiliar poderoso á los que hayan de ilustrar á los Tribunales de justi-
cia con análisis toxicológicos, páralos cuales se necesita mucho esmero
y poseer buenas aptitudes, si ha de ser eficaz su apreciación.
IV. Como todos los años, la Real Academia de Medicina y Cirugía
de Barcelona celebró sesión inaugural pública el 30 de enero de 1903,
exponiendo en ella su Secretario perpetuo, Dr. Suñé y Molist, con la
facilidad y galanura á que nos tiene acostumbrados, la reseña de las
tareas en que se ocupó aquella corporación. El discurso reglamenta-
rio estuvo á cargo del académico Dr. D. Luis Comenge y Ferrer, diser-
tando acerca del «Criterio médico en Historia», con la erudición que le
caracteriza, aconsejando una prudente adopción del mismo para las
investigaciones y composición de la historia. En todo este discurso
hace ver la importancia y relación que tiene la medicina para escribir
con verdad la historia, único medio de evitar los errores que muchos
suelen cometer al prescindir de ella.
V. Al poco tiempo de fallecer aquella gloria de la medicina espa-
ñola, el Dr. D.' Federico Rubio y Galí, la Real Academia de Medicina y
Cirugía de Madrid encargó, para perpetuar su recuerdo, que escribiera
la biografía el académico Dr. D. Eugenio Gutiérrez, habiéndolo reali-
zado de una manera acabada; con abundancia de datos y detalles ha
sabido poner de manifiesto los hechos más principales de aquel hom-
bre que tanto bien hizo en el mundo, por conseguir el alivio y cura-
ción de sus semejantes, sacrificando su vida y su posición por ellos,
legando á la posteridad, con todas sus obras, un ejemplo que debiera
de tener más imitadores.
VI. Acerca de la especialidad que con tanto acierto cultiva, el Sr. Su-
birana presentó cuatro Memorias a la Sección XII del Congreso de Me-
dicina celebrado en Madrid en 1903. Son todas ellas dignas de leerse,
por la iniportancia de los asuntos que trata, é indudablemente, por los
procedimientos que adopta, ha de obtener mucho honor y provecho.
D. FÉLIX Antigí)edad Díez
^^* Noticias cient'ficas
Medicamentos InoonveDientes en las pulmonías da los niños; la mejor terapén*
tica. — Discurso pronunciado en el Colegio Médico de Lérida, por el Dr. A. Martínez Vargas.—
Barcelona, i9ü3. «^ » ''
Elocuente oración, dada por el infatigable Dr. Martínez Varg-as, en
la sección científica de dicho Colegio, en la noche del 12 de mayo de
1901, al ser nombrado Presidente de honor del mismo.
En ñuidos, Sugestivos párrafos comienza dirigiendo galantes salu-
dos á las damas concurrentes á la sesión, emplazándolas luego cual
especiales cuidadoras de las dolientes criaturitas y únicas informa-
doras de los sufrimientos y datos subjetivos que el pequeño enferma
acusa. Luego da cuenta, en comparativos enseüadores diagramas, de
los óbitos ocurridos en poblaciones de España y del extranjero, á con-
secuencia de enfermedades de pecho y vientre en la infantil humani-
dad, y su reparto según las anuas estaciones, para venir en derivación
lógica á señalar los rasgos clínicos (con especial maestría vulgariza-
dos) de las pulmonías infantiles en cuanto son determinante de indi-
caciones terapéuticas, objeto principal de taii notable conferencia.
Con sutil delicado espíritu práctico, reflejándose á cada paso la.s
particulares plausibles concepciones del sabio conferenciante, con
lógica irrefutable, que al lector subyuga, hace en el clou de su oración
una detenida y acertadísima valoración crítica, enjuiciando los distin-
tos remedios terapéuticos que en la infantil pulmonía se vienen ensa-
yando, utilizando con éxitos tan varios, deduciendo así en razonada
juicio contradictorio y con irrecusables demostrativos casos prácticos
de su peculiar y fecnnda experiencia, aquellos que son empleables en
esas tiernas edades y empleables con logro fehaciente de éxito positivo.
Cual armónico remate de tan simpático discurso, explana luego, en
forma clara y precisa, lo que debe hacerse en todos conceptos (de régi-
men higiénico y farmacológico) ante un típico evolutivo caso de pul-
monía infantil,* detallando, al fin, aquellas medidas terapéuticas que
conviene y precisa adoptar cuando sobrevienen agravaciones que or-
denan cumplir indicaciones especiales de índole alguna de vitalísima
importancia.
lleiteramos al autor la felicitación entusiasta que tuvimos en pasada
ocasión la satisfacción de ofrecerle de todo corazón
Dr. González Prats
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Tifo-baollosis. — El profesor Landouzy describió hace mucho
tiempo con el nombre de lifo-hacilosis una forma particular de tuber-
culosis de difícil diagnóstico, la cual, antes de que se utilizara el suero-
diagnóstico, era casi fatalmente confundida con la fiebre tifoidea. Un
caso de esta naturaleza ha sido estudiado por él en una de esas lec-
ciones.
Se trata de un joven, pálido, de sistema piloso abundante y que pre-
senta los atributos de una constitución q^ue indicaba una susceptibili-
dad partioular para la tuberculosis, atributos que deben siempre ser
buscados, pues estos individuos, más que los otros, deben ser tenidos
al abrigo del contagio.
Este enfermo fué presa hace cinco meses de malestar con fiebre, in-
somnio, hipertrofia del bazo y un estado general que hicieron pen-
sar en una fiebre tifoidea ordinaria. Parecía faltar únicamente para
com])letar el cuadro las manchas rosadas, y sin embargo, dos veces la
prueba del sero-diagnóstico fué negativa. Esta situación duró tres se-
manas con una curva de temperatura semejante «n un todo á la de
Noticias cíentificas 66g
la fiebre tifoidea. En este momento, en lugar de presentarse la con-
valecencia, la fiebre persistía, sin que se comprobase ningún fenó-
meno torácico ni abdominal. Todo se reducía á este persistente estado
febril. Un mes más tarde se presentó tos, y la auscultación revelaba
signos no dudosos, si bien todavía ligeros, de tuberculosis localizada
en el vértice derecho. A pesar de todo, el enfermo no se quejaba de
nada ; había tan escasos esputos, que no se pudieron examinar, pero
siempre hubo anorexia, enflaquecimiento y debilidad general.
Landouzy lo consideró el caso como de plena germinación tubercu-
losa. Tales casos son los llamados por él tifo-bacilosis, queriendo con
esto decir que se trata de un estado tífico causado por el bacilo tuber-
culoso. Estos enfermos permanecen más bacilares que tuberculosos ;
pues en casos semejantes los fenómenos masivos y groseros no se pre-
sentan, y sólo al cabo tle tres ó cuatro meses se encuentra con mucha
dificultad signos de auscultación que indiquen una localización pulmo-
nar. Estos signos, es cierto, se han presentado algo más tarde, confir-
mando la tuberculosis de una manera segura.
Landouzy hace notar igualmente, como ejemplo de estos hechos,
haber sido llamado recientemente para asistir un niño de 12 años que
vivía en un medio excelente y que fué atacado de fiebre continua con
esplenomegalia, sin fenómenos abdominales ni torácicos. Tenía todo
el aspecto de una dotinentería, pero el sero-diagnóstico, realizado tres
veces, no dio resultado. • Tuvo una remisión bastante lar^a, luego una
recaída con un poco de catarro pulmonar que se atribuyo á la grippe,
pero sólo al cabo de dos meses pudo hallarse bacilo en los esputos. Los
signos físicos se acentuaron más tarde.
Kste caso, sin el sero-diagnóstico, se hubiera interpretado también
como constituido por una tifoidea seguido de una grippe y de tubermi-
losis consecutiva; es otro ejemplo de tifo-bacilosis, forma tuberculosa
caracterizada por el hecho de que los enfermos parecían presentar una
fiebre tifoidea, de forma clásica por completo, excepto la presencia de
manchas y no entrar francamente en convalecencia.
Cuando el Dr. Landouzy describió este tipo morboso, hace 20 años,
se consideraba que la tuberculosis aguda era incurable. Estos enfer-
mos, por el contrario, curarían, cuando menos aparentemente, algunas
veces durante varios años, y sucumbirían más tarde á una meningitis
ó á una tuberculosis pulmoiuir. En los casos de este género parece
que la tuberculosis no llega á completa madurez, y si los enfermos su-
cumben en este ])rimer período, sólo se encuentra'algunas granulacio-
nes, que si confirman la dolencia, no explican los accidente^, y es que
los enfermos parecen tifoidizados por la tuberculización, infectados por
el bacilo de Koch, en vez de serlo por el bacilo de Eberth.
Esta forma es bien diferente de la granulia de líinpis, en la cual la
multiplicación de las granulaciones es la productora de la muerte.
La cuestión está hoy bien simplificada gracias al sero-diagnóstico, el
cual x>ermite, en condiciones favorables, la afirmación de fiebre tifoi-
dea, si es que existe.
Este diagnóstico es muy importante, pues de él depende el pronós-
tico ; frecuentemente la afección termina poco á poco en la tuberculosis
y se llega al período de las localizaciones. Pero á veces ocurre un paro
completo de los accidentes y puede esperarse una completa curación.
Mas al cabo de un tiempo más ó menos largo, á veces de algunos años,
se produce un segundo ataque de marcha generalmente más rápida.
Así, además de las formas habituales de la tuberculosis, existe una
de aspecto completamente engañador, que d^be interesar al médico el
conocerla bien, porque á falta de la posibilidad de la curación, debe es-
tablecerse un pronóstico grave, y si este pronóstico no está suficiente-
tyo Noticias cieníi/icas
mente establecido, será acusado de dejar morir á un tifoideo, ó si el
diag-nóstico se estableció tarde, de haber desconocido la tuberculosis.—
(Journal de Méd. el de Chii\ praíJ — (Rodríguez Ruiz).
Investigaciones aoerca del agente específico de
la rabia, por Eug'emo La Pegona (Amiali di Neurología^ Ñapóles). —
El trabajo de La Pegna constituye una exposición crítico- sintética de
todas las investigaciones que sobre este punto de etiología se han rea-
lizado desde Hallier, en 1872, hasta Celli, en 1903.
De todo este complejo alegato referente al agente especifico de la
rabia, se desprende el convencimiento, cada día más arraigado, de
la naturaleza microzoica del virus rábico, sobre todo desde los descu-
brimientos de Negri. Verdad es que no se encuentra el elemento etio-
lógico específico en todas las partes del sistema nervioso (y de aquí
ciertas discrepancias de criterio), pero como observa La Pegna, el mi-
croorganismo puede estar en estas partes bajo otras formas ó en uft
período de evolución distinta de la en que se encuentra en el eje cere-
bro-espinal. En cuanto á la histología patológica de la rabia, es uná-
nime el parecer en punto á la existencia de formaciones endocelulares
en el tejido nervioso de los animales muertos á causa de la infección
rábica, sobre todo la de incubación larga. — (Galcerán Granes).
Rayos N — Blondlot, de Nancy, coloca en una cámara obscura
una lámpara eléctrica de Nernst ó una luz de gas con mechero Aüer,
rodeados de un manguito metálico provisto de una lámina de alumi-
nio, ante una pantalla fosforescente, y esta pantalla se ilumina cod
más ó menos intensidad. La iluminación es debida á los rayos N, no
al calor, convenientemente eliminado en los experimentos.
Los rayos N atraviesan, pues, ciertos cuerpos opacos.
Pertenecen á la serie de rayos ultravioletas del espectro y son invi-
sibles por la retina.
Charpentier, también de Nancy, ha demostrado que en los múscu-
los, nervios y centros nerviosos, hay rayos idénticos á los de Blondlot.
Estos hechos' son de gran interés para el médico, pues las modifica-
ciones de estas radiaciones pueden servir para interpretar varios he-
chos fisiológicos y patológicos.
La averiguación de los rayos N en el cuerpo humano se logra me-
diante una técnica sencilla.
Hay varias clases de pantallas. Los modelos más empleados son
los de D'Arsonval y Broca : una hoja de cartón negro en la que se hace
una mancha blanca con un pincel mojado en una mezcla de colodión y
sulfuro calcico, dejándola secar. El sulfuro que en estado ordinario e»
un polvo con fosforescencia »zul, debe ser muy puro y sólo debe figu-
rar en la mezcla en proporción mínima ; ésta ha de ser muy líquida.
En ciertas investigaciones, particularmente en las del cráneo, la
pantalla debe ser más ancha y en el borde se hace un punteado con
varias manchas.
Ballet, de quien es este trabajo (La recherche cUnique des rayons N;
technique, — Journal de Méd. mterne, 1904) usa otra pantalla. En el
extremo de un tubo de plomo (el plomo es impermeable á los rayos N),
de 5 á 6 centímetros de largo^ coloca una rodaja de corcho de un milí-
metro de espesor, en la que extiende el sulfuro de calcio. En vez de
servirse de la anchura de la pantalla, la cubre con un diafraffma de
papel negro perforado en forma de hendidura rectangular de 5 a 6 mi-
límetros de largo por 1 V. á 2 de ancho, con lo cual logra una pantalla
muy regular y pequeña, preferible á las grandes en las investigaciones
patológicas.
Noticias citnii fieos ^7*
El experimento se hace en una habitación obscura por completo, si
bien con un poco de hábito se ve los rayos N en un medio algo iluminado.
Antes de empezar se expone la pantalla á la luz solar y en defecto de
ésta á la de una lámpara cualquiera, particularmente eléctrica, pues
sabido es que el sulfuro de calcio, como todos los cuerpos fosforescen-
tes, no tiene propiedades luminosas sin esta exposición ; esta exposi-
ción debe durar un tiempo regular, pues si fuese muy largo, la inves-
tigación no seria precisa.
La pantalla debe ser mirada oblicuamente, no de frente. Los fenó-
menos luminosos aparecen con tanta más rapidez cuanto más delgada
es la capa de sulfuro, no aparecen bruscamente y tardan en desaparecer.
Las causas de error son numerosas : los movimientos bruscos de la
pantalla, los de la atmósfera debidos á la traslación de personas, á la
palabra, hacen cambiar la luminosidad. Se ha de proceder con lenti-
tud, silencio y con poca gente.
El calor es también causa de error : basta colocar tras la pantalla
un tubo de agua á 37*6** para desarrollar su luminosidad; teórica-
mente, se estaría al abrigo de esta causa operando en una estufa á 45°,
es decir, poniendo la pantalla á mayor temperatura que la del cuerpo
humano ; pero esto es impracticable ; vale más recurrir á un tubo que
contenga ceniza á 45®, que así la pantalla se mantiene más caliente
3ue el cuerpo. También se puede aplicar el tubo á 5 centímetros de
istancia de la región que se quiere explorar, porque el aire inter-
puesto impide el calentamiento de la pantalla á expensas del calor ani-
mal, en el breve tiempo que dura el experimento.
Las oscilaciones luminosas de la pantalla, fenómeno debido á la retina
(D'Arsonval), acaban por ser nulas con la pantalla pequeña y el hábito.
La fijación de la pantalla determina en el observador la elevación
del párpado inferior con contracción del músculo frontal, y esto da la
impresión de un mayor brillo.
La sugestionabilidad, por último, puede equivocarnos: el hábito
la vence. Los aparatos empleados con este objeto son poco prácticos.
Charpentier ha notado que no sólo son visibles los rayos N, sino
que son canalizables por un hilo como las corrientes eléctricas; por
tanto, colocando una chapa de cobre encima del punto explorado y
uniéndola mediante un hilo con la pantalla, se nótala luminosidad con
todos sus variantes como si se hiciera el examen directo. Blondlot
piensa que no es éste un fenómeno de conductibilidad, sino de refle-
xión de los rayos.
En estado normal, si se pasea la pantalla por la palma de la mano,
se observa en las eminencias tenar é hipoténar, poca, pero lo bastante
clara la luminosidad ; cesa en el ligamento anular de la muíieca ; reapa-
rece en los músculos del antebrazo ; si se hace mover los músculos^
cuidando de no producir sacudidas en la pantalla, la iluminación es
mayor, Charpentier dedujo de esto que siendo el corazón el músculo
más constantemente activo, debiera marcarse mejor en la pantalla y,
en efecto, se limita muy bien el área cardíaca.
Si la pantalla se pasea por un nervio, el cubital por ejemplo, se nota
mayor luz y es fácil seguirlo en todo su trayecto. Si se pone sobre la
cara anterior de un dedo y se tuerce éste, aumenta el brillo por haber
alcanzado la región correspondiente al nervio colateral.
Si partiendo de la apófisis mastoides se hace descender suavemente
la pantalla á lo largo del músculo esterno-cleido-mastoideo, el brillo
disminuye á medida que aquélla se aleja dál paquete vásculo-nervioso
y aumenta al llegar á la rama transversal del espinal.
Si se pasea á ío largo de la región cervical de la médula, brilla por
modo especial en el abultamiento cervical, y más si se mueve el brazo ;
67' Noticias cientijicas
y si se disloca suavemente á lo largo de la médula, pasa la luminosidad
de uno á otro lado de la pantalla indicando el entrecruzamiento de las
fibras nerviosas (Charpentier).
En el cráneo la fosforescencia es muy viva. En el pie de la tercera
circunvolución frontal izquierda, si se hace hablar al sujeto, en voz
alta ó en voz baja, hay un brillo especial que revela la actividad del
centro de la palabra (Charpentier). — (Rodríguez Méndez).
Locuras: clasiflcaoión de Ztelien. — Este notable fre-
nópata alemán, cuya Psicolog*ía fisiológica es una de las más trascen-
dentales de nuestros días, ha publicado la segunda edición de su obra
(Psychiatrie filr Aerzte tind í^ludirende, Leipzig, 1902). En ella ha pro-
curado aplicar los principios de la mencionada Psicología á las enfer-
medades mentales, que ordena y caracteriza de este modo :
Manía, constituida por dos síntomas principales : exaltación y ace-
leración de la asociación de ideas.
Melancolía, caracterizada por la depresión y la detención del pen-
samiento, como hechos primitivos.
Estupidez, con detención más ó menos completa de la asociación de
ideas y una suspensión muy pronunciada de la motiiidad.
Paranoia alucinatoria aguda ( locura alucinatoria, de Fuerstner,
Wahn ; delirio alucinatorio agudo, de Krafft-Ebing ; amencia, de Mey-
nert; aluciuosis, de Wernicke; confusión mental alucinatoria aguda,
de Fritsch ; confusión mental asténica, de Ma^^ser), que arranca de
alucinaciones é ilusiones, origen de ideas delirantes. Son secundarios
los trastornos de la sensibilidad moral, así como los de la ideación.
Figura entre ellos la angustia, procedente de las voces que amenazan,
y la precipitación de ideas consecutiva á la profusión de las alucina-
ciones. Termina con frecuencia en el delirio agudo,
Delirium íremens, paranoia alucinatoria sobreagu<la, propia exclusi-
vamente de los alcohólicos.
Paranoia ahicinatoria crónica, cuyo factor es la alucinación que en-
gendra ideas delirantes. Está llena de episodios de excitación, de de-
presión, de confusión mental, siempre secundarios, productos de aluci-
naciones sensoriales y de concepciones delirantes.
Paranoia simple aguda, en la que se forman desde el principio nu-
merosos conceptos delirantes sin alucinaciones. Al empezar son re.s-
petadas la sensibilidad afectiva y la asociación de ideas. Hay, sin
duda, algunas alucinaciones, pero no intervienen en el génesis de lo?
conceptos delirantes. Esta vesania es siempre curable, pero las reci-
divas son muy frecuentes y á las veces de intervalos cortos.
Paranoia simple crónica (delirio crónico sistematizado de cuatro pe-
ríodos, de Maguan ; paranoia completa), con ideas delirantes primiti-
vas. Todo lo más, y pasajeramente, se le añaden, por modo accesorio
y accidental, alucinaciones, ilusiones, trastornos de la sensibilidad
afectiva y de la asociación de ideas, siempre primarios.
Delirio agudo, síndrome compuesto de incoherencia, agitación, hi-
pertermia, que puede producirse en las psicosis funcionales. General-
mente acaba en la muerte. Es más común en la manía grave y en
ciertas formas de paranoia aguda, sobre todo en la paranoia alucina-
toria aguda. {Le Progrés Medical). — (Rodkíguez Méndez).
y rote subescapular. — Tan frecuente es, que casi se le puede
considerar como un hecho fisiológiro : Bassompierre lo ha encontrado
^n el 3:í por 100 de individuos tomados al azar; pero es también de
origen morboso.
Zaphiriades afirma que de ordinario es producido por una bolsa se-
Formulario y iratamitntos modtrnos 673-
rosa formada en el espacio subescapular ; son mucho más raros los
frotes producidos por un exóstosis ó una atrofia muscular, en cuyos
casos hay roces de la escápula con las costillas.
Se quejan los enfermos por modo constante de dolor, alguna vez .
espontáneo, pero generalmente provocado por los movimientos del
brazo, que alcanzan bajita el omóplato. Reside en toda la fosa subesca-
pular y suele irradiarse á la clavícula; el foco de mayor intensidad es
la parte inferior del borde interno del omóplato afecto ó bien entre las
dos escápulas. Las funciones del hombro son muy penosas, hay debi-
lidad considerable y el trabajo puede ser imposible.
El frote es ya rudo, ya en sacudidas paro suave, ó intenso y sonoro.
Tanto el dolor como* el frote aumentan gradualmente ; lo general
es que empiece por un solo lado y se propague al otro. Cuando la
causa es la anquilosis escápulo humoral, la lesión es monolateral.
En unos enfermos los crujidos son fuertes durante los ataques de
reumatismo ; en otros sólo se les nota durante el verano.
El pronóstico es distinto. Por sí la afección es benigna; pero puede
ser grave por las lesiones á que se debe, por la imposibilidad funcio-
nal, por la molestia del frote, por la rebeldía. A la larga es posible la
atonía muscular y la impotencia completa de los miembros superiores,
obligando al cambio de oficio.
De intervenir, hay que hacerlo con la inmovilización durante algún
tiempo y mediante un aparato. En los casos graves se ha de recurrir
á procedimientos quirúrgicos. — (Rodríguez Mkndez)
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CXCI. — Eritema fugaz de la nariz : tratamiento
Brulh lo combate en breve tierapo,.pouiendo encima una gruesa capa de
algodón hidrófilo, empapada en bencina La aplicación debe durar sólo
algunos segundos y se cuidará de no hacer fricciones. Poco después la
piel palidece y es menos brillante.
También puede usarse este mismo medio como preventivo (1).
CXCII. — Ol&tloa: empleo del azul de metUeno
Este medicamento es uno de los más activos para calmar los dolores en
muchos casos, siendo más poderoso en los rebeldes. Klemperer ha conse-
g^uido, en 27 enfermos, 19 resultados favorables (2).
CXCIII. — Urdtroplna y nefritis esoarlatlnosa
Como preventivo de ésta, usa Widowitz^ la urotropina á la dosis diaria
de O' 15 á r50 g-ramos. segrún la edad, dada én tres veces.
Se la debe prescribir tres días consecutivos ni empezar el exantema, y
repetirla al comenzar el tercer septenario, época en que aparece de ordina-
rio la nefritis secundaria (2).
CXCIV. — Sacarina y diabetes
Se abusa de aquélla, cuando casi no debiera usarse. No sólo es peli-
grosa por el entorpecimiento de los actos digestivos, sino porque obliga al
rifión á un mayor trabnjo durante su eliminación, y justamente en la diabe-
t^^sel riñon no está muy holgado en sus funciones. La albuminuria diabé-
tica no es rara y la sacarina puede aumentarla ó producirla si no existía (3).
CXCV. — Cafeína: posologia
* Es de regla que cuando se quiere obtener con la cafeína un efecto rá-
pido, intenso y pasajero, la dosis debe ser pequeña, 0*25 gramos, repitién-
(1) Journal de Mid. de Bordeaux.
(2) Journal des Médecins.
(3) Journal des Praticiens,
pr
"674 Formulario y tratamttntot modernos
dola 2 Ó 3 veces al día durante varios consecutivos si es menester. A los
h: 4 ó 6 días suelen presentarse opresión de pecho, disnea é insomnio.
No la toleran bien los que tienen enfermos los ríñones.
Con dosis como las señaladas se ha producido alguna vez la muerte
kr'. súbtta.
f Es buena fórmula la siguiente :
S Agua destilada 50 gramos.
Cafeína ^ „^ i a ««ttA
Benzoato sódico J aa 1 á . 50 »
AcetHto amónico 1 »
tí- Sulfato de esparteína 0*10 »
\k'' ' <le la que se puede dar una cucharadita de media en media hora (1).
\^;' CXC VI. — Fiebre tifoidea: empleo del éter
Slín cuanto la temperatura se aproxima ó pasa de 39**, se descubre al en-
fermo, se le pone de lado y ye hace una pulverización con éter desde el oc-
cipital al sacro, enjugando inmediatamente. Lo mismo se hace en cada
- miembro. La operación se repite cuantas veces lo exija la temperatura,
1^ siendo raro tener que pasar de tres pulverizaciones diarias.
^ ' , Este sencillo procedimiento tiene sobre los baños las ventajas de ser
P mejor aceptado por los enfermos, no provocar tan fácilmente enterorra-
y gi8S, y cuando las hay ser superiores al hielo.
^'' Dawson ha empleado estas pulverizaciones para contraer acto continuo
k . los vasos en las hemorragias post-partum (1).
I CXCVH. -- Agarina : aplicaoionee
; La agurina tiene acción electiva sobre las células renales, cuyo poder
secretorio acrece. Por lo mismo está indicada en los trastornos cardía-
cos y renales, pero no en la fosfaturia, que aumenta mucho, como aumenta
también la proporción de urea y de cloruros. Tampoco se debe usar cuan-
do la actividad del riñon está comprometida. En cambio, puede servir
<:ontra la angina de pecho.
Se usa generalmente esta fórmula :
Agurina 2*50 gramos.
Agua destilada 120 »
.' Jarabe de goma 30 »
Tintura de vainilla 5 gotas (1).
CXCYIII. — Alma y bronquitis oapilar: empleo del áoido oxálico
Lo aconseja y emplea Poulet hace mucho tiempo.
Por exten.sión ha recurrido á él en la bronquitis tuberculosa y dice que
■es un excelente expectorante. Usa esta poción :
Ácido oxálico 2 gramos.
Infusión de té .... ' 100 »
Jarabe de corteza de naranjas "75 »
Una cucharada de hora en hora.
Este medicamento, que parece ser inofensivo por completo, domina
pronto los síntomas más amenazadores de la bronquitis capilar : angustia,
sofocación, cianosis (2).
CXCIX. — - Leaoorrea : tratamiento oon la levadura de cerveaa
( zimina )
Friinkel Wnmficimina á la levadura seca, reducida á polvo, pero dotada de
todns sus propiedades (desdoblamiento del azúcar en CO* y alcohol) y men-
ÍTua la virulencia bacteriana.
Con ella hace supositorios vaginales, cada uno con 1*60 gramos de
zimina (3j.
(1) Le Médecin.
(2) L'Union pharmaceutique.
(3) Rtpue de Therapeut que.
Publicacionts recibidas üyS
OC. — Ezodlna : naevo pareante
. Análoga á la purgatina y emodina. esta substancia es un polvo amarillo,
no soluble en el ag-ua, poro en el alcohol, inodoro é insípido.
Ebstein dice que á la dosis de medio á un gramo produce deposiciones á
las 8 á 12 horas» salvo si existe coprostasis.
No colorea la orina comió la purgatina, y es más barata que la emodina.
En el comercio se la encuentra en pastillas que contienen medio
gramo (1).
Dr. Rodríguez Méndez
PUBLICACIONBS RECIBIDAS
Fibromas del ovarlo, por el Dr. Recasens. — Madrid, 1904. — Dos ejem-
plares.
ITovas oientiflqaes, per Ferrán Alsina. — Barcelona, 1904.
lies rayons H et les rayons N', par le Dr. H. Bordier. — Avec 16 figures.
De Les Actualités medicales. — París, 1905. — 1*50 fr.
Tratado de Dermatologria , Biflliogrrafia y Enfermedades venéreas,
escrito para uso de médicos y alumnos de Medicina por el Profesor Dr. Ed-
mundo Lesser. Traducido de la décima edición alemana por los Doctores
D. Gil Saltor y Lavally D. José María Biada. — Dustrado con profusión
de grabados. — Salvat y C.', Mallorca, 294. —Cuadernos 17, 18, 19,20,
y 21. — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado de las enfermedades de la Infanoia, por el Dr. Julio Comby.—
Secunda edición española traducida de la IV francesa por el Dr D. An-
drés Martínez Vargas. — Salvat y C.*, Mallorca, ¡294. — Cuadernoá 27
y 28 (último). — Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado de Oto-Rino-Laringoloffia, por el Dr. D. Hicardo Botey. — Cua-
derno 23 (último). — Barcelona, 1904.
Inoontestables ventajas de los consultorios de niftos de peoho, por
D. Rafael üleciay Cardona. — Madrid, 1904.
Ouia médioa de los aooidentes del trabajo, por el Dr. Waibel. —
Cuaderno 3.° (último). — De la Biblioteca económica de la Revista de Me-
dicina y Cirugía prácticas. — Tres pesetas.
DiHPKNSARio ANTITUBERCULOSO DR Madrtd — Contrlbnolón al estadio
de la tnberoolosls , por D. José Verdes Montenegro. — Madrid, 1905..
1*50 peseta-*. — Dos ejemplares.
XIV Congreso internacional de Medicina. — (Madrid, 1903). — Sección 9.'
Cirugía general. — Ponencia sobre las indioaciones de la interven-
ción qnirúrg^ica en las afecciones del estómag:o, por el Dr. 8. Car-
denal y su análisis bibliog^ráflco, por D. Miguel Baivey y Bas. — Ma-
laró, 1904. — Dos ejemplares.
Tratado de Medicina clínica y Terapéntica, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Scbalbe,
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góngora y Tunón. — José E^^pasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 105 y 106. —Barcelona, 1904. — Una
peseta cuaderno. -— Dos eiemplares.
Tratado de Cirng^ia clinioa y Operatoria, publicado bajo la dirección de
los Catedráticos y doctoresí E. von Bergraann. P. von Brans y J. von Mi-
kuliez, con la colaboración de los más eminentes médicos alemanes, y
traducido directamente al castollano por el Dr. D. Gil Saltor y Lavall. —
José E.spasa, editor, calle de las Cortes, 579. —Cuaderno 103. — Barcelo-
na, 1903. — Una peseta cada cuaderno. — Dos ejemplares.
Mannal de Patología externa, por B. Porgue — Traducido por el Dr. J. Es-
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de g-rabados intercalados en el texto en neg-ro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 páginns, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuaderno 23 y 24.— Barcelona, 1901. — Dos
ejemplares.
(1) RtVMt de Thérapeutique.
'
676
Estudios demográficos de Barcelona
Biblioteca para la8 madkes. — Arte de orlar á loe nlñoe, por el doctor
D. Rafael Ulecia y Cardona. — Madrid, 1904. — Tres pesetas. — Dos ejem-
plares.
Xi» Oficina de Farmacia espafiola. según Dorvault. — Yjgésimocuarto
suplemento de la segunda serie. — Anuario /armacéutico-médico, redac-
tado en presencia de los periódicos, formularios y obras más modernas
publicados en España y en el extranjero, por los señores doctores. D. Joa-
^ quin Olmedillu y Puig y 1). Filiberto Soria y Sánchez. — Con grabados
intercalados en ei texto.* — Bailly-Bailliére é hijos. — Madrid, 1904.
Diccionario general de Odontología y de arte dental, por D. José M.
Martínez Castrillo. — Obra ilustrada con 102 grabados intercalados en el
texto. — Bailly-Bailliére é hijos. — Madrid, 1904.
Cartilla hlgiénloo-popnlar contra la tnbercnloeU ó tlale , para nio
de lae eecnelaa, por el Dr. Cándido. — Cartagena, 1904. — Dos ejem-
plares.
Periódicos : Boletín de Medicina y Cirugía. — Órgano de la Asociación
«Escuela de Medicina» y del Cuerpo médico de Guayaquil.— Director:
Dr. Alfredo J. Valenzueia. — Apartado de correos numero 436. — Guaya-
quil (Ecuador). — Un año : 5 $.
SI Mes médico, de la Habana. — Se publica todos los meses. — Directores :
doctores Rosas, Weis y Bosque. — Empedrado, 52, Habana. — ün año,
3 S oro.
Estudios demogpáfleos de Bapeelona
POR El
Db. D. Luis Comenge
Director del Instiiuio de FIígícnc urbana de Barcelona
Mortalidad duranto el mes do octubre do 1004
I. — INFKCCIONRB
Coqueluclie ....
Difteria
Disentería
Escarlatina ....
Erisipelíi
Eclampsia
Fiebre tifoidea . . .
Gangrena
Influenza
Lepra ......
Otras infecciones . .
Paludismo
Reumatismo ....
Sarampión
Septicemia puerperal
Id. qnirurg'ica
Sífilis
Tétanos. . . . . .
Tuberculosis ....
Viruela
Total.
9
7
4
O
1
8
60
2
1
O
8
O
O
O
1
5
3
3
150
27
295
II.— Otras infbccionks y padbcj-
MIKNTOS DK NATURaLIíZA NO DB-
TKRMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
'^^*^ i Venas O
Suma y sigue. . . . 129
Digesti-
vo. . .
Suma aníeriov.
^Boca . . .
I Bstómag'o .
Intestinos .
I Otros anexos
Peritonitis .
/?^*««V/t (Bronquiales (aíccioh).
^fJÍ'?^^- Pulmonía . . . .
lorio. .(puin,5n y pleura. .
Cerebro y médula
Genital femenino
Meninges
Urinario
Red linfática
129
2
20
105
17
10
38
91
23
101
O
41
28
O
Tota!. . . . . 595
III. — Otros y acoidbntbs
Accidentes 7
Alcoholismo 1
Distrofias constitucionales. . rt
Esclerema
Falta de desarrollo . . .
Intoxicación
Neopiasmus
Senectud
Sin diagnóstico
Total ^^^9
Total de defunciones .... 949
Total de nacimientos. . .
Abortos
Tomo ZZVU. Kúm. 22 Baroelona 30 noTÍesi1)re 1904 Afio ZZVII. Núm. 658
Gaceta Médica Catalai^a
SUMARIO : Errores de diagnóstico, por D. Félix Antigüedad Diez. — Revista de Pediatría,
por el Dr. Juan CoU y Boflll. — Adherencias de las mandibulas ; necrosis del maxilar infe-
rior de origen mercurial en una niña malgacha, por el Dr. Jourdran. — El alcohol en dietéti-
ca, por el Dr. Augaeto Bunge. — Rrvista crítica bibliográfica , por los doctores don
Andrés Martínez Vargas y Felipe Margarit. ~ Formulario y tratamientos mohicrnos,
por el Dr. Rodríguez Méndez. •> Nuestra corrbspondbncia con la prbmsa. — Estudios
demográficos de Barcelona, porelDr. D. LulsComenge.
Eppopes de diagnóstico
POR
D. FÉLIX Antigüedad Diez
1. Embarazo confundido con un tumor en el ovario izquierdo. — II. Cáncer del colon transverso
que aseguró un operador que curaba. — III. Higroma de la rodilla derecha confundido
con una artritis tuberculosa. — IV. Hemorroides confundidas con una lesión del hígado.
V. Parto sencillo en el que se creyó babia otro feto. — VI. Meiro-vaginitis confundida con
una cistitis — Vil. i uxación completa del f^mur confundida con una artritis tuberculosa
supurada. — VIII. Grippe de forma torácica confundida con tuberculosis pulmonar y con
pleuresía con derrame.
Es costumbre, en la mayor parte de las revistas médicas, el publicar
los casos notables que ocurren en la práctica y que terminan de un
modo favorable, sirviendo á la vez que de satisfacción á sus autores,
de gran enseñanza para todos, pues el aue más y el que menos uti-
liza cuanto dicen si lo juzga aceptable. Igualmente creo (jue lo faci-
litan los casos desfavorables y los que por error de diagnóstico ocurren
con frecuencia, y no se pierde nada por darlos á conocer, porque pue-
den servir de aviso y para contribuir, en casos análogos, á demostrar
que en medicina es preciso fijarse bien antes de formular un diagnós-
tico, si no queremos cometer errores muchas veces de grave trascen-
dencia.
Voy á exponer, en el presente trabajo, varios casos prácticos, unos
de carácter personal, en los cuales vi demostrada mi opinión, y otros de
referencia particular que he podido comprobar, en los cuales se come-
tió error de diag-nóstico, la mayor parte de las veces por eminencias
médicas, cuyos juicios en muqhas ocasiones se imponen por el hecho
de ser considerados como tales. He de advertir, antes de seguir más
adelante, con la franqueza que acostumbro, que me declaro expuesto á
cometer errores de diagnóstico como cualquiera, y sería una inmodes-
tia el afirmar que no me equivoqué ; muchas veces al ir á expedir una
certificación de defunción me ha ocurrido no saber con seguridad cual
ha sido la causa de ella, y con esto ya queda demostrada mi torpeza
para hacer, en ocasiones, un verdadero diagnóstico. Yo sé que, así
como hay profesores que pocas veces se equivocan, también existen
muchos que formulan algunos diagnósticos tan erróneos y de tanto
bulto, que le hacen á uno dudar si la fama que poseen es ó no justa,
ó si es que los cometen por querer llevar la contraria. Donde más se
advierte la diferencia de opiniones y juicios es en las consultas, ya
particulares ya entre profesores, y esto es debido á que cuando somos
llamados á dar nuestro parecer no lo hacemos sin idea preconcebida,
y ¡ por qué no decirlo I algunas veces se formulan diferentes de lo que
son por el deseo de molestar al companero, y porque no todos tenemos
la abnegación de confirmar el que oigamos exponer ; á estas causas
6j8 Errores de diagnóstico
atribuyo la mayor parte de los errores de diagnóstico que, con más fre-
cuencia de la debida, se suelen cometer, con lo cual las dudas entre las
familias y nuestraa relaciones profe^oncjes contribuyen ¿ su aumento
?r & que no sean lo que deben ser, cual corresponde á los que cultivan
a misma ciencia, tan expuesta á errores, que lo mismo pueden reali-
zarlos unos que otros.
Antes de reseñar los varios, casos prácticos en que se cometió error
de diagnóstico, creo conveniente manifestar que como no es mi ánimo
molestar á nadie, no citaré ni nombres de profesores, ni de enfermos,
y, si alguno de los lectores se diera por aludido, estoy dispuesto á rec-
tificar lo que yo no haya interpretado bien.
I. Uno de los casos que más impresión y dudas hubo de causarme,
hace varios años, fué el de una señora de 36 años de edad ; había es-
tado casada 10 años con el primer espose, efectuando su matrimonio á
los 20 años, sin tener descendencia ; se volvió á casar á los dos años, y
en los tres primeros nada se pudo advertir de que pudiera tener suce-
sión, pues su estado general era el ordinario y la función menstrua se
verificaba con regularidad : un día me llamó la atención diciéndome
que hacía tres meses que se la habían suspendido las reglas y que pa-
recía que se le abultaba el vientre, y la indiqué que no tendría nada
de particular que todo dependiera ae un emoarazo ; no quiso dar im-
portancia á mi opinión, diciéndome que no creía en ello, y en esta si-
tuación pasaron otros dos meses sin aparecer la regla, y aumentando
el volumen del vientre ; seguí creyendo que se trataba de un embarazo
ordinario y que para salir de dudas era precico hacer un reconoci-
miento ; dicha señora, lejos de someterse desde luego á ello, seguía
no creyendo en semejante estado y la determiné, por insistir en su ne-
gativa, á que fuera con su esposo á una población cercana, á consultar
con algún profesor de su agrado; aceptado que fué, se marcharon á los
pocos días, y allí fué reconocida detenidamente por un compañero que
siempre ha gozado de fama, y que yo he tenido por un buen práctico :
me alegraba de que fuese á consultar con él, porque tenía la seguridad
de que así saldríamos de dudas. Al día siguiente de regresar al pue-
blo me llamaron, y al encontrarles afligidos pregunté la causa, y por
toda contestación me entregaron una carta que dicho profesor les dio
para mí, y para que después de enterado determinara. Mi extrañeza
fué grandísima cuando leí su contenido, que conservo, y dice así ; « Del
» reconocimiento minucioso que he hecho á la Sra. N., esposa de D. Z.
» del pueblo de X, resulta que no hay tal embarazo : se trata de un tu-
» mor del ovario izquierdo, bastante voluminoso ; su tratamiento debe
» ser el quirúrgico, y cuanto antes necesita ir á Madrid para que la
» hagan una operación que precisa, sin la cual la muerte es inevitable.»
Procuré calmarles, y sin negar la posibilidad de qne fuese cierta dicha
opinión, por venir ae persona tan autorizada, les indiqué la convenien-
cia de que antes de decidirse á marchar, para que la practicaran la
operación, debíamos celebrar una consulta con dicho profesor y con
otros para ver qué resultaba, y contestaron que ya me dirían lo que
acordaban. Asi las cosas, y yo con intranquilidad, porque se trataba
de una familia que apreciaba muchísimo, se pasaron algunos días ;
volví á ver á dicha señora y me manifestó que parecía que notaba al-
gunos movimientos dentro del tumor del vientre, y que iba en aumento:
que había resuelto no ir á que la operaran por el temor de que acaso
se muriese fuera de su casa, y que como se sentía bien ni quería con-
sultar más, ni hacer nada...
Por el pueblo se extendió la noticia de que dicha señora padecía de
un tumor en el vientre, y todos se lamentaban de lo que tenía que
Errores de diagnóstico éj^^
ocurrirle por no marcharse á que la hicieran la operación que preci-
saba... Una tarde^ hallándome de paseo con unos amigos, un muchacho
salió en mi busca para que fuese en seguida á la casa de dicha señora,
que se había puesto muy mala repentinamente ; me fui al momento y
la encontré en cama, quejándose de intensos dolores en el vientre, que
se aumentaban á la presión ; la matriz se hallaba durísima, como teta-
aizada, y decía que por la vulva había echado unas mucosidades : todo
esto ocurría á los cuatro meses de haber consultado con el profesor que
diagnosticó de tumor del ovario izquierdo, y después de los nueve que
la habían faltado las reglas ; teniendo en cuenta estos datos y los 3Ín«
tomas que observaba, no tuve inconveniente en decir á la familia que
pronto Íbamos á salir de dudas, y que se trataba de un parto : dispuse
una poción antiespasmódica simple para que tomara una cucharada
cada cuarto de hora y pomada de belladona para fricciones en el vien*
tre ; seguro de cuanto decía, no me separé de su lado, aconsejándola
permaneciera en la cama en la que dio á luz, á las 18 horas» una niña
con buenas condiciones de vida, y que hoy tiene 20 años.
Los comentarios que acerca de este caso se hicieron, los calculará
el lector ; la madre crió.á su hija, y un día que fué á la población donde
consultó, al encontrarse con el profesor le dijo : Vea V. el tumor que
tenía en el vientre...
Este caso, tan ordinario, demuestra una de estas dos cosas: aue el
Í profesor consultado no se fijó en lo que veía, y que por el hecho aeque
e consultaban tenía que ser algo mas que un embarazo.
11. Un compañero de un pueblo próximo á donde yo ejercía hace
pocos años, tuvo necesidad de ausentarse por unos días y me encargó
que visitara á sus enfermos . hasta que regresara ; al aceptarlo me en**
tregó una lista, y en ella, como yo también tengo por costumbre, que
considero muy buena, me ponía los diagnósticos y el tratamiento que
les tenía dispuesto, menos en una enferma : le llamé la atención y me
dijo que no los había puesto porque quería que al verla yo le dijera
después lo que me parecía que tenía, poroue él dudaba de lo que pu-
diera padecer ; por más que hice no quiso decirme nada, y yo creyendo
Que se trataría de alguna cosa rara, y digna de estudio, al siguiente
día me fui al pueblo preocupado con lo que pudiera ser, y empecé la
visita por dicha enferma.
Era una mujer seca y demacrada, de 56 años, casada, con un color
amarillo pálido que parecía un cadáver ; procuré enterarme de lo que
padecía, y al reconocerla observé que tenía un tumor en la región ni-
pogástrica duro y movible á la presión y al tacto, que le originaba
grandes dolores ; además tenía edema en los pies ; esto me bastó para
formar mi opinión acerca de lo que tenía dicha mujer, sin manifestár-
selo ; me preguntó si no se la podría sacar dicho tumor, y la contesté
que luego que viniera su médico hablaría yo con él, y me añadió que
hacía unos días había estado en una ciudad cercana, y que un médico
afamado la había prometido operarla, afirmando quedaría bien...
Regresó el compañero á quien había substituido, y al preguntarme
qué me parecía la enferma, le dije : creo que se trata de un cáncer del
colon transverso, y que esa enferma se morirá pronto, pues se halla en
el período caquéctico ; me manifestó que lo mismo pensaba él, pero que
habiéndole dicho la enferma y su esposo, que había quien la curaba,
Ííor eso no me habla puesto el diagnóstico ni el tratamiento ; le mani-
ésté que cualquiera que la viera, si era médico, no podía confundir
una enfermedad tan clara con otra, y mucho menos curarla ; tantas
seguridades la había dado el profesor que la vio en su consultorio de
curación, que según supe trató de marcharse á que la operara, peto
680
Errores de diagnóstico
como el hombre propone y Dios dispone, no tuvo tiempo de ir, porque
falleció al mes de haberla yo visto. No se pudo saber que diagnóstico
habría hecho el compañero que se las prometía tan felices, pero puede
asegurarse que cometió un error, que pudo ocasionarle, si llega a ope-
rar á. la referida mujer, un gran contratiempo.
III. Prestaba hace años mi asistencia facultativa á una mujer de
32 años, casada, que padecía con frecuencia ataques de reumatismo
articular agudo ; un día se cayó de una escalera y se causó una fuerte
contusión en la rodilla derecha ; se dio, por el pronto, poca importancia
á la misma, pero andando el tiempo se fué.formando en ella una tu-
moración poco dolorosa y con fluctuación, que iba aumentando de
volumen, impidiéndola bastante la progresión ; mandé que se aplicara
fomentos resolutivos con cloruro amónico en disolución concentrada
al 3 por 100, que no lograban el efecto que me proponía ; así conti-
nuaba, y al ver la persistencia de dicho tumor, dudé si sólo el trauma-
tismo sería la causa que sostuviera aquel estado ó si dependería del
reumatismo que también padecía y que se tratara de una artritis que
con el tiempo diera lugar á complicaciones más serias ; manifesté á su
esposo que era necesario dar salida al contenido de dicho tumor, por-
que en la actualidad creía que todo ello era consecuencia de la caída,
y en mis notas de enfermos consigné este diajg-nóstico : higroma de la
rodilla ¿artritis reumática? Un día, al ir á visitarla, me dijeron que
se había marchado con su esposo, y después llegué á saber por ellos
que fueron á consultar con un médico operador, por aquel entonces de
moda, de una población cercana, el cual les manifestó que la cosa era
grave, que se trataba de un tumor blanco que había que operar ha-
ciendo la amputación del muslo por su parte inferior cuanto antes,
porque si llegaba.á supurar no sería conveniente hacerla, y mientras
determinaban, [^ dispuso unos fomentos con bálsamo de opodeldoch
líquido. Enterado de semejante diagnóstico, les manifesté lo conve-
niente que sería la celebración de una consulta con dicho profesor y
con otro que yo designara de aquella población, y aceptada, me encar-
gué de escribirles para tenerla ; marchó un propio con dicho encargo,
el cual, por disposición, según supe, del médico con quien habían
consultado, ordenó que no era necesaria la presencia del otro, y que
me devolviera la carta, pues él vendría con su ayudante al día siguiente
para hacer... lo que había que hacer.
Desagradándome dicho proceder, y además no creyendo de urgente
necesidad el practicar una operación tan seria, mientras no se. discu-
tiera bien el caso, me limité á estar preparado para cuando llegara el
operador; me llamó la atención, causándome extrañeza, ver, al visitar
k dicha enferma al siguiente día, un frasco que tenían en una mesa
con cloroformo, diciéndome que le habían traído por mandato del pro-
fesor que esperaban ; al poco rato me marché para la estación, pues
tenía que salir á un pueblo próximo para regresar en seguida, y á la
llegada del tren que yo tenía que utilizar para mi viaje, llegó el com-
pañero, que traía su "ayudante y dos cajas con instrumentos y venda-
jes ; nos saludamos, y durante la parada del tren le dije que me
esperara en mi casa," porque volvía pronto, y que á qué venía con
tanto aparato ; me contestó que á operar á la" enferma, y le repliqué
que si era de necesidad, tenía yo instrumentos y manos para hacerlo,
pues á mis enfermos, sin mi invitación y en el pueblo, no les operaba
nadie más que yo ; no debió de gustarle" cuanto le dije, pues á la hora
que regresé no le hallé en mi casa, y sabiendo que había ido á la de la
enferma, fui en su busca, porque al' fin ella no tenía que ver nada con
estas pequeneces. Invité al compañero á que viera la enferma, y di-
Errores de diagnósiieo 9^'
ciéndome que se hallaba ya enterado, nos retiramos á una habitación
inmediata para tratar del caso, haciéndolo á presencia de algunos in-
dividuos de la familia.
Empecé por darle cuenta de los antecedentes y de la manera como
se había presentado la enfermedad y el curso que había tenido, con
sus síntomas, procurando á la vez hacer un diagnóstico diferencial
acerca de las enfermedades con las cuales podía confundirse, y anali-
zadas todas las que con ella se relacionaban, formulé el diagnóstico de
higroma de la rodilla derecha, con probabilidades de artritis reuiná-
tica ; manifesté que creía que el contenido del tumor fuese líquido,
no purulento, y de resultar cierto, que el pronóstico sería favora-
ble ; sostuve que el tratamiento debía consistir en la punción de dicho
tumor', y que una vez practicado, si no había pus, por la abertura
se tenía que colocar un tubo de goma de desagüe, haciendo otra
abertura más para practicar el lavado después con una solución al 1
por 100 de permanganato de potasa, dejándole así por unos días ; que
después de practicada la punción, era cuando, si el diagnóstico ex-
puesto no resultaba el que creía, sería ocasión de liacer una operación
de más importancia. El compañero, después, manifestó que á su juicio
se trataba de una enfermedad más grave, no sólo porque el trauma-
tismo era difícil hubifera producido un tumor tan voluminoso, sino
porque dando importancia al reumatismo, su opinión era que se tra-
taba de una artritis reumática supurada, y que el contenido tenía
que ser purulento y, por lo tanto, tenían que estar interesados los liga-
mentos y la articulación ; que en su vista el pronóstico era grave y
que para obtener la curación era indispensable y urgente practicar ó
la resección de la rodilla ó, mejor todavía, la amputación del muslo
por su parte inferior; contesté que, respetando muchísimo su opinión,
porque no dudaba que esa fuese su creencia, tenía el sentimiento de
no poderla aceptar, y además que podía aplazarse ¡^or unos días más
la operación hasta tanto que oyéramos el parecer de algún compañero
más, porque la cosa era importante, y yo, como profesor encargado de
su asistencia, no consentía que se hiciera ; la familia, después que nos
oyó discutir el caso, nos manifestó si habría algún inconveniente en
que aquel día se hiciera la punción que yo proponía, y contestando
que por mi parte no le veía, también lo aceptó el compañero, quedando,
por lo tanto, suspendida la operación hasta ver lo que resultaba.
Previos los preparativos necesarios, acto seguido procedí con un
trocar de ordinario calibre á la punción del tumor, dando salida á un
líquido sero-albuminoso, mezclado con sangre, sin que se notara pus
en él ; extraído el líquido todo lo que fué posible, introduje por la
abertura una aguja curva con un tubo de goma de 30 centímetros de
largo, que pasé por el extremo opuesto, y realizando después un lavado
con una solución de ácido bórico al 2 por 100, repetidas veces ; termi-
nado, se colocó encima de la rodilla algodón fenicado y un vendaje
ligeramente compresivo. Visto este resultado, se acordó continuar
haciendo las curas que fuesen necesarias, y el tiempo nos diría las mo-
dificaciones que habían de seguirse.
Por la tarde se retiró el compañero, quedando yo encargado de
participarle la marcha que observara en la enferma y de. avisarle
cuando fuese necesaria su presencia; así continué haciendo varios
días sin que sobreviniera complicación, variando después el lavado
con solución de permanganato de potasa al 1 por 100, y lentamente se
fué produciendo en el foco una inflamación adhesiva, y una vez qui-
tado el tubo de goma, cicatrizaron las punciones y sólo quedó una
retracción de la pierna, que la dificultaba un poco el andar. Una vez
curada por completo, sin más reliquia que de cuando en cuando sentir
$8i Errorts dé diagnóttieo
algún dolor al cambiar el tiempo, efecto de su constitución reumática,
sigue conservando su extremidad, que pudo haber perdido si llegpo á
dejar imponerme la opinión de mi compañero.
IV. Nos hallábamos varios médicos en un pueblo, hace tres año?,
con motivo de celebrar su cumpleaños el compañeix) del mismo, cuando
hubo de pasar por allí en un coche un reputado profesor, que de una
ciudad algo lejana iba á ver á un compañero enfermo que desempe-
ñaba también una cátedra como él. Tuvo necesiciad de detenerse un
rato mientras los caballos comían un pienso en la posada; en ella se
hallaba sentado á la puerta el zagal de una diligencia que, A causa de
unas almorranas, le impedían desempeñar su oficio; éste se encontraba
molestado y descolorido por las malas noches que pasaba, y además
llevaba una temporada sin ganas de comer ; el cochero le hubo de
decir : « Parece que tiene usted mal color». A lo que contestó que no
era extraño, pues hacía más de un mes que se hallaba enfermo ; le
indicó que su amo era médico y que si quería le vería, manifestándole
que si ; dicho profesor, al verle y preguntarle que oficio tenía, le dijo :
«¿Usted habrá abusado del vino y del aguardiente, eh?». «Algo rae
gustan, señor, pero no con exceso, pues ya ve usted, los que tenemos
este oficio muchas veces bebemos por compromiso ». « Efectivamente :
usted tiene el hígado malo por el abuso del alcohol ; ahora le pondré á
usted una receta para que tome lo que le voy á mandar». Y sin más
reconocimiento, se retiró y pidió á su mujer papel y pluma, diciéndola
2ue el estado de su marido era grave y oue se moriVía pronto. íbamos
terminar de comer, cuando se presentó en casa del médico la esposa
del enfermo, añigida, y contó cuanto había ocurrido, y á enseñarle
una receta en la que le disponía unas pildoras purgantes y una diso-
lución de ioduro potásico ; el compañero le dijo: «Anda, no tengas
cuidado, luego iremos á tu casa y veremos todos á tu marido». Ños
refirió el enfermo la visita que le había hecho el profesor citado, y
viendo que tenía unos hemorroides externos, sin observar nada en el
hígado ni en parte alguna, le tranquilizamos, asegurándole que pronto
volvería á su oficio.
A los pocos días mejoró este enfermo, y de regreso el profesor, se
volvió á detener en la posada; preguntó poV él, manifestándole el mismo
zagal que se había muerto y que él se había casado con la viuda hacia
pocos días... Cuando nos hemos vuelto á reunir los compañeros,
hemos comentado el caso diciendo ¡ qué enfermedad del hígado diag-
nosticaría nuestro comi)añero y lo expuesto que es equivocarse cuando
no se hace una observación detenida, y los perjuicios que pueden ocu-
rrir por hacerla ligeramente !...
V. El día 2 de febrero de 1901 fui avisado, con mucha urgencia,
para ir á un pueblo próximo á donde yo ejercía, con motivo de haber
propuesto el médico del mismo una consulta para luia mujer que había
dado á luz la noche anterior una niña, porque á su juicio existía otra
criatura más dentro de la matriz, y como se retardara su salida, quería
la intervención de otro para que le ayudara, pues se hallaba bastante
cansado. Llegué á dicho pueblo, y "^al decirme que el médico se en-
contraba en la ca*sa de dicha parida, allí me detuve, y antes de entrar á
verla me refirió cuanto pasaba : de que había otro*^ feto dentro y que
habien(ío desaparecido los dolores y no advirtiendo dilatación en el
orificio uterino no sabía cuando aquello terminaría ; que con su con-
sentimiento me habían ido á buscar para ver los medios de terminar
aquella situación. El referido compañero era un joven muy aplicado
que empezaba á ejercer nuestra difícil profesión ; había hecho su ca-
Errores de diagnóstico 683
rrera con casi todas las notas de sobresaliente, y, sobre todo, era muy
modesto y bueno. No dudaba de cuanto me decía, v le dije que no se
apurase por tan poca cosa, pues con calma todo acabaría bien. Pasa-
mos k la habitación donde se hallaba la mujer, y procedí á su reco-
nocimiento : por la palpación advertí que la matriz se hallaba dura y
dolorosa á la presión, y por el tacto vag:inal observé que no había sido
expulsada la placenta y que el orificio uterino se hallaba contraído ; el
volumen del vientre no correspondía al desarrollo que suele tener
cuando existe otro feto, ni tampoco pude notar por la auscultación de
que le hubiera ; con toda la detención posible procuré enterarme del
estado de di(^ha mujer, y, no advirtiendo que hubiese otro feto dentro,
terminé mi exploración y nos retiramos. Yo no sabía como había de
manifestarle mi opinión al compañero ante el temor de que me equi-
vocara y para que quedara bien ante la familia ; con el objeto de que
nadie se enterara de lo que habláramos (y así había de hacerse siem-
pre), nos retiramos solos á una habitación ; allí le dije, con la lealtad
?^ue siempre tengo con mis compañeros, que creía que no existía otro
eto y que todo aquello podía depender de una inercia uterina produ-
cida por el cansancio de la matriz ó de que acaso, sin su consentimiento,
hubiese tomado la mujer cornezuelo de centeno, que siempre origina
estos trastornos ; acordamos no dar nuestra opinión mientras no inda-
gáramos este último extremo, y una vez fuera de la habitación me en-
cargué de averiguarlo ; se nos dijo que á dicha mujer la habían dado,
sin saberlo el médico, unos papeles con cornezuelo de centeno en pol-
vo, que muchas toman cuando están de parto para ayudar á que
termine más pronto, y en vista de esto ya tuve medio para conven-
cerme de lo que existía y para que la reputación del médico que la
había asistido quedara bien. No había duda de que la referida parida
se hallaba bajo la influencia del cornezuelo de centeno, y que mientras
no desapareciera teníamos que esperar y tener paciencia ; indiqué á la
familia que el haber dado dichos polvos á la mujer, no sólo era un peli-
gro para la misma, sino contribuir á que cualquier médico, sin saberlo,
podía confundirse y creer que existiera otra criatura y que podía afir-
mar que no la había ; dispusimos que tomara unas cucharadas de mis-
tura antiespasmódica calmante, y encargamos que nos avisaran cuando
se presentaran algunos dolores; se pasaron unas tres horas cuando nos
llamaron, porque la mujer se quejaba mucho de dolores como de par-
to ; acudimos y se procedió á la extracción de la placenta, y no que-
dando dentro de la matriz nada, se la fajó convenientemente, sin que
después ocurriera ninguna complicación, siendo su puerperio normal.
VI. A una recién casada tuve que prestar, hace años, mi asisten-
cia ; á los quince días de contraer matrimonio, con motivo de padecer
una inflamación de la vulva, vagina y matriz, producida, según me
manifestaron ella y su esposo, por la poca continencia que habían te-
nido ; su estado general era de cuidado, y á pesar del tratamiento que
dispuse seguía lo mismo, lo cual no sólo*^ les alarmó á ellos sino á los
padres de la enferma ; como particular y como médico les merecía con-
fianza, y no sólo estaban satisfechos de cuanto disponía, sino que con-
vencidos de la causa de la enfermedad no dudaban de lo que les había
dicho, de que pronto se pondría buena ; no sucedía lo mismo con sus
padres, los cuales indicaron, á ellos primero y á mí después, de que
querían una consulta; desde luego la acepté ; "^pero ellos, que no que-
rían que nadie supiera lo que pasaba, tratafon de que no se celebrara,
mas no les valió. Me dijeron que á las diez del día siguiente vendría
otro médico á verla, y como se trataba de un compañero que siempre
tenía la costumbre de negar los diagnósticos de los demás, cambiar los
6^4 Errortt dt diagnóstico
tratamientos y otras cosas peores, creí conveniente decirles con reserva
que en la consulta en vez de exponer que padecía de la matriz, por fa-
vorecerles, diría que era de la vejig-a, y que en el caso de que el com-
pañero no lo aceptara, que yo le llamaría la atención aparte, y á solas
con ellos le diríamos lo ocurrido. A la hora indicada acudió el médico
que por mandato de los padres de la enferma había de verla, y después
que se enteró cuanto (juiso nos retiramos á una habitación inmediata á
consultar y á presenciarla el esposo, los padres y algunos más. Em-
pecé (ocultando la verdad), por decir que dicha enferma, á causa de un
enfriamiento se había empezado á quejar de fuertes dolores en la re-
gión hipogástrica y vexical hacía varios días y que orinaba con fre-
cuencia y dificultad, lo cual, k mi juicio, era dependiente de que su
padecimiento era de la vejiga, constituyendo una cistitis aguda, que
creía había de terminar bien y en pocos días con el tratamiento que la
tenía ordenado, que en la actualidad era una disolución de bicarbonato
de sosa al 1 por 100 con jarabe de cidra, pues el antiflogístico local ya
se había empleado. Me temía que mi compañero negara tan pronto
como hablara el diagnóstico que yo había formulado, mas nó fué así;
no sólo lo aceptó diciendo que se trataba de una enfermedad suma-
mente clara, sino que tan poca importancia la daba, que creía que, mo-
dificando un poco el tratamiento, en seguida se pondría buena; al oirle
expresar así, con lo cual me convencí que no sabía lo que tenía la en-
ferma, le contesté que podía indicar el tratamiento que había de se-
guirse ; por todo decir se limitó á consignar que en la actualidad para
curar estas enfermedades existía un medicamento heroico y nuevo, el
carbonato de litina, que había dé tomar en papeles de medio gramo
cada cuatro horas en un poco de agua ; le contesté diciendo que dicho
medicamento ni era nuevo ni era tan eficaz como suponía, que le había
empleado varias veces, y como era igual en propiedades medicinales al
dispuesto por mí, no creía conveniente variarle; el padre de la enferma,
metiéndose en lo que no le importaba, dijo que su hija tenía que to-
mar lo que decía el facultativo que habían ellos buscado, y le contesté
que eso era de cuenta mía. Nos retiramos de la casa, y antes de que
mi compañero se marchara del pueblo, le hice ver la enfermedad que
padecía dicha mujer y que si en la consulta no lo había dicho era por-
que así lo acordamos previamente ; se convenció de su error de diag-
nóstico y determinamos que siguiera con el tratamiento que tenía dis-
puesto. "
A los pocos días se puso bien dicha enferma, y habiendo seguido
fielmente los consejos higiénicos que deben practicar los casados y que
todos no perderían nada con saberlos, no ha vuelto á padecer ni de la
matriz ni de la vejiga, hasta la fecha.
VII. Hace tres años una niña, que en la actualidad tiene 12, se
cayó de una escalera causándose una contusión en la parte superior
del muslo derecho, que en los primeros momentos no le di importan-
cia, porque creí que con la quietud y resolutivos desaparecería; no su-
cedió asi, pues dicha niña, tan pronto como cedió la inflamación se le-
vantó de la cama, y no solamente se quejaba de intensos dolores, sino
que le impedía el andar ; esto me obligó á reconocerla detenidamente,
y pude advertir que existía una luxación incompleta del fémur, y pro-
puse, para su curación, la quietud y la aplicación de un vendaje inamo-
vible ; sus padres, como casi todos, al igual que en muchas partes, en-
terados de mi parecer dispusieron, sin decirme nada, llevarla á un
curandero para que la viera, porque en los pueblos y en las ciudades
tienen la creencia de que los médicos no entendemos de esas cosas,
para las cuales se precisa gracia, y en vez de mejorar se puso peor;
Erroret dt diagnóttico 685
volví á reconocerla, y observé que la luxación era ya completa, pues se
apreciaba la cabeza del fémur fuera de la cavidad cotiloidea, con dis-
tensión del ligamento interarticular, producida, sin duda alguna, por
las maniobras á que fué sometida ; así se lo manifesté á los padres de
dicha niña y les añadí que ya la curación era más difícil y que para lo-
grarla se precisaba más tiempo, pues había que hacer la reducción y
ponerla un aposito enyesado, precisando muchísima guietud para con-
seguir el curarla; la vieron otros profesores y les dijeron lo mismo y
de que cuanto antes se debía de hacer lo oue les había propuesto ; en-
tre tanto la niña, á causa de los intensos aolores, se fué debilitando, y
siendo de temperamento linfático, todo hacía temer que fuera difícil
conseguir la curación ; así se fué pasando el tiempo, más de un año, y
la niña no mejoraba porque era imposible sin someterla á un trata-
miento capaz de conseguirlo, y viendo que no se decidían por que se la
tratara en el pueblo, les dije que podían ir á X, en donde les desengOc
fiarían, si tenía cura y podían hacérsela. Acordaron marchar con ella,
y por mi indicación les recomendé que fueran á una casa de curación
que allí existía, con una nota para el profesor encargado de una de
sus secciones, en donde consignaba el diagnóstico que tenía formado.
No sé quien les aconsejaría que en vez de ir derechos á consultar con
aquel profesor se presentaran en la consulta que en dicha población
tiene un afamado cirujano, el cual, tan pronto como vio á la niña, les
manifestó que no existía la luxación del fémur que yo decía en la nota
que le enseñaron, y que la enfermedad que tenía la niña era una ar-
tritis tuberculosa en la articulación coxo-femoral y que si había de po-
derse curar tenía que ingresar en un hospital, donde allí le haría la
decolación del fémur ó acaso la desarticulación inter-ileo-abdorainal,
con lo cual podría salvarse su vida, porque si la supuración que existía
dentro salía por sí sola al exterior, entonces todo sería inútil, y que di-
cha operación tenía que hacerse en seguida. Acobardados los padres
ante semejante opinión, y mucho más por el carácter tan respetable
del profesor consultado y su fama, no sabían qué hacer, si quedarse ó
volverse ; en esta incertidumbre decidieron ir á la casa de curación
3ue les había recomendado ; enterado de todo lo ocurrido el profesor y
el diagnóstico hecho allí y aquí, les dijo que la niña tenía una luxa-
ción completa del fémur ; que su reducción tenía que ser muy dplorosa
y que una vez hecha la curación sería cuestión de tiempo. A los dos
días el referido profesor, acompañado de sus ayudantes, hizo la reduc-
ción, costándole mucho trabajo realizarla, y después le puso un aposito
enyesado para conseguir la compresión, encargando que dicha niña
estuviera en decúbito dorsal, cuando menos tres meses, y sin moverla
más que para asearla bien cuando efectuara sus necesidades ordina-
rias, y que pasado dicho tiempo le levantaría para observarla de nue-
vo ; dicho tratamiento fué seguido con exactitud, y levantado el apo-
sito no hubo necesidad de volverlo á poner; dicha niña, en la actualidad
anda con alguna dificultad á causa de un poco de cortedad que le ha
Juedado en la extremidad enferma, y es de esperar que con el tiempo
esaparezca, si alguna causa imprevista no se lo impide.
VIII. Tuve que encargarme, hace más de dos años, de prestar mi
asistencia facultativa á un compañero, que ejercía en un pueblo pró-
ximo á donde yo residía, porque hacia varios días que se encontraba
enfermo, y según me manifestó creyó que no sería de importancia, pues
había empezado con un estado grippal de forma cerebral primero, y que
después se localizó en el aparato digestivo que ya iba desapareciendo,
y que él se había tratado ; una tarde me mandó su esposa un aviso ur-
gente, y en seguida acudí ; le encontré muy alarmado con motivo de
6S6 Errort» dt diagnóstico
habérsele presentado un dolor intenso en el costado derecho, y haber
expectorado dos esputos mucosos teñidos de sangre rutilante ; traté de
animarle y me suplicó que le reconociera detenidamente, y que no le
ocultara nada ; se trataba de un individuo que padecía alguna vez ata-
aues de gota, de 36 años y bastante robusto ; se había pesado días antes
de enfermar y pesó 90 kilogramos ; su género de vida era bueno, pero
temía que aquello aue calificaba de hemoptisis, fuera el principio de
una tuberculosis pulmonar, en atención k que su padre había fallecido
hacía varios años de una pulmonía, y recientemente un hermano de
tuberculosis pulmonar ; con todo el Interés que por el enfermo tenia,
procedí á su reconocimiento y observé que no tenía fiebre, ni disnea ;
por la percusión noté gran macicez en la parte anterior y lateral de
la base del pulmón derecho, correspondiente al sitio del dolor, y por ia
auscultación falta completa de ruidos respiratorios ; el resto del pulmón
y todo el izquierdo completamente normal ; le manifesté que á mi jui-
cio se trataba de una localización de lagrippe en el pulmón, que había
determinado un estado neumorrágico, que por su poca importancia se
había de combatir bien y resolverse pronto, pues no podía calificarla de
pulmonía por faltar la fiebre y por el aspecto que tenía la expectora-
ción ; le dije que para calmarle el dolor y para que desapareciera el
estado congestivo, que indudablemente existía, tenían que aplicarle
unas sanguijuelas y tomar una poción alcoholaturo de acónito á cucha-
radas, y después que pasaran unos días, para completar la curación, un
veiigatorio sostenido el tiempo que fuese necesario. Me hallaba di-
ciéndole lo anterior cuando entró su señora esposa con dos compañeros
conocidos, que venían de un pueblo próximo de paso para otro, y al
saber que se hallaba enfermo se detenían para verle; se enteraron
de su estado y le reconocieron, manifestándole lo mismo que yo le esta-
ba diciendo, como si lo hubieran estado escuchando. Esto le tranqui-
lizó bastante, y en seguida empezó á practicarse el tratamiento dis-
puesto ; cedió el dolor, sin advertirse más en los cinco días siguientes
3ue un poco de fiebre por las tardes de 38*6**, y solamente expulsó uno
e ellos un esputo mucoso manchado con sangre negruzca, que el en-
fermo decía era el tapón del foco heraorrógico, y sin molestarle la tos ;
observando que en la región enferma existía una hepatización pulmo-
nar bastante limitada, se le aplicó un vejigatorio, que se sostuvo unos
días ; todo fué desapareciendo, y el enfermo se hallaba dispuesto á le-
vantarse ya, cuando al ir una tarde á vestirse notó que se mareaba y
que respiraba con dificultad, en términos que se sentía ahogar ; me
avisaron en seguida y acudí con el propio que mandaban ; su situación
era gravísima : se hallaba con una disnea horrible, desfigurado y pró-
ximo á la asfixia, el pulso filiforme y con un sudor frío que hacía\emer
un fatal desenlace. Pocas veces me ha impresionado t^nto como aque-
lla vez un enfermo, y francamente no sabía qué resolución tomar ; dis-
puse la aplicación de sinapismos ambulantes para que reaccionara, y
una poción con éter, é inhalaciones con el mismo ; me indicaba por
señas que no le sangrase y condescendí por temor que se nos quedara
muerto si lo hacía. Se avisó al compañero más próximo, que no pudo
venir hasta las doce de la noche, con el fin de que nos prestara su au-
xilio, y cuando llegó, el enfermo estaba un poco más tranquilo por ha-
ber disminuido la disnea y tener el pulso desenvuelto ; atribuímos todo
aquel trastorno á una nueva repetición, por propagación más extensa,
del proceso neumónico de carácter grippal, de forma catarral, sin que
pudiéramos considerarle como pulmonía, por no haber en la expecto-
ación nada que lo indicara, siendo esta mucosa y aireada ; la tempe-
ratura era de 38*4° ; por la percusión notamos que el pulmón derecho
se hallaba, desde su parte media a la inferior, hepatizado, y la auscul-
Errores de diagnóstico ÓSj
tacióu revelaba que el aire no penetraba más allá de la zona invadida ;
acordamos que tomara una poción expectorante con quermes y jarabe
de Tolú á cucharadas, y la revulsión nuevamente en la región enfer-
ma. Al siguiente día acudieron varios compañeros á verle, calificando
unos la enfermedad de pulmonía, y otros de bronquitis catarral ; el en-
fermo decía que le engañábamos, y que su estado era grave, pues él
temía que su enfermedad era el principio de una afección tuberculosa,
y que ya lo veríamos ; así continuó varios días haciendo uso de varios
medicamentos que de común acuerdo disponíamos, y sólo persistía la
fiebre y la expectoración mucosa en corta cantidad, sin que desapare-
ciera la zona maciza de la base del pulmón, que yo calificaba de infarto
ó hepatización difícil de resolver por el pronto, pero que con paciencia
se lograría ; en esta situación seguía el enferme, al cabo de un mes
que había tenido el ataque de disnea, cuando una tarde, al ir á visitarle
me enseñó su señora esposa una receta que le había puesto por la ma-
ñana el otro compañero que venía, cuando podía, á verle, y como por
ella deducía que opinaba ge trataba de una afección tuberculosa, la
dije, que era preciso llamarle antes de que su esposo empezara á usar
el tratamiento que en ella disponía ; al día siguiente acudió el citado
compañero, y hablamos acerca de la situación del enfermo reservada-
mente ; le dije que no estando conforme con el tratamiento que le dis-
ponía deseaba me diera su opinión, porque yo seguía creyendo que no
ge trataba más que de un proceso grippal, localizado en la base del pul-
món derecho ; sin andarse con rodeos me manifestó que su creencia era
que el enfermo era un tuberculoso y que se moría en plazo no lejano,
y que por eso le había dispuesto los arsenicales y las inhalaciones bal-
sámicas, tratamiento que debía seguirse ; le contesté que si así lo creía
teníamos que manifestar á la esposa del enfermo nuestro desacuerdo,
y que para mayor tranquilidad de todos era bueno que avisara á otro
compañero que nos diera su parecer ; dicha señora me encargó que yo
le hablara á su esposo porque ella no quería disponer nada ; empecé
por decirle que, llevando tanto tiempo enfermo, era mi deseo que avi-
sara al compañero que quisiera para tener una consulta, pues de esa
manera yo quedaba mas conforme ; me contestó que tenía puesta su
confianza en mí, y que yo ordenara lo que creyera conveniente ; al ver
mi insistencia dijo que su esposa avisaría á siís parientes, que vivían
en una ciudad próxima, y les diría que mandaran al que les pareciera.
A los dos días me participó que por la tarde vendría otro compañero, y
puesto de acuerdo con el otro le esperamos para celebrar la consulta ;
al llegar el compañero le dije el objeto principal de su llamada, que
era para que nos dijera su parecer después de oirnos, sin decirle en
que consistía nuestra diferencia por más que trató que le indicáramos
algo ; en seguida pasamos á ver al enfermo ; y el compañero, después
que le reconoció minuciosamente, manifestó que podíamos retirarnos
Sara hablar del caso. Como encargado de su asistencia me correspon-
ió hablar primeramente, y empecé diciendo que como el objeto prin-
cipal que motivaba la consulta era ver si podíamos salvar al enfermo,
expondría el caso según le había observado y que, si el diagnóstico
que formulara no fuera exacto, me sometería á lo que con razones me
convenciera que estaba equivocado ; indiqué cuanto va referido, poco
más ó menos, creyendo que el enfermo se salvaría ; seguidamente ha-
bló el otro compañero que le había visto varias veces en mi compañía,
diciendo que era exacto cuanto yo había manifestado, no así respecto
al diagnóstico, porque teniendo en cuenta el tiempo que llevaba enfer-
mo, y sus antecedentes de familia, temía que sobreviniera alguna tu-
berculosis pulmonar que le privara de la vida, y que creía conveniente
que se empleara un tratamiento más activo ; como no dijo terminante-
6i8 Errorts dt diagnóstico
mente que se trataba de una tuberculosis, sino que acaso sobreviniera,
le indiqué que era preciso sostuviera la opinión que reservadamente
me había diclio y que había motivado la consulta, pues lo que tuviera
que ocurrir el tiempo nos lo diría, y que en la actualidad lo necesario
era atírmar ó ne^ar la existencia de dicha enfermedad ; no tuvo más
remedio que decir que su diag'nóstico era de tuberculosis pulmonar, y
de mal pronóstico. Le correspondió dar su opinión al compañero que
nuevamente había visto al enfermo ; yo estaba impaciente por oirie, y
saber qué juicio era el suyo para que me sacara de mi error si creía
otra cosa, ó confirmara el mío. Empezó diciendo que el estado del
compañero era sumamente raro, y para él de difícil dia<2^nóstico la en-
fermedad que padecía ; que enterado de nuestros diag-nósticos, desde
lueg-o rechazaba que se tratara de una tuberculosis pulmonar, pues ni
f)or la percusión, ni por la auscultación había notado nada que se lo
liciera sospechar ; el caso, decía, es muy complejo é indudablemente
se trata de alofo anómalo é insidioso en el aparato respiratorio ; en el
momento que le vi, añadía, cruzó por mi mente la idea de que la en-
fermedad del compañero es una pleuresía grippal, de carácter crónico,
con derrame pleurítico en el lado derecho; que así se lo había confir-
mado el reconocimiento del enfermo, y que era urg-ente hacerle la pun-
ción para dar salida al líquido acumulado, calculando habría más de
un litro ; que no le extrañaba hubiera pasado desapercibida para nos-
otros dicha enfermedad, por lo insidiosa que es su manifestación en los
estados g*rippales. Le contesté que, respetando mucho su opinión, no
podía aceptarla, por cuanto una diferencia tan marcada tenía que de-
mostrarse, no sólo con la inteligencia, sino por medio de los sentidos:
que con cualquiera enfermedad podría confundirse menos con aquella,
porque de ser cierta la existencia de derrame pleurítico, el enfermo no
sólo tendría muclia disnea, sino que la auscultación y la percusión lo
indicarían, por cuya razón no creía necesaria la punción del tórax ;
como prueba de que no existía la pleuresía, teníamos que el enfermo
en decúbito dorsal y en los laterales ni tenía disnea, ni apenas tosía ;
la percusión daba siempre un sonido mate en la parte anterior é infe -
rior del pulmón derecho y claro en la posterior, y la auscultación
demostraba que el aire entraba bien en el pulmón, 'menos en la zona
hepatizada, en la cual no se oían ruidos respiratorios, ni roces pleurí-
ticos ; además, hecha la mensuración del tórax, echado en la cama y
sentado en ella, se veía que no había diferencia, siempre apreciable
cuando liay derrame en dicha cavidad ; sólo cuando mandábamos sen-
tarse al enfermo en la cama para observarle, era cuando se presentaba
la disnea, y el compañero consultado me preguntaba después ¿cómo
se explica Vd. esa disnea, si no hubiese derrame pleurítico? le dije que
la cosa era bien clara, y que precisamente por eso no podía admitir su
opinión ; de haber derrame, el enfermo tenía que tener disnea lo mis-
mo echado que sentado, pues siempre comprimiría el pulmón y habría
to^, y que dicha disnea se presentaba cuando se sentaba en ia cama,
porque no entrando bien el aire en el referido pulmón á causa del en-
rarecimiento creado por el infarto de su bas^, tenía que suplir la parte
sana, y el otro pulmón la diferencia de capacidad respiratoria, y por
es ) se presentaba la disnea, que desaparecería cuando el enfermo se
volvía á echar; cada cual sostuvimos nuestro diagnóstico y acordamos,
respecto á la punción propuesta, que podía aplazarse por unos días y
hacerle entender al enfermo que si llegaba el caso tenía que someterse
á ella ; entre tanto, y á propuesta del compañero, se aceptó que tomara
la teobromina en papeles de medio gramo, dos al día, para aumentar
la secreción urinaria, y alguna cucharada de aguardiente alemin, con
jarabe, como purgante. Se le hizo saber al compañero enfermo el re-
Errores de diagnóstico 68g
sultado de nuestra cousulta, contestando que haría cuanto le mandá-
ramos porque quería salvar su vida y con ella el porvenir de sü esposa
é hijos En los días siguientes tomó cuanto se le había dispuesto ;
sólo dos gramos de teobromina, produciéndose los efectos desea-
dos, y una tarde el enfermo me dijo, bastante animado : yo no creo
que tenga derrame alguno en el pecho , porque me echo bien de
ambos lados y no me suena nada; te encargo que no he de ha-
cer más que lo que tú dispongas y que no me andéis con más con-
sultas, porque si alguno más me ve dirá otra cosa, y yo estoy con-
forme con tu parecer. Se pasaron quince días sin que el enfermo se
pusiera peor, y sometido á una alimentación reparadora y al. uso del
loduro potásico al 1 por 100, tomando varias cucharadas al día para fa-
vorecer la secreción bronquial y sosteniendo la revulsión. Un día que
me disponía ir á ver al enfermo, se presentó en mi casa un compañero,
que sabedor de la marcha lenta que llevaba este caso, deseaba saber
mi opinión ; empecé por decirle que tiempo había tenido de ir á verle,
y que nos habíamos extrañado no lo hubiese hecho ; le hice ir conmigo
sin decirle nada, y que mientras yo hacía la visita á los demás enfer-
mos podía enterarse del estado del compañero, y al dejarle con él le
dije : que te vea éste, y no le digas lo que hemos dicho los demás. Me
retiré y tardé en volver cerca de una hora ; al entrar me dijo el enfer-
mo ¡gracias á Dios que hay uno que opina como tú! me ha reconocido
y estado diciendo lo mismo que has sostenido desde un principio, y me
alegro mucho que haya venido á verme. El referido compañero nos
estuvo demostrando lo que él creía que padecía el enfermo, y que se
curaría pronto. Me alegré que esta circunstancia me confirmara el
juicio que tenía formado, y mucho más porque yo hacía años que con-
ceptuaba á este compañero como de un buen ojo clínico.
Al cabo de tres meses y después de una complicación cardíaca, que
se calificó como última manifestación gripal, el compañero fué mejo-
rando, desapareciendo la hepatización pulmonar, sin volver la disnea
y sin que hubiera uecesidad de hacerle la punción ; se fué reponiendo
poco á poco, y cuando volvió á encargarse de la asistencia del vecinda-
rio, tuvo el gusto de pesarse de nuevo y había aumentado 4 kilogra-
mos ; después de dicho tiempo, no ha vuelto á tener novedad : hoy se
halla ejerciendo en otro pueblo de más vecindario, y siempre me re-
cuerda con afecto las vicisitudes y miedo que pasó durante su enfer-
medad, de la cual no creyó que se salvaría, por el temor de que fuera
el principio de una tuberculosis pulmonar...
Los casos expuestos y algunos más que pudiera añadir, demuestran
de una manera indudable que en Medicina no sirve formular diagnós-
ticos de una manera ligera y sin hacer un estudio detenido de todos
los antecedentes y síntomas que presenta un enfermo, pues muchas
veces cualquiera de ellos, por insignificante que parezca, nos puede
originar, si no le conocemos y estudiamos, equivocaciones de mucha
trascendencia. Es preciso, antes de asegurar la enfermedad que pa-
dece un individuo, que hagamos un examen minucioso de todo lo que
observamos, dando la importancia que se merezca á cada uno de los
diferentes síntomas que en conjunto sirvan para formar juicio, siem-
pre sin idea preconcebida y con el fin de llegar al conocimiento de la
verdad. En muchas ocasiones no sirve combatir sistemáticamente la
opinión que tenga otro profesor, por el deseo de quebrantar su reputa-
ción, pues es preferible decir con franqueza que nos hallamos confor-
mes con el parecer formulado, y así se evitan discusiones impropias
que originan la duda y la desconfianza en las familias que nos llaman
para atender y curar las enfermedades que padecen.
Enero de 1904«
Revista de Pediatría
POR Et
Dr. Juan Coll y Bofill
IDeterznlnaclón cuantitativa de znuy pequeñas
dosis de antitoxina diftérica. — Habiendo sido preconiza-
dos varios métodos para obtenerla (Wassermann, Slavyk y Pasini, etc),
ninguno permite llegar á dosificar fracciones de antitoxina inferiores
á Vio de la unidad. Débese á E. Marx y á Erhlich (Centralb. f. Bakt. u
Parasitenk.) un nuevo procedimiento, cuya importancia no debe enca-
recerse, puesto que llega á dosificar hasta '/eoo á® unidad de antitoxina.
Hace ya algún tiempo, el autor comunicó al Congreso de Higiene y
demografía de Bruselas algo sobre su método, pero posteriormente
publica sus definitivos resultados, empezando por una sucinta descrip-
ción de los trabajos realizados en colaboración de Erhlich.
Partiendo del conocido hecho de que la toxina diftérica á dosis que
no son mortales, puede determinar una reacción local bien marcada,
un edema en el sitio de la inoculación, han investigado cual era la
cantidad exacta indispensable para producir una reacción tal que se
limite á la aparición del edema, buscando en seguida cual era la dosis
de antitoxina necesaria para neutralizar su acción virulenta. La toxina
así titulada podía servir para dosificar la antitoxina diftérica en diver-
sos sueros.
En los experimentos comunicados al Congreso de Bruselas se han
servido de una toxina diftérica mortal á la dosis de 0*014 centímetro
cúbico, provocando 0*002 centímetro cúbico la aparición de un edema.
Han mezclado cantidades conocidas de toxina y antitoxina, colocando
esta mezcla dos horas en la estufa y veintidós horas en la heladora,
para estar seguros de que se habían combinado, aunque es sabido
que así lo efectúan inmediatamente que se ponen en contacto, y han
procedido á las inyecciones en conejillos, verificando al propio tiempo
experimentos de contraprueba iguales á los precedentes, excei)to el uso
del suero antitóxico, reemplazado por un volumen igual de agua fisio-
lógica.
Los resultados obtenidos los han sintetizado en el siguiente cuadro:
Cantidad de Cantidad de
suero toxina Resultados
Vwo unidad . . . 0*002 cm.»
Vwo » . . ■ 0-002
/«oo » . • . O'üOi
'soo » . • • «'002
contraprueba . 0^002
Falta de reacción al nivel de la inoculación.
Débii edema.
Edema fuerte como en los experimentos de contraprueba.
Los mismos efcetos.
Edema fuerte.
Afirman que V400 de unidad antitóxica neutraliza completamente
0'002 era.' de toxina, siendo más apreciable con '/.ipo ^^ unidad y no
manifestándose con una dosis de Vaoq ¿^ unidad aníitóxica.
Para determinar el valor en antitoxina de un suero, se añaden á
0'002 cm.^ de toxina cantidades variables del suero que quiera estudiar-
se y se tija el momento en que el edema empieza á ser persistente. En
uno de los casos estudiados por el autor han sido necesarios 0*005 cm.'
cúbico de suero para borrar la reacción local producida por la inocula-
ción de 0*002 cm." de toxina; para atenuarla fueron necesarios 0*009
centímetro cúbico y 0*003 cm.^ no producían acción sensible. La con-
clusión que se dedujo de estos hechos fué que 0*005 cm.^ de suero con-
tenían ^¡^^^ de unidad antitóxica y 0*003 cm.' '/«oo de la misma unidad,
de lo que se desprende que 1 cm.' de suero contenía 0*5 de unidad an-
titóxica.
Reífista de Pediatria 6g¡
Por una feliz casualidad se ha procumdo recientemente el autor
una toxiua diftérica que á la dosis de 0*0004 ( Vu de la dosis mortal)
determinaba un fuerte edema en el sitio de la inoculación. Experi-
mentando con ella según las prácticas descritas, ha obtenido los si-
guientes resultados :
■ Cantidad de Cantidad de
suero toxina Resultados
^^«00 unidad. . . O'OOOo cm.* . . . Sin edema.
Vaoo » . . . — ... El mismo efecto.
Viooo » . . • — ... Sin edema, pero ligero enrojecimiento.
Viaot ^ . . * — ... £1 mismo efecto.
VisM » . . . — ... Edema débil.
Vwt© » . . . — ... Fuerte edema.
Contraprueba. . — ...
Esta toxina permite, pues, dosificar los sueros cuyo valor en anti-
toxina no traspase el Viooo de unidad.
Presenta este método gran interés teórico y práctico, porque es uti-
lizable para buscar la antitoxina diftérica en la sangre de animales
normales y puede prestar gran utilidad en la vacunación preservativa
contra la difteria. — (La Méd, Scienti/íque, n.® 44, agosto de 1904).
Signos clínicos de la meningitis. — Hace mucho tiem-
po que viene preocupando á los pediatras la interpretación de algunos
signos clínicos que permitan relacionar algunos síntomas meningíticos
con determinadas localizaciones anatómicas.
Curschmann, en 1874, pensó que la tendencia del niño á colocarse
en la misma actitud indicaba una lesión de los pediúnculos cerebelo-
sos íDeuts. ArcAiv.f. Klin. Med., 1874), y Jackson, en 1875, relacionaba
esta lesión con una especial actitud de los miembros superiores CBrit.
Med. Jour, 15 mayo 1875) (brazo pegado al cuerpo, antebrazo en flexión
forzada). Dreyfous dijo que la posición en chien defu^l correspondía
á una lesión basilar y atrÍDuyó a una localización en la protuberancia
una actitud especial que consiste en tener el brazo en abducción per-
pendicularmente al tronco, el antebrazo doblado en ángulo recto sobre
el brazo, separado de cada lado de la cabeza y descansando sobre la
cama, con la mano cerrada y su cara dorsal hacia delante (1). Algunas
veces los miembros inferiores están separados ó los superiores levan-
tados verticalmente como los brazos de un niño que se suspenda en
una barra fija.
En una meningitis cerebro-espinal estreptocócica apareció el signo
de Dreyfous (con el de Kernig), y en la autopsia se encontró una me-
ningitis cerebro-espinal sunurada, especialmente en la base. . El doctor
Aubertin publicó en la Triouna Médica íContracture des membres supe-
rieurs dans les meningitis. 14 julio de 1903) otro caso de meningitis tuber-
culosa, que presentaba el signo de Dreyfous, sin el de Kernig, encontrán-
dose en la autopsia lesiones de meningitis tuberculosa, sobre todo en
la cara interna del hemisferio izquierdo, región del lóbulo paracentral,
(lo que explica la contractura del miembro inferior derecho, el signo
de Babinski y la abolición del reflejo rotuliano del mismo lado), exten-
diéndose á la región silviana y á la base. No se encontró lesión alguna
en el cerebelo, protuberancia y bulbo. He transcrito sintéticamente
estos dos casos porque presentaron el signo de Dreyfous y la autopsia
no ha demostrado lesiones predominantes en la protuberancia.
El autor cree, y para mí con bastante buen acuerdo, que debe rela-
cionarse este signo con el de Kernig en las piernas, constituyendo
(1) Véase Gaceta Médica Catalana, 1904, pág. 602.
opa Revista de Pediaíria
unos y otros distintos grados en los síntomas meninglticos, según
exista más ó menos colección ; el de Kernig sería una contractura de
flexión, el de Dreyfous una forma atenuada y el de Jackson otra más
acentuada. — (Eev. Chjn. Obs. eí Pediatriqíie, n.° 13, 1904).
Naturaleza del raquitismo. — El raquitismo continúa
siendo una enfermedad de patogenia muy obscura. Desde la opinión
de Parrot, que no vaciló en reconocer como causa del raquitismo á la
sífilis hereclitaria, hasta la de Kassowitz, que afirmó que el 80 por 100
de los niños raquíticos se hallaban exentos de sífilis, median una serie
de pareceres intermedios : Unos le hacen originar de faltas de higiene
(carencia de aire ó sol, alimentación insuficiente, desproporción entre
ésta y la asimilación), y otros, desde los descubrimientos de Pasteur,
se han preguntado si sería prudente pensar, como causantes de esta
afección, en determinados agentes infecciosos de naturaleza aun des-
conocida. En este sentido na practicado el Dr. Luis Spillmann (de
Nancy) numerosas investigaciones, de las que transcribiré algunas.
Empezó una serie de experimentos tratando de reproducir el raquitismo
en los animales (corderos, gatos, gallinas, zorros, conejos y caballos),
valiéndose de la alimentación defectuosa, el destete antes de su debido
tiempo, la obscuridad, etc., no logrando nunca su objeto ; aparecieron
en los animales diarrea fétida, perturbaciones gastro-intestinales y
algunas lesiones parenquimatosas, con detención del crecimiento, pero
nunca se presentaron las alteraciones características del esqueleto.
En otra serie de experimentos quiso averiguar si podían producir ma-
nifestaciones óseas las inyecciones de materias diarréicas recogidas de
niños raquíticos (un extracto alcohólico y otro acuoso). Recayeron
estos experimentos en 21 animales jóvenes (20 conejos y 1 gato). Sólo
consiguió un resultado positivo : un conejo de trece días recibió las
inyecciones de extracto alcohólico de materias procedentes de un niño
enfermo de raquitismo en su primer período, y el animal murió & los
veintinueve días, demostrando el examen histológico que, en este
caso, las lesiones obtenidas tenían todos los caracteres de las del ra-
quitismo. Otra serie de experimentos de orden bacteriológico no dio
resultado alguno. De modo que no hay prueba formal de que el ra-
auitismo se deba á la localización ósea de una infección cualquiera, ni
e ninguna específica, concluyendo el autor, basándose en los datos de
la clínica y de la etiología, que manifiestan la importancia de las per-
turbaciones digestivas en el comienzo del raquitismo, y en el resul-
tado obtenido con la inoculación de extractos de materias fecales, que
podemos admitir la existencia de una intoxicación específica que parte
del tubo digestivo y ocasiona lesiones de osteítis. — (Rives, Méd,, n.** 2).
Las amigdalas como puerta de entrada de la
infección tuberculosa en los niños. — El Dr. Friedmann
ha querido averiguar el papel que desempeñan las amígdalas en la
tuberculosis de los niños, y para ello ha procedido al examen histoló-
gico de las de 91 niños* fallecidos de diversas enfermedades y de las de
otros 54 que habían sido operados de ami^rdalectomía. En "el primer
grupo ha encontrado algunos oue, k su parecer, no dejan duda acerca
de la existencia de una infección tuberculosa, cuya puerta de entrada
eran las amíí^-dalas, puesto que en todos estos casos en ellas radicaba
el foco primitivo, procediendo la infección, con seguridad, de la ali-
mentación. En tres casos en que los niños habían fallecido de tuber-
culosis pulmonar, las lesiones tuberculosas de las amígdalas eran de
origen secundario, causadas por esputos bacilíferos. El examen de las
amígdalas obtenidas por la amigdalectomía dio resultados muy distin-
Necrosis del maxiliar inferior de origen mercurial en una niña malgacha
6^3
tos, puesto que uno sólo reveló tuberculosis amigdalina. De todas estas
investigaciones infiere el Dr. Friedmann que, en los niños, la tuber-
culosis de las amígdalas es generalmente primitiva y de origen ali-
menticio. — (Presse Méd.J-
Adherencias de las mandíbalas ; necrosis del maxilar Inferior
de origen mercarial en ana niña malgacha (^>
Dr. Jourdran
Director de U Escuela de Medicina de Tananarive
« No en vano se ha hecho á las gentes escupir los
dientes y los maxilares, ha dicho Fournier; esto
no se olvida y el pueblo de hoy guarda rencor al
mercurio como recuerdo de lo pasado».
Los terribles destrozos que revelan las fotografías adjuntas, demuestran
una vez más con cuanta circunspección bade manejarse el mercurio, sobre
todo cuando se emplea en inyecciones hipodérmicas.
Flg. 28. — Destrozos causados en la boca por el mercurio. —Vista de frente
Fournier ba dicbo con mucbn razón que no se sabe, que no se puede
saber, lo que nos exponemos á producir cuando se inyecta en el organismo
una dosis maciza de mercurio, la que se llama una dosis de reserva.
«Una vez que la dosis grande de mercurio ha sido introducida en el
organismo, en el músculo de mi enfermo, no puedo hacer más que con-
templar los accidentes, si es que se producen ; contenerlos, refrenarlos,
es imposible ».
La desgraciada Ratoandro de raza hova, de 12 años de edad, entró en
el hospital de Fianarautsoa afecta de sífilis. Se la hicieron cuatro inyec-
ciones de calomelanos en 15 días en los músculos glúteos.
No tardaron en presentarse accidentes. Los i>rimeros fueron fenómenos
de gingivit s acompañados de salivación y de dificultad en la masticación
y en el lenguaje. Bien pronto la eufermita se vio imposibilitada para abrir
(1) VEcho medical du Nord, 9 octubre de 1904.
694
El alcohol €n dietética
la boca y sufrió el martirio de la salivación continua, cuadro complicado
desde el principio con fenómenos homorrágicos. Al mismo tiempo los
dientes se descalzaron y la gingivitis expulsiva prosiguió su obra, amena-
zando la caída prematura (Je un gran número de dientes. Además, la ne-
crosis mercurial determinó la fusión de casi todo el maxilar inferior, cuyos
secuestros iban siendo eliminados poco k poco con la salivación.
Flg. 29. — Destrozos causados en la boca por el mercurio. — Vista de perfil
Más tarde se complicó la situación al establecerse adherencias cicatri-
ciales, que determinaron una soldadura completa de la boca y que no de-
jaron libre más que un pequeño estrecho para el paso de los alimentos en
el lado izquierdo de la boca entre los dos caninos.
Estos temibles accidentes, que hacen de esta niña una inválida destinada
á ser objeto de repulsión en la sociedad, deben llamar la atención de los
médicos y mostrarles una vez más las sorpresas de las reacciones orgánicas
y vitales ante los venenos que constituyen una buena parte de nuestra
Farmacopea. , ^
Trad. por el Dh. Rodrígubz Rüiz
El alcohol en dietética
(i)
Dr.
POR El.
Augusto Bungb
El alcohol como alimento. — Para poder determinar el valor del alco-
hol como alimento conviene plantear antes las condiciones que debe llenar
una substancia cualquiera para merecer el nombre de alimento.
Estas son: l.°, que sea incorporable á la materia viviente ; 2.^ quesea
oxidable ; 3.°, que no sea dañosa á ninguna de las funciones del organismo.
Los alimentos, como fuente de energía, necesitan ser incorporados á la mo-
lécula viva, porque sólo así puede ser eficaz la transformación de la fuerza
de tensión que contienen en fuerza viva. No basta, por consiguiente, para
que una substancia pueda llamarse alimento, el que sea oxidable: como
dice Bunge, la energm resultante de su oxidación debe ser producida cen
(1) Curso libre de Patología interna. — La Semana Médica, de Buenos Aires» 24 septiembre
de 1904.
El alcohol en dietitica ^9^
el sitio y en el tiempo debidos» (1)» para lo cual esa substancia necesita ser
previamente incorporada á los tejidos, porque sólo así podrá ser puesta en
libertad su energía en las condiciones requeridas por el trabajo fisiológico.
Veamos si el alcohol llena estas tres condiciones en forma suficiente.
Todos los autores antiguos admitían que el alcohol, dada la facilidad con
que se oxida, es un combustible. Moleschott lo calificaba de alcancía de
ahorro de los tejidos, porque su fuerza de combustión permitía, según él,
ahorrar en proporción el desgaste de la molécula viviente.
Este optimismo de Moleschott, que lo llevaba á recomendar al obrero el
consumo de alcohol para reemplazar con él la insuficiencia de su ración
alimenticia, no era seguido por otros autores, y Donders, que no dejaba de
admitir la oxidabilidad del alcohol en el organismo, y por tanto, su valor
energético, hacía notar que el alcohol es una «alcancía de ahorro» que
costaba más que lo que permitía ahorrar, dados los graves inconvenientes
de su consumo habitual y su elevado precio (2).
Los autores franceses que se han ocupado de la cuestión, han tendido
hasta hace poco á negar al alcohol todo valor como combustible, en la creen-
cia de que se elimina cual entra y en totalidad por los diversos emun torios.
Todos ellos han seguido las ideas de Lallemand, Duroy y Perrin, que en-
contraban importantes cantidades de alcohol en el aire expirado, en el su-
dor y en la orinade todos los sujetos en experimentación. Estas investiga-
ciones no tienen valor por las graves deficiencias de técnica con que han
sido hechas, y es necesario recurrir á las investigaciones más modernas
para tener una Idea satisfactoria de la cuestión.
Estas demuestran todas que la cantidad máxima de alcohol que se eli-
mina intacta por la piel, la orina y los pulmones, es sólo el 4 por 100 del
alcohol absorbido, y que éste es oxidado casi en su totalidad en el organismo.
Respecto ala rapidez con que se efectúa esta oxidación, los experimentos
más instructivos hechos en animales son las de Gréhant. Administrando á un
Serró de 1 17 kg. , después de un día de ayuno, 5 cm* de alcohol por ki Idgramo
e peso, observó que después de tres horas habían sido oxidados alrededor
de 16 cm* de los 58'5 cm* de alcohol administrados, pues quedaban en los
diversos órganos 38'3 cm» de alcohol (3). Lo cual quiere aecir que, en el
perro, el alcohol es oxidado á razón de 0'22 cm» por kilogr. de animal y por
hora. Si fuera posible transportar sin reserva estas cifras al hombre, se de-
duoiría que un adulto de 60 kg., es capaz de quemar por hora alrededor de
13 cm» de alcohol, ó sea unos 300 cm» en las veinticuatro horas, los cua-
les equivaldrían, si el alcohol tuviera realmente un valor energético de 1
calorías por gramo, á unas 2,000 calorías, que son muchas más de las nece
sarias para mantener normal su temperatura.
Pero ¿tiene realmente el alcohol ese valor de combustible en el hombre?
Los experimentos en este sentido son bastante contradictorios. Menciona-
ré como las más importantes y dada la notoriedad que les ha procurado
Duclaux últimamente, las serias investigaciones de Atwater y Benedict (4).
En estos experimentos, el sujeto era mnntenido durante cuatro días en un
« calorímetro de respiración», construido de manera de determinar la canti-
dad de CO* y de calor exhalado, y las excreciones. La ración alimenticia
era previamente medida y dosificada rigurosamente, en cuantoal N total, el
H y el C y su energía calórica, y dosificados éstos igualmente en las materias
fecales y en la orina. La dieta seguida durante los experimentos se apli-
caba con varios días de anticipación, tratando de establecer el equilibrio
nitrogenado.
El resultado de uno de los experimentos fué el siguiente :
Peso neto del sujeto, 65 kg.
Entradas N C H calorías
^^^" \ 72-05 gr alcohol / ^'^"^
Salidas totales : N 18'6; C 231*7; H 51'! ; Calorías, 2,394.
(1) C. B. Bunge, Lehrbuch der Physiologie des Menchen, 1901, y Die Alkoholfrage, 1892.
(2) Citados por A. Baer, Der Alkoholismus, 1878. pág. 101.
(3) Gréhanl, Recherches sur laicohoiisme atgu. Acad. de Med., 1889.
(4) Aiwaier y Benedict, Experiments on the metabolism of mater, etc. U. S. Dep. of AgHcul"
Citados por Rosen feld, Der Einjíuss des Alkohots aufden Organismus, 1901.
6g6 El alcohol tn dutitica
El sujeto perdió así 1*9 gramos de N y 14*3 grramos de grasa ; por consi-
guiente, el alcohol administrado no desempeñó el papel de 491 calorías que
le correspondían una vez descontada la parte de alcohol eliminada sin que-
mar, siüo el de 305 calorías ó sea, manifestó un vaior energético de 4 y no
de 7 calorías por gramo. En todos los demás experimentos de estos autores,
el valor energético del alcohol administrado fué realmente de 1 calorías por
gramo, porque en todos ellos se demostró capaz de reemplazar grasas é hi-
drocarbonados en esta proporción.
Los experimentos de Atwater y Benedict demuestran, pues, de una ma-
nera irrefutable, que el alcohol puede desempeñar en el organismo humano
el mismo papel de combustible, de fuente de energía, que los azúcares y
las grasas, y que su valor energético, si bien no es constante, debe ser te-
nido en cuenta. Pero hay otros experimentos, si bien no tan completos
como estos, cuyos resultados imponen cieñas reservas sobre este valor del
alcohol como combustible. En un experimento indicado por Rosemann ¿
su discípulo Schóneseiffen. el alcohol no desempeñó el menor papel como
combustible, y lo mismo se ha observado en otros casos. Por el contrario,
una cuidadosa investigación, hecha por Rosenfeld en el Dr. Chotzen, de-
muestra claramente que el alcohol, en éste, era un excelente combustible,
equiparable en un todo á las grasas é hidrocarbonados (1).
i Estos experimentos son los más demostrativos; innumerables otros, son
í . de resultados objetables.
E; La conclusión que se impone al espíritu ante estos hechos es que el al-
cohol está muy lejos de tener un valor constante^ como pasa con las grasas
y los hidrocarbonados, y que si todos los sujetos sin excepción son capaces
[^ . de obtener 4'1 calorías por gramo de azúcar y 9*2 calo ria» por gramo de
grasa, no todos son capaces de obtener 7 calorías por gramo de alcohol, y
algunos no son capaces de sacar ni una caloría. De modo que si puede lla-
mársele alimento, sería un extravagante alimento, que no siempre tiene á
bien desempeñar el papel que quieren atribuirle sus cómplices.
Falta ahora saber si el alcohol llena las otras dos condiciones fundamen-
tales, es decir, si es incorporable á la molécula viva, y si es inofensivo en
las cantidades en que puede ser tenido en cuenta como fuente de energía.
Es posible que el alcohol, por un sencillo procedimiento de deshidratación
como se observan muchos en el organismo, sea capaz de transformarse en
grasa, pero el hecho no está probado, y es evidente que el alcohol en substan-
cia no puede formar parte de la estructurado la molécula albuminoide. Pue-
de, por tanto, admitirse sin vacilación que el alcohol no se incorpora á los
tejidos, y que sólo se quemaen el organismo por su propia afinidad química
por el oxígeno y no por un fenómeno fisiológico. No es, por tanto, un com-
bustible que pueda ser quemado « en el sitio y en el tiempo debidos», y su
energía calórica puede así no servir gran cosa, desde que se desprende de
por sí, sin tener en cuenta las necesidades del organismo.
Veamos ahora si es inofensivo en las dosis que sus partidarios creen to-
lerables y hasta recomendables. Tengamos en cuenta, ante todo, que hay
muchas substancias alimenticias que tienen, sin embargo, propiedades
tóxicas innegables. El consumo de carne lleva á la circulación cantidades
importantes de substancias extractivas ( leucina, creatina, etc. ), cuya ac-
ción excitante es causa de que la alimentación cárnea sea lo estimulante
que es sabido y que su uso inmoderado dé origen á la trofoneurosis llamada
f artritismo. Y si la carne, alimento vulgar por excelencia, no es inofensiva,
: ¿qué pensar del alcohol, que mata en dosis relativamente pequeñas, y que
' antes de quemarse en el seno de los tejidos,. ejerce en ellos, durante largo
tiempo, una violenta acción tóxica de contacto, nunca despreciable por pe-
# quenas que sean las dosis, porque será siempre un intruso en las armonías
químicas de la vida celular, en las cuales es absolutamente incapaz de to-
mar parte?
Por consiguiente, es im ahuxo, cuyas funestas consecuencias sociales vere-
mos dentro de un momento, y unn verdadera ig^rezn^ el gratificar con el wiñ.-
bre de alimento á una substancia que es npenas un combustible, yu** combustible
cuya Í7iterre7ición en las operaciones del organismo es más perturbadora qne ad-
yuvante.
(1) Rosenfeld, Der Eirtjluss des Alkohols aufden Organismus, 1901, pág. 12 y sig.
El alcohol en dietética (^97
La acción tóxica del alcohol se hace esencialmente sobre la molécula al*
buminoide, sean cuales fueren los caracteres especíücos de ésta, por lo cual
merece el caliñcativo usual de veneno absoluto. Bs tan tóxico para el proto-
plasma animai como para el protopiasma vegetal, tan tóxico para la amiba
como para el hombre, para el leucocito como para el glóbulo rojo, para el
músculo estriado como para la neurona : en todos ellos paraliza igualmente
á la molécula albuminoide. Pues bien, por esta razón, y por ella solamente,
el alcohol merece el nombre de alimento de ahorro. Para comprenderlx) es
necesario que nos entendamos antes sobre el significado que es posible dar
á esta palabra.
¿ Bs posible encontrar una substancia que permita al organismo produ-
cir igual cantidad de fuerzas vivas con menor consumo de materia que el
normal? — La máquina humana es capaz de elaborar el 95 por lOü de la
energía calórica contenida en los alimentos (1) : ¿podemos hacerla capaz de
elaborar el 96, el 98, el 100 por 100; es decir, que de un mismo número de
calorías, obtenga más kilográmetros que los que consigue normalmente?
Sólo una substancia que tan maravillosas cualidades de perfeccionar la me-
cánica humana poseyera, podría ser caliñcada de alimento de ahorro, por-
que sólo ella le permitiría ahorrar ese 5 por 100 de energía que pierde.
Aparte de que la pérdida es tan pequeña que no vale la pena de preocu-
parse de ella, pues somos más perfectos que nuestras máquinas de vapor,
que desperdician el 70 por 100 de la energía que reciben, no hay absoluta-
mente ninguna substancia de semejantes cualidades. Por consiguiente,
todo lo que determine en el hombre un menor desgaste de materia que el
normal, determinará al mismo tiempo una producción proporcionalmente
menor de energía, es decir, una vitalidad menor, porque la intensidad de la
vida depende justamente de la actividad de los intercambios de materia,
fuente de la energía, que tengan lugar en el seno á^i organismo.
Bl alcohol, paralizando la molécula albuminoide, retarda sus int»*rcam-
bios, y en esta forma, y sólo en ella, lesempeña su papel de alimento de aho-
rro, es decir, determinan<lo una disminución de la actividad vital. Su acción
retardante de las oxidaciones es así producto de su acción paralizante de toda
la vida ; el alcohol es un retardante de la nutrición porque es un narcótico.
Es frecuente observar la obesidad en los alcoholistas, una obesidad que
suele tener de particular el hecho de coexistir con una azoturia á veces
enorme. Esta azoturia se explica por el hecho observado en casi todos los
experimentos mencionados al principio, deque el consumo de alcohol tiende
á determinar una pérdida sensible de albúmina en ciertos sujetos, f^n los
cuales se revela, por tanto, más tóxico que lo general, por ejemplo en Schó-
neseiffen. Según Bouchard. al disgregarse la molécula albummoidea bajo
la acción del alcohol, el grupo graso queda en los tejidos dada la insufi-
ciencia de las oxidaciones, y el alcoholista tran.sforma así su albúmina fija
en grasa (2).
Si á este hecho añadimos el papel del alcohol, capaz de reemplazar á las
grasas y á los hidrocarbonados, se comprende porque los alcoholistas no
demás ado intoxicados tienden á la obesidad.
Pero más frecnente que ella es en los alcoholistas la caquexia, por las
perturbaciones digestivas, la alimentación insuficiente y la disgregación
de la albúmina determinada por el alcohol. Se trata de una caquexia espe-
cial, que llamaré caquexia grasa, porque, lo mismo que el alcoholista obeso,
el alcoholista caquéctico transforma en grasa su albúmina fija, pero tiene
grasa en su corazón, en sus músculos y en su cerebro, en vez de tenerla en
su tejido celular.
El alcohol es un veneno desnutritivo, á manera del fósforo y del arsénico
(Bunge, Lancereaux) por lo cual, por poco que se aumente la dosis, deja
ya de desempeñar su tan traído y llevado papel de alimento para desempe-
ñar sólo el de veneno de la albúmina. Las investigaciones de Munck en
perros muestran que el alcohol, en dosis moderadas ( r2o cm* por kilo ), dis-
minuyen la eliminación nitrogenada en un 6 por 100 y que do<is mayores la
aumentan hasta un 10 por 100, lo cual confirma y exolica los citados resul-
tados contradictorios de los experimentos en el hombre, en que se revela
(1) G. Gariel, Cours de Phy sigue midicale, 1892.
(2) Ch. Boujhard, Mal. par relentissement de la nutritiorii 1890, pág. 112.
^9^ Bl alcohol en dietética
capaz de ahorrar g^rasas y azúcar en las dosis toleradas, varíabies. indivi-
dualmente, é incapaz de ahorrarlas y veneno de la albúmina en las no tole-
radas, á veces mínimas.
Esto nos indica que el alcohol es una «alcancía de ahorro» de los tejidos
sólo en cuanto es un veneno paralizante de los intercambios nutritivos por
su acción sobre el sistema nervioso.
Para terminar por ahora con esta cuestión del alcohol como alimento,
sobre la cual volveré al tratar del alcoholismo crónico latente y al estudiar
entonces el tan debatido problema de si el alcohol es un veneno toleradle ó
si debe ser proscripto en absoluto, citaré estas palabras que tienen ya mu-
chos años, pronunciadas antes de que el alcoholismo se convirtiera en uno
de los problemas sociales de más universal gravedad : « Dado que el alcohol,
usado en grandes cantidades, produce alteraciones en los procesos del or-
eranismo, no lo podemos tomar en cantidad suficiente, como otros aumen-
tos, y en la cantidad en que lo tomamos sin daño, su importancia como ali-
mento no puede tenerse en cuenta» { Voit ) (1).
Una vez descartado este punto, me ocuparé ahora del alcohol como
articulo de consumo, síg-uiendo así á Baer, en su notabilísima publicación
sobre el alcoholismo.
El alcohol bn el bjéroito. — Donde es posible estudiar mejor los efec-
tos del consumo habitual de alcohol es en el ejército, en que pueden cou-
trobarse minuciosamente las cantidades consumidas. Los datos abundan.
Durante mucho tiempo se ha creído que el alcohol era un complemento
indispensable de la ración del soldado, por lo cual, hasta hace poco, el lis-
tado se encargaba de proveer paternalmente ó los hábitos alcohólicos de la
clase militar. Transcribo de Baer : « J. Hall comunicado sus observaciones
en las guerras de los Cafres y de Crimea : « Kl ejército más sano en que yo
serví, no tuvo jamás una gota de bebidas espirituosas, y á pesar de que en
la Cafrería estaba expuesto al mal tiempo sin carpas, y á todas las fati^ras
de la guerra sin protección de ninguna clase», la enfermedad pasó raras
veces del 1 por 100, no sólo durante la verdadera campaña, sino hasta la
terminación de la guerra. Pero pronto después que los soldados fueron
acuartelados en las ciudades con opción libre á las bebidas espirituosas,
aparecieron numerosas enfermedades... Si bien fueron pequeñas la morta-
lidad y morbosidad en la guerra de Crimea (1855-1856), seguramente ha-
brían sido reducidas á la mitad, si se hubieran aplicado aquí los principios
observados en la guerra de los Cafres». Eu la guerra de los aschantis (18'74)
«se observó en los soldados abstinentes ( teetotalees ) no sólo una menor
morbosidad, sino también que durante toda la difícil campaña éstos sopor-
taban las fatigas de las marchas tan bien ó mejor que los que consumían
71 cm* de ron ó sea 28 cm* de alcohol.
Durante la guerra americana de Secesión, en que la ración de Wisky fué
substituida una vez por todas por café, el ejército del Potamac tuvo que .so-
portar durante la primavera de 1862 pesadas fatigas, con un tiempo extre-
madamente húmedo, en la región malárica del Chikahominy, y tuvo mu-
chas enfermí'dades y padecimientos. Entonces el greneral en jefe hizo
administrar á cada soldado 150 gramos de Whisky distribuidos en dos por-
ciones diarias, pero el e.stado sanitario del ejército empeoró tan visiblemente,
que después de cuatro semanas el mismo greneral revocó su orden. Kl doc-
tor F. H. Amilton de este ejército opinaba : Debe desearse encarecidamente
que no vuelvan á repetirse semejantes experimentos en los ejércitos de los
Estados Unidos. La experiencia y la observación nos han convencido de
que el consumo habitual de alcohol jamás tiene la menor utilidad en las
personas .^anas. No hacemos excepción alguna ni por frío, por lluvia ó por
calor, ni en antiguos bebedores».
En todas las expediciones polares se ha observado igualmente que el
consumo de alcohol no tiene jamás la menor utilidad y que á lo mases
inofensivo en dosis mínimas 90 cm*.
Se comprende, por tanto, la tendencia actual de todas las naciones civiliza-
das, de privar de alcohol á los soldados, ó al menos obstaculizar la tendencia
á los excesos alcohólicos, que es el resultado del ocio de la vida parasitaria
que se hace en los cuarteles, no sólo por los funestos efectos del alcohol
(1) Baer, Loe. cit» pág. 93.
Bl alcohol en dietética 6gg
sobre )a disciplina, sino porque aun en las dosis pequeñas en que suele con-
siderársele inofensivo y hasta útil, empeora la calidad intelectual y física
del soldado.
Vemos así de paso cuan graves peligros acechan al joven ciudadano en
los cuarteles: la bárbara disciplina militar, mortal para todo espíritu de ini-
ciativa, para toda dignidad individual ; el ocio mal sano en que fácilmente
cunden los bajos instintos colectivos ; el tedio de esa vida deprimente que
pide ser olvidado en la taberna ; y en ésta el alcohol, que termina en esos
organismos jóvenes, en esas inteligencias en formación, la obra de degrada-
ción moral y física del régimen militar...
Pero en campaña es otra cosa: el alcohol, por sus efectos narcóticos, su-
prime la sensación de hambre, de sed y de fatiga, y reemplaza la conciencia
del malestar presente por un estado de atontamiento que proporciona una
agradable ilusión de bienestar.
Se comprende, pues, que una barrica de aguardiente distribuida á
tiempo es capaz de evitar una derrota. Más todavía : la excitación desorde-
nada á que da lugar la narcosis alcohólica, borrando en el cerebro del sol-
dado que se apresta á la batalla, todo lo que en él ha impreso la civilización,
favorece el abundante desarrollo de los instintos antisociales que la escuela
y el hogar ocultaban cuidadosamente ; el hombre transformado en fiera,
substituida la síntesis mental por el furor y la bestialidrid, es entonces capaz
de desempeñar, á pedir de boca, lo que se pide de él en una batalla. Tuvo
una inspiración genial el jefe que aplacó la sed de los regimientos chilenos,
fírente á Taracapft, con todo el aguardiente que encontró á mano ; así pudie-
ron entrar triunfantes en el pueblo, matando, incendiando, violando, sa-
queando, ebrios de algo más que de victoria.
Los veteranos saben muy oien cuan amable aliado tienen en el alcohol,
y se lo pagan con ardiente simpatía. Entre muchos, puede servir de ejem-
plo el siguiente episodio de la guerra del Paraguay, en la batalla de
Tuyutí. El asalto de las tropas paraguayas había sembrado el pánico en
las de los aliados ; las primeras filas, brasileras y orientales, eran rechaza-
das, medio deshechas por los sablazos de las hordas de López. En ese ins-
tante crítico «el intrépido O.ssorio. poniéndose á la cabeza de la infantería
de Bahía, les gritó desesperado : ¡ Bahianaday tres meses de soldó y cachaza!
¡Adiantel ( Cachaza entre los brasileros es caña ). Los bahianos, electriza-
dos por la palabra alcohólica de su general, marcliaron. adelante bravia-
mente, y arrasaron todo lo que se opuso á su paso...» El cronista recuerda
entonces que en otra batalla que no nombra, el general no encontró más
estimulante proclama para sus soldados «muy borrachos» que la siguiente:
« I Trompas de fuego ! el que combatiendo con valor muera en el campo de
batalla, resucitará en una pulpería! » (1).
Pero durante la campaña del Paraguay, el alcohol se demostró tan funesto
para la disciplina y la calidad de las tropas, que se empleaban medidas
severísimas para evitar que llagaran bebidas á poder de los soldados, si bien
principalmente para evitar la embriaguez, á que según las crónicas parece
extraordinariamente aficionado el milico criollo, como todo hombre inficio-
nado por la vida del cuartel.
Luego veremos con más detalles numerosas comprobaciones que ponen
de relieve el papel del alcohol, consumido en dosis «moderadas», como
factor fundamental de morbosidad en los ejércitos.
En conclusión : el alcohol es especialmente funesto en los soldados, no
sólo por los inconvenientes debidos á su consumo^ habitual, aun á ración
fija, sino también porque esa alcoholización más ó menos metódica convier-
te á los cuarteles en escuela de alcoholismo ; y el ciudadano de veinte años
que entra en ellos con toda su frescura juvenil, arriesga salir de allí prema-
turamente inutilizado parala vida libre, por ese precioso adyuvantede la dis-
ciplina militar, en la obra del embrutecimiento del hombre, q ue es el alcohol.
AL(;ohol y trabajo. — Iguales inconvenientes en el trabajo manual.
Y no olvidemos que la inmensa mayoría de los hechos citados se refieren al
consumo de alcohol en dosis moderadas, inferiores muchas veces á los cien
gramos diarios que Duclaux ha creído recientemente poder permitirse
calificar de cantidad inofensiva y hasta útil para el obrero.
(1) Fortun de Vera, Cuentos de tropa, pág. 173.
7^<» m alcohol en dietética
Todos los profesionales del sport proscriben el alcohol, la mayor parte en
absoluto, y á lo más lo toleran, á la par del tabaco y demás venenos de la
moderna civilización, en dosis insig:niflcant«s. Muchos ciclistas dicen que
son abstinentes porque la bebida leur coupe Ui jambes.
Los cosecheros del mediodía de Francia, que trabajan rudamente de
sol á sol, no toman vino si no es del patrón ^1), porque el del tabernero ( al-
coholizado gracias á la nunca bien ponderada autorización del vtnaje y por
tanto más tóxico en ig-ual volumen ) los inutiliza para ganarse el pan. He
oido decir á un inteligente propietario, que desde que reemplazó por café la
malhadada copa de caña que es costumbre entre nosotros proporcionar á
los obreros durante la cosecha del trigo, el rendimiento del trabajo de sus
trabajadores era sensiblemente mayor, de modo que el mayor gasto eu
azúcar y cafó le proporcionaba nna economía en mano de obra que ie redun-
daba ventajoso. Y me dijo que, aceptado al principio con resistencia el
reemplazo, debido seguramente al funesto prejuicio que los obreros tienen
respecto al alcohol, todos se manifestaron ai poco tiempo muy contentos
con el cambio, porque lo pasaban mucho mejor así.
Debemos al eminente estadígrafo norteamericano CarroU D. Wright, jefe
de la oficina central del trabajo en los E. E. U. U., entre otros muchos pre-
ciosos datos sobre ei problema del alcohol, ei siguiente, muy sugestivo, si se
tiene en cuenta que el obrero más moderado del mundo civilizado, en cuan-
to á bebidas alcohólicas, es quizás el norteamericano, debido tanto á su ma-
yor cultura y bienestar, cuanto al ambiente social superior en que vive, en
esa gran democracia que sabe lo que es el alcohol. Dirigió una circular á
los principales industriales de los E. E. ü. U., preguntándoles si tenían en
cuenta ó no el hábito de consumir licores en sus obreros, y las razones, en
caso de proscribirlos, que habían encontrado para ello. Le contestaron
7,000, que ocupaban en total 1 745,000 obreros Se trata, por consiguiente, de
cifras bien respetables. En 5,630 de estos establecimientos, se exigía de los
obreros la abstención de licores, ó aun la templanza completa, y sólo en
1 ,600 se dejaba á los obreros en completa libertad para alcoholizarse poco ó
mucho. Y el hecho tiene esto de sujestivo : que en las industrias más deli-
cadas, que más atención ó inteligencia requieren de parte del obrero (ma-
nufacturas, .transportes; industria del acero, et'.. ), se exigía casi unánime-
mente la moderHción ó la templanza ; y no se hacía caso de la cuestión en
aquellas en que bastan un mínimo de inteligencia y de vigor en el obrero,
ó en las qne la tendencia profesional al alcohol es escasa ( industrias mine-
ras, agro-pecuarias, etc.) Las razones dadas, muchas de ellas saturadas de
una hipocresía genuinamente metodista (2), significaban en lenguaje claro
lo siguiente: L"* no queremos que nuestros obreros se alcoholicen, para
tener mano de obra de mejor calidad, para obtener un trabajo de más ren-
dimiento; 2.° nonos importa que nuestros obreros se alcoholicen, porque
en las empresas que explotamos nos basta bien pobre cosa como obrero para
obtener buenas ganancias. Pero seguramente que el mismo capitalista que
• dejaba alcoholizarse á discreción á sus mineros si dirigiera un arsenal, se
demostraría en él tan intratable al respecto como indulgente en su mina.
El Sr. Mainini me cuenta este hecho : un inteligente ingeniero italiano,
gran empresario, con varios miles de obreros, pensó que la inmensa morbo-
sidad entre ellos, coincidía, al parecer, con las pingües ganancias del taber-
nero, al cual alquilaba un local en sus dominios. Propuso entonces á éste
vender en sociedad, y muy barata, leche en lugnr de alcohol á sus obreros.
Hizo traer al efecto gran número de buenas vacas suizas, y vendió á 5us
obreros, en lugar de 700 hipotéticas calorías de alcohol contenidas en un
litro de mal vino á 50 céntimos. 600 positivas calorías de grasa, azúcar y
albúmina, contenidas en un litro de buena leche k2 céntimas; el resultado
fué que hizo un pingüe negocio, porque ahorró en drogas, en médico y en
más rendimiento del trabajo, lo que gastaba en vacas, y éstas le parían
rollizos terneros.
En cualquiera de las obras que se ocupan de la cuestión, puede recogerse
abundante cosecha de datos tan significativos como los citados. Todos los
observadores desprevenidos concuerdan, con una rara unanimidad en la
(1) A. Sacquet, Ualcoolisme. — 'L'asuvre médico~ckirurgicate\ If 97.
(2) C. Wright, Economie aspects ofthe liquor problem,— Bull. o/the Dep» o/ Labor. Vil, 1898.
El alcohol en dietética 70 1
cuestión del alcohol, en afirmar que el obrero puede pasarlo perfectamente sin
este « alimento » tan sui gerieHs, y en que le aprovecha más gastar sus mise-
ros centavos en buenas calorías de hermosa manteca^y ^sabroso azúcar que en
malas calorías de ios detestables brevajes alcohólicos al alcance del obrero.
Como se ha visto, antes de quemarse para poner en libertad su energía
calórica, no siempre en el momento y en el lugar debidos, y que falta saber
si es aprovechable en la energética vital- para algo más que el manteni-
miento de la temperatura, el alcohol permanece buen tiempo en contacto
con los tejidos, ejerciendo ^u acción tóxica sobre todo protoplasma: rete-
nido especialmente en el hígado, en el cerebro y en los músculos, paraliza
en el primero la función glucogénica y toxilítica, suplantando ociosamente
en la célula hepática á la molécula de glucosa, á la molécula de veneno
metabólico que le correspondía elaborar, trabando en el segundo el movi-
miento nervioso, debilitando en el tercero la contractilidad. — ¿Y es eso
un alimento, una ayuda para la ración nutritiva de suyo insuficiente del
pobre ? ¿ es eso un medio de obtener más rendimiento en el trabajo ? — Es
indudable que al principio de su acción, por sus mismos efectos narcóticos,
el alcohol produce una estimulación aparente, debida á la depresión del
papel de la conciencia que deja así rienda suelta á las actividades inferio-
res ; se empieza la tarea con más bríos, con la ilusión de una mayor fuerza,
para decaer inmediatamente y producir un rendimiento total de trabajo,
incluso el mayor rendimiento del principio, muy inferior al que se obtiene
sin alcohol. Es lo que demuestran todos los experimentos, tanto los indivi-
duales como los colectivos, y en estos últimos no es posible invocar sus-
ceptibilidad individual alguna capaz de inducir en error. Haciendo ejecutar
marchas forzadas á dos fracciones de cuerpo de ejército, cada una de ellas
alternativamente abstinente ó consumiendo de 30 á 40 gramos de alcohol
por día, se observa siempre que la fracción abstinente, aun partiendo con
menos ímpetu, llega mucho más lejos que la alcoholizada, y en mucho
mejor estado. Cualquiera que sea la dosis y el alcohol obra siempre como narcó-
tico, y su primer efecto estimulante es sólo una ilusión, debida á su acción
de anestésico.
Todo ésto está muy lejos de ser una novedad, pero tantos errores se han
propalado sobre el alcohol, muchas veces con intenciones no confesables, y
otras con una imperdonable ligereza; tantos prejuicios sobre el alcohol son
aceptados sin comprobación hasta por excelentes terapeutas, que nos hemos
olvidado hasta cierto punto de la vieja excelente enseñanza. «El alcohol,
dice Baer (1), es peligroso para el obrero, sobre todo porque aniquila paulati-
namente su actividad digestiva, y el organismo nopueae entonces absorber
y elaborar los alimentos en la cantidad que necesita para su rendimiento de
trabajo. He aquí la razón de porque el obrero habituado al alcohol absorbe
menos alimentos ; no por que no los necesite, sino porque no puede». Y
cita luego estas expresivas palabras de Liebig : « El aguardiente permite al
obrero, por sus efectos sobre los nervios, completar a costa de su cuerpo
las fuerzas que le faltaban, empleando hoy la cantidad que recién mañana
debió ser usada ; es una letra girada sobre su salud, que debe ser perpetua-
mente renovada, porque no puede ser redimida por falta de medios. El
obrero consume el capital en vez de los intereses ; de ahí la inevitable ban-
carrota df* su cuerpo». No olvidemos que Liebig atribuía al alcohol el
mismo valor energético que iba á ser mucho tiempo después demostrado
por Attwater y Benedict. v. Noorden, Rosen feld, etc.
Y mucho antes de Duclaux, dijo Moleschott : « Quien come poco y bebe
moderadamente, conserva tanto en la sangre y en los tejidos como el que
en las mismas condiciones come más sin beber cerveza, vino ó aguardiente.
De ésto se deduce que es cruel privar al jornalero que se gana una escasa
comida con el sudor de su frente, del medio por el cual su escasa ración
dura largo tiempo». Pero á Moleschott y á todos los que con el mismo
argumento defienden al alcohol, les ha pasado ( y perdóneme la memoria
ilustre del gran fisiólogo la irreverente comparación) lo que al mono que
olvidó de encender la linterna mágica: se han olvidado de contar, como
sabe hacerlo con los dedos, sin necesidad de mucha sabiduría, cualquier
palurdo , lo que cuesta ese medio de ahorrar alimentos.
(1) Baer, Alcoholismo, pág. 101.
I
70M RepitU crititía bibliográfica
I
m Efectivamente, admitieudo que el adulto puede realmente consumir sin
K inconvenientes la clásica ración tolerada y aun recomendada de 100 gramos
W de alcohol por día ; admitiendo que esos 100 gramos representen realmente,
r en todos los casos. 700 calorías, lo cual no siempre sucede, como hemos visto,
r veamos cuanto le cuesta al obrero « ahorrar "^ con 100 gramos de alcohol 100
calorías de grasa, de albúmina ó de azúcar. El kilogr. de azúcar, á pesar de
los impuestos, cuesta, de buena calidad, 38 centavos, y representa 4,100 ca-
lorías, lo cual quiere decir que 700 calorías de oíBÚear cuestan 7 centavos; el
kilogr. de pan de primera cuesta 20 centavos al njenudeo, y representa 2,150
calorías, lo cual hace que 700 calorías de pan cuestan 5 centavos; 250 gramos
de manteca representan al menos 2»<)00 calorías, que dado el costo, hacen
- 700 calorías de manteca k 4 centavos ; el litro de buena leche { 600 calorías )
cuesta de 10 á 15 centavos ; la carne, alimento hasta cierto punto de lujo,
proporciona 700 calorías por 15 á 30 centavos ; por último, el paté-de-foie^as
de Suena calidad nos proporciona 700 calorías por 50 centavos.
El alcohol, en las ciudades, bajo forma de detestable vino á 50 centavos
^- el litro, infame menjurge que contiene de todo menos zumo de uva v alco-
■* holizado con mala grappa y peor aguardiente de maíz, con la graduación
común aquí de 12*5 7o (1) ó bajo forma del cognac más ordinario, ^roj?or(?to»fl
700 calorías, no siempre positivas, por 50 centevos. Para buscarlo más bara-
to, habría que recurrir á brevajes infernales. Bajo forma de cerveza común,
á 50 centavos el litro, proporciona calorías de mejor calidad (350 de alcohol
y 250 de dextrina) pero igualmente caras.
I Vaya una manera de «ahorrar » !
( Se concluirá).
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
í
l}- Tratado de Oirng^ia de la infancia, por D. Sebastián Recasens y Girol.
I Tomo segundo. — Barcelona, 1902. — Tipografía de J. Casamajó.
f' Al presentar á nuestros lectores, pocos meses hace, el tomo primero
P . de este tratado, hice extensas consideraciones acerca de los méritos del
f[ autor, del plan general y del valor intrínseco de esta obra.
t Mi labor de hoy ha de ser más reducida, máxime, si empiezo por
^; declarar que esta segunda y última parte está á la altura de la primera
^■•: y que no desmerece en modo alguno de aquélla. Es éste un tomo de
I 356 páginas, que comprende tres grandes capítulos que tratan de las
I: enfermedades del abdojuen, de los órganos génito-urhiarios y de los
r miembros.
^- En el primer capítulo estudia el autor las lesiones parietales del
\- abdomen que comprenden las afecciones del ombligo, el flemón y abs-
!: ceso de la pared abdominal y las fístulas estercoráceas y las urinarias
f del uraco ; las lesiones viscerales entre las cuales figuran los cuerpos
extraños, la apendicitis, la oclusión intestinal y los abscesos y quistes
i del hígado, y las lesiones parieto-visceraleSy entre las cuales se incluyen
las peritonitis y las lesiones umbilicales é inguinales.
A capítulo de las enfermedades de los órganos gétiito^rinarios com-
prende la pielonefritis, riñon movible, hidronerrosis, tuberculosis y
tumores del riñon, cálculos renales, vesicales y uretrales, cistitis, ex-
trofia de la vejiga, anomalías de la uretra, fímosis, orquitis, sífilis, tu-
mores y ectopias del testículo, la vulvo-va^initis, la gangrena y las de-
formidade.s de la vulva, la fisura del ano, los vicios de conformación,
el prolapso y los pólipos del recto. Agradezco mucho la cita que hace
de un trabajo mío en el estudio del prolapso del recto.
(1) Graduación volumctrica.
Rivista critica Mbliogrújtca 70$
Divide las enfermedades de los miembros en tres secciones, las comu-
nes á las cuatro extremidades y las propias de la extremidad superior
é inferior. Describe entre las primeras la osteo-mielitis, la espina
ventosa, los sabañones, la ectromelia, la polidactilia, la ectrodactilia,
y las desviaciones de los dedos! Entre las enfermedades del miembro
superior comprende la escapulalgia, los flemones y adenitis, los tumo-
res blancos, las fracturas y luxaciones, los tumores, el cúbitus laxus,
valgus y vanus, y las deformidades de la muñeca.
Por ultimo, incluye entre las enfermedades del miembro inferior,
los flemones y adenitis, la inflamación de la bolsa retro-trocantárea, la
coxalgía, osteomielitis del fémur, los tumores blancos de la rodilla y
del pie, las fracturas y luxaciones, los tumores y los pies contrahechos.
Una colección de grabados ilustran y aclaran el texto ; las condi-
ciones tipográficas son esmeradas. La doctrina es esencialmente prác-
tica, se huye en la exposición, de discusiones teóricas y se procura ha-
cer descripciones sumamente sintéticas.
Es, pues, una labor meritoria en que se expone un buen caudal de
observaciones personales, que acrecientan la merecida reputación del
Dr. Recasens, de cuya laboriosidad y arrestos puede esperar mucho la
literatura patria.
Dr. Martínez Vargas
Terapéutica quirúr^ca
I. — Incisión transversal en las laparotomías, por el Dr. Ignacio Piasen cía. — Haba-
na, 1903.
II. — Proceder operatorio en los epltellomas del labio y de la lengua, por el doc-
tor Avelino Gutiérrez. — Buenos Aires, ÍÍK)3.
m. — Tratamiento del pie bot equino paralitico, por el Dr. Avelino Gutiérrez. — Bue-
nos Aires, 1903.
L — Documentada con dos historias clínicas, el Dr. Plasencia des-
cribe este nuevo proceder de laparotomía cuyas ventajas son : evitar la
eventración y disimular la incisión con el bello del pubis.
Consiste este proceder en practicar una incisión curvilínea de con-
vexidad inferior y que cruce la línea media á unos cuatro centímetros
del pubis ; esta íncisi'')n interesa la piel, tejido celular subcutáneo y
aponeurosis ; después se denudan los músculos reotos por encima y
por debajo en el espacio de unos cinco centímetros; y por ultimo, des-
pués de haber separado los músculos rectos, se incinde la fascía y el
peritoneo verticalmenté. Se practica la operación y se cierra el abdo-
men por medio de cuatro planos de sutura ; uno, para el peritoneo ;
otro para los músculos, que se procurará que imbrique el uno sobre el
otro ; el tercero, para la aponeurosis, y el cuarto, para la piel.
La operación ha sido ideada por Pfaunestien ; no habla de indica-
ciones el Dr. Plasencia; los casos en que aplicó este proceder eran
casos de ooferectomía ; y en uno con histerectomía ; no había adhe-
rencias ; por tanto, se comprende que pudiera terminar felizmente su
operación con el pequeño ojal abdominal que se consigue con este pro*
ceder. Teng*o dudas si hubiera sido lo mismo en caso de adherencias
6 de lesiones voluminosas. Por lo demás, el proceder es ing-enioso y
digno de ser tenido en cuenta por los buenos resultados que con él se
pueden conseguir. Este proceder en Francia se atribuye á Kütsner y
á Segond.
II. — Esta es una vidriosa memoria con más mar de fondo que el
que hay en la desembocadura del Amazonas.
Para demostrarlo iré siguiendo al autor en su exposición de moti-
vos y deducciones.
Empieza por asentar que, « el epitelioma es un tumor primitiva-
mente local ». A esto se contesta que Schimmelbusch ha coleccionado
'1
704 R9Pi$ta critica bibliográfica
casos de cánceres múltiples del rostro ; y Trendelembourg, cánceres
situados simétricamente en los párpados de ambos ojos.
Después confiesa (jue el organismo contribuye sólo como un factor,
no dándole ninguna importancia ; y en cambio, se la da al quid ignotum
que produce el cáncer, y por esto opera pronto y rápidamente, no sólo
en el sitio que ve, sino también en los puntos en que van á parar los
linfáticos de la región ; en una palabra, habla el Dr. Gutiérrez : « Ex-
tirparlo en totalidad, ir más allá de sus límites; entrar por tejidos
sanos ».
¿Por qué se reproducen con tanta facilidad y frecuencia? Se pre-
gunta, y contesta : « porque no se ha cortado lo bastante, ó porque
se ha hecho tarde».
Sigue después describiendo la manera como opera el cáncer de la
lengua, que es el de Verneuil ; y en el oue da todos los detalles necesa-
rios para dar á comprender que lo sabe nacer, y con buen resultado.
Y, finalmente, concluye manifestando á donde va. En Buenos Ai-
res habla un general llamado Lavalle, que fué operado en París por el
Dr. Albarrán de un epitelioma del labio que se le reprodujo ; un capi-
tán, amigo de dicho general, calificó la operación de obra de arte, y el
Dr. Gutiérrez la califica de incompletay y que lo que hizo el Dr. Alba-
rrán ni puede llamarse operación, pues lo que se debía de haber hecho
era « cortar la mitad del labio y la piel que cubre la cara externa del
maxilar, el ganglio prémasetérico, la glándula y ganglios submaxila-
res y los ganglios carotídeos con la atmósfera celulosa en que están
incluidos», y más abajo «y caso de sobrevenir la reproducción, al ciru-
jano nada tendría que reprocharse». Es cuestión de gustos, pues para
ser radical y consecuente con los estudios anatómicos de Kuttner sobre
los linfáticos que demuestra que los linfáticos se entrecruzan en la lí-
nea media y sobre el infarto, casi reglamentario, del ganglio situado
en la bifurcación de la carótida cuando hay examen de la lengua , al
operar, según su criterio, había de repetir la misma operación en el
lado opuesto y extirpar á más el ganglio carofídeo ; que para hacerlo
se ha de separar el esterno-mastoideo, cosa que no indica, pues si
bien dice que extirpó ganglios carotídeos, ya sabe él que acostumbra
haberlos á diferentes niveles. Por tanto, después de una operación de
esta clase, si bien puede ser algo seguro el que no se reproduzca, es
muy problemática la curación, por Fo expuestas que están las heridas de
esta región, por su proximidad á la boca, á la infección. Así, pues,
por no estar muy clara aún la patogenia del cáncer y por ser el método
operatorio más que Mnpis alter en espera de otros medios más seguros
y eficaces, soy de parecer que se ha de respetar la opinión, tanto de los
que operan mucho como la de los que operan poco.
Y está por completo fuera de lugar la suposición que hace el doctor
Gutiérrez del Dr. Albarrán, de que si operó al general Lavalle, fué por-
que era general sudamericano y desconocido, y que si hubiera sido un
prestigioso general francés no lo hubiera operado ; pues si lo hizo fué
porque creyó que con lo que efectuaba bastaba para resolver el proble-
ma, y así lo pueden asegurar todos los que han tenido ocasión de inti-
mar con el Dr. Albarrán, pues no es capaz de otra cosa.
III. El autor de la anterior Memoria ha publicado otra sobre el tra-
tamiento del pie bot varus equinoparalítico, con motivo de un caso que
hubo de operar ; demuestra conocer á fondo dicho asunto y al mismo
tiempo ser un hábil operador. Consistió la operación en hacer la teño-
tomía del tendón de Aquiles, desprender algunas fibras y suturarlas á
los tendones del extensor común de los dedos y peroneos.
FELIPE MABGAfilT
FORMULARIO T TRATAMIENTOS MODERNOS
COI. — EsoarUtlnA : ¿onando debe oe«ar el résrlmen láoteo?
P. Gallois, partiendo del hecho de aue la nefritis en la escarlatina no es
escarlatinosa, sino función de la rino-faring'itis, ag'uda ó crónica, advertida
ó no, y de que para evitar la nefritis hay que desinfectar las vías aéreas su-
Íieriores, cree debe suprimirse el régimen lácteo desde que cesa la rino-
áringritís, puesto que no hay el peligro de la nefritis.
Bste precepto es algo temerario y sólo debe ponerse en práctica cuando
se tenga seguridad de saber diagnosticar la rino-faringitis y de que no
queda vestigio de ella (1).
GCII. — Tomillo (^Extraoto asnear ado de)
Inofensivo y de sabor agradable, se recomienda contra la coqueluche,
bronquitis y laringitis crónicas, para combatir la tos, la afonía, las moles-
tias de los enfísematosos y asmáticos.
Dosis ; tres ó cuatro cucharaditas diarias en los niños y unos cien gra-
mos en los adultos, tomados en medio día ó durante la noche (2).
CCIII. — Oáftamo Indiano
Su tintura calma muy pronto los movimientos espasmódicos ; disminuye
también la intensidad y la frecuencia de los ataques de tos en la coque-
luche.
Dosis : 2 á 8 gotas en los niños de 2 á 11 años cada tres ó cuatro horas (2)
CCIV. ^ OasoarUla
La tintura detiene pronto y seguramente los vómitos nerviosos, á la do-
sis de 1 á 2 gotas en una cucharada de agua varias veces al día.
Las dosis mayores son eméticas (2).
CCV. — Enoallpto j srlnooenrla
La infusión de las hojas hace desaparecer en breve el azúcar de la orina.
El efecto se logra tomando dos veces al día una infusión hecha con 4 gra-
mos de hojas fragmentadas en 180 cm' de agua.
El eucaliptol no ejerce acción en este concepto (2).
ce VI. — lanmbaffo : tratamiento
Coloqúese sobre la región lumbar una franela doblada y empapada en
vinagre caliente ; cúbrase con otra seca, también doble ; pásese por encima
una plancha caliente con lentitud durante 10 á 20 minutos, mañana y
noche (3).
ce VIL — Dolores toráoloos
prodnoldoB por la tos de loe tnberonlosog : tratamiento
Póngase sobre el tórax una toalla empapada en agua á la temperatura
de la habitación y cúbrase con tafetftn engomado (compresa de Priessnitz).
Parece ser un buen remedio (3).
CCVIII. — Heleoho macho : principios aotlvoe
Bste preparado suele ser causa de accidentes tóxicos, cuya causa no
está bien determinada.
Kobert atribuyó la acción antihelmíntica á un aceite volátil que existe
en el rizoma; Poulsen, al ácido filícico amorfo, no al cristalizado, ácidos
qufe Gallas considera como idénticos; Bohm descubrió tres nuevos cuer-
pos: ácido flavaspldico, albaspidina y aspidinol, cuerpos comprobados por
Kraft y á los que añade la flavaspidina y un ácido amorfo, que llama filma-
rán, que conceptúa como el priocipio activó.
(1) Soc. de Thérapeutique.
<2) Annalés de Merk.
(3) Bull. mid. de Quibec.
7o6 Nuetira corrupomUncia con la prensa
El ñlmarón es una substancia pulverulenta, de color pardo amarillo, in-
soluble en el agua, casi nada soluble en el alcohol etílico ó en el metílico
fríos y soluble en el éter de petróleo, carácter que le distingue del aspidlnol.
El rizoma contiene un 5 por 100 de filmaron (1).
CCIX. — Bvoaqoltlv j tab«roido«l» : eispleo Ae los todnro» de oodeln»
Tres compuestos de iodo y codefna se recomiendan en la actualidad con-
tra la tuberculosis y las bronquitis* Son el ioduro, el biioduro y el iodhi-
drato de codeína, cuerpos que se usan como si fueren idénticos y que, en
realidad, son distintos.
El ioduro no se conoce bien todavía.
El biioduro, y mejor codeina Hiodada, cristaliza en agujas amarillas dora-
das; es insoluble en el agua fría, soluble en la caliente, que al hervir lo
descompone, y en el alcohol.
El iodhidraíQ se presenta en largas agujas blancas, algo amarillas cuaudo
el ácido iodhídrico contenía iodo libre, solubles en agua fría (1 por 100),
más en la hirviendo y en el alcohol caliente y poco en el alcohol frío.
Esta sal es la que debe emplearse únicamente.
Se usa en jarabe (0'04 por 20 gramos), pildoras de un centigramo é in-
yecciones hipodérmicas de O'Ol por cm» (1).
GCX. ^ Meronrol
Es el mecleato de mercurio. Se presenta en polvo, pardo claro, es solu-
ble en el agua y contiene el 10 por 100 de mercurio.
Se usa en pomadas al 20 por 100 contra las úlceras infectas, en inyecciones
al 1 ó 2 por 100 contra la blenorragia y cistitis, en instilaciones al 2*5 por
100 contra la blefaritis, conjuntivitis, etc. Al interior se emplea como des-
infectante en los exantemas y otras infecciones á la dosis de cinco centigra-
mos en dos tomas.
Este mercurol no es el conocido en Suecia con el mismo nombre, amal-
gama de mercurio, magnesio y aluminio mezclada con creta y que se des-
tina como tópico á diversas aplicaciones (1).
D&. Rodríguez Méndez
NUESTRA CORRBSPONDBNCIA CON LA RRBNSA
Boletiii del Consejo Superior de Salubridad, de San Salvador. >- Gra-
cias por la reproducción del trabajo del Dr. G. Vignon, Las intoxicaciones
alimenticias producidas por los peces, traducido por el Dr. Rodríguez Euiz,
cuya procedencia no cita.
Bevleta de eepeoialidadee médioaa, de Madrid. — Id., id., de la noticia
Morfina y éter: asociación, cuya procedencia equivoca.
Bevieta de Sanidad militar, de Madrid. — Id., Id., del trabajo Indicacio-
nes del ácido picrico en la uretritis, del Dr. Peyrí.
SI problema de la taberoulosis, de la Habana. — Id., id., del informe del
Sr. Monsarrat sobre Tuberculosis abdominal infantil p leche de vacas tuber-
culosas, traducido por el Sr. Ruiz Rodríguez.
La Medicina oieatifloa, de Barcelona. — Id., id., del articulo El radio, del
Dr. L. Raimondo, traducido por el Dr. Revira y Oliver.
Qaoota^ médioa de Costa Bioa, de San José de Costa Rica. — Id., id., del
trabajo Escuelas municipales de Barcelona, descripción de una, del Sr. Co-
rominas é Illa, y de la comunicación Nota sobre la inyección hipodérmica de
oxigeno de los doctores Moliner, Dómine y Chabás.
Beviata de Medicina tropioal, de la Habana. —Id., id., de las noticias
Bismuto coloidal: su empleo en la pastro-enteritis de los niños, y Enteritis
ulcerosa de. los tuberculosos : tratamiento con el azul de metileno, del doctor
Rodríguez Méndez, cuya procedencia no cita.
La Higiene, de la Habana.— Id., id., de los artículos Precursores dePasteur,
del Dr. Comenge, y Viruela y vacuna, del Dr. C. Guerín, traducido por el
Sr. Ruiz Rodríguez (J.).
(1) Pharm. Zeitung.
EsMiis diiijürilien di Bmilni
POR EL
Dr, D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana
de Barcelona
Consideramos de indiscu-
tible interés el conocimiento
de las cifras obituarias que
han ocasionado en Barce-
lona las enfermedades agru-
padas en los cuadros si-
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Tomo ZZVII. Núm. 23 BarcelonA 15 diciembre 1904 Año 2ZVII. Núm. 659
Gaceta Médica Catalana
SUMARIO : Notas clínicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento, por cl doctor
P. Ifubiola. — Sociedad Médico-Farmacéutica de los Santos Cosme y Damián (sesión inau-
gural), por el Dp. R. Revira. — Para nuestros hijos cuando tengan diez y ocho años. Con-
sejos de un médico, por el Prof. Fournier. — £1 alcohol en dietética (conclusión), por el
Dr. Augusto Bunge. — Rkvista crítica bibi.iogháfica , por el Dr. Masó Brú.- Noticia
ciBNTÍKicA : Peste bubónica : sueroterapía, por el Dr. Cebeira Rey. — Formllaiuo y trata-
mientos MODKRNos, por el Dr. Rodríguez Méndez. — Pubi icaciomes recibidas. — Estudios
demográficos de Barcelona, porelDr. D. Luis Comenge.
Notis clínicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento
POH El
Dr. P. Nubiola
Profesor adjunto á las Clínicas de Obstetricia y Ginecología
No es la obstetricia, como quieren suponer los que con ella se hallan
poco vinculados, una rama de la médica ciencia y del arte de curar que
baya alcanzado la plenitud de su desarrollo, que haya resuelto sus
especiales problemas, que al ig-ual de aquellas solteronas que veg*etan
viviendo de sus rentas, teng'a ya su camino fijado, descrita su órbita,
limitado y trillado su campo de acción. Nada menos, cierto.
La obstetricia, que por tanto tiempo ha estado desdeñada, relegada,
cultivada casi tan sólo por nulidades y g-entes imperitas, salvo, claro
está, alg-unas valiosas excepciones, hasta el punto de justificar aquella
fra.se de un célebre cirujano, que de tener un hijo imbécil ó memo, le
hubiera dedicado á comadrcin, todo aíjuello pasó ya. Esta cenicienta
de la familia médica encontró también sus hadas protectoras, Ueg-ó h
ser respetada matrona, y aun considerar puede como retoños suyos á
la esplendorosa g'inecolog'ia y la cirugía abdominal.
Pero hay que hacer entender, como decía, que la obstetricia dista
mucho de íiaber rematado su labor, antes la comienza. No me refiero
ya k mil asuntos embriológicos, en los que se trabaja de firme ; el mis-
ino estudio fisiológico del embarazo tiene grandes huecos que costará
llenar ; las intervenciones obstétricas más frecuentes y tan de antiguo
conocidas, hasta nuestros tiempos no han sido corregidas, puntualiza-
das ; la auto-intoxicación gravidica, la eclampsia constituyen un gran-
dioso capítulo que está en germen ; para no insistir más , hace ])oco
hablando Lépage, en una Academia de Obstetricia de París (1), de las
procidencias del cordón, se lamentaba Pinard de la falta de datos respec-
to de cuando se suspenden los latidos después del nacimiento, de si éstos
radican en la vena ó las arterias, si existen pulsaciones retrógradas, etc.
En el mismo tema que me propongo ex])()ner á vuestra consiclera-
ción, tendré que referirme á la versión podálica, ya practicada por
Celso, que desde Ambrosio Pareo ha sido continuamente empleada; pues
bien, señores: con sólo hablaros de ella, de sus vicisitudes, de su evo-
lución, comprenderíais cuanto trabajo ha costado establecer una buena
técnica, las dificultades para sentar sus perfectas indicaciones, y con
ser de tan antiguo conocida y empleada, aun quizás tenga que discutir
y tratar de casos que pueden ó no reclamarla.
üua de las distocias de origen fetal bastante frecuente, más de 1 por
150 partos, es la motivada por la presentación transversal, presen-
(1) Soc, d'obst. de gyn. et de ped. Sesión de It enero tlK)4.
•jio Notas clínicas acerca de la presentación transpersa I y su tratamiento
tación de tronco, de hombro, de tórax ; tales denominaciones emplean
diversamente los autores, por efecto de no definir de igual modo lo que
deba entenderse por preseyítación, si la disposición de la dimensión
mayor del feto respecto de la mayor usual del útero, ó aun con arreg-lo
al eje total del cuerpo, ó bien la región fetal encajada ó que tienda á en-
cajarse la primera, en la excavación pelviana, como quiere Farabeuf.
La presentación transversal puede ser franca, persistente, de antig-ua
fecha ó bien fortuita, casual. Ambos casos ocurren. Como se com-
prende, difiere su etiología, pues si bien en los segundos cabe recono-
cer la multiparidad, la retroflexión, la hidropesía del amnios, etc.,
todo lo que obre relajando las paredes del útero y las abdominales
( eventración, vientres en alforja), que al fin y al cabo son el único sos-
tén que tiene el útero grávido (1), y en estos casos se comprueba con
evidencia la relación de causa ó efecto ; en cambio, la etiología de las
presentaciones transversas comprendidas en el primer caso no es tan
clara, los autores se atienen, cuando no existe viciación pélvica, k una
deformación uterina, á un útero cordiforme, d éperon, como dice Var-
nier (2), cuyo mayor eje es el transversal.
En ciertas observaciones es ello exacto, y así puedo referir el de una
mujer cuyas tres gestaciones fueron en presentación transversal. Y
por cierto que á pesar de estar aleccionada por la experiencia, fióse en
su tercer parto de una comadrona que se empeñó en llevar el parta
aquel á buen término, de lo que resultó luego un esfacelo del segmento
inferior del útero y pared vaginal posterior, con septicemia y muerte.
En mujeres como esa, puede considerarse que, en efecto, la mala i)re-
sentación obedece á deiormación uterina. Pero en aquellas que en su
primera ó segunda gestación han ofrecido una transversal seguida de
presentaciones longitudinales en otros partos, yo me guardarla mucho
de asignarles una deformación de la matriz á falta de estrechez pel-
viana, que es otra de los causas que se suelen citar.
En dos primíparas con presentación transversal, que tendré ocasión
de mentar, no me atrevería, á la verdad, á significarles que no puedan
parir en otra ocasión normalmente, y esto es lo que parece deducirse
de la tesis sentada por los autores.
No pretendo en absoluto negar la ley de acomodación formulada
por Pajot : es admirable, representa un grandísimo progreso ; pero sí
que el tocólogo no ha de fijarla en la inteligencia cual valla insuperable:
harto hemos escarmentado en medicina de sistemas y apotegmas.
Además del contenido, hemos de considerar al continente en otros con-
ceptos que sus alternativas de contracción y de reposo. ¿Acaso el útero
está aislado en la gran cavidad abdominal? ¿No es influido por los
órganos próximos, y, más que ello, no es solicitado por múltiples atrac-
ciones según los movimientos y esfuerzos del cuerpo? La mujer no
permanece siempre en la misma actitud, y si estando acostada el útero
grávido descansa supino ó poco menos, en la posición genupectoral el
útero es atraído hacia el apéndice xifoides, y de ello nos valemos pre-
cisamente para corregir la retrodesviación en el embarazo. Y siendo
así, ¿estos cambios de situación del órgano no han de influir tempo-
ralmente en su forma?
Se ha hablado bastante de anomalías de las contracciones uterinas
estando la mujer de parto (inercia, tetanismo, contracciones espasmó-
dicas irregulares); ¿no podrían ofrecerse asimismo irregularidades en
las contracciones de embarazo, que constituyen precisamente una de
las bases de la ley de Pajot?
<1) P. Nubiola, La actitud y la deambulación de las mujeres en cinta. — Comunicación al Con-
greso Médico internacional de Madrid.
(2) Varnier, Lapratique des accouchements.^Obstétrique Journaliére, París, 1900.
Notas ciinicas acerca de la presentación transpersal y su tratamiento \ yii
Alg-uien, por último, ha echado á volar la especie de atribuir á la
deg-eneración humana la causa de las malas presentaciones, aduciendo
estigmas personales y hereditarios en comprobación de ello.
No quiero, repito," declararme rebelde h la ley de Pajot, pero pienso
que algún día quizás pueda revisarse y adicionarle algo.
El diagnóstico de presentación transversal es, en general, fácil de
establecer. Durante el embarazo, la simple inspección del abdomen
de la mujer puede denotar que la mayor dimensión fetal corresponde
al diámetro transverso del útero; la palpación comprueba que la cabeza
del feto se halla alojada en una fosa ilíaca y aun en el vacío. Hasta en
los casos de mujeres muy obesas, coexistiendo hidramnios en mayor ó
menor grado, puede reconocerse que la cabeza fetal no se encuentra
encajada ni insinuada en la excavación pelviana, que no flota siquiera
sobre el estrecho superior ; no se reconoce tampoco allí el polo pelviano
del feto y entonces afinando la exploración, ya avisados de la posibili-
dad y probabilidad de una transversal, se alcanza á conseguir el diag-
nóstico de tal presentación viciosa y de la posición correspondiente.
Durante el parto pueden también servir de aviso los datos de pelvis
libre, de bolsa amniótica voluminosa y prominente, obtenidos por el
tacto, si no concurre caída de miembro ó del tallo funicular. La palpa-
ción puede ser menos clara y más difícil que en el embarazo ; las ma-
nos que exploran, han de luchar contra la excitabilidad uterina, con-
tracciones muy seguidas con breves intervalos, pero por poca destreza
y paciencia que se emplee, se conseguirá igualmente un diagnóstico
exacto.
Muy bien dice Pozzi (1) que las transversales definitivas no han de
subsistir, ó sea, que con el tiempo no ocurrirán partos en presentación
transversal, mejor dicho, que en ningún caso se dejará al feto llegar á
la fecha tempestiva, á que el parto se inicie, permaneciendo aquél en
situación anómala.
Ojalá que algún día los elementos médicos y afines á éstos por una
parte, y el público todo por otra, alcancen la debida cultura en lo que
á esto respecta. Cuando la mujer comprenda y se convenza de que el
producto de la concepción puede ser causa de muerte ó de grandes
riesgos para ella, por el mero hecho de no estar convenientemente co-
locado en el útero, que en tal caso puede corregirse con suma facilidad,
para decirlo en una palabra, que todo embarazo exige un diagnóstico
y falta la mujer á sus deberes no obteniéndolo, entonces no, no habrá
clistocias por presentación transversal.
En nuestro país, en esta querida ciudad, pena causa confesarlo: se
tardará aún mucho en realizarse el deseo y anhelo de los tocólogos.
Se lucha contra dos factores : la indolencia y la ignorancia, y aun po-
drían sumarse ciertos momentáneos pujos de resistencia atri'buíbles al
atavismo, i Y esto es general para todas las clases, hasta para muchos
pantiatras ! Así como se ha emprendido con grandes bríos una cam-
paña contra la tuberculosis, de educación y de acción^ bien necesario
fuera también otra para muchos asuntos de obstetricia. La ignorancia
se desvanece insistiendo en enseñar ; la apatía y resistencia se vencen
igualmente tarde (y temprano por la persuasión ; la culpa mayor no es,
pues, del pueblo, sino de todos aquellos que podrían enseñarle, conven-
cerle y persuadirle.
Y no se trata aún solamente de que transcurra un embarazo con
presentación viciosa sin diagnóstico, y por tanto, sin la corrección de-
bida, si que avanza el parto sin diagnóstico también, resulta distócico
(1) A. Pozzí, Manuel théorique et pratique d'accouchements, Paris, 1897.
712 ■ Notas clínicas acerca de ¡a presentación transversal y su tratamiento
á ojos vistos, y es en vano... se aguarda entonces á que la situación ile
grave pase á sombría, ó bien, mete mano quien no sabe, ni legalmente
puede hacerlo. Si los que han sido mis maestros, si todos cuantos lle-
ven práctica de la obstetricia relataren conjuntamente los terribles
desastres que han debido presenciar, las ocasiones en que tan tardía-
mente han sido llamados á resolver conflictos, ; qué horrorosa historia
no constituiría ! Lástima que no se escriba.
Dejando aparte ya estas tristuras, deseo aclarar un punto en el que
un moderno y malogrado autor ha sido demasiado categórico. Al es-
tudiar las posiciones de la presentación de hombro, afirma no una, sino
varias veces, que el dorso del feto es siempre anterior. Aun que la
afirmación ataña Vínicamente á la embarazada, no veía yo claro
aue siendo todas las transversales durante la preñez con el dorso hacia
elante, me encontrase con partos en dorso posterior, alguno de ellní^
en primípara (por tanto no fortuito) y sin haber nadie practicado in-
tempestivas maniobras que hubiesen podido modificar la situaciÓQ
fetal.
La afirmación de Varnier era quizás un corolario del hermoso estu-
dio en colaboración con Pinard (1) acerca de la situación, dirección, etc.,
del útero grávido y sus relaciones abdómi no-pelvianas en los últimos
meses del embarazo.
Por mi parte, puedo oponer una rotunda negativa á tal aseveración,
apoyándola so])re todo en un caso de transversal dorso-posterior que
lamento no habeí podido ofreceros reconocer aquí, pues que se trata
de una albergada en la clínica obstétrica de esta Facultad, actualmente
á mi cargo, por ausencia de mi distinguido maestro el Excmo. Sr. Bar»'m
de Bonet. Adrede he retardado practicar en dicha mujer la versión
por maniobras externas, á fin de que si á alguno entre vosotros le cu-
piera asomo de duda, pudiera convencerse por sí propio, tanto iná>
cuanto en dicha mujer la palpación se verifica sin la menor dificultad.
8e trata de una mujer de 3o años de edad, natural de Zaragoza, sin
antecedentes patológicos especiales. La menstruación empezó á losl.i
años y es normal ; va seguida de ligera leucorrea.
Tuvo dos partos tempestivos y de vértice, seguidos de tres aborto."^.
No se recogen antecedentes sifilíticos propios ni del marido. Ultimas
reglas, 27-29 junio. Ligera cefalalgia durante el primer trimestre de
embarazo.
Entra en la visita el 20 de febrero de 1904. — Útero cuatro traveses
de dedo sobre el ombligo; forma acorazonada: 29 cm. de altura sobre el
pubis por 34 cm. de ancho. — Presentación transversal C. L D. D. P.
Se reconoce el 2 de marzo. — Continúa la presentación y posición.—
Versión por maniol)ras externas. — Colocación del cinturón eutócic<) de
Pinard.
7 marzo. — Útero 33 cm. sobre el pubis. — Presentación de vértice
O. I. I. T. — Latidos fetales : 144 por minuto.
2 abril. — Iniciación de parto. — Cabeza completamente encajada
en 1. A.
Parto y puerperio normales. — La temperatura no rebasa los 37^ el
pulso ofrece el 4."* y 5.*^ día de puerperio un retardo notable de 48 puísa-
ciones por minuto. Secreción láctea normal.
Feto vivo del sexo femenino ; peso 3,100 gramos ; longitud, 48 cm.
Pasemos ya á tratar de lo que constituía mi principal objeto al ocu-
par vuestra atención, de la terapéutica de la presentación transversal.
(1) Atlas d'anatomie obstetrical.
\Wjtas cUnicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento 713
Siempre y cuando se consig-a el diagnóstico de dicha presentación
viciosa durante el embarazo, se impone, en los últimos meses del mismo,
la práctica de la versión por maniobras externas ; nada puede objetarse
á ello : es un precepto que descansa en firme.
Cuando la g'estación no haya alcanzado la fecha tempestiva hay con
todo, por parte de algunos, cierta apatía, se aplaza la reducción. ¿No
pueden ocurrir versiones espontáneas aun en vísperas del parto ? Debe
condenai"se y combatirse con energía esta espera que puede dar pésimo
resultado porque nadie puede asegurar que el parto no se anticipe, que
ocurra á últimos del octavo mes, á principios del noveno, cuando pre-
cisamente la misma mala presentación adelanta en algunos casos la
puesta fetal ; hay que recordar también que las dificultades para la
versión, de existir, aumentan cuanto más tardíamente se practique.
Si no ha ocurrido la esperada versión espontánea y comienza el
parto, se complica entonces lastimosamente lo que hubiera, de otro
modo, podido ser tan sencillo y fácil, y no digo, si aquel criterio ex-
pectante se prolonga en espera de una evolución espontánea, posible
sí, atendido que el feto fuere exiguo y la pelvis amplia, pero si acaso
llega á realizarse, á costa de qué dificultades, sino es de la vida del
producto de la concepción. Únicamente en una ocasión he podido ob-
servar en mi práctica una evolución espontánea: tratábase de un parto
casi tempestivo, pero gemelar. Había nacido vivo el primer feto cuando
fui llamado, por asomar, á continuación, una mano por los genitales
de la mujer y tener ésta copiosa hemorragia; al llegar yo junto ala pa-
ciente, se dilataba ya ampliamente la vulva á impulso del tronco incur-
vado, teniendo sólo tiempo de recibir en las manos un feto con asfixia
blanca, que fué imposible reanimar.
Si se atiende á que la gestación esté muy adelantada aparte, como
ya he dicho, de lo más trabajosa que puede resultar la versión, se
lucha con las dificultades de asegurar una presentación longitudinal
definitiva y por poco que se afloje el ceñidor eutócico ó si no está muy
bien aplicado, se atraviesa de nuevo el feto, y se comprende por la
larga permanencia en su antigua situación.
k principios del siglo xix Wigand, comprendiendo la posibilidad
de la versión cefálica por maniobras externas (que ya habían vislum-
brado los autores antiguos y aun quizás Hipócrates), publicó varios
trabajos que la divulgaron. "Más tarde fueron sus preconizadores Hu-
bert y Mattei, recomendándola también este último para la presenta-
ción "pelviana.
Últimamente Pinard, al reformar la palpación y fijar sus reglas, pun-
tualizó igualmente la práctica de la versión cefálica ó por maniobras
externas. A este autor se debe el modelo de ceñidor comunmente
empleado y míe lleva su nombre, necesario para consolidar la rectifi-
cación lograda. Puede, con todo, improvisarse un vendaje ad hoc con
almohadillas en los flancos y fosas ilíacas.
Si la versión se hace dentro del octavo mes ó á principios del nove-
no, no sólo es posible, sí que sumamente fácil. A últimos de gesta-
ción puede, en algunos casos, (tostar más ó menos, pero se logra bien y
lo propio, aun iniciado el parto, operando, claro está, en reposo uterino
de la mujer.
Hay quien la ha practicado con éxito existiendo una dilatación
completa (1). De todas maneras la época mejor es á últimos del octavo
ó á primeros del noveno mes, alcanzando el tiempo de su indicación
hasta el mismo comienzo del parto. Si éste se halla avanzando, con
(1) Posteriormente á estas conferencias he tenido oc£is¡<')n de asistir un parlo en preseniaciíSn de
nalgas con una dilita-ión de j> cm. A pesar de ello, pude practicar la versión celálica obteniendo un
éxito completo.
714 Notas clínicas acerca de ta presentación transversal y su tratamiento
reg-ular dilatación del orificio uterino y bolsa de aguas, en estos casos
prominente, claro es que puede intentarse la versión externa, pero
también que las maniobras resultarán muy penosas tanto para la
mujer como para el práctico, á más de que en muchos casos pueden re-
sultar fallidas. Cuando la intervención fracasa ó bien las circunstan-
cias del caso la contraindican, considero que estando el parto ya ade-
lantado entra en la buena práctica esperar, conservándose ínteg'ra la
bolsa, á que sea posible intervenir por las maniobras internas. Puedo
ofreceros un caso como demostración de ello.
Tratábase de una primeriza de 27 anos de edad, bien recriada antes
y sin anamnesis propia ni de familia que mencionar. Las últimas re-
glas correspondían á 12-14 marzo.
El 7 diciembre á la madrugada siente dolores de parto, habiéndose
adelantado éste de algunos días quizás por efecto de haberse trasladado
á caballo desde su pueblo, distante algunas horas de Zaragoza, á esta
ciudad, y de ella, en el ferrocarril y, todo de un tirón, á Barcelona.
Diagnóstico por palpación : C. I. I. D. A.; feto vivo; por el tacto,
bolsa muy prominente, sin parte fetal accesible.
Se atendió á que la dilatación fuere suficiente, lo que ocurrió á las
doce del día, sin rotura de la bolsa amniótica. Procedí á romper la
bolsa con las precauciones de rigor, y acto seguido á la versión por
maniobras internas, que pudo hacerse con relativa facilidad. Alum-
bramiento ayudado con ligera expresión á los veinte minutos.
Feto de 3,000 gramos en perfecto estado.
Puerperio absolutamente normal, la temperatura se mantuvo por
bajo de los 37**; únicamente el tercer día alcanzó 37*5". La mujer y el
recién nacido siguieron completamente bien.
Como se ve, se obtuvo aquí con la espera un buen éxito, pudiendo
intervenir con dilatación completa y sin que se vaciara el líquido am-
niótico, merced á la resistencia de las membranas. Púdose también
operar con toda la limpieza requerida, preparar todo lo necesario.
Ahora bien ; ¿qué conducta debe seguirse si se rompe la bolsa y la
dilatación del orificio uterino es exigua? Puestas las cosas en este te-
rreno, se impone intervenir cuanto antes á fin de evitar la retracción,
el moldeamiento sobre el feto del útero y la posible contractura de
éste, tan nefasta para la vida de los dos seres, para la madre por el
riesgo de que una maniobra tardía, violenta, determine una perfora-
ción del órgano. Claro es que no se necesita una dilatación compUta
ni sufidenie para que la intervención sea posible; basta que al través
del orificio uterino pueda deslizarse la mano dePoperador en busca del
pie fetal de elección para verificar la mutación, la verdadera versión,
ya que el segundo tiempo de la misma se equipara á una extracción
manual en un parto de nalgas. La pierna, el mismo cuerpo del feto
al ser extraído, se encargará de lograr paulatinamente la dilatación
requerida para el paso del diámetro bisacromial y de la cabeza.
Aun en el caso de que la dilatación fuese poca, de que los mismos
dedos y manos del operador no consiguieren ampliar el orificio uterino,
cabe Ta aplicación de un globo dilatador; y si no bastare, podría y se
conseguiría la ampliación suficiente y en muy breve tiempo con este
moderno método y valioso instrumento ideados por el profesor Bossi (1).
La rapidez con que se logre la extracción del feto, es en muchos casos
la condición necesaria para la vida del mismo, sobre todo, como luego
veremos, cuando por vaciarse de líquido amniótico tiende el útero á
aprisionar estrechamente el feto ó á aificultar, por contracciones repe-
tidas y seguidas, la circulación funicular.
(1) P. NuDíoIa, Dos casos de parto con el dilatador de Bossi. — Revista de Medicina y Ciru-
gía, 1904.
Notas clínicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento 7/5
En los partos en transversal descuidados ó ignorados, cuando el
operador no está pronto á intervenir al ocurrir la rotura de la bolsa
amniótica, no por ello queda anulada toda labor útil, hasta el punto
de indicar expresamente la fetotomía como alg-unos proponen.
Rotas las membranas, puede ser que al reconocer á la parturiente
continúe el feto con vida ó bien haya muerto : en el primer caso, la
versión está perfecta y cumplidamente indicada por dos razones : una,
poderosísima, es la de no causar un feticidio (proscrito actualmente de
la obstetricia); la otra razón es que el útero no debe haberse tetanizado
en g'rado extremo cuando permite la circulación feto-placentaria.
Suele decirse en la mayoría de las obras que cuando hace poco que se
han roto las membranas, puede y debe intentarse la versión, mas no
así cuando de ello hace alg^ún tiempo. Yo recuerdo un caso de los
primeros tiempos de mi práctica hospitalaria, en que tratándose de feto
vivo, pudo extraerse con vida merced á la versión hecha tardíamente.
Tratábase de una mujer que habitaba en una de las callejas próximas
al Hospital de la Santa Cruz, y que desde tres horas antes había roto
a^uas y caído lueg-o una maiio fuera de la vulva ; considerando las
dificultades y el tiempo de lograr en el cuchitril de la parturiente una
asepsis perfecta, indico que la trasladen acto seguido á la clínica de
obstetricia. Al comenzar la versión, el feto principiaba á dar señales
de sufrimiento ; la verifiqué con toda la rapidez posible, logrando sal-
var la vida del mismo.
Considero que en este asunto faltaría que se reprodujeran las ob-
servaciones de casos (si alguien ha creído encontrarlos en su práctica)
en que concurran vitalidad de feto y retracción tetánica del útero,
pues fisiológicamente decir esto, como se repite en un sin fin de tra-
tados, es un contrasentido. Recuérdese la estructura de las placentas
materna y fetal. Entre la membrana corial con sus vellosidades y la
lámina basal con sus septos existen espacios iniei^vellosos ó interplacen-
íarios, que constituyen un sistema de lagunas cuyo conjunto se ha de-
nominado laffo sanguíneo de la placenta. A estos espacios afluyen las
venas y arterias, sin interposición de capilares (1).
Dichos espacios llenados por la sangre materna constituyen un sis-
tema de amplias excavaciones irregulares, en comunicación todas ellas
entre sí (tejido esponjoso ó cavernoso), en las cuales inmergen direc-
tamente las ramificaciones córlales. En la superficie es recogida la
sangre por una especie de seno marginal, que se ha denominado seno
coronario ó plexo venoso anular (2).
Recuérdese la impresión que determinan las contracciones uterinas
de embarazo sobre la circulación feto placentaria, traducidas por la dis-
minución del número de latidos fetales ; téngase presente que por ello
la Naturaleza ha hedió más breves por ser más intensas las contraccio-
nes de parto, y cuantas veces nace el feto en muerte aparente ó real
por irregularidades en estas contracciones. Pregunto yo ahora, ya
que no puedo sentar principios categóricos : ¿cabe que una retracción
tetánica del útero se establezca sin determinar prontísimamente la
muerte del producto de la concepción?
¿Acaso podrá el feto resistir impunemente que sobre él y con extra-
ordinaria fuerza se amolde el útero aprisionándole, aun suponiendo
que en dichas condiciones pudiera verificarse la hematosis en la pla-
centa ? El que ha sentido el apretón del útero sobre su brazo y mano,
TÍO lo creerá posible, pues que el esfuerzo activo ó la resistencia pasiva
del músculo uterino son en realidad notables en tales casos; de mí
(1)
(2)
Prof. Ch. Dcbierrc, L'embryologie en quelques /efons. — París, 1902.
ídem.
7 id !síatas cUnicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento
puedo decir que en varias ocasiones me he visto precisado á retirar la
mano, pues la compresión y el dolor eran intolerables.
Considero, pues, antiracional y anticientífico hablar de úteros te-
tanizados con feto vivo.
Otra de las cosas (|ue conviene precisar es lo de las rupturas uteri-
nas. *¿ Cuándo estara contraindicada la versión por dicho peligro?
El fórceps y la versión se prestan admirablemente á la impunidad ;
se trata de un parto trabajoso, de una distocia comprendida al fin por
todos los que rodean á la paciente, sabe la familia ya que la mujer
corre un grande riesgo, con esta atmósfera, en un medio así preparado
se interviene y aun cuando la intervención produzca una ruptura ute-
rina, aun que ésta determine una muerte en breve ó algún tiempo,
¿por ventura no se había ya predicho la posibilidad, en algunos casos
la probabilidad de que ello aconteciera?
Todas las versiones se realizan introduciendo un brazo por los ge-
nitales de la mujer y tirando de una pierna del feto ; ¡no puede negár-
sele una simplicidad que encanta y tienta !
Me expreso en esta forma porque no creo que abunden las mujeres
con útero de vidrio que se quiebra al menor contacto. No quiero ex-
tenderme aduciendo autores y observaciones; me limitaré á reproducir
algunas conclusiones de un magnífico trabajo hecho á conciencia y
üue con gran número de pruebas fotográficas fué sometido á la consi-
deración de la sección de Obstetricia en el último Congreso Internacio-
nal (Madrid, 1903) (1).
La mayor parte de las rupturas, existiendo presentación transver-
sal, son producidas por actos de violencia.
En la presentación transversal, las tentativas desgraciadas que se
hayan hecho antes de que el tocólogo intervenga, predisponen á la
ruptura durante la operación.
Las pelvis estrechas pueden ocasionar naturalmente rupturas ó pre-
disponer á ellas.
Uno de los factores que predisponen á las perforaciones uterinas^
aparte de las cicatrices causadas por otros partos (2), de los tumores
malignos, del desarrollo insuficiente del órgano, etc., es la infiltración
celular inflamatoria.
Todas las modificaciones « patológicas » del tejido elástico de la ma-
triz por las que los autores han querido explicar las rupturas, se redu-
cen á las modificaciones fisiológicas que ocurren en el embarazo, parto
y puerperio. Nadie ha encontrado jamás verdaderas modificaciones
patológicas del tejido elástico en los úteros perforados.
Como corolario de todo ello podríamos decir :
Que siempre y cuando se compruebe la vida del feto, en la presen-
tación transversal estará bien indicada la versión podálica; no sólo
será realizable sino que sea cual fuere el tiempo transcurrido de la
rotura de la bolsa (aparte de las pelvis estrechas y de la hidrocefalia),
si se hace con arte no será causa de perforación del útero.
Si el feto ha sucumbido, puede intentarse la versión, pues que
nunca el tocólogo recurrirá á actos de violencia^ y por tanto no será en
ningún caso el causante de ocurrencia tan lamentable como la perfo-
ración uterina.
En los casos de feto muerto, cuando el útero se ha replegado y re-
traído sobre el feto, cuando éste lleva ya horas de asomar la mano por
^1) Profesor Nicolás Ivanof (de Moscou). LEtiologie^ prophytaxie et le traitement des ruptu-
res de Cutérus pcndant les cauches .
el) El protosor Pinard asimiI'S á c>tas. en la discusión de la Memoria^ las cicatrices quirúrgicas
debidas á intervenciones ^'inecolofjicas u obstétricos.
Notas clínicas acerca de la p reseniación trarspersal y su tratamiento 7/7
la vulva, lo propio cuando se han realizado maniobras intempestivas,
por no decir otra cosa, cuando el tronco del feto se halla embutido en
la excavación foulée (como decía Mme. Lachapelle) la axila se ofrece
en la vulva, estando ya el brazo fuera ; no quada, en tales casos, otro
recurso que la fetotomía, mejor que embriotomía, como se suele tam-
bién decir.
Hoy día ya no se consagra á la mutilación del feto la considerable
extensión que en las obras antiguas. De los procedimientos de L«e,
Veit y Boens ya nadie se acuerda, y los modelos de embriotomos que
anualmente se ideaban, se van oxidando en los arsenales tociirgicos
como un recuerdo ; aun alguien tiene el prurito de presentar de tanto
en tanto un nuevo modelo, pero todo lo automático, lo que substituye
al operador, vmás debiendo emplearse á tientas, repugna á las ideas y
á la esencia de la moderna cirugía. Tiene aún sus adeptos el embrio-
tomo de Tarnier, como podría tenerlos el modelo Rull (1), que yo he
ensayado v que tiene ventajas y sencillez de manejo. La generalidad
de los tocólogos de todos los países consideran como el mejor instru-
mento para seccionar el cuello, el tronco ó lo que fuere necesario del
feto, las tijeras de Dubois, bien el modelo primitivo ó las modificadas
por Pinard ; con ellas se puede operar bien y con seguridad y conoci-
miento, sobre todo, de la labor que se efectúa.
Como bien dice Farabeuf, de la fetotomía no cabe hablar: basta ser
mediano cirujano, al par que saber obstetricia, para dominar todas las
situaciones. Si no basta o no se puede lograr la decapitación, se sec-
ciona la columna vertebral, el tórax, se procede á la exvisceración; cada
caso partrcíular tiene sus circunstancias especiales que indican la con-
ducta que se ha de seguir.
Uno de los casos en realidad difíciles, en que me he debido encon-
trar, fué el de una plurípara, de unos 38 años, extraordinariamente
obesa. Según decía la mujer, había roto aguas al medio día, por la
tarde asomó i\ la vulva un brazo de la criatura y fué llamado un mé-
dico, que se esforzó durante hora y media en resolver la situación, ter-
minando al fin por amputar el brazo que llenaba la vagina. Por la
noche fué trasladada á la Clínica de Obstetricia. Previa una des-
infección completa y anestesiada la mujer, se hacía muy difícil el
diagnóstico exacto, pues que el anillo de Bandl estaba fuertemente
aplicado sobre el feto, y de éste sólo se alcanzaba lo que podía ser el
hombro y lo que restaba del extremo amputado, que por sus dimensio-
nes extraordinarias hacía dudar de que en realidad fuese el brazo.
Ante la imposibilidad de alcanzar el cuello que permanecía por sobre
de dicho anillo contraído, decidí la exvisceración ; al abrir la cavidad
abdominal del feto escaparon gases y líquidos terriblemente fétidos ;
aliviada así la considerable tensión que sufría el útero, pude lograr
la extracción total. Alumbramiento artificial, raspado manual y co-
pioso baldeo uterino. El primero y segundo días de puerperio ofreció
gran frecuencia de pulso; pero desde el tercer día en adelante, la tem-
peratura y el pulso fueron normales. La mujer salió perfectamente
restablecida del Hospital, á los 14 días de haber ingresado ; la involu-
ción uterina se había realizado bien.
El feto, exvisceradoy sin el brazo amputado, pesaba cerca de cuatro
kilogramos.
Posteriormente me encontré con otro caso que no tuvo tan hala-
füefio resultado : concurrían las dos circunstancias de bolsa abierta de
ías y de maniobras intempestivas. La mujer, aparte de su malísimo
estado general, ofrecía anchas chapas de esfacelo en la vulva y vagina;
(1) Catedrático de obstetricia y decano que fué de la facultad de Barcelona.
yí8 AToías c/t nicas acerca de la presentación transversal y su tratamiento
aquí, al contrario del caso anterior, ocurría una septicemia puerperal
tan grave ya, que la mujer falleció á los tres días de la intervención.
Esta consistió en la decapitación con unas malísimas tijeras de Dubois
(en aquel entonces no se había aún renovado el arsenal tocúrgico de la
sala de partos), y extracción del ovoide córmico ; hubo retención del
ovoide cefálico, por motivo de fracturarse ala más lijera presió i el
maxilar inferior del feto, que era sifilítico. Al llegar, poco después,
el jefe de la visita (á la sazón el Prof. Farg'as), pudo extraerla, no sin
algunas dificultades, debidas, probablemente, á la ligera estrechez
pelviana, aparte de las malísimas condiciones del caso.
Un caso más reciente é instructivo de fetotomía puedo ofreceros. Su
historia es la siguiente :
P. B. de 25 años de adad, obrera, residente en Barcelona. Reglada
á los 13 años, normal, excepto una interrupción de dos meses por ane-
mia ligera. Ningún aborto.
Primípara. Ultimas reglas 10-12 abril, gestación excelente. Día
23 enero : á la madrugada rompe aguas, á las doce del día aparece una
mano en la vulva, de la cual se hicieron Varias tracciones, según con-
fesión de la mujer; con ellas desciende también el cordón.
Ingresa al anochecer en la clínica, y avisado de ello, la reconozco á
las nueve de la noche, pudiendo diagnosticar un feto en C. 1. D. D. P.
muerto de algunas horas ; útero bastante retraído sobre el mismo ; es-
tado general de la mujer, satisfactorio.
Teniendo en cuenta las horas transcurridas de la rotura de la bolsa,
el estado local y las tracciones verificadas, decidimos, en junta con
mi compañero yamig^o el Dr."^ Eugenio Jaumandreu, proceder á la fe^
totomla. Pude realizarla sin más dificultades cjue las inherentes á la
índole de la intervención, y valiéndome de las tijeras de Dubois-Pinard
seccioné el cuello del feto tan bajo como me fué posible, pues con ello
se logra un doble resultado : ahorrar peligro de lesionar el útero al ex-
traer el cuerpo fetaly tener un buen asidero para encajar y ayudar á la
extracción de la cabeza ; ésta salió fácilmente.
Practiqué minutos después el alumbramiento artificial, seguido de
un raspado manual y de un lavado con varios litros de agua simple-
mente esterilizada. La intervención, comprendiendo en ella la sutura
de un ligero desgarro perineal, duró escasamente una hora. La anes-
tesia se hizo exclusivamente con éter.
Previamente se había procedido á una escrupulosa, en lo posible,
asepsis de la vulva, vagina y del brazo y cordón del feto. Este, del
sexo masculino, pesaba 3,120 gramos.
Al día siguiente por la mañana, la temperatura era de 37*8 y se con-
taron 110 pulsaciones al minuto. Los días siguientes descendió á 37°
y por debajo de esta cifra oscilando el pulso entre 60 y 80. El 9.** día
de puerperio, tuvo la paciente un resfriado ligero con temperaturas
de 38' á 39® y de 80 (v 100 pulsaciones ; á los tres días había desapare-
cido, volviendo todo á la más perfecta normalidad. El estado genital
fué desde el primer día excelente, involución rápida, loquios exiguos
y sin fetidez alguna, coaptación perineal perfecta.
Fué dada de alta á los 17 días de la intervención, completamente res-
tablecida.
Del primer caso citado, y en especial de este último, se desprenden
algunas enseñanzas respecto de los fenómenos que ocurren en el feto
á la muerte de éste, que pueden llegar á ser de verdadera putrefacción;
pues bien : es necesario no confundir estos casos con aquellos otros
como en otro de los también referidos, en que coexiste muerte, mace-
ración y aun putrefacción del feto al par que infección local ó general
de la madre. De esta cuestión se ocupó con algún detalle, refiriéndose
Sociedad Médico-Farmacéutica de los Santos Cosme y Damián Tig
á varias observaciones, mi disting-uido colega y querido amigo el doc-
tor Th. Guirauden (de Cette) (1).
Cuando se trata simplemente de putrefacción fetal, sin que la mujer
ofrezca ninguno de los síntomas de infección, puede aliviarse el pro-
nóstico, y se reduce la terapéutica post-operatoria á practicar una ver-
dadera limpieza mecánica del útero y vagina, no dejando, en el primero
especialmente, ni coágulos, ni partículas placentarias, ni resto alguno
de las membranas ovulares.
Tanto es así, que en el último de los casos de fetotomía referidos,
empleé simplemente para limpiar y baldear el útero agua esterilizada,
pero en gran cantidad, y á pesar de no haber hecho ingresar en aquella
cavidad uterina la menor cantidad de antisépticos, el puerperio no
exigió siquiera una irrigación uterina, pues se desarrolló tan normal
como pudiera haberlo sido pariendo la mujer espontáneamente un
feto con vida.
En cambio, cuando á mks de los saprofitos que coadyuvan á la pu-
trefacción del feto, encontrando en él un excelente medio, alcanzan á
cultivarse en el mismo bacterias virulentas, no tardan éstas en llegar
á las paredes del útero, á alojarse en las boquillas vasculares obstrui-
das por coágulos y enfilar prontamente el torrente general circulatorio
determinando una septicemia gravísima, mortal puede decirse, sean
cuales fueren los medios diversos que se empleen para combatirla.
Aun suponiendo que los agentes patógenos no hubiesen alcanzado
el útero, las maniobras intempestivas les fraguan magníficas puertas
de ingreso en la vagina y genitales externos. De estas chapas de mor-
tificación allí determinadas se corren por la vía linfática y el resultado
viene á ser el mismo.
Tan convencido estoy de ello, que ni me atrevería á recomendar,
por ya inútil, la histerectomía para tales desgraciados casos.
Sociedad Nédleo-Farmacéatlea de los Santos Cosme y Damián
Sesión inaugübal
El infrascrito tuvo la honra de asistir en representación de esta
Gaceta á tan solemne acto, que se celebró el día 1.** del corriente
mes y fué presidido por el M. Iltre. Sr. D. Jaime Almera, canónigo de
esta Catedral y geólogo eminente.
Después de las preces de rúbrica, subió á la tribuna el Dr. D. José
A. Masip, Secretario de la Corporación, para leer la Memoria relativa
á los trabajos realizados por la Sociedad durante el último curso aca-
démico, trabajo que fué escuchado con innegable atención y recibido
al final con visibles muestras de aprobación, por reflejar fielmente la
vida de la docta Academia, en forma sencilla y clara. De la reseña
leída por el Sr. Masip se sacan inmediatamente estas dos conclusiones:
1.*, que la Sociedad que tiene por patronos á los Santos Cosme y Da-
mián, lleva una vida activa y fecunda ; y 2.*, que la fecundidad y la
actividad no son debidos á los socios farmacéuticos.
La oración inaugural, intitulada : Alffo sobre puericulliira antitu-
berculosa, estuvo confiada al Dr. D. Isidoro Pujador, quien presentó
una labor llena de doctrina y erudición, cuya lectura fué coronada por
prolongados aplausos y sinceras felicitaciones de la concurrencia, que
celebró la habilidad con que el orador supo exponer al detalle las cau-
sas que motivan la tuberculosis infantil y los medios para evitarla y
(l) Th. Guirauden, De laputrefaction fatal in útero, París, 1902.
Para nuestros hijos cuando tengan áie^ y ocho años
correg-irla. Ua ruego me permito hacer al Dr. Pujador, y consiste, en
que al dar á la estampa su bien pensado trabajo, suprima la palabra
Alffo y la substituya por Mucho, porque en realidad es mucho lo
que sobre puericultura antituberculosa contiene el discurso que me
ocupa.
Hizo luego uso de la palabra el Dr. D. Jorge Anguera, ilustre Pre-
sidente de la Sociedad, para dar las gracias (i la concurrencia en senti-
das y elocuentes frases, y para declarar que quedaba abierto el curso
de 1904 á 1905.
Dr. R. RoviRA.
Para naestros hijos eaanilo tengan diez y ocho afios
(1)
1.'
h
Consejos de un Médico
POR EL
Prof. Fournikr
No cesa de enriquecerse la obra gigantesca del profesor Fournier : sus
opúsculos, sus conferencias, sus libros, condensación firme y robusta de un
espíritu en todo su vigor, llamarán la atención de cuantos se ocupen en
asuntos médicos. No creo yo que haya en la historia de la literatura cien-
tífica monumento comparable á esa obra de penetración, de análisis, de sa-
gacidad, de síntesis y de erudición incomparables.
Asistí siempre, durante mi estancia en París, á sus lecciones didácticas,
al mismo tiempo que á las del difunto Charcot. Ambos estudiaban y expo-
nían en aquella época la misma enfermedad : la ataxia locomotriz progre-
siva, diferenciándose sólo en la investigación de la etiología, que Fournier
estudiaba como afección en la esencia sifilítica; y á pesar de estar en su
propio terreno Charcot, cuyo nombre sólo es un gran elogio, Fournier daba
más animación y más vida al complexo morboso. De aquellas conferencias
nacieron dos volúmenes, la ataxia y la preataxia, que .se dejan leer con el
mismo agrado con que los jóvenes leen las obras de imaginación. En esa
época estudiaba también y ponía los fundamentos de la nosografía acabada
de la sífilis hereditaria, en la que sólo el inglés Hutchinson le disputa la
primacía; estudio que agotó en trabajos sucesivos, y que su hijo Edmundo
continúa con notoria autoridad.
Llegado el límite de edad que las Escuelas de Francia conceden á sus
profesores, se ha visto obligado á retirarse á los puestos de honor, que sus
numerosos admiradores le tenían reservado por su alta jerarquía científica,
entre otros, á la presidencia de la Sociedad Dermatológica de Francia, que le
cedía otro ilustre, E. Besnier. Un dermatólogo más joven del Hospital Bro-
ca, L. Brocq, ha dicho «que si algo podía consolarlo del retiro prematuro de
Besnier, era verlo reemplazado por el jefe incontestable de la sifiliografía
francesa y hasta del mundo, honor de nuestra profesión, ante quien tndos de-
bemos inclinarnos». ; Bello elogio ! Elogios entre médicos que aromatizan
de vez en cuando las escabrosidades de una práctica tan llena de asechanzas
y de siniestros enemigos y que hace pensar que no siempre es exacta la frase
de Hobbes, restringida á los médicos en esta forma : MedicuSy medid lupus.
Difícil era dar un substituto al maestro de los maestros del mundo, y no
creo que le iguale el sucesor nombrado, M. Gaucher, á pesar de sus conoci-
mientos y de proceder de las escuelas de Hillairet y Vidal. He aquí un re-
sumen de lo que dijo en la lección inaugural del curso : «lo que no puedo
cansarme de repetir es la conciencia impecable, la regularidad en el deber,
la consagración á los enfermos y á los discípulos, el maravilloso talento de
enseñanza y, por último, la bondad inalterable de Fournier». «Pocos hom-
bres, dijo también, han llenado tan completamente su vida; trabajó sin des-
canso y todos los anos aparecían nuevos volúmenes suyos; actualmente
(1) Introducción y traducción del Dr. Gorizaio Aróstegui. — Leído en la Academia de Medicina
de la Habana.
Pura nuestros hijos cuando tengan diej( y ocho años 7^'
termina el último volumen de su «Tratado de la sífilis», verdadero monu-
mento digrno de la posteridad», Esto se decía en noviembre de 1902, y hoy
ya está en las librerías otro nuevo libro, la «Profilaxia de la sífilis», digno
de su g-ran renombre científico, y de su consagración al rescate de los cuer-
pos y de los espíritus (si se me permite la frase), del azote implacable y te-
naz de la sífilis.
Una de las páginas más hermosas de su vida científica es la del conoci-
miento diagnóstico, es decir, la manera cómo llegaba á desentrañar, me-
diante muy contado número de síntomas, las más obscuras afecciones
en su origen. Podrían contarse por millares las veces que ha descu-
bierto el verdadero origen de las enfermedades, y me bastará el siguient<%
el último que ha llegado á mi noticia, para que os forméis cabal juicio de la
medida de su espíritu profundamente analítico y de su método y seguridad
en las conclusiones.
He aquí el título de la interesante observación, título que es todo un pro-
grama: «Celulitis gomosa pelviana (simulando un tumor maligno de la
pequeña pelvis, acaecida á los 34 anos en un individuo heredo-sifilítico), y
curada con el tratamiento mixto». Caso tan interesante mereció ser pre-
sentado á la Academia de París, y no estará de más que os dé algunos deta-
lles. Las tres características principales son : tratarse de un caso probado
de tumor sifilítico de la pequeña pelvis, tumor que interesaba la vejiga y el
recto y que simulaba ser una producción maligna, curado rápida y comple-
tamente, con asombro y estupefacción general, con el tratamiento específico.
Después, procedía de unainfeccióu hereditaria y se había producido á los
34 años como primera manifestación (á lo menos conocida), de herencia es-
pecífica, y lo más curioso en el hecho es que el tratamiento específico no se
instituyó sino después de descubierto un estigma de herencia sifilítica en el
hermano mayor del enfermo. No insistiré en los síntomas, pero sí en las
bases que le sirvieron i)ara llegar al juicio exacto y definitivo. No había en
la piel del enfermo, ni había habido anteriormente nada que revelara la na-
turaleza ni llevara al conocimiento exacto del mal ; pero en los antecedentes
de la familia se conoce una particularidad sospechosa, una notable mortali-
dad infantil, pues de quince hermanos que había tenido el enfermo habían
muerto doce, la mayor parte muy pequeños. Con este dato, investigó si
existían las distrofias conocidas en los clásicos, siendo la investigación ne-
gativa. En este estado de perplejidad llega el hermano mayor del enfermo,
de 36 años, y le dice : «vengo por dos razones ; primeramente le confío este
dato : tengo casi por seguro que nuestro padre padeció de sífilis ;xy además
que estoy inquieto por mi salud por lo que ocurre en mi hermano. Le rue-
go que me examine y me diga si tengo algo que temer». Por el examen
oftalmoscópico, por ladistrofia pigmentaria acentuadísima sobre la coriore-
tinitis del hermano mayor, estigma cierto de sífilis congénita, se instituyó
el tratamiento del primer enfermo, que tenía lesiones tan ligeras del fondo
del ojo que no permitían la afirmación de heredo-sífilis.
De ese caso dedujo esta gran enseñanza, la necesidad de incluir, entre
los accidentes posibles de la sífilis, las infiltraciones pelvianas; hecho nuevo
que por primera vez se observaba y que no había encontrado otro parecido
en la literatura, ni recordaba ninguno igual Guyon.
La sífilis, pues, se presentó en un período remoto del nacimiento, y se
llegó á la conclusión diagnóstica precisa por el signo que llama maravilloso,
Ivi poli-niar¿a¿¿dad in/'antil, iiuMcio csls'i seguro que confirmó la exploración
oftalmoscópica, que hizo exclamar al enfermo ya curado; «los ojos de mi
hermano son los que me han salvado» ; y también por el examen, que nun-
ca debe descuidarse, de los colaterales. La curación de mal tan grave se
obtuvo en menos de dos meses.
Hasta aquí la observación, con la cual os he querido demostrar los resul-
tados que se obtienen, conociendo bien el origen de las enfermedades y
ajustando al conocimiento un t-atamiento activo ; y segundo, todo lo que
puede sobrevenir en la descendencia, con repercusión tan grave, á los 34, á
los 40, 50, 60 y más años después del accidente inicial, desconocido á veces, y
casi siempre despreciable, para el que tiene la desgracia de adquirirlo.
Jamás podréis predecir, por ese accidente inicial, que puede presentarse en
todas las regiones de la economía. In gravedad, ni la importancia de las loca-
iizaciones para el individuo y su prole ; lo que sí puede consignarse es que
J22 Para nutstroi hijos cuando tengan die^ y ocho años
los chancros extragrenitales son más graves, lo cual quizás dependa de que
siendo desconocidos, con frecuencia no se tratan convenientemente ; y los
de la cara, aca^o también, por su cercanía á los centros nerviosos.
Tiene dos aspectos principales el estudio de la sífilis ; uno es el trata-
miento adecuado para vencerla sólida y seguramente, lo más rápidamente
posible, porque es enfermedad que necesita uu tratamiento largo, de años;
y segundo, el aspecto social, que ha llegado á preocupar á los Gobiernos,
por su reconocida generalización y por sus trascendentales consecuencias.
¡Cuántas veces haorá llegado á vuestro gabinete de consulla un joven eu
vísperas de casarse, á quien uno mismo ú otro compañero, ha declarado la
enfermedad que padece, constituyendo para el enfermo un verdadero caso
de conciencia! ¡Yo he visto sucumbir una mujer después de tres abortos
y un parto prematuro, á los seis años de contraída la sífilis, á consecuencia
de un goma y necrosis del frontal, adquirida la enfermedad la noche de
boda, habiéndose efectuado el matrimonio desgraciadamente, con el con-
sentimiento de algún facultativo! El marido vive hoy en buenas condicio-
nes de salud. Y he visto también una niña de pocos meses, inoculada in-
conscientemente, así como la madre, por su desventurado é imprudente
padre con el accidente primitivo, recorriendo más tarde las lesiones secun-
darias y terciarias en breve tiempo, hasta curar ambas. No creo que
existan muchos casos parecidos. No hace mucho asistí en un matrimonio
joven al marido con reumatismo bleuorrágico de la rodilla; pocas sema-
nas antes habla padecido igual afección la esposa. El marido había llevado
la enfermedad al hogar, y su bondadosa é inocente madre se creía y me
afirmaba que la esposa era la que había transmitido el reumatismo á su hijo.
Tanto preocupa á los Gobiernos el problema fundamental expuesto, que
en la segunda conferencia internacional para ia profilaxis de la sífilis, cele-
brada en Bruselas el año pasado, se puso sobre el tapete esta cuestión :
«¿cuáles son los medios de vulgarización á que conviene recurrir para ilus-
trar á la juventud y al público en general sobre los peligros individuales
de la sífilis y de la blenorragia así como sobre los medios de contaminación
directos ó indirectos de esas dos enfermedades?» Lassar, para que se fijara
bien la atención, proponía que se publicara todos los meses en los periódi-
cos notas bien redactadas que despertaran la curiosidad del lector; he aquí
algunos ejemplos; «el año último han muerto en Bruselas... (número de
personas) á consecuencia de la sífilis». « En la Gran Bretaña é Irlanda des-
de... (año) hay., (número) niños ciegos, consecutivos á la contaminación
por derrames uretrales infecciosos». «La casa de salud... (nombre) de
París, consigna que... (tantos) casos de enfermedades en la médula espinal
y de reblandecimiento progresivo del cerebro se deben á una infección es-
pecífica anterior». «El informe de la clínica de ginecología de... prueba
que... de cada cien casos de enfermedades y de operaciones se deben á la
invasión del organismo femenino por el gonococo de Neisser». También
recomendaba consejos redactados en estilo lapidario, sin inútiles proligida-
des, en esta forma: «Casi todas las mujeres públicas padecen de enferme-
dades sexuales». «No te entregues jamás al acto sexual cuando estés baja
la influencia del alcohol ». « La gonorrea es causa de enfermedades graves
en la mujer». «La sífilis puede tener por consecuencias graves enferme-
dades de la médula y el reblandecimiento del cerebro». «Muchos hombres
sufren de enfermedades contagiosas y las ocultan». « Los besos pueden
tener consecuencias funestas para la salud ». «Una vida desarreglada pro-
duce á menudo enfermedades graves é infamantes». Mucho más expuso
Lassar con la idea de dar á conocer á las madres las causas de las enferme-
dades de sus hijos, y para enseñar á los candidatos al matrimonio los peli-
gros que corren por la unión con un enfermo de esa naturaleza.
Este es el pap(4 más hermoso de la medicina, cuando va remontándose
de los hechos concretos á las leyes generales, cuando persigue la destruc-
ción de un azote, como la tuberculosis ó la sífilis ; cuando destierra de una
comarca asolada durante siglos, por una misma enfermedad endémica hasta
entonces, y logra hacerla desaparecer, como ha ocurrido en Cuba con la
fiebre amarilla, de la que ya no se conoce ningún caso, gracias á la tenaci-
dad y á la perseverancia del espíritu americano. Dio casi forma tangible al
veneno amarillo, y lo persiísruió y acosó hasta extinguirlo completamente.
Estabella fase ae la medicina la predicó y ia practicó Fournier primero
}
Para nuestros hijos cuando tengan dit^ y oeko años 723
desde su cátedra, inspirando después á Brieux, uno de los dramaturgos más
célebres de la época, un drama de tesis, los Averiados^ nombre que ha hecho
fortuna en todas las lenguas. Bse drama, en el que desde el primer acto se
advierte al público el tema y al mismo tiempo que no es obra pornográfica,
no ha podido ser representado porque la crítica no lo cree artístico, pero es
una obra de verdad y de conveniencia social, y más de una vez al leerla me
ha parecido que era el propio Fournier el que hablaba y dictaba las máxi-
mas saludables que embellecen la notable producción, en la cual los litera-
tos podrán discutir si sobra el tercer acto, después que el Averiado conoce la
verdad y las espantosas consecuencias del crimen, por haberse casado sin
estar curado ; pero que entonces dejaría incompleta la cuestión social, plan-
teada con inimitable maestría (1).
Por último, Fournier ha continuado su noble y levantado empeño desde
la presidencia de la «Sociedad Francesa de Profilaxis Sanitaria y Moral»,
donde leyó estos consejos, que después ha publicado en folleto, en su últi-
mo libro ya citado, y que bondadosamente me ha permitido que publique,
y que oiréis con la misma atención que he puesto yo para traducirlos á nues-
tro idioma y darlos á conocer á nuestra juventud, á la que siempre quisiera
ver, para honra y gloria de nuestra patria, en el camino del trabajo, de la
hidalguía, de la fortaleza y de la virtud. Tiempo es ya de que ceda la pa-
labra, en provecho y honor vuestro, al profesor Fournier.
Amigos míos, no sois ya niños ni adolescentes. La aurora de otra edad
se anuncia en vosotros por un conjunto de signos que son característicos de
próxima virilidad. Kn pocas palabras, vais á ser hombres.
Pues bien, es ya momento propicio para hablaros de ciertas cosas, que
no dudo que comienzan á preocupar vuestra inteligencia, y á propósito de
las cuales mi experiencia puede señalaros los peligros, los grandes peligros
que entreveo para vosotros en el horizonte. Se me ha confiado esta misión,
y voy á hacer los mayores esfuerzos para satisfacerlos lo mejor posible.
Sabéis, como yo, que lo que caracteriza la metamorfosis del niño en
hombre es el desarrollo genital, el advenimiento á la vida sexual, en la que
órganos hasta entonces dormidos adquieren su total crecimiento ; constitu-
yese una nueva función ; y conjuntamente apetitos especiales, necesidades
desconocidas hasta entonces, despiertan progresivamente; ocurre que el
niño ha vivido y el hombre acaba de nacer.
Esto es lo que sabéis. Y puedo deciros ahora lo que quizás dudaríais en
confiarme, á saber: que desde la época en que dicha transformación se opera,
una nueva preocupación se apodera de vosotras. Una aspiración os agita :
y puro ó impuro, os solicita un deseo. Hablemos francamente, la idea de
la mujer ha nacido en vosotros.
No os defendáis de esto, no os acuséis ni os excuséis, porque asilo ordena
una gran ley de la naturaleza, á la cual no hacéis más que obedecer en ese
momento.
La mujer ¡ah! cuantas cosas os diría sobre este tema si fuera moralista,
filósofo ó educador religioso, etc. Pero no soy más que médico, y mi mi-
sión es hablaros aquí como médico.
¿Qué tiene que hacer en esto la medicina? Dentro de poco veréis el
lugar importante que ocupa; pues del deseo á la posesión de la mujer, no
hay más quo. un paso, muy fácil de vencer. Pero no siempre se vence im-
punemente, y entonces corresponde á la medicina recoger los heridos y
reparar los desastres en la medida de lo posible. Dentro de poco me com-
prenderéis mejor.
Una palabra más antes de entrar en materia. En todo lo que va á seguir
se tratará sólo de consideraciones de orden médico, aunque esté muy lejos
de mi ánimo pensar que las de otro orden, como las consideraciones mora-
les, no formen parte integrante de mi tema. Pero he supuesto que estas
últimas os eran conocidas por las enseñanzas que habéis debido recibir en
otra parte, y por consiguiente nada tengo que añadir.
(1) Un autor un exigente como Nordau, dice en Vus du Dehors : «de dramaturgo, Brieux se ha
convertido en apóstol. Ignoro si es progreso moral, pero sé que es un retroceso artístico». Lo de-
fiende, sin embargo, de la tacha <lc inmoralidad . pn clamando que representa la sana doctrina
médica.
r^^imim
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n
734 Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años
Hay un grupo de enfermedades que dependen del comercio sexual ó ve-
néreo y que han recibido el nombre de enfermedades venéreas. Esto lo
sabéis, porque es el tema favorito entre los jóvenes. Pero, lo que sin duda
no sabéis, son lo.s peligros verdaderos de esas enfermedades, es decir, sus
consecuencias actuales y sus consecuencias futuras. Pues bien : hay pran
interés en que os enteréis bien de este punto y de que os enteréis cietití/ica-
menie, es decir, de un modo exacto, x)ositivo y verdadero ; porque convenci-
dos, como conviene que estéis, de lo que se llama el peligro venéreo, com-
prenderéis lo importante que es preservarse de él siempre.
r No esperéis que describa aquí in extenso esas distintas enfermedades,
g. como se hace cuando se habla á los estudiantes de medicina. Me limitaré
b. á trazaros un bosquejo sucinto y á deciros justamente sólo aquello que te-
r neis necesidad de saber.
■¿I Por otro lado, compróme! ome formalmente á hablaros con franqueza, sin
p" la menor exageraci()n, sin ennegrecer en nada el cuadro que ós tengo que
? ' presentar. Os ruego que creáis que no es mi deseo ofrecer k vuestra vista
¡L un espantajo ; pues lo que va á seguir ha de ser exactamente la verdad me-
í, dica de las cosas.
i' E\ peligro venéreo está constituido por tres tipos morbosos principales, á
saber, por orden de gravedad creciente : el chancro simple, la blenorragia
t y la sífilis,
sr-
i Primer tipo : Chanx'RO simple. El tipo llamado chancro simple es el me-
L nos conuin de los tres, y también el más benigno (á pesar de una complicá-
is ción formidable que k veces le acompaña, el 'fagedenismo), pero que feliz-
fc mente no es más que una rareza de la que no hablaré.
^ Consiste en lesiones ulcerosas que se producen en el órgano contamiua-
l do. Esas lesiones son emsiones huecas, supuratorias, múltiples general-
í mente, del ancho de una moneda de cincuenta céntimos, pero susceptibles
t\ de extenderse mucho más, llegando entonces á ser destructivas, y hasta
mutilantes. Una vez, sobre tres ó cuatro, se complica de infartos de las
: glándulas de la ingle que pueden formar abscesos, y más tarde úlceras.
¡ Con raras excepciones no hay gravedad, sin embargo, en todo esto; por-
que el chancro simple no es más que un accidente lócala sin infección de la
[. sangre, y, por consiguiente, sin peligros para el porvenir.
' l5e modo que, si fuera lo único que existiera como afección venérea, el
peligro venéreo no existiría, por decirlo así ; no sería más que la sombra de
lo que es, en realidad, por los dos tipos siguientes.
Segundo tipo : Blenorragia. Consiste ésta, esencialmente, en una in-
flamación supurativa del conducto de la uretra, por donde sale abundante-
mente un humor amarillo verdoso, que contiene un organismo microscópico
\\9im^áo gonococo, agente específico de la afección.
No es una enfermedad frecuente, sino extraordinariamente frecuente.
La moda en el público es considerarla como «una bagatela, como cosa de
esca.sa importancia». Es una enfermedad, se dice, « que todo el mundo ha
tenido ó tendrá, enfermedad que no es nada y que cura en pocas semanasv.
Es un «certificado de virilidad», añaden n*eci»mente algunos, y hay que
reirse de ella. Veréis por lo que va á seguir, si la risaseajustaá las cirruns-
tancias. Sí: en efecto, convenientemente tratada y desprovista de compli-
caciones, la blenorragia no es más que un «ligero accidente», del cual se
ve uno libre, por lo general, con ])a8tante farilidad y sin consecuencias (no
siempre sin perjuicio; pues, cuantas veces la he visto presentarse muy im-
portunamente, haciendo fracasar un examen ó un concurso, y acabando la
carrera de un aspirante).
Diré más : sí; ciertamente, aun tratada con negligencia (lo cual es usualn
la blenorragia cura frecuentemente sin complicaciones actuales y sin con-
secuencias futuras, con el único inconveniente de una duración más ó me-
nos larga, que se cuenta entonces, no ya por semanas, sino por meses y
hafeta por años.
Pero no ocurren siempre las cosas de este modo y tan sencillamente,
pues, primeramente, puede la afección mostrarse más ó menos rebelde (por
culpa del enfermo, ó por culpa del médico) y no agotarse sino pasado un
tiempo considerable.
Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años jiS
En segrundo lug-ar, puede (lo cual odirre muchas veces) no cesar sino de
un modo incompleto, es decir, no curar y degenerar en ese estado de desti-
lación crónica, que se UsLinei Iflenorrea, 6 en lenguaje trivial, ^oía militar,
que no se descubre más que por una sencilla humedad, que el enfermo nota
al despertar después de muchas horas pasadas sin micción. Y, es necesario
que lo sepáis : esa blenorragia es una de las afecciones más difíciles de cu-
rar ; no se vence sino á costa de tratamientos siempre largos, dolorosos á
veces, y es de recidiva fácil y frecuente, y sin hablnr de aquellos casos, que
no son raros, en que es realmente incurable y refractaria á todos los trata-
mientos.
Después, en tercer lugar, la blenorragia suele traer dos grandes órdenes
de accidentes, á saber: complicaciones actuales y consecuencias remotas.
I. Las primeras son múltiples y variadas. Para abreviar, no citaremos
más que dos, las dos principales por su frecuencia y su importancia clínica,
á saber :
1.* Una muy común y que ciertamente conocéis de nombre, la epididi-
mitis (vulgarmente orquitis, 6 más vulgarmente todavía : blenorragia exten-
dida á las bolsas), consistente en una inflamación aguda de un órgano ane-
xo al testículo (el epidídimo).
2/* La otra, mucho menos frecuente, llamada reumatismo blenorrágico,
constituido, efectivamente, por un conjunto de síntomas que se parecen
con bastante exactitud al reumatismo común.
Encontraremos dentro de un instante una y otra de esas determinaciones
morbosas al hablar de sus restos posibles.
Además, por mucho empeño que ponga para ser breve, me es forzoso no
dejaros ignorar que, en ciertos casos, en verdad mucho más raros y hasta
excepcionales, puede la blenorragia tener manifestaciones en diversos ór-
ganos, á saber : la vejiga ; la próstata, en forma de congestión, de inflama-
ción, de absceso, que es menester abrir lo más pronto posible, so pena de
correr serios peligros; el riñon ; los ojos, por el hecho de una inoculación
transportada allí de un modo cualquiera, inoculación que llega á ser algu-
nas veces el origen de una oftalmía sobreaguda, espantosa por sus síntomas
y que puede vaciar el globo ocular en algunos días ; el corazón ; quizás la
médula, en la cual se traduce por parálisis de los miembros inferiores y de
la vejiga, y hasta el cerebro, etc.
Y. naturalmente, por el hecho de que ataque á órganos de tanta digni-
dad funcional y á visceras esenciales para la existencia, se ve esa pequeña
enfermedad que se tiene costumbre de localizar en su estrecho dominio
uretral, ensanchar singularmente su cuadro, complicando su marcha y ca-
racterizándose por los grandes síntomas de las grandes enfermedades;
amenazando h veces la vida, y pudiendo terminar con la muerte. Por
la muerte, sí, oid bien la palabra; porque innegablemente se puede morir á
consecuencia de la blenorragia. Para no citar más que un solo ejemplo,
sobre once casos de inflamación aguda de la médula de origen blenorrá-
gico, se han visto terminar ocho por la muerte.
Observación incidental : ¡ Qué lejos estamos, con los hechos precedentes,
de la blenorragia, insigniflcante enfermedad, bagatela de la cual hay que
burlarse I
IL Pero, de seguro, los verdaderos peligros, los peligros corrientes de
la blenorragia consisten en lo que puede llamarse sus secuelas.
De esas secuelas os señalaré solamente las cuatro principales, que son ;
1.° La blenorragia, que comienza, según es corriente, por ser descuida-
da, desdeñada, tratada con desprecio, y después, en un momento dado,
llega á ser una inoportunidad, un tormento, una obsesión para ciertos in-
dividuos, una causa permanente de mal humor, de melancolía, de desespe-
ción, de neurastenia, etc.
Notad bien esto, esa blenorragia es grave, muy grave, desde dos puntos
de vista, poroue, en efecto, constituye, por. una parte, obstáculo al matri-
monio. ¿Que hombre de corazón aspiraría al matrimonio cuando se ve ata-
cado de una enfermedad que tiene la posibilidad de transmitir?
De otro lado, puede ser para las mujeres origen de las peores catástro-
fes. Aunque seáis jóvenes, no habréis dejado de oir hablar en el mundo de
desgraciadas jóvenes, poco después de haberse casado en perfecto estado de
salud, enfermar de repente: se enferman «del vientre», como se dice en
7*^ Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años
lenguaje vulgar; languidecen en el sofá meses y años, y á las que ya can-
sadas se les «abre el vientre», y finalmente curan ó mueren de^pués de ese
recurso extremo. ¿Qué es todo esto? Sencillamente, e^as mujeres üon víc-
timas de la blenorragia masculina, se han casado con hombres con bleno-
rragia no extinguida, blenorragias internas que, desconocidas ó mal trata-
das, han servido de origen á los accidentes en cuestión. Si una de esas
mujeres fueran vuestras hermanas ¿qué pensarías del hombre que la hubie-
ra mancliado de ese modo y expuesto á tales peligros?
Otro punto : á veces también oiréis lo siguiente: «¡qué horrorosa desgra-
cia ha sucedido á la señora X, que tanto ha sufrido después de su matrimo-
nio! El niño que acaba de dar á luz padece desde que nació una oftalmía
espantosa, por la cual se volverá ciego ó casi ciego, según dicen».
¿Qué es todo esto? Un crimen de la blenorragia, á saber: una oftalmía
blenorrágica procedente de la blenorragia materna, engendrada á su vez en
la blenorrea del marido. Por última vez, pues la evidencia es muy com-
pleta, y vuestra convicción debe ser un hecho. Os volveré á hacer la pre-
gunta anterior ¿es posible reírse de una enfermedad capaz de producir tan
funestas consecuencias?
2.° Obstrucción espermática^ originada por epididimitis dobles que obli-
teran los canalículos vectores del esperma y ocasionan de un modo provisio-
nal ó permanente la infecundidad.
La infecundidad no es solamente la incapacidad de la reproducción: es
también, y más todavía, la amargura de la decadencia, la humillación, el
despecho indefinido; es también la prohibición del matrimonio, ó si el ma-
trimonio se ha realizado, la soledad in etemam en el hogar doméstico, la
desolación del nido desierto, de ¿a cosa sin hijos.
Dicho sea de paso : ¡cuántrs maridos acusan á sus mujeres de esterili-
dad, siendo ellos los únicos culpables!
3.° En/ermedades articulares. — Restos del reumatismo blenorrágico, y
restos permanentes definitivos. De donde nacen trastornos funcionales,
ligeros ó serios; la rigidez de las articulaciones, actitudes viciosas, dificul-
tad, reducción y, á veces, hasta abolición de los movimientos articulares por
anquílosis. En suma, posibilidad de invalidez real. Sin exageración, la
blenorragia produce invalidez de los miembros, principalmente de los dedos,
de las manos, de los pies, de las rodillas, de los hombros, del raquis, etc.
Ejemplo : dos jóvenes, pianista uno y profesor de esgrima el otro, tuvie-
ron que renunciar á su profesión (que era su modo de ganarse la vida), por
haber tenido el primero, una torcedura de las falanges, y el segundo una
rigidez incurable del hombro derecho. Un tercer individuo ha estado tu-
llido de todos los miembros y hace doce años que no camina, ó más bien, no
se arrastra, sino valiéndose de dos bastones y á pasos muy pequeños.
4.° Estrechez uretral. — Es el accidente más común y máfe serio de la
blenorragia. Accidente siempre importante, y con el cual es necesario
contar ; á' veces curable con un tratamiento suave (dilatación progresiva),
pero que en ocasiones no cura sino después de intervenciones quirúrgicas
(uretrotomía).
Después, la estrecliez descuidada puede ser el punto de partida de graves
complicaciones, muy graves en ocasiones, de la próstata, de la vejiga y del
riñon. Y entonces es posible hasta la muerte, que no es rara en dichos
casos. Ese es el balance de la blenorragia
De este corto resumen podemos deducir las siguientes conclusiones:
1.", que la blenorragia no constituye sino una enfermedad ligera y anodina
en la mayoría de los casos, sobre todo cuando se somete desde el principio
á un tratamiento adecuado ; 2 ', que no es raro que llegue á ser una afec-
ción más ó menos seria, por su tendencia á la cronicidad, por sus complica-
ciones actuales, sobre todo por las reliquias que deja: 3.', que, por último,
en gran número de casos, se eleva, por sí misma ó por sus reliquias, al nivel
de las afecciones decididamente graves, susceptibles de cualquier termina-
ción. Todo lo cual puede resumirse en este viejo aforismo: « Si p\iede sa-
berse cuando comienza la blenorragia, no se sabe cuándo ni cómo ha de con-
cluir».
[Se concluirá).
£1 alcohol en dietética
vi)
POR EL
Dr. Augusto Bungb
¡ Qué carcajada acogería el fisiólogro bien iutencionado que recomendara
al obrero el confisumo de paté-de-foié gras, alimento que á los grastrónomos
de conventillo se les debe representar tan lejano, tan inaccesible, tan inve-
rosímil, como una princesa-del-bosque-durmiente ! Y nos quedamos muy
serios cuando oimos recomendarle el vino de «buena calidad», que deja
atrás, en cuanto á carestía, á ese alimento y á muchos otros de los más re-
buscados, acaso con la sola excepción de las chuletas de mastodonte.
¿Y sabe siquiera distinguir el primitivo paladar de un obrero éntrelos
menjurges misteriosos que venden en las tabernas bajo el nombre de vino,
y el mosto auténtico ? Por otra parte, jamás el obrero buscará en el alcohol
el alimento, sino el veneno, el nepentes para sus fatigas, y á veces aun la
Eutanasia, porque él no entiende de calorías, y sólo sabe que el alcohol es
el olvido, la ficción del bienestar que le niega la sociedad madrastra.
'El hombre de laboratorio, si quiere salir á la ventana para hablar á la
humanidad, no debe olvidar que los panoramas no se miran con microsco-
pio, que valen más buenos ojos que un mal apuntado catalejo, y que la vida
se mira ingenuamente, frente a frente, como la miran los niños, que no
saben cosas sabias pero saben vivir.
Bn el mejor de los casos, es inconsciencia imperdonable recomendar,
como suplemento de ración alimenticia, el alcohol caro y malo, cuando te-
nemos la buena manteca, y el delicioso dulce, y la suculenta carne, que
cuestan menos y rinden más provecho. ¿Es esta sólo una consideración
sociológica? Ni remotamente, porque el obrero que consume alcohol, que
para proporcionarse un mísero vaso de roHl vino ó de peor cognac, substrae
una parte de su pobre salario en que nunca sobra ni un ochavo para lo in-
dispensable, ahorra, no alimentos ni energía vital, sino ahorra sobre su más
que rudimentario bienestar, precaria base de su salud y la de sus hijos.
Aun dejando de lado toda consideración moral, aun suponiendo que el
obrero sea capaz de ser moderado, le es siempre funesto el consumo de alco-
hol, porque representa un gasto de lujo que empobrece en proporción su
presupuesto de necesidad. Aun muy lejos de la embriaguez y de la intoxi
cación crónica, el alcoholismo, siempre y en todas partes, es por esto el más
poderoso factor de miseria social, porque descuenta 20 centavos de cada peso
de salario, y lo hace así insuficiente para las necesidades más urgentes.
Es necesario, es indispensable, decirlo bien alto, porque hay todavía
muchos oídos que no quieren oírlo : la salud del obrero depende de su
Salario. Un higienista consciente tiene, por tanto, el deber de decirle : el
alcohol, si es alimento, es el más detestable de todos ; además, sus efectos
agradables son efectos tóxicos funestos; y es tan caro, que consumir alcohol
significa empobrecerse, y por tanto, sucumbir á la miseria, que aprieta ya
lo suficiente sin necesidad de gastos superfinos. ¡Obreros! guardaos los
centavos que el desvergonzado rpclamo os incita á malgastar en la taberna,
En vez de comprar un litro de mal vino, llevad á vuestras esposas un kilo
de buen azúcar, con que os hará ¡ qué lujo ! dulce para toda la semana ! 6
llevad á vuestros hijos la camiseta limpia, ó las alpargatas nuevas, el jabón,
el libro, que tanta falta les hace para no sucumbir entre la desnudez, la
suciedad y la ignorancia! (2)
(1) Conclusión. —^ Véase el o úmero anterior.
(2) Familia obrera dt situación extraordinariamente pripilegiada, compuesta de seis personas
( padre, madre y cuatro hijos ) que tienen la muy rara suerte de trabajar todo el año, y gozan de
salarios elcvadisimos :
El padre gana $3 m/n descontando días de fícsta $ 910
La madre » 1'50 » » » » » ^0
El hijo de 20 años » 2 » » » » » 610
La hija de 16 » 1»50 » » » » » ^60
Entradas totales para 6 personas $ 2440
Lo cual representa el Eldorado entre los obreros, á pesar de que la madre debe abandonar sus
hijos pequeños al arroyo para ganar ese salario con 11 horas de trabajo, y la hija se consume de
clorosis y de hastío en el tal'er.
Supongamos además que el padre y el hijo sean tan idealmente sobrios que jamás se detengan á
tomar el vermouth, la cana ó el ajenjo en el almacén de la esquina : saben que « un litro de ouen
72H Kl alcohol en dietética
Dice Bungre : «Aun si admitimos que el alcohol quemado en nuestro
cuerpo sea empleado como fuente de energ-ía, esta provisión de fuerza siem-
pre es menor que la de los hidratos de carbono, de los cuales fué preparado
el alcohol, iín la fermentación de un kilogramo de glucosa es desperdi-
ciada tanta fuerza, según acabamos de ver, como la que ba>ta para levantar
á un hombre pesado á la cumbre del Faulhorn. Hay que tener en cuenta,
además , que ciertas células , probablemente sólo "pueden aprovechar la
energía puesta en libertad por este primer desdoblamiento (de la glucosa en
alcohol), porque el oxígeno no llega hasta ellas. Se ve, pues, cuanta locura
es la del hombre que arroja á las levaduras, para darles de comer, los nutri-
tivos hidratos de carbono del zumo de uva y del grano, para consumir él,
luego, los residuos dejados por los hongos». (1).
Por más barato que se consiguiera fabricar aguardiente, sus malas calo-
rías serán siempre más caras que las buenas del grano y de la fruta de que
son sacadas, porque de aquéllas viven, t además de los cosecheros, las leva-
duras, los obreros de la destilería y de la bodega y el empresario.
Pero estos inconvenientes- del consumo de alcohol en el obrero son me-
diatos, resultantes de su elevado costo. Además de los desastres que de-
termina empobreciendo al obrero, no olvidemos los hechos antes menciona-
dos, que pueden resumirse en esta frase: el alcohol, en la dietética del
trabajador, desempeña un papel de alimento enteramenie secundario á su
papel de veneno, pues la pobre energía viva que su consumo proporciona.
es pagada con usura por el desgaste que la intoxicación alcohólica latente,
que es casi siempre la consecuencia inevitable de su uso habitual, determina
tarde ó temprano en el organismo.
Como hemos visto, el alcohol obra í¿^?wprí como un narcótico, sea cual
fuere la dosis, y la estimulación que parece producir es sólo aparente y
esencialmente subjetiva; se explica así, que, aun en cantidades pequeñas,
su consumo habitual determine la disminución del rendimiento de trabajo
que la observación demuestra. Se puede, por consiguiente, inducir que es
un factor de empobrecimiento de la vitalidad general, de rebajamiento del
hombre. No debemos buscar los indicios de esto en ningún fenómeno gro-
seramente evidente, como es natural; los hech'>s citados, y muchos otros bien
conocidos, demuestran suflcienteraente que el consumo de alcohol debe ser
proscripto de la alimentación del obrero, tanto porque lo empobrece y lo
enferma al empobrecerlo, como también porque priva á la industria de
muchos millones de kilogramos por cada obrero, haciendo así que sean ne-
cesarias diez ó mós horas de trabajo, para lo que bastarían quizás ocho. La
revolución de las ocho horas no es posible con alcohol.
Vemos, pues, cuan múltiples y graves intereses económicos, higiénicos y
morales, que atañen tanto al individuo como á la sociedad, son lesionados
por el consumo del clásico litro de vino ó de cerveza, y cuan importante es
desde todo punto de vista, pero especialmente desde eHiigiénico, encarar la
cuestión del alcohol con un criterio estrictamente severo, desdeñando la fri-
vola tarea de entretenerse en divagaciones sentimentales sobre si es ó no es
humano privar al trabajador de la amable copa, ó en juegos malabares de
palabras sol)re donde comienza el abaso condenable y donde termina el uso
lícito. Volveremos nuevamente sobre esta última cuestión al ocuparnos del
alcoholismo latente.
vino no hace dañov. El padre toma concienzudamenic un litro diario, el hijo medio, v la madre
y la hija, para «ayu-iarsc», otro medio entre las dos, A 5H centavos el litro, mínimo de costo de
un vino ya muy falsificado, son al año $ ;{ti5 gastados en vino, á lo cual deben añadirse $ 3á
para convidar á las visitas uno que otro dia de fiesta. Esta íamilia. excepcionalmenlc sobria, gasta
asi en vino de buena calidad la sexta parte de sus salarios Si comprara vino de 40, 30 y aún 25
centavos el litro, gastaría menos, es cierto, pero evidentemente se sometería á una grave intoxica-
ción. Son cuatrocientos vesos que descuenta de fíastos de primera necesidad. Para poder tomar
vino, se aglomera en dos inmundos cuartujos de conventillo, que le cuestan cada uno al menos
ciento cuarenta v cu.itro pesos al año, cuando con quinientos pesos podría alquilarse un departa-
mento dcLcntc, y ahorra el resto sobre sus vestidos, su pan, su carne, su jabón. Suprimiendo de
su presupuesto esa partida, y viviendo en departamento, le sobran todavia doscientos pesos, que le
pueden proporcionar muchas más calorías que las del vino de que se abstiene, y de yapa le queda
para mei'orar todo el tren de casa.
I Y qué decir de la inmensa mayoría de las familias obreras, que ganan á penas la mí:ad de ésta,
pero no dejan do comprar su litr» de vino de .30 ó 40 centivos I y luego el aperitivo y el digestivo
del obrero soltero. No temo equivocarme al decir que. en conjunto, los cíen mil obreros de Buenos
Aires, si ganan al año cuarenta niiüones. que apenas les alcanzan para vivir, los reducen á treinta,
regalando á los taberneros la cuarta parte de lo que ganan.
(1) G. von Bunge, Lehrbuch des Physiologie des Menschen. — 1ÍM)4, II Bd. pág. 403.
/i/ aicohnl en dieictica 72g
¿Y estos principios rig-ea también para el hombre de trabajo intelectual,
cuyo presupuesto más bolg-ado le permite gastos de lu^o que la necesidad
prohibe imperiosamente al obrero manual, y cuyos músculos pueden dis-
minuir impunemente su energía de trabajo? Exactamente lo mismo, por-
que el alcohol paraliza la célula psíquica lo mismo que la célula estriada.
Es posible que el artista neurópata encuentre en el alcohol un estímulo para
su emotividad, que es á veces la única materia prima con que elabora su
obra de arte ; pero esta obra exclusivamente emotiva no tendrá nunca el
sólido valor de la obra de arte verdaderamente genial, que se asienta siem-
pre sobre la concepción sintética (justamente lo primero que borra el aleo-
bol), y que es tan indispensable en la producción más exclusivamente
intelectual como en la creación más puramente emocional en la apariencia;
el alcohol es el enemigo de la introspección, y por tanto, también el ene-
migo del arte, pese á Hoffmann, que escribía ebrio de cerveza sus hermosos
cuentos (quien sabe cuanto más hermosos sin ella), y pese á Mozart, «el di-
vino», cuyo rasgo genial más grande es para mí el que su psique creadora
haya resistido al alcohol de que abusaba.
Dice excelentemente Baer: «El pensar tranquilo, la comprobación silen-
ciosa, el análisis crítico, la observación clara de los hechos, el reconoci-
miento de sus conexiones, estas operaciones del espíritu (y á ellas debe la
humanidad todo el tesoro de la ciencia positiva y el gran empuje de las
ciencias naturales, técnica é industrias inclusive), seguramente no son
favorecidas por el alcohol». Estas palabras nos indican que el consumo
habitual de alcohol nada debe tener de provechoso para el trabajador inte-
lectual. Puede decirse que casi todos los grandes hombres de ciencia de
que se enorgullece el siglo xix son ó han sido abstinentes habituales. En
una interesante enquHe hecha recientemente por La Revue con motivo de la
resonante declaración á favor del alcohol hecha por Duclaux, se mani-
festaron abstinentes absolutos, no por consideraciones morales, sino porque
consideraban que en cualquier dosis el alcohol les hacía daño, la inmensa
mayoría de los sabios consultados, entre ellos, especialmente Roux, Metch-
nikoíf, Landouzy, Berthelot.
El alcohol y las condiciones db ambiente. — Todo lo dicho me per-
mitirá ser breve en lo que me queda por tratar. Dañoso en condiciones
normales de ambiente, se concibe cuan funesto debe ser en los climas ex-
tremos.
Veneno hipotermizante, y por ende dilatador de los vasos periféricos, es
de prever que debe ser especialmente funesto en los climas fríos, pues au-
menta la irradiación cutánea de calórico y deprime por su acción narcótica
las reacciones orgánicas de defensa contra el frío. Sus efectos funestos
fueron reconocidos pronto en las expediciones polares, y figura en ellas
sólo como artículo de botica. Los ascensionistas de montañas saben muy
bien que el viajero que, perdido entre los hielos, busque en la acción narcó-
tica y vasodilatadora del alcohol una ilusión de descanso y de calor, no
despierta más del sueño que lo acecha en los ventisqueros.
Parece que en las grandes alturas, la embriaguez se disipa rápidamente,
lo cual se explica por la más rápida vaporización del alcohol en bajas pre-
siones, pero esta ventaja (?) es compensada con exceso por el inconveniente
citado.
En los climas cálidos el alcohol es el más peligroso aliado para las enfer-
medades endémicas. Parece que los europeos abstinentes se aclimatan
perfectamente al cólera y á la fiebre amarilla, y que el alcohol les entrega
indefenso al no abstinente. Igual cosa con lashepatopatías. El hecho se
explica sin dificultad si se tiene presente que el alcohol socava ante todo la
resisten<*.ia del principal baluarte de defensa que necesita el organismo en
los trópicos; el aparato digestivo, especialmente el hígado, punto de mira
de casi todas las infecciones allí endémicas.
El alcohol y las condiciones individuales. —La industria moderna
tiene infiernos especiales para los niños y paralas mujeres, Pero uno de
los peores demonios de estos infiernos no es provisto por el patrón sino por
el mismo obrero : el alcohol.
El patrón provee al surmenage precoz, á las posiciones viciosas, al enve-
nenamiento, á las maternidades dolorosas, á la clorosis, al tedium vitae á los
doce años, por la explotación desvergonzada de las fatigas de esos débiles,
730 El alcohol en dietética
muchas veces en antros de sombra, de tristeza y de hastío, «retribuyéndo-
las» con salarios irrisorios; pero los padres, los esposos, los esperan en sus
casas con el otro : la ración suplementaria de vino al niño, á la mujer que
trabajan fuera, cuando no es aguardiente.
Descontemos ahora el alcoholismo de la infancia, tal como se practica en
Normandía ó en Bretaña, ó en ese valle de Josafat que es la región de los
talleres de cadenas en Inglaterra, donde la sopa de aguardiente reemplaza
á la leche desde el destete; ocupémonos de la alcoholización del niño, tal
como se practica con frecuencia para tonificarlo, \ muchas veces aconsejada
por el médico ! El consumo en esa forma hace á los niños precoces: llaman
la atención por su vivacidad. Pero el milagro dura poco tiempo, y el ado-
lescente paga luego con la paralización del desarrollo mental y físico, cuando
no con degeneraciones peores, los bríos del infante. Es que la continua
sobreexcitación del tan impresionable sistema nervioso del niño, manifes-
tada ya con unas gotas de vino flojo, determina el inevitable agotamiento
ulterior, y este agotamiento se manifiesta, naturalmente, en cuanto la eclo-
sión de la pubertad hace una llamada general á la vitalidad del organismo.
¡Cuántas anemias, cuántos desarrollos retardados, reconocen por principal
culpable al médico que no vacila en prescribir «vinos tónicos», de quina,
de coca, de kola, y de otras drogas míis, á niños y niñas de doce años, que
lo único que necesitan es mejores alimentos, más sol, más alegría !
La necesidad fundamental del organismo del niño es la actividad de los
intercambios nutritivos, el derroche de energía, de vida, de infancia. El
pensamiento debe, por tanto, estarse en calma, casi únicamente dedicado á
la percepción de los mundos nuevos que se le presentan cada día. ¡Y á ese
niño se le da alcohol, que paraliza su vitalidad y trastorna su frágil equili-
brio mental! Es un crimen de lesa humanidad, uo sólo recomendarlo ó
autorizarlo, sino también no prohibirlo á los niños.
La mujer, con un sistema nervioso tan impresionable, con una mentali-
dad casi tan inestable como la del niño, y con un organismo en cuya evo-
lución se suceden rítmicamente las profundas perturbaciones, casi cata-
clísmicas, de la menstruación y del embarazo, es un ser eí«pecialmente
propenso á sufrir por el alcohol. Por otra parte, como «alimento suplemei.-
tario», para nada lo necesita, y como estimulante menos, pues ante todo e.>
un organismo vegetativo.
Durante la maternidad la naturaleza se encarga dé proveer perfecta-
mente á las necesidaíies de su nutrición, y el alcohol, por su acción sobre el
hígado y sobre el riñon, lo único que puede hacer es preparar y agravar
los accidentes de autointoxicación gravídica. Y no olvidemos que el alco-
hol pasa á la circulación fetal ; parece que los fetos elaborados por madres
que se alcoholizan, hacen excesiva grasa y demasiado poco músculo, y na-
cen anémicos y propensos á enfermar. Es que la vida no tolera intrusos
en la elaboración de sus misterios, y el alcohol es y será siempre un intruso
en toda vida.
¿ A qué, pues, las cervezas negras y los vinos deque se harta á las pobres
embarazadas, cuando con simples medios higiénicos se obtienen los resul-
tados que en vano se pide á éstos? Esa malliadada cerveza negra de las
embarazadas y las lactantes, lo único positivo que hace, para mí, es con-
tribuir á la transformación de sus vientres en odres y de sus muslos en
jamones.
I La lactancia! Es el caballito de batalla de las cervezas «para las ma-
dres que crían». Es indudable que la cerveza ^nm^ixi^i la cantidad áe la
secreción láctea; pero es indudable también que , si es rica en alcohol, em-
peora su calidad, aguándola. No encuentro el menor inconveniente (y
quizás tengan ventajas á veces en las madres débiles) á los extractos de
malta que tengan á lo mAs 2 por 100 de alcohol; la cantidad de veneno es
insignificante . y son ricos en hidrocarbonados fácilmente asimilables y en
fosfatos que quizás pasen á la leche. Pero, no olvidemos que el alcohol
pasa á la leche; después de resultados contradictorios, los más recientes
experimentos lo demuestran todos ; y pasa en cantidad no despreciable.
Por consiguiente, el vino y esas cervezas obscuras de más de 5 por 100 de
.alcohol, debon sor proscriptas en ahsoWo, por sus nefastos efectos sobre el
mamón ; aguan la leche, la proveen de una cantidad no despreciable de
alcohol, la recargan de manteca, y el resultado es que el niño sufre con
Resista critica bibliográjica 73'
frecuencia de accidentes gastrointestinales, cuando no vive narcotizado ó
atormentado por convulsiones, y además, el raquitismo, patrimonio prinai-
pálmente délos hijos de madres que se alcoholizan.
Por último, feogrún Legrain, el niño que mama leche alcoholizada se hace
apeteute para el alcohol. Y la madre t quien el médico le recomienda al-
cohol para «tonificarse», se lo administra k su vez á su niño, también para
« tonificarlo » ; y lo tonifica tan bien, que su desarrollo es el que hemos visto
y favorece así esa apetencia.
Funestísimo en el niño, innecesario y no menos dañoso en la mujer y en
la madre, en el anciano puede ser peor todavía. La vejez es la deficiencia
progresiva de las funcionalidades neuro-cardio-renales, y la alcoholización
es la intoxicación ueuro-cardio-renal. La bancarrota final será, pues, tanto
más rápidia, por la asociación de la decadencia vital, factor de arterio-escle-
rosis, y del alcohol, factor de decadencia vital.
A estos tres casos de contraindicación absoluta del alcohol , el niño, la
mujer y el anciano, debemos añadir el de todos aquellos que sufran de
alguna anomalía del sistema nervioso, de alguna perturbación del equili-
brio nutritivo; unos porque no están en condiciones de soportar impune-
mente los trastornos nerviosos, aun los más leves, provocados por el alco-
hol, y los otros porque sus anomalías nutritivas pueden ser agravadas por
él. Pero esto formará parte de la próxima conferencia, en' la cual trataré de
ser más explícito sobre lo cautelosos que deben ser los degenerados para
' con el alcohol , y por tanto los médicos consultados por ellos respecto á al-
guna enfermedad.
En conclusión : aun en dosis moderadas, alimento dudoso, peligroso y
horriblemente caro, estimulante ficticio y veneno de todo protoplasma, el
alcohol es el más detestable artículo de consumo. Ante la Higiene sólo
debe ser considerado como uno de los tantos venenos de que está saturada
la civilización moderna, y veneno mucho menos «tolerable» de lo que suele
decirse con excesiva frecuencia.
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
POIt £1«
Du. Masó Bru
Ex profesor libre de Patología médica en la Facultad de Madrid
Iieoolones de Clinloa médioa, por el Dr. Yallejo Lobón, Catedrático de
la asignatura en la Facultad de Barcelona. —Tomo I. — Barcelona, 1903.
La lectura y estudio de esta obra, porque es de las que lo merecen,
me ha complacido en extremo y por muchos motivos. Primero, á
causa del entusiasmo científico que rebosa en muchas de sus páginas,
del que ha de participar forzosamente quien la tenga entre sus manos;
en segundo lugar, porque la informa un buen espíritu de observación,
que se apoya en una sólida base científica, y en tercer término, porque
marca una nueva orientación en nuestra Facultad de medicina, en lo
que atañe á la enseñanza práctica de la Patología médica. Quien,
como el Dr. Vallejo Lobón. dice : «Hemos llegado á un momento de
la liistoria en el que la Clínica tiene tales exigencias, que ya no basta
con que los médicos se hayan repartido las enfermedades por grupos,
para que especializando puedan mejor abarcar su estudio, sino que
aun dentro de cada especialidad, el clínico necesita el concurso de los
especialistas de laboratorio y de gabinete para que le ayuden en sus
investigaciones y para que le auxilien en el tratamiento de los enfer-
mos, encargándose de la aplicación de determinados recursos terapéu-
ticos», da pruebas de que conoce á fondo la medicina de nuestros
tiempos y que ha de enseñar á sus alumnos el único camino posible
para la comprensión de los intrincados problemas clínicos. La labor
nuestra, dice el Dr. Vallejo Lobón, empezará en las enfermerías, se-
7^2 Revista crítica bibliográjica
^'•uirá en el laboratorio y terminará, á veces, en la sala de autopsia.
Él análisis químico y microscópico, el examen bacteriológ-ico, el suero-
diagnóstico, la radiografía, la endoscopia, los métodos gráficos, etc.,
deben ser de aplicación corriente. Felicito cordialmente al ilustrado
Catedrático por este plan de estudios, que indudablemente ha de re-
portar un gran bien k la juventud médica, con su criterio amplio y
reformador.
Empieza la obra, cuyo primer tomo corresponde al primer trimestre
del curso 1902 á 1903, por sentar las reglas generales para el examen
de los enfermos, que son de gran importancia como propedéutica-clí-
nica, especialmente en la de procesos llamados médicos. Sigue luego
un capítulo dedicado á las infecciones generales, figurando en este
estudio (cuyas hojas de observación han hecho los alumnos y la lección
la ha dado el profesor en la enfermería ó en la cátedra), las fiebres
efémeras y las tifoideas. Me ha de permitir el Dr. Vallejo Lobón que
considere admisible, sólo á título provisional, el grupo de las fiebres
efémeras y que crea que en el concepto moderno de la pirexia no
constituye el curso ó duración de un proceso estado de separación
entre el grupo de las infectivas ; el tifus ambulatorio de Griesinger, la
granulia de Empis y la espleno-pneumonitis de Grancher, por ejemplo. ^
con su marcha propia, no pueden, sin embargo, elijninarse en modo *
alguno de las tifoideas, tuberculosis 3'^ pneumonías. Ya el Dr. Vallejo
Lobón, al estudiar magistralmente la patogenia de estas fiebres eféme-
ras, reconoce que pueden ser de naturaleza estreptocócica, estafilocó-
cica, pneumocócica, etc., y tener, además, diversas localizaciones. A
fijar éstas, en lo posible, y á determinar aquel génesis microbiano
con precisión debe tender la actual patología, olvidando por completo
la antigua doctrina piretológica que en su época sostuvo con gran bri-
llantez nuestro ilustre Sánchez Merino.
Le dedica luego una lección á la fiebre tifoidea, basada en varias
observaciones, estudiando las indicaciones del método de Brand de
Stettin. A continuación viene un capítulo sobre las intoxicaciones
observadas durante el curso, después del cual se ocupa el autor de las
enfermedades distróficas, siendo muy notable la lección dedicada al
tratamiento de la diabetes sacarina; como también lo es la del reuma-
tismo deformante, en cuya terapéutica hace figurar, con gran acierto,
las aguas minero-medicinales de los grupos clorurado-sódico, arsénica!
y sulfuroso.
La sección de la obra dedicada á las enfermedades de la sangre
justifica por sí sola la alabanza incondicional que me merece est« tra-
bajo del Dr. Vallejo Lobón. Discusión razonada de la patogenia y
evolución de las anemias esenciales y sintomáticas; descripción aca-
bada del sjndrome presentado por los enfermos de la clínica; análisis
hematoscópico para fijar tipo y gravedad ; diagnósticos diferenciales
bien establecidos, y sobre todo aplicación (harto desconocida) de la mo-
derna terapéutica ; tocio ello, expuesto didácticamente, se encuentra
en este capítulo.
De todos es sabido que si en las anemias agudas la transfusión san-
guínea y de suero quirúrgico dan grandes resultados, no es así en las
anemias crónicas, y sin embargo, pocos comprenden el alcance é in-
dicaciones de la opoterapia en estos casos. De ella dice el Dr. Vallejo
Lobón que por los éxitos que á veces nos ofrece puede en el porvenir
constituir uno de nuestros más poderosos recursos. Una de las enfer-
mas anémicas presentó eltipoBiermer, aunque separándose del mismo
por no ser su marcha fatalmente progresiva.
El siguiente capítulo trata de algunas enfermedades nerviosas : his-
terismo, hístero-neurastenia, neurastenia con síntomas cardio-vascu-
Repinta critica bibliográfica J33
lares, neurastenia con síntomas cerebelosos, epilepsia Jacksoniana,
tuberculosis meningo-cerebral, hemorragia cerebral con localización
capsular, lesión peduncular con parálisis alterna (tipo Weber), ataxia
locomotriz, polineuritis, parálisis facial, etc.
Todas esas lecciones merecen estudio analítico detenido ; pero sién-
dome imposible en este rápido trabajo hacerlo, me limito á llamar la
atención sobre la que trata de la hemorragia cerebral, en la que se
habla (en el terreno del diagnóstico diferencial), de las parálisis refle-
jas de origen pleurítico, cuyas formas he podido yo ver algunas veces
en mi práctica y que son muy poco conocidas. El diagnóstico topográ-
fico de las lesiones cerebrales hemorrágicas puede satisfacer por com-
pleto, así como las interpretaciones ñsio-patológicas sobre las mismas.
La historia clínica de una enferma con ciática y pirexia intercurrente,
es muy interesante, y desde luego hace sospechar se trata de una fima-
tosis larvada.
Capítulo aparte dedica el autor á las enfermedades del aparato cir-
culatorio vistas en su clínica. Un caso de miocarditis esclerósica,
tipo mitro-arterial de Huchard, da motivo al Dr. Vallejo para disertar
extensamente sobre la arterio-esclerosis, asignando á la miocarditis dé
su enfermo el tipo arítmico-asistólico. (Merece ser mencionado el
alumno redactor de esta hoja clínica, Sr. Salazar). Otros enfermos de
insuficiencia mitra! y degeneración grasosa del corazón son también
objeto de lección en cátedra. En la consagrada á la hiposistolia, sus-
cribo sin reservas la indicación de la atmiatría respiratoria cuando el
proceso cardíaco es funcional y sintomático de afecciones crónicas
bronco-pulmonares obliterantes ó siquiera estenosantes ; pero en cam-
bio no puedo ver, como el Dr. Vallejo Lobón, las ventajas del mace-
rado de digital sobre las digitalínas, pues en los casos que se desea
rapidez de acción cardio-motora, siempre resulta preferible la digita-
lina cristalizada Nativelle á todos los preparados digitálicos. Como
tónico del corazón (aparte otros agentes farmacológicos, opoterápicos
y físicos), es recomendable también la misma digitalina (con dosifica-
ción distinta); pues con su uso se hacen más evitables las perturbacio-
nes gástricas y la acumulación que otras preparaciones de digital
fácilmente determinan.
Las lecciones clínicas sobre las pericarditis primitivas y aneurismas
de la aorta encierran muchas enseñanzas. Entre los elementos etio-
lógicos de las primeras, coloca el Dr. Vallejo Lobón el frío. A mi jui-
cio, que opoyo en la experimentación de Arsonval y Charrin, este
agente puede sólo figurar como causa premotriz, perturbando espe-
cialmente el metabolismo de las células linfáticas y originando un
estado de disposición que podríamos llamar bacterícola.
En la terapéutica de los aneurismas aórticos, á pesar del poco
resultado obtenido en el enfermo objeto de la conferencia clínica,
recomienda con interés el snero gelatinizado, substancia que efectiva-
mente es considerada hoy como tipo de la medicación coagulante.
A las enfermedades dd aparato respiratorio consagra el Dr. Vallejo
Lobón la siguiente sección de su libro. Trata en ella de tres casos de
bronquitis aguda; un caso de pneumonia fibrinosa, modificada con
gran éxito por el suero antidiftérico ; dos casos de tuberculosis inci-
piente y cinco de tuberculosis crónica ulcerosa ; un caso de pleuresía
seca y otro de pleuritis sero-febrinosa. En su notable conferencia en
cátedra sobre el diagnóstico precoz de la tuberculosis, dice, con gran
acierto, que hoy sabemos ya prescindir de muchos medicamentos in-
útiles, y que con las prescripciones higiénico-dietéticas y algunos recur-
sos farmacológicos y bacterioterápicos (sueros inclusive), podemos aspi-
rar á la curación de algunos tuberculosos, que de otro modo morirían,
734 Repista critica bibliográfica
indudablemente, á consecuencia de este proceso pulmonar. Al tra-
tarse del valor diagnóstico del análisis bacterioscópico de los esputos,
quizás se hubiera podido ag-regar que contribuye también poderosa-
mente á la indicación terapéutica, pues según cual sea la caracterís-
tica de la flora, única (de tal ó cual evolución del bacilo de Koch), ó
asociada (pneumococos, estafilococos, etc.), así debe ser distinto el
agente vaccino ó sueroterápico que se emplee. El Dr. Vallejo Lobón
tía usado solamente el tratamiento de Landerer (hetol) en los enfermos
hospitalizados en sü clínica, y aunque éste sea recomendable por su
acción leucocitósica, los sueros y la tuberculina Marechal, no sólo la
poseen en mayor grado, sino que además tienen, probablemente, pro-
piedades bacteriolíticas ; de todos modos, y lo repito, debe investigarse
antes si hay ó no simbiosis microbiana, para fundar debidamente el
tratamiento.
En un todo conforme con el autor en el concepto que emite de la
herencia y predisposición ; pero no puedo admitir, en cambio, que los
crugidos y la sub-crepitación caractericen el primer período evolutivo
de la fimia pulmonar. En esta fase de germinación, aparte síntomas
generales, como la hipotermia matinal, entre ellos, y otros locales,
que no he de enumerar aquí, sólo se perciben, con la auscultación, alte-
raciones del ritmo respiratorio. Entonces es cuando tienen también
gran valor los datos que pueden suministrarnos la pneumometría y el
análisis químico del aire expirado. Otro reparo tengo que oponer al
ilustrado Dr. Vallejo Lobón respecto al diagnóstico diferencial de la
tuberculosis larvada de tipo anémico y la clorosis, cuando afirma (como
dato semeiótico), q^ue en las cloróticas se conserva el panículo adiposo y,
en cambio, las eníermas tuberculosas están demacradas: pues hay fími-
cas pulmonares gruesas.
No puedo extenderme como quisiera en el examen de esta sección
de la obra, que, como toda ella, ha de enseñar mucho á quien con de-
tención la lea; pero sí debo decir que entre los puntos prácticos trata-
dos, el consagrado á diferenciar la pleuresía con derrame de la enfer-
medad de Grancher, revela por su dilucidación condiciones clínicas de
consumado maestro.
Se ocupa luego en las enfermedades del aparato digestivo, cuya
enseñanza constituye una verdadera novedad en nuestra Facultad de
medicina. En efecto : practicar en la clínica análisis de juegos ; bus-
car por la eliminación renal de ciertas substancias la potencia motora
del aparato digestivo... lo hacen distinguidos especialistas en nuestro
país, pero á los alumos ni siquiera se les iniciaba en todo ello. Desde
larga fecha se daba esta enseñanza en las clínicas de Ewald y Boas, de
Berlín.
La conferencia sobre un caso de tetania en un enfermo gastro-
ectásico es muy notable desde el doble punto de vista de la fisiología
patológica y química biológica. La dedicada á la antisepsia del tubo
intestinal es un trabajo acabado de clínica terapéutica. Tiene mucha
razón el autor cuando dice que los antisépticos químicos no sirven
para aseptizar el intestino y sólo son útiles para completar y conservar
la aseptización obtenida con los purgantes, como también en colocar
en primer término á los preparados mercuriales.
Las enfermedades de los ríñones ocupan la última sección del pri-
mer velumen.
Un caso de nefritis crónica en período atrófico y otro de nefritis
sub-aguda, cuya evolución se inició con posterioridad á una dermatitis
pustulosa, son estudiadas en la enfermería y luego objeto, en cátedra,
de dos hermosas conferencias. El profesor se ocupa en ellas, en pri-
mer término, de la patogenia de ambas formas de nefropatías, luego
Formulario y tratamientos modernos 735
de los síntomas extra-renales de mayor importancia (deteniéndose
principalmente en los vasculares y cardíacos), para terminar con una
somera, aunque completa, enumeración de los medios para su trata-
miento.
Por la rápida exposición que he hecho de todo lo que integ-ra esta
obra, se comprende cuan justificado queda cuanto al principio consigné
sobre los méritos; que la avaloran, y además, que no hay antagonismo
ni puede haberlo entre los antiguos y modernos dogmas de la medi-
cina, puesto que en esta ciencia, como en todas, se cumple siempre la
ley formulada por el insigne Hegel.
NOTICIA CIENTÍFICA
Peste bubónica : sueroterapla. — En el 2.** Congreso
médico latino-americano (Buenos Aires, 1904), el Dr. Alonso Uballes
deduce de sus estudios :
1.** La sueroterapia es el tratamiento más seguro y eficaz para la
curación de la peste bubónica. Para que esta medicación dé resulta-
dos, es necesario:
a) Que las dosis de suero sean elevadas: 80 á 100 cm' de suero
Yersin ;
bj Que sean frecuentemente repetidas (6, 12 y 24 horas), según
la gravedad y el momento de la enfermedad ;
c) Que la vía preferida sea la endovenosa.
2,^ Esta medicación no contraindica el uso de los remedios que el
estado del enfermo pueda reclamar.
3.** En estas condiciones la seroterapia antipestosa da sensible-
mente los mismos resultados que la seroterapia antidiftérica fZa Se-
mana médica J. — (Cebeira Rey.)
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CCXI. — Dieta láctea : modos de hacerla soportable
Tomando ciertas precauciones, opina Robin que el reprimen lácteo pue-
de imponerse á los individuos más refractarios (Maladies de Vestomac),
Se da con la leche una ó dos cucharadas de agua de, cal. y antes de aqué-
lla, ó una gota de láudano con un poco de agua, ó tres gotas de esta mix-
tura :
Solanina 0*10 á 0*20 gramos
Acido sulfúrico diluido es. para disolverla
Picrotonina O'Ol gramos
Clorhidrato de cocaína 0'03 »
» de morfina 0'03 »
Sulfato neutro de atropina .... O'Ol »
Ergotina de Bonjean 1 »
Agua destilada de laurel cerezo. . . 12 »
Después de la leche ordena una cucharadita de elixir de pepsina ó 0'50
gramos en un sello y que el enfermo se extienda sobre un diván, en donde
permanecerá completamente inmóvil durante media hora poniéndole paños
calientes.
73^ Formulario y tratamientos modÉrnot
Con las tomas 1.*, 3.' y 5.* de leche ingerirá uno de los papeles siguien-
tes, diluido en agua :
Polvo de belladona 0*06 gramos
Lactosa 6 »
Oleosacarina de menta piperita ... 0*20 »
Bicarbonato sódico ^ aa 4 »
Magnesia calcinada /
Bicarbonato de cal precipitado .... 6 »
divídase en doce papeles.
Si la digestión de la leche se acompaña de formación abundante de ^a^tf^,
recomienda en medio de cada toma una cucharada de :
Fluoruro de amonio 0'20 gramos
Agua destilada 300 »
Si hay crisis dolorosas, calambres, acideces, pirosis, etc., entre toma y
toma, debe tomar el enfermo inmediatamente este^o/ro de saturación:
Lactosa " 1 gramos
Magnesia calcinada 2*50 »
Subnitrato de bismuto . • . x oo n«BA v^
Carbonato de cal precipitado . ./ **• " °" *
Codeína O'OOSáO'Ol »
Bicarbonato sódico 1 »
Si la leche produce diarrea, 6 se aumenta la cantidad de subnitrato de la
fórmula anterior, ó se da después de cada toma una tacita de infusión muy
caliente con 1*50 gramos de raíz de fresal silvestre ó uno de estos bolos :
Diascordio \ .,„ . ^»««,«o
Subnitrato de bismuto J *^- * ^ra^^s
para 16 bolos ; y si no bastan estos medios, tómese en medio de cada toma
de leche una pildora compuesta de :
Extracto de bistorta
» de ratania
Diascordio
Polvo de siete en ranm
» de cachuiide
Si produce astricción de vientre, auméntese la magnesia y mengüese el
subuitratA de la fórmula antes expuesta, y si no es suficiente,'dese una ó dos
pildoras con la última toma de leche de esta fórmula :
Aloes del Cabo 2 gramos
Resina de Jalapa \
» de escamonea Jaa. 1 »
Turbit vegetal )
Extracto de belladona * ^ ^.,-
» de beleño ^ aa. u lo »
Jabón amigdalino es.
para 50 pildoras (ÍV
No se distingue, en verdad, esta terapéutica por lo sencilla.
CCXIL — Vómitos inooeroibleí del embarazo : tratamiento
OehlschUiger, de Dantzig, los ha dominado en todos los casos con :
Tintura de nuez vómica al 1 por 10 3 gramos
Bicarbonato sódico 8 . »
Jarabe de canela 30 »
Agua destilada 150 »
Una cucharada cada «los ó tres horas.
(l I Jouiviíi/ de Mcd. ut de (fitr. pra tiques.
aa. 0*05 gramos
j
Formulario y tratamiento» modernos 737
Monin, de Lyon, recurrió con igual éxito á estos medicamentos, pero h
mayor dosis (1).
CCXIII. — Naroll: estadio faxmaoodinámioo
La narceína, uno de los alcaloides somníferos del opio, es poco usada, á
pesar de su valía, por ser difícil obtenerla pura, por ser muy escasa en el
opio (apenas 0'02 por 100), por ser muy cara y por su poca solubilidad.
Grémy ha vencido estas dificultades preparando por vía sintética la etil-
narceína, que es un producto estable, puro y soluble, más activo que la nar-
ceína como ocurre siempre que el grrupo etil se fija en varios cuerpos y es-
pecialmente en los alcaloides, sesrun la ley general formulada por Noé. Tal
ocurre con la morfina y sus derivados, sobre todo con la dionina: así Mayor
ha reconocido que la heroína (clorhidrato de diacetilmorfina) es más peli-
grosa que la morfina, mientras que la codeína (metilmorfina) y la dionina
(Clorhidrato de etilmorfina) lo son mucho menos. Era, pues, de esperar que
la etilización de la narceína se revelaría ventajosamente en esta substancia,
ya de por sí superior á la morfina por sus propiedades somníferas, anties-
pasmódicas, analgésicas y anexosmóticas y sin los inconvenientes de la
misma.
Con la etilnarceína ha preparado Grémy el clorhidrato de etilnarceína,
el narcil, que es todavía más soluble que la base.
De los estudios de Noé se deduce, ante todo, que á dosis terapéuticas no
tiene los inconvenientes de la morfina : náuseas , vómitos , astricción de
vientre, mengua de la diuresis ; que es un poderoso modificador de la exci-
tabilidad refleja, de preferencia en los casos de tos, sea cualquiera su natu-
raleza, con la gran ventaja de no crear obstáculos á la expectoración ; que,
por lo mismo, es de aplicación útilísima en los niños, tftn sensibles á otros
derivados del opio, y por modo especial en la coqueluche y en toda suerte
de toses en general ; y que es un analgésico de valía, usable contra el dolor
como elemento morboso.
Se prescribe en jarabe, granulo.*» y pastillns á la dosis media diaria de
seis á ocho centigramos, y hasta diez en los casos rebeldes. La dosis media
para inyección hipodérmica es de dos centigramos por día y hasta de cua-
tro á cinco si fuere menester (2).
CCXIY. — Teooina : aooión flsiolóffioa
Este nuevo diurético ha sido objeto de un detenido estudio por el doctor
H. Dreser.
De las bases purínicas es la más enérgica. No sólo aumenta la elimina-
ción del agua, sino la de todos los elementos en ella disueltos, de preferen-
cia las sales y sobre todo el sodio (Katsuyama) ; lo mismo hace si se supri-
me el agua de bebida ; continúa en abundancia la salida de sales.
Elimina cuatro ó cinco veces más agua que la paraxantina y su efecto es
también mucho más persistente.
Está, pues, indicada en las hidropesías y su empleo en estos casos esmíis
racional que el de los diuréticos salinos y las infusiones de té diurético ó de
grama que sólo producen diuresis acuosa (3).
CCXV. — Aoido nuoleinioo : un empleo en la anemia grtLve
Tabozzi, de Ñapóles, ha seguido en un caso de anemia infantil grave las
diversas modificaciones que este ácido determina brevemente en la hemo-
globina y en los glóbulos rojos. L'>s experimentos, continuados durante
dos meses, fueron hechos con el rkomnol, producto cuya base es el ácido
nucleínico puro.
La enfermedad, que databa de largo tiempo y no coincidía con lesiones
orgánicas apreciables, se caracterizaba por ias siguientes cifras:
Hemoglobina 57 por 100 (Fleisch)
Glóbulos rojos 3.100,000
» blancos 15,000
Había, además, células eosinófilas.
(1) Ga^. des Se. méd. de Bordeaux.
(2) A rchives gen. de Midecine.
('i) Berlín. Kíin. Wochens.
7J* Formulario y tratamuntos modernos
A la sexta semana había :
Hemog-lobina 82 por 100
Glóbulos rojos 4.132,000
» blancos 10,000
El estado general estaba notablemente mejorado {1).
CCXVI. — Torio : aplicaclonei terapéuticas
Tracy, fundándose en las propiedades antifermentescibles de este metal,
propone usarlo :
En inhalaciones» ya con la solución de nitrato de torio, ya con los vapores
que se desprenden calentando el óxido en baüo de arena;
Tópicamente, contra las dermatosis crónicas, sobre todo las parasitarias,
en forma de pasta con un 25 por 100 de metal ;
Como agente radioactivo, menos activo que ei radio y, en cambio, más
soportable y de aplicación más duradera. En su concepto, las inhalaciones
mantienen el pulmón, haciéndolas en días alternos, constantemente en es-
tado radioactivo y antiséptico (2).
OCX Vil. — Extracto de qaina: incompatibilidades.
Las soluciones de este extracto son incompatibles con los antipiréticos
(antipirina, piramidón, canforato de piramidón, exalgina, cairina): lostani-
nos de la corteza producen un precipitado blanquecino, que aparte del mal
aspecto del preparado, revela cambios químicos de alguna importancia (7).
CCXYlll. ^ Iicvadura de cerveza : procedimientos para su
conservación
Si se la deseca poco á poco, son atacados los organismos y la zimasa. re-
sultando un producto inútil, que pone en claro los fracasos terapéuticos.
En cambio, si se mata rápidamente la levadura con una substancia química,
y la acetona parece ser el mejor microbicida, la zimasa se conserva en bue-
nas condiciones y hace fermentar el azúcar intensa y rápidamente.
Este último producto es un polvo blanco, estéril, que no pierde su poder
fermentescible hasta largo tiempo después de preparado (3).
CCXIX. — Acetol : composición
Este nuevo remedio, muy aconsejado contra la cefalalgia, se compone de:
Éter acético 15 gramos
Esencia de corteza de naranja 3 gotas
» de tomillo 3 »
» de serpol 3 »
» de clavos 3 »
» de espliego 3 »
» de limón 6 »
» de romero 7 »
» de bergamota 10 »
Mentol 5 gramos
Alcohol absoluto 150 »
CCXX. — Insomnio : tratamiento con el isopral
Según Impens, el isopral es el alcohol tricloro-isopropílico. Cristaliza
en prismas, es fusible á 49^ sublimable á la temperatura ordinaria, soluble
en el alcohol, éter y agua, si bien en ésta lo es menos que el clorat, pero lo
bastante (3'39 por 100) para que sea pronto absorbido, de olor de alcanfor,
de sabor aromático ligeramente irritante y que en contacto con los álcalis y
sometido al calor pierde por completo el cloro sin producirse cloroformo.
Puesta una gota sobre la lengua, determina una sensación de quema-
dura, seguida dé insensibilidad del punto tocado.
Su acción hipnótica parece ser menos intensa que la del doral, á cuyo
poder tóxico tampoco llega (4).
Db. Rodríguez Méndez
(1) Le mois thérapeutique.
<2) The medical Record.
(3) Repert. de Pharm.
(4) Terap. Monats.
PUBLICACIONBS RECIBIDAS
laeooiones lobre la aooión de los medioamentoi, por Lauder Brunton. —
De la Biblioteca económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácti-
cas. — Cuadernos 1." y 2.'*— Madrid, 1904. — Tres pesetas cuaderno.
Estadio sobre anestésicos locales en Odontolcsria.} por D. Tirso Pérez.—
Madrid, 1904. —Tres pesetas. — Dos ejemplares.
Un caso de retinitis oirolnada, ateroma de loa vaios retiñíanos é
inomstación de sales en la retina, por el Dr. Manuel üribe Troncoso.—
México, 1904.
Tratado de Dermatologria , Biflliosrrafia y Enfermedades venéreas,
escrito para uso de médicos y alumnos de Medicina por el Profesor Dr. Ed-
mundo Lesser. Traducido de la décima edición alemana por los doctores
D. Gil Saltor y Lavail y D. José María Biada. — Ilustrado con profusión
de grabados. — Salvat y C, Mallorca, 294. — Cuaderno 22 (último).
Barcelona, 1903. — Dos ejemplares.
Tratado elemental de ciinioa terapéntioa, por el Dr. Gastón Lyon,
Jefe de Clínica médica de la Facultad de Medicina de París, traducido de
la 5.* edición francesa. — Formará dos tomos de 4." mayor y aparecerá
en cuadernos. — Salvat y C, S. en C, editores. Cuadernos 1.°. 2.°, 3.^ 4.**
y 5.° —Dos ejemplares.
Tratado elemental de Terapéntioa. Materia médioa y FarmaoologriA,
por el Dr. A. Manquat. —Quinta edición francesa revisada y aumentada
con los más recientes estudios, traducida al castellano por el Dr. J. Coro-
minas y Sabater. — Formará dos tomos en 4." menor y se publica por
cuadernos de 80 páginBs.- Salvat y C.*, S. en C. editores. —Cuadernos
l.°, 2.° y S.""- Barcelona, 1904. — Una peseta cuaderno. — Dos ejemplares.
Compendio de Fielologria. por E. Hedon, Catedrático de Fisiología de la
Facultad de Medicina de Montpellier. — Traducción de la cuarta edición,
corregida y aumentada. — Obra ilustrada con 191 figuras. — Formará un
abultado tomo en 8."— Se publica por cuadernos de 80 páginas. — Salvat
y es. ene, editores. —Cuadernos 1.", 2.° y 3.°— Barcelona, 1904.— Una
peseta cuaderno. — Dos ejemplares.
Beonerdo apologrétioo del Dr. D. Asrnitin Iñ.^jti. — Discurso leído por
el Dr. D. Francisco Reig y Pastor, en el acto de la apertura de curso del
«Instituto médico valenciano» el día 22 de octubre de 1904. — Valen-
cia, 1904.
Prodnotos farmaoéntioos de las Farbenfabriken, vorm. Friedr. Ba-
yer et Co., Elborfeld. — 1904.
Inetrnooione populare anti-aloohólioai. Bosqueig de vulgarisació higie-
nich-social, por N. Duran Desumvila.— Barcelona, 190i.— Dos ejemplares.
Memorias de la Real academia de Ciencias y Artes. — Tercera época
Yol. IV. n."" 40. — El Iilobreg'at : me onenoae alta, mediana y baja,
y obras indispeneableí qne hay qne realizar en ellas, para oon-
■esrnir qne las innndaoiones sean oada vez menos temibles y las
aginas normales más constantes, oon aumento de riqueza públioa
y particular, por D. Rafael Puig y Valls. — Vol. V. n.° 1. — C&loulo
de la long^itud groogrráfloa por medio de las distancias lunares;
su pasado, su presente y su porvenir, por D. José Ricart y Giralt.—
Barcelona. 1904.
IiO olimat du littoral méditerranéen. 8es caracteres, sa formule,
ses applioations thérapeutiques. — Rapport presenté á la «Société
medícale du littoral méditerranéen», par la Dr. Pégurier. — Monaco, 1904.
Guia médioa de los accidentes del trabajo, por el Dr. Carlos Waibel.
Traducción directa del alemán, por D. Rafael del Valle y AldalDalde.— De
la Biblioteca económica de la Revista de Medicina y Cirugía prácticas.
Preciados. 33, bajo. — Madrid, 1904. — 8 pesetas. — Otro ejemplar.
Fisiología humana, por el Dr. Luigi Luciani. Versión castellana por el
Dr. P. Ferrer Piera, bajo la dirección y notas bibliográficas del doctor
D. Rafael Rodríguez Méndez. — Editores : Antonio Virgili, Sociedad en
comandita, Rosellón , 106. — Cuaderno 36. —Barcelona, 1903. — ün
cuaderno de 40 páginas, una peseta. — Dos ejemplares.
Tratado de Medicina ciinioa y Terapéutica, publicado bajo la direc-
ción de W. Ebstein y redactado por los doctores W. Ebstein y J. Scbalbe,
740
Estudios demográjicos de Barcelona
con la colaboración de eminentes profesores. Traducido directamente al
castellano por el Dr. D. José Góng-ora y Tufióu. — José E^pasa, editor,
calle de las Cortes, 579. — Cuadernos 107 y 108. — Barcelona, 1904. — Una
peseta cuaderno. — Dos eiemplares.
Manual de Patolog*ia externa, por B. Forgue. — Traducido por el Dr. J. B:^
pasa y Escayola, con un Prólogo del Dr. Gil Saltor y Lavall. — Con multi-
tud de grabados intercalados en el texto en negrro y en colores. — Se
publica por cuadernos de 64 pnginas, á una peseta el cuaderno. — José
Espasa, editor, Cortes, 579. — Cuaderno 25. — Barcelona, 1904. — Dos
ejemplares.
Qnatre oas de aardlté déjá anoienne traites sana snocés á plnsienrs
reprlses. Diag^nostio des lacnnes andltlves an moyen des dia-
pasons. Béédnoation physlologriqne de Toreille, par le Dr. Marcel
Natier. — Avec 4 figures. — París, 1904.
Ita«sardlté. Son traitement par les ezer elees aconstlqaes an moyen
des diapasons. Réédnoatlon physlologiqne de l'orellle.— Pa-
rís, 1904.
I-a hifflene del trabajo, por el Dr. J. García del Moral. — Falencia, 1904.
Periódicos: Revista de la Esonela de Mediolna de la Habana— Pu-
blicación mensual. — Comité de Redacción: Suárez, Casariego, Grau.
Jaboadela. — Kscuela de Medicina, Habana.
Suma anterior.
Digestí
va. .
estudios demogpáfleos de Bapcelona
POR EL
Dr. D. Luis Comengií
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad durante el mes de noviembre de 1904
I. — iNFRCCIONRfl
Coqueluche
Difteria
Disentería
Escarlatina
Erisipela
Eclampsia . . .
Fiebre tifoidea
Gangrena
Influenza
Lepra
Otras infecciones ....
Paludismo
Reumatismo
Sarampión
Septicemia puerperal . .
Id. quirúrgica . .
Sífilis
Tétanos
Tuberculosis
Viruela
Total.
3
1
1
1
I
1
25
2
O
O
9
O
1
2
8
3
5
3
127
45
260
II.
— Otras infkociünks y padboi-
MIBNTOS DK NATURALKZA NO DH-
TBRMiNADA ( por aparatos y sis-
temas).
eircula-\^'^^^^^^^ ^^
. . \ . O
torio.
¡Corazón
Venas
Suma y sigue.
143
/ Boca
\ Estómago . . .
, Intestinos . . .
i Otros anexos . .
. Peritonitis . . .
/?-*e*nV/í (Bronquiales (At»ci«
Í0710. .(puinj5n y pieurn.
Cerebro y médula. . . .
Genital femenino . . . .
Meninges
Urinario
Red linfática
Total.
143
u
13
88
23
i O
49
88
15
115
I
4'7
34
ti
626
III. — Otros y acoidbntks
Accidentes
Alcoholismo
Distrofias coustitucfouu.e». .
Esclerema
Falta de desarrollo ....
Intoxicación
Neoplasmas
Senectud
Sin diagnóstico
Total ~
Total de defunciones . . . .
Total de nacimientos .... 1
Abortos
Tomo ZXVII. Ntm. 24 Barcelona 31 diolemtre 1901 Afio ZXVII. Ntm. 660
(jACetá Médica Catala]^a
SUMARIO : Anteproyecto de reforma de beneficencia en Barcelona. Defensa de la vida en la vía
pública, por el Dr. D. OuUlermo López. — La doctrina de Flechsig sobre las zonas percep-
tivas y las zonas asociativas, por el profesor L. Bianchí, por el Dr. Oalceráiji Granes. -^
Para nuestros hijos cuando tengan diez y ocho años. Consejos de un medico (conclusión),
por el Prof. Foumler. — Rkvista crítica bibi.ioghAfica, Neurología, por el Dr. A. Galce-
ran Oranés. — Noticia científica : Convulsiones epilepti formes tónicas y clónicas (Sitio de
las), por el Dr. Rodríguez Méndez. - Formulario y tratamientos mohernon, por el doc-
tor Rodrigruez Méndez. — Sección oficiai : Société internationale de la tuberculosa —
XV Congreso internacional de Medicina ( Lisboa, 19-26 de abril de Í90G). — Nuestra coRHBSPo^-
DE.vciA CON la prensa. — Esiudíos demogriñcoA de Barcelona , por el Dr. D. Luis Comenge.—
índice de autores. — Índice de materias. — índice de grabados.
Anteproyecto de reforma de beneftcencla en Barcelona
Defensa de la vida en la via piibliea
POR BL
Dr. D. Guillermo López
Preámbulo y eiqaema diiposltivo
La vida del ciudadano en la vía pública no está en Barcelona ga-
rantida. La defensa contra los accidentes del trabajo y toda suerte de
traumatismos, casuales ó criminales, no corresponden en nuestra ca-
pital á la altura de la urbe ni corre parejas con los progresos de la ci-
rugía y medicina.de urgencia de los modernos tiempos.
Los dispensarios y casas de socorro carecen de la base técnico-cien-
tífioa que es preciso exigir en ellos, si se quiere que se cumpla á con-
ciencia la misión científica y humanitaria á ellos encomendada.
Barcelona no tiene hospital especial para heridos del trabajo, en
donde los soldados de la industria y del comercio encuentren todas las
garantífis de poder ser restituidos al trabajo sin que se les exponga al
contagio de otras enfermedades; Barcelona no puede ni debe tolerar
por más tiempo que los obreros vayan á recobrar su salud dentro de
un ambiente como el hospital de la Santa Cruz, que tantos servicios ha
prestado á la humanidad doliente, pero en donde se hallan encharca-
dos toda suerte de procesos morbosos : el cáncer, la tuberculosis de los
huesos, pulmón y demás órganos y tejidos, sumándose á estos prototi-
pos de las infectivas crónicas las endémicas agudas que reinan en^l
antiguo nosocomio de Barcelona.
Es preciso, es indispensable, si en Barcelona queremos pasar por
hombres de cultura y de corazón, que la especialidad más delicada de
la cirugía, como es la traumatología, encuentre digno albergue en un
hospital especial. No debemos permitir por más tiempo que el obrero
corra el peligro del contagio después de haber sufrido un accidente en
el tra])ajo.
Los establecimientos de asistencia pública deben estar montados de
distinta manera. La responsabilidad de ellos ante la ciencia y la hu-
manidad no admite dilaciones ni contemplaciones. El Ayuntamiento
de Barcelona viene obligado á montar este servicio como lo está en las
primeras capitales del mundo. El Municipio no puede consentir que
se ponga una vez más en vergonzosa evidencia aquellas enormes defi-
ciencias, de nuestra beneficencia pública al ocurrir aquellas hecatom-
bes como la explosión de la fábrica de Morel y Murillo, la del Vapor
Exprés, la de casa Pfeiffer, y más recientemente las bombas del Fo-
74 > Defensa de la pida en la pía pública
mentó de la Producción Nacional, la del Liceo y la de la calle de Cam-
bios Viejos. Es menester que nos aprestemos mejor á la defensa de
nuestros hermanos en caso de que los dispensarios y casas de socorro
tengan que acudir al auxilio de tantas víctimas, á fin de que todas
ellas, por numerosas que fuesen, sean debidamente asistidas y no nos
?[uepa el espantoso remordimiento de enterrar cuerpos humanos por
alta de asistencia facultativa, como ocurrió en aquellas fechas, de
triste recordación.
El Ayuntamiento de Barcelona no debe olvidar aquellos hechos y
ha de hacer, por modo inequívoco y por todos los medios, sean los dis-
pensarios verdaderos centros dispuestos al menor detalle para garantir
la vida en los accidentes de la vía pública, taller ó fábrica.
Una de las circunstancias que más influyen en el éxito de la asis-
tencia facultativa en los casos de accidentes quirúrgicos fortuitos, es
la rapidez y prontos auxilios que necesitan muchos traumatismos para
salvar la vida de los pacientes. Esta rapidez de prontos auxilios deja
mucho que desear en Barcelona, cuyas distancias son ya grandísimas.
Es de tal importancia la rapidez y manera de trasladar á los heri-
dos, que de ello depende solamente, en muchos casos, la vida de los
traumatizados.
El descuido y atraso que en este punto de beneficencia municipal
nos hallamos en Barcelona, es vergonzoso. La defensa de la vida hu-
mana, la lucha contra los accidentes, debe ser más atendida por el Mu-
nicipio.
Fijémonos algún tanto en lo oue suele ocurrir cuando alguien su-
fre jt^^r accidens una lesión lete, ae relativa importancia ó importantí-
sima: un obrero que cae de un andamio, ó es cogido por una máquina,
ó le desgarra un miembro, ó se fractura uno ó varios huesos ; otro que
recibe un balazo, ó una cuchillada. Todos casi pasan por los mismos
trámites, por no decir expedienteo, antes de ingresar en una casa de
socorro, dispensario ú hospital.
Por manos inexpertas y de la manera que Dios les da á entender se
traslada el paciente á la farmacia más próxima, en donde, general-
mente, es recibido á regañadientes.
Durante este primer trayecto de traslado, si se trata de fracturas
graves, se producen desgarros de vasos y nervios y se determina, mu-
chas veces, la rotura completa del hueso por falta de inamovilidadóde
no mantener los fragmentos en posición. De estas nuevas lesiones
producidas por un traslado profano no se dan cuenta los heridos, en la
feneralidad de los casos, porque se hallan, muchos de ellos, en estado
e skock, como llaman los ingleses.
Si se trata de heridos viscerales ó de grandes hemorragias, las con-
secuencias de un traslado tardío y poco ó nada hábil, es siempre fatal.
Una vez el herido en la farmacia,'nada puede ni debe hacer el far- .
macéutico, que sólo se preocupa de que desalojen lo más pronto posi-
ble su comercio y le dejen libre el acceso á su establecimiento.
A todo esto el paciente, pálido y abatido por el sufrimiento, en me-
dio de muchos curiosos y pocos hábiles, ha de responder al interroga-
torio lento, incierto é inhumano de veinte guardias municipales v
otros tantos policías, que toman nota para redactar el parte de noveda-
des y trasladarlo á sus respectivos jefes y así vean el celo desplegado
en este flaco servicio que se presta'á la víctima, servicio que se publica
mensualmente en los periódicos á modo de honorable estadística.
Casi siempre se presentan uno ó varios médicos, quienes proceden
á un examen tan doloroso como inútil, toda vez que nada, en la gene-
ralidad de los casos, pueden hacer por falta de medios, perdiéndose
otra cantidad de tiempo precioso, y por fin se deciden á ir por un ca-
Defensa de la Mida en la pía pública 74^
rruajeópor una camilla y... nuevos sufrimientos y desgarros, más
pérdida de sangre y más infección para el desgraciado paciente, víctima
de estas tramitaciones humanitario-irreflexivas al uso y por falta de
reglamentación científica.
Todo ello demuestra bien á las claras que en los servicios de^ asis-
tencia pública para los heridos existe un vacío que está por llenar,
cuyo vacío determina graves complicaciones y sufriüiientos á los si-
niestrados y que consiste en la ausencia completa de los auxilios cien-
tíficos que deben prestarse á los pacientes desde el momento en que
caen heridos ó víctimas de otro accidente hasta aquel en que ingresan
en los dispensarios, casas de socorro ú hospital.
A la vista de sangre las gentes se turban ; en presencia \ie un le-
sionado que cae en el suelo sin sentido, todo es disputarse el cogerlo á
fin de trasladarlo á una farmacia ó casa de socorro, sin darse ^cuenta
del daño que en este impulso humanitario pueden producir al herido.
En infinidad de ocasiones meten á los heridos en cualquier carruaje de
plaza, con lo cual se aumenta la pérdida de sangre á cada sacudida y
los sufrimientos, si se trata de fractura.
Falta, pues, á nuestro modo de ver, un servicio precurativo de be-
neficencia, un servicio de ambulancia para los primeros, prontos é in-
mediatos socorros que deben prestarse á los heridos en la calle y para
los cuidados de transporte á los establecimientos benéficos.
Este servicio de asistencia pública, inmediato y rápido, constituiría
una de las principales defensas de la vida de los ciudadanos en la vía
urbana y que esta todavía por llenar.
En Chicago, Londres, Buenos Aires y París se ha hecho algo res-
pecto de ambulancias de socorro. En Chicago es en donde existe el
servicio más completo, aun cuando no como nosotros imaginamos en
esta primera parte de auxilios públicos, pues en dicha ciudad, como en
París y Londres, los heridos los recogen los sanitarios, y nosotros en-
tendemos que en las ambulancias debiera ir siempre un médico para
dirigir las maniobras de traslado, y, en caso urgente, poder practicar
la compresión ó ligadura de un vaso, resguardar de los agentes exter-
nos las asas intestinales herniados por una herida, evitar la entrada de
aire y sangre en una herida pleuro-pulmonar, etc.
En Chicago el traslado de los heridos se verifica por medio de auto-
móviles ad hoc. En París, desde la última Exposición Universal, exis-
ten vehículos ambulancias para el traslado de heridos, movidos
por caballerías, que salvan rápidamente las distancias, pero tam-
bién deficientes desde el punto de vista del personal facultativo y
<le los inmediatos auxilios que creemos deben y pueden prestarse á los
heridos antes del ingreso en los nosocomios.
Ahora es menester nos ocupemos de lo que ocurre cuando la vícti-
ma sufre una herida penetrante de cráneo, pecho ó vientre y es trasla-
dado al hospital de la Santa Cruz, á las casas de socorro ó dispensarios.
En el hospital, después de examinado el enfermo ligeramente por
el facultativo de guardia y registrado en el libro de entradas, pasa á la
sala correspondiente. Allí le desnudan, lo meten en cama y si precisa
una pequeña intervención quirúrgica, la práctica de ella se lleva á
efecto más ó menos pronto. Pero si hay necesidad de una grave ope-
ración, entonces el interno ó practicante de guardia, que si á mano
viene por la mañana había practicado una autopsia y el médico de
guardia quizá poco antea asistido á un erisipelatoso ó septicémico,
ayudados por el personal de hermanos y hermanas, abren un peritoneo
con tales medios peligrosos é incompleltos que resultan anticientíficos
por falta de garantía aséptica y condiciones de localidad, ya que ni tan
siquiera hay estufa para mantener en la atniósfera la temperatura
744 Defensa de la vida tn la vía pública
de 20*^ centígrados, indispensables para evitar el enfriamiento del ope-
rado.
Si la intervención de urgencia se presenta durante la noche, las
dificultades suben de punto, porque en aquellas horas el personal de
hermanos cLe ambos sexos se reduce al mínimum.
Si reconlamos que el hospital de la Santa Cruz no reúne condicio-
nes pura que el obrero regenere sus tejidos y recobre su salud, hemos
de deducir en buena lógica científica y á fuer de imparciales, que la or-
ganización del hospital de la Santa Cruz constituye un verdadero peli-
gro para los traumatizados que necesitan otro ambiente y más personal
facultativo, con objeto de emprender, sin pérdida de momento, la alta
cirugía de urgencia, que es la práctica quirúrgica que más éxitos sal-
vadores cuenta dentro de la cirugía general.
Tampoco las casas de socorro ni los disj)ensarios están organizados
para las intervenciones importantes de la cirugía visceral eCetnblée. Si
bien es verdad que estos establecimientos no tienen el peligro del con-
tagio de otras enfermedades, como en el hospital de la Santa Cruz, en
cambio cuentan con menos i)ersonal facultativo y sanitario.
Un solo médico de guardia en estos estal)lecimientos no puede cum-
plir su cometido ni tan siquiera atender los casos de mediana impor-
tancia. ¿Quién administra el cloroformo ó el éter? ¿Qué ayudantes
técnicos tiene el cirujano operador en los dispensarios y casas dé socorro?
¥a\ diclios establecimientos hemos practicado amputaciones de
miembros, craniectomías, laparotomías, etc., pero haciendo esfuerzos
individuales á fin de llevar al terreno de la práctica todo cuanto nos ha
permitido el compañerismo del Cuerpo Médico. De todos modos, estos
esfuerzos y buena voluntad de todos y cada uno de nosotros no bastan
cuando hoy las exigencias del incesante progreso quirúrgico imponen
una técnica operatoria ineludible. Además, no siempre es dable, ni
mucho menos, llamar en auxilio á otros compañeros del Cuerpo para
practicar una operación de cirugía.
Los cirujanos de estos establecimientos, dada su organización ac-
tual, no pueden ni deben intervenir en aquellos casos de laparotomías
salvadores por la sencilla razón de que carecen de ambiente y personal
completo. El facultativo que en tales condiciones abriere un vientre
para ligar un vaso, resecar ó suturar un intestino ó extraer un pro-
yectil y el jiaciente sucumbiese de infección, el médico operador caería
en graVe responsabilidad por imprudencia temeraria.
Por otra parte, dejar de practicarla y morir el enfermo por falta de
intervención pronta y precisa, incurre el médico en gravísima respon-
sabilidad pasiva, su conducta puede calificarse de impericia ó neg'li-
gencia, gravando sobre su conciencia el remordimiento de ocupar un
puesto en el cual por su mala y deficiente organización se halla impo-
sibi litado de cumplir su sagrado deber.
De todo lo expuesto se deducen tres importantes conceptos:
1.® Que los heridos graves en la vía pública, en la fábrica y en el
taller carecen de medios suficientemente rápidos para ser asistidos en el
momento de recibir el traumatismo, como también durante el traslado.
2.® Que las casas de socorro, dispensarios y hospital, sólo sirven
para atender aquellos casos de una urgencia no imperiosa ni de indi-
cación vital del momento y que se hallen fuera del cuadro de las gran-
des intervenciones viscerales de urgencia.
3.** Que resultan en Barcelona mucho más rápidos y completos los
servicios de extinción de incendios para salvar las haciendas y los ei%-
tablecimientos de ventas que todos aquellos que tiendan á salvar las
vidas de los ciudadanos en las contingencias de la vida urbana.
Así como para evitar el desarrollo de la fiebre tifoidea la higiene
Dejensa de la vida en la via pública 745
pública reclama la desinfección y saneamiento de cloacas v la pureza
de las aguas, porque en estos (elementos de la urbe es dónele germina
el bacilo de Eberth ; para combatir el desarrollo de difteria, destrucción
de las. falsas membranas y los objetos manchados por las mismas; para
prevenir la viruela, la vacuna jenneriana, nosotros reclamamos un
hospital, casa de curación ó como quiera llamársele, para evitar la in-
fección de las heridas del trabajo y el contagio de otras enfermedades,
cuidados periciales en la calle y en el transporte y dentro de las casas
de socorro ó dispensarios, condiciones y elementos para defender 4
todo trance la vida de nuestros semejantes.
La defensa de la vida en la vía pública, fábrica ó taller á conse-
cuencia de los accidentes que constantemente ocurren en las calles de
la importancia y tráfico de Barcelona, corresponden al Municipio ; á él
€S á quien está encomendado este servicio, que lo presta incompleto y
deficiente, debido á la falta de unidad de pensamiento y á la carencia
<le verdadera base científica que corresponda á tan importante servicio
de beneficencia pública.
Hasta ahora, tanto el Municipio con sus deficientes dispensarios,
como los Amigos de los Pobres con sus casas de socorro, no hacen más
que prestar una pequeña parte de este servicio de beneficencia públi-
ca. Los heridos graves casi son siempre trasladados al hospital ó á
sus casas particulares, y como quiera que, en general, los lesionados
son obreros^ si van al hospital se exponen al contagio, y si van á sus
domicilios no pueden en manera alguna ser atendidos con los cuidados
que hoy requiere la cirugía moderna. Por lo tanto, el Municipio de
una población industrial y obrera ha de reclamar para sí el servicio
completo de auxilios para los heridos del trabajo, y desde el momento
en que el trabajador cae víctima de un accidente hasta aquel en que
sea restituido al trabajo, no debe abandonarlo de su inmediata y di-
recta tutela, prestándole todo el apoyo que puede y debe, teniendo,
como tiene, medios masque suficientes para completar en el sentido
humanitario y científico servicio tan importante y elevado como es el
auxilio en los accidentes del trabajo en una capital como la nuestra.
Tres son los servicios que faltan para completar este importante
ramo de la beneficencia municipal en Barcelona :
1.'' Servicio de ambulancias rápido para el pronto auxilio.
2.° Transformar tres dispensarios ó casas de socorro en estableci-
mientos modelos para los j)rontos y rf*ipidos auxilios de ambulancia
para trasladar los heridos á los demís dispensarios ú hospital de trau-
matismos, según la gravedad é índole de las lesiones.
S.*' Creación de un hospital para heridos del trabajo con un nú-
mero de camas suficiente y dotado de todos los adelantos de material y
personal más que suficiente, á fin de que esté dispuesto de día y de
noche á toda alta intervención esplágnica.
Dos son las entidades que prestan el servicio de beneficencia pú-
blica en Barcelona : el Excmo. Ayuntamiento y la Asociación de Ami-
gos de los Pobres, que en 1872 creó en Barcelona las casas de socorro
cuando no había dispensarios, desterrando esta benemérita Asociación
la inhumana costumbre de dejar perecer en nuestras calles á los heri-
dos por el temor infundado de contraer responsabilidades penales pres-
tándoles auxilio.
Más de cien mil heridos llevan curados las casas de socorro á cargo
de los Amigos de los Pobres. Su historia en la beneficencia de Barce-
lona es bien conocida. Es la que en materia de beneficencia domici-
liaria y establecimientos de socorro ha dado la norma y la que en con-
cepto de administración y organización, dentro de su manera de ser,
puede citarse como modelo.
74^
Lú doctrina de FUchsig sobre las :(onas perceptivas y las j^onas asociativas
Juntando estas dos importantes entidades sus elementos valiosos^
podría Barcelona completar de una manera cierta y positiva el servicia
de beneíirencia domiciliaria y de dispensarios.
El fíervicio facultativo en la vía urbana, en el dispensario y en el
hospital, la consulta pública en estos establecimientos y la asistencia
domit^iliaria, practicada con toda conciencia y escrupulosidad, han de
obedeíTr ti un plan ¿general y ejecutarlo un solo cuerpo facultativo.
Para eMu es preciso que' se presten mutuamente su apoyo el Municipio
y los Amigos de los Pobres, para así completar científica y humanita-
ríanieuti* la función encomendada á los Municipios, como es la de g-a-
rantir lu vida del ciudadano en las contingencias de las grandes urbes.
EíitaTnos bien convencidos de que nos hacemos intéiT)F^es en este
proyectil de los sentimientos de progreso y humanidad de todos los
hombres de buena voluntad que se interesan por el bien de Barcelena,
y en es]íecial de la clase obrera y jorpalera de la primera capital in-
dustriai de España.
En este sentido no titubeamos en presentar un esquema de proyecta
para la rt^alización de la defensa de la vida en todas sus contingencias
urbanas :
I."" Construcción de un hospital especial exclusivamente para he-
ridos del trabajo y traumatismos en general, dispuesto con todo el per-
sonal neresario para poder practicar en todo momento la alta cirugía
de ur^^f n(;ia, y en el cual puedan permanecer los pacientes hasta su
completa restablecimiento.
2." Transformar tres casas de socorro en dispensarios ambulancias,
Sr cada una (le ellas dotada de un carruaje para trasladar dos ó más
leridos. iú médico y el practicante, junto con el botiquín y el instru-
mental indispensable.
3," El hospital de heridos del trabajo hará las veces también de^
dispenííario ambulancia.
4."" Los médicos de las ambulancias, después de haber auxiliado al
paoíeute en el lugar del accidente, lo trasladarán al dispensario más
inmediato, si no se trata de una operación importante, en cuyo caso la
coníliicín'm al hospital traumatológico.
5." Vil personal facultativo de la primera sección del Cuerpo Mé-
dino Municipal se dividirá en tres grupos: 1.**, grupo de hospital;
2.", grupo de dispensarios ; 3.**, grupo de beneficencia domiciliaria.
0.'* Se creará un Cuerpo de practicantes.
7." Los tres grupos de la sección primera del Cuerpo Médico Mu-
nicipuK romo también el Cuerpo de practicantes y todos los empleados
subulteruos se sujetarán á Reglamentos rigurosísimos, á fin de garan-
tiiíar al publico el más exacto cumplimiento de los servicios médico-
sanitarins y poder exigir la más estricta é inexorable responsabilidad á
los 8eoores facultativos y empleados. ^
La doctrina de Flechslg
sobre las zonas perceptivas y las zonas asociati?as, por el profesor L. BianeU
Dr. Galcerán Granes
Este trabajo fué presentado al Congreso médico internacional de
Madritl. Sin olvidar la exposición de las doctrinas corrientes acerca
de e?^te punto, se ha extendido el autor en la de los hechos recogidos
personalmente en la clínica y en el laboratorio. Unos confirman y
otros no, y aun contradicen, las investigaciones de Flechsig, recono-
La doctrina de Flechsig sobre las ^onas perceptivas y las ^onas asociatipas 747
ciendo, sin embargo, que estas investigaciones han dado un gran im-
pulso al conocimiento anatómico del cerebro y su desarrollo y que, en
efecto, ciertas zonas de la corteza poseen un mayor número de fibras
de proyección que otras zonas, y que dichas fibras no se mielinizan al
mismo tiempo sino unas con antelación á otras, bien que falta demos-
trar si la mielinización fibrilar de las zonas intermediarias y termina-
les está sometida á las mismas leyes de desarrollo.
El funcionalismo de estas últimas zonas no está mejor dilucidado ;
y, en general, cree Bianchi que la relación entre el hecho anatómico y
el significado fisiológico difiere algún tanto de las conclusiones psico-
lógicas deducidas por Flechsig. En rigor, la distinción de zonas per-
ceptivas y zonas asociativas no es exacta, ya que todas las zonas están
íntimamente asociadas y las zonas perceptivas son también asociati-
vas. La ley de progresividad que existe en el proceso de la percepción,
tiene su razón de ser en el desarrollo gradual ae las zonas sensoriales,
cuyo producto es también progresivamente más complicado.
Lo que si está bien averiguado es que las zonas perceptivas (que
son todas las asociativas posteriores), son centros de formación y con-
servación de las imágenes. Las lesiones de la zona del lenguaje de-
muestran que las imágenes verbales auditivas, visuales ó tactivas-mo-
toras, se forman y se conservan en sus respectivas áreas, y la destrucción
de una de las mismas produce la pérdida irreparable de las iniágenes
que ha formado y conservado y hasta la pérdida del lenguaje, según la
importancia del centro lesionado.
Para la dilucidación de estas cuestiones el mejor medio es la inves-
tigación de las lesiones en foco ; por él puede demostrarse que las |le-
siones que producen más daño á la inteligencia son las de la zona per-
ceptiva del lenguaje, especialmente las de la zona auditiva que Flechsig
señala con el n.*^ 5 de su clasificación. Únicamente á las personas cul-
tas las lesiones de las zonas visuales producen notable perturbación
intelectiva.
Únicamente también, cuando está interesada la zona auditiva del
lenguaje, afectan la inteligencia las lesiones del lóbulo temporal.
La pérdida de la inteligencia por lesión de la gran zona parieto-
occipito-temporal, es debida principalmente á la alteración del centro
del lenguaje del hemisferio izquierdo. Es sabido que la inteligencia
está íntimamente relacionada con el lenguaje y la pérdida de éste oca-
siona profundos trastornos en la inteligencia.
Existe una sola zona cuyas lesiones no producen nunca trastornos
sensoriales ó motores y, por el contrario, producen la pérdida de la inte-
ligencia : es la de los lóbulos frontales, centro de integración de todas
las demás de la corteza ; á ella confluyen todas las percepciones senso-
riales y de ella parten todas las excitaciones conscientes voluntarias.
No posee fibras de proyección con los ganglios de la base como todas
las demás, esto es: constituye un centro de reflexión puramente corti-
cal. Los experimentos, las enfermedades de estos lóbulos y la anato-
mía embriológica, concurren á demostrar que la zona frontal es el
asiento de la síntesis intelectiva y emotiva de la personalidad.
Para nuestros hijos cuando tengan diez y ocho afios
(t)
Consejos de nn Médico
POR EL
Prof. Fournibr
Tercer tipo : Sífilis. — Me ocupo de la sífilis, la más temible de las afec-
ciones venéreas. No sin razón ha sido caliñcada de lepra ó peste moderna ;
y, en efecto, merece esa desig-nación por el pesado tributo de males, de su-
frimientoft. de miserias y de muertes que causa á la humanidad.
Para precisar, es nociva y perniciosa desde estos cuatro puntos de vista,
á saber: I/*, por los daños individuales que ocasiona al enfermo ; 2.**, por los
daños colectivos con que azota á la familia ; 3.', por sus consecuencias here-
ditarias, que se traducen, para no hablar más que de una de ellas, por una
espantosa mortalidad infantil; 4.*, por último, por la degeneración, la de-
pravación con que amenaza á \2l especie.
Y, sin embargo, pocos se preocupan de ella ; nadie trata de defenderse
contra esa enfermedad. En París, por ejemplo, de cien hombres, se cuen-
tan de trece á diez y seis infectados de síftlis, según el Dr. Lenoir. Y al paso
que van las cosas, se puede estar seguro de que la proporción irá en au-
mento.
I. La idea primera que tengo que daros, es la de una enfermedad que,
nacida de un contagio exterior, de agente todavía indeterminado (micro-
biano probablemente), crea una impregnación infecciosa, una especie de
envenenamiento de todo nuestro ser, de toda nuestra substancia; de tal
suerte, que no hay uno solo de nuestros órganos, ni el lugar más recóndito
de nuestro cuerpo, en que no haya podido i)ene1rar, revelándose por alguna
manifestación de su misma naturaleza. De la cabeza á los pies, todo el
cuerpo es de su dominio : es, pues, por excelencia, una enfermedad general.
Es también, por excelencia, una ewU^rmeú^íd crónica. Una vez que ha
tomado posesión de nuestro organismo, subsiste en nosotros en un estado
de infección patente ó latente, de duración absolutamente indefinida, ili-
mitada, que no tiene verosímilmente otro término que el término mismo de
la vida ; de tal suerte, que es corriente que se manifieste por tal ó cual ma-
nifestación, cuando data de 5, 10 ó 15 años ; y no es raro que se presente en
escena en un período más lejano, por ejemplo, á los 20 ó 25 años de su eri-
gían primitivo; también se ha manifestado con accidentes innegablemente
específicos en plazo mucho más remoto; es decir, 40, 50, 60 y 67 años des-
pués del accidente inicial.
No os la representéis, sin embargo, como una enfermedad que dé naci-
miento constantemente á síntomas morbosos, á la manera de un volcán en
perpetuo estarlo de erupción ; por el contrario, y para seguirla mi.sma com-
paración, toma con mucha más frecuencia la marcha del volcán de inter-
mitentes explosiones, más ó menos distintas unas de otras. Lo cual quiere
decir que pronede por brotes morbosos, separados por períodos de calma.
n. Veamos ahora por qué síntomas se manifiesta. Su larga carrera ha
podido dividirse bnstante naturalmente, en tres períodos, á saber:
Un período primario^ ó período del chancro, de una duración de seis ó
siete semanas.
Un período secundario, que sucede inmediatamente á aquél, y dura dos
ó tres añcs, constituidos por accidentí\s superficiales, benignos ó relativa-
mente benignos y por esencia resolutivos, es decir, susceptibles de desapa-
recer, de desaparecer sin dejar vestigios.
Y un período terciario, de plazo y duración completamente indetermina-
dos, consistente en accidentes profundos, desorganizadores, destructores,
graves siempre, á veces gravísimos y mortales, con más frecuencia de lo
que se cree. He aquí algunos detalles :
1.° El período primario es poca cosa, por decirlo así. Una pequeña \\1-
cera ( llamada chancro), acompañada de algunas glándulas á su alrededor,
eso es todo.
iS) Conclusión. — Véase el aúmero anterior.
Para nuestros hijos cuando tengan diej( y ocho años J4g
El chancro se presenta en el punto mismo en que se verifica el contagio.
Es generalmente superficial, indolente, y cura con rapidez ; de tal manera,
que en gran número de casos se considera por los enfermos como «un
grano», como una sencilla erupción, como una rozadura, como una rasga-
dura insignificante, y á veces pasa inadvertida.
Dicho sea de paso, como advertencia útil de conservar como recuerdo,
esa benignidad del chancro no deja de ser singularmente insidiosa y se
presta con frecuencia á múltiples errores. No se desconfía de una pe-
queña rozadura del pene porque es benigna y de aspecto insignificante ;
pues bien, en razón de esa misma consoladura benignidad militan todas las
probabilidades para que se trate de un chancro. Recordar bien eso.
2."* Pasadas seis ó siete semanas después del principio del chancro, co-
mienza la infección á traducirse por erupciones de la piel y de las mucosas :
es el período secundariOy que se inaugura de ese modo, para continuarse (si
el tratamiento no domina la enfermedad), por una serie de accidentes de
los más variados, los cuales van á ocupar la escena en forma de brotes, al-
ternando con periodos de calma, de una duración de dos ó tres años. ¿Qué
cosas son esos accidentes? Consisten, en suma, en lo siguiente :
Erupciones en la piel, diseminadas, esparcidas, casi generalizadas á ve-:
ees; erupciones en el sistema mucoso, principalmente en la boca y en las
partes genitales, en forma de erosiones ó ulceraciones llamadas chapas mu-
cosas; dolores de cabeza; dolores en distintos puntos, articulares, óseos,
musculares, neurálgicos, etc.; infartos ganglionares.; caída .temporal de
los cabellos; oftalmías; trastornos nerviosos, etc.
En todo esto, sin embargo, no hay nada grave en términos generales ;
pues son accidentes que siendo seguramente inoportunos, molestos y á ve-
ces dolorosos, y sobre todo ( esto es lo que afecta más á los enfermos) incó-
modos, Ostentosos (ejemplo; la famosa corona de Venus y que esmalta la
cabeza con sus reveladoras eflorescencias); pero son accidentes curables
todos, resolutivos, susceptibles de desaparecer espontáneamente sin dejar,
por lo general, daño alguno. En su etapa secundaria, la sífilis no es ver-
daderamente serin ó grave, sino en contado número de casos, en los cuales
reviste desde el primer momento el carácter terciario (sífilis llamada pre-
cozmente maligna).
Por ese motivo se ha dicho con toda razón : «la gravedad de la sífilis se-
cundaria es sobre todo para los demás ^. ¿ Por qué para los demás ? Porque
los peligros que ocasiona la enfermedad en ese período, son esencialmente
peligros de contagio. En efecto, á ese período pertenece la temible chapa
mucosa, que es el origen más fecundo de las contaminaciones sifilíticas.
Por sí sola, con toda evidencia, produce la chapa mucosa más contagios que
todos los otros accidentes sifilíticos reunidos. • Es un grano insignificante
en su marcha, y por su contagiosidad es la peste.
Si, pues, la sífilis se mantuviera siempre en el período secundario, no
sería, ciertamente, enfermedad de gran importancia. Pero es menester
desconfiar de ella, pues va á tomar bien pronto una nueva marcha, en la
última etapa que varaos á considerar.
3.° Esa etapa, llamada terciaria, no es forzosa, debo apresurarme á de-
cirlo. No es forzosa, sino en aquellos individuos que se tratan de un modo
insuficiente ; mientras que falta felizmente, si no siempre, á lo menos en la
inmensa mayoría de los casos en que se instituye un tratamiento metódico
y prolongado.
En ese período se dan cita todos los accidentes que han valido á la en-
fermedad su renombre siniestro. Sin contradicción posible, puede decirse
que todos esos accidentes son graves en distintos grados, pues todos son
desorganizadores y destructores : consisten en infiltraciones, depósitos, in-
fartos que se verifican en los órganos, y esas infiltraciones, á menos de ser
reabsorbidas y curadas por el tratamiento, no tienen más que dos maneras
de terminación, llamadas en lenguaje técnico el reblandecimiento gomoso
ó la esclerosis. El reblandecimiento gomoso es la muerte local de los teji-
dos, con ulceración, gangrena, pérdidas, mutilaciones ; y la esclerosis es
(lo cual no es preferible) la muerte funcional (de órgano que sobrevive )
pero que no sobrevive sino decaído, degenerado, privado de sus aptitudes
propias.
De otro lado, lo que contribuye á hacer la sífilis terciaria tan temible
^Sú Para nuestros hijos cuando tengan tft'e^ y ocho años
es SU facultad singular, extraordinarj^i, de ubicuidad. Sin la menor exage-
rai'ióii, estix ó puede estar en todas partes: no hay un solo órgano que no
pueila atacar ; y os afirmo que abuísa de esa libertad. A lo sumo, no quiero
que nic^ rieáis por mi palabra, y deseo para ratificar vuestra convicción so-
bre üíítfi punto de grandísima importancia, como asimismo para daros una
idea de lo que puede engendrar la enfermedad, poner á vuestra vista un
documento médico, irrefutable como lo es todo dato de observación. Ob-
üervíir e.sto ; es sencillamente, la distribución por categoría de órganos, de
una lista de accidentes terciarios que ha comprobado un médico sobre un
total de cuatro mil setecientos enfermos de terciarismo :
Accidentes que atacan la piel (sifílides terciarias). 1,518 casos.
Tumores gomosos (gomas sub-cutáneos) . 220 »
Legiones terciarias de los órganos genitales 28n »
jí de la lengua 2'7'7 »
» del paladar y del velo del paladar 218 »
» íle la faringe y de la garganta 118 »
* de los lubios 45 »
>^ de las amígdalas 12 »
í> de la mucosa nasal 10 »
w óseas 556 »
» óseas del esqueleto nasal y del paladar óseo. ... 241 »
^ articulares 22 »
» del sistema niuscular 23 »
» del tubo digestivo 22 »
» de la laringe y de la tráquea 36 »
» del pulmón 23 »
» del corazón 12 »
j* de la aorta 14 »
» del hígado 11 »
» del riñon 39 »
» del testículo 255 >
>> de los ojos 111 »
» de los oídos 28 »
» de las arterias y de las venas 17 »
Sífilis del cerebro y de la médula (tabes ó ataxia locomo-
triz) parálisis general, etc 2,009 »
Localízacioues diversas 22 »
Recomiendo este párrafo á vuestra atención, porque atestigua con evi-
dencia matemática, y por esto lo he reproducido, tres puntos que constitu-
yen la verdadera característica de la enfermedad.
En primer lugar, y sobre todo, denuncia la gravedad necesaria, forzosa
del período terciario, mostrándolo compuesto de una pléyade de afecciones
que interesan los órganos y sistemas más importantes y esenciales, tales
como el sistema nervioso, e'l sistema óseo, el sistema cardio-vascular, el velo
del pahidar, la lengua, la laringe, el pulmón, hígado, riñon, ojos, oídos,
testículí^s, etc.
En se^^undo lugar, revela que á tal multiplicidad de localizaciones debe
corresponder una diversidad correlativa de fisonomías morbosas; es lo que
ocurre, en efecto ; y nada más singular que ver al terciarismo manifestarse
bajo aspecto tan distinto, no teniendo nada común entre uno y otro caso, á
saber, por ejemplo : en forma de úlcera ó de tumor, de exóstosis ó de aneu-
risma, de tumor blanco ó de estrechez rectal, etc. En tal enfermo tomará
también la sífilis el aspecto de la tisis pulmonar, y en otro el de una afec-
ción hepática ó renal, y aun más, en un tercero, el de la epilepsia, ó el de
reblandecimiento del cerebro, y así sucesivamente.
Y por último, ese mismo cuadro también revela que la sífilis terciaria
no fie dirige indiferentemente á éste ó al otro órgano, á un sistema ú otro;
pue¿ positivamente tiene sus preferencias^ sus sitios de elección. Por donde
puede decirse que afecta con real exceso de frecuencia relativa á los tegu-
mentOíí cutáneos ; el sistema óseo, y en ese sistema la tibia, que se ha di-
cho que «es el hueso predilecto de la sífilis»; la nariz, que desportilla,
mutila ó anonada con tanta frecuencia; la lengua, principalmente en los
Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años j5t
fumadores ; el paladar y el velo del paladar, la perforación y destrucción
de los cuales es tan común ; el testículo, el pene, los músculos motores del
ojo, etc., y sobre todo, y por encima de todo, observad bien este gran hecho
capital, cuyas nefastas consecuencias apreciaréis dentro de poco ; el sis-
Urna nervioso ( ¡2,009 casos de 4,700 enfermos!).
Os rueg-o que suméis las diversas manifestaciones nerviosas que figuran
en la estadística precedente, y las veréis elevarse al total exhorbitante de
2,008 casos, total superior, con mucho, al de cualquiera otra localización
terciaria de la sífilis. ¿Qué quiere decir todo esto? Quiere decir que el
sistema nervioso es la victima preferida, la víctima por excelencia del tercia-
rismo, y que si el principio de la sífilis constituye un veneno para toda la
economía, lo es sobre todo y principalmente para el sistema nervioso.
Dada la calidad y la importancia de las funciones de que está encargado
•ese sistema, que es (¿tendré necesidad de decirlo?) el gran sistema orgá-
nico por excelencia, el sistema director de toda la máquina humana, juz-
gad la gravedad que adquiere por ese hecho el pronóstico de la sífilis.
Quiere esto decir, que de la sífilis derivarán en considerable proporción esos
temibles síntomas que constituyen, como todo el mundo sabe, la expresión
común de las afecciones cerebrales ó medulares, á saber: parálisis de dis-
tinta localización, parálisis parciales, ó bien hemiplegia, paraplegia, pará-
li^5is vésico-rectal, parálisis oculares, etc. (trastornos de los sentidos); per-
turbaciones intelectuales, tales como delirios, atontamiento, enagenación,
demencia, etc.; enfermedades de decadencia todas, á las cuales sirve la
muerte de frecuente terminación.
Si : la muerte, y es necesario que publique aquí también algunas cifras
para que os .convenzáis de la extrema gravedad que traen consigo esas lo-
ralizaciones de la sífilis sobre el sistema nervioso. Escuchad, pues, esto.
Después del análisis de muchos casos de sífilis del cerebro, que se han pre-
sentado á mi observación, he llegado á las cifras siguientes, en lo que se
refiere á la terminación de la enfermedad :
Sobre cien casos :
22 casos de curación ;
19 casos de muerte,
y, 59, en los cuales los enfermos han sobrevivido ;
pero ¿cómo han sobrevivido? Con enfermedades permanentes y definitivas
( parálisis y decadencia intelectual), de las cuales algunas casi equivalen á
la muerte como resultado.
En total, pues, en estos 100 casos, son 22 enfermos favorables, contra 78
desfavorables en distintos grados ; y sobre estos 78 casos, 19 defunciones.
I Qué triste balance!
Y no es esto todo; pues la sífilis no produce solamente sífilis ; origina
algo que es peor, la parasífilis. Me explicaré.
Un médico célebre ha dicho : « la sífilis es un estercolero sobre el cual
germinan toda clase de podredumbres». Esta salida contiene una gran
verdad , pues hay gran numero de enfermedades que vienen á injertarse en
la sífilis á manera de parásitos sobre un tronco viejo de árbol, y que son
^consecuencia de la sífilis sin ser sifilíticas en el fondo, por esencia y por na-
turaleza. Mas quiere la desgracia que esas afecciones epigenéticas, inger-
tas en la sífilis y llamadas por esa razón parasifllíticas, sean casi todas de la
mayor gravedad por sus síntomas y por sus terminaciones. Os citaré tres
ejemplos :
"Lb. parálisis general, cuyo nombre sólo es un espanto, y que no conoce
más que un modo de terminación, inútil de especificar;
La tabes ó ataxia locomotriz, que conduce á enfermedades motoras ó sen-
siorales ( ceguera por ejemplo), de igual incurabilidad :
Y la leucoplasia, que originada muy frecuentemente por la sífilis y por
la irritación bucal producida por el tabaco, degenera habitualmente en la
más espantosa enfermedad, el cáncer lingual, inevitablemente mortal en
breve plazo.
Por el hecho de estas frecuentes localización es en las visceras esenciales
á la vida, no hay para que decir que la sífilis encierra numerosos riesgos de
muerte. Se muere á consecuencia de la sífilis mucho más de lo que se cree,
y sobre todo, de lo que se dice. Se muere á consecuencia de la sífilis, ge-
7^» Para nuestros hijos cuando Ungan dit^ y ocho años
neralmente por el cerebro, lo cual sabéis por lo que precede ; pero se puede
morir también por la médula, por el riñon, por el hígado, por la laringre,
por el pulmón, por el corazón, por las arterias ( como se está á punto de ad-
mitir hace algunos años para la gran mayoría de casos de aneurismas de
la aorta, que son de origen sifilítico); (á veces también por trastornos ge-
nerales crónicos y de cnquexia progresiva); excepción almente, de un modo
agudo, por malignidad fulminante, como en el caso siguiente, que en dos
palabras referiré : Una hermosa muchacha se deja seducir por un joven,
que comete la infamia de mancharla con la sífilis. Oculta ella el hecho á
su familia y no se cuida la enfermedad ; tres meses más tarde está literal-
mente acribillada, de la cabeza á los pies, de enormes úlceras, que sin la
menor exageración, devoran por lo menos, las dos terceras partes de la piel.
Durante algunas semanas arrastra miserablemente la vida, por más que
hayamos hecho para evitarlo ; se extingue por agotamiento caquéctico en
el más deplorable estado, en un estado tal que la lepra misma no le iguala
en horror.
Como conclusión de todo esto, es ciertamente inútil añadir que una en-
fermedad que trae consigo tantos y tan terribles síntomas, debt» ser colo-
cada en el número de las enfermedades más graves. La sífilis, pues, es un
verdadero azote para la humanidad.
Pero me diréis : « hay remedios contra la sífilis ; la sífilis es curable ». Sí.
ciertamente, os responderé ; sin lo cual la sífilis sería, sin contradicción
posible, la más abominable de todas las enfermedades. Sí, ciertamente,
tenemos dos verdaderos antídotos de la sífilis: el mercurio y el ioduro de,
potasio, remedios no sólo enérgicos sino admirables, incomparables, que
realizan diariamente, uno y otro, efectos prodigiossos, curaciones insupera-
bles, hasta curaciones m extremis, á veces casi resurrecciones.
Pero, por maravillosos que sean, no son omnipotentes. Tienen, como
los demás agentes terapéuticos, casos rebeldes, sus fracasos, enfermos re-
fractarios. En una palabra, no vencen siempre y en todas ocasiones. Es
menester también que se empleen á tiempo, de modo apropiado, y á dosis
suficientes, etc.
Y además, el mercurio y el ioduro, que son maravillosos contra la sífi-
lis verdadera, pierden casi completamente su acción sobre la terrible se-
j c\iel9i parasifilUica de que antes os hablé.
Tales son los peligros individuales de la sífilis. Hablemos ahora de los
perjuicios que ocasiona en la familia, en los hijos y en la especie.
i. Relativamente á la familia, constituye la sífilis un triple peligro so-
cial, consistente en lo siguiente : 1.* Contaminación de la mujer en el ho-
gar (contaminación frecuente, porque la estadística revela que sobre 100
mujeres sifilíticas de la clientela particular, hay 19 infectadas conyugal-
mente, es decir, 1 sobre 5. proporción desconsoladora y horrenda).
2." Desunión, disolución del matrimonio, separaciones, divorcios, conse-
cuencias muy naturales de la injuria inferida á la mujer por el marido ;
3.° Ruina material de la familia^ por la enfermedad, la incapacidad ó la
muerte del marido. Pues en razón de su degeneración tardía, la sífilis na
presenta á veces su carta de pago (paso á la expresión), sino en la época
en que el hombre joven y antes de conducta ligera, se ha transformado en
marido, en padre de familia. En estas circunstancias, el marido es el que
con más frecuencia paga las deudas del soltero, y también la familia expía,
por extensión, la falta del marido cuando éste se presenta inválido, impo-
tente ó muere. Porque privada entonces de su sostén natural, corre el
riesgo (muy frecuente) de terminar, llena de privaciones, en el abandona
y en la miseria. ¡Cuántos dramas de este género he presenciado, como con-
secuencia de la sífilis! Entre mil, os citaré el siguiente :
Un joven pintor, lleno de talento y de porvenir, se casa á pesar de una
sífilis mal tratada. Todo marcha bien durante algunos años. Se venden
los cuadros, el hogar prospera y se alegra con un niño. Más tarde, el ma-
rido sufre de una oftalmía específica doble que termina en la ceguera com-
pleta Resultado: una familia arruinada, que llega á la más absoluta
miseria, y se ve obligada á inscribirse en el registro de pobres, para no mo-
rirse de hambre !
Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años 7 ^3
II. Consecuencias hereditarias. — Si se me preguntare, como viejo prác-
tico, qué es lo peor y más nefasto en toda la sífilis, no dudaría en contestar:
el grupo de perjuicios hereditarios realmente espantosos y que se traducen
por hecatombes de niños ; no tiene nada de exagerada esta palabra.
La sífilis, en efecto, es prodigiosamente mortífera para el niño ; lo mata
antes del nacimiento, ó en una edad más avanzada. Con mucha frecuen-
cia se ceba en una familia, produciendo sucesivamente 4, 6, 8, 10 y más
abortos (se han contado hasta 19). De tal suerte, que eso que se ha llamado
polimortalidad infantil, constituye médicamente un signo de primer orden
para la investigación y el diagnóstico de la heredo-sífilis, á tal punto, que á
veces llega á hacer el vacio, el vacío absoluto en el hogar doméstico.
Ejemplos :
En una observación Nacimientos Muertes
Del Dr. Hutinel 4 4
» Pinard 5 5
» Trousseau 6 6
Personal 7 1
Del Dr. Christian 8 8
» Bar 10 10
» Porak II 11
Etc., etc., pues tengo por centenares casos de ese género que citaros.
III. Por último, se deduce de recientes investigaciones que la sífilis
puede constituir, por sus consecuencias hereditarias, una causa de degene-
ración, de alteración del organismo para la especie, dando nacimiento á
seres inferiores, decadentes, (\\^iT6fí<ío^, menguados; menguados, sí, á saber;
menguados físicamente^ antes de nacer, en el estado de abortos, para que-
darse pequeños, desmirriados, infantiles, valetudinarios, etc., volviéndose
después raquíticos, contrahechos, jorobados, etc.; ó bien naciendo con va-
riadísimas distrofias, que no son más que consecuencia de la falta de des-
arrollo ( labio leporino, pie contrahecho, deformaciones del cráneo ó de los
miembros, sordo-mudez, infantilismo testicular, etc.); ó psíquicamente
menguados, constituyendo entonces, según el grado del descenso intelec-
tual, los atrasados, los simples, los desequilibrados, chifiados, imbéciles,
idiotas.
Ks también innegable, actualmente, que la intensidad de la degenera-
ción puede llegar hasta la monstruosidad. Puede la sífilis, pues, hacer na-
cer monstruos, es decir, producir deformaciones extremas, por detención
completa del de.^arrollo (1). Ks el grado más alto de la degeneración.
Me detengo ya: porque verdaderamente os he dicho lo bastante para
que comprendáis lo que es la sífilis y la juzguéis por sus hechos (no temo'
repetir la palabra) como un azote de la humanidad.
Amigos míos : no todo el mundo os hablará como acabo de hacerlo, y lo
que más temo por vosotros es el número de preocupaciones que van sem-
brando en vuestro camino algunos ignorantes, necios y torpes.
Oiréis decir á menudo : «los pretensos moralistas, los papas medrosos y
los médicos son los enemigos de las diversiones con su espantajo de la sífi-
lis y de las afecciones venéreas. Si fuera necesario no montar á caballo,
porque es po.^ible caerse del caballo ; no cazar, porque se puede recibir un
disparo en la caza, y renunciar á las mujeres, porque pueden ocurrir acci-
dentes en su trato, más valdría que os encerrarais en el claustro. No hay
más que un tiempo bueno en la vida aquí abajo, la juventud; pues bien,
es menester que la juventud se pase entre diversiones. Después de todo,
nadie muere de sífilis ; un poco de mercurio y todo ha concluido. Y, yo
conozco á los señores A., B., C, que han padeciáo de sífilis, y no por eso se
encuentran mal, etc.».
Respuesta en nombre del buen sentido y de la verdad científica : «Para .
que la juventud se pase alegremente, no es necesario trabar relaciones con
la sífilis y desafiarla imprudentemente. La sífilis no es un «accidente»,
(1) Ejemplo: la sfñlis puede dar lugar al nacimiento de verdaderos enanos: el célebre Bebé,
enano del rey de Polonia. Estanislao, era, con toda evidencia (por las lesiones que se notaron en
su cráneo) un heredo-sifilico dislrófico, detenido en su crecimiento por la tara hereditaria.
7^4 Para nuestros hijos cuando tengan áie^ y ocho años
sino una gran desgracia. No se cura con «un poco de mercurio», y es
feliz quien pueda dominarla con mucho mercurio. Por último, si los seño-
res A., B., C, la han tenido y no por esto « se encuentran menos bien *, es
porque la han tratado bien y convenientemente ; y si así no fuere, ¡que se
preparen para el porvenir !»
Otra preocupación consiste en considerar los grandes accidentes de la
sífilis como resjultado, no de una sola infección, sino de infecciones y des?-
órdenes acumulados. De suerte que cuando un desgraciado sifilítico cogido
por el cerebro, termina por la parálisis general, por el reblandecimiento,
por la demencia, se oye siempre decir : «¡Cuántos excesos habrá cometido
para llegar á este fin! ¡Cuántos excesos, que suerte más negral Porque
estas cosas no se presentan, ciertamente, más que á los que abusan de lo&
placeres y á los veteranos de la orgía». Proposiciones inciertas, porque
debéis saberlo : la sífilis, con todas sus consecuencias, con las consecuencias
más graves, se deriva, no de contagios repetidos, reiterados, acumulados,
sino de un contagio único, de vno solo. No se duplica, ni se triplica: no
admite la acumulación ; y tan poco la admite, que por sí misma constituye
la inmunidad ; de tal suerte que un enfermo, como el de que os acabo de
hablar, llegado ai último grado de la decadencia cerebral, paga á ese pre-
cio hasta llegar á expiarlo con la vida, un solo extravío, un solo momento
de olvido. Lo prueba el caso siguiente, que os doy como positivo, porque
lo he observado yo mismo. Un colegial, el mismo día de su recepción de
bachiller, va á celebrar su victoria en una de esas cervecerías de mujeres
que infestan el barrio Latino. Contrae allí con esas mujeres la blenorragia
y la sífilis á hx vez. Según la costumbra, no dice nada á la familia y se
hace tratar ocultamente por uno de sus amigos, mero estudiante de medi-
cina ; po^o tiempo después, apenas desaparecidos los síntomas aparentes,
créese curado y cesa el tratamiento. Tres años más tarde, siéntese atacada
bruscamente de accidentes epilépticos, meningíticos más tarde, sobre la
naturaleza de los cuales no hay seguridad alguna por la ignorancia de los
antecedentes. En una palabra, se presenta la sífilis cerebral, que tratada
como tal. pero tardíamente, lo hace sucumbir en cinco meses.
Pues bien, ¿era ese pobre joven, por ventura, «veterano del amor y de
la orgía ?» Kn modo alguno, pues hacía sus primeros ensayos en el amor el
día en que contrajo el contagio que debía costarle la vida. Jóvenes, no
perdáis este ejemplo, y conservad entre vuestros recuerdos claramente la
siguientp : en la sífilis, un contacto desgraciado basta para hacer contraer
la infección con todas sus futuras consecuencias, hasta llegar á las más de-
sastrosas, como acabáis de ver.
Tal es el peligro venéreo, compuesto principalmente de dos tipos morbo-
sos, serios los do.s y pudiendo los dos llegar á ser muy graves, pero muy
desigualmente graves, como resulta de la exposición precedente.
Pues bien, ¿comprendéis ahora por qué vuestra entrada en la edad viril
Inquieta á los que os aman con alarmas tan legítimas? ¿Comprendéis tam-
bién por qué una sociedad de personas de bien, que tienen á la vista el es-
tudio de los medios propios para disminuir la frecuencia de las afecciones
venéreas, ha pensado en vosotros desde el principio, en vosotros los jóve-
nes, lo^jovenciíos, dispensándome el gran honor de confiarme la redacción
de esta pequeña introducción para uso de los «ignorantes», como lo sois
todavía de estas miserias especiales? « Amparemos, ante todo, han dicho
nuestros colegas, á los inexpertos de la vida, á los que pueden caer en el
abismo, porque no lo conocen. Advirtamos á nuestros hijos del peligro
venéreo ; y ese será el mejor medio de preservarlos. No nos limitemos á
una advertencia general y vulgar; hagamos algo mejor : alegando razo-
nes, describamos ésos peligros, como snn médicamente, á fin de hacerlos
jueces á ellos mismos de los perjuicios á que se exponen ». Y por esta razón,
en vez de limitarme á deciros que tengáis cuidado, os he hablado de medici-
na, como si durante una hora fueseis discípulos del hospital. Sabéis ahora
de esa enfermedad todo lo que tenéis necesidad de saber, y grande sería mi
satisfacción, si lo que os he dicho os fuera de alguna utilidad personal.
Algunas palabras más, y concluyo. Ya sois jóvenes, y por este mismo
hecho debéis esperar que la provocación femenina se fije en vosotros, como
Para nuestros hijos cuando tengan die^ y ocho años 735
empresa fácil de explotar. Sabed que esa provocación está en todas partes
y se presenta bajo todas las formas. No la encontraréis solamente por la
noche en las calles solitarias; la encontraréis de día y á todas horas btijo la
forma, por ejemplo, ya de elegantes transeúntes del boulevard,yade seudo
obreritas que con paquetes en la mano tienen la apariencia de ir á devolver
la obra, ó bien, sobre todo, en las cervecerías de mujeres, en los paseos de
los teatros, en los bailes públicos, en los cafés, los café-conciertos, en los es-
pectáculos, en algunos almacenes de guantes, de perfumería ó de «curio-
sidades», en la rebotica, arreglada para industria diferente ; como también
en todos esos lupanares que con distintas ensenas abundan en las capitales.
También podrá perseguiros en vuestro domicilio con cartas ó tarjetas, como
ocurrió á uno de mis jóvenes clientes, discípulo del Instituto Condorcet,
que recibió un día cierta carta de ese género de una bella desconocida, la
cual le decía haberlo «distinguido» y solicitaba una entrevista. Impru-
dentemente acudió á ella y pagó caro su candor.
Notad esto, que es de capital importancia: las provocaciones de que os
acabo de hablar, emanan casi invariablemente del peor orden de prostitu-
tas, á saber: de las que en lenguaje administrativo se llaman clandestinas ó
rebeldes (porque escapan á la vigilancia higiénica de la policía). Entre
todas, éstas son las ynás'peligrosas, porque no están médicamente vigiladas;
por consiguiente, no salen de la circulación cuando están enfermas de al-
gún accidente venéreo. Son más peligrosas en proporción numérica asom-
brosa. Muchas estadísticas oficiales están de acuerdo para atestiguar que
de 100 de estas mujeres detenidas por delito de prostitución, se encuentran
siempre la tercera parte enfermas (de 25 á 48 por 100 ), es decir, enfermas
ya de blenorragia, ya de chancros simples, ya de sífilis ó de varias de esas
enfermedades a la vez.
Así, pues, cuando tengáis la desgracia de ser arrastrados por una prosti-
tuta clandestina, los indicios del peligro que corréis son cerca del 33 por
loo. Con esta clase de mujeres, de tres encuentros, uno será casi inevita-
blemente seguido de contaminación.
No deduzcáis de lo que precede lo que muchos simples deducen : que
«puesto que las prostitutas no vigiladas son peligrosas, las vigiladas no
deben ser peligrosas» ; porque la primera de esas proposiciones no lleva en-
vuelta la segunda. Con toda certeza, la prostituta vigilada es mucho me-
nos peligrosa que la prostituta clandestina, porque es examinada médica-
mente cada ocho día« y secuestrada en el caso de que esté reconocida como
«enferma» ó como «sospechosa». Pero de uno de esos exámenes al si-
guiente pasan ocho días, durante los cuales hay tiempo para que se pro-
duzca ya la blenorragia, ya un chancro, ya la recidiva de chapas mucosas.
Por consiguiente, la mujer reconocida y declarada sana hoy, puede estar
mañana enferma y ser contagiosa. De otro lado, conservad bien en vues-
tros recuerdos este otro resultado de la observación médica, á saber : toda
mujer, después de dos ó tres anos de ejercicio de la prostitución, está forzo-
samente inficionada de sífilis.
« ¡ Y la profilaxis pública de la sífilis!» (mediréis, sin duda alguna). «¡Es
esto todo lo que se sabe hasta el día para preservar á las pol)laciones de ese
espantoso azote que habéis descrito ! ». Si, esto es todo lo que sabemos, o:^
responderé. Y no nos acuséis, á nosotros los higienistas y médicos, de no
haber hecho algo más para la protección de la salud pública, pues hace
mucho tiempo que nos preocupamos por hacer algo más, pero nuestros
consejos y conjuros no hnn sido atendidos. La opinión pública está tam-
bién enérgicamente solicitada para abolir toda vigilancia médica por una
sociedad pr)derosa llamada Federación Abolicionista, que nacida en Inglaterra
del misticismo protestante, considera la sífilis y las afecciones venéreas como
otros tantos saludables ejemplos de la Providencia para «castigar la lujuria
de la carne», oponiendo un freno al desarreglo de las costumbres y asegu-
rando la salud de las almas en el otro mundo. Contemos con el buen sentido
para resistir á tales doctrinas, cuyo resultado es decuplar el peligro venéreo.
La conclusión natural y forzosa de lo que precede, es que la mejor de
todas las profilaxis no puede ser otra que la profilaxis individual, perso-
nal, á saber : la que cada uno puede y debe ejercitar en sí mismo. Comen-
cemos por protegernos á nosotros mismos, lo cual valdrá más y será mucho
más seguro que confiar nuestra seguridad á la vigilancia agena.
7^6 Para nuestros hijos cuando tengan diei( y ocho años
Se ha dicho, en broma, que «el temor de la sífilis .es el principio de la
sabiduría», Así será. Pero no se llega á la sabiduría sólo por la vía del
temor: también se llega por otros sentimientos de orden más elevatlo, que,
sin duda alguna, serán los vuestros, á saber: los principios de moral y de
religión que habéis recibido de vuestras familias, el respeto de vosotros
mismos, el respeto á la mujer, y añadiré tambiéu, si no fuera prematuro
pedirlo á vuestros diez y ocho años, el respeto debido de antemano á la que
será vuestra compañera, á los hijos que hayáis de tener y á vuestro hogar
doméstico.
Otro punto. Se ha hablado indebidamente y á la ligera de los «peligros
de la incontinencia para el joven ». Os confesaré que si existen estos peli-
gros yo no los conozco, y como médico jamás los he observado, por más que
no me hayan faltado observaciones sobre dicho asunto.
Por otra parte, añadiré, en nombre de la fisiología, que la virilidad verda-
dera no se alcanza sino cerca de los veintiún años, y la necesidad sexual no
se impone antes de este tiempo, sobre todo, si excitaciones malsanas no
solicitan prematuramente el alerta. La precocidad genésica es artificial y
se origina á menudo en una educación mal dirigida.
En todo caso, estad seguros de ello, el peligro está mucho menos en la
continencia que en adelantarse á las leyes de la naturaleza; espero que
hayáis comprendido.
El último consejo, y he concluido.
Si un día los sentidos os hicieran traición y os arrastraran contra vuestra
voluntad y os ocurriera una desgracia, ¿cuál debía ser vuestra conducta?
Mi experiencia sobre esta materia me aconseja á deciros lo siguiente:
entre los dos partidos que podéis dudar en elegir, hay uno bueno y otro
malo.
El malo es el malísimo, el silencio y el disimulo. Y, sin embargo, este
es el que la mayor parte de los jóvenes prefieren. Consternados, confusos,
llenos de miedo, no encuentran nada mejor que ocultar la enfermedad, no
diciendo nada á su familia, y se tratan secretamente, confiándose á un
cualquiera, á un camarada, á un médico desconocido y, con mucha fre-
cuencia, á un charlatán. Obedecen mucho en esto á un sentimiento que
puede hacerles honor, pero que no por esto es menos injustificable. Repre-
séntase la sífilis como una enfermedad vergonzosa que abochornaría á la
familia con ellos, y condenada á guardarse secreta» Como si la sífilis fuera
una vergüeña y no una desgracia, que no mereciera más que compasión
y perdón. ¿Qué sucederá con ese sistema del secreto? Que esos jóvenes
imprudentes no alcanzan todas las ventajas /leí tratamiento, se tratim unas
veces bien y otras mal, más á menudo nial que bien, incompleta, insufi-
cientemente, quedando expuestos para el porvenir á las catástrofes que
conocéis. Recordad, como tipo del género, la historia dei joven colegial de
que os he hablado. Por el contrario, el due7i partido es, y no puede ser otro
que el de la confesión, por razones precisamente contrarias á las que os
acabo de decir.
Por lo tanto, no dudéis en estas circunstancias : aunque os cueste mu-
cho, tened el valor de la confesión. Confiad vuestra desgracia á vuestra
familia, que guiará vuestra inexperiencia, que os elegirá un médico com-
petente y os dará las mayores facilidades para seguir el tratamiento que os
convenga. No podríais elegir á nadie mejor que á los que os aman, para
asegurar con su solicitud y ternura vuestra curación.
Os lo repito, en tal situación y, sobre todo, á vuestra edad, la confesión
es deber al cual no debéis sustraeros.
REVISTA CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA
Neurología
POH EL
Dr. Galcebán Granes
1. — Neurastenia y pseudofobias de origen intranasal, por el Dr. C. Compaired. —
Madrid. 1903.
n. — Exposición de un caso olinico médico-legal de psicopatía homo-sexui^l, por
D. Fernando Bravo y Moreno. — Santander, 19U3.
III. -^ Disertación sobre él tema « Psicología del movimiento humano i> por D. Anto-
nino de Asís y Macapinlac. — Santiago* I9ü3.
IV. — Conciencia individual y social. — Discursos de los doctores D. Luis Dolsa y Ramón y
D.Joaquín Duran y Trinchería. — Barcelona, 1903.
V. — Legislación y guia para la reclusión de dementes en los Manicomios, por don
Francisco Casamada y Torrcnt. — Barcelona, 1903.
I. La neurastenia, á manera de caja de Pandora, comprende toda
la humana patología: trastornos generales, del sistema nervioso, de
las visceras ; de funcionalismo exaltante, de insuficiencia ó de anula-
ción de las energías de los órganos y sistemas.
En su génesis concurren todas las causas perturbadoras de la salud.
Como sus manifestaciones, su curso varía al infinito.
A la par que su diversa naturaleza, el pronóstico ofrece todas las
gradaciones, desde el más leve al más grave.
Y en consonancia con su patogenia, importa establecer el trata-
miento, que, por lo mismo, abraza cuantos medios constituyen el in-
menso arsenal de la Terapéutica, así farmacológica como de la
Higiene.
En toda esta extensión, desde el punto de vista especial de su estu-
dio, comprende el Dr. Compaired la neurastenia y las pseudofobias de
origen intranasal ; huelga, pues, decir que no ha olvidado nada capital.
En muchas pruebas expone especial criterio, revelando en el autor
un conocimiento nada común de la materia.
Las monografías de los méritos de la que hablamos, completan la
enseñanza de los constitutivos de su objeto.
IL Con ocasión de actuar como perito en el caso citado, el Dr. Bra-
vo hace un acabado análisis psicológico del sujeto, quien, como la
mayoría de los de esta clase, pertenecen al grupo de los degenerados
psicofísicos con obsesiones é impulsiones de tema sexual aberrante.
El tribunal no debía condenarle á pena alguna, pero tampoco dejarle
libre ; simplemente disponer que fuese asistido en una ("asa de Cura-
ción ad Aoc, no un Manicomio. ¿Qué no la hay? Pues fundarla, ó
aguantar los peligros que entrañan semejantes seres permitiéndoles
vivir libremente en sociedad. Dijo bien el Supremo : que era un ser des-
graciado y no un criminaU y yo añado que tampoco era un loco.
III. En el libro de Macapinlac, hay un mucho de Filosofía, Psicolo-
gía, Biología y aún Teología, y un poco de «Psicología del movimiento
humano », que es el título del libro. No obstante, este poco está bien
tratado desde el punto de vista fisiológico, relacionando los movimientos,
las actitudes y los gestos con las diversas circunstancias en que el
hombre se muestra, entre ellas, la condición de edad, sexo, raza, pro-
fesión, medio ambiente y situación psico-moral.
IV. El trabajo del Dr. Dolsa comprende dos partes : la primera,
dedicada al estudio sintético de la organización psico-física del hombre,
y la segunda, al de la constitución de la sociedad como organismo,
( en ciertos particulares semejante y en otros distinto del organismo
individual) ; todo ello en concepto de fundamento para la comprensión
de la conciencia individual v de la social.
^wm
758 Noticias cientijicas
El desarrollo de este trabajo, es bueno ; los materiales muchos y
bien aportados, revelando g-ran saber y erudición ; el leng-uaje castizo",
claro y elegante. Pero, al final, queda uno descorazonado. Después de
destruir tanto (porque Dolsa muéstrase descreído en'dog'mas científicos),
nada dice en concreto sobre lo que es y para que sirve la conciencia
individual y la social. Si por tal entiende realmente i< este lazo miste-
riosa, incomprensible, entre el organismo y el Yo, esta síntesis sublime
que nadie ha definido todavía y apellidamos conciencia »y ¿á qué viene
hacer de la misma un objeto temático ? De aquí la eterna discrepancia
entre el contenido del discurso y su enunciado. Página tras página
sigue el lector afanoso buscando la conciencia, y la encuentra al final
reducida á las líneas transcritas, ó sea, á una negación. Y es lástima
que el pesimismo obseque al Dr. Dolsa, pues, de lo contrario, posee
sobrado talento y sabiduría para poder hacer un trabajo de alcances
positivos sobre la conciencia, conociendo, como conoce bien, el carácter
científico, biológico, de la psicologia actual, en oposición á la fantas-
magoría de la vieja, caduca, descompuesta y extinta psicología clásica,
aquélla que quiere conocer la cosa por la cosa misma y no por los
medios múltiples de investigación físicos, químicos, orgánicos y psí-
quicos, fisiológicos y patológicos, avalorados por la observación directa
y comparada, la experimentación y el raciocinio, ó lo que es lo mismo,
por medio de todas las condiciones de certeza que tiene el método sub-
jetivo-objetivo, con sus introspecciones, extrospecciones, determina-
ciones, descripciones é investigaciones psico-físicas, que traducen los
estados de conciencia y, en general, la mayoría de los psíquicos, bajo
forma somática.
Que después de esto, ^, falta todavía una última esencia que descu-
brir? No importa : lo principal para el médico, para el naturalista, no
es conocer las esencias, sino los mecanismos ; y no es razón suficiente
el desconocer la esencialidad de la conciencia para dejar de investigar
su materialidad, su funcionalismo, sus condiciones de vida, sus múl-
tiples manifestaciones, tanto en estado hígido como en el patológico,
que es lo que yo creí encontrar en la obra del Dr. Dolsa.
Aparte de este desengaño, la estimo como muy provechosa, muy
nutrida de conocimientos y en este concepto la aplaudo sin reservas.
V. El libro del Sr. Casamada tiene por objeto, no sólo comprender
cuanto se ha legislado sobre el internamiento de los vesánicos, sino
comentar y aclarar los casos dudosos que á diario se presentan. Su
utilidad es mucha, tanto para los médicos como para los abogados y
para todos los funcionarios del poder judicial, toda vez que, á parte de
la publicación íntegra de Reales órdenes, decretos, leyes, instruccio-
nes, circulares, etc., inserta los artículos de los Códigos pertinentes al
caso, y los formularios que pueden servir de norma para la redacción
de los documentos oficiales.
NOTICIAS CIENTÍFICAS
Convulsiones epileptiforznes tónicas y clónicas
(Sitio de las). — El Dr. Niño Samaja ha hecho un largo y minu-
cioso estudio experimental sobreesté importante tema, en el Labora-
torio de Fisiología de la Universidad de Ginebra. Ha llegado á las
siguientes conclusiones generales :
1.* La zona cortical motriz es el centro (1) exclusivo de las convul-
(t> Siendo las convulsiones un fenómeno patológico, no pueden tener un centro especial. Con
la palabra cenfro designamos la parte del eje centro-espinal cuya excitación produce ya contrac-
ciones sucesivas (convulsiones clónicas;, ya una contracción persistente, tetánica (convulsiones
tónicas).
Formulario y tratamientos modernos 75g
siones clónicas en el perro y prato adultos. El resto del eje cerebro-es-
pinal no puede producir en ellos más que convulsiones tónicas.
En los mamíferos menos elevados en la escala animal (conejos y
conejitos de Indias), así como en el perro y en el g-ato recién nacidos y
en la rana verde, la corteza motriz no es sitio de ningún centro con-
vulsivo.
2.* El bulbo ó el istmo del encéfalo en el conejiío y en el conejo
son el asiento de las convulsiones clónicas. En el conejito y en la
rana verde el bulbo aislado del istmo del encéfalo es aún el sitio de un
centro convulsivo clónico.
3.* La médula, en toda su extensión y en todos los mamíferos, es
asiento de un centro exclusivamente tónico ; no provoca nunca con-
vulsiones clónicas.
En la rana verde, por el contrario, produce convulsiones clónicas.
Se ve, pues, que el centro convulsivo clónico asciende progresiva-
mente en la escala animal, desde la médula hasta la corteza cerebral :
bulbo-medular en la rana verde, bulbar en el conejito de Indias, basi-
lar en el conejo, es cortical en el perro y en el gato adultos.
En el hombre el asiento de las convulsiones tónicas es exclusiva-
mente basilar ; el de las convulsiones clónicas es cortical. ( Jtevue mécL
de la Suisse romande, 1904). — (Roduígükz Méndez).
FORMULARIO Y TRATAMIENTOS MODERNOS
CCXXI. >- Olioerolado de iotiol en los vómitos del embarazo
Pettazzi atribuyó (1902) estos vómitos á una metropatía consistente en la
tensión, rigidez é hiperconectivación de las túnicas propias del útero, no á la
estenosis cervical ú- otras lesiones (1). Más tarde, eate año, defiende de nue-
vo su creencia y aporta datos en pro del procedimiento terapéutico preconi-
zado por La Torre.
El g-licerolado de ictiol, al 10 ó 20 por 100, reúne las propiedades de la glií
cerina y del sulfoictiolato de amonio: aquélla es osmótica y emoliente, as,
como algo analgésica ; éste es analgésico, antiflogístico, modificador de la
circulación local y un buen desinfectante. Dado un cuello uterino rígido:
inflamado, congestionado, estosdos fármacos deben obrar beneíiciosamente-
como analgésicos menguarán la sensibilidad local y. por tanto, la violencia
de los fenómenos reflejos ; como osmótico, antiflogístico, desinfectante y
resolutivo, el preparado substraerá suero, reblandecerá el paréuquima cer-
vical y contraerá los capilare.s sanguíneos. *
Por tanto, cuando los vómitos dependan de metritis ó de rigidez de las
paredes cervicales, el mejor tratamiento, hoy, es el glicerolado de ictiol em-
pleado tópicamente.
Si se trata de mala posición del útero ó de distensión de la cavidad, este
glicerolado no puede pasar de la categoría de un auxiliar, y hay que redu-
cir el órgano ó menguar la tensión de las paredes (2).
CCXXII. — Neuralgias : empleo del antalsrós
Con este nombre se ha dado al comercio una especie de asociación de la
salipirina y de la fenidina, ideada por el Dr. Piguatori. Parece ser una
substancia tolerable hasta por los más endebles y de acción bastante segura
en las neuralgias del trigémino y facial, sea cualquiera su naturaleza (3).
CCXXIII. — Ántrax: tratamiento
AmoreíU no es partidario de la incisión, que si alivia al enfermo, aumenta
la superficie gangreflosa y le, expone á una infección más intensa ; y no se
muestra muy entusiasmado con el tratamiento de Sirus Pirandi (pulveriza-
(1) Rass. di Ostet.
(2) Jl Policlinico
(3) // Progresso medico.
76o Formuiúrio y tratamientos moderno*
clones fenicadas al 2 por 100) y de Brocy (aplicacioues de levadura de cer-
veza).
Más sencillo y mejor es lo que propone : aplicación de una torta de algo-
dón hidrófilo empapada en jug-o de limón con algunas gotas de tintura
tebaica. y encima una lámina de guttapercha, renovando el aposito cuando
el algodón se seque. Cuando en éste aparezcan vestigios de pus, se hará
ligeras presiones, pero se continuará con el mismo tratamiento hasta la caí-
da de la escara. Queda una úlcera simple, cuya cicatrización se obtiene
con los medios usuales (1).
CCXXIV. — Oorlxa a^ndo : tratamiento abortivo oon los lodnros
Se recomienda hoy mucho este tratamiento.
Una cucharada cada tres horas, desde las seis de la mañana á las seis
de la tarde, de esta solución :
loduro sódico 5 gramos
Agua destilada «150 »
cuya fórmula, para los que no puedan soportar el sabor del ioduro, se reem-
plaza con esta otra :
loduro de sodio . . 5 gramos
Jarabe de corteza de naraniu ^ „^ on
» de limón .........'.} *^- ^^ *
Agua destilada c. s. para Ir.O »
Además se introduce en las fosas nasales esta pomada:
loduro sódico \ «
Bromuro .módico / «^ 3 gramos
Vaselina 30 »
El bromuro tiene por objeto evitar los estornudos (2).
CCXXV. — Orinas amoniacales : trataihlento
El mejor remedio son los benzoatos á la dosis de 1 á 1*20 gramos cada cua-
tro horas hasta que la orina sea ácidii (los uratos, fosfatos y el ácido úrico,
insolubles, son transf<)rmados en hipouratos, solubles), y después la misma
dosis, pero sólo tres veces al día.
Puede utilizarse cualquier benzoato (amónico, litínico, sódico, etc.) : el
que mejor sea tolerado por el estómago. Para facilitar la tolerancia convie-
ne darlo con poca agua y si es necesario con un amargo, la genciana por
ejemplo (3).
CCXXYL— Enterorra^la tifoidea: tratamiento
Mejor que otros agentes es el uso de caldos gelatinosos fríos (3).
Sea en caldos, sea de otra suerte, la he empleado, sobre todo pura, en
casos graves y rebeldes con buen resultado.
CCXXVII— Anestésico looal
Paralas operaciones de odontotecnia, Bonnnrd recomienda inyecciones
gingivales de la siguiente solución :
Clorhidrato de cocaína 0*10 gramos
Nirvanina 0*20 »
Eugenol 4 gotas
Agua destilada 50
cm
Esta inyección no es dolorosa y su efecto anestésico es inmediato; siendo
muy poco tóxica, puede repetirse varias veces sin inconveniente (4).
(1) Congreso médico siciJiano.
(2) Le Medecin.
(3) Medicina moderna.
(4) La Semana médica.
St eció I oficial 761
CCXXVin. — Asmas : tratamiento
Contra el asma cardíaco de los nefríticos y arterio-esclerósicos, pero no
en los estados disneieos de las afecciones mitrales, se puede usar, como
ag-ente preventivo, la teohromina pura (1*50 n 2 gramos diarios), en forma de
dicerétina ó de uroferina (3 á 3'50) ó de agurina (2 á 2'50). Para que surtan
efecto se las debe administrará dosis fraccionadas, tanto de día como de
noche (1).
— Desler usa la am¿o^2¿i;itMei contra el elemento espasmódico del asma
bronquial, á la dosis de ü'40 gramos, repetida tres veces al día. Dándola
durante tres semanas curó un enfermo de su catarro sofocante, que databa
de tres años y que solo se aliviaba con las inhalaciones.
La aristoquinina es insípida, y obra reduciendo el número de contrac-
ciones cardíacas y haciendo más voluminosa la oleada sanguínea. Apenas
sí tiene inconvenientes : prurito de la piel, zumbido de oídos pasajero, et-
cétera (2).
CCXXIX. — Amigdalitis agrnda: tratamiento oon la qalnlna
Dice Szentgyoergi que la quinina obra como un específlco contra esta
angina : á las 4 ó 5 horas de administrada, hay transpiración abundante y á
las 24 horas han cesado los fenómenos locales.
Puede utilizarse, además, como medio de diagnóstico, pues no ejerce ac-
ción alguna contra las anginas diftéricas ó escarlatinosas.
La dosis debe ser de medio gramo, cuando menos, en dos tomas con in-
tervalo de media hora.
El medicamento no tiene acción preventiva ; tanto, que desaparecida la
angina de un lado, puede aparecer en el otro. Esta nueva invasión se cura
también con la quinina (3).
CCXXX.—Epltelioma cutáneo: traUmlento
Toppeiner emplea una solución de eosina (anilina roja) al 5 por 100, apli-
cada con un pincel. Luego expone la región á la luz solar ó á la eléctrica.
Parece que la fluorescencia obra como los rayos X (4).
Dr. Rodríguez Méndez
SECCIÓN OFICIAL
SOCIETE INTERNATIONALE DE LA TÜBERCULOSE
Objet de la société.
Une nouvelle Société savante est fondee a Paris sous le nom de «Société
Internationale de la tubercuiose».
Elle a son siége á Paris. Ses réunions ont lieu mensuellement sur con-
vocation du Secrétaire general.
Cette Société a pour but l'étude de toutes les questions se rattachant k
la tuberculoso et la centralisation des moyens de defense.
Ces travaux seront publics.
La Société se compose de médecins ou savants possédant un dipióme de
Facultes ou d'üniversités francaises ou étrangéres.
Pour étre admis il faut présenter une demande au Président, étre agrée
par le burean ratifié en Assemblée genérale etpayer una cotisation annuel-
le de 10 francs.
Priere d*adresser les demandes de candidatures á: Mr. le Dr, Georges
Petit, Secrétaire genérale, 5, rué du Rocher, París.
(1) Medicina moderna.
í 2 ) Therapie des Gegenwa rt.
(3) Journal des Médecins.
(4) Repue de Thérapeutique,
763 Nuestra correspondencia con ¡a prensa
XV CONGRESO INTERNACIONAL DE MEDICINA
(Lisboa, 19-26 de abril de 1906).
Acabamos de recibir el ii.° 4 del Boletín Oficial del XV Congreso internacio-
nal de Medicina. Quien examine este número, se convencerá de que el éxito
científico del Congreso está asegurado, por el nombre de los médicos que
por él se interesan, y por el número de los relatorios que se están prepa-
rando y que han de imprimirse antes de la inauguración del Certamen. Los
relatorios prometidos hasta hoy son 188.
Al propio tiempo, muchas comunicaciones personales fueron, ya anun-
ciadas.
Estas son las principales informaciones que contiene el Boletín recién
publicado ; á ellas hny que añadir la lista complementaria de los Comités
nacionales constituidos, la lista de los delegados anunciados y la de las ad-
hesiones recibidas.
Una última información no dejará de interesar muchos médicos: es la
división de la sección XII en dos sub-secciones, la Laringo-Rino-Otología y
la Estomatología.
NUESTRA CORRESPONDENCIA CON LA PRENSA
1.a Semana médioa, de Buenos Aires. — Gracias por la reproducción de
la noticia Dermatosis de la piel del cráneo : tratamiento, del Dr. Rodríguez
Méndez, cuya procedencia no cita.
El Problema de la taberonloBie, de la Habana. — Id. id. de la noticia
El automóvil y los tuberculosos, del Dr. Rodríguez Méndez.
Gaoeta médioa de Costa Rioa, de Sen José. — Id. id. del discurso del
Dr. Bianchi, El pensamiejito de Emilio Zola, traducido por el Dr. Ardieta.
y del trabajo Naturaleza de la obsesión^ por el Dr. Marandon de Montyel,
traducido por el Sr. Ruíz Rodríguez (J.)
Oaoeta de Medioina zoológ^ioa, de Madrid. —Id. id. del trabajo Origen y
naturaleza de las alexinas, del Sr. R. Turró.
1.08 Naevos Bemedloe, de Madrid. — Id. id. de la noticia Putrefacción in-
testinal: acción de varios medicaínenios, del Dr. Rodríguez Méndez.
Madrid médioo, de Madrid. —Id. id. de la comunicación Técnica de la
abertura y cuidados consecutivos del absceso cerebral otógenOy del Dr. Botey.
I«a Medioina de loe nifioe, de Barcelona. — Id. id. del artículo Signos
clínicos de la menirigitis, del Dr. Fumouze-Albespeyres, traducido por el
Dr. Rodríguez Ruiz.
Revista déla «Asociación médico - farmacéutica», de la Habana. —
Id. id. del artículo Las últimas C07iquistas de la química. El radio, del doc-
tor Raimondo, traducido por el Dr. Rovira Oliver.
I«a Hig^iene, de la Habana. — Id. id. del artículo Supuesto descubrimiento
de Luis Pasteur, del Dr. L, Comeiige.
I«a Medioina oientifloa, de Barcelona. — Id. id. del artículo El síndrome
de Pick, del Dr. González Prats, de la noticia Hayos N, del Dr. Rodríguez
Méndez, y de la comunicación, Antisepsis lin/ocitaria , del Dr. Gar-
cía Sola.
Orónioa médioo-qnirúrs^ioa , de la Habana.— Id. id. de las noticias Ex-
tracto antitt/óldeo de lez y Urticaria: tratamiento, del Dr. Rodríguez
Méndez.
Batudloa demogpilfieos de Bapeelona
POK El. •
1)r. D. Luis Comenge
Director del Instituto de Higiene urbana de Barcelona
Mortalidad Infantil de Bareelona en 1908
Este elemento obituario ha sido mayor en este año que en el anterior
(véase el número de esta Gaceta de 31 de julio de 1903). Así como la
mortalidad de los niños representó el 36*4 por 100, durante 1903 ha lle-
gado á 40 por 100.
En los adjuntos estados verá el lector las causas y detalles de este
asunto importante.
W
c
3
E
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lisSil^lSaSh-^i
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ÍNDICE DEL TOMO YIGÉSIHO SÉPTIMO
1904
índice de autores
AUaria, 536.
Antigüedad, 282, 317, j66,
677.
Ardieta, 34»? 376-
Aróstegui, 720.
Barbará, !2.
Bassols-Prizn, 220, 603, 636.
Bianchl, 341, 376.
Botey, 65i,652.
Bunge(A.), 694, 727.
Calmette, 667.
Calleja, 154.
Campa, 645,
Campos Hugueney, 66 1 .
Casadesús, 8, 41.
Cebelra, 189, 735.
Civlt, 200. 233.
Ciado, iboj 178,212, 244, 272.
Codina Castellvi, 5.
Col! y Boflll, 174, 267, 529,
690.
Comenge, 32, 62, 100, io5,
13»» i43í »64, 193, 228, 25o,
292, 324, 356, 386, 420, 45i,
484, 5 1 6, 548, 58o, 612, 620,
637,643,676,707, 740,763-
Compaired, 101.
Corominas é Illa, 461, 490.
Cremona, 496.
Crespin. 310.
Chabás, 103.
Debove, 114.
Deny, 621.
Dómine, 103.
Espina y Capo, 1 73.
Ferrer Piera, 40, 5o7, 5gi.
Figueras, 653.
Fore], 146.
Fournler, 720, 748.
Foveau de Courmelles, 403.
Fumouze-Albespeyres, 60 1 .
Galcerán, 443, 670, 746, 757.
García Sola, i63.
Gaudler, 569.
Gimisó, 336, 361.
González Prats, 589, 668.
Guerin (C), 1 6,
Jourdran, 603.
Kerayal, 624.
La Rosa Sánches, 411.
Levy(F.),433.
Lop, 533.
López (G.), 741.
Marandon de Montyel, 531.
Margar it, 703.
Mariani, 33. i37, 457-
Martin(A.), 4^3,517.
Martínez Vargas, 254, 702.
MasóBru, 263,301,549,731.
Mathieu, 563.
Mayet, 112, 145, 176, 209,
242, 270.
Moliner, 103.
Monsarrat, 468.
Murúa, 172.
Nublóla, 709^
Pérez Noguera, 58, 453, 593.
Périer(K.),47.
Peyri, 269.
Pons Marqués, 58 1 .
Queraltó, 613.
Raimondo, 183.
Revol (L.), 499.
Rodríguez Méndez, 34, 27,
60, III, 121, 122, 124. i55,
190, 191, 222, 255, 285, 320,
348, 349, 382, 384, 4» 2, 445,
475 ,476, 509, 541, 542, 569,
373, 574, 602, 6o5. 639, 661,
670, 672, 673, 70S, 735, 758.
Rodríguez-Morini, 186, 621.
Rodríguez Ruiz (R ), 110.
123, 124, 189, 190, 5o8, 56i,
601, 668, 693.
Roux (J. Ch.), 563.
RoTira Oliver, 1 18, 119, 183,
22!, 536, 541, 719:
Ruiz Rodrigues (J.), 16,47,
112, 114, 145, 146, x5o, 176,
178, 209, 212, 242, 244, 270,
272, 310, 403. 435, 468, 499»
53i, 533, 563, 592, 627, 657,
694, 727.
Sano, 623.
Simonena, 332, 37o> 39^, 384-
Tapia, 197,229,261,293,325.
357,389,421.
Terrien, 592, 627.
Turró, 133.
Ule cia Cardona, 1 5, 307, 394^
427, 487, 523, 552.
inOICE DE MATERIAS
Aborto. — Véase Responsabilidad.
Absceso cerebral otógeno (Técnica de
la abertura y cuidados consecutrvos
del), 652.
Academia de Higiene de Cataluña: sesión
inaugural, b5o.
Academia de Medicina y Cirugía de Bar-
celona (R.) : sesión inaugural, 111.
Acaríosis ó sarna : curación rápida, 6a.
Aceite de hígado de bacalao: carestía,
igo; varias lórmulas agradables, 447.
Aceites medicinales: modo de favorecer
su administración, 257.
Acetol : composición, 738.
Acido bórico : acción tóxica, acción tera-
péutica, 384.
índice de materias
765
Acido fénico. — Véase Peste bubónica^
Viruela.
Acido fórmico : acción sobre el sistema
muscular, 225. .
Acido nucleínico: su empleo en la ane-
mia grave, 737.
Acido oxálico. — Véase Asma.
— pfcrico. — Véase Cistitis, Lupus.
Acné de ia cara : tratamiento, 290.
— varioliforme: tratamiento, 290.
Actos y omisiones penables. ~ Véase Res-
ponsabilidad.
Adherencias de las mandíbulas : neurosis
del maxilar inferior de origen mercu-
rial en una niña malgacha, 693.
Adherencias pleurales y peritoiieales: tra-
tamiento, 225.
Adrenalina : su empleo en Oftalmología,
354; acción fisiológica, 418; en polvo
y en solución, 1 56. — Véase Analgesia,
Anestesia, Glaucoma, Hemorroides.
Aglutinina (Acerca del paso de la) de la
madre al feto en los casos de tuberculo-
sis materna, 530.
Agua oxigenada: su empleo en la tera-
péutica infantil, 530. — Véase JVeyí.
Agua salada. — Véase Tuberculosis.
Agurina: aplicaciones, 674.
Aire calienie. — Véase Chancro.
Albuminuria en los tuberculosos, 549.
Albuminúricos. — Véase i4/ffMen/flCÍón.
Alcanfor: acción an liga l»ctógoga, 640.
— y morfina en inyecciones hipo-
dérmicas, 257.
Alcohol (El) en dietética, 694, 727.
Alcohol alimento (El) y la hipótesis del
mecanismo humano, 146.
Alcoholismo agudo: tratamiento, 29.
— en Barcelona, 8, 41.
Alexinas (Origen y naturaleza de las), i 93.
Alimentación de los albuminúricos, 255.
Alumnos (Conveniencia de seleccionar
A los) A su ingreso en Facultad y condi-
ciones generales de un buen régimen
universitario, 332, 370, 398.
Amígdalas (Las) como puerta de entrada
de la infección tuberculosa en los ni-
ños, 692.
Amigdalitis aguda: empleo del formo!,
2^; tratamiento con ia quinina, 761.
Amiloformo: empleo tópico, 448.
Analgesia.— Véase Petroselino, Quelidoni-
na. Quinina, Trigémina.
Analgesia cocaíno-adrenalínica en cirugía
general, i56.
Analgésicos y calomelanos, 576.
Anemia. — Véase Acido nucleínico. Cloro -
anemia.
Anemia perniciosa primitiva: tratamiento
con la médula ósea de buey cruda, 641.
Anestesia con el cloruro de etilo ó kele-
no, 353. — Véase Cloroformo.
Anestesia local de los tejidos inflamados
mediante inyecciones de cocaína y de
adrenalina (renalina), 417.
Anestésico local, 760.
Anestesina : aplicaciones, 44^.
Aneurisma de la aorta abdominal tratado
con las inyecciones hipodérmicas de
gelatina, 591.
Angina herpétíca: tratamiento, 126.
Angiomas: tratamiento, 127.
Antaigós. — Véase Neuralgias.
Anticol: astringente y desinfectante in-
testinal, 288.
A n t igalaciógogo. — Véase A Icanfor.
Antirojcrobma. — Véase Coqueluche.
Antisepsis linfocitaria, i65.
Antitoxina diftérica: determinación cuan-
titativa de muy pequeñas dosis, 690.
Ántrax: tratamiento, 226, 258, 759.
Antropurpurina. — Véase Purgatina.
Aórticas (Lesiones) é histerismo, 457.
Aparato digestivo (Mortalidad causada
en Barcelona por las enfermedades
del), 707.
Apendicitis: tratamiento médico, i55.
Arándano: acción bactericida en el intes-
tino, AI 7.
Arsitriol, 642.
Artritis tuberculo.sa. — Véase Higroma,
Luxación congénita.
Asa de Wilde. — Véase Cuerpo extraño.
Asma: tratamiento, 761.
— y bronquitis capilar: empleo del
ácido oxálico, 674.
Aspirina : acción antireumática. 192; — su
empleo en las afecciones doloiosas del
aparato genital femenino, 542.
Astenia: tratamiento, 61.
— cardiaca precoz y loxémica en la
infección pneumocócica : tratamien-
to, 349-
Astricción de vientre. — Véase Burdaina.
Aubepina, 190.
Automovilismo: acción terapéutica, 545.
Azul de metileno : su empleo en las in-
fecciones de las vías biliares, 386. — Véa-
se Ciática, Diarreas, Enteritis.
Bacilemia tuberculosa subaguda, 1 14.
Bálsamo del Tolú. — Véase Heridos.
Baños calientes. — Véase Meningitis.
Barcelona: mortalidad durante el mes de
diciembre de 1903, 32; fd., id., enero
de 1904, 164; id., id., febrero, 164;
id , id., marzo^ 228; id., fd., abril, 290;
Id., id., mayo, 356; id , id., junio, 420;
id., fd., julio, 484; id., id., agosto, 048;
id., id., septiembre, 612; id., id., octu-
bre, 676; id., id., noviembre, 740; sín-
tesis vital, año 1903, 62; vitalidad en
1903, 131; mortalidad por enfermeda-
des del sistema nervioso (1898-1903),
196; id., por viruela, (i 898-1903), 259;
equilibrio de sexos en Barcelona, 324;
mortalidad por sarampión v escarlatina
(1898-1903), 386; id., por 'fiebre tifoi-
dea y difteria (1898-1903), 45 r, id., por
enfermedades del aparato circulatario
(1898-1903), 5 16; fd., por pneumonía
(1898-1903), 58o; id., por tuberculosis
(1898-1903), 643; id., por fiebres puer-
perales (1903), 707; id., por enfermeda-
des del tubo digestivo (1903), 707; ídem
por septicemia quirúrgica (1903), 708 ;
fd., por neoplasias (1903), 763; id., in-
fantil (1903), 763. — Véase Academia,
Alcoholismo, Escuelas, Instituto, Moría-
lidad. Vía pública.
Basedow (Enfermedad de): tratamiento
con el solfaniiato sódico, 322; tratamien-
to, 352.
Bariow (Un caso de enfermedad de), 269.
Biliares (Infecciones de las vías).— Véase
A lul de metileno.
r
wmm
766
Indict de materias
Bismuto coloidal: su empleo en la gas-
tro-enteritis de los niños, 29.
Blenorragia: tratamiento abortivo, 509;
profilaxis. 720 — Véase Cis/tfis, Conse-
) os, Panamito.
Bronquitis capilar. — Véase Aitna,
— y tuberculosis: empleo de los
ioduros de codeína, 706.
Bulbo piloso. — Véase Petróleo.
Burdaina :'su empleo en la astricción de
Tientre, 128.
Bibliografía: Euforia social^ por el Dr. Co-
menge, 24. — Escenas médicas (Narra-
ciones y episodios profesionales), por el
Dr. Comenge, 24. — La Medicina en el
reinado de Alfonso V de Aragón, por el
Dr. Comenge, 24. — Afanuaí de Tera-
péutica, por X. Arnozan, b^. — Diagnós-
tico y tratamiento de las enfermedades del
estómago, por el Dr. Boas, 118. — Estu-
dio de los principios activos de tas plantas
medicinales. Química , Farmacología ,
Terapéutica, por el Ur. Pérez Noguera,
tomo!, 154.— Tratado de Terapéutica
aplicada, por el Dr. A. Robin, tomos VI
y Vn. 186. — Oííaírfa ó sea Medicina
especial de oídos, por el Dr. Forns,
220. — Bases de puericultura, por el
Dr. Viura Carreras, 264 —Obras esco-
gidas del Dr. Giné y Partagás, 282,
3 1 7. — Manual teórico y práctico de las
enfermedades déla laringe, porel Dr. de
la Sota y Lastra, 348. —Manual de Te-
rapéutica médica, publicado bajo la
dirección de los doctores Debove y
Achard, vtH2.^ Tratado práctico délos
métodos ae exploración clínica, por ei
Dr. H. Sahli,4ii.— Tratado de Medi-
cina legal y Toxicologia, por el Dr. Vi-
bert, 443. — Diagnóstico del chancro
venéreo, porel Dr. Fonillo, 475. — Bos-
quejo del tratamiento de la pulmonía, por
el Dr. González Alvarez, 507. — Lettere
sulla malaria, por el Dr. Pittaluga,
5o8. —Critica de las principales medica-
ciones empleadas en el tratamiento del
cólera morbo asiático y beneficios alcan-
í^ados por las inyecciones de las sales de
quinina en la epidemia de iS85, por el
Dr. Bañeras v Melcior, 507. — Estrep-
to-difteria cutánea, por el Dr. Balvey y
Bas, 507. — Medicamentos modernos
(1902), porel J>r. Puigpiqué,539.— £■«-
tuaio de la hgislación extranjera en
cuanto se refiere á la elaboración y venta
de especialidades y aplicaciones que de
ella pudieran hacerse en España, por el
Dr. Duran Desumvila, 639. — Ladmi-
nistration intestinale des médicaments,
par le Dr. S. Bírnheim, 539. — La
«Concordia pharmacopolarum baici-
nonensium» (1567), por el Dr. Duran
Desumvila. 539. — Los colirios oleosos
en la antigüedad, por el Dr. Castillo y
Quartiellers, 639. — La complejidad far-
macológica en la prescripción médica,
por el Dr. Carracido, 539. — Valor tera-
péutico de la seroterapia en la difteria,
por el Dr. Balvey y Bas. 539. — Vocabu-
bulario enciclopédico de Odontología, por
los señores Pérez y García, 573. — Evo-
lution de la tuberculose produtte ches;^ les
cobayes par le bacille phiisiogéne on
spermigéne contenu dans les crachatsdes
personnes etteints de luberculose pulmo-
naire, et genre datterations tuberculeuses
qui peuvent étre efficacement combatues
par le serum antiphym ique pros^enanl
des animaux inmunisés avec les toxines
du dit bacille, DAT le Dr. J. herrín,
603. — Nosografía y patogenia de la tu-
berculosis, por el Di. Balloia Tavlor,
603. — Sur la tuberculose infantile á
Buenos Aires particuliérement sur tes
formes difuses, par le Dr. Araoz Alfaro,
603. — Tratamiento de las tuberculosis
articulares, por el Dr. Ribera Sans,
603. — Le dispensaire antituberculeux,
parle Dr. S.Bernheim,6o3.— ¿iicAa coji-
tra la tuberculosis, por la Academia de
Higiene de Cataluña, 603. — ¿a lucha
contra la tuberculosis en la escuela y por
la escuela, por los doctores S. Bernheim
•V A. Roblot, 603. — Le role de lafemme
dans la iutte contre la tuberculose, par le
Dr. E. Vidal, 60^. — Influencia de tas es-
taciones en la mortalidad de Palma, por
el Dr. Fajarnés y Tur, 637. — ¿a peste
bubónica, por el Dr. E. B. Bardei, 637 —
Distribución de sexos en las Islas Balea-
res, porel Dr. Fajarné%y Tur, 637.— 7«
fluencia de la vacuna en el desarrollo y
en la longividad de los pueblos, por el
Dr. Fajíirnés y Tur, 637— emigración
é inmigración de las Baleares, por el
Dr. Fajarnés y Tur, d^y. — La rabia en
Mallorca durante los años i8i4-fSi3,por
el Dr. FajarnésyTur, 637.— >lfittarioef-
tadístico de la ciudad de Buenos Aires
(Año Xll, 1902), 637.— TAe bny's vene-
real peril, American medica* Associa-
t ion, 637. — Epidemiología del Uruguay
(i8g6-i8gg), con algunos datos de 188'} á
/po/, por el Dr. J. Canabal, b^f.— Hi-
giene Y salubridad publicasen Pamplona,
por el D' . A. Lazcano, 637. — Comewto-
rios y protestas á un R. D., por el señor
Subirana y Matas, 666. — Wefl </e/<i eyo-
lución y del árbol genealógico animal^
por los doctores Rivas Mateos y Calle-
ja, 666. — Aplicación de la cristalo^enia
experimental á la investigación toxicoló-
gica de los alcaloides, por el Dr. Caibo-
nelISolís, 666.— Ac/a de la sesión pú-
blica inaugural celebrada por la Real
Academia de Medicina de Barcelona el
día 30 de enero de 1903. 666. — Biogra-
fía del Dr, D. Federico Rubio y Gatí, por
el Dr. Gutiérrez. 666. — 1 Corrección
de un caso de protrusión de los dientes su-
periores. ^\U Puente movible é inamo-
vible. — III. Las llamadas estomatitis
mercuriales. — iV. Puentes en general,
por el Sr. Subirana y Matas, 666. — Me-
dicamentos inconvenientes en las pulmo-
nías de los niños; la mejor terapéutica^
por el Dr. Martínez Vargas. 668. — Tra-
tado de Cirugía de la infancia, por el
Dr. Rtfcasens y Girol, y 02. ^ Incisión
transversal en las laparotomías, por el
Dr. Plasencia, y o ^. — Proceder operato-
rio en los epiteliomas del labio y de la
lengua, por él Dr. A. Gutiérrez, 703. —
Tratamiento del pie bot equino paralítico,
porel Dr. A. Gutiérrez. 703. — ¿ecao-
nes de Clínica médica, por el Dr. Vallejo
índice de materias
767
Lobón, lomo 1, 731. — Neurastenia y
pseudofobias de ortgen intranasai^ por
el Dr. C. Compaired, 757. — Exposición
de un caso clínico médico-legal de psico-
patía homosexual , por el Dr. Bravo
y Murillo, jb 7.-- Disertación sobre el
tema Psicología del movimiento humano
por el Sr. iVUcapinlac, 757. — Concien-
cia indipídual y social y por los doctores
Dolsa Ramón y Duran Trincharía,
757. — Legislación y guía para la reclu-
sión de dementes en los manicomios^ por
el Sr. Casamada y Torrent, 757.
Cafeína ^osología, 673.
Cálculos de la vejiga en los niños malga-
chos, 269.
Calomelanos y analgésicos^ 676.
Cáncer del colon transverso que aseguró
un operador que caraba, 677. — Trata-
miento con la cancroína de Adamkie-
wicz, 35o, 574; con la íormalina, 416;
inoperable : tratamiento, 323. — Véase
Quelidoniña.
Cancroína. — Véase Cáncer.
Cáñamo indiano^ 705.
Cardiopatías : tratamiento toni-iodura-
do, 640.
Cartilla higiénica para las madres, i5.
Cascarilla, 705.
Catarros agudos y catarros iódicos de las
primeras vías respiratorias : tratamien-
to, 27.
Certificaciones. — Véase Responsabilidad.
Ciática : tratamiento con las inyecciones
hipodérmicas de estricnina, 351; con
el piramidón, 543; con el azul de me-
tileno, 673.
Cistitis. — Véase Metro-vaginitis.
— blenorrágica de forma hemorrá-
gica : tratamiento, 193.
Cistitis hemorroidal : tratamiento, 223.
— rebeldes: empleo del ácido pí-
crico, 5 1 1.
Citoprecipitinasó plasmaprecipitinas,! 19
Citroíeno (El), en el tratamiento de la co-
queluche, 529.
Climatoterapia : influencia de la radio-
actividad, 609.
Clínica médica (Lecciones de), 613.
Cloroanemia: enemas de sangre, 33.
Cloroformización: tratamiento preven-
tivo de los accidentes, 606.
Cloroformo para la anestesia: alteracio-
nes, 385.
Clorosis sintomáticas, 435.
Cloruración y descloruiación, 575.
Cloruro de etilo. — Véase Anestesia.
Cocaína. — Véase Analgesia y Anestesia y
Calomelanos.
Codeína (loduros de). — Véase Bronquitis.
Cohecho.— Véase Responsabilidad.
Congreso (Vil) internacional de Otología
(Burdeos, 1904), 65 1.
Congreso de alienistas franceses. Lastres
grandes cuestiones tratadas, 621.
Conjuntiva. — Véase Síncope.
Conjuntivitis granulosa en Cuba, 653.
Consejos para nuestros hijox, 720, 748.
Convención de Ginebra: estudio critico
de un proyecto de revisión, 661.
Convulsiones epiieptiformes(Sitio de las),
758.
Coqueluche: tratamiento con el fluoro-
formo, 61 ; con el ioduro de etilo, 267;
con la antimicrobina, 608 ; de ios acce-
sos, %2b ; tratamientos modernos, 285.
Véase Citrofeno.
Corazón. >- Véase Astenia^ Cardiopatías.
Cordita: acción fisiológica, 192.
Corea : tratamiento, 1 75, 223.
Coriza agudo: tratamiento abortivo con
los ioduros, 760.
Corpúsculos de Loewit. — Véase Leu-
cemia.
Creosoformo: modode administrarlo, 29
Creosota (Enema de), 579.
Criminales. — • Véase Locos.
Criogénica: acción, 61 ; acción antitér-
mica, 191.
Cruz Roja. — Véase Convención.
Cuarentenas. — Véase Peste.
Cuerpo de Internos de Medicina del Hos-
pital de la Santa Cruz: sesión inaugu-
ral, 1 10.
Cuerpo extraño del conducto auditivo ex-
traído por medio del asa de Wilde, 585.
Cura en cuatro pies, 545.
Chancro duro: tratamiento con el aire
caliente, 322
Chancro venéreo. — Véase Ulcera venérea.
Degeneración (Los estigmas fisiológicos
de la), 1 12, 145, 177, 209, 242, 270.
Demencias vesánicas, 621.
Dermatosis : tratamiento interno, 479 ; de
la piel del cráneo : tratamiento, 126. —
Véase Piel.
Dermógeno, 642.
Descloruración y cloruración, 575.
Desinfectantes.-^ Véase Acariosis, Acetoly
Acido bórico t Acido fénico y Acido picri-
cOf Agua oxigenada. Agua salada. Aire
caliente, Alextnas, Amiioformo y Anticol ,
Antimicrobina y Aníisepsis linfocitaria ,
Antitoxina diftérica, Ántrax, Arándano,
Asiul de metileno, Bálsamo del Tolú, Bis-
muto, Blenorragia, Cancroína, Cistitis,
Citoprecipitinas, Citrofeno. Convención,
Coqueluche, Creosoformo, Eiécír ico.Em-
piroformo, Epñelioma, Estaño, Éter, Ex-
tracto antitifoideo , Fiebre tifoidea, Fisol,
Fluorescentes, FluoroformOy Formalde-
hidOy Formalina, Formol, Glicerina, He-
lecho, Influenza, Instituto, íodilo formo,
lodipina, ¡odofeno. lodoformo, Ioduro,
Leche, Levadura, Ligosino-quinina, Mer-
curol, Muguet, Naftalina, Oxígeno,
Oxiuros, Pasteur, Peste, Psoriaris. Pu-
trefacción, Quelidoniña, Quinina, RadiOy
Sarna, Sijilis, Silicato, Sublamina, Sue-
ro, Taqutol, Thiocol, Tifoína, Tomillo,
Torio, Tot, Trementina, Tuberculosis,
Ulcera venérea, Urotropina, Vacuna,
Venéreo, Viruela, Wismal, Zimina.
Diabetes: tratamiento, ¡57; suprarrenal,
541 ; y sacarina, 673.
Diaceíato de antropurpurina ó purgati-
na, 323.
Diagnóstico (Errores de), 677.
Diarreas: tratamiento con el azul de me-
tileno, 1 58; infantiles: tratamiento con
la gelatina, 413, 641.
Dieta láctea: modo de facilitarla, 640, 735.
Difteria nasal, 268; mortalidad en Barce-
768
índice de materias
i
I:
lona (1898-1903), 45 1 ; panadizo difté-
rico, 509. — Véase Antitoxina^ Suero.
Digestivo (Mortalidad causada en Barce-
lona por las enfermedades del tubo)
durante 1903, 707.
Disentería y oxiuros: tratamiento con la
naftalina, 28.
Dismenorrea : tratamiento con la sinto-
n.ina, 542.
Dispepsia acida de los artríticos: trata-
miento, 128.
Dolores torácicos producidos por la tos
de los tuberculosos: tratamiento, 706.
Eclampsia de las embarazadas: trata-
miento, 544.
Edemas parciales al principio de la auto-
intoxicación gravídica: su valor diag-
nóstico, 533.
Efélides: tratamiento, 127.
Ehrlich. — Véase Reacción.
Eléctrico (Tratamiento). — Véase Tuber-
culosis.
Elixir paregórico, 447.
Embarazo. ^ Véase Eclampsia, Edemas^
Menstrual, Vómitos.
Embarazo confundido con un tumor en
el ovario izquierdo, 677.
Empiroformo, 126.
Enema alimenticio, 579.
— de creosota, 579.
Enteritis ulcerosa de los tuberculosos:
tratamiento con el azul de metiieno, 28.
Enterocolitis muco-membranosa: trata-
miento, 414.
Enterorragia tifoidea : tratamiento, 760.
Entuertos. — Véase Petroselina,
Envenenamiento. — VéaseOi'ultación.
— más comunes (Pron-
tuario de los) y sus primeros auxi-
lios, 496.
Epistaxis: tratamiento, 639.
Epitelioma: tratainiemos nuevos, 385;
cutáneos: tratamiento, 761. — Véase
Quetidonina.
Erepsina : nuevo fermento de la mem-
brana intestinal, 342.
Eritema fugaz de la nariz: tratamien-
to, 673.
EscarÍMiina: ¿cuando debe cesar el ré-
gimen lácteo ?, 705 ; mortalidad en Bar-
celona (1898-1903), 386. — Véase Uro-
tr opina.
Escrof ulosis. — Véase lodoferratosa.
Escuelas municipales de Barcelona: des-
cripción de una. 461, 490.
Estaño. — Véase Tenia.
Estómago (Vértigo del), 577. — Véase
Lengua.
Estricnina. — Véase Ciática.
Éter. — Véase Fiebre tifoidea.
— y morfina : asociación. 225.
— acetilacético (Sobre el), 172.
Eucalipto y giucosuria, 705.
Exodina : nuevo purgante, 675.
Fémur. — Véase Luxación.
Fiebre tifoidea : tratamiento, 351 *, con la
tiíoina de Peiraschky, 578 ; con el ex-
tractoantiiifoideo de lez, 6o5 ; con el
remedio de I. Méndez. 6o5 ; con el éter,
674; mortalid;*d en B'trcetona (1898-
1 903), 45 I . — Véase Enterorragia.
Fiebres puerperales (Mortalidad por) en
Barcelona (1903), 707.
Fisol : nuevo antiséptico, 257.
Flechsig (Doctrina de). — Véase Zonai.
Fluorescentes (Neoplasias é infecciones :
tratamiento con substancias), 3.S5.
Fluorotormo. — Véase Coqueluche.
Forma lina. — Véase Cáncer.
Formo I . — Véase Amigdalitis^ Seborrea,
Tuberculosis.
Formulatio v tratamientos modernos^ 27,
60, 124, 1 55. 190, 22a, 255, a85, j20,
349> 3«4. 4 '2, 445, 476, 509, 542, 574,
6o5, 639, 673, 705, 735, 759.
Fracastoro (Girolamo), io5.
Frote subescapular, 63a.
Gástrica (La to.s), 499.
Gastro-eiitentis : iiatamienio con la leche
desnatada acida, 193; de los niños,
véase Bismuto coloidal.
G^snopatías: empleo del taquiol, 60.
Gelatina. — Véase Aneurisma, Diarreas.
Giaucoma : tratamiento con la adrenali-
na, 640.
Glicenna : aplicaciones, i25; su empleo
en Oftalmología, 321.
Glicerolado de ictiol en los vómitos del
embarazo, 759.
Glicolato de mentilo, 123.
Glucógeno : su empleo contra la hiper-
ciorhidria, 60.
Giucosuria y eucalipto, 705.
Goma arábiga y morfina : incompatibili-
dad, 576.
Gonocócico (Panadizo), 602.
Grietas de las manos : tratamiento, i58.
Grippe de forma torácica confundida con
tuberculosis pulmonar y con pleuresía
con derrame, 677.
Helécho macho: principios activos, 7o5.
Hematozoario del paludismo, 310.
Hemofilia : empleodel tejidoováricp, 323.
Hemorroides: tratamiento, 256. 32 1 ; c^ n
la adrenalina, 6i ; confundidos con una
lesión del hígado, 677.
Hemostático nasal fpengawarjy 27.
Heridas: tratamiento con el bálsamo de
T0IÚ.289.
Hielo. — Véase Nefritis.
Hierro : acción fisiológica, 22a.
Hígado (Pseudo-cloiosis del). — Véase
Síndrome.
Hígado. — Véase Hemorroides,
Higromade la rodilla derecha confundido
con una artritis tuberculosa, 677.
Hiperclorhidria. — Véase Glucógeno.
Hiperhidrosis plantar y palmar: varias
fórmula'i, 447.
Hipo: iratamienio, 385.
Histerismo y lesiones aórticas, 457.
Ictiol. — Véase Glicerolado.
Impétigo: empleo del intrato de plata^óo.
Infecciones. — Véase Fluorescentes.
— de las vías biliares. — Véase
A!^ul de metiieno.
Infectinies. — Véase Absceso, Aglutinina,
Amígdalas, Aparato digestivo, Bacile-
mia, Barcelona, Blenorragia, Cáncer,
Citoprecipitinas, Conjuntivitis, Cofjuelu-
che, Corpúsculos, Chancro, Diarrea,
indi ice de materias
7^9
Difteria, Disentería ^ Edema, Epitelioma,
Escarlatina^ Fiebres puerperales, Gastro-
enteritis^ Heinato^oario. Heridas, Iritis,
Leche, Leucemia, Madrid, Meningitis,
Menstrual, Mortalidad, Mosquitos, Of-
talmía purulenta. Oxiuros, Paludismo,
Panadi){0, Pasteur, Peste, Pneumocócica,
Pneumonía, Rabia, Sarampión. Septice-
mia, Sífilis, Tenia, Tetánicas, Tifobaci-
losis. Tracoma, Tuberculosis, ulcera,
Varicela, Venéreo, Viruela, Xerosis,
Influenza : traiamienio externo, 445.
Intorme pericial, 293, 325.
Insomnio : trata niiemo con el isopral,738.
Instituto central de Terapéutica fí»ica de
Roma, 122.
Instituto de desinfección urbana de Bar-
celona : descripción, personal, material,
funcionamiento, 336, 361.
Instituto médico-farmacéutico de Barce-
lona: sesión inaugural, 269.
Intestinal. — Véase Putrefacción,
Intrusismo (Responsabilidad). 522.
lód i eos (Catarros). — Véase Catarros.
lodiloformo, '124.
lodipina: empleo en la sffílis tardía, 353.
Iodo (Tintura de) sin ácido iódico li-
bre, 61 ; corrección de su acción in-
tensa, 578.
lodofeno. — Véase Ulcera venérea.
iodoferratora : empleo en la sífilis y en la
escrofulosis, 384.
lodoformo: desodoracíón, 28.
iodurados. — Véase Cardiopatías.
loduro de etilo. — Véase Coqueluche,
loduros. — Véase CorÍ!{a.
— de codeína. — Véase Bronquitis.
Iritis con cono-retmitis específica, d8i.
Isopral. — Véase /nsomnio.
Jacaranda caroba, 5o8.
Japón. — Véase Sanidad militar.
Keleno. — Véase Anestesia.
Lactancia mixta, 47. — Véase Menstrual.
Láctea (Un caso de secreción) en substi-
tución de las reglas en una joven vir-
gen, 54 «.
Laxante. — Véase Triberano; fórmula de
Martinet, 446. ^
Leche: nueva substancia albuminóidea,
174 ; desnatada acida, véase Gastro-en-
teritis; de mujer: contribución á su es-
tudio, i74;devac««, véase Tubérculo-
< sis. — Véase Dieta láctea.
Lengua (Valor semeiológico de la) en las
enfermedades del tubo digestivo, 563.
Leucemia (Los corpúsculos de Loewii y
la naturaleza parasitaria de la), 6.36;
tratamiento, 478.
Leucorrea : tratamiento con la levadura
de cerveza (zimina), b74.
Levadura de cerveza: procedimiento para
su conservación, 738. — Véase Leuco-
rrea.
Ligosina-quinina : efectos, 384.
Linta (Formación de la), 189.
Litina (Quinato de) ú orosina, 477.
Locos criminales (Medidas que debieran
tomarse respecto á los), 624.
Locuras : clasificación de Zienen, 672.
Lumbago: tratamiento, 705.
Lupus : tratamiento con el silicato sódi-
co, 476 ; con el ácido pícrico, 479.
Luxación completa del fémur confundi-
da con una artritis tuberculosa supu-
rada, 677.
Luz ultra-violeta: estudio experimen-
tal, 655.
Madres (Cartilla higiénica para las), i5.
Madrid. — Véase Mortalidad.
Magnesio metálico; aplicaciones, 192.
Mandíbulas. — Véase Adherencias.
Manual. — Véase trabajo.
Mastoiditisde Bezold, Osteo-mieliiis mas-
toidea. Piohemia. Vaciamiento mastoi-
deo. Desagüe por presión de los absce-
sos cervicales y latero-faríngeos. Cura-
ción, 517.
Médica (Responsabilidad). — Véase Res-
ponsabilidad,
Médicos forenses, 293.
Médula espinal: localizaciones de las
funciones motrices, 623.
Médula ósea de buey. — Véase Anemia.
Meningitis: signos clínicos, 601, 691 ; ce-
rebro-espinaí: tratamiento con los ba-
rios calientes y la punción lumbar, 267;
esireptocócica, 200, 233.
Menstruación. — Véase Láctea.
Menstrual (Afecciones oculares de ori-
gen), 5q2, 626.
Mercurio". — Véase Adherencias,
Mercurol, 70Ó.
Metarsol : acción. 477.
Metro-vaginitis contundida con una cis-
titis, 677.
Míastenia, 121.
Mixtura antiemética de Riverio modifi-
cada, 191 .
Morfina y éier : asociación, 225; y goma
arábiga: incompatibilidad, 576. — Véase
Calomelanos.
Mortalidad de la primera infancia, 394,
427; infantil en Madrid : sus principa-
les causas y medios de combatirla, 487,
523, 552.
Mosquitos y paludismo, 40.
Muguet : curacióh rápida, 61.
Naftalina. — Véase Oxiuros.
Narcil: propiedades fármaco-dinámicas,
4'6, 737.
Nariz. — Véase Eritetna.
Nasal. — Véase Neurastenia.
— (Hemostático).— Véase Pcng-fljí/flr.
Necrosis del maxilar inferior. — Véase
Adherencias.
Nefrina (Tres casos de agobio renal cu-
rados con la), 56i.
Nefritis aguda : tratamiento con el hielo,
321 ; escarlatinos^ y urotropina, 673;
médicas: intei vención quirúrgica, 124.
Neoplasias é infecciones. — Véase Fluo-
rescentes.
Neoplasias (Mortalidad en Barcelona por)
durante 1903, 708.
Nervioso (Mortalidad por enfermeda-
des del sistema) en Barcelona (1898-
Í903), 196. Véase Zonfls.
Neuralgias : tratamiento, 256; empleo del
antaigós, 759. .
Neurastenia y pseudofobias de origen in-
tranasai, 10 1.
no
índice de materias
Nevi niaterni : traiamieiito con el agua
oxigenada, 192.
Niciuria, 189.
Niños. — Véase Adherencias, Amígdalas
BarloWy Cálculos, Cartilla^ Coqueluche^
Coreas^ Diarreas ^ Dijteria, Escarlatina^
Elixir paregóricOj Gasíro-enteritis^ Lac-
tancia y Leche y Meningitis^ Mortalidad ^
Oxiuros, Pediatría, Peritonitis, Pneumo-
nía, Purgante, Raquitismo, Substitución,
Trabajo, Tuberculosis.
Nitraiooe piala. — Véase Impétigo,
Nutrígcno. — Veas Tuberculosis.
Obsesión (Naturaleza de la), 53 i.
Oculares (Afecciones) 4« origen mens-
trual, 592, 626.
Ocultación. — Véase Responsabilidad.
Ottalniía purulenta en Egipto y traco-
mea, 655.
Oftalmología (Revista de), 653. — Véase
Adrenalina, Glicerina, Oculares, Oftal-
mía.
Oído : profilaxis de las estenosis del con-
ducto después üe las operaciones radi-
cales, 65 1 . — Véase A bsceso, Cuerpo ex-
traño.
Omisiones penables. — Véase Responsa-
bilidad.
Orinas alcalinas: medio para hacerlas í
acidas, 5i2 ; amoniacales ; tratamiento,
760. -- Véase Reacción.
Orosina ó quinaio de litina, 4^7.
Ovario. — Véase Hemofilia /(Tumor del),
véase Embaras^o.
Oxigeno (Nota sobre la inyección hípo-
dermica de), 103.
Oxiuros : tratamiento, 530 ; — y disente-
ría : tratamiento con la naftalina, 28.
Ozena : tratamiento, 416.
Paludismo y mosquitos, 40. — Véaie /fe-
mato^oario.
Panadizo diftérico. 509; gonocócico, 602.
Parafína: peligros de las inyecciones, 255.
Paño (Sobre el mecanismo del), 645;
sencillo, en el que «e creyó h^bía otro
feto, 677. — Véase Menstrual, Posición,
Suposición (Responsabilidad).
Pasieur (Supuesto descubrimiento de
Luís), 620: precursores, 143.
Patronato de la obra antituberculosa:
sesión inaugural, 656. ¡
Pediatria(Rtvistas de), 1 74, 267, 529, 690.
Pelada : tratamiento de las chapas, 258. I
Pengawar: hemostático nasal, 27. |
Periioiiitis tuberculosa: tratamiento mé- 1
dice, 175.
Peste bubónica: profílaxissanitaria y mo-
diñcaciones que se han de hacer en los
Reglamentos cuarentenarios, 657; — suc-
roierapia, 735 ; tratamiento con el áci-
do fénico, 127.
Petróleo como tónico del bulbo pilo-
so, 641.
Peiro^elina como analgésico en los en-
tuertos, 191.
Piel (Kl ré<^iinen en las enfermedades de
la), 412.
Pifíimidón. — Véase Ciática.
Piasniaprecipiiinasóciioprecipilinas, i ig
Pleuresía con derrame, — Véase Grippe.
Pneumoiiia. — Véase Pulwonia.
Poliuria nerviosa : tratamiento, 5 11.
Prensa médica (Relaciones recíprocas en-
tre la), 306.
Presentación transversal (Notas clínicas
acerca de la) y su tratamiento, 709.
Prostéticos: tratamiento higiénico, 5ii.
Prurigo : tratamiento, 160.
Prurito : tratamiento, 222, 385, 478.
Pneumocócica (Infección). — Véase AS'
tenia.
Pseudofobios y neurastenios de origen
intranasal, 101.
Psoriasis: tratamiento, 606.
Puda de Montserrat (La), 263, 301.
Puerperio. — Véase Fiebres, Menstrual,
Pulmonías graves : empleo de las inyec-
ciones de trementina, 609; lobares en
los niños pequeños: tratamiento, i^3.
Purgante para los niños, 175.
Purgarina ó diacetato de antropurpari-
na, 323.
Purgen o purgeno,476.
Putrefacción intestinal : acción de varios
medicamentos, 607.
Quelidonina: empleo como analgésico
en las verrugas, cánceres, epitelio-
mas, etc., 289.
Quina (Extracto de): incompatibilida-
des, 738.
Quinato de liiina ú orosina, 477.
Quinina: su empleo como analgésico, 446,
Véase Amigdalitis.
Quinina : compuestos insípidos, 453.
— (Ligosino— %): efectos, 384.
Rabia: investigaciones acerca del agente
específico, 670.
Radio (El), 183.
Radio -actividad. — Véase Climatoterapia.
Raquitismo: naturaleza, 692; tratamien-
to, 225.
"ayos N, 670.
Reacción aldehídica de Ehriích ó paradi-
metilamidobenzadehido reacción en las
orinas: contribución al estudio de su
valor diagnóstico, 584.
Re na I i na. — Véase Anestesia.
Responsabilidad médica ante los Tribu-
nales de Justicia, 197, 229, 261, 293,
^325,357, 389.421.
Resurrección, 613.
Revista de Oftalmología, 653.
— de Pediatría, 174, 267,526,690.
Riñon. — Véase Nejrina.
Rodonio : acción terapéutica, 543.
Sacarina y diabetes, 673.
Sal común: indicaciones y contraindica-
ciones, 5i I.
Sangre (Enemas de). — Véase C/oro<inemta.
Sanidad militar (Servicio de) en campaña
del ejército japonés, 569.
San tonina. — Véase Dismenorrea.
Sarampión (Mortalidad por) en Barcelona
(1898-1903), 386.
Sarna ó acariosis : curación rápida, 62.
Seborreas: tratamientocon el formol, 322.
Selección. — Véase Alumnos.
Sen (Infección laxante de) con café, 28.
Septicema quirúrgica (Mortalidad por)
en Barcelona (1903), 708.
Sexos (Equilibrio de") en Barcelona, 324,
índice de materia»
77*
Siñits : profilaxis. 720. — Véase lodipina,
lodo/erratosa, Iritis.
Silicato sódico. — Véase Lupus.
Sincope : tratamiento con la excitación de
la conjuntiva, i58.
Síndrome de Pick. Pseudo-clorosis hepá-
tico de origen pericardítico, 589.
Sociedad médico-tarmacéutica de ios san-
tos C"sme y Damián : inaugural, 719,
Sublamina : aplicaciones, 384.
Substitución de un niño por otro, 261.
Suero antidittérico : inocuidad de los ac-
cidentes, 445.
Suero antipestoso. — Véase Peste.
Sueros artificiales: contraindicacio-
nes, 5 1 1^
Sulfoniiato sódico. ~ Vé^stBosedow.
Suposición de paito, 261.
Sección oficul: Academia de Higiene de
Cataluña: memorias recibidas para el
concurso de premios, 16 ( ; veredicto
del Jurado, 546.
Academia de Medicina y Cirugía de Bar-
celona (R.) : memorias recibidas para el
concurso de 1904, 610.
Academia del Cuerpo médico municipal
de Barcelona : concurso de premios
de 1904, 5 1 2.
Anales del Ejército y de la Armada: certa-
men internacional, 514.
Asamblea de Médicos titulares: conclu-
siones, 449.
Asociación de la prensa médica española :
premio para estudiantes, 30.
Catedráticos de Medicina de España: altas
y bajas en 1904, 531.
Catedráticos de Medicina de Bercelona en
I .• enero de 1 904, 5 1 3.
Constes (XI Ve) des Médecins aliénistes et
neurologistes: programme^ 226; Bulietin
Officiel, 547.
Congrés frargaise (J) de Ciimatothéragie,
et d'Hygiéne urhaine. 161.
Congrés international íl) d'assainissement
et desalubrité dé Vhabitation. 48 1 .
Congrés international (XV } de Médecine
(Lisboa. 1906): programme, 45o. 762.
Curso de Oto- 1 i no- laringología, 161.
Institut orthopédique Ris^^oii á Bologne:
avis de concours, 418.
Instituto médico-farmacéutico de Barce-
lona : programa de premios, 430.
Instrucción general de Sanidad públi-
ca, 65.
Patronato de Cataluña para la lucha con-
tra la tuberculosis, 1Q4.
Voyages d'études medicales aux stations
hydrominérales et climatiques de Fran-
Cí. 418.
Société internationaledela iubercuiose, 76 1 .
Taquiol. — Véase Gastropaiias.
Temblores : tratamiento, i58.
Tenia : tratamiento con el estaño, 289.
Teocina : acción fisiológica, 737.
Tifo-bacilosi, 668.
Tiocol : aplicaciones terapéuticas, 191 ;
en la tuberculosis pulmonar, 574.
Tomillo (Extracto azucarado de), 7o5.
Torio: aplicaciones terapéutica.*, 738.
Tos faríngea ; tr<4tamiento, 1 25.
— gástrica : 449.
— uterina : tratamiento, 256.
Tot: desinfectante interno, 1Í9.
Trabajo manuHl en el niño (Papel morali-
zador é higiénico del), 403.
Tracoma y oftalmía purulenta en Egip-
to, 655.
Trementina. — Véase Pulmonia.
Triberano: nuevo Uxanie, 288.
Trigémina : acción analgésica, s88.
Tuberculosis: bacilemia tuberculosa sub-
aguda, 1 14; formas curables de la pul-
monar, 137; abdominal infantil y leche
de vacas tuberculosas, 468; la albumi-
nuria en la tuberculosis, 549 ; véase
Enteritis ulcerosa; nuevos tratamientos,
544; con el formoldehido, 353; trata-
miento eléctrico, 353; empleo del thio-
col en la pulmonar, 574; de las inyec-
ciones de agua salada en las quirtirgi-
cas, 609; tratamiento médico de \» peri-
tonitis tuberculosa, 175; régimen ali-
menticio: empleo del nutrfgeno, 543;
datos históricos relativos ala profilaxis
en Valencia, 12. — Véase Aglutinina,
Ami^daias, Artritis, Barcelona ^ Bren-
quitiff Dolores f Grippe^ Patronato.
Ulcera gástrica; tratamiento, 41 5; simple,
no complicada: tratamiento, 509. —
Véase Quelidonina.
Ulceía venérea: profilaxis, 720; trata-
miento con el iodofeno, 5io.
Universitario. — Véase Alumnos.
Urotropina y nefritis escarlatinosa, 673.
Urticaria : tratamiento, 607.
Uterina (Tos), 256.
Uva : aplicaciones terapéutica.*, 5i i.
Vacuna y viruela, 16; su empleo en la vi-
ruela, 290.
Valencia. — Véase Tuberculosis.
Varicela. — Véase Viruela.
Vejiga. — Véase Cálculos.
Veronal : acción hipnótica, 477.
Verrugas. — Véase Quelidonina.
Vértigo estomacal : tratamiento, 577.
Venereología social, i5o, 178, 212, 244,
"272. — Véase Consejos^ Ulcera venérea.
Vía pública (Defensa de la vida en la), 741 .
Viruela y vacuna, 16; en la convalecencia
de la variceb, 5; tratamiento con la va-
cuna, 290; tratamiento de las pú&tulas
con el ácido fénico, 5io; mortalidad cau-
sada en Barceloí»a (i 898-1903), 259.
Vómitos incoercibles del embarazo: tra-
tamiento, 542, 736. — Véase Glicerolado
Wismal : empleo tópico, 477.
Xerosis: valor patógeno del bacilo, 654.
Zimina. — Véase Leucorrea.
ZolaCEl pensamiento de), 341, 376.
Zonas perceptivas y zonas asociativas, 746.
¥^^ / ' 77* índice de grabados
I ., ^
í\ índice de drabados
ir '. P16DRAS PÁ6IBÍS
í- \ I Ponada del Pregón hecho en Valencia (1699) contra la tubercu-
r; losis 13
2 Grifíca de la mortalidad de Barcelona (1899-1903) 63
3 Mapa de la mortalidad de Barcelona (1899-1903% por distritos sa-
nitarios 64
4 Escritura de una mujer neurópata (Degenerada superior) ... 113
5 > » » epiléptica ( » inferior). . . . 145
6 » de un hombre idiota y epiléptico (Degenerado de últ?"
mos grados) 177
7 Degenemda histérica con asimetría cráneo>facial muy marcada 211
í^,. 8 Infantilí.^mo, mixedema 243
9 Cretina de los Altos Alpes 271
10 Formas del hematozoario del paludismo 31Ó
1 1 Aparato para fumigación, de Ligner 341
12 » » desinfectar de Schering 362
13 Gráfica de la mortalidad general en España durante el año 1900. 396
14 » » ^ de niños menores de 5 años en España
durante el año 1900 396
1 3 Gráfica de la mortalidad comparada de niños menores de 5 años
y mortalidad general de España en el año 1900 397
16 Cartograma de la mortalidad infantil en España por provincias
(1900) . . . , • 428
17 Cartograma de la mortalidad infantil en España por capitales
I (1900) . . . : 4^9
I. . 18 Plano de una escuela municipal de Barcelona . 463
f 19 Diagrama de la mortalidad en Madrid (1896-1899) 490
í» 20 » » » en Barcelona por cardiopatías (1899-
^ 1903) 5i6
21 Diagrama de la mortalidad en Madrid (1900-1902) 525
22 » » » » » » por enferme-
dades. • 526
i 23 Diagrama de la mortalidad en Madrid y varias capitales .... 559
I 24 » » » en Barcelona por pneumonía. . . . 58o
25 Signo meningíiico de Dreyfous 602
, - 26 Diagrama de la mortalidad por tuberculosis en Barcelona (1898-
! 1903) 643
27 Diagrama de la mortalidad por tuberculosis en Barcelona (1903). 644
28 Esquema de una cuña 647
29 » » » aplicable al mecanismo del parto . . . . 648
30 Inscripción del ovoide fetal en un triángulo 649
31 Destrozos causados en la boca por el mercurio. — Vista de frente. 693
32 » » » » » » de perfil. 694
N D
03 U45 779