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Full text of "Gaceta médica catalana"

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Medical  Libbart 

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I 

GACETA   MÉDICA   CATALANA 


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Gaceta  Médica  Catalana 

REVISTA  QUINCENAL  ILUSTRADA 


DIRECTOR 

Dp.  Rodríguez  Méndez 


REDACTORES 


Dr.  A.  Morales  Pérez 
Dp.  Lr.  Sufié  y  Molist 
Dr.  A.  Planellas  Lrlanos 


Dr«  E.  Gareia  Sola 

Dr.  A.  Martínez  Vargas 

Dr*  Lr.  Comenge  Ferrer 


SECRETARIO  ICONÓGRAFO 

Dr.  C.  Calleja  Borja-Tarrius  Sr.  -Rodríguez  Rulz  (A.) 

COLABORADORES 

Antigüedad  (Fuentes  de  Béjar).  — Azcarreta.  —  Basoli-Prlm 

Bergadá.  —  Calven.  —  Campa 

Cebeira.  —  Coll  y  Boflll.  —  Esquerdo,  A.  — Ferrer  Fiera 

Figueras  ( Gerona).  —  Galcerán.  —  González  Prats.  —  León  ( Las  Palmas ) 

Margarit.  —  Martin  Gil  ( Málaga ).  —  Oliver 

Pi  y  Suñer.  —  Presas.  ~  Queraltó.  —  Rio  y  Lara  ( Zaragoza ).  —  Rodrignez  Morini 

Rodrigues  Ruiz  (R.) 

Rovira.— RuizRodriguez  (D.).     Salaricli  (Vich) 

Scdtor.  —  Simonena  (Vailadolid).  —  Turró.— Vallejo  Lobón 


Año  XXVII  -  Tomo  XXVII 


BARCELONA 

TIPOdRAFÍA    «  I.A    ACADÉMICA»,    DE    SERRA    HERMANOS    Y    RUSSELL 

RONDA     UNIVERSIDAD,     6;     TELÉFONO    86  I 

1904 


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Tomo  XXVII.    Núm.  1      Barcelona  15  enero  de  190^      Año  XXVII.     Núm.  637 

GrACETA  MÉDICA  CATALAWA 

SUMARIO  :  Viruela  en  la  convalecencia  de  la  varicela  (contribución  al  esclarecimiento  de  la  dis- 
tinta naturaleza  de  ambas  enfermedades),  por  el  Dr.  José  Codina  Castellvi.  —  Alcoholismo 
en  Barcelona.  Profilaxis,  por  D.  Fernando  Casadesús.  —  Datos  históricos  relativos  á  la  pro- 
filaxis de  la  tuberculosis  en  Valencia,  por  el  Dr.  Faustino  Barbera.  —  Cartilla  higiénica  para 
las  madres,  por  el  Dr.  D.  Rafael  Ulecla  y  Cardona  —Viruela  y  vacuna,  por  C.  Guérln.  — 
Revista  chitica  BiBLinGHÁricA.  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez. —  Fohmi  i  ahto  y  tkata- 
MiKNTos  MooKHNos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Sección  oficiai.  :  Premio  para  estu- 
diantes, fundado  por  la  Asociación  de  la  Prensa  Médica  Española.  —  Pt  blicacionus  blcibi- 
DAS.  — Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr^  D.  Luis  Gomenge. 


Tlroela  en  la  eonTalecencla  de  la  Tarieela 

(Contribución  al  esclarecimiento  de  la  distinta  naturalexa  de  ambas  enfermedades) 

POR    EL 

Dr.  José  Codina  Castellví 

Profesor  agregado  de  Clínica  Médica  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Madrid 

La  idéntica  naturaleza  del  virus  varioloso  y  del  varicélico  ha  sido 
un  tema  fecundo.en  controversias,  en  las  que  se  han  dado  á  conocer  y 
se  han  defendido  con  calor*  dos  opiniones  diametralmente  opuestas^ 
la  que  afirmaba  dicha  identidad  y  la  que  la  neg*aba. 

Fundábanse  los  que  defendían  la  primera  en  que  las  dos  enferme- 
dades se  caracterizaban  por  una  erupción  vesículo-pustulosa  y,  dadas 
las  diferencias  sintomatológ-icas  y  la  benignidad  ordinaria  de  la  vari- 
cela, concedían  que  ésta  era  una  forma  atenuada  de  viruela;  y  los  que 
defendían  lo  segundo,  apoyábanse  en  las  grandes  diferencias  clínicas 
que  existen  en  la  evolución  de  cada  una  de  ellas  y  en  que  la  varicela 
padecida  no  excluye  la  posibilidad  de  contraer  la  viruela. 

Aunque  en  el  curso  evolutivo  de  los  procesos  morbosos  influyen  tan 
gran  número  de  causas,  unas  inherentes  al  individuo  y  otras  relacio- 
nadas íntimamente  con  el  medio  que  le  rodea,  unas  por  completo  co- 
nocidas y  otras  que  escapan  en  absoluto  á  la  más  escrupulosa  investi- 
gación, causas  que  algunas  veces  introducen  tan  fundamentales  modi- 
ficaciones en  la  expresión  clínica  del  padecimiento  que  resulta  muy 
difícil  ó  imposible  la  filiación  diagnóstica,  es  lo  cierto  que  las  diferen- 
cias sintomáticas  entre  la  viruela  y  la  varicela,  examinadas  desapasio- 
nadamente, son  tan  grandes,  tan  fundamentales  y  tan  constantes,  que 
inclinan  el  ánimo  en  favor  de  la  opinión  que  sustenta  que  se  trata  de 
dos  entidades  nosológicas  distintas  y  totalmente  diferenciadas. 

Haciendo  caso  omiso  de  los  detalles  sintomáticos  correspondientes 
á  cada  una  de  las  variedades  de  la  viruela,  constituyen  rasgos  clínicos 
fundamentales  de  ésta,  como  es  bien  sabido,  el  ir  precedida  la  erupción 
de  un  período  prodrómico  más  ó  menos  tümultoso  y  alarmante  y  de  dos 
ó  más  días  de  duración,  el  comenzar  la  erupción  por  la  cara  y  el  que 
el  elemento  eruptivo  aparezca  primero  en  forma  de  pápula,  que  des- 
pués se  convierte  en  vesícula,  y  por  último,  en  pústula,  no  tardando 
menos  de  seis  á  ocho  días  en  recorrer  este  ciclo  evolutivo;  en  cambio, 
los  rasgos  clínicos  fundamentales  de  la  varicela  consisiten  en  aparecer 
la  erupción  sin  pródromos,  en  plena  salud,  sin  que  la  preceda  ningún 
fenómeno  patológico,  en  que  la  erupción  se  manifiesta  á  la  vez  indistin- 
tamente, sin  predilección  alguna,  en  varias  partes  del  tegumento  y  en 
que  toda  la  evolución  del  elemento  eruptivo  se  verifica  en  las  primeras 
veinticuatro  horas,  es  decir:  en  que  la  vesículo-pústula  ha  adquirido 


Viruela  en  la  convalicencia  de  la  pavictia 


SU  completo  desaFroUo  al  día  siguiente  de  asomar  el  primer  indicio  de 
la  erupción. 

No  por  la  mayor  ó  menor  benignidad,  puesto  que  del  mismo  modo 
que  hay  viruelas  benignísimas  y  leves  hay  varicelas  graves  y  com- 
plicadas, se  podía  sospechar  que  se  trataba  de  enfermedades  distintas, 
si  no  por  las  grandes  diferencias  clínicas  con  que  se  manifiestan  ambos 
procesos  constantemente,  en  lo  que  tienen  de  fundamental  sus  caracte- 
res patológicos. 

Por  estas  razones,  nutridas  por  la  experiencia  y  comprobadas  á  dia- 
rio por  la  observación,  se  comprende  que  la  viruela  y  la  varicela  se 
consideren  clínicamente  como  jjadecimientos  distintos.  Aliora  bien  : 
¿son  suficientes  estas  diferencias  clínicas  para  deducir  que  la  natura- 
leza, que  el  virus  de  dichas  enfermedades  es  diferente?  Para  no  en- 
trar en  consideraciones  teóricas,  que  nos  llevarían  más  allá  de  nuestros 
propósitos,  nos  limitaremos  á  afirmar,  sin  temor  de  caer  en  lo  aventu- 
rado é  ilógico,  que  las  diferencias  aludidas  más  que  pruebas  fehacien- 
tes é  irrebatibles,  son  indicios  de  probabilidad,  de  grandes  probabilida- 
des si  se  quiere. 

La  prueba  palmaria  é  indiscutible,  la  verdadera  prueba  demostrativa, 
habrá  tal  vez  quien  diga  que  sólo  puede  dárnosla  la  bacteriología,  des- 
cubriendo como  causa  viva  del  proceso  un  microorganismo  distinto 
para  cada  uno  de  ellos.  Sin  negar  nosotros  este  postulado,  no  ocultare- 
mos que  peca,  á  nuestro  modo  de  ver,  de  estrechez  de  horizontes,  de 
criterio  menguado,  de  exceso  de  puritanismo.  Si  para  dilucidar  de  un 
modo  definitivo  esta  cuestión  hiciera  falta  el  descubrimiento  bacterio- 
lógico indicado,  bien  podríamos  asegurar  que  aun  podía  ponerse  en 
duda  actualmente  la  distinta  naturaleza  de  los  dos  procesos,  y,  sin  em- 
bargo, no  es  así  por  fortuna  de  la  ciencia  y  en  provecho  principalmente 
de  la  Higiene. 

En  el  mismo  terreno  de  la  clínica  y  adelantándose  á  los  descubri- 
mientos bacteriológicos  y  aun  sirviendo  de  acicate  á  la  Bacteriología 
para  sus  investigaciones, "encuéntrase  la  prueba  irrebatible  que  busca- 
mos, personificada,  si  ^sí  puede  decirse,  en  el  caso  patológico  que  mo- 
tiva estas  líneas  y  sirve  de  epígrafe  á  este  artículo. 

Casos  análogos  al  presente  registra  muy  pocos  la  ciencia,  hasta  el 
punto,  de  que  Dieulafoy  sólo  cita  dos  ó  tres  en  su  Patología,  que  me- 
rezcan tenerse  en  cuenta.  El  que  nosotros  hemos  tenido  ocasión  de 
observar  tiene  todas  las  garantías  que  se  pueden  exigir  á  una  prueba 
demostrativa  equivalente,  por  su  valor  real,  al  descubrimiento  bacte- 
riológico. 

En  efecto  :  el  día  16  de  octubre  de  1902,  ingresó  en  la  sala  25,  desti- 
nada á  fiebres  eruptivas,  del  Hospital  general,  cama  n.°  8,  una  mu- 
chacha soltera,  de  diez  y  ocho  años,  sirvienta,  y  sin  antecedentes 
patológicos  hereditarios  y'personales  relacionados  con  el  padecimiento 
actual.  Nunca  había  sido  vacunada,  era  natural  de  Riabuela  (Sego- 
vía)  y  sólo  llevaba  en  Madrid  diez  y  oclio  meses ;  en  su  infancia  habla 
padecido  el  sarampión,  la  escarlatina  y  la  difteria ;  á  los  diez  y  seis  años 
le  apareció  la  menstruación  por  primera  vez,  y  desde  entonces  ha  con- 
tinuado teniéndola  normal  en  cantidad,  calidad,  duración  é  inter- 
valos. 

La  enfermedad  databa  del  día  anterior  y  la  enferma  no  se  quejaba 
absolutamente  de  nada,  excepto  de  la  erupción  con  que  ingresó  en  la 
clínica.  La  erupción  no  fué  precedida  de  escalofríos,  ni  de  dolor  de 
cabeza,  ni  de  ningún  fenómeno  patológico,  ni  seguida  de  ningún  sín- 
toma que  llamara  la  atención;  tuvo  fiebre,  muy  moderada,  el  primer 
día,  conservó  el  apetito  siempre,  y  el  examen  no  descubrió  alteración 
alguna  en  ninguno  de  sus  órganos  y  funciones.    Todo  el  proceso  pato- 


Viruela  «n  la  conpaleanciA  de  la  varicela 


lógico  quedó  reducido  á  la  erupción,  irreg^ularmente  repartida  por  el 
tronco,  cara  y  miembros,  pero  más  abundante,  aunque  no  confluente, 
en  el  pecho  y  abdomen,  formada  por  vesiculo-piistulas,  alg"unas  del  ta- 
maño de  un  huevo  de  canario,  aparecidas  al  mismo  tiempo  en  las 
distintas  regiones  del  cuerpo,  que  contenían,  á  las  veinticuatro  horas 
del  comienzo  de  la  enfermedad,  un  liquido  claro  ligeramente  turbio, 
que  se  enturbió  más  en  los  días  sucesivos  ;  se  secaron  las  pústulas  á  los 
ocho  días,  cayeron  fácilmente  los  Costras  después  y  dejaron  en  su  lugar 
unas  manchas  rojizas  en  la  piel,  pero  sin  cicatrices. 

El  día  31  de  octubre,  es  decir,  á  tos  15  días  de  permanencia  en  la 
enfermería  de  variolosos,  después  de  haber  tomado  varios  baños,  ha- 
bérsele desprendido  las  costras  y  en  condiciones  de  recibir  el  alta, 
siente  un  violento  escalofrío,  seguido  de  temperatura  de  40  grados,  y 
quéjase  de  intenso  dolor  de  cabeza  con  gran  quebrantamiento  en  las 
extremidades,  pero  sin  raquialgia  ni  vómitos.  En  esta  misma  situa- 
ción y  con  fiebre  alta,  que  en  los  primeros  días  llegó  á  40*5  por  la  tarde, 
aparecieron  pequeñas  papulitas  en  la  cara  y  pequeñísimas  vesículas  en 
el  velo  del  paladar  á  los  dos  ó  tres  días.  Con  estas  manifestaciones 
pudimos  afirmar  el  diagnóstico  de  viruela,  que  ya  sospecliamos  el  día 
del  escalofrío,  diagnóstico  que  desgraciadamente  confirmó  el  curso  ul- 
terior de  la  enfermedad  en  forma  de  viruela  confluente  grave,  y  aun- 
que no  se  presentó  ninguna  complicación  en  la  convalecencia,  no  se 
(lió  el  alta  á  la  enferma,  curada,  hasta  el  día  13  de  diciembre,  por  la 
dificultad  con  que  se  le  desprendían  las  costras. 

En  esta  observación  clínica,  descrita  con  el  menor  número  de  pala- 
bras posible,  sobresalen  los  hechos  siguientes :  íi7i  sujeto  no  racimado 
ron  ¿rae  la  ra rícela ,  ingresa  en  una  enfermería  de  variolosos,  y  una  vez  eur 
rado,  á  los  15  días  de  haber  ingresado  en  dicha  jenfermeria,  comienza  á 
maní/estar  los  jmíueros  síntomas  de  nna  viruela  grave j  de  la  que  también 
cura. 

¿Puede  darse  prueba  más  palmaria  y  más  demostrativa  de  la  no 
identidad  de  naturaleza  de  ambas  enfermedades  que  la  prueba  clínica 
que  envuelve  la  observación  referida?  Indudablemente,  no.  Todas 
las  circunstancias  que  rodean  al  caso  que  nos  ocupa  hablan  elocuente- 
mente en  pro  de  la  negativa  con  que  liemos  contestado  á  la  pregunta 
precedente. 

La  viruela  es  una  de  las  enfermedades  que  con  más  constancia  y 
seguridad  deja  en  pos  de  sí  inmune  al  organismo  que  la  ha  padecido  ;  la 
duración  de  esta  inmunidad  es  generalmente  muy  grande,  y  con  fre- 
cuencia permanente  durante  toda  la  vida,  como  lo  prueban  el  escaso 
número  de  individuos  que  han  padecido  dos  ó  tres  veces  la  enferme- 
dad, y  aun  en  éstos  no  siempre  se  tiene  la  seguridad  absoluta  de  los 
diagnósticos  de  los  otros  ataques  de  viruela  sino  los  ha  observado  un 
mismo  médico. 

Pero  aun  partiendo  de  la  base,  no  por  excepcional  menos  cierta,  de 
que  hay  individuos  que  han  padecido  más  de  una  vez  dicho  proceso, 
no  es  racional  admitir  que  la  duración  de  la  inmunidad  conferida  por 
el  primer  ataque  del  padecimiento  sea  inferior  á  un  mes,  en  vista  de  lo 
que  nos  enseña  la  experiencia  y  de  lo  que  se  desprende  de  la  literatura 
médica,  donde  no  se  encuentra  registrada,  que  nosotros  sepamos,  nin- 
guna observación  de  viruela  repetida  cuyo  intervalo  no  haya  alcanzado 
treinta  días. 

Pues  bien:  si  las  diferencias  sintomáticas  que  separan  á  la  va- 
ricela de  la  viruela  sólo  fueran  diferencias  clínicas  y  sutilezas  defina 
observación  y  no  representaran  el  trasunto  de  una  distinta  naturaleza 
del  proceso,  ó,  en  otros  términos,  si  la  varicela  no  fuese  más  que  una 
forma  de  viruela,  pero  viruela  al  fin,  el  caso  clínico  expuesto  represen- 


Alcoholismo  en  Barcelona 


taría  el  más  solemne  mentís  á  cuanto  hoy  día  se  sabe  y  se  considera 
como  más  inconmovible  en  la  viruela,  esto  es:  á  la  inmunidad  que  deja 
en  el  organismo  que  la  ha  padecido,  puesto  que,  en  dicho  caso,  te- 
niendo en  cuenta  que  sólo  mediaran  ocho  días  entre  el  término  erup- 
tivo de  la  varicela  y  el  comienzo  de  la  viruela,  se  puede  afirmar  rotun- 
damente que  aquélla  no  fué  seguida  de  inmunidad  específica  contra 
ésta. 

Recordando  los  conocimientos  que  en  la  actualidad  poseemos  acerca 
de  las  inmunidades  específicas,  se  considerará  sobradamente  demos- 
trativo el  caso  que  nos  ocupa  para  deducir  de  la  falta  de  inmunidad 
consecutiva  la  distinta  naturaleza  de  ambos  padecimientos.  Pero  en  la 
ocasión  presente  abonan  esta  legítima  deducción  las  demás  circuns- 
tancias que  rodearon  el  caso  clínico.  En  efecto :  se  trataba  de  una 
muchacha  que  nunca  había  sido  vacunada,  y  por  lo  tanto  que  se  la  te- 
nía que  considerar  apta  para  contraer  la  viruela  ;  que  ingresa  en  una 
enfermería  donde  hay  variolosos,  y  en  consecuencia  en  las  más  apro- 
piadas condiciones  de  contagio,  y"  que  á  los  15  días  de  permanencia 
en  dicha  enfermería,  período  de  tiempo  que  como  término  medio  apro- 
ximado se  concede  á  la  incubación  de  la  viruela,  le  aparecen  los  sínto- 
mas prodrómicos  de  esta  enfermedad. 

Por  estos  datos  es  lógico  suponer  que  la  enferma  contrajo  la  viruela 
en  los  primeros  días  de  permanecer  en  la  enfermería,  en  plena  erup- 
ción varicélica,  y  por  lo  tanto  ¿es  posible,  es  lógico,  es  simplemente 
sensato  suponer  que  en  plena  evolución  de  un  proceso  infectivo  gene- 
ral en  los  que  van  seguidos  de  inmunidad  se  puede  contraer  la  misma 
infección?  Como  se  ve,  todas  las  circunstancias  que  rodearon  á  esta 
observación  clínica  vienen  en  resuelto  apoyo  de  que  la  naturaleza  etio- 
lógica  de  la  viruela  y  d^  lá  varicela  son  distintas,  de  que  ésta  no  deja 
inmunidad  específica  contra  aquélla. 

La  prueba  clínica  aducida  no  puede  ser  más  terminante,  y  á  nuestro 
modo  de  ver  es  equivalente  al  descubrimiento  del  microorganismo  es- 
pecífico de  cada  una  de  dichas  enfermedades.  Ahora  tócale  á  la'  Hi- 
giene deducir  las  oportunas  aplicaciones  profilácticas. 


Alcoholismo    en    Bapcelona 

Profilaxis 

D.  Fernando  Casadesús 

Alumno  sobresaliente  de  Higiene  pública 

El  alcoholismo  en  Barcelona,  considerándolo  de  un  modo  general, 
no  difiere  del  que  suele  observarse  en  otros  grandes  centros  de  pobla- 
ción, aun  teniendo  en  cuenta  la  influencia  que  en  el  uso  del  alcohol 
pue(le  ejercer  el  clima  respectivo. 

No  puede  dejar  de  admitirse  que  el  alcoholismo  constituye  una  ver- 
dadera plaga  social,  toda  vez  que  casi  siempre  el  abuso  inmoderado  del 
alcohol  es  la  consecuencia  de  la  manera  como  se  vive  en  las  ciudades 
populosas,  en  las  cuales  por  los  sitios  de  recreo,  y  entre  éstos  algunos 
que  mejor  que  de  recreo  son  de  crápula,  el  uso  de  las  bebidas  alcohó- 
licas viene  á  constituir  un  factor  importante  para  su  sostenimiento. 

No  es  esto  querer  decir  que  en  las  pequeñas  poblaciones,  y  aún  en 
las  rurales,  no  existan  también  casos  de  alcoholismo  y  centros  en  los 
cuales  se  abusa  del  alcohol ;  pero  hay  una  serie  de  circunstancias  que 
derivando  de  la  manera  de  ser  especial  de  aquellas  pequeñas  socieda- 
des, quitan  la  importancia  al  asunto  del  alcoholismo,  pues  los  casos  son 


Alcoholismo  en  Baicalona 


g-eneralmente  aliviados  y  no  tienen,  por  lo  tanto,  el  encadenamiento  de 
hechos  que  al  alcoholismo  conducen  y  de  él  pueden  derivarse,  cuyos 
hechos  y  sus  consecuencias  contribuyen  á  dar  al  alcoholismo  de  las 
^•randes'ciudades  su  fisonomía  propia. 

Concretándonos,  pues,  al  alcoholismo  en  Barcelona,  tenemos  que 
confesar  que  se  lialla,  por  desgracia,  bastante  extendido  ;  y  no  puede 
dejar  de  ser  así,  toda  Tez  que  existe  una  masa  enorme  de  población 
obrera,  constituida,  además  de  los  liijos  del  país,  por  una  multitud  de 
individuos  braceros  emigrantes  de  otras  provincias,  especialmente  de 
Aragón  y  Valencia,  que  faltos  de  recursos  y  de  medios  de  subsistencia 
en  su  país,  acuden  á  esta  capital,  donde,  en  vez  de  la  tierra  de  promi- 
sión, encuentran  un  miserable  tugurio  donde  alojarse,  y  muchas  ta- 
))ernas  en  que  se  expenden  vinos  y  bebidas  alcohólicas  de  pésima 
calidad,  con  las  cuales  si  acallan  el  hambre,  exacerban  la  sed. 

Si  hubiera  de  tratarse  este  asunto  con  la  debida  extensión,  esti- 
mando el  alcoholismo  como  un  mal  social,  podrían  llenarse  gran  nú- 
mero de  ])áginas  con  hechos  demostrativos  de  la  manera  como,  por  un 
fatal  eslabonamiento,  se  va  paulatina  y  progresivamente  entrando  por 
la  vía  que  conduce  al  alcoliolismo,  ya  que  del  simple  deseo  de  hacer 
uso  de  una  bebida  agradable  y  confortativa,  por  las  condiciones  de  lu- 
gar y  del  medio  social  ambiente,  ya  se  trate  del  obrero  pobre,  ó  del 
jovelí  rico  y  crapuloso,  ya  por  la  acción  irritante  que  en  la  mucosa  gás- 
trica ejercen  los  alcolioles  de  pésima  calidad,  se  llega  al  abuso  inmo- 
derado del  alcohol  por  aberración  ó  embrutecimiento  moral,  ajeniado 
de  la  sed  insaciable  del  gastrítico  alcohólico.  Pero  ya  he  manilfestado 
que  el  alcoholismo  en  Barcelona  no  difiere,  al  menos  así  lo  creo,  del 
que  se  observa  en  los  demás  grandes  centros  de  población  ;  y  como  este 
trabajo  se  reduce  á  tratar  de  una  manera  principalísima  la  parte  refe- 
rente á  la  profilaxis,  no  nos  extenderemos  en  mayores  consideraciones 
de  carácter  general. 

Sin  embargo,  así  y  todo  he  debido  señalar  muy  someramente  la 
manera  como  se  presenta  el  alcoholismo  en  Barcelona,  fundándome  tan 
sólo  en  la  observación  directa  de  los  diversos  grupos  sociales  en  los 
cuales  se  presentan  mayor  número  de  casos,  ya  que  las  estadísticas 
suelen  ser  bien  poco  instructivas,  porque  tal  como  se  hacen  no  reúnen, 
en  este  asunto  particular,  ninguna  condición  que  permita  sentar  con- 
clVisiones  verdaderamente  positivas. 

En  efecto :  encontramos  en  las  estadísticas  de  defunciones,  que 
arrojan  un  promedio  anual  de  13  fallecidos  de  ^alcoholismo,  desde  el 
año  1889 ;  por  lo  cual,  comparando  dicho  promedio  anual  de  13  falleci- 
dos de  alcoholismo  con  el  promedio  anual  de  mortalidad  total  que  al- 
canza á  unos  10,000,  resulta  una  cifra  sumamente  exigua,  poco  más  de 
1  por  1,000,  según  puede  verse  en  el  cuadro  de  mortalidad  inserto  al 
final  de  esta  Memoria. 

Pero  ¿son  estos  datos  suficientes  para  juzgar  del  alcoholismo  en 
Barcelona?  En  nuestro  sentir  debemos  contestar  negativamente.  Son 
en  escaso  número  los  individuos  que  fallecen  de  alcoholismo  propia- 
mente dicho  ;  y  son  muchísimos,  la  mayor  parte,  de  alcohólicos  cróni- 
cos en  quienes  las  enfermedades  que  han  producido  su  defunción,  han 
sido  derivadas  ó  influidas,  para  su  terminación  fatal,  por  el  alcoholis- 
mo. Así  nos  lo  demuestran  los  datos  estadísticos  que  acabo  de  referir, 
según  los  cuales,  si  realmente  los  efectos  del  alcohol,  en  esta  ciudad, 
quedaran  reducidos  á  provocar  una  sola  defunción  por  cada  mil  falle- 
cidos, podría  resueltamente  afirmarse  que  esta  población  estaba  casi 
por  completo  exenta  de  alcohólicos,  á  no  tener  presente,  como  sabemos, 
que  son  rarísimos  los  casos  en  que  por  alcoholismo  simplemente  se 
determina  la  muerte. 


10  AlíOholísmo  en  Barcelona 

Para  conocer,  pues,  con  alguna  exactitud  la  acción  del  alcohoLsobre 
la  mortalidad,  único  dato  estadístico  que  tenemos  i)ara  poder  apreciar 
los  efectos  perniciosos  del  alcohol,  sería  menester  contar  con  datos  re- 
lativos á  las  defunciones  i)or  enfermedades  influidas  más  ó  menos 
directamente  por  la  acción  del  alcohol. 

En  cuanto  á  esto,  he  de  manifestar  que  en  las  estadísticas  no  apa- 
rece indicada  la  influencia  del  alcohol  en  las  enfermedades  señaladas 
como  causa  de  la  defunción,  por  lo  cual,  considerando  en  tesis  general 
que  las  más  tlirectamente  llamadas  á  experimentar  dicha  influencia 
son  las  enfermedades  del  hígado  y  del  sistema  nervioso,  he  procurado 
fijarme  en  los  datos  estadísticos  relativos  á  las  mismas,  aunque  inútil- 
mente respecto  á  las  enfermedades  del  hígado,  que  ni  con  esta  denomi- 
nación, ni  con  la  de  cirrosis  hepática,  aparecen  incluidas  en  los  cua- 
dros estadísticos. 

Los  datos  referentes  á  la  mortalidad  por  enfermedades  nerviosas, 
cuyo  promedio  anual  viene  á  ser,  á  partir  del  año  18S9,  de  unos  1,()(K) 
por  10,000  de  mortalidad  total  en  esta  población,  ó  sea  un  15  por  100, 
nos  muestran  que  la  mortalidad  causada  por  dichas  enfermedades  re- 
sulta bastante  considerable  ;  y  teniendo  en  cuenta  lo  dicho  anterior- 
mente en  lo  tocante  á  la  influencia  del  alcohol  sobre  las  enfermedades 
del  sistema  nervioso,  aquellos  datos  nos  permiten  suponer,  á  diferen- 
cia de  lo  que  antes  deducía  con  referencia  á  la  mortalidad  por  puro  al- 
coholismo, que  no  son  .seguramente  tan  exiguos  como  parecen  los 
efectos  (leí  alcoliol  en  esta  localidad,  sin  que  considere  de  interés  cali- 
ficar los  datos  relativos  á  las  frenopatías,  que  vienen  á  ser  casi  idénti- 
cos á  los  de  la  mortalidad  por  alcoholismo. 

Después  de  lo  dicho,  no  creo  que  deba  insistir  sobre  la  i)oca  preci- 
sión (|ue  ofrecen  las  estadísticas  de  mortalidad  respecto  al  alcoholismo, 
pero  sí  repetir  que  en  atención  al  escaso  valor  práctico  que  cabe  atri- 
buir á  semejantes  estadísticas,  es  muy  difícil,  sino  imposible,  sacar 
consecuencias  útiles  acerca  del  estado  del  alcoholismo  en  Barcelona. 

Así  lo  vienen  á  confirmar,  hasta  cierto  punto,  los  datos  referentes 
al  consumo  de  bebidas  alcoh()licas  en  esta  ciudad,  (]ue  representando 
en  conjunto,  según  indica  el  cuadro  de  consuíno  que  inserto  igual- 
mente al  final  de  esta  Memoria,  una  cantidad  de  7.000,000  de  litros 
próximamente  de  alcohol,  viene  á  resultar  un  promedio  anual  de  unos 
12  litros  i)or  habitante,  equivalentes  á  3S  gramos  diarios,  cuya  propor- 
ción, aun  cuando  no  deja  de  ser  de  alguna  importancia,  aumenta  nota- 
blemente si  se  considera  que  es  muy  escaso  el  consumo  de  alcohol  por 
los  menores  de  15  años,  que  vienen  á  represent?)ir  i)róximamente  un  35 
por  100  de  la  población  total,  y  que  será  seguramente  bastante  redu- 
cido el  que  i)ueda  atribuirse  á  las  mujeres,  ó  sea  á  la  mitad  de  los  indi- 
viduos mayores  de  dicha  edad. 

Pues,  si  además  de  esto  se  tiene  en  cuenta  la  desigualdad  con  que, 
aun  entre  los  adultos,  se  hace  uso  del  alcohol,  así  como  las  cantidades 
del  misino  que,  en  materia  de  consumos,  no  hayan  sido  intervenidas 
por  el  tisco,  no  creo  pueda  parecer  exagerada  la  cifra  de  un  consumo 
diario  de  más  de  100  gramos  por  individuo  de  los  que,  en  esta  pobla- 
ción, son  aficionados  á  las  be])¡das  alcohólicas. 

Y  como  entieudo  que  esta  cantidad  ingerida  constantemente  en  el 
organismo  no  puede  menos  de  ser  ])erjud¡cial.  y  muclio  más  si  el  alco- 
hol no  rs  ])uro,  sobre  cuyo  ])aríieular  no  se  ¡)ue(le  obtener  dato  alguno, 
se  c;)iiij)r(Mi(lerá,  con  mayor  motivo,  la  razón  por  la  que  liacía  presente 
([ue.  á  mi  juicio,  los  anteí'edenti^s  acerca  de  la  mortalidad  á  que  antes 
me  refería,  no  i)uelen  estimarse  como  suficientes  ])ara  formar  opinión 
acertada  respecto  á  los  efectos  que,  en  esta  capital,  (¿uepa  atribuir  al 
alcoholismo,  ^ 


Alcoholismo  en  Barcelona 


Entendemos,  aparte  de  estos  datos,  que  para  juz<^ar  debidamente 
<le  la  característica  del  alcoholismo  en  esta  ciudad,  debiéramos  poseer 
la  estadística  de  los  hechos  criminosos  que  hayan  sido  producidos,  no 
tan  sólo  en  estado  de  embriag^uez,  sino  por  individuos  reconocidos  por 
alcoh(Micos ;  mas  estos  datos,  aunque  de  gran  interés,  tenemos  que 
confesar  que  no  he  podido  encontrarlos. 

Por  esta  razón,  he  apuntado  anteriormente  lo  referente  al  ambiente 
social  que  respiran  los  predestinados  al  alcoholismo,  empezando  por  el 
recreo  y  acabando  con  el  vicio.  Los  centros  en  que  esto  sucede,  son, 
por  desgracia,  en  Barcelona,  numerosos  desde  hace  algún  tiempo,  hn- 
hiénáoloi^  para  todos  los  ffusloSy  ^ero  siempre  con  la  misma  tendencia: 
excitar  las  pasiones,  aguzar  los  sentidos  con  libaciones  repetidas,  fre- 
cuentemente de  bebidas  compuestas  de  alcoholes  impuros,  el  terrible 
amilico,  que  mejor  que  de  bebidas,  debieran  calificarse  de  brebajes. 
Basta  tan  sólo  pasear  por  algunas  calles  del  casco  antiguo,  y  aún  del 
Ensanche,  para  hacerse  cargo  del  gran  número  de  tabernas  y  de  esta- 
blecimientos (jue,  bajo  la  capa  del  arte,  aunque  sea  del  arte  Ínfimo^  son 
la  cuna  de  todos  los  más  asquerosos  vicios. 

Xo  escapa  á  la  penetración  del  médico-sociólogo  lo  que  debe  suce- 
der en  los  que  frecuentan  esta  especie  de  establecimientos:  la  clase 
baja,  en  las  tabernas  y  cafés  de  última  clase ;  y  los  señoritos  de  inclina- 
ciones viciosas,  en  los  cafés-conciertos,  etc.f  neo-derivación  del  arte 
exótico  de  allende  los  Pirineos.  Conocido  es  el  efecto  fisiológico  que 
produce  el  alcohol,  aun  en  dosis  moderadas:  la  excitación  cerebral, 
mayor  íí'O'^r/rí/í  (le  ideas  que  surjen  con  tendencias  morales  similares 
al  am])ieute  que  se  respira,  el  chiste  casi  siemi)re  obsceno,  la  animación 
que  reina  entre  todos  los  circunstantes,  el  calor,  el  humo  del  tabaco,  etc., 
son  otras  tantos  factores  causantes  de  la  excitación  estomacal  que  exa- 
cerba la  sed,  y  se  repiten  las  libaciones,  j'  se  repiten  los  excesos,  y  el 
alcoholismo  asoma,  al  cabo  de  cierto  tiempo,  con  todas  sus  consecuen- 
cias físicas  y  morales. 

Los  legistas  critican  que  se  defienda  á  muchos  criminales,  tratán- 
doles (le  alcohólicos,  locos  ó  degenerados,  y  considero  que  no  tienen 
completa  razón  en  este  punto,  porque  la  influencia  de  este  mal  social 
es  más  frecuente  y  más  terrible  de  lo  que  se  cree.  Y  si  todo  esto  pro- 
duce el  uso  inmoderado  del  alcohol,  y  hemos  querido  hablar  del  alco- 
hol puro,  calcúlese  lo  que  acontecerá  con  los  vinos  encabezados  con 
alcohol  amílico,  cuya  acción  nociva  es  tan  conocida,  por  producir  efec- 
tos tóxicos  sumamente  rápidos,  que  suelen  ser  causa  de  perturbaciones 
morales  de  gran  importancia,  conduciendo  con  harta  frecuencia  á  he- 
chos criminales.  Tal  vez  por  esto  el  vulgo  llama  alvino  de  taberna 
tino  peleón ,  Y  este  vino  es,  precisamente,  el  que  más  bebe  en  Barcelona 
la  clase  proletaria. 

Poco  es,  como  se  ve,  lo  que  con  carácter  peculiar  á  esta  ciudad,  para 
mostrar  la  fisonomía  del  alcoholismo  en  esta  localidad,  cabe  exponer, 
ante  la  imposibilidad  de  adquirir  datos  precisos  so])re  alcoholismo 
agudo,  so])re  las  formas  más  comunes  del  alcoholismo  en  esta  capital, 
sobre  el  número  y  clase  de  establecimientos  en  que  se  ex])enden  ))ebi- 
das  alcohólicas,  sobre  las  sofisticaciones  de  estas  aquí  más  frecuentes 
sobre  la  edad,  sexo  y  profesión  ú  oficio  de  los  fallecidos  por  alcoholis- 
mo, sobre  la  relaci(')n  existente  entre  la  mortalidad  por  distintas  enfer- 
medades y  la  acción  (pie  el  alcohol  haya  podido  ejercer  para  su  termina- 
ción fatal;  sobre  el  delirium  tremens,  etc.,  etc.,  y  por  lo  mismo,  paso  á 
ocuparme  del  segundo  punto  de  este  trabajo. 

(Se  concluirá). 


OatQS  blstúrlcos  relativos  á  la  profilaxis  de  la  tuberculosis  en  Valencia 

Valencia,  4  de  enero  de  1904 

Sr.  Dr.  D.  Rafael  Rodríguez  Méndez 
Barcelona 

Mi  querido  amig-o  y  respetable  compañero:  En  el  número  último 
dado  á  luz  del  periódico  de  su  digna  dirección,  Gaceta  Médica  Cata- 
lana, leo  una  «Noticia  científica»  del  iluíítrado  colaborador  Dr.  Rovira 
Oliver,  titulada  Profilaoás  de  la  tubercíilosis.  En  ella  refiere  el  Dr.  Ro- 
vira disposiciones  varias  que  para  evitar  la  propagación  de  la  terrible 
dolencia  ha  adoptado  Italia,  y  con  referencia  á  Jl  Progresso  Medicc^ 
de  Turfn  y  á  la  Pressc  Medícale  de  París,  cita  las  medidas  represivas 
¡mpuestas'por  Felipe  IV  de  Ñapóles  á  últimos  del  siglo  xviii  y  por  Fer- 
nando VI  de  España  en  1751. 

Como  en  época  muy  anterior  á  estas  fechas  ya  tenía  Valencia  en 
vigor  providencias  muy  enérgicas  para  evitar  el  contagio  de  la  tuber- 
culosis, me  permito  enviarle  dos  documentos  justificativos  de  este 
hecho,  que  creo  leerán  Vdes.  con  gusto,  porque  formarán  buena  cabe- 
cera del  proceso  que  algún  curioso  pudiera  incoar  acerca  de  la  lucha 
antituberculosa  en  España. 

Di  á  luz  dichos  documentos  en  el  número  65  de  la  Retisla  Valen- 
cia7ia  de  Ciencias  Médicas,  copiándoles  literalmente  de  los  respectivos 
originales  en  valenciano  que  se  custodian  en  el  Archivo  de  nuestra 
ciudad,  y  para  V.  se  los  mando  traducidos  al  castellano,  con  objeto  de 
que  si  íes  da  á  la  publicidad,  puedan  conocerlos  mayor  número  de  lec- 
tores y  convencerse  del  interés  de  nuestros  mayores  por  defender  la 
salud  pública. 

El  fotograbado  adjunto,  dará  clara  idea  de  lá  portada  del  «  Pregón  >>. 
reducida  á  la  mitad  de  su  tamaño. 

Siempre  agradeciéndole  sus  bondades  este  su  afecto  amigo  y  com- 
pañero q.  1.  b.  1.  m., 

Dr.  Faustino  Barbera 

ARCHIVO  MUNICIPAL  DE  VALENCIA 
Manual  de  conoells  :  Any  1698-1699 :  volumen  320 :  signatura  A 

Deliberación  del  Consejo 
Dicto  die  0) 

Los  abajo  nombrados  Señores  Jurados  y  Síndicos  juntos  ni  supra  : 
Atendido  y  considerado  que  desde  hace  algunos  años  mueren  muchas 
personas  éticas  y  tísicos  tanto  en  la  presente  Ciudad  como  en  su  particular 
contribución,  lo  cual  reconocido  por  los  antecesores  de  Sus  Señorías  ya  les 
obligó  á  adoptar  muchas  medidas  para  atajar  dichas  enfermedades,  según 
el  parecer  de  médicos  inuy  prácticos  y  experimentados  ; 

Atendido  á  que  dichas  medidas  han  sido  mantenidas  en  todo  su  vigor 
por  Sus  Señorías  hasta  el  día  de  hoy  y  sin  que  se  haya  observado  mejoría 
de  ning-un  género,  antes  al  contrario,  es  de  notar  que  se  propag-an  comuni- 
cándose á  los  asistentes  de  los  enfermos,  á  los  que  visten  sus  ropas  y  á  los 
Sue  habitan  los  cuartos  de  dichos  enfermos  esto  es,  de  los  que  mueren  de 
ichos  padecimientos;  y  por  último  reconociendo  Sus  Señorías  tan  gravísimo 
dafio  y  deseando  atajarlo  cumpliendo  la  oblig-ación  de  sus  oíicios,  á  carg-o 
de  los  cuales  está  el  cuidado  de  la  salud  pública  de  la  presente  Ciudad  y  su 
Reino  han  mandado  consultar  al  Claustro  de  la  Facultad  de  Medicina,  el 
cual  seg-ún  declaración  recibida  por  el  infrascrito  BsciHbano  (2)  en  20  de  se- 


(1)  2"  octubre  de  169S.— (  N.  del  Traductor ). 

(2)  Véase  á  propósito  de  este  cargo  lo  que  digo  en  una  nota  del  documento  que  sigue  —(N.  del 
Traductor). 


Datos  históricos  relativos  á  la  profilaxis  de  la  tuberculosis  en  Valencia 


iS 


CRIDA 

MANADA  FER  >   Y 

PVBLICAR  ,  PER  LOS  MOLT  ILtVSTRES  SE- 

nyors  lufticia ,  lurats ,  Racional . y  Syodicb.dc la  Mole. 

IllunrcCiucatdc  Valeocia  ,cn  crde  á  les  cnfcrmcrais, 

qur  es  paccixcQ  co  la  dita  lIluAi e Ciotai .  y  contri* 

bucib.de  Eucbs.y  Tificbs.y  la  difpoficibdc  ata- 

Uaf  aqacKes ,  co  lo  anj  1699. 

ESSFNT    IVRATS. 

DON  MELCHOR  CAMIR.Y  FIGVEROLA  IV. 

lat  en  C»p  deis  Nobles, y  Cavallers.  lu^p  Gil  de  Torres. 

luratenCapdeís  Ciutadans .  Luys  Mayans.y  Paíqual 

Geocf ós ,  turar  Scgon .  BaUbafar  Gtner .  y  Luqui ,  Ciu* 

cada  .  lúrac  íegon  ,  Francifco  de  AbatcifquecaCiutadi. 

lora»  tercer  »  y  Igoacio  Zapata  Ciutada.  luratquart, 

luíep  Pérez ,  y  Saochiz Ciutada.  Racional,  y  Ber- 

cbotncu  R«t>rer  Ciutjdéi  Syndichde  laCaoibu 

dclSecretdelallluftieCiucat. 


I 


EN    VALENCIA. 


aU  ImptcnUdc   Vicmt  C*bfcr»  ,  lmp< 


cflor ,  Y  Llibrct  de  U  lUuftiC  Ciu- 
Any  U99, 


tiembre  próximo  pasado,  ha  declarado  que  el  medio  más  conveniente  para 
atajar  dichas  enfermedades  era  quemar  li^s  ropas  de  los  que  morían  de 
aquéllas,  así  de  lana,  lino,  seda,  pieles  como  cualquier  otro  que  fuese  y  que 
hubiera  servido  para  el  uso  de  dichos  enfermos;  y  la  madera  de  las  camas 
y  demás  alhajas  del  dormitorio  donde  hayan  fallecido  aquellos  pacientes, 
exceptuando  los  objetos  de  metal,  así  de  oro,  plata  ó  cobre,  como  los  de 
cualquier  otro  metal  y  Sus  Señorías  en  vista  de  la  indicada  declaración  del 
mencionado   Claustro,    y 
de  lo  manifestado  á  Sus 
Señorías  por  diferentes  y 
muy  prácticos  y  experi- 
mentados médicos,  adop- 
tan la  providencia  de  que 
toda  la  ropa  de  cualquier 
calidad  que  sea,  como  los 
enseres  utilizados  para  la 
asistencia    de    los  tísicos 
y  éticos  confirmados,  sea 
quemada,  exceptuando 
las  alhajas  de  oro,  plata, 
cobre  y  de  cualquier  otro 
metal ;    mandando  como 
en    virtud    del    presente 
mandan  á  todos  los  médi- 
cos y  cirujanos  de  la  pre- 
sente Ciudad  y  particular 
i'ontribución   de  aquélla, 
que  de  hoy   en  adelante 
al  tercer  día  que  visiten 
un  enfermo  ético  ó  tísico 
confirmado,    tendrán    la 
obligación  de  dar  parte  de 
la  existencia  del  mismo  á 
uno  de  Sus  Señorías  y  al 
Dr.   D.  Juan  Bta.    Candí, 
Médico    de     la    presente 
Ciudad  ó  al  que   con  el 
tiempo  le  sucediere,  bajo 
la  multa  de  50  Libras  (1), 
por  la  primera  omisión  y 
por  la    seg-uuda    pérdida 
del  derecho  de  ciudada- 
nía de  la  presente  Ciudad 
y  de  su  contribución;  man- 
dando asimismo  como  en 
virtud  de  la  presente  man- 
dan á  toda  persona,  cual- 
quiera que  sea  su  estado  y 
condición,   en  cuya  casa 
ocurra  alg-ún  fallecimien- 
to, de  dichas  enfermeda- 
des, no  pueda  reservarse 

ninguna  de  dichas  ropas  y 
alhajas,  ni  enajenar  aqué- 
llas, ni  los  platos  y  las  escudillas  y  demás  objetos  usados  por  los  dichos  en- 
fermos, sino  que  por  el  contrario,  vendrá  oblig-ada  á  manifestar  todas  las  in- 
ilic^das  alhajas  y  ropas  al  Médico  de  la  dicha  Ciudad  ó  á  uno  de  Sus  Señorías 
bajo  la  multa  de  50  Libras  y  otras  penas  al  arbitrio  de  Sus  Señorías  ;  y  por 
último,  mandan  á  todos  los  corredores,  sastres  y  ropavejeros,  y  demás  perso- 
nas que  se  dedican  á  la  compraventa  de  ropas,  no  puedan  comprar  ninguna 
clase  de  aquéllas,  ni  muebles  de  la  casa  donde  haya  habitado  alguno  de 
dichos  enfermos,  sin  mediar  la  licencia  de  Sus  Señorías  bajo  la  pena  de  ser 


<1)    Cantidad  equivalente  á  187*50  pesetas.  —  (N.  del  Traductor  ). 


Datos  históricos  rtlatipos  á  la  profilaxis  dt  la  tuberculosis  en  Valtncia 


quemadas  dichas  ropas  y  25  Libras  por  la  primera  vez,  y  por  la  segrunda  50 
Libras,  y  por  la  tercera  otros  castig-os  al  arbitrio  de  Sus  Señorías;  y  si  acaso 
los  nombrados  médicos  y  cirujanos  tiubiereu  participado  al  indicado  Médica 
déla  presente  Ciudad  la  existencia  de  enfermos  de  dichas  enfermedades,  ó  el 
mencionado  Médico  visitase  á  alguno,  y  en  uno  y  otro  caso  no  lo  manifes- 
tase á  Sus  Señorías,  incurrirá  en  las  penas  impuestas  á  los  indicados  médi- 
cos y  cirujanos,  y  en  la  privación  de  su  oficio,  proveyendo  que  la  presente 
Deliberación  sea  preconizada  en  los  lugares  públicos  acostumbrados  de  esta 
Ciudad  á  fin  de  que  nadie  pueda  alegar  ignorancia. 

Dequibus  et.  Actum  Valentiae  et.  Testigos  Jaime  Molins  y  Vicente  Sa- 
purni  vergueros  habitantes  en  Valencia. 

Pregón  mandado  hacer  y  publicar  por  los  Muy  Ilustres  Señores  Justicia, 
Jurados,  Racional  y  Síndico  de  la  Muy  Ilustre  Ciudad  de  Valencia  en  orden 
A  las  enfermedades  de  Éticos  y  Tísicos  que  se  padecen  en  la  indicada  Ilustre 
Oiudad  y  su  contribución,  y  disposiciones  para  atajar  el  desarrollo  de  aqué- 
llas en  el  año  1699  ;  siendo  jurados :  Don  Melchor  Gamiry  Figuerola,  jurado 
3n  Cap  de  los  Nobles  y  Caballeros ;  José  Gil  de  Torres,  jurado  en  Cap  de  los 
ciudadanos;  Luis  Mayansy  Pascual-Géneros,  jurado  segundo;  Baltasar  Giner 
y  Luqui,  ciudadano  jurado  segundo;  Francisco  de  Abalcisqueta,  ciudadano 
jurado  tercero;  Ignacio  Zapata,  ciudadano  jurado  cuarto;  José  Pérez  y  San- 
chis,  ciudadano  Racional;  y  Bartolomé  Roser,  ciudadano  Síndico  de  la  Cá- 
mara del  Secreto  de  la  Ilustre  Ciudad  (1). 

Ahora,  oid,  lo  que  os  notifican  y  hacen  saber  de  parte  de  los  Muy  Ilus- 
tres Señores  Justicia,  Jurados,  Racional  y  Síndico  de  esta  Muy  Ilustre  Ciu- 
dad de  Valencia : 

Reconociendo  Sus  Señorías  el  gran  húmero  de  personas  que  desde  hace 
algunos  años  han  fallecido  éticos  y  tísicos  en  la  presente  Ciuda  1  y  su  con- 
tribución, lo  cual  ya  procuraron  combatir  los  antecesores  de  Sus'  Señorías^ 
tomando  muchas  providencias,  según  el  parecer  de  Médicos  muy  prácticos 
y  experimentados,  aunque  hasta  el  presente  no  se  observa  mejoría,  antes 
bien  se  nota  que  las  mencionadas  enfermedades  cunden  propagándose  á 
los  asistentes  y  mayormente,  á  los  que  visten  las  ropas  de  los  que  padecen 
ó  han  padt^cido  las  dichas  enfermedades  y  habitan  los  cuartos  do  ti  de  ha  fa- 
llecido alguno  de  dichos  enfermos  ;  y  últimamente  reconociendo  Sus  Seño- 
rías tan  grave  daño  y  deseando  atender  al  cumplimiento  de  la  obligación 
le  sus  respeíjtivos  oficios,  á  cargo  de  los  cuales  está  el  cuidado  de  la  Salud 
pública  de  esta  Ciudad  y  aun  la  de  todo  el  presente  Reino,  han  mandado 
consultar  al  Claustro  de  la  Facultad  de  Medicina  de  la  Universidad  de  la 
presente  Ciudad,  el  cual  por  acto  otorgado  ante  el  Escribano  (2)  infrascrita 
declaró  que  el  recurso  más  conveniente  para  atajar  dichas  enfermedades 
era  quemar  las  ropas  de  los  fallecidos  de  aquéllas,  así  de  lana,  como  de 
lino,  seda,  pieles  y  cualquier  otro  que  fuese  y  hubiei*a  servido  para  el  uso  de 
dichos  enfermos,  y  la  madera  de  las  camas  en  que  hayan  sucumbido,  y  las 
sillas,  mesas  y  demás  enseres,  excepción  hecha  de  todas  las  cosas  de  metal 
así  de  oro,  plata  y  cobre  ú  de  cualquier  otro  metal ;  añadiendo  Sus  Señorías, 
según  consulta  y  parecer  do  Médicos  muy  experimentados,  que  establecen 
el  precepto,  en  virtud  del  cual ,  ordenan  á  todos  los  Módicos  y  Cirujanos,  que 
desde  hoy  en  adelante  tendrán  obligación  al  tercer  día  que*^  visitaren  á  un 
tísico  ó  ético  confirmado,  de  manifestarlo  á  uno  de  Sus  Señorías  ó  al  Médico 
le  la  indicada  Ilustre  Ciudad  que  al  presente  ps  el  Doctor  Juan  Bautista 
Candí  bajo  la  multa  de  50  Libras  (3)  por  la  vez  primera  y  por  la  segunda 
pérdida  del  derecho  de  vecindad  de  la  indicada  presente  Ciudad  y  su  con- 
tribución, mandando  también  á  los  dueños  de  las  casas  no  podrán  conser- 
var las  ropas  que  usen  dichos  enfermos,  ni  género  alguno  de  alhajas  desús 
cuartos,  ni  los  platos,  escudillas  y  demás  objetos  que  usaren  para  tomar  el 
alimento,  bajo  pena  de  50  Libras'y  otras  penas  al  arbitrio  de  Sus  Señorías  ; 
como  también  habrán  de  manifestar  las  indicadas  ropas,  sillas  y  demás  en- 

(1)  Impreso  en  Valencia  por  Vicente  Cabrera,  impresor  y  librero  de  la  Ilustre  Ciudad,  en  la 
Plaza  de  la  Seo.  Año  16íí9. 

(2)  Con  el  nombre  de  EscrivA  de  la  Sala  era  conocido  en  los  tiempos  forales  de  Valencia  un 
empleado  que  llenaba  la  doble  función  de  Secretario  del  Consejo  y  de  Notarlo  público;  en  la  indi— 
:ada  declaración  del  Claustro  de  Medicina  actuó  como  depositario  de  la  íe  pública.  Por  tal  motivo 
'a  he  traducido  por  escribano  aunque  el  significado  actual  de  este  vocablo  dilierc  bastante  de  aquél. 

S^ota  del  traductor'. 

(3)  Cantidad  equivalente  á  peseus  i ><7'5:).  —(iVo/a  del  traductor). 


Cartilla  higiénica  para  tas  madres  ¡5 

seres  que  tengran  en  los  cuartos  al  indicado  Médico  de  la^presente  Ciudad ; 
mandando  asimismo  á  todos  los  corredores.  Sastres,  Ropavejeros  y  á  cual- 
quier otra  persona  que  se  ocupare  de  comprar  y  vender  ropas,  que  no  podran 
comprar  ningún  génqj'o  de  aquéllas  de  casa  donde  hava  habitado  alguno  de 
tales  enfermos,  sin  preceder  la  licencia  de  Sus  Señorías,  bajo  pena  de  ser 
quemadas  dichas  ropas  y  25  Libras  por  la  vez  primera,  por  la  segunda  50 
Libras  y  por  la  tercera  otros  castigos  al  arbitrio  de  Sus  Señorías  ;  y  si  acaso 
los  indicados  Médicos  ó  Cirujanos  noticiasen  al  Médico  de  la  presente  Ciu- 
dad, la  existencia  de  alguna  persona  enferma  del  mencionado  accidente,  ó 
este  mismo  Médico  ocultase  alguna  de  su  visita  incurrirá  en  las  penas  im- 
puestas á  dichos  Médicos  ó  Cirujanos  y  en  la  privación  del  oficio.  Y  para 
que  estas  ordenes  lleguen  á  noticia  de  todos  se  manda  hacer  y  publicar  el 
actual  público  Pregón  por  los  lugares  de  la  presente  Ciudad  y  puestos 
acostumbrados  de  la  misma. 

Dado  en  Valencia  el  día  12  del  mes  de  enero  del  año  1699. 

Dicto  &  eodem  die  mensis  &  anno,  Vicente  de  la  Morera  Trompeta  mayor  y 
público  de  la  indicada  y  presente  Ciudad  de  Valencia,  mediante  juramento 
á  Nuestro  Señor  Dios  &  Dijo,  é  hizo  relación  en  el  presente  día  acompañado 
de  los  demás  Trompetos  y  Timbales  de  la  Ciudad,  con  sus  uniformes,  haber 
publicado  y  preconizado^  sobredicho  pregón  y  cuanto  en  el  mismo  se  con- 
tiene, por  la  mencionada  y  presente  Ciudad  y  Lugares  acostumbrados  de  la 
misma». 


Captilla  bigiéniea  papa  las  madres  ^^^ 

POR    El. 

Du.  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona 

Director  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas 

Es  deber  de  toda  buena  madre  amamantar  á 
su  hijo. 

1.  Haz  lo  posible  por  criar  á  tu  hijo.  Mas  si  tu  leche  fuese  escasa  ó 
de  raala  calidad,  recurre,  en  el  primer  caso,  á  la  lactancia  w¿/a:/rt  (pecho 
y  biberón),  y  en  segundo,  á  una  buena  nodriza.  Tan  sólo  cuando  te 
sea  adsolniamenie  imposible  nuvLÍi  otro,  formn,  entoucef^  emplea  la  lac- 
tanda  artificial  (biberón),  pero  bien  riíglamentada. 

2.  Sea  cual  fuere  el  procedimiento  que  adoptes,  no  darás  al  niño 
el  pecho,  ó  el  biberón,  sino  cada  dos  horas  los  tres  primeros  meses,  y 
luego  de  tres  en  tres  horas,  durante  el  día,  y  una  ó  dos  veces,  á  lo  sximo, 
por  la  noche  ;  así  podréis  los  dos  descansar  mejor.  Procura  siemjíre 
que  no  quede  harto,  porque  niño  que  toma  más  leche  de  la  que  á  su 
edad  corresponde,  está  muy  expuesto  a  enfermar. 

Después  que  mame,  no  le  acuestes  nunca  boca  arriba,  sino  de  lado, 
prefiriendo  el  derecho. 

3.  Ten  siempre  muy  limpio  su  cuerpo,  sin  olvidarte  de  la  nariz, 
por  dentro,  para  que  pueda  respirar  bien. 

4.  Sácalo  de  paseo,  si  puedes,  diariamente,  eligiendo  las  horas  de 
sol  en  invierno  ;  jamás  de  noche,  ni  aun  en  verano, 

5.  Vacúnalo  tan  pronto  cumpla  tres  meses.  Hazlo  antes,  si  se  pre- 
sentase epidemia  de  viruela. 

6.  Pésalo  cada  ocho  ó  quince  días,  pues  nada  te  dirá  como  la  h^- 
iBuzKpesa-^iiíios,  el  verdadero  estado  de  nutrición  de  tu  hijo. 

7.  En  cuanto  sufra  la  menor  descomposición  de  vientre,  avisa  e7i 
seguida  al  médico,  pues  la  diarrea,  en  el  niño,  es  tan  temible  como 
LA  tuberculosis  en  el  adulto.      ^ 

8.  Es  indispensable  que,  hasta  los  tres  años,  lleve  el  vientre  cu- 

(1)  Poniendo  en  práctica  los  preceptos  híeíénicos  condensados  en  esta  Cartilla,  su  autor  con- 
serva los  ocho  hijos  que  ha  tenido  (ia  mayor  ae  doce  años  y  el  menor  de  uno),  Io«  cuales  disfrutan 
de  un  perfecto  desarrollo  y  de  una  excelente  salud. 


t6  Viruela  y  vacuna 


bierto  (también  en  verano),  con  una  faja  de  franela  fina,  ligeramente 
atada. 

9.  La  dentición  es  un  acontecimiento  natural  casi  siempre,  que, 
en  los  niños  bien  criados ,  rarísima  vez  produce  tra^storno  grave  en  su 
salud. 

10.  El  alimento  del  niño  durante  los  diez  primeros  meses  debe  ser 

EXCLUSIVAMENTE  LA  LECHE. 

Después,  emplearás  las  sopas  (hechas  con  agua  y  sal  ó  con  leche), 
y  los  huevos.  Más  adelante,  las  sopas  con  caldo,  los  huevos  y  pesca- 
dos blancos  ;  huye  de  darle  substancias  que  contengan  grasa,'  (rníes  de 
los  quince  meses; -so  J.E  DiLs  CMimif  uxsTx  que  cumpla  los  tues  años. 
El  vino  le  es  perjudicial. 

11.  Procura  que  tu  hijo,  hasta  la  edad  dfe  cuatro  años,  duerma 
bastante  :  doce  á  catorce  horas,  por  lo  meaos :  su  excitable  sistema  ner- 
vioso a.sí  lo  requiere.  Pero  no  le  acuesfc's  nunca  con  otra  persona,  ni 
aun  contigo  misma,  pues  el  niño  debe  dormir  siempre  sólo  en  su  cuna. 

12.  En  resumen  :  cuida  de  que  no  coma  m  «eba  nunca  co7i  exceso, 
ni  tampoco  entre  sus  comidas  regulares  ;  así  le  evitarás  los  trastornos 
gastro-intestinales  (indigestiones  ó  diarreas),  que  son  la  principal  causa 
de  la  enorme  'mortalidad  á^  la  primera  infancia. 

El  número  de  niños  que  mueren  todos  los  años,  es  verdaderamente  ate- 
rrador. 

Sólo  en  el  año  1900,  fallecieron  en  España  \  229,348  !  niños  menores 
de  cinco  años. 

En  los  ocho  años  comprendidos  desde  1."*  de  enero  de  1888  á  31  de 
diciembre  de  189o,  murieron  en  Madrid  ¡  62,005  I  niños  menores  de 
tres  años. 

En  los  siete  Mío?,  últimos,  1896  á  1902,  murieron  en  Madrid  ¡  25,289  I 
niños  menores  de  -lui  año. 

Estas  enormes  y  desconsoladoras  cifras  demuestran  cuan  necesario 
es  poner  en  práctica  los  saludables  preceptos  de  la  higiene  infantil,  y 
justifican  la  publicación  de  esta  Cartilla. 

Madrid  1.°  abril  de  1903. 


Viruela  y  vacuna 


(1) 


POR 

C.    GUÉRIN 
Veterinario  y  Jefe  de  laboratorio  del  Instituto  Pastcur  de  Lille 

La  viruela  es  una  enfermedad  eruptiva,  febril,  contagiosa,  que  úiiica- 
mento  ataca  al  hombre,  en  general,  una  vez  en  su  vida.  Señalada  por  vez 
primera  en  el  siglo  vi  de  la  era  cristiana,  se  la  encuentra  de  nuevo  en  el  si- 
glo XVI  universal  y  terrible. 

Se  maniflosta,  lo  más  frecuentemente,  en  forma  de  epidemia,  y  bajo  esta 
forma  hace  pagar  á  la  liumanidad  el  mayor  tributo.  Simón  comparaba  la 
invasión  del  azote,  antes  de  la  aplicación  de  la  vacuna,  á  los  ejércitos  de 
langostas  que  caen  sobre  los  viñedos  y  pastos,  convirtiendo  en  desierto  lo 
que  antes  era  fresco  y  fértil.  Y  esto  no  es  decir  mucho:  donde  la  viruela 
aparecía,  no  daba  cuartel,  cayendo  sobre  el  suelo  de  naciones  enteras,  como 
hace  el  huracán  en  un  campo  de  trigo. .  Despobló  á  Santo  Domingo,  Mesi- 
na,  el  Brasil,  la  América  del  Norte,  en  donde  prestó  su  concurso  á  los  horro- 
res de  la  invasión  europea.  Más  cruel  que  los  conquistadores,  ha  hecho  su- 
cumbir tres  millones  y  medio  de  indígenas  mexicanos,  sin  perdonar  los  que 
precisaran  para  el  enterramiento  de  los  muertos.    De  la  Condamine  relata 


(1)    Conferencia  dada  el  4  diciembre  de  1902  en  la  Union  Jrangaise de  la  Jeunesse.  —  UEcho  M¿d. 
du  Nord.  22  febrero  de  1903. 


Virujla  y  vacuna  17 


que  hacia  1563  mató  más  de  100,000  indios  en  sólo  la  provincia  de  Quito. 
Treinta  millones  de  blancos,  dice  Catlin,  se  pelean  hoy  por  la  conquista  del 
oro  sobre  los  huesos  y  cenizas  de  veinte  millones  de  hombres  rojos,  de  los 
cuales  seis  millones  fueron  víctimas  de  la  viruela,  mientras  que  la  bayone- 
ta, el  sable  y  el  wisky  destruían  el  resto. 

Por  donde  quiera  que  la  enfermedad  diezmaba  en  aquellos  tiempos  era 
el  mismo  cuadro  que  encontramos  ahora  en  lo«s  tiempos  modernos  entre  los 
pueblos  á  los  cuales  los  beneficios  de  la  vacuna  fueron  rehusados.  Leed  en 
su  espantoso  horror  lo  que  se  escribió  sobre  la  epidemia  de  viruela  que 
asoló  á  ios  indios  en  ISTi :  «El  aparato  sintomático  no  tiene  igual  desde  el 
punto  de  vista  del  espanto,  así  como  de  la  rapidez  der  la  propagación ;  alcanza 
al  individuo  y  le  hace  sucumbir  en  pocas  horas.  Inmediatamente  después 
de  la  muerte,  el  cuerpo  se  vuelve  negro  y  se  hincha  hasta  adquirir  el  triple 
de  su  volumen  normal.  Los  médicos  no  tienen  poder  para  combatirla  y  los 
hospitales  son  inútiles.  Los  obreros  europeos^  sólo  .se  ocupan,  durante  va- 
rias semanas,  en  enterrar  los  muertos.  La  tribu  de  los  Mándanos,  reducida 
ya  por  varios  desastres  á  la  cifra  de  1,500,  bajó  á  30  hombres  ;  todos  los  de- 
más perecieron.  La  tribu  vecina  estaba  dedicada  á  la  caza  cuando  el  azote 
la  sorprendió ;  le  arrebató  en  poco  tiempo  la  mitad  de  sus  miembros.  La  pra- 
dera que  rodea  su  campo,  se  transformó  en  un  vasto  campo  funerario,  todo 
cubierto  de  cadáveres  privados  de  sepultura  y  que  extendían  por  doquiera 
la  infección  y  la  pestilencia». 

La  viruela  epidémica  es  mucho  más  grave  que  la  esporádica ;  é^ta  no 
mata  más  allá  de  */«  ó  el  */»  de  los  enfermos  ;  en  la  otra  la  mortalidad  puede 
elevars'^  á  V^  y  aún  á  Vs-  Antes  de  la  vacuna  la  viruela  era  la  enfermedad 
más  mortífera  que  se  conocía.  La  viruela  posee,  al  contrario  del  cólera,  por 
ejemplo,  dos  modos  de  contagio  :  el  contagio  inmediato  y  el  contagio  difuso. 
El  virus,  en  efecto,  está  contenido,  por  una  parte,  en  el  líquido  de  las  pús- 
tulas, de  manera  que  todo  contacto  de  este  líquido  con  una  parte  de  piel  pri- 
vada de  epidermis  puede  infectar  un  organismo  sano  por  contagio  directo. 
Y,  por  otra  parte,  el  virus  está  contenido  en  las  partículas  orgánicas  que  re- 
sultan de  la  desecación  de  las  pústulas.  Estas  partículas  se  desprenden  en 
momento  dado,  y  gracias  á  &u  divisibilidad  y  á  su  movilidad,  se  convierten 
en  agentes  de  transmisión  á  distancia,  los  cuales  son  capaces  de  contami- 
nar, después  de  un  largo  intervalo,  á  individuos  que  no  hayan  tenido  rela- 
ciones inmediatas  con  ningún  varioloso.  En  estado  de  sequedad,  el  virus 
tiene  una  tenacidad  extrema  ;  íntimamente  unido  á  los  residuos  orgánicos 
que  le  sirven  de  vehículo,  se  cambia  al  par  de  ellos,  pero  no  es  modificado 
por  las  corrientes  atmosféricas  ;  queda  indefinidamente  oculto,  pero  indefi- 
nidamente potente  en  los  objetos  que  han  servido  á  los  enfermos,  y  si,  des- 
pués de  un  largo  intervalo,  es  al  fin  absorbido  por  un  organismo  en  estado 
(le  receptividad,  manifiesta,  por  efectos  nada  dudosos,  que  no  ha  perdido  nada 
de  su  primitiva  virulencia. 

La  virulencia  variólica  está  subordinada  ala  receptividad  orgánica,  no 
solamente  en  cuanto  al  grado  de  sus  efectos,  sino  en  cuanto  á  su  produc- 
ción. El  hecho  de  una  ilimunidad  natural  total  está  probado  por  el  gran 
número  de  individuos  que  escapan  de  todo  ataque  en  las  epidemias  de  vi- 
ruela anteriores  al  descubrimiento  de  la  vacuna.  El  hecho  de  la  inmunidad 
parcial  y  variable,  según  la  receptividad  individual,  está  establecido  por  la 
intensidad  variable  de  los  efectos  del  virus  en  diversos  enfermos  en  el  mis- 
mo tiempo  y  en  el  mismo  lugar. 

La  receptividad  para  el  virus  varioloso  es  igual  para  ambos  sexos.  Existe 
en  todas  las  edades,  aun  en  el  feto ;  es  de  todos  los  países  y  de  todas  las  ra- 
zas; pero,  con  raras  excepciones,  desaparece  en  pos  del  primer  ataque  de 
viruela;  la  inmunidad  de  este  modo  obtenida  no  es  absoluta :  tiene  sola- 
mente por  efecto  substituir  con  la  forma  benigna  de  la  infección  la  forma 
grave,  pero  esta  propiedad  substitutiva  se  debilita  á  medida  que  el  indivi- 
duo se  aleja  de  la  época  del  ataque,  y  sólo  se  restablece  en  virtud  de  una 
nueva  impregnación  variolosa  ó  vacunal. 

•Esta  ley  de  la  inmunidad  variólica,  común  con  otras  fiebres  eruptivas, 
tales  como  la  escarlatina  y  el  sarampión,  ha  sido  desde  hace  mucho  tiempo 
confirmada  por  la  observación  y  promulgada  por  la  opinión,  aun  cuando 
tenga  un  buen  número  de  excepciones. 

Sobre  esta  misma  ley  se  basó  la  práctica  de  la  inoculación  profiláctica, 


iS  Viruela  y  vacuna 


método  que  consistía,  como  se  sabe,  en  dar  la  viruela  á  los  jóvenes  para  que 
no  la  adquiriesen.  Las  circunstancias  habían  hecho  descubrir  que  esta  en- 
fermedad atacaba  con  menos  vigor  cuando  era  comunicada  artificialmente, 
y  cuando  la  erupción  sólo  encontraba  una  piel  fina  y  delicada  que  perforar, 
apenas  dejaba  impresión  en  el  rostro. 

Se  reconoció  igualmente  que  una  viruela  débil,  imperfecta,  preservaba 
del  mismo  modo  que  la  más  intensa. 

De  esto  á  imaginar  la  variolización  sólo  había  un  paso,  y  se  debió  dar  en 
seguida.  No  se  sabe  á  que  época  se  remonta :  lo  que  se  sabe  es  que  era  en  los 
tiempos  más  lejanos  una  operación  vulgar  en  la  Georgia  y  la  Circasia,  donde 
el  deseo  de  const^rvar  la  hermosura  del  rostro  á  sus  hijas,  consagradas  á  su- 
ministrar bellezas  á  los  haremes  del  Gran  Señor  y  del  Sophí  de  Persia^  ins- 
piró muy  prematuramente  á  los  padres,  si  se  ha  de  creer  á  Voltaire,  este 
medio  preservativo.  ^ 

Aun  antes  que  la  variolización  estuviese  en  uso  en  Oriente,  lo  estaba  en 
China,  y  he  aquí  la  receta  de  que  se  servían  en  este  último  país  para  sem- 
brar la  viruela :  «Cuando  se  encuentre  un  niño  desde  un  año  hasta  siete,  «n 
el  cual  la  viruela  haya  salido  felizmente  con  todos  los  caracteres  de  la  be- 
nignidad, recójanse  las  escamas  ó  películas  de  las  pústulas  desecadas,  en- 
ciérreselas  en  una  vasija  de  porcelana,  cuya  boca  se  tapará  bien  con  cera. 
Si  estas  escamas  son  pequeñas,  tómense  cuatro ;  si  son  grandes,  tómense 
dos ;  añádase  el  peso  de  un  li,  ó  sea  un  poco  más  de  un  grano  de  almizcle  ; 
de  tal  suerte  que  el  almizcle  se  encuentre  entre  dos  escamas.  Envuélvase 
toda  esta  mezcla  con  algodón  en  forma  de  lechino ,  que  se  hace  penetrar  en 
la  nariz  del  niño,  que  debe  ser  mayor  de  un  año  y  no  estar  atacado  de  nin- 
guna otra  enfermedad. 

Si  las  pústulas  no  se  presentan  hasta  el  tercer  día,  se  puede  asegurar  que 
de  diez  niños  se  salvarán  ocho  ó  nueve;  si  salen  ya  al  segundo  dia,  la  mitad 
de  los  niños  corren  grandísimo  riesgo ;  pero,  si  lo  hacen  al  primer  día  que  la 
fiebre  se  declara,  no  se  puede  responder  de  la  vida  de  ninguno.  Por  est') 
había  médicos  chinos  que  no  aprobaban  el  dar  la  viruela  á  los  niños». 

Estas  noticias,  que  os  doy  simplemente  á  título  documentarlo,  os  mues- 
tran á  que  extremos  se  había  llegado  para  atenuar  los  destrozos  causados 
por  la  viruela;  así,  es  un  verdadero  consuelo  que  nuestros  ascendientes  del 
fin  del  siglo  xviii  supieran  que  un  genial  observador,  Jenner,  substituyó  la 
inoculación  variólica,  muchas  veces  peligrosa,  con  la  inoculación  vacunal, 
siempre  inofensiva. 

La  vacuna  es  una  enfermedad  específica,  caracterizada  por  pápulas  pus- 
tulosas que  se  desarrollan,  accidentalmente,  en  diferentes  animales,  como 
el  caballo,  la  vaca  y  el  carnero.  En  el  caballo,  las  pústulas  se  maniflestau 
preferentemente  en  los  labios  y  nariz,  así  como  en  los  tarsos ;  en  la  vaca,  se 
encuentran  casi  exclusivamente  en  la  ubre  y  en  los  pezones.  Se  llama 
Aorse-pox  en  el  primer  caso,  cow-pox  en  el  segundo.  La  vacuna  posee  pro- 
piedades virulentas  activas :  inoculada  al  hombre,  del  mismo  modo  que  á  la 
vaca  ó  al  caballo,  produce  una  erupción  semejante  á  aquella  de  que  pro- 
viene, y  ofrece  una  gran  analogía,  por  no  decir  una  identidad  absoluta,  con 
la  de  la  viruela. 

La  viruela  es  una  enfermedad  que  sólo  se  padece,  por  regla  general,  una 
vez  en  la  vida.  Un  primer  ataque  preserva  ordinariamente  de  ataques  ul- 
teriores. La  inoculación  de  la  vacuna  hace  el  mismo  efecto.  Preserva  de 
la  viruela. 

La  palabra  vacuna  se  emplea  para  designarla  enfermedad  eruptiva,  cuyo 
producto  es  la  vacuna.  Se  usa  también  para  designar  la  misma  operación 
mediante  la  cual  se  inocula  la  vacuna. 

Desde  hace  poco  menos  de  un  siglo  es  objeto  de  las  más  frecuentes  dis- 
cusiones, en  el  mundo  médico,  la  cuestión  de'  si  la  vacuna  que  se  emplea 
para  preservarse  de  la  viruela  procede  originalmente  de  la  vaca  ó  del 
caballo. 

Cuando  Jenner  estableció  que  un  cierto  número  de  personas  que  se  ocu- 
paban en  el  cuidado  de  las  vacas  y  en  ordeñarlas,  se  mostraban  refractarias 
al  virus  variólico  que  les  inoculaba,  reconoció  que  debían  esta  inmunidad 
á  que  habían  adquirido  precedentemente,  sin  duda  por  heridas  que  tendrían 
en  las  manos,  una  enfermedad  pUstuliosa  que  se  encuentra  en  la  ubre  de 
estos  animales.    Jenner  llegó  á  admitir  que  las  vacas  habían  adquirido  la 


Viruela  y.  pacuna  ig 


enfermedad  de  los  caballos,  con  los  que  estuvieron  directa  ó  indirectamente 
en  relación.  « Hay,  dice,  una  afección  ala  cual  el  caballo  se  halla  frecuen- 
temente sujeto  á  causa  de  su  domesticidad.  Es  una  inflamación  y  una 
hinchazón  en  el  talón ;  se  desprende  de  éste  una  materia  que  posee  propie- 
dades de  una  especie  particular,  porque  parece  eng-endrar  en  el  cuerpo  hu- 
mano una  enfermedad  que  tiene  una  tan  gran  semejanza  con  la  viruela, 
que  considero  como  muy  probable  que  debe  ser  la  causa  de  esta  última. 
Pero,  es  necesario  antes  que  esta  materia  haya  sufrido  una  modificación. 
En  este  paraje  hay  un  g-ran  número  de  vacas,  y  la  tarea  de  ordeñarlas  lo 
hacen  indistintamente  hombres  y  sirvientas.  Puede  suceder  que  uno  de 
los  horabre_s,  después  de  haber  curado  los  talones  de  un  caballo  afectado  de 
la  enfermedad  que  nos  ocupa,  no  haya  tenido  cuidado  de  lavarse  las  manos, 
y  ordeñe  las  vacas, en  cuyas  ubressus manos  dejen  algunas  partículas  de  la 
materia  infecciosa  que  estuviese  adherida  á  aquéllas.  Cuando  ocurre  esto, 
se  comunica  una  enfermedad  á  las  vacas,  á  los  vaqueros,  á  las  mujeres  en- 
cargadas del  servicio,  y  se  propaga  en  todas  formas,  hasta  tal  punto,  que  el 
rebano  entero  y  todos  los  criados  sienten  las  consecuencias  de  ello  ». 

Este  pasaje  dice  explícitamente  que  Jenner  admitía  como  origen  de  la 
vacuna  una  enfermedad  del  talón  del  caballo,  que,  transmitida  á  la  vaca  por 
suciedades  que  recogen  las  manos  de  aquellos  que  han  curado  caballos  en- 
fermos, se  transforma  en  vacuna,  en  cow-pox. 

La  cuestión  quedó  en  tai  estado  durante  más  de  cincuenta  años,  hasta 
que  en  1860,  cuando,  debido  al  impulso  dado  por  el  mismo  Jenner,  la  vacu- 
nación humana  de  brazo  á  brazo  fué  reconocida  como  el  único  preservativo 
eficaz,  y  sin  presentar  peligro,  contra  la  viruela.  En  la  primavera  del  mismo 
año  se  declaró  de  pronto  en  Rieumes.  no  lejos  de  Toulouse,  una  epidemia 
entre  los  caballos  ;  en  poco  menos  de  tres  semanas,  el  número  de  enfermos 
se  elevó  á  más  de  ciento.    La  viruela  reinaba  á  la  par  en  los  alrededores. 

La  enfermedad  estaba  caracterizada  por  la  aparición  de  pústulas  en  dife- 
rentes partes  del  cuerpo,  particularmente  alrededor  de  los  pies,  en  la  nariz 
y  en  los  labios. 

Entre  el  número  de  los  enfermos  de  esta  epizootia  había  una  yegua,  la 
yegua  del  Sr.  Corail;  dicha  yegua  fué  la  que  suministró  la  materia  de  la 
inoculación  de  que  os  voy  á  hablar. 

Durante  un  viaje  que  hizo  de  Rieumes  á  Toulouse,  el  animal,  más  pere- 
zoso que  de  costumbre,  parecía  sufrir  de  los  ríñones  ;  á  la  mañana  siguien- 
te, empezó  á  cojear,  y  casi  al  mismo  tiempo  los  miembros  posteriores  se 
infartaron,  sobre  todo  el  del  lado  derecho.  Ocho  días  después,  se  le  observó 
poca  facilidad  en  la  flexión  del  miembro  posterior  izquierdo;  al  mismo 
tiempo  que  en  la  hinchazón  que  ocupaba  la  parte  inferior,  se  elevaban  acá  y 
acullá  manojos  de  pelos  ásperos,  y  debajo  de  éstos,  algo  como  pústulas,  de 
las  que  se  desprendía  una  materia  líquida  de  un  olor  amoniacal, 

El  25  de  abril,  ó  sea  ocho  días  después  de  la  invasión  de  la  erupción,  La- 
fosse  tomó  con  la  lanceta  la  materia  de  una  pústula  y  la  inoculó  pública- 
mente á  una  vaca  joven,  haciendo  una  picadura  en  cada  pezón.  El  día  30, 
las  pústulas  empezaron  á  enrojecerse. 

El  3  de  mayO)  había  en  los  pezones  cinco  pústulas,  lisa?,  anchas,  duras, 
redondas,  deprimidas  por  un  ombligo.  Indudablemente  éstos  son  los  gra- 
nos de  vacuna. 

El  4  de  mayo,  en  presencia  de  una  Comisión,  se  hizo  nueva  inoculación 
de  estos  granos  á  otra  vaca.    El  éxito  fué  completo. 

El  11,  el  virus  es  transportado  á  un  caballo,  al  cual  se  le  inocula  en  el 
hocico ;  nacen  de  esta  inoculación  varias  pústulas ,  que  sirven  para  vacunar 
á  un  niño,  en  el  que  brotan  seis  magníficas  pústulas. 

Por  el  aspecto  de  estas  pústulas  era  imposible  desconocer  la  naturaleza 
de  ellas.  Todas  las  personas  á  quienes  se  transportó  el  producto,  vacunadas 
poco  tiempo  después  con  la  vacuna  en  uso,  fueron  refractarias,  como  lo  hu- 
biesen sido  ciertamente  á  la  viruela.    La  prueba  fué  completa. 

Estaba,  pues,  experimentalraente  demostrado  que  las  pústulas  de  vacuna 
que  á  veces  se  ven  en  la  ubre  de  las  vacas,  tenían  un  origen  claramente 
equino.  Mas  tan  pronto  como  este  hecho  fué  conocido,  una  cuestión  grave 
desde  otro  punto  de  vista,  interesante  en  otro  concepto,  fué  planteada, 
cuestión  todavía  candente  hoy,  y  cuya  solución  no  parece  que  venga  pron- 
to. Si  la  vacuna  inoculada  preserva  de  la  viruela  y  recíprocamente  ¿los 


Viruela  y  vacuna 


virus  de  estas  dos  afecciones  constituyen  dos  individualidades  diferentes  ó 
bien  son  uno  sólo  y  único  ag-ente  modificado,  dotado  de  propiedades  dife- 
rentes en  uno  y  otro  caso,  atenuado  al  fin  en  la  vacuaa,  mientras  que  la  ac- 
tividad variólica  sería  su  característica  ancestral  ? 

Podéis  prever  la  importancia  de  este  asunto.  Inmediatamente  dos  cam- 
pos cieutíücos,  el  unicista  y  el  dualista,  se  formaron  é  hicieron  entrar  la 
discusión  en  su  fase  épica;  porque  una  y  otra  opinión  eran  defendidas  y 
combatidas  por  hombres  cuya  ciencia  sólo  tenía  como  igual  el  talento  ora- 
torio ;  y  la  ñrmeza  de  sus  convicciones  respectivas  hacía  surgir,  en  cada 
sesión  de  la  Academia ,  argumentos  de  igual  valor,  y  el  asunto  se  compli- 
caba, lejos  de  aclararse. 

Ya  en  la  sesión  del  27  de  mayo  de  18G2,  Depaul  había  dicho :  ♦  Hay  uno 
solo  y  único  principio  morboso  que  obra  sobre  los  caballos  y  las  vacas  y 
que,  inoculado  al  hombre,  produce  la  vacuna,  que  para  mí  es  una  viruela 
modificada,  mitigada». 

En  la  sesión  del  7  de  diciembre  de  1863,  el  mismo  autor  habló  otra  vez, 
desarrollando  el  mismo  tema  en'una  serie  de  proposiciones  que  había  depo- 
sitado en  un  pliego  lacrado  en  la  sesión  anterior  y  eran  las  siguientes : 

No  existe  virus  vacuno. 

El  pretendido  virus  vacuno,  que  se  consideraba  como  el  antagonista,  el 
neutralizador  del  virus  variólico,  no  es  otro  qne  el  mismo  virus  variólico. 

Las  especies  equina  y  bovina  se  hallan  sujetas  á  una  enfermedad  erup- 
tiva, que  es  idéntica,  en  cuanto  su  naturaleza,  á  la  viruela  de  la  especie 
humana. 

La  viruela  del  caballo  se  inocula  fácilmente  á  la  vaca  y  al  caballo;  sin 
embargo,  la  viruela  de  los  animales  no  es  tan  grave  como  la  de  la  especie 
humana. 

Estas  conclusiones  fueron  bien  pronto  combatidas  vivamente  por  Bous- 
quet,  ^ue,  entre  otras  objeciones,  hizo  las  siguientes,  todas  las  cuales  pue- 
den ser  resumidas  así : 

Si  existen,  dice,  grandes  analogías  entre  la  viruela  y  la  vacuna,  existe 
también  entre  ellas  tan  numerosas  diferenciaciones,  que  no  se  deben  pasar 
en  silencio. 

La  viruela  es  muchas  veces  epidémica;  la  vacuna  nunca. 

La  viruela  se  transmite  por  inoculación  directa  y  por  absorción  de  mias- 
mas desprendidos  en  la  atmósfera  por  los  enfermos.  La  vacuna  sólo  se  trans- 
mite por  inoculación. 

La  viruela  natural  es  una  enfermedad  muy  grave;  la  vacuna  es  siempre 
benigna. 

Que  Depaul,  dijo,  empiece  de  nuevo  los  experimentos  de  Thiéle  y  de 
Ceely,  que  inocule  la  viruela  á  la  vaca  y  que  ésta  le  proporcione  la  vacuna, 
y  todo  habrá  conchudo.    Nada  habrá  mientras  esto  no  se  haga. 

Depaul  no  se  conmovió  con  este  argumento,  al  cual  respondió  en  la  se- 
sión del  8  de  marzo  de  1861.  Puso  fin  á  su  discurso  con  la  siguiente  con- 
clusión: «El  virus  vacuno,  como  virus  especial  completamente  distinto  del 
virus  variólico,  no  existe». 

A  continuación  de  este  largo  debate,  la  «Sociedad  de  Ciencias  Médicas», 
de  Lyon,  concibió  el  proyecto  de  pedir  á  la  ex^ierimentación  datos  que  el 
razonamiento  no  podía  en  modo  alguno  suministrar,  nombrando  la  famosa 
comisión  lionesa,  en  la  cual,  Ohauveau,  Viennois  y  Megnet  fueron  los  infor- 
madores. Los  trabajos  de  esta  comisión  se  hicieron  sobre  la  cuestión  de  la 
transmisión  de  la  viruela  humana  á  la  vaca  y  al  caballo.  Después  de  haber, 
en  múltiples  experimentos,  variados  hasta  el  infinito,  comprobado  la  dife- 
rencia de  aspecto  de  la  erupción  variólica  y  de  la  erupción  vacunal,  dedu- 
cía, por  boca  del  muy  autorizado  Chauveaux,  la  no  identidad  de  ambas 
afecciones.    La  viruela  y  la  vacuna  eran  dos  enfermedades  diferentes. 

Esta  conclusión,  procedente  de  tan  alto  sitio,  debía  hacer  dormitar  la 
cuestión  durante  25  años.  Fué  sacada  del  olvido  por  Haccius  en  1892.  Este 
autor,  mediante  un  procedimiento  de  técnica  especial,  llegó,  inoculando 
terneras  con  linfa  variólica,  á  reproducir  la  vacuna.  Sus  experimentos,  só- 
lidamente apuntalados,  presentan  un  haz  de  argumentos  muy  decisivos  á 
favor  de  la  doctrina  unicista. 

Desde  la  transformación  de  la' viruela  en  viruela-vacuna,  el  autor  y  sus 
alumnos  han  vacunado  un  número  considerable  de  individuos,  sin  que  ocu- 


Viruela  y  vacuna 


rriera  incidente  alguno.  Esta  viruela-vacuna  es  la  que  hoy  se  halla  en  el 
comercio  con  el  nonvbre  de  vacuna  suiza. 

Chauveau,  que  no  se  había  entibiado,  hizo  un  largo  requisitorio  contra 
esta  viruela-vacuna,  y  su  inmensa  autoridad  tomó  el  desquite.  Se  puede 
decir  que  la  cuestión  es  tan  nueva  hoy  como  hace  40  anos;  ios  dos  campos, 
el  unicista  y  el  dualista,  descansan  de  sus  fatigas,  dormitando  en  sus  res- 
pectivas posiciones. 

Os  ruego  me  excuséis  el  haberos  dado  estos  detalles  un  poco  fastidiosos, 
pero  ellos  os  demuestran  cual  debe  ser  la  virtud  y  eficacia  de  la  vacuna,  que 
aun  sobrevive  á  todas  estas  tribulaciones,  y  el  haber  adquirido  derecho  de 
ciudadanía  por  su  benignidad  y  su  papel  en  la  inmunidad  variólica. 

¿Qué  es,  pues,  la  inmunidad  variólica  y  cuál  es  su  esencia? 

Se  dice  que  un  organismo  posee  la  inmunidad  respecto  de  tal  ó  cual  en- 
fermedad, cuando  es  refractario  á  esta  enfermedad ;  es  decir :  que  aun  colo- 
cado en  un  medio  infectado  por  ésta,  no  la  adquiere. 

La  inmunidad  se  halla  enteramente  bajo  la  dependencia  de  la  resistencia 
orgánica  y  es  exclusivamente  efecto  de  la  individualidad  de  que  goza. 

La  inmunidad,  según  Metschiiikoff,  no  es  más  que  la  consecuencia  de  la 
energía  celular.  No  ignoráis,  en  efecto,  que  la  sangre  está  constituida  por 
un  líquido  incoloro,  el  suero,  que  tiene  en  suspensión  una  infinidad  de  gló- 
bulos, de  los  cuales  unos,  más  numerosos,  son  rojos;  otros,  más  raros,  son 
incoloros  y  se  les  conoce  con  el  nombre  de  glóbulos  blancos.  Los  primeros, 
los  rojos,  sólo  se  utilizan  para  transportar  por  todo  el  organismo  el  oxígeno 
que  en  los  pulmones  cargan;  los  segundos,  los  blancos,  verdaderos  guardia- 
nes de  la  salud,  tienen  á  su  cargo  la  absorción  y  la  digestión  de  todos  los 
cuerpos  extraños  que,  accidentalmente,  pueden  entrar  en  la  circulación. 
Entre  estos  cuerpos  extraños  hay,  en  primer  lugar,  los  microbios  cuj^a  te- 
nuidad hace  que  ninguna  puerta  les  sea  pequeña,  y  cuya  penetración  en  la 
sangre  se  hace  frecuentemente.  Acto  seguido  de  esta  introducción,  los 
glóbulos  blancos  entran  enjuego,  cercan  al  enemigo  común,  lo  estrechan, 
gracias  á  sus  movimientos  amiboides,  lo  absorben  en  su  protoplasma  y  lo 
digieren  mediante  los  líquidos  digestivos  de  este  mismo  protoplasma. 

Idénticos  fenómenos  ocurren  en  un  individuo  que  goce  de  lu  inmunidad 
respecto  de  una  enfermedad,  y  cplocado  en  un  medio  infeccioso.  Puede  ab- 
sorber, por  la  boca,  los  pulmones,  ó  por  una  efraccióu  cutánea,  los  gérmenes 
nocivos  de  la  enfermedad  ;  ningún  trastorno  se  manifestará  en  él,  porque 
las  células  blancas  de  su  sangre  bastan  para  el  aniquilamiento  definitivo  del 
huésped  insólito.  Y  semejante  trabajo  se  realizará  en  su  organismo,  en 
tanto  que  no  haya  perdido  ó  atenuado  esta  inmunidad  que  le  daba  fuerzas. 

Admitiendo,  pues,  que  viruela  y  vacuna  sean  dos  enfermedades  diferen- 
tes, lo  que  es  muy  dudoso,  el  hecho  cierto,  innegable,  reconocido  por  la  ob- 
servación de  más  de  cien  años,  es  que  cualquiera  de  estas  afecciones  preserva 
de  los  ataques  de  i  a  otra. 

Por  otra  parte,  la  inmunidad  conferida  por  un  primer  ataque  de  viruela 
ó  vacuna,  ¿es  de  la  misma  naturaleza  y  de  igual  duración? 

La  respuesta  es  resueltamente  positiva  respecto  la  primera  cuestión,  por- 
que la  viruela  preserva  de  la  vacuna  del  mismo  modo  que  la  vacuna  pre- 
serva de  la  viruela.  Pero,  en  cuanto  á  la  duración  de  la  inmunidad,  es  in- 
discutible que  un  primer  ataque  de  viruela  preserva  mucho  más  tiempo  á 
un  organismo  contra  un  ataque  ulterior,  que  la  vacunación  con  más  éxito 
empleada,  con  la  vacuna  más  virulenta.  Esto  es  tan  cierto,  que  es  una  no- 
ción extendida  por  el  público,  á  saber:  que  una  persona  que  ha  tenido  ya 
la  viruela,  no  puede  adquirirla  otra  vez.  Doctrina  fal^a  y  que  ha  causado 
muchos  errores.  La  inmunidad  variólica  se  pierde  coíno  la  inmunidad 
causada  por  su  vacuna,  pero  mucho  más  lentamente. 

Por  otra  parte,  os  decía,  hace  un  instante,  que  la  inmunidad  está  íntima- 
mente unida  á  la  individualidad  de  que  goza;  es  decir:  que  esta  individua- 
lidad, según  las  circunstancias  que  pertenecen  al  funcionamiento  íntimo  de 
los  fenómenos  biológicos,  es  mas  apta  que  tal  ó  cual  otra  para  conservar 
esta  inmunidad  que  el  azar  ó  las  circunstancias  le  han  hecho  adquirir. 

Hay,  en  efecto,  animales  y  personas  en  los  cuales  la  viruela  y  la  vacuna 
no  han  hecho  presa  en  ellos  desde  su  nacimiento.  Tienen  la  inmunidad 
total  respecto  á  las  dos  afecciones. 

Además,  ¿no  se  ve  citado  el  ejemplo  del  individuo  que  se  hizo  vacunar 


Viruela  y  vacuna 


trece  años  consecutivos  y  en  el  trece  veces  la  vacuna  evolucionó  normal- 
mente? Al  decimocuarto  año  m  urió  de  la  viruela.  La  misma  circunstan- 
cia biológ-ica  que  le  impedía  adquirir  la  inmunidad  vacuna,  le  prohibía  con 
igual  razón  la  inmunidad  variólica. 

Entre  estos  dos  extremos,  inmunidad  total  en  todos  los  momentos  de  la 
vida  y  ausencia  completa  de  la  inmunidad  á  pesar  de  cuanto  se  baga,  se 
puede  hallar  todos  los  intermediarios  posibles. 

Me  apresuro  á  deciros  que  estos  casos  extremos  son  rarísimos  y  que  sólo 
se  mencionan  para  demostrar  que  la  inmunidad  vacuna  ó  variólica  sigue 
absolutamente  las  mismas  reglas  que  la  producida  por  las  vacunaciones, 
mediante  virus  atenuados  que  deoemos  al  inmortal  Pasteur,  á  saber  :1a 
rabia,  el  carbunclo  y  el  mal  rojo  de  los  cerdos.  * 

¿Cuándo  debe  vacunarse? 

Todos  los  autores  que  han  escrito  sobre  la  viruela,  están  de  acuerdo  en 
decir  que  esta  afección  es  mucho  más  grave  en  los  niños  que  en  los  adultos. 
Es,  por  lo  tanto,  de  toda  necesidad  vacunar  á  los  niños  desde  su  nacimiento. 
Antes  se  recomendaba  esperar  hasta  el  tercer  mes  para  vacunar  á  los  niños. 
Esta  medida,  inexplicable  en  tiempo  de  epidemia,  provenía  del  hecho  de 
observación  de  que  en  muchos  recién  nacidos  de  ocho  días  no  prendía  la 
vacuna.  El  hecho  es  cierto,  pero  sólo  se  refiere  al  20  por  100  de  los  recién 
nacidos,  y  vi.^ta  la  benignidad  de  la  vacunación,  vale  más  efectuar  de  nuevo 
esta  operación  que  exponerse  á  un  ataque  varioloso,  seguramente  mortal. 

La  inmunidad  creada  por  una  primera  vacunación,  como  os  decía  hace 
poco,  tiene  una  duración  extremadamente  variable.  Se  puede  admitir  en 
general  que  la  vacuna  vuelve  á  surgir  muy  raramente  antes  que  no  trans- 
curra un  período  de  ocho  años. 

En  un  orfelioato  de  TS  niños,  todos  menores  de  10  años,  se  ha  registrado 
en  el  Instituto  Pasteur  únicamente  dos  éxitos.  Y  aun  se  les  ha  conseguido 
en  dos  niños  de  nueve  años  que  podían  no  llegar  al  límite  de  su  inmunidad. 

Por  el  contrario,  las  vacunaciones  obligatorias  de  los  estudiantes,  milita- 
res y  funcionarios  van  seguidas  frecuentemente  de  éxito,  y  estas  revacuna- 
ciones del  vigésimo  año  repercuten  hasta  los  45  ó  50  años,  siendo  la  propor- 
ción de  éxito  en  la  mujer  muy  superior  á  la  del  hombre  durante  el  período 
de  los  20  á  los  45  años. 

A  partir  de  esta  edad  la  proporción  de  los  éxitos  obtenidos  en  ambos 
sexos  aumenta  á  medida  que  las  personas  se  aproximan  á  la  vejez.  Y  en  los 
viejos  de  70  á  80  años  se  observa  resultado  positivo  en  un  60  á  70  por  100 
aproximadamente,  con  una  pustulación  notable  que  se  asemeja,  en  vigor  é 
intensidad,  á  la  de  todo  niño  pequeño.  El  Dr.  Desmoulins,  de  Donai,  me  ha 
comunicado  los  resultados  obtenidos  en  sus  revacunaciones  de  los  hospicios 
de  ancianos.  En  504  vacunaciones  hechas  en  estas  condiciones,  ha  obtenido 
un  58  por  100  de  resultados  positivos,  y  mi  vecino  y  amigo  el  Dr.  Carón,  de 
San  Mauricio,  en  170  mujeres  de  70  años  para  arriba,  revacunadas  en  el  hos- 
pital Stappaert.  ha  registrado  98  éxitos,  ó  í^ea  el  57  por  100. 

Resulta  de  estos  datos  precisos  que  la  inmunidad  vacunal  se  extingue 
progresivamente  á  medida  que  el  individuo  avanza  en  edad,  y  las  medidas 
que  convienen  tomar,  en  cuanto  á  las  vacunacionesy  revacunaciones,  son  las 
dictadas  por  la  ley  de  higiene  pública  votada  por  el  Senado  y  la  Cámara  y 
que  se  aplicará  en  P>ancia  á  partir  del  15  de  febrero  de  1903  * 

La  vacunación  será  obligatoria  en  el  primero,  undécimo  y  vigésimo  pri- 
mero años  Estas  sencillas  medidas,  ai)licadas  rigurosamente,  como  lo  son 
en  Alemania  y  Holanda,  harán  que  nos  libremos  en  término  breve  de  la  vi- 
ruela, conu)  en  estos  dos  países,  donde  tal  enfermedad  no  existe. 

Es  evidentísimo  que  se  dejará  facultad  para  que  las  personas  se  vacunen 
mayor  número  de  veces,  especialmente  durante  las  epidemias,  que  no  falta- 
rán en  prod\icirse  durantf»  el  período  transitorio  de  la  af)licación  de  la  ley,  y 
á  este  proj)ósito  es  un  prejuicio  extendido  entre  el  público,  que  h«ce  pensar 
que  la  vacunación  es  peligrosa  en  tiempo  de  epidemia.  Lo  que  ha  dado  ori- 
gen á  e.sta  idea  falsa  es  :(u"e  los  individuos  vacunados  desde  dos  ó  tres  días 
puedan  eontraer  la  viruela  y  ver  evolucionar  en  sí  mismos  á  la  par  la  va- 
cuna y  la  viruela. 

La  razón  de  este  hecho  que  puede  parecer  anormal  es,  sin  embargo,  muy 
sencilla.  Kl  período  de  incubación  de  la  viruela  es  l)astante  largo  :  14  días, 
término  medio  :  por  otra  parte,  la  inmunidad  conferida  por  la  vacunación 


Viruela  y  vacuna  33 


sólo  se  adquiere  seis  días  después  de  esta  operación.  Es,  pues,  muy  posible 
que  un  individuo  bajo  el  poder  de  la  viruela  y  vacuna  durante  el  período  de 
incubación  dé  cabida  á  la  vez  á  dos  virus  en  su  terreno,  no  g-ozando  de  nin- 
guna de  las  dos  inmunidades. 

Como  consecuencia,  en  tiempo  de  epidemia  de  viruela,  oid  este  consejo 
saludable :  «  En  caso  de  un  mal  éxiío,  liaceos  vacunar  cada  tres  ó  cuatro 
meses  ». 

Abrevio,  porque  temo  abusar  de  vuestra  atención  ;  sin  embargo,  permi- 
.  tidme  que  os  diga  algunas  palabras  sobre  la  preparación  de  la  vacuna,  la 
usjada  exclusivamente  hoy  para  las  vacunaciones  y  revacunaciones. 

Después  de  los  accidentes  desgraciados  causados  por  la  vacunación  de 
brazo  a  brazo,  accidentes  sobre  los  cuales  no  quiero' insistir,  porque  ya  co- 
nocéis las  afecciones  de  las  que  el  hombre  tiene  triste  privilegio  y  que  puede 
comunicar  á  sus  semejantes  aun  por  la  vacunación,  que  Chambón  y  Saint- 
Ives-Ménard  tuvieron  la  idea  de  cultivar  la  vacuna  en  el  animal  que  había 
provocado  el  imperecedero  descubrimiento  de  Jenner,  la  vaca.  Se  inten- 
taron diferentes  en.sayos  en  París,  hnce  cerca  de  medio  siglo,  ensayos  que 
fueron  coronados  por  el  éxito  y  que  eutroniz»ron  el  método  de  vacunación 
con  la  vacuna  animal. 

Toda  ternera  joven  ó  adulta  (en  Lille,  sólo  nos  servimos  de  adultas),  en 
excelente  estado  de  salud  y  grosura,  exenta  de  tuberculosis,  puede  servir 
para  la  producción  de  la  vacuna  animal, 

Nada  más  sencillo  que  descubrir  en  el  animal  vivo  la  presencia  de  la  tu- 
berculosis, empleando  la  tuberculina  de  Koch  ;.si  la  tubercuiina  no  ha  sal- 
vado la  especie  humana  del  azote  de  la  tuberculosis,  ha  tenido,  por  lo  menos, 
el  mérito  de  servir  para  reconocer  fttcilmente  los  animales  atacados  de  esta 
afección. 

Quince  días  de  cuarentena  en  el  lazareto  son  necesarios  para  asegurarse 
del  estado  perfecto  de  salud  del  vacunífero,  Después  de  este  examen  pre- 
vio, á  la  tornera  se  le  tiende  en  el  suelo  con  un  lazo  ordinario,  Se  le  flja 
acto  seguido  sobre  el  dorso,  con  las  piernas  separadas  y  sólidamente  mante- 
nidas por  medio  de  cuerdas.  Después  de  esquilarle  toda  la  superficie  ven- 
tral, comprendiendo  desde  los  pezones  hasta  el  esternón,  se  enjabona  fuer- 
temente esta  superficie  y  se  afeitan  los  pelos  del  mismo  modo  que  el  pelu- 
quero hace  con  los  de  la  barba. 

Se  enjabona  y  se  lava  de  nuevo  todo  el  campo  operatorio.  Luego,  me- 
diante una.  lanceta  que  corte  bien,  se  hacen  tres  ligeras  incisiones  en  la 
superficie  de  la  piel,  incisiones  distantes  unas  de  otras  dos  centímetros  apro- 
ximadamente, y  de  una  longitud  de  cuatro  centímetros,  poco  más  ó  menos. 
Se  pueden  hacer  así  de  250  á  300  á  cada  ternera.  Hecho  esto,  se  detiene  con 
una  servilleta  esterilizada  las  pocas  gotas  de  sangre  que  hayan  podido  des- 
lizarse.   Es  de  importancia  que  no  se  derrame  sangre. 

Con  una  espatulita  metálica  redonda,  mojada  previamente  en  la  vacuna 
procedente  de  otra  ternera,  se  recorren  todas  las  incisiones  practicadas,  apo- 
yando fuertemente  para  meter  bien  la  semilla  vacunal  entre  los  labios  de  la 
excarificación.  Se  levanta  al  animal  y  se  protege  el  campo  de  cultivo  con 
un  delantal,  que  se  renueva  y  esteriliza  dos  veces  cada  día. 

Todos  vosotros  habéis  visto  buenos  botones  de  vacuna  en  el  niño,  En  la 
vaca,  la  evolución  es  la  misma,  aunque  un  poco  más  rápida.  Al  sexto  día, 
es  decir,  después  de  transcurrir  seis  veces  veinticuatro  horas,  se  tiende  á  la 
vaca  en  el  suelo  y  se  le  inmoviliza  otra  vez.  Se  lava  con  agua  hervida  en- 
friada. Al  nivel  de  cada  una  de  las  250  ó  300  incisiones,  se  ve  una  magnífica 
pústula  vacuna,  muy  bien  formada,  con  su  característico  borde  nacarado, 
sin  reacción  alguna  inñamatoria  periférica. 

La  recolección  se  practica  con  una  cucharilla  de  bordes  cortantes,  tal 
como  la  que  os  presento  aquí.  De  un  solo  golpe  y  sin  derramar  sangre,  se 
levanta  rápidamente  toda  la  pústula  y  se  mete  en  una  vasija  esterilizada. 
Todas  las  pústulas,  una  vez  reunidas,  se  colocan  en  un  frasco  de  cristal  que 
se  adiciona  con  el  50  por  100  de  glicerina  para  asegurarla  conservación. 

Acto  seguido,  se  levanta  la  vaca  y  se  la  conduce  al  matadero,  donde  se 
acaba  con  ella  el  mismo  día.  Y  sólo'después  de  una  minuciosa  autopsia,  la 
vacuna  recogida  de  la  vaca  se  prepara  para  usarla. 

Para  haco^r  esto,  se  machaca  escrupulosamente  la  vacuna  con  una  má- 
quina especial,  ríiovida  por  fuerza  elé<»trica.    Luego,  con  una  jeringa  de 


24  Reptsla  critica  bibliQgráJica 


Pravaz,  se  la  coloca  ea  los  tubitos  de  cristal  que  ya  conocéis.  Las  cfos  extre- 
midades de  los  tubos  se  cierran  á  la  lámpara,  y  en  esta  forma  la  vacuna 
circula. 

En  lo  que  respecta  al  departamento  del  Norte,  la  vacuna  se  da  gratuita- 
mente á  los  médicos  y  comadronas.  98,634  tubos  se  han  repartido  de  este 
modo,  desde  el  1."  de  enero  al  15  de  noviembre.  Los  resultados  que  hemos 
alcanzado,  g-racias  al  sistema  délos  boletines  de  vacunación  adjuntos á  cada 
envío,  acusan  una  proporción  de  91'30  por  100  de  éxitos  en  primera  vacu- 
nación, y  de  5r48  por  100  en  las  revacunaciones  de  un  total  de  12,699  vacu- 
naciones registradas. 

No  ha  sido  señalado  ningún  accidente  grave. 

Yo  no  sé  si  es  ilusión  mía,  pero  creo  haberos  convencido  de  la  benigni- 
dad de  la  vacunación.  Importa  no  atribuir  á  la  vacuna  peligros  que  no 
tiene,  y  recurrir  en  tiempo  de  epidemia  á  las  revacunaciones  multiplicadas, 
pues  ellas  solas  pueden  librarnos  de  la  viruela. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.) 

HBVISTA  CRITICA  BUBLIOGRAFICA 

POR   KL 

Dr.  Rodríguez  Méndez 
Tres  obras  del  Dr.  Oomen^e 

I.  — Euforia  social. ~  Barcelona.  Ili02. 

II.  —  Escenas  médicas  Sarracionts  y  episodios  profesionales).  —  Barcelona,  1903. 
III.— La  Medicina  en  el  reinado  de  Alfonso  V  de  Aragón.  — Barcelona,  1903. 

Si  (( príori,  por  ser  de  Comeng-e,  se  puede  aplaudir  sus  obras  antes 
de  conocerlas  y  lue^»*o  saborearlas  con  todo  deleite  cuando  son  leída^t, 
dij^o,  empezando  por  la  deíjucción,  ya  que  las  premisas  son  conocidas 
y  lóg'icas,  que  estos  tres  trabajos  son  tres  joyas  de  subido  precio. 

Ocurre  con  los  escritos  de  este  nieritísimí)  autor  un  heclio  sing-ular: 
cada  una  de  sus  producciones  vale  más  que  la  precedente,  y  eso  que 
la  precedente  parecía  insuperable.  Xo  conozco  escritor  alg'uno,  entre 
los  notoriamente  fecundos,  que  no  haya  languidecido  en  uno  ó 
en  varios  trances  de  su  vida  científica  ó  literaria.  Pasan  ante  mi  me- 
moria venerandas  fíg-uras  de  este  ó  de  otro  país,  esos  varones  de  impe- 
recedera fama,  y  más  grandes  ó  más  pequeñas,  pe  nota  en  todoí^  depre- 
slones  al  lado  de  las  (jfig-antescas  cimas  que  los  elevaron  con  toda 
justicia  á  las  rej^riones  del  g-enio,  á  las  de  la  inmortalidad,  á  las  del 
prestigio  inacabable.  Estos  doctos  varones  caen  de  vez  en  cuando  bajo 
la  sentencia  aUquando  bonns  donnitat  Ilomerus. 

Comeiií^'-c  no  dormita  á  las  veces  ni  desmaya  nunca.  Por  tener  cada 
día  más  robusta  la  inteligencia,  más  sereno  el  juicio,  más  abundosos 
los  conocimientos,  mayores  y  mejor  ordenados  los  datos  y  más  caste- 
llano el  hermoso  lenguaje  que  siempre  manejara,  en  su  triunfal  carrera 
de  escritor  obedece,  sin  darse  él  mismo  cueiita  cabal  de  ello,  á  una  ley 
natural,  la  de  los  cuerpos  graves,  que  caminan  con  velocidad  unifor- 
memente acelerada,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  él  trabaja  y  produce  con 
mérito  progresivamente  creciente,  más  creciente  cuanto  mtis  lejano 
está  el  punto  de  partida,  el  de  su  primera  la})()r  literaria. 

Si  la  última  de  sus  producciones  es  la  mejor,  haciéndose  así  fticil  el 
estudio  comparativo,  el  juicio  resulta  difícil  cuando  se  tiene  delante  y 
á  la  par  se  valoran  tres  de  ellas,  como  es  laboriosa  la  apreciación  de 
tres  joyas  á  cual  más  estimable.  Para  no  perder  el  tiempo  en  valua- 
ciones, que  al  fin  no  sabría  hacer  bien,  corto  el  nudo  diciendo:  las  tres 
son  mejores.  Y  si  alguno  se  atreve  á  enmendarme  la  plana,  que  lo 
diga,  que  luego  veremos  los  puntos  (pie  alcanza  en  el  nivel  intelectual 
y  los  grados  de  su  sentimiento  artístico. 


lievisia  critica  bibliográjica  25 


Lo  más  notable  es  que  si  las  tres  obras  son  una  sola  en  cuanto  están 
adornadas  con  todas  las  g^las  imagfinables  del  estilo  y  del  len^^^uaje, 
sin  incurrir  en  lo  ridículo  por  lo  extremo  ni  en  los  afeites  disonantes, 
en  nada  se  parecen  por  la  maleria,  constituyendo  engendros  intelec- 
tuales muy  diferentes,  como  ya  puede  deducirse  de  sus  respectivos 
nombres  de  pila.    Veámoslo  en  breve  síntesis. 

I.  —  Euforia  social  es  el  tema  desarrollado  en  son  de  Memoria  regla- 
mentaria para  celebrar  de  manera  solemne  la  hermosa  fiesta  que  la 
docta  y  afamada  «  Academia  del  Cuerpo  médico  municipal  de  Barcelo- 
na» realizó,  en  enero  de  190.2,  para  inaugurar  el  curso  académico. 

«Fu/oria  social j  dice  Comenge,  después  de  un  brillante  y  afiligra- 
nado exordio,  es  algo  m?is  que  alegría  y  bienandanza  de  las  muche- 
dumbres; no  es  el  histérico  entusiasmo  de  las  agrupaciones  humanas, 
ni  las  sacudidas  extremosas  y  fugaces  de  una  colectividad  por  un  hecho 
próspero  ó  una  mudanza  anhelada;  tampoco  es  el  canto  de  guerra  ni  el 
grito  de  la  victoria,  ni  el  estruendoso  vocerío  que  acompaña  al  conquis- 
tador, ni  la  adulación  y  festejos  al  ídolo  del  humanal  rebaño;  Vd  euforia 
social  es  un  feuómeno  complejísimo  de  lenta  elaboración  en  el  seno  de 
los  organismos,  que  revela  un  bienestar  reconocido,  una  satisfacción 
del  cuerpo  y  del  espíritu,  una  harmonía  dulce,  un  ejercicio  suave  y 
fructífero,  un  vigor  y  florecimiento  en  el  dinamismo  de  la  colectividad 
y  amorosas  y  fecundas  relaciones  interespirituales  que  estrechan  los 
vínculos,  ensanchan  las  ideas  y  acrecen  las  energías  de  los  mortales;  la 
EUFORIA  es  la  vianifeslaciónviás  espontánea  y  legitim^i  de  la  riqueza  psico- 
física  de  la  colectividad  humana,  de  la  salud». 

Cuando  oí  este  párrafo,  tan  bien  acabado  y  tan  bien  leído,  quedé 
admirado,  casi  absorto.  Esa  definición  es  un  programa  vasto,  un  se- 
millero de  trascendentales  reformas,  un  decálogo  para  los  pueblos,  un 
venero  inagotable.  Van  dentro  de  él  los  gérmenes  de  una  evolución 
revolucionaria,  si  así  puede  decirse,  las  esperanzas  todas  de  un  más  allá 
social,  la  nube  repleta  de  agua  que  regará  el  casi  yermo  campo  del 
progreso  de  la  humanidad,  campo  cubierto  de  maleza  y  hojarasca, 
campo  escaso  todavía  en  frutos  sazonados  y  provechosos. 

Este  destello  genial  de  Comenge,  echado  al  vuelo  de  las  discusiones 
con  la  faz  expresiva  del  entusiasta,  con  la  frente  grande  y  brillante, 
con  la  entonación  del  profeta  y  del  reformador,  puso  de  manifiesto  los 
ricos  tesoros  de  su  filantropía  y  de  su  inteligencia,  de  sus  altruismos  y 
de  sus  conocimientos. 

Tan  hermosa  síntesis  subyugó  al  auditorio.  Por  convencimiento 
unos,  por  sugestión  otros,  quedaron  de  aquí  en  adelante  presa  de  la 
voluntad  de  Comenge,  quien  con  paso  firme  los  condujo  campo  atra- 
viesa por  ciencia  y  conceptos  nuevos,  recorriendo  el  poco  conocido 
sendero  que  debe  recorrer  la  Medicina,  la  Higiene  mejor  dicho,  para 
abrir  camino  á  las  colectividades  humanas,  si  han  de  llegar  á  la 
euforia. 

Al  marcarlos  obstáculos,  tropiezos  de  toda  suerte  en  que  la  huma- 
nidad puede  ser  detenida  ó  caer,  formula  una  larga  serie  de  aforismos, 
mandamientos  que  debieran  saber  de  memoria  y  practicar  todos  los 
pueblos.    He  aquí  uno  : 

«Pueblo  sin  fe,  sin  amor  y  sin  nítidos  propósitos,  no  tiene  alma,  es 
un  rebaño,  una  piara  que  vive  para  holgar  y  atocinarse  ». 

La  Memoria  del  Dr.  Comenge  es  un  gran  consuelo  en  estos  tiempos 
de  afeminados  y  farsantes.  Ténganla  al  lado  y  léanla  con  frecuencia 
cuantos  se  sientan  hombres  y  cuantos  apetezcan  euforia  intelectual. 

n.  —  Las  Escenas  médicas,  juzgadas  recientemente  y  con  sentencia 
unánime  favorable,  es  una  labor  distinta.  Si  la  Euforia  social  es  de 
preferencia  una  labor  masculina  y  valiente,  estas  Escenas  demuestran, 


2$  Repista  critica  bibliográfica 


una  vez  más,  los  conocimientos,  el  gracejo,  el  donaire  y  la  discreción 
de  Comeng-e. 

Los  episodios,  cuya  base  asegura  es  histórica  en  la  totalidad  de  ellos 
ó  poco  menos,  son  cuarenta  y  siet^.  A  pesar  de  número  tan  respetable 
parecen  uno  solo  ;  tai  es  la  aVidez  con  que  se  leen.  De  no  ser  un  pasto 
exquisito  y  por  completo  ¡^^ptonuadOy  estos  episodios  harían  daño  como 
los  dulces'^á  los  glotones.  ¡  Que  no  hay  freno !  8e  lee  el  primero,  luego 
el  segundo,  el  tercero  y  asi,  uno  en'^pos  de  otro,  hasta  el  último.  Es 
inútil  para  librarse  de  tanta  ingestión  leerlos  sin  orden  ;  de  todos  mo- 
dos son  leídos,  con  la  agravante  de  que  cada  uno  de  ellos  aumenta  el 
apetito.  Este  libro  es  de  los  que  se  leen  de  un  tirón,  no  obstante  sus 
trescientas  páginas,  largas. 

El  corte,  la  forma,  el  diálogo,  la  intención  son  diversos :  no  hay  dos 
iguales,  ni  siquiera  semejantes ;  cambian  el  sitio  del  suceso,  la  época 
histórica,  la  naturaleza  del  asunto,  la  valía  de  los  personajes.  La  in- 
ventiva del  autor  no  se  agota  ;  en  el  último  aparece  como  si  empezara  á 
contar  por  vez  primera.  " 

Aparte  del  mérito  artístico,  del  discreteo  constante  y  del  ingenio 
que  se  derrocha  en  todas  las  páginas  y  en  todos  los  detalles,  las  Esce- 
nas 7nédicas  tienden  á  ilustrar  moralizando,  cumpliendo  el  hctorem  de- 
lectando,., por  modo  peregrino,  ilustración  y  moralización  que  beneficia 
no  sólo  k  los  médicos  sino  A  cualquiera  otro  que  ansie  entrenimientos 
honestos  y  enseñanzas  útiles,  arrancadas  como  ejemplos  de  la  vida  or- 
dinaria ó^de  acontecimientos  de  mayor  trascendencia  y  jerarquía. 

¿Cuál  es  el  mejor  de  ellos?  Averigüelo  quien  dé  en  la  flor  de  re- 
solver la  cuadratura  del  círculo  ó  el  movimiento  continuo.  Todos  son 
excelentes.    El  grato  sabor  de  uno  no  quita  el  buen  gusto  del  otro. 

IIL  —  Tiene  el  Dr.  Comenge  la  singular  potestad  de  ser  maestro  en 
muchas  cosas,  especialista  en  muchas  especialidades;  pero  sin  disputa, 
es  más  maestro  y  más  especialista  en  asuntos  históricos,  y  sobre  todo  y 
ante  todo  en  historia  de  Medicina  y  de  médicos.  No  es  de  extrañar  , 
que  su  tesis  de  Doctorado  tuviera  como  médula  y  cerebro  una  materia 
médico-histórica,  y  menos  todavía  puede  maravillar  que  eligiese  suce- 
sos españoles  y  estos  fueran  de  los  más  enredados  y  discutibles. 

A  pesar  de'algunas  tentativas,  dignas  de  aplauso,  pero  no  comple- 
tas, la  historia  de  la  Medicina  española  está  por  hacer.  Las  obras  pu- 
])licadas  no  han  nacido  en  los  Archivos  y  adolecen  de  gravísimos  de- 
fectos. Comenge  pudiera  escribirla,  que  pocos  le  igualan  y  nadie  le 
aventaja  en  la  buena  orientación  que  da  á  sus  investigaciones,  en  la 
constancia  con  que  las  persigue,  y  en  la  severa  crítica  con  que  las 
valora. 

Tiene  escrito  mucho  sobre  historia  médica.  Nuestra  Gaceta  se  ha 
visto  honrada  más  de  una  vez  con  sus  magistrales  producciones.  Mas 
todos,  todos,  echamos  de  menos  la  obra  colosal  para  cuya  construcción 
tantos  materiales  ha  acumulado.  Sobre  su  conciencia  debe  pesar 
nuestro  legítimo  deseo:  Comenge  no  puede  negarse  á  petición  tan 
justificable.  La  petición  es  grande,  colosal,  no  hay  duda;  pero  no 
pensaríamos  en  (.onienge  si  la  empresa  no  pasara  de  liviana  ó  de  tri- 
vial. Suum  cuique.  Para  los  hombres  de  valía,  los  acometimientos 
laboriosos  ;  para  los  demás,  quédannos  los  medianos  y  sencillos. 

Esta  monografía  misma,  que  es  una  obra  extractada  y  condensada, 
despierta  niAs  el  deseo  de  que  sea  el  narrador  crítico  de  nuestra  his- 
toria, que  á  él  no  le  molesta  el  polvo  de  los  archivos  ni  los  trabajos 
penosos. 

Todavía  se  aviva  más  la  apetencia  cuando  contemplamos  los  hori- 
zontes que  va  descubriendo  y  el  racional  enlace  que  ha  visto  entre  la 
vida  de  los  reyes,  la  valía  de" los  médicos  y  la  marcha  de  los  pueblos. 


Formulario  y  iraiamientos  modernos  27 

Este  estudio  fundamental,  ah  ovo,  más  sensato  y  más  fecundo  que  el 
usado  de  ordinario,  es  el  que  puede  descubrir  la  causa  de  hechos  so- 
ciales, de  hechos  populares,  cuyo  g-énesis  está  equivocado  en  g:ran 
manera. 

El  temperamento  linfático  ó  nervioso,  la  constitución  fuerte  ó  ro- 
busta, las  intemperancias  genitales  ó  la  castidad  forzada,  la  herencia 
con  todas  sus  ventajas  é  inconvenientes,  los  impulsos  epilépticos,  his- 
téricos ó  resueltamente  vesánicos,  la  debilidad  de  carácter  que  conduce 
al  favoritismo  y  á  las  degeneraciones...  la  sífilis,  la  tuberculosis,  la  li- 
tiasis con  sus  cólicos  violentos,  etc.,  todo  esto  y  mucho  mj^s,  en  tanto 
3ue  la  vida  de  los  egregios  se  relaciona  é  influye  poderosamente  en  la 
e  los  pueblos,  tiene  la*clave  de  las  prosperidades  y  de  las  abyecciones 
populares,  tanto,  más  cuanto  más  absoluto  sea  el  poderío  de  los  mo- 
narcas y  menos  capacitado  el  pueblo.  Si,  por  ejemplo,  el  cólico  litíá- 
sico  de  Espartero  hubiera  sido  más  intenso,  iñ\  vez  no  se  hubiera  liber- 
tado la  capital  de  Vizcaya.  Comenge  mismo,  al  resucitar  la  herencia 
de  Jaime  el  Conquistador,  ha  fijado  mejor  su  carácter  y  ha  puesto  en 
claro  la  indiscutible  influencia  de  aquélla  y  de  otros  hechos  orgánicos 
en  la  constitución  del  monarca  y  consecutivamente  en  la  evolución  de 
su  pueblo,  en  sus  proezas  y  en  sus  arrogancias. 

Con  este  mismo- criterio,  el  más  seguro  y  el  más  sano,  expone  Co- 
menge una  faz  y  una  época  de  nuestra  historia  en  su  Tesis  de  Docto- 
rado. Reúne  los  datos,  acumula  hechos,  investiga  médica  y  biológi- 
camente los  personajes  y  entonces,  por  deducciones  naturales,  antro- 
pológicas, por  los  conflictos  del  medio  con  el  hombre  y  con  los  hombres, 
llega  á  verter  luces  abundantes  sobre  sucesos  que  parecían  inexplica- 
bles, á  modo  de  efectos  sin  causas  ó  de  causas  amasadas  con  barruntos 
filosóficos,  abstracciones,  idealismos  ó  algo  más  absurdo  y  disparatado. 

Tal  modo  de  construir,  entender  y  exponer  la  Historia,  indudable- 
mente el  más  humano  y  el  más  racional,  puede  verse  muy  bien 
manejado  leyendo  y  meditando  Za  Medicina  en  el  reinado  de  Alfonso  V 
de  Aragón,  nueva  prueba,  portentosa  prueba,  del  talento,  perspicacia 
y  hombría  de  bien  de  nuestro  futuro  historiador,  de  Comenge. 


FORMULARIO   T   TRATAMIBNT08    MODBRMOS 

I.  —  Peng^awar:  hemostático  nasal 

El i?í;i^r/;¿?«r-¿(;'a?w¿i  es  el  pelo,  amarillo  y  sedoso,  que  envuelve  á  varios 
hongos  del  Tonkin  y  de  la  India.  Su  acción  hemostática  es  conocida  de 
tiempo  inmemorial  y  por  vez  primera  ha  sido  usado  en  Francia  por  el  doc- 
tor Lubet-Barbon  (1903)  (1),  quien  lo  recomienda  mucho.  Basta  aplicarlo 
para  que  cese  la  hemorragia. 

Su  acción  es  coagulante,  según  se  deduce  de  los  estudios  del  Dr.  Lafite- 
Dupont(2). 

II.  —  Catarros  adrados  y  oatarros  iódloos 
de  las  primeras  vías  respiratorias:  tratamiento 

Acido  sulfanílico  puro 10      gramos 

Carbonato  sódico 8*50        » 

Agua  destilada ,     .     .     .     .    200  » 

De  3  á  6  cucharadas  medianas  diarias,  de  preferencia  en  dos  veces. 

Sulfanilato  sódico  puro 10  gramos 

Agua  destilada  de  hinojo 200       » 

.  Tres  cucharadas  dos  veces  al  día  (Bocquillon-Limousin)  (3). 

(1)    Ann.  des  maladies  de  foreilie. 

(i)    Gaj(.  hebd.  des  Se.  méd.  de  Bordeaux. 

(3)    Le  Pr agres  medical. 


28  Formulario  y  tratamientos  modernos 

III.  —  Enteritis  uloerosa  de  los  tuberoaioeos ; 
tratamiento  oon  el  azul  de  metileno 

Hace  pocos  meses  L.  Re  non  y  Geraudel  (i  i  eren  cuenta  á  la  Sociedad 
de  Terapéutica  de  París  de  los  buenos  resultados  obtenidos  en  las  úlce- 
ras de  la  leng-ua  y  del  velo  del  paladar  de  los  tuberculosos  con  el  azul  de 
metil«*nn  ;  á  la  par  anunciaron  que  estudiaban  los  efectos  de  éste  en  las  en- 
teritis ulcerosas  de  esta  clase  de  enfermos,  adelantando  que  la  diarrea  dis- 
minuía y  aun  cesaba.  De  los  estudios  deducen  que  es  un  buen  medica- 
mento, en  estos  casos,  dado  al  interior. 

Prescriben  el  azul/le  metileno  á  la  dosis  de  15  (i  20  centig-ramos  en  un 
solo  sello  con  «o  á  80  de  lactosa,  ó  bien  dividen  la  cantidad  dicha  en  4  sellos. 
Con  la  lactosa  se  proponen  dividir  el  polvo  y  hacerlo  más  tolerable. 

Rflpidam(Mite  mengua  el  número  de  deposiciones,  y  no  tarda  en  cesar  la 
diarrea  y  ha>ta  en  ser  reemplazada  por  a.stricción  de  vientre. 

Opina  que  el  azul  obra  detergiendo  las  úlceras  y  oponiéndo.se  á  las  in- 
fecciones secundarias,  cual  hace,  por  modo  análogo,  en  la  disentería  y  en  la 
colitis  muco-membranosa.  Renon  ha  visto,  en  la  fiebre  tifoidea,  bajar  la 
temperatura  de  2  á  8  décimas  con  10  centigramos  de  azul  (1). 

'        IV.  —  Oxiuros  y  disenteria :  tratamiento  oon  la  naftalina 

Minerbi  la  usa  contra  la  disentería  en  supositorios  : 

Manteca  de  cacao    ,     ,     , \  ^^   ««„4.^.  ,•«.,« i^c 

Naftalina ^  aa.  partes  iguales 

y  en  lavativas  aceitosas  si  las  úlceras  están  más  altas  que  el  campo  de  acción 
de  un  supositorio : 

Aceite  de  olivas      .,.../.: 20  gramos 

Naftalina 5       » 

Como  las  lavativas,  al  principio  y  por  el  tenesmo,  no  pueden  ser  reteni- 
das más  de  media  hora,  habrá  que  repetirlas  tres  ó  cuatro  veces  en  las  24 
horas.    Después  son  conservadas  5  ó  (>  horas  y  hasta  no  expulsadas.  Tienen 
la  ventaja  de  no  causar  astricción  de  vientre. 
Rorsbach  la  emplea  de  este  modo  : 

Agua  hirviendo 100  gramos 

Naftalina 5       » 

Cocimiento  de  malvavisco 500       » 

para  inyectar  de  una  vez  y  á  37°. 

A  Minerbi  le  parecíí  esta  fórmula  sólo  indicada  en  los  casos,  raros,  en  que 
haya  úlceras  en  el  intestino  delgado. 

Contra  los  oxiuros  recurre  á  estas  lavativas :    ' 

Naftalina 1  á  1'50  gramos 

Aceite  de  olivas 10  á  50  » 

para  los  niños ;  para  los  adultos : 

Naftalina ,      5á6    gramos 

Aceite  de  olivas 60  á  80         » 

En  menos  de  ocho  días  ha  curado  once  niños  (2). 

V.  —  Infnsión  lazante  de  sen  con  café 

Agua  hirviendo    .     .• 150  á  200  gramos 

Folículos  de  sen 3á5        » 

Maná  en  lágrimas 20  á    30        » 

Cafó  tostado  y  pulverizado 1)        » 

Fíltrese  y  tómese  durante  el  día  (E.  Perier)  (2). 

VI. —lodoformo:  deeodoraoión 

Para  u^o  externo : 

í?o!f.ínTpn-i.-    '    'i ¡  aa.  partes  iguales. 

Canela  de  Ceylán  en  polvo |         ^  ^ 


(\)    Gaj^.desMp. 

(2)    Ann.de  Med.  et  de  Ckir.  infantiles. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  ^9 

Para  pílfioras  : 

lodoformo 003  á  0'05  gramos. 

Canela  de  Ceyláu  en  polvo 0'04  á  0'05       » 

Para  pomada : 

lodoformo 1  gramo. 

Esencia  de  canela  de  Ceylán   ....      V  gotas  (1). 

VII.-^Bismato  coloidal:  su  empleo  en  la  gr&stro-enterltlB  de  los  nlflos 

Las  sales  de  bismuto,  el  bismutoso,  la  tanalbina,  el  tanígeno,  que  son  los 
más  usado-,  suelen  ser  tomados  con  repugnancia  y  salnn  casi  íntegros  con 
las  materias  fecales  algunos  días  consecutivos.  Hoy,  un  antiséptico  debe  ser 
tomado  sin  dificultad,  fácilmente  tolerado,  rápido  en  su  acción  y  no  causante 
de  fenómenos  secundarios. 

El  bismuto  coloidal,  que  tanto  se  recomienda,  es  insípido  insoluble  en  el 
estómago,  obra  con  rapidez  como  astringente  y  no  causa  perjuicios.  El 
óxido  de  bismuto  contiene  2¿  por  100  de  bismuto  metálico  y  es  soiuble  en  el 
agua  caliente  y  en  l»i  fría  (22'3por  100)  ;  las  soluciones  al  5í5  por  100  tienen 
color  amarillo  rosado  y  son  algo  opalescentes  é  insípidas;  al  50  por  100  son 
dulzainas  y  de  consistencia  gelatinosa. 

K>le  bismuto  ha  s»do  usado  en  las  enfermedades  intestinales  de  los  niños 
escrofulosos,  raquíticos,  pulmonares,  atrofíeos,  siempre  con  buen  resultado. 
Antes  de  emplearlo,  se  hace  un  lavado  del  estómago  y  del  intestino,  pri- 
mero con  agua  y  luego  con  solución  fisiológica.  El  primer  día  se  da  cu* 
charadas  de  agua  albuminosa,  después  leche  de  burra  ó  de  vaca  diluida 
con  leche  e>terili;5ada  ó  suero  de  la  misma  leche. 

La  dosis  media  es  la  de  cinco  centímetros  cúbicos  de  la  solución  al  10 
por  100,  repetida  tres  ó  cuatro  veces  al  día;  en  los  débiles  y  de  pecho  son 
más  útiles  dosis  frecuentes  de  O'o  de  bismuto  coloidal;  la  mínima  es  de  0*25. 
Estas  cantidades  se  toleran  largo  tiempo,  dan  buen  aspecto  á  las  deposicio- 
nes con  color  gris  y  como  jabonosas,  reduciéndolas  en  número  y  cantidad. 

La  indicación  principal  son  los  catarros  y  flegmasías  intestinales.  Es  in- 
útil, como  lo  son  todos  los  medicamentos,  en  la  tabes  mesentérica  (2). 

VIIL— Oreoaoformo:  modo  de  adminietrarlo 

Contiene  9ü  por  100  de  creosota  y  resulta  de  la  combinación  de  ésta  con 
el  aldehido  fórmico. 

Polvo  amarillo  verdoso,  inodoro,  insípido,  insoluble  en  el  agua  y  en  la 
glicerina  y  soluble  en  el  alcohol. 

Se  usa  con  ventaja,  en  vez  de  la  creosota,  hasta  la  cantidad  de  cuatro 
gramos  diarios. 

Se  puede  recurrir  á  esta  fórmula  : 

Creosoformo 1  gramo. 

Azúcar  en  polvo 4       » 

Esencia  de  naranja c.  s.    (1) 

IX.  —  Amlg^dalltls :  empleo  del  formol 

Dice  Jordon  que  abortan  embadurnando  con  una  solución  de  glicerina 
del  1  al  4  por  100  [\\), 

X.  —  Alooholiemo  agnado  :  tratamiento 

Inyectando  un  centigramo  de  cío  hidrato  de  apomorfina,  tras  del  vómito, 
cesa  la  agitación  y  se  duerme  el  intoxicado  (Vaccari)  (-O- 

Dr.  Rodríguez  Mí^ndbz. 


(1)  Gíjjf .  &\ciL  di  Mcd.  e  Chir. 

(2)  fJu-f.  dugli  Osped. 

(3)  Ga^.  hebd.  dus  Se.  méd,  de  Bordeatix. 


^^K' 


SECCIÓN    OFICIAL 


PREMIO  PARA.  ESTUDIANTES 
FUxNDADO  POR  LA  ASOCIACIÓN  DE  LA   PRENSA  MÉDICA  ESPAÑOL.A 

Dicha  Corporación  abre  concurso  sobre  el  sigfuiente  tema  :  «Medios  que 
pueden  ponerse  en  práctica  por  el  Estado,  Corporaciones  ó  particulares, 
para  auxiliar  á  los  estuciiantes  que  no  dispong-an  de  medios  de  fortuna». 

Las  Memorias,  que  estarán  escritas  en  castellano,  con  caracteres  de  f^cil 
lectura,  sin  exceder  del  texto  necesario  para  32  pÁginas  de  impresión  en  4.*' 
y  cuerpo  8,  deberñn  remitirse,  antes  del  3ü  de  abril  próximo,  á  la  Secretaría 
general  de  la  Asociación,  cnllede  Leganitos,  H,  2.°,  izquierda,  de  una  á  tres 
de  la  tai'de,  las  que  se  entreguen  á  la  mano,  ó  ser  dirigidas  las  de  provin- 
cias, en  paquete  certificado,  á  nombre  del  Secretario,  D.  Ángel  de  Lnrra. 

Dicha^  Memorias  sólo  podrán  estar  redactadas  por  alumnos,  ofliiales  ó 
libres,  que  acreditarán  antes  de  obtener  el  premio  que  se  hallan  matricula- 
dos ya  en  cualquiera  de  las  Facultades  de  Medicina,  de  Farmacia,  Escuelas 
de  Veterinaria  de  España,  ó  en  la  Sección  de  enseñanza  de  la  Odontología, 
existente  en  la  Universidad  Central. 

Habrá  un  premio,  un  accésit  y  las  menciones  honoríficas  que  el  Jurado 
estime  oportuno,  si  encuentra  trabajos  con  méritos  suficientes  para  unos  y 
otras. 

El  premio  consistirá  en  el  pago  de  todas  las  matrículas  de  un  año  (sin 
exceder  de  cwrt/ro  las  asignaturas)  en  cualquier  Facultad,  Escuela  ó  grupo 
de  enseñanza  enumera<los,  excluyendo  las  del  doctorado. 

El  accésit  consistirá,  á  su  vez,  en  el  pago  de  los  derechos  correspon- 
dientes á  dos  asignaturas,  también  del  período  de  la  licenciatura  ó  su  equi- 
valente. 

En  la  segunda  quincena  de  mayo  del  dicho  año  1904,  se  harán  públicos 
los  lemas  de  los  trabajos  premiados,  á  ñn  de  que  los  alumnos  autores  de  és- 
tos indiquen  las  asignaturas  que  eligen  para  el  objeto  expresado. 

El  reparto  de  los  diplomas  corres¡)ondientes  coincidirá  con  la  apertura 
del  curso  de  19()4-.905. 

Regla  general.  —  Todos  los  trabajos  que  se  presenten  al  Concurso,  se 
remitirán  donde  queda  indicado,  no  debiendo  sus  autores  firmarlos,  rubri- 
carles, ni  escribirlos  con  su  propia  letra,  encabezándolos  con  un  lema  para 
distinguirlos.  En  pliego  cerrado,  lacrado  y  sellado,  que  remitirán  adjunto, 
manire.starán  su  nombre,  residencia  y  carrera  que  estudian,  escribiendo 
únicamente  en  el  sobre  de  aquél  el  mismo  lema  que  figure  al  frente  de  la 
Memoria. 

Los  pliegos  de  las  Memorias  no  premiadas  se  inutilizarán  en  la  primera 
sesión  que  ce  ebre  la  Junta  directiva  después  de  hacerse  públicos  los  nom- 
bres de  ios  elegidos. 

Las  Memorias  premiadas  serán  propiedad  déla  Asociación,  y  no  podrán 
ser  publicadas  por  sus  autores  sin  autorización  de  la  misma.  Si  se  acordara 
la  impresión,  se  entregarán  100  ejeni[)lares  al  autor. 

Ninguna  Memoria  podrá  retirarse  del  Concurso. 

Madrid  WO  de  octubre  de  1903.  —  El  Presidente,  31.  Marín  y  Sancho.  —  El 
Secretario  general,  Aiigel  de  Larra  y  Cerezo. 


PUBLICACIONES  RECIBIDAS 

£1  traumatismo  oomo  cansa  de  enfermedades  de  oar¿,oter  médico. 

Discurso  leído  en  la  «Academia  médico-quirúrgica  esi)aíiola »,  en  la 
sesión  inaugunil  del  curso  acatlémico  de  19v)3-190i,  por  el  Dr.  Rafael  del 
Valle  y  Aldabalde.  —  Madrid,  19j3.  —  Dos  ejemplares. 

Peste  búbónloa.  —  Conferencia  leída  en  la  se  ion  pública  celebrada  por  la 
«Sociedad  malagueña  de  Ciencias  físicas  y  naturales»  en  las  noches 
del  lo  y  22  de  octubre  de  1903,  por  su  Presidente  Antonio  de  Linares  En- 
ríquez  —  Málaga,  1903. 

Manaal  de  PatoKg^ia  externa,  por  E.  Forgue— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  üil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 


Publicaciones  recibidas  31 


t\id  de  grabados  intercalndos  en  el  texto  en  negpro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuadernos  8.°  y  9.°  —Barcelona,  1903. — Dos 
ejemplares. 

Tratado  pr&otico  de  la  sífilis  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor E.  tíerdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  — Traducido  por  el  doc- 
tor T.  Coroniiiias  y  Pedeinonte.  —  llu>trado  con  multitud  dn  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  páginas  y  una  lámi- 
na, á  una  peseta  ípI  cuaderno.  —  José  Kspasa,  editor,  Cortes.Siy.  —  Cua- 
dernos 5.^  6.^  7."  y  S.**  —  Barcelona,  1903  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medioina  olinloa  y  Terapéntica,  publicado  bajo  la  dirección 
de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Bbstein  y  J.  Schalbe,  con 
la  colaboración  de  eminentes  proíesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  porelDr.  D.José  Góng-ora  y  Tuñón. — José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuadernos  85,  8(5  y  87.  — Barcelona,  1903.  — 
Una  peseta  cuaderno.  — Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medioina  le^al,  por  el  Dr.  Ch.  Yibert,  con  un  Prefacio  del  doc- 
tor P.  Brouardel.  —  Traducción  castellana,  enriquecida  con  notas  refe- 
rentes á  la  leí^islación  española  vidente  y  un  Prologo  por  el  Dr.  D.  Luis 
Comengre.  —  Con  g-rabados  intercalados  en  el  texto.  —  José  Bsi)asa  y  C*. 
editor.  Cortes,  579.  —  Cuadernos  37,  38,  :^J  y  40.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos 
ejemplares. 

Be  la  placenta  previa,  inserción  viciosa  ó  anómala  de  la  placenta, 
por  el  Dr.  D  Miguel  Ma.-ieras  y  Ribera.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos  ejem- 
plares. 

Tratado  de  Medicina  y  de  Terapéntioa,  publicado  bajo  la  dirección  de 
MM.  P.  Brouardel,  A.  Gilbert  y  S.  Girode,  por  eminentes  cohiboradores  y 
traducido  p  >r  1).  José  Núñez  Grané-^.  —  Tomo  V.  —  Enfermedades  de  las 
glándulas  salicffveSy  del  páncreas,  del  hígado,  del  bazo,  de  los  ríñones,  de  la 
vejiga  y  de  los  órganos  genitales  del  hovihre  y  de  la  nivjeVy  por  MM.  Duprf», 
Ricliardiére.  Carnot,  Giibert,  Fournier,  Garnier,  Surniont,  Launois.  Jean- 
selme,  Chauífard,  Guiñón  y  Siredey.  —  MadrM,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Ezploraolon  radioi^r&fica  del  tórax  como  medio  de  diag^nóstlco  mó- 
dico y  quirúrgico.  —  Tesis  del  Doctorado,  por  D.  Antonio  Espina  y 
Capo.  —  Madi'i'i,  l9o3.  -—  Dos  ejemplares. 

Traitement  du  cáncer  par  la  physicotherapie.  —  Comunicaiion  faite 
á  VA  cademie  nationale  de  M¿dec¿7ie,  par  le  Dr.  J.  A.  Riviére.  —  París,  i903. — 
Dos  ejemplares. 

La  Medicina  en  el  reinado  de  Alfooso  V  de  Arag^ón.— Tesis  del  Doc- 
torado, por  1).  Luís  Comenge  Ferrer. — Barcelona,  1903— Dos  ejemplares. 

Simnlaolóa  de  la  loonra  ante  la  Sociolog^ia  criminal  y  la  Clínica 
pslqni&trioa,  precedido  por  V7i  estudio  sobre  la  simulación  en  la  lucha  por 
la  vida  en  el  orden  biológico  y  social,  porelDr.  Josélngfgnieros. —  Buenos 
Aires,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

La  alimentación  de  los  niflos  dorante  la  primera  edad.  —  Comuni- 
cación presentada  al  XIV  Congreso  internacional  de  Medicina  (  Madrid, 
1903),  por  el  Dr.  Calatravefio.  —  Madrid,  lv03.  —  Dos  ejemplares. 

L'Institat  Central  de  Thórapentiqne  physlqne  de  Reme,  dirigée  par 
M.  le  Dr.  Ch.  Colombo.  —  Notice  sur  Vinjstallation,  le  fonctioniiement  et 
Vorganisation  de  rinstitul  (  avec  íigures ).  —  Milán,  190H. 

Estadio  de  los  principios  activos  de  las  plantas  medicinales.  Química, 
Farmacología,  — Tempéutica,  por  el  Dr.  1).  Kmilio  Pérez  Noguera.  —  De  la 
Biblioteca  de  la  líevistn  de  Medicina  y  Cirvgia prácticas.  •—  Cuaderno  10. — 
Madrid,  190.}.  — TrRs  pe.^etas  cuaderno. 

Tratado  de  las  enfermedades  de  la  infancia,  por  el  Dr.  Julio  Comby.— 
Segunda  edición  española  traducida  de  la  IV  francesa  i)or  el  Dr  D.  An- 
drés Martínez  Vargas.  —  Salvat  y  C",  Mallorca,  k94.  —  Cuaderno  1(5.  — 
Barcelona,  i9(í3.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Dermatología,  Blfllios^rafia  y  Enfermedades  venéreas, 
escrito  pam  uso  de  médicos  y  alumnos  de  Medicina  por  el  Profesor  Dr.  Ed- 
mundo Lesser.  Traducido  de  la  décima  edición  alemana  por  los  Doctores 
D.  Gil  Saltor  y  Lavall  y  D.  José  María  Biada.  — Ilustrado  con  profusión 
de  grabados.  —  Salvat  y  C,  Mallorca  ií94.  —  Cuaderno  9.°  —  Barcelo- 
na, 1903.  —  Dos  ejemplares. 


33 


Estudios  dtmográjicos  de  Barcelona 


Obras  esoog'ldas  del  Dr.  Giné  y  Partagás,  precedidas  de  un  Prólogo  apolo- 
gético del  Dr.  Ü.  Rafael  Rodríguez  Méudez.  —  Barcelonfl,  19U3.  —  Dos 
ejemplares. 

Agrenda  Módioo-quirúrg'ioa  de  bolsillo  ó  Memorándum  terapéutico,  For- 
mulario moderno  y  Diario  de  visita  para  1904  y  m^o  í\q  lOá  médicos,  ciru- 
janos y  farmacéuticos,  bajo  la  dirección  facultativa  del  Dr.  D.  Gustavo 
Reboles  y  Campos.  —  Baily-Bailliére  é  lujos.  —  Madrid,  1903.  —  Tres 
pesetas. 

Períódicos  :  Anales  de  la  Sooiedad  española  de  Hidrologria  módioa. 

Director:  Dr.  B.  Aviles.  —  Montera,  2?,  bajo,  Madri<l.  —  ün  año;  (5  ptas. 

Madrid  médloo.  —  Revista  de  Medicina,  Cirugía  é  Higiene.  —  Director: 
D.  Guillermo  García.  —  Capellanes,  1 ,  duplicado,  Madrid.  —  ün  año  : 
5  pesetas. 

Boletín  de  la  «Sociedad  médica  de  Puerto  Rico».  —  Director:  Dr.  R.  Ruiz 
Ariiau.  —  San  Francisco,  50.  —  San  Juan  de  Puerto  Kico. 

El  Instltnto.  —  Publicación  mensual  de  Ciencias,  Artes,  Literatura.  —  Di- 
rector: D.  José  María  Orellaua.  —  9/  Avenida  Sur,  núm.  3.  —  Gudte- 
maJa.  —  ün  año  :  %  8.00. 


Estudios  demogpáificos  de  Barcelona 

POR    EL 

Dk.  D.  Luis  Comengh 

Director  del  Insiituio  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mes  de  dloiembre  de  1903 


I.  —  iNFKCCIO.NKS 

Coqueluche O 

Difteria 18 

Disentería. 2 

'Escarlatina *.  O 

Erisipehí 6 

Eclampsia V¿ 

Fiebre  tifoidea 64 

Gangrena 1 

Influenza 7 

Lepra O 

Otras  infecciones 6 

Paludismo O 

lleuniatisnio O 

Sarampión 9 

Septicemia  puerperal     ...  4 

Id.          quirúrgica  ...  2 

Síñlis 8 

Tétanos 4 

Tuberculosis 138 

Viruela 29 

Tola! ~3Td 

II.—  ÜrRA.S    INFKCCIONKS    Y   PADKGl- 
MIKNTOS    DK    NATURALKZA     NO    DB- 

TKRMiNAüA   (por  aparatos  y  sis- 
temas). 

/>.  ^,,,^    í  XrteriHS 30 

^V,^^^^-    Corazón 153 

^^^^^-     Iven^s O 

Suma  y  sigue.    ...      183 


Suma  anterior.    .    .    .  183 

'Boca 2 

/^/^mt    ^^  Intestinos     ....  59 

*  *  '  i  Otros  anexos   ...  18 

Peritonitis    ....  1 

Jí^tnirn    í  B^onq  uialeS    (Afectos).  106 

toHo      V''^''''''''''     ....  2TS 

Í0710.  -Ipui^.ó,,  y  pleura.     .  13 

Cerebro  y  inedulu 160 

Genital  femenino O 

»         masculino     ....  O 

Meniuí^es 55 

Urinario 40 

Total.     .     .     .     .  909 

III.  —  Oraos    Y    ACCIDKNTK8 

Accidentes 21 

Alcoholismo O 

Distrofias  cíínstituciunales.     .  7 

Ksclerema O 

Fnlta  de  desarrollo     ....  9 

Neoplasmas 39 

Senectud 8 

Sin  diaírnóstioü O 

Intoxicación O 

Total 84 

Total  de  defunciones .     .     .     .  1303 

Total  de  nacimientos .     .     .     .  1050 

Abortos 112 


Tomo  XXVII.    ytm.  2      Barcelona  31  enero  de  1904      Año  XZVII.     Núm.  638 

Gaceta  Médica  Catalana 

SUMARIO:  Tratamiento  de  la  cloroanemia  por  los  enemas  de  sangre,  por  el  Dr.  D.  Juan  Ma- 
nuel Marianl  —  Mosauitos  y  paludismo ,  por  el  Dr.  Ferrer  Piera.  —  Alcoholismo  en  Bar- 
celona. Proñlaxis  (conclusión),  por  D.  Fernando  Gasadesús.  —  La  lactancia  mixta,  por 
E.  Périer.  — RevisiA  ckítica  BiBLiocRÁPtcA,  por  el  Dr.  Emilio  Pérez  Noguera  —  For- 

MLLAKIO  Y  TRATAMIENTOS  MODKRNOS,  pOT  cl  Dr.  RodrígUeZ  MéndeZ.  —  Nl'ESTK A  CORRES- 
PONDENCIA CON  LA  PHENSA.  -  Estudlos  dcmográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis 
Comenga. 


Tratamiento  de  la  cloroanemia  por  los  enemas  de  sangre  <*> 

POK    EL 

Dr.   D.   Juan   Manuel  Mariani 

Médico  de  número,  por  oposición,  del  f  fospital  de  la  Princesa  y  Académico  de  número  de  la 
Real  Academia  de  Medicina  de  Madrid 

Con  el  nombre  g-enérico  de  anemia  se  comprenden  en  clínica  varias 
enfermedades  que  tienen  como  único  orig^en  la  alteración  de  la  pro- 
porcionalidad de  los  elementos  componentes  de  la  sang*re,  es  decir :  de 
las  alteraciones  de  los  elementos  morfológ^icos  del  líquido  sanguíneo. 

Estas  anemias  constituyen  muchas  veces  por  sí  solas  la  enfermedad, 
que  es,  por  lo  tanto,  idiopática ;  pero  son  tan  numerosas  ó  más  las  oca- 
siones en  que  la  perturbación  de  los  elementos  figurados  de  la  sangTe 
es  consecutiva  h  estados  morbosos  de  otro  orden,  y  estas  anemias  se 
consideran  como  sintomáticas,  porque  son  efecto  lógico  de  la  pertur- 
bación general  orgánica  que  las  determina. 

De  estas  segundas  no  tenemos  que  ocuparnos,  pues  ó  no  tienen 
tratamiento  como  las  anemias  de  las  caquexias,  ó  desaparecen  casi 
siempre  así  que  pasa  la  enfermedad  que  las  ha  provocado,  como  se  ob- 
serva en  las  consecutivas  á  las  fiebres  tifoideas  graves,  á  la  difteria,  al 
paludismo. 

Las  anemias  del  primer  grupo  ofrecen  diferentes  grados,  y  de  ahí  . 
que  digamos  que  una  persona  está  anémica  cuando  existe  en  ella  una 
palidez  no  muy  acentuada  y  cuando  la  numeración  de  los  glóbulos 
rojos  es  en  cifras  poco  menoV  que  la  normal. 

Cuando  esta  anemia  recae  en  mujeres  jóvenes  en  la  época  de  la  pu- 
bertad, es  muy  pronunciada  y  se  acompaña  de  debilidad  general,  de 
inapetencia,  de  vértigos,  de  palpitaciones,  de  soplos  sistólicos  en  los 
focos  de  auscultación  del  corazón  y  en  los  grandes  vasos,  de  melanco- 
lía, de  decaimiento  moral  y  de  supresión  de  las  reglas  ;  entonces  se 
constituye  un  tipo  clínico  bien  definido,  que  se  conoce  con  el  nombre 
de  cloroanemia  ó  de  clorosis,  tipo  á  que  el  vulgo  llama  opiladas,  supo- 
niendo qup  todos  los  trastornos  generales  de  estas  enfermas  se  deben  á 
la  supresión  del  período  menstrual. 

Esta  forma  de  hipoglobulia  es  muy  frecuente,  y  no  solamente  afecta 
á  las  clases  pobres,  sino  que  también\se  observa  en  las  jóvenes  de  fa- 
milias acomodadas,  en  las  que  la  alimentación  y  el  género  de  vida 
hacen  suponer  que  no  debían  sufrir  estas  enfermedades. 

A  veces  se  observan  estas  cloroanemias  en  mujeres  que  habían  sido 
siempre  fuertes  y  robustas,  y  en  las  que  una  circunstancia  accidental, 
casi  siempre  de  orden  nervioso,  como  una  impresión  violenta,  un  ejer- 


cí)   Comunicación  presentada   al  XIV  Congreso    Internacional    de    Medicina. —  Sección  de 
Medicina. 


34  Traiamiento  de  la  cloroantmia  por  los  enemas  de  sangre 

cicio  exagerado,  han  dado  lug'ar  á  la  aparición  de  esta  hipoglobulia  eii 
el  espacio  de  una  semana. 

Las  enfermas  que  sufren  la  cloroanemia  oscilan  entre  los  trece  y 
los  veinticinco  años ;  yo  no  lie  visto  ningún  caso  de  verdadera  doro- 
anemia  fuera  de  estas  edades ;  habré  observado  anémicas  en  edad  má.n 
avanzada,  pero  sin  soplos  cardíacos,  sin  palpitaciones,  sin  supresión 
completa  del  menstruo,  sin  vértigos,  sin  ninguno  de  los  síntomas  de 
la  clorosis  ;  verdaderas  anémicas,  pero  no  verdaderas  cloróticas. 

No  deja  de  llamar  la  atención  también  en  la  enfermedad  de  que  me 
vengo  ocupando  que,  encontrándose  las  enfermas  en  una  edad  propi- 
cia al  desarrollo  de  la  tuberculosis  y  en  condiciones  orgánicas  muy 
favorables,  como  lo  son  la  inapetencia,  la  debilidad  general  y  la  hipo- 
globulia, para  el  desarrollo  del  bacilo  de  Koch,  no  se  hagan  tubercu- 
losas estas  enfermas. 

Pudiera  ser  que,  confundiendo  la  anemia  pretuberculosa  con  la 
verdadera  clorosis,  se  pensase  que  esta  enfermedad  fuera  una  primera 
etapa  del  proceso  tuberculoso,  pero  nada  menos  exacto  ;  en  muy  cerca 
de  300  enfermas  que  habré  tratado  desde  el  año  1885  hasta  la  fecha, 
no  he  encontrado  nunca  síntomas  de  tuberculosis ;  algunas  de  estas 
cloróticas  estaban  hasta  desnutridas;  he  visto  muchas  que  llevaban 
tres  y  cuatro  años  de  enfermedad,  pero  en  ninguna,  á  pesar  de  la  aste- 
nia nutritiva,  había  el  más  pequeño  síntoma,  el  más  ligero  indicio  de 
tuberculización,  hecho  muy  elocuente  en  lo  que  se  refiere  á  la  tubercu- 
losis, que  no  elige  sólo  los  organismos  depauperados  para  desenvol- 
verse, sino  los  terrenos  preparados  para  la  germinación  del  bacilo  de 
Koch. 

El  concepto  moderno  de  las  anemias  se  funda  principalmente,  como 
todos  sabemos,  en  el  análisis  de  la  sangre,  y  podemos  decir  sin  rebozo 
alguno  que  en  este  sentido  liemos  llegado  h  un  grado  de  perfecciona- 
miento verdaderamente  admirable;  no  solamente  se  conocen,  como 
hace  cuarenta  años,  los  caracteres  normales  de  los  glóbulos  rojos,  sino 
que  se  concede  á  la  hemoglobina  el  papel  importantísimo  que  merece 
en  la  patogenia  de  la  anemia ;  al  mismo  tiempo  se  ha  podido  ver  que 
los  glóbulos  rojos  no  solamente  disminuyen  en  número,  sino  que  sus 
condiciones  se  modifican,  siendo  más  pequeños  en  las  anemias  no  muy 
pronunciadas,  y  más  grandes,  glóbulos  gigantes,  en  las  anemias  muy 
graves,  en  las  que  también  los  hematíes  aparecen  nucleados,  como 
última  expresión  del  esfuerzo  orgánico,  para  corregir  un  estado  de  la 
crasis  sanguínea,  que  al  llegar  á  esta  altura  es  completamente  incu- 
rable. 

Teniendo  como  fundamento  el  estudio  histológico  de  la  sangre,. 
M.  Hayem,  que  es  el  hematólogo  que  más  trabajos  ha  hecho  en  esta 
última  época  acerca  de  estas  materias,  divide  las  anemias  en  cuatro 
grados  : 

^  1.*"  Aglobulia  ligera:  R.  ( riqueza  hemoglobínica),  varía  entre 
4.000,000  y  3.000,000 ;  N.  (número  de  hematíes)  puede  ser  igual  á  R.  ó 
superior,  pero  entonces  los  glóbulos  son  pequeños,  y  G.  (valor  colo- 
rante medio  del  glóbulo),  desciende  de  0*90  á  0*65,  siendo  1  la  cifra 
normal ; 

2."  Anemia  mediana :  R.  varía  entre  2  y  3.000,000,  pero  los  hema- 
tíes están  ordinariamente  alterados,  y  N.  varía  entre  3  y  ."). 000,000 : 
G.  está,  por  consiguiente,  muv  bajo,  oscilando  entre  0*30  v'0'80  : 

3."  Anemia  intensa:  R.  está  entre  2.000,000  y  800,000 ;  N.  entre 
4.000,000  y  800,000,  y  (}.  varía  entre  1  á  0^40 ; 

4.^*  Anemia  extrema :  R.  está  por  debajo  de  800,000 ;  N.  es  unas 
veces  un  poco  superior  y  otras  veces  un  poco  inferior  á  R.,  y  G.  varía 
entre  0*88  á  1*70,  en  razón  á  que  los  glóbulos  grandes  y  los  gigantes. 


Tratamiento  de  la  cioroanemia  por  ios  enemas  de  sangre  $5 

son  muy  numerosos ;  en  este  período  aparecen  también  los  hematíes 
nucleados  (1). 

8e  comprende,  pues,  la  importancia  de  estos  estudios  de  laboratorio, 
complementarios  de  los  de  observación  clínica  en  el  diagnóstico  y  en 
el  pronóstico  de  las  anemias ;  nos  dan  cuenta,  además,  estos  trabajos 
de  por  qué  hay  anemias,  las  ligeras,  que  se  curan  con  tratamientos 
sencillos,  por  los  ferruginosos,  por  la  vida  (\e  campo ;  de  por  qué  las 
medianas  y  las  intensas  resisten  á  estos  medios  ordinarios  y  perduran 
y  se  sostienen  á  pesar  de  ellos,  y  el  por  qué  las  anemias  extremas  con 
glóbulos  gigantes,  con  glóbulos  nucleados,  consecutivas  casi  siempre 
á  grandes  hemorragias,  ó  constituyendo  la  anemia  gerniciosa,  deter- 
minan la  muerte  á  pesar  de  todos  los  recursos,  por  afectar  en  ultimo 
término  los  centros  nerviosos  y  determinar  la  innibición  cardíaca  y  la 
parálisis  de  este  órgano. 

El  tratamiento  clásico  de  estas  formas  de  anemia  ha  sido  siempre 
el  de  los  preparados  ferruginosos,  los  eupépticos,  los  preparados  de 
quina  y  la  vida  de  campo,  siendo  muy  digno  de  llamar  la  atención 
acerca  de  este  punto  que  el  tratamiento  vulgar  de  las  limaduras  de 
hierro  solía  producir  un  efecto  más  positivo  que  los  demás  preparados 
marciales ;  pero  de  todas  maneras,  estos  medios,  efícaces  en  las  formas 
leves,  son  perfectamente  inútiles  en  las  formas  intensas  de  cioroanemia. 

El  valor  que  todos  estos  estudios  ha  dado  á  la  hemoglobina,  ha  sido 
motivo  de  que  la  Farmacia  nos  presente  varias  preparaciones  de  hemo- 
globina para  corregir  las  anemias,  preparaciones  poco  estables,  y,  por 
lo  tanto,  infieles  en  sus  resultados  positivos ;  v  todos  estos  mismos  tra- 
bajos nos  dan  también  explicación,  como  más  adelante  indicaremos, 
de  los  felices  resultados  que  hemos  obtenido  con  los  enemas  de  sangre 
desfibrinada  en  el  trata,miento  de  las  anemias,  y  principalmente  de  la 
cioroanemia. 

En  el  año  1884  leímos  en  un  periódico,  entonces  muy  en  boga,  M 
Ge/lio  Médico  Quirúrgico,  un  artículo  del  Dr.  D.  Desiderio  Várela,  de  la 
Coruña,  en  el  que  refería  algunas  observaciones  de  cioroanemia,  tra- 
tadas con  éxito  por  los  enemas  de  sangre ;  la  lectura  de  este  artículo 
resucitó  en  nuestra  memoria  la  costumbre  que  el  vulgo  tiene  de  beber 
sangre  de  toro  recién  extraída  para  curar  la  anemia. 

Enlazadas  estas  dos  ideas  y  animarlos  por  la  respetabilidad  del  doc- 
tor Várela,  autor  del  artículo,  emprendimos  una  serie  de  observacio- 
nes con  este  tratamiento,  de  las  que  quedamos  altamente  satisfechos. 

El  primer  enfermo  en  que  lo  pusimos  en  práctica  fué  un  hombre  de 
unos  cuarenta  años,  á  quien  una  fiebre  tifoidea  intensa  y  prolongada 
había  sumido  en  tal  estado  de  hipoglobulia,  que  entre  la  palidez  de  la 
piel  y  la  de  las  mucosas  no  había  diferencia  alguna ;  todos  los  medios 
empleados  para  corregir  aquella  situación  fueron  completamente  inúti- 
les, y  en  estas  circunstancias  nos  decidimos  á  emplear  en  él  los  enemas 
de  sangre,  según  la  técnica  que  más  adelante  indicaremos. 

El  resultado  fué  sorprendente,  pues  que,  á  medida  que  se  inyectaba 
la  sangre  en  el  intestino,  las  mucosas  comenzaban  á  colorearse  y  la 
hipoglobulia  desapareció  en  el  término  de  veinte  días. 

La  segunda  observación  se  refiere  á  una  mujer  de  veinticinco  años, 
que  ingresó  en  la  cama  n."  4  de  la  sala  de  Santa  María,  con  una  úlcera 
gástrica;  la  enferma  había  tenido  la  víspera  de  su  ingreso  una  hema- 
temesis  copiosa,  que  volvió  á  repetirse  el  día  siguiente  en  no  menor 
cantidad,  quedando  sumida  en  el  más  profundo  grado  de  anemia 
aguda :  palidez  marmórea,  extremidades  frías,  vértigos,  palpitaciones, 
respiración  frecuente,  pulso  filiforme. 

U)    Manuel  de  Médecine  public  sous  la  dírection  de  M.  M.  J.  M.  Dcbove  y  Ch.  Achard,  tomo  II, 
pág.  478. 


55  Tratamiento  de  la  eioroanemia  por  los  enemas  de  sangre 

Entre  practicar  la  transfuívión  de  la  sang-re  que  uo  resolvía  ningún 
problema  permanente,  y  que  ofrecía  los  peli^^TOS  que  bien  pronto  la 
hicieron  caer  en  desuso^  y  acudir  á  los  enemas  de  sangre  que  tan  buen 
resultado  produjeron  en  el  caso  anterior,  opté  por  este  medio,  felici- 
tándome de  haberlo  hecho,  pues  que  en  doce  días  aquella  enferma 
recobró  su  color  normal  y  su  salud  general  perfecta,  excepción  hecha, 
como  es  consiguiente,  de  su  úlcera  g/istrica. 

Otra  de  las  primeras  observaciones  del  buen  resultado  de  este  trata- 
miento se  refiere  d  una  Hija  de  la  Caridad  que  vino  al  Hospital  para 
que  yo  la  tratara;  venía  diagnosticada  de  tísica,  tales  eran  su  palidez 
y  desnutrición  ;  ^e  cansaba  al  menor  esfuerzo,  sufría  vértigos,  palj)ita- 
ciones  é  insomnio ;  la  inapetencia  era  completa  y  las  reglas  se  habían 
suprimido  hacía  un  año  ;  tenía  en  esta  época  (íiacía  diez  y  ocho  años) 
veinte  de  edad. 

No  encontré  ningún  signo  físico  de  tuberculosis  pulmonar  ni  me- 
sentérica,  ni  ninguno  de  los  que  acompañan  al  ])roceso  tuberculoso  en 
cualquier  órgano,  y  en  estas  condiciones  empleé  en  ella  los  enemjis  de 
sangre  con  resultado  sorprendente  ;  20  ó  25  enemas  en  días  consecuti- 
vos colorearon  las  mucosas  y  la  piel,  devolvieron  la  animación  á  aquella 
mirada  triste,  renació  el  apetito  y  recobró  el  sueño,  y  aquella  espectro 
que  parecía  al  l)or(le  de  la  tumba,  se  puso  colorada,  fuerte  y  gruesa, 
siguiendo  así  ha^ta  la  fecha,  pues  que  hace  dos  años  la  lie  visto  la 
última  vez. 

Otro  de  los  primeros  casos  que  he  podido  seguir  también  hasta  la 
fecha,  se  refiere  á  luia  joven  de  veintidós  años,  con  una  eioroanemia 
tan  profunda,  que  hubo  que  conducirla  al  Hospital  en  camilla,  porque 
los  vértigos  continuos  la  impedían  permanecer  en  pie ;  basta  esto  para 
indicar  cuál  sería  su  situación,  que  en  un  mes  de  tratamiento  su  eio- 
roanemia quedó  completa  y  definitivamente  curada  ;  í\sta  mujer  vive 
en  Madrid,  he  tenido  ocasión  de  verla  de  vez  en  cuando,  y  se  ha  con- 
servado siempre  fuerte  y  sana,  se  ha  cai^^ado,  ha  tenido  lujos  robustos 
y  á  los  que  ella  ha  lactado,  y  está  hoy  hecha  una  verdadera  matrona. 

Estos  casos  son  los  primeros ;  desde  aquella  fecha,  hace  diez  y  nueve 
años,  habré  tratado  por  este  procedimiento  unos  300  casos  de  eioroane- 
mia la  mayor  parte,  y  de  anemias  profundas  consecutivas  á  hemorra- 
gias ó  k  enfermedades  infecciosas,  siempre  con  igual  éxito. 

No  he  de  hacer  mención  especial  de  todas  estas  observaciones,  pero 
sí  he  de  consignar  las  últimas  recogidas,  acompañándolas  de  los  aná- 
lisis de  sangre  hechos  en  el  Laboratorio  del  Hospital,  en  lo  que  se  re- 
fiere.al  número  de  glóbulos  rojos  y  á  la  cantidad  de  hemoglobina, 
antes  de  comenzar  el  tratamiento,  á  la  mitad  del  mismo  y  á  su  termi- 
nación. 

Se  refieren  estos  casos  á  seis  mujeres,  cuya  historia  compendiada 
es  la  siguiente : 

1."  Juliana  Carbonell,  de  diez  y  siete  años,  soltera,  de  Mora  (To- 
ledo), ocupó  la  cama  n."  H  de  la  saia  de  Santa  Casilda,  el  día  5  de  octu- 
bre de  1902. 

El  primer  análisis  de  sangre,  antes  de  comenzar  el  tratamiento: 
2.88-1,704  glóbulos  rojos,  11,428  blancos,  4-9  de  hemoglobina. 

El  segundo,  después  de  14  enemas  :  2.794,32()  rojos,  10,650  blancos, 
5*8  gramos  de  hemoglobina. 

El  tercero,  desjjués  de  35  enemas  :  3.179,999  rojos,  5,301  blancos, 
13*5  gramos  (le  hemoglobina. 

La  tabla  (jue  sigue  establece  para  ésta  y  para  las  otras  enfermas  el 
])roc*edimieiito  de  análisis  y  las  unidades  á^  que  se  refieren  las  cantida- 
des expresadas. 

2."    Antonia  Pascual,  de  veintidós  años,  soltera,  de  Guadalajara, 


Tratamitnto  de  la  doroanemia  por  los  enemas  de  sangre  37 

ingresó  eii  la  cama  n.^  13  de  la  sala  de  Santa  Casilda,  el  8  de  octii])re 
de  1902;  pálida  y  con  disnea,  palpitaciones,  soplos  cardíacos  y  arteria- 
les, anienorreica  desde  hacía  un  año. 

El  análisis  de  su  sangre,  antes  de  ponerle  ningún  enema,  dio 
2.4o9,4()5  glóbulos  rojos,  4,0()7  blancos  y  5*2  gramos  de  hemoglobina; 
después  de  11  enemas,  3.729,433  rojos,  3,334  blancos,  5*8  gramos  de 
hemoglobina;  después  de  31  enemas,  3.315,334  glóbulos  rojos,  2,926 
glóbulos  blancos,  11*3  gramos  de  hemoglobina. 

3."  María  Bans,  do  catorce  años,  de  Madrid,  ingresa  en  el  Hospital 
el  6  de  noviembre  de  1902;  hace  tres  años  que  está  enferma,  las  reglas 
han  sido  escasas  y  pálidas  cuando  se  han  presentado,  faltándole  en  pe- 
ríodos de  tres  y  cuatro  meses;  antes  de  su  ingreso  en  el  Hospital  ha 
tomado  muchas  preparaciones  de  hierro  y  tónicos  de  diferentes  clases. 

El  primer  análisis  de  sangre  dio,  después  de  tres  enemas,  2.815,040 
rojos,  11,50(5  blancos,  5*2  gramos  de  hemoglobina. 

.  El  segundo,  después  de  27  enemas,  4.339,524  V9Jos,  5,000  blancos  y 
9*8  gramos  de  hemoglobina. 

El  tercero,  después  de  34  enemas,  4.394,588  rojos,  5,238  blancos  y 
10*3  gramos  de  hemoglobina.  • 

4.*  María  Utrillo,  de  15  años,  de  Mochales  (Guadalajara),  ingresó 
en  el  hospital  el  15  de  diciembre  de  1902;  tuvo  su  primera  menstrua- 
ción en  mayo,  la  tuvo  otra  vez  en  agosto,  sin  que  volviera  á  presen- 
tarse desde  esta  fecha. 

Aspecto  exterior,  el  mismt)  de  las  demás  enfermas. 

Primer  análisis,  después  de  cuatro  enemas:  3.523,63(5  rojos,  5,647 
blancos,  8*6  gramos  de  hemoglobina. 

Segundo  análisis,  después  de  14  enemas:  3.599,1(57  rojos,  4,285 
blancos,  10*5  gramos  de  hemoglobina. 

Tercer  análisis,  después  de  42  enemas:  4.833,333  rojos,  8,525  blan- 
cos, 12  gramos  de  hemoglobina. 

5.*  Luisa  Asenjo,  de  diez  y  seis  años,  de  Madrid,  ingresó  en  la 
cama  n.**  15  de  la  Sala  de  Santa  Casilda  del  Hosj)ital  de  la  Princesa,  el 
23  de  diciembre  de  1902;  esta  joven  empezó  á  menstruará  los  trece 
años,  siendo  su  menstruación  siempre  escasa  y  de  color  pálido,  su  as- 
pecto era  de  profunda  anemia,  pálida  la  piel  con  ligero  color  céreo,  las 
mucosas  completamente  l)lancas,  sentía  palpitaciones  que  se  exacer- 
baban al  menor  movimiento  y  á  la  auscultación  se  nota])an  soi)los 
anémicos  en  los  grandes  vasos,  ningún  síntoma  de  infiltración  tuber- 
culosa del  pulmón. 

El  primer  análisis  de  su  sangre,  después  de  dos  enemas,  arroja 
2.508,000  glóbulos  rojos,  6,823  glóbulos  blancos  y  3  gramos  5  decigra- 
mos de  hemoglobina. 

El  segundo  análisis,  hecho  el  12  de  enero  de  1903,  después  de  haber 
recibido  20  enemas  de  sangre,  arroja  2.738,000  glóbulos  rojos,  8,000 
glóbulos  blancos  y  8  gramos  3  decigramos  de  hemoglobina. 

El  tercer  análisis,  hecho  el  5  de  febrero,  después  de  recibir  42  ene- 
mas de  sangre,  arroja  3.250,000  glóbulos  rojos  y  7,044  glóbulos  blan- 
cos y  8  gramos  5  decigramos  de  hemoglobina. 

(5.*  Cándida  García,  de  diez  y  siete  años,  natural  de  Gascuña 
(Cuenca),  ingresa  en  la  cama  n.**  18  de  la  misma  sala,  el  4  de  enero 
de  1903. 

No  ha  tenido  ninguna  enfermedad  especial,  empezó  á  menstruar  á 
los  quince  años,  y  habiéndose  mojado  los  pies  durante  esta  primera 
menstruación,  no  volvió  á  ver  sus  reglas  hasta  siete  meses  más  tarde, 
después  de  estar  haciendo  vida  de  campo  y  sometida  á  diversos  trata- 
mientos. 

Después  de  esta  nueva  aparición,  el  flujo  menstrual  desapareció 


3B 


Tratamiento  de  la  cloroanemia  por  los  enemas  de  sangre 


para  no  volver  á  presentarse  ;  el  aspecto  de  esta  muchaclia  era,  como 
el  de  la  anterior,  de  una  profundísima  anemia,  con  lig-era  infiltración 
de  párpados  y  de  cara,  debida  á  la  liidrohemia,  pues  que  las  orinas  no 
acusaban  presencia  de  albúmina  ni  indicaban  perturbación  renal. 

Kl  primer  análisis  de  sangre,  hecho  el  día  9  de  enero  de  1903,  des- 
pués de  haber  recibido  cinco  enemas  de  sangre,  acusó  1.841,000  glóbu- 
los rojos,  2,300  glóbulos  blancos  y  3  gramos  5  decigramos  de  hemo- 
globina. 

El  segundo  análisis,  hecho  el  29  del  mismo  mes,  después  de  haber 
recibido  23  enemas,  acusó  4.700,000  glóbulos  rojos,  2,900  blancos  y 
10  gramos  de  hemoglobina. 

El  tercero,  hecho  el  5  de  febrero,  después  de  31  enemas,  4.580,000 
glóbulos  rojos,  4,700  glóbulos  blancos  y  10  gramos  5  decigramos  de 
hemoglobina. 


Laboratorio  de  Anatomia  patológrioa  del  Hospital  de  la  Prinoeía 

*  AN.4LTSrS  DE  SANGRE  FRESCA  EN   LAS  ENFERMAS  SIGUIENTES 

Sala  de  Santa  Casilda 

Cama  núm.  19.  —  Juiiana  Carhoneli.  :  17  años    I        C^ma  nOm.  1. 


■  María  Uirillo:  15  años 


rtehft  df  1 

análii!! 

Kúm.  di 
enemai 

» 
li 

35 

dlóbnlos 

YOJOt 

2.884,794 
2.794,316 
3.179,999 

«1    ss- 

7-10.902 
29-10-902 
11-11-902 

H.-,eiow«IV*5*:' 


4'9  gram. 
5'8      » 
13'5      » 


Cama   nOm.    13. — Antonia    Pascüai.  :   22   años 


18-12-902 

21-12-902 

1-  2-903 


Húm.  df 
•Boaai 


4 

14 
42 


Oldbalot 
njoi 


3.523,63G 
3.599,167 
4  833,333 


Olóbaloi 
bla&eoí 


5,647 
4.285 

8,525 


Eemoglabiu 


8'6  gram. 
10-S      » 
12         » 


Cama  núm.  15.  —  Luisa  Asenjo  :  16  años 


raehí  dfl 

aailitis 


9-10-902 
29-10-902 
13-11-902 


K&a.  d§ 
eaeaai 


11 
31 


Olóbaloi 
rojoi 


2.459,265 
3727,433 
3.315,334 


K.'  =-«>•""    '».' 


4,067 
3,934 
2,926 


5  2  gram.    ■    25-12-902 


5'8 
11'3 


12-1  -903 
5-2  -903 


iíTúa.de 
eaemit 


20 
42 


Ol¿bnloi 

TOJOI 


-'.508,000 
2.738,629 
3.253,492 


Glóbnloi 

bllBOOt 


6,829 
8,000 
7,044 


Beaogleblaa 


3*5  gramos 


8-3 
85 


Cama  núm.  19.  —  María  Bans:   14  años 


Cama   nvm.    18.  —  CX.vdida    García  :   17   años 


reobtdai 
tnáriis 

Vúa.de 
eataas 

3 

27 
34 

Qlóbubi 
rojoi 

OlAbuloi 
bla&oos 

Eeaoglobloft 

10-11-902 
4-12-902 
11-12-902 

2.815,040 
4.330,524 
4.394,588 

11,566 
5,000 
5,283 

5'2  gram. 
9*8      » 
10'3      » 

Fecbadsl 

asállili 

Kúa.  ds 
entaas 

5 
18 
31 

aiibnloi 

aióbaloi 
blancoi 

2.325 
2,927 
4,724 

Seaoglobiat 

9-1-903 

29-1-903 

5-2-903 

1.841,162 
4.753,381 
4587,956 

3*5  gram. 
104      » 
10^5      » 

Las  cantidades  de  glóbulos  rojos  y  glóbulos  blancos  se  refieren  á  un  milímetro»,  y  las  cantida- 
des de  hemoglobina  se  refieren  á  100  gramos  de  sangre. 

Los  glóbulos  rojos  y  los  glóbulos  blancos  han  sido  dosificados  con  el  cuenuglóbulos  de  Leitz 
Tiloma,  y  la  hemoglobina  ha  sido  dosificada  con  el  hcmómetro  de  Fleisch-Micscher. 

El  Jefe  del  Laboratorio, 

Adolfo   L6pe\  Duran 

Como  se  ve  inspeccionando  este  cuadro,  el  aumento  de  la  hemog'lo- 
bina  es  sumamente  notable,  puesto  que  en  todas  las  enfermas  ha  lle- 
f?*ado  k  la  cifra  normal  ó  casi  á  la  normal,  excepción  hecha  del  caso  de 
Luisa  Asenjo,  en  el  que  ha  lle^i^ado  sólo  á  8^5  g-ramos. 

La  cantidad  de  los  g-lóbulos  ha  aumentado  en  cuatro  casos  1.000,000 
ó  1.000,000  V  medio;  y  en  un  caso,  el  de  Cándida  García,  cerca  de 
3.000,000,  y  en  otro,  el  de  María  Bans,  cerca  de  2.000,000. 

Coincidienflo  con  estos  resultados  de  análisis,  que  presento  como 
un  .comprobante  de  la  observación  clínica,  los  resultados  del  trata- 


Trattmienío  de  la  cloroancmia  por  los  enemas  de  sangre  S9 


miento,  como  antes  lie  apuntado,  son  los  sig-uientes,  observados  iguaj- 
mente  en  todos  los  casos :  á  los  cinco  ó  seis  días  de  tratamiento,  las 
mucosas  empiezan  á  colorearse ;  entre  los  quince  y  los  veinte  días,  las 
mucosas  están  rojas  y  la  piel  coloreada ;  de  los  veinte  á  los  treinta  ó 
treinta  y  cinco,  ha  desaparecido  todo  vestig'io  de  anemia  v  los  mens- 
truos reaparecen  como  en  las  condiciones  más  perfectas  de  sajud ;  al 
mismo  tiempo  los  ruidos  nosohémicos  se  borran,  las  palpitaciones  des- 
aparecen y  renace  en  las  enfermas  el  bienestar  y  la  alegría. 

Estos  resultados  no  son  pasajeros,  puesto  que  he  tenido  ocasión  de 
observar  á  muchas  enfermas  del  hospital  y  no  pocas  de  mi  clientela 
privada,  que  han  seg*uido  perfectamente  bien  y  sin  retroceso  alg^uno, 
que  hiciera  pensar  que,  después  de  suspendido  el  tratamiento,  se  des- 
vanecían los  beneficios  por  él  obtenidos ;  de  suerte  que  puede  afirmarse 
que  la  curación  es  radical  y  permanente. 

Es  más :  hemos  tenido  ocasión  de  observar  algunas  enfermas  qu>?, 
en  la  terminación  del  tratamiento,  han  contraído  accidentalmente  la 
grippe  en  las  épocas  en  que  esta  enfermedad  reina  epid6micamente  y, 
á  pe.'íar  de  Fer  una  infección  que  tanto  «leprime  y  tanto  anemiza,  ni 
ha  destruido  ni  ha  aminorado  en  nada  las  consecuencias  de  tan  bene- 
ficioso tratamiento. 

¿Cómo  obran  los  enemas  de  sangre?  No  cabe  duda  que  por  absor- 
ción rectal ;  las  enfermas  retienen  la  sangre  inyectada  perfectamente, 
sólo  algunas  devuelven  una  corta  cantidad  á  las  doce  ó  catorce  horas 
de  la  inyección. 

La  absorción  rectal  es  innegable  :  empleamos  á  diario  esta  vía  para 
la  admini.stración  de  muchos  medicamentos.    • 

¿La  absorción  de  la  sangre  se  hace  en  substancia?  Es  difícil  afir- 
marlo, pero  el  aumento  considerable  de  la  hemoglobina  en  la  sangre 
de  las  enfermas  á  quien  se  inyecta  y  el  aumento  bien  apreciable  de  los 
glóbulos,  hace  desde  luego  creer  que  la  hemoglobina  de  la  sangre  in- 
yectada se  absorbe  rápidamente  y  en  gran  cantidad,  dada  la  porción 
de  sangre  que  debe  inyectarse  eíi  cada  sesión  para  que  el  recto  la  re- 
tenga mciimente. 

De  todas  maneras,  este  tratamiento  es  superior  á  los  ferruginosos, 
á  la  hemoglobina  en  preparaciones  oficinales  y  á  los  demás  medios  que 
se  emplean  para  combatir  la  cloroanemia  ó  las  anemias  profundas 
consecutivas  á  enfermedades  agudas  ó  á  hemorragias  abundantes. 

En  este  último  caso,  el  de  hemorragias  copiosas,  las  inyecciones  de 
suero  pueden  salvar  del  peligro  del  síncope  por  la  disminución  rápida 
del  continente  líquido  del  árbol  circulatorio,  pero  no  puede  combatir 
la  hipoglobulia  consecutiva,  que  sólo  los  enemas  de  sangre  podrán 
remediar  con  rapidez. 

La  técnica  de  estas  inyecciones  rectales  es  interesante,  y  voy  por  lo 
mismo  á  dedicar  á  su  descripción  los  últimos  párrafos  de  este  trabajo. 

Se  elige  el  carnero  para  extraer  la  sangre,  por  la  facilidad  de  trans- 
portarle al  lado  del  enfermo  y  porque  el  diámetro  de  sus  glóbulos  rojos 
es  el  que  más  se  aproxima  al  de  los  glóbulos  rojos  del  hombre ;  cada 
día  debe  sacrificarse  un  carnero  distinto,  porque  la  sangre  conser- 
vada por  cualquiera  de  los  procedimientos  ordinarios,  pierde  su  vitali- 
dad, pierde  algo  de  lo  que  pierden,  por  ejemplo,  las  aguas  minerales 
fuera  del  manantial,  ruando  están  embotelladas;  excusado  es  decir 
que  estos  carneros  deben  pedirse  á  los  mataderos  públicos,  donde  los 
veterinarios  han  reconocido  las  reses  y  han  dado  testimonio  de  su 
estado  de  salud,  y  además,  de  entre  los  carneros  deben  escogerse  aque- 
llos que  parezcan  más  vigorosos  y  más  robustos;  los  mismos  empleados 
del  matadero  llevan  al  hospital  ó'á  las  casas  el  animal  que  ha  de  ser 
utilizado,  y  le  sacrifican  cortándole  los  vasos  del  cuello. 


4o  Mosquitos  y  paludismo 


La  sangre  se  recog-e  én  una  jofaina  ó  en  otra  vasija  parecida,  des- 
infectada previamente  por  el  calor  y  lavada  con  ag-ua  hervida  bien 
caliente  ;  á  medida  que  la  sangre  es  recog-ida  en  la  jofaina,  se  desfi- 
brina por  el  batido,  bien  con  un  batidor  metálico  de  los  que  se  usan  en 
las  cocinas,  ó  bien  con  unas  varillas,  ó  con  las  mismas  manos,  previa- 
mente lavadas  y  desinfectadas ;  la  sangre  se  recog-e  con  una  jeringa 
de  estaño  ó  de  cristal  previamente  hervida,  y  se  inyecta  inmediata- 
mente en  el  recto. 

Una  vez  verificada  la  invección,  se  desarma  la  jeringa,  se  lava  per- 
fectamente con  af^ua  hervida  caliente,  para  arrastrar  todos  los  restos 
de  sang-re  que  puedan  quedar  en  su  interior,  y  se  hierve  de  nuevo  para 
desinfectarla  por  completo. 

De  esta  manera,  la  sang're  se  inyecta  en  el  recto  lo  más  aséptica 
posible ;  la  cantidad  de  sang-re  que  ha  de  inyectarse  es  de  300  g-ramos 
cada  vez. 

Si  la  cantidad  es  menor,  no  es  suficiente,  y  si  es  mayor,  puede  pro- 
vocar contracciones  intestinales  que  determinen  la  devolución  de  la 
sangrre  inyectada. 

Nunca*  hemos  visto  ning:im  accidente  consecutivo  k  estas  inyeccio- 
nes rectales  de  sang-re:  ni  fiebre,  ni  trastornos  intestinales,  ni 'conta- 
gio de  ninguna  de  las  enfermedades  que  padece  el  ganado  de  pezuña 
hendida,  ni  infecciones  consecutivas  a  la  inyección  de  una  sangre  que, 
como  producto  orgánico,  pudiera  contener  toxinas,  nada,  en  fin,  que 
constituya  un  peligro,  siguiendo,  como  se  signen  hoy,  las  reglas  de  la 
asepsia  más  rigurosa  en  todo  lo  que  son  inyecciones  y  compatibles  en 
este  caso  con  el  mecanisino  de  la  que  acaba  de  ocuparnos. 

En  consecuencia  de  estas  observaciones,  que  vengo  haciendo  hace 
cerca  de  veinte  años,  me  permito  establecer  las  conclusiones  siguien- 
tes, que  sean  resumen  del  que  los  ilustres  miembros  de  este  Congreso 
puedan  sacar,  con  su  mayor  saber,  consecuencias  prácticas  y  científi- 
cas más  luminosas  que  las  mías  en  beneficio  de  los  enfermos,  que  son, 
después  de  todo,  el  objetivo  de  todos  los  trabajos  y  de  todos  los  desve- 
los de  la  clase  médica,  la  más  laboriosa  y  la  más  llena  de  abnegación 
de  todas  las  demás  asociaciones  científicas  del  saber  humano. 

CONCLUSIONES 

1."    La  sangre  inyectada  en  el  intestino  se  absorbe  ca^^i  en  totalidad.  i 

2.*  La  inspección  de  las  enfermas  demuestra  de  una  manera  evi- 
dente el  rapidísimo  alivio  de  su  enfermedad..   — - 

,3.*  Kl  examen  histológico  de  la  sangre  confirma  en  un  todo  la  ob- 
servación clínica. 

4.*  Este  tratamiento  produce  resultados  positivos,  aun  en  los  má.<5 
graves  casos  de  cloroanemia,  y  aun  en  aquellos  en  que  los  tónicos  de 
todas  clases  y  la  vida  de  campo  no  han  dado  resultado. 

5/  Es  completamente  ineficaz  en  las  anemias  sintomáticas  de  en- 
fermedades caquectizantes. 

Mosquitos    y    paludismo 

POIX    F.L 

I)r.  Fkuuek  Piera 

En  corroboración  de  cuanto  deduce  en  su  notable  trabajo,  -oue  pu- 
blicó en  esta  misma  Revista  el  Dr.  Rodríguez  Méndez,  con  el  titulo  de 
Apuntes  relatiros  al  paludismo,  he  creído  de  interés  a(lncir  algunas  ob- 
servaciones y  razonamientos  que  tien<len  á  mermar  el  exclusivismo  en 
la  intervención  de  los  mosquitos  en  la  malaria. 


Alcoholismo  en  Barcelona  4' 


Para  las  primeras  remito  al  lector  á  mi  artículo  titulado  ^«  Coütribu- 
ción  al  estudio  del  paludismo  »,  publicado  en  la  Gaceta  Médica  Cata- 
lana, en  diciembre  de  1899,  como  fruto  de  mis  observaciones  en  Fer- 
nando Póo.  He  de  añadir  la  que  recog^í  en  Barcelona,  relativa  á  un  co- 
merciante en  cereales,  que  cree  se  infectó  de  paludismo  oliendo  unas 
muestras  de  arroz.  Sabido  es  el  experimento  positivo  inoculando  en 
la  tráquea  de  un  individuo  sano  sangre  de  otro  palúdico,  que  demues- 
tra la  posibilidad  de  infección  por  las  vías  respiratorias. 

El  argumento  de  Ross,  en  apoyo  á  la  transmisión  única  de  la  enfer- 
medad por  la  picadura  del  anopheleSy  basada  en  que  la  evolución  del 
parásito,  tal  coino  la  conocemos  hoy,  es  ya  sobrado  compleja  para  que 
la  compliquemos  más,  dándole  aptitudes  para  que  salve  nuestras  de- 
fensas aéreas  ó  digestivas,  nos  parece  de  valor  tan  escaso,  oue  la  juz- 
gamos nula.  Por  de  pronto,  la  inmensa  mayoría  de  parásitos  (jue 
penetran  por  estas  vías,  ofrecen  una  evolución  bastante  más  sencilla 
que  la  de  los  plaamodios,  y  además,  aunque  así  no  fuera  ¿hemos  de 
enmendar  la  obra  de  la  naturaleza  y  someterla  á  nuestras  hipótesis  ? 

¿Conocemos  acaso  entera  y  definitivamente  el  ciclo  evolutivo  de 
los  plasmodios  de  la  malaria?  Aun  suponiendo  que  la  última  inter- 
pretación que  se  ha  dado  á  los  cuerpos  semilunares,  corps  en  croisant, 
sea  la  exacta,  nada  sabemos  acerca  la  naturaleza  de  esos  corpúsculos 
negros,  Mack  apores^  situados  dentro  ó  fuera  de  los  ovokistos,  observa- 
dos también  en  distintos  tejidos  de  mosquitos  vírgenes  de  plasmodios. 

Puede  pairar,  en  concepto  general,  la  explicación  de  los  casos  de 
malaria  sin  mosquitos^  suponiendo  que  el  enfermo  se  infectó  en  regio- 
nes pobladas  por  el  anopheles,  y  que,  dado  el  período  de  incubación  del 
paludismo,  á  veces  bastante  largo,  ocurriera  el  estallido  morboso  en 
regiones  indemnes  de  dicho  insecto.  Pero  ¿cómo  explicar  las  locali- 
dades con  úí;¿o;>^We5  y  sin  malaria?  ¿Es  lógico  admitir  con  algunos 
que  estos  aiiopheles  posean  cierta  inmunidad  congénita  que  impediría 
el  desarrollo  del  plasmodio  en  su  tubo  digestivo?  La  Historia  Natural 
no  distingue  la  menor  diferencia  entre  unos  y  otros. 

Creemos  prudente  no  pronunciarnos  de  una  manera  definitiva 
acerca  la  patogenia  ímica  de  una  enfermedad  cuyo  parásito  descono- 
cemos en  parte,  y  cuando  hay  hechos  en  contra  que  escapar^  á  toda  ex- 
plicación satisfactoria  dentro'^de  dicho  exclusivismo. 


Alcoholismo  en  Bapcelona  ^^^ 

F^Fofllaxis 

POK 

D.  Fernando  Casadesús 

Alumno  sobresaliente  (}e  Higiene  pública 

La  profilaxis  del  alcoholismo  es  realmente  un  asunto  complejo, 
cuyas  indicaciones,  para  cumplirlas,  derivan  en  parte  de  las  circunstan- 
cias que  he  señalado,  como  manifestación  de  las  causas  que  aquí  in- 
fluyen en  su  desarrollo. 

Podemos  dividir  en  dos  puntos  principales  lo  que  se  refiere  á  la 
profilaxis  :  tratando  en  el  primero  de  las  indicaciones  de  orden  médico 
que  deben  llenarse  para  obtener  dicho  fin  ;  y  en  el  se^j^undo,  de  los 
medios  sociales  que  debemos  emplear  para  evitar  el  alcoholimo  y  sus 
terribles  consecuencias. 

Refiérese  el  primer  punto  á  ciertas  afecciones  consecutivas  al  abuso 


(1)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


49  Alcoholismo  en  Barcelona 


del  alcohol,  como  la  gastritis  alcohólica,  que  ocasiona  en  su  sed  espe- 
cial  la  tendencia  más  ó  menos  imperiosa  k  beber  de  nuevo  bebidas 
alcohólicas,  convirtiéndose  asi  el  efecto  que  el  abuso  del  alcohol  pro- 
dujo, en  causa  de  que  el  organismo,  dominado  por  esa  sed  inextin- 
guible que  la  alteración  gástrica  determina,  propende  á  alcoholizarse 
de  nuevo,  haciéndose  cada  vez  más  irresistible  la  necesidad  del  alco- 
hol, á  la  que  ya  el  suieto  le  es  muy  difícil  sustraerse.  De  aquí  que 
atendiendo,  sobre  todo  en  sus  comienzos,  á  los  gastríticos  cuya  enfer- 
medad ha  sido  ocasionada  por  el  alcohol,  y  procurando,  al  mismo 
tiempo  que  combatir  terapéuticamente  su  gastritis,  quei  pe  abstengan 
en  absoluto  del  empleo  de  este  agente,  podremos  lograr  detenerlos  en 
el  camino  que  fatalmente  les  habría  conducido  al  alcoholismo  crónico. 

Pero  hay  también  otras  afecciones  producidas  por  el  alcohol,  como 
la  dipsomanía,  que  ocasionando  á  veces  efectos  agudos  más  ó  meno» 
agradables,  á  los  que  los  individuos  van  habituándole  fácilmente,  vie- 
nen á  constituir,  no  ya  una  costumbre,  sino  una  necesidad,  que,  cual 
lo  que  acontece  con  los  morfinómanos,  es  cada  vez  más  irresistible,  al 
mismo  tiempo  que  va  embruteciendo  y  alterando  progresivamente  las 
facultades  intelectuales,  con  lo  que  el  sujeto  alcohólico,  no  sólo  no  e» 
dueño  de  si  mismo,  sino  que  queda  dominado  por  el  alcohol,  que  fa- 
talmente le  conduce,  con  más  ó  menos  rapidez,  á  un  término  fnnesto. 

He  aquí,  pues,  otra  afección  alcohólica  que  siendo  de  tan  fatales 
consecuencias,  débese  tener  muy  presente  en  la  profilaxis  del  alcoho- 
lismo, para  procurar  dominarla  desde  los  primeros  momentos  en  que 
se  presenta,  cuando  aún  el  individuo  es  capaz  de  ponerle  freno,  ó  bien^ 
en  caso  contrario,  obligándole  por  fuerza  á  disminuir  progresivamente 
el  uso  del  alcohol.  La  creación  de  casaíi-asilos  en  Barcelona,  donde  no 
existe  ninguna  para  esta  clase  de  enfermos,  podría  cumplir  perfecta- 
mente dicha  indicación. 

En  cuanto  al  segundo  punto  señalado  para  el  estudio  de  la  profila- 
xis del  alcoholismo,  debemos  analizar  en  lo  posible  los  diferentes  me- 
dios de  que  puede  disponer  el  médico-sociólogo  y  el  médico-legista, 
para  oponerse  á  tan  temible  mal. 

Teniendo  en  cuenta  que  una  de  las  principales  causas  que  influyen 
en  la  clase  obrera  para  conducirla  al  alcoholismo,  es  la  mala  é  insufi- 
ciente alimentación  de  que  dispone,  sobre  todo  en  esta  ciudad  donde 
la  carestía  de  los  alimentos  es  notoria,  impónese  como  medida  ade- 
cuada el  abaratamiento  de  los  alimentos,  bien  modificando  los  elevados 
impuestos  que  los  gravan,  bien  procurando  obtener  la  reducción  de  las 
tarifas  de  transportes,  bien  facilitando  su  acceso  en  los  mercados  lo- 
cales, todo  con  el  fin  de  que  aquéllos  se  hallen  más  al  alcance  de  dicha 
clase  social  necesitada,  haciendo  de  este  modo  que  no  se  vea  precisisida 
á  buscar  de  continuo  estímulos  irregulares  en  las  tabernas  y  otros  es- 
tablecimientos semejantes,  para  suplir  las  necesidades  derivadas  de  la 
alimentación  escasa,  y  olvidar  quizás,  ó  no  querer  pensar  en  lo  difícil 
de  su  porvenir.  Si  además  de  esto  el  obrero  pudiera  obtener  vinos  na- 
turales y  saludables,  hallándose,  por  ello,  en  condiciones  de  hacer  uso 
de  una  bebida  confortativa,  á  buen  seguro  que  se  apartaría  cada  vez 
más  del  consumo  inmoderado  de  las  bebidas  alcohólicas,  que  le  condu- 
cen al  alcoholismo  y  al  vicio. 

Necesario  sería  también,  para  concurrir  al  mismo  fin,  educar  ala 
clase  obrera,  instruyéndola  con  el  objeto  de  que  no  dedicase  las  horas 
de  descanso  á  gastaV  sus  recursos  en  vino,  juego,  etc.,  con  lo  que  las 
tabernas  cada  vez  se  verían  menos  concurridas,  pues  el  obrero  dedi- 
cándose á  aprender  y  á  lecturas  que  podrían  ocupar  y  recrear  su  espí- 
ritu, conseguiría,  indudablemente,  enaltecerse  y  se  "apartaría  insensi- 
blemente del  alcohol  y  del  vicio,  que  embruteciéndole  le  degradan. 


Alcoholismo  en  Barcelona  4$ 


Al  propio  tiempo,  bueno  sería  que  se  obligase  á  los  dueños  de  los 
establecimientos  á  que  acabo  de  referirme,  á  que  cerrasen  á  ciertas 
horas  de  la  noche,  para  contrarrestar  estos  medios  que  facilitan  al 
obrero  su  caída  en  el  camino  del  alcoholismo  y  sus  consecuencias, 
como  la  lujuria  y  la  criminalidad.  Siendo,  como  es,  en  Barcelona  tan 
abundante  el  elemento  obrero,  se  comprende,  desde  luego,  de  cuanta 
importancia  serían  las  indicadas  medidas,  sobre  todo  aumentando, 
como  puede  observarse,  de  día  en  día,  el  número  de  aquellos  estableci- 
mientos que  el  higienista  debe  condenar  desde  todos  los  puntos  de  vista. 

Otra  cuestión  de  suma  importancia  se  presenta  también,  al  tratar  de 
la  profilaxis  del  alcoholismo.  De  ella  lie  hecho,  en  cierto  modo,  alguna 
indicación,  cuando   me  ocupaba  en  la  primera  parte  de  este  trabajo. 

Me  refiero  á  que  hoy  día  la  sofisticación  va  amenazando  á  grandes 
pasos,  al  punto  de  no  podernos  sustraer  á  la  acción  de  agentes  tóxicos 
sumamente  nocivos  al  hombre,  como  sucede  con  el  alcohol  amílico. 
Como  este  producto  se  obtiene  á  bajo  precio,  por  extraerse  de  substan 
cias  de  poco  valor,  se  com])rende  el  aumento  progresivo  de  su  mezcla 
con  las  bebidas  alcohólicas,  sobre  todo  con  aquellas  de  esta  clase  que 
resultan  mt^s  baratas,  y  por  cuyas  circunstancias  puede  decirse  que 
sufren  principalmente  sus  efectos  nuestras  clases  proletarias. 

He  aquí  sin  duda  porgue  en  Barcelona,  punto  de  gran  movimiento 
comercial,  el  alcohol  amílico  prepondera  más  de  día  en  día,  pues  aun 
viniendo  del  extranjero,  resulta  menos  costoso  que  el  alcohol  bueno 
del  país.  Y  si  consideramos  que  los  efectos  de  dicho  alcohol  son  tan 
desastrosos,  se  comprenderá  á  buen  seguro  que  aquí  se  imponen  me- 
didas de  rigor  contra  la  sofisticación,  que  sería  también  conveniente 
establecer  vigilancia  en  las  fábricas  de  bebidas  alcohólicas,  con  objeto 
de  que  no  se  confeccionaran  con  productos  nocivos  á  la  salud,  y  que 
además,  y  muy  principalmente,  se  ejerciese  dicha  vigilancia  de  un 
modo  riguroso,  y  bien  á  menudo,  en  todos  los  cafés,  Sibernas,  cafés- 
conciertos  y  demás  establecimientos  análogos,  en  que  se  despachan 
las  referidas  bebidas,  para  comprobar  si  son  buenos  los  productos  que 
expenden,  y  para  que,  en  caso  de  no  serlo,  sufra  severo  castigo  una 
sofisticación  que  tan  graves  daños  produce  en  la  vida  social. 

Pero  si  hasta  ahora  nos  hemos  referido  con  preferencia  á  combatir 
las  principales  causas  de  alcoholismo  que  ejercen  su  acción  en  la  clase 
menesterosa,  también  debemos  ocuparnos  de  aquellas  que  en  las  clases 
sociales  elevadas  contribuyen  á  fomentar  este  vicio.  No  tengo  para  que 
repetir  lo  que  significan  aquellos  centros  de  corrupción,  como  ciertas 
salas  de  espectáculos  ó  sitios  llamados  de  recreo,  dónde  la  lujuria  y  la 
holganza  de  dichas  clases  sociales  van  inclinándolas  á  fomentar  dichos 
sitios,  bajo  la  capa  de  la  moderna  civilización,  cual  si  el  alcoholismo  y  la 
corrupción  debieran  ser  moneda  corriente  de  la  sociedad  en  su  progreso. 

ííecesario  sería,  pues,  hacer  desaparecer  los  centros  á  que  vengo 
refiriéndome,  ya  que,  al  parecer,  no  es  bastante  la  cultura  de  los  queá 
ellos  acuden  con  más  frecuencia,  para  aj^artarse  de  ellos  ó  moderar  el 
atractivo  de  sus  inclinaciones.  Además,  la  fundación  de  sociedades 
de  templanza,  que  tan  buenos  resultados  prácticos  ha  dado  en  otros 
países,  ya  que  desde  su  primitiva  implantación  en  el  estado  de  Massa- 
chussets,  en  el  año  1826,  y  su  extensión  por  los  Estados  Unidos,  ha 
hecho  disminuir  notablemente  en  aquel  país  la  fabricación  interior  y 
la  importación  de  alcoholes,  sería  también  de  esperar  que  aquí  actua- 
sen igualmente  como  remedio  útilísimo  contra  tan  funesto  mal. 

Pero  todas  estas  medidas  que  no  pueden  dejar  de  llamarse  profilác- 
ticas, porque  tendiendo  á  elevar  el  nivel  moral  de  la  población  y  faci- 
litando á  los  obreros  mejores  medios  de  subsistencia,  previenen  los 
males  que  produce  el  alcoholismo,  son  medios  absolutamente  plaióní- 


44  Alcoholismo  en  Barcelona 


eos,  si  se  nos  permite  la  palabra.  Son  medios  racionales  que  están  en 
la  conciencia  de  todo  el  mundo ;  pero  que,  iguales  ó  parecidos  á  otros 
que  se  aconsejan  para  prevenir  diversos  males  sociales,  son  de  dudosa 
realización  práctica. 

Tal  como  está  constituida  la  sociedad,  tal  es  el  dualismo  que  existe 
entre  sus  diferentes  categorías,  que  todo  lo  que  se  funda  en  la  educa- 
ción moral  del  pueblo  (que  no  puede  nunca  dejar  de  recomendarse), 
resulta,  por  lo  general,  muy  ilusorio  en  la  práctica. 

El  mejoramiento  de  los  medios  de  alimentación  es  un  problema 
difícil,  que  nunca  debe  perder  de  vista  el  higienista  como  el  sociólogo; 
pero  no  iiay  que  olvidar  que  se  halla  también  íntimamente  relacionado 
con  lo  que  acabo  de  exponer  en  el  párrafo  anterior. 

Ahora  bien  ;  ante  tan  desconsoladora  perspectiva  ¿  debemos  cru- 
zarnos de  brazos,  sin  buscar  nuevas  medidas  que  tiendan  á  establecer 
algo  práctico  en  la  profilaxis  del  alcoholismo? 

Comprendo  que  en  tanto  no  consigan  establecer  las  anteriores  me- 
didas que  dejo  apuntadas,  las  cuales  así  podrían  servir  para  el  alcoho- 
lismo como  para  otras  plagas  de  carácter  social,  es  necesario,  por  de 
pronto,  ampararse  en  el  poder  legislador  para  disminuir  siquiera,  en 
cuanto  quepa,  los  estragos  que  produce  el  uso  inmoderado  de  las  be- 
bidas alcohólicas. 

Aquellas  medidas  de  orden  higiénico-social,  por  muy  pronto  que  se 
implantaran,  sólo  podrían  contribuir  en  largo  espacio  de  tiempo  á  dis- 
minuir el  uso  inmoderado  del  alcohol.  Las  que  considero  de  oportu- 
nidad actualmente,  son  las  que  deben  tender  á  prevenir  los  estrados 
que  produce  el  alcohol  impuro.  No  cabe  ningún  género  de  duda,  en 
que  si  sólo  se  bebiera  bebidas  elaboradas  con  alcohol  puro,  ó  vino.< 
puros,  disminuiría  considerablemente  el  número  de  alcoholismos  cró- 
nicos y  ya  podríamos  darnos  por  satisfechos. 

Aunque  tengo  entendido  que,  de  poco  tiempo  á  esta  parte,  se  ha 
dictado  alguna  disposición  legislativa  referente  al  asunto  que  nos 
ocupa,  no  creo  aventurado  suponer,  si  aquélla  existe,  ó  no  se  habrá 
procurado  debidamente  su  observación,  ó  nabrá  caído  en  olvido  como 
tantas  otras  que  resultan  ineficaces,  y  por  consiguiente,  creemos  de 
necesidad  que  se  legisle  imponiendo  penas  adecuadas  á  la  transcenden- 
cia que  el  asunto  tiene,  á  cuantos  elaboraran  ó  expendieran  cuales- 
quiera bebida  con  otro  alcohol  que  no  sea  el  vínico;  penas  que,  por  lo 
mismo,  entiendo  deberían  ser  de  mayor  significación  que  las  que  im- 
pone el  Código  penal  en  los  artículos  referentes  á  la  sofisticación  délos 
alimentos,  teniendo  presente  que  los  estragos  producidos  por  el  abuso 
del  alcohol,  afectan,  no  solamente  al  individuo,  si  que  también  á  las  per- 
sonas que  con  el  conviven,  ó  con  él  se  relacionan,  y  hasta  á  su  progenie. 

Si  son  rigurosos  los  castigos  que  se  aplican  á  los  que  quebrantan 
un  cordón  sanitario  en  tiempo  de  epidemia,  ó  á  los  centinelas  que  des- 
cuidan su  íUírvicio  en  tiempo  de  guerra,  y  estos  castigos  no  se  hallan 
en  relación  con  la  falta  en  sí  misma,  sino  por  los  males  que  pueden 
ocasionar  á  las  colectividades  á  (juienes  sirven  de  salvaguardia,  ¿qué 
sanción  no  debe  imponerse  á  Iíjs  que  fabrican  bebidas  alcohólicas  con 
alcoholes  nocivos  al  organismo,  cuando,  cualquiera  que  sea  el  motivo 
interesado  por  el  que  así  procedan,  no  pueden  desconocer  que  sus  pro- 
ductos son  verdaderos  venenos  destinados  á  diario  á  la  intoxicación  de 
sus  semejantes? 

Sin  que  me  atreva  á  precisar  los  medios  que  más  fácilmente  podrían 
conducir  á  la  realización  de  cuanto  he  señalado  como  profiláctico  del 
alcoholismo,  entiendo,  sin  embargo,  que  debiera  elevarse  una  razo- 
nada exposición  al  Gobierno,  para  que,  por  lo  menos,  en  lo  relativo  á 
la  fabricación  de  bebidas  alcohólicas,  provoque  medidas  legislativas  en 


Alcoholismo  en  Barcelona  46 


armonía  con  lo  expuesto,  y  si  las  hjibiere,  intentando  la  agravación 
de  las  penas  que  la  experiencia,  hasta  ahora,  haya  demostrado  haber 
sido  insuficientes. 

Es  más:  entiendo  también  que  sin  perjuicio  de  lo  que  acabo  de  ex- 
presar, y  propiamente  como  complemento  y  quizás  como  elemento  el 
más  eficaz,  cabría  conseg'uir  que  el  alcohol  llamado  generalmente  in- 
dustrial, ó  mejor  dicho,  todo  alcohol  que  no  fuese  vínico,  fuera  entera- 
mente rechazado  para  la  elaboración  de  bebidas  alcohólicas. 

No  es  preciso  para  esto  acudir  á  medida  alguna  que  impida  ó  difi- 
culte la  fabricación  de  alcohol  con  cualquiera  materia  que  se  estime 
ventajosa  para  la  obtención  de  dicho  producto,  ya  que  sus  múltiples 
aplicaciones  industriales  se  encaminan  cada  vez  con  más  éxito  á  que 
sea  de  gran  riqueza  para  un  país  la  producción  del  alcohol. 

Lo  esencial  para  el  efecto  profiláctico,  en  este  importante  asunto, 
consiste  en  que  el  alcohol  que  no  sea  vínico,  no  pueda  emplearse  para 
la  confección  de  bebidas  alcohólicas,  así  como  en  que  quepa  subordinar 
semejante  exclusión  á  investigación  relativamente  fácil. 

Dos  medios,  á  mi  modo  de  ver,  bastarían  para  obtener  este  resulta- 
do, á  saber:  desnaturalizar  el  alcohol  de  matiera  que  sin  detrimento  de 
sus  condiciones  para  sus  aplicaciones  industriales,  su  sabor  haga  re- 
pugnante su  bebida;  y  decomisar  todo  alcohol  que,  no  siendo  vínico, 
no  esté  desnaturalizado. 

Las  aplicaciones  cada  vez  más  numerosas  que  el  alcohol  tiene  en  la 
industria,  han  sido  causa  de  que  hayan  rivalizado  algunos  países  en  la 
obtención  de  este  producto,  tendientlo  siempre  á  que  el  precio  de  dicha 
obtención  fuera,  menor,  procurando  extraerlo  de  substancias  muy  ba- 
ratas, con  lo  cual,  á  la  vez  que  se  conseguía  aumentar  notablemente  la 
cantidad  de  alcohol  producida,  enriqueciendo  á  la  industria,  se  ha  con- 
tribuido también,  por  su  bajo  precio,  á  que  los  dedicados  á  la  fabricación 
de  bebidas  alcohólicas  estimarán,  como  objeto  de  gran  lucro,  el  empleo 
de  los  referidos  alcoholes  no  vínicos  para  la  de  semejantes  bebidas. 

Como  se  comprende,  la  utilización  de  dichos  alcoholes  en  las  bebi- 
das había  de  traer  consigo  graves  perjuicios  á  la  salud  pública,  pues 
por  su  poder  tóxico  no  podían  menos  de  contribuir  á  aumentar  visible- 
mente los  estragos  que  origina  el  alcoholismo. 

De  aquí  ha  surgido,  al  parecer,  la  nueva  industria  de  la  desna- 
turalización de  los  alcoholes,  haciendo  que  los  llamados  industriales 
no  puedan  ser  aprovechados  para  fabricar  bebidas,  á  la  vez  que,  por  la 
desnaturalización,  no  sólo  no  se  alteran  las  condiciones  del  alcohol, 
que  le  hacen  elemento  precioso  en  sus  modernas  aplicaciones,  sino  que 
le  comunican  nuevas  propiedades  que  aumentan  su  valor  industrial. 

Para  la  desnaturalización  de  los  alcoholes  se  han  empleado  muchos 
cuerpos ;  pero  es  necesario  tener  presente  que  el  cuerpo  que  se  utilice 
para  realizar  dicha  desnaturalización,  debe  reunir  varias  condiciones, 
a  saber :  que  se  una  íntimamente  con  el  alcohol,  de  tal  suerte  que  éste 
no  pierda  nunca  el  mal  sabor  que  aquél  le  comunique,  ó  que  para  po- 
dérselo hacer  perder  sea  indispensable  emplear  muy  complicadas  y 
costosas  operaciones ;  que  dicho  sabor  le  haga  de  por  sí  impropio  para 
la  bebida,  dotándole  á  la  vez  de  un  olor  que,  sin  ser  sumamente  fuerte, 
sea  suficiente  para  caracterizar  el  alcohol,  al  cual  se  une;  que  el  precio 
de  estas  substancias  sea  muy  bajo,  con  el  fin  de  no  encarecer  los  aleo  - 
holes  industriales ;  y  que  la  cantidad  que  sea  necesario  emplear  para 
desnaturalizar  el  alcohol,  resulte  ser  muy  pequeña. 

Además,  se  esfuerzan  también  los  químicos  para  encontrar  produc- 
tos nuevos  que  comuniquen  á  los  alcoholes,  al  verificar  su  desnatura- 
lización, propiedades  que,  como  antes  decía,  les  hagan  aún  mejores 
para  su  utilización  en  la  industria. 


'•"Sil 


t: 


íh-^'. 


.Mi: 


A/coAo/»mo  en  Barcetona 


Eutre  los  muchos  cuerpos  empleados  con  este  objeto,  podemos  citar 
una  mezcla  de  metileno,  de  una  materia  colorante  de  anilina  y  bence- 
nos pesados  de  la  brea  de  hulla.  También  se  usan  el  metileno,  el  ben- 
ceno y  la  nafta;  habiéndose  empleado  asimismo  una  mezcla  de  meti- 
leno y  bases  pirídicas,  añadiendo  bencenos  como  carburadores,  para 
hacer  qne  sea  mayor  el  poder  luminoso  v  calorífico  del  alcohol.  El 
aceite  de  acetona  se  utiliza  con  el  mismo  ñn  ;  pero  hoy  día  existe  un 
cuerpo  que  reúne  todas  las  condiciones  antes  señaladas,  llamado  ^n^ii- 
lelilcetoiía  ,  cuerpo  que  se  extrae  tratando  el  agua  que  resulta  de  lavar 
la  lana  de  los  carneros  con  cal  viva,  recogiendo  la  materia  sólida  que 
así  se  consigue  y  destilándola. 

Obtiéíiese  de  este  modo  un  líquido  soluble  en  el  alcohol,  al  que  le 
da  sabor  acre,  aumentando  al  propio  tiempo  sus  propiedades  iluminan- 
tes y  térmicas,  y  siendo  á  la  vez  tan  difícil  separar  ambos  cuerpos,  que 
se  calcula  que  regenerar  un  hectolitro  de  alcohol  desnaturalizado  por 
este  procedimiento,  costaría  próximamente  unas  mil  quinientas  pesetas. 

Pues  bien  :  si  á  este  medio  que  la  moderna  química  industrial  nos 
ofrece  de  poder  hacer  inservibles  para  la  bebida  los  alcoholes  que,  por 
su  procedencia,  no  reúnen  condiciones  para  ser  empleados  con  este 
objeto,  añadimos  alguna  medida  legislativa  por  la  cual  se  consiga  que 
sea  decomisado  todo  alcohol  que,  sin  ser  vínico,  no  esté  desnaturaliza- 
do ,  habremos  logrado  que  solamente  pueda  aprovecharse  para  la  fabri- 
cación de  bebidas  alcohólicas,  el  alcohol  vínico  que,  si  por  su  abuso 
puede  conducir  al  alcoholismo,  no  produce  los  efectos  tan  rápidos  y 
perjudiciales  que  los  otros  alcoholes  causan  á  diario  en  los  organismos 
que  los  ingieren. 

MORTALIDAD 


Afiot 

tfaitalidad  por 

HorUUiad  total 

AlO0b3lSlffl0 

S&feraedadaí  Aervioiai 

rtasopatitt 

1889 

13 

1,562 

15 

8,385 

1890 

19 

1,553 

14 

8,815 

1891 

15 

1,518 

15 

8,266 

1892 

U 

827 

21 

8,099 

1893 

17 

1,342 

8,186 

1894 

15 

1,432 

9 

7,900 

1895 

13 

1,457 

12 

7,956 

189C> 

13 

1,439 

10 

9,098 

1897 

6 

1.719 

2 

10.192 

189.K 

8 

2,144 

4 

12.895 

1899 

11 

2,2.5 

/ 

14,013 

19ÍK3 

19 

2,195 

12 

13,356 

1901 

13 

2,459 

9 

14,670 

Nota.- Desde  1898, 

los  datos  se  refíer 

en  á  la  población  de 

Barcelona  con  los 

pueblos  agregados 

CONSUMO.  — ANO  1901 


Cines  de  bebldaí  tloohólieaa 


Alcohol  puro,  aguardientes  y  licores 

Mistelas,  moscateles,  Jerez  común  y  vinos  rancios  que  no  ex- 
cedan de  !')<»,  no  embotellados. 


Vinos  rancios  superiores,  generosos,  espumosos  y  Vermouth  y 
demás  vinos  embotellados  naturales  y  extranjeros    .    .    .    . 

Vinos  rancios  superiores,  generosos  y  Vermouth  no  embote- 
llados 


Vinos  de  las  demás  clases 

Cerveza  (  forastera  ) . 

Cerveza  fabricada  en  el  radio  de  Barcelona 
Cidra  y  chacolí 


LitTOl 


2.508,381 

1.390,499 

219,6861 


145,519 

53.707,03 

108,324X 

1.750.000( 

10,1571 


Por  100 
tleohólloo 


50 
12 

20 

10 

4 
5 


latroi 
de  alochol 


1.281,665 
166,860 

73,040 

5.370,704 
74,333 

508 


6.967.110 

Considerando  en  600,000  el  número  de  habitantes  del  Promedio  anual:  12  litros  de  alcohol 
Barcelona,  resulta:  Por  habiunte /        »  diario:  33  gramos       » 


Lra  laetaneia  mixta 


(i) 


POR 


£.   PÉKIEB 

Los  brillautes  resultados  que  el  profesor  Budiu  y  sus  émulos  han  obte- 
nido con  la  sola  dirección  de  las  madres  que  consienten  en  j)i*esentar  con 
regularidad  sus  niños  á  las  Conmltations  de  nourrisons,  han  abierto  un  nuevo 
horizonte  á  todos  los  que  se  interesan  por  la  puericultura,  empleando ia 
palabra  del  día. 

Todos  han  dicho:  Puesto  que  la  vigilancia  de  los  niños  de  pecho,  por 
unaN parte,  permite  registrar  una  considerable  economía  de  estas  preciosas 
existencias,  antes  sujetas  á  la  muerte  en  proporciones  que  hoy  parecen  in- 
verosímiles ;  y  que,  por  otra  parte,  la  dirección  de  las  madres  y  la  iniciación 
en  su  papel  han  permitido  sacar  partido  de  su  buena  voluntad  alimentando 
aun  cuando  no  parecieran  deber  ser  nodrizas  perfectas,  vamos  á  ver  apare- 
cer de  nuevo  los  : 

^  jours  heureux  du  coeur  et  du  bon  sens 

Oü  chaqué  mere  élevant  ses  enfants 
Ne  laissait  point  aller  a  l'aventure 
Le  devoir  saiut  qu'enseigne  la  uature! 

Seguramente  este  sería  el  ideal,  el  orden  normal  de  las  cosas;  no  obs- 
tante, si  la  naturaleza,  siempre  previsora,  llenase  las  mamas  de  la  mujer 
convertida  en  madre  con  el  alimento  natural  del  recién  nacido,  la  leche  de 
su  madre,  hay  casos,  preciso  es  reconocerlo,  por  raros  que  sean,  en  los  cua- 
les la  lactancia  materna,  que  ofrecería  tanta  segundad  de  un  lado,  tanta 
dulzura  de  otro,  es  casi  imposible. 

Pero  lo  que  no  debe  verse,  de  aquí  en  adelante,  es  una  madre  (j^ue  pu- 
diendo  ser  una  nodriza  superior  á  aquella  otra  á  la  que  diera  á  su  hijo,  exi- 
miéndose, con  propósito  deliberado,  con  toda  satisfacción,  de  una  tarea  que 
únicamente  á  ella  incumbe.  La  deserción,  todavía  muy  frecuente,  de  un 
deber  que  es  el  complemento  de  la  maternidad  ¿se  justifica  tanto  como 
quieren  decir  por  un  mal  estado  de  salud  ó  por  una  verdadera  imposibilidad 
de  criar?  ¿No  ha  de  atribuirse,  en  parte,  &  la  complicidad  indulgente  de  los 
médicos  que  aceptan  con  harta  ligereza  las  razones  de  ineptitud  que  le  dan 
las  familias? 

Hecha  excepción  de  la  proporción  débil  de  madres  enteramente  ineptas 
para  la  lactancia,  las  demás  (dado  que  el  médico  no  encuentre  que  el  estado 
de  salud  las  inutiliza  por  completo),  pueden  llegar  á  criar  á  sus  respectivos 
hijos. 

Esto  está  muy  bien,  dirán,  para  las  mujeres  que  tienen  mucha  leche; 
pero  las  otras,  las  que  tienen  poca,  ó  muy  poca  ¿cómo  podrían  satisfacer 
las  necesidades  del  niño? 

Queda  para  éstas  el  gran  recurso  de  la  lactancia  mixta,  que  asocia  la 
lactancia  artificial  á  la  lactancia  con  el  pecho. 

Este  sistema  no  vale  tanto,  ciertamente,  como  la  lactancia  exclusiva  con 
el  pecho  materno  ;  pero,  gracias  á  una  dirección  y  á  una  vigilancia  conve- 
nientes, sobre  todo,  desde  el  empleo  de  la  leche  exenta  de  gérmenes,  da 
muy  buenos  resultados.  Hay,  sin  embargo,  una  condición:  el  que  la  madre 
tenga  realmente  leche,  es  oecir,  que  la  mama  no  sirva  para  ocultar  una 
crianza  puramente  artificial.  En  la  lactancia  mixta,  comprendida  de  este 
modo,  el  biberón  debe  ocupar  el  segundo  puesto  y  la  madre  hallarse  en 
condiciones  de  conservar  el  primero. 

Merced  á  esta  clase  de  lactancia  se  puede  sacar  partido  de  toda  la  buena 
voluntad  de  una  madre,  que  sería  una  nodriza  insuficiente,  sin  hacer  correr 
al  niño  los  riesgos  de  una  lactancia  exclusivamente  artificial. 

Examinar  cuales  son  las  circunstancias  que  permiten  la  lactancia  mixta; 
mostrar  las  ventajas  que,  bien  dirigida,  presenta  sobre  la  lactancia  artificial 
y  el  partido  que  de  ella  se  puede  sacar;  indicar,  por  último,  como  es  nece- 
sario conducirla  y  vigilarla :  tales  son  las  diversas  cuestioneá  que  exami- 
naré aquí. 


(l)    Ann.  de  MéJ.  et  Chir.  infant.,  1.°  marzo  y  15  octubre  de  1903. 


4^ 


La  lactancia  mixta 


^\ 


I 

Olromuttanolai  en  las  oaaleí  la  laotanola  mixta  es  apUoable 

Yearaos,  ante  todo,  alg-unas  de  las  circunstancias  en  que  la  lactancia 
mista  podrá  aplicar^ie  temporalmente,  ó  de  una  manera  definitiva,  desde  el 
nacímieuto  hasta  <4  dt'stete. 

Lactanci*  mixta  temporal.  —  A.  La  lactancia  mixta  permite  esperar  la 
subida  de  ia  lecke.  --  Sease  una  mujer  joven  que  tiene  el  primer  hijo  y  en  los 
primeros  días  que  sig:uon  al  nncimiento  del  mismo.  Quiere  criar,  pero  la 
subida  de  la  íeehe  tarda  en  veriticarse,  ó  quizás  en  sus  pechos,  mal  prepa- 
rados para  la  lactancia,  5?e  presentaron,  desde  las  primeras  succiones,  g-rie- 
tas  qiiP  la  haceíi  sufrir  atrozmente  cada  vez  que  da  de  mamar.  ¿Se  le  ha 
da  dejar  det^animarsp  y  renunciar,  sin  ir  más  lejos,  á  que  dé  de  mamar  á  su 
hijo,  á  pesar  de  que  tiene  deseos  de  hacerlo? 

No;  esta  joven  madre,  vigilada  por  su  médico,  irá.  al  mismo  tiempo  que 
dé  el  pecho,  dando  nuimadas  salteadas,  reemplazándolas  por  una  toma  de 
leche.  Las  n1^nmdil^  ([ue  dé  serán  suficientes  para  facilitar  la  subida  de  la 
leche  6  mantenerla ;  entretanto,  esta  leche  se  hará  más  abundante  en  aqué- 
lla en  la  cual  las  subidas  tardan  en  verificarse,  y  más  fácil  de  tomar  en  la 
que  tenia  que  formar  los  pezones  mal  conformados,  ó  curar  las  grietas  ó 
excoriaciones. 

.Sea  tíunbién  una  mujer  joven  que  tiene  necesidad  de  reposo  para  sopor- 
tar la  fatiga  que  le  rausa  la  lactancia  ;  por  la  noche  le  (s  imposible  dar  el 
peL'ho,  so  pena  de  no  poder,  una  vez  despierta,  reconciliar  su  sueno  inte- 
rrumpidos aparte  di*  e^to,  es  una  mujer  sana,  capaz  de  criar  su  hijo.  ¿Se  le 
aconsejará  una  nodrizn?  Antes,  por  el  contrario,  que  continúe;  se  reem- 
plazará, durante  la  nnche,  una  mamada  por  leche  que  ha  de  darla  una  per- 
sona que  cuide  al  niño 

Más  tarde,  en  un  ni/^mento  cualquiera  de  la  lactancia,  la  madre  sufre  una 
indisposición  ó  una  enfermedad  que  no  debe  durar,  pero  durante  la  cual  la 
leche,  que  no  podrá  .ser  nociva,  será  insuficiente.  ¿Se  ha  de  reemplazar  esta 
nodriza  natural,  que  ha  sido  hasta  ahora  perfecta,  con  una  nodriza  merce- 
naria.  difícil  de  hallar,  más  difícil  aún  de  dirigir,  tanto  más  exigente  cuanto 
que  no  se  trata  de  un  recién  nacido  sino  de  un  niño  de  varios  meses?  Se 
ha  hecho  esto  dorante  mucho  tiempo,  y  se  ha  sentido  frecuentemente  haber, 
en  estas  cf^ndicioues,  privado  un  niño  del  pecho  materno  para  darlo  á  una 
nodriza  6  bien,  como  niuchas  veces  pasa,  á  una  serie  de  nodrizas. 

Todavía  en  este  vmo  el  remedio  está  en  la  lactancia  mixta,  merced  á  la 
cual  el  niño  no  sufrirri  y  la  madre  será  la  nodriza  de  su  kijo. 

B.  La  laclancia  mixta  es  un  recurso  para  los  niños  de  pecho  indispuestos  ó 
iu/ermos.  Cnundo,  durante  la  lactancia  natural,  un  niño  enferma,  sobre 
todo  si  se  trata  de  trai^tornos  digestivos,  estos  accidentes  son,  en  general, 
ligeros  ;  duran  pocf»,  ^r ráelas  á  las  mismas  condiciones  en  que  es  criado. 

En  la  lactancia  artiiicial  con  el  biberón,  estos  mismos  accidentes  adquie- 
ren con  frecuencia  una  considerable  importancia,  hasta  el  punto  de  obligar 
á  que  se  recurru  a  iiiiíi  nodriza  provisional,  siempre  difícil  de  aceptar  por  el 
niñn  si  éste  tiene  ya  varios  meses  y  está  acostumbrado  al  biberón. 

Si  el  niño  t*s  sometido  á  la  lactancia  mixta,  no  hay  cosa  más  fácil  que  su- 
primir inomentáneamente  el  biberón  y  dar  exclusivamente  el  pecho,  que 
bastará  ui  niño  enfermo,  el  cual  necesita  menos  cantidad  de  leche  que  en 
esiadíi  á*'  í^íVtud. 

Lactancia  mixta  desde  el  principio.  —En  los  casos  en  que  la  leche  es 
insuficiente  áenáe  el  i>nncipio,  la  lactancia  mixta  puede  adoptarse  de  golpe 
como  método.  Hay,  en  efecto,  ha  dicho  el  profesor  Budin  (1),  «mujeres que 
casi  desdo  el  principio  .ion  nodrizas  insuficientes  ;  se  debe,  si  se  quiere  que 
continúen  Inctando,  añadir  cierta  cantidad  de  leche  esterilizada  á  la  que  su- 
ministra la  mama  ».  Y  explica  que,  en  el  mundo  parisién,  un  determinado 
número  de  dannis  quieren  criar,  pero  muchas  veces  no  tienen  bastante 
leche.  Antctí  estaban  obligadas,  en  razón  de  su  insuficiencia,  á  tomar  una 
nodriza.  Hay,  gracias  A  la  leche  esterilizada,  que  dan  ellas  mismas,  se 
bastan  para  la  lactancia. 


{ly    Lt  NaürrúiDH^  pág.  m. 


La  lactancia  mixta  4§ 


En  otro  orden  de  ideas,  una  mujer  que  críe  no  puede  renunciar  á  sus 
obligaciones  mundanas,  por  cuya  causa  debe  ausentarse  de  la  casa  alg-unas 
horas,  ó  una  trabajadora  de  la  fábrica,  una  empleada  en  almacén  ó  despa- 
cho, que  no  quiere  ó  que  no  puede  dejar  su  trabajo,  decidirán  criar  haciendo 
que  otra  las  supla  dos  ó  tres  veces  al  día.  Si  se  trata  de  mujeres  sanas  y  de 
buenas  nodrizas,  el  niño  se  criará  mucho  mejor,  no  como  si  no  hubiere 
criado  sólo  por  su  madre,  pero  ciertamente  mejor  que  con  el  pecho  de  una 
nodriza  mercenaria,  mal  vigilada,  ó  como  si  se  criara  exclusivamente  con  el 
biberón. 

Con  la  leche  de  la  madre  que  ha  dado  buenos  resultados  hasta  ahora,  y 
que  conviene  al  niño,  por  lo  tanto,  no  debe  intentarse  tener  nodriza,  siem- 
pre difíciles  en  estas  condiciones,  frecuentemente  peligroso,  si,  como  ordina- 
riamente sucede,  se  apresuran  á  aceptar,  sin  meditarlo,  la  primera  nodriza 
que  la  necesidad  ó  la  penuria  les  imponen. 

Uno  de  los  niños  de  pecho  más  hermosos  que  he  visto,  fué  criado  así.  1.a 
madre,  joven  inglesa,  ocupaba  un  gran  puesto  en  una  casa  de  comercio  y 
se  vio  eñ  la  alternativa  de  dejar  la  colocación  si  quería  criar  al  niño,  ó  darlo 
á  una  nodriza  si  deseaba  continuar  en  su  empleo.  Cuando  me  consultó,  le 
demostré  que  el  niño  que  acababa  de  dar  á  luz  me  parecía  raquítico,  y  el 
encomendarlo  á  una  mujer  extraña  era  exponerse  á  perderlo.  Se  decidió 
que  se  tomase  una  nodriza  mercenaria  en  la  casa;  pero  yo  objeté  que  el 
niño,  falto  de  una  vigilancia  suñciente,  corría  aún  gran  peligro,  y  le  pro- 
puse que  la  madre  diera  de  mamar  á  su  hijo  por  la  noche,  y  durante  el  día 
se  confiara  á  una  mujer  de  confianza  que  le  llevase  el  niño  á  las  oficinas  en 
que  trabajaba  dos  ó  tres  veces  al  día;  las  demás  mamadas  se  reemplazarían 
con  biberones  de  leche  esterilizada,  preparados  por  la  misma  madre  cada 
mañana. 

Todo  fué  á  pedir  de  boca :  el  niño  aumentó  de  30  á  40  gramos  por  día, 
dobló  el  peso  en  tres  meses  y  se  crió  sin  ocurrir  ningún  incidente.  La  ma- 
dre conservó  su  empleo  y  su  hijo.  Los  resultados  fueron  tan  satisfactorios 
que  el  segundo  hijo  que  tuvo  esta  joven,  decidió,  de  antemano,  criarlo  copao 
se  hizo  con  el  primero. 

Muchas  veces  he  citado  este  ejemplo  á  madres  que  titubeaban  en  em- 
prender una  conducta  que  temían  no  conduciría  á  ningún  ñn  bueno. 

La  lactancia  mixta  puede  permitir  á  una  mujer  criar  varios  niTios.  —Nos 
parece,  dice  Budin  (1),  «que  una  mujer,  después  de  haber  dado  de  mamar  á 
su  hijo  durante  cierto  tiempo,  dos,  tres  ó  cuatro  meses,  pudiera,  si  el  mó- 
dico inspector  lo  autoriza,  darle  una  poca  de  leche  esterilizada,  cuya  do- 
sis aumentaría  progresivamente.  En  este  momento,  daría  el  pecho  á  otro 
niño,  á  un  recién  nacido.  Ambos  niños,  bien  vigilados,  atentamente  pesa- 
dos, se  desarrollarían  con  regularidad. 

Puede  ser  que,  transcurridos  tres  ó  cuatro  meses,  la  nodriza  podría  hacer 
lo  mismo  con  un  tercer  niño:  le  daría  al  que  criaba  la  lactancia  mixta  y 
tendría  el  pecho  disponible  para  otro  recién  nacido.  Una  excelente  nodri- 
za, bien  diriorida  y  vigilada  por  un  médico,  conseguiría  que  varios  niños 
llegasen  á  una  edad  en  la  que  soportarán  más  fácilmente  la  lactancia  mixta 
y  la  lactancia  artificial.  Puesto  que  hay  menos  nodrizas  buenas  c^ue  ma- 
dres, se  reemplazaría  de  este  modo  las  madres  que  no  tienen  leche  o  que  no 
pueden  criar». 

La  lactancia  mixta  es  un  recurso  en  los  casos  de  niños  gemelos.  —  La  lactan- 
cia mixta,  comprendida  así,  es  muy  útil  por  venir  en  ayuda  de  las  madres 
que  tienen  dos  gemelos,  y  podrían,  sin  duda  alguna,  muy  difícilmente  sa- 
tisfacer sus  necesidades  por  sí  solas. 

La  lactancia  mixta  facilita  el  desteté,  —  La  lactancia  mixta  es  la  que  me- 
jor prepara  para  el  destete,  puesto  que,  en  realidad,  es  un  medio  destete, 
entendiéndose  por  esta  palabra,  como  exige  la  etimología,  la  separación  del 
pecho.  Pero,  no  obstante,  al  niño  de  pecho  no  ha  de  dársele  otros  alimen- 
tos que  la  leche  antes  del  tiempo  en  que  se  les  daría  si  exclusivamente  se  le 
diese  el  pecho,  es  decir:  antes  del  noveno  ó  décimo  mes. 

He  aquí  un  medio  de  ayudar  á  la  lactancia  y  de  destruir  algunas  de  las 
razones  que  son  invocadas  por  las  señoras  mundanas  para  decir  que  no 
pueden  ser  nodrizas  de  sus  niños. 


(i)    Le  Nourrisson,  pág.  240. 


3o 


La  lactancia  mixta 


Tengo  en  mi  clientela  cierto  n\5mero  de  madres  jeWeneé  que'haü  criado 
así  á  sus  hijos,  y  una  de  ellas,  que  tiene  seis  hijos,  todos  hoy  "en  perfecto 
estado  de  salud,  empezó  á  practicar  el  sistema  con  el  primero  por  temor  á 
las  nodrizas,  á  las  que  tenia  un  verdadero  miedo.  Tuvo  leche  durante  dos 
meses  tan  sólo,  para  su  primer  hijo;  pero,  cuando  la  leche  esterilizada 
acabó  por  reemplazar  casi  las  últimas  mamadas,  el  niño,  por  otra  parte 
bueno,  estaba  acostumbrado  ni  biberón.  Gracins  á  una  gran  regularidad 
en  las  mamadas,  todo  marchó  á  pedir  de  boca  hasta  el  instante  del  destete. 

Pero  la  joven  madre  había  hecho  su  educación  de  nodriza;  ganó,  por 
una  parte,  el  que  para  otros  niños  haya  tenido  cada  vez  más  leche,  y  por 
otra,  que  la  lactancia  mixta  se  convirtiera  desde  el  tercero  en  verdadera 
lactancia  con  el  pecho. 

La  hermana  de  esta  señora,  cuando  fué  madre,  siguió  el  ejemplo  que 
tuvo  ante  sus  ojosy  está  muy  satisfecha  de  ello  ;  tiene  ahora  su  tercer  niño. 

En  ésta,  que  había  padecido  poco  antes  de  su  primer  embarazo  un  acci- 
dente que  hizo  necesario  un  raspado  y  cuidados  prolongados,  no  me  hu- 
biera atrevido  á  insistir  para  que  criase  su  primer  hijo ;  el  ejemplo  de  su 
hermana  y  su  buena  voluntad,  la  decidieron  á  intentarlo,  y  pudo  con  una, 
después  con  dos  y  tres  botellas,  conducir  convenientemente  esta  primera 
educación. 

Para  su  segundo  hijo  fué  una  nodriza  excelente,  y  fué  perfecta  para  el 
tercero. 

II 
Ventajas  de  la  laotanela  mixta  lebre  la  laetaaola  artiflelal 

En  la  cuestión  de  la  lactancia,  se  coloca  no  pocas  veces  el  sentimiento 
en  el  sitio  de  la  realidad.  Una  madre  tiene  leche,  pero  no  bastante;  no  su- 
plirá con  su  corazón  la  leche  en  el  pecho  que  le  falta,  sino  con  una  leche 
mejor  que  podrá  procurarse. 

De  esta  lactancia  mixta,  la  única  aue,  á  falta  de  la  lactancia  exclusiva- 
mente con  el  pecho  de  la  madre,  puede  soportar  la  comparación  con  la  lac- 
tancia en  el  pecho  de  una  nodriza  mercenaria,  el  niño  sacará  más  ventajas 
«morales». 

En  efecto  :  como  dice  Marfán  (1),  la  leche  no  es  un  líquido  inerte  ni  un 
líquido  que  interviene  en  la  nutrición  solamente  por  sus  materiales  quiew- 
cos ;  es  un  líquido  vivo,  capaz,  por  sus  propiedades  biológicas,  de  obrar  so- 
bre el  desarrollo  y  la  salud  del  niño  de  pecho.  Los  fermentos  solubles  de 
la  leche  son  estimuladores  de  los  actos  nutritivos,  idénticos  á  los  que  el  or- 
ganismo elabora  en  el  seno  de  los  tejidos  y  destinados  á  suplir  la  insufi- 
ciencia de  las  secreciones  internas  del  niño  de  pecho.  Entre  los  fermentos 
de  la  leche,  hay  unos  que  son,  indudablemente,  comunes  á  diversas  espe- 
cies ;  pero  hay  otros  que  son  particulares  á  cada  especie.  La  existencia  de 
estos  últimos  permite  comprender  que  no  se  puede  reemplazar  la  leche  de 
mujer  con  una  leche  animal;  dan  también  una  explicación  de  las  diferen- 
cias que  separan  al  niño  de  pecho  del  niño  criada  con  biberón,  aun  cuando 
el  crecimiento  del  uno  ú  otro  sea  casi  paralelo. 

Los  enzimaSy  diastasas  ó  fermentos  solubles  de  la  leche  son  elaborados 
únicamente  por  la  célula  viviente ;  unos  vienen  de  la  leche  viva,  tomada  en 
el  pecho  materno  ;  otros  se  elaboran  en  el  organismo  del  niño. 

Se  comprende  que  si  estos  fermentos  son  suficientes,  el  niño  de  pecho 
podría  prosperar  con  la  \Qch^  hervida  6  esterilizada ,  es  decir:  no  con  la  viva 
tomada  del  pecho,  siempre  que,  no  obstante,  esté  en  condiciones  normales 
de  salud.  La  experiencia  nos  enseña  que  un  niño  de  pecho  débil  ó  enfermo 
no  soporta  la  lactancia  artificial,  sin  duda  porque  los  dos  orígenes  de  los 
enzimas  se  suprimen.  Sabemos,  por  otra  parte,  que  lo  que  caracteriza  la 
digestión  de  la  leche  de  mujer  es  la  regularidad  y  rapidez  con  que  se  rea- 
liza; en  el  estómago  la  caseína  se  coagula  en  copos  imperceptibles,  granu- 
gientos  ;  en  el  intestino  todo  sucede  rápidamente,  y  el  niño  así  criado  hace 
cada  día  dos  ó  tres  deposiciones  de  color  amarillo  de  oro,  de  consistencia 
sem i-blanda,  inodoras  y  con  una  reacción  ligeramente  acida. 

Por  el  contrario,  la  digestión  de  la  leche  de  vaca  es  irregular  y  lenta :  la 
caseína  se  coagula  en  grandes  masas,  y  sólo  con  lentitud  el  coágulo  se  li- 


(1)    Traite  de  l'aliaitement,  2.»  ed.,  Le  lait,  p.  220. 


La  lactancia  mixta  5t 

quida  y  sale  del  estómago  para  pasar  al  intestino,  donde  las  materias  alean* 
zan  el  grado  más  ó  menos  avanzado  de  putrefacción  que  se  encuentra  en 
las  deposiciones. 

Las  materias  fecales,  lejos  de  ser  de  un  amarillo  de  oro,  que  recuerdan 
los  huevos  batidos,  son  más  ordinariamente  de  un  color  amarillo  pálido  ó 
blanco,  pastosas,  sólidas,  un  poco  secas,  que  se  han  comparado  al  rmstic  de 
los  vidrieros.  Kn  vez  de  producirse  dos  ó  tres  veces  al  día,  son  raras  y  hasta 
nulas,  si  no  se  emplean  medios  artificiales.  El  análisis  del  jugo  gástrico 
acusa  una  acidez  más  fuerte  que  en  el  niño  de  pecho,  y  esta  acidez  es  de- 
bida á  las  fermentaciones;  pero  las  materias  devueltas  son  frecuentemente 
neutras  ó  ligeramente  alcalinas  y  tienen  un  olor  ligeramente  amoniacal. 

En  la  lactancia  artificial,  la  digestión  no  puede  ser  considerada  como  ri- 
gurosamente normal ;  hay  como  una  especie  de  dispepsia  latente  (Marfán), 
que  fácilmente  se  transforma  en  dispepsia  evidente  y  que  explica  la  frecuen- 
cia de  los  trastornos  en  el  niño  que  á  ella  está  sometido. 

Las  investigaciones  de  Escherich  y  de  Tissier  sobre  la  flora  intestinal 
han  demostrado  que  existe  una  considerable  diferencia  entre  la  flora  intes- 
tinal normal  del  niño  sano  lactado  en  el  pecho  y  la  del  niño  sano  criado 
con  el  biberón.  En  el  uno,  siendo  la  digestión  rápida  y  completa,  no  que- 
dan substancias  fermentescibles  para  mantener  los  microbios,  mientras  que 
en  el  otro  se  encuentra  un  gran  número  de  gérmenes,  y  esto  lo  mismo  si 
la  leche  es  esterilizada  que  si  no  lo  es. 

Examinando  con  el  microscopio  fas  deposiciones  de  un  niño  de  pecho,  se 
puede  reconocer  el  género  de  lactancia  á  que  está  sometido.  Las  materias 
fecales  que  sólo  contienen  bacilosy  que  de  éstos  todos  se  tiñen  con  el  método 
de  Grara,  proceden  de  un  niño  nutrido  en  el  pecho.  Las  que  contienen  mi- 
crobios muy  variados  provienen  de  un  niño  criado  artificialmente. 

Las  deposiciones  de  un  niño  sometido  á  una  lactancia  mixta  se  parecen 
á  las  del  niño  criado  en  el  pecho,  tanto  por  su  aspecto  como  por  su  flora. 
Todo  osto  constituye  otros  tantos  argumentos  que  militan  en  favor  de  la 
lactancia  mixta,  cuando  no  se  puede  contar  con  la  lactancia  exclusivamente 
del  pecho. 

III 
Téonloa  de  la  laotanol*  mixta 

Las  circunstancias  que  permiten  intentar  la  lactancia  mixta,  pueden  ser 
sólo  temporales :  la  leche  de  un  animal  doméstico  no  interviene  entonces 
sino  en  tanto  que  se  espera  la  subida  ó  la  vuelta  de  la  leche  en  la  madre  que 
quiere  criar;  de  modo  quQ  á  la  lactancia  mixta  adoptada  como  sistema  desde 
el  principio  deben  aplicarse  especialmente  estas  direcciones. 

De  una  manera  general,  se  puede  decir  que  si  la  lactancia  exclusiva- 
mente con  el  pecho,  lactancia  natural  por  excelencia,  es  simple  como  todo 
lo  que  existe  en  el  orden  de  la  naturaleza,  ya  no  sucede  así  desde  el  mo- 
mento que  se  le  asocia  la  lactancia  artificial. 

Y,  ante  todo  ¿qué  leche  se  ha  de  dar?  Tal  es  la  cuestión  que  se  plantea 
antes  que  ninguna  otra.  Y  es  así,  porque  es  tan  difícil  encontrar  la  leche 
ideal  que  pueda  hacer  crecer  al  niño  de  pecho  sin  perjudicarle,  que  la  lac- 
tancia artificial  tiene  tan  grandes  peligros  que  sólo  recurrimos  á  ella  cuando 
es  imposible  hacerlo  de  otro  modo. 

El  problema,  en  resumen,  es  el  siguiente : 

Dado  un  niño  lactado  por  su  madre  ¿cómo  completar  el  pecho  insufi- 
ciente con  una  leche  que  se  parezca  lo  más  posible  á  la  que  la  naturaleza  le 
ha  preparado? 

La  leche  de  burra  es  la  que  más  se  parece  á  la  leche  de  mujer.  En  suma: 
el  recién  nacido  la  digiere  mejor  que  ninguna  otra,  y  está  reconocido  que 
reemplaza  bien  á  la  de  la  madre,  por  lo  menos  en  las  primeras  semanas. 

Pero  esta  leche  cuesta  cara ;  no  se  encuentra  con  facilidad,  se  conserva 
mal  y  se  presta  poco  á  la  esterilización:  de  manera  que  debe  conísumirse 
poco  después  de  ordeñada. 

La  leche  de  cabra,  por  el  contrario,  es  la  que  más  se  aparta:  es  pesada, 
indigesta  y  no  ofrece  ventaja  alguna  sobre  la  leche  de  vaca.  Esta  se  en- 
cuentra al  alcance  de  todas  las  fortunas  y  puede,  por  procedimientos  de 
esterilización,  conservarse  si  no  fuera  posible  procurársela  fresca  todos 
los  días. 


La  lactancia  mixta 


Por  esto,  la  leche  de  vaca  es  verdaderamente  la  única  leche  utilizable  en 
la  práctira  pam  completar  la  lactancia  del  niño  de  pecho  sano,  criado  en  el 
pecho  úe  Sin  madre. 

Pero  esta  leche  ¿se  ha  de  dar  tal  como  nos  la  entregan  los  vendedores  ó 

Sroductores?  Sahemos,  deííde  Pasteur,  qne  la  leche  contiene  gérmenes  mor- 
osos provenientes  del  mismo  animal  (cuando  padece  una  enfermedad  con- 
tagiosa, tuberculosis,  ñebreaftnsak  susceptibles  de  desarrollarse  rápidamen- 
te, y  que  otros  g^érmenen  pueden  también  introducirse  en  ella  durante  las 
diversas  man  i  pul  aciones  que  sufre  desde  el  momento  de  la  extracción  hasta 
(d  de  ser  consumida. 

Los  productores  y  revendedores  le  quitan  la  crema,  añadiéndole  ag'ua 
(frecuentemente  también  contaminada),  la  trabajan  y  la  adulteran  de  mil 
maneras.  Este  es  un  primer  escollo  que  podrían  evitar  rigurosamente  los 
que  tuvieran  una  vaca  6  que  estuvieran  en  disposición  de  tener  una  granja 
reducida.  Pero  aquí  ^urg^e  otro  inconveniente  :  ¿esta  leche  perjudicará  por 
los  s-érraeneíí  que  en  ella  viv^^n  y  pu pulan? 

Pues  tdeiK  está  íleniostrado  que  los  gérmenes  introducidos  en  las  vías 
digestivas,  llevados  por  la  h^he  como  pasaporte,  se  convierten  en  causa  de 
gran  número  de  enfermedades. 

Al  principio,  la  leche  de  una  vaca  que  ha  sufrido  con  éxito  la  prueba  de  la 
taberculina  y  el  examen  de  un  veterinario,  recogida  asépticamente  y  dada 
ui^rí,  debiera  ofrecer  todas  las  garantías  apetecibles  para  completar  la  lac- 
tancia. Pero  la  experí encía  ha  demostrado  que  estas  condiciones  no  se 
cumplen  todas  r  niños  de  pecho  que  toman  esta  leche  cruda,  padecieron  en- 
teritis que  cesaron  desde  que  se  la  esterilizó.  Es  necesario,  por  lo  tanto, 
leche  exenta  de  gérmenes-  Si  se  separan  los  medios  químicos  como  insufi- 
cientes y  que  presentan  algunas  malas  condiciones  y  los  medios  mecánicos 
tales  cfftno  la  centrifugación  y  la  filtración  que  dejan  en  la  leche  una  parte 
de  los  gérmenes  ^v  de  las  impurezas,  sólo  quedan  los  medios  físicos :  el  frío  y 
el  calor.  El  frío  solo  ejerce  una  protección  momentánea,  los  gérmenes  recupe- 
ran su  actividad  desde  que  la  lecíie  se  encuentra  á  la  temperatura  ordinaria. 

Queda  el  calor  como  procedimiento  cierto  y  práctico.  Dados  estos  hechos, 
la  elección  sólo  ha  de  hacerse  entre  las  leches  esterilizadas  por  la  industria, 
que  se  venden  con  garantías,  qne  varían  según  las  marcas,  y  las  leches  re- 
cientemente extraídas  que  han  de  esterilizarse  en  las  casas. 

De  las  primt^ras  no  hablaremos,  suponiendo  que  todas  pueden  utilizarse; 
únicamente  indicaremos  como  se  ha  de  esterilizar  en  las  casas  la  leche  de 
buena  procedencia. 

Los  procedimientos  y  aparatos  empleados  en  la  industria  se  basan  en  el 
mismo  principio  que  los  que  sirven  para  la  esterilización  en  las  familias. 

Si  se  tiene  cerca  una  vaquería  modelo,  que  ofrezca  todas  las  garantías 
apetecibles,  que  se  pueda»  si  hny  necesidad  de  ello,  hacerla  comprobar,  ó  me- 
jor aún.  si  se  poseen  vficas.  no  íiay  que  titubear  en  hacerlo :  será  preciso  to- 
mar la  leche  que  ¿se  saque  diariamente  y,  si  fuera  preciso,  para  cada  comida 
del  niño. 

Si,  por  el  contrario,  viven  en  la  ciudad  lejos  de  las  vaquerías  á  donde  la 
leche  llegaría  míis  ó  menos  tiempo  <lespués  de  ordeñada,  entonces  se  tomará 
la  leche  esterilizada  en  la  industria. 

Esta  lerlie  cíilentudn,  ó  tnas  bien  supercalentada,  inmediatamente  des- 
pués de  ordenarhi  y  pnesta  en  früscos,  se  conserva  mucho  tiempo.  En  el 
Instituto  Pí\stenr  se  ptiede  ver  todavía  leche  que  ha  sido  esterilizada  hace 
unos  quince  anos  por  el  mismo  l*asteur;  esta  leche  permanece  absoluta- 
mente rjo  coaí^rulada  y  no  se  eneupotran  en  ella  microbios. 

Ester¡U:aem\.  —  Ciuindo  se  disi)one  de  buena  leche,  acabada  de  ordeñar 
tan  asépticamente  como  sea  posible,  se  la  puede  sólo  hervir  á  condición  de 
que  se  consuma  eu  veinticuatro  horas. 

Todas  las  cocineras  saben  que  cuando  se  calienta  la  leche  empieza  por 
*subir»  ;  la  temperatura  es  entonces  de  80°  aproximadamente  ;  antes  de  her- 
vir se  forma  una  capa  llamadji  nata  (frangipane  de  los  franceses)  que  debe 
quitíirse;  después  se  tlejR  q\]e  Inerva  durante  tres  ó  cuatro  minutos.  El  her- 
vor se  hace  á  los  lOT.  Esta  leehe  no  tiene  microbios  patógenos  ni  fermen- 
tos lárticos  ;  los  esporos  de  los  fermentos  de  la  caseína,  es  cierto, no  mueren, 
y  no  se  podría  cnuservarla  largo  tiempo,  pero  no  existe  en  ella  peligro  para 
el  uiijo.    Es  necesario  únicamente  consumirla  en  veinticuatro  horas  y  guar- 


V 


La  iactancia  mixta  S3 


darla  en  lugar  fresco  en  las  vasijas  en  que  ha  hervido,  cubriéndola  bien 
desde  que  se  enfría.    Ademáis,  es  preciso  evitar  trasegarla  sin  necesidad. 

El  calentamiento  en  el  bafio  maría  á  100'*  por  el  procedimiento  de  Soxhlet, 
que  está  al  alcance  de  todos,  tiene  sobre  la  simple  ebullición  ventajas  que 
nos  lo  hacen  recomendar  diariamente. 

La  leche  es  fraccionada  en  cantidades  que  equivalen  á  una  mamada;  el 
taponamiento  es  automático,  y  de  una  vez  se  esteriliza  la  leche,  el  agua,  el 
tapón  y  el  frasco. 

El  aparato  de  Soxhlet,  modificado  en  cuanto  al  cierre  de  los  frascos  por 
Gentile,  bajo  la  dirección  de  Budin,  es  uno  de  los  más  sencillos  que  hí.y.  Se 
compone,  como  se  sabe :  l.^  de  frascos  graduados  con  obturadores  automá- 
ticos; 2.°,  de  un  baño  maría  de  metal  estañado  con  un  porta-botellas. 

Los  frasco?  son  graduados  en  secciones  de  25  gramos.  Según  la  edad  de 
los  niños,  se  les  escoge  del  contenido  de  50, 100,  150  gramos  y  más,  de  leche. 
Estas  botellas,  muy  sólidas,  se  tapan  con  discos  pequeños  de  caucho  encar- 
nado, provistos  en  su  superficie  exterior  de  un  apéndice  queda  á  este  tapón 
la  forma  de  un  clavo  grande. 

El  baño  maría  es  una  especie  de  maraiita  que  contiene  el  porta-botellas, 
donde  caben  5,  10  y  25  frascos. 

Para  usar  este  aparato,  se  vierte  en  cada  frasco  la  cantidad  de  leche  pura 
ó  de  leche  mezclada  que  se  juzgue  necesaria  para  una  mamada,  sin  que  esta 
cantidad  supere  el  nivel  de  la  línea  más  elevada  que  tiene  el  frasco.  Se 
pone  en  seguida  un  obturador  en  el  cuello  de  cada  frasco. 

Todos  los  frascos,  preparados  de  este  modo,  se  ponen  en  el  porta-botellas, 
y  éste  se  coloca  en  la  marmita  que  contiene  agua  fría.  El  nivel  del  agua 
debe  igualar  enteramente  el  de  la  leche  en  los  frascos. 

La  marmita  se  coloca  acto  seguido  en  un  hornillo.  La  temperatura  del 
agua  del  baño  maría  se  eleva  casi  hasta  la  ebullición  y  se  mantiene  en  este 
grado  durante  cuarenta  ó  cuarenta  y  cinco  minutos. 

En  tanto  dura  esta  prolongada  ebullición  se  escapan  gases  de  cada  frasco 
levantando  los  obturadores  de  caucho,  que  no  caen  gracias  al  apéndice  de 
su  cara  inferior  que  ocupa  el  cuello  del  frasco. 

Pasados  tres  cuartos  de  hora  de  ebullición,  se  levanta  la  tapadera  del 
baño  maría;  se  retira  con  precaución,  á  fin  de  no  tocar  los  obturadores,  el 
porta-botella  del  agua  hirviendo  y  se  deja  enfriar. 

Mientras  se  opera  el  enfriamiento,  los  obturadores  se  aplican  cada  vez 
más  fuertemente  sobre  los  cuellos  de  cada  frasquito  y  se  deprimen  hacia  la 
mitad. 

El  obturador  se  fija  por  la  presión  atmosférica. 

El  examen  de  los  frascos,  dice  Budin,  permite  fácilmente  obtener  pruebas 
de  que  el  vacío  existe  y  que  la  esterilización,  por  consiguiente,  se  ha  hecho. 
Estas  pruebas  son  :  1.*,  la  adherencia  del  disco  al  cuello  de  la  botella;  2.*,  la 
depresión  central  del  obturador ;  3.*,  el  experimento  del  martillo  de  agua. 
Para  hacer  esta  última  prueba,  se  pone  boca  abajo  la  botella,  que  se  debe* 
sostener  con  la  mano  izquierda,  mientras  que,  con  el  borde  cubital  de  la 
mano  derecha,  se  da  un  brusco  golpe  en  el  fondo :  el  líquido  cambia  de  sitio 
y  viene  á  chocar  contra  la  pared,  produciendo  un  chasquido  seco. 

Budin  ha  investigado  si  hubiera  un  medio  de  suprimir  las  botellas  de 
forma  especial  que  poseen  un  cuello  encorvado.  Si  se  procuran  estas  bote- 
llas con  má.s  ó  menos  rapidez  en  la  ciudad,  llegarán  difícilmente  al  campo 
y  no  podrán  reemplazarse  muchas  veces,  lísperaba  también  llegar  á  hacer 
la  esterilización  poco  costosa,  pues  el  comerciante  que,  al  principio,  vendía 
en  París  los  aparatos  de  SoxJilet,  los  vendía  muy  caros.  Por  esto  hizo  hacer 
capuchones  de  caucho  bastante  parecidos,  en  cuanto  á  la  forma,  á  las  cápsu- 
las metálicas  aplicadas  en  algunas  botellas  de  aguas  minerales.  Kl  fondo 
de  estos  capucliones  es  bastante  resistente  y,  en  su  parte  inferior,  la  aber- 
tura está  limitada  por  un  engrosamieuto  en  forma  de  anillo  que  debe  apre- 
tar el  golletí». 

En  una  botella  cualquiera,  una  botella  de  farmacia  por  ejemplo,  se  pone 
leche  hasta  los  dos  tercios  ó  hasta  los  tres  cuartos  de  altura  ;  se  la  cubre  con 
el  capuchón  de  caucho  y  luego  se  la  coloca  en  el  baño  maría. 

Bajo  la  influencia  del  calor,  el  vapor  de  agua  levanta  el  fondo  de  la  cáp- 
sula. Para  evitar  que  ésta  salte,  se  han  hecho  dos  aberturas  pequeñas  con 
el  sacabocado  en  la  pared,  en  puntos  próximos  al  fondo.    Cuando  se  retira 


H 


La  lactancia  mixta 


'  *  ! 

I 


Ift  botella  dí*l  bailo  maría  se  hace  el  vacío  en  su  interior,  y  la  cápsula,  apli- 
cáíidoí?^  sobre  la  abertura  del  gollete,  se  encuentra  deprimida  por  la  presión 
atmosférica. 

Esto^  capuchones  tienen  la  ventaja  de  poder  ser  puestos  en  cualquiera 
botellita,  pern  prí^^íentan  algunos  ligeros  inconvenientes:  cuando  se  sacan 
lúñ  frascos  dei  bafjo  maría,  es  útil  muchas  veces  aplicar  exactamente  con  la 
mano  las  CÑpsulai^  sobre  el  gollete,  á  fin  de  que  s^  adapten  bien  en  la  aber- 
tura; ademíís,  el  vacío  no  es  perfecto  :  el  aire  entra  poco  á  poco,  filtrándose. 
Sin  embargo,  la  esterilización  es  más  que  suficiente  en  las  veinticuatro 
horas,  pr>rque  eu  e\  momento  de  los  grandes  calores  hemos  visto  leche  de 
estre  modo  preparada  permanecer  intacta  durante  varias  semanas.  Las  ho- 
tel la^s  así  tapadas  pueden  transportarse  fácilmente. 

Budiu  ímag^iuü  estos  capuchones  en  el  mes  de  junio  de  1892. 

En  loe  frascos  qué  hayan  hervido  durante  tres  cuartos  de  hora  y  han 
sido  retirados  di^l  fuego,  se  deprime  la  cápsula  en  el  acto  y  el  frasco  es  ta- 
pad í>  de  tal  suertí^  que  puede  ser  transportado. 

leerte  pura  é  lecke  aguada.  — -Los  médicos  no  están  de  acuerdo  en  la  cues- 
tión ele  saber  i^i  conviene  dar  leche  aguada  ó  leche  pura.  En  resumen :  la 
cuestión  puede  plantearse  á  propósito  de  cada  recién  nacido.  Si  un  niño 
digiere  muy  bien  la  leche  pura  ¿por  qué  se  le  ha  de  dar  con  esta  leche  agua 
panuda  ú  cocimiento  de  harina  de  avena,  de  cebada,  etc.?  Si  otro  niño  no 
digiere  la  leche  pura  ¿por  qué  no  probar  aguarla?; 

Bi  está  indicado  aguar  la  leche,  en  los  primeros  meses  sobre  todo,  nada 
mejor  que  el  agua  azucarada,  que  permite  disminuir  la  riqueza  de  la  leche 
de  vaca  y  hacerla  semejante  en  su  composición  á  la  de  la  leche  de  mujer. 

Desde  el  quinto  mes  la  leche  se  dará  pura. 

Gen ernl mente  se  hace  la  mezcla  de  agua  y  leche  de  antemano,  y  se  este- 
riliza tildo  junto. 

Estn  pequeña  operación  ha  de  hacerse  con  cuidado.  ¿Sé  trata  de  leche 
esterilizada  en  la  rasa?  Se  mezcla  esta  leche,  antes  de  hervirla,  con  agua 
azucarada  en  las  proporciones  indicadas  más  arriba,  y  se  calienta  ó  se  este- 
riliza todo  en  los  frasquitos  en  que  está  preparada  la  mezcla  para  cada 
comida. 

¿Se  trata  úf"  leche  esterilizada  en  la  industria?  Se  hace  hervir  el  agua, 
k  la  cuaL  durante  la  ebullición,  se  añade  el  azúcar  y  se  conserva  esta  agua 
azucarada  esterilizada  en  una  vasija  cubierta,  evitándose  así  agitarla  inútil- 
mente. En  el  momento  de  la  mamada,  se  hace  en  el  biberón  la  mezcla  de 
agua  azucarada  y  leche  esterilizada. 

Después  de  liaher  ensayado  todos  los  métodos  que  son  realizables  para 
añadir  el  ap-ua  en  la  práctica  usual  y  de  haber  reconocido  sus  inconvenien- 
tes, Marfan  ha  estudiado  el  siguiente  método.  En  los  4  ó  5  primeros  meses, 
da  una  mezcla  compuesta  de:  leche,  2  partes;  agua  azucarada  al  10  por  100, 
1  parte.  Y  examinad  un  cuadro  comparativo  de  la  composición  de  la  mez- 
cla así  obtenida  con  la  leche  de  mujer  y  la  de  vaca: 

Leches 


Leche  de  mujer 1?  X 

^        »   vaca  

Mezcla  de  Marfan 22 


Proteides 

Azúcar 

65  X  100 
55   »     » 
^71»» 

Manteca 

35  X  100 
37  »     » 
25   »     » 

Sales 

16  X  100 
33    >      » 
22   »     » 

2-5  X  100 
6     »    » 
4     )>    » 

Si  se  calcula  el  calor  de  combustión  de  la  mezcla,  y  si  se  la  compara  á  la 
de  la  lec'lH*  dí'  mujer,  se  comprueba  que  le  es  muy  poco  inferior:  un  litro  de 
leche  de  mujer  representa,  aproximadamente,  650  calorías;  un  litro  de  mez- 
cla, 620  raloríM:^. 

Biulin,  Víiriíit  y  otros  militan  en  el  campo  opuesto  al  de  los  partidarios 
de  la  m láxela  v*m  ufrua;  quieren  que  se  dé  la  leche  pura. 

Fdemón  del  instrumento.  —  Bioerón;  galacUforo,  —  Cuando  se  ha  escogido 
la  leclns  es  preriso  buscar  el  mejor  modo  de  darla.  La  cuchara  ó  el  vaso 
tienen  demaiáiados  inconvenientes  para  que  se  recurra  á  ellos;  el  niño  traga 
demasiada  pronto  ó  con  demasiada  lentitud;  no  mezcla  á  la  leche  su  saliva, 
K\w  es  útil  á  la  diírestión,  como  hace  en  la  succión  natural.  Así  es  que  se 
lia  eiuÉiailo  desde  largo  tiempo  de  emplear  instrumentos  que  imiten  más  ó 
menois  el  pecho.    Los  aparatos  varían  hasta  el  infinito.    El  mejor  de  todos 


li 


La  lactancia  mixta  ^^ 

no  vale  nada  si  no  se  conserva  su  absoluta  limpieza,  y  el  malo  pierde  parte 
de  sus  inconvenientes  si  cumple  esta  condición. 

Se  ha  acabado  en  todos  los  casos  por  suprimir  los  antiguos  biberones 
complicados  con  largo  tubo  de  caucho. 

Y  se  debe,  puesto  que  ha  precisado  conservar  él  caucho  para  la  tetina, 
velar  para  que  ésta  no  tenga  olor  ni  mezclas  peligrosas,  y  que  sea  fácil  de 
cambiar  en  todos  sentidos  para  limpiarla  tanto  por  fuera  como  por  dentro. 

He  aquí  el  miis  sencillo  de  todos:  tomad  un  frasco  cualquiera,  sin  an- 
fractuosidades ni  rugosidades  interiores,  en  el  cual  hayáis  esterilizado  la 
mezcla  de  leche  y  agua  necesaria  para  una  comida,  adaptad  á  eí>te  frasco 
un  embudo  cualquiera,  el  galactófero  de  Budin  preferentemente,  que  con- 
tiene dos  tubos  juntos,  uno  para  el  paso  de  la  leche,  y  otro,  mucho  más  del- 
gado, casi  Aliforme,  para  el  aire.  ; 

El  galactóforo  de  Budin  no  es  masque  un  biberón  de  tubo  muy  redu- 
cido, que  asegura  la  succión  y  la  toma  de  aire  necesaria  para  ésta  por  un 
doble  tubo  niquelado. 

Al  entrnr  el  aire  lentamente  en  el  frasco,  la  leche  viene  con  regularidad 
á  la  boca  del  nlfio,  condición  que  recuerda  la  lactancia  en  el  pecho.  Ade- 
más de  esto,  se  encuentran  puntas  de  caucho  que  tienen  dos  lengüetas 
como  picadura  de  sanguijuelas:  una  que  se  abre  de  dentro  á  fuera  para  dar 
paso  á  la  leche,  otra  de  fuera  á  adentro  para  la  penetración  del  aire  durante 
la  mamada. 

Es  conveniente  que  las  botellitas  que  sirven  para  dar  la  leche  estén  gra- 
duadas, como  lo  están,  y  que  la  punta  de  caucho  sea  flexible  para  que  se 
pueda  volver  como  un  dedo  de  guante. 

Limpieza  del  biberón.  —Cuando  el  aparato  es  sencillo,  la  limpieza  es  sen- 
cillaj;  cuando  es  perfeccionado,  que  significa  generalmente  complicado,  la 
limpieza  es  también  complicada.  Se  hace  de  ordinario  con  un  cepillito  - 
ad  hoc.  Debe  lavarse  el  instrumento  tanto  como  sea  posible,  cuando  haya 
servido,  y  mantenerlo  en  agua  fría  hasta  la  comida  siguiente.  Esta  pre- 
caución es,  sobre  todo,  útil  para  el  pezón  artificial,  que,  sea  cual  fuere,  debe 
conservarse  en  el  agua  para  que  se  mantenga  blando  y  flexible. 

Cuando  la  botellita  se  ha  limpiado  con  agua  muy  caliente,  mezclada  con 
un  poco  de  carbonato  de  sodio,  y  la  tetina  por  fuera  y  por  dentro  con  el  ce- 
pillo, no  debe  quedar  en  ella  el  más  pequeño  grumo  de  leche.  Notad  que 
en  ningún  caso  es  preciso  emplear  la  granalla  de  plomo  como  se  hace  para 
las  botellas;  se  sabe  cuan  peligrosas  pueden  ser  las  snles  de  plomo,  y  un 
médico  ha  citado  un  caso  de  envenenamiento  producido  de  este  modo. 

Temperatura  de  la  leche.  —  Recalentamiento  de  la  leche  para  la  comida.  — 
Esterilizarla  leche  no  basta :  es  preciso  también  que,  para  aproximarse  á  las 
condiciones  de  la  lactancia  en  el  pecho,  la  leche  sea  tibia  antes  de  presen- 
tarla al  niño.  Se  sumerge  la  botellita  en  el  agua  caliente,  cuya  tempera- 
tura es  aproximadamente  de  50°;  de  tal  suerte,  que  la  leche  se  eleve  á  unos 
3T,  temperatura  de  la  leche  en  la  mama. 

Se  prueba  la  leche,  para  estar  seguro  que  es  convenientemente  caliente 
y  que  no  tiene  mal  gusto,  y  se  da  entonces  al  niño  la  cantidad  que  deba 
completar  la  mamada. 

Acabada  la  comida,  se  tira  lo  que  pudo  quedar  en  la  botella  y  se  lava  en 
seguida,  como  ya  se  ha  dicho,  así  como  la  tetina  ó  el  galactóforo. 

Por  la  noche  no  se  han  de  suprimir  estos  cuidados:  una  lamparilla  per- 
mitirá tener  siempre  agua  caliente  para  dar  al  frasco  de  leche  la  tempera- 
tura oportuna. 

IV 
IsBM  mamadag  en  la  laotanoia  mixta 

Las  opiniones  son  contradictorias  respecto  á  la  distribución  de  las  ma- 
madas y  del  biberón,  de  suerte  que  la  lactancia  mixta  puede  practicarse  de 
diferentes  maneras. 

Escuchemos  á  Comby :  «  La  madre  libre  da  el  biberón  cada  seis  horas. 
»  Algunas  personas  aconsejan  la  mezcla  de  las  dos  leches,  femenina  y  ani- 
»  mal.  Biberón  de  50  á  100  gramos  al  principio,  é  inmediutamente  después 
»dar  al  niño  el  pecho.  Este  procedimiento,  dicen,  permite  al  niño  digerir 
»  con  más  facilidad  la  leche  demasiado  pesada  de  la  vaca.  Es  seg-uramenle 
»  prefTible  el  procedimiento  inverso,  dar  el  pecho  primero  y  después  el  bi- 


5tf 


La  lactancia  mixta 


.^  berón.  Pero  creo  yo  que  es  mejor  abstenerse  de  esta  mezcla  que  nada  jus- 
*  tifica. 

»La  madre  que  trabaja  durante  el  día  dará  el  pecho  varias  veces  por  la 
^  noche.  En  estas  condiciones,  la  lactancia  mixta  dará  rara  vez  buenos  re- 
;^  multados,  porque\  1.°,  la  madre,  fatigrada,  da  una  leche  insig-nificante  é  im- 
»  perfecta ;  2.°,  los  niños  tienen  exceso  de  alimento  durante  la  ausencia  de  la 
»  madre.  Por  el  contrario,  en  las  familias  acomodadas  la  lactancia  mixta 
»  bien  reglamentada  puede  dar  excelentes  resultados  superiores  á  la  lactan- 
» cia  artificial.  Algunas  madres,  queriendo  conciliar  el  sueño,  dan  el  pecho 
»  de  día  y  por  la  noche  el  biberón  »  (1). 

Ahora  escuchemos  á  Marfan :  «La  lactancia  mixta  puede  practicarse  de 
»  dos  maneras :  ó  reemplazando  una  ó  dos  mamadas  por  uno  ó  dos  bibero- 
^  nes,  ó  dando  el  biberón  después  de  cada  mamada  qu^  se  reconoce  es  insu- 
&  ciente.  Se  logra  mucho  mejor  éxito  con  el  seguDdo  modo,  que  es,  en  ver- 
»  dad,  algo  complicado,  porque  exige  pesadas  antes  y  después  de  las  mama- 
»  das.  Pero  dando  al  niño  el  pecho  con  asiduidad  se  estimula  mucho  mejor  la 
»  secreción  láctea.  Algunos  médicos  han  aconsejado  dar  el  biberón  primero  y  en 
)>  seguida  el  pecho:  es  una  mala  práctica ;  si  se  satisficiera  el  niño  dándole  pri- 
»  mero  el  biberón,  mamaría  con  menos  fuerza  de  la  madre  y  no  estimularía 
»  suficientemente  el  reñejo ;  la  secreción  láctea  no  se  establecería  de  una 
K*  manera  conveniente.  Se  le  darían,  pues,  ambos  pechos  cada  dos  horas, 
»  pesando  al  niño  antes  y  después  de  la  mamada  ;  si  la  cantidad  de  leche 
»  que  tomó  fué  insuficiente,  se  completará  la  ración  con  leche  de  vaca  este- 
»rilizada  y,  según  la  edad,  mezclada  la  mitad  ó  el  tercio  con  agua  hervida 
»  azucarada  »  (2). 

Se  puede  proceder  de  diferentes  maneras,  pero  para  nosotros  aconseja- 
mos dar  el  pecho  en  idénticas  condiciones  que  si  el  niño  estuviese  sometido 
k  la'lactancia  natural,  y  completar  la  mamada  con  un  biberón  que  contenga 
la  cantidad  de  leche  que  falta  al  pecho  materno. 

Entre  las  dos  opiniones  enunciadas  más  arriba  no  titubeamos  en  declarar 
que  somos  partidarios  de  lo  que  dice  Marfan. 

Si,  como  ya  sabemos,  la  leche  de  la  madre  reúne  ambas  condiciones; 

1.*  Ser  fácil  de  digerir  y,  por  consiguiente,  no  exigir  fermentos  digesti- 
vos muy  activos ; 

2.°  Contener  fermentos  estimuladores  y  reguladores  de  la  nutrición 
que  los  tejidos  del  niño  de  pecho  no  elaboran  en  cantidad  suficiente,  asocia- 
remos la  leche  materna  y  la  de  vaca;  así  el  niño  de  pecho  podrá  utilizar 
completamente  la  leche  de  vaca  que  se  le  da  para  completar  su  comida. 

La  lactancia  mixta  alternativa  sigue  empleándose  frecuentemente  cuando 
se  trata  de  niños  de  algunos  meses. 

En  este  caso  se  hace  alternar  con  regularidad  la  mamada  del  pecho  con 
el  biberón. 

De  este  modo  el  pecho  no  se  agotará  tan  pronto  si  se  da  exclusivamente 
el  biberón,  ó  durante  el  día  (para  las  obreras  que  testan  en  sus  casas  sólo  por 
las  noches),  ó  por  la  noche  para  las  que  pueden  criar  únicamente  de  día  á 
íin  de  descansar  luego  á  la  noche. 


Befflamentaolón  de  la  labtanola  mixta 

Después  de  las  reglas  de  la  lactancia  con  el  pecho,  debe  regirse  por  el  nú- 
mero y  el  intervalo  de  las  comidas.  Kn  los  primeros  días  la  leche  de  la  ma- 
dre basta ;  algunas  horas  después  del  nacimiento  al  recién  nacido  se  le  da  el 
ptícho,  sucesivamente  en  una  y  otra  mama,  ó  mejor  dicho  :  cinco  ó  diez  mi- 
nutos en  cada  una.  Se  empieza  de  nuevo  cuatro V>  cinco  horas  después,  y  se 
Cíintinúa  así  durante  los  dos  ó  tres  primeros  días,  después  se  acortan  las  ma- 
madas para  fijarlas  cada  dos  horas  aproximadaraemente,  á  partir  del  quinto 
día.  Desde  las  cinco  y  seis  de  la  mañana  y  diez  ú  once  de  la  noche,  el  niño 
de  pecho  hará  siete  ú  ocho  mamadas  y  la  "madre  descansará  seis  horas  poco 
más  ó  menos.  Inútil  es  recurrir  á  la  leche  complementaria  en  los  primeros 
días  ;  el  niño  tiene  poca  necesidad,  y  si  se  satisface  con  el  biberón,  mamará 


(1)  Comby,  Traite  des  maladies  de  Venfance,  t.  I,  p.  33. 

(2)  Marfan,  Traite  de  ratlaitement^  2.*  edición,  p.  2{jí<, 


La  lactancia  mixta 


57 


con  menos  fuerza  y  el  pecho  se  llenará  menos.  Hecha  excepción  para  los 
casos  de  hipog-alactia  primitiva,  en  los  cuales,  sea  que  la  subida  de  la  leche 
tarda  en  hacerse,  sea  que  sólo  se  haga  lentamente,  el  niño  no  está  bastante 
alimentado,  y  vale  más  dejarle  exclusivamente  con  el  pecho,  teniendo  buena 
cuenta  con  la  balanza  si  toma  cantidades  suficientes. 

Desde  la  segunda  semana,  el  niño  aumenta  de  20  á  30  gramos  diarios ;  si 
su  peso  se  estacionara,  á  foHiori  si  tendiese  á  disminuir,  se  pudiera  empe-. 
zar  la  lactancia  mixta.. 

Cuando  esté  decidido  el  empezar  la  lactancia  mixta,  se. hará  dar  ambos 
pechos  cada  dos  horas,  teniendo  que  pesarse  necesariamente  el  niño  antes 
y  después  de  la  mamada.  Si  la  pesada  indica  que  la  mamada  es  insufi- 
ciente, se  dará  una  cantidad  complementaria  de  leche  de  vaca  preparada 
como  más  arriba  se  ha  dicho ,  sin  apartarse  dé  las  cantidades  de  leche  nece- 
sarias á  cada  período  de  lactancia. 

Hemos  visto  casos  que,  á  pesar  de  la  idea  preconcebida  de  emplear  la 
lactancia  mixta,  esta  práctica  había  liecho  excelentes  nodrizas  de  mujeres, 
que  era  temer  .sólo  lo  fueran  medianas.  Pinard,  Biedert  y  Marfan  han  visto 
casos  semejantes  en  que  la  lactancia  mixta  había  de  ^ste  modo  terminado 
en  la  lactancia  exclusivamente  materna. 

Cantidad  de  leche  por  comida  y  por  día.  —  Sea  cual  fuere  la  canti- 
dad de  leche  que  el  niño  haya  tomado  en  v\  pecho,  se  la  completará  desde 
que  no  alcance  las  que  corresponden  á  las  mamadas  que  dará  el  mismo  niño 
exclusivamente  en  el  pecho. 

Si  se  quiere  cifras  que  se  graven  fácilmente  en  el  espíritu,  el  cuadro  que 
va  á  continuación  podrá  satisífacer  á  las  personas  que  sólo  quieran  poseer  los 
datos  generales  aplicados  á  los  niños  sanos.  Se  verá  que  diariamente  la 
cantidad  de  loche  aumenta  por  comida  en  5  gramos  y  la  cantidad  total  toma- 
da por  el  niño  en  50  gramos,  y  esto  durante  los  primeros  días.  Después, 
en  cada  mes,  s^gún  sean  las  mamadas,  se  aumentarán  15  gramos  y  la  can- 
tidad cotidiana  total  50  gramos: 

P  .    .  Número  de         Intervalos  de  Cantidad  de  leche  dada 

comidas  las  comidas  por  comida  por  dia 

1er  día 1  á  2                  »  5  gramos  10  gramos 

2.**    » 6  3     horas  10      »  50       » 

d<:<'    » 7  3           »  15       »  100  ApxoslmidaminU 

1.°    »     7  3          »  20      »  150            » 

5."    » 8  2Vt     »  25      »  200            » 

e.**    »     8  2»/,     »  30      »  250            » 

7.''    »     8  2  ^',     »  :35      »  30O            » 

2."  semana 8  2  */«     »  50      »  400           » 

Hastn  el  Icr  mes.  .  8  2  V/,     »  55  á   75  gr.  450  á   600  grm. 

Del  2.°  al  3er  mes.  8  2  V,     »  80  á  100   »  650  á    800    » 

»     4.*'  al  5.^     »  8  2'/,     »  105  á  110    »  850  á    900    » 

^    6.*^  al  UV    *  7  3»  130  á  150    »  9o0á  1,100    * 

Comprobación  de  la  lactancia  mixta.  —  Aparte  del  aspecto  exterior 
del  niño,  hay  dos  elementos  que  han  de  servir  de  comprobación:  las  depo>i- 
ciones  y  la  curva  de  los  pesos.  Cada  uno  de  ellos  reconoce  un  niño  de  pecho 
en  perfecto  estado  de  salud  en  el  hermoso  chiquillo  de  cara  rolliza,  de  tinte 
fresco,  de  fisonomía  alegre,  de  mirada  viva,  piel  suave,  tejidos  sólidos. 

Curm  de  los  pesos.  —  La  curva  de  los  pesos  de  un  niño  sometido  á  la  lac- 
tancia mixta  debe  tanto  como  se  pueda  seguir  la  curva  comparativa  de  un 
niño  criado  exclusivamente  con  el  pecho,  que  está  en  las  mismas  buenas 
condiciones  generales  de  salud.  El  aumento  del  peso  debe  verificarse  con 
regularidad,  pero  sabemos  que  es  preciso  juzgar  los  progresos  considerando 
el  conjunto  de  la  curva  más  que  las  subidas  cotidianas  ó  aún  semanales  que 
frecuentemente  se  hacen  por  saltos  Sf^guidos  de  descensos  y  de  aquí  las  os- 
cilaciones que  desaparecen  en  el  conjunto. 

Excrementos.  —  Los  excrementos  han  de  parecerse  á  los  del  niño  laclado 
en  el  pecho.  Transcurridos  los  primeros  días  en  que  expulsa  materias  ne- 
gruzcas, luego  verdosas,  el  recién  nacido  tiene  excrementos  de  un  color 
amarillo  de  oro,  amarillo  claro,  amarillo  obscuro,  que  recuerda  los  huevos 
batidos,  sin  olor.    Son  homogéneos,  de  consistencia  blanda,  semi-líquida. 


58 


Revista  critica  bibliográfica 


A  veces  se  ve  grumos  blancos  de  grasa. 

El  niüo  lactado  exclusivamente  en  el  pecho,  si  goza  de  buena  salud,  ten- 
drá siempre  excrementos  como  los  más  arriba  descritos.  Pero  el  niño  criado 
en  el  pecho  y  con  leche  de  vaca  no  tendrá  siempre  tal  constancia  en  mate- 
rias fecales,  que  se  pueden  llamar  normales.  Importa,  pues,  examinarla^ 
cuidadosamente,  y  desde  que  el  olor  sea  fétido,  desde  que  el  aspecto  se  dife- 
rencie d»*l  que  presentan  los  excrementos  tipos  del  niño  criado  en  el  pecho, 
nos  convendrá  estar  prevenidos. 

Y  aquí  es  donde  justamente  aparecen  para  las  clases  pobres  la  utilidad  d^ 
las  consultas  de  niños  de  pecho  que  tienden  á  generalizarse. 

Vi 
Consulta»  de  nifios  de  pacho 

En  las  clases  pobres,  las  consultas  de  niños  de  pecho  y  las  «gotas  de 
leche»  de  París  y  de  todos  sitios  han  contribuido  en  gran  parte  á  rehabilitar 
la  lactancia  materna,  gracias,  sobre  todo,  á  que  se  puso  en  práctica  la  lac- 
tancia mixta.  El  ejemplo,  citado  á  todas  horas  y  en  todas  ocasiones  por  los 
médicos  de  estas  obras  filantrópicas,  por  otras  también  mujeres  de  mundo  ó 
del  pueblo,  que  han  obtenido  buen  éxito  cuando  se  creían  insuficientes  no- 
drizas, ó  lo  eran  realmente,  ha  hecho  mucho;  y  la  ayuda  que  les  han  dado 
con  buena  leche  esterilizada  hizo  lo  demás,  como  ha'dicho  Budin  en  el  Con- 
greso internacional  de  Higiene  de  Bruselas  :  «Todos  parecen  hoy  estar  de 
acuerdo  :  es  necesario  establecer  por  todas  partf'S  consultas  donde  se  pese  á 
los  niños  y  4onde  se  aconseje  á  las  madres.  Estas  consultas  no  han  de  ser 
escuelas  de  lactancia  con  biberón,  porque  no  conocemos  todavía  los  medios 
de  criar  á  los  niños  artificialmente  sin  hacerles  corrí*r  grandes  riesgos,  por  lo 
menos  én  los  primeros  meses.  La  mejor  gota  de  leche  es  siempre  la  que  el 
niño  encuentra  en  el  pecho  de  su  madre,  lo  que  no  quiere  decir  con  esto  que 
las  otras  dejen  de  ser  útiles  y  necesarias  aún  en  cierto  número  de  casos» . 

.  Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.). 


REVISTA   CRITICA    BIBLIOGRÁFICA 

POR    EL 

Dr.  D.  Emilio  Périíz  Noguera 

Méjico  del  Cuerpo   de   Sanidad   Militar  (Madrid) 

Manual  de  Terapéutloa,  por  X.  Arnozan,  Catedrático  de  Terapéutica  de 
la  Facultad  de  Medicina  de  Burdeos.  Traducción  española,  por  el  Dr.  F.  Co- 
romiuas  y  Pedemonte.  —Barcelona,  1902-1903. 

Nadie  puede  negar  que  es  la  Terapéutica  una  de  las  partes  más  in- 
dispensables de  los  estudios  médicos;  todos  reconocen  que  en  unión 
de  la  Patología  viene  á  constituir  el  principal  fundamento  del  ejercicio 
profesional ;  arraigada  se  encuentra  la  creencia  de  que  sólo  por  metlio 
del  acertado  empleo  de  los  agentes  medicamentosos  es  posible  alean  - 
zar  una  práctica  brillante,  y  sin  embargo,  cada  vez  resultan  más  aban- 
donados en  España  los  estudios  serios  de  tan  importante  rama  d^e  la 
Medicina,  y  cada  vez  se  ob.serva  entre  los  médicos  jóvenes  menos  inte- 
rés, menos  afición,  menos  entusiasmo  por  este  género  de  conoci- 
mientos. 

Y  no  es  que  se  trate  de  una  ciencia  desprovista  de  fundanlentos 
fundamentales  experimentales,  áé  explicación  racional  bien  demostra- 
da para  los  fenómenos  que  estudia,  de  elementos  propios  de  investiga- 
ción, de  relaciones  positivas  y  concretas  entre  las  concepciones  teóricas 
y  las  aplicaciones  prácticas.  En  la  actualidad,  el  estudio  de  la  acción 
fisiológica  y  terapéutica  de  los  medicamentos  ha  llegado  á  alcanzar 
una  perfección  casi  absoluta  ;  gracias  á  los  adelantos  de  la  Fisiología, 
nos  es  dable  conocer  sobre  qué  elementos  del  organismo  animal  van  á 
actuar  casi  todos  aquellos  y  en  virtud  de  qué  especiales  mecanismos 


Revista  critica  bibtiográfica  ^9 

desenvuelven  más  tarde  sus  principales  efectos ;  los  grandes  progresos 

3ue  de  continuo  se  realizan  en  el  concepto  patogénico  de  las  enferine- 
ades,  nos  permite  una  aplicación  más  racional,  más  útil,  más  perfecta 
de  los  recursos  farmacológicos  y  contando  siempre  con  la  relativa  in- 
certidumbre  que  sufrimos  aún"  ante  ciertos  problemas  en  todas  las 
ciencias  biológ'icas,  esa  Terapéutica  ha  llegtido  á  encontrarse,  desde  el 
])unto  de  vista  experimental,  á  la  misma  altura  que  la  Fisiolog*ía  y  la 
Patología,  y  tal  vez,  en  gran  número  de  casos,  muy  por  encima  de  esta 
última. 

A  pesar  de  todo,  alardean  de  escepticismo  terapéutico  muchos  com- 
pañeros recién  salidos  de  las  aulas ;  afirman  otros,  encanecidos  en  la 
profesión,  que  no  sabemos  cómo  obran  los  medicamentos;  se  conten- 
tan algunos  con  hojear  un  formulario  de  medicamentos  nuevos  ó  con 
llevar  en  el  bolsillo  un  prontuario  de  terapéutica  clínica,  y  no  falta 
también  quien  se  limita  a  seguir  empleando  los  recursos  medicinales 
de  que  tuvo  conocimiento  en  sus  primeros  años  de  estudio  ó  á  copiarse 
las  fórmulas  publicadas  por  los  suplementos  del  Dorvault  ó  por  los 
Anuarios  de  Bailly-Bailliére. 

Todo  esto,  porfío  tomarse  el  trabajo  de  leer  los  magníficos  trabajos 
de  farmacodinaraia  que  á  diario  se  publican  en  el  extranjero,  y  por  no 
dedicarse  á  formar  en  l)uenos  libros  un  conocimiento  científico  y  com- 
pleto de  tan  importante  materia. 

No  vacilamos  en  reconocer  que  á  este  estado  de  cosas  contribuye 
poderosamente  la  falta  de  preparación  de  nuestros  alumnos  para  cierto 
género  de  investigaciones,  la  poca  abundancia  de  buenas  obras  de  Te- 
rapéutica moderna,  publicadas  en  castellano,  los  insuperables  obstácu- 
los de  índole  económica  con  que  tropiezan  nuestros  catedráticos  para 
editar  sus  libros  ó  para  reformar  cumplidamente  los  que  ya  publicaron 
por  medio  de  nuevas  ediciones  y  la  continua  avalancha  de  formularios, 
l)rontuarios,  mc7norándums,  guías,  rade-mecu??is  y  cuadros  sinópticos, 
que  nos  vienen  del  extranjero;  pero  por  esta  misma  razón  no  podemos 
aplaudir  la  idea  de  presentar  en  lengua  esj}diüo\Bi  el  Ma?i nal  de  Tera- 
péutica, de  Arnozan,  pues  se  trata  de  una  obra  que  queriendo  ser  mo- 
derna por  el  número  y  clase  de  las  materias  estudiadas,  resulta  como 
escrita  á  mediados  defsiglo  pasado  por  la  forma  en  que  las  describe,  y 
en  su  afán  de  ocuparse  de  todos  los  métodos  y  recursos'terapéuticos, 
incluso  los  sueros,  los  extractos  orgánicos,  los  agentes  físicos  y  dietéti- 
cos y  las  aguas  minerales,  acaba  por  no  dar  idea  precisa  de  ^ninguno 
de  ellos,  pues  para  tan  importantes  y  numerosos  asuntos  sólo  dispone 
de  dos  tomos  en  16.",  de  513  y  574  páginas,  respectivamente. 

Así  resulta  el  acónito  y  la  aconitina  con  sólo  2  páginas ;  los  pre- 
parados de  carne,  incluyendo  las  peptonas  y  la  somatosa,  con  otras  2; 
la  esparteína  y  la  apomorfina,  con  1  ;  la  cocaína,  con  7  ;  el  amonía- 
co y  todas  las  sales  amoniacales,  con  3;  la  medicación  láctea,  sin 
olvidar  ninguno  de  sus  agentes,  con  6;  la  eserina,  orexina,  ricino, 
áloes  y  ruibarbo,  con  media,  y  el  colombo,  cuasia,  genciana,  gelsemio, 
veratrina,  diuretina,  heroína,'  exalgina  y  fenacetina,  con  sólo  algunas 
líneas. 

Y  menos  mal  si  la  pequenez  de  la  dosis  estuviese  compensada  con  la 
extraordinaria  actividad  del  ])roducto;  pero,  desgraciadamente,  no  su- 
cede de  este  modo.  El  estudio  químico  de  los  medicamentos  aparece 
abandonado  casi  por  completo,  prescindiendo  en  muchos  casos  hasta 
de  una  simple  indicación  de  su  naturaleza,  y  cometiendo  en  otras 
errores  tan  imperdonables  como  afirmar  es  eld/rmatol  v/ta  combina- 
ción de  snbni  trato  de  l>ismnto,  ácido  acético  y  ácido  gálico;  hace  caso 
omiso  de  gran  número  de  compuestos  muy  útiles,  como  son  la  feno- 
cola,  la  euforina,  el  arrhenal,  el  timol,  el  aristol,  la  salicilquina,  la 


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Formulario  y  traiamitntos  modernos 


estipticina,  el  ioduro  de  etilo,  el  citrato  de  plata,  etc.,  etc.;  considera 
como  una  misma  cosa  los  hinópticos  y  narcóticos,  colocando  el  opio  en- 
tre los' primeros ;  prescinde  de  la" acción  estimulante  del  alcanfor 
y  del  almizcle  sobre  el  aparato  cardio-vascular,  á  pesar  de  ser  la  m:is 
interesante  de  ambos  productos;  crea  un  g-rupo  especial  de  cüilipru- 
riffniosoSf  en  el  que  no  coloca  más  que  el  mentol,  para  dedicarle 
después  dos  ó  tres  párrafos  y  deja  reducido  el  estudio  de  la  acción  fisio- 
lóg'ica  de  los  medicamentos  á  una  vulgarísima  enumeración  de  los 
efectos  de  más  bulto,  olvidándose  alg-unas  veces  de  las  más  importíin- 
tes,  incurriendo  otras  en  lamentables  confusiones  y  rehuyendo  siempre 
toda  explicación  científica  y  razonada  de  su  modo  de  obrar. 

Después  d,e  lo  expuesto,  no  creemos  necesario  añadir  que  los  edito- 
res hubieran  hecho  muy  bien  en  dejar  este  Manmyl  de  Terapéutica  en 
el  primitivo  idioma  en  que  fué  escrito. 

PORMULARIO    T    TRATAMIBNTOS    M0DBRN08 


XI .  —  Oastropatias :  empleo  del  taqniol 

Usado  este  poderoso  bactericida  sólo  hasta  ahora  contra  las  afeccione.s 
quirúrgicas,  De  Renzi  lo  ha  hecho  ingresar  en  la  terapéutica  médica  en  \  »-z 
del  nitrato  de  plata. 

He  aquí  los  casos  más  notables  :  . 

Cáncer  del  estómago:  vómitos  frecuentes  (6  á  7  en  las  24  horas),  sensación 
de  peso  muy  molesta  en  el  epigastrio,  dolor.  Durante  ocho  días  lavados  con 
diez  centímetríís  cúbicos  de  una  solución  al  1  por  100  de  tiocol  en  un  litro 
de  agua  destilada.  Después  del  lavado  con  el  fluoruro  de  plata,  se  hacía  otn« 
con  una  solución  de  cloruro  sódico  al  2  por  100  para  neutralizar  las  escasas 
dosis  de  fluoruro  que  pudieran  haber  quedado  en  el  estómago.  Se  notó  : 
mengua  de  los  vómitos,  que  desaparecieron  en  los  dos  últimos  días;  del 
dolor;  detención  del  progresivo  enflaquecimiento. 

Catarreo  gástrico  crónico  con  hipoclorhidria  y  dilatación :  lavados  con  diez  ó 
quince  centímetros  cúbicos  de  la  misma  solucón  y  en  mil  gramos  de  agrua, 
durante  37  días.  Buen  resultado:  mayor  actividad  motora  como  ocurre  la- 
vando con  nitrato  de  plata,  disminución  notable  del  moco  y  de  los  procesos 
de  fermentaciíin,  desaparición  de  las  sarcinas;  consecutivamente  aumento 
de  peso,  mejor  nutrición  y  notable  alivio  en  el  estado  de  nervosismo  y  de 
hipocondría,  que  tanto  molestaba  á  la  enferma. 

Las  dosis  usadas,  muy  pequeñas,  no  tenían  otro  objeto  que  investigar  la 
acción  desinfectante  del  taquiol  (1). 

Xll.  —  Oluoógreno :  su  empleo  contra  la  hiperolorhidria 

Meunier,  después  de  averiguar  experimentalmente  que  las  materias 
amiláceas  se  convierten  por  modo  imperfecto  en  almidón  soluble,  dextrina, 
maltosa  y  dextrosa  bajo  la  acción  de  la  saliva  en  los  hiperclorhídricos,  hecho 
que  corre  paralelo  al  enflaquecimiento  de  estos  enfermos,  se  propuso  corre- 
gir el  defecto.  De  las  varias  substancias  empleadas,  la  ([ue  da  mejores  re- 
sultados es  el  glucógeno,  producto  final  de  la  digestión  de  las  substancias 
amiláceas. 

Ha  obtenido  el  aumento  de  peso  de  los  biperclohídricos  con  dosis  peque- 
ñas de  glicógeno  :  de  20  á  50  centigramos  diarios  (2). 

XIII.  —  Impétig^o :  tratamiento  ooñ  el  nitrato  de  plata 

Jacobson  asegura  que  una  sola  embadurnación  con  un  soluto  de  nitrato 
de  plata  al  décimo  basta  para  curar  esta  dermatosis. 

Kl  enfermo  sufre  una  sensación  viva  de  quemadura,  que  persiste  una  ó 
dos  horas,  si  bien  lo  más  intenso  cesa  á  los  pocos  minutos.  Al  día  siguiente 
la  lesión  está  seca,  más  aplanada,  la  congestión  ha  cesado  y  parece  manifes- 
tarse cierta  tendencia  á  la  cicatrización.    Poco  á  poco  adquiere  la  piel  el 

( 1)  Rüsstgna  Ínter,  della  hied.  moderna. 

(2)  Soc.  de  Thérap.  de  París. 


Formulario  y  tratamientos  tnodernos  6i 


aspecto  normal.  Al  cuarto  día  comienza  el  desprendimiento  de  la  capa 
negra,  se  exfolia  el  epidermis,  se  cae,  y  al  terminar  In  descamación  se  en- 
cuentra epidermis  de  neoformación,  liso,  sin  fisuras  y  con  un  color  algo 
más  subido  que  las  regiones  periféricas  (1). 

XIV.  —  Ooqueluohe :  empleo  del  flúor oformo 

Stepp,  de  Norimberg,  propuso,  en  1898,  el  bronio formo  contra  la  coquelu- 
che, pero  como  á  las  veces  son  nece.-^arias  dosis  altas  y  éstas  no  dejan  de  ser 
peligrosas,  lo  ha  substituido  con  el  fluoro formo. 

Lo  usa  en  solución  acuosa  del  2  al  5  por  100.  Resulta  un  líquido  casi 
inodoro  é  insípido  y  prescribe  una  cucharadita  cada  hora  ó  cada  dos. 

Hasta  en  los  casos  graves,  dice,  menguan  la  frecuencia,  la  intensidad  y 
la  duración  de  los  accesos  1*2). 

XV.  —  Tintara  de  iodo  sin  áoido  iódioo  libre 

lodo 1  gramo 

Alcohol  á  90" 12  ■     »   . 

Bórax  oficinal .      2       >      (3) 

XVI.  —  Hemorroides :  tratamiento  oon  la  adrenalina 

Es  muy  racional  su  empleo.  Mosse  la  ha  usado  en  varios  casos  de  hemo- 
rroides irreductibles  con  amenazade  extrangulación. 

•  Recurrió  á  soluciones  al  1  por  2,000  ó  por  í,000,  en  las  cuales  empapaba 
una  torunda  de  algodón.  De  ordinario  basta  una  sola  aplicación.  Si  es 
necesario,  se  repite  al  otro  día  (4). 

XVII.  —  Criog^enina:  aooión 

La  criogenina  (metabenzamido  semicarbazida)  es,  para  Garriere,  el  anti- 
pirético ideal,  superior  íi  todos  los  antitérmicos,  con  todas  las  ventajas  y  nin- 
guno de  los  inconvenientes  de  estos;  sin  embargo,  k  las  veces,  raras,  es  poco 
activa  ó  no  ejerca  efecto  alguno. 

No  tiene  contraindicación  conocida. 

Se  usa  con  buen  éxito  en  la  fiebre  del  primero  y  segundo  período  de  la 
tuberculosis,  en  la  fiebre  tifoidea,  en  el  empacho  gástrico  febril,  enteritis 
aguda  piréticas,  pleuresías  sero-fibrinosas,  grippe,  ¡jaludismo,  fiebre  histé- 
rica y  clorótica,  etc.  Kn  las  regulares  (paludismo)  se  prescribe  una  hora 
antes  del  acceso  y  en  las  continuas  y  subcontinuas  una  hora  antes  del  acmé. 

Se  comienza  por  dosis  grandes.  Obtenida  la  remisión,  se  rebaja  gradual- 
mente hasta  quedarse  en  una  mínima  dada  todos  los  días,  pudiendo  usarse 
largo  tiempo  sin  peligro.  Conviene  saber  que  el  organismo  se  acostumbra 
á  ella  y,  por  tanto,  en  caso  de  administración  prolongada,  sv  debe  suspender 
durante  5  á  8  días. 

Las  preparaciones  farmacológicas  son  los  sellos  ó  las  soluciones  (5). 

XVIIL— Astenia:  tratamiento 

E.  Clement  recomienda  contra  la  laxitud  general  tomar  cuatro  veces  al 
día  de  8  á  10  gotas  de  árido  fórmico  en  agua  de  Vichy  ó  de  Vals  (6). 

XIX.  —  Masruet :  onraoión  r4pida 

El  tratamiento  usado  por  Merletti  en  el  brefotroflo  de  Ferrara  tiene  de 
nuevo  el  asociar  dos  medicamentos  empleados  aisladamente  con  buen  éxito: 
el  agua  oxigenada  y  una  solución  de  borato  sódico  al  5  por  100.  El  efecto, 
sin  duda,  es  debido  al  desprendimiento  de  O  naciente. 

Las  aplicaciones  se  hacen  rápidamente  on  una  pluma  larga  tres  veces 
al  día  Hasta  en  los  casos  graves,  de  vegetaciones  confluentes,  el  hongo  es 
destruido  en  2  ó  3  días.  En  los  incipientes,  la  cura  obra  como  abortivo ^  bas- 
tando tocar  dos  ó  tres  veces  para  obtener  la  curación  (7). 

(1)  Ann.  de  Thcrap.  dermat,  et  sypkil. 

(2)  Ga^.  sicil  di  Mcd.  e  Chir. 

(3;    Ciarcí,  Hull.  de  la  Soc.  de  Pharm.  de  Bordeaux. 

(4)  The  Latitet. 

(5)  Elude  íhérap.  et  experim. 

(0)    Ga^.  hebd.  des  Se.  mid.  de  Bordeax. 
(7)    Jl  Prognsso  medico. 


62 


Estudios  demográjicos  de  Barcelona 


XX.  —  Aoariosis  6  sarna :  ouraoión  r4pida 

Para  Neri  el  mejor  tratamiento  de  la  sarna  es  la  cura  rápida.  Consta  »^>i:i 
cura  de :  Baño  caliente  y  fricciones  con  jabón  gelatinoso  potásico  durarií- 
media  hora. 

Inmediatamente  se  coloca  ei  enfermo  en  una  cama  y  se  le  fricciona  <iu- 
rante  veinte  minutos  con  esta  pomada : 

Pomada  de  Helmericb 500  gramos 

Esencia  de  trementina. 100        » 

Se  envuelve  luego  al  enfermo  en  una  manta  de  lana  y  se  le  deja  qui(  ? 
7  ú  8  horas. 

Un  nuevo  baño  caliente  con  300  gramos  de  carbonato  potásico,  en  el  qu'^ 
permanece  media  hora. 

Se  seca  bien  y  se  le  expolvorea  con  polvo  de  almidón  y  óxido  de  zinc. 

Este  tratamiento,  sencillo,  barato  y  rápido,  sólo  dio  lug-ar  á  10  ^eciíliva^ 
de  3oi  enfermos  curados  (3*33  por  100).  El  método  de  Kaposi  produce  un 
8'80  porlOÜ(l). 

Dr.  Rodríguez  Méndez 


NUESTRA  CORRBSPONDBNCIA  CON  LA  PRENSA 

Revista  frenop&tioa  espafiola,  de  Barcelona.  —  Gracias  por  la  reproduc- 
ción de  los  Vaíos  demoffi'áficos,  del  Dr.  Comenge. 
El  Nuevo  Ideal,  de  Matáró.  —  Id.  id.  de  la  Instrucción  sobre  tuberculom) 

por  las  cariñosas  frases  íjue  dedica  á  nuestro  Director. 
Revista  de  Sanidad  militar,  de  Madrid  —  Id.  id.  de  la  noticia  Akaiis^'i 

del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
La  Hieriene,  de  la  Habana.  —  Id.  id.  de  la  noticia  Ciudad-sanatorio ^  í1^¡ 

Dr.  Rovira  Oliver. 
Bevieta  médica,  de  Sevilla.  —  Id.  id.  de  la  notxQÁdi  Muerte  aparente  d(' 

recién  nacido:  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
Revista  balear  de  Ciencias  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.  —  Id.  id  u* 

la  noticia  Dismenorrea  nasal,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
Vida,  de  Barcelona.  —  Id.  id.  de  la  noticisi  Ciudad-sanatorio,  del  Dr.  Rovir» 

Oliver. 

Estudios  demográillcos  de  Barcelona 

POR    EL 

Dr.  D.  Luis  Comengií: 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

SintesíB   vital   de   Barcelona.   Afto  1903 

Con  verdadera  satisfacción  publicamos  en  esta  acreditada  Revista  y 
en  el  número  correspondiente  al  31  de  enero  del  año  próximo  pasail" 
las  cifras  resultantes  de  la  mortalidad  y  natalidad  de  la  urbe  en  W^- 

Al  hablar  hoy  de  los  mismos  conceptos,  en  1903,  sentimos  no  poder 
consignar  halag-iieñas  conclusiones  sanitarias,  por  más  de  que,  ?e¿rmi 
hemos  de  ver,  la  situación  de  la  capital  sig-ue  mejorando  en  relación 
ix  los  años  anteriores. 

Sentemos  conclusiones  emanadas  de  cálculos  fidedignos : 

1.*  Barcelona  no  ha  disminuido  en  el  íiúmero  de  sus  habitantes, 
más  bien  évstos  aumentaron,  merced  á  la  inmigración  procedente  «if' 
otras  provincias. 

2.*  El  número  de  óbitos  fué  menor  que  el  de  todos  los  años  pasa- 
dos, exceptuando  1902. 

3.*  Que  el  exceso  de  mortalidad  registrado  en  1903  se  debe  á  l'¿ 
epidemia  de  sarampión  ocurrida  en  dicho  año. 

4.*  Que  la  cifra  de  natalidad  es  la  nuís  crecida  de  las  conocida- 
en  el  último  sexenio,  dato  altamente  satisfactorio. 

(1)    //  Policlimco, 


Esludios  demográjicos  dt  Üarctlona 


63 


5/    Que  el  número  de  nacidos  vivos  supera  al  de  las  defunciones. 

6.*  Que  la  mortalidad  proporcional  más  aproximada  ha  sido  la  de 
21*5  por  1,000  y  la  natalidad  2VS  por  1,000  habitantes. 

He  aquí  un  estado,  muy  demostrativo,  comprensivo  de  los  seis  últi- 
mos años : 


Años 

Defunciones 

Nacimientos 

Óbitos  nosocomiales 

Pérdidas 

Ganancias 

1898 

12,895 

11,526 

<í)  1,994 

1,369 

» 

1899 

14,013 

11,804 

2,102 

2,209 

» 

1900 

13,356 

12,416 

1,716 

940 

» 

1901 

14,670 

12,824 

1,764 

1,846 

>» 

1902 

12,359 

12,828 

1.663 

» 

469 

1903 

12,917 

13,096 

1,672 

» 

179 

Más  claras  se  verán  las  síntesis  obituarias  en  el  adjunto  g-rabado. 

Suponiendo  que,  á 
pesar  de  la  inmig'ra- 
ción  y  aumentos  de 
población  constantes, 
Barcelona  sólo  cuenta 
600,000  habitantes, 
c  omprendiendo  en  ellos 
guarnición,  conventos, 
hospederías,  puerto  y 
el  crecido  número  de 
viajantes  que  pululan 
por  la  capital,  y  sin 
descontar  la  respetable 
cifra  de  óbitos  que  pro- 
.  porcionan  hospitales, 
refugios,  etc.,  alojado- 
res accidentales  de  fo- 
rasteros enfermos  que 
aquí  acuden ,  resulta 
que  la  mortalidad  pro- 
porcional para  Barcelo- 
na, durante  el  año  1903, 
ha  sido  la  de  21*5  por 
1,000,  g-uarismo  oue  si 
no  es  tranquilizador  ni 
representa, cK)n  mucho, 
las  aspiraciones  de  la 
Higiene,  marca  una 
mejora  en  el  estado  sa- 
nitario de  la  urbe,  com- 
parado con  el  de  años 
» precedentes. 

Más  consoladora  es 
por  1,000. 


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Fig.  2."  —  Mortalidad  de  Barcelona  (  íísjü-í'J '3  ) 

la  cifra  de  natalidad,  que  ha  lle¿^-ado  á  21*8 


En  el  mapa  adjunto  se  estudia  la  mortalidad  por  distritos  sanita- 
rios, con  el  coeficiente  nosocomial. 


(1)    En  1898  y  1899  los  repatriados  aumentaron  el  contingente  hospitalar  io. 


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Tomo  XZVII.    Núm.  3    Baroílona  15  febrero  de  190^     Afio  2CZYII.     Núm.  639 

Gaceta  Médica  Gmuik 

SITMARIO  :   Miaistcrio  de  la  Gobernación.  --  Estudios  dcmográfícos  de  Barcelona,  por  el  doctor 
D.  Luis  Comrengd. 


La  excepcional  importancia  de  la  Instrucdón  general  de  Sanidad  pú- 
blica,  que  reforma  en  muchos  puntos  la  provisional  de  que  ya  tienen 
noticia  nuestros  suscriptores  del  año  anterior,  nos  induce  á  trasladarla 
ínteg-ra  y  de  una  sola  vez  á  estas  columnas,  se^^-uros  de  prestar  con  ello 
un  buen  servicio  á  nuestros  abonados. 

Ministepio   de   la   Gobepnaeión 


EXPOSICIÓN 

Señor:  Desde  que,  con  autorización  de  V.  M.,  fué  publicada  la  Instruc- 
ción g-eneral  de  Sanidad  pública  de  14  de  julio  del  año  pasado,  se  ha  some- 
tido e>te  importante  decreto  á  un  amplio  y  no  interrumpido  estudio  de  in- 
formación y  de  consulta. 

Las  representaciones  profesionales  y  las  clases  más  directamente  por  él 
afectadas,  han  mostrado  durante  este  tiempo  una  preocupación  por  su  me- 
jora y  corrección  de  que  son  prueba  evidente  los  centenares  de  comunica- 
ciones individuales  y  colectivas  que  á  la  Dirección  g-en eral  de  Sanidad,  al 
Real  Consejo  del  ramo  ó  á  este  Ministerio  han  llegado,  expi'esando  todas 
ellas  una  confianza  en  el  conjunto  de  la  referida  reforma,  que  alienta  al  Mi- 
nistro que  suscribe,  como  alentó  i\  sus  dos  inmediatos  antecesores,  para  de- 
terminar la  obra  de  perfeccionamiento  de  esta  reg-lamentacióu,  llamada  á 
responder  á  una  de  las  necesidades  más  reconocidas  de  la  vida  administra- 
tiva de  nuestro  país. 

A  estas  comunicaciones,  particulares  ú  oficiales,  al  estudio  minucioso 
efectuado  por  la  prensa  técnica  y  general,  se  ha  creído  conveniente  añadir 
la  invitación  á  las  autoridades  científicas  extranjeras,  y  como  muestra  de 
este  deseo  de  amplificación  en  el  acopio  de  informes  valiosos,  se  ordenó  la 
traducción  á  la  Leng-ua  francesa  de  la  totalidad  del  Reglamento,  con  objeto 
de  enviarle  al  Congreso  Internacional  de  Higiene,  celebrado  en  Bruselas 
en  agosto  último,  y  á  la  reciente  Conferencia  Sanitaria  de  París,  mereciendo 
el  aplaviso  de  ambas  Asambleas. 

Finalmente,  en  cumplimiento  de  la  ley,  y  previas  las  correcciones  que 
se  estimaron  atendibles,  nacidas  de  las  mencionadas  consultas  y  reclama- 
ciones, fué  la  Instrucción  sometida  al  informe  del  Consejo  de  listado,  cuj'o 
sabio  y  detenido  dictamen  ha  venido  á  cerrar  tan  activo  período  de  informa- 
ción y  de  consulta. 

Teniendo  en  consideración  el  resultado  durante  él  obtenido,  los  dictáme- 
nes emanados  de  la  Real  Academia  de  Medicina  acerca  de  los  puntos  con- 
cretos de  su  competencia  y  los  numerosos  informes  emitidos  por  el  Real 
Consejo  de  Sanidad  en  repetidas  ocasiones,  así  los  referentes  á  cada  uno  de 
los  capítulos  en  que  para  su  modificación  ó  extensión  reglamentaria  lo 
exige  taxativamente  la  ley  de  Sanidad  vigente,  como  los  estudios  de  con- 
junlo  que  representan  los*  proyectos  de  ley  preparados  por  este  Cuerpo  con- 
sultivo para  la  discusión  en  el  Parlamento,  puede  estimarse  llegada  la  oca- 
sión de  proponer  á  V.  M.  la  aprobación  definitiva  de  esta  urgente  reforma, 
modificada,  respecto  á  la  provisional,  en  los  puntos  que  se  ha  creído  conve- 
niente para  su  mayor  perfección  y  para  la  necesaria  armonía  con  la  legis- 
lación de  otros  ramos  administrativos. 

Consérvanse  en  el  presente  Decreto  el  espíritu  y  la  tendencia  que  en  el 
provisional  aspiraban  á  dar  la  mayor  independencia  posible  á  la  función 
sanitaria,  respecto  á  la  gubernativa  y  administrativa  generales,  sin  desli- 


€6 


Instruceióu  gtneral  de  Sanidad  pública 


garla  de  ellas  en  cuanto  puedan  vig-orizar  su  acción  ó  evitar  sus  arbitrarie- 
da^les,  que  éste  y  no  otro  es  el  sentido  de  la  delegación  ordinaria  de  las  fa- 
cultades del  Gobierno  y  de  los  Municipios  en  los  inspectores  respectivas, 
claramente  formulado  en  los  artículos  58  al  «I,  encaminados  á  evitar  demo- 
ras, intermisiones  y  dificultades  en  la  libre  marcha  de  una  función  admi- 
nistrativa, cuyo  carácter,  esencialmente  técnico,  au\oriza  á  esta  confiada 
delegación,  que  ningún  precepto  legal  veda. 

Igual  fundamento  tiene,  á  más  del  de  la  equidad  y  la  justicia,  la  estabi- 
lidad procurada  al  sufrido  y  humanitario  Cuerpo  de  médicos  titulares,  en 
la  forma  que  V.  M.  se  propone;  y  en  nada  daña  á  la  autoridad  de  los  Muni- 
cipios el  que  amparando  derechos,  si  no  escritos,  unánimemente  reconoci- 
do?>,  se  regularice  la  prórroga  tácita  de  un  contrato  de  servicios,  previo  el 
indispensable  cumplimiento  por  ambas  partes  de  las  condiciones  estipu- 
ln<lívs. 

Las  observaciones  hechas  por  el  Consejo  de  Estado  acerca  de  la  forma  de 
rt'uiuneración  de  los  servicios  de  Sanidad,  á  más  de  tener  indiscutible  fun- 
dsimento,  son  muy  dignas  de  ser  atendidas  en  lo  que  á  los  detalles  de  per- 
ci'pción  y  de  distribución  se  refieren,  y  han  inspirado  modificaciones  fuií- 
díiiiientales  que  con  ellas  concuerdan.  habiendo  sido  de.  igual  modo  satis f^- 
chns  debidamente  otras  advertencias  de  aquel  alto  Cuerpo  consultivo. 

Madrid  12  de  enero  de  1904.  —  Señor:  A  L.  R.  P.  de  V.  M.,  José  Sáiuhe: 
Guerra, 

REAL  DECRETO 

A  propuesta  del  Ministro  de  la  Gobernación,  de  acuerdo  con  Mi  Consejo 
de  Ministros,  y  previo  informe  del  Consejo  de  Estado  ; 
,     Vengo  en  decretar  lo  siguiente  : 

Artículo  único.  Se  aprueba  con  carácter  definitivo  la  adjunta  Instruc- 
ción general  de  Sanidad  pública. 

Dado  en  Palacio  á  12  de  enero  de  1904.  —  Alfonso.  —  El  Ministro  de  la 
Gcíberu ación,  José  Sánchez  Guerra. 

IN8TBÜ0CIÓN  GENEBAL  DE  SANIDAD  PÚBLICA 

Artículo  1.°  Los  servicios  de  Sanidud  é  Higiene  públicas  continuarán 
bajo  la  vigilancia  del  Ministerio  de  la  Gobernación,  con  las  delegaciones 
necesarias  en  los  gobernadores  civiles,  alcaldes,  funcionarios,  Juntas  y  Cor- 
jíoraciones  especiales  que  más  adelante  se  detallan. 

Art.  2.°  Formarán  la  organización  especial  de  Sanidad  pública  las  Jun- 
tíií5  y  Corporaciones  consultivas,  las  Inspecciones,  los  Jurados  y  Corporacio- 
nes profesionales,  los  subdelegados,  los  facultativos  titulares,  los  facultati- 
vos adscritos  á  Laboratorios,  Hospitales  é  Institutos  oficiales,  y  los  médicos 
lie  aguas  minerales. 

TÍTULO  PRIMERO 

OBaANIZAOIÓN  CONSULTIVA 

Art.  3.®  No  obstante  la  organización  consultiva,  que  comprende  el  Real 
Consejo,  las  Juntas  provinciales  y  las  Juntas  municipales  de  Sanidad,  po- 
firá.  además,  el  Gobierno  pedir  informes  de  índole  exclusivamente  técnica  á 
hi  líeal  Academia  de  Medicina,  á  las  Academias  de  distrito  universitario  y  á 
eníilesquiera  otras  autoridades  profesionales  ó  científicas,  colectivas  ó  indi- 
viduales. 

Capítulo  primero 

Beal  Consejo  de  Sanidad 

Art.  4.°  Subsistirá  el  Real  Consejo  de  Sanidad,  con  residencia  en  Ma- 
drid, constituido  del  modo  siguiente: 

L    Un  Presidente,  que  lo  será  el  Ministro  de  la  Gobernación. 

II.  Un  Vicepresidente  nombrado  por  el  Gobierno  entre  los  individuns 
que,  desempeñando  ó  habiendo  desempeñado  los  más  altos  cargos  de  la 
Adniinistración  pública,  con  preferencia  en  el  ramo  de  Administración  sa- 
nitaria, hayan  sido  más  de  diez  años  individuos  del  Consejo  y  se  hayan  dis- 
tinguido por  sus  publicaciones  y  trabajos  sobre  higiene  administrativa. 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  67 

III.  Dos  Secretarios  g-enerales,  que  lo  serán  los  dos  Inspectores  de  Sani- 
dad, que  tendrán  voz  y  voto  en  las  deliberaciones. 

IV.  Catorce  consejeros  nato*!,  que  serán  : 

a)  El  Jefe  médico  de  Sanidad  militar  de  la  más  alta  categoría,  con  ser- 
vicio activo  en  Madrid. 

íf¡    El  Jefe  de  ig-uales  condiciones  de  Sanidad  de  la  Armada. 
c¡    El  Inspector  de  Farmacia  de  Sanidad  militar, 

d)  El  Decano  de  la  Facultad  de  Medicina. 

e)  El  Decano  de  la  Facilitad  de  Farmacia. 

/)  El  Catedrático  de  Higiene  más  antiguo  de  la  Facultad  de.  Medicina 
de  Madrid. 

ff)    El  Director  ó  Jefe  técnico  de  la  Escuela  de  Veterinaria. 

/i¡    El  Director  de  Aduanas. 

i)    El  Director  de  Agricultura  del  Ministerio  de  este  ramo. 

J}    El  Presidente  del  Consejo  forestal. 

A)    El  Presidente  de  la  Junta  Consultiva  agronómica. 

1)    El  Director  de  Comercio  del  Ministerio  de  Estado. 

7n)    El  Director  de  la  Administración  locafl  y  de  Beneficencia. 

n)    El  Director  técnico  del  Instituto  de  Alfo'nso  XIII. 

V.  Constará,  además,  de  29  consejeros  de  real  nombramiento,  que 
serán  : 

a)  Ocho  doctores  en  Medicina,  con  diez  anos  de  antigüedad  desde  la 
expedición  del  título,  que  no  pertenezcan  á  ninguno  de  los  escalafones  ni 
Juntas  dejíendientes  de  la  organización  sanitaria. 

1^1    Cujitro  médicos  numerarit>s  de  los  Hospitales  de  Madrid. 

c)  Tres  doctores  en  Farmacia,  con  diez  años  de  aniigüedad  desde  la 
expedición  del  título,  que  no  pertenezcan  á  ninguno  de  los  escalafones  ó 
Juntas  dopendientes  de  la  organización  sanitaria. 

dj    Un  v(}terinario,  catedrático  ó  académico  de  la  Keal  de  Medicina. 

e)    Un  diplomático,  con  categoría  de  Ministro  plenipotenciario. 

/')  Tres  abogados ;  uno,  Magistrado  del  Tribunal  Supremo,  propuesto 
por  la  Sala  de  gobierno  de  este  alto  Tribunal ;  otros  dos,  propuestos  por  la 
Junta  de  gobierno  del  Colegio  de  Abogados  de  Madrid,  uno  de  éstos  entre 
los  inscritos  que  paguen  la  primera  cuota  de  contribución. 

ff)  Un  ingeniero  de  Caminos  y  otro  de  Minas,  profesores  de  las  respec- 
tivas Escuelas. 

k)  Dos  doctores  en  Ciencias,  uno  Catedrático  de  Química  y  otro  de  Cien- 
cias Naturales  de  la  Universidad  Central. 

//  Dos  médicos  de  baños,  propuestos  por  elección  de  los  médicos  que 
constituyan  el  Cuerpo  en  la  actualidad.  ' 

Jj  Dos  propietarios  de  Establecimientos  de  aguas  minerales,  elegidos 
por  el  Gobierno,  uno  de  ellos  entre  los  que  paguen  la  mayor  cuota  de  con- 
tribución por  este  concepto  y  el  otro  de  libre  designación. 

kj    Un  Arquitecto  académico  de  la  Real  de  San  Fernando. 

Art.  5."  El  Vicepresidente  con  los  dos  inspectores  de  Sanidad,  un  abo- 
gado, un  farmacéutico  y  otros  dos  consejeros,  designados  estos  cuatro  últi- 
mos y  otros  tantos  suplentes  en  los  respectivos  conceptos  por  elección  del 
Consejo  pleno,  constituirán  la  Comisión  permanente  del  Con?^ejo. 

Art.  6.**  El  Consejo  se  dividirá,  además,  en  tantas  Secciones  y  Comisio- 
nes como  convenga,  según  su  Reglamento  interior,  siendo  precisas  las  si- 
guientes: 

a)  Sanidad  exterior  de  puertos  y  fronteras. 

b)  Epidemias  y  epizootias. 

c)  Estadística. 

d)  Vacunación  é  inoculaciones  preventivas. 

e)  Cementerios  é  inhumaciones. 

f)  Aguas  minerales. 
Personal  y  profesiones  sanitarias. 
Legislación. 
Contabilidad. 

J]    Higiene  provincial  y  municipal. 

Art.  "7.°  La  Comisión  permanente  informará  en  todos  los  expedientes 
que  no  requieran,  por.  precepto  legal  ó  por  especial  decreto,  dictamen  del 
pleno  ó  de  alguna  de  las  Secciones  especiales,  así  como  en  todos  los  casos 


68 


Instrucción  gentral  dt  Sanidad  pública 


en  que  en  esta  Instrucción  se  hace  referencia  al  Consejo  sin  la  advertpnc 
explícita  del  pleno.  Reemplazará  en  lo  sucesivo  á  la  Junta  administriitr; 
del  Instituto  de  Vacunación  y  Bacteriología  de  Alfonso  Xlll,  en  coiabon; 
cióa  con  los  Vocales  que  actualmente  la  constituyen. 

Eí>ta  Comisión  permanente  llamará  para  deliberar  á  la  Sección  ó  Com- 
sión  cuyo  concurso  estime  oportuno  en  cada  caso,  ó  á  personas  perita>  ex- 
trafias  al  Consejo,  quienes  tendrán  voz,  pero  no  voto. 

Art.  S.'*  El  Consejo  se  reunirá  en  pleno  siempre  que  lo  convoque  - 
Presidente  ó  lo  reputen  necesario  el  Vicepresidente  ó  la  Comisión  periii-. 
nente,  sea  por  prescripción  leg^l,  sea  por  conveniencia  del  caso. 

Art.  9."  El  Consejo  podrá  proponer,  por  iniciativa  de  sus  Vocales  ó  de  . 
Comisión  permanente,  Ins  reformas  y  medidas  sanitarias  que  consid-r- 
convenientes,  previas  discusión  y  aprobación  en  Consejo  pleno. 

Los  expedientes  serán  remitidos,  ya  ultimados  por  las  Inspecciones,  ó  \ 
Comisión  permanente,  al  Consejo  ó  á  sus  Secciones,  según  correspon  .: 
para  una  vez  informados  por  éstos,  sin  ulterior  tramitación,  proponer  dirf 
taniente  al  Ministro  la  solución  definitiva. 

Art.  lo.     Los  cargos  de  Consejeros  electivos  durarán  seis  a  fies,  ^>if  n  i 
reeleg'ibles  las  personas  salientes,  y  haciéndosela  renovación  por  m:ta<if 
cada  tres  años,  del  modo  que  dirá  e'l  Reglamento  interior. 

Para  ser  reelegible  se  requiere  haber  asistido,  según  certificación  de 
Secretaría,  á  la  tercera  parte  de  las  sesiones  del  pleno  y  de  las  Seccionr- 
que  el  Consejero  perteneció  mientras  haya  i)oseído  el  cargo. 

Para  la  primera  elección,  que  con  arreglo  á  este  Decreto  se  efectúe.  - 
designará  como  salientes  á  los  Consejeros  que  no  hayan  cumplido  con  e>';. 
condición  de  asistencia,  y  se  completará  la  mitad  por  sorteo. 

Art.  11.    Los  Consejeros  de  Sanidad  tendrán  la  categoría  de  Jefes  sui^ 
rlores  de  Administración  civil,  conservándola  cuando  hayan  desenipeñri  i 
el  cargo  dumnte  tres  años,  asistiendo  con  puntualidad  á  las  sesiones  en  i;  ^ 
términos  que  expresa  el  artículo  anterior.  En  los  actos  oficiales  ufarán  1 1 
medalla  que  actualmente  les  sirve  de  distintivo. 

Art.  12.    Lo  mismo  en  la  Comisión  permanente  que  en  el  Consejo  ])leij 
actuarán  como  Secretarios,  con  voz  y  voto,  los  dos  inspectores  generale>  I 
Sanidad,  quienes  concurrirán  juntos  ó  funcionarán  alternativamente  en  J  > 
bisuntas  de  cada  Sección,  además  de  substituir-e  recíprocamente. 

Las  actas  serán  redactadas  según  turno,  llevándose  en  libros  separaic- 
las  de  la  Comisión  permanente  y  las  del  Consejo  pleno. 

Art.  13.     Los  Jefes  de  Negociado  que  presten  sus  servicios  en  la  Sani.h! ! 
central,  actuarán  como  Secretarios  de  las  Secciones  del  Consejo  que  litiy:;:. 
de  ser  consultadas  en  los  asuntos  de  la  respectiva  incumbencia,  cuandu  li 
asista  aljsruno  de  los  Inspectores  generales,  y  disfrutarán  de  las  atriburio[:.-> 
conferidas  por  la  ley  vigente  á  la  Secretaría  del  Real  Consejo  de  Sanida: 

Art  14.  El  R^al  Consejo  de  Sanidad  redactará  un  Reglamento  interi  r 
para  el  orden  de  sus  trabajos  3'  complemento  de  sus  funciones, dentro  de  i:t> 
prescripciones  de  la  presente  Instrucción. 

Art,.  15.  Los  funcionarios  de  la  Sanidad  central,  celebrado  ya  el  primer 
Concurso  que  determina  la  Instrucción  provisional,  ingresarán  en  adelaott 
por  oposición,  excepto  los  inspectores  generales/ 

No  podrán  ser  separados  de  sus  cargos  sin  previo  expediente,  con  au- 
diencia del  interesado  y  de  conformidad  con  la  propuesta  del  Consejo  v:\ 
pleno. 

En  los  ejercicios  de  oposición  podrán  tomar  parte  los  que  Sean  doctore^ 
ó  licenciados  en  Medicina,  Derecho,  Farmacia  ó  Ciencias  y  los  profesores  iir? 
Veterinaria,  debiendo  reservarse  una  plaza  en  la  plantilla  á  estos  últimos. 

Las  vacantes  que  ocurran  se  proveerán  precisamente  entre  los  emj>lea- 
dos  de  la  misma,  adjudicándola  al  que  de  ellos  acredite  mayor  número  de 
años  de  servicios  sanitarios  en  plaza  de  la  clase  inferior,  y  en  defecto  .if 
ésta,  en  la  superior  de  la  categoría  inferiora  la  vacante. 

El  empleado  que  quedara  cesante  ó  excedente  por  supresión  de  plazn  ó 
reforma  del  servicio,  ocupará  la  primer  vacante  que  se  produzca  de  xduza 
de  igual  ó  inferior  categoría  y  clase  de  la  que  desempeñó. 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  6y 

Capítulo  II 

Juntas  provlnoiales  de  Sanidad 

Art.  16.  En  cada  capital  de  provincia  residirá  una  Junta  provincial,  que 
^erá,  al  propio  tiempo,  la  municipal  del  término,  y  constará; 

I.  De  un  Presidente,  que  será  el  Gobernador  civil  de  la  provincia. 

II.  De  un  Vicepresidente  elegido  por  la  Junta  en  pleno  cada  seis  años. 

III.  De  una  Comisión  permanente,  compuesta  de  cinco  Vocales  de  la 
Junta,  á  saber :  el  dicho  Vicepresidente  ;  el  Secretario  de  la  Junta,  Inspec- 
tor de  Sanidad  en  la  provincia ;  un  abog-ado  y  dos  Vocales,  elegidos  estos 
tres  últimos  por  la  Junta  misma. 

IV.  De  Vocales  natos,  que  serán  : 

a)    El  Presidente  de  la  Diputación  provincial. 

Ifj    El  Alcalde  de  la  capital. 

c)  El  médico  de  Sanidad  militar  de  mayor  graduación  ó  más  antiguo 
entre  grados  iguales,  con  residencia  en  la  capital,  excepto  en  Madrid,  donde 
corresponderá  este  cargo  al  siguiente  en  categoría,  por  pertenecer  el  pri- 
mero al  Real  Consejo. 

dj  El  Subdelegado  de  Medicina,  el  de  Farmacia  y  el  de  Veterinaria;  los 
juás  antiguos,  si  residen  varios  en  laicapital. 

e)    El  Secretario  de  la  Junta  provincial  de  Beneficencia. 

/)    El  Director  de  Sanidad  marítima,  donde  le  haya. 

(/)    El  Arquitecto  provincial. 

A)    El  Delegado  de  Hacienda. 

i)    El  Presidente  de  la  Cámara  de  Comercio. 

j¡    La  Autoridad  local  de  Marina  en  los  puertos. 

A)    El  Jefe  del  Laboratorio  municipal. 

/;    El  Catedrático  de  Higiene  de  la  Facultad  de  Medicina,  donde  la  haj^a. 

Tendrá,  además,  ocho  Vocales  nombrados  de  Real  orden,  que  serán  : 

a)  Tres  médicos  de  la  Academia  de  distrito,  si  la  hubiere  en  la  capital, 
ó  que  lleven  diez  años  de  ejercicio  en  la  población,  preferidos  los  doctí^res. 

b)  Dos  farmacéuticos,  uno  de  ellos  el  más  antiguo  de  la  Beneficencia 
municipal. 

c¡    Un  veterinario,  preferidas  las  mayores  categorías  y  antigüedad. 

(¿1  Un  abogado  con  más  de  diez  anos  en  el  ejercicio  de  la  profesión, 
cinco  de  ellos  pagando  contribución  superior  á  la  de  cuota  fija. 

e)    Un  Catedrático  de  Química. 

Estos  ocho  Vocales  serán  renovables  por  mitad  cada  tres  años,  por  igual 
procedimiento  que  los  del  Real  Consejo. 

Los  cargos  de  Vicepresidente  y  de  Vocales  de  la  Comisión  permante  que 
recayeran  por  elección  en  Vocales  natos,  cesarán  con  la  renovación  de  las 
personas  en  los  destinos  porque  están  nombrados. 

V.  l>el  Secretario,  que  será  el  Inspector  provincial  de  Sanidad. 

En  la  Junta  provincial  de  Madrid  y  en  las  capitales  de  más  de  100,000 
almas,  el  número  de  Vocales  electivos  será  el  doble  en  cada  uno  de  los  con- 
ceptos que  se  mencionan,  siendo  la  mitad  de  ellos  propuestos  por  el  Ayun- 
tamiento. 

Formarán  parte,  además,  en  estas  poblaciones,  de  la  Junta  provincial, 
como  individuos  natos,  un  arquitecto  y  un  letrado  de  los  del  Ayuntamiento, 
el  Jeft^  médico  de  la  Beneficencia  y  del  Laboratorio  municipal.  La  Comisión 
permanente  en  estas  poblaciones  se  constituirá  en  la  forma  siguiente  :  será 
Presidente,  el  Alcalde ;  Vicepresidente,  el  mismo  de  la  Junta  plena,  y  Voca- 
les, dos  letnidos,  uno  de  ellos  municipal,  un.  Vocal  designado  por  la  Junta  y 
el  Jefe  médico  de  la  Beneficencia  municipal,  actuando  de  Secretario  el  Ins- 
pector provincial  de  Sanidad. 

Art.  17.  La  Comisión  permanente  tendrá,  en  la  provincia  respectiva, 
funciones  análogas  á  las  que  se  asignan  ala  del  Real  Consejo,  dictaminando 
en  los  asuntos  que  no  requieran  informe  de  la  Junta  plena,  y  actuando 
como  ponencia  en  el  seno  de  ésta,  siempre  que  no  haya  designada  Comisión 
especial. 

Art.  18.  Corresponderá  ala  Comisión  permanente  de  estas  Juntas  la  vigi- 
lancia de  los  derechos  sanitarios  que  se  obtengan  en  su  respectiva  provincia. 

El  Rpal  Consejo  de  Sanidad,  por  medio  de  su  Comisión  permanente,  fisca- 
Jizará  la  gestión  que  en  este  sentido  realicen  todas  las  Juntas  provinciales. 


io 


Instrucción  general  dt  Sanidad  pública 


i'  i 


Art.  19.  De  la  Comisión  permanente  de  la  Junti  provincial  de  Saín  a 
dependerá  la  organización  y  vig-ilancia  del  servicio  de  hig-iene  de  la  pr  >i 
tución  en  la  capital  respectiva.  Un  Reglamento,  que  redactará  el  Real!  ;- 
Oejo  de  Sanidad,  y  será  aprobado  de  Real  orden,  normalizará  este  servir. 
en  todas  las  poblaciones  donde  pueda  establecerse. 

Art.  20.  El  Inspector  provincial  de  Sanidad,  Secretario  de  la  Junta  y  i 
su  Comisión  permanente,  será  el  Jefe  del  servicio  técnico  de  esta  higlí^ue.; 
llevará  su  estadística  especial,  además  de  la  documentación  y  del  arclir 

Art.  21.    La  Comisión  permanente  establecerá  un  laboratorio  dehigit^u 
habilitado,  cuando  menos,  para  los  análisis  de  substancias  alimenticia  ; 
con  materiales  de  desinfección,  todo  ello  costeado  con  los  fondos  proct<lr> 
tes  de  derechos  sanitarios  ó  con  recursos  que  se  asignen  en  presupue?:  - 
generales,  provinciales  ó  locales. 

En  donde  la  recaudación  ó  las  subvenciones  de  la  Diputación,  del  Ayiin 
tamiento  ó  de  particulares  lo  hagan  posible,  estos  laboratorios  se  amplianí: 
á  los  análisis  de  estudios  bacteriológicos. 

En  las  poblaciones  en  donde  los  laboratorios  existieran  sostenidos  en 
actualidad  por  fondos  municipales,  se  hará  respetar  su  organización  y  - 
utilizarán  los  ingresos  obtenidos  por  las  Juntas  para  su  ampliación  ó  par: 
la  creación  de  sucursales. 

Art.  22.  También  organizará  la  Comisión  permanente,  y  sostendrá.  •'  :i 
ó  sin  subvención  de  la  Diputación  provincial  ó  del  Municipio,  un  Instituí 
de  vacunación  capaz  para  las  necesidades  de  los  pueblos  de  la  provincia. 

Art.  23.  Las  Juntns  provinciales  se  reunirán  cuantas  veces  lo  estim^í 
conveniente  el  Gobernador  ó  la  Comisión  permanente.  Esta  podrá  llam.ir;. 
su  seno  al  Vocal  ó  Vocales  que  estime  oportuno  en  cada  caso,  ó  á  perso^n^ 
extrañas  á  la  Junta,  cuya  opinión  y  pericia  quisiere  consultar.  Estas  úi*  - 
mas  no  tendrán  voto  en  las  deliberaciones.  ,  - 

Art.  24.  Cada  Junta  provincial  nombrará  una  Comisión  especial  de^ 
seno,  compuesta  de  un  medico,  un  farmacéutico  y  un  letrado,  que  inl'  r 
mará  en  los  expedientes  instruidos  á  los  facultativos  titulares  despué-  i 
oída  la  correspondiente  Junta  de  Gobierno  y  Protectorado  del  Cuerp»  ; 
procurará  organizar  una  Comisión  de  señoras  con  iguales  fines  que  lo.^  se- 
ñalados á  las  municipales  en  el  art.  28. 

Art.  25.  La  Junta  provincial  propondrá  la  designación  de  las  Comi-i  • 
nes  inspectoras  extraordinarias  en  el  interior  de  la  provincia,  coraunicíiu ; 
al  Gobernador  y  al  Inspector  general  de  Sanidad  interior  el  motivo  quea^ 
justifique  y  la  fecha  en  que  comiencen  y  terminen  su  cometido.  Cuiu)  i 
estas  Comisiones  hayan  de  durar  m^s  de  cinco  días,  necesitan  para  el  p*'- 
cibo  de  sus  haberes  aprobación  del  Inspector  general. 

Art.  2(5.  Las  Juntas  provinciales  de  Sanidad,  en  su  carácter  de  nuiíin" 
pales  para  la  capital,  redactarán,  dentro  del  primer  año  <le  su  constituci' ' 
un  Reglamento  de  higiene  general  para  la  provincia  y  otro  especial  para  ^ 
capital,  y  los  someterán  á  la  aprobación  del  Real  Consejo  de  Sanidad,  qui' 
lo  redactará  para  las  provincias  cuyas  Juntas  lo  omitan  dentro  del  (li<!| 
primer  año.  También  redactará  él  Reglamento  interior  para  el  orden  ti' 
sus  trabajos. 

Capítulo  III 
Juntas  municipales  da  Sanidad 

Art.  27.  Las  Juntas  municipales  de  Sanidad  so  constituirán  del  m"> 
siguiente: 

I.  Las  de  Municipios  cuyo  vecindario  exceda  de  25,000  almas,  cstnM' 
formadas  y  funcionarán  de  la  misma  manera,  con  iguales  derechos,  atribu- 
ciones y  deberes  que  las  Juntas  provinciales,  salvo  la  diferencia  de  teiur 
por  Presidente  al  Alcalde,  y  de  substituir  á  los  Vocales  natos  que  desenip'' 
ñen  cargo  provincial,  los  de  iguales  profesiones  que  sirven  en  la  Adniini^' 
tración  municipal,  donde  existan.  Será  su  Secretario  el  Inspector  iniiin^'^' 
pal,  el  más  antiguo  donde  haya  más  de  uno. 

También  se  constituirán  del  mismo  modo  las  de  poblaciones  de  inen;'^ 
vecindario  que  lo  soliciten,  atendida  su  importancia  comercial  ó  industriíi' 
y  previo  informe  del  Real  Consejo  de  Sanidad. 

.Estas  Juntas  estarán  también  obligadas  al  sostenimiento  de  un  Labora* 


i 


Instr]iceiÓH  general  de  Sanidad  pública  7/ 


torio  municipal  de  análisis  y  desinfección ;  pero  el  Instituto  de  vacunsición 
no  será  obligatorio. 

II.  Las  Juntas  municipales  de  poblaciones  cuyo  vecindario  sea  meúor 
de  25,000  almas,  se  constituirán  del  modo  siguiente: 

!.•    Será  Presidente  el  Alcalde. 

2.**  Será  Secretario^  el  Inspector  municipal  de  Sanidad,  y  en  las  capitales 
de  partido  el  Subdelegado  de  Medicina,  también  Inspector. 

3.°  Entrarán  como  Vocales  natos  el  Secretario  del  Ayuntamiento,  e\  far- 
macéutico y  el  veterinario  municipales. 

^.^  Figurarán  como  Vocales  un  médico  de  la  población ,  con  más  de  cinco 
años  de  práctica,  donde  le  hubiere,  renovable  cada  tres  años,  cuando  sea 
posible. 

5.°  Dos  vecinos  designados  por  el  Alcalde,  por  tiempo  de  tres  anos  cada 
designación. 

Cuando  un  mismo  facultativo  médico,  farmacéutico  ó  veterinario  preste 
servicios  como  titular  en  más  de  un  Municipio,  pertenecerá  á  las  Juntas 
municipales  de  todos  ellos. 

Art.  28.  Se  procurará  agregar  á  la  Junta  una  Comisión  de  señoras,  para 
la  acción  complementaria  en  la  vigilancia  de  la  asistencia  domiciliaria  á 
enfermos  pobres,  propaganda  de  la  higiene  durante  la  lactancia,  é  higiene 
de  los  párvulos,  protección  de  embarazadas  y  paridas  pobres  y  demás  cui- 
dados análogos.    Presidirá  esta  Comisión  de'senoras  el  Inspector  Secretario. 

Art.  29.  Las  Juntas  municipales  de  Sanidad  se  regirán  por  el  Regla- 
mento interior  que  ellas  mismas  redacten  y  la  respectiva  Junta  provincial 
apruebe. 

Art.  30.  Estas  Juntas  municipales  también  deberán  redactar,  dentro  del 
primer  año  de  su  constitución,  un  Reglamento  de  higiene  para  la  población 
y  el  término  municipal,  adaptado  á  las  condiciones  locales.  Transcurrido 
ím  año  sin  remitir  este  Reglamento  á  la  Junta  provincial  de  Sanidad,  debe- 
rán aceptar  el  que  ésta  les  comunique. 

TÍTULO  II 

ORaANIZAOlÓir  IirSPEOTORA 

Capítulo  IV 
Inspectores   generales   de   Sanidad 

Art.  31.  Habrá  dos  Inspectores  generales  de  Sanidad  (interior  y  exte- 
rior) que,  á  las  órdenes  inmediatas  del  Ministro  de  la  Gobernación,  ejerce- 
rán todas  las  funciones  y  facultades  que  correspondían  á  la  suprimida  Di- 
rección general  de  Sanidad,  y  serán  los  Jefes  efectivos  de  los  servicios  y 
funcionarios  en  las  respectivas  Secciones,  disfrutando  el  sueldo  de  Jefes  de 
primera  clase  de  Administración  civil. 

Art.  32.  De  la  Inspección  general  de  Sanidad  exterior  dependerán  todos 
los  servicios  de  puertos,  estaciones  sanitarias  de  fronteras,  servicios  sanita- 
rios de  Aduanas,  importación  y  exportación  de  ganados  y  mercancías;  vigi- 
lancia sanitaria  de  transporte  dentro  de  la  Península,  estadística  sanitaria, 
comunicaciones,  publicidad  y  cooperación  sanitaria  internacional;  organi- 
zación de  propagandas,  conferencias  y  Congresos  internacionales;  Comisio- 
nes fuera  del  Reino,  y  cuanto  atañe  á  la  relación  sanitaria  con  países 
extraños. 

Art.  33.  Corresponden  ala  Inspección  general  de  Sanidad  interior  todos 
los  servicios  de  higiene  general,  municipal  y  provincial,  vacunación  é  ino- 
culaciones preventivas,  personal  y  Establecimientos  de  aguas  minerales; 
cementerios,  inhumaciones,  exhumaciones,  embalsamientos  y  traslación  de 
cadáveres,  vigilancia  de  la  asistencia  médica  domiciliaria  ú  hospitalaria  en 
Sanatorios,  Manicomios,  Inclusas  y  Asilos  benéñcos,  en  cuanto  se  refiere  á 
su  funcionamiento  higiénico  y  sanitario.  También  estarán,  bajo  este  con- 
cepto, sometidos  á  su  acción  y  vigilancia  los  Hospitales,  Asilos  y  demás 
institutos  de  la  beneficencia  particular,  así  como  el  Inslituto  de  Vacunación 
y  Bacteriología  de  Alfonso  XIII. 

Art.  34.  Ambos  Inspectores  generales  de  Sanidad  serán  nombrados  me- 
diante concurso  entre  doctores  en  Medicina  con  más  de  diez  años  de  ^'erci- 
cio  en  la  profesión,    ge  atenderán  como  condiciones  preferentes:   . 


7» 


Instrucción  /general  de  Sanidad  pública 


. 


!.•    La  de  ser  académico  de  la  Real  de  Medicina. 

2.*    Ser  ó  haber  sido  consejero  de  Sanidad. 

3.*    Ser  ó  habe  •  sido  Catedrático  de  Medicina. 

4.'  Haber  servido  en  la  Administración  sanitaria  cargos  superiores  á  lor 
de  Jefes  de  tercera  clase. 

5.*  Haber  hecho  publicaciones  relativas  á  Sanidad  é  higiene  en  libr  ¿^, 
folletos,  comunicaciones,  Congresos  ó  prensa  profesional. 

Art.  35.  Las  personas  que  reuniendo  alguna  de  estas  condiciones,  c- :j 
preferencia  de  las  tres  primeras,  y  otros  servicios  relevantes,  aspiren  á  1  -^ 
mencionados  cargos,  ya  provistos  por  el  primer  concurso  que  determinaba 
la  Instrucción  provisional  de  14  de  Julio  último,  en  las  vacantes  que  en  i«* 
.sucesivo  se  produzcan,  enviarán  sus  solicitudes  documentadas  al  Vicepre- 
sidente del  Keal  Consejo,  quien  las  someterá  al  examen  y  decisión  de  un 
Tribunal  compuesto  de  dicho  Vicepresidente,  del  Presidente  de  la  Real  Aca- 
demia de  Medicina,  del  Rector  de  la  Universidad  Central  y  de  dos  académi- 
cos, á  la  vez  consejeros  del  Real  de  Sani  Jad,  designados  por  el  Mini.stro  de 
la  Gobernación.  Presidirá  este  Tribunal  el  Vicepresidente  del  Real  Consejo. 
y  actuará  como  Secretario  el  Vocal  que  en  él  resulte  de  menor  edad. 

El  Real  Consejo  de  Sanidad  dictará  las  regias  para  los  concursos  suce>i- 
vos,  especificando  con  toda  la  conveniente  puntualidad  las  condiciones  d  :• 
los  concursantes  y  la  gradual  estimación  de  las  mismas. 

Art.  3(5.  Los  Inspectores  generales  de  Sanidad,  además  de  las  funcione^ 
que  les  atribuya  el  art.  12,  dirigirán  y  decretarán  la  tramitación  de  cuales- 
quiera asuntos,  y  despacharán  con  el  Ministro  de  la  Gobernación  cuanta- 
resoluciones  requieran  Reales  órdenes.  También  conservarán  las  obras  y 
publicaciones  que  constituyen  actualmente  la  Biblioteca  del  Real  Consoj  i 
de  Sanidad  y  de  la  Dirección  del  ramo,  juntamente  con  las  que  se  adquie- 
ran, fonuando  y  guardando  catálogo  é  inventario  de  las  mismas. 

Art.  37.  Para  ios  presupuestos  anuales,  cada  Insppctor  formará  el  pro- 
yecto para  su  Sección  respectiva,  y  sobre  él  informará  al  Ministro  el  Con- 
sejo en  pleno. 

Capítulo  V 
Inipeotoreí  provinoiales  de  Sanidad 

Art.  38.  Habrá  en  cada  provincia  un  Inspector,  con  reUdencia  en  la  ca- 
pital respectiva,  y  á  cuyo  cargo  estarán  los  servicios  de  higiene  de  la  pros- 
titución, además  de  los  de  »Sunidad  é  Higiene  públicas  correspondiente^, 
según  determina  esta  Instrucción. 

Art.  39.  Actuará  como  Secretario  de  la  Junta  provincial  y  de  su  Comi- 
sión permanente,  recibiendo  de  ésta  las  instrucciones  relativas  á  los  servi- 
cios provinciales,  á  la  organización  y  registro  de  la  higiene  de  las  prostitutas 
y  á  su  hospitalización  ó  tratamiento  domiciliario,  con  arreglo  al  Reglamento 
respectivo. 

Art.  40.  lospeccionará  el  cumplimiento  de  las  disposiciones  relativas  á 
aguas  minerales  en  los  Establecimientos  de  su  provincia  que  no  se  encuen- 
tren dirigidos  por  médicos  del  escalafón  cerrado  del  Cuerpo,  en  ausencia  ó 
sustitución  de  los  Inspectores  especiales  del  mismo. 

Art.  41.  Tramitará,  con  ó  sin  consulta,  según  los  casos,  y  despachará 
con  la  Comisión  de  la  Junta  provincial,  con  ésta  y  con  el  ÍTobernador  res- 
pectivamente, los  asuntos  sanitarios  que  no  hayan  de  quedar  ultimados  por 
el  ejercicio  de  las  facultades  propias  de  la  Inspección  misma. 

Art.  42.  Entenderá  en  los  contratos  de  facultativos  titulares  con  los 
Ayuntamientos,  comunicándose  directamente  con  las  partes  y  con  las  Jun- 
tas de  Gobierno  y  Protectorado,  hasta  preparar  las  resoluciones  definitivas, 
con  arreglo  á  las  leyes. 

Art.  43.  Cuidará  de  que  en  los  Hospitales,  Asilos  y  todos  los  demás  esta- 
blecimientos benéficos  de  la  provincia,  aunque  sean  de  fundación  particu- 
lar, se  guarden  las  prescripciones  generales  de  higiene  que  no  se  refieran 
al  tratamiento  particular  de  cada  asilado,  enfermo  ó  asistido,  dando  parte  al 
Gobernador  y  al  Inspector  general  de  las  faltas  que  notare  y  cuyo  remedio 
intentado  no  consiguiere. 

Art.  44.  Intervendrá  las  cuentas  de  ingreso  y  distribución  de  derechos^ 
con  arreglo  á  los  modelos  que  adopte  la  Inspección  general. 

Art.  45.    Vigilará  el  Laboratorio  de  Higiene  y  el  Instituto  de  Vacunación, 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  7$ 


Art.  46.  Tendrá  bajo  su  dependencia  el  personal  adscrito  á  los  servicios 
de  Sanidad  en  la  provincia,  é  inspeccionará  el  de  Sanidad  exterior  donde 
lo  haya. 

Art.  47.  Comunicará  directamente  con  los  Inspectores  generales  de  Sa- 
nidad, interior  ó  exterior,  seg-ún  los  casos,  y  con  los  municipales,  inspeccio- 
nando el  cumplimiento  de  los  deberes  de  éstos,  y  acudirá  á  ja  autoridad  <iel 
Gobernador  tan  sólo  en  los  casos  en  que  la  suya  sea  desatendida  ó  resulten 
insuficientes  sus  facultades  propias,  y  á  la  Junta  provincial  cuando  las  dis- 
posiciones vig-entes  lo  exijan  ó  crea  necesario  su  dictamen. 

Art.  48.  Los  Inspectores  provinciales  serán  nombrados  mediante  oposi- 
ción pública  directa,  á  la  cual  110  serán  admitidos  sino  los  doctores  en  Medi- 
cina y  Cirugía  que  cuenten  más  de  ocho  anos  de  ejercicio  profesional. 

El  programa  de  las  oposiciones  será  redactado  por  una  Comisión  del  Real 
Consejo  y  aprobado  por  el  mismo,  y  abarcará  la  prueba  de  todos  los  conoci- 
mientos teóricos  y  de  las  pericias  prácticas  de  su  facultad,  que  atañen  al 
ministerio  del  c^rgo.  mns  los  necesarios  para  regir  los  servicios  de  Farmacia 
y  Veterinaria,  más  los  de  Legislación  y  Administración  sanitarias.  Las 
oposiciones  se  verificarán  en  Madrid,  aíite  un  Tribunal  de  miembros  del 
Real  Consejo  de  Sanidad,  cuya  composición  se  "determinará  automática- 
mente. 

Lo  presidirá  el  Inspector  de  Sanidad  interior,  y  serán  Vocales  tres  de  los 
doctores  en  Medicina,  de  libre  elección,  por  sorteo,  excluyendo  á  los  que 
bayan  formado  Tribunal  las  veces  anteriores:  uno  de  Farmacia  en  iguales 
condiciones,  y  dos  Inspectores  provinciales  en  propiedad,  con  la  misma  ex- 
clusi<')n  y  por  el  mismo  procedimiento  de  sorteo. 

Los  Inspectores  provinciales  nombrados  basta  la  fecha  por  la  Dirección 
general  de  Sanidad  ó  los  Gobernadores  civiles,  con  arreglo  á  la  Real  orden 
de  1892  para  epidemias  ú  otras  comisiones,  ptídrán  tomar  parte  en  las  pri- 
meras oposiciones,  aun  cuando  no  fueren  doctores,  y  en  igualdad  de  cir- 
cunstancias serán  preferidos  por  los  Tribunales,  pero  sin  el  requisito  de  la 
oposición  no  podrán  ser  confirmados  en  sus  cargos. 

Art.  49.  Los  Inspectores  provinciales  de  Sanidad  no  podrán  ser  traslada- 
dos, sino  á  petición  suj'a,  á  otro  cargo  análogo  que  estuviere  vacante,  ó  por 
permuta,  ni  podrán  ser  separados  sin  previa  formación  de  expediente,  con 
su  audiencia  y  fallo  desfavorable  de  la  mayoría  del  Real  Consejo  de  Sanidad 
en  pleno. 

Art.  50.  Los  actuales  médicos  bigienistas,  que  lo  sean  por  oposición, 
podrán,  en  las  capitales  donde  este  servicio  se  halle  establecido,  optar  por 
concurso  al  cargo  de  Inspectores  provinciales  antes  de  efectuarse  las  pri- 
meras oposiciones,  si  resulta  claramente  demostrado  que  en  los  programas 
de  las  en  que  ellos  actuaron  se  exigían  pruebas  de  suficiencia  en  Higiene  y 
Administraciíin  sanitarias.  Cuando  así  no  fuese,  serán  respetados  en  «ju 
condición  de  médicos  higienistas  reconocedores  los  actualmente  nombrados 
por  oi)osición  ó  concurso. 

Capítulo  VI 
Inipeotoreí  manioipales  de  Sanidad 

Art.  51.  En  cada  Municipio  habrá  un  Inspector  de  Sanidad,  y  en  aque- 
llos que  tuvieran  más  de  40,000  almas,  habrá  tantos  cuantas  veces  esta  cifra 
esté  contenida  en  el  Censo  general  de  la  población,  y  uno  más  en  caso  de 
que  superase  en  una  fracción  mayor  de  20,000.  Cada  uno  de  estos  Inspec- 
tores ejercerá  sus  funciones  independientemente  en  la  demarcación  que  fije 
la  Junta  municipal. 

-  En  las  capitales  de  provincia  con  menos  de  40,000  almas,  el  Inspector  pro- 
vincial asumirá  las  funciones  del  municipal;  en  las  capitales  ae  mayor  ve- 
cindario, el  Inspector  provincial  actuará  con  independencia  de  los  munici- 
pales. 

Art.  52.  En  los  Ayuntamientos  de  pueblos  cabeza  de  partido  judicial, 
será  Inspector  municipal  el  Subdelegado  de  Medicina,  y,  donde  hubiese 
más  de  uno,  el  más  antiguo. 

En  los  demás  Ayuntamientos,  será  Inspector  el  médico  titular;  donde 
hubiere  más  de  uno,  el  de  título  académico  superior,  y  entre  títulos  iguales, 
el  que  por  más  tiempo  haya  ejercido  el  cargo  sirviendo  al  Municipio  de  que 
se  trate. 


74 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


En  los  Municipios  cabeza  de  partido  c^ue  por  tener  más  de  40,000  alma- 
Hecesitan,  á  más  del  Subdelegrado,  otro  u  otros  Inspectores  municipales,  ia> 
Juntas  locales  proveerán  estos  carg-os  por  concurso,  dando  la  preferencia  ti 
los  médicos  de  la  Beneficencia  municipal. 

Arí.  53.  Los  Inspectores  municipales  serAn  Secretarios  de  las  Junta- 
correspondientes,  Jefes  del  per-sonal  adscrito  á  la  Sanidad  en  el  Municipio 
y  funcionarán  de  manera  análog-a  á  la  expresada  respecto  de  los  provincia- 
les, así  en  sus  relaciones  con  el  Alcalde,  con  la  Comisión,  con  la  Junta,  en 
el  Inspector  provincial,  con  las  demás  Corporaciones,  entidades  y  particuln- 
res,  como  también  en  el  ejercicio  de  sus  facultades  propias. 

Art.  54.  Por  su  iniciativa,  ó  por  invitación  ó  requerimiento  que  recibn 
el  Inspector  municipal  entenderá  en  los  proyectos  y  obras  de  estableci- 
mientos benéficos,  construcción  ó  reforma  de  cementerios,  vías  pi^blica- 
fuente.^  lavaderos,  conducciones  de  ag-uas,  alcantarillas,  mataderos,  locale> 
para  espectáculos  ó  establecimientos  dedicados  á  concurrencia  del  püblio" 
fabricas  6  talleres  insalubres,  y  cualesquiera  asuntos  en  que  baya  de  dar 
dictamen  la  Junta  municipal  de  Sanidad. 

Practicará,  por  lo  menos,  una  visita  mensual  á  las  escuelas  pública-^  u 
privadas  de  su  distrito,  y  consig-nará  por  escrito  las  deficiencias  de  liifri^'r-^ 
que  advierta  en  los  locales,  mobiliario  ó  régimen  educativo  de  las  mismas  y 
en  todo  caso  comunicará  mensualmente  al  Inspector  provincial  el  resulta,!' 
de  su  visita. 

Visitará  los  mercados,  tiendas,  puestos  y  demás  lug-aresde  venta  ó  ulm?.- 
cenamiento  de  substancias  alimenticias,  y  con  especial  cuidado  recoa«)ceríi 
ó  dispondrá  periódicamente  el  reconocimiento  de  las  aguas  potables. 

Promoverá  la  extirpación  de  los  focos  infecciosos  y  cumplirá  todas  iñ> 
funciones  que  se  le  asignan  en  los  diferentes  capítulos  de  esta  Instrucción, 
y  en  especial  lois  relativos  á  liigiene  municipal,  epidemias,  epizootiaí^  y  en- 
fermedades infecciosas.  En  caso  de  no  ser  atendidas  las  advertencias  qu*- 
le  sugiera  el  cumplimiento  de  su  deber  por  las  autoridades  ó  los  particula- 
res, comunicará  el  caso,  por  duplicado,  al  Alcalde  y  al  Inijpector  provincial 
de  Sanidad. 

Art.  55.  El  Inspector  municipal  recogerá  las  estadísticas  que  los  médi- 
cos librí^s  y  titulares  de  su  demarcación  deben  enviarle  mensualmente,  y 
las  remitirá  en  el  plazo  marcado  al  Subdelegado  de  Medicina  de  su  distrif*' 
El  incumplimiento  de  este  precepto  por  tres  veces  en  un  mismo  ano,  se  eíst> 
mará  como  falta  bastante  para  la  cesaciihi  en  el  cargo  de  Inspector,  y  pan< 
perder  en  el  mismo  año  todo  derecho  á  percibir  los  emolumentos  que  más 
adelante  se  le  asignan. 

Art.  5G.  Los  Inspectores  municipales  deberán  dar  informes  sobre  habi- 
litación higiénica  de  las  viviendas  particulares  que  se  construyan  en  pobla- 
ciones de  más  de  15,000  almas,  y  en  cualesquiera  pueblos  respecto  á  escue- 
las, casinos,  teatros,  locales  de' reuniones  y  establecimientos  de  comidas  ñ 
bebidas.  Cobrarán  por  este  servicio  la  parte  que  les  corresponda  de  los  de- 
rechos que  marcarán  las  tarifas  á  que  se  refiere  el  capítulo  XVI. 

Art.  57.  Las  divergencias  que  se  suscitaren  sobre  provisión  de  los  car- 
gos de  Inspector  municipal  serán  resueltas  por  las  Juntas  provinciales  d«^ 
Sanidad,  sin  ulterior  recurso. 

Los  Inspectores  municipales  no  podrán  ser  separados  de  este  carg-o  sin 
formación  de  expediente,  en  el  cual  serán  oídos  ante  la  Junta  municipal  de 
Sanidad  en  pleno  y  con  fallo  desfavorable  de  la  misma. 

DispoBioiones  oomplementarlas  del  titulo  II 

Art.  58.  Las  facultades  del  Ministro  de  la  Gobernación,  de  los  Goberna- 
dores y  de  los  Alcaldes,  respecto  á  los  serviciosdeSanidadeHigiene.se 
entender/ui  ordinariamente  delegadas  en  la  jerarquía  respectiva  de  Inspec- 
tores de  Sanidad  generales,  provinciales  y  municipales,  quienes  para  cuanto 
concierne  al  régimen  y  la  comunicación  interior  de  los  Institutos,  Corpora- 
ciones, funcionarios  y  facultativos  que  quedan  adscritos  á  dichos  servicios. 
y  también  para  el  ordenamiento  de  los  servicios  mismos  con  relación  á  otro? 
órganos  administrativos,  á  los  administrados,  á  las  entidades  y  á  particula- 
res que,  ora  deban  coadyuvar,  ora  someterse  á  las  exigencias  y  convenien- 
cias sanitarias,  procederán  y  acordarán  por  sí  mismos,  excusando  la  inter- 
vención directa  de  las  mencionadas  autoridades  gubernativas,  mientras  ella 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  75 

no  sea  necesaria  por  precepto  especial  de  esta  Instrucción,  sus  Reglamentos 
ú  otras  disposiciones  legales,  ó  no  la  requiera  el  pronto  y  efectivo  éxito  de 
las  providencias. 

Del  ejercicio  de  estas  atribuciones  delegadas,  darán  los  Inspectores  cuen- 
ta, previa  ó  simultáneamente,  de  su  uso  á  la  autoridad  respectiva. 

Art.  59.  Cuando  el  Ministro  de  la  Gobernación,  el  Gobernador  ó  el  Al- 
calde, sea  espontáneamente,  sea  por  requerimiento,  invitación  ó  reclama- 
ción, tengan  á  bien  adoptar  algún  acuerdo  que  modifique  ó  revoque  las 
resoluciones  ó  los  actos  de  los  Inspectores,  podrán  siempre  hacerlo,  asu- 
miendo la  responsabilidad  y  expresando  por  escrito  en  el  decreto  sus  fun- 
damentos. 

Esta  misma  expresión  será  necesaria  cuando  la  autoridad  gubernativa 
rehuse  ó  aplace  alguna  determinación  que  le  haya  sido  sugerida  ó  pro- 
puesta por  los  Inspectores,  las  Juntas  de  Sanidad  lí  otro  instituto  de  la  orga- 
nización general  sanitaria. 

Art.  60.  Aun  tratándose  de  resoluciones  emanadas  de  los  Inspectores 
por  virtud  de  la  general  delegación,  las  resistencias  que  se  susciten  para  su 
obediencia  y  cumplimiento  serán  contrarrestadas  por  lab  autoridades  guber- 
nativas y  sus  agentes,  como  si  de  manera  directa  proviniese  de  ellas  el  man- 
dato. Estas  autoridades  no  podrán  rehusar  el  apoyo  de  sus  medios  de 
Acción  sino  mediante  resoluciones  razonadas  que  revoquen  ó  suspendan  las 
prescripciones  sanitarias  é  higiénicas  de  los  Inspectores. 

Art.  61.  Los  Inspectores  someterán  á  las  Comisiones  permanentes  de  las 
Juntas  ó  á  las  Juntas  plenas  respectivas,  los  asuntos  para  los  cuales  sea  for- 
zosa ó  estimen  provechosa  la  consulta,  procurando  remitirlos  con  los  ante- 
cedentes y  elementos  de  juicio  que  faciliten  la  deliberación.  Evitarán  en 
lo  posible  los  trámites  é  Informes  repetidos,  graduando  bajo  su  propia  res- 
ponsabilidad, las  urgencias  que  ocu  rran  para  conseguir  el  feliz  resultado  de 
los  servicios. 

TITULO  III 

PBOFESIOHES    SANITABIA8 

Capítulo  VII 

Orgranizaoión  de  las  profesiones  sanitarias  libres 

§  I.  —  Disposiciones  generales 

Art.  62.  Entendiéndose  por  profesiones  sanitarias  la  Medicina  y  Ciru- 
gía, la  Farmacia,  la  Veterinaria,  el  Arte  de  los  partos,  el  del  practicante,  el 
del  dentista  y,  en  general,  las  complementarias  que  con  título  especial  pu- 
dieran crearse  en  este  ramo,  todas  estas  profesiones  serán  objeto  de  la  vigi- 
lancia de  los  subdelegados,  en  lo  referente  á  la  legitimidad  de  los  títulos  y 
á  su  regular  ejercicio. 

Art.  63.  Todo  médico  en  ejercicio  tiene  el  deber  de  enviar  al  Inspector 
municipal,  al  fin  de  cada  mes,  una  relación  de  las  enfermedades  por  él  assis- 
tidas,  consignando  su  diagnósticoy  la  terminación,  cuando  lahayan  tenido, 
pudiendo  omitir  en  ésta  el  nombre  y  las  condiciones  personales,  en  aquellos 
casos  'que  su  discreción  lo  juzgue  necesario 

A  demás,  deberá  coadyuvar  á  la  formación  de  las  estadísticas,  en  la  forma 
que  por  las  disposiciones  legales  se  le  marquen.  La  omisión  será  castigada 
con  multas  de  2o  á  100  pesetas,  y  la  reincidencia,  dentro  del  plazo  de  un 
afio,  será  considerada  como  falta  grave  y  comunicada  por  el  subdelegado  al 
Inspector  provincial,  para  que  éste  proponga  al  Gobernador  la  multa  máxi- 
ma que  autoriza  la  ley  provincial. 

Art.  64  Los  médicos  libres,  los  oficiales  (perciban  ó  no  haberes  de  fon- 
dos públicos),  las  parteras,  los  practicantes  y  los  veterinarios,  tienen  obli- 
gación de  dar  al  Inspector  municipal,  por  separado  de  toda  otra  estadística, 
inmediato  aviso  escrito  de  los  casos  de  enfermedades  epidémicas,  epizootias 
infecciosas  ó  contagiosas  y  en  cuya  existencia  intervinieren  más  ó  menos 
directamente. 

La  omisión  contra  este  precepto  será  inníediatamente  castigada  por  el 
Inspector  ó  el  Alcalde  con  la  multa  en  su  ^rado  mínimo  ó  medio  que  la  ley 
autoriza.  La  reincidencia,  dentro  del  plazo  de  un  año,  una  vez  comprobada 
y  oído  el  interesado,  será  comunicada  al  Jurado  profesional,  con  la  pro- 
puesta de  corrección  adecuada,  que  podrá  ser  la  de  multa  en  su  grado  má- 


76 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


i< 


ximo,  sometiendo,  además,  el  hecho  á  los  Tribunales  si  proc£diese  en  el 
ejercicio  de  la  profesión. 

Estas  determinaciones  se  liarán  públicas,  cuando  menos,  en  el  Boletifi 
Oficial  de  la  provincia,  expresando  los  nombres  de  los  facultativos  y  deiníx 
personas  que  hayan  contribuido  á  la  ocu-ltación. 

Art.  65.  Todo  Instituto  de  curación,  médico,  quirúrgico,  de  obstetricia, 
balneoterapia,  etc.,  habrá  necesariamente  de  estar  dirig-ido  por  un  medir  o. 
y  para  su  apertura  serán  necesarias  visita  previa  del  Inspector  municipal  v 
autorización  de  la  Junta.  Se  exceptúan  de  este  requisito  los  establecimien- 
tos de  baños  exclusivamente  destinados  á  comodidad  y  aseo  del  público  v 
los  regidos  por  el  Reglamento  de  baños  y  aguas  minero-medicinales. 

Art.  66.  La  Real  Academia  de  Medicina  redactará  una  lista  de  las  subs- 
tancias medicamentosas  cuya  venta  ha  de  estar  en  absoluto  prohibida  fuera 
de  las  farmacias;  otra  lista  de  los  específicos,  con  definición  del  concepto  df^ 
estos  últimos,  y  una  tercera  de  las  substancias  y  materiales  ó  preparad'S 
que,  por  su  doble  empleo,  industrial  y  medicamentoso,  y  por  su  aecióu  int>- 
fensiva,  pueden  expenderse  fuera  de  las  farmacias. 

También  redactará  el  Real  Consejo  de  Sanidad  las  reglas  para  la  vi^ilancín 
de  estos  productos,  reservando  á  los  farmacéuticos,  con  farmacia  autorizada, 
la  expendición  de  las  substancias  comprendidas  en  las  dos  ])rimeras  lisla<. 

Queda  prohibida  en  las  farmacias  y  fuera  de  ellas  la  venta  de  todo  reme- 
dio específico  cuya  composición  y  dosificación  de  sus  elementos  principales 
no  se  mencione  en  los  anuncios  y  envases,  ó  no  conste  en  la  Farmacopea 
oficial.    Puede  reservarse  el  procedimiento  de  preparación. 

Las  contravenciones  á  lo  dispuesto  en  este  sentido  serán  castigadas  crn 
arreglo  á  las  prescripciones  del  capítulo  XVII  de  esta  Instrucció]i. 

Art.  67.  Nadie  podrá  ejercer  una  profesión  sanitaria  sin  título  que  para 
ello  lo  autorice,  con  arreglo  á  las  leyes  del  Reino.  Para  castigo,  según  el 
Código  penal,  de  las  trangresionesy  abusos,  cualquier  Inspector  municipai. 
provincial  ó  general  á  cuya  noticia'llegue,  están  ineludiblemente  oblig^idos 
á  pasar  el  tanto  do  culpará  los  tribunales  competentes  por  conducto  de  la 
autoridad  que  corresponda. 

El  que  desee  ejercer  una  de  dichas  profesiones,  deberá  registrar.su  título 
ante  el  subdelegado  correspondiente,  habiendo  de  acreditar  este  requisita» 
cuando  ejerza  su  profesión  fuera  de  la  localidad  respectiva. 

Art.  68.  La  posesión  de  varios  títulos  da  derecho  al  ejercicio  de  las  re.<- 
pectivas  profesiones.  Para  el  ejercicio  simultáneo  de  la  Medicina  y  la  Far- 
macia será  menester  autorización  especial  de  la  Junta  provincial  en  pleno. 

Art.  69.  Sólo  los  médicos  que  ejerzan  en  localidades  en  donde  no  liu- 
biere  farmacia,  podrán  estar  autorizados  por  la  Junta  provincial  para  tener 
un  botiquín  para  el  uso  exclusivo  de  sus  enfermos  y  las  indicaciones  de 
urgencia. 

Se  entenderá  que  falta  farmacia,  cuando  la  más  próxima  diste  más  de 
10  kilómetros  de&de  la  población  al  domicilio  del  médico. 

Las  reglas,  cuya  redacción  encomienda  el  art.  QQ  al  Real  Consejo  de  Sa- 
nidad, ordenarán  el  empleo,  el  origen  y  el  surtido  de  los  botiquines  que 
puedan  tener  los  médicos. 

Art.  70.  Los  botiquines  de  los  hospitales  deberán  estar  dirigidos  por  un 
farmacéutico.  Las  farmacias  de  hospitales,  asilos  y  demás  establecimientos 
benéficos,  sólo  podrán  administrar  medicamentos  á  los  asistidos  en  ellos. 

Art.  "71.  Los  botiquines  de  hospitales  y  casas  de  salud  que  por  sus  cir- 
cunstancias especiales  no  pudieran  costear  un  farmacéutico,  deberán  estar 
ad.scritos  á  una  farmacia  de  la  misma  población  y  vigilados  por  el  subdele- 
gado de  farmacia  del  distrito. 

Art.  12.  Antes  de  abrir  al  público  una  farmacia,  son  necesarios  la  vi.sita 
y  el  informe  de  los  subdelegados  de  Medicina,  Farmacia  y  Veterinaria,  al 
Inspector  provincial  respectivo.  Estos  informes  se  referirán  :  el  del  farma- 
céutico, á  la  calidad  de  los  productos  químicos  y  farmacológicos  ;  y  los  del 
médico  y  veterinario,  á  la  suficiencia  del  surtido  para  las  necesidades  del 
ejercicio  de  sus  respectivas  profesiones. 

Los  gastos  tarifados  de  viaje  y  de  derechos  de  visita  é  informe,  serán  á 
cargo  del  propietario  de  la  nueva  farmacia  cuando  éste  no  tenga  contrato 
con  el  Ayuntamiento.  En  los  que  le  tengan,  serán  estos  gastos  de  cuenta 
del  Municipio. 


w^- 


Inttrucción  general  de  Sanidad  pública  77 


Art.  73.  Todns  los  farmacéuticos  tendrán  de  raaniftesto  en  sns  oficinas, 
(i  disposición  del  público,  la  lista  de  médicos  que  ejerzan  en  el  Municipio, 
se^ún  les  sea  anualmente  comunicada  por  el  subdelegado  y  las  modifica- 
ciones por  éste  indicadas  después. 

Art.  74.  Los  farmacéuticos,  drogueros  y  expendedores  de  productos 
químicos,  tendrán  en  lugar  separado  y  seguro  las  substancias  venenosas  ó 
exi)losivas,  y  cuidarán  de  no  expenderlas  sino  á  i)ersouas  que  les  sean 
conocidas. 

§  íl.  —  Subdelegados 

Art.  75.  Con  arreglo  á  lo  dispuesto  en  el  art.  60  de  la  ley  de  Snnidad,  en 
Cíida  partido  ó  distrito  judicial  habrá  un  subdelegado  de  Medicina,  otro  de 
Farmacia  y  otro  de  Veterinaria,  encargados  del  cumplimiento  de  las  dispo- 
siciones relativas  al  ejercicio  de  las  respe<^tivas  profesiones,  para  cuyo  fin 
estarán  á  las  órdenes  del  luspector  provincial  de  Sanidad  y  del  Gobernador. 

Cuando  una  misma  persona  reúna  los  cargos  de  subdelegado.  Inspector 
de  Sanidad,  Inspector  de  carnes  ú  otros  empleos  dependientes  de  (\)rpora- 
ciones  ó  Juntas  especiales,  se  conservnrá,  por  lo  que  concierne  al  primero, 
la  relación  de  dependencia  que  las  disposiciones  vigentes  marquen,  no  obs- 
tante las  atribuciones  que  les  confieran  los  organismos  respectivos. 

Art.  7(5.  Los  subdelegos  de  Medicina  de  cada  partido  ó  distrito  serán 
Inspectores  de  Sanidad  en  la  capital  del  mismo,  donde  residirán,  y  serán 
Secretarios  de  la  Junta  municipal.  Cuando  hubiere  más  de  juio,  tendrá 
dichas  atribuciones  el  más  antiguo  ;  entre  antigüedades  ¡guales,  elquet»  nga 
título  profesional  superior;  y  en  igualdad  de  títulos,  el  de  mayores  méritos. 

En  las  poblaciones  divididas  en  varios  distritos,  cada  subdélegailo  de  Me- 
dicina tendrá  su  domicilio  en  el  suyo  respectivo  Los  subdelegados  de  Far- 
macia ó  Veterinaria  podrán  residir  en  cuaiquiera  pobiacion  del  mismo 
partido. 

Art.  77.  Los  subdelegados  de  las  respectivas  profesiones  evitarán  ó  per- 
seguirán las  intrusiones,  revisarón  y  registrnrán  los  títulos  profesionales, 
formando  listas  nominales,  con  altas  y  bajas,  de  que  remitirán  co|)¡as,  den- 
tro del  mes  de  octubre  de  cada  año,  ai  Gobernador  civil,  al  Inspeet«»r  gene- 
ral de  Sanidad,  al  Inspector  provincial  y  al  subdelegado  de  Farmaein,  cui- 
dando de  inutilizar  1í)s  títulos  de  los  ¡)ror»'sores  fallecidos  y  autor  zar  con  su 
firma  y  el  sello  correspondiente  los  de  los  nuevamente  inscriptos 

Art  78.  Los  subdelegados  de  Medicina  resumirán  en  un  sol"  cuadro  las 
estadísticas  que  les  envíen  los  Inspectores  municipales  de  San  dad  del  dis- 
trito y  h)s  remitirán  dentro  de  la  segunda  decena  de  cada  mes  al  Inspector 
de  Sanidad  de  la  provincia.  La  falta  <le  cumplimiento  de  esta  d.spo-  cion 
por  dos  veces  en  un  mismo  ano  se  estimará  como  causa  suficiente  para  la 
separación  del  dicho  cargo  de  subdelegado. 

Art.  7U.  Los  subdelegados  de  Vete-'-inaria  llevarán  las  estad íst  i  as  de  los 
ganados  de  su  distrito,  con  las  observaciones  sanitarias  que  su  cei^  les  su- 
giera, y  las  remitirán  directamente  al  Inspect'^r  provincial  de  Sai'ida  i  la 
comprobación  de  existir  una  epizootia  ó  eni'ernn-dad  contagiosa  -  n  1  ^  gana- 
dos ó  animales  domésticos,  que  no  hnya  sido  advertida  oficialmen'e  al  Ins- 
pector provincial  por  el  subdelegado  de  Ví'te-inaria  del  distrito,  será  causa 
suficiente  para  la  separación  del  cargas  siem|)'e  que  el  mal  tuviere  más  íie 
un  mes  de  existen<*ia  al  conocerlo  id  dicho  Inspector. 

Art.  80.  Los  subdelegados  de  Farmaeia  remitirán  anualmente»  n  cada 
facultativo  farmacéutico  (le  su  d  strito  las  listas  de  los  médicos  y  V'terina- 
rios  que  en  él  ejerzan  legalmenle  la  ])ro('esión.  reproduciendo  las  ;i-»tjis  que 
hayan  recibido  de  los  subdelegados  de  Medicina  y  de  Veterinaria. 

Art  81.  Las  retribuciones  que  devengarán  los  subdelega (h  s.  son  las 
siguientes  : 

1.*    Derechos  de  revisión  dct  tulos. 

2  •    Dereí'hos  de  npertura  de  ''annnc'a. 

3.*  Dietas  cuando,  por  requerimiento  de  autoridad  competept»'.  -algan 
de  sn  residencisi  habitunl. 

Los  de  Medicina  devengaron,  además,  los  emolumentos  de  enaj*Miados  y 
dementes;  los  de  reconocimient»  y  certificación  en  expedientes  de  d  r-chos 
pasivos  de  emi)lead'^s  civiles;  los  d"  eni])nlsamamientos,  exhniii:n-i'>nes  y 
traslaciones  verificadas  á  peticituí  di*  particulares. 


7« 


Instrucción  gen*ral  de  Sanidad  púbüca 


Además,  devengarán  los  que  como  Inspectores  municipales  les  corres- 
pondan, quienes  tuvieren  este  doble  carácter.  ^ 

Art.  82.  Los  subdelegados  serán  nombrados  por  el  Gobernador  civil  é 
inamovibles,  salvas  las  separaciones  por  expedientes  y  con  audiencia  k  pro- 
puesta de  la  Junta  provincial  de  Sanidad,  y  en  virtud  de  riguroso  concurso, 
en  que  se  tendrán  en  cuenta  las  siguientes  condiciones  por  el  orden  en  que 
se  enumeran : 

Académico,  catedrático,  doctor,  licenciado,  cruz  de  Epidemias,  publica- 
ciones con  informe  oficial,  cruz  de  Beneficencia,  haber  sido  subdelegado  con 
celo  é  inteligencia. 

Art.  83.  En  caso  de  vacante,  la  Comisión  permanente  de  la  Junta  pro- 
vincial de  Sanidad  nombrará  subdelegado  interino.  En  ninguna  ocasión, 
ni  por  ningún  pretexto,  podrá  exceder  de  tres  meses  la  interinidad. 

§  III.  —  Colé ff ios  y  Jurados  profesionales 

Art.  84.  Podrán  los  médicos,  los  farmacéuticos  y  los  veterinarios  cole- 
giarse, conjunta  ó  separadamente,  para  mejoramie'nto,  mutuo  apoyo  é  ins- 
trucción de  sus  respectivas  clases. 

Procurarán  el  fomento  de  las  instituciones  de  instrucción,  de  los  Monte- 
píos y  Sociedades  de  seguros. 

Art.  85.  Los  colegios  residentes  en  las  capitales  de  provincia  (jue  acre- 
diten contar  entre  sus  individuos  más  de  dos  terceras  partes  del  numero  de 
los  médicos  ó  farmacéuticos,  respectivamente,  que  ejerzan  en  toda  la  pro- 
vincia, serán  considerados  como  Corporaciones  oficiales  y  tendrán  las  facul- 
tades y  prerrogativas  siguientes : 

1.*  Llevarán  el  registro  de  los  médicos  ó  farmacéuticos,  y  demás  indivi- 
duos que  ejerzan  profesiones  sanitarias  en  la  provincia,  enviando  las  listas 
de  cada  distrito  á  los  subdelegados  respectivos. 

2.*  Vigilarán  el  ejercicio  profesional,  fiscalizarán  las  faltas  ó  delitos  de 
intrusismo,  dando  cuenta  de  ellas  á  los  subdelegados.  Juntas  municipal  y 
provincial  respectiva,  según  los  casos,  y  representarán  en  cualquiera  gres- 
tión  el  interés  general  de  la  clase. 

3.*  Sus  Juntas  directi-vas  constituirán  los  Jurados  profesionales  á  que  se 
refiere  el  art.  80  de  la  ley  de  Sanidad;  y 

4.'  Kedactarán  sus  respectivos  Reglamentos,  señalando  á  los  socios  la< 
obligaciones,  deberes  y  facultades  que  estimen  convenientes  para  .el  mejor 
cumplimiento  de  sus  fines  ;  Reglamentos  que  serán  sometidos  á  la  aproba- 
ción de  las  Juntas  provinciales  de  Sanidad. 

Art.  86.  Elevarán  á  los  Inspectores  provinciales  las  quejas  por  incum- 
plimiento de  los  Reglamentos  y  prescripciones  sanitarias  de  que  tuvieran 
conocimiento. 

Asimismo  propondrán  para  las  recompensas  previstas  por  las  lej^es  v 
'disposiciones  vigentes  á  los  médicos,  farmacéuticos  y  demns  individuos  qiTe 
se  distingan  por  servicios  extraordinarios,  por  actos  de  beroísmo,  ó  por  sa- 
crificios pecuniarios  ó  de  cualquiera  otra  índole,  en  pro  de  la  Sanidad  y  la 
Beneficencia  públicas. 

Art.  87.  En  las  capitales  de  provincia  donde  existiesen  colegios  ó  donde 
el  número  de  los  facult«tivos  de  cada  profesión  colegiados  en  la  provM'ncia 
todM  no  llegare  á  las  dos  terceras  partes,  se  constituirán  innie^diatamente  los 
Jurados  que  previene  el  art.  80  de  la  ley  vigente  de  Sanidad,  que  estarán 
compuestos  de  la  Comisión  permanente  de  la  Junta  provincial,  mas  dos 
médicos,  dos  farmacéuticos  y  un  veterinario,  nombrados  directa  y  respecti- 
vamente, previa  citación  publica  del  Inspector  provincial  de  S»nidad,  por 
los  facultativos  que  legálmente  ejerzan  en  la  capital  de  provincia. 

Art.  88.  A  estos  Jurados  serán  sometidos  todos  los  casos  y  cuestiones 
que  no  se  encuentren  taxativamente  previstos  en  lasdisposiciones  vigentes, 
ó  que  por  su  índole  privada  así  lo  exijan,  y,*  en  especial,  los  de  moral  mé- 
dica, decoro  profesional  y  evaluación  de  honorarios. 

El  Jurado,  y  de  igual  modo  la  Junta  directiva  del  colegio  donde  hag-a 
sus  veces,  tendrá  atribuciones  disciplinarias  sobre  los  facultativos  que  ejer- 
zan en  la  provincia  para  mantener  la  unión,  el  mutuo  respeto  y  el  prestig-io 
del  Cuerpo. 

Art.  89.  Cuando  la  mediación  de  los  Jurados  no  fuera  atendida  entre 
las  partes  que  sostengan  la  diferencia  ó  litigio  y  haya  éste  de  pasará  los 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  79 


tribunales  ó  á  las  autoridades  administrativas,  el  Jurado  emitirá  su  informe 
razonado. 

Art.  90.  En  los  asuntos  de  intrusismo  ó  moral  médica  los  fallos  del  Jura- 
do se  comunicarán,  según  la  gravedad  del  caso,  en  forma  de  amonestación 
privada,  de  amonestación  pública",  que  se  inserte  en  lo§  periódicos  profesio- 
nales, ó  de  denuncia  ájas  autoridades  y  tribunales  de  justicia  Í5n  todos 
estos  casos  es  necesario  el  acuerdo  de  la  may-oría  absoluta  de  los  individuos 
componentes  del  Jurado,  y  las  comunicaciones  llevarán  siempre  los  firmas 
del  Presidente  y  Secretario. 

Capítulo  VIII 
Orgraniíaoión  de  las  profesiones  ofloiales 

Facultativos  titulares 

Art,  91.  Para  el  servicio  de  asistencia  á  los  enfermos  pobres,  tendrán 
todos  los  Ayuntamientos  un  médico  titular  y  un  practicante  titulado,  al 
menos,  por  cada  300  familias  indigentes.  Kstos  médicos  contratarán  sus 
servicios  en  la  forma  ordenada  por  el  Reglamento  de  1891,  pero  sin  la  limi- 
tación de  plazo  que  éste  consigna,  y  constituirán  un  Cuerpo  de  médicos  titu- 
lares, para  ingresar  en  el  cual  sera  indispensable  una  de  las  condiciones 
siguientes: 

!.■  Llevar  en  la  actualidad  más  de  cuatro  años  en  el  desempeño  de  una 
misma  titular,  ó  más  de  seis  en  el  de  varias. 

2/  Ser  actualmente  médicos  titulares  con  menos  de  cuatro  años  de  ser- 
vicios, siempre  que  cumplan  el  referido  plazo  sin  que  el  Municipio  ó  el  ve- 
cindario hubiesen  elevado  quejas  que  resulten  fundadas,  según  fallo  de  la 
Junta  provincial. 

3.*  Haber  sido  médicos  titulares  más  de  seis  años  en  la  península  ó  en 
sus  antiguas  colonias,  siempre  que  no  los  hubiesen  separado  de  su  destino 
por  causa  justificada. 

4."  Ser  doctores  ó  licenciados  en  Medicina  y  haber  obtenido  diploma  de 
aptitud  especial,  mediante  oposición  ajustada  al  Reglamento  que  menciona 
el  art.  101  de  esta  Instrucción. 

5.*  Estar  sirviendo  en  la  actualidad  en  Municipios  que  tengan  organiza- 
dos sus  servicios  en  la  forma  que  prescribe  el  párrafo  2.°  del  art,  1.°  del  Re- 
glamento de  1891. 

6.*  Haber  obtenido  plaza  por  oposición  en  servicios  relativos  á  la  ense- 
ñanza, Beneficencia,  ó  en  los  cuerpos  de  Sanidad  Militar  ó  de  la  Armada. 

Art.  92.  gi  las  familias  pobres  á  que  hace  referencia  el  artículo  anterior, 
aun  cuando  no  excedan  de  300,  se  encuentran  distribuidas  en  tal  forma  que 
la  asistencia  médica  no  alcanzase  á  todas  con  facilidad  y  prontitud,  por  la 
distancia  ó  condiciones  topográficas  del  país,  se  dividirá  el  Municipio  en 
distritos,  según  convenga,  con  informe  de  la  Junta  de  gobierno  y  Patronato 
del  cuerpo  y  de  la  provincial  de  Sanidad. 

Art.  93.  En  cada  Municipio  de  más  de  2,000  habitantes,  habrá  por  lo 
menos  una  farmacia,  con  la  cual  se  contratará  la  provi^ón  de  medicamen- 
tos para  los  enfermos  pobres.  Donde  hubiere  varias  farmacias,  tendrán 
todas  derecho  á  prestar  este  servicio,  si  aceptan  sus  propietarios  las  condi- 
ciones estipuladas  por  el  Ayuntamiento,  quedando  las  familias  pobres  en 
libertad  de  proveerse  de  los  medicamentos  de  la  farmacia  que  prefieran. 

Art.  94.  Si  por  falta  de  recursos  ó  por  otros  motivos  no  pudiera  conse- 
guirse en  cada  término  municipal  una  oficina  de  farmacia,  se  agruparán  y 
concertarán  los  Ayuntamientos  limítrofes. 

De  estos  contratos  y  agrupaciones  deberán  dar  cuenta  los  Ayuntamien- 
tos al  Inspector  provincial  de  Sanidad.  La  Junta  provincial,  en  caso  de  di- 
vergencia, señalará  el  lugar  donde  haya  de  radicar  la  farmacia  destinada  k 
servir  mancomunadamente  á  varios  pueblos,  y  entenderá  en  las  demás  inci- 
dencias de  carácter  sanitario  que  ocurran  en  este  servicio. 

Art.  95.  En  todo  Municipio  de  más  de  2,000  habitantes,  habrá  por  lo 
menos  un  veterinario  contratado  por  el  Ayuntamiento,  á  quien  se  encargará 
el  reconocimiento  de  las  carnes  y  animales  destinados  á  la  alimentación  del 
vecindario  y  reconocimiento  de  los  ganados  imporrtados  y  los  informes  y 
cuidados  relativos  á  las  epizootias. 

Los  Ayuntamientos  de  escaso  vecindario  se  agruparán  para  sufragar  este 


¡mtracción  general  de  Sanidad  pública 


f 


servicio,  comuiHcando  sués  contratos  para  su  aprobación  al  Inspector  pro- 

TlllüiílL 

Art*  S>í>.  Híilírá  uim  Junta  de  g:f»bifirno  y  Patronato  del  cuerpo  de  médi- 
v(m  tituluffs.  que  cnidíini  de  la  clasificación  de  éstos  3'  de  la  disciplina  inte- 
rior de  Ia.íjorpornci6n,  y  rt* presentará  3'  defenderá  los  intereses  colectivos  ó 
itHUviiiuulei*  de  sus  inieuibros.  Keg-irá  ó  establecern,  además,  lasinstitu- 
cioíu'í^  qtie  eoiiveng'au  al  tJuerpo,  tales  como  cajas  de  retiro,  auxilio  ú  otras 
obras  auálogiis. 

Ksta  Junía  tendrá  su  residencia  en  Madrid,  y  se  compondrá  de  nueve 
iudividnnw,  siett*  ile  los  cuales  habrán  de  ser  precisamente  médicos  en  ejer- 
cicin,  todos  ple^'-idos  por  los  facultativos  titulares  del  Reino. 

Art  97,  Para  la  elecciíni  de  esta  Junta,  los  médicos  de  cada  partido  j\i- 
dicial  iiíimbrarán  un  compromisario,  votando,  por  cédulas  escritíis  que  reci- 
birán ¡sellatlas  del  subdelrg'ado,  y  devolverán  con  el  nombre  del  compro- 
misiirio. 

Hin'ho  el  escriitiiiLO  por  el  subdelegrado,  comunicará  bajo  su  ñrma  el  re- 
suUudu  al  clp^ido* 

Los  cfiniproniisarios  desig-nadns  por  mayoría  relativa  en  cada  provincia, 
se  reuninuí  cu  la  capitíd  y  t-leg-irán  también  por  mayoría  relativa  á  los  Vo- 
cales de  la  Junta  de  g-obierno,  enviando  el  acta  á  la  Secretaría  del  Real  Con- 
sejfi  íb^  SanidsttL 

Estas  actas  Imbrán  de  ir  firmadas,  cuando  menos,  por  la  mayoría  de  los 
eniniironiisririo^  rrunido^. 

Los  rornprfauisarios  iMeg'irán  cada  vez  otros  tantos  suplentes  con;o  Voca- 
les de  la  Juntn  de  ^^obicrno. 

Art  \M.  Ln  convociUoría  de  la  elección,  el  señalamiento  de  las  fechas 
jKiralVlla  y  el  ep;rrulinio,  estarán  á  car^o  de  la  Comisión  permanente  del 
Real  i'oris«'jo  de  Sanidad,  que  proclamará  á  los  eleg-idosy  les  comunicará  su 
nonibrainiento. 

Art.  \)9.  Los  cñrg-ns  de  esta  Junta  durarán  seis  anos,  renovándo^e  cada 
tres  íííios»  cuatro  muí  vt*x  y  cinco  otra,  además  de  las  vacantes  eventuales. 

La  prjinern  eh^cción  tendrá  lug-ar:  la  de  compromisarif)S,  en  el  primer 
donnníL''o  del  mc-s  dn  ocíubre  del  corriente  aíio ;  y  la  definitiva,  el  doming-o 
Biírüíente. 

La  desijErnacidii  pura  la  primera  renovación  se  bará  á  los  tres  anos,  por 
sorteo  de  cuatro  de  sus  individuos.  Los  Vocales  y  suplentes  serán  reele- 
g-iblcs. 

Lo  Junta  tinmbrará  de  entre  sus  miembros  un  Presidente,  un  Secretario 
y  un  Tesorero, 

El  proredimiento  detallado  de  las  elecciones  se  fijará  para  en  adelaute 
pr^r  ürdenriuKií  o  Reg^lauírnto  del  Real  Consejo  de  Sanidad. 

Art.  loo.  CoMstitiuda  la  Junta  de  ^►•obierno  y  Patronato,  redactará  el  Re- 
írhimf'ntíí  i  ulterior  d<i  Cuerpo  y  clasificará  los  partidos,  formando  de  ellos 
citico  ¡t^-rui>a<'iitíies  í^^raduales,  en  consideración  al  número  de  habitantes  de 
cada  Muiíicipio  y  á  la  cuantía  de  su  presupuesto  ó  el  sueldo  asig-nado  á  la 
titidíir. 

Tiimiiii'n  clasificará,  en  igrual  número  de  grupos,  los  facultativos  titulares 
quí'  teug-jín  tJereeho  adí^uirido  á  pertenecer  desde  lueg-o  al  Cuerpo,  y  losquc 
sui'psiviuneüte  itijírescn  Tí  [irog-resen  dentro  del  mismo  Cuerpo.  Esías  clasi- 
JicacioTU's  reg-irñu  |ior  aío^s  naturales  completos,  incorporando  á  ellas  las 
variantí's  ]>ara  surtir  efectns  desde  el  31  de  diciembre  del  ano  en  que  sobre- 
ve  n;jius. 

Para  ri'ídiííar  estas  chisificaciones,  como  ¡lara  el  esclarecimiento  é  infor- 
me íle  los  asuuTos  de  su  competencia,  la  Junta  establecerá  en  su  Regla- 
mento la  fíinna  y  líis  oc^ii^iímes  en  que  haya  de  consultar  á  las  Asociaciones 
do  médicD^  íííühtres,  Colei^ios,  Juradosy  Corporaciones  oficiales  ó  libres  que 
]>uedah  ilustrar  sus  juicios. 

Ari,  lOL  Ku  i-i  Cuerpo  de  médicos  titulares  se  ing'resará  por  oposición, 
una  vez  ínlscritos  á  el  íi)s  facultativos  que  se^ún  esta  Instrucción  teng-an 
adquirida  ya,  por  ios  servicios  prestados,  la  dispensa  de  aquella  prueba'de 
íi[ititvuL 

Las  n]íosírjiHjes  para  ín^Teso  en  el  Cuerpo  de  médicos  titulares  se  efec- 
tunrárí  nnuíihrient<*.  se^^fni  Heg-lamento,  en  las  capitales  de  distrito  univer- 
sitario, ó  donde  hubiera  Fat:uitad  de  Medicina. 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  8i 


El  tribunal  se  compondrá  de  dos  catedráticos  de  la  Facultad  respectiva, 
dos  médicos  titulares  y  un  médico  que  ejerza  la  profesión  en  la  localidad  y 
figure  entre  los  de  la  mitad  más  antig-uos  de  la  población  en  este  ejercicio  : 
los  dos  primeros  nombrados  por  el  decano  de  la  Facultad ;  los  dos  segundos 
por  la  Junta  de  gobierno  del  Cuerpo,  y  el  último,  por  la  Comisión  perma- 
nente de  la  Junta  provincial  de  Sanidad. 

A  propuesta  de  la  Junta  de  gobierno  y  Patronato  del  cuerpo  de  médicos 
titulares,  se  fijará  cada  año  el  número  de  plazas  que  se  hayan  de  proveer 
por  oposición,  y  la  distribución  de  aquel  número  entre  los  distritos  univer- 
sitarios, cuidando  de  que  para  las  provisiones  del  primer  grupo  de  plazas 
exista  constantemente  en  cada  región  razonable  número  de  aspirantes  entre 
quienes  puedan  elegirlos  Ayuntamientos  para  cubrir  las  vacantes  de  entrada. 

Art.  102.  Todas  las  desavenencias  y  expedientes  entre  fiícultativos  titu- 
lares y  Ayuntamientos  ó  particulare.s  habrán  de  pasará  informe  de  la  Junta 
de  gobierno  antes  de  la  resolución  de  las  autoridades  ó  tribunales  compe- 
tentes, sin  perjuicio  de  las  medidas  inaplazables  que  dicten  ó  tomen  las  au- 
toridades locales  para  atender  á  las  necesidades  públicas. 

Con  arreglo  á  lo  dispuesto  en  el  art.  70  dé  la  ley  de  Sanidad  vigente,  no 
podrán  ser  anulados  los  contratos  ó  escrituras  de  los  médicos  ó  farmacéuti- 
cos titulares  sino  por  mutuo  convenio  de  facultativos  y  Municipalidades,  en 
virtud  de  causa  legitima,  probada  por  medio  del  oportuno  expediente  y  pre- 
vio fallo  de  la  Comisión  provincial  en  vista  del  informe  de  la  Junta  de  go- 
bierno y  de  la  provincial  de  Sanidad. 

Art.*  103.  C liando  la  resolución  lesionare  derecho  reconocido  al  faculta- 
tivo titular  en  el  informe  de  la  Junta  de  gobierno  y  Patronato  del  cuerpo  de 
médicos  titulares,  esta  Junta  asumirá  la  representación  del  agraviado  para 
los  recursos  ó  litigios  que  se  sostengan  en  defensa  de  aquel  derecho,  sufra- 
gando los  gastos  que  se  originen  con  un  fondo  que  tendrá  esta  aplicación, 
formado  y  nutrido  con  la  cuota  anual  que  el  Reglamento  interior  del  Cuer- 
po señalará,  pagada  por  todos  los  médicos  titulares  y  graduada  según  las 
necesidades  de  esta  mutua  y  común  defensa. 

Art.  104.  La  dicha  Junta  establecerá  una  escala  de  correcciones  que 
consistirá  en  tres  grados : 

1.°    Amonestación  privada,  en  oficio  firmado  por  el  Secretario. 

2.*'  Amonestación  en  igual  forma,  publicada  en  los  periódicos  profe- 
sionales. 

3.**  Abono  de  250  pesetas  en  beneficio  del  Cuerpo,  que  ingresarán  en  la 
caja  del  mismo. 

Para  hacer  efectiva  esta  última  corrección,  el  Reglamento  normalizará  el 
auxilio  que  las  autoridades  habrán  de  prestar  á  la  Junta. 

Las  facultades  disciplinarias  de  la  Junta  sobre  los  titulares  no  excluyen 
las  de  las.  autoridades  sanitarias,  administrativas  ó  judiciales,  aunque  re- 
caigan sobre  los  mismos  hechos.  * 

Árt.  10¿.  Una  vez  establecido  el  Cuerpo  de  médicos  titulares  y  consti- 
tuida su  Junta,  procederá  á  formar  un  Montepío  especial,  ó  á  contratar  el 
ingreso  de  sus  representados  en  alguno  de  los  existentes,  según  convenga 
á  sus  intereses. 

Art.  106.  Siempre  que  por  fallo  favorable  al  facultativo  resulte  éste  per- 
judicado, será  indemnizado  por  el  Ayuntamiento  cuando  menos  con  el  im- 
porte de  la  asignación  que  corresponda  al  tiempo  en  que  hubiese  estado 
injustamente  privado  de  su  percepción. 

Art.  107.  Una  vez  ocurrida  la  vacante  de  una  titular,  el  Alcalde  del  Mu- 
nicipio respectivo  la  comunicará  ala  Junta  de  Protectorado  y  gobierno  de 
médicos  titulares,  antes  de  transcurridos  ocho  días  de  la  vacante. 

La  Junta  enviará  al  Alcalde  la  lista  de  los  individuos  del  Cuerpo  que. 
según  la  clasificación  vigente  en  el  año  dentro  del  cual  haya  ocurrido  la  va- 
cante, puedan  optar  á  ésta,  y  al  propio  tiempo  la  anunciará  en  los  periódi- 
cos profesionales.  Boletines  Oficiales,  ó  sirviéndose  de  los  medios  que  juzgue 
oportunos  para  que  el  hecho  llegue  á  conocimiento  de  los  interesados. 

Una  vez  formalizado  contrato  de  un  titular  con  un  Ayuntamiento,  de- 
berá aquél  enviar  copia  simple  del  mismo  á  la  Junta  de  protectorado  y 
gobierno,  quien  archivará  estos  documentos  ordenadamente,  con  objeto  de 
acudir  á  ellos  para  las  ulteriores  comprobaciones  de  clasificaciones,  litigios 
y  reclamación  de  derechos. 


82 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


Art.  108.  Los  titulares  de  Farmacia  y  de  Veterinaria  á  que  se  hace  refe- 
rencia en  los  artículos  93,  94  y  95,  se  organizarán  en  la  forma  prevista  para 
los  médicos  en  los  artículos  anteriores,  cuando  la  índole  de  sus  servicios  lo 
consientan. 

Las  Juntas  respectivas  de  Protectorado  y  g-obierno,  que  funcionarán  in- 
dependientemente, se  constituirán  del  mismo  modo  que  las  de  los  tnédicos 
titulares,  redactando  cada  una  su  Reglamento  especial  y  estableciendo  las- 
clasifícHCiones  y  reglas  que  estimen  oportunas  para  el  mejor  desempeño  de- 
su  cometido. 

TÍTULO  IV 

BÉOIMEH  SANITARIO  INTEBIOB 

Capítulo  IX 
Higiene  municipal 

§  I .  —  Disposiciones  generales 

Art.  109.    Pertenecen  á  la  higiene  municipal  : 

a¡  La  limpieza,  trazado,  anchura  y  ventilación  de  vías  públicasy  desin- 
fección de  los  lugares  próximos  á  ellos  ó  á  las  viviendas. 

b)  El  suministro  de  aguas  y  vigilancia  de  su  pureza,  en  depósitos,  ca- 
ñerías y  manantiales. 

c)  La  evacuación  de  aguas  y  residuos. 

d)  La  capacidad,  ventilación  y  demás  condiciones  sanitarias  de  vivien- 
das y  establecimientos  municipales  ó  privados. 

e)  La  construcción,  ampliación,  reparación,  sostenimiento  y  régimen 
sanitario  de  cementerios. 

^    /)    La  construcción  y  el  régimen  de  mataderos. 

ff)    La  vigilancia  higiénica  de  escuelas  públicas  ó  privadas. 

hj    La  prevención  contra  el  paludismo. 

i)  Las  precauciones  y  medidas  para  evitar  enfermedades  epidémicas, 
contagiosas  ó  infecciosas;  desinfecciones,  aislamientos  y  demás  análogas. 

J)  La  supresión,  corrección  ó  inspección  de  establecimientos  ó  indus- 
trias nocivas  á  la  salud  pública. 

A)  La  vigilancia  contra  ndalteraciones  ó  averías  de  substancias  alimen- 
ticias, con  inspección  de  mercados  y  establecimientos  de  ventas  de  comidas 
ó  de  bebidas 

1)  El  régimen  higiénico  de  los  espectáculos  públicos  y  las  condiciones 
higiénicas  de  todo  locnl  de  reunión. 

m)  La  inspección  de  fondas,  hoteles,  casas  de  huéspedes  ó  de  dormir, 
posadas  y  tabernas. 

nj  La  vigilancia  higiénica  de  hospitales,  asilos  y  cualesquiera  otros  es- 
tablecimientos benéficos,  municipales  ó  particulares. 

o)  La  asistencia  domiciliaria  de  enfermos  pobres  y  la  especial  higiene  de 
la  infancia  y  de  las  embarazadas  ó  paridas  pobres. 

Art.  110.  A  propuesta  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad  aprobará  cada 
Ayuntamiento  un  Reglamento  de  higiene,  que  será  sometido  al  informe  de 
la  Junta  provincial. 

Este  Reglamento  detallará,  con  sujeción  á  la  presente  Instrucción,  las^ 
prescripciones  de  higiene  local  relativas  á  los  servicios  propios  del  Munici- 
pio que  enumera  el  artículo  anterior,  y  demás  que  los  capítulos  especiídes 
determinan. 

Art.  111.  El  Reglamento  de  higiene  municipal  especificará  los  deberes- 
y  las  funciones  de  autoridades  y  Corporaciones  y  de  los  vecinos,  en  casos 
de  epidemia  ó  epizootia,  declarada  que  sea  conforme  al  capítulo  XII  de  esta 
Instrucción.  Dicho  Reglamento  procederá  á  la  posible  protección  de  las 
fuentes  públicas,  arroyos  y  manantiales  dentro  del  término  municipal,  con- 
tra las  infecciones.  Cuando  la  dotación  de  agua  potable  y  de  uso  doméstico 
en  un  Municipio  no  fuera  suficiente,  el  Inspector  municipal  propondrá  á  su 
Junta  de  Sanidad  una  información  para  proyectar  remedio  del  defecto.  íSi 
careciere  de  recursos  el  Ayuntamiento,  la  información  será  elevada  á  la 
Junta  provincial  para  graduar  la  necesidad  sanitaria  é  indicar  las  subven- 
ciones recomendables,  á  cargo  de  la  provincia  ó  del  Estado. 

Art.  112.  Para  la  adquisición  de  fuentes,  alumbramientos  y  manantiales 
de  aguas  potables  y  de  uso  doméstico,  justificada  la  necesidad  por  el  expe- 


Insirueeián  ff  rural  de  Sanidad  pública  8s 


diente  que  menciona  el  artículo  anterior,  podrán  los  Ayuntamientos  seg-uir 
el  procedimiento  que  marca  el  Reglamento  de  aguas  minerales  para  la  de- 
claración de  utilidad  pública  de  manantiales  medicinales,  y  se  marcará  la 
zona  de  expropiación  necesaria  para  el  conveniente  uso  del  venero. 

Art.  113.  Todos  los  Ayuntamientos  tendrán,  en  proporción  con  sus  re- 
cursos, un  local  preparado  para  aislamiento  de  l06  primeros  casos  de  epide- 
mia, así  como  los  medios  de  desinfección  que  como'  asequibles  designe  el 
Real  Consejo  de  Sanidad.  Estos  medios  se  clasificarán  por  el  Real  Conseja 
en  cinco  tipos,  para  otras  tantas  categurías  de  Municipios,  según  vecinda- 
rios y  presupuestos,  con  instrucciones  abreviadas  de  su  aplicación  á  los 
casos  en  que  se  preceptúa  por  esta  Instrucción  la  desinfección  de  viviendas 
y  otros  análogos. 

Los  Ayuntamientos  que,  aparte  otro  género  de  asociaciones  y  comuni- 
dades, quisieran  aunar  la  realización  de  cualquier  fin  ú  obra  de  higiene, 
podrán  desde  luego  hacerlo,  pasando  cada  proyecto  á  la  Junta  provincial, 
para  su  dictamen. 

Art.  114.  Kl  Reglamento  comprenderá  las  prescripciones  de  higiene  que 
han  de  observarse  en  la  construcción  de  viviendas,  procurando  hacerlas  fá- 
ciles y  compatibles  con  la  economía.  Comprenderán  estas  reglas  princi- 
palmente: ventilación  general  de  habitaciones,  cubicación  y  ventilación  de 
dormitorios,  evacuación  de  aj^uas  y  residuos. 

Art.  115.  Én  poblaciones  do  más  de  15,000  habitantes,  será  indispensable 
la  autorización,  previa  visita  sanitaria,  para  la  habilitación  de  nuevas  vi- 
viendas particulares.  Hará  esta  visita  el  Inspector,  y  acordará  la  licencia 
la  Junta  municipal,  con  recurso  ante  la  pro^incial. 

Si  á  la  licencia  de  construcción  ó  de  reforma  precediere  informe  favora- 
ble de  la  Junta  municipal  de  Sanidad,  la  visita,  una  vez  ejecutadas  las  obras 
y  antes  de  utilizar  la  vivienda,  se  reducirá  á  comprobar  el  cumplimiento  de 
las  condiciíines  higiénicas  resultantes  del  plano  y  proyecto  aprobados. 

Art.  116.  Las  viviendas  y  los  establecimientos  públicos  que  reúnan  ple- 
nitud de  condiciones  higiénicas,  podrán  ostentar  una  placa  ó  chapa:  «  Esta 
casa  reúne  las  condiciones  higiénicas  prescritas  por  las  leyes». 

Art.  117.  En  las  poblaciones  de  más  de  15,000  almas,  será  obligatoria  la 
desinfección  de  todos  los  cuartos  desalquilados,  los  cuales  no  deben  ser 
nuevamente  habitados  sin  que  tengan  en  la  puerta  la  póliza  que  acredite 
haber  sido  desinfectados  convenientemente.  El  propietario  ó  administra- 
dor avisará  á  la  oficina  correspondiente,  y  la  desinfección  se  practicará  en 
el  plazo  más  breve  posible,  que  nunca  exceda  de  cuarenta  y  ocho  horas. 
Practicada  la  desinferción,  el  jefe  de  ella  entregará  al  interesado  uli  docu- 
mento que  lo  atestigüe,  y  fijara  en  la  puerta  principal  de  entrada  la  póliza 
que  haga  ostensible  la  operación  higiénica  practicada. 

Art.  118.  Siempre  que  la  Junta  municipal  de  Sanidad  dictamine  desfa- 
vorablemente acerca  de  las  condiciones  higiénicas  do  vivienda  ó  estableci- 
miento, habrá  de  puntualizar  los  vicios  ó  defectos  y  los  remedios  que  estime 
indispensables.  Sobre  ello  podrán  los  interesados  acudir  á  la  revisión  por 
la  Junta  provincial,  que  propondrá  la  definitiva  resolución. 

Mientras  el  propietario  no  obtenga  el  permiso  de  utilizar  la  vivienda, 
sólo  él  podrá  habitarla,  mas  no  arrendarla,  ni  dedicarla  á  residencia  de  obre- 
ros, criados  ni  dependientes  suyos. 

Art.  119.  Siempre  que  el  número  de  defunciones  ocurridas  en  un  Mu- 
nicipio durante  tres  años  consecutivos  exceda  de  la  mortalidad  media  del 
resto  de  la  Península,  el  subdelegado  llamará  sobre  el  hecho  la  atención 
del  inspector  provincial,  quien  practicará  desde  luego  una  información 
acerca  de  las  causas  del  daño  y  de  los  remedios  posibles,  sometiendo  el 
asunto  después  á  la  Junta  provincial,  para  deliberar  y  acordar  las  providen- 
cias adecuadas  al  caso,  ora  deba  secundarlas,  ejecutarlas  ó  decretarlas  la  au- 
toridad municipal,  ora  correspondan  á  las  facultades  del  Gobernador,  ora 
requieran  la  acción  del  Inspector  general  y  del  Estado. 

Art.  120.  Cuando  en  las  estadísticas  sanitarias  figurasen  casos  de  lepra, 
deberá  abrir  informado  i  el  Inspector  municipal,  Inquiriendo  en  cada  caso  su 
origen  posible,  su  relación  probable,  consanguínea  ó  de  afinidad,  de  convi- 
vencia ó  trato,  é  indicando  los  medios  profilácticos  que  se  crean  conducen- 
tes al  aislamiento  ó  reducción  del  mal,  sin  demorar  las  determinaciones  ó  las 
propuestas  que  le  sugieran  el  propio  celo  y  consientan  los  medios  disponibles. 


94 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


Esta  información  deberá  ser  enviada  al  Subdeleg-ado,  quien  reunirá  laí5 
de  tal  gréuero  procedentes  de  los  diversos  Municipios  de  su  distrito  y  las  co- 
.  municará  al  Inspector  de  la  provincia  para  los  acuerdos  oportunos.  La  ocul- 
tación de  caso  de  lepra  será  castigada  á  i)ropuesta  de  cualquier  inspector 
con  la  multa  administrativa  máxima  que  la  Autoridad  pueda  imponer,  sin 
perjuicio  que  las  responsabilidades  delinidas  en  el  artículo  596  del  Códig-o 
penal,  cuando  la  ocultación  fuera  imputable  al  Inspector  municipal  ó  al 
Subdeleg-aiio.  Se  estimará  su  falta  como  grave  para  los  ílnes  de  los  expe- 
dientes de  corrección  ó  destitución  del  Inspector. 

^  H.    Escuelas  y  Establecimientos  de  enseñanza 

Art.  121.  La  vig^ilancia  sanitaria  de  las  Escuelas  públicas  municipales  ó 
de  fundación  particular  y  la  de  los  demás  Establecimientos  no  oíiciales, 
cualquiera  que  sea  el  grado  de  la  enseñanza  que  éstos  dieren,  corresponde 
á  los  Inspectores  municipales  de  Sanidad,  y  la  de  los  Institutos  g-enerale.^^  y 
técnicos  con  la  de  los  Establecimientos  de  enseñanza  superior,  universita- 
ria, industrial,  comercial  ó  de  otro  orden  á  los  Inspectores  provinciales. 

Art.  122.  En  los  Establecimientos  particulares  de  enseñanza  y  en  Ls 
oficiales  qu<*  no  sean  de  instrucción  priñiaria,  se  limitará  la  inspección  á 
las  condiciones  higfiénicas  de  locales  y  dependencias,  salvas  las  medidas 
extraordinarias  de  rigor  que  sean  precisas  en  caso  de  epidemia. 

Art.  123.  El  Real  Consejo  de  Sanidad  en  pleno  redactará  una.instruc- 
ción  detallada  para  las  visitas  de  los  inspectores  de  Sanidad,  compren- 
diendo : 

1.°  Condiciones  exigibles  á  los  nuevos  edificios  escolares  para  autorizar 
su  apertura:  terreno,  situación,  materiales  de  construcción,  vecindad,  dis- 
tribución de  locales,  cubicación  de  salas,  procedimientos  de  aireación,  cale- 
facción é  iluminación,  evacuación  de  inmundicias  y  dotación  de  ág-uas. 

2°  Condiciones  big-iénicas  de  las  escuelas  desde  el  punto  de  vista  de  su 
mobiliario,  condiciones  tipog-ríificas  de  libros  y  carteles,  duración  de  los 
ejercicios  g-imnásticos  é  intelectuales,  mínimo  de  recreos  y  vacaciones. 

S.**  Reconocimiento  individual  de  los  escolares,  con  lo.s datos  posibles  de 
sus  aptitudes  personales  sanitarias. 

4.**  >;v'imero  y  periodicidad  de  las  visitas  de  inspección  en  tiempo  nor- 
mal y  en  épocas  extraordinarias  para  la  salud  pública. 

5.*°  Casos  en'  que  debe  procederse  á  la  clausura  temporal  de  las  escuelas 
por  causa  de  la  salud  de  los  alumnos  ó  de  los  maestros,  ó  por  condiciones 
Insalubres  del  local. 

6.**  Requisitos  exig-ibles  y  plazos  de  observación  para  el  reing-reso  de 
los  alumnos,  después  de  enfermedades  infecciosas  suyas  ó  de  sus  familias. 

7.°  Enfermedades  escolares  más  frecuentes,  ordinarias  y  transmisibles, 
sus  causas  principales,  inedios  de  propag-ación  y  síntomas  primeros,  previo 
informe  sobre  este  punto  de  la  Real  Academia  de  Medicina. 

8."  Instrucciones  sencillas  á  los  maestros  para  el  tratamiento  de  los  ac- 
cidentes de  urg-encia,  con  breves  ideas  sobre  la  profilaxia  de  la  tuberculo- 
sis, difteria,  erupciones,  tinas,  etc  ,  previo  igual  informe. 

Dicha  instrucción,  con  los  modelos  y  cuadros  estadísticos  y  los  formula- 
rios que  facilite  la  gestión  inspectora,  sirá  remitida,  después  de  su  aproba- 
ción por  ei  Real  Consejí»  de  Sanidad,  al  Ministerio  de  Instrucción  pública, 
en  demanda  de  su  aprobación  ó  de  las  modificaciones  que  fueran  necesarias 
desde  el  punto  de  vista  del  rég-imen  docente. 

§  III.  Enfermedades  infectivas  y  contagiosas 
Art.  124.  Es  obligatoria  para  todos  los  los  médicos  y  para  los  cabezas  de 
familia,  para  los  jefes  de  establecimientos  ó  de  tallere'^sy  fiíbricas,  para  los 
dueños  ó  gerentes  de  fondas,  posadas  y  hospederías,  la  declaración  al  Ins- 
pector municipal  de  Sanidad  de  las  enfermedades  infecciosas  comprendidas 
en  el  anejo  n.°  I,  tan  luego  como  haya  motivo  racional  para  pensar  que 
existen  en  los  establecimientos  ó  en  las  casas  de  su  dirección  ó  cuidado.  El 
aviso  se  debe  comunicar  al  Inspector  municipal. 

Art.  125.  Las  certificaciones  de  fallecimiento  y  reconocimiento  por  los 
médicos  del  Registro  civil  deberán  ser  examinadas  con  especial  vigilancia 
para  comprobar  si  quedó  ó  no  cumplida  la  obligación  que  expresa  el  ar- 
tículo precedente.    Siempre  que  resulte  omiso  el  parte  al  Inspector,  se  apli- 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  85 


cara  la  corrección  que  corresponda  al  caso  y  las  alteraciones  deliberadas  en 
el  diag-nostic»  serán  eq\iiparad{ís  á  Ja  ocultación  para  los  efectos  correccio- 
nales, á  reserva  de  promover,  de  olicio,  la  acción  de  los  Tribunales  de  justi- 
cia penal  contra  los  responsables  de  falsedad  en  las  certificaciones  ú  otras 
manifestaciones  oficiales  y  cíuitra  los  presuntos  reos  de  cualesquiera  otros' 
delit'ís  e  \  dann  de  la  salud  pública. 

Art  126  Una  vez  recibida  denuncia  de  un  caso  de  enfermedad  infec- 
ciosa, el  Inspector  niunicij>al  acudirá  personalmente  k  enterarse  de  la  im- 
portancia del  caso  con  respecto  al  riesgo  de  contagio  y  de  las  medidas  que 
se  bayan  t-  mado  pnra  el  aislamiento  y  la  desinfección.  Si  son  suficientes 
las  adoptadas  por  el  médico  y  la  familia,  ó  las  personas  que  cuiden  al  en- 
fermo lio  necesiten  auxilio,  se* limitará  á  tomar  nota  del  caso  para  los  efec- 
tos estadí>ticos,  y  cuando  las  deficiencias  de  aislamiento  y  desinfección  lo 
bagan  necesario,  acudirá  á  practicarlas  con  cuantos  medios  tenga  á  su  dis- 
posición, dando  oportuna  cuenta  á  In  Junta  municii)al. 

Art.  127.  Esta  desinfecrión  se  bará  periódicamente  mientras  dure  la 
enfermedad;  el  Inspector  municipal  dejará  instrucciones  expresas  adecua- 
das para  que  la  familia  del  enfermo  ó  ios  jefes  de  la  babitación  ejecuten  á 
su  vez  prácticas  desinfectoras  de  las  ropas  y  objetos  que  bayan  de  ser  trans- 
portados á  la  estufa.  El  Jefe  de  la  desinfección  entregará'al  Jefe  de  la  fa- 
milia una  relación  firmada,  y  todo  será  devuelto  en  un  plazo  que  no  exceda 
de  veinticuatro  boras. 

Art.  128.  Cuando  las  medidas  á  que  bace  referencia  el  artículo  126  deban 
ser  tomadas  por  los  Insp'  clores  municipales  en  los  bospitales  públicos  ó 
particulares,  se  deberá  a<ivert  r  á  los  médicos  encargados  de  éstí)s.  invitán- 
dolos á  proceder  i>or  sí  mismos,  3'  en  caso  de  resistencia  ó  demora  se  adop- 
tarán las  providencias  que  reclame  la  Sanidad  pública,  y  todo  se  pondrá  en 
conocimiento  de  la  Autoridad  de  ((uien  el  bospital  en  algún  concepto  de- 
pendiere, y  de  la  Junta  provincial  de  Sanidad,  después  de  impuesta  al  cul- 
pable la  correspondiente  multa.  Estas  medidas  en  los  bospitales  deberán 
observarse  con  especial  rigor  por  lo  que  se  refiere  al  aislamiento  de  los  en- 
fermos contagiosos,  y  particularmente  á  la  desinfección  personal  de  los 
convalecientes  antes  de  recibir  el  alta,  3'  á  la  de  sus  ropas  y  efectos  antes  de 
serles  entregados. 

Art.  120.  En  los  cuartos  ó  casas  de  alquiler  en  donde  tuviere  noticia  el 
Inspector  de  haber  babido  casos  de  enfermedad  contagio.sa,  se  deberá,  an- 
tes de  alquilarlo  de  nuevo,  practicar  en  todos  los  pueblos,  con  todo  rigor,  la 
desinfección  q\ie  preceptúa  el  art.  117,  por  cuenta  del  propietario,  .v  care- 
ciendo éste  de  medios,  con  los  auxilios  que  la  Sanidad  municipal  pueda  ofre- 
cerle. 

Sin  tal  requisito  no  se  consentirá  que  la  casa  vuelva  á  ser  babitada. 
Art.  130.  Se  prohibe  la  venta  de  ropas  de  vestir  ó  de  cama,  muebles,  al- 
fombras, cortinajes,  tapicerías  y  objetos  análogos  que  bayan  sido  usados, 
sin  someterlos  previamente  á  desinfección.  Los  Ayuntamientos  ordenarán 
este  servicio  bajo  la  inspección  de  la  Junta  de  Sanidad,  en  términos  que  no 
produzcan  al  comercií),  ni  á  los  particulares.  i)erjuicios  que  sean  posible 
evitarlos.  Las  Autoridades  municipab^s  multarán  y  pasarán,  en  su  caso,  el 
tanto  de  cul¡)a  á  los  Tribunales  si  los  dueños  de  establecimientos  de  venta 
de  objetos  y  ropas  usadas  no  hubiesen  cumplido  las  anteriores  disposi- 
ciones. 

Art.  13^1.  Queda  prohibido  el  lavado  en  lavaderos  públicos  de  las  ropas 
contaminadas  de  los  enfermos  infecciosos  que  no  hubieran  sido  desinfec- 
tadas, 

Art.  132.  Cuando  la  garantía  de  la  desinfección  exija  destrucción  ó  de- 
terioro de  un  objeto,  deberá  su  dueño  ser  indemnizado  por  el  Ayunta- 
miento.   Se  excluyen  de  este  derecho  á  indemnización; 

1.°    Los  objetos  de  propiedad  del  Estado,  la  provincia  ó  el  Municipio. 
2."    Los  objetos  importados  ó  exportados  contra  las  disposiciones  legales 
destinadas  á  prevenir  epidemias  y  propagación  de  enfermedades. 

3.°  Los  objetos  adquiridos  á  sabiendas  de  que  estaban  contaminados,  y, 
por  tanto,  sujetos  á  desinfección. 

4."  Aquellos  cuyo  dueño  haj^a  infringido  en  ellos  antes,  con  su  aban- 
dono, las  disposiciones  sanitarias. 


S6  Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


%  IV.  —  Cementerios  é  inhumaciones 

Ar.  133.  El  Inspector  y  la  Junta  municipal  de  Sanidad  vigilarán  el  ré- 
g-lmen  sanitario  de  cementerios,  inhumaciones,  exhumaciones  y  traslacio- 
nes de  restos  humanos,  cualesquiera  que  sean  las  Corporaciones,  auto- 
ridades, entidades  ó  personas  á  quienes  esté  fiada  la  administración  de 
cementerios,  panteones  y  demás  enterramientos. 

Art.  134.    Un  Reglamento  especial,  aprobado  en  pleno  por  el  Reil  Con- 
cejo de  Sanidad,  recopilará  las  disposiciones  vigentes  y  establecerá  las  que 
'  estime  más  oportunas  respecto  á  los  puntos  siguientes: 

*  1.''    Situación  de  los  cementerios  respecto  á  las  poblaciones,  viviendas  y 

I  vías  públicas,  graduando  la  distancia  en  proporción  creciente  con  el  número 

de  habitantes  de  la  población. 
2."*    Disposición  relativa  de  los  cementerios  respecto  á  la  altura  de  los 
lugares  habitados  más  pi^óximos,  á  los  manantiales  de  aguas  potables,  á  los 
arroyos,  ríos  y  depósitos  naturales  de  agua. 
I  3.®    Condiciones  indispensables  ó  preferibles  de  la  composición  g-eoló- 

(  gíca  del  terreno  en  que  los  cementerios  se  establezcan. 

4."    Condiciones  de  seguridad  y  custodia  de  los  mismos. 
5."    Tamaño  de  las  fosas,  profundid«d  de  las  niismas,  espesor  mínimo  de 
la  capa  de  tierra  para  cubrir  el  cadáver  últimamente  depositado,  permeabi- 
lidad, forma  y  demás  requisitos  en  fosas,  nichos,  panteones,  lápidas  y  ino- 
.  numentos  funerarios. 

i  6.**    Reglas  precisará  que  hade  someterse  la  concesión  de  enterramientos 

particulares  en  templos,  hospitales,  fundaciones  benéficas  y  otros  institutos 
públicos  ó  privados. 

1.''  Preceptos  relativos  á  la  permaliencia  de  los  cadáveres  en  los  domici- 
lios ó  en  los  depósitos,  hasta  su  inhumación.  Conveniencia  de  la  multipli- 
cación de  estos  depósitos  con  garantías  suficientes,  y  necesidad,  para  exe- 
quias de  cuerpo  presente,  de  estar  los  cadáveres  embalsamados,  según  el 
primero  de  los  dos  modelos  de  embalsamiento. 

8.''  Condiciones  de  ataúdes,  carruajes  y  reglas  para  conducción  de  ca- 
dáveres. Se  fijarán  detalladamente  las  condiciones  de  exhumación  y  tras- 
lación de  restos  ya  inhumados,  marcando  cinco  anos  como  mínima  duraci<3n 
de  la  inhumación  primera;  las  reglas  para  apertura  y  remoción  de  sepultu- 
ras, nichos  y  panteones,  y  para  acumulo  de  los  restos  en  osario.  Toda  tra.s- 
lación  deberá  estar  vigilada  por  los  Inspectores  municipales  del  pimto  de 
salida  y  de  llegada  y  por  el  Subdelegado  del  de  salida. 

9."  *Con  dictamen  de  la  Real  Academia  de  Medicina  se  detallarán  los 
procedimientos  de  operación  y  los  líquidos  y  substancias  que  puedan  em- 
plearse en  los  embalsamientos,  procurando  distinguir  dos  modelos:  el  pri- 
mero, de  embalsamiento  completo  y  que  rigurosamente  garantice  la  con- 
servación del  cuerpo  áél  sometido  en  su  totalidad  y  por  tiempo  indefinido; 
j  y  segundo,  embalsamiento  por  inyección  forzada  de  líquidos  antisépticos 

I  en  los  vasos  y  cavidades,  de  modo  que  dificulte  la  corrupción  por  un  espa- 

j  ció  de  tiempo  de  cinco  á  diez  años,  y  que  garantice  la  inocuidad  y  asepsia 

.  transitoria  del  cadáver. 

i  Si  la  misma  Real  Academia  de  Medicina  juzgase  algún  nuevo  procedi- 

j  miento  de  conservación  cadavérica  como  garantía  suficiente  para  los  fines 

á  que  se  trata  de  responder  por  esta  segunda  forma  de  embalsamamiento, 
.  podrá  aceptarse  para  sustituirla,  previo  su  dictamen. 

;  Unos  y  otros  embalsamamientos  habrán  de  ser  precisamente  practicados 

por  un  médico  y  un  farmacéutico  ó  ayudante  de  éste,  con  noticia  ó  asisten- 

*  cia  del  subdelegado  del  distrito. 

El  del  segundo  modelo  será  indispensable  para  las  traslaciones  de   los 

cadáveres  no  inhumados  á  distancias  mayores  de  diez  kilómetros.     Para 

'  exequias  de  cuerpo  presente,  y  enterramientos  particulares  en  capillas,  mo- 

^  numentos  ó  criptas  que  se  encuentren  abiertos  al  público,  siquiera  sea  en 

días  determinados  ó  por  tiempo  transitorio,  será  indispensable  el  del  primer 

modelo. 

A  este  Reglamento,  una  vez  aprobado  por  el  Ministro  de  la  Gobernación 
y  publicado  en  la  Gaceta  de  Madrid,  se  someterán  en  lo  sucesivo  las  prácti- 
cas y  operaciones  de  inhumaciones  en  todos  los  pueblos  de  España. 

Art.  135.    La  construcción  de  nuevos  cementerios,  el  ensanche  ó  la  re- 


Jnttruceión  gentral  dt  Sanidad  pública  8^ 

forma  de  los  antig-uos,  la  construcción  de  criptas  y  enterramientos  parti- 
culares en  las  ig-lesias  ú  otros  edificios  públicos  ó  privados,  y  las  reformas 
ó  reparaciones  de  los  mismos,  deberán  hacerse  mediante  licencia,  cuyas 
condiciones  g'aranticen  el  cumplimiento  de  las  reg-las  y  prescripciones  con- 
tenidas en  esta  Instrucción,  con  informe  inexcusable  de  la  Junta  municipal 
de  Sanidad  del  punto  donde  radique  ó  haya  de  radicar  la  obra. 

Los  panteones,  criptas  y  monumentos  funerarios  que  se  edifiquen  en 
propiedades  particulares,  ademfis  de  las  condiciones  señaladas  á  todo  ente- 
rramiento público,  necesitarán  las  de  seguridad  y  apartamiento  higiénico 
de  las  poblaciones  y  vías  públicas. 

§  V.  —  Mercados,  mataderos  y  edificios  insalubres 

Pltí.  136.  La  higiene  y  la  vigilancia  sanitaria  de  los  mercados  públicos 
estará  á  cargo  del  Inspector  y  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad.  Un  Re- 
glamento especial,  redactado  por  ella  en  cada  población,  según  las  necesi- 
dades y  medios  de  la  misma,  fijará  prevenciones  de  aireación,  limpieza, 
dotación  de  agua,  sistema  de  evacuación  de  las  aguas  y  residuos,  así  como 
la  forma  de  adaptación  de  las  reglas  generales. para  la  inspección  de  carnes, 
ganados,  frutas,  verduras  y  subsistencias  que  se  encuentren  consignadas 
en  las  disposiciones  vigentes.  Los  Ayuntamientos  cuyo  Krario  lo  consienta 
podrán  tener  Inspectores  especiales,  dependientes  ó  no  de  los  laboratorios 
municipales,  pero  organizando  siempre  sus  funciones  de  suerte  que  resul- 
ten relacionadas  y  sometidas  á  la  Junta  municipal  ó  provincial,  según  las 
poblaciones. 

Art.  137.  Los  mataderos  públicos  serán  objeto  de  una  reglamentación  es- 
pecial aprobada  por  el  Keal  Consejo  de  Sanidad  en  pleno,  y  en  ella  se  fijarán: 

1.°  La  capacidad  proporcional  de  los  mataderos,  con  respecto  á  la  im- 
portancia de  las  poblaciones  á  cuyo  servicio  se  destinen. 

2.**    Las  condiciones  higiénicas  que  todos  deberán  tener. 

3.°  Las  especiales  de  dotación  de  agua,  establecimiento  de  servicios  y 
régimen  interior,  adecuadas  á  la  importancia  de  las  poblaciones. 

Art.  138.  La  higiene  interior  de  los  mataderos  estará  á  cargo  de  los 
Inspectores  veterinarios  de  carnes,  donde  los  hubiere,  y,  en  donde  no,  al  del 
subdelegado  de  Veterinaria. 

El  servicio  especial  de  inspección  de  carnes  muertas,  que  también  orde- 
nará el  referido  Reglamento,  deberá  desde  luego  encomendarle  á  personal 
especial  (Inspectores  de  carnes)  en  las  poblaciones  de  más  de  50,000  almas. 

Art.  139.  Los  Inspectores  de  carnes  serán  nombrados  por  concurso, 
entre  los  veterinarios  de  la  localidad,  siendo  compatible  el  cargo  con  el  de 
subdelegado. 

Art.  140.  Los  talleres  y  fábricas  que  produzcan  gases  ó  emanaciones  in- 
salubres, así  como  los  que  viertan  a^uas  ó  residuos  que  impurifiquen  las 
corrientes  de  aguas  públicas  ó  destinadas  al  servicio  público,  deberán  en 
primer  término  pedir  una  autorización  especial  al  Inspector  municipal  de 
Sanidad  del  punt/)  de  instalación.      ^ 

Art.  141.  El  Inspector  reunirá  las  noticias  oportunas  acerca  de  las  con- 
diciones de  la  industria,  taller  ó  fábrica,  existentesV)  proyectados,  y  some- 
terá á  la  Junta  municipal  el  acuerdo  que  estime,  procedente  :  primero,  res- 
l)ecto  de  aquellos  cuyo  funcionamiento  condicionado  pueda  consentirse  en 
las  proximidades  de  la  población,  y  sin  verter  sus  productos  en  las  aguas 
públicas  ;  y,  segundo,  aquellos  otros  cuya  instalación  sea  peligrosa  á  me- 
nos di>tancia  de  500  metros  de  poblado,  o  cuyas  aguas  residuales  puedan 
impurificar  las  públicas. 

Art.  142.  Para  la  autorización  de  los  establecimientos  calificados  por  la 
Junta  municipal  como  de  la  primera  clase,  bastará  la  autorización  del  Ins- 
pector municipal;  para  la  de  los  comprendidos  en  la  segunda  clase,  serán 
necesarios  informe  de  la  Junta  provincial  y  autorización  del  Inspector  pro- 
vincial. Los  vecinos  y  los  interesados  podrán  alzarse  ante  las  autoridades 
sanitarias  jerárquicamente  superiores  á  las  que  hayan  emitido  la  resolución 
que  juzguen  lesiva. 

Art.  143.  En  ningún  caso  podrá  abrirse  cualquiera  de  los  estableci- 
mientos que  menciona  el  art.  140,  sin  que  preceda  la  oportuna  licencia,  que 
deberá  otorgarse  necesariamente  ó  denegarse  dentro  del  período  de  dos 
meses,  á  contar  desde  la  petición  de  la  licencia. 


88  Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


s^J 


Si  en  este  plazo  no  se  acordara  lo  procedente,  el  Inspector  municipal,  la 
Junta  ó  qiiien  resultase  culpable  de  la  demora,  incurrirá  en  responsabili- 
dad, que  podrá  castigarse  con  el  mnximum  de  la  multa  g-iibernativa,  siu 
perjuicio  de  la  indemnización  al  reclamante  de  los  daños  que  se  le  ha^^aii 
j^  irrogrado. 

-ííS  Art.  U4.    til  Reglamento  de  Sanidad  de  cada  provincia  normalizará  la>^ 

condiciones  de  los  establecimientos  ó  industrias  de  la  primera  cíase,  y   el 
Real  Consejo  señalará  distancias,  precauciones  generales  y  singular  pre- 
servación de  la  pureza  de  las  aguas  públicas,  para  la  instalación  de  intlus- 
trias  de  la  segunda  clase. 
r  •  5<^  ,  Art.  145.    Quien  construya  babitaciones  ó  instale  industrias  en  la  zona 

de  infliiencia  de  otras  con  antelación  establecidas,  no  será  atendido  en   sius 
reclamaciones  á  las  autoridades  sanitarias,  si  no  demuest-a  que  la  industria 
>  4Í3-  ^^^  considera  dañosa,  ha  introducido  procedimientos  nuevos,  que  ba^'all 


:■!-* 


'^:l  '  variado  las  anteriores  condiciones  de  su  salubridad  ó  seguridad.    Las' iu- 

!j  dustrias  actualmente  instaladas,  no  podrán  ser  sometidas  á  condiciones  ni 

reglamentaciones  nuevas,  sin  formación  de  expediente,   en  cada  caso,  con 
dictamen  del  Real  Consejo  d,e  Sanidad. 


i 


:    *'  -I 

■^^  Capitulo  X 

'.  Il  Sanidad  é  hig^iene  provinoial 

Art.  146".    Son  funciones  confiadas  á  la  Sanidad  provincial,  además  do  la 
.  ;  "l^ll  vigilancia,  consulta  y  complemento  de  los  cometidos  asignados  á  la  muiii- 

• .  ■  |f ^1  cipal ,  las  siguientes  : 

;í    g^  1.'    El  cuidado  y  sostenimiento  de  los  servicios  de  vías  públicas,  de   su- 

:     |^j;J  ministro  y  conducción  de  aguas,  y  de  construcción  y  reparación  de  estable- 

:^  ;  £.*íi,  cimientos  que  dependan  de  la  Administración  provincial. 

. .  i-'  2.*    La  liigiene  y  régimen  sanitario,  en  general,  de  los  bospitalesy  asilos 

.      l;  í  sostenidos  ó  subvencionados  por  fondos  provinciales. 

V'  ;  3/    La  de  Establecimientos  de  enseñanza  que  tengan  el  mismo  carácter. 

?'.;;  4.'    La  de  los  oficios  de  reunión  y  espectáculo,  de  propiedad  de  la  Dipu- 

tación provincial. 

5  '  La  vigiíaiuúa  de  los  expósitos,  de  su  lactancia  y  régimen,  dentro  y 
fuera  de  los  Establecimientos. 

6."  La  bigiene  y  vigilancia  de  la  prostitución  en  las  capitales  de  pro- 
vincia, con  organización  del  personal  afecto  á  este  servicio 

yA  modo  de  cumplir  estos  deberes  que  le  son  atribuidos,  se  marcarnn  con 
un  Reghimento.  redactado  por  la  Junta  ¡)rovinciai  de  Sanidad  y  aprobaíio 
por  el  Gobernador  civil  de  la  provincia,  en  que  se  detallen  los  servicios  <|ue 
no  sean  objeto  de  Reglament^js  especiales 

Art  147.  Las  Juntas  provinciales  de  Sanidad  procurarán  en,  su  Regla- 
mento, concordar  las  prescripciones  aplicables  á  los  diferentes  Municipios, 
con  las  que  éstos  adopten  en  los  respectivos  Reí^-larnentosmunicipab's;"  pero 
los  relativos  á  enfermedades  epidémicas,  infecciosas,  y  á  los  medios  de  r<>ni- 
batirlas,  serán  las  mismas  para  todos  los  pueb.os  y  acomodadas  á  las  dispo- 
siciones de  esta  Instrucción. 


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TITULO    V 
SERVICIOS  aSNERALES  DE  SANIDAD 

Capítulo  XI 
Sanidad  exterior 

Art.  148.  Continúa  vigenle  el  Reglamento  de  30  de  octubre  de  1S93,  en 
todo  lo  que  se  reíb're  al  régimen  sanitario  de  procedencias  exteriores,  en 
casos  ordinarios  de  epidemias,  por  los  pu<*rtos  marítimos  y  por  la>;  fronteras 
de  tierra.  El  Gobierno  proveerá  con  urgencia  á  la  inst:ilÍción  definitiva  del 
material  y  los  medios  de  defensa  que  en  el  mismo  R^^glamento  se  prescri- 
ben, debiendo  bailarse  dispuesto  para  las  contingencias  y  peligr(»s  proce- 
dentes del  exterior. 

Art.  140.  El  Real  Consejo  de  Sanidad  revisará  los  escalafones  del  per- 
sonal, confiados  A  su  incumbencia  por  el  referido  Reglamento,  y  el  Inspector 
de  S;inidad  exterior  procederá  á  su  publicación  inmediata,  así  como  h  la 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


provisión  de  los  carg-os  que  deben  obtenerse  por  examen  ó  concurso,  exi- 
giendo con  todo  rig-or  las  condiciones  prescritas  en  dicho  Reglamento, 

Para  la  formación  de  los  escalafones  y  para  los  concursos,  no  tendrán 
validez  los  nombramientos  y  pnmiociones  posteriores  á  la  publicación  del 
Reglamento  de  1899  que  no  resulten  ajustados  á  las  condiciones  en  él  pres- 
critas. 

Art.  150.  Las  modiftcaciones  á  que  las  Conferencias  y  conciertos  inter- 
nacionales obliguen  ai  Gobierno  español  respecto  al  régimen  sanitario  de 
puertos  y  fronteras,  deberán  ser  publicadas  por  la  Inspección  de  Sanidad 
exterior'en  la  6^ací?ífl,  y  comunicadas  inmediatamente  á  los  Directores  de 
Inspecciones  sanitarias  y  médicos  habilitados  de  puertos. 

Los  emolumentos  y  derechos  á  que  dé  ocasión  el  reconocimiento  de  subs- 
tancias alimenticias  importadas  del  exterior,  sólo  se  entenderá  para  los  casos 
en  que  el  Director  del  puerto,  ó  los  Inspectores  especiales,  si  los  hubiere, 
crean  necesario  un  análisis  pericial  de  las  referidas  substancias. 

Art.  151.    Corresponde  á  la  Inspección  general  de  Sanidad  exterior  : 

Además  de  todas  las  atribuciones  que  el  Reglamento  de  Sanidad  exterior 
de  1891)  spfiala  al  Director  general  de  Sanidad,  todo  lo  correspondiente  á  la 
higiene  de  ios  caminos  de  hierro,  con  especialidad  la  de  la  conducción  por 
ellos  de  animales  y  ganados.  Una  Instrucción  especial  dictada  por  el  Real 
Consejo  de  Sanidad,  contendrá  las  reglas  á  que  esta  higiene  debe  ajustarse 
y  la  forma  de  efectuar  su  inspección  en  las  estaciones,  doks  y  almacenes, 
material  movible  y  desinfección  del  destinado  á  viajes  y  á  transportes  de 
ganados. 

Capítulo  XII 
Epidemias   y  epizootias 

Art.  152.  Las  enfermedades  epidémicas  y  las  epizootias,  previo  informe 
detallado  de  la  Real  Academia  de  Medicina,  se  clasificarán  en  dos  grupos: 

1.°  Las  exóticas  y  las  de  naturaleza  aun  no  conocida,  pero  de  gran  mor- 
talidad. 

Y  2.''  Las  que  signifiquen  exacerbación  epidémica  ó  reaparición  de 
males  é  infecciones  que  periódica  ú  ocasionalmente  se  presenten  en  nues- 
tros climas. 

Art.  153.  La  declaración  de  existir  epidemia  del  primer  grupo  en  una 
localidad  corresponde  al  Gobierno,  y  deberá  precederla: 

1.°  Comunicación  del  Inspector  municipal  de  Sanidad  al  provincial,  y 
de  éste  al  general  de  Sanidad  interior,  de  haberse  advertido  casos  califica- 
dos por  él,  ó  que  antes  lo  hayan  sido  por  otro  médico,  como  de  la  enferme- 
dad cuya  forma  epidémica  se  sospecha. 

2."  La  C()municación  del  Inspector  provincial  de  haber  reconocido  per- 
sonalmente los  casos  en  el  término  más  breve  que  los  medios  de  comunica- 
ción permitan.  Sólo  por  impedimento  insuperable  podrá  el  Inspector  de- 
legar estos  reconocimientos. 

3.°  líl  informe  de  la  Junta  provincial  en  tales  casos,  presidida  por  el 
Gobernador. 

4.*"    El  dictamen  del  Real  Consejo  de  Sanidad. 

Para  declarar  la  epidemia  del  segundo  grupo,  bastará  el  informe  del 
Inspector  municipal  y  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad,  con  comunicación 
al  Inspector  provincial,  para  que  éste  lo  traslade  á  la  Junta  respectiva  y  al 
Gobernador  de  la  provincia. 

Art.  154.  Desde  la  denuncia  de  los  primeros  casos,  hasta  la  confirma- 
ción y  declaración  oficial  de  la  epidemia,  los  Inspectores  y  las  autíiridades 
adoptarán,  desde  luego,  las  medidas  convenientes,  dando  cuenta  diaria  de 
ellas,  y  del  curso  del  mal.  al  Inspector  provincial,  quien  exigirá  este  servi- 
cio y  corregirá  las  omisiones. 

Art.  155.  una  vez  declarada  la  existencia  de  epidemia  en  una  localidad 
ó  comarca,  el  Gobierno,  los  Gobernadores  y  los  Alcaldes,  podrán  disponer 
de  los  servicios  facultativos  de  cuantos  ejerzan  profesiones  sanitarias,  así 
para  la  indagación  de  los  hechos,  como  para  circunscribir  el  azote  y  procu- 
rar asistencia  ó  preservación  á  los  pobres,  teniendo  en  cuenta  la  notoria  ur- 
gencia del  servicio 

Dichas  autoridades  gubernativas  podrán  suspender  ó  substituir  á  los 
facultativos  que  siendo  funcionarios  no  mostraran  el  debido  celo  en  el  cum- 


j 


flO 


Initrucción  general  de  Sanidad  pública 


pliiDÍento  inmediato  de  las  disposiciones  sanitarias,  sean  cuales  fueren  ios 
derechos  adquiridos  personalmente;  á  reserva  de  dilucidar  y  subsanar, 
cuando  procediere,  el  agravio  que  pueda  resultar  para  tale^  derechos,  sin 
embarazo  para  la  preferente  preservación  de  la  salud  pública.  Las  disposi- 
ciones que  á  esto  se  refieran,  habrán  de  publicarse  en  los  Boletines  provin- 
eialeíj. 

Art.  156.  A  la  declaración  de  término  de  epidemia  deberá  preceder  co- 
nniiucación  del  Inspector  á  la  Junta  provincial  de  no  existir  caso  algruno; 
transcurridos  los  plazos  señalados  en  los  Convenios  internacionales  ó  en  ios 
Reglamentos  de  Sanidad  exterior,  informará  en  consecuencia  la  Junta  pro- 
v-incisl.  y  dictaminará  el  Real  Consejo  de  Sanidad. 

ArL  167.  Las  viudas  y  huérfanos  de  los  facultativos  é  Inspectores  que 
fallezcan  á  consecuencia  de  cualquier  servicio  extraordinario  con  ocasión  de 
epiííeniía,  obtendrán  la  pensión  vitalicia  otorgada  por  el  art.  76  de  la  ley  de 
Sanidad,  que  se  regulará  según  el  titulo  y  los  grados  académicos  ó  categt>- 
fítí  adniluistrativa  que  se  hallasen  poseyendo  los  funcionarios  muertos  por 
la  t'íiu^a  expresada.  Los  facultativos  inutilizados  por  igual  causa,  podrán 
optar  ít  las  pensiones  que  señalan  los  artículos  74  y  75  de  la  misma  ley. 

Art.  158.  El  Gobierno  podrá  nombrar  las  Comisiones  investigadoras  que 
estime  conveniente,  en  los  casos  de  duda  acerca  de  la  índole  epidémica  de 
una  enfermedad  existente,  dentro  ó  fuera  del  Reino.  Estas  Comisiones  se 
habrán  de  formar  con  individuos  propuestos  por  el  Keal  Consejo  de  Sanidad. 
También  podrá  el  Gobierno  adoptar  las  medidas  complementarias  y  urg-en- 
tes!.  quéj  oído  el  Real  Consejo,  estime  convenientes  para  la  defensa  sanitaria. 

Los  emolumentos  de  estas  Comisiones  y  delegados  se  fijarán  también  con 
arreglo  á  tarifa  que  forme  el  Real  Consejo  de  Sanidad. 

Art.  159.  A  la  declaración  de  epizootia  deberá  preceder  comunicación 
de  un  ví^terinario  perteneciente  á  la  Junta  provincial  de  Sanidad,  quien 
participará  al  Inspector  general  y  al  Gobernador  de  la  provincia  la  presen- 
tar íóu  de  la  plaga,  debiendo  personalmente  reconocer  los  casos  en  las  loca- 
lidadPíi  infestadas,  cuando  se  le  comunique  la  noticia  de  su  existencia  por 
el  ví'terínario  que  ejerza  en  aquel  punto  ó  haya  intervenido  profesionalmente. 

Art.  ltíí>.  El  Gobierno  podrá  aplicar  á  las  epizootias  medidas  coercitivas 
de  diüfíuinación  ;  prohibiciones  de  traslado  é  importación  de  animales  y 
ganados  domésticos,  sacrificios  de  reses,  cremaciones  de  sus  restos  y  cuan- 
tas crea  necesarias  para  evitar  la  propagaci^ni  del  mal. 


Capítulo  XIII 
Faonltatiyoa  y  Eatableoimlentoa  de  asrnas  minerales 

Art.  161.  El  régimen  de  las  aguas  minerales,  y  la  vigilancia  de  su  ad- 
miníi^tnición  y  venta,  continuará  bajo  la  dependencia  del  Ministerio  de  la 
Gob^Tiinción  y  de  la  Inspección  general  de  Sanidad  interior.  Los  médicos 
que  en  la  actualidad  componen  el  Cuerpo  de  Directores  de  aguas  minerales 
en  pro]viedad,  conservarán  sus  derechos,  y  sf^guirán  sometidos  á  iguales 
deberes  que  se  consignan  en  su  Reglamento  vigente. 

Art.  162.  I.a  incapacidad  física  pam  cumplir  satisfactoriamente  las 
o  bl  i  oraciones  del  cargo  en  cualquiera  edad,  motivará  la  jubilación  de  los 
Médii'os-Directores  de  nguas  minerales,  orn  sirvan  en  Establecimientos,  ora 
en  Ins|í' ci'ion**>5.  Deberán  justificar,  al  cumplir  los  setenta  anos  de  edad, 
que  p|  f'stfido  de  su  salud  y  capacidad  física  les  consiente  el  perfecto  ejer- 
cicio íli^l  cargo,  pop  medio  de  certificación  firmada  por  tres  individuos  del 
Cuerpo,  que  sernn  designados  por  sorteo  al  celebrar  el  concurso  anual,  y  si 
se  snsi'itnre  contradicción,  se  depuran')  la  verdad,  oyendo  al  impugnador  y 
á  ioíí  d<Mn:ís  interesados.  Cuando  parezca  necesario,  informará  el  Keal  Coií- 
í4ejfi  i\f'  Sntiidnd  antes  de  la  resolución  final. 

El  Establecimiento  cuya  vacante  sobrevenga  por  jiibilación  de  su  Direc- 
tor, etitrfirá  en  concurso,  y  el  Médico-Director  que  la  obtenga  queda  obli- 
gada, nneiitras  el  jubilado  viva,  á  compartir  pf)r  mitad  con  él  los  emolu- 
mentos rí^^lamentarios  que  perciba.  Después  de  la  muerte  del  jubilado, 
cnrrespi^nilorá  al  obtentor  de  la  plaza  el  disfrute  total  de  los  rendimientos, 
^i  un  hubiera  médico  propietario  que  solicitara  la  plaza  vacante  por  la  ju- 
bilíiritiu,  podrá  el  interesado  nombrar  un  substituto,  entre  los  habilitados, 
en  las  condiciones  que  con  (\  concierte. 


Instrucción  gtneral  de  Sanidad  pública  9¡ 


El  gravamen  sobre  dicha  plaza  cesará  cuando  se  constituya  un  Montepío, 
por  acuerdo  de  la  totalidad  de  los  individuos  del  Cuerpo,  siempre  que  en 
los  Eíjtatutos,  aprobados  de  Real  orden,  se  garantice  la  existencia  decorosa 
del  jubilado. 

Art.  163.  Los  Establecimientos  de  Aguas  minerales  que  después  de  ce- 
lebrado el  concurso  anual  no  tengan  Médico-Director  de  los  que  constitu- 
yen actualmente  el  Cuerpo,  serán  regidos  por  uno  que  libremente  designará 
el  propietario,  dentro  de  la  lista  de  médicos  de  aguas  minerales  habilitados, 
á  que  se  hace  referencia  en  el  artículo  inmediato. 

Art.  164.  Se  constituye  un  Cuerpo  de  médicos  de  aguas  minerales  ha- 
bilitados, cuyo  número  excederá  al  de  Establecimientos  declarados  de  uti- 
lidad pública  y  no  dirigidos  por  los  Médicos-Directores  actuales,  por  lo 
menos  en  una  tercera  parte  del  de  tales  Establecimientos. 

Art.  165.  Para  formar  este  Cuerpo  se  celebrarán  oposiciones,  cuyo  pro- 
grama de  ejercicios  será  redactado  por  la  Sección  de  aguas  minerales  del 
Real  Consejo  de  Sanidad,  y  aprobado  por  éste.  Los  temas  y  preguntas  ver- 
sarán sobre  asuntos  de  Terapéutica,  Hidroterapia,  Análisis  química.  Geolo- 
gía aplicada,  Administración  sanitaria  y  asuntos  de  Medicina  general. 

Art.  166.  Las  primeras  oposiciones"  que  habrán  de  celebrarse  antes  de 
marzo  de  1904,  se  efectuarán  en  las  capitales  de  distrito  universitario,  y  con 
los  médicos  aprobados,  hasta  el  número  de  100,  distribuidos  proporcional- 
mente  en  la  convocatoria,  se  constituirá  la  lista  por  el  Inspector  de  Sanidad 
interior,  quien  la  comunicará  á  la  Sección  correspondiente  del  Real  Consejo. 
En  los  años  tilteriores  se  efectuarán  los  ejercicios  en  Madrid,  cuando  el  nú- 
mero de  las  vacantes  lo  hiciera  necesario  con  arreglo  á  lo  prescrito. 

Art.  107.  Los  médicos  que,  para  las  suplencias  por  enfermedad  y  subs- 
titución de  cualquier  clase,  se  designen  pí)r  los  actuales  directores  en  pro- 
piedad, usando  de  las  atribuciones  que  el  Reglamento  les  confiere,  habrán 
de  ser  elegidos  en  lo  sucesivo  dentro  de  la  lista  de  los  habilitados,  como 
igualmenU*  los  que  designe  la  Inspección  general  interior  en  las  vacantes 
de  propietarios  ocurridas  entre  uno  y  otro  concurso  anual. 

Los  primeros,  partirán  por  igual  los  derechos  reglamentarios  con  el  subs- 
tituido ;  y  los  segundos,  se  los  reservarán  íntegramente. 

Art.  168.  Las  licencias  que  á  los  médicos  propietarios  se  les  concedan, 
habrán  de  estar  justificadas  con  arreglo  á  las  disposiciones  vigentes  para 
los  empleados  civiles,  no  pudiendo  disfrutar  de  ellas  dos  años  seguidos. 
Tampoco  podrá  autorizarse  la  substitución  durante  dos  temporadas  conse- 
cutivas. El  Médico-Director  que,  sin  la  correspondiente  autorización  del 
Inspector  general,  se  ausente  de  su  Establecimiento,  será  separado  del 
Cuerpo,  previa  formación  de  expediente  con  audiencia  del  interesado,  in- 
forme de  la  Sección  correspondiente  del  Real  Consejo  de  Sanidad  y  fallo  del 
Consejo  en  pleno. 

Art.  169.  Los  Establecimientos  de  aguas  minerales  regidas  por  médicos 
habilitados  designados  por  el  propietario,  estarán  sometidos  á  la  vigilancia 
encomendada  á  seis  Inspectores  de  aguas  minerales  nombrados  por  el  Mi- 
nistro de  la  Gobernación.  Cada  uno  de  estos  seis  Inspectores  ejercerá  sus 
funciones  en  los  Establecimientos  de  la  zona  que  le  sea  designada,  según 
división  que  hará  la  Sección  de  aguas  minerales  del  Real  Consejo  de 
Sanidad. 

Art.  no.  Estos  Inspectores  velarán  por  el  cumplimiento  de  las  dispo.si- 
ciones  gubernativas  y  de  las  reglas  sanitarias,  en  todos  lo^  establecimientos 
comprendidos  en, sus  respectivas  zonas  que  no  tengan  Médico-Director  en 
propiedad  perteneciente  al  Cuerpo  ;  recorrerán  las  observaciones  y  quejas  " 
de  los  propietarios,  los  Médicos-Directores,  los  médicos  libres,  los  enfermos 
y  cualesquiera  otras  personas  interesadas  en  la  administración  y  el  empleo 
de  las  aguas.  Estas  observaciones,  más  las  que  sugieran  su  celo  é  inteli- 
gencia, serán  comunicadas  á  la  Inspección  general  precisamente  en  el  mes 
de  noviembre  de  cada  año,  ó  antes,  cuando  la  importancia  del  caso  lo  acon- 
sejara. 

Estos  Inspectores  cobrarán  como  emolumentoslos  derechos  que  el  actual 
Reglamento  autoriza  por  el  concepto  de  inscripción  y  estadística,  de  los 
Establecimientos  sujetos  á  la  Inspección  dentro  de  su  zona.  Les  serán  satis- 
fechos directamente  por  los  propietarios,  quienes  no  podrán  abrir  la  tempo- 
rada siguiente  sin  justificar  el  pago  debido  al  Inspector.    La  Inspección. 


92 


Instrucción  ge*! era  I  de  Sanidad  pública 


general  de  Sanidad  interior  resolverá  cuantas  diflcultacjes  é  incidencias 
sobre  ello  se  orig^iuen. 

Art.  1*71.  Los  médicos  habilitados  nombrados  por  los  propietarios  serán 
personalmente  responsables  de  las  faltas  de  higiene  y  de  régimen  sanitario 
y  terapéutico  en  los  establecimientos,  del  mismo  modo  que  en  sus  cargos 
los  Médicos-Directores  pertenecientes  al  Cuerpo.  En  igual  forma  que  éstos, 
deberán  aquéllos  llevar  un  libro  de  estadística  é  inscripción,  y  de  cualquie- 
ra omisiones  ó  inexactitudes  observadas  en  él,  ó  en  los  documentos  lelacio- 
nados.con  el  mismo,  responderán,  él  médico  en  primer  término,  y  subsidia- 
riamente el  propietario.  Por  la  expedición  de  la  papeleta  necesaria  para  el 
uso  de  las  aguas,  y  por  la  asistencia  facultativa  concerniente  al  mismo,  ks 
médicos  nombratlos  libremente  por  los  propietarios  no  podrán  exigir  á 
cada  bañista  emclumentos  mayores  que  los  asignados  al  Director-Médico, 
perteneciente  al  Cuerpo,  en  los  Establecimientos  donde  subsista  este  ré- 
gimen. 

Art.  172.  Los  Inspectores  de  aguas  minerales  serán  nombrados  previo 
concurso  especial  entre  los  individuos  del  actual  Cuerpo  de  Médicos-Direc- 
tores, y  la  preferencia  para,  adjudicar  en  el  concurso  los  cargos  de  la  Ins- 
pección, se  det  rminará  rigun»samente  por  antigüedad  en  el  escalafón  res- 
pecto á  las  promociones;  y,  dentro  de  cad:i  promoción,  por  los  méritos  y 
premiós  a  que  se  refieren  los  artículos  52  y  54  del  Reglamento  de  1K7Í. 
Cuando  haya  dos  ó  más  vacantes,  elegirán  los  concursantes  favorecidos, 
por  el  mismo  orden  de  preferencia.  El  cargo  de  Inspector  es  incompati])le 
con  el  de  Director  oficial  ó  libre  de  un  Establecimiento  balneario  ;  pero  lo^ 
individuos  del  Cuerpo  que  tengan  cargo  de  Inspector,  conservan  íntegro  su 
derecho  para  optar  en  ulteriores  concursos  á  plazas  vacantes  de  Director. 

Podrán  también  optar  al  concurso  los  Médicos-Directores  jubilados, 
siempre  que  la  imposibilidad  física  que  determinó  su  jubilación  no  les  im- 
pida el  ejefcer  el  cargo  de  Inspector.  Entrarán  en  dicho  concurso'eu  el 
lugar  que  les  corresponda  con  arreglo  al  número  que  tenían  en  eLescalafón. 

Art.  173,  Todo  médico,  en  ejercicio  legal,  puede  practicar  su  profesión 
en  cualquiera  Establecimiento  (le  aguas  minerales,  presentando  su  título  y 
patente  de  subdelegado  del  distrito  donde  radiquen  las  aguas. 

Art.  17i.  La  prescripción  de  un  plan  para  uso  de  las  aguas,  firmada  i)or 
médico  de  cualquier  localidad,  previa  la  legalización  de  la  firma  por  el  sub- 
delegado de  la  residencia  de  aquél,  bastará  para  obtener  del  Director  faculta- 
tivo del  Establecimiento  la  papeleta  indispensable  para  el  uso  de  las  ag-uas. 
trátese  de  bañista  pobre  ó  acomodado,  previo  pago  por  los  últimos  de  los 
derechos  asignados  al  Médico-Director,  ora  pertenezca  al  Cuerpo,  ora  sea  de 
nombramiento  libre.  En  todo  caso,  este  Director  podrá  anotar  en  la  misma 
prescripción  del  facultativo  que  hubiere  sido  consultado  por  el  enfermo, 
las  observaciones  que  le  sugiera  su  conciencia  profesional,  declinando  su 
responsabilidad,  sin  obligar  al  enfermo  á  ser  reconocido. 

Art.  175.  Cualesquiera  Médicos-Directores  de  aguas  minerales  podrán 
exigir  para  sí  propios,  de  cada  individuo  que  haga  uso  de  ellas,  la  remune- 
ración que  marca  el  Reglamento  y  prescripciones  aclaratorias  en  la  actua- 
lidad vigentes. 

Art.  176.  Los  propietarios  de  manantiales  de  aguas  minerales,  declara- 
das de  utilidad  pública  coíi  arreglo  á  las  prescripciones  vigentes,  podrán 
expenderlas  embotelladas,  sin  otra  autorización  ni  intervención  que  la  del 
Inspector  del  distrito  correspondiente,  quien  prescribirá  las  reglas  necesa- 
rias para  que  el  embotellamiento  ^e  haga  en  condiciones  adecuadas  para 
conservar  las  propiedades  y  virtudes  de  las  aguas  y  garantir  la  identidad 
de  éstas  contra  suplantaciones  ú  otros  fraudes.  Pí>r  este  servicio  no  corres- 
ponderá al  Inspector  remuneración  alguna  especial  distinta  de  la  asignada 
en  el  art.  170.  Los  manantiales  que  solo  tuvieran  autorización  parala  venta 
de  sus  aguas  embotelladas,  no  podrán  ser  utilizadas  por  los  enfermos  en  el 
sitio  de  su  emergencia. 

Art.  177.  Cada  botella  de  agua  mineral  destinada  al  consumo  público, 
deberá  llevar  una  etiqueta  que,  con  caracteres  bien  legibles,  exprese  : 

1.°  El  nombre  del  término  municipal  ó  de  la  localidad  donde  emerg-e  el 
manantial. 

2.°  Kl  nombre  con  que  cada  manantial  ha  sido  reconocido  de  utilidad 
pública. 


Instrucción  general  de  Sanidad  púMica  9S 


Y  3.'  La  composición  de  las  aguas  en  epígrafe  abreviado  y  según  la 
taxonomía  oñcial  vigente. 

Art.  ns.  Los  contratos  entre  los  médicos  habilitados  y  los  propietarios 
deberán  subsistir  una  temporada  oficial  completa,  y  el  incumplimiento  por 
una  ú  otra  parte  dará  derecho  á  mutua  indemnización,  salvo  los  casos  de 
enfermedad  por  parte  del  médico  ó  de  clausura  del  Establecimiento. 

Art.  179.  Para  la  declaración  de  utilidad  pública  de  los  manantiales  de 
aguas  minerales,  subsistirán  las  prescripciones  del  Reglamento  de  1814. 

Capítulo  XIV 
Estadittioas  sanitarias 

Art.  ISO.  La  recopilación,  organización  y  publicación  de  la  estadística 
sanitaria,  será  dirigida  por  la  Comisión  correspondiente  del  Real  Consejo 
de  Sanida<i  y  el  Inspector  general  de  Sanidad  exterior. 

Art.  181.  Todos  los  médicos,  parteras,  profesores  en  el  arte  de  los  par- 
tos, veterinarios  y  demás  personas  que  ejerzan  prol'esiones  sanitarias,  están 
obligados  á  proporcionar  cuantos  datos  estadísticos  se  les  pidan,  y  serán 
corregidas  con  multas  ú  otras  sanciones  reglamentarias  las  faltas  de  pun- 
tualidad ó  de  veracidad  en  que  incurriesen. 

Art.  182.  Los  médicos  que  presten  sus  servicios  en  cualesquiera  asilos, 
hospitales,  dispensarios  ú  otros  establecimientos,  deben  enviar,  en  fin  de 
cada  mes,  al  Inspector  municipal  del  distrito  de  su  residencia,  ó  al  Jefe  del 
establecimiento  donde  sirvan,  el  cuadro  exacto  de  los  enfermos  por  ellos 
asistidos  durante  el  mes,  con  expresión  del  diagnóstico  de  la  dolencia  y  su 
terminación,  si  la  hubiere  tenido,  mencionando  los  que  quedaran  on  trata- 
miento. Los  Jefes  de  hospitales  harán  un  cuadro  resumen  para  remitirle 
puntualnif'nte  al  Iiíspector  municipal  del  distrito. 

Art.  183.  Los  Inspectores  municipales  recopilarán,  durante  los  primfros 
diez  días  de  cada  mes,  los  datos  relativos  al  mes  anterior  que  de  los  médicos 
libres  y  de  los  hospitales  ó  asilos  hayan  recibido,  y  con  mencicin  precisa  y 
nominal  de  los  facultativos  que  hubieren  dejado  de  cumplir  con  el  artículo 
anterior,  remitirán  el  resumen  al  subdelegado  del  distrito;  imponiendo 
desde  luego  la  multa  de  25  pesetas  al  que  voluntariamente  hubiera  dejado 
de  cumplir  esta  prescripción. 

Art.  184.  Los  subdelegados  de  Medicina  refundirán  en  un  solo  cuadro 
los  de  los  Inspectores  municipales  del  partido,  y  en  la  segunda  decena  de 
cada  m'*s  lo  enviarán  al  Inspector  provincial,  con  mención  detallada  y  per- 
sonal de  los  Inspectores  municipales  que  hubiesen  incurrido  en  falta  sin 
excusarla  satissfactoriamente. 

Art.  185.  El  Inspector  provincial  formará  un  solo  caadro  con  los  datos 
que  por  los  subdelegados  de  la  provincia  le  hayan  sido  riMuitidos,  y  en  la 
tercera  decena  del  mes  le  remitirá  al  Inspector  general  de  Sanidad  exterior. 
Si  algún  Inspector  municipal  ó  subdelegado  no  hubiese  cumplido  con  el 
precepto  del  artículo  anterior,  le  impondrá  desde  luego  la  multa  de  *25  pe- 
setas, proponiendo  la  destitución  á  la  Junta  provincial  de  Sanidad,  á  la  ter- 
cera de  estas  faltas  cometidas  en  el  mismo  año. 

El  Inspector  general  de  Sanidad  exterior  recopilará  los  datos  mensuales 
recibidos  de  las  49  provincias,  y  procederá  á  su  publicación  abreviada  en  la 
Gaceta  de  Madrid,  enviando  la  coi)ia  detallada  á  la  Comisión  de  estadística 
del  Real  Consejo  de  Sanida'd,  para  los  fines  del  artículo  siguiente. 

Art.  186.  La  Comisión  de  estadística,  una  vez  recibidos  los  mencionados 
datos,  con  las  advertencias  y  observaciones  que  el  Inspector  general  creyese 
oportunas,  procederá  á  su  análisis,  y  con  las  notas  abreviadas  que  crea  per- 
tinentes, autorizará  la  publicación  semestral  del  Boletín  Demográfico  Sani- 
tario, que  con  la  firma  y  bajo  la  responsabilidad  del  Inspector  general  debe 
publicarse. 

Art.  i87.  Además  de  estos  cuadros  de  estadística  general,  todos  los  mé- 
dicos y  funcionarios  citados  en  artículos  anteriores  deben  hacer  mención 
separada :  1.°,  de  los  casos  de  viruela ;  2.°,  de  los  casos  de  lepra :  y  3.",  de  los 
casos  de  tuberculosis  que  tuviesen  en  tratamiento. 

Art.  183.  Una  vez  declarada  oficialmente  la  existencia  de  epidemia 
en  una  localidad,  los  Inspectores  municipales  deberán  hacer  diariamente  la 
declaración  de  los  casos  de  que  alcanzaren  noticia,  y  de  su  término,  en- 


§4 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


viándola  al  subdelegado,  y  éste,  si  la  epidemia  existiera  en  varios  pueblos, 
remitirá  los  datos  especiales  de  cada  uno  al  Inspector  provincial  todas  las 
-semanas,  á  no  ser  que  por  el  mismo  le  fueran  exigidos  con  maj^or  frecuen- 
cia. La  Comisión  de  estadística  registrará  aparte  la  marcha  y  detalles  de 
cada  epidemia. 

Art.  189.  La  Inspección  general  de  Sanidad  exterior  formulará  los  mo- 
delos impresos  de  que  han  de  servirse  los  Inspectores  municipales,  los  sub- 
delegados, los  provinciales  y  la  Inspección  general,  para  facilitar  estas  es- 
tadísticas, procurando  adaptarse  á  los  aceptados  por  acuerdos  internaciona- 
les, para  laclasiflcación  y  designación  de  las  dolencias,  siend  )  los  gastos 
originados  por  esta  impresión  del  cargo  de  la  Inspección  general. 

Capítulo  XV 
Laboratorios  de  hlsrione  é  Institutos  de  vaoanaoión 

Art.  190.  Según  se  dispone  en  los  artículos  21  y  22,  todas  las  capitales 
lie  provincia  tendrán  un  Laboratorio  de  higiene  y  un  Instituto  de  vacuna- 
ción, en  cuyo  sostenimiento  ó  mejoramiento,  según  los  casos,  se  empleaní 
pnr  lo  menos  el  25  por  100  del  producto  total  de  los  ingresos  sanitarios.  La 
Diputación  provincial  y  el  Ayuntamiento  de  la  capital  procurarán  auxiliar 
€011  subvenciones  el  sostenimiento  y  la  mejora  de  estos  Laboratorios  ó  Ins- 
titutos donde  no  los  sostuvieran  anteriormente. 

Los  tipos  de  dotación  de  medios  maíerial^^s. y  de  personal,  así  como  la 
extensión  gradual  de  las  funciones  de  estos  Laboratorios  donde  no  estuvie- 
ñt^u  convenientemente  establecidos,  se  especiticarán  en  el  Real  Consejo  de 
Sarndad,  sobre  las  siguientes  bases:  1.**  Distincíóii.  entre  Laboratorios  de 
análisis  de  substancias  y  productos,  los  bacteriológicos  y  productoi-^es  de 
vacunas,  sueros  é  inoculaciones  preventivas,  ó,  por  lo  menos,  distinción  de 
Secciones  independientes.  2.°  Enumeración  de  los  servicios  de  carácter 
olieial  y  de  caríicter  particular,  con  expresión  de  los  que  por  su  índole  deban 
ser  gratuitos  ó  remunerados.  3.**  Distinción  de  análisis  que  hayan  de  sro- 
meterse  á  la  ¡)ericia  de  la  Sección  química  ó  á  la  bacteriológica,  como : 
Al  Alimentos,  bebidas  y  condimentos;  B)  Materiales  y  objetos  que  para  su 
coloración  puedan  tener  substancias  tóxicas;  Cj  Aquellas  otras  materias 
que,  no  perteuf^ciendo  á  estos  grupos,  puedan  ser  peligrosas  para  las  per- 
sonas ;  D)  Productos  desinfectantes,  para  los  cuales  será  suficiente  la  orga- 
nización del  Laboratorio  químico  y  del  personal  pericial  de  este  orden.  Se 
enumerarán  separadamente  los  servicios  de  análisis  de  productos  patológ'i- 
cos  y  bacteriológicos,  como:  deyecciones,  esputos,  orinas,  líquidos  de  cultivo 
microbiano,  sueros  y  linfas  de  inyección,  mediante  organización  del  per- 
sonal pericial  y  dotación  del  material  adecuado. 

■  Art.  191.  Además  de  los  Laboratorios  anteriormente  mencionados,  de- 
berim  los  Ayuntamientos  de  más  de  15,000  almas  facilitar  y  subvencionar 
el  sostenimiento  de  Laboratorios  municipales  para  responder,  cuando  me- 
nos, al  servicio  de  desinfección  y  á  las  necesidades  de  reconocimiento  de 
aguas,  substancias  alimenticias  adulteradas  y  análisis  de  productos  pato- 
lógicos y  de  medios  de  desinfección. 

A  esta  necesidad  acudirán  los  Municipios  de  menor  vecindario,  bien 
agrupándose  para  sostenerlos,  ó  bien  en  la  forma  que  se  indica  en  el  anejo 
sf^gLindo.  hasta  tanto  que,  previa  revisión  del  Real  Consejo  de  Sanidad,  se 
frníjiule  el  Reglamento  especial  de  Laboratorios  de  higiene,  con  la  designa- 
vUhi  precisa  de  los  medios  que  han  de  tener  con  arreglo  á  las  poblaciones  y 
ti  sos  recursos 

Art.  192.  Kl  Instituto  de  sueroterapia,  vacunación  y  bacteriología  de 
Alfonso  XIII  continuará  anejo  á  la  Comisión  permanente  y  á  la  Inspección 
general  de  Sanidadinterior,y  desempeñando  las  funciones  que  actualmente 
le  están  encomendadas  para  la  conservación  de  la  pureza  de  la  linfa  vacuna 
y  demás  inoculaciones  preservativas  y  curativas,  estableciendo  directa- 
mente relaciones  científicas  con  los  de  las  capitales  de  las  provincias  res- 
pectivas, para  proporcionarles  dichos  productos  y  acudir  á  las  necesidades 
dí^  líis  poblaciones  en  que  estos  servicios  no  estuvieran  convenientemente 
montados. 

Art.  193.  Las  poblaciones  que  por  su  numeroso  vecindario,  por  los  re- 
cursos de  su  Erario  municipal  ó  por  el  suficiente  rendimiento  de  los  dere- 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  93 


chos  sanitarios  pudiesen  sostener  más  de  un  Laboratorie,  podrán  hacerlo 
con  la  perfección  y  en  el  número  que  juzg-ueu  conveniente,  adoptando  los 
Reglamentos  que  crean  útiles,  con  aprobación  de  la  Junta  provincial  de 
Sanidad. 

Art.  194.  El  personal  técnico  de  todos  estos  Laboratorios  é  Institutos, 
ingresará  precisamente  por  oposición,  respetando  los  derechos  del  que  ac- 
tualmente se  encuentre  en  funciones,  y  el  orden  de  ascensos  á  que  tenga 
derecho  adquirido. 

Art.  195.  Los  Institutos  provinciales  ó  municipales  de  vacunación  se 
establecerán  con  arreglo  á  las  instrucciones  emanadas  del  Real  decreto  de 
15  de  enero  de  1903. 

Capítulo  XVi 
Honorarios  y  dereohoa  lanitarios 

Art.  196.  El  Real  Consejo  de  Sanidad,  á  propuesta  de  su  Comisión  per- 
manente, procederá  con  toda  urgencia  á  formular  la  tarifa  ó  tarifas  compren- 
sivas de  los  servicios  sanitarios  prestados  por  los  Inspectores  provinciales, 
municipales,  subdelegados  y  laboratorios,  que  deban  b'er  retribuidos. 

Art.  19*7.  Una  vez  formuladas  las  tarifas  se  elevarán  al  Gobierno  para 
que  determine,  según  proceda,  su  aprobación  ó  modificación,  así  como  la 
forma  en  que  han  de  percibirse  y  aplicarse  los  derechos  sanitarios  que  las 
mismas  comprenden. 

Capítulo  XVII 
Infraoolones  y  penalidad 

Art.  19?.  La  facultad  de  imponer  las  correcciones  disciplinarias  de  que 
se  trata  en  este  capítulo,  corresponderá  de  ordinario  á  los  Inspectores  de  Sa- 
nidad municipales,  ])rovinciales  y  generales,  como  delegaílos  de  los  alcal- 
des, Gobernadores  y  Ministro  déla  Gobernación,  á  los  que,  respectivamente, 
darán  previo  aviso;  salva  siempre  la  jurisdicción  propia  de  estas  autorida- 
des para  ejercerla  directamente  ó  intervenir  en  el  uso  que  de  su  delegación 
hicieron  los  Inspectores,  según  lo  ordenado  en  los  artículos  58  al  61  in- 
clusive. 

Art.  199.  Esta  intervención  de  la  autoridad  de  cada  grado  en  las  deter- 
minaciones correccionales  del  Inspector  respectivo  podrá  ser  de  oficio  ó  poi* 
reclamación  del  interesado  á  quien  la  corrección  hubiere  sido  impuesta,  y 
deberá  ser  oída  la  Junta  de  Sanidad  correspondiente  al  grado  mismo  sobre 
tales  reclamaciones  para  su  motivada  decisión. 

Art.  200.  La  circunstancia  de  ser  el  infractor  profesor  de  Medicina,  Far- 
macia ó  Veterinaria,  ó  dependiente  de  algún  establecimiento  sostenido  ó 
subvencionado  por  el  Estado,  la  provincia  ó  el  Municipio,  constituirá  una 
agravante  para  la  aplicación  de  las  correcciones  á  que  haya  dado  lugar  por 
faltas  sanitarias  cometidas  en  el  desempeño  de  las  funciones  oficiales  res- 
pectivas. Se  publicará  en  el  Boletín  Oficial  de  la  provincia  la  corrección  im- 
puesta, exceptuando  de  tal  publicidad  la  reprensión  privada,  designando 
nombres  y  cargos  de  quienes  las  hubieren  merecido. 

Art.  201.  Las  infracciones  cometidas  por  particulares  que  no  revistan 
caracteres  de  delito,  serán  castigadas  por  los  Inspectores  respectivos,  quie- 
nes tendrán  obligación  de  dar  inmediata  noticia  de  la  corrección  impuesta 
á  la  autoridad  local  correspondiente. 

Las  correcciones  de  esta  misma  índole  impuestas  á  los  funcionarios  á 
quien  se  hace  referencia  en  el  art.  205,  serán  comunicadas  también  por  los 
Inspectores  á  las  Autoridades  ó  Juntas  administrativas  de  Gobierno  ó  Pa- 
tronato de  que  dependan  aquéllos. 

Art.  202.  Las  infracciones  que  contra  lo  dispuesto  en  esta  Instrucción 
se  pueden  cometer  son  de  dos  clases  :  graves  y  leves. 

Son  infracciones  graves : 

Primero.  Las  que  consisten  en  evidente  falta  de  celo  é  inteligencia  e.i 
el  desempeño  de  empleo  ó  comisión  de  carácter  sanitario,  si  el  hecho  no 
constituye  delito. 

Segundo.  La  ocultación  de  uno  ó  más  casos  de  enfermedad  contagiosa, 
ó  de  cualquiera  de  las  especificadas  en  la  presente  Instrucción,  por  las  per- 
sonas que,  según  ella,  están  obligadas á  hacerla  declaración  ante  las  Auto- 
ridades sanitarias. 


í6 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


m 


Tercero.  El  retraso  injustificado  en  hacer  la  declaración  á  que  se  refiere 
«1  número  anterior. 

Cuarto.  La  omisión  de  cualquiera  de  las  prácticas  de  desinfección  en 
las  ocasiones  en  que  lo  exigre  la  Instrucción. 

Quinto.  La  admisión  por  los  Directores  de  cualquier  establecimiento 
benéñcct  ó  de  en*eüanza,  de  asilados  ó  educandos  que  no  presenten  una 
mortificación  de  haber  sido  vacunados. 

Sexto.  La  admisión  en  los  mismos  de  convalecientes  de  enfermedades 
CDUtagiosas,  cuyo  estado  indique  claramente  que  no  se  han  seguido  con 
todo  ng-or  las  prácticas  de  desinfección  y  prevención. 

Séptimo.  La  negativa,  falseamiento  ó  inexactitud  notoriamente  volun- 
taria de  noticias  pedidas  por  los  Inspectores  de  Sanidad  á  los  Directores  ó 
Jefes  de  cualquier  establecimiento  de  beneficencia  ó  enseñanza,  Instituto 
ú  fundación,  relativas  al  estado  higiénico  de  locales  ó  al  de  salud  de  los  de- 
pendientes, asilados,  educandos,  etc.  De  esta  infracción  serán  únicamente 
responsables  ios  Directores  y  Jefes  ó  sus  substitutos. 

Esta  disposici<3n  será  extensiva  á  los  establecimientos  de  carácter  pri- 
vado á  que  concurran  habitualmente  más  de  iO  personas. 

Octavo.  El  ocultar  un  facultativo  la  verdad  acerca  del  estado  sanitario 
de  su  clientela,  ó  del  hospital  ó  cualquier  otro  establecimiento  cuya  direc- 
ción médica  le  estuviere  encomendada. 

Art.  203.  Se  considerarán  faltas  leves  las  cometidas  por  particulares  ó 
facultativos,  infringiendo  cualquier  práctica  ó  dispoí^ición  de  las  que,  acci- 
dentalmente prerÑcritas  por  los  Inspectores  ó  cualquier  otra  autoridad  con 
atribuciones  para  dictarlas,  no  estén  taxativamente  especificadas  en  los  ar- 
tículos anteriores. 

Art.  204.  Las  infracciones  graves  serán  castigadas,  según  los  casos,  con 
inultas  de  óO  á  500  pesetas,  con  suspensión  de  empleo  y  sueldo,  ó  con  desti- 
tución del  cargo  desempeñado  por  el  infractor.  Las  leves,  con  las  represio- 
nes y  apercibimientos  públicos  ó  privados  y  multas  de  1  á  50  pesetas.  La 
graduación  de  las  correcciones  será  discrecional,  á  juicio  de  los  Inspectores 
o  autoridades  competentes,  cuando  no  estuvieren  especificadas  en  las  dis- 
posiciones vigentes. 

La  nornuí  de  aplicación  de  este  artículo  será  común  á  los  particulares,  á 
los  facultativos  de  Ciencias  médicas,  á  los  funcionarios  de  Sanidad  y  á  las 
iiutoridades,  s^gún  los  casos. 

Art.  205.  f^ara  la  aplicación  del  artículo  anterior  se  tendrá  en  cuenta  si 
Jiay  reincidencia,  y  si  el  infractor  fuere  funcionario  de  Sanidad,  será  desti- 
tuido á  la  tercera  falta  grave  que  cometiese  contra  las  leyes  .sanitarias. 

Art.  206.  Las  infracciones  del  servicio  sanitario  del  momento,  estable- 
cido en  epidemias  ó  urgencias  análogas  por  medio  de  bandos  ó  pregones, 
^lor  los  Alcaldes  ó  Gobernadores,  podrán  ser  penadas  con  multas  de  una 
hasta  50  pesetas  por  los  Inspectores  municipales,  y  de  10  hasta  500  por  los 
líispectores  provinciales. 

Siempre  que  la  infracción  pudiere  constituir  delito,  los  responsables  se- 
rán entregados  á  los  Tribunales  ordinarios. 

Art.  207.  El  individuo  que  pretendiere  burlar  las  prácticas  sanitarias  de 
desinfección  ú  observación  á  que  estuviere  sujeto,  incurrirá  en  la  multa  de 
5  á  250  pesetas. 

Si  para  realizar  su  propósito  hubiere  maltratado  ú  ofendido  á  los  funcio- 
narios sanitarios  encargados  de  dichas  practicas,  será  entregado  álos  Tri- 
bunales. 

Art.  208.  Los  médicos  de  la  Beneficencia  general,  provincial  ó  munici- 
pal, que  se  negaren  ú  prestar  los  servicios  sanitarios  que  accidentalmente  se 
les  señalare  en  casos  urgentes  y  epidemias,  serán  corregidos  con  multas 
de  25  á  5o0  pesetas,  sin  perjuicio  de  las  responsabilidades  penales. 

Art.  209.  Kl  facultativo  que  tolere  que  en  los  establecimientos  someti- 
dos á  su  dirección  médica  se  infrinjan  notoriamente  las  prescripciones  sa- 
iiitarias  de  carácter  profiláctico  ó  preventivo  contenidas  en  este  Reglamento, 
ó  que  desatendiere  las  advertencias  del  Inspector  sanitario  correspondiente, 
será  casti«-ado  con  multa  cuya  cuantía  máxima  no  exceda  del  iíraite  seña- 
lado por  la  ley  á  la  respectiva  Autoridad  municipal  ó  provincial. 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  '  p7 


Capítulo  XVIII 
Tramitación  de  los  expedientes 

Art.  210.  La  tramitación  de  los  expedientes  que  correspondan  á  la  Ad- 
ministración central  sanitaria,  se  acomodará  á  los  preceptos  del  Reglamento 
para  el  régimen  interior  del  Ministerio  de  la  Gobeniación  de  12  de  Julio 
de  1898  en  cuanto  no  se  opongan  á  los  que  se  establecen  en  esta  Ins- 
trucción. 

Art.  211.  La  plantilla  de  servicios  de  las  Inspecciones  generales  de  Sa- 
nidad, se  dividirá,  según  la  competencia  que  á  cada  una  de  ellas  contribu- 
yan los  artículos- 32  y  33,  en  los  Negociados  correspondientes  á  las  Secciones 
que  determina  el  art.  6.°  para  el  Real  Consejo. 

El  empleado  de  mayor  categoría  ó  dase  administrativa  que  en  cada  Ins- 
pección desempeñe  Negociado,  distribuirá  entre  los  demos  los  asuntos  que 
respectivamente  les  correspondan,  llevando  al  efecto  el  oportuno  registro. 

Art.  212.  Los  Jefes  de  cada  Negociado,  una  vez  hecho  por  el  oíicial  ó 
auxiliar  á  quien  se  le  encomienden  el  extracto  del  expediente,  pondrán  y 
autorizarán  con  su  firma  la  nota  de  trámite  ó  de  resolución  que  proceda, 
dando  de  ella  cuenta  al  Inspector  general  de  quien  dependnn. 

Art.  213.  Este  funcionario  decretará  ó  propondrá  al  Ministro  la  resolu- 
ción, según  proceda,  con  arreglo  á  los  artículos  9.®  y  36. 

Si  la  resoludón  requiriese  Real  orden,  el  Inspector  consignará  bajo  su 
firma  su  conformidad  con  la  nota  del  Negociado,  y  si  disintiese  de  ésta,  for- 
mulará contra-nota  dando  cuenta  de  ambas  al  Slinistro. 

Las  minutas,  acuerdos,  órdenes  y  demás  trámites  necesarios  para  dictar 
ó  cumplimentar  una  resolución,  se  rubricarán  por  el  Jefe  del  Negociado, 
cuando  el  que  dicte  ésta  sea  el  Inspeotor.  Si  es  el  Ministro,  la  rúbrica  co- 
rresponderá al  Inspector.  Los  traslados  que  éáte  autorice  los  rubricará  el 
Negociado. 

Art.  214.  El  funcionario  de  mayor  categoría  á  que  se  refiere  el  art.  216 
además  del  Negociado  que  se  le  encomiende,  se  encargará  de  los  expedien- 
tes del  personal  y  contabilidad  de  la  Inspección  y  de  recopilar  la  legislación 
de  la  misma. 

Disposicionei  transitorias 

Primera.  Los  Gobernadores  y  los  Alcaldes  procederán  á  la  constitución 
de  las  respectivas  Juntas  provinciales  y  municipales  sin  demora  alguna. 

En  las  capitales  de  provincia  y  cabezas  de  partido  actuará  provisional- 
mente, como  Secretario  de  las  Juntas  respectivas,  el  Subdelegado  de  Medi- 
cina más  antiguo  de  los  actuales  hasta  el  nombramiento  definitivo  hecho 
con  arreglo  á  las  prescripciones  contenidas  en  el  párrafo  segundo,  capítu- 
lo VII  de  esta  Instrucción.  El  Subdelegado  que  reúna  condiciones  preferen- 
tes entre  los  definitivamente  nombrados,  actuará  como  Secretario  de  la 
Junta  provincial  hasta  la  provisión  definitiva  del  cargo  en  la  forma  ?iue  en 
el  art.  -48  se  previene. 

Segunda.  Todos  los  expedientes  que  actualmente  se  encuentren  en 
tramitación  en  el  Real  Consejo  de  Sanidad,  se  darán  como  conclusos  para  el 
trámite  de  consulta  si  la  hubiera  ya  evacuado  alguna  de  las  Secciones  de 
dicho  Cuerpo.  Los  no  informados  serán  remitidos  por  la  Secretaría  actual  á 
la  nueva  Inspección  de  Sanidad  interior  ó  exterior, según  la  índole  de  aqué- 
llos, para  que  ésta  los  tramite  según  corresponda. 

Tercera.  El  Real  Consejo  de  Sanidad  y  las  Juntas  provinciales  y  muni- 
cipales desde  el  momento  de  su  constitución,  deberán  redactar  sus  Regla- 
mentos interinos  y  con  la  mayor  urgencia  los  orgánicos  y  especiales  para 
los  diferentes  servicios  que  menciona  esta  Instrucción.  Dará  el  Real  Consejo 
toda  preferencia  á  la  formación  de  las  tarifas  y  listas  de  substancias  desin- 
fectantes, aparatos  y  demás  que  hayan  de  servir  de  puntos  de  referencia  á 
las  disposiciones  reglamentarias,  como  también  al  ordenamiento  de  concur- 
sos y  oposiciones  para  las  provisiones  definitivas  de  cargos. 

Cuarta.  Tres  Consejeros  de  Sanidad  y  tres  individuos  del  Instituto  de 
Reformas  sociales,  nombrados  por  las  respectivas  Corporaciones,  harán  un 
Reglamento  de  higiene  de  fábricas  y  talleres,  presididos  por  el  Vicepresi- 
dente del  Real  Consejo  de  Sanidad. 

Quinta.    Una  comisión  compuesta  de  tres  Consejeros  del  Real  de  Sa«ri- 


g8  Instrucción  general  de  Sanidad  pública 


dad,  otros  dos  individuos  Consejeros  del  Superior  de  Agricultura  y  uno  de 
la  Asociación  general  de  ganaderos,  nombrados  por  las  Corporaciones  res- 
pectivas, procederán  á  la  redacción  de  un  Regiamento  comprendiendo  las 
disposiciones  relativas  á  estadísticas  é  higiene  de  ganadrs  y  animales  do- 
mésticos, y  bHJo  la  presidencia  del  Vicepresidente  del  Consejo  de  Sanidad. 

Dlspotioión  final 

Quedan  derogados  todos  los  Reglamentos  y  demás  disposiciones  admi- 
nistrativas que  se  opongan  al  cumplimiento  del  presente  Decreto. 

Madrid  12  de  enero  de  1904.  —  Aprobado  por  Su  Majestad.  —  Sáncht: 
Guerra. 

Anejos  4  la  Instrucolón  sr^neral  de  Sanidad  pública 

Anejo  I 

Las  enfermedades  infecciosas,  contagiosas  é  infecto-contagiosas  en  que 
serán  obligatorios  la  declaración  del  caso  á  las  Autoridades,  la  desinfección 
esmerada  del  enfermo,  anejos  y  dormitorio,  y  el  aislamiento  posible  y  sufi- 
ciente, prescritos  en  esta  Instrucción,  son,  según  informe  de  la  Real  Acade- 
mia de  Medicina,  las  siguientes :  cólera,  fiebre  amarilla,  tifus  exantema  tía», 
disentería,  fiebre  tif)idea,  peste  bubónica,  viruela,  varioloide  y  varicela, 
difteria,  escarlatina,  sarampión,  meningitis  cerebro-espinal,  septicemias,  y, 
singularmente,  la  puerperal,  coqueluciie,  gripe  y  tuberculosis. 

Anejo  II 
Medios  de  deslnf  eoolón  y  aparatos  sanitarios 

Hasta  tanto  que  por  el  Real  Consejo  de  Sanidad  se  dicte  el  Reglamentu 
relativo  á  Laboratorios,  Institutos  y  medios  de  desinfección,  podrán  lo> 
Ayuntamientos  atenerse  á  las  normas  ó  modelos  siguientes,  entendiénílolos 
cómo  recursos  mínimos  de  sus  respectivas  categorías. 

Desde  luego,  todos  los  Ayuntamientos  deberán  tener  en  un  local,  P'  r 
modesto  que  seo,  á  disposición  exclusiva  del  Inspector  municipal  de  Sani- 
dad, los  medios  que  á  continuación  se  enumeran,  á  no  existir  Laboratorios 
debidamente  montados,  en  cuyo  caso  se  regirán  por  las  disposiciones  con- 
tenidas en  los  capítulos  corresi)ondientes  de  esta  Instrucción  : 

I.  Los  Ayuntamientos  de  menos  de  ó.OCO  almas  tendrán  dispuesto  para 
las  desinfecciones,  en  los  casos  de  enfermedades  epidémicas,  infeccioj^as  y 
contagiosas  : 

I."*  Para  lavado  de  paredes  y  suelos,  la  lechada  de  cal  preparada  ¿egim 
se  advierte  al  final  de  este  anejo. 

2.''  Para  mezclar  con  las  deposiciones,  vómitos,  esputos  y  deniás  pro- 
ductos infecciosos,  la  misma  lechada. 

3.°  Para  el  lavado  de  las  manos,  objetos  no  metálicos  y  pulverización  do 
los  mismos,  la  disolución  de  subliiliado  corrosivo,  en  la  forma  que  luego  se 
describe. 

4.**  Para  la  desinfección  de  colchones,  muebles,  cortinas,  alfombra>. 
mantas  y  objetos  que  no  puedan  someterse  á  la  colada,  azufre,  con  el  cual. 
según  las  reglas  que  luego  se  prescriben,  se  producirá  el  desprendimiento 
del  gas  sulfuroso. 

5.*  Tendrá,  además,  una  ó  varias  calderas  para  someter  á  colada  las  ro- 
pas blancas  de  cuerpo  y  cama.  Estas  coladas  se  efectuarán  en  agua  hir- 
viendo, adicionando  25  gramos  por  litro  de  carbonato  ó  cloruro  sódico  pura 
elevar  el  grado  de  ebullición  del  a.íJrua. 

II.  Los  Ayuntamientos  de  5  á  10,000  almas,  emplearán  los  mismos  me- 
dios y  con  los  mismos  objetos  que  se  mencionan  en  la  clase  anterior,  y  ten- 
drán* además,  disoluciones  de  sulfato  de  cobre  para  la  mezcla  con  las  de- 
yecciones, vómitos  ó  esputos,  ácido  fénico  para  el  lavado  de  los  objetos 
metálicos,  y  pulverizadores  ordinarios  para  la  aplicación  de  estas  diso- 
luciones. 

III.  Los  Ayuntamientos  de  10  á  20,000  almas,  ademas  de  los  medios 
exigidos  á  los  anteriores,  emplearán  para  la  desinfección  de  muebles  y  ha- 


Instrucción  general  de  Sanidad  pública  gg 


bitaciones,  el  formaldehido  ;  y  las  disoluciones  de  creolina,  cresilo  y  zotal, 
para  el  lavado  de  camas  y  objetos  metálicos. 

íámplearán  para  las  coladas  á  que  se  hace  mención,  lejiadoras  de  los  mo- 
delos más  aceptados. 

IV.  Los  Ayuntamientos  de  20  á  40,000  almas,  además  de  los  medios  que 
se  exigen  á  los  anteriores,  tendrán  pulverizadores  portátiles  de  gran  poten- 
cia, lejiadoras  y  aparatos  de  desprendimiento  forzado  de  formaldehido,  de- 
biendo tener  estos  medios  distribuidos,  por  lo  menos,  en  dos  puntos  de  la 
población. 

V.  Los  Ayuntamientos  de  mayor  vecindario  de  40,000  almas,  deberán 
tener  ya  estufas  de  desinfección  fijas  y  portátiles,  lejiadoras  y  pulverizado- 
res transportables  á  domicilio,  y  dos  locales  destinados  á  la  desinfección  de 
los  objetos  que  se  les  envíen. 

Fórmulas  y  detalles  de  obtención.  —  El  orden  de  importancia  de  los  des- 
infectantes es  el  sig-uiente: 

A.  Calor. 

B.  Vapor  de  agua  á  presión  (en  estufa). 

C.  Vapores  de  form aliña. 

D.  Vapores  de  azufre. 

E.  Disoluciones  fuertes  de  sublimado,  ácido  fénico,  sulfato  de  cobre, 
creolina,  cresilos  y  productos  similares. 

F.  Lechada  de  cal  y  de  hipoclorito. 

G.  Lejías  ó  agua  salada. 

Las  aplicaciones  de  vapor  á  presión  y  de  formaldehido  se  hacen  en  apa- 
ratos especiales, 

Cuando  éstos  falten  en  absoluto  podrán  substituirse  con  los  vapores  de 
azufre  aplicados  en  la  forma  siguiente  : 

Se  quemarán  40  gramos  de  azufre  por  metro  cúbico,  tapando  previamente 
todas  las  rendijas  y  junturas  por  donde  puedan  escaparse  los  vapores  sul- 
furosos. 

Se  hace  hervir  en  la  habitación,  durante  una  media  hora,  agua  en  canti- 
dad sufl^ciente  para  llenar  de  vapor  el  local. 

El  azufre,  en  pequeños  trozos,  se  pone  en  vasijas  poco  profundas,  que  á 
su  vez  deben  colocarse  en  otras  llenas  de  agua  para  evitar  los  peligros  de  un 
incendio.  (Una  cazuela  pequeña  dentro  de  una  jofaina  con  agua  puede  ser- 
vir para  estos  fines). 

Para  inflamar  el  azufre  se  le  rocia  con  un  poco  de  alcohol,  ó  se  le  cubre 
con  algodón  en  rama  bien  empapado  en  dicho  líquido ;  se  le  prende  fuego 
y  se  deja  en  la  habitación,  procurando  no  respirar  los  vapores,  y  cerrando 
herméticamente  la  puerta,  que  no  se  abrirá  hasta  pasadas  veinticinco 
horas. 

La  disolución  fuerte  de  sublimado  se  formulará  al  1  por  1,000  de  agua,  y 
la  disolución  débil  al  ipor  2,000.  Conviene  que  ambas  se  coloreen  para  evi- 
tar errores  peligrosos ;  la  coloración  menos  expuesta  á  ellos  es  la  azul. 

La  disolución  fuerte  de  ácido  fénico  consiste  en 

Acido  fénico 50  gramos 

Ácido  tartárico 1        » 

Agua 1,000       » 

La  de  creolina,  cresilos  y  productos  similares : 

Creolina,  etc 50  gramos 

Agua 1,000       » 

La  fuerte  de  sulfato  de  cobre,  en  la  proporción  de  5  por  100,  y  la  débil  en 
la  de  2  por  100. 

La  de  hipoclorito  calcico  clorurado  (polvos  de  gas,  polvos  de  lavandera) 
en  la  de  5  gramos  por  cada  20  de  cal,  al  nacerse  la  lechada. 

La  lechada  de  cal  se  obtiene  en  el  máximo  de  actividad  desinlectora,  em- 
pleando cal  viva  de  buena  calidad,  que  se  mezcla  poco  á  poco  con  la  mitad 
de  su  peso  de  agua.  Al  contacto  del  agua  se  va  pulverizando  la  cal,  y  al  ter- 
minar la  operación,  se  guarda  el  polvo  resultante  en  un  recipiente  herméti- 
camente tapado,  y  que  se  conservará  en  un  sitio  seco.  Como  un  kilogramo 


Estudios  demográjicos  de  Barcelona 


de  cttK  después  de  absorber  500  gramos  de  og-ua,  adquiere  un  volumen  de 
íi,200  epiitímí^tros  cúbicos,  basta  con  diluirle  en  doble  volumen  de  ag-ua 
14,400  centímetros  cúbicos)  para  obtener  una  lechada  de  cal  al  20  por  100 
[íróxímamente.  y  á  la  cual  puede  agregarse  ó  no  la  disolución  de  hipoclo- 
rito  cíUeico  ei  orurado. 

El  agua  íííiiíida  para  la  ebullición  de  ropas  y  objetos,  puede  prepararse 
en  la  príiporrión  de  6  á  10  gramos  de  sal  común  por  litro  de  agua.  Entién- 
dase que  e^tü  disolución  no  se  tiene  por  desinfectante,  y  se  aconseja  con  el 
stiio  objeto  de  t^levar  el  grado  de  ebullición  del  agua. 

En  igual  bé'ntido  puede  emplearse  el  hervido  de  las  ropas  en  las  diferen- 
tes lejías  de  uso  doméstico. 

Terminada  la  enfermedad.se  llevarán  al  Eí^tablecimientode  desinfección, 
si  le  hubiera,  los  vestidos,  la  cama,  almohadas,  colchones,  sábanas,  mautas, 
colehas,  etc. 

He  procnnnñ  no  remover  estas  prendas  ni  sacudirlas,  y  se  las  envolvem 
en  l¡enKo«  em[)apados  en  una  disolución  desinfectante. 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 

roK   £1. 

Dr.  D.  Luis  Comengií 

Director  del  Insiiiuto  de  IIij<icne  urbana  de  Barcelona 

Moptalidad  durante  el  mes  de  enero  de  1904 


L  —  INFKCOIONBS 

Coqueluche. .  2 

Difteria. 11 

Disentería O 

Eííicarlulina O 

Erííiipelu    ,,*.....  6 

Eclampsia 18 

Fiebre  ijfoldeu 41 

Gan^Tena .  3 

InttueuKft .12 

Lf^pra 1 

Otras  infecciones 3 

Pflludisnia. 2 

EieUínatiümo 1 

Sarampión 4 

Septicí^mift  puerperal     ...  3 

Id.          quirurg-ica  ...  4 

Sífilis 9 

Tétanos 1 

Tuberciilosiíí 149 

Viruela. 39 

Total.     .     .     .     .^309 

n.  —  Otra 9    INFKCCIONKS    Y   PADKCl- 

UIKNT03    DH    NATURALlíZA    NO  DB- 

TKKuiSAi>A   (por  aparatos  y  sis- 
temas ), 

^^'^  vrr ''? 

IveiiKS.     .     .     .     .     .  1 

Suma  y  sii^ue.    .    .     .  2^6 


Suma  aiiterior.    .    .     .  !¿2t5 

/Boca o 

TM^^^ii    \  Estómago    ....  14 

^'f  *^*-  hntestinos    ....  ^^^ 

'  '  '  i  Otros  anexos  ...  U 

¡Peritonitis   ....  11 

i?^.^«V/>  (  Bronquiales  (Atccios).  \M\ 

/nwn        Pulmonía     ....  20-: 

ioiio,  -(p^iin^^n  y  pleurft.     .  43 

Cerebro  y  médula l^l 

Genital  femenino O 

Meninges 5" 

Urinario 3V> 

Red  linfática. 1 

Total 919 

III.  —  Otros  y  accidbntks 

Accidentes n 

Alcoholismo l 

Distrofias  constitucionales.     .  6 

Esclerema 2 

Falta  de  desarrollo     ....  13 

Fren  opa  tí  as   .......  2 

Neoplasmas    .......  34 

Senectud 5 

Sin  diagnóstico  ......  4 

Total 84 

Total  de  defunciones  .    .     .     .^3 12 
Total  de  nacimientos.    .     .     .  1248 

Abortos 106 


V^N.-^\^\^ 


Tomo  ZZVII.     Núm.  4      Barcelona  29  febrero  1904      Año  ZZVII.      Núm.  640 

Gaceta  Médica  Catalana 

SUMARIO:  Neurastenia  y  pseudofobias  de  origen  ÍDtranasal .  por  el  I>r.  Celestino  Gompal- 
red.  —  Nou  sobre  la  inyección  hipodérmica  de  oxigeno,  por  los  Doctores  Francisco  Mo- 
liner,  José  J.  Dómine  y  José  Chabás.  ~  Giróla m o  Fracasturo.  Un  higienista  del 
siglo  XVI,  por  el  Dr.  L.  Comenge. —  Sesiones  inaugurales.  Cuerpo  de  Internos  de  Medicina 
del  Hospital  de  la  Santa  Cruz,  por  el  Dr.  Rodri^uc^z  Ruiz.  —  Real  Academia  de  Medicina  y 
Cirugía  de  Barcelona,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Los  estigmas  tlsiológicos  de  la  de- 
generación, por  Luciano  Mayer.  —  La  bacilemia  tuberculosa  subaguda,  por  el  profesor 
Debove.  —  KKVisTA  CRÍTICA  BIBLIOGRÁFICA,  por  cl  Dr.  Rovlra  Oliver.  —  NoiiciAs  cibn- 
TÍFK  as:  Las  citoprecipiíinas  ó  plasmaprccipitinas.  —  Miastenia.  —  Instituto  central  de  Tera- 
péutica física  de  Roma.  — Glicolato  de  mentilo.  —  Yodiloformo.  —  Formulario  y  tratamientos 
Moiíi-KNos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Pvbiicaciones  recibidas. —Nuestra  corres- 
poNPENCiA  CON  LA  pRKNSA.^Estudios  dcmográficosdc  Barcelona, por  el  Dr.  D.Luis  Comenge. 


Neurastenia  y  pseudofobias  de  origen  Intranasal 


(I) 


POR     EL 

Dr.  Celestino  Coíspaired 


Solo  h  título  (le  nota  concisa  y  breve  presento  esta  comunicación  al 
XIV  ('ongreso  internacional  de  Medicina,  en  su  Sección  de  Rino-larin- 

La  circunstancia  de  haber  observado  varios  enfermos  que,  siendo 
neurasténicos,  preocupados  ó  semifól)icos,  tenían  lesiones  iutranasales, 
las  cuales  tratadas  por  mí,  al  desaparecer,  modifical)an  y  hasta  hacían 
desaparecer  los  trastornos  generales  de  índole  psíquica,  me  hicieron - 
pensar  y  estudiar  el  asunto  con  el  detenimiento  que  merece,  movién- 
dome afijarlo  y  á  exponerlo  á  vuestra  consideración,  para  que,  dada  su 
^n'an  importancia  y  trascendencia,  continuéis,  y  continuemos  prestán- 
dole ixuestra  atención. 

Ad-emás,  no  limito  mi  campo  de  observación  al  individuo  neurasté- 
nico, iH-eocupado,  temeroso  y  pseudofóbico,  sino  que  lo  extiendo,  por 
una  parte,  al  loco  en  sus  distintas  formas  y  fases,  y  al  criminal  (en- 
fermo social  como  el. anterior,  dig'no  asimismo  de'nuestros  estudios 
especiales)  y  por  otra  al  sujeto  sano ,  á  fin  de  poder  mejor  establecer 
coinj)araciones  y  conclusiones  alf»:ún  tanto  más  definitivas  en  lo  posible 
que  la.s  que  ahdi'a.formule,  pues  ten^^'O  necesidad  de  advertir  que,  por 
el  estado  delicado  de  mi  salud  y  por  mis  muchas  ocupaciones  profesio- 
nales, no  he  podido  ultimar  niis  trabajos  de  reconocimiento,  expL^ri- 
mentación  y  estadística. 

Por  ahora  me  veo  en  la  necesidad  de  suspenderlos  para  proseg-uirlos 
más  tarde,  y  prometo  consig-nar  el  fruto  de  mi  labor  en  un  trabajo  que 
espero  poíler  dar  á  conocer,  por  intermedio  araso  de  la  Sociéié  d'Ototo- 
{fie,  de  Rhinologje  el  de  Laryngologie,  de  PaHs. 

Ha^'O  extensivos  mis  estudios,  como  digo,  á  los  criminales,  por 
cuanto  ¿qué  son  estos  desgraciados  sino  unos  predestinados  al  mal,  tal 
vez  tan  predestinados  como  muchos  locos  que  lo  están  por  ser  hijos  de 
e2)ilépticos,  de  alcohólicos,  etc.,  etc.?  Los  recluidos  en  las  Casas  de 
corrección  y  Penales,  como  los  otros  recluidos,  son  enfermos  sociales 
que  tienen  sus  estigmas  y  alteraciones  anatómicas ,  sus  estigmas  y 
trastornos  patológicos  heredados,  y  sus  estigmas  y  anomalías  sociales 
adquiridos  en  la  mala  educación  y  pernicioso  ejeníplo,  en  el  vicio,  cos- 
tumbres y  hábitos  no  corregidos  en  la  época  y  en  la  forma  en  que  pue- 
den evitaVlos  ó  corregirlos. 

(O    Comunicación  presentada  al  XIV  Congreso  inicrnacional  de  Medicina  (Sección  de  Rino- 
laríngología). 


Neurastenias  y  pseudofobias  de  origen  intranasal 


Se  ha  oíítudiado  hasta  ahora  la  cabeza  del  loco ,  del  neurasténico  y 
del  eri rainal,  en  su  facies,  en  sus  manifestaciones  anatómicas  e\teri<>- 
res,  en  el  cerebro...  pero,  ¿por  qué  no  hace  extensivo  la  Antropología 
criminal,  por  ejemplo,  su  estudio  á  las  anomalías  intranasales,  origeu 
de  tantísimos  reflejos  y  de  tantísimos  trastornos  y  alteraciones  de  índo.e 
clínica  diferente? 

He  reconocido  neurastí^nicos  en  diferentes  categrorías  y  grados. 
desde  la  simple  preocupación  y  miedos  variados,  hasta  la  más  clara  v 
evidente  pseudofobia  en  sus  distintas  manifestaciones  estudiadas  p.V 
Grélineau;  individuos  que  acusaban  sensación  subjetivamente  falsa  df 
molestias,  ó  la  exaí»-eración  de  otras  reales  y  evidentes  por  consecuen- 
cia de  lesiones  intranasales  poco  importantes ;  casos  en  los  que  creían 
no  poder  respimr  por  sus  fosas  nasales,  atribuyéndolo  á  tumores  aloja- 
dos en  el  interior  de  sus  narices,  no  teniendo  más  que  hipertroíiíi^ 
ligeras  sin  espolones,  ni  desviaciones  del  tabique,- ni  aspiración  de  l^s 
alas  de  la  nariz,  ni  restos  de  anticuas  vegetaciones,  ni  hipertrofia  de  l:i 
amí^nlnla  de  Luska,  ni  nada,  en  fin,  sino  la  mencionada  hipertrofia  en 
zanas  que  denomino  de  electividad,  acompañada  de  otras  zonas  <le  hi- 
perestesia, preferentemente  del  cornete  y  meato  medios,  que  des- 
aparecían por  completo  al  hacer  desaparecer  la  lesión  local  intrana.^^aL 

En  cambio  he  visto  otros  en  los  que  su  causa  intranasal  se  refería 
eiarüy  ostensible  y  categóricamente  á  enormes  desviaciones  del  tabique, 
exagerados  espolones,  grandes  abultamientos  de  cornetes,  etc.,  etc., 
los  cuales,  al  desaparecer,  curaban  también  al  que  los  tenía  de  su  neii 
rasteiiia  ó  de  su  pseudofobia. 

¿Quitan  no  recuerda  algún  ejemplo  de  preocupación  constante, 
insonuuns  pertinaces ,  cefalalgias  semicontinuas  y  neurastenia  mani- 
fiesta, cuyo  sencillo  origen  era  uno  ó  dos  tapones  ceruminosos  anti^ruos. 
enormes  V  duros  que  comprimían  el  tímpano  y  la  caja,  y  que  al  ex- 
traerles hacían  cesar  y  desaparecer  aquellos  trastornos ?  Por  mi  partt- 
podría  referir  varios. 

^No  hay  reflejos  próximos  y  á  distancia,  de  origen  intranasal,  conn» 
los  hay  de  origen  auricular,  uterino,  etc.? 

¿No  registra  la  literatura  rinológica  casos  numerosos  de  epilep.sia. 
de  bocio  y  de  asma,  de  origen  intranasal  ? 

¿No  tratamos  á  diario  enfermos  que  sufren  de  mialgias  intercosta- 
les j  Iniohares  y  hasta  diafragmáticas ,  por  insuficiencia  respiratoria 
nasal ,  temporal  ó  permanente? 

Todo  esto  es  evidente.  Como  comprobación  de  algunos  hechos,  debe 
añadir  í[ue  he  tenido  enfermos  neurasténicos  y  aun  pseudofóbicos  que 
siendo  fumadores,  alcohólicos,  y  otros  con  antecedentes  sifilíticos,  le> 
he  suprimido  el  alcohol  y  el  tabaco  y  les  he  sometido  al  tratamiento 
específico  ,  sin  conseguir  más  que  ligeras  é  inconstantes  mejorías, 
hasta  que,  para  obtener  más,  he  necesitado  tratarles  sus  lesiones  in- 
tranasales. 

Cuanto  á  la  constitución  individual,  educación  y  clase  de  los  distin- 
tos enfermos  á  que  aludo  en  el  presente  trabajo,  diré  que  los  he  tenido 
débiles  y  vigorosos ;  histéricos,  nerviosos  é  irritables,  y  pacienzudos, 
flematiciss  é  insensibles ;  jóvenes  y  viejos;  hombres  y  mujeres ;  dedica- 
dos á  trabajos  de  inteligencia  y  á  las  rudas  faenas  del  campo;  aristócra- 
tas y  i>ordioseros;  religiosos  y  despreocupados. 

En  los  criminales  he  podido  igualmente  comprobar  diferentes  lesio- 
nes intranasales  en  relación  con  la  importancia  del  delito  y  con  su 
mayor  «>  menor  reincidencia.  Sin  embargo,  tengo  sin  terminar  mi- 
estudios  sobre  tan  capital  cuestión,  y  hasta  tanto  que  los  ultime,  no  debo 
111  quiero  establecer  fundamentos  científicos  definitivos. 

Puedo,  pues,  deducir  las  siguientes  conclusiones : 


r"  i 


Nota  tobn  la  inyección  hipodérmica  de  oxigeno.  /oj 

1.*  Existen  tipos  de  neurastenia  en  sus  diferentes  manifestaciones, 
foniias  y  cate|>:orías,  como  hay  individuos  pseudofóbicos  con  todas  sus 
variantes  y  en  todas  sus  gradaciones,  cuya  causa  y  sostenimiento  radica 
en  determinadas  lesiones  intranasales. 

2.*  Por  regla  general  suelen  ser  éstas:  estenosis  nasales  más  ó  me- 
nos absolutas,  con  ó  sin  compresión  constante  de  tejidos  y  del  órgano 
etmoidal ,  por  consecuencia  de  hipertrofias,  engrosamiento  de  la  mu- 
cosa y  desviaciones  del  tabique,  espolones  y  abultamientos  de  cornetes, 
acompañándose  ó  no  de  zonas  hiperestésicas. 

3/  Al  combatir  semejantes  lesiones  y  hacerlas  desaparecer,  á  la 
par  Que  cesan  los  trastornos  de  otra  índole  (local  y  general)  que  aque- 
llas lesiones  producen ,  desaparecen  igualmente  las  manifestaciones 
neurasténicas  ó  pseudofóbicas  que  presentaba  el  paciente. 

Y  4/  Es  muy  posible  que  lesiones  intranasales  semejantes  man- 
tengan determinada  relación  con  la  forma  y  calidad ,  importancia  y 
reincidencia  de  ciertos  delitos  perseguidos  y  castigados  por  el  Código. 


Hota  sobre  la  inyección  hlpoddrmiea  de  oxígeno  ^'^ 

rOR   IOS  DOCIORES 

Francisco  Moliner 

Catedrático  de  Clínica  Médica  y  Director  del  Sanatorio  de  Porta-Coeli 

José  J.   Dómine   y  José   Chabás 

Profesores  Clínicos  del  Sanatorio 

La  meditada  relación  documental  explicativa  de  las  ideas  y  hechos 
cuya  síntesis  constituye  el  exclusivo  objeto  de  la  presente  nota,  reba- 
saría los  límites  de  ésta,  pues  su  extensión,  novedad,  complejidad  y 
porvenir,  exigen  ineludiblemente  el  libro  ó  cuando  menos  el  folleto. 

Esos  informes  debidamente  extensos  y  la  adecuada  exposición  oral 
y  de  laboratorio,  anunciamos  para  plazo  no  lejano.  En  tanto,  ofrece- 
monos  gustosos  á  toda  ampliación  verbal  y  experimental  que  se  nos 
solicite  por  los  compañeros. 

La  intuición  clínica  y  el  empirismo  terapéutico,  siglo  tras  siglo  do- 
minantes, encarnada  aquélla  en  un  Hipócrates  y  vigorizada  ésta  por 
aquél  y  por  el  éxito  positivo,  han  mantenido  en  tradicional  predica- 
mento de  seguro  éxito  terapéutico  al  aire  puro,  en  toda  enfermedad  de 
índole  consuntiva.  Sin  química  afirmara  Hipócrates  la  virtud  medici- 
nal del  que  se  aromatiza  en  los  pinares ;  con  la  química  desentrañamos 
hoy  el  misterio  de  aquella  intuición  maridada  con  el  éxito  :  la  clave,  el 
oxigeno.  Y  el  aire  puro,  el  oxigenado,  el  de  la  montaña,  curaba  á  los 
éticos,  á  los  consuntivos,  á  los  escrofulosos,  siéndoles  irreemplazable 
panacea. 

La  química  que  descubriera  el  qtiid  de  la  impalpable  droga  fué  re- 
querida también  para  que  en  el  misterio  patológico  nos  diese  la  clave 
de  sus  materiales  ó  substanciales  trastornos.  Confirmando  una  vez 
más,  que  es  la  mejor  guía,  la  ideal,  descórrenos  también  aquí  el  velo 
tejido  con  suposiciones  de  casualidad  mecánica,  prejuicios  ó  nipótesis, 
y  nos  descubre  en  sutilísimas  variaciones  químicas,  primarias  y  esen- 
ciales de  nuestra  constitución  material,  &upri??ium  moveiis:  la  clave,  el 
mismo  oxígeno. 


(l^    XI V  Congreso  Internacional  de  Medicina,  Madrid,  23-30  de  abril  de  1903.  (Sección  de  Tera- 
péutica). 


'04 


Sota  sobre  la  inyección  hipodénnica  de  oxigeno 


H 


Las  variaciones  en  la  cuantía  ó  equilibrio  de  oxíg-eno  dan  la  carac- 
terística de  las  determinantes  de  toda  desinteg-ración  celular,  de  la  va- 
riación morbosa.  Se  simplifica  y  se  hace  más  ostensible  este  lieclin 
fundamental  bioquímico  (radical  fisioló^j^ico  ó  patolt^g'nico)  en  el  pro- 
ceso tlsióg-eno,  al  cual,  por  ello,  nos  contraeremos  principalmente. 

En  el  llamado  período  pretuberculoso,  especialmente  en  el  paréii- 
quima  pulmonar,  es  de  evidencia  tang-ible  é  inne*^able  la  zona  <le  re- 
ducción típica  que  reemplaza  á  la  que  hasta  entonces  fué  apta  para  Vi-^ 
fenómenos  de  oxigenación  característicos  de  su  vitalidad.  Pieza.s  de- 
mostrativas ofrece  y  ha  publicado  el  Dr.  Ferrán  (Barcelona),  que  basta 
sólo  verlas  para  asentir. 

A  esas  tan  sintéticas  como  verídicas  premisas  se  han  unido  pam 
basamentar  la  teoría  y  práctica  terapéutica  que  hacemos  pública.*^,  he- 
chos clínicos  diversos  que  la  confirman,  relativos  á  las  curaciones  íiahi- 
das  ÚG  peritonitis  tuberculosas,  merced  al  influjo  de  la  simple  lai>araT'> 
mía  en  unos  casos,  á  la  punción  con  vaciamiento  de  líquido  é  inyección 
de  aire  aséptico  en  otros;  de  ántrax  que  fueron  tratados  y  curados  cñu 
inyecciones  de  oxígeno  en  las  partes  limítrofes;  áe  fistulas  tuberculoso 
(leí  lagrimal  curadas  con  inyecciones  de  ag'ua  oxig-enada,  etc.  Est-  > 
hechos  nos  indujeron,  á  fines  de  1901,  á  la  práctica  de  las  inyecciones 
de  oxígeno  puro  en  las  mallas  del  tejido  celular. 

En  los  antedichos,  y  en  casos  dé  tuberculosis  pulmonar,  ({foideñs, 
colibacilosiSy  eclampsia  puerperal„  meningitis,  gangrena,  etc.,  eii  donde 
sospechábamos  predominando  el  fenómeno  de  rt^ducción,  la  hi])oglo- 
bulia,  la  desoxig*enación,  allí  hemos  aportado  el  oxígeno,  consigniiemi' 
positivamente,  sin  fracasos,  alivio  siempre,  curaciones  patentes  y  rápi- 
das, en  la  mayoría  de  los  casos. 

Cohibidos  por  los  límites  de  esta  nota  indicaremos  la  técnica  y  fem»- 
menología  de  tal  tratamiento,  transcribiendo  un  párrafo  de  la  tesis  que 
sobre  <^Tisioterapia>/  presentó  uno  de  nosotros,  el  Dr.  Chabás,  en  ener 
de  1902: 

«Sólo  ahora  nos  es  dable  decir  que  inyectados  con  precisa  suavida  1 
en  la  región  interescapular  (preferible),  brazo,  ing-le,  etc.,  uno  á  tre- 
litros  de  oxígeno  contenido  en  un  g-lobo  que  integra  el  aparato  consti- 
tuido por  uu  sencillo  pulverizador  ad  koc  modificado,  cuyo  frasco  lia-v 
de  lavador  y  contiene  gotas  de  esencia  de  trementina,  se  observa  :  c*- 
rrespondiente  distensión  de  los  tejidos;  pronta  absorción;  visible  t 
iiimediato  hematoseamiento  de  la  cara,  especialmente  de  los  labios: 
modemda  elevación  térmica,  á  la  que  sigue  poco  después  notable  des- 
censo hasta  la  cifra  normal  ó  pocas  décimas  más,  constante  ya  si  -^ 
prosig'ue  el  tratamiento;  notable  sensación  de  bienestar,  patente  dismi- 
nución de  los  fenómenos  de  reflejismo  que  alimentara  la  fiebre,  efe<-: 
observado  también  en  la  tifoidea  y  meningitis;  rápida  aminoración  dr 
la  tos  favorablemente  modificada ;  renace  el  apetito,  aumenta  la  ori- 
na, etc.,  etc.,  notables  fenómenos  de  alivio,  más  ó  menos  o.stensible-. 
pero  observados  siemi)re». 

Imi)()SÍbilitudos  de  transcribir  aquí  posteriores  ratificaciones  y  am- 
pliaciones y  de  describir  nuestro  aparato  inyector  que,  por  otra  part^\ 
reemplaza  ventajosamente  á  la  jeringa  Houx  y  aspiradores  Potain  Dieu- 
lafoy.  sometemos  al  sui)erior  juicio  del  mundo  médico  esta  nota,  ofr- 
ciéndonos  á  dar  cuantas  explicaciones  verbales  y  experimentales  se  u  •> 
denmnden  de  las  siguientes 

Conclusiones 

1.''  El  factor  oxígeno  juega  el  principal  papel  en  la  base  quíuiica  d- 
la  miyor  i)arte  de  los  procesos  morbosos,  especialmente  de  los  consun- 
tivos^ cuya  expresión  química  la  compendiad  fenómeno  de  reduccióu. 


Girolamo  Fra castora  io5 


2.*  La  iuyeccióa  hipodérmica  de  g-as  oxíg'eno  puro  ó  con  la  adición 
de  Qtras  substancias,  se  opone  de  un  modo  ostensible  y  preciso  á  dicho 
fenómeno,  con  resultados  prácticos  en  extremo  satisfactorios. 

3.*    Dichas  inyecciones  abren  nuevos  horizontes  á  la  Terapéutica. 


Gipolamo    Fpaeastopo  ^^^ 

Un  Itlglenlsta  del  «Iglo  XVI 

POR    EL 

Dr.  L.  Comenge 
Señoras  y  señores: 

Yo  no  sé  hasta  que  punto  y  en  que  grado,  dejando  aparte  mis  hu- 
mildes aptitudes,  este  discurso  que  aquí  empieza  y  que  por  mandato 
de  tan  sabia  corporación  he  compuesto  en  breve  tiempo,  se  amoldará  á 
los  propósitos  de  la  Academia  y  á  las  circunstancias  presentes.  Porque 
temo,  no  sin  al<^ún  fundamento,  que  se  juzgue  fuera  de  lugar  y  de 
razón  el  acudir  á  esta  solemnidad  con  vetusteces  y  recuerdos  enterra- 
dos en  el  polvo  de  los  siglos  ó  hundidos  en  la  soledad  de  lejano  pre- 
térito. 

Relatar  liechos  y  traer  á  la  memoria  pensamientos  de  longísimos 
años,  en  una  fiesta"  como  la  de  hoy,  consagrada  especialmente  á  galar- 
donar el  mérito  y  la  pujanza  de  ia  bizarra  juventud  médica;  ante  una 
institución  laboriosa  y  fecunda  que  dedica  sus  bríos  y  actividad  incan- 
sables á  conocer  y  domeñar  el  presente  vertiginoso  y  todos  sus  anhelos 
á  taladrar  el  porvenir  con  el  pensamiento,  á  despejar  las  nubes  del 
futuro  para  que  más  pronto  brille  y  resplandezca  la  aurora  del  pro- 
greso, el  sol  de  la  humana  Medicina;  conmemorar,  en  fin,  hombres  y 
evocar  ideas  de  traspuestas  centurias  en  este  recinto  rebosante  de  vida, 
de  elegancia  y  de  belleza,  cosa  es  que  pudiera  semejar,  por  sus  inme- 
rliatos  efectos,  á  inesperada  lluvia  de  tallos  mustios  y  hojas  secas  en 
ameno  y  florido  jardín. 

Mas  no  conviene  olvidar  que  aquella  lluvia  y  los  mentados  recuer- 
dos pueden  ser  de  provecho  grande;  que  así  como  el  campo  reverdece 
y  enlozana  con  los  seculares  despojos  de  su  propia  arboleda,  en  Medi- 
cina y  en  la  vida  social  es  muy  útil  y  digno  de  pechos  hidalgos  mirar 
de  vez  en  cuando  hacia  atrás  y  henchir  el  corazón  con  las  hazañas  y 
ejemplares  virtudes  de  nuestros  ascendientes  gloriosos. 

Y  puesto  que  la  Higiene,  como  toda  ciencia,  es  hija  de  los  siglos, 
obra  de  las  generaciones  que  se  legan  y  transmiten  observaciones  y  en- 
señanzas, puesto  que  las  conquistas  de  hoy  preparadas  fueron  ayer  y 
los  frutos  presentes  muestran  su  origen  en  añosas  labores,  sin  duda 
que  ha  de  ser,  en  último  análisis,  empresa  nobilísima,  placentera  y 
fortificante  venerar  á  nuestros  mayores  y  templar  nuestras  energías 
en  las  energías  y  consejos  de  los  ancianos... 

Animado  por  esta  consideración  voy  á  dedicar  algunos  minutos  á 
un  higienista  de  antaño,  á  un  médico  de  privilegiado  talento,  que 
avanzó  á  los  suyos,  se  adelantó  á  su  época  y  llegó  con  su  intuición 
hasta  nosotros  Wrenando  valiente  las  preocupaciones  científicas  de  la 
primera  mitad  del  siglo  decimosexto. 

Si  no  lograra  mi  empeño,  que  no  es  otro  que  el  de  cumplir  de  la 
mejor  manera  en  mí  posible,  con  un  deber  que  me  enaltece,  vuestro 
descontento  será  el  mayor  castigo  á  mi  osadía;  si  lo  que  os  diga  no 


(1^    Discurso  leído  en  la  noche  del  33  dt  marzo  de  1805,  en  la  sesión  extraordinaria  celebrada  por 
W  «(Academia  de  Higiene  de  Ca  tal  uñar». 


To6  Girolamo  Fracasioro 


merece  vuestro  beneplácito,  en  cuaresma  estamos,  ofreced  el  mal  ratoá 
Dios  y  que  os  tome  en  cuenta  el  sacrificio  que  de  antemano  os  agradezco. 

En  la  risueña  y  accidentada  comarca  veronense,  de  blando  clima  y 
fértil  suelo,  cubierta  de  cielo  azul  y  adornada  de  rientes  ríos  y  tran- 

Julios  lag'os  donde  aquel  se  refleja  como  en  purísimos  espejos  y  en 
onde  los  más  famosos  capitanes  hicieron  gala  y  ostentación  de  su? 
talentos  guerreros  y  crueles  maniobras,  nació  uno  de  los  hombres  que 
mayor  ahinco  pusieron  en  evitar  dolencias  á  sus  semejantes  y  restar 
víctimas  á  la  muerte. 

Con  efecto,  en  la  ciudad  de  Verona,  por  tantos  conceptos  famosa, 
vino  al  mundo,  hace  412  años,  uii  niño  que  se  llamó  Girolamo,  hijo  de 
Felipe  Fracastoro  y  de  Camila  Mascarelli,  ambos  de  no  vulgar  estirpe, 
ambos  luego  inmortales  por  la  fama  que  alcanzó  el  entonces  recién 
nacido.  Este,  como  todo  humano  ser,  ingresó  en  el  mundo  llorando, 
que  es  natural  que  así  acontezca  con  quien  viene  á  este  valle  de  amar- 
gura; pero  es  que  el  niño  Jerónimo  lloró  dos  veces,  porque  como  na- 
ciera con  la  boca  muy  pequeña  por  anormal  oclusión  de  los  labios, 
hubo  necesidad  de  corregir  el  defecto  con  operación  síangrienta,  y  así 
el  Arte  médico,  al  que  había  de  dar  inusitado  esplendor,  andando  loí^ 
años,  salvóle  de  la  muerte  apenas  entrado  en  la  vida. 

Estos  auxilios  de  la  ciencia  á  los  predestinados  á  la  inmortalidad  no 
son  raros ;  Abel  y  Newton,  los  dos  colosos  de  las  matemáticas,  nacieron 
antes  de  tiempo,  comT)  si  el  mundo  quisiera  aprovechar  más  presto 
sus  potentosas  aptitudes;  el  celebrado  capitán  Andrea  Doria,  el  Papa 
Gregorio  XIV  y  Sancho  el  Mayor,  de  Navarra,  debieron  su  salvación  a 
la  operación  cesárea,  estoes,  a  la  intervención  quirúrgica,  como  el  niño 
Fracastoro. 

Apenas  nuestro  Jerónimo  había  entrado  en  la  segunda  infancia,  su 
madre,  que  le  llevaba  en  brazos,  dícese  que  murió  abrasada  por  el  rayo 
y  nada  ocurrió  al  infante,  si  no  es  la  tremenda  desgracia  inherente  á 
la  condición  de  huérfano. 

Su  padre  aplicóse  á  darle  educación  esmerada,  y  salió  Jerónimo  pe- 
ritísimo en  matemáticas,  humanidades,  filosofía,  medicina,  sobresa- 
liendo cii  todas  las  disciplinas  y  sobre  todos  sus  condiscípulos  de  la 
célebre  Universidad  de  Padua;  fué  su  maestro  más  notable  Pomponaci, 
aristotélico,  naturalista  é  impulsor  de  la  ciencia  por  el  camino  del  libre 
examen. 

Dedicado  Fracastoro  al  ejercicio  de  la  Medicina  y  tras  no  pocas  visi- 
citudes,  adquirió  justísimo  renombre  que  le  valió  la  gratitud  del  pueblo 
y  las  distinciones  de  los  magnates.  Sancionan  esto  último  los  sig-uien- 
tes  episodios:  cuando  Carlos  Y  de  Alemania  y  I  de  España  se  dirig-ía  á 
Milán  para  llegar  á  Genova,  acudió  la  muchedumbre  á  Peschiera  anlie- 
losa  de  ver  al  César,  de  conocer  al  mayor  monarca  de  aquellas  edades; 
entre  la  multitud  hallábase  nuestro  médico,  en  quien  ñjó  su  atención 
el  Príncipe  de  Trento  y  luego  el  Emperador;  el  público  rodeó  envidioso 
y  sorprendido  al  que  mereció  tanta  honra:  era  su  paisano  Fracastoro: 
alcanzó  éste  la  protección  del  Cardenal  Bembo,  fué  médico  del  Concilio 
tridentino,  mereció  ser  consultado  en  gravísimas  cuestiones  de  salu- 
bridad y  las  tropas  pontificias  al  entrar  en  Yerona  en  son  de  g-uerra 
llevaban  orden  de  respetar  las  propiedades  del  gran  Fracastoro,  quien 
falleció  en  su  quinta  de  Cophi,  en  1553,  á  los  70  años  v  á  consecuencia 
de  una  apoplegía.  Era  Jerónimo  Fracastoro  de  baja  estatura,  recia 
complexión,  de  negros  cabellos,  barba  y  ojos  obscuros,  mirada  viva, 
rostro  simpático  y  de  nariz  incorrecta.  [Cosa  extraña!  á  los  dos  anos 
de  morir,  sus  conciudadanos  erigieron  á  la  memoria  del  esclarecido 
varón  un  suntuoso  mausoleo  en  la  iglesia  de  Santa  Eufemia  de  Verona. 


Cirolamo  Fracastoro  ¡07 

Nació,  pues,  Fracastoro  y  Mascarelli  en  la  patria  del  renacimiento, 
en  el  sig-lo  de  la  imprenta  y  del  Nuevo  Mundo,  y  floreció  en  aquella 
inmortal  centuria  de  Servet,  Lají:una  y  Valles,  Fernel  y  Pareo,  Vesalio, 
C'esalpino  y  Oolombo,  de  inextinta  fama,  de  inmarcesible  gfloria  mé- 
dica. Sur«»*ió  en  la  primavera  espléndida  de  la  civilización,  en  medio 
de  aquel  potente  foco  de  cultura  que  desde  las  orillas  del  mar  latino 
iluminó  todo  el  orbe;  en  una  edad  que  fué  un  poema  heroico  en  acción 
realizado  por  ^ií^antes;  en  un  período  excepcional  que  oyó  los  cantos 
del  Tasso  y  Ariosto,  las  enseñanzas  de  Galileo  y  de  Luis  Vives  y  admiró 
las  obras  de  Rafael  y  Mig^uel  Ángel  y  las  homéricas  aventuras  ue  Colón, 
Mag-allanes,  Hernán  Cortés  y  Elcano;  brilló,  por  fin,  en  aquella  centena 
de  colosos  del  pensamiento  y  de  la  bizarría,  al  parecer  surg'idos  de  la 
amorosa  fusión  entre  el  g'lorioso  pasado  y  el  ])orvenir  inmenso!... 

Conócesele  á  Fracastoro  como  inspiradísimo  vate,  como  autor  del 
inmortal  poema  latino  sobre  la  Sífilis  y  médico  de  g-ran  sabiduría,  mas 
no  como  excepcional  hig-ienista,  no  como  el  precursor  de  doctrinas  so- 
bre la  etiolog-ía  y  profilaxis  de  las  dolencias  infectivas  que  hoy  pudie- 
ran suscribir  los  más  entusiastas  de  la  moderna  escuela  panspermista. 

Y  bajo  este  aspecto,  que  es  en  donde  se  cimenta  y  funda  su  princi- 
pal valía,  hemos  de  estudiar  al  médico  veronense. 

Era  la  Higiene  en  conjunto  y  á  fines  de  la  centuria  xv,  heterog-énea 
reunión  de  datos  y  consejos  empíricos,  inconexo  arte  dirigido  A  la  con- 
servación de  la  salud  de  los  ricos,  de  los  favoritos  de  la  fortuna  y  cuyas 
reglas  antes  se  dedicaban  al  bien  vivir  que  á  la  racional  profilaxis  de 
las  dolencias.  Y  lo  que  á  este  último  punto  hacía  referencia,  consti- 
tuía inextricable  maraña  por  la  orfandad  de  conocimientos  patogéni- 
cos que  han  de  ser  el  más  firme  sillar  de  la  ciencia  de  la  salud. 

Basta  hojear  los  libros  del  tiempo  de  Fracastoro  y  posteriores  para 
vislumbrar  al  punto  el  laberinto  de  proi)iedades  ocultas,  de  vapores 
éorrompientes,  alteraciones  de  la  pituita  y  de  laatrabilis,  de  putrideces, 
espíritus,  fomes  aéreos,  fermentos,  quemazones  del  fluido  vital  en  el 
recinto  y  cercanías  del  corazón,  seminarios  cáusticos  y  maravillosas 
alteraciones  humorales  de  que  echaban  mano  los  antiguos  para  expli- 
car enfermedades  tan  claras  y  tan  patentes  como  la  sarna,  la  tina  y  la 
tisis 

Y  es  que  entonces  el  microscopio  no  había  salvado  ei  abismo  de  lo 
invisible,  no  se  tenia  aproximada  noción  de  los  gérmenes  patógenos  y 
faltaba  la  colaboración  de  los  siglos  para  la  demostración  experimental 
de  la  transmisión  délas  dolencias.  En  aquella  situación  caótica  levan- 
t')se  robusta  y  valiente  la  voz  del  médico  de  Verona  predicando  cono- 
cimientos y  adelantando  principios,  sobre  los  cuales  había  de  cons- 
truirse el  más  gallardo  edificio  de  la  Medicina:  la  naturaleza  de  las 
enfermedades  transmisibles  y  su  profilaxis. 

Hoy  que  nos  son  familiares  todos  los  procedimientos,  todos  los  tan- 
teos, tíjdas  las  confirmaciones  bacteriológicas,  hoy  que  poseemos  segu- 
ros medios  para  descubrir  el  germen  de  una  epidemia,  examinar  sus 
condiciones  estáticas  y  dinámicas,  las  lesiones  que  ocasionan,  los  ve- 
n(Mios  que  segregan  yVien  formas  de  anular  y  suavizar  la  índole  ma- 
li^-na  de  los  microorganismos,  todos  los  problemas,  con  aquellos  puntos 
enlazados,  si  no  se  resuelven  se  plantean  ya  con  claridad. 

Pero,  ¡nh,  señoresl  que  prever  el  futuro  por  cima  de  todas  las  igno- 
rancias y  preocupaciones  en  que  vivimos,  desmenuzar  y  corregir  el 
sistema  "generalmente  admitido  y  sin  elementos  construir  lo  que  ha  de 
ser  imperecedero,  es  labor  reservada  al  genio  como  el  de  Fracastoro, 
quien,  merced  á  su  intuición  y  á  su  espíritu  filosófico,  llegó  á  médico 
sobresaliente  é  higienista  excepcional. 


io8 


Girotamo  Fracastoro 


'i 


' 


Para  corroborar  lo  antedicho,  fijémonos  en  algunas  de  sus  asevera- 
ciones, ya  que  para  dar  idea  de  las  más  fundamentales  y  comentarías 
se  necesitaría  un  volumen  no  pequeño. 

Encuéntranse  aquéllas  en  su  obra  de  los  contagios  (1),  escrita  á  los 
63  años  de  edad,  y  la  cual  debemos  de  considerar  como  la  síntesis  ilt* 
toda  su  experiencia,  no  como  fugaz  y  atropellada  manifestación  de  uu 
pensamiento  mozo. 

El  libro  primero  trata  de  los  contagios  en  general,  y  en  él  estudia 
Fracastoro  las  más  salientes  cuestiones  enlazadas  con  tan  importante 
materia,  con  sobriedad,  método  y  penetración  envidiables.  Reclanm 
vuestra  atención:  Contagio,  dice  el  médico  veronés,  es  el  tránsito  d^ 
la  infección  de  un  indivicluo  a  otro,  de  un  miembro  á  otro  miembro  de 
un  mismo  individuo.  KI  contagio,  añade,  que  no  es  Inás  que  la  acoi«j]i 
de  los  gérmenes  virulentos  trasplantados,  difiere  del  envenenamiento, 
de  la  corrupción  y  de  la  destrucción  de  las  partes.  Diferéncianse  lus 
venenos  del  contagio,  porque  aquéllos  no  pueden  engendrar  en  un  se- 
gundo individuo  gérmenes. parecidos  á  ellos  como  los  causante^s  de  la 
primitiva  enfermedad,  y  así  los  envenenados  jamás  son  contagiosos. 
Al  demostrar  que  el  contagio  no  es  la  putrefacción,  por  más  de  qu^ 
puedan  coexistir,  ó  suceder  ésta  á  aquélla,  dice  que  la  rabia  es  enfer- 
medad contagiosa,  de  lenta  marcha,  y  sin  embargo,  no  hay  corrupción 
de  las  partes.  Tras  de  estn  idea  notable  expone  otra  no  menos  sagaz: 
la  de  que  la  acidificación  del  vino  no  depende  de  corrupción,*  antc> 
bien,  parece  como  que  lia  sido  inficionado  por  un  contagio,  es  <iecir: 
invadido  por  gérmenes;  teoría  es  esta  sobre  la  acidificación  demostradíi 
experimentalmente  en  e^stos  últimos  años  por  Pasteur. 

Creyó  Fracastoro  que  en  todo  contagio  ocurría  una  suerte  de  dt^s- 
trucción  de  las  partículas  corporales  invisibles;  pero  no  la  destruccÍDU 
primitiva  del  todo,  aunque  ésta  secundariamente  puede  venir.  Eu 
esta  aíirmación  se  echa  de  ver  que  el  médico  famoso  cre}^)  que  los  gér- 
menes obraban  primitivamente  sobre  los  elementos  del  organismo  v 
humores  en  que  los  antiguos  residenciaron  el  contagio. 

De  tres  maneras  se  verifica  éMe,  según  el  veronense:  por  sólo  coii- 
tacto,  por  intervención  de  focos  infectivos  (vestidos,  utensilios,  etc.. 
aptos  para  retener  los  gérmenes),  y  á  distancia,  existiendo  enfermeda- 
des como  las  exantemáticas  en  que  la  propagación  se  verifica  por  lo> 
tres  procedimientos  á  la  vez. 

Al  describir  cada  una  de  aquellas  vías  de  contagio,  dice  que  lo- 
gérmenes  virulentos  pueden  cobijarse  dos  ó  más  años  en  los  focu-. 
conservando  su  actividad  y  que  el  contagio  á  distancia  no  debe  atri- 
buirse á  causas  ocultas;  los  gérmenes,  en  este  caso  sorprendeute,  >r 
comportan  de  manera  parecida  á  las  partículas  invisibles  de  las  subs- 
tancias aromáticas  ó  irritantes,  en  su  difusión.  Los  gérmenes  inorb» 
sos,  continúa,  están  dotados  en  sus  excursiones  de  dos  clases  de  movi- 
mientos, uno  propio  y  otro  extraño  ó  de  arrastre  por  fuerzamayor. 

Las  semillas  contagiosas  (que  pueden  ser  destruidas  por  el  fuego  > 
por  el  frío),  penetran  en  el  organismo  por  diminutos  poros,  ganan  lo> 
pequeños  vasos,  entran  en  la  sangre  é  invaden  el  corazón,  no  como  -r 
un  enemigo,  no  deliberadamente,  porque  carecen  de  conciencia  y  de 
voluntad. 

Los  gérmenes  contagiosos  de  menguada  vitalidad  ó  envueltos  en 
medios  viscosos,  tardan  más  en  su  difusión  que  los  más  vivos  y  los  qu- 
penetran  en  el  cuerpo  por  las  vías  aereas. 

Enseña  en  su  libro  el  médico  poeta  que  los  contagios  en  esencia 


í  I)    Hicronimi  Fracastorii.  De  contagionibu^  et  contaffiosis  morbis  et  e  rum  curatione.  Líbri  I'.l. 
El  Dr.  León  Mcumcr  los  ha  traducido  al  francés  adornándolos  con  notas  en  1Ü93. 


Girolamo  Fracasioro  tog 


son  una  misma  cosa,  diferenciándose  únicamente  por  sus  procedimien- 
tos de  invasión  y  progreso  y  por  sus  manifestaciones  distintas,  según 
las  circunstancias  de  los  seres  atacados  y  la  composición  de  las  partes 
invadidas.  Esta  teoría  acaso  parezca  muy  radical  y  dé  .lugar  á  pensar 
que  Fríicastoro  creyó  que  un  mismo  germen  podía"  ocasionar  distintos 
contagios,  mas  no  es  asi:  nuestro  autor  dista  mucho  de  tal  creencia,  ya 
que  sentó  categóricamente  que  cada  germen  producía  otros  semejan- 
tes k  él. 

En  el  capítulo  XII  del  libro  de  los  contagios  que  venimos  sinteti- 
zando, mas  no  siguiendo  su  exposición  literalmente,  sienta  el  doctor 
<los  teorías  importantísimas  que  motivan  en  los  días  presentes  empena- 
<las  discusiones,  á  saber:  la  teoría  del  hábito  para  explicar  la  inmuni- 
(lad,  y  la  de  la  autoinfección.  Respecto  á  la  segunda,  dícenos  Fracas- 
toro  que  algunos  contagios  nacen  y  prosperan  dentro  de  nosotros,  en 
uno  de  los  órganos,  y  luego  se  difunden  á  otros  sitios  de  la  economía. 
Ora  proceden  de  autoinfección,  ora  vengan  de  fuera,  siempre  se  origi- 
nan estas  semillas  morbosas  en  cuerpos  vivos  y  sólo  en  éstos  prende  la 
infección.  Pero  en  estos  cuerpos  vivos  se  nota  que  unos  toman  el  daño 
más  fácilmente  que  otros,  y  algunos  con  gran  dificultad,  lo  que  hace 
suponer,  dice,  que  nos  podemos  habituar  á  las  fiebres  pestilentes  como 
nos  acostumbramos  á  los  venenos. 

Estas  son  las  m/is  culminantes  doctrinas  del  discípulo  de  Pompo- 
uaci,  en  su  libro  primero.  Son  ellas  tan  capitales  y  tan  sorprendentes, 
que  bastan  para  conceder  al  médico  italiano  los  honores  del  genio,  aun 
teniendo  en  cuenta  ciertas  preocupaciones  vetustas,  ciertas  nociones 
^.rróneas  que  se  registran  en  los  escritos  de  Fracastoro  que,  al  fin  y  al 
cabo,  humano  era  Jerónimo,  y  como  tal,  no  podía  desprenderse  total- 
mente de  la  atmósfera  que  lo  circundaba,  ni  evadir  la  soberana  acción 
<le  las  leyes  experimentales  que  habían  de  venir  luego  á  sancionar  in- 
tuiciones más  ó  menos  completas. 

Y  como  pudiera  creerse  que  tan  inauditas  opiniones  en  aquella  edad 
no  fuesen  hijas  de  asidua  meditación  y  convicción  arraigada,  conviene 
advertir  que  el  segundo  libro  de  la  obra  de  Fracastoro  contiene  las 
aplicaciones  de  los  principios  extractados  á  cada  una  de  las  dolencias 
contagiosas,  y  que  en  el  volumen  tercero  se  habla  de  la  profilaxis  y  te- 
rapéutica de  aquellos  males,  constituyendo  así  un  todo  armónico'  que 
justifica  la  solidez  y  grandiosidad  del  concepto  de  la  infección  y  del 
contagio  enseñado  por  Fracastoro  por  vez  primera,^  según  aseveración 
de  éste  y  del  erudito  Mercurial. 

Lláraanse  fiebres  contagiosas,  dice  Jerónimo  Fracastoro,  en  el  libro 
segundo  de  su  obra,  no  las  que  pueden  infestar  un  humor  vecino  y 
contiguo,  sino  las  que  son  capaces  de  llevar  á  otros  individuos  el  mis- 
mo mal  en  virtud  del  traslado  y  reproducción  de  los  gérmenes.  Afir- 
ma que  explicar  la  naturaleza  (le  las  fiebres  pestilenciales  por  las  pro- 
piedades ocultas  equivale  á  resolver  un  problema  por  una  incógnita. 
En  este  libro  segundo  se  combaten  las  doctrinas  sobre  el  contagio  de 
ilaleno  y  de  Montano,  y  describe  atinada  y  concisamente  el  sarampión, 
la  viruela,  la  peste  bubónica,  la  rabia,  el  tifus  petequial,  la  tisis,  la  ele- 
fantiasis y  otras  dolencias  contagiosas  en  su  sentir. 

De  conformidad  con  lo  manifestado  en  el  libro  primero,  dice  en  el  ter- 
cero el  médico  veron'^s,  que  las  enfermedades  contagiosas  deben  de  te- 
ner un  método  terap'^utico  general,  común  á  todas,  y  por  tanto  que  á  la 
destrucción  de  los  g'^rmenes  debe  el  médico  dirigir  todas  sus  fuerzas. 
Establece  dos  tratamientos,  el  profiláctico  ó  preventivo  y  el  curativo,  y 
aunque  dedica  mayor  espacio  al  segundo  (y  esto,  como  comprendéis,  es 
natural  en  aquellos  días  en  que  los  fundamentos  de  la  prevención  del 
contagio  se  desconocían),  aconseja,  sin  embargo,  que  el  principal  tra- 


Cuerpo  de  Internos  de  Medicina  del  Hospitdl  de  la  Santa  Cru:^ 


tamiento  estriba  siempre  en  dirig'ir  todo  ing^enio  y  toda  dilig-encia  cou- 
tra  lo8  seres  ó  g-érmenes  de  contag-io,  los  cuales  pueden  ser  miiertr.s. 
derrotados,  debilitados  ó  dispersados  merced  al  fuegfo,  al  frío,  á  I- 
ciiysticos  y  evacuantes,  los  cuales  pueden  alejar  un  peligro  inmi- 
neiut'... 

Dejando  á  un  lado  las  aficiones  de  Fracastoro  á  la  simpatía  y  anii- 
patífi  para  explicar  ciertos  fenómenos  fisio-patológicos  y  su  inclinaci'ii 
a  lus  fármacos,  si  elevamos  nuestro  pensamiento  hasta  los  primeria 
aíioí^  del  siglo  xvi,  cubiertos  de  niebla  densísima,  y  examinamos  in  - 
parcial  y  sintéticamente  el  sistema  morbogénico  del  italiano,  no  i)0(lrr 
mos  menos  de  reconocer  (jue  no  tan  sólo  es  grandiosa  y  admirable  •:: 
docíriim,  sí  que,  como  dije  al  principio,  pudiera  suscribirla  el  más  <le- 
cididü  panspermista  de  nuestros  tiempos.  Durante  muchos  años  qii*^- 
ílarnn  olvidados  tan  hermosos  conceptos;  las  disputas  escoláticas,  reli- 
g^iosas,  anatómicas  y  las  que  versaban  acerca  de  problemas  terapéatic- 
soterraron  las  enseñanzas  del  veronés ;  preciso  fué  que  viniera  el  si^-]i 
actuul  á  recoger  y  á  aumentar  ¡os  frutos  de  tanta  sagacidad  y  penetrachh 

Al  fin  y  al  cabo  nada  en  el  mundo  perece,  aunque  los  cambios  - 
ofrezcan  á  los  vivos  con  el  aspecto  de  la  muerte.   Cuando  el  sol  se  pcnir^ 
^  se  eclipsa,  mil  pupilas  suspendidas  del  firmamento  recogen  aqueil 
luz  y  la  mandan  á  otros  mundos  siderales... 

Lo  propio  sucede  en  la  historia  de  nuestro  arte.  Traspone  su  carrón; 
un  astro  de  primera  magnitud,  llámese  Hipócrates,  Galeno,  Sydenhan 
ó  Harwey,  y  mil  refulgentes  luceros  se  apoderan  de  sus  enseñanzas  ; 
líis  <^ünservan  y  transmiten  á  lo  larg-o  de  las  centurias,  y  así,  al  hundir^ 
en  la  tierra  Girolamo  Fracastoro,  mandó  á  lo  alto  los  rayos  de  su  i)o<lt- 
r(ís;i  iutuición,  que  sirvieron  más  tarde  de  luz  y  de  guía  á  sucesiva- 
geiií^raciones  y  de  orig:en  á  vivaces  y  fructíferas  ideas. 

¡  Asombrosa  labor,  señores,  la  del  genio  que  levanta  arrog-antes ; 
peri  tmes  fábricas  sin  otros  materiales  que  el  pensamiento !  Este  g-uiú  ; 
Cülúii,  y  una  hipótesis  nos  regaló  el  Nuevo  Mundo ;  de  otra  presuncini 
nació  el  conocimiento  de  la  tierra,  é  hipótesis  son  las  que  explican,  en 
las  iKTs  rimerías  de  este  siglo  realista,  los  más  imponentes  fenómenos  i* 
la  física  y  de  la  química;  y  es  que  en  las  ciencias,  aún  las  naturales,  t^i 
las  <]ue  mayor  importancia  se  concede  al  hecho,  la  imaginación  prepa- 
ra. \\\  razón  consolida  y  el  genio  crea,  porque  adivina,  legrando  á  Ir- 
[Hjsteriores  el  ensanche,  la  comprobación  y  el  usufructo  de  sus  ci^ii- 
quistns. 

Yh  sabéis  cual  es  vuestra  misión.  Al  realizarla,  si  á  tanto  llecra  1  • 
ventura  de  la  generación  actual,  que  no  os  desvanezca  el  triunfo  y 
acordaos  de  los  hombres  ilustres  del  pasado,  rendidles  siempre  tribiu 
rfe  justa  admiración,  porque  de  ellos  procede  la  savia  toda  de  vuestr, 
lozímía  científica,  como  arranca  y  desciende  la  higiene  modernísima, 
en  -ípran  parte,  de  la  penetración  asombrosa  de  un  médico-poeta,  «Ir^ 
gran  Fracastoro. 

He  dich' 


SESIONES  INAUGURALES 


Cuerpo  de  internos  de  Medicina  del  Hospital  de  la  Sta.  Crní 

El  día  22  del  próximo  mes  pasado  y  bajo  lá  presidencia  del  Dr.  Go:.- 
zMez  Prats,  distinguido  catedr/itico  de  la  Facultad  de  Medicina,  celel  r 
\\\  sesión  inraig-ural  el  Cuerpo  de  alumnos  internos  del  Hospital   de  i 
Santa  Cruz. 


Rtal  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona 


Declarada  abierta  la  sesión  por  el  señor  Presidente,  el  Secretario, 
Sr.  Casanovas,  leyó  una  muy  oien  escrita  Memoria,  patentizando  la 
actividad  que  durante  el  curso  anterior  habían  demostrado  los  indivi- 
duos de  dicho  Cuerpo. 

Acto  continuo,  el  Presidente  accidental  del  Cuerpo,  Sr.  Corachán, 
dio  lectura  á  su  hermoso  trabajo,  tan  bien  pensado  como  sano  en  doc- 
trina, y  con  el  que  demostró  poseer  muchos  conocimientos.  El  tema 
desarrollado  fue :  Estudio  de  ¡as  infecciones  peritoneahs  post-operatorias. 

Terminó  el  acto  el  señor  Presidente  con  una  breve  pero  elocuente 
oración,  alentando  á  los  alumnos  para  el  trabajo  y  para  que  esas  acti- 
vidades iniciadas  en  colectividad  se  perpetúen  individualmente. 

Todos  los  oradores  fueron  muy  aplaudidos. 

Dr.  Rodríguez  Ruiz. 


Real  Academia  de  Medicina  y  Cirugía 

Presidiendo  el  Dr.  Cardenal  y  con  la  asistencia  del  Decano  de  Medi- 
cina, en  nombre  del  Claustro  ;  del  Dr.  Vallejo,  en  representación  del 
Rectorado ;  de  muchos  otros  individuos,  pertenecientes  á  varias  Corpo- 
raciones, y  de  numeroso  público,  se  efectuó  la  sesión  pública  inaugfu- 
ral  de  esta  Academia  el  día  30  de  enero. 

El  señor  Secretario  reseñó  las  tareas  que  ocuparon  á  la  Academia 
durante  el  curso  anterior  del  modo  que  él  sabe  hacerlo  y  de  que  más 
de  una  vez  se  ha  hecho  eco  este  periódico. 

La  nota,  culminante  de  esta  sesión  estaba  á  cargo  del  culto  y  traba- 
jador Dr.  Martínez  Vargas.  De  él  era  de  esperar  una  labor  ae  gran 
relieve  y  k  fe  que  no  fueron  equivo^^adas  las  preconcepciones  relativas 
á  su  mérito. 

Apartándose  hasta  cierto  punto  de  la  especialidad  que  cultiva  con 
tanta  gloria  para  él  como  para  la  ciencia  española,  en  la  que  dejará 
huella  indeleble,  trató  magistralmente  de  los  Deberes  benéficos  de  Bar- 
celona. Su  discurso  es  un  trabajo  acabado  y  útilísimo  de  Higiene 
social  barcelonesa.  A  modo  de  inventario  hace  justicia  á  nuestra  ca- 
pital en  lo  mucho  bueno  que  tiene,  no  escatimando  las  alabanzas  que 
merece. 

Mas  Barcelona,  como  todo  organismo  que  crece  con  rapidez,  no 
lleva  á  la  par  la  evolución  de  todos  sus  órganos  y  no  van  armónicas 
todas  sus  funciones.  En  el  momento  presente  falta  el  consoisns  nnns, 
y  así  se  ve  que  el  gran  número  y  suntuosidad  de  sus  edificios,  su  po- 
derosa industria,  su  activo  comercio  y  tantas  otras  muestras  de  pleni- 
tud y  energía  coinciden  con  deficiencias  sanitarias  y  benéficas  en 
varios  conceptos,  falta  de  algunas  instituciones  y  dirección  reformable 
de  ciertas  de  las  existentes.  A  marcar  esos  puntos  ñacos,  más  ñacos 
aquí  en  donde  hay  tantos  robustos,  se  encaminó  el  Dr.  Martínez  Var- 
gas, haciendo  con  ello  una  buena  obra,  una  obra  de  verdadero  patriota, 
que  á  su  patria  no  quiere  ni  á  su  hogar  estima  quien  sólo  sabe  entonar 
loores  y  no  escudriña  lo  mal  dispuesto  para  enderezarlo,  lo  no  exis- 
tente para  que  germine  y  crezca  y  lo  tradicionalmente  vicioso  para 
substituirlo  por  ideas  y  prácticas  más  en  consonancia  con  los  tiempos 
actuales. 

Arrancando  de  la  vida  ordinaria,  de  los  hechos  registrados  en  su 
tarea  clínica  y  de  la  observación  de  sucesos  no  todos  médicos,  trazó 
varios  cuadros  con  mano  maestra.  Párrafos  enteros  parecían  escritos 
por  Zola.  Tal  era  el  realismo  con  que  exhibía  acontecimientos  y  mi- 
serias fotografiados  en  el  hogar  doméstico  ó  en  el  hampa   de   las  calles 

La  multiplicidad  de  talentos,  que  son  una  de  las  características  del 


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H2  Los  estigmas  Jisiológicoa  ds  la  degeneración 

sabio  Catedrático,  bien  conocida,  aumentó  aquella  noche  para  buena 
parte  del  auditorio  descubriendo  en  sus  facultades  nuevas  facetas  bri- 
llantes. Se  'destacó,  no  ya  como  excelente  médico  y  conspicuo  pedia- 
tra, sino  como  socíólogfo  cultísimo,  hig'ienista  valioso,  y  más  que  esto 
aun,  como  pensador  de  gran  mérito,  que  no  desperdicia  detalle  algunu 
y  que  desde  los  hechos  particulares,  inadvertidos  ó  indiferentes  para 
la  generalidad,  se  eleva  á  la  invención  de  leyes,  de  leyes  del  org^mis- 
mo  social,  constituyendo  de  este  modo  fuentes  de  conocimientos  útiles 
y  bien  ordenados. 

En  su  provechosa  tarea  no  se  limitó  á  disección  delicadísima,  sino 
que  marcó  orientaciones  para  un  vivir  mejor  y  unas  prácticas  más  hu- 
manitarias. 

Discursos  de  está  índole,  aparte  del  aplauso  unánime  con  que  sun 
acogidos,  y  fué  grande  y  prolongado  el  que  recibiera  el  Dr.  Vargas» 
dejan  rastro  en  el  ánimo  de  los  oyentes,  y  luego,  cuando  impresos,  en 
el  de  los  lectores.  De  esta  guisa  se  va  enseñando  á  las  clases  directo- 
ras y  á  las  dirigidas  el  buen  camino,  y  se  siembran  semillas  de  refor- 
,  ma,  que  tarde  ó  temprano  darán  frutos. 

El  autor  cumplió  bien  su  cometido.  La  Gaceta  Médica  Catalana 
envía  una  entusiasta  felicitación  á  su  prestigioso  Redactor,  felicitaci»m 
engendrada  y  expuesta  por  la  justicia,  sin  mezcla  alguna  de  cariño,  al 
que,  por  lo  mismo  que  es  tan  intenso  y  leal,  no  he  querido  darle  parto 
en  esta  reseña,  especie  de  administración  imparcial  del  suum  ciiiqíie, 

Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  <^> 

POR 

Luciano  Mayet 

Ex-interno  de  los  hospitales,  preparador  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Lyon 

El  estado  hereditario  de  menor  perfección  física  y  moral,  de  caducúiad 
del  ser  entero,  que  tiende  á  la  extinción  rápida  del  individuo  deg^enerado 
de  sus  descendientes,  es  decir,  la  degeneración,  se  traduce  por  una  serie  de 
signos  reveladores  (no  nos  atrevemos  k  decir  específicos  ó  patognomónicos\ 
que  nos  hemos  propuesto  examinar  aquí. 

Para  facilitar  la  exposición,  los  dividimos  en  cuatro  grupos :  los  estigrma^ 
anatómicos,  los  estigmas  fisiológicos,  los  estigmas  psicológicos  y  los  estig- 
mas sociológicos.  Los  dos  últimos  grupos  serán  objeto  de  artículos  ulte- 
riores. Los  anatómicos  fueron  estudiados  precedentemente  en  este  mi^-mo 
periódico  (5  y  12  de  enero  de  1901)  (2).  Solamente  trataremos  ahora  de  lo:? 
estigmas  fisiológicos. 

Una  primera,  categoría  de  estigmas  fisiológicos  reconoce  por  causa  las 
taras  anatómicas  aparentes  que  resultan  del  desarrollo  defectuoso  del  em- 
brión ó  del  sujeto  en  los  primeros  momentos  de  su  existencia.  Otros  tras- 
tornos funcionales  no  parecen  enlazados  á  ninguna  lesión  somática  evi- 
dente; pero  la  observación  clínica  ha  revelado  su  gran  frecuencia  en  lo- 
degenerados,  y  constituyen  una  segunda  serie.  En  una  tercera  serán  colo- 
cados diversos  síndromes,  estudiados  como  tales  en  patología  ó  aislados  en 
el  cuadro  nosológico,  de  modo  que  constituyan  entidades  morbosas  bien 
definidas ;  estos  síndromes  traducen  deformaciones  de  los  órganos  ocultos  «» 
de  los  elementos  anatómicos,  ambos  tanto  más  importantes  desde  el  punto 
de  vista  especial  que  nos  ocupa,  cuanto  que  el  valor  délas  deformaciones 
exteriores,  como  estigmas  de  la  degeneración,  no  está  comprobado. 

Conviene  liacer  grandes  reservas  sobre  la  'significación  de  los  estig-ma.^ 
fisiológicos.  Su  interpretación  es  muy  difícil.  Es  necesario  evitar  en  su 
estudio  una  generación  demasiado  extensa,  así  como  también  el  acordarles 


i\\    GaK.  des  hóp  ,  28  febrero  de  1903. 

(i)    Ga«rta  MttD.  Cat.,  año  lftl>2,  págs.  333,  337,  409,  439.  471,  50!,  558,  686  y  517. 


Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración 


"3 


un  valor  demasiado  absoluto ;  solamente  con  un  minucioso  análisis  de  sus 
diversos  elementos,  con  el  estudio  concienzudo  del  sujeto  que  los  reúne, 
con  la  investigación  de  la  otras  taras  deg-enerativas  físicas  ó  psíquicas  que 
puede  presentar,  con  el  conocimiento  de  sus  antecedentes  hereditarios^  de 
sus  parentescos  morbosos  familiares,  etc ,  se  evitarán  errores  fáciles  de  co- 
meter en  el  diagnóstico  del  estado  de  caducidad  hereditaria,  que  representa 
la  degeneración.  Es  preciso  saber  que  no  se  puede  afirmar  su  existencia, 
apoyándose  en  una  sola  deformación  corporal,  en  un  trastorno  fisiológico 
único,  en  una  tara  psíquica  aislada. 

Sin  insistir  más  en  estas  consideraciones  generales,  enumeraremos  los 
estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración,  agrupándolos  según  las  funciones 
y  órganos  con  los  cuales  se  enlazan.  El  cuadro  limitado  que  nos  hemos 
impuesto  nos  obliga  á  dar  jiquí  una  ligera  lista  de  los  estigmas,  evitando 
toda  discusión  relativa  á  su  valor  ó  á  su  legitimidad. 

I.  Trastornos  de  la.  motilidad.  —  Los  observados  con  más  frecuencia 
en  la  degeneración  son  los  siguientes : 


Fig.  4.  —  Mujer  neurópata.  —  Escritura  de  una  mujer  neurópata,  de  inteligencia  muy  normal, 
con  gran  viveza  de  espíritu...,  etc.  (Degenerada  superior). 

Las  convulsiones.  —  Parece  que  uno  de  los  principales  efectos  de  la  tara 
que  llevan  los  degenerados,  sea  la  creación  del  terreno  convulsionante  (véa- 
se más  abajo).  En  este  terreno  podrán  desarrollarse  una  serie  de  cfta- 
dios  clínicos:  convulsiones  de  la  infancia,  convulsiones  ligadas  á  la  histe- 
ria, movimientos  convulsivos  de  la  corea,  etc.,  que  encontramos  otra  vez 
indicando  el  gran  espacio  que  los  estados  neuropáticos  ocupan  en  el  domi- 
nio de  la  degeneración. 

El  retraso  en  el  andar.  —  Hasta  los  tres,  cuatro  y  cinco  años,  el  niño  no 
empieza  á  dar  los  primaros  pasos. 

Las  modificaciones  de  los  re/lejos  tendinosos,  más  particularmente  de  los  re- 
flejos rotulares,  que  están  muy  verosímilmente  (como  el  retraso  en  el  andar) 
bajo  la  dependencia  del  desarrollo  y  del  funcionamiento  defectuoso  de  la 


//^  La  tACiíemia  tuberculosa  subaguda 

vía  motriz.    Están  representadas  por  la  abolición,  la  disminución  ó  la  des- 
igualdad de  los  reflijiJií. 

Lotí  espasmos,  calambres*  contraclaras,  parálisis  pasajeras  ó  durables  no 
80 n  rarHíí,  En  lo.^  dfgeneradoíí  lutVriDres  pasan  muchas  veces  inadvertida^. 
Se  colocan  primeramente  en  los  descuerados  superiores,  en  quienes  su  apa- 
rición sorprende  tanto  mAs  cuniito  que  el  sujeto  g-oza,  en  apariencia,  de 
perfecta  salud  uieuraí^téuicos).  Corno  ejemplos  :  ciertos  casos  de  « torticoli< 
mental  »,  i\  los  calambres  y  paríVliííis  nocturnas». 

Alíennos  iemhÍQreH.  f^obrr^  todo  el  temblor  hereditario. 

Traslorms  de  ¡a  molUidmi  isfiníeriana,  más  particularmente  la  inconti- 
nencia de  orina,  cuyu  frecuencia  es  tal  en  los  degenerados,  que  le  dedica- 
mos un  i)sirr3if  >  especial 

Tmstorms  de  ¿a  moiUidad  ocular :  estrabismo,  sobre  todo  el  estrabismo 
.con  ve  rg'e  n  t  e .  n  is  ta(/  m  us  c  í  i  n  g:é  n  i  to . 

Mn  i  i  ¡i  dad  de  I  pu  he  llún  de  í  &ldo 

Trastornos  de  la  foz  y  de  In  paíaifru  :  la  ínudez,  el  balbuceo^  el  hablar  gan- 
goso, el  laríamiideo.  el  farfulíeo,  e)  tartajeo,  el  ceceo.  Un  sitio  aparte  debe 
daráe  k  la  afonía  de  origen  cerebraL  llamada  todavía  y  más  comunmente 
afonía  nermosa,  y  á  ciertas  maíjíteátMi' iones  laríng-eas,  migofonía  de  FraenkeL 
falta  de  resistencia  ó  fatiga  rápida  tle  la  voz  en  la  palabra,  en  el  canto,  ob- 
í?ervadíis  en  los  ueurajítónícos. 

Múdifieachnes  de  ia  escritura.  —  Sin  hacer  aquí  el  proceso  de  la  grafolo- 
gía,  conviene  reserviir  un  ptte^ítf^  a  las  modificaciones  del  graftsmo  en  lo.> 
degenerados,  l'iertos  signos  gráfleot;  pueden  tener  algún  valor  como  es- 
tigmas :  pneilen  teiipr,  porque  desgraciadamente,  en  el  estado  actual  de  la 
cuestión,  es  muy  difícil  obtener  resultados  precisos.  El  asunto  ha  tentado  a 
coutadíis  observadores  ípie  han  especialmente  considerado  los  efectos  de  los 
trastornos  motores,  del  íenablor  en  lii  escritura,  y  nuestras  investigaciones 
peTííOnnles  laun  cuando  hay:jn  sidu  proseguidas  desde  largo  tiempo)  no 
estfti.  en  sas^un  purn  que  Uis  rcsuTíiauíos  aquí.  Sin  embargo,  á  título  de 
ejemplo  re])roduciinos  aquí  algunos  autógrafos  de  degenerados,  simple- 
mente paní  indicar  la  dífcrenein  que  existe  entre  tales  escrituras  y  las  de 
sujet-ts  normales. 

Zitrderla  ó  iumicmismo ,  mnlñdeMrismo .  —  A.mbas  son  muchísimo  más 
frecuentes  +  u  l^s  degenerados  inferiores  (idiotas,  epilépticos)  que  en  los  in- 
dividuos normales. 

(Se  continuará  , 

La  baeilemia  tubepculosa  subaguda  ' 

POR    tL 

PítoF.  Debo  VE 

Con  gran  reserva  pronmn^ió  la  pidabra  baeilemia  tuberculosa  aguda,  por- 
que se  trata  de  una  enfenned  ni  que  uo  está  descrita,  de  la  que  sólo  puedo 
liaros  una  íjbservnciñn  y  aun  éstn  incompleta.  Pero  así  ha  de  ocurrir  forzo- 
samente cuaíido  st*  observan  htndios  nuevos,  sea  porque  nose  tiene  por  ^uía 
observaciones  anteriores,  sen  jíorqne  <q  diagnóstico,  como  en  nuestro  enfer- 
mo, no  ha  sidíi  hei.-hn  ba<ía  la  íiut^qKsia.  Antes  de  exponeros  la  historia  he 
de  entraren  algunas  e<>risider:icÉon's  generales. 

Los  mii*robi<»s  pueden  áwv  Xw^nv  ;i  accidentes  locales,  multiplicándose  en 
un  punto  detcrniinaíltí,  6  bit*n  a  aceidentes  generalespor  penetrar  en  la  san- 
gre y  prrívorar  renccifuie^  gein?rales  de  origen  infeccioso.  De  este  modo 
puedeM  obriir,  pjira  citar  solumente  dos  ejemplos,  el  estreptococo  y  el  pneu- 
niocoeo. 

El  estreptococo  puede  (íí'igínnr  accidentes  locales  de  erisipela  ó  de  liufa- 
gitis,  ú  bien,  peuetraudn  en  la  sangre  y  multiplicándose,  dar  lugrar  á  una 
septieeniin  r^stn  jilueoeica. 

Tgiiahnente  el  ptieunmcono  piieíle  dar  origen  á  manifestaciones  locales, 
entre  las  cuíil^^s.  hi  inús  connln,  es  la  pneumonía  ;  pero  puede  también  pe- 
netrar en  la  sangre,  multiplicarse  y  in-oducir  una  septicemia  pneuraocócica 


ih    LcccíÓQ  ciiníca  lomaJü  y  rcJüLinJa  par  el  Dr.  Ferrand,  Ga^.  des  hóp.^  10  marzo  de  1903. 


La  bacUemia  tuberculosa  fubaguda  ti 5^ 


Del  mismo  modo,  volviendo  al  asunto  que  nos  ocupa,  la  tisis  puede  oca- 
sionar accidentes  locales  ó  una  infección  tuberculosa.  Numerosas  son  las 
manifestaciones  locales  de  la  tuberculosis.  Se  puede  decir  que  ning-ún 
órgano,  ning-úu  tejido,  escapa  de  ella.  Una  de  las  tuberculosis  locales  que 
observamos  más  frecuentemente  en  los  servicios  hospitalarios  es  la  tisis  pul- 
monar; las  tuberculosis  locales  tienen  de  ordinario  una  marcha  crónica. 

Otras  veces,  la  tisis  es  agruda,  su  marcha  clínica  es  muy  rái)icia,  se  carac- 
teriza por  fenómenos  que  recuerdan  los  de  una  infección,  tal  como  la  fiebre 
tifoiiiea,  y  en  la  autopsia  se  encuentra  multitud  de  órganos  llenos  de  g-ra- 
uulaciones  tuberculosas;  parece  que  se  ha  producido  una  verdadera  erup- 
ción de  estas  pequeñas  nudosidades.  Es  muy  verosímil  que  la  sang-re  haya 
sido  la  vía  por  la  cual  las  lesiones  se  han  generalizado,  y  en  ella  existía  la 
hacilemia. 

El  hecho  es  tan  verosímil,  que  hoy  está  casi  demostrado  y  lo  estará  cier- 
tamente, g-racias  á  un  procedimiento  inventado  por  nuestro  jefe  de  labora- 
torio, Jousset,  procedimiento  que  se  ha  publicado  recientemente:  el  inos- 
copio,  del  que  voy  á  deciros  alg-unas  palabras. 

Es  muy  difícil  poner  en  evidencia  bacilos  existentes  en  sui^pensión  en  un 
líquido  flbrinoso,  porque  la  fibrina  aprisiona  los  microbios  y  los  impide 
caer  al  fondo  de  la  vasija  cónica,  en  la  que  ha  sido  colocado  el  líquido  sospe- 
choso ;  por  el  mismo  motivo  no  podréis  tampoco  aislarlos  sometiéndolos  á  la 
centrifugpación.  Pero  si  fluidificáis  la  fibrina  haciéndola  disolver  en  un 
lí(luido  antiséptico,  podréis  de  este  modo  poner  en  libertad  á  los  microbios 
y  hasta,  si  son  muy  poco  numerosos,  recog-erlos  por  centrifugación.  Este 
|)roee<limiento.  precioso  para  poner  en  evidencia  los  bacilos  de  un  derrame 
pleiirítico,  loes  mucho  mas  todavía  para  descubrir  los  bacilos  de  la  sangre. 
En  varios  tísicos  llegados  á  un  período  avanzado  de  la  enfermedad, 
Jousset  ha  podido  encontrar  el  bacilo  en  la  sangre,  lo  que  demostraría  que 
la  lesión  local  puede  dar  lugar  á  una  infección  general,  y  es  verosímil  que 
el  mismo  procedimiento,  aplicado  á  la  tisis  aguda,  daría  resultadoh  potiiti- 
ví)s.  Si  empleo  aquí  términos  condicionales,  es  porque  hablo  de  hechos  ve- 
rosímiles, pero  no  ciertos,  y  que  serán,  como  espero,  confirmados  con  las 
observaciones  ulteriores. 

Pero,  exceptuando  la  tisis  aguda,  hay,  tal  vez,  infecciones  sanguíneas  de 
origen  tuberculoso.  Nos  sucede  con  bastante  frecuencia  observar  enfermos 
para  los  cuales  asentamos  el  diagnóstico  de  enfermedad  infecciosa  y,  no 
obstante,  ni  la  clínica  ni  la  anatomía  patídógica  nos  indican  la  verdadera 
naturaleza  de  eí?ta  infección  ;  es  posible  que  cierto  número  de  ellas  se  des- 
arrollen bajo  la  influencia  del  bacilo  de  Koch ;  es  lo  que  voy  á  intentar 
demostraros  con  la  observación  de  una  enferma. 

F...,  de  34  años  de  edad,  obrera,  que  dio  á  luz  en  el  n.'' 23  de  la  sala 
Béhier,  entró  en  nuestro  servicio  el  12  de  enero  muriendo  á  los  pocos  días 
de  su  entrada.  No  nos  dio  ninguna  noticia  sobre  lasalud  de  sus  ascendientes 
ni  de  su  marido,  que  pueda  presentar  el  menor  interés  en  el  caso  particular. 
Desde  hacía  algunos  años,  estaba  sujeta  á  constipados,  pero  sin  hemop- 
tisis, y  las  indisposiciones  que  tuvo  fueron  ligeras,  puesto  que  no  se  vio 
<«biigada  á  gimrdar  cama  hasta  el  mes  de  julio  de  1902.  Ya\  este  mimiento, 
se  le  presentaroíi  súbitamente  dolores  vagos  en  las  piernas  y  se  ha  de  creer 
([ue  su  estado  era  muy  alarmante,  porque  un  médico  llamado,  que  no  hizo 
verdaderamente  el  diagnóstico,  declaró  que  estaba  perdida,  y  desde  este 
tiempo  continuó  adelgazando  sin  poder  abandonar  la  cama. 

He  supuesto  que  el  médico  que  la  visitó  en  esta  época  no  hizo  probable- 
mente el  diagnóstico.  Hubiéramos  hecho  como  él  y  hasta  podemos  confesar 
que  nuestro  diagnóstico  sólo  lo  lucimos  después  de  la  autopsia. 

Lo  que  domina  en  ella  á  su  entrada  en  el  hospital  es  la  caquexia  extrema 
en  que  se  encuentra.  Descansa  sobre  el  decúbito  dorsal,  respira  penr)sa- 
mente  y  responde  apenas  á  las  preguntas  que  se  le  hacen,  y  esto  no  sola- 
mente porque  todo  esfuerzo,  aun  ligero,  como  el  de  la  palabra,  es  para  ella 
causa  de  fatiga,  sino  porque  se  halla  en  un  estado  de  semi-entorpeci miento 
de  que  es  difícil  sacarla  Sus  respuestas  son  vagas,  se  queja  de  dolores  y 
liebre  y.  no  obstante,  su  t^^mperatura  no  es  elevada,  porque  no  llega  nunca 
á  los  í^°,  aún  en  las  ligeras  exacerbaciones  vespertinas.  El  enflaqueci- 
miento es  considerable,  la  ])alidez  es  muy  marcada  en  todo  el  cuerpo.  Hay 
iilg-o  de  edema  maleolar,  atribuíble  al  estado  caquéctico. 


ttñ  La  baciltmia  tuberculosa  subaguda 

Hu  los  signos  hasta  aquí  comprobados  nada  permite  hacer  un  diag-nób- 
iU'o  Veamos  si  seremos  más  afortunados  interrogando  los  tres  grandes 
aparatos:  digestivo,  respiratorio  y  circulatorio. 

Aparato  digestivo.  —  La  anoroxia  es  pronunciada ;  la  enferma  puede  á  1) 
mns  jibsorber  algunas  tazas  de  leche  ;  no  vomita,  pero  tiene  una  diarrea  qu^^ 
ihi  lugar  á  deposiciones  muy  próximas  y  que  no  han  sido  nunca  sanguino- 
leíítaH. 

l'A  hígado  es  grueso  y  rebasa  las  falsas  costillas  aproximadamente  en 
unos  (]i)S  dedos  ;  se  percibe  su  borde  anterior  romo ;  no  es  el  lugar  de  nin- 
guiKi  irregularidad  ni  abultamiento.  Ks  muy  doloroso  á  la  palpación  ;  este 
dnRir  es  provocado  en  tmla  la  zona  en  que  el  hígado  es  accesible,  sin  qu^- 
trn^Ti  foco  particular.    No  ha  tenido  nunca  ictericia  ni  subictericia. 

Kl  !)azo  es  igualmente  grueso;  no  sólo  se  comprueba  percutiéndolo,  siu*- 
que  se  siente  su  extremidad  inferior  palpando  el  hipocondrio  izquierdo. 

Aparato  respiratorio,  —  El  examen  del  pulmón  hace  comprobar  la  exis- 
tíMhia  de  una  bronquitis  que  se  traduce  por  los  signos  de  auscultación  lia- 
biti.nles  y  por  una  expectoración  muco-purulenta  que  no  tiene  nada  de 
curarterístico. 

Aparato  circulatorio.  —  El  corazón  lia  aumentado  un  poco  de  volumen  . 
su  punta  ha  descendido  y  se  ha  desviado  hacia  la  izquierda.  Con  la  palpa- 
ciuu  áí'  percibe  puramente  un  extremecimiento  sistólico.  Con  la  ausculta- 
ción se  nota  un  soplo  sistólico  que  se  prolonga  hasta  el  snbaco.  Este  sopl'» 
es  preeedido  de  un  redoble  presistólíco  ;  pero  no  hemos  podido  comprobar 
el  di^sdoblamiento  del  segundo  tiempo.  El  conjunto  de  estos  signos  nos  ha 
heciio  sentar  el  diagnóstico  de  insuficiencia  con  estrechez  mitral. 

Las  orinas  no  son  abundantes,  no  pasan  de  un  litro ;  son  obscuras  y  con- 
tienen una  gran  cantidad  de  albúmina. 

h-i  caquexia  se  acentúa  rápidamente  y  la  enferma  muere  á  los  pocos  día? 
sin  que  presentara  otros  fenómenos  que  íos  enunciados  precedentemente. 

lif  iioro  si  otro  médico  hubiera  hecho  el  diagnóstico  ;  pero  declaro  que  el 
ennjunto  sintomático  no  me  lo  permitía  y  que  esta  historia  hubiera  quedad- 
muy  confusa  de  no  hacer  la  autopsia. 

iímpezaremos  por  el  examen  anatómico  del  bazo,  porque  éste  nos  reve- 
Ismi  !a  verdadera  naturaleza  del  mal.  El  bazo  ha  aumentado  de  volumen  . 
su  i)i>o  es  superior  á  500  gramos,  su  superficie  presenta  zonas  pálidas  de  te- 
jtüu  iiecrosado  al  lado  de  zonas  normales.  En  el  cortf*  algunas  partes  pare- 
cíiin  r^jasy  normales,  pero  hay  numerosas  granulaciones  que  han  sufrid' 
In  d<^  generación  caseosa ;  otras,  de  un  volumen  muclío  más  consideraba^ 
estíiH  formadas  en  la  periferia  de  una  materia  caseosa  bastante  sólida,  mien- 
tras que  su  centro  está  lleno  de  una  papilla  grisácea.  Este  bazo  recuerdo 
pí)r  sus  caracteres  el  aspecto  que  observamos  en  el  bazo  de  un  gran  númer»- 
de  conejitos  de  Indias  que  sucumben  á  una  tuberculosis  experimental. 

i'ln  razón  á  la  diarrea  observada,  hemos  examinado  el  intestino  cuidadosn- 
men I e,  pero  no  presentaba  ulceraciones  tuberculosas.  Será  preciso,  pues 
para  explicar  la  diarrea,  admitir  otra  interpretación. 

(Juimdo  hay  tubérculos  en  un  órgano  cualquiera,  es  raro  no  encontrarh» 
en  el  pulmón*;  pero  esta  regla  tiene  sus  excepciones,  como  vais  á  ver.  Lo> 
pulmones  son  enflsematosos.  Hay  un  poco  de  congestión  en  las  dos  bases  ; 
líi  l>resión  hace  brotar  por  todos  los  orificios  brónquicos  una  gran  cantidad 
de  materia  espumosa  muy  aireada.  El  parénquima  pnrece  sano  y  nota  en 
el  íi^^na.  Los  vértices  están  tan  sanos  como  el  resto  del  órgano,  no  presen- 
Uiudo  ninguna  alteración  tuberculosa;  no  hay  rastro  de  adherencias  pleu- 
rales. 

Llegamos  ahora  al  examen  del  corazón,  que  ya  sabéis  se  le  había  su- 
puf'>tn  atacado  de  insuficiencia  y  de  estrechez  mitral  Kl  miocardio  está  iii' 
poen  iKÍlido.  El  corazón  dereclio  no  presenta  ningunn  alteración.  Pero  en  el 
i/j|inerdo,  en  la  gran  valva  de  la  válvula  mitral,  se  encuentran  vegetacione- 
numerosas  y  aglomeradas.  Son  sésiles  y  están  implantadas  por  su  base  ei; 
In  vsdva  y  se  dirigen  hacia  la  cavidad  vehtricular.  Su  tejido  es  blando  y  su 
asjiMfto.  como  de  coliflor,  permite  decir  que  no  se  remontan  á  un  período  le- 
jftnr>;  caracterizan  \uia  endocarditis  aguda  ó  subaguda  y  explican  bien  K> 
signos  estetoscópicos  percibidí>s  con  la  auscultación. 

No  nos  hemos  contentado  aquí  con  un  examen  macroscópico  :  hemos  ir- 
vpsllgadosi  se  pudiera  en  estas  vegetaciones  comprobar  la  presencia  á^ 


LxL  baciiemia  tuberculosa  subaguda  117 


bacilo  de  la  tuberculosis.    Esta  iuvestig-ación  ha  sido  positiva,  y  nos  encon- 
tramos ante  una  endocarditis  tuberculosa. 

También  extrajimos  una  cierta  cantidad  de  sangre  del  interior  de  las 
cavidades  cardíacas,  y  aplicando  su  procedimiento  inoscópico,  Jousset  ha 
podido  comprobar  la  existencia  de  bacilos  en  la  sangre.  Se  trataba  de  una 
baciiemia  tuberculosa. 

No  podría  deciros  cuanto  siento  que  el  examen  de  la  sangre  no  haya  sido 
hecho  en  vida  del  enfermo ;  pero  no  teníamos  ninguna  razón  para  practi- 
carlo :  no  sospechamos  la  existencia  de'la  bacilosis.  Más  adelante,  creo,  es- 
taremos autorizados,  en  vista  de  este  ejemplo,  á  practicar  la  inoscopia  en 
los  casos  en  que  de  la  tuberculosis  pudiera  sospecharse. 

¿Cómo  se  lian  producido  las  lesiones,  ó  más  sencillamente,  cuál  es  el  te- 
jido que  fué  atacado  primero  ?  Lo  ignoro,  y  sólo  podemos  sobre  este  asunto 
entregarnos  á  hipótesis,  y  ya  sabéis  es  siempre  permitido  hacer  hipótesis 
con  tal  que  no  se  las  confunda  con  los  hechos. 

Yo  creo  que  la  lesión  inicial  es  la  de  la  sangre,  que  la  baciiemia  tubercu- 
losa ha  precedido  á  las  lesiones  viscerales,  que  ella  es  la  que  ha  producido 
estas  perturbaciones  generales  que  dieron  la  idea  de  una  enrerniedad  infec- 
ciosa. No  sabría  decir  cual  ha  sido  la  puerta  de  entrada,  porque  la  de  una 
infección  puede  ser  muy  pequeña  y  escapar  fácilmente  á  las  investigacic- 
nes.  Observamos  muchas  veces  estreptococias  y  pneumococias,  sobre  cuyo 
origen  nos  es  imposible  pronunciarnos. 

La  baciiemia  ha  sido  la  causa  de  las  otras  lesiones;  ha  originado  la  tu- 
mefacción y  la  degeneración  del  bazo,  órgano  sobre  el  cual  la  mnyoría  de 
las  enfermedades  infecciosas  tienen  una  resonancia  marcada.  Bsista  recor- 
dar el  estado  del  bazo  en  el  conejito  de  Indias,  al  que  se  ha  inyectndo  mate- 
rias tuberculosas.  Si  el  bazo  no  está  ordinariamente  alterado  en  los  tísicos, 
es  porque  sus  lesiones  quedan  localizadas,  pero  la  tumefacción  es  habitual 
en  la  tisis  aguda,  que  es  probablemente  una  baciiemia.  Digo  probable- 
mente, porque  las  investigaciones  inoscópicas  de  Jousset  no  son  bastante 
nunaerosas  para  considerar  el  asunto  como  materialmente  demostrado. 

L.a  baciiemia  nos  explica  fácilmente  ,1a  existencia  de  la  endocarditis /tu- 
berculosa. Es  muy  de  notar  que  el  puímón  no  presente  lesiones  tuberculo- 
sas ;  pero  pre<onta  lesiones  de  bronquitis,  y  ya  sabéis  todos  vosotros  cuan 
frecuente  es  la  bronquitis  en  las  enfermedades  infecciosas.  Igualmente  el 
intestino  no  es  atacado  por  las  lesiones  tuberculosas,  pero  supongo  no  igno- 
raréis que  la  diarrea  sin  lesión  local  es  un  fenómeno  frecuentemente  obser- 
vado en  las  infecciones. 

Llegados  al  ftn  de  la  exposición,  me  preguntaréis  si  han  sido  publicados 
otros  hechos  parecidos  al  que  acabo  de  mostraros;  no  conozco  ningún  otro 
igual  á  este,  pero  hay  casos,  no  obstante,  que  se  pueden  comparar  muy  bien 
con  el  que  os  he  presentado.  Tal  es  el  caso  de  Scharoldt,  que  os  citaré  tex- 
tualmente, tal  como  ha  sido  relatado  en  la  excelente  revista  general  sóbrela 
tuberculosis  del  bazo,  de  Xavier  Bender  |'G'a2.  deshóp.,  1900,  números  38y  41): 

«  A.  este  hombre,  de 24  años  de  edad,  le  sobrecogió  de  improviso  un  escalo^ 
frío  violento  acompañado  de  una  fiebre  muy  alta  y  de  sudores  profusos.  El 
enfermo  es  presa  de  una  gran  debilidad  y  abatimiento  extremo  ;  se  queja  de 
dolores  de  cabeza  insoportables,  principalmente  en  la  región  frontal.  La  tos 
es  frecuente  y  va  spguida  de  una  expectoración  catarral-  En  los  pulmones 
sólo  se  notan  algunos  estertores  diseminados.  Los  ruidos  del  corazón  son 
claros  y  puros.  Ifil  abdomen  presenta  un  meteorismo  ligero  ;  no  es  doloroso 
á  la  presión,  el  hígado  es  normal,  el  bazo  está  muy  grueso,  sobrepasa  las 
falsas  costillas  ;  es  muy  fácilmente  accesible  á  la  palpación. 

El  estado  se  agrava  rápidamente  ;  la  cefalalgia  aumenta,  el  rí)stro  se  con- 
gestiona, su  coloracií'ui  varía  desde  el  rojo  hasta  el  azul  intenso;  se  producen 
epistaxis,  á  las  que  siguen  bien  pronto  diarrea  y  retención  de  orina.  El  de- 
lirio se  establece  permnnente,  primero  tranquilo,  después  acompañado  de 
carfologia,  agitaciíui  general  con  tentativa  de  evasión  del  lecho,  y  el  enfer- 
mo sucumbe  á  los  siete  días  de  entrar  en  el  hospital. 

En  la  autopsia  se  ve  un  bazo  extremadamente  hipertrofiado  que  tiene 
casi  tres  veces  su  volumen  normal  y  que  contiene,  tanto  en  la  superficie  de 
la  cápsula  como  en  el  parénquima,  numerosos  tubérculos  miliares.  El  bazo 
se  descorteza  con  mucha  dificultad  y  se  llega  penosamente  á  desprender  la 
cápsula  casi  adherente  y  soldada  arparénquima. 


u8  Resista  critica  bibliográfica 

Los  innumerables  tubérculos  miliares  se  encuentran  por  todas  parte< 
aplicados  contra  los  vasos;  el  mismo  parénquiraa  del  bazo  es  firme  y  e.>tá 
repleto  de  sangre. 

Ved  un  enfermo  que  durante  su  padecimiento  presentó  los  signos  de  una 
granulia,  y  en  la  autopsia  sólo  se  encontraron  granulaciones  en  el  bazo 
Nada  en  los  fenómenos  observados  podían  dar  luz  sobre  el  diagnóstico,  y  \o>: 
casos  análogos  son  probablemente  d'^sconocidos  ». 

Por  lo  que  á  mí  sft  refiere,  si  observase  un  caso  de  este  género,  me  apre- 
suraría á  examinar  la  sangre  con  arreglo  al  procedimiento  inoscópico  de 
■íousset,  y  si  esta  investigación  fuera  positiva,  deduciría  qup  se  trata  <!e  una 
haciUmiá  ttíberculosa  affuda,  del  mismo  modo  que  se  trata  de  una  dac¿¿e7ni4 
tuberculosa  subaguda  en  los  dos  casos  que  acabo  de  mostraros. 

Trad.  por  Ruiz  Rodrígukz  {J 

REVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

lOK     ti. 

Da.  RoviiiA  Oliviír 

Diagnóstioo  y  tratamiento  de  las  enfermedades  del  eitóma^ro  se- 
ntía el  estado  actual  de  la  oienola,  por  el  Dr.  I.  Boas.  —  Cuarta  edi- 
ción corregida  y  aumentada.  —  Traducida  por  los  doctores  D  Rafael  del 
Valle  y  D.  Miguel  Gil  y  Casares,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Moreno  Zancudo.— 
Con  48  grabados  intercalados  en  el  texto.  —  Dos  tomos.  —  De  la  Bibliotecjt 
económica  de  la  Revistado  Medicina  p  Cirugía  prácticas.  ^  M'ddriá,  1902 

Una  salva  de  aplausos  se  ha  ganado  el  Dr.  D.  Rafael  Ulecia,  director 
de  la  Biblioteca  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugia  ¡jráciicaSy  publi- 
cando la  traducción  española  de  la  notable  obra  sobre  Diagnóstito  y 
fratamiciílo  de  las  enfermedades  del  eslóma(/o ,  debida  al  Dr.  Boas  (ile 
Berlín),  y  compuesta  de  dos  tomos  en  cuarto  regular,  que  en  conjuntu 
suman  unas  mil  cien  páginas.  Kl  8r.  del  Valle,  que  lia  traducido  ti 
primer  tomo,  y  el  Sr.  Gil  Casares,  que  ha  siíLo  traductor  del  seg-undo. 
merecen  plácemes  por  la  habilidail  con  que  han  llevado  á  cabo  >u 
tarea. 

El  primer  tomo  del  libro  del  Dr.  Boas  está  dedicado  á  estudiar  de  un 
modo  general  el  diagnóstico  y  el  tratamiento  de  las  dolencias  del  estV.- 
mago,  y  en  el  segundo  tomo  se  estudia  en  especial  el  diagnóstico  y  la 
terapéutica  de  las  propias  enfennedades.  Tanto  en  uno  como  en  otr«i 
ha  ])nesto  de  relieve  su  autor  los  grandísimos  conocimientos  que  po.^ee 
en  la  especialidad  de  afecciones  del  aparato  digestivo,  y  lo  mucho  que 
esta  parte  de  la  Medicina  le  debe,  hasta  el  punto  de  que  el  nombre  del 
8r.  Boas  ha  de  ir  forzosamente  unido  á  toda  labor  de  alguna  iniport-an- 
cia  realizada  en  estas  dos  últimas  décadas  y  que  represente  un  adelanto 
en  el  estudio  de  la  Patología  gástrica. 

La  lectura  del  libro  que  me  ocupa  demuestra  claramente ,  que  la 
rái)ida  transformaci(')n  que  esta  rama  de  la  ciencia  médica  ha  sufridu 
en  pocos  años,  obedece  principalmente  al  estudio  físico-químico  de  la> 
funciones  digestivas,  sobre  cuyo  conocimiento ,  así  como  sobre  el  dr^ 
las  desviaciones  patoh'>gicas  de  íns  mismas,  se  apoya  principalmente  el 
criterio  que  informa  todo  el  trabajo  del  Dr.  Boas;  y  digo  principal- 
mente, porque  el  autor  no  deja  (le  utilizar,  cuando  lo  cree  conveniente. 
los  datos  suministrados  por  las  lesiones  anatomo-patológicas ,  con  lo 
cual  da  pruebas  de  poseer  un  sentido  práctico  de  primer  orden. 

Merced  á  la  transformación  de  que  hngo  mérito  en  el  párrafo  ante- 
rior, el  clínico  no  puede  actualmente,  en  buen  número  de  ocasiones, 
llegar  á  esclarecer  el  diagnóstico  de  una  gastropatía  y  á  instituir  una 
terapéutica  apropiada  á  ella,  sin  eini)lear  numerosos  métodos  físicos  y 
químicos  de  exploración,  qup  están  brillantemente  expuestos  en  el  libro 


Noticias  cientijicas  trg 


del  Sr.  Boas,  y  cuya  práctica  no  puede  generalmente  estar  al  alcance 
del  pantiatra,  por  exigir  largo  tiempo  y  la  posesión  de  un  laboratorio 
y  de  abundantes  instrumentos,  no  siempre  de  manejo  fácil. 

En  la  exposición  doctrinal,  no  sigue  el  Dr.  Boas  fielmente  á  ningún 
otro  autor,  sino  que  adopta  en  casi  todos  los  asuntos  un  punto  de  vista 
casi  personal ,  puesto  que  es  resultado  de  su  observación  imparcial 
y  larga. 

Las  cuestiones  litigiosas  referentes  á  Patología  gástrica  son  discu- 
tidas ampliamente  en  la  obra  que  analizo  ,  para  que  el  le^-ente  pueda 
formar  cabal  juicio  de  ellas;  empero,  el  autor  define  en  cada  caso  su 
actitud  en  tales  términos  y  con  razones  tan  poderosas,  que  sólo  por  ex- 
cepción no  lleva  el  convencimiento  al  ánimo  de  aquél. 

Conociendo  la  grandísima  importancia  que  para  el  clínico  tiene  el 
estudio  del  diagnóstico  diferencial,  elDr.  Boas  le  ha  concedido  especial 
atención,  á  juzgar  por  la  amplitud  y  el  orden  con  que  marca  las  dife- 
rencias que  separan  una  enfermedad  de  otra ,  por  lo  cual  el  libro  tiene 
un  valor  práctico  muy  positivo,  que  se  podrá  utilizar,  sobre  todo  en  los 
casos  morbosos  difíciles. 

Todo  lo  referente  á  terapéutica  está  tratado,  en  la  obra  del  señor 
Boas,  con  gran  conocimiento  de  la  fisiología  normal  y  patológica  de  la 
cavidad  gástrica;  a»í  es  que  los  consejos  del  autor  se  ajustan  mucho  á 
lo  que  cada  enfermedad  exige,  no  sólo  por  lo  que  toca  á  la  dietética,  sí 
que  también  por  lo  que  atañe  al  tratamiento  farmacológico  y  al  qui- 
ñi rgico. 

l*or  las  razones  apuntadas ,  y  otras  que  omito  en  gracia  á  la  breve- 
<  lad  ,  opino  que  el  Dr.  Boas  es  un  especialista  de  verdad  en  patología 
i  leí  estómago,  y  que  su  li])ro  despertará  y  estimulará  la  afición  al  estu- 
í  lio  de  la  misma,  única  manera  de  acabar  con  los  juicios  diagnósticos, 
liijos  de  una  falsa  observación  ,  y  de  romper  con  una  terapéutica  tan 
rutinaria  como  ineficaz. 

Sería  pecar  de  injusto  si  terminara  este  artículo  bibliográfico  sin 
hacer  constar  que  el  Prólogo  que  acompaña  á  la  edición  española ,  es- 
crito por  el  Dr.  Moreno  Zancudo,  es  digno  de  la  obra  del  Dr.  Boas. 

NOTICIAS   CIENTÍFICAS 


Las  citoprecipitinas  ó  plasmapreclpitinas.— Tra- 
duzco de  //  Progresso  Medico,  de  Turín,  el  siguiente  escrito  del  doctor 
Cayetano  Angeíici,  que  es  un  extracto  de  otro,  publicado  en  la  Clínica 
Moderna, 

Sabemos  que  el  jugo  ó  plasma  celular  perteneciente  á  un  determi- 
nado grupo  de  células  y  conveniente  al  funcionamiento  normal  de  las 
mismas,  puede  representar  á  veces  un  material  heterogéneo,  ióxico 
para  las  células  de  otro  tejido  perteneciente  al  mismo  animal  ó  á  ani- 
males de  la  propia  especie,  ó  mejor,  á  animales  de  especie  diferente, 
cuando  por  casualidad  dicho  jugo  ó  plasma  se  pone  en  contacto  di- 
recto con  estas  otras  células  y  llega  á  penetrarlas. 

Kn  efecto  :  la  inoculación  en  los  animales  de  varios  elementos  y 
plasmas  celulares  (bacterias,  hematíes,  leucocitos,  células  renales,  cé- 
lulas he])áticas,  etc.),  resulta  muchas  veces  gravemente  tóxica  y  hasta 
mortal.  Empero,  el  organismo  es  capaz  de  reaccionar  contra  los  ele- 
mentos celulares  ó  sus  productos  de  destrucción,  gracias  á  la  produc- 
ción de  substancias  anttcelulares  ó  antiplasmdílcas,  conocidas  general- 
meute  con  el  nombre  de  cUotoxinas  6  citoUsinas.  Se  conocen  diversas 
clases  de  citotoxinas  :  la-^  inmovihnas  ó paralisinas,  las  aglutininas,  las 


Noticias  cientijicas 


cítiüisinas,  propiamente  dichas,  y  las  precípitinas.  Estas  últimas  ix^ 
driati  propiamente  considerarse  como  el  prototipo  de  las  subsiaiit  iib 
íintiplasmáticas,  ya  que  puestas  en  contacto  iaviiro  con  q\ plasma  ^^\^' 
lar  míe  las  ha  producido,  lo  precipitan,  Centani  ha  sido  el  primar 
que  ha  demostrado  la  formación  de  estas  citoprecipitinas,  mediante  la< 
inyecciones  ó  vacunaciones  de  animales  con  elementos  celulaivs. 
además  las  ha  buscado  y  encontrado  hasta  en  diversos  estados  paku - 
íi:ira<,  en  los  cuales  se  forman  naturalmente  por  la  reacción  del  orír 
nisnio  contra  los  productos  de  desti'uccíón  celular. 

En  el  estado  actual  de  los  conocimientos  científicos,  no  se  puede  ol 
e>¿actitud  aseg-urar  si  la  plasmaprecipitina,  que  es  una  variedad  de  > 
>iubi4tanrias  anticelulares,  representa  realmente  un  producto  difereu: 
tb>  cualquiera  otra  substancia  anticelular,  ó  si,  al  contrario,  alguna . 
estas  substancias,  posee  un  doble  poder,  por  ejemplo,  paralizante,  n> 
pecto  á  las  células  y  precipitante  sobre  el  plasma  ae  estas  mishü 
relulas. 

í.a  investig*ación  y  estudio  de  estas  substancias  antiplasmática> - 
muy  interesante  i)ara  el  fisiólogo  y  para  el  patólogo,  ya  que  murli^ 
problemas  arduos  de  fisiopatolog-ía  general,  y  otros  de  eVentual  iiupr 
taricia  práctica  para  el  clínico  y  el  terapeuta,  se  relacionan  en  e«^í 
asunto. 

Muclias  substancias  antagonistas,  esto  es,  de  acción  contraria  ^\i- 
sí,  coexisten  en  un  mismo  organismo,  por  lo  cual  el  conocimiento  ev-ü 
íiml  de  las  citoprecipitinas  ó  substancias  plasmatóxicas,  generalmeü 
^fisioííHjicas,  podría  ser  de  suma  importancia  para  el  fisiólogo,  á  qiu^ 
iutei'esa  ahora  en  gran  manera  el  arduo  problema  de  la  utilidadltiil- 
gicuj  ó  del  significado  fisiobiológico  de  estas  substancias  antagouisia- 
coexistentes  en  el  organismo. 

Luego  el  patólogo,  al  estudiar  el  cuadro  morboso,  debe  tomar '^ 
consideración,  además  de  los  productos  de  reacción  ó  defensa  del<w 
oií^mo  contra  los  venenos  bacterianos  y  contra  las  bacterias  (barter 
aglutinina  y  bacteriolisina,  antitoxina  y  antiproteína),  los  oue  oln 
contra  los  productos  de  destrucción  celular  de  los  órganos  enierino.>; 
debe  también  considerar  la  eventual  acción  funesta  de  tales  prodin ' 
de  reacción,  que  á  la  vez  son  substancias  anticelulares, 

l'ara  utilidad  práctica  eventual  conviene  hacer  investigacione>- 
bre  las  plasmaprecipitinas  específicas,  que  pueden  obtenerse  pornu- 
di*  vacunaciones  con  plasma  de  carnes  y  órganos  enfermos. 

T)e  las  investigaciones  experimentales  del  Dr.  Angelici,  resulta: 

Que  no  existen  auto-iso  y  hetero-citoprecipitinas  fisiológicas  aeíiv 
]Hír  lo  que  se  refiere  al  plasma  de  algunos  tejidos  de  los  equinos  (calja 
asuíí  y  mulo),  como  no  existen  en  otros  animales,  según  las  inve> 
gacioiies  de  Centani ; 

Que  la  diluci'Hi  del  plasma  celular  en  agua  destilada  ó  en  ag-ua  1 
fuente,  en  vez  de  hacerse  en  solución  ¡sotónica,  puede  hacer  come: 
^i\ives  errores,  provocando  la  precipitación  de  las  globulinas,  sin  <i 
F^xista  ninguna  citoprecipitina ; 

Que  ni  siquiera  existen  precipitinas  por  lo  que  toca  al  plasma  de:- 
gnuDS  ])arásitos  (distomas)  en  los  animales  en  que  son  x)ecul¡are' 
cu  utros ; 

Que  tampoco  son  apreciables  en  el  suero  de  animales  (ovejas)  niV 
tndus  de  cirrosis  atrófica  del  hígado  respecto  al  plasma  hepático,  rim 
ct'lulas  alteradas  y  deshechas  no  provocan,  á  lo  menos  en  las  oveja- 
e:i  el  caso  estudiado  por  el  autor,  la  formación  de  una  substancia  ai' 
c^vlular  precipitante. 

La  naturaleza,  por  decirlo  así,  reactiva  de  éstas,  cuando  se  enoii;' 
tríin,debe  ser  obvia,  porque  no  sólo  no  existen  hetero-precipitinasñ?' 


Noticias  cientijicas 


lóg'icas  entre  los  animales  de  laboratorio  de  especie  diversa  y  liiás  ó 
menos  lejana,  sino  que  tampoco  existen  entre  seres  muy  separados  en 
IfV  escala  zoológica,  como  los  que  al  autor  le  sirvieron  de  estudio  (bovi- 
nos ó  equinos  y  distomas). 

Admitiendo  el  conceptp  expresado  por  algfunos  modernos  biólog-os 
sobre  la  constitución  de  la  célula  (considerada  como  una  ag*lomeración 
(le  otros  elementos  vitales  más  simples  :  bioblastos,  microzima^s  ó  cito- 
blastos),  podrían  considerarse  las  citoprecipitinas  como  substancias 
anticitoblasticas,  esto  es:  como  productos  de  reacción  contra  elementos 
vitales  celulares  (citoblastos),  los  cuales  corresponderían  á  las  bacterias 
(autoblastos),  de  la  mif^ma  manera  que  las  citoprecipitinas  correspon- 
den en  cierto  modo  á  las  bacterioprecipitinas.  Empero,  la  vulnerabili- 
dad, á  lo  menos  hasta  la  hora  presente,  de  este  nuevo  concei)to  citoló- 
g-ico,  no  permite  aseg-urar  tal  inducción  sobre  la  naturalaza  intima  de 
las  plasmaprecipitinas,  por  más  fácil  y  seductora  que  se  presente. 

A  título  de  hipótesis  'irrereniita,  que  sólo  iK)dra  valer  para  in^spirar 
investig-aciones  ulteriores,  y  sobre  la  base  de  las  actuales  nociones 
cientíñcas,  el  Dr.  Ang'elici  cree  que  el  poder  precipitante  de  un  suero 
puede  ser  debido  á  dos  factores  ó  substancias :  la  una  de  acción  osmó- 
íicay  la  otra  aglutinante  y  deprimente.  La  resistencia  de  las  substan- 
cias plasmáticas  (globulinas,  núcleo-albúminas?)  á  las  variaciones  os- 
móticas, del  propio  modo  que  el  poder  hemolitico,  según  la  opinión 
actual  de  Baumgarten,  sería  debido  en  el  suero  heterogéneo  á  dos  fac- 
tores, representado  uno  por  la  anisotonia^  y  el  otro  por  una  substancia 
capaz  de  disminuir  la  resistencia  de  los  glóbulos  á  las  variaciones  as- 
móticas  (una  seroaglntinhia). 

La  g-rande  importancia  de  la  isotonia  y  del  equilibrio  salino  en  el 
fenómeno  de  la  precipitación  en  general,  y  hasta  de  la  coagulación  de 
las  globulinas ;  la  correlación  entre  los  contenidos  salinos  de  una  solu- 
ción y  el  grado  de  precipitación  de  las  globulinas  contenidas  en  la 
misma  ;  la  contemporánea  aparición  y  coexistencia  en  el  suero  en  cier- 
tos casos  patológicos  del  poaer  hemolitico  y  citoprecipitante ;  la  común 
separación  entre  citoaglutininas  y  citoprecipitinas  (substancias  conglo- 
bantes) y  las  verdaderas  d^/m«<^.y,  y  el  idéntico  modo  de  conducirse 
respecto  al  calor  las  precipitinas  y  aglutininas,  y  la  probable  correla- 
ción entre  el  poder  precipitante  y  aglutinante  de  un  suero  ;  la  existen- 
cia ordinariamente  de'las  plas'maprecipitinas  solamente  en  el  suero 
patológico  y  no  en  los  sueros  normales  sobre  plasma  enfermo,  y  la  po- 
sible acción  excepcionalmente,  aun  en  los  sueros  normales,  sobre  cual- 
quier plasma  enfermo,  son  hechos  todos  ellos  que,  según  el  autor, 
podrían  relacionarse  entre  sí  y  explicarse  con  su  hipótesis  antes  ex- 
puesta. —  (  RoviRA  Y  Oliveh). 

Mlastenia.  —  De  un  notable  estudio  hecho  por  el  profesor 
R.  Massalongo  se  derivan  las  conclusiones  siguientes: 

1.*  La  amiostenia  ó  síndrome  miasténico  de  Erb-Goldflam-Oppen- 
heim,  caracterizado  clínicamente  por  el  agotamiento  muscular,  por  la 
hipocinesia  consecutiva  al  ejercicio  y  á  la  fatiga,  es  una  afección  del 
sistema  nervioso  central  y  más  exactamente,  dada  la  distribución  del 
fenómeno,  del  mesencéfalo  y  de  la  médula  espinal.  La  miastenia  ó 
hipocinesia  por  agotamiento  no  se  debe,  en  efecto,  á  los  músculos,  ni  á 
los  nervios  periféricos,  por  lo  que  atañe  á  la  clínica  y  á  la  fisiología,  ni 
á  los  centros  motores  del  })ulto  y  de  la  médula  espinal. 

2.*  Las  neuronas  motoras  de  esta  sección  del  eje  cerebro-es])inal  son 
las  que  se  agotan  en  sus  funciones  después  del  ejercicio  y  de  la  fatiga 
muscular,  por  lo  cual  debiera  denominarse  con  más  exactitud  neuro- 
astenia  motriz  bulbo-espinal  al  síndrome  de  Erb-Goldflam-Oppenheim. 


i2^ 


Noticias  cientificas 


3.*  El  síndrome  miasténico  recuerda  por  alg-unOvS  detalles  sintomii 
ticos  la  vulg^ar  poliomielitis  ó  polio-encéfalo-mielitis,  motivo  por  el  cnai 
alg-unos  autores  se  inclinan  á  considerarla  como  una  variedad  de  ella. 
pero  clínica  y  nosog^ráficamente  se  diferencia  por  modo  evidente,  !i 
mismo  Que  desde  el  punto  de  vista  anatómico,  ya  que  resultaron  ne^v 
tivas  tocias  las  investig^aciones  histológ-icas  del  sistema  nervioso. 

4."  La  miastenia  pseudo-paralítica,  ó  mejor  \9i  hipocinesiafuucvfm 
intermitente,  es  una  afección  autónoma  é  independiente  de  la  poliomie- 
litis ó  polio-encéfalo-mielitis. 

5."  La  miastenia  de  Erb-Goldflam-Oppenheim,  como  no  está  jusíiñ 
cada  por  ning-íin  substratum  anatómico  revelable,  debe  ser  colocaila. 
por  ahora,  entre  las  neurosis  y  darle  el  nombre  de  neurosis  7?iias(riu(i 
bulbo-espinal. 

6.*  Mas  neurosis,  seg-ím  la  opinión  del  profesor  De  Giovauni.  quier^ 
decir  una  actitud  particular  del  org^anismo  para  producir  fenómeru'- 
nerviosos  insólitos,  anomalías  funcionales  que  deben,  sin  duda  al^'^una. 
encontrar  la  razón  de  su  existencia  en  una  anomalía  de  las  neuroua^ 
motoras  del  mesencéfalo  y  de  la  médula  espinal,  consistente  en  akeni- 
ciones  org-ánicas  distintas  de  aquellas  sobre  las  cuales  ha  sido  hasn 
ahora  llamada  la  atención  de  los  patólog-os, 

7.*  La  miastenia  ó  ag-otabilidad  muscular  no  es  otra  cosa  que  una 
simple  afección  funcional,  despertada,  en  individuos  morfológ-icanieiitr 
predispuestos,  por  un  trabajo  continuado  material  ó  mental,  por  eníVr 
medacies  de  los  cambios  nutritivos,  por  intoxicaciones  exógenas  y  en- 
dógenas, causas  no  más  que  ocasionales  capaces  de  modificar  la  nutri- 
ción, la  resistencia  y  con  ello  el  inestable  equilibrio  funcional  de  la^ 
neuronas  motoras  del  bulbo  y  de  la  médula  espinal,  disponiéndolas  i 
la  fácil  ag-otabilidad  en  pos  de  la  fatig-a. 

8.*  El  orig-en  primero  de  los  fenómenos  funcionales  de  la  miaste 
nia  intermitente  debe,  pues,  residir  en  la  morfolog^ía  especial,  en  la> 
anomalías  morfológicas  de  estas  neuronas  motoras,  hacia  las  eualtv^ 
debe  dirigirse  la  atención  de  los  investigadores,  abriendo  de  este  incni' 
una  vía  nueva  y  fecunda  para  la  interpretación  de  varios  síntomas  ile 
inervación  alterada,  anomalías  morfológicas  de  los  elementos  nerviu.^n^ 
funcionantes,  que  constituyen  justamente  la  mencionada  predispc^i- 
ción  á  la  miastenia,  cuyos  momentos  morbíficos  no  llegan  á  producir 
el  cuadro  clínico  de  \^  enfermedad  de  Erb'Gotdflam-Oppenheim. --{I' 
Clínica  médica,  —  II  Progreso  medico,  1903).  —  (Rodríguez  Méndez). 

Instituto  central  de  Terapéutica  física  de  Roma- 
Para  fundar  Institutos  kinesiterápicos  se  ha  constituido  en  Italia  una 
Sociedad  con  millón  y  medio  de  liras.  El  primero  de  ellos,  eM^ 
Roma  (primero  en  importancia,  pues  en  1895  empezó  \\  funcionar  el dt' 
Turín  destinado  sólo  a  masaje  y  gimnástica  médica,  y  en  1896  el  de 
Montecatini,  que  tenía  ademáselectricidad),  fué  instalado,  en  1897,  en 
el  Palacio  de  Exedra.  Más  tarde  fué  erigido  en  una  manzana,  aisladi 
por  las  calles  Piinio,  Adriana,  Boezio  y  Orazio,  efectuándose  la  solemne 
inauguración  en  8  de  mayo  de  1902,  bajo  la  presidencia  del  emiiiení' 
Baccelli. 

El  alma  de  estas  empresas  es  el  distinguido  l)r.  Colombo,  Profesor 
agregado  á  la  Facultad  de  Medicina  de  la  Universidad  de  Roma,  após- 
tol convencido  y  hombre  de  gran  talla  científica,  que  se  propone  sacar 
todo  el  partido  posible  de  los  agentes  naturales,  aire,  agua,  luz,  calor. 
movimiento,  electricidad,  para  convertirlos  en  agentes  terapéuticos 
incluso  en  las  clínicas  universitarias. 

Este  Instituto  ocupa  una  extensión  de  3,600  metros  cuadrados,  de 
los  cuales  1,600  están  destinados  á  los  edificios,  300  á  los  pórticos  y  el 


Noticias  cientijicas  133 


resto  á  jardín  y  k palestra  ó  patio  pompeyano.  La  instalación  es  so- 
berbia. El  arquitecto  ha  tenido  el  buen  gusto  de  dejarse  guiar  por  el 
médico  en  la  parte  puramente  técnica  y  á  partir  de  ésta,  quedóle  mar- 
gen abundante  para  lucir  sus  aptitudes  artísticas  y  rendir  culto  á  las 
Bellas  Artes.  Se  ha  realizado,  caso  no  frecuente,  un  feliz  consorcio  entre 
la  ciencia  y  la  estética.  Se  han  resucitado  prácticas  antiguas  (termas 
romanas),  con  todos  sus  detalles  y  con  construcciones  iguales  á  las 
primitivas.  Puede  decirse  que  las  ideas  modernas  evolucionan  en  los 
edificios  de  aquel  extinto  pueblo  romano. 

Sería  tarea  larguísima  describir  en  detalle  la  anatomía  y  la  fisiolo- 
gía del  establecimiento.    He  aquí  algunos  apuntes  : 

Planta  baja.  Comprende :  vestíbulo,  oficinas,  salas  de  espera,  baños 
para  hombre  (piscina,  sala  de  esgrima,  restaurante  baños  de  pila  ú  or- 
dinarios, baños  mineralizados,  duchas  automáticas  de  lluvia),  hidrote- 
rapia, baños  para  señoras  con  todos  los  aparatos  y  mecanismos  necesa- 
rios, baños  romanos  ó  Termas  SíabiauíSy  eXñ. 

Primer  piso.  Kinesiterapia  (mecanoterapia  y  masoterapia),  electro- 
terapia con  todas  sus  variantes,  rontgeterapia,  fototerapia  (Finsen, 
cromatotei*apia,  helioterapía),  termoterapia  (luz  Kellogg,  calor 
Dowsing,  lodos  artificiales  y  termóforos,  baño  ruso),  ortopedia  mecá- 
nica (ejercicios  activos  y  pasivos,  de  enderezamiento  del  raquis,  re- 
educación de  movimientos),  pneumoterapia  é  inhalaciones,  etc. 

Anexa  á  la  instalación  fundamental  hay  otra,  más  modesta,  pero  de 
igual  valía  terapéutica,  destinada  á  las  clases  necesitadas :  el  Estable- 
cÍ7nientopopvlar,  que  facilita  toda  suerte  de  medios  á  los  menos  pu- 
dientes. Con  esta  adición  filantrópica  el  Instituto  central  adquiere 
una  simpatía,  que  realza  más  su  gran  valor  científico. 

El  personal  médico,  dirigido  por  Colombo,  está  formado  por  espe- 
cialistas en  todas  las  materias,  ganosos  de  hacer  ciencia.  La  organi- 
zación del  servicio  médico  es  completa  en  cuanto  atañe  á  las  personas 
y  al  funcionamiento.  Hoy  es  un  Instituto  terapéutico ;  andando  el 
tiempo  será  un  laboratorio,  que  producirá  abundosos  conocimientos. 
Serán  éstos  mayores  todavía  y  los  enfermos  saldrán  más  beneficiados, 
si  se  instala,  y  á  ello  se  va,  una  clínica  interiia.  Baste  decir  en  pro  de 
que  será  un  laboratorio,  una  fábrica  científica,  que  han  sido  ya  trata- 
dos más  de  7,000  enfermos  y  que  de  todos  ellos  se  lleva  una  minuciosa 
historia  clínica. 

El  Dr.  Colombo,  joven,  entusiasta  y  cuyos  conocimientos  le  han 
dado  merecido  renombre,  puede  estar  satisfecho  de  su  obra.  Hoy  diri- 
ge el  mejor  establecimiento  de  Europa  en  que  se  manejan  con  todo 
esmero  y  seguridad  los  importantísimos  agentes  naturales.  —  (Rodrí- 
guez MÍíndez). 

Q-licolato  de  mentiló.  —  Nuevo  éter,  cuya  fórmula  es : 

.OH 
C  H* 

^COOC»^H"» 

Es  una  substancia  insípida,  sin  ninguna  propiedad  irritante.  Pose- 
yendo en  toda  su  integridad  las  propiedades  terapéuticas  del  mentol, 
tiene  la  ventaja  de  ser  completamente  desdoblado  por  el  contenido  al- 
calino del  intestino. 

El  glicolato  de  mentilo  se  ha  revelado  como  medio  muy  eficaz  con- 
tra los  accidentes  debidos  á  irritación  del  estómago,  como  náuseas,  vó- 
mitos, etc. 

El  principio  de  su  preparación  tiene  por  base  el  mentol  ó  alguno  de 
sus  derivados,  eterificándolo  según  los  procedimientos  ordinarios  por 


/ 14  Formulario  y  tratamientos  modernos 


jj  medio  del  ácido  gflicólico  ó  alguno  de  sus  derivados.  —  (Archines  df 

i  Á  Therap,)  —  (Rodríguez  Ruiz). 

S  r 

^  í  lodiloformo.  —  Producto  compuesto  de  iodo  y  de  una  substau- 

vm  g-elatinosa  indiferente,  y  cuya  acción  bactericida  es  debida  al  iodu. 
que  deja  en  libertad.  Tiene  el  aspecto  de  un  polvo  amarillo,  inodorn. 
ínsoluble  en  el  ag-ua,  en  el  alcohol  y  en  el  éter.  Riqueza  en  iodo  :  10 
por  100. 

Los  estudios  bacteriológ-icos,  hechos  por  Sperling-,  han  dado  por  re- 
sultado el  demostrar  que  el  iodiloformo  posee  un  poder  desinfecüiüte 
ií^ual  al  del  iodoformo.  Müller,  que  ha  sido  el  primero  en  ensayar  olíui 
<"amente  este  preparado,  afirma  que  puede  prestar  ig-uales  buenos  ser- 
¡  vicios,  tanto  en  las  afecciones  venéreas  como  en  los  flemones,  panadi- 

zos, abscesos,  forúnculos  y  fímosis.  En  el  tratamiento  del  cliaucD' 
))lando  y  en  el  de  los  accidentes  sifilíticos  primitivos,  después  de  haber 
tocado  el  prepucio  por  medio  de  una  solución  de  acetato  de  alúmiua. 
se  expolvorea  tres  veces  al  día  con  iodiloformo  las  ulceraciones,  qiir 
\  iaeg-o  se  cubren  con  alg-odón  hidrófilo.   La  lig-era  sensación  de  ouema- 

i  ílura  que  provoca  esta  aplicación,  está  compensada  por  la  propiedad  qun 

posee  este  medicamento  de  ser  inodoro.  La  acción  curativa  es  men»  - 
rájuda  que  la  del  iodoformo;  pero  se  la  puede  activar  mediante  la  cau- 
terización con  aire  caliente.  El  ag-ua  fenicada  ó  sublimada  no  deben 
ser  nunca  usadas  al  mismo  tiempo  que  el  iodiloformo,  porque  darían 
lug-ar  á  una  acción  irritante  y  cáustica.— -fOlrcAií?^^  de  Thérapeutique;.— 
ílíoDRÍGUEz  Ruiz). 

POKMULARIO   T   TRATAMIENTOS    M0DBRMO8 


XXI.  —Kefritifl  médloas:  intervenoión  qairúrc^oa 

Maragliano  ha  publicado  una  síntesis  de  esta  importante  cuestión. 

La  cuMig-ía  renal  se  propone  suprimir  los  dolores  renalás,  la  hemaluria,  U 
annria  y  curar  la  nefritis  aguda  y  la  nefritis  crónica 

Kii  la  nefrafgiacoríhematuriay  ante  la  existencia  sospechada  de  un  cálculo 
se  recurre  á  la  nefrectomia  y  la  nefrolisis.  Aquella  se  reserva  para  ios  cas :•> 
en  los  cuales  el  tejido  renal  presenta  ¿^-raves  y  profundas  alteraciones. 

Para  la  medicina  son  más  interesantes  la  nefrotomia  y  la  nefrolisU. 

La  ne/rotomla  se  propone  menguar  la  excesiva  tensión  endorrenal  á  qur' 
está  sometido  el  parénquima  cuando  por  inflamación  aumenta  de  volume: 
y  la  cápsuia  no  le  permite  distenderse;  tal  puede  ser,  que  reduzca  la  Íud- 
rión  y  se  llegue  hasta  á  la  anuda.  La  distensión  de  la  cápsula  determirx 
dolores  intensos.  —  Divididas  la  cápsula  y  el  parénquima,  sale  macho  líqui- 
do, se  restablecen  las  condiciones  normales  del  círculo  y  aumenta  la  fu]i- 
ción  renal. 

La  nefrolisiSy  incisión  de  la  cápsula  y  desnucleamiento  del  riíión,  produc- 
ios mismos  efectos.  Será  una  operación  útil  cuando  se  conozca  bien  la  na- 
turaleza d<^  la  lesión  renal. 

En  la  nefritis  crónica,  y  portal  entiende  aquella  en  que  la  alteración  de. 
imrénqiiima  es  duradera  y  predomina  sobre  la  de  la  trama  conjuntiva,  . 
iiefrolisis  puede  ser  útil,  descartando  posibles  aumentos  de  la  tensión  end-  - 
rrenal  y  acaso  provocando  la  formación  de  nuevas  vías  vasculares  y  niejt> 
rundo  la  nutrición  del  parénquima. 

Kn  la  enfermedad  de  Bright,  debida  á  las  veces  á  alteraciones  grenerales  ce 
todo  el  í»r^  mismo,  no  sólo  á  lesiones  renales,  toda  intervención  quirúrj^icti 
debe  ser  excluida. 

En  la  nefritis  aguda  la  nefrolisis  está  indicada  en  las  heraaturias  grravef 
los  g-randf^s  dolores  fijos  y  la  anuria  amenazante.  De  los  dos  factores  aun- 
tíJiaicos  principales  de  las  alteraciones  funcionales  del  riñon,  lesion»'s  d*^ 
í'pitelio  y  trastornos  circulatorios  cí>n  aumento  de  la  tensión,  la  nefroii>:- 
vence  estos  y  por  modo  indirecto  influye  en  aciuéllas. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  /^3 


La  anuria  puede  ser  causada  por  la  comprensión  de  los  canalículos,  hasta 
el  punto  de  que  no  pueda  ¡salir  la  orina  ya  segregada,  y  por  la  no  existencia 
de  secreción  por  la  compresión  de  los  glomérulos.  En'ambos  casos  la  inter- 
vención quirúrgica,  disminuyendo  la  presión,  hará  cesar  la  anuria.  Ya 
Giordano,  en  1898,  decía  que  debía  considerarse  no  menos  urgente  que  el 
cateterismo  una  nefrotomía,  cuando  la  anuria  era  debida,  no  á  los  órganos 
excretores,  sino  á  los  secretores. 

Hasta  ahora  los  resultados  han  sido  seguros  en  varios  casos  (1). 

XXII.  -^  Glioerina :  aplioaolonefl 

La  glicerina  es  un  antiséptico:  en  ella  mueren  los  microorganismos  tras 
raás  ó  menos  tiempo,  acción  que  justifica  su  empleo  en  la  desinfección  intes- 
tinal (fiebre  tifoidea)  y  como  tópico  (erisipela). 

Es  un  agente  de  acción  digestiva  y  nutritiva  compleja.  A  dosis  pequeñas 
aumenta  el  apetito,  regulariza  las  funciones  digestivas  sin  causar  trastor- 
nos, atenúa  la  desasimilación,  propof'cionaudo  un  buen  material  á  la  com- 
bustión respiratoria,  de  lo  que  resulta  acumulo  de  grasa  y  menor  produc- 
ción de  urea.  A  la  dosis  de  15  á  30  gramos,  por  la  boca,  es  laxan t»^.  La  dosis 
conveniente  para  que  obre  como  reconstituyente  es  la  de  15  á  30  gramos  en 
las  24  horas. 

Una  dosis  de  15  gramos  por  kilogramo  de  animal  causa  la  muerte. 

Como  7nedicamento  se  usa  en  la  tuberculosis,  diabetes,  litiasis  biliar,  gas- 
tro-enteritis  y  dispepsia,  timpanismo  intestinal,  astricción  de  vientre,  hemo- 
rroides internas.  Se  puede  dar  como  purgante  asociada  al  aceite  de  ricino. 
También  es  útil  en  las  fiebres  agudas  y  especialmente  en  la  tifoidea  (1). 

XXIII.  ~  Tos  faríngea :  tratamiento 

Esta  tos,  tan  frecuente  como  poco  atendida  y  cuya  naturaleza  no  se 
conoce  bien  en  todos  los  casos,  tiene  dos  formas,  segúíi  Texier : 

Una  seca,  pues  salvo  que  coincida  con  bronquitis,  apenas  si  logra  otra 
cosa  que  la  expulsión  de  mucosidades  gomosas  escasas ;  por  accesos  casi  no 
interrumpidos,  separados  por  inspiraciones  raras,  espaciadas;  coqueluchoide 
en  algunos  niños,  en  los  que  termina  un  acceso  por  una  inspiración  larga 
y  sibilante,  seguida  de  dos  ó  tres  accesos  de  tos,  pero  no  es  provocada  por  la 
compresión  de  la  tráquea  como  él  de  la  coqueluche  ;  monótona,  siempre  con 
la  misma  nota,  horas  y  días ;  penosa,  como  si  hubiera  un  estorbo  en  la  farin- 
ge, que  no  sale  á  pesar  de  los  esfuerzos ;  clara  y  de  timbre  elevado  general- 
mente, pero  en  los  niños  suele  ser  algo  ronca. 

Otra,  frecuente  en  el  adulto,  que  se  caracteriza  por  ham  aislados  ó  repe- 
tidos, sea  en  estado  de  reposo  de  la  faringe  ó  laringe,  sea  hablando.  Se  la 
observa  de  ordinario  en  casos  de  granulaciones  faríngeas,  hipertrofia  de  la 
amígdala  lingual  ó  lesiones  de  los  pilares  ;  en  ciertos  niños  nerviosos  coin- 
cide con  las  vegetaciones  adenoideas. 

Un  signo  muy  especial  de  esta  tos  es  la  sensación  de  cuerpo  extraño  en  la 
garganta,  á  la  que  el  enfermo  la  atribuye.  Le  es  difícil  definirla  (hincha- 
zón, hebra  de  hilo,  puntura,  picor)  y  localizarla  (laringe,  uno  ú  otro  lado  de 
la  laringe,  una  amígdala,  toda  la  garganta) ;  si  el  enfermo  sufre  amigdalitis 
lingual  ó  lesiones  de  la  base  de  la  lengua,  la  refiere  precisamente  á  este  punto. 

Aparte  de  las  lesiones  mencionadas,  esta  tos  puede  ser  provocada  sólo 
por  un  catarro  naso-faríngeo. 

El  tratamiento  debe  ser  ante  todo  causal  y,  por  lo  mismo,  de  preferencia 
quirúrgico ;  mas  antes  de  recurrir  h  éste  conviene  desinfectar  la  faringe  y 
el  cávum. 

Se  introduce  en  cada  fosa  nasal  varias  veces  al  día,  procurando  que  el 
enfermo  sorba  un  pedazo,  del  tamaño  de  una  avellana,  de  esta  pomada : 

Mentol 0*10  gramos 

Acido  bórico 4  » 

Vaselina  pura 30  » 

que  en  los  niños  será  reemplazada  con  la  solución  : 

Mentol O'IO  gramos 

Aceite  de  vaselina 20  » 


(1)    //  Progresso  medico. 


'26  Formulario  y  tratamientos  ntoáemot 

de  la  que  se  deja  caer  cuatro  ó  cinco  g'otas  tibias  en  una  y  otra  fosa  nasal 
varias  veces  al  d/a. 

Son  útiles  también  los  garg-arismos  calientes,  hechos  con  frecuencia.  Ee 
caso  de  hipertroria  de  las  amígdalas  ó  de  tonsilitis  críptica  el  gargari>m 
preferible  es  : 

Acido  fénico  puro 1  gramos 

Resorcina. 8            » 

Alcohol  de  menta 20            » 

Glicerina  pura 30            » 

Agua  destilada 450            » 

Si  se  trata  de  faringitis  granulosa,  se  emplea  este  otro  : 

Iodo  metálico 0'40  gramos 

loduro  potásico 080        » 

Jarabe  de  menta 50            » 

Agua  destilada 250            » 

Si  resulta  demasiado  irritante,  se  le  diluye  en  agua  hasta  volúniene? 
iguales  ( I ). 

XKIV.  —  Emplroformo 

Preparado  de  alquitrán  resultante  de  la  condensación  del  Oleum  Rusci  y 
del  formaldehido.  Polvo  fino,  gris  obscuro,  casi  inodoi*o,  no  higroscópico,  in- 
soluble  en  el  agua,  alcohol,  éter,  y  muy  soluble  en  la  acetona,  en  los  álcali> 
cáusicos  y  en  el  cloroformo. 

Krauf  aconseja  las  fórmulas  siguientes  : 

1.*    Empiroformo • 1  gramo. 

Cloroformo 100  » 

2.*    Empiroformo 1  » 

Cloroformo 50  » 

Traumaticina  ....         50  » 

3.'    Empiroformo 1  » 

Acetona 100  » 

4.*    Empiroformo I  » 

Vaselina 100  » 

Lanolina 100  »         (2) 

XXV.  —Angina  herpétioa:  tratamiento 

Esta  angina,  fácil  de  diagnosticar,  si  se  tiene  en  cuenta  las  veslcnlos  ^ 
sus  derivados^  y  no  las  otras  con  puntos  blancos  y  menos  todavía  laspseudo 
membranosas  no  diftéricas,  ha  sido  objeto  de  estudio  por  Boix. 

Rara  vez  la  fiebre  reclama  tratamiento.  En  caso  afirmativo  se  puede  dar 

Acido  salicílico 0*10  gramos 

Clorhidrato  de  quinina 0'25       » 

Fenacotiua 0'40        » 

para  un  sello,  prescribiendo  dos  ó  tres  diarios,  y  si  además  hubiere  cefalal- 
gia, se  dispone,  en  lugar  de  aquella  fórmula,  esta  otra  : 

Clorhidrato  de  quinina 0'25  gramos 

Aspirina 0'60       » 

para  un  sello.     Dos  ó  tres  cada  dia. 

Ruault  aconseja  el  benzoato  sódico^  á  la  dosis  de  4  á  6  gramos  diarios eu  ti 
adulto,  como  resolutivo;  pero  Boix  lo  reserva  para  los  niños,  incorporami" 
1  ó2  gramos  á  un  julepe,  por  ser  inocuo,  y  fuera  de  él  la  aspirina  es  lo  úiiif'^ 
que  recomienda  en  estas  cortas  edades  á  la  dosis  de  0'30á  1  gramo  durante 
el  día,  dando  la  preferencia  á  la  aspirina  granulada,  pues  los  niños  toma" 
con  gusto  este  azúcar  ligeramente  ácido. 

Como  bebida  á  pasto  y  contra  la  sequedad  de  la  boca  y  garganta,  1» 
limonada  común. 


(\)    Ga^.  méd  de  Nantes. 
(2)    Presse  Medícale. 


Formulario  y  tratamientos  modtrnos  '^7 

El  tratamiento  local  es  el  más  importante,  pero  no  muy  indispensable. 

Lavados  con  agpua  hervida  sola  ó  con  algunas  gotas  de  vinagre  de  Pennes, 
hechos  cada  dos  horas  y  de  preferencia  en  forma  de  irrigaciones  y  todo  lo 
caliente  que  tolere  el  enfermo,  para  limpiar  la  garganta,  hacer  más  eficaz  la 
acción  de  otros  medicamentos,  calmar  el  dolor  y  descongestionar  las  amíg- 
dalas. 

Prohibición  absoluta  del  hielo ;  se  puede  permitir  las  bebidas  á  la  tempe- 
ratura del  cuarto. 

Inmediatamente  después  de  lavada  la  garganta,  embrocaciones  con  un 
pincel  de  algodón,  empapado  en  el  colutorio  recomendado  por  Labadie- 
Lagrave : 

Salol  alconforado 4       gramos 

Mentol O  40       » 

Clorhidrato  de  cocaína 0*02       » 

ülicerina  neutra 20  » 

que  produce  durante  un  rato  una  sensación  de  frescura  muy  agradable. 
La  cocaína  debe  ser  suprimida  en  los  niños. 
En  los  intermedios,  gargarismos  repetidos,  hechos  con  : 

Fenol  absoluto 1  gramos 

Alumbre  calcinado 4á6       » 

Jarabe  de  moras í>0       » 

Cocimiento  de  hojas  de  cacao  y  espino   .    .  200       > 

En  los  niños  se  reduce  el  fenol  á  0*50  ó  0*25  gramos. 

Este  gargarismo  es  antiséptico,  astringente,  anestésico  y  caterético. 

Todo  este  tratamiento  puede  ser  empleado  en  todas  las  demás  anginas 
llamadas  inflamatorias,  no  diftéricas. 

Desde  el  tercer  día  serán  menos  frecuentes  los  embadurnamientos  y  los 
gargarismos,  pero  continuarán  los  lavados  cad|i  dos  horas  hasta  que  la  fie- 
bre cese. 

Cuando  haya  disminuido  la  flegmasía  tonsilar  y  no  queden  vestigios  de 
vesículas  ni  de  úlceras,  los  toques  y  gargarismos  serán  nechos  dos  veces  al 
día,  pues  su  empleo  más  frecuente  en  estos  momentos  sostiene  una  rubi- 
cundez intensa,  que  no  es  inflamatoria  ni,  por  otra  parte,  tiene  importancia. 

La  convalecencia  será  sostenida  con  los  medios  ordinarios  (1). 

XXVI.  -^  Peste  bubónica :  tratamiento  oon  el  ácido  fénico 

De  cuatro  á  cinco  años  hace  que,  Atkinson,  médico  jefe  del  hospital  de 
Hong-Kong,  se  propuso  emplear  el  ácido  fénico  á  altas  dosis  contra  la  peste, 
en  vista  de  los  buenos  resultados  que  Wiglesworth,  de  Liverpool,  obtuviera 
en  el  tratamiento  de  la  grippe. 

Comenzó  por  administrar  cada  dos  horas  75  centigramos  de  ácido  fénico; 
á  las  60  horas  empezó  á  dar  sólo  40  cada  cuatro.  Al  séptimo  día,  con  motivo 
del  color  negro  de  la  orina,  redujo  la  dosis  á  12  centigramos  en  las  24  horas, 
continuando  así  unos  quince  días  más.  Con  este  tratamiento  logró  el  des- 
censo de  la  temperatura,  la  cesación  de  los  vómitos  y  el  levantamiento  del 
estado  psíquico  antes  fuertemente  deprimido. 

Bell  ha  recurrido  al  ácido  fénico  en  un  caso  de  forma  pneumónica,  dando 
lo  centigramos  de  tres  en  tres  horas  durante  dos  días  y  de  cuatro  en  cuatro 
los  dos  siguientes.    El  enfermo  curó. 

Atkinson,  después  de  aquel  primer  caso,  ha  tratado  otros  seis  con  buen 
resultado  en  el  Kennedy  Town  Hospital  de  Hong-Kong  (2). 

'  XXVII.  —  Angriomas :  tratamiento 

Piorani  aplica  una  capa  de 

Colodión  elástico 50  gramos 

Sublimado  corrosivo 3       » 

cada  tres  ó  cuatro  días.    Caída  la  escara,  cura  antiséptica  (3). 


( 1 )  Arch ives  de  Midecine. 

(2)  Sem    mid, 

(3)  Ga^.  hebd.  des  Se.  med.,  de  Bordeaux. 


t^9  Publicaciones  recibidas 

XXVIII.  ~ Efélides:  tratamiento 

SiibUmado  corrosivo 0*05  gramos 

disuélvase  en  : 

^  Agim  de  azahar "75  » 

y  añádase : 

Atrido  clorhídrico  puro .        5  > 

Por  otru  parte,  emulsiónese  en  un  mortero: 

Almendras  amargpas 45       graíiios 

Glicerina 25  » 

;  Agua  de  azahar .¿50  » 

(  mtreae  y  ufiádase  gota  á  gota  cinco  gramos  de  tintura  de  benjuí. 

^  Mézcles>ü  uno  y  otro  preparado.    Se  aplica,  al  acostarse,  sobre  las  man- 

I  chas  una  torunda  pequeña  de  algodón  empapada  en  la  mixtura  y  luego  so 

deja  secar  el  líquido  por  sí  solo  (1). 

XXIX.  —  Diipepeia  &oida  de  lo«  artri ticos:  tratamiento 

i  Liictacto  de  magnesia 0*30  gramos 

Brotiiuro  de  estroncio 0*25        » 

Polvos  de  Dower 0*05        » 

para  un  Bello,  que  se  repite  de  dos  en  dos  horas  mientras  dura  la  acidez. 
Si  hay  abundante  secreción  (pituita  acida),  se  usa  estos  otros  sellos  : 

ííoma  tragacanto  en  polvo.     ......        0'30  gramos 

Sal icilato  ó  benzoato  de  bismuto.    ....       0*30       » 

Beleño  en  polvo ....        0*05       »  (1) 

XXX.  —  Bardaina :  nn  empleo  en  la  astrioción  de  vientre 

Procede  de  la  corteza  del  Rhammiis  frángula.  Ifil  principio  activo  fué  ex- 
traído por  tíinlswanger  en  1849  y  C^asselmann  lo  denominó  ramnoscaníiiía  y 
franguíina.  Kubly  aisló  de  la  corteza  tres  cuerpos:  un  ácido,  una  resiun 
y  un  glucósido.  Liebermann  y  Waldstein  identiftcaron  el  ácido  con  U 
emodina  y  Schwabe  pude  separar  la  franguíina  en  emodina  y  un  g-lucósil 
¡mmiiosio}.  Hoy  parece  demostrado  que  la  burdaina  debe  sobre  todo  sí 
actividad  h  la  emodina,  derivado  de  la  ántroquinona. 

G.  Lvoii  la  ha  usado  en  forma  de  polvo  seco  de  la  corteza,  en  infasi<>n  y 
en  extracto  tluido.  Prescribe  cinco  gramos  de  aquél  y  de  éste,  poco  antA 
de  acostarse.  Se  puede  recurrir  también  al  cocimiento,  al  polvo  en  selln^ 
de  mediti  ¿rramo  (uno  ó  dos),  al  extracto  seco  en  pildoras  de  diez  centigni- 
luns  {2  íi  4 1  y  á  la  emodina  (de  O'IO  á  2  gramos) 

La  conceptúa  un  excelente  laxante,  que  no  irrita  y  que  puede  ser  repe- 
tida con  frecuencia  sin  inconveniente.     Los  resultados  han  sido  notabiii- 
shnos  en  caso  de    estreñimiento    debido  á  trastornos  nerviosos    funci  - 
nales  (2). 
y  Dr.  Rodríguez  Méndez 

PUBLICACIONES  RECIBIDAS 


Leeoiones  de  Clinloa  médica,  por  el  Dr.  Dieulafoy.  —  Cuaderno  3.**    j- 

tiiii   I  —  De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirtfj-' 

pnfrílf'fís.  —  Madrid,  1903.  —  Tres  pesetas. 
I.  Iiis  Esonelas  de  Odontoloffia  en  los  Estados  Unidos.  —  II.  1.a  ea- 

Beñanza  práctica  del  dentista,  por  Florestán  Aguilar. — Madrid,  19*':! 
SA\n»^i>  MARÍTIMA.  —  Bégrimen  sanitario  de  barcos.  Desinfectantes  y 

de»lnfaooi6n,  por  el  Dr.  D.  Rafael  Bianchi  y  Reche.— Barcel  ma,  1904.- 

DoH  ('jcm piares. 


\í)    Gai^.  htbd.  des  Se.  med.  de  Bordeavx. 
i'l)    Presse  medícate. 


Publicaciones  recibidas 


Hisriene  y  salubridad  públloas  en  Pamplona.  —  Folleto  dedicado  al 
Excmo.  Ayuntamiento,  por  el  Dr.  D.  Ag'ustín  Lazcauo,  —  Prólogo  del 
Dr.  Simoncua.  —  Pamplona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 
Tratado  pr&ctloo  de  la  sifllis  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor lá.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —  Traducido  por  el  doc- 
tor T.  Corominas  y  Pedeuionte.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  páginas  y  una  lámina 
á  una  peseta  el  cuaderno — José  Kspasa,  editor,  Cortes  579.— Cuaderno  9.^ 
10  y  11.  ^-  Barcelona,  19o4.  —  Dos  ejemplares. 
Mannal  de  Patología  externa,  por  K.  Forg-ue.— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa V  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — Con  multi- 
tud (le  grabados  intercalodos  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  — Cuadernos  10  y  11.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 
Tratado  de  Medicina  clinica  y  Terapéntica,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Sclialbe, 
con  la  colaboración  de  em dientes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  1).  José  Góngora  v  Tuñón.  — José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuadernos  88,  89,  90  y  91.  —Barcelona,  1904.  — 
Una  peseta  cuaderno.  —  Dos  eiemplares. 
Tratado  de  Medicina  legral,  por  el  Dr.  Ch.  Vibert,  con  un  Prefacio  del  doc- 
tor P.  Brouardel.  —  Traducción  castellana,  enriquecida  con  notas  refe- 
rentes á  la  legislación  española  vigente  y  un  Prólogo  por  el  Dr.  D.  Luis 
Comenge.  —  Con  grabados  intercalados  en  el  texto.  —  José  Espasa  y  C*. 
editor.  Cortes,  5";9.  —  Cuadernos  41,  42,  43  y  44  (último)  — Bafcelo- 
in%,  1901.  —  Dos  ejemplares. 

MedloamentCB  modernos.  Año  1903.  —  Obsequio  á  los  suscriptores  de  El 
Ilcstaurador  Farmacéutico,  por  el  Dr.  D.  J.  Puigpiqué.— Barcelona,  1904.— 
Dos  ejemplares.    . 

Biedei'B  Berlhte.  —  Biedel'a  Mentor.  —  48  Auflage.  —  Berlín,  1904. 

Formalaire  des  médicamente  nonveanz  ponr  1904,  par  H.  Bocquillon- 
Liniousin.  —  Introduction  par  le  Dr.  Huchard.  —  Librairie,  J.-B.  Bailliére 
et  íils,  19,  rué  Hautefeuille.  —  Paris,  1904.  —  3  fr. 

Ce  qu'on  xe  doit  pas  ignorer.  —  De  refficaoité  de  la  aérothérapie 
dañe  la  diphtérie  et  dea  fanestea  coneéqaences  de  son  emploi 
tardif,  par  le  Dr.  Suárez  de  Mendoza.  —  París,  1901. 

•Ce  qu'on  ne  doit  pas  ignorer.  —  De  la  eérothórapie  preventivo  de  la 
diphtérie,  par  le  Dr.  Suárez  de  Mendoza.  —  París,  1902-1903. 

Beanmen  de  laa  obaervacionea  y  reanltadoa  del  experimento  de  pro- 
filaxis medioamentoaa  contra  la  infección  palúdica  en  Naval- 
moral  de  la  Mata,  Talaynela,  Talavera  la  Vieja,  etc.  (Oáoerea), 
por  los  señores  doctores  G,  Pittalug-a,  D.  Julián  Martín  í.ozano,  D.  Víctor 
M.  Gortezo  y  Collantes  y  D.  J.  Huertas  González  del  Campillo,  con  el  con- 
curso de  los  Sres.  í).  Aurelio  Martín  Millanes,  D.  Narciso  Díaz  de  la  Cruz, 
D.  Joaquín  Hernández  y  D.  Toribio  C'arrefio.  —  Madrid,  1903. 

Plantas  medicinalea,  por  el  Dr.  D.  Blas  L-izaro  é  Ibiza.— De  los  Manuales- 
Soler.  —  Barcelona,  1904.  —  2'50  pesetas.  —  Dos  ejemplares. 

Antropometría,  por  el  Dr.  J.  Aranzadi.  —  De  los  Manuales- Soler.  —  Barce- 
lona, 1904.  —  l'óO  pesetas.  —  Otro  ejemplar. 

Aota  de  In  sesión  pública  inau^-ural  del  curso  de  1903  á  1904  que  el  «Insti- 
tuto mé-dico-farmacéutico»  de  Barcelona  celebró  en  26  de  enero  de  1903.— 
Publicada  por  acuerdo  de  la  Corporación.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos 
ejemplares. 

Knóspedes  de  infección  protozoaria,  por  el  Dr.  Mario  G.  Lebredo.  — 
Habana.  1903 

EscuiíLA  DE  Obstetricia  de  Costa  Rica. — laeccionea  del  primero  y 
del  aefi^nndo  cnrao,  por  F.  J.  Rucavado.  —  San  José,  1903. 

Higiene  de  laa  habitacionea  y  del  agrna  en  Costa  Rica,  por  Gerardo 
Jiménez,  Médico,  y  Knrique  Jiménez,  Ingeniero  agrícola.— San  José.  1902. 

X.a  oomposition  de  Thamenr  aqnenae  daña  lea  caá  de  cataraote 
aónile,  par  le  Dr.  Uribe-Troncoso,  de  México.  —  París,  1903. 

Vósionle  flotttante  dn  vitré,  par  le  Dr.  Uribe-Troncoso,  de  México.  — 
París,  1903. 


/JO  Publicaciones  recibidas 


Tratado  elemental  de  Patología  interna,  escrito  por  los  profesores  y  drc- 
tores  D.  Gerhardt,  Gamprecht,  W.  His,  Klemperer,  Kraus,  L.  Krehl,  Max 
Matthes,  J.  v.  Mering:,  O.  MiDkowski,  F.  Moritz,  F.  Müller,  E.  Rouiberír. 
R.  Stern  y  Vierordt,  bajo  la  dirección  del  Dr.  D.  J.  v.  Mering.  —  Con  2*^3 
figuras  intercaladas  en  el  texto  y  una  lámina  tricolor.  —  Versión  directa 
de  la  segunda  edición  alemana  por  el  Dr.  D.  M.  Gil  y  Casares,  con  un 
Próloffodei  Dr.  D.  A.  Simonena  y  Zabalegui.  —  Tomo  primero.  —  San- 
tiago, 1904. 

Pr&otlca  de  laa  antopaiaa,  por  el  Dr.  Letulle.  —  Cuaderno  1.**  —  De  la  Bi- 
blioteca económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas,  —  Ma- 
drid, 1904.  —Tres  pesetas 

Tratado  de  Oirngia  clinloa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmann,  P.  von  Bruns  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  elDr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  •>"i9.  —  Cuadernos,  87  y  88. — 
Barcelona,  1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Eplsootia  de  pneamoenterltla  inf  eooloaa  en  Felanlgr,  en  1794,  por  el 
Dr.  D.  Enrique  Fajarués  y  Tur.  —  Palma  de  Mallorca,  1903.  —  Dos  ejem- 
plares. 

I«a  oegrnera  en  laa  lalaa  Baleares.  (Estudio  demográñco),  por  el  Doctor 
D.  Enrique  Fajarnés  y  Tur.  —  Palma  de  Mallorca,  1903.  —  Dos  ejem- 
plares. 

■nortes  violentas  por  aoeldentes  en  la  Isla  de  Malloroa.  —  Conferen- 
cia pronunciada  en  el  «Colegio  médico-farmacéutico  de  Palma»,  por  el 
Dr.  D.  Enrique  Fojarnés  y  Tur.  —  Palma  de  Mallorca,  1903.  —  Dos  ejem- 
plares. 

The  Thompson  Yates  and  Jhonston  I.aboratorles  Beport,  edited  by 
Rubert  Royce  and  Charles  S.  Sherrington.  —  With  illustrations  aud  pla- 
tes.  —  Vol.  V.  (New  Series).  —  Part  II.  —  December,  1903.  —  Price,  12,6. 
Liverpool,  1903. 

I«a  inmunidad  en  las  infecoiones,  Vaonnaoién,  Baroterapia.  —  Trabajo 
premiado  con  medalla  de  oro  en  el  Certamen  nacional  celebrado  por  la 
Universidad  de  Valencia  en  conmemoración  del  IV  centenario  de  su  fun- 
dación. —  Por  D.  Rafael  Pastor  Reig.  Alumno  de  Clínicas  de  la  Facultad 
de  Medicina  con  un  Prólogo  del  Dr.  D.  R.  Rodríguez  Méndez.  —  Valencia, 
1904.  —  Dos  ejemplares. 

I«'entéro-oolite  nanco-membranense.  par  le  Dr.  Froussard.—  A.  Maloine, 
éditeur,  25-27,  rué  de  l'Ecole  de  Médecine.  —  París,  1904.  —  2  fr. 

Periódicos:  Kew  Orleans  medioal  and  snrgieal  Journal.  —  Nueva 
Orleans. 

Bivista  pellagrolosrica  italiana.  Órgano  bimestrale  del  Comilato  perma- 
nente e  delta  Lega  iiiternazionale  coutre  la  Pellagra  e  delle  Commissioni 
pellagrologiche  del  Regno.  —  Udine.  —  Lire  2,00  (abbonaraento  aniiuoV 

Oasetta  sanitaria-  —  Rassegna  collettiva  m ensile  di  Medicina  genérale,  Chi- 
rugia^  Igiene  e  Farmacia.  —  Direttore  :  Dott.  Salvatore  Drago.  —  Via  Nau- 
machia,  43,  2.*  p.  Catania.  —  Abbonamento  annuo,  1,  3. 

Vida.  —  Publicado  quinzenal.  Portaveu  de  r«Academia  d'Higiene  de  Cata- 
lunya». —  Redacció:  Ronda  Universitat,  14.  entressol,  Barcelona.  —  Ks- 
panya,  2  ptas.  any. 

I«e  Jonrnal  des  Médeoins.  —  Revue  des  Revues  medicales.  Resume  complet  du 
mois  du praticien.  —  Librairie  Maloine,  25-27,  rué  de  TEcole  de  Médecine. 
París. —  Unan.  8  fr.  50(1). 

Boletín  de  la  «Asociación  médica  de  Puerto  Rico».— Director :  Ruiz  Araau. 
San  Juan  de  Puerto  Rico. 

Bivista  sanitaria.  —  Rassegna  dipratica  medica,  delle  pubblicazioni  scienti- 
fiche  edegli  interessi  professionali.  —  Direttore  :  Dr.  Eugenio  Bajía.  —  Via 
Aldo  Manuzio,  19,  Milano.  —  Abbonamento  annuo  L.  3. 

The  Daily  medioal  Bew  York  and  I«ondon  154  East  '72Dd  Street.  —  New 
York,  City. 


(1)    Dépói:  Barccionc :  Librería  francesa  de  Eugenio  Piaget  ^  y  10,  Rambla  dcí  Centro. 


Estudios  demográ/icos  de  Barcelona  '3' 

BibliQgrrahpie  folentifique.  —  Yient  de  paraitre  ti  la  librairie  J.-B.  BAI- 
LLIERE  KT  FILS,  19,  rué  Hautefeuille,  ¿  Paris,  un  Catalog^ae  general 
de«llvre«de  «olenoes,  compreiiant  l'annonce  détaillée  par  ordre  al- 
phabétique  des  noms  d'auteurs  d'environ  cinq  mille  ouvrages  de  niéde- 
cine,  kistoire  naturelle,  a^riculture,  art  vétérinatre,  physique,  c/nmie,  tech- 
nologie,  industrie,  avee  la  date  de  publication,  le  format,  le  Dorabre  de 
pagres,  de  ñgures  et  de  planches.  Une  table  méthodique  de  11  pages,  donne 
en  outre  Tindication  des  principaux  auteurs  qui  ontécrit  sur  plus  de  1,500 
sujets  se  rapportant  aux  sciences.  Cette  Bibliographie,  indispensable  íi 
tous  les  travailleurs,  sera  envoyée  gratis  etfranco  íi  tous  les  lecteur^  de 
ce  Journal  qui  en  feront  la  demande  i\  MM.  J.-B.  Bailliére  et  flls,  par  carte 
póstale  double  (avee  réponse  payée). 


NUB8TRA  CORRESPONDENCIA  CON  LA  PRENSA 


El  Jurado  médico  -  farmaoóutioo  de  Madrid.  —  Gracias  por  la  reproduc- 
ción de  la  noticia  Tuberculosis:  profilaxis,  del  Dr.  Rovira  y  Oliver. 

Bolatin  del  Oensejo  superior  de  Salubridad,  de  México.  — Id.  id.  del 
trabajo  del  Dr.  G.  Vignon,  Las  intoxicaciones  alimenticias  producidas  por  los 
peces,  traducido  por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J.). 

Revista  de  Medioina  contempor&nea ,  de  Madrid.  — Id.  id.  del  trabajo 
del  Dr.  Pereira,  Leyes  clínicas  del  dolor,  traducido  por  el  Dr.  Rodríguez 
Ruiz,  y  de  la  noticia  científtca,  Verrugas:  curación  mediante  la  acción  vaso- 
motriz  determinada  por  la  sugestión,  del  Dr.  Calvet  y  Nava. 

Revista  Balear  de  Oienciae  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.— Id.  id. 
de  la  noticia,  Aftongia,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

JLos  Suevos  Remedios,  de  Madrid.— Id.  id.  del  trabajo  Kéfir,  del  doctor 
Mur  ,  y  de  la  noticia  Verrugas:  curación  mediante  la  acción  vaso-motriz  deter- 
minada por  la  sugestión,  del  Dr.  Calvet. 


estudios  demogpálieos  de  Barcelona 

POR   EL 

Dr.  D.  Luis  Comengr 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Vitalidad  de   Barcelona  en  1903 

Como  complemento  á  lo  que  diiimos  en  el  número  de  esta  Gackta 
correspondiente  á  31  de  enero  próximo  pasado,  recordaremos  que  los 
nacünieníos  en  1902  ascendieron  á  1 8,888,  y  en  1903  ú  1 3,096, 
lo  que  indica  que  esta  base  de  incremento  vital,  por  fortuna,  viene 
mejorando  en  la  urbe.  Si  á  este  dato  ag-regamos  que  la  inmigración 
del  último  año,  según  nuestras  investig-aciones,  ha  sido  mayor,  en 
proporción  notable  que  en  los  anteriores  (1),  ya  puede  asegurarse  que 
la  ciudad  se  ha  engrandecido  en  la  última  anualidad  lo  que,  por  lo  de- 
más, está  en  la  conciencia  de  todos. 

Esta  deducción  resta  alguna  gravedad  á  la  cifra  mortuoria  que  en 
otra  ocasión  indicamos. 

En  cambio,  el  número  de  ahortos  (1,195)  excede  en  108  al  total  alcan- 
zado en  el  año  1902 ;  los  matrimonios  acusan  ligero  aumento  sobre  la 
totalidad  del  año  dos  de  esta  centuria. 

A  continuación  transcribimos  dos  estados  referentes  á  la  distribu- 
ción de  óbitos  por  enfermedades  y  meses,  durante  el  año  postrero. 


(Vi    Así  se  desprende  del  conjunto  sintético  entre  las  entradas  y  salidas  de  viajeros  por  mar  y 
W  dt  que  tenemos  conocimiento.    No  ponemos  aquí  las  cifras  por  no  estar  bien  depuradas. 


/ja 


Eatuáioi  4emográj¡eot  dt  Barcitont 


Una  adveptPMcia:  como  el  concento  ¡i  ,,„«  obedece  la  . 
iW  .  oletin:»  iMferfo-confH^nosas  st-  "im  eu.4»rluulú  cotisirl,., 

tic  auo«  af ra.«.l....s  lo  que,  eu  esencia  no  es  derto,  como  ¿  ¿S  Jibíi;;! 


Enfermedad..  lof..„l.,«..  .  B.ro.loa.  y  ..rva-lo*-  -  A«o    .90, 


B  ttfopfne  d  m  d  »i 


■  «omuüii*.  -  BAreelona  y  affr^gadi»».  -  Alie»   190S 


RlvSrMKK 


Tota!  infeceífjsas,     *     .     .     _ 
Diferencia  eu  favor  de  \m  cümuaes 


acocil 


Tomo  XXVII.     Núm.  6       Bftroelon>  16  margo  1904       ABo  ZZVII.      Núm.  641 

Gaceta  Médica  Catalana 


SUMAKIO  :  Origen  y  naturaleza  de  las  alexinas,  por  R.  Turró.  <— Formas  curables  de  la  tubercu- 
losis pulmonar,  por  el  Dr.  D.  Juan  Manuel  Matianl.  —  Precursores  de  Pasteur,  por  el 
Dr.  L.  Comente.  —  Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  (continuación),  por  Lu- 
ciano Mayor.  —  £1  alcohol-alimento  y  la  hipótesis  del  mecanismo  humano,  por  el  doctor 
Aug.  Forel.  —  Venereología  social,  por  el  Dr.  Ciado.  —  Rkvista  crítica  bibi.iogháfica, 
por  el  Dr.  C  Calleja.  —  Fommiiamio  y  thatamientos  mookrnos,  por  el  Dr.  Rodrig[uez 
Méndez.  —  Sbccion  oficial:  Hospital  San  Antonio,  París. — !•'  Congrés  Franjáis  de  Clima> 
tothérapie  et  d'Ilygiéne  Urbaíne.  —  Academia  de  Higiene  de  Cataluña.  —  Pi  bi  icaciones  hbcibi- 
OAS.  — Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Lu^s  Comenge. 


Opigen  y  naturaleza  de  las  alexinas^" 

lOK 

R.  Turró  ' 

Director  del  Laboratorio  de  la  Academia  de  Ciencias  médicas  de  Cataluña 

El  organismo  no  se  defiende  de  las  bacterias  matándolas  mecánica- 
mente ó  eliminándolas  por  sus  emunctorios  fisiológicos ;  de  ellas  se 
defiende  mediante  un  proceso  puramente  químico,  por  el  que  se  funden 
como  la  cera  en  el  agua  caliente^  según  la  expresión  de  Wassermann. 

La  transformación  del  cuerpo  de  la  bacteria  en  materia  amorfa  se 
designa  con  el  nombre  de  bacteriolisis;  la  substancia  ó  substancias  me- 
diante cuya  acción  se  efectúa,  Buchner  las  llama  alexiaaSy  denomina- 
ción generalmente  aceptada  en  los  dominios  de  la  ciencia. 

La  existencia  de  las  alexinas  ha  sido  comprobada  en  ciertos  humo- 
res orgánicos,  sobre  todo  en  el  suero  sanguíneo,  en  ciertos  exudados 
peritoneales,  en  los  leucocitos  polinucleares  y  más  dudosamente  en  los 
macrófagos.  La  escuela  de  MetchnikoflF,  que  tanto  ha  contribuido  al 
progreso  de  la  ciencia,  les  seilala  un  origen  exclusivamente  leucocita- 
rio,  y  aunque  las  llama  citasas,  mejor  la3  cuadraría  el  nombre  de  leti- 
cocí  tasas. 

Desde  1898,  en  el  laboratorio  de  mi  dirección  investigo  el  origen  y 
naturaleza  de  estas  substancias  jyro/ec^rdfírftfZ  o?'^rtrwÍ5»¿o.  En  mi  pri- 
mera Memoria  (2),  las  estudio  en  el  plasma  sanguíneo,  purgado  de 
suero,  previamente  digerido  por  la  tripsina,  afirmando:  1.°,  que  su 
])otencia  bacteriolítica  es  incompletamente  superior  á  la  del  suero ; 
2.**,  que  su  actividad  en  un  medio  alcalino  alcanza,  su  máxhmnii  entre 
.3.r  y  40''  C. 

Á  fines  de  1901,  en  mi  Memoria  segunda  (3),  compruebo  que  las 
alexinas  existen  en  la  glándula  tiroides,  en  el  jugo  muscular,  epitelio 
renal  y  en  los  huevos  de  gallina.  Un  año  después,  en  un  estudio  com- 
j)lementario  (4),  las  descubro  en  las  cápsulas  suprarrenales,  en  el  bazo, 
hígado  y  ganglios  linfáticos. 

Los  procetlimientos  seguidos  para  llegar  á  los  resultados  indicados, 
>'on,  en  resumen,  los  siguientes  : 

Machacadas  las  glándulas  tiroides  y  prensada  la  pulpa,  se  obtiene 
por  filtración  ó  por  centrifugación  un  jugo  transparente,  rojo,  fácil- 
mente oxidable,  que  no  se  coagula  espontáneamente.    Cada  gramo  de 


(1)  Comunicación  al  Congreso  internacional  de  Medicina  de  Madrid,  1903. 

(2)  Centralblat.f.  Bakt.,  etc.,  t.  XXVHl,  líXíO,  pág.  173.  —  Revista  trimestral,  Madrid,  1000. 

(3)  Bakterienyerdaung.  —  Centralblat.f.  Bakt.,  etc.,  t.  XXXII,  n."2. 
(4;  Digestión  d^s  bacteries.  —  Rev.  Veterinaire,  n,"  12,  1;m)2. 


^34 


Origen  y  naturaleza  de  las  alexinas 


este  jugo  fresco  es  capaz  de  digferir,  á  la  temperatura  de  37"  C,  0*2/» 
gramos  de  Bacilhis  anthracis  raspados  del  ag-ar-agar  donde  fueron  sem- 
brados el  día  anterior,  en  el  espacio  de  uno  á  tres  días.  El  product j 
de  esta  digestión  es  un  residuo  amorfo,  de  color  gris,  de  consistencia 
mucilaginosa,  que  precipita  en  el  fondo  del  tubo  y  se  diferencia  ild 
jugo  tiroideo  de  color  rosado  y  que  flota  encima. 

E[  B.  Proteus  viUgariSj  el  B.  coli  co/nmímis,  el  B.  Eberth,  subíilis,  etc.. 
son  digeridos  por  las  alexinas  del  jugo  tiroideo;  en  cambio,  el  ^.  A'/^/^y 
Zíf//<?r  resiste  oastante  á  su  acción  y  hay  varias  especies  bacterianas 
íuitre  ellas  algunos  coceas,  sobre  las  cuales  no  ejerce  acción  alguna  y 
aun  destruyen  y  anulan  la  actividad  de  dichas  alexinas. 

El  ensayo  del  jugo  muscular  fresco  acusa  la  existencia  de  alexinas 
que  atacan  un  gran  número  de  especies  bacterianas. 

Del  bazo,  hígado,  riñones,  ganglios  y  cápsulas  suprarrenales,  >^' 
obtienen  jugos  que  se  coagulan  espontáneamente  con  una  gran  rapi- 
dez ;  en  ese  estado,  sus  alexinas  son  inactivas.  Para  demostrar  su 
exiíítencia,  debe  procederse  de  la  siguiente  manera  :  se  toma,  ["  r 
ejeraplo,  el  bazo  de  un  carnero  ó  de  un  buey  recién  sacrificado,  ^e 
lndn>tomiza,  se  le  desenfunda,  se  machaca  hasta  reducirlo  á  pa>ia 
tina,  y  se  añade,  por  fin,  tres  veces  su  peso  de  agua  destilada  ó  sa- 
lada Haturada  de  fluoruro  sódico,  dejándolo  macerar  en  el  vacío  iina> 
cuantHs  horas.  Las  alexinas  esplénicas  son  solubles  en  el  agua  «oj- 
iada al  1  por  100,  y  también  en  el  agua  destilada,  como  lo  es  ía  pep- 
íiina  de  la  mucosa  gástrica  en  el  agua  acidulada.  El  líquido  .It 
raaneraciun  del  bazo  ensayado  con  raspados  de  cultivos  de  B,  anüm- 
m  de  un  día,  los  digiere  en  el  espacio  de  veinticuatro  horas:  h 
maceraci('in  de  ganglios  linfáticos  ó  cápsulas  suprarrenales  es  todavía 
itiás  activa. 

Mi  discípulo,  el  Dr.  Lleo  y  Morera,  ha  demostrado  por  los  mhm< 
Ijporedimientos  que  las  alexinas  existen  en  la  médula  de  los  huesos} 
%m  la  ¡substancia  nerviosa. 

Con  los  animales  de  sangre  fría  se  obtienen  los  mismos  resultado^ 
que  con  los  de  sangre  caliente. 

En  presencia  de  unos  hechos  tan  elocuentes,  no  es  posible  atribuir 
á  las  alexinas  un  origen  exclusivamente  leucocitario,  como  preten-l^ 
la  í\^cuj^la  de  Metchnikofl^,  pues  indudablemente  las  hay  de  origen  es- 
pléniro,  renal,  hepático,  etc.  Su  existencia  en  estado  soluble  en  el 
seniin  y  en  ciertos  exudados  es  tan  natural,  como  lo  es  que  se  encuen- 
tren erí  los  líquidos  de  maceración  de  nuestros  experimentos. 

La  mater.ia  orgánica  viviente  es  una  fuente  inagotable  de  alexina-: 
hastn,  ]>ara  demostrar  la  tesis,  encontrar  un  medio  en  que  se  hap: 
solubles  y  acusen  su  actividad.   Así,  en  mi  Memoria  segunda,  deraue- 
trn  qm-  el  vitellus  del  huevo  de  gallina  las  contiene  potencialmente  e 
cantiihiti  exorbitante,  pero  no  acusan  su  actividad  si  no  se  disuelveii 
previamente  en  la  clara  ;  ensayada  directamente  ó  diluida  la  subí^ta::- 
cia  viíelina  en  agua- destilada,'  queda  sin  acción  sobre  el  B,  antñrm) 
mas  .^i  una  mínima  porción  de  titeUns  se  mezcla  con  clara  de  huev  >, 
al  Piúm  {le  unos  cuantos  días  adquiere  una  potencia  bacteriolítica  ía 
poderosa,  que  en  menos  de  veinticuatro  horas  digiere  la  mitad  de  .^n 
I^esu  di*  B.  anthracis.    Su  actividad  se  revela  en  estas  condiciones 
hasta  dilatándolo  en  20  veces  su  peso  en  agua  destilada.    Indudal>le- 
nieiUe  las  alexinas  preexistían  en  el  vitellus,  pues  ha  bastado  hacerls^ 
stiUihles  para  que  acusasen  su  actividad.    De^la  misma  manera,  agola 
de  mi  |>lasma  orgánico  dado  toda  la  alexina  que  contiene,  tal  vez  S'^^ 
íni[)osil;le  ;  pero,  á  pesar  de  contar  con  tan  enorme  reserva  defensivi 
piiedH  f^er  presa  de  una  infección  por  no  pasar  al  estado  soluble,  qu- 
dando  sti  alexina  en  estado  potencial. 


Y 


Origen  y  naturaltJ^a  de  ias  aUxinas  75^ 


No  existe  una  alexina,  sino  varias,  segríin  el  plasma  de  que  proce- 
den. Comprobaremos  esta  diferenciación  por  sus  efectos  ;  así :  la  ale* 
xiua  vitelina  que  digiere  admirablemente  el  B.  anthracis,  Eberth^  eoli 
commnms.  etc.,  no  ejerce  efecto  sobre  el  bacilo  de  la  difteria  ni  sobre 
el  streptococm.  El  B.  virffula,  de  Koch,  bajo  la  acción  de  las  alexinas 
vi  telinas,  toma  instantáneamente  la  forma  g-lobular  y  después  queda, 
inactivo  por  coagularse  en  presencia  de  esta  bacteria.  Las  alexinas 
que  ^e  obtienen  del  plasma  sanguíneo  por  medio  de  su  digestión  por 
la  tripsina,  por  la  acción  de  la  bilis  ó  bien  por  su  autodigestión  espon- 
tánea en  el  vacío,  apenas  atacan  b\ pneumococcus,  y,  en  cambio,  lo  di- 
gieren con  gran  rapidez  el  juga  ganglionar  y  tiroideo.  Los  leucocitos 
polinucleares  que  engloban  con  tanta  facilidad  y  digieren  los  staphilo- 
coccus,  quedan  sin  acción  sobre  el  go7iococcu$  que  prolifera  en  su  seno 
como  en  su  medio  natural  de  cultivo. 

Tal  es,  en  su  más  vasta  síntesis,  el  origen  que  cabe  señalar  á  las 
alexinas.  Son,  indudablemente,  derivados  (re  la  substancia  plasmática, 
que  se  han  hecho  solubles  en  el  agua  salina,  y  en  este  sentido  les 
cuadra  perfectamente  el  nombre  de  citasas,  no  entendiendo  por  tales 
únicamente  las  que  proceden  de  los  leucocitos,  sino  de  todos  los  plas- 
mas celulares  que  las  contengan. 

¿  Cuál  es  su  naturaleza  ?  ¿  Mediante  qué  mecanismo  químico  trans- 
forman ias  alexinas  ó  citasas  el  cuerpo  de  la  bacteria  en  materia  amorfa 
ó  soluble  ? 

Cuando  nosotros  mezclamos  alexinas  vitelinas,  tiroideas,  muscula- 
res, etc.,  con  B.  aiitkracis,  al  cabo  de  algunas  horas  observamos  que 
los  filamentos  se  hinchan  como  la  fibrina  en  una  solución  clorhidro- 
pépsica.  En  ese  estado  la  bacteria  no  conserva  ya  el  color  básico  tra- 
tada con  el  método  de  Gram.  Desteñida  con  el  alcohol,  se  impregna 
de  eosina  con  tanta  mayor  intensidad  cuanto  menos  avanzado  esté  el 
proceso  bacteriolítico ;  en  un  mismo  filamento  encontraremos  bacilos 
teñidos  de  rosa  y  otros  teñidos  de  violeta,  por  conservar  todavía  el 
Gram.  En  una  faz  más  adelantada  del  proceso,  los  segmentos  baci- 
lares desaparecen  y  el  filamento  duplica  ó  triplica  su  volumen  y  acaba 
por  resolverse  en  materia  amorfa.  Esa  hinchazón  presupone  una  hi- 
drólisis previa  en  la  masa  protoplasmática.  Desde  ese  punto  de  vista, 
las  alexinas  obran  como  enzimas  hidrolizantes,  es  decir,  como  zimazas 
que  acumulan  en  los  espacios  intermoleculares  una  gran  cantidad  de 
agua. 

Cuando  las  alexinas  son  escasamente  difusibles,  no  penetran  el 
cuerpo  bacilar  homogéneamente  en  toda  su  masa  y  lo  atacan  sólo  por 
la  superficie  de  contacto.  Practíquese  un  corte  en  el  bazo  y  deposí- 
tense B,  anihracis  en  su  fondo,  y  al  cabo  de  unos  minutos  se  observará 
que  están  rodeados  de  una  enorme  envoltura  hialina  y  trasparente, 
(¡ue  contiene  en  su  centro  el  cuerpo  bacilar  á  modo  de  un  estuche  ó 
cápsula.  Esa  bacteriolisis  inicial  no  progresa;  se  detiene  en  este 
punto  porque  el  jugo  esplénico  se  coagula  y  queda  inactivo.  El  jugo 
tiroideo  digiere  los  bacilos  capsulándolos  á  expensas  de  su  protoplas- 
ma,  de  modo  que  acaba  por  desaparecer  del  todo,  dejando  una  cápsula 
vacía,  que  también  acaba  por  disolverse.  La  bacteriolisis  acusa  una 
difusibilidad  imperfecta  en  los  enzymas  bacteriolíticos  (alexinas)  del 
jugo  tiroideo.  Basta  añadir  una  pequeña  cantidad  de  grasa  á  dicho 
jugo  para  que  (atacada  por  la  lipasa  es  desdoblada  en  glicerina  y  ácidos 
grasos)  sean  las  alexinas  más  difusibles  ó  solubles  y  ataquen  la  bacte- 
ria eii  bloc  y  se  disuelva  sin  capsularse,  como  ocurre  con  el  agua  de 
maceración  del  jugo  esplénico,  hepático,  renal,  etc. 

En  los  dos  casos,  el  proceso  bacteriolítico  es  idéntico  en  el  fondo  ; 
110  se  trata  más  que  de  una  hidrólisis.    En  efecto ;  si  nosotros  exten- 


i^$ 


Origen  y  naturaUj^a  di  las  alexinas 


demíis  sobre  dos  purta-objetos  bacilos  capsulados  y  los  transportamos  á 
la  t'sttita,  uno  en  cámara  hVimeda  y  otro  en  un  desecador  al  ácido  sul- 
fúrico, al  cabo  de  nl^j-unas  horas  observaremos  que  en  el  primero  las 
cHimiUas  Be  Imn  Cíuiservado  y  aun  ag-randado,  mientras  que  en  el 
porta-objetos  del  desecador  lian  desaparecido,  y  el  protoplasma  bacilar 
representa  granulado  por  la  gran  deshidratación  que  ha  sufrido  a 
consecuencia  de  la  evaporación. 

Por  donde  se  ve  que  el  infarto  bacilar  ó  la  capsulación  son  fenóme- 
nos de  la  niisnm  luituraleza,  debidos  á  la  hidratación  progresiva  de  la 
ííubstancia  lírutophismática. 

Por  la  conceiíci^>n  de  las  alexinas,  tal  como  resulta  de  nuestras  in- 
vestiíraciones,  se  ve  que  las  Usinas  de  Duclaux,  las  substancias  hacteñ- 
cidasy  las  citasas,  y  cuantas  denominaciones  se  les  aplican,  son  iiom- 
bí'es  varios  que  designan  una  misma  cosa.  Por'  su  origen  deberían 
llamarse  ciiasas;  pnr  su  modo  de  obrar,  enzymas  bacíeriolíHcos. 

ICl  estudio  del  origen  y  naturaleza  de  las  alexinas  ó  enzymas  bac- 
terio Lít  i  eos  uos  rnnt\^tra  los  poderosos  medios  con  que  cuenta  el  org^- 
nísmíj  para  defenderse  de  la  infección.  Los  plasmas  celulares  la> 
elalioraii  y  son  capaces  de  cederlas  á  los  humores  en  una  cantidad  casi 
inagotable.  De  una  pequeña  porción  de  pulpa  esplénica  ó  ganglionar 
pueden  obtenerse,  por  maceraciones  sucesivas  en  el  vacío,  enzjmas 
capaces  de  digerir  veinte  y  treinta  veces  su  peso  de  B.  atithracis:  mas 
esos  enzymas  senin  potenciales,  quedando  inactivos,  siempre  q^ue  pol- 
los medios  adecuados  no  se  hagan  solubles  en  los  humores  o  en  el 
propio  plasma  celular.  La  investigación  del  mecanismo  interno  me- 
diante el  que  se  elaboran  en  el  seno  del  plasma  celular  y  se  difunden 
expansivamente  en  A  medio  orgánico,  nos  dará  la  clave  del  mecanis- 
mo de  lu  iiiiiinnidnd  natural,  ósea  del  grado  de  resistencia  que  li>> 
animales  ofrecen  a  una  infección  dada,  problema  obscuro,  asaz  coui- 
plejn,  prufumlaiíieiitc  físiológico,  del  que  sólo  conocemos  algunos  de- 
talles. El  proceso  de  la  inmunidad  natural  está  íntimamente  ligado 
con  el  proceso  lie  la  nutrición  celular  en  su  doble  fase  anabólica  y  ca- 
tabólica. 

Conclusiones 

1."  Las  alexinas  (Usinas^  substancias  bactericidas^  ciíasaSj  etc.),  son 
substancias  que  obran  químicamente  sobre  el  protoplasma  bacteriano 
hasta  resolverlo  en  materia  amorfa  ó  soluble.  El  proceso  de  esta  reso 
luciun  se  llama  b/i/feríolisis. 

2^"  Las  alexinas  proceden  de  los  plasmas  celulares  que  las  elaboran 
(tejido  hepático,  esjdénico,  epitelio  renal,  tiroideo,  glóbulos  blancos,  etc.i. 
cuya  acción  st^  deinuestra  haciéndolas  previamente  solubles  en  el  agua 
fisioli'kgii^a. 

3.'  Las  propií'i hules  de  las  alexinas  difieren  según  los  plasmas 
celulares  que  his  rl;iboran.  Unas  son  activas  sobre  ciertas  especie^ 
bacteriaiins  y  ntras  son  inactivas. 

4.*  Liis  aU^\Ín;is  cuya  existencia  he  podido  comprobar  experimen- 
tainienti*.  son  las  ún  la  glándula  tiroides,  cápsulas  suprarrenales,  epi- 
telio renal,  gnnglicis  linfáticos,  tejidos  muscular,  hepático  y  espléuico, 
]íhisnin  síingnínetí  y  las  del  vitelus  del  huevo  de  gallina  previamente 
disiM'llas  OH  bi  chira, 

ó/'  l*or  su  naturaleza  química,  las  alexinas  son  enzymas  que  di- 
gieren las  biifterias  por  medio  de  una  hidrólisis  progresiva. 

r»/  La  luavíu-  <  i  menor  resistencia  de  un  organismo  dado  n  una  iu- 
íVcí-iíVn  (mmiitivíad  mtiiral),  depende  del  mecanismo  fisiológico,  me- 
diante t-l  que  se  liacen  solubles  y  activas  las  alexinas,  ya  en  los  humo- 
res, ya  on  ]n<  jUnsmas  celulares.' 


Formas  enrabies  de  la  tabercnlosis  polmonar  ^'^ 

POK   EL 

Dr.  D.  Juan  Manuel  Mariani 

Médico  de  número,  por  oTposición^  del  Hospital  de  la  Princesa  y  Académico  de  número 
de  la  Real  de  Medicina  de  Madrid 

El  problema  que  preocupa  más  hoy  á  los  médicos  y  á  los  sociólogos, 
es  el  de  la  enorme  mortalidad  por  tuberculosis,  sobre  todo  en  las  gran- 
des poblaciones,  sin  que  se  vean  exentos  de  ella  los  habitantes  del 
campo,  y  los  gobiernos,  por  una  parte,  y  los  médicos,  por  otra,  tratan  de 
disminuir  la  aterradora  cifra  de  muertes  por  tuberculosis,  que  espanta 
seguramente  á  los  que  la  conocemos,  y  que  pasa  inadvertida  para  la 
sociedad,  porque  no  reviste  el  carácter  violento  y  brutal  de  las  epi- 
demias. 

Todo  el  mundo  ignora  que  se  mueren  al  año  millones  de  tubercu- 
losos, porque  nadie  sabe  que  se  ha  muerto  de  tuberculosis  un  sujeto, 
si  no  es  persona  conocida  ó  de  la  familia,  y  hasta  en  esto  la  sociedad 
culta,  con  notoria  injusticia,  casi  siempre  atribuye  la  muerte  de  los 
tuberculosos  á  los  excesos  de  la  mala  vi(la  y  apenas  si  tiene  conmise- 
ración hacia  ellos. 

Yo  he  sido  durante  ocho  años  Director  Médico  de  la  Sucursal  de 
«La  Equitativa»,  de  los  Estados  Unidos  en  España,  y  en  las  hojas  de 
reconocimiento,  en  la  parte  consagrada  á  los  antecedentes  de  familia, 
cuando  alguno  liabía  muerto  de  tuberculosis,  consignaban  siempre, 
como  para  atenuar  el  que  la  muerte  hubiera  sido  producida  por  esta 
enfermedad,  que  fué  ocasionada  por  excesos  de  la  juventud,  como  si 
no  liubiera  muchos  que  han  cometido  excesos  en  todas  las  épocas  de 
su  wjda  y  no  se  han  hecho  tuberculosQs ;  es  más:  ¡  cuántas  veces  en  las 
familias,  al  declarar  que  un  sujeto  está  tuberculoso,  encargan  el  se- 
creto y  uo  quieren  confesar  ante  sus  amigos  y  deudos  tal  enfermedad, 
como  si  fuera  una  vergüenza  ó  un  oprobio  el  adquirirla,  creyendo  que 
es  sólo  patrimonio  de  las  clases  humildes !  ¡  Pobres  tuberculosos,  que 
no  cuentan  ni  con  la  conmiseración  de  los  demás  y,  que  con  las  ideas 
del  contagio,  tan  propaladas  y  tan  divulgadas  en  esta  última  época,  se 
encuentran  á  veces  aislados  y  no  asistidos  con  aquel  cariño  y  con 
aquella  asiduidad  que  reclaman  sus  sufrimientos  físicos  y  su  estado 
moral,  siempre  triste,  casi  siempre  impregnado  de  melancolía  ! 

Todos  decimos  que  la  tuberculosis  es  curable ;  se  consigna  en  los 
libros  las  autopsias  de  sujetos  viejos  ó  muertos  de  una  manera  acci- 
dental han  encontrado  tubérculos  cretificados  ó  fíbrosos  en  los  pulmo- 
nes;  la  misma  observación  clínica  demuestra  que  hay  tuberculosos 
que  se  curan;  pero  veamos  en  qué  condiciones  se  curan  los  tuberculosos, 
y  empecemos  por  confesar  que  el  número  de  los  que  se  curan,  no  tem- 
poralmente, sino  de  una  manera  permanente,  es  infinitamente  pe- 
queño, porque  hay  muchos  casos  de  supuestas  curaciones,  en  las  que 
la  enfermedad  revive  y  ocasiona  la  muerte  del  sujeto  de  una  manera 
rapidísima. 

Yo  he  tenido  entre  mis  clientes  algunos  que  han  hecho  la  vida  de 
sanatorio  durante  dos  y  tres  años,  que  han  venido  gordos,  aunque  páli- 
dos, que  han  traído  sus  lesiones  pulmonares  casi  desaparecidas  y,  poco 
tiempo  después,  una  hemoptisis  abundante  ó  un  brote  agudo  han  de- 
terminado un  nuevo  período  de  evolución  rapidísima,  de  forma  febril, 
que  ha  producido  la  muerte  en  tres  ó  cuatro  mescH ;  por  esto  pienso  yo 
que  todo  lo  que  se  hace  ahora  para  disminuir  la  mortalidad  de  tuber- 
culosis atacando  la  enfermedad  misma,  es  incompleto  y  no  producirá 

(1)    Comunicación  presentada  al  XIV  Congreso  Internacional  de  Medicina.  —  (Sección  de 
Medicina). 


JJM 


Format  curables  de  la  tuberculosis  pulmonar 


T 


rejíiiltados  positivas,  porque  hay  que  atacarla  previniéndola,  hay  que 
roTiibatirla  anteí?  de  que  aparezca. 

iSería  imperdonable,  porque  es  una  premisa  necesaria,  el  que  no 
cuntiignaBe  aquí  Jiiirf  opiniones  de  siempre  respecto  á  la  etiología  de  la 
enfermedad.  1)0;^  factores  la  constituyen  :  el  bacilo  de  Koch,  sin  el  que 
no  hay  tubenMilosi?;,  y  el  terreno  en  que  el  bacilo  germina;  es  cierto 
qutí  sm  bacilo  de  Koch  no  se  puede  decir  que  una  lesión  es  tubercu- 
losa, pero  no  se  ]juede  negar  que  el  bacilo  ^constituye  un  hecho  secan- 
ilario  enfrente  del  terreno,  y  si  el  terreno  orgánico  no  tiene  condicio- 
nes abonadas  y  no  se  encuentra  en  estado  de  receptividad  morbosa 
para  que  el  bacilo  germine,  el  bacilo  permanecerá  completamente 
inerte  y  no  dará  lugar  á  la  lesión  tuberculosa  que  le  caracteriza,  a  la 
granuhición  gris. 

Si  el  bacilo  tuviese  una  acción  específica  y  fatal,  la  humanidad  hu- 
biera desaparecido,  porque,  á  pesar  de  los  sabios  preceptos  de  la  hi- 
giene moderna j  los  miles  de  tuberculosos  que  viven  entre  personas 
sanas,  que  frecuentan  los  cafés,  los  teatros,  los  restauranes,  que  escu- 
nen en  todas  jiartes,  que  beben  en. las  mismas  copas  qiie  los  sanos,  di- 
ninden  el  bacilo  por  todos  lados;  estos  tuberculosos  ambulantes,  que 
liacen  la  vírla  nnnun,  son  focos  de  difusión  permanente,  porque  los 
pobres  tisicos,  en  el  hospital  ó  en  su  domicilio,  sólo  pueden  difundir 
sus  gérmenes  en  un  círculo  más  pequeño,  y  la  defensa  contra  ellos  es 
mucho  más  factible. 

Experimento?^  hechos  en  todos  los  hospitales  demuestran  que  en  las 
niucosidades  de  la  faringe  y  de  los  bronquios  de  los  médicos,  de  los 
internos  y  de  los  enfermeros,  existen  bacilos  de  Koch  bien  caracteriza- 
dos, que  permanecen  completamente  inofensivos. 

En  contra  de  estos  hechos  aparece  la  observación  diaria  de  perso 
ñas  que,  aisladas  completamente  de  todo  contacto  sospechoso,  se  hacen 
tnberrnlnsas  de  una  manera  rápida  y  sucumben  á  consecuencia  de  esta 
enfermedad  jíor  condiciones  orgánicas  especiales,  que  hacen  desapare- 
cer familias  finieras  á  consecuencia  de 4a  tuberculosis. 

Después  de  este  preámbulo,  veamos  cuáles  son  las  formas  de  la 
tuberculosis :  la  primera,  la  aguda,  la  granulia,  es  siempre  mortal  en 
todos  los  casos ;  la  segunda,  en  orden  de  gravedad,  es  la  forma  erética, 
la  tii^is  floridiu  íjue  dirían  los  antiguos;  en  esta  forma,  la  infiltración 
tuberculosa  riel  ¡Milmón  es  difusa  y  confluente,  la  fiebre  aparece  desde 
los  primeros  momentos,  la  consunción  no  se  hace  esperar  y  los  enfer- 
mos sucumben  también  de  una  manera  fatal  en  un  período  que  oscila 
entre  ocho  llH^^cs  y  un  año. 

Sigue  ^i  esta  bí  forma  que  podemos  llamar  tórpida,  en  la  que  uno  sol») 
de  los  pulnnnies  vs  invadido  y  la  granulación  tuberculosa  está  disemi- 
nada, dando  logar  á  reacciones  generales  poco  intensas,  á  fiebres  pe- 
queñas y  no  cotistantes,  á  desnutrición  paulatina  y  á  síntomas  de 
rehUunbViniieuto  pulmonar  muy  lento;  en  esta  forma  pueden  obser- 
varse niurbas  variedades,  que  son  las  que  constituyen  el  síndrome  clí- 
nico de  la  tisis  rrí'mica,  y  según  que  el  estómago  se  conserve  en  con- 
diíñones  fu ncií males  más  ó  menos  buenas  y  el  enfermo  se  nutra,  y  en 
relarit'íH  con  las  circunstancias  higiénicas  ele  que  se  rodee  al  tubercu- 
loso, asi  la  manila  será  de  dos  años  á  seis,  ocho  ó  diez  ;  influirán  tam- 
bir*n  en  el  (nu-so  y  duración  de  esta  forma  de  tuberculosis  los  nuevos 
brotes  (pH*  vayan  apareciendo  por  difusión  del  proceso  anatómico  ó  por 
df'pniíperacir}!!  orgánica  motivada  por  cansas  accidentales  que  favorez- 
can la  expaiisii'jn  d«l  proceso  tuberculoso. 

Aun  í-uandü  en  los  comienzos  de  esta  forma,  uno  sólo  de  los  pulmo- 
nes es  el  invadido,  en  el  curso  lento  de  su  evolución  el  otro  lle^ra 
tanibiéii  á  intiUrarse,  agravando  el  pronóstico  de  tiempo  y  acelerandv> 


Formas  curables  ée  la  tuberculosis  pulmonar  /  59 

la  marcha  del  proceso  por  razones  de  nutrición  general,  que  no  hay 
para  que  señalar. 

De  todos  modos,  en  esta  forma  de  tuberculosis  y  en  sus  variedades, 
que  son  muy  comunes,  el  pronóstico  tiene  que  fundarse,  en  primer 
lugar,  en  las  condiciones  de  la  nutrición  general,  y  en  segundo,  en  la 
extensión  de  las  lesiones  locales. 

Estos  dos  factores  marchan  casi  siempre  á  la  par,  porque  es  hoy  un 
axioma  que  cuando  la  nutrición  general  se  conserva,  cuando  el  apetito 
no  decae  grandemente,  cuando  los  enfermos  se  alimentan  y  asimilan 
lo  que  ingieren,  la  evolución  local  lleva  una  marcha  lenta  y  hasta  hay 
periodos  en  que  se  apaciguan  de  tal  manera  los  síntomas  locales,  que 
hacen  concebir  la  esperanza  de  una  curación ;  pero  estas  curaciones, 
en  la  forma  de  que  nos  ocupamos,  son  casi  siempre  temporales,  pasa- 
jeras, no  permanentes,  no  reales,  no  positivas ;  estos  tuberculosos  son 
siempre  tuberculosos,  y  aun  cuando  la  enfermedad  dure  ocho,  quince 
y  hasta  veinte  años,  el  sujeto  morirá  tuberculoso,  ya  por  la  sola  evolu- 
ci(')n  del  proceso,  ya  porque  enfermedades  interciirrentes  del  aparato 
respiratorio  ó  del  tubo  digestivo  agudicen  la  lesión  local,  como  ocurre 
con  las  primeras,  ó  depauperen  profundamente  el  organismo,  como 
acontece  con  las  segundas,  disminuyendo  las  resistencias  orgánicas  y 
los  medios  de  defensa  contra  el  proceso  bacilar. 

Este  tercer  grupo  de  formas  clínicas  de  tuberculosis  es  el  que  más 
frecuentemente  obs.ervamos,  y  estos  tuberculosos  son  bien  difíciles  de 
curar,  porque  el  comienzo  sordo  del  proceso  no  llama  la  atención  del 
enfermo,  que  atribuye  su  tos  y  sus  molestias  á  un  catarro,  cosa  que 
para  el  vulgo  es  perfectamente  ^despreciable,  pues  que  la  décima  parte 
de  la  humanidad  tose  constantemente  sin  preocuparse  de  su  tos  hasta 
(jue  otros  síntomas  más  molestos,  como  la  disnea,  ó  más  alarmantes, 
como  la  hemoptisis,  les  hacen  consultar  con  el  médico  por  considerarse 
enfermos. 

Esta  miítma  incuria  de  sí  mismos  hace  (jue  estos  tuberculosos  sigan 
haciendo  su  vida  ordinaria  con  alimentación  deficiente,  consagrados  á 
sus  trabajos,  acaso  engolfados  en  sus  distracciones  ó  en  sus  vicios,  y 
que  la  enfermedad  vaya  ganando  el  terreno  palmo  á  palmo,  haciendo 
imposible  una  curación  que  acaso  en  sus  comienzos  hubiera  sido  fácil. 
Como  forma  derivada  de  ésta,  es  decir,  de  la  tórpida,  existe  la  que 
bien  puede  llamarse  tuberculosis  circunscrita  del  pulmón,  comparable, 
sin  temor  de  caer  en  exageraciones,  á  las  tuberculosis  articulares  y  á  . 
las  óseas,  es  decir,  á  las  tuberculosis  quirúrgicas. 

Más  propia  de  los  adultos  que  de  los  jóvenes,  no  deja,  sin  embargo, 
(le  observarse  alguna  vez  en  esta  última  edad ;  ocupa  de  preferencia 
un  vértice  y  más  raramente  la  base  ;  cuando  se  localiza  en  el  vértice, 
se  observan  por  la  parte  anterior  y  por  la  parte  posterior  todos  los  sin  - 
tomas  físicos  de  la  condensación  pulmonar  y  del  reblandecimiento. 

Casi  nunca  los  enfermos  acuden  al  médico  en  este  período,  porque 
los  síntomas  iniciales  na  son  violentos,  ni  en  lo  que  toca  al  estado  ge- 
neral ni  en  lo  que  se  refiere  al  local:  tusícula,  desnutrición  ligera,  algún 
cansancio,  y  en  algunos  casos  fiebre  de  elevación  térmica  poco  pro- 
nunciada, son  los  síntomas  que  por  su  poca  intensidad  no  despiertan 
grandes  temores  ;  pero  llega  un  momento  en  que  la  tos  es  más  persis- 
tente y  en  que  el  enfermo  esputa  estrías  de  sangre  ó  sangre  pura,  y 
entonces,  ya  por  este  último  síntoma,  siempre  alarmante,  consultan 
con  el  médico,  que  al  llegar  á  estas  alturas  escucha  ya  chasquidos  y 
crepitaciones  en  la  reglón  infraclavicular  y  en  la  supraespinosa  ;  en  el 
resto  del  pulmón,  ligero  refuerzo  respiratorio  y  en  el  pulmón  opuesto 
indemnidad  completa. 

Cuando  el  foc(»  está  situado  en  la  base,  caso  menos  frecuente,  deja 


i4^  Fürmai  curables  de  la  tuberculosis  pulmonar 

indemne  la  cara  posterior  y  ocupa  de  preferencia  la  región  Antero-late- 
riil  ;  los  signos  ef^tetojscópícíís  son  en  este  caso  los  mismos,  y  también  soa 
laK  pequeñas  henioptisis  ó  los  esputos  sang-uíneos  la  cafacteristica  de 
e,<tíi  forma. 

La  evolución  es  lenta,  y  lo  que  llama  la  atención  en  los  casos  á  que 
me  refiero,  es  que  el  período  de  reblandecimiento  es  rápido,  y  muy 
pruutü  se  fíírujao  niveruas  jsequeñas  ó  una  sola  g-rande  y  superfici?ii 
(jue  ofrece  con  toda  su  es}ílenaidez  los  síntomas  de  auscultación  que 
íaii  írnVfiramente  descriljíi»  el  inmortal  Laénnec. 

Estas  formas  no  ofrecen  tendencia  á  difundirse,  y  tienen  sus  perí<>- 
dos  de  nuevos  brotes,  en  íjue  los  síntomas  se  exacerban  y  se  ag'udizan. 
hieu  de  uiHi  manera  espontanea,  ó  bien  por  causas  que  den  lugtir  a 
congestiones  directas  como  las  de  un  ejercicio  exagerado  ó  de  un  es- 
fuerzo, ó  reflejas  como  l?ts  congestiones  de  la  época  menstrual  en  In 
mujer. 

A  ^>esar  de  que  localinente  el  proceso  tuberculoso  evoluciona  hasta 
el  período  cavitario,  el  estiolo  gener^il  de  estos  enfermos  se  comporta 
bastante  bien,  suelen  conservar  el  apetito,  se  desnutren  poco,  g-anaü 
ríqHdaméute  las  pérdidas  que  expmmentan  á  consecuencia  de  cuai- 
miier  incidente  morboso,  y  sufren  recargos  febriles  que  nunca  ^nisan 
de  38",  coincidiendo  con  pequeños  brotes,  recargos  que  á  su  vez  no  son 
persistentes,  sino  que  ceden  con  facilidad. 

Es  cierto  que  estas  forums  locales,  abandonadas. á  si  mismas,  llepr^in 
H  diñiuilírse  por  todo  el  pulmón  y  concluyen  por  ser  tuberculosis  cró- 
nicas ó  acaso  ílíseminacinoes  agudas  del  proceso,  del  mismo  modo  que 
las  artritis  tulierculusus  sin  tratamiento  alguno  se  difunden  también  y 
producíMi  Va  fousnncióu  y  la  tisis,  y  tengo  el  convencimiento  cié  que 
mucbísímas  tuberculosis  generales  del  pulmón  han  sido  locales,  ó  me- 
jor dirlni,  bau  sido  formas  localizadas  -en  sus  comienzos,  que  jjor  el 
abandoon  t'0*ap(MitiiMi  luní  llegado  á  difundirse,  á  generalizarse  y  i\ 
producir  la  tisis. 

Por  esto  abrigo  la  creencia,  mejor  dicho,  tengo  la  convicción  prc^ 
nimln  de  que  trnodiísiuios  tuberculosos  de  los  que  hoy  mueren  se  cura- 
rían si  tiesde  ios  conHeu/.os  de  su  enfermedad  hubieran  estado  some- 
tidos á  un  tratamiento  racional,  constante  y  continuo,  permanente  y 
largo. 

Este  es  el  principal  objt^tivo  de  este  trabajo  que  tengo  el  honor  ib» 
presentar  al  t-ongreso,  porque  creo  que  la  lucha  contra  la  tuberculosis 
será  sitíinjjre  perfectamente  estéril  mientras  los  tuberculosos  acudan  al 
médico  en  periodos  avanzados  de  la  enfermedad. 

Al  llegar  k  estos  jierír^ílos,  ni  la  higiene,  ni  el  aire  libre,  ni  la  sobre- 
ai  ímeii  tinción,  ni  el  régimen  de  los  sanatorios,  ni  los  infinitos  medica- 
mentos fjiie  se  recomiendan  contra  esta  enfermedad,  unos  eficaces  en 
los  comienzos,  ntrrjs  inútiles  ó  perjudiciales  en  todos  sus  períodos,  tudí- 
será  ]»eríVctnniente  inotü,  porque  lucharemos  contra  lo  imposible, 
contra  un  <irgíniisín<>  toTuinado,  contra  unos  pulmones  que  no  puedeii 
restaurarse,  y  en  esta  lucha  seremos  siempre  vencidos. 

;Jíüé  har-er,  pues?  A  mi  juicio  lo  siguiente:  convencido  de  q.ue  It^ 
princi[iftl  píira  (jtte  la  ruhercuiosis  se  desarrolle  es  el  terreno  orgánici-. 
trata i'  de  modificar  este  por  todos  los  medios  antes  de  que  la. tubercu- 
losis se  dcsari'olle  ó  cuando  (^omienza  á  desarrollarse;  pero  esta  labor 
es  intiy  grande,  necesit;i  líe  una  verdadera  predicación,  necesita  ib^ 
aiióstoh*s  que  difundan  por  Todo  el  mundo  la  necesidad  de  cuidar  en  bt 
infancia»  en  la  adolesrenrisi  y  en  la  juventud  todo  lo  que  sea  debilida-i 
urgi'inica,  todo  lo  qm-  perturbe  de  una  manera  permanente  las  funcio- 
nes digestivas  y  la  asÍrailarÍL>n  ;  en  fin,  todo  aquello  que  produzca  des- 
gastes orgíWiictts,  ib*pr*'siiaies  nutritivas,  decaimientos  nerviosos. 


Formas  curabies  de  la  tuberculosis  pulmonar  44/ 


Es  preciso  que  los  padres  se  convenzan  en  la  primera  infancia  de 
favorecer  el  desarrollo,  de  auxiliar  al  organismo  en  su  labor  de  creci- 
miento, fortaleciéndole  por  todos  los  medios  que  la  higiene  aconseja ; 
necesario  que  en  la  segunda  infancia  se  vigile  el  crecimiento,  se  alter- 
nen la  instrucción  y  la  educación  con  la  salud  del  cuerpo ;  es  necesario 
que  en  esta  edad  los  niños  respiren  aire  libre,  paseen,  se  alimenten 
bien,  regularicen  sus  horas  de  estudio  y  de  trabajo  y  las  del  sueño,  y 
es  indispensable,  por  último,  que  en  la  juventud  les  inculquen  la  mo- 
deración en  los  placeres,  el  grave  peligro  de  los  vicios  y  las  consecuen- 
cias fatales  de  todo  lo  que  produce  desgaste  orgánico.  * 

De  esta  manera,  fortaleciendo  la  raza,  vigorizando,  el  organismo, 
prevendremos  el  desarrollo  de  la  tuberculosis,  esterilizando  el  terreno 
para  la  germinación  del  bacilo  de  Koch. 

A  todo  el  mundo  se  le  ocurrirá,  después  de  leer  el  párrafo  prece- 
dente, que  solamente  las  personal  de  posición  acomodada  pueden  lle- 
var á  la  práctica  estos  consejos  preventivos,  y  nada  menos  exacto,  por- 
que los  jornaleros,  los  trabajadores  manuales,  los  pobres  pueden 
aprovecharlos  igualmente ;  no  se  necesita  para  ser  fuerte  tener  una 
alimentación  suculenta,  una  casa  confortable  y  medios  de  fortuna  para 
poder  satisfacer  todas  las  necesidades  y  todos  los  caprichos ;  precisa- 
mente la  satisfacción  de  éstos  suele  conducir  á  la  tuberculosis  ;  el  abuso 
(le  las  bebidas,  el  abuso  de  los  placeres,  la  vida  crapulosa,  predisponen 
más  á  la  tuberculosis  que  la  miseria ;  en  las  clases  pobres  vemos  fami- 
lias que  comen  mal,  que  no  tienen  todo  el  aire  necesario  en  sus  vi- 
viendas para  respirar;  en  las  gentes  del  campo  la  alimentación  es  mu- 
chas veces  escasa,  poco  variada  y  siempre  frugal  y,  sin  embargo,  en 
los  dos  casos  citados  no  se  hacen  tuberculosos  los  unos  ni  los  otros, 
porque  lo  principal,  lo  esencial  es  el  régimen,  la  regularidad  de  la  vida 
y  la  moralidad  de  la  vida ;  el  hombre  que  tenga  régimen,  que  tenga 
inétodo  y  que  sea  moral  en  sus  costumbres,  usando  de  todo  y  no  abu- 
sando de  nada,  mantendrá  íntegro  su  equilibrio  orgánico  y  segura- 
mente no  se  hará  tuberculoso  como  no  lo  sea  por  herencia. 

Estas  ideas  deben  divulgarse,  deben  empaparse  en  la  sociedad  como 
vse  ha  divulgado  y  empapado  el  convencimiento  de  la  necesidad  de  la 
vacuna  para  prevenir  la  viruela.  La  labor  no  es  de  un  día  :  es  de  años, 
pero  ya  está  comenzada  hace  tiempo  y  seguramente  dará  su  fruto ;  de 
este  modo  se  prevendrá  la  tuberculosis  en  miles  de  hombres  que  por  incu- 
ria, por  abandono  ó  por  falta  de  la  instrucción  debida  ó  de  la  educación 
necesaria,  desconocen  los  más  rudimentarios  principios  de  la  higiene. 
No  es  esto  suficiente.  Convencidos.como  estamos  todos  los  médicos 
de  que  la  tuberculosis  en  sus  formas  localizadas  y  en  el  comienzo  de 
las  tórpidas  es  curable,  debemos  esforzarnos  en  hacer  entender  al 
mundo  entero  que  toda  tos  persistente  es  peligrosa  en  todas  las  eda- 
des y  peligrosísima  desde  el  comienzo  de  la  pubertad  hasta  la  edad 
aduíta,  y  hacer  entender  también  á  todo  medico  que  toda  persona 
joven  que  tose  debe  ser  auscultada  con  frecuencia  para  poner  en  prác- 
tica desde  los  comienzos  el  tratamiento  conveniente. 

De  esta  manera,  descubriendo  las  primeras  resonancias  y  respira- 
ciones ásperas  de  los  vértices,  los  primeros  indicios  de  decaimiento  or- 
g'ánico,  las  primeras  décimas  de  temperatura  sobre  la  normal,  conse- 
g-uiremos  curar  muchos  tuberculosos  que  hoy  no  se  curan,  porque 
acuden  al  ui^dico  cuando  ya  la  infiltración  pulmonar  está  generali- 
zada, y  veremos  como  fuera  de  las  formas .  agudas  y  de  esas  formas 
eréticas  en  que  la  fiebre  y  la  tisis  precede  á  la  tuberculosis,  encontra- 
remos á  cientos  formas  de  tuberculosis  locales  que,  abandonadas  á  sí 
mismas,  se  generalizarán  y  se  harán  incurables,  pero  qué  tratadas  ra- 
cionalmente en  su  principio,  llegarán  á  curarse. 


14M 


Formas  curables  de  la  tuberculosis  pulmonar 


Teniendo  en  cuenta  estos  dos  axiomas,  evitaremos  el  desarrollo  k 
la  tuberculosis  y  conseguiremos  la  curación  del  50  por  100  de  los  tu- 
berculosos. 

Ahora  bien :  los  tuberculosos  avanzados  por  descuido  propio  ó  por 
otros  descuidos  más  censurables,  esos  que  después  de  un  año  de  e>tar 
enfermos  no  han  escuchado  más  consejo  que  el  de  que  coman  muck 
porque  están  débiles,  esos,  en  fin,  que  no  han  hecho  nada  por  una 
razón  ó  por  otra  para  contener  los  prog-resos  de  la  enfermedad,  esosD» 
se  curan  ahora,  ni  se  curarán  nunca,  ni  en  sus  casas,  ni  en  los  sanato- 
rios, ni  en  ning'una  parte ;  cuando  la  tuberculosis  ha  tonoiado  incre- 
mento, es  incurable  en  el  pulmón,  en  las  articulaciones,  en  el  perii- 
neo  y  en  todos  los  órgpanos. 

Tratada  racionalmente  una  artritis  tuberculosa  desde  su  principio.  ^^ 
curará  seguramente ;  tratada  desde  sus  comienzos,  desde  sus  primeras 
manifestaciones,  cuando  está  limitada  á  un  vértice  ó  á  una  porcióude 
la  base  del  pulmón  una  tuberculosis  de  este  órgano,  se  curará  de  h 
misma  manera ;  si  la  artritis  tuberculosa  comienza  á  tratarse  cuaiul 
ha  producido  supuración  y  fístulas,  cuando  ha  terminado  la  consun- 
ción, todo  será  inútil,  y  del  mismo  modo  cuando  las  formas  tóqíida^ 
de  la  tuberculosis,  la  infiltración,  localizada  al  principio,  se  ha  f^enew- 
lizado,  cuando  el  organismo  comienza  á  estar  en  ruina,  entonces  tc^i 
será  inútil,  y  aquel  sujeto  que  no  pueble  salvarse  será,  además,  un  pe- 
ligro para  los  que  hacen  vida  común  con  el. 

No  he  de  decir  nada  del  tratamiento.  Es  ya  tan  clásico,  que  no  haj 
para  que  mencionarle ;  en  estas  formas  iniciales,  en  estas  formas  locíi! 
zadas,  lo  primero  la  higiene,  el  reposo  físico  y  moral,  el  aire  puro,  esr- 
mular  el  apetito  y  las  funciones  digestivas  y  alimentar  á  los  eufemr> 
con  abundancia,  pero  no  con  exageración ;  después  la  terapéutica.  1- 
creosotados  en  todas  sus  formas  y  por  las  vías  de  administración  qu- 
mejor  tolere  el  enfermo;  la  lecitina,  los  arsenicales,  el  fósforo  y  k^ 
sales  de  cal,  algunas  veces  los  ioduros,  y  como  tratamiento  local.  I 
revulsión  con  el  termocauterio,  bien  aplicada,  poniendo  cada  sesi  n 
100  á  150  puntos  de  fuego,  y  poniéndolos  á  miles ;  enfermos  ten^ro  y 
curados  de  hace  ocho  y  diez  años,  alguno  de  los  cuales  podría  preseu- 
taros,  á  los  que  he  puesto  ínás  de  3,000  puntos  de  fuego  durante' 
tratamiento. 

Perdonad,  señores  congresistas,  si  el  tiempo  que  os  he  robada»  rr- 
sulta  perfectamente  inútil,  porque  todos  sabéis  mejor  que  yo  cuaní 
acabo  de  exponer,  pero  tratándose  de  la  tuberculosis,  es  imperdonab; 
y  es  una  falta  de  conciencia  el  que  cada  uno  no  aporte,  siquiera  s^^ 
ím  granó  de  arena  como  éste,  á  la  obra  común  de  combatir  tan  terriV 
azote. 

Conclusiones 

1.*    La  tuberculosis  pulmonar  es  curable. 

2.*  Las  probabilidades  de  su  curación  son  mayores  en  las  forma 
tórpidas  y  entre  los  veinticinco  y  los  cuarenta  años. 

3.*  Las  formas  circunscritas  á  un  sólo  lóbulo  del  pulmón,  que  ^^^ 
asemejan  mucho  en  su  evolución  y  en  su  marcha  á  las  tuberciili- 
quirúrgicas,  se  curan  40  veces  de  100. 

4.*  Las  formas  unilaterales  de  evolución  lenta  y  con  poicas  reacoi 
oes  generales,  se  curan  con  relativa  frecuencia. 

5.*  Las  formas  difusas,  infiltradas  febriles  y  lasque  recaen  en  a-i 
lescentes,  no  siendo  muy  localizadas,  no  se  curan  nunca. 

6.'  Los  enfermos  de  los  hospitales  no  se  curan  tampoco,  cm- 
quier  a  que  sea  su  forma  inicial,  porque  ingresan  en  período  de  ti?ii>. 


Precursores  de  Pasieur  14^ 


7.*  La  tuberculosis,  en  todas  sus  formas,  reclama,  para  su  trata- 
miento, dispendios  que  no  están  al  alcance  de  las  clases  humildes  de 
la  sociedad,  por  lo  prolongados  que  deben  ser  y  porque  todo  trabajo 
corporal  que  gaste  fuerzas  es  incompatible  con  ellos. 


Preeupsopés  de  Pasteup 

rOR  BL 

Dr.  D.  Luis  Combnge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  Urbana  de  Barcelona 

Una  vez  más  se  resucita,  en  La  CAronique  medícale,  la  interesante 
cuestión  histórica  concerniente  á  si  es  antiguo  ó  no  el  concepto  de  la 
naturaleza  parasitaria  de  las  enfermedades  infecciosas. 

El  Dr.  Latruffe  Colonne,  en  dicha  Revista  de  erudición  y  curiosida- 
des médicas,  que  con  tanto  acierto  dirige  M.  Gabanes,  y  en  el  n."  9  del 
pasado  año,  aduce  un  texto  curiosísimo  que  viene  á  demostrar  la 
intuición  sorprendente  de  algunos  sabios  del  pretérito,  quienes,  al 
adelantarse  á  las  creencias  de  su  tiempo,  vislumbraron,  con  seguridad 
pasmosa,  hechos  y  nociones  que  los  años  habían  de  sancionar  con  el 
trabajo  de  sucesivas  generaciones. 

El  texto  ó  referencia  recordada  por  M.  LatruflFe,  no  es  de  vetusta 
edad  ni  de  centurias  remotas ;  empero,  es  lo  suficientemente  añeja  la 
doctrina,  para  que  merezca  nuestra  atención  y  para  aseverar  que  el 
concepto  parasitario  de  las  dolencias  infectivas,  con  claridad  y  fijeza 
expuesto,  es  anterior  á  los  trabajos  de  la  escuela  pasteuriana..".  y,  sin 
duda,  que  tal  concepto  aun  reconoce  más  lejanas  mentes  en  el  pensa- 
miento de  los  observadores  sagaces. 

Reproduciremos  algunas  afirmaciones  del  pasaje  resucitado  en  Za 
C/ironique  medícale.  Pertenece  al  Uícíiomiaíre  de  la  conversation,  im- 
preso en  1835  y  tomado  está  del  artículo  dedicado  al  « contagio » ,  y 
firmado  por  Fossati  (1)  (tomo  XVI,  pág.  461)  : 

«  ¿Puede  aparecer,  dice  el  autor,  espontáneamente  una  enfermedad 
»  contagiosa?  Cuestión  tan  interesante  juzgamos  que  debemos  resolverla 
>>  negativamente.  Demuestra  la  observación  que  todo  contaírio  procede 
»  de  otro  sitio.  La  lepra,  la  peste,  la  viruela,  el  cólera,  jamás  se  mani- 
>/  fiestan  espontáneamente.  Un  régimen  desordenado,  la  humedad,  el 
»  calor,  la  falta  de  aseo,  los  disgustos,  pueden  originar  diversas  enfer- 
»  medades  comunes,  pero  nunca  dolencias  verdaderamente  contagio- 
»  sas...  Si  los  gérmenes  cayeron  previamente  sobre  una  persona  ó  sobre 
>>  los  objetos  de  su  uso...  concíbese  entonces  que  las  causas  indicadas 
»  podrán  favorecer  su  desarrollo  y  ocasionar  la  aparición  del  mal... 

»  Todo  contagio  es  el  resultado  evidente  de  una  substancia  material 
»  que  se  separa  del  cuerpo  infecto  y  reproduce,  en  el  cuerpo  sano,  al 
»  que  se  acerca,  un  padecimiento  idéntico  al  de  que  procede.  Esta  ma- 
»  teria,  á  la  que  llamamos  nrns,  debe  de  ser  diferente  para  cada  enfer- 
»  medad  contagiosa.  El  virus  tiene  la  propiedad  de  multiplicarse,  de 
»  reproducirse  allí  donde  le  brinden  adecuadas  circunstancias  para  su 
»  desarrollo... 

»  Todo  virus  contagioso  puede  transmitirse  por  contacto,  sea  por  la 
»  epidermis,  sea  por  la  superficie  de  las  mucosas,  sea  por  la  piel  despo- 
»  jada  de  su  epidermis.  Se  adhiere  y  se  conserva  en  los  vestidos,  mue- 
>>  bles  y  en  ciertos  cuerpos  sólidos,  pero,  muy  especialmente,  en  las 
»  substancias  animales... 


(1)    Médico  del  Hospital  de  la  Simooetu,  cerca  de  Milán. 


144 


Pr<cursores  de  Pafteur 


Entre  las  condiciones  necesarias  para  la  eficacia  del  virus,  señak 
Füssati :  *<  1.*,  que  el  virus  no  esté  alterado  y  no  haya  perdido  laprr 
^  piedad  de  reproducirse;  2.*,  que  el  sistema  linfático  se  halle  en  d- 
>^  posición  de  absorber ;  3.*,  que  dentro  del  individuo  no  se  forme  iiiü- 
»  guna  emanación  capaz  de  destruir  las  semillas  contag'iosas ;  4.',  qiit^ 
>>  el  :íujeto  sea  apto  (no  g'oce  de  inmunidad)  para  contraer  talúruü 
»  coiitag*io  ». 

Muy  importantes  son,  sin  duda,  las  siguientes  frases  del  mental 
Fossati  : 

'■'■  líogers  ha  notado  que  en  dos  esputos  purulentos  de  cierto  periui 
j>  de  la  consunción  pulmunar  (tisis),  hormiguean  pequeñísimos  \:\b^- 
'»  nos  cuya  forma  particular  se  estudia  fácilmente  con  un  buen  mim- 
j>  copio... 

h  Vasani  ha  descubierto  en  el  pus  de  la  oftalmía  contagiosa  cierta 
>v  aiiimáculos  especiales  y  muy  numerosos...  esíun  hecho  constanteqii 
y>  eu  los  países  donde  abundan  en  verano  las  moscas,  moscardoue? ; 
T^  oti'os  insectos,  las  dolencias  contagiosas  se  propagan  con  extremáis 
h  cuidad...  ^ 

>  Mnseña  la  experiencia  que  las  preparaciones  oue  contienen  azuiV. 
>>  mercurio,  antimonio,  alcanfor,  arsénico  y  ácidos,  son  aquella:^  e  i 
>  que  mejor  conseguimos  el  objeto  (destrucción  de  los  virus  couia 
>?  ginsos). 

>j  Xo  hay  para  que  insistir  en  que  la  limpieza  más  escrupulo>a  ^ 
h  un  preservativo  inapreciable.  Él  agua  arrastra  y  despoja  á  laji- 
>?  de  todas  las  materias  sucias  y  destruye  todos  los  cuerpos  organizi<l'> 
>'  int*ptos  para  vivir  en  tal  medio,  especialmente  si  al  liquido  se  le  au 
»  üHMita  la  eficacia  por  medio  del  calor  ». 

E[i  verdad,  como  dice  muy  acertadamente  el  Dr.  Latruífe  Coloiui 
el  escritor  Fossati  merece  ser  colocado  en  el  rango  de  los  que,^oü  nvr 
yor  n  menor  razón,  se  les  viene  dando  el  título  de  precursores  de  PO'^f^ 

Rl  temor  de  prolongar  este  artículo,  cosa  á  mi  ver  sencilla,  pues  I 
matiTJales  abundan,  nos  pone  en  el  trance  de  omitir  textos  y  referer- 
cias  ]>ertinentes  á  la  cuestión.    Recordaremos  sintéticamente  que 
obra  í leí  gran  L.  Pasteur  no  surgió  toda  ni  de  pronto,  de  su  inteli<rt^i 
cia  envidiable:  solo  una  parte,  aunque  grande  y  gloriosa,  le  pertenei 
Kn  la  labor  científica  del  profesor  francés  se  descubren  robustos  caM^ 
que  se  entrecruzan  con  los  trabajos  de  los  tudescos  modernos;  liii 
ñrmes  que  conducen  á  Rayer  y  Davaine  y  suben  hasta  Harnean  y  K- 
rhuuK,  para  llegar  á  Nacquard  y  Milller,  trepando  por  edades  pasnli^ 
lle<r:in  a  Linneo,  Kircher  y  los  tliscípulos  de  Leuwenhoeck.    Reni 
tfiiisí^  aun  los  precedentes  al  inmortal  Jerónimo  Fracastoro,  parabib^" 
apovu  en  sus  peregrinas  y  asombrosas  nociones  ?^ohve  lo^  coíitngtos 
\W¡i-;uiáo  más  atrás,  á  los  tiempos  medioevales,  tocan  en  la  escuela  i 
lf>,"4  r  i  rájanos  limpios  en  los  Gui  de  Chauliac,  Teodorico  y  Bruno.    P^' 
aiUeH  de  los  mentados  acuden  al  rescuerdo,  como  lejanos  precursores 
las  ductriims  panspermistas,  Varron  y  t^olumela  y  allá,  muy  lejos.  ^ 
el  íVnulo  de  esta  perspectiva  histórica,"  descuella  el  colosal  Iñipócniír 
ron  Hus  vislumbres  admirables  (1). 

\\\  mismo  periódico,  que  ha  facilitado  el  material  para  este  artícul 
en  sti  n."  26  y  pág.  560,  publicó  una  nota  del  Dr.  Michaut  acerca  de  i 
prífí/er  microhiólogo  conocido,  que  no  es  otro  que  Anastasio  Kircii ' 
quEíMi,  en  su  obra  Ars  magnü  ¡neis  el  nml)r(B^  Roma,  1646,  atribuyo 
peste  á  la  presencia  de  gusanillos  que  sólo  pueden  apreciarse  <*oii  • 
microscopio,  cuyo  instrumento  reprodujo  en  grabado  diciendo  qiies 


(1 1    Antisepsia  coaca^  por  L.  Comenge ;  Revista  de  Ciencias  médicas,  de  Barcelona,  1^. 


Los  estigmoM  /isiológkos  de  la  degeneración 


14^ 


menta  en  mil  veces  el  tamaño  de  los  objetos  (millies  majora  qxiam  in 
se  sunt). 

Las  grandes  idea?,  como  las  plantas,  tienen  raices  en  los  siglos  es- 
condidas, aunque  florezcan  y  fructifiquen  en  un  momento  dado  y  á  la 
luz  del  sol. 


Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneracMn 


(1) 


POR 

Luciano  Maykt 

Ex  interno  de  los  hospitales,  preparador  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Lyon 

IL  Trastornos  de  la  sensibilidad.  —  En  los  degenerados,  la  anestesia 
puede  ser  completa  (anestesia  propiamente  dicha),  ó  relativa  (Jiipoestesia),  6 
extendida  solamente  á  toda  la  mitad  del  cuerpo  (hemianestesia) ;  la  pérdida 
de  la  sensibilidad  general  puede  también  localizarse  en  segmentos  más  ó 
menos  extensos  de  la  superficie  cutánea  de  las  mucosas.  La  hiperestesia 
presenta  variedades  análogas  á  las  de  la  anestesia. 

La  sensibilidad  táctil,  estudiada  con  el  estesiómetro  de  Weber,  parece  más 
obtusa  en  los  degenerados. 

La  seyísibilidad  especial  está  perturbada  tanto  ó  más  que  la  sensibilidad 
general.  No  comprendemos  aquí  las  perversiones  sensoriales :  ocupan  su 
sitio  entre  los  estigmas  psíquicos  de  la  degeneración.  ' 

En  lo  que  respecta  á  la  visión,  el  campo  visual  esta  modificado  de  modos 
variables.  Lo  mas  frecuentemente  se  nota  un  acortamiento  del  campo  vi- 
sual muy  marcado.  La  agudeza  visual  será,  ó  más  grande  que  en  la  media 
de  los  normales,  ó  por  el  contrario,  estará  disminuida  considerablemente. 

Bl  astigmatismo  inverso  es  frecuente  en  los  epilépticos  (Luis  Dor).  La  vi*- 
si(3n  de  los  colores  aparece  más  ó  menos  anormal  ó  incompleta;  está  repre- 
sentada por  el  dalto7iismo,  discromatopsia  congéuita  ó  imperfección  visual 
que  impide  distinguir  ciertos  colores,  lacromopsia,  etc. 


Flg.  5.  —  Muftr  epiléptica  con  asimetría  cráneo-facial^  dentición  defectuosa,  etc....  —  Escritura 
de  una  mujer  epiléptica,  de  inteligencia  rudimentaria,  con  permanencia  en  la  escuela  hasta  la  edad 
de  quince  años;  numerosos  estigmas  anatómicos  y  físiológicos  de  degeneración.  (Degenerada 

inícrior). 

Por  lo  que  se  refiere  á  la  audición  propiamente  dicha,  puede  observarse 
en  los  degenerados  :  la  hiperacusia,  más  ó  menos  dolorosa ;  en  un  grado  me- 
nor, una  hiperestesia  sensorial  penosa  porque  el  oído  alcanza  una  extrema 
fineza  y  los  menores  ruidos  molestan  al  sujeto.  La  audición  se  halla  más 
frecuentemente  disminuida  que  exagerada.  La  sordera  puede  ser  ligera  y 
unilateral.  Más  marcada,  la  sordera  puede  ser  completa  y  bilateral.  Como 
en  semejante  caso  es  casi  siempre  cougénita,  tiene  por  consecuencia  la  mu- 

(1)    Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 


i4S 


El  alcohol-atimenio  y  la  hipótesis  del  mecanismo  humano 


1 


que  prueba  que  su  trabajo  muscular,  tanto  inútil  como  útil,  hasidomó> 
débil  (se  había  pretehdido  que  la  embriaguez  hubiera  podido  impulsarlo  á 
liucer  movimientos  superfluos). 

Si  el  alcohol  parece  economizar  la  grasa,  es  que  paraliza  toda  la  actividad 
del  organismo,  disminuyendo  de  este  modo  su  trabajo  Se  ha  querido  últi- 
mamente suponer  (  Hosemann),  que  al  cabo  de  cierto  tiempo  el  cuerpo  sí> 
habituaba  al  alcohol,  y  que  entonces  la  pérdida  de  albúmina  que  aqud 
producía,  disminuye.  Pero  el  experimento  de  Chauveau  prueba  lo  contni- 
rio,  del  mismo  modo  que  el  efecto  acumulativo  y  deletéreo  sobre  losteji*!'^ 
del  cuerpo  revelado  por  el  alcoholismo  crónico. 

Pero,  dejemos  á  Kassowitz  y  los  experimentos  tan  complicados,  tan  deli- 
cados y  tan  frecuentemente  controvertidos  de  la  química  fisiológica.  A<1- 
iTiitamos  también  por  un  momento  la  falsa  hipótesis  que  considera  al  cuerpo 
conao  una  máquina, y  al  alcohol  como  «el  carbón»  que  lo  alimenta.  Cuanl" 
calentamos  una  locomotora  no  calentamos  sus  ruedas,  sino  el  agua  de  una 
caldera,  y  la  presión  del  vapor  del  agua  calentada  es  la  que  utilizamos  c  mi 
fuente  de  energía.  En  nuestro  cuerpo,  por  el  contrario,  cuando  comenlo^u 
bebemos,  el  pretendido  material  de  calentamiento  se  infiltra  por  la  liufa  y 
la  sangre  en  todas  las  más  microscópicas  ruedas  de  la  máquina,  en  su  mis- 
ma substancia,  en  las  células  del  cerebro,  como  en  todas  las  otras  partr»> 
Este  es  en  alto  grado  el  caso  del  alcohol.  Sólo  podemos  calentamos  inlrodi'- 
ciendo  el  fuego  en  toda  la  substancia  del  mecanismo  viviente.  Es  preciso,  por 
lo  tanto,  que  este  fuego  caliente  : 

1.**    Sin  alterar  la  máquina  y  sus  ruedas. 

2.°    Sin  desarreglar  la  acción  mecánica  del  calentamiento. 

3.'  Sin  que  se  haya  hecho  incapaz  por  ninguna  cau^a  indirecta  de  íi.i 
mentar  al  cuerpo  de  energía. 

Supongamos  ahora  una  substancia  que  (como  el  azufre  calentando  h. 
hierro  en  la  humedad  y  desprendiendo  ácido  sulfuroso,  enmohece  la  ma- 
quina) : 

1.°    Deteriore  lentamente  los  tejidos  del  cuerpo. 

2.**  Desprenda  al  quemarse  un  producto  que  atasque  tan  bien  las  rueíla< 
motoras  de  la  máquina  humana,  que  paralice  al  cabo  de  quince  ó  treinta 
minutos  de  acción  más  energía  que  la  que  ha  sido  producida  por  la  oxiihv 
eión  de  la  substancia  en  cuestión. 

Esta  substancia  ¿será  calificada  apta  para  alimentar  la  máquina? 

Pues  bien  :  este  es  exactamente  el  caso  del  alcohol.  Los  exper¡mentü> 
de  Kraepelin.  Smith,  Fürer,  Destrée,  Chauveau,  Laitinien,  lo  han  probai" 
hasta  la  saciedad.  Los  últimos  experimentos  de  Schnyder  lo  prueban  de 
nuevo. 

Sólo  hay  una  cosa  que  sorprende:  la  perseverancia  con  que  sabios  tan 
reputados  como  serios,  continúan  equivocándose  y  equivocando  al  públi*" 
con  sofismas  como  aquellos  con  los  cuales  creen  puede  darse  al  alcoh<d  el 
titulo  de  alimento. 

Los  experimentos  de  Atwater,  en  los  cuales  únicamente  se  basa  DuclauN, 
no  prueban  absolutamente  nada  que  no  se  conozca  desde  hace  largo  tiem- 
po.   Confirman  simplemente  lo  que  ya  había  demostrado  Liebig,  ¿  saber 
que  el  alcohol  se  quema  en  el  cuerpoy  produce  calor  en  él. 

El  Prof.  Legris,  de  París  (1)  (L'alcool,  febrero  de  1903),  resume  mu3^  bit^n 
la  cuestión  del  modo  siguiente  : 

1.**  El  método  de  los  experimentadores  americanos  (Atwater)  es  mal" 
porriue  consiste  en  medir  el  calor  y  no  el  rendimiento  en  tnibajo,  es  decir 
la  única  cosa  que  nos  interesa  en  el  rendimiento  enérgico  de  una  subs- 
tancia. 

2.**  Ha  sido  mal  aplicado :  a)  cantidades  demasiado  débiles  de  alcoL  1 
(un  litro  de  vino  ligero  diario) ;  b¡  disminución  proporcional  déla  ración  üe 
alcohol  en  el  momento  de  los  experimentos  con  trabajo,  como  si  se  descou- 

(l)    1  cgris  resume  su  trabajo  en  estos  términos  : 

«Ayer  creía  que  el  alcohol  no  era  un  alimento,  ni  aún  en  el  sentido  puramente  químico  de  la 
palabra;  hoy,  ante  la  importancia  de  los  experimentos  para  probar  lo  contrarío,  tengo  la  centra 
de  ello. 

»  El  alcohol  no  es  un  alimento,  y  si  se  quiere  resolver  el  grave  problema  de  su  utilización,  no  f: 
hará  esto  intentando  una  rehabilitación  insensata,  sino  dándole,  en  nuestras  lámparas  y  en  los  ho 
gares  de  nuestras  máquinas,  el  sitio  á  que  tiene  derecho  á  ocupar,  pero  que  le  negamos  en  nuestr 
cuerpo  ». 


El  alcohol-alimento  y  la  hipótesis  del  mecanismo  humano  14^ 

fiase  del  producto ;  c]  muy  corta  duración  de  los  experimentos  (cuatro  días 
alomas).  ^ 

3."  Conclusión  sin  valor,  puesto  que  es  posible  dar  á  los  resultados  otra 
interpretación.  '  El  alcohol  produce  en  nuestro  cuerpo  calor,  ordinariamenfe 
perjudicial,  y  muchas  veces  inefteaz. 

Por  lo  demás,  Atwater  y  Benedict  rodean  sus  conclusiones  de  numerosas 
restriccioneí»,  y  se  guardan  mucho  de  pretender  lo  que  Duclaux  ha  pre- 
tendido. 

Hubo  un  tiempo  (1896)  en  que  el  Dr.  Frey  (Berna)  pretendió,  después  de 
hacer  experimentos,  que  el  alcohol  paralizaba  la  acción  del  músculo  des- 
causado,  pero  que  fortificaba  la  del  músculo  agotado.  Frey  creía  en  una 
acción  nutritiva  inmediata  del  alcohol  sobre  el  músculo  fatigado.  Lo  reco- 
mendaba después  de  grandes  caminatas.  Estas  aserciones  que  contradicen 
todos  los  datos  de  la  vida  práctica,  en  particular  la  obstinación,  cien  veces 
demostrada,  de  los  que  se  abstienen  del  trabajo  muscular,  fueron  atacadas, 
entriB  otros,  por  el  autor  de  este  artículo,  y  refutadas  por  Kraepelin,  Fick  y 
Destrée.  Se  nos  anunció  en  seguida  que  el  Dr.  Frey  había  reanudado  sus 
experimentos,  y  que  iba  á  confundir  á  todos  sus  adversarios  probando  los 
errores  en  que  habían  incurrido.  Esperamos  en  vano,  durante  varios  años 
esas  pruebas.  No  dio  ninguna.  El  Dr.  Frey  ¿ha  confirmado  ó  no  sus  re- 
sultados, ó  ha  reconocido  su  error,  pero  no  se  atreve  á  desmentirse?  Nos 
tomamos  la  libertad  de  preguntárselo  rotundamente. 

Por  el  contrario,  el  Dr.  Selniyder(  Berna)  acaba  de  publicar  un  folleto 
titulado :  Alkohol  and  Muskelkraft,  que  exige  que  lo  analicemos  aunque  sea 
por  encima. 

Schnyder  empieza  por  atacar  á  los  abstinentes  haciendo  más  viva  una 
acusación  absolutamente  inexacta,  según  la  cual  los  resultados  de  Frey  les 
habrían  hecho  cambiar  de  opinión  en  toda  la  línea  y  pretender  de  una  vez 
que  el  alcohol  aumenta  la  accióny  tanto  del  miisculo  reposado  como  del  músculo 
fatigado,  pero  que  esta  excitación  es  absolutamente  pasajera.  Me  veo  preci- 
sado á  revelar  e>te  modo  de  desnaturalizar  los  hechos,  porque,  basados  en 
los  experimentos  de  Kraepelin  (1892)  y  de  Fürer,  que  son  anteriores  á  los  de 
Frey,  los  abstinentes  habían  tenido  siempre  esta  opinión  y  no  han  negado  nunca 
la  acción  excitante  inicial  del  alcohol  en  ta  actividad  muscular,  como  se  les 
insinúa  (1). 

Después,  Shnyder  afirma  que  «la  separación,  un  poco  arbitraria,  de  la 
acción  del  alcohol  sobre  el  músculo  fatigado  y  no  fatigado  es  un  punto  dé- 
bil del  trabajo  ,  por  lo  demás,  tan  hermoso  de  Frey».  Pero  si  el  principal 
resultado  apreciable  de  este  trabajo  es  el  punto  más  débil,  ¿qué  quedada  él? 
Frey  admite  la  acción  paralizante  del  alcohol  sobre  el  sistema  nervioso, 
pero  le  concede  una  acción  nutritiva  y  fortificante  sobre  el  músculo  fa- 
tigado. 

Schnyder  ha  hecho  sus  experimentos  en  casa  del  Dr.  Dubois  con  el  ergó- 
grafo de  Mosso.  Encuentra  que  el  alcohol,  tomado  después  de  la  comida, 
es  decir ,  cuando  los  músculos  están  nutridos,  posee  una  acción  paralizante 
mayor  que  cuando  se  toma  en  ayunas.  En  resumen:  con  ti  rma  su  acción 
excitante  ai  principio  y  paralizante  más  tarde,  pero  encuentra  la  primera 
más  marcada  cuando  se  está  en  ayunas.  Por  el  contrario,  nota  un  conside- 
rable aumento  de  trabajo  muscular  bajo  la  acción  de  una  dosis  de  tropón 
'alimento)  isodínama  á  la  del  alcohol,  y  deduce  de  esto  que  la  acción  para- 
lizante de  este  último  destruye  el  efecto  de  su  acción  nutritiva. 

En  sí  mismos  estos  experimentos  no  están  exentos  de  interés,  aunque 
puedan  interpretarse  de  diferentes  modos.  En  todo  caso  no  es  admisible 
itribuir,  sin  más  ni  más,  el  aumento  del  trabajo  muscular  á  una  acción  nu- 
ritiva  inmediata  sobre  el  músculo,  como  lo  hacen  Frey  y  Schnyder.  Estos 
luforfcs  no  tienen  en  cuenta  las  grandes  reservas  nutritivas  que  contiene 
luestro  cuerpo,  entre  otras  la  grasa,  y  parecen  olvidar  que  se  puede  traba- 
ar  muchas  horas  sin  fatiga  y  sin  ningún  alimento.  Sin  alimentos,  á  con- 
inuación  de  un  reposo  pasajero,  el  músculo  agotado  vuelve  á  recuperar  su 
uerza,  que  saca  de  las  reservas  nutritivas  del  cuerpo.  Este  simple  hecho 
oshace  una  gran  parte  de  las  inducciones  de  Frey  y  Schnyder. 

( l  >  ICraepelín,  Ueber  die  Beein/lússung  einfacher psychischer  Vorgdnge  durch  einige  A  ri^nei- 
ittel,  Jena,  Fischer,  1S92.  —  Citado  ya  en  Forel,  Die  Trinksitten.  Basílea,  F.  Keinchardt,  cdi- 
»r,   1893. 


i5o  Vener€Otof^a  social 


Sea  como  quiera,  el  resultado  más  claro  de  Scbnyder  es  la  confirmación 
de  la  acción  paralizante  del  alcohol  sobre  el  músculo,  fatigado  ó  no,  es  de- 
cir, lo  que  los  abstinentes,  de  los  que  empieza  por  burlarse,  han  repetido 
siempre.  Lo  que  está  probado  es  que  el  alcohol  es  un  veneno  para  el  pro- 
toplasma.    Todo  lo  demás  es  pura  hipótesis  ó  jueg:o  de  palabras. 

Scbnyder  no  puede,  sin  embargo,  dejar  de  revindicar  para  el  alcohol 
una  utilidad  cuando  el  cuerpo  está  fatigado  por  un  sport  ó  una  ascensión  á 
la  montaña.  Más  prudente  que  Frey,  añade :-  en  pequeña  cantidad,  y  si  no 
se  tiene  otra  cosa  para  recobrar  las  fuerzas  y  si  la  ascensión  no  es  peligrosa. 
¡Bravo!  Los  «sí»  abundan  tanto,  que  á  seguir  así,  no  quedará  nada  útil.  Y 
como  la  experiencia  práctica  manifiesta  las  desventajas  constantes  del  alco- 
hol, precisamente  en  los  sports  y  ascensiones,  mientras  un  instante  de  repo- 
so, un  trago  de  te  ó  un  terrón  de  azúcar  lo  reemplaza  con  gran  ventaja, 
¿qué  queda  de  sus  propiedades? 

Resumen:  Los  experimentos  relativos  á  la  acción  del  alcohol  sobre  la 
fuerza  muscular  no  hacen  más  que  confirmar  los  relativos  á  sus  pretendi- 
das calidades  alimenticias :  es  un  veneno  protoplasmático.  Su  acción  dele- 
térea, aun  en  pequeña  dosis,  sobre  las  funciones  mentales,  acción  tan  lim- 
piamente probada  con  los  experimentos  de  Kraepelin  y  de  su  escuela,  es 
una  tercera  prueba.  Todo  converge  y  conduce  al  mismo  resultado,  que  su 
efecto  social  ha  demostrado  desde  largo  tiempo. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.). 


Venepeologiá   social  ^^^ 

Dr.  Clado 

Delejado  de  Grecia  en  la  Conferencia  de  Bruselas 

La  sorprendente  extensión  que  adquieren  en  nuestros  días  las  enferme- 
dades venéreas,  y  en  particular  la  sífilis,  las  terribles  consecuencias  que 
resultan  de  ella  para  las  poblaciones,  preocupan  desude  hace  algún  tiempo 
al  mundo  iluistrado.  Para  rechazar  este  peligro  social  se  ha  verificado  re- 
cientemente un  Congreso  en  Bruselas.  Ha  tenido,  por  lo  menos,  el  mérito 
de  provocar  un  considerable  número  de  documentos  sobre  el  asunto  que 
nos  ocupa. 

¿Cuáles  son  los  medios  más  eficaces  para  atajar  la  diseminación  de  las 
enfermedades  venéreas?  He  aquí  el  problema  que  es  posible  desde  ahora 
profundizar  y  esperar  resolverlo  prácticaraenle. 

Üniversalmente  reconocida  la  prostitución  como  la  gran  vía  de  propaga- 
ción de  estas  enfermedades,  se  ha  intentado,  en  casi  todos  los  países,  reac- 
cionar contra  sus  desastrosos  efectos:  1,**,  por  una  acción  preventiva  que 
comprende  la  vigilancia  de  la  prostituta  y  su  reclusión  eventual ;  2.'*,  por 
una  acción  curativa  ejercida  de  oficio  sobre  la  prostituta  reconocida  en- 
'ferma. 

En  el  presente  trabajo  discutiré  el  valor  de  estas  dos  categorías  de  me- 
dios, teniendo  ocasión  de  analizar  todas  las  proposiciones  que  se  han  emi- 
tido en  el  Congreso  de  Bruselas,  ó  en  otra  parte,  que  confirman  la  reforma 
del  stato  quo  ó  su  reemplazo  por  otro  conjunto  de  medidas.  Hecho  esto,  ex- 
pondré mi  modo  de  ver  y  desarrollaré  las  conclusiones  que,  en  mi  opinión, 
se  desprenden  de  la  misma  discusión  de  los  hechos. 

Especialmente  estableceré,  apoyándome  tanto  como  pueda  en  las  esta- 
dísticas, que: 

1.**  La  prostitución  es  la  causa  de  diseminación  de  las  enfermedades 
venéreas ; 

2.°    La  prostitución  clandestina  contribuye  á  ella  en  más  de  dos  tercios; 

3.**  La  mnjer  se  prostituye,  en  tres  cuartas  partes  de  los  casos,  por  lo 
menos,  antes  de  su  mayor  edad  legal ; 

4.°  Las  prostitutas  se  reclutan  generalmente  entre  las  jóvenes  seducidas 
y  abandonadas; 


(1)    Le  Progrés  mid.,  11  abril  de  1903. 


Venertologia  sociaí  '-5/ 


5."  La  propagación  extra-genital  de  las  enfermedades  venéreas  es  rela- 
tivamente muy  rara; 

6/  La  sífilis  y  la  blenorragia  matrimoniales  é  infantiles  son,  puede  de- 
cirse «siempre»,  importadas  por  el  marido,  sea  cual  fuese  la  clase  social  á 
que  pertenezca  el  matrimonio ; 

7.**  Las  enfermedades  venéreas  no  atacan  solamente  al  elemento  válido 
•  de  la  sociedad :  extienden  también  sus  estragos  á  la  descendencia; 

8.**  Estas  enfermedades  disminuyen  considerablemente  la  natalidad 
(abortos,  esterilidad). 

De  estos  conceptos  resulta  lógicamente  : 

a)  Que  la  gran  fuente  de  las  enfermedades  venéreas  está  en  la  prostitu- 
ción clandestina  de  las  menores ; 

b)  Que  el  hombre  es,  por  lo  menos,  tan  culpable  como  la  mujer  en  la 
diseminación  de  estas  enfermedades;  que  él  es  el  único  responsable  de  la 
importación  de  la  sífilis  y  de  la  blenorragia  en  la  familia ; 

c)  Que  la  mujer,  sobre  todo  la  menor  de  edad,  perdiéndose  exclusiva- 
mente por  culpa  del  hombre,  éste,  responsable  de  la  caída,  lo  es  también  de 
los  accidentes  que  esta  caída  ocasiona. 

Como  se  ve  por  estas  conclusiones,  la  prostitución  de  la  menor  de  edad 
es  una  cuestión  capital  y  su  protección  contra  las  hazañas  del  hombre  se 
impone.  Por  esto,  la  profilaxis  de  las  enfermedades  venéreas  es  esencial- 
mente una  cuestión  social. 

Hasta  el  presente,  en  esta  profilaxis,  sólo  se  ha  considerado  á  la  mujer, 
la  prostituta.  Si  me  he  visto  obligado  á  hacer  resaltar  la  culpabilidad  del 
hombre,  no  ha  sido,  como  se  creería,  por  simpatía  á  las  ideas  feministas. 
Indudablemente,  me  ha  sorprendido  lo  injusto  que  era  hacer  recaer  sobre  la 
prostituta  todas  las  consecuencias  de  un  estado  social  inicuo,  de  cuya  orga- 
nización el  hombre  es  el  único  responsable.  Pero  como  médico  y  no  como 
moralista  debía  hablar ;  pues  bien:  para  hacer  una  profilaxis  buena,  es  pre- 
ciso obrar  bien  sobre  el  elemento  enfermo,  varón  ó  hembra  indistintamente. 

El  error  de  los  «reglamentaristas»  se  debe,  en  mi  opinión,  á  que  han  con- 
siderado especialmente  innegable  el  hecho  de  que  la  prostituía  enferma  es 
inmediatamente  mucho  más  peligrosa  que  el  hombre  enfermo,  puesto  que  la 
primera  se  relacionará  con  más  hombres  en  el  mismo  tiempo  que  el  segundo 
tratará  á  un  número  más  reducido  de  mujeres.  Pero  han  olvidado  consi- 
derar otro  hecho,  no  menos  evidente :  que  el  mejor  medio  de  prevenir  todo 
el  mal  que  esta  enferma  puede  dar  hubiera  sido  protegerla  contra  el  hom- 
bre que  la  contaminó. 

«Siempre  remontarse  á  la  fuente  del  mal»,  tal  es  el  principio  que  me  he 
impuesto. 

Este  trabajo  comprenderá  tres  partes.  La  primera  estará  dedicada  á  la 
gran  fuente  de  contaminación  venérea,  la  prostitución. 

Para  no  separar  el  estudio  de  sus  causas  del  de  los  remedios  que  reclama 
contra  ella  la  salud  pública,  estudiaremos  en  seguida,  parte  segunda,  la 
profilnxis  de  las  enfermedades  venéreas  (protección  de  las  menores,  regla- 
mentación de  la  prostitución,  organización  terapéutica).  Mostraré  todo  lo 
que  el  régimen  actualmente  en  vigor  tiene  de  ineficaz  y  odioso,  y  como  se 
podría  remediar. 

En  la  parte  tercera  trataré  de  la  contaminación  por  vía  extra-genital  y 
de  las  medidas  de  profilaxis  que  necesita. 

PARTE  PRIMERA 

Oauaaa  de  la  propagación  de  laa  enfarmedadea  vanéraaa.  —  En  la 

inmensa  mayoría  de  casos  la  transmisión  de  las  enfermedades  venéreas 
resulta  directamente  de  las  relaciones  sexuales  con  una  prostituta  (relacio- 
nes normales  ó  fraudulentas,  caricias,  besos  y  otras  prácticas  prostitucio- 
nales).  La  sífilis  y  la  blenorragia  matrimoniales  tienen  por  origen  más  ó 
menos  próximo  la  prostitución.  Por  lo  tanto,  importa  ante  todo  precisar  sus 
condiciones  y  sus  causas. 

I.  De  La  prostitución.  —  La  historia  de  la  prostitución  es  fácil  de  resu- 
mir: ha  existido  en  todas  épocas  y  en  todos  los  países.  Es  una  de  e.stas 
llagas  sociales  que  se  puede  esperar  limitarla,  pero  no  suprimirla;  se  debe  al 
mismo  tiempo  á  vicios  inherentes  á  la  naturaleza  humana  y  á  un  régimen 


r3a  Ventreoiogla  social 


social  que  está  lejos  de  cambiar.  Que  constituye  el  mejor  medio  de  cultivo 
para  las  enfermedades  venéreas,  no  necesita  demostrarse.  Cuando  se  medi- 
tan el  aterrador  número  de  coitos  sospechosos  cotidianamente  verificados  en 
una  ciudad  de  la  importancia  de  París,  causa  sorpresa  que  estas  enferme- 
dades no  se  hallen  más  extendidas. 

Para  estudiar  la  propagación  nos  es  preciso  examinar  primero  muy  de 
cerca  el  reclutamiento  y  el  funcionamiento  del  inmenso  ejército  del  vicio, 
muy  curio.so  de  pasar  revista,  con  sus  promociones  sucesivas,  sus  jóvenes 
reclutas  y  su  «vieja  guardia»,  y  también  sus  inválidos ;  en  fín,  sus  cuerpos 
auxiliares,  las  proxenetas  de  todas  clases,  sin  olvidar  los  pornógrafos  y  los 
ag:entes  de  corrupción. 

A.  Causas  remotas  de  la  prostitución.  —  En  conformidad  con  el  priucipio 
sentado  de  remontarse  siempre  á  la  fuente  del  mal,  empezaremos  por  reco- 
nocer que  causas  preparan  remotamente  la  prostitución  de  las  menores,  y 
la  hacen  en  cierto  modo  inminente,  si  no  fatal. 

Ante  todo,  importa  precisar  lo  que  se  ha  de  entender  con  el  calificativo 
.«menor».  Dejando  á  un  lado  las  razones  que  han  guiado  á  la  legislación  al 
fijar  el  límite  de  edad  (variable,  por  otra  parte,  según  los  países,  pero  que 
eatá  generalmente  por  bajo  de  los  21  ailos),  sólo  haremos  constar  que  el  me- 
nor es  una  persona  en  estado  de  irresponsabilidad  civil,  á  quien  un  ascendien- 
te cualesquiera  (su  padre  ú  otro),  debe  servir  de  guía.  Está,  pues,  bajo  tutela. 

Este  principio,  en  materia  de  cópula,  da  lugar  á  una  primera  contradic- 
ción. En  tanto  que  el  menor  no  puede  casarse  sin  contar  con  el  permiso 
paterno,  puede,  legalmente,  hacer  uso  de  sus  órganos  sexuales  sin  que  los 
padres  ó  tutores  Intervengan  ;  la  contradicción  es  sobre  todo  chocante  para 
las  jóvenes  expuestas  á  ser  seducidas  á  partir  de  los  15  años,  y  ¡  algunas  ve- 
ces á  los  13  años! 

Más  ndelante  se  Terá  que  esta  licencia  es  uno  de  los  grandes  factores  de 
la  prostitución. 

Lo  que  en  nuestros  días  caracteriza  la  prostitución  del  menor  es  la  pro- 
gresiva baja  de  la  edad  en  que  empieza  á  verificarse.  Es  decir :  que  la 
corrupción  (ribaude)  infantil  se  multiplica  de  año  en  año  (Jullien).  Los  do- 
cumentos oficiales  sólo  pueden,  desgraciadamente,  suministrarnos  nociones 
muy  apartadas  de  la  verdad.  Únicamente  se  refieren  :  1.^  A  las  prostitutas 
inscritas.  2.°  A  las  prostitutas  detenidas.  ¡Cuántas  son  las  que  no  están 
comprendidas  en  estas  dos  categorías!  Ateniéndonos  á  las  diversas  esta- 
dísticas existentes,  la  prostitución  de  menores  se  ejerce  á  partir  de  los  trece 
años,  y  á  veces  más  temprano.  Pero  el  máximum  de  frecuencia  se  halla 
entre  los  quince  y  diez  y  ocho  años  (Jullien),  y  entre  los  diez  y  seis  y  veinte 
años  (de  Pileur).  Según  este  autor,  el  72  por  100  de  las  prostitutas  empe- 
zarían antes  de  los  veinte  años.  Desde  1816  á  1855,  la  proporción  de  menores 
inscritas  por  la  policía  fué  de  2/3  en  relación  á  las  de  las  mujeres  mayores 
de  edad  (Fiaux).  Por  grande  que  parezca  la  proporción,  en  nuestros  días 
es,  ciertamente,  inferior  á  la  realidad. 

Hay  en  esto  una  confusión  que  importa  ante  todo  aclarar.  Se  impone 
una  distinción  entre  la  mujer  menor  de  edad  que  es  j9;o5í¿/w/¿i,  y  la  que, 
practicando  relaciones  sexuales,  no  es  prostituta.  Esta  última,  escapa  ne- 
cesariamente á  todo  registro,  ya  sea:  1.°  la  concubina  que  vive  marital- 
mente  con  un  individuo.  2.*'  la  querida  habitual.  3.'  la  relajada  ocasio- 
nal. Esta  última  categoría  constituye  una  buena  parte  de  la  prostitución 
clandestina,  tan  importante,  por  otra  parte,  en  número,  como  la  prostitu- 
ción oficial. 

Seducción  de  menores.  —  El  deseo  de  servir  á  una  causa,  loable  en  sí,  ha 
hecho  que  todos  los  que  se  han  ocupado  de  esta  cuestión,  utilizando  argu- 
mentos verdaderos  que  sólo  son  accesorios,  han  querido  demostrar  que  la 
depravación  de  la  mujer  reconoce  siempre  por  causa  loque  se  llámala 
trata  de  blancas,  es  decir ,  la  explotación  del  vicio  del  hombre.  Esto  da  lu- 
gar á  un  error  que  hay  que  disipar,  porque,  si  se  quiere  remediar  la  situa- 
ción, e^  preciso  saber  que  es  lo  que  se  ha  de  atacar. 

Se  puede  considerar,  como  regla  general,  que  la  prostitución  tiene  por 
causa  original  el  amor.  La  mujer  ante  todo  ha  amado  ó  creído  amar;  aban- 
donóse libremente  y  sin  cálculo.  Y,  sólo  ulteriormente  guiada  por  el  inte- 
rés personal,  por  la  necesidad,  ó  cediendo  á  influencias  perversas,  se  hizo 
prostituta. 


Venereología  social  i53 


He  aquí  la  demostración,  con  las  cifras  en  la  mano.  Si  consideramos  en 
conjunto  las  estadísticas  publicadas  por  todos  los  que  han  ideado  fijar  la 
edad  en  que  empieza  la  prostitución,  vemos  que,  oficiabnentey  dos  tercios  de 
las  prostitutas  son  menores  de  veintiún  años  (Parent-Duchatelet,  Jullien, 
Le  Pileur,  Fiaux,  etc.)  Por  otra  parte,  las  estadísticas  veneorológ-icas  nos 
suministran  una  proporción  enteramente  análoga.  La  primera  infección 
tendría  lugar  aproximadamente  en  el  50  por  lOOde  los  casos  en  una  edad 
que  no  llega  á  los  veinte  años  (Le  Pileur,  Jullien),  y  en  el  76  por  ÍOO  de  los 
casos,  según  Sperk  (San  Petersburgo),  y  Hoeffel  (Bruselas).  Kn  ñn  :  todos 
las  estadísticas  están  de  acuerdo  en  reconocer  que  la  prostitución  clandes- 
tina de  menores  es  superior  en  dos  tercios  á  la  prostitución  de  las  mujeres 
de  mayor  edad.  He  de  hacer  notar  que,  en  estas  tres  fuentes  de  informa- 
ción (prostitución  oficial,  infección  venérea  y  prostitución  clandestinh),  las 
prostitutas  actualmente  mayores  de  edad  han  podido  empezar  por  sí  mismas 
á  dar  los  primeros  pasos  en  la  relajación  antes  de  alcanzar  la  mayoría  í^e" 
edad.    Esto  sería  una  estadística  digna  de  hacerse. 

A  continuación  pongo  una  estadística,  en  la  que  la  influencia  del  amor 
está  bien  manifiesta.  Es  vieja,  pero  merece  que  en  ella  fijemos  toda  nues- 
tra atención.  Es  de  Parent-Duchatelet,  y  se  refiere  á  5,183  casos  de  pros- 
titución : 

Sirvientas  seducidas 289 

Victimas  del  amor  que  tienen  un  hijo  que  ocultar   .  280 
Víctimas  del  amor  llevadas  á  París,  y  después  aban- 
donadas    40-4 

Concubinas  abandonadas 1 .425 

Prostitutas  por  necesidad 1,441 

Sin  designar 1,344 

Total 5,183 

Por  lo  tanto,  en  3,839  prostitutas,  2,398  fueron  víctimas  del  amor,  y  sólo 
1,441  de  la  miseria ;  y  todavía,  para  estas  últimas,  ¿quién  se  atrevería  á  afir- 
mar su  virginidad  el  día  en  que  por  primera  vez  entraron  en  la  prosti- 
tución ? 

De  todos  modos,  ateniéndose  únicamente  á  cifras  oficiales,  la  terrible 
proporción  de  dos  tercios  en  las  menores  es  digna  de  retenerse. 

Si  se  analiza  las  estadísticas  de  c^rca^e  ve  que,  en  la  gran  mayoría  de 
casos,  la  mujer  se  entrega  por  vez  primera  entre  los  quince  y  diez  y  ocho 
años.  Esto  es  significativo.  Es  la  edad  de  la  vulnerabilidad  sexual  de  la 
mujer,  la  edad  de  las  ilusiones,  de  los  sentimientos  desinteresados,  del 
amor  ideal.  ¿Cómo  ser  de  otro  modo?  Al  salir  de  la  pubertad,  en  plena 
adolescencia,  la  mujer  sufre  moral  y  físicamente  una  transformación,  su 
coquetería  natural  se  precisa.  Provocada  ó  no  por  una  excitación  genésica 
inconsciente,  su  imaginación  se  exalta.*  Se  forja,  según  sus  medios  y  lectu- 
ras, un  ideal  de  perfección  masculina,  ámodo  de  un  Lohengrin  ;  y  con  este 
ideal  revestirá  al  que,  por  sus  ventajas  reales  ó  supuestas  y  sobre  todo  por 
su  insistencia,  haya  sabido  encontrar  el  camino  de  su  corazón.  La  muje»* 
que  comete  una  falta  á  esta  edad  es  irresponsable.  Obedece  involuntaria- 
mente á  la  gran  ley  de  la  naturaleza,  la  ley  de  reproducción.  En  su  sen- 
cilla generosidad,  créelo  todo,  y  principalmente  el  amor;  y  la  idea  que  el 
hombre  puede  codiciarla  sólo  con  un  deseo  brutal  no  podría  formarse  en  su 
espíritu.  No  solamente  es  inexpertp,  sino  que  no  forma,,  exceptúan  do  el 
ensueño  de  un  amor  imperecedero,  ningún  pensamiento  sobre  el  porvenir. 
No  sospecha  ninguna  celada,  y  su  travesura  natural  se  ocupa  sólo  en  enga- 
ñar á  los  que  pudieran  crearles  algún  obstáculo  á  las  impulsiones  de  su 
corazón. 

Además,  en  este  período,  la  mujer  es  más  alegre,  más  seductora,  más 
apetecible,  y  por  consiguiente,  más  buscada  por  el  hombre  (Barthélemy, 
Juliií»n ).  Aquí  está  la  gran  causa  de  la  caída  de  la  mujer ;  lo  demás  es  ac- 
cesorio, y  si  se  quiere  proteger  á  la  menor  de  edad,  se  ha  de  obrar  ante  todo 
contra  esta  primera  seducción. 

(Se  continuará). 


RBVISTA  CRÍTICA  BIBLIOGRÁFICA 

VOIK    EL 

Dr.  C.  Calleja 

Sttadio  de  Ipñ  prinoiploB  activos  de  lae  plantae  medioinalea.— Qai- 
mloa.  —  Farmaoolos^ia.— Terapéatioa.  —  Por  el  Dr.  D.  Emilio  Pérez 
Noguera,  Médico  del  Cuerpo  de  Sanidad  Militar,  laureado  por  la  Real 
Academia  de  Medicina  de  Madrid,  etc.  —  Tomo  I.  Administración  de  la 
Eetista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas.  —  Madrid,  1901-1902. 

Excelente  servicio  ha  prestado  el  Dr.  Pérez  Nog-uera  á  la  clase  mé- 
dica al  publicar  la  obra  cuyo  título  antecede,  pues  aun  en  los  tratados 
.más  extensos  de  Terapéutica  el  estudio  de  los  principios  activos  de  los 
vegetales  es  tan  deficiente,  que  es  necesario,  para  tener  un  conoci- 
miento completo  de  tales  principios,  recurrir  á  las  obras  de  Química  y 
de  materia  farmacéutica  vegetal.  Al  presentar,  pues,  reunidos  en  una 
sola  obra  los  caracteres  químicos,  farmacológicos  y  terapéuticos  de  los 
alcaloides  y  glucósidos,  el  Dr.  Pérez  Noguera  ha  tenido  una  feliz  idea, 
facilitando  el  estudio  de  cuerpos  tan  importantes  y  presentando  reuni- 
dos datos  que  se  hallan  dispersos  en  libros  de  diversa  índole. 

Merece  toda  clase  de  elogios  el  autqr  de  este  libro,  por  la  claridad  y 
método  con  que  se  hallan  expuestos  todos  los  asuntos  que  en  él  se 
tratan,  y  sobre  todo  porque  cada  capítulo  destinado  al  estudio  de  un 
alcaloide  constituye  una  verdadera  monografía,  en  la  cual  pueden  en- 
contrarse multitud  de  datos  que  ahorran  nna  porción  de  consultas 
bibliográficas. 

El  primer  tomo,  hoy  ya  completamente  terminado,  es  buena  mues- 
tra de  lo  que  será  la  obra  en  totalidad. 

El  autor  comienza  el  estudio  de  los  principios  activos  de  los  vegeta- 
les por  unos  cuantos  párrafos  de  generalidades,  en  los  cuales  se  con- 
signa la  historia,  los  caracteres  y  propiedades  en  general,  los  reactivos 
que  sirven  para  reconocerlos,  los  métodos  de  obtención  (numerosos  y 
muy  claramente  expuestos),  la  investigación  de  los  alcaloides  en  caso 
de  envenenamiento,  su  determinación  cuantitativa  en  las  drogas  sim- 
ples y  en  las  preparaciones  galénicas,  terminando  con  el  estudio  de  la 
constitución  química  de  los  alcaloides  y  su  clasificación. 

Divide  luego  todos  los  principios  químicos  vegetales,  según  su  pro- 
cedencia, clasificándolos  con  arreglo  á  las  familias  botánicas,  y  así  en 
este  primer  tomo  estudia  los  alcaloides  medicinales  de  las  ranunculá- 
ceas, berberídeas,  ninfeáceas,  magnoliáceas,  menispermeas,  poligáleas, 
rutáceas,  bitneriáceas,  geránieas,  celastríneas,  meliáceas,  coriareas, 
eritroxilárieas ,  papaveráceas,  fumárieas,  vioíárieas,  cucurbitáceas, 
cactáceas,  granáteas,  umbelíferas,  compuestas,  siuartérieas,  rubiáceas 
y  leguminosas. 

Al  tratar  de  cada  alcaloide  en  particular,  estudia  sus  caracteres  y 
propiedades,  los  procedimientos  de  obtención,  las  sales  que  forma,  su 
acción  fisiológica  y  terapéutica,  terminando  con  el  modo  de  adminis- 
tración y  dosis. 

Cuando  se  ocupa  de  aquellos  alcaloides,  que  bien  por  sus  aplicacio  - 
nes  ó  por  otras  circunstancias  han  adquirido  en  medicina  una 'gran 
importancia,  entonces  el  Dr.  Pérez  Noguera  dedica  extensísimos  capí- 
tulos á  su  estudio,  como  puede  comprobarse  en  los  destinados  á  la  qui- 
nina, codeína,  morfina,  cocaína,  etc.,  en  los  cuales,  con  una  prolija 
minuciosidad,  se  exponen,  no  tan  sólo  los  caracteres,  propiedades,  etc. 
del  alcaloide  en  sí,  sino  que  también  se  estudian  los  caracteres  de  sus 
sales  muy  detenidamente,  y  las  aplicaciones  terapéuticas  en  cada  una 
de  las  enfermedades  para  que  han  sido  ó  son  recomendados. 


Formulario  y  iratamUnios  modernos  i 55 


Al  propio  tiempo  se  incluyen  en  esta  obra'otros  cuerpos,  alcaloideos 
ó  no,  que  no  extrayéndose  directamente  de  los  veg:etaies,  pueden,  sin 
embargo,  considerarse  como  derivados  de  los  alcaloides,  y  se  obtienen 
por  procedimientos  artificiales. 

En  resumen :  plácemes  muy  sinceros  merece  el  autor  por  haber 
dado  á  luz  obra  de  utilidad  tan  grande,  plácemes  que  lian  de  hacerse 
extensivos  á  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  practicas^  por  el  buen 
acierto  y  oportunidad  al  editar  este  libro. 

Como  la  obra  del  Dr.  Pérez  Noguera  se  halla  todavía  en  publica- 
ción, cuando  esté  terminada,  seremos  más  extensos  en  su  examen  en 
conjunto ;  por  hoy  bastan  estos  renglones,  para  que  nuestros  lectores 
se  hagan  cargo  de  que  este  libro  es  uno  de  los  llamados  á  figurar  en 
primer  término  en  la  biblioteca  de  todo  médico  que  desee  conocer  ca- 
pítulo tan  interesante  de  la  Terapéutica  como  el  que  se  trata  en  la 
obra  del  Dr.  Pérez  Noguera. 

FORMULARIO  T  TRATAMIENTOS   M0DBRM08 


XXXI.  —  Apendioitlft :  tratamleiilo  méAloo 

Robín  no  admite  en  principio  el  uso  del  opio  porque  paraliza  el  intesti- 
no. Como  opina  que  lo  primero  es  desembarazar  el  intestino,  aconseja  dar 
sin  demora  30  gramos  de  aceite  de  ricino  ó  0'40  de  calomelanos. 

Obtenida  la  primera  evacuación,  prescribe  grandes  inyecciones  intesti- 
nales mediante  una  sonda  blanda  (un  litro  y  medio  aproximadamente),  con 
diez  gotas  de  tintura  de  salvia,  que  excita  las  contracciones  intestinales. 
Inyectado  el  líquido,  se  levanta  las  piernas  y  la  pelvis  de  modo  que  llegue 
al  colon  descendente ;  cuando  se  nota,  gracias  á  un  ruido  característico, 
que  cae  el  líquido,  se  vuelve  bruscamente  el  enfermo  sobre  el  lado  derecho 
para  que  se  vacie  el  colon  transverso,  de  donde  se  desaloja  enderezando  el 
tronco.  Una  vez  comprobada  la  presencia  del  líquido  en  el  colon  descen- 
dente y  ciego,  se  practican  ligeras  fricciones  en  todos  los  puntos  asiento  de 
coprostasis,  para  mover  las  materias  fecales  endurecidas,  y  se  ejecutan  mo- 
vimientos en  sentido  inverso  de  la  marcha  del  liquido,  de  modo  que  se  le 
encamine  hacia  el  recto.  Así  se  logra  dos  ó  tres  deposiciones  abundantes, 
en  las  cuales  se  nota  la  presencia  de  escibalos  negros  ó  amarillos,  de  olor 
característico. 

Todas  estas  operaciones  se  repiten  diariamente  para  que  las  materias  fe- 
cales no  se  endurezcan  y  acumulen  en  el  intestino.  También  ordena  el 
aceite  de  ricino  cada  dos  días. 

Si  hay  hiperestesia  cutánea  viva,  se  da  fricciones  ligeras  con  ungüento 
mercurial  y  belladona: 

Ungüento  mercurial  doble 50  gramos 

Extracto  de  belladona 10       » 

poniendo  encima  una  cataplasma. 

En  caso  de  ser  muy  intensos  los  dolores ,  inyecciones  de  morfina  y  este 
linimento : 

Bálsamo  tranquilo 40  gramos. 

Extracto  tebaico.    .    .- 2       » 

»       de  belladona 2       > 

»       de  beleño 2       » 

Cloroformo 10       » 

Este  tratamiento  se  refiere  sólo  á  los  casos  de  evoluci<3n  normal ;  pero  si 
por  la  flegmasía  de  la  mucosa  ó  de  la  submucosa  á  la  apendicitis  se  une  una 
infección  microbiana  con  foco  de  supuración,  lo  racional  es  intervenir  qui- 
rúrgicamente. Robin  cree  que  esta  intervención  será  precisa  todo  lo  más  en 
el  10  por  100  de  casos  (1). 


(i)    BulL  gen.  dt  Thirtp, 


i56  Formulario' y  tratamientos  modernos 


XXKII.  —  Adrenalina  en  'polvo  y  en  eoluoión 

Las  soluciones  de  adrenalina  tienen  el  inconveniente  de  ser  difíciles  de 
hacer,  por  tratarse  de  pesos  muy  pequeños  y  las  realizadas  mediante  el 
ácido  clorhídrico  diluido,  si  bien  más  prácticas,  tienen  la  desveniaja  de  ser 
alterables ;  en  efecto :  no  tardan  en  colorearse  en  virtud  de  su  oxidación  y 
bien  pronto  se  forman  copos  obscuros,  que  al  ser  separados  por  medio  de  la 
filtración,  dejan  inactivo  el  soluto. 

Para  vencer  estos  obstáculos,  Mansier,  de  Gannat,  propone  el  uso  de  una 
substancia  pulverulenta  á  base  de  adrenalina  soluble,  y  cuyo  manejo  sería 
sencillo  para  el  farmacéutico.  Como  la  adrenalina  es  muy  soluble  en  el 
.  agua  bórica  y  el  ácido  cítrico  la  conserva,  cree  conseguido  su  ideal  recu- 
rriendo á  la  siguiente  fórmula : 

Adrenalina 0*15  gramos. 

Acido  cítrico 040       » 

»      bórico 4'75        * 

Se  tritura  la  adrenalina  con  el  ácido  cítrico  y  unas  cuatro  veces  su  vo- 
lumen del  bórico ;  se  añade  luego  el^'esto  de  éste  y  se  pasa  lamezcla  por  un 
tamfz  varias  veces  para  que  resulte  la  masa  homogénea. 

Cada  centigramo  de  este  polvo  corresponde  á  dos  gotas  de  la  solución  al  milé- 
simo, que  es  la  usada  comunmente,  y  se  le  puede  usfir  disuelto  ó  en  po- 
mada (1). 

XXXIII.  —  Analgeaia  oooaino-adrenalinioa  en  olrngia  g^eneral 

Bartrini  ha  reconocido  en  la  adrenalina  cualidades  anestésicas  y  Battier 
las  ha  utilizado  para  evitar  los  accidentes  debidos  á  la  rápida  difusión  de  la 
cocaína  en  la  anestesia  local.  Ha  asociado  una  y  otra  substancia  para  la 
anestesia  dentaria  con  buen  éxito. 

Gangitano,  por  consejo  de  Tricomi  (Bolonia),  ha  intentado  su  empleo  en 
cirugía  general,  casi  al  mismo  tiempo  que  Braun  practicaba  de  este  modo 
132  operaciones  sin  encontrar  inconveniente  alguno. 

La  técnica  seguida  por  Gangitano  en  100  enfermos  ha  sido  la  siguiente : 

I.**  Prepara  una  solución  de  clorhidrato  de  cocaína  al  0*50  por  100  en 
agua  destilada  y  la  coloca  en  un  frasco  coloreado  de  50  cm*  de  capacidad; 
tapa  con  algodón  y  durante  dos  días  la  esteriliza  en  el  baño  maría  á  la  tem- 
peratura de  la  ebullición. 

2.'  Prepara  una  solución  de  cloruro  de  adrenalina  al  1  por  1,000 ;  cloruro 
de  adrenalina  una  parte  en  mil  de  solución  normal  de  cloruro  sódico  con 
0*5  por  100  de  cloretona. 

Usa  para  las  inyecciones  jeringas  de  Roux  de  10  cm*,  provistas  de  agujas 
de  varias  dimensiones  y  formas.  Hace  la  mezcla,  aspirando  con  la  jeringa 
primero  la  cocaína  (9  partes)  y  luego  la  adrenalina  (1  parte  y  2  si  necesita 
una  mayor  isquemia).  En  los  diez  gramos  de  mezcla  h^y  cuatro  centigra- 
mos y  medio  de  cocaína  y  uno  ó  dos  miligramos  de  adrenalina,  con  cuyas 
cantidades  es  posible. practicar  operaciones  importantes. 

Inyecta  el  líquido  después  de  haber  introducido  la  aguja,  retirándola 
poco  á  poco  y  vertiendo  la  solución.  A  los  5  ú  8  minutos  empieza  la  opera- 
ción sin  provocar  dolor.  La  analgesia  y  la  hemostasis  son  absolutas  en  las 
operaciones  superficiales.  En  las  profundas,  sobre  todo  si  se  trata  de  trac- 
ciones de  tejidos,  hay  dolor  y  á  las. veres  simple  molestia. 

Las  operaciones  han  sido :  12  en  la  cabeza  y  cuello,  12  en  el  tórax,  5  lapa- 
rotomías. 28  curas  radicales  de  hernia  inguinal  y  3  de  hernia  crural,  2  de 
adenitis  inguinal,  15  en  el  aparato  uro-genital  masculino,  9  eu  el  femenino 
y  14  en  las  articulaciones.  . 

Respecto  al  valor  de  esta  analgesia,  juzga  exagerados  los  temores  de 
B^tergy  Trivas,  relativo.s  á  la  vasoconstricción  y  hemorragia  consecutiva; 
añade  que  no  ha  observado  intolerancia  en  caso*al;2:uno  y  que  la  analgesia 
fué  bien  soportada  por  viejos,  arterio-esclerósicos  y  cardíacos  (2). 


íl)    Le  Centre  méd.  et  pharm. 
(2)    Ri forma  Medica. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  '  ^7 

XXXIV.  —  Diabetes  :  tratamiento 

El  tratamiento  medicamentoso  que  instituye  Robin  es  el  siguiente  : 
1.°    Durante  tres  días,  una  hora  antes  de  las  comidas  y  con  una  poca 
agua  de  Seltz,  un  papel  que  cantenga :         .     . 

Antipirina  .         \  aa  1  gramo. 

Bicarbonato  sódico ^  "»  *  b* 

Se  logra  con  ello  reducir  el  azúcar  un  50  por  100. 

2."  Después,  6d  centigramos  de  biclprhidrato  de  quinina  por  la  mañana, 
durante  seis  días. 

3.°    Una  cucharada  antes  de  las  comidas  de  : 

A rseniato  sódico '.       0*05  gramos. 

Agua  destilada 500  » 

Al  mismo  tiempo  puede  darse  el  carbonato  de  litina  (20  centigramos)  un 
cuarto  de  hora  antes  de  la  cena  y  comida  en  un  vaso  de  agua  de  Vichy. 

4,°  Al  llegar  á  este  punto  hay  curados  el  30  ó  -10  por  100  de  diabéticos 
(dice  Robin). 

Los  no  curados  deben  ser  sometidos  á  esta  medicación  : 

Alcalinización  de  la  sangre  con  citrato  sódico  (5  gramos  un  cuarto  de 
hora  antes  de  la  cena  y  comida)  ó  tartrato  sódico  (4  antes  de  la  cena)  en  agua 
y  durante  diez  días. 

Si  fracasa  este  medio,  se  recurre  á  los  sedantes  nerviosos  : 

Extracto  de  belladona 005  gramos. 

»       tebaico 0*01        » 

»       de  valeriana 0*15       » 

para  una  pildora.  Ordena  tres  diarias  y  aumenta  una  más  al  décimo  día. 
Ksta  fórmula  es  útil  en  la  diabetes  pancreática. 

5.'    Usa,  además,  varias  medicaciones  accesorias : 

La  guvia  en  forma  de  un  buen  vino  ó  el  extracto  ea  pildoras  de  0*20  gra- 
mos.   Se  empleará  durante  toda  la  enfermedad. 

Las  hojas  de  Geranium  Roderisianum,  remedio  popular  algo  valioso,  se 
prescriben  en  infusión  á  las  cuatro. 

El  tratamiento  hidro-mineral  completará  la  medicación. 

Si  aparece  la  tuberculosis,  queda  relegada  á  segundo  término  la  diabe- 
tes.   Entonces  se  recurre  á  la  creosota  en  lavados  estomacales  : 

Creosota  de  haya 10  gramos. 

Cocimiento  de  madera  de  Panamá  (al 2  por  100).    90       » 

poniendo  de  esta  preparación  una  cucharadita  en  150  grnmos  de  agua  para 
un  lavado. 

Contra  la  fiebre  ordena  la  antipirina,  que  es  á  la  par  antidiabética :  medio 
gramo  dos  veces  al  día. 

El  arrenal  puede  ser  utilizado :  veinte  gotas  de  la  solución  al  5  por  100 
antes  de  la  cena  cuatro  días  consecutivos,  interrumpiéndolo  otros  cuatro. 

En  vez  del  arrenal  se  puede  recurrir  á  las  inyecciones  subcutáneas  de 
cacodilato  sódico. 

El  tanino  substituirá  al  arrenal  en  las  interrupciones:  un  gramo  antes 
de  la  comida  y  cena. 

En  vez  del  tanino  puro  se  puede  emplear  el  extracto  de  hojas  de  nogal, 
que  lo  contienen  en  combinación  orgánica: 

Extracto  de  hojas  de  nogal .    .      30  gramos. 

Agua  destilada 150       » 

para  tomar  una  cucharada  antes  de  las  comidas  (1). 


(1)    (ifljf^.  $ici7.  di  Med.  e  Chir. 


i58  "  Formulario  y  tratamientos  modernos 


XXXV.  —  Temblores :  tratamiento 

Bromhidrato  de  escopolamina  ....    '/jo  de  miligramo. 
Agua  destilada 1  gramo. 

Se  comienza  por  V4  de  cm*  en  inyección  y  se  puede  llegar  hasta  1  Vt-  Si 
se  da  por  ingestión,  la  dosis  puede  ser  de  */*  de  miligramo  repetida  cuatro 
veces  en  24  horas  durante  tres  ó  cuatro  días  (Robin)  (1). 

XXXVI.  —  Orletaa  de-laa  manoa:  tratamiento 

Mentol 1  gramo. 

Salol 2       » 

Aceite  de  olivas 10       » 

^  Lanolina 30       » 

ó  bien : 

Manteca  de  cacao 1  gramos. 

Aceite  de  almendras  dulces .  5       » 

Óxido  de  zinc .  10       » 

Borato  sódico 10       » 

Esencia  de  bergamota VIII  gotas. 

Úsese  mañana  y  noche  (Herzen)  (1). 

XXXVII.  —  Diarreas :  tratamiento  oon  el  aznl  de  metileno 

Renon  dijo  en  la  Sociedad  de  Terapéutica  (27  de  mayo  último)  que  el 
azul  de  metileno  en  muchos  casos  de  diarrea  de  los  tuberculosos,  de  ordina- 
rio rebelde  á  todo,  en  especial  la  debida  á  ulceraciones  intestinales,  produ- 
cía un  alivio  rápido,  hasta  el  punto  de  que  á  los  tres  días  se  llegaba  de  15 
á  20  deposiciones  á  1  ó  2  y  hasta  la  astricción  de  vientre.  Opinó  que  se  tra- 
taba de  un  efecto  antiséptico,  según  probaba  la  benéfica  acción  de  los  lava- 
dos en  la  disentería  (Berthier)  y  en  la  enteritis  muco-membranosa,  así  como 
la  observación  hecha  por  el  mismo  de  que  dosis  de  diez  centigramos  de 
azul  de  metileno  lograba  bajar  algunas  décimas  la  temperatura  en  la  fiebre 
tifoidea.  Añadía  que  como  las  úlceras  intestinales,  al  practicar  la  autopsia, 
no  estaban  cicatrizadas,  debiera  atribuirse  el  efecto  á  que  se  oponía  al  des- 
arrollo de  los  agentes  de  infección  secundaria. 

Combemale  y  Magnin  han  comprobado  la  accióh  terapéutica,  empleando 
la  misma  fórmula  de  Rénon  : 

Azul  de  metileno .    O' 15  gramos. 

Lactosa 0*60       » 

para  un  sello. 

Extracto  los  casos  en  que  lo  usaron  : 

1.°  Tísico  en  el  último  período  ;  diarrea  inagotable  desde  hacía  un  mes, 
no  dominada  con  medicamento  alguno.  Dos  días  antes  de  morir,  por  tanto 
i7i  extremis,  prescriben  dos  sellos,  quedando  reducidas  las  deposiciones  á  la 
mitad ;  ai  día  siguiente  otros  dos  selles  las  hicieron  todavía  más  raras,  hasta 
la  muerte. 

2."  Tuberculosis  intestinal ;  seis  meses  de  diarrea  indominable ;  lesiones 
pulmonares;  caquexia.  Dos  sellos,  que  no  producen  efecto  ;  siguiendo  la8 
mismas  dosis,  la  diarrea  mengua  ;  á  los  ocho  días,  una  sola  deposición  sóli- 
da. Se  suspendió  el  azul  de  metileno.  Una  grave  transgresión  alimenticia 
cometida  por  la  enferma,  produjo  un  ataque  fuertísimo  á  modo  de  cólera 
n ostras  y  una  abundante  euterorragiá.  El  azul  restableció  el  orden,  pero  no 
logró  que  las  deposiciones  fueran  sólidas. 

Resulta  que  puede  contarse  con  el  azul  de  metileno  en  los  casos  de  dia- 
rrea debida  á  úlceras  tuberculosas  intestinales. 


U )    Gajf.  hibd.  des  Se.  méd,  de  Bordeaux. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  ibg 


Animados  con  estos  hechos  y  á  pesar  del  descrédito  que  Arnozan  ha  in- 
tentado hacer  caiga  sobre  este  medicamento,  reputado  otras  veces  como 
analgésico,  antipalúdico  y  antialhumiu úrico,  sucesiva  y  pasajeramente,  en 
vista  de  su  acción  favorable  en  la  difteria,  otorreas  (  Qaudier),  epiteliomas 
inoperables,  conjuntivitis  y  otros  se  propusieron  ensayarlo  en  otros  casos, 

3.**  Enfermedad  de  Addison,  demacración,  astenia,  tuberculosis  de  los, 
vértices,  funciona  bien  el  tubo  digestivo  al  entrar  en  .la  enfermería ;  no  bay 
diarrea,  antes  bien  van  cinco  días  sin  mover  el  vientre;  de  pronto. y  sin 
transgresión  alimenticia,  deposiciones  líquidas  abundantes  durante  dos  días 
que  le  ponen  caquéctico  con  gran  rapidez.  Entonces  se  le  hace  tomar  en  seis 
horas  tres  sellos-  de  azul  de  metileno.  Con  el  segundo  acaba  la  diarrea  y 
vuelve  el  estreiiimiento. 

Algunos  días  después  murió  de  repente.  No  había  enteritis  tuberculosa. 

4.*  Enfermedad  de  Addison,  astenia  pronunciada,  casi  siempre  diarrea 
hace  varios  meses,  que  nada  detiene,  Con  desconfianza  se  ensaya  el  azul  de 
metileno,  que  produce  buen  resultado ;  el  enfermo  lo  pide  y  toma  uü  sello 
diez  días  consecutivos.  Terminó  el  flujo  intestinal.  Pasadas  varias  semanas, 
reaparece,  pero  bien  pronto  es  contenido. 

5.°  Hemoptisis  al  principio  de  una  tuberculosis,  diarrea  frecuente,  unas 
diez  deposiciones  diarias,  hace  tiempo.  Un  solo  sello  las  reduce  á  cuatro,  y 
después  queda  normalizado. 

En  e^tos  tres  últimos  casos,  con  diarreas  nerviosas  ó  infecciosas,  no  tu- 
berculosas, el  éxito  fué  notable.  Parece  una  acción  catalítica,  de  presencia, 
quizás  de  desinfección. 

6.°  Fiebre  tifoidea  en  un  joven.  Ingresa  en  el  hospital  al  décimo  día.  El 
cuadro  clínica  es  completo  y  muy  grave.  Veinte  á  cuarenta  deposiciones 
diarias,  que  no  modifica  un  purgante  salino.  Un  sello  de  azul  de  metileno ; 
al  día  siguiente  sólo  diez  deposiciones.  Dos  sellos:  dos  deposiciones.  En 
48  horas  se  bajó  de  cuarenta  á  dos.  Este  caso  es  típico. 

'7.'*  Parálisis  del  recto  superior  del  ojo  izquierdo  y  temblor  de  los  dos 
miembros  superiores.  En  la  duda  de  si  es  histerismo  ó  degeneración  men- 
tal, se  prescribe  el  azul  de  metileno  como  sedante  nervioso.  Aquellos  fenó- 
menos persistieron,  pero  apareció  un  estreñimiento  acentuado  que  hizo 
necesario  un  purgante. 

Se  desprende  de  estaa  varias  y  poco  parecidas  observaciones,  que  con  y 
sin  infecciones  primarias  ó  secundarias,  el  azul  de  metileno  es  un  antidia- 
rreico  poderoso,  desde  luego  recomendable  contra  este  síntoma,  venga  de 
donde  venga. 

Sus  inconvenientes  (sabor  estíptico,  coloración  de  la  orina,  etc.),- bien  co- 
nocidos, no  deben  constituir  verdaderas  contr^iindicaciones  (1). 

XXXYIII.  —  Sinoope :  tratamiento  oon  la  ezoitaoión  de  la 

oonjantiva 

A  consecuencia  de  una  observación  hecha  por  Bonnet,  de  Troyes,  pen- 
saron A.  y  L.  Lumiére  y  J.  Chevrotier,  que  la  excitación  de  la  conjuntiva, 
bien  efectuada,  podía  ser  un  método  general  para  tratar  los  síncopes.  Han 
hecho  los  experimentos  en  perros,  conejitos  de  Indias,  etc.,  asfixiados  por 
submersión  ó  sometidos  al  cloroformo,  anhídrido  carbónico,  etc. 

Cuando  con  estos  medios  lograron  el  paro  de  la  respiración  y  á  las  veces 
la  del  corazón,  instilaron  en  la  conjuntiva  productos  irritantes  (éter,  ben- 
zina,  formol,  amoníaco,  ácidos  orgánicos,  soluciones  salinas  diversas,  etc.), 
notando  que  la  vuelta  á  la  vida  es  más  rápida  y  más  segura  quecon  los  me- 
dios hasta  ahora  usados  (2). 

XXXIX. —Tot:  deainfeotante  interno 

Este  cuerpo,  designado  en  el  comercio  con  nombre  tan  peregrino,  se 
compone  de  dos  volúmenes  de  isonaftol,  dos  de  benzoilbetanaftol,  y  uno  de 
abrastol,  este  último  obtenido  neutralizando  con  una  parte  de  carbonato 
calcico  purísimo,  dos  de  ácido  betanaftolalfasulfónico.   Es  un  polvo  crista- 


<1)    UEcho  medical  du  Ñor d. 
(2)    Soc.  de  Thirapeutique. 


m6o  Formulario  y  tratamientos  modernos 

lino,  de  color  blanco  rosado,  con  pequeñas  láminas  romboidales,  de  sabor 
amargo  picante,  de  olor  ligeramente  picante  y  fusible  á  118''. 

En  el  comercio  se  encuentra  en  sellos,  cada  uno  de  los  cuales  contiene 
15  centigramos  de  tot  y  20  de  carbón  puro  de  álamo  blanco  y  tilo. 

Es  un  antiséptico  seguro,  como  hacen  suponer  sus  componentes  y  como 
resulta  de  los  estudios  experimentales  y  las  observaciones  clínicas. 

Gavina  deduce  de  sus  investigaciones  bacteriológicas  que  la  introduc- 
ción de  un  sello  de  tot  en  un  líquido  de  cultivo  de  unos  8  cm*  de  volumen, 
mata  al  colibacilo  en  dos  horas,  en  una  y  media  escala  al  bacilo  tifoideo,  en 
menos  de  media  al  espirilo  de  Finkler  y  al  del  cólera  asiático ;  sólo  el  bacilo 
mesentérico  vulgar,  por  ser  esporigeno,  resiste  al  tot  más  de  veinticuatro 
horas.  El  hecho  es  de  importancia,  pues  se  trata  de  microbios  que  residen 
en  el  tubo  digestivo. 

En  vista  de  estos  hechos,  Lesignoli  lo  ha  usado  en  casos  de  colitis  ulce- 
rosa crónica,  enteritis  crónica,  dispepsia  gástrica,  neurastenia,  diarrea,  pe- 
ritonitis tuberculosa,  íleo-tifus,  coprostasis,  atonia  intestinal,  etc.,  obte- 
niendo curaciones,  ó  cuando  menos  alivios  muy  apreciables. 

Pazzi,  Zaniboni,  Marchionescki,  Franceschino,  Modena,  Fiorioli  della 
Sena,  prestigiosos  clínicos  italianos,  han  logrado  éxitos  iguales.  En  el  Con  • 
greso  de  Mhdrid  (^1903\  Fiore  ha  expuesto  que  está  indicado  en  todos  los 
casos  de  fermentación  gastro-intestinal,  y  que  su  acción,  óptima,  es  lenta, 
continua  y  gradual. 

Fasano  lo  ha  empleado  en  60  enfermos  diferentes ;  8  con  dispepsia  hi- 
perclorhídrica ;  15  con  dispepsia  simple,  5  con  atonía  gástrica,  4  con  entero- 
colitis catarral  subaguda,  20  con  catarro  intestinal  crónico,  6  con  atonía 
intestinal,  y  2  eon  toxihemia  aguda  intestinal.  Hubo  un  70  pnr  100  de  cura- 
ciones, y  en  los  demás  casos,  algunos  rebeldísimos,  alivios  persistentes. 

Bozzicalupo  compara  el  tot  con  la  resorcina,  ácido  clorhídrico,  salol, 
raentol,  timol,  naftol  «,  naftol/í,  en  enfermos  con  toxihemia  gastro-intesti- 
nal, consecutiva  en  4  á  formas  dispépsicas  gastro-intestinales  por  paludismo 
crónico,  4  á  enteritis  sifilítica  y  4  á  entero-colitis  muco-membranosa  depen- 
diente de  neurastenia  grave.  En  todos  ellos  la  diteta  fué  idéntica:  un  litro 
de  leche,  2(30  gramos  de  caldo,  200  de  asado,  200  de  pan  y  dos  huevos.  Se 
les  dividió  en  series  iguales  y  fueron  administrados  los  desinfectantes,  de- 
jando del  uno  al  otro  el  reposo  necesario  para  no  confundir  los  efectos. 
Antes  fueron  eliminados  los  que  pudieran  tener  lesiones  renales  y  antes  y 
después  de  cada  tratamiento  fué  analizada  la  orina  para  determinar  cuali- 
tativa y  cuantitativamente  el  indican.  Las  dosis  pre.scritas  fueron  :  dos 
gramos  diarios  de  salol,  resorcina,  timol  y  naftoles ;  el  ácido  clorhídrico  fué 
dado  en  forma  de  limonada ;  del  tot  dio  cuatro  sellos  diarios. 

Del  examen  de  las  deposiciones,  de  los  síntomas  clínicos  (dolor,  meteo- 
rismo, etc.),  y  de  lo  resultante  del  análisis  de  la  orina,  Bazzicapulo,  desde 
el  punto  de  vista  del  poder  desinfectante,  establece  el  siguiente  orden  :  tot, 
naftol  ^,  naftol  «,  timol,  mentol,  resorcina,  salol  ,v  ácido  clorhídrico. 

En  su  concepto,  la  mayor  valía  del  tot  se  debe  á  que  sintetiza  las  propie- 
dades de  los  polinaftoles.  á  los  cuales  pertenece. 

Greco,  autor  de  esta  reseña,  ha  ensayado  también  el  nuevo  producto 
en  4  neurasténicos  con  atonía  gástrica,  cinco  casos  de  entero-colitis  catarral 
subaguda,  dos  de  coprostasis  y  atonía  intestinal,  y  tres  de  febrícula  estivo- 
otoñal,  que  ahora  existe  en  Italia,  y  en  todos  el  resultado  fué  excelente. 
En  todos  bajó  la  fiebre  desde  el  primer  día,  y  en  uno  cesó  la  diarrea  desde 
el  segundo  (1). 

La  concordancia  de  los  efectos  y  la  valía  de  los  autores  merecen  fijar 
mucho  la  atención. 

XL.  —  Prurigo :  tratamiento 

Liégois  aconseja  para  calmar  los  picores,  hacer  lociones  con  vinagre  de 
salvia  diluido  en  aírua.  Este  vinagre  se  prepara  macerando  15  gramos  de 
hojas  de  salvia,  en  250  de  vinagre  blanco.  De  est.^  macerado  se  ponen  dos 
cucharaditas  en  agua  tibia,  con  la  cual  se  lociona  (2). 
Dr.  Rodríguez  Méndez. 

il>    (ia^^.  sicii.  di  Medicina  e  Chirurgia. 
'-)    Lt  Síond  medical. 


SECCIÓN     OFICIAL 


HOSPITAL  SAN  ANTONIO,  PARÍS 

El  Dr.  Lermoyez,  de  los  hospitales  de  París,  Jefe  del  servicio  de  oto-rino- 
laring-ología  del  hospital  San  Antonio,  con  el  concurso  de  sus  asistentes,  se- 
ñores Bourg-eois  y  Bellin,  empezará  el  20  de  abril  de  1904  un  curso  práctico 
de  técnica  y  terapéutica  de  oto-rino-laringología.  Este  curso  tendrá  lugar 
todos  los  días,  á  las  ocho  y  inedia  de  la  mañana,  y  será  terminado  en  30  lec- 
ciones. Los  alumnos  serán  individualmente  ejercitados  en  qI  uso  de  los 
instrumentos. 

Siendo  limitado  el  número  de  los  puestos,  se  ruega  á  los  alumnos  se  ins- 
criban con  tiempo  :  Sr.  Bourgeois,  96,  calle  Miromesnil  (Se),  París. 


Icr  CONGRES  FRANCAIS  DE  CLIMATOTHÉRAPIE 
ET  D'HYGIENE  URBAINE 

Gomme  nous  Tavons  déjá  annoncé,  ce  Congrés  se  tiendra  á  Nice,  du  4  au 

9  avril  (vacances  de  Paques),  sous  la  présidence  de  M.  le  professeur  Chante- 
messe  (de  Paris),  membre  de  l'Academie  de  Médecine. 

Les  Congressistes  bénéficieront  de  réductions  (50  p^  7^  et  plus),laplupart 
valables  du  Icr  au  20  avril  1904,  sur  les  grandes  Compagnies  de  chemins  de 
fer  franjáis ;  sur  ceux  du  Sud  de  la  Frauce,  de  la  Corsé  ;  sur  certaines  Com- 
pagnies auglaises  (Londres-Paris),  sur  les  services  de  bateaux  entre  Nice, 
Marseille,  la  Corsé,  Genes  ;  sur  le  chemins  de  fer  italiens ;  sur  les  AVagons- 
Lits  en  France  et  á  l'Ktranger.  Des  prix  réduits  sont  déjá  consentís  dans 
les  principaux  h6tels  de  Nice,  Beaulieu,  Cannes,  Mentón,  Monaco,  etc.,  dont 
la  liste  sera  fournie  sur  demande  par  M.  le  D»"  Camous  (2,  rué  de  VOpéra,  Ni- 
ce),  spécialement  chargé  de  ce  soin. 

En  dehors  de  Nice,  les  Congressistes  visiteront  officiellement  Monaco, 
Mentón,  Cannes  et  Grasse,  oü  des  fétes,  promenades,  etc.,  seront  organisées 
en  leur  honneur.  S.  A.  S.  le  Prince  de  Monaco  donnera  une  réception  au 
Palais  et  une  répresentation  de  gala  sera  offerte  au  Casino.  A  Nice,  en 
dehors  des  réceptions  par  les  Autorités,  il  y  aura  des  représentatioijsdegala 
(opera,  etc.).  Le  nombre  des  places,  forcément  limitées  dans  les  théátres, 
seront  réservées  auxpremiersinsci*its.  Apres  la  clótnre  du  Congrés,  des  ex- 
cursions  seront  organisées.  Les  Etudiants  en  Médecine,  ¿a  familie  des  Con- 
gressistes accnmpagnant  ceux-ci  et  adhérant  au  Congrés  (carte  spéciale  de 

10  fr.)  bénéficieront  des  mimes  avantages.  Pour  faire  partie  du  Congrés  il 
suffit  d'envoyer  au  Dr  Bonnal,  trésorier  (ID.  boulevard  Victor-HugOy  Nice).  le 
montant  de  la  cotisation  (20  francs^  en  méme  temps  que  les  noms,  qualités, 
ti  tres,  adresse  exacte,  tres  Usiblement  écrits,  et  accompagnés  de  la  carte  de 
visite  de  Tadhérent.  Les  confréres,  désirant  faire  des  Communications, 
sont  priés.de  bien  vouloir  en  adresser  le  titre  et  le  resume  <30  lignes,  in-S'* 
raisin)  au  Secrétaire  General,  avant  le  15  février,  afln  qu'ils  puissent  étre 
publiés  et  distribués  avan  le  Congrés. 

Pour  tous  nutres  renseignements  s' adresser  au  Dr  Hérard  de  Bessé,  sécre- 
taire  general  y  d  Beaulieu-sur-Mer  (Alpes-Maritimes). 


ACADEMIA  DE  HIGIENE  DE  CATALUÑA 

MEMORIAS  RECIBIDAS  PARA  EL   CONCURSO  DE  PREMIOS 

Tema  I.  —  Higiene  de  ambos  sexos  en  el  concepto  de  su  función  pro- 
creadora. Reglas  para  obtener  el  producto  de  la  concepción  en  las  mejores 
condiciones  de  sanidad,  robustez  y  desarrollo. 

Memoria  n.° 21.  —  Lema:  «La' salud  de  los  niños  es  el  porvenir  déla 
nación». 


J6a  Sección  oficial 


Tema  II.  —  Cartilla  popular  de  higiene  industrial.  —  Premio  del  Acadé- 
mico honorario  el  Excmo.  Sr.  Gobernador  civil  D.  Carlos  González  Rotwos. 

Memoria  n.°  12.  —  Lema :  «Labor  improbus,  omnia  vincit». 

Tema  IV.  —  Higiene,  diferenciación  y  cultivo  de  las  facultades  intelec- 
tuales del  escolar  con  relación  á  su  edad,  desarrollo  y  constitución.  — Pre- 
mio del  Excmo.  Sr.  Delegado  Regio  de  Instrucción  pública,  D.  Pedro  Grau 
Maristany. 

Memoria  n.°  7.  —  Lema :  « Todo  por  mi  hijo  ». 

Memoria  n."*  8.  —  Lema :  «No  hay  placer  alguno  comparable  al  de  man- 
tenerse sobre  las  altas  cimas  de  la  verdad  ».  (Bacón). 

Memoria jn.** 22. —  Lema:  «El  bienestar  de  un  pueblo  depende  de  su 
cultura  ». 

Memoria  n.'  23.  —  Lema :  «La  educación  higiénica  es  la  base  de  la  rege- 
neración de  los  pueblos». 

Tema  V.  —  Estudio  de  la  falta  de  cultura  como  causa  de  la  degeneración 
y  prostitución  de  la  mujer.  —  Premio  del  Excmo.  Sr.  Conde  de  Romanones. 

Memoria  n."  1.  —  Lema :  «  Quien  da  lo  que  tiene  no  está  obligado  á  más». 

Memoria  n.""  2.  —  Lema:  «La  falta  de  cultura  en  la  mujer  imprime  un 
atraso  en  la  civilización  y  el  progreso». 

Memoria  n.°  19.  —  Lema :  «  Entre  una  mujer  sin  educar  y  una  mujer  mal 
educada,  la  primera  no  puede  hacer  el  lien;  la  segunda  hará  necesaria- 
mente el  mal».  (Severo  Catalina). 

Memoria  n.**  ¿4.  —  Lema  :  «  La  escuela  redime  y  civiliza  ». 

Tema  Vil.  —  Tema  libre  de  higiene  social.  —  Premio  del  Académico  nu- 
merario Dr.  D.  José  Farrero. 

Memoria  n.°   4.  —  Lema  :  «  El  baile  y  los  bailes  ». 

Memoria  n.°   9.  —  Lema  :  «  ***». 

Memoria  n.**  15.  —  (Esta  Memoria  se  ha  recibido  sin  pliego). 

Memoria  n.**  18.  —  Lema :  «La  prostitución  es  hedionda  cloaca  que  pre- 
cisa á  toda  costa  sanear  »: 

Memoria  n.°  25.  —  Lema:  « Beatus  qui  intelegit  super  egenum  et  pau- 
perem  ». 

Tema  Vlll.  —  Cartilla  popular  de  higiene  rural.  —  Premio  del  Académico 
numerario  D.  Manuel  Gispert  Blanch. 

Memoria  n."  16.  —  Lema :  «  La  médecine  guérit  les  individus ;  l'hygiéne 
sauve  les  masses  ».  (Michel  Levy). 

Tema  IX.  —  Prontuario  higiénico  del  embarazo  y  primera  infancia.  — 
Premio  de  un  hisrienista. 

Memoria  n.'^S.  —  Lema:  *Si  vis  pacem...». 

Memoria  n.°  6.  —  Lema :  «Del  exacto  cumplimiento  de  los  preceptos  hi- 
giénicos depende  muchas  veces  la  evolución  normal  del  embarazo  y  el  des- 
arrollo natural  y  completo  del  nuevo  ser». 

Memoria  n.°  10.  —  Lema :  «Els  filis  son  un  Uegat  del  Senyor  y  el  fruyt 
del  ventre  un  premi». 

Memoria  n.**  14.  —  Lema  :  «  La  mujer  que  cría  es  más  madre  que  la  que 
solo  pare».  (Monlau). 

Memoria  n.*'  20.  —  Lema :  «  Escribid  de  una  manera  breve  y  clara  y  ha- 
réis verdaderos  sabios».  (W.  Sho). 

Memeria  n.°26.  —  Lema:  «Será  tanto  más  fuerte  una  nación  cuanto 
más  procure  higienizar  los  que  nacen  ». 

Tema  X.  —  Asunto  higiénico  de  una  de  las  especialidades  oftalmología, 
laringología,  dermatología,  odontología,  vías  urinarias  ú  obstetricia. 

Memoria  n.°  3.  — Lema  :  «La  voz  es  un  capital  que  debe  conservarse». 
Memoria  n.'  11.  —  Lema :  « ...  mostraba  negra  pupila». 
Memoria  n."  13.  —  Lema :  «  La  Odontalgia  es  la  piedra  angular  en  donde 
se  ha  esculpido  la  Medicina  y  la  Cirugía». 

Memoria  n."  17.  —  Lema  :  «  Si  vis  pacem  para  bellum  ». 
Han  quedado  desiertos  los  temas  de  los  doctores  Rodríguez  Méndez  y 
Valentí  Vivó. 

Barcelona  2  de  febrero  de  1904.  —  El  Secretario  general,  Manuel  Sépala 
Estaletla. 


PUBLICACIONBS  RBCIBIDAS 


Slgrnifloaoióii  patolóirloa  del  oólioo  hepátioo.  Patogenia.  Terapén- 
tioa,  por  el  Dr.  Rodríguez  y  Abaytúa.  —  Madrid,  1904.  —  Una  peseta.  — 
Dos  ejemplares. 

Bl  tiroidea  y  la  paráliaie  altante.  —  Lección  inaugural  del  segundo 
curso  de  Clínica  médica  (1903-1904),  por  el  Profesor  agregado  Dr.  D.  José 
Codina  Castellví.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Zia  ftatura  revolnoión  en  el  ejeroicio  práotico  de  la  Medloina.  —  Con- 
ferencia dada  en  el  «Colegio  de  Médicos  de  la  provmcia  de  Madrid  »  el 
día  3  de  diciembre  de  1903,  por  ei  Dr.  D.  José  Codina  Castellví.  —  Ma- 
drid, 1904.  —  Dos  ejemplares. 

Fonnnlaire  dea  médioationa  nonvellea  (Méthodes  nouvelles  et  traitements 
*   nouveaux),  par  le  Dr.  H.  Gillet.  —  Librairie  J.-B.  Bailliére  et  fils,  i9, 
rué  Hautefeuille.  —  París,  1904.  —  3  fr. 

Memoria  de  los  trabajos  ejecutados  por  el  «Consejo  superior  de  Salubri- 
dad »  en  el  año  de  1900,  —  México,  1902. 

Tratado  de  Oirngia  oUnioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmann,  P.  von  Bruns  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  579.  — Cuaderno,  89.  —  Barce- 
lona, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medioina  clinioa  y  Terapéntioa,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tuñón.  —  José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  92:  — Barcelona,  1904.  —  Una  peseta 
cuaderno.  --  Dos  ejemplares. 

Tratado  práotioo  de  la'aifliia  y  enfermedadea  venéreaa,  por  el  doc- 
tor É.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —  Traducido  por  el  doc- 
tor T,  Corominas  y  Pedemonte.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  páginas  y  una  lámina 
á  una  peseta  el  cuaderno.— José  Espasa,  editor,  Cortes  579,— Cuaderno  12. 
Barcelona,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Manual  de  Patología  externa,  por  B.  Forgue.— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuaderno  12.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

De  la  atériliaation  dea  aondea  en  g^omme  et  en  oaontohono  par  le  va- 
peur  et  de  leur  ooaaervation  atérile,  par  le  Dr.  Albert  Freudenberg. 
Clermont,  1904  (1). 

I.  Injeotiona  intra-véaioalea  d'iodof  orme  daña  le  traitement  de  la 
oyatite  ammoniaoale.  — 11.  De  l'aoide  oamphoriqne  oomme  pro- 
püylaoti^e  de  la  flévre  nrinaire,  par  le  Dr.  Albert  Freudenberg.  — 
Clermont,  1904  (1). 

1.  Próteaia  del  eaqueleto.  —  11.  Algunoa  caaoa  de  oomplioaoión  de 
la  oariea  dentaria,  por  D.  Florestán  Aguilar.  —  Madrid,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

Third  annnal  Beport  of  the  New  7ork  State  Hoapital  for  the  oare  oí 
orippeld  and  def  ormed  Children.  For  the  year  ending  september  30, 1903. 
Hospital  located  at  tarrytown,  N.  Y.  —  1903.  —  Albany,  1904. 


(1)    Communications  faites  á  la  sepíleme  session  de  I'  ^Association  frangaise  d'Urologiep,  Pa- 
rís, 1903. 


i  64 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Bloerohe  batteridloylohe  añile  maBohere  oarnevalesolie,  per  i  dottori 
tenenti  medici  E.  Tirelli  e  Ferrari-Lelli.  —  Palermo,  1903  (1). 

Bloerohe  batteriolos^iohe  sal  pulvleoolo  dellefeate  da  bailo.— Nota  1.' 

Dott.  e  tenenti  medici  E.  Tirelii  e  F.  Ferrari.-Lelli.  —  Torino,  1903  (1). 

Di  an  prooesio  rápido  per  l'analiii  ohimioa  deiraoqna,  del  vino  e 
delle  uriñe  baeato  mir  impiesro  di  reasrenti  in  tavoletti  oompreaie, 

per  i  tenenti  medici  E.  Tirelle  e  F.  Ferrari-Lelli.*—  Roma,  1904  (1). 


Estudios  demogpáfieos  de  Barcelona 

POR    El. 

Dr.  D.  Luis  CoMENac 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mea  de  febrero  da  1904 


I.  —  iNFBCCIONBS 


2 
15 
1 
1 
5 
6 
18 
6 
9 
1 
4 
O 
O 
4 
3 
2 
6 
4 
142 
. 44 

Total.     .     .     .     .     273 
II.  — Otras  infbccionh8  y  padkci- 

IflBNTOS    DR    NATURALKZA    NO   DR- 

TBRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

(Venas 1 

Suma  y  sigue.    .    .    .      T68 


Coqueluche    .... 
Difteria.    ...'.. 

Disentería 

Escarlatina    .... 

Erisipela 

Eclampsia 

Fiebre  tifoidea  .     .     . 
Gangrena.    .... 

Influenza  

Lepra    

Otras  infecciones  .    . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerperal 
Id.  quirúrgica 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis .... 
Viruela 


Digesti- 
vo. ,  , 


Suma  anterior,    ,    .    . 

Boca 

Estómago    .    .    .    . 

Intestinos    .    .    .    . 

Otros  anexos  .    .    . 

\  Peritonitis   .     .    .    . 

/ÍM»ir«- i  Bronquiales  (Afectos,. 

torio     jPu*n^onia     .    .    .     . 

'  ■  (Pulmón  y  pleura.    . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino ..... 

Meninges ,. 

Urinario 

Red  linfática 

Total.  .  .  .  ." 


168 

1 

9 
50 
22 
10 
61 
163 
30 
131 

2 
65 
34 

O 


746 


III.  —  Otros  y  AOorDBNTBs 

Accidentes     .    .    * 

Alcoholismo 

Distrofias  «constitucionales.     . 

Esclerema 

Falta  de  desarrollo    .... 

Frenopatías 

Neoplasmas 

Senectud  ........ 

Sin  diagnóstico 

Total "" 


8 
1 
5 
O 
5 
I 
27 
3 
2 

52 


Total  de  defunciones .  . 
Total  de  nacimientos .  9 . 
Abortos 


.     .  1071 


(1)    Scuola  dafplica^ione  di  Satiitá  militare.  —  Gabinetto  d'Igiene  diretto  dal  Maggiore  medico 
E.  Mangianti. 


Tomo  XZVIZ.     Núm.  6       Baroelona  31  mano  1904       ASo  ZZ7II.      Núm.  642 

fiACETA  MÉDICA  CATALAI^A 

SUMARIO:  Antisepsia  Hnfociuiria,  por  el  Dr.  D.  Eduardo  García  SolA.— Sobre  el  éter  ace- 
tilacético,  por  el  Dr.  A.  Murüa.—  Revistas  de  pediatría,  por  el  Dr.  Juan  Coll  y  Boflll.  — 
Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  ícontinuaci«Sn),  por  Luciano  Mayer.—Venereo> 
logia  social  (continuación),  por  el  Dr.  Ciado.  —  El  radio,  por  L.  Raimondo. —  Revista 
CKíTicA  BJBi  locKApiCAf  por  el  Dr.  D.  Antonio  Rodric^uez  -Morinl.—  Noucias  Cikntífícas, 
Nicturia.  —  Formación  de  la  linfa. ~  Aceite  de  higado  de  bacalao:  carestía.—  Aubepina. -> 
FoRMí  I. ARIO  YTRATAMiKMOs  Moni>i«Nos,  por el  Dr.  Rodri^ez  Méndez. — Sscciom  oficial: 
Patronato  de  Cataluña  para  la  lucha  contra  la  tuberculosis.  —  Nuestra  c'>HRK^pOND■^CIA  con 
LA  PRENSA. ->  Estudios  dcmográfícos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  O.  Luis  Comenge. 


Antisepsia  linfoeitapia  <*> 

POR   EL 

Dr.  D.  Eduardo  García  Sof.A 

Catedrático  y  Rector  de  la  Universidad  de  Granada 

No  tanto  para  la  exposición  de  nuevas  investig-aciones,  como  para 
la  sistematización  didáctica  de  un  punto  doctrinal  que  ostenta  el  más 
caótico  indeterminismo,  nos  resolvemos  á  ocupar  por  breves  momentos 
vuestra  atención  con  el  examen  de  uno  de  los  varios  factores  cjue  inte- 
f»Tan  el  vastísimo  problema  de  las  defensas  orgfánicas  frente  a  las  ac- 
ciones morbosas  de  origen  parasitario. 

§  1.'' 
Znmiuiidad  y  antisepila  meaodérmloa 

Las  dudas  comienzan  desde  que  se  intenta  precisar  el  concepto  de 
la  palabra  inmunidady  término  el  más  g'enérico  y  comprensivo  de  todas 
•  aquellas  defensas  contra  las  influencias  microbianas.  En  recto  sen- 
tido, la  inmunidad  expresa  un  estado  absolutamente/refractario,  no 
sólo  para  el  desarrollo  infeccioso,  sino  también  para  la  penetración  y 
^  pululación  de  los  ag'entes  parasitarios  en  el  organismo,  pues  cuando 
éstos  han  logrado  instalarse  ya  en  los  tejidos-y  emprendido  la  lucha, 
por  más  que  en  ella  sucumban,  sea  mediante  la  acción  fagocítica  ó 
merced  á  la  neutralización  de  las  antilisinas,  no  puede  admitirse  la 
perfecta  invulnerabilidad  del  individuo,  toda  vez  que,  si  bien  se  mira, 
en  ese  combate,  aunque  victorioso,  se  representa  el  principio,  la  ini- 
ciación de  todas  las  enfermedades  infecciosas.  Nada,  por  lo  tanto,  tan 
impropio  como  extender  el  concepto  de  la  inmunidad  á  la  significación 
de  los  múltiples  estados  bactericidas,  sean  éstos  debidos  á  la  (!oncu- 
rrencia  de  las  alexinas  ó  á  la  directa  acción  fagocitaria  seguida  ó  no  de 
fagolisis. 

La  precedente  indeterminación  nos  mueve  á  fijar  el  carácter  muclijO 
más  limitado  del  concepto  de  la  inmunidad.  En  la  construcción  de  los 
organismos  superiores,  y  conforme  al  impulso  preestablecido  en  el 
ideoplasma,  ó  substancia  hereditaria,  se  especifican  histológicamente 
los  elementos  celulares  y  á  la  vez  se  disponen  arquitectónicamente 
para  modelar  las  formas  estructurales  y  exteriores  de  los  órganos  y 
aparatos.  Apreciado  en  síntesis  todo  este  admirable  proceso  histogé- 
nico  y  organogénico,  podemos  reducirlo  á  la  construcción  de  un  con- 
glomerado celular  tubuliforme,  interior  y  exteriormente  revestido  por 

(i)  Comunicación  leída,  en  el  XIV  Congreso  Internacional  de  Medicina  celebrado  en  Madrid, 
el  día  25  abril  de  1903,  ante  la  Sección  de  Patología  general. 


i6ó  Antisepsia  linjociíariú 


elementos  celulares  de  gran  resistencia  contra  la  acción  de  los  agentes 
exteriores,  siendo,  por  el  contrario,  muy  vulnerables  las  células  com- 
prendidas entre  estas  dos  capas  de  protección.  A  esta  variada  resis- 
tencia corresponde  un  distinto  abolengo  blastodérm ico,  pues  los  ele- 
mentos refractarios  derivan  de  blastomeras  constitutivas  de  las  hojas 
extremas  del  blastodermo,  al  paso  que  son  mesodérmicos  los  tejidos 
más  vulnerables,  sin  que  invalide  esta  proposición  el  origen  ectodér- 
mico  de  los  centros  nerviosos  cuyas  lesiones  microbianas  iniciales  son 
rarísimas  y  suelen  afectar  previamente  á  la  neuroglia  ó  á  los  elementos 
vasculares. 

Tenemos,  pues,  una  invulnerabilidad  cortical  ó  epitélica,  que  cons- 
tituye el  absoluto  estado  refractario  y  que  es  la  única  k  quien  corres- 
ponde el  legítimo  concepto  de  la  inmunidad,  toda  vez  que  merced  á 
ella  se  cierra  la  puerta  de  entrada  i\  los  agentes  microbianos,  impidiendo 
su  cultivo  intraorgánico,  y  por  consecuencia  todo  peligro  de  infección. 
Por  el  contrario,  cuando  Tos  gérmenes  patógenos  consiguen  atravesar 
esta  barrera  epitélica,  podrán  surgir  nuevas  defensas  orgánicas  que  les 
saldrán  al  paso  y  hasta  los  destruirán  ó  neutralizarán  el  efecto  de  sus 
toxinas,  pero,  según  antes  indicamos,  hasta  en  estos  casos  favorables 
ya  la  lucha  se  entabla,  las  reacciones  humorales  ó  celulares  germicidas 
se  desenvuelven,  la  diapedesis  fagocitaria  se  establece,  la  reacción 
curativa  ó  fuerza  medicatri^  de  los  antiguos  entra  en  plena  actividad, 
y  por  lo  tanto  la  infección  está  iniciada,  pues  no  hay  concepto  más 
expresivo  y  característico  del  estado  morboso,  en  su  aspecto  de  proceso 
vital,  como  el  que  lo  representa  por  la  reacción  de  las  potencias  con- 
servadoras frente  al  desequilibrio  suscitado  por  los  agentes  de  enfer- 
medad, sean  ó  no  parasitarios.  Así  lo  comprueba  el  hecho,  demostrado 
experimentalmente  por  Metchnikoff,  de  coexistir  casi  siempre  una  in- 
flamación séptica  con  la  penetración  de  microbios  en  los  organismos 
refractarios,  si  bien  aborta  aquel  proceso,  dominado,  á  poco  de  nacer, 
por  el  enorme  aflujo  leucocítico  debido  á  quimiotaxis  positivas  que 
anularan,  mediante  la  fagocitosis,  el  efecto  de  la  invasión  bacte- 
ridiana. 

De  lo  expuesto  se  infiere  que  no  es  posible  comprender  esta  indem- 
nidad mesodérmica  sin  reacciones  orgánicas  defensivas,  y  por  tanto  sin 
un  principio  del  proceso  vital  de  la  infección,  siendo  en"  consecuencia  \ 
muy  impropio  aplicar  á  estos  casos  el  significado  genuino  de  la  palabra 
inmunidad,  qu^  debe  reservarse  parala  invulnerabilidad  absoluta,  ga- 
rantizada y  motivada  por  la  integridad  de  las  protecciones  corticales 
epiléticas ;  permitiéndonos  substituir  aquel  término  por  el  de  antinepsia 
mesodérmica,  que  ya  expresa,  no  una  preservación  ó  eslado  refractario . 
absoluto,  sino  la  extinción  de  iniciales  acciones  microbianas  por  virtud 
de  las  aptitudes  bactericidas  del  organismo. 

Asrenteft  de  la  antiiepsla  meiodérmloa 

Los  organismos  celulares  preferentemente  aptos  para  la  destrucción 
microbiana  ó  para  la  neutralización  de  la^A  toxinfis  bacterideas,  perte- 
necen al  grupo  general  de  células  linfoides,  donde  se  comprenden  los 
leucocitos  de  la  sangre,  las  células  movibles  de  la  córnea  y  tejido  con- 
juntivo, los  corpúsculos  de  la  linfa,  varias  células  de  la  médula  ósea  y 
las  del  tejido  citógeno  ó  adenoide  en  t')das  sus  formas,  y,  aun  fuera  dV 
aquel  grupo,  algunos  otros  elementos  celulares  como  los  clasmatocitos, 
las  células  endoteliales  y  hasta  las  de  la  neuroglia,  según  Marinesco. 
En  todas  ellas,  pero  especialmente  en  las  primeras,  la  permeabilidad  y 
blandura  de  su  protoplasma,  la  carencia  de  ectoblasto,  la  existencia  de 


Antisepsia  liñ/ocitaria  167 


vacuolas  digestivas,  y  la  movilidad  amiboidea  de  su  espong-ioplaama, 
constituyen  circunstancias  muy  adecuadas  para  el  englobamiento 
fag-ocítico  de  los  microbios  y  su  digestión  ó  destrucción  ulterior  intra- 
ceiular,  hecho  ya  demostrado  por  Metchnikoff  hace  veinte  años  después 
de  algunas  vagas  indicaciones  de  Glüge,  Cohnheim  y  Pfeiffer. 

En  algunas  de  estas  células  linfoides  se  ha  querido  vincular  de  un 
modo  predominante  la  virtualidad  antiséptica  fagocitaria,  y  así  se  ha 
supuesto  que  los  leucocitos  eosinófilos,  los  pequeños  ó  linfocitos  y  las 
células  de  Ehrlich  eran  poco  aptos  para  la  fagocitosis  bacteridiana,  que 
realizaban,  en  cambio,  con  todo  vigor  los  grandes  leucocitos,  especial- 
mente los  plurinucleares  y  de  protoplasma  muy  granuloso.  No  pode- 
mos, sin  embargo,  suscribir  á  esta  opinión,  al  menos  en  lo  que  tiene  de 
exclusiva.  En  primer  lugar,  no  es  legitima  la  distinción  entre  leuco- 
citos unicelulares  y  pluricelulares,  pues  estos  últimos  no  suelen  conte- 
ner más  que  un  solo  núcleo,  si  bien  arriñonado,  giboso  ó  lobulado,  por 
lo  que  les  conviene  el  nombre  más  legítimo  de  células  con  núcleo  poli- 
morfo  que  les  ha  dado  Lazarus.  Por  otra  parte,  según  la  especie  bac- 
teridiana invasora,  y  según  el  órgano  invadido,  pueden  actuar  indefe- 
renteinente  unos  ú*^  otros  elementos  con  perfecta  aptitud  fagocítica, 
pues  hemos  visto  al  bacilo  tífico  aprisionado  en  pequeños  linfocitos  de 
las  placas  citógenas  intestinales,  y  en  la  serosidad  del  edema  provocado 
por  la  inoculación  de  la  bacteria  del  pus  azul  i)ululan  leucocitos  eosi- 
nófilos con  varios  microbios  englobados. 

Resulta,  en  cambio,  mucho  más  práctico  separar  los  fagocitos  (con 
cuya  denominación  creemos  pueden  designarse  todas  las  células  lin- 
foides),  en  macrófagos,  ó  principalmente  euglobadores  de  otras  células 
como  los  hematíes,  y  micro  fagos  ó  que  ingieren  preferentemente  mi- 
crobios; apareciendo  comprobado  que  los  primeros  originan  de  los 
ganglios  linfáticos  y  del  bazo,  mientras  que  los  segundos  proceden  so- 
bre todo  de  los  mielocitos  granulosos  de  la  médula  ósea. 

Pero  si  la  fagocitis  se  favorece  por  las  condiciones  estructurales  de 
estas  células  dotadas  de  movimientos  amiboideos,  coadyuva  también  al 
éxito  de  su  función  antiséptica  el  hecho  de  una  diapedesis  copiosísima 
que  nunca  falta  en  el  proceso  de  toda  infección.  Muchas  teorías  aspi- 
ran á  explicar  las  causas  de  esta  exagerada  extravasación  leucocítica, 
pareciendo  lo  más  probable  que  las  Usinas  microbianas  modifiquen 
directamente  los  centros  vaso-motores  paralizando  la  acción  constric- 
tora  ó  exaltando  la  dilatadora,  ó  bien  que  las  bacterias  exciten  las  ter- 
minaciones nerviosas  periféricas  y  por  vía  refleja  se  produzca  la  dila- 
tación vascular.  Sea  cualquiera  su  causa,  el  resultado  es  que,  por  el 
hecho  de  esta  diapedesis,  aumenta  el  número  de  las  células  fagocitarias 
concurrente  á  la  lucha  frente  á  los  microorganismos  patógenos. 

No  basta,  sin  embargo,  este  copioso  aflujo  de  elementos  germicidas 
procedentes  de  las  vasos  para  neutralizar  el  efecto  de  la  infección.  Se 
necesita  la  avidez  de  la  célula  linfoidea  para  salir  al  encuentro  del  mi- 
crobio invasor,  atraerlo^  hacia  su  masa  y  operar  su  englobamiento, 
explicándose  esta  fuerza  de  atracción  por  la  quimiotaxia  positiva  que  se 
establece  entre  las  bacterias  ó  sus  productos  y  los  protoplasmas  leuco- 
citarios.  A.  pesar  de  los  trabajos  de  Lange,*Buckner,  Kluge,  etc.,  re- 
sultan todavía  muy  obscuras  las  condiciones  de  este  proceso  de  atrac-^ 
ción,  ignorándose  si  para  él  intervienen  alexinas  celulares  que  atraen 
al  microbio,  ó  es  la  toxina  de  ésta  quien  ejercita  la  quimiotaxia  posi- 
tiva cerca  del  paraplasma  celular,  sospechando  algunos,  con  Roux,  que 
se  produce  la  concurrencia  leucocitaria  al  foco  infeccioso  por  una 
excitación  provocada  en  los  fagocitos  por  las  estiniulinas  ó  alexinas 
excitadoras  que  parece  fabrican  las  células  eosinófilas. 

De  cualquiera  manera  que  sea,  y  prescindiendo  de  estas  conexiones 


1 68  Antisepsia  íimfocitaria 


de  mutua  atracción,  el  estado  bactericida  ó  antiséptico  se  constituye 
fundamentalmente  por  el  propio  leucocito  aprisionando  en  fu  seno,  y 
destruyendo  bien  pronto,  al  microbio  invasor,  sin  que  para  este  caso, 
ni  aun  para  la  inmunidad  adquirida  por  las  vacunas,  pueda  jamás 
prescindirse  de  la  actividad  celular  que  tanto  nos  ha  distanciado  hoy 
de  las  antiguas  teorías  humorales  profesadas  por  Emmerich,  Stern, 
Arkharoff,  Nissen,  y  otros  muchos  observadores.  Debe  no  obstante 
reconocerse  que  en  algunas  infecciones  (tétanos,  carbunclo,  tifus)  no 
interviene  de  un  modo  exclusivo  el  fag-ocitismo  en  el  estado  bacteri- 
cida, realizando  la  neutralización  antiséptica  las  alexinas  leucocitarias 
que  obran  sobre  los  microbios  vivos,  y  aun  quizás  las  mismas  antitoxi- 
nas probablemente  desprendidas  de  las  mismas  cél,ulas  blancas.  Pero, 
como  en  uno  y  otro  caso  se  trata  de  productos  emitidos  por  el  proto- 
plasma  linfocítico,  debemos  resumir  este  punto  consignando  que  el 
agente  fundamental  de  la  antisepsia  i  ntraorgánica  se  representa  por 
las  células  linfoides  ó  por  sus  productos  exopiasmicos. 

Antisepaia  llnf oiltaria  innata 

La  propiedad  germicida  de  las  células,  ya  se  represente  por  la  acti- 
vidad fagocítica  ó  por  la  excreción  de  principios  neutralizantes,  reco- 
noce ante  todo  por  causa  la  influencia  hereditaria,  y  su  virtualidad, 
distinta  en  cada  especie  animal,  varía  también  segünlos  diferentes  mi- 
crobios invasores.  Así  vemos  que  los  felinos,  reptiles  y  batráceos  son 
refractarios  á  la  bacteria  carbunclosa,  para  la  que  tan  vulnerables  se 
muestran  los  rumiantes  y  los  solípedos  ;  el  bacilo  de  Lustgarten  sólo  es 
eficaz  ante  las  células  del  organismo  humano,  y  el  del  muermo  no  se 
cultiva  en  las  gallináceas  ni  en  el  cerdo.  Hasta  en  la  misma  especie 
zoológica  sé  marcan  diferencias  á  este  respecto,  y  todos  saben  la  mayor 
resistencia  del  hombre  de  raza  negra  al  paludismo  y  á  la  fiebre  ama- 
rilla y  su  mayor  aptitud  para  la  infección  tuberculosa. 

Abordemos  la  explicación  de  estos  hechos  inquiriendo  la  esencia  ín- 
tima de  ese  estado  refractario  innato  ó  hereditario,  para  lo  que  nece.si- 
tamos  recordar  el  principio  fundamental  de  la  herencia.  La  transmi- 
sión de  los  caracteres  hereditarios  se  opera  mediante  la  substancia 
germinal,  ó  ideoplasma,  del  óvulo  y  del  espermatozoo,  que  retiene  las 
propiedades  de  los  ascendientes.  "Entre  aquellos  caracteres  figura  el 
vigor  antiséptico  ó  refractario  de  las  células,  variable  según  la  especie 
y  también  distinto  en  cada  individuo  conforme  á  la  específica  de  resis- 
tencia ó  de  poder  bactericida  transmitido  por  el  ideoplasma.  Pero,  á 
su  vez,  este  poder  antiséptico  es  la  resultante  de  las  inmunidades  acumu- 
ladas en  la  materia  germinal  de  todos  los  ascendientes  como  conse- 
cuencia de  las  nuevas  propiedades  adquiridas  por  las  células  á  causa 
del  influjo  de  los  agentes  exteriores.  En  efecto:  obrando  éstos  reitera- 
damente sobre  la  totalidad  orgánica,  impresionan  la  substancia  germi- 
nal, mueven  á  las  células  en  el  sentido  de  nuevas  reacciones  ó  de 
insólitos  funcionalismos  que  cambiarán  la  parte  material  del  ideoplas- 
ma, haciéndole  adquirir  propiedades,  caracteres  y  aptitudes  que  trans- 
mite indefectiblemente  á  las  células  hijas,  y  por  consecuencia  que  el 
ascendiente  propaga  á  su  posteridad. 

En  los  organismos  elementales  observamos  con  toda  claridad  estas 
jiueyas  propiedades  adquiridas  por  la  substancia  germinal  mediante  la 
acción  de  los  agentes  exteriores.  Numerosos  microbios,  cultivados  á 
una  alta  temperatura  ó  en  medios  nutritivos  especiales,  pierden  su 
virulencia,  transmitiendo  á  sus  descendientes  el  propio  carácter  de 
atenuación  durante  varias  generaciones ;  y  del  propio  modo  podemos 


Antisepsia   linfocitaria  i6p 


exaltar  su  virulencia  ordinaria  haciéndoles  pasar  por  org'anismos  muy 
receptores  ó  mediante  la  acción  de  varios  ag-entes  físicos.  A  la  impre- 
sión del  medio,  á  la  reacción  que  despierta  en  la  materia  viva  y  ít  la 
modificación  que  ella  experimenta  por  la  sucesión  y  persistencia  de 
tales  acciones,  debe  imputarse  la  nueva  tendencia  de  la  materia  g'ermi- 
nal,  que  transmite  los  caracteres  así  adquiridos  á  las  nuevas  generacio- 
nes que  la  subsiguen. 

También  los  organismos  pluricelulares  nos  ofrecen  acabados  ejem- 
plos de  estas  transmisiones  hereditarias.  Sin  contar  los  experimentos 
de  Tizzoni,  inmunizando  conejos  contra  la  rabia  y  ratones  contra  el 
t^Hanos,  y  observando  que  los  descendientes  de  estos  animales  conser- 
vaban la  propia  inmunidad,  resulta  todavía  más  demostrativa  la  si- 
guiente investigación  de  Ehrlich  :  tanto  la  ricina  como  la  ahrina  son 
altamente  tóxicas  para  el  ratón,  en  el  que  á  muy  pequeñas  dosis  pro- 
ducen una  violenta  Inflamación  del  tubo  digestivo  seguida  de  muerte 
á  las  pocas  horas ;  pero  la  ingestión  continuada  de  estas  substancias  en 
cantidades  mínimas  3' crecientes,  mezcladas  con  los  alimentos,  consigue 
inmunizar  al  animal^  que,  así  refractario,  resiste  á  dosis  mortales  para 
otros  ratones  no  sometidos  á  este  tratamiento.  Ksta  defensa  orgánica 
se  ha  esta])lecido  no  sólo  para  el  tubo  digestivo,  asiento  de  la  impresión 
ascendente  de  dosis  mínimas,  sino  que  se  generaliza  á  todo  el  organis- 
mo, pues  el  ratón  continúa  refractario  á  la  inyección  subcutánea  de  la 
nciíia  y  al  depósito  de  esta  substancia  en  la  conjuntiva  ocular  ;  siendo 
lógico  concluir  que  ella  se  difundió,  en  pequeñas  dosis,  desde  el  tubo 
digestivo  i\  todos  los  tejidos, arrastrada  por  los  líquidos  plásmicos,  y  su 
acción  gradual  y  creciente  sobre  las  células  fué  desarrollando  en  ellas 
reacciones  de  neutralización,  también  graduales  y  crecientes,  que  ter- 
minan por  conferirles  la  inmunidad  para  dosis  vivamente  tóxicas  en 
organismos  no  liabituados. 

Y  es  tan  permanente  esta  nueva  aptitud  celular,  que  los  animales 
inmunes  ante  la  ricina  transmiten  á  sus  descendientes  el  propio  estado 
refractario,  si  bien  se  observa  el  hecho  curioso  de  que  el  óvulo  es  más 
eficaz  que  el  espermatozoo  para  esta  transmisión,  pues  la  inmunidad  es 
más  completa  en  los  ratones  hijos  de  madres  refractarias  y  de  padres 
comunes  que  en  los  nacidos  de  madres  no  inmunizadas  y  de  padres 
refractarios.  Semejante  circunstancia  la  explica  Hertwig  suponiendo 
que  el  veneno,  circulando  con  los  líquidos  plásmicos,  no  ha  podido  im- 
presionar, dada  la  poca  duración  del  experimento,  más  que  al  plasma 
nutritivo  de  las  células,  quedando  el  ideoplasma,  por  su  mayor  estabi- 
lidad y  por  estar  menos  expuesto  á  los  agentes  exteriores,' completa- 
mente exento  de  aquella  gradual  influencia  tóxica ;  y  como  al  acto  de 
la  concepción  casi  sólo  concurre,  por  parte  del  padre,  fa  substancia  nu- 
cleica germinal,  mientras  que  el  óvulo  aporta  además  la  materia  nutri- 
tiva de  su  protoplasma  que  fué  sólo  la  impresionada  en  el  ascendiente, 
se  comprende  así  la  mayor  eficacia  de  la  madre  para  transmitir  el 
estado  refraírtario.  Sin  embargo,  cuando  las  influencias  exteriores, 
sean  tóxicas  ó  microbianas,  obran  reiteradamente  por  espacio  de  mucho 
tiempo,  alcanzan  ya  y  modifican  al  ideoplasma,  y  las  nuevas  propieda- 
des, refractarias  en  este  caso,  se  revelan  lo  mismo  en  el  espermatozoo 
que  en  el  óvulo,  confiriendo  el  padre  idéntica  inmunidad  que  la  madre. 

Resulta  de  lo  expuesto  que  las  aptitudes  bactericidas  ó  antisépticas 
de  las  células  provienen  ante  todo  de  las  propiedades  recibidas  por  el 
ideoplasma  de  sus  ascendientes,  y  que  esta  cualidad  puede  también 
reforzarse,  y  aun  adquirirse  totalmente  cuando  no  se  poseía,  merced  á 
influencias  exteriores  que  actúan  sobre  el  propio  individuo.  Esta  úl- 
tima es  la  inmunidad  ó  antisepsia  adquirida,  á  la  que  vamos  á  consa- 
grar muy  pocas  palabras. 


l^o  Antisepsia   Hnjocitaria 


Antisepsia  linfooitaria  adquirida 

El  estado  de  resistencia  contra  la  infección  puede  ser  adquirido  por 
la  vacunación,  el  antag-onismo  infeccioso,  la  existencia  de  una  infec- 
ción anterior,  etc.,  etc.,  pero  su  causa  próxima  ó  genésica  siempre  es- 
triba en  las  nuevas  aptitudes  celulares  que  anulan  el  efecto  de  la 
invasión  bacteridiana.  Toda  función  orgánica,  que  no  es  más  que  la 
resultante  de  las  actividades  celulares,  se  desarrolla  y  perfecciona  con 
el  ejercicio  repetido  y  sistemático  del  dinamismo  que  la  constituye,  y 
las  actividades  fagocíticas,  como  lis  formaciones  exoplásmicas  genera- 
doras de  alexinas,  antilisinaa,  etc.,  que  al  fin  y  al  cabo  funciones  celu- 
lares son,  se  tienen  que  vig-orizar  obligadamente  con  el  ejercicio  del 
combate  microbiano.  Si  esta  lucha  es  ventajosa  para  el  organismo  por 
la  debilidad  ó  atenuación  del  agente  invasor,  como  ocurre  en  las  vacu- 
nas, con  estos  fáciles  combates  se  van  adquiriendo  vigorizaciones  nue- 
vas, suficientes  para  neutralizar  más  serias  infecciones  ulteriores ;  y  si 
se  trata  de  una  violenta  infección  anterior,  á  las  nuevas  aptitudes 
creadas  por  la  lucha,  se  agregará  el  agotamiento  del  medio,  la  persíj;- 
tencia  de  antitoxinas  fabricadas  por  los  microbios,  y  aún  quizás  la  im- 
pregnación celular  de  principios  neufralizantes  que  constituyen  al 
organismo  en  estado  refractario. 

También  interviene  en  estos  casos  un  nuevo  factor  que  pudiera 
considerarse  como  verdadera  tolerancia  adquirida  por  el  hábito  ó  la 
costumbre,  y  oue  se  contrae  por  la  repetición  de  acciones  microbianas 
capaces  de  emootar  la  receptividad  morbosa  del  organismo  sometido  á 
tan  reiteradas  influencias.  Semejante  tolerancia  encuentra  su  com- 
probación analógica  en  el  milriUatisnio,  ó  inmunidad  para  los  venenos, 
conferida  merced  á  la  ingestión  anterior  de  dosis  mínimas  y  sucesiva- 
mente crecientes,  y  á  su  vez  ella  explica  multitud  de  hechos  que  caen 
bajo  la  más  vulgar  observación,  como  el  estado  menos  resistente  de  los 
individuos  que  llegan  á  localidades  donde  existen  focos  infecciosos 
comparado  con  la  inmunidad  relativa  del  vecindario  autóctono,  y  la 
mayor  receptividad  de  los  que,  habiendo  abandonado  el  paraje  infeccio- 
so, vuelven  al  mismo  pasado  algún  tiempo,  durante  el  cual  se  extin- 
guió el  hábito  contraído  por  la  continuada  acción  del  agente  morboso. 

Respecto  al  mecanismo  íntimo  de  la  antisepsia  leucocitaria,  sea  in- 
nata ó  adquirida,  son  muchos  los  puntos  que  aun  resultan  obscuros  ó 
en  litigio,  debiendo  limitarnos  á  exponer  la  concepción  más  general  y 
menos  controvertida,  en  la  forma  que  nosotros  la  comprendemos. 

Con  la  palabra  citasa  se  designa  el  propio  fermento  de  las  células,  y 
como  parece  distinto  el  que  producen  las  macrófagas  y  las  micrófagas, 
de  aquí  su  división  en  macrocUasa  y  microcilasa.  El  primero  de  estos 
dos  fermentos,  frente  á  los  microbios,  revela  sólo  un  poder  fijador,  que 
favorece  la  acción  del  verdadero  fermento  bactericida  representado 
-por  \a  viic7*ociiasa ;  del  propio  modo,  ni  más  ni  menos,  que  la  eníera- 
qíii7iasa  del  jugo  intestinal  vigoriza  la  acción  de  la  tripsina  del  jugo 
pancreático,  obrando  como  fijadora.  Por  sí  sola,  la  macrocitasa  no 
confiere  poder  refractario  á  los  humores  que  la  contienen,  yyaPfeiffer 
y  Moxter  demostraron  hace  años  que  los  exudados  ricos  en  leucocitos 
macrófagos  son  menos  bactericidas  que  el  serum  de  la  sangre  del  pro- 
pio animal,  comprobando,  en  cambio,  Gengou  que  los  exudados  abun- 
dantes en  microfagos  son  mucho  más  germicidas  que  la  serosidad 
sanguínea  de  los  mismos  animales.  Luego  es  el  leucocito  micrófago 
el  generador  de  la  verdadera  citasa  bactericida,  si  bien  la  acción  de  ésta 
se  refuerza  cuando  concurre  el  fijador,  que  para  nosotros  es  emitido 


Aníiseps  a  linfocitaria 


por  las  células  macrófagas  y  aun  quizás  también  por  la  disgregración  ó 
citolisis  de  cualquier  organismo  leucocitario. 

De  lo  expuesto  se  infiere  que  el  poder  antiséptico  de  los  humores 
emana  de  la  actividad  de  las  células  linfoides,  y  que  tanto  el  fermento 
como  el  fijador  son  productos  exoplásraicos  que  pasan  al  liquido  inter- 
celular, confiriéndole  aptitudes  refractarias  o  microbicidas,  conclusión 
que  además  concuerda  con  las  investigaciones  de  Lowit,  Jacob  y  otros 
observadores.  Se  ha  supuesto  también  que  la  precedente  acción  anti- 
séptica se  favorecía  por  existir  en  los  humores  un  agente  conglutinador 
que,  englobando  á  los  microbios  en  colonias  densas,  enfrenaba  su  vi- 
rulencia y  favorecía  en  muchos  casos  la  ulterior  prehensión  fagocita- 
ría.  Para  nosotros  este  hecho  existe,  pero  no  exige  inquirirle  una 
causa  especial,  pues  representa  un  caso  ordinario  de  fibrinogénesis, 
que  siempre  es  obligada  cuando  la  sangre  ó  los  plasmas  linfáticos  se 
ponen  en  contacto  con  cuerpos  diferentes  del  endíitelio  vascular,  se- 
roso ó  concetivo  (células  tijas),  y  alrededor  de  los  microbios  se  conglu- 
tina la  substancia  fibrinógeua,  por  falta  de  neutralizante  de  la  trombina, 
del  propio  modo  que  alrededor  de  una  aguja  ó  cualquier  otro  cuei'po 
extraño  introducido  en  los  vasos. 

Pero  la  acción  bactericida  se  realiza  más  frecuentemente  dentro  de 
las  células  linfoides  micrófagas,  y  su  mecanismo  íntimo  sólo  permite 
hoy  establecer  las  proposiciones  siguientes.  Desde  luego  la  confluencia 
ó  aproximación  del  microbio  y  del  fngocitó  es  dependiente  de  una  qui- 
miótaxia  positiva  ;  sin  embargo,  el  acto  mismo  de  la  penetración  intra- 
celular  es  un  fenómeno  vital  y  activo  del  protoplasma  fagocítico  que 
se  apodera  del  micro-organismo  ])or  los  pseudópodos  que  emite.  Por 
regla  general,  la  bacteria  entra  viva,  ó  sólo  aletargada  por  fijadores  ó 
conglutinantes  plásmicos,  pues  en  las  formas  espiroideas  se  sorprenden 
sus  movimientos  intraceíulares,  y  á  poco  de  penetrar  se  la  ve  rodeada 
de  un  limbo  claro,  debido  posiblemente  á  un  líquido  di/ifano,  que  no 
tarda  en  aumentar  formando  vacuolas  intraprotoplasmáticas  represen- 
tantes de  tonoblastos  ó  verdaderas  cavidades  gástricas.  Allí,  los  mi- 
crobios incluidos  van  desapareciendo  por  una  digestión  intracelular, 
en  la  que  intervienen  tres  factores  :  1.®  Kl  fijador  del  que  ya  venían 
impregnados  los  micro-organismos.  2."  La  microcilasa,  ó  verdadero 
fermento  digestivo.  Y  3.°  Un  medio  ácido  indispensable,  quizás  repre- 
sentado por  el  ácido  nucleico  producto  de  los  núcleos  leucocitarios.  Por 
último,  en  el  interior  del  fagocito,  no  es  raro  que  sobrevenga  la  bacte- 
riolisiSj  ó  disgregación  granular  microbiana,  precediendo  á  la  total 
desaparición  de  los  organismos  incluidos  ;  sin  embargo,  este  hecho  es 
más  común  en  los  plasmas  refractarios,  constituyendo  allí  el  conocido 
fenómeno  de  Pfeiffer. 

CONCLUSIONES 

!.•  La  antisepsia  intra-orgánica  es  siempre  determinada  funda- 
mentalmente por  la  actividad  celular. 

2.*  Los  humores  despojados  de  células  no  tienen  más  virtualidad 
antiséptica  que  la  conferida  por  los  linfocitos  que  en  ellos  pulularan  ó 
por  los  órganos  donde  éstos  se  fabrican. 

3.*  Él  poder  refractario  innato  es  cualidad  del  ideoplasma,  y  resul- 
tante de  propiedades  neutralizantes  iniciales  en  cada  especie,  ó  de  la 
acumulación  de  inmunidades  adquiridas  por  los  ascendientes. 

4.*  El  estado  refractario  adquirido  resulta  de  modificaciones  expe- 
rimentadas y  de  aptitudes  nuevas  adquiridas  por  los  elementos  leuco- 
citarios, los  cuales  á  veces  difunden  al  medio  plásmico  propiedades 
neutralizantes;  y 

5.*  El  procedimiento  más  general  y  mejor  determinado  de  la  anti- 
sepsia intra-orgánica  se  representa  por  la  acción  fagocitaria. 


Sobpe  el  étép  aeetilacético  ^'^ 

POR  Kl. 

Dr.  a.  Mürla. 

Catedrático  de  Farmacia  de  Barcelona 

Aprovechando  su  estancia  en  Madrid,  presentó  nuestro  estimado 
compañero  el  Dr.  Murúa  una  comunicación  á  la  Real  Academia  de 
Medicina  sobre  la  importancia  del  éter  aeetilacético  en  la  síntesis  quí- 
mica en  general  y  en  particular  de  numerosos  medicamentos. 

Comenzó  diciendo  que  su  objeto  era  dar  á  conocer  los  importantes 
trabajos  que  en  química  se  realizan  en  nuestro  país,  á  pesar  de  los 
mezquinos  créditos  con  que  los  gobernantes  ayudan  la  labor  experi- 
.  mental,  hasta  el  punto  de  que  los  alumnos  de  la  cátedra  de  orgánica, 
que  el  comunicante  desempeña  en  la  Universidad  de  Barcelona,  dando 
pruebas  de  verdadero  entusiasmo  por  la  ciencia,  se  costean  de  su  bol- 
sillo particular  difíciles  operaciones  á  íin  de  suplir  de  esta  suerte  las 
deficiencias  oficiales  (2).  En  estas  prácticas  se  evidencia,  además  del 
ansia  de  instrucción  que  los  escolares  de  nuestros  centros  de  cultura 
sienten,  las  excepcionales  condiciones  de  la  raza  para  los  estudios  expe- 
rimentales que  convierte  en  unos  días  de  trabajo  en  hábiles  experi- 
mentadores á  jóvenes  que,  en  su  mayoría,  no  tuvieron  hasta  entonces 
ocasión  de  ver  los  aparatos  que  manejan  sino  dibujados  en  los  libros 
de  química. 

Lamentóse,  también,  el  orador,  de  que  los  Gobiernos,  lejos  de  alen- 
tar al  profesorado  joven  que  sacrifica  los  mejores  años  de  su  vida  á  la 
sombra  del  laboratorio  en  holocausto  de  la  cultura  nacional,  le  deprima 
abandonándolo  á  los  ahogos  de  un  sueldo  misérrimo,  idéntico  al  de  un 
obrero  manual,  sin  que  le  reconozca,  como  á  éste^  los  derechos  señalados 
en  la  ley  de  accidentes  del  trabajo. 

Consignadas,  añadió,  las  intenciones  que  me  guían  de  mejorar  las 
tristes  condiciones  en  que  se  desenvuelve  la  vida  universitaria  levan- 
tando una  formal  protesta  desde  esta  autorizada  tribuna,  pasó  á  ocupar- 
se del  desarrollo  del  tema,  para  lo  cual  dividió  el  asunto  del  siguiente 
modo :  Síntesis  total  del  éter  aeetilacético.  Su  constitución  química. 
Su  obtención  sintética.  Examen  de  sus  caracteres.  Exposición,  con 
motivo  de  este  estudio,  de  las  diversas  síntesis  de  especies  químicas  y 
farmacéuticas  á  que  sirve  de  base. 

Después  de  describir  la  síntesis  del  éter  aeetilacético  llevada  á  cabo 
en  el  laboratorio  de  química  orgánica  de  Barcelona,  para  ocuparse  de 
la  síntesis  de  la  antipirina  á  que  aquél  sirv^e  de  base,  toda  vez  que  reac- 
cionando con  la  fenilhidracina  da  elpirazolon,  el  cual,  calentado  con  el 
ioduro  de  mqtilo,  produce  el  femilmetilpirazolón,  el  cual,  calentado  con 
nueva  cantidad  de  ioduro  de  metilo  y  alcohol  metílico,  da  por  transpo- 
sición molecular  la  antipirina. 

Laméntase,  con  tal  motivo,  de  que  siéndonos  perfectamente  cono- 
cida dicha  síntesis,  como  consta  en  la  «Relación  de  trabajos  prácticos», 
primera  guía  de  laboratorio  publicada  en  España  por  el  Dr.  Bonet,  en 
unión  del  comunicante,  seamos  deudores  del  precioso  agente  terapéu- 
tico á  la  industria  extranjera,  con-notorio  detrimento  de  nuestro  buen 


(1)  Comunicación  presentada  á  la  Real  Academia  de  Medicina  de  iMadrid. 

(2)  De  este  modo  es  como  se  explica  que  con  la  ridicula  suma  de  cinco  pesetas  que  cada  alumno 
satisface  en  concepto  de  matrícula  de  prácticas  se  hayan  realizado  en  este  laboratorio,  en  el  primer 
trimestre  del  curso  actual,  las  siguientes  operaciones:  Obtención  del  metano,  etano«  acetileno,  cti- 
leno,  cloruro  de  eiileno,  cloruro  de  etilo,  bromuro  de  etilo,  ioduro  de  etilo,  cloroformo,  bromo- 
formo,  iodoformo,  acetona,  acetonbisulfito  iódico,  ácido  acético,  fórmico,  cloruro  de  acctilo,  an- 
hídrido acético,  ácido  cacodiiico,  éter  acético,  formol,  urotropina,  nitrobencina,  dinitrobencina, 
difcnilo,  fenilhidracina,  quinnna.  estricnina,  morfina,  cafeína,  ácido  cítrico,  glucosa,  además  de 
numerosos  análisis  y  ensayos  de  diferentes  medicamentos,  vinos,  cervezas,  harinas,  petróleos, 
orinas,  etc. 


Sobre  el  éter  aceiilacéíico  ,  T73 


nombre  científico  y  de  la  decaída  industria  nacional,  más  necesitada 
de  hechos  que  de  grandilocuentes  discursos. 

Pasa,  á  continuación,  á  exponer  la  síntesis  del  núcleo  quinoleico, 
fundamento  de  numerosos  alcaloides  y  del  que  se  derivan  medicamen- 
tos tan  notables  como  la  thalina,  la  kairolina  y  el  analgeno. 

Pasa  lueg'O  á  ocuparse  de  la  síntesis  del  grupo  pirídico  que  resulta 
cuando  reaccionan  el  éter  acetilacético  con  el  aldehidato  amónico  para 
producir  el  éter  colidinodicarboxílico,  del  cual  se  deriva  por  simplifi- 
cación molecular  la  piridina,  importante  síntesis  llevada  á  cabo  en  el 
laboratorio  de  org'ánica  de  la  Facultad  de  Farmacia  de  Barcelona. 

Teniendo  la  piridina,  nos  posesionamos  del  armazón  esquelético  fun- 
damental sobre  el  cual  se  articulan  numerosos  radicales  org-ánicos  para 
dar  orig-en  k  variadísimos  alcaloides  artificiales. 

Tal  ocurre  con  la  piperidina,  la  conina,  la  cicutina  y  la  nicotina. 

No  es  menos  digna  de  momento  v  consideración  la  síntesis  de  las 
ketonas  á  base  del  desdoblamiento  ¿el  éter  acetilacético  previamente 
complicado  por  la  introducción  en  su  molécula  de  radicales  alkílicos. 
Así  resulta  la  undecanona  sintética  en  un  todo  idéntica  á  la  natural 
existente  en  la  ruda  y  en  todas  las  preparaciones  complejas  medica- 
mentosas en  que  entra  dicho  material  farmacéutico. 

Citó  también  la  difícil  é  importantísima  síntesis  del  árido  úrico,  es- 
pecie de  las  más  características  del  proceso  biológico,  llevada  á  cabo 
por  Berend  y  Roose,  que  sirve  de  base  á  la  de  la  xantina,  teol)n)mina, 
cafeína,  diuretina  y  otros  medicamentos  interesantes. 

Para  terminar  afirmó  que,  como  se  deducía  de  lo  expuesto,  la  es- 
pecie química  considerada  reviste  una  alta  importancia  medicinal, 
toda  vez  que  articulando  su  cadena  con  otros  frag-mentos  moleculares 
construímos  in  vitro,  fuera  de  la  energía  vital,  los  medicamentos  más 
diversos,  bien  así  como  el  artífice  combina  y  armoniza  en  una  resul- 
tante final  los  diferentes  trozos  de  un  mosaico.  De  análoga  manera  el 
químico  se  despoja  en  nuestros  días  del  carácter  de  mero  naturalista 
que  le  distinguió  en  lo  antiguo,  y  tomando  el  más  científico  de  creador, 
construye  sobre  la  mesa  del  laboratorio  aquellas  complejas  esi)ecies 
cuyo  secreto  de  elaboración  parecía  adscrito  á  los  misteriosos  senos  del 
prbtoplasma  organizado,  y  convirtiéndose  en  artífice  de  la  materia,  la 
moldea  como  á  blanda  cera  con  sólo  el  auxilio  de  las  fuerzas  naturales 
orientadas  según  los  preceptos  de  la  síntesis  orgánica. 

El  Dr.  Espina  y  Capo  pidió  seguidamente  la  palabra,  y  después 
de  dedicar  elogios  á  la  comunicación  del  Dr.  Murúa,  felicitándole  en 
nombre  de  la  Academia,  le  ruega  aclare  las  dudas  que  le  asaltan  sobre 
la  identidad  de  las  cafeínas  naturales  y  sintéticas,  á  causa  de  haber 
podido  observar  en  su  dilatada  experiencia  que  las  cafeínas  adquirían 
más  marcados  efectos,  hasta  el  punto  de  obligarle  á  ser  cada  vez  más 
cauto  en  su  prescripción. 

El  Dr.  Murúa  se  levantó  á  contestar  al  Dr.  Espina,  y  después  de 
atribuir  á  su  benevolencia  los  calurosos  elogios  que  á  su  trabajo  había 
dirigido,  expresó  la  opinión  de  que  creía  idéntica  la  constitución  mo- 
lecular de  unas  y  otras  cafeínas,  entendiendo  que  la  mayor  energía  te- 
rapéutica que  elDr.  Espina  había  observado  en  las  procedentes  de  la 
síntesis  iii  rAtro  podía  atribuirse  á  su  absoluta  pureza,  circunstancia 
que  no  concurría  en  las  que,  separadas  por  análisis  inmediato  de  los 
or^nismos  vegetales  permanecían  acompañadas  de  mínimas  cantida- 
des de  substancias  «/jy^frec^r  extrañas  á  su  naturaleza,  como  glucósi- 
dos, materias  colorantes,  materias  minerales,  etc.,  que  el  análisis  era 
impotente  para  separar,  y  en  realidad  materias  combinadas  con  la  mo- 


I 

1^  174  Resistas  de  Pediairia 


í\  lécula  org'ánica  cafeica  y  por  ende  modificadoras  y  atenuantes  de  su 

^  energía  terapéutica. 

f  Vemos,  en  efecto,  por  los  estudios  de  la  microbiologfía  que  mínimas 

$  cantidades  de  materia  son  capaces  de  modificar  el  quimismo  de  la  cé- 
lula hasta  el  punto  de  det(»ner  el  proceso  de  su  evolución.    Así  el 

b  AspergiUus  niger  muere  cuando  se  le  cultiva  en  vasijas  de  plata, 

fc;  siendo  su  vida  más  sensible  indicador  de  este  metal  que  los  reactivos 

t  más  delicados  del  más  refinado  a'iálisis. 

].,  '  Siendo  la  vida  una,  lo  mismo  cuando  se  desarrolla  en  las  células 

r  aisladas  de  los  micro-org-anismos  que  cuando  alienta  en  las  confedera- 

¥  das  en  tejidos  constituyentes  de  los  organismos  superiores,  ¿qué  de  ex- 

íj  traño  tiene  que  esas  muiimas  porciones  de  materias  minerales,  glucó- 

t  sidos  y  materias  colorantes  que  tenazmente  se  aferran  á  las  cafeínas 

^  obtenidas  por  análisis,  mitiguen  lá  intensidad  de  su  acción? 

¿f  Creo,  por  tanto,  concluyó  nuestro  compañero,  que  lo  que  procede 

íK-  es  modificar  la  posología  de  los  medicamentos  sintéticos,  en  armonía 

í>  con  los  progresos  de  la  síntesis  orgánica  que  el  Sr.  Espina  y  Capo, 

v  como  pensador  ilustre,  de  espíritu  amplio  y  progresivo,  es  el  primero, 

■f\  seguramente,  en  admirar  y  aplaudir. 

I  Revistas  ^e  Pediatpia 

|-    ,  pniK  VA. 

í:'  Da.  Juan  Coll  v  Bofill 

\:  Contribución  al  estudio  de  la  leclie  de  la  mujer. — 

^y  Es  sabido  que  cuando  se  echan  unas  gotas  de  tintura  de  guayacol  en  la 

>:.  leche  do  vaíta  y  se  la  deja  expuesta  al  aire  y  á  la  luz,  se  colorea,  casi  in- 

5  mediatamente,  de  un  hermoso  azul.     Este  mismo  color  se  produce 

íV  también   añadiéndole  agua  oxigenada    y   parafenilodiamina.     Estaos 

¡;  reacciones  son  características  de  la  presencia  de  oxidasas,  puesto  que 

7  en  la  leche  hervida  no  se  determinan.     En  la  leche  de  mujer  son  siem- 

1"  pre  más  tardías,  no  presentándose  sino  después  de  expuesta  durante 

fc  algún  tiempo  al  aire  y  á  la  luz  y  aun  aparece  constantemente  una  dé- 

bil coloración  violeta  ó  rosa.     Í)e  todo  lo  dicho  se  deduce  que  estas 
'  reacciones  permiten  distinguir  la  leche  de  mujer  de  la  de  vaca.     De 

;,  estos  y  otrosvariosexperimentossemejant.es  y. que  no  cito  para  no 

alargar  esta  nota,  deduce  JoUe^  f'Zeifs.  filr  Bio/ogie,  tomo  I,  vol.  27, 
cuad.  2, 1903,  pAgs.  248-2f30) (Blologie  MédicaJe,  diciembre,  1903,  pág.  104) 
,.  que  en  la  leche  de  mujer  no  existen  oxidasas,  ni  peroxidasas,  pero  que 

contiene  m^^¿/^.svw,  como  lo  prueba  la' abundante  descomposición  que 
esta  leche  determina  en  el  agua  neutra  oxigenada.  En  términos  ge- 
nerales, puede  decirse  que  en  iguales  condiciones  descompone  canti- 
dades cinoo  ó  seis  veces  mayores  de  agua  oxigenada  que  la  leche  de 
vaca,  sin  poderse  indicar  ninguna  proporción  entre  la  cantidad  de  ca- 
^  t-ilasas  contenidas  en  la  leche  y  el  volumen  de  agua  oxigenada  que  es 

capaz  de  descomponer.  Cuanto  menos  cantidad  y  m*'is  fuerte  agua 
oxigénala  se  mezcla  con  la  leche,  mis  activa  es  la  "reacción  catalítica, 
puesto  que  la  diluida  produce  mnla  reacción.  El  autor  extiende  más 
su  estudio  operando  con  ácidos  minerales,  con  mercurio  y  con  sales  de 
flúor  que,  según  él,  debilitan  el  poder  catalítico  de  la  leche  de  mujer, 
así  como  cree  que  los  ácidos  org  micos  parecen  tener  muy  d4bil  in- 
fluencia sobre  el  fermento,  y  concluye  afirmando  que  la  temperatura 
de  To'G**  destruye  las  cafa/asas  y  (jue  son  precipitables  por  el  alcohol. 

Nueva,  substancia  aiburninoidea  de  la  leolxe. — 

En  el  Arc/n'cio  di  Farmacología  e  Terapéutica  de  Palermo  (pág.  304, 


Reñstas  de  Pediatría  J75 


vol.  VII),  se  íía  cuenta  de  que  A.  Wrablewski  (Zeit.  f.  physioh 
Chem,,  XXVI)  ha  encontrado  una  cuarta  substancia  albuminóioea,  á  la 
que  llama  opalicina  por  el  color  de  su  solución,  que  se  disting'ue  de  las 
tres  antiguas  substancias  alburainóideas  conocidas  (albúmina,  globu- 
lina y  caseína).  La  fórmula  de  la  opalicina  es  C,5o  H„,  N^,  PSg  0^,  y 
por  las  distintas  proporciones  en  que  se  halla  en  la  leche  de  mujer,  en 
la  oue  es  muy  abundante;  en  la  de  burra,  en  la  oue  lo  es  menos,  y  en 
la  ae  vaca,  aún  menos,  constituye  una  nueva  direrencia  para  recono- 
cerlos. 

P*urg»nto  para  los  niños.  — El  Profesor  Huchard  reco- 
mienda la  lactosa  asociada  á  la  magnesia  inglesa,  cuya  acción  se  au- 
menta: 

Magnesia 60  gramos. 

Lactosa 40        » 

una  cucharada  de  sopa,  de  postre  ó  de  café,  según  el  efecto  que  se  de- 
see obtener,  y  según  la  edad  del  niño  {Notes  de  Medicine  RatignOy 
I  vol.,  1903). 

Tratamiento  médico  de  la  peritonitis  tubercu- 
losa. —  Coniby  preconiza  el  siguiente  (Archiv.  de  Méd.  des  Enfants)\ 
Reposo  absoluto  en  la  cama,  permaneciendo  el  niño  en  ella  muchos 
meses,  si  e-^  nf^cesario.  Según  él,  esta  posición  favorece  la  reabsorción 
de  la  ascitis  y  economiza  gastos  orgíinicos.  Las  ventanas  déla  habi- 
tación e.- taran  siempre  abiertas,  procurando  que  esté  orientada  al  Sud. 
En  verano  podrá  el  niño  curarse  permaneciendo  largo  tiempo  al  aire 
libre,  descansando  sobre  una  cama-port;\til  ó  un  coche  especial.  Se  le 
alimentará  tanto  como  lo  permita  su  apetito,  con  leche,  huevos,  purée 
de  legumbres,  carne  cruda  y  jugo  de  la  misma.  Según  las  indicacio- 
nes y  la  tolerancia  se  prescribirá  el  aceite  de  hígado  de  bacalao  puro 
ó  creosotado,  el  glicerofosfato  de  cal,  la  lecitina,  las  lavativas  de  aceite 
creosotado,  las  friegas  iodadas  en  el  abdomen,  el  colodión,  la  compre- 
sión del  vientre  y  las  fricciones  de  jabón  negro. 

Tratamiento  de  la  corea.  — El  mismo  Comby  (Notes  de 
Méd,  Pralique)  emplea  casi  siempre  la  antipirina  ó  el  arsénico  en  el 
Licor  de  Boudin,  haciendo  lo  siguiente: 

1.^    Reposo  absoluto  en  cama  durante  quince  días. 

2f*  Aislamiento  relativo.  Ningún  juego  con  otros  niños.  Reposo 
cerebral  y  físico. 

3."*  Régimen  lácteo.  Bebidas  acuosas.  Supresión  del  vino.  Ré- 
gimen vegetal. 

4.**  Para  los  niños  de  8  á  15  años,  10  gramos  de  licor  Boudin,  el 
primer  día,  aumentando  5  gramos  cada  día,  hasta  3^,  y  disminn\-endo 
del  mismo  modo  hasta  10.  Para  los  niños  más  jóvenes  empieza  por 
o  gramos  y  no  pasa  de  20  al  día. 

Si  emplea  la  antipirina,  hace  tomar  tantas  veces 50  centigramos  por 
día,  como  años  tiene  el  niño,  haciendo  durar  nueve  días  el  tratamiento. 

Proscribe  la  gimnasia  y  la  hidroterapia. 

Tratamiento  de  la  pnenmonia  lobar  en  los  ni- 
ños pequeños.  —  El  distinguido  pediatra  ingles  J.  A.  Coutts  dice 
(The  Edimb.  Med,  Journal,  sept.  1902)  que  el  niño  no  debe  tratarse  de 
pneumonía  muy  activamente.  Para  muchos  mtMlicos  la  fiebre  e^  un 
fenómeno  saludable  y  un  gran  número 'de  pulmonías  curan  sin  que  se 
haya  ensayado  el  hacer  bajar  la  temperatura.    El  autor  cree  que  sólo 


i 


ij6  Los  estigmas  fisiológxcot  di  la  degeneración 

es  preciso  combatir  la  fiebre  cuando  la  temperatura  se  mantiene  á  40**^ 
por  poder  ser  causa  de  peligrosas  convulsiones.  Para  calmar  el  dolor 
y  hacer  cesar  el  insomnio  da  una  dosis  de  opio  eu  relación  con  la  edad 
del  niño.  Al  final*  de  la  enfermedad,  la  hiperpirexia  se  acompaña  de 
rapidez  y  debilidad  del  pulso,  debiéndose  entonces  recurrir  al  alcohol 
a  las  lociones  tibias.  El  autor  no  encuentra  ventaja  alguna  usando 
a  sábana  húmeda,  pero  sí  en  las  lavativas  frías  para  rebajar  la  tempe- 
ratura. 

Coutts  desconfía  de  la  antipirina  y  de  la  fenacetina  que  afirma  de- 
terminan fácilmente  la  cianosis,  propinando  la  quinina  á  la  dosis  de 
15  centigramos  para  un  niño  de  un  año.  No  prescribe  los  vejigato- 
rios, usando  en  su  lugar  las  cataplasmas  sinapizadas. 

El  insomnio  depende  á  menudo  de  la  astricción,  y  entonces  da 
una  dosis  de  calomelanos  ó  una  lavativa  tibia.  Si  aparece  la  cianosis, 
es  preciso  practicar  la  sangría  en  el  pliegue  del  codo  ó  en  el  dor- 
so del  pie,  sustrayendo  30  ó  60  gramos  de  sangre.  Kn  caso  de  otitis 
supurada  aplica  sanguijuelas  detrás  de  la  oreja,  ó  practica  la  paracen  - 
tesis  del  tímpano. 

Los  estigmas  fisloidglcos  ds  la  degeneración  ^^> 

POR 

Luciano  Mayet 

Ex  interno  de  los  hospitales,  preparador  en  ia  Faculud  de  Medicina  de  Lyon 

IV.  Aparato  bespiratorio.  —  Kl  terreno  tuberculizalle  es  el  más  impor- 
tante signo  de  caducidad  hereditaria  por  lo  que  respecta  al  aparato  respi- 
ratorio. Desde  .largo  tiempo  son  conocidos  estos  candidatos  á  la  tuberculo- 
sis, «sujetos  de  esqueleto  estrecho  y  delgado,  de  miembros  torácicos  de 
escaso  diámetro,  de  piel  suave  y  floja,  de  extremidades  adelgazadas,  de  de- 
dos prolongados,  de  cara  pálida,  de  veuo:>idades  transparentes,  que  forman 
el  grueso  del  ejército  de  los  degenerados».  En  la  multitud  de  éstos,  en  los 
que  el  neuro-artritismo,  el  alcoholismo,  la  sífllis,  el  saturnismo,  etc.,  se  ex- 
tienden para  poblar  el  mundo  civilizado,  los  hijos  de  los  tuberculosos  se 
mezclan  con  ellos,  pero  no  se  confunden.  Forman  una  cohorte  reconocible 
entre  todos:  el  aire  de  familia  apenas  si  engaña  á  un  médico  ejercitado^ 
que  reconoce  en  ellos  otros  tantos  candidatos  á  la  tuberculosis ;  su  miseria 
fisiológica  les  coloca  eu  aptitud  morbosa. 

Los  hijos  de  tuberculosos  nacen  distróñcos,  como  lo  son  los  hijos  de  vie- 
jos, de  alcohólicos,. de  sifilíticos,  de  neurasténicos,  por  alteración  plasmática 
y  vital  del  huevo,  el  cual  hará,  de  todos  e.stos  hijos,  decaídos,  distróficos, 
degenerados,  predestinados  á  todas  las  caducidades,  preparados  para  todos 
los  contagios».    (Landouzy). 

La  predisposición  á  la*  tuberculosis  es  un  estií^ma  de  degeneración  de 
un  alto  valor.  Se  asocia  á  taras  múitiples,  de  la  cuales  Mosn}*  y  la  señorita 
Kowner  han  tratado  en  interesantes  revistas. 

En  el  aparato  respiratorio  conviene  señalar  también  la  ios  espasmódica, 
que  no  va  acompañada  de  nin^^ún  signo  de  auscultación,  de  ningún  signo 
laringoscópico,  de  ninguna  expectoración,  que  ce^^a  durante  el  sueño;  dicha 
tos  es  observada  en  los  niños  neurópatas. 

Por  último,  las  vegetaciones  adenoides^  cuyo  valor,  como  estigma,  no  está 
todavía  bien  establecido. 

V.  Aparato  circulatorio.  —  Las  distrofias  cardíacas  y  algunas  distro- 
fias vasculares  se  revelan  por  diversos  síndromes  clínicos,  que  deben  ser 
señalados  entre  los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  ;  pero  de  los 
cuales  sería  superfino  resumir  la  sintomátología  expuesta  en  todas  partes: 
estrechez  mitral,  enfermedad  azul,  estrechez  pulmonar  y  estrechez  congé- 
nita  del  sistema  arterial,  etc. 

La  estrechez  mitral  ha  sido,  de  mucho,  la  más  estudiada  desde  el  punto  de 
vista  de  sus  relaciones  con  la  herencia  degenerativa.    La  estrechez  mitral 

(1)    Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 


Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  i  77 

pura,  congénita,  es,  ante  todo  y  sobre  todo,  una  deformación  cardíaca,  cuya 
etiología  revela  en  los  padres  la  existencia  de  los  grandes  factores  de  la  de- 
generación :  tuberculosis  (Potain,  Fierre  Teissier),  sífilis  (Labadie-Lagrave 
yDeguy,  Huchard,  Ed.Fnurnier,Rendu...),  saturnismo  (Duroziez),  etc.  La^ 
tara  degenerativa  que  pesa  sobre  los  sujetos  atacados  de  es'recbez  mitral 
pura,  congénita.  se  afirma  aún  en  ellos  por  la  asociación  de  la  cardiopatíacon 
otras  deformaciones,  con  estigmas  psicológicos  de  la  degeneración,  con  de- 
tenciones de  desarrollo  que  atacan  el  ser  entero :  enanismo  mitral  de 
A.  Gilbert,  infantitisrao  del  tipo  Lorain-Faneau  delaTour.  Las  relaciones  de 
la  epilepsia,  de  la  histeria,  con  la  estrechez  mitral  pura,  han  sido  mil  veces 
puestas  en  evidencia  (Huchard,  Girandeau,  Huc,  Redhon,  etc.).  Lvi  fami- 
liaridad nos  parece  discutible,  á  pesar  de  los  hechos  señalados.  Esta  es, 
por  otra  parte,  una  comprobación  de  ínfimo  valor. 

Enfermedad  azul.  Estrechez  pulmonar.  Estrechez  congénita  del  sistema 
arterial,  recientemente»estudiada  en  la  tesis  del  Dr.  Paradís. 

Distrofias  venosas  descritas  en  los  hereilo-sifilíticos  por  Ed.  Fournier. 

Fragilidad  de  los  capilares,  que  explica  la  frecuencia  de  las  hemorragias 
en  los  neurópatas,  la  facilidad  con  que  se  produce  el  otematoma  en  los  epi- 
lépticos, los  idiotas... 

Tales  son  alguaos  estigmas,  que  no  podríamos  pasar  en  silencio. 

oí)  #Cfe€^<^<QG^ 

Fig.  4.  —  Escritura  de  un  hombre  idiota  y  epiléptico.  (Degenerado  que  ocupa  los  últimos  grados 
de  degeneración).  —  (Flospicio  de  Perrón) 

En  la  sangre,  algunas  formas  de  clorosis,  por  ejemplo,  la  asociada  á  la  es- 
trechez mitral  congénita,  hasta  el  punto  de  ser,  por  decirlo  así,  sintomática 
de  éste,  y  la  «clorosis  nórtica»  de  Virchow.  ligada  á  lahipoplasia  arterial... 
pueden  aproximarse  á  la  clorosis  verdadera  (pero  no  de  ciertas  anemias 
simples,  sintomáticas,  señaladas  injustamente  como  clorosis),  tanto,  que  te- 
nemos gran  tendencia  á  considerarla,  con  Gilbert,  como  una  enfermedad 
de  caducidad,  aun  cuando  esta  opinión  sea  una  hipótesis  comprobada  sólo 
en  parte  y  que  pide  confirmación. 

VI.  Órganos  génito-urinarios  —La  incontinencia  de  orina  refleja  ó 
sintomática  no  está  en  relación  con  la  degeneración.  La  incontinencia  de 
orina  esencial,  sobretodo  nocturna,  que  principia  de-de  la  juventud  y  pue- 
de desaparecer  en  la  pubertad,  ó  por  el  contrario,  persistir  durante  toda  la 
vida,  está  unida  á  la  histeria,  á  la  epilepsia  y  de  un  modo  más  gf^neral  á  la 
degeneración  hereditaria.  Guiñón,  en  su  artículo  del  Traite  des  maladies 
de  Venfancey  pone  muy  en  evidencia  el  íntimo  parentesco  de  la  incontinen- 
cia de  orina  con  las  otras  manifestaciones  degenerativas. 

Los  trastornos  funcionales  del  aparato  genital  e¿>tán  representados  por  los 
excesos  venéreos  y  la  masturbación;  la  esperma torrea,  frecuente  en  los  neuras- 
ténicos y  epilépticos ;  el  priapiS7nOy  que  caracteriza  una  erección  extrema, 
dolorosa,  con  exclusión  de  todo  d»^seo  venéreo  (Féré). 

Con  el  título  de  estigmas  obstetricales  de  la  degeneración,  se  puede  indi- 
car algunos  casos  de  esterilidad,  unida  á  la  carencia,  á  1h  atrofia  congénita, 
al  funcionamiento  defectuoso  de  los  ovarios  con  integridad  de  las  vías  ge- 
nitales ó  causada  por  anomalías  de  éstas  á  pesar  de  la  integridad  anatómica 
y  funcional  de  los  ovarios  ;  ciertos  abortos,  aun  cuando  la  mayor  parte  de 
éstos  no  tengan  nada  que  ver  con  la  degeneración,  porque  reconocen  en- 
tonces por  causas  los  traumatismos,  las  imprudencias  de  la  madre  durante 
el  embarazo,  las  operaciones  criminales,  tan  frecuentemente  utilizadas 
cuando  sobreviene  un  embarazo  inoportuno...  y  no  la  infección  sifilítica,  la 
acción  tóxica  del  alcohol  ó  cualquiera  otra  influencia  patológica  sobre  el 
espermatozoide,  el  óvulo  ó  el  embrión  ;  por  último,  ciertos  casos  de  distocia 
y  de  presentaciones  viciosas  que  resultan  de  las  anomalías  esqueléticas  de 
la  pelvis,  anomalías  cuya  importancia  ya  hemos  indicado,  colocándolas  en- 
tre los  estigmas  anatómicos.    No  pensamos  que  se  pueda  decir  más  en  la 


jj8  Ve  ereoiogia  sociai 


actualidad,  y  no  podemos  compartir  las  ideas  de  Larger,  padre  é  hijo,  que 
revindican  para  la  degeneración  todo  «lo  que  en  la  concepción,  el  embara- 
zo, el  parto,  se  separa  del  tipo  fisiológico...  todas  las  presentaciones  y  posi- 
ciones diferentes  de  la  O  1 1  A...  todo  lo  que  es  patológico  en  la  gestación 
hasta  comprender  la  eclampsia,  las  infecciones  puerperales  y  la  flegmasía 
alba  dolens  », 

(Se  continuará), 

Venepeologia   social  ^^^ 

POK    EL 

Dr.  Clado 

Delegado  de  Grecia  en  la  Conferencia  de  Bruselas 

Otras  causas  contribuyen  secundariamente  á  favorecer  la  caída  y  la  re- 
lajación subsiguiente  de  la  joven.    Son  : 

a)  Principalmente  la  /alta  de  toda  educación  especial  destinada  á  hacer 
conocer  á  la  niña  los  peligros  que  corre,  las  celadas  que  se  le  tienden,  las 
terribles  consecuencias  de  fiólo  un  paso  en  falso.  ¿No  encuentra  frecuen- 
temente una  influencia  contraria  en  su  familia? 

b)  Lvl  falta  de  vigilancia.  La  mayor  parte  de  las  menores,  ianto  en  la 
ciudad  como  en  el  cam|)o,  se  ocupan  en  trabajos  que  no  permiten  la  vigí- 
Inncia  paterna,  también  dedicados  á  X)tros  trabajos.  La  menor  de  edad 
está,  pues,  expuesta  á  los  malos  ejemplos,  á  las  conversaciones  viciosas,  á 
las  sugestiones  perversas,  á  las  tentativas  de  seducción,  sea  durante  el  tra- 
bajo, sea  en  las  horas  de  ocio. 

c)  La  licencia  de  las  calles,  la  exhibición  de  ilustraciones  obscenas  que 
preparan  los  desfallecimientos  del  pudor,  en  fin,  la  posibilidad  para  el 
sensual  de  entablar  relaciones  con  alguna  joven,  incitaría  por  ofertas  de 
joyas,  cenas,  etc.,  sin  incurrir  en  ninguna  penalidad. 

d)  El  ascendiente  <iue  ejerce  sobre  la  obrera  el  hombre  que  le  es  supe- 
rior en  jerarquía,  sea  que  á  ella  le  guste  ser  distinguida  por  él,  ó  que  cuente 
con  sacar  un  beneficio  en  su  favor. 

ej  Los  peligros  inherentes  á  la  profesión,  sin  hablar  de  las  menores  que 
suben  á  las  tablas,  ó  que  sirven  de  modelos  en  los  talleres  de  artistas  (n  que 
se  dicen  que  lo  son) ;  es  sabida  la  elección  que  intencionadamente  hacen 
algunas  casas  de  costura,  de  modas,  de  lavados,  algunos  hoteles,  restau- 
ranes,  etc.,  ile  jóvenes  que  puedan  atraer  y  sujetar  al  cliente,  por  sus  atrac- 
tivos de  recndera,  de  maniquí,  de  criadita,  etc. 

fj  Ln promiscuidad  *^u  que  viven  las  familias  de  labradores  y  obreros 
pobres,  y  qué,  determinando  una  excitación  natural,  tiene  muchas  veces 
por  resultado  facilitar  la  depravación  de  la  joven  por  algún  pariente,  y  á 
veces  por  un  hermano  y  hasta  por  su  padre. 

ff)  Por  último,  la  excitación  al  relajamiento,  la  venta  de  la  niña,  por  pa- 
rientes desnaturalizados  ó  industriales  especiales,  que  obran  por  cuenta  de 
la  vejez  generosa  ¿No  hay  excitación  indirecta  á  la  prostitución  cuando 
los  padres,  con  sus  malos  tratos,  sus  pretensiones  en  el  salario  ganado  por 
la  niña,  provocan  la  rebelión  y  la  salida  de  aquélla  de  la  casa? 

Todas  estas  causas  obran  directamente  S'»bre  la  mujer  menor  de  edad 
para  incitarla  á  la  viíla  licenciosa ;  pero  existe  otro  factor  del  que  única- 
mente la  ley  es  responsable  y  que  concierne  al  hombre  :  la  falta  de  medidas 
penales  propias  para  refrenar  los  apetitos  de  aquél. 

En  efecto,  el  licencioso  sabe  : 

1.°  La  certeza  de  la  .mpunidad  en  caso  de  corrupción  de  una  menor 
desde  los  13  años  para  arriba. 

2.*  La  prohibición,  por  lo  menos  en  Francia,  de  investigar  la  paterni- 
dad. En  otros  países  europeos  la  sanción  legal  de  la  paternidad  existe 
bajo  diferentes  formas  (alimentos,  responsabilidad...),  pero  raramente  la 
justicia  ó  la  iniciativa  privada  exigen  su  aplicación. 

3°  Los  innumerables  obstáculos  creados  al  matrimonio  legal.  Inde- 
pendientemente de  las  formalidades  administrativas,  de  las  dificultades  de 

(1)    Continuación.  —Véase  cl  número  anterior. 


Venereología  social  lyg 


orden  profesional  (como  sucede  en  los  militares),  susceptibles  de  retrasar  ó 
impedir  los  matrimonios,  la  obligación  del  consentimiento  de  las  familias  es 
el  obstáculo  más  terrible.  El  hombre  no  puede  casarse  ^in  este  consenti- 
miento antes  de  cumplir  los  25  afios,  ni  la  mujer  antes  de  los  21.  De  este 
modo,  la  ley  suscita  una  oposición  absoluta  á  la  unión  legal  en  el  mismo 
momento  en  que  la  mujer  se  encuentra  predispuesta  á  la  caída  por  amor. 
A  partir  de  esta  ^dad,  los  requerimientos  respetuosos  constituyen  todavía  un 
serio  obstáculo,  que  puede  retardar  indefinidamente  una  unión  proyectada. 
Pues  bien  :  todo  atraso  en  una  unión  regular  entre  dos  seres  enamorados 
uno  del  otro,  anima  á  la  mujer  á  entregarse  libremente,  no  sólo  por  amor, 
sino  también  con  la  esperanza  de  un  próximo  enlace.  Con  mayor  razón 
sucede  esto  mismo  en  la  menor  de  edad  cuando  la  oposición  de  los  padres 
impide  su  casamiento  con  el  que  ama. 

4.°  La  carencia  de  una  ley  que  castigue  la  promesa  de  matrimonio  no 
realizada  (bablo  siempre  con  respecto  á  Francia). 

Es  necesario  hacer  notar  bien  esta  contradicción  :  la  ley  considera  el 
matrimonio  como  una  de  las  mejore.s  instituciones  sociales,  y  no  obstante, 
acumula  esa  misma  ley  ob.stáciilos  para  su  realización.  Si,  en  efecto,  á 
consecuencia  de  una  legislación  severa  que  proteja  á  las  menores,  los  hom- 
bres, los  únicos  responsables  aquí,  no  consiguieran  sus  fines  con  tanta  fa- 
cilidad, nadie  duda  que  muchos  de  ellos  se  casarían  fn  el  mismo  instante 
en  que  el  amor  les  dominara.  Observamos,  en  verdad,  que  un  gran  nú- 
mero de  ellos  son  sinceros  en  el  momento  que  prometen  unirse  con  la  que 
aman  ;  y  sólo  después  de  haber  cohabitado  con  ellas  sin  ninguna  sanción 
legal,  se  habitúan  á  las  facilidades  de  una  unión  irregular,  cuando  no  ter- 
minan el  idilio  por  el  abandono  al  prim^'r  pretexto  (falta  de  dinero,  emba- 
razo, matrimonio  más  ventajoso,  etc.) 

En  resumen,  tres  categorías  de  causas  determinan  la  caída  y  preparan 
la  prostitución  de  menores  : 

1."    Kl  amor,  la  causa  de  mucho  más  general, 

2  **  Menos  frecuentemente,  la  tendencia  al  vicio,  más  ó  menos  fortalecida 
por  sugestiones  perniciosas,  ejemplos  desmoralizadores,  etc.  En  esta  cate- 
goría entra  la  predisposición  hereditaria  (prostitutas-natas). 

3.°  La  trata  de  menores^  que  responde  á  un  número  relativamente  ínfimo 
de  casos. 

B.  Cansos  inmediatas  de  la  prostitución.  —  Hemos  reconocido  que,  en  la 
inmensa  mayoría  de  caso.s,  la  causa  original  de  la  prostitución  es  el  primer 
amor.  Veamos  como  la  mujer  que  se  ha  entregado  por  vez  primera  se 
hará  prostituta  bajo  la  influencia  de  ci' rto  número  de  causas  secundarias, 
que  pueden  clasificarse  en  dos  categorías:  1.*,  causas  que  obran  directa- 
mente sobre  la  mujer;  2.*,  intervención  del  deseo  del  varón 

I."*  Causns  que  obran  sobre  la  mujer,  —  Una  primera  caída  hace  que  la 
mujer  sea  más  vulnerable.  Abandonada  por  su  primer  amante,  toma  ge- 
neralmente un  segundo  para  consolarse  del  abandono  de  aquél,  ó  para 
satisfacer  sus  sentidos  ya  despiertos,  ó  por  necesidad  de  un  apoyo  moral  ó 
material.  Abandonada  de  nuevo,  con  más  facilidad  que  por  el  primer 
amante  que  tuvo,  se  entrega  sucesivamente  á  otros,  y  pierde  poco  á  poco 
todo  pudor.  / 

De  este  modo,  las  influencias  accesorias  (malas  compañías,  libros  porno- 
gráficos, teatros  licenciosos,  etc ),  se  ejercitan  en  ella  y  acaban  por  rela- 
jarla.    Está  madura  para  la  prostitución. 

Indudablemente,  entre  las  causas  que  determinarán  su  caída  definitiva, 
se  ha  de  tener  en  cuenta  su  misma  debilidad,  el  desfallecimiento  prematuro 
de  una  energía  que  no  ha  sido  n\inca  cultivada  : 

a)  En  el  curso  de  sus  sucesivas  uniones,  olvidará  el  trabajo,  se  acos- 
tumbrará á  una  vida  fácil,  á  Iñperezff.  La  tentación  será  muy  grande  para 
esperar  de  la  prostitución  los  recursos  que  aseguran  las  comodidades 

b)  En  otros  casos,  la  vanidad  pi»'rde  á  la  mujer.  Se  deja  deslumhrar 
por  el  lucro  fácil,  las  joyas,  el  lujo,  etc.,  y  le  fascina  el  ejemplo  de  una  com- 
pañera llegada  á  la  ostentación  de  la  alta  corte>anería. 

c)  Pero,  lo  más  frecuentemente,  hi  mujer  es  la  víctima  de  la  misma  or- 
ganización de  la  sociedad  en  que  vive.  Es  la  necesidad  bajo  su  forma  más 
atenuada,  ó  bien  la  ne^ra  miseria  la  que  le  obliga  á  vender  su  cuerpo.  Afir- 
mo aquí  que  la  mujer  no  se  vendería  muchas  veces  si  no  le  impulsara  á 


i8o  Venereología  iociat 


ello  la  mi^seria.  Recordad  este  rasgro  sorprendente  en  la  prostituta,  aun  en 
la  prostituta  callejera,  que  se  reserva  un  amante  de  corazón,  de  quien  no 
acepta  nunca  nada,  pero  á  quien  da,  en  cambio,  todo  lo  que  puede.  La 
mujer  tiene  el  respeto  inconsciente  del  amor  en  un  grado  mucho  más  alto 
que  el  hombre. 

La  miseria  ataca  á  las  jóvenes  que  habitan  en  el  campo,  las  cuales  emi- 
gran h  las  grandes  ciudades  para  ocultar  una  falta,  un  hijo,  ó  para  colocar- 
se como  nodiñzas  ó  domésticas.  Si  sus  esperanzas  no  se  realizan,  frecuente- 
mentt^  la  miseria  las  impulsa  á  la  prostitución. 

Aun  una  mujer  que  trabaja  concienzudamente  no  está  siempre  al  abrigo 
de  la  necesidad  :  lejorf  de  ello.  Las  que  viven  con  familia  se  bastan  gene- 
ralmente, con  más  ó  menos  estrecheces,  gracias  á  la  colectividad.  Pero, 
las  que  viven  solas,  las  que  tienen  que  mantener  á  sus  padres,  á  un  hijo  ó 
á  hermnnos  pequeños,  excepcionalmente  pueden  bastarse  á  tíido.  La  difi- 
cultad de  vivir  por  el  trabajo  incita  á  la  mujer  á  buscar  el  apoyo  de  un 
hombre  :  es  el  preludio  de  la  prostitución. 

Si  om paramos  la  vida  de  las  jóvenes  del  campo  con  la  de  las  que  habi- 
tan grandes  ciudades,  nos  sorprenderemos  del  hecho  que  la  ciudadana  se 
encuentra  constantemente  luchando  contra  la  miseria  y  se  vé  obligada  á 
recurrir  á  la  compañía  de  un  hombre,  mientras  que  la  campesina,  acostum- 
brada á  lo  módico  de  sus  gastos  de  subsistencia,  tiene  suficiente  con  un 
pequeño  salario.  Puédese,  pues,  decir  que  las  grandes  ciudade»  son  fábricas 
de  prostitución 

d)  Una  enffjrmedad  venérea  ó  cualquiera  otra  adquirida  por  una  mujer, 
puede  originar  su  prostitución,  á  consecuencia  de  los  gastos  y  del  perjuicio 
que  ocasiona,  sin  hablar  de  la  permanencia  en  el  hospitaP  que  no  es  nada 
moralizadora.  No  hay  en  esto  ninguna  exageración,  y  puedo  afirmar  que 
he  visto  y  diariamente  veo  en  los  tjospitales  muchas  obreras  que,  al  salir 
de  ellos,  curadas,  se  hacen  pro.stitutas. 

e)  A  la  licencia  de  la  calle  y  del  libro  que  ya  he  señalado,  se  ha  de  aña- 
dir la  del  teatro,  que  obra  indirectamente  por  la  inmoralidad  de  las  piezas 
representadas,  y  directamente  por  la  exhibición  de  mujeres  jóvenes  casi 
desniídas,  lo  que,  en  realidad,  constituye  ya  un  hecho  de  prostitución 
pública. 

f)  Finalmente,  ^\ proxenHismo  en  todas  sus  formas.  Al  lado  de  la  in- 
dustria especial  calificada  de  trata  de  blancas^  es  preciso  señalar,  como 
capaz  de  favorecer  mucho  la  prostitución,  las  cervecerías  servidas  por  mu- 
jeres, las  tabernas,  los  hoteles  dudosos,  como  también  los  grandes  hoteles, 
algunos  café-conciertos,  las  tiendas  d»'  ciertos  pasajes  de  los  grandes  bule- 
vares..., las  casas  clandestinas,  casas  de  cita,  casas  cerradas,  que  repre.-^entan 
al  menofcf  refugios  en  los  que  una  pobre,  por  pocos  atractivos  que  ofrezca, 
puede  encontrar  de  qué  comer  y  una  cama  para  dormir. 

Al  lado  de  las  influencias  qoe  tienden  á  precipitar  á  la  mujer  en  la  pros- 
titución, se  han  de  mencionar  las  que  concurren  á  mantenerla  en  ella  aun 
á  pesar  suyo : 

«)  Ante  todo  el  prejuicio  social  que  permite  que  para  el  hombre  estén 
abiertas  todas  las  vías  de  rehabilitación,  y  que  la  mujer  una  vez  caída  no 
pueda  lavar  su  culpa. 

fi)  Lfiii  proxenetas,  sostenedoras,  etc  ;  todas  las  que  viven  de  la  explota- 
ción de  la  prostituta,  y  saben,  en  caso  de  necesidad,- obligarla,  por  su  supe- 
rioridad, con  amenazas  ó  sevicias,  á  continuar  ejerciendo  su  triste  oficio. 

y)  Todo,  ha.sta  las  medidas  policacas,  se  dirige  contra  la  desgraciada 
para  que  su  deírradación  sea  irremediable.  Indudablemente,  cuando  una 
joven  se  presenta  espontáneamente  al  comisario  de  policía  para  reclamar 
su  inscriprion,  la  ley  oblig.i  al  magistrado  á  que  intente  hacerle  cambiar  de 
idea.  Pero  el  caso  es  bastante  raro.  Incomparablemente  más  frecuente  es 
el  de  las  mujeres  denunciadas,  detenidas  incidentalmente  ó  recogidas  en 
una  ra:zia,  íi  quienes  sin  demora  se  les  da  la  cartilla  de  oficio.  ¿Qué  pue- 
den hacer,  sino  abandonarse  definitivamente  á  la  prostitución?  La  estam- 
pilla oficial,  desde  entonces,  e.s  para  ellas  una  necesidad. 

He  aquí,  pues,  una  serie  de  causas  que,  obrando  separadamente  ó  en 
conjunto,  nos  explican  el  por  que  y  como  la  mujer  se  hace  y  continúa 
siendo  prostituta.  Kllas  nos  excusan  de  recurrir  á  las  teorías  imaginarias 
sobre  la  prostituta  nata  (Lombroso,  Pauliue,  Tarnowsky,  etc.),  ó  sobre  el 


Vtturtologia  tociai  ¡Si 

estado  mental  particular  de  las  prostitutas  (Martineau,  Verchére).  Indu- 
dablemente los  casos  de  prr»disposición  existen,  pero  es  la  ínfima  minoría,  y 
se  comete  un  error  g-eneralizando  estos  hechos  particulares. 

2."  Causas  gue  odra7i  en  él  hornee. '-B.Ableiüoss.hoTñ  de  la  categ-oría  de 
las  causas  de  prostitución,  en  que  el  hombre,  el  cómplice,  entra  solo  en 
juegro. 

a'.)  Kl  celibato  forzado.  Alg-unas  profesiones,  en  las  cuales  la  vida  con- 
yugal es  imposible  ó  difíril,  impulsan  al  hombre  á  recurrir  al  amor  venal. 
Tal  es  el  caso  de  los  militares,  marinos,  estudiantes,  muchos  empleados  y 
obreros.  S  )n  hombres  jóvenes,  en  plena  excitación  sexual,  é  inducidos  na- 
turalmente al  amor  fácil  y  rápido. 

b')  Ei  celibaío  voluntario,  \)0T  gnsto  ó  necesidad,  ya  se  trate  de  célibes 
viudos,  jóvenes  ó  viejos.  Actualmente,  á  causa  de  las  condiciones  sociales, 
del  relajamiento  de  las  costumbres,  de  las  facilidades  que  ofrece  la  galante- 
ría, sé  casan  pocos  y,  sobre  todo,  se  casan  tarde. 

c'J  La  continencia  conyugal  de  muchos  casados,  que  no  pueden,  por  cua- 
lesquiera razón  ( enfermedad ,Vmbarazo,  temor  de  una  concepción...),  satis- 
facer sus  deseos  sexuales. 

d')  Pero  la  causa  que  predomina  sobre  todas  las  demás  y  que  se  debe  á 
la  vez  á  la  naturaleza  del  hombre  y  á  las  convenciones  sociales,  es  \?í poliga- 
mia clandestina  del  varón.  La  sociedad  admite  que  el  hombre  sea  poligramo 
desde  su  juventud,  y  que,  soltero  ó  casado,  pueda  á  su  grado  satl^facer  sus 
caprií'.hos,  sin  que  la  ley  tenga  que  intervenir,  y  sin  que  la  desconsidera- 
ción social  lo  estigmatice,  como  hace  con  la  mujer.  Por  lo  tanto,  sin  escni- 
pulo  y  casi  con  la  ayuda  de  la  sociedad  y  el  consentimiento  tácito  de  las 
leyes,  el  hombre  puede  hacer  uso  de  la  mujer,  prostituta  ó  no.  Usando  de 
la  prostitución,  le  ayuda;  buscando  la  mujer  relativamente  decente,  favo- 
rece su  ingreso  entre  las  prostitutas. 

Si  se  examina  en  conjunto  todas  las  causas  que  determinan  y  favorecen  la 
prostitución,  se  reconoce  que  se  trata  entre  ambos  sexos  de  un  verdadero 
comercio,  sometido,  como  los  demás,  á  la  ley  de  la  oferta  y  de  la  demanda. 
Es  cosa  sabida,  que  si  la  oferta  frecuentemente  atrae  y,  por  lo  tanto,  es  pro- 
ductiva, la  demanda  es,  principalmente,  la  base  de  toda  operación  comer- 
cial. La  demanda  en  esta  ocasión  es  la  exiírencia  del  hombre.  Para  sa  is- 
facer  sus  apetitos  se  ven  prosperar  una  multitud  de  dignas  profesiones,  y 
erigirse  metódicamente  una  serie  de  instituciones  oficiales,  en  las  cuales  la 
mujer  siempre  es  la  víctima. 

II.  Causas  accesorias  que  favorecen  la  contaminación  venérea. — 
Todas  las  causas  que  provocan  ó  facilitan  la  prostitución  de  la  mujer  (mise- 
ria, proxenetismo,  celibato  del  hombre,  etc...)»  favorecen,  ala  par,  la  propa- 
gación de  laíf  enfermedades  venéreas:  no  digo  más.  Pero  hay  otms,  acce- 
sorias, que  intervienen  directamente  para  hacerlas  relaciones  sexuales  más 
peligrosas  para  la  prostituta,  ó  para  el  que  la  frecuenta.  Vamos  á  pasarles 
revista.  En  cuanto  á  la  contaminación  extra-cenital  (  por  la  hictancia,  los 
contactos  profesionales...),  la  estudiaremos  de  un  modo  especial  al  fin  de 
este  trabajo. 

A.  Alcoholismo.  —  En  una  relación  muy  curiosa  debida  á  uno  de  los  in- 
formadores del  Congreso,  la  estadística  hecha  por  el  autor  parece  demostrar 
que  el  alcoholismo  favorece  la  contaminación  de  las  enfermedades  venéreas 
y  en  particular  la  de  la  sífilis.  Efectivamente:  es  cierto  que  la  excitación 
alcohólica  predispone  al  hombre  á  buscar  las  relaciones  sexuales.  Se  ve 
cotidianamente  jóvenes  embriagados  ó  sólo  alegres  por  el  alcobol,  visitar  á 
bandadas  las  casas  de  prostitución. 

Es  también  evidente  que  en  el  estado  de  embriaguez  el  h'^mbre  es  menos 
previsor  y  no  tarda  en  resolverse,  tanto,  que  si  una  duda  puede  UHcer  en  su 
espíritu  frente  á  una  mujer  enferma,  bajo  la  influencia  del  alcohol,  esta 
duda  no  se  despierta.  Es  de  observación  corriente  que  el  hombre  que  en  un 
lugar  público  (calle,  teatro,  café- con  cierto,  baile  público...),  traba  conoci- 
miento con  una  mujer  empieza  por  ofrecerle  bebidas,  y  sólo  después  de 
consumir  alcohol  se  entregan  al  coito;  pero  entonces,  tanto  en  el  hombre 
como  en  la  mujer,  la  facultad  de  observación  desaparece  aun  para  los  fenó- 
menos más  comunes. 

A  esto  se  limita,  probablemente,  la  influencia  del  alcohol,  favorable  á  la 
contaminación 


i82  Venereotoffia  social 


B.  Falia  de  iniciación.  —  Si  el  hombre  ó  la  mujer  tuviesen  algunas  no- 
ciones de  las  enfermedades  venéreas  y  sus  manifestaciones  exteriores,  es 
indudable  que  podrían  en  ciertos  casos  evitar  la  contaminación,  abstenién- 
dose de  un  coito  sospechoso  ó  tomando  las  medidas  que  la  más  elemental 
higiene  ordena.  Además,  cierto  número  de  enfermas,  conocedoras  de  su 
estado,  sufrirían  el  yugo  de  su  conciencia  y  se  abstendrían  de  contaminar  á 
otros.  N 

C.  La  penuria  de  las  mujeres,  á  disposición  de  las  grandes  aglomeracio- 
nes de  h'  mbres,  puede  favorecer  la  diseminación  de  las  enfermedades  vené- 
reas. Por  una  parte,  supuesto  que  cada  prostituta  deba  bastar  á  una  clien- 
tela numerosa,  tendrá  más  facilidad  de  contaminarse ;  por  otra,  una  vez 
atacada,  infectará  en  un  tiempo  dado  á  un  número  más  considerable  de 
hombres,  que,  á  su  vez,  propagarán  el  mal,  y  así  sucesivamente. 

I).  El  largo  periodo  durante  el  cual  las  enfermedades  venéreas  son 
transmisibles  es  la  causa  principal  de  su  diseminación.  Grosso  modo,  se 
puene  calcular  en  tres  meses  el  período  infeccioso  de  la  blenorragia  y  en  un 
año  el  de  la  sífliis,  aun  teniendo  en  cuenta  el  tratamiento.  Este  cálculo  no 
tiene  nada  de  exagerado,  porque  hay  manifestaciones  que  se  presentan  en 
el  curso  del  tratamiento  y  que  pueden  pasar  inadvertidas.  Además,  todas 
las  cansas  que  prolongan  este  período  peligroso,  acrecientan  las  probabili- 
dades de  diseminación  de  la  blenorragia  y  de  la  sífilis. 

Estas  causas  son  : 

1.®  La  no  observación  de  un  tratamiento  riguroso.  Si  se  considera  la  edad 
en  que  la  infección  se  verifica  más  frecuentemente,  la  negligencia  de  los 
enfermos  se  comprende  con  facilidad.  Para  la  mujer,  la  edad  de  la  infec- 
ción está  comprendida  la  mayor  parte  de  las  veces  enti'e  los  16  y  los  20 años 
(FnuriMer,  Juilien,  Le  Pileur,  Sperk,  Hoeífel  y  Fiaux),  para  el  hombre  entre 
los  22  y  los  28  anos  (Fournier,  hijo).  El  hombre  á  esta  edad  es,  general- 
mente, aún  un  niño,  un  joven  loco,  aún  más  indiferente  que  la  menor  de 
edad  á  las  prescripciones  médicas. 

2.°  La  defecttwsa  organización  de  los  cuidados  gratuitos,  que  perjudica  do- 
blemente al  enfermo  pobre  en  sus  intereses.  Ante  todo,  la  excesiva  concu- 
rrencia á  las  consultas  públicas  le  ocasiona  una  gran  pérdida  de  tiempo 
(Fournier,  Blashko,  Lassar,  Neisser,  etc.).  Las  horas  de  consulta  son  preci- 
samente las  de  su  trabajo,  de  lo  que  resulta  la  pérdida  de  su  SHlario.  Ade- 
más, se  ve  obligado,  frecuentemente,  á  comprar  los  medicamentos.  Diga- 
mos qu**  las  enfermedades  venéreas  señaladas  con  el  nombre  de  enfermedades 
vergonzosas  hace  que  el  enfermo  titubee  en  hacerse  examinar,  y  esto  se 
verifica  tanto  más  cuanto  que  el  examen  tiene  lugar  coram  populo*.  En  él  el 
enfermo  se  oculta  para  seguir  su  tratamiento,  de  lo  que  nace  una  nueva 
dificultad  para  seguir  las  prescripciones.  Hasta  en  los  hospiíales  y  clínicas 
el  venércí»  es  muchas  veces  objeto  de  desconsideración,  de  medidas  vejato- 
rias que  tienden  á  alejarle  del  mismo  medio  en  que  pudiera  ser  tratado  y 
curado. 

3.**  Para  la  prostituta  enferma  el  temor  á  lapolicla  y  á  San  Lázaro  es 
quizás  la  causa  principal  que  le  impide  divulgar  su  secreto.  Los  cuidados 
que  recibe  en  estas  condiciones  son  seguramente  defectuosos  y  sus  efectos 
insignificantes. 

4.°  \a\  profusiÓ7i  de  charlatanes  que  ctiran  «todas  las  enfermedades  se- 
cretas en  tres  días  y  aún  menos».  No  solamente  estos  industriales  se  en- 
tregan á  un  verdadero  abuso  de  confianza  con  los  enfermos  que  se  dejan  se- 
ducir por  sus  anuncios,  sino  también  son  un  ataque  á  la  salud  pública, 
prolongand  el  período  en  el  cual  estas  enfermedades  son  peligrosas.  En 
este  caso  la  legislación  es  la  directamente  responsable  de  todos  los  anuncios 
fallos  que  se  fijan  en  los  orinaderos  públicos  (1)  y  en  la  cuarta  página  de  los 
diarios. 

S.**  La  libertad  que  se  toman  muchos  farmacéuticos  de  tratar  las  enfer- 
medades venéreas  es  un  manantial  abundante  de  diagnósticos  erróneosyde 
tratamientos  ineficaces. 

(Se  continuará). 


(1)    Progrés  Médica  i,  1002,  p.  183  y  1903,  p.  20h. 


LAS  ÚLTIMAS  CONQUISTAS  DE  LA  QUÍMICA 


El  padio 

POR 

L,  Raimondo 


(i) 


Cuando  algunos  periódicos  de  la  península  dieron  cuenta  del  maravi- 
lloso descubrimiento  de  loá  cónyuges  Curie,  que  revelaba  la  existencia  de 
un  metal  espontáneamente  luminoso  y  dotado  de  propiedades  prodigiosas 
é  inexplicables  aún  para  los  más  notables  científicos  modernos,  se  dijo,  con 
expresión  de  sincero  entusiasmo,  que  los  hallazgos  de  la  ciencia  habían  su- 
perado una  vez  más  las  más  audaces  previsiones  de  una  fantasía  potente. 

Luego  después  se  siguió  fantaseando,  y  anticipándose  á  la  realidad  ma- 
ravillosa, se  difundieron  sobre  el  nuevo  cuerpo  noticias  é  ideas  absoluta- 
mente infundadas,  y  en  uno  de  los  principales  periódicos  diarios  se  conce- 
dió ancho  campo  á  un  error,  cuya  gravedad  obliga  á  volver  sobre  el  asunto 
y  desarrollarlo  con  criterio  más  científico  y  más  exacto,  comenzando  con  el 
resumen  breve  de  los  principales  descubrimientos,  que,  en  cierto  modo, 
dieron  lugar  al  del  radio,  ya  que  además  de  aumentar  el  grado  de  ilustra- 
ción, proporcionan  la  ocasión  de  estudiar  una  á  una  las  propiedades  de 
algunas  radiaciones,  de  cuyo  conocimiento  resultará  más  evidente  la  carac- 
terística del  nuevo  elemento. 

Todo  el  mundo  conoce  la  chispa  eléctrica:  la  naturaleza  misma  nos  pre- 
senta este  fenómeno  en  su  mayor  grandiosidad  al  descargarse  un  cuerpo 
electrizado  sobre  otro  cargado  de  electricidad  contraria.  Cuando  tal  fenó- 
meno, en  vez  de  realizarse  al  aire  libre,  es  provocado  en  un  ambiente  de 
gas  rarefacto  (tubos  de  Geissler),  en  lugar  de  la  característica  línea  de  fuego 
en  zig-zag  ó  en  ramificaciones,  se  produce  una  «erie  de  estratificaciones, 
que  se  extienden  del  electrodo  positivo  (ó  ánodo)  hasta  cierta  distancia  del 
electrodo  negativo  (ó  cátodo),  mientras  los  dos  electrodos  aparecen  rodeados 
de  una  aureola  luminosa,  purpúrea  en  el  ánodo,  violácea  en  el  cátodo. 

De  estas  dos  emanaciones  luminosas,  la  luz  anódica  está  á  sobreviento 
hasta  el  límite  de  rarefacción,  que  coincide  probablemente  con  el  máximo 
de  conductibilidad  del  medio  aeriforme; 

Rayos  catódicos  — Traspasando  dicho  límite  y  aumentando  la  rarefac- 
ción hasta  tener  una  presión  inferior  á  2  mm.  de  mercurio  (tubos  de  Crookes), 
aparece  más  brillante  la  emanación  catódica;  se  observa,  además,  que  los 
rayos,  partiendo  de  un  electrodo  plano  ó  convexo,  se  alejan  en  dirección 
normal  y  producen  una  viva  iluminación  en  la  zona  opuesta  del  tubo  que 
van  á  impresionar. 

Además  de  la  acción  luminosa  sobre  los  cuerpos  impresionados,  los  ra- 
yos catódicos  presentan  también  la  propiedad  de  atrhvesar  los  metales,  no 
obstante  no  poder  atr-^ves^r  algunas  substancias  que  (como  el  vidrio),  de- 
jan pasnr  la  luz  ordinaria;  pueden  transformar  su  energía  en  energía  tér- 
mica, ó  en  trabajo  mecánico;  y  finalmente,  se  flexionan  bajo  la  iofluejiciade 
un  campo  magnético,  conduciéndose  como  flexibilismos  reóforos,  unidos 
por  una  extremidad  al  cátodo  y  libres  por  Im  otra  de  moverse  y  de  acercarse 
al  punto  en  que  se  ejerce  la  acción  magnética. 

El  fenómeno  de  la  desviación  fué  brillantemente  demostrado  por  Lenard, 
quien,  aprovechando  la  propiedad  de  los  rayos  catódicos  de  atravesar  los 
metales,  los  hizo  salir  del  tubo  en  que  se  producían,  substituyendo  en  él  á 
la  zona  catódica  de  la  pared  vitrea  una  laminilla  de  aluminio. 

Insensibles  al  ojo,  dichos  rayos  revelan  su  presencia  alas  chapas  fotográ- 
ficas, impresionándolas;  de  suerte  que  Lenard  pudo  fijar  y  examinar,  con 
el  auxilio  de  la  fotografía,  las  desviaciones  sufridas  por  los  rayos  en  presen- 
cia de  un  imán. 

Los  rayos  no  iurtuenciados  por  el  imán  dejan  en  la  chapa  una  impresión 
circular  limpia,  ola  imagen  de  un  disco  rodeado  de  una  aureola  concén- 
trica.   En  presencia  del  imán  presentan  como  un  penacho  lateral,  ó  una 


(t)    //  Progresso  Medico,  10  agosto  1903. 


1 84  iSl  radio 

trasformación  de  la  aureola  disipada  eu  dirección  de  la  fuerza  magnética, 
quedando  todavía  fija  la  mancha. 

Aquella  iraprecjion  que  Lenard  creía  que  era  debida  á  rayos  de  la  misma 
especie,  pero  corre>poiidientes  t  diversas  loug-itudes  de  onda,  era  debida  á 
los  rayos  X,  cuyo  descubrimiento  hizo  el  físico  alemán  Rór>tgen,  en  1875. 

Rayos  X.  —  Los  rayos  X,  como  puede  fjícilmente  deducirse  del  experi- 
mento antes  referido,  son  absorbidos  por  el  aire  mucho  menos  que  los  rayos 
catódicos  y  no  son  desviables  por  la  influencia  de  un  campo  magnético. 
Los  experimentos  especiales  de  Rontgen  demuestran,  además,  que  atra- 
viesan el  vidrio  y  las  substancias  poco  ó  nada  penetrables  á  los  i:íiyos  cató- 
dicos (atraviesan  los  tejidos  blandos  de  los  animales,  el  papel,  las  tablas  de 
madera,  el  agua  y  muchos  líquidos),  pero  no  los  metales,  á  excepción  del 
aluminio  finamente  laminado. 

Se  propagan  en  línea  recta  y  producen  la  iluminación  sobre  los  cuerpos 
susceptibles  de  tal  fenómeno,  dejando  claramente  sin  influenciar  la  parte 
del  objeto  iluminado  protegida  por  un  cuerpo  opaco  para  ellos.  Sobre  este 
hecho  está  fundada  la  llamada  fotografía  de  lo  invisible.  Tienen  también 
la  propiedad  de  destruir  la  electricidad  positiva  ó  negativa  de  los  cuerpos 
electrizados,  dejándoles  una  pequeñísima  carga  de  electricidad  positiva. 

El  desctibri miento  de  Rüntgen  incitó  á  los  hombres  de  ciencia  á  buscar 
otras  radiaciones  semejantes.  En  1896,  Enrique  Becquerel  demuestra  la 
propiedad  del  Uranio  y  de  sus  sales  de  emitir  radiaciones  invisibles,  que 
impresionan  la  chapa  Votográfica  hasta  á  través  de  una  cubierta  de  papel 
ennegrecido  ó  de  finas  lauíinillas  de  aluminio,  que  descargan  los  cuerpos 
electrizados  y  pueden  reflejarse,  refractarse  y  polarizarse. 

En  1898,  Schidt  y  la  señora  Curie  encuentran  propiedades  análogas  en  el 
ThoriOy  y  en  seguida,  aunque  más  marcadamente,  las  descubren  en  algu- 
nos minerales  de  Uranio  y  de  Thorio. 

Este  hecho  les  indujo  á  suponer  que  en  dichos  minerales  debía  existir 
algún  cuerpo  dé  podí^r  radiante  mucho  más  activo  que  los  elementos  estu- 
diados; y  efectivamente,  en  el  mismo  año  y  en  el  siguiente,  fueron  aislados 
tres  nuevos  elementos  de  propiedad  radiante,  infinitamente  superior  á  la 
del  Uranio: 

El  Polonio  descubierto  por. la  señora  Curie  (1898). 

El  Radio  descubierto  por  el  señor  Curie  (l898). 

El  Atinio  descubierto  por  Deburne  (1899). 

Pero  mientras  que  el  Atinio  y  el  Polonio,  aun  siendo  mucho  más  activos 
que  el  uranio,  emiten  radiaciones  no  perceptibles  por  nuestros  ojos  y  que 
pueden  estudiarse  sólo  por  sus  impresiones  sobre  chapas  fotográficas,  el  Ra- 
dio emite  radiaciones  visibles:  se presmta  luminoso  y  brilla  intensamente  con 
una  característica  luz  verdosa. 

Parte  de  sus  radiaciones  invisibles  es  desviable  por  influencia  de  un 
imán,  como  sucede  con  los  rayos  catódicos  antes  descritos;  y  parte  no  es 
desviable  y  tiene  fuerte  poder  de  penetración,  como  ocurre  con  los  rayos 
R5ntgen. 

Según  experimento  de  los  cónyuges  Curie,  los  rayos  desviables  al  herir 
un  cuerpo,  lo  cargan  de  electricidad  positiva,  mientras  el  Radio,  del  cual 
parten  los  rayos,  se  carga  de  electricidad  negativa.  Los  rayos  no  desvia- 
bles  análogamente  á  los  rayos  Roentgen,  pero  con  mayor  intensidad,  tienen 
una  acción  cáustica  sobre  el  organismo  animal. 

Tal  acción,  que  es  absolutamente  independiente  de  un  poder  calorífico, 
se  encuentra  descrita  por  vez  primera,  relativamente  á  los  rayos  X,  en  una 
breve  Memoria  del  ingeniero  O.  Lepping  f  Z>ím/ícAí  med.  Wochenschrift, 
n.  28,  1900). 

El  autor,  que  estudiaba  entonces  los  rayos  Rontgen,  usando  á  menudo 
como  objeto  de  prueba  su  mano  «izquierda,*  pudo  notar  en  ésta,  al  cabo  de 
muchos  días,  una  tumefacción  general  con  una  rubicundez  espec  al,  y  en 
el  centro  del  dedo  anular  una  vejiguilla  igual  á  las  pro«lucidas  por  las  ver- 
daderas quemaduras.  Los  doctores  Bar  y  Doutle  refieren  el  caso  de  una 
mujer,  que,  á  consecuencia  de  una  larga  sesión  radiográfica,  presentaba 
escaras  profundas  en  la  pared  abdominal  al  cabo  de  un  mes.  cuyas  es- 
caras llegaron  á  ocupar  en  breve  una  tercera  parte  de  dicha  pared  y  á  pro- 
ducir una  úlcera  atónica  muy  difícil  de  curar. 


El  radio  i85 

Patrick  Camdy  narró  un  caso  en  que  los  efectos  cáusticos  que  nos  ocu- 
pan, se  manifestaron  de  un  modo  imponente  (Observación  de  una  quemadura 
grave  debida  á  los  rayos  X.  —  Medical  Record,  3  febrero  1900). 

Un  enfermo  expuesto  á  los  rayos  X  durante 45 minutos,  presentó,  al  cabo 
de  ocho  días,  un  eritema  que  se  extendía  desde  la  región  del  bajo  vientre  á 
la  parte  superior  de  los  muslos,  produciendo  primero  un  intenso  prurito  y 
lueg-o  un  fuertísimo  dolor.  Sobre  el  eritema  aparecieron  vesículas,  y  al  cabo 
de  unos  veinte  días  se  declaró  una  extensa  exfoliación.  En  el  decurso  de 
los  dos  meses  siguientes,  se  furmó  en  la  ingle  izquierda  una  gnin  mancha 
fuertement'^  colorada,  que  era  asiento  dé  dolores  atroces  é  incoercibles,  los 
cuales  fueron  aumentando  durante  tres  meses,  hasta  el  punto  de  obligar  á 
practicar,  como  remedio  extremo,  la  extirpación  completa  de  todos  los  teji- 
dos enfermos. 

Un  modo  de  obrar  semejante  al  expuesto  tienen  las  radiaciones  no  des- 
viables  del  Radio  sobre  el  organismo  :  la  parte  del  cuerpn  que  sufre  su  in- 
fluencia durante  cierto  tiempo,  no  se  escapa  de  padecer  dolorís  mas  quema- 
duras, muy  difíciles  de  curar. 

Este  fenómeno,  falsamente  interpretado,  es  lo  que  dio  lugar  al  deplora- 
ble error  de  attrmar  que  el  nuevo  elemento  constituye  una  «fuente  cons- 
tante é  inagotable  de  calor...,  destinada  á  reemplazar  dentro  de  pocos  años 
las  estufas,  el  carbón,  el  gas  ó  la  electricidad  en  las  cocinas  *.  (Stajnpa,  29 
mayo  de  1903).  Como  antes  se  ha  dicho,  si  hay  en  esta  acción  del  Kadio  ex- 
clusión absoluta  de  radiaciones  caloríficas,  no  se  podrá  con  él  llevar  á  la 
ebullición  una  vasija,  como  no  se  consigue  por  medio  de  un  sinapismo..., 
que  también  quema,  como  todo  el  mundo  sabe. 

Una  de  las  particularidades  más  sorprendentes  del  metal  en  cuestión  es 
precisamente  la  de  emanar  sus  potentes  é  inagotables  radiaciones  sin  acom- 
pañamiento de  variación  térmica,  ni  de  ninguna  otra  modificación,  como 
debería  suceder  en  un  centro  de  producción  de  energía,  ocurriendo  un 
hecho  que  parece  está  en  contradicción,  á  lo  menos  por  ahora,  con  las  leyes 
de  la  Química,  de  la  Física  y  de  la  Mecñnica. 

Becquerel  prueba  de  explicar  el  hecho  admitiendo  una  analogía  con  los 
cuerpos  olorosos,  los  cuales  pueden  desprender  sus  perfumes  i)or  tiempo 
incalculable,  sin  presentar  modificaciones  en  la  estructura  y  el  peso,  capa- 
ces de  !>er  comprobadas  por  nuestros  más  perfeccionados  instrumentos. 

Los  cónyuges  Curie  opinfíu  que  el  radio  y,  en  general,  los  cuerpos  de 
gruesos  átomos  tienen  una  aptitud  especial  para  absorber  y  luego  transfor- 
mar aquellas  radiaciones  semejantes  á  los  rayos  Ron  gen,  que  serían  muy 
difusas  y  continuamente  producidas  por  el  paso  de  radiaciones  ultravioletas 
en  un  campo  eléctrico. 

'Francisco  Savorgnan,  de  Brazzá,  que,  bajo  la  guía  del  mismo  Becquerel, 
fué  de  los  primeros  que  ilustró  bastante  bien  este  asunto  (Secólo  XX,  n.°  1, 
ano  1903),  lanza  atrevidamente  la  hipótesis  que  hace  pensar  en  una  vida 
rudimentaria  poseída  por  el  elemento.  Y  la  hipótesis  no  j)arecerá  de  ningún 
modo  descabellada  á  quien  tenga  noticia  délas  maravill'  sas  revelaciones  de 
Box  sobre  la  sensibilidad  mineral,  y  de  las  del  mismo  Savorgnan,  muy 
recientemente  recopiladas  en  la  revista  últimamente  mencionada  (n**6). 
Pero  entre  estas  explicaciones  y  las  demás  mu^'^  numerosas  que  seguramente 
se  añadirán,  solamente  el  tiempo  y  los  grandes  estudios  podrán  escoger  la 
mejor. 

Por  ahora  debemos  admitir  sin  explicación  los  fenómenos  sorprendentes 
que,  además  do  los  enumerados,  el  radio  nos  presenta. 

Por  su  influencia,  el  oxigeno  modifica  su  estructura  molecular  (O  =  O)  y 

se  convierte  en  ozono  i  \7\/  ) »  éT^s  dotado  de  propiedades  oxidantes 

mucho  más  enérgicas  que  el  oxígeno. 

El  cloruro  de  bario,  incoloro  en  su  estado  normal,  pasa  á  ser  rosado  y 
después  encarnado. 

El  ácido  nítrico  se  colora  de  amarillo. 

Los  vidrios  de  las  redomitas  y  de  los  recipientes  que  contienen  prepara- 
dos radio-activos,  se  vuelven  de  color  violeta. 

Y  todas  las  propiedades  mencionadas  son  transmisibles  á  los  cuerpos 
electrizados  negativamente,  pues  por  una  acción  más  ó  menos  prolongada 
del  cuerpo  radiante  se  vuelven  radio-activos  y  conservan  por  larguísimo 


1 86  Revista  critica  bibliográfica 


tiempo  la  llamada  radio-actividad  reducida.  Sería  demasiado  largo  mencio- 
nar las  numerosas  aplicaciones  que  se  ha  pensado  hacer  de  estas  maravillo- 
sas propiedades 

Los  mgleses  han  ideado  aprovecharlas  en  la  terapéutica  oftíilmica,  como 
medio  útilísimo  de  conseguir  la  absoluta  insensibilidad  del  nervio  óptico. 

La  fototerapia,  y  más  particularmente  la  radioterapia  como  medio  flo- 
gístico,  recibirán  un  vigoroso  impulso  de  este  precioso  metal,  que  permitirá 
substituir  la  complicada  maquinaria  actual  por  un  sencillo  tubito  lleno  de 
materia  radio-activa. 

También  será  simplificado  el  procedimiento  de  la  llamada  fotografía  de 
lo  invisible,  ya  que  unas  pocas  partículas  de  radio  desterrarán  las  pilas,  los 
tubos  y  los  caros  carretes  de  RumkorflF.  Se  podrá  tener  lámparas  indefini- 
damente luminosas,  sin  necesidad  de  vigilancia  ni  de  substitución  de  mate- 
rial: BeLón  ha  demostrado  que  es  posible  la  solución  de  este  problema,  pues 
metiendo  una  cantidad  infinitísima  de  radio  en  una  rednmita  de  vidrio  llena 
de  cloruro  de  zinc,  obtuvo  la  emisión  de  una  luz  bastante  intensa. 

Y  cien  otras  pruebas  tendrán  buen  éxito  y  larga  aplicación,  cuando  á  la 
aplicac  ón  ayude...  la  materia  aplicable.  Porque  en  todo  el  muudo  (es 
oportuno  recordarlo  aquí)  no  existe  del  nuevo  metal  ni  siquiera  la  cantidad 
de  un  gramo  aislado,  y  la  poca  cantidad  que  se  pu<  de  obtener  de  los  mine- 
rales de  Uranio,  se  logra  á  costa  de  un  trabajo  enorme  de  extracción,  que 
eleva  su  precio  á  una  cifra  espantosa,  cien  veces  mayor  que  la  de  los  más 
preciosos  elementos  hasta  ahora  conocidos. 

El  on»  se  paga  comunmente  á  3,000  liras  el  kilogramo. 

El  iridio,  metal  blanco  iridescente,  á  6,500  liras  el  kilogramo. 

El  rutenio,  semejante  al  anterior,  á  14,000  liras  el  kilogramo. 

El  rhodio,  descubierto  por  Wollaston  en  1803,  y  el  vanadio,  de  esplendor 
maravilloso  que  no  ofusca,  descubierto  en  1830,  cuestan  unas  20,000  liras  el 
kilogramo. 

El  itrio  y  el  litio,  el  más  ligero  de  todo.s  los  metales,  cuestan  cerca  de 
25,000  liras  el  kil  gramo. 

El  estroncio,  descubierto  por  Davy  en  1808,  vale  35,000  liras  el  kilogramo. 

El  didimio,  descubierto  por  Mosander  en  1840,  vale  40,000  liras^  el  ki- 
logramo. 

El  radio  tiene,  por  ahora,  un  precio  tan  exorbitante,  que  un  kilogramo 
y^íí^Viñ^áQ  diez  millones  deliras  (10.000,000);  de  manera  que,  de  momento, 
liay  que  excluirlo  del  uso  común. 

Pero  como  ha  sucedido  con  otros  cuerpos,  que  debían  su  alto  precio  prin- 
cipalmente á  la  dificultad  de  extracción,  y  que  con  el  perfeccionamiento  de 
la  técnica  y  de  los  métodos  de  ésta,  bajaron  á  un  precio  que  los  ha  puesto  al 
alcance  de  todo  el  mundo,  puede  ser  que  pronto  suceda  lo  propio  con  el 
radio :  un  sistema  de  extracción  más  remunerad^r  lo  hará  más  accesible  al 
comercio,  y  entonces  se  podrá  presenciar  el  desarrollo  admirable  de  novísi- 
mas industrias  y  la  sucesión  continua  de  cosas  prodigiosas. 

¿ Llegaremos  nosotros  á  verlo? 

TȒo  se  puede  excluir  la  eventualidad,  porque  en  los  tiempos  actuales,  no 
se  debe  pronunciar  jamás  ía  palabra  tw;?05¿í/í  ante  el  rápido  y  gigantesco 
progreso  de  la  ciencia  triunfante  y  conquistadora. 

Trad.  pnr  el  Dr.  R.  Roviea  y  Oliver. 

REVISTA   CRITICA   BmLIOGRAPICA 

POR     F.L 

Dr.  D.  Antonio  Rodríguez  Mouini 

Médico -Director  del  Manicomio  de  San  Baudilio  de  Llobregat 

Tratado  de  Terapéutica  aplicada,  por  Alberto  Robin.  Traducción  al  espa- 
ñol, por  .1.  Corouiinns  Sabater.  —  José  Espasa,  editor.— Tomos  VI  y  VIL— 
Barcelona,  1902  y  1903. 

El  tomo  VI  del  Tratado  de  Terapéutica  aplicada,  publicado  bajo  la 
dirección  de  A.  Kobin,  está  por  entero  couFagrado  al  tratamiento  de  las 
enfermedades  del  sistema  nervioso,  con  exclusión  de  las  enfermedades 


Rcpista  crítiCii  bibliográjica  187 

psíquicas,  las  cuales  son  objeto  de  un  estudio  especial  que  ocupa  la 
tercera  parte  del  tomo  VII,  estando  el  resto  de  este  tomo  destinado  k  los 
artículos  que  hacen  referencia  al  tratamiento  de  las  enfermedades  de 
la  piel. 

El  plan  de  desarrollo  de  las  materias  contenidas  en  estos  tomos  no 
se  diferencia  del  se<í:uido  en  los  volúmenes  anteriormente  examinados, 
acusándose  en  todos  ellos  la  experta  mano  del  director  de  la  publica- 
ción, que  lia  sabido  llevar  á  feliz  término  una  obra  de  tanto  empuje  y 
formada  por  elementos  tan  complejos. 

Los  artículos  destinados  á  exponer  el  tratamiento  de  las  enfermeda- 
des nerviosas,  llevan  al  frente  firmas  tan  prestigiosas  como  las  de 
Joffroy,  C.  Marie  G.  Ballet,  Mossé,  H.  Meige,  G.  de  la  Tourette,  Féré, 
Grassét,  Brissaud,  Janet,  Pitres  y  otros  más,  y  dicho  se  está  que  las 
ideas  eu  ellos  consignadas  representan  la  última  palabra  de  los  estu- 
dios neuropáticos  en  lo  referente  á  las  indicaciones  terapéuticas. 

Desgraciadamente,  son  éstas  todavía  muy  imperfectas,  porque  de- 
biendo estar  basadas  en  la  patogenia  para,6er  racionales,  desconocemos 
actualmente  de  un  modo  preciso  la  correspondiente  á  la  mayor  parte 
de  las  enfermedades  del  sistema  nervioso,  por  ignorar  á  su  vez  las 
causas  que  las  producen.  Mientras  se  siga  dando  tanta  importancia  á 
la  herencia  como  principal  factor  etiológico  y  mientras  no  se  precise  el 
papel  que  las  infecciones  desemi)eñan  como  causas  determinantes  de 
dichas  dolencias,  será  punto  menos  que  imposible  formular  una  tera- 
péutica patogenésica  que  conduzca  á  la  curación  de  las  mismas.  Por 
esto  son  tan  variados  y  en  ocasiones  tan  antitéticos  los  tratamientos 
empleados  para  combatir  una  misma  dolencia  y  por  esto  el  fracaso  de 
los  agentes  medicamentosos  en  ningún  grupo  de  enfermedades  es  tan 
'  grande  como  en  las  del  sistema  nervioso. 

No  es  posible  seguir  paso  á  paso  todos  los  artículos  contenidos  en  el 
tomo  VI,  pues  aparte  de  que,  resultaría  una  labor  muy  fatigosa,  re- 
portaría además  poquísimas  ventajas  á  los  lectores  de  Ta  Gacicta  ;  así 
es  que  he  de  limitarme  á  manifestar  que  todas  las  enfermedades  de  los 
centros  nerviosos,  desde  las  meningitis  hasta  las  esclerosis  cerebrales 
de  la  infancia,  están  perfectamente  estudiadas  desde  el  punto  de  vista 
de  la  terapéutica,  habiendo  algunos  útilísimos  capítulos  destinados  al 
tratamiento  de  ciertos  síndromes  morbosos  que,  sin  constituir  entidades 
nosológicas  claramente  definidas  y  pudiendo  ser  producidos  por  muy 
diferentes  procesos,  requieren  indicaciones  terapéuticas  inmediatas  y 
puramente  sintomáticas ;  tal  acontece  con  la  apoplegía,  la  afasia,  el 
coma  y  la  hemiplegia. 

Seguramente  habrá  muy  pocas  obras  de  Terapéutica  y  de  Patología 
que  dediquen  tanto  espacio  á  exponer  el  tratamiento  de  las  enfermeda- 
des del  cerebelo,  del  bulbo  y  de  la  protu))erancia,  constituyendo  tres 
capítulos  sumamente  curiosos  por  la  habilidad  con  que"  están  escritos, 
pero  muy  poro  aprovechables  desde  el  punto  de  vista  práctico,  ya  que 
la  mayor  }>arte  de  lo  en  ellos  expuesto  está  basado  en  la  fantasía  del 
autor  y  no  en  la  realidad  de  los  hechos. 

A  Weill  son  debidos  dos  liermosos  artículos  destinados,  uno  de  ellos 
al  tratamiento  de  los  vértigos,  y  el  otro  al  de  la  enfermedad  de  Little. 

A  las  grandes  neurosis,  epilepsia  é  histerismo,  no  se  les  da  la  misma 
importancia  en  la  exposición  (le  su  tratamiento,  pues  mientras  á  la 
primera  se  le  dedica  menguado  espacio,  la  segunda  ocupa,  en  cambio, 
un  gran  número  de  páginas.  El  l)r.  Ch.  Féré  es  el  encargado  del  tra- 
tamiento de  la  epilex)sía  en  general,  hablando  principalmente  en  su 
artículo  de  la  acción  y  del  valor  de  los  bromuros  y  dedicando  unas  cor- 
tas líneas  al  tratamiento  por  los  agentes  físicos,  que  el  autor  considera 
como  de  escasa  eficacia.   Nada  dice  del  régimen  dietético  á  que  se  ha  de 


iS8  Repista  critica  biMiográfica 


sujetar  á  los  epilépticos,  cuestión  de  la  más  alta  importancia  terapéutica, 
que  en  estos  últimos  tiempos  ha  adquirido  gran  relieve,  y  que  junto  con 
la  descloruración  constituye  hoy  día  el  arma  más  valiosa  que  puede  em- 
plear el  clínico  para  combatir  la  terrible  dolencia.  El  tratamiento  de 
la  epilepsia  parcial  está  expuesto  en  capítulo  aparte,  siendo  su  autor 
el  Dr.  A.  Pitres. 

Gilíes  de  la  Tourette  firma  el  artículo  dedicado  al  tratamiento  del 
histerismo,  exponiendo  en  primer  término  las  indicaciones  generales  y 
detallando  después  los  tratamientos  de  algunos  síntomas,  especialmente 
el  de  los  trastornos  de  la  sensibilidad  general,  de  las  parálisis,  de  las 
contracturas,  de  las  perturbaciones  viscerales,  etc.,  terminando  el  ar- 
tículo con  algunas  consideraciones  sobre  la  terapéutica  del  histerismo 
traumático.  Todo  esto  en  cuanto  se  refiere  al  tratamiento  farmacoló- 
gico ó  por  agentes  físicos,  pues  la  terapéutica  psicológica  de  esta  gran 
neurosis  está  admirablemente  expuesta  en  un  hermoso  artículo,  debido 
á  la  brillante  pluma  de  M.  P.  Janet.  Este  sabio  psicólogo  analiza  el  his- 
terismo desde  el  punto  de  vista  de  sus  trastornos  mentales,  puntuali- 
zando y  estudiando  éstos  y  señalando  las  diversas  indicaciones  terapéu- 
ticas que  hay  que  cumplir  para  combatirlos,  dando  gran  importancia  al 
aislamiento  y  a  la  sugestión  hipnótica,  hasta  el  punto  de  creer  que 
son  los  dos  únicos  factores  capaces  de  lograr  algún  éxito  permanente 
en  la  curación  del  histerismo. 

El  Profesor  Brissaud  dedica  un  largo  artículo  al  tratamiento  de  la 
neurastenia,  analizando  el  valor  de  todos  los  medios  que  se  han  pro- 
puesto para  combatir  la  proteica  dolencia  y  mostrando  gran  predilec- 
ción por  la  psicoterapia  y  por  el  aislamiento. 

El  tratamiento  de  la  enfermedad  de  Parkinson,  de  las  coreas  arít- 
micas,  de  las  mioclonias,  de  las  neurosis  periféricas  (eritromegalia, 
acroparestesia,  asfixia  local  de  las  extremidades),  de  la  enfermedad 
de  H.  Meige,  de  las  ])olineuritis  y  de  las  neuralgias,  está  debidamente 
expuesto  en  otros  tantos  capítulos  firmados  por  H.  Meige,  Lannois, 
Beaumel,  Hirtz,  Sarta  y  Marie. 

Termina  el  tomo  VI  con  cuatro  artículos  dedicados  al  tratamiento 
de  la  incontinencia  nocturna  de  orina,  de  la  espermaturrea,  del  ona- 
mismo  y  del  reumatismo  crónico. 

El  tomo  VII  está  destinado  al  tratamiento  de  las  enfermedades  de  la 
piel  y  de  los  procesos  de  la  mente. 

El  de  aquéllas  está  expuesto  de  mano  maestra,  desde  el  punto  de 
vista  de  las  indicaciones  generales,  por  el  Dr.  Hallopeau,  que  escribe 
un  interesante  artículo,  en  el  que  analiza  las  causas  que  determinan 
las  enfermedades  de  la  piel,  y  expone  someramente  las  indicaciones 
que  se  derivan  de  la  etiología  de  los  procesos,  de  las  lesiones  y  de 
los  síntomas. 

Iils  posible  que  sea  este  el  grupo  de  enfermedades  mejor  tratado  de 
la  obra  que  estoy  estudiando,  y  no  precisamente  i)or  la  valía  de  los 
autores  que  se  han  encargado  de  su  exposición,  sino  porque  la  tera- 
péutica de  las  dermatosis  ha  alcanzado  en  estos  últimos  años  una  gran 
precisión,  del)ido  en  parte  al  conocimiento  exacto  de  las  causas  que  las 
provocan  y  en  parte  también  al  descubrimiento  de  agentes  medica- 
mentosos de  gran  eficacia. 

No  puedo  entretenerme  en  enumerar  los  diversos  capítulos  referen- 
tes á  estos  tratamientos,  pero  sí  creo  conveniente  llamar  la  atención 
de  los  lectores  acerca  los  de  las  tinas,  las  aloi)ecias  y  la  psoriasis,  por 
ser  en  mi  C(uicei)to  los  mejor  escritos,  acusando  los  grandes  conoci- 
mientos de  Dubreuilh,  Brocq  y  Besnier,  que  son  sus  autores.  Este  úl- 
timo firma  también  el  extenso  capítulo  dedicado  al  tratamiento  del 
eczema. 


S^oticias  cientíjicas 


De  todos  los  capítulos  de  esta  sección,  el  único  que  me  parece  bas 
tante  deficiente  es  el  del  lupus,  que  no  sólo  peca  de  algo  anticuado' 
sino  que  además  está  expuesto  en  rorma  difusa  y  poco  convincente. 

Muy  poco  espacio  hay  destinado  en  este  Tratado  de  2'erapéulica  al 
tratamiento  de  las  enfermedades  mentales,  y  aunque  algunos  de  los 
autores  que  se  ocupan  del  mismo  gozan  de  gran  renombre,  he  de 
confesar  sinceramente  que  los  capítulos  de  esta  sección  no  están  en 
relación  con  la  importancia  de  la  obra,  y  parecen  escritos  como  por 
compromiso  y  para  salir  del  paso.  Hay  que  exceptuar,  sin  embargo, 
el  firmado  por  Maguan,  en  el  que  el  ilustre  alienista,  en  admirable 
síntesis,  expone  e¡  concepto  moderno  de  la  enajenación  mental  desde 
el  punto  de  vista  de  la  etiología,  de  la  patogenia  y  de  la  nosografía, 
para  deducir  las  indicaciones  terapéuticas  y  para  estudiar  esquemáti- 
camente los  métodos  generales  de  tratamiento. 

Muéstrase  Magnan  entusiasta  decidido  del  non  restraint,  haciendo 
la  apología  de  los  Manicomios  abiertos,  de  edificios  diseminados,  con 
escasos  medios  de  sujeción  y  reprensión  y  organizados  de  tal  modo,  que 
se  asemejen  más  á  una  colonia  oue  á  un  hospital-asilo.  Particulari- 
zando más,  preconiza  la  «  reclusión  en  la  cama  »  para  el  tratamiento 
de  formas  agudas  de  vesania,  siempre  y  cuando  no  se  erija  en  sistema 
y  no  se  prolongue  indefinidamente  con  perjuicio  manifiesto  de  las  fun- 
ciones del  aparato  gastro-intestinal. 

En  los  artículos  destinados  al  tratamiento  de  los  diversos  grupos 
nosológicos,  no  encuentro  nada  digno  de  especial  mención,  pues  sus 
autores  se  han  limitado  á  exponer  lo  que  es  de  uso  corriente  y  que  se 
encuentra  consignado  en  cualquier  obra  elemental  de  patología  psí- 
quica. Sólo  me  ha  llamado  la  atención,  é  impresionado  muy  agrada- 
blemente, la  escasísima  importancia  que  conceden  los  autores  en  la 
terapéutica  mental  á  la  electricidad,  sea  cualquiera  la  forma  en  que  se 
emplee,  y  como  esto  está  de  perfecto  acuerdo  con  mis  ideas  respecto 
al  particular  (ideas  fundamentadas  en  una  larga  práctica  manicomial), 
lo  consigno  con  gusto,  porque  ya  es  hora  de  destruir  la  leyenda  dorada 
que  se  ha  forjado  acerca  de  la  eficacia  de  la  electricidad  en  el  trata- 
miento de  las  enfermedades  de  la  mente. 

NOTICIAS  CIENTÍFICAS 


Nicturía. — Los  individuos  sanos  eliminan  durante  el  día  mayor 
cantidad  de  orina  que  por  la  noche,  tanta  que  la  proporción  suele  ser 
de  100  :  50.  En  algunas  enfermedades  cambia  la  relación  por  comple- 
to. Pehn,  que  ha  estudiado  esta  materia  en  diversos  padecimientos, 
W^m^nictima^X  hecho  de  excretarse  más  orina  por  la  noche. 

Existe  la  nicturia  en  todas  las  enfermedades  del  aparato  circulato- 
rio y  puede  ser  muy  bien  considerada  como  síntoma  de  insuficiencia 
del  miocardio;  el  cual  no  puede,  durante  el  día,  desempeñar  sus  fun- 
ciones normales.  La  mengua  de  la  presión  es  la  causa  de  que  dismi- 
nuya la  orina ;  en  cambio,  la  presión  nocturna  es  mayor  y  es  elimi- 
nuida  una  mayor  cantidad  de  líquido.  —  (Berl,  Alin.  WocA.  I  —  (Ce- 
BEiRA  Rey). 

formación  de  la  linfa.  —  La  linfa  es  un  producto  de  for- 
mación muy  compleja,  á  la  que  concurren  muchas  fuerzas  mecánicas, 
físicas  y  vitales. 

Pueíle  ser  justamente  considerada  como  un  producto  de  filtración, 
de  difusión  y  de  osmosis  y  como  un  producto  de  verdadera  secreción. 


JQO  Noticias  científicas 


Por  lo  tanto,  podemos  ver  eu  el  aparato  linfático  una  verdadera 
glándula  constituida  por  una  infinidad  de  pequeños  sistemas  glandu- 
lares, sumergidos  en  los  intersticios  (|e  los  tejidos.  Cada  uno  de  estos 
sistemas  está  representado  por  un  capilar  sanguíneo,  que  es  la  parerl 
filtrante ;  una  célula  ó  un  conjunto  de  ellas,  que  son  la  pared  secreto- 
ra ;  una  red  linfática  y  un  capilar  linfático,  que  constituyen  e^  depósito 
y  el  conducto  excretor. 

Hay  en  los  seres  inferiores  y  en  el  embrión  aparatos  tan  sencillos ; 
pero  á  medida  que  el  organismo  se  complica,  la  íunción  se  perfecciona 
y  se  constituyen  aparatos  nuevos  que  se  juntan  los  unos  á  los  otros  y 
terminan  el  trabajo  que  los  otros  comenzaron. 

De  ese  modo  es  como  todos  esos  sistemas  primitivos  se  encuentran 
poco  ñ  poco  divididos  en  vías  de  excreción  más  considerables,  que  se 
unen  bieu  pronto  á  los  grandes  troncos  venosos. 

De  ese  modo  igualmente  sucede  que  un  órgano  está '  encargítdo  de 
resumir  la  excreción  de  todo  el  organismo,  el  riñon. 

La  función  de.  excreción  se  cumple,  pues,  á  la  vez  para  cada  órgano 
ó  agrupación  celular  en  los  tejidos,  y  para  el  conjunto  del  organismo 
en  el  riñon.  — 

La  eliminación  de  los  residuos  se  verifica  en  dos  etapas  :  una  inters- 
ticial y  otra  renal ;  la  linfa  es,  pues,  el  líquido  de  eliminación  de  cada 
tejido,  como  la  orina  es  el  liquido  de  eliminación  de  todo  el  organis- 
mo, y  la  extremada  complexidad  del  funcionamiento  del  riñon  no  hace 
más  que  acabar  la  selección  de  productos  comenzada  en  los  tejidos. 

La  sinergia  funcional  de  los  actos  de  la  secreción  linfática  y  de  los 
actos  de  la  secreción  renal  está  siempre  manifiesta  y  vemos  en  estado 
normal  que  las  variaciones  de  la  una  influyen  por  intermedio  de  la 
sangre  sobre  el  funcionamiento  de  la  otra. 

De  ese  modo  se  halla  constituido  un  equilibrio  reno-linfático,  sobre 
el  cual  Koranyi  había  ya  llamado  la  atención  y  aue  asegura  en  el  or- 
ganismo normal  el  funcionamiento  del  aparato  de  eliminación.  —  (La 
Presse  médicale).  —  (Rodríguez  Ruiz). 

Aceite  de  liigado  de  bacalao  :  carestía.  —  En  tiem- 
pos normales  este  vulgar  producto  es  objeto  de  numerosas  falsificacio- 
nes, quizás  más  de  las  que  calcule  un  pesimista.  Este  año  serán  mu- 
chas más,  pues  el  aceite  ha  sufrido  un  encarecimiento  notable  :  de  110 
francos  ha  subido  á  800  el  precio  de  una  barrica. 

Se  creyó  en  los  primeros  momentos  que  se  trataba  de  un  trustj  pero 
el  hecho  real  es  la  gran  escasez  de  producción.  En  el  gmn  centro,  en 
las  islas  Lofonden,  sólo  han  recogido  1,200  barricas  en  la  última  cam- 
paña, en  vez  de  30,000  que  es  la  cantidad  ordinaria. 

Esta  mengua  tiene  una  explicación.  El  número  de  bacalaos  es 
aproximadamente  el  mismo  de  otros  años,  pero  su  hígado  contiene 
poco  aceite. 

Se  atribuye  esto  á  qne  liabiendo  sido  muy  baja  la  temperatura  del 
agua  del  mar  este  año,  no  se  han  desarrollado  bien  los  crustáceos 
que  constituyen  el  alimento  habitual  de  los  abadejos.  Ha  resultado 
de  ello  una  semi-inanición  para  los  peces  y  un  escaso  engrasamiento 
del  hígado.  —  (Médeciiie  rnoderne),  —  (Rodríguez  Méndez). 

Aubepina.  (Crategus  vxyacantha),  —  Las  flores,  en  infusión  ó 
en  tintura,  pueden  ser  utilizadas  en  terapéutica  cardíaca.  Huchard 
dice  :  La  tintura  de  aubepina  tonifica  el  corazón  de  una  manera  suave, 
pero  cierta.    Su  acción  toxica  es  nula. 

Dosis :  diez  gotas  de  tintura  tres  á  cinco  veces  al  día,  continuándo- 
las durante  semanas. — [Archives  de  ThérapeAUiqut). — (Rodbígükz  Roiz). 


FORMULARIO   T   TRATAMIBNTOS    M0DBRM08 


XLI.  —  Petroielina  oomo*  analgétloo  en  loe  entuerto! 

La  petroselina  es  un  medicamento  cuyo  principio  activo  es  un  producto 
sacado  de  las  semillas  de  una  variedad  del  Petroselinmn.  Químicamente  es 
un  éter  derivado  de  los  fenoles  y  se  presenta  en  forma  de  cristales  blancos, 
de  sabor  acre  y  amargo  y  de  olor  penetrante.  No  se  disuelve  en  el  agua,  es 
poco  soluble  en  los  aceites  grasos  y  ét^r  y  mucho  en  el  alcohol.  Unida  al 
mentol  constituye  un  analgésico  poderoso. 

Se  administra  en  grajeas,  cada  una  de  las  cuales  contiene  veinte  centi- 
gramos de  petroselina  mentolada. 

Barlerin  la  lia  usado  en  sesenta  casos  de  esas  contracciones  dolorosas, 
consecutivas  al  parto,  que  por  su  frecuencia,  persistencia  é  intensidad,  com- 
prometen el  reposo  siempre  necesario  después  del  parto.  Administra  las 
grajeas  de  dos  en  dos  cada  media  hora,  sin  notar  repugnancia  alguna  por 
parte  de'los  enfermos,  ni  trastorno  de  ninguna  chise,  incluso  la  secreción 
láctea.  Los  dolores  calman  de  ordinario  antes  de  la  tercera  dosis ;  en  casos 
raros  han  sido  necesarias  doce  grajeas ;  persisten,  sin  embargo,  las  contrac- 
ciones, pero  sin  sufrimiento. 

Parece  sor  qie  una  acción  análoga  ejerce  la  petroselina  en  las  contrac- 
ciones irregulares  é  inútiles  del  parto,  pero  este  punto  no  está  suftciente- 
mente  estudiado  (1). 

XLII.  —  Mixtura  antiemétioa  de  Biverio  modiflpada 

Cayla  publica  esta  fórmula  : 

Poción  de  Riverio 50  gramos. 

N."  1.    Añádase  3  á  5  centigramos  de  clorhidrato  de  cocaína. 
N.'  2.    Añádase  3  centigramos  de  clorhidrato  de  morfina  (2). 

XLin.  —  Tloool :  aplioaoiones  terapéutioai 

Aparte  del  tratamieuto  higiénico,,  que  es  fundamental,  de  cuantos  medi- 
camentos se  han  preconizado'  contra  la  tuberculosis  pulmonar,  la  creosota 
es  la  más  acreditada;  mas  como  ésta  tiene  inconvenientes  físicos  y  quími- 
cos, se  ha  procurado  subsanarlos  utilizando  ^íus  compuestos  ó  sus  derivados: 
guayacol,  carbonatos  de  creosota  ó  de  guayacol,  fosfates  ó  fotsfttos  de  creo- 
sota, etc.,  que  tampoco  están  en  absoluto  exentos  de  todo  reproche.  De 
todos  ellos  el  tiocol  ó  sulfo-guayacolato  potásico  es  el  más  ventajoso,  en  con- 
cepto de  Gripon. 

Es  fácilmente  soluble  en  el  agua,  inodoro,  insípido  y  se  presta  á  ser 
administrado  de  las  maneras  usuales:  jarabe,  poción,  sellos,  etc.,  hasta 
en  los  niños. 

Provoca  la  eliminación  de  los  ácidos  sulfo-conjugados,  no  ejerce  acción 
directa  sobre  la  bilis  ni  sobre  la  sangre,  se  asimila  en  la  proporción  de  T2  á 
75  por  100  y  coloca  á  la  sangre  en  condiciones  mejores  para  luchar  contra 
el  bíicilo  tuberculoso.  Además,  es  un  buen  estomáquico,  aumenta  el  ape- 
tito y  consecutivamente  el  peso  del  cuerpo,  á  las  veces  de  un  modo  notable. 

En  la  tuberculosis  es  un  antitérmico  eficaz  desde  los  primeros  días  y  á  la 
par  mengua  los  sudores. 

También  es  utilizable  en  otros  padecimientos  no  tuberculosos  :  enteritis 
aguda  ó  crónica,  bronquitis  crónica  y  fiebre  tifoidea  (3). 

XLIV.  —  Orioffenina :  aooión  antitérmioa 

Como  nuevo  dato  que  completa  el  artículo  que  acaba  de  ser  publicado  en 
nuestro  Boletín,  expongo  el  estudio  de  Masseguin,  quien  acepta  la  opinión  de 
Schmitt,  para  quien  «  un  buen  antitérmico  debe  tener  sobre  la  temperatura 
del  febricitante  una  acción  segura,  prolongada  y  exenta  de  toda  manifesta- 
ción accesoria,  local  ó  general », 


(1)  Ga^.  hebd.  des  Se,  méd.  de  Bordeaux. 

(2)  Pro/frés  medical. 

(3)  Thése  de  París. 


i 02  Formulario  y  tratamiento*  modernos    ' 

Para  el  autor  está  indicada  : 

En  la  fiebre  tifoidea  cuando  hay  contraindicación  á  los  baños  en  las  for- 
mas prolongadas. 

En  la  fiebre  de  la  bacilosis,  primero  y  segundo  estadio.  En  el  último 
vale  más  abstenerse  (1). 

XL  V.  —  He  vi  maternl :  tratamiento  oon  el  agna  oxigenada 

En  la  clínica  de  Unna  se  ha  usado  esta  agua,  preparándola  en  la  propor- 
ción de  30  por  100  de  peróxido  de  hidrógeno. 

Se  coloca  sobre  la  piel,  dos  veces  al  día,  una  gota  de  esta  agua  concen*- 
trada  mediante  una  barrita  de  cristal  y  se  la  deja  secar,  lo  que  tarda  un 
cuarto  de  hora  próximamente.  Encima  se  pone  emplasto  de  zinc. 

Las  nuevas  aplicaciones  se  van  haciendo  en  superficies  distintas  en  caso 
de  nevus  extenso. 

En  todos  los  casos  han  desaparecido  las  manchas  en  15  á  30  días.  La  cura 
apenas  sí  fué  dolorosa  (2), 

XLVl.  —  Cordita:  aooión  flsiológioa 

La  cordita  es  una  de  las  substancias  explosivas  modernas,  muy  usada  por 
los  ingleses  en  la  campaña  del  Transvaal.    Se  compone  de  : 

Nitroglicerina 58  partes 

Algodón-pólvora 37      » 

Substancias  minerales 5     » 

y  se  la  dispone  en  cartuchos  de  60  gramos. 

Durante  la  mencionada  campaña  los  soldados  se  aficionaron  á  su  uso  por 
el  sabor  muy  agradable  y  la  acción  narcótica  y  estimulante  sumamente 
intensa  de  que  goza.  Tanto  gustaba  á  las  tropas,  que  fué  tenida  la  coítum- 
bre,  al  ser  repatriadas,  cómo  una  verdadera  calamidad. 

Jennings,  médico  militar,  conocedor  de  esta  práctica,  quiso  conocer  los 
efectos  por  sí  mismo. 

La  cordita,  dice,  tiene  sabor  dulce,  ligeramente  ácido  y  muy  grato;  pa- 
sado algín  tiempo  sufrió  la  cefalalgia  más  intensa  que  tuvo  en  su  vida, 
cefalalgia  que  persistió  36  horas. 

Disuelta  en  té,  la  cordita  estimula  el  sistema  nervioso  y  provoca  ataques 
dé  exaltación  ó  crisis  demoniacas.  Se  experimenta  vivísimo  deseo  de  hablar 
recio,  de  discurrir  rápidamente.  Después  hay  una  somnolencia  pesada, 
una  especie  de  estupor,  que  dura  de  5  á  11  horas,  según  la  dosis  ingerida  (2). 

XLVII.  —  Aspirina :  acción  antirenmá.tioa 

De  los  estudios  hechos  por  vi  Dr.  Ardin  Delteil  en  el  reumatismo  llamado 
infeccioso  se  deduce,  aparte  de  que  este  medicamento  está  llamado  á  gozar 
de  prestigio,  lo  siguientie  : 

1.°  En  el  reumatismo  franco  es  sensiblemente  superior  al  salicilato  sódi- 
co, respecto  al  cual  tiene  la  ventaja  de  ser  tolerable  en  extremo,  condición 
comprobada  por  otros  autores. 

2.°  Bn  los  pseudo-reumatismos  infecciosos  su  acción  es  manifiesta,  pues 
mientras  el  salol  y  el  salicilato  son  inactivos  por  completo,  la  aspirina  obra 
segura  y  rápidamente  ;  baja  en  breve  la  fiebre,  calman  los  fenómenos  dolo- 
rosos y  desaparecen  los  trastornos  generales  molestos. 

3.°*  Parece  obrar  con  mayor  rapidez  y  mayor  energía  en  los  pseudo-reu- 
matismos que  en  el  reumatismo  verdadero,  determinando  en  aquéllos  una 
baja  térmica  más  fácil,  completa  y  persistente  que  en  éste  (3). 

XLYIII.  —  Magnesio  metálico:  aplioacionee 

Payr  recomienda  los  alambres  de  este  metal,  delgados  y  acanalados,  para 
suturar  los  vasos  y  nervios. 

Ha  tratado  también  con  ellos  un  angioma  de  la  región  mentoniana  del 
modo  siguient'\  Penetró  en  medio  del  tumor  con  un  tenotomo.  y  per  la 
abertura  introdujo  siete  agujas  pequeñas  planas  de  magnesio,  dispuestas 


' 


íl)    Thése  de  MontpeÜier. 

(2)  Ga^.  hebd.  des  Se.  méd,  de  Bordeaux. 

(3)  Montpellier  medical. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  ¡93 

en  forma  de  flecha  y  de  tal  manera,  que  atravesaban  el  an^ioma  en  todas  di- 
recciones.   Suturó  la  abertura  y  cubrió  el  tumor  en  colodión  iodofórmico. 

Varios  días  después,  comprimiendo,  se  notaba  crepitación,  que  atribuyó 
al  desprendimiento  de  hidrógeno.  El  tumor  se  fué  endureciendo  y  acabó 
por  desaparecer,  sin  dejar  vestigios. 

Según  el  autor,  el  magnesio  fija  el  oxígeno  y  deja  libre  el  hidrógeno,^á 
la  par  que  coagula  rápidamente  la  sangre,  de  modo  análogo  á  lo  que  hacen 
la  electrólisis  y  las  inyecciones  de  peróxido  de  hidrógeno.  El  magnesio  es 
absorbido. 

Como  este  procedimipnto  es  inofensivo,  sencillo  y  no  produce  cicatrices, 
el  autor  la  recomienda  mucho  para  curar  los  tumores  vasculares  (1). 

XLIX. — Oafltro-enteritls :  tratamiento  oon  la  leohe  desnatada  áoida 

Esta  enfermedad  contagio>a,  tan  mortífera  en  los  niños,  y  con  frecuen- 
cia de  curación  difícil,  se  evita,  en  parte,  mediante  la  leche  esterilizada  y  un 
severo  régimen  de  los  niños.  De  todos  modos  abunda,  sobre  todo  en  ve- 
rano. Contra  ella  se  ac  ínseja  los  lavados  intestinales,  la  dieta  hídrica,  los 
astringentes,  los  baños,  etc.,  agentes  que  fracasan  no  pocas  veces. 

H.  de  Rothschild,  en  vista  de  los  trabajos  de  Metchnikoff  y  H.  Tissier 
sobre  la  fermentación  de  la  leche  y  la  flora  intestinal,  recurrió  á  la  leche 
privada  de  su  materiia  grasa  mediante  la  centrifugación  y  acidificada  con 
cultivos  puros  del  fermento  láctico.  En  casos  muy  graves,  cando  dosis  de 
30  á  60  cm*.,  ha  logrado  en  breve  tiempo  que  baje  la  temperatura,  cesen  los 
vómitos,  disminuya  la  diarrea,  recobren  las  deposiciones  el  aspecto  normal 
en  48  horas  y  aumente  el  peso  del  cuerpo  desde  los  primeros  días.  No  ha 
perdido  uno  solo  de  sus  enfermos,  mientras  que  con  la  terapéutica  usual  la 
mortalidad  es  de  40  á  50  por  100.  La  curación  tarda  una  semana  cuando 
más  (2). 

L.  —  OlstitU  blenórrás^ioa  de  forma  hemorrágioa :  tratamiento 

Entre  los  accidentes  de  la  blenorragia  está  la  cistitis  del  cuello  y  entre  los 
síntomas  de  ésta  la  expulsión,  al  terminar  la  salida  de  la  orina,  de  unas 
cuantas  gotas  de  sangre.  De  ordinario  esta  hemorragia  cesa  por  sí  sola ; 
pero  suele  ocurrir  que  adquiera  gran  importancia,  cistitis  hemorrágica, 
uniéndo.se  al  agí»tamiento  debido  á  los  dolores  y  al  tenesmo  una  anemia  rá- 
pida é  intensa  ocasionada  por  la  pérdida  de  sangre.  En  tales  condiciones  el 
enfermo  es  muy  vulnerable  á  otros  padecimientos,  de  preferencia  á  los  epi- 
démicos, y  además,  si  sufre  una  afección  latente,  tuberculosis  por  ejemplo, 
viene  un  período  agudo  temible. 

Preciso  es,  en  tales  casos,  dominar  las  hemorragias,  calmar  los  dolores  y 
disminuir  la  polakiuria,  todos  los  cuales  comprometen  la  existencia. 

FoUy,  siguiendo  el  ejemplo  de  P.  Carnot,  divide  los  hemostáticos  en  cua- 
tro grupos  : 

1.°  Vaso-constrictores  íocales,  cuyo  tipo  es  \9l  adrenalina.  No  está  bien 
valorada  por  los  urólogos  y,  por  otra  parte,  no  es  analgésica. 

2.°  Vaso-constrictores  generales,  como  la  ergotina,  que  sólo  obra  bien 
sobre  el  útero  y  que  no  calma  los  dolores. 

S.*"  Coagulantes  lócale?,  la  gelatina,  pero  que  es  difícil  obtenerla  pura  y, 
por  tanto,  no  está  al  alcance  de  todos  los  médicos. 

4."  Coagulantes  generales,  cual  el  cloruro  calcico,  que  son  muy  insegu- 
ros y  poco  conocidos. 

En  vista  de  la  poca  eficacia  de  los  hemostáticos  y  de  que  es  preciso  aten- 
der también,  y  con  urgencia,  al  tenesmo  y  los  dolores,  Folly  ha  recurrido 
en  tres-  casos,  notando  un  alivio  sorprendente,  á  una  inyección  que  lleva 
directamente  á  la  vejiga  un  coagulante,  un  anestesiante  y  un  vaso-constric- 
t  tr,  la  antipirina,  y  un  calmante,  el  láudano  de  Sydenham.  La  fórmula  es  : 

Agua  hervida 1,000  gramos 

Antipirina 20         » 

Láudano  de  Sydenham 5  á  10        » 

Con  una  sonda  de  Nélaton  y  una  jeringado  hidrocele,  muy  bien  esterili- 
zadas, después  de  orinar  el  enfermo,  introduce  suavemente  medio  litro  en 

(1)  ElJurado  médico  farmacéutico, 

(2)  Bull.  de  l'Acad.  de  Mid. 


tg4  Sección  ojicial 


la  vejiga  k  la  temperatura  ambiente.  Repite  la  inyección  dos  veces  cada 
día  y  más  si  es  menester,  reduciendo  á  la  mitad  la  última  inyección  diaria 
para  que  pueda  permanecer  algún  tiempo  en  la  vejiga.  En  la  mujer  pre- 
fiere la  sonda  metálica. 

El  autor  ha  quedado  muy  satisfecho  de  los  efectos  hemostáticos  y  anal- 

fésicos,  así  como  de  la  rapidez  con  que  la  orina  se  clarifica.    Añade  que 
ebiera  usarse  también  en  las  cistitis  calculosa,  cistitis  tuberculosa,  varices 
del  cuello  y  cáncer  de  la  vejiga  (1). 

Db.  Rodríguez  Méndez. 

SECCIÓN     OFICIAL 


PATRONATO  DE  CATALUÑA 
Para   la   lucha   contra   la   tuberculosis 

Gracias  á  la  iniciativa  y  á  la  gestión,  nunca  bastante  encomiadas,  de  la 
Academia  de  Htgiene  de  Cataluña,  ha  quedado  constituido  en  Barcelona  el 
«Patronato  de  h\  Obra  Antituberculosa».  El  pasado  miércoles  tuvo  lugar, 
en  los  salones  del  «Fomento  del  Trabajo  Nacional»,  la  primera  n»uiiión  ge- 
neral, á  la  que  concurrieron  personalmente  ó  por  delegación  ioá  muchos  y 
valiosos  elementos  de  nuestra  urbe,  que  habían  ofrecido  á  los  iniciadores 
su  incondicional  concurso  para  llevar  aquella  hermosa  idea  al  terreno 
práctico. 

El  ür.  Soley  dio  lectura  al  esquema  de  los  K^ítatutos  por  que  ha  de  re- 
girse el  Patronato;  y  á  continuación  dicho  seüfir  y  otros  de  sus  dignos 
compañeros  de  la  Academia  de  Higiene,  desarrollaron  el  vastísimo  plan  que 
han  concebido  para  la  realización  de  la  idea,  y  que  comprende  el  estableci- 
miento de  Di>pensarios,  Sanatorios  y  Hospitales  para  tísicos  pobres,  ello  á 
medida  que  10  permitan  los  recursos  de  que  el  Patronato  podrá  disponer. 
La  Asamblea  aprobó  unánime  el  croquis  y  el  plan  mencionados,  después 
de  haber  hecho  uso  de  la  palabra  varios  seYíores  eoncurrentes,  evidenciando 
su  verdadero  entusiasmo  por  la  Obra,  á  la  que  calificaron  de  altruista,  hi- 
giénica, social  y  patriótica,  manifestando  que  están  en  la  absoluta^  convic- 
ción de  que  Barcelona  entera  se  asociará  gustosa  á  la  cruzada  que  va  á  em- 
prenderse por  el  naciente  Patronato,  cuya  finalidad  es  limitar  en  lo  huma- 
namente posible,  mediante  consejos  y  preceptos  higiénicos  y  mediante  todo 
género  de  socorros  y  cuidados,  el  tremendo  contingente  de  víctimas  que. 
causa  anualmente  en  Barcelona  el  terrible  azote  de  la  tisis,  y  que  puede 
calcularse  en  unas  2.000,  muy  superior  al  de  much-is  de  las  epidemias  que 
se  han  cebado  sobre  nuestra  ciudad  en  el  pasado  siglo. 

Acto  seguido  se  procedió  á  la  constitución  de  la  Presidencia  honoraria 
del  Patronato,  d^»  su  Junta  directiva  y  del  Comité  ejecutivo,  dejando  para 
la  reunión  próxima  la  designación  de  las  personas  que  han  de  componer 
las  Comisiones  que  auxiliarán  á  aquéllos  en  su  caritativa  tarea. 

Pkksidentes  honorakios 
S.  R.  R.  el  Sr.  Cardenal  Obispo  de  Barcelona.  —  Excmo.  Sr.  Capitán  Ge- 
neral de  Cataluña.  —  Excmo.  Sr.  Gobernador  civil  de  la  provincia.  —  Exce- 
lentísimo señor  A^lcalde  Constitucional  de  Barcelona.  —  Excmo.  Sr.  Presi- 
dente de  laDiput  ición  Provincial.  —  Excmo.  Sr.  Presidente  de  la  Audiencia 
Territorial.  —  Kxemo.  Sr.  Fiscal  de  S.  M.  —  limo.  Sr.  Rector  de  la  Univer- 
sidad de  Barcelona.  —  Excmo.  Sr.  Senador  por  la  Universidad  de  Barce- 
lona. —  limo.  Sr.  Presidente  de  la  Academia  de  Higiene  de  Cataluña. 

Junta  directiva 

Presidente:  D.  Emilio  Vidal  Ribas,  propietario  y  comerciante. 

Vicepresidentes:  1).  Ensebio  Güell  y  Bacigalupi,  propietario.  —  D.  Pedro 
G.  Mjiristnny,  propietario  y  comerciante.  —  D.  Alvaro  M.*  ('amín.  Abogado 
y  propietario.  —  l)r  D.  Eduardo  Xalabarder  y  Serra,  Vicepresidente  de  la 
Academia  de  Higiene. 

Tesorero:  1)  Vicente  Ferrer  y  Garriga,  propieterio  y  comerciante. 

Contador:  Excmo  Sr,  Marqués  de  Alella,  propietario  y  fabricante. 

(1;    Journal  de  Méd.  et  de  Chir.  pr^U 


Estudiot , demográficos  de  Barcelona  tp5 


Vocales  :  Dr.  D.  José  Vallet,  Canónigo  Magistral,  Delegado  por  S.  E.  R.  el 
Cardenal  Obispo.  —  D.  Juan  Sala»  Antón,  Abogado,  Delegado  por  el  Exce- 
lentísimo señor  Alcalde  Constitución  al.  —  1).  Enrique  Sagnier  Viüavpcchia, 
Arquitecto,  Delegado  por  el  Excmo.  Sr.  Presidente  de  la  Diputación  Provin- 
cial. —  D.  José  Antonio  Brusi,  Director  del  Diario  de  Barcelona,  decano  de 
la  prensa  local.  —  Sr.  Marqués  de  Alfarrás,  propietario.  —  L).  Ensebio  Ber- 
trand  y  Serra,  propietario  y  fabricante.  —  D.  Ramón  Albo  y  Martí,  Abo- 
gado.—  D.  José  Marrsana,  propietario  y  fabricante.  —  D.  Alejandro  Pons, 
Abogado  y  propietario.  —  D.  Manuel  de  Gispert  y  Blanch,  Ingeniero.  —  Doc- 
tor D.  Manuel  tíegnlá  y  Estalella,  de  la  Academia  de  Higiene.  —  Dr  D.  Emi- 
lio Monturiol  y  Mata,  de  la  Academia  de  Higiene.  —  Dr.  D.  Federico  Viñas 
y  Cusí,  del  Cuerpo  Médico  Municipal. 

Secretario  general :  Dr.  D.  Víctor  Soley  y  Gely,  del  Cuerpo  Médico  Mu- 
nicipal 

Secretario  de  actas  :  Dr.  D.  Baltasar  Pijoan  y  Soteras,  de  la  Academia  de 
Higiene. 

Vicesecretario  1.° :  D.  Bernardino  Martorell  y  Puig,  Arquitecto. 

Vicesecretarios  2. os :  Dr.  ü  Luis  Moragas  y  Pomar,  de  la  Academia  de 
Higiene.  —  Dr  D.  Narciso  Fustery  Domingo,  de  la  Academia  de  Higiene  y 
Presidente  de  la  Comisión  de  propaganda. 

Comité  ejecutivo 
Presidente  :  D.  Emilio  Vidal  Ribas. 
Vicepresidente :  D.  Eduardo  Xal  ibarder  y  Serra. 
Vocales  :  D.  Ramón  Albo  y  Martí.  —  Dr.  D.  Manuel  Segalá  y  Estalella. 
Secretario  :  D.  Víctor  Soiey  y  Gely. 
Vicesecretario  :  D.  Bernardino  Martorell  y  Puig. 

NUESTRA  CORRBSPONDBNCIA  CON  LA  PRRNSA 


La  Escuela  de  Medicina,  de  México.  —  Gracias  por  la  reproducción  de  las 
notic  as  Alcoholismo:  tratamiento  con  el  suero  antie tilico  y  Fonmiatos:  su 
empleo  en  las  enfermedades  microbianas  y  especinlmente  en  la  tuberculosis  y 
en  el  címcer,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez,  cuyñ  procedencia  no  cita. 

Bevista  eapaftcla  de  SifllicgrrAfta*  ^tc,  de  M»drid.  —  Id.  id.  del  artículo 
De  hs  indicffciones  del  ácido plcrico  en  las  uretritis,  del  Dr.  Peyrí. 

La  Rlsriene,  de  la  Habana.  —  Id.  id.  de  la  nbtií-ia  Muerte  aparente  de  los 

•  recién  nacidos,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez,  Profilaxis  de  la  tuher'-nlosiSy  del 
Dr.  R  )vira  Oiiver,  y  del  artículo  d  »1  Dr.  Parier,  Lactancia  artificial,  tra- 
ducid) por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J  ). 

La  Independencia  módica,  de  H»rc(>lona.  —  Id.  id.  de  la  noticia  Azul  de 
m^tileno  en  Obstetricia  y  Ginecología,  del  Dr.  Rovira  y  01  ¡ver. 

La  Semana  Médica,  de  Buenos  Aire.^.  —  Id.  id.  de  la  noticia  Úlcera  gás- 
trica: tratamiento  con  el  aceite,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Madrid  módloc,  de  Madrid.  -  Id.  id  de  las  conclusiones  del  trabajo  Sobre 
el  origen  histórico  de  la  sífilis  eíi  España,  del  Dr  Comenge. 

Gaceta  de  Medicina  Kcclóglca,  de  Madrid.  —  Id.  id.  del  trabajo  del  doc- 
tor C.  Guérin,  Viruela  y  vacuna,  traducido  por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J.). 

Estudios  demográficos  de  Barcelona 

l'OM    El. 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Las  dolencias  del  sistema  nervioso,  lo  mismo  las  que  afectan  á  su 
estructura  íntima,  á  los  elementos  propios,  como  las  que  se  refieren  á  las 
membranas  protectoras  y  las  que  dimanan  de  trastornos  en  la  circula- 
ción (división  no  siempre  fácil  de  establecer),  ocasionan  un  número 
crecido  de  victimas  en  la  ciudad  condal.  Creyendo  de  interés  un  estu- 
dio sintético,  hemos  compuesto  los  adjuntos  estados  que  ofrecemos  álos 
aficionados  á  tales  asuntos : 


rg^ 


Estudios  demográficas  de  Barcelona 


Mortalidad  sistema  nervioso.—  Afio   1008 


Meses 

Tejido 
propio 

Meninges 

Sistema 
de  irrigación 

Totales 

Estaciones 

Enero .  .  .  .' 

52 
52 
38 
38 
35 
27 
24 
24 
26 
22 
22 
33 

53 
58 
76 
81 
47 
71 
83 
58 
45 
45 
39 
55 

126 
105 
97 

74 
107 
75 
75 
96 
82 
82 
84 
127 

231 
235 
211 
190 
189 
173 
182 
178 
153 
149 
145 
215 

Febrero.        

677 

Marzo 

Abril 

Mayo 

552 

Junio 

Julio.        

Agosto      

513 

SeDtieinbre          

Ociubre 

Noviembre 

509 

Diciembre 

Totales 

393 

711 

1,130 

2,251 

2,251 

Mortalidad  aparato'  de  irrigaeión  (aistema  nervioso).  Urbe  y  agregados 


Meses 

Año  1898 

Año  1899 

Año  1900 

Año  1901 

Año  1902 

Año  1903 

Estaciones 

Enero  ....... 

133 

134 

184 

148 

113 

126 

Febrero 

130 

108 

120 

156 

118 

l(i5 

Invierno.  2,272 

Marzo , 

115 

123 

118 

138 

10í> 

97 

Abril 

ito 

119 

402 

88 

77 

74 

Mayo 

9H 

HK> 

85 

h5 

92 

107 

Primavera  1621 

Junio 

86 

83 

75 

76 

91 

75 

Julio  . 

86 

89 

91 

88 

88 

'^5 

Agosto 

99 

1(18 

64 

74 

81 

96 

Verano  .  1,455 

Septiembre  .... 

74 

66 

66 

61 

72 

82 

Octubre 

83. 

82 

70 

80 

32 

82 

Noviembre  .  .  . 

114 

81 

106 

123 

95 

84 
127 

1,130 

^ Otoño  ..1,806 

Diciembre 

152 

112 

lOi 

129 

98 

Totales.  .... 

1,278 

1,205 

.1 

1,187 

1/241 

1,113 

7,154 

Mortalidad  sistema  de  irrigseión  (sistema  nervioso).  Urbe  y  agregadoa 
dorante  ios  afios  qae  se  expresan  por  estaeiones 


Estaciones 

Año  1898 

Año  1899 

Año  1900 

Año  1901 

Año  1902 

Año  1903 

Toulcs 

Invierno 

Primavera 

Verano 

Otoño 

378 
292 
259 
349 

365 
302 
263 
275 

422 

k6i 
221 
282 

442 
249 
218 
332 

337 
960 
241 
275 

328 
259 
253 
293 

2,272 
1,621 
1.455 

1,806 

TOTAIES 

1,278 

1,205 

l,lb7 

1,241 

1,113 

1,133 

7,154 

Reanmen 


Año  1898 

Año  1809 

14,013 
1,205 
8'59 

Año  1900 

Año  1901 

Año  1902 

Año  1903 

Mortalidad  total 

»           por  irrigación  .    .    , 
Cifras  proporcionales 

12,895 

1,278 
9'9l 

13,356 
1,187 

8-88 

14,670 
1,241 

8' 45 

12,359 

1,113 

9 

12,917 
1,130 

874 

La  apoplejía  ha  contribuido  á  la  mortalidad  total :  cifra  media  para 
el  período,  8*92  por  100. 


Tomo  ZZVII.     Núm.  7       Barcelona  15  abril  1901        ASp  ZZ7II.      Núm.  643 

Gaceta  Médica  Catalana 

SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia,  por  D.  A.  Tapia  — 
¿Meningiiis  esirepiocócica?  Curación,  por  el  Dp.  J.  Oivit  Vives.— Los  estigmas  fisiológi- 
cos de  la  degeneraci  tn  (continuaciónK  poi  Luciano  May er.  — Venereología  social  (  continua- 
ción ),  por  el  Dr.  Ciado.  ~  Rkvista  chítica  bibi  i«>ghAfíCa,  por  el  Dr.  A.  Bassols  y  Prim.— 
NonciA  CiKNTiFic^  :  Influencia  de  las  toxinas  diftéricas  y  tetánicas  sobre  la  hemoglobina,  la 
morfología  y  el  peso  especifico  de  la  sangre.— K'HMi  I  AMio  y  THATAMi»-NToa  MOf».HMi  ,' por  el 
Dr.  Rodríguez  Méndez.-  Sección  oricui. :  Quatorziéme  Congrés  des  médecíns  aiíénisies  ^ 
neurologistes  de  france  &  des  pays  du  langue  frangaise.  — Puhi  icACioiifis  hecibida».— Estu- 
dios demoKráñcos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  O.  Luis  Comenge. 

La  responsalillldad  médica  anta  los  Trlbanales  da  Jostlcia 


POH 


D.  A.  Tapia 

Presidente  de  la  Sala  !.•  de  lo  Civil  de  Barcelona 

Una  de  las  materias  más  importantes  que  entraña  la  difícil,  poco 
estudiada  y  conocida  ciencia  de  la  Medicina  legal,  es  la  responsabilidad 
médica  ante  los  Tribunales  de  justicia. 

Su  estudio  y  conocimiento  es  de  gran  interés,  no  sólo  para  el  juris- 
consulto, sino  para  el  médico,  más  directamente  interesado  en  saberlas 
disposiciones  del  Código  vigente  que  contienen  la  sanción  penal  en  los 
casos  varios  en  que  puede  incurrir  en  responsabilidad  en  el  ejercicio 
de  su  profesión. 

En  España  no  existe,  como  en  otras  naciones,  una  ley  especial  que 
regule  esta  responsabilidad.  Nuestra  legislación  la  hace  efectiva  con 
las  prescripciones  generales  del  Código  penal. 

Así  en  un  célebre  proceso,  fallado  hace  ya  bastantes  años  en  la  Au- 
diencia de  Valencia  y  que  se  instruyó  con  motivo  del  hecho  de  haber 
dos  médicos  certificado  el  estado  de  enagenación  mental  de  una  per- 
sona, dando  lugar  á  su  ingreso  en  un  manicomio,  se  aplicaron  las  dis- 
posiciones del  Código  penal,  y  aquellos  dos  profesores  facultativos  fue- 
ron condenados  á  una  pena  corporal  que  les  fué  luego  conmutada  por 
otra  de  menor  gravedad  y  de  la  aue  más  tarde  se  les  indultó. 

Seguramente,  que  si  á  la  sazón  hubiese  existido  una  ley  especial 
reguladora  de  las  funciones  de  la  clase  médica  que  fijase  el  Valor  que 
merecen  sus  apreciaciones  y  concediera  medios  de  justificar  con  el  cri- 
terio de  corporaciones  científicas  de  su  clase  la  procedencia  ó  improce- 
dencia de  su  juicio  y  la  declaración  de  si  ha  ó  no  lugar  á  determinar  la 
existencia  del  dolo,  de  la  intención  posible  que  en  su  caso  debiera  so- 
meterlos á  la  acción  de  la  justicia,  los  firmantes  de  la  certificación  mo- 
tivo de  aquel  proceso,  que  al  expedirla,  se  ajustaron  á  las  inspiraciones 
de  su  conciencia  y  de  su  leal  saber  y  entender,  mereciendo  que  su  dic- 
tamen ó  informe  fuera  aprobado  por  hombres  de  ciencia  de  nuestro 
país  y  del  extranjero,  no  hubiesen  sido  condenados  por  el  Tribunal, 
como  lo  fueron,  por  el  delito  definido  en  el  art.  495  combinado  con  eí 
número  1.**  del  496,  ambos  del  Código  penal  (1). 

Exponer  cuales  sean  las  disposiciones  del  Código  penal  vigente  que 
definen  y  castigan  actos  y  omisiones  de  los  facultativos,  que  pueden 
constituir  ya  delitos,  ya  faltas,  y  las  prescripciones  de  la  ley  de  Enjui- 
ciamiento criminal  que  afectan  á  aquéllos,  explicando  su  inteligencia 
y  aplicación,  tal  es  el  objeto  de  esta  serie  de  artículos.. 

(\)    Estos  artículos  se  refieren  al  caso  de  que  un  particular  encerrare  ó  detuviere  á  otro  priván- 
dole de  su  libertad  por  más  de  veinte  días. 


ig9  La  responsabilidad  médica  ante  ios  Tribunales  di  justicia 


Resultado  es  nuestro  trabajo  de  muchas  notas  recogidas  en  la  lec- 
tura de  algunos  libros,  y  al  publicarlo  no  nos  impulsa  otro  móvil  que 
el  de  que  pueda  su  conocimiento  ser  útil  k  la  noble  clase  profesional 
de  Medicina  y  Cirugía,  á  la  que  gustosos  lo  dedicamos. 

I 

Expedición  de  un  certificado  fai,so  de  enfermedad  ó  lesión  con  el 
fin  de  eximir  á  una  persona  de  algún  servicio  público 

Al  leer  nuestro  Código  penal  vigente,  el  primero  de  sus  artículos 
que  se  ocupa  de  la  responsabilidad  médica  es  el  323,  que  dice  : 

«  El  facultativo  que  librare  certificado  falso  de  enfermedad  ó  lesión 
»  con  el  fin  de  eximir  á  una  persona  de  algún  servicio  público,  será 
>>  castigado  con  las  penas  de  arresto  mayor  en  su  grado  máximo,  á  pri- 
»sióíi  correccional  en  su  grado  mínimo  (1)  y  multa  de  125  á  1^250  pese- 
» tas  >K 

El  caso  íi  que  se  refiere  e§íe  artículo  hallábase  ya  previsto  en  el  Có- 
digo español  de  1822  (2),  en  el  de  1848  (3)  y  en  el  de  1850  (4),  como 
también  lo  estaba  en  Códigos  extranjeros,  como  los  de  Francia,  Portu- 
gal, Italia,  Alemania  y  Holanda. 

A  propósito  del  hecho  justiciable  de  que  nos  ocupamos,  ha  dicho  un 
insigne  jurisconsulto  español  (5) :  «Una  mal  pensada  compasión,  un 
asentimiento  á  lo  que  todo  el  mundo  se  permite  pedir,  hacen  este  he- 
cho tan  ordinario  y  común,  que  apenas  se  extraña  ni  se  vitupera  por 
nadie.  Créese  vuígarmente  que  con  ello  se  presta  un  beneficio  y  no  se 
advierte  que  en  cambio  de  él  se  irrogan  muchos  daños  ». 

Otro  jurisconsulto,  también  insigne,  ha  dicho  al  mismo  propó- 
sito (6) : 

«  Es  una  mal  entendida  compasión,  es  un  funesto  error  aue  la  mo- 
ral y  la  experiencia  ponen  de  manifiesto  y  que  la  lev  penal  debe  corre- 
gir, el  sentimiento  extraviado  que  lleva  á  personas  lionradas  á  solicitar 
y  á  profesores  de  las  ciencias  médicas  á  dar  fácilmente  certificados  fal- 
sos de  enfermedades  con  objeto  de  que  dejen  de  concurrir  al  llama- 
miento de  un  servicio  público  las  personas  á  ello  obligadas  por  las 
leyes». 

Y  así  es  ciertamente.  En  el  momento  que  un  mal  aconsejado  pro- 
fesor facultativo  expide  una  certificación  de  la  clase  á  que  se  refiere  el 
artículo  de  que  hemos  hecho  mención,  tiene  tan  sólo  presente  que  con 
ello  presta  á  la  persona  que  se  la  pide  lo  oue  se  llama  un  pequeño  fa- 
vor, sin  observar  que  obra  mal  certificanao  de  un  hecho  que  no  existe, 
faltando  así  á  las  inspiraciones  de  su  conciencia,  no  calculando  las 
consecuencias  fqnestas  que  puede  producir  su  modo  de  obrar,  tan  con- 
trario á  la  moral  y  condenado  por  la  Ley  escrita. 

A  no  existir  este  art.  323  en  nuestro  Código,  la  certificación  falsa  A 
que  se  contrae  tendría  indudablemente  o'tra  sanción  penal  más  grave, 
siendo  su  firmante  castigado  con  severísima  pena.  Mas  el  legislador, 
teniendo  en  consideración  los  efectos  especiales  que  la  certificación 
está  llamada  á  producir,  ha  mitigado  el  rigorismo  del  derecho,  seña- 
lando una  pena  también  especial,  de  gravedad  suficiente,  atendida  la 
clase  de  las  personas  á  quienes  se  impone,  para  que  comprendan  que 
no  en  vano  conculcan  la  ley  y  faltan  á  los  deberes  de  su  profesión,  ex- 


(1)  Comprende  esta  pena  de  4  meses  y  1  día  de  arresto  mayor  á  dos  años  y  cuatro  meses  de  pri- 
sión correccional. 

(2)  Articulo  413. 
(:<>  ArUculo226. 
(4)  Artículo  23i. 

{h )  Pacheco,  El  Código  penal  concorda  lo  y  comentado. 

(6)  Groizard,  El  Código  penal  de  1870  concordado  y  comentado. 


La  responsabilidad  mi4ica  ante  ¡os  Tribunales  de  justicia  tpg 


pidiendo  una  certificación  falaa,  ya  que  incurren  en  responsabilidad, 
que  es  siempre  de  trascendencia  no  sólo  por  lo  corporal  de  la  pena  y 
tener  como  conjunta  otra  pecuniaria^  la  multa,  y  además  el  pagfo  de 
costas,  sino  por  el  descrédito  en  que  caen  á  la  vista  de  los  demás  com- 
pañeros y  ante  la  pública  opinión. 

El  artículo  oue  comentamos  ha  sido  parco  en  su  texto.  Su  concor- 
dante en  el  C ódig^o  de  1822  no  sólo  castigaba  (1)  á  los  facultativos  que 
expedían  aquella  clase  de  certificaciones,  sino  que  también  imponía 
pena  corporal  y  pecuniaria  (2),  aunque  inferior  en  girado,  á  las  corres- 
IKmdientes  á  aquéllos,  á  los  que  usaban  á  sabiendas  de  dichas  certifi- 
caciones, y  en  casi  igual  sentido  se  expresa  el  Código  penal  francés  (3). 

Nosotros  estamos  más  conformes  ccn  la  disposición  de  la  ley  que 
extendía  la  respon8a\)ilidad  penal  así  al  médico  que  expide  la  certifica- 
ción falsa  como  á  la  persona  favorecida  que  la  usa,  tanto  en  el  caso  de 
que  medien  dádivas  ó  promesas,  como  en  el  de  que  ni  unas  ni  otras 
existan,  pues  uno  y  otro,  en  nuestro  sentir,  deben  caer  bajo  la  acción 
de  la  justicia  penal,  si  bieii  el  médico  en  un  grado  superior,  porque  su 
intervención  en  el  delito  es  más  activa,  más  directa  é  inmediata  y  de 
carácter  principal. 

Más  de  un  comentarista,  al  tratar  del  referido  art.  323  del  Código,  ha 
hecho  notar  que  es  .deficiente,  por  no  comprender  todos  los  casos  que 
debiera,  ya  que  se  dan  en  ocasiones  certificados  falsos  de  buena  salud, 
por  facultativos,  con  determinados  fines,  ó  de  enfermedad  ó  lesión  con 
finalidad  distinta  de  la  de  eximirse  de  un  servicio  público,  á  la  persona 
á  favor  de  la  que  son  dados  ó  expedidos. 

Y  en  estos  casos  debiera  ser  también  justiciable  la  expedición  de 
dichos  certificados  por  la  falsedad  que  encierran,  determinante  siem- 
l)re  de  una  acción  que  debía  estar  penada  por  la  ley. 

A.simismo  nuestro  Código  penal  de  1870  no  disüngue  casos,  como 
lo  hace  el  francés  (4)  y  otros  Códigos  extranjeros,  que  agravan  la  pena- 
lidad del  facultativo  cuando  percibe  honorarios  por  la  certificación 
falsa  que  expide,  y  esto  con  sobrado  fundamento,  por  resultar  su  dolo 
en  alto  grado,  tanto  mayor,  cuanto  sea  la  cantidad  exigida,  como  asilo 
tieue  declarado  el  Tribunal  de  casación  francés,  según  si  guarda  ó  no 
relación  con  el  trabajo  contenido  en  la  certificación. 

Integran,  pues,  en  el  delito  que  define  y  castiga  el  art.  323  del  Có- 
digo de  que  tratamos,  la  existencia  de  un  médico  ó  un  cirujano,  esto 
es :  persona  que  ostente  el  título  académico  correspondiente  ;  de  una 
certificación  que  se  contraiga  á  enfermedad  ó  lesión  de  un  tercero,  y 
que  este  documento  tenga  por  objeto  eximirle  de  un  servicio  público, 
y  cualquiera  de  estos  tres  requisitos  que  falte  ya  no  resultará  el  delito 
referido;  puede  determinar  otro  distinto,  como  el  de  intrusión,  si  el  que 
se.  titula  profesor  no  tiene  este  título,  y  otro  diferente  también  si  la 
certificación,  aun  no  teniendo  por  finalidad  eximir  á  una  persona  de 
un  servicio  público,  cause  perjuicio  á  un  tercero. 

Para  que  pueda  estimarse  falso  el  certificado  á  que  se  contrae  el  ar- 
tículo 323  del  C')d¡go  mentado,  no  basta,  según  declaración  del  Tribu- 
nal Supremo  (5),  la  simple  congetura  sujeta  á  error,  y,  por  lo  tanto,  no 
susceptible  de  ser  erigida  en  delito,  sino  que  se  precisa  la  justificación 
de  que  no  existió  la  enfermedad  de  que  se  certifica  por  el  facultativo. 

(i)  El  C-Sd  go  de  182-2  imponía  al  facultativo  la  pena  de  cuatro  meses  á  dos  años  d'^  presidio  y 
raulu  de  10  á  iO  duros,  v  en  el  caso  de  que  expediere  la  certifijación  por  soborno  ó  cohecho,  lo  de- 
claraba iafame  é  imponía  ana  reclusión  de  dos  á  seis  años  sin  poder  ejercer  más  su  profesión  (iir- 
ticuloi4l3yiU). 

<2)    Por  el  art.  4U  se  imponía  U  pena  de  arresto  de  cuatro  meses  á  un  añ^  á  los  sobornadores. 

(3)  Artícu'O  160. 

(4)  El  Códi<!0  penal  francés  en  su  art.  160  castiga  al  facultativo  con  la  pena  de  prisión  d<  dos  á 
cinco  años,  y  mediando  dádivas  ó  promesas  con  la  pena  de  extrañamiento. 

(5)  Sentencia  de  25  de  febrero  de  1881. 


^Meningitis  estrepíocócica? 


Es  de  todos  sabido  que  á  diario  cualquiera  persona  que  ha  sido  ci- 
tada para  ser  testig-o  en  un  juicio  oral,  ó  para  informar  como  perito,  ó 
para  formar  parte  del  Tribunal  del  Jurado,  ó  para  intervenir  como  le- 
trado en  la  vista  de  un  pleito  ó  de  una  causa  criminal,  ó  para  cualquier 
otro  servicio  público  y  desea  eximirse  de  él,  acude  al  médico  en  solici- 
tud de  que  le  expida  certificación  en  que  se  acredite  la  imposibilidad 
en  que  se  halla  de  desempeñar  aquel  servicio  por  impedírselo  determi- 
nada enfermedad,  que  no  padece,  y  es  también  á  todos  notorio  la  faci- 
lidad con  que  algunos  médicos  expiden  aquella  certificación,  sin  parar 
mientes  en  que  al  verificarlo  obran  mal,  faltan  á  su  conciencia,  ha- 
ciéndose responsables  de  un  hecho  justiciable  con  arreglo  á  la  ley 
penal. 

Verdad  es  qué  la  prueba  de  que  es  falsa  la  expresada  certificación 
es  las  más  de  las  veces  difícil,  lo  que  hace  que  sean  pocos  los  casos  de 
esta  clase,  con  relación  á  los  que  deberían  ser  objeto  de  juicio  crimi- 
nal, que  se  someten  al  conocimiento  de  los  Tribunales,  ya  que  son  en 
bastante  número  los  documentos  de  aquella  clase  que  expiden. 

Mas,  el  que  sean  difíciles  de  probar  los  hechos  en  que  puede  á  las 
veces  fundarse  la  existencia  del  delito  de  que  tratamos,  no  obsta  para 
que  los  individuos  de  la  ilustre  clase  profesional  de  Medicina  y  Cirugía 
procuren  conducirse  con  la  mayor  discreción  cuando  se  solicite  de  ellos 
certificaciones  en  que  se  refieran  hechos  falsos,  resistiendo  con  enér- 
gica rectitud  la  súplica  de  los  que  con  pedir  en  ning-una  re^íponsabili- 
dad  incurren,  coníorme  á  la  ley  penal  vigente,  negándose  en  absoluto 
á  suscribir  documentos  que  pueclen  ser  motivo  de  procedimiento  cri- 
minal y  de  sentencia  condenatoria,  que  vendrá  á  ser  la  patente  de  su 
descrédito  á  la  vista  de  sus  comprofesores  y  de  la  sociedad  y  hastíi  su 
propia  ruina  y  la  de  sus  familias. 

Calcular  las  consecuencias  de  sufrir  una  pena  corporal,  grave  siem- 
pre, atendida  la  condición  de  la  persona  á  quien  se  impone,  de  satisfa- 
cer una  multa  y  algunos  cientos  ó  miles  de  pesetas  por  costas  procesa- 
les por  lo  que,  después  de  todo,  sólo  significa  en  la  vida  social  la 
prestación  de  un  pequeño  favor  otorgado  unas  veces  á  la  amistad,  otras 
a  la  gratitud  y  las  menos  al  estipendio  ó  al  precio,  deber  es  de  los  mé- 
dicos. 

Tengan  esto  presente  siempre,  la  sanción  penal  del  art.  323  del  Có- 
digo, y  nunca  habrán  de  arrepentirse  de  ello. 

(Se  continuará). 

¿Meningitis  estreptoeóeiea? 

Cupaoión 

POR    EL 

Da.  J.  CiviT  Vives 

El  avance  incesante  de  la  microbiología  dando  á  conocer,  de  cada 
día,  nuevas  especies  microbianas  ;  la  experimentación  continúa  en  el 
laboratorio  con  gérmenes  pat')genos,  factores  etiológicos  de  determina- 
das dolencias,  pero  cuya  especificidad  se  desconoce;  en  otras  que  ya  se 
vislumbra  en  los  horizontes  de  la  ciencia  de  lo  infinitamente  pequeño 
vastísimo  campo  de  exploración  de  ese  mundo  ignoto...  esos  precio- 
sos hallazgos  ael  laboratorio  nos  van  dando,  en  el  terreno  clínico,  opi- 
mos frutos ,  hermosas  conquistas  que  la  humanidad  debe  al  trabajo 
experimental.  Sin  embargo,  á  pesar  de  esos  trabajos  experimentales 
¿cuántas  dolencias  incurables  no  cuenta  la  patología  actual?  ¡  Cuán- 
tas veces  nos  hemos  de  rendir,  ante  la  realidad,  cruzándonos  de  brazos 
y  confesando  nuestra  desconsoladora  impotencia  I... 


^•Meningitis  fsireptoeócica ?  zúi 


Por  esa  razón  vemos,  en  nuestro  país,  que  tanto  impera  la  mala  fe 
y  la  ignorancia,  ¡  entreprarse  los  pacientes  en  brazos  del  embaucador, 
indígena  y  exótico,  del  charlatanismo  !...  Día  vendrá,  quizás  no  lejano, 
que  alg-unas  dolencias  llamadas  incurables  cederán  ante  la  potente 
acción  de  la  ciencia,  bien  dirigida  por  la  mano  del  hombre,  en  su  lucha 
ruda  y  empeñada  con  la  enfermedad,  arrancando  á  la  muerte  sus 
víctimas. 

La  historia  clínica  que  voy  á  bosquejar  prueba,  por  modo  evidente, 
que  no  hay  que  desesperar,  aun  en  los  trances  más  apurados,  poniendo 
en  acción  los  medios  de  que  hoy  disponemos,  que  no  son  pocos,  hasta 
vencer  al  implacable  enemigo,  ó  quedar  por  él  vencidos,  á  fin  de  que 
mis  queridos  compañeros,  con  ánimo  sereno,  puedan  sacar  partido  en 
iguales  ó  análogas  circunstancias. 

En  agosto  del  año  1902  fui  llamado  para  ver  á  la  niña  Monserrat 
N.,  de  7  '/,  años  de  edad,  temperamento  linfático  nervioso  y  endeble 
constitución  ;  sin  antecedentes  morbosos  hereditarios  dignos  de  men- 
ción, pues  sus  progenitores  gozan  de  salud  excelente;  únicamente 
la  madre  es  de  un  temperamento  nervioso  exagerado,  sin  estigmas 
histéricos  ni  neuropáticos  de  ningún  género;  dos  hermanitos  de  la 
niña  fallecieron  ;  el  primero,  á  los  8  meses,  de  un  derrame,  según  me 
dijeron  les  aseguró  el  médico;  el  otro  de  accidentes,  según  afirmación 
facultativa,  á  los  5  meses#de  edad.  La  Monserrat  tuvo,  como  enferme- 
dades de  la  infancia,,  la  roseóla  y  el  sarampión,  de  cuya  segunda  do- 
lencia, hará  unos  3  años,  quedó  bastante  y  por  largo  tiempo  delicada; 
pero  después  se  puso  buena  hasta  el  actual  estado.  Dicha  niña,  hacía 
unos  9  ó  10  días,  según  manifestáronme  sus  padres,  que  se  encontraba 
displicente,  triste,  i  ella  tan  comunicativa !  sin  apetito,  con  náuseas 
al  intentar  violentarla  para  que  ingeriera  algún  alimento ;  no  teñía 
sed.  Por  la  noche,  algo  agitada,  sin  lograr  conciliar  el  sueño,  tan  pro- 
longado como  era  habitual ;  en  vivSta  de  que  la  duración  de  aquel  esta- 
do persistía,  fueron  á  consultar  á  un  médico,  que  recetó  un  purgante 
el  primer  día,  y  después  alguna  poción  alcalina,  diciéndoles  que  tenía 
nna  gástrica  ligera,  sin  fiebre  aparente,  debido  á  un  enfriamiento,  pues 
la  niña  tosía  un  poco,  tos,  empero,  sin  importancia. 

Cuatro  días  después  de  tomar  el  purgante  comenzaron  los  vómitos, 
primero  de  tarde  en  tarde  y  cuando  se  insistía  mucho  á  fin  de  que  to- 
mara algo,  después  sin  incitación  alguna;  vióse  luego  la  niña  invadida 
de  marcada  postración  y  fiebre. 

Cuando  yo  la  vi  (11  de  agosto,  por  la  mañana),  presentaba  la  niña 
el  cuadro  sindrómico  siguiente :  abatimiento  general,  cefalalgia  muy 
pronunciada  en  las  regiones  parietales,  una  manifiesta  hiperestesia 
general ;  le  era  intolerable  que  la  tocaran  en  sitio  alguno  de  su  cuerpo, 
sin  que  protestara  lanzando  una  exclamación  de  dolor ;  anorexia,  len- 
gua ligeramente  saburral,  seca  en  su  punta  y  bordes,  estreñimiento, 
pues  no  movió  el  vientre  desde  la  toma  del  purgante,  y  vómitos ;  anu- 
ria :  en  24  horas  había  expulsado  unos  50  gramos  de  orina  espesa  (no 
l)ude  apreciarla  de  risu) ;  la  radial  latía  100  veces  por  minuto  yla  tem- 
peratura era  de  38'2'* ;  el  centro  circulatorio  no  acusaba  nada  anormal 
en  sus  funciones ;  en  los  órganos  respiratorios  noté,  con  la  percusión, 
submacicez  en  las  regiones  supra  é  infraclavicular  del  lado  derecho  y 
una  verdadera  macicez  en  la  supraespinosa  del  propio  lado  ;  un  mido 
expiratorio  áspero  y  más  prolongado  el  tiempo  que  el  inspiratorio  en 
esos  sitios,  que  con  el  estertor  seco  diseminado,  de  catarro  bronquial, 
constituían  las  lesiones  que  afectaban  aquellos  ói*ganos;  demacración 
considerable,  pues  observaron  que  la  niña,  desde  poco  tiempo,  había 
visiblemente  enflaquecido.  Las  funciones  intelectuales  se  verificaban 
con  entera  limpidez. 


\  ^Meningitis  esireptocócica? 


Por  lo  que  se  desprende  del  examen  de  la  niña,  y  como  quiera  que 
la  sintomatolog-ía  era  un  tanto  vaga  para  poder  afianzar  un  diagnóstico^ 
con  probabilidades  de  certeza,  pues,  de  momento,  lo  que  dominaba 
la  escena  sindrómica  era  el  vómito  que,  con  lo  anteriormente  apuntado, 
aun  despreciando  los  antecedentes  defamiliaj  impresionaron  desagra- 
dablemente mi  ánimo,  sin  formular  un  diag'nóstico  preciso,  no  pasan- 
do, empero,  de  meras  sospechas.  En  efecto :  la  intolerancia  gástrica 
¿no  podía  ser  ocasionada  por  el  catarro,  que  era  manifiesto,  atendido 
el  temperamento  de  la  enferma?  ¿No  podían  ser  debidos  aquellos  vó- 
mitos persistentes  á  una  autoinfección  que  por  reñejismo  las  motiva- 
ra?... Sin  embargo,  repito,  me  quedé  bastante  preocupado  y  aunque 
el  vértice  del  pulmón  derecho  no  podía  descuidarse,  no  creí  oportuno, 
de  momento,  atender  á  indicación  á  tal  objeto  dirigida,  por  ser  más 
perentorias  las  de  las  vías  digestivas,  guardando  para  después  las  más 
apremiantes. 

Prescribí,  pues,  unos  papeles  con  los  salicilatos  de  naftol  y  de  mag- 
nesia, el  carbonato  magnésico  y  el  sacaruro  de  anís  que,  con  la  mixtura 
de  Riverio  completaron  la  indi'cación  más  de  urgencia ;  tomada  esta 
última  de  tal  suerte,  que  separadas  la  poción  acida  de  la  alcalina,  se 
tomaran  simultáneamente  para  mayor  seguridad  de  éxito. 

A  las  ocho  de  la  noche  la  niña  acusaba  el  mismo  cuadro  sindrómico : 
temperatura  38*2°,  la  radial  pulsaba  100,  respiraciones  30  y  únicamente 
notóse  que  toleraba  mejor  la  leche  que  se  le  iba  dando  en  los  intervalos 
de  los  papeles ;  hizo  una  micción  un  poco  más  abundante  que  la 
anterior,  siendo  las  orinas  más  claras.  Así  pasó  la  noche.  A  la 
mañana  del  siguiente  día,  Segundo  de  enfermedad,  la  cefalalgia  era 
más  pronunciada  é  invadía  la  región  frontal,  además  de  las  parietales 
del  anterior;  los  vómitos  que  por  la  noche  habían  cedido,  pudiendo  la 
niña  tomar  regulares  cantidades  de  leche,  reaparecieron  con  más  bríos: 
temperatura  38*3^,  pulso  96,  hiperestesia  general  é  integridad  mental. 
Se  suprimió  la  poción  de  Riverio  por  ineficaz,  y  fué  reemplazada  por  el 
valerianato  de  cerio  y  mentol  en  pildoras  y,  á  falta  de  pulverizador, 
mandé  repetidas  instilaciones  con  éter  sulfúrico  sobre  la  región  epigás- 
trica, más  ó  menos  repetidas  según  el  afecto  obtenido.  Cesaron  los 
vómitos :  pudo  la  niña  volver  á  tomar  leche  y  los  papeles  menciona- 
dos fueron  substituidos  por  los  calomelanos  á  dosis  purgantes  ;  movió 
el  vientre  varias  veces,  con  deposiciones  negruzcas  primero,  verdes 
después  y  en  extremo  fétidas  y  abundantes.  Por  la  tarde,  la  niña  se- 
guía de  igual  suerte,  únicamente  más  pronunciados  los  síntomas  depen- 
dientes de  los  centros  nerviosos ;  temperatura  38*5",  pulso,  108,  algo 
irregular,  depresible  ;  no  había  vómitos,  ni  sed ;  lengua  más  húmeda 
y  limpia,  orina  más  abundante  y  de  color  ambarino  transparente ;  acu- 
saba la  niña  más  cefalalgia,  gran  hiperestesia  general,  pupilas  contraí- 
das y  muy  impresionables  á  la  luz  ;  tendencia  á  guardar  el  decúbito 
Jateral  derecho,  contraídas  las  piernas  sobre  los  muslos  y  éstos  flexio- 
nados  hacia  el  abdomen  ;  en  los  miembros  superiores,  sobre  todo  en  las 
manos,  al  tocarlas  con  las  mias,  percibía  un  ligero  temblor,  sin  sacu- 
didas, suave  trepidación  que  cesaba  al  comprimir  las  suyas  dos  minu- 
tos, reapareciendo  aquélla,  sin  dejar  de  ejercer  la  compresión  manual. 
Tirando  de  los  pies  para  el  cambio  de  la  flexión  en  extensión,  quejábase 
la  enfermita  y  abandonaba  esta  posición  foraada  tan  pronto  cedía  la 
mano  que  retenía  la  extremidad  pelviana,  recuperando  luego  la  prís- 
tina posición.  Como  tomaba  la  niña  cuanto  se  le  daba,  prescribile  unos 
sellos  con  fenacetina,  sulfato  de  quinina  y  analgesina,  bebiendo  tras 
cada  uno  una  tacita  de  un  infuso  aromático,  y  leche  en  los  intervalos  de 
los  cachets :  los  tomó  á  maravilla,  y  así  se  pasó  la  noche  ;'^cedió  la  cefa- 
lalgia, no  hubo  vómitos,  hizo  una  deposición  de  vientre  de  buen  aspecto 


^Meningitis  estreptocócica ?  203 


y  sin  fetidez,  orinó  dos  veces,  siendo  claras  y  abundantes  las  orinas  ; 
mostróse  la  niña  decidora^'  con  una  locuacidad  que  alegró  soberana- 
mente á  sus  padres  y  á  cuantos  la  rodeaban  ;  descansó  dos  larg-os  ratos 
y  al  despertar  tomaba  lo  que  le  daban  con  risueño  semblante,  cuando 
observaron,  con  pesar  profundo,  que  la  niña  empeoraba  desde  las  siete 
déla  mañana.  Cuando  yo  la  vi  (serian  las  diez  de  la  mañana  y  tercero 
de  enfermedad),  se  presentó  á  mi  investigación  clínica  del  modo 
siguiente :  guardaba  el  decúbito  lateral  derecho,  los  muslos  contraídos 
hasta  tocar  el  abdomen  y  las  piernas  casi  en  contacto  con  aquéllos,  los 
brazos  cruzados  sobre  la  pared  torácica  (al  igual  que  en  ciertas  posicio- 
nes guarda  el  feto  en  el  claustro  materno),  y  se  resistía  á  tomar  lo  que 
le  daban,  sin  rehusarlo  en  absoluto,  pero  con  cierta  violencia  y  en  pe- 
queña cantidad  ;  estaba  un  poco  comatosa  y  contestaba  perezosamente 
a  mis  preguntas;  párpados  caídos,  que  ocultaban  veladamente  el  globo 
ocular,  y  que  difícilmente  podía  entreabrir  llamándole  imperativa- 
mente la  atención,  pupilas  desiguales  y  dilatadas  y  con  excesiva  impre- 
sionabilidad á  la  acción  de  la  luz ;  temperatura  40*4**,  latiendo  la  radial 
160  veces  por  minuto,  respiraciones  36  y  algo  quejumbrosa.  En  vista 
de  este  estado  prescribí  una  poción  con  cocimiento  de  quina,  licor  amo- 
niacal, éter  y  dos  enemas  con  0'40  gramos  de  clorhidrato  de  quinina 
cada  uno;  además,  dando  las  instrucciones  necesarias,  ordené  dos 
baños  fríos  de  15  minutos  de  duración  y  de  3  horas  de  distancia  el 
uno  del  otro,  tomando  después  de  cada  baño  una  tacita  de  té  chino  con 
algunas  gotas  de  coñac.  A  las  nueve  y  media  de  la  noche  estaba  la 
enfermita  en  igual  estado,  pero  más  comatosa,  con  más  dificultad  en 
el  tragar,  tanto,  que  sólo  podía  verificarlo  poniendo  encima  de  la  base  de 
la  lengua  el  mango  de  una  cuchara  y  comprimiendo  suavemente  ;  no 
obrando  de  esta  suerte^  quedaba  el  líquido  retenido  en  la  cavidad  bu- 
cal, escapándose  mansamente  por  la  comisura  labial ;  temperatura  40*6", 
pulso  166,  y  además  de  lo  apuntado  por  la  mañana,  notábase  un  poco 
de  rigidez  en  la  nuca.  Apunté  la  conveniencia  de  tener  una  junta  con 
algún  ó  varios  ilustrados  compañeros :  el  caso  lo  requería  por  su  excep- 
cional importancia.  «Está  bien  lo  que  usted  nos  indica,  contestóme  la 
madre  de  la  niña,  cuando  venga  mi  esposo  (que  había  salido  por  ur- 
gencia de  un  asunto  del  trabajo),  hablaremos  con  la  familia  y  tendre- 
mos la  consulta  con  quien  usted  crea  más  indicado  para  el  caso  ».  Ínte- 
rin continuó  tomando  lo  que  pudiera  de  una  poción  estimulante  y  difu- 
siva, papeletas  de  protocloruro  de  mercurio  (4  centigramos  cada  2 
horas),  enemas  con  la  sal  quínica  y  un  baño  de  agua  fría  de  23 
minutos  de  duración,  con  un  poco  de  café  con  coñac  y  repetido 
cada  cuatro  horas;  compresas  empapadas  en  agua  hehula,  aplica- 
das á  la  cabeza  y  continuamente  renovadas.  A  lír  mañana  del 
siguiente  día  (4.**  de  su  enfermedad),  fui  más  temprano  que  de  cos- 
tumbre, y  mi  enfermita  presentaba  un  cuadro  clínico  muy  desconsola- 
dor: temperatura  41*2°,  pulso  180,  respiraciones  48*,  insensibilidad  álos 
agentes  exteriores,  coma  muy  pronunciado  ;  durante  la  noche  lanzaba 
gritos  agudos  y  penetrantes  de  tarde  en  tarde,  gritos  que  se  iban  ha- 
ciendo más  frecuentes  á  medida  que  iba  avanzando  el  día,  párpados 
cerrados,  pupilas  dilatadas  y  desiguales,  insensibles  á  la  acción  de  la 
luz,  trismus,  los  maséteros  parecían  dos  chapas  de  acero  que  mante- 
nían cerrada  la  cavidad  bucal :  imposible  vencer  aquella  resistencia  ; 
los  miembros  inferiores  fuertemente  ñexionados,  los  muslos  sobre 
el  abdomen  y  las  piernas  hasta  tocar  á  aquéllos,  los  miembros  toráci- 
cos contractürados,  rigidez  de  la  columna  vertebral  en  toda  su  exten- 
sión y  contracturada  la  nuca  ( opistó tonos ) ;  incontinencia  de  orina, 
no  así  de  materias  fecales,  pues  no  movió  más  el  vientre.  Su  cuerpo, 
rígido  en  extremo,  cual  si  fuera  un  cuerpo  inerte,  no  cambiaba  en  lo 


204  ^Meningiiis  estreptocócica? 


más  mínimo  de  actitud  al  meterla  y  sacarla  del  baño,  así  como  durante 
el  tiempo  di»  permanencia  en  el  mismo  ;  pero  como  quiera  que  coinci- 
dían, al  tocarla  para  entrarla  en  él,  los  gritos  penetrantes  y  lastimeros 
que  lanzaba  la  niña  y  que  se  iban  extinguiendo  al  contacto  de  la  fres- 
cura del  agua,  creyeron  sin  duda  que  era  una  protesta  que  la  enferma 
hacía  y  no  quisieron  darle  el  último  baño,  pues  les  daba  lástima  tocarla 
viéndola  tanto  sufrir.  Al  acusarles  de  negligencia  por  no  haberle  dado 
el  baño,  y  de  tratar  de  insistir  en  la  mayor  duración  y  frecuencia  de 
los  mismos  en  vista  del  escaso  ó  nulo  efecto  obtenido,  observé  en  sus 
deudos  una  muda  obediencia  que  me  reveló  la  violencia  que  tendría 
que  ejercer  en  su  ánimo  para  que  se  cumpliera  mi  balneoterápica 
prescripción  ;  desistí,  pues,  de  hacer  presión  alguna  que  resultara  á  la 
postre  infructuosa ;  entonces  substituí  la  balneación  por  otro  medio  de 
refrigeración  más  sencillo,  más  suave,  pero  de  heroicos  resultados  en 
los  niños  en  casos  análogos :  fricciones  generales,  con  esponja,  em- 
pleando una  mezcla  de  agua  fría  y  agua  de  Colonia,  en  cuyas  sesiones, 
más  ó  menos  repetidas,  se  invierte  la  duración  que  se  crea  conveniente ; 
fueron  aceptadas  con  más  benevolencia,  v  en  el  acto  se  le  hizo  una,  que 
los  animó  en  extremo,  pues  la  niña  abrió  momentáneamente  los  ojos ; 
le  di  una  inyección  hipodérmica  de  0*25  gramos  de  sulfato  quinina, 
poco  tiempo  después  de  terminada  la  refrigeración. 

Hablé  de  la  gravedad  del  caso,  que  todos  reconocían,  y  á  los  padres 
allí  reunidos,  de  la  necesidad  de  celebrar  una  junta;  fué  aceptada  y  desig- 
nado el. ilustrado  pediatra  Dr.  Martínez  Vargas  para  vernos  aquel  mismo 
día,  y  me  retiré.    Por  la  tarde,  cuando  ya  esperaba  hora  para  reunirme 
con  tan  distinguido  y  competente  compañera,  se  me  presentó  el  padre 
de  la  niña,  diciéndome:...  «la  niña  está  irremisiblemente  perdida,  cuan- 
tos la  han  visto  últimamente  son  de  la  misma  opinión;  agradecemos  su 
buena  voluntad;  todo  es  en  vano:  «la  niña  se  nos  va  por  momentos.   He 
creído  oportuno  avisarle  á  usted,  yo  mismo,  á  fin  de  que  no  se  moles- 
tase esperando  hora  del  otro  médico;  vea  usted  la  niña  cuando  quiera, 
pues,  nosotros  no  le  hemos  de  echar  á  usted  responsabilidad  alguna; 
la  consulta  por  usted  pedida  no  tendría  otro  objeto...»  En  efecto:  cuanto 
volví  á  la  casa  para  ver  á  la  niña,  el  cuadro  era  sombrío  en  demasía: 
guardaba  ésta  el  decúbito  lateral  izquierdo,  por  haberla  dejado  en 
aquella  posición  tras  las  fricciones  con  el  ag-ua  fría  aromatizada,  amo- 
dorrada, párpados  cerrados,  pupilas  dilatadas  é  insensibles  á  la  acción 
de  la  luz,  trismus,  opistótonos,  miembros  superiores,  al  igual  que  lo.s 
inferiores,  fuertemente  contracturados,  respiraciones  56  y  casi  imper- 
ceptible, temperatura  42*4",  pulso  190  y  miserable;  inútil  es  decir  que, 
ni  con  violencia  ni  sin  ella,  laenfermita  no  tragó  nada  más,  ni  siquiera 
intentar  por  entre  los  pequeñísimos  espacios  que  dejan  los  incisivos 
entre  si,  hacer  penetrar  algunas  gotas  de  una  mixtura,  como  hacían 
anteriormente.     Kn  vista  de  aquel  estado,  mandé  darle  un  enema  con 
sulfato  sódico  y  folículos  de  sen  pulverizados,  que  hizo  un  magnífico 
efecto:   eliminó,  con  el  enema  purgante,  materias  fecales  fétidas  y 
abundantes  de  un  color  verdoso;  viendo,  pues,  que  se  nos  había  hecho 
imposible  la  vía  bucal,  tras  el  enema  evacuante  le  prescribí  otro  com- 
puesto de  200  gramos  de  leche,  una  yema  de  huevo  y  una  cucharada 
de  vino  de  peptona  de  Chapotean;  otra  inyección  hipodérmica  de  sal 
([uínica,  y  como  quiera  que  la  niña  tenía  el  cabello  muy  enmara- 
ñado, indiqué  la  conveniencia  de  cortárselo  al  ras,  cosa  que  fué  ejecu- 
tada en  el  acto,  y  una  vez  cercenado  el  pelo,  mandé  le  hicieran,  con 
desconfianza  y  valga  por  lo  que  valiera,  unas  fricciones  en  la  piel 
del  cráneo  y  nuca  con  una  pomada  compuesto  de  óxido  rojo  de  mercu- 
rio y  sulfato  quinina;  además  le  hice  renovar  con  más  frecuencia  las 
fricciones  con  agua  fresca  aromatizada  con  la  de  Colonia  al  tercio  (pero 


^ \Í€ninf:itis  estreptocócica?  2o5 


más  fría,  pues  se  rebajó  la  temperatura  del  ñ.^ua  añadiéndole  hielo), 
y  me  retiré.  8eis  horas  después,  la  niña  continuaba  en  i«,»-ual  estado. 
Entonces  prescribí,  alternado  con  el  enema  alimenticio,  otro  con  bro- 
muro potásico  é  hidrato  de  doral,  y  viendo  la'ineficacia  de  ios  enemas 
de  sal  quínica  primero,  de  las  inyecciones  de  la  misma  sal  después, 
la  insuficiencia  de  los  baños,  y  por  último,  de  las  repetidas  y  frecuen- 
tes perfri^eraciones  oon  el  agua  casi  helada,  ¡aquella  temperatura  no 
bajaba  ni  una  décima!,  antes  iba  en  aumento  por  modo  pertinaz  y  de- 
sesperante, ¿qué  hacer?  No  lo  sabía.  Al  contemplar  aquella  niña  con 
pesar  profundo,  con  pesar  prq/enonal  que  muchos  no  entienden^y  que, 
por  desgracia,  algunos  de  nuestros  sacerdotes  no  sienten,  se  me  ocurrió 
una  idea,  dejando  prejuicios  aparte,  pues  en  él  presente  caso  todo  es- 
taba justificado:  tratar  la  enferma  por  la  refrigeración  continua,  ¿Cómo 
se  lograba  esto?  ¿De  qué  suerte  me  arreglaría  para  conseguir  tal  fina- 
lidad?... Lo  que  convenía,  ante  todo,  era  que  la  idea  fuese  aceptable 
V  Que  no  fuera  chillona  la  manera  de  ponerla  en  práctica,  en  la  misma 
haDitación;  era  indispensable,  dentro  de  lo  posible,  no  tocar  á  la  enfer- 
ma de  la  cama,  pocas  manipulaciones,  ya  que  tan  mal  sabía  á  todos ;  en 
fin,  una  cosa  practica.  En  el  acto  surgió  en  mi  mente  el  modas  facien- 
di;  el  lecho  donde  reposaba  la  enfermita  era  grande,  una  cama  de  ma- 
trimonio antigua  (fué  trasladada  en  él  al  enfermar,  por  ser  la  habita- 
ción más  espaciosa  y  mejor  ventilada  de  la  casa:  no  eraelsuyoproj)io); 
en  vez  de  jergón  ó  sommier,  contenía  traspontines  de  paja,  y  con  estos 
y  los  colchones  arrollados  se  arregló  un  hueco  en  forma  de  rectángulo 
irregular,  especie  de  nido,  recubierto  en  toda  su  extensión  y  profundi- 
dad con  tela  impermeable,  y  ésta  á  su  vez  con  sábanas  limpias. 

Púsose  allí  la  enferma,  y  le  apliqué  en  aquel  momento  una  inyec- 
ción hipodérmica  de  aceite  esterilizado  de  oliva  alcanforado  al  décimo 
(jeringa  de  Pravaz  llena);  y  se  llenó  de  agua  fría  la  cavidad  y  fué  ta- 
pada la  niña  con  sábanas  limpias  empapadas  en  el  mismo  líquido;  en 
la  parte  inferior  (pies)  había  dejado  una  abertura  para  dar  salida  al 
agua,  especie  de  válvula  de  desagüe,  para  renovarla  cuando  se  tuviera 
por  conveniente.  La  sábana  cubría  el  cuerpo  de  la  enferma  en  toda  su 
extensión,  excepto  la  cabeza,  y  ésta  ásu  vez  estaba  recubierta  toda  ella 
con  compresas  mojadas  en  agua  helada  y  renovadas  cada  diez  ó  doce 
minutos,  es  decir,  continuamente;  no  empleé  las  vejigas  de  hielo,  por 
razones  que  considero  superfluo  mencionar,  pues  sus  inconvenientes 
no  se  ocultarán  seguramente  á  mis  ilustrados  lectores;  ordené  se  reno- 
vara el  agua  fría  (rada  cuatro  horas,  abriendo  al  efecto  los  pliegues  del 
impermeable  y  sábana  (válvula),  y  al  echarle  la  nueva  (en  el  estuche) 
operaran  con  lentitud.  Me  retiVé  muy  preocupado,  pero  tranquila 
mi  conciencia  yen  la  seguridad  de  haber  hecho  algo.  ¿Conseguiría 
algún  resultado?  Lo  ignoraba;  pero  el  más  negro  pesimismo  me  do- 
minaba... 

A  la  mañana  del  siguiente  día  (quinto  de  enfermedad),  la  niña  se 
encontraba  casi  igual;  continuaba  el  trismus  y  el  epistótonos;  intentó 
lanzar  algún  grito,  pero  gutural  y  breve ;  párpados  cerrados,  ojos  in- 
sensibles á  la  presión  digital,  al  igual  que  las  pupilas  á  la  luz ;  dobla- 
dos fuertemente  los  muslos  sobre  la  pelvis  y  las  piernas  sobre  aquéllos, 
insensibilidad  general,  incontinencia  de  orina;  toleró  bien  los  enemas 
que  indiqué;  el  último  lo  devolvió  en  el  acto.  Temperatura,  41*2**; 
pulso,  194,  miserable;  respiraciones  48,  superficial.  Viendo,  pues,  que 
había  descendido  la  temperatura  y  el  número  de  respiraciones,  si  bien 
continuaba  en  crescendo  la  anestesia  y  los  fenómenos  de  taquicardia, 
por  el  temor  que  me  inspiró  el  centro  circulatorio  procuré  sostener  en 
su  funcionalismo  dicha  viscera:  inyéctele  1  cm'.  de  aceite  alcanforado  y 
una  jeringuilla  Pravaz  llena  de  éter  sulfúrico;  ordené  continuaran  los 


i06  ^Meningitis  estreptocócica? 


enemas  de  leche,  yemas  de  huevo,  confíe  y  dos  cucharadas  vino  depep- 
tona,  pero  precedidos  de  otro  abundante  de  aji^ua  timolada,  cloruro  só- 
dico y  g-licerina  que,  en  ocasiones,  estos  iiltimos,  eran  substituidos  por 
la  resorcina,  etc.,  k  fin  de  mantener  aséptico,  cuanto  posible  fuese,  al 
intestino  recto,  evitando  de  esta  muerte  el  acumulo  de  toxinas  en 
aquella  porción  intestinal,  para  el  mejor  efecto  del  enema  nutritivo ; 
éstos  últimos  los  toleraba  perfectamente. 

Para  evitar  manipulaciones  en  demasía,  recomendé  aprovecharan 
el  momento  oportuno  de  renovar  el  ag-ua,  para  propinarle  los  enemas; 
quedando  de  tal  suerte  un  lapso  de  tiempo,  una  tregua  para  la  enfer- 
ma; inlfeistí  con  íirmeza  en  que  renovasen  el  ag-ua  con  más  frecuencia: 
cada  tres  horas;  fricciones  con  la  mencionada  pomada,  cada  seis,  y 
compresas  heladas  continuamente  á  la  cabeza.  Transcurrió  el  día  in- 
variablemente; por  la  noche  ya  no  intentó  lanzar  ning-ún  g-rito;  insen- 
sibilidad absoluta,  temperatura  40*6'';  pulsaba  la  radial,  186  veces;  respi- 
raciones, 52.  Practiqué  dos  inyecciones  hipodérmicas:  una  de  cafeína 
de  0*20  ¿ramos,  y  otra  de  1  grramo  de  éter  sulfúrico;  fricciones  con  la 
pomada  hidrarg-írico-quínica,  enemas  alimenticios  precedidos  de  los  ti- 
molados,  compresas  á  la  cabeza  coil  el  a<^ua  helada  continuamente  y 
el  ag-ua  fría  g*eneral  renovada  cada  dos  horas. 

Cuando  vi  á  la  niña  al  sigruiente  día  (sexto  de  enfermedad),  dijé- 
ronme  (jue  había  pasado  la  noche  como  la  anterior;  conservaba  la 
misma  posición;  fuertemente  comatosa;  temperatura,  39*4°;  pulso,  170: 
respiraciones,  44  por  minuto.  Practiqué  dos  inyecciones  de  aceite  al- 
canforado, recomendé  las  fricciones  con  la  pomada  quínico-hidrargpí- 
rica  en  el  occipucio  y  apófisis  mastoides,  compresas,  enemas,  renova- 
ción del  a^'ua  fría,  etc.  Por  la  noche  la  niña  estaba  ig-ual;  nada  dig-no 
de  mención:  únicamente  la  temperatura  subió  á  40*^  y  el  pulso,  180; 
ig^ual  tratamiento. 

Al  día  sig'uiente  por  la  mañana,  las  observaciones  que  me  comuni- 
caron, pues  les  tenía  encarg*ado  sumo  cuidado  y  una  exquisita  vig-i- 
laucia  hasta  de  los  más  pequeños  detalles,  fueron  que  había  pasado  la 
noche,  poco  más  ó  menos,  como  el  anterior  día;  pero  observaron,  con 
ansiedad  horrible  de  los  allí  reunidos,  que  á  las  primeras  horas  de  la 
madrug"ada,  la  niña  había  definUivamente  dejado  de  existir,  pues  nota- 
ron que  ya  no  respiraba;  en  efecto:  la  respiración  de  laenfermita  tomó 
el  ritmo  de  Cheyne-Stokesmuycaracterísiico  y  que,  no  sin  razón,  tanto 
les  alarmó. 

Para  no  ser  ya  más  molesto  á  mis  benévolos  lectores,  relatando  de- 
talles de  poca  importancia,  diré  eng-lobado:  (jue  la  niña  estuvo  conti^ 
imamente  en  aguafria,  á  la  temperatura  ambiente,  á  unos  20*^,  cerca  de 
seis  días  ó  sean  134  horas;  oue  las  compresas  empapadas  en  agtuí  helada 
sig-uieron  por  igfual  lapso  ae  tiempo  sin  interrupción;  que  las  fricciones 
con  la  pomada  quínico-hidrarg-írica  se  hicieron  más  próximas  ó  distan- 
ciadas, seg'ún  las  circunstancias;  que  los  enemas  con  caldo,  leche, 
huevos,  coñac,  peptona,  café  concentrado,  etc.,  variaban  en  frecuencia, 
composición,  cantidad,  etc.,  seg'ún  lo  permitía  el  estado  de  mayor  ó  me- 
nor tolerancia  del  recto;  que  la  temperatura  osciló  entre  42*5°  y  38*9% 
al  ig-ual  que  el  pulso  que,  entre  irreg-ular,  desig^ual,  miserable,  dícroto, 
latió  la  radial  por  minuto  de  125  á  170,  180,  incontable  muchas  veces-., 
que  las  inyecciones  hipodérmicas  de  éter,  aceite  alcanforado,  cafeína, 
se  propin^iron  á  dosis  que  parecían  temerarias,  sobre  todo  las  de  aceite 
alcanforado;  que  sig'uieron  la  respiración  tipo  Cheyne-Síokes,  rig-ideces, 
insensibilidad,  contracturas,  estado  comatoso,  etc.,  cuando  al  sexto  día 
de  estar  zambullida  la  niña  en  el  ag'ua,  noté  en  ella  lo  sig'uiente, 
(jue  sin  embargo,  no  hizo  variar  mi  pesimismo  desde  el  punto  de  vista 
pronóstico,  anunciado  con  alg-unos  días  de  anticipación  y  ratificado  en 


,í Meningitis  estrtptocócica?  20J 

aquel  momento:  el  estado  comatoso  no  era  tan  pronunciado,  los  párpa- 
dos se  entreabrían  y  las  pupilas  no  eran  tan  dilatadas  y  algo  sensibles 
á  la  acción  de  la  luz;  al  llamarla,  parecía  dirigir  los  ojos  hacia  donde 
procedía  la  voz;  oído  y  vista  impresionados,  pues,  por  las  ondas  sono- 
ras el  primero,  y  por  el  éter  lumínico  el  segundo.  Cedió  en  parte  el 
Msmus,  entreabría  ligeramente  la  boca  y,  aunque  difícilmente,  logró 
tragar  dos  ó  tres  cucharaditas  de  leche,  ¡ya  era  tiempo!  ¡temí  sería  des- 
graciadamente tarde!  Hacía  más  de  24  horas  que  devolvía  los  enemas 
de  la  misma  suerte  que  se  los  propinaban,  debido  quizás. á  unarectitis 
intensa  que  se  desarrolló  en  la  eniermita,  ó  á  una  relajación  del  esfínter 
que  le  impedía  retener  ningún  enema,  ó  lo  más  probable,  las  dos  cosas 
á  la  vez.  La  respiración  era  más  amplia  y  algo  más  profunda:  38  por 
minuto,  acompañada  de  algún  pequeño  suspiro;  no  podía  llamársela 
respiración  suspirosa,  pues  eran  muy  de  tarde  en  tarde;  temperatura 
ÜH-e**;  pulso  más  desplegado  y  daba  125  latido,s  por  minuto.  Al  verifi- 
car ¡tantas  ocasiones  lo  había  intentado  inútilmente!  la  tracción  desús 
manos  con  las  mías,  cedían  lenta  y  penosamente  las  contracturas,  lan- 
zando un  ¡ay/  lastimero  y  casi  imperceptible,  volviendo  en  el  acto  á 
recuperar,  al  soltarle  las  manos,  la  primitiva  actitud;  las  extremidades 
inferiores  continuaban  fuertemente  contracturadas.  Mandé  sacarla 
del  agua;  en  el  acto  se  verificó  y  se  le  puso  ropa  interior  seca  y  limpia; 
la  cama,  á  pesar  de  todas  las  precauciones  posibles,  estaba  empapada 
de  agua  (mantas,  colchones,  etc.),  y  fué  renovado  todo.  Al  cambiarle 
la  ropa  interior  observaron  que  tenía  iinas  úlceras  en  las  regiones  tro- 
cantéreas;  efectivamente,  eran  dos  úlceras  que  interesaban  las  capas 
cutáneas,  y  de  unos  dos  y  medio  á  tres  centímetros  de  diámetro;  no  te- 
nían verdadera  importancia  y  fueron  debidas  al  decúbito  que  forzosa- 
mente tenía  que  guardar  la  enfermita ;  empleé  en  ellas  una  cura  íe¿ré2 
con  un  polvo  antiséptico  compuesto  de  diiodoformo,  ácido  bórico  y 
dermatol.  Se  suspendieron  los  enemas.  Le  inyecté  1  cm'  de  éter  y  le 
prescribí  una  poción  difusiva  enérgica,  é  insistí'en  que  le  dieran  algu- 
nas cucharadas  de  leche ;  como  quiera  que  observara  en  la  enfermita 
cierta  frialdad  en  las  extremidades  inferiores,  ordené,  además,  le  pu- 
sieran dos  botellas  de  agua  caliente,  envueltas  en  trapos  de  lana  en 
contacto  con  los  pies,  y  me  retiré. 

¿Concebí  alguna  esperanza  quizás?  No  por  cierto:  creí  se  operaba 
en  ella  alguna  remisión  más  acentuada  y  tras  ella  la  muerte  por  fenó- 
menos bulbares,  asistolia,  asfixia... 

¿Sería,  por  ventura,  una  remisión  fugaz,  como  ya  había  ocurrido 
el  día  anterior,  y  cuya  duración  no  podía  precisarse,  para  caer  en 
la  bradicardia  y  arrebatar  la  niña  de  un  momento  á  otro?  No  lo  sabía; 
no  creyendo,  sin  embargo,  en  aquella  relativa  ffvan  mejoría,  como  me 
decían  en  la  casa.  Esperaba  con  verdadera  fruición  volverla  á  ver: 
estaba  igual  y  aun,  si  cabe,  más  acentuada  la  remisión;  no  tan  sólo  fué 
tragando  lentamente  la  poción  difusiva  que  le  receté,  sino  que  tomó 
en  un  lapso  de  tiempo  relativamente  breve  (unas  ocho  horas),  más  de 
200  gramos  de  leclie  y  la  mitad  de  la  mixtura  prescrita.  Descendió 
algo  más  la  temperatura  38^2'';  pulso,  118;  los  sentidos,  oído  y  vista,  más 
impresionables  á  los  agentes  naturales ;  la  niña  parecía,  l[\xe  con  voz 
apagada  é  ininteligible,  esforzábase  inúltilmente  por  decir  algo  á  su 
madre... 

Así  pasó  tres  días  consecutivos,  durante  los  cuales  tomó  leche, 
caldo,  kola,  etc.,  etc.,  y  lo  hacía  últimamente  con  verdadera  afición;  se 
descorrió  el  tupido  velo  que  cubría  su  inteligencia  y  los  sentidos  agu- 
zaron más  y  más  sus  funciones.  Las  contracturas  de  los  miembros  in- 
feriores continuaron  ;  no  así  las  de  los  torácicos,  que  habían  cedido; 
de  tal  suerte,  que  ella  misma  llegó  á  tomarse  lo  que  le  daban  al  alcance 


ao9  i  Meningitis  estreptoc^cica  ? 


de  sus  manos;  cedió  la  rectitis  y  la  relajación  del  esfínter,  pero  no  la 
incontinencia  de  orina. 

Pasáronse  de  igual  suerte  dos  días:  la  temperatura  descendió  á  37*5**; 
el  pulso  llegó  á  98;  respiraciones,  24;  inteligencia  despejada  y  tomando 
bastante  cantidad  de  alimentos;  las  úlceras  de  las  regiones  trocantéreas 
casi  epidermizadas...  Al  quinto  día  de  haberla  sacado  dej  agua  al- 
canzó brutalmente  la  temperatura  40*";  pulso,  170  por  minuto;  respira- 
ción más  acelerada,  sin  paí«ar  de  38  en  el  mismo  tiempo.  ¿Tornaría  el 
cuadro  sombrío  de  los  días  anteriores?  No  I9  sabía.  Recomendé  las 
envolturas  generales  con  agua  fría  (sábana  mojada)^  cada  tres  horas 
renovadas,  y  compresas  de  agua  fría  á  la  cabeza  (no  helada)  continua- 
mente; interiormente  el  protocloruro  de  mercurio  á  dosis  purgante  y 
una  poción  almizclada.  No  se  perturbó  mucho  su  sensorio;  tan  sólo 
tuvo  un  poco  de  subdelirio,  sin  alterarse  sus  pupilas  y  contestando 
atinadamente  á  breves  preguntas  que  se  le  dirigían.  No  tardó  en  vol- 
ver la  deseada  calma:  al  día  siguiente  la  temperatura  alcanzó  como 
máximum  aH^S""  y  á  38*2"  mínimum,  y  sin  haber  pasado  mala  noche; 
tomó  cuanto  se  le  dio,  sin  náuseas,  ni  vómitos;  hizo  algunas  deposicio- 
nes líquidas  y  fétidas.  No  me  atreví  á  suspenderle,  en  absoluto,  los 
envoltorios  húmedos,  aplicándoselos  más  distanciados  (cada  seis  horas); 
caso  de  ser  conveniente  los  renovaríamos  con  más  frecuencia.  No 
pasó  mal  día  y  buena  noche  relativamente;  descansó  largos  ratos,  no 
hubo  ^trastornos  mentales,  tomó  cuanto  le  dieron;,  temperatura  máxi- 
ma, 38*6**;  pulso  osciló  alrededor  de  100,  pero  desplegado.  Se  le  supri- 
mió en  absoluto  la  sábana  mojada.  Llamó  mi  atención  una  hinchazón 
y  rubicundez  de  la  oreja  derecha  y  que  era  marcadísimo  en  los  sitios 
donde  el  tejido  fibroso  es  menos  denso  (lóbulo),  y  cuya  rubicundez 
aiTancaba  ya  de  la  concha  y  conducto  auditivo  externo;  ofrecía  los  ca- 
racteres de  una  erisipela  espontánea  ó  de  las  llamadas  médicas;  corrióse 
la  rubicundez  hacia  la  sien  y  más  allá  del  ángulo  de  la  mandíbula  y 
región  parotidea  hasta  el  cuello  del' propio  lado,  formando  un  rodete 
limikidor:  ciibrióse  dicha  zona  de  gruesas  vesículas,  que  espontánea- 
mente se  dilataron,  manando  de  ellas  abundante  cantidad  de  pus;  no 
tuvo  la  niña  durante  el  día  ni  náuseas,  vómitos,  ni  sed;  no  experi- 
mentó dificultad  en  el  tragar,  aun  teniendo  las  fauces  enrojecidas.  El 
esjtado  general  continuaba  igual.  Al  día  siguiente  observé  en  las  re- 
giones supra  é  infraclaviculares  derechas  dos  abolladuras  fluctuantes: 
eran  dos  abscesos  que  se  dilataron  espontáneamente,  saliendo  de  ellas 
un  pus  amarillento;  otro  más  resistente  del  tamaño  de  una  nuez,  en  la 
región  axilar  del  propio  lado,  lo  incindí,  manando  pus  de  los  mismos 
caracteres  que  las  anteriores.  Fueron  lavados,  polvo  antiséptico  y  gasa 
iodofórmica  al  10  por  100. 

La  niña  hizo  aquel  día  dos  deposiciones  de  vientre  y  sintiendo  ganas 
de  orinar  por  primera  vez,  hizo  una  micción  abundante,  siendo  clara 
la  orina  expulsada.  Tirando  de  los  pies,  sin  gran  esfuerzo,  pudo  lograr 
poner  sus  miembros  abdominales  por  vez  primera  en  extensión,  reco- 
brando, sin  embargo,  la  prístina  postura  tan  pronto  cedió  la  tracción 
que  mis  manos  ejercían  y  sin  quejarse  la  enferma...  Así  pasó  la  niña 
cuatro  días ;  los  abscesos  se  curaron  rápidamente,  la  exfoliación  erisipe- 
lotosa  no  dejó  huellas,  las  úlceras  trocantéreas  completamente  curacms 
desde  algunos  días;  los  movimientos  de  los  miembros  torácicos  expe- 
ditos, los  de  los  abdominales  ,  primero  con  movimientos  pasivos,  luego 
traté  de  imprimir  algún  movimiento  activo,  siendo  éstos  muy  perezosos 
y  difíciles ;  la  ligera  contractura  que  se  inició  los  días  anteriores  en  la 
nuca,  desapareció  en  absoluto.  Tomaba  con  afición  caldo,  leche,  sopas, 
purés,  kola  granulada,  etc. ;  dormía  bien,  y  su  inteligencia  recobraba 
su  perdida  lucidez,  como  si  hubiera  despertado  de  nnprqñmdo  síieño^ 


Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  '  iop 

segiin  decía  ella.  Tenía  plena  conciencia  de  la  necesidad  de  expeler 
el  contenido  de  sus  depósitos  excrementicios,  recto  y  vejiga.  Dos 
días  después,  á  pesar  de  \ñ  paresia  que  quedó  en  los  miembros  abdomi- 
nales, la  niña  se  sentó  en  la  cama,  cediendo  á  reiteradas  é  insistentes 
peticiones  suyas.  Noté  en  su  cuello,  tórax,  abdomen  y  sobre  todo  mus- 
los, algunas  manchas  de  púrpura  hemorrágica,  pero  muy  discretaa ;  no 
di  importancia  á  la  aparición  de  esa  púrpura,  pues,  en  parte,  fué  conse- 
cuencia del  proto-cloruro  de  mercurio  que  tomó  varios  días ;  prescríbile 
el  antidoto  por  excelencia,  el  hierro.  La  alimentación  fué  aumentán- 
dose á  medida  que  sus  fuerzas  digestivas  lo  permitían  y  los  tónicos  á 
base  de  quina,  proto-ioduro  de  hierro,  kola,  vino  Vial,  etc.,  que,  iban 
alternando  sin  cesar.  El  estado  general  de  la  niña  mejoro  rápida- 
mente ;  recobraba  animación,  vigor,  lozanía,  polor  en  sus  tegumentos 
cutáneos ;  en  su  afán  de  poderse  levantar  pronto  de  la  cama,  no  cesaba 
de  imprimir  lenta  y  perezosamente  movimientos  en  sus  muslos  y  pier- 
nas, que  recobraron  las  sensaciones  de  frío  y  calor,  así  como  una  fina 
íiensibilidad  táctil.  A  los  seis  días  de  sentarse  en  la  cama,  se  levantó 
con  relativa  energía ;  sosteniéndola  primero,  después  no  quiso:  le  bastó 
el  simple  apoyo  de  un  bastón  para  andar  algunos  ratos ;  al  segundo  día 
de  levantada,*  me  asombró  una  increíble  agilidad  de  sus  miembros  in- 
feriores, al  igual  que  de  lo  restante  de  su  cuerpo. 

Al  examinar  la  caja  torácica  con  detención,  me  admiraron  las  respi- 
raciones amplias  y  profundas,  sin  aspereza  en  sus  movimientos  expi- 
ratorios,  ni  estertores  de  ningún  género,  desapareciendo,  por  tanto, 
■aquel  estado  sospechoso  de  los  vértices  pulmonares,  sobre  todo  del  de  - 
recho,  que  tan  mal  impresión  causó  en  mi  ánimo  el  primer  día  que  la 
vi.  Todo  desapareció,  no  quedando  de  la  pasada  tormenta  más  que 
un  tétrico  rei^uerdo.  Perdí  á  la  niña  de  vista  á  últimos  de  septiembre, 
que  continuaba  en  estado  inmejorable.  Algún  tiempo  después  (un  mes 
próximamente),  su  madre  hizo  fijar  mi  atención  en  un  dato  de  escasa 
monta :  «  á  la  Monserrat  no  le  crece  el  cabello  »,  me  dijo.  Con  unas  fric- 
ciones estimulantes  que  le  recomendé,  vencieron  aquella  atonía  atró- 
fica  de  los  bulbos  pilosos,  teniendo  hoy  la  cabeza  poblada  de  abundo- 
sos y  ondulantes  rizos. 

Exprofeso  he  dejado  transcurrir  algunos  meses  antes  de  publicar"^ 
esta  interesante  historia  clínica^  de  provechosas  enseñanzas,  en  análo- 
gas circunstancias.  La  niña  continúa  en  excelente  estado  de  salud* 

(Se  concluirá J. 

Los  estigmas  fisiológicos  da  la  degeneración  ^^^ 

POR 

Luciano  Mayet 

Ex  interno  de  los  hospitales,  preparador  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Lyon 

VIL  Sistema  nervioso.  —  El  sitio  ocupado  por  los  trastornos  funciona- 
les del  sistema  nervioso  en  el  dominio  de  la  degeneración  es  considerable. 
-Los  trastornos  cerebrales  constituyen  los  estigmas  psicológicos  y  no  nos 
ocuparemos,  por  lo  tanto,  de  ellos  aquí.  Las  otras  manifestaciones  están 
representadas  por  un  cierto  número  de  síndromes  convertidos  en  verdaderas 
entidades  morbosas,  estudiadas  de  una  manera  muy  detallada  en  los  trata- 
dos de  patología  interna,  de  patología  general  y  de  patología  nerviosa. 

Enumerémoslas  rápidamente  : 

Enfermedades  7ie}Tiosas  familiares,  —  Las  principales  son  : 

La  meningitis  tuberculosa,  que  no  es  ciertamente  patrimonio  exclusivo  de 
los  degenerados,  pero  que  se  observa  con  muchísima  frecuencia  en  éstos. 
Muy  comunmente  se  presenta  como  una  enfermedad  familiar  y  la  pre- 


(1)    Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 


Los  tMiigmca  Jisioiógicoi  d«  la  dtgentración 


disposición  es  menos  realizada  por  la  tuberculosis  de  los  padres  (se  pudiera 
casi  decir  que  en  semejante  caso  esta  última  es  excepcional),  que  por  la  tara 
degenerativa  misteriosa  que  se  ha  ejercido  ya  entre  los  padres.  En  resu- 
men :  éstos  son  habitualmente  neurasténicos,  epilépticos,  vesánicos  ..  La 
mening-itis  tuberculosa  ataca  más  á  los  heredo-neurópatas  que  á  los  herede- 
tuberculosos.  Alcanza  el  máximum  de  frecuencia  en  los  niños  de  padres 
que  reúnen  las  siguientes  tres  causas  esenciales  dé  caducidad  hereditaria : 
neuropatía,  tuberculosis  y  alcoholismo. 

La  enfermedad  de  Friedreick,  enfermedad  familiar  que  ataca  á  varios  niños 
de  un  mismo  tronco. 

Ciertas  miopatias  atróficas  musculares  progresivas^  miopatías  que  princi- 
pian desde  la  juventud,  expresión  de  una  distrofia  muscular  familiar. 

Amiotrofia  del  tipo  C/íarcot-Jüarié. 

Enfermedad  de  Thomsen. 

Heredo-ataxia  cerebelosa  (Marié,  Londe). 

Ciertas  diplegias  espasmódicas  infantiles  y  más  particularmente  la  enferme- 
dad  de  Little. 

Átetosis  doble.  -^  Su  sitio  está  justificado  por  la  herencia  nerviosa  del 
atetósico,  la  familiaridad  de  su  afección  ó  la  existencia  de  diversos  factores 
de  degeneración  en  sus  ascendientes,  por  su  comienzo  precoz  desde  ios  pri- 
meros días  de  la  vida,  por  el  estado  de  profunda  caducidad,  que  traduce  su 
cuadro  clínico  muy  especial  (muecas  variadas,  gestos  extravagantes  y  gro- 
tescos, movimientos  arítmicos,  espasmódicos,  dificultad  en  los  movimientos 
intencionales,  de  la  marcha,  de  la  palabra),  por  los  trastornos  mentales  (jue 
presenta;  en  fin,  por  las  deformaciones  craneanas  y  las  anomalías  físicas 
que  existen  habitualmente  en  tales  enfermos. 

Enfermedad  de  Parkinsony  que,  á  pesar  de  las  incertidumbres  y  las  discu- 
siones patogénicas  de  que  es  objeta,  nos  parece  debe  ser  comprendida  tam- 
bién en  la  degeneración. 

Tics.  —  Movimientos  convulsivos  clónicos  ó  tónicos,  «voluntarios,  habi- 
tuales, alternativamente  conscientes,  coordinados,  sistemáticos »  (Nogués), 
los  tics  se  observan  con  una  ft^ecuencia  extrema  en  los  degenerados,  en  los 
degenerados  superiores,  como  en  los  idiotas  y  epilépticos.  La  variedad  de 
tics  es  infinita:  pestañeo,  muecas,  mascujamiento,  rechineo  de  dientes, 
movimientos  de  aprobación  ó  de  negación,  rascamiento  ó  frotes  de  las  me- 
jillas, de  la  oreja,  de  la  nariz,  etc.,  y  á  los  trastornos  motores  que  los  carac- 
terizan se  añaden  frecuentemente  trastornos  mentales :  « los  afectados  de 
tics  son  desequilibrados  psíquicos,  como  son  desequilibrados  motores» 
-.(Nogués). 

tfn  sitio  aparte  debe  reservarse  á  esta  forma  tan  especial  de  neuralgia 
del  trigémino,  el  tic  doloroso  de  la  cara,  que  solóse  encuentra  en  los  histéri- 
cos y  epilépticos,  es  decir,  en  sujetos  cuj^a  decadencia  hereditaria  es  cierta. 

Corea.  — El  lugar  que  la  corea  ocupa  en  el  cuadro  de  la  degeneración, 
ya  se  trate  de  la  corea  de  Huntington,  yñ  de  esta  forma  clínica  hapoco  descrita 
por  Brissaud  con  el  nombre  de  corea  variable  de  los  degenerados  y  aún  de 
ciertos  cdLSOs  de  corea  de  Sgdenham,  está  justificado  por  la  herencia  de  los 
coréicos.  Las  taras  que  dominan  esta  herencia  cesan  de  ser  latentes  bajo 
la  influencia  (?e  una  infección,  de  una  intoxicación,  de  una  impresión  mo- 
ral, que  viene  á  romper  el  equilibrio  inestable  en  el  que  se  encuentra  el 
organismo  de  tales  sujetos.  Los  trastornos  psíquicos  señalados  en  los  co- 
réicos traducen  también  el  parentesco  de  la  corea  con  la  degeneración.  Este 
parentesco  es  bastante  próximo  en  lo  que  concierne  á  la  corea  menor  de 
Sydenhara,  y  está  mucho  mejor  establecida  en  la  corea  mayor  de  Hunting- 
ton, y  hay  identidad  completa  con  la  corea  variable,  síndrome  particular  de 
los  degenerados. 

Neurosis.  —  No  se  comprenden  habitualmente  las  neurosis  en  la  degene- 
ración, y  muchos  autores  las  consideran  como  un  terreno  favorable  al  des- 
arrollo y  á  la  evolución  de  aquélla.  En  realidad,  hay  tantos  neurópatas  entre 
los  degenerados  y  los  lazos  que  los  unen  á  la  familia  neuropática,  son  tan 
numerosos,  tan  estrechos,  que  es  lógico  considerar  las  grandes  manifesta- 
ciones de  las  neurosis  como  verdaderos  estigmas  de  degeneración. 

Apreáurémonos,  pues,  á  decir  que  no  deben  ser  colocados  en  el  grupo  de 
degenerados  todos  los  neurasténicos  é  histéricos.  Sobre  este  punto  parece 
que  se  debe  ser  menos  absoluto  que  Dallemagne;  la  variabilidad  délas 


Los  estigmas  Jisiolt^gicos  de  la  degeneración 


causas  y  de  la  sintomatolog-ía  de  las  diferentes  neurosis  aboga  en  favor  de 
esas  excepciones.  Por  otra  parte,  si  conviene  considerar  las  grandes  mani- 
festaciones de  las  neurosis  como  estigmas  de  degeneración,  hay  en  el 
cuadro  clínico  de  cada  neurosis  una  multitud  de  rasgos  particulares,  epife- 
nómenos inconstantes,  pasajeros,  que  solamente  tienen  un  valor  muy  secun- 
dario ;  estigmas  de  degeneración  no  es  sinónimo  de  estigmas  de  histeria  ó 
de  cualquier  otra  neurosis. 


Fig.  7.*  —  D¿generación  histérica  con  asimetría  cráneo-facial  muy  marcada 


La  nearasledia  es  una  de  las  puertas  de  entrada  de  la  degene:  ación  ó  uno 
de  los  primeros  grados  de  ésta.  Traduce  generalmente  la  mala  adaptación 
del  sistema  nervioso  del  neurasténico  á  las  condiciones  de  la  vida  moderna, 
su  resistencia  defectuosa  é  insuficiente  á  lo.s  elementos  de  depresión  física  y 
normal.  El  neunisténico  empieza  por  internarse  en  el  suelo  movedizo  de 
la  degeneración,  en  la  que  sus  hijos  t^e  deslizarán  más  adelante  y  en  la  que 
sus  nietos  pueden  desaparecer  por  completo,  si  no  son  salvados  por  elemen- 
tos de  regeneración  intercurrentes».  «  Ks  el  terreno  eminentemente  favo- 
rable, en  el  cual  germinan  y  se  desarrollan  en  las  generaciones  siguientes 
las  enfermedades  nerviosas  más  graves»  (Bouveret). 

Al  lado  de  la  neurastenia  propiamente  dicha  debe  colocarse  otra  forma 
de  neurastenia,  descrita  con  el  nombre  á^i  neurosis  de  angustia  (Angstneurose 
de  Freud,  1895)  y  que  ha  sido  objeto  de  discusiones  en  el  último  Congreso  de 
médicos  frenópatas  y  neurólogos.  Está  caracterizada  por  un  estado  crónico 
de  espera  ansioso,  por  crisis  de  angustia  paroxistiea,  fobias  y  obsesiones  con 
irritabilidad  general  y  sobre  todo  por  vida  sexual  anormal. 

La  multiplicidad  de  las  formas  clínicas  de  la  histeria,  la  ausencia  de  limi- 
tación pura  de  ésta,  hacen  de  ella  una  división  completamente  artificial  de 
la  neuropatología.  El  término  de  histeria  designa,  ante  todo  y  sobretodo, 
una  reunión  de  síntomas  morbosos,  ligados  á  una  decadencia  nerviosa  más 


Venereologia  social 


marcada  que  en  la  neurastenia.  Así  la  histeria,  más  que  la  neurastenia,  es 
una  expresión  de  la  degeneración.  Las  relaciones  de  una  y  otra  han  pre- 
ocupado en  miles  de  ocasiones  á  los  autores.  Citemos  los  nombres  de 
Legraiu,  íie  Joffroy,  de  Dallemagne  y  de  P.  Legry. 

Las  epilepsias,  mucho  más  que  la  neurastenia  y  la  histeria,  están  intima- 
mente unidas  con  la  degreneración.  La  herencia  similar  no  es  una  rareza., 
la  herencia  de  transformación  es  más  frecuente,  y  en  tal  caso,  el  epiléptico 
engendra  un  degenerado  con  más  taVasque  él ;  igualmente  en  las  familias 
en  las  cuales  la  degeneración  está  muy  acentuada,  los  epilépticos  son  nu- 
merosos. En  t  ellos  se  encuentran  todos  los  estigmas  físicos  que  hemos 
apuntado  preéedentemente,  la  mayor  parte  de  los  estigmas  psíquicos  que 
tendremos  que  estudiar  más  taitde  y  los  estigmas  sociológicos,  cuya  exis- 
tencia ha  permitido  á  Lombroso  edificar  su  teoría  del  criminal  epiléptico. 

El  terreno  convulsionante  (que  se  puede  designar  también  con  Joffroy  por 
el  iéTmiuo  de  aptUud  convulsiva) ,  representa  en  cierto  modo  la  síntesis  de 
los  hechos  qut?  acaban  de  ser  considerados  con  ocasión  de  las  neurosis.  En 
el  niño,  la  tendencia  convulsiva  esjDroducida  por  un  factor  fisiológico  (in- 
dependencia relativa  en  la  primera  edad  de  los  centros  bulbo-espinales,  no 
sujetos  á  los  centros  moderadores  corticales  y  que,  reaccionando,  por  tanto, 
más  vivamente  á  las  excitaciones  directas  ó  reflejas)  (Moussous)  y  por  un 
factor  predisponente  hereditario  que  crea  en  ellos  un  terreno  sobre  el  cual 
se  podrá  desarrollar  más  tarde  la  histeria  y  la  epilepsia.  Una  gran  impor- 
tancia debe  darse  al  factor  hereditario  que  prepara  un'  terreno  favorable, 
sino  indispensable,  á  la  acción  de  las  causas  ocasionales  de  las  convulsiones 
de  la' infancia.  Estas  pueden  ^er  la  única  expresión  de  la  caducidad  que 
pesa  sobre  el  individuo  en  apariencia  normal  y  sigue  amenazadora,  tanto 
para  él,  como  para  sus  descendientes.  ,  En  el  adulto,  la  aptitud  convulsiva 
se  revelará  bajo  la  influencia  de  causas  que  tendrán  efectos  enteramente 
diferentes  en  ios  individuos  normales  ;  por  ejemplo,  las  aut(  -intoxicaciones 
de  origen  renal  y  puerperal,  las  intoxicaciones  exógenas,  por  ejemplo,  la 
alcohólica,  etc. 

(Se  continuará}. 


Venepeologia    social 


(1) 


POR    EL 

Dr.  Clado 

Delegado  de  Grecia  en  la  Conferencia  de  Brasclas 

PARTE  SEGÜND.A 
Profllazis  antivenérea 

Después  de  estudiadas  las  causas  de  la  prostitución  y  sus  funestas  con- 
secuencias, tratemos  de  los  remedios  aplicados  ó  propuestos  contra  estas 
últimas. 

Lo  que  se  desprende  más  claramente  de  las  estadísticas  es  que  el  peligro 
reside  por  encima  de  todo  en  la  prostitución  clandestina  de  las  menores. 
Proteger  las  menores,  he  aquí  lo  que  parece  ser  el  desiderátum  más  urgente. 

Los  congresistas  de  Bruselas,  especialmente  Jullien,  Le  Pileur.  Meissen, 
en  sus  interesantes  Memorias,  lo  han  comprendido  bien.  Únicamente  en  la 
elección  de  remedios  no  han  llegado  muy  allá. 

Examinemos,  pues,  las  medidas  propuestas  para  la  prostitución  de  las 
menores,  antes  de  pasar  á  las  que  se  refieren  á  las  prostitutas  en  general. 

I.  Protección  de  menores.  —Supresión  absoluta  de  toda  prostitución  de 
jóvenes  en  estado  de  mi7i07'ía,  edad  civil,  tal  es  el  ncuerdo  de  la  primera  Con- 
ferencia internacional.  Como  se  ve,  el  problema  de  la  relajación,  del  amor 
irregular,  no  se  ha  profundizado. 

La  misma  laguna  se  halla  en  la  enumeración  de  las  medidas  legales  pro- 
puestas por  sus  mantenedores.    Los  tres  concluyen  casi  de  idéntico  modo: 

Prohibición  de  la  prostitución  hasta  lu  mayor  edad  civil; 

Dado  caso  que  la  menor  de  edad  esté  convicta  de  prostitución,  que  se  la 
amoneste  p')r  primera  vez  (por  un  tribunal,  un  magistrado); 


(1)    Continuación.  — Véase  el  número  anterior. 


Venertologia  social  a¡3 


Si  reincide,  podrá  internarse  (JuUien)  hasta  su  mayor  edad  civil  (Le 
Pileur)  y  se  la  someterá  á  una  educación  tutelar  (NeisserV, 

Los  padres  pag-arán  una  multa,  que  se  duplicará  si  reinciden  (Le  Pileur); 

Las  menores  de  edad  incorregribles  serán  tratadas  como  prostitutas 
mayores  (Neisser); 

En  todos  los  casos  de  desfloración,  la  mujer  debe  participar  de  los  dere- 
chos de  esposa  (Gaucher),  solamente  si  ha  habido  sorpresa  ó  violencia  (de 
Meuron,  Neisser). 

De  Meuron  propone  una  protección  graduada,  variable  con  la  edad  de 
los  menores  y  que  se  extinga  progresivamente  hasta  la  mayor  edad  civil. 
Se  establecerán  tres  categorías:  la  1.",  á  los  12  anos;  la  2.*,  de  los  12  á  los  16 
y  la  3.*,  de  los  16  á  108  21. 

Los  ponentes  preconizan,  además,  que  los  gastos  de  la  justicia  sean  gra- 
tuitos, así  como  la  educación  moral  de  las  reclusas  en  casas  especiales. 

En  resumidas  cuentas,  los  congresistas  uuánimamente  e^tán  de  acuerdo 
en  reclamar  leyes  severas  que  tiendan  á  suprimir  la  prostitución  de  las  me- 
nores; pero  es  de  notar  que  los  castig-os  propuestos  sólo  alcanzan  á  la  mujer 
de  menor  edad  y^  prostituida.  Además,  hay  para  sorprenderse  un  poco  de 
la  confianza  que  parecen  tener  en  la  promulgación  de  medidas  represivas, 
cuando  se  dirigen  á  casos  clandestinos ^  es  decir,  que  escapan,  casi  por  den*- 
nición,  á  toda  represión  efectiva.  Más  abajo  veremos  que  la  reglamenta- 
ción, las  severidades  penales,  las  brutalidades  por  parte  de  la  policía,  que 
amenazan,  en  general,  á  las  prostitutas,  no  han  conseguido  nunca  poner 
freno  á  la  progresión  de  la  prostitución  clandestina,  y  aún  menos  á  la  de 
las  menores  de  edad. 

Después,  si  se  quiere  tomar  en  consideración  que  la  prostitución  reco- 
noce por  causa  primera  y  fundamental,  en  la  gran  mayoría  de  los  casos,  la 
primera  falta  cometida,  sería  preciso,  á  mi  modo  de  ver,  tomar  medidas  para 
proteger  sobre  todo  á  la. joven  que  todavía  no  ha  flaqueado. 

Las  leyes  sociales  que  nos  rigen, obligan  á  la  mujer  á  que  sea  legalmente 
esposa  y  "legalmente  madre.  Concubina  ó  soltera  madre,  se  pone  fuera  de 
la  ley,  por  lo  menos,  parcialmente;  se  la  desconsidera,  tanto  á  ella  como  á 
su  hiJQ,  que,  por  este  hecho,  es  más  difícilmente  un  miembro  útil  de  la  so- 
ciedad y  no  puede  gozar  de  los  mismos  derechos  que  el  niño  legítimo. 
Pues  bien:  la  sociedad,  que  reclama  de  la  futura  esposa  la  integridad  se- 
xual, debiera,  ante  todo,  protegerla  de  las  tentaciones  que  le  cercan  y  de 
sus  primeros  ímpetus  amorosos,  ó.  al  menos,  reconocerle  los  mismos  dere- 
chos que  se  reconocen  al  hombre.  El  argumento  que  se  invoca  en  favor  de 
la  libertad  sexual  del  varón  es  un  sofisma;  es  muy  natural  que  se  obre  con- 
tra este  prejuicio. 

La  joven,  dicen,  no  debe  tener  el  derecho  de  usar  sus  órganos  sexuales, 
á  causa  de  los  posibles  embarazos  y  graves  inconvenientes  que  presenta  el 
nacimiento  de  bastardos.  Pero,  puesto  que  la  procreación  necesita  la  inter- 
vención de  ambos  sexos,  ¿por  qué  excusar  sólo  á  uno  de  los  cómplices,  y 
precisamente  al  más  consciente,  al  más  responsable?  Todavía  más:  como 
el  hombre  es  con  facilidad  polígamo,  es  decir,  que  puede  en  un  mismo 
año  fecundar  varias  mujeres,  aun  cuando  la  mujer  sólo  pueda  parir  una 
vez  al  año,  ¿no  es  á  él  á  quien  se  debiera  prohibir  la  multiplicación  de  bas- 
tardos? 

A  mi  juicio,  sería  preciso,  ante  todo,  buscarlos  medios  más  propios  para 
crearle  á  la  joven  de  menor  edad  la  imposibilidad  de  entregarse  hasta  su 
mayoría  civil,  en  la  cual,  libre  de  sus  acciones,  podría  disponer  de  su  vida  á 
su  antojo. 

Analizando  las  estadísticas  que  tenemos,  he  hecho  ver  cuan  rara  vez  la 
mujer  so  prostituye  después  de  alcanzada  su  mayor  edad.  Este  hecho  in- 
negable es  debido  á  que.  pasados  los  21  años,  la  mujer  no  es  ninguna  niña 
y  ha  adquirido  su  completo  desarrollo  cerebral.  Más  prudente,  ínás  razo- 
nable, mira  más  por  sus  intereses,  y  no  obedece  tan  fácilmente  los  ímpetus 
de  su  corazón;  algunas,  gracias  á  s\is  labores,  llegan  á  crearse  una  posición 
modesta,  independiente  d^^  la  ayuda  que  el  hombre  les  preste. 

La  conclusión  que  se  desprende  de  estas  consideraciones,  es  muy  lógica: 
para  disminuir  la  prostitución  es  necesario,  ante  todo,  impedir  que  la  joven 
cometa  la  primera  falta  y,  si  ha  sucumbido  ya,  impedirle  seguir  la  ruta 
que  la  lleva  á  la  prostitución. 


it4  Vtntreoiogia  tocial 


¿Cuáles  son  las  más  eficaces  de  las  medidas  propuestas  para  proteger  á 
la  mujer  menor  de  edad,  de  sí  misma  y  de  las  influencias  exteriores? 

Recuérdense  las  diversas  categorías  de  causas  enumeradas  más  arriba, 
y  el  remedio  á  cada  una  de  ellas  se  hallará  indicado.  Así,  será  preciso 
ayudar  á  los  menores  de  edad  con  destreza,  obrar  contra  el  proxenetismo 
en  todas  sus  formas,  contra  todo  lo  que  permite  el  trato  con  la  mujer  de 
menor  edad  eu  sitios  públicos ;  que  se  castiguen  severamente  á  los  seduc- 
tores, sobre  todo  á  los  que  abusan  de  su  ascendiente  (padres  innobles,  etc.). 
allanar  las  dificultades  de  las  uniones  legales  y  facilitaren  la  mayor  medida 
el  matrimonio  (de  Meuron,  Bridel,  Marc  Reville,  Nevins  y  Gaucher). 

Ciertamente,  una  educación  apropiada,  una  enseñanza  familiar,  y  tam- 
bién escolar,  sobre  los  peligros  físicos,  morales  y  sociales  del  amor,  pueden 
ser  de  una  gran  avuda  para  la  protección  de  los  menores.  Es  tiempo  de 
dar  á  la  infancia  de  ambos  sexos  una  instrucción  ^uficieute  de  ciertos  pro- 
blemas, que  por  escrúpulos  de  moral  exagerados  se  dejan  voluntariamente 
ocultos.  Se  ha  de  enseñar  á  las  niñas  á  desconfiar,  á  defenderse  de  otros 
y  de  sí  mismas,  como  se  les  enseña  á  tener  cuidado  de  su  tocado.  Se  debe 
cultivar  su  energía  moral,  del  mismo  modo  que  se  desarrolla  su  inteligencia 
y  sus  músculos. 

Indudablemente,  una  educación  de  este  género,  conducida  con  pruden- 
cia y  destreza,  sólo  puede  dar  excelentes  resultados. 

Pero,  por  mi  parte,  veo  especialmente  cuatro  medios  buenos  para  llegar 
al  resultado  que  se  desea:  1.",  castigar  al  hombre,  quie  esté  convicto  de  ha- 
ber desflorado  una  menor  de  edad,  con  el  casamiento  forzado  ó  la  cárcel  y 
una  fuerte  indemnización  pecuniaria;  2.°,  internar  hasta  su  mayor  edad  á 
la  menor  que  se  prostituya;  a.**,  castigar  á  los  padres  que  no  han  ejercido 
vigilancia  sobre  sus  hijas;  4.",  castigar  al  hombre  que  tenga  comercio  con 
una  menor  de  edad  que  ejerza  ó  no  el  oficio  de  prostituta. 

Estas  medidas  han  tenido  sanción  legal  en  ciertos  países,  por  lo  menos 
parcialmente.  En  Grecia,  en  particular,  la  ley  es  muy  rigurosa  en  esta 
materia,  y  la  prostitución  de  los  menores  sólo  existe  accidentalmente. 

Como  corolario  á  estas  medidas,  creo  que  el  niño  ilegítimo,  nacido  de 
una  menor,  prudente  hasta  la  primera  unión  con  un  hombre,  debiera  tener 
derecho  á  las  mismas  prerrogativas,  comprendiendo  en  ellos  el  derecho  de 
herencia,  que  el  niño  legítimo  (de  Meuron,  Gaucher,  JuUien,  Minod,  etc.). 

En  resumen,  para  disminuir  la  prostitución  de  menores,  se  debiera,  á  mi 
juicio,  castigar  al  hombre  más  bien.  Por  regla  general,  el  hombre  está  ci- 
vilmente emancipado,  y  en  consecuencia,  él  es  el  único  responsable  de  la 
primera  falta  cometida  por  una  menor. 

Llegada  á  su  mayor  edad  civil,  la  mujer  podrá  disponer  de  sí  misma  á 
su  grado.  Sin  duda,  algunas  se  entregarán  al  amor  libre  ó  á  la  prostitu- 
ción; pero  entonces  nadie  tiene  el  derecho  de  intervenir  de  otro  modo  sino 
por  acción  moral. 

II.  Reglamentación  de  la  prostitución.— De  todos  los  medios  profi- 
lácticos, la  reglamentación  policiaca  ha  parecido  siempre,  en  casi  todos  loa 
gaíses,  la  más  eficaz.  Hasta  en  estos  últimos  tiempos  nadie,  en  Francia, 
abía  pensado  en  comprobar  su  eficacia,  aunque  anteriormente,  en  el  ex- 
tranjero, se  había  levantado  una  rigurosa  campana  contra  ella.  Gracias 
únicamente  á  la  Conferencia  de  Bruselas  la  cuestión  se  ha  dilucidado. 

Hoy,  los  más  ardientes  defensores  de  la  reglamentación  reconocen  su 
insuficiencia,  y  proponen  diferentes  medios  para  paliarla. 

En  cuanto  á  sus  detractores,  reclaman  su  abolición  pura  y  simple,  y  su 
reemplazo  por  algunas  disposiciones  legales. 

De  aquí  una  discusión  entre  «  reglamentaristas»  y  «abolicionistas»,  que 
duró  cinco  sesiones  en  la  última  Conferencia,  para  terminar  con  una  divi- 
sión y  la  votación  de  dos  órdenes  del  día  diametralmente  opuestos. 

En  principio,  pienso  yo  que,  á  partir  del  día  en  que  la  ley  reconoce  al 
individuo  el  libre  ejercicio  de  su  iniciativa  personal  y  que  lo  considera  civil- 
mente como  independiente,  no  tiene  ningún  derecho  sobre  sus  actos,  en 
tanto  que  no  se  hallen  en  contravención  con  ella.  Proceder  de  otro  modo,  es 
proceder  contra  todo  derecho.  No  se  trata  aquí  de  saber  si  las  personas  á 
quienes  se  molesta  por  la  reglamentación  son  dignas  ó  no  de  consideración: 
se  trata  del  respeto  que  se  debe  á  la  personalidad  humana.  Igualmente 
que  para  la  esclavitud,  la  cuestión  no  estriba  en  saber  si  el  negro  ó  el  chino 


Ventreologia  social  ít5 


merfceü  libertarse,  sino  ísi  hay  derecho  para  atentar  á  la  libertad  natural  de 
un  ser  humano,  sea  cual  fuere. 

No  he  de  limitarme  á  sentar  este  principio  para  condenar  la  reglamenta- 
ción. Examinaré  ese  pro  y  ese  contra,  prácticamente,  como  médico,  ahon- 
dando la  cuestión  tanto  como  sea  posible,  á  fln  de  sacar  conclusiones  con 
una  independencia  de  espíritu  absotuta. 

A.  Organización  aduaL-^-En  Francia  la  reglamentación  policíaca  de  la 
prostitución  comprende  actualmente  dos  medidas  fundamentales:  1.',  la 
inscripción  de  la  prostituta  y  sus  visitas  obligatorias  en  la  Prefectura  de  poli- 
cía  ;  2.*,  su  reclusión  eventual  durante  cierto  tiempo. 

!.•  Inscripciones  y  visitas.  —  La  mujer  sorprendida  en  flagrante  delito  de 
prostitución,  está  obligada  á  recibir  una  cartilla  de  identidad  (se  le  «da  la 
cartilla»)  y  á  presentarse  de  tiempo  en  tiempo  á  la  Prefectura  de  policía 
para  sufrir  un  examen  médico,  generalmente  semanal.  En  caso  de  enfer- 
medad venérea,  se  le  cuida,  según  su  estado,  en  la  misma  Prefectura  ó  en 
la  prisión  de  San  Lázaro. 

Ordinariamente,  las  mujeres,  sean  prostitutas  ó  no,  aceptan  esta  inscrip- 
ción con  gran  repugnancia,  y  hasta,  como  se  ve,  después  de  tentativas  de 
rebelión.  No  teniendo  otro  remedio,  acaban  por  someterse  y  obedecer,  pero 
en  los  más  estrictos  límites,  lo  que  se  les  manda.  Bs  inútil  decir  que  una 
mujer  entregada  á  la  prostitución  y  sin  inscribir  no  se  presenta  por  volun- 
tad propia  ni  se  presentará  nunca  en  el  dispensario  de  la  Prefectura  para  el 
examen  si  se  cree  enferma,  ó  para  hacerse  tratar  si  lo  está. 

El  sistema  de  inscripción  es  sencillo,  según  se  ve.  Consiste  en  cuidar  á 
las  prostitutas  enfermas,  y  en  aislar  en  una  cárcel  á  las  que  son  peligrosas 
desde  el  punto  de  vista  de  la  contaminación  venérea.  Se  cree  que  es  un 
medio  de  profilaxis  social.    Examinaremos  en  que  medida  es  eñcaz. 

Hay  que  juzgar  dos  puntos :  a)  la  utilidad  de  los  cuidados  que  se  dan 
en  la  Prefectura  de  policía  ;  b)  la  repercusión  de  esta  medida  y  su  acción 
moral  sobre  las  prostitutas  no  inscritas  ó  clandestinas. 

a)  Indudablemente,  dar  cuidados  á  los  venéreos,  por  reducido  que  sea 
el  numero,  es  siempre  un  excelente  medio  profiláctico.  Pero,  en  el  caso 
particular,  este  medio,  ¿  es  realmente  eficaz?    He  aquí  los  hechos. 

La  consulta  en  el  Dispensario  de  la  Prefectura  es  bisemanal,  salvo,  creo, 
cuando  hay  fiesta ;  lo  que  nos  da  aproximadamente  100  consultas  anuales. 
La  duración  de  cada  consulta  es,  me  lo  han  asegurado,  de  hora  y  media; 
pongamos  dos  horas.  Desde  hace  varios  años,  son  examinadas,  por  término 
medio,  al  año,  6,000  mujeres  sometidas  al  régimen  de  la  cartilla  ó  detenidas. 
En  el  informe  del  Dr.  Comenge,  en  un  período  decenal  ya  antiguo  (de  1878 
á  1887),  encuentro  una  cifra  casi  inferior  á  la  mitad.  En  todo  caso,  parece 
que  se  presentan  actualmente  de  120  á  140  mujeres  cada  semana,  sometidas 
ó  caudidatas  al  régimen  de  la  cartilla  y,  por  consiguiente,  que  deben  sufrir 
un  examen.  Entre  ellas,  casi  una  cuarentena  son  nuevas,  para  las  cuales 
hay  que  establecer  un  diagnó.stico.  Se  ve,  si  son  exactas  estas  cifras,  que 
el  Jefe  del  servicio  sólo  puede  dedicar  á  cada  enferma  un  minuto  de  examen. 
Efectivamente :  de  los  dos  médicos  encargados  del  Dispensario  de  la  Prefec- 
tura, uno  examina  las  enfermas,  ¡í  el  otro  arregla  las  cartillas!!...  Yo  creo 
que  el  mismo  Argos  muy  difícilmente, hubiera  sacado  provecho  de  seme- 
jante consulta. 

Conclusiones :  insuficiencia  de  tiempo,  insuficiencia  numérica  de  per- 
sonal, insuficiencia  de  exornen. 

Y  después  me  pregunto,  ¿  con  qué  cuidados  antisépticos  puede  practi- 
carse este  examen  ?  Cuando  se  piensa  que  de  todas  estas  mujeres  unas 
son  sanas,  otras  no.  que  entre  las  enfermas  no  todas  están  atacadas  del 
mismo  mal  y  pueden  presentar  excoriaciones,  desprendimientos  epiteliales, 
fisuras,  etc.,  que  les  hace  aptas  para  adquirir  nuevas  infecciones,  nos 
vemos  obligados  á  deducir,  sean  cuales  fueren  las  dificultades  actuales  del 
presupuesto,  la  creación  de  una  nueva  plaza,  la  de  Inspector  del  servicio 
médico  de  la  Prefectura. 

Sin  embargo,  admitamos  que  todo  pasa  á  medida  del  deseo,  que  el  diag- 
nóstico y  el  tratamiento  estén  rigurosamente  establecidos,  ¿qué  resultará? 
En  San  Lázaro  sólo  se  pueden  admitir  500  personas  enfermas  y  sus  encar- 
gados se  ven  en  la  necesidad  de  dejar  en  libertad  á  las  otras  venéreas. 
¿Quién  impedirá  á  estas   últimas    entregarse,  en   los  intervalos  de  las 


iiS  Venereologia  social 


consultas,  al  comercio  sexual  de  que  viven  ?  Y  si  las  enfermas  provistas  de 
una  tarjeta  verde,  es  decir,  infectadas  por  la  síñlis,  se  ven  obligadas  á  pre- 
sentarse á  la  consulta  cada  ocho  días,  las  tarjetas  amarillas  (blenorrógicas), 
sólo  vienen  cada  quince  días. 

Conclusiones:  1^  consulta  del  dispensario  de  la  Prefectura  es  insufi- 
ciente ;  es  ineficaz  desde  el  punto  de  vista  profiláctico  ;  se  convierte  directa 
é  indirectamente  ("como  probaré)  en  peligrosa  para  la  salud  pública. 

Me  apresuro  á  aeclarar,  ño  obstante,  que  no  e:>tá  en  mi  énimo  el  vitupe- 
rar las  instituciones  de  tales  Dispensarios.  Muy  al  contrario :  quisiera  ver- 
los multiplicarse,  establecerse  en  todos  los  barrios  de  las  grandes  ciudades 
y  funcionar  al  modo  de  las  consultas  hospitalarias.  Pero,  los  quisiera  libres, 
independientes,  fácilmente  asequibles  á  todo  enfermo;  los  quisiera,  sobre 
todo,  organizados  de  modo  que  dieran  seguridad,  que  atrajesen  á  la  prosti- 
tuta enferma  (1),  en  vez  de  aterrorizarla  como  se  hace  en  el  Dispensario  de 
la  Prefectura  de  policía. 

b)  Consideremos,  ahora,  á  las  prostitutas  no  inscritas,  es  decir,  las  que 
escapa;]  á  toda  vigilancia  de  la  policía.  ¿Qué  inffuencia  tiene  sobre  ellas 
este  sistema  llamado  profiláctico? 

Entre  las  prostitutas  clandestinas  enfermas  no  hay  una,  ni  una  sola,  que 
se  presente  por  su  propia  voluntad  en  el  Dispensario  de  la  Prefectura  para 
reclamar  los  cuidados  que  su  estado  necesita.  Todas  las  que  en  él  se  tratan 
son  conducidas  á  la  fuerza,  contra  su  voluntad.  Y  sin  embargo,  cierto  nú- 
mero de  estas  mujeres  no  inscritas  van  á  la  consulta  del  hospital  para  ser 
curadas  en  él. 

Esta  antipatía  hacia  el  Dispensario,  esta  repugnada  á  ser  tratadas  en  él, 
son  debidos  á  varios  motivos ; 

\°  A  la  desconsideración  con  que  es  tratada  la  mujer  que  tiene  cartill», 
y  e^to  sucede  no  sólo  entre  las  prostitutas,  sino  hasta  á  los  ojos  de  los  clien- 
tes. Hu3^en  de  una  mujer  inscrita  j  por  que  la  suponen  enferma !...,  otros, 
por  que  la  creen  afili.ada  á  la  policía.  En  todo  caso,  resulta  para  ella  un 
periuicio. 

2.°  KXmodo  de  reclutamiento  de  las  mujeres  con  cartilla.  Se  las  coge 
casi  siempre  violentamente.:  en  una  razzia  policíaca  (llamada  la  «redada», 
cuando  se  mezclan  en  una  riña,  cuando  son  denunciadas,  con  razón  ó  sin 
ella,  con  salud  ó  enfermas,  por  un  hombre  ó  por  una  muje^),  son  detenidas 
en  la  vía  pública  por  los  agentes  de  policía  que  se  presentan  á  aquéllas  con 
la  apariencia  de  clientes,  solicitando  sus  favores.  Es,  con  poca  diferencia, 
el  mismo  reclutamiento  cqu  que  se  provee  la  cárcel  de  San  Lázaro. 

3.*  Al  miedo  á  la  cárcel.  Efectiramente,  después  del  examen  que  sufre 
en  el  Dispensario  y  por  acuerdo  del  médico  de  la  Prefectura,  toda  mujer 
detenida  puede  ser  llevada  á  San  l*ázaro  y  ser  encerrada  el  tiempo  que  crea 
conveniente  el  médico  de  la  cárcel. 

Pues  bien:  hemos  notado  qne  la  mayor  parte  de  estas  mujeres  son  pobres, 
sin  otros  medios  de  existencia  que  el  coaiercio  sexual.  Es,  pues,  para  ellas 
una  cuestión  vital  quedar  libres  de  toda  inscripción.  Sana,  se  obliga  á  la 
prostituta  de  cartilla  á  ser  objeto  de  un  exainen  mensual;  enferma,  debe 
presentarse  con  regularidad  en  el  Dispensario  ó  bien  sufrir  la  segregación. 

En  el  primer  caso,  arriesga  perder  los  clientes  ;  en  el  segundo,  es  la  per- 
turbación de  toda  su  existencia,  la  frérdida  de  lo  poco  que  posee,  de  su  mise- 
rable casa.  Añadamos  que  muchas  de  estas  desgraciadas  tienen  un  niño  ó 
padres  enfermos  que  alimentar. 

Entre  las  prostitutas,  un  reducido  número  de  ellas  trabajan  más  ó  me- 
nos y  gozan  en  su  medio,  gracias  á  los  cuidados  que  ponen  en  ocultar  su 
comercio,  de  alguna  consideración.  Las  que  se  entregan,  como  éstas,  dis- 
cretamente á  la  prostitución  (por  regla  general  de  noche  y  en  otro  barrio), 
para  aumentar  su  bienestar,  sufren  un  perjuicio  aún  mayor  cuando  se 
dejan  prender  por  la  policía. 

Es  fácil,  pues,  comprender  por  qué  una  y  otra  categoría  de  prostitutas 
evitan  el  encueutro  con  la  policía  y  huyen  del  dirípensario  de  la  Prefectura, 
sobre  todo  cuando  están  enfermas,  porque  entonces  son  condenadas  á  la 
cárcel  de  San  Lázaro. 

He  aquí  una  serie  de  motivos,  consecuencia  directa  de  la  reglamenta- 


(l;    Tal  os  la  tesis  que  siempre  hemos  sostenido  (B). 


Venereología  social  217 


ción.  que  hacen  que  la  prostituta  ponga  todo  su  empeño  en  despistar  á  la 
policía,  y  que,  enferma,  se  abstenga  de  reclamar  los  cuidados  gratuitos  de 
la  Prefectura.  Lo  más  frecuentemente  evita  hasta  presentarse  á  las  con- 
sultas hospitalarias,  por  miedo  de  que  ge  divulgue  su  mal  y  venga  la  de- 
nuncia subsiguiente.  Sin  las  causas  que  la  hacen  de  este  modo  recalci- 
trante, nadie  duda  que  se  presentaría  voluntariamente  en  el  dispensario  de 
la  Prefectura,  en  el  hospital  ó  en  cualquiera  otra  parte  para  su  tratamiento.. 
Llena  de  temores  tan  justificados,  la  mujer,  sea  prostituta  ó  no,  queda  en- 
ferma, se  abstiene  de  toda  terapéutica  y  prolonga  indefinidamente  el  pe- 
ríodo contagioso  de  su  enfermedad. 

Apoyemos  estas  consideraciones  en  cifras  : 

Se  calcula  el  número  de  prostitutas  de  París  en  50,000  aproximadamente 
(Fournier,  UAbolitionisme).  Para  Gaucher  existen  60,000.  Fournier  acepta 
30,000.  En  este  número  se  hahan  comprendidas  18,000  mujeres  callejeras  y 
800  encerradas  en  las  casas  de  prostitución. 

En  el  dispensario  de  la  Prefectura  de  policía  son  tratadas,  por  término 
medio,  6,000  mujeres,  sometidas  al  régimen  de  la  cartilla  (esta  cifra  me  la 
ha  proporcionado  mi  amigó  el  Dr.  Berthod).  Quedan,  pues,  en  libertad  de 
23,000  á  !24,000  prostitutas,  según  la  evaluación  total  de  30,000,  y  más  de 
40,000  si  se  adopta  la  cifra  de  50,000.  Entre  estas  mujeres  no  inscritas  hay 
evidentemente  un  gran  número  de  enfermas,  puesto  que,  según  opinión  de 
los  médicos  de  San  Lázaro,  el  mayor  número  de  venéreas  se  encuentra  en 
la  prostitución  clandestina. 

Nadie  duda  que  entre  estas  venéreas  que  han  escapado  de  la  policía,  un 
gran  número  se  preselitarían  á  las  consultas  médicas,  comprendiendo  en 
ellas  la  de  la  Prelectura,  si  estuviesen  ciertas  de  no  correr  ningún  riesgo. 
El  miedo  á  la  policía  hace  que  las  prostitutas  rehusen  el  tratamiento  y  con- 
tinúen propagando  el  mal  sin  que  nadie  pueda  impedirlo.  Con  razón  decía 
el  profesor  Landouzy  en  la  segunda  Conferencia  de  Bruselas :  «La  regla- 
»  mentación  es  mala,  porque  á  través  de  las  mallas  de  la  red  que  tendéis 
>>  para  coger  las  enfermas,  la  mayor  parte  de  ellas  se  os  escapa». 

Una  conclusión  general  se  impone;  el  sistema  profiláctico  llamado  «regla- 
mentación», lejos  de  oponerse  á  la  diseminación  de  las  enfermedades  vené- 
reas, lo  favorece,  por  el  contrario :  1.",  porque  los  cuidados  obligatorios  que 
se  dan  á  las  mujeres  enfermas  son  insuficientes  desde  el  punto  de  vista  de  la 
cura,  ineficaces  desde  el  punto  de  vista  del  contagio  ;  2.*,  porque  con  la  re- 
glamentación las  prostitutas  clandestinas,  las  más  numerosas  de  todas, 
repugnan  y  huyen  de  estos  cuidados. 

2.®  Reclusión.  —  Si  la  prostitución  retrocede  ante  el  dispensario  oficial, 
á/bríion  i  huye  del  hospital-cárcel!  Y,  ¿por  qué  sorprenderse?  Una  vez 
enviaba  á  San  Lázaro,  cae  sobre  ella  desde  entonces  una  mancha  indeleble. 
En  San  Lázaro  se  encierra  tanto  á  las  mujeres  convictas  de  robo  ó  de  ase- 
sinato, como  á  la5  simples  prostitutas,  y  la  distinción  es  difícil  de  establecer 
el  día  en  que  se  efectúa  la  inscripción  de  las  detenidas.  Desde  un  punto  de 
vista  más  práctico,  se  ha  de  notar  que  la  permanencia  de  30  días  mínimo 
(Comenge)  es  la  ruina  para  muchas  de  ellas.  La  mayoría  de  las  encerrables 
son  pobres,  viven  al  día,  y  con  una  sola  vez  en  la  cárcel,  pierden  lo  poco 
que  poseen,  y  al  salir  se  encuentran  sin  albergue  y  sin  ningún  recurso. 
Las  que  no  tengan  hábito  de  trabajar,  no  pudiendo  dar  el  certificado,  fuera 
del  boletín  de  San  Lázaro,  se  ven  obligadas  á  renunciar  á  él.  No  hablo  del 
régimen  interior  de  la  cárcel ;  lo  supongo  humano  y  bueno. 

Ya  he  dicho  que  el  modo  de  reclutamiento  de  las  prostitutas  con  cartilla 
y  de  las  que  se  encierran  por  enfermas,  se  hace  violentamente.  Este  reclu- 
tamiento forzado  llega  á  tener,  en  ocasiones,  todos  los  caracteres  de  un  ver- 
dadero drama.  Se  cbge  á  las  pro,stitutas  en  las  calles,  en  las  razzias  hechas 
•por  la  policía  y  que  son  semejantes  á.  batidas  de  caza,  en  el  despacho  de  la 
Prefectura,  ó  en  el  dispensario.  Toda  mujer  detenida  por  cualquier  motivo, 
comprendiendo  en  éstos  el  ejercicio  de  la  prostitución,  y  que  se  encuentre 
enfermn,  es  encerrable.  Si  no  se  las  encierra  á  todas,  es  porque  no  hay  pla- 
za para  todas.  Se  ha  de  hacer,  pues,  una  selección  entre  ellas,  que  se  hace 
cuando  la  mujer  es  culpable  de  algún  delito  y  al  mismo  tiempo  está  enfer- 
ma. Purga  su  condena  en  San  Lázaro,  y  en  la  cárcel  se  le  hace  el  trata- 
miento ;  esto  es  normal  y  nada  hay  que  objetar. 

Pero  hacer  una  selección  entre  las  que  no  son  culpables  de  ningún  delito, 


j^  Venereoíoffia  social 


es  cosa  desastrosa  desde  el  punto  de  vista  profiláctico,  y  esto  por  la  fuerza 
de  las  circunstuucias.  Se  toma  las  más  enfermas,  las  que  están  atacadas 
de  sífilis  en  el  período  contagioso  y  de  blenorragia  grave.  Se  deja  en  liber- 
tad á  las  sifilíticas  sin  accidentes  aparentes  y  á  las  blenorrágicas  ligera- 
mente atacadas.  Pues  bien :  de  un  lado,  los  accidentes  contagiosos  de 
sífilis  pueden  presentarse  de  un  momento  á  otro ;  y  de  otro  lado,  las  bleno- 
rragias ligeras  son  precisamente  las  más  peligrosas  desde  el  punto  de  vista 
de  la  diseminación  de  la  enfermedad,  porque  no  molestan  á  las  enfermas  en 
el  ejercicio  de  su  oficio  y  pasan  inadvertidas  para  el  cliente.  Se  consi- 
dera bueno  poner  en  cartilla  á  las  que  no  se  pueden  encerrar,  lo  que  no  les 
impide  que  continúen  buscando  su  subsistencia  con  el  comercio  sexual, 
extendiendo  la  enfermedad  á  su  alrededor. 

He  aquí  una  medida  que,  considerada  con  la  mejor  voluntad  del  mundo, 
sólo  puede  parcialmente,  muy  parcialmente,  ser  profiláctica.  Considerada 
en  su  verdadero  aspecto,  es  decir ,  como  principal  causa  de  la  repugnancia 
de  las  prostitutas  enfermas  á  recurrir  á  los  tratamientos  gratuitos,  se  pre- 
senta aún  nefasta.  En  efecto:  sise  encierra  800  prostitutas  enfermas  por 
afio,  las  que  escapan  de  toda  visita  para  evitar  la  prisión  son  en  gran  nú- 
mero, y  podemos  dedir,  sin  ninguna  exageración,  que  el  mal  creado  por  la 
segregación  es  cien  veces  peor  que  el  bien  que  de  ella  se  desprende. 

Que  se  me  permita  citar  aquí  la  muy  justa  respuesta  de  Fouroier  á  la 
proposición  hecha  por  un  abolicionista  para  que  se  tuviera  en  cuenta  el 
boletín  de  la  salud  (desde  el  punto  de  vista  de  las  enfermedades  venéreas, 
bien  entendido),  para  el  ascenso  en  el  ejército.  «De  modo,  dice  Fournier, 
que  los  soldados  no  tendrían  nada  más  que  disimular  su  enfermedad,  y  por 
consiguiente,  no  serían  nunca  tratados».  Si  algunos  liombres  algunos 
•  soldados,  por  un  simple  ascenso,  son  capaces  de  disimular  una  enfermedad, 
¿cómo  queréis  que  desgraciadas  mujeres,  amenazadas  en  su  libertad  y 
ante  la  perspectiva  de  perder  lo  poco  que  poseen,  no  hagan  todo  lo  imagina- 
ble para  escapar  á  la  policía? 

Antes  de  cerrar  este  capítulo,  tengo  que  hacer  resaltar  un  punto  que 
nadie  hasta  ahora  ha  tomado  en  consideración.  La  reglamentación  sólo 
con.^idera  ^íTc/í/wtfw^^i/^  la  baja  prostitución,  la  de  la  calle.  Si  verdadera- 
mente se  ha  hecho  con  un  fin  profiláctico,  ¿por  qué  no  se  ataca  también  á 
la  prostitución  alta?  Las  clandestinas  de  esta  última  categoría  muestran 
en  todos  los  lugares  en  que  se  reúnen,  en  el  paseo,  en  el  espectáculo,  en  el 
restaurant,  los  teatros,  etc.,  todos  los  artificios  que  pueden  atraer  al  hombre. 
Las  que  practican  la  prostitución  clandestina  no  se  hallan  libres  de  enfer- 
medades venéreas ;  muy  al  contrario,  sabemos  que  tienen  siempre  por  lo 
menos  gonococos  de  reserva,  y  por  esto  son  tan  peligrosas  como  las  profe- 
sionales de  la  calle.  ¿Por  qué,  pues,  son  molestadas  éstas  únicamente? 
Pero,  desde  el  punto  de  vista  de  las  manifestaciones  exteriores' de  la  prostitu- 
ción, la  cortesana  hace  alarde  con  mucho  más  descaro  que  la  miserable  en- 
ferma callejera.  Es  una  tentadora  peligrosa  para  nuestros  colegiales  y  su 
lujo  insolente  es  corruptor  para  las  jóvenes  pobres. 

He  transcrito  aquí  tan  escrupulosamente  como  me  ha  sido  posible  las 
noticias  que  he  podido  procurarme.  He  hecho  valer  las  ventajas  del  régi- 
men llamado  profiláctico,  y  he  expuesto  con  claridnd  sus  inconvenientes. 

Que  se  me  desmienta  uno  solo  de  los  puntos  que  he  presentado  y  estoy 
presto  á  rectificarlo ;  que  se  me  pruebe  únicamente  que  si  la  reclusiones 
un  atentado  á  la  dignidad  humana,  obra,  por  lo  menos,  eficazmente  desde 
el  punto  de  vista  de  la  salud  pública. 

B.  Critica  de  la  reglameyítación.  —  Las  consideraciones  que  acabo  de 
desarrollar  me  parecen  propias  para  hacer  resaltar  el  peligro  que  el  sistema 
de  la  reglamentnción  crea  á  la  profilaxis,  á  la  preservación  social  de  las  en- 
fermedades venéreas.  Para  descargo  de  mi  conciencia,  voy  á  examinar 
punto  por  punto  los  argumentos  que  se  han  dado  para  defenderla,  á  fin  de 
que  el  lector  no  se  atenga  á  un  solo  dato  y  pueda  sacar  conclusiones  con 
toda  imparcialidad.  Perdóneseme  si  experimento  algunas  dificultades  para 
presentar  metódicamente  los  argumento.s  que  siguen,  recogidos  de  las  Me- 
morias oficiales  y  de  los  discursos  pronunciados  en  el  Congreso  de  Bruselas, 
ó  en  la  Asociación  para  la  i)rofilaxis  sanitaria  y  moral  de  París,  ó  en  gran 
número  de  folletos.  Es  muy  difícil  cla^ificarlo.s : 

L    Una  primera  serie  de  argumentos  se  refiere  á  la  prostituta  enferma  y 


Venereología  social  iig 


al  beneficio  que  se  saca  de  su  encarcelamiento  desde  el  punto  de  vista  pro- 
filáctico. 

a).  Honorat,  y  con  él  cierto  número  de  miembros  de  la  Conferencia  de 
Bruselas,  para  sostener  la  legitimidad  de  la  reclusión,  han  desarrollado  el 
siguiente  razonamiento :  no  se  puede  asimilar  las  enfermedades  venéreas  á 
las  demás  enfermedades  contagiosas,  porque  estas  últimas,  como  la  escar- 
latina, la  viruela,  etv.,  necesitan  un  reposo  forzado  en  la  cama,  y  por  esto 
no  son  muy  nocivas  á  la  salud  i)ública.  En  cambio,  las  enfermedades  ve- 
néreas no  entorpecen  la  vida  del  individuo  atacado  por  ellas,  con  virtiéndole 
en  un  manantial  permanente  de  diseminación.  En  este  paralelo  hay  una 
pequeña  omisión,  excusable  por  parte  del  inteligente  y  elocuente  orador 
Honorat,  que  no  es  médico.  Hay  enfermedades  contagiosas,  como  la  tu- 
berculosis y  otras,  para  las  cuales  la  sociedad  no  se  cree  con  derecho  á  im- 
poner la  visita,  la  segregación.  Y,  sin  embargo,  una  protección  de  oficio 
para  el  público  contra  estas  enfermedades  será  tanto  más  legítima,  cuanto 
que  muy  contra  nuestra  voluntad  se  nos  comunican,  mientras  que  se  va 
libremente  y  hasta  con  alegría  á  exponerse  á  una  contaminación  venérea. 

Es  conveniente  que  el  público  sepa  que  las  enfermedades  infecciosas 
que  se  nos  cita  (la  escarlatina,  la  viruela,  el  sarampión,  etc.),  por  el  hecho 
que  hacen  la  permanencia  en  la  cama  indispensable,  no  son  por  esto  ente- 
ramente inofensivas  para  la  colectividad.  Lo  que  rodea  al  enftrmo,  los 
criados,  etc.,  pueden  muy  bien  convertirse  en  agentes  de  contagio  inter- 
humano. 

Además  de  esto,  puesto  que  se  considera  que  el  venéreo  es  un  ser  ence- 
rrable,  por  el  solo  hecho  de  la  enfermedad,  ¿por  qué  se  encierra i'inicamente 
á  la  mujer  y  no  se  hace  lo  propio  con  el  hombre  atacado  del  mismo  mal? 
Uno  y  otro  ¿no  son  igualmente  peligrosos  para  la  colectividad?  Fatal- 
mente, el  hombre  e^ifermo  que  sigue  libre  ¿no  puede  contaminar  á  mujeres 
sanas  que,  después  de  haber  infectado  un  gran  número  de  hombres,  irán  á 
su  vez  á  engrosar  el  rebaño  de  las  reclusas? 

¿No  es  favorecer  la  diseminación  de  las  enfermedades  venéreas  el  en- 
cerrar los  enfermos  de  un  solo  sexo,  dejando  á  los  del  otro  en  absoluta 
libertad? 

h}.  Comenge  y  Le  Pileur  consideran  á  las  prostitutas  venéreas  como  en- 
fermas peligrosas.  «  Encerraremos  el  mayor  número  que  podamos  (800  por 
año) ;  y  reconocemos  que  no  se  pueden  encerrar  todas.  Reprocharnos  esta 
imposibilidad  es,  pretenden  ellos,  como  si  nos  dijeseis  :  «Suprimid  los  gen- 
darmes, no  detengáis  á  los  ladrones,  ya  que  la  mayoría  de  ellos  se  escapan». 

Tiene  este  argumento  una  gran  sencillez.  Pero  se  puede  hacer  observar 
á  esos  señores  que  el  caso  de  la  prostituta  y  el  del  ladnuí  no  son  en  manera 
alguna  comparables.  Por  un  consentimiento  mutuo  del  cliente  y  la  prosti- 
tuta, se  entregan  al  coito.  Además,,  el  hombre,  sea  cu'il  fuere  su  edad  y  sea 
cualquiera  su  candor,  sabe  perfectamente  las  consecuencias  c^ue  puede  tener 
para  él  relacionarse  con  una  mujer  que  trata  con  otros  hombres.  Por  tanto, 
se  expone  el  hombre  á  la  contaminación'  por  propia  voluntad.  No  sé  que 
suceda  lo  mismo  en  el  robo.  Repetiré  aquí  la  frase  de  Fournier :  «  Si  place 
á  cualquier  tonto  otorgar  toda  su  confianza  a  las  mujeres  de  que  se  habhi, 
tal  hombre  debe  reprocharse  á  sí  mismo,  en  caso  de  desgracia,  por  su  sim- 
pleza».   (De  l'aMitionnisme,  pág.  29). 

Toda  distracción  trae  consigo  peligros.  El  hombre  es  tanto  más  repren- 
sible en  materia  de  amor  libre,  cuanto  que  conoce  perfectamente  los  peli- 
gros que  corre  y  cuanto  paga  para  afrontarlos.  La  mujer  tiene,  por  lo 
menos,  la  excusa  del  pan  que  ha  de  ganar.  Verdaderamente,  del  uno  y  del 
otro,  creo  que  más  bien  al  hombre  encerraría,  si  me  precisara  á  toda  costa 
encerrar  á  alguno. 

Por  lo  demás,  se  puede  responder  en  el  mismo  tono  ál  argumento  de  los 
«.gendarmes».  Todas  las  mujeres  enfermas  detenidas  por  la  pí)licía  no  son 
encarceladas  por  falta  de  plazas;  el  mayor  número  quedan  libres.  Pues 
bien  :  no  es  esto  como  si  se  dijera  :  «  ¡  Hemos  detenido  un  gran  número  de 
ladrones,  pero  ¡sólo  guardamos  un  reducido  número  de  ellos,  por  no  tener 
donde  colocarlos  en  las  cárceles !  »... 

c).  No  creo  que  sea  muy  hábil  por  parte  del  Dr.  Commenge  oponer  las 
medidas  restriclivas,  hoy  en  vigor,  contra  las  enfermedades  venéreas,  á  las 
simp.es  precauciones  tomadas  contra   la  tuberculosis  y  el  alcoholismo. 


j^o  Revista  critica  bibliográfica 


¿Cuándo  se  ha  visto  encerrar  á  un  tuberculoso  porque  estaba  enfermo  ó  á 
un  alcohólico  porque  bebía?  A  menos  que  ninguno  de  los  dos  turben  la 
tranquilidad  de  la  calle,  nadie  tiene  derecho  á  atentar  contra  su  libertad. 
Sin  embargo,  tuberculosis  y  alcoholismo  son  amenazas  para  la  salud  pú- 
blica y  la  natalidad,  de  otra  suerte  más  grates  que  las  enfermedades  rene- 
reas,  puesto  que  la  terapéutica  no  tiene  para  ellos  una  acción  preservativa  ó 
curativa  tan  marcada  como  para  la  blenorragia  ó  la  sífilis. 

d).  Para  justificar  la  reclusión,  se  habla  de  la  incuria  de  las  prostitutas 
desde  el  punto  de  vista  de  su  salud  y  de  la  de  los  hombres  que  las  fre- 
cuentan (Commenge,  Le  Pileur,  Barthéleroy).  Se  habla  de  su  estado  de 
suciedad. 

Se  puede  afirmar  que  hay  en  esto  una  exageración  manifiesta.  Hasta  la 
mujer  que  hace  vida  de  calle  tiene  interés  en  no  causar  repugnancia  al 
cliente  y  en  presentársele  tan  limpia  como  pueda.  Es  una  cuestión  de 
amor  propio  y  de  coquetería.  (Se  entenderá  bien  que  hablo  de  la  prostituta 
parisién,  especialmente). 

Sin  duda  hay  grados  en  la  minuciosidad  con  que  se  cuida.  Pero  basta 
haber  frecuentado  una  consulta  ginecológica  cualquiera,  para  haber  que- 
dado sorprendido  de  las  precauciones  de  limpieza  (tanto  en  el  cuerpo  como 
en  las  ropas),  tomadas  por  las  más  pobres  antes  de  presentarse  á  la  visita,  y 
su  pena  cuando  la  miseria  no  les  ha  permitido  cambiar  una  ropa  sucia. 

Si  los  médicos  del  dispensario  de  la  Prefectura  y  de  San  Lázaro  han  ob- 
servado lo  contrario  en  las  mujeres  detenidas,  depende  de  las  condiciones 
morales  y  materiales  que  les  crean  su  arresto  de  un  lado,  y  de  otro  su  en- 
carcelación previa  en  el  Depósito.  ¿Qué  limpieza  queréis  que  tengan  en  el 
Depósito? 

Pon  otra  parte,  ya  he  dicho  que  el  miedo  á  la  Prefectura  y  á  Snn  Lázaro 
impedía  que  las  prostitutas  enfermas  reclamasen  ser  tratadas.  Dadles  los 
medios  de  cuidarse  libremente,  sin  temores,  abridles  los  hospitales  y  los 
dispensarios,  y  ya  veréis  si  tienen  en  tan  gran  abandono  su  .sanidad. 

e).  Un  postrer  argumento  se  basa  en  la  insubordinación  de  las  prostitu- 
tas, cuidadas  en  los  servicios  hospitalarios. 

Verchére  y  Commenge,  invocando  no  sé  que  estado  cerebral  particular 
á  las  prostitutas,  han  sostenido  que  les  era  imposible  cuidar  á  estas  mujeres 
con  regularidad  en  los  hospitales,  porque  todos  los  sábados  por  la  noche, 
se  hiciera  lo  que  se  hiciera,  abandonaban  el  hospital  para  « hacer  sus  ex- 
pediciones». 

Es  necesario  creer  que  desde  Martineau,  muerto  hace  una  veintena  de 
años,  y  cuya  autoridad  se  invoca  siempre  al  hablar  de  «expediciones»,  las 
cosas  han  cambiado.  Porque  también  nosotros  hemos  estado  en  hospitales 
y  somos  en  gran  número  los  que  afirmamos  que  es  casi  excepcional  que  las 
mujeres  entradas  con  una  enfermedad  venérea  rehusen  obedecer  los  conse- 
jos que  se  les  da  y  dejen  de  permanecer  »>n  el  hospital  el  tiempo  que  nos 
parece  necesario  conser\'arlas  en  él.  Frecuentemente  sucede  lo  contrario, 
y  cuesta  mucho  hacerlas  salir,  porque  se  encuentran  bien  viviendo  en  un 
sitio  á  cuyas  condiciones  de  confort  material  y  moral  no  estaban  muy  acos- 
tumbradas. 

Es  una  indicación  que  debiera  utilizarse  para  el  caso  que  se  decidiera  á 
considerar  á  las  venéreas  como  enfermas  y  no  como  objetos  de  repulsión  y 
menosprecio,  como  caza  digna  de  cogerse. 

{Se  continuará], 

REVISTA   CRITICA   BIBLIOQRAPICA 

POB     F.l 

Dr.  a.  Bassols  y  Prim 

Otiatría  ó  sea  medioina  espeoial  de  Oídos,   por  el  Dr.  Forns.  —  Ma- 
drid, 1903. 

Consta  la  obra  de  dos  volúmenes  en  octavo  de  más  de  200  páginas 
cada  uno,  muy  manuable  por  lo  tanto  y  de  mucha  comodidad.  En  ella 
se  ha  propuesto  el  autor  escribir  en  lenguaje  llano  y  sin  amplificacio- 
nes lo  más  necesario  de  Otiatría  que  debe  saber  el  médico  general.   Ha 


Noticia  citntijica 


procurado  evitar  palabras  inútiles,  y  en  efecto:  se  comprende  que  debe 
ser  así,  por  cuanto  no  sólo  trata  de  la  patología  especial  en  el  volu- 
men II,  donde  tienen  cabida  las  enfermedades  del  oído  externo,  medio, 
interno,  etc.,  sino  que  se  ocupa  también  en  la  anatomía,  histologría, 
.fisiolog-ía,  instrumental,  reconocimiento,  pronóstico,  hig-iene  y  tera- 
péutica gpeneral.  En  el  volumen  I  las  enfermedades  están  expuestas 
con  criterio  personal  y  práctico,  reconociéndose  en  ello  al  médico  que 
ha  visto  enfermos  y  que  no  repite,  por  tanto,  lo  que  ha  leído.  Dedica 
á  la  cirugía  otológica  nada  más  que  13  páginas,  donde  condensa  su 
modo  de  obrar,  dando  cabal  concepto  de  las  operaciones  que  describe. 
Sobresale  en  toda  la  obra  los  trabajos  de  ilustración,  que  son  numero- 
sos, puesto  que  pasan  de  60  las  figuras  intercaladas  en  el  texto  ó  lle- 
nando página  entera.  La  anatomía,  por  ejemplo,  consiste  sencilla- 
mente en  21  láminas  con  el  índice  explicativo  al  lado,  y  declaro  que 
entre  las  varias  ilustraciones  gráficas  qujB  se  ven  de  ordinario  en  las 
obras  de  medicina,  las  del  Dr.  Forns  se  pueden  presentar  como  modelo 
en  el  sentido  de  la  claridad,  limpieza  y  exactitud  con  que  están  pre- 
sentadas. 

En  resumen,  pues,  entendemos  que  el  Dr.  Forns,  con  la  publicación 
de  esta  obrita,  lia  prestado  un  buen  servicio  á  los  estudiantes  y  á  la 
misma  clase  médica,  porque  no  es  fácil  encontrar  un  compendio  tan 
sencillo  y  exacto  de  lo  que  debe  saber  todo  médico  no  especialista. 


NOTICIA   CIENTÍFICA 


Influencia  de  las  toxinas  diftéricas  y  tetánicas 
sobre  la  hemoglobina,  la  morfología  y  el  peso  es- 
pecifico de  la  sangre.  —  El  Dr.  Kucharzewki  ha  publicado  en 
el  Centralhlatt  f,  Bakter.  el  resultado  de  los  estudios  que  ha  hecho  so- 
bre la  acción  de  las  toxinas  diftéricas  y  tetánicas  en  conejos,  habiendo 
llegado  á  las  sig-uientes  conclusiones/que  traduzco  de  //  Progresso  Me- 
dico de  Turín  : 

1.*  La  toxina  diftérica  á  dosis  altas  ó  medianas  produce  la  dismi- 
nución del  número  de  los  hematíes  y  de  la  cantidad  de  hemog-lobina ; 
las  dosis  pequeñas  carecen  de  tal  acción. 

2.*  Las  dosis  fuertes  de  toxina  diftérica  aumentan  la  densidad  de 
la  sang-re ;  las  dosis  medianas  y  bajas  no  producen  este  efecto. 

3.*  La  toxina  diftérica  determina  siempre  la  hiperleucocitosis,  y  la 
intensidad  de  ésta  no  está  en  relación  con  la  cantidad  de  toxina  intro- 
ducida. En  los  casos  mortales,  la  hiperleucocitosis  aumenta  hasta  la 
muerte;  y  en  los  de  curación,  el  número  de  leucocitos  no  disminuye 
jamás  hasta  lleg-ar  al  normal. 

4.*  La  hiperleucocitosis  es  debida  esencialmente  á  los  pseudoeosi- 
nófilos.  El  número  relativo  de  los  linfocitos  disminuye  en  todos  los 
casos,  fenómeno  que  se  pone  siempre  más  de  manifiesto  á  medida  que 
se  aproxima  la  muerte.  Después  de  inyecciones  de  dosis  pequeñas, 
aparece  una  linfocitosis  lig-era.  Los  eosinóñlos  se  vuelven  menos  nu- 
merosos en  los  casos  mortales,  y  hasta  llegan  á  desaparecer  por 
completo. 

5.*  La  temperatura  del  cuerpo  se  eleva  después  de  las  inyecciones, 
luego  disminuye  prog-resivamente,  y  al  aproximarse  la  muerte,  se  halla 
debajo  de  la  normal.  El  peso  del  animal  disminuye  igualmente  hasta 
la  muerte. 

6.*  La  toxina  tetánica  determina  la  disminución  del  número  de  los 
hematíes  v  de  la  cantidad  de  hemoglobina. 


Formulario  y  traiatnUntos  modernos 


7.*  Laa  dogis^ fuertes  de  toxina  tetánica  rebajan  la  densidad  de  la 
sangre ;  las  dosis  medianas  y  las  pequeñas  no  producen  tal  cambio. 

8/  La  toxina  tetánica  determina  la  hiperleucocitosis,  pero  menos 
acentuada  que  la  que  es  debida  á  la  toxina  diftérica;  dicha  hiperleuco- 
citosis no  está  en  relación  directa  con  la  cantidad  de  toxina  inyectada. 

9/  El  número  de  los  pseudo-eosinófilos  aumenta,  y  el  de  los  linfo- 
citos  disminuye,  sobre  todo  después  de  las  inyeccionesde  dosis  fuertes. 
Los  eosinófilos  están  siempre  en  menor  proporción,  y  los  grandes  mo- 
nonucleares  quedan  invariables. 

10.  El  peso  del  animal  disminuye  progresivamente,  y  la  tempera- 
tura no  presenta  oscilaciones  notables. —  (RoviRA  Y  Oliver). 


PORMULARIO   T   TRATAMIBNT09    M0DBRM08 


LI.  ~  Prurito :  tratamiento 

Contra  este  molesto  y  rebelde  síntoma  se  emplea  anestésicos  y  reducto- 
res. Refiriéndose  Leredde  á  los  primeros,  casi  todos  los  cuales  emiten  va- 
pores y  entran  en  la  piel  calmando  los  nervioá  irritados,  menciona  los 
siguientes : 

Acido  acético.  —  Se  usa  en  lociones  ó  en  baño  (1  litro  de  vinagre  por  250 
de  agua).    Kn  Alemania  se  recurre  á  pomadas  para  la  pieles  secas  : 

Acido  acético.   ' 2*50  gramos. 

Lanolina 5  » 

Vaselina 10  » 

y  á  pastas  para  las  grasas  : 

Acido  acético 2  á  10  gramos. 

Lanolina 8       » 

Vaselina 12       » 

Almidón 10       » 

Acido  fénico.  —  En  lociones  (I  á  3  por  100),  erabadurnamientos  (solución 
alcohólica  ó  aceitosa),  pomadas  y  pastas  (I  á  2  por  100).  Unna  lo  usa  di- 
suelto al  5  por  100  en  espíritu  de  jabón  potásico,  reuniendo  así  un  anesté- 
sico y  un  reductor. 

A*c¿do  cítrico.  —  El  glicerolado,  al  1  por  30,  es  muy  usado  en  Francia. 

Belladona.  —  Hoy  casi  sólo  se  la  emplea  unida  á  otras  substancias.  Es 
dudosa  su  acción  anestésica,  salvo  en  la  vulva,  ano  y  rejíioiies  ulceradas. 
Se  recurrre  á  las  pomadas  Í5  á  10  por  100)  y  á  la  tintura  diluida,  de  prefe- 
rencia al  décini'). 

Benjuí.  —  Se  utiliza  la  tintura  en  pomada :  "  " 

Lanolina 30  gramos. 

Vaselina !;>        » 

Agua 5       » 

Tintura  de  benjuí 3       » 

Bálsamo  del  Comendador.  —  A.  Robin  lo  usa  mucho.  Su  principio  activo 
es  la  tintura  de  bonjuí.    Se  le  satura  de  áloes. 

Alcanfor.  —  Es  un  excelente  antiprunginoso.  Lociones  de  aceite  alcan- 
forado (I  por  10  de  aceite  de  almendras  dulces),  pomada : 

Lanolina 90  gramos. 

Aceite  alcanforado.     .         10       j> 

Hidrato  de  doral 1       » 

ó  pasta : 

Oxido  de  zinc 10  gramos. 

Cr^ta 10       » 

Aceite  alcanforado 10       *     . 

Agua  de  cal 10       » 


Formulario  y  iratamientos  modernos  2í3 

Cáñamo  indiano.  —  En  tintura  al  1  por  100.  Leistikow  se  sirve  de  cilin- 
dros de  esita  pomada :  • 

Extracto  de  cannabis  índica 10  gramos. 

Colofonia 5       » 

Cera  amarilla 45       » 

Aceite  de  olivas 40       » 

Cloral.  —  Disuelto  en  agua  ó  alcohol  al  1  por  100  para  lociones  ó  pomada 
al  10  por  ino. 

Ái^ua  cloroformada.  —  Lociones  cuando  la  piel  no  es  irritable. 

Cocaína.  —  Malcolm  Morris  la  asocia  á  las  soluciones  acuosas  feuicadas ; 
Unua,  k  las  soluciones  alcohólicas  sublimadas;  Brocq,  ni  fenol  y  al  cloral  en 
pomada.  Dosis  :  de  10  á  20  por  100  (Leistikow).  Su  acción,  como  la  de  las 
substancias  que  no  emiten  vapores,  no  está  demostrada  sobre  la  piel ;  sí,  en 
la  abertura  de  ias  mucosas  y  en  las  fisuras  y  excoriaciones  cutáneas. 

Ácido  cia7ihídrico  —  Solución  al  1  por  10,000. 

Solución  destilada  de  almendras  amargas.  —  Mezclada  con  agua  ó  alcohol 
es  la  b«se  de  las  lociones  uutipruriginosas. 

Lisol.  —  Solución  acuosa  al  1  ó  2  por  100. 

EucaliptoL  —  Solución  acuosa  al  1  ó  2  por  100. 

Timol  —  Solución  acuosa  al  1  ó  2  por  100. 

Meníol.  •—  Es  el  más  usado  y  se  emplea  en  toda  suerte  de  formas :  en  so- 
lución alcohólica  (1  á  6  por  100),  pomadas  y  pastas  (1  por  100  término  medio) 
y  jabones. 

Salicilato  de  metilo.  —  Leredde  lo  recomienda  mucho,  prefiriendo  las  pas- 
tas del  5  al  10  por  lüO  (1). 

^LII.  —  Corea :  tratumiento 

P.  Sainton  recomienda: 

Purgantes  ligeros,  con  más  ó  menos  frecuencia  (calomelanos  ó  magne- 
sia) ;  permant^ncia  en  cama ;  habitación  cerrada;  aislamiento  ;  bebidas  abun- 
dantes ;  dieta  láctea. 

El  mismo  día  del  purgante  prescribe  salicilato,  en  agua  de  Yichy  ó  en 
agua  pura  alcalinizada,  á  la  dosis  de  2  á  4  gramos,  según  la  edad  del  niño 
(T  á  12  años),  que  es  bien  soportado  con  la  dieta  láctea;  pasjulos  alg-unos 
días,  comienza  la  calma,  y  entonces  disminuye  la  dosis.  Hace  alternar  el 
salicilato  con  la  aspirina  y  continúa  luego  con  el  que  soporte  mejor  ei  en- 
fermo. La  aspinna  es  más  activa,  pero  algunos  niños  no  soportan  la  diafo- 
resis  que  provoca.  La  dosis  de  ella  es  de  0*20  á  O'ño  gramos,  mezclada  con 
lactosa  y  dada  con  limonada.  Generalmente  los  niños  toman  mejor  la  aspi- 
rina que  el  salicilato.  y  de  ella  llega  á  dar  1,  2  y  más  granos. 

Cuando  empieza  á  marcarse  bien  la  curación,  se  recurre  al  arsénico  ó  á 
los  cacodilatos,  asociados  á  los  fosfatos  y  á  pequeñas  dosis  de  nuez  vómica. 

La  curación  se  completa  con  ejercicios  bien  combinados  y  rítmicos,  aire 
rural  y  curas  termales  (2). 

LUX.  —  Cistitis  hemorroidal :  tratamiento 

Esta  variedad  de  cistitis,  tan  dolorosa  y  rebelde,  que  aparece  de  prefe- 
rencia en  l(»s  artríticos  y  gotosos,  que  coincide  con  hemorroides  rectales  ge- 
neralmente y  que  aparece  por  crisis  de  algunos  días,  semanas  y  hasta  meses 
con  pequeños  intervalos,  puede  iniciarse  en  pos  de  un  exceso  de  trabajo,  de 
una  marcha  forzada,  de  un  extravío  dietético,  del  uso  de  bebidas  fuerte- 
mente alcohólicas ;  se  halla  expuesta  k  los  cambios  térmicos,  aumentando 
con  el  calor  y  disminuyendo  con  el  frío. 

Tiene  los  síntomas  de  las  cistitis  y  los  síntomas  de  las  hemorroides:  sen- 
sación de  peso  en  el  periné,  tenesmo  recto-vesical  molestísimo  por  su  tena- 
cidad y  frecuencia,  etc.,  que  aumenta  con  los  estimulantes.  Por  lo  mismo 
se  ha  de  prohibir  en  absoluto  el  vino  puro  ó  mezclado  con  agua,  la  cerveza, 
el  té  y  el  café. 

Durante  el  período  agudo,  reposo  en  cama,  luego  baños  de  asiento  y 
mejor  baños  generales  de  salvado  y  almidón,  enemas  de  agua  hervida  fría, 


(1)  Rtvue  prat.  des  mal.  cut. 

(2)  BuU.  gen.  de  Thérap. 


924  Formulario  y  tratamientos  modernos 


bebidas  diuréticas,  tisanas  emolientes  (cebada,  linaza,  etc.),  alimentos  sen- 
cillos, con  cuyos  medios  podrá  calmarse  las  crisis  de  intensidad  mediana. 

A  pesar  de  todo,  dice  A.  Mesnard,  cuyo  es  el  trabajo,  habrá  que  recurrir 
á  substancias  farmacológicas,  por  modo  especial  si  el  enfermo  no  puede 
permanecer  en  cama  y  se  ha  de  dedicar  á  sus  ocupaciones  habituales.  Hay 
que  tratar  la  cistitis,  por  una  parte,  y  las  hemorroides,  por  otra.  En  este 
concepto,  el  autor  advierte  que  no  expone  todo  cuanto  ya  es  conocido,  limi- 
tándose al  estudio  de  algunos  hechos  nuevos,  cuya  eficacia  ha  sido  compro- 
bada recientemente. 

La  trementina,  de  antiguo  empleada,  sobre  todo  en  las  siguientes  pil- 
doras : 

Trementina OMO  gramos. 

Alcanfor O'IO       » 

Castóreo 0'05       » 

para  una  pildora,  dando  tres  ó  cualro  diarias,  es  prescrita  por  Mesnard  de 
este  modo : 

Esencia  de  trementina 4  gramos. 

Looc  oleoso 150       » 

Esencia  de  limón VI  gotas. 

En  esta  fórmula  se  mezcla  muy  bien  la  trementina  con  el  looc,  y  el  sabor 
se  corrige  con  la  esencia  de  limón.  Se  ordena  una  ó  una  y  media  cucha- 
rada con  leche,  mañana  y  noche. 

Los  supositorios  astringentes,  hemostásicos  y  calmantes  serán  usados 
contra  los  ñujos  hemorroidales. 

En  caso  de  hemorroides  internas,  da  buenos  resultados  esta  fórmula : 

Extracto  seco  de  hamamelis  virgínica  .  0*50  gramos. 

Ortoformo 0'25  á  050       » 

Clorhidrato  de  cocaína 0'03 

Extracto  de  belladona 0'02 

»        de  opio 0*02 

Manteca  de  cacao 4  » 

para  un  supositorio,  que  debe  ser  colocado  una  hora  antes  de  levantarse 
por  la  mañana ;  en  caso  necesario  se  introduce  otro  al  acostarse. 
Contra  las  hemorroides  externas  se  usará  esta  pomada : 

Ungüento  populeón 20       gramos. 

Ortoformo 1  » 

Clorhidrato  de  cocaína 0*í^2        » 

Extracto  de  belladona 0'0¿       » 

»        de  opio 0'02        » 

para  dos  unturas,  mañana  y  noche. 

La  adi^endlina  al  milésimo,  que  usara  al  principio,  tiene  el  inconveniente 
(le  causar  una  vaso-dilatucion  secundaria,  que  aumenta  la  congestión  y  los 
dolores.  Es,  sin  embargo,  aplicable  en  los  casos  de  finjo  hemorroidal,  pero 
entonces  se  da  por  la  vía  gástrica:  cinco  á  diez  gotas  en  agua,  dos  ó  tres 
veces  al  día  (1). 

LIY.  —  Hierro :  aoolón  flsloLósrioA 

Sobre  este  asunto  dice  Landau  que  las  sales  inorgánicas  de  hierro  son 
si])sorbidas  únicamente  en  el  duodeno  y  que  pasan  por  modo  directo  á  la 
linfa  y  á  la  sangre  á  través  de  las  células  epiteliales ;  la  cantidad  absorbida 
es  muy  pequeña  y  va  á  depositarse  de  preferencia  en  el  bazo,  hígado  y  mé- 
dula ósea,  probablemente  en  estado  de  combinación  orgánica  é  inestable 
Se  elimina  por  el  ciego,  colon  y  recto,  y  una  pequeña  porción  por  las  célu- 
las epiteliales  de  los  tnhuli  contorti  del  riñon. 

La  adición  de  estas  sales  inorgánicas  á  los  alimentos  aumenta  mucho  el 
hierro  del  hígado  y  del  bazo.  No  se  las  debe  reputar  tónicas  por  mera 
acción  irritativa,  sino  que  lo  más  probable  es  que  concurran  á  la  formación 
ílo  glóbulos  rojos  (2). 

(1)     Presse  medícale. 
rl)    Zeits.  Klin.  Síed. 


Formulario  y  traiamieníos  modernos  33 ¿ 

LY.  —Morfina  y  éter:  asooiaoldn 

Aubert  tuvo  que  poner  inyecciones  de  morfina  á  un  tuberculoso  y  te- 
miendo la  acción  deprimente,  la  disolvió  en  éter  sulfúrico.  El  resultado 
obtenido  le  indujo  á  emplear  esta  asociación  en  otros  casos  y  á  aconsejarla. 

Para  que  la  disolución  sea  completa  y  duradera,  propone  la  siguiente 
fórmula : 

Agua  hervida 2       gramos. 

Alcohol  á  90* 2  » 

Éter  sulfúrico 6  » 

Clorhidrato  de  morfina O'IO       » 

Cada  cm*  contiene  un  centigramo  de  morfina  (1). 

LYI.  —  Aoldo  fórmioo :  aoolón  sobre  el  sistema  musoular 

Clément  dice  que  obra  como  un  tónico  excitante  de  los  músculos. 

Toma  cuatro  veces  al  día  8  ó  10  gotas  de  ácido  fórmico  en  agua  de  Vichy 
y  nota  en  breve  excitación  muscular  que  le  incitaba  á  moverse  de  continuo. 
En  otros  experimentos  observó  que  el  trabajo  muscular,  aun  el  más  fati- 
goso, era  fácil  y  nada  cansado.  Estos  hechos  fueron  corroborados  en  otros 
individuos. 

Dice  también  que  el  ácido  fénico  (formiato  sódico  cuando  se  da  en  agua 
alcalina),  hace  desaparecer  la  debilidad  que  sienten  muchos  al  levantarse, 
así  como  en  los  días  tempes! nos^s  y  sofocantes. 

Además  de  esta  mayor  actividad,  el  ácido  fórmico  aumenta  lü  fuerza  mus- 
^  cular,  según  ha  comprobado  con  el  dinamómetro  y  el  ergógrafo,  y  retarda 
la  fatiga. 

Lo  notable  del  caso  es  que  en  el  siglo  viii  se  le  usaba  ya  como  cordial, 
estomáquico  y  diurético,  y  constituía  la  base  de  la  antigua  preparación  vina- 
gre de  magnanimidad  de  Hoffmarm,  que  se  obtenía  macerando  hormigas  en 
aguardiente  (2). 

LVII.  —  Ooqueluohe :  tratamiento  de  los  aooesos 

Caillé,  de  Nueva  York,  recomendó  la  propulsión  de  la  mandíbula  inferior 
hacia  abajo  y  adelante,  método  que  apenas  falla,  sea  cualquiera  la  edad  del 
enfermo  así  como  el  período  y  gravedad  de  la  infección.  En  los  niíios  más 
pequeños  suele  la  maniobra,  por  impresión  moral,  agravar  el  acceso;  en 
cambio,  ha  logrado  hacer  abortar  ataque  ya  empezado,  y  algunos  niños, 
convencidos  de  la  eficacia,  corren  en  busca  del  médico  para  que  haga  la 
propulsión. 

Sobel  confirma  todo  lo  expuesto,  y  aconseja  enseñar  el  procedimiento  á 
las  madres  y  enfermeras,  procedimiento  que  es  fácil,  no  doloroso  y  que  pro- 
duce un  máximum  de  alivio  con  un  mínimum  de  complexidad. 

La  única  contraindicación  es  la  presencia  de  alimentos  eu  la  boca  ó  en 
el  esófago. 

El  mismo  Sobel  recomienda  esta  práctica  en  el  espasmo  de  la  glotis  y, 
en  general,  en  todos  los  casos  complicados  de  bronquitis,  bronco-pulmonía, 
convulsiones,  episitaxis  (que  cohibe),  infecciones  hemorrágicas  subconjun- 
tivales  y  subcutáneas,  úlceras  linguales  (3). 

LVIII.  —  Raquitismo  :  tratamiento 

Amistani  usa  con  buen  éxito  la  médula  ósea  cruda  (4). 

Es  indiferente  el  modo  de  administración.  Quizás  sea  preferible  diluirla 
en  agua.  La  dosis  debe  ser  alta  :  una,  dos  ó  más  cucharadas  de  médula 
triturada. 

LIK.  —  Adherenolas  pleurales  y  perltoneales :  tratamiento 

Friedlft.nder  propone  inyecciones  subcutáneas  (1  cm*  diario)  de  una 
solución  hidroglicérica  al  10  ó  20  por  100  de  tiosinamina  (alilsulfo-urea)  (4). 


(1)  Semaine  Medícale. 

(2)  Soc.  nat.  de  méd.  de  Lyon, 

(3)  Arch.diPed. 

(4)  Gas^.  hebd.  des  Se.  Méd.  de  Bordeaux. 


336  Sección  oficial 


LX,— Ántrax:  tratamiento 

Hallopeau  prefiere  las  aplicaciones  repetidas  de  ácido  fénico.  Utiliza  el 
ácido  cristalizado,  nuboso,  disuelto  en  caliente  en  aceite  de  olivas  y  sin  adi- 
ción de  alcohol.  Embadurna  ampliamente  el  ántrax  con  est»- aceite  dos  ó 
tres  veces  al  día,  y  lueg-o  lo  cubre  con  una  cataplasma  de  almidón,  reglada 
con  el  mismo  aceite  fenicado. 

No  debe  olvidarse  tratar  de  igual  manera  las  pequeñas  pústulas  que  cir- 
cundan el  tumor  principal. 

Dr.  Rodbígükz  Méndez. 

SECCIÓN     OFICIAL 


QUATORZIÉME  CONGRÉS 
Ü15S   MÉDECINS  ALIÉNISTES   &   NEUROLOGISTES 

DK   FRANCB  ET  DBS  PATS   DU   LaNGUE   FRANQAISK 

Pau,  le  10  mars  1904 
Monsieur  et  bonoré  Confrére  : 
Le  XlVe  Congrés  des  Médecins  Aliénistes  et  Neurologistes  de  France  et 
des  Pays  de  Langue  Francaise  se  tiendra  cette  année  á  Pau,  du  l«r  au  7 
Aoüt,  sous  la  Présidence  de  M.  le  Professeur  Brissaud. 

Nous  serions  heureux  de  pouvoir  obtenir  votre  adhesión. 

traVaux  soientifiques 

Les  questions  suivantes  ont  été  clioisies  par  le  Congrés  de  Bruxelles 
pour  faire  Tobjet  de  Rapports  et  de  Discussions: 

l.°  Psychiatrie.  —  «  Des  démences  vésauiques  ».  —  Rapporteur,  M.  le 
Dr.  üeiiy,  de  Paria. 

2°  Neurologie.  —  «  Des  localisations  motrices  daus  la  motile.  —  Rap- 
porteur,  M.  le  Dr.  Sano,  d'Anvers. 

3.°  Assistance.  —  Des  mesures  á  prendre  contre  les  alienes  criminéis». — 
Rapporteur,  M.  le  Dr.  Kéraval,  de  Paris. 

Une  place  importante  est  réservée  aux  «Communications  originales», 
sur  des  sujets  de  Psychiatrie  et  de  Neurologie,  et  aux  presen tations  de  ma- 
lades,  de  piéces  anatomiques  et  microscopiques. 

Huit  scances,  en  dehors  de  la  séance  d'ouverture,  seront  consacrées  aux 
travaux  scientiflques 

Une  séance  sera  spécialement  réservée  aux  Communications  avec  pro- 
jections. 

Les  adhérents  qui  auront  des  Communications  h  faire  aux  dites  séances 
devront  en  faire  parvenir  les  titres  et  les  resumes  au  Secrétaire  general 
avant  le  l«rjuiu. 

KXCURSIONS 

Pau  étant  k  cette  époque  de  fannée  le  centre  des  plus  intéressantes  pro- 
ménades  pyrénéennes,  les  organisateurs  de  ce  Congrés  préparent  des  «xcur- 
sions  ací'pssibles  k  tous,  qui  perraettront  de  visiterquelques-uns  des  plus 
beaux  Sites  de  la  montagne. 

Un  banqupt,  suivi  d'une  séance  de  Communications,  aura  lieusurun 
Pie  d'une  altitude  de  prés  de  1,000  métres,  qui  domine  Lourdes  ;  un  autre, 
dans  les  mémes  conditions,  k  l'entrée  des  Gorge.s  de  Laruns. 

Les  Congressistes  visiterout  Eaux-Bonnes  et  Argeles,  oü  des  récepcions 
les  attendeut;  pour  se  rendre  de  Tune  k  l'autre  de  ees  stations,  ils  aeront 
transportes  en  voiture  k  travers  le  célebre  Col  d'Aubisque. 

Dautres  itinéraires  seront  indiques  et  facilites,  qui  permettront  aux 
Touristes  de  se  íliriger  rapidement  du  cóté  de  Cauterj^ts.  Luz,  St-Sauveur 
et  le  Cirque  de  Gavarnie.  ou  bien  vers  Dhx,  Biarritz.  St-Jean-de-Luz,  sur  la 
cote  francaise,  Fontarabie  et  Saint- Sé  hastien  eií  Bspagne. 

Des  réduct'onts  de  tarifs  seront  tres  vra¡semblabl*»ment  conseuties, 
comme  précéderament,  par  les  Compaguies  de  Chemius  de  fer  ainsi  que  par 
les  principaux  Hotels  de  Pau. 

Dans  le  but  de  faciliter  aux  organisateurs  leur  l&che  auprés  des  Com- 
paguies de  Chemins  de  Fer,  MM.  les  Membres  adhérents  seront  invites 


Publicaciones  recibidas  ss? 


ultérieiirement  k  faire  connaltre  Titinéraire  qu'ils  comptent  suivre  pour  se 
rendre  k  Pau. 

Un  programme  dótaillé  des  travaux  et  des  excursions  sera  publié  k  bref 
délai  et  adreesé  h  tous  les  membres  du  Congrés. 

Le  Congrés  comprend : 

1.*    Des  membres  adhérents  ; 

2.'  Des  membres  associés  (dames.  membres  de  la  famille,  ou  étudiants 
en  médecine,  presentes  par  un  merabre  adhérent). 

Les  Asiles  qui  s'iuscriront  pour  le  Congrés  flgureront  parmi  les  mem- 
bres adhérents. 

Les  Médecins  de  toutes  nationalités  peuvent  adhérer  k  ce  Congrés ;  mais 
les  Communications  et  les  discussions  ne  peuvent  étre  faites  qu'en  langue 
fran(^aise. 

Le  prix  de  la  cotisation  est  de  20  francs  pour  les  membres  adhérents,  de 
10  francs  pour  les  membres  associés. 

Les  membres  adhérents  recevront  avant  Touverture  du  Congrés  les  trois 
Rapports.    lis  recevront  a'prés  le  Congrés  le  volume  des  comptes-Rendus. 

Priére  d  adresser  le  plus  tót  possible  les  adhésions,  avec  le  montant  des 
eotisations,  ii  M.  le  Dr  Girraa,  Secrétaire  general  du  Congrés,  Médecin-Di- 
recteur  de  TAsile  public  des  Alienes  de  Pau. 

Yeuillez  «gréer.  Monsieur  et  honoré  confrére,  Texpression  de  nos  sentí- 
ments  les  plus  distingues.  —Le  Président,  Professeur  BrUsand.  —  Le  Secré- 
taire general,  Dr.  Girma. 

PUBLICACIONBS  RECIBIDAS 


Pr^paroolón  y  oritloa  de  los  modernos  ^anulados ,  en  sr^i^o'^l*  — 

Memoria  laureada  por  el  «Colegio  de  Farmacéuticos  de  Barcelona»,  en 
el  concurso  de  1902,  por:D.  Narciso  Duran  Desumvila.  —  Barcelona,  1904. 

Delle  ^andi  operasioni  oUmri^olie  a  domiollio  nel  oasi  nr^entl  e 
del  meas!  pratloi  per  esegpulrle.  Mezzi  cke  possono  anche  sopperire  alie 
necessiUl  della  chimrgia  di  guerra  sni  caynpi  di  baltnglia  e  7ielle  ambulanze 
della  crore  rossa.  —  Dott.  Umbf*rto  Chiaventone.  —  Milano,  i9ü3. 

Práoüoa- de  las  antopaiaa,  por  el  Dr.  Letulle.  —  Cuaderno  2.*"  —  De  la 
Bibliotí^ca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas.— Uh- 
drid.  1904.  —  Tres  pesetas. 

Apunte*  topesrráflooe-médiooe  de  Badalona.  —  Memoria  laureada  con 
accésit  por  la  R.  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona,  en 
el  concurso  de  1902,  por  Joaquín  Tuixans  y  Pedragosa,  precedida  de  un 
Prólogo  del  Dr.  R.  Rodríguez  Méndez.  —  Barcelona,  1903.  —  Varios  ejem- 
plan^s. 

Etiologria  de  olertae  anemias  suaves  de  Venesuela.  —  Comunicación 
al  Colegio  médico,  por  Rafael  K ángel. —  Caracas,  1903. 

■annal  de  Obitetrlola  y  de  Olneoologla  para  uso  de  los  prácticos  y  de 
las  matronas,  por  el  Dr.  A..  F.  Philippeau.  — Budapest,  1902. 

Kannal  de  Patolo^a  externa,  por  K.  Forgue. — Traducido  por  el  Dr.  J.  Bs- 
pasa  y  Rs<*ayola.  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
E.spasa,  editor.  Cortes,  5*79.  —  Cuaderno  13.  —  Barcelona,  1901.  —  Dos 
ejemplares. 

Tratado  pr&otloo  de  la  sifllia  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor lí.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —  Traducido  por  el  doc- 
tor T  Corominas  y  Pedemonte.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  páginas  y  una  lámina 
á  una  pesf^ta  el  cuaderno.  — José  España,  editor,  Cortes  579.  —  Cuader- 
no 13.  —  Barcelona,  19ü4.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  ■edioiaa  olinloa  y  Terapéutica,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tuñón.  —  José  E>pasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  93.  —  Barcelona,  1904.  —  Una  peseta 
cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 


928 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Tratado  de  Cirugria  olinioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  voii  Bergruiann,  K  von  Brunsy  J.  von.Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  5';9.  —  Cuadernos,  90.  y  91.  —  Bar- 
celona, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Ck>ntribaoi6ii  al  estudio  de  la  eecarlatioa  en  la  Habana,  por  el  doctor 
Mario  G.  Lebredo  —Habana,  1904.  —Distribución  gratis. 

Algrnnae  oonsideracionee  sobre  la  etio  og^ia  é  histolos^ia  dle  los  mió- 
mas*aterinos,  por  el  Dr.  Recasens.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Periódicos  :  unión  dental  española.  —  Revista  mensual.  —  Órgano  de  la 
Sección  de  Odontología  en  la  «Unión  escolar».  —  Mayor,  59,  Madrid.  — 
Un  año,  6  pesetas. 

El  Problema  de  la  Taberonlósis.  —  Revista  mensual  de  propaganda 
contra  la  tuberculosis.  —  Director,  Dr.  J.  A.  Tremols.  —  Manrique,  71, 
Habana.  —  Distribución  gratuita  á  las  ciases  ponular-s. 

Higiene  pr&otioa. — Órgano  oficial  de  la  *  Sociedad  española  de  Higiene». — 
Director,  Dr.  Larra  y  Cerezo.  —  Mendizábal,  10,  1.®  derecha,  Madrid,  — 
Un  año,  5  pesetas. 

El  Instituto.  —  Publicación  mensual.  —  Oif^ncias,  Artes,  Literatura.  —  Di- 
rector, José  María  Orellana.  —  Apartado  de  Correos,  n."  122.  —  Guate- 
mala. —  Un  año,  pesos  8. 

Estudios  demog Pálleos  de  Barcelona 

POK    E!. 

Dr.  D.  Luis  Comengk 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mes  de  marco  de  1904 


I.  —  INFBC010NB8 


Coqueluche    .... 

Difteria 

Disenteria 

Escarlatina 

Bri^ipelu 

Eclampsia 

Fiebre  tifoideR  .     .     . 

Gangrrena 

Influenza 

Lepra 

Otras  infecciones  .    . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerpernl 
Id.  quirurg-ica 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis  .... 
Viruela 


3 

13 
3 
4 
3 

11 

25 
2 
6 
O 
5 
3 
O 

10 
5 
6 
7 
3 
154 

41 


Total 304 

II.  —  Otras  infkooionhs  y  padkci- 

IflKNTOS    DK    NATURALICZA    VO   DB- 

TKRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

Arterias 29 

Corazón 155 

Venas O 

Suma  y  sigue.    ...      184 


Circula 
torio. 


Digesti- 
vo. .  , 


Suma  afiierior.    ...  184 

Boca 1 

Kstómago    ....  14 

Intestinos    ....  60 

'Otros  anexos   ...  9 

Peritonitis   ....  3 

D^^^s..^   í  BronquiRles  (Aféelos).  69 

^/*^'^'    Pulmonía    ....  162 

101  to,  .(pu|„,5„  y  pleura.    .  39 

Cerebro  y  médula 133 

GHiiít.al  femenino 4 

Meninges 59 

ririn«rio .  28 

Red  linfática « 

Total.'    ,     ...     .     765 

III.  —  Otros  y  aooidbntks 

Acci<it»nte8 8 

A  roholií^mo  .  * 1 

Distroíifis  constitucionales.     .  3 

Esclerema.    . O 

FíiitM  de  desarrollo    ....  11 

Intoxicación i 

NenplHsniHS 29 

Seneí'tud 6 

Sin  diagnóstico 4 

Total.     .     .     . 


Total  de  defunciones  .  . 
Total  de  nacimientos .  . 
Abortos 


63 
.1T32 


Tomo  ZZVIX.     Kúm.  8       Baroelona  30  abril  1904       Afio  2CS7IX.     Núm.  6i4 

Gaceta  Médica  Catalana 


SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  —¿Meningitis  estreptocócica?^  Curación  (contusión),  por  el  Dr.  1.  Clvit  Vives.— 
Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  (continuación),  por  Luciano  Mayer.— Venereología 
social  ( continuación ),  por  el  Dr.  Oiado.'-RKViSTA  crítica  bibi  iogmáfica,  por  el  Dr.  A.  Mar- 
tínez Varg^aa.  —  Fohmulakio  y  thatamientos  modernos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez. — 
NuKSTitA  coRKRSPosTDKNCiA  CON  LA  PRENSA.  —  Estudios  dcmográíicos  de  Barcelona,  por  el 
Dr.  O.  Luis  Comenge. 


(1) 


La  responsabilidad  mídlea  ante  los  Tribunales  de  Jostlela 

POR 

D.  A.  Tapl\ 

Presidente  de  la  Sala  i.*  de  lo  Civil  de  Barcelona 
II 

Intervención  punible  del  facultativo  en  el  aborto 

El  aborto,  ha  dicho  el  eminente  Dr.  Mata,  para  el  jurisconsulto,  no 
es  lo  mismo  que  para  el  tocóloí^o. 

Para  éste,  el  aborto  es  la  expulsión  del  feto  y  sus  dependencias  an- 
tes de  ser  viable,  es  decir,  antes  de  los  siete  meses,  y  para  aquél  es  el 
uso  voluntario  de  los  medios  para  procurar  un  mal  parto,  con  intención 
de  matar  el  feto. 

Determinan  la  consumación  de  este  delito  diversos  elementos,  á 
saber :  la  existencia  de  una  inujer  en  cinta  y  el  uso  de  los  medios  para 
conseguir  la  expulsión  del  feto,  y  que  ésta  se  realice  ;  y  además,  que 
perezca  el  feto,  fin  principal,  esencia  constitutiva  del  delito. 

Para  que  el  aborto  sea  tenido  como  tal  delito  de  aborto,  no  es  nece-- 
sario  que  la  expulsión  del  feto  se  provoque  en  un  tiempo  determinado. 
Como  la  parte  esencial  del  acto  criminal  la  constituye  la  violencia  de 
las  leyes  naturales,  hecha  con  el  uso  de  los  medios  empleados  para  lo- 
grar la  expulsión  del  feto,  el  que  ésta  se  provoque  un  día  antes  del  que 
naturalmente  había  de  producirse  el  parto  basta,  como  dice  el  doctor 
Mata,  para  determinar  la  existencia  del  delito  de  aborto. 

Si  el  aborto  se  ha  consumado,  existe  un  hecho  material,  tangible, 
que  puede  hacerse  objeto  de  las  investigaciones,  y  es  fácil,  ante  la  rea- 
lidad de  sus  ostensibles  huellas,  conocer  los  móviles  que  impulsaron  la 
acción  criminal,  los  medios  empleados  en  ella,  v  las  personas  que  han 
intervenido,  para  que  sobre  ellas  raiga  el  peso  Je  la  ley  penal. 

Mas  cuando  el  delito  de  aborto  es  de  simple  tentativa  ó  se  ha  frus- 
trado su  consumación,  dados  la  naturaleza  de  este  delito  v  los  medios 
que  ordinariamente  se  emplean  para  realizarlo,  es  más  difícil  su  averi- 
guación, pues  en  los  más  de  los  casos,  aun  desplegando  el  celo  más 
grande  en  las  investigaciones  para  lograr  saber  si  el  delito  de  tentativa 
de  aborto  ó  de  aborto  frustrado  se  ha  cometido,  el  hecho  queda  envuelto 
en  las  sombras  del  misterio,  sin  que  de  él  resulte  otra  huella  que  la 
impresión  moral  causada  en  la  mujer. 

La  preñez  de  la  mujer,  como  hemos  dicho,  es  un  dato  que  hay  ne- 
cesidad de  hacer  constar  en  primer  término,  para  determinar  la  exis- 
tencia del  delito  de  aborto. 


<i)    Continuación.  — Véase  el  número  anterior. 


ajo 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunaies  de  justicia 


kt: 


í 


r~  - 


La  prueba  de  este  hecho  gira  de  ordinario  sobre  el  honor  de  una 
mujer,  y  la  que  quiera  ocultar  su  interesante  estado,  mil  medios  tiene 
á  la  mano  de  que  valerse  para  no  aparecer  ante  las  gentes  tal  como  es. 

Son  pruebas  vergonzosas  las  á  que  deben  sujetarse  las  mujeres  á 
quienes  se  acusa  de  haber  cometido  el  delito  de  aborto  en  sus  propias 
personas,  y  los  Tribunales  deben  conducirse  en  delicada  forma  para  * 
log-rar  la  averiguación  de  los  delitos  de  acuella  clase. 

Más  de  un  comentarista  ha  considerado  el  aborto  como  un  crimen 
de  idéntica  gravedad  que  el  infanticidio.  Mas,  si  bien  se  examina  la 
naturaleza  de  uno  y  otro  delito,  no  puede  menos  de  observarse  que  no 
entraña  en  sus  culpables  la  misma  perversidad  de  ánimo,  aparte  de 

3ue  las  consecuencias  de  una  y  otra  acción  criminal  son  señaladamente 
iversas. 
Los  legisladores  modernos  las  lian  sabiamente  distinguido,  casti- 
gando el  delito  de  infanticidio,  según  los  casos,  con  las  penas  del  pa- 
rricidio ó  asesinato,  y  el  de  aborto  con  otras  de  menor  gravedad. 

Nuestras  leyes  de  Partida  (1),  copiando  al  derecho  romano,  distin- 

f'uían  en  el  aborto  dos  períodos,  según  estaba  ó  no  formado  el  feto,  y 
ste  tenía  condiciones  de  viabilidad  ó  formaba  sólo  una  masa  inerte, 
inanimada.  En  el  primer  caso  no  consideraban  el  aborto  como  delito, 
y  se  castigaba  con  una  pena  pecuniaria,  y  en  el  segundo  era  conside- 
rado como  un  verdadero  homicidio. 

Señalar  los  límites  en  uno  y  otro  caso,  determinar  cuando  la  cria- 
tura está  viva,  problema  es  eií  cuya  resolución  no  están  acordes  los 
autores,  pues  mientras  unos  creen  que  tiene  esa  condición  á  los  cua- 
renta días,  otros  sostienen  que  á  los  sesenta,  y  otros  que  á  los  noventa. 

Nuestro  Código  penal  distingue  varios  casos  en  el  delito  de  aborto, 
castigando  no  sólo  al  que  de  propósito  le  causare  (2)  sino  al  que  lo 
produjese  aun  no  teniendo  propósito  de  causarlo  (3),  agravando  la  pena 
cuando  se  ejerce  violencia  en  la  pei-sona  jJe  la  míijer  embarazada  y  se 
ejecuta  sin  su  consentimiento  (4),  y  atenuándola  caso  de  consentir  la 
mujer,  ó  causárselo  ella  misma,  ó  consintiendo  que  otra  persona  se  lo 
cause,  ó  que  lo  verifique  papa  ocultar  su  deshonra  (5). 

Todos  estos  casos  no  encierran  la  misma  gravedad  con  relación  al 
hecho  justiciable  y  á  sus  culpables,  pues  salta  á  la  vista  que  es  más 
grave  el  aborto  que  se  causa  con  violencia  en  la  persona  de  la  mujer 
embarazada,  que  el  producido  sin  ella,  el  en  que  se  produce  sin  con- 
sentimiento de  la  mujer,  que  el  en  que  ésta  asiente;  y  no  puede  menos 
de  atenuar  el  aborto  la  circunstancia  de  que  la  mujer  se  lo  cause  ó 
consienta  que  otra  persona  lo  realice,  para  ocultar  ía  deshonra  de 
aquélla. 

El  legislador  ha  hecho  bien  en  distinguir  todos  estos  casos,  estable- 
ciendo (6)  que  el  que  de  propósito  causare  un  aborto  sea  castigado : 

1."  Con  la  pena  de  reclusión  temporal  (7)  si  ejerciere  violencia  en 
la  persona  de  la  mujer  embarazada. 

2.**  Con  la  de  i)risión  mayor  (8)  si  aunque  no  la  ejerciere,  obrare  sin 
consentimiento  de  la  mujer. ' 

3.*^  Con  la  de  prisión  correccional  en  sus  grados  medio  y  míiximo(9> 
si  la  mujer  la  consintiere. 


(1)  Ley  8.».  título  8.°,  Partida  7.» 

(2)  Artículo  -ii5. 

(3)  Articulo  4.'e>, 

(4)  Articulo  4_'5. 

(5)  Articulo  427. 

(fi)  Articulo  42r>  del  Código  penal. 

(1)  De  \'l  años  y  1  día  A  iü  .iños. 

(8)  De  (i  años  y'l  día  á  12  años. 

(íl)  De  2  años/4  meses  y  i  dia  á  <»  í;ños. 


La  responsabilidad  médica  anU  los  TribunaieS  de  jusiicia  2$/ 


El  mismo  Dr.  Mata  enumera  las  cuestiones  médico-legales  á  que 
puede  dar  lugar  el  aborto  y  son  : 

Si  tal  ó  cual  medicamento  ó  alimento,  bebida,  golpe,  etc.,  emi)lea- 
dos,  ha  producido  ó  podido  producir  el  aborto. 

Si  se  ha  intentado  provocar  el  aborto. 

Si  la  mujer  ha  abortado. 

Si  el  aborto  ha  sido  provocado  ó  natural. 

Y  en  que  caso  incurre  en  responsabilidad  el  facultativo  acelerando 
ó  provocando  el  aborto. 

Cuestiones  son  todas  estas  de  importancia  suma,  y  que  el  médico 
legista  ha  de  resolver  con  el  debido  acierto,  teniendo  en  cada  caso  pre- 
sente el  resultado  que  ofrezcan  los  reconocimientos  que  debe  practicar 
y  cuantos  datos  le  sean  suministrados  por  el  Juez  de  instrucción. 

De  todas  estas  cuestiones  sólo  de  la  última  debemos  aquí  ocuparnos: 
es  la  á  que  se  refiere  el  artículo  428  del  Código  penal,  cuyo  texto  es 
como  sigue : 

«  El  facultativo  que  abusando  de  su  arte  causare  el  aborto  ó  coope- 
rare á  él,  incurrirá  respectivamente  en  su  grado  máximo  en  las  penas 
señaladas  en  el  artículo  425». 

Estas  penas  son : 

La  reclusión  temporal  de  17  años,  4  meses  y  1  día  á  20  años,  si  se 
ejerciere  violencia  en  la  persona  de  la  mujer  embarazada. 

La  prisión  mayor  de  10  años  y  1  día  á  12  años,  si  aunque  no  se  ejer- 
ciera violencia,  no  mediare  el  consentimiento  de  la  mujer. 

La  prisión  correccional  de  4  años,  9  meses  y  11  días  á  6  años,  si  hu- 
biere consentimiento  de  la  mujer. 

La  ley,  ha  dicho  el  insigne  jurisconsulto  Paclieco,  «estima  el  ser 
médico  como  una  circunstancia  agravante  en  el  hecho  de  procurar  el 
aborto.  Tiene  razón.  La  profesión  de  una  facultad  científica  impone 
obligaciones  de  moralidad  que  no  tienen  en  tal  punto  los  simples  par- 
ticulares. La  medicina  es  para  curar  á  los  enfernios  y  no  para  hacer 
abortar  á  las  mujeres  embamzadas». 

Justificado  está  el  rigor  de  la  ley  penal  al  imponer  el  severo  castigo 
que  inñige  al  facultativo  que,  abusando  de  su  arte,  causa  el  aborto  ó 
coopera  á  él. 

Todas  las  legislaciones  están  conformes  con  este  principio. 

El  facultativo  que  emplea  los  conocimientos  de  su  arte  para  lograr 
el  aborto  de  la  mujer,  es  más  culpable  que  ésta  y  cuantos  en  aquél  pu- 
dieran haber  intervenido,  ya  que  en  lugar  de  procurar  asegurar  la  vida 
del  nuevo  ser  engendrado*  busca  su  destrucción,  contrariando  así  las 
leyes  de  la  naturaleza  y  haciéndose  indigno  de  ejercer  su  profesión. 

Por  otra  parte,  seguramente  que  si  el  facultativo  no  se  prestara  á 
poner  sus  conocimientos  al  servicio  del  crimen,  en  el  caso  de  que  nos 
ocupamos,  los  abortos  serían  en  menos  número,  pues  la  mujer  no  se 
confiaría  á  manos  inexpertas  para  lograrlo,  por  temor  de  perder  su  vida, 
á  la  vez  que  lograse  la  expulsión  y  muerte  del  feto,  como  ha  acontecido 
en  bastantes  casos. 

En  el  delito  de  aborto  á  que  se  refiere  el  artículo  428  del  Código  pe- 
nal, se  precisan,  además,  dos  circunstancias  que  es  necesario  acreditar: 
la  de  ser  facultativo  la  persona  que  lo  cause  ó  coopere  á  él,  no  bastando 
que  se  titule  tal  facultativo,  sino  que  es  preciso  que  lo  sea,  y  además, 
que  al  causar  el  aborto  ó  cooperar  a  él,  lo  verifique  abusando  de  su  arte. 

Fácil  esla  justificación  de  que  la  persona  que  ha  intervenido  en  el 
aborto  tiene  la  condición  de  facultativo,  pues  esta  se  acredita  con  lapo- 
sesión  del  correspondiente  título  expedido  por  funcionario  competente. 

Ahora  bien  :  en  la  palabra  facultativo  que  se  emplea  en  el  artículo 
428  del  Código  penal  ¿están  comprendidas  también  las  matronas? 


^5J  La  responsabilidad  medita  ante  los  Tribunales  de  fusticia 


En  la  palabra  facultativo  se  eomprende  así  al  médico,  al  cirujano, 
como  á  la  matrona,  porque  si  facultativo  es  el  que  profesa  algfuna  facul- 
tad, y  la  matrona,  al  auxiliar  á  la  mujer  en  sus  partos  con  sus  conoci- 
mientos profesionales,  provista  del  debido  título,  ejerce  actos  de  la 
facultad  médica,  es  evidente  que  tiene  el  carácter  de  facultativo  á  los 
efectos  de  aquel  artículo. 

La  analogía  de  actos  hace  presumir  una  culpabilidad  semejante  en 
el  facultativo  y  la  matrona. 

Así  lo  ha  'declarado  el  Tribunal  Supremo  en  sentencia  de  C'l  de 
marzo  de  1891. 

Además,  para  que  tenga  aplicación  el  artículo  428  del  Código  de 
que  nos  ocupamos,  es  necesario  que  el  fa-cultativo  que  haya  intervenido 
en  el  aborto,  lo  verifique  abusando  de  su  arte,  esto  es,  con  intención 
maliciosa  de  causarlo  ó  cooperar  á  él. 

Si  el  facultativo,  desconociendo  el  hecho  de  hallarse  la  mujer  en 
cinta,  le  propina  medicamentos  para  la  curación  de  una  enfermedad 
que  padece,  y  estos  medicamentos  son  tales  que  producen  el  aborto,  no 

Suede  decirse  que  fué  causado  intencionalmente  por  el  facultativo,  y 
éste  no  puede  infligirse  pena  alguna,  á  menos  que  por  su  parte  no 
mediara  imprudencia  temeraria  al  ordenar  aquellos  medicamentos,  que 
á  mediar  malicia,  constituirían  el  delito  de  aborto. 

Desgraciadamente 'la  figura  del  delito  de  aborto  se  repite  más  de  lo 
que  resulta  del  libro  de  la  Estadística  de  la  administración  de  justicia 
en  lo  criminal,  pues  en  los  grandes  centros  de  población  es  pública  y 
notoria  la  existencia  de  la  industria  de  provocar  abortos ;  industria  in- 
moral en  alto  grado,  y  que  no  debe  ser  seguramente  poco  lucrativa. 

No  hace  mucho  tiempo  que  en  una  ciudad  populosa  se  ha  descu- 
bierto una  casa  contra  la  maternidad,  digámoslo  así,  dedicada  á  provo- 
car el  aborto  de  las  mujeres,  y  en  la  que  éstas  se  albergan  hasta  su 
restablecimiento,  siéndoles  prestada  toda  clase  de  cuidados  en  medio 
del  mayor  sigilo.     ' 

Seguramente  que  los  Tribunales  obrarán  con  rigor  castigando  con 
la  severidad  de  las  disposiciones  del  Código  á  los  culpables  de  la  exis- 
tencia y  explotación  de  aquel  centro  inhumanitario,  de  corrupción  de 
costumbres,  baldón  de  la  sociedad,  cuyos  culpables,  sean  cuales  fueren 
sus  títulos,  además  de  las  penas  del  Código,  por  su  delito,  que  es  siem- 
pre grave,  de  consecuencias  trascendentales  siempre,  merecen  el  justo 
desprecio  de  sus  comprofesores  y  de  la  general  opinión  por  su  falta  de 
conciencia  y  de  caridad,  y  además,  porque  siempre  tasan  á  buen  precio 
su  criminaf  proceder,  móvil  que  es  en  la  mayoría  de  los  casos  el  que  los 
impulsa  á  intervenir  con  su  arte  en  la  ejecución  de  los  abortos. 

La  última  Estadística  de  la  administración  de  justicia  en  lo  crimi- 
nal, publicada  por  el  Ministerio  de  Gracia  y  Justicia,  que  tenemos  á  la 
vista,  y  que  corresponde  al  año  1899,  da  por  resultado  que  durante 
aquél,  fueron  8  las  causas  por  delito  de  aborto  en  qué  recayó  pentencia 
ejecutoria  con  11  procesados,  y  de  ellos  6  absueltos  y  5  condenados  á 
penas  correccionales. 

No  consta  de  los  datos  de  aquella  Estadística  si  entre  los  condena- 
dos por  delito  de  aborto  figura  algún  facultativo  ó  matrona,  pues  á 
tanto  detalle  no  desciende  aquel  trabajo. 

Por  el  resultado  que  ofrece,  ])ues,  la  estadística,  no  puede  menos  de 
observarse  que  es  casi  insignificante  el  número  de  delitos  de  aborto 
que  fueron  objeto  de  sentencia  ejecutoria  en  las  49  Audiencias,  en  el 
año  1899,  y  seguramente  que  esto  no  será  debido  á  que  no  se  hayan 
ejecutado  en  más  número,  sino  á  lo  difícil  de  su  descubrimiento,  pues 
como  dice  el  Dr.  Mata,  aun  descubiertos,  es  difícil  de  lograr  la  condena 
del  facultativo  ó  matrona,  porque  es  fácil  hallar  en  la  ciencia  razones 


,í  Meningitis  estreptocócica?  23$ 


para  justificar  su  proceder,  si  bien  esto  mismo  puede  revelar  que  abu- 
saron de  ella. 

Mas,  de  todos  modos,  apr(^ciese  como  fácil  ó  como  difícil  el  descu- 
brimiento del  delito  de  aborto,  tanto  el  facultativo  como  la  matrona,  no 
deben  olvidar  que  ya  causándolo,  ya  cooperando  á  él,  pueden  ser  con- 
denados á  gravísimas  penas,  y  deben,  en  consecuencia,  denegarse  en 
absoluto  á  contribuir  con  los  conocimientos  de  su  arte  á  la  ejecución 
de  dicho  delito,  cualquiera  que  sea  la  persona  que  se  16  ruegue  y  la 
<ládiva  que  se  les  ofrezca,  ya  que  con  deferir  á  aquel  rueg-o  van  camino 
del  banquillo  de  los  acusados,  ante  el  Jurado,  que  es  el  competente 
para  conocer  de  las  causas  por  aquella  clase  de  delitos,  y  cuyo  Tribu- 
nal, seguramente  si  bien  puede  tener  conmiseración  en  muchos  casos, 
dando  veredicto  de  inculpabilidad,  para  la  infeliz  mujer  á  la  que  se 
causa  el  aborto,  la  negara  en  absoluto,  ya  al  facultativo,  ya  á  la  ma- 
trona que  lo  cause,  ó  á  él  coopere,  teniendo  en  cuenta  para  ello  no  sólo 
el  título  que  ostentan,  el  abuso  de  su  arte  con  que  obran,  sino  especial- 
mente la  circunstancia  de  que  de  ordinario  reciben  por  ello  un  esti- 
pendio, que  les  hace  repugnantes  á  la  vista  del  Tribunal  popular  é 
indignos  de  toda  consideración.  (Se  conlinuardj. 

¿Meningitis  esf reptoeóeiea ?  ^^^ 

Cupaoión 

POR    EL 

Dr.    J.    ClVlT  yiVKS 

Aquí  podría  dar  por  terminado  mi  cometido,  bien  ingrato  por  cierto; 
pero  el  presente  caso,  interesantísimo  en  varios  conceptos,  se  presta  á 
una  serie  de  reflexiones  que  no  está  en  nuestro  ánimo,  ni  tenemos 
alientos  ni  pretensiones  para  esbozarlas  siquiera;  únicamente  haré  bre- 
vísimas consideraciones  clínicas  sobre  el  diagnóstico  y  tratamiento, 
que  no  podemos  eludir,  para  justificar  nuestro  proceder  que  alguien 
calificó,  k  raíz  del  hecho  en  cuestión,  de  temeridad  dinica. 

¿Podía  tratarse,  en  nuestra  enfernia,  de  una  meningitis  aguda  sim- 
plei  Si  bien  es  cierto  que  la  elevación  térmica  es  en  ésta  muy  mar- 
cada, sin  embargo,  la  invasión  es  más  brusca,  y  ya  sea  protopática,  ya 
sintomática,  suele  ser  oriunda  de  un  traumatismo  ó  insolación  la  pri- 
mera, ó  á  alguna  lesión  de  vecindad  en  terreno  abonado  la  segunda : 
lesión  del  peñasco,  caries,  curación  brusca  de  alguna  dermatosis  de  la 
piel  del  cráneo,  periostitis  flegmonosa  aguda,  reumatismo  agudo,  etc.; 
además,  tanto  la  forma  convulsiva  ])ropia  de  la  primera  infancia  como 
la  delirante  comi'm  á  la  segunda,  ofrezcan  alguna  analogía  con  el  cua- 
dro sindrómico  de  nuestra  enferma :  rigidez  (le  la  nuca,  trismo,  resi)i- 
ración  Cheine-Stokes,  etc.,  la  marcha  es  rápida,  continua  y  sin  remi- 
sión alguna,  los  vómitos  son  más  acentuados,  la  duración  es  en  ésta 
más  corta. 

¿Sería,"  quizás,  una  meningitis  cerebro-espinal  epidémica  ^  Xo  lo  creo: 
hubiera  podido  ser,  en  todo  caso,  esporádica :  la  invasión  es  brusca, 
la  fiebre  alta,  hay  algún  vómito ;  muy  incierta  la  curva  termométrica, 
es  de  menos  duración,  las  convulsiones  suelen  ser  violentas,  continuas 
y  alternadas  con  intensísimo  ei)istótonos.  Queda  descartada  en  abso- 
luto la  noción  epidemiológica ;  tampoco  presentó  un  signo  de  gran 
valor  (nuestro  casoj,  casi  i)atognomónico :  el  herpes  labial,  -^i  no  preci- 
samente en  este  sitio,  en  los  carrillos,  mentón,  etc,  Parece,  pues,  no 
podemos  invocar  el  ti/us  cerebro-espinal. 


^l)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


as4  ^kitningitis  estreptocócica? 


¿Estaría  tal  vez  atacada  de  meiiinffismo?  Creo  no  esforzarme  mu- 
cho en  demostrar  que  la  sintomatolog-ía,  curso,  etc.,  alejan  la  idea  del 
síndrome  que  Dupré  describió  con  aquel  nombre ;  en  general,  cuando 
cede  la  causa  determinante  de  aquellos  fenómenos :  empacho  g^trico, 
estercoremia,  uremia,  yermes,  etc.,  desaparece  el  síndrome  meningfí- 
tico  ;  adem&s,  en  estas  circunstancias  podemos  atrevernos  á  lo  dicho, 
con  gran  conocimiento  de  causa,  por  Grasset:  «á  la  cabecera  del  enfer- 
mo no  hay  diagnóstico  diferencial  posible  entre  el  meningismo  y  la  me- 
ningitis  aguda;  no  se  hace  el  diagnóstico  hasta  después  de  la  curación 
6  la  muerte,  cuando  ya  no  hay  problema  terapéutico  que  resolver». 

¿Cuántas  meningitis,  pomposamente  anunciadas  gravísimas,  se  des- 
vanecen como  por  encanto  á  las  pocas  horas? 

¿Nos  encontraríamos,  acaso,  en  presencia  (íqIs.  grippe*^ 

Sabido  es  que  esta  infección  es  un  proteo ;  que  en  sus  múltiples  ma- 
nifestaciones en  los  órganos  torácicos,  abdominales  y  centros  liervio- 
soí«,  cabe  confundirla,  de  momento,  con  muchísimas  afecciones :  de  las 
encefálicas  la  meningitis  simple,  la  cerebro-espinal,  etc.;  pero  en  nues- 
tro caso,  ni  aun  la  forma  nerviosa  podemos  admitir.  No  hubo  invasión 
brutal,  ni  transformaciones  hacia  la  curación,  que  en  suma,  con  otras 
razones  que  sería  enojoso  apuntar,  son  las  que  hacen  vacilar  el  diag- 
nósf.co,  sobre  todo  entre  la  grippe  y  el  proceso  meningitico  cerebro- 
espinal. 

¿Estaría,  por  ventura,  invadida  por  el  tétanos'^  El  trismus,  la  rigi- 
dez (le  la  nuca,  las  contracturas  y  sobre  todo  la  temperatura  tan  ele- 
vada, son  propias  de  la  invasión  de  la  economía  por  el  bacilo  de  Nico- 
laíGi-;  pero  ni  aun  rebuscando  pude  dar  con  el  origen  del  mal,  el 
contagio ;  además,  suele  ser  muy  raro  en  esa  edad  y  la  forma  grave 
mata  brutalmente  en  pocas  horas,  mientras  la  benigna  tiene  remisio- 
nes convulsivas,  la  temperatura  es  poco  elevada,  á  veces  normal. 
Parece,  pues  que,  tanto  si  se  trata  del  tétanos  infeccioso  por  el  bacilo 
de  NicolaYer  como  del  reflejo,  ó  determinado  por  una  excitación  peri- 
férica, deben  desecharse. 

¿Era,  acaso,  una  hemorragia  meníngea  lo  que  sufrió  nuestra  enfer- 
ma? Tanto  la  hemorragia  intra-aracnoidea  como  la  sub-aracnoidea, 
ventricular  ó  mixta,  deben  desecharse.  No  son  propias  de  esa  edad ; 
faltó  la  causa  determinante  :  caída,  traumatismo,  etc.,  y  la  paquime- 
ningitis  hemorrágica  interna :  exudado  hemorrágico  entre  la  dura  y 
piamadre,  tampoco  hubo  caries  del  peñasco,  otitis  media  purulenta,  etc.'; 
siendo  ya  más  común  no  presentó  dolencia  anterior  ó  concomitante :  sí- 
filis hereditaria,  coqueluclie,  etc.  Hobrevienen  convulsiones  clónicas  y 
tónicas,  generalmente  á  un  lado  del  cuerpo,  respiración  estertorosa 
y  la  temperatura  se  eleva  al  aproximarse  la  muerte ;  aparece  en  forma 
(le  accesos  y  es  difícil  el  diagnóstico  en  las  formas  no  típicas ;  sin  em- 
bargo, nos  orientaremos  en  lo  esencial :  convulsiones,  parálisis,  hemi- 
plegias,  marcha,  en  una  palabra,  cuanto  nos  dé  idea  de"foco  más  ó  me- 
nos limitado. 

¿Trataríase,  en  nuestra  eufermita,  de  una  meningitis  fubercuIosaJ 
Veámoslo :  una  niña  que,  exceptuando  el  sarampión  y  la  escarlatina, 
había  gozado  de  buena  salud ;  que  quedó  bastante  delicada  de  esas  in- 
fantiles pirexias,  siempre  dej)rimentes  para  un  organismo  no  muy 
vigoroso  ;  que  en  sus  antecedentes  hay  un  dato  no  despreciable,  bas- 
tante elocuente  :  el  haber  sucumbido  dos  hermanitos,  casi  con  seguri- 
dad á  ese  proceso  meningitico,  pues  al  decir  los  médicos  en  lenguaje 
vulgar,  en  ciertas  familias,  derrame  se  quiere  significar  esa  especie  no- 
sológica;  y  al  decir  accidentes,  con  la  misma  vaguedad  de  la  frase,  si 
bien  otra  dolencia  pudiera  haber  sido,  dan  á  comprender  la  misma 
variedad  meníngea.    Durante  muchos  días,  la  niña  no  comía  nada. 


^Meningitis  estreptocócica?  235 


enflaquecía ;  que  su  carácter  alegre  y  buen  humor,  tornóse  triste  y 
melancólica :  mal  humorada,  llorosa  por  cualquier  futesa  infantil ;  ese 
principio  vago  é  insidioso  de  un  catarro  gástrico  al  parecer^  nos  hacen 
sospecnar  el  período  prodrómico  de  la  dolencia  que  esbozamos ;  será 
mera  conjetura  tal  vez,  pero  fundamentada.  En  efecto:  el  estreñimiento, 
los  vómitos,  la  cefalalgia  frontal,  más  generalizada  después,  en  suma, 
lo  que  caracteriza  el  primer  período  de  dicha  lesión  meníngea ;  para 
mayor  analogía,  si  no  semejanza,  acusó  el  cuadro  casi  completo  del  se- 
gundo y  tercer  período :  los  gritos,  desigualdad  y  dilatación  pupilar, 
irregularidad  del  pulso,  rigidez  de  la  nuca,  recliinamiento  de  dientes, 
contractura,  trismo,  estado  comatoso,  respiración  de  Cheyne'Stokes,etc., 
y  aunque  no  i)ude  comprobar  la  mancha  de  Trousseau  y'el  signo  de  Kür- 
nig,  tampoco  se  encuentran  siempre  en  esa  forma  meníngea.  Lo  que 
nos  hace  vacilar  y  poner  algún  reparo  de  gran  monta,  fué  la  tempera- 
tura elevadísima,' pertinaz,  que  no  es  propia  de  ese  proceso^meningí- 
tico  ;  cierto  que  en  ocasiones  llega  á  41''  y  más,  pero  suele  ser  pocas 
horas  antes  de  la  muerte,  pues  dicho  esto  y  algo  más  que  decir  pudié- 
ramos y  que  omitimos  gracias  á  la  brevedad,  infundieron  en  nuestro 
ánimo  la  duda  cojí  respecto  al  diagnóstico  de  esta  variedad  meningí- 
tica,  pero  fué  desechada  la  sospecha  que  surgió  de  momento,  por  razo- 
nes que  veremos  después. 

/,Era  tal  vez,  una  meningitis  serosa  (Quincke)  ó  leptovieningitis  in- 
fantil? Ademns  de  lo  raro  del  caso  y  la  diñcultad  del  diagnóstico 
iiitra  Tifam,  faltó  la  causa  ocasional :  golpe,  caida,  insolación,  sífilis  ó 
enfermedades  infectivas  agudos  anteriores  como  idiopática,  por  más 
que  la  niña  estaba  bastante  desnutrida,  y  tampoco  aquejó  bronquitis, 
coqueluche,  pneumonia,  exantemas  agudos,  etc.,  etc.,  que  abonaran  la 
inflamación  ventricular  como  deuteropática  ;  la  duración  es  menor,  dos 
ó  tres  días,  y  si  no  sucumben  á  la  primera  .«acudida,  presentan  siempre 
oscilaciones  \\e  mejoría  y  empeoramiento,  de  disminución  y  recrudes- 
cencia de  la  fiebre;  tan  solo  entonces  puede  prolongarse  el  curso  de  la 
dolencia  hasta  su  terminación,  que  suele  ser  la  muerte. 

La  encefalitis  aguda,  la  fiebre  tifoidea,  los  tumores  cerebrales,  la 
eclampsia,  la  pneumonia  de  forma  cerebral,  la  sífilis  cerebral,  meniíigi' 
/íí  5(/?W¿m,  etc,  no  tienen  otra  importancia  sino  la  que  quisiéramos 
otorgar  á  cada  una  de  ellas  de  por  sí. 

Sabido  es  la  frecuencia  con  que  el  bacilo  de  Eberht  y  el  pneumococo 
se  asocian  al  de  Koch  (meningifis pueíunocócira  sin  pneumonia)  (Netter); 
el  de  Eberht  al  de  Koch  (meningo-tifoidea),  al  dii)lococo  de  Jager,  etc.; 
constituyendo  las  meningitis  mixtas. 

Las  meniniritis  bacteria /lasí^e^n  por  pneuniococos,  estafilococos,  etc., 
ofrecen  la  misma  semejanza,  el  mismo  cuadro  sindrómico;  igual  ocurre 
á  las  asociaciones  microbianas  ó  meningitis  mixtas ;  y  por  más  que  se 
trate  de  separar  las  meningitiís  de  la  base  de  las  de  la  convexidad  (se- 
gún su  asiento),  y  las  raquidianas  de  las  distintas  regiones,  la  locali- 
zación  cerebral  ó  raquidiana  n.o  tiene  más  valor  que  la  cerebro-espinal 
para  determinar  una  especie  nosológica:  el  asiento  del  mal  tiene  escaso 
interés  desde  el  punto  de  vista  terapéutico.  Lo  imi)ortante  es  saber  que 
la  meningitis  es  la  localización  directa  cronológicamente  primitiva  ó  se- 
cundaria de  la  infección  inicial :  estreptococia,  pneumococia,  eberhtia- 
na,  estafilococia,  i'eumática  aguda,  etc. 

¿Sufrió  nuestra  enferma,  pues,  una  7neningitis  estrej)tocócicay  No 
lo  sabemos :  es  muy  proba])le.  Como  nos  hemos  de  atener  á  un  rf/«^- 
Tídí^/co  c//;?/co,  debeínos  rebuscar,  por  tanto,  todo  cuanto  pueda  ilus- 
trarnos ])ara  (lar  toda  la  certeza  posible,  si  certeza  pudiera  tener  un 
diagnóstico  de  tal  suerte.  A  este  diagnóstico  es  al  que  se  inclina  nues- 
tro ánimo,  por  razones  que  omitiremos,  para  no  incurrir  en  repeticiones. 


3SÍi  ^'  Meningilis  estreptocócica ? 

pues  no  habiéndose  practicado  la  punción  lumbar,  única  que  podía  i9a- 
carnos  de  duda,  hueíg^a  lo  demás. 

En  todas  las  meningitis  microbianas  hemos  dicho  que  se  encuentra 
el  misino  cuadro  sindrómico ;  pero  entre  ellas,  por  la  rig:idez  de  la  nuca 
más  acentuada,  las  pertinaces  contracturas  de  los  miembros  y  la  fiebre 
intensa  y  persistente,  parece  ser  más  propio  de  la  estreptocócica,  por 
más  que  dentro  de  esa  misma  variedad  bacteriológ-ica  se  presentan,  en 
ocasiones,  otras  asociaciones  microbianas.  Sevestre  y  Gastón  hallaron 
.  en  una  mening'itis  por  estreptococia  el  bacterium  coli ;  tampoco  sabe- 
mos si  dentro  esa  variedad  estreptocócica,  tomó  parte  principalísima  el 
estreptococus  aureus  ó  el  albt^,  pero  eso  importa  poco.  Además  ¿no  nos 
indica  nada  el  haber  aparecido,  cuando  ya  remitía  al  parecer  el  mal, 
una  erisipela*!?  ¿Nada  nos  dice,  por  ventura,  estando  la  temperatura 
casi  normal,  haber  alcanzado  brutalmente  40**  la  columna  termomé- 
trica?  ¿Cómo  vino  esa  erisipela?  ¿Fu'^  puramente  espontánea?  No 
lo  sabemos.  Tal  vez,  se  dirá :  ¿es  que  cusuido  apareció  la  manifestación 
del  microbio  en  cadena  de  Felileisen,  en  los  tegumentos  cutáneos,  la 
dolencia  primitiva  había  ya  cedido?    Y  bien  ¿qué  prueba  esto? 

También  puede  objetarse  :  ¿no  podía  ser  introducido  el  microbio  por 
una  solución  de  continuidad:  oreja,  cuello,  etc.,  pasando  inadver- 
tida? Cabe,  desde  luego ;  pero  al  rebuscar  el  contagio,  por  más  que 
empleé  gran  cuidado  é  interés,  no  pude  dar  con  él.  Los  abscesos  que 
aparecieron  sin  chapas  erisipelatosas,  saliendo  el  pus  espontáneamente 
al  exterior  en  el  uno,  é  incindiéndole  el  otro  ¿no  nos  indican  nada? 
El  limitarse  con  tanta  facilidad  las  chapas  erisipelatosas,  sin  la  acostum- 
brada emigración  por  la  piel  del  cráneo,  cara,  etc.;  el  tener  las  fauces 
enrojecidas,  el  conducto  auditivo  externo  ¿no  nos  señalan  alguna 
orientación  clínica?  No  presentó  la  enfermita  ni  un  vómito,  tan  co- 
munes en  las  erisipelas  espontáneas.  Podía  haber  sucedido  que  ingur- 
gitadas las  serosas  por  la  infección  estreptocócica,  repletos  los  senos 
venosos,  vasos  linfáticos,  etc.,  pasaran  á  la  circulación  general,  mani- 
festándose entonces  por  el  sitio  más  próximo,  camino  más  corto,  exte- 
riorizándose como  un  simple  chispazo  (vencida  la  infección),  de  un 
fuego  apagado  ya. 

¿Por  qué  no  pudo  ocurrir,  que  la  meningitis  fuese  cronológica- 
mente protopática,  y  que  la  aparición  de  las  chapas  fuese  secundaria 
á  la  misma  infección  inicial? 

Sea  como  quiera,  el  pronóstico  es  en  todas  Jas  formas  y  variedades 
bacteriológicas  grave,  sombrío  en  algunas  y  fatalmente  mortal  en 
otras :  la  tuberculosa  ;  pocas  discrepancias  hay,  entre  los  pediatras,  en 
apreciar  esta  cuestión.  Henoch,  clínico  tan  eminente  como  de  sentido 
práctico,  dice  de  ésta  última  :  ^<todo  caso  bien  diagnosticado  de  menin- 
gitis es  caso  perdido;  podéis  firmar  sentencia  de  muerte».  Cadet  de 
Gasecourt,  Rilliet  y  Roger,  citan  tres  casos  de  curación,  pero  Coraby 
dice  tTue  son  grandes  tubérculos  que  han  provocado  una  inflamación 
más  o  menos  extensa  de  vecindad ;  en  las  demás  considera  imposible 
la  curación.  Bouchut  afirma  que  únicamente  puede  obtenerse  la  cura- 
ción de  la  meningitis  en  el  primer  y  segundo  período  de  germinación 
tuberculosa,  que  se  detiene...  Unger  duda  que  se  pueda  obtener  una 
curación  completa  en  las  meningitis  agudas.  Weill  (de  Lyon)  dice 
qu?  es  difícil  demostrar  la  curabilidad  de  la  meningitis,  pero  ^try  5'i/tf 
creer  en  ella,  Landouzy  afirma  la  curabilidad  de  la  tifohacUosis  y  como 
admitiendo  grados  en  la  meningitis,  algunas  formas  deben  equipa- 
rarse á  la  tifobacilosis;  por  esta  razón  debemos  creer  esas  curaciones 
excepcionales. 

En  las  otras  variedades  se  cita  alguna  curación,  poquísimas  por 
cierto,  cuando  se  trata  de  asociaciones  microbianas;  casi  se  puede  afir- 


^Miningiiis  estreptocócica?  237 


mar  que  las  curaciones  son  debidas  á  la  meningitis  aguda  franca,  ó 
llámese,  si  se  quiere,  simple ;  en  las  demás  no  se  sabe,  en  la  mayoría 
de  ocasiones,  si  los  diag'nósticos  son  verdaderos. 

Los  medios  puestos  en  práctica  para  combatir  tan  terribles  dolen- 
cias, que  nos  arrebatan  los  niños  á  millares,  son  varios,  así  del  orden 
médico  como  del  quirúrgico,  pero  por  desgracia,  casi  todos  inefi- 
caces. 

Tratamiento  médico.    A  pesar  de  los  distintos  remedios  preconizados 

Sor  los  autores,  hoy  por  hoy,  el  tratamiento  es  limitadísimo :  el  ioduro 
e  potasio  que  tanta  fama  alcanzó,  resulta  impotente.  En  efecto,  se- 
gún GriflFou,  en  la  meningitis  cerebro-espinal  por  meningococos  Veich- 
selbaum,  como  hay  impermeabilidad  en  las  meninges,  el  ioduro  potá- 
sico resulta  inútil  en  su  acción,  por  más  que  Sicard,  Ravant,  Vidal,  etc., 
afirman  que  no  ocurre  así  en  la  tuberculosa;  también  resulta  ineficaz 
dado  á  fractas  ó  altas  dosis,  por  poco  ó  mucho  tiempo:  mueren  cuantos 
niños  son  tratados  con  aquel  precioso  fármaco.  Los  calomelanos  son 
de  indicación  racionalísima  por  su  doble  acción,  según  la  dosis  que  se 
propinan,  y  sea  la  que  se  quiera  la  especie  microbiológica  de  que  se 
trate ;  ellos  podrán  ser  impotentes,  pero  su  concurso  es  de  capitalísima 
importancia ;  algunas  curaciones  reales  ó  ficticias  han  sido  debidas  al 
proto-cloruro  de  mercurio  prudentemente  manejado  según  las  circuns- 
tancias. Los  vaso-constrictores  son  de  racional  aplicación  en  la  gene- 
ralidad de  los  casos,  aunque  impotentes.  Últimamente  se  ha  Querido 
ver  en  el  ácido  iodhídrico  un  precioso  fármaco,  en  algunas  lormas, 
pero  resulta  ineficaz  como  tantos  otros.  Revulsión :  se  ha  desechado 
la  bárbara  é  inútil  tortura  que  sufrían  los  enfermitos  con  las  pomadas 
estibiadas,  el  extenso  vejigatorio  que  cubría  toda  la  piel  del  cráneo 
después  de  rapada.  Los  antiflogísticos :  las  sustracciones  de  sangre 
por  medio  de  ventosas  escarificadas  ó  la  aplicación  de  sanguijuelas, 
raras  veces  hay  ocasión  de  emplearlos ;  Henoch  los  aconseja,  según  el 
estado  del  enfermo,  dejando  al  criterio  del  médico  su  aplicación  siem- 
pre moderada ;  las  pérdidas  sanguíneas  son  temibles  en  los  niños,  por 
sus  efectos  hipostenizantes.  Las  unciones  con  la  pomada  ibdofórmica 
(Nilsson)  son  más  inocentes,  pero  ha  quedado  defraudada  la  confianza 
que,  de  momento,  se  les  atribuyó.  Las  embrocaciones  con  guayacol 
son  altamente  peligrosas  por  temor  ar  colapso,  y  temible  también  el 
efecto  antitérmico  por  él  producido ;  quedando  hoy  como  refrigerantes 
á  la  cabeza,  el  casquete  de  hielo  y  la  balneación  en  todas  las  formas 
que  van  acompañadas  (sean  las  que  se  quieran  la  especie  ó  asociación 
microbianas)  de  elevación  térmica,  que,  con  las  sales  de  quinina  y  una 
enérgica  derivación  y  desinfección  del  aparato  digestivo,  siempre  que 
posible  sea,  constituyen  lo  esencial  del  tratamiento. 

El  ya  nombrado"  Henoch,  pediatra  tan  distinguido  como  práctico, 
dice  de  la  meningitis  :  que  ni  la  quinina,  salicilato  sódico,  antipiriria, 
los  baños  y  las  envolturas  frías  sirven  de  nada  más  que  lograr  rebajar  la 
temperatura  del  enfermo;  esto  es  cierto  y  nuestra  experiencia,  sin  ser 
clínico  sagaz,  lo  confirma  en  el  caso  que  motiva  el  presente  trabajo. 
Por  esto  no  empleé  ni  el  ioduro  potásico,  antipirina,  morfina  ni  tantns 
otras  por  creerlo  contraproducente;  tampoco  apelé  á  las  sustracciones 
sanguíneas,  porque  creí  perjudicial  la  pérdida  de  sangre  en  aquella 
infección  microbiana.  Quizás  alguien  preguntará:  ¿porqué  no  me 
serví  del  serodiagnóslico  ó  reacción  de  Widal !?  Por  el  mero  hecho  de 
tener  algo  más  de  firmeza  la  orientación  diagnóstica  para  diferenciar 
la  dotinentería,  tuberculosis  miliar  y  la  meningitis,  no  nos  hubiera 
servido  casi  nada  prácticamente ;  aun  salvando  las  dificultades  que  á 
cada  paso  tropezamos,  no  se  presenta  la  tal  reacción  hasta  la  primera, 
segunda  y  á  veces  tercera  semana,  observándose,  además,  esta  propie- 


S3S  r!  Meningitis  estreptocócica? 


dad  (üng-er)  en  el  suero  de  individuos  sanos.    Se  ve.  pues,  que  la  tal 
reacción  tiene  muchas  excepciones. 

Tratamento  quirúrgico.  —  Recientemente  se  ha  preconizado  con 
más  ó  menos  entusiasmo  la  punción  lumbar  de  Quincke,  ó  la  modifi- 
cada por  Cliipauit  cuando  los  fenómenos  de  compresión  son  muy  mani- 
fiestos. ¿Qué  resultados  práctiéos  han  dado  esas  punciones ?  ¿Cómo 
han  obrado  en  los  casos  que  ha  sido  practicada?  Quincke  ha  visto  la 
curación  de  un  niño  con  hidrocefalia  aguda  meningítica,  después  de 
tres  punciones;  sin  embargo,  cuantos  han  practicado  la  punción  en  di- 
ferentes ocasiones  están  -contestes  en  su  inocuidad;  pero  sin  lograr 
más  que  un  alivio  de  los  síntomas  más  ó  menos  pasajeros,  en  general 
un  corto  lapso  de  tiempo,  sucumbiendo  al  fin  los  enfermitos  después 
de  haber  fluido  por  la  cánula  escasa  cantidad  de  líquido. 

La  punción  determina  modificaciones  en  la  circulación  cerebral,  ace- 
lerando á  veces  la  muerte.  ¿Qué  modificaciones  son  estas?  No  lo  sabemos. 

La  isquemia  cerebral,  ocasionada  por  la  compresión,  al  cesar,  pa- 
rece restablecer  la  calma;  de  ahí  la  mejoría  de  Jos  síntomas;  quizás  las 
mnertes  fulminantes  ocurridas  tras  la  punción,  son  ocasionadas  por 
una  bru>;ca  descompresión,  lo  mismo  que  los  fenómenos  violentos  que 
ocurren  en  la  pleuresía  con  derrame  tras  una  evacuación  rápida  del 
mismo. 

La  punción  lumbar,  si  no  tiene  valor  curativo  real  y  verdadero,  es 
un  medio  diagnóstico  de  inapreciable  valía,  y  aunque"  no  fuera  más 
que  por  esta  no  despreciable  condición,  no  debe  desecharse. 

De  mí  sé  decir  que  más  de  una  vez  me  vino  la  tentación  de  practi- 
car la  punción  ;  pero  desistí  de  ello  por  dos  razones  poderosas  que  de- 
tuvieron mi  mano  :  la  primera,  porque  si  moría  la  niña,  como  en  rea- 
lidad así  lo  creín,  no  pudieran  atribuirlo  á  un  nuevo  mai^tirío  á  que  yo 
la  sujetaba,  expuniéndume  á  que  me  quedara  en  las  manos;  y  la  se- 
gunda, á  la  falta  de  confianza  que  en  ella  cifraba. 

A  ])ediatra  tan  eminente  como  el  Dr.  Martínez  Vargas  lo  he  visto 
vacilar.  Heno  de  desconfianza,  dejando  de  practicar  la  punción  en  un 
hijo  del  que  suscribe  (1). 

Aunque  la  punción  lumbar,  tanto  por  el  proceder  de  Quincke,  como 
el  de  Chipault,  es  una  operación  sencilla  é  inofensiva,  máxime  no  yendo 
acompañada  de  aspiración^  método  de  Fürbringer,  ni  de  las  inyecciones 
de  aire  esterilizado^  tiene  prácticamente  escasa  aplicación,  reservándose 
como  medio  diagnóstico  ae  gran  valor. 

Los  doctores  Góngora,  Ribas  y  Ribas  y  Zariquiey  la  han  practicado; 
mi  querido  compañero,  elDr.  Góngora,  en  varias  ocasiones;  pero  sin 
pxitü  alguno;  más  afortunados  los  dos  últimos,  cuentan  un  caso  feliz 
cada  uno.  Tratábase,  en  el  último,  de  una  niña  con  meningitis  puru- 
lenta, que  curó  gracias  á  repetidas  punciones,  hasta  que  el  líquido  sa- 
lió límpido,  obteniendo  un  éxito  completo  (2). 

De  otros  procedimientos  quirúrgicos,  como  la  trepanación  con  pun- 
ción ventricular  en  la  meningitis  tuberculosa,  con  ó  sin  drenaje,  no 
nos  hemos  de  ocupar,  no  habiendo  proporcionado  igualmente  ni  un 
solo  éxito.  ^ 

¿Por  qué,  pues,  teniendo  formulado  un  diagnóstico,  en  principio, 
de  meningitis  estrepfocócica,  no  empleamos  el  tratamiento  sueroterá- 


(\)  Mí  hijo  murió  de  mcníngiiís;  pero  como  á  mí  no  me  duelen  prendas,  he  de  confesar  públi- 
camente qu'j  ei  distinguido  pediatra  de  nuestra  Facultad  diagnosticó  el  mal  con  admirable  preci- 
si'  n  cu«ndo  faltaban  síntomas  y  signos  de  inapreciable  valor  clínico,  que  al  principio  nos  habían 
inducido  á  vacilación  diagnóstica... 

(ii  Hablando  un  día  del  caso  en  cuestión,  díjome  el  Dr.  Zariquiey,  con  la  franqueza  que  le  es- 
peculiar:  «fu<sc  pura  coincidencia,  ora  que  el  mal  remitiera,  ora  que  la  inocente  operación  sur- 
tiera un  benéfico  efecto,  ello  es  lo  cierto  que  la  niña  curó. 


^Meningitis  esireptocóciCA ?  339 


j)ico?  Ya  que  el  silero  de  MarmorecA  da  tan  excelentes  resultados  en  las 
infecciones  estreptocócicas,  parece  natural  que  nos  decidiéramos  ¿  en- 
sayar el  suero  antieslreptocócico.  Debemos  confesar,  en  honor  á  la  ver- 
dad, que  no  teníamos  seguridad  de  la  presencia  del  estreptococo,  pues 
ya  hemos  indicado  que  no  se  practicó  el  examen  bacteriológico;  que  te- 
níamos tan  sólo  presunción  clínica^  y  oue  cuando  surgió  la  verdadera 
indicación  (la  presencia  cUnicamente  del  estreptococo)  la  aplicación  del 
suero  de  Marmoreck  hubiese  sido  inútil  ó  demasiado  tarde  quizás,  pues 
sabido  es  que  dicho  suero  es  tanto  más  eficaz  cuanto  más  pronto  se  ins- 
tituye el  tratamiento,  fracasando  en  otras  ocasiones,  cuando  es  tardía 
su  aplicación,  ó  en  las  asociaciones  microbianas. 

¿Cómo  debíamos  obrar  en  nuestra  enferma?  ¿  Qué  es  lo  que 
podíamos  hacer?  Hay  ocasiones  en  nuestra  práctica  en  qu€  todo  se 
agota,  hasta  la  paciencia ;  no  nos  sucedió  otro  tanto  en  el  presente 
caso :  afrontamos  el  peligro  con  ánimo  sereno. 

Viendo  la  impotencia  de  las  sales  de  quinina  dadas  en  inyección 
hipodérmica  y  en  enemas,  únicos  antitérmicos  farmacológicos  que  nos 
atrevimos  á  propinar,  por  ser  los  demás  inútiles  y  peligrosos  en  la  in- 
fancia; viendo  la  inutilidad  de  los  baños  fríos  de  15,  20,  25y  30  minutos 
de  duración,  que  no  lograban  hacer  oscilar  en  descenso  la  columna 
termométrica ;  no  viendo  tampoco  absolutamente  ningún  resultado 
con  las  fricciones  frías,  tan  útiles  en  las  pirexias  de  los  niños  para  avi- 
var el  embotamiento  del  sensorio  y  como  antitérmico  poderoso,  y 
viendo  el  nulo  resultado  que  obtuvimos,  desgraciadamente,  con  el  em- 
pleo de  la  sábana  mojada,  los  recursos  se  agotaban. 

Pues  entonces,  ¿quehacer?  ¿Cómo  luchar  contra  aquella  tempe- 
ratura elevadísima  que,  lejos  de  atenuarse,  iba  en  crescendo  í  Entonces 
fué  cuando  se  me  sugerió  la  idea  de  meter  la  enferma  en  agua  fría,  en 
refrigeración  contimcay  si  se  me  permite  la  frase.  Dudando  estuve,  de 
momento,  si  emplearía  el  baño  tibio  prolongado  ó  el  frío  pennanenle,  y 
tras  breve  vacilación  y  viendo  el  estado  de  la  ñifla,  opté  por  el  último. 
¡Cuánto  atrevimiento!  ¡qué  audacia!...  Así  se  ha  calihcado  mi  ma- 
nera de  proceder,  y  afirmo  que  lo  hice  con  tanta  honradez  como  ente- 
reza; haciendo  mención  igualmente  que  quien  así  habla  se  suele  cru- 
zar de  brazos  ante  el  más  pequeño  peligro,  con  ó  sin  diagnóstico  (poco 
importa  eso),  dejando  correr  los  acontecmiieyítos. 

Si  al  baño  frío  en  la  fiebre  tifoidea  ha  costado  tanto  trabajo  admi- 
tirlo en  terapéutica,  sistematizado  por  Bartels  y  Jürgensen  y  vulgari- 
zado por  Liebermeister  y  Brand,  en  Alemania ;  si  se  ha  necesitado  toda 
la  fuerza  de  la  autoridad  científica  para  ser  admitido  en  Francia,  y  no 
logró  difundirse  hasta  que  Juhel-Renoy,  y  más  tarde  Sevestre,  Comby, 
Lion  y  tantos  otros  lograron  generalizarla  como  método  de  tratamiento, 
se  comprenderá  la  extrañeza  que  causó  mi  manera  de  proceder. 

El  contacto  del  agua  con  la  inmensa  superficie  cutánea  (baño  gene- 
ral más  ó  menos  prolongado),  no  tan  sólo  en  la  fiebre  tifoidea,  sino  en 
todas  las  enfermedades  infecciosas,  es  un  poderoso  antiséptico  elimina- 
dor  de  las  materias  tóxicas,  y  más  útil  y  menos  nocivo  que  los  antitér- 
micos farmacológicos  y  sin  los  inconvenientes  de  éstos.  El  baño  frío  á 
unos  20**  produce  un  shock  inhibitorio^  un  estímulo  del  organismo,  sobre 
todo  en  el  sistema  nervioso  ;  por  esa  razón  es  un  poderoso  anti-neuras- 
ténico;  los  febricitantes  que  tienen  sensación  subjetiva  de  calor,  apenas 
si  sienten  el  shock  (Weill),  como  si  el  calor  pusiera  al  tegumento  en 
estado  de  depresión  sensitiva;  no  ocurre  lo  mismo  en  los  que  experimen- 
tan escalofríos ;  de  ahí,  pues,  el  peligro  que  entrañan  y  el  cuidado  que 
en  la  práctica  hay  que  tener  en  cuenta  en  estos  últimos. 

La  duración  de  la  inmersión  de  un  febricitante  en  un  baño  frío  de- 
pende del  efecto  que  en  él  produce  el  contacto  del  agua :  sensación  de 


i 4^  ^Meningiíii  estreptoc&cica ? 


frío,  malestar,  castañeteo  de  dientes,  escalofrío,  etc.,  pudiendo  prolon- 
garse más  ó  menos  si  el  paciente  no  acusa  ó  aqueja  alguno  de  estos 
fenómenos;  cuanto  más  intensa  es  la  fiebre,  menos  es  el  sokck  que  el 
baño  produce,  aunque  sea  más  prolongado. 

Los  efectos  que  nos  indicaran,  en  nuestra  enferma  (ya  que  en  ella 
era  imposible  exteriorizarías),  que  el  baño  se  prolongaba  en  demasiu : 
tinte  cianótico,  carne  de  gallina,  etc.,  no  se  observaron  nunca  ni  nada 
que  nos  hiciera  comprender  era  excesiva  la  contracción  de  los  vasos  pe- 
riféricos; he  aquí  por  qué  tuvimos  interés  en  ir  prolongando  poco  apoco 
el  baño,  vigilando  de  cerca  sus  efectos  y  retardándolo  cada  vez  más,  al 
ver  que  éstos  eran  negativos,  hasta  alcanzar  una  duración  de  134  horas, 
I A  qué  fué  debido  tan  extraño  fenómeno  ?  ¿  Cómo  pudo  pennanecer 
sumergidU  tantas  horas  en  agua  fría  nuestra  enfermita  sin  experimen- 
tar trastorno  evidente  en  el  funcionalismo  circulatorio?  ¿Cómo  obró 
tan  maravillosamente  una  refrigeración  tan  prolongada  ?  |Insondables 
arcanos  que  aun  no  se  han  bien  explicado,  quizás  por  ser  est€!  el  íinico 
caso,  que  yo  sepa,  conocido!  Posteriores  investigaciones  quizás  pongan 
al  descubierto,  descorriendo  el  tupido  velo,  ese  fenómeno  vital. 

Parece  que  la  inmersión  tan  prolongada  difiere,  en  las  circunstan- 
cias excepcionales  en  que  nosotros  la  empleamos,  en  sus  efectos  fisio- 
lógicos por  completo  de  los  de  un  tifódico,  sarampionoso,  escarlati- 
noso,  etc.,  quizás  debido  á  la  intensa  compresión  de  los  centros  encé- 
falo-medulares, que  no  respondían  á  excitación  alguna;  por  esa  razón 
quizás  no  sucumbió  durante  tan  largo  lapso  de  tiempo  de  asfixia,  por 
lentitud  de  la  circulación  venosa,  parálisis  cardiaca,  etc. 

Si  la  permanencia  en  agua  fría  disminuye  la  cantidad  desangre  que 
atraviesa  los  vasos  arteriales,  en  un  tiempo  dado,  y  aumenta  la  oxige- 
nación de  la  sangre  arterial,  activando  la  renovación  del  aire  en  las 
vesículas  pulmonares,  haciendo  una  doble  ventilación  (Quinquaud)^ 
nos  explicaría,  en  parte,  sus  benéficos  resultados  prácticos. 

Antes  de  colocar  á'  nuestra  enferma  en  el  baño  permanente,  ya  ob- 
servamos que  se  separaba  de  las  reglas  que,  sentadas  por  grandes  au- 
toridades científicas,  se  vienen  observando.  En  efecto  :  tomada  la  tem- 
Eeratura  antes  y  después  del  baño,  cinco  minutos,  una  hora  y  dos 
oras,  no  pude  observar  la  más  mínima  reacción  que  se  demostrará 
por  alguna  oscilación  en  la  columna  termométrica,  y  que  tan  precisas 
y  marcadas  son  (Aubert)  en  la  fiebre  tifoidea.  Siempre  la  fiebre  fué 
pertinaz,  sin  que  nada  lograra  detener,  ni  aún  transitoriamente,  su  as- 
censión progresiva,  brutal,  hasta  alcanzar  más  de  42** ;  en  estos  casos, 
tratándose  de  la  tifoidea  (infección  en  que  se  han  estudiado  con  más 
precisión  los  efectos  de  la  balneación),  cuando  al  principio  del  mal  no 
se  detiene  la  intensidad  de  la  ascensión  en  la  fiebre  (Tripier  y  Bouve- 
ret)  suele  ser  un  signo  de  pronóstico  fatal ;  lo  común,  lo  general,  la 
regla,  es  que  á  los  pocos  minutos  de  la  salida  del  baño  (de  15  á  50)  des- 
cienda la  fiebre,  esté  estacionada  un  tiempo  breve  ó  variable  y  ascienda 
luego  por  modo  lento  ó  rápido  hasta  alcanzar  la  temperatura  inicial, 
traspasándola  en  ocasiones ;  esto  es  la  regla. 

Nada  de  esto  ocurrió  en  nuestra  enferma. 

Siendo  el  baño  frío,  prescindiendo  de  la  duración,  un  poderoso 
eliminador  do  toxinas,  y  aumentando  por  la  acción  del  mismo  el  coefi- 
ciente íirofóxko  de  la  orina  cinco  veces,  á  veces  más,  según  la  frecuen- 
cia y  duración  del  baño,  ^.por  qué  en  nuestra  enferma,  siendo  perma- 
nente, no  podía  ser  el  coeficiente  urotóxico  de  la  excreción  urinaria 
10  ó  12  veces  más  aumentado  que  en  estado  normal?  Y  por  esa  razón, 
¿  por  qué  no  podía  ser  el  factor  principalísimo  en  la  eliminación  de  las 
toxinas  que,  en  completa  saturación  pululaban  en  la  sangre,  rellena- 
ban y  comprimían  el  conducto  encéfalo-medular,  los  espacios  aracnói- 


^hUningiUs  estreptocócica?  i^/ 


déos,  ventrículos,  etc.,  ocasionando  fenómenos  no  tan  sólo  tóxicos,  sino 
mecánicos  que,  unos  y  otros,  debían  inevitablemente  ocasionar  la 
muerte  de  la  enferma?... 

No  permitiendo,  por  decirlo  así,  la  acción  continua  del  ag-ua  fría  las 
estancaciones  en  las  mening*es,  y  siendo  continua  la  depuración,  no  se 
verificaban  las  deg'eneraciones  viscerales  con  tanta  intensidad,  y  si  no 
dominaban  aquella  intensísima  hipertermia,  cuando  menos  la  yug*ula- 
ban  y  evitaban  sus  mortíferos  efectos  consecutivos;  además,  la  acción 
continua  del  ag'ua  fría,  aumentando  la  oxigenación  de  la  sangre  por 
una  parte,  y  favoreciendo  la  exhalación  de  anhídrido  carbónico  por 
otra,  de  concierto  con  la  acción  diurética,,  antitérmica,  etc.,  del  baño 
frío  general,  contribuiría  indudablemente  al  feliz  éxito. 

La  diuresis  era  abundantísima  en  nuestra  enferma,  y  como  tenía 
incontinencia  de  orina,  tenía  que  renovarse  el  agua  con  más  frecuen- 
cia por  el  olor  amoniacal  que  comunicaba  á  ésta.  «Todo  enfermo  que 
orina  mucho,  cura  »  (Liebermeister).  Pues  si  esto  es  la  regla,  en  la  in- 
fección por  excelencia,  la  tifoidea,  ¿por  qué  no  podía  tener  aplicación 
en  el  presente  caso ?  ¿No  se  trata  igualmente  de  una  enfermedad  in- 
fecciosa? 

Tampoco  tuvimos  en  cuenta  el  consejo  de  Juhel-Rénoy,  de  dar  los 
primeros  baños  menos  fríos,  sino  que  después  de  ver  la  inutilidad  de 
las  primeras  tentativas  balneoterápicas,  i)rácticamente  empleadas  en  la 
infancia,  dispusimos  ya  el  baño  per?nanen le  frío ,  á  la  temperatura  de 
unos  20**,  ¿Quién  sabe  si  en  esa  individualización  morbosa,  de  tempe- 
ratura resistente  y  pertinaz,  que  aun  no  se  ha  estudiado  la  acción  revul- 
siva, derivativa  y  antiflogística  del  agua,  quizás  ésta  es  más  enérgica 
en  la  refrigeración  permanente  y  que  no  ^n  la  duración  de  10  á  30  minutos? 

No  nace  muchos  años  que  el  nombre  de  Brand  se  mentaba  con 
asombro  por  algunos,  con  verdadero  horror  por  otros;  \  aceptar  su  sis- 
tematización balneoterápica  !  ¡Quimera,  sueño!  Todas  las  clínicas  de 
más  renombre  y  valía  del  mundo  aceptan  el  principio  de  Brand ;  cierto 
Que  han  venido  varios  métodos:  Bouchard,  Riess,  Ziemssen,  etc.,  modi- 
ncando,  transigiendo^  si  se  quiere,  pero  en  el  fondo  todos  acatan  y  sa- 
ludan tan  hermosa  conquista;  ¿y  cómo  no?  ¿Hay,  por  ventura,  nada 
mejor  que  la  balneación  contra  esas  intensísimos'hipertermias  con  fe- 
nómenos graves  de  intoxicación  del  sistema  nervioso? 

La  balneación,  además  de  la  intoxicación  por  excelencia,  si  se  nos 
permite  la  frase,  la  tifoidea,  ha  sido  aplicada  en  varios  estados  infec- 
tivos, más  ó  menos  graves,  con  ó  sin  complicaciones:  sarampión, 
escarlatina,  pneumonía,  erisipela  (Bouveret,  Juhel-Rénoy,  Legan- 
dre,  etc.) :  ha  sido  igualmente  empleado  el  baño  frío  en  el  reumatismo 
cerebral  (Blachez,  Reynaud,  Féréol),  siendo  el  tratamiento  de  elección 
en  la  forma  aguda;  en  la  gota  cerebral  (Huchard);  en  el  tifus  exante- 
mático (Combemale,  Legandre,  etc.),  con  poco  éxito ;  en  la  grippe 
(Juhel-Rénoy,  Comby) ;  cólico  hepático  (Moliere);  fiebre  puerperal  (Cha-, 
bert,  Vincent)  y  diarrea  infecciosa  (Comby).  Esto  dejando  aparte  pro- 
cedimientos de"  refrigeración  local,  como  ocurre  con  la  apendicitis  y 
peritonitis,  en  las  qu^  tan  hermosos  efectos  produce  en  ocasiones  la  re- 
frigeración continua. 

Pues  bien  :  habiéndose  empleado  en  tan  diversas  afecciones  la  bal- 
neoterapia ¿por  qué  en  las  meningitis,  purulentas  ó  no,  en  que  domi- 
nan esas  temperaturas  elevadísimas,  no  puede  emplearse  no  tan  sólo 
la  refrigeración  continva  local,  como  es  corriente  en  clínica  pediátrica, 
sino  también  la  permanente  generala  Quizas  los  pediatras,  ya  que  el 
baño  frío  general  obra  bien  en  los  niños,  se  decidirán,  después  de  más 
detenido  estudio  y  comprobación  clínica,  á  su  aplicación  en  las  menin- 
gitis, agudísimas  ó  no. 


»4'  Los  estigmas  Jiwioiógicos  de  la  degeneración 


¿Tenemos,  acaso,  tantos  medios  de  tratamiento  útiles  para  tan  te- 
rribles dolencias?  Apuntaremos  brevemente  alg^una  autorizada  opi- 
nión para  ver  el  desaliento  que  reina  en  tan  delicada  materia  :  «  No  es 
mucho  lo  que  hay  que  decir  del  tratamiento  de  las  meningitis  agudas, 
dice  Düpré;  pocas  afecciones  escapan  tan  por  completo  á  la  acción  de 
la  terapéutica  ».  «  No  existe,  dice  Guiñón,  método  de  tratamiento  efi- 
caz de  las  meningitis :  las  emisiones  sanguíneas  y  los  revulsivos,  antei* 
tan  usados,  no  responden  á  ninguna  útil  indicación;  siendo  causa  de 
extenuación  y  sufrimiento  para  el  enfermo,  no  hay  para  que  ponerlos 
enjuego». 

«El  tratamiento  de  las  meningitis  agudas  no  tuberculosas  es  igual- 
mente ilusorio,  dice  Lyon  en  su  Cliniqíie  Thérapeutique  >>.  Grasset,  de 
•Montpellier,  cita  un  caso  de  curación  de  meningúis  cerebro-espiíuil  eslafi" 
locócica  y  otro  de  7)ieiii7igitis  pnemnocócwa.  Este  clínico  eminente  es  el 
que  dice  :  sea  la  que  se  quiera  la  localización  meníngea,  si  la  infección 
es  más  grave,  el  mito  frío  será  mejor  que  el  templado,  y  preferible  en 
toda  localización  intracraneal... 

Desde  el  punto  de  vista  del  tratamiento,  empleé  de'racional  cuanto 
creí  más  oportuno  concerniente  á  las  infecciones  agudas  febriles,  pres- 
cindiendo de  vacilaciones  diagnósticas  que,  estoy  convencido,  á  nada 
práctico  nos  hubiera  conducido,  ni  variar,  por  tanto,  el  tratamiento 
aplicado.  Cumplí,  cuanto  me  fué  posible,  las  indicaciones  más  impor- 
tantes de  la  infección,  de  la  lesión  y  de  los  síntomas. 

Tengo  la  conciencia  tranquila  de  haber  obrado  bien,  aun  cuando 
hubiese  sucumbido  la  enferma. 

Aquí  puedo  dar  por  terminado  este  desaliñado  trabajo :  En  él  he 
puesto  incompetentemente  mis  manos  pecadoras;  perdóneseme  tal 
osadía,  gracias  á  mi  buena  voluntad,  sin  petulancias  ni  pretensiones 
de  ningún  género.  El  único  móvil  que  ha  guiado  mi  mal  cortada 
pluma  ha  sido  el  poder  ser,  quizás  algún  día,  útil  á  algún  compañero 

3ue,  en  análogas  circunstancias  y  en  trance  clínico  apurado,  prescin- 
iendo  de  vacilaciones  diagnósticas,  pueda  en  algo  sacar  provecho  del 
presente  caso. 

A  mi  mente  acuden,  en  confuso  tropel,  algunas  conclusmus  dedu- 
cidas del  presente  trabajo  ;  pero  como  son  pocos  los  casos  en  que  apo- 
yarlas, ni  tengo  autoridad  para  formularlas,  podrían  considerarse,  con 
razón,  atrevidas  en  demasía. 

Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración  <^> 

POR 

Luciano  Maybt 

Ex  ínierno  de  los  hospitales,  preparador  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Lyon 

Vltl.  CuEHPo  TIROIDES.  —  Cuaudo  el  cuerpo  tiroides  es  atacado  por  las 
múltiples  causas  de  deg-eneración  ad'^uirida  ó  hereditaria,  la  decadencia  del 
orgranisino  se  vuelve  rápidamente  muy  marcada  y  los  síntomas  que  la  tra- 
ducen muestran  bien  la  importancia  de  la  intervención  del  cuerpo  tiroides. 

El  bocio  es  un  estig-nia  de  degeneración  en  las  regiones  en  que  es  endé- 
mico, en  el  sentido  de  (jue  es  una  primera  etapa  hacia  el  cretinismo. 

Él  síndrome  de  Graves-Basedow  ¿está  en  relación  con  el  estado  de  dege- 
neración ?  Muy  probablemente  sí.  En  los  basedowianos  los  estigmas  anató- 
micos y  psíquicos  no  son  muy  raros.  Pero  lo  que  debe  interesarnos  más 
son  los  datos  suministrados  por  el  estudio  de  la  etiología  del  bocio  exoftál- 
mico.  Los  antecedentes  hereditarios  están  representados  por :  predisposi- 
ción nervios;!,  histeria,  alcoholismo,  señalados  en  casi  la  totalidad  de  las 
observaciones  clínicas.    Los  antecedentes  personales  mencionan  las  convul- 


(1)    Coniínuaciún.  —  Véase  el  número  anterior. 


Los  estigmas  fisiológicos  dt  la  degeneración 


H3 


siones  de  la  infancia,  la  corea,  la  histeria  preexistente  en  el  bocio  exoftál- 
mico,  y  causas  ocasionales  ordinarias,  infecciones,  tales  como  el  sarampión, 
la  escarlatina,  la  grippe.  dotinentería,  intoxicaciones,  sacudidas  morales 
vivas,  hacen  aparecer  el  síndrome  patológico.  Esta  cuestión  de  terreno, 
capital  desde  el  punto  de  vista 
especial  que  nos  ocupa,  no 
presupone  en  nada  la  patoge- 
nia posible  de  la  enfermedad 
de  Basedow  y  podemos  decir, 
con  Raymond  y  Sérieux,  que 
importa  poco  que  ésta  sea  pues- 
ta en  movimiento  por  una  se- 
creción viciado,  por  una  exa- 
geración funcional  del  cuerpo 
tiroides,  ó  por  cualquiera  otra 
influencia  causal. 

La  falta  de  funcionamiento 
ó  el  funcionamiento  insuficien- 
te del  cuerpo  tiroides  conduce 
al  mixedema.  Pero  entre  la 
integridad  tircidiana  perfecta 
y  el  mixedema  franco,  hay  una 
infinidad  de  grados  que"  con- 
ducen del  estado  normal  á  la 
decadencia  orgánica  é  intelec- 
tual absoluta:  la  del  cretino 
mixédematoso. 

Uno  de  estos  grados  es  la  hi- 
po tiroidia  benigna  crónica  ó  ^ni- 
xedemaínirSt'-ado,  del  que  Her- 
toghe  (de  Anvers)  ha  hecho 
excelentes  descripciones  re- 
producidas por  tocias  partes  y 
que  fuera  superfino  transcribir 
aquí.  Loshipotiroidianos  son 
indudablemente  degenerados. 
Todos  los  grandes  factores  mor- 
bosos que  hemos  ya  miles  de 
veces  señalado  en  esta  Memo- 
ria como  capaces  de  alterar  la 
constitución  del  organismo  en 
los  descendien4;es  de  los  que  los 
presentan  (el  alcoholismo,  la 
miseria  y  la  inanición  cróni- 
cas, la  consanguinidad  en  las 
uniones,  el  paludismo,  las  in- 
fluencias específicas  á  venere, 
los  excesos  de  toda  clase,  las 
infecciones,  entre  las  cuales  la 
más  temida  es  la  tuberculosis), 
ejercen  una  influencia  depri- 
mente sobre  el  cuerpo  tiroides 
y  puede  revelarse  en  la  gene- 
ración siguiente  por  el  infantilismo  y  la  hipotiroidia  en  varios  grados. 

La  transición  es  alíro  insensible  entre  estas  formas  frustradas  de  mixede- 
ma, formas  en  las  cuales  no  existe  el  edema  nunca  y  el  mixedema  propia- 
mente dicho,  que  es  uno  de  los  últimos  términos  de  ia  degeneración. 

Mixedema  y  cretinismo.  —  Los  autores  describen  :  el  mixedema  espontáneo 
del  adulto,  el  mixedema  operatorio,  el  mixedema  congénifo  infantil  y  el  mixe- 
dema endémico.  Las  dos  modalidades  primeras  son  casi  completamente  in- 
dependientes de  la  degeneración,  á  la  que  las  dos  últimas  están,  por  el  con- 
trario, unidas  por  las  más  íntimas  relaciones. 


Fig.  8.  —  Infantilismo,  m  xcdema  (sjgún  Combe  U).  — 
X...  (  de  Lyon  ),  de  quince  años  de  edad.  Allura,  O'HO 
metros.   Peso.  17'.=>50  k. 


(1) 


La  fitografía  de  este  sujeto  nos  la  ha  proporjionjtdo  el  profesor  Combe  (de  Lausannc). 


344 


Venereología  social 


El  mixedeina  infantil  congénito  y  el  mixedema  endémico  se  confunden. 
La  terminolog-ía  diferente  que  se  les  aplica,  responde  á  la  noción  de  más 
ó  menos  frecuencia  de  la  afección  en  la  región  á  que  se  refiere. 

(Se  concluirá}. 


Venepeologia    soeial 


(i) 


í<:''- 


^^,- 


Dr.  Clado 

Delegado  de  Grecia  en  la  Conferencia  de  Bruselas 

II.  Con  la  segunda  serie  de  argumentos  se  intenta  explicar  por  qué  la 
prostituta  enferma  debe  ser  la  única  encerrada  y  porqué  el  hombre  venéreo 
ha  de  gozar  de  libertad  absoluta.        ¡ 

a)  He  aquí  un  argumento  expuesto  por  el  Dr.  Good  :  «Cuando  se  me 
haya  hecho  creer  la  falsedad  que  internando  en  un  lazareto  á  un  individuo, 
hombre  ó  mujer,  que  puede  haber  estado  en  intimidad  con  los  gérmenes  de 
la  peste  ó  del  cólera,  la  sociedad,  tolera,  anima,  favorece  la  peste  ó  el  cólera, 
creería  también  que  procurando  poner  á  una  mujer,  ciertamente  atacada 
de  sífilis,  en  la  imp  isibilidad  de  transmitir  esta  enfermedad,  la  sociedad 
tolera,  anima,  favorece  el  triste  comercio  practicado  por  esta  mujer». 

Tal  como  es,  el  argumento  es  mnlo,  porque  si  la  segregación  no  favorece 
la  prostitución,  es,  por  lo  menos,  causa  de  que  la  prostituta  se  oculte  cuan- 
do está  enferma. 

Pero  ¿ha  reflexionado  Goo  1  bien  sobre  el  alcance  de  estas  líneas?  ¿Qué 
se  hace  en  un  lazareto?  ¿Es  que  sólo  se  encierran  en  él  á  las  mujeres  y  se 
dejan  á  los  hombres  en  libertad?...  En  él,  no  sólo  se  encierra  las  enfermas 
pestíferas  y  coléricas,  sino  todas  las  personas  sanas  que  hayan  estado  en 
contacto  con  ellas. 

Siendo  esto  así.  la  comparación  nos  es  ventajosa,  porque,  en  este  caso,  se 
debiera  encerrar  en  el  lazareto  venereológíco  y  encarcelar  á  todos,  hombres 
y  mujeres,  los  atacados  de  enfermedades  venéreas,  ó  por  lo  menos  de  sífilis. 
Dicho  de  otro  modo,  en  términos  diplomáticos  :  «  es  preciso  que  el  bloqueo 
sen  e/ec¿ivo». 

bi  Mi  eminente  amigo,  el  profesor  Fournier,  en  la  primera  Conferencia 
de  Bruselas,  invocó  en  favor  de  la  reglamentación  el  siguiente  argumento: 
una  mujer  afectada  de  chapas  mucosas  y  encerrada  esta  noche  en  San  Lá- 
zaro, dormirá  inofensiva  ;  libre,  contaminaría  á  uno  ó  varios  hombres.  Pero 
un  hombre  colocado  en  idénticas  condiciones  ¿no  podría  contaminar  á  una 
prostituta  ó.  según  el  caso,  á  su  propia  familia? 

Insistiendo  en  este  argumento  «de  buen  sentido»,  Le  Pileur,  en  la  se- 
gunda Conferencia  de  Bruselas,  vino  á  decir:  «Si  encerramos  durante  un 
año  800  prostitutas  en  San  Lázaro,  en  este  período  impediremos  que  800 
prostitutas  diseminen  las  enferm<'dadps  veneras  de  que  son  atacadas».  ¡  Esto 
es  muy  sencillo  !     Efí^ctivamente,  ;  demasiado  sencillo  ¡ 

Partiendo  de  este  dato,  Cominenge,  ex  médico  del  dispensario  de  la  Pre- 
fectura de  policía,  hace  el  cálculo  siguiente  :  habiendo  sido  encerradas  du- 
rante el  espacio  de  20  años  (inTS-lSO*)  29,092  prostitutas,  se  ha  impedido  la 
contaminación  de  290,920  honi])res.  Por  otra  parte,  Commenge  afirma  que 
la  segregación  para  cada  una  de  estas  mujeres  fué  i  de  30  días !  Y  Verchére. 
más  conciliador,  reconoce  que  sólo  se  las  encierra  tres  semanas,  quince 
días,  y  \\\  aún  algunas  veces  menos !!! 

Pues  bien  :  observemos  que  la  r'^clusión  durante  un  mes  de  una  venérea 
(sifilítica  ó  blenorrágica),  es  absolutiimente  insuficiente  desde  el  punto  de 
vista  de  la  profilaxis.  Las  enfermas,  una  vez  salidas,  son  tan  peligrosas 
para  el  público  como  si  no  hubiesen  sido  encerradas.  Lo  son  quizás  más, 
porque,  incapaces  de  trabajar,  muriendo  tie  hambre,  no  tienen  otro  recurso 
para  vivir  qvie  entregarse  á  cualquier  precio  y  todo  lo  más  frecuentemente 
que  les  sea  posible. 

En  donde  el  argumento  de  «  buen  sentido»  me  parece,  sobre  todo,  débil, 
es  en  lo  que  concierne  al  hombre  dejado  en  libertad.    Supongamos  que  se 


(1)    C.oniinuación.  —Véase  el  número  anterior. 


Venereotogia  tocial  24^ 


consig-uiera  encerrar  á  todas  las  mujeres  enfermas.  ¿Qué  resultaría  de  esto? 
Los  hombres  atacados  de  enfermedades  venéreas,  aun  menos  escrupulosos 
que  las  prostitutas,  seguirían  entregándose  al  coito  con  mujeres  sanas» 
prostitutas  ó  cualesquiera  otras.  En  poco  tiempo  existirían  tantas  v^néreRS 
como  antes,  y  el  número  de  infectadas  que  necesitarían  ser  tratadas  sería 
doble. 

Pero  consideremos  la  medida  tal  como  se  ha  aplicado :  de  un  lado,  la  re- 
clusión no  impide  en  modo  alguno  la  contaminación  de  hombre  á  mujer ;  de 
otro  lado,  con  la  circulación  de  prostitutas  no  curadas,  se  puede  contaminar 
A  nuevos  individuos  ;  por  último,  lo  que  es  aún  más  desastroso,  aterroriza  á 
las  clandestinas  enfermas,  y,  por  este  hecho,  impide  toda  terapéutica  res- 
pecto á  ellas.  Sí,  por  haber  encerrado  algunas  enfermas,  sois  causantes  de 
que  las  que  quedan  libres,  mucho  más  numerosas,  busquen,  una  vez  infec- 
tadas, escapar  de  vosotros  por  todos  los  medios  posibles,  sin  que  dejen  de 
entregarse  á  la  prostitución,  ¿habréis,  sí  ó  no,  aplicado  un  mal  sistema, 
tomado  una  medida  perjudicial?... 

Esto  también  es  de  buen  sentido...  Ruego,  pues,  áComraenge  que  haga 
otra  vez  sus  cálculos  sobre  estas  nuevas  bases. 

c)  Se  ha  protestado  vivamente  contra  la  calificación  de  «doble  moral» 
aplicada  al  sistema  que  consiste  en  encarcelar  á  la  mujer  enferma  y  darle 
cartilla  si  no  la  tiene  ya,  mientras  se  deja  libre  al  hombre  enfermo  y  no  se 
toma  respecto  á  él  ninguna  precaución.  Es  cierto  que  hay  aquí  dos  pesos 
y  dos  medidas. 

Intentando  justificar  esta  iniquidad,  se  ha  dicho :  «  La  ley,  que  sólo  se 
ha  de  ocupar  de  las  manifestaciones  exteriores  de  la  prostitución,  castiga  á 
la  mujer  que  hace  el  reclutamiento  ;  no  castiga  al  hombre  por  la  sencillísi- 
ma razón  que  no  comete  el  citado  acto  ». 

Me  parece  que  hay  en  esto  un  cambio  de  terreno  :  se  ha  desviado  la  dis- 
cusión. ¿Por  qué  se  la  castiga?...  ¿Es  por  ser  prostituta?  ¿es  porque  re- 
cluta hombres?...  No;  porque  está  enferma.  A  la  enferma  se  la  encierra, 
no  á  la  prostituta.  Por  lo  menos,  es  lo  que  afirman  todos  los  que  han  tra- 
tado la  cuestión  (Le  Pileur,  Verchére ,  Barthélemy ,  Commeuge,  Neis- 
ser,  etc.),  y  en  particular  Honorat,  que  es  el  que  mejor  la  conoce. 

Hay,  pues,  perfectamente  «doble  moral»,  ya  que  el  hombre  venéreo 
qupda  libre,  mientras  que  la  mujer  atacada  de  idéntico  mal  es  encarcelada, 
«  retenida»,  diría  Verchére.  Para  ser  lógico,  fuera  preciso  encerrar  á  todos 
los  que  padecen  afecciones  venéreas,  sea  cual  fuere  su  sexo. 

El  mi<rao  argumento,  con  una  pequeña  variante,  ha  invocado  en  favor 
del  hombre  Bérénger  :  «  La  prostituta  ejerce  un  oficio  especial,  peligroso 
para  la  salud  pública  ;  no  sucede  lo  mismo  con  la  mayor  parte  de  los  hom- 
bres q\ie  viven  de  una  profesión  que  les  suministra  lo  necesario  para  su 
exist<^ncia  y  la  de  su  familia ;  no  son  ellos  profesionales  de  la  prostitución  ». 
Repetiré  con  Bérénger  lo  que  máá  arriba  he  dicho.  No  es  al  oficio  de  pros- 
tituta al  que  se  castiga  con  la  segregación  :  es  á  la  persona  que  está  enfer- 
ma ;  y  desde  el  instante  que  se  trata  de  una  defensa  social  (mal  compren- 
dida á  mi  juicio),  relacionada  con  la  enfermedad,  ningún  razonamiento,  por 
sutil  que  sea,  hará  prevalecer  la  ventaja  del  individuo  contra  el  interés  de 
la  colectividad. 

Así,  desde  el  punto  de  vista  de  la  contaminación,  la  falta  del  hombre  es 
tan  grave  y  reprensible  como  la  de  la  mujer.  ¿Cuál  es,  en  efecto,  el  más 
culpable  :  ¿  la  desgraciada  que,  enferma,  se  entrega  para  poder  comer,  ó  el 
cruel  individuo  que,  sabiendo  su  enfermedad,  paga  para  esparcirla? 

Aun  se  ha  de  añadir,  en  favor  de  la  mujer,  que  si  el  hombre  atacado  de 
una  enfermedad  venérea  se  ha  fijado  desde  el  primer  día  en  su  existencia, 
sino  en  su  naturaleza,  gracias  á  los  síntomas  evidentes,  por  el  contrario,  la 
mujer  puede  indefinidamente  ignorar  que  está  enferma,  sobre  todo  en  lo* 
que  se  refiere  á  la  blenorragia. 

La  *  doble  moral»  no  es,  pues,  una  «utopia»;  su  crítica  no  está  «yacía 
de  sentido  y  sin  alcance».  Sifilítico  ó  sifilítica  es  exactamente  lo  mismo, 
con  la  diferencia  de  que  si  la  mujer  es  más  peligrosa,  el  hombre  es  mucho 
más  culpable  en  la  obra  de  la  contaminación. 

d)  Según  Bérénger,  se  castiga  á  las  mujeres  por  que  reclutan,  es  decir: 
invitan  á  los  transeúntes  á  gozar  sus  favores;  y  el  hombre,  no  cometiendo 
este  acto,  no  es  punible.    Con  toda  conciencia,  el  joven  obrero,  el  empleado 


»4^  Venereología  social 


de  comercio,  el  hijo  de  burgrués,  el  estudiante,  el  perseguidor  ó  el  viejo  co- 
merciaiite,  que  en  la  calle,  en  el  teatro  ó  en  cualquier  otro  sitio,  provocan  á 
una  mujer,  una  joven,  á  veces  á  una  muchacha,  con  sus  proposiciones  y 
prome.sas,  ¿no  hacen  todos  éstos  un  reclutamiento  y  de  los  más  corruptores? 
Si  existe  una  diferencia,  es  ciertamente  en  favor  de  la  prostituta.  Se  puede 
poner  en  la  misma  categoría  la  mujer  que  hace  signos  desde  una  ventana  ó 
en  una  puerta,  que  os  sigue  algunos  pasop,  todo  lo  más,  y  el  hombre  que 
persigue  á  una  joven,  causándola  con  sus  ofertas  durante  varias  horas,  que 
la  espera  á  la  salida  del  taller,  que  la  sigue  hasta  su  misma  ca^a,  y  al  día 
siguiente  vuelve  otra  vez,  ensaya  todos  los  medios  para  tentarla,  emplea 
todas  las  astucias,  dispone  mil  lazos  y  ¡  acaba  por  recurrir  á  la  violencia  1 

Pero  se  dirá  que  existe  una  diferencia  :  la  mujer  se  ofrece  por  dinero,  el 
hombre  no  se  ofrece.  El  hombre  se  ofrece :  se  ofrece  perfectamente  con  esta 
ventaja  sobre  las  alcahuetas,  que  paga  ó  promete  pagar  ofreciéndolo.  Para 
alcanzar  esto,  hay  un  dato  mfts  en  su  juego. 

Por  último,  si  se  reflexionase  sobre  el  considerable  n'imero  de  individuos 
que  ocasionalmente,  ó,  por  así  decirlo,  profesionalmente,  persiguen  á  las 
mujeres  y  jóvenes,  se  ve  que  el  reclutamiento  practicado  por  el  hombre  es 
tan  peligroso  para  la  sociedad  como  el  que  practica  la  callejera.  Forzando 
un  poco  la  nota,  se  pudiera  decir  también  que  la  prostituta  que  «detiene», 
presta,  por  lo  menos,  el  servicio  de  atraerse  á  los  relajados  que,  sin  esto, 
perseguirían  á  las  mujeres  ó  jóvenes  honradas. 

La  conclusión  me  parece  sencilla :  el  reclutamiento  practicado  por  el 
hombre  es  tan  peligroso,  desde  el  punto  de  vista  social  y  moral,  como  el 
que  practica  la  mujer ;  porque  es  practicado  con  mucha  más  insistencia,  y 
golosina,  en  ñn,  porque  se  dirige  generalmente  á  jóvenes  aun  no  relajadas 
ó  prostituidas. 

e)  Finalmente,  se  ha  insistido,  en  la  Conferencia  de  Bruselas  y  en  los 
folletos  que  tratan  de  este  asunto,  sobre  el  punto  que' «las  medidas  poli- 
cíacas son  tanto  más  legítimas  cuanto  que  no  sirven  solamente  para  prote- 
ger á  los  que  se  exponen  á  la  contaminación,  sino  que  también  sirven  para 
guardar  á  los  que  no  se  exponen,  especialmente  la  esposa  y  el  hijo  ».  Si  en 
realidad  se  basan  sobre  estas  consideraciones  los  que  defienden  la  regla- 
mentación (y  me  parece  imposible  encontrar  en  su  favor  mejor  justifica- 
ción), no  veo  por  que  la  mujer  sola  ha  de  ser  la  víctima.  Como  Fournier 
hace  notar,  los  que  se  exponen  á  la  contaminación  «  podrían  encontrar  un 
medio  más  sencillo  de  protegerse  á  sí  mismos»,  no  corriendo  el  peligro, 
puesto  que  nadie  les  obliga,  ó  á  lo  menos  tomando  algunas  ¡J^wíauciones. 

En  cuanto  á  la  segunda  parte  de  la  frase  «proteger  á  los  que  no  se  expo- 
nen», pstá  enteramente  á  cargo  del  hombre.  ¡Qué  se  juzgue!  Según 
Fournier,  la  mortalidad  de  los  niños  nacidos  de  sifilíticas  es  de  65  por  100 
en  la  ciudad,  de  84  por  lOO  en  el  hospital  de  San  Luis,  de  86  por  100  en 
Lourcine.  Pinard  muestra  que  sobre  100  abortos  de  la  clínica  de  partos, 
4*2  casos  por  lo  menos  tienen  sífilis.  El  Dr.  Etieune,  en  fin,  ha  observado 
una  mortalidad  aterradora,  el  95  por  100,  que  recae  en  los  niños  nacidos  de 
madres  sifilíticas  no  tratadas. 

¿Quién  trae  la  sífilis  al  matrimonio?  ¿Quién  infecta  á  la  mujer  legíti- 
ma? ¿Quién  es  el  padre  del  abort  >,  del  pequeño  heredo-sifilítico?  El  ma- 
rido, en  la  inmensa  mayoría  de  los  casos.  Y  no  es  la  única  enfermedad 
venérea  que  el  marido  trae  á  la  casa.  Hoy  sabemos  que  la  mitad  de  las 
metrosalpiugitis,si  ñolas  tres  cuartas  partes*(algunos ginecólogos  alemanes 
dicen  « la  totalidad  »),  son  debidas  á  la  gonorrea  que  el  marido  trae  á  la 
casa,  con  la  canastilla  de  bodas,  ó  posteriormente.  Este  es  un  perjuicio 
cuya  víctima  es  la  mujer  legítima,  y  que  interesa  lambién  á  la  natalidad, 
puesto  qup  esta  infección  puede  ser  causa  de  esterilidad  ó  de  aborto.  Y  el 
único  responsable  es  el  marido,  indudablemente. 

Con  la  mejor  voluntad  del  mundo,  no  podemos  hacer  á  la  prostituta 
responsable  de  que  el  marido  traiga  las  enfermedades  venéreas  á  su  casa, 
contamine  á  su  mujer,  procree  un  aborto,  un  niño  heredo-sifilítico;  porque 
entonces  se  debiera  pedir  cuentas  hasta  al  mismo  Cristóbal  Colón,  que, 
según  dií'en,  trajo  la  sífilis  de  América. 

Conclusión:  No  siendo  la  prostituta  responsable  de  la  enfermedad  vené- 
rea adquirida  voluntariamente  por  el  hombre  casado,  y  siendo  éste  de  un 
modo  directo  responsable  de  la  contaminación  de  su  familia,  la  medida  de 


Ven^reoiogia  social  '  247 


proservación  social  sólo  debiera  considerar  alculpable,  es  decir,  al  hombre. 
He  mostrado,  al  comienzo  de  este  capítulo,  los  nefastos  resultados  de  una 
medida  que  se  considera  como  profiláctica.    De  la  discusión  de  los  argu- 
mentos invocados  en  su  favor,  resulta  que : 

!.•  La  Sociedad  no  tiene  derecho  á  encerrar  á  una  mujer  venérea,  así 
como  tampoco  (y  todavía  menos)  á  encarcelar  una  enferma  cualquiera,  una 
tuberculosa  por  ejemplo. 

2.**  El  hombre,  que  con  deliberado  propósito,  sabiendo  á  lo  que  se  ex- 
pone, va  á  adquirir  con  una  prostituta  una  enfermedad  que  podría  evitar, 
no  tiene  derecho  para  hacer  responsable  del  daño  recibido  á  la  prostituta. 
3.'  Kn  el  hecho  de  la  contaminación,  así  como  en  el  de  la  diseminación 
de  las  enfermedades  venéreas,  el  hombre  es  tan  culpable  como  la  mujer ;  es 
un  círculo  vicioso,  se  podría  decir  doble. 

4.°  El  hombre  practica  el  reclutamiento  como  la  mujer,  pero,  por  su 
parte,  este  acto  es  mucho  más  peligroso  desde  el  punto  de  vista  social. 

5.°  El  hombre,  en  fin,  es  el  único  responsable  de  la  contaminación  fami- 
liar y  de  sus  consecuencias  (heredo-sífilis  de  la  descendencia,  esterilidad  del 
matrimonio,  etc.) 

He  buscado  en  las  estadísticas  argumentos  en  pro  y  en  contra  de  la  re- 
glamentación. Estas  estadísticas,  aun  cuando  insuficientes,  no  son  venta- 
josas para  ella.  Por  cualquiera  lado  que  se  examine  la  cuestión,  el  aumento 
simultáneo  del  número  de  prostitutas  y  de  los  casos  de  enfermedades  venó- 
reas  es  constante. 

Ya  he  citado  cifras  en  diversas  ocasiones.  Saco  de  la  Memoria  del  doctor 
Commenge,  para  la  «Sociedad  de  profilaxis  sanitaria  y  moral  de  París»,  he- 
cha á  favor  de  la  reglamentación,  las  siguientes  cifras  : 

En  un  período  de  veinte  años  (de  1878  á  1897)  se  encuentra  entre  las  jó- 
venes detenidas  que  no  estaban  inscritas...  8,989  blenorrágicas.  Pues  bien: 
desde  1878  á  1887,  sólo  se  ha  revelado  la  existencia  de  1,110  casos  de  bleno- 
rragia. 

Así,  en  el  primer  período  decenal,  ha  habido  ocho  veces  menos  blenorrá- 
gicas detenidas  que  en  el  segando  período  (1887-1897),  es  decir,  nos  encon- 
tramos un  excedente  de  6,669  blenorrágicas. 

¿Qué  se  ha  de  deducir  de  ello?  ¿Es  un  error  numérico?  ¿Hay  realmente 
una  progresión  tan  sorprendente  de  blenorragia...  y  probablemente  tam- 
bién de  la  sífilis  sobre  la  que  el  autor  no  ha  hecho  mención  en  su  estadística 
del  primer  período? 

Si  es  así  esto  ¿para  qué  sirve  la  reglamentación?  ¿Ha  detenido  la  conta- 
minación venérea?  No.  ¿Ha  contenido  la  prostitución?  Tampoco,  á  juzgar 
por  el  aumento  de  la  infección.  Pues  ¿entonces? 

C.  Resultados  de  la  supresión  de  la  reglamentación^  —Nos  falta  comparar 
lo  que  sucede  en  los  diversos  países,  según  que  la  reglamentación  esté  ó  no 
aplicada. 

De  la  estadística  redactada  por  mí,  de  la  confesión  hecha  por  la  mayoría 
de  los  miembros  competentes  de  la  Conferencia,  y  de  lo  afirmado  por  los 
grandes  especialistas,  de  la  observación  diaria,  resulta  que  la  sífilis  pro- 
gresa de  un  modo  espantoso  en  todos  los  países  en  que  la  reglamentación 
está  en  vigor.  Está  estacionaria,  y  hasta  en  disminución  en  los  países  en  que 
la  reglamentación  es  suprimida  ó  que  sólo  se  atiende  al  modo  de  suminis- 
trar con  profusión  á  los  enfermos  los  medios  para  tratarse  en  sus  casas  ó  en 
el  hospital. 

Sucede  así  en  Dinamarca,  Suecia  y  Noruega,  Italia  é  Inglaterra. 
Con  este  último  país  tenemos  puntos  de  comparación  muy  interesantes 
gracias  á  las  estadísticas  hechas  antes  y  después  de  la  supresión  de  los 
Acts.  Tengo  á  la  vista  el  folleto  de  Maurice  Gregorjs  aumentado  con  ex- 
tractos oficiales,  que  no  dejan  ninguna  duda  á  este  particular.  Desde  la 
supresión  de  la  reglamentación,  las  enfermedades  venéreas  han  disminuido 
progresivamente,  de  1884  á  1902,  más  de  1/3  para  la  población  civil,  más 
de  4/5  en  los  reclutamientos,  y  la  mortalidad  por  herencia  venérea  ha  des- 
cendido hasta  más  abajo  de  la  mitad,  casi  á  los  2/3.  Igualmente,  el  ejército 
ha  ganado,  desde  este  punto  de  vista,  por  modo  muy  sensible,  sobre  todo  el 
de  mar,  que  sólo  cuenta  el  tercio  de  la  mortalidad  que  presentaba  en  1884. 
Es  conveniente  hacer  notar  que  no  sólo  XoñActs  han  sido  abrogados,  sino 
que  toda  persecución  contraía  prostituta  ha  sido  suprimida,  y  que  una  en- 


Ventreologia  social  M48 


mienda  á  la  ley  criminal  que  concierne  á  la  prostitución  ha  sido  votada. 
En  virtud  de  esta  enmienda  son  castigados  con  penas  severas  todos  los  que 
están  complicados  en  una  corrupción  de  menores,  exceptuando  á  las  mis- 
mas menores. 

Juzgúese  por  los  cuadros  que  á  continuación  pongo,  de  los  resultados 
obtenidos.    Me  parece  que  son  bastante  claros. 

Inglatehba  sin  bbglamentaoión.  —  Registro  general.  —  1902 

A.  Población  civil.  —  Mortalidad  de  todas  las  edades  á  consecuencia  de 
enfermedades  venéreas  por  millón  de  habitantes  : 

1884 95  1890 81  1896 "70 

1885 90  1891 79  1997 74 

1886 92      y   1892  ; 79  1898 68 

1887 85      ^    1893 82  1899 67 

1888 78  1894 78  1000 68 

1889 82        .    1895 80  1901 

Inglaterra  sin  bégla^mentación 

B.  Enfermedades  hereditarias  —  Mortalidad  por  enfermedades  venéreas 
en  niños  menores  de  un  año,  por  cada  100,000  vivos  : 


1884  .  .  . 

.  .  230 

1890  .  .  . 

.  .  197 

1896  .  .  . 

.  .  169 

18^5  .  .  . 

.  .  219 

1891  .  .  . 

.  .  180 

1897  .  .  . 

.  .  170 

1886  .  .  . 

.  .  226 

1892  .  .  . 

.  .  184. 

1898  .  .  . 

.  .  159 

1887  .  .  . 

.  .  210 

1893  .  .  . 

.  .  204 

1899  .  .  . 

,  .  159 

1888  .  .  . 

.  .  193 

1894  .  .  . 

.  .  192 

1900  .  .  . 

.  .  153 

1889  .  .  . 

.  ,  199 

1895  .  .  . 

.  .  196 

1901  .  .  . 

Las  cifras  indicadas  arriba,  que  indican  la  totalidad  de  las  defunciones 
en  niños  menores  de  un  año,  han  sido  sacadas  de  diversas  Memorias  del 
Registrar  ge íitr al,  hasta  el  año  1900,  impreso  en  1902,  y  comparadas  con  el 
número  de  niños  vivos  de  la  misma  edad,  indicados  en  los  diversos  informes 
del  censo. 

Inglaterra  sin  reglamentación.  —  War  Office,  1902 

C.  Reclutas  no  admitidos  por  enfermedades  sifilíticas,  después  de  dos  exá- 
menes trimestrales,  por  cada  10,000  demandas  de  inscripción  : 


1884  ..  . 

.  .  106 

1890  .  .  . 

.  .  ,  63 

18P6  .  .  . 

...  37 

18a5  .  .  . 

.  .   98 

1891  .  .  . 

...  49 

1897  .  .  . 

...  35 

1886  .  .  . 

.  .   82 

1892  .  .  . 

...  46 

1898  .  .  . 

...  30 

1887  .  .  . 

.  .   81 

1893  .  .  . 

...  49 

1899  .  .  . 

...  27 

1888  ..  . 

.  .   78 

1894  .  .  . 

...  51 

1900  .  .  . 

...  22 

1889  .  .  . 

.  .   66 

1895  .  .  . 

...  35 

1901  .  .  . 

271 

1890  .  .  . 

.  .  212 

1896  .  .  . 

.  .  185 

•275 

1891  .  .  . 

.  .  197 

1897  .  .  . 

.  .  140 

2()7 

1892  .  .  . 

.  .  201 

1898  .  .  . 

.  .  134 

252 

1893  .  .  . 

.  .  195 

1899  .  .  . 

.  .  122 

224 

1894  .  .  . 

.  .  182 

1900  .  .  . 

.  .   93 

212 

1895  .  .  . 

.  .  174 

1901  .  .  . 

Inglaterra  sin  reglamentación.  —  War  Office,  1902 

D.  Ejército  de  Inglaterra  (Home  Army).  —  Admisiones  en  el  hospital  por 
enfermedade.s  venéreas  por  cada  1,000  soldados : 

1884  ..  . 

1885  .  .  . 
188Ü  .  .  . 

1887  .  .  . 

1888  .  .  . 

1889  .  .  . 

Inglaterra  sin  reglamentación.  —  Ministerio  de  Marina,  —1903 

E.  Divisiones  luunlcs.  Costas  /británicas  —  Xámisioi) es  en  el  hospital  por 
enfermedades  venéreas  por  cada  1,000  marinos: 

1884  ......  203  1890 169  1895 157 

1885 203  1891 152  1896 160 

1886 168  1892 150  1897 145 

18H7 178  11^93 164  1S98 142 

1888  ...      .  162  1894 155  1899 131 

1889 184 


Vtntreologla  social  249 


Se  podría  sin  duda  objetar  que  la  misma  ley  autoriza  á  toda  persona  pri- 
vada á  tomar  la  iniciativa  en  la  persecución  contra  las  propietarias  de  ca%>a|( 
de  mancebía,  y  que,  de  la  disminución  muy  real  del  número  de  casas  de 
prostitución,  debe  necesariamente  seguirse  una  disminución  de  enfermeda- 
des venéreas. 

Sería  un  error  esto,  y  ápriari  exactamente  lo  contrario  de  lo  que  era  de 
prever. 

En  París,  en  efecto,  desde  1841  hasta  hoy,  las  casas  de  prostitución  han 
disminuido  numéricamente  en  notabie^proporciones.  De  235  casas  públi- 
cas, no  quedan  más  que  48,  mientras  que  la  población  ha  triplicado  (Four- 
nier  en  el  Bull.  méd.,  ajgrosto  de  1902).  Lo  que  no  ha  impedido  á  la  prostitu- 
ción acrecentarse,  y  á  las  enfermedades  venéreas  quintuplicarse  desde  diez 
años  á  este  parte. 

En  el  lupanar  no  es  donde  se  coge  con  más  facilidad  la  enfermedad.  Más 
arriba  he  demostrado,  con  cifras  en  la  mano,  que  la  prostitución  clandestina 
suministra  los  2/3  de  casos  de  enfermedades  venéreas,  estando  de  acuerdo 
en  esto  todo  el  mundo. 

La  supresión  de  las  casas  de  prostitución  en  Inglaterra  debía  conducir, 
pues,  al  acrecentamiento  de  la  prostitución  libre  y,  por  consecuencia,  al  del 
número  de  venéreos.  Si,  en  realidad,  existe  disminución  progresiva,  sólo 
puede  atribuirse  á  la  disminución  de  la  prostitución  de  menores,  la  gran 
fuente  de  las  enfermedades  venéreas,  disminución  obtenida  gracias  á  los 
severos  castigos  impuestos  á  los  seductores ;  ó  bien,  á  la  libertad  que  se 
concede  á  la  prostitución,  que,  no  temiendo  ninguna  medida  policíaca,  se 
somete  pronto  á  los  cuidados  médicos  que  le  son  necesarios;  ó  á  estas  dos 
causas  Juntas. 

Este  argumento  me  parece  irrefutable.  Lo  he  deducido  por  simple  razo- 
namiento al  tratar  de  la  prostitución  de  menores  y  de  la  de  mayores,  y  aquí 
lo  encuentro  confirmado  por  las  cifras. 

En  resumen  :  los  países  cuya  re^rlamentación  venereológica  se  refiere  á 
los  cuidados  que  se  han  de  dar  á  los  enfermos,  su  hospitalización  fácil  y 
gratuita,  ven  el  número  de  venéreos  quedar  estacionario  ó  decrecer. 

Los  países  que  han  desterrado  la  reglamentación  de  su  código,  prote- 
giendo la  menor,  presentan  una  notable  disminución  en  las  enfermedades 
venéreas,  total  y  parcialmente.  Por  último,  los  países  en  que  la  reglamen- 
tación está  en  vigor,  tienen  un  aumento  progresivo  en  la  diseminación  de 
estas  enfermedades. 

Conclusión:  La  inscripción  y  la  segregación  con  motivo  de  las  enferme- 
dades venéreas  constituyen  uno  de  los  principales  factores  de  la  disemina- 
ción de  estas  enfermedades. 

D.  Reformas  propuestas.  —  Estando  la  insuficiencia  de  la  reglamentación 
actual  reconocida  universalmente,  diversos  medios  se  han  propuesto  para 
atajar  mejor  la  propagación  de  las  enfermedades  venéreas. 

Estos  medios  pueden  clasificarse  en  tres  categorías: 

1.°    Simples  modificaciones  de  la  reglamentación  actual; 

2.°    Extensión  amplia  de  la  reglamentación ; 

3.°  -  Reemplazo  de  la  reglamentación  por  medidas  legales. 

1.**  Modificación  de  la  reglamentación,  —  ^o  insistiré  sobre  las  diferentes 
proposiciones  hechas  con  este  motivo;  la  mayoría  de  ellas  me  parecen  pue- 
riles. Añadir  ó  suprimir  un  juez  entre  los  que  decidan  si  la  mujer  debe  ser 
sometida  á  la  cartilla  ó  enviarla  á  San  Lázaro,  reemplazar  un  jurado  ordina- 
rio con  una  comisión  médica  sanitaria  que  tendrá  el  deber  de  dar  su  opinión 
sobre  los  mismos  casos,  usar  amonestaciones  paternales,  para  sólo  llegar  al 
encarcelamiento  en  caso  de  reincidencia,  etc.,  es,  en  el  fondo,  siempre  el 
mismo  sistema  defectuoso. 

2.°  Extensión  amplia  de  la  reglamentación.  —  Con^\áerkr\(i6\fi  como  muy 
eficaz,  hombres  de  talento  han  creído  que  sería  ventajoso  dar  á  la  actual 
reglamentación  más  extensión  y  generalizar  su  aplicación  á  los  dos  sexos. 
Es  cierto  que  los  hombres,  que  hacen  las  leyes,  no  aceptarán  nunca  e^-te 
régimen,  sean  cual  fueren  las  ventajas  que  puedan  de  él  resultar.  Sería, 
por  otra  parte,  un  absurdo  sin  precedente  alguno.  Se  encarcelaría  casi  á  la 
mitad  de  la  población  válida  de  París  y  grandes  ciudades,  y  una  mitad  de  la 
colectividad  trabajaría  para  la  otra  mitad. 

Semejantes  medidas  tendrían,  además,  resultados  absolutamente  opues- 


í5o  Venereología  tociat 


tas  á  los  que  se  espera.  Basta  repetir  á  los  hombres  en  general  lo  que 
Fournier  dijo  de  los  soldados,  para  los  oue  se  proponían  análogras  medidas: 
«  De  manera  que  los  soldados  no  tendrían  nada  más  que  disimular  su  en- 
fermedad, y,  por  consiguiente,  no  serían  ya  tratados».  De  lo  que  resultaría 
una  diseminación  mayor  del  mal. 

Tal  es  exactamente  la  tesis  que  sostengo,  generalizándola  á  los  dos  se- 
xos, y  mostrando  una  vez  más  que  la  inscripción  de  la  prostituta  ó  su  segre- 
gación no  tendrán  otro  efecto  que  el  determinar  los  enfermos  á.que  renun- 
cien á  los  cuidados  antivenéreos. 

3."  Reemplazo  de  la  reglamentación  con  medidas  legales.  —  Supresión  de  la 
prostitución,  ó  por  lo  menos  de  sus  manifestaciones  exteriores.  —  Todos  recono- 
cen la  imposibilidad  de  suprimir  la  prostitución;  algunos  la  consideran 
como  un  mal  necesario.  Las  razones  en  favor  de  su  supresión  parecen  bas- 
tante infantiles:  «Si  no  hubiese  prostitución,  no  habría  enfermedades  vené- 
reas»; mientras  otros  sostienen  que  «si  no  hubiese  ningún  hombre  que 
buscase  las  prostitutas,  no  habría  ni  prostitutas  ni  enfermedades  venéreas». 
Todo  esto  es  evidentemente  bBstnnte  racional.  Pero  la  verdad  es  que,  en 
tanto  que  haya  hombres  que  experimenten  deseos  sexuales  y  dispuestos  á 
pagar  para  satisfacerlos,  habrá  prostitutas,  porque  estas  mujeres  no  tienen 
otros  recursos  para  ganar  su  pan  cotidiano. 

La  supresión  de  las  manifestaciones  exteriores  de  la  prostitución  com- 
prende especialmente  el  reclutamiento.  Todos  están  de  acuerdo  en  reconocer 
que  la  prostitución  tiene  el  derecho  de  hacer  en  su  casa  lo  que  mejor  le  pa- 
rezca. Es  un  punto  sobre  el  nue  insisten  particularmente  los  defensores  de 
la  reglamentación  y  que  Verchére  ha  puesto  en  evidencia  en  la  sesión  del 
10  de  diciembre  de  la  Sociedad  de  profilaxis  sanitaria  y  moral.  Pero,  yo  no 
veo  en  que  grado  esta  medida  puede  ser  ventajosa á  la  profilaxis...  La  pros- 
tituta en  su  casa,  libre  y  exenta  de  toda  vigilancia,  ¿no  pudiera  contami- 
nar á  los  que  la  frecuentan,  nsí  como  á  la  mujer  que  trafica  en  la  calle? 

Cierto  que  sí,  y  esto  tanto  más  fácilmente  cuanto  que  reconocéis  no  tener 
ningún  derecho  para  inmiscuiros  en  sus  asuntos.     Pero,  no  es  esto  todo. 

Admitiendo  que  con  una  medida  severa  se  suprima  enteramente  el  in- 
centivo de  la  ca.le,  se  hnbrá  ganado  poco  con  esto;  porque  existe  otro  que 
los  hombres  conocen  muy  bien  y  al  que  obedecen  voluntariamente  :  el  del 
llamamiento  di.^creto  f\  través  de  las  cortinas  entreabiertas,  y  esto,  ¿cómo 
suprimirlo?...  La  medida  propuesta  sólo  provocaría  un  cambio  de  recluta- 
miento, una  simple  modificación  de  la  forma  de  la  prostitución,  sin  resul- 
tado práctico,  es  decir,  sin  ocasionar  ninguna  modificación  verdaderamente 
saludable  desde  el  punto  de  vista  de  la  profilaxis. 

La  mayor  parte  de  los  abolicionistas,  á  los  cuales  se  juntan  los  feminis- 
tas, piden  el  reemplazo  de  la  reglamentación  con  la  aplicación  de  penalida- 
des ¿^«a/^5;?flrfl  e/Aow¿rí  y  para  la  mujer  (Landouzy,  Gaucher,  Queyrat), 
en  caso  de  contaminación,  siendo  considerada  ésta  como  un  delito  de  dere- 
cho  común:  el  que  da  la  sífilis  es  responsable  del  perjuicio  causado  y  debe 
cartigárseie. 

Sería  ante  todo  pr«^ciso  establecer  que  hay  realmente  perjuicio  para  la 
persona  contaminada  en  un  acto  en  que  tanto  el  hombre  como  la  mujer  se 
exponen  con  conocimionto  de  causa  á  la  contaminación.  Habría  mucho 
que  decir  sobre  este  asunto,  desde  el  punto  de  vista  jurídico,  pero  me  lleva- 
ría demasiado  lejos. 

Admitamos,  sin  embargo,  que  el  daño  existe  y  que  cae  bajo  la  acción  de 
la  ley. 

¿Cómo  hallará  ésta  su  aplicación?  ¿Cómo  podría  volver  á  ver  la  mujer 
contaminada  al  transeúnte  que  le  proporcionó  la  blenorrafiria  ó  la  sífilis, 
para  pt>rseguirlo  y  para  que  la  indemnizara?...  Admitamos  que  lo  conoce  y 
que  formalmente  le  acusa:  ¿puede  probar  que  está  enfermo,  si  no  presenta 
ningún  síntoma  sospechoso?  No  se  tiene  á  mano  tuberculii^a  \í^T2í  experi- 
mentarlo, y  todo  indicio  de  enfermedad  venérea  piiede  haber  desapnrecido 
entre  el  momento  que  hubo  la  contaminación  y  aquel  en  que  se  hizo  la  acu- 
sad )n.  Y  si  suponemos  que  el  hombre  presenta  accidentes  manifiestos,  ¿cómo 
se  demostraría  que  ha  sido  él  y  no  otro,  de  los  que  hayan  visitado  el  mismo 
día,  al  día  siguiente  ó  al  otro  á  la  mujer  contaminada,  el  autor  del  mal? 
Cuando  se  trata  de  una  mujer  que  diariamente  se  entrega  á  la  prostitución, 
la  cuestión  me  parece  insoluble. 


venereología  social  iSt 


Por  otra  parte,  ¿cómo  querer  que  el  hombre  que  ha  adquirido  una  enfer- 
medad venérea  con  una  mujer  llevada  por  él  á  una  casa  de  citas  cualquiera 
ó  á  otro  sitio  análog-o,  pueda  encontrar  á  la  mujer  que  lo  ha  contaminado? 
Si  hay  hábitos  de  relajación,  ¿cómo,  entre  las  diversas  mujeres  que  ha  po- 
dido frecuentar,  designará  á  la  que  le  ha  proporcionado  el  mal  venéreo? 
Aun  cuando  estuviese  seguro  del  hecho,  ¿qué  hombre,  antes  de  entablar 
semejante  persecución  judicial,  no  titubea  ante  el  escándalo  y  el  ridículo 
que  de  ello  resultaría?...  En  todas  estas  hipótesis  (que  representan  los  casos 
más  numerosos),  es  casi  imposible  encontrar  al  culpable. 

Indudablemente,  hay  casos  en  que  se  pudiera  encontrar  á  la  mujer,  so- 
bre todo  la  que  lleva  á  los  clientes  a  su  casa  y  «ontamina  varios  hohibres  á 
la  vez,  ó  bien  la  prostituta  de  casas  cerradas ;  pero  no  son  estos  los  casos 
más  frcí'uentes;  por  lo  mismo,  la  ley  establecida  sólo  tendrá  una  acción 
muy  parcial,  y  por  esto  su  efecto  profiláctico  será  mediano. 

Hay  más  todavía.  Tal  ley  abre  la  puerta  á  las  acusaciones  falsas  y  al 
chantage.  La  mujer  tendrá  la  ventaja  de  acusar  al  que  puede  pagar  más, 
al  más  rico  de  los  que  la  han  visitado  con  frecuencia.  Entre  éstos,  se  en- 
contrarán algunos  que,  aun  inocentes,  se  tendrán  por  felices  evitando  con 
algunos  centenares  de  francos  el  escándalo  de  los  tribunales.  Sin  duda 
que  otras  leyes  se  promulgarían  para  el  castigo  de  esta  clase  de  chantage  y 
para  proteger  á  los  recalcitrantes,  pero  serian  con  gran  dificultad  eficaces. 

Queda  todavía  la  cuestión  de  calcular  el  daño.  ¿Todos  los  sifilíticos  serán 
iguales  ante  la  ley?  ó  bien,  ¿variará  el  daño  según  sea  la  posición  social  de 
cada  individuo?  ¿Cómo  se  resarcirá  la  prostituta  privada  por  la  contamina- 
ción, de  su  único  medio  de  existencia?  ¿Se  tratará  de  igual  modo  al  hom- 
bre ocioso  cuyas  rentas  no  disminuirán  si  coge  una  enfermedad  venérea? 

Y  si  llegase  todo  esto  á  ser  equitativamente  reglamentado,  ¿qué  recurso 
habría  contra  el  obrero  que  tiene  poca  fortuna  y  la  prostituta  que  no  tiene 
nada,  ambos  contaminadores?  El  insolvente  sufrirá,  pues,  el  arresto.  Pero 
como  ya  lo  hemos  visto,  será  siempre  más  fácil  encontrar  á  la  mujer  culpa- 
ble que  al  hombre,  que  por  una  vía  torcida  escapará  frecuentemente  á  la  ley, 
recayendo  toda  ella  sobre  la  desgraciada  prostituta. 

Ved  lo  que  es  la  ley  que  todo  ^^X  grupo  feminista  ha  votado  con  diligencia 
en  la  Conferencia  de  Brusel>.s.  En  realidad,  conduce  á  una  serie  de  utopias 
que  me  sería  fácil  multiplicar  todavía  más,  y  me  parece  también  tan  desas- 
trosa de-íde  el  punto  de  vista  profiláctico  como  la  mi.sma  reglamentación. 

¿Con  qué  se  ha  de  reemplazar  la  reglamentación?  Pues,  con  nada.  Si  el 
medio  es  nefasto,  se  ha  de  suprimir ;  no  es  necesario  buscar  que  se  mejore 
ó  reemplazarlo.  Libertad  absoluta  para  todos,  hacerlo  que  les  parezca  bien, 
sin  que  se  llegue  al  escándalo  en  la  calle  ó  en  cualquier  otro  sitio.  Esto 
inspirará  confianza  á  las  prostitutas,  y  todos  los  enfermos,  hombres  y  mu- 
jeres, no  tendrán  ninguna  razón  en  abstenerse  de  presentarse  en  los  dispen- 
sarios ó  en  la  consulta  de  los  hospitales  para  recibir  en  ellos  más  libremente 
el  cuidado  que  su  estado  requiere. 

Enseñar  al  público  y  á  las  prostitutas  ciertas  medidas  de  limpieza,  pre- 
cauciones higiénicas  que  contribuirían  á  la  disminución  de  las  probabilida- 
des de  contaminación,  esto  es  buena  profilaxis. 

Por  último,  el  hombre,  más  práctico  en  los  peligros  que  corre,  se  hará 
más  exigente  y,  antes  de  decidirse  á  sacrificar  á  Venus,  pedirá  ver  la  certi- 
ficación médica  que  consigna  el  estado  sanitario  de  la  prostituta,  Esta  se 
presentaría  entonces  en  el  dispei^sari  %  cada  día,  no  lo  dudéis 

El  papel  de  la  policía  no  se  suprimiría  enteramente :  al  contrario.  Le 
quedaría  la  vigilancia  de  menores,  que  no  sería  una  pequenez.  ¿No  hemos 
visto  ya  que  la  cuarta  parte  solamente  de  prostitutas  empezaba  después  de 
los  21  años? 

Represión  de  la  prostitución  de  menores  y  protección  de  las  que  son  pru- 
dentes; ved  aquí,  repito,  las  únicas  medidas  que  reclamamos. 

IIL    Terapéntloa  antl-venérea 

El  lugar  asignado  á  este  capítulo  indica  ya  que  considero  la  profilaxis  de 
las  enfermedades  venéreas  sobre  todo  como  una  consecuencia  de  su  trata- 
miento. Los  informantes  de  la  Conferencia  internacional  han  sido  de  este 
acuerdo.    No  se  ve,  en  efecto,  en  cuanto  al  presente,  otro  medio  profiláctico 


253 


Venereología  social 


iáTi  eñcaz,  y  las  medidas  severas,  preventivas  ó  represivas,  tienen  general- 
mente un  resultado  opuesto  al  que  pretenden. 

Píira  que  una  terapéutica  sea  verdaderamente  profiláctica,  son  necesarias 
varias  condiciones : 

a]  Ante  todo  que  la  necesidad  de  un  tratamiento  sea  bien  comprendida 
por  ios  enfermos.  Importa,  pues,  vulgarizar  la  noción  de  que  toda  afeccióu 
venérea  descuidada  se  agrava  fatalmente,  conduce  á  complicaciones,  eufer- 
metiades,  desastres,...  mientras  que  tratada  desde  el  principio  y  con  ener- 
g-íri,  curaría  seguramente,  sin  contar  que  el  enfermo  evita  así  convertirse  en 
un  foco,  responsable,  de  contaminación. 

h¡  En  seguida  es  necesario  que  se  dispongan  los  enfermos  á  pedir  este 
útil  tratamiento,  es  decir,  que  todo  lo  que  tienda  á  hacerle  diferir  debe  sepa- 
rarse de  su  imaginación  (para  las  prostitutas,  el  temor  de  una  divulgación ; 
para  los  jóvenes,- la  de  una  reprob«ción  severa  y,  digámoslo,  injusta).  Si  de 
una  manera  general,  la  prostitución  es  una  plaga,  de  la  que  ambos  sexos 
(el  masculino  sobretodo)  son  responsables,  ¡cuántas  atenuacionesy  excusas 
en  cada  caso  particular!...  en  la  mujer,  la  necesidad  ;  en  el  joven,  el  impulso 
de  la  edad ;  para  todos,  las  excitaciones  de  toda  clase.  La  colectividad  es  la 
culpable,  más  bien  que  el  individuo;  entre  el  venéreo  y  el  no-venéreo  sólo 
hay  una  diferencia  de  probabilidad.  Esto  es  lo  que  se  ha  de  repetir  para 
trmiquilizar  de  antemano  á  los  futuros  enfermos  é  impedirles  que  dejen  por 
íalíía  vergüenza  que  se  agrave  el  mal,  faltos  de  cuidados  y  diseminarlo  al- 
rededor de  ellos.  En  cuanto  á  las  personas  atacadas,  tienen  derecho,  aun 
cuando  fuera  la  última  de  las  prostitutas,  á  la  misma  solicitud,  á  las  mismas 
co ti í*i deraciones  que  cualquier  otro  enfermo.  No  hay,  en  efecto,  enfermeda- 
des infamatorias;  sólo  hay  miserias  y  sufrimientos  humanos,  los  cuales 
piden  de  nosotros  piedad  y  respeto. 

c]  Kl  tratamiento  de  las  enfermedades  venéreas  debe  ser  gratuito,  á  lo 
menos  para  los  que  lo  pidan.  ¿No  es  una  especie  de  servicio  público,  com- 
parable al  del  saneamiento,  de  la  limpieza,  del  alumbrado  público?...  (Aña- 
do que  debiera  ser  lo  mismo  para  las  demás  enfermedades  contagiosas  que 
^constituyen,  más  aún  que  la  sífilis,  un  peligro  social,  tales  como  la  tuber- 
citlosis,  por  ejemplo).  La  urgencia  de  esta  medida  es  tal,  que  los  informan- 
te;?, así  como  todos  los  miembros  de  la  Conferencia  internacional  se  han  adhe- 
rido unánimemente.  Sin  duda,  algunos  abusos  se  producirán,  pero  se  puede 
dar  por  cierto  que  el  que  pueda  pagar  al  médico  y  al  farmacéutico  se  abr- 
tí^THlrá  siempre  de  acudir  a  la  consulta  pública.  En  Suecia.  desde  hace  100 
afio^,  e.sta  medida  está  en  vigor;  el  tratamiento  gratuito  existe  también  en 
Noruega,  Dinamarca,  Hungría,  Rumania,  parcialmente  en  Italia  (para  casos 
especíales)  y  en  Rusia  (para  ciertas  epidemias  de  sífilis,  Blaschko).  El  tra- 
tamiento gratuito  no  solamente  preserva  en  cierta  medida  á  las  poblaciones 
de  la  contaminación,  sino  que  también,  oponiéndose  ala  marcha  de  la  en- 
fermedad é  impidiendo  sus  complicaciones,  representa  un  beneficio  real, 
pues  hecha  bien  la  cuenta,  la  enfermedad  será  menos  cara  para  la  asistencia 
pública. 

d}  Es  preciso,  por  último,  que  el  enfermo  encuentre  á  su  alcance  esta- 
blecimientos perfectamente  organizados  y  surtidos  de  buen  instrumental, 
que  serán  fijados  por  los  médicos  experimentados  en  su  caso.  Bajo  este 
aspecto  es  indispensable  ampliar  la  enseñanza  de  la  venereología  por  los 
cuidados,  sea  de  la  Facultad  de  Medicina,  sea  de  la  Administración  muni- 
cípuL 

Sentados  estos  principios,  empezaré  por  exponer  la  organización  actual 
de  la  terapéutica  pública  anti-venérea,  de  modo  que  resalten  las  falt  as  y 
la^^nims.     Indir^aré  en  seguida  como  se  debe  remediar: 

i.°  Organización  actual  del  tratamiento  de  venéreos,  — Lxx  terapéutica  de 
las  afeccionas  venéreas  j)uede  tener  diversas  formas  :  A)  el  tratamiento  am- 
biilatíirio,  que  comprende  los  cuidados  dados  en  los  consultorios,  etc.;  — 
Bi  la  hospitalización;  —O)  el  tratamiento  á  domicilio,  ambulatorio  ó  no 
(nfeiieralmente  privilegio  de  las  clases  acomodadas). 

A)  Dispensarios.  Consultorios .  — ^w  algunas  grandes  ciudades  de  Eu- 
ropii  existen  dispensarios  independientes  de  los  hospitales,  destinados  ni 
tratamiento  exclusivo  de  los  venéreos.  Pero,  en  general,  algunos  hospita- 
le^í,  más  ó  menos  especiales,  son  los  que  se  encargan  de  asegurar  este  ser- 
virio  mediante  una  consulta  apropiada. 


Venfreolog-'a  social  25$ 


Eu  los  pueblos  pequeños  y  en  el  campo  no  existen  estas  instituciones.  -^ 
En  donde  las  hay,  sea  cual  fuere  su  forma,  dispensario  ó  consultorio,  su  in- 
suflciencia  es  notoria.  Fournier,  la  mejor  autoridad  en  el  asunto,  ha  hecho 
notar  todos  los  defectos  de  que  adolecen. 

Eu  efecto  :  en  las  ciudades  en  que  los  dispensarios  y  consultorios  para 
venéreos  existen,  su  número  es  insuficiente,  y  la  primera  consecuencia  de 
esta  penuria  es  la  afluencia  de  euferraos 'y  las  dificultades  en  la  consulta. 
De  esto  resulta  que  el  tiempo  acordado  á  cada  enfermo  es  necesariamente 
reducido  é  insuficiente.  Sin  duda,  el  diagrnóstico  se  sienta  fácilmente,  gra- 
cias á  la  instrucción  de  los  especialistas  y  á  su  gran  experiencia  de  las  en- 
fermedades venéreas ;  pero  á  la  prescripción  que  se  da  en  seguida  á  los 
enfermos  no  le  acompaña  ninguna  explicación,  ningún  consejo  se  les  da 
respecto  á  la  higiene,  á  la  preservación  de  los  demás,  etc  .  ;  en  pocas  pala- 
bras, el  enfermo  se  presenta,  se  le  trata  someramente,  recibe  una  prescrip- 
ción más  ó  menos  lacónica,  y  se  va.  Aunque  algunas  de  estas  instituciones 
establezcan  tarjetas  individuales,  muy  pocos  son  los  que  tratan  concienzu- 
damente á  sus  enfermos,  y  en  ninguna  institución  de  estas  puede  darse  á 
los  enfermos  un  tratamiento  en  armonía  con  los  mejores  métodos  actuales. 
Los  informantes  están  únicamente  de  acuerdo  en  denunciar  la  insufi- 
ciencia de  los  dispensarios  y  consultorios.  Juzgúese  por  estas  cifras :  en  Pa- 
rís cada  consultorio  del  hospital  de  San  Luis  es  frecuentado  ¡  por  200  ó  250 
enfermos!  (Fournier),  y,  antes  de  la  organización  actual,  que  ha  agregado 
ayudantes  á  los  especial  listas  y  creado  consultas  suplementarias  por  la  tar- 
de, el  número  de  enfermos  que  se  presentaban  era  de  300  á330.  En  Lon- 
dres, exceptuando  algunas  camas  reservadas  a  los  venéreos  en  los  hospitales 
generales,  sólo  existe  un  hospital  especial  para  estos  enfermos,  el  Lock 
ír(9J?p¿í«/,  que  comprende  ¡  135  camas  para  mujeres  y  27  para  hombres!... 
En  la  consulta  de  este  hospicio  han  sido  tratados  28,000  enfermos  en  1901. 
Admitiendo  que  haya  consulta  tres  veces  por  semana,  se  llega  a  las  mismas 
cifras  cotidianas  que  en  la  consulta  del  hospital  de  San  Luis. 

Agregaré  que  estas  cifras  no  comprenden  la  totalidad  de  los  casos,  y  que 
muchos  venéreos  se  hacen  tratar  en  los  hospitales  generales,  en  las  clínicas 
particulares,  por  médicos  especialistas,  farmacéuticos  y  aún  charlatanes. 

Creo  inútil  insistir  por  más  tiempo  sobre  la  insuficiencia  de  los  consulto- 
rios y  dispensarios  de  las  grandes  ciudades  de  Europa.  Con  mucha  razón 
nos  dice  Fournier  que  «  las  consultas  actuales  son  quizás  suficientes  para  el 
tratamiento  de  los  accidentes  sifilllicos  y  mal  apropiadas  al  tratamiento  de  la 
sífilis». 

La  penuria  de  los  dispensarios  tiene  otros  inconvenientes  de  que  son  víc- 
timas los  que  necesitan  una  asistencia  gratuita,  es  decir,  los  pobres.  Desde 
luego,  por  la  sitUMción  muchas  veces  excéntrica  de  estos  establecimientos, 
en  relación  al  barrio  en  que  trabaja  el  enfermo  y  también  por  la  incomodi- 
dad de  las  horas  fijadas  para  la  consulta,  el  interesado  emplea  mucho 
tiempo  en  llegar  á  ella.  Esta  pérdida  de  tiempo  se  hace  aún  más  conside- 
rable á  consecuencia  de  la  espera  de  dos  ó  tres  horas  que  sufre  el  enfermo 
ag-uardando  le  llegue  el  turno,  es  decir ,  que  pierde  la  mañana  ó  un  día  en- 
tero. La  pérdida  de  tiempo  para  un  proletario  equivale  á  la  pérdida  de  su 
salario,  y  por  poco  que  esté  obligado  á  recurrir  á  la  consulta  dos  ó  tres  veces 
á  la  semana,  se  encuentra  en  la  alternativa  ó  de  cesar  en  el  tratamiento,  ó 
que  le  despidan  sus  patronos.  ¡  Para  consultas  gratuitas  son  caramente  pa- 
gados ! 

Fournier  califica  las  consultas  de  ^roí^rtfí,  %7iconvenientes  y  odiosas.  Por 
la  espera,  se  obliga  á  los  enfermos  á  presentarse  por  grupos,  por  pelotones, 
á  que  se  desnuden  coraní populo ^  de  lo  que  resulta  la  imposibilidad  de  con- 
servar el  pudor  y  la  obligación  de  proclamar  públicamente  la  naturaleza  de 
su  enfermedad  (Fournier),  considerada  como  vergonzosa.  Por  último,  la 
promiscuidad  que  entre  los  enfermos  reina  en  las  horas  de  espera  basta  la 
mayor  parte  del  tiempo  para  fijar  á  cada  uno  de  ellos  sobre  la  naturaleza 
del  mal  secreto  de  su  vecino. 

Por  otra  parte,  si  la  consulta  es,  en  apariencia,  gratuita,  el  tratamiento 
de  las  enfermedades  venéreas  no  lo  es  siempre:  todo  tratamiento,  para  darse 
gratuitamente  por  la  asistencia  pública,  en  París,  exige  una  formalidad  hu- 
millante para  el  enfermo  :  su  inscripción  en  la  categoría  de  indigentes.  El 
que  quiera  hacerse  inscribir  está  obligado  á  hacer  una  serie  de  actos  para 


j5^  Refisia  crtíicm  bibliográfica 


fiometerse  al  Reg-lameoto  de  la  inspección,  originando  esto  un  retraso  cal- 
culado en  la  pérdida  de  toda  una  semana  entera.  El  enfermo  inscrito  no 
puede  siempre  hacer  ejecutar  sus  disposiciones  inmediatamente ;  se  ve  con 
.  frecuencia  oblig-ado  á* volver  de  nuevo  á  la  oficina  de  beneficencia  de  su  cir- 
cunscripción, siendo  esto  una  nueva  pérdida  de  tiempo  que  añadir  á  las  ya 
señaladas.  Añadiré  que  en  ningún  hospital,  en  París,  se  da  medicamentos 
á  los  enfermos  que  no  puedan  dar  la  prueba  de  su  residencia  en  más  de  seis 
meses  en  la  ciudad. 

Estas  condiciones  defectuosas  de  las  cohsultas  y  dispensarios  labran  el 
éxito  de  los  farmacéuticos  y  charlatanes. 

(Se  concluirá). 

REVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

POR    líl, 

Dii.  Martínez  Vargas 

Bases  de  paerioaltnra.  —  Discurso  de  turno  leído  por  el  Dr.  D.  Juan 
Viura  y  Carreras,  en  la  sesión  pública  inaugural,  celebrada  por  la  Real 
Academia  de  Medicina  y  Cirug-ía  de  Barcelona,  el  día  30  enero  de  1902. — 
Barcelona,  1903. 

Desde  el  Congreso  periódico  de  Ginecología  y  Pediatría  de  Nantes, 
la  \)^\i\\)Yíx  pnerlculíura  ha  adquirido  gran  preeminencia  en  el  lenguaje 
común,  y  si  bien  las  prácticas  higiénicas  que  la  frase  significa,  consti- 
tuían desde  luengos  años  una  seria  preocupación  para  los  estadistas  y 
médicos  ganosos  del  bien  nacional  é  individual,  es  indudable  que  de 
aquella  reunión  médica  partió  la  extraordinaria  popularización  del 
vocablo. 

Muy  ilustrado  el  Dr.  Viura,  puesto  al  corriente  de  cuanto  agita  la 
conciencia  médica  por  el  progreso  científico  y  amante  de  esta  ciudad, 
sobre  cujn  vitalidad  se  ciernen  ciertas  amenazas,  era  natural  que  eli- 
giera por  tema,  para  llenar  su  deber  reglamentario,  el  título  que  epi- 
grafía estas  lineas,  y  que  además  de  utilizarlo  por  su  oportunidad 
palpitante,  le  vistiera  con  el  ropaje  literario  más  moderno  y  más  atrac- 
tivo. Después  de  un  prólogo  en  que  hace  un  llamamiento  sentido  á 
cuantos  se  preocupan  por  el  incremento  de  la  población,  entm  de  lleno 
en  la  exposición  de  algunas  cifras  estadísticas  para  poner  de  relieve 
cuan  intensa  es  en  Barcelona  la  mortalidad  de  niños,  que  ha  llegado 
á  30*6  y  á  3(V7  por  100  de  la  mortalidad  general,  haciendo  notar  que 
por  haber  disminuido  los  nacimientos  y  la  nupcialidad  entre  nosotros, 
aquellas  cifras  tienen  un  valor  mayor'del  que  escuetamente  represen- 
tan. De  aquí  se  sigue  como  una  consecuencia  indeclinable  la  necesi- 
dad de  cuidar,  de  proteger  al  niño,  de  ayudar  á  los  padres  escasos  de 
recursos  para  que  la  miseria  y  la  muerte  no  se  ceben  sobre  el  plantío 
humano,  cuando  apenas  acaba  dehacer  la  planta,  uniendo  á  la  acción 
científica  que  da  la  idea,  la  acción  altruista  que  proporciona  los  medios 
l)ara  la  mejor  crianza  del  niño.  Tal  es  el  fundamento  de  lajruerictíUura. 
Kl  Dr.  Viura  expone  sus  bases  compuestas  de  los  tres  extremos  siguien- 
tes: se  debe  ])roteger  á  la  mujer  embarazada  para  que  ésta  pueda  dar 
al  engendro  el  mayor  grado  de  robustez.  A  este  propósito  dedica  unos 
tiernos  párrafos  ala  mujer  obrera,  que  debiendo  compartir  con  el  ma- 
rido el  trabajo  de  la  fábrica  para  sostener  el  hogar,  no  puede  dar  al 
fruto  de  sus  entrañas  aquellas  energías  que  le  roban  la  miseria,  la  fa- 
tiga V  el  aire  hacinado  de  los  talleres.  Por  eso  pide  para  ésta  la  per- 
cepción del  jornal  y  su  separación  del  taller  en  los  tres  últimos  meses 
del  embarazo  y  en'los  sesenta  días  después  del  parto.  Para  la  mater- 
nidad clandestina,  que  tanto  influye  en  el  número  de  infanticidios, 
reclama  la  profusión  de  Asilos  donde  la  mujer  encuentre  el  secreto,  y 


Formulario  y  tratamientos  modernos  255 


el  niño  garantía  para  su  viabilidad;  para  unas  y  otras  madres,  aconseia 
la  creación  de  Saciedades  maternales^  que  en  otros  países  han  produciao 
garandes  beneficios  á  la  natalidad. 

Para  impedir  la  muerte  del  niño  abandonado,  aconseja  la  persis- 
tencia del  torno  y  la  oficina  abierta  a  todas  horas,  para  recibir  los  niños 
expósitos,  y  clama  contra  los  egoísmos  de  la  sociedad  que  no  ampara 
con  celo  los  derechos  de  esas  criaturas  desvalidas  é  irresponsables. 

La  alimentación  del  niño  es  otro  factor  importante.  Dada  la  expe- 
riencia clínica  del  autor,  es  natural  que  abogue  por  la  lactancia  ma- 
terna; á  este  propósito  fustiga  «el  egoísmo  de  los  ricoá»,  señala  los 
derechos  del  hijo  al  pecho  de  su  madre  y  considera  á  la  lactancia  mer- 
cenaria como  un  mal  necesario.  Por  estar  eñ  la  alimentación  escasa  ó 
defectuosa  del  niño,  el  origen  de  tantos  trastornos,  propone  la  creación 
de  dispensarios  para  fdíios  en/e?*nios,  donde  las  madres  reciben  consejos 
y  socorros. 

Cuando  la  madre  no  pueda  dar  el  pecho  al  hijo,  forzoso  le  será,  si 
no  dispone  de  medios  para  tener  una  nodriza,  recurrir  al  biberón,  y 
como  es  imposible  educar  á  todas  las  madres  en  el  arte  difícil  de  la  lac- 
tancia artificial,  aboga  por  la  difusión  de  X^^?^  consultas  de  niños  y  de  esos 
establecimientos  llamados  en  Francia  Gouttes  de  lait,  creado  aquí  en 
Barcelona  el  verano  iiltimo,  donde  gratuitamente,  ó  por  un  precio  mó- 
dico, las  madres  pobres  pueden  recibir  biberones  de  leche  humanizada, 
modificada  con  arreglo  a  la  potencia  digestiva  del  niño  de  teta. 

Aquí  termina  el  Dr.  Viura  su  trabajo  aplazando  para  otra  ocasión 
las  demás  bases  de  puericultura,  no  sin  consignar  antes  que  en  el  «ré- 
gimen dominante,  muv  poco  ó  nada  se  intenta  en  pro  de  la  niñez  des- 
valida. La  frase  es  dura;  pero  es  preciso  hablar  claro,  ya  qué  el 
mayor  mal  que  puede  hacerse  á  un  pueblo  es  adularle,  y  cuantos  amen 
á  su  país  no  deberán  nunca  ocultar  la  verdad  ». 

Estas  valientes  é  inspiradas  palabras  revelan  con  elocuencia  que  el 
Dr.  Viura,  ademas  de  ser  un  excelente  clínico,  es  un  sociólogo  que  se 
preocupa  mucho  por  el  bienestar  y  progreso  de  nuestro  pueblo.  Leyendo 
su  discurso,  se  advierten  además  sus  dt)tes  de  escritor  inspirado,  y  se 
explican  los  aplausos  que  le  prodigamos  cuantos  oímos  su  lectura  y  los 
que  en  este  momento  le  reitero,  rindiendo  sincero  homenaje  á  sus 
méritos. 


FORMULARIO    T    TRATAMIENTOS    M0DBRM08 


LXL  —  Alimentaoión  de  los  albumintiricoB 

Poco  á  poco  se  va  acabando  aquella  intolerancia  nociva  á  que  han  sido 
sometidos  los  albuminúricos  y  los  glucosúricos.  A  las  varias  concesiones 
que  se  van  haciendo,  hay  que  añadir  una  mns. 

Daremberg  y  Moriez,  contra  esas  albuminurias  mínimas  variables,  resi- 
duo de  alteración  renal  en  las  enfermedades  infecciosas,  que  no  desaparecen 
con  el  régimen  mixto,  usan  la  dieta  píscea  durante  tres  ó  cuatro  semanas, 
prescribiendo  luego  agua  de  Yichy  y  carne  de  buey  ó  de  carnero.  Están 
muy  satisfechos  de  los  resultados  que  obtuvieron  (1). 

LXIL  —  Paraflna :  pellgrros  de  las  inyeooionee 

Su  empleo  con  fin  estético  presenta  inconvenientes  más  ó  menos  serlos. 
Entre  otros  hechos  cuyas  consecuencias  fueron  malas,  apunto  el  siguiente: 

Un  individuo,  con  la  nariz  hundida,  solicitó  las  inyecciones  hipodérmi- 
cas  de  paraftna;  hecha  una  inyección,  pidió  otra,  por  haber  quedado  algo 
deprimido  el  lado  derecho.    Huord  y  Holden  se  valieron  de  una  mezcla  de 


(1)    Rtpue  de  Medicine. 


a36  Formulario  y  traiamitntos  modernot 


parañna  y  vaselina  simple,  de  consistencia  semisólida.  No  tardó  en  apare- 
cer un  edema  en  la  punta  de  la  nariz,  á  la  par  ^ue  disminuía  el  poder  vi- 
sual en  el  ojo  derecho.  El  oftalraoscopio  revelo  una  embolia  de  la  rama 
descendente  de  la  arteria  central  de  la  retina  (1). 

LXIII.  —  Neuralgrlas :  tratamiento 

Fricciones  con : 

Metilal If)  gramos. 

Aceite  de  almendras  dulces  ........      85       » 

ó  bien  con : 

Metilal t  gramos. 

Cera  virgen 3       » 

Manteca 30       »    (2) 

LXIV.  —  Hemorroides  :  tratamiento 

Crisarobina 0*80  gramos. 

lodoformo 0*30       * 

Ungüento  populeón 30  » 

Cuatro  ó  cinco  aplicaciones  diarias  \^¿), 

LXV.  —  Toe  uterina :  tratamiento 

Claro  es  que  se  trata  de  una  tos  de  origen  reflejo,  que  nada  tiene  que  ver 
con  la  expulsión  de  las  secreciones  bronquiales.  En  el  tratamiento  debe 
procurarse : 

1."*  Disminuir  la  excitabilidad  refleja  del  centro  bulbar :  opio,  bromuros, 
doral,  morfina,  valeriana,  belladona,  etc. 

Vaucaire  recomienda  esta  fórmula  : 

Bromuro  de  zinc 

Valeriannto  de  zinc }  aa.    0*50  gramos. 

Oxido  de  zinc 

Extracto  de  rosas es. 

para  10  pildoras.    De  1  á  3  diarias. 

También  es  recomendable  esta  otra  : 

Tinturado  Viburnuní prnnifolunn     .     .  j 

»       de  Hamamelis  virgi7iica    .    .    .  }  aa.    20  gotas. 

Elixir  de  Garus    ; ) 

Agua  de  canela 20  gramos. 

»      de  tilo 90       » 

Una  cucharada  cada  dos  horas. 

2."    Obrar  sobre  el  punto  de  partida  del  reflejo :  el  útero. 
En  caso  de  embarazo,  reposo  absoluto  en  la  cama  y  aplicación  al  cuello 
de  un  óvulo  sedante,  por  ejemplo  : 

Extracto  de  opio \ 

»        de  belladona >  aa.    0*05  gramos. 

Clorhidrato  de  cocaína ) 

Glicerina \ 

Manteca  de  cacao ^  v..  o. 

Si  hay  nefritis,  se  recurrirá  á  la  cura  oportuna :  irrigaciones,  toques  con 
cloruro  (le  zinc  al  2  por  100,  ictiol,  tintura  de  iodo,  el  raspado,  etc. 

Si  pólipos,  hay  que  extirparlos. 

Si  lesiones  de  los  anexos,  reposo,  masaje,  no  andar  deprisa,  etc. 

Si  descenso  uterino,  los  medios  oportunos. 

Si  trastornos  menstruales,  hay  que  combatir  sus  causas. 

3°  Actuar  sobre  las  vías  centrífugas.  Es  útil  la  revulsión  en  la  región 
lumbar  (ventosas,  sinapismos,  etc). 

4.®  Producir  una  acción  inhibitoria  central  con  la  sugestión,  baños,  du- 
chas, etc. 


1 


(1)  The  medical  R  cord. 

(2)  Le  Progrés  medical. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  sbj 


5.'  Curar  las  complicaciones  posibles,  las  neuralgias,  por  ejemplo,  con 
aplicaciones  locales  de : 

Mentol 1  gramo. 

Sulfuro  de  carbono 30       » 

ó  la  laringitis  refleja  de  la  menstruación  con  inhalaciones  de : 

Mentol 4  gramos. 

Esencia  de  melalenca 1       » 

Aceite  de  olivas. ,    ,    100       » 

poniendo  una  cucharada  en  un  recipiente  de  agua  caliente  (1). 

LXVI.  —  Alcanfor  y  morfina  en  Inyeoclones  hipodérmicas 

Bn  algunos  casos,  cáncer  inoperable,  por  ejemplo,  conviene  proscribir 
simultáneamente  una  y  otra  substancia. 

Como  su  empleo  en  una  sola  inyección  presenta  dificultades,  pues  no 
son  solubles  las  sales  de  morfina  en  los  aceites,  conviene  valerse  del  ácido 
oleico  y  de  la  morfina,  ya  que  así  resulta  una  solución  inyectable  y  del  todo 
límpida. 

Puede  ser  usada  la  fórmula  qAie  sigue  : 

Alcanfor 1    gramo. 

Morfina  cristalizada 0*50     » 

Acido  oleico  puro es.  para  disolver. 

Aceite  de  olivas  lavado  con  alcohol  y  esterili- 

lizado  c.  s.  para 10  cm  * 

Ea  cada  cm.*  hay  O'  10  gramos  de  alcanfor  y  O'Ol  de  morfina  (2). 

LXVlI.—FUoI:  nuevo  antleéptioo 

Se  compone  de: 

Pepsina 50  gramos. 

Mentol ) 

Eucaliptol >  aa.   0*50  » 

Aceite  de  Wintergreen | 

Alcohol 10  » 

Glicerina 50  » 

Acido  clorhídrico  diluido 20  » 

Talco 50  » 

Agua  destilada  c.  s.  para 1000  ;» 

Se  disuelve  la  pepsina  en  800  cm».  de  agua,  se  añade  el  ácido  y  luego  la 
glicerina;  por  otra  parte  se  disuelve  el  mentol,  eucaliptol  y  aceite  en  el  al- 
cohol. Se  mezcla  las  dos  soluciones,  se  añade  el  agua  hasta  un  litro,  se  adiciona 
el  talco,  se  agita,  se  filtra  varias  veces  y  queda  una  solución  clara,  de  buen 
aspecto  y  de  olor  aromático.  Es  antiséptico  (3). 

LXVIII.  — Aoeltee  medioinalee:  modo  de  favorecer  en  adminUtraclón 

Es  frecuente  dar  el  aceite  de  ricino  con  cerveza:  se  vierte  la  cerveza 
desde  cierta  altura  para  que  se  forme  mucha  espuma,  se  echa  luego  el 
aceite  y  se  bebe  sin  demora.  El  aceite  queda  entre  la  espuma,  envuelto  en 
ella  á  manera  del  contenido  de  una  cápsula,  que  no  se  rompe  hasta  que  llega 
al  estómago  y  que  se  adapta  á  toda  clase  de  transformaciones.  Así  rodeado, 
el  aceite  no  tiene  ocasión  de  despertar  ninguna  sensación  gustativa. 

Mas  como  la  cerveza  no  puede  darse  en  todo  caso  á  los  niños,  su  uso  con- 
tinuado es  nocivo  y  no  es  barata ,  un  farmacéutico  de  Burdeos,  Boiss-^l,  ha 
procurado  encontrar  una  substancia  inofensiva,  que  forme  espuma  aisla- 
dora y  que  se  pueda  manejar  con  toda  libertad,  aun  en  aquellos  casos  en 
que  es  preciso  dar  largo  tiempo  un  medicamento  repugnante,  el  aceite  de 
hígado  de  bacalao,  por  ejemplo. 

Esta  substancia  es  un  polvo  compuesto  de  goma  arábiga,  regaliz,  malva- 
visco y  lactosa,  perfumado  con  vainilla,  anís,  etc.    Mezclado  y  agitado  con 

(1)  La  Clin.  ost. 

(2)  L'Union  pharm, 

(3)  La  Farmacia  española. 


238  Nuestra  correspondtncia  con  la  prensa 

agua  forma  espuma  abundante,  persistente,  que  engloba  los  aceites,  y,  en 
general,  todos  los  medicamentos  más  ligeros  que  el  agpa  (salicilato  de  me- 
tilo, esencia  de  sándalo,  etc.). 

Es  absolutamente  necesario  que  la  vasija  en  que  se  haya  de  formar  la 
espuma  no  esté  manchada  de  aceite,  pues  en  este  caso  la  formación  es  difí- 
cil é  incompleta  (1). 

LXIX.^ Pelada:  tratamiento  de  las  ohapaa 

En  el  caso  de  que  no  haya  fuerte  irritación  de  la  piel,  Brocq  aconseja 
friccionar  cada  3  á  5  días  con  : 


Tintura  de  iodo  reciente    .    . 

Hitrato  de  doral }  aa.  partes  iguales  (2) 

Acido  fénico  nuboso  .... 


I 


LXX.  — Ántrax:  tratamiento 

La  levadura  de  cerveza,  un  buen  agente  sin  duda,  ni  siempre  es  fresca 
ni  siempre  da  buen  resultado.    Otras  substancias  pueden  ser  empleadas : 

por  ejemplo,  el  sulfuro  de  litio  ú  otros  compuestos  sulfurosos : 

• 

Azufre  lavado 0'20  gramog 

Bicarbonato  sódico 0'30     » 

Cascara  sagrada 0*25     » 

para  un  sello.  La  cascara  ha  de  ser  usada  cuando  deba  recurrirse  á  un  la- 
xante, en  vez  de  la  magnesia  que  forma  con  el  azufre  verdaderos  bloques  de 
difícil  expulsión. 

A  la  par  conviene  recurrir  á  medios  tópicos:  lociones  con  jabón  para  des- 
infectar la  piel  ó  embadurramientos  con  alcohol  alcanforado;  las  fricciones 
generales  son  útiles  para  evitar  reproducciones. 

Cuando  el  forúnculo  está  tenso  y  doloroso,  el  mejor  cálmente  son  las  pul- 
verizaciones ó  las  aplicaciones  de  cataplasmas  de  fécula  hechas  con  agua 
hervida,  pero  cuidando  de  poner  debajo  una  capa  gruesa  de  una  pomada 
adherente  para  que  aquélla  no  se  pegue  ó  no  se  seque,  pues  entonces  son 
¿olorosas  por  la  adhesión  ó  las  excoriaciones;  además,  la  pomada  proteje de 
las  inoculaciones  sucesivas.  Las  cataplasmas  pueden  ser  reemplazadas  con 
envueltas  húmedas,  que  no  deben  cubrirse  con  telas  impermeables,  sino  con 
algodón. 

La  pomada  debe  ser  esta  : 

Lanolina 15  gramos 

Vaselina 25      » 

Oxido  de  zinc. 5     »       (3) 

Dr.  Rodrígubz  M/índkz. 


NUESTRA  CORRBSPONDRNCIA  CON  LA  PRBNSA 


Bevne  oUnlqne  d'Andrologrie  et  de  Oynéoologrie,  de  Clt'rmont.— Gra- 
cias por  la  reproiluccMón  en  extracto  del  trabajo  Indicaciones  del  ácido  pi- 
erica  en  las  uretritis,  del  Dr.  Peyrí. 

Bevieta  de  la  Asociación  médico  farmacéutica  de  la  lela  de  Cuba, 

de  la  Habana.— Id.  id.  del  trabajo  Viruela  en  laco7italecenciadela  varicela, 

del  Dr.  Codlna  Castelh  í. 
XiOe  Nnevoe  Remedios,  de  Madrid.-- Id.  id.  déla  noticia.  El  amilenol  e» 

los  dolores  articulares  y  los  cólicos  hepáticos,  del  Dr.  Calvet  y  Nava. 
Revista  balear  de  Ciencias  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.  — Id.  ídem  ' 

de  la  noticia  Akatisia,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
El  Problema  de  la  tnbercnlosis,  de  la  Habana.  —  Id.  id.  de  la  noticia 

Una  ciudad  sanatorio,  del  Dr.  Rovira  Oliver. 

(l)    (ííix  ^^^'^  des  Se.  viéd.  de  fíorJeaux. 

(•_'>    Ann.  de  Méd.  et  de  Chir.  in/ant. 

(3)    Journal  de  Méd.  et  de  Chir.  pratiques. 


Estudio»  demográficos  d9  Harcttona  25g 


Boletín  de  Agrrioaltura,  de  San  Salvador.  ~  Id.  id.  del  trabajo  del  doctor 
Vignon,  Intoxicaciones  alimenticias  producidas  por  lospeceSy  traducido  per 
el  Dr.  Rodríguez  Ruiz. 

BaUetln  médloal  de  laOUnlqae  Saint- Vinoent-de-Paul,  de  Bordeaux.— 
Id.  id.  del  extracto  que  hace  del  trabajo  Tratamiento  de  la  cloroanemia  can 
los  enemas  de  sangre,  del  Dr.  Mariani. 

lia  Hediolna  de  loe  nifioe,  de  Barcelona.^ Id.  id.  de  la  reseña  de  la  Se' 
sián  inaugural  de  la  R.  Academia  de  Medicina,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Oaoeta  médioa  de  Goeta  Bioa,  de  San  José.  —  Id.  id-  de  las  conclusiones 
del  trabajo  Educación  del  médico  periodista  y  de  la  noticia  Muerte  aparente 
del  recién  nacido:  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Arohivoe  de  Peiqniatria  y  Oriminaloirie-t  ^^  Buenos  Aires. —  Id.  id.  de 
la  noticia  ii^a^mVi,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Xaa  Odontoloirle-9  de  Madrid.  —Id.  id.  de  la  noticia  Analgesia  cocaíno-adre- 
nallnica  en  Cirugía  gefieral,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Bevieta  homeopatloa,  de  Barcelona.  —  Id.  id.  de  las  noticias  ifia^^m^ 
Akatisia,  Aftongia,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez,  y  Azul  de  metileno,  del 
Dr.  Rovira  y  Oliver,  cuya  procedencia  no  cita. 

Boletín  de  liariniroloiria,  Otolo^ria  y  Binologria,  de  Madrid.  — ídem 
por  el  extract')  de  la  historia  clínica  Un  caso  de  acné  hipertrófico  elefanti- 
siaco,  del  Dr.  Botey. 

lia  Eeonela  de  Hediolna,  de  México.  — Id.  por  la  reproducción  de  los  tra- 
bajos  Tratamiento  de  la  cloroanemia  por  los  enemas  de  sangre  desfihrinada, 
del  Dr.  Mariani,  y  el  del  Dr.  Debove,  la  bacilemia  tuberculosa  aguda,  tra- 
ducido por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J).    Del  primero  no  cita  la  procedencia. 

Bevista  Ibero-amerloana  de  Oienoiae  médloae,  de  Barcelona.  — ídem 
id.  del  discurso  sobre  Girolamo  Fracastoro,  del  Dr.  Comen^íe. 

X«a  Semana  médioa.  de  Buenos  Aires.  —  Id  id  de  las  noticias  Tos  faríngea. 
Angina  herpética  y  Angiomas,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez,  cuya  proceden- 
cia no  cita. 

Oaoeta  Médioa  de  Ooeta  Bioa.  de  San  José.  — Id.  por  la  parte  que  re- 
produce del  trabajo  Matadero  de  Barcelona,  dpl  Sr.  Ferrer,  y  de  las  noti- 
cias Impétigo:  tratamiento  y  Ascariosis:  curación  rápida,  del  Dr.  Rodrí- 
guez Méndez.  • 

Xaa  Clinioa  moderna,  de  Zaragoza. — Id.  por  la  reproducción  de  varios 
apartados  del  Formulario  y  tratamientos  modernos. 


Eppata 

En  el  número  anterior,  página  1.*,  línea  24,  dice  :  intención  posible  y  debe 
decir  intención  punible. 


Estudios  demográficos  de  Bapeelona 

POR   Er. 

Dr.  D.  Luis  CoMENaR 

Director  del  Instituto  de  Jligicnc  urbana  de  Barcelona 

Viruela 

No  cabe  duda  en  que  las  dispcsiciones  oficiales,  las  autoridades,  las 
corporaciones  benéficas  y  docentes  como  los  centros  .sanitarios,  de- 
muestran interés  plausible  para  combatir  y  anular  el  conta^-io  variolo- 
so; ésto,  sin  embargo,  ha  producido  en  Barcelona  cifras  de  morbosidad 
y  de  mortalidad  muy  lamentables,  como  se  verá  en  los  adjuntos 
cuadros. 

Las  cansas  principales  son  la  negligencia  y  la  ignorancia  de  algu- 
nas gentes,  en  lo  que  se  refiere  á  vacunación,  y  lo  infrocueiite  de  las 
revacunaciones  ;  añádase  que  estas  operaciones  no  se  llevan  á  efecto, 
siempre,  con  todas  las  garantías  que  la  profilaxis  requiere. 


í 


I 


Mortalidad  por  viradla  «n  1008 


Meses 


Eacro  . 
Febtíiro 
Marzo . 
AbfiJ.  . 
Mayo  . 
Junio  . 
Jatio.  , 
Agosto. 
Scplíembrc 
Ociubrc 
Noviembre 
Diciembre 


Totales 


Moktaudad  por  edades 


V     H 


H     8 


Mft^JES 


Eaero.  .  . 
Fíbrcro.  . 
Mar^o.  .  . 
Abril..  .  . 
Mayo ,  .  . 
Juma . . . 
JuUtJ  .  , 
Aj^OMO  .    . 

Septiembre 
Ociubrt.  , 
Noviembre 
Diciembre 

Totales  . 


V    H 


37    38 


V     H 


Q 


V     H 


17 


:X'c 


V     H 


1 


^'S 


V     H 


^•s 


V     H 


5-2 


V    H 


M   O 

veo 
Qv 


V     H 


Parciales 


Tota  I  es 


V      H 


66 


142 


Gene- 
rales 


8 
13 

lÓ 
11 

13 

8 
IB 

8 
12 
28 


142 


Mortalidad  fom  distritos 


2.°       3.0 


4.*' 


VIH 
—  I  — 


V   H   V   H 


3    1 


10   5 


15 


11    H 


19 


5.*» 


V   HIV    H  VH 


» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

* 

» 

i 

~1 

"" 

*\  1 

4   11 


4  2 
2  » 
i  I  2 
»  » 
I 


3 

1 

1 

i) 

2!  2 


11)   9 


19    i    28 


V    H 


1 
1 

1 

1 
» 
1 
»     3 


14 


22 


V  H 


V   H 


16 


Moktalidau 

POH    ESTA  no 


Solte- 

Casa- 

Viu- 

ros 

dos 

dos 

» 

1 

» 

2 

1 

» 

1 

» 

» 

» 

» 

» 

2 

» 

» 

2 

» 

» 

2 

1 

» 

» 

» 

» 

2 

>► 

» 

» 

1 

■  » 

1 

1 

9 

3 

1 

1 

15 

6 

* 

22 


La  viradla  en  Barcelona  (1808-008) 


»     » 


Azi  os 


ToTAt.ilS    .    .    .    .    , 

Mortal cciad  media 
Óbitos  en  VM'i.  . 


A^os 


ToTALlíS  ,  .  .   ► 
Mortalidad  inedia, 
tVbíios  CD  lfn33  .  .  . 


Meses 


I 

II 

III 

IV 

V 

VI 

- 

8 

8 

8 

13 

7 

12 

13 

14 

11 

6 

3 

14 

17 

27 

24 

24 

33 

114 

lo:) 

82 

67 

46 

30 

12 

14 

1 

11 

9 

8 

159 

152 

138 

121 

98 

81 

31'8 

3i)'4 

27*6 

24'2 

19'6 

16' 2 

9 

8 

13 

7 

10 

11 

VII    VIH    IX 


5 
2 

21 

19 

6 


53        67 
10'6  i  13'4 

13  I       8 


46 
9*2 

8 


XI      XII 


67 

13*4 

12 


131 

26*2 

28 


Tota- 
les 


74 

86 

420 

508 

90 


1,178 

235*6 

142 


DlSTKItOS    SANITARIOS 


303 

60'6 
15 


III 


15*2  I  6'2 

19  !     6 


V 

VI 

6 
19 
8) 
36 

2 

8 

19 

25 

5 

148 

64 

9'6 

12'8 

1 

19 

VII 

vni 

7 

38 
71 
9 

9 

3 

62 

67 

3 

130 

144 

26 

28*8 

28 

22 

IX 

9 

4 

52 

68 

__1 

137 

27'4 

9 


Mosooo- 
mloB 


19 

22 
24 
40 
15 


120 
24 
16 


AÑOS 


.  1898 

.  1899  .  . 

.  1903 

,  1901 

.  1902 

.  1903 


Totales  .  . 


616 


Mortalidad   media 
del  .sexenio.  . 


Toltl 


74 

86 

420 

508 

90 

142 


1,320 


2£0 


La  viruela  lia  contribuido  á  la  mortalidad  total  en  la  urbe  en  1*63  X  1^ 


Tomy  XXVII,     Núm.  9       Barcelona  15  mayo  1904       Año  XXVII.     Núm,  465 

Gaceta  Médica  Catalaia 

SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  —  La  Puda  de  Montserrat,  por  el  Dr.  Masó  Brú.  —  Revista  de  pediatría,  por  el 
Dr.  Juan  Ooll  y  BofllL  —  Instituto  médico-farmacdutico  de  Barcelona.  Sesión  inaugural  ce- 
lebrada el  23  enero  de  1904,  por  el  Dr.  J.  Peyri.  — Los  estigmas  fisiológicos  de  la  degeneración 
(conclusión),  por  Luciano  Mayer.  — Venereología  social  (conclusión ),  por  el  Dr.  Ciado.— 
Rkvista  ckítica  biblioghAfica,  por  D.  Félix  Antigüedad  Diez.  ~  Formulario  y  trata- 
mientos MODKRNos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Publicaciones  recibidas.  —  Estudios 
demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Gomenge. 


La  respossabUldad  médlea  anta  los  TrUmnalss  de  Jostlela 


(1) 


POR 


D.  A.  Tapia 

Presidente  de  la  Sala  1.*  de  lo  Ciril  de  Barcelona 
III 

Abuso  de  su  profesión  por  el  facultativo  para  cooperar  á  la  suposi- 
ción DE  partos,  Á  la  substitución  DE  UN  NIÑO  POR  OTRO  Y  Á  LA  OCUL- 
TACIÓN Ó  EXPOSICIÓN  DE  UN  HIJO  LEGÍTIMO  CON  ÁNIMO  DE  HACERLE 
PERDER  SU  ESTADO  CIVIL. 

El  facultativo  puede  también,  abusando  de  su  profesión,  cooperar  á 
la  suposición  de  partos,  á  la  substitución  de  un  niño  por  otro  v  á  la 
ocultación  ó  exposición  de  un  hijo  legítimo  para  hacerle  percler  su 
estado  civil,  é  incurrir,  en  consecuencia,  por  ello  en  responsabilidad 
criminal. 

He  aquí  las  disposiciones  de  nuestro  Código  que  hacen  relaciona 
aquellos  hechos  justiciables  y  establecen  las  penas  en  que  incurre  el 
facultativo  culpable: 

«  Art.  483.  —  La  suposición  de  partos  y  la  substitución  de  un  niño 
por  otro  serán  castigados  con  las  penas  de  presidio  mayor  (2)  y  multa 
de  250  á  2,500  pesetas. 

Las  mismas  penas  se  impondrán  al  que  ocultare  ó  expusiere  un  hijo 
legítimo  con  ánimo  de  hacerle  perder  su  estado  civil ». 

Art.  484.  —  El  facultativo  ó  funcionario  público  que,  abusando  de  su 
profesión  ó  cargo,  coopere  á  la  ejecución  de  alguno  de  los  delitos  ex- 
presados en  el  artículo  anterior,  incurrirá  en  las  penas  del  mismo  y 
además  en  la  de  inhabilitación  temporal  especial»  (3). 

El  delito  de  suposición  de  parto  lo  determina  el  hecho  de  aparentar 
una  mujer  que  parió  una  criatura,  no  siendo  cierto,  por  no  haber  estado 
embarazada. 

El  delito  de  substitución  de  un  niño  por  otro  consiste  en  el  cambio 
de  la  criatura  nacida  por  otra  distinta. 

El  delito  de  ocultación  de  un  hijo  legítimo  lo  constituye  su  desapa- 
rición á  fin  de  que  sea  ignorada  sii  existencia. 

El  delito  de  exposición  de  un  hijo  legítimo  se  justifica  por  el  aban- 
dono del  mismo. 

Tanto  la  ocultación  como  la  exposición  de  un  hijo  legítimo  á  que  se 
refiere  el  artículo  483  de  nuestro  Código,  constituirán  el  delito  en  él  defi- 


(i)    Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 

(2)  De  6  años  y  i  día  á  12  años. 

(3)  Consiste  esta  pena  en  la  inhabilitación  para  ejercer  la  profesión  ó  cargo  por  tiempo  de  % 
años  y  1  día  á  12  años.  (Articulo  92  combinado  con  la  tabla  del  97,  ambos  del  Código  penal) 


-^T^fSC^  — w". 


jrdt  Lü  nsponsabiiidad  médica  anU  los  Tribunales  de  justicia 


nido  y  castigafltj,  siempre  y  cuando  una  y  otrase  realicen  con  ánimo  de 
Imcef  penior  al  lujo  su  estado  civil.  En  otros  casos  puede  constituir  otro 
di»lito  difííínta,  í<e^ún  sean  las  circunstancias  y  efectos  de  la  ocultación 
ó  exposición. 

Como  dice  un  iusig-ne  comentarista  (1),  en  el  precepto  del  artículo 
4H3  ikl  Códig^o,  se  rastig-a  la  usurpación  cometida  en  esa  tierna  persona, 
de  lofi  derecho.'^  que  le  da  su  nacimiento,  de  la  sucesión  que  podía  tener 
(le  sus  padrfes,  de  híS  beneficios  que  le  esperaban  de  otros  parientes,  de 
tíii  nombre,  «le  su  condición,  de  su  existencia  verdadera. 

El  delito  de  suposición  de  parto,  con  más  propiedad  llamado  de 
suposición  de  hijoj  en  algunos  Códig'os  extranjeros,  es  uno  de  los  deli- 
toíi  de  míiü  ^^raveilad  y  trascendencia  que  contiene  nuestra  ley  penal, 
ya  que  puede  resolverse  en  otro  contra  el  estado  civil  dé  las  personas, 

Pur  este  delito  se  arranca  á  un  individuo  de  una  familia  para  darle 
in^rreso  eu  otra  que  no  le  pertenece,  haciéndole  cambiar  su  estado  civil 
y  causando  iierjuioios  incalculables  en  derechos  de  un  tercero. 

Cüuiü  ha  diclio  otro  insig:ne  comentarista  (2),  si  cada  hombre  en  el 
setirj  de  la  sociedad  en  que  nace,  ocupa  un  lugar  y  tiene  un  estado  que 
le  i'^  peculiar  y  que  implica  para  él  derechos  que  la  ley  debe  sancionar 
y  obligaciones  que  debe  hacer  cumplir,  atentar  contra  esos  derechos  es 
siempre  un  delito  ¿gravísimo. 

Como  se  ve  \mv  el  texto  de  nuestra  ley  penal,  ésta  no  distingue  de 
casos  en  el  delito  de  suposición  de  parto,  pero  es  indudable  que  no 
todas  las  suposiciones  de  parto  tienen  las  mismas  consecuencias,  ya 
que  éstas  varían^  según  sea  la  condición  de  las  supuestas  parturientes, 
las  circunstancias  y  accidentes  del  hecho  y  sobre  todo  el  fin  que  se  pro- 
pongan las  personas  que  las  ejecuten,  pues  puede  alterar  notablemente 
BU  responsabilidad  criminal  y  hasta  en  su  caso  determinar  su  inocencia. 

Los  tratndistas  señalan  los  distintos  fines  que  pueden  proponerse  en 
la  suposición  de  partos,  pues  que  simulan  el  parto,  ya  la  mujer  soltera 
para  obligar  á  fu  amante  á  casarse  con  ella,  ya  la  amante  para  obligar 
al  suyo  i\  reronorer  como  hijo  propio  al  que  es  ajeno,  ya  el  marido  y 
la  mujer,  de  aruenlo,  para  darse  así  sucesión  de  que  carecen,  ya  la 
mujer* engañando  al  marido  para  darle  sucesor  y  mostrar  á  las  gentes 
que  no  es  estéril,  ya  la  viuda,  dentro  de  período  hábil,  para  dar  suce- 
sión ni  que  fué  su  \-sposo,  burlando  derechos  de  parientes  de  éste,  y 
tantos  otros  casos  como  pueden  acontecer  en  la  práctica. 

El  delito  de  suposición  de  parto  no  la  determina  el  hecho  de  tal 
supcísicinu  en  si»  sino  la  finalidad  que  con  su  ejecución  se  propone 
yuien  In  comete.  Si  es  inocente  la  finalidad,  no  constituirá  un  hecho 
justiciable  con  arreglo  á  la  ley  penal. 

Mas  en  el  ca.so  de  ser  dolosa,  intencional,  que  perjudique  derechos 
de  un  terrero,  la  finalidad  de  la  suposición  de  parto,  en  este  caso, 
tiene  todí^s  los  caracteres  de  delito,  y  de  delito  gravísimo,  porque  en- 
vuelve siempre  una  falsedad  en  cuanto  hace  desaparecer  la  filiación 
de  un  individuo,  pues  como  decían  los  romanos  Quia  quipartu?n  supponit 
fahtuii  co7nmif/i¿  y  un  fraude,  ya  que  por  medio  de  engaño  se  perju- 
dican de  reíd  IOS  legítimos  de  otros. 

líl  Tribunal  siijiremo  (3)  ha  establecido  como  doctrina,  que  el  delito 
fie  sujjosieiúu  de  parto  queda  integrado  y  completo,  con  que  la  ficción 
se  realice  por  hechos  materiales  que  revistan  el  engaño  de  apariencias 
de  verdad  y  puede  subsistir  por  sí,  sin  que  por  lo  mismo  requiera  su 
consumaciruK  la  i)rúctica  de  actos  que  fijen  oficialmente  el  estado  civil 
del  inlante,  porque  en  caso  de  tener  lugar  éstos  constituirían  un  delito 


(1 '    Pacheco,  /'./  C^dif*Q  penal  concordado  y  comentado 


i2\    GrdiíJrd.  El  Cádigo  penal  de  i  fijo  concordado  y  comentado. 
ncf*  de  íi  dt  febrero  de  1><1)7. 


La  Puda  de  Montserrat  263 

nuevo,  formado  por  elementos  distintos  y  jurídicamente  separables  de 
los  del  primero  á  pesar  de  su  respectiva  relación  de  medio  á  fin. 

La  substitución  de  un  niño  por  otro  constituye  también  un  delito 
gravísimo,  que  como  el  de  suposición  de  parto,  puede  envolver  una 
usurpación  del  estado  civil  de  una  persona,  con  perjuicio  de  los  dere- 
chos de  un  tercero,  y  tiene  una  justa  sanción  penal  dentro  de  nuestro 
Código. 

La  simple  ocultación,  ó  exposición  de  un  hijo  legítimo  para  hacerle 
perder  su  estado  civil,  es  otro  delito  también  de  grave  trascendencia, 
como  los  de  suposición  de  parto  y  substitución  de  un  niño  por  otro,  y 

aue  el  Código  castiga  con  el  mismo  rigor ;  mas,  como  dicen  los  trata- 
istas,  tal  delito  de  ocultación  ó  exposición  de  un  hijo  legítimo,  es  de 
ordinario  medio  de  ejecutar  otros  delitos  como  el  de  infanticidio,  el 
parricidio  y  otros. 

Aun  cuando,  raro  es  el  caso,  dicho  sea  esto  en  honor  de  la  clase  mé- 
dica y  la  de  matronas,  en  que  los  facultativos  ó  éstas  tengan  interven- 
ción en  alguno  de  los  delitos  á  que  se  contrae  el  artículo  4S3  de  nuestro 
Códido,  conveniente  es  recordar  las  penas  que  según  el  484  pueden 
serles  impuestas  por  su  cooperación  en  aquellos  delitos,  y  que  tienen  la 
agravación  de  la  inhabilitación  especial  temporal  para  ejercer  su  pro- 
fesión, que  es  muy  justa,  porque  el  facultativo  ó  la  matrona  que  abu- 
sando de  su  profesión  coopera  á  cualquiera  de  los  expresados  delitos,  se 
deshonra  en  el  ejercicio  de  su  profesión  y  debe  ser  en  él  suspendido  por 
algún  tiempo,  para  que  durante  él  pueda  arrepentirse  de  su  mala'acción 
y  una  vez  redimido  de  su  culpa,  volver  al  seno  de  sus  comprofesores. 

Para  evitar  el  deshonor,  en  que  incurre  así  el  facultativo  como  la 
matrona,  que  interviene  ó  coopera  á  la  ejecución  de  los  delitos  de  que 
nos  ocupamos,  séanos  lícito  manifestar  una  vez  más  que  su  misión  no 
es  la  de  labomr  en  el  dolo,  en  el  engaño,  sino  poner  sus  conocimientos 
al  servicio  de  la  justicia  para  la  mejor  averiguación  y  descubrimiento 
de  dichos  delitos  k  fin  de  que  sean  castigados  los  culpables  en  la  me- 
dida que  la  ley  penal  prescribe,  y  así  ejercerán  su  profesión  con  decoro 
y  dignidad,  la  dignidad  y  decoro  que  exigen  las  altas  funciones  huma- 
nitarias que  por  las  leyes  y  Reglamentos  les  están  encomendadas. 

(Se  contimiard) 

La    Puda  de   Montseppat 

POR    KL 

Dr.  Masó  Bru 

Médico-4Dtrector,  por  oposición^  de  aguas  minerales 

Se  ha  repetido  hasta  la  saciedad  que  las  aguas  minerales  constitu- 
yen el  Tribunal  Supremo  de  apelación  en  la  mayoría  de  enfermedades 
crónicas ;  y  este  aserto  confirmado  diariamente  en  las  clínicas  hidroló- 
gicas, se  evidencia  de  un  modo  inconcuso  en  los  trabajos  científicos 
que  los  médicos  dedicados  á  esta  especialidad  dan  á  conocer,  en  todos 
los  países,  ya  sea  en  la  prensa  profesional,  ya  en  los  Congresos  á  ello 
dedicados.  En  nuestro  país,  rico  como  pocos  en  aguas  minerales,  abun- 
dan los  materiales  científicos  á  ellas  referentes  por  la  misión  oficial 
que  en  las  mismas  tiene  encomendada  el  Cuerpo  de  Médicos-Directo- 
res, que  se  extenderá  á  casi  todas  las  de  nuestro  suelo  con  la  próxima 
constitución  del  Cuerpo  de  médicos  habilitados  de  aguas  minerales ; 
cuyo  ingreso  se  regulará  (como  en  el  de  médico-Directores),  por  la 
oposición.  Una  vez  más  ha  querido  probar  el  Gobierno  lo  indispen- 
sable de  conocimientos  previos  para  la  acertada  dirección  de  los  esta- 
blecimientos termales;  y  con  ello  ha  demostrado  meramente  la  falta 


J.M.^^ 


164  La  Puda  de  MonUerrat 

de  plan  que  existe  en  la  orpfanízación  de  los  estudios  médicos  en  Es- 
paña, hn  efecto:  aquí  donde  i?e  exige  especialización  oficial  para  la 
pnirtica  de  la  Hidrología,  no  se  enseña  ésta  en  ninguna  Facultad  ;  }\ 
en  raiíilDiOj  en  otras  naciones  (v.  Jaccoud,  Organ,  des  Pac.  de  Méd.  de 
rÁlkfimgnejy  se  sostienen  cátedras  para  estos  conocimientos  (en  Viena, 
Giesí^eu,  Wurzburg,  Roma,  KieflF,  etc.,  regidas  por  Profesores  como 
Strauer,  Koeppe,  Geigel,  Casciani,  Podwyssotyki,  etc.),  y,  quizás  por 
lo  mismo,  no  se  exige  el  concurso  público  para  el  ejercicio  oficial  en 
sus  balnearios. 

A  pesar  de  estas  deficiencias  que  todos  lamentamos  en  nuestra  en- 
señanza, el  hecho  es  que  los  trabajos  científicos  de  los  hidrólogos  es- 
panoles  han  sido  de  importancia  y  muy  numerosos  (v.  Kisch,  Jahrhuch 
fütr  BidrohloffieJ,  constituyéndose  así  en  nuestro  país  una  especialidad 
que,  á  parte  su  finalidad  médica,  ha  contribuido  al  desarrollo  econó- 
mico de  muchas  localidades. 

Una  de  las  favorecidas  por  los  prestigiosos  trabajos  de  sus  Directo- 
res ha  sido  La  Puda  de  Montserrat,  cuya  reputación,  hoy  indiscutible, 
crearon  hidrólogos  como  Arnús  y  Góngora,  reconociéndolo  así  (v.  Bict. 
Dec^ambre,  La  Puda)  el  profesor  Rotureau. 

La  Puda  de  Montserrat,  por  sus  condiciones  topográficas  y  climato- 
lógicas (que  me  ocuparon  en  otro  trabajo),  la  composición  de  sus  aguas 
(fiul  f  uro-e  lo  rurado-sódica-azoada,  con  extraordinaria  cantidad  de  con- 
fervfiíi),  fíu  termalidad,  ó  mejor,  meso-termalidad  (30**) ,  la  riqueza  del 
caudal  ihoy  más  de  1,000  litros  por  hora),  su  grandiosa  instalación  hi- 
dro terática  aumentada  actualmente  con  dos  grandes  vaporarios  para 
inhalaciones  difusas  (híimage),  y  que  se  completará  con  las  duchas  ga- 
seoras  que  se  proyecta  montar  y  nuevos  aparatos  para  la  atmiatría  di- 
recta ,  y  los  excelentes  resultados  curativos  que  determina,  ocupa, 
desde  larga  fecha,  uno  de  los  sitios  más  preeminentes  entre  los  bal- 
nearios españoles. 

^  Llama  desde  luego  la  atención,  al  estudiar  las  antiguas  estadísticas 
clínicas  que  existen  en  la  dirección  médica,  y  compararlas  con  las  que 
recientemente  se  han  ido  formando,  la  desaparición  casi  absoluta  de 
algunas  entidades  nosológicas  en  la  clínica  de  La  Puda  (especialmente 
de  la  tuberculosis  pulmonar),  y  el  figurar  en  ellos  enfermos  cardíacos 
y  píilisárcico.^  que  antes  no  se  registraban.  Y  esto  merece  alguna  con- 
sideración para  explicar  la  razón  del  hecho. 

La  mayaría  de  tuberculosos  del  pecho,  en  cualquiera  de  los  períodos 
anatómicos  y  clínicos  (que  no  son  siempre  absolutamente  correlativos), 
reacciona  en  exceso,  química  y  fisiopatológicamente,  tanto  en  sus  ór- 
ganos enfermos  como  en  todo  su  organismo ;  de  lo  que  son  evidente 
muestra,  entre  otros  muchos  fenómenos,  en  primer  término  las  altera- 
ciones térmicas  y  las  congestiones  bronco-pulmonares  más  ó  menos 
hemorragíparas  (con  su  secuela  de  disnea,  tos  y  expectoración),  que 
como  causas  mecánicas,  á  la  par  que  tóxicas,  actúan  sobre  el  corazón 
primero  y  los  aparatos  digestivos,  urinarios  y  sistema  nervioso  después. 
Eu  estíjs  casos,  pues,  en  que  así  evoluciona  la  infección,  con  ó  sin  sim- 
biosis rjue  pueda  elevar  aún  la  ya  exasperada  combustión  orgánica, 
aguas  siilfiirado-sódicas-cloruradas  de  fuerte  mineralización  (cuatro 
veces  mayor  que  la  de  Faux-Bo/uies),  termales,  que  brotan  en  un  país 
de  una  sequedad  atmosférica  grande  y  casi  constante  y  en  unas  condi- 
ciones de  Jcicalidad  é  instalación  que  no  permiten  la^  bienhechoras 
curas  de  reiJoso  absoluto  y  de  aire  constantemente  libre,  no  pueden 
reeomenílarse  como  tratamiento  termal  anti-tuberculoso. 

Pero  en  asunto  de  tanta  importancia  conviene  aquí  analizar,  si- 
quiera sea  linderamente, 'algunos  de  los  términos  del  problema  y  no 


La  Puda  de  Mantserrat  26^ 


considerarlo  resuelto  porque  lo  esté  ya  uuo  de  los  elementos  que  lo 
integ*ran. 

Las  ideas  sobre  tubérculo-ffénesis  han  cambiado  radicalmente  gira- 
das á  la  moderna  investigación  experimental  v  clínica  ;  el  concepto  de 
herencia  de  la  enfermedad  ha  quedado  destruido  por  la  demostración 
de  la  impermeabilidad  ó  anósmosis  de  la  placenta  materna  para  baci- 
los y  toxinas  fímicas ;  y  el  de  herencia  de  la  disposición,  intra-uterina 
ó  cong-énita,  queda  reducido  &  aceptar  la  transmisión  de  alteraciones 
locales  de  tejido  ó  sólo  químicas  (figurando,  entre  las  primeras,  la  oclu- 
sión de  algunas  vías  linfáticas,  hipoplasia  de  los  músculos  lisos  de  lo^ 
vasos,  bronquios,  intestinos,  etc.,  nipertrofia  de  las  mucosas,  etc.),  que 
á  lo  sumo  constituye  lo  que  los  antiguos  llamaban  causas  predispo- 
nentes. 

Claro  está  que  estas  menores  resistencias  modifican  poderosamente 
un  organismo  y  coadyuvan  á  una  ulterior  infección  que  variará,  se- 
gún sean  la  cantidad  y  calidad  de  los  bacilos  patógenos  invasores»  y 
gue  son  á  la  vez  estados  que  exige^i  llenar  una  indicación  terapéutica, 
ái  estas  alteraciones  de  tejido,  especialmente  del  linfático  y  ganglionar, 
se  acentúan  (y  ello  reconoce  casi  siempre  un  origen  post-íetal  ó  adqui- 
rido), tendremos  constituida  la  escrofulosis,  que  aunque  de  fórmula 
microbiana  compleja  y  no  igual  á  la  de  la  tuberculosis,  puede  clínica- 
mente considerarse,  no  cual  pretende  la  moderna  escuela  francesa, 
como  una  simple  disposición  á  la  fimia,  sino  como  una  variedad  evolti- 
Uva  de  la  misma.  Pues  bien :  la  experiencia  demuestra  diariamente 
la  eficacia  de  agentes  termales  sulfurosos,  y  mejor  aún  la  de  los  sulfu- 
roso-clorurados,  en  esos  estados  de  distrofia  ó  desviación  de  nutrición, 
y  en  los  francamente  constituidos  por  alteración  histológica  de  este 
carácter  en  las  vías  linfáticas  y  órganos  ganglionares ;  de  lo  que  se 
deduce  que  el  tratamiento  de  La  Puda  puede  recomendarse  en  todos 
estos  casos,  sin  que  sea  necesario  traten  de  explicar  como  obra  en.  los 
mismos  esta  importante  medicación  hidro-mineral ,  si  lo  hace  por  las 
cualidades  estimulantes  de  la  nutrición  y  dinamogénicas  del  quimismo 
ó  por  las  propiedades  bacteriolíticas,  ciertas  ó  problemáticas,  de  sus 
organismos  microbianos.  Hoy  por  hoy,  me  limito  en  este  trabajo  á 
dar  á  conocer  las  estadísticas  clínicas  de  La  Puda,  comentándolas  bre 
vemente.  En  ellas  aparecen  también  enfermos  con  tuberculosis  cutá- 
nea, mucosa,  articular  y  ósea.  Entre  los  primeros  figuran  casos  de 
eritema  indurado  de  Bazin,  lupus  plano,  eritematoso,  telangiectásico  y 
ulceroso  ;  algunos  de  ellos  modificados  muy  favorablemente,  á  pesar 
de  la  brevedad  del  tiempo  empleado  en  su  tratamiento.  Entre  los  se- 
gundos, enfermos  de  enteritis  ulcerovsa  de  origen  fimico,  en  los  que  la 
medicación  interna  (que  fué  prescrita  parcamente),  y  la  balneación 
termal  dieron  sólo  resultados  paliativos.  En  cambio,  la  tuberculosis 
articular  y  ósea,  con  la  aplicación  metódica  del  lodo  mineral  y  el  uso 
de  procedimientos  hidroterápicos  alternados,  figuran  en  muchas  notas 
clínicas  con  resultados  muy  favorables  para  la  indicación  de  este  agen- 
te hidro-mineral. 

En  estos  casos,  pues,  de  tuberculosis  local,  externa  ó  quirúrgica, 
están  indicadas  las  aguas  de  La  Puda ;  y  creo  sin  ningún  género  de 
duda  (fundándome  en  la  analogía  terapéutica),  que  en  todos  aquéllos, 
rarísimos  á  la  verdad,  de  tuberculosis  pulmonar  de  reducida  zona,  mar- 
cadamente tórpida  y  enquistada  (en  vasos  cerrados),  y  sin  complica- 
ciones, puede  recomendarse  el  tratamiento  atmiátrico  que  allí  se 
practica,  especialmente  las  atmósferas  de  sus  vaporarios,  que  admiten 
el  parangón  con  los  de  las  famosas  termas  de  Shllerard,  que  tienen  una 
acción  innegable  sobre  los  procesos  catarrales  y  flegmásicos  gue  acom- 
pañan la  evolución  de  la  fimia  pulmonar.  ¿Se  limita  á  esto  el  alcance 


266  La  Puda  de  Montserrat 

de  toda  medicación  termal?  ¿Las  aguas  nitrogenadas,  sulfurosas  y 
arsenicales,  con  todos  los  elementos  vivos  que  las  integran,  obrarán 
quimiotáxicamente  de  un  modo  parecido  á  los  sueros  ? 

La  experimentación  se  inicia  hoy,  pero  no  ha  formulado  conclu- 
siones. 

He  de  ocuparme  ahora  en  otras  afecciones  del  aparato  respiratorio 
q^ue  se  tratan  con  el  mejor  éxito  en  La  Puda.  Corizas  crónicos,  con  ó 
sm  hipertrofia  de  la  m.ucosa  nasal,  catarros  laríngeos  crónicos,  larin- 
gitis granulosa,  bronquitis  crónica  simple,  ectósica,  congestiva  ú 
obliterante,  asmática,  enfisematosa  y  las  dependientes  de  una  discrasia 
herpeto-artritica  ó  de  alteraciones  cardíacas  y  renales,  se  presentan 
allí  en  gran  número  á  nuestra  observación.  Teniendo  en  cuenta  que 
las  aguas  de  La  Puda  no  son,  como  ocurre  con  las  cloruradas  y  otras, 
aguas  fijas,  sino  que  con  facilidad  suma  desprenden  su  hidrógeno  sul- 
furoso y  ázoe  que  contienen,  se  comprenderá  fácilmente  (conocida  la 
acción  sustitutiva  y  tónica  que  sobre  el  epitelio  mucoso  tienen  estos 
gases),  los  buenos  resultados  que  han  de  determinar  en  este  grupo  de 
enfermedades ,  especialmente  en  las  afecciones  nasales  y  laríngeas  ci- 
tadas, asma  bronquial  y  alveolar  ó  enfisematoso  y  bronquitis  diatési- 
cas  ó  metastáticas  bien  comprobadas.  En  su  tratamiento,  á  parte  los 
vaporarios,  se  emplea  procedimientos  pneumoterápicos  (de  aire  com- 
primido, etc.),  en  los  que  intervienen  gases  del  mismo  manantial  de- 
bidamente recogidos,  y  también  duchas  hipertermales  y  pediluvios  de 
agua  corriente,  como  se  practica  en  Mont-Dore.  Es  ya  clásico  en  Hi- 
drología el  considerar  como  el  más  racional  refugio  .del  bronquítico 
los  establecimientos  termales  de  aguas  sulfuroso-sódicas.  Las  estadís- 
ticas hablan,  en  cambio,  poco  favorablemente  de  la  medicación  en  este 
grupo  de  procesos  cuando  dependen  de  cardiopatía  ó  afección  renal, 
así  como  cuando  van  acompañados  de  esclerosis  pulmonar  (muy  fre- 
cuentes en  la  ectasia  bronquial). 

En  las  pneumonías  crónicas,  bien  sean  de  naturaleza  protopática 
(muy  rara),  ó  consecutivas  á  bronco-pneumonias  agudas  ó  de  origen 
pleural,  las  aguas  sulfurosas  dan  sólo  resultados  paliativos  sobre  al- 
gunos de  sus  síntomas. 

Así  como  en  otra  parte  de  este  rápido  trabajo  he  hecho  notar  la 
desaparición  casi  absoluta,  en  las  estadísticas  de  La  Puda,  de  los  tu- 
berculosos, haciendo  sobre  ello  algunas  consideraciones,  ahora  he  de 
ocuparme,  por  el  contrario,  de  enfermos  que  van  y  no  debieran  en 
modo  alguno  ir :  me  refiero  á  los  cardíacos,  que  lio  son  escasos  en 
aquella  clínica. 

Hoy  no  constituye  una  enfermedad  del  corazón  contra-indicación 
del  tratamiento  balneoterápico,  esto  es  sabido  ;  y  se  han  precisado  con 
gran  rigorismo  científico  las  menores  indicaciones  de  estos  estados, 
para  los  cuales  las  aguas  minerales  constituyen,  indudablemente,  un 
recurso  más  (como  lo  demuestran  las  estadísticas  clínicas  de  balnearios 
españoles,  franceses  y  alemanes);  pero  si  el  cardiópata  neurósico  puede 
ir  con  ventaja  á  Vies'go,  por  ejemplo,  y  aun  también  el  endocardítico 
reumático  con  compensación  cardio-vascular,  en  cambio  las  cardiopa- 
tías  vasculares  cuando  el  proceso  esclerósico  invade  el  corazón,  las 
contraindican  en  absoluto  todas.  Es  ante  todo  cuestión  de  clima  para 
el  cardíaco  que  va  á  estaciones  hidro-minerales :  así  es  que  no  deben 
recomendársele  establecimientos  cuya  altitud  sobre  el  nivel  del  mar 
sea  mayor  de  250  á  300  metros  ;  en  este  caso  no  está,  ciertamente.  La 
Puda,  como  le  ocurre  á  Nanheim  ;  pero,  además,'  hay  que  recordar  la 
composición  de  las  aguas,  y  si  algunas  de  ellas  obran  como  un  sedante 
de  la  circulación  (por  el  mecanismo  de  la  vaso-dilatación  periférica), 
como  las  bi  carbonatadas   mixtas  de  Alhama   de    Aragón,    Besa  ya, 


Rt Pista  de  pediatría  ióy 


Neris,  etc.,  y  hasta  algunas  cloruradas  como  Fitero,  Fortuna,  Saint- 
Alban,  etc.,  en  cambio,  las  sulfurosas  termales  y  de  marcada  minera- 
lización,  por  la  acción  estimulante  que  ejercen  sobre  el  corazón  y  la 
constrictora  sobre  los  vasos,  deben  proscribirse  en  absoluto  en  el  tra- 
tamiento de  toda  cardiopatía  arterial  en  período  esclerósico. 

La  mayoría  de  cardíacos  que  se  ven  en  La  Puda  son,  ó  cardíacos- 
valvulares  (pocos),  ó  cardiectásicos  (y  son  los  más),  por  afección  cró- 
nica bronquio  pulmonar  con  pseudo-asma  sintomático.  Por  esto  van 
á  esa  estación,  creyendo  que  curarán  allí  fácilmente  su  bronquitis  y 
sofocación. 

Estos  falsos  asmáticos  y  catarrosos  con  lesión  cardíaca  (y  por  aña- 
didura casi  siempre  con  lesión  renal),  no  deben  ir  en  modo  alguno  á 
La  Puda.  Antes  de  mandar  allí  un  enfermo  de  estas  condiciones,  con- 
viene examinar  detenidamente  el  estado  de  su  corazón  (y  por  medio  de 
la  orina,  el  del  riñon). 

Únicamente  en  el  primer  período  de  espasmo  de  las  cardiopatías 
vasculares,  pueden  las  aguas  que  me  ocupan,  hacer  algo  beneficioso. 
En  estas  casos  las  aplicaciones  de  barro  mineral  y  duchas  hiperterma- 
les  y  mejor  gaseosas  en  las  extremidades  inferiores,  acompañadas  de 
algún  baño  general,  de  termalidad  media,  han  de  ser  los  agentes  más 
recomendables  para  llenar  la  indicación. 

En  el  próximo  artículo  me  ocuparé  en  comentar  las  estadísticas  clí- 
nicas de  La  Puda,  en  lo  que  hace  relación  con  las  enfermedades  de  la 
piel,  aparato  digestivo  y  genital,  y  con  los  procesos  distróficos  gene- 
rales. 

f  Se  concluirá). 

Revista  de  pediatría 

POH    El- 

Dr.  Juan  Coll  y  Bofill 

IBl  loduro  dd  etilo  en  la  coqueluclie.  —  El  Dr.  Amat 
(Aféd.  Mod.,  10  sept..  1902,  n.**  37),  ha  comunicado  á  la  Sociedad  de 
Terapéutica  de  París  una  nota  que  extracto.  Dice  que  en  dos  niños, 
uno  de  dos  años  y  otro  de  seis  meses,  en  que  se  habla  ensayado  la  be- 
lladona, el  bromofoVmo,  las  pulverizaciones  fénico-timoladas,  las  eva- 
poraciones de  agua  oxigenada,  etc.,  sin  ningún  efecto,  probó,  por  con- 
sejo del  Dr.  Bardet,  las  inhalaciones  de  ioduro  de  etilo.  Al  empezar  el 
acceso  colocó  debajo  de  la  nariz  del  paciente  un  pequeño  frasco  que 
contenía  algunos  gramos  del  medicamento,  á  fin  de  que  en  el  momento 
inspiratorio  que  le  sigue  se  inhalasen  vapores  de  ioduro.  Desde  el  se- 
gundo acceso  disminuyó  la  frecuencia  é  intensidad  del  ataque  de  tos. 
Los  accesos  fueron  en  seguida  menos  frecuentes,  hasta  el  punto  de  que 
á  los  ocho  días  sólo  se  contaban  seis,  benignos,  en  las  veinticuatro 
horas. 

Tratamiento  de  la  meningitis  cerebro-espinal 
con  los  baños  calientes  y  la  punción  lumbar.  —  De 

la  tesis  de  París  del  Dr.  Blavot  (1902),  extracto  lo  que  sigue  á  fin  de 
que  pueda  ser  ensayado  repetidamente  y  podamos  deducir  consecuen- 
cias clínicas.  Dice  que  las  meningitis  agudas  no  tuberculosas  son  cu- 
rables, habiéndose  mejorado  notablemente  su  pronóstico  con  los  me- 
dios terapéuticos  de  gran  eficacia  que  poseemos,  entre  los  cuales 
debemos  colocar  en  primer  lugar  la  balneación  caliente  y  la  punción 
lumbar.  El  método  de  los  baños  calientes,  muy  reciente  todavía, 
puesto  que  data  de  1894,  ha  sido  diversamente  empleado  por  los  médi- 


2S8  Rtffista  de  pediatría 


eos  que  han  recurrido  á  él.  Para  obtener  su  máximum  de  eficacia  de- 
ben emplearse  los  baños  muy  calientes,  á  38",  39°  ó  40®,  de  una  dura- 
ción media  de  25  minutos  cada  tres  ó  cuatro  horas,  tanto  de  día  como 
de  noche,  continuándolos  durante  toda  la  enfermedad,  no  interrum- 
piéndoles, sino  disminuyendo  su  frecuencia  al  entrar  en  la  convale- 
cencia, 

En  1894  obtenía  Aufrecht,  por  primera  vez,  nn  notable  resultado  en 
un  caso  de  meningitis  cerebro-espinal,  en  apariencia  desesperado, 
usando  los  baños  muy  calientes.    Tratábase  de  un  obrero  de  veintiséis 
años  que  se  hallaba  al  fin  del  tercer  septenario  de  la  enfermedad  y  que 
desde  nacía  diez  días  estaba  en  pleno  período  comatoso,  con  baja'tem- 
peratura  (de  36**  á  37**)  y  pulso  pequeño  y  frecuente.  No  habiendo  dado 
resultado  las  inyecciones  subcutáneas  de  alcanfor  y  el  empleo  del 
ioduro  de  potasio,  ordenó  Aufrecht,  teniendo  en  cuenta  el  estado  de 
alg-idez  en  que  se  hallaba  el  enfermo,  un  baño  caliente  á  40°  y  de  una 
duración  de  diez  minutos.    El  paciente  se  reanimo  poco  á  poco,  la  ri- 
g*idez  de  los  músculos  de  la  nuca  y  el  estrabismo  se  atenuaron,  y  á  los 
doce  baños  desaparecieron  estos  síntomas,  curándose  al  poco  tiempo. 
Después  de  Aufrecht  empleó  igual  procedimiento  Woroschilsky  en  dos 
casos  cuyo  estado  parecía  desesperado,  y  obtuvo  la  curación  de  sus  en- 
fermos. *'  Al  poco  tiempo  Wolisch  (de  Lemberg),  experimentó  este  mé- 
todo en  siete  pasos  de  meningitis  cerebro-esninal  en  niños  de  cinco  á 
diez  años  de  edad,  muriendo  dos  y  salvánaose  cinco,  empleando  un 
procedimiento  algo  diferente  del  de  Aufrecht  y  Woroschilsky,  puesto 
que  en  vez  de  colocar  al  niño  en  un  baño  caliente  á  40°  le  sumergía 
primeramente  en  el  agua  á  33°,  añadiendo  en  seguida  agua  muy  ca- 
liente, de  modo  que  la  temperatura  del  baño  llegara  con  rapidez  á  40°. 
Ño  seguiré  al  autor  citando  los  experimentos  de  Jewnin,  de  Schelesin- 
ffer,  de  Bars,  etc.,  porque  todos  son  análogos  á  los  descritos.    Al  lado 
de  la  balneación  caliente  coloca  Blavot  á  la  punción  lumbar,  tan  útil 
ya  para  el  diagnóstico,  reputándola  como  un  elemento  importante  y 
racional  en  el  tratamiento  de  la  meningitis  cerebro-espinal.    Esta  in- 
tervención es  absolutamente  inofensiva  si  se  tiene  cuidado  de  no  hacer 
la  aspiración  del  líquido.    En  estas  condiciones,  no  hay  que  temer 
ningún  accidente,  ni  aun  cuando  las  cantidades  de  líquido  retirado 
sean  copiosas.  La  punción  obra,  como  es  sabido,  disminuyendo  la  ten- 
sión del  líquido  y  sustrayendo  cierto  número  de  agentes  patógenos, 
pudiendo  repetirse  sin  que  resulte  el  menor  inconveniente,  suspen- 
diéndolas cuando  el  líquido  céfalo-raquídeo  sea  absolutamente  normal, 
lo  cual  debe  ser  demostrado  con  el  examen  microscópico,  y  sobre  todo 
con  los  cultivos. 

La  difteria  nasal  (Glatard,  Tesis  de  París,  1902).— Siendo  en 
apariencia  rara,  es  upa  de  las  manifestaciones  más  frecuentes  de  esta 
enfermedad  infecciosa,  puesto  que  encontrándose  á  menudo  el  bacilo 
de  Loeffler,  aun  en  estado  anormal,  en  las  fosas  nasales,  basta  una  en- 
fermedad intercurrente  ó  cualquier  otra  circunstancia  particular,  para 
que  este  bacilo  exalte  su  virulencia  y  se  produzca  el  cuadro  clínico  de 
la  difteria  nasal,  extendiéndose  después  á  las  regiones  inmediatas. 
Así,  pues,  en  razón  de  este  doble  carácter  de  frecuencia  y  de  latericia 
especial  en  la  enfermedad,  es  preciso  acostumbrarse,  en  presencia  de 
un  coriza  en  el  niño,  á  pensar  siempre  en  la  difteria,  tanto  como  se 
tiene  costumbre  de  pensar  en  ella  al  ver  una  angina  sospechosa.  Este 
es  un  punto  sobre  el  que  insiste  mucho  el  Dr.  Glatard,  en  apoyo  del 
cual  presenta  numerosos  hechos.  La  terapéutica  permite  el  empleo 
precoz  del  suero  antidiftérico,  cuya  acción  será  sostenida  con  el  trata- 
miento local  antiséptico  y  los  tratamientos  tónico  y  reconstituyente. 


Instituto  médicO'farmaciutico  de  Barcelona  a6g 

Con  referencia  al  tratamiento  local,  es  preciso  evitar  todo  lo  que  pueda 
irritar  las  fosas  nasales,  absteniéndose  de  todo  lo  que  sea  capaz  de  trau- 
matizar la  mucosa. 

Un  caso  de  enfermedad  de  Barlo^v  (Société  méd.  des 
JHópitaux). — Recientemente  fué  llamado  elJ)r.  Guinou  en  consulta  por 
el  Dr.  Coffln.  Tratábase  de  un  niño  de  unos  cuantos  meses  que  pre- 
sentaba tumefacción  de  los  miembros  y  dolores  muy  vivos  al  obligarle 
k  moverse.  Se  sospechó  el  reumatismo,  pero,  como,  por  otra  parte, 
existía  un  estado  fungoso  de  las  encías,  que  no  había  escapado  al  exa- 
men del  Dr.  Coffln,  habiéndole  hecho  pensar  en  la  enferinedad  de  Bar- 
iow,  no  vaciló  en  confirmar  resueltamente  este  diagnóstico  el  doctor 
Guinou.  Este  niño  estaba  exclusivamente  alimentado  con  una  leche 
nueva  esterilizada  llamada  néctar,  cuva  esterilización  se  practicaba  á 
una  temperatura  elevada  bajo  presión  de  oxígeno.  Púsose  al  niño  á  régi- 
men de  leche  cruda,  se  le  administró  zumo  de  agraz  y  zumo  de  limón, 
y  desde  el  cuarto  día  de  este  tratamiento  pudo  comprobarse  una  mejo- 
ría manifiesta  que  continuó  acentuándose  desde  entonces  de  día  en  día. 
Evidentemente  la  anterior  alimentación  era  el  factor  principal  en  el 
génesis  de  la  enfermedad  y  de  este  hecho  dedujo  el  Dr.  Guinou  la  cqn- 
clusión  de  que  la  leche  industrialmente  esterilizada  puede  alguna  vez 
dai:  lugar  á  accidentes  cuando  por  largo  tiempo  y  de  un  modo  exclusivo 
se  la  emplea.  De  este  modo  de  pensar  son  otros  miembros  de  la  Socie- 
dad, llegando  á  la  misma  conclusión.  De  mí  sé  decir  que  vi  en  esta 
ciudad  un  caso  indudable  de  enfermedad  de  Barlow,  en  unión  de  otro 
distinguido  compañero,  cuya  patogenia  era  idéntica. 

Cálculos  de  la  vejiga  en  los  niños  malgaclies.— 

Es  digno  de  notarse  la  exposición  que  el  Dr.  Picqué  dirigió  á  la  Socie- 
dad de  Cirugía  de  París,  de  la  que  se  deduce  la  particularidad  de  que 
.«ntre  los  niños  de  raza  hova  son  frecuentes  los  cálculos  de  la  vejiga. 
El  Dr.  Fonteneau,  médico  del  hospital  de  Tananarive,  profesor  de  la 
Escuela  de  Medicina  indígena,  ha  operado  en  poco  tiempo  17  casos  en 
su  servicio  del  hospital  (15  niños  y  2  niñas). 

Instltnto  médleo-farmaeéntleo  de  Barcelona 

Sesión  inaugural  celebrada  el  23  enero  de  1904 

POR  BL 

Dr.  J.  Peyri 

Presidida  por  el  Dr.  Vilanova,  se  abre  la  sesión  con  asistencia  de  los 
doctores  Casares,  Fargas,  Planellas,  Roselló,  Vinyeta  ^os  señores  Ri- 

S\\\  y  Palau,  en  representación  de  diversas  corporaciones  y  entidades, 
abían  excusado  su  asistencia  los  Excmos.  Sres.  Rector  de  la  Univer- 
sidad, Capitán  general  y  Gobernador  civil,  así  como  los  Presidentes  de 
varias  Academias  y  Corporaciones. 

El  Secretario  general  Dr.  Mer  leyó  la  Memoria  reseña  de  las  tareas 
verificadas  por  el  Instituto  durante  el  año  1903. 

Principia  con  un  extracto  del  estado  económico  de  la  Sociedad,  ha- 
•^iendo  marcar  el  aumento  progresivo  del  número  de  socios  é  indica  las 
adquisiciones  de  la  Biblioteca. 

jSTos  habla  de  las  tareas  de  los  representantes  del  Instituto  en  el 
XIV  Congreso  internacional  de  Medici7ia,  en  el  Co7igrés  Universitan  cá- 
tala, y  en  la  Institución  politécnica  nacional. 

Señala  las  ventajas  del  nuevo  domicilio  social  de  la  Corporación. 

Los  temas  y  comunicaciones  discutidos  son :  Opoterapia  omrica,  por 


170  L.09  estigmas  fisiológicos  de  ia  degeneración 

el  Dr.  Mossé ;  Antropogenia,  por  el  Dr.  Arís;  TmUca  é  indicaciones  déla 
prostatectontía  perineal,  por  el  Dr.  Bartrina;  Diagnóstico  de  los  aneuris- 
mas de  la  aorta  por  los  rayos  X;  Notas  de  psiquiatría,  por  el  Dr.  Palau; 
Mecanismo  del  canto  en  el  hombre,  por  el  Dr.  Arís;  Sociología  médica, 
por  el  Dr.  Greus;  Algunas  consideraciones  sobre  el  tratamiento  de  la 
apendicitiSj  por  "el  Dr.  Roqueta;  Algimas  consideraciones  sobre  la  fiebre 
ondtUante  de  Malta,  por  el  Dr.  Cardenal  (F.) ;  Indicaciones  del  acido  pi- 
crico  en  las  uretritis,  por  el  Dr.  Peyrí;  Alteraciones  de  la  míicosa  interina 
en  casos  de  miomas,  por  el  Dr.  Terrades ;  Una  serie  de  casos  tratados  por 
elzanderism^,  con  presentación  de  un  nuevo  aparato  y  por  el  Dr.  Vendrell; 
Formas  clínicas  de  la  tuberculosis  laríngea  en  sus  relacioues  con  el  pro- 
nóstico, por  el  Dr.  Arís;  Tratamiento  de  la  fiebre  tifoidea,  por  el  Dr.  Bo- 
queta; Estudio  del  piramidón  en  lajiebre  tifoidea,  por  el  Dr.  Corominas. 

Se  presentaron  casos  clínicos  por  los  doctores  Roqueta,  Estapé^ 
Ribas,  Vilanova,  Pujol  y  Brull^  Peyrí,  Dolcet,  Caralt  y  Prió. 

El  académico  numerario  Dr.  Moragas  leyó  el  discurso  de  turno  que 
versaba  sobre  Ustudio  de  la  higiene  piifoada  en  la  segunda  infancia. 

En  él  analiza  cada  uno  de  los  factores  que  pueden  ser  objeto  de  este 
estudio  y  que  comprenden  los  capítulos  de  la  higiene  clásica,  atmós- 
fer^i,  aguas,  habitaciones,  alimentos,  condimentos,  bebidas,  excrecio- 
nes, limpieza,  cosméticos,  vestidos,  sentidos,  moral,  ejercicio  yreposo» 

Se  extiende  en  detalles  sobre  cada  uno  de  estos  puntos,  aclarándolos 
con  ejemplos. 

No  habiéndose  concedido  el  premio  ofrecido  por  el  Instituto  en  el 
concurso  abierto  por  el  mismo  el  año  anterior,  se  procedió  á  quemar 
el  sobre  que  contenía  el  nombre  del  autor  del  único  trabajo  que  aspi- 
raba al  mismo. 

Después  de  algunas  frases  del  representante  del  Excmo.  Sr.  Alcalde, 
Sr.  Palau,  enalteciendo  las  corporaciones  científicas,  y  haciendo  resal- 
tar su  utilidad  social,  el  Sr.  Presidente  dio  las  gracias  á  Los  señore» 
Delegados  y  representantes  de  Corporaciones,  así  como  á  la  concurren- 
cia, y  levantó  la  sesión,  declarando  inauguradas  las  tareas  académicas 
del  curso  de  1904. 


Los  estigmas  flsioldgicos  li  la  dogeneraeMn  <^> 

pon 

Luciano  Mayet 

Ex-interno  de  los  hospiulcs,  preparador  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Lyon 

Por  otra  parte,  casi  no  se  discute  ya  la  identidad  del  cretinismo  y  del 
mixedema  infantil.  Los  autores  iogleses  y  americanos  han»  desde  largo 
tiempo,  dado  al  mixedema  infantil  el  nombre  de  cretinismo  esporádico. 
Estos  diversos  nombres  se  relacionan  todos  con  un  síndrome  único  que  es 
un  estigma  de  la  degeneración  llegado  á  un  grado  extremo,  tanto  físico 
como  moral.  La  descripción  ha  sido  hecha  por  muchos  autores  cuyas  Me- 
morias, de  las  que  sacamos  las  indicaciones  bibliográficas  de  nuestro  tra^ 
bajo,  permitirán  acudir  á  ellas  féicílmente.  Bl  «pacha  de  Bicétre»,  el  «ere- 
tino  de  los  Batignolles»,  los  cretinos  observados  por  Peulard,  porCombe,  eto,, 
son  los  prototipos.  Es  fácil  encontrar  otros  tan  puramente  caracterizados 
como  aquellos,  recorriendo  ciertos  valles  de  Suiza,  Saboya,  Delfinado  y  Piri- 
neos. Éstos  son  los  tipos  de  los  cretinos  descritos  por  Morel  y  Baillarger, 
de  los  cuales  hemos  reunido  un  buen  número  de  observaciones. 

El  cretino  es  colocado  entre  los  más  inferiores  degenerados  por  el  hecho 
del  paro  de  su  desarrollo  físico  é  intelectual,  «ün  enano  más  ó  meno»^ 
idiota*,  tal  es  la  definición  que  puede  darse  de  ellos. 


(t)    Conclusión.  — Véase  el  número  anterior. 


Los  enigmas  fisiológicos  dt  la  degeneración 


syi 


XI.  Ineptitud  para  la  vida.  —  Los  últimos  términos  de  la  degenera- 
ción se  resumen  eu  la  ineptitud  para  la  vida  de  los  degenerados. 

Son,  según  su  estado,  menos  aptos  ó  completamente  ineptos  para  la  pro- 
creación, por  lo  que  esta  infecundidad  trae  consigo  la  extinción  de  la  raza 
degenerada. 


Flg.  9.  —  Mujer  del  departamento  de  los  Altos  Alpes  (Brian^on),  afecta  de  cretinismo. 


Cuando  la  infecundidad  no  se  realiza»  se  nota : 

Multiletalidad  de  los  descendientes,  á  causa  de  su  defectuosa  adaptación 
al  medio  exterior. 

Poliletalidad  en  las  primeras  edades  de  la  vida,  que  traduce  esta  adapta- 
ción en  su  grado  más  acentuado. 

Mortalidad  fetal  que  revela,  por  la  frecuencia  de  los  abortos,  la  no  adap- 
tación á  la  vida  intra-uterina  del  embrión,  que  sucumbe  desde  los  primeros 
meses  del  embarazo. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.) 


Venepeologia   Boeial  <'> 

POR    EL 

Dr.  Clado 

Delegado  de  Grecia  en  la  Conferencia  de  Bruselas 

B.  Sosjpiíalización.  —  Fournier,  la  autoridad  mejor  en  la  materia,  es- 
cribe que  «  el  tratamiento  de  la  sífilis  es  realizable  únicamente  por  el  sistema 
de  las  consultas  externas».  De  esta  frase,  qu«  sólo  se  refiere  á  la  sífilis,  no 
se  debe  deducir  que  el  venéreo,  sifilítico  ó  cualquier  otro,  no  necesite  el 
hospital,  por  que  el  mismo  maestro  preconiza  la  hospitalización  para  ciertos 
accidentes  sifilíticos.  La  hospitalización  es  indispensable  para  diversas 
complicaciones  venéreas  ;  por  ejemplo,  las  de  la  blenorragia,  precoces  ó  tar- 
días. Igualmente  numerosos  accidentes  lejanos  de  la  sífilis  necesitan  el  re- 
poso en  el  hospital  ó  en  el  domicilio.  El  hospital  es  también  indispensable 
para  los  casos  que  necesitan  una  intervención  operatoria.  Es  útil,  en  fin, 
para  ciertas  afecciones  parasitarias  eminentemente  contagiosas,  y  para  el 
primer  período  de  casi  todas  las  afecciones  venéreas.  Indudablemente,  el 
chancro  y  la  blenorragia  son  dominables  con  el  tratamiento  ambulatorio, 
pero  la  falta  de  reposo  durante  su  primer  período  agiido  expone  á  los  enfer- 
mos á  complicaciones  que  les  evitaría  el  tratamiento  hospitalario. 

Se  ha  de  notar,  por  otra  parte,  que.  durante  la  hospitalización,  estos  en- 
fermos cesan  de  ser  nocivos,  pues  se  les  coloca  en  la  imposibilidad  de  conta- 
minar á  otros.  Esta  hospitalización  constituye,  pues,  una  medida  profilác- 
tica de  las  más  eficaces. 

Y  esta  eficacia  ^s  tal,  á  mi  modo  de  ver,  que  propondría  voluntariamente 
que  se  aceptara  en  el  hospital  á  todo  venéreo  que  se  presente  con  lesiones 
que  puedan  diseminar  la  enfermedad. 

Por  lo  que  respecta  á  las  complicaciones  que  reclaman  una  intervención 
^quirúrgica,  ó  que  necesitan  el  reposo  en  la  cama  durante  su  tratamiento,  la 
administración  está  obligada  á  soportar  los  gastos  de  hospita,lización  de  los 
enfermos,  aceptándolos  ^n  hospitales  generales.  Sólo  tendrá  que  hacer  ua 
simple  desplazamiento  de  camas  en  ))eneficio  del  hospital  especial.  Trataré 
de  nuevo  deteste  mismo  punto  cuando  me  ocape  en  la  organización  de  la 
asistencia  de  los  venéreos. 

La  hospitalización  es,  pues,  indispensable  á  la  terapéutica  veneorológica, 
así  como  á  la  profilaxis  pública. 

Veamos  como  se  llena  esta  laguna  en  los  grandes  centros  de  Europa. 
Copio  la  estadística  inserta  en  la  notable  memoria  de  Finger : 

'  '  Número  Número 

de  habilanics        de  camas 

Berlín.              1.665,000  503 

Breslau 335,000  225 

Brünn 95,000  .  52 

Bruselas.     .     .    ' 487,000  106 

Dresde 485,000  160 

Elberfeld 126,000  150 

Francfort-sur-le-Mein 180,000  220 

Ham  burgo 593,000  353 

Copenhague 333,000  449 

Londres 6.000,000  160 

Marsella 400,000  90 

Munich 407,000  123 

París 2.500,000  950 

Pest 610,000  617 

Praga 369.000  188 

Roma 488,000  200 

Stockolmo 300,000  406 

Strasburgo 135,100  120 

Tolosa 150,000  42 

Trieste 121,000  154 

Varsovia 532,000  400 

Viena ^ 1.500,000  543 


(l)    Conclusión.  —Véase  el  número  anterior. 


VenereotogU  social  373 


Esta  estadística  es  bastante  sigrniñcativa.  Aun  debo  notar  que-  se  trata 
de  camas  reservadas  para  los  enfermos  de  la  piel  y  venéreos^  de  modo  que  el 
número  de  camas  reservado  exclusivamente  á  estos  últimos,  debe  rebajarse 
mucho,  aproximadamente  la  mitad. 

Parahacer  valer  esta  insuficiencia,  debiera  suministrar  una  estadística 
concerniente  al  número  de  venéreos  que  necesitan  hospitalizarse.  Esta 
estadística  no  existe.  Pero  la  proporción  de  estos  enfermos  debe  ser  aplas- 
tante^ sí  se  juzg-a  porla  afluencia  á  las  consultas  v  las  innumerables  com- 
plicaciones que  se  tratan  en  los  hospitales  generales. 

Es  de  notar  que  no  son  ni  las  ciudades  más  pobladas  ni  las  más  ricas, 
las  que  tienen  mayor  número  de  camas.  Copenhague,  Stockolmo,  Trieste, 
Francfort  y  Elberfeld  son  las  primeras ;  en  tanto  que  París,  Berlín,  Londres 
y  Viena  se  hacen  notar  por  la  penuria  de  camasque  tienen. 

Casi  todos  los  informantes  están  de  acuerdo  en  reconocer  que  las  condi- 
ciones de  la  hospitalización  son  odiosas  y  de  ningún  modo  atractivas  para 
ios  desgraciados  venéreos.  Las  medidas  vejatorias  y  humillantes,  casi  de- 
gradantes, á  las  que  esta  clase  de  enfermos  está  expuesta,  ¿se  desprenden 
del  hecho  que  toda  enfermedad  venérea  es  considerada  como  infamante  y 
los  venéreos  como  ovejas  sarnosas  ?  ;  Que  el  hombre  que  no  ha  sido  nunca 
infame  en  un  momento  dado,  y  que  no  se  ha  puesto  nunca  en  las  condicio- 
nes requeridas  para  contraer  una  enfermedad  venérea,  tire  la  primera 
piedra  1 

Añado,  en  fin,  que  la  penuria  de  camas  para  venéreos  implica  el  despido 
al  poco  tiempo  después  de  aliviar  de  un  modo  más  ó  menos  insuficiente  su 
salud. 

El  enfermo  que  está  hospitalizado  pierde  sus^'ornadas  de  salario,  y  en  los 
países  en  que  existen  cajas  de  socorro,  éstas,  por  el  reglamento  que  tienen, 
rehusan  indemnizarlas  en  caso  de  enfermedades  venéreas.  Por  otra  parte, 
los  patronos,  una  vez  informados  de  las  causas  de  la  hospitalización,  no 
quieren,  muchas  veces,  recibir  un  obrero  estigmatizado  de  este  modo.  A 
pesar  de  todo,  la  demanda  excede  siempre  al  numero  de  camas  disponibles, 
y  estas'camas  son  ocupadas  con  frecuencia  por  dañados  gravemente  enfer- 
mos, ó  por  menesterosos  que  se  aprovechan  de  su  afección  para  tomar  un 
poco  de  reposo  y  aplacar  su  hambre. 

La  consecuencia  de  es^ta  penuria,  de  estas  vejatorias  medidas,  de  estos 
riesgos  á  que  está  expuesto  el  salario,  es  fácil  de  prever:  para  los  enfermos, 
es  un  tratamiento  defectuoso  é  insuficiente,  y  muchas  veces  la  oposición  de 
ellos  para  el  tratamiento.  El  venéreo  queda  enfermo  y  continúa  siendo  una 
fuente  de  difusión  de  la  enfermedad. 

En  resumen  :  en  los  hospitales  especiales,  como  en  los  generales,  sólo  se 
aceptan  enfermos  en  casos  de  accidentes  de  cierta  gravedad,  y  no  se  obliga 
á  tener  en  cuenta  los  períodos  de  la  enfermedad  en  los  que  el  venéreo  está 
expuesto  á  las  complicaciones  y  sigue  siendo  nocivo  para  los  otros.  ¿  No 
es  preferible  adelantarse  á  estas  complicaciones  é  impedir  la  difusión  del 
mal,  reduciendo,  con  la  hospitalización,  el  período  contagioso  de  la  enfer- 
medad? Hecha  la  cuenta,  creo  que  las  enfermedades  venéreas  costarían 
menos  que  con  el  sistema  actualmente  en  vigor. 

Con  motivo  de  la  hospitalización,  Jadassonn,  Fingery  sobre  todo  Blasch- 
ko  han  abordado  una  cuestión  cuya  importancia  es  considerable  desde  el 
punto  de  vista  terapéutico  y  profiláctico  :  ¿á  qué  clase  de  la  población  con- 
viene, sobre  todo,  la  hospitalización  ? 

La  clase  acomodada  puede  tratarse  y  se  trata  á  domicilio.  Los  obreros 
no  suministran  la  mavor  proporción  de  venéreos;  habitualmente  estableci- 
dos en  casas  irregulares,  están  preservados  de  la  contaminación.  Es,  pues, 
la  clase  media,  que  busca  un  amor  fácil,  rápido,  á  precio  reducida,  la  que  es 
proporcionalmente  más  infectada  y  la  que'en  especial  necesita  el  hospi- 
tal. Esta  clase  la  representan  los  artesanos,  los  empleados  de  comercio,  los 
hijos  de  casas  algo  acomodadas,  el  personal  de  las  administraciones,  los  es- 
tudiantes. etc.,á  quien  su  situación  social  prohibe,  por  otra  parte,  la  entrada 
en  el  hospital.  En  efecto:  no  sólo  en  el  hospital  seles  rehusa  porque  no 
son  indigentes,  sino  ellos  también,  dadas  las  condiciones  vejatorias  y  la 
promiscuidad  de  la  hospitalización,  experimentan  alguna  repugnanca  en 
entrar. 

Para  esta  masa,  gran  fuente  de  difusión  venérea,  se  necesitarían  hospi- 


3J4  Yentnologia.  social 


tales  en  que  se  pagara  (á  reducidos  precios),  ú  hospitales  grratuitos  conve- 
nientemente organizados.    Ninguno  de  los  dos  existe. 

Hay,  en  fin,  una  clase  aparte,  cuya  hospitalización  me  parece  sobre  todo 
indispensable,  y  que  retrocede  ante  el  tratamiento  ambulatorio  gratuito,  la 
de  las  prostitutas  clandestinas,  principal  fuente  de  la  diseminación  de  las 
enfermedades  venéreas. 

La  prostituta  reconocida,  inscrita  ó  no,  tiene  interés  en  demandar  cuida- 
dos  en  caso  de  enfermedad;  hospitalizada,  se  hace  momentáneamente  in- 
ofensiva, pero  la  que  ejerce  la  prostitución  clandestina  se  presenta  raras 
veces  á  una  consulta  hospitalaria  ó  al  dispensario,  y  no  pide  su  entrada  en 
el  hospital,  sino  cuando  no  le  queda  otro  remedio.  El  miedo  de  ver  divul- 
gar su  enfermedad,  el  temor  de  hacerse  inscribir,  el  horror  de  verse  reclusa 
en  un  hospicio-céircel,  tales*Son  las  causas  de  la  abstención  sistemática. 

Pues  bien:  como  para  estas  enfermas  la  prostitución  es  el  principal,  sino 
el  único  medio  de  existencia,  continúan  su  oflclo'siguiendo  un  tratítmiento 
cualquiera,  defectuoso  para  ellas  é  ineficaz  en  lo  que  concierne  á  la  conta- 
minación de  otros.  No  se  podrán  hospitalizar  estas  enfermas  ó  tratarlas 
ambulatoriamente  de  un  modo  serio  sitiO  demostrándolas  que  no  tienen 
que  temer  ninguna  divulgación,  que  su  libertad  no  corre  peligro  alguno,  y 
haciéndoles  un  tratamiento  fácil  y  la  hospitalización  agradable. 

No  se  me  tachará  de  exagerado  en  lo  que  se  refiere  á  los  peligros  de  la 
prostitución  clandestina,  si  se  quieren  recordar  las  estadísticas  que  más 
arriba  he  transcrito  sobre  este  punto. 

En  los  países  en  que  las  enfermedades  venéreas  son  mejor  tratadas,  el 
número  de  contaminarias  clandestinas  es  aún  demasiado  elevado,  compa'* 
rado  con  el  de  las  prostitutas  inscritas.  La  proporción  de  los  primeros  es, 
en  efecto : 

En  Copenhagíie,  de  ¡^'16  por  100. 

Kn  Ooteborg,  de  40  por  100. 

En  Stockolmo,  de  67  por  100. 

En  las  grandes  ciudades,  como  Paris,  esta  proporción  es  de  ■/»»  y  tam- 
bién, según  ciertas  estadísticas,  de  75  por  100 ! ! 

C.  Tratayniento  á  domicilio,  —  Se  aplica,  en  general,  á  las  personas  en 
disposición  de  pagar  á  los  médicos  y  las  medicinas. 

No  hablaría  de  esto,  siá  pesar  de  las  condiciones  ventajosas  en  que  están 
colocados  estos  enfermos,  el  tratamiento  no  dejase  que  desear  en  un  buen 
número  de  casos.  Teóricamente  los  enfermos  de  la  ciase  rica  debían  todos 
curar;  cierto  número  de  causas  deciden  de  otro  modo.  (Hablo  de  los  hom- 
bres en  particular). 

Dejai^do  á  un  lado  la  indolencia  natural  de  ciertos  individuos  que  se  des- 
cuidan, sea  cual  fuere  su  condición  social,  su  edad  ó  la  gravedad  de  su  en- 
fermedad, me  ocuparé  en  las  causas  que  impiden  el  tratamiento  en  la  ge- 
neralidad de  los  casos  y  se  convierten  en  fuentes  de  la  diseminación  de  la 
enfermedad. 

a)  La  edad  en  que  se  contraen  más  frecuentemente  las  enfermedades 
venéreas  (22  á  25  años,  Fournier  hijo),  conduce  á  la  negligencia  de  las  pres- 
cripciones más  elementales  y  á  la  indolencia.  Aun  si  son  colocados  en  las 
condiciones  mejores  para  seguir  un  tratamiento,  los  jóvenes  no  srcriflcan 
nunca  sus  placeres  y  continúan  honrando  h  Venus.  Algunos  tienen  su  en- 
fermedad como  un  título  de  gloria  enfrente  de  sus  camaradas.  De  ahí  la 
posible  contaminación,  fatal,  de  toda  mujer  que  tenga  relaciones  sexuales 
con  estos  individuos,  al  mismo  tiempo  que  la  posibilidad  de  la  aparición  en 
ellos  de  complicaciones  diversas. 

b)  Para  otros  jóvenes,  tiene  lugar  lo  contrario.  Como  la  enfermedad  es 
secreta  y  considerada  como  vergonzosa,  el  que  está  atacado  de  ella  hace  todo 
lo  posible  p')r  disimular  y  se  oculta  para  seguir  su  tratamiento.  Se  com- 
prende muy  bien  que  en  estas  condiciones  las  prescripciones  módicas  se  si- 
gan mal  y  muchas  veces  de  un  modo  incompleto ;  de  lo  que  resulta,  á  pesar 
de  la  mejor  voluntad,  la  prolongación  del  estado  contagioso  de  la  enferme- 
dad y  por  esta  misma  la  exposición  del  paciente  á  las  complicaciones.  Por 
poco  que  el  enfermo  sienta  la  excitación  genésica  y  sufra  el  ímpetu  natural 
á  su  edad,  se  convierte  en  una  fuente  de  nuevas  infecciones. 

c)  h^  severidad  de  los  padres  de  familia  ó  de  los  maestros  en  lo  que  con- 
cierne á  las  enfermedades  venéreas,  engendra  el  miedo  á  la  divulgación.  El 


VtnereoiogU  social  2^5 


primer  cuidado  del  joven  enfermo  e8  ocultar  su  egtado  el  más  largro  tiempo 
posible;  se  apresura  en  seguida  á  consultarlo  con  un  camarada,  que  le  da 
consejos,  las  más  de  las  veces  estúpidos ;  luego  acude  al  farmacéutico,  ^ue 
hace  poca  cosa.  En  poco  tiempo,  el  desgraciado  pasa  por  una  serie  de  titu- 
beos que  prolongan  el  período  inicial  de  la  enfermedad,  y  sólo  se  decide  á 
pedir  un  consejo  serio  después  de  una  agravación  más  ó  menos  marcada 
del  mal. 

En  los  tres  casos  que  acabo  de  bosquejar,  el  enfermo  es  un  foco  peligroso, 
no  sólo  para  los  de  afuera  de  su  casa^  sino  también  para  su  propia  familia. 
Hay  ejemplos,  aunque  poco  numerosos,  de  contaminación  por  el  virus  ble- 
norrágico,  los  parásitos,  y  hasta  del  virus  sifilítico,  en  los  que  rodean  al  en- 
fermo que  se  oculta.  La  familia,  inadvertida,  no  toma  ninguna  precaución 
y  se  expone  al  contagio  con  los  objetos  de  tocador,  las  caricias  á  un 
niño,  etc. 

2.*  Mejoras  y  reforman  necesarias.  —  Es  de  notar  que  los  informantes  en 
esta  cuestión  en  el  Congreso  de  Bruselas  han  estado  unánimes  en  la  insufl* 
ciencia  y  defectos  de  la  organización  terapéutica  actual  contra  las  enfer- 
medades venéreas,  así  como  sobre  los  medios  de  remediarla  (Fournier, 
Blascko,  Finger,  Lañe,  Jadassohn,  etc.) 

Resumiré  sus  conclusiones  acompañándolas  de  mis  notas  personales. 

A.  Tratamiento  ambulatorio.-^  Los  dispensarios,  consultorios,  policlíni- 
cas, etc.,  deben  bastar  en  la  gran  mayoría  de  casos. 

a)  En  las  grandes  ciudades  se  ha  de  multiplicar  las  instituciones  de 
este  género,  creándolas  en  número  suficiente  donde  no  existen,  diseminarlas 
en  los  barrios  más  comerciales  y  obreros,  en  una  palabra,  ponerlas  al  al- 
cance de  todos  aquellos  que  han  de  aprovecharlas.  Es  necesario,  en  las 
grandes  ciudades,  proporcionar  el  número  de  consultas  á  la  población,  é 
instalarlas  en  todos  los  pueblos  de  alguna  importancia.  Por  lo  que  se  refiere 
á  los  pueblos  pequeños,  bastaría  encargar  al  médico  residente  (indemnizán- 
dole algo)  del  cuidado  de  los  veneros,  que  beneficiarían  de  una  consulta 
gratuita  y  de  un  vale  que  les  permitiera  ejecutar  sus  disposiciones  sin  gasto 
alguno. 

b)  Es  preciso  tener  abiertas  las  consultas  en  las  horas  que  tengan  libres 
los  obreros;  en  consecuencia,  crear  consultas  vespertinas  tres  veces  por  se- 
mana (Ernst,  Lañe),  y  dedicar  para  esto  una  parte  del  domingo.  De  este 
modo,  la  consulta  será  completamente  gratuita  y  no  costará  al  trabajador  el 
precio  de  su  salario  ó  la  pérdida  de  su  empleo. 

c)  Para  evitar  la  promiscuidad  y  guardar  el  pudor,  sería  conveniente 
dedicar  horas  diferentes  á  los  hombres  y  mujeres.  En  todo  caso,  es  indis- 
pensable separar  ambos  sexos  en  salas  especiales.    El  médico  ha  de  exami- 

.  nar,  además,  cada  enfermo  por  separado,  uno  á  uno  (Fournier,  Finger, 
Blaschko,  Jadassohn). 

d)  Se  debe  dar  al  enfermo  consejos  prácticos  verbales  y  escritos  en  rela- 
ción con  los  peligros,  para  él  y  los  otros,  de  las  enfermedades  venéreas 
(Lai\e.  Fournier).  Pudieran  también  imprimirse  instrucciones  generales  y 
distribuirlas  á  los  interesados. 

e)  Por  último,  todo  enfermo  que  se  presente  podrá,  si  lo  pide,  aprove- 
char el  tratamiento  gratuito,  medicamentos  librados  por  el  dispensario,  sin 
que  la  administración  tenga  que  preocuparse  ó  no  de  su  estado  de  indigen- 
cia (Fournier,  Blaschko,  Finger,  Lañe,  Jadassohn.  Voto  unánime  de  la 
Coniferencia). 

Al  personal  del  dispensario  debe  exigírsele : 

a')  Tratar  al  enfermo  con  caridad  y  cortesía,  de  modo  que  tome  gusto  á 
las  consultas ;  dicho  de  otra  manera :  ha  de  tener  para  el  pobre  las  mismas 
consideraciones  que  para  el  cliente  que  se  consulta  á  domicilio.  No  se  olvi- 
dará por  esto  que  frecuentemente  el  pobre  hace  la  reputación  y  la  riqueza 
del  médico. 

^V  Hacer  un  examen  minucioso  de  los  enfermos  y  óonservar  tarjetas 
anónimas  (que  tenga  cada  una  un  número  de  orden  reproducido  en  la  dis- 
posición), de  modo  que  pueda  seguir  fácilmente  la  evolución  de  la  enfer- 
medad. 

(f)  Proveer  cada  consulta  de  un  personal  muy  instruido  y  diestro,  que 
pueda  dar  conferencias  para  la  instrucción  de  alumnos  y  enfermeros  de  am- 
bos sexos. 


,  276  Vetureologia  social 


¿7  Suministrar  á  cada  institución  de  este  género  el  material  necesario 
para  el  examen  cientifico  de  las  enfermedades  venéreas  y  para  su  trata- 
miento actual  (tratamiento  abortivo,  etc.) 

B.  HospUalizacián.  —  Ya  he  dicho  que,  para  ciertos  informantes,  el  tra- 
tamiento hospitalario  es  de  la  más  alta  importancia  y  que  constiiuye,  ade- 
más, una  de  las  mejores  medidas  de  profilaxia  (Lañe,  Finger,  Blaschko). 
Para  esto  se  debiera : 

a)  Crear  hospitales,  en  relación  con  la  población  de  cada  ciudad  (Lañe. 
Finger,  Blaschko,  Jadassohn),  para  los  enfermos  atacados  de  enfermedades 
cutáneas  ó  venéreas,  al  modo  del  hospital  de  San  Luis.  Serian  hospitales 
de  derraato-veneralogía.  Pero,  establecimientos  hospitalarios  de  este  gé- 
nero costarían  muy  caros.  Por  lo  mismo  pudiéramos  contentarnos  con  dos 
salas  para  los  venéreos  en  cada  hospital  existente,  de  modo  que  se  atendiera^ 
á  la  vez,  sus  susceptibilidades  y  el  presupuesto  de  la  asistencia  pública. 
£sto  sería  la  creación  de  una  nueva  especialización  comparable  á  la  de  los 
partos,  laringología,  enfermedades  urinarias,  etc.  Pero,  á  mi  juicio,  se  po- 
dría ampliar  el  cuadro  de  esta  especialización  y  cuidar  en  estos  estableci- 
mientos, no  sólo  de  las  enfermedades  venéreas,  sino  también  de  muchas  de 
sus  complicaciones,  tratadas  ordinariamente  en  los  hospitales  generales . 

b)  Abrir  hospitales  de  pago,  del  género  déla  casa  Dubois,  para  recibir 
los  enfermos  á  precio  reducido  y  proporcional  á  sus  medios.  Estos  hospita- 
les se  destinarían  para  los  empleados,  labradores,  gente  en  buena  posi- 
ción, etc  ,  que  componen,  tal  vez,  el  grueso  de  los  veneros.  Sería  preciso 
dotar  á  cada  establecimiento  de  una  buena  instalación  médica,  hacerlo 
agradable  á  los  enfermos,  y  suprimir  las- severidades  disciplinarias  y  la» 
medidas  humillantes  (Jadassohn). 

c)  Recibir  á  todo  enfermo  que  reclame  su  hospitalización  gratuita,  sin 
averiguar  su  condición  social  (Finger,  Blaschko,  Jadassohn,  Lañe).  En  Ita- 
lia hasta  se  libra  al  enfermo  de  sus  gastos  de  viaje,  para  facilitarle  asi  su 
entrada  en  un  hospital  especial  (Santolíquido).  Algunos  miembros  de  la 
Conferencia  hasta  preconizan  la  hospitalización  forzada  de  todo  venéreo, 
juzgado  por  el  médico  ó  una  comisión  médica  como  particularmente  peli- 
groso desde  el  punto  de  vista  del  contagio  (Finger,  Blaschko,  Lange). 

d)  Retener  á  los  enfermos,  tanto  como  se  pueda,  durante  el  período  con- 
tagioso y  no  retroceder,  en  caso  necesario,  ante  la  segregación  (Blaschko). 
Se  conseguirá  esto  fácilmente,  haciendo  agradable  la  estancia  en  el  hospi- 
tal, tratando  á  los  enfermos  caritativamente  y  respetando  su  incógnito. 

e)  Separar  en  el  hospital  las  verdaderas  prostitutas  de  las  mujeres  ex- 
traviadas (Lañe),  de  modo  que  se  evite  la  contaminación  moral,  y  se  procu- 
re, no  sólo  ocuparlas  utilizándolas  de  un  modo  apropiado  ,  sino  hasta 
elevando  su  nivel  moral  (voto  casi  unánime  de  la  Conferencia),  De  este 
modo  se  pudiera  ocupar  á  las  enfermas  según  sus  capacidades. 

f)  Si  es  preciso,  obligar  al  enfermo  que  sale  del  hospital,  á  seguir  un 
tratamiento  regular  en  la  consulta,  y  en  caso  de  recidiva  de  accidentes,  con- 
tagiosos ó  no,  facilitarle  la  entrada  otra  vez  en  el  hospital  (Blaschko, 
Finger). 

g)  So  pretexto  de  que  una  enferma  hospitalizada  no  debe  sufrir  ningún 
daño  por  los  prejuicios  que  crean  las  enfermedades  venéreas,  se  ha  llegado 
hasta  á  pedir  que  las  Sociedades  de  socorro  ó  cajas  de  seguridad  estén  obli- 
gadas á  indemnizar  á  los  enfermos  tratados  en  el  hospital  especial,  como  si 
se  tratase  de  otra  enfermedad  cualquiera  (Jadassohn,  Blaschko,  Finger). 
Por  interesantes  que  sean  los  venéreos,  fuera  una  exageración  usurpar  en 
su  favor  la  libertad  de  otros.  Las  Sociedades  y  cajas  de  socorro  establecen 
sus  Reglamentos  tal  como  ellos  lo  entienden. 

Queda  el  recurso  á  los  honorables  congresistas  que  acabo  de  nombrar, 
de  preconizar  la  fundación  de  compañías  de  seguros  contra  las  enfermeda- 
des venéreas. 

Con  esta  cuestión  de  la  hospitalización  se  relaciona  la  del  reclutamiento 
de  enfermos.  Para  cierta  categoría  de  ellos,  para  las  mujeres  inscritas,  el 
reclutamiento  es  muy  sencillo  :  desde  la  enfermería  de  la  prefectura  se  di- 
rige la  enferma  al  hospicio.  Igualmente  será  fácil,  para  las  casas  de  prcsti- 
tución,  aconsejar  á  sus  pensionistas  enfermas  que  se  dejen  hospitalizar  ó 
bien  obligarlas  á  ello.  Respecto  á  la  prostitución  oficial,  pues,  nada  más 
fácil. 


V9nertoívgÍ€t  iocimi  272 


Pero,  ¿cómo  hemos  de  conducirnos  con  las  prostitutas  clandestinas,  las 
obreras  contaminadas?  Se  las  conducirá  á  la  nospitalizáción  haciendo  las 
condiciones  agradables  y  atractivas,  mostrando  á  estas  desgraciadas  que  no 
hay  para  ellas  ningún  nesgo  desde  el  punto  de  vista  de  su  libertad,  hacién- 
doles comprender  que  su  permanencia  momentánea  en  el  hospital  no  trae 
consigo  ninguna  mancha.  Pues  bien  :  notamos  que  en  el  sexo  femenino, 
opinión  de  todos,  la  prostitución  clandestina  constituye  el  gran  peligro 
desde  el  punto  de  vista  de  la  diseminación  de  las  enfermedades  venéreas. 
Es  preciso,  pues,  á  todo  precio,  atraer  al  hospital  las  mujeres  no  registradas, 
y  cuidarlas  en  él.  Como  lo  haré  ver  muy  pronto,  una  de  las  condiciones 
principales  de  este  internado  voluntario  es  la  abolición  de  la  segregación. 

Contra  los  hombres  no  existe  ninguna  medida  policiaca.  Sin  tratamien- 
to, los  venéreos  continuarán  haciendo  nuevas  víctimas,  y,  si  se  decretase 
cintra  ellos  la  hospitalización  forzada,  empezarían  por  evitar,  en  lo  que  pu- 
dieran, que  se  sospechase  la  naturaleza  de  su  enfermedad,  por  el  médico  en 
primer  lugar.  También  nquí  se  ve  que  únicamente  los  métodos  de  dulzura 
y  libertad  absoluta  son  capaces  de  facilitar  la  hospitalización. 

Algunos  miembros  de  la  Conferencia,  á  continuación  del  informe  de 
Lañe,  pidieron  la  creación  de  instituciones  caritativas  destinadas  á  recoger 
los  convalecientes,  las  prostitutas  y  las  extraviadas  no  enfermas,  para  con- 
tribuir á  su  levantamiento  moral.  A  este  efecto,  en  Inglaterra  existe  un 
asilo  anexo  á  Lock  Hospital,  é  innumerables  instituciones  libres.  En  Amé- 
rica se  cuenta  también  con  284  establecimientos  de  la  misma  clase,  que,  en 
un  año,  recibieron  19,550  jóvenes  pervertidas. 

Son,  indudablemente,  medidas  excelentes  y  que  merecen  que  se  tomen 
en  gran  consideración,  pero  dependen  más  bien  de  la  caridad  privada. 

PARTE  TERCERA 
Gontamlnaoión  por  yia  eztra-gonit^l 

Fuera  de  las  relaciones  sexuales  con  una  persona  infectada,  la  transmi- 
sión de  las  enfermedades  venéreas  puede  resultar  de  un  contacto  cualquiera. 
La  sola  presencia  de  un  venéreo  en  una  familia,  una  escuela,  un  taller, 
constituye  un  peligro  permanente  para  los  que  le  rodean.  Pero  frecuente- 
mente la  contaminación  exige  contactos  particulares,  como  los  que  resultan 
del  ejercicio  de  ciertas  profesiones. 

La  infección  puede  tener  lugar  por  inoculación  (vacunación  ihterhu- 
mana),  por  contacto  directo  (nodrizas  y  niños  de  pecho),  por  el  intermedio 
de  instrumentos  de  trabajo  (vidrieros,  peluqueros,  etc.).  En  fin,  los  contac- 
tos fortuitos  (utensilios  domésticos,  objetos  de  tocador,  etc.),  amenazan  á  las 
personas  colocadas  al  lado  de  los  venéreos  (guardias,  enfermeros,  niñe- 
ras, etc.),  ó  que  tienen  más  probabilidades  de  tratar  con  ellos  por  sus  re- 
laciones continuas  con  el  público  (niños  empleados  en  hoteles,  restaúra- 
nos, etc.) 

Es  necesario  añadir  que  el  peligro  de  contaminación  crece  con  la  densi- 
dad de  la  aglomeración  humana  y  la  negligencia  de  las  prescripciones 
higiénicas. 

1.'  Lactancia.  — Según  Fournier,  la  sífilis  extragenital  no  es  más  fre- 
cuente que  antes ;  sólo  que  ahora  es  mejor  conocida,  de  donde  resulta  el 
aumento  del  número  de  casos  publicados  diariamente.  Se  puede  añrmar, 
me  parece,  que  las  pocas  nociones  de  profilaxis  que  se  han  difundido  entre 
el  público,  juntas  con  la  intervención  médica,  han  hecho  disminuir  mucho 
la  sífilis  extra-genital,  y  que  los  casos  son  hoy  menos  numerosos  que  antes. 
Las  nodrizas  y  niños  de  pecho  están  más  vigiladas,  ciertos  instrumentos  de 
trabajo  no  sirven  como  en  otros  tiempos  á  varios  individuos  á  la  vez,  la  va- 
cuna animal  se  coloca  por  delante  de  la  vacuna  humana,  etc....  Sin  embar- 
go, hay  mucho  que  hacer  para  llegar  un  día  á  la  supresión  completa  de  la 
contaminación  extra-genital. 

Veamos,  pues,  como  en  la  lactancia  especialmente,  los  hechos  de  conta- 
minación se  presentan,  y  que  remedios  se  les  pueden  oponer. 

A.    Nodrizas.  —  Pueden  presentarse  dos  casos  : 

a)    Una  nodriza  sifilítica  da  el  pecho  á  un  niño  sifilítico. 

Los  informantes  del  Congreso  de  Bruselas  parecen  partidarios  de  este 
modo  de  obrar  (Roña,  de  Budapesth,  Ramatozzi,  Petrini),  por  lo  menos  para 


'7^  Venereología  social 

la  nodriza-madre.  Pues  bien:  yo  creo  que  es  una  mala  práctica,  porque  la 
madre  sifilítica,  por  lo  menos  en  el  segundo  período  de  la  sífilis,  no  puede 
gozar  de  una  buena  salud,  y  queda  todavía  por  determinar  si  la  doble  into- 
zic&ción  de  la  madre  y  del  niíío  no  es  una  causa  de  caducidad  para  este 
último.  Es  preferible  infinitamente  más  recurrir  al  biberón,  cuyo  uso,  tal 
como  lo  aconsejo,  me  parece  suministrar  resultados  muy  superiores  á  toda 
alimentación  por  la  nodriza  en  tales  condiciones. 

b)  En  otros  casos,  más  numerosos,  la  nodriza  enferma  lacla  un  uiuo  sano. 
Aunque  se  admita,  generalmente,  que  la  leche  de  una  nodriza  sifilítica 
no  sea  virulenta,  y  por  consiguiente,  no  ofrece  ningún  peligro  desde  el 
punto  de  vista  de  la  contaminación,  es  cierto  que,  en  la  pi-áctica,  tal  no- 
driza, sin  ninguna  manifestación  sifilítica  aparente,  debe  considerarse  tan 
peligrosa  como  si  presentase  señales  evidentes.  En  efecto:  la  menor  exco- 
riación del  pezón  (y  bien  se  sabe  cuan  frecuentes  son  en  el  curso  de  la 
lactancia)  basta  para  contaminar  al  niño.  En  la  gran  mayoría  de  casos,  la 
transmisión  de  la  enfermedad  se  efectúa  por  las  chapas  mucosas,  ^ot  las  fisu- 
ras, las  úlceras,  ó  por  simples  excori  tetones  del  pezón  y  de  la  areola. 

Y  como  lesiones  que  tienen  la  misma  apariencia  son  frecuentes  en  las 
nodrizas  sanas,  de  aquí  una  confusión  posible,  titubeos,  retrasos  en  el  diágr 
nóstico,  que  pueden  dejar  se  produzca  la  siftlización  del  niño  de  pecho.  In- 
dudablemente, una  mujer  sifilítica  puede  ignorar  la  naturaleza  y  la  infec- 
ción de  que  está  atacada  y  ponerse  de  buena  fe  á  nodriza.  Pero  muchas 
veces  estas  mujeres  saben  que  han  estado  anteriormente  enfermas,  y  esto  es 
un  punto  capital  que  debe  utilizarse  desde  el  punto  de  vista  preventivo. 

Nada  más  difícil  que  reconocer  la  naturaleza  sifilítica  de  una  afección, 
en  una  nodriza  que  ha  pasado  el  período  secundario  de  la  sífilis  y  que  pre- 
senta, por  ejemplo,  lesiones  del  pezón  excoriantes  ó  reversivas. 

La  dificultad  puede  ser  aún  más  grande  :  la  de  una  nodriza  sifilítica  que 
no  ofrece  ninguna  manifestación  aparente  de  la  enfermedad,  que  se  presenta 
para  ser  tomada,  3^  solamente  después  de  algún  tiempo  aparece  en  el  pezón 
una  manifestación  contagiosa.  La  contaminación  del  niño  podrá,  pues, 
tener  lugar  antes  de  la  intervención  del  médico.  Si  en  tales  casos  no  se 
puede  utilizar  los  conmemorativos,  el  error  es  posible,  hasta  excusable  por 
parte  del  médico  y  la  sífilización  del  niño  de  pecho  es  fatal. 

Por  último,  en  ciertos  casos  excepcionales,  la  nodriza  puede  convertirse 
en  sifilítica  posteriormente  á  su  contrata  y  contaminar  de  este  modo  al  niño. 
Si  el  diagnóstico  es  entonces  fácil,  no  impide  que  se  haya  podido  prevenir 
la  contaminación  del  niño. 

B.  Niño  de  pecho.  —  Faltan  estadísticas  para  establecer  la  frecuencia  de 
la  sífilis  hereditaria.  Roña  ha  expuesto  que  de  11,340  niños  recogidos  en  el 
asilo  de  Budapest:  r56  por  100  estaban  atacados  de  sífilis  congénita.  Es 
una  cifra  importante. 

Para  el  niño  de  pecho,  como  para  la  nodriza,  pueden  ocurrir  dos 
casos : 

!.•  El  niño  de  pecho  nacido  de  padres  sifilíticos,  que  tienen  sifílides 
aparentes  (ó  que  aparecen  en  el  curso  de  la  lactancia),  contamina  á  su 
nodriza. 

Si  las  sifílides  son  aparentes,  el  diagnóstico  es  de  los  más  fáciles  de  hacer 
y  la  protección  de  la  nodriza  está  asegurada.  Pero  si  las  sifílides  se  mues- 
tran tardíamente,  la  nodriza  corre  grandes  riesgos.  Aquí  igualmente,  sólo 
los  conmemorativos,  suministrados  por  los  padres  sifilíticos,  pueden  asegu- 
rar la  profilaxis. 

2.*  El  segundo  caso  se  presenta  con  otra  distinta  gravedad  :  iiabiendo 
el  niño  de  pecho  adquirido  la  sífilis  de  su  nodriza,  puede  á  su  vez  infectar  á 
los  padres  y  á  las  personas  de  su  intimidad  con  los  besos  y  caricias  que  le 
prodiguen.    Hechos  de  esta  clase  han  sido  observados  más  de  una  vez. 

Existe,  por  último,  ejemplos  en  que  la  contaminación  de  la  nodriza  se 
efectúa  á  consecuencia  de  una  contrata  convenida  entre  los  padres  del  pe- 
queño sifilítico  y  la  nodriza  sana,  que  acepta  entonces  á  sabiendas  la  cria 
del  enfermito.  La  sociedad  tiene  el  deber  de  protegerse  contra  las  conse- 
cuencias de  semejante  pacto. 

C.  Niñeras.  —  Aunque  la  transmisión  sea  menos  fácil  en  este  caso,  pues 
el  contacto  entre  la  niñera  y  el  niño  es  menos  íntimo  que  en  la  lactancia, 
la  contaminación  puede,  no  obstante,  tener  lugar,  sea  de  una  niñera  sifilí- 


Venertologia  soeiat  179 


tica  á  un  niño  sano,  sea  de  un  niño  hereditariamente  siñlítico  ó  contaminado 
por  su  nodriza  á  la  niñera  sana. 

2.'  Contactos  pbofbsionalbs  ó  fortuitos.— A.  Pro/ifi<íw»e#.  —  Trataré 
rápidamente  de  la  síñlis  profesional,  porque  en  nuestros  dias  es  un  hecho 
excepcional  casi  despreciable ;  los  medios  propios  para  combatirla  se  redu- 
cen á  un  simple  problema  de  higiene  y  limpieza. 

a)  Enfermeras,  ^n/^rmfrotf.  — Generalmente  mediante  una  simple  exco- 
riación del  dedo,  estos  profesionales  pueden  contraería  sífilis  dispensando 
sus  cuidados  á  las  parturientas,  ¿  las  enfermas  sifilíticas.  Aquí  el  peligro 
estriba  en  la  ignorancia  ó  en  la  negligencia.  Del  mismo  modo  se  ha  visto 
que  las  enfermeras  han  transmitido  el  virus  de  una  sifilítica  á  mujeres 
sanas  con  las  cánulas,  trapos,  esponjas,  etc....,  que  no  habían  sido  previa- 
mente desinfectados. 

b)  Fábricas.  Aglomeraciones  obreras.  En  ciertas  industrias,  las  fábricas 
de  cristal,  por  ejemplo,  un  mismo  instrumento, pasando  deboca  en  boca,  tal 
como  el  soplete,  puede  contaminar  á  uno  ó  varios  individuos  después  de 
haber  pasado  por  l^i  boca  de  un  sifilitico.  Igualmente  es  de  temer  el  conta- 
gio en  las  manufacturas  de  tabaco,  por  el  hecho  de  insalivar  el  papel.  La 
transmisión  puede  también  efectuarse  en  las  aglomeraciones  obreras  áfcausa 
del  deplorable  hábito  de  emplear,  para  beber,  un  mismo  vaso.  Además  de 
las  fábricas  y  talleres,  Roña  ha  señalado  en  la  Conferencia  otros  estableci- 
mientos susceptibles  de  favorecer  la  propagación  de  las  enfermedades  vené- 
reas y  de  la  sífilis  en  particular:  tales  son  las  panaderías,  tocinerías,  carni- 
cerías, pastelerías,  hoteles,  cafés,  restauranes,  salones  de  peluquerías,  etc. 
Reclama  la  vigilancia  estricta  de  todo  el  personal,  tanto  masculino  como 
femenino. 

En  todas  estas  sífilis  profesionales  hay  una  exageración  manifiesta  y  se 
razona  más  teórica  que  prácticamente.  Petrini  llevó  á  cabo  en  Bucarest 
una  información  que  suministró  la  prueba  de  lo  exagerado  de  est»  idea. 

En  una  manufactura  de  tabaco,  de  1,500  obreros  ile  ambos  sexos,  sólo  se 
manifestaron  3  casos  de  sífilis  extra-genital,  y  solamente  un  caso  de  340 
obreros  de  la  fábrica  de  cerillas.  No  se  lili  encontrado  ningún  caso  en  las 
demás  fábricas,  y,  sin  embargo,  la  sífilis  es  extremadamente  frecuente  en 
Rumania. 

La  transmisión  extra-genital  puede  ser  considerada  como  una  cantidad 
de  poca  valía. 

B.  Vacunación.  —  Desde  que  se  emplea  para  esta  operación  la  vacuna 
cultivada  eú  ternera,  los  casos  de  transmisión  sifilítica  han  disminuido  con- 
siderablemente, y,  en  las  ciudades  en  que  existen  institutos  de  vacunación, 
han  desaparecido.  Aquí  el  remedio  es  sencillo  :  consiste  en  reemplazar  la 
vacuna  inter  humana  con  la  vacuna  animal. 

No  cito  sino  por  curiosidad,  segi'm  Roña,  la  epidemia  observada  en  la 
villa  de  AlfOld;  la  vacuna  tomada  en  el  brazo  de  un  hombre  sifilítico  trans- 
mitió el  virus  venéreo  á  216  vacunados. 

Medidas  profilácticas.  —Las  medidas  profilácticas  que  se  han  de  recomen- 
dar contra  la  sífilis  extra-genital,  son,  en  general,  tan  sencillas  como  efica- 
ces. Únicamente  la  sífilis  transmitida  mediante  la  lactancia  podrá  ofrecer 
algunas  dificultades,  y  aun  éstas  serán  fácilmente  resueltas. 

1.*  Por  lo  que  respecta  á  la  sífilis  profesional,  es  urgente  imponer  á  los 
obreros  que  no  se  sirvan  nunca  de  un  instrumento  cualquiera  que  pueda 
contaminarlo,  y  usar  sólo  el  de  su  propiedad.  Si  esto  fuera  imposible,  un 
pico  de  Bunsen  servirá  para  la  desinfección  previa  del  instrumento 

Se  hará  lo  mismo  con  los  vasos,  v  á  este  propósito  no  se  criticará  nunca 
demasiado  el  vaso  de  las  fuentes  publicas. 

Los  peluqueros  han  comprendido  ya  la  importancia  de  la  desinfección  y, 
á  la  vista  del  cliente,  con  alguna  ostentación,  esterilizan  sus  navajas,  tijeras 
ó  máquinas  de  pelar  antes  de  usarlas. 

Se  puede  también  dar  á  los  obreros,  para  el  lavado  de  las  manos,  jabón 
negro  en  pastilla,  preparado  con  sublimado;  una  servilleta  para  cada  uno 
reemplazará  el  trapo  en  común. 

No  creo  sea  necesario  someter  á  los  criados  de  ambos  sexos,  de  las  tien- 
das, restauranes,  cafés,  hoteles,  etc.,  á  una  vigilancia  médica  (Roña).  Los 
casos  de  contaminación,  por  su  intermedio,  son  raros,  y  los  medios  profi- 
lácticos preconizados  á  propósito  de  la  sífilis  genital  son  suficientes  del  todo. 


2^0  VtmertQtogia  social 


2.°  La  cuestión  de  la  lactancia  es  uñ  poco  más  compleja.  La  interven- 
ctÓD  médica,  á  la  que  han  frecuentemente  recurrido  los  padres  que  desean 
una  nodriza,  ha  dado  ya,  no  obstante,  felices  resultados.  La  obligacién  de 
esta  intervención  es  la  que  ser&  preciso  sancionar  por  disposiciones  legales 
para  resolver  enteramente  1^  cuestión. 

Sin  duda  alfiruna,  habría  un  medio  que  suprimiría  radicalmente  la  trans- 
misión de  lasínlis  por  la  lactancia,  medio  que  sería  ^ro^^ir  ia  lactancia 
mercenaria.  Bs  cierto  que,  con  este  género  de  lactancia,  el  interés  del  niño 
pobre  es  sacriñcado  en  provecho  del  niño  rico,  pues  de  ambos  niños  no  es 
siempre  el  rico  el  que  será  más  útil  á  la  sociedad.  Si  una  ley  semejante  se 
dictara,  la  madre  sana  alimentaría  á  un  niño  sano,  y  la  madre  siñlítica  á 
un  niño  sifilítico.  Para  el  caso  en  que  la  lactancia  fuera  imposible  (enfer- 
medad, debilidad,  etc.)»  se  recurriría  á  la  lactancia  artificial  que,  practicada 
convenientemente,  se  acerca  á  la  lactancia  natural. 

De  un  lado  es  cierto  que  tal  medida  atacaría  á  un  comercio  en  que  los 
pobres  se  aprovechan  pecuniariamente;  pero  el  perjuicio  causado  se  com- 
pensaría por  el  provecho  que  la  comunidad  obtendría.  De  otro  lado,  se 
puede  ayudar  á  toda  madre  pobre  deseosa  de  vender  su  leche.  En  Rovigo 
(Ramazzoti),  se  dan  subsidios  á  la  madre  que  ha  tenido  un  hijo  ilegítimo  ó 
á  cualquier  persona  que  haya  recogido  un  niño  abandonado.  Esta  huma- 
nitaria medida  ha  producido  excelentes  resultados :  muchos  niños  ilegíti- 
mos han  sido  reconocidos  y  se  han  efectuado  algunos  matrimonios.  En 
Budapest  (Róna)  hay  un  asilo  para  las  madres  indigentes,  en  el  que  se  re- 
cibieron 2,000  madres  y  4,100  niños  en  1£01.  Por  último,  en  Milán  (Ramnz- 
zotti),  se  construye  actualmente  un  asilo  semejante  para  recoger  á  hv  madre 
pobre  que  se  presenta  con  su  hijo.  Por  esto  se  ve  que  la  solución  del  pro- 
blema na  sido,  como  siempre,  parcialmente  realizada  aqui  y  allá,  antes  de 
recibir  una  aplicación  general. 

Yed  aquí  ahora  los  medios  que  preconizan  los  informantes  para  suprimir 
la  sífilis  con  la  lactancia  (Ramazzoti,  Rdna,  Petrini).  Fueron  unáuimemente 
aprobados  por  los  miembros  de  la  Conferencia.  Se  basan  en  el  siguiente 
principio  ;  considerar  la  transmiñón  de  la  siñlis  mediante  la  lactancia  cómo 
un  delito  de  derecho  común,  punible  por  los  tribunales.  Jurídicamente  este 
principio  existe  ;  pero  exige  ser  completado  en  su  enunciado  y  rigurosa- 
mente generalizado  en  su  aplicación.    Estos  medios  son  : 

a)  Someter  todas  las  oficinas  de  colocación  á  una  vigilancia  médica 
(Rdna);  no  tomar  nunca  una  nodriza  sino  se  hace  en  las  oficinas  autorizadas 
(Petrini)  y  vigiladas,  y  solamente  en  virtud  de  presentación  de  un  certifi- 
cado del  médico  autorizado  para  ello. 

b)  Obligar  á  los  médicos  á  denunciar  la  sífilis  del  niño  de  pecho  ó  de  la 
nodriza. 

c)  Hacer  universal  la  ley  Crispí.  Esta  ley  obliga  á  la  nodriza  á  cuidarse 
en  los  hospitales  célticos  ó  en  su  casa,  si  tiene  medios  (Ramazzoti),  y  la  con- 
fía á  una  vigilancia  médica  (Roña.  Ramazzoti,  Petrini). 

d)  Prohibir  á  una  nodriza  sifilítica  que  críe  á  niños  no  sifilíticos,  y  á 
una  nodriza  sana  crjar  un  sifilítico  (Róna,  Ramazzoti,  Petrini),  haya  sido  ó 
no  advertida  de  la  infección  del  niño  de  pecho. 

e)  Prohibir  á  los  padres  sifilíticos  tomen  para  su  niño  una  nodriza  sana, 
que  el  niño  tenga  ó  no  manifestaciones  visibles  de  la  enfermedad,  y  que  ta 
nodriza  sea  ó  no  advertida.  (Como  se  vé,  estas  dos  prohibiciones  se"comple  • 
tan,'  y  la  nodriza  es  castigada,  tanto  como  los  padres,  en  caso  de  consenti- 
miento mutuo). 

f)  Todo  niño  nacido  de  padres  sifilíticos  será  criado  por  su  madre  ó  arti- 
ficialmente. (Petrini  aconseja  la  cabra-nodriza;  yo  prefiero  más  el  biberón 
con  la  leche  de  vaca). 

g)  No  se  librará  ningún  certificado  de  nodriza  sino  después  que  la  mu- 
jer haya  sido  objeto  de  una  vigilancia  durante  seis  semanas,  por  lo  menos, 
como  su  niño  (Petrini,  Róna).  Toda  nodriza  colocada  será  vigilada  en  su  do- 
micilio cada  quince  días  por  el  médico  del  estado  civil  (Petrini). 

h)  Poner  los  asilos  á  disposición  de  las  paridas,  y  especialmente  de  las 
que  deseen  colocarse  como  nodrizas,  de  modo  que  se  las  sujete,  igual  que  á 
su  niño,  á  una  vigilancia  de  seis  semanas  (Róna). 

i)  Por  último,  crear  asilos  para  niños  asistidos  ó  recogidos  en  la  vía  pú- 
blica (Ramazzotti).    Se  les  alimentará  artificialmente  durante,  un  período 


Vtntrtoiogia  social  m8í 


de  observación,  para  confiarlos  en  seg-uida  á  nodrizas,  si  no  han  presentado 
ningún  síntoma  de  sífilis.  ,; 

3.*^  Por  lo  que  respecta  á  la  vacunación,  es  suficiente  obligar  á  los  padres 
á  hacer  vacunar  sus  niños  con  vacuna  de  ternera.  En  los  países  desprovis- 
tos de  institutos  animales,  se  puede  emplear  la  vacuna  animal  expedida  en 
tubos  de  cristal  sellados,  pues  conserva  de  este  modo  sus  propiedades,  sea 
cual  fuere  la  duración  del  viije  que  haya  de  efectuar. 

Los  informantes  y  los  miembros  del  Congreso  han  emitido  el  voto  de  que 
se  den  conferencias  para  las  comadronas  ó  enfermeras,  á  fin  deque  se  les  en- 
señe los  medios  higiénicos  propios  para  impedir  la  contaminación,  y  tam- 
bién ejercitarlas  en  el  examen  de  los  órganos  genitales  de  las  parturientas 
desde  el  punto  de  vista  de  la  sífilis  y  de  la  blenorragia.  Bsto  fuera  una  exce- 
lente medida  capaz  de  preservar  no  sólo  á  las  enfermeras,  comadronas^  etc.), 
sino  también  al  niño  (que  adquiere  con  tanta  frecuencia  la  oftalmía  bleno- 
rrágica  durante  la  travesía  dei  conducto  vaginal). 

De  un  modo  general,  por  otra  parte,  la  contaminación  extra-genital  será 
eficazmente  combatida  con  la  difusión  tan  amplia  como  se  pueda  entre  el 
público,  de  nociones  precisas  sobre  las  enfermedades  venéreas,  sus»  conse- 
cuencias, sus  modos  de  transmisión.  De  un  lado,  las  enfermas,  conscientes 
de  su  estado,  se  apresurarán  á  reclamar  cuidados  médicos  y  tomar  las  pre- 
cauciones oportunas  para  no  infectar  á  los  que  estén  cerca  de  ellas.  De  otro 
lado,  éstas  últimas,  advertidas  del  peligro  que  corren,  podrán  velar  por  que 
la  contaminación  no  pueda  producirse,  en  el  taller  ó  en  la  familia,  por  con- 
tacto directo,  caricias,  etc.,  ó  por  el  intermedio  de  instrumentos,  de  utensi- 
lios, de  objetos.de  limpieza,  etc.  . 

Los  médicos,  los  padres  y  madres  de  familia,  los  institutores,  los  jefes  de 
taller,  etc.,  todos  aquellos,  en  una  palabra,  que  tienen  ó  su  cargo  algunos 
individuos,  están  obligados  á  extender  estas  nociones  profilácticas,  disipar 
los  prejuicios  contra  los  venéreos,  ganar  la  confianza  de  los  enfermos,  hacer- 
les aceptar  el  tratamiento,  y  velar,  con  el  mayor  tacto,  por  la  protección  de 
los  que  le  rodean. 

CoNCLysiON^     • 

Resumamos,  al  terminar,  los  principales  puntos  establecidos  en  este 
trabajo. 

Hemos  visto  que  la  prostitución,  fuente  principal  de  la  infección  vené- 
rea, tenía  especialm^nie  por  causas  la  miseria  por  parte  de  la  mujer,  y  la 
^demanda  por  la  del  hombre. 

Ante  todo,  importa  ocuparse  en  el  tratamiento  délos  venéreos.  En  conse- 
cuencia, multiplicar  los  dispensarios  y  hospitales  especiales  gratuitos,  y 
atraer  á  los  enfermos  por  todos  los  medios ,  hacer  agradables  estos  estable- 
cimientos y  ocuparse  en  los  cuidados  consecutivos  á  la  salida  de  los  enfer- 
mos, etc.    Todo  lo  demás  es  accesorio. 

Ciertamente,  fuera  de  desear  que  el  régimen  social  que  pesa  tanto  sobre 
la  mujer,  se  mejorase  sensiblemente.  Pero,  uo  se  han  de  alimentar  dema- 
siado ilusiones  respecto  á  esto.  Por  otra  parte,  es  necesario  tener  en  cuenta 
la  juventud  ardiente,  la  vejez  viciosa,  los  célibes  forzados,  los  viudos,  los 
hombres  casados  imposibilitados  de  cumplir  su  deber  conyugal,  etc.  La 
prostitución  continuará,  pues,  aumentando  y  derramará  sus  tristes  frutos. 
Contra  ella,  toda  reglamentación  se  frustrará.  Las  únicas  medidas  eficaces 
son  las  que  se  dirijan  muy  alto,  asegurando  la  protección  de  menores  con- 
tra los  seductores  y  las  proxenetas. 

En  cuanto  á  las  prostitutas  y  á  sus  clientes  en  cierta  manera  obligados, 
lo  importante  sería  armarlascontra  los  coitos  sospechosos,  dándoles  nociones 
claras,  prácticas,  sobre  las  manifestaciones  exteriores  de  las  enfermedades 
venéreas,  las  precauciones  higiénicas  que  se  han  de  tomar,  los  cuidados 
médicos  que  reclamar.  Sería  un  gran  paso  si  tales  nociones  se  extendieran 
ampliamente  entre  el  público. 

Si  la  prostitución  es  un  mal  social,  casi  incurable,  ¿se  puede,  no  obs- 
tante, esperar  restringirla,  ejerciendo  una  acción  moral  sobre  la  juventud, 
reaccionando  contra  la  licencia  de  las  calles,  del  libro,  del  teatro,  etc.,  favo- 
reciendo la  difusión  de  conocimientos  precisos  sobre  los  peligros  de  todo 
orden  de  la  relajación  ?  Sin  duda  alguna,  pero  es  preciso  conservar  aún  el 
sentimiento  de  las  realidades  y  tomar  la  especie  humana  tal  como  es,  con 


m8m  HeifiBta  critica  bibliográjica 

SUS  debilidades  y  suíí  caprichos.  ¿No  hay  algo  de  sencillez,  inadvertida 
páralos  médicos/  en  proclamar  que  silos  hombres  quisieran  ser  vírgenes 
hasta  su  matrimonio  y  fieles  á  sus  esposas,  las  enfermedades  venéreas  no 
tardarían  en  desaparecer?  Bsto  es  indudable  y  al  alcance  de  la  Palisse  ; 
pero,  ¿dónde  está  la  probabilidad  de  semejante  cambio  en  las  costumbres? 

En  la  práctica,  es  preciso  ser  indulgentes  para  las  relaciones,  normales 
después  de  todo,  que  nuestros  colegiales,  aprendices,  pueden  tener  con  el 
otro  sexo.  Demasiada  Severidad  paracon  €dlos,SÍn  conseguir  que  guarden  su 
inmaculación  pre-nupcial,  sería  arriesgada  po;"que  favorecería  otros  hechos 
más  vergonzosos  (onanismo,  pederastía),  y  tendría  seguramente  por  efecto 
impedirles,  en  caso  de  enfermedad  venérea,  reclamar  los  cuidados  necesa- 
rios, lo  que  sería  desastroso,  no  sólo  para  ellos,  sino  para  todos  los  de  su  al- 
rededor. 

En  resumen :  la  situación  es  bastante  grave  y  justifica  las  preocupacio- 
nes de  los  médicos  y  sociólogos.  Pero  no  se  ha  de  ennegrecer  expresa- 
mente. AlfiTunos  indicios  son  más  bien  consoladores  para  el  porvenir.  Así, 
considerando  las  excitaciones  á  la  relajación  por  exhibiciones,  publicaciones 
pornográficas,  etc.,  se  puede  comprobar  la  influencia  contraria  ejercida  por 
los  diversos  sports ,  cuya  afición  se  extiende  progresivamente.  Desarro- 
llando el  cuerpo,  distraen  al  espíritu  y  sanean  la  imaginación. 

Recordemos  aún  ^ue  ciertas  medidas  legislativas  ya  en  estudio  (reduc- 
ción del  servicio  militar,  simplificación  de  las  formalidades  que  se  refieren 
al  matrimonio),  tendrán  por  efecto  favorecer  la  conclusión  de  un  g-ran  dú- 
mero  de  uniones  legítimas.  Señalemos,  por  último,  diversas  instituciones 
sociales  en  vía  de  realización  (sindicatos,  mutualidades,  casas  obreras,  etc.), 
que,  indirectamente,  protegiendo  al  obrero,  le  dan  más  confianza  en  el  por- 
venir, y  lo  animan  para  la  fundación  de  una  familia. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.)- 

RBVISTA   CRITICA  BIBLIOGRÁFICA 

POR 

D.  FÉLIX  Antigüedad  Díez 

Obras  Saoo(pidaa  del  Dr.  Giné  y  Partagás,  precedidas  de  un  Prólogo 

apologético  del  Dr.  D.  Rafael  Rodríguez  Méndez.  —  Barcelona,  19(.»3. 

Algo  más  de  un  año  hace  que  la  Medicina  Española  perdió  al  doctor 
Giné  y  Partagás,  maestro  de  una  generación  de  médicos  por  sus  ense- 
ñanzas, tanto  en  su  cátedra  de  Clínica  Quirúrgica  como  en  las  demás 
2ue  desempeñó,  contribuyendo,  á  la  vez,  con  sus  diferentes  escritos, 
la  instrucción  de  muchos  que  no  tuvieron  la  suerte  de  oirle.  Su 
nombre  y  reputación  no  se  limitaron  á  conocerle  en  Barcelona ;  se  ex- 
tendieron más  allá,  siendo  admirado  de  todos  por  su  ilustración  y  la- 
boriosidad ;  de  mí  se  decir  que,  discípulo  de  uno  que  lo  fué  suyo,  el 
Dr.  D.  Nicolás  Montells,  Catedrático  en  la  Facultad  de  Medicina  de  Za- 
ragoza, también  fallecido,  siempre  estudié  con  interés  las  obras  que 
entonces  empezó  á  publicar  el  Dr.  Giné,  que  tanto  nos  recomendaba 
aquel  profesor  y  mas  cuando  nos  explicaba  las  diferentes  formas  de  la 
artritis  por  medio  de  cuadros  sinópticos,  como  igualmente  cuando  lo 
hacía  de  los  diagnósticos  diferenciales  de  varias  enfermedades,  entre 
las  cuales  figuraban  el  lupus  y  el  cáncer  ulcerado.  Hago  este  recuerdo 
porque  andando  el  tiempo  tuve  que  hacer  la  crítica  de  un  discurso  que 
mi  profesor  leyó  ante  una  corporación  científica,  y  porque  hoy,  sin 
méritos  para  ello,  me  corresponde  hacerlo  de  las  Obras  escogidas  del 
que  fué  maestro  de  mi  maestro.  Esta  circunstancia,  debida  sin  duda 
alguna  á  las  muchas  distinciones  que  conmigo  tiene  el  Director  de 
esta  Revista,  es  lo  que  me  obliga  a  examinar  las  obras  que  este  volu- 
men contiene,  y  que  su  buen  hijo  ha  tenido  el  acuerdo  de  reunir  para 
que  todos  las  admiremos  nuevamente  y  nos  sirvan  de  provechosa  en- 


RéMitta  crUicu  bibliográjica  ^9$ 


señanza.  ¡  Ojalá  que  todos  lo»  que  tenemos  hijos,  y  aomos  aficionados  á 
escribir  para  la  ciencia  médica,  Ueg-uen  á  honrar  nuestro  nombre  en  la 
forma  que  hoy  lo  hace  este !  Es  la  mejor  ofrenda  ,que  puede  dedicarse 
k  la  memoria  de  un  hombre  que  tanto  trabajó  para  bien  de  la  sociedad 
y  de  la  ciencia. 

El  Dr.  Giné  y  PartagAs,  como  nos  hace  ver  en  el  Prólogo  apologético 
su  compañero  el  Dr.  D.  Rafael  Rodríguez  Méndez,  fué  siempre  un  hom- 
bre trabajador  y  aplicado  :  jamás  estuvo  ocioso ;  lo  mismo  de  estudiante 
y  en  los  primeros  años  de  su  profesión  ejerciendo  en  pueblo,  que  hasta 
última  hora  desempeñando  su  cátedra,  no  tuvo  descanso  ;  es  difícil  que 
nadie  haya  hecho  ni  escrito  más ;  fué  un  hombre  enciclopédico,  lo 
mismo  en  Medicina  que  en  todos  los  ramos  del  saber,  y  supo  (cosa  di- 
fícil en  estos  tiempos,  en  los  cuales  muchos  no  saben  sacar  partido  de 
su  trabajo),  ser  práctico,  hacer  pagar  sus  servicios  profesionales  y  es- 
tudios (sin  mercantilismos,  ni  con  apoyos  de  nadie),  porque  sin  inmo- 
destia sabía  lo  que  valía.  Así  no  es  de  extrañar  que  su  carácter  fuera 
independiente  y  batallador ;  intransigente  con  el  error  y  lo  rutinario, 
fué  un  polemista  terrible,  que  jamás  transigía  por  nada,  ni  por  nadie ; 
su  nombre  y  posición  lo  debía  al  estudio  constante,  y  hombres  así  se 
elevan  solos  sobre  los  damas.  Sigan  su  ejemplo  los  que  tengan  apti- 
tudes para  hacerlo,  que  bien  se  necesita  hoy  que  la  sociedad  premia 
pocas  veces  al  verdadero  mérito  y  sólo  al  que  trata  de  imponerse. 

Es  difícil  hacer  una  reseña  bioliográfica  de  todo  lo  que  escribió  el 
Dr.  Giné  y  Partagás ;  sería  útil  que  pudiéramos  tener  sus  admiradores 
un  i^ice  detallado  de  los  trabajos  que  publicó,  para  consultarlos  con 
provecho ;  limitado  á  ocuparme  de  sus  Obras  escogidas,  y  reunidas  en 
un  volumen  de  más  de  800  páginas,  no  hace  falta  encarecer  que  son 
de  lo  mejor  que  escribió. 

Lo  primero  que  se  encuentra  es  el  Discwso  leído  en  la  Universidad 
Central,  en  el  acto  de  recibir  la  investidura  de  Doctor  en  Medicina,  el 
año  1862,  á  los  26  años  de  edad,  cuando  ya  había  ejercido  algo  la  pro- 
fesión, no  como  sucede  ahora  que  muchos  lo  hacen  prematuramente, 
ocupándose  de  un  tema  importantísimo,  bajo  todos  los  aspectos,  que  ti- 
tuló ¿Bxisten  en  la  aclualidad  representaciones  germinas  de  fas  razas  y  tipos 
primitivos  f,  en  cuyo  desarrollo  se  echa  de  ver  como  creía  y  pensaba  el 
modesto  médico  rural,  que  andando  el  tiempo,  por  sus  convicciones  y 
aplicación,  llegó  á  ser  la  admiración, de  sus  contemporáneos  ;  la  sínte- 
sis de  su  discurso  fué  defender  y  proclamar  la  unidad  de  la  espefie 
humana,  y  ser  ésta  de  origen  divino,  deduciendo,  en  sentido  afirmativo, 
que  en  la  actualidad  existen  representaciones  genuínas  de  las  razas  y 
tipos  primitivos.  Los  que  después  han  censurado  sus  trabajos  de  con- 
trarios á  las  enseñanzas  bíblicas,  no  le  han  leído  bien.  Vean  como  se 
expresaba  al  hacer  el  resumen  de  su  discurso :  «  ¡  Cuan  dulce  y  conso- 
lador es  contemplar  la  inmensidad  de  Dios  al  través  de  la  magnificen- 
cia de  sus  obras  ! ». 

— Sigue  el  discurso  que  leyó  ante  la  «  Sociedad  de  Amigos  de  la  Ins- 
trucción »,  en  el  acto  de  su  ingreso,  titulado  :  De  la  educación  higiénico- 
moral  de  la  mujer,  y  en  él  se  ve  al  hombre  pensador,  que  con  su  pene- 
trante juicio  expone  como  debe  dársela,  para  que  cumpla  los  deberes 
que  su  misión  en  el  mundo  exige,  cual  es  bqt  fuerte,  para  que  sea  bue- 
na madre,  cultiYando  con  acierto  su  afeccionividad. 

— Las  simpatías  y  sinergias  orgánicas  constituyen  un  estudio  fisioló- 
gico importante  de  crítica,  en  la  cual  hace  ver  la  vaguedad  de  dichos 
convencionales  conceptos,  que  quieren  explicar  ciertos  fenómenos  sin 
lograrlo,  y  que  sólo  estudiando  bien  la  distribución  del  sistema  ner- 
vioso, pueden  comprenderse. 

— Sus  estudios  histórico-MográJicos  soh^e  los  anatómicos  más  célebres^ 


s84  Repista  critica  bibliográjica 


que  florecieron  e^i  la  fy>oca  del  renacimienlo  de  las  letras^  forman  un  capí- 
tulo importante  de  nuestra  ciencia,  en  donde  el  Dr.  Giné  demuestra  su 
erudición  y  expone  lo  que  entonces  era  la  ciencia  anatómica. 

—  Acerca  de  El  ácido  fénico  en  Medicina,  es  un  trabajo  monográfico 
en  donde,  después  de  estudiar  sus  propiedades,  expone  sus  aplicacio- 
nes en  los  embalsamamientos  humanos  y  de  las  ventajas  que  su  em- 
pleo tiene  sobre  los  demás. 

—  Su  Memoria  leída  en  la  Academia  de  Medicina,  el  año  1865,  y  pu- 
blicada á  instancia  de  los  estudiantes,  á  los  cuales  quería  como  hijos 
propios,  se  refiere  á  la  Necesidad  lóffica  de  ampliar  los  conocimientos 
anatómicos,  para  que  la  ciencia  progrese  y  salga  de  su  estudio  rutina- 
rio ;  propone  una  reforma  ventajosa  que  la  coloque  á  la  altura  que  se 
merece  por  medio  de  procedimientos  analíticos  que  la  Química  sólo 
puede  demostrar. 

—  Reseña  histórica  de  la  fundación  del  Instituto  Médico  de  Barcelona 
es  otro  trabajo  contenido  en  este  volumen,  en  el  cual  describe  como 
nació  aquella  corporación  y  lo  que  fué,  y  en  la  cual  profesores  y  alum- 
nos, toaos  socioSj  tenían  los  mismos  deberes  y  derechos  ;  en  ella  se  vé 
la  poderosa  iniciativa  del  Dr.  Giné,  su  actividad  y  su  entusiasmo  cien- 
tífico. 

•^Con  motivo  de  prepararle  para  hacer  oposición  á  cátedras  de  Ana- 
tomía, escribió  una  Tesis,  titulada :  Exposición  de  los  caracteres  anata- 
micos  de  los  tejidos  epidérmicos,  asunto  poco  ameno  y  de  difícil  confec- 
ción, haciendo  un  estudio  detallado  de  los  mismos,  demostrando  sus 
grandes  conocimientos  y  aptitudes  para  la  enseftanza,  mereciendo  sus 
ejercicios  que  le  otorgaran  nna  cátedra. 

—  Frenopatía.  —  Estudios  teórico-prácticos :  es  uno  de  los  primeros 
trabajos  que  publicó  en  Nueva  Belén,  acerca  de  la  forma  como  deben 
tratarse  las  enfermedades  mentales  ó  de  los  locos,  continuados  después 
con  los  Principios  fundamentales  del  diagnóstico  frenopótico,  especiali- 
dad á  la  que  consagró  todas  sus  aptitudes,  y  en  la  cual  más  tarde  brilló 
como  ninguno ;  fueron  los  cimientos  de  obras  más  meditadas  é  impor- 
tantes, que  después  escribió  y  que  serán  siempre  leídas  con  interés, 
por  las  enseñanzas  que  suministran. 

—  I7idice  higiénicoy  moral  é  intelectual  de  un.pueblo  es  el  tema  de  un 
discurso  que  leyó  en  la  sesión  inaugural  del  Ateneo  libre  de  Cataluña, 
el  año  1878,  en'el  cual  estudia  cuanto  se  relaciona  con  este  asunto, 
analizando  los  defectos  que  se  advierten  y  las  reformas  qué  se  precisan 
adoptar,  para  que  la  salud  pública  sea  lo  que  debe  ser :  más  sana,  más 
buena  y  más  ilustrada. 

—  Otro  Discurso,  leído  en  la  misma  Sociedad,  se  titula :  Armonios  en- 
tre la  Higiene  y  la  Libertad,  tar;  notable  como  el  anterior,  demostrando 
de  un  modo  completo  que  ambas  son  enemigas  de  la  tiranía  y  de  la 
esclavitud ;  hace  un  estudio  histórico  de  la  lucha  que  en  todos  los 
tiempos  ha  existido  entre  la  una  y  la  otra,  para  deducir  que  siendo 
sanos  del  cuerpo  y  de  la  mente  es  como  puede  conseguirse  la  unión 
entre  ellas. 

— El  año  de  1878,  le  correspondió  al  Dr.  Giné  leer  el  Discurso  inaugu- 
ral en  la  Real  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona,  y  eligió  por 
tema  para  su  trabajo,  el  siguiente  :  Ensayo  teórico-práctico  sobre  homo- 
logía y  hettrologia  frenopática^,  ó  sean  semejanzas  y  diferencias  entre 
los  procesos  de  la  razófi  y  de  la  sin  razón,  y  su  contenido  causó  la  admi- 
ración de  cuantos  le  oyeron  y  después"  le  leyeron.  En  este  erudito 
discurso  demostró,  de  una  manera  magistral,  la  analogía  que  se  ad- 
vierte entre  los  estados  higiofrénicos  y  patofrénicos,  al  igual  que  en  el 
orden  somático  se  ve  clara  la  identidad  de  los  procesos  hígidos  y  mor- 
bosos ;  hace  oportunas  cnsideraciones  filosóficas  acerca  de  las  propie- 


Formulario  y  tratamieníos  modernot  285 


dades  sensitivas,  intelectuales  y  volitivas  del  cerebro  y  del  alma,  sin 
declararse  partidario  de  ninguna  escuela  de  las  que  se  disputan  el 
triunfo,  cual  son  la  somática  y  la  psicológica,  defendiendo  y  creando 
la  positivista,  diciendo  que  quien  piensa,  siente  y  quiere  es  el  hombre. 
No  es  posible  en  pocas  lineas  exponer  cuanto  de  notable  contiene  este 
discurso ;  sólo  leyéndole  es  como  se  pueden  apreciar  las  bellezas  aue 
encierra ;  su  autor  causó  una  revolución  entonces  en  los  estudios  ire- 
nopáticos  con  su  publicación, 

— Estudios  clhiícos  sobre  la  sección  por  la  ligadura  elástica  es  un  tra- 
bajo en  defensa  de  éste  tratamiento  operatorio,  digno  de  ser  leído ; 
rechazado  por  cirujanos  de  nombradla,  el  Dr.  Giné  le  ensalza  con  en- 
tusiasmo, y  la  mejor  prueba  de  su  utilidad  y  ventaja  son  las  observa- 
ciones de  enfermos  que  curaron  con  su  empleo. 

—  El  Manicomio.  Consideraciones  sobre  síi  historia  y  porvenir,  es 
una  exposición  de  lo  que  son  y  han  sido  en  España,  y  lo  que  deben  ser 
para  que  en  ellos  encuentren  alivio  y  curación  los  que  pierdan  la 
razón. 

— Aforística  frenopdtica  constituye  un  compendio  de  todo  cuanto  se 
necesita  saber  acerca  de  esta  ciencia",  expuesto  con  una  concisión  tan 
clara  y  terminante,  que  avalora  más  su  mérito,  pues  siempre  los  asun- 
tos tratados  en  pocas  palabras  dicen  más  que  los  hechos  con  extensión. 

— El  estudio  de  la  Frenopato/obia, 'poco  conocida  hasta  que  el  doctor 
Giné  la  dio  á  saber,  merece  ser  leído  con  interés,  porque  nos  puede 
facilitar  preveer  lo  que  con  el  tiempo  le  sucederá  al  desgraciado  que 
empiece  á  temer  transtornos  en  su  razón,  y  evitará  sorpresas  que,  es- 
tando preparadas,  pueden  remediarse. 

—Él  sueño  de  los  locos  es  un  trabajo  fisiológico  y  de  observación  de- 
tenida que  indica  las  diferencias  que  se  advierten  en  ellos,  que  sirven 
para  conocer  la  clase  de  perturbación  mental  que  padecen  unos  ú 
otros. 

— Semeiótica  simbólica  cutánea  constituye  un  estudio  por  el  cual  se 
puede  venir  en  conocimiento  de  la  enfermedad  que  padece  un  sujeto, 
sin  examinarle  con  detenimiento  ;  es  un  medio  para  que  el  ojo  clínico 
diagnostique,  á  simple  vista,  de  mucha  importancia  en  la  práctica,  y 
que  bien  observado  ha  creado  reputaciones  favorables. 

— Contra  la  reacción  y  la  ignorancia  fué  un  /)íící^r50  pronunciado  en 
la  sesión  inaugural  del  Ateneo  de  internos  de  la  Facultad  de  Medicina 
de  Barcelona,  el  ano  1881 ;  no  se  cansa  uno  de  leerle,  por  lo  valiente  y 
hermoso  que  es :  sanos  consejos  á  la  juventud  escolar,  dados  con  el 
cariño  que  el  Dr.  Giné  sentía  por  ella,  son  el  fruto  sintético  de  su  ex- 
periencia y  de  los  deseng-años  observados. 

No  los  olvidemos,  porque  su  recuerdo  es  verdadero.  . 

(Se  concluirá). 

FORMULARIO   T   TRATAMIENTOS    M0DBRM08 


LXXI.  —  Ooquelnohe:  tratamientos  modernos 

Amat  comienza  diciendo  que  hoy  por  hoy  no  tiene  la  coqueluche  trata- 
miento específico.  Para  ello  sería  preciso  conocer  el  microbio  productor. 
Ni  el  bastoncillo,  bacillus  tussis  convulsivae,  que  creyó  haber  encontrado 
Afanasiew  y  con  cuyos  cultivos  producía,  por  inyección  traqueal,  en  los 
perros  la  muerte  después  de  haber  presentado  síntomas  de  bronco-pneumo- 
nia  y  de  fiebre ;  ni  el  pequeñísimo  diplococo  aerobio,  citado  por  Ritter  y  que 
causaba  en  los  perros  una.  tos  semejante  á  la  ferina,  ni  el  microbio  que 
creyó  haber  descubierto  Leuriaux,  base  del  suero  de  su  nombre,  han  dado 

fraudes  resultados.    El  último,  el  que  parecía  más  valedero,  es  hoy  objeto 
e  grandes  dudas,  como  veremos.    En  suma,  hoy  como  antes,  la  modifica- 


286  Formulario  y  iratamienios  modernos 

ción  se  dirige  contra  el  elemento  catarral,  el  espasmódico  y  los  principales 
síntomas. 

Detallemos  un  poco. 

Suero  Leuriaux.  —  Halló  este  autor  un  bacilo  corto,  ovoideo,  cultivable; 
inyectado  á  los  conejos  (venas),  determina  frecuencia  respiratoria  y  luego 
parálisis  de  los  miembros  posteriores,  después  de  los  anteriores  y  de  los 
músculos  torácicos,  respiración  irregular  y  al  fin  una  brusca  convulsión  tó- 
nica que  acaba  con  el  animal.  Siguiendo  el  procedimiento  de  Roux,  inmu- 
nizó caballos  con  caldo  de  cultivo  de  este  microbio,  y  á  los  tres  ó  cuatro  me- 
ses utilizó  el  suero. 

Según  Leuriaux,  si  se  inyecta  el  suero  al  principio  de  la  enfermedad,  la 
tos  espasmódica,  el  grito,  los  vómitos,  son  más  raros  y  menos  intensos,  y  á 
los  pocos  días  cesan  por  completo.  Si  el  caso  es  grave  y  complicado  y  data 
de  12, 15  y  más  días,  los  efectos  son  los  mismos,  si  bien  la  curación  es  más 
lenta. 

La  dosis  es  de  5  cm.'  para  los  niños  de  pocos  meses  hasta  cerca  de  dos 
años  y  de  10  á  los  de  dos  años.  Se  puede  hacer  una  segunda  inyección  y 
aun  una  tercera  si  la  mejoría  es  lenta.  En  los  66  casos  sólo  observó  5  re- 
beldes. Varios  otros  médicos,  especialmente  los  de  los  hospitales  de  Bru- 
selas, confirmaron  estos  éxitos.  Desgraciadamente  fué  negativo  el  resul- 
tado en  manos  de  otros,  Variot  y  Roques,  por  ejemplo. 

Suero  antidiftérico.  —  Dotti  y  Cerioli  logran  mejora  en  los  síntomas  y 
complicaciones,  por  modo  análogo  á  lo  que  ocurre  con  otros  padecimientos 
infectivos,  como  el  ozena.  Las  pruebas  posteriores  han  sido  menos  satis- 
factorias. Algunos,  sin  embargo,  siguen  ñeles  .-Kornajewski  lo  emplea  dos 
ó  tres  días  en  una  semana,  y  dice  alcanza  la  curación  en  un  lapso  de  quince 
días  como  máximum. 

Vacuna  Jenneriana.  —  Hace  unos  trece  años  un  caso  fortuito  hizo  se  em- 
pleara. Cachazo  hubo  de  vacunar  un  niño  coquelucboso,  y  notó  un  gran 
alivio  en  la  tos  ferina.  Después  la  ba  inoculado  en  varios  niños,  inclusos 
casos  gravísimos.  Pestalozza,  Celli,  Bolognini,  insistieron  en  su  valor  prc- 
ñláctico  y  curativo.  Hay,  en  cambio,  abundantes  observaciones  negativas. 
De  todos  modos 'debe  vacunarse  á  Jos  niños  con  coqueluche,  valga  lo  que 
valiere,  pues  esta  no  es  una  contraindicación. 

Guayacol,  gomenoL  —  Chatebourg,  en  vista  de  los  resultados  obtenidos 
en  la  tuberculosis,  hizo  inj'^ecciones  de  guayacol,  notando  alivio  desde  la 
tercera.  Inyectaba  2'50  cm.'  de  una  vez  en  una  solución  al  décimo  de  aceite 
esterilizado,  llegando  hastji  diez  y  más  inyecciones. 

KXgomenoly  terpinol  procedente  de  la  Malaletica  viridiflora,  ha  sido  usado 

Sor  Leroux,  Pasteur  y  Tozzi,  con  buen  éxito,  en  inyecciones  de  5  á  10  era.* 
e  una  solución  al  5  por  100.  Se  las  debe  continuar  cinco  ó  seis  días  des- 
pués de  los  últimos  accesos.  El  alivio  se  nota  desde  la  tercera  ó  cuarta. 
También  es  útil  en  los  casos  de  bronquitis  con  tos  violentísima. 

Ozono.  —  Delhern  lo  emplea,  haciendo  inhalaciones  de  diez  minutos,  tres 
al  día  por  término  medio ;  más,  si  es  violenta.  El  tratamiento  dura  quince 
días.  Oudiu  y  Donner,  Bordier,  y  sobre  todo  Deltorm,  han  comprobado  >a 
eficacia  del  ozono  durante  el  periodo  de  los  accesos;  no  así  en  el  principio 
ni  en  el  fin  (período  catarral).  Atenúa  el  ataque  y  los  fenómenos  congesti- 
vos.    Es  inútil  cuando  hay  bronco-pneumouia. 

Tiene  sobre  otros  agentes  la  ventaja  de  no  ser  tóxico. 

Acido  fénico.  —  La  evaporación  del  agua  fenicada  en  la  habitación  del 
enfermo  reduce  la  intensidad  y  duración  de  los  ataques.  Es  deprimente  y 
determina  con  frecuencia  epistaxis,  que  revelan  una  intoxicación  incipiente. 
No  es  muy  recomendable. 

Baumel,  recientemente,  dice  haber  logrado  buen  éxito  con  pulverizacio- 
nes fenicadas  al  25  por  100,  hechas  á  un  metro  ó  metro  y  medio  de  la  cabeza 
del  enfermo,  dos  ó  tres  veces  al  día  y  á  dosis  variable,  según  la  edad. 

Oxigeno.  —  Cómo  el  ácido  fénico  puede  intoxicar  á  los  niños  aun  en  dosis 
muy  pequeñas,  Baroux  utiliza  las  inhalaciones  de  agua  oxigenada  en  frío. 
Vierte,  cada  cuatro  horas,  80  gramos  de  este  agua  á  12  volúmenes  en  dos 
pedazos  de  lienzo  blanco  usado  de  un  metro  cuadrado,  plegados  varias  veces 
y  suspensos  de  una  cuerda  cerca  del  enfermo.  Mengua  la  frecuencia  é  in- 
lensidad  de  los  accesos  y  acorta  la  enfermedad. 

Oxigeno  y  vapores  medicamentosos.  —  Un  globo  con  oxígeno,  unido  me- 


Formulario  y  tratamientoi  modernos  287 

díante  un  tubo  de  caucho  con  un  saturador  de  piedra  pómez,  y  otro  tubo 
que  tern^ina  en  un  embudito  de  hueso  qué  pone  el  oxígeno  cargado  de  ya* 
pores  medicamentosos  en  la  boca  del  niño,  son  las  partes  de  que  consta  el 
aparato.  Se  vierte  sobre  la  piedra  pómez,  á  grtas,  una  solución  de  bromo- 
formo  en  agua  de  laurel  cerezo,  removiendo  los  fragmentos  de  aquélla  con 
una  varita  de  cristal ;  se  coloca  la  piedra  en  el  saturador  por  capas,  expol- 
vorean^o  cada  una  de  éstas  con  pedacitos  de  bromuro  de  alcanfor.  De  ordi- 
nario se  pone  10  gramos  de  cada  uno  de  los  dos  medicamentos.  Cargado 
el  aparato,  se  pone  el  embudo  entre  los  dientes  del  niño  y  se  comprime  el 
globo  de  O,  cuyo  gas  arrastra  los  compuestos  de  bromo. 

Las  inhalaciones  se  hacen  cuatro  veces  al  día,  y  en  cada  una  se  consume 
doce  litros  de  oxígeno.    El  saturador  se  carga  cada  cuatro  ó  cinco  días. 

En  dos  ó  tres  días  se  nota  gran  alivio,  y  en  veinte  ó  treinta  cesan  los- fe- 
nómenos espasmódicos. 

Esencias.  —  En  una  reciente  epidemia  ocurrida  en  Blida,  Toumier  ha 
prescrito  inhalaciones  con  excelentes  resultado  de  esta  mezcla  : 

Glicerina 10  gramos. 

Creosota 5       » 

Esencia  de  trementina 4       » 

»      de  eucalipto ,    .  3       » 

»      de  clavel .    .    . 1        » 

Se  vierte  algunas  gotas  en  una  máscara  como  la  de  cloroformizar  y  se 
acerca  á  la  cara  del  enfermito.  Mengua  la  coqueluche  y  se  evita  en  las 
vías  respiratorias  el  cultivo  de  micro-organismós. 

/'orwo^.  —  Lamollerée  propone  las  inhalaciones.  Evapora  en  una  lám- 
para de  alcohol  una  pastilla  de  paraformaldehido,  dentro  de  la  habitación. 

Este  tratamiento,  todavía  en  litigio,  tiene  los  inconvenientes  de  que  es 
preciso  comenzarlo  á  los  ocho  ó  diez  días,  lo  más,  del  principio  de  la  coque- 
luche, encerrar  al  niño  con  una  temperatura  constante  de  18°  á  20*  y,  ade- 
más, irritar  la  pituitaria  y  conjuntiva. 

loduro  de  etilo.  —  Este  medicamento,  tan  recomendado  en  las  enfermeda- 
des espasmódicas,  principalmente  en  el  asma,  ha  sido  propuesto  por  Bardet. 
Se  rompe  el  tubo  y  se  aspira.    Parece  recomendable. 

Piridina  y  bromuros,  —  Dados  los  buenos  efectos  de  la  piridina  en  el  asma 
neuro-pulmonar,  Mya  la  empleó  en  la  coqueluche  como  antiespasmódico  y 
antiséptico.  Vierte,  dos  veces  al  día,  4  ó  5  gramos  de  piridina  en  una  cáp- 
sula que  pone  al  pié  de  la  cama. 

Prescribe  á  la  par  uüa  mezcla  de  bromuro  potásico,  estróncico  y  amóni- 
co, á  la  dosis  de  I  á  3  gramos  para  los  menores  de  3  años  y  á  la  de  4  para  los 
mayores.  Esta  mezcla,  que  es  bien  tolerada,  mengua  la  excitabilidad  re- 
fleja y  ayuda  mucho  la  acción  sedante  de  la  piridina. 

Mya  está  muy  satisfecho  del  resultado :  curación  sin  complicaciones. 

Sublimado  corrosivo  — Usado  primero  por  Raubitscheck,  luego  por  Rosco 
y  en  1895  por  Hochstetten.  fué  abandonado  más  tarde.  Calobro  lo  resucita 
ahora :  toca,  según  la  gravedad,  una,  dos  ó  tres  veces  la  garganta  con  una 
sofución  al  1  por  2,000.  Dice  haber  curado  56  enfermos  en  un  lapso  de  10  á 
30  días. 

Dionina.  —  Gottschalk  ha  logrado  con  ella  menguar  la  intensidad,  pero 
no  la  duración  de  la  coqueluche,  en  52  casos.  A  los  niños  de  un  año  da 
medio  miligramo  cada  tres  horas ;  uno,  á  los  de  2 ;  dos,  á  los  de  3  y  4 ;  cinco, 
á  los  de  5  á  8.  La  administración  de  este  medicamento  debe  ser  muy 
vigilada. 

Si  bien  no  es  un  específico,  es  útil  siempre  como  narcótico  cómodo,  cuya 
acción  no  es  temible  y  que  se  presta  á  ser  ingerido. 

Aristoquina,  —  ^t\xrhQvg  la  ha  dado,  en  18  casos,  á  la  dosis  de  10  á  15  cen- 
tigramos tres  veces  al  día  á  niños  menores  de  uii  año,  y  á  la  de  30,  también 
tres  veces,  á  los  mayores.  Los  niños  la  toman  bien  en  agua,  pues  es  insí- 
pida, no  produce  vómitos  ni  causa  disturbios.  Todavía  no  ha  sido  formu- 
lado el  juicio  definitivo. 

Baños  de  aire  comprimido.  —  Rocazy  Delmas  los  recomiendan  con  empeño, 
pero  desgraciadamente  no  están  al  alcance  de  todos. 

Propulsión  de  la  mandíbula.  —  He  tratado  de  este  procedimiento  en  la  pá- 
gina 225  de  este  mismo  tomo. 


288  Formulario  y  Iratamienios  modtrnos 


Compresión  del  abdomen  y  del  tórax.  ■—  Ha  muy  poco  fué  aconsejada  por 
Kilmer.  Se  vale  de  un  vendaje  de  cuerpo  al  que  añade  uua  fajaelástica 
destinada  al  vientre.  Asegura  que  quita  los  vómitos  y  que  reduce  la  fre- 
cuencia é  intensidad  de  los  accesos. 

—No  hay  para  qué  mencionar  los  numerosos  medicamentos  que  todos 
conocemos. 

Desde  el  punto  de  vista  práctico  hay  que  dividir  los  niños  en  dos  grupos: 
I.'*,  los  que  toman  medicamentos,  y  en  ellos  puede  ensayarse  toda  la  escala 
terapéutica;  2.°,  los  que  los  rehusan,  en  los  cuales,  si  no  queremos  provocar 
nuevos  accesos  por  la  violencia,  nos  hemos  de  limitar  á  las  inhalaciones  y 
pulverizaciones.  Por  excepción  el  formol,  con  más  frecuencia  el  ácido  fé- 
nico y  habitualmente  las  esencias,  el  oxígeno  y  sobre  todo  el  iodurode  etilo, 
deben  ser  usados  en  la  coqueluche  para  atenuar  la  violencia  de  los  ataques, 
reducir  su  número  y  poner  término  á  la  enfermedad  (1). 

LXXII.  —  Triberano:  nuevo  lazante 

Se  compone  de : 

Azúcar  en  polvo 'ÍO   gramos. 

Raíz  de  regaliz  en  polvo 20         » 

Hojas  de  sen  lavadas  con  alcohol 20         » 

Azufre  precipitado 10         » 

Vainilliua 0*20    » 

Se  mezcla  íntimamente,  sé  porfiriza  y  tamiza. 

Una  cucharadita  en  agua  ó  en  sellos  produce  uua  ó  dos  evacuaciones  bi- 
liosas y  sin  cólico.  Debe  tomarse  de  noche  (2). 

LXXnr.  —  Trigémina:  aooij&n  analgéeioa 

La  trigémiua,  producto  reciente,  se  obtiene  tratando  el  piramidón  con  el 
hidrato  de  butilcloral.  Se  presenta  en  formas  de  largas  agujas  blancas,  de 
olor  aromático  especial,  sabor  dulzaino  y  fusibles  á  85".  Su  acción  es  aná- 
loga á  la  de  sus  componentes,  pero  con  algunas  ventajas. 

El  piramidón  (dimetil-amido-fenil-dimetil-pirazolono)  tiene  una  acción 
analgésica  más  duradera  y  más  intensa  que  la  antipirina. 

El  hidrato  de  butilcloral,  mal  llamado  croton-cloral,  tiene  acción  electiva 
sobre  el  trigémino :  á  pequeñas  dosis,  15  á  20  centigramos,  calma  la  sensi- 
bilidad de  la  piel  del  cráneo  y  de  la  cara,  quedando  aún  sensibles  las  demás 
partes. 

La  trigémina  es  analgésica  y  sedante,  pero  no  hipnótica,  especíñca  en 
los  dolores  de  los  nervios  craneales  y  su  acción  tres  ó  cuatro  veces  superior  á 
la  del  butilcloral.  Sobre  éste  tiene  las  ventajas  de  su  sabor,  de  ser  soluble, 
de  no  irritar  la  mucosa  gastro-entérica  y  de  no  influir,  á  dosis  terapéuticas, 
sobre  el  corazón,  propiedad  muy  importante,  pues  permite  su  empleo  en  los 
casos  de  astenia  cardíaca. 

Overlach  la  reputa  excelente  en  las  varias  especies  de  cefalalgia,  sobre 
todo  en  las  consecutivas  á  lesiones,  trastornos  psíquicos,  grippe  y  alcoholis- 
mo; en  la  hemicránea  típica  y  periódica  (algunas  veces  es  más  útil  que  la 
migranina  y  viceversa);  en  la  neuralgia  occipital  y  en  la  del  5.**  par,  en  las 
cuales  es  casi  especifica;  en  las  odontalgias,  puípitis  y  neuritis  ascendente, 
debidas  á  caries  dentarias,  etc.         ' 

Se  usa  en  solución  ó  en  sellos  á  la  dosis  media,  para  los  adultos,  de  0'60 
á  0*15  gramos,  en  una  ó  dos  veces;  pero  se  puede  llegar  hasta  1*20  sin  incon- 
veniente alguno  (3). 

LXXIV.  —  Antiool:  astrinffente  y  desinfectante  intestinal 

Es  un  ácido  tánico  especial,  extraído  de  una  planta  poco  usada  en  Medi- 
cina, que  tiene  en  sus  efectos  notables  diferencias  con  el  tanino  ordinario, 
el  de  la  nuez  de  agallas. 

El  ácido  tánico  paraliza  las  bacterias  y  neutraliza  las  toxinas,  probable- 
mente por  formar  con  ellas,  como  con  los  alcaloides  vegetales,  compuestos 
insolubles  (Cantani);  además,  es  el  antiséptico  que  más  disminuye  el  nú- 

(1)    Bull.  gen.  de  Thérnp. 
('D    La  Farmacia  €spañ-»ta. 
{Z¡    Giorn.  int.  Scien.  med. 


Formuiario  y  tratamientos  modernos  aSg 


mero  de  las  bacterias  intestinales  ( paezkiewez ).  Pues  bien :  el  anticol 
tiene  estas  mismas  acciones,  pero  más  potentes,  contribuyendo  á  ello,  sin 
duda,  el  opio,  que  entra  en  su  composición;  por  este  motivo  no  debe  ser 
dado  á  los  niños. 

Se  prescribe  para  los  adultos  en  pildoras :  dos  cuatro  horas  después  de  la 
última  comida,  que  pueden  ser  repetidas  durante  tres  días  consecutivos,  si 
no  bastan  las  primeras.  En  las  mujeres  y  personas  débiles  no  debe  prescri- 
birse más  que  una  la  vez  primera,  y  si  son  necesarias  otras  dosis  se  regulan 
según  la  tolerancia  y  los  efectos  (1). 

LXXV.  —  Tenia:  tratamiento  oon  el  eetafto 

Hace  años  lo  empleó  Dommes.  Recientemente  Dotchewsky,  que  me- 
diante la  corriente  galvánica  lo  prepara  en  polvo  fino,  lo  ha.usado,  siendo  el 
efecto  seguro,  breve,  completo  y  sin  más  molestias  que  unos  cólicos  ligeros. 
Todas  estas  son  ventajas  si  se  le  compara  con  los  demás  tenífugos. 

Durante  dos  días  toma  el  enfermo  purgantes  salinos  y  es  sometido  á  un 
régimen  sobrio ;  al  tercer  día  toma  por  la  mañana,  en  ayunas,  con  interva- 
los de  quince  minutos,  un  sello,  hasta  cinco,  cada  uno  de  los  cuales  con- 
tiene de  0*60  á  I  gramo  de  estaño.  A  las  dos  horas  del  último  sello,  un  pur- 
gante cualquiera,  preferentemente  el  aceite  de  ricino  (2). 

LXXVI.  —  Qnelidonlna :  eu  empleo  en  lae  Terrasrae»  epitelioma 
y  oánoeree,  Aloera  sr^etrioa,  eto.;  aooión  analsrétioa 

A.lcaloide  déla  celidonia  mayor  (Ckelidonium  major),  más  abundante  en 
la  raiz.  Se  presenta  cristalizado  en  tabloides  incoloros  ó  eñ  agujas  prismá- 
ticas; es  soluble  en  el  agua,  alcohol  y  éter ;  se  combina  con  los  ácidos,  for- 
mando sales  casi  todas  cristalinas.  El  sulfato  y  el  fosfato  son  sales  cristali- 
nas blancas,  muy  solubles;  el  tanato,  polvo  blanco-amarillento,  es  poco 
soluble  en  el  agua  y  soluble  en  el  alcohol;  e\  nitrato  y  poco  soluble,  forma 
grandes  cristales;  el  clorhidrato,  en  agujas  pequeñas  y  frías,  solóse  di- 
suelve en  300  partes  de  agua  á  20°. 

Es  hipnótico  y  calmante,  si  bien  menos  que  los  otros  alcaloides  de  la 
planta,  como  también  es  menos  tóxico  que  ellos.  No  causa  mareo,  ni  estre- 
ñimiento, ni  los  demás  accidentes  de  los  narcóticos: 

Contra  las  verrugas  se  emplea  hace  mucho  tiempo  por  el  vulgo. 

Se  le  considera  como  un  específico  en  el  cáncer  gástrico  y  hasta  en  el  pe- 
ríodo caquéctico  de  las  neoplasias malignas (Seded,Ribbing,  Rümph,Denis- 
senko,  Robinson  y  Kraisky).  Denissenko  lo  usó  en  embrocaciones  contra  el 
epitelioma  y  logró  la  regresión  superficial;  entonces  administró  al  interior 
el  extracto  de  la  planta  en  solución  acuosa,  á  la  dosis  de  1'50  á 5  gramos  dia- 
rios, á  la  par  que  inyectaba  alrededor  del  tumor  una  mezcla  á  partes  igua- 
les de  quelidonina,  glícerina  y  agua,  y  si  estaba  ulcerado  lo  cubría  con  una 
solución  del  alcaloide  en  glicerina. 

Desde  los  primeros  días  notó  mengua  y  desaparición  del  tinte  caquéc- 
tico, reducción  y  extinción  del  tumor  que  parece  como  fundirse,  saliendo 
pus  por.  las  picaduras  de  las  inyecciones  convertidas  en  trayectos  fistulosos, 
y  á  los  Í5  ó  25  días  se  elimina  toda  la  neoplasia  necrosada,  como  se  elimina 
un  secuestro  ó  una  escara  empujados  por  las  defensas  orgánicas. 

En  8  enfermos  ha  conseguido  tres  curaciones  y  cinco  alivios  evidentes 
que  continuaban  al  dar  cuenta  de  los  resultados  en  la  «Sociedad  de  Tera- 
péutica». 

Como  analgésico,  hipnótico  y  específico  lo  recomienda  en  la  úlcera  y  en 
el  cáncer  gástricos. 

Prescribe  un  centigramo  repartido  en  granulos  de  dos  miligramos  al  día, 
y  va  aumentando  según  los  efectos.  Las  inyecciones  hipodérmicas  y  las  lo- 
cales al  1  por  1,000  (2). 

LXXVII.  —  Heridae:  tratamiento  oon  el  bálsamo  TolA 

Van  Stockan,  de  Rotterdam,  impregna  de  este  bálsamo  las  heridas  com- 
plicadas con  fracturas.  Las  heridas  no  deben  ser  lavadas  y  el  bálsamo  ha  de 
ser  previamente  esterilizado  (3). 

(1)  GüK'  sicil.  di  Medicina  e  Chirurgia, 

(2)  El  Jurado  médico-farmacéutico. 

(3)  Gai(,  hebd,  des  Se.  Méd.  de  Bordeaux. 


¡üfo 


Pubiicaciones  recibidas 


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1^ 


LXXVilI.  —  Vimela;  tratamUnto  oon  la  Taoiina 

Kietchetow  aconseja,  desde  que  se  inician  los  síntomas  de  viruela,  hacer 
vacunaciones  repetidas  y  muy  intensivas.  De  este  modo  se  logra  atenuar 
por  modo  notable  la  erupción  variolosa  (1). 

LXXIX.  — Acné  de  la  cara:  tratamiento 

Gaucher  dice  que  el  único  tratamiento  es  el  azufre,  pero  no  el  sublimado 
ó  flor  de  azufre,  que  irrita,  sino  el  precipitado,  el  antiguo  magisterio  de 
-azufre;  aquél  es  amarillo  y  éste  blanquecino. 

Comienza  por  perforar  todos  los  botones  con  un  escarificador  á  medida 
que  van  apareciendo  y  hace  salir  la  materia  grasa:  si  sólo  sale  el  pus  no  se 
cura.  Hace  lavar  luego,  mafiaua  y  noche,  con  agua  todo  lo  caliente  que 
sea  soportable,  con  lo  cual  se  descongestiona  la  piel  y  se  disuelven  las  gra- 
sas. Por  la  noche,  después  del  lavado,  embadurna  toda  la  cara,  y  en  ella 
queda,  hasta  el  día  siguiente,  con: 

Azufre  precipitado  puro  y  tamizado    .    .    ,    .       6  gramos. 

Talco  pulverizado  y  tamizado 2       » 

Glicerina  oficinal  pura 60       » 

Agua  de  rosas 120       » 

Tintura  de  benjuí 10       » 

»     de  quillaya ►    .    .  10       » 

Si  se  quiere  aumentar  la  consistencia  de  esta  mezcla  se  pone  mayoría  can- 
tidad de  talco.  Con  las  tinturas  se  hace  mejor  la  mezcla  y  además  se  sapo- 
nifica las  grasas.  La  preparación  se  hace  en  el  mortero  para  que  la  masa 
resulte  homogénea. 

A  la  mañana,  lavado  con  agua  muy  caliente,  y  para  calmar  la  irritación 
un  polvo  inerte  cualquiera,  sobre  todo  los  minerales,  por  ejemplo,  carbonato 
de  magnesia. 

Se  ha  de  cuidar  del  tubo  digestivo  y  proscribir  los  alimentos  fermentados 
ó  fácilmente  fermentescibles  y  las  carnes  (2). 

LXXX.  —  Aoné  ▼arieliferme :  tratamiento 

En  este  caso,  mal  llamado  mollmcum  contagiosum  (Bateman),  el  mal  re- 
side en  las  glándulas  sebáceas,  y  se  presenta  á  modo  de  un  tubérculo  redon- 
deado. Las  glándulas,  en  vez  de  sufrir  la  fusión  celular,  la  evolución  gra- 
sosa normal,  se  oueratinizan  y  sufren  la  evolución  córnea,  concretándose 
alrededor  del  ombligo  central  que  tiene  el  conducto  excretor. 

El  tratamiento  consiste  en  destruir  los  botones  con  el  gal  vano-cauterio  ó 
el  termo-cauterio  (2). 

Dr.  Rodrígubz  Méndez. 


PUBLICACIONES  RBCIBIDA8 


Un  método  nuevo  para  el  onltlvo  ráplAo  de  loe  miorobioe  anaero- 
bios eetriotos,  por  el  Dr.  Ugo  Biffi.  —  Lima,  1903. 
Etiología  y  tratamiento  de  la  disenteria,  por  Luis  Y.  Velasco.  —  San 

Salvador,  1904. 

Téonioa  de  la  terapéntioa  especial.  —  Manual  para  la  práctica,  por  el 
profesor  F.  Gumpréclit.  Traducido  de  la  tercera  edición  alemana,  por  los 
doctores  D.  Ricardo  Zariquiey  y  D.  Agustín  Mar^'e.— Ilustrado  con  205 
grabados.  — Sal vat  y  C.\  Mallorca,  294. —  Cuadernos  7.°,  8.^9.'*y  10.— 
Barcelona,  1903.  —Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Dermatología,  Biflliografia  y  Enfermedades  venéreas, 
escrito  para  uso  de  médicos  y  alumnos  de  Medicina  por  el  Profesor  Dr.  Ed- 
mundo Lesser.  Traducido  de  la  décima  edición  alemana  por  los  Doctores 
D.  Gil  Saltor  y  Lavall  y  D.  José  María  Biada»  —  Ilustrado  con  profusión' 


(1)  Ga<.  hebd.  des  Se.  Méd.  de  Bordeaux. 

(2)  Journal  de  hiid.  interne. 


Publicaciones  recibidat  29 1 


de  grabados.  —  Salvat  y  C.*,  Mallorca  294.  —  Cuaderno  10.  —  Barcelo- 
na, 1903.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Oto-Blno-Iiarinffolosria,  por  el  Dr.  D.  Ricardo  Botey.  — Cua- 
dernos n.  18  y  19.  —  Barcelona,  1904. 

Tratado  de  laa  enfermedades  de  la  Infanoia,  por  el  Dr.  Julio  Comby.— 
Segrunda  edición  española  traducida  de  la  IV  francesa  por  el  Dr.  D.  An- 
drés Martínez  Vargas.  —  Salvat  y  C.*,  Mallorca,  294.  —  Cuaderno  n,  18, 
19,  20  y  21.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

XaOS  néTropathee.  —  Hédeolne  et  Hygléne  dea  néTroses  et  de  la 
nearastliénle,  par  le  Dr.  E.  Monin.  —  F.  R.  de  Rudeval,  editeur,  4,  rué 
Antoine  Dubois.  —  París,  1904.  —  3  fr.  5'\ 

Xaa  Patología  de  la  risa.  I1O0  parozlemos  de  risa  en  la  histeria. 
Bu  tratamiento  por  el  hipnotismo,  por  el  Dr.  José  Ingegnleros.  — 
Buenos  Aires,  1903. 

Síndromes  eplsódioos  en  los  degenerados  mentales.  Estados  pato- 
lógloos  de  la  afeotivldad.  Un  oaso  de  «pedofllla»  mórbida  oon 
éxtasis  oontemplatlTO,  por  el  Dr.  José  Ingegruieros.  —Buenos  Aires, 
1904. 

Obsesiones  é  Ideas  fijas,  por  el  Dr.  José  lugreguieros.  —  Buenos  Aires, 
1904. 

Behabllltaoión  de  alienados.  Estudio  perlolal,  por  el  Dr.  José  Ingeg*- 
iiieros.  —  Buenos  Aires,  i9*i4. 

Un  oaso  de  Inzaolón  oongénita  onrado  oon  restitnoión  anatómioa 
y  fanoional  por  el  prooedimiento  sin  sangre  de  A.  Iiorenz,  por 
el  Dr.  D.  Joaquín  Decref.  —  Madrid,  1904. 

Tratado  de  Hedloina  olinioa  y  Terapéutica,  publicado  bajo  la  direccióu 
de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe,  con 
la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  porelDr.  D.  José  Góngora  yTuñón.  —  José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuadernos  95  y  96.  —  Barcelona,  1903.  — •  Una 
peseta  cuaderno.  — Dos  ejemplares.* 

Tratado  práotico  de  la  sifllis  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor E.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —  Traducido  por  el  doc- 
tor T.  Corominas  y  Pedemoute.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  páginas  y  una  lámi- 
na^ á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José  Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cua- 
derno 14.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Manual  de  Patolos^la  externa,  por  E.  Forgue.— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 

•  pasa  y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor.  Cortes,  579.  —  Cuaderno  14.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

Tratado  de  Olrnsria  olinioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmann,  P.  von  Bruns  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  elDr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  579. —  Cuadernos  92  y  93.  —  Bar- 
celona, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Xios  estados  snboonsoientes  y  las  aberraoiones  de  la  personalidad, 
por  D.  Víctor  Mehsior  y  Farré.  —  Barcelona,  1904.  —  3  pesetas. 

Frontal  sinusitis  and  ophthalmoplegia  interna  partialis,  by  H.  Man- 
ning  Fish,  M.  D.  —  New-York,  1901. 

Frontal  sinusitis  a  oause  of  aocomodation  paresis,  by  H.  Manning, 
Fish,  M.  D.  —  New-Orleans.  1904. 

Extensión  universitaria.  —  Instruooiones  populares  para  evitar  la 
propagraolón  y  estragros  de  la  tuberculosis.  Conclusiones  de  una 
Conferencia,  por  D.  Lorenzo  Pons  Marqués.  —  Mahón,  1904. 

Asamblea  universitaria  de  Valencia,  1902.  — Tema  III.  —  Oonvenien- 
oia  de  seleccionar  los  alumnos  &  su  ins^reso  en  Facultad  y  con- 
dioiones  srenerales  de  nn  buen  régrimen  escolar  universitario.  — 
Ponente  :  Dr.  Antonio  Simonena.  —  Valladolid,  1904. 

Tratado  de  Hi^ene,  por  A.  Prou.st,  con  la  colaboración  de  A.  Netter  y 
H.  Bourges.    Obra  premiada  por  el  Instituto  de  Francia  y  por  la  Facul- 


i92 


Estudios  demográJicQS  de  Barcelona 


tad  de  Medicina  de  París.  —  Traducido  al  castellano  de  la  tercera  edición 
francesa  por  D.  José  Núnez  Granes.  — -  Tomo  I.  —  Perlado,  Páez  y  C, 
editores.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

El  «Unolnarla  diiodenalls>  en  Tampioo,  por  el  Dr.  A.  Matienzo. — 
México,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Una  faml^lia  ooroioa.  —  Nota  clínica  con  hrevi  conHderazioni  sulla  pro/i- 
lassi  individúale,  peí  il  Dott.  Antonio  D'Ormea.  —  Palermo,  1904. 

Tratado  elemental  de  Patolosria  interna,  escrito  por  los  profesores  y  doc- 
tores D.  Gerhardt,  Gumprecht,  W.  His,  Klemperer,  Krau8,L.  Krehl,  Max 
Matthes,  J.  v.  Mering,  O.  Minkowski,  F,  Moritz,  F.  Müller,  E.  Romberg. 
R.  Stern  y  Vierordt,  bajo  la  dirección  del  Dr.  D.  J.  v.  Mering.  —  Con  2^ 
figuras  intercaladas  en  el  texto  y  una  lámina  tricolor.  —  Versión  directa 
de  la  segunda  edición  alemana  por  el  Dr.  D.  M.  Gil  y  Casares,  con  un 
Prólogo  del  Dr.  D.  A.  Simonenay  Zabalegui.  —  Tomo  IL  — Cuaderno  1.'— 
Santiago,  1904. 

Pébiódicos.  —  Boletín  de  la  Unión  eeoolar  oompoetelana.  —  Revista 
mensual  profesional,  científica  y  literaria  consagrada  á  la  defensa  de  los 
derechos  é  intereses  de  la  clase  escolar.  — Director:  Claudio  Contreras 
Valiñas.  —  Rúa  del  Villar,  21.  Santiago. 

The  British  Jovrnal  of  Oliildren'e  DUeasev.  Edited  by  George  Car- 
penter,  M.  D.  —  Bartholomew  Glose.  London,  E.  C. 


Estudios  demogpáfleos  de  Bareelona 


Dr.  D.  Luis  Comengk 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mee  de  abril  de  1904 


I.  —  Inprccionbs 


Coqueluche    .... 

Difteria 

Disenteria 

Escarlatina    .... 

Erisipela 

Eclampsia 

Fiebre  tifoidea  .     .     . 

Gangrena 

Influenza 

Lepra    

Otras  infecciones  .    . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerperal 
Id.  quirúrgica 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis .... 
Viruela 


1 
1 
O 
1 
2 

13 

16 
O 
5 
O 
6 
O 
O 

19 
5 
3 
2 
7 
130 

33 


Total 256 

II. —  Otras  infbccionbs  y  padbci- 

MIBNTOS    DB    NATURALKZA    NO   DB- 

TBRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

^!Íwi^" !  Corazón   .'     ','.['.      130 
^^"^'^^  -1  Venas 1 

Suma  y  sigue.    ...      150 


Suma  anterior. 


Digestí 
vo.  , 


Boca 

Estómago  .  .  .  . 
Intestinos  .  .  .  . 
Otros  anexos  .  .  . 
Peritonitis  .    .    .    . 

fíMtnirn    (Bronquiales  (Afecto»). 

%M«-   Pulmonía    .    .    .    . 
coito.  .(puini5n  y  pleura.    . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges 

Urinario 

Red  linfática 

Total.    .    .    .    . 


150 

1 

11 
45 
10 

3 

53 

132 

42 

119 

O 
60 
22 

o 


648 


III.  —  Otros  y  accidbntbs 

Accidentes 4 

Alcoholismo 1 

Distrofias  constitucionales.    .  3 

Esclerema O 

Falta  de  desarrollo    ....  7 

Intoxicación O 

Neoplasmas 37 

Senectud 3 

Sin  diagnóstico 1 

Total 66 

Total  de  defunciones ....    960 

Total  de  nacimientos ,    .    . 

Abortos 


Tomo  ZXVII.     Núm.  10       Barcelona  31  mayo  1904       Afio  XXYII.      Núm.  466 

Gaceta  Médica  Catalana 


SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  TribunaJes  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  —  La  Puda  de  Montserrat,  (conclusión),  por  el  Dr.  Masó  Brú.  —  Relaciones 
recíprocas  entre  la  prensa  médica,  por  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona.  —El  hematozoario  de 
la  malaria:  Sus  diversas  formas  consideradas  desde  el  punto  de  vista  de  su  correspondencia  en 
clínica,  por  el  Dr.  J.  Crespln.  —  Rkvista  ckítica  biblioghAfica  /conclusión),  por  D.  Félix 
Antigüedad  Diez.— Formulario  y TRATAMiENiot  MonKRNos,porel  Dr.  Bódriguez Méndez. 
Nuestra  coKaESPoNosMciA  con  la  prbnsa.  —  Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por  el 
Dr.  I>.  Luis  Comenge. 


la  responsabilidad  médlüa  ante  los  Tribunales  de  justicia  *' 

van 

D.  A.  Tapl\ 

Presidente  de  la  Sala  1.*  de  lo  Civil  de  Barcelona 

IV 

BlCL  INFOUMK  riíHKlAL.  —  KlíSPONSABILIDAl)  KN  QL15  INCIRUE  líL  FACUL- 
TATIVO QUE  SIN  JUSTA  CAUSA  DEJA  DE  ACUDIR  AL  LLAMAMIENTO 
JUDICIAL.  —  MÉDICOS   FORENSES. 

Si  la  Constitución  del  Estado  declara  y  sanciona  los  derechos  de  los 
ciudadanos,  estableciendo,  además,  las  garantías  necesarias  para  su 
ejercicio,  prescripciones  ulteriores  determinan  sus  deberes  y  la  respon- 
sabilidad en  que  incurren  los  que  dejan  de  cumplirlos.        "    • 

La  ley  de  Enjuiciamfento  criminal  vigente  hace  esto  patente,  al 
prescribir  que  los  ciudadanos  tienen  la  obligación  de  coadyuvar  á  la 
pronta  y  recta  administración  de  justicia,  prestando  su  concurso  á  los 
Tribunales,  ya  denunciando  los  delitos  públicos  que  á  su  presencia  se 
ejecuten,  ya  procediendo  n  la  detención  de  los  delincuentes  en  su  caso, 
ya  declarando  como  testigos  en  los  procesos,  ya  interviniendo  en  ellos 
como  peritos. 

Los  conocimientos  del  Juez  no  siempre  bastan  para  dirigir  la  ins- 
trucción de  un  proceso  criminal :  ha  menester  del  auxilio  de  personas 
ya  facultativas,  ya  prácticas,  que  vengan  con  sus  especiales  conoci- 
mientos k  ilustrar  su  autoridad,  pues  sólo  así  puede  en  muchos  casos 
conocer  las  circuustancias  que  lian  concurrido  en  los  delitos  y  darlas 
la  debida  apreciación  aplicando  las  disposiciones  legales  convenientes. 

Las  declaraciones  que  prestan  los  facultativos  ante  los  Tribunales 
.sobre  un  asunto  sometido  á  su  decisión,  constituyen  lo  que  se  llama  el 
informe  pericial,  elemento  de  instrucción  de  importancia  en  el  proceso, 
diligencia  de  prueba  que  auxilia  de  notable  modo  la  acción  de  la  jus- 
ticia y  de  que  se  valen  muchas  veces  las  partes  para  justificar  hechos 
que  consideran  de  interés  en  apoyo  de  su  derecho. 

Con  razón  se  ha  dicho,  que  el  informe  de  los  ]>eritos  es  uno  de  los 
elementos  principales  de  convicción  en  los  procesos  criminales.  ' 

La  prueba  pericial  descansa  en  un  encaaenamiento  de  probabilida- 
des racionales,  cuya  apreciación  corresponde  al  juzgador  antes  de  de- 
clararse convencido. 

Por  eso,  se  dice,  que  el  juicio  pericial  no  puede  aceptarse  ciega- 
mente, sino  que  sus  conclusiones  deben  compararse,  en  su  forma  y 


<1)    Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 


294 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia 


¥\- 


h-. 

Í- 


tenor,  con  los  motivos  .en  que  se  funda,  con  las  circunstancias  y  prue- 
bas de  otra  naturaleza  existentes  en  el  juicio  y  en  la  causa,  como  son 
la  deposición  de  testi^^fos,  la  confesión  de  los  acusados  y  otras. 

Y,  ó  el  informe  pericial  está  motivado,  bien  motivado  ó  no. 

En  este  último  caso,  el  juicio  pericial  es  la  expresión  de  una  opi- 
nión puramente  arbitraria  ;  en  el  primer  caso  aun  puede  el  Juez,  des- 
pués del  estudio  detenido  de  la  resultancia  del  juioJo  criminal,  no  que- 
darse convencido  y  obrar  en  consecuencia,  desestimando  el  informe 
pericial. 

Las  declaraciones  de  los  facultativos,  su  informe,  á  los  ojos  del  Tri- 
bunal, constituyen  un  elemento  de  prueba  como  otro  cualquiera  délos 
([ue  pueden  resultar  de  la  causa  y  sujeto  á  su  apreciación,  se«*ún  el 
criterio  de  su  conciencia,  único  rég-uladoí  que  tiene,  seg-ún  la  ley,  el 
juz<»-ador  para  fijar  las  conclusiones  que  debe  contener  la  sentencia. 

Así  el  Tribunal  Supremo  (1)  ha  declarado  que  el  Tribunal  que  no  se 
(!onforma  con  un  dictamen  pericial,  lejos  de  infring^ir  y  faltar  k  la  ley, 
hace  uso  de  las  facultades  que  le  están  conferidas  para  declarar,  seí»*úii 
su  criter-io  racional,  ])robados  ó  improbados  los  hechos  á  que  se  con- 
traig-a  el  informe. 

^  La  ley  de  Enjuiciamiento  criminal  vig-ente  (2),  en  el  capítulo  l.'\ 
título  5.",  del  libro  2.",  contiene  las  disposiciones  que  establecen  cuando 
el  Juez  puede  acordar  se  practique  el  informe  de  peritos  y  lo  relativo  á 
su  nombramiento,  oblig-ación  de  acudir  al  llamamiento  judicial,  casos 
en  que  no  pueden  emitir  su  informe,  causas  de  recusación,  juramento, 
acto  pericial,  redacción  del  informe,  ca,so  de  discordia,  informe  en  el 
acto  del  juicio  oral  y  á  los  derechos  que  deveng*an  j^or  su  intervención 
en  los  juicios. 

A  continuación  copiamos  el  texto  leg-al  de  aquellas  disposiciones. 

Nom'bramieuto  de  peritos.  — El  Juez  (3)  acordará  el  informe  pericial 
(guando  para  conocer  ó  apreciar  alg-ún  hecho  ó  circunstancia  importante 
en  el  sumario,  fuesen  necesarios  ó  convenientes  conocimientos  cientí- 
ficos ó  artísticos. 

Los  peritos  (4)  pueden  ser  ó  no  titulares,  y  son  titulares  los  que 
tienen  título  oficial  de  una  ciencia  ó  arte,  cuyo  ejercicio  está  regla- 
mentado por  la  Administración  ;.y  no  titulares,  los  que  careciendo  de 
título  oficial  tienen,  sin  embargpo,  conocimientos  ó  prácticas  especiales 
en  alg-una  ciencia  ó  arte. 

El  Juez  (5)  se  valdrá  de  peritos  titulares,  con  preferencia  á  los  que 
no  tuviesen  título. 

Todo  reconocimiento  (6)  se  hará  por  dos  peritos  ;  exceptuándose  el 
caso  en  que  no  hubiese  más  que  uno  en  el  lug-ar  y  no  fuere  posible 
esperar  la  lleg^ada  de  otro  sin  graves  inconvenientes  para  el  curso  del 
sumario. 

Noíificimón  del  nombramiento  de  peritos.  —  El  nombramiento  (7)  se 
hará  saber  á  los  peritos  por  medio  de  oficio  que  les  será  entreg'ado  por 
algfuacil  ó  portero  del  Juzg-ado,  con  las  formalidades  prevenidas  para 
los  testig'os,  reemplazándose  la  cédula  orig-inal  para  los  efectos  c^^nve- 
nientes  por  un  atestado  (8). 

Si  la  urg-encia  del  caso  lo  exig-iere  (9),  podrá  hacerse  el  llamamiento 


(1)  Sentencia  de  16  de  abril  de  1S72.    Gaceta  del  23  de  junio  del  mismo  año. 

(2)  Es  la  de  14  de  septiembre  de  1882. 

(3)  Art.  456  de  ia  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(4)  Art.  457  djcla  ley  de  Enjuiciamiento  cri»  inal. 

(5)  Art.  4?tH  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(6)  Art.  459  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
O)  Art.  460  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(8)  Este  atestado  consiste  en  la  conveniente  diligencia  por  la  que  el  alguacil  ó  portero  del  Juz- 
gado hace  constar  la  entrega  del  oficio  ai  perito  y  que  firma  éste  en  unión  de  aquél. 

(9)  Art.  461  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 


La  responsabiiidad  médica  anle  los  Tribunales  de  justicia  *  3q5 


verbalmente  de  orden  del  Juez,  haciéndolo  constar  así  en  los  autos, 
pero  extendiéndose  siempre  el  atestado  de  que  se  ha  hecho  mención 
por  el  encargado  del  cumplimiento  de  la  oníen  de  llamamiento. 

Oliligación  de  los  peritos  de  acudir  al  Uamamiento  pidicial.  Respon- 
sabilidad en-  que  pueden  incurrir  por  su  incumplimiento,  —  Nadie  (1) 
podrá  negarse  á  acudir  al  llamamiento  del  Juez  instructor  para  des- 
empeñar un  servicio  pericial,  si  no  estuviera  legítimamente  impedido, 
en  cuyo  caso  deberá  ponerlo  en  conocimiento  del  Juez  en  el  acto  de 
recibir  su  nombramiento  para  que  provea  á  lo  q^ue  haya  lugar. 

El  perito  que  sin  alegar  excusa  fundada,  deje  de  acudir  al  llama- 
miento del  Juez  ó  se  niegue  á  prestar  el  informe,  incurrirá  en  la  multa 
de  cinco  á  cincuenta  pesetas,  que  será  impuesta  en  el  acto  de  notarse 
ó  cometerse  la  falta,  y  si  persistiere  en  su  resistencia,  será  conducido 
en  el  primer  caso  á  la  presencia  del  Juez  instructor  por  los  dependien- 
tes de  la  autoridad  y  procesado  por  el  delito  de  denegación  de  auxilio; 
y  en  el  segundo  caso,  será  también  procesado  por  el  de  desobediencia 
grave  á  la  autoridad  (2). 

El  incumplimiento  del  deber  que  tiene  todo  facultativo  de  acudir  al 
llamamiento  judicial,  según  sea  la  gravedad  del  hecho,  las  circuns- 
tancias que  concurran  y  efectos  que  de  aí^uél  resulten,  produce  distin- 
ta responsabilidad,  pues  unas  veces  es,  digámoslo  así,  reglamentaria, 
y  otras  de  más  trascendencia  por  dar  lugar  á  un  procedimiento  crimi- 
nal por  delito  de  denegación  de  auxilio  ó  desobediencia  grave  á  la  au- 
toridad, comprendidos  respectivamente  en  los  artículos  383  y  265  del  Có- 
digo penal,  y  que  éste  castiga  á  los  responsables  del  primero  con  la  pena 
de  multa  de  150  á  1,500  pesetas,  y  á  los  del  segundo  con  las  de  arresto 
mayor  de  un  mes  y  un  día  á  seis  meses  y  multa  de  125  á  1,250  pesetas. 

La  gravedad  de  estas  penas  da  la  medida  de  la  importancia  del  ser- 
vicio público,  cuya  omisión  castiga.  La  incomparecencia  sin  justo 
motivo  del  médico  al  llamamiento  del  Juez  puede  traer  perjuicios  irre- 
parables, de  suma  trascendencia,  y  la  ley  en  su  severidad  haáido  justa 
al  imponer  las  i>enas  de  que  se  ha  hecho^  mérito  al  facultativo  desobe- 
diente al  mandato  de  la  autoridad  judicial  que  requiere  su  servicio  y 
auxilio  en  interés  de  la  justicia. 

Evitar  la  imposición  de  estos  castigos  por  la  omisión  del  cumpli- 
miento del  deber  que  por  ley  y  por  humanidad  está  impuesto  á  la  clase 
médica,  á  los  individuos  de  la  misma  corresponde,  y  de  ese  modo  sola- 
mente podrán  merecer  el  respeto  que  su  alta  misión  social  inspira  y  el 
general  aprecio  en  la  opinión. 

Afortunadamente,  es  raro  el  caso  de  aplicación  de  las  disposiciones 
de  la  ley  penal  que  se  han  citado,  y  dicho  sea  esto  en  honor  de  la  clase 
médica. 

Casos  en  que  los  peritos  no  pueden  emitir  su  informe.  —  La  ley,  previ- 
sora y  sabia,  ha  establecido  algunos  casos,  en  que  los  peritos  no  pueden 
emitir  su  informe. 

Estos  casos  son  los  mismos  en  los  que  la  ley  ha  dispensado  á  los  tes- 
tigos de  la  obligación  de  declarar  y  son  (3): 

Cuando  el  perito  es  pariente  del  procesado  en  línea  directa  ascen- 
dente ó  descendente,  cónyuge,  hermano  consanguíneo  ó  uterino  ó 
laterales  consanguíneos  hasta  el  segundo  grado  civil,  ó  hijo  natural 
respecto  de  la  madre  en  todo  caso,  y  con  relación  al  padre  cuando  estu- 
viese reconocido,  ó  madre  ó  padre  en  iguales  casos  del  procesado. 


(1)  Art.  462  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(2)  Art.  463  combinado  oon  el  420  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(3)  Art.  464  combinado  con  el  416  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  fusiicia 


El  perito  (1)  que  hallándose  en  alg^uno  de  estos  casos,  prestare  el  m- 
forme  sin  poner  antes  esta  circurístancia  en  conocimiento  del  Juez  que 
le  hubiese  nombrado,  incurrirá  en  la  multa  de  5  á  50  pesetas.  á.no  ser 
que  el  hecho  diese  lugar  h  responsabilidad  criminal. 

Causas  de  recusación  de  los  peritos,  —  Hecho  el  nombramiento  de 
peritos  (2),  se  notificará  inmediatamente,  asi  al  actor  particular,  si  lo 
hubiere,  como  al  procesado  si  estuviere  á  disposición  del  Juez  ó  se  en- 
contrare en  el  mismo  lug'ar  de  la  instrucción,  ó  á  su  representante  si  le 
tuviere. 

En  el  caso  de  que  el  reconocimiento.é  informe  periciales  pudieren  te- 
ner lug'ar  de  nuevo  en  el  juicio  oral  (3),  los  peritos  nombrados  no  podrán 
ser  recusados  por  las  partes  ;  en  otro  caso  habrá  lug-ar  á  la  recusación. 

Son  causa  (le  recusación  de  los  peritos  (4) : 

1."  El  parentesco  de  consang'uinidad  ó  afinidad  dentro  del  cuarto 
g-rado  con  el  querellante  ó  con  el  reo. 

2.**    El  interés  directo  ó  indirecto  en  la  causa  ó  en  otra  semejante. 

3."    La  amistad  íntima  ó  enemistad  manifiesta. 

El  actor  ó  el  procesado  que  intente  recusar  al  perito  ó  peritos  nom- 
brados por  el  Juez  (5),  deberá  hacerlo  por  escrito  antes  de  comenzar  la 
diligencia  pericial,  expresando  la  causa  de  la  recusación  y  la  prueba 
testifical  que  ofrezca  y  acompañando  la  documental  ó  designando  el 
lugar  en  que  ésta  se  lialle  si  no  la  tuviere  á  su  disposición,  no  habien- 
do necesidad  de  valerse  de  procurador  para  presentar  dicho  escrito. 

El  Juez,  sin  levantar  mano  (6),  examinara  los  documentos  que  pro- 
duzca el  recurrente  y  oirá  á  los  testigos  que  presente  en  el  acto,  resol- 
viendo lo  que  estime  justo  respecto  de  la  recusación. 

8¡  hubiere  higar  á  ella,  suspenderá  el  acto  pericial  por  el  tiempo 
estrictamente  necesario  para  nombrar  al  perito  que  haya  de  substituir 
al  recusado.  Si  no  la  hubiere,  se  procederá  como  si  no  se  hubiese  usa- 
do de  la  facultad  de  recusar,  ('uando  el  recusante  no  produjese  los 
documentos,  i)ero  designare  el  archivo  ó  lugar  en  que  se  encuentren, 
el  Juez  instructor  los  reclamará  y  examinará  "una  vez  recibidos  sin  de- 
tener por  esto  el  curso  de  las  actuaciones ;  y  si  de  ellos  resultase  justi- 
ficada La  causa  de  la  recusación,  anulará  ef  informe  pericial  que  se  liu 
biese  dado,  mandando  que  se  ])ractique  de  nuevo  esta  diligencia. 

Cuando  la  recusación  la  motive  (7)  la  causa  del  interés  directo  ó  in- 
directo en  la  causa  ó  en  otra  semejante,  el  querellante  tendrá  derecho 
á  nombrar  á  su  costa  un  perito  que  intervenga  en  el  acto  pericial ;  igual 
derecho  tendrá  el  procesado  ;  y  siendo  varios  los  querellantes  ó  los  pro- 
cesados, se  pondrán  respectivamente  íle  acuerdo  entre  si  para  hacer  el 
nombramiento. 

Estos  ])eritos  deberán  ser  titulares,  á  no  ser  que  no  los  liubiere  de 
esta  clase  en  el  partido  ó  demarcación,  en  cuyo  caso  podrán  ser  nom- 
brados sin  título. 

8¡  la  práctica  de  la  diligencia  pericial  no  admitiere  espera,  se  pro- 
cederá, como  las  circunstancias  lo  permitan,  para  que  el  actor  y  el 
procesado  puedan  intervenir  en  ella. 

Si  las  partes  (8)  hicieren  uso  de  la  facultad  de  nombrar  perito,  ma- 
nifestarán al  Juez  quien  sea,  ofreciendo  con  esta  manifestación  lo.^ 
comprobantes  de  tener  la  cualidad  de  tal  perito  la  persona  designada. 


(1)  Art.  464  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(2)  Art.  466  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(3)  Art.  467  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(4)  Art.  468  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
<.•))  Art.  469  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(6)  Art.  470  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(7)  Art.  471  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(8)  Art.  472  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 


La  responsabilidad  médica  ante  los  TribunaUs  de  justicia  207 


lín  nin<»-iin  caso  podrá  hacerse  uso  de  dicha  facultad  después  de  em- 
pezada la  operación  de  reconocimiento. 

El  Juez  (1)  resolverá  sobre  la  admisión  de  dichos  peritos  en  la  forma 
determinada  para  las  recusaciones. 

Juramento  de  los  peritos.  —  Antes  de  darse  principio  al  acto  pericial, 
la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal  ordena  (2)  que  todos  los  peritos,  así 
los  nombrados  por  el  Juez  como  los  que  lo  hubiesen  sido  por  las  partes, 
prestarán  juramento,  conforme  al  art.  434  (3);  de  proceder  bien  v  fiel- 
mente eñ  sus  operaciones  y  de  no  proponerse  otro  fin  que  el  de  descu- 
brir y  declarar  la  verdad. ' 

El  Juez  (4)  manifestará  clara  y  determinadamente  á  los  peritos  e^ 
objeto  de  su  informe. 

A.I  actp  pericial  (5),  cuando  no  pueda  reproducirse  en  el  juicio  oral, 
podrán  concurrir,  el  querellante  si  lo  hubiere,  con  su  representación  y 
el  procesado  con  la  suya,  aun  cuando  estuviese  preso,  en  cuyo  caso 
adoptará  el  Juez  las  precauciones  oportunas. 

El  acto  pericial  (G)  será  presidido  por  el.  Juez  instructor,  ó  en  virtud 
<le  su  delegación,  por  el  Juez  municipal. 

Podrá  también  deleg-ar  en  un  funcionario  de  la  policía  judicial  en 
el  (»aso  de  diligencia  de  autopsia. 

Asistirá  siempre  el  Secretario  que  actúe  en  la  causa. 

El  Juez  (7)  facilitará  á  los  peritos  los  medios  materiales  necesarios 
para  practicar  la  diligencia  que  les  encomiende,  reclamándolos  de  la 
Administración  pública  ó  dirigiendo  á  la  autoridad  correspondiente  un 
aviso  previo  si  existieren  preparados  para  tal  objeto.  En  el  caso  deque 
por  falta  de  peritos,  laboratorio  ó  reactivos  no  sea  posible  practicar  el 
análisis  en  la  circunscripción  de  la  Audiencia  de  lo  criminal,  se  prac- 
ticará en  la  capital  de  la  provincia,  y  en  último  extremo  en  la  del  Reino. 

Forma  del  informe  de  los  peritos,  —  El  informe  pericial  comprenderá, 
si  fuese  posible  (8) : 

1."  Descripción  de  la  persona  ó  cosa  que  sea  objeto  del  mismo  en 
el  estado  ó  del  modo  en  que  se  halle.  El  Secretario  extenderá  esta 
descripción  dictándola  los  peritos  y  suscribiéndola  todos  los  concu- 
rrentes. 

2."  Relación  detallada  de  todas  las  operaciones  j)racticadas  por  los 
peritos  y  su  resultado,  extendida  y  autorizada  en  la  misma  forma  que 
la  anterior. 

3.^  Las  conclusiones  que  en  vista.de  tales  datos  formulen  los  peri- 
tos conforme  á  los  principios  y  reglas  de  su  ciencia  ó  arte. 

Si  los  peritos  (9)  tuviesen  necesidad  de  destruir  ó  alterar  los  objetos 
íjue  analicen,  deberá  conservarse,  á  ser  posible,  parte  de  ellos  en  poder 
fiel  Juez  para  que  en  caso  necesario  pueda  hacerse  nuevo  análisis. 

Las  partes  (10)  que  asistieren  á  las  operaciones  ó  reconocimientos, 


íl)    Art.  473  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

<2)    Art.  474. 

(3)    Este  articulo  dice  asi: 

«El  juramento  se  prestará  en  nombre  de  Dios. 

Los  testigos  prestarán  el  jur.i monto  con  arreglo  á  su  religión^^ 

1 4)    Art.  475  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(5)    f^  rt.  476  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

ííi)    Art.  477  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

7)  Art.  485  combinado  con  el  362  de  la  misma  ley-  Este  articulo  ha  sido  modificado  por  el  Real 
decreto  de  11  de  julio  de  U86  estableiiendo  un  servicio  químico  legal  bajo  la  base  de  tres  labora- 
torios de  Medicina  legal  que  se  ere;  n  en  Midrid.  Barcel*  na  y  Sevilla,  pero  cuyos  servicios  podrán 
utilizar  las  demás  Audiencias,  á  cuyo  efecto  se  dasifícan  éstas  en  tres  grupos  correspondientes  á 
cada  uno  de  los  tres  Labiiratorios  y  en  cuyo  Real  decreto  se  establecen  las  operaciones,  consultas 
é  investij^jiciones  médico  legales;  f<>rmaci'\n  para  la  remisión  de  hs  substancias  que  hayan  de  ana- 
lizarse; inspección,  dependencia  y  vigilancia  ;  plantilla  de  personal /acultatívo:  categorías;  nom- 
bramiento; doiacii'm  é  insi¿>lación  de  los  laboratorios. 
(8)  Art.  47S  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
Í9>    Art.  479  de  la  ley, de  Enjuiciamiento  criminal. 

(10)    Arl,  W,  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 


2g8 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia 


í 

( ■ 


podrán  someter  á  los  peritos  las  observaciones  que  estimen  convenien- 
tes, haciéndose  constar  todas  en  la  dilig-encia. 

Hecho  el  reconocimiento  (1)  podrán  los  peritos,  si  lo  pidieren,  reti- 
rarse, por  el  tiempo  absolutamente  preciso,  al  sitio  que  el  Juez  les  se- 
ñale para  deliberar  y  redactar  las  conclusiones. 

Si  los  peritos  (2)  necesitaren  descanso,  el  Juez  ó  el  funcionario  que 
le  represente  podrá  concederles  para  ello  el  tiempo  necesario.  Tam- 
bién podrá  suspender  la  dilig'encia  hasta  otra  hora  ii  otro  día,  cuando 
lo  exigiese  su  naturaleza. 

En  este  caso,  el  Juez  ó  quien  lo  represente,  adoptará  las  precaucio- 
nes convenientes  para  evitar  cualquier  alteración  en  la  materia  de  la 
diligencia  pericial. 

Él  Juez  (3)  podrá,  por  su  propia  iniciativa,  6  por  reclainación  de 
las  partes  presentes  ó  de  sus  defensores,  hacera  los  peritos,  cuando  pro- 
duzcan sus  conclusiones,  las  preguntas  que  estime  pertinentes  y  pedir- 
les las  aclaraciones  necesarias.  Las  contestaciones  de  los  peritos  se 
considerarán  como  parte  de  su  informe. 

Es  de  suma  conveniencia  que  el  informe  pericial  sea  redactado  en 
términos  claros,  precisos,  inteligibles,  procurando  no  abusar  del  tecni- 
cismo médico,  no  omitiendo  en  ningún  caso  las  circunstancias  y  ante- 
cedentes que  merezcan  anotarse,  tanto  los  que  perjudiquen  al  reo  como 
los  que  en  su  beneficio  resulten,  cuidando  siempre  de  que  las  conclu- 
siones sean  el  resultado  de  la  relación  de  los  hechos  á  que  se  deba  con- 
traer el  informe  y  de  la  ai)licación  á  los  mismos  del  leal  saber  y  enten- 
der de  los  facultativos  según  las  inspiraciones  de  una  recta  conciencia. 

Caso  de  discordia  etitre  los  perilos.  —  Si  los  peritos  (4)  estuvieren  dis- 
cordes y  su  número  fuese  par,  nombrará  otro  el  Juez.  Con  interven- 
ción del  nuevamente  nombrado  se  repetirán,  si  fuere  posible,  las  ope- 
raciones que  hubiesen  practicado  aquéllos,  y  se  ejecutarán  las  demás 
que  parecieren  oportunas. 

Si  no  fuere  posible  la  repetición  de  las  operaciones  ni  la  práctica  de 
otras  nuevas,  la  intervención  del  perito  últimamente  nombrado  se  limi- 
tará á  deliberar  con  los  demás,  con  vista  de  las  diligencias  de  reconoci- 
miento practicadas  y  á  formular  luego,  con  quien  estuviere  conforme 
ó  separadamente  si  lio  lo  estuviere  con  ninguno,  sus  conclusiones  mo- 
tivadas. 

Informe  de  los  peritos  en  el  juicio  oral.  —  Los  médicos,  como  todo 
perito,  pueden  ser  llamados  para  prestar  sus  informes  ante  el  tribunal 
en  que  se  celebra  el  juicio  criminal,  pudiendo,  como  en  el  caso  de  pres- 
tar sus  declaraciones  ante  el  Juez  de  instrucción,  ser  recusados  por  los 
motivos  que  se  dejan  expuestos  y  por  los  trámites  qije  también  se  han 
indicado,  debiendo  los  incidentes  de  recusación  (5)  substanciarse  pre- 
cisamente en  el  tiempo  que  media  desde  la  admisión  de  las  pruebas  pro- 
puestas por  las  partes  hasta  la  apertura  de  las  sesiones. 

Los  peritos  (6)  que  no  hayan  sido  recusados,  serán  examinados  jun- 
tos cuando  deban  declarar  sobre  unos  mismos  hechos  y  contestarán  » 
las  preguntas  y  repreguntas  (7)  que  las  partes  les  dirijan. 

Si  para  contestarlas  (8)  considerasen  necesaria  la  práctica  de  cual- 


(1)  Art.  481  de  la  ley  de  Enjuiciamienio  criminal. 
2)  Art.  482  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
Í3)  Art.  483  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
♦  (4)  Art.  481  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 
(5)  Art.  723  déla  ley  de  Enfuicamienlo criminal. 
(0)    Art.  7 '4  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(7)  Da  á  entender  la  ley  con  esto,  que  las  partes  que  no  propusieren  prueba  judicial  en  vista  de 
las  contestaciones  que  den  los  peritos  á  la  parte  que  los  propuso,  pueden  hacerles  las  repr«guata<k 
que  estimen  de  su  derecho  y  sean  pertinentes. 

(8)  Art.  725  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 


La  respontabilidad  médica  ante  ios  Tribiinatts  de  justicia  igg 

quier  reconocimiento,  haríin  éste  acto  continuo,  en  el  local  de  la^mismn 
Audiencia,  si  fuere  posible. 

En  otro  caso,  se  suspenderá  la  sesión  por  el  tiempo  necesario,  á  no 
Jáer  que  puedan  continuar  practicándose  otras  dilig-encias  de  prueba 
entre  tanto  que  los  peritos  verifican  el  reconocimiento. 

No  cabe  dudar  que  la  práctica  de  la  dilig'encia  de  prueba  de  infor- 
me pericial  en  el  juicio  oral  ha  de  ajustarse,  en  lo  conveniente,  á  las 
disposiciones  de  que  se  ha  hecho  mérito,  que  lo  regrulan,  cuando  se 
practica  ante  el  Juez  de  instrucción. 

Derechos  de  los  peritos,  —  Los  que  presten  informe  como  peritos  (1) 
en  virtud  de  orden  judicial,  tendrán  tlerecho  á  reclamar  los  honorarios 
ó  indemnizaciones  que  sean  justas,  si  no  tuviesen  en  concepto  de  tales 
peritos  retribución  fija,  satisfecha  por  el  Estado,  la  provincia  ó  el  Mu- 
nicipio. 

La  misma  ley  de  Enjuiciamiento  criminal,  en  el  capítulo  2.**,  tít.  5." 
ilel  libro  2.*^,  contiene  otros  preceptos  que  se  contraen  á  funciones  de  la 
clase  médica  cerca  de  los  Jueces  de  instrucción,  y  son  los  si^iruientes: 

«Art.  340.  Si  la  instrucción  tuviere  lug-ar  por  causa  de  muerte  vio- 
lenta ó  sospechosa  de  criminalidad,  antes  de  proceder  al  enterramiento 
del  cadáver  ó  inmediatamente  después  de  su  exhumación,  hecha  la 
descripción  ordenada  en  el  art.  335  (2),  se  identificará  por  medio  de 
testigos  que,  á  la  vista  del  mismo,  den  razón  satisfactoria  de  su  cono- 
cimiento». 

«Art.  343.  En  los  sumarios  á  que  se  refiere  el  art.  340,  aun  cuando 
por  la  inspección  exterior  pueda  presumirse  la  causa  de  la  muerte,  se, 
procederá  á  la  autopsia  del  cadáver  por  los  médicos  forenses,  ó  en  su 
caso  por  los  que  el  Juez  designe,  los  cuales,  después  de  describir  dicha 
operación,  informarán  sobre  el  origen  del  fallecimiento  y  sus  circuns- 
tancias. 

Para  practicar  la  autopsia  se  observará  lo  dispuesto  en  el  art.  333»  (3). 

«Art.  344.  Con  el  nombre  de  médico  forense  (4),  habrá  en  cada  Juz- 
gado de  instrucción  un  facultativo  encargado  de  auxiliar  á  la  Admi- 
nistración de  Justicia  en  todos  los  casos  y  actuaciones  en  que  sea  nece- 
saria ó  conveniente  la  intervención  y  servicios  de  su  profesión  en  cual- 
quier punto  de  la  demarcación  judicial ». 

«Art.  345.  El  médico  forense  residirá  en  la  capital  del  Juzgado 
para  que  haya  sido  nombrado,  y  no  podrá  ausentarse  de  ella  sin  licen- 
cia del  Juez,  del  Presidente  de  la  Audiencia  de  lo  criminal  (5)  ó  del 
Ministro  de  Gracia  y  Justicia,  según  sea  por  ocho  días  á  lo  más,  en  el 
primer  caso,  veinte  en  el  segundo  y  por  el  tiempo  que  el  Ministro  es- 
time conveniente  en  el  tercero  ». 

«  Art.  346.    En  las  ausencias,  enfermedades  y  vacantes  substituirá 
al  médico  forense  otro  profesor  que  desempeñe  igual  cargo  en  la  misma  . 
población,  y  si  no  le  hubiese,  en  el  que  el  Juez  designe,  dando  cuenta 
de  ello  al  Presidente  de  la  Audiencia  de  lo  criminal  »  (6). 


(1)  Art.  465  de  la  ley  de  Enjuiciamiento  criminal. 

(2)  Esta  descripción,  según  este  artículo  335,  se  contraerá  á  detallar  su  estado  y  circunstancias, 
y  especialmente  todas  las  que  tuviesen  relación  con  el  hecho  punible. 

(3)  Este  artículo  dispone  que  cuando  al  practicarse  la  autopsia  hubiere  alguna  persona  decla- 
rada procesada,  como  presunta  autora  del  hecho  punible,  podrá  presenciarla  ya  sola,  ya  asistida 
del  defensor  que  eligiere  ó  le  fuere  nombrado  ue  oficio,  si  asi  lo  solicitare;  y  uno  y  otro  podrán 
hacer  en  el  acto  las  observaciones  aue  estimen  pertinentes,  las  cuales  se  cr>nsignarán  por  diligencia 
si  ao  fueren  aceptadas,  para  lo  cual  se  pondrá  en  conocimiento  del  procesado  el  acuerdo  relativo  á 
la  práctica  de  la  diÜKtncía  de  autopsia,  que  no  se  suspenderá  por  la  falu  de  comparecencia  del 
procesado  ó  de  su  defensor. 

U)  El  R.  D.  orgánico  del  Sf  rvício  forense  es  de  13  de  mayo  de  1862.  En  la  actualidad  rige  sobre 
la  materia  el  de  26  de  diciembre  de  1889,  que  creó  el  cuerpo  ae  Médicos  auxiliares  de  la  Administra- 
£ión  de  lu>ticia  v  de  la  Penitenciaría. 

(5>    Hoy  es  el  de  la  Audiencia  provincial. 

^6)    Hoy  de  la  Audiencia  provincial. 


'''t 


300 


La  responsatilidad  médica  ante  ios  Tribunales  de  justicia 


Lo  mismo  sucederá  cuando  por  cualquier  otro  motivo  no  pudiese 
valerse  el  Juez  instructor  del  Médico  forense.  Los  que  se  negaren  al 
cumplimiento  de  este  deber  ó  le  eludieren,  incurrirán  en  la  multa  de 
"25  á  100  pesetas ;  y  si  insistieren  en  su  neg-ativa,  serán  procesados 
como  reos  de  desobediencia  g-rave  »  (1). 

«  Art.  347.  El  médico  forense  está  oblig:ado  ii  practicar  todo  acto  ó 
diligencia  propios  de  su  profesión  é  instituto,  con  el  celo,  esmero  ó 
prontitud  que  la  naturaleza  del  caso  exija  y  la  Administración  de  Jus- 
ticia requiera  »  (2). 

«Art.  348.  (.'uando  en  alg-íin  caso,  además  de  la  intervención  del 
médico  forense,  el  Juez  estimase  necesaria  la  cooperación  de  uno  ó  más 
facultativos,  hará  el  oportuno  nombramiento. 

Lo  establecido  en  el  párrafo  anterior  tendrá  también  lugar  cuando 
l)or  la  gravedad  del  caso  el  médico  forense  crea  necesaria  la  coopera- 
ción de  uno  ó  más  comprofesores  y  el  Juez  lo  estime  asi ». 

«  Art.  349.  Siempre  que  sea  compatible  con  la  buena  administra- 
ción de  justicia,  el  Juez  podrá  conceder  prudencialmente  un  término 
al  médico  forense  i)ara  que  preste  sus  declaraciones,  evacué  los  infor- 
mes y  consultas  y  redacte  otros  documentos  que  sean  nece8ario>s,  per- 
mitiéndole asimismo  designar  las  horas  que  tenga  por  más  oportunas 
para  practicar  las  autopsias  y  exhumaciones  de  los  cadáveres  ». 

«  Art.  350.  En  los  casOs  de  envenenamiento,  heridas  ú  otras  lesio- 
nes cualesquiera,  quedará  el  médico  forense  encargado  de  la  asistencia 
facultativa  del  paciente,  á  no  ser  que  éste  ó  su  familia  prefieran  la  de 
uno  ó  más  profesores  de  su  elección,  en  cuyo  caso  conservará  aquél  la 
inspección  y  vigilancia  que  le  incumbe  para  llenar  el  correspondiente 
servicio  forense. 

El  procesado  tendrá  derecho  á  designar  un  profesor  que,  con  los 
nombrados  por  el  Juez  instructor  ó  el  designado  por  la  parte  acusa- 
dora, intervenga  en  la  asistencia  del  paciente  ». 

«  Art.  351.  Cuando  el  médico  forense,  ó  en  su  defecto  el  designado 
ó  designados  por  el  Juez  instructor,  no  estuvieren  conformes  con  el  tra- 
tamiento ó  plan  curativo  empleado  por  los  facultativos  que  el  paciente 
ó  su  familia  hubiesen  nom])rado,  darán  parte  á  dicho  Juez  instructor 
á  los  efectos  que  en  justicia  proce^^lan.  Lo  mismo  podrá  hacer  en  su 
caso  el  facultativo  designado  i)or  el  procesado. 

El  Juez  instructor,  cuando  tal  disconlia  resultare,  designará  mayor 
número  de  profesores  para  que  manifiesten  su  parecer,  y  consignados 
todos  los  datos  necesarios,  se  tendrán  presentes  para  cuando  en  su  día 
haya  de  fallarse  la  causa  ». 

«Art.  352.  Lo  dispuesto  en  los  artículos  anteriores  es  aplicable 
(Miando  el  paciente  ingrese  en  la  cárcel,  hospital  ú  otro  establecimiento 
y  sea  asistido  por  los  fticultativos  de  los  mismos». 

«  Art.  353.  Las  autopsias  se  harán  en  un  local  público  que  en  cada 
pueblo  ó  partido  tendrá  destinado  la  Administración  para  el  objeto  y 
para  depósito  de  cadáveres.  Podrá,  sin  embargo,  el  Juez  de  instrucción 
disponer,  cuando  lo  (^onsidere  conveniente,  que  la  operación  se  practi- 
(jue  en  otro  lugar  ó  en  el  domicilio  del  difunto  si  su  familia  lo  pidiere 
y  esto  no  perjudicará  al  éxito  del  sumario. 

(1)  Ksie  artículo  ha  sido  modificado  por  el  R.  I),  orgánico  de)  servicio  forense  de  lú  de  diciem- 
bre de  l^HO,  cuyo  articulo  \¿  ordena  que  cuando  las  ncc- sidades  del  servicio  así  iocxiJAo.á  juicio 
de  las  Salas  de  (iobicrno,  el  Ministro  de  Gracia  v  Justicia  nombrará  Mé«iicos  forenses  substitutos 
que  reemplacen  á  los  propietarios  en  sus  ausencias  y  enfermedades,  d.bicado  de  recaer  el  nom- 
bramiento en  alguno  de  los  significados  por  las  mismas  Salas,  y  su  número,  en  aquellos  Jiizgados 
que  tengan  más  de  un  Médico  forense,  no  podrá  exceder  del  de  la  mitad  de  los  propietarios,  sir- 
viendo el  desempeño  de  aquel  cargo  por  tiempo  de  cuatro  años  de  mérito  á  los  interesados  para 
tomar  parte  en  los  concursos  para  proveer  plazas  en  propiedad  de  Médicos  auxiliares  de  la  Admi- 
nistración de  Justicia. 

(2)  Kste  delito  se  halla  comprendido  en  el  artículo  265  d  I  Código  penal  que  lo  castiga  con  la 
pena  de  arresto  mayor  de  un  mes  y  un  día  á  seis  meses  y  multa  de  125  á  1,250  pesetas. 


La  Puda  de  Montserrat  301 


Si  el  Juez  de  instrucción  no  pudiere  asistir  á  la  operación  anatómica 
delegará  en  un  funcionario  de  policía  judicial,  dando  fe  de  su  asis- 
tencia, así  como  de  lo  que  en  aquélla  ocurriere,  el  Secretario  de  la 
causa». 

«  Art.  355.  Si  el  hecho  criminal  que  motivare  la  formación  de  una 
causa  cualquiera  consistiere  en  lesiones,  los  médicos  que  asistieren  al 
herido  estarán  obligados  á  dar  parte  de  su  e.^tado  y  adelantos  en  loí< 
períodos  que  se  les  señalen,  é  inmediatamente  que  ocurra  cual- 
quier novedad  que  merezca  ser  puestíi  en  conocimiento  del  Juez  ins- 
tructor». 

Es  de  sumo  interés  para  los  fines  de  la  justicia  el  conocimiento  por 
parte  de  los  médicos  de  las  disposiciones  de  la  Ley  de  Enjuiciamiento 
criminal,  aue  se  dejan  transcritas,  pues  en  muchas  ocasiones,  de  su 
informe  ó  cleclaración  depende  la  apreciación  jurídica  del  hecho  jus- 
ticiable, y  hasta  la  de  la  culpabilidad  del  procesado,  y  tratándose  de  la 
declaración  del  estado  de  curación  de  un  herido,  caso  de  resultar  en 
inminente  peligro  de  muerte,  puede  tal  declaración  servir  de  funda- 
mento al  Juez  instructor  para  acordar  la  prisión  provisional  del  proce- 
sado que  estuviere  en  libertad. 

Es,  pues,  tan  delicada  la  misión  del  facultativo  como  auxiliar  de  la 
administración  de  justicia,  que  nunca  será  excesivo  su  celo  en  el  cum- 
plimiento de  sus  deberes. 

fSe  continuará) 


La   Puda  de   M ontseppat 


(i) 


I)r.  Masó  Bki: 

Méc)  ico- Di  rector,  por  oposición,  de  aguas  minerales 

Aunque  no  puede  aceptarse  hoy  de  un  modo  absoluto  la  doctrina  de 
la  especificidad  en  terapéutica  hidrológfica,  ni  siquiera  en  lo  que  se 
relaciona  con  la  patología  de  la  piel,  no  cabe  duda  alguna  que  esa 
orientación  da  muchas  veces  un  fundamento  para  satisfacer  debida- 
mente una  indicación  en  estas  enfermedades;  pues. la  doctrina  Willá- 
nica  pura,  ó  sea  la  anatomo-patolóí^ica,  ^wm  actualmente  al  clínico 
.sólo  en  contados  casos.  En  efecto:  aun  admitiendo  que  un  proceso  cu- 
táneo esté  siempre  bien  limitado  y  no  tenga  un  carácter  histológico 
complejo,  como  ocurre  en  muchas  dermopatías,  eczema,  por  ejemplo, 
(en  que  al  lado  de  la  forma  vesiculosa,  la  más  común,  se  ven  otras  es- 
camosas) ¿bastará  este  conocimiento  objetivo  para  prescribir  tales  ó 
cuales  aguas  minero-medicinales?  ¿cómo  se  tratará  hidrológicamente, 
xíon  este  modo  de  ver,  una  afección  pitiriásica  que  puede  ser  una  enfer- 
medad del  dermis  (p.  rubra),  del  epidermis  (p.  versicolor)  ó  de  las  glán- 
dulas sebáceas  ( p.  simple)?  La  lesión  local,  pues,  no  da  al  hidrólogo 
más  que  uno  de  los  elementos  del  problema  que  está  llamado  á  resol- 
ver y  sólo  podrá  hacerlo  con  el  apoyo  de  esas  concepciones  sintéticas 
de  patogenia  y  fisiología  patológica  que  posee  ya,  aunque  sujetas  á 
rectificación,  en  medicina  dermatológica. 

Como  trasunto  fiel  de  lo  que  sobre  Patología  general  pensaban  hom- 
bres geniales  como  Tessier  y  Chauffard,  Bazin,  fundadcA'  de  la  clásica 
Escuela  de  San  Luis,  categorizó  y  clasificó  en  cuatro  grupos  principa- 
les las  enfermedades  de  la  piel :  herpétides,  artrítides,  escrofíilides  y 
.«íifílides,  con  patogenia  especial,  síndrome  perfectamente  caracteriza- 

( l>    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


30  2  La  Puda  de  Montserrat 

(lo,  curso  propio  é  indicados  terapéuticos  para  cada  uno  de  ellos.  Los 
grandes  patólog-os  de  mediados  del  pagado  sig-lo,  dedicados  á  la  práctica 
hidrológfica,  y  entre  ellos  Pidoux,  aceptaron  esta  sistematización ;  pero 
á  ella  le  ocurrió  algo  parecido  á  lo  que  á  la  míus  antig-ua  doctrina  de  la 
psora,  y  procuraron  derrocarla  por  completo,  tanto  en  el  terreno  de  la 
patología  como  en  el  de  la  terapéutica,  las  concepciones  de  Hebra  y  De- 
vergie.  Pero  las  exageraciones  cedieron  por  la  imposición  de  los  he- 
chos, y  hoy  se  admite  por  los  clinicos  (aparte  lesiones  locales)  las 
determinaciones  cutáneas  de  las  antiguas  diátesis,  discrasias,  toxemias 
é  infecciones  en  el  concepto  moderno  (herpetismo  deLanceraux  ó  neu- 
rosis vaso-trólíca  constitucional ;  artritismo  de  Bazin  y  Boucliard,  sífilis 
y  escrofulosis)  y  de  otros  procesos  internos  de  diversos  aparatos  y  órga- 
nos. Aunque  es  innegable  que  el  herijetismo,  tal  cual  lo  concibió  Ea- 
zin,  queda  eliminado  de  los  cuadros  nosológicos  por  la  patología  mo- 
derna (considerándolo,  á  lo  sumo,  como  una  de  las  etapas  evolutivas  de 
la  gran  diátesis  artritismo),  y  que  el  herpetismo  de  Lánceraux  es  el 
artritismo  de  Boucliard  y  Halloi)eau,  hay  que  confesar  que  clínicos  emi- 
nentes (entre  ellos  Hardy,  Olavide  y  Guenau  de  Mussy),  encuentran 
caracteres  especiales  que  diferencian  ambas  diátesis  y  que  aun  lioy 
tiene  que  sostenerse  la  existencia  de  una  discrasiaherpeto-artrí tica  con 
modalidades  varias. 

Antiguamente,  á  la  mayoría  de  las  dermopatías  se  les  asignaba  una 
naturaleza  herpética  (Durand-Fardel),  y  hoy,  en  cambia,  para  algunos, 
las  dermatosis  constituyen  sólo  procesos  puramente  locales.  Ni  esto,  ni 
aquello  es,  á  mi  modo  de  ver,  aclmisible,  pues  si  existen  af  3Cciones  de 
la  piel  de  causa  extrínseca  y  parasitaria-local,  las  hay  indudablemente 
de  origen  diatésico,  infectivo  y  tóxico,  cuya  determinación  depende  de 
afecciones  orgánicas  ó  de  las  llamadas  funcionales  de  muchos  apara- 
tos; y  «los  dos  grupos  pesan  igualmente  en  la  balanza»,  como  dijo  gni- 
ficamente  el  profesor  (jubler.  En  todas  las  clínicas  hidro-minerales,  á 
las  que  acuden  estos  enfermos,  se  tienen  numerosas  pruebas  de  ello,  y 
en  la  misma  Puda  se  recogen  anualmente  observaciones  que  lo  con- 
ñrman. 

En  las  estadísticas  de  este  establecimiento  termal  figui'an  gran 
niimer(>  de  enfermos  de  la  piel  (sobre  la  cual  y  la  mucosa  respiratoria 
tienen  sus  aguas  acción  electiva),  y  entre  ellos,  en  primer  término,  los 
dermopáticos  de  causa  diatésica  y  general. 

Entre  las  herpétides  (consideradas  así  por  algunos  de  mis  anteceso- 
res en  la  dirección  médica),  están  clasificadas,  como  curadas  algunas  y 
muy  mejoradas  las  más,  el  eczema  húmedo,  el  impetiginoso  y  el  secó, 
liquen  plano,  acné  pustuloso  y  la  pitiriasis.  (.'omo  algo  modificablcs, 
la  psoriasis,  y  sin  resultado  alguno,  la  herpétide  exfoliatriz.  Se  regis- 
tra tauibién"  (íasos  de  artrítides  (Vemblée  ó  alternantes  con  manifesta- 
ciones articulares,  musculares,  nerviosas  ó  viscerales  de  esta  auto-into- 
xación  ó  discrasia.  Los  acnés  congestivo  y  varicoso  ó  telangiectásico, 
el  pustuloso,  la  sicosis  ó  foliculitis  pilosa,  las  seborreas,  la  urticaria,  el 
impétigo,  el  eczema,  algunos  prurigos  y  la  psoriasis,  se  someten  al 
tratamiento  t(»rmal,  i)ero,  como  se  comprende,  con  muy  vanados  resul- 
tados. En  general,  puecíe  afirmarse  que  sólo  las  formas  caracterizadas 
por  falta  de  reacción  encontrarán  allí  su  indicado  ;  que  las  erupciones 
secas  son  las  más  rebeldes  al  tratamiento,  y  por  último,  que  en  alguna, 
como  el  acné  li¡í)ertrófico,  ningún  provecho  puede  obtenerse  de  estas 
aguas,  que  exijen  otras  de  mineralización  distinta  ó  procedimientos  qui- 
rúrgicos y  eléctricos. 

Trataré  ahora  de  las  escrofúlides.  En  estas  dermatosis  constituye 
la  Puda  un  tratamiento  de  primer  orden  indiscutiblemente,  pues  fas 
aguas  sulfurado-sódicas-doruradas  han  sido  reconocidas  siempre  como 


La  Puda  de  Manisenat  303 

las  más  eficace^s  entre  todas  ellas,  hasta  el  punto  queGailletou  dice  que 
son  el  primer  ag-ente  de  su  terapéutica.  Esto  Fe  explica  fácilmente  re-, 
cordando  su  modo  de  obi;ar  sobre  la  infección,  el  estado  general  del' 
sujeto  que  la  sufre  y  sus  manifestaciones  locales  ;  por  su  acción  dina- 
moí^fénico  celular,  combaten  la  distrofia  preparadora  del  terreno,  y  sus 
propiedades  sustitutivas  y  antisépticas  modifican  con  gran  rapidez  la 
lesión. 

Discutiéndose  actualmente  la  naturaleza  microbiana  de  la  escrofu- 
losis,  más  compleja  y  variada  que  la  de  la  tuberculosis,  con  laque  está, 
sin  embargo,  íntimamente  unida,  nada  puede  concretarse  aún  sobre  el 
modo  de  oorar  de  las  aguas  minerales  en  la  vida  química  de  estos  ele- 
mentos etiológicos. 

Algunos  médicos  hidrólogos  admiten  sólo  como  escrofiilides  las  der- 
matosis ulcerosas  y  profundas  de  la  piel,  que  evolucionan  en  el  curso 
de  una  escrofulosis,  y  rechazan  como  tales  las  erupciones  superficiales, 
eritematosas,  por  ejemplo,  que  se  encuentran  en  las  mismas  condicio- 
nes. Esto,  después  de  todo,  constituye  un  asunto  doctrinal,  que  no 
debo  dilucidar  aquí ;  tanto  menos,  cuanto  la  clínica  hidrológica  nos 
enseña  que  todas  las  dermatosis  escrofulosas  crónicas  de  los  diversos 
períodos  de  la  infección  se  modifican  poderosamente  con  la  medicación 
por  las  aguas  sulfurosas-cloruradas,  y  que  sólo  han  de  variar  los  pro- 
cedimientos de  aplicación  :  suaves,  cuando  domine  la  flogosis  (balnea- 
ción general,  templada  y  de  acción  general  sedante,  como  las  piscinas 
de  agua  corriente),  y  enérgicos  hasta  substitutivos  (balneación  calien- 
te, duchas  y  aplicación  de  lodos  minerales),  cuando  la  atonía,  las  con- 
diciones locales  de  tejido  y  el  curso  del  proceso  así  lo  exijan.  En  la 
Puda  se  registran  casos  notables  de  curación  de  extensos  eczemas, 
impétigos  y  ectimas  escrofulosos,  algunos  de  ellos  acompañados  de 
hipertrofia  elefantisíaca  del  dermis,  que  se  mostraron  rebeldes  á  otros 
racionales  tratamientos.  Algunas  formas,  como  el  liquen  y  el  mismo 
eritema  indurado,  en  cambio,  indican  aguas  de  otra  composición  (si- 
licatadas, por  ejemplo).  .  ' 

Aunque  algunos  gomas  escrofulosos  de  la  piel  se  modifican  también 
en  La  Puda,  tanto  ellos  como  los  lupus  (eritematosos  y  ulcerosos)  exi- 
gen, además,  otras  indicaciones,  entre  las  que  sobresalen  el  raspado, 
las  cámaras  Finsen,  la  cauterización  y  algunos  sueros.  La  acción  be- 
néfica de  las  aguas  sulfuroso-sódicas-cloruradas  es  reconocida,  sin  em- 
bargo (aún  en  estos  casos),  por  los  clínicos. 

También  van  á  La  Puda  sifilíticos,  aunque  en  escaso  número, 
para  corregir  sus  afecciones  cuttuieas.  Pero,  ¿curan  las  aguas  mine- 
rales la  sífilis  y  sus  múltiples  determinaciones?  Puede  afirmarse  que 
las  sulfurado-cioruradas  integran  con  los  mercuriales  y  iodados  el  plan 
curativo  en  muchos  casos  ;  que  las  mineralizadas,  además,  por  princi- 
pios bromo-iodurados  tienen  acción  más  directa  sobre  ciertos  procesos 
conjuntivos  acompañantes  ó  consecutivos;  unas  y  otras  hacen  más  ac- 
tivo y  eficaz  el  tratamiento  específico,  dando  al  organismo  mayor  tole- 
rancia para  soportar  el  desarrollo  de  las  acciones  del  mismo ;  que  esta 
medicación  hidro-mineral  sirve  muchas  veces  de  piedra  de  toque  para 
descubrir  la  sífilis  latente,  á  la  que  combate  por  sus  efectos  altamente 
movilizadores  y  de  eliminación  mercurial  y  para  impedir  la  caquexia 
consecutiva,  permitiendo,  en  la  sífilis  maligna,  las  curas  intensivas,  y 
siendo  ella  una  de  las  mejores  curas  de  precaución  (Ricord). 

Además,  la  medicación  hidro-mineral  sulfurosa-dorurada  tiene  un 
poder  demostrado  de  disociación  en  las  diátesis  ó  discrasias  mixtas, 
artritismo  y  sífilis,  escrofulosis  y  sífilis,  etc.  De  todo  ello  se  han  ocu- 
pado extensamente  los  médico-directores  que  sucesivamente  han  ocu- 
pado la  dirección  de  Archena,  y  de  un  modo  magistral  últimamente, 


304 


La  Puda  de  Montserrat 


'^'•:- 


i 


en  su  ("omunicación  al  Congreso  de  Medicina  de  Madrid,  el  I)r.  Taboa- 
da,  médico-director  actual  de  aquellas  aguas,  que  con  las  de  Aix-la-Cha- 
peíle  en  Alemania,  Baréges  en  Francia  y  Pietrapola  en  Italia,  figuran 
en  primera  línea  para  el  tratamiento  hidro-mineral  de  la  sífilis,  tanto 
por  su  notable  composición,  aplicable  á  esta  dolencia,  como  por  las  ins- 
talaciones que  allí  existen  para  hacer  más  provechosa  la  cura. 

Las  de  La  Puda,  notables  entre  las  sulfurosas  cloruradas,  pueden 
llenar  también  algunas  indicaciones,  no  sólo  por  sus  propiedades  ge- 
nerales de  grupo,  sino  que  también  por  las  especiales  tónicas  que  po- 
seen. En  todas  ellas  el  azufre  hace  solubles  los  compuestos  albumino- 
hidrargíricos  fijados  en  los  tejidos,  facilitando  su  eliminación  ulterior 
por  la  sobreactividad  que  determina  en  las  excreciones"  cutáneas  y 
mucosas.  Después  de  la  cura  termal,  la  orina  contiene  más  mercurio. 
En  las  estadísticas  clínicas  de  La  Puda  existen  registrados  varios  casos 
de  sifílides,  roseólas,  acnés  é  impétigos  la  mayoría,  y  algunos  de  psoria- 
sis, todos  ellos  con  su  habitual  polimorfismo  y  faringitis  característica. 
Xo  se  ven  allí  accidentes  avanzados  del  segundo  período  ni  del  terciario. 

Voy  á  mencionar  otro  grupo  de  dermatosis,  que  se  tratan  también 
en  el  citado  establecimiento  termal,  con  variados  efectos,  según  sea  su 
cronicidad  y  patogenia.  Me  refiero  á  las  que  dependen  de  afecciones 
de  los  aparatos  digestivo,  uterino  y  renal;  así  como  á  las  sintomáticas 
de  lesiones  locales,  sean  ó  no  de  origen  microbiano,  y  las  que  lo  sonde 
alteraciones  neuro-tróficas.  Se  ven  allí  ciertas  formas  de  prurito  cutá- 
neo, eritemas  y  urticarias  que  dependen  de  auto-intoxicaciones  de  asien- 
to gastro-intestinal,  acompañadas  de  los  fenómenos  propios  de  la  dis- 
pepsia atónica  y  catarro  seco,  casi  siempre,  de  la  mucosa  intestinal.  El 
tratamiento  suele  dar  excelentes  resultados  en  la  mayoría  de  ellas.  Se 
ve  también  acnés  congestivos,  especialmente  en  la  cara,  y  el  herpes 
genital,  sintomáticos  de  afecciones  uterinas,  más  rebeldes  al  trata- 
miento, que  no  parece,  sin  embargo,  ser  ineficaz,  púrpuras,  intertrigos 
y  prurigos  de  origen  renal  y  algún  caso  de  elefantíasis,  onicomicosis  y 
forunculosis  de  causa  local. 

Entre  las  dermatosis  de  orden  neuro-trófico,  se  ve- algún  herpes 
zona,  eritema  trófico,  y  leproide  con  acompañamiento  de  trastornos  de 
disociación  nerviosa  y  otros,  que  hace  sospechar  su  origen  siringo- 
miélico.  Sólo  la  elefantíasis  experimenta  visiblemente  algún  efecto 
ventajoso  del  tratamiento  termal. 

Como  se  ha  visto  en  el  decurso  de  este  trabajo,  las  aguas  de  La 
Puda  tienen  una  acción  ele(*.tiva  sobre  la  mucosa  respiratoria  y  la  piel : 
pero  se  comprende  que  siendo  la  acción  íle  las  aguas  sulfuradó-sódicas- 
cloruradas,  íntima,  celular  y  protoplasmática  como  pocas,  han  de 
actuar  también  en  todos  aquellos  órganos  que  pueden  ser  asiento  de 
un  proceso  metastnsico  que  arranca  del  fondo  de  las  grandes  diátesis  ó 
estados  discrásicos. 

La  metástasis  se  invocó  excesivamente  antes,  y  hoy  se  la  olvida  por 
completo.  Según  la  doctrina  del  ilustre  Olavide  y  con  los  hechos  que 
á  diario  nos  dan  á  todos  las  clínicas  hidro-mineraíes,  hay  que  aceptarla 
sin  reservas.  En  efecto:  /.cuántas  enfermedades  del  aparato  digestivo, 
por  ejemplo,  tratadas  ineficazmente  con  las  aguas  alcalinas,  cloruradas 
y  sulfatadas,  se  curan  en  aguas  sulfurosas  ó  arsenicales?  ¿Cómo  ?  Por 
ia  aparición  de  un  sencillo  brote  termal  en  la  piel,  que  demostró  el 
origen  metastásico  de  la  dolencia. 

A  La  Puda  van,  en  gran  número,  enlermos  cou  catarros  crónicos 
faríngeos,  gástricos  é  intestinales,  que  cuando  reconocen  este  origen 
se  modifican  rápidamente.  No  son,  á  la  verdad,  estas  aguaos  las  mejo- 
res amigas  del  estómago  (sobre  todo  si  es  hiperclorhídrico,  neurósico. 
ulceroso,  etc.),  pero  cuando  su  enfermedad  es  de  origen  herpeto-artrí- 


La  Puda  dt  Montserrat  so 5 

tico  y  Hu  exteriorización  se  debe  á  la  falta  de  habituales  y  crónicos 
exantemas,  el  exantema  se  corrige  cuando  se  facilita  la  reaparición  de 
lo  cutáneo.  Esta  inteq)retación  será  muy  anticuada...,  pero  algunas 
veces  es  muy  cierta. 

Alguuas  metritis  crónicas  y  afecciones  ováricas  y  peri-ováricas  in- 
dican también  el  uso  de  «guas  de  la  sulfuración  y  termalidad  de  La 
PudiEi;  cuya  acción,  creo,  debe  atribuirse  (en  las  aplicaciones  locales), 
á  la  gran  cantidad  de  materia  orgánica  que  llevan  sus  aguas  en  diso- 
lución. Por  esta  analogía  de  composición  pueden  compararse  á  las 
ya  famosas  en  este  género  de  afecciones:  Carratraca,  Elorrio  y  Saint- 
Hauveur. 

Réstame  sólo,  para  terminar  con  los  comentarios  que  me  propuse 
hoy  hacer  sobre  las  estadísticas  de  La  Puda,  decir  cuatro  palabras  sobre 
los  enfermos  anémicos,  leucémicos  (linfémicos),  pseudo-leucémicos 
(alinfémicos),  artríticos  y  polisárcicos,  que  aunque  en  contado  número 
acuden  á  estas  aguas. 

Se  puede  ser  anémico  por  muchas  causas  y  de  muchos  modos  (he- 
máticamente  considerado),  y  de  aquí  que  surjan  en  el  tratamiento 
hidro-mineral  múltiples  indicaciones.  La  dishemia  clorótica,  ó  ane- 
mia globular,  tiene  otras  indicaciones  que  La  Puda;  y  lo  mismo  puede 
decirse  de  la  anemia  protopática  (?)  y  progresiva  ;  sólo,  pues,  las  ane- 
mias generales  con  alteración  de  la  mayoría  de  elementos  que  integran 
la  sangre  y  que  acompañan  á  procesos  (ya  indicados),  que  puedan  mo- 
dificarse con  aguas  sulfurado-clorurado-sódicas,  son  tratables  en  aquel 
establecimiento,  y  especialmente  las  que  determinan  esas  distrofias 
generales  englobadas  en  el  nombre  linfatismo.  Cuando  la  hiperplasia 
de  este  tejido  y  la  de  sus  similares  (en  el  concepto  genético-sanguíneo, 
médula  ósea  y  bazo  especialmente),  producen  estos  estados  de  linfo- 
matosis  (de  tii)0  linfémico  ó  leucemia,  ó  bien  de  tipo  alinfémico  ó 
pseudo-leucemia),  las  aguas  que  me  ocupan,  llenan  una  importante 
indicación. 

En  último  término,  por  la  exigüidad  de  su  número,  figuran  en  estas 
estadísticas  la  polisarcia  y  las  manifestaciones  articulares  del  artritis- 
mo.  Considero  contraindicadas  las  aguas  en  la  primera,  cuando  acom- 
paña á  un  estado  diabético  (cualq uiera  que  sea  sucaracterística  química), 
y  en  los  sujetos  de  ti])o  congestivo  ó  con  alteración  víiscíilo-cardíaca  ; 
en  los  qué  sufren  la  segunda,  contraindicadas  también,  siempre  que 
dominen  el  eretismo  local  ó  general.  Así,  pues,  sólo  los  polisárcicos 
del  tipo  anémi(!o  y  algunas  artritis  crónicas  que  estén  en  el  período 
de  las  medicaciones  substitutivas  y  resolutivas,  podrán  usar  con  algún 
resultado  beneficioso  esta  medicación  hidro-mineral. 

El  clima  y  otros  elementos  de  La  Puda  completan  la  acción  tónico- 
estimulante  de  sus  aguas.  País  montañoso,  aunque  ele  escasa  altitud, 
con  aire  seco  y  de  pocas  oscilaciones  térmicas,  vegetación  aromática  y 
excelentes  aguas  potables,  han  de  coadyuvar  forzosamente  á  mejora;* 
el  estado  general  de  los  enfermos,  cuyas  dolencias  les  llevan  á  aquel 
establecimiento. 

Si  agregamos  á  todo  ello  que  éste  tiene  hoy  una  bien  montada  ins- 
talación hidroterápica  (que  ha  de  perfeccionarse  más  aún),  y  recomen- 
dables condiciones  de  confort,  se  comprenderá  oue  merezca  fijar  la 
atención  de  la  clase  médica,  y  que  sea  considerado  como  una  de  las 
mejores  estaciones  termales  de  nuestro  país. 


Relaciones  recíprocas  entre  la  prensa  médica 

POR 

D.  Rafakl  Uliícia  v  Cardona 

Direcior  de  U  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  Prácticas 

Tkvia:  ^  Debe  establecerse  el  mutuo  cambio 
de  periódicos  médicos  entre  los  Estados  asocia- 
dos y  deiar  libertad  completa  para  publicaren 
un  periódico  ios  artículos  de  cualauier  otro, 
pero  con  la  obligación  imprescindible  de  decir 
sü  origen  ? 

Excrao.  Sr. ,  Señores  : 

Dos  partes  comprende  el  tema  cuyo  desarrollo  se  me  ha  encomen- 
dado. 

I.      ¿ÜEBK    ESTABLECERSE    EL    MUTUO    CAMBIO    DE  PERIÓDICOS   MÉDICOS 

ENTRE  LOS  EsTADOs  ASOCIADOS?  —  A  la  sola  enunciación  de  la  pregun- 
ta, surge  en  todo  espíritu  culto  y  brota  de  todo  corazón  noble,  para 
acudir  presurosa  íi  los  labios,  la  respuesta  en  sentido  afirmatrvo. 

Si  la  vida  7naterial  de  los  pueblos  se  sostiene ,  si  la  industria  y  el 
comercio  en  ellos  se  desarrollan,  es  mediante  el  mutuo  cambio  de  los 
productos  de  los  respectivos  países,  ya  sean  éstos  derivados  del  suelo, 
ya  procedentes  de  las  fábricas  ó  de  íos  talleres.  Y  si  esto  es  en  abso- 
luto exacto,  si  su  realización  influye  de  una  manera  directa  y  poderosa 
en  la  marcha  y  en  el  bienestar  de  cada  nación,  ¿  qué  no  ha  de  aconte- 
cer, señores,  con  lo  que  se  refiere  á  la  vida  espiritual,  que  tan  necesaria 
es  para  el  hombre,  ya  se  le  considere  individual,  ya  colectivamente?... 

El  pensamiento,  las  ideas  que  en  el  cerebro  humano  germinan,  en- 
contrando cárcel  estrecha  las  paredes  de  la  bóveda  ci'aneana,  buscan 
siempre  salida  para  exteriorizarse.  Y  cuando  á  un  cerebro  privilegiad*» 
y  fecundo  se  une  un  corazón  noble  y  generoso,  los  pensamientos,  las 
ideas,  no  quedan  nunca  limitadas  al  mezquino  provecho  de  la  propia 
personalidad  que  las  concibiera,  sino  que,  como  rayos  vivificadore?* 
de  un  esplendoroso  sol,  ansian  dilatados  horizontes  donde  difundirse, 
á  fin  de  ser  fuente  abundosa  en  bienes  para  sus  semejantes. 

De  entre  cuantos  elementos  el  hombre  dispone  para  la  transmisión 
de  sus  pensamientos  y  la  difusión  de  sus  ideas,  ninguiw)  le  presta,  in- 
dudablemente, tan  reales  servicios  y  le  coloca  en  mejores  condiciones 
de  ser  útil  á  la  humanidad  como  la'prensa. 

En  efecto,  señores  :  el  periódico,  ese  hermoso  instrumento  de  pro- 
greso, por  intermedio  del  cual  se  ponen  en  comunicación  constante  los 
seres  racionales  y  cuvo  radio  de  acción  se  extiende  á  los  más  recóndi- 
tos confines  del  globo,  gracias  al  genio  inmortal  de  Gutenberg,  es 
hoy  una  necesidad  tan  real,  tan  indispensable,  que  sin  él  la  vida  inte- 
lectual de  los  pueblos  cultos  se  haría  imposible.  El  periodismo  consti- 
tuye en  los  tiempos  modernos  una  verdadera  institución  veneranda  y 
venerada  por  todos  en  la  tierra,  desde  aquellos  á  quienes  la  fortuna 
encumbró  á  los  más  elevados  puestos  y  cuyas  glorias  y  alegrías  canta, 
hasta  el  más  humilde  entre  los  humildes,  cuyas  necesidades  y  pesares 
pregona  y  por  cuya  redención  desinteresadamente  trabaja. 

Mas  para  que  el  periodismo  pueda  cumplir  bien  los  imprescindibles 
y  sagrados  deberes  que  su  noble  ministerio  requiere,  hácese  absoluta- 
mente preciso  que  entre  todos  los  individuos  que  á  él  se  consagran 
exista  una  solidaridad  de  relaciones,  una  compenetración  de  ¡deas  y  de 
sentimientos  tales,  que  formen  una  misma  familia  unida  por  et  indiso- 
luble lazo  de  la  más  pura  y  perenne  confraternidad,  para  sin  otros  ele- 
mentos de  fuerza  que  el  trabajo,,  sin  más  armas  que  la  verdad  y  sin 
más  aspiraciones  que  el  bien  comVín,  luchar  por  el  progreso  de  las 
ciencias  y  el  engrandecimiento  de  la  patria.. 


Rtlaciones  reciprocas  entre  la  prensa  médica  307 

Constituida  de  ese  modo  la  gran  familia  periodística,  es  altamente 
provechoso  el  establecer  cordiallsimas  relaciones  en  todos  sentidos,  no 
«óio  desde  el  punto  de  vista  moral,  sino  también  en  el  orden  material. 

Mas  estas  relaciones  deben  realizarse,  no  bajo  la  mezquina  y  ruin 
base  de  la  compensación  pecuniaria  de  la  diferencia  de  precios  entre  los 
periódicos  relacionados,  sino  del  más  amplio  espíritu  de  generosidad  y 
de  desprendimiento. 

Y  dada  esta  mi  manera  de  pensar  en  cuanto  se  refiere  al  periodismo 
en  general,  ya  podéis  colegir  cual  será  mi  criterio  respecto  al  periodis- 
mo científico,  y  muy  especialmente  al  que  se  dedica  á  propagar  los  co- 
nocimientos y'progresos  de  la  más  simpática  y  humanitaria  de  todas 
las  ciencias  :  la  ciencia  médica. 

En  virtud  de  las  consideraciones  que  acabo  de  hacer,  y  que  la  ín- 
dole de  este  trabajo  no  consiente  darle  mayor  extensión,  me  permito 
formular  la  siguiente  respuesta  : 

No  sólojHzgo  que  debe  establecerse  el  mutuo  cambio  de  periódicos  pié- 
dicos  entre  los  Estados  asociados j  sino  que  lo  considero  como  na  deber  mo- 
ral^ absolutamente  necesario  al  progreso  y  difusión  de  la  ciencia  médica j 
(i  la  que  rendimos  fervoroso  culto  todos  cuantos  á  ella  nm  consagramos. 

11.    ¿Debe  dejarse  en  libeutad  completa  para  publicar  en  un 

PERIÓDICO   LOS   artículos  DE   CUALQUIER  OTRO,    PERO   COíí  LA   OBLIGACIÓN 

DE  DECIR  SU  ORIGEN?  —  Por  fccunda  y  porteiitosa  que  sea  una  inteli- 
gencia, no  puede  ella  sola  supeditar  á  la  suya  la  de  todas  las  demás ; 
por  grande  que  sea  el  radio  de  acción  que  pretenda  abarcar,  no  es  po- 
sible que  baste  para  extender  y  difundir  las  conquistas  de  las  ciencias 
por  los  dilatados  horizontes  que  el  adelantamiento  de  los  pueblos  re- 
clama. 

De  ahí  la  necesidad  que  el  hombre  tiene  de  mancomunar  sus  es- 
fuerzos, de  unir  sus  actividades  y  de  formar  grandes  agrupaciones,  á 
fin  de  que  la  unión  de  todos  sé  convierta  en  poderosa  palanca  que 
ponga  en  movimiento  el  carro  del  progreso. 

Y  todo  cuanto  tienda  á  mermar  estas  fuerzas,  todo  lo  que  ponga  tra- 
bas á  la  propagación  de  los  conocimientos  humanos,  ha  de  ser  obs- 
táculo á  este  mismo  progreso,  y,  por  consiguiente,  debe  de  ser  recha- 
^zado  sin  vacilación  de  ningún  género  y  combatido  con  tenacidad  y 
empeño  por  cuantos  cultivan  las  ciencias^  y  muy  en  particular  la  ciencia 
médica. 

La  medicina  es,  ante  todo,  una  ciencia  eminentemente  caritativa, 
humanitaria,  cuya  finalidad  encierra  dos  grandes  ideales :  retardar  el 
término  material  de  la  vida  y  mitigar  los  dolores  y  aflicciones  de  la 
humanidad. 

Así  es  que  si  el  hombre  que  á  dicha  ciencia  se  consagra  quiere  rea- 
lizar como  es  debido  los  altos  fines  que  su  cargo  demanda,  es  preciso 
que  con  ejemplar  abnegación  y  desprendimiento  sin  tasa,  posponga 
todos  sus  intereses  particulares  en  aras  de  los  muy  sagrados  de  la  hu- 
manidad, que  sufre  unas  veces  pacientemente  sus  enfermedades,  y 
otras  llora  resignada  la  pérdida  eterna  de  los  seres  que  le  son  más  que- 
ridos. Y  aquel  que  no  se  sienta  capaz  de  llevar  á  cabo  los  más  sublimes 
rasgos  de  abnegación  y  de  desprendimiento  ;  el  que  no  se  encuentre 
con  fuerzas  físicas  y  morales  para  poner  de  lleno  sus  actividades  y  ta- 
lentos al  servicio  de  sus  semejantes  y  llegar  en  ocasiones  solemnes 
Aasta  el  heroísmo,  sacrificando,  si  preciso  fuere,  la  propia  vida,  ese  debe 
renunciar  por  completo  al  sacerdocio  de  la  medicina  y  dedicarse  á  cual- 
quiera de  las  otras  ramas  en  que  se  subdivide  la  ciencia. 

Como  el  ejercicio  de  la  medicina  se  basa  no  sólo  en  la  propia  obser- 
vación y  experiencia,  sino  que  requiere  igualmente  el  conocimiento  y 
estudio  de  lo  que  otros  observaron  y  experimentaron,  nació  de  ahí  ía 


$o8  Relaciones  reciprocas  entre  la  prensa  médica 

necesidad  del  periódico,  que  llevando  en  sus  pág'inas  el  fruto  de  aquella 
observancia  y  de  aquella  experiencia,  es  el  encargado  de  esparciría  por 
todos  los  ámbitos  de  la  tierra  y  ayudar  de  ese  modo  al  médico  que 
ejerce  á  cumplir  la  noble  misión  de  mitigar  los  dolores  de  la  humani- 
dad doliente.  Pero  para  que  un  periódico  pueda  llenar  bien  su  come- 
tido, para  que  su  beneficioso  influjo  se  cumpla  y  su  finalidad  se  rea- 
lice, es  necesario  que  al  mismo  tiempo  que  se  nutre  de  la  fecunda 
savia  que  otros  producen,  cedn.  ffenerosamenle  á  los  demás  su  propia  san- 
are, sin  trabas  ni  dificultades  de  ningún  género. pues  los  trabajos  que 
en  la  prensa  médica  se  publican  no  pueden  ni  deben  jamás  compararse 
con  otras  producciones  del  cerebro  humano. 

Considero  fuera  de  toda  razón,  de  toda  justicia,  equiparar  la  labor 
del  médico  á  la  labor  del  artista  para  los  efectos  de  la  propiedad  litera- 
ria. El  músico  que  compone  una  sonata,  el  poeta  que  escribe  un  poe- 
ma, el  escultor  que  ejecuta  una  obra  de  arte,  realizan  actos  que  no 
tienen  otra  finalidad  que  impresionar  nuestros  sentidos,  proporcionán- 
<loños  un  pasajero  placer ;  pero  el  médico  que  transmite  al  papel  el  re- 
sultado de  sus  observaciones  ó  de  su  experiencia,  ya  sea  para  exponer 
signos  y  síntomas  que  aclaren  un  diagnóstico,  ya  para  dar  á  conocer 
los  efectos  de  un  medicamento  ó  descubrir  un  nuevo  y  mejor  procedi- 
miento quirúrgico,  al  transmitirlo  á  sus  compañeros,  no  debe  jamás  te- 
ner otro  objetivo  que  el  de  ilustrarles,  para  que  de  ese  conocimiento 
reporte  beneficio  el  desgraciado  enfermo  que  padece.  De  otra  suerte, 
el  médico  que  escribe  un  artículo  en  un  periódico  con  la  prohibición 
de  ser  reproducido,  realiza,  no  un  acto  científico  y  humanitario,  sino 
que  da  pruebas  de  una  vanidad  sin  límites  y  de  un  mezquino  y  censu- 
rable egoísmo.  El  médico-periodista  no  ha  de  buscar  en  la  materialidad 
de  su  labor  escrita  la  remuneración  de  su  trabajo,  sino  que  ha  de  con- 
siderarse moralmente  recompensado  con  la  gloria  que  conquista  ó  con 
la  clientela  que  le  proporciona. 

Proliibir  la  reproducción  de  un  artículo  científico  médico  es  ence- 
rrar en  estrechos  límites  los  beneficios  que  al  escribirlo  se  propusiera 
su  autor,  es  la  demostración  palmaria  de  que  los  efectos  de  su  privile- 
giado cerebro  se  hallan  neutralizados  por  un  corazón  pequeño  y  mez- 
quino. 

No.  El  médico  que  á  la  prensa  da  el  fruto  de  sus  elucubraciones 
científicas  ó  le  transmite  el  resultado  de  su  observación  y  experiencia, 
debe  hacerlo  para  enseñanza  de  sus  compañeros  y  en  bien  de  la  huma- 
nidad. Quédense  en  buen  hora  para  los  sicarios  de  la  ciencia,  para 
aquellos  que  convierten  todas  las  actividades  hurtianas  en  substancia 
mercantil,  y  para  quienes  no  hay  más  Dios,  más  i)atria  ni  más  ciencia 
que  el  oro,  ponerle  trabas  á  la  inteligencia,  coartar  la  libertad  de  la 
prensa  médica,  que  en  España,  cuando  menos,  se  ha  ejercido  siempre 
con  nobleza,  posponiendo  en  todas  ocasiones  sus  propios  beneficios 
ante  los  muy  sagrados  intereses  de  la  ciencia  y  los  no  menos  respeta- 
bles de  la  humanidad  doliente. 

Por  todas  estas  razones,  en  la  Conferencia  internacional  de  la  prensa 
médica,  celebrada  en  Monaco  en  abril  de  1902,  á  donde  fui  como  Dele- 
gado de  la  de  Madrid,  y  en  el  JI  Congreso  internacional  de  laprensamédica 
que  acaba  de  celebrarse  en  esta  Corte,  combatí,  tal  vez  con  demasiada 
energía,  los  artículos  III  y  IV  de  los  Estatutos  de  la  Asociacióii  interna- 
cional  de  la  prensa  médica,  que  dicen  así : 

III.  Los  trabajos  originales,  y  generalmente  todos  los  artículos  de 
fondo,  son  susceptibles  de  un  derecho  privativo.  No  solamente  no  pue- 
ílen  ser  tra(luc¡(h)s  ni  reproducidos  sin  indicación  del  origen,  sino  que 
no  deben  serlo  sin  la  autorización  del  autor. 

IV.  El  cambio  de  los  periódicos  será  obligatorio  entre  los  miembro.'^ 


Relaciones  reciprocas  entre  la  prensa  médica  3^9 

(le  la  AHociación,  íenieiido  en  cuenta  la  diferencia  de  precios  de  suscrip- 
ción y  los  gastos  de  correos,  reservándose  la  aceptación  el  Director  ó  pro- 
pietario. 

Tales  artículos  parecen  más  bien  inspirados  en  la  idea  de  proteger 
á  los  editores  de  los  periódicos  profesionales,  que,  como  buenos  comer- 
ciantes, se  preocupan  mucho  más  que  del  movimiento  y  prog-reso  cien- 
tífico, del  aumento  progresivo  de  su  caja  de  caudales.  Y  se  comprende 
perfectamente  que  sean  esos  los  móviles  que  impulsaron  la  redacción 
de  ellos  primero  y  su  aprobación  después,  si  se  tiene  en  cuenta  cue  en 
el  extranjero  la  mayor  parte  de  los  periódicos  científicos  están  editados 
por  libreros,  en  tanto  que  en  Espaíia  somos,  por  regla  general,  médicos 
sus  propietarios. 

No  es  extraño,  pues,  que  así  en  la  Conferencia  internacional  de  Mo- 
naco como  en  el  //  Congreso  internacional  de  la  prensa,  á  pesar  de  mi 
impugnación,  fuesen  dichos  artículos  aprobados  por  mayoría  de  votos. 

No  soy  contrario  al  respeto  de  la  propiedad  literaria,  no.  Pero  ya  he 
dicho  y  repito  que  en  lo  que  atañe  á  la  medicina,  en  lo  que  se  refiere  á  los 
trabajos  publicados  en  la  prensa  médica  y  que  no  tienen  otro  objetivo 
que  contribuir  á  la  marcha  progresiva  de  nuestra  sacrosanta  ciencia  y 
al  alivio  de  nuestros  semejantes,  esos  trabajos  periodísticos  deben  ser 
escritos  con  generoso  desinterés  y  legados  al  dominio  común  para  bien 
de  la  humanidad. 

De  aplaudir  son  las  corrientes  de  simpatías  que  de  algún  tiempo  á 
esta  parte  vienen  y  van  desde  las  Repúblicas  sudamericanas  y  de  Es- 
paña. ¡  Benditas  sean  esas  corrientes  si  ellas  nos  traen  oleadas  de  luz, 
de  libertad,  de  cariño  y  confraternidad  ;  pero,  por  Dios,  que  no  sean 
portadoras  de  tral)as  y"^ opresiones  para  la  inteligencia,  el  trabajo  y  la 
producción  intelectual ! 

Vengan  en  buen  hora  los  convenios  de  propiedad  literaria  y  artística,, 
é  imiten  todas  las  demns  Repúblicas  la  conducta  de  Méjico,  Costa  Rica. 
Colombia,  Uruguay  y  El  Salvador,  donde  ya  tales  convenios  existen 
entre  ellas  y  la  antigua  madre  patria,  que  siempre  las  considera  como 
hijas  predilectas ;  pero  que  esas  convenciones  se  circunscriban  á  la 
propiedad  artística  y  literaria,  y  aun  si  queréis  á  la  ciencia  médica  re- 
concentrada en  el  libro ;  mas  no  la  hagiiis  extensiva  á  los  trabajos  de  la 
prensa,  porque  al  hacerlo  dificultáis  grandemente  la  pausada  y  segura 
marcha  del  progreso  científico. 

Por  consiguiente,  inspirado  en  elevados  y  nobles  ideales  é  impul- 
sado por  sentimiento  de  caridad  al  prójimo  y  por  puro  amor  al  pro- 
greso, me  permito  responder  á  la  segunda  parte  del  tema  en  la  forma 
siguiente : 

Debe  concederse  completa  libertad  de  reproducir  en  un  periódico  los 
artículos  originales  ó  traducidos  de  cualquier  otro,  pero  con  la  co7idición 
ineludible  de  citar  siempre  el  nombre  del  <tutor  y  det periódico  originario, 
pues  en  caso  contrario  se  pierde  el  derecho  de  esa  libertad  (1). 

Termino,  señores,  enviando  la  expresión  de  mi  reconocimiento  ha- 
cia la  Junta  organizadora  de  este  brillante  certamen  por  la  distinción 
que  me  hizo  encomendándome  el  importante  tema  que  tan  deshilvana- 
damente he  tenido  el  honor  de  desarrollar,  y  á  vosotros  todos,  ilustres 
miembros  de  esta  Asamblea,  por  la  benévola  atención  con  que,  dando 
pruebas  de  vuestra  cultura  y  bondad,  os  habéis  dignado  escuchar  al 
último  v  más  entusiasta  de  sus  admiradores. 


(1)  V.H  Revista  de  Medicina  y  Cirueia  Prácticas^  át\^  c{ut  sny  propietario,  autoriza  la  repro- 
ducción de  todos  los  trabajos  que  en  la  misma  aparezcan,  a  condición  de  citar  el  nombre  del  autor 
y  del  periódico. 


El   bematoasoario   de   la   malapía 

flus   dlveraaa   formas 
«onalderadas  doade  el  panto  de  vlata  de  au  eoFreapondenela  en  elinlea  (1) 

POR  EL 

Dr.  J.  Qrespin 

Profesor  suplente  ilc  la  Escuela  de  Medicina  de  Argelia 

Parece  que  ya  se  ha  dicho  todo  cuanto  se  podía  decir  sobre  el  hemato- 
zoario  de  Laveran.  Sin  embargo,  es  interesante  para  el  práctico  y  para  el 
alumno  hallar  reunidas  en  linas  cuantas  proposiciones  fáciles  de  retener  to- 
das las  nociones  que  indispensablemente  han  de  conocerse  respecto  á  este 
parásito,  todas  aquellas,  á  lo  menos,  que  pueda  utilizar  la  clínica. 

Mi  fln  eá,  pue^,  escribir  para  los  clínicos,  sobre  todo  para  los  clínicos  lla- 
mados á  ejercer  en  país  palúdico,  sin  el  recurso  de  un  laboratorio  bien  per- 
trechado y  de  ayudantes  competentes  y  ejercitados ;  é  insistiré,  más  que  en 
nada,  en  los  puntos  difíciles,  limitándome,  por  lo  demás,  á  aconsejar  la  lec- 
tura de  nuestros  tratados  clásicos,  en  i>articuliir  el  de  Laveran. 

Quisiera  que  los  médicos  de  nuestras  colonias,  y  los  de  colonización  de 
Argelia  en  particular,  fuesen  todos  aptos,  con  ayuda  de  un  buen  microsco- 
pio, para  reconocer  el  hematozoario  y  sus  diversas  formas  en  la  sangre  pa- 
lúdica. 

Sé  las  grandes  dificultades  que  existen  no  sólo  para  encontrar  con  segu- 
ridad el  hematozoario  cuando  existe,  sino  también  para  llegar  á  formarse 
uno  concepción  racional  del  paludismo,  y  sólo  con  ia  experiencia,  la  lectura 
comparativa  de  escritos  franceses  y  extranjeros,  es  como  se  puede  vencer 
estas  dificultades,  las  cuales,  como  advierto  diariamente,  desvían  á  los  que 
emp.ezan  y  les  conduce  á  perder  en  absoluto  todo  entusiasmo.  ¿Cuántos 
médicos  de  colonización  haj'  actualmente  en  Argelia  que  sepan  enconirar 
el  hematozoario  y  utilizar  esta  investigación  para  las  necesidades  de  su 
práctica  diaria?  No  diré  ninguno;  pero  si  lo  dijera,  no  me  apartaría  mucho 
de  la  verdad. 

No  hay  que  sorprenderse,  después  de  lo  dicho,  de  que  el  estudio  de  la 
malaria,  tan  brillantemente  hecho  porKelsch  y  Kiener,  Laveran,  etc.,  haya 
quedado,  por  lo  menos  hasta  estos  últimos  tiempos,  como  patrimonio  de  un 
ínfimo  númefo  de  médicos,  y  que  no  progresara  hasta  que  las  observaciones 
recogidas  en  la  campiña  romana  por  un  gran  número  de  médicos  de  Italia 
hicieron  adquirir  el  perfecto  conocimiento  biológico  del  parásito. 

Desde  hace  algunos  anos  los  estudios  sobre  la  malaria  parecen  otra  vez 
en  Argelia  llamar  la  atención,  sobre  todo  después  que  el  dogma  clásico  fran- 
cés fué  atacado  con  energía  por  Treille  y  Legrain.  A  estos  autores  se  debe 
buenos  descubrimientos  clínicos ;  se  les'  debe  el  haber  insistido,  con  los  ex- 
tranjeros, Sí'bre  la  distinción  que  es  necesario  hacer  entre  las  diversas  for- 
mas del  paludismo  y  sus  críticas  sobre  la  concepción  habitual  de  los  acce- 
sos perniciosos,  que  Di*»n  merecen  se  fije  en  ellos  la  atención.  Volveré  sobre 
este  punto  más  adelante.  Es  evidentísimo  que  no  se  pueden  seguirá  di- 
chos autores  cuando  niegan  la  existencia  del  hematozoario;  pero  se  explica 
muy  bien  que  lahnyan  negado  en  una  épocn  en  que  los  trabajos  de  extran- 
jeros no  se  conocían  en  Francia,  ni  las  investigaciones  de  Manson  en  parti- 
cular habían  venido  aún  á  confirmar,  de  un  modo  evidente  para  todos,  los 
descubrimientos  de  Laveran  y  de  Ross. 

I.  Investigación  del  hkmatozoahio  en  la  Sangre  de  los  palúdicos. — 
No  quiero  rehacer  lo  que  otros  han  hecho  primero  que  yo.  Me  limitaré  á 
completar  las  varias  reglas  dadas  por  Laveran  y  por  uno  de  sus  alumnos, 
Billet  (2),  en  un  artículo  notabilísimo  y  muy  claro,  ál  cual  es  conveniente 
recurrir. 

Los  que  empiezan  deben  preferir  el  examen  de  sangre  fresca,  por  ser 
mucho  menos  eiigañoso  que  los  exámenes  de  sangre  coloreada.  La  dese- 
cación, la  fijación  y  el  empleo  de  los  diversos  colorantes  producen  altera- 
ciones que  pueden  hacer  creer  á  los  novicios  que  son  parásitos,  hecho  seña- 
lado desde  hace  mucho  tiempo  por  Laveran. 


(1)  Gfl;f.  des  hóp..  25  abril  de  1903. 

(2)  A  nn.  de  t  Instit.  Pasteur,  25  mayo  de  Itnü,  y  también  Caducée,  19  julio  de  1902. 


Ei  Aem  tto^oario  d«  la  mataría  311 


En  la  sangre  fresca  los  heroatozoarios  son  más  difíciles  de  ver;  pero  para 
el  que  los  ha  visto  una  vez,  no  dudará  ya  nunca  en  presencia  de  estas  for- 
mas parasitarias.  Kn  la  sangre  fresca  los  amibos,  y  sobre  todo  los  flagelos, 
con  sus  movimientos  caraoterísticos,  sorprenden  muy  vivamente. 

El  objetivo  de  inmersión  conviene  mutbo,  á  pesar  de  la  transparencia  de 
los  parásitos.  Si  la  luz  es  demasiado  intensa,  se  puede  disminuir  un  poco 
el  sistema  Abbe ;  pero  esta  precaución  es  la  mayor  parte  del  tiempo  inútil, 
pues  el  brillo  del  hematozoario,  comparable  al  de  «la  perla  ftna»,  sólo  per- 
tenece á  este  organismo,  y  no  recuerda  en  modo  alguno  la  apariencia  de  lo;< 
otros  elementos  contenidos  en  la  sangre. 

Pero  el  examen  de  la  sangre  fresca  no  es  suficiente.  Es  necesario  recu- 
rrir á  la  coloración  para  estudiar  los  detalles,' y  para  guardar  largo  tiempo 
las  preparaciones. 

El  mejor  colorante  es  el  azul  de  metileno ;  pero  se  ha  de  usar  buenas 
marcas  alemanas.  He  empleado  frecuentemente  el  procedimiento  único  de 
coloración  con  azul  de  metileno  boratado,  procedimiento  de  Malachowsky  y 
de  Koch,  recomendado  igualmente  por  Billet  {loe.  ciL).  Es  el  procedimient » 
que  da  más  resultados. 

Los  procedimientos  por  doble  coloración  (azul  de  metileno  y  eosina)  son 
máe  complicados  ;  pero  so»  útiles  para  el  conocimiento  de  detalles  de  es- 
tructura del  parásito. 

Hasta  estos  últimos  tiempo»  he  empleado  el  procedimiento  de  Laveran. 
cuya  técnica  definitiva  fué  dada  en  la  Sociedad  de  Biología  el  9  de  junio 
de  1900.  Tiene  por  base  el  azul  Borrel;  pero  como  dice  Billet,  es  necesario 
saber  manejar  el  azul  Borrel  y  tantear  antes  de  llegar  á  conocer  la  propor- 
ción exacta  de  los  elementos  que  han  de  entrar  en  su  composición.  De 
aquí  las  tardanzas  y  contratiemi)os. 

El  invierno  últimí>  me  sedujo  un  método  de  coloración  que,  creo,  no  se 
lia  empleado  aún  en  Francia,  y  que  lo  he  visto  emplearen  Hamburgo,  en  el 
Instituto  de  enfermedades  Jropicales.  Se^trata  de. una  doble  coloración  con 
e  sina  y  azul  de  metileno ;  pero  es  un  azul  especial,  conocido  con  el  nom- 
bre de  azul  azur  11.  Fué  descubierto  e.st**  color  por  Giemsa,  profesor  del 
citado  In.stituto.  En  los  .servicios  y  laboratorios  de  éste,  dirigido  por  el 
Dr.  Nocht,  he  visto  preparaciones  muy  buenas  de  coccídeas,  de  hématozoa- 
rios  tomados  en  la  sangre  de  enfermos  ó  de  pájaros,  ó  en  el  estómago  de  los 
mosquitos.  Mediante  estas  preparaciones,  que  Phülleborn  ha  tenido  la 
amabilidad  de  enseñarme,  he  visto  los  excelentes  resultados  que  daba  este 
azul  desde  el  punto  de  vista  de  la  coloración  de  los  hematozoarios  y  de  los 
glóbulos  blancos- 
Desde  entonces,  en  la  clínica  médica  de  la  Escuela  de  Medicina  de  Arge- 
lia, ese  procedimient  >  de  doble  coloración  (eosina  y  azul  azur)  es  de  uso 
corriente.  Gillot,  jefe  de  clínica,  ha  indicado,  en  una  nota  publicada  en  los 
Comptes  rendus  de  la  Société  de  Biologie  (21  febrero  1903),  la  técnica  que  se  ha 
de  seguir,  y  en  los  varios  casos  de  paludismo  sometidos  á  mi  observación 
durante  el  invierno,  me  encuentro  muy  satisfecho  del  empleo  de  esta  colo- 
ración. 

Tiene  la  gran  ventaja  el  azul  azur  de  ser  uno  de  los  colores  más  fáciles 
de  manejar,  que  colora  puramente  el  parásito  y  n.o  parece  alterar  el  pig- 
mento, como  pasa  con  otros  azules. 

II.  De  Las  diversas  vahiedades  ó  especies  de  hrmatozoarios.  — 
Puesto  que  me  coloco  simplemente  en  el  punto  de  vista  clínico,  me  parece 
inoportuno  resolver  la  cuestión  de  la  unidad  del  hematozoario  ó  de  su  plu- 
ralidad, y  dejo  e.ste  cuidado  á  los  parasitólogos. 

El  hematozoario  se  presenta  bajo  formas  diversas,  que  es  preciso  conocer 
muy  bien  para  agrupar  cada  una  de  ellas  á  un  tipo  determinado  de  fiebre, 
benigna  ó  grave,  toda  vez  que  está  unido  el  diagnóstico,  tanto  aquí  como 
en  otros  puntos,  al  pronóstico.  Se  han  limitado  durante  largo  ti^^mpo  á 
comprobar  una  forma  cualquiera  de  hematozoario  para  decir  «paludismo», 
sin  tener  en  cuenta  la  significación  especial  de  tal  ó  cual  forma.  Pues  bien; 
me  parece  que  actualmente  se  pue  ie  y  debe  exigir  una  precisión  mayor,  y 
el  fin  de  este  estudio  es  mostrar  á  que  errado  de  precisión  se  puede  llegar  en 
este  asunto.  Es  decir,  yo  sentaré  solamente  los  datos  indiscutibles  ó  que 
me  parezca  lo  son. 

Las  cuestiones  que  quiero  sentar  aquí  están  resueltas,  algunas  veces,  de 


313  Bl  hemato:{oario  de  la  maiatia 

un  modo  diferente  en  los  autores,  y  si  las  soluciones  que  daré  son  el  reflejo 
de  lecturas  francesas  ó  extranjeras,  son  también  el  resultado  de  exámenes 
que  yo  mismo  he  practicado  en  el  hospital  de  Mustapha.  especialmente  du- 
rante los  períodos  estivales  de  1900  y  1902.  También  he  aprovechado  las 
noticias  recibidas  en  mis  viajes  al  extranjero,  particularmente,  á  las  Indias, 
donde  vi  fiebres  palúdicas  y  preparaciones  de  hematozoarios  hechas  por  los 
médicos  que  trabajan  en  Bombay  bnjo  la  dirección  de  Haffkine,  y  eu  Ham- 
burgro.  donde  el  Dr.  NocUt,  Director  del  Instituto  para  el  estudio  de  las  en- 
fermedades tropicales,  me  ha  mostrado,  con  una  amabilidad  exquisita,  todas 
las  investigaciones  que  en  este  Instituto  se  llevan  á  cabo,  verdadero  modelo 
<le  enseñanza  colonial. 

A.  De  los  puntos  que  han  llamado  más  mi  atenci()n,  hay  uno  que  he  de 
poner  en  relieve.  Es  el  siguiente:  ¿Por  qué  el  problema  de  la  comproba- 
ción del  hematozoário  durante  los  accesos  perniciosos  no  ha  sido  resuelto  de 
un  modo  univoco  por  los  autores?  Consultemos  ante  todo  nuestro  tratado 
clásico,  el  de  Laveran.  Dice  este  autor  en  la  página  185:  «En  todos  los 
casos  de  accesos  perniciosos  que  he  observado,  la  sangre  obtenida  con  la 
picadura  del  dedo  contenía  en  gran  número  elementos  parasitarios».  Es 
(!Íerto  que  Laveran  decía,  página  74  .\  «Algunas  veces  los  parásitos  son  bas- 
tante raros  en  la  sangre  obtenida  por  la  picadura  del  dedo,  aun  cuando  se 
trate  de  accesos  perniciosos.  La  contradicción  aparente  que  existe  en- estos 
(*asos  entre  el  número  de  parásitos  y  la  gravedad  de  la  enfermedad  desapa- 
rece, cuando,  habiendo  terminado  el  acceso  por  la  muerte,  la  autopsia  per- 
mite hacer  el  examen  de  todos  los  órganos :  se  comprueba,  en  efecto,  que 
los  hematozoarios  se  han  acumulado  en  el  bazo,  el  hígado  ó  el  cerebro,  ó 
más  rara  vez  en  la  red  capilar  de  otros  órganos*.  Es  esta  una  opinión  de  un 
extranjero,  la  de  Bignani,  que  Laveran  relataba  en.  dichos  términos.  No  es 
menos  cierto  que,  para  Laveran,  la  sangre  periférica  de  los  individuos  ata- 
cados de  accesos  perniciosos  contiene  parásitos  en  gran  cantidad. 

Otros  autores  franceses  se  muestran  más  bien  partidarios  de  Bignani. 
(Jitané  á  Marchoux.  Este,  en  su  artículo  publicado  en  los  Annalts  deVInsti- 
íut  Pasteur  (1),  relata  tres  observaciones  de  accesos  perniciosos.  En  los  tres 
casos  sólo  había  un  reducidísimo  número  de  hematozoarios  circulando  por 
la  sangre. 

Procurando  descubrir  el  hematozoário  durante  h)s  accesos  perniciosos, 
lo  he  conseguido  en  la  mayoría  de  los  casos  con  una  extrema  dificultad,  y 
los  parásitos  eran  pequeños,  siempre  en  poca  cantidad,  nada  ó  casi  nada 
pigmentados. 

Las  mismas  demostraciones  han  hecho  en  Hamburgo  todos  los  jefes  de 
servicio  del  Instituto  tropical,  y  el  Dr.  Nocht  me  expresaba  de  este  modo  su 
opinión  :  «En  1  s  accesos  perniciosos  los  hematozoarios  no  se  encuentran 
en  la  sangre  periférica,  sino  solamente  en  las  visceras». 

En  realidad,  se  puede  sostener  que  los  hematozoarios  existen  en  la  san- 
gre periférica,  pero  que  son  excesivamente  difíciles  de  percibir  (en  los  acce- 
sos perniciosos),  porque,  por  una  parte,  son  en  pequeño  número  y,  por  otra 
parte,  están  desprovistos  de  pigmentos  y  son  de  dimensiones  reducidas. 

Este'punto  ha  de  ser  el  más  conocido,  porque  el  médico  que  llega  á  Ar- 
getia  se  dirige  á  los  accejsos  perniciosos  para  encontrar  el  hematozoário, 
puesto  que  busca  naturalmente  los  casos  más  típicos.  Así,  cuando  sus  in- 
vestigaciones son  infructuosas,  se  desanima  y  le  parece  no  existe  el  pa- 
rásito. 

;,Cómo  explicar  entonces  que  distinguidos  microbiólogos  hayan  afirma- 
do, después  de  Laveran,  la  presencia  constante  y  la  abundancia  de  hemato- 
zoarios en  la  sangre  que  circula,  en  los  accesos  perniciosos?  Quizá  sea  por- 
que estos  sabios  no  hacen  la  suficiente  distinción  esencial  entre  los  accesos 
y  los  accidentes  pernicio.^os,  en  la  cual  me  es  grato  ocuparme  de  nuevo. 
Durante  el  estío  de  1900,  que  se  señaló  por  una  severidad  particular  de  la 
endemo-epidemia  palúdica,  vi  que  en  presencia  de  un  mismo  síndrome, 
que  siempre  se  señalaban  indiferentemente  como  accesos  perniciosos  ó  acci- 
dentes perniciosos,  era  necesario  adoptar  una  patogenia  distinta  para  los 
síndromes,  según  pareciera  originarse  de  la  misma  infección,  ó  de  un  ele- 
mentó  añadido  preexistente,  como  una  insuficiencia  renal  ó  hepática,  que 


( J)    Marchoux,  Ann,  dt  VJnstit  Pasteur^  1897,  t.  XI.  pág.  «40. 


El  hemato^oario  de  la  malaria  3(3 

facilitase  la  auto-intoxicación,  debiendo  denominarse  el  primero  accesos 
perniciosos  y  el  segruudo  «accidentes  perniciosos». 

Pero  sobre  lo  que  insistiré  será  en  decir  que,  en  ambos  casos,  la  influen- 
cia de  la  malaria  es  siempre  muy  marcada,  más  obscurecida  en  uno,  más 
ostensible  en  otro.  Los  accidentes  perniciosos  no  í^on  una  complicación  de 
la  malaria:  se  relacionan  á  ésta  más  directamente  que  las  compiicaciojies 
de  la  enfermedad. 

Un  palúdico,  en  ocasión  de  un  acceso  de  fiebre,  tiene  un  acceso  de  deli- 
rimn  tremens.  No  se  ha  de  decir  accidentes  perniciosos  en  este  caso,  y  cali- 
flcar  así  una  complicación  que  ha  podido  producirse,  no  por  la  malaria,  sino 
por  parte  de  una  alteración  mínima  del  sistema  nervioso,  consecuencia  de 
la  hipertermia,  de  la  privación  de  alcohol,  del  ayuno,  etc.  Hay  más  bien 
auto-intoxicación  en  este  caso,  como  en  el  accidente  pernicipso  ;  pero  esta 
auto-intoxicación  termina  con  un  síndrome  muy  diferente  del  que  tenemos 
á  la  vista  en  este  instante.  No  quiere  decir  esto  que  los  accidentes  perni- 
ciosos no  puedan  encontrarse  en  los  alcohólicos,  que  están  muy  predispues- 
tos á  ellos,  en  razón  del  estado  de  su  célula  hepática  ;  pero  en  estos  casos. 
no  se  trata  del  síndrome  bien  caracterizado  «delirium  tremens».  Ks,  pues, 
en  este  caso,  una  verdadera  complicación  de  la  enfermedad,  del  mismo  mo- 
do que  si  un  ataque  de  epilepsia  ocurriese  durante  un  acceso  de  malaria. 

Se  pudiera  objetar  que  esta  distinción  es  demasiado  esquemática,  y  que, 
en  los  accesos  perniciosos,  la  auto-i  ntoxicación  domina  al  síndrome,  así  como 
en  los  accidentes  perniciosos.  Indudablemente,  ocurre  como  en  todas  las  en- 
fermedades infecciosas ;  pero  es,  sin  embargo,  posible  hacer  el  diagnóstico 
entre  ambas,  al  menos  en  muchos  casos,  porque  es  muy  evidente  que  los 
accesos  perniciosos  y  los  accidentes  perniciosos  pueden  yuxtaponerse  de 
tal  modo,  que  sea  ilusorio  intentar  una  separación  racional  de  estos  dos  gru* 
pos  de  manifestaciones. 

El  diagnóstico  se  saca  del  examen  completo  del  enfermo,  tanto  desde  el 
punto  de  vista  de  la  malaria,  como  de  sus  taras  anteriores  (insuficiencia  re- 
nal ó  hepática,  arterio-esclerosis.  etc.).  Los  accesos  perniciosos  se  encuen- 
tran muchas  veces  en  individuos  muy  sanos  anteriormente.  Los  acciden- 
tes se  observan,  sobre  todo,  en  los  individuos  defectuosos,  enfermos  desde 
largo  tiempo.  El  número  de  accesos  perniciosos,  á  favor  de  esta  distinción, 
es  más  reducido,  mientras  que  el  de  los  accidentes  es  mucho  mayor.  La 
cuartana  y  la  terciana  ordinaria  no  producen  accesos  perniciosos,  siendo 
propios  de  las  fiebres  cotidianas,  continuas,  irregulares,  estivo-autumna- 
les, etc. 

El  examen  de  la  sangre  da  indicios  interesantes.  En  caso  de  accesos 
perniciosos,  el  hematozoario  es  raro  en  la  sangre  que  circula.  En  caso  de 
accidentes,  los  hematozoarios  son,  de  ordinario,  muy  abundantes.  En  el 
primer  caso,  son  pequeñas  formas  (1  /«  algunas  veces),  poco  ó  nada  pigmen- 
tadas, difíciles  de  descubrir  ;  en  el  segundo,  muchas  veces  son  las  grandes 
formas  de  la  terciana  ó  cuartana,  fácilmente  reconocibles. 

En  la  autopsia,  los  individuos  muertos  de  accesos  perniciosos  tienen  las 
visceras  impregnadas  de  pigmento  negro  y  llenas  de  hematozoarios,  sobre 
todo  el  cerebro,  el  bazo,  el  hígado.  La  melanemía  es  aparente  á  simple 
vista  y  da  á  los  órganos  un  tinte  eminentemente  característico.  En  los  in- 
dividuos que  han  sucumbido  á  accidentes  perniciosos,  hay  poco  ó  nada  de 
melanemía,  poco  ó  nada  de  hematozoarios  en  la  intimidad  de  los  tejidos, 
except)  en  el  bazo  ;  pero,  en  cambio,  se  encuentran  viejas  lesiones  del  híga- 
do, ríñones,  etc. 

Por  tanto,  creo  que  los  autores  que  han  estudiado  sobre  todo  en  los  paí- 
ses pretropicales,  como  Laveran,  han  descrito  la  mayor  parte  de  las  vec<'s 
accidentes  perniciosos,  mientras  los  otros,  que  han  estudiado  más  abnjo  de 
los  trópicos,  han  descrito  especialmente  los  accesos  perniciosos,  refiriéndosf 
al  mismo  síndrome. 

Esta  simple  observación  basta  quizás  para  explicar  las  diferencias  com- 
probadas en  los  exámenes  hematológicos  durante  los  accesos  ó  accidentes 
perniciosos. 

B.    Hay  otro  punto  que  no  es  menos  útil  de  considerar. 

Un  enfermo  palúdico,  presado  un  acceso,  ó  que  haya  tenido  reciente- 
mente uno,  ó  que  deba  padecer  uno  en  el  espacio  de  algunas  horas,  es  so- 
metido á  vuestro  examen.    ¿Es  posible  determinar,  con  el  examen  sola- 


3^4  El  hemato^oario  de  la  malaria 

mente  de  la  saugre,  cual  es  el  tipo  de  (lebre  de  que  está  atacado,  y  por  lo 
tanto,  establecer  con  el  diagnóstico,  el  pronóstico  de  la  enfermedad?  Sí,  eii 
muchos  casos.  Así.  entra  en  mi  servicio  el  13  de  octubre  último  (1902)  un 
(enfermo  presado  un  violento  acceso.  Délas  noticias  suministradas  dedu- 
cía que  se  trataba  de  una  fiebre  cotidiana.  Al  examinar  las  angre,  tomada  el 
día  siguiente  del  acceso,  y  algunas  horas  antes  de  un  nuevo  acceso,  encon- 
tramos hematozoarios  en  abundancia.  Las  grandes  formas  dominan  ;  pero 
existen  también  amibos  pequeños,  y  todos  son  pigmentados.  Las  formas 
de  grandes  rosetones  son  muy  puras,  y  las  porciones  segmentadas  son  en 
inimero  de  siete,  ocho,  diez;  algunas  están  en  ví?i  de  segmentación.  Ade- 
más, hay  muchos  cuerpos  esféricos,  unos  casi  inmóviles,  otros  agitados  por 
movimientos  poco  rápidos.  Los  glóbulos  parásitos  no  estnn  sensiblemente 
alterados,  y  han  conservado  sus  dimensiones  normales.  El  pigmento  es  de 
granos  gruesos.    No  hay  cuerpos  no  pigmentados,  ni  formas  semilunares. 

Nuestro  enfermo  es  un  joven  sin  taras  orgánicas;  nos  aseguramos  de 
ello  con  el  examen  de  diversas  funciones.  No  tendremos,  pues,  en  él,  los 
accidentes  perniciosos,  y  gracias  al  exa^rien  de  la  sangre,  podemos  afirmar 
hallarnos  en  presencia  de  una  tiebre  benigna,  que  no  conducirá  ni  al  acceso 
pernicioso,  ni  á  la  caquexia  palúdica,  por  lo  menos  si  la  evolución  natural 
es  sostenida  con  una  medicación  apropiada,  y  si  no  sobrevienen  complica- 
ciones enteramente  excepcionales  é  improbables. 

¿Por  qué  estas  inducciones  que  la  consecuencia  de  la  observación  debía 
justificar?  Este  enfermo,  aunque  parecía  atacado  de  una  fiebre  cotidiana, 
es  decLi' ,  de  una  fiebre  muchas  veces  maligna,  estaba,  en  realidad,  sujeto  á 
accesos  de  triple  cuartana,  y  el  diagnóstico  del  tipo  de  la  fiebre  era  fácil  de 
hacer  después  de  un  solo  examen  de  la  sangre,  e.»  el  cual  se  pudiera  reco- 
nocer, al  lado  de  las  grandes  formas  caracrerístioas  de  la  cuartana  (pigmento 
de  grandes  granos-rosetones  de  ocho  á  diez  segmentos,  movimientos  poco 
pronunciados,  integridad  de  los  hematíes,  etc.),  formas  más  pequeñas,  que 
representan  el  primer  estado  del  parásito  de  la  cuHrtana. 

Una  ohjeción  se  presenta  inmediatamente,  y  Laveran  no  deja  de  hacerla 
á  los  partidarios  de  la  pluralidad  de  los  hematozoarios:  «f Estas  formas  pe- 
queñas, consideradas  como  el  primer  estado  de  un  parásito  de  la  cuartana, 
se  asemejan,  en  este  estado,  á  las  formas  de  la  terciana  y  de  la  fiebre  estivo- 
autumnal».  Esto  es  cierto,  pero  es  preciso  saber  que  las  infecciones  mixtas, 
colocándose  en  el  punto  de  vista  de  las  asociaciones  de  tipos  parasitarios, 
son  excesivamente  raras.  Thayer,  que  vio  en  Baltímore  1618  palúdicos, 
sólo  encontró  entre  ellos  31  con  infección  mixta  (1).  Koch  cree  también  que 
las  especies  diferentes  se  excluyen  entre  sí. 

Además,  en  la  sangre  «examinada  no  había  ni  los  semilunares  ni  los  ro- 
setones pequeños,  ni  los  cuerpos  de  desecho  (chjffonnés)  de  que  hablaré 
oportunamente,  todos  ellos  elementos  característicos  de  las  fiebres  graves, 
tropicales. 

Continuando  la  observación  del  enfermo  en  cuestión,  pudimols  ver  una 
serie  de  varios  accesos  de  cuartanas,  lo  que  sorprendió  mucho  á  los  alum- 
nos,tanto  más  cuanto  que  no  habíamos  administrado  el  específico. 

Después  de  estas  pruebas,  me  abstengo  de  preconizar  una  doctrina  cual- 
quiera. No  soy  unicista  ni  pluralista  ;  no  tengo  derecho  á  serlo,  porque  la 
clínica,  ante  hechos  contradictorios,  no  puede  pronunciarse;  y  sólo  en  nom- 
bre de  la  clínica  quiero  hablar. 

No  niego  la  transformación  de  los  tipos,  pero  creo  poder  decir  que  dadas 
ciertas  formas  de  liematozoarios,  se  puede  estar  seguro  de  que  estas  formas 
evolucionan  naturalmente  según  un  tipo  dado  de  fiebre  y  que  su  transfor- 
mación en  otro  tipo,  cuartana  ó  terciana,  ó  estivo-autumnal  ó  inversamente, 
no  es  la  regla. 

El  liematozoario,  especie  única,  se  fija  quizás  en  su  forma  y  estructura, 
y  aun  cuando  sea  siempre  el  mismo,  no  puede,  en  ciertos  casos,  dar  otros 
accesos  que  las  cuartanas,  tercianas,  etc.  ¿No  hay  casos  en  que  el  pneu- 
mococo  está  fijado  de  tal  modo  en  su  virulencia  que  sólo  da  congestiones 
pulmonares,  y  que  inoculado  á  los  conejitos  de  India  da  también  solamente 


(1)  I.as  más  de  las  veces,  los  parásitos  habituales  de  la  terciana  se  encontraban  con  los  parási- 
tos de  la  fiebre  estivo-autumnal.  Thaver,  cit.  por  Scheube,  Traite  des  maladies  dts  pays  chauds, 
pág.li;^. 


El  hematoi^oano  de  la  malaria  3t5 


las  mismas  congestiones  pulmonares?  Una  nueva  picadura  puede  eviden- 
temente producir  la  virulencia  habitual  del  pneumococo,  volviéndose  apto 
para  producir  unapneumonia;  observaríamos  quizás  los  mismos  fenómenos 
con  el  hematozoario,  si  cultivásemos  también  este  último. 

La  clínica  nos  indica,  por  otra  parte,  muy  bielt  la  fijeza  de  ciert'S  tipos 
de  accesos.  Hay  enfermos  que  siempre  han  tenido  accesos  de  cuartana  : 
Treilley  Legrain  han  insistido  con  gran  energía  sobre  este  punto  particu- 
lar, que,  en  efecto,  es  fundamental  en  el  estudio  del  paludismo. 

Uno  de  mis  enfermos,  entrado  en  el  mes  de  septiembre  de  1902  y  atacado 
desde  hace  un  mes  por  vez  primera,  era  de  gran  valor  afirmativo  :  sólo  ha- 
bía tenido  accesos  de  cuartana.  Era  un  itidígena,  un  antiguo  habitante  del 
país,  y  esta  circunstancia  no  es  indiferente,  porque  las  cuartanas  se  obser- 
van frecuentemente  entre  los  árabes,  mientras  que  en  el  recién  llegado  á  la 
colonia  se  observa  muchas  veces  fiebres  cotidianas  ó  continuas  como  accíN 
dentes  iniciales.  Hay  quizás  en  esto  una  cuestión  de  terreno,  que  inter- 
viene para  fijar  el  hematozoario  en  su  forma,  y  guiar  la  evolución  del  tipo 
febril.  Los  unicistas  sacan  ^ran  partido  de  esta  prueba,  y  pueden  sostener 
que  estos  indígenas  son  palúdicos,  sin  saberlo,  desde  hace  mucho  tiempo,  y 
á  partir  de  la  infancia  en  que  parece  ser  la  fiebre  cuartana  la. primera  mani- 
festación de  la  malaria,  sólo  es,  en  realidad,  la  manifestación  tardía  de  un 
paludismo  antiguo.  Los  exámenes  de  R.  Koch  descubriendo  el  hemato- 
zoario en  los  niños  aparentemente  sanos,  en  un  medio  febrígeno,  vienen  en 
apoyo  de  esta  opinión.  y 

Sea  lo  que  fuere,  es  útil  é  indispensable,  desde  el  punto  de  vista  clínico, 
distinguir  dos  formas  de  hematozoarios  :  las  grandes  formas,  muy  pigmen- 
tadas, y  las  pequeñas  formas,  poco  ó  nada  pigmentadas,  y  cuando  ambas 
están  reunidas  sin  semilunares,  ni  cuerpos  de  desecho,  ni  rosetones  peque- 
ños, se  puede  decir  que  las  segundas  sólo  son  las  grandes  formas  en  un 
estado  más  adelantado,  puesto  que  no  se  asocian  entre  sí.  Se  trata  enton- 
ces de  un  tipo  febril  complicado,  denominado  doble  terciana  ó  triple  cuar- 
tana. 

/Las  grandes  formas  son  características  de  tipos  espaciados,  es  decir ,  que 
su  madurez,  señal  del  cese  del  acceso,  se  realiza  á  las  48  ó  ^2  horas,  y  estos 
tipos  son  al  mismo  tiempo  benignos,  no  produciendo,  como  regla  general, 
el  acceso  pernicioso  ni  la  caquexia  palúdica. 

Entre  estas  grandes  formas  es  también  posible  distinguir  el  hematozoa- 
rio de  la  cuartana  del  de  la  terciaria,  basándose  en  los  CHracteres  estableci- 
dos, desde  largo  tiempo  por  Golgi  (Ij.  El  parásito  de  la  terciana  tiene 
movimientos  rápidos,  difíciles  de  seguir.  Decolora  rápida  y  completamente 
el  glóbulo  rojo.  Su  contorno  es  menos  definido,  bastante  suave.  El  proto- 
plasma  tiene  una  apariencia  fina  El  pigmento  es  también  más  tenue.  liOs 
cuerpos  esporulados,  provenientes  de  la  segmentación  de  rosetones,  son  en 
número  de  15  á  20,  y  de  pequeñas  dimensiones. 

El  parásito  de  la  cuartana  tiene  movimientos  lentos,  difíciles  de  observar 
en  el  primer  estadio.  Decolora  muy  poco,  ó  nada,  al  glóbulo  rojo,  que  con-  ' 
serva  color  amarillo  hasta  la  segunda  faz  de  su  destrucción,  y  esto  aun 
cuando  el  glóbulo  quede  representado  por  una  línea  delgada.'  El  proto- 
plasma  es  más  grosero  que  en  la  cuartana.  Su  contorno  es  más  marcado, 
más  preciso.  El  pigmento  es  menos  fino.  Los  cuerpos  esporulados,  proce- 
dentes de  la  segmentación  de  los  rosetones,  son  de  6  á  12. 

No  hay  en  estas  formas  ni  cuerpos  semilunares  ni  cuerpos  de  desecho, 
ni  pequeños  rosetones.  Los  semilunares  existirían,  sin  embargo,  según 
ciertos  autores  (2) ;  pero  creo  que  la  comprobación  de  las  observaciones  de 
éstos  no  se  ha  llevado  todavía  á  cabo,  y  por  mi  parte,  en  fiebres  cuyo  tipo 
terciana  ó  cuartana  está  muy  bien  establecido,  no  he  visto  todavía  cuerpos 
semilunares. 

Las  formas  pequeñas  (1  á  3  |jl)  son  características  de  los  tipos  continuos, 
subcontinuos.  irregulares,  cotidianos;  la  madurez  del  hematozoario  se 
opera  generalmente  en  veinticuatro  horas  ó  quizás  en  cuarenta  3'  ocho,  si  el 
tipo  «terciaim  maligna»  tiene  una  verdadera  autonomía.    La  forma  de  ma- 


(1)  GoIgi,  i4rcA.  ital.de  Biol.,  l.  XIV. 

(2)  Billet  cree  también  poder  hacer  la  distinción  entre  los  semilunares  de  la  terciana  y  los  de 
la  cuartana. 


jfj6  El  htmaio^oario  de  la  malaria 


(iurez  ó  rosetón  es  particular,  y  se  encuentra  más  bien  en  la  médula  de  los 
huesos  y  las  visceras  que  en  la  sangre  periférica.  Se  trata  de  tipos  malig- 
nos. Y  sólo  en  estos  tipos  existen  los  cuerpos  semilunares,  los  rosetones 
pequeños  y  los  cuerpos  de  desecho.  Estas  dos  últimiis  formas  no  están 
ioQuy  extendidas  en  lasante  periférica,  pero  representan,  para  mí.  un  ele- 
mento característico,  sobre  el  cual  no  insisten  quizás  bastante  los  autores. 
Scheube  (1)  hace  de  ello  una  excelente  descripción,  según  Marchiefann 
y  Bignami,  dando,  en  apoyo  de  la  misma,  una  figura  tomada  de  R.  Koch.y 
que  reproduzco  aquí  (fig.  10). 


®       ©       ® 

•  o 


0^0      •  o 


o 

d  t  f  g 

Flg.  10.  —  Formas  del  hematozoario  del  paludismo 

En  esta  ügura  se  ve,  que  al  lado  de  los  rosetones  de  dimensiones  peque- 
ñas, es  preciso  colocar  los  cuerpos  ajados  ó  de  desecho  (Gelappter  Parmlj. 
cuerpos  que  son  mucho  menos  raros  que  los  rosetones  pequeños  y  tan  ca- 
racterísticos como  ellos;  es  decir,  que  su  comprobación  presta  grandes 
servicios,  puesto  que  es  fácil.  Los  rosetones  pequeños  están  designados 
con  la  letra  f,  el  cuerpo  ajado  por  la  e.  En  e  el  parásito  no  ha  llegado  aún  á 
su  entera  madurez,  que  la  alcanza  en  f. 

Creo  necesario  insistir  sobre  la  presencia  de  este  cuerpo  de  desecho  en  la 
sangre  periférica  como  indicante  de  una  fiebre  maligna  (continua,  cuoti- 
diana, subcontínua,  estivo-autumnal,  terciana  maligna,  tropical,  etc.). 

La  forma  c  se  encuentra  también  casi  exclusivamente  en  las  fiebres  ma- 
lignas, pasado  los  trópicos:  el  parásito  intra-globular  está  en  forma  de 
anillo  con  un  engarce.  Las  otras  formas  d,  e  y  /"son,  como  las  precedentes, 
intraglobulares  y  los  glóbulos  son  pequeños  y  pálidos. 

Un  hecho  también  importante  de  esta  forma  de  hematozoarios  es  que 
puede  no  contener  pigmentos  ó  contener  muy  pocos,  aun  en  el  estado  más 
avanzado  (Marchoux,  según  Marchefarn).  He  visto  frecuentemente  los 
c\ierpos  e  desprovistos  de  la  masa  pigmentaria  central,  y  entonces  son  más 
característicos. 

P^l  aspecto  del  hematozoario  realizado  por  el  cuerpo  flagelado  se  nota  en 
todos  los  tipos  de  fiebre.  No  se  encuentra  en  el  organismo  humano,  y  sólo 
se  le  observa  á  los  quince  ó  veinte  minutos  después  de  la  extracción  de  la 
sangre.  El  cuerpo  flagelado  se  forma  á  veces  á  nuestra  vista,  pero  es  pre- 
ciso una  temperatura  suficiente  para  hacerlo  aparecer.  En  invierno,  época 
en  que  los  amibos  mueren  tan  pronto  como  la  sangre  ha  salido  de  los  vasos, 
.«íería  bueno  emplear  una  platina  caliente. 

Si  se  Quiere  una  clasificación  sencilla  de  las  diversas  formas  parasitarias 
del  paludismo,  se  puede  conservar,  para  las  necesidades  de  la  clínica,  la  que 
Man  son  hizo  (2)  : 

Parásitos    .1  ^  "rciana* }  ^°  tienen  formas  semilunares  .    .      Fiebres  benignas. 

¡cotidiano,  pigmentado    .    .  í 
cotidiano,  no  pigmentado  .  J  Tienen  formas  semilunares  .    .    .      Fiebres  malignas, 
terciana | 

(1)    Scheube.  Traite,  p.  110. 
(2>    Tropical  Distases,  p.  36. 


Repista  critica  bibliográfica 


317 


Ks  preciso,  después  de  las  precedentes  consideraciones,  completar  esta 
clasiftcación,  indicando  que.  en  las  fiebres  benignas,  se  comprenden  las 
grandes  formas  parasitarias  (7  íi  9  |i)  y  que  en  las  fiebres  malignas  se  rom- 
prende  las  formas  pequeñas  (I  A  3  |i),  con  los  aspectos  particulares  real  za- 
dos,  al  mismo  tiempo  que  por  las  semilunas,  por  los  cuerpos  de  desecho,  los 
rosetones  pequeños  y  aún  los  cuerpos  en  forma  de  anillo. 

También  debiera  comprenderse  en  el  grupo  de  las  fiebres  malignas.  la.s 
fit'bres  irregulares,  continuas,  subcontinuas,  estivo-autumnales,  tropica- 
les, etc.,  que  son  todas  semejantes. 

El  cuadro  que  damos  h  continuación  resume  todo  cuanto  de  útil  y  nece- 
sario se  hji  de  conocer  para  poder  recordar  los  casí  s  clínicos  de  los  liemato- 
zoarios  encontrados  en  la  sangi'e.  La  clasificación  que  ha  servido  para 
construirlo  es  la  de  Mannaberg,  pero  simplificada  en  la  medida  de  lo  po- 
sible. 

Cuadro  de  las  fiebres  'palúdicas 
en  relación  con  las  diversas  formas  de  hematozoarios 


A.  Fiebres  benignas  (ni  accesos  perniciosos,  ni  caq^iiexia  palúdica). 

B.  Fiebres  malignas  (accesos  perniciosos  y  caquexia  palúdica). 


Hematozoarios  i>k  orandks  fobxas  (7  á  9  fi),    mut  pig- 

ME.NTaDO<,  SIN    CUKRPOS    AJADOS    M    CUEkPOS    EN  FOhMA    DE 
ANILLO.S   Ó   ROSfe.TO>NBS    l'EQUE.ÑOS. 


Terciana 

lieuiatozoarios  frecuente- 
mente más  grandes  aue  un 
hematíe.  Pigmentación  ñna. 
Movimientos  muy  vivos  del 
protoplasma  y  de  los  granos 
del  pigmento. 

Alcanzan  su  desarrollo  en 
cuarenta  y  ocho  horas. 

Rosetones  en  formas  de 
flor  de  tornasol,  con  quince 
ó  veinte  segmentos  ó  menos. 

GHbulo<i  rojos  muchas 
veces  hipertrofiados  y  que 
se  decoloran  con  facilidad. 


Cuartana 

Hematozoarios  del  tama- 
ño de  un  hematíe.  Pigmen- 
tación de  granos  gruesos. 
Mx)vimientos  lentos  del  pro- 
toplasma y  de  los  granos 
del  pigmento. 

Alcanzan  su  desarrollo  en 
setenta  y  dos  horas. 

Rosetones  en  forma  de 
margarita,  con  seis  ó  doce 
segmentos. 

Glóbulos  rojos  que  con- 
servan   sus  dimensiones  y   ; 
su  coloración. 

Trad.  i)or 


Tll'O:  T&RClANA  .MALIGNA,  ESTIVO- 
INVfcHNAI.,  CONTIMIA,  COllDIANA. 
TROPICAI  ,   KlC. 

Hematozoarios  de  formas  peque- 
ñas ( t  á  3  /tf  ;.  P<>co  ó  nada  de  pig- 
mentos. Se  desarrollan  en  veinti- 
cuatro ó  cuarenta  y  ocho  horas  (en 
el  caso  de  terciana  maligna,  ésta 
comprende  formas  grandes).  Movi- 
mientos rápidos  del  protoplasma. 

Rosetones  irregulares  y  pequeños, 
do  seis,  ocho,  diez  ó  doce  segmen- 
tos. Cuerpos  ajados,  cuerpos  en 
forma  de  anillo,  semilunares.  Glóbu- 
los rojos  decolorados. 

el  Sr.  Rríz  Rodríguez  (J.). 


REVISTA    CRÍTICA   BIBLIOGRÁFICA 


(1) 


I).     FhLIX     ANTKtíiHDAn    DÍKZ 

— Profilaxis  j/  tniíamienÍQ  ahorliro  y  resolutivo  de  ¡a  aniiydalilis  sim- 
ple  por  el  bicarbonato  de  sosa  es  una  comunicación  que,  en  lengua 
francesa,  leyó  en  el  Congreso  Internac'ional  de  Higiene,  celebrado  en 
Genova  en  el  año  1882  ;  después  de  un  estudio  detallado  de  dicha  en- 
fermedad expone,  con  multitud  de  observaciones,  que  el  mejor  trata- 
miento consiste  en  el  empleo  del  bicarbonato  de  sosa  en  diversas  for- 
mas; desde  que  vi  recomendado  tan  sencillo  recurso  terapéutico,  lie 
tenido  ocasión  de  convencerme  de  su  ventaja,  y  seguiré  empleándole 
por  considerarle  útil.        • 

—  A  fuerza  de  constancia  y  del  entusiasmo  oue  sentía  el  Dr.  Criné  por 
la  ciencia  freuoj)ática,  realizo  la  celebración  del  Primer  Certamen  Fre- 
nopático  Español,  que  tuvo  lugar  en  Barcelona  en  los  días  25,  2(S,  21  y 
28  de  septiembre  de  1883,  en  el  Manicomio  Nueva  Belén,  En  su  Discurso 
de  apertura,  después  de  demostrar  lo  necesarias  é  importantes  que  son 
semejantes  reuniones  para  el  progreso  de  la  ciencia,  lleno  de  satisfac- 
(!ión  por  ver  sus  deseos  realizados  y  del  cariño  que  tenía  á  Barcelona, 
sin  incurrir  en  la  nota  de  regionalista,  ni  separatista,  deseaba  que  fuera 


»1)    Conclusión.  —Véase  el  número  anterior. 


SI 8  Revista  critica  bibliográfica 


<licha  ciudad  la  cabeza  de  la  nación ;  dando  pruebas  de  patriotismo 
lanzó  un  ¡  viva  España !,  deseando  que  ios  enfermos  de  la  mente  obtu- 
vieran alg'íin  día  beneficios  del  Certamen  que  iba  á  celebrarse. 

—  No  podía  limitarse  el  Dr.  Giné,  como  iniciador  de  dicho  Certamen, 
á  su  discurso  de  apertura.  En  la  primera  sesión  del  mismo  leyó  otro 
Discurso j  titulado  Ensayo  mécUco-adminístrativo  sobre  el  ingreso,  estan- 
cia y  salida  de  los  enfermos  de  la  mente  en  los  7na7iicomios  públicos  y  pri- 
vados, que  si  se  cumpliera  en  todas  sus  partes  por  las  autoridades  y 
las  familias  de  los  desg'raciados  enfermos,  no  se  observarían  esos  abu- 
sos y  atropellos  que  continuamente  ocurren,  y  que  tanto  horror  causan. 

— El  Discurso  de  Clatcsura  del  referido  Certamen  fué  pronunciado  por 
el  Dr.  Giné :  fué  dig-no  remate  de  aquella  asamblea  que  tan  ^rato  re- 
cuerdo dejó,  y  que  siempre  demostrará  lo  que  la  poderosa  voluntad  de 
aquel  hombre  realizaba. 

—  De  la  necesidad  de  popularizar  el  conocimienfo  ( diagnóstico )  de  la 
alienación  mental,  con  el  fin  de  evitar  confusiones  lamentables,  es  un 
trabajo  digno  de  leerse  con  atención  ;  hace  ver  la  trascendencia  que 
los  errores  de  diagnóstico  pueden  ocasionar,  y  lo  necesario  que  es  se 
estudien  estas  enfermedades  con  detenimiento,  y  de  que  se  expliquen 
en  las  cátedras  de  Medicina. 

—  Es  curiosa  la  exposición  que  hace  de  la  Uranostomatoscopia  freno- 
pática;  un  signo  esquelético  de  la  imbecilidad,  por  medio  de  la  explora- 
ción de  la  bóveda  palatina,  que  si  está  demasiado  deprimida,  se  puede 
no  sólo  diagnosticar  aquella  enfermedad,  sí  que  t€.mbién  anunciar  su 
presentación  en  plazo  no  lejano. 

—  El  Juicio  critico  que  escribió  acerca  de  la  obra  del  Dr.  D.  Emilio  Pi 
y  Molist,  «  Primores  del  D,  Quijote,  en  el  concepto  médico-psicológico  y 
consideraciones  sobre  la  locura,  para  un  nuevo  comentario  de  la  in- 
mortal novela >s  es  de  lo  mejor  que  escribió  el  Dr.  Giné  ;  al  examinar 
una  obra  tan  original  y  tan  bien  escrita,  hace  ver  que  el  Dr.  Pi  y  Mo- 
list supo  hallar  las  bellezas  que  Cervantes  escribió  describiendo  la  lo- 
cura que  padeció  D.  Quijote,  y  que  lo  hizo  tan  magistralmente  que  no 
tiene  rival. 

— PJl  hipnotismo  en  la  clínica  es  una  profesión  de  fe  científica  que  ex- 
puso admirablemente  á  instancia  de  uno  que  fué  su  discípulo,  el  doctor 
Rodríguez-Morini,  al  preguntarle  sí  tendría  aplicación  en  las  enferme- 
dades mentales  ;  su  contestación  no  pudo  ser  más  categórica,  afirmando 
las  ventajas  que  su  empleo  tiene  en  Medicina,  y  que  debe  practicarse 
con  seguridad  de  curar  muchas  enfermedades,'  rebeldes  á  los  demás 
tratamientos. 

— El  Código  pknal  y  la  Fuekopatología,  ósea  J/<í/¿^m  de  armonizar 
el  espíritu  y  el  lenguaje  del  Código  penal  con  el  estado  presente  de  los 
conocimientos  f re nop áticos,  es  unn  refutación  enérgica  contra  los 
errores  en  que  estfi  basado  dicho  Código  ;  declara  que  el  mejor  funda- 
mento de  las  leyes  han  de  ser  los  conocimientos  antropológicos,  y  que 
cuanto  antes  deben  desaparecer  los  defectos  de  que  adolece,  tanto  en 
su  espíritu  como  en  su  leni»-uaje,  v  de  esa  manera  se  evitarán  las  dis- 
crepancias que  todos  los  días  se  advierten.  Al  igual  que  lo  hizo  el  doc- 
tor Mata  en  su  Medicina  legal,  i)ide  una  reforma  clara  y  terminante  en 
el  Código,  respecto  á  los  que  deben  estar  exentos  de  responsabilidad 
criminal,  sintetizando  todas  las  formas  de  locura  é  imbecilidad  por  la 
de  enagenaciones  mentales,  que  es  como  deben  expresarse. ' 

— En  el  solemne  acto  de  distribuirlos  pí^emios  del  «  Certamen  litera- 
rio», que  se  celebró  en  San  Gervasio  por  el  Ateneo,  el  año  1890,  pro- 
nunció \in^Disc7(7'so  sirviéndole  de  tema  M  corazón  del  orate;  no  se 
refiere  á  las  alteraciones  que  puedan  observarse  en  dicho  órgano  en  los 
enfermos  de  la  mente :  lo  hace  eti  sentido  figurado,  ó  sea  estudiando 


Resista  critica  bibliográfica  ^¡9 

las  acciones  reflejas  que  entre  el  corazón  y  el  cerebro  del  orate  se  ob- 
servan, que  dan  lu<^ar  á  la  manifestación  de  sus  enfermedades ;  me- 
rece ser  leído  este  discurso  por  las  analog^ías  que  entre  el  corazón  y  el 
cerebro  describe,  di<»-nas  de  ser  estudiadas  y  conocidas,  para  que  á  di- 
chos enfermos  se  les  atienda  como  es  debido. 

— Profilaxis  penal  es  nn  Discurso  leído  en  la  primera  sesión  inaugu- 
ral de  la  Academia  de  Hif^'iene  de  Cataluña  en  1892,  y  que  tlespués  (le- 
dicó  al  Jurisconsulto  I).  José  M.*  Valles  y  Ribot,  con  motivo  del  proceso 

3ue  se  sig-uió  á  Samuel  Willie,  para  el  cual  la  justicia  pedía  la  pena 
e  muerte  y  al  demostrarse  científicamente  oue  era  un  desequilibrado 
hereditario' fué  recluido  en  un  manicomio.  En  este  trabajo,  el  doctor 
Giné  hace  ver  lo  necesario  que  es  el  que  la  Hig-iene  intervenida,  con 
sus  sanos  consejos,  para  que  las  leyes  penales  se  informen  en  lo  que 
ordena  la  ciencia,  y  así  se  evitará  ef  que  muchas  veces  aquélla  casti- 
gue á  varios  que  no  son  criminales,  y  que  sólo  obran  cie^iramente  por 
tener  perturbada  su  razón. 

— El  Dictamen  razonado  en  defensa  del  insigne  rale  Mosén  Jacinto  Ver- 
daguer,  al  cual,  por  g-entes  que  ocupaban  alta  jerarquía  social,  se  le 
tenía  ])or  loco,  infamia  la  más  grande  que  puede  hacerse  á  un  hombre, 
y  de  cuyo  trabajo  fué  ponente  el  Dr.  (iiné,  es  la  prueba  más  elocuente 
de  sus  vastos  conocimientos  frenopático^y  de  su  independencia  ])rofe- 
sional;  persuadido  de  lo  injusto  que  era  calificar  de  loco  á  un  hombre 
tan  eminente,  con  razonamientos  científicos,  que  no  dejaron  lugar  á 
la  duda,  demostró  ser  todo  una  vil  calumnia,  que  se  lanzaba  con  fines 
bastardos  y  de  que  el  virtuoso  sacerdote  tenía  sus  facultades  integras. 
— El  idiotismo  ó  imbecilidad  moral  es  el  tema  de  un  Discurso  qne  pro- 
nunció en  la  sesión  inaugural  del  Ateneo  (Iraciense,  el  12  de  abril  de 
1895.  Estudia  con  detenifuiento  lo  que  es  dicha  enfermedad,  y  las 
causas  que  contribuyen  á  su  manifestación,  y  como  pu^de  evitarse, 
único  medio  de  conseguir  ([ue  no  sea  tan  frecuenta. 

—  Perseguidos  g  perseguidores  es  otro  Discu7*so  pronunciado  en  la 
misma  corporación  que  el  anterior,  en  el  año  siguiente  :  en  éste  como 
en  todos  sus  trabajos,  el  Dr.  Giné  expone,  con  el  estilo  que  le  caracte- 
rizaba, en  que  consisten  dichos  trastornos  mentales,  y  \o  que  tienen 
obligación  de  hacer  las  autoridades  y  la  sociedad  i)ara  que  su  situación 
mejore,  y  no  sea  tan  penosa. 

—  En*  la  solemne  apertura  del  curso  académico  de  1898  á  1899,  le 
corre.spondió  al  Dr.  Giné  leer,  ante  el  Claustro  de  la  Universidad  de 
Barcelona,  el  Discurso  inaugural.  Como  no  podía  menos  de  suceder, 
dados  sus  deseos  y  entusiasmos  por  la  ciencia,  versó  sobre  el  siguiente 
tema :  Lo  que  es  y  lo  (¿ue  debiera  y  podría  ser  la  enseñanza  en  nuestra 
Facultad  de  Medicina.  Después  de  exi)oner  las  deficiencias  que  du- 
rante el  desempeño  de  la  enseñanza  ha  notado,  y  de  señalarlas  con  la 
lealtad  y  franqueza  propias  del  hombre  que  todo  lo  sacrificaba  por  la 
verdad,  propone  la  reforma  que  precisan  los  estudios  médicos  para  que 
salgan  bien  instruidos  los  que  se  dedican  á  los  mismos,  y  los  buenos 
rebultados  que  se  o])tendrán  si  los  gobiernos  siguen  prestando  su  aten- 
ción á  lo  que  se  precisaba  en  aquel  centro  docente;  las  aspiraciones  y 
trabajos  de  toda  su  vida  de  catedrático  los  vio  empezar  á  realizarse, 
sorprendiéndole  la  muerte  antes  de  terminados. 

— Un  viaje áCerebrópolis  es  un  trabajo  en  forma  de  novela  científica, 
recreativa,  que  facilita  el  estudio  de  unos  asuntos  tan  difíciles  de  cono- 
cer, como  son  los  referentes  á  la  anatomía,  fisiología  y  patología  cere- 
brales, con  lo  cual  consiguió  su  autor  hacer  amena  su  lectura  :  es  este 
un  género  de  literatura  médica  poco  cultivado  en  España,  y  del  que 
sólo  recuerdo  haber  leído  otro  análogo  que  escribió  el  Dr.  í).  Amallo 
Jimeno  y  Cabanas,  con  el  título  de  Ifn  nabitante  de  la  sangré\  y  en  el 


Formulario  y  tratamientos  modernos  Jío 

cual  describe  la  circulación  sang-uínea  de  una  manera  aí^radable  y 
científica. 

—  La  familia  de  los  Onkos  es  otra  novela  humorística  que  publicó  el 
ür.  Giné,  y  que  constituye  un  estudio  de  patolog-ía  celular,  especial- 
mente de  oncología,  <»n  (íonde  si'n  sentirlo  se  forma  un  verdadero  con- 
cepto acerca  de  los  tumores  y  sus  diferentes  clases,  que  enseña  muchí- 
simo de  lo  que  es  tan  difícil  aprender  en  obras  de  otra  arenero. 

— Se  termina  este  tomo  de  las  Obras  escogidas  del  Dr.  Giné  con  otra  no- 
vela científica  que  escribió,  titulada  Misterios  de  la  locura,  y  en  ella  hace 
un  estudio  minucioso  de  fisiolog^ía  y  patolog-ía  mentales,  y  de  cuanto 
allá  deiitre  del  des^^-raciado  loco  sucede ;  su  grata  exposición  hace  inte- 
resante su  lectura,  y  como  en  las  verdaderas  novelas,  el  ánimo  del  que 
lee  está  sujeto  hasta  el  final,  para  ver  en  que  concluye. 

Esta  reseña  bibliográfica,  mejor  que  crítica,  de  las  Obras  escogidas 
que  escribió  el  Dr.  Giné,  tengo  la  seguridad  que  no  habrá  sido  pesado 
á  nadie,  pues  bien  poco  me  parece  lo  dicho  comparado  con  el  mérito 
que  tienen ;  yo  no  me  he  cansado  de  leerlas  y  de  admirar  lo  mucho 
bueno  que  contienen  ;  sólo  siento  que  mi  torpe  pluma  no  haya  sabido 
expresar  lo  mucho  que  valen,  y  la  enseñanza  que  siempre  han  de  pro- 
porcionar á  los  que  las  lean.    * 

El  nombre  <lel  Dr.  D.  Juan  Giné  y  Partagás  y  el  recuerdo  de  sus 
obras,  por  lo  mucho  que  trabajó  y  escribió  durante  su  vida,  pasará 
sin  duda  alguna  de  generación  en" generación,  como  sucede  con  el  de 
aquellos  que  hirieron  é])oca  en  su  tiempo,  i)or  sus  inmortales  obras. 


FORMULARIO   T   TRATAMIENTOS    M0DBRN08 


LXXXI.  —  Dermatoais  de  la  piel  del  oráneo :  tratamiento 

8abourand  expone  varias  fórmulas  para  distintos  casos,  que  conceptúo 
útiles. 

Escamas.  —  Si  es  poco  intensa  la  lesión,  se  puede  usar  una  de  estas  po- 
madas : 

1/    Oxido  de  zinc "7         gramos 

Lanolina :     ] 

Vaselina Jaa.     10  » 

Agua  destilada | 

2/    Vaselina 20  » 

Alquitrán  líquido  purificado  .....  4  » 

Tintura  de  quillaya  c.  s.  para  emulsionar, 
ó  esta  loción : 

Alcohola  60° 200  » 

Coaltar  saponificado  .......  30  » 

tíi  es  más  intensa,  se  usa  el  ácido  pirogálico  en  pomada  :  I  á  1*50  por  30 
de  excipiente. 

Si  más  todavía  y  las  escamas  más  adherentes,  se  añada  el  ácido  crisofá- 
nico  al  centesimo,  sirviendo  de  vehículo  : 

Aceite  de  enebro | 

Vaselina .jaa.     10         gramos 

Lanolina / 

Phoriasis.  Si  es  de  intensidad  media,  aconseja: 

Aceite  de  enebro \ 

Vaselina |aa.     10  » 

Lanolina ) 

Acido  crisoí'ánico 0*30  » 


Formulario  y  tratamientos  modernos  $it 

Ei  aceite  de  enebro  puede  ser  substituido  con  el  tanino  : 

Tanino \  ^,r^ 

Calomelanos.     . í^^'      " '*"  * 

Vaselina 20  » 

Pitiriasis.  —  Kn  algunas  de  sus  formas  es  útil  : 

Aceite  de  enebro j 

Vaselina }aa.    10  » 

Lanolina ) 

Bióxido  amarillo  de  mercurio \^       ^.-^ 

Acido  pirogálico /«^-      ^'^^ 

Azufre de  1  íi  3  » 


ó  bien  esta  otra  fórmula  : 

Aceite  de  enebro 10  » 

Bióxido  amarillo  de  mercurio    .     .    . 
Resorcina 


Azufre  precipitado ( 


aa.      I 


> 


Acido  pirogálico 

Manteca  de  cacao i         i^  ^^ 

»       benzoinada •   ./     ' 

Hág-ase  un  masaje  de  toda  la  piel  con  esta  pomada  y  lávese  por  la  maña- 
na con  agua  caliente  y  jabón  blanco. 

Pblada  : 

Tintura  de  iodo j 

Aciílo  fénico  nuboso Jaa.   partes  iguales  (1) 

Hidrato  de  doral J 

LXXXII.  —  Olioerlna:  su  empleo  eH  Oftalmologria 

Catillon  dice  que  su  adición  á  los  colirios  de  atropina  (1  parte  pnr  2  de 
agua),  contribuye  á  la  conservación  del  preparado  y  evita  la  irritación  que 
suelen  causar  las  soluciones  acuosas. 

La  solución  de  ioduro  potásico  en  partes  iguales  de  agua  y  glic?rina  es 
menos  dolorosa  puesta  en  la  córnea  que  la  de  agua. 

Foucber,  como  regla  general,  propone  usar  la  glicerina  en  vez  del  agua 
en  los  colirios. 

Üebout  substituye  las  grasas  irritantes  con  el  glicerolado  de  almidón  en 
las  pomadas  de  sulfato  de  cobre,  de  bióxido  y  de  bicloruro  de  mercurio 
destinadas  á  los  ojos. 

La  glicerina,  por  sí  sola,  es  un  excelente  tópico  de  los  párpados  (1). 

LXXXIII.  —  Hemorroides :  tratamiento 

Crisarobina 0*60    gramos 

Tigenol 5  » 

Vaselina 25  » 

Se  puede  usar  esta  pomada  ó  bien  hacer  dos  embadurnamientos  diarios 
con  tigenol  puro  después  de  un  baño  de  asiento. 

Dicen  que  no  sólo  calma  los  dolores  y  el  picor,  sino  que  también  men- 
gua el  volumen  (2). 

LXX.^1V.— Nefritis  aguda:  tratamiento  oon  el  hielo 

Stembo,  en  unos  veinte  casos,  casi  todos  de  origen  escarlatinoso,  obtuvo 
una  curación  rápida  colocando  á  través  de  la  región  lumbar  un  saco  pro- 
longado, cerrado  por  ambos  extremos  y  lleno  de  pedazos  de  hielo.  El  en- 
fermo permanecía  todo  el  tiempo  posible  en  decMibito  lateral,  y  cuando 
había  de  colocarse  sobre  el  dorso,  se  le  mantanía  sobre  cojines  para  que 
el  hielo  no  comprimiera  el  dorso..  El  hielo  es  aplicado  durante  dos  ó  tres 
horas,  luego  sigue  una  de  descanso,  después  nueva  aplicación,  nueva  sus- 
pensión, y  así  sucesivamente.  En  los  sujetos  muy  impresionables  ponía 
sobre  la  piel  una  ó  dos  capas  de  lienzo  ó  de  franela. 

Sin  otro  tratamiento,  notó  á  las  24  horas  cesación  de  la  fiebre  y  de  los 

(1)  Journal  de  Mid.  interne. 

(2)  Ga:^.  des  hóp. 


3^'  Formulario  y  iraíamientos  modernos 


signos  precursores  de  la  uremia  (subsaltos  musculares),  mayor  diuresis  y 
menor  cantidad  de  sang-re  en  la  orina.  A  los  diez  días  no  quedaba  fenó- 
meno alg-uno  nefrítico. 

El  hielo  debe  continuar  hasta  que  sólo  existan  leves  vestigios  de  albu- 
minuria (1). 

LXXXV.  —  Ohanoro  duro:  tratamiento  oon  •!  aire  oaiiente 

Holljiíider  prefiere  cauterizar  con  ^^l  aire  caliente,  cuya  acción  es  más 
profunda  que  la  del  cauterio  actual.  Ha  tratado  59  enfermos,  que  diagnos- 
tica Max  Jüseph:  de  ellos  sólo  en  15  hubo  infección  generalizada;  los  44  res- 
tantes quedaron  indemnes:  en  22  de  oilosla  observación  data  de  mes  de  un 
año,  en  22  son  de  seis  meses.  De  estos  indemnes  tres  adquirieron  luego  la 
sífilis. 

El  aire  caliente  es,  ademas,  un  rpedio  de  diagnóstico  entre  elclmncroin- 
fectante  y  el  blando;  la  superficie  cauterizada  del  primero  es  dura  y  el  ras- 
pado no  desprende  nada  de  ella;  la  del  segundo  queda  sanjguinolenta  con 
el  raspado  (2). 

LXXXVI.  —Enfermedad  de  Basedow:  tratanodento 
oon  el  Bolfanilato  sódloo 

Partiendo  del  supuesto,  de  que  e.sta  enfermedad  es  una  intoxicación 
iódica,  debida  á  la  producción  excesiva  de  iodotírina  por  el  cuerpo  tiroides 
hipertrofiado,  Kirnberger  (3)  ha  pensado  prescribir  dicho  solfanilato  h  los 
atacados  de  bocio  exoftálmico.  Erlich  y  Kronig,  en  efecto,  habían  reco- 
mendado el  ácido  solfanílico  y  sus  ^ales  contra  el  iodismo. 

Este  ácido  se  presenta  en  cristales  rómbicos  brillantes,  solubles  en  115 
partes  de  agua  é  insolubles  en  el  alcohol  y  en  el  éter.  Bocquillon-Limou- 
sin  recomienda,  como  las  mejores,  las  siguientes  fórmulas  (4): 

Acido  solfanílico  puro 10      gramos. 

Carbonato  sódico 8*50        » 

Agua  destilada 200  » 

para  dar  de  3  á  5  cucharadas  medianas  cada  día,  de  preferencia  en  dos  ve- 
ces ;  ó  bien : 

Sulfaniiato-sódico 10  gramos. 

Agua  destilada 200       » 

ordenando  seis  cucharadas  diarias  en  dos  veces. 

Kirnberger  prescribe  dosis  mucho  mayores,  haáta  diez  gramos  diarios 
de  sulfanilato,  que  son  bien  toleradas  y  mucho  más  eficaces.  Logra  con 
ellos  calmar  y  vigorizar  al  enfermo,  que  engruese,  que  sienta  una  euforia 
extremada  y  que  se  reduzca  mucho  la  taquicardia.  A  pesar  de  ello,  el  me- 
dicamento no  influye  generalmente  ni  en  la  hipertrofia  del  cuerpo  tiroides 
ni  el  temblor.  Es,  pues,  un  medio  paliativo,  digno,  en  este  concepto,  de 
toda  atención  (5). 

LXXXyil.  —  Seborreas:   tratamiento  oon  el  formol 

Martin-Saint-Laurent,  en  vista  de  que  las  seborreas  déla  piel  del  cráneo 
no  tienen  tratamiento  eficaz,  todo  lo  más  paliativo,  pensó  en  usar  el  formoL 
cuyo  poder  desinfectante  es  conocido,  no  menos  que  su  gran  difusibilidad. 
Ha  hecho  sus  experimentos  en  la  clínica  de  Gaucher,  y  de  ellos  deduce  que 
está  indicado  en  el  eczema  seborreico,  en  la  seborrea  pitiriásica  y  en  todas 
las  seborreas. propiamente  dichas. 

El  tratamiento  comprende:  1.°  Indicaciones  que  proceden  del  estado 
general  (artritismo,  sífilis,  alcoholismo,  etc.).  2.*  Medios  locales:  lavarla 
cabeza  con  jabón,  loción  alcalina  y  hacer  una  fricción  ó  lavar  con  un  cepillo 
empleando  la  solución  comercial  de  formol  á  la  dosis  de  0'50  á  1  gramo  por 
litro  de  agua,  y  mAs  todavía  en  los  casos  rebeldes. 

Cree  que  sólo  sería  preferible  el  trioximetileno  químicamente  puro,  que 
no  tiene  las  impurezas  ni  el  poder  tóxico  del  formol ;  pero  como  es  poco  so- 


( 1 )  Therapie  dtr  Gefrenwart. 

(2)  Soc.  de  Med.  de  Berlín. 
l3)  Therapie  der  Gegenwart, 

(4)  Formuhire  de  nouveaux  midicaments. 

(5)  Gaj^^.  sicii.  di  Med  e  Chir. 


Nunstra  correspondencia  con  la  prensa  32y 


luble,  y  actualmente  no  se  conoce  medio  algruiio  de  aumentar  la  solubilidad^ 
hay  que  recurrir  al  formol  (i). 

LXXXVIIL  — Pnrgratlna  ó  diaoetato  de  antropnrparina 

Es  un  polvo  inodoro  é  insípido  por  completo,  cuya  acción  han  estudiado 
Kwald.  Staddmann,  Ebsteiu,  etc. 

Kacbel  1 '»  recomienda  en  las  recién  paridas,  en  vez  del  «ceite  de  ricino. 
Lo  prescribe  al  tercer  día  del  parto,  en  ayunas,  á  la  dosis  de  1'50  á  2  gramos. 
En  treinta  casos,  sólo  hubo  una  vez  ligeros  cólicos  y  dos  veces  dolores  en  el 
acto  de  la  defecación.  En  general,  el  efecto  sh  nota  á  las  7  ú  8  horas,  pero 
puede  tardar  hasta  11,  15  y  16.  l£n  dos  casos  no  produjo  resultados.  No  ha 
observado  cambio  alguno  en  la  orina,  ni  trastornos  en  el  niño  (2) 

LXXXIX.  — Hemofilia:  empleo  del  tejido  ovárico 

Opinando  Zavadier  que  en  las  familias  hemofílicos  no  son  afectas  las 
mujeres,  que  se  limitan  á  transmitir  la  tendencia  á  sus  descendientes  mas- 
culinos, atribuye  el  hecho  al  ovario.  Encuentra  un  fundamento  para  su 
hipótesis  en  la  frecuencia  de  las  epistaxis  antes^de  que  queden  bien  estable- 
cidas las  funcioi»es  ováricas. 

Partiendo  de  esta  base,  en  una  enferma  afecta  de  epistaxis  rebelde  á  todo 
tratamiento,  empleó  el  tejido  ovárico.  dando  cada  media  hora  dos  glóbulos 
de  ciucoy ran08  en  leche  ;  al  cuarto  glóbulo  cesó  la  hemorragia. 

Cita  otro  hecho:  grave  hemorragia  á  const^cuencia  de  un  corte  en  un 
niño,  contenida  con  una  inyección  hipodérmi«-a  de  media  dracma  de  sangre 
desfibrinada  que  tomó  de  la  abuela  del  niño  (3). 

XC.  —  Oánoer  inoperable:  tratamientos 

A.    Cooper  propone  los  siguientes  medios: 

En  caso  de  sarcoma  inoperable,  sobre  todo  en  el  de  células  fusiformes, 
empleo  de  las  toxinas  de  Coleyy  /que  han  curado  algunos  enfermos. 

En  caso  de  cáncer  inoperable  de  la  mama,  tratándose  de  mujeres  de  40 
años  no  llegadas  todavía  á  la  menopausia,  puede  ser  propuesta  la  ovarioto- 
mía  combinada  con  el  uso  del  extracto  tiroideo. 

En  caso  de  ulcus  rodens  inoperable  y  ulceraciones  superficiales  malignas 
de  otras  regiones,  los  rayos  Róntgen. 

Si  estos  medios  no  son  aceptados  ó  no  tienen  aplicación,  debe  usarse  la 
celnndina  al  interior,  y  si  el  caso  es  desesperado,  la  morfina  sin  vacilación 
alguna. 

En  todo  caso  opina  que  debe  exponerse  con  toda  claridad  al  enfermo  el 
pro  y  el  contra  del  daño  y  de  los  remedios,  sin  exagerar  en  concepto  alguno, 
para  que  él  resuelva  con  exacto  conocimiento  de  causa  (4). 

Dr.  Rodríguez  Mkndkz. 


NÜKSTRA  CORRESPONDENCIA  CON  LA  PRENSA 


lia  Semana  médioa,  de  Buenos  Aires.  —  Gracias  p')r  la  reproducción  de 

las  noticias  Las  citoprecipitinas  ó plasmaprecipUinas,  del  Dr.  Rovira  üliver, 

y  Glicolato  de  me íüo  é  lodilo/brmo ,  del  Dr.  Rodríguez  Ruíz.  No  cita  la 

procedencia  de  las  dos  últimas. 
lia  Independenoia  médioa,   de  Barcelona.  —  Id.,  id.  del  B.rticu\o  El  Kéfir  ^ 

del  Dr.  A.  Mur. 
Boletín  de  los  hospitales,  de  Caracas.  —  Id.,  id.  de  la  not'ic'm Miastenia , 

del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
El  problema  de  la  tnberonlosis ,   de  la  Habana.  —  Id.,  id.  de  la  lección 

del  Profesor  Debove,  La  bacilemia  tuberculosa  subagiida,  traducida  por  el 

Sr.  Ruíz  Rodríguez  (J). 
El  Uberal,  de  Mahón.  —  Id.,  id.  de  los  consejos  relativos  á  profilaxis  de  la 

Tuberculosis  consignados  en  la  cubierta. 

(1)  Thése  de  Doctor, 

(2)  Therap.  Monütshejte. 
(3j  The  Medical  Record. 
(4)  The  Lancet. 


334 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


BeTista  balear  de  Olenoias  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.  — Id.,  id.  de 
la  noticia  Fonnación  de  la  linfa,  del  Dr.  Rodríg-uez  Ruiz. 

laa  Clinioa,  de  Zaragoza.  — Id  por  la  parte  que  reproduce  de  nuestro  For- 
mulario y  tratamientos  modernos. 

Revista  española  de  Siflliogrr&Ai^  y  Bermatologria,  de  Madrid.— Id.  por 
la  reprodución  délas  noticiHS  Pelada:  tratamiento  de  las  chapas  y  Ántrax: 
tratamiento  y  del  Dr.  Rodríg-uez  Méndez. 

Bevlsta  homeopátioa,  de  Barcelona.  — Id.,  id.  de  \9iXíOi\Q\tí  Contribución  a  I 
estudio  de  la  leche  de  mujer,  del  Dr.  Campa. 

I«a  Eionela  de  Medloina.  de  México.  ~  Id.,  id.  de  las  notician  Ulcera  gas- 
tíHcn:  tratamiento  con  el  aceite^  Adrenalina  yparanglina.  Purgantes  hipodér- 
micos.  Muerte  aparente  del  recién  nacido:  tratamiento,  Can  fásol,  Canfmt. 
Cromosantonina,  Citarina,  Cocainoles  y  Collisina,  del  doctor  Rodríguez 
Méndez. 

I«ós  Nuevos  Remedios,  de  Madrid.  —  Id.,  id.  de  las  noticias  Coi'ea:  trata- 
miento y  Peritonitis  tuberculosa:  tratamiento  médico,  del  doctor  Rodríguez 
Méndez. 

Oazzetta  sioiliana  di  Meáioina  e  Ohirnrg^ia,  de  Palermo  — Id.,  id.  d^ 
la  noticia  Pirana,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Estudios  demogpálleos  de  Bapeelona 


Dh.  I).  Luis  Cümhnge 

Director  del  Instituto  de  Fiígtene  urbana  de  Barcelona 

Equilibrio    de    sexos    en    Barcelona 

Ya  es  vulgar  la  noción  de  que  el  guarismo  de  varones  engendrados 
supera,  en  mayor  ó  menor  escala,  al  de  las  hembras  y  que  la  mortalidad, 
mas  crecida  en  los  muchachos,  establece  dentro  de  las  primeras  edades 
el  nivel  sexual  y  aun,  en  ciertos  pueblos,  se  observa  predominio  de  mu- 
jeres. 

Ahora  bien:  esta  cuestión  demográfica  interesante  no  se  ha  estudiado 
en  nuestra  ciudad;  hoy  lo  hacemos  nosotros  con  toda  la  brevedad  de  la 
aritmética  y  la  exactitud  de  las  cifras  que  forman  los  estados  subsi- 
guientes (1). 

Las  numerosas  conclusiones  que  de  las  cifras  comparadas  surgen 
quedan  a  la  discreción  de  mis  habituales  lectores. 

Equilibrio  sexual 


MOBTALXSAI)  lOTAVTIL 

AB02T08 

HATAUSAB 

AfiOB 

Varonei  j  Btnbraa 

Total 

Afioi 

1898 
1899 
1900 
1901 
1902 
1903 

Total 

7aroB«i 

408 
388 
591 
674 
652 
681 

3,394 

Sombras 

362 
366 
291 
325 
435 
514 

2,293 

Total 

7-0 
754 
882 
999 
1,087 
í:195 

Afioi 

189ff 
18V<9 
1900 
1901 
1902 
1903 

▼arOA»!    Beabxai 

5,H8I         5.645 
6,187    ¡     5,6n 
6,491         5,925 
6,610    1   '6,214 
6,740    1     6,088 
6,819   1     6.277 

38,728      35,'i66 

Total 

1«98 
18í)0 
19(10 
1901 
190.» 
lí)03 

2,.W6        2,234 
3,065        2.(iflO 
2,493    1     L'.ORS 
3,017    !•  3,013 
2,390    1     2,009 
2,755         2;>91 

10.292    i   14.315 

4,800 
5,^45 
4,581 
0,030 
4,405 
5.046 

30,Ü(í7 

ll,5íti 
U,8i»4 
12,416 
I2.í<fi 
I2.82?< 
13,0% 

Total 

5,6>«7 

Total 

74,494 

Síntesis: 

En  los  últimos  seis  años  nacieron  muertos  1,101  niños  más  que  niñas. 

Nacieron  vivos  2,962  varones  más  que  hembras;  de  estos  últimos  han 
fallecido  1,977  niños  más  que  niñas,  quedando  reducido  el  desequilibrio 
sexual  en  la  población  infantil  menor  de  14  años,  á  985  varones  raás 
que  hembras. 


<lj    En  el  cuadro  de  los  abortos  figurao  solamente  los  registrados. 


Tomo  XZ711.     Ntm.  11       Barcelona  15  Junio  1901       ASo  XXVII.      N Am.  167 

Gaceta  Médica  Catalai^a 

Sl'MAKIO:  La  respoosabilidad  médica  aote  los  Tribunales  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  — Conveniencia  de  seleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad  y  condicio- 
nes generales  de  un  buen  régimen  escolar/universitario,  por  el  Dr.  Antonio  Slmouena.— Ins- 
tituto de  desinfección  urbana  de  Barcelona  Descripción  (material:  personal).  Funcionamiento, 
por  Manuel  Olmlsó.  —  El  pensamiento  de  Emilio  Zola,  por  el  Profesor  Blanchi.  —  Rktis- 
lA  CHÍiicA  dibi.ío(.máf.ca,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Fohmli.akio  y  thaiamikmos 
•tooKHNO'i,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.-*  PuBi.iCACioNhs  i  ecimóas.  —  Estudios  demográ- 
fieos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luii  Comente. 


La  responsabilidad  mMiea  ante  los  Tribunales  de  Justicia  <" 

POR 

D.  A.  Tapia 

Presidente  de  la  Sala  1.'  de  lo  Civil  de  Barcelona 

V 
Responsabilidad  kn  que,  con  arreglo  á  la  ley  Penal,  incurrí* 

EL  perito  que  presta,  EN  JUICIO,  UN  INFORME  FALSO 

La  ley,  á  la  vez  que  oblig^a  al  perito,  al  facultativo,  á  comparecer  ante 
la  autoridad  judicial  para  dar  su  informe  ó  declaración  sobre  cuanto  se 
someta  á  su  criterio  profesional  y  sea  conducente  á  los  fines  de  la  jus- 
ticia, le  exige  que  preste  juramento  por  Dios,  con  arreg-lo  á  la  relig-ión 
que  profese,  de  proceder  bien  y  fielmente  en  sus  operaciones  y  de  no 
proponerse  otro  nn  que  el  de  descubrir  y  declarar  la  verdad. 

El  leg-islador,  con  esto,  ha  querido  que  la  santidad  del  juramento  sea 
garantía  de  la  verdad  del  informe  pericial. 

Así,  pues,  el  facultativo  que  al  prestar  su  declaración  ó  emitir  su 
informe  como  tal  perito,  lo  haga  falsamente,  comete  el  delito  de  falso 
testimonio. 

El  Código  penal  vigente,  en  el  capítulo  6.°,  título  4.'*,  libro  2.®,  con- 
tiene las  disposiciones  relativas  al  delito  de  falso  testimonio  que  pue- 
den cometer,  así  los  testigos  como  los  peritos,  y  que  son  las  que  á  conti- 
nuación se  expresan  : 

«Art.  332.  El  que  en  causa  criminal  diere  falso  testimonio  en  contra 
del  reo,  será  castigado  : 

1.**  Con  la  pena  de  cadena  temporal  en  su  grado  máximo  (2)  á  cade- 
na perpetua,  si  el  reo  hubiere  sido  condenado  en  la  causa  á  pena  de 
muerte  y  ésta  se  hubiere  ejecutado. 

2.**  Con  la  pena  de  cadena  temporal  (3),  si  el  reo  hubiere  sido  con- 
denado en  la  causa  á  la  cadena  perpetua  y  la  hubiere  empezado  & 
sufrir. 

3.°  Con  la  pena  de  presidio  mayor  (4),  si  el  reo  hubiere  sido  conde- 
nado en  la  causa  á  la  cadena  perpetua  y  no  la  hubiere  empezado  á 
sufrir. 

4.''  Con  la  pena  de  presidio  correccional  en  su  grado  máximo  á 
presidio  mayor  en  su  grado  medio  (5),  si  el  reo  hubiere  sido  condenado 
en  la  causa  á  cualquiera  otra  pena  aflictiva  y  la  hubiere  empezado  á 
sufrir. 


íl)  Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 

(2)  De  17  años  4  mese»  y  1  uia  á  20  años. 

(3>  De  12  años  y  1  día  á  20  años. 

(4)  De  6  años  y  1  día  á  12  años. 

(5)  De  4  años  i  meses  y  1  día  á  10  años. 


325  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  Justicia 

5.**  Con  la  pena  de  presidio  correccional  en  su  grado  medio  á  la  de 
presidio  mayor  en  su  grado  mínimo  (1),  si  el  reo  hubiere  sido  conde- 
nado en  la  causa  á  cualquiera  otra  pena  aflictiva  y  no  la  hubiere  em- 
pezado á.  sufrir. 

6,°  Con  las  penas  de  presidio  correccional  en  sus  girados  medio  y 
máximo  (2)  y  multa  de  250  h  2,500  pesetas,  si  el  reo  hubiere  sido  con- 
denado en  la  causa  á  pena  correccional  y  la  hubiere  empezado  á  sufrir. 

7."  Con  las  penas  de  presidio  correccional  en  sus  grados  mínimo  y 
medio  (3)  y  multa  de  150  íi  1,500  pesetas,  si  el  reo  hubiere  sido  conde- 
nado en  la  causa  á  pena  correccional  y  no  la  hubiere  empezado  á. 
sufrir. 

8.**  Con  las  penas  de  arresto  mayor  en  su  grado  máximo  (4)  á  presidio 
correccional  en  su  grado  mínimo  (5)  y  multa  de  125  á  1,250  pesetas,  si 
el  reo  hubiere  sido  condenado  á  una  pena  leve  y  la  hubiere  empezado 
k  sufrir. 

9.°  Con  las  penas  de  arresto  mayor  (6  )  y  multa  de  125  á  1,250  pe- 
setas, si  el  reo  hubiere  sido  condenado  k  una  pena  leve  y  no  la  hubiere 
empezado  á  sufrir». 

«  Art.  333.  El  que  en  causa  criminal  diere  falso  testimonio  en  favor 
del  reo  será  castigado  con  las  penas  de  arresto  mayor  en  su  grado  má- 
ximo (7)  á  prisión  correccional  en  su  grado  medió  (8)  y  multa  de  150 
á  1,500  pesetas  si  la  causa  fuere  por  delito,  y  con  la  de  arresto  ma- 
yor (9)  si  fuere  por  falta». 

«Art.  334.  Al  que  en  causa  criminal  por  delito,  diere  falso  testimo- 
nio que  no  perjudique  ni  favorezca  al  reo,  se  le  impondrá  la  pena  de 
arresto  mayor  en  sus  grados  mínimo  y  medio  (10)». 

«Art.  335.  El  falso  testimonio  en  causa  civil  será  castigado  con  las 
penas  de  arresto  mayor  en  su  grado  máximo  (12)  á  presidio  correccional 
en  su  grado  medio  (11)  y  multa  de  250  á  2,500  pesetas. 

Si  el  valor  de  la  demanda  no  excediere  de  50  duros,  las  penas  serán 
la  de  arresto  mayor  (13)  y  multa  de  125  á  1,250  pesetas». 

Como  se  ve,  por  el  texto  de  la  ley  Penal  que  dejamos  copiado,  la 
declaración  falsa  puede  ser  prestada  en  causa  civil  y  en  causa  criminal. 
Tratándose  de  causa  civil,  distingue  el  Código  los  casos  en  que  se  trate 
de  demanda  por  valor  que  exceda  de  50  duros  ó  que  sea  menor  de  esta 
cantidad,  siendo  distinta  la  pena  en  uno  y  otro  caso  y  más  grave  en  el 
primero  que  en  el  segundo. 

Con  respecto  á  la  declaración  falsa  contra  el  reo  en  causa  criminaK 
distingue  también  el  Código  varios  casos,  imponiendo  á  los  que  las 
prestan  distinto  castigo,  según  sean  las  penas  impuestas  á  los  reos  y  si 
éstas  se  hubieran  ejecutado,  si  es  la  de  muerte,  ó  comenzado  ó  ño  á 
cumplir  tratándose  de  otras  penas. 

La  ley  Penal  castiga  asimismo  al  que  declara  falsamente  á  favor  del 
reo,  y  al  que  lo  hace  no  perjudicando  ni  favoreciéndole. 

El  Código  ha  sido  justo  al  establecer  que  en  todos  los  casos  que 
menciona  debe  ser  castigado  el  testigo  falso  y  con  pena  más  ó  menos 
grave  según  sea  el  daño  que  ocasione  con  su  manifestación.    El  legis- 


(1)  De  2  años  i  meses  y  1  día  á  >í  años. 

Í2)  De  1  años  4  meses  y  1  día  á  6  años. 

(3*  De  H  meses  y  t  día  á  4  años  y  2  meses. 

U)  De  4  meses  y  1  día  á  <l  meses. 

(:'))  DcH  meses  y  1  día  á  2  años  y  4  meses. 

(6J  De  1  mes  y  1  día  á  (i  muses. 

(7)  De  4  meses  y  1  día  á  O  meses. 

(N)  De  6  meses  y  1  día  á  4  años  y  2  meses. 

(lí)  De  1  mes  y  1  día  á  6  me>es. 

<U))  De  1  mes  y  1  día  á  4  meses. 

(11)  De  4  meses  y  !  día  á  fi  meses. 

(12)  De  O  meses  y  i  día  á  4  años  y  2  meses. 
(\'^)  De  I  mes  y  1  día  á  6  meses. 


Ln  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  Justicia  $37 

lador  ha  deseado  que  el  testiguo  se  exprese  siempre  con  verdad,  infli- 
giéndole un  castig-o  cuando  falta  á  ella,  enalteciendo  así  la  misión  del 
testig'o  ante  los  Jueces  y  Tribunales. 

El  legislador  también,  dentro  del  capítulo  del  título  del  libró  del 
Código  en  que  se  contienen  las  disposiciones  á  que  nos  hemos  referido, 
ha  comprendido  el  siguiente  artículo,  que  es  el  336,  que  dice  : 

«Las  penas  de  los  artículos  precedentes  (1)  son  aplicables  en  su 
grado  máximo  k  los  peritos  que  declaren  falsamente  en  juicio». 

La  severidad  de  este  texto  legal  es  justísima. 

Con  razón  han  dicho  los  tratadistas  que  los  peritos  son  testigos  pri- 
vilegiados que  tienen  doble  obligación  de  expresarse  con  verdad,  por 
su  condición  de  testigos  y  la  de  peritos  á  la  vez,  motivo  por  el  cual  sus 
manifestaciones  pesan  más  en  el  ánimo  de  los  Jueces  que  el  dicho  de 
los  simples  testigos. 

Así,  pues,  el  perito  facultativo  que  falta  á  la  verdad  al  declarar  ante 
el  Tribunal,  ejecuta  un  acto  justiciable  en  alto  grado  con  arreglo  á  la 
ley  Penal. 

Si  el  testigo  que  declarando  bajo  juramento  falta  á  la  verdad,  co- 
mete falso  testimonio,  incurriendo  en  las  penas  señaladas  en  el  Código, 
el  perito  médico  que  al  declarar  también  bajo  juramento  falta  asimis- 
mo á  la  verdad,  incurre  en  más  severa  penalidad  que  aquél.  Esta  se- 
veridad está  justificada,  no  sólo  en  la  condición  de  facultativo  que 
adorna  al  que  la  comete,  sino  en  la  mayor  trascendencia  que  tiene  su 
declaración. 

El  legislador  ha  hecho  más :  en  su  deseo  de  que  se  castigue  toda 
manifestación  hecha  ante  los  Jueces  y  Tribunales,  que  no  sea  expresión 
de  verdad,  ha  infligido  también  una  pena  en  el  caso  á  que  se  contrae 
el  siguiente  texto  que  es  el  del  artículo  338  del  Código  penal,  que  dice: 

^<  Cuando  el  testigo  ó  perito,  sin  faltar  sustancialmente  á  la  verdad, 
la  alterare  con  reticencias  ó  inexactitudes,  las  penas  serán  : 

1.**  Multa  de  150  á  1,500  pesetas,  si  la  falsedad  recayere  en  causa 
sobre  delito. 

2."^  De  125  á  1,250  pesetas,  si  recayere  en  juicio  sobre  falta  ó  nego- 
cio civil». 

Reticencia  es  una  figura  que  consiste  en  empezar  una  frase  ó  apun- 
tar alguna  especie  á  fin  de  que  se  comprenda,  sin  llegar  á  declararla 
de  todo  punto. 

Se  expresa  con  inexactitud  el  que  lo  hace  sin  fidelidad,  con  error. 

Así,  pues,  todo  perito  médico,  que  al  declarar  en  juicio  se  exprese 
con  reticencia  ó  con  inexactitud,  incurre  en  responsabilidad  criminal. 

Resulta,  pues,  de  cuanto  dejamos  expuesto,  que  incurre  en  respon- 
sabilidad criminal  el  médico  que  declara  ó  informa  falsamente  en  jui- 
cio en  contra  del  reo  ó  en  su  favor  ó  sin  favorecerle  ni  perjudicarle  ;  y'* 
lo  mismo  cuando  declara  ó  informa  no  faltando  sustancialmente  á  la 
verdad,  pero  alterándola  con  reticencias  ó  inexactitudes,  cuya  respon- 
sabilidad es  siempre  grave,  por  serlo  cualquiera  clase  de  pena  que  le 
sea  impuesta. 

Tenemos  como  evidente  que  el  mejor  consejo  que  puede  darse  á 
los  individuos  de  la  clase  médica,  si  quieren  evitar  que  se  les  someta  á 
un  procedimiento  criminal,  cuya  sola  iniciación  no  puede  menos  de 
empañar  su  honra  profesional,  es,  que  en  las  declaraciones  ó  informes 
que  presten  en  juicio,  procuren  en  todos  los  casos  no  separarse  de  los 
dictados  de  su  conciencia,  sin  proponerse  otro  fin  que  el  de  descubrir  y 
declarar  la  verdad,  cumpliendo  así  con  el  juramento  que  prestaron,  ya 
que  de  no  hacerlo  así,  de  declarar  falsamente,  incurren  en  las  penas 


(t)    Se  refiere  á  los  artículos  332  ai  335  del  Código  penal,  antes  copiados. 


$28  La  responsabilidad  médica  ante  tos  Tribunales  de  justicia 

que  el  Código  establece,  penas  que  llevan  consigo  su  deshonor  y  mu- 
chas veces  la  ruina  del  facultativo  y  de  su  familia. 

Para  terminar  este  capítulo,  estimamos  conveniente  reproducir  la 
doctrina  establecida  por  el  Tribunal  Supremo  sobre  la  inteligencia  y 
aplicación  de  los  artículos  del  Código  penal  de  que  nos  hemos  ocupado, 
así  como  hacer  relación  de  varios  casos  prácticos,  cuyo  conocimiento  es 
de  interés  para  la  clase  médica,  y  que  hemos  extractado  de  la  Gaceta  ó 
sea  de  la  colección  de  Sentencias  pronunciadas  por  el  Tribunal  Supremo. 

Doctrina.  —  Kl  delito  de  falso  testimonio  se  comete  no  solamente 
por  la  manifestación  opuesta  á  la  verdad  que  pueda  dimanar  de  error 
excusable,  sino  por  su  contradicción  á  sabiendas  de  parte  del  testigo  ó 
perito  llamado  á  declarar,  lo  cual  no  tiene  lugar  cuando  se  presta  in- 
torme  pericial,  no  acerca  de  un  hecho  real  que  fuere  notorio,  sino  sobre 
particulares  ocasionados  á  diversa  apreciación  (1). 

Es  punible  el  falso  testimonio  cometido  en  uu  expediente  de  exen- 
ción del  servicio  militar,  por  tratarse  en  ellos  de  intereses  graves  y 
contrapuestos  entre  varias  personas,  y  cuya  resolución  obliga  á  las 
mismas  al  servicio  de  las  armas  óá  satisfacer  una  cantidad  que  excede 
siempre  de  50  duros  para  su  redención  (2). 

El  delito  de  falso  testimonio  queda  consumado  en  el  acto  de  prestar 
declaración  el  testigo  faltando  á  la  verdad  por  él  conocida  y  sabida,  y 
debe  ser  calificado  por  la  intención  del  declarante,  según  su  ánimo  de 
favorecer  ó  perjudicar  al  reo,  ó  de  ocultar,  alterar  ó  desfigurar  la  rea- 
lidad de  los  hechos  sin  propósito  trascendental  (3), 

No  siendo  legalmente  posible  declarar  la  existencia  del  delito  de 
falso  testimonio  prestado  en  juicio  por  la  mera  contradicción  de  las 
declaraciones  dadas  por  un  mismo  testigo  en  cada  uno  de  los  diversos 
periodos  del  proceso  criminal,  y  siendo,  por  el  contrario,  indispensable 
condición  de  aquél  que  la  afirmación  falsa  que  la  constituya  se  haga 
en  el  acto  deljuicio  oral,  la  índole  especial  del  procedimiento  vigente 
que  defiere  á  la  conciencia  del  Tribuaal  respectivo  el  juicio  sobre  la 
falsedad  ó  certeza  de  los  hechos  á  su  consideración  y  examen  expues- 
tos, ó  alegados,  impone  á  ios  Jueces,  ante  quienes' se  presta  un  testi- 
monio, del  que  no  queda  comprobación  susceptible  de  ser  apreciada 
por  otros  en  condiciones  propias,  el  deber  de  declarar  la  realidad  de  la 
falsedad  que  estimasen,  con  determinación  concreta  y  detallada  de  sus 
particulares  todos,  á  fin  de  que  el  Tribunal  llamado  k  juzgar  después 
tal  hecho,  ejercite  su  competencia  indudable  para  la  definición  en  su 
caso  del  delito  y  de  la  responsabilidad,  sin  chocar  con  el  insuperable 
obstáculo,  lo  q^ue  á  falta  de  aquella  previa  declaración  ofrecerla  á  sn 
acuerdo  la  imposible  reproducción  fiel  de  las  pruebacs  del  primer  pro- 
ceso y  el  desconocimiento  del  mérito  que,  comparándolas  entre  si. 
como  es  forzoso,  las  diera  en  su  conciencia  el  que  conoció  en  él  y  apre- 
ció el  verdadero  valor  jurídico  de  los  elementos  probatorios  que  se 
suministraron. 

Resultando  sólo  diferencias  entre  la  primera  declaración  del  suma- 
rio y  la  del  juicio  oral,  sin  que  conste  hecha  por  el  Tribunal  ante  quien 
se  prestó  la  segunda,  expresión  de  cual  de  ellas  sea  la  verdadera,  si 
una  y  otra  son  falsas  ó  si  en  el  sumario  se  consignaron  manifestacio- 
nes no  comprendidas  en  el  testimonio  del  supuesto  procesado  por  tes- 
tigo falso,  tales  deficiencias  substanciales,  por  lo  que  se  deja  expuesto, 
no  pueden  ser  eficazmente  suplidas  por  manifestaciones  más  ó  menos 
explícitas  del  Tribunal  sentenciador,  que  no  juzgó,  ni  ha  podido  apre- 

(1)  Sentencia  de  G  de  noviembre  de  1882. 

(2)  Sentencias  de  12  de  junio  de  Í8«í3  y  de  25  de  febrero  de  1884. 

(3)  Sentencia  de  5  de  julio  de  1888. 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  329. 

ciar  integramente  las  pruebas  del  primer  proceso,  y  en  consecuencia 
el  Tribunal  sentenciador  ha  incurriao  en  error  de  derecho  é  infringido 
los  artículos  I."*  y  333  del  Código  penal,  calificando  y  penando  como 
delito  hechos  que' no  lo  constituyen  (1). 

No  exije  la  ley  que  influya  en  la  suerte  del  reo  el  falso  testimonio, 
cometido  por  el  testigo  ó  perito,  sino  que  basta  que  se  haya  dado  con 
el  designio  de  favorecerle  (2). 

Si  bien  es  elemento  de  delito  de  falso  testimonio  que  quien  presta 
éste,  contradiga  conscientemente  la  verdad,  desde  que  el  testigo  de- 
clara en  oposición  á  ella,  surge  por  tal  acto  la  presunción  de  su  cono- 
cimiento, que  sólo  puede  destruir  prueba  excepcional  que  debilite  ó 
destruya  la  establecida  como  regla  jurídica  en  el  articulo  1."  del  Código 
penal,  al  establecer  que  es  delito  ó  falta  toda  acción  ú  omiáión  volun- 
taria penada  por  la  ley  y  que  se  repitan  siempre  voluntarias,  á  no  ser 
que  conste  lo  contrario  (3). 

El  delito  de  falso  testimonio  lo  constituye  el  hecho  de  faltar  en 
juicio  maliciosamente  á  la  verdad,  ya  negándola,  ya  diciendo  lo  con- 
trario á  ella  (4). 

No  puede  castigarse,  ni  siquiera  perseguirse  el  delito  de  falso  testi- 
monio, bajo  el  supuesto  de  que  se  ha  cometido  en  el  sumario  de  una 
causa  criminal,  mientras  no  lo  acuerde  el  Tribunal  que  debe  conocer 
de  ella,  porque  lo  impide  el  artículo  715  de  la  ley  de  Enjuiciamiento 
criminal  (5). 

Para  poder  perseguir  el  delito  de  falso  testimonio  es  necesario  que 
el  Tribunal  competente  exprese  el  hecho  ó  hechos  que  merezcan  aque- 
lla calificación,  no  bastando  que  se  afirme  que  un  individuo  declaró 
falsamente,  sino  que  es  preciso  consignar  los  términos  de  la  declara- 
ción y  donde  y  como  resulta  la  contradicción  del  declarante,  esencia 
constitutiva  del  delito  (6). 

Casos  prácticos.  —  I.  Formada  causa  criminal  por  lesiones  á  Antonia 
de  Sierra,  el  Médico  encargado  de  su  asistencia  declaró  en  15  de  octu- 
bre de  1877,  que  las  heridas  eran  de  esencia  leves  y  curables  antes  del 
séptimo  día,  añadiendo  en  18,  que  estaban  en  vías  de  cicatrización  y 
en  21  que  se  hallaban  completamente  cicatrizadas  y  sólo  quedaba 
abierta  una,  pero  tan  poco,  que  no  exigía  cuidados  facultativos. 

En  3  de  noviembre  siguiente  reconocieron  á  la  persona  lesionada 
otros  dos  Médicos,  los  cuales  expusieron  que  las  heridas  debieron  cali- 
ficarse de  pronóstico  reservado,  afirmando  los  días  7  y  14  que  la  per- 
sona enferma  estaba  curada. 

Terminada  la  causa  por  sentencia,  se  acordó  por  el  Tribunal  se  for- 
mara otra  por  delito  de  falso  testimonio  contra  el  médico  que  en  primer 
término  se  encargó  de  la  curación  de  la  lesionada,  que  fué  en  defini- 
tiva condenado  como  reo  de  aquel  delito  por  la  Sala  de  lo  criminal  de 
la  Audiencia  de  Granada.  Interpuso  recurso  de  casación  por  infrac- 
ción de  ley,  por  entender  que  el  error  en  que  pudiera  haber  incurrido 
no  constituía  materia  punible,  y  el  Tribunal  Supremo,  en  sentencia  de 
26  de  febrero  de  1883,  declaró  lio  haber  lugar  al  recurso  por  los  siguien- 
tes fundamentos: 

( i)  Sentencia  de  28  septiembre  de  1HS*». 

(2>  Sentencias  de  8  de  enero  de  188U  y  de  13  de  octubre  de  iA94. 

(3)  Sentencia  de  lí»  mayo  de  1801. 

(4i  Sentencia  de  22  de  noviembre  de  1807. 

(5)  Sentencia  de  22  de  octubre  de  1901. 

El  artículo  715  de  la  ley  de  Enjuiciamíenio  criminal  dice  :  «Siempre  que  los  testigos  que  ha- 
yan declarado  en  el  sumario,  comparezcan  á  declarar  tambii^n  S"bre  los  mismos  hechos  en  el  juicio 
oral,  sólo  habrá  lugar  á  mandar  proceder  contra  ellos  como  presuntos  autores  del  delito  de  falso 
testimonio  cuantió  este  sea  dado  en  dicho  juicio». 

(6)  Sentencia  de  24  de  febrero  de  1003. 


330  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia 


Considerando  que  si  bien  no  es  imputable  en  la  esfera  criminal  al 
médico  recurrente  el  desacierto  con  que  calificó  las  lesiones  inferidas 
á  Antonia  de  Sierra,  porque,  en  g-eneral,  no  lo  son  los  errores  de  opi- 
nión, como  la  Sala  sentenciadora,  juzg^ando  dentro  de  sus  atribuciones 
los  méritos  y  pruebas  procesales,  basa  su  fallo  sobre  la  afirmación  para 
ella  evidente,  cual  lo  expresa,  de  que  dicho  médico  con  objeto  de  favo- 
recer al  culpable  en  la  (*ausa  que  depuso  como  perito,  faltó  á  la  verdad 
al  asegurar  el  hecho  estimado  falso  de  la  cicatrización  casi  total  de  una 
de  las  heridas ;  heclios  cuyos  visibles  caracteres  físicos  no  consiente 
diversidad  de  parecer  en  cuanto  á  su  existencia,  aunque  la  permitiera 
respecto  á  su  origen  y  eficacia  y  al  atestiguar  el  también  incierto  de  la 
{^anidad  de  la  lesionada  con  fecha  relativamente  muy  anterior  á  la  en 
que  llegó  á  ese  estado  ;  y  como  estos  dos  elementos,  á  saber:  la  tenden- 
cia y  propósito  maliciosos  revelados  por  hechos  indiscutibles  hoy,  y  la 
contradicción  consciente  de  una  verdad  necesariamente  percibida  por 
quien  la  niega  integran  el  delito  calificado  y  penado  en  la  sentencia 
reclamada,  no  se  ha  incurrido  por  el  Tribunal  que  la  dictó  en  las  in- 
fracciones, ni  en  el  error  de  derecho  que  se  le  atribuye. 

II.  Incoada  causa  criminal  por  lesiones  causadas  á  Ludivina  Fernán- 
dez, el  día  1."  de  octubre  de  1881,  fué  visitada,  en  el  día  3,  por  un  mé- 
dico que  declaró  haberle  observado  una  herida  en  la  unión  de  los  dos 
parietales,  que  por  la  circunstancia  de  no  interesar  más  que  el  cuero 
cabelludo,  la  de  hallarse  cicatrizada  por  primera  intención  y  en  buen 
aspecto  podía  dedicarse  á  sus  trabajos  habituales,  sin  constar  que  na- 
die le  mandase  continuar  en  su  asistencia,  hasta  que  en  20  de  noviem- 
bre siguiente  certificó,  de  orden  del  Juzgado,  que  había  reconocido  á 
dicha  lesionada  encontrándola  en  buen  estado  de  salud. 

En  15  de  diciembre  del  mismo  año,  otros  dos  médicos,  que  habían 
reconocido  á  la  lesionada  de  orden  judicial,  expresaron  en  su  informe 
que  aquélla  había  necesitado,  á  su  juicio,  para  su  curación,  de  quince 
a  veintiocho  días.  Oída  la  Academia  de  Medicina  correspondiente, 
manifestó  que  no  podía  emitir  su  informe  acertadamente  por  la  ca- 
rencia de  datos  que  debieron  suministrarle. 

Terminada  la  causa  por  sentencia,  se  acordó  por  el  Tribunal  se  for- 
mara otra  por  falso  testimonio  contra  el  médico  que  primeramente 
asistió  á  la  lesionada,  que  fué  procesado,  y  absuelto  por  el  Juez  de  1.' 
instancia  de  Murías  de  Paredes  (1),  en  su\sentencia.  Mas  consultada 
ésta  con  la  Sala  de  lo  criminal  de  la  Audiencia  de  Valladolid,  la  revocó, 
condenando  á  dicho  médico  como  autor  del  delito  de  falso  testimonio. 
Interpuso  recurso  de  casación  por  infracción  de  ley  y  el  Tribunal  Su- 
premo, en  sentencia  de  7  de  febrero  de  1884,  casó  y  anuló  la  recurrida 
a  fundamento  del  siguiente  Considerando  : 

Considerando  que  de  los  hechos  que  en  la  sentencia  recurrida  han 
sido  declarados  probados,  no  aparece  la  más  insignificante  diferencia 
en  lo  repetidamente  depuesto  por  el  facultativo  procesado  respecto  á  la 
joven  lesionada  Ludivina  Fernández,  ni  resulta  tampoco  dato  alguno 
contrario  á  la  verdad  de  semejantes  dictámenes  periciales,  nopudiendo 
estimarse  como  tal  delito  la  conjetura  más  ó  menos  fundada,  expuesta 
posteriormente  por  otros  dos  facultativos  acerca  de  la  mayor  duración  de 
las  lesiones  de  Ludivina  Fernández,  mucho  menos,  cuando  la  indicada 
suposición  ha  sido  consignada  como  hecho  no  probado  en. la  sentencia, 

III.  Motivó  la  formación  de  una  cansa  criminal  el  hecho  de  haber 
dos  médicos  declarado  que  un  individuo  herido  se  hallaba  completa- 

(1)    La  caui>a  se  tramitó  por  el  procedimiento  anterior  al  del  juicio  oral. 


Im.  responsabilidad  tnédica  ante  los  Tribunales  de  justicia  33* 

mente  sano  antes  de  los  siete  días,  hecho  que  resultó  falso,  pues  el  le- 
sionado no  curó  hasta  los  veinticinco. 

Aquellos  dos  médicos  fueron  condenados  como  reos  del  delito  de 
falso  testimonio.  Interpusieron  recurso  de  casación  por  infracción  de 
ley  contra  la  sentencia  de  la  Audiencia  de  Valladolid  que  los  condenó, 
y  el  Tribunal  Supremo,  en  la  de  9  de  octubre  de  1885,  declaró  no  haber 
lugar  al  recurso  por  los  siguientes  fundamentos: 

Considerando  que  la  esencia  del  delito  de  falso  testimonio,  como  ^ 
delito  bien  caracterizado,  consiste,  en  contradecir  la  verdad  cuando  por 
la  notoriedad  de  ésta  debe  revelarse  igualmente  á  todos  peritos  ó  ira- 
peritos,  según  su  naturaleza,  sin  que  pueda,  por  consiguiente,  atri- 
buirse la  contradicción  á  error  en  la  opinión  del  que  la  desconoce,  a 
cuyo  delito  de  falso  testimonio,  así  determinado,  es  aplicable  el  princi- 
pio general  del  artículo  1.*  del  Código  penal,  según  el  que  las  acciones 
ú  omisiones  penadas  por  la  ley  se  reputan  siempre  voluntarias  en  la 
acepción  más  lata  de  la  voluntariedad,  á  no  ser  que  conste  lo  contrario, 
correspondiendo  al  inculpado  la  prueba  de  esta  excepción  : 

Considerando  que  es  un  heclio  probado,  según  la  sentencia  recu- 
rrida, que  el  lesionado  José  Vicente  no  se  hallaba  curado  de  su  lesión 
el  día  5  de  mayo  de  1881,  por  lo  que  al  declarar  los  -recurrentes  la  sa- 
nidad del  ViceJite  con  dicha  fecha,  faltaron  evidentemente  á  upa  ver- 
dad que,  por  su  índole,  debe  racionalmente  clasificarse  entre  las  noto- 
rias, y  cometieron  el  delito  de  falso  testimonio  definido  en  el  art.  336 
del  Código,  sin  que  en  la  sentencia  de  la  Audiencia  de  Valladolid  se 
consigne  hecho  alguno  del  cual  pueda  derivarse  como  excepción  la 
circunstancia  de  que  hayan  declarado  por  error,  sin  intención  de  de- 
linquir, y  sí,  por  el  contrario,  antecedentes  que  dan  mayor  fuerza  á  la 
suposición ///m  de  la  voluntariedad: 

Considerando  que  por  ser  consecuencia  legal  y  precisa  de  la  decla- 
ración de  sanidad  que  prestaron  los  facultativos  procesados,  la  califi- 
cación relativamente  más  favorable  del  acto  punible  realizado  por  el 
agresor  del  lesionado,  es  evidente  que  el  delito  de  falso  testimonio 

Perpetrado  y  definido  en  el  art.  336,  se  relaciona,  en  este  caso,  con  el 
33,  aun  cuando  los  delincuentes  no  hayan  conseguido  el  objeto  que 
se  propusieron,  porque  la  índole  de  la  declaración  falsa  hay  que  apre- 
ciarla por  su  tendencia  y  objeto,  con  referencia  al  momento  en  que  se 
presta,  cualquiera  que  sea  su  resultado. 

IV.  Incoado  un  proceso  criminal  sobre  contusión  á  Anselmo  Balda- 
jos,  dos  médicos,  previo  juramento,  declararon  sobre  el  estado  de  aquél, 
afirmando,  como  conclusiones  de  su  informe,  el  hecho  de  que  el  Ansel- 
mo estaba  curado  el  día  11  de  noviembre  de  1894,  y  en  disposición  de 
dedicarse  á  sus  ocupaciones  habituales,  afirmación  que  en  definitiva 
expresaron  en  la  enérgica  forma  de  que  tan  curado  estaba  el  Anselmo 
y  en  disposición  de  trabajar  el  11  como  el  14  de  dicho  noviembre,  y  en 
cuyos  términos  se  acordó  hacerlo  constar  en  el  acta  del  juicio  oral. 

La  Audiencia  de  Falencia,  entendiendo  que  tal  afirmación  era  falsa, 
mandó  proceder  contra  dichos  dos  médicos,  los  cuales  fueron  conde- 
nados por  el  delito  de  falso  testimonio ;  é  interpuesto  recurso  de  casa- 
ción por  infracción  de  ley,  el  Tribunal  Supremo,  en  su  sentencia  de  5 
de  noviembre  de  1896,  casó  y  anuló  la  recurrida,  declarando  las  costas 
de  oficio,  á  fundamento  del' siguiente  Considerando  : 

Considerando  que  el  delito  de  falso  testimonio  en  causa  criminal 
no  se  comete  solamente  por  declaración  contraria  á  la  verdad,  sino  que 
es  elemento  esencial  que  esta  contradicción  se  haga  conscientemente 
contra  lo  conocido  y  sabido  por  quien  lo  presta  ;  y  como  la  sentencia 
recurrida  no  afirma  que  los  procesados  recurrentes  tuviesen  esta  dolo- 


5 ja  Conveniencia  de  seleccionar  los  alumnos  á  su  Ingreso  en  Facultad 

sa  intención,  y  tampoco  se  revela,  ni  puede  racionalmente  inducirse 
de  la  aparente  discordancia  que  existiera,  no  en  la  expresión  de  un 
hecho,  sino  en  la  manifestación  de  un  juick)  técnibo,  al  considerar  los 
recurrentes  tan  curado  al- herido  el  día  11  como  el  14  de  la  contusión 
que  recibiera,  y  hallarle,  en  su  opinión,  en  ambas  fechas  en  disposi- 
ciórí  de  dedicarse  á  sus  habituales  ocupaciones,  porque  tal  juicio  y 
opinión  pueden  tener  satisfactoria  explicación  en  honrada  apreciación 
profesional,  que  aun  bajo  el  supuesto  de  ser  erróneos,  no  son  consti- 
tutivos de  delito,  por  no  liaberse  consi^rnado  en  la  sent^cia,  hechos 
que  acrediten  que  declararon  de  modo  contrario  á  lo  que  entendieran/ 

CSe  coHÍiniiard) 

Conyenlsncla  de  seleccionar  los  alumnos  i  su  Ingreso  en  Facultad 
y  cenmclones  generales  de  un  buen  rftglmen  escolar  universitario  ^^' 

POR     EL 

1)r.  Antonio  Simonena 

CatedrátícQ  de  Patología  y  Clínica  médica  de  la  Universidad  de  Valiadolid 

Señores : 

Dispénseme  esta  doctísima  Asamblea,  si,  al  subir  á  esta  tribana  para 
desarrollar  el  tercer  tema  de  los  que  este  célebre  Claustro  de  Valencia 
ha  propuesto  para  esclarecimiento,  vengo  tan  ayuno  de  novedades  y  de 
trascendentales  ideas,  como  desprovisto  de  ingenio  y  de  bella  forma 
expositiva. 

Entreg-ado  por  completo  á  la  exposición  metódicas!,  pero  escueta  de 
una  ciencia  como  la  Patolog-ía,  que  más  requiere  el  ejercicio  del  razo- 
namiento, que  el  de  la  imaj^iriación,  y  sin  aboleng-o  imaginativo  fami- 
liar, ni  de  raza,  consideróme  de  todo  punto  incapaz  de  entretener  agra- 
dablemente k  nadie,  pero  mucho  menos  á  vosotros  en  quienes  veo  tanto 
ornamento,  no  sólo  de  la  ciencia,  sino  también  de  la  elocuencia  pati'ia. 

Si  acepté  este  cometido,  por  obediencia  ha  sido  y  no  por  vanidad, 
ni  con  alegría.  Pero,  si  estov  seguro  de  que  poco  ó  liada  habéis  de  ha- 
llar en  las  reflexiones  que  sobre  el  tema  haga,  lo  estoy  todavía  más  de 
que  vuestra  condescendencia,  nacida  de  vuestro  saber,  sabrá  ver  en 
ellas  únicamente  el  fruto,  mezquino  si  queréis  y  acaso  más^que  mez- 
quino acerbo,  pero  fruto  al  fin  de  uno  de  vosotros,  que  viene  discu- 
rriendo hace  años  acerca  de  los  males  de  nuestra  enseñanza  y  de  sus 
remedios. 

Si  logro  fijar  vuestra  atención,  para  que  dirijáis  vuestra  poderosa 
inteligencia  sobre  las  múltiples  cuestiones  que  del  tema  se  derivan, 
quedaré  satisfecho  de  haber  contribuido  al  bien,  que  de  seguro  resul- 
tará para  dicha  enseñanza  por  vuestro  esclarecimiento  y  decisiones. 

Dos  puntos  importantísimos  abarca  el  tema  tercero,  que  aunque  entre 
sí  tengan  alguna  relación,  creo  deben  tratarse  separadamente. 

Ks  el  primero:  ;,Es  conveniente  seleccionar  los  alumnos  á  su  in- 
greso en  Facultad? 

Y  el  segundo:  ¿Qué  condiciones  generales  ha  <le  reunir  un  buen 
régimen  escolar  universitarijo*:? 

Voy  á  discutir  sobre  ellos  en  partes  diferentes. 

Primera  parte 

Creo  que  para  contestar  á  la  primera  pregunta  conviene  fijar  de 
antemano  la  finalidad  de  la  selección  de  que  se  trata,  pues  sólo  así  se 


(li    Asamblea  universitaria  de  Valencia,  1902 


COHpeniencia  de  seleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad  $$3 

podrá  juzíí:ar  con  acierto  de  las  ventajas  é  inconvenientes  de  la  migma, 
y  por  consiguiente,  resolver  si  conviene  ó  no  establecerla. 

Pensando  en  cual  sea  la  finalidad  de  la  selección  de  los  alumnos  al 

ingresar  en  los  estudios  universitarios  y  discurriendo  acerca  de  cual 

.podrá  ser  el  objetivo  que  con  tal  selección  se  persigue,  yo  no  encuentro 

otro  que  el  permitir  el  ingreso  únicamente  á  aquellos  individuos  que 

tengan  vocación  y  facultades  para  seguir  una  carrera  profesional. 

Y  con  respecto  á  las  razones  en  que  pudiera  basarse  dicha  selección, 
á  mi  no  se  me  ocurren  más  que  las  dos  siguientes : 

Primera.  El  tender  á  formar  profesionales  en  las  mejores  condicio- 
nes posibles  y 

Segunda.  El  intentar  que  desaparezca  una  costumbre  muy  gene- 
ralizada por  desgracia  en  nuestra  nación,  y  es :  la  de  adquirir  títulos 
por  mero  adorno,  como  á  veces  se  dice,  ó  como  es  en  realidad,  para 
fines  distintos  al  de  ejercer  una  profesión  libremente. 

No  puede  ser  más  atendible  la  primera,  pero  me  parece  que  el  ob- 
jetivo que  al  enunciarla  se  persigue,  puede  alcanzarse  por  otro  proce- 
dimiento, en  mi  opinión  más  racional  y  justo,  cual  sería  la  valoración 
verdad  de  la  suficiencia  del  que  aspira  á  un  título  profesional.  Y  digo 
esto,  sin  prejuzgar  la  cuestión  tan  debatida  de  los  exámenes.  Hágome 
cargo  de  un  estado  de  cosas  existente,  y  aceptándolo  por  el  momento 
como  es,  sin  que  suponga  esto  que  lo  considero  bueno,  expongo  las  ra- 
zones que  se  me  ocurren  para  fundamentar  la  opinión  expuesta. 

Y  paréceme  el  procedimiento  de  la  valoración  verdad  más  racional  y 
justo  que  el  de  la  selección  al  comenzar  la  carrera,  porque  no  puede 
decirse,  de  un  modo  absoluto  y  sin  temor  de  equivocarse,  que  uno  que 
solicite  el  ingreso  en  nuestras  aulas,  es  ó  no  apto  para  una  profesión 
sitio  á  posteriora 

Únicamente  podría  concederse  que  en  determinados  casos  de  pérdi- 
da, falta  ó  defecto  manifiesto  de  alguno  ó  algunos  sentidos  ó  miembros 
indispensables  al  ejercicio  profesional,  ó  falta  de  desarrollo  intelectual 
ó  marcadas  tendencias  morales  incompatibles  con  dicho  ejercicio,  esta- 
ría indicada  la  selección  y  podría  de  antemano  impedirse  que  los  suje- 
tos en  quienes  se  observasen  tales  defectos  emprendieran  una  carrera. 
Pero  aun  en  este  caso  convendría  ser  muy  parco  y  prudente  en  la  apli- 
cación de  este  vet),  porque  pudiera  suceder  que  determinados  defectos 
físicos,  que  realmente  dificultan  el  ejercicio  parcial  de  una  profesión, 
no  imposibilitaran  el  de  otra  parte  de  la  misma.  Sirva  de  ejemplo  la 
sordera  con  la  que  es  imposible  dedicarse  á  Clínica  Médica,  y  es  posible 
ejercer  la  Oculística. 

Además  ocurre  que  generalmente  esta  especie  de  selección  se  efec- 
túa ya  de  un  modo  espontáneo.  Es  raro  que  un  joven  con  manifiesta 
falta'^de  desarrollo  intelectual  emprenda  una  carrera,  y  excepcional  que 
lo  haga  el  que  tiene  un  marcado  impedimento  físico.  Por  otra  parte, 
el  uso  abusivo  de  semejante  veto  sería  atentarlo  á  la  libertad  que  de 
elegir  una  profesión  tienen  todos  los  individuos. 

La  segunda  razón,  como  fundada  en  un  verdadero  mal  nacional,  en 
una  de  las  llagas  de  la  enseñanza  superior  y  que  trasciende  de  un  modo 
lamentable  á  la  vida  social,  tiene  al  parecer  más  fuerza  que  la  primera. 

Es  indudable  que,  por  desgracia,  muchísimos  jóvenes  ingresan  en 
nuestras  üniversidatles,  no  para  seguir  con  vocación  una  carrera  pro- 
fesional y,  por  tanto,  para  adquirir  conocimientos  y  habilidad  técnica 
para  ejercerla,  sino  con  el  exclusivo  objeto  de  adquirir  un  titulo,  que 
para  todo  ha  de  servir,  cuando  se  adquiera,  menos  para  aquello  á  que 
el  mismo  autoriza. 


I  JS4  Conveniencia  de  teteccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad 

.  - - 

I  Este  hecho  ó  esta  corruptela,  si  queréis,  debe  desaparecer  por  las 

I  consecuencias  que  produce  ;  ,pero  ¿cómo?  ¿seleccionando  los  alumnos 

I  cuando  intenten  ingresar  en  la  enseñanza  superior  ó  dificultando  su 

'  marcha  á  través  de  ella  y  haciendo  la  selección  verdad  al  terminarla 

I  carrera? 

!  Vamos  á  verlo. 

Debe  desaparecer  tal  corruptela,  porque  trae  consigo  dos  perturba- 
ciones :  una  &  la  enseñanza  misma  y  otra  á  la  sociedad. 

Perturba  la  enseñanza,  porque  el  que  emprende  una  carrera  sin  vo- 
cación, no  puede  continuarla  con  entusiasmo ;  y  si  á  ello  se  ag'rega  la 
convicción  que  el  tal  tiene  de  que  no  ha  de  ejercerla  ó,  si  á  ello  lleíra- 
se,  ha  de  ser  de  tal  modo  que  menos  han  de  servirle  los  conocimientos 
técnicos  que  sus  atrevimientos  y  posición  oficial  alcanzada  por  eficaces 
recomendaciones,  compréndese  que  ni  estudie,  ni  tenga  por  soportable 
y  llevadera  la  disciplina  académica.  Como  ésta  le  estorba  por  lo  que 
puede  tener  de  autoritaria  y  por  lo  que  le  obliga  á  ir  en  los  estudios 
con  un  movimiento  demasiado  lento  para  él  y  acompasado,  no  debe 
extrañar  que  se  revele  contra  tales  trabas,  é  intente  esq^uivarlas  por  me- 
dios violentos,  en  que  siempre  sale  mal  parada  la  disciplina  y  muchas 
veces  la  autoridad  académica. 

Este  és,  en  mi  opinión,  el  origen  del  mayor  número  de  actos  de  dis- 
ciplina escolar,  y  á  la  vez  la  fuente  de  las  mayores  dificultades  que  se 
presentan  en  las  relaciones  académicas  entre  profesores  y  alumnos. 

La  perturbación  social,  que  la  corruptela  de  que  se  trata  trae  con- 
sigo, consiste  en  la  tendencia  que  se  advierte  en  la  mayoría  de  los  que 
de  dicha  manera  han  conseguido  un  título  académico,  hacia  empleos 
ó  puestos  oficiales  de  los  asequibles  por  donación  graciosa  de  una  au- 
toridad. 

Y. no  debe  extrañar  esta  tendencia,  cuando  se  considera  que  los  que 
se  hallan  mal  dotados  para  la  lucha  profesional  libre,  en  la  que  gene- 
ralmente triunfan  los  que  por  uno  ú  otro  motivo  lo  merecen,  no  tienen 
más  remedio  que  huir  de  ella  y  arrimarse  á  donde  creen  han  de  encon- 
trar asilo  y  amparo. 

Y  este  es  en  mi  opinión  uno  de  los  grandes  anuentes  á  ese  inmenso 
lago  de  la  burocracia,  en  donde,  por  no  hallarse  preparados  técnica- 
mente los  que  á  él  acuden  y  por  sobra  de  codicia  y  en  ocasiones  de  ne- 
gligencia y  desaprensión,  tampoco  liacen  otra  cosa  que  ser  una  remora 
a  la  marcha  normal  y  acompasada  de  la  administración. 

Probada  la  necesidad  de  hacer  desaparecer  esta  malísima  tendencia 
qne  en  cierta  parte  de  la  clase  escolar  se  observa,  discurramos  acerca 
de  los  medios  que  para  conseguirlo  se  proponen. 

A  primera  vista  parece  que  tiene  más  ventajas  la  selección  al  cc»- 
mienzo  de  la  carrera,  porque  así,  y  sin  mayores  gastos  de  tiempo  y  de 
dinero  que  los  que  supone  el  prepararse  para  un  examen  de  ingreso, 
los  fracasados  podrían  orientarse  en  otra  dirección  y  no  perturbar  la 
vida  escolar.  Pero,  si  esto  es  cierto,  lo  es  también  que  el  referido  exa- 
men indicaría  los  conocimientos  (y  esto  muy  ¡mperiectamente)  adqui- 
ridos por  los  que  lo  sufran  en  las  materias  sobre  que  verse,  pero  de 
ninguna  manera  daría  á  conocer  las  aptitudes  necesarias  para  el  ejer- 
cicio de  una  profesión.  Y  así  resultará  que  por  dicho  examen,  .si  se 
estableciera,  ^e  permitiría  el  acceso  á  la  enseñanza  universitaria  á  jó- 
venes bien  preparados,  sin  duda,  en  las  materias  objeto  del  examen  de 
ingreso,  pero  quien  sabe,  si  ineptos  para  el  ejercicio  de  la  profesión  que 
deseen  practicar. 

Además,'  pudiera  ser  que  por  el  examen  de  ingreso,  que  forzosa- 
mente tenía  que  versar,  no  sobre  ciencias  que  han  de  ser  objeto  de  la 


Conveniencia  de  seieccionar  los  alumnos  á  su  in/freso  en  Facultad  336 

• 

carrera,  sino  sobre  ampliación  de  algunas  da  las  que  constituyen  el  ba- 
chillerato ó  sobre  antecedentes  que  para  la  misma  se  creyeran  necesa- 
rios, se  eliminaran  jóvenes  con  disposiciones  adecuadas  para  seg'uir  con 
entusiasmo  y  ejercer  después  con  provecho  una  profesión,  á  cuyo  estu- 
dio no  pudieron  lleg'ar  por  el  examen  de  ingreso.  Y  esta  suposición 
está  comprobada  con  lo  que  se  observa  en  la  vida  académica. 

En  efecto :  pudieran  hacerse  de  los  estudiantes  universitarios  tres 
grupos.  Uno,  formado  por  el  menor  niimero  y  que  entre  nosotros  es 
exiguo,  compuesto  de  los  más  brillantes^  de  los  verdaderamente  ena- 
morados del- estudio  y  del  trabajo ;  estudiantes  que  empiezan  bien  y 
terminan  del  mismo  modo  la  carrera..  Para  los  que  componen  este 
grupo,  no  hay  necesidad  de  selección,  pues  con  ella  ó  sin  ella  llegan 
triunfantes  á  la  meta.  El  segundo  grupo  lo  forman  aquellos  jóvenes 
que,  con  impulso  emulatriz  desde  el  bachillerato,  empiezan  los  estudios 
universitarios  con  aprovechamiento,  pero  que,  poco  á  poco  y  á  medida 
que  van  avanzando,  aflojan  en  los  mismos,  bien  porque  se  distraigan 
en  las  poblaciones  por  el  hecho  de  verse  huérfanos  de  la  tutela  fami- 
liar, bien  porque  ya  no  sienten  el  entusiasmo  que  sentían  por  la  profe- 
sión cuando  la  miraban  desde  lejos.  El  examen  de  ingreso  no  evitará 
este  mal.  Y  hay,  por  último,  otro  grupo  constituido  por  algunos  indi- 
viduos, que  poco  entusiastas  al  comenzar  los  estudios  universitarios, 
van  poco  á  poco  cobrándoles  afición  y  llegan,  en  virtud  de  este  movi- 
miento progresivo,  á  alcanzar  las  mejores  notas  durante  la  segunda 
mitad  de  su  carrera.  El  examen  de  ingreso  puede  restar  á  la  profesión 
y  á  la  ciencia  patria  muchos  de  los  que  componen  este  grupo. 

De  manera  que,  en  conclusión,  e.!  examen  de  ingreso,  que  única- 
mente serviría  para  eliminará  los  mal  preparados  en  las  materias  sobre 
que  había  de  versar,  ó,  si  se  quiere,  á  los  peor  dotados  intelectualmente, 
no  eliminaría  á  los  que  siguieran  erradamente  una  carrera  profesional 
y,  en  cambio,  podría  restará  algunos  que  servirían  para  el  caso  y  hasta 
podrían  dar  días  de  gloria  á  la  ciencia  y  á  la  patria. 

Por  otra  parte,  en  naciones  en  que  la  enseñanza  está  más  adelantada 
que  entre  nosotros,  no  existe  este  cernido  de  los  que  solicitan  ingresar  en 
las  carreras  profesionales,  como  no  sea  para  aquéllas  en  que  el  número 
es  limitado  y  el  que  (1)  fija  las  condiciones  de  los  que  han  de  seguirlas, 
es  el  que  ha  de  servirse  de  los  que  las  terminen,  cual  sucede  con  las 
militares  y  las  especiales. 

En  cambio,  la  selección  en  el  curso  de  los  estudios,  ó  á  su  fin,  es  pro- 
cedimiento más  natural  y  ofrece  además  mayores  garantías  de  acierto. 

En  efecto  :  es  más  natural,  porque  el  solicitante,  á  fuerza  de  experi- 
mentar decepciones  y  fracasos,  llega  á  la  convicción  de  aue  va  prepa- 
rándose mal  para  la  lucha ;  y  de  esta  especie  de  examen  de  conciencia 
generalmente  no  resulta  sim)  una  de  dos  cosas,  buenas  ambas,  que  son: 
ó  que  redoble  sus  esfuerzos,  si  los  fracasos  sobrevinieron  por  su  negli- 
gencia y  así  se  haga  útil,  ó  que  renuncie  para  siempre  á  continuar  es- 
tudiando, si  llega  á  la  convicción  de  que  le  falta  afición  y  aptitudes 
para  la  carrera  aue  eligió. 

Ofrece,  ademas,  más  garantías  de  acierto,  porque  la  selección,  prac- 
ticada en  el  curso  ó  al  fin  de  los  estudios,  cuando  ya  son  conocidas, 
además  de  la  instrucción  del  estudiante,  sus  aptitudes  profesionales, 
tiene  en  cuenta  todos  los  elementos  necesarios  para  juzgar  con  acierto, 
no  permitiendo  que  continúen  la  carrera  los  que  no  deban,  ni  elimi- 
nando, como  puede  hacer  el  examen  de  ingreso,  á  los  que  para  enton- 
ces han  podido  manifestarse  aptos  para  la  profesión  que  solicitan. 

Acaso  se  conteste  que,  mediante  este  procedimiento  de  selección 


(1)    El  Estado. 


55^  Jnstitulp  de  desinjección  urbana  de  Barcelona 

a  posterioriy  se  hace  perder  tiempo  y  dinero  á  sujetos  que,  al  fin  y  al 
cabo,  hay  que«eliminar ;  pero  se  puede  replicar  que  dicho  inconveniente 
sólo  rezará  con  los  testarudos,  que  son  los  menos  en  un  reg-imen  me- 
dianamente severo  de  valoración  del  aprovechamiento  y  aptitudes  es- 
colares; y  lo  que  se  aconseja,  no  puede  sino  beneficiar  al  mayor  número. 

(Se  contíviuirá) 


Instituto 'de  desinfección  urbana  de  Barcelona 

Desoplpelón  (materikl;   personal).   Fnnolonamlento 

Manuel  Gimisó 

Alumno  sobresaliente  de  Higiene  pública 

El  desarrollo  que  el  campo  de  la  Higiene  va  tomando  de  día  en  dia, 
y  la  necesidad  que  todo  el  mundo  tiene  de  observar  los  preceptos  y 
reg-las  que  aquella  nos  enseña  con  el  noble  fin  de  conservar  y  perfec- 
cionar la  salud  de  los  pueblos,  nos  demuestra  clara  y  evidentemente 
la  importancia  que  ha  de  tener  el  estudio  de  la  desinfección  urbana, 
que  constituye  uno  de  tantos  problemas  que  de  los  estudios  higiénicos 
se  desprenden. 

El  gran  número  de  padecimientos  infectivos  que  constantemente 
nos  asedian  ;  las  malas  condiciones  de  nuestra  urbe,  y  en  especial  toda 
la  parte  antigua  con  todos  los  defectos  propios  de  las  urbes  de  esta 
clase  ;  con  sus  estrechas  y  tortuosas  calles  ;  con  sus  vetustos  y  deterio- 
rados edificios ;  sin  aire,  sin  luz,  sin  agua;  con  defectuosa  red  de  alcan- 
tarillado, etc.,  dicen  que  son  muchos  los  defectos  de  que  adolece  nuestra 
gran  capital,  en  lo  que  á  Higiene  hace  referencia ;  por  todo  lo  cual 
vemos  la  necesidad  que  hay  de  mejorar  este  pésimo  estado,  que  cons- 
tantemente nos  amenaza;  urge,  piles,  el  completo  saneamiento  de 
nuestra  urbe ,  y  ¿  cómo  hacerlo  ? 

No  es  mi  propósito  ni  siquiera  intentar  resolver  tan  arduo  y  difícil 
problema ;  solamente  me  limitaré  á  describir  los  procedimientos  que 
se  emplean  para  atacar  y  combatir  todo  aquello  que,  siendo  foco  de 
infección,  puede  ocasionar,  por  su  propagación,  un  peligro  para  la  vida 
total  de  la  población,  la  cual  tiene  altísima  importancia,  por  lo  que  hay 
Que  tenerlo  presente  á  todas  horas,  pues  debido  sin  duda  al  empleo 
de  la  pr  íctica  de  desinfección,  se  han  evitado  algunas  epidemias  que 
hubieran  traído  fatales  y  lamentables  resultados. 

Esto  nos  indica  que  las  prácticas  de  desinfección  urbana  son  dig- 
nas de  estudio  de  todos,  pero  muy  especialmente  de  la  clase  médico- 
farmacéutica,  con  objeto  de  que  de  día  en  día  progresen  y  se  perfec- 
cionen con  nuevos  y  eficaces  procedimientos. 

Al  entrar  en  el  desarrollo  de  este  trabajo,  he  de  advertir  que  mi 
objeto  es  únicamente  el  estudiar  de  un  modo  práctico  el  Instituto  de 
desinfección  de  nuestra  capital ;  Instituto,  que  dicho  sea  de  paso  honra 
á  Barcelona,  ya  que  es  el  más  bien  montado  de  España  y  aún  de  algu- 
nos puntos  del  extranjero,  como  podrá  verse  por  la  descripción  que  del 
mismo  voy  á  hacer  á  continuación  : 

Empecemos  por  exponer,  aunque  muy  ligeramente,  algunos  datos 
históricos  con  el  fin  de  saber  como  empezó  á  funcionar  el  Instituto. 

A  raíz  de  la  epidemia  colérica  de  1885,  se  inició  y  aceptó  la  idea 
propuesta  por  el  entonces  Alcalde  Sr.  Coll  y  Pujol,  y  por  el  Concejal 
Sr.  Carreras  Aragó,  de  adquirir  un  aparato  para  la  desinfección  de  ma- 


Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona  $37 

teriales.  y  además  dos  coches  para  el  transporte  de  enfermos.  Conste 
qut^  tal  aparato  era  sumamente  deficiente. 

Pasada  dicha  época,  tanto  el  aparato  como  los  carruajes  adquiridos 
quedaron  abandonados  por  inútiles,  y,  además,  por  no  haber  personal 
que  se  encargase  de  desempeñar  tales  servicios. 

En  la  Exposición  Universal  de  1888,  se  presentaron  dos  estufas  de 
desinfección,  una  locomóvil  y  otra  fija.  Dichos  aparatos  fueron  ad- 
quiridos por  el  Ayuntamiento,  hasta  que  en  1890,  y  siendo  otra  vez 
Alcalde  el  Sr.  Coll  y  Pujol,  se  creó  la  sección  del  Instituto  de  desinfec- 
ción, y  para  ello  fueron  nombrados  como  ponentes  los  doctores  Robert 
y  Mascaró,  y  como  Director  el  Dr.  Comenge.  Al  fundarse,  pues,  el 
Instituto,  disponía  de  las  dos  estufas  ihencionadas  ,  algunos  coches  de 
transporte  y  dos  ó  tres  lámparas,  modelo  Schandy. 

De  1892  á  1893  y  siendo  Alcalde  el  Sr.  Henrich,  se  construyó  el  ac- 
tual edificio  de  la  calle  de  Llull  oue  luego  describiré.  Se  encargó  á  la 
sección  que  nos  ocupa,  la  parte  de  Demografía  y  Estadística  Sanitaria. 
Se  creó  el  servicio  de  desinfección  de  Ropavejerías,  Casas  de  présta- 
mos, Encantes,  etc.,  y  el  mismo  año  1898,  se  declaró  por  el  Ayunta- 
miento obligatorio  el  servicio  de  desinfección  urbana,  debiendo  hacer 
constar  que  en  París  aun  no  se  había  dictado  tal  disposición. 

En  1894,  se  amplió  el  Instituto  con  la  creación  del  servicio  de  des- 
infección del  subsuelo,  mercados,  etc.  Se  creó  también  la  inspección 
sanitaria  de  las  Escuelas  de  instrucción  primaria. 

En  1897,  se  ampliaron  los  servicios  de  Inspección,  Informes  y  otros. 

Estos  últimos  años  se  ha  adquirido  otro  edificio  en  la  calle  de 
Elíseos,  de  Hostafranchs,  con  objeto  de  ampliar  los  servicios. 

Así  ha  seguido  funcionando  nuestro  Instituto,  que  de  cada  día  ha 
sido  mí^s  importante,  debido  al  celo  é  inteligencia  de  su  digno  Direc- 
tor, quien  ha  procurado  adquirir  los  procedimientos  y  aparatos  que 
más  ventajas  han  reunido  para  la  perfecta  desinfección,  al  par  de  los 
estudios  importantes  que  sobre  los  mismos  ha  hecho,  logrando  poner 
el  actual  Instituto  á  la  altura  de  los  mejores  del  extranjero,  si  no  en 
cantidad,  al  menos  en  calidad  ;  y  para  terminar  estos  datos  generales, 
conste  que,  todas  las  ca])itales  de  España,  al  querer  crear  Instituto  de 
desinfección,  han  tomado  como  modelo  el  de  Barcelona. 

De  los  datos  históricos  expuestos  se  deduce  qufi  las  secciones  de 
Demografía,  Estadística,  Inspección  de  Escuelas  y  otros  servicios  sa- 
nitarios han  sido  creados  á  raíz  de  la  fundación  del  Instituto ;  de 
manera  que  este  ha  sido  el  primer  servicio  de  higiene  pública  de  im- 
portancia que  se  ha  establecido  en  nuestra  capital,  lo  cual  confirma' 
una  vez  más  la  importancia  de  nuestro  Instituto,  pues  por  lo  mismo 
que  es  de  resultados  prácticos  y  positivos,  hace  que  el  vulgo  se  eduque 
en  las  ventajas  que  hay,  de  cumplir  los  preceptos  que  enseña  la  Higie- 
ne, y  esto  no  hay  duda  de  que  es  una  gran  ventaja. 

Descripción   del  local 

El  Instituto  consta  de  dos  secciones,  ocupando  cada  una  un  edificio 
distinto  :  una  sección  es  la  llamada  del  Norte,  cuyo  edificio  está  en  el 
cruce  de  la  calle  de  Llull  y  de  Cerdeña ;  y  la  otra,  ó  sección  Sur,  cuyo 
edificio  está  en  la  calle  de'  Elíseos  del  barrio  de  Hostafranchs. 

Describiré  solamente  el  edificio  de  la  primera  sección,  pues  es  el 
único  que  he  visitado  y  además  el  más  importante. 

Dicho  edificio  consta  solamente  de  planta  baja,  con  espaciosas  ha- 
bitaciones, en  las  cuales  se  halla  convenientemente  distribuido  el 
material. 

Al  entrar  se  encuentra  un  gran  departamento  al  cual  afluyen  todas 
las  dependencias.  En  efecto  :  á  la  derecha  y  en  primer  término,  está  la 


55^  Instituto  de  desinjección  urbana  de  Barcelona 

oficina  del  capataz ;  se  encuentra  luegro  una  habitación  donde  están 
las  soluciones  antisépticas  dispuestas  para  llevar  á  cabo  la  desinfec- 
ción en  cualquier  momento.  A  continuación  está  lo  que  llamaríamos 
«  cuarto  de  pulverizadores  ».  ya  que  allí  residen  casi  todos  ;  esta  de- 
pendencia comunica  con  el  almacén  ó  depósito  de  material  químico  en 
gran  cantidad  y  que  es  donde  se  preparan  las  soluciones ;  todo  esto 
hemos  dicho  está  á  la  derecha.  A  la  izquierda  se  encuentra,  en  pri- 
mer término,  una  habitación  perfectamente  limpia  con  una  gran  mesa 
de  mármol  y  de  paredes  revestidas  de  mosaico  ae  Valencia,  perfecta  é 
íntimamenta  unidos  unos  á  otros  sin  dejar  grieta  alguna ;  esta  habi- 
tación comunica  con  la  puerta  de  la  gran  estufa  fija,  y  es  por  donde  se 
sacan  las  ropos  y  demás  objetos  una  vez  esterilizados.  Luego  está  el 
cuarto  de  baño  y  fumigación  ;  sus  paredes  están  forradas  de  cristal ; 
el  pavimento  es  de  cemento  Portland;  la  bañera  de  mármol ;  hay,  ade- 
más, grandes  barras  de  hierro,  que  sirven  para  colgar  las  ropas  que  se 
fumigan.  Y  llegamos  ya  al  «cuarto  de  maquinaria»,  ya  que  en  él 
reside  la  gran  estufa  de  desinfección  fija  y  dos  calderas  generadoras  de 
vapor  ;  esta  habitación  está  igualmente  revestida  de  cristal  en  sus  pa- 
redes y  su  pavimento  es  de  Portland;  anexa  á  ésta  hay  otra  dependen- 
cia donde  reside  la  máquina  rotativa  lejiadora. 

El  fondo  de  la  habitación  central  comunica  libremente  con  otra 
gran  dependencia.  En  ésta  se  hallan  :  la  estufa  locomóvil,  los  carruajes 
destinados  al  transpórtenle  ropas  y  algunas  carri-cubas  para  conducir 
líquidos  antisépticos  en  gran  cantidad.  HaT  también  el  horno  ino- 
doro que  sirve  para  incineración  de  materiales,  y,  además,  un  gran 
algibe  con  agua  corriente  que  sirve  para  distintos  usos. 

Existe,  además,  otro  cuerpo  de  edificio  casi  independiente  del  ante- 
rior ;  consiste  en  una  extensa  cuadra  donde  residen  los  carri-cubas 
destinados  á  la  conducción  de  líquidos  que  sirven  para  la  desinfección 
de  cloacas,  orinaderos,  pozos  negros,  etc.  Hay  también  depósitos  don- 
de se  preparan  dichas  soluciones  antisépticas. 

El  suelo  de  todas  las  dependencias  es  de  cemento  Portland. 

Las  paredes  están  blanqueadas  con  cal,  excepto  las  de  las  tres  habi- 
taciones indicadas. 

Hay,  además,  excelentes  condiciones  de  luz  lateral  y  central,  debi- 
das á  grandes  ventanales  y  claraboyas,  respectivamente. 

La  ventilación  es  perfecta  y  suficiente,  gracias  á  lo  espacioso  de 
todas  las  dependencias. 
,     La  iluminación  se  hace  por  medio  del  gas. 

Esta  es,  á  grandes  rasgos,  la  distribución  del  edificio  con  el  de.«5tino 
respectivo  de  sus  distintas  dependencias. 

Dkscripción  dkl  material  empleado  para  la  desinfección 

La  desinfección  puede  llevarse  á  cabo  por  medio  de  procedimientos 
químicos,  físicos  y  mecánicos,  como  es  sabido. 

Empecemos  por  estudiar  los  primeros,  ó  sean  las  distintas  sub.«*tau- 
cias  antisépticas  que  se  emplean  para  la  desinfección  con  el  nombre  de 
antisépticos. 

Para  que  una  substancia  pueda  considerarse  como  tal,  debe  re- 
unir las  siguientes  condiciones :  I."  Que  sea  microbicida.  2.*  Que  no 
manche  las  ])aredes,  muebles,  ropas,  etc.  3.*  Que  no  tenga  color. 
4.**  Que  no  desprenda  olores  ofensivos.  Y  5.*  Que  no  sea  venenosa  para 
las  personas  que  la  manejen. 

l)e  todas  estas  condiciones,  la  más  difícil  de  cumplir  es  la  última, 
pues  si  ha  de  ser  microbicida,  ha  de  ser  tóxica,  y  si  lo  es  para  los  mi- 
crobios, lo  será  también  para  el  hombre,  pues  affin  todoá  somos  seres 
vivos.    Por  tanto,  para  subsanar  este  inconveniente,  hay  que  tener 


Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona  3$g 


cuidado  en  señalar  los  frascos  que  contengan  substancias  de  esta  clase, 
con  signos  convencionales  que  indiquen  que  son  peligrosas.  En  el 
Instituto  se  valen  de  un  triángulo  de  papel,  y  de  este  modo  el  personal 
que  lo  maneja  queda  avisado  del  peligro. 

Respecto  á  las  otras  condiciones,  se  han  hecho  estudiospor  el  Direc- 
tor de  nuestro  Instituto  con  objeto  de  hermanarlos  todos,  lo  cual  se  ha 
conseguido  en  gran  parte,  aunque  no  en  todas  las  substancias,  pues 
en  algunos  se  tropieza  con  el  inconveniente  de  que  atacan  los  metales 
y  los  deterioran  ;  así  tenemos  los  preparados  mercuriales ,  por  lo  que 
hay  que  tener  mucho  cuidado  en  los  aparatos  metálicos  que  se  em- 
plean, limpiándolos  bien  luego  de  usarlos,  aunque  á  la  larga  se  estro- 
pean y  hay  que  renovarlos.  Pero  donde  deben  exagerarse  los  cuidados 
es  cuando  se  verifica  la  desinfección  á  domicilio,  con  el  fin  de  no  ata- 
car los  muebles  v  demás  objetos  metálicos. 

Los  olores  más  ó  menos  ofensivos  de  algunas  substancias  s^  corri- 

fen  adicionándoles  esencias,  siendo  la  más  comunmente  empleada  la 
e  romero  ;  hay,  además,  otros  principios  aromáticos,  como  el  timol  y 
el  eucaliptol ;  todas  las  cuales,  no  sólo  sirven  para  dar  buen  olor,  evi- 
tando los  malos,  sino  que  como  antisépticos  que  son,  coadyuvan  á  la 
acción  del  que  se  adicionan. 

Al  hablar  de  las  distintas  soluciones  antisépticas,  hemos  de  indicar 
que  unas  se  aplican  por  medio  de  la  pulverización  ;  otras  por  la  fumi- 
gación, y  otras  que  sencillamente  sirven  para  lavar  objetos  y  derramar 
por  los  retretes,  cloacas,  etc.;  de  aquí  el  que  formemos  tres  grupos, 
según  la  manera  de  emplearlos  : 

Grupo  primero 
Silicuo  fluoruro  de  mercurio  con  eucaliptol. 
»  »  »  »    timol. 

»  »  »  »    esencia  de  romero. 

>>  »  »  »   guayacol. 

Salicilato  de  mercurio- con  esencia  de  romero. 

»  »  »    timol. 

Cloruro  de   mercurio     »    esencia  de  romero. 
»  »  »    timol. 

^  I  Antisepsina  A,  ó  sea  sublimado  corrosivo  con  timol. 
\  »  Bf    »      cloruro  de  zinc  con  timol. 


A 


C 


Aldehido  fórmico  con  timol. 

Salicilato  de  sosa  amorfo    »        » 
Solveol  »    eucaliptol. 

Antipionina  »    esencia  de  romero. 


El  orden  en  que  están  colocadas  estas  substancias,  es  el  de  su  poder 
antiséptico  de  más  á  menos.  El  grupo  A,  ó  sea  el  de  los  mercuriales, 
es  el  más  enérgico;  empezando  por  el  silicuo  fluoruro  de  mercurio  cuyo 
poder  antiséptico  es  diez  y  seis  veces  mayor  que  el  del  sublimado  ; 
sigue  luego  el  salicilato  de 'mercurio  con  uii  valor  antiséptico  ocho  ve- 
ces y  media  mayor  este  último,  el  cual  ocupa  el  tercer  lugar  de  la  escala. 
Siguen  en  orden  de  energía  las  antisepsinas  A  y  B,  y  luego  los  del 
grupo  Cj  de  escaso  poder  microbicida  en  comparación  con  los  anteriores. 

La  proporción  en  que  se  emplean  todas  estas  substancias,  es  del  3  al 
6  por  1,000,  y  algunos  casos  hasta  el  10;  así,  en  habitaciones  muy  in- 
fectas. 

Más  adelante  indicaremos  los  casos  en  que  se  deben  emplear. unas  ú 
otras  substancias. 


340  Instiiuio  de  desinfección  urbana  de  Barcelona 

Grupo  segundo 

Substancias  empleadas  por  medio  de  la  fumig*acioa: 

^       ^         Glico-formol.  —  Pastill  as  de  formalina.  —  Bujía»  de  sulfuro  de  mer- 

K  curio.  —  Pastillas  microbicidas  ó  sean  de  sulfuro  de  mercurio  con  sol- 

1^  veol,  pero  de  fabricación  e  spañola,  así  como  las  anteriores  son  inglesas. 

Wc-  Acido  hiponítrico  y  azufre. 

&'  ■> 

Sfi  G^'upo  tercero 

Jí;'  Substancias  empleadas  para  la  desinfección  vulgar  por  medio  del 

^'  lavado  ó  la  irrigación  : 

^:f  *                 Creolina.  —  Cresonaftol.  — Naftol.  —  Creosota  roja.  —  Cresol  Ras- 

l'v  chig.  —  Lisol.  —  Sulfato  ferroso.  —  Sulfato  de  cobre. — Cloruro  de  cal— 

|f  V  Permanganato  de  potasa,  etc. 

%^  Aparatos  de  pulverización 

^-  Hay  distintos  modelos  de  pulverizadores,  pero  todos  se  fundan  en  el 

'  u      '  mismo  principio. 

íf:  Todos  ellos  constan  de  una  bomba  aspirante  é  impelente  ;  aspira  el 

r» .  aire  é  impela  á  éste  y  al  líquido  sostenido  en  el  depósito;  hay  dos  tubos 

;  de  salida,  uno  para  el  aire  y  otro  para  el  agua,  cuyos  dos  tubos  se 

i/:  reúnen  en  sus  extremos,  y  dispuestos  de  idéntica  manera  que  los  pul- 

;í^-  verizadores  qus  todos  conocemos,  ó  sea  que  el  chorro  del  aire  al  obrar 

^.^  con  fuerza  sobre  el  finísimo  chorro  líquidfo,  le  destruye  y  pulveriza. 

^•í'  Este  es,  en  esencia,  el  aparato;  lo  que  varía  es  la  disposición  del 

¿'  mismo,  por  lo  que  existen  diversos  modelos. 

r'  Indicaré  los  cuatro  modelos  que  hay  en  el  Instituto : 

Primeramente  está  el  pulverizador  modelo  Geneste.    En  este  apa- 
?:;  rato  el  émbolo  se  mueve  merced  á  una  palanca  horizontal  articulada  al 

extremo  de  la  varilla  del  mismo. 
\  '-'^  En  la  parte  superior  del  aparato  están  los  dos  tubos  de  salida  de  aire 

í  y  de  líquido.    La  manguera,  con  su  extremo  pulverizador,  ya  queda 

explicada  antes.    Como  que  el  aparato  en  conjunto  es  bastante  grande 
>n- ;  y  pesado,  va  montado  sobre  dos  ruedas  para  fjicilitar  su  manejo.    De 

^.  estos  aparatos  hay  diez,  repartidos  cinco  en  cada  sección  de  las  dos 

:,;  •  que  hay. 

;  Hay  otro  modelo  del  mismo  autor,  pero  más  pequeño:  su  émbolo 

':  se  mueve  verticalmente.    Puede  ser  transportado  á  mano.    Por  lo  de- 

más, es  igual  al  anterior. 

Existen  seis  aparatos  de  esta  clase  :  tres  en  la  sección  del  Norte  y 
otros  tres  en  la  del  Sud. 

Hay  otro  aparato  más  sencillo  y  de  más  fácil  manejo.    En  efecto : 
la  bomba  está  dispuesta  en  el  extremo  inferior  de  la  misma  manguera 
y  funciona  por  medio  de  un  cilindro  que  tiene  un  movimiento  de  sube 
y  baja.    Dicha  bomba-manguera  se  enchufa  en  el  tubo  de  un  depósito 
I  metálico,  á  modo  de  cartera  ó  bolsa,  donde  se  contiene  el  líquido  anti- 

séptico. 

Este  aparato  resulta  sumamente  cómodo,  pues  se  puede  llevar  col- 
gado del  cuello,  y  al  mismo  tiempo  que  se  maneja  la  manguera  para 
dirigir  la  pulverización,  con  la  otra  mano  se  hace  funcionar  la  bomba 
i  del  modo  que  queda  indicado. 

!  De  estos  aparatos  hay  uno  para  cada  pareja  de  individuos. 

Tenemos,  por  último,  otro  aparato  en  el  cual  el  pistón  se  mueve  á 
!  beneficio  de  la  presión  del  agua.    Es  el  aparato  modelo  Lauren. 

Consiste  en  un  gran  cilindro  de  hierro,  de  paredes  resistentes,  que 
constituye  el  cuerpo  de  la  bomba.  Se  llena  del  líquido  antiséptico  por 
su  parte  inferior.    En  la  parte  superior  hay  un  tubo  en  el  cual  se  en- 


El  pensamiento  de  Emilio  Zola  341 


rrosca  otro  que  conduce  el  agua,  la  cual  obra  con  presión  sobre  la  cara 
superior  del  pistón  y  le  hace  descender  poco  á  poco;  á  su  vez  el  pistón, 
al  empujar  el  líquido  le  oblig-a  á  salir  por  otro  tubo,  en  el  cual  enchufa 
la  manguera,  con  la  que  se  practica  la  pulverización. 

Este  aparato  tiene  la  ventaja  de  que  no  hay  que  emplear  el  trabajo 
manual,  lo  cual  es  muy  útil  cuando  se  han  de  desinfectar  grandes  ha- 
bitaciones. 

Como  quiera  que  para  su  funcionamiento  necesita  la  presión  del 
agua,  resulta  que  sólo  podrá  emplearse  allí  donde  ésta  exista. 

Aparatos  para  fumigación 

^Aparato  de  Ligner.  El  adjunto  grabado  es  un  esquema  que  repre- 
senta un  corte  vertical  del  aparato.  Consiste  en  un  depósito  central, 
cilindrico,  herméticamente  cerrado,  de  paredes  muy  resistentes  y  que 

Suede  resistir  hasta  dos  caballos 
e  vapor.    En  su  parte  superior  h, 

hay  cuatro  finísimos  orificios  r^«?.       %9 

E'E  para  la  salida  de  los  gases ;  giíl  rr^olS 

uno  mayor  para  llenarle  F^  y 
una  válvula  de  segundad.  t\^^ 

Rodeando  á  este  depósito  y  ^ 
á  la  mitad  de  su  altura,  hay 
otro  circular  y  cerrado  también 
herméticamente ;  este  depósito 
B^  por  medio  de  tres  tubos  2>-i>, 
con  la  parte  superior  del  A, 

Por  debajo  del  B^  se  encuen- 
tra otro  recipiente  circular  C 

abierto  libremente.  pig    n.  — Aparato  para  fumigación  de  Lígucr 

Funciona  del  modo  Siguien-  (Dibujo  dcl  alumno) 

te :   En  el  depósito  A  se  coloca 

la  solución  antiséptica.  En  el  5.agua,  y  en  el  Í7  alcohol.  Se  enciende 
éste  y  calienta  el  agua  del  B^  cuyo  vapor  pasa  por  los  tubos  B-T)  al  inte- 
rior del  A^  y  al  obrar  sobre  el  contenido  liquido  deteste,  le  calienta,  y 
los  gases  que  se  desprenden  salen  mezclados  con  el  vapor  de  agua  por 
los  finísimos  tubos  E-E^  ocasionando  una  atmósfera  de  gases  que  se 
difunde  por  toda  la  habitación,  y  obran  como  poderoso  antiséptico. 

La  importancia  de  este  sistema  de  fumigación  la  diremos  más 
adelante. 

De  estos  aparatos  hay  seis,  distribuidos  en  las  dos  Secciones. 

(Se  concluirá). 


—JL 


£1  pensamiento  de  Emilio  Zola 


(1) 


PO9  EL 

Profesor  Bianchi 


El  ciclo  de  las  conferencias  conmemorativas  de  Zola  debería  ya  llegar  á 
su  término.  Bn  Roma,  en  Tarín,  en  Fiorenda,  en  Ñapóles,  literatos,  filóso- 
fos, y  h  )mbres  dedicados  á  la  política,  han  hablado  encomiásticamente  de 
aquél.  Nuestras  revistas,  cual  más,  cual  menos,  han  juzgado  ya  su  obra. 

Eq  Francia  han  pasado  injurias  y  apoteosis  sobre  aquel  cadáver;  en  Italia 
ha  habido  un  consentimiento  un  poco  más  sereno  de  admiración  para  el 
producto  literario  del  gran  escritor,  mezclado  con  alguna  crítica  severa.  Kn 
A.lemania,  en  Inglaterra  y  en  ALmérica,  se  advirtió  menos  la  conmoción  por 


(1)  Esta  coaferencia  faé  leída  en  la  solemne  conmemoración  que  de  Emilio  Zola  hizo  «La  Liga 
Democrática  Napolitana».  La  publicamoH  íntegramente,  conservándole  la  forma  propia  de 
aquella  circunstancia,  tal  como  apareció  en  Annali  di  Neurología,  abril  de  1903. 


S4a  El  pensamiento  de  Emilio  Zola 


SU  muerte,  pero,  no  obstante  esto,  en  breve  tiempo  se  fué  formando  una  rica 
literatura  conmemorativa  del  gran  novelista,  donde  más  se  hace  sensible  el 
alma  latina. 

¿Cuál  es  la  razón  de  tal  disparidad  de  juicios  y  de  las  oleadas  de  entu- 
siasmo, que  se  encuentran  y  mezclan  con  profundos  odios  en  un  océano  de 
indiferencia? 

Consiste  esto  en  que  la  obra  de  Zola  es  proteiforme,  y  la  figura  del  escri- 
tor varía  según  el  ángulo  de  incidencia  de  la  luz  de  la  crítica.  EL  artista,  el 
psicólogo,  el  sociólogo,  el  biólogo,  el  hombre  político,  se  siguen  y  encuen- 
tran, se  funden,  y  sin  embargo,  resulta  un  todo  armónico  con  todas  estas 
figuras,  de  las  cuales,  como  por  una  rápida  superposición  fotográfica,  nace 
una  sola,  que  toma  su  puesto  en  la  línea  ascencional  de  la  humanidad. 

Cuando  el  pensamiento  de  uu  hombre  se  traduce,  por  intrínseca  poten- 
cialidad, en  obras  de  índole  varia,  esencialmente  civil,  que  vibran  en  el  alma 
universal,  que  concitan  los  afectos  íntimos  individuales  y  colectivos,  que 
rompen  aquellos  multiformes  vínculos,  con  los  cuales  el  espíritu  humano 
se  encuentra  ligado  á  su  historia,  y  amarrado  dentro  del  muro  d*».  sus  habi- 
tuales preocupaciones;  cuando  aquellas  obras  civiles  se  ponen  en  contacto 
con  la  política  y  con  la  religión,  que  son  los  dos  más  grandes  talleres  en  que 
se  forjan  las  pasiones  humanas,  turbulentas,  tumultuosas  en  las  sinuosida- 
des más  tortuosas  y  obscuras  del  egoísmo,  y  que  sacuden  la  fibra  íntima  de 
la  vida  ;  cuando  al  entendimiento  y  al  corazón  del  pueblo  se  abren  los  nue- 
vos dominios  de  la  ciencia  y  se  le  presentan  nuevas  fuentes  de  vida,  de  las 
cuales  brotan  nuevas  aspiraciones,  entonces  se  comprende  la  perturbación 
de  la  conciencia  colectiva,  de  la  cual  ha  desaparecido  a'guna  piedrecilla  del 
antiguo  edificio,  alguna  bóveda  se  ha  lesionado,  algún  pilar  ha  caído,  algún 
pavimento  se  ha  resquebrajado,  mientras  las  nuevas  luces  y  las  novísimas 
orientaciones  asustan  á  muchos,  como  los  objetos  extrañan  al  niño  en  los 
primeros  días  en  los  cuales  sus  pupilas  se  encuentran  con  el  mundo;  ó  como 
un  camino  accidentado  y  desconocido  aparece  al  viajero  que  sale  de  su  ha- 
bitación, cuyo  suelo  perfectamente  plano  le  es  conocido,  y  en  cuyo  camino 
pronto  resbala  por  la  falta  de  costumbre  de  sus  piernas  y  lo  perplejo  de  su 
espíritu. 

Se  comprenden  los  entusiasmos  y  las  reacciones,  el  aplauso  y  la  injuria, 
la  atracción  y  la  repulsión,  lá  gloria  y  la  maldición,  y  más  que  ninguna 
otra  cosa,  la  incertidumbre  de  muchos  y  el  vocerío  ineficaz  y  desoído  de  al- 
gunos que  tienen  en  los  labios  lo  que  está  en  la  conciencia  turbada  é  inde- 
cisa, que  mueven  la  lengua  como  los  alucinados  de  la  palabra,  reflejo  del 
contraste  de  las  ideas. 

Y  se  comprende  como  de  todos  los  ángulos  del  mundo  civil  se  ha  ini- 
ciado una  peregrinación  de  pensamientos  sobre  el  cadáver,  y  alrededor  del 
féretro  de  este  nombre,  que  representa  un  principio,  una  orientación,  una 
fuerza. 

La  obra  de  Zola  no  debe  ser  juzgada  solamente  en  sus  detalles,  en  sus 
partes,  en  la  forma  literaria,  en  el  estilo,  en  las  anécdotas,  en  los  episodios, 
en  las  formas  de  la  escena,  en  la  tonalidad  de  los  colores,  ó  en  la  armonía 
de  la  frase,  ó  particularmente  en  las  piezas  de  donde  resulta  todo  el  gran 
edificio  como  fué  concebido  por  su  inteligencia:  la  obra  de  Zola  debe  ser 
juzgada,  sobro  todo,  en  sí  misma,  en  su  plan,  en  su  arquitectura,  en  su 
desarrollo,  en  su  finalidad. 

Zola  es  el  novelista  de  la  vida  que  palpita  dentro  de  nosotros  y  bajo 
nuestras  miradas,  y  ha  procedido  en  el  arte  con  los  métodos  de  la  biolí»gía 
moderna;  ha  anatomizado  el  organismo  social,  proyectando  sobre  las  partes 
de  que  el  mismo  se  compone  la  íuz  de  su  penetrante  inteligencia;  ha  intro- 
ducido el  cuchillo  anatómico  en  los  órganos  míis  obscuros  que  entran  en  su 
composición,  y  los  más  delicados  los  ha  seccionado  en  cortes  delgadísimos 
y  microscópicos,  los  ha  coloreado  con  su  arte,  y  con  ellos  ha  proyectado 
imágenes  nuevas  y  admirables  en  la  conciencia  popular. 

Zola  no  escribe  para  deleitar,  porque  donde  sorprende  lo  horrible  y  lo 
repugnante,  lo  recoge  sin  escrúpulos,  y  lo  arroja  al  taller  de  fu  entendi- 
miento para  darle  forma  artística.  Una  grande  idea  palpita  en  todo  el  con- 
junto de  su  obra.  Verista  despreocupado  y  sincero,  nada  oculta  ni  despre- 
cia de  aquello  que  es  vida  ó  está  en  la  viaa,  y  desarrolla  su  plan  arquitectó- 
nico con  la  lógica  rigurosa  é  irreprensible  de  los  hechos  de  la  biología. 


El  pensamiento  de  Emilio  Zola  345 


Y  acaso  sin  quererlo,  ha  sido  patólogo.  En  el  Ássomoir,  en  Teire  en  la 
Bíte  Aumaine,  en  la  Guerre,  en  Germinal,  en  toda  la  colección  de  los  Kougon- 
Macquart,  se  encuentran  páginas  sublimes  de  la  vida  sorprendida  en  su 
eflorescencia,  en  sus  triunfos,  y  en  todos  los  grados  de  su  decadencia  y  de 
sus  perversiones.  Bien  sea  por  su  cultura  en  las  ciencias  naturales,  á  cuyo 
estudio  había  manifestado  grandes  inclinaciones,  cuando  flun  era  muy  jo- 
ven, bien  fuere  por  herencia  de  su  padre,  que,  siendo  ingeniero,  debió  ser 
igualmente  muy  aficionado  á  las  ciencias  naturales  como  á  las  matemáti- 
cas, ello  es  que  Zola  creó  la  novela  de  base  biológica,  dándose  á  conocer 
como  un  gran  artista  en  la  concepción  de  la  novela  de  la  vida. 

La  gran  delicadeza  de  su  manera  de  sentir  se  traduce  en  una  penetración 
extraordinaria  de  su  observación. 

Su  mirada  indagadora  penetra  en  todo,  levanta  todos  los  velos  de  la  vida, 
por  todas  partes  abre  caminos  para  que  penetre  la  luz,  iluminando  puntos 
obscuros  que  desde  luego  pueden  ser  observados  por  todos. 

La  recóndita  estructura  del  alma  humana  no  vuelve  ya  á  recobrar  sus 
misteriosas  vestiduras;  el  hálito  que  de  ello  emana  es  ya  apreciado  por  todos 
é  igualmente  las  vibraciones  que  palpitan  llegan  á  las  fibras  de  todo  ser  que 
siente  y  se  conmueve  con  la  realidad  traducida  en  imágenes  y  sensibilizada 
en  palabras.  El  conocimiento  universal  de  la  vida  determinará  la  orienta- 
ción de  la  humanidad  que  viene,  en  su  línea  ascencional  hacia  el  conocer, 
el  sentir  y  el  hacer. 

Nada  se  escapa  al  ilustre  novelista:  la  obscura  easuca  habitada  por  una 
pordiosera,  como  mamá  Tatú,  inclinada  al  rufianismo;  la  habitación  des- 
mantelada y  triste  del  obrero,  llámese  este  Kagu,  ó  Bonnaire  ó  Lautier,  ó 
Coupeau,  donde  vibran  el  deseo  de  hoy  y  la  preocupación  del  mañana  ;  el 
lavadero  ó  el  taller  de  la  planchadora,  donde  hierven  y  se  inflaman  el  deseo 
y  el  odio  exóticos,  y  donde  degenera  y  muere  el  senti'mieiito  en  las  langui- 
deces de  la  sensualidad  que  prepara  para  los  hechos ;  los  departamentos 
suntuosos  donde  la  vanidad,  la  coquetería,  los  banquetes  y  la  seducción 
sintetizan  el  objetivo  más  importante  de  la  vida  ;  el  conjunto  industrial  de 
los  ardientes  hornos  y  de  los  profundos  pozos  del  minero,  donde  el  músculo 
lucha  rabiosamente  con  la  naturaleza  muerta;  las  sombrías  salas  del  hospi- 
tal, donde  la  vida  se  acerca  á  sus  orígenes;  la  taberna,  donde  el  alma  se  bes- 
tializa en  la  orgía  de  los  sentidos  y  en  la  borrachera  del  alcohol;  el  santuario 
donde  la  fe  produce  alegría  y  salud,  vanamente  pedidas  á  la  cieiicia ;  la  al- 
coba, donde  el  ávido  egoísmo  se  desespera  por  sus  estériles  y  artificiosos 
espasmos  ;  el  estudio  del  médico, donde  el  espíritu  paranoide  del  Dr.  Pascal 
sueña  en  realizar  ios  deseos  de  Fausto  con  el  líquido  que  rejuvenece,  según 
la  fe  de  Brown-Séqu«rd,  trayendo  una  tardía  juventud ;  y  el  campo  de  ba- 
talla, donde  á  través  de  la  pintura  más  palpitante  de  las  escenas  guerreras, 
del  miedo,  del  valor,  del  heroísmo,  de  la  abnegación,  del  hambre,  de  las 
privaciones  y  de  los  desastres  de  la  guerra,  en  medio  de  las  escenas  subli- 
mes en  que  humea  la  sangre,  centellea  y  dirige  la  sátira  mñs  mordaz  á  la 
ignorancia  del  general  que  rebajó  ante  la  conciencia  del  mundo  el  poderío 
de  toda  una  raza,  que  el  renacimiento,  la  revolución  francesa  y  la  epopeya 
itaWana  habían  elevado  al  punto  culminante  de  la  curva  del  pensamiento 
civil.  El  recoge  todas  las  palpitaciones,  las  alegrías,  las  ansias  y  los  delirios 
de  la  vida  y  les  da  forma  plástica  con  su  maravilloso  magisterio  de  la  pala- 
bra y  del  arte. 

Zola  no  pide  á  la  historia  ni  sus  planes  ni  sus  protagonistas.  Las  sensa- 
ciones, las  ideas,  las  emociones,  las  tendencias,  las  costumbres  de  una 
época  pasada,  las  aspiraciones  individuales  de  la  familia,  de  la  nación,  de 
la  raza,  reviven  en  el  pensamiento  y  la  palabra  del  artista,  que  alientan  so- 
bre la  existencia  que  dormita  ya  hace  tiempo  en  el  frío  dormitorio  de  la 
historia,  dándole  el  tono  espiritual  de  su  tiempo,  el  movimiento  y  la  vida. 
De  esta  manera  resulta  una  forma  de  novela  verídica,  de  la  cual  el  más  clá- 
sico representante  moderno  es  el  Quo  vadis,  de  Lienldewicz. 

Pero  Zola  no  circunscribe  su  alma  sobre  un  episodio  histórico  ó  pasional 
en  el  cual  se  embriagara  de  la  armonía  de  la  frase,  ni  se  inflamara  con  el 
propio  fuego  que  arde  y  se  trasfunde  en  el  arte,  ni  adquiriese  vida  en  la 
música  de  la  palabra.  En  tal  caso,  el  artista  construye,  cnn  el  rico  patrimo- 
nio lingüístico,  suntuosos  edificios  literarios,  ricamente  adornados,  esplén- 
didos por  su  estética  armónica,  en  los  cuales,  por  último,  vive  solitaria  una 
pasión  verdadera,  palpitante,  que  nosotros,  al  leer,  sentimos  dentro  de  nos- 


344  E^  pensamiento  de  Emilio  Zula 

otros,  que  la  encontramos  nuevamente  buscando  en  los  archivos  de  nuestra 
conciencia,  en  la  cual  todo  se  encuentra  cuidadosamente  conservado.  Nos- 
otros, en  tal  caso,  nos  sentimos  sugestionados  por  la  elegancia  armónica  de 
la  frase,  por  la  dulce  vivacidad  de  los  colores,  por  la  armonía  de  las  voces 
cantantes  que  deleitiiu  y  exaltan  nuestro  sentido  estético.  Entonces  somos 
transportados  por  una  suprema  potencia  de  fascinación  hacia  aquellas  re- 
giones donde  sentimos  latir  nuestra  propia  vida  y  la  de  nuestros  amigos; 
vemos  desarrollarse  sobre  la  escena,  como  en  un  panorama  fantá-^tico,  obs- 
curos episodios  ennoblecidos  por  la  forma,  y  hasta  bi  brutalidad  sensual 
envuefta  en  los  nobles  ropajes  de  la  palabra  que  impriman  á  eNta  forma  de 
lo  verdadero  un  carácter  que  hace  posible  su  entrada  majestuosa  y  triunfal 
en  las  regiones  del  arte.    Es  esta  otra  forma  de  la  novela  realista. 

Zola  es  un  observador  delicado,  ingenioso,  sincero,  feliz,  de  la  vida  mo- 
derna en  todas  sus  formas,  en  toda  su  movilidad,  en  todas  sus  manifesta- 
ciones, en  todas  sus  palpitaciones,  en  todas  sus  aspiraciones,  en  sus  alegrías, 
en  sus  dolores,  en  sus  pasiones,  en  sus  instintos,  en  todas  las  gradaciones 
de  su  fuerza. 

Zoia  ha  querido  realizar  una  investigación  sobre  la  vida  social  de  su 
tiempo,  y  en  la  serie  de  los  Rougon^Macquart  y  en  el  Paris,  ha  dado  al  arte 
los  resultados  de  su  investigación.  En  estos  productos  del  arte  él  quiere 
presentar  al  hombre  tal  cual  es,  no  como  se  lo  imagina  el  artista:  él  se  pro- 
pone demostrar  como  el  ejemplo,  las  circunstancias  y  la  herencia  son  los 
grandes  factores  de  la  conducta  del  hombre  que  producen  la  alegría  ó  el 
dolor,  la  riqueza  ó  la  miseria.  Esos  factores  producen  corrientes  de  pasio- 
nes que,  atravesando  el  espíritu,  determinan  hechos  fatales  y  procedimien- 
tos peligroso?. 

Los  opuestos  intereses  de  clase  que  impiden  la  evolución  de  los  instintos 
de  solidaridad,  ofrecen  al  novelista  un  vasto  campo  de  batalla,  sobre  el  cual 
concibió  lógicamente  la  gran  colección  de  los  RougofirMacquart. 

En  la  Forluna  de  los  Rougons  hasta  el  Doctor  Pascal  hay  un  estudio  es- 
quisito  de  las  causas  y  de  las  circunstancias  que  preparan  y  producen 
aquella  decadencia  progresiva  del  individuo  y  de  la  raza,  y  la  razón  de  todo 
ello  la  encuentra  en  las  doctrinas  darwinistasdel  atavismo  y  de  la  herencia. 
Se  ve  claramente  que  él  trataba  de  darse  cuenta  de  la  decadencia  de  Fran- 
cia, la  cual  atribuye  á  la  fatalidad  étnica  y  al  momento  histórico  del  am- 
biente, relacionado  con  los  excesos  de  los  apetitos  brutales,  con  la  fiebre  de 
los  goces  y  con  la  sed  de  los  placeres. 

Cuando  un  organismo  social  se  aparta  de  la  línea  directriz  de  la  adapta- 
ción y  del  progreso,  en  este  momento  histórico  se  levantad  arte  paracorre- 
firlo  con  todas  sus  formas,  ora  sea  con  la  preferida  por  Plutarco,  ó  por  Sha- 
espeare,  por  Dante  ó  por  Miguel  Ángel.  En  esta  ocasión  el  arte  se  ha 
inspirado  en  la  biología,  porque  la  vida  de  los  pueblos,  como  la  de  los  indi- 
viduos, es  del  dominio  de  la  biología  ;  porque  el  sentir,  el  penfc:ar,el  conmo- 
verse, el  desear  y  el  obrar  son  funciones  del  cerebro  y  del  cerebro  en  la 
acción  inter-humana  de  lo  que  ha  obtenido  del  germen  y  de  lo  que  ha 
tomado  del  ambiente. 

Los  tipos  que  Zola  pone  en  escena  representan  todas  las  gradaciones 
evolutivas  y  degenerativas  del  hombre  en  el  período  histórico  de  la  nacitn 
y  sintetizan  un  tratado  de  Teratología  y  de  Patología  social. 

La  amorosa  benevolencia  de  Gervasia,  laboriosa  y  ñel  hasta  que  la  pros- 
tituyó la  embriaguez  de  Coupeau,  y  el  obsceno  atolondramiento  de  Virgi- 
nia y  de  su  hermana,  de  donde  nació  la  disputa  exhibicionista  del  lavadero; 
la  sobriedad  metódica  y  segura  de  Cougé  que  con  el  trabajo  proporciona  la 
subsistencia  para  él  y  para  su  madre,  y  el  idealismo  exaltado  del  operario 
Lautier,  que,  esperando  el  día  de  reanudar  los  trabajos,  vive  como  parásito 
de  la  prostitución,  malicioso  y  desenfrenado,  tentador  y  alcohólico  ;  la  pro- 
gresiva decadencia,  por  el  alcoholismo,  del  carácter  moral  de  Coupeau,  que 
antes  era  laborioso  ;  la  impasividad  de  Bigiar,'  también  alcohólico,  que  de 
una  patada  mata  á  su  mujer;  la  sucia  figura  de  Mebotte,  el  jefe  délos  bo- 
rrachos ;  la  cara  delgaducha  y  tostada  de  Fonchard,*con  gestos  siempre 
idénticos,  sin  pensamiento  y  sin  acción  individual;  el  retrato  de  la  Toupe, 
pequen uela  y  rabiosa,  con  su  cara  acentuada,  con  sus  cabellos  rojos,  su 
frente  deprimida,  su  nariz  delgada,  sus  mejillas  duras,  con  un  carácter 
execrable,  que  era  la  desesperación  de  la  casa  por  su  continua  cólera; 


El  pensamiento  de  Emilio  Zoki  '  34¡> 


Bourron  y  Ragú,  que  conspiran,  esperando  que  algiin  día  deberían  ellos  ser 
los  amos ;  Bounaire,  que  se  queja  del  bajo  concepto  de  la  futura  victoria  de 
loa  trabajadores;  estoé  hechos  enseñan  ai  lector  todas  las  gradaciones  de  la 
degeneración  y  de  la  primitividad  humanas,  donde  los  pequeños  gérmenes 
del  bii^n  se  esterilizan  por  falta  de  nutrición  y  de  ambiente  favorable. 

El  no  pone  en  escena  tipo  alguno  de  mujer  civil  moderna ;  en  sus  nove- 
las no  encontramos  encarnación  alguna  de  virtud  femenina  familiar  ni 
civil.  El  nO' buscó  en  la  sociedad  contemporánea  ni  una  Vitoria  Colonna, 
ni  una  madre  Cairoli;  Jo  acusan  por  esto  de  pesimismo,  cuando  muchas 
veces  es  esto  un  método. 

Mauricio  Barré  atribuye  al  origen  veneciano  del  alma  del  novelista  la 
obscenidad  de  que  están  llenas  sus  obras,  cuando  era  su  ideal  la  regenera- 
ción de  un  pueblo  que  ól  veía  propenso  á  la  degeneración  y  á  la  decadencia. 
El  escribía  la  patología  de  su  país,  cuando  las  armas  fáciles,  violentas  é  in- 
sidiosas de  la  crítica,  fueron  vueltas  contra  el  mismo. 

Su  mejor  tipo  de  mujer  es  quizas  el  de  Clotilde,  celibataria,  especie  de 
mescolanza  de  misticismo  y  de  cultura  biológica ;  el  de  Elena  degrada  al 
de  la  señora  Deberle  y  los  de  sus  amigas,  y  desciende  aún  al  de  Teresa 
Raquin  y  á  los  de  Gervasia,  Catalina  y  Nana. 

En  Klena  hay  una  pa-^ión  episódica,  que  atraviesa  una  organización 
fuerte,  por  cuanto  es  anestésica,  y  posee  una  conciencia  recta  ;  el  dolor  de 
la  hija  muerta  la  purifica  y  ella  recobra  el  dominio  sobre  sí  misma.  Para 
el  tipo  Deberle  la  aventura  galante  es  un  pasatiempo,  que  ella  tomaba  con 
la  misma  desenvoltura  con  que  iba  á  oirun  sermón  en  la  iglesia.  Gervasia 
es  un  producto  de  debilidad  originaria,  ó  cerebrastenia  hereditaria,  del  mal 
ejemplo,  del  contacto  sugestivo,  ó  de  la  habitud  alcohólica.  Catalina  es  una 
primitiva  que,  siendo  aún  muy  niña,  pasa  del  domicilio  paterno,  donde  hay 
una  sola  alcoba  para  toda  la  familia,  á  la  miseria,  dc^nde  son  continuos  y  fá- 
ciles los  contactos  ;  ninguna  acción  directiva  ha  obrado  sobre  ella,  ni  si- 
quiera un  elemento  de  educación,  y  pasa  inconscientemente  por  su 'camino. 
En  Nana  impera  el  determinismo  hereditario,  que  se  hace  más  imperioso 
con  el  ejemplo  de  la  madre  ha>ta  el  grado  más  ínfimo  de  la  depravación. 
¿Quién  puede  negar  la  realidad  de  tales  tipos?  La  palabrería  lúbrica  de 
las  costureras,  de  las  floristas,  de Mouquete  completa,  explicando  su  origen, 
el  volumen  escrito  por  D.  Comenge,  decano  de  Sanidad  en  la  Prefectura  de 
París. 

La  herencia  psicopAticay  el  ambiente  son  los  dos  grandes  productores 
de  la  clase  social,  y  Zola  ofrece  materia  y  estímulo  para  un  amplio  y  con- 
cienzudo trabajo  de  legislación  social,  que  debe  precaver  la  degeneración  y 
asegurar  á  los  países  latinos  la  fuerza  y  la  victoria. 

tóxaminad  el  ciclo  fatal  de  los  Rougon  y  de  la  familia  Quirigjion  :  Geró- 
nimo es  el  vértice  de  la  curva  y  llega  á  ser  el  rey  de  la  industria.  En  él 
se  encontraban  reunidas  las  fuerzas  creadoras  por  una  larga  ascendencia 
de  trabajadores,  todos  los  esfuerzos  en  germen,  todos  los  esfuerzos  secula- 
res del  pueblo.  Centenares  y  centenares  de  años  de  energía  latente,  una 
larga  serie  de  tentativas  hacia  la  felicidad,  luchando  en  la  sombra,  murien- 
do de  dolor,  se  reconcentraron  en  e>te  hombre  triunfador,  capaz  de  diez  y 
ocho  horas  de  trabajo.  El  había  acumulado  una  inmensa  fortuna  para  la 
felicidad  de  sus  descendientes.  i\  los  cuales  preparó  un  porvenir  patriarcal 
de  dominio,  de  amor  y  de  alegría  Pero  Gerónimo  tuvo  una  enfermedad 
especial  y  se  convirtió  en  paraplégic«),  y  sus  hijos,  entre  la  influencia  de  la 
herencia  neuropática  y  la  molicie  del  hogar  doméstico,  empezaron  á  dege- 
nerar. Filipo  llevaba  una  vida  disipada  en  París;  Miguel,  muerta  su  mu- 
jer, perdía  el  tiempo  en  aventuras  ;  Gustavo,  hijo  de  Miguel,  más  deg*ene- 
rado  que  el  padre,  huyó  de  su  casa,  arrebatando  I00,00o  liras  con  la  amante 
de  su  padre,  que  se  suicidó  ;  Laura,  ascética,  entró  en  un  convento ;  Felipe 
fué  muerto  en  un  duelo  en  Niza;  Andrés,  último  de  los  hermanos,  fué  en- 
cerrado en  una  casa  de  salud,  como  raquítico  y  delirante.  El  abismo  de  la 
decadencia  aumentaba. 

Los  contrastes  revelan  los  ideales  de  Zola  y  el  concepto  informador  de 
su  obra. 

Toda  la  colección  de  los  Rougon  Mac.quart,  representa  un  gran  árbol  ge- 
neológico  que  comienza  con  Adelaida  Fouque  y  acaba  con  Carlos  Rougon, 
y  en  cuyo  árbol  encontramos  Ja  Gervasia  que  es  una  Macquart,  Nana,  Lau- 


¿46  i"' i  pensamiento  de  Emilio  Zola 

tiere,  Coupeau,  el  Dr.  Pascal,  todas  las  formas  de  la  vida,  vicios  y  talentos 
paranoides,  excentricidad  y  miseria  dominantes  en  todas  las  gradaciones 
sociales  que  llevan  marcas' degenerativas,  desde  el  personaje  político,  hasta 
la  lavandera  y  la  prostituta.  Así  el  artista  simboliza  la  degeneración  hu- 
mana que  comienza  con  una  enfermedad  mental  del  cabeza  de  familia  y 
progre!?a  en  la  s<^lva  obscura  de  las  circunstancias  de  la  vida  y  con  la  mez- 
cla de  tipos,  merced  h  los  cruzamientos,  con  alternativas  y  saltos,  hasta  la 
extinción  completa  de  la  familia.  Simboliza,  además,  aquella  avenida  de 
gente  que  vive  entre  la  locura  y  la  disolución,  entre  el  delito  y  la  vaga- 
mundez,  entre  el  ocio  y  la  prostitución,  y  se  confunde  con  los  incapaces 
y  con  los  indiferentes,  entrando  en  aquella  otra  cifra  de  cerebros  y  en  aque- 
llas otras  masas  musculares  que  no  tienen  un  objeto  civil  en  el  mundo,  y 
sobre  los  cuales  el  sol  «que  saluda  triunfal  al  trabajo  humano »,  pasa  como 
sobre  los  que  sueñan,  á  los  cuales,  inconscientes,  sonríe  el  vano  pasar  del 
tiempo.  Como  éstos  entran  también  algunos  otros,  los  cuales  aun  hoy  de- 
fienden vivir  por  el  solo  placer  de  lo  que  poseen  y  que  todo  lo  más  piden 
un  improductivo  título  académico  á  aquellas  viejas  aristocracias  de  la 
cultura,  que  son  nuestras  Universidades. 

En  estas  categorías  se  encuentra  toda  la  patología  social ;  la  herencia 
neuropática  produce  la  degeneración ;  el  alcohol  y  ios  abusos  de  la  vida  la 
agravan.  La  degeneración  produce  la  debilidad ;  ésta  predispone  á  la  sen- 
sualidad y  se  embriaga  con  el  alcohol  y  el  valor  de  la  vida  baja.  La  cifra 
de  la  degeneración  imprime  su  carácter  al  pueblo.  Zola  con  un  maravi- 
lloso dominio  de  los  hechos  y  de  las  formas  produce  el  tratado  más  gran- 
dioso sobre  la  patología  de  los  caracteres,  como  nadie  hasta  ahora  los  había 
descrito 

Todos  los  factores  biológicos  concurren  favorable  ó  desfavorablemente  á 
la  forma  y  á  la  fuerza  de  la  vida.  El  buen  ejemplo,  la  educación,  la  medida 
del  trabajo,  la  buena  nutrición,  elevan  el  carácter  moral  del  homl)re.  La 
vida  se  transmite  con  la  altura  y  frecuencia  de  sus  ondas  desde  los  padres 
á  I9S  hijos  ;  el  ambiente  la  modifica,  aumentando  ó  disminuyendo  la  fre- 
cuencia y  la  altura  de  aquellas  ondas.  La  primera  parte  de  la  obra  de 
Zola  está  informada  en  este  coiicepto ;  indudablemente,  él  sé  dirige  á  la  re- 
generación de  su  extirpe.  Este  concepto  aparece  más  evidente  en  su  Lour- 
des. Allí  Zola  aparece  como  un  nosógrafo  afortunado  de  las  formas  clínicas 
que  presentan  los  peregrinos  que  llegan  al  célebre  Santuario.  El  describe 
las  enfermedades  pulmonares,  las  parálisis,  las  contracturas,  la  ceguera 
de  una  manera  maravillosa.  Leyendo  aquellas  páginas,  salvo  algunas 
erratas,  me  parecía  leer  algo  de  Valleix,  de  Charcot,  de  Briquet,  de  Gilíes 
de  la  Tourette  y  de  tantos  otros.  Aquellas  escenas  se  confundían  en  mi 
mente,  con  las  de  los  hospitales  y  de  nuestras  clínicas  privadas  y  públicas. 
Aquellos  enfermos  que  recuperaban  en  el  fervor  de  su  fe  y  en  el  delirio  de 
los  sentidos,  la  vista  perdida  y  la  motilidad  de  las  articulaciones  largo 
tiempo  paralizadas,  se  confundían  en  mi  imaginación  con  los  enfermos  de 
la  Salpetriére,  con  los  de  Bernheim,  y  tantos  otros  que  con  igual  fe  y  con 
idéntico  fervor  reclamaban  la  curación,  confiados  místicamente  en  el  poder 
curativo  del  médico.     En  uno  y  otro  caso  hay  sugestión. 

Zola  examina  el  lado  místico  de  la  vida  y  enseña triunfalmente  al  pueblo 
el  conjunto  natural  de  las  curaciones.  Este  mecanismo  se  h»  descubierto 
en  los  obscuros  antros  del  cerebro.  Aquellas  parálisis,  aquellas  contractu- 
ras, aquella  ceguera,  son  efecto  del  movimiento  alterado  de  las  ondas  ner- 
viosas entre  las  próximas  y  lejanas  provincias  de  los  centros  nerviosos.  Su- 
cede que  la  energía  de  la  vida  menial  pinta  las  más  extrañas  oposiciones  y 
la  sugestión  las  completa,  apareciendo  el  fenómeno  morboso.  La  sugestión 
religiosa  precede  á  la  sugestión  científica,  como  la  moral  religiosa  precede 
á  la  moral  humana.  Es  el  mismo  proceso  fatal  de  la  evolución,  y  Zola  re- 
laciona un  principio  eminentemente  científico,  con  profundo  conocimiento 
de  los  últimos  progresos  de  la  ciencia,  con  el  alto  magisterio  del  novelista; 
porque  en  la  novela  él  quiere  decir  á  los  pueblos  toda  la  verdad,  y  nada 
más  que  la  verdad,  porque  él  cree  en  el  poder  evolutivo  del  espíritu  huma- 
no, y  no  siente  escrúpulo  alguno  al  sacudir  las  preocupaciones  religiosas 
en  la  conciencia  del  pueblo.  La  verdad  es  la  nueva  religión  y  la  verdad  es 
lo  que  emana  de  la  Naturaleza  y  que  cae  bajo  la  comprobación  de  los  senti- 
dos, ó  que  se  relaciona  con  leyes  definidas  en  la  estructura  del  pensamiento. 


Ei  pensamiento  de  Emilio  Zola  347 


Mas  allá  está  lo  incomprensible  que  supera  la  potencia  de  nuestro  entendi- 
miento. Así  Zola  presenta  en  el  arte,  como  los  biólogos  en  la  ciencia,  una 
guerra  despiadada  al  misticismo,  que  cada  día  más  pone  trabas  al  poder 
indagador  y  conocedor  del  espíritu  humano. 

Con  Lourdes  inaugura  Zola  todo  un  vasto  pian  de  terapia  y  profilaxis 
social,  que  ha  concebido  con  el  ñn  de  corregir  los  males  que  afligen  á  Fran- 
cia. La  limitación  del  amor  y  de  la  familia  lo  perturba,  y  en  FecondUé 
ataca  esta  violación  de  las  leyes  naturales  y  la  tendencia  al  infanticidio 
cada  día  más  organizado  en  Francia. 

En  París,  además  del  bajo  relieve  esculpido  con  mano  maestra  sobre  el 
mármol  de  la  historia  representante  de  la  vida  contemporánea  de  aquella 
metrópoli,  asume  i]pás  el  carácter  de  preceptor  ético  y  de  reformador  social, 
Esta  tendencia  se  acentúa  en  Trabajo.  Zola  formula  claramente  el  concep- 
to de  una  religión  de  la  humanidad,  en  la  cual  todos  tendrán  fe,  la  cual 
predica  el  amor  hacia  los  desheredados  de  este  mundo,  el  odio  hacia  la  in- 
justicia social,  la  creencia  en  el  trabajo  salvador,'  y  canta  un  himno  á  la 
ciencia.  «  Y  únicamente  ella  es  la  que  lleva  la  humanidad  á  la  verdad,  á  la 
justicia,  á  la  felicidad  final,  en  esa  patria  perfecta  del  porvenir». 

En  la  ejecución  de  este  plan  Zola  abandona  la  rigidez  de  los  Rougon- 
Macquart,  y  aparece  idealista.  Este  fenómeno  obedece  á  una  ley  psicoló- 
gica. Después  del  análisis,  la  síntesis  y  la  conclusión,  y  después  la  inves- 
tigación de  las  causas.  Y  si  la  estructura  intelectual  y  moral  del  individuo," 
en  ese  momento  histórico,  está  en  desacuerdo  con  el  medio  ambiente  y  con 
el  engranaje  de  la  vida  común,  indica  el  concepto  de  nuevos  adaptamien- 
tos  con  nuevos  elementos,  los  cuales  vnyan  substituyendo  poco  á  poco  á 
los  viejos.  Entonces  el  espíritu  humano  avanza  tomando  en  la  Naturaleza 
todo  aquello  que  la  Naturaleza  tiene,  y  trayendo  nuevamen,te  actividad  y 
bienestar  sobre  la  humanidad,  que  integra  en  la  conciencia  colectiva,  la 
Naturaleza  y  las  leyes. 

La  índole  del  entendimiento  de  Zola  no  le  permitía  concebir  cosas,  es- 
tados ó  relaciones  que  no  tuviesen  sus  raíces  en  los  sentidos.  Con  un  fuer- 
te poder  formativo,<;on  una  poderosa  memoria  orgánica  y  con  feliz  é  inge- 
niosa facultad  expositiva,  ha  podido  utilizar  todos  los  productos  acumulados 
con  su  perspicaz  y  luminosa  observación  de  la  vida.  En  esto  principalmente 
sobresalió,  y  son  testimonio  de  ello  las  observaciones  de  Toulouse  sobre  él. 
Cuando  embriagado  por  el  éxito  observa  apremiado  y  superficialmente, 
escribe  Roma.  Pero  era  incapaz  de  las  altas  abstracciones  metafísicas  y  de 
todo  lo  que  no  se  encontrase  en  armonía  con  el  concepto  que  él  se  había 
formado  de  la  Naturaleza  y  de  la  vida.  Esto  explica  el  por  que  tenía  un 
concepto  completamente  naturalístico  de  la  moral  y  el  convencimiento  de 
que  la  moral  puede  progresar  independientemente"  de  la  orientación  reli- 
giosa del  espíritu. 

Fuera  que  la  educación  en  las  ciencias  naturales  que  él  había  recibido 
precisamente  cuando  en  la  escuela  y  en  el  espíritu  penetraban,  discutidas, 
pero  victoriosas  y  triunfantes,  las  doctrinas  darwinistas,  que  preparadas 
por  el  positivismo  del  entendimiento  del  pueblo  inglés,  no  habían  sacudido, 
sin  embargo,  toda  la  poderosa  organización  religiosa  de  aquella  raza,  cuya 
estructura  mental  hjace  posible  la  convivencia  de  la  religión  y  del  darwi- 
nismo  ;  fuera  la  repugnancia  profunda  que  Zola  sentía  por  lo  sobrenatural; 
fuera  el  inconsciente  trabajo  que  en  las  obscuras  oficinas  del  pensamiento 
centellea  por  el  contraste  entre  la  razón  y  el  dogma,  entre  la  imposición  y 
la  prueba  científica,  entre  la  moral  religiosa  y  la  razón  humana;  fuera  el 
lento  y  fatal  desprendimiento  de  la  humanidad,  que  procede,  con  dinamis- 
mo intrínseco,  al  pensamiento  y  al  sentimiento,  desde  un  punto  estático  de 
la  vida  que  se  oculta  en  las  sinuosidades  de  lo  místico  ;  fuera  la  corrupción 
que  salía  de  las  emanaciones  pestilentes  del  alma  sensual  mezcladas  con 
el  humo  del  incienso,  ello  es  que  Zola  obedeció  á  la  índole  de  su  alma  y 
siguió  su  camino. 

Era  Zola  de  aquellos  que  creen  en  el  poder  evolutivo  del  espíritu  huma- 
no, tanto  en  la  esfera  del  conocer  como  en  la  del  sentir.  Su  fe  en  la  evolu- 
ción de  los  sentimientos  egoístas  por  un  continuo  proceso  de  asimilación 
de  las  emociones  fundamentales  de  la  vida,  placer  y  dolor  ;  la  simpatía  su- 
gestiva que  se  encuentra  en  la  resonancia  del  alma  colectiva  por  el  dolor 
individual,  y  lo  colorea  con  las  mismas  tintas,  aunque  menos  intensas,  se 


34S  Revista  critica  bibliográfica 

halla  tan  profundamente  impresa  en  *la  mente  de  Zola,  tan  al  vivo  le  re- 
preseutnn  la  armonía  de  una  conciencia  universal,  que  no  vacila  al  aceptar 
la  doctrina  naturalística  de  la  moral  en  el  sentido  de  Lewes,  de  Spencer  y 
de  otros,  librando  al  alma  religriosa  del  pueblo  de  todo  aquel  anligruo  ba- 
g-aje  de  prejuicios,  que  ya  la  ciencia  había  arrancado  victoriosamente  á  la 
superstición,  en  su  gloriosa  lucha  con  el  misticismo,  habiéndole  restituido 
á  la  Naturaleza,  bajo  la  meridiana  luz  de  la  ciencia. 

{Se  concluirá}. 

RBVISTA    CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

roH    El.  * 

Dr.  Rodrígubz  Méndez 

Mannal  teórico   y  práotloo  de   las   enfermedades   de   la  laringe, 

por  el  Profesor  D.  Ramón  de  la  Sota  y  Lastra.-  Sevilla,  1902. 

Este  Manual  es  el  volumen  III  y  ultimo  de  la  especie  de  trilogfía  ó 
de  pequeña  Enciclopedia  que  el  autor  publicara  con  el  nombre  de  En- 
fermedades de  ¡a  nariz,  boca  y  garganta. 

Tuve  el  g^usto  de  alabar  con  justicia  plena  los  dos  primeros  volúme- 
nes, y  gusto  tengo  ahora  en  alabar  el  tercero.  Ni  la  penosa  labor  em- 
prendida ni  el  peso  de  los  años  han  sido  parte,  ni  mínima  siquiera,  en 
entibiar  el  entusiasmo  del  escritor  honrado,  la  severidad  del  crítico, 
la  inteligencia  y  rectitud  del  autor.  Antes  bien,  parece  que  este  vo- 
lumen ha  aumentado  sus  energías  y  su  potencialidad  cerebral. 

Siguiendo  el  mismo  lógico  plan  que  en  las  otras  monografías,  el 
Dr.  La  So  a  comienza  exponiendo  la  Anatomia  y  la  Füiologia  de  la 
laringe,  consignando  en  cada  una  de  ellas  lo  justo,  lo  necesario  y  nada 
más,  con  lo  cual  digo  que  calla  no  pocas  menudencias,  cuando  no  ?;/- 
venciones,  que  á  provecho  alguno  conducen.  A  continuación  se  ocupa 
en  la  Laringoscopia  y  en  la  hmigen  laríngea,  dando  cuenta  detallada 
en  aquélla  de  nuestro  compatriota  Manuel  ÍGrarcía,  y  demostrando  en 
ambos  estudios  ser  un  maestro,  uno  de  los  que  han  examinado  y  visto 
muchos  enfermos. 

Las  laringitis  van  después.  Trata  de  la  simple  aguda,  de  la  cata- 
rral aguda  de  los  niños,  de  la  flemonosa  aguda,  de  la  simple  crónica, 
de  la  edematosa,  de  los  abscesos  de  la  laringe  y  de  la  pericondritis  y 
condritis.  Terminado  el  estudio  de  estas  formas,  estudia  luego  diver- 
sas laringitis  específicas :  la  diftérica,  la  sifilítica,  la  tuberculosa,  el 
lupus,  la  leprosa  y  la  traumática. 

De  buen  grado  entraría  en  detalles  respecto  á  varios  de  estos  capí- 
tulos ;  mas  no  quiero  pasar  sin  fijarme  en  tres  de  ellos.  Respecto  á  la 
laringitis  diftérica,  si  prescindimos  de  las  tentativas  malogradas  de 
Bouchut  (1858),  el  primero  en  Europa  que  hizo  la  intubación,  siguien- 
do el  rumbo  emprendido  por  O'Dwyer,  de  Nueva- York,  fué  el  Dr.  La 
Sota,  en  31  de  mayo  de  1887.  Desde  entonces  no  ha  vuelto  á  practicar 
la  traqueotomía.  "  Sobre  el  lupus  de  la  laringe  ha  escrito  un  intere- 
sante trabajo  en  el  Congreso  médico  internacional  de  Sevilla  (abril  de 
1882 ) ,  y  da  cuenta  del  caso  clínico  de  lupus  de  la  cara  qile  en  este  pe- 
riódico publicaron  los  doctores  (^omas  y  Prior.  La  laringitis  leprosa 
es  una  excelente  Memoria  que  el  autor  escribiera  á  instancias  del  doc- 
tor Burnett,  de  Filadelfia,  para  la  obra  que  ¡])a  k  publicar  la  ca.sa 
de  J.  B.  Lippincott  y  C."  En  esta  materia  es  el  Dr.  Lastra  una  autori- 
dad indiscutible,  que,  aparte  de  sus  conocimientos  sobre  la  literatura 
pertinente,  ha  podido  ver  buen  número  de  enfermos  en  Sevilla  y  en 
México,  cuyo  total  asciende  á  32. 

Los  cuerpos  extraños  en  la  laringe  dan  ocasión  al  autor  para  expo 
ner  sus  abundosos  conocimientos  y  para  referir  varios  hechos,  alguno 


Formuiario  y  tratamientos  modernos  349 


de  ellos  de  ^ran^ interés;  la  presencia  de  sang^uijuelas  ha  sido  obser- 
vada no  pocas  veces  por  el  Dr.  Lastra. 

Las  7ieurosis  de  la  laringe,  tanto  las  de  sensibilidad  como  las  de  mo- 
tilidad,  la  atrofia  de  las  cuerdas,  la  anqiiílosis  de  la  articulación  crico- 
aritenoidea,  los  espasmos  de  la  ¿jflotis,  la  corea,  la  tos  convulsiva  y  la 
disfonia  espástica  son  tratados  con  tanta  discreción  como  habilidad. 

Los  tumores  terminan  la  obra.  Todos  están  expuestos  con  gran  co- 
nocimiento de  la  materia  y  con  muchos  casos  propios. 

Para  facilitar  la  investi'í^ación  y  hallazg-o  de  datos,  hay  dos  índices 
A  modo  de  apéndices  :  el  de  autores  y  el  de  materias. 

Con  la  rápida  exposición  que  he  hecho  no  me  li^  propuesto  hacer 
critica  de  tan  excelente  obra.  Para  que  nadie  se  llamara  á  engaño 
dije  al  principio  que  me  parecía  digna  de  alabanza,  y  por  modo  so- 
mero he  dado  algunos  apuntes  para  justificar  mi  aplauso. 

En  realidad,  tratándose  del  prestigioso  médico  sevillano,  cuanto  se 
diga  es  poco.  Su  larga  y  provechosa  vida  científica  es  de  sobras  cono- 
cida. Su  justa  fama  pasó  por  encima  de  los  Pirineos  y  ha  atravesado 
el  Atlántico.  Todos  los  especialistas  de  renombre,  en  nuestro  país  y 
en  el  extranjero,  son  admiradores  y  amigos  del  maestro.  Este  sufra- 
gio universal  es  prueba  suficiente  de  su  mérito.  Su  reputación  es  in- 
discutible, un  noli  me  tangere  benigno,  tan  benigno  como  es  bueno  su 
corazón.  Sin  camarillas  ni  aduladores  ha  llegado  á  la  cima :  éstos  y 
aquéllos  estorban  para  el  que  vale. 

Hago  votos  por  que  su  preciosa  existencia  se  prolongue  ad  summnm,  ' 
que  bien  lo  merece  el  correctísimo  vir  bonus  y  el  inteligente  medendi 
periíus. 

rORMULARiO   T    TRATAMIRNT08    M0DBRN08 


XCL  —  Astenia  cardiaca  precoz 
y  toxémioa  en  la  infección  pnenmocóoioa  :  tratamiento 

Vialard  trata  de  esta  importante  cuestión. 

En  muchos  pneumónicos  el  corazón  se  debilita  por  estar  afecto  en  su  es- 
tructura y  sus  funciones,  sea  como  hecho  de  la  edad  (arterio-esclerosis),  sea 
efecto  de  una  lesión  antigua  (miocarditis,  lesión  valvular) ;  se  cansa  en  ]a 
lucha  contra  el  bloque  hepatizado.  Esta  astenia  se  observa  en  la  época  de 
los  trastornos  circulatorios,  en  la  declinación  de  la  pneumonía,  y  se  la  de- 
nomina mecánica  y  tardía. 

Por  el  contrario,  hay  otra  que  empieza  con  la  enfermedad,  es  contempo- 
ránea del  gran  escalofrío  inicial,  cuando  no  hay  trastorno  mecánico  y  (jue 
aparece  en  sujetos  jóvenes  y  fuertes  con  el  coraj^ón  sano  :  es  obra  de  la  to- 
xma  pneumocócica.  He  aquí  el  cuadro  clínico.  Un  individuo  vigoroso  es 
atacado  bruscamente  por  una  pneumonía;  sube  el  termómetro  á  a9°  todo  lo 
más,  mientras  que  el  pulso  oscila  entre  120  y  150  (en  dos  tercios  de  casos); 
el  aspecto  es  tífico  desde  el  primer  momento,  con  la  lengua  seca,  obscura, 
resquebrajada,  salto  de  tendones,  subdelirio,  debilidad  general^  el  corazón 
late  con  rapidez,  los  ruidos  son  algo  sordo»»,  pero  todavía  regulares ;  el  blo- 
que de  hepatización  pulmonar  es  poco  extenso  ;  pasan  días,  la  lesión  pul- 
monar evoluciona  y  tiende  á  la  resolución,  pero  loá  síntomas  cardíacos  y 
generales  se  agravan  ;  con  frecuencia  baja  la  temperatura,  el  pulso  se  hace 
cada  vez  más  rápido,  después  intermitente  y  desigual,  se  debilita  poco  á 
poco  (desaparece  la  recurrencia  palmar),  y  el  enfermo,  con  sudores  fríos, 
acaba  extinguiéndose  en  colapso  cardíaco. 

Esta  astenia  cardíaca  ^s precoz  porque  se  inicia  con  el  escalofrío  ;  tiene 
una  doble  faz :  la  primera,  efe  aceleración  y  de  ligera  debilidad  cardíaca ;  la 
segunda,  de  mayor  aceleración  y  debilidad  con  desigualdades  é  intermi- 
tencias; no  es  de  origen  mecánico,  porque  ni  el  bloque  es  muy  extenso  gene- 
ralmente ni  hubo  tiempo  para  que  se  debilitara  el  corazón;  es  tóxica,  sea 
que  la  toxina  pneumocócica  produzca  una  miocarditis  análoga  á  la  difté- 


3^0  Formulario  y  tratamientos  modtmos 


rica,  sea  que,  como  la  tuberculina  A  (Arloing  y  Guinard),  ataque  primiti- 
vamente al  corazón  y  centros  circulatorios  y  como  ella  sea  aceleradora, 
debilitante  y  depresiva  del  corazón  ;  es  muy^rave,  porque  lo  es  siempre  toda 
infección  que  presenta  discordancia  entre  el  pulso  y  la  temperatura  y  por 
que  si  hay  tónicos  cardíacos,  no  hay  la  antitoxina  pneumocócica  entre 
nuestros  medicamentos. 

Dados  estos  hechos  se  comprende  que  la  medicación  se  ha  de  encaminar 
preferentemente  á  no  debilitar  el  corazón.  Habrá,  por  tanto,  medicamentos 
inútiles  ó  nocivos  y  medicamentos  útiles. 

Medicamentos  nocivos  ó  inútiles,  —  Lo  son  : 

Los  llamados  expectorantes  [quermes,  tártaro  estibado,  ipecacuana),  de  ac- 
ción inseg-ura  como  expectorantes  y  verdaderos  agentes  cardio-vasculares 
astenizantes.    La  expectoración  será  facilitada  mediante  los  balsámicos. 

Los  analgésicos :  la  antipirina,  tan  usada  contra  la  cefalalgia,  á  las  veces 
tan  molesta,  para  ser  útil  debiera  darse  á  dosis  grandes,  2  á  4  gramos ;  en 
t;ales  condiciones  favorece  la  parálisis  cardíaca,  detiene  las  oxidaciones, 
acumulando  así  productos  tóxicos  en  el  organismo,  disminuye  la  depura- 
ción urinaria  y  deprime  la  tonicidad  nerviosa  que  debe  ser  respetada  á  toda 
costa. 

Los  hipnóticos,  como  el  doral  y  el  bromuro  de  potasio ;  en  cambio,  se  usa- 
rá, si  es  preciso,  el  trional.  tetronal,  sullbnal,  bromuro  de  sodio  ó  de  amo- 
nio, cuya  acción  cardíaca  es  escasa. 

Los  antitiréyiicos :  la  quinina,  á  la  dosis  oportuna,  produce  intermitencias 
é  incoordinación  cardíaca;  esto  aparte  de  que  la  fiebre  no  es  más  que  un 
síntoma  de  reacción,  cuyo  ataque  es  inútil. 

Medicamentos  titiles  ó  tónico-cardiacos.  — Leche  para  favorecer  la  elimina- 
ción de  Xo\\i\9i,^,  pnr gantes  que  desinfecten  el  intestino  y  sales  amóntales,  es- 
timulantes del  corazón  y  del  sistema  nervioso,  mejor  que  los  alcohólicos. 

Como  medicamentos  dirigidos  contra  la  astenia  cardiaca,  el  ideal  sería 
un  antídoto  y  un  tónico  del  corazón  :  la  digital  es  lo  segundo,  pero  uo  lo 
primero  resueltamente,  aun  cuando  Landouzy  acepta  hasta  cierto  punto 
esta  acción  ;  de  todos  modos,  baja  la  temperatura,  causa  bienestar  y  es  un 
tónico  cardíaco,  si  bien  como  antitérmico  es  malo  y  como  eufórico  es  poco 
notable. 

En  algunos  pneumónicos  es  preferible  la  ca/ei7ia  en  inyecciones,  porque 
obra  con  más  rapidez,  no  molesta  el  tubo  digestivo  y  actúa  en  casos  en  que 
la  digital,  por  sobrada  lesión  del  miocardio,  no  es  activa. 

Como  tónicos  nerviosos  y  cardíacos  puede  usarse  las  inyecciones  de  éter, 
de  aceite  alcanforado,  pero  no  las  de  sulfato  de  estricnina  que  aceleran  los 
latidos  cardíacos. 

Ni  la  digital  ni  la  cafeína  deben  ser  empleadas  al  azar  y  á  cualquiera 
dosis.  En  la  primera  faz,  la  digitnl  es  la  recomendable  ;  la  dosis,  debe  ser 
la  de  O' 60  gramos  en  infusión  ;  no  se  usará  más  de  dos  ó  tres  días.  En  la 
segunda,  la  cafeína  larga  manu  (3  á  5  inyecciones  de  benzoato  á  0*40  gramos 
cada  una),  y  mejor  todavía  el  suero  artificial  con  1  ó  1*50  gramos  de  cafeína, 
suero  que  es  estimulante,  depurador  y,  por  tanto,  anti-iufeccioso  y  anti- 
tóxico. 

A  pesar  de  todo,  el  hecho  es  grave  y  la  muerte  es  un  término  no  raro  (U. 

XCII  —  Cáncer :   tratamiento  oon  la  oanoroina  de  Adamkiewlox 

Ya  he  tratado  de  esta  materia  (2).  Desde  entonces  han  aparecido  nuevos 
datos  que  afirman  los  resultados  obtenidos  por  el  profesor  de  Viena.  He 
aquí  algunos  de  ellos. 

Katscher,  de  Biuiappst.  después  de  un  estudio  en  extremo  detenido,  pu- 
blica, á  modo  de  conclusiones,  la  síntesis  de  varias  historias  clínicas  (3): 

1.*  Se  refiere  á  su  esposa.  Dos  operaciones  por  cáncer  de  la  mama;  pér- 
dida de  un  ojo,  en  1902,  cansada  por  otro  cáncer;  varias  metástasis  cauce- 
rosas  en  las  articulaciones  de  los  miembros  inferiores  y  en  las  costillas. 

Durante  los  meses  de  julio  y  de  agosto  últimos  le  pone  ocho  inyecciones 
de  cancroína,  logrando  que  desaparezcan  las  metástasis  y  el  cáncer  del  ojo; 
en  éste  aumentó  la  potencia  visual  en  Va»  hechos  comprobados  por  los  ocu- 

(1)  Journal  de  Méd.  et  de  Chir.  prat. 

(2)  G»(EiA  Mfdic*  Catalana,  1903,  pág.  123. 

(3)  Archives  gen.  de  Méd. 


Formuiario  y  tratamientos  modtrnoa  35t 


listas  Goldzieher  y  Sachs.  En  noviembre,  cinco  inyecciones  más,  seguidas 
de  recuperación  de  todo  el  poder  visual.    Curación. 

2.*  Esposa  del  Dr.  Kugel,  profesor  en  la'  Universidad  médica  de  Buca- 
rest.  Fué  operada  cuatro  veces  sin  resultado  á  consecuencia  de  cáncer  ma- 
mario ;  en  1900,  otra  recaída  con  numerosas  metástasis.  A  partir  de  enton- 
ces se  la  conceptuó  incurable,  y  fué  abandonada.  En  otoño  de  1902,  des- 
pués de  seis  semanas  de  tratamiento  con  la  cancroína,  recobró  la  salud  que 
todavía  conserva. 

3.'  Elena  Ofzopáki.  Cáncer  de  la  mandíbula.  En  la  clínica  de  Viena 
estaba  abandonada  y  á  punto  de  morir  de  hambre.  Desde  la  tercera  inyec- 
ción empezó  á  deglutir  sin  grandes  molestias.  A  las  tres  semanas  estaba 
curada. 

4.*  Esposa  del  feld-mariscal  M,  de  M.  Un  cáncer,  que  databa  de  tres 
años,  la  había  conducido  al  extremo  de  no  poder  comer  ni  hablar.  A  la  dé- 
cima sexta  inyección,  puestas  todas  ellas  en  un  lapso  de  ocho  semanas,  se 
notó  una  gran  mejoría,  que  fué  progresando  hasta  quedar  curada  en  19Í02. 

5.'  Rodé  Spungen.  Cáncer  del  tubo  digestivo  con  propagaciones  suce- 
sivas durante  tres  años;  nutrición  casi  imposible.  En  1902,  con  seis  días  de 
tratamiento,  quedaron  sanos  todos  los  órganos  y  comía  toda  clase  de  ali- 
mentos. Con  dos  inyecciones  se  hizo  desaparecer  una  recaída  pequeña.  La 
enfermase  complace  en  decir  que  la  cancroína  ha  Cí)nseguido  lo  que  no 
hubieran  podido  lograr  los  cirujanos  con  operaciones  arriesgadas. 

6."  Cáncer  del  tubo  digestivo:  eri  tratamiento.  Mejoría  notable  en  breve 
plazo. 

Esta  observación  ha  sido  comunicada  al  Dr,  Katscher  por  el  médico  de 
cabecera. 

—  El  Dr.  Boéll,  de  Baugé,  publica  detalles  de  interés  para  los  que  deseen 
emplear  este  traiamiento  (1): 

Al  principio  se  hacen  las  inyecciones  todos  los  días  en  las  inmediaciones 
del  tumor,  yendo  progresivamente  desde  y»  á  1,  á  1  '/%  y  Por  excepción  á 
á  2  cm*.    Las  dosis  grandes  provocan  rencciones  muy  intensas. 

Haubner,  Bngel.  apotheke,  9  Bognergawe  I,  Viena,  depositario  de  la 
cancroína,  le  remite  la  siguiente  relación  dQ  cánceres  curados:  4  de  la 
mama,  5  del  perit  )neo,  3  de  la  laringe,  2  del  útero,  1  de  la  lengua,  I  de  los 
labios,  1  del  cuello.  1  del  recto.  1  del  ojo,  1  del  seno  maxilar,  etc. 

Cita,  además,  una  observación  propia. 

Cáncer  del  recto  in  articulo  mor  lis,  generalizado  á  casi  toda  la  pelvis  me- 
nor. Hubo  mejoría  notable.  Muerto  el  enfermo  á  las  tres  semanas,  se 
notó  que  el  tumor  se  había  reducido  á  menos  de  la  mitad,  revelando  una 
acción  indudable  de  las  inyecciones  sobre  la  neoplasia. 

XCIIl.  —  Oiátioa:  tratamiento  oon  las  inyeoolonei 
hipo  dérmica 8  de  eitrionina 

Tchavov  propuso  este  tratamiento  en  el  II  Congreso  de  médicos  búlgaros 
celebrado  en  Sofía.  Más  tarde  Zartzyn  lo  ha  empleado  en  nueve  enfermos. 
En  el  punto  más  doloroso  inyecta  diliriamente  un  miligramo  de  nitrato  de 
estricnina,  y  si  la  ciática  es  doble,  alternativamente  en  uno  y  otro  lado. 

Por  reírla  general  los  dolores  calman  desde  la  primera  inyección  y  cesan 
después  de  un  número  variable  de  inyecciones:  de  5  á  20. 

Conceptúa  este  tratamiento  el  más  eficaz  de  todos  y,  dada  la  dosis,  exento 
de  todo  riesgo  y  molestia  (2). 

XCIV.  —  Fiebre  tifoidea:  tratamiento 

Egbert  le  Févre  trata  este  asunto  del  modo  siguiente: 
Si  la  leché  es  el  alimento  regular  de  los  tifoideos,  tal  vez  no  cumpla  todas 
las  condicione^  exigibles.  pues  se  coagula  en  el  estómago  en  masas  más  ó 
menos  voluminosas  y  compactas,  que  se  disgregfln  y  digieren  con  dificultad; 
.y  como  la  alimentación  debe  hacerse  á  intervalos  cortos,  no  hay  tiempo 
suficiente  pira  la  digestión,  s»^gún  se  puede  comprobar  en  la*?  deposiciones; 
dados  dos  litros  de  lecht^  diarios,  cantidad  del  régimen  lácteo  exclusivo,  salen 
más  substancias  sin  digerir  que  con  una  dieta  semilíquida  que  contenga  la 


(1)  Anjou  medical. 

(2)  Roussky  Wratch. 


3^3  Formulario  y  tratamiento»  modernos 

raisma  cantidad  de  proteidos,  hidratos  de  carbono  y  grasas.  La  adición  de 
apua  de  cal  favorece  la  digestión. 

En  las  infecciones  agudas  del  tubo  digestivo  hay  que  suprimir  la  leche 
durante  cierto  tiempo,  y  en  la  fiebre  tifoidea,  al  principio,  aconseja  que  sólo 
se  de  agua  pura,  ó  bien  con  un  poco  de  ácido  cií^rhídrico,  jugo  de  limón  ó 
de  naranja.  Después  varía  la  dieta,  presciibiendo  café,  té,  cacao,  kumis. 
A.  las  veces  conviene  una  papilla  de  pan.  pasada  por  un  tamiz  fino.  Con  este 
régimen  se  produce  menos  distensión  del  abdomen  que  con  la  dieta  láctea 
exclusiva. 

Los  huevos  añadidos  á  la  leche  aumentan  las  dificultades  digestivas.  Sólo 
hasta  que  caiga  la  fiebre  no  debe  darse  yema  diluida,  en  caldo. 

La  gelatina  es  útil  como  alimento  de  ahorro.  A  los  enfermos  gusta  ge- 
neralmente el  caldo  frío  gelatin izado,  y  en  caso  de  hemorragia  es  preferible 
la  gelatina  al  cornezuelo  6  á  otros  medicamentos. 

Se  ha  de  evacuar  el  intestino  á  intervalos  regulares  para  disminuir  la 
toxiliemia  y  la  timpanitis.  Se  debe  prescribir  diariamente  una  lavativa 
abundante.  De  los  purgantes,  los  mejores  son  el  fosfato  sódico,  el  sulfato 
magnésico  y  dosis  pequeñas  de  aceite  de  ricino. 

Cuando hayanecesidud  de  desin/eciar  el  intestino.se  puede usaf  el  salolcon 
el  aceite  de  ricino.  Los  antisépticos  intestinales  están  más  bien  indicados 
en  el  estupor,  delirio,  trastornos  gastro-intestinales,  respiratorios,  estado  de 
la  orina,  que  en  la  fiebre. 

Los  baños  no  deben  ser  muy  frecuentes  ni  muy  fríos  para  evitar  el  choque. 

La  acetanilida  y  la  fenacetma  sólo  serán  usadas  á  pequeñas  dosis  para  no 
debilitar  el  corazón ;  á  estas  dosis  son  calmantes  del  sistema  nervioso. 

La  fiebre  debe  ser  combatida  para  que  no  haj^a  muchas  pérdidas  y  adel- 
gazam.ento. 

La  estricnina  es  la  substancia  empleada  generalmente  para  combatir  la 
debilidad  cardíaca  progresiva,  debiendo  regularse  su  uso  por  el  estado  de 
los  reflejos. 

El  alcohol,  dice,  debe  usarse  como  alimento  y  como  estimulante  (1). 

Algunos  de  estos  consejos  son  aceptables,  pero  no  así  todos,  y  respecto 
al  último  hay  que  meditarlo  mucho:  el  alcohol  no  es  un  alimento. 

XCV.  —  Enfermedad  de  Basedow:  tratamiento 

Bishop  conceptúa  que  el  uso  prematuro  y  constante  del  corsé  es  una  de 
las  causas  de  esta  enfermednd.  y  que  la  anemia,  en  virtud  de  la  nutrición 
defectuosa,  obra  como  predisponente.  Dadas  estas  ideas,  la  terapéutica  e.s 
racional. 

El  reposo  es  un  factor  importante:  los  enfermos  han  de  acostarse  tempra- 
no y  levantarse  tarde. 

Harán  ejercicios  de  respiración  profunda  y  evitarán  toda  presión  del 
pecho  y  del  abdomen. 

La  alimentación  debe  ser  nitrogenada,  que  si  no  engrasa,  fortifica  los 
sistemas  nervioso  y  muscular. 

Como  estos  enfermos  son  poco  resistentes,  se  procurará  no  someterlos  á 
los  anestésicos  ni  4  operaciones  que  no  sean  precisas. 

Muchos  autores  recomiendan  \9i  electricidad,  excitando  el  pneumogástrico 
en  el  cuello  para  detener  la  aceleración  cardíaca.  Bishop  prefiere  la  corrien- 
te continua,  excitando  á  la  par  los  dos  nervios:  fija  un  gran  electrodo  en  el 
polo  positivo  y  lo  coloca  en  la  parte  superior  del  cuello,  y  un  hilo  bifurcado 
con  dos  electrodos  que  pone  en  la  parte  inferior  sobre  el  pneumogástrico  y 
el  cuerpo  tiroides.  Aumenta  la  corriente  hasta  una  intensidad  soportable  y 
la  deja  pasar  de  10  á  15  minutos  ó  hasta  que  se  note  efecto  calmante.  Bn- 
tonces  aplica  directamente  la  corriente  sobre  la  glándula  durante  el  mismo 
tiempo.  Las  aplicaciones  son  hechas  cada  dos  días,  y  para  regular  la  inten- 
sidad se  tiene  en  ruenta  el  pulso.  El  autor  ha  llegado  algunas  veces  hasta 
50  y  t'O  miliamperios. 

Como  tratamiento  adyuvante  ha  obtenido  buenos  efectos  en  estos  últi- 
mo.-í  tiempos  de  las  corrientes  de  gran  frecuencia  (2). 

(1)  The  Medical  Record. 

(2)  The  Medical  Record. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  303 


XCVI.  —  Anestesia  oon  el  olornro  de  etilo  ó  keleno 

Carta  ha  empleado  la  kelenonarcosis  en  96  casos  con  éxito  bueno.  Se  ha 
valido  de  una  máscara  sencilia  adaptable  á  la  boca  y  nariz,  ó  bien  de  una 
compresa  de  gasa  puesta  en  la  mano  ahuecada,  colocando  sobre  ésta  con 
una  lámina  de  gutapercha,  aplicada  con  rapidez  y  apretada  en  la  boca  y 
nariz  del  enfermo  después  de  verter  el  narcótico. 

Consume  en  los  adultos  de  5  á  6  cm*  y  hasta  10 ;  pero  no  aconseja  las 
dosis  de  50  á  que  han  llegado  algunos. 

Dice  que  el  keleno  es  el  anestésico  por  excelencia  en  todas  las  operacio- 
nes de  corta  duración  (I). 

XCVII.  —  lodiplna :  empleo  en  la  fllfllis  tardía 

De  los  estudios  hechos  por  Serra  se  deduce  : 

1.°  Que  la  iodipina  puede  ser  administrada  al  interior  y  en  inyecciones, 
sin  que  cause  trastorno  alguno  ni  por  una  ni  por  otra  vía. 

2.*  Que  puede  usarse  en  los  mismos  casos  que  el  ioduro  y  por  modo  es- 
pecial en  aquellos  en  que  éste  no  es  tolerado. 

3.°    Que  no  causa  iodismo  ni  aun  á  grandes  éosis. 

4.**    Que  el  iodo  se  elimina  lentamente  con  la  orina. 

5  "*  Que  es  muy  activa  en  la  síftlis  terciaria ;  las  formas  óseas  le  son  más 
rebeldes  que  las  subcutáneas  (2). 

XCYIIl.  —  Tnberonlofllfl :  tratamiento  oon  el  formaldehido 

Cowry-Muthu,  además  de  procurar  el  aumento  de  resistencia  orgánica 
(aire  puro,  alimentación,  reposo  ó  ejercicio  reglamentado),  que  no  siempre 
es  hacedero,  dice  que  se  debe  introducir  en  el  organismo  un  antiséptico  que 
destruya  el  bacilo  y  sus  toxinas.  Kl  emplea,  desde  hace  algunos  años,  el 
formaldehido  en  la  tuberculosis  laríngea  y  pulmonar,  agente  ya  usado  por 
Cervello,  Bertheau  y  Salivas,  Labadie,  etc.,  y  recientemente  en  inyección 
intravenosa  por  R.  Magnier,  del  Hospital  de  tíromptoii. 

Hay  tres  maneras  de  usar  la  formalina : 

1.'  Inhalación,  tíl  formol  tiene  la  ventaja  de  su  gran  poder  bactericida  y 
de  su  inocuidad  si  se  emplea  convenientemente. 

Se  puede  usar  por  inhalación  buco-nasal,  median/te  un  aparato  portátil, 
sencillo  y  adaptable  á  los  labios  y  nariz,  en  el  que  se  pone  una  parte  de  for- 
malina á  40  por  100,  una  de  cloroformo,  dos  de  alcohol  rectificado  y  algunas 
gotas  de  amoníaco  para  neutralizar  la  acritud  de  los  vapores ;  ó  bien  por  va- 
porización, usando  uno  de  los  aparatos  ordinarios  que,  como  se  sabe,  trans- 
forman el  alcohol  metílico  en  vapores  de  formol  ó  uno  inventado  por  el 
autor  en  que  hay,  además,  mentol  y  vapor  de  agua.  En  uno  ú  otro  caso  se 
obtiene  una  atmósfera  como  la  destinada  á  desinfectar  habitaciones. 

El  autor  tñta  casos  de  curación  con  este  procedimiento,  mediante  el  uso 
continuo  del  inhalador. 

2.'  Inyecciones  intravenosas.  Las  ha  empleado,  en  25  enfermos,  unas  5Ó0 
veces.  Comienza  por  50  cm»  de  una  solución  al  1  por  2,000,  que  baja  muy 
pronto  al  I  por  l.OHO,  sin  pasar  de  dichos  50  cm».  Después  de  la  inyección 
sube  la  temperatura  generalmente  y  hay  en  los  primeros  días  expectoración 
mucosa,  pero  todo  esto  cesa  pronto.  Ha  logrado  alivios  notables,  algunos 
sorprendentes,  y  sin  pretender  sea  un  específico,  recomienda  el  formal- 
dehido en  los  casos  agudos  y  recientes. 

3.'  Método  eléctrico.  Hace  penetrar  el  formol  mediante  la  cataforesis. 
Crotte  se  ha  valido  de  la  electricidad  estática  con  igual  objeto  y  obtuvo  re- 
sultados excelentes  (3). 

XCIX.  —  Taberonlosie:  tratamiento  eléctrioo 

La  antigua  electroterapia  ha  sido  infructuosa.  Las  corrientes  de  gran 
frecuencia  y  de  elevado  potencial  no  son  lo  mismo. 

En  el  Congreso  de  la  Asociación  médica  británica  (1901),  se  dio  cuenta  de 
43  tuberculosos  pulmonares  tratados  con  las  corrientes  de  gran  frecuencia. 
Hubo  aumento  del  peso  y  del  apetito,  elevación  momentánea  de  la  tempe- 
ratura en  armonía  con  la  duración  de  las  sesiones  y  la  fuerza  de  las  corrieif- 

(1)  Giorn.  med.  del  R.  Esercito. 

(2)  Giorn.  intern.  delle  Se.  med. 

(3)  British  med.  Journal. 


$54  Formulario  y  tratamtentos  modcrtw* 


tes,  disminución  al  principio  del  número  de  bacilos  sin  llegar  á  extinguirse 
y  mejoríi».  general. 

Crisholm  Williams  ha  renovado  el  estadio  De  sus  observaciones  sedes- 
prende  :  perMstencia  de  los  signos  físicos  en  general,  expectoración  al  prin- 
cipio muco-purulenta,  Juego  menos  teñida,  y  extinción  de  la  diarrea,  debida 
tal  vez  á  que  la  digestión  se  hace  mejor. 

Opina  que  la  tuberculosis  laríngea  es  por  modo  especial  dominablecon 
estas  corrientes. 

De  49  tuberculosos  pulmonares  sólo  hubo  tres  defunciones  por  pneumo- 
nía y  afección  renal.  Los  resultados  son  masó  menos  tardíos,  tardando á 
las  veces  el  alivio  varios  días  en  producirse.  Si  sometido  el  enfermo  media 
lK>ra  diaria  durante  una  semana,  permanece  normal  en  este  lapso  la  tempe- 
ratura, se  puede  decir  que  la  enfermedad  ha  sido  detenida.  ^ 

El  autor  cree  que  estas  corrientes  obran  atenuando  la  virulencia  del  bacilo. 

Respecto  á  las  tuberculosis  externas,  los  efectos  son  análogos  á  los  de  los 
rayos  X  ó  á  los  de  la  fototerapia  (1), 

C  —  Adrenalina :  su  empleo  en  Oftalmología 

Ivert  expone  en  primer  término  que  la  adrenalina,  asociada  á  los  alca- 
loides, aumenta  por  modo  notable  la  acción  de  todos  ellos.  Así,  la  aneste- 
sia cocaínica  es  más  rápida  y  profunda,  la  acción  midriásica  de  la  atropina 
es  más  pronta  y  acentuada,  la  miósica  de  la  eserina.  ó  de  la  pilocarpina  más 
intensa,  la  acción  de  los  colirios  en  la  hiperemia  del  globo  ocular,  que  suele 
ser  muy  rebelde,  es  favorecida  en  gran  manera  por  la  adrenalina. 

Refiriéndose  siempre  á  soluciones  al  milésimo,  he  aquí  lo  que  ocurre  en 
diversos  afeotos  oculares  : 

Conjuntivitis  catarrales  acudas.  —  Sean  bulbares  ó  palpebrales,  la  acción 
déla  adrenalina  es  notoria:  tt?wí  ^o/fl,  instilada  entre  los  párpados,  dos  ó 
tres  veces  al  día,  acelera  la  curación  mucho  más  que  todos  los  colirios  solos. 
El  efecto  es  notabilísimo,  como  si  se  tratara  de  una  acción  específica,  en  esa?^ 
conjuntivas  congestionadas  de  las  mujeres  de  edad  avanzada  y  de  tendencias 
apopléticas  y  en  las  hinchazones  é  inyecciones  de  los  párpados  que  aparecen 
en  los  jóvenes  cuando  están  algún  tiempo  en  atmósfera  caliente  y  confinada. 

Conjuntivitis  reumática.  —  Sea  la  calización  primitiva,  sea  secundaria,  el 
efecto  es  evidente. 

Escleritis  y  episcleritis.  —  En  ellas  el  efecto  es  sorprendente  y  no  puede 
comparHrsp  con  el  de  ninguna  otra  substancia. 

Catarro  primaveral.  —  En  esta  afección  tan  extraña,  dolorosa  á  las  veces 
y  siempre  rebelde,  que  parece  tener  tantas  relaciones  con  el  asma  de  heno, 
que  se  repite  anualmente  muchas  veces  y  que  se  traduce  de  ordinario  por 
hipertrofia  de  la  conjuntiva,  que  alguno  quizás  tome  por  verdaderas  granu- 
laciones, la  acción  de  la  adrenalina  es  verdaderamente  maravillosa. 

Iritis  graves.  —  Produce  resultados  extraordinarios  hasta  en  las  afeccio- 
nes profundas  del  ojo.     En  estas  iritis  debe  usarse  la  siguiente  fórmula  : 

Sulfato  neutro  de  atropina 0'02    gramos 

Clorhidrato  de  cocMÍna 0*20  » 

»         de  adrenalina  al  1  por  1,000.    .        2á5        » 

Agua  destilada  esterilizada '    3  á  5        » 

Una  gota  cada  tres  horas. 

Glaucoma  crónico  y  stibagudo,  intermUenti.  —  La  adrenalina  unida  á  los 
miósicos  da,  por  lo  común,  buenos  resultados,  y  en  ciertos  casos  permite  di- 
ferir y  ha-ta  suprimir  toda  intervención  activa.  Es  muy  recomendable  esta 
fórmula : 

Clorhidrato  de  pilocarpina 0*10    gramos 

»          de  adrenalina  al  1  por  1,000.    .\^^  r 
Agua  esterilizftda r^'^  * 

Cateterismo  de  las  vías  lagrimales. —  EaíiíindicíiáB.:  1.**,  para  curar,  más 
rápidamente,  gracias  á  la  acción  anemiantey  desongestionante  de  la  adre- 
nalina, las  estrecheces  inflamatorias  del  conducto ;  2  ^  para  hacer  el  catete- 
rismo muchísimo  menos  doloroso  y  menos  peligroso,  si  la  estrechez  es 
inflamatoria,  y  hasta  si  es  cicatricial  (2). 
Dr.  Rodríguez  Méndez 

'1)    British  mad.  Journal. 

(2)    Soc.  des  Se.  de  la  Cóíe-dOr. 


PUBLICACIONES  RECIBIDAS 


De  los  pies  deformes  y  su  tratamiento  ortopédloo  y  qnirúrg^ioo,  por  el 

Dr.  Francisco  Vidal  Solores.  —  Barcelona,  19«4.  —  Dos  ejemplares. 

Tratamiento  de  la  tnbercnlosls  pulmonar  por  Uui  Inyeoolones  de  fos- 
fato de  oreoBota  y  de  taberonlina  de  Mareqlial.  —  Comunicación  á 
la  R.  Academia  de  Medicina  de  Madrid  en  sei^ión  de  5  de  marzo  de  1904, 
porelDr,  D.  Juan  Manuel  Mariani. — Madrid,  1904  —  Dos  ejemplares. 

Mannal  de  Dleeooión,  por  el  Dr.  Julio  Regnauit,  traducido  por  D.  Fede- 
rico Toledo  y  Cuevas,  con  un  Prólogo  del  Dr.  D.  Florencio  de  Castro. — Con 
50  preciosas  láminas  en  cromolitografía,  dibujadas  del  natural.  —  De  la 
Biblioteca  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía.  —  Madrid,  1904.  —  Precio : 
10  pesetas. 

Práotioa  de  las  antopilai,  por  el  Dr.  Letulle.— Cuadernos S.""  y  4.°  (último) 
De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas, 
Madrid,  1904.  —  Tres  pesetas. 

Anuario  eetadiatioo  de  la  olndad  de  Bnenoe  Airee,  por  Alberto  R.  Mar- 
tínez, Director  general  de  la  Estadística  municipal.  —  Año  XJII,  1903. — 
Buenos  Aires,  1904.  ^ 

Tratado  de  Giradla  olinloa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Berg-mann.  P.  von  Bruus  y  J.  von  Mi- 
kuliez.  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  5";9.  —Cuaderno  94. —  Barcelo- 
na, 190H.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Manual  de  Patología  externa,  por  B.  Forgue. — Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  ef  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuad^no  15.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

Tratado  práotloo  de  la  elfllie  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor E.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —Traducido  por  el  doc- 
tor T.  Corominas  y  Pedemonte.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  dé  48  páginas  y  una  lámi- 
na, á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José  Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cua- 
derno 15.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medicina  ollnloa  y  Terapéutica,  publicado  bajo  la  dirección 
de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Bbstein  y  J.  Schalbe,  con 
la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  porelDr.  D.  José  Góngora  y  Tufión.  —  José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  96.  —  Barcelona,  1903.  —  Una  peseta 
•    cuaderno. — Dos  ejemplares. 

Oonslderaclones  «obre  la  relación  flfliolós^loa  de  loe  normoblaetoe  con 
el  hilado  y  el  baxo,  por  el  Dr.  Julio  F.  Arteaga.  —  Habana,  1904. 

II  trattamento  cacodiUoo  nelle  forme  inlziall  di  taberoaloei  e  nei  oa~ 
tarrl  bronchiall  orcnlcl  del  bamblnl  linttLtioi.  —  Comutiicazione pre- 
séntala al  II.  Congresso  Medico  siciliano  tenuto  in  Catani(nfi\)n\  1904),  peí  il 
Dott  Michele  Granata.  —  Kl posto,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

DlflonreoB  leídos  en  la  solemne  sesión  inaugural  del  «Ateneo  méilico-qui- 
rúrgico»  celebrada  el  día  29  de  noviembre  de  1903.  —  Memoria  de  Secre- 
taría, por  D.  José  María  Blanc.  --  El  tifus  exantemático,  por  D.  Nicolás 
M.  Cirajns.  —  Madrid,  1903. 

Primer  oonenltorlo  de  nlftoe  de  pecho,  en  Madrid,  por  el  Dr.  D.  Rafael 
ülecia  Cardona.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Manuel  d'Orthopedle  vertébrale,  par  le  Dr.  A.  Chipault.  —  A.  Maloine^ 
éditeur,  25-27.  rué  de  l'Bcole-de-Médecine.  —  París,  1904. 

BlomécanUme  oa  néovltalleme  en  Médedne  et  en  Blolcsrle.— Secón  de 
partie,  com preñan t  La  formation  des  cristaux  et  le  biomécanisme  du  déve- 
loppement  des  tissus,  par  le  Dr.  M.  Benedikt,  du  Vieana.  Edition  francaise 
annotée  par  le  Dr.  E.  Robert-Tissot,  de  Suisse.  —  A.  Maloine,  éditeur, 
25-27.  rué  de  l'Ecole-de-Médecine.  —  Paris,  1904.  —2  fr.  50.  . 

Etlolos^ia  y  tratamiento  de  la  colitis  mnoo-membranoBa,  por  el  doc- 
tor Bottentuit.  —  París,  1904.  —  1  franco. 


356 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Mannal  de  teraptatioa  midioa,  publicado  bajo  la  dirección  de  MM.  G.  U. 
Debove  y  Ch.  Achard.  Traducido  al  castellano  por  D.  Patricio  Barco  y 
Pous.  —  Tomo  lll.  —  Enfermedades  de  los  ríñones  y  de  la  piel,  enfermeda- 
des generales  tóxi  as  y  discrásicas  y  enfermedades  infecciosas.  —  Perlado, 
Páez  y  C.',  Arenal,  II.  —  Madrid,  1904. 

lie  traltement  de  la  ffontte  4  Vicliy,  par  le  Dr.  F.  Déléa^e.  —  París, 

8nr  la  oonetitntion  et  la  baotérlolo^ie  des  eouroei  min^raleí  de 

Viohy,  par  le  Dr.  F.  Déléage.  —  Vichy,  1902 
Dn  rOle  de  l'inenfAflaBoe  hépatiqae  dañe  la  ^^n^u^  dei    aooldentf 

provoques    par  oertaine  medioamente,   par  le  Dr.  F.  Déléage.  — 

Toulouse,  1902. 
Action  de  la  onre  de  Violiy  »r  le  ohlmieme  etomaoal,  par  le  doc- 

teur  F.  Déléagre.  —  París,  1904. 
Pregrindisl  sulla  alimeDtasione  de^li  ammalati.  —  Conference  popolare 

del  Prof.  Gaetano  Gag:lio.  —  2.*  edizione.  —  Catania,  19ü3. 
Haovi  preparatl  per  la  Inlesione  ipodermloa  della  ohlnlna,   peí  il 

Prof.  Gaetano  Gaglio.  —  Roma,  1904. 
Xnfecoión  experimental  de  la  llama  con  el  ▼irne  ▼aocinloo,  por  los 

doctores  V.  Biffi  y  R.  B.  Ribeyro  —  Lima,  1904. 
Periódicos:   Revista  popular  de  Higiene.  —  Publicación  grratuita.— 

Director  :  Dr.  Leopoldo  Cándido  y  Alejandre.  —  Beatas,  9,  2."  Cartagena. 


Bstudiofli  demogpáfieos  de  Bareelona 

POH    KL 

Dr.  D.  Luis  Comengr 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 


Moptaiidad  durante  el  mes  de  mayo  de  1904 


I.  —  INFKCC10NR8 


Coqueluche    .... 

Difteria 

Disentería 

Escarlatina    .... 

Britüipelii 

Eclamptiia 

Fiebre  tifoiden  .     .     . 

Gangrena 

Influenza 

Lepra     

Otras  infecciones  .    . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerpernl 
Id.  quirurgricH 

Síttlis     .' 

Tótauofi 

Tuberculosis  .... 
Viruela 


Total. 


9 
3 

4 

O 
O 

la 
16 

4 
5 
O 
6 
O 
O 

21 
7 
6 
3 
2 
126 

25 

250 


11. 


—  Otras  infbccionks  y  padbgi- 

MIBNTOS    DK    NAT[JRALI£ZA     NO    DB- 

TKKMiNADA   ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

n^^^iin    í  Arterias 19 


IHS.      .      . 

Suma  y  sigue. 


O 
ÍÍ5 


Suma  anterior,    .    . 


115 

O 
18 
72 
13 
7 
39 
128 
21 


/Boca 

IV        <^  Intestinos    .... 

i  Otros  anexos  ,    .     . 

\  Peritonitis   .... 

D^«i«v/*  i  Bronquiales  (Atccio». 

^/^^*^^"   Pulmonía    .... 

lorxo,  .(pujni5„  y  pleura.     . 

Cerebro  y  médula 102 

Genital  femenino O 

Meninges 65 

Urinario 15 

Red  linfática ^' 

Total 5OT 

lll.  —  Otro8  y  a(;í;iuknti&8 

Accidentes 9 

Alcoholismo 4 

Distroñas  constitucionales.     .  -^ 

Esclerema O 

Falta  de  desarrollo    ...  3 

Intoxicación 1 

NeoplHsinus 24 

Senectud 2 

Sin  diagnóstico O 

Total 46 

Total  de  defunciones  ....     891 

Total  de  nacimientos  .     .     . 

Abortos.    .     . ' 


Tomo  1X711.     Ntim.  12      Baroelonit  30  jnnio  190i       Año  XXVII.      Ntm.  468 

Gaceta  Médica  Catalaia 

SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  —Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona.  Descripción  (material:  perso- 
nal). Funcionamiento,  (conclusión),  por  Manuel  Qlmlsó.—  Conveniencia  de  seleccionar  los 
alumnos  á  su  ingreso  en  Faculud  y  condiciones  generales  de  un  buen  régimen  escolar  univer- 
sitario, (continuación)  por  el  Dr.  Antonio  Slmonena.  — Academia  del  Cuerpo  Médico  Mu- 
nicipal de  Barcelona.  —  £1  pensamiento  de  Emilio  Zola,  (conclusión),  por  el  Proí.  Blanchi.— 
KcvisTA  crítica  bibliográfica,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  -^  Formulario  y  tratamientos 
MODERNOS,  por  el  Dr.  Bodrlguez  Méndez.— Nuestra  corrbspondencia  con  la  prknsa. — 
Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 


La  responsabilidad  mídlea  ante  los  Trllinnales  de  Justicia 


(1) 


POR 


D.  A.  Tapia 

Presidente  de  la  Sala  i.*  de  lo  Civil  de  Barcelona 
VI 

Responsabilidad  en  que,  con  arreglo  á  la  ley  penal,  incurre 

EL   perito   que   presta   SU    INFORME   Ó    DECLARACIÓN    MEDIANTE  COHECHO 

Tan  importante  es  la  misión  del  perito  en  los  Tribunales,  y  por 
ende  la  de  los  facultativos  á  quienes  llama  para  que  con  sus  conoci- 
mientos los  auxilien,  que'él  legislador  ha  procurado  darles  toda  clase 
de  garantías,  considerándolos  como  funcionarios  públicos  y  casti- 
gando, así  al  que  intenta  su  soborno,  como  al  mismo  perito  sobornado, 
cuando  éste  se  presta  ó  defiere  á  dejar  de  cumplir  sus  deberes. 

En  reciente  Real  orden  (2)  se  ha  dispuesto  que  á  los  Médicos  titula- 
sre  que  comparezcan  ante  las  Audiencias  ó  ante  los  Jueces  de  I.'  ins- 
tancia é  instrucción  se  les  guarden  todas  las  consideraciones  y  respetos 
debidos  á  su  cualidad  de  peritos  profesionales  y  á  la  importancia  del 
servicio  que  prestan  (3). 

El  Código  penal  vigente,  en  el  capítulo  9.°  título  7.**  del  libro  2.*",  con- 
tiene las  disposiciones  relativas  al  delito  de  cohecho  que  pueden  come- 
ter los  funcionarios  públicos,  y  los  peritos  á  ellos  equiparados,  según 
terminante  precepto  del  art.  399,  cuyas  disposiciones  de  aplicación  á 
los  Médicos  en  su  caso,  son  las  que  k  continuación  se  expresan : 


(1)  Continuación.—  Véase  el  número  anterior. 

(2)  Esta  R.  O.  dice  asi : 

«  Ministerio  de  Gracia  y  Justicia.  —  Real  orden.  —  El  Sr.  Presidente  de  la  Junta  de  Gobierno 
y  Patronato  de  Médicos  titulares  se  ha  dirigido  á  este  Ministerio  por  acuerdo  de  la  misma,  intere- 
sando se  dicte  una  disposición  de  carácter  general  con  el  objeto  de  que  á  los  expresados  Médicos, 
cuando  comparecen  ante  los  Tribunales ,  se  les  guarden  las  consideraciones  á  que  son  acreedores 
por  los  servicios  que  prestan  y  por  el  respeto  debido  á  su  titulo  profesional. 

Considerando  muy  atendible  el  deseo  manifestado  por  dicha  Junta  de  Patronato  y  reconocida, 
como  no  puede  menos  de  reconocerse,  la  importancia  efe  su  intervención  en  los  asuntos  judiciales 
á  que  son  llamados,  ilustrando  á  la  administración  de  justicia  eficaz  y  desinteresadamente  con  su 
autorizada  opinión  y  sus  informes  de  decisiva  inflyíencia^n  muchos  casos; 

S.  M.  el  Rey  (  q.  D  g. )  ba  tenido  á  bien  disponer  recomiende  V.  S.  á  las  Autoridades  judiciales 
V  funcionarios  de  la  Administración  de' justicia  del  territorio  de  esa  Audiencia,  ciue  cuando  los 
Médicos  titulares  comparezcan  ante  el  Tribunal  ó  ante  los  Jueces  de  i.*  instancia  é  instrucción ,  se 
les  guarden  todas  las  consideraciones,  y  respetos  debidos  á  su  cualidad  de  Peritos  profesionales  y  á 
la  importancia  del  servicio  que  prestan. . 

De  Real  orden  lo  digo  á  V.  S.  para  su  conocimiento  y  efectos  expresados.  Dios  guarde 
á  V.  S.  muchos  años. 

Madrid  10  de  Marzo  de  1904.  —  Sanche:^  de  Toca.— Sr.  Presidente  de  la  Audiencia  de...» 

( Gaceta  del  12  de  marzo  de  1901). 

(3)  Esta  Real  orden  debió  hacer  extensivo  su  texto  á  toda  clase  de  Médicos ,  sin  distinción  de 
titulares  y  no  titulares ,  pues  todos  son  dignos  de  la  misma  consideración  ante  los  Jueces  y  Tribu- 
nales cuando  son  por  ellos  llamados  para  que  los  ilustren  con  sus  informes. 


S58  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia 


«  Art.  396.  El  funcionario  público  que  recibiere  por  sí  ó  por  persona 
intermedia  dádiva  ó  presente  o  aceptare  ofrecimientos  ó  promesas  por 
ejecutar  un  acto  relativo  al  ejercicio  de  su  cargo,  que  constituya  delito, 
«era  castig'ado  con  las  penas  de  presidio  correccional  en  su  grado  mí- 
nimo al  medio  (1)  y  multa  del  tanto  al  triplo  del  valor  de  la  dádiva, 
sin  perjuicio  de  la  pena  correspondiente  al  delito  cometido  por  la 
dádiva  ó  promesa,  si  lo  hubiere  ejecutado  ». 

«  Art.  397.  El  funcionario  público  que  recibiere  por  sí  ó  por  per- 
sona intermedia  dádiva  ó  presente,  ó  aceptare  ofrecimiento  ó  promesa 
por  ejecutar  un  acto  injusto,  relativo  al  ejercicio  de  su  cargo,  que  no 
constituya  delito  y  que  lo  ejecutare,  incurrirá  en  la  pena  de  presidio 
correccional  en  su  grado  mínimo  y  medio  (2)  y  multa  del  t^nto  al  tri- 
plo del  valor  de  la  dádiva  ;  si  el  acto  injusto  no  llegare  á  ejecutarse, 
se  impondrán  las  penas  de  arresto  mayor  en  su  grado  máximo  (3)  a 
presidio  correccional  en  su  grado  mínimo  (4)  y  multa  del  tanto  al  du- 
plo del  valor  de  la  dádiva». 

«  Art.  398.  Cuando  la  dádiva  recibida  ó  prometida  tuviere  por  ob- 
jeto abstenerse  el  funcionario  público  de  un  acto  que  debiera  practicar 
en  el  ejercicio  de  los  deberes  de.su  cargo,  las  penas  serán  las  de  arresto 
mayor  en  su  grado  medio  al  máximo  (5)  y  multa  del  tanto  al  triplo  del 
valor  de  aquélla». 

«Art.  399.  Lo  dispuesto  en  los  artículos  precedentes  (6)  tendrá 
aplicación  á  los  Jurados,  arbitros,  arbitradores,  peritos,  hombres  bue- 
nos ó  cualesquiera  persona  que  desempeñare  un  servicio  público  ». 

«  Art,  400.  Las  personas  responsables  criminalmente  aé  los  dehtos 
comprendidos  en  los  artículos  anteriores  incurrirán ,  ademán  de  las  pe- 
nas en  ellos  impuestas,  en  la  de  inhabilitación  especial  temporal»  (7). 

«Art.  401.  El  funcionario  público  qiíe  admitiere  regalos  que  le 
fueren  presentados  en  consideración  á  su  oficio,  será  castigado  con  la 
suspensión  en  sus  grados  mínimo  y  medio  (8)  y  reprensión  pública».  (9) 

«  Art.  402.  Los  que  con  dádivas,  presentes,  ofrecimientos  ó  prome- 
sas corrompieran  á  los  funcionarios  públicos,  serán  castigados  con  las 
mismas  penas  que  los  empleados  sobornados,  menos  la  de  inhabili- 
tación». 

«Art.  403.  Cuándo  el  soborno  mediare  en  causa  criminal  en  favor 
del  reo,  por  parte  de  su  cónyuge  ó  de  algún  ascendiente,  hermano  ó 
afín  en  los  mismos  grados,  sólo  se  impondrá  al  sobornante  una  multa 
equivalente  al  valor  de  la  dádiva  ó  promesa  » . 

«Art.  404.  Eñ  todo  caso,  las  dádivas  ó  presentes  serán  decomi- 
sados ». 

Por  los  textos  legales  que  anteceden,  se  evidencia  que  el  perito  se 
considera  como  funcionario  público.  Así,  pues,  tiene  este  carácter  el 
Médico  que  como  perito  es  llamado  á  declarar  ante  los  Tribunales,  y 
las  disposiciones  que  dejamos  transcritas  son  de  aplicación  á  los  peri- 
tos Médicos. 

Todos  los  Códigos,  así  antiguos  como  modernos,  imponen  severa.^ 
penas  á  los  funcionarios  públicos  que,  débiles,  se  dejan  sobornar,  y. 


(1)  De  6  meses  y  1  día  á  4  años  y  2  meses. 

(2)  De  6  meses  y  1  día  á  4  años  y  2  meses. 
(8)  De  4  meses  y  1  día  á  6  meses. 

(4)  De  6  meses  y  1  dia  á  2  años  y  4  meses 

(5)  De  2  meses  v  1  día  á  6  meses. 


\o}     UK  £  inc>es  Y  1  uia  a  v  mese». 

(6)  Se  refiere  á  los  artículos  396,  397  y  39«. 

(7)  De  6  años  y  1  día  á  12  años.    Esta  inhabilitación  es  de  la  profesión  ó  cargo. 

(8)  De  1  mes  y  1  un  día  á  4  años. 

(9)  El  sentenciado  á  reprensión  pública  la  recibirá  personalmente  en  audiencia  del  Tribunal 
>uerta  abieru.  (Art.  117  del  Código  penal). 


La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  sby 


faltando  á  SUS  deberes ,  haciendo  traición  á  su  conciencia,  especulan 
con  ella. 

Ui?  insigne  comentarista  (1)  lia  dicho  bien  gráficamente : 

«  No  hay  legislación  alguna  que  no  sea  dura  con  el  cohecho.  Si  un 
Juez  ó  empleado  de  cualquiera  clase  que  cede  á  pasiones  malévolas,  es 
ciertamente  criminal,  el  que  cede  al  soborno  es,  á  más  de  criminal, 
infame  ante  la  conciencia  pública.  La  admisión  del  dinero  lleva  con- 
sigo cierta  cosa  de  bajo  y  despreciable  cuando  se  mezcla  con  los  deberes 
que  no  tienen  ó  difícilmente  tienen  las  demás  prevaricaciones». 

La  ley  penal  en*  materia  de  cohecho,  distingue  varios  casos :  ya 
tiene  aquél  por  objeto  que  el  funcionario  ejecute  un  acto  relativo  *^al 
ejercicio  de  su  cargo  que  constituya  delito,  ó  un  acto  injusto  relativo 
al  ejercicio  de  su  cargo  que  no  constituya  delito  y  cuyo  acto  se  ejecu- 
tare ó  no  llegare  á  realizarse ;  ó  abstenerse  de  un  acto  que  debiera 
practicar  en  el  ejercicio  de  los  deberes  de  su  cargo,  y  en  cada  uno  de 
estos  casos  es  distinta  la  responsabilidad  en  que  incurre,  según  puede 
verse  por  la  lectura  del  texto  del  Código  que  dejamos  transcrito. 

Al  que  soborna,  la  ley  le  impone  la  misma  pena  que  al  sobornado, 
menos  la  de  inhabilitación  especial  temporal. 

A  propósito  de  esto,  dice  el  mismo  comentarista  antes  citado : 

«  Nos  parece  bien  que  el  sobornante  no  sufra  tan  recia  pena  como 
el  que  se  dejó  sobornar.  La  situación  era  distinta.  Las  obligaciones 
de  aquél  eran  menores.  La  ley  no  le  habla  colocado  en  un  puesto  para 
desempeñarlo  con  justicia.  Su  delito  no  hiere  la  conciencia  pública. 
Fué  arrastrado  por  un  interés  personal  que  se  concibe,  por  más  que  no 
se  apruebe.  Si  obraba  mal  ofreciendo,  mucho  peor  obraba  el  empleado 
aceptando  ». 

Evidente  es,  pues,  que  comete  más  grave  delito  el  perito  Médico 
que  consiente  en  ser  sobornado,  que  el  sobornante  á  quien  mueve  in- 
teresado impulso. 

Casos  hay  en  que  el  soborno  mediado  en  causa  criminal,  para  de- 
clarar en  favor  del  reo,  tiene  una  atenuación  en  la  responsabilidad,  y 
es  en  el  de  que  el  sobornante  sea  cónyuge,  ascendiente,  hermano  ó  afín 
en  los  mismos  grados  del  reo,  y  tal  atenuación  de  culpa  resulta  justifi- 
cada en  la  ley  por  el  vinculo  de  parentesco  que  une  al  sobornante  con 
la  persona  del  reo  en  favor  de  la  que  se  declara.  La  pena  del  sobor 
nante  en  este  caso  ccmsiste  en  una  multa  equivalente  al  valor  de  la  dá- 
diva ó  promesa. 

Manda  también  el  Código  que  en  todos  los  casos  las  dádivas  ó  pre- 
sentes sean  decomisados.  Como  la  dádiva  ó  presente  son  parte  inte- 
grante del  delito,  justificado  está  que  caigan  en  comiso.  Por  otra 
parte,  el  que  sea  así,  consecuencia  es  de  otra  prescripción  anterior  del 
Código,  la  del  art.  63,  que  establece  que  toda  pena  que  se  impusiere 
por  un  delito  llevará  consigo  la  pérdida  de  los  efectos  que  de  él  provi- 
nieren y  de  los  instrumentos  con  que  se  hubiere  ejecutado,  siendo 
unos  y  otros  decomisados,  á  no  ser  que  pertenecieren  á  un  tercero,  no 
responsable  del  delito,  y  vendidos  si  son  de  lícito  comercio,  aplicándose 
su  producto  á  cubrir  las  responsabilidades  del  penado,  é  inutilizándose 
si  son  ilícitos. 

El  legislador,  dice  un  comentarista,  quiere,  exige  tal  pureza  en  el 
funcionario  público,  en  el  modo  de  dese'mpeñar  los  deberes  de  su  cargo, 
que  hasta  le  prohibe  la  admisión  de  regalos  que  le  fueren  presentados 
en  consideración  á  su  oficio.  Y  es  que,  considerando  esa  admisión 
como  un  comienzo  de  corrupción  del  funcionario,  obra  en  consecuen- 
cia infligiéndole  una  pena,  si  no  grave,,  lo  suficiente  para  castigar  hi 


(1)    Pacheco,  El  Código  penal  concordado  y  comentado. 


S6o  La  responsabilidad  médica  antt  los  Tribunales  de  justicia 


acción  ejecutada  y  que  consiste  en  la  suspensión  del  cargo  por  tiemüa 
de  un  mes  y  un  (lía  á  cuatro^  años  y  reprensión  pública.  Disposición 
es  esta  cuya  infracción  se  repite  con  frecuencia,  sin  que  se  aplique  á 
ella  la  sanción  penal  del  Código.  Y  es  debido  esto  á  que  no  hay  inte- 
rés en  perseguir  el  delito  de  que  tratamos,  ó  que  no  es  fácil  la  prueba 
de  su  ejecución,  ya  que  en  la  mayoría  de  los  casos  son  sólo  dos  per- 
sonas las  que  lo  conocen,  esto  es:  el  que  da  el  regalo  y  el  que  lo  re- 
cibe, ó  porque  la  misma  repetición  de  casos  hace  que  se  estime  como 
lícita  y  admisible  acción  definida  y  penada  en  el  Código. 

Mas  lo  cierto  es  que  la  admisión  por  el  funcionario  de  regalos  que 
se  le  presenten  en  consideración  á  su  oficio,  determina  un  delito  que 
no  debe  cometerse,  y  cuantos  le  cometen  se  exponen  á  ser  castigado.^ 
con  penas  que  pueden  hacerles  desmerecer  en  el  concepto  público. 

Tal  como  está  redactado  nuestro  Código  en  lo  relativo  al  delito  de 
cohecho,  es  por  demás  difícil  su  averiguación  y  castigo. 

Algunos  tratadistas  entienden  que  en  esta  clase  de  delitos  debiera 
castigarse  al  sobornante  cuando  el  sobornado  no  acepta  la  promesa  ó 
dádiva,  y  sólo  al  sobornado  cuando  éste  las  acepta. 

De  ese  modo  sería  más  fácil  el  descubrimiento  del  delito  y  el  consi- 
guiente castigo  del  culpable. 

Aun  cuando  el  delito  de  cohecho  suele  ejecutarse  interviniendo  so- 
lamente el  sobornante  y  el  sobornado,  á  veces  interviene  un  tercero 
autorizado  por  el  sobornado,  y  en  este  caso  alcanza  también  á  aquél  la 
responsabilidad  criminal. 

Mas  si,  como  en  ocasiones  acontece,  tal  intermediario  no  recibe  au- 
torización del  Médico  ó  perito,  y  por  sí  ofrece  el  servicio  resultante  del 
cohecho,  recibiendo  para  sí  la  dádiva,  entonces  el  delito  imputable  al 
supuesto  intermediario  será  distinto  del  de  cohecho. 

Cafóos  hemos  visto  en  bastante  número  en  que,  individuos  su^)o- 
niéndose  en  relación  con  Médicos,  han  ofrecido  que  éstos  prestarían 
ciertos  informes  mediante  cantidades  que  recibirían  aquéllos  como  in- 
termediarios para  entregarlas  á  dichos  facultativos,  ágenos  en  absoluto 
á  la  acción  criminal  ejecutada ;  y  en  estos  casos  han  sido  condenados 
aquellos  supuestos  intermediarios  como  culpables  del  delito  de  estafa. 

Si  bien  se  estudia  el  caso,  no  es  sólo  el  delito  de  estafa  el  perse- 
guible,  sino  otro  delito  el  que  determina  la  falsa  imputación  al  perito 
inocente  del  cohecho  supuesto,  y  que  debía  castigarse  porque  también 
se  comete  realmente. 

No  tenemos  noticia  de  que  se  haya  castigado  en  ningún  cííso  tal 
falsa  imputación,  pero  entendemos  que  debiera  serlo,  para  que  así  no 
quede  impune  el  delito  que  determina,  pues  si  el  perito  Médico  es  con- 
siderado como  funcionario  público  por  la  ley,  dada  la  naturaleza  de 
las  funciones  que  le  encomienda  cerca  de  los  Tribunales,  y  el  mismo 
Código  penal  en  sus  disposiciones  agrava  la  responsabilidad  del  Mé- 
dico cuando  delinque  en  el  ejercicio  de  aquéllas,  la  misma  ley  debe 
ampararle  en  el  perfecto  derecho  que  tiene  á  que  su  nombre  se  respete 
y  no  se  mancille  impunemente  por  el  calumniador,  oue  suponiendo 
imaginaria  atribución  de  aquél,  trata  de  estafar  ó  estafa  á  un  tercero, 
ofreciendo  lo  que  no  está  en  su  mano  dar  ni  hacer,  á  cuyo  calumniador 
debe  serle  impuesta  la  pena  correspondiente  al  delito  ejecutado.  Es, 
pues,  obvio  que  el  facultativo*ha  de  resistir  en  todas  las  ocasiones  la 
aceptación  de  toda  promesa  ó  dádiva  por  faltar  á  su  deber,  denun- 
ciando á  cuantos  se  le  acerquen  haciéndole  proposiciones  deshonrosas 
encaminadas  á  la  ejecución  de  un  delito,  a  fin  de  que  los  Tribunales 
puedan  imponer  la  pena  á  que  se  hayan  hecho  acreedores  los  culpables. 

Y  ya  que  tratamos  del  delito  de  talso  testimonio  mediante  cohecho 
que  p\ieden  cometer  los  peritos  con  sus  informes,  no  podemos  resistir 


Instituto  di  desinjección  urbMna  de  Baretlona  .  5^/ 


al  deseo  de  llamar  la  atención  sobre  el  rigor  con  que  es  castig-ado  aquel 
delito,  pues  puede  darse  el  caso  ¡  admírense  nuestros  lectores  !  de  que 
al  culpable  se  le  impong'a  hasta  la  pena  de  muerte. 

He  aquí  la  demostración  de  ello : 

-El  art.  332  del  Códig'o  penal,  en  su  número  1.®,  castig'a  con  la  pena 
de  cadena  temporal  en  su  grado  máximo  (1)  á  cadena  perpetua  al  que 
en  causa  criminal  diere  falso  testimonio  en  contra  del  reo,  si  éste  hu- 
biese sido  condenado  á  la  pena  de  muerte  y  ésta  se  hubiera  ejecutado. 

El  art.  337  del  propio  Códig'o  prescribe  que,  siempre  que  la  declara- 
ción falsa  del  testiguo  ó  perito  fuere  dada  mediante  cohecho,  las  penas 
serán  las  inmediatas  superiores  en  grado  á  las  respectivamente  desig'- 
nadas  en  los  artículos  anteriores  (2),  imponiéndose  además  la  multa 
del  tanto  al  triplo  del  valor  de  la  promesa  o  dádiva. 

Si  se  da,  pues,  el  caso  de  que  un  perito  dé  falso  testimonio  en  con- 
tra de  un  reo,  y  éste  hubiese  sido  condenado  á  la  pena  de  muerte  y 
ejecutádose  ésta,  y  que  dicho  perito  hubiera  prestado  su  declaración 
ó  informe  mediante  cohecho,  la  pena  en  que  incurrirá  será  la  inme- 
diata superior  en  grado  á  la  de  cadena  temporal  en  su  grado  máximo, 
á  cadena  perpetua  á  que  se  refiere  el  número  1.°  del  art.  332  ya  men- 
cionado, cuya  pena  sería  también  la  de  muerte.  Tal  es  la  ley  penal 
que  parece  haber  venido,  con  la  disposición  que  comentamos,  a  resta- 
blecer la  antigua  pena  del  Tallón:  vida  por  vida  (3).  Ante  aquella 
consecuencia,  dice  el  insigne  jurisconsulto  Groizard  (4)  ¿quién  no  re- 
trocede ?  y  añade  :  «  En  un  Código  como  el  nuestro,  donde  á  ningún 
delito,  por  atroz  y  grave  que  sea,  el  legislador  ha  impuesto  como  pena 
imica  la  muerte/produciria  verdadero  asombro  ver  subir  al  patíbulo  á 
un  reo  de  falso  testimonio,  siquiera  hubiera  sido  dado  mediando  cohe- 
cho y  hubiese  causado  injustamente  la  muerte  de  un  hombre.  El  ase- 
sino que  mata  por  precio  incurre  en  la  pena,  según  el  art.  418,  de 
cadena  temporal  en  su  grado  máximo  á  muerte.  El  que  asesina  por 
medio  de  un  falso  testimonio  no  comete  ciertamente  mayor  delito  ni 
merece  mayor  pena  ». 

Seguramente  que  en  la  práctica  no  se  habrá  dado'  un  solo  caso  de 
aplicación  del  precepto  legal  de  que  nos  ocupamos ,  pues  no  se  com- 
prende tanta  depravación  y  rebajamiento  moral  tan  grande  en  el  pe- 
rito. Mas  si  se  diera,  fuera  ineludible  aplicar  aquel  precepto.  Dura 
hx  sed  lex.  (Se  continuará). 

Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona  ^'' 

Deaorípolón  (material;  peraonal).   Fanolonamlento 

POH 

Manuel  Gimisó 

Alumno  sobresaliente  de  Higiene  pública 

Otro  de  los  aparatos  es  el  de  Schering.  Consiste  en  un  tubo  cilin- 
dro-cónico central  A  en  cuya  parte  superior  hay  un  recipiente  ó  cáp- 
sula E  donde  se  coloca  la  substancia  antiséptica ;  por  debajo  de  esta 
cápsula  hay  mecheros  de  alcohol  F. 

Rodeando  el  tubo  A  hay  un  depósito  circular  J?,  con  cuatro  peque- 
ños orificios  O'O  para  el  escape  del  vapor  de  agua  que  se  produce  en 

(1>    De  17  años  4  meses  y  1  día  á  20  años. 

(2)  Se  refiere  á  las  establecidas  en  los  artículos  332,  333,  334.  335  y  336. 

(3)  De  esta  pena  del  Talión:  vida  por  pida,  ojo  por  ojo  y  diente  por  diente,  se  dice  por  algunos 
autores  que  era  una  pena  nacional  del  pueblo  hebreo  que  no  resulta  se  haya  aplicado,  pues  sólo  es 
consideró  como  conminatoria  .  ya  que  su  ejecución  hubiera  sido  imposible  en  casi  todos  ios  casos. 

(4)  El  Código  penal  de  1870,  concordado  y  comentado. 

(5)  Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


362  Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona 

dicho  depósito.    Por  debajo  del  mismo  hay  otro  depósito  circular  y 
libremente  abierto  Z>. 

Funciona  del  modo  siguiente  :  se  coloca  el  antiséptico  en  la  cápsu- 
la F;  se  pone  agua  en  el  ^ ,  y  alcohol  en  el  2> ;  se  enciende  éste  y  ca- 
lienta el  agua,  cuyo  vapor  se  escapa  por  los  tubitos  0-0 ;  al  mismo 
tiempo  se  enciende  el  mechero  de  alcohol  F  y  calienta  al  contenido  de 
la  cápsula  F;  se  desprenden  gases  que  se  mezclan  con  el  vapor  de  agua, 
cuya  mezcla  constituye  la  atmósfera  desinfectante. 


Fig.  12.  —  Aparato  para  desinfectar  de  Scheríng 
(Dibujos  del  alumno) 

El  depósito  del  agua  es  independiente  del  resto  del  aparato ;  de 
modo  que  si  no  se  quiere  la  mezcla  del  vapor,  se  puede  separar  el  de- 
pósito B ;  entonces  se  desprenden  únicamente  los  gases  de  la  substan- 
cia antiséptica. 

El  adjunto  grabado  representa  también  una  sección  vertical  del  apa- 
rato; siendo  el  n.'*  1  todo  el  aparato,  en  el  n.*"  2  está  separado  el  depósito 
del  agua.  Este  aparato  no  es  ni  de  mucho  tan  bueno  como  el  anterior. 
Las  razones  las  daremos  más  adelante. 

De  estos  aparatos  hay  dos  ó  tres,  pues  apenas  se  emplean. 

Procedimiento  de  desinfección  por  medio  del  calor,  ó  sea 
desinfección  física 

Se  lleva  á  cabo  por  medio  de  la  estufa  de  desinfección,  modelo  Ge- 
neste-Herscher.  Esta  estufa  consiste  en  una  gran  caldera  cilindrica, 
colocada  horizontalmente,  con  una  puerta  en  cada  extremo ,  una  de 
entrada  y  otra  de  salida.  Dentro  de  la  caldera  hay  una  disposición  es- 
pecial de  estantes  metálicos  para  colocar  debidamente  la  ropa;  estantes 
que  constituyen  un  todo  fijo  á  modo  de  gran  caja,  y  qiI6  se  mueve  por 
medio  de  ruedas  sobre  unos  rieles. 

Funciona  del  modo  siguiente  :  colocadas  las  ropas  y  demás  objetes 
en  los  estantes  dichos,  se  mete  dentro  la  caldera  y  se  cierra  hermética- 
mente por  medio  de  grandes  tornillos  de  presión  ;  se  abre  la  llave  que 
da  salida  al  aire  del  interior  de  la  misma. 

Salido  el  aire,  se  cierra  la  llave  y  se  abre  la  que  comunica  con  el 
vapor  de  agua  que  viene  de  las  calderas  generadoras,  y  asi  está,  hasta 
que  el  manómetro  marca  3  atmósferas  de  presión  ,  que  equivale  á  125^ 
ó  13(f  de  temperatura;  entonces  se  cierra  la  llave  de  comunicación  del 
vapor  y  se  abre  la  de  salida  de  éste  de  dentro  la  estufa ;  hecho  esto,  se 
cierra  esta  llave  y  se  da  de  nuevo  paso -al  vapor  hasta  alcanzar  la  misma 
presión  y  temperatura  que  antes,  y  se  deja  así  unos  5  minutos,  después 
de  los  cuales  se  cierra  otra  vez  la  comunicación  del  vapor  húmedo. 


Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona  363 

Entonces  se  abre  la  llave  del  tubo  qire  conduce  el  calor  seco,  y  así  se 
deja  durante  15  minutos  á  3  ó  3  '/t  atmósferas  de  presión  ;  el  objeto 
de  este  calor  seco  es  para  secar  las  ropas  humedecidas  por  el  vapor  de 
agua. 

El  calor  liiimedo  se  reparte  dentro  de  la  estufa  merced  á  un  tubo 
completamente  agujereado  y  longitudinal  de  la  caldera.  El  calor  seco 
se  reparte  por  medio  de  22  tubos,  completamente  cerrados:  11  en  la 
parte  superior,  y  11  en  la  inferior,  con  objeto  de  que  se  reparta  unifor- 
memente. 

Esta  gran  estufa  está  situada  en  el  cuarto  de  máquinas,  pero  de  tal 
modo  dispuesta,  que  uno  de  sus  extremos  está  empotrado  en  la  pared, 
de  modo  que  la  puerta  de  dicho  extremo  se  abre  ya  en  otra  habitación 
distinta  de  la  que  reside  toda  la  caldera ;  por  esta  puerta  es  por  la  que 
se  sacan  las  ropas,  una  vez  desinfectadas. 

El  objeto  de  tal  disposición  lo  explicaremos  después. 

De  esta  clase  de  estufas  hay  dos,  una  en  cada  sección,  y  además, 
una  locomóvil  aJgo  más  pequeña,  que  reside  en  la  sección  del  Norte. 

MÁQUINA   ROTATIVA   LEGIADORA 

Consiste  este  apjarato  en  un  gran  cilindro  de  hierro.  En  su  interior 
hay  cuatro  cajas  metálicas  de  pared,  perforadas  por  multitud  de  orifi- 
cios, y  colocadas  alrededor  de  un  eje  central.  Por  fuera  de  estas  cajas 
y  en  su  parte  inferior,  hay  un  depósito  de  agua,  en  el  cual  se  vierte  la 
lejía  y  la  solución  antiséptica  que  se  desee  ;  á  dicho  depósito  llega  un 
tubo  que  conduce  vapor  de  agua  procedente  de  los  generadores. 

Las  cajas  dichas  tienen  un  movimiento  de  rotación  alrededor  del 
eje,  movido  éste  por  un  mecanismo  ad  hoc. 

Funciona  del  modo  siguiente  :  se  mueven  las  cajas  con  velocidad; 
al  propio  tiempo,  el  vapor  que  llega,  calienta  el  agua  que  contiene  la 
lejía  y  el  antiséptico,  y  al  pasar  á  través  de  los  orificios  de  las  paredes 
de  las  cajas,  impregnan  completamente  la  ropa,  que  no  cesa  de  remo- 
verse. La  operación  dura  media  hora,  al  cabo  de  la  cual,  se  saca  las 
ropas,  limpias,  desinfectadas  y  aromatizadas. 

Horno  inodoro 

Es  un  horno  de  obra  de  fábrica,  herméticamente  cerrado  y  con  una 
chimenea  de  gran  tiro. 

En  él  se  colocan  todos  los  objetos  que  se  han  de  incinerar. 

Las  buenas  condiciones  de  construcción  hacen  que  no  se  escape  ni 
la  más  pequeña  cantidad  de  gases.  El  cuarto  de  fumigación  queda 
descrito  al  hablar  del  edificio. 

Carruajes 

Cuenta  el  Instituto  con  siete  carruajes  para  la  conducción  de  ropas 
y  demás  objetos. 

Estos  coches  son  completamente  cerrados,  y  su  interior  está  perfec- 
tamente barnizado  y  sin  recodos,  ni  ángulos,  con  el  fin  de  que  se  pue- 
dan desinfectar  perfectamente.  De  ellos  hay  unos  cuie  sirven  para 
traerlas  ropas  al  Instituto,  y  están  pintadas\sus  ruedas  de  amarillo, 
para  poderles  distinguir  de  los  que  sirven  para  llevar  las  ropas  desde 
el  Instituto  á  casa  del  dueño,  los  cuales  tienen  las  ruedas  pintadas 
de  rojo. 

De  modo  que  unos  conducen  siempre  ropas  infectas  y  otros  ropas 
desinfectadas ;  por  más  de  que,  tanto  unos  como  otros,  se  desinfectan 
cada  vez  que  se  emplean. 

Existen,  además,  gran  número  de  carri-cubas  para  conducir  líqui- 
dos antisépticos  en  gran  e^^cala. 


$64  Instituto  de  desinjección  urbana  de  Barcelona 


Tkhsonal 

Está  compuesto  de  60  individuos,  con  un  director,  4  médicos,  "J  ca- 
pataces y  2  maquinistas. 

Todos  los  individuos  deben  saber  leer  y  escribir,  y  además,  estar  al 
corriente  de  los  preceptos  de  limpieza. 

En  cuanto  á  condiciones  morales,  basta  decir  que  jamás  se  ha  pre- 
sentado queja  alguna,  respecto  ala  falta  de  ningún  objeto  por  insigni- 
ficante que  sea.  Lo  que  podrá  haber  ocurrido  es  el  entregar  alguna 
prenda  cambiada,  pero  que  luego  se  ha  remediado  el  descuido.  Pero 
esto  no  es  de  extrañar  cuando  se  desinfecta  á  la  vez  ropas  de  distin- 
tos domicilios. 

En  cuanto  á  los  maquinistas,  hay  que  hacer  constar ,que  son  sujeto? 
muy  instruidos;  habiendo  sido  el  uno  montador  de  máquinas  y  el  otro 
maquinista  y  estampador;  debido  á  tales  condiciones,  han  hecho  impor- 
tantes estudios  prácticos  referentes  al  tiempo  de  permanencia  en  la 
estufa,  temperatura  y  presión  á  que  deben  someterse  las  distintas  clasei? 
de  telas,  sedas,  terciopelos,  etc.,  y  los  distintos  colores,  con  objeto  de 
no  Quemar  aquéllas,  y  de  no  destruir  ó  fijar  demasiado  éstos. 

Saben,  además,  tocios  los  individuos,  los  cuidados  que  han  de  tener 
con  su  persona,  y  por  ello  se  revisten  de  blusas  de  tela  blanca  antes  de 
cualquiera  operación,  blusa  que  luego  es  desinfectada. 

Para  desempeñar  cualquier  servicio,  van  siempre,  en  brigadas,  com- 
puestas de  dos  individuos  y  un  capataz;  brigadas  que  pueden  aumen- 
tarse en  caso  necesario. 

Manera  dk  practicar  la  desinfección 

Empecemos  por  decir  que  debe  desinfectarse  todo  sitio  que  pue- 
da constituir  un  foco  de  infección :  así  tenemos  domicilios  particu- 
lares, almacenes,  liospederías,  fondas,  cuarteles,  hospitales,  lazaretos, 
asilos  y  casas  de  beneficencia,  depósitos  industriales  mal  sanos,  merca- 
dos, buques,  vagones,  tranvías,  carruajes,  pozos  negros,  retretes,  cloa- 
cas, depósitos  de  aguas  sucias,  etc.,  etc. 

La  manera  de  hacer  la  desinfección  es  la  misma  en  la  mayoría  de 
ellos,  en  más  ó  en  menos  cantidad ;  distinguiremos,  no  obstante,  la 
manera  de  desinfectar  los  edificios  de  la  de  los  lugares  ó  sitios  libres, 
los  cuales  se  comprenden  coh  el  nombre  de  subsuelo,  cloacas,  alcanta- 
rillas, etc. 

Desinfección  de  edificios 

En  los  domicilios  donde  haya  habido  algún  enfermo  debe  desinfec- 
tarse la  habitación  donde  aquél  resida,  y  además,  todas  aquéllas  que 
teniendo  relación  con  ella,  pudiera  haberse  difundido  la  infección  por 
el  trasiego  de  gérmenes  patógenos,  comprendiendo  hasta  la  puerta  de 
entrada  del  piso,  y  luego  toda  la  escalera  hasta  la  puerta  de  la  casa. 

Los  objetos  que  puedan  irá  la  estufa,  se  colocan  en  el  carruaje  y  se 
conducen  al  Instituto;  los  demás  deben  quedar  en  la  habitación  :  se 
tiene  mucho  esmero  en  no  descuidar  ningún  objeto,  pues  un  descuido, 
como  por  ejemplo  las  campanillas  ó  timbres  que  sirven  i)ara  llamar,  han 
ocasionado  lamentables  resultados. 

Teniendo  en  cuenta  lo  dicho,  se  comienza  la  operación:  lo  primero 
que  se  hace  es  la  pulverización  de  paredes,  tectios,  suelos  y  objetos 
que  lo  permitan ;  si  hay  cuadros,  deben  volverse  de  cara  á  la  pared 
para  no  estropear  las  pinturas. 

La  pulverización  se  hará  con  los  antisépticos  descritos,  empleándose 
unos  u  otros,  según  los  casos ;  así,  en  casos  de  tuberculosis,  difteria, 
tifoidea,  etc.,  en  que  hay  gran  difíísión  de  gérmenes,  se  empleará  los 
antisépticos  más  enérgicos,  los  de  los  grupos  A  y  B. 


Instituto  de  desinjtcción  urbana  de  Barcelona  $65 


En  casos  menos  graves  y  peligrosos  puede  emplearse  los  del  grupo 
C,  y  hasta  las  del  B,  si  se  quiere. 

De  todas  maneras,  esto  ya  lo  indica  el  Director  del  Instituto  en  las 
hojas  que  del  Registro  civil  le  traen  todos  los  días  indicándole  las  vi- 
viendas que'  hay  que  desinfectar,  y  la  clase  de  enfermedad  que  padecía 
el  enfermo  ;  por  lo  tanto,  los  encargados  de  la  desinfección  no  tienen 
más  que  hacer  lo  que  se  les  indica. 

Respecto  á  aparatos,  se  recurre  á  los  dichos,  comunmente  á  los  pul- 
verizadores-carteras ;  pero  si  las  habitaciones  son  grandes,  pueden  em- 
plearse los  otros  modelos. 

Se  procede  luego  á  la  desinfección  de  los  muebles. 

Esta  se  hace  con  miga  de  pan,  con  la  cual  se  restrega  bien  todo  el 
uiueble;  de  este  modo  se  arrastran  mecánicamente  todos  los  gérmenes. 
Esta  miga  de  pan  se  quema  luego  de  terminada  la  operación. 

Este  procedimiento  es  muy  empleado  en  Alemania  y  da  muy  bue- 
nos resultados. 

Si  los  muebles  no  son  delicados,  se  puede  emplear  cepillos  de  cer- 
das, de  crin,  ó  esparto,  con  los  cuales,  y  previamente  empapados  en 
algún  antiséptico,  se  frotan  bien  los  muebles. 

Estos  cepillos  se  hierven  cada  vez  que  se  emplean.  Hecho  esto,  se 
procede  á  la 

Fumigación  ó  desinfección  gaseosa 

La  manera  de  hacerla  varía  también  según  la  clase  de  dolencia,  y 
según  sea  la  vivienda. 

En  viviendas  de  pobres,  y  muy  sucias,  en  que  han  habido  enfermos 
infectivos,  se  puede  emplear  el  gas  sulfuroso,  que  se  obtiene  quemando 
azufre ;  pero  este  gas,  aunque  eñcaz,  es  peligroso  por  el  fuego,  por  lo 
que  se  emplea  poco. 

Lo  mismo  puede  decirse  del  gas  hiponítrico  que  se  obtiene  por  la 
acción  del  ácido  nítrico  sobre  las  limaduras  de  cobre,  gas  llamado  vul  - 
garmente  «del  ochavo». 

Estos  gases  están  desacreditados  y  se  usan  muy  poco. 

Más  empleadas  son  hoy  día  las  bujías  de  sulfuro  de  mercurio,  que 
desprenden  gases  de  esta  clase. 

Cada  bujía,  al  quemarse,  desprende  gases  para  desinfectar  una 
habitación  de  25  metros  cúbicos. 

Son  cónicas  y  se  las  prende  fuego  por  una  mechita  que  tienen  en 
su  vértice  truncado. 

Se  emplean  en  cuarteles,  establos,  asilos,  etc. 

Tienen  el  inconveniente  de  ser  caras,  pues  cada  una  vale  10  reales. 

Se  emplea  también  las  pastillas  microbicidas;  ya  dijimos  que  eran 
de  sulfuro  de  mercurio,  pero,  además,  tienen  solveol,  el  cual  sirve  como 
desodorante. 

Estas  pastillas  son  más  pequeñas  y  más  baratas. 

Hasta  aquí  la  fumigación  con  gases  solos ;  pero  ésta  tiene  los  si- 
guientes inconvenientes:  1.°  El  peligro  de  prenderse  fuego.  2."*  La 
lentitud  de  la  operación.  3."  Su  escaso  poder  desinfectante  en  muchos 
.casos,  pues  se  necesita  que  tengan  cierta  presión  y  cierta  humedad  para 
que  obren  de  un  modo  eficaz  sobre  toda  clase  de  gérmenes  patógenos; 
esto  se  ha  deducido  de  experimentos  practicados  en  los  laboratorios. 

Los  alemanes  han  sido  los  que  más  han  trabajado  en  este  sentido. 
Emplearon  primeramente  las  pastillas  de  formalina,  las  cuales  sólo 
tienen  poder  para  corregir  los  malos  olores,  pero  no  antisépticos. 

Luego  se  ha  observado  que  el  aldehido  fórmico  obraba  como  anti- 
séptico, siempre  que  tuviese  cierta  presión  y  cierta  humedad. 

Esto  dio  lugar  al  invento  del  aparato  de  Ligner,  ya  descrito,  el  cual 


j66  Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona 

reúne  estas  condiciones,  pues  á  merced  de  la  presión  del  vapor  de 
agua,  sale  éste  violentamente  mezclado  con  los  vapores  antisépticos,  y 
de  este  modo  se  difunden  por  la  habitación. 

Experimentos  practicados  en  Berlín,  Órente,  y  otros  puntos,  de- 
muestran las  ventajas  de  este  aparato. 

Los  franceses  no  han  querido  ser  menos,  y  han  trabajado  sobre  el 
mismo  asunto,  inventando  Schering  el  aparato  de  su  nombre  ;  pero  ya 
al  describir  este  aparato,  vimos  que  si  bien  se  obtenía  la  humedad, 
faltaba  no  obstante  la  presión. 

Para  obtener  los  vapores  enceste  aparato  se  emplean  las  pastillas  de 
formalina,  ó  las  microbicidas,  así  como  en  el  aparato  de  Lig-ner  se  em- 
plea comunmente  el  glico-formol. 

La  lám.para  Schandez,  que  funciona  con  sulfuro  de  carbono,  no  se 
usa  ya,  por  tener  el  grave  inconveniente  de  estallar  con  facilidad. 

Tratamiento 
de  libros  ,  papeles   y  otros  objetos  que  no  pueden  prlvkrizab<k 

Comunmente  se  someten  á  la  fumigación  con  el  gas  hiponítrico,  en 
la  misma  casa  del  enfermo,  ó  bien  se  llevan  al  Instituto ;  deben  co- 
locarse abiertos  y  bien  repartidos. 

Las  pieles,  plumas  y  objetos  de  cuero  (zapatos,  etc.),  deben  desinfec- 
tarse por  medio  de  la  fumigación,  con  el  aparato  de  Ligner,  pues  dichas 
substancias  no  pueden  ir  á  la  estufa,  ya  que  se  estropearían  por  completo. 

Empléese  el  procedimiento  que  se  quiera,  siempre  debe  tomarse  la 
precaución  de  cerrar  bien  las  habitaciones  que  se  fumigan,  tapando  las 
rendijas  de  puertas  -y  balcones,  con  tiras  de  papel  engomado,  con  ob- 
jeto de  que  no  se  esca))en  los  gases. 

Así  debe  permanecer  durante  8  ó  10  horas,  después  de  las  cuales  se 
abren  todas  las  puertas  para  que  se  aireen  bien  todas  las  habitaciones. 

Los  pasamanos  de  la  escalera  deben  desinfectarse  con  miga  de  pan, 
ó  con  los  cepillos  empapados  en  substancia  antiséptica. 

Los  retretes,  fregaderos,  orinales,  escupideras,  etc.,  que  hay  en  la 
casa,  así  como  las  escaleras  y  el  patio,  deben  desinfectarse  regándolas 
con  los  productos  derivados  de  la  hulla,  creosota,  cresonaftol,  creolina, 
fenoles,  etc. 

De  este  modo  queda  hecha  la  desinfección  á  domicilio. 

Dl^SINFECClÓN    DE    LAS   ROPAS   EN    EL   INSTITUTO 

Para  la  desinfección  de  las  ropas  hay  que  tener  muy  en  cuenta  al- 
gunos detalles  que  ligeramente  voy  á  exponer : 

Las  ropas  limpias  pueden  dividirse  en  dos  grupos,  según  teng-an  co- 
lores persistentes  y  sólidos,  ó  no  reúnan  tal  condición. 

Las  primeras  pueden  colocarse  en  la  estufa  sin  cuidado  alguno. 

Las  ropas  de  colores  falsos  ó  no  persistentes,  son  :  el  azul  en  la  seda, 
violeta  en  el  terciopelo  y  estam])ados  ficticios  que  se  dan  como  borda- 
dos ó  pintados.  Todas  estas  no  pueden  lavarse  ni  colocarse  en  la  es- 
tufa, pues  se  difundiría  el  color ;  deben,  por  tanto,  secarse  bien  al  sol  y 
luego  someterlas  k  la  fumigación. 

Ropas  manchadas  por  substancias  orgánicas: 

Las  manchas  de  esta  clase,  en  lugar  de  difundirse  como  las  inorgáni- 
cas, son,  por  el  contrario,  fijadas  cuando  se  someten  á  la  estufa  las  ropas 
manchadas,  por  ejemplo,  de  sangre,  pus,  serosidad^  aceite,  grasas,  etc. 

Por  tanto,  siempre  que  esto  ocurra,  se  someten  las  ropas  á  la  lixi- 
viación en  la  máquina  legiadora  descrita,  y  luego  de  desaparecida  la 
mancha ,  puede  ya  llevarse  á  la  estufa. 

Las  manchas  de  barro  ó  polvo  deben  cepillarse  previamente  i)ara 
que  no  se  fijen. 


Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona  367 

Cuando  alguna  de  las  prendas  que  se  han  de  colocar  en  la  estufa 
está  mojada  y  es  de  color,  debe  aislarse  de  las  demás  con  objeto  de  que 
no  l?s  manche  al  difundirse  el  color ;  para  ello  se  envuelve  en  una  tela 
impermeable. 

Puede  ocurrir  que  las  ropas  no  sólo  lleven  gérmenes  microscópi- 
cos, sino  macroscópicos,  como  son  ciertos  parásitos:  piojos,  chin- 
ches, etc.  Pues  bien  :  se  ha  observado  que  dichos  huéspedes  no  mo- 
rían á  la  temperatura  á  que  se  someten  las  ropas,  sino  que  solamente 
se  hinchaban  ;  en  vista  de  lo  cual  se  eleva  la  temperatura  hasta  140**  ó 
150*",  la  cual  ya  no  resisten ,  y  mueren  todos. 

Desinfectadas  ya  las  ropas  en  la  estufa,  se  sacan  de  ésta  por  la 
puerta  que  comunica  con  otra  habitación,  segím  dijimos;  el  objeto  es 
para  que  no  se  contaminen  con  las  ropas  infectadas  que  puede  haber 
dispuestas  para  someter  á  la  estufa. 

Al  sacar  las  ropas  de  la  estufa,  se  colocan  ya  en  el  carruaje  y  se  lle- 
van al  domicilio. 

Con  esto  queda  terminada  la  desinfección  de  edificios  y  ropas. 

Digamos  solamente  que  las  ropa-vejerías  y  casas  de  préstamos  se 
desinfectan  dos  veces  al  mes. 

Para  ello  se  investiga  la  procedencia  de  las  ropas.  •  Si  éstas  son  nue- 
vas y  de  procedencia  conocida,  se  someten  solamente  á  la  fumigación; 
si  son  nuevas,  pero  de  procedencia  desconocida,  y  si  son  usadas,  se 
desinfectan  en  el  Instituto  sometiéndolas  á  la  estufa. 

Desinfección  del  slbsuelo 

Jaime  Ardébol,  catalán,  en  1782,  ideó  un  aparato,  llamado  «Hidró- 
pota  »,  el  cual  tenía  por  objeto  elevar  el  agua  del  mar  para  aplicarla  á 
la  limpieza  de  las  calles  y  alcantarillas. 

Este  procedimiento,  con  más  ó  menos  modificaciones,  se  ha  resuci- 
tado en  diversas  ocasiones. 

Pero  dicho  sistema  no  puede  aplicarse  en  nuestra  urbe  por  las  si- 
guientes razones : 

!.■  Para  que  dé  resultados,  hay  que  tener  en  cuenta  que  las  cloa- 
cas y  alcantarillas  han  de  tener  resistencia  para  sufrir  la  presión  del 
agua;  y  como  quiera  que  nuestra  red  de  alcantarillado  es  sumamente 
mala  y  Vieja,  sirviendo  muchos  cimientos  de  nuestros  edificios  de  pared 
á  la  alcantarilla,  resultaría  un  gran  peligro  para  dichos  edificios,  cuyos 
perjuicios  tendría  que  abonar  el  Municipio. 

2.*  Sabido  es  que  nuestra  urbe  es  de  tipo  mixto  en  lo  que  hace  re- 
ferencia al  suelo.  Por  tanto,  para  regar  las  alcantarillas  de  las  partes 
altas,  así  la  calle  del  Obispo,  se  tendrían  que  inundar  completamente 
las  de  las  partes  bajas,  c(mio  la  calle  Nueva  de  San  Francisco,  lo  cual 
constituye  un  peligro  como  el  anterior. 

3.*  Nuestras  alcantarillas  no  tienen  todas  comunicación  unas  con 
otras,  sino  que  hay  secciones  independientes  de  las  demás,  y  claro  está 
que  esto  sería  otro  inconveniente  de  monta,  puesto  que  tendrían  que  es- 
tablecerse distintos  puntos  de  origen  para  la  distribución  de  las  aguas. 

Estos  son  los  principales  inconvenientes  que  se  oponen  á  la  utiliza- 
ción del  agua  del  mar  para  la  limpieza  de  las  cloacas. 

Si  no  se  puede  hacer  esto,  ¿cómo  sanear  nuestra  urbe  V 

En  otras  capitales  de  condiciones  parecidas  á  la  nuestra,  como  Lon- 
dres, se  emplea  el  sistema  de  irrigación,  que  no  es  más  que  un  aparato 
á  modo  de  colosal  jeringa,  movida  por  medio  de  ruedas,  y  que  á  bene- 
ficio del  agua  á  presión  va  regando  toda  la  cloaca.  Si'  se  quiere,  se 
puede  adicionar  al  agua  algún  antiséptico. 

Nosotros,  á  falta  de  estos  aparatos,  empleamos  el  método  de  Dih- 
díns,  inglés,  y  el  de  Subern,  alemán. 


368  Instituto  de  desinfección  urbana  de  Barcelona 

El  de  Dibdíns  consiste  en  desinfectar  de  un  modo  rápido  y  eficaz  los 
grandes  depósitos  de  aguas  infectas:  charcos,  letrinas,  alcantarillas,  etc. 

Consiste  en  mezclar  47  gramos  de  cal  viva  de  leña  con  14  de  sulfato 
ferroso  pulverizado,  lo  cual  se  disuelve  en  una  cantidad  de  agua  pro- 
porcional á  !o  que  se  desinfecta.  Con  dichas  proporciones  se  desin- 
íecta  1  metro  cúbico  de  agua. 

Esto  se  hace  en  el  agua  del  Támesis,  pero  como  que  los  sitios  que 
nosotros  hemos  de  desinfectar  son  más  inmundos  é  infectos  que  aque- 
llas aguas,  hemos  de  reforzar  las  proporciones  dichas,  añadiendo  ade- 
más el  cresol,  y  así  resulta  perfectamente  antiséptico.  Basta  citar  que 
el  agua  de  la  acequia  Bogatell,  que  es  completamente  infecta,  se  trans- 
forma poco  menos  que  en  potable  al  echarle  la  solución  dicha,  pues 
queda  completamente  clara,  depositándose  en  el  fondo  toda  la  materia 
orgánica.    Tiene  además  la  ventaja  de  ser  muy  barata. 

Los  preparados  mercuriales  no  se  emplean  para  estos  casos,  pueí^ 
coagulan  la  albúmina,  formando  albuminatos  der  mercurio  que  no  son 
atacados  por  los  antisépticos. 

Se  emplea,  para  la  desinfección  de  estos  sitios,  los  derivados  de  la 
hulla,  asi  como  las  demás  substancias  ya  mencionadas. 

Los  medios  de  hacerlo  son  :  ó  vertiéndolo  por  los  imbornales  de  las 
cloacas  desde  los  carri-cubas,  ó  bien  regando  con  dichas  substancias, 
como  se  hace  en  los  orinaderos  y  otros  sitios. 

Los  mercados  y  mataderos  deben  desinfectarse  con  agua  de  presión 
por  medio  de  mangueras,  pues  los  antisépticos  dejan  olor  que  se  comu- 
nica á  las  mercancías,  y  además,  como  substancias  tóxicas  que  son 
todos  ellos,  podría  ocurrir  que  las  alterasen,  dando  lugar  á  accidentes 
desgraciados.    Así,  pues,  no  deben  emplearse. 

Para  terminar  todo  cuanto  se  refiereáprácticasdedesinfección,séame 
permitido  citar  el  siguiente  caso  práctico  que  tuve  ocasión  depresenciar: 

En  el  piso  3.**  de  la  casa  que  yo  habito,  calle  de  Sadurní,  4  bis,  ha- 
bía desde  hace  algún  tiempo  un  enfermo  tuberculoso.  Vecino  de  tal 
índole ,  acompañado  de  las  pésimas  condiciones  de  la  casa,  me  tenían 
intranquilo. 

Afortunadamente,  anteayer  se  trasladó  el  enfermo  al  Hospital,  en 
vista  de  lo  cual  me  apresuré  á  avisar  á  los  encargados  del  piso,  expre- 
sándoles la  necesidad  que  había  de  hacer  desinfectar  la  habitación  del 
enfermo.  Al  principio  se  opusieron ;  pero  al  exponerles  el  peligro  que 
corrían  de  no  hacerlo,  al  par  que  las  ventajas  que  les  reportaba  tal 
práctica,  accedieron  á  ello,  y  tanto  más  al  decirles  que  tal  operación 
era  obligatoria  si  se  denunciaba  el  hecho  á  la  autoridad. 

Al  efecto  di  aviso  al  Instituto  y  ayer  por  la  mañana  vino  la  brigada, 
la  cual  se  llevó  todas  las  ropas  del  enfermo  al  Instituto,  y  luego  sedes- 
infectó  todo  el  piso. 

La  pulverización  se  hizo  con  antisepsina  A.  Los  muebles,  que  eran 
ordinarios,  se  cepillaron  bien  con  cepillos  mojados  en  solveol.  El  re- 
trete, orinal,  escupidera  y  demás  fueron  desinfectados  con  creolina,  y, 
por  último,  se  procedió  á  la  fumigación  con  el  aparato  Ligner  por  me- 
dio del  glico-formol.  Se  cerró  bien  el  piso,  y  así  estuvo  durante  ocha 
horas,  al  cabo  de  las  cuales  se  abrió  y  ventiló  convenientemente. 

La  escalera  y  patio  fueron  pulverizados  con  solveol. 

Las  ventajas  de  este  caso  particular  quedan  demostradas  con  sólo 
indicar  que  en  dicha  casa  habitan  seis  familias  con  11  menores,  cuya 
edad  oscila  entre  2  meses  y  12  años ;  que  la  casa  es  pésima  higiénica- 
mente considerada,  é  igual  se  puede  decir  de  la  calle,  y  sobre  todo  que 
los  vecinos  saben  ya  que  existe  gente  que  se  encarga  de  la  desinfección 
de  las  viviendas  gratuitamente  y  que  se  les  puede  obligar  á  tales  prác- 
ticas por  la  ley. 


Instituto  de  dttinfección  urbana  de  Barctlona  369 


Por  tanto,  ha  sido  un  caso  de  divulg-ación  de  los  preceptos  y  reglas 
de  la  Higiene  con  todas  sus  ventajas. 

Descrito  nuestro  Instituto  y  su  modo  de  funcionar,  nada  debo  aña- 
dir. Creo  que  está  bien  montado  y  mejor  dirigido.  Sólo  una  cosa  he 
de  hacer  constar,  y  es  que  para  una  urbe  que  cuenta  con  cerca  de  800 
mil  habitantes,  es  deficiente  en  cantidad,  pues  Secciones  como  las 

3ue  existen  debería  haber  una  en  cada  distrito.  Pero  esto  es  cuestión 
el  Ayuntamiento,  en  la  que  interviene  no  poco  la  política,  en  cuyo 
asunto  no  quiero  inmiscuirme. 

Haré  constar  que  los  servicios  de  desinfección  son  completamente 
gratuitos,  lo  cual  ocurre  en  muy  pocas  capitales. 

Además,  las  prácticas  de  desinfección  son  obligatorias  legalmente 
desde  octubre  de  1901. 

Para  concluir,  cuatro  palabras  respecto  á  lo  que  debería  ser  un  esta- 
blecimiento bien  montado. 

Debe  reunir  tres  condiciones : 

1.'  Apoyo  y  protección  de  parte  de  las  autoridades  de  toda  suerte, 
castigando  severamente  las  transgresiones  higiénicas,  proporcionando 
medios  y  dando  á  los  médicos  la  importancia  que  les  corresponde  en 
todo  asunto  sanitario. 

2.*  La  ilustración  del  público  en  general  para  facilitar  y  proteger 
toda  clase  de  servicios  sanitarios ;  y 

3.*  Una  estación  sanitaria  con  local  adecuado,  de  condiciones  hi- 
giénicas en  lo  referente  á  luz,  aire,  capacidad,  calefacción,  etc. 

Personal  instruido,  honrado  y  sobre  todo  inamovible,  lo  cual  es  muy 
importante  y,  además,  suficiente  para  todo. 

Material*  suficiente  :  estufas  fijas  y  locomóviles  sistemas  Herscher, 
Moulose,  Leblanch,  Deheitze,  etc. 

Legiadoras  desinfectantes-rotativas-alternas  ó  hidro-extractoras. 
Secaderos  á  vapor  y  establecimientos  de  lavado  mecánico-higiénico,  de 
los  cuales  existen  en  muchos  puntos  del  extranjero. 

Estas  y  otras  condiciones  debería  reunir  un  Instituto  bien  montado* 
pero  que  en  nuestro  país  estamos  bastante  lejos  de  conseguir.  Con- 
tentémonos, pues,  con  el  que  tenemos,  el  cual  ya  hemos  dicho  que 
es  de  los  mejores. 

Resumen  estadístico 
de  las  prendas  de  ropa  desinfectadas  en  el  instituto 

Los  siguientes  y  elocuentísimos  datos  de  las  prendas  de  vestir  y  de- 
mAs,  desinfectadas  en  el  Instituto  desde  el  año  1892  al  1901,  y  el  au- 
mento progresivo  que  de  año  en  año  se  va  notando,  demuestran,  en 
primer  lugar,  la  importancia  de  los  servicios  de  desinfección ;  además, 
que  el  público  reconoce  las  ventajas  de  tales  servicios,  siendo  cada  día 
menor  la  aversión  con  que  se  oponía  á  tales  prácticas,  y,  por  último,  y 
como  consecuencia  lógica,  la  necesidad  que  hay  de  ampliar  los  servi- 
cios dichos  con  el  debido  aumento  de  material  y  de  personal. 

En  los  siguientes  datos  no  deben  contarse  las  prendas  de  ropa  pro- 
cedentes de  ropa-vejerías  y  casas  de  préstamos  : 

Anos  Prendas  Años  Prendas    ' 

1892 7,884  1897 173,680 

1893 14,039  1898 250,700 

1894 53,881  1899 274,300 

1895 134,860  1900 407,700 

1896 139,400  1901 415,700 

Total :  1.872,144  prendas  desinfectadas  en  10  años. 


S7Ó  Conveniencia  de  seleccionar  los  alumnos  á  tu  ingreso  en  Facultad 


No  quiero  terminar  sin  dar  desde  estas  líneas  un  voto  de  gracias  al 
dignísimo  Director  de  nuestro  Instituto  de  Higiene,  Dr.  Comenge,  el 
cual,  con  exquisita  amabilidad,  nos  facilitó  todos  los  datos  referentes  á 
tales  servicios,  y  que  he  procurado  describir  dentro  los  límites  que  mis 
facultades  me  han  permitido. 

Febrero  de  1902. 

Convenisiicia  de  seleccionar  los  alumnos  á  sn  Ingreso  en  Facnltal 
y  condiciones  generales  de  un  buen  régimen  escolar  universitario  ^^^ 

'  POR    EL 

Dr.  Antonio  Simonena 

Catedrático  de  Patología  y  Clioica  médica  de  la  Universidad  de  Valladolid 

BeffiíQda  parte 

La  segunda  parte  del  tema  tercei-o  pide  el  señalamiento  de  las  «con- 
diciones generales  de  un  buen  régimen  escolar  universitario». 

Si  régimen  es,  según  D.  Raimundo  de  Miguel,  «la  acción  de  guiar 
ó  dirigir»  ó,  como  dice  la  Academia,  «el  modo  de  gobernar  ó  regir  una 
cosa»,  buen  régimen  escolar  universitario  será  el  conjunto  de  dispo- 
siciones encaminadas  á  dirigir  el  cuerpo  escolar  á  sus  particulares  fines 
académicos. 

De  ello  se  deduce,  que  debe  ante  todo  fijarse  el  fin  de  la  enseñanza 
superior,  para  que  el  régimen  en  sus  disposiciones  lo  tenga  como  orien- 
tación y  guía. 

Según  mi  modo  ver,  dicho  fin  es:  «instruir  á  los  que  solicitan  dicho 
grado  de  enseñanza,  y  hacerles  idóneos  así  para  la  investigación  cien- 
tífica en  todos  los  órdenes,  como  para  el  ejercicio  de  las  profesione.^ 
facultativas»,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  la  enseñanza  universitaria  debe 
tender  no  sólo  á  la  instrucción  de  los  escolares  en  las  ciencias  que  in- 
tegran una  carrera  facultativa  (con  lo  cual  el  fin  de  aquélla  quedaría 
incumplido  precisamente  en  la  parte  en  mi  opinión  mas  importante), 
sino  que  además  y  muy  especialmente  debe  proponerse  desarrollar  las 
aptitudes  necesarias  á  la  investigación  científica  y  al  ejercicio  de  las 
profesiones  facultativas». 

En  efecto.  Si  únicamente  se  enseñara  la  doctrina,  como  con  dema- 
siada frecuencia  sucede  en  nuestro  país;  si  tan  sólo  se  procurara  expo- 
ner los  principios  ó  sus  aplicaciones,  pero  de  una  manera  teórica,  aun- 
que fuera  del  modo  más  claro  y  ordenado  y  con  el  espíritu  crítico  más 
severo  y  aún  con  las  más  subyugadoras  elegancias  del  lenguaje,  la 
pobre  enseñanza  resultante,  como  dirigida  exclusivamente  á  la  inteli- 
gencia y  descuidando  por  completo  la  educación,  así  de  la  voluntad, 
como  de  las  aptitudes  orgánicas  necesarias  á  los  fines  de  la  investiga- 
ción y  de  la  carrera,  habría  de  resultar  poco  menos  que  estéril,  así 
para  el  individuo  que  la  recibiera,  como  para  la  sociedad  que  de  ella 
quisiera  aprovecharse. 

La  enseñanza,  que  sólo  se  dirige  á  la  inteligencia  y  no  trasciende  á 
la  voluntad,  ni  desarrolla  ni  educa  los  sentidos  y  los  órganos  y  las  ap- 
titudes necesarias,  para  observar  lo  que  en  la  naturaleza  existe  ó  "eje- 
cutar lo  que  indique  la  inteligencia  aleccionada,  es  una  enseñanza 
estéril. 

Si  las  ciencias  viven  y  progresan  es,  no  tanto  porque  subyugan 
nuestra  mente  y  encadenan  la  razón,  cuanto  porque  de  ellas,  como  de 
otras  tantas  fuentes,  siempre  perennes  y  abundantes  fluyen  los  ríos  de 
las  aplicaciones  á  las  necesidades  de  la  vida. 


(1)    Continuación.  — Véase  el  número  anterior. 


Conpeniencia  de  itleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad  371 

Ni  el  conocimiento  del  Derecho  y  de  la  Historia;  ni  el  de  las  Mate- 
máticas y  Mecánica;  ni  el  de  la  Física  y  de  la  Química,  ni  el  de  la  Bio- 
logía y  aun  me  atrevería  á  decir  que  tampoco  el  de  la  misma  Teología, 
tendrían  la  importancia  que  tienen,  ni  tantos  cultivadores,  si,  redu- 
ciéndose á  mera  exposición  de  principios  y  encadenamiento  de  verda- 
des demostrables  por  el  raciocinio,  observación  ó  experimentación,  no 
trascendieran  á  la  práctica,  estableciendo  reglas  para  defender  al  indi- 
viduo y  á  la  propiedad  y  dirigir  los  pueblos;  restablecer  la  salud  y 
hacer  más  agradable  la  vida  presente,  rodeándola  de  toda  clase  de  co- 
modidades y  regalos  honestos  y  hasta  haciéndole  pensar  en  las  delicias 
de  otra  mejor  al  terminar  los  sinsabores  inevitables  de  la  presente. 

Por  consiguiente,  el  régimen  escolar  que  se  idee,  para  que  sea 
bueno,  deberá  facilitar  la  instrucción  y. desarrollar  las  aptitudes  nece- 
sarias á  la  investigación  científica  y  á  la  práctica  de  las  carreras  facul- 
tativas. 

Pero,  como  aun  facilitando  dicho  régimen  todo  esto,  no  sería  com- 
pleto y  por  tanto  bueno,  si  no  tendiera  á  que  io  facilitado  por  él  se 
aproveche  por  los  escolares,  dedúcese  que  también  deberá  consignar 
las  obligaciones  de  éstos  en  cuanto  se  refieren  al  fin  de  la  enseñanza 
universitaria. 

De  que  manera  podría  un  buen  régimen  escolar  universitario  facili- 
tar el  cumplimiento  de  los  fines  de  la  enseñanza  superior  y  como  y  á 
que  debe  obligar  á  los  escolares  que  la  sigan,  vamos  á  verlo  separada- 
mente. 

Medios  para  facilitar  la  instrucción,  la  investigación  científica 
Y  la  educación  profesional 

Las  obligaciones  de  la  Universidad  á  este  respecto  son  dos,  á  saber: 

Primera.  Poner  al  alcance  del  estudiante  los  medios  y  recursos  que 
hoy  se  consideran  más  á  propósito,  así  para  instruirle,  como  para 
aprender  y  adiestrarse  en  lo  que  pudiera  llamarse  técnica  profesional 
y  sin  cuyo  dominio  no  puede  ejercerse  con  fruto  y  concienzudamente 
una  profesión. 

Segunda.  Despertar  en  los  alumnos  el  afán  de  instruirse  y  edu- 
carse. 

I.  Por  lo  que  respecta  á  la  primera  obligación,  se  debe  reconocer 
que  está  casi  por  hacer  todo  lo  conveniente  y  mucho  de  lo  necesario  en 
nuestras  frías  y  la  mayor  parte  del  día  casi  desiertas  Universidades. 

¡  Qué  desconsuelo  tan  grande  al  comparar  una  Universidad  de  Ale- 
mania con  cualquiera  de  las  nuestras!  Muchos  de  vosotros  habréis  ya 
hecho  esta  comparación  y  experimentado  el  mismo  desconsuelo  que  yo 
sentí  al  visitar,  durante  el  invierno  último,  aquel  país;  pero  como  no  ha 
de  ser  infructuoso  el  poner  de  manifiesto  esta  diierencia  (porque  des- 
graciadamente hay  quien  entre  nosotros  cree  que  nuestra  situación  es 
pasable),  permitidme  haga  en  rápido  bosquejo  un  paralelo  entre  una  y 
otra  institución  docente. 

Figuraos  un  hermoso  y  amplísimo  parque  cercado  con  artística  verja, 
en  el  que  se  levantan  hermosos  edificios  independientes  para  la  ense- 
ñanza de  cada  una  de  las  ciencias,  excepción  hecha  déla  Medicina,  que 
en  otra  parte  posee  otra  urbe  académica  no  menos  hermosa  que  la  que 
bosquejo. 

En  el  edificio  frontero,  estilo  del  renacimiento  italiano,  y  cuya  fa- 
cliada  principal  tiene  125  metros  de  desarrollo,  además  de  las  depen- 
dencias lujosísimas  y  confortables  de  la  Universidad,  encuéntrase  el 
gran  patio  de  honor,  cubierto  de  elegante  techumbre  encristalada  á 
cuyo  través  filtra  suavemente  la  luz  del  día,  dándole  una  placidez  á 
propósito  para  la  meditación.  Discurren  por  él  para  dirigirse  a  las  aulas 


$T9  Conveniencia  de  seleccionar  ios  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad 

los  alumnos  sin  vocerío  ni  formas  dest<*mpladas,  y  por  los  tránsitos  que 
á  dicho  patio  afluyen  y  bajo  las  dobles  arcadas  que  le  prestan  hermo- 
sura y  majestad,  hállanse  las  Facultades  de  Teología,  Filosofía,  Derecho 
y  Ciencias  Matemáticas. 

En  edificios  independientes  esparcidos  por  el  parque  que  empieza 
detrás  del  descrito,  todos  hermosísimos  y  del  mismo  estih),  hallan  es- 
pléndido alojamiento  la  Física  y  la  Química,  la  Zoolooría  y  la  Botánica, 
la  Astronomía  v  la  Petrografía,  y  en  ellos  pululan  los  discípulos  á  todas 
las  horas  del  día;  y  cuando  el  astro  rey  se  esconde  á  las  miradas  escru- 
tadoras de  los  sabios  que  le  estudian  desde  espléndido  observatorio, 
surge  por  todas  partes  la  clara  luz  eléctrica,  cuyos  resplandores,  al 
salir  por  los  amplios  ventanales  é  intentar  desterrar  las  tinieblas  de  la 
noche,  van  anunciando  que  allí,  en  aquélla  espléndida  urbe,  no  solo 
de  día,  sino  también  después,  hormiguea  un  enjambre  de  estudio- 
sos, empleando  lo  mejor  que  pueden  el  dinero  y  los  medios  que  á  su 
disposición  se  ponen  y  pensando  en  la  gloria  del  sabio  y  en  el  engran- 
decimiento de  la  Patria. 

í  Cuántas  veces,  al  dejar  á  mis  espaldas  el  admirable  espectáculo 
apenas  bosquejado  y  atravesar  el  monumental  puente  que  da  acceso  á 
la  espléndida  plaza  de  la  Universidad  de  Estrasburgo,  me  he  acordado 
con  tristeza  profunda  de  los  fríos  y  la  mayor  parte  del  día  desiertoí? 
claustros  y  locales  universitarios  españoles,  que  al  llegar  al  medio  día, 
únicamente  son  visitados  por  tal  cual  profesor  ocupado  ó  catarroso, 
que  aprovecha  las  horas  menos  frías  del  día  para  despachar  en  una 
hora  su  cometido  v  o  ue,  en  dando  las  dos  de  la  tarde  se  cierran  por 
completo,  dispersándose  por  la  ciudad  maestros  y  discípulos,  bedeles  y 
mozos,  como  si,  después  de  dada  la  lección  reglamentaria,  no  quedase 
más  que  hacer  para  que  el  alumno  se  instruya,  y  la  Ciencia  progrese  y 
se  agrande  el  nombre  de  la  Patria! 

Procúrese  salir  de  este  estado  lamentable;  persígase  el  alcanzar  si 
no  todo  lo  que  tiene  el  pueblo  germano  (que  esto  ya  comprendo  que 
hoy  para  nosotros  es  un  ideal  irrealizable)  algo  por  lo  menos  que  á  ello 
se  parezca  y  tienda,  y  así  quedará  cumplida  la  primera  obligación  de  la 
Universidad  ó,  para  liablar  con  más  propiedad  y  teniendo  en  cuenta  su 
falta  de  autonomía,  la  del  Estado. 

II.  Por  lo  que  atañe  á  la  segunda  obligación  de  la  Universidad  ó 
sea  «despertar  en  el  alumno  el  afán  de  instruirse  y  educarse»,  creo  que 
se  podría  conseguir  con  los  medios  siguientes: 

1.**  Emulándole  durante  los  estudios  con  premios  de  utilidad  mani- 
fiesta como  son:  matrículas  gratuitas,  condonación  de  derechos  de  la- 
boratorio y  creando  bolsas  de  viaje  para  la  misma  nación  ó  el  extran- 
jero, bien  para  las  épocas  de  vacaciones  ó  para  cuando  terminase  el 
alumno  su  carrera  (1). 

2."  Mostrándole  abierta  la  carrera  docente  ó  académica,  á  la  que 
principalmente  debieran  tener  acceso  los  que  más  se  hubieren  distin- 
guido primero  como  alumnos  y  luego  como  ayudantes  y  auxiliares. 

3.°  Suministrándole  los  medios  de  investigación  necesarios;  pues 
está  demostrado  que  la  investigación  personal  por  el  sistema  de  tema< 
para  resolver  propuestos  por  el  profesor  ó  el  claustro,  es  el  medio  más 
adecuado  de  despertar  la  noble  emulación  de  progresar  é  inquerir,  me- 
dio que  aun  se  perfecciona  si  se  establece  la  costumbre  de  publicar  los 
resultados  de  la  investigación  por  el  Laboratorio,  Facultad  ó  Universi- 
dad, como  se  hace  en  Alemania  y  otras  naciones. 

(1)  Las  matriculas  gratuitas  concedidas  desde  la  ley  del  Conde  de  Torenoá  los  alumnos  que 
más  se  distinguen  en  cada  asignatura  y  las  pensiones  para  estudios  en  el  extranjero  creadas  por  el 
Real  decreto  de  18  de  julio  de  1901,  del  Conde  de  Komanones,  realizan,  en  parte,  este  desiderátum. 
y  digo  en  parte,  porque  estas  recompensas  podrían  ampliarse  y  hacerse  más  apetecibles. 


Conpeniencia  de  seleccionar  tos  aiumnos  á  su  ingreso  en  Facultad  373 

OBLIGACIONES  QUE  UN  BUEN  REG-IMEN  ESCOLAR  UNIVERSITARIO  DEBE  EXIGIR 
A  LOS  ESTUDIANTES  PARA  QUE  SE  CUMPLAN  LOS  FINES  DE  LA  ENSEÑANZA 
SUPERIOR. 

Las  oblig-aciones  del  estudiante  son,  en  mi , opinión,  las  tres  si- 
g'uientes: 

Primera.    Someterse  á  una  disciplina  académica  perfecta. 

Segunda.  Aprovechar  racional  y  económicamente  el  tiempo  y  el 
trabajo  destinados  h  la  enseñanza  y  educación  técnica. 

Tercera.    Conservar  el  material  común  de  enseñanza. 

I.  Es  indudable  que  sin  disciplina  no  hay  orden,  y  que  sin  orden 
no  es  posible  ni  una  enseñanza,  ni  una  instrucción  metódica. 

Cuando  se  reflexiona  sobre  la  paciencia  y  tranquilidad  que  son  ne- 
cesarias para  llevar  á  cabo  cualquiera  inVestifiración  científica;  y  se 
piensa  en  el  tiempo,  siempre  largo,  que  se  invierte  en  tales  trabajos, 
cáese  en  la  cuenta  de  lo  indispensable  que  es,  así  al  que  aprende,  como 
al  que  enseña,  no  sólo  una  quietud  de  espíritu  libre  de  toda  otra  ocu- 
piíción,  sino  también  un  como  estado  de  dependencia,  nacido  por  for- 
tuna casi  siempre  de  un  modo  espontáneo,  por  efecto  de  la  mayor 
suma  de  conocimientos  y  habilidad  técnica  del  maestro  en  comparación 
con  el  estado  de  inferioridad  del  alumno  en  uno  y  otro  concepto. 

Este  estado  de  dependencia  temporal  y  noble  que  nace,  como  queda 
dicho,  de  la  superiodad,  siquiera  momentánea,  pero  efectiva  del  maes- 
tro (ya  se  comprende  que  hablo  del  maestro  verdad),  y  se  mantiene  con 
su  aíitoridaíl  científica  reconocida  por  la  sociedad  en  que  vive,  es  como 
un  postulado  previo  de  la  enseñanca  y  educación. 

Si  la  Soberanía  de  la  razón  puede  conducir,  por  la  negación  previa 
de  la  autoridad  y  de  la  superioridad,  aun  momentánea  y  temporal  del 
maestro,  á  lo  que  se  llamarla  por  alguien  independencia  del  juicio, 
también  dichp  estado  de  la  inflexibilidad  de  la  inteligencia  y  sobre  todo 
de  la  voluntad,  constituye  una  verdadera  traba  para  la  instrucción,  y 
particularmente  para  la  educación  técnica. 

Y  acaso  de  este  error,  nacido  de  un  concepto  abusivo  de  la  indepen- 
dencia de  la  razón  humana,  provenga  ese  espíritu  crítico  puramente 
negativo  ó  nihilista,  siempre  apriorístico  y  desprovisto.de  todo  funda- 
mento experimental  ó  de  observación  desapasionada,  que  constituye 
una  de  las  plagas  de  las  sociedades  decadentes. 

Por  tanto,  empezar  por  reconocer  dicha  superioridad  y  tratar  de  ro- 
dearla de  todos  los  prestigios  merecidos  y  que  son  como  el  oxígeno  y  el 
alimento  de  la  autoridad,  es  hacer  la  primera  obra  buena  en  beneficio 
del  orden,  y  por  tanto,  de  la  enseñanza  misma. 

Bueno  sería  que  esta  dependencia  se  estableciese  siempre  de  un 
modo  espontáneo,  como  suele  suceder  en  bastantes  casos,  ó  por  simple 
efecto  de  la  reflexión  del  alumno;  pero  ya  que  esto  en  la  mayoría  de 
ellos,  por  motivos  inherentes  á  la  condición  humana,  no  es  posible,  for- 
zoso será  reglamentarlo  á  fin  de  suavizar  las  relaciones  entre  maestros 
y  discípulos. 

Y  á  f e  que  á  nadie  ha  de  parecer  inoportuno  el  que  el  régimen  es- 
colar, que  se  idee,  tienda  á  regularizar  y  á  hacer  más  suaves  y  útiles  . 
para  todos  estas  relaciones  entre  maestros  y  discípulos,  hoy  que  por 
desgracia  tan  rebajada  se  encuentra  entre  nosotros  la  disciplina  escolar 
universitaria. 

Basta  recordar  lo  frecuentes  que  han  sido  en  estos  últimos  años  las 
agresiones  é  insultos  á  los  profesores;  lo  á  menudo  que  por  esta  razón 
y  otras  de  insubordinación  ó  alteración  del  orden  académico  ha  sido 
preciso  formar  consejos  de  disciplina;  lo  abiertamente  que  se  faJta  en 
nuestras  Universidades  á  lo  que  ha  sido  siempre  y  debe  ser  objeto  de 


S74  Academia  del  Cuerpo  Médico  Municipal  de  Barcelona 


respeto,  como  son  los  individuos  constituidos  en  autoridad  y  hasta  los 
mismos  locales  en  que  se  da  la  ensefianza  y  en  las  paredes  de  los  cuales 
puede  por  desgracia  estudiarse  con  frecuencia  un  lamentable  curso, 
no  sólo  de  mal  gusto  sino  de  mala  educación;  estado  deplorable  de  in- 
disciplina que  trasciende  á  las  calles,  en  las  que,  no  ya  la  autoridad 
académica,  pero  ni  la  municipal,  ni  policíaca,  son  atendidas  muchas 
veces  y  algunas  han  tenido  que  pasar  por  el  bochorno  de  verse  mer- 
madas, cuaado  no  escarnecidas;  basta  recordar  lo  expuesto,  que  no  es 
sino  un  ligerísimo  apuntamiento  de  lo  que  pudiera  traerse  ahora  á 
plaza  y  está  en  la  mente  de  todos  vosotros,  para  comprender  la  nece  - 
sidad  de  restablecer  la  disciplina  académica  por  decoro  del  principio  de 
autoridad. 

Pero  hay  más.  Habrá  de  restablecerse  la  disciplina  escolar  ademán 
por  pura  conveniencia  á  los  fines  de  la  enseñanza  superior,  porque  la 
indisciplina  crea  y  sostiene  uiía  tan  inconveniente  disposición  para  el 
estudio,  que  sólo  por  sí  es  causa  de  que  se  pierdan  torrentes  de  energía, 
que  bien  empleados  habían  de  ser  altamente  provechosos  para  el  esco- 
lar, la  Nación  y  la  Ciencia,  y  esto  sin  contar  el  tiempo  preciosísimo  que 
se  pierde  para  la  instrucción  y  educación  en  manifestaciones  á  menudo 
tumultuarias  y  otros  actos  colectivos,  ni  siempre  prudentes,  ni  las  má.s 
veces  correctos,  ni  encaminados  en  muchas  ocasiones  á  recabar  dere- 
chos y  fueros  de  la  enseñanza. 

Y  no  quiero  sino  apuntar  los  efectos  que  este  estado  lastimoso  de 
la  disciplina  produce  en  el  profesor,  cuyo  desaliento  se  comprende,  al 
ver  su  autoridad  escarnecida  y  la  orientación  de  las  energías  escolares 
errada,  porque  me  dirijo  á  quienes  tan  bien  ó  mejor  que  yó  lo  conocen. 

Y  no  se  diga,  por  alguien,  que  en  esto  de  la  falta  de  respeto  al  pro- 
fesor hay  como  una  especie  de  corrección  á  veces  merecida  por  el  que 
la  sufre,  porque  á  parte  de  que  en  el  terreno  de  la  disciplina,  que  es  el 
fundamento,  del  orden  escolar,  no  puede  admitirse,  no  que  ejecuten 
aquélla,  pero  ni  aun  que  la  señalen  los  escolares,  conviene  hacer  cons- 
tar que  en  ocasiones  hasta  los  más  prestigiosos  y  celebrados  catedráti- 
cos han  tenido  que  soportar  actos  de  indisciplina  de  sus  alumnos. 

De  todo  lo  dicho  creo  que  puede  sacarse  la  conclusión  de  que  urge 
se  ponga  pronto  remedio  á  esta  situación  y  se  consignen  en  el  régimen 
escolar  que  se  redacte,  las  disposiciones  encaminadas  á  asegurar,  asi  el 
prestigio  del  profesor,  como  la  sumisión  académica  del  alumno. 

(Se  concluirá]. 

Academia  del  Casrpo  Médico  Municipal  de  Barcelona 

El  día  20  del  corriente  celebró  esta  Academia  su  solemne  sesión 
pública  inaugural  en  el  histórico  Salón  de  Ciento  de  las  Casos  Consis- 
toriales, con  numerosa  concurrencia,  en  la  que  abundaban  las  señoras 
y  nutrida  representación  de  Academias,  Sociedades,  Centros,  etc.,  dia- 
rios y  periódicos  políticos,  científicos  y  profesionales  de  esta  ciudad. 

Presidió  el  acto  el  Teniente  de  Alcalde  Dr.  D.  Guillermo  López,  en  re- 
presentación del  Excmo.  Sr.  Alcalde  Constitucional  accidental,  teniendo 
á  su  derecha  el  Coronel  Subinspector  de  Sanidad  militar,  delegado 
del  Excmo.  Sr., Capitán  general  de  Cataluña,  al  Dr.  D.  Gil  Saltor,  por  la 
Diputación  provincial,  y  D.  Luis  Suñé  y  Molist,  por  la  Real  Academia  de 
Medicina  y  Cirugía.  A  la  izcjuierda  de  la  presidencia  tomaron  asiento 
el  Dr.  Farriols  Anglada,  Presidente  de  la  Academia  del  Cuerpo  Médico 
municipal,  el  Dr.  Rodríguez  Méndez,  Rector  de  la  Universidad,  el  con- 
cejal Dr.  Nebot  y  los  Dres.  D.  Pelegrín  Giralt  y  D.  José  Macaya,  Decano 
y  Vicedecano  del  citado  Cuerpo.  • 


Academia  del  Cuerpo  Médico  Municipal  de  Barcelona  syb 


Abierta  la  sesión,  el  Secretario  saliente,  Dr.  D.  Francisco  de  A.  Nogués, 
dio  lectura  de  la  reglamentaria  Memoria  resumen  de  tos  trabajos  que 
esta  Corporación  había  realizado  durante  el  pasado  año,  detallando  las 
notables  conferencias  que  diversos  académicos  habían  dado,  así  como 
las  conclusiones  ;  terminó  su  tarea,  dirigiendo  un  sentido  recuerdo  á  la 
memoria  de  los  compañeros  fallecidos. 

Acto  seguido  el  Académico  Dr.  D.  Enrique  O.  Raduá  leyó  el  dis- 
curso inaugural  titulado :  Bl  derecho  d  la  existencia  en  orden  d  la  salud. 
Si  difícil  se  hace  siempre  el  extractar  cualquier  trabajo,  las  dificulta- 
des suben  de  punto  cuando  se  trata  del  complejo  asunto  brillantemente 
desarrollado  por  el  Dr.  Raduá, 

En  el  exordio  demostró  el  autor  el  innegable  derecho  que  todo  sf^r 
humano  tiene,  no  sólo  á  vivir,  sino  á  gozar  de  la  existencia  en  perfecto 
estado  de  salud,  enumerando  las  múltiples  causas  tanto  individuales 
como  sociales  que  por  ahora  impiden  sea  un  hecho  la  premisa  estable- 
cida  en  el  título  de  su  trabajo.  Después  de  atinadísimas  consideracio- 
nes de  carácter  general  acerca  de  lias  condiciones  en  que  viven  las  cla- 
ses poco  favorecidas  por  la  fortuna,  pasó  á  estudiar  concretamente  las 
que  se  refieren  á  esta  ciudad.  En  hermosos  é  inspirados  párrafos  hizo 
la  descripción  del  aspecto  exterior  de  la  gran  urbe  barcelonesa,  de  su 
espléndido  conjunto  cuando  se  mira  desde  las  alturas  que  la  circundan, 
de  sus  jardines,  paseos,  ensanche,  bullicio,  etc.,  en  una  palabra:  de 
cuanto  halaga  á  los  sentidos  del  que  la  observe  superficialmente,  pa- 
sando luego  con  brusquedad  á  enumerar  los  datos  que  arroja  su  de- 
mografía, citando  los  distritos  más  castigados  por  la  mortalidad,  que  en 
algunos  se  eleva  hasta  la  cifra  de  42  por  1,000.  Por  modo  lógico  y  con 
seguras  deducciones  concluye  el  disertante  probando  que  los  distritos 
más  castigados  son  los  poblados  por  la  clase  obrera.  Enumera  rápida 
y  gráficamente  las  muchas  causas  que  producen  el  antedicho  resulta,do, 
tales  como  las  pésimas  condiciones  de  las  habitaciones  en  general,  en 
las  que  el  hacinamiento  humano  convierte  el  hogar  en  centro  de  pros- 
titución y  foco  de  enfermedades;  la  mala  calidad  de  los  alimentos, 
sus  precios  excesivos,  las  sofisticaciones  de  que  son  objeto  ;  la  poca  ó 
ninguna  protección  que  el  individuo  tiene  por  parte  de  las  autoridades, 
desde  su  nacimiento  hasta  que  la  muerte  le  llama  á  su  seno,  pues  se 
ve  abandonado  en  su  primera  infancia,  en  la  segninda,  sin  escuelas,  en 
su  pubertad,  juventud  y  edad  madura,  por  las  malas  condiciones  de  los 
talleres  donde  tiene  forzosamente  que  ganar  el  pan  cotidiano,  y  por  fin 
en  su  vejez  careciendo  de  todo  y  sin  asilos  que  le  permitan  algún  des- 
canso á  sus  fatigados  cuerpo  y  espíritu  ;  cita  también  como  causa  la 
poca  armonía  ^ntre  ingresos  y  gastos  que  se  observa  en  el  presupuesto 
de  las  familias,  pues  mientras  se  elevan  fatalmente  los  segundos,  que- 
dan estacionarios  ó  disminuyen  los  primeros. 

Hizo  luego  una  severa  critica  de  \o^  diversos  servicios  de  Higiene 
pública  que  aquí  funcionan  y  del  modo  como  se  practican. 

La  última  parte  de  la  notable  oración  inaugural  la  dedica  el  doctor 
Raduá  á  la  enumeración  de  los  medios  más  adecuados  para  remediar 
t^into  mal.  Entre  ellos  cita  la  municipalización  de  varios  servicios  pú- 
blicos ;  las  distintas  esferas  en  que  deben  moverse  las  autoridades  mu- 
nicipal y  gubernativa ;  la  descentralización  de  las  funciones  munici- 
pales ;  la  cooperación  de  Ayuntamientos  de  una  misma  región  ó  regio- 
nes afines,  y  muchos  otros  cuya  enumeración  haría  interminable  esta 
reseña. 

El  castizo  lenguaje,  la  brillante  frase,  el  alto  concepto,  la  descrip- 
ción gráfica  y  la  notable  erudición  que  campean  por  todo  el  trabajo, 
y  sobre  todo  el  valor  de  poner  al  descubierto  esta  profunda  llaga  que 
ia  sociedad  padece,  hicieron  que  el  Académico  disertante  escuchara  una 


376  El  pensamiento  de  Emiiio  Zola 


sincera  salva  de  aplausos  y  fuese  calurosamente  felicitado  por  los  alli 
cong:reg:ados,  por  tratarse  de  un  alto  problema  de  Higiene  social  que 
tanto  preocupa  á  médicos  y  estadistas. 

A  continuación  el  Secretario  general  Dr.  D.  Víctor  Soley  y  Gely,dió 
lectura  al  dictamen  del  Jurado  calificador,  cuyo  resultado  fué  el  si- 
guiente : 

1.°  Del  Excmo.  Sr.  Gobernador  civil :  «El  problema  social  ante  la 
Higiene  ».  —  Desierto. 

2.**  Del  Excmo.  Sr.  Dr.  D.  Joaquín  Bonet  y  Amigó  :  «  Etiología  de 
la  mortalidad  de  la  urbe  barcelonesa  y  manera  de  disminuirla».- 
Premio  á  la  Memoria  Esbozo  sintético,  cuyo  autor  es  el  Dr.  D.  Enrique 
O.  Raduá.  —  Accésit  á  la  del  lema  To  be  oniot  io  be  etc.,  del  Dr.  D.  José 
Blanch  y  Benet. 

3.**  Del  Dr.  D.  Luis  Dolsa  Ramón:  «Cartilla  popular  de  higiene 
individual ».  —  No  se  adjudica. 

4.**  Premio  Robert :  «  Formas  clínicas  observadas  en  Barcelona  de 
Febris  melitensis».  — Los  autores  que  alcanzaron  el  premio  fueron  los 
señores  D.  Francisco  Gallart  Monés  y  D.  Juan  Ferrán  Domingo  por  su 
Memoria  La  clínica  y  el  laboratorio  préstanse  mutno  apoyo, 

5.**  Del  Dr.  D.  Pelegxín  Giralt :  « Extracción  y  aprovechamiento 
de  las  basuras  y  materias  fecales  en  Barcelona.  Reformas  que  en  este 
servicio  reclama  la  Higiene  ».  —  Desierto. 

6."  De  la  Academia :  «Orografía  é  Hidrografía  médicas  de  Barce- 
lona ». —  Desierto. 

El  Presidente  de  la  Academia,  Dr.  D.  Agustín  Farriols,  dio  las  gra- 
cias á  las  Autoridades,  Corporaciones,  periódicos  y  público  que  habían 
honrado  con  su  presencia  el  acto,  y  el  Sr.  Teniente  de  Alcalde  Dr.  don 
Guillermo  López  terminó  encomiando  los  servicios  que  presta  el  Cuerpo 
Médico  municipal  en  esta  ciudad  y  ofreciendo  que  el  Consistorio  de  que 
él  forma  parte  haní  cuanto  pueda  para  mejorar  los  servicios  médicos  y 
de  Higiene  pública  que  nuestra  querida  Barcelona  requiere. 


£1  pensamiento  de  Bmilio  Zola 


d» 


POR  EL 

Profesor  Bianchi 

Zola  reduce  la  religión  á  la  moral  positiva,  que  vive  y  se  desarrolla  por  la 
fusión  de  las  emociones  individuales  en  la  conciencia  electiva  ;  él  siente  el 
trabajo  perenne  y  triunfal  de  este  sentimiento;  él  siente  que  los  corazones 
humanos  laten  al  unísono  en  todos  los  puntos  de  la  tierra,  por  más  que  en 
ellos  haya  gradaciones;  siente  que  entre  hombre  y  hombre,  entre  país  y 
país,  entre  nación  y  nación,  á  través  de  la  espesa  red  de  líneas  ferroviarias 
y  marinas,  de  los  teléfonos  y  telégrafos,  á  través  de  la  misma  masa  aérea  y 
terrestre,  como  si  dijéramos,  por  medios  de  ondas  eléctricas  sin  hilos,  vibran 
los  mismos  sentimientos,  las  mismas  aspiraciones.  Las  palpitaciones  de 
un  hombre  y  de  un  pueblo  se  transmiten  al  corazón  de  otro  hombre  ó  de 
otro  pueblo,  por  caminos  obscuros,  y  por  medio  de  hilos  imperceptibles,  y  la 
conciencia  se  ensancha  con  el  sentimiento  de  solidaridad,  que  encierra  siem- 
pre entre  más  estrechos  confines  el  antiguo  y  poderoso  egoísmo.  La  soli- 
daridad es  el  fundamento  de  la  moral ;  la  actividad  y  la  multiplicidad  de  los 
cambios  afectivos  es  la  condición  imprescindible  de  desarrollo  y  de  la  con- 
solidación de  la  moral  naturalística.  El  solitario  es  un  hombre  de  otros 
tiempos:  no  es  el  hombre  moral  en  el  sentido  sincero  y  no  dogmático  de  la 
palabra ;  el  egoísta  que  no  relaciona  sus  instintos  y  sus  aspiraciones  con  los 
de  sus  semejantes,  es  un  hombre  primitivo.  La  evolución  del  espíritu  está 
sometida  á  la  ley  de  los  múltiplos  de  las  relaciones  sociales,  coii  las  crecien- 


(i)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


El  pensamiento  de  Em  lio  '¿ola  $77 

tes  energías  orientadas  hacia  el  bien  universal.  Zola  siente  esta  ley  que 
emana  de  su  conciencia  con  extraordinaria  potencialidad  determinativa; 
emana  de  la  síntesis  densa  y  causativa  de  las  ideas  y  sentimientos  de  Fran- 
cia y  de  la  humanidad,  á  la  cual,  Zola,  en  medio  de  graves  dificultades, 
ofrece  la  forma  novelesca  de  las  más  maravillosas  conquistas  del  pensa- 
miento científico. 

Zola  insinúa  con  arte  delicado  y  con  método  progresivo  su  conocimiento 
sobre  el  alma  popular.  De  la  señora  Deberle,  dice :  «  El  fondo  de  religión 
que  había  adquirido  en  el  Colegio,  subía  á  su  cabeza  de  mujer  con  cerebro 
extraviado,  y  se  traducía  en  pequeñas  prácticas,  que  la  divertían,  como  si 
se  acordara  de  los  días  de  su  infancia.  Habiendo  crecido  extraña  á  toda 
educación  devota,  se  dejaba  llevar  por  el  encanto  de  los  ejercicios  del  mes 
de  María». 

K  esta  forma  de  religión  corresponde  la  vida  de  la  burguesía,  que  él  em- 
prende en  todos  sus  extravíos.  El  Dr.  Deberle  ama  á  Elena  y  finge  con  su 
mujer ;  la  señora  Deberle  ama  á  Malignon  y  finge  con  su  marido ;  su  suegra 
fué  amante  del  yerno;  le  hacen  exclamar:  «Entre  aquella  burguesía,  en 
apariencia  tan  honrada  ¿no  había  más  que  mujeres  culpables?  El  adulterio 
se  hacia  burgués  sin  ceremonia  ». 

El  credo  que  el  Dr.  Pascal  recita  á  Clotilde,  está  formulado  en  el  sentido 
de  la  conquista  de  la  verdad  por  medio  de  la  ciencia  y  que  esta  conquista 
debe  ser  el  ideal  divino  del  hombre,  y  que  fuera  de  esa  conquista  todo  es 
ilusión  y  vanidad. 

Aun  más :  Cuando  la  Machende  en  la  contemplación  de  su  propia  mise- 
ria, exclamó :  «paciencia  si  los  pobres  de  este  mundo  han  de  ser  ricos  en  el 
otro ;  un  golge  de  risa  la  interrumpía,  mientras  los  niños  se  encogían  de  es- 
paldas, puesto  que  habían  llegado  á  ser  incrédulos  todos  ellos,  bajo  la  influen- 
cia de  los  vientos  de  fuera,  conservando  en  su  corazón  el  miedo  de  los  espí- 
ritus en  la  miseria,  pero  riéndose  del  cielo  vacío». 

Pero  en  este  proceso  evolutivo  de  su  inteligencia,  no  ha  observado  Zola 
la  justa  medida.  El  biólogo  se  ha  multiplicado  y  su  imaginación  se  ha  ex- 
traviado, aceptando  representaciones  que  exceden  igualmente  de  los  límites 
del  verdadero  biólogo.  La  producción  secundaria  germina  en  su  fecunda 
imaginación,  pero  el  efecto  que  resulta,  excede  á  sus  previsiones. 

Nosotros  creemos  en  la  perfectibilidad  humana  y  en  la  formación  de  una 
conciencia  moral  orgánica  y  resistente.  Pero  mientras  tanto  entre  el  ápice 
de  la  pirámide  humana,  donde  resplandece  la  conciencia  del  deber  no  im- 
puesto, como  el  faro  del  alma  universal,  y  el  centro  y  la  base  de  la  pirámi- 
de, donde  se  agitan  pasiones  é  instintos  inferiores,  donde  vive  ambiciosa  y 
fuerte  la  bestia  humana,  donde  se  agitan  los  tipos  brutales  del  Assomoir,  de 
Terre,  de  la  Béíe-kumaine,  de  París,  donde  se  remueve  la  fatiga  de  los  que  sa- 
lieron, fuertes  representantes  de  una  primitividad  que  vuelve  y  donde  rien 
alegremente  sobre  la  inconsciente  rxihm  los  Rouffon-ifacguart,  con  los  cuales- 
nos  encontramos  á  cada  paso,  á  cada  revuelta,  entre  todo  esto  ¿qué  po- 
nemos? 

El  novelista  desea  con  vehemencia  el  triunfo  de  la  sociedad  futura,  per- 
fecta, como  él  la  ha  organizado  en  el  cerebro  de  Luc,  é  insinúa  la  suposición 
de  una  transformación  rápida  en  la  estructura  y  en  la  orientación  del  alma 
social,  como  si  una  misteriosa  luz  de  paz,  de  amor  y  de  trabajo,  proporcio- 
nada á  las  células  cerebrales  de  cada  hombre  y  á  la  masa  muscular  de  cada 
componente  de  la  familia  humana,  partiese  del  centro  de  la  tierra  ó  ilumi- 
nase desde  la  base  toda  la  pirámide  humana ;  ó  como  si  los  grises  crepús- 
culos y  las  celestes  auroras  imprimiesen  una  altruística  orientación  de  todos 
los  humanos  sentidos  y  una  i*ápida,  milagrosa  armonía  entre  todas  las  aspi- 
raciones individuales,*desapareciendo  los  temores,  los  odios,  las  ambiciones, 
la  vanidad,  los  celos  y  la  envidia ;  como  si  fuese  posible  transformar  en  una 
ó  en  pocas  generaciones  los  tipos  Mebotte  y  Nana,  y  reducirlos  todos  á  los 
tipos  Luc  y  Jourdan;  como  si  las  plantas  degeneradas  sobre  la  tierra  no  hu- 
biesen de  germinar  de  nuevo ;  como  si  fuere  posible  sostener  una  medida 
equitativa  de  los  estímulos  que  obran  sobre  cada  hombre,  y  de  aquí  la  igual- 
dad en  la  sensibilidad  para  el  placer  y  para  el  dolor  en  todos  los  hombres,  y 
la  transformación  amorosa  de  los  instintos  y  de  los  deseos  de  los  individuos 
y  de  los  pueblos. 

No,  señores;   cea  la  idealidad  verística  la  luz  de  nuestros  ojos;  la  edu- 


37^  El  pensamiento  de  Emilio  Zula 


caeión  y  la  legislación  estén  en  armonía  con  esta  nueva  religión  de  justicia 
humana  y  de  verdad  que  cada  día  más  vibra  en  todas  las  fibras  de  nuestro 
organismo ;  síntomas  como  una  voz  salida  de  las  entrañas  de  la  tierra  recti- 
fica la  acostumbrada  manera  de  ver  y  de  sentir  el  ambiente  popular.  Pero 
nada  ni  nadie  violente  ni  \iole  la  ley  de  la  evolución  del  espíritu,  la  cual 
puede  ser  tan  lenta  como  la  del  cuerpo;' nada  ni  nadie  destruirá  jamás  la 
jerarquía  que  nace  y  se  revela  por  virtud  propia  entre  la  cantidad  de  la 
fuerza  y  la  naturaleza  de  la  fuerza  individual.  La  formación  de  una  con- 
ciencia de  amor  universal,  el  colectivismo  moral,  puede,  requerir  tanto  tiem- 
po como  ha  requerido  la  formación  de  la  actual  figura  humana.  La  forma- 
ción del  hombre  ha.  requerido  un  tiempo  extraordinariamente  largo.  Se  han 
encontrado  formas  antropoides  en  las  rocas  miocénieas.  Parece  que  el  hom- 
bre en  vías  de  evolución,  pero  suficieutemente  inteligente,  existió  ya  en  la 
época  paleolítica.  Aun  parec.e  más  cierto  que  un  hombre  mesolítico,  hace 
veinte  ó  cuarenta  mil  años,  reunía  ya  un  grado  notable  de  desarrollo  en  el 
cerebro. 

Huellas  más  seguras  tenemos  ya  del  hombre  de  la  edad  neolítica,  desde 
el  rompimiento  hasta  el  cultivo  de  la  tierra. 

Ahora  bien :  todavía  hoy  encontramos  aquí,  en  las  razas  civiles,  hombres 
primitivos  en  la  forma  y  en  el  espíritu.  Asistimos  á  una  transformación  de 
la  delincuencia,  producida  por  las  ambiciones,  por  los  deseos  desenfrenados, 
por  odios,  por  sugestiones;  vemos  riquezas  rápidas  y  miserias  inexplicables; 
hay  una  mezcolanza  de  todas  las  repugnantes  figuras  que  Zola  ha  coleccio- 
nado en  los  Rongoit  y  en  París,  y  un  ejército  de  hombres  listos  que  desean 
desesperadamente  disfrutar  sin  trabajar;  hay  un  rebaño  de  imbéciles  que 
no  resisten  á  las  seducciones  y  á  las  trampas  de  los  astutos,  é  igualmente 
creéis  que  está  cercana  la  hora  del  amor  universal,  y  suponéis  que  el  pue- 
blo, viviendo  entre  la  tierra  y  este  ambiente,  encontrará  igualmente  pronto 
el  faro  de  la  conciencia  universal  esplendente,  con  la  luz  del  amor  y  con  la 
nueva  fe,  distribuidora  equitativa  del  trabajo  y  del  placer. 

Hasta  que  el  pueblo  no  reúna  el  máximo  potencial  de  la  vida  y  se  encuen- 
tre en  perfecto  equilibrio  con  el  ambiente ;  hasta  que  el  trabajo  y  la  fatiga 
sean  proporcionados  al  placer  de  la  existencia ;  hasta  cuando  no  ha^-a  débi- 
les, primitivos  y  místicos ;  hasta  que  la  naturaleza  no  se  revele  toda^ella,  es 
necesaria  una  religión,  pero  una  religión  que  no  esté  en  oposición  con  Va 
ciencia  y  que  no  impida  la  natural  evolución  del  pensamiento  y  del  senti- 
miento humano. 

Zola,  que  ha  escrito  las  más  bellas  páginas  que  jamás  se  han  escrito  sobre 
la  psicopatía  hereditaria  y  sobre  la  degeneración  ,  él  que  ha  traducido  en  el 
arte  y  dado  vida  en  escenas  maravillosamente  bellas  la  Degeneración  de  Mo- 
rel  y  la  Familia  neuropálica  de  Féré,  sus  compatriotas,  ¿qué  haría  de  los  pri- 
mitivos y  de  los  degenerados?  ¿Y  no  debía  él  saber  que  la  degeneración  e> 
tan  fatal  como  la  muerte?  Su  inteligencia,  esencialmente  latina,  anatomi- 
zando la  vida  moderna  en  sus  pequeños  y  obscuros  componentes,  la  foto- 
grafía en  toda  su  movilidad,  en  todos  sus  e'sposmos,  en  todas  sus  borrache- 
ras, en  todos  sus  delirios,  en  todos  sus  egoísmos  ;  vencida  ó  triunfante,  se 
abandona  al  vuelo  de  una  idealidad  irrealizable.  El  descontento  se  encuen- 
tra en  el  fondo  de  su  alma,  y  con  él  la  aspiración  al  bien ;  Ife  evolución  está 
en  el  pensamiento,  la  revolución  en  la  índole.  Sin  quererlo  se  ha  apartado 
de  su  idea  generosa.  Este  es  el  faro  que  lo  fascina,  y  corre  detrás  de  su 
idea,  llevando  por  larga  y  rápida  etapa  á  la  humanidad  de  los  desgraciados 
y  de  los  ebrios.  «Todas  las  fuerzas  sociales  venían  en  ayuda  de  Boissgeliu 
y  de  Delaveau,  escribe.  Eran  el  Gobierno,  la  administración,  la  magistra- 
tura, el  ejército,  el  clero,  los  que  sostenían  todavía  á  la  sociedad  agonizante, 
el  monstruoso  conjunto  de  iniquidad,  el  trabajo  homicida  de  los  más  que 
alimentaba  la  desvergüenza  corruptora  de  los  pocos». 

En  pocas  palabras,  es  toda  una  apelación  revolucionaria  al  pueblo,  y  es 
una  exageración  ideo-emotiva  que  pertenece  al  hombre  y  á  la  raza.  Es 
nuestra  misma  tierra  donde  germina  lozana  la  idea  anarquista,  donde  hace 
pocos  prosélitos,  y  donde  conquista  un  más  fuerte  poder  éxcito-motor,  con 
tendencia  á  la  acción  inmediata.  Los  pueblos  del  Norte,  menos  entusiastas 
y  menos  impulsivos,  utilizan  la  verdad  científica  para  su  bienestar  material. 
La  evolución  lenta  es  la  loy  motriz  de  su  espíritu,  y  en  la  lucha  por  el  bien- 
estar consiguen  la  victoria  cdu  daño  para  nosotros. 


El  pensamitnto  de  Emilio  Zola  579 


Fijaos  en  el  panorama  de  la  historia  contemporánea,  en  la  América  del 
Norte  y  en  la  del  Sur,  en  el  tranquilo  y  victorioso  camino  de  la  primera  y  en 
la  inquietud  revolucionaria  de  la  segunda;  en  la  riqueza  de  aquélla  y  en  la 
miseria  de  ésta;  la  gran  proporción  de  ciegos,  sordo-mudos  y  débiles  al  Sud, 
que  indica  el  menor  vigor  de  la  raza.  De  la  debilidad  nacen  la  inquietud  y 
el  impulso,  el  cual  se  apodera  de  los  pequeños  circuitos  de  la  vida,  siendo 
dañoso  é  ineficaz. 

Al  impulso  hemos  de  oponer  el  trabajo  proporcionalmente  retribuido  y 
la  disciplina.  Esta  y  aquél  son  fuentes  de  nueva  energía  contraria  al  im- 
pulso; esos  dos  elementos  abren,  d  las  internas  y  misteriosas  fuerzas  del 
alma,  torrentes  de  nueva  actividad  y  de  no  experimentados  placeres.  Ellos 
constituyen  la  razón  esencial  de  la  vida  ooupada  en  la  innata  y  gigantesca 
lucha  contra  el  dolor.  La  naturaleza  del  trabajo  da  la  norma  diferencial  de 
donde  nacen  las  jerarquías  que  se  encuentran  en  la  vida  y  serán  en  la  so- 
ciedad. 

Kn  los  infinitos  engranajes  sociales,  en  los  multiformes  aspectos  bajo  los 
cuales  esta  ley  se  desarrolla  y  manifiesta,  cada  uno,  por  las  más  diversas 
circunstancias,  da  un  quid  de  trabajo,  cuyo  valor  varía.  Por  un  obscuro, 
pero  apreciable  movimiento  progresivo,  la  vida  social  se  modela  según  la 
organización  del  corebro  y  según  las  leyes  que  regulan  sus  funciones,  como 
un  reflejo  inconsciente  de  la  naturaleza. 

En  el  cerebro  se  encuentran  los  obscuros  operarios  de  la  sensación  y  de 
los  movimientos  primitivos,  y  los  fuertes  constructores  del  pensamiento  y 
de  la  acción  interhumana ;  allí  están  los  tocadores  de  cada  instrumento  3'  los 
directores  de  orquesta;  el  equilibrio  y  el  valor  de  la  vida  dependen  del  tra- 
bajo y  de  In  disciplina  de  nueve  á  diez  mil  millones  de  operarios  en  la  masa 
cerebral,  ocupados  en  componer,  con  todas  las  energías  de  la  naturaleza,  el 
pensamiento  y  la  acción  humanos. 

El  individuo  es  más  productivo  y  eficaz  en  el  mundo,  cuanto  más  grande 
es  el  número  de  los  operarios  activos  y  disciplinadas  de  su  cerebro.  En 
aquellos  en  los  cuales  es  grande  el  número  de  elementos  poco  evolucion.-i- 
d  'S  y  menos  adaptados  al  trabajo  de  la  colectividad,  se  encuentra  la  debili- 
dad en  sus  infinitas  gradaciones,  con  los  diversos  grados  del  descontento, 
de  la  movilidad  y  de  la  impulsión,  y  la  pobreza  siempre. 

La  degeneración  psíquica  consiste  esencialmente  en  la  indisciplina  de 
los  operarios  cerebrales  y  en  las  deficiencias  del  poder  regulador  de  los  cen- 
tros superiores.  Si  trabajan  mucho  estos  centros  superiores,  y  es  muy  dis- 
ciplinado el  trabajo  de  los  centros  inferiores  del  cerebro,  el  trabajo  puede 
adquirir  un  valor  infinitamente  grande.  El  pensamiento  de  Ferraris  y  de 
Marconi  representan  el  trabajo  muscular  de  todos  los  operarios  electricistas 
y  de  todos  los  telegrafistas  del  mundo. 

Ciertamente,  la  visión  que  tuvo  Zola  de  una  sociedad  perfecta  como  él  la 
describe,  es  una  creación  ideal  que  va  más  allá  de  los  confines  del  mundo 
real  biológico,  dentro  de  los  cuales  se  había  sostenido  hasta  este  momento. 
Pero,  aquí  y  allí,  en  exageraciones  de  esta  índole  cae  alguna  vez  en  sus  no- 
velas. Uno  de  los  mejores  ejemplos  de  esto  se  encuentra  en  aquello  que 
hace  decir  á  Stefano  en  Germinal.  «  Pero  en  la  actualidad  el  minero  se  des- 
velaba, vivía  en  aquella  profundidad,  sepultado  bajo  la  tierra  como  una  se- 
milla cualquiera,  y  algún  día  afortunado,  en  medio  de  los  campos,  nacerAn 
hombres  que  restablecer;! n  la  justicia...» 

«¡Oh!  Crecía,  crecía  poco  á  poco  una  cosecha  fatal  de  hombres  que  se 
veía  madurar  bajo  los  rayos  del  sol». 

¿Pero  este  3^  otros  pecados  s  mejantes,  empañan  la  grande  y  refulgente 
figura  de  Zola?        • 

¿Dónde  la  colocaremos  en  las  escalas  de  los  entendimientos,  puesto  que 
críticas  presentes  se  han  acumulado  sobre  su  obra,  á  través  de  la  cual  fué 
juzgado  el  hombre  desde  los  más  diversos  puntos  de  vista?  Hay  quienes  lo 
encuentran  cogido  en  el  engranaje  de  la  degeneración ;  ha3'  quien  lo  exalta 
sobre  el  luminoso  pedestal  del  genio.  ¿Cómo  lo  juzgará  la  posteridad,  toda 
vez  que  3'o  dudo  de  la  serenidad  de  los  contemporáneos?  ¿Dónde  lo  han 
visto  Max  Nordan.  3^  otros,  cubierto  de  todas  las  f(*aldades  de  los  barrios  po- 
pulares de  París,  exhibicionista,  coprolálico,  idealista  ;  ó  dónde  lo  han  visto 
Tolstoí,  Bovio  3' otros,  radiante  con  la  luz  del  entendimiento  superior,  acaso 
del  gí^iio? 


S8o  El  pensamiento  de  Emilio  Zola 

Degenerado,  no.  No  es  degeneración  observar  y  decir  todo  aquello  que 
los  sentidos  y  el  entendimiento  recogen  en  el  ambiente  en  que  se  vive.  Y 
si  las  cosas  vistas,  oidas  y  tocadas,  atravesando  el  cerebro  de  un  hombre, 
toman  en  la  palabra  la  forma  pensada,  que  sintetiza  la  naturaleza  por  todo 
aquello  que  es,  á  fin  de  hacer  despertarla  conciencia  colectiva  sobre  las 
tendencias  y  la  índole  del  pueblo,  esto  tampoco  es  degeneración. 

¿Perturban  la  conciencia  lo  horrible  de  la  estancia  minera  y  la  corrup- 
ción que  nace  de  aquellos  obscuros  contactos ?  ¿Os  repugna  la  suciedad 
del  lavadero,  y  la  libertad  femenina  instigada  por  el  alcohol,  y  el  exhibicio- 
nismo de  Teresa  Raquin  y  de  Virginia,  y  olvidáis  la  sensibilidad  de  la  Eu- 
ropa meridional  ? 

¿Os  desagradan  las  expresiones  sucias  de  Nana,  de  Ragú,  de  Coupeau, 
solamente  porque  pasan  por  el  cerebro  de  Zola,  aquellas  mismas  que  nos- 
otros oímos  de  boca  de  las  mujeres  del  pueblo  en  la  vía  pública? 

Sería  degeneración  la  creífción  del  artista,  no  el  reflejo  artístico  de  la  vida 
de  los  primitivos  y  de  los  degenerados,  si  es  precisamente  el  carácter  ge- 
nuino de  aquellos  que  el  artista  pone  en  escena  en  toda  su  desnudez  y  con 
el  lenguaje  propio.  Zola  no  hace  el  arte  por  el  arte;  él  no  atieude  á  deleitar 
ni  á  excitar  los  sentidos,  ni  á  educar  el  sentido  estético;  él  intenta  una  nueva 
ética  social,  y  para  conseguir  su  propósito  sacrifica  acaso  la  pureza  y  la  for- 
ma correcta  del  decir.  Aparece  excesivamente  sensual;  porque  inconscien- 
temente reproduce  la  entonación  de  la  vida  del  ambiente;  él  mismo  se 
somete  á  esta  ley.  En  este  sentido,  dice  con  razón  Tolstol,  á  propósito  de 
Zola :  «Las  pinturas  que  aquí  presenta,  no  son  graduadas;  son  retratos  del 
minero  y  del  hijo  del  pueblo;  no  están  pintados  de  manera  que  puedan  col- 
garse en  las  paredes  de  nuestro  cuarto,  pero  está  bien  que  hayan  sido  pin- 
tados de  una  vez;  vos  podéis  colgarlos  detrás  de  la  puerta  de  la  casa,  con  la 
cara  vuelta  hacia  la  pared  ;  pero  está  bien  que  se  nos  recuerden  las  condi- 
ciones en  que  vive  la  multitud  de  nuestros  hermanos». 

No  son  señales  de  degeneración  ni  el  nervosismo,  ni  el  olfato  muy.  des- 
arrollado. No  lo  son  las  perturbaciones  nerviosas,  porque  éstas  pueden  dar 
lugar  á  la  degeneración  de  la  descendencia  próxima  ó  lejana,  si  no  se  corri- 
gen, pero  no  es  permitido  generalizar  el  concepto  déla  degeneración.  Tam- 
poco la  finura  del  olfato,  porque  en  la  evolución  de  los  sentidos  con  relación 
al  entendimiento,  los  hombres  pueden  ser  más  ó  menos  visuales  ó  más  au- 
ditivos, ó  más  tactlles-motores  u  olfativos.  Si  el  hombre,  que  es  la  síntesis 
de  toda  la  animalidad,  pudiese  unir  á  la  fuerza  de  todos  los  otros  sentidos 
la  sutileza  del  olfato  del  perro  con  relación  á  todas  las  substancias,  puesto 
que  el  perro  la  posee  sólo  para  ciertos  casos,  el  hombreen  tal  caso  sería  más 
perfecto. 

Zola  era  neurótico,  no  degenerado,  digan  lo  que  quieren  Maguan  y  otros. 

Pero  tampoco  es  pesimista. 

El  pesimismo  es  la  corriente  del  mundo  que  atraviesa  un  cerebro,  inte- 
lectualmente  capaz,  pero  débil.  Sea  astenia  originaria,  sea  efecto  de  po- 
breza de  los  jugos  nutritivos,  ó  de  toxinas  que  circulan,  ó  de  un  órgano  que. 
rebelde  ó  enfermo,  rompe  la  euritmia  de  la  máquina  humana,  todo  esto 
hace  bajar  el  potencial  del  gran  centro  nervioso.  Ello  es  que  nuestro  cere- 
bro es  un  acumulador.  Las  corrientes  del  mundo  son  reforzadas  en  las  in- 
numerables fuentes  de  energía  que  él  posee,  y  el  universo  resulta  ilumi- 
nado por  la  luz  del  entendimiento  activo,  el  alto  potencial  da  la  visión  clara 
y  determina  el  adaptamiento  del  individuo  en  su  medio,  de  donde  nacen  la 
acción  eficaz  y  la  alegría  del  equilibrio  entre  el  hombre  y  el  medio  ambien- 
te. Cuanto  más  alto  es  el  potencial,  más  viva  es  la  luz  bajo  la  cual  aparece 
el  mundo;  más  se  desvanecen  los  miedos  y  sospechas,  más  se  elévala  curva 
de  la  objetividad  sobre  la  del  subjetivismo,  y  la  acción  se  realiza  sin  obs- 
táculos, sin  resistencia  interna  en  la  conciencia,  arreglada  y  eficaz.  En  este 
equilibrio  consiste  la  alegría  de  la  existencia. 

Si  el  potencial  baja,  el  mundo  aparece  bajo  la  luz  que  sobre  el  mismo 
proyecta  nuestra  alma,  triste,  lúgubre,  llena  de  miedo. 

La  acción  se  encuentra  contrariada,  y  si  la  luz  aun  baja  más,  y  si  la 
niebla  del  misticismo  nos  rodea,  entonces  se  rebajan  los  vínculos  del  ser  en 
el  mundo;  la  soledad  nos  deprime  y  nos  desespera,  y  la  vida  se  retuerce 
sobre  sí  misma  y  se  declara  en  lucha  con  el  universo.  Es  la  fatalidad  del 
suicidio,  forma  del  adaptamiento  de  la  vida  á  la  materia. 


Éi  pensamiento  de  BmiUo  Zola  $it 


No  es  pesimismo  la  reintegración  de  la  conciencia  moral  y  de  la  digmi- 
dad  de  Elena  y  del  Doctor  Deberle;  no  lo^  es  el  amor  de  Teresa  Raquin, 
puesto  que  su  tía  la  había  hecho  casar  con  un  imbécil  enfermo,  y  aquel 
amor  sincero  restableció  el  equilibrio ;  no  es  pesimrsmo  la  luz  de  la  ciencia 
que  irradia  sobre  el  misticismo  en  Lourdes;  no  es  pesimismo  la  lucha  titá- 
nica que  8ue  sostiene  para  realizar  su  ideal  de  amor  y  de  bienestar  de  los 
trabajadores;  no  es  pesimismo  el  concepto  de  la  vida  que  aquél  tiene,  que 
se  relaciona  con  Claudio  Bernard,  y  pone  en  boca  del  Dr.  Jourdan,  oid :  «Se 
aprende  á  trabajar,  dice  él,  como  se  aprende  á  respirar  y  á  caminar;  el  tra- 
bajo ha  llegado  á  ser  la  función  de  mi  ser,  el  jueg©  natural  y  necesario  de 
mis  miembros  y  de  mis  órganos,  la  finalidad  y  el  medio  de  mi  vida. 

Yo  he  vivido  porque  he  trabajado,  y  así  se  ha  establecido  un  equilibrio 
entre  mí  y  el  mundo.  Yo  le  he  devuelto  en  trabajo  lo  que  él  me  ha  dado  en 
sensaciones,  y  creo  que  toda  la  salud  consiste  en  esto».  El  pesimista  es 
también  un  negativista,  y  toda  la  obra  zoliana  es  una  solemne  afirmación 
de  la  vida  y  de  la  ciencia. 

Examinado  el  hombre  en  cada  una  de  las  partes  de  su  obra,  no  aparece 
el  hombre  de  genio.  En  cada  una  de  las  novelas  de  los  Rougon,  se  mues- 
tra descriptivo ;  es  la  Naturaleza  que  atraviesa  su  cerebro,  el  cual  poseía  un 
gran  poder  receptivo  y  expansivo ;  pero  él  no  crea.  Ni  tampoco  por  el  mé- 
todo es  inventor.  En  el  método  había  sido  precedido  por  Stendhal,  Balzac 
y  Floubert,  con  la  diferencia  de  que  su  inteligencia  está  mucho  más  nutri- 
da de  ciencia  biológica.  Reformador  religioso,  moral  y  social,  él  no  crea. 
La  « Internacional  y>  estaba  ya  organizada  y  las  doctrinas  socialistas  habían 
abierto  una  ancha  brecha  en  la  obra  del  pensamiento  político  de  los  pueblos. 
En  cuanto  á  la  moral  civil,  había  escrito  :  «La  constitución  más  orgánica 
de  la  sociedad  obtenida  sobre  la  base  de  un  estudio  positivo  de  la  Naturaleza, 
no  puede  dejar  de  importar  formas  de  conducta  que  respondan  mejor  á  un 
ideal  de  bien».  Los  progresos  de  la  psicología  positiva  de  Darwin  y  de  Spen- 
cer  habían,  además,  proyectado  sobre  su  camino  una  luz  meridiana. 

¿Es  Zola  un  genio?  ¿Es  Dante,  es  Miguel  Ángel,  es  Leonardo  de  Vinci  ? 
¿  Es  Darwin  ó  Volta?  No  se  parece  á  ninguno  de  todos  estos  faros  luminosos 
de  la  humanidad.  Pero  ¿  acaso  la  inteligencia  debe  alcanzar  siempre  igual 
altura  para  llegar  á  la  sublimidad  del  genio?  ¿Y  el  genio  debe  siempre  ir 
acompañado  de  la  degeneración,  llámese  ésta  epilepsia  ó  paranoia  ó  histe- 
rismo, para  ostentar  sus  credenciales  al  reconocimiento?  ¿Y  la  impulsivi- 
dad y  la  inconsciencia  son  siempre  los  vestidos  con  los  cuales  se  cubre? 

¿Y  qué  criterios  han  de  emplearse  para  estas  medidas?  ¿Cómo  podrán 
compararse  Wagnery  Stephenson,  Shakespeare  y  Volta,  Cromwel  y  Cris- 
tóbal Colón,  Darwin  y  Manzoni  ? 

Cuando  se  trata  de  genios  sensoriales,  genios  intelectuales,  genios  me- 
cánicos, ¿  cómo  los  comparemos  entre  sí  ?  Acaso  estáis  dispuestos  á  conceder 
el  laurel  de  genio  á  Wagner,  y  no  á  Stephenson,  mientras  que  por  éste  ha 
crecido  enormemente  el  valor  de  la  vida."  Quizás  buscáis  para  encontrar  la 
nota  degenerativa  de  Shakespeare,  verista  que  resume,  con  respecto  al 
pensamiento  y  á  los  sentimientos  humanos,  el  pasado  y  el  futuro,  y  vive 
todavía  y  vivirá,  y  acaso  no  reconoceréis  á  Volta  los  caracteres  del  genio 
porque  en  la  disputa  con  Galvani,  por  medio  de  estudios  y  de  experimentos, 
consciente  y  seguro  llegó  á  posesionarse  de  la  fuerza  más  maravillosa  de 
la  materia,  con  la  cual  en  menos  de  un  siglo  se  ha  transformado  la  faz  del 
mundo  y  la  forma  de  la  vida.  Acaso  reconoceréis  los  caracteres  de  genio 
en  Cromwel,  el  cual  tuvo  la  alucinación  de  una  bella  mujer  que  le  profetizó 
que  él  sería  un  gran  hombre  de  Estado,  y  no  á  Bismarck,  que  con  una  ex- 
trema potencia  de  cálculo,  y  con  una  previsión  maravillosa,  sin  alucinacio- 
nes y  sin  nervosismo,  jugó  su  partida  hacia  Oriente  y  hacia  Occidente,  y 
levantó  la  Alemania  á  una  altura  imprevista  de  poder  directivo  y  de  civili- 
zación en  el  mundo.  Desde  este  asiento  yo  envío  un  saludo  al  genio  de 
César  Lombroso,  porque  en  su  doctrina  hay  muchas  cosas  verdaderas  ;  pero 
yo  creo  que  en  ella  también  hay  otras  muchas  que  se  han  de  estudiar  de 
nuevo,  y  que  igualmente  hemos  de  recoger  y  separar  mucha  materia  inerte 
en  las  investigaciones  de  la  crítica. 

Si  nosotros  examinamos  cada  una  de  las  partes  y  distinguimos  las  varias 
ñguras  de  Zola,  no  sorprenderemos  en  ninguna  de  ellas  las  notas  del  genio. 

Ni  en  la  ciencia  se  ve  el  genio,  porque  no  hay  originalidad  en  la  investí- 


3^^  Repisía  crítica  bibliográfica 

gación,  ni  tampoco  en  el  arte,  porque  no  encuentro  originalidad  de  método 
que  cree  una  nueva  estética.  Para  mí  la  genialidad  se  encuentra  en  la  con- 
cepción artística  de  un  inmenso  plan  que  representa  la  vida  moderna,  y, 
sobre  todo,  en  patología  ;  la  genialidad  consiste  en  la  arquitectura  maravi- 
llosamente complicaaa  de  toda  la  novela  de  la  vida,  desde  la  primera  á  la 
última  página  de  su  producción  ;  la  genialidad  aparece  en  la  concepciÓD 
artística  de  la  vida  desarrollada  entre  los  dolores  que  se  encuentran  en  el 
tiempo.  El  plan  y  el  propósito  de  Zola  pueden  compararse  con  la  vasta  concep- 
ción de  las  escenas  maravillosas  que  se  ven  en  la  bóveda  de  la  Capilla  Sixtina, 
inspiradas  k  Miguel  Ángel  por  los  malos  tiemposy  las  vicisitudes  políticas. 

En  las  múltiples  formas  y  direcciones  de  la  actividad  del  espíritu,  uü 
hombre,  entretantos,  pudo  elevarse  á  una  altura  no  alcanzada  por  los  de- 
más, indicando  á  la  humanidad  un  nuevo  adaptamiento,  y  vosotros  ya  veis 
desde  esta  altura  cierta  manifestación  del  genio. 

Zola  resume  en  su  inteligencia  toda  la  vida  contemporánea  ;  sintetiza 
todos  los  males,  todos  los  dolores,  todas  las  aspiraciones  del  pueblo;  los 
inconscientes  golpes  de  millones  de  conciencias  y  de  muchas  generaciones, 
centellean  en  su  alma ;  la  miseria  que  se  embriaga  con  el  aleono],  y  que  se 
adormece  en  la  brutalidad  del  amor,  envía  á  su  espíritu  infinitas  ondas,  que 
éste  transforma  en  una  nueva  fuerza,  en  el  poderoso  taller  de  su  inteligen- 
cia, y  la  condensa  en  los  acumuladores  de  su  cerebro,  y,  por  último,  estalla 
como  una  nueva  religión  fecundadora  del  espíritu  humano.  ¡  Un  gran  ejér- 
cito armado  de  toda  clase  de  armas  civiles  y  desplegado  desde  su  espíritu 
contra  la  nueva  delincuencia  de  la  Francia  oficial ! 

Una  nueva  luz  penetra  en  todas  las  conciencias  ;  una  gran  perplejidad 
después  de  la  conmoción  ;  una  nueva  orientación  determina  el  valor  civil  de 
Zola :  ♦  Yo  acuso  ».  El  acusó  la  suma  de  los  males  de  su  país,  que  tienei\ 
sus  raíces  en  el  pueblo  del  Ássomoir,  del  Germinal  y  de  la  B^e  kumaine,  y 
se  extienden,  como  las  ramas  frondosas  de  un  árbol,  en  el  ejército,  en  la 
magistratura,  en  el  Gobierno.  No  determinaban  esta  acusación  ni  su  amis- 
tad con  Dreyfus,  ni  los  intereses  personales.  Sacrificándolo  todo,  se  colocó 
frente  á  los  cuerpos  constituidos  del  Estado  ;  él  solo  sacudió  y  polarizó  la 
vida  de  Francia,  sugestionó  y  recriminó.  Su  alma,  radiante  de  verdad  y 
de  justicia  azota,  castiga,  tritura  y  se  eleva  con  inaudita  fuerza  de  valor  á 
una  altura  jamás  alcanzada  por  el  hombre  en  circunstancias  análogas. 
Aquel  valor  y  aquella  fuerza  eran  la  síntesis  de  toda  la  parte  sana  de  Fran- 
cia y  de  la  humanidad  civil. 

Zola  la  transformó  en  valor  individual  y  venció  en  nombre  de  un  princi- 
pio universal.  Aquí  se  encuentra  la  apoteosis  de  su  obra,  otra  faz  del  ge- 
nio, el  genio  de  la  fuerza  moral,  el  genio  benéfico  que  resume  el  pasado  y 
el  porvenir,  iluminando  para  la  humanidad  el  camino  del  progreso  civil,  de 
la  verdad  y  de  la  justicia. 

Su  propósito  estaba  terminado ;  se  hallaba  cerrado  el  ciclo  de  su  vida. 
Cualquiera  otro  producto  de  su  espíritu  no  podía  ya  ser  más  que  una  repe- 
tición. Y  así  fué.  Empezaba  á  decaer  y  murió  á  tiempo,  dejando  á  la  raza 
latina,  mucho  mejor  iluminada  que  lo  estaban  antes,  los  dos  caminos  abier- 
tos siempre  á  la  vida  de  los  pueblos,  como  á  la  de  los  individuos  :  el  de  la 
injusticia,  del  ocio  y  de  la  brutalidad  de  los  placeres  que  representa  la  de- 
generación y  la  miseria ;  y  el  de  la  verdad,  de  la  justicia  y  del  trabajo,  que 
simboliza  la  evolución  y  la  victoria. 

Trad.  por  el  Da.  Ardibta. 

RBVISTA    CRÍTICA   BmLIOGRAPICA 

roK   El, 

Dr.  Rodríguez  Méndez 

Manual  de  Terapéutioa  médica,  publicado  bajo  la  dirección  de  ios  doc- 
tores G.  M.  Debove  y  C.  Achard.  — Traducido  al  castellano  por  don 
Patricio  Barco  y  Pons.  —  Hernando  y  C.*,  editores.  —Madrid,  1902. 

Dos  tomos  voluminosos,  en  8.**,  de  más  de  800  páginas  cada  uno,  bien 
impresos,  de  buen  papel  y  con  tipos  muy  legibles,  constituyen  esta  im- 
portante obra. 


Repista  critica  bibliográjica  38S 

Sus  directores  se  propusieron,  no  una  Terapéutica  «¿i^^w-,  sino  que, 
siguiendo  ciertas  tendencias  modernas,  han  especializado  el  estudio  al 
exponer  el  tratamiento  de  las  enfermedades,  dando  por  conocidos  los 
medicamentos  y  las  dolencias.  Es  decir,  se  trata  de  una  Terapéutica 
aplicada  á  cada  caso  concreto,  teniendo  en  cuenta,  más  que  las  indica- 
ciones generales,  las  indicaciones  especiales,  última  etapa  de  los  cono- 
cimientos de  Patología  y  de  Farmacología. 

Este  plan,  so  pena  de  poseer  una  erudición  pasmosa  v  de  disponer 
de  un  tiempo  quizás  mayor  que  el  de  la  vida  humana,  sólo  es  realiza- 
ble por  varios  homhres,  y  varios  han  sido  los  que  en  la  obra  intervi- 
nieron. 

Para  que  se  forme  idea  de  las  materias  tratadas,  he  aquí  su  exposi- 
ción y  sus  autores : 

Enfermedades  del  aparato  respiratorio.  —Todas  las  de  \^q  fosas  nasa- 
les y  laringe  han  sido  descritas  por  Boulay,  salvo  la  lanTigitis  estridu- 
losa,  que  lo  ha  sido  por  Romme.  En  las  de  tráquea  y  de  los  bro7iquios^ 
han  intervenido  L.  Hudelo,  Springer  v  Ed.  Enrlquez.  En  las  de  los 
pulmones,  este  último,  F.  Bezancon,  E.  íliiercelin,  L.  Hudelo,  P.  Lere- 
boullet.  P.  BouUoche,  F.  de  Grandmaison  y  Bruhl.  —  Nuestro  compa- 
triota Dr.  J.  Ferrán  ha  escrito  para  esta  edición  española  un  apéndice 
al  capítulo  Tuberculosis  pulmonar,  interesante  y  que  completa  el  buen 
trabajo  de  Boulloche.  —  E.  Sargent  ha  tratado  de  las  de  la  pleura  y 
J.  Hulot  de  los  del  mediastino. 

Enfermedades  del  aparato  circulatorio.  — Boix,  previo  un  estudio  de 
los  medicamentos  cardiacos  y  vasculares  y  de  la  higiene  de  los  cardiacos, 
expone  las  del  corazón,  tanto  las  que  pueden  ser  consideradas  como  en- 
tidades independientes,  como  los  síndromes  de  mayor  importancia. 
El  mismo  Boix  se  ocupa  en  las  enfermedades  arteriales,  menos  los 
aneurismas  aórticos,  de  los  cuales  trata  Massary,  así  como  de  \^s  flebitis, 
varices  y  edemas.    Las  de  la  sangre  corren  á  cargo  de  Bensaude, 

Enfermedades  del  sistema  'nervioso.  —  Este  vasto  capítulo,  consta  de 
las  siguientes  secciones:  meninges  (Romme),  e7icéfaio  (Londe,  Rou- 
binovitch  v  Sainton),  inédicla  (Sainton,  A.  F.  Plicque),  nervios pe^nfér i- 
eos  {k,  F.  Plicque  y  Bruhl),  desórdenes  vaso-motores  y  tróficos  (Phulpin 
y  Springer),  neurosis  (Roubinovitch,  Dufour,  Sainton,  J.  Renault, 
Romme,  Enriquez)  y  de  síndromes  diversos  (Dufour,  Sainton,  P.  Londe 
y  J.  Hulot). 

Enfermedades  del  tubo  digestivo  y  del  peritoneo.  —  Abarcan :  hoca 
y  fari7ige  (Phulpin,  Romme,  P.  Lereboullet,  J.  Hulot  y  Springer), 
esófago  (Soupault),  estómago  (Soupault),  intestino  (Thirecelin,  Mau- 
range  y  üelamare)  y  peritoneo  (Maurange). 

Enfermedades  del  páncreas  y  del  bazo,  estudiadas  sólo  por  Grand- 
maison. 

Enjermedades  del  hígado,  que  han  expuesto  L.  Lévi  y  L.  Fournier. 

De  esta  brevísima  narración,  casi  un  índice,  sé  deduce  :  1."*,  que 
Debove  y  Achard,  los  directores,  se  han  abstenido  de  escribir  para  esta 
obra,  hecho  negativo  sobre  cuya  valía  moral  no  hago  comentario  al- 
guno :  ellos  y  los  editores  franceses  sabrán  por  qué  ;  2.",  que  faltan 
capítulos  importantes,  riñon,  simpático,  por  ejemplo,  y  que  la  misma 
falta  se  nota  en  los  detalles  de  los  presentados,  meningitis  no  tubercu- 
losas, etc. 

Estas  omisiones  aparte,  la  obra  es  recomendable.  El  buen  orden» 
la  precisión,  la  claridad,  son  en  ella  caracteres  generales.  Se  tiende  á 
evitar  todo  lo  superfino  y  se  procura  exponer  lo  más  interesante. 
Desde  este  punto  de  vista,  la  selección,  asaz  difícil,  ha  sido  bien  hecha. 
Los  que  lean  este  Manual  podrán  en  breve  tiempo  aprender  lo  más 
importante.    Constituye  una  de  esas  labores  tan  abundantes  hoyen 


$84  Formulario  y  tratamUntps  modernot 


Francia,  encaminada  por  modo  especial  á  los  médicos  rurales,  que  no 
disponen  de  muchas  horas,  y  &  aquellos  otros  de  las  garandes  poblacio- 
nes que,  abrumados  por  el  trabajo,  no  son  dueños  del  tiempo  necesario 
para  leer  tratados  extensos.  Todos  ellos  podrán  orientarse  en  las  pá- 
ginas de  esta  obra  y  salir  airosos  de  muchas  exigencias  de  la  práctica 
médica. 

FORMULARIO   T   TRATAMIENTOS    M0DBRM08 

CI.  —  Zoaoferratosa :  empleo  en  la  eifllie  y  en  la  eeorof ulosis 

Esta  substancia  contiene  0*3  por  100  de  hierro  y  la  misma  cantidad  de 
iodo  en  combinacidíi  orgánica.  Abandona  el  iodo  muy  lentamente  y  su  in- 
gestión no  produce  irritación  alguna  en  el  tubo  digestivo.  Sobre  el  ioduro 
de  hierro  tiene  la  ventaja  de  no  ser  desagradable  ni  alterable. 

Bn  los  casos  en  que  lo  empleara  ha  conseguido  Bardach  un  mayor  ape- 
tito y  aumento  de  peso.  Los  mejores  resultados  los  obtuvo  en  las  formasf 
de  linfatismo  complicado  con  anemia. 

Se  le  puede  administrar  sin  inconveniente  durante  largo  tiempo. 

Dosis  :  una  cucharada  media  hora  después  de  las  comidas  para  los  adul- 
tos, y  mediana  ó  pequeña  para  los  niños  (1). 

CU.  —  Iiisrosino-qainina  :  efeotos 

Toeroek  ha  estudiado  esta  combinación  de  la  quinina  y  del  di-o-oxidiben- 
zolacetona.  Es  un  polvo  impalpable,  amorfo,  inodoro,  de  color  amarillo 
naranjado,  que  queda  adherido  á  las  heridas,  de  las  cuales  se  puede  des- 
prender con  agua  caliente. 

Es  un  buen  desinfectante,  además  de  ser  secante  y  hemostásico.  Se  le 
puede  usar  en  substancia  ó  en  forma  de  gasa. 

Para  el  autor  es  uno  de  los  medicamentos  más  preciados  que  ha  produ- 
cido la  química  moderna  (1). 

CIII.  —  Sablamina :  aplloaolones 

Así  como  las  antiguas  sales  de  plata  van  siendo  reemplazadas  con  las» 
nuevas  combinaciones  orgánicas,  más  tolerables  y  activas,  á  la  par  que 
menos  peligrosas,  se  intenta  lo  mismo  con  las  de  me/curio.  Ya  hav  "ben- 
zoatos, albuminatos,  fenatos,  etc.,  productos  que  todavía  dejan  mucho  que 
desear. 

Parece  no  ocurre  lo  mismo  con  la  sublamina,  que  es  el  etiletKhdiamina- 
sulfato  de  mercurio^  cñs\&linh,  muy  soluble  en  el  agua  (1  por  10),  que  no 
precipita  con  las  substancias  albuminoideas  y  que  con  el  cloruro  sódico  da 
un  precipitado  insoluble  de  etileno-diamina  sublimado.  En  1*66  de  subla- 
mina hay  tanto  mercurio  como  en  1  de  sublimado  (44  por  100  de  mercurio 
metálico  por  gramo  de  sublamina). 

Es  mejor  desinfectante  que  el  sublimado,  no  irritadlas  manos  ni  siendo 
fuerte  la  solución  y  tiene  un  poder  penetrante  muy  marcado. 

Con  buenos  resultados  se  ha  recurrido  á  ella  en  ginecología,  odontolo- 
gía y  contra  la  sífilis.  Imre,  el  mismo  que  recomendó  el  primero  la  ar- 
gentamina,  aconseja  el  nuevo  cuerpo,  especialmente  en  oftalmologría  como 
desinfectante  y  contra  las  conjuntivitis,  y  de  éstas  contra  la  purulenta  me- 
diante lavados  frecuentes  y  abundantes.  Al  1  por  100,  que  no  es  cáustica 
ni  siquiera  irritante,  la  sublamina  es  excelente,  sobre  todo  al  principio,  te- 
niendo la  ventaja  de  que  se  puede  confiar  su  empleo  á  la  familia.  Es,  ade- 
más, un  gran  preventivo  de  esta  oftalmía. 

En  el  tracoma,  aparte  de  los  lavados  con  agua  y  sal,  prescribe  los  de 
sublamina  al  1  por  2.000,  no  irritantes  como  los  de  sublimado  y  más  efica- 
ces que  los  de  agua  bórica. 

También  es  muy  útil  en  las  conjuntivitis  agudas  causadas,  eu  greneral. 
por  el  bacilo  Koch-Weeks  (2). 

CIV.  —  Aoiao  bórioo  :  aooión  tóxioa,  aoolón  terapéattoa 

El  ácido  bórico  no  es  tan  inofensivo  como  se  cree  generalmente.  Stokvi^i 
observó  un  caso  de  envenenamiento  debido  á  un  lavado  del  estómago  hecho 

(i)    Deutsche  med.  Wochens. 
(2)    Hiilkunde. 


Formulario  y  iratamienios  modernos  j9> 

con  una  solución  al  2'50  por  100.  Se  le  atribuyen  varios  eritemas,  púrpura, 
urticaria  (Neumann  y  otros).  En  Alemania  tiene  mala  fama  como  conser- 
vador de  carnes  y  su  empleo  con  este  objeto  ha  sido  prohibido.  Merkel,  de 
Nuremberg-,  acepta  también  la  acción  tóxica  :  á  11  enfermos  de  su  clínica 
prescribe  dos  gramos  diarios  :  4  lo  soportan,  pero  los  demás  sufren  timpa- 
nismo  gástrico  y  diarrea:  En  algunos  de  estos  enfermos  hubo  aumento 
notable  en  la  cantidad  de  orina,  hecho  que  niega  Liebrich. 

Su  administración  al  interior  es  de  ¡resultados  poco  seguros :  individuos 
haj^  que  pueden  ingerir  grandes  dosis  impunemente  y  otros,  cual  queda 
apuntado,  sufren  trastornos. 

En  las  dispepsias  su  efecto  es  muy  dudoso.  Para  adelgazarlo  recomien- 
da Gerardt;  en  cambio,  Senz  le  niega  toda  eficacia.  Worizeck  dice  que  en 
el  escorbuto  obran  maravillas  las  dosis  grandes,  hasta  10  gramos  diarios ; 
concento  que  ha  de  ser  confirmado  (1). 

CV.  —  Epitelioma:  tratamientos  nuevos 

Mauu  habla  de  los  buenos  efectos  de  las  embrocaciones  con  una  solución 
de  adrenalina  al  I  por  1.000  y  recientemente  preparada.  La  cura  debe  ser 
hecha  con  prudencia  y  ha  de  interrumpirse  de  cuando  en  cuando  para  evi- 
tar intoxicaciones.  Las  inyecciones  intersticiales  son  nocivas.  Ha  tratado 
epiteliomas  ulcerados  de  la  lengua  (2). 

Son  usuales  las  aplicaciones  de  los  rayos  X.  Biraud  los  ha  empleado 
con  éxito  favorable  en  un  caso  de  cáncer  de  la  mama  recidivado.  Las  se- 
siones variaron  entre  medio  y  ocho  minutos,  habiendo  colocado  el  cátodo  á 
11  centímetros  de  la  piel  y  empleando  50  voltios  (3). 

CVL  —  H eeplaelae  é  infeoolone«: 
tratamiento  oon  eabstanoiae  fiaoreeoentee 

Contra  las  afecciones  neoplásicas  é  infecciosas  von  Tappeiner,  de  Mu- 
nich, y  lasioneck  han  usado  un  nuevo  procedimiento  radioterápico :  emba- 
durnan las  partes  afectas  con  soluciones  fluorescentes  y  las  exponen  á  la 
luz.  Con  ellas  destruyen  epiteliomas,  lupus,  chancros,  ete.  Parece  ser 
que  obran  por  modo  an^álogo  á  los  rayos  X  en  el  cáncer. 

Las  embrocaciones  con  bisulfato  de  quinina  destruyen,  dicen,  los  ele- 
mentos  celulares  del  cáncer;  la  dosis  interna  de  0*60  gramos  aumenta 
mucho  la  acción  radioterápica. 

Jaboulay  dice  haber  curado  cánceres  con  una  substancia  histofluores- 
cente,  el  bisulfato  de  quinina,  y  aún  con  el  sulfato  solo. 

Los  tratamientos  consignados  en  este  apartado  y  en  el  anterior  deben 
ser  empleados  en  los  epiteliomas  ó  cancroides  de  la  lengua  y  del  suelo  de  la 
boca,  sobre  todo  en  los  inoperables  (4). 

CYII.  — Hipo:  tratamiento 

Póngase  en  el  cuello  una  compresa  empapada  en  partes  iguales  de  éter^ 
cloroformo  y  mentó  I  (4). 

C VIIL  —  Prurito :  tratamiento 

Expolvoréese  con : 

olido  de  Zinc!    ::.:::::    :}--    ^  erramos. 

Ifidén:  :  :  :  :  :  ;  :  ;  :  :  :^»  ^  »    c*)- 

CIX.  —  Cloroformo  para  la  anestesia  :  alteraoiones 

Por  puro  que  sea  el  cloroformo  y  aun  cuando  contenga  sólo  el  1  por  100 
de  alcohol,  cantidad  que  permite  la  farmacopea  alemana,  tiende  siempre  á 
descomponerse,  formándose  fosfógeno  (hidrocarburo  isómero  del  antraceno), 
cuya  acción  es  peligrosa.  La  formación  de  este  cuerpo  es  favorecida  por  el 
contacto  prolongado  del  cloroformo  con  un  ambiente  húmedo,  hecho  que 
ocurre  cuando  se  guarda  en  grandes  vasijas,  de  las  que  se  va  sacando  según 
las  necesidades. 


(1)  Journal  de  Pharm.  et  de  Chim. 

(2)  Bull.  de  VAcad,  de  Méd. 

(3)  C.  r.  de  la  Acad.  des  Se. 

(4)  Ga^.  hebd.  des  Se.  méd.  de  Bordeaux. 


386  Nuestra  correspondencia  con  la  prensa 


En  vista  de  esto  se  le  debe  conservar  en  frascos  pequeños,  es  decir,  lo 
necesario  para  una  operación  ó  para  unos  pocos  días.  Si  conservado  en  un 
frasco  grrande,  hubiere  necesidad  de  destaparlo,  se  le  debe  distribuir  inme- 
diatamente en  otros  pequeños,  secos  y  tapados  con  todo  esmero  (1). 

ex.  —  Asul  Ae  metileno  :  bu  empleo  en  Imi  Infeooionee 
Ae  las  viae  bilioeae 

Reichmann,  después  de  emplear  inútilmente  los  medios  usuales  contra 
las  colecistitis  y  angiocolitis  infecciosas,  recurrió  al  azul  de  metileno,  íi  la 
dosis  de  0'30  á  1  gramo,  en  sellos,  repetido  tres  veces  al  día,  añadiendo  á 
cada  uno  10  centigrramos  de  nuez  moscada  para  evitar  la  acción  irritante 
sobre  la  vejiga.  En  los  enfermos  que  sufren  trastornos  gastro-intestinales. 
espera  á  que  éstos  mengüen  para  empezar  el  tratamiento. 

Ha  logrado,  primero,  que  los  accesos  febriles  distan  más  entre  sí,  y  lue- 
go que  cesen.  Sólo  ha  fracasado  este  medicamento  en  casos  de  complica- 
ciones, tales  como  abscesos  del  hígado  ó  empiema  de  la  vesícula,  biliar,  do- 
minables  sólo  con  la  cirugía  (2). 

Dr.  Rodbígubz  Méndez 


NURSTRA  CORRESPONDENCIA  CON  LA  PRENSA 

LalnflepenAenoia  médica,  de  Barcelona.  -Gracias  por  la  reproducción 
de  la  comunicación  Antisepsia  Unfocilaria,  del  Dr.  Grarcía  Sola. 

Boletín  de  loe  hospitales,  de  Caracas.  —  Id.  id.  de  las  noticias  Tos  farín- 
gea :  tratamiento  y  Cistitis  blenorrágica  de  forma  hemorrágica :  tratamiento, 
del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Bevleta  médica,  de  Sevilla. —  Id.  id.  del  trabajo  Venereología  social,  M 

Dr.  Ciado,  traducido  por  el  Sr.  Ruíz  Rodríguez  (J.). 

Loe  Nuevos  Remedios,  de  Madrid.  —  Id.  id.  de  la  comunicación  Origen  y 
naturaleza  de  las  alexinas,  del  Dr.  Turró. 

Revista  balear  de  Ciencias  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.  —  Id.  id.  de 
las  noticias  Tratamiento  de  la  meningitis  cerebro-espinal  con  lés  baños  calien- 
tes y  la  punción  lumbar  y  Difteria  nasal,  del  Dr.  Coll  y  Boftil. 

Revista  espaftola  de  Slflllograíia  y  Dermatclog^la,  de  Madrid.  —  ídem 
id.  del  trabajo  del  Dr.  Ciado,  Venereología  social^  traducido  por  el  señor 
Ruíz  Rodríguez  (J.). 

Revista  de  la  «Asociación  médico-farmacéutica  de  la  Isla  de  Cuba»,  de  la 
Habana.  —Id.  id.  de  la  noticia  Medicamentos  que  salen  con  la  leche,  á^\ 
Dr.  Rodríguez  Méndez,  cuya  procedencia  no  cita. 


Bstudios  demográLÜeos  de  Bareelona 

POR    KI. 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 
Mortftlldftd  por  ■•ramplón  y  •■oarlatlna  (1S9S-1908) 

El  sarampión  y  la  escarlatina  son  dos  elementos  de  mortalidad  nada 
despreciable^'  en  la  cifra  total  de  la  urbe;  pero  su  valor  es  más  saliente 
tratándose  de  estudios  obituarios  en  la  población  infantil. 

Ku  áltennos  años,  el  sarampión,  especialmente,  ha  sido  causa  de 
morbosidad  y  mortalidad  verdaderamente  alarmadoras,  máxime  cuando 
los  estrados  "nótanse.  con  predilección,  en  primavera  (véase  lósanos 
1899,  1901  y  1903). 


(1)  Pharm.  Zeitung. 

(2)  Roussky  Wraich. 


£1  sarampión  en  Barcelona  (.1898-903.) 


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....    1901    .... 
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Mortalidad 

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1899    .... 

....    1900    .... 

1901    .... 

....    1902    .... 

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Óbitos  1903 

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TomoZZVIZ.     Núm.  13       Barcelona  15  jnlio  1904       A2o  ZZYIZ.      Núm.  6i9 

ftACETA   MÉDICA  CATALAI^A 

SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  (continuación),  por 
D.  A.  Tapia  —Mortalidad  de  la  primera  infancia,  por  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona.— Con- 
veniencia de  seleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad  y  condiciones  generales  de  un 
buen  régimen  escolar  universitario,  (conclusión)  por  el  Dr.  Antonio  Simonena.  —  Papel 
moralizadoré  higiénico  del  trabajo  manual  en  el  niño,  por  el  Dr.  Fovaau  de  Courmelles.— 
Revista  chítica  bibi.iogkáfica  ,  por  el  Dr.  D.José  de  la  Rosa  y  Sánchez.  —  Formulario  y 
TRATAMtENTosMODERNos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Móndez.  —  Si-cciónoficiai  :  Tnstitutorthopé- 
dique  Rtzzoli  á  Bologne.  —  Voyages  d'études  medicales  aux  stations  hydrominérales  ct  climati- 

.  ques  de  France  -Publicaciones  recibidas.—  Estudios  demográficos  de  Barcelona^  por  el 
Dr.  D.  Luis  Comenge. 


La  responsabilidad  mídlea  ante  los  TrlboDales  do  Justicia 


(i) 


D.  A.  Tapi.\ 

Presidente  de  la  Sala  i.*  de  lo  Civil  de  Barcelona 

VII 

Actos  y  omisiones  por  los  cuales,  los  facultativos,  aun  obuando  sin 
malicia,  pukden  incüruir  bn  responsabilidad  como  culpables  de 

DELITO. 

El  principio  general  consignado  eu  el  artículo  1."  del  Código  penal, 
al  prescribir  que  son  delitos  ó  faltas  las  acciones  y  omisiones  volunta- 
rias penadas  por  la  ley  y  que  unas  y  otras  se  reputan  voluntarias  h  no 
ser  que  conste  lo  contrario,  está  esencialmente  subordinado  al  estable- 
cido en  el  artículo  581  del  mismo  Código,  marcándoí^e  así  la  diferencia 
entre  los  actos  voluntarios  cometidos  con  malicia  y  los  ejecutados  sin 
ella,  pero  con  imprudencia  ó  negligencia. 

Aun  obrando  sin  malicia,  puede  el  facultativo  incurrir  por  sus  actos 
ú  omisiones  en  responsabilidad  criminal. 

He  aquí  el  texto  del  artículo  581  del  Código : 

«  El  que  por  imprudencia  temeraria  ejecutare  un  hecho  que  si  me- 
diare malicia  constituiría  un  delito  grave,  será  castigado  con  la  pena  de 
arresto  mayor  en  su  grado  máximo  (2)  á  prisión  correccional  en  su  gra- 
do mínimo  (3)  y  con  arresto  mayor  en  sus  grados  mínimo  y  medio  (4) 
si  constituyere  un  delito  menos  grave. 

Al  que  con  infracción  de  los  Reglamentos  cometiere  un  delito  por 
simple  imprudencia  ó  negligencia,  se  impondrá  la  peña  de  arresto  ma- 
yor en  sus  grados  medio  y  máximo  (5). 

En  la  aplicación  de  estas  penas  procederán  los  Tribunales  según  su 
prudente  arbitrio  sin  sujetarse  á  las  reglas  prescritas  en  el  art.  82  (6). 

Lo  dispuesto  en  el  presente  artículo  no  tendrá  lugar  cuando  la  pena 
señalada  al  delito  sea  igual  ó  menor  que  las  contenidas  en  el  párrafo 
primero  del  mismo,  en  cuyo  caso  los  Tribunales  aplicarán  la  inmediata 
a  la  que  corresponda  en  el  grado  que  estimen  conveniente». 

Como  se  observa  por  el  anterior  texto  legal,  al  facultativo  no  sólo 
puede  serle  imputado  el  acto  punible  que  ejecuta  con  voluntad  mali- 


(i)  Continuación.  —  Véase  el  número  anterior. 

(2)  De  4  meses  y  1  día  á  6  meses. 

(3)  De  6  meses  y  1  día  á  2  años  y  4  meses. 

(4)  De  1  mes  y  I  dia  á  4  meses. 

(5)  De  2  meses  y  t  dia  á  6  meses. 

(6)  Estas  reglas  se  refieren  á  determinar  el  grado  de  la  pena  que  corresponde  aplicar  al  culpa- 
ble de  un  delito,  según  las  circunstancias  atenuantes  ó  agravantes  que  concurran. 


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La  rtsponMabiiidad  médUa  ante  los  Tribunales  dt  Justicia 


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ciosa  ó  intención  criminal,  sino  el  que  realiza  sin  intención,  pero  obran- 
do con  imprudencia  temeraria  ó  con  infracción  de  Reglamentos,  por 
simple  imprudencia  ó  neg^ligencia,  pues  en  este  caso,  la  ley  no  ha  po- 
dido menos  de  imponer  castigo  al  modo  de  obrar  imprudente  y  teme- 
rario, al  descuido,  a  la  impericia,  al  no  haber  toncado  las  precauciones 
que  aconseja  la  prudencia  mAs  vulgar,  ni  tenido  presentes  disposicio- 
nes reglamentarias,  t\  cuyo  cumplimiento  viene. obligado  por  la  mis- 
ma ley. 

La  imprudencia  la  determina,  no  sólo  la  acción  que  se  ejecuta,  sino 
también  la  omisión  en  que  se  incurre.    Obra  con  imprudencia  el  que 
en  un  acto  ú  omisión  suyos  produce  un  daño  que  pudo  y  debió  prever . 
á  haber  empleado  la  debida  diligencia;  y  se  estima  como  temeraria 
cuando  se  obra  faltando  á  las  reglas  de  la  más  vulgar  prudencia. 

Cuantos  delitos  dejamos  apuntados  en  los  capítulos  anteriores  que 
pueden  ejecutar  los  individuos  de  la  clase  médica  en  el  ejercicio  de  su 
profesión,  con  intención  criminal,  pueden  realizarlos  por  imprudencia 
temeraria  por  su  parte,  y  por  simple  imprudencia  ó  negligencia  con 
infracción  ue  Reglamentos,  si  bien  la  penalidad  en  que  incurren  en  uno 
y  otro  caso  es  distinta,  m^'ís  grave  en  el  primero  y  de  menos  gravedad 
en  el  segundo» 

Estimamos  de  suma  conveniencia  exponer  á  continuación  la  doctri- 
na establecida  por  el  Tribunal  Supremo  acerca  de  la  inteligencia  y  apli- 
cación del  texto  de  la  ley  penal  de  que  nos  ocupamos  y  hacer  relación 
de  algunos  casos  prácticos  con  la  resolución  dennitiva  que  en  ellos  ha 
recaído. 

Doctrina.  —  El  concepto  jurídico  de  la  imprudencia  punible  exige 
tres  elementos  esenciales :  primero,  una  acción  ú  omisión  voluntaria, 
no  maliciosa ;  segundo,  un  mal  efectivo  y  concreto,  y  tercero,  la  exi»- 
tencia  indiscutible  de  una  relación  de  causa  á  efecto  que  ligue  por 
modo  evidente  ambos  extremos,  cuya  concurrencia  es  necesaria  para 
que  el  hecho  origine  responsabilidad  penal  (1). 

Constituyen  la  imprudencia  temeraria  la  falta  de  previsión  y  dili- 
gente cuidado  que  todos  deben  tener  para  evitar  el  peligro  y  perjui- 
cios que  con  sus  actos  poco  meditados  pueda  originarse.  Sólo  pueden 
concurrir  estos  elementos  cuando  las  causas  qué  los  motivan  son  cono- 
cidas y  están  al  alcance  del  que  los  ejecuta  (2). 

La  imprudencia  temeraria  presupone,  como  nota  característica,  la 
realización  de  un  hecho  lícito,  pero  que  por  imprevisión  de  su  autor 
produce,  como  consecuencia,  un  mal  que  pudo  evitar  si  hubiese  obrado 
con  la  necesaria  prudencia  (3). 

La  temeridad  que  integra  la  imprudencia  punible  como  delito,  en- 
vuelve el  concepto  de  una  negligencia  grave  é  inexcu'^able  y  el  olvido 
de  la  más  vulgar  prudencia  para  evitar  los  posibles  riesgos  que  ciertos 
actos  llevan  consigo  (4). 

Para  que  un  mal  cualquiera  constitutivo  de  delito  pueda  estimarse 
cometido  por  imprudencia  simple  ó  temeraria,  es  preoiso  que  el  hecho 
determinante  de  la  acción  sea  en  su  fin  inocente  y  realizado  sin  ánimo 
de  causar  daño  (.5). 

Para  que  se  entienda  cometido  un  delito  por  simple  imprudencia  6 
negligencia  con  infracción  de  Reglamentos,  es  ante  todo  indispensable 
que  éstos  existan  y  aue  prohiban  el  acto  que  dé  lugar  al  suceso,  lo  cual 
no  se  observa,  cuantío  no  se  cita  el  Reglamento  que  se  suponga  infrin- 


(1>  Sentencia  de  18  de  mayo  de  1fl91. 

(2)  Semencia  de  4  de  julio  de  1890. 

<3)  Sentencia  de  :0  de  abril  de  1895. 

<4)  Seiiencia  de  11  de  Os:tubre  de  1898. 

(5)  Sentencia  de  9  de  noviembre  de  1895. 


La  r*sponsabiHdad  médica  anU  lot  Tribunaiu  defustieia  jpr 


^ido  ó  la  prohibición  constituyera  un  delito  que  correspondiera  casti- 
^r  &  los  Reglamentos  (1). 

Casos  prácticos. — I.  Encontrándose  una  mujer  con  dolores  de 
parto  al  amanecer  del  día  5  de  diciembre  de  1875,  que  se  fueron  agra- 
vando por  la  tarde  en  que  empezó  á  descender  el  feto,  presentando  uno 
de  los  bracos,  fué  llamado  para  asistir  á  la  enferma  un  cirujano  titular 
con  quien  estaba  aquélla  igualada,  y  después  de  reconocer  á  la  paciente 
■en  la  noche  de  aquel  mismo  día,  y  no  gustándole  su  estado,  expuso  se 
llamase  á  otro  facultativo  que  le  acompañara  á  practicar  la  operación, 
-contestando  la  enferma  que  no  había  donde  recurrir,  por  lo  que  dicho 
•cirujano  le  dispuso  primero  unos  baños  de  asiento  y  después  la  operó, 
^consiguiendo  extraer  el  cuerpo  del  feto,  mas  no  su  cabeza,  á  pesar  de 
oue  lo  procurara,  dejando  descansar  á  la  paciente  por  indicación  de 
ésta ;  pero  como  al  poco  rato  le  pidiese  que  viera  si  concluía  de  librar- 
la, el  indicado  facultativo  contestó:  que  nada  haría  sin  que  viniese  un 
médico  y  el  cura,  y  en  efecto  al  poco  rato  se  presentó  éste,  y  á  las  seis 
•de  la  mañana  siguiente  fueron  en  busca  de  un  facultativo,  quien  llegó 
á  las  once  de  la  misma,  y  enterado  por  el  cirujano  del  estado  de  In 
enferma  mandó  componer  al  herrero  un  instrumento  que  traía  consi- 
go y  cuando  concluía  de  verificarlo,  pasada  una  hora,  falleció  la  en- 
ferma. 

Verificada  la  autopsia  del  cadáver,  relacionaron  tres  facultativos  ha- 
berle encontrado  el  útero  roturado  (así  se  lee)  por  desgarramiento  en 
toda  su  parte  anterior  y  laterales,  siendo  irregulares  los  bordes  de  la 
-extensa  herida,  apareciendo  situada  la  cabeza  de  un  feto  de  todo  tiem- 
po en  su  lado  superior  derecho,  con  el  mentón  dividido  por  desgarra- 
miento ;  que  tanto  la  cavidad  uterina  como  la  vagina  presentaban  dife- 
rentes alteraciones  patológicas  que  detallan ;  y  que  los  diámetros  de 
ambos  estrechos  de  la  pelvis,  lo  mismo  que  las  dimensiones  del  feto, 
«eran  normales;  deduciendo  de  todo,  que  la  madre  murió  á  consecuencia 
de  la  gran  rotura  del  útero  y  su  consiguiente  hemorragia,  y  el  feto  pro- 
bablemente por  dislocación  vertebral,  frecuente  en  la  presentación  de 
-pies  si  no  hay  bastante  arte,  siendo  accesos  posteriores  las  lesiones  del 
cuello  y  cabeza  á  fin  de  extraer  ésta;  y  finalmente,  que  dicha  rotura  y 
lesiones  no  fueron  espontáneas  y  sí  producidas  por  un  agente  exterior, 
no  usado  con  pericia  bastante,  con  animo  de  facilitar  la  completa  ex- 
tracción del  feto. 

Procesado  el  cirujano  como  reo  del  delito  de  imprudencia  temeraria, 
fué  condenado  por  este  delito  por  la  Sala  de  lo  criminal  de  la  Audiencia 
de  la  Corufia  é  interpuesto  por  el  procesado  recurso  de  casación  por 
infracción  de  ley  por  entender  que  no  era  responsable  de  delito  alguno, 
dadas  las  circunstancias  en  que  se  encontraba  al  ser  llamado  á  asistir 
^  la  parturiente,  ya  por  el  abandono  en  que  ésta  se  tuvo  al  principio, 
ya  por  la  falta  de  instrumentos  y  útiles  tan  difíciles  de  adquirir  en  la.« 
pequeñas  aldeas,  y  sobre  todo  del  auxilio  de  un  profesor  médico  que 
desde  el  momento  reclamara,  no  podía  abandonar  á  la  paciente  en  In 
•situación  crítica  y  apurada  en  que  se  hallaba  ni  tampoco  aplazar  el  au- 
xilio, que  debía  ser  enérgico  é  inmediato  si  había  de  producir  resultadí» 
y  que  si  en  algunos  casos  la  negligencia  ó  ignorancia  inexcusables, 
pueden  ser  generadores  de  un  delito,  no  era  por  cierto  el  de  impruden- 
•cia  temeraria,  pues  éste  no  cabe  ni  procede  nunca  para  aquilatare 
mérito  de  cada  hombre  en  el  ejercicio  de  sus  respectivas  profesiones, 
industrias  y  oficios. 

El  Tribunal  Supremo,  en  sentencia  de  5  de  julio  de  1877,  declaró 


(1)    Sentencia  de  12  de  mayo  de  1882. 


Sga  La^  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia 


haber  lug'ar  al  recurso  casando  y  anulando  la  recurrida  á  fundamenta) 
de  los  sig'uieñtes  Considerainlos  : 

Considerando  queila  imprudencia  temeraria  no  ha  concurrido  en  la 
difícil  operación  que  el  cirujano  procesado  recurrente  practicó  en  la 
parturiente,  pues  según  los  hechos  probados,  antes  de  efectuarla,  no 
sólo  expresó  á  la  familia  la  necesidad  del  auxilio  de  otro  médico,  que 
no  pudieron  facilitarle,  sino  que  también  la  administró  los  medicamen- 
tos que  creyó  oportunos,  como  preparativos  de  ella. 

Considerando  que  en  la  alternativa  en  que  se  encontraba  de  dejarla 
morir,  sin  el  auxilio  que  por  su  profesión  debía  prestarle  y  por  el  que 
había  sido  llamado,  ó  la  de  operar  por  más  que  la  operación  fuese  difí- 
cil, no  puede  decirse  que  obró  imprudentemente  al  efectuarla,  vista  la 
crítica  circunstancia  en  que  la  paciente  se  hallaba,  la  instancia  que 
la  misma  y  su  familia  le  hacían  y  la  dificultad  de  que  otro  medicóle 
ayudara : 

Considerando  que  si  el  resultado  de  la  operación  no  fué  favorable, 
tampoco  hay  motivo  para  suponer  que  procedió  temerariamente,  ya  .«e 
atienda  á  que  en  la  población  rural  en  que  ocurrió  el  suceso,  no  es  po- 
sible tener  todos  los  auxiliares  necesarios  para  efectuarla,  ya  á  que  esas 
operaciones  quirúrgicas,  de  suyo  difíciles,  no  siempre  tienen  el  éxito 
favorable  que  se  pretende  conseguir. 

II.  Un  médico  titular  expidió  y  firmó  certificación  para  el  Registro 
civil,  con  motivo  del  fallecimiento  de  un  individuo  vecino  de  un  pue- 
blo próximo  al  del  facultativo,  afirmando  con  inexactitud  haber  recono- 
cido personalmente  el  cadáver  de  éste  que  falleció  á  consecuencia  de  la 
enfermedad  allí  expresada,  sin  que  por  ello  exigiera  retribución  alguna. 

Formada  causa  criminal  por  este  hecho,  la  Sala  de  lo  criminal  de  la 
Audiencia  de  Madrid,  estimando  (][ue  siendo  cierto  lo  esencial  del  con- 
tenido de  la  certificación,  que  las  inexactitudes  expresadas  no  se  debie- 
ron k  propósito  de  lucro  sino  al  deseo  de  evitarse  la  molestia  de  pasar 
al  puelílo  donde  tuvo  lugar  el  fallecimiento,  condenó  al  médico  como 
responsable  del  delito  de  imprudencia  temeraria,  é  interpuesto  recurso 
de  casación  por  infracción  de  ley,  el  Tribunal  Supremo,  en  sentencia 
de  3  de  noviembre  de  1883,  declaró  no  haber  lugar  al  recurso  á  funda- 
mento del  siguiente  Considerando : 

Considerando  que  libre  y  voluntaria  la  acción  del  médico  recurrente, 
al  expedir  la  certificación  origen  del  proceso,  cuyo  contenido  están 
esencial  en  cuanto  expresa  la  causa  y  realidad  del  fallecimiento,  como 
en  la  parte  referente  á  la  afirmación  falsa  del  previo  examen  personal 
del  cadáver,  indispensable  según  el  artículo  77  de  la  ley  de  Registro 
civil  para  afirmar  como  era  precisa  la  presencia  de  señales  inequívocai? 
de  descomposición  ;  si  tal  acto  aun  desligado  de  fin  concreto,  pudo  con- 
siderarse comprendido  en  la  sección  1.*,  cap.  4.**,  tít.  4.**  del  lib.  2.**  del 
Código  penal,  atendida  la  grave  función  del  interés  público  encomen- 
dada directamente  por  aquel  artículo  á  los  facultativos,  la  influencia 
decisiva  del  documentó  en  sucesivas  determinaciones  oficiales  y  el  ca- 
rácter de  médico  titular  propio  del  recurrente,  la  apreciación  de  la  Sala 
al  estimarle  como  delito  de  imprudencia  temeraria,  por  juzgar  que  no 
le  dictó  propósito  de  lucro  sino  el  de  evitar  el  procesado  la  molestia  de 
su  traslación  al  pueblo  donde  tuvo  lugar  el  fallecimiento,  es  proce- 
dente. 

III.  Habiendo  una  mujer  sentídose  con  dolores  de  parto,  en  la  ma- 
ñana del  18  de  junio  de  1882,  se  verificó  aquél  sin  asistencia  médica, 
con  auxilio  de  una  vecina ;  mas  como  no  se  encontrara  bien  la  partu- 
riente, se  avisó  á  un  médico  que  en  el  mismo  día  la  reconoció,  obser- 


La  responsabilidad  médicu  ante  ios  Tritunaies  de  justicia  39 S 


vando  que  tmía  otro  feto,  de  posición  de  hombro  y  brazo  úquierdos  y, 

f)ulsando  el  feto,  manifestó  estar  ya  muerto,  procediendo,  á  rueg-os  áe 
a  misma  enferma,  á  la  amputación  del  brazo  izquierdo  del  citado  feto 
con  un  cuchillo  que  se  le  fticiíitó  en  la  casa,  por  ver  si  podía  darle  la 
vuelta  con  el  fin  de  extraerlo ;  y  como  quiera  que  la  enferma  se  agra- 
vaba por  momentos,  dijo  el  médico  que  era  operación  que  debía  hacerse 
por  dos  profesores.  Llamado  otro  facultativo,  practico  con  el  anterior 
varias  tentativas  para  hacer  la  versión,  y  como  no  pudieran  conseg'uirlo, 
á  pesar  de  haber  hecho  uso  del  fórceps,  ordenaron  el  traslado  de  la  en- 
ferma al  Hofjpital  Clínico  de  la  Facultad  de  Medicina  de  Madrid,  donde 
fué  reconocida  y  auxiliada,  lográndose  la  extracción  del  feto  sin  ins- 
trumentos de  ninguna  clase,  consistiendo  la  operación  en  practicar  la 
versión  poda lica,  pero  falleciendo  dos  días  después  de  una  peritonitis 
aguda  puerperal.  Practicada  por  los  médicos  forení^es  la  autopsia  del 
cadáver,  manifestaron,  entre  otros  extremos,  que  echada  hacia  arriba  la 
matriz,  se  vio  una  rotura  con  magullamiento  de  la  parte  anterior  y  su- 
.  perior  de  la  vagina,  en  su  inserción  con  el  cuello,  deduciendo :  primero, 
que  dicha  mujer  murió  á  consecuencia  de  la  herida  con  magullamiento 
situada  en  la  parte  anterior  y  superior  de  la  vagina ;  segundo,  que  di- 
cha lesión  debió  ser  hecha  por  maniobras  imprudentes  al  extraer  el 
feto }  tercero,  que  dicha  lesión  era  mortal  de  necesidad.  Asimismo  ex- 
presaron los  forenses,  que  practicada  la  autopsia  del  feto  extraído,  era 
(le  todo  su  tiempo  por  sus  dimensiones  y  peso,  notándose  en  su  hábito 
exterior  la  falta  del  brazo  izquierdo,  deduciendo  de  las  observaciones 
hechas :  primero,  que  dicho  reto  del  sexo  femenino  murió  de  la  hemo- 
rragia por  la  amputación  del  brazo  izquierdo ;  segundo,  que  al  hacer 
dicha  amputación,  el  feto  había  respirado  y  por  consecuencia  vivía;  ter- 
cero, que  la  amputación  de  dicho  brazo  había  de  producirla  fatalmente 
la  muerte ;  cuarto,  que  relacionando  las  lesiones  de  la  madre  y  el  feto 
se  deducía  así  bien  :  primero,  que  se  había  tratado  de  un  parto  distócico 
por  presentación  de  brazo  izquierdo ;  segundo,  que  se  practicó  la  am- 
putación del  brazo  izquierdo  que  salía,  y  al  practicarla  pudo  hacerse  la 
rasgadura  y  magullamiento  de  la  parte  superior  y  anterior  déla  vagina 
de  la  madre,  produciéndola  la  muerte,  como  igualmente  al  feto. 

Formada  causa  criminal  en  la  que  resultaban  los  anteriores  hechos 
y  procesados  los  dos  médicos  expresados,  los  condenó  la  Sala  de  lo  cri- 
minal de  la  Audiencia  de  Madrid  como  autores  del  delito  de  homicidio 
por  imprudencia  temeraria,  é  interpuesto  recurso  de  casación  por  in- 
fracción de  ley,  el  Tribunal  Supremo,  en  sentencia  de  29  de  septiembre 
de  1884,  declaró  no  haber  lugar  á  él,  á  fundamento  del  siguiente  Consi- 
derando : 

Considerando  que  dado  como  probado  por  la  Sala  sentenciadora  que 
el  médico  procesado  D.  J.  M.,  maniobró  indiscretamente  varias  veces 
sobre  la  parturiente  con  el  fin  de  llevar  á  cabo  la  versión  del  feto  y 

Sroceder  á  su  extracción ;  que  amputó  con  una  navaja  el  brazo  izquier- 
o  de  éste  obrando  en  el  caso  concreto  contra  las  prescripciones  de  la 
ciencia;  y  que  él  mismo  trajo  el  instrumento  qnirnr ^ico, Jorceps,  del 
cual  con  su  aquiescencia  y  consentimiento  hizo  uso  su  compañero  de 
profesión  D.  M.  L.,  á  pesar  de  no  ser  dicho  instrumento  explorador,  ha- 
llarse contraindicado  por  la  misma  ciencia  en  la  forma  en  que  se  usó 
y  ser  el  que  sirvió  más  principalmente  para  causar  la  herida  con  ma- 
gullamiento, situada  en  la  parte  anterior  y  superior  de  la  vagina  de  la 
parturiente,  que  la  ocasionó  la  muerte,  claro  y  evidente  es  que  por  ne- 
gligencia é  imprevisión,  con  imprudencia  temeraria  ejecutaron  ambos 
procesados  un  hecho  que  si  hubiera  mediado  malicia,  en  razón  á  la 
pena  que  la  ley  señala,  constituiría  un  delito  grave. 


:ig4  Mortalidad  de  la  primtra  infancia 

Atentos  al  resultado  que  ofrece  cuanto  dejamos  expuesto,  debemos 
concluir  expresando,  que  interesa  mucho  á  los  individuos  de  la  clase 
médica  ajustarse  en  el  ejercicio  de  su  noble  y  humanitaria  profesión, 
\  las  reg-las  de  la  más  exquisita  prudencia,  no  sólo  porque  así  lo  exige 
lo  delicado  de  sus  funciones,  sino  para  evitar  que  un  modo  dte  proceder 
debido  á  imprudencia  temeraria  ó  á  simple  imprudencia  ó  negligencia 
con  infracción  de  Reglamentos,  produzca  en  las  personas  enfermas, 
males,  muchas  veces  irreparables  y  constitutivos  de  delito  que  tiene 
sanción  penal  adecuada  en  el  Código, 

f  Se  concluirá). 


Hortaüdad  de  la  primera  Infancia  ''^ 

POH 

D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona 

Director  de  la  Rcpista  de  Medicina  y  Cirugía  practícate  Vocal  de  la  Junta  municipal 
de  :>anidad  de  Madrid,  etc.,  etc. 

«La  historia  de  la  evolución  de  la  Sociedad 
moderna  ha  demostradoáüe  la  grandeza  flsia 
y  moral  de  una  nación  se  naila  en  razón  dirtcu 
del  número  de  sus  habiunies  y  que  el  aumento 
progresivo  de  individuos  aptos  para  el  trabajo 
material  é  intelectual  de  un  pais^es  la  expresión 
exacta  de  su  prosperidad  y  de  su  vitalidad». 
{H  A  vsztí.^  Madrid,  bajo  el  punto  de  yuta  mé- 
dico social) 

I.  El  considerable  incremento  que  en  estos  últimos  años  ha  adqui- 
rido la  tuberculosis,  constituye  la  preferente  preocupación  de  los  higie- 
nistas, quiches,  con  una  constancia  y  tenacidad  dianas  de  todo  enco- 
mio, no  cesan  de  estudiar  y  proponer  las  med¡(ías  sanitarias  mis 
conducentes  para  atajar  los  progresos  de  un  mal  que  tales  vuelos  ha 
tomado  y  causa  tan  terribles  estragos. 

Por  fortuna,  la  incansable  y  ejemplar  propaganda  emprendida  por 
los  sabios  ha  repercutido  con  fruto  en  las  esferas  oficiales  de  todos  lo.*? 
países;  y  los  altos  Poderes  del  Estado  y  sus  Gobiernos  respectivoi^, 
prestando  oídos  á  estas  predicaciones  de  los  hombres  de  ciencia,  han 
dictado  saludables  disposiciones  encaminadas  á  contener,  en  cuanto  es 
posible,  el  extraordinario  desarrollo  de  tan  mortífera  enfermedad. 

'  No  hemos,  pues,  de  escatimar  en  lo  más  mínimo  nuestro  parabién 
y  nuestros  aplausos,  á  los  unos,  por  la  labor  científica  y  humanitaria 
emprendida,  y  á  los  otros,  por  la  generosa  protección  otorgada  á  tan 
benéfica  y  provechosa  empresa;  pero  no  podemos  menos  de  alzar  nue?^ 
tra  modesta  y  desautorizada  voz  á  fin  de  llamar  la  atención,  no  sólo 
de  los  poderes  públicos  sino  también  de  la  Sociedad  en  general,  para 
que  se  fije  bien  en  que  no  es  la  tuberculosis  el  único  terrible  enemigo 
que  hay  que  combatir  ni  el  azote  que  más  brutal  y  despiadadamente 
castiga  á  nuestra  Patria  y,  por  lo  tanto,  que  no  es  ella  sola  la  que  ha 
de  ser  objeto  predilecto  de  nuestras  preocupaciones  y  la  que  demanda 
exclusivo  apoyo  y  protección,  como  parecen  dejarlo  entrever  las  co- 
rrientes modernistas.  No.  Y  esto  que  al  pronto  pudiera  parecer  una 
exageración  ó  fruto  de  una  deducción  errónea,  es,  por  desgracia,  cier- 
to, evidentísimo. 

Hay,  en  efecto,  otro  problema  médico  social  de  caracteres  más  alar- 
mantes aún  que  el  de  la  misma  tuberculosis  y  que  merece  de  nuestros 
Gobiernos  preferente  atención,  de  los  higienistas  tenaz  y  persuasiva 
propaganda,  y  muy  en  particular  de  las  familias  un  decidido  y  eficaz 


(1)    Tema  presentado  a!  Congresade  Deontologia  Méd\ca.  —Madrid  3  á  5  denmyo-detSOS. 


hioríalidod  de  la  primera  infancia  3g5 

apoyo,  si  no  para  resolverlo  en  absoluto,  puesto  que  por  ley  natural 
esto  no  es  posible  ni  pretenderlo  siquiera,  al  menos  para  conseguir 
atenuar  o  en  gran  parte;  problema  de  Capitalísimo  interés  por  cuanto 
constituye  uno  dt>  los  factores  principales  que  impide  que  la  población 
de  Bspaña  adquiera  el  correspondiente  y  proporcional  desarrollo;  pro- 
blema, en  fin,  cuya  resolución  depende  hasta  cierto  punto  de  nosotros 
miamos,  como  de  manera  bien  elocuente  y  efectiva  lo  viene  demos- 
trando nuestra  vecina  la  República  francesa,  que  desde  hace  algunos 
años  está  haciendo,  con  gran  éxito,  supremos  esfuerzos  para  resolver- 
lo: Nos  referimos  á  la  ntorlalidad  itifanUL 

En  los  diez  años  comprendidos  desde  1891  á  1901,  España  ha  aumen- 
tado sólo  615,858  habitantes,  siendo  así  que,  se^iin  Bertillon,  en  el 
mismo  período  de  tiempo  ha  crecido  la  población  de 

Alemania 6.9n,0U  habitantes 

Inglaterra 4.T21.340           » 

Austria  Hungría 3.9r»6,305           » 

Francia 619,650           » 

Lo  que  da  la  proporción  de 

Alemania 140  por  1,000  habitantes 

Inglaterra 100       »  » 

Austria  Hungría ^    .      96       »  y> 

E'ipaña 33       »  » 

Francia 16       »  »     ^ 

El  desarrollo  de  nuestra  población,  como  veis,  es  bien  pobre  y  no 
depende  ciertamente  de  la  escasez  de  la  natalidad,  sino  de  la  excesiva, 
de  la  espantosa  mortalidad  que  nos  agosta. 

En  efecto,  aterra  y  llena  el  alma  de  profunda  pena  ver  las  enormes 
cifras  que  de  mortalidad  general  arrojan  las  estadísticas  y  más  espe- 
cialmente las, que  delatan  el  considerable  número  de  niños  que  cada 
año  pierde  nuestra  patria. 

Según  el  Anuario  del  movimiento  de  población  de  España  en  1900, 

f)ublicado  por  la  Dirección  general  del  Instituto  geográfico  y  estadístico^ 
a  mortalidad  general  en  las  49  provincias  fué,  durante  el  mencionado 
año,  de  536,716,  correspondiendo 

¡¡229,348  á  nlfios  menores  de  olnoo  aftotl! 

ó  sea  el  42*73  por  100  de  la  mortalidad  general,  cifra  verdaderamente 
desconsoladora  y  que  se  presta  á  tristes  reflexiones;  mucho  más,  si  se 
considera  que  gran  número  de  ellos  fallecieron  de  enfermedades  evitar 
5/tfí  y  que  indudablemente  fueron  engendradas  por  la  inobservancia 
de  las  reglas  higiénicas  aplicables  á  tan  tiernos  seres. 

Ahora  bien,  distribuyendo  esta  mortalidad  por  estaciones,  corres- 
ponde: 

Xortalidad  general  Xortalidad  infantil 

Invierno    ....  154,285  Verano 68,934 

Verano 133,774  Infierno     ....  58,496 

Otoño 126.562  Otoño 52,542 

Primavera.    .    .    .  122,145  Primavera.    .    .    .  49,376 

Total.    .    .    536,716  Total.    .    .    229.348  (1) 


(1)  Estas  cifras  discrepan  algún  tanto  de  las  que  aparecen  en  el  tomo  U  del  Anuario  del  Jnt- 
tituto  ge  gráfico  y  estadístico ;  pero  concuerdaa  per  recta  meo  te  con  ios  del  tomo  I,  que  es  el  que 
me  ha  scrTídó  para  mis  oáteulos  en  todo  este  modesto  trabajo. 


Flg.  1».  —  Monilidad  «entral  cd  EsptA*  dónate  el  año  tíKK) 


febrero 
cpffrzo 
sbriL- 
(psvo 
oümo 

OÜEO 
SfioSTo 

Octabri 

ffoYleCpbri 

Dicieipb: 


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ifliHifliiiiBsiüsiiaiiiiiiiaii 

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398  Conpeniencia  de  seleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  Facultad 


Comparando  la  mortalidad  de  niños  nifios  menores  de  cinco  <ií?oí,con 
la  mortalidad  g-eneral  y  por  estaciones,  resulta: 


Menores        De  5  años 
de  5  años      en  adelante 


Verano 68,934  64,810 

Invierno 58,496  95,739 

Otoño  . 52,542  74,020 

Primavera 49,3i6  72,769 

229,348       307,368 

¡  Sólo  en  los  tres  meses  del  verano,  68,934  niños  perdidos  para  el 
hogar  y  para  la  patria...!  Decidme,  iqué  guerra,  qué  epidemia,  por 
mortíferas  que  sean,  producen  tan  espantosa  mortandad! 

Estableciendo  ahora  la  proporción  de  la  mortalidad  por  estaciones^ 
tenemos  para  el 

Menores  De  5  años 

de  5  años  en  adeUote 

Verano 30       por  100  21*09  por  100 

Invierno 25í5C        »  3rU        » 

Otoño 22*91        »  24*81        * 

Primavera 21*52       »  23*67        » 

(Se  concluirá). 

coDTBnienela  de  seleccionar  los  alamnos  á  sa  ingreso  en  Facnltil 
y  condiciones  generales  de  nn  buen  régimen  escolar  nnlTersitario  ^'' 

POR    EL 

Dr.  Antonio  Simonena 

Catedrático  de  Patología  y  Clínica  médica  de  la  Universidad  de  Valladolid 

II.  La  segfunda  condición  que  debe  exíg-irse  al  escolar  en  un  buen 
rég'imen  académico,  es  un  aprovechamiento  racional  y  conómico  del 
tiempo  y  del  trabajo  destinados  &  la  instrucción  y  educación  profe- 
sienal. 

De  nada  serviría  una  disciplina  escolar  casi  perfecta,  si  no  se  sacara 
del  tiempo  empleado  y  del  trabajo  realizado,  al  estudiar  una  carrera, 
todo  el  partido  posible.  Y  no  serviría  de  nada,  porque  sin  empleo  eco- 
nómico del  primero  y  sin  señalar  finalidad  inquisitiva  al  seg^undo  (ade- 
mas de  la  de  ejercicio  técnico  que  va  &  él  anejoj,  habría  de  perderse 
gran,  cantidad  de  aquél  y  una  enorme  sum  \  de  éste,  lo  cual  debe  evi- 
tarse &  todo  trance  en  un  buen  régimen  escolar;  ya  que  en  las  actuales 
circunstancias  de  la  vida,  en  que  es  de  necesidad  marchar  á  su  través 
á  gran  velocidad  y  además  es  principio  económico  por  todos  aceptado 
«hacer  lo  mis  en  el  menor  tiempo  posible»,  sería  un  contrasentido  no 
reglamentar  el  empleo  del  que  está,  destinado  por  la  ley  ó  la  costumbre 
al  estudio  de  las  carreras  profesionales,  como  sería  también  un  error 
crasísimo  el  no  enderezar  todos  los  ejercicios  prácticos  inquisitivo:?, 
que,  para  ejercitar  á  los  estudiantes  en  determinadas  técnicas  se  exi- 
gen, al  conocimiento  de  nu^^stra  Patria  y  de  nuestra  raza,  cuyos  cora- 
ponentes  están  por  desgracia  muy  probablemente  por  descubrir  y  se- 
guramente por  catalogar. 

En  cualquiera  reforma  de  los  estudios  universitarios  que  se  intente 
con  esta  tendencia  objetivo-investigadora,  que  es  la  que  hoy  informa  á 


(1^    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


Conp^niencia  de  seUccionar  los  alumnos  á.  su  ingreso  en  Facultad  sgg 


la  enseñanza  superior  en  los  pueblos  cultos,  deberá  tenerse  en  cuenta 
el  papel  importantísimo  de  obrero  investig'ador  reservado  &  los  escola- 
res que,  con  el  fin  de  asimilarse  procedimientos  técnicos  de  observa- 
ción ó  experimentación^  dedlcanse  &  estos  trabajos  inquisitivos. 

Lo  que  ordenando  esta  labor  en  cada  Universidad,  y  bajo  un  plan, . 
pudiera  resolverse,  es  incalculable;  y  los  resultados  que,  en  punto  á  co- 
nocimiento de  nuestro  suelo  y  de  nuestra  atmósfera,  de  nuestro  pueblo 
.en  todos  sus  aspectos  y  de  oVas  particularidades  que  podrían  investi- 
garse, ni  siquiera  pueae  sospecharse  ahora,  antes  de  emprender  este 
trabajo  en  g-ran  escala. 

Urg-e  la  catalogación  de  todos  los  seres  y  de  todos  los  fenómenos, 
que  existen  ó  tienen  lugar  en  nuestra  nación,  pues  de  dicho  conoci- 
miento no  pueden  resultar  sino  beneficios  enormes,  así  para  el  des- 
arrollo de  las  fuentes  de  nuestra  riqueza  y  creación  de  nuevas  explota- 
ciones é  industrias,  cual  ha  ocurrido  en  Alemania  y  está  ^sucediendo  en 
Italia,  como  para  el  mejoramiento  de  nuestras  costumbres  y  de  nuestra 
raza.  Y  nadie  más  llamado  á  este,  trabajo  colosal,  algo  más  fundamen- 
lalmente  productivo  que  el  miimo  catastro,  que  ese  enjambre  de  esco- 
tares, hoy  casi  inactivo,  mañana  trabajador,  si  todos  nos  proponemos 
que  lo  sea  y  nosotros  empezamos  por  darle  el  ejemplo. 

En  la  reglamentación  y  distribución  del  tiempo  destinado  al  estudio 
de  una  carrera  hay  que  tener  presente  dos  condiciones :  Es  la  primera 
que  se  ha  de  procurar  obtener'  et  inayor  caudal  de  conoámientas  y  aptitu- 
aes  técnicas  en  el  menor  tiempo  vostble.  Y  la  segunda  que  se  han  de  po- 
ner los  medios  para  que  los  escolares  empleen  bien  y  adecuadamente  á  su 
condición  de  tales,  mientras  lo  sean,  y  á  la  de  futuros  pí^o/esionales,  el 
tiempo  que  les  quede  libre  después  de  cumplidos  sus  deberes  en  la  Univerr 
sidad. 

Respecto  de  la  duración  de  los  estudios  universitarios,  creo  que  no 
entra  de  lleno  en  lo  que  he  convenido  en  llamar  régimen  universitario, 
y  por  lo  mismo  no  se  habla  de  ello.  Pero  no  estará  de  más  indicar 
que  podría  dicho  régimen  impedir  el  que  se  aproveche  mal  el  tiempo 
por  quienes,  más  atentos  á  correr  á  gran  velocidad  una  carrera  que  á 
adquirir  suficiencia  instructiva  y  técnica,  apelan  á  toda  clase  de  recur- 
sos para  que  no  se  les  detenga  en  su  marcha  vertiginosa. 

En  lo  referente  á  que  los  escolares  empleen  bien  el  tiempo  que  les 
quede  libre,  después  de  cumplidos  sus  deberes  académicos  principales 
y  con  un  fin  adecuado  á  su  condición  de  personas  cultas  y  de  futuros 
profesionales,  hay  que  reconocer  que  el  grado  de  independencia  en 

aue  se  encuentra  hoy  la  clase  escolar,  y  el  abandono  por  la  Universi- 
ad  de  aquélla  acción  tutelar  gue  sobre  dicha  clase  tuvo  en  otros  tiem- 
pos y  que  convendría  hoy  ejercer,  no  son  circunstancias  abonadas 
para  consignar  en  un  régimen  escolar  el  modo  como  podría  emplearse 
«1  llamado  tiempo  libre. 

Sin  embargo,  si  sería  difícil,  aunque  no  imposible,  vigilar  á  los  es- 
colares, como  se  hacía  antiguamente  á  los  universitariosy  aun  se  sigue 
haciendo  hoy  á  los  de  las  academias  militares,  no  sería  difícil,  sino  por 
«1  contrario,  muy  fácil  y  hacedero,  el  idear  medios  que  sin  tener  ese 
sello  autoritario,  que  alguien,  de  seguro,  vería  en  las  disposiciones  de 
nuestras  viejas  Universidades  y  en  las  actuales  academias  militares, 
diera  por  resultado  el  que  nuestros  estudiantes  lo  emplearan  de  un 
modo  más  conforme  á  los  fines  de  su  carrera,  á  los  de  la  Higiene  y  v 
los  de  la  Moral. 

En  las  universidades  alemanas,  por  ejemplo,  en  donde  no  existe 
■esa  fiscalización  de  la  vida  del  escolar  fuera  del  templo  de  la  Ciencia  y 
en  donde,  por  consiguiente,  éste  podría  campar  ])or  sus  respetos,  como 
suele  decirse,  no  ocurre  así  generalmente,  gracias  á  una  serie  de  eos- 


409  Q)npeni€ncia  át  uUccionar  los  alumnos  á  su  íngrtso  en  Facultad 


tumbres,  que  si  no  están  reglamentadas  por  la  Universidad,  han  na- 
cido á  su  calor  en  otras  épocas  y  á  su  sombra  se  sostienen.  Claro 
que  al  hablar  de  ellas,  no  me  refiero  á  todas,  pues  hay  algunas,  como 
el  duelo  y  las  libaciones  fuera  del  límite  prudencial,  altamente  censu- 
rables, sino  á  las  asociaciones  escolares  para  fines  no  sólo  de  solaz  y 
esparcimiento,  sino  de  instrucción  y  de  mutuo  auxilio  y  socorro;  y  que 
permiten  desde  la  organización  de  excursiones  v  viajes  instructivos  y 
restaurants  exclusivamente  escolares,  algunos  de  los  cuales  están  den- 
tro de  la  Universidad,  como  puede  verse  en  la  de  Leipzig,  hasta  depar- 
tamentos en  las  clínicas,  dedicados  á  la  asistencia  de  los  que  desgracia- 
damente caen  enfermos. 

Pero  la  afición  á  la  vida  del  campo,  que  podría  y  convendría  des- 
arrollar en  nuestra,  por  lo  general,  desmedrada  clase  escolar,  mediante 
trabajos  ó  temas  de  investigación  en  todos  órdenes  que  la  misma  Uni- 
versidad podría  i)roponer  para  los  días  de  asueto  y  que  tuvieran  como 
condición  una  excursión  fuera  de  la  ciudad  universitaria,  creo  que 
podría  ser  el  medio  más  á  propósito,  no  sólo  para  que  continuara  la 
instrucción  del  escolar,  sino  también  para  de  este  modo  poder  sortear 
los  escollos  de  la  sífilis  y  de  la  tuberculosis  en  cjue  por  desgracia  nau- 
fraga con  demasiada  y  cada  día  más  creciente  Irecuencia.  Así  y  cum- 
pliendo el  precepto  horaciano  de  mezclar  lo  útil  á  lo  agradable,  se 
mejoraría  la  raza  de  nuestros  escolares  á  la  vez  que  aumentaría  ^w 
instrucción. 

III.  La  tercera  condición  exigible  al  estudiante  en  un  buen  régi- 
men escolar,  es  la  conservación  del  material  común  destinado  á  la  en- 
señanza y  el  pago  del  que  nece.site  individualmente  para  su  educación 
técnica. 

Empiezo  por  advertir  que  con  el  término  '<  mater'al  común  >>  de  en- 
señanza comprendo  desde  el  edificio  en  que  ésta  se  da,  hasta  los  medios 
materiales  de  instrucción  que  se  ponen  á  disposición  de  los  escolarei»; 
medios  de  instrucción  que  son  tan  variadísimos  como  los  sujetos  de 
estudio  y  que  comprenden  desde  el  libro  ó  revista  que  figura  en  la 
biblioteca  y  salas  (le  estudio,  hasta  los  ejemplares  de  museo  y  jardines 
zoológicos  y  botánicos;  y  desde  el  instrumental  necesario  para  la  ob- 
servación ampliada  y  la  experimentación,  hasta  los  seres  vivientes  que 
han  de  ser  objeto  de"  experimentos  ó  de  observación  biológica. 

Acaso  pueda  parecer  á  alguien  innecesario  hablar,  al  híacerlo  de  la.^ 
condiciones  generales  de  un  buen  régimen  escolar  universitario,  de  la 
obligación  que  el  alumno  tiene  de  contribuir  á  la  conservación  del  edi- 
ficio y  mobiliario  en  que  se  dé  la  enseñanza,  por  darse  por  supuesto  el 
interés  que -en  dicha  conservación  debe  tener  todo  escolar;  pero  si  de-, 
jándonos  de  convencionalismos  que  á  lo  sumo  expresan  el  buen  deseo 
que  tiene  quien  los  formula  de  que  la  clase  escolar  sea  lo  que  debe  de 
ser,  venimos  á  la  realidad  y  paseamos  por  los  tránsitos  de  nuestras 
escuelas  superiores  llenos  de  toda  inmundicia,  con  detrimento,  no  sólo 
del  buen  gusto  sino  de  la  salud,  y  penetramos  en  las  aulas  y  observa- 
mos lo  que  todos  ya  sabéis  puede  encontrarse  en  muchas  desellas  y,  í^i 
con  afán  de  corregir  defectos  registramos  los  sitios  más  reservados  en 
que,  si  no  siempre,  muchas  veces  oféndese  el  sentido  del  olfato  y  siem- 
pre la  vista  y  por  ello  muchas  la  moral,  habráse  de  reconocer  que 
mientras  subsistan  estas  malísimas  costumbres,  reflejo  de  otras  seme- 
jantes de  la  masa  social  y  expresión  de  la  falta  de  cultura  y  de  refina- 
miento estético  de  buena  parte  de  nuestra  clase  escolar,  será  necesario 
que  los  reglamentos  traten  de  hacer  desaparecer  tan  graves  infraccio- 
nes á  la  Higiene  y  el  buen  gusto,  que  más  que  detrimento  material  en 
los  edificios,  lo  producen  moral  y  en  menoscabo  de  las  autoridades  que 
las  consienten  y  de  los  escolares  que  las  cometen. 


COHytniencia  de  $eÍ€Ccionar  los  úlumnoM  é  su  irtgnto  en  Facultad  401 


Pop  lo  que  hace  el  material,  que  tanto  cuesta  y  tan  escaso  existe  en 
nuestros  centros  universitarios,  ya  se  comprende  que  su  conservación 
es  obligatoria  para  el  escolar,  y  paréceme  que  huelga  insistir  acerca  de 
este  extremo,  cuya  sola  enunciación  trae  consigo  la  conformidad. 

Pero  salta  aquí  una  duda,  que  por  referirse  á  un  asunto  íntima- 
mente unido  con  lo  que  .«e  trata  y  además  relacionarse  con  el  carácter 
objetivo  y  exi)erimental  que  se  picie  tengan  las  enseñanzas  que  deben 
tenerlo,  paréceme  esMJcasión  que  se  toque,  ya  que  no  resuelva,  pues 
preciso  es  confepar  que  su  resolución  no  es  fácil,  por  tratarse  de  dere- 
chos encontrados. 

La  duda  podría  formularse  con  la  siguiente  pregunta :  ¿Hasta  qué 
punto  la  Universidad  tiene  obligación  de  suministrar  material  para  la 
enseñanza  de  observación  y  experimental?  ¿En  dónde  empieza  la  obli- 
gación de  proporcionárjíelo  el  alumno  mismo? 

Desde  luego  puede  afirmarse  que  la  Universidad  tiene  la  obligación 
moral  de  proporcionar  aquellos  medios  generales  de  observación  y  ex- 
perimentación, que  por  servir  para  muchos  á  la  vez  no  podría  propor- 
cionárselos cada  cual,  y  aquellos  otros,  que  por  su  dificultad  ó  imposi- 
bilidad de  adquisición  por  el  estudiante,  no  los  tendría  éste  nunca,  si 
tuviera  que  buscarlos  ó  adquirirlos. 

Pero  ya  una  vez  cumplida  esta  obligación  ineludible  (y  digo  inelu- 
dible porque  si  no  se  cumple  se  hace  imposible  la  enseñanza  en  la 
-forma  en  que  debe  hoy  hacerse),  queda  todavía  un  campo  litigioso  á 
primera  vista,  pero  que  no  lo  es  en  realidad  y  que  se  halla  entre  la 
obligación  expuesta  y  la  que  se  asigna  al  alumno,  como  luego  se  verá. 

Debiendo  ser  la  enseñanza,  no  una  fuente  saneada  de  ingresos, 
como  es  en  algunas  Universidades  (1),  para  el  Estado,  sino  una  de  sus 
cargaos  (que  no  lo  es  ciertamente,  pues  lo  que  aquéllas  reciben  de  él,  lo 
devuelven  en  cultura  á  la  Nación;  cultura  que  ásu  vez  se  convierte  en 
riqueza  de  la  misma),  compréndese  que,  todavía  queda  á  la  Universi- 
dad la  de  invertir  en  material  de  enseñanza  y  en  ensanchar  su'esfera 
de  acción,  las  ganancias  que  resultasen  luego  de  satisfechas  sus  pri- 
meras obligaciones.  Y  esto  es  lo  que  hacen  los  más  renombrados  cen- 
tros universitarios  extranjeros,  cuyos  edificios,  material  científico  y 
enseñanzas  cada  día  crecen  y  mejoran,  al  compás  de  los  beneficios  que 
de  la  misma  enseñanza  directa  é "indirectamente  reportan. 

Yo  creo  que  hasta  que  no  se  empiece  á  hacer  aquí  algo  semejante, 
para  lo  cual  considero  como  primera  condición  el  goce  de  una  prudente 
autonomía,  no  sólo  científica  sino  administrativa,  nuestras  Universida- 
des no  llamarán  la  atención  de  los  genorosos,  ni  recibirán,  por  tanto, 
sus  favores  en  forma  de  donaciones  y  legados,  como  antes  se  hacía,  ni 
se  tenderán  entre  ellas  y  la  masa  social  esos  lazos,  que  tanto  se  echan 
de  menos  con  razón  y  que  seguramente  no  han  de  establecerse  ínterin 
dichos  centros  no  sean  algo  más  que  una  oficina  de  expedición  de  títu- 
los profesionales. 

Cumplidas  estas  dos  obligaciones  por  la  Universidad,  el  resto  de- 
berá procurárselo  el  que  sigue  una  carrera  universitaria.  Y  deberá 
procurárselo  porque  está  en  su  interés  adquirir,  durante  la  época  de  su 
instrucción  y  educación  profesional,  la  mayor  suma  de  conocimientos 
prácticos  y  de  habilidad  técnica  en  su  carrera,  y  todo  esto  únicamente 
a  fuerza  de  observar,  experimentar  y  practicar  adecuadamente  puede 
alcanzarse. 


(1)    En  la  Universidad  de  Valladolid  se  obtuvieron  los  euperápit  qut  fígurán  á  continuación  y 
que  se  devolvieron  al  Estado  : 

Curso  de  1898  al   99.    .    .    .    4J2.505'40  peseus. 


Curso  de  1895  al  96.    .    .    .      37,333      pesetas, 
»      de  1^9fí  al  97.    .    .    .      47.725^0      y> 
»      de  1897  al  98.    .    .    .      99,893*85      » 


de  1899  al  900.    .    .    .      95,112-16 
de  1900  al  901.    .    .    .    100,6 JO'83 


409  Conveniencia  de  seleccionar  io9  alumnos  á  $u  ingreso  en  Facultad 

Eu  los  países  en  qué^el  estudio  de  las  ciencias  tiene  este  carácter 
objetivo  y  en  los  que  á  la  exposición  oral  de  los  principios  ó  de  la  doc- 
trina ha  sustituido  la  observación  del  fenómeno  y  la  demostración  ex- 
perimental de  la  ley;  y  en  los  que  el  menor  tiempo  se  dedica  á  la  lec- 
ción expositiva  y  el  mayor  á  la  investigación,  las  oblig^aciones  de  los 
escolares,  con  respecto  a  la  provisión  del  material  necesario  al  estudio, 
son  mucho  mayores  de  lo  que  generalmente  se  cree  entre  nosotros  (1); 
de  tal  modo,  que  yo  he  sacado  la  conclusión  de  que  la  enseñanza  uni- 
versitaria en  Alemania,  por  ejemplo,  es  cara,  y  lo  es  tanto  más  cuanto 
m¿s  de  observación  instrumental  y  experimental  tiene  el  carácter. 

Por  otra  parte,  como  el  objetivo  de  esta  enseñanza  es  formar  ó  crear 
aptitudes  profesionales,  que  no  han  de  ser  ni  pueden  ser  patrimonio 
de  todos,  sino  de  algunos,  que  de  ellas  han  de  aprovecharse  no  tanto 
para  satisfacer  una  necesidad  social,  cuanto  para  mediante  ello,  reali- 
zar sus  aspiraciones  particulares,  natural  es  que  aquel  que  ha  de  sacar 
las  ventajas  de  este  adiestramiento  técnico,  se  pague  los  medios  de 
alcanzarlo,  ínterin  no  aparezcan  filántropos  que  se  adelanten  á  hacerlo. 

Y  si  á  ello  se  agrega  lo  verdaderamente  desprovistas  de  material 
que  están  casi  todas  nuestras  Universidades  y  se  piensa  eñ  la  dificul- 
tad, por  no  decir  imposibilidad,  en  que  se  encuentra  el  Estado  de  pro- 
porcionarlo todo  en  cantidad  y  variedad  necesarias  á  las  exigencias 
actuales  de  la  enseñanza  y,  por  último,  se  atiende  á  la  carencia  ab*> 
luta  de  recursos  propios  de  aquellos  centros,  único  modo  que  habría  de 
corregir  las  mezquindades  del  Tesoro,  se  comprenderá  la  necesidad 

Íue  hay  de  que  el  alumno  pague  su  instrucción  técnica,  mucho  más 
e  lo  Que  paga  hoy,  si  es  que  se  quiere  que  dicha  instrucción  sea  una 
verdaa. 

He  terminado  mi  trabajo,  que  creo  puede  condensarse  en  las  si- 
guientes 

Conclusiones 

I.  No  se  debe  seleccionar  los  alumnos  á  su  ingreso  en  la  Facultad, 
porque  ni  es  posible  hacerlo  de  un  modo  racional  y  justo,  ni  el  proce- 
dimiento que  se  idee  para  llevarlo  á  cabo  evitaría  los  males  presen- 
tes, y,  en  cambio,  produciría  otros  que  hoy  no  existen. 

II.  Las  condiciones  generales  de  un  buen  régimen  escolar  univer- 
sitario, son : 

En  lo  tocante  á  la  Universidad: 

1.°  Que  se  proporcionen  medios  adecuados  á  la  instrucción,  inveí^ 
tigación  cientinca  y  educación  profesional. 

2.°  Que  se  ])rocure  despertar  en  el  alumno  el  afán  de  instruirse, 
investigar  y  adquirir  idoneidad  profesional. 

En  lo  tocante  á  los  alumnos: 

1.**  Que  se  restablezca  la  disciplina  escolar,  hoy  tan  relajada  por 
desgracia. 

§.®  Que  se  aproveche  racional  y  económicamente  el  tiempo  y  el 
trabajo  destinados  á  la  enseñanza;  y 

3.**  Que  se  conserve  por  los  alumnos  el.  material  común  de  ésta  y  se 
pague  por  ellos  el  individual  necesario  para  su  educación  técnica. 

(1)  La  costumbre  en  Alemania  respecto  de  este  asunto  es  la  siguiente:  El  alumno  que  asiste  i 
uo  laboratorio  (y  pueden  asistir  con  la  venia  del  profesor,  alumnos  que  siguen  una  carrera  ó  los 
que  la  terminaron  y  tienen  gusto  en  seguir  investigando)  pagan  un  tanto  por  todo  el  curso  v  qut 
no  suele  ser  meno«{  de  30  marcos  (unas  60  peseus  al  cambio  actual)  y  en  algunos  cas(M  llegan  i  iO  6 
50;  y  además,  cuanto  material,  asi  instrumental  como  subsuncias  y  minerales  empleen  6  gastea. 
de  manera  que  quien  trabaja  y  gasu  más,  paga  más. 


Papel  moraüzaiior  é  higiénico  del  trabajo  manial  en  el  nlfio  <'> 

POR  EL 

Dr.  Foveau  de  Courmhlles  (2)' 

El  ridiculo  menosprecio  del  trabajo  manuaL  —  El  trabajo  manual  en  la  escuela 
primaria.  —  Fomentos  p  recompensas. —Dominación  y  universalidad  del 
trabajo  manual  —Trabajo  inteligente  y  director,  — El  trabajo  manual  en 
la  ciencia  y  el  arte.  —  Conquista  de  la  naturaleza.  —  Poder  y  energía  del  tra- 
bajador asociado.  —  Solidaridad  general. 

Fraucia  tiene  horror  al  trabajo  manual,  el  único  bueno,  el  único  eficaz, 
el  único  moralizador  é  higiénico,  porque,  aun  después  del  trabajo  cerebral, 
es  eminentemente  reparador.  La  nación  se  mueve  para  borrar  la  memoria 
de  este  trabajo  y  hacerse  de  rentas.  Esto  ha  de  producirle  la  muerte,  en 
breve  tiempo,  si  se  sigue  descuidando  aquél. 

Para  el  obrero,  el  enemigo  es  el  hombre  con  vestidos  bien  trajeados;  y 
esto  es  tan  cierto,  que  se  ruboriza  de  llevar  su  vestido  de  trabajo.  Antes,  en 
el  taller,  al^  terminar  la  faena,,  se  cambiaba  su  blusa  de  trabajo  por  otra  lim- 
pia; hoy  lo  hace  para  encasquetarse  un  sobretodo. 

Este  «no  trabaja  con  sus  dedos»,  según  la  expresión  sancionada;  este 
trabajo  deshonra.  No  veremos  un  hombre  que  cual  otro  Cincinato,  vence- 
dor, vuelve  al  arado  que  abandonó.  Nos  hallamos  muy  lejos  de  los  atrevi- 
dos americanos  del  Norte,  de  estos  millonarios  que  han  ocupado  todas  las 
profesiones»  desde  las  más  bajas,  las  más  manuales,  hasta  las  más  impor- 
tantes. De  este  modo  se  adquiere  la  actividad,  el  espíritu  de  iniciativa  y  la 
sana  fatiga  que  ayuda  al  reposo  y  al  futuro  trabajo. 

Nuestro  mal  empieza  en  la  escuela.  Esto  ya  es  antiguo.  Diderot  lo 
combatía  en  la  Encyclopédie,  ¿Podemos  confiar  en  que  el  automovilismo, 
aristocrático  sport,  como  antes  lo  eran  las  obras  de  vidrio  para  los  gentiles 
hombres,  renueve  nuestro  estado  de  alma?    Ya  es  hora  de  que  sea. 

«Cuando  el  cepillo  de  carpintero  y  la  lima,  escribía  Julio  Ferry,  siendo 
Ministro  de  Instrucción  pública,  tengan  al  lado  del  compás,  de  la  carta  geo- 
gráfica y  del  libro  de  historia,  el  mismo  sitio  y  «ean  objeto  de  una  ense- 
ñanza razonada  y  sistemática,  muchos  prejuicios  desaparecerán,  serán  des- 
vanecidas muchas  oposiciones  de  castas,  se  preparará  la  paz  social  desde 


(i)    A  nn,  d€  Mid.  et  Chir.  inf ,  l.«  agosto  de  1903. 

(2)  Desde  e.  envío,  para  la  publicación  en  los  AnnaUSy  del  importante  trabajo  del  Dr.  Foveau 
de  Courmelles,  Vicepresidente  honorario  de  la  Asociación  de  los  miembros  de  Enseñanza  y  de  la 
Sociedad  francesa  de  Higiene,  ha  aparecido  en  Le  Matiriy  del  9  de  julio  de  1903,  el  sumario  siguiente 
que  muestra  su  imporuncia  y  actualidad : 

El  trabajo  manual  en  el  liceo.  —  Nuestros  colegiales  en  el  taller.  —  La  Memoria  de  Liard.  —  Treinta 
y  siete  opiniones  favorables  contra  ocho.  —  El  problema  del  gasto. 

El  pasado  año  1902,  algunos  miembros  del  Consejo  superior  de  Instrucción  pública  votaron  á 
favor  de  la  creación  de  talleres  de  trabajo  manual,  en  los  liceos  y  colegios,  para  que  los  alumnos 
pudieran  aprender  en  ellos. 

A  petición  del  Ministro,  el  Vicerrector  de  la  Academia  de  París,  Liard,  optó  por  las  asambleas 
de  profesores  de  liceos  y  colegios  del  distrito.  Liard  ha  terminado  hace  poco  la  Memoria  que  re- 
sume las  deliberaciones  de  estas  asambleas  y  la  ha  aumenudo  con  su  opinión  personal. 

En  treinu  y  siete  establecimientos,  los  profesores  son  favorables  al  principio.  En  ocho,  desfa- 
vorables. Pero,  algunos  sólo  se  refieren  á  las  dificultades  de  la  organización  material.  Únicamente 
en  cuatro  establecimientos  se  ha  llegado  á  dudar  del  valor  del  mismo  principio.  En  Kcims  y  en  el 
reducido  liceo  Condorcet,  se  cree  que  la  enseñanza  manual  sólo  debe  darse  en  las  escuelas  prima- 
rias superiores.  En  cl  liceo  Yanson-dc-Sailly  y  en  Versalles,  los  profesores  opinan  que  la  intro- 
ducción del  trabajo  manual  aproximaría  los  liceos  á  las  escuelas  profesionales  y  modificaría  todo 
el  carácter  de  la  enseñanza  y  de  la  educación. 

Liard,  en  su  Memoria,  declara  que  todo»  estos  argumentos  no  le  han  hecho  cambiar  de  opinión. 
«Nos  ahogamos,  dice,  resguardados  por  nuestros  tabiques  impermeables»,  y  añade:  «Considero  el 
trabajo  manual  una  excelente  escuela.  El  roce  con  buenos  obreros,  el  respeto  que  tienen  á  las 
cosas  concretas,  seria  un  excelente  preservativo  contra  las  paradojas  y  quintaesencias  de  abstrac- 
ción que  produce  muchas  veces  el  abuso  de  la  educación  intelectual». 

Sin  embargo,  Liard  piensa  que  los  trabajos  manuales  debieran  ser  faculutivos. 

Sólo  halla  una  objeción  que  hacer:  la  eterna  cuestión  del  gasto.  Efectivamente:  para  que  la 
nueva  enseñanza  produzca  sus  frutos,  es  preciso  que  sea  gratuita.  Según  lo  presupuestado,  se 
puede  anticipar  como  gasto  de  primera  insulación,  50  francos  por  alumno.  La  conservación 
anual  cosurfa,  por  lo  menos,  hO)  francos,  si  se  hace  el  trabajo  de  hierro  y  madera,  y  250  franco^,  si 
sólo  se  hace  de  uno  de  los  dos. 

Al  terminar  Liard,  propone  hacer  los  ensayos  en  algunos  establecimientos  que  st  presten  bue- 
namente i  ello.  Cita  los  liceos  Condorcet,  Saint-Louis,  Lacanal,  Michelet,  de  Bourges  y  de  Beaii- 
vais;  los  colegios  de  Nogent-le>Routrou,  Sainte-Menehould,  Sézanne  y  Blois.  «Así,  dice,  se  limi- 
tará el  gasto  y  se  marchará  después  con  toda  seguridad». 


404  Papel  morali^ador  é  higiinico  del  trabafo  manual  en  el  niño 

los  mismos  bancos  de  la  escuela  primaria,  v  la  concordia  alumbrará  con  su 
radiante  resplandor  el  porvenir  de  la  sociedad  francesa  ». 

Naturalmente,  poco  ó  uada  se  preocupan  de  que  el  niüo  adquiera  lai«- 
trucd&fi  educadora,  la  educación  délos  sentidos,  sin  los  que,  como  dice  Dide- 
rot,  nada  entra  en  el  cerebro  por  parte  del  oído,  lavista«  el  olfato  y  el  gusto, 
así  como  tampoco  de  la  tan  preciosa  utilización  de  una  facultad  que  puede 
reemplazar  á  las  otras:  el  tacto.  El  obrero  persiste  en  la  creencia  de  ser 
inferior,  desigual  al  obrero  de  la  inteligencia;  cree  que  el  abandono  del  tra- 
bajo manual  le  convertiría  en  un  «intelectual»,  término  del  cual  se  ba  abu- 
sado tanto;  excita  á  sus  conocidos  k  «lio  y  crea  el  proletariado  cerebral,  el 
peor  y  más  temible.  Derribemos  los  prejuicios;  quisiéramos  ver  reprodu- 
cir para  el  niño  (que  de  este  modo  adquiriría  afición  á  ello,  se  consideraría 
el  equivalente,  sinoeligual  á  todo  trabajador,  y  vería  extenderse  su  círculo 
de  conocimientos  é  ideas  por  su  actividad),  infinidad  de  objetos  simples  y 
fáciles;  qui>iéraraos,  como  Franklin,  que  supiese  «i  aserrar  con  una  barrena 
y  agujerear  con  una  sierra !»  Esto  sería  para  los  ricos  un  modo,  compren- 
diendo, al  ejecutarlo,  las  dificultades  de  apreciar  á  su  hermano,  el  trabajador 
manual.  ¿Cuántos  inteligentes  é  instruidos  hay,  en  nuestra  época,  que 
puedan  utilizar  sus  manos?  Pero,  se  objetará,  como  antes  se  hizo  al  apare- 
cer las  máquinas,  si  todos  supiesen  trabajar  manualmente,  el  obrero  no 
tendría  ya  necesidnd  de  existir.  No  sucedería  nada,  porque  el  tiempo,  aun 
la  misma  afición,  faltarían  á  todos  aquellos  cuyas  ocupaciones  son  diferen- 
tes. ¡Cuántos  ingenieros,  excelentes  teóricos,  continuarán  dirigie'ndo sin 
tener  para  ello  apenas  tiempo!  Pero  serán,  lo  que  frecuentemente  hoy  no 
son,  capaces  de  atornillar  una  máquina  y  no  serían  inferiores  á  los  obreros 
puestos  á  sus  órdenes.  Para  la  joven,  eftrabajo  manual  está  evidentemente 
indicado  de  antemano  en  cierta  manera;  la  cocina  ó  química  culinaria,  la 
costura,  sin  peijuicio  de  otros  trabajos,  m^s  bien  poco  fatigosos,  porque  no 
es  muy  necesario  el  masculinizar  la  mujer. 

Esperando  que  el  trabajo  manual  sea  incluido  en  los  programas  univer- 
sitarios, para  que  alterne  con  la  deformadora  postura  del  escolar  encorvado, 
inmóvil,  en  malas  mesas  escolares  y  pueda  de  este  modo  extender  benéfica- 
mente sus  músculos  y  organismo,  los  padres,  en  realidad  anhelosos  del 
porvenir  de  sus  hijos,  debieran  dedicarlos  al  trabajo  manual,  por  lo  menos 
en  la  casa,  por  poca  voluntad  que  tuvipran.  Pero  se  necesitaría,  para  conse- 
guirlo, que  los  padres  estuviesen  convencidos  y  comprendiesen  la  necesi- 
dad de  la  instrucción  del  sentido  del  tacto,  y  que  no  quieran  crear  una 
especie  de  aristocracia  por  el  menosprecio  del  trabajo  físico.  Que  no  se 
niegue,  aua  en  ciertas  situaciones  f  y,  por  otra  parte,  ¿quién  puede  afirmar 
de  antemano  las  aficiones  del  niño?)  la  inutilidad  de  esta  educación  táctil; 
instruye  la  vista,  que  da  la  medida  de  las  dimensiones,  del  relieve,  de  las 
perspectivas.  Su  ventaja  sobre  los  sports  es  indiscutible,  porque  este  tra- 
bajo, tan  tónico,  tan  higiénico,  deja  útiles  huellas  raoralizadoras,  del  es- 
fuerzo realizado. 

Pudiéramos  citar  el  ejemplo  de  uno  de  nuestros  grandes  cirujanos,  no 
oficial,  y  cuyo  padre,  médico  distinguidf),  le  hacia  aserrar  y  cepillar  madera 
antes  de  los  ocho  años.  Un  amigo  nuestro,  médico  electricista,  que  pasa 
por  haber  hecho  «n  su  especialidad  algunos  originales  descubrimientos, 
reconoce  haber  salido,  á  pesar  de  sus  numerosos  diplomas,  absolutamente 
incapaz  de  poner  un  timbre  eléctrico ;  pero  con  energía  y  ante  la  nece- 
sidad de  no  ser  el  esclavo  de  sus  máquinas,  reformó  por  completo  su  edu- 
cación científica  con  instrumentos  de  mano.  Entonces  ideas  prácticas,  pro- 
gresos, llenaron  su  espíritu.  La  destreza  manual,  aun  perfectamente 
Inútil  (¿y  quién  osaría  decir  que  lo  eí?  de  un  modo  absoluto?),  hágase  loque 
se  haga,  la  habilidad  en  las  manos,  decimos,  se  adquiere,  no  puede  ser  ad- 
quirida, con  un  ejercicio  prematuro.  Debe  habituarse  el  hombrea  emplear 
ambas  manos,  ser  ambidiestro,  á  fin  de  desarrollar  por  igual  los  dos  lados  del 
cuerpo. 

Desde  la  i?ifancia,  ó  muy  difícilmente  más  tarde,  se  aprende  á  servirse 
de  ambas  niazos.  El  piano,  que  exige  habilidad  de  los  dedos,  ha  de  apren- 
derse oportunamente;  los  oficios  manuales  también.  Rehabilitémosles.  Bl 
cambio  de  esfuerzo  reposa;  iqué  detención  para  el  espíritu!  Luis  XVI.  que 
supo  escoger  á  Turgot,  lo  que  se  olvida  demasiado,  peronosupo  sostenerlo, 
se  dedicaba  á  la  cerrajería;  Pedro  el  Grande  se  hizo  carpintero  para  que 


Papel  morali^ador  i  higiinico  del  trabado  tnanuai  en  ti  niño  4o3 


Rusia  progrresara...  Ved  para  fortalecer  los  espíritus,  ;  que  aun  la  idea  de 
este  trabajo  choca!  Tolstoí  pretende  que  cada  uno  debe  servirse,  sobre 
todo  los  un~io«,  en  los  cuidados  domésticos,  á  ñu  de  inculcarles  las  verdade- 
ras ideas  de  ig-ualdad.  Es  necesario  que  los  descansos  escolares ptre¿¿a;t  (no 
nos  atrevemos  á  decir  deban)  consagrrárseles,  pero  al  aire  libre  siempre  que 
sea  posible. 

El  Estado,  que  dirige  todos  sus  esfuerzos  actúales  hacia  el  monopolio  de 
la  instrucción,  no  debe  detenerse  en  la  vía  de  ios  gacriílcios  reciamaaos  por 
Iñinstruccián  educadora,  la  única  verdadera  y  eficaz;  debe  pensar  un  poco 
en  los  niños,  aun  cuando  no  sean  todavía  electores.  Que  talleres  especiales 
se  pongan  en  pequeño  en  las  escuelas  primarias;  que  los  niños  parisienses 
que  no  puedan  separarse  de  Parisí,  aprovechen,  durante  sus  descansos,  las 
escuelas  municipales  del  Libro,  del  Mueble,  eu  ciertas  horas,  muy  pocas 
horas  se  entiende,  variables  según  la  edad,  la  fuerza  del  niño,  hasta  cierto 
punto  subordinados  á  su  voluntad. 

Es  preciso  hacerle  agradable  esta  clase  de  trabajo,  hablarle  de  él  durante  el 
año  escolar  como  de  una  utilidad  y  un  placer,  una  necesidad  de  desarrollar 
su  espíritu  y  su  cuerpo;  se  ha  de  evitar  que  cobre  aversión  por  lo  que  se  le 
haya  exagerado.  El  niño  goza  tocando  todo,  y  esto  es  una  forma  de  la  cu- 
riosidad, del  deseo  de  saber.  Así,  se  familiarizará  con  los  objetos  descritos, 
vistos,  tomados  á  peso,  que  le  han  parecido  difíciles  de  comprender,  y,  con 
la  repetición^  el  conocimiento  de  las  cosas  le  dará  alegría  y  facilidad  para  la 
retención,  hasta  el  punto  que  los  describirá  y  reproducirá  gustosamente. 
Relatará  ufano,  por  la  noche,  á  sus  padres  embebecidos,  entusiasmados,  el 
objeto  por  él  construido,  i  Qué  tiempo  ganado  para  los  estudios  futuros, 
para  los  aprendizajes  de  mañana!  i  qué  ideas  despertadas  en  su  espíritu, 
constituyendo  esta  especie  de  deber  de  síntesis,  descripción  de  todos  los  as- 
pectos y  propiedades,  dibujos  aun  de  memoria,  reconstrucciones  cerebrales 
y  física  del  objeto  visto!  Reproduciéndolo  el  niño,  puede  hablar,  se  le 
puede  interrogar  sobre  las  ideas  que  se  han  despertado  en  su  cerebro;  en 
vez  de  ser  simplemente  un  método  médico  del  examen  de  la  rapidez  inte- 
lectual de  diversos  hombres  de  genio  contemporáneo,  será  esta  síntesis  un 
ejercicio  maravilloso  de  desarrollo  intelectual  y  de  reflexión  forzada  en 
cierto  modo. 

i  Cuántas  nociones  falsas  ó  amplificadas,  entradas  en  el  cerebro,  después 
de  una  sencilla  descripción,  reformadas,  puestas  de  relieve  por  ^^\^  lección 
í?íC0íflí2?/u¿¿í«,  documentada,  reproducida  por  el  mismo  alumno!  Las  tres 
dimensiones,  las  ideas  de  superficie  y  volumen  se  adquieren  de  este  modo. 

Se  puede  creer,  áprioriy  que  pedimos  una  cosa  imposible,  por  lo  menos 
en  el  estado  actual  de  la  Hacienda  francesa  ;  pero  hemos  ya  demostrado  la 
presente  posibilidad  para  los  parisienses  de  ese  género  de  trabajo  manual 
infantil  (ha  existido  ya,  pero  ha  sido  casi  á  continuación  suprimido),  yes 
evidente  que  nuestro  espíritu  general,  un  poco  falseado,  lo  verá  ante  todo 
.  con  alguna  ojeriza,  y  que  las  demandas  serán  poco  numerosas.  Pero  ;euan- 
tos  operarios,  patronos  de  fortuna  pequeña,  obreros  á  domicilio,  pudieran 
por  si  mismos  y  desde  ahora,  por  su  propia  voluntad,  instruir  á  miles  de 
niños,  los  suyos  primeramente  y  los  compañeros  de  éstos!  Basta  decir, 
repetir  y  demostrar  la  utilidad  que  reportaría  á  todos  (ricos  ó  pobres,  niños 
de  la  escuela  primaria  ó  del  liceo),  el  trabajo  manual ;  darle  la  importancia 
que  merece,  como  la  antigua  República  romana  hizo,  en  la  que  Cincniato, 
es  "preciso  repetirlo,  dejó  su  arado  para  ir  á  vencer  al  enemigó,  y  volvió, 
•cumplido  su  deber,  á  labrar  su  campo. 

Que  la  verdad,  la  moralidad,  la  higiene,  el  papel  elevado  de  la  educación 
táctil,  se  proclamen  indispensables;  que  recompensas  especiales,  premios 
(lio  que  se  hace  en  Francia  con  los  juguetes  no  puede  imaginarse!),  la 
alienten,  la  utilicen  y  la  revelen,  y  todos  acudirán  á  ella  como  ha  sucedido 
con  la  bicicleta,  que  aun  los  poderosos  de  la  tierra  se  vieron  f  bligados  ellos 
mismos  á  repararla  en  el  camino ;  |  como  se  ve  en  el  automóvil,  en  que  hace 
de  chauffeur  un  aristócrata  ¡ 

8e  objetará,  quizá,  que  pueden  renovarse,  si  se  confía  el  niño  á  los  in- 
dustriales, los  abusos  y  explotaciones  que  antes  existían.  Toda  medalla 
tiene  su  reverso,  y  para  evitrir  aquéllos,  á  la  familia  atañe  la  vigilancia,  así 


4otf  Papel  morali^ador  i  hisfiénico  del  trabajo  manual  en  el  niño 

como  á  los  maestros  que  enseñen  á  los  niños.  Los  médicos  pueden  tam- 
bién con  más  facilidad  descubrir  este  cansancio  que  el  del  cerebro ;  los  es- 
tigmas profesionales  aparecidos  demasiado  pronto,  demasiado  puros  y  vio- 
lentos, según  los  instrumentos  escoí^idos,  revelarán,  á  no  tardar  mucho,  el 
abuso.  Se  dirá  también  que  el  niño  puede  cortarse,  traumatizarse,  herirse; 
es  la  eterna  razón  alegada  contra  los  ejercicio's  fí.sicos,  el  uso  de  una  liber- 
tad relativa  que  se  da  á  los  niños...  Pero  ¿para  el  trabajo  manual  sólo  hay 
instrumentos  cortantes,  contundentes?  Y,  después  de  todo,  ¿qué  importa? 
Tarde  ó  temprano,  será  preciso  ejercer  una  profesión  cualquiera;  médico, 
se  puede  morir  de  un  contagio;  «oldado,  de  un  balazo...  Todo  tiene  sus 
peligros,  y  el  más  grande  es  ser  inútil  á  la  sociedad.  No  se  puede  así  pro- 
porcionar t'^abajo  manual  en  la  duración  tan  corta  de  los  recreos  escolares, 
después  de  las  clases,  demasiado  cargadas  hoy  de  lecciones  y  deberes  para 
la  edad  y  carácter  del  niño ;  las  notas  de  los  institutores  descubrirán  la  na- 
turaleza grave,  risueña,  precavida,  mañosa,  y  reglamentarán  así,  de  ante- 
mano, en  cierta  manera  y  según  el  gusto  del  niño,  el  género  de  trabajo  y 
los  instrumentos  que  han  de  dárseles. 

Bien  sé  que  esto  es  pedir  mucho  (?)  á  los  institutores  é  inspectores  encar- 
gados de  la  vigilancia  de  los  niños ;  es  evidente  que  debieran  hacer  lo  que 
raramente  sucede :  visitas  imprevistas,  y  no  tener  que  examinar  cuadernos 
hechos  intencional  mente  y  expreso  para  que  los  vean...  Esa  es  la  obliga- 
ción de  ellos,  y  no  cumplirla  en  conciencia  es  evidentemente  robar  el  dinero 
de  los  contribuyentes,  padres  de  familia,  parientes,  de  la  clase  pobr.e  sobre 
todo,  demasiado  ocupados  ó  demasiado  humildes  para  comproDarlo  ó  que- 
jarse, i  Cuántos  dislocados  se  evitarían  en  nuestra  época  y  todavía  por 
algún  tiempo,  con  los  cuales  las  carreras  fiberales  están  repletas!  El  tra- 
bajo manual  revelará  muchas  cosas  al  niño  sobre  sus  propias  aspiraciones 
cuando  sea  adolescente.  Si  la  carrera  especial  escogida  en  este  momento 
de  su  vida  no  es  de  su  agrado,  i  cuántos  jóvenes  no  titubearán  en  dedicarse 
á  su  pasatiempo  escolar  convertido  en  excelente  y  seguro  medio  de  vida ! 

¿Quién  dice  que  el  hombre  maduro  no  encontrará  gozo  en  ocuparse  otra 
vez  en  su  trabajo  ? 

No  creemos  ser  demasiado  entusiastas  insistiendo  sobrí»  el  empleo  de  los 
descansos  escolares,  que  para  no  perderlos,  debieran  utilizarse  en  la  es- 
cuela, en  aprender  á  servir.se  hábilmente  de  sus  manos. 

Nuestros  profesores  é  institutores  se  creerían  sin  duda  deshonrados  si 
enseñaran  á  aserrar,  limar,  cepillar,  soldar...  Nuestros  vecinos  los  alema- 
nes encargan,  y  se  puede  ver,  en  los  mejores  establecimientos,  á  un  mismo 
profesor  la  enseñanza  del  griego  y  la  gimnasia,  el  baile  y  la  alta  cultura 
latina... 

Muchos  de  esos  dislocados  lo  son  por  el  único  hábito  adquirido  de-utilizar 
el  cerebro,  y  á  quien  todos  los  resabios  han  hecho  perder  su  horror  nativo, 
muy  francés,  al  trabajo  manual ;  retroceden  sólo  ante  las  diñcultades  de  un 
aprendizaje  manual ;  dificultades  tanto  mayores,  cuanto  que  ningún  ejer- 
cicio las  ha  precedido,  y  no  han  establecido  costumbre  todavía.  La  inepti- 
tud á  cierta  edad  es  causa  de  burla  para  los  mentecatos,  es  cierto,  pero  ¿se 
les  puede  suprimir?  Y  ante  estas  burlas  frecuentemente,  y  también  ante 
su  incapacidad  que  le  in^plde  ante  todo  ganar  lo  que  sea.  el  dislocad$  titu- 
beará antes  de  entrar  en  un  taller  donde  se  le  dé  trabajo  y  pan  menos  negro 
y  amargo  que  aquel  que  está  habitualmente  reducido  a  comer.  Y  desde 
la  niñez,  ¡varias  horas  utilizadas  hubieran  podido  hacerlo  apto  para  ese 
trabajo ! 

Hoy,  no  todo  trabajo  es  al  mismo  tiempo  manual  y  director  en  el  que 
conviene  iniciar  al  niño  desde  tiempo  oportuno,  según  su  aptitud  y  fuerzas. 
Es  preciso  saber  manejar  el  martillo-pilón  con  precisió?^  matemática,  que, 
en  Creusot,  por  ejemplo,  con  su  peso  de  3  á  5,000  kilogramos  puede  dar  de 
200  á  500  golpes  por  minuto,  ó  cerrar,  sin  romper  nada,  la  caja  de  un  reloj, 
hundir  el  tapón  de  una  botella...  ¡  Qué  hermosa  lección  para  la  inteligen- 
cia de  la  niñez,  á  la  que  se  revela  la  fuerza  y  habilidad  humanas,  á  quien 
se  inculca  la  idea  de  poder  conseguirlo  !  El  papel  de  la  caratatuí  escolar, 
del  paseo  á  través  de  Francia,  de  las  fábricas,  mostrará  esto  y  muchos 
otros  fenómenos  del  cerebro  y  del  brazo  humano.  Algunas  caravanas  es- 
colares existen  ya  entre  los  alumnos  beneméritos  en  ciertas  ciudades.    Es 


Papel  morali^ddor  é  higiinico  del  trabajó  manual  en  el  niño  4^7 


preciso  multiplicarlas.  Pero  los  padres  pueden  también  ser  los  mejoreef  ar- 
tesanos, durante  las  vacaciones,  de  estas  excursiones  á  las  fábricas  de  los 
alrededores,  á  los  bosques,  ¿  qué  sé  yo?  Para  el  niño  que  no  sabe  nada  todo 
es  una  lección,  le  instruye.  ¡  Cuentos  institutores  jóvenes,  mal  retribuidos, 
Hceptarian  mínimas  subvenciones  para  pasear  álos  niños  provechosamente, 
de  plaza  en  plaza,  al  aire  libre,  frecuentemente,  durante  las  vacaciones ! 

La  idea  de  las  caravanas  escolares,  aunque  más  bien  de  reciente  aplica* 
ción,  no  es  nueva  en  su  orig-en ;  está  ligada  íntimamente  al  trabajo  manual 
ó  á  su  observación  razonada  con  el  trabajo  cerebral.  Un  mismo  autor  alabó 
al  día  siguiente  de  la  guerra  de  1810  esta  doble  idea.  La  Academia  Fran- 
cesa lo  ha  recompensado.  G  Bruno  publicó,  efectivamente  entonces,  Fraur 
■  cinei  y  le  Tour  de  Francepar  deux  enfants.  Estos  libros  han  sido  los  favori- 
tos de  los  cerebros  jóvenes,  de  los  que  ahora  son  nuestros  cuadragenjírios 
Fraucinet,  hijo  de  obreros,  trabaja  en  una  tintorería,  desde  los  ocho  años  de  ' 
edad,  para  ayudar  á  su  madre  y  mantener  á  sus  hermanitos,  ejemplos  de 
moral  y  solidaridad  ;  se  le  presenta  la  ocasión  de  salvar  del  incendio  la  fá- 
brica, y  su  patrón,  ag-.adecido,  dejándole  trabajar  como  obrero  á  determi- 
nadas horas,  le  da,  junto  con  sus  niños,  la  instrucción  cerebral  deseada;  se 
instruye,  se  convierte  en  un  sujeto  excelente,  llega  á  contramaestre,.,  y  es 
feliz,  pensando  en  su  suerte  y  alegrándose  de  ella.  Le  Tour  de  France  de 
deux  enfants  representa  dos  huérfanos,  alsacio-lorenenses,  de  ocho  y  catorce 
años  de  edad,  que  pierden  á  su  padre,  el  cual  hace  jurar  al  mayor  que  aban- 
donará á  Phalsbour  antes  de  la  fecha  de  opción  fijada  por  Alemania ;  viajan 
pobres:  el  mayor,  trabajando  como  obrero  de  ün  sitio  en  otro,  el  pequeño  va 
á  la  escuela,  pero  en  sus  viajes,  mirando,  observándolo  todo,  interrogando, 
instruyéndose...;  de  este  modo  visitan  toda  la  Francia,  ven  las  estatuas 
levantadas  á  los  grandes  hombres  que  les  señalan  la  historia  de  los  hombres 
y  de  los  acontecimientos  ;  los  arroyos,  ferrocarriles  y  ríos  caudalosos  que  la 
Geografía  les  enseña ;  la  naturaleza,  de  la  que  conocen  diversos  árboles  ó 
plantas,  ó  riquezas  espontáneas;  el  mayor  trabaja  con  sus  manos,  el  pe- 
queño también,  después  de  su  asistencia  á  la  escuela,  en  la  medida  de  sus 
fuerzas,  y  todo  marcha  paralelamente :  desarrollo  moral  y  físico,  instruc- 
ción general,  intelectual  y  manual.  Si  me  extiendo  sobre  estos  detalles, 
sobre  estos  libros  hoy  olvidados  en  las  escuelas  para  ser  reemplazados  por 
otros  más  oficiales,  es  porque  fuera  casi  de  desear  que  la  caravana  escolar 
( ¡  oh,  cuan  excelente  empleo  en  vacaciones ! ),  los  pusiese  en  acción  ;  ;  quien 
sabe  si  e(  trabaj»)  de  los  mayores  disminuiría  los  gastos  de  la  excursión, 
instruyéndolos  y  agradándoles  á  ellos  mismos ! 

El  que  ha  trabajado  desde  los  doce  años  de  edad,  antes  de  promulgada 
la  ley  escolar  de  188¿,  sabe  el  gozo  que  ha  experimentado  al  llevar  á  su  casa 
la  primera  ó  las  primeras  monedas  de  cinco  francos,  fruto  de  su  primer  mes 
de  trabBj.0.  Este  g-usto,  este  instinto,  no  es  interesado  en  el  niño  razonable, 
normal :  es  la  justa  vanidad  del  productor,  del  creador,  del  laborioso  encan- 
tado de  contribuir  al  examen,  al  esfuerzo  común  y  de  señalar  su  sitio.  Es 
el  reconocimiento  por  los  esfuerzos  anteriores,  los  de  la  familia,  sobre  todo 
el  legítimo  deseo  de  juntar  á  ellos  los  suyos,  en  vez  de  aprovechar,  sin  de- 
volverlo, el  trabajo  de  los  demás.  Y  una  enseñanza  ad  hoc,  donde  la  cara- 
vana escolar  permitiera  quizás  desarrollar  por  la  emulación  este  sentimiento 
noble  en  los  niños,  los  de  más  edad,  por  lo  menos,  al  mismo  tiempo  que  en- 
señarles el  altruismo  y  el  sacrificic»  á  los  menores,  á  los  más  débiles,  repo- 
sando el  espíritu  y  haciéndolo  más  propio  para  almacenar  las  lecciones 
futuras;  ¿no  se  ha  notado,  además,  que  el  niño  de  cierta  edad  que  quiere 
aprender  lo  hace  con  una  rapidez  más  grande,  proporcional  de  alguna  ma- 
nera á  su  estado  corporal? 

No  parece  se  reserve  un  sitio  en  la  enseñanza  actual  al  saludable  trabajo 
manual,  ¿no  es  regenerador  ni  aun  curativo? 

Para  los  nerviosos,  para  los  locos,  es  un  poderoso  remedio.  \  Cuántas  co- 
lonias agrícolas  deben  su  prosperidad  y  la  salud  de  sus  enfermos  al  trabajo 
del  campo !  La  campiña  belga  es  fértil  gracias  á  los  trabajos  de  los  ena- 
jenados de  Lierneux.  Algunos  locos  en  las  familias  son  muy  bien  tratados, 
y  por  su  trabajo  y  la  pequeña  remuneración  que  se  les  da,  son  beneficiosos 
para  las  g-entes  pobres.  Ciertas  casas  de  departamentos,  como  Prémonté 
(Aisne),  cuya  comisión  administrativa,  presidida  por  Alejandro  Legry,  Vice- 


4o8  Paptt  morali^üiior  i  higiénico  átl  trabajo  manual  en  ti  niño 


presidente  del  Consejo  general  de  Aisne,  se  ocupa  activamente  en  ello,  pro- 
gresan, sin  pedir  nada  al  Estado,  por  el  trabajo  manual  de  sus  pensionistas, 
y  alrededor  de  su  gran  vivienda,,  una  vieja  abadía,  se  extienden  campos 
cultivados ;  citemos  aún,  como  maravilla  del  trabajo  manual,  una  esplen- 
dida escalera  con  rampa  de  hierro  forjado  que  se  sostiene  en  el  aire,  por  la 
disposición  de  las  piedras  en  equilibrio  sin  soporte. 

No  se  admira  en  lo  que  vale  el  trabajo  manual,  manantial  y  origen  de 
toda  riqueza,  i  Cuan  fácilmente  puede  demostrarse  que  existe  en  todas 
partes,  en  cualquier  carrera,  sea  la  que  fuere  !  Y  en  los  paseos  que  los  es- 
colares dan  en  sus  vacaciones,  sencillas  consideraciones  oportunamente 
dichas,  debe  probarse  hasta  la  evidencia  al  niño  mañoso  é  impresionable, 
con  pruebas  á  mano,  con  la  vista  de  las  fábricas,  en  la  caravana  escolar.  La 
máquina,  aun  cuando  frecuentemente  reemplace  al  hombre,  ¿no  exige,  sin 
embargo,  su  trabajo,  parte  manual,  parte  directora,  para  su  construcción  ó 
uso  ?  Es  casi  un  pasatiempo,  una  diversión  para  manejar  economizando  en 
gran  manera  el  esfuerzo  humano,  la  necesidad  manual  y  no  inteligente; 
pero  es  preciso  ponerla  en  movimiento,  tocarla,  untarla,  detenerla ;  engra- 
niges,  sistemas  complejos  la  rigen  ;  pero  se  ha  de  manejar,  desarmar. 

La  fábrica  y  el  laboratorio  se  mantienen  y  completan,  y  nada  prueba 
más  que  esta  unión,  al  presente  fatal,  el  lazo  indisoluble,  mejor  dicho :  la 
amigable  y  necesaria  alianza  del  cerebro  y  de  los  brazos,  de  la  intelectuali- 
dad y  de  la  máquina,  del  químico,  por  ejemplo,  y  de  su  retorta,  de  laque 
debe  ver,  sentir,  advertir  los  fenómenos,  los  cambios  de  coloración,  los  so- 
bresaltos... La  ciencia  bien  comprendida  lleva  á  la  igualdad;  y  si  no  se 
puede  relativamente  enseñar  estas  dos  cosas  en  la  escuela  en  que  hábitos 
desemejantes  revelan  la  desigualdad,  ¿no  puede  hacerse  esta  instrucción 
cívica,  la  más  útil  durante  el  curso  de  ios  trabajos  manuales  ó  de  las  expe- 
dicirnes,  en  las  vacaciones  escolares?  El  sabio,  en  efecto,  no  participa  hoy 
del  obrero ;  el  matemático,  el  ingeniero  de  puentes  y  caminos,  el  agente 
director  de  obras  públicas  y  el  constructor,  se  codean  y  completan;  el 
obrero  de  terraplenes  y  el  picapedrero  les  suministran  los  materiales,  todos 
tienen  su  tarea  señalada,  contigua,  igualmente  digna  y  útil ;  y  las  órdenes 
son  bien  dadas  á  condición  de  conocer  los  materiales  que  se  han  de  emplear 
y  los  esfuerzos  que  necesitan  ;  muchas  veces  al  tratar  á  un  obrero  perezoso 
ó  ignorante  no  le  convenceremos  «ino  mostrándole  que  sabe  hacer  él  nrismo 
lo  que  se  le  ordena  ;  así  tiene  directo  interés  en  f^aber.  ¿Quién  puede  co- 
nocer mejor  estas  últimas  sino  el  que,  para  instruirse,  pone  «mano  á  la 
obra»,  y  conoce  las  dificultades?  ¿Cuánto  más  justo  y  equitativo  será 
para  su  subalterno  si  le  es  superior,  y  que  lección  de  moral  y  de  solidaridad 
humana  se  puede  dar  así  al  niño,  haciéndole  ver,  tocar  con' el  dedo,  com- 
probar lodos  estos  puntos,  en  el  terreno,  ante  un  camino  con  piedras  de- 
molidas? Todo,  lo  repetimos  ante  el  hecho,  ante  la  naturaleza,  puede  y 
debe  ser  materia  de  enseñanza  igualitaria,  humanitaria,  moral,  fisiológica 
ó  física. 

El  obrero  y  el  patrono  deben  hoy  vivir  juntos  y  compenetrarse  ;  de  esto 
depende  el  interés  común  de  ambos,  y  es  preciso  hacérselo  comprender,  ó, 
por  lo  mf^nos,  á  sus  hijos,  desde  la  primera  chispa  de  razón  que  alumbra  su 
alma.  No  sólo  hay  derechos  en  la  vida :  también  hay  deberes  :  el  trabigo 
manual  que  necesita  frecuentemente  la  ayuda  del  prójimo,  lo  hace  enten- 
der bien  así.  Los  prejuicios  de  clase  no  tienen  ya  razón  de  ser,  especial- 
mente en  los  tiempos  en  que  el  pobre  de  hoy  podrá  ser  el  rico  de  mañana,  y 
recíprocamente. 

Todo  es  trabajo  manual,  aun  en  el  dominio  déla  abstracción  y  de  la  cien- 
cia pura.  La  materialización  de  las  ideas  matemáticas  hace  su  compren- 
sión más  fácil  y  las  fija  en  el  espíritu. 

Es  preciso  mostrar  incesantemente  al  niño,  en  la  escuela  cuando  sea  po- 
sible y  fuera  de  ella  donde  faltan  los  ejemplos  tangibles,  cuíin  indispensa- 
ble es  el  arte  de  utilizar  las  manos  para  la  representación  tangible  de  las 
ideas  aprendidas.  Se  le  mostrará  al  ingeniero  de  ferrocarriles,  salido  de  la 
escuela  politécnica,  convertido  en  chauffeur  y  meca  t  ico,  manchando  sus 
blancas  manos,  sin  estar  á  ello  acostumbrado,  con  el  carbón  y  aceite  de  las 
máquinas,  por  necesidad,  para  conocer  el  juego  de  éí^tas  y  saber  en  seguida 
regirlas,  salvar  la  vida  de  sus  semejantes  que  se  entregan  confiadamente  á 


Papel  moraUKo4or  i  higiénico  dtl  trabajo  manual  en  c/  niño  4iy9 

estas  rápidas  locomotoras,  y  saber  dar  á  tiempo  contravapor,  frenar,  cuan- 
do todos  están  aturdidos.  El  fi^ico,  sabio  de  laboratorio,  debe  conocer  el 
manejo  de  sus  aparatos  ;  el  químico,  el  movimiento  de  sus  retortas,  en  las 
que  se  efectúan  obscuras  combinaciones  ;  el  electricista  industrial  ó  médico 
ha  de  saber  reg-ular,  poner  en  marcha  las  máquinas,  repararlas,  y  sólo  puede 
hacerlo  con  sus  manos.  El  cirujano,  que  corta,  cura,  cose,  junta,  extrae, 
envuelve...  cuerpos,  órganos  ó  heridas,  ¿no  utiliza  sus  manos,  tanto  ó  más 
que  su  cerebro?  £1  medico,  que  palpa,  percute,  ausculta,  emplea  las  ma- 
nos, los  ojos,  los  oídos.  La  señora  encopetada  ó  lacosturera,  bordan  ó  cosen 
con  sus  propias  manos.  El  pintor  distribuye  los  colores  en  la  tela  con  el 
pincel  manejado  por  su  mano  ;  el  escritor  debe  á  la  mano  su  trabajo.  Siem- 
pre estos  apéndices,  estos  lazos  finos  y  distinguidos,  groseros  ó  vulgares, 
son  indispensables,  hágase  lo  que  se  quiera,  y  tanto  más  hábiles  cuanto  más 
ejercitados. 

El  artista  y  el  artesano  se  confunden  en  el  valor,  casi  en  el  genio.  El 
alfarero  puede  ser  Bernardo  Palissy,  y  se  servirá  de  materiales  que  amasa 
con  sus  manos  y  hace  cocer  de  cierto  modo.  Los  decoradores  de  porcelana 
de  Sévres,  los  tapiceros  de  los  Gobelinos  ó  de  Beauvnis,  los  grandes  esculto- 
res ó  cinceladores  de  me.  i  alias,  trabajan  con  sus  manos  Los  encuaderna* 
dores  de  libros,  los  füt<;grafos,  los  grabndores  sobre  metales  ó  vidrio  de 
Baccara,  los  cuchilleros  de  Thier?-,  los  relojeros  de  Besancjon,  los  caldereros 
de  Aurillac,  son,  cada  uno,  según  su  temperamento  propio,  artistas  ó  arte- 
sanos... i  Cuántas  cosas  que  enseñar  al  niño,  constantemente,  á  propósito 
de  todo,  de  cualquiera  cosa:  un  vaso  que  rompe,  un  cuchillo  que  parte,  un 
vidrio  que  fractura,  ¡  cuántos  aspectos  nuevos  para  mostrárselos,  ( uántos 
objetos  de  estudio  I 

El  pensamiento  existe  únicamente  concreto  y  formulado.  El  qiie  no 
puede  extraer  de  su  cerebro  y  materializar  su  labor  artística  ó  científica,  es 
un  impotente,  y  sólo  sus  manos,  ó  las  que  está  obligado  á  requirir  é  intelec- 
tualizar,  permiten  la  tangibilidad.  ¡Qué  de  titubeos  é  inútiles  gastos  se 
evitarían  miles  de  inventores  si  su  educación  primera  les  permitiese  reali- 
zar sus  ideas ! 

La  visita  á  las  Exposiciones  que  contienen  las  maravillas  y  emulación  de 
los  pueblos,  serán  preferidas  cuando  las  hay  para  revelar  al  niño  las  pro- 
ducciones y  alianzas  de  la  inteligencia  y  de  la  materia,  de  la  cabeza  y  bra- 
zos. Le  despertará  el  patriotismo,  no  un  chauñnisme  estrecho  que  considera 
á  cualquier  hombre  un  enemigo,  sino  una  emulación  saludable  y  el  deseo 
de  hacer,  por  vías  normales,  rectas,  más  que  la  nación  que  linda  con  la 
suya ;  lo  incitará  á  estudiar  en  ella,  á  conocerla,  á  estimarla,  á  apreciar  su 
temperamento  especial  y  á  acomodarse  á  él,  no  sólo  para  el  alejamiento, 
sino  para  la  extinción  de  las  guerras. 

Las  manos  del  hombre  construyen  y  ejecutan  las  maravillas  de  las  Ex- 
posiciones. ¿Qué  fuera  el  cerebro  sin  ellas?  Ejecutando  con  la  mano  las 
concepciones  del  cerebro,  el  hombre  cuaternario,  desnudo,  desarmado,  in- 
hábil, ha  conquistado^^oco  á  poco  el  mundo,  las  cosas  y  los  seres  del  am- 
biente, todos  enemigos  natos  del  futuro  Rey  de  la  Naturaleza. 

A  la  vista,  en  los  museos,  de  los  gigantescos  mammouths,  de  los  enor- 
mes mastodontes,  de  los  titánicos  dinoterios,  de  los  heléchos  arborescentes 
que  suministrarán  la  hulla,  el  niño  aprenderá  que  ha  sojuzgado,  conquis- 
tado, suplantado  todo  lo  que  ve.  Conocerá  que  el  ser  débil,  velludo,  infor- 
me, análogo  á  los  monos  antropoideos,  que  verá  en  los  jardines  zoológicos, 
fué  el  hombre,  en  otro  tiempo  encorvado  hacia  la  tierra,  y  enderezado  au- 
dazmente, gigante  á  su  vez,  y  que  lo  ha  acaparado  todo  con  sus  manos  y 
cerebro.  Sus  manos,  únicas  armas  que  al  principio  tenía,  han  domeñado 
la  inerte  materia,  y  del  guijarro  ó  del  hacha  de  silex  primeramente,  han 
hecho  maravillosos  útiles,  los  gigantescos  instrumentos  de  la  mecánica  mo- 
derna. Su  cerebro  aislado  hubiese  sido  impotente.  Sus  manos,  ayudadas 
de  los  demás  sentidos,  de  la  vista  especialmente,  después  de  conquistar  el 
alimento  cotidiano  del  cuerpo,  le  han  permitido  conservarlo  y  adquirir  el 
de  la  inteligencia,  por  un  semi-reposo,  por  ensueños  ante  la  inmensidad,  y 
la  observación  de  los  fenómenos.  ¡  Qué  lección  de  modestia  (por  el  origen), 
y  de  orgullo  (por  el  capital),  trabajo  y  ciencia  poseen  los  contemporáneos! 

En  la  conquista  del  mundo,  en  el  triunfo  sobre  los  elementos,  las  manos 


4 10  Papel  morali^ador  é  higiinico  del  trabajo  manual  en  f<  niño 


han  sido  los  vencederos  más  seguros  de  la  inerte  y  rebelde  materia,  y  la 
victoria  se  ha  obtenido  después  de  millones  de  años  de  luchas  y  esfuerzos, 
desde  el  período  ternario  de  las  edades  geológicas,  quizás,  y  con  más  exac- 
titud, desde  el  período  cuaternario  y  los  glaciales?,  i  Cuántas  generaciones 
desaparecidas  han  sido  precisas,  cuántos  adelantos  en  la  textura  y  en  el 
mismo  cerebro  del  hombre  ..  asociaciones  realizadas,  vastas  barreras  coutra 
la  naturaleza  abrupta :  la  solidaridad  y  la  unión  de  los  hombres  han  permi- 
tido únicamente,  con  su  incesante  trabajo,  la  gigantesca  epop>eya  que  los 
ojos  de  la  ciencia  nos  representan  como  ojos  contemporáneos,  implacable  y 
fiel!'  Si  enfrente  de  las  guerras  desastrosas,  mortíferas,  cuyos  trofeos  y 
cuadros  consagran  su  gloria  (?),  se  ven  también  en  nuestros  museos  mues- 
tras de  civilización  de  una  época  aun  mu^  bárbara  y  que  retardarían  la  gi- 
gante evolución  del  progreso^  sino  se  hubieran  encontrado  hombres  buenos 
trabajadores,  y,  sobre  todo,  que  se  ayudaran  mutuamente,  el  hombre  de 
nuestros  días  sería  como  el  de  antaño.  Sin  que  nos  veamos  obligados  á 
ello,  mencionaremos  solamente  la  caridad,  para  decir  que  si  la  posee  el 
hombre,  se  debe  á  la  educación  de  los  sentidos  que  preconizamos  antes  que 
ninguna  otra  cosa ;  la  vit^ta  afectada  de  un  modo  desagradab  e,  el  olfato  pe- 
nosamente impresionado  á  la  vista  de  un  pobre  andrajoso,  evitaron  esta 
sensación,  huyendo  ó  ayudando  al  desgraciado,  y  no  siendo  posible  la 
huida  en  todas  las  ocasiones,  las  quejas  de  aquel  ó  sioruiéudole  con  más 
fortuna,  originó  después  el  hábito  del  socorro,  la  caridaa. 

£1  hombre  sólo,  sea  cual  fuere  su  individualidad,  poderosa  ó  impotente, 
no  es  nada  ;  es  preciso  hacérselo  entender  al  niño,  tíl  hombre  debe  tener 
el  derecho  á  asociarse,  y  la  elección  de  aquellos  con  quienes  le  place  luchar 
contra  la  materia,  la  miseria  ó  los  prejuicios;  pero  es  necesario  que  se  una 
á  sus  vecinos,  á  sus  contemporáneos,  á  la  humanidad  entera.  £1  mal  de 
uno  referente  en  los  otros.  No  se  tiene  derecho  á  ser  demasiado  rico,  á  aca- 
parar de  un  modo  avaricioso  los  bienes  de  la  tierra  sin  repartir  una  parte  di 
ellos  (diremo¿$  á  los  egoístas  que  e^ta  es  la  parte  del  fuego),  á  los  desgracia- 
dos menos  favorecidos.  No  queremos  enseñar  al  niño  el  odio,  sino  el  amor 
al  prójimo,  el  altruismo,  el  derecho  á  la  vida,  por  y  para  el  trabajo.  La 
moral,  de  donde  procede,  y  sobre  todo  humana,  demuestra  perentoriamente 
la  solidaridad  absoluta,  tanto  en  el  mal  como  en  el  bien,  en  el  sufrimiento 
como  en  la  salud  ;  esta  solidaridad  existe  ápriori,  entre  el  cuerpo  y  el  espí- 
ritu ;  cada  uno,  por  su  perfecto  equilibrio,  exige,  sin  cansancio,  su  ejercicio 
propio,  su  trabajo  especial,  alterado  para  el  organismo  ó  el  cerebro  ;  se  ni- 
velan recíprocamente. 

£1  trabajo  manual  muestra  esta  solidaridad  inmediata;  en  una  fábrica 
todos  los  organismos  se  compenetran,  como  en  el  cuerpo  humano  (la  fábula 
de  los  miembros  y  el  estómago  todos  la  conocen) ;  si  un  obrero  es  negli- 
gente en  el  trabajo,  el  camarada  suf^e  las  consecuencias,  puede  ser  cogido 
en  un  engranaje,  triturado  por  la  impericia  del  vecino,  del  ayudante...  Así, 
ante  estos  accidentes  que  amenazan  más  ó  menos  á  todos,  hace  que  se  co- 
nozcan mejor,  que  se  aprecian,  y  que  á  esto  sea  preciso  atribuir  el  actual 
movimiento  de  solidaridad  bien  pura,  bien  deslindada  y  que  amenaza  al 
capital,  movimiento  que  se  ha  verificado,  aunque  poco,  en  las  demás  ca- 
rreras. 

El  proletario  cerebral,  tan  frecuente  hoy,  noria  dificultad  de  las  carreras 
llamadas  cerebrales,  apenas  si  se  asocia ;  aoandona  muchns  veces  á  sus 
compañeros  de  lucha,  su  solidaridad  es  para  él  una  palabra  vacía  de  sentido 
como  muchas  de  sus  estudios,  y  su  miseria  es  más  terrible,  más  sombría 
que  la  del  obrero.  Únicamente  el  niño  que  se  haya  apercibido  desde  los 
primeros  momentos  para  las  luchas  futuras,  cuyo'  espíritu  y  manos  sean 
solidarias,  medrará  en  los  países  nuevos  donde  fatalmente  emigre. 

El  trabajador  cerebral  puro,  en  las  horas  lúgubres  cada  vez  más  amena- 
zadoras, envidiará  al  trabajador  manual  que  tiene  menos  necesidades  el 
tiene  asep-urada  casi  por  completo  la  comida...  si  trabaja;  en  tanto  que  y 
otro,  débil  de  cuerpo,  porque  no  lo  ha  ejercitado,  inapto,  porque  lo  miró 
con  desprecio,  se  entrega  (los  hechos  lo  prueban),  al  dolor  ó  al  suicidio,  si 
el  destino  no  le  sonríe. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríqubz  (J.). 


KB VISTA   CRITICA  BIBLIOGRÁFICA 

POR   Ki. 

Dr.  D.  José  de  la.  Rosa  y  Sánchez 

Tratado  práotloo  do  los  métodos  do  oxploraoión  olinioa,  por  el  pro- 
fesor Dr.  H.  Sahli,  Catedrático  y  Director  de  la  Clínica  médica  de  la  Uni- 
versidad de  Berna.  Traducido  directamente  de  la  tercera  edición  ale- 
mana por  el  Dr.  León  Cardenal.  -  Barcelona,  1902. 

Si  el  temor  de  caer  en  la  vulgaridad  no  me  cohibiera,  no  tendría 
inconveniente  en  afirmar  que  hace  años  venía  sintiéndose  un  vacío 

aue  ha  llenado  admirablemente  y  cam  de  un  modo  completo  el  autor 
e  este  Tratado. 
Las  obras  de  texto  de  Patología  general,  de  cuya  Clínica  es  precisa- 
mente de  la  que  se  ocupa  esta,  y  que  para  distinguirla  de  algún  modo 
de  las  demás  (médico-quirúrgica,  etc.,  etc.),  podríamos  denominar 
Propedéutica,  van  anticuándose  y  son  deficientísimas.  Menos  mal  que 
el  Dr.  Corral  y  Maestro,  con  muy  buen  acierto  y  una  sensatez  poco  co- 
mún, dio  ft  la  publicidad  recientemente  un  Manual  excelente,  y  difícil 
de  substituir,  completísimo,  á  pesar  de  su  extremada  concisión,  des- 
pués de  todo  necesario  á  los  alumnos,  á  quienes  iba  dedicado  especial- 
mente. 

No  obstante,  como  entre  éstos  puede  haber  y  hay  sin  duda  alguna 
jóvenes  aprovechados  que,  después  de  dominados  los  programas,  aspi- 
ren á  ser  premiados  y  cuya  aspiración  supone,  además  de  conocer 
todas  las  materias,  la  necesidad  de  distinguirse,  como  los  mismos  pro- 
fesores que  tengan  afán  por  la  enseñanza,  no  querrán  exponerse  á 
quedar  postergados,  acaso  por  sus  mismos  discípulos,  ávidos  de  inves- 
tigaciones y  de  resolver  los  problemas  de  la  Clínica  del  modo  más 
preciso  posible ;  como  los  que  estén  encariñados  con  la  idea  de  ser 
algún  día  catedráticos  de  esta  institución  médica,  no  encuentran  segu- 
ramente en  ninguna  parte  doctrina  más  sana,  más  moderna  y  más  am-- 
E llámente  tratada,  de  aquí  su  oportunidad  é  importancia  considerable. 
a  edición  española  esta  avalorada  con  adiciones  de  que  carece  la  ale- 
mana, pues  en  ella  figura  (entre  otras  no  menos  notables)  la  descrip- 
ción del  nuevo  hem&metrOy  ideado  por  el  autor  y  presentado  por  él  en  el 
Congreso  de  Medicina  interna  de  Wiesbaden  de  1902. 

Posee  dos  índices  (de  materias  y  alfabético),  que  facilitan  muchísi- 
mo el  hallazgo  de  los  puntos  que  (leseemos  consultar. 

La  Introducción  comprende  la  Anamnesis  y  Método  general  para  el 
examen  de  los  enfermos,  k.  este  capítulo  sucede  el  de  «Estado  general 
del  enfermo  (decúbitos,  facies,  etc.)»,  «Constitución  y  estado  nutri- 
tivo »,  «  Examen  de  la  piel »,  «  Temperatura  »,  «  Examen  de  los  órganos 
de  la  respiración».  En  este  capítulo  no  se  ocupa  de  la  percusión,  aus- 
cultación ni  palpación  torácica,  que  deja  para  desp«és  de  ocuparse  de 
«  La  voz  en  los  estados  patológicos  »,  de  «  La  tos  »,  «  Pulso  »  y  «  Movi  - 
mientos  de  los  vasos».  En  honor  á  la  verdad,  salta  á  la  vista  la  falta 
de  método  en  la  exposición  de  las  materias,  alguna  inexactitud,  como 
la  «Palpación  de  los  pulmones  y  de  la  pleura  ».  No  faltan  omisiones 
importantes,  de  las  que  sólo  señalaré  : 

En  el  capítulo  «  Exploración  del  estómago,  etc.  »,  es  donde  se  nota 
un  hueco  que  habría  llenado  perfectamente  la  reacción  coloriraétrica 
de  Toffter,  cuya  rapidez  y  exactitud  clínica  no  tiene  rival.  Sin  em- 
bargo, es  interesantísimo,  como  er siguiente  «Examen  del  intestino  y 
de  las  materias  fecales»,  aunque  éste  es  menos  extenso,  como  es  na- 
tural, no  omitiendo  nada  importante  que  pudiera  esclarecer  el  diag- 
nóstico (aspectos,  macro  y  microscópico,  caracteres  químicos,  etc.,  etc.). 


4J»  t'ir mu/ario  y  traiamuntot  nwd^rnoi 

A  continuación  estudia,  de  modo  inimitable,  el  Dr.  Sahli,  la  Urolo- 
gía, detenidamente  tratada  desde  todos  los  puntos  de  vista  que  puede 
interesar  al  investigador.  Aunque  todavía  no  se  ha  hecho  clínico  el 
crioscopiOy  rae  figuro  que  á  nadie  le  habría  parecido  inoportuna  su  des- 
cripción y  aplicaciones,  pues  por  lo  mismo  que  acaba  de  nacer,  no  es 
posible  predecir  el  lugar  que  le  está  reservado,  si  en  vez  de  postergarlo 
como  inmotivadamente  viene  haciéndose,  según  he  tenido  ocasión  de 
observar,  se  hace  hincapié  en  utilizarlo,  procurando  obtener  de  su  uso 
algún  resultado  práctico,  que  no  dudo  llegará  á  conseguirse,  masó 
menos  á  la  larga,  si  no  nos  impacientamos, 

Nada  nos  dice  tampoco  el  autor  acerca  de  los  procedimientos  explo- 
ratorios de  la  permeabilidad  renal,  y  sólo  indicación  sumarísima  de  la 
exploración  de  la  vejiga  y  recto  al  final  de  la  obra.  No  parece  sino 
que,  fundado  en  la  importancia  de  los  datos  suministrados  por  la  pal- 
pación y  percusión  y  en  la  precisión  de  los  datos  del  análisis  microscó- 
pico y  químico,  valiosísimos  indiscutiblemente,  huelga  la  exploración 
génito-urinaria  obtenida  con  el  insubstituible  cistoscopio,  descubierto 
por  Nitze,  modificado  ingeniosamente  por  Albarrán  y  del  que  jamás 
prescinde  Wertlieim  en  su  notabilísima  clínica  ginecológica,  sin  des- 
atender los  anteriores  procederes.  Aun  más  resalta  la  omisión  aludida 
sí  se  considera  la  distinta  técnica  cistoscópica  en  la  mujer  que  en  el 
hombre,  de  cuya  particularidad  se  desprende  la  trascendencia  práctica 
de  este  método. 

Excelente  me  parece  el  capítulo  dedicado  al  «  Examen  de  los  espu- 
tos», aunque  tal  vez  peque  de  demasiado  condensado.  Más  completo 
el  «Examen  de  la  sangre»,  que  deja  muy  poco  que  desear  (no  mQXi- 
cionsí  Iel /ór??mla  leu^ociiósica},  termina  esta  serie  de  lecciones  con  la 
exploración  de  cavidades  y  órganos  especiales,  menos  lo»  á  que  antes 
hice  referencia. 

Capítulo  aparte,  detallado  y  extraordinariamente  notable  es  el  con- 
sagrado al  «Sistema  nervioso»,  psíquico,  fisiológico  y  físicamente 
considerado,  no  habiendo  trastorno  de  importancia  quépase  inadver- 
tido para  el  autor. 

Un  Apéndice  y  un  Complemento,  á  cual  mffs  conveniente,  cierran 
tan  valioso  libro,  por  todos  conceptos  interesante. 

Brozas,  junio  de  1904. 

FORMULARIO    T    TRATAM1BNT08    M0DBRN08 


CXI,  --  El  réffimen  en  las  onfermodados  de  la  piol 

Morel-Lavallée  lo  formula,  en  un  extenso  artículo,  del  siguiente  modo: 

En  las  dermatosis  tóxicas  hay  que  isuprimir  el  ag-ente  causal,  alimento  ó 
medicamento,  y  facilitar  su  eliminación  con  los  diuréticos  y  los  purgantes. 

En  las  crónicas  y  en  las  formas  agudas  que  recidivan  con  frecuencia, 
como  la  urticaria,  ha  de  someterse  el  enfermo  aun  régimen  oportuna  y  pro- 
longado. 

Régimen  lácteo.  —  Su  utilidad  es  evidente  en  todas  las  dermatosis  agudas, 
por  ejemplo,  urticaria,  eritemas  polimorfos  intensos,  púrpuras  tóxicas,  etc. 
Es  ventajosa  en  las  erupciones  hidrargíricas  agudas  y  aún  en  todas  las  me- 
dicamentosas algo  graves,  en  los  grandes  eczemas,  psoriasis  eritrodérmica, 
dermatitis  esfoliatriz,  dermatosis  de  During,  en  el  curso  de  los  brotes  agu- 
dos y  en  general  siempre  que  se  sospeche  insuficiencia  renal. 

También  está  indicado  si  hay  oliguria,  si  la  orina  contiene  urobilina  en 
abundancia,  pigmentos  biliares  m^s  ó  menos  modificados  y  si  existe  hipo- 
azoturia,  como  ocurre  en  la  dermitis  esfoliatriz,  debida  á  un  trastorno  pro- 
fundo de  la  nutrición  con  oxidación  incompleta  de  las  materias  nitroge- 
nadas. 


Formutario  y  tratamientof  modernos  4'S 

En  estos  casos,  en  que  el  enfermo  guarda  un  reposo  relativo  y  con  fre- 
cuencia está  en  cama,  la  dieta  láctea  debe  ser  at>soluta,  500  gramos  cada 
tres  horas,  añadiendo  agua  de  cal  ó  de  Vichy  si  hay  intolerancia. 

Cuando  comience  la  mejoría,  se  permitirá,  en  pooa  cantidad,  carn^  y  ve- 
getales, y  se  dará  uno  ó  dos  litros  de  leche  diarios,  que  se  irá  menguando 
gradualmente. 

Si  la  dermatosis  está  subordinada  á  trastornos  gastro-intestinales,  el  en- 
fermo debe  comer  poco  en  cada  comida,  y  en  caso  necesario  hacer  una  ó  dos 
más  accesorias.  Los  alimentos  deben  estar  muy  divididos  ó  en  purés  para 
facilitar  la  digestión,  y  muy  cocidos. 

En  las  formas  importantes  se  prohibirá :  pastas,  pastelería,  pan  (todo  lo 
más  un  poco,  pero  tostado),  farináceos,  salsas,  sacarinos,  chocolate,  col,  col 
de  Bruselas,  nabos,  rábanos,  remolacha,  cardo,  raíces,  ensaladas  crudas,  co- 
hombres, tomates. entremeses,  cebolla,  ajo,  condimentos,  alcaparras,  todos 
los  ácidos,  los  embutidos,  las  carnes  saladas,  ahumadas,  en  conserva,  secas, 
excepto  el  jíimón  magro,  la  caza,  los  fritos,  el  queso  v  todos  los  alimentos 
en  Cermentkción,  las  castañas,  los  albaricoques,  los  frutos  crudos  en  ge- 
neral. 

Puede  prescribirse:  sopas  no  grasas,  caldo  cocido  lentamente,  sin  ebulli- 
ción, desengrasado  y  fresco,  carnes  hervidas  ó  bien  asadas  sin  más  salsa 
3ue  la  de  la  propia  carne,  huevos  cocidos  y  blandos,  pescado  de  río.  lengua- 
0,  merluza,  rodaballo,  salmonete  cocidos,  legumbres  verdes,  achicoria, 
apio,  espinacas,  acedera,  habichuelas  verdes,  ensaladas  cocidas,  espárragos, 
alcachofas,  frutas  cocidas,  uvas.  - 

Como  bebidas,  agua  de  mesa  indiferentes  (Evian,  Alet,  Vittel,  Thonon), 
alguna  vez  infusión  de  tiht,  manzanilla,  menta,  flores  y  hojas  de  naranjo ; 
suele  ser  bien  tolerado  el  café  y  el  té  muy  ligeros  y  no  suele  sentar  mal  el 
fine  champagne  después  de  la  comida. 

La  leche  se  ha  de  prohibir;  sin  embargo,  á  las  veces  el  régimen  lácteo 
absoluto,  meJiante  la  leche  esterilizada,  da  excelentes  resultados. 

Cuando  hay  pirosis,  prescríbase  en  cuanto  aparezca : 

Carbonato  calcico  precipitado.    .    .  0*50    á  I        gramos 

Subnitrato  de  bismuto 0-20    á  0*60  » 

Clorhidrato  de  morfina O'OOl  á  0*002        » 

Magnesia  calcinada    .......  0*75    á  1  » 

para  un  papel. 

Siempre  que  hay  fermentaciones  gástricas  las  hay  intestinales. 

Cuando  hay  astricción  de  vientre,  los  purgantes  son  útiles. 

Cuando  hay  enteroptosis,  se  recurrirá  al  masaje. 

Kn  las  dernaatosis  persistentes  ó  recidivantes  que  no  sean  de  origen  ga^- 
tro-intestinal.  el  régimen  será  el  antes  indicado.  Mas  este  régimen  no  es 
preciso  en  todos  los  casos,  por  ejemplo  en  las  dermatosis  irritables,  poco  ex- 
tensas ó  recientes.  Entonces  el  autor  se  limita  á  suprimir  los  alimentos 
peligrosos,  particularmente  los  embutidos,  la  caza  pasada,  etc. 

La  superalimentación  en  los  recién  nacidos  y  en  los  niños,  cuya  madre 
calma  los  llantos  con  el  pecho  ó  el  biberón,  debe  ser  prohibida. 

En  los  adultos  y  viejos  es  frecuente  el  eczema  en  los  obesos,  hasta  en  los 
no  diabéticos,  con  el  carácter  de  muy  rebelde.  Estos  enfermos  son  ó  han 
sido  grandes  gastrónomos  y  de  co.stumbres  se'dentarias. 

De  la  superalimentación,  la  más  nociva  es  el  abuso  de  la  carne,  cual  se  ve 
en  las  gente.s  ricas  y  acomodadas.  Conviene  entonces  el  régimen  vegetal  y 
ser  muy  parcos  en  el  uso  de  las  carnes. 

El  régimen  vegetal  debe  emplearse  en  las  dermatosis  rebeldes,  cuya  du- 
ración permite  toda  suerte  de  experimentos  terapéuticos  y  dietéticos,  y  es 
necesario  en  los  enfermos  que  tengan  hiperacidez  urinaria  (1). 

CXII.— Diarreas  infantiles:  tratamiento  oon  la  sr^latina 

Propuesta  por  Weill  y  por  A.  Lumióre,  ha  recurrido  Patricot  á  la  gela- 
tina en  las  enteritis  infantiles.  La  usa,  pura  3^  esterilizada,  en  solución  al 
10  por  100  incorporada  con  U  leche  del  biberón,  á  la  dosis  de  4  á  10  gramos 
diarios,  sin  que  haya  inconveniente -en  empezar  por  las  dosis  grandes. 

(\)    Revue  prat.  des  mal.  cutanées. 


4' 4  Formulario  y  tratamtentoi  modernos 


El  niño  acepta  bien  esta  medicación,  que  es,  además,  inofensiva. 

El  resultado  es  excelente  en  las  enteritis  simples  sin  infección  general. 
No  tarda  en  producirse  mejoría; 

Cuando  hay  toxi-infección  digestiva,  las  deposiciones  cambian,  pero  no 
el  estado  general. 

La  gelatina  fracasa  en  las  enteritis  coleriformes  y  en  el  cólera  infantil 
confirmado. 

El  autor  considera  á  la  gelatina  como  el  mejor  de  Iqs  agentes  é  ignorad 
mecanismo  de  su  acción  (1). 

CXIII,  —  Enterooolitis  nmoo-mombranosa  :  tratamiento 

Robin  estima  que  esta  enfermedad  no  es  más  que  una  repercusión  déla 
hiperaítenia  gástrica  en  el  intestino. 

El  punto  esencial  consiste  en  saturar  el  contenido  gástrico,  para  que  lle- 
gue alcalino  al  tubo  intestinal. 

Después  de  las  comidas  hace  tomar,  en  una  poca  agua,  Uno  de  estos 
papeles: 

It^^S^rjr'''':"^' :  :  :  :}-•    «    «^~™- 

Bicarbonato  sódico 4  » 

para  doce  papeles. 

Y  si  en  el  intervalo  de  las  comidas  hay  crisis  gastrálgicas,  este  otro : 

Lactosa 1        gramo 

Magnesia  hidratada /  1'50         » 

Subnitrato  de  bismuto \^  ^.e^ 

Creta  preparada ¡^  ^^         * 

Codeína 0*005       » 

Bicarbonato  sódico 1  » 

El  régimen  alimenticio  debe  ser  rigoroso.  Se  permitirá :  caldo  de  co- 
cido, sopas  sin  grasa,  carnes  asadas  sin  salsas,  pe:»cados  hervilos,  pastas 
alimenticias,  legumbres  cocidas,  á  las  que  se  añade  en  el  momento  de  co- 
merlas un  poco  de  sal  y  manteca  fresca,  frutas  cocidas. 

Como  bebidas,  agua  pura,  agua -de  Alet,  que  es  calcica;  en  medio  de  la 
comida  uno  ó  dos  vasos  de  malta  y  después  del  desayuno  y  comida,  una 
taza  de  una  infusión  aromática  caliente. 

Para  asegurar  la  evacuación  del  intestino,  un  lavado  intestinal,  dos  ó 
tres  veces  por  semana,  con  un  litro  de  agua  hervida  y  á  unos  3T,  añadién- 
dole de  5  á  10  gotas  de  tintura  de  salvia,  esta  última  para  favorecer  la  con- 
tracción del  intestino.  Esta  lavativa  debe  ser  hecha  con  letititud ;  puede 
darar  media  hora  si  es  necesario  y  á  una  presión  muy  débil  (depósito  á OM 
ó  0*60  metros). 

Se  regularizará  las  funciones  intestinales  con  dosis  pequeñas  de  aceite 
de  ricino,  extracto  de  belladona  y  extracto  de  beleño. 

Robin  usa  la  fórmula  siguiente,  que  es  activa  k  dosis  relativamente  mo- 
deradas y  á  la  que  no  se  habitúa  pronto  el  intestino  : 

Aloes  del  Cabo 2        gramos 

Resina  de  jalapa  . \ 

»      de  escamonea )aa.  1  » 

Tarbit  vegetal.'    .    .    .* J 

Extracto  de  belladona k«  aos; 

»       de  beleño 1^  ^^^         * 

Jabón  amigdalino c.  s. 

para  50  pildoras ;  de  una  á  tres  al  acostarse.    Se  logra  con  ellas  una  deposi- 
ción no  diarreica  á  la  mañana  siguiente. 

Dos  horas  después  de  la  cena,  póngase  sobre  el  vientre  una  toalla  empa- 
pada en  agua  fría,  exprimida,  que  se  cubre  con  tafetán  engomado  y  d(^ 
capas  de  algidón,  sujetando  con  una  venda  de  franela.  Si  á  los  8  ó  10  mi- 
nutos no  ha  entrado  el  enfermo  en  reacción,  se  retira  la  toalla ;  si,  por  el 


(1)    Thét4  d*  Lyon. 


Formulario  y  tratamitntos  modernos  4*^ 


contrario,  es  bien  soportada,  se  la  deja  puesta  toda  la  noche,  quitándola  por 
la  mañana  un  cuarto  de  hora  antes  de  abandonar  el  lecho. 

£1  masaje  y  las  duchas  e;áCocesas  son  buenos. 

Contra  los  paroxismos  de  dolor  prescribe  : 

Extracto  de  cáñamo  indiano ] 

»       de  beleño Jaa.  0*03    gramos 

»       de  belladona j 

Mentol O'jO         » 

Alcohol  para  disolver c.  s. 

Julepe  gomobo 150             » 

una  cucharada  de  hora  en  hora. 

Las  aguas  minerales  sedantes  y  las  que  combaten  la  atonía  intestinal 
están  indicadas  (1). 

CXIV.  —  úlcera  gástrica  :  tratamiento 

RoUeston  lo  estudia  detenidamente.  Las  ideas  capitales  son  las  que 
siguen  : 

Reposo  fisiológico  absoluto  del  órgano:  ni  siquiera  agua  ni  hielo  para  cal 
mar  la  sed,  pues  al  ser  vertidos  en  el  intestino  provocan  movimientos  peris- 
tálticos, que  pueden  producir  graves  heijiorragias.  La  sed  debe  calmarse 
con  enemas  de  300  á  6üu  cm.*,  inyectados  lentamente  y  repetidos  cuatro  ó  más 
veces  al  día.  También  se  la  puede  calmar,  así  como  la  agitación,  con  in- 
yecciones de  morfina,  que  no  dejan  de  tener  inconvenientes. 

Lavados  frecuentes  de  la  boca;  pues  la  saliva,  sobre  todo  si  hay  piorrea 
alveolar,  irrita  é  infecta  el  e»tómago.  Además,  los  que  tienen  la  boca  seca 
están  más  expuestos  á  la  parotiditis. 

Alimentación:  la  rectal  no  es  indispensable  si  se  usa  los  enemas  de  agua; 
el  enfermo  soporta  bien  varios  días  de  abstinencia ;  á  mayor  abundamiento 
se  ha  dicho  que  los  enemas  alimenticios  obran  más  en  el  espíritu  q^ue  en  el 
cuerpo.  Se  hade  vigilar  el  estado  del  corazón  y  del  pulso.  Bn  todo  caso 
estos  enemas  bastan,  aun  siendo  mal  utilizados,  para  evitar  la  pérdida  de 
los  tejidos.  Las  in\  ecciones  rectales  de  suero.de  buey  con  almidón  y  glu- 
cosa han  sido  propuestos  por  Grunbaum  para  sostener  la  energía  calorífica. 

Dolúr:  opio,  bismuto,  nifrato  de  plata,  revulsión. 

Hemorragias:  raposo  absoluto,  morfina  en  inyecciones,  nunca  hielo,  po- 
cos ó  ningún  medicamento  al  interior,  y  en  caso  de  repeticiones,  astringen- 
tes ó  adrenalina  y  lavativas  con  3  ó  4  gramos  de  cloruro  calcico.  La  inyección 
de  cornezuelo  es  irracional  porque  aumenta  la  presión  sanguínea  :  el  estó- 
mago no  es  el  útero.  El  saco  de  hielo  en  el  epigastrio  puede  ser  útil,  pero 
suele  aumf^ntar  el  colapso  substrayendo  calor. 

Dominada  la  hematemesis  y  durante  un  período  corto,  ácido  cítrico  para 
disminuir  la  tendencia  á  la  flebitis. 

Vómitos:  reposo  fisológico  absoluto  y  no  dar  por  la  boca  mfts  que  opio, 
bismuto,  ácido  cianhídrico,  etc.  Kstos  vómitos  pueden  ser  reflejos  y  de- 
bidos á  las  lavativas,  mal  estado  de  los  dientes  (infección  séptica  de  origen 
bucal);  aquéllas  deben  ser  suprimidas  y  éste  curado. 

Estado  general :  ha  de  tender  á  reforzar  la  salud,  á  aumentar  la  resisten- 
cia y  á  suprimir  toda  causa  (el  rosis,  sífilis,  lesiones  sépticas  de  la  boca). 

Recaidas:  para  prevenirlas,  sobre  todo  en  las  jóvenes,  recomienda  Hale 
White  el  hierro,  como  en  la  clorosis ;  en  las  de  más  de  30  años,  ioduro  potá- 
sico, porque  algunas  dé  estas  úlceras  son  sifilíticas ;  si  es  mal  soportado, 
hay  que  suprimirlo. 

Con  mucha  prudencia  pueden  ser  hechos  lavados  del  estómago  con  agua 
ó  con  soluciones  antisépticas  ligeras,  ó  bien  con  una  gran  cantidad  de  bis- 
muto empleado  como  tópico  calmante. 

Las  erosiones  de  la  mucosa  han  sido  tratadas  con  el  spray  intragástrico 
de  nitrato  de  plata. 

Intervención  quirúrgica :  e^ik  m^ichá^k  en  ^\  caso  de  perforación,  en  las 
hemorragias  repetidas  que  comprometen  la  vida,  pero  sin  olvidar  que  hay 
hemorragia^  gravísimas  causadas  por  erosiones  muy  pequeñas  que  pueden 
pasar  inadvertidas. 


(1)    BuU.  gen.  di  Thirap. 


4i6  Formulario  y  traíatnitntos  modernos 


En  la  Úlcera  crónica,  el  dolor,  debido  á  las  adherencias  ó  á  la  gran  ex- 
tensión de  la  úlcera,  la  obstrucción  intermitente  ó  permanente  del  píioroy 
las  hematemesis  repetidas  y  rebeldes,  pueden  indicar  la  intervención  (1). 

.CXV.  —  Oánoer :  tratamionto  oon  la  formallna 

A.  F.  Meredish  Powel diluye  la  formalina  del  comercio  (40  por  100)  hasta 
reducirla  á  una  solución  acuosa  al  2  por  100 ;  empapa  de  ella  una  compresa 
y  la  coloca  sobre  el  tumor  y  partes  próximas,  poniendo  encima  una  cura 
ordinaria.  La  renueva  cada  seis  horas.  A  la  cuarta  ó  quinta  cura  desapa- 
rece la  sanies  y  el  mal  olor.  En  un  lapso  de  3  á  T  días  el  tumor  se  enne- 
grece, se  pone  insensible  y  se  elimina  gradualmente  basta  el  limite  del  te- 
jido sano.    La  úlcera  resultante,  úlcera  simple,  se  trata  del  modo  ordinario. 

Con  este  tratamiento,  que  no  causa  dolor  alguno,  ha  curado  un  escirrro 
de  la  oíama,  un  sarcoma  de  la  misma  y  un  epiteiioma  del  labio.  (2) 

CXVI.  — Varoil:  propiedades  fármaoo-dlnAmloas 

A  pesar  de  las  investigaciones  de  los  fisiólogos,  la  narceina,  uno  de  los 
alcaloides  somníferos  del  opio,  ha  sido  abandonada  por  los  terapeutas,  no 
obstante  ser  superior  á  los  demás.  El  abandono  se  ha  debido  á  dificultades 
en  la  preparación,  á  ser  rara  vez  obtenida  pura,  á  su  escasez  en  el  opio 
(0'02  por  100)  y,  por  tanto,  á  su  precio  elevado. 

Con  la  obtención  sintética  de  la  etilnarceina  se  han  obviado  los  inconve- 
nientes. El  producto  es  absolutamente  puro,  estable,  soluble  y  queda  re- 
suelto el  problema  de  su  empleo  en  inyeciones  hipodérmicas.  Además, 
según  una  ley  general,  la  fijación  del  grupo  etil  en  la  narceina  aumenta  la 
actividad  de  esta,  como  ocurre  con  los  acétales,  dimeíbnos,  uretanos  y  sobre 
todo  con  los  alcaloides :  asila  morfina  aumenta  su  energía  á  medida  que 
se  introduce  un  nuevo  radical  CH,.  Con  la  "etilización  de  la  narceina  era 
de  suponer  que  aventajaría  todavía  más  á  la  morfina,  como  íiomnífera,  anti- 
espasraódica,  analgésica  y  anexoámótica,  y  así  ha  ocurrido,  evitando  al 
mismo  tiempo  los  inconvenientes  de  ésta. 

Para  hacer  más  soluble  la  base  se  ha  preparado  el  clorhidrato  de  narceina, 
que  es  el  narcil. 

Noé  ha  hecho  un  estudio' muy  detenido  de  estas  substancias  en  todos 
conceptos. 

Resulta,  en  primer  lugar,  que  el  narcil,  á  dosis  terapéuticas,  no  tiene  los 
inconvenientes  de  la  morfina  y  de  sus  derivados ;  no  causando  náuseas  ni 
vómitos,  no  altera  las  evacuaciones  intestinales  ni  la  secreción  urinaria  y  es 
menos  peligroso. 

Como  antiespasmódico  es  un  excelente  moderador  de  la  hiperexcitabili- 
dad  y  un  calmante  específico  del  reflejo  de  la  tos.  sea  cualquiera  la  natura- 
leza de  ésta,  con  la  ventaja  de  no  poner  obstáculos  á  la  expectoración. 
Como  es  bien  tolerado  por  los  niños,  constituye  el  medicamento  de  elección 
en  la  coqueluche  y  demás  toses. 

Su  acción  analgésica  es  también  notable. 

Se  prescribe  en  jarabe,  granulos  y  pastillas  á  la  dosis  de  0*06  á  0'08  gra- 
mos diarios  ;  en  los  casos  rebeldes  la  do>is  máxima  puede  ser  de  O' 10  gra- 
mos y  hasta  de  O' 12.  En  inyecciones  hipodérmicas  la  dosis  media  es  de  0'02 
gramos  por  día ;  en  caso  de  necesidad  puede  llegarse  á  O  04  y  0*05.  (3) 

ex  VIL  —  Ozena :  tratamiento 

Boulay  asegura  que  el  mejor  procedimiento,  entre  tantos  como  se  han 
propuesto,  consiste  en  emplear  la  vaselina  bórica  (10  por  40)  del  modo  si- 
guiente : 

Limpias  las  fosas  nasales  de  las  costras  con  un  estilete  y  una  pinza,  se 
introduce,  cinco  veces  al  día,  una  porción  de  la  pomada  del  tamaño  de  una 
avellana,  por  una  de  las  fosas,  empujándola  con  el  dedo  índice  ;  s » tapa  la 
otra,  se  aspira  fuertemente  y  la  pomada,  fundida,  se  esparce  por  toda  la  ca- 
vidad, llegando  hasta  la  faringe  si  el  enfermo  tiene  la  cabeza  echada  hacia 
atrás.  Lo  mismo  se  hace  en  la  otra.  El  exceso  de  pomada  no  causa  per- 
juicio alguno,  antes  bien  es  favorable. 

(1)  Britith  m*d.  Journal 

(2)  Journal  méd.  dt  Brunelles. 
(Z)    Archives  génér.  de  hUd. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  417 


Al  penetrar  el  medicamento  siente  el  enfemio  picor  ligrero,  pocas  veces 
intenso,  pero  siempre  pasajero,  que  provoca  L^rimeo  reflejo,  ivn  las  fosas 
nasales  se  produce  abundante  líquido  seroso,  que  desprende  las  costras  y 
diluye  las  mucosidades  preexistenteis.  A  los  diez  minutos,  no  antes  si  es 
posible,  se  suena  el  enfermo  y  salen  pomada,  costras  y  mucosidades. 

Si  á  los  ocho  días  de  tratamiento  no  se  han  reproducido  las  costras,  se 
continúa  la  pomada;  si  se  han  jeproducido,  se  las  desprende  y  se  usa  la  po- 
mada al  15  por  40.  Si,  á  pesar  de  ello,  persisten  las  Cí)Stras  y  la  fetidez,  hay 
que  poner  en  los  puntos  rebeldes,  de  ordinario  el  meato  y  el  cornete  medio, 
un  tapón  de  algodón  hidrófilo  seco  ó  empapado  en  aceite  de  vaselina  men- 
tolado, tapón  de  unos  4  centímetros  de  largo  por  3  de  ancho  y  medio  de 
grueso;  permanece  de  2  á  12  horas,  y  luego  cae  por  sí  mismo  ó  al  sonarse  ó 
estornudar.  Las  costras  sobre  las  cuales  se  colocó  se  adhieren  á  él  y  caen 
inmediatamente  después.  Los  enfermos  aprenden  á  colocarlo  (mañana  y 
noche)  mejor  que  el  mismo  médico,  bastando  recomendóles  lo  dirijan 
arriba  y  afuera,  hacia  el  ángulo  externo  del  ojo.  ' 

El  tapón  provoca  una  secreción  refleja  por  debajo  de  las  costras,  que  las 
desprende  y  arrastra. 

Este  tratamiento  molesta  menos  y  es  menos  peligroso  que  las  duchas 
nasales,  todavía  tan  usadas  y  que  con  frecuencia  no  se  soportan  bien.  Con 
él  se  obtiene  cuanto  puede  obtenerse  en  el  ozena;  se  provee  al  paciente  de 
un  medio  que  oculta  su  dolencia,  suprimiendo  las  costras  y  la  fetidez.  No 
pide  más  el  enfermo  (1). 

CXVIII.  —  Arándano :  aeoión  baoterioida  en  el  intestino 

Hace  mucho  tiempo  se  recomienda  el  jugo  de  esta  planta  contra  las  dia- 
rreas. Esta  observación  es  confirmada  con  los  experimentos  de  Bernstein, 
quien  dice  que  el  mencionado  jugo  obra  con  gran  energía  en  los  cultivos 
de  bacilos  de  Eberth,  colibacyllo,  vibrión  colérico,  aun  cuando  se  neutralice 
previamente  el  ácido  contenido  en  dicho  jugo. 

Opina  que  está  indicado  en  el  cólera,  fiebre  tifoidea  y  disentería  (2). 

CXIX.  —  Aneftesia  looai  de  loe  tejidos  inflamados 
mediante  inyeooiones  de  oooaina  y  de  adrenalina  (renalina) 

La  mezcla  de  cocaína  y  de  adrenalina,  ó  renalina  fi-ancesa,  que  ha  sido 
empleada  con  este  objeto  por  Riballier,  se  compone  de : 

Solución  de  clorhidrato  de  cocaína  al  1  por  200  .    10  cm*. 
»       de  renalina  al  I  por  1,000 X.  gotas. 

Determina  localmente  una  vaso-constricción  y  una  anestesia  completa, 
hasta  de  los  tejidos  inflamados,  quedando  sólo  la  sensación  de  contacto.  No 
produce  escaras  ni  modifica  los  tejidos.  En  142  casos  únicamente  ha  ob- 
servado tres  hemorragias  secundarias. 

Como  fenómenos  generales  ha  notado  hipertensión  arterial  y  lentitud 
del  pulso.  No  sufren  alteración  las  funciones  respiratoria,  digestivas  y 
nerviosas. 

Dice  Riballier  que  no  se  debe  emplear  la  mezcla  en  los  siguientes  casos  : 
cuando  las  colecciones  purulentas  que  se  hayan  de  abrir  sean-  muy  nume- 
rosas y  necesiten  una  cantidad  superior  á  10  cm.*  de  líquido  ;  cuando  son 
muy  profundas  y  la  operación  no  está  regulada;  cuando  el  enfermo  sea 
menor  de  4  años  ;  cuando  sea  caquéctico,  hepático,  biabético,  albuminú- 
rico,  addisoniano,  etc.;  cuando  es  anginoso;  cuando  sufre  una  afección  car- 
díaca no  compensada  ;  cuando  es  pusilánime  ó  neurópata  en  exceso. 

Está  indicada:  en  los  panadizos,  ántrax,  flemones  urinosos,  abscesos  de 
la  margen  del  ano,  fístula  de  ano,  fisura  anal,  hemorroides,  extracciones 
dentarias  y  otros  afectos  análogos,  inclusos  los  de  las  especialidades. 

El  efecto  anestésico  es  superior  al  obtenido  con  los  refrigerantes  por  ser 
más  profundo  y  no  determinar  dolor,  y  mejor  que  el  logrado  con  la  co- 
caína sola,  pues  es  más  completo,  más  rápido  (2  ó  3  minutos^  más  prolon- 
gjido  y  no  tóxico.  En  el  empiema,  flemones,  dilatación  anal,  evita  los  ries- 
gos del  cloroformo. 


í  1 ;    A  rch iyes  de  Thirapeutique . 
(2)    British  med,  Journal. 


41 9  S€cciji  ajicial 


Aconseja  el  autor  no  pasar  en  la  mezcla  de  X  gotas  de  adreitalina  al 
1  por  1,000.  y  mantener  al  en/ermo  tendido  de  media  á  dos  horas»  según  la 
dosis  empleada  (1). 

CXX.  —  Adrenalina:  aooita  flsioldgloa 

Es  conocida,  pero  dada  la  importancia  de  este  medicamento  y  su  uso 
cada  vez  más  frecuente,  no  es  inútil  sintetizarla,  siquiera  como  recuerdo. 
Tomo  de  la  tesis  de  Riballier,  citada  en  el  ap'artado  anterior,  los  datos  per- 
tinentes. 

Localmente  es  un  vaso-constrictor,  notándose  en  el  hombre  un  mayor 
efecto  en  la  piel  que  en  las  mucosas.  Después  hay  vaso-dilatación.  La  in- 
yección á  dosis  grandes  puede  producir  encaras.  No  es  anestésica,  antes 
bien  determina  in  situ  ligero  escozor 

La  acción  general  es  más  compleja.  A  dosis  pequeñas,  ocasiona  espas- 
mo cardíaco  seguido  de  hipertensión  arterial,  menor  frecuencia  de  pulso  y 
hay  durante  corto  tiempo  mayor  energía  cardiaca.  Producen,  además, 
hiperglicemia,  mengua  de  los  hematíes  y  de  la  hemoglobina,  mayor  núme- 
ro de  nematoblastos  y  leucocitosis  muy  marcada.  Disminuye  el  período 
respiratorio  k  expensas  de  la  inspiración,  isquemia  la  conjuntiva,  aumenta 
la  secreción  salivar  y  acelera  la  salida  de  la  orina.  No  está  todavía  bien 
determinada  su  acción  sobre  la  piel. 

A  dosis  tóxicas,  los  efectos  varían,  según  que  se  haga  la  ihyección  bajo 
la  pie]  ó  en  las  venas :  en  éstas  es  40  veces  más  tóxica.  Así  se  explica  la 
rareza  de  los  accidentes  cuando  se  In  emplea  subcutáneamente.  Los  tras- 
tornos qne  causa,  son  :  N^értigos,  jaqueca,  vómitos,  esbozos  de  crisis  angi- 
nosos, síncopes  con  ó  sin  convulsiones,  la  muerte.  En  la  producción  de 
estos  accidentes  inñuyen  la  cualidad  de  la  adrenalina,  la  dosis  empleada, 
la  edad  de  los  enfermos  (nifios,  viejos),  el  esta  lo  general  de  los  mismos 
(cardíacos,  hepáticos,  addisonianos),  la  idiosincrasia. 

La  irritación  pasajera  que  producen  las  dosis  pequeñas  en  el  aparato 
cardio-vascular,  pueden  transformarse  en  verdaderas  lesiones  cuando  la 
adrenalina  es  inyectada  con  frecuencia  (2). 

Db.  Rodríqubz  Méndbz 

SECCIÓN    OFICIAL 

instituí  orthopédiqüe  rizzoli  a  bologne 

S.  MiCHBL  IN  BOSCO 

Avis  de  Concours 

Le  concours  pour  le  prix  Humbert  I  est  ouvert. 

Ce  prix,  de  L.  3,500,  sera.décernó  selon  la  délibération  du  Conseil  Pro- 
vincial de  Bologne  «á  la  meilleure  cBuvre  ou  invention  or  hopédique  ». 

Les  médecins  italiens  et  les  médecins  étrangers  peuvent  également  pren- 
dre  part  á  ce  concours. 

Les  conditions  de  ce  concoursi  et  de  Tassignation  de  ce  prix  sont  flxées 
par  un  réglement  fait  exprés  et  qui  sera  en  voy  ó  á  ceux  qui  en  feront  la  de- 
mande. 

La  demande  pour  étre  admis  á  ce  concours,  devra  étre  adressée  au  Pré- 
sident  de  llnstitut  Rizzoli  k  Bologne. 

Ce  concours  sera  dos  le  31  décembre  1904. 

Bologne,  Icr  janvier  1904.  —  Le  Présideni,  Rodolphe  Silvani. 

VOYAGES  D'ÉTUDES  MEDICALES 
AUX  STATIONS  HYDROMINÉRALES  ET  CLIMATIQÜES  DE  FRANCB 

Le  docteur  Carrón  de  la  Garriere  présente  ses  meilleurs  compliment«  k 
Monsieur  le  Rédacteur  en  chef  et  le  prie  instamment  de  bien  vouloir  insé- 
rer  la  note  suivante  : 

V.  E.  M.  1904.  —  Le  6«  Voyage  d'études  medicales  aura  lien  soiis  la  di- 
rection  scientiflque  du  professeur  Landouzy,  du  3  aa  15  sept^mbre  1904. 

II  comprendra  les  stations  du  Centre  et  de  TAuvergne:  Néris,  Bvaux,  Le 

(1)  Thést  de  Paris. 

(2)  Gaj^,sicii.diMed.€Chir. 


Publicaciones  recibidas  4'9 


Mont-Dore,  La  Bourboule.  Saint-Nectaire,  Royat,  Chatel-Guyon,  Vichy, 
Bourbon-l'Archambaulty  Bourbon-Lancy,  Saint-Honoré,  Poug-ues — les  sana- 
toriums  de  La  Motte-Beuvron  et  de  Durtol — les  statious  climatiques  de  Vic- 
sur-Cére  et  du  Lioran. 

Lp  programme  dé.aillé  sera  publié  en  mai  1904  par  le  D^  Carrón  de  la 
Garriere,  oreranisateur  des  V.  E.  M.,  2,  rué  Lincoln,  París. 

PUBL1CAC10NB8  RECIBIDAS 

Xia  oolitis  mnoo-membranosa,  por  el  Dr.  D.  José  González  del  Campo. — 
Madrid,  1904.  —  Dos  «jempiares. 

Tratado  de  Patolo^^a  y  Terapéntioa  comparadas  dol  hombro  y  A* 
loi  animales  domésticos,  para  médicos,  veterinarios  y  estudiantes, 
por  el  Prof  L)r.  Georgr  >chneidelmühl.  —  Traducción  directa  del  alemán 
por  el  í)r.  Fernando  Peña  Maya.  —  Cuatro  volúmenes.  —  De  la  Biblioteca 
escogrida  de  SI  Siglo  Médico.  —  Madrid,  1903-1904.  —  Veinte  pesetas. 

Cnro  marine  des  tnberonloses  cbimrsricales,  por  el  Dr.  Máximo  Cas- 
tro. —  ConsidéraíionSy  parie  ür.  J.  Lobit.  —  París,  1904. 

Annales  S.  Merck.  —  XVile  année,  1903  —  Darmstadt.  1904. 

AGadbmia  de  Higiene  de  Cataluña.  —Xiiioha  contra  la  tuberonlosis. 
Memoria  redactada  por  el  académico  ponente  Dr,  D.  Víctor  Soley  y  üely. 
Leída  y  aprobadiien  hi  sesión  que  tuvo  lugar  el  día  11  de  febrero  de  1904. 
Barcelona,  1904.  —    'os  ejempUres. 

Rral  Academia  de  Ciencias  t  Artes  de  Barcelona.  —  Año  scadémico 
de  1903  á  19«)4.  —  Nómina  del  personal  académico.  — Barcelona,  1904, 

Mem'^^riah  db  La  Real  Academia  de  Ciencias  y  Artes  de  Barcelona. — 
Tercera  épo(*.a.  — Vol.  IV,  n/*37.  ~  Importancia  de  ciertas  foncicnes 
para  obtener  directa  y  fácilmente  muchas  inte^rrales  de  aplica- 
ción 4  la  mecánica  racional,  por  e)  Dr.  1).  Lauro  Clariana  y  Ricart. 
N/*  88  El  Arte  plástico  y  g^ráflco.  por  D.  José  Masriera  y  Mnnovens 
N.^  39.  Una  pl^ya  de  terreno  cuaternario  anti^^o  en  el  llano  de* 
San  Juan  de  Vilasar,  por  el  Dr.  D.  Jaime  Almeda.  -—  Barcelona,  1904* 

Tratado  práctico  de  la  sifllis  y  enfermedades  venéreas,  por  el  doc- 
tor K.  Berdal,  con  un  Prefacio  del  Dr.  Tenesson.  —  Traducido  por  el  doc- 
tor T  Corominasy  Pedemonte.  —  Ilustrado  con  multitud  de  grabados  y 
láminas  en  colores.  Se  publica  por  cuadernos  de  48  pég-inas  y  una  lámina 
á  una  peseta  el  cunde -no  — José  Espasa,  editor,  Cortes  STO.  —  Cuader - 
nos  16,  n  y  18.  —  B/ircelona,  19o4.  —  Dos  ejemplares. 

Kannal  de  Patela*  s:ia  externa,  por  R.  Porgue— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  La  valí.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  p  »r  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  e<litor,  Cortes,  579.— Cuadernos  16  y  Yl,  —  Barcelona,  1904.— Dos 
ejemplares. 

Tratado  de  Kedicina  olinioa  y  Terapéutica,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Kbstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe, 
con  la'colabo ración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr  D.  José  Góngora  y  Tufión.  —  José  E-pasa,  editor, 
calle  de  las  Cort-s,  579.  —  Cuaderno  97,  98 y  99.  —  Barcelona,  1904.  —  Una 
pf»SHta  cuaderno.  —  Dos  eiemp:ares. 

Tratado  de  Cirniri*  olinioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Ber^mann,  P.  von  Brunsy  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  mas  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Kspasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  5*39.— Cuadernos 95  y  96.— Barcelo- 
na, 10o:<.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

I»a  leprodermia,  por  J.  Villeta-Bellaserra.  —  Barcelona,  1903. 

Sstudio  higiénico  social  de  la  fecundidad  y  prolifloidad.  —  Discurso 
leííio  en  la  R.  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona  en  el  acto 
de  In  recepción  del  académico  electo  Dr.  D  Alejandro  Planellas  y  Llanos. 
IHscu'SO  d"  recepción,  del  Dr.  D.  Juan  Viuray  Carreras. — Barcelona,  1904. — 
Dos  ejemp  ares. 

Sobre  la  fórmala  hemcleucocitaria  de  loa  recién  nacidos,  por  el  doc- 
tor ÜU5,tavo  Pittaluga.  —  Madrid,  1903. 


420 


Estudios  demográjicos  de  Barcelona 


Observaoionts  morfolósricas  sobre  los  embriones  de  las  fllariai  dt 
los  perros  (Pilaría  immitis,  Leiuy),  por  el  Dr.  GusUvo  Pittaluga.  —  Ma- 
drid, 1904. 

Algriini^s  observaoiones  hematólósrioas  y  baoterloló^oas  sobre  loi 
enfermos  del  hospital  de  epidemias  (Cerro  del  Pimiento] ^pov  eláoc- 
tor  Gustavo  Pittaluga.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares 

Topogrrafía  módioa  de  Oalaf ,  por  el  Dr.  D.  Ignacio  de  Llorens  y  Gallard. 
Trabajo  laureado  por  la  R.  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barce- 
lona, cdn  medalla  de  oro,  en  el  concurso  de  1903.  —  Barcelona,  1904.— 
Dos  ejemplares. 

Tratado  teOr^oo  práotioo  de  Hedioina  legal  y  Toxioolo^a,  por  el 
Dr.  D.  Pedro  Mata.  — Sexta  edición,  corregida,  reformada,  puesta  al  nivel 
de  los  conocimientos  modernos  y  arreglada  á  la  legislación  vigente :  La 
Medicina  legal,  por  D.  Eduardo  Lozano  Caparros ;  La  Toxicologia,  por 
D.  Adriano  Fernández  Martínez.  —  Tomo  quinto.  Toxicologia particular  ¡/ 
química  —  Bailly-Bailliére  é  hijos.  —  Madrid,  1904. 

Un  pooo  de  Higiene  y  Fatolo¿ia  mineras.  —  Tesis  para  el  Doctorado, 
por  D.  Eladio  León  y  Castro.  —  Bailly-Bailliére  é  hijos.  —  Madrid.  1904. 

Periódicos:  Tbe  Britisb  Jonrnal.of  CMldren's  Diseases.  —  Monthly. 
Edited  by  George  Carpenter,  M.  D.  —  Bartolomew  Glose,  London,  E.  C. 

Qaseta  Medioa. — Orgam  da  «Sociedade  de  Medicina  e  Cirugía  do  Pa- 
raná». —  Redactor-chefe  :  Dr.  Espindola.  —  Publicacao  mensal.  —  Rua 
Serrito,  n.°  48,  Curityba,  Paraná  (Brasil). 


Bstudio9  demogpáifleos  de  Bareelona 

POR    KL 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Diriec^or  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mea  de  Junio  de  1904 


I.  — INFRGOIONBB 

Coqueluche 

Difteria 

Disentería 

Escarlatina 

Erisipela    ....... 

Eclampsia  ....... 

Fiebre  tifoidea 

Gangrena 

influenza 

Lepra     

Otras  infecciones  .    .    .    . 

Paludismo 

Reutnatismo 

Sarampión 

Septicemia  puerperal     .     . 
Id.         quirurgrica  .     . 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis 

Viruela 


6 
y 
3 
3 
6 
16 
19 
5 
9 
2 
'6 
1 
2 

n 

5 

8 

6 

5 

153 

28 


Total 306 


11 


—  Otras  infbocionbs  t  fadbci- 
mibntos  ob  naturalbza  no  l}^' 
TKRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temaeO- 

nWé^in   (Arterias 25 

K       Coraaón 92 

^^^^'    I  Venas 1 

Suma  y  sigue.    ...      118 


Digesti- 
vo. .  . 


Suma  anterior. 

/Boca  .  .  . 
1  Bstómag-o  . 
V  Intestinos 


i  Otros  anexos 
'  Peritonitis 


Respira-  \  S,';?"'!"?^^»  <*'"'"'• 
//»*.«■/»  ¡Pulmonía  .  .  .  . 
íO)to.     (puinjón  y  pleura.     . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges 

jjrinario 

Ked  linfática .,  . 

Total 


118 

3 

9 

159 

23 

3 

44 

86 

18 

113 

O 

"75 
23 

n 


674 


III.  —  Otros  y  acgidkntks 

Accidentes 16 

Alcoholismo O 

Dístroílaí^  constitucionales.     .  8 

Esclerema O 

Falta  de  desarrollo    ....  4 

Frenopatías   .^ 1 

Neoplasmas    .' 30 

Senectud 2 

Suicidio 1 

Total 62 

Total  de  defunciones ....  1042 


Total  de  nacimientos . 
Abortos, 


1009 
69 


Tomo  ZZVII.     Núm.  14       Baroelona  31  JuUo  1904       Afio  ZZVII.      Núm.  660 

Gaceta  Médica  Catalaíía 

SUMARIO:  La  responsabilidad  médica  ante  los  Tribunales  de  justicia  (conclusión),  por 
D.  A.  Tapia  —  Mnrtaii<>ad  de  la  primera  íníancia  (conclusión),  por  D.  Rafael  Uleoia  y 
Cardona.  —  De  las  clorosis  sintomáticas,  por  Fernando  Lótj.  —  Rk vista  cmítica  bibuo- 
gkáfica  .  por  el  Dr.  D.  Arturo  Qalcerán  Oranés.  —  Formi-i.ario  y  TRATAMfirNTot  Monm- 
Nos,  por  el  Dr.  RodrigUAz  Méndez.  —  Skcc'Ó.%  oficiai.:  Asamblea  de  Médicos  titulares, 
sesión  del  18  de  mayo.  —  XV  Congrés  international  de  Médecine,  Lisboa,  (19-26  abril  1906).  — 
Instituto  médico-farmacéutico  de  Barcelona.  —  Nuestra  co  «HE»po.NnB^cIA  con  la  prensa.  —  Es- 
tudios demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 


La  responsabilidad  mddica  ante  los  Trllivnales  de  Jestlcia 


(1) 


D.  A.  Tapia 

Presidente  de  la  Sala  1.*  de  lo  Civil  de  Barcelona 

VIII 

Responsabilidad  en  que  con  arreglo  al  libro  3.®  del  Código  penal 
incurre  kl  facultativo  que,  notando  en  una  persona  á  quien  asis- 
tiere, ó  en  un  cadáver,  señales  dr  envenenamiunto  ó  de  otro 
delito,  no  diere  parte  á  la  autoridad. 

Existen  en  el  Código  penal  y  su  libro  3.**  disposiciones  de  carácter 
preceptivo  que  imponen  un  especial  deber  á  los  facultativos,  y  cuyo 
incumplimiento  determina  la  comisión  de  una  falta  con  su  correspon- 
diente sanción  penal. 

He  aquí  las  disposiciones  á  que  nos  referimos:   . 

«Art.  599.  Serán  castigados  con  las  penas  de  5  á  50  pesetas  de 
multa  ó  reprensión:  1.**  Los  facultativos  que  notando  en  una  per- 
sona á  quien  asistieren  ó  en  un  cadáver  señales  de  envenenamien- 
to ó  de  otro  delito,  no  dieren  parte  á  la  autoridad  inmediatamente, 
siempre  que  por  las  circunstancias  no  incurrieren  en  responsabilidad 
mayor». 

Esta  responsabilidad  mayor  es  la  que  puede  ser  imputada  á  los 
facultativos,  si  la  omisión  en  que  incurrieren,  pudiera  determinar 
su  condición  de  encubridores  de  un  delito,  conforme  á  las  prescripcio- 
nes del  art.  16  del  Código  penal. 

El  legislador  ha  hecho  bien  en  imponer  á  los  facultativos  el  deber 
que  expresa  el  art.  599  de  aquel  Código,  ya  que  de  su  estricto  cumpli- 
miento puede  depender  la  averiguación  y  descubrimiento  de  la  perpe- 
tración de  un  delito,  porque  noticiosa  la  autoridad  de  la  manifestación 
del  facultativo,  podrá  darse  comienzo  seguidamente  á  la  práctica  de 
las  diligencias  sumariales  convenientes,  no  sólo  para  la  comprobación 
del  delito,  sino  también  para  la  detención  de  los  culpables. 

Y  en  atención  á  que  las  consecuencias  de  la  ejecución  de  la  falta  de 
que  tratamos,  pueden  ser  trascendentales  para  la  causa  de  la  justicia, 
toda  vez  que  puede  darse  el  caso  de  la  impunidad  de  un  delito  graví- 
simo, entendemos  ser  suave  la  pena  infligida  al  culpable  de  aquella 
falta. 


(1)    Conclusión.  —  Véase  ti  número  anterior. 


4i3  La  responsabilidad  médica  ante  ioS  Tribunales  de  justicia 

IX 

Ejecución,  por  paute  de  quien  se  atribuye  la  cualidad  db  Profe- 
sor DK  actos  propios  DE  UNA  ÍACULTAD  QUE  NO  PUEDE  EJKRCERSE 
SIN  TÍTULO  OFICIAL.  —  EJECUCIÓN  DE  LOS  MISMOS  ACTOS  POR  QUIKN 
NO  SE   ATRIBUYE  "LA  CUALIDAD   DE   PROFESOR. 

Aun  cuando  estos  hechos  no  vienen  comprendidos  entre  los  justi- 
ciables con  arreglo  á  la  ley  penal,  que  pueden  ejecutar  los  individuos 
de  la  clase  médica,  sino  que,  por  el  contrario,  los  ejecutan  precisamente 
personas  extrañas  á  aquella  clase,  hemos  creído  conveniente  tratar  de 
esta  materia,  como  complemento  de  nuestro  trabajo,  por  la  relación 
íntima  que  con  él  tiene,  y  A  fin  de  propagar  más  y  más  la  necesidad 
de  perseg-uir  y  castigar  la  intrusión  en  las  funciones  de  la  clase  médica 
en  interés  particular  de  ésta  y  en  el  general  de  la  sociedad. 

El  que  atribuyéndose  la  cualidad  de  Profesor  ejecuta  públicamente 
actos  propios  de  una  facultad  que  no  puede  ejercerse  sin  título  oficial, 
comete  un  delito  ;  y  el  que  ejecuta  esos  mismos  actos,  sin  atribuirse  la 
cualidad  de  Profesor,  comete  una  falta.  Así  lo  preceptúa  nuestro  Código. 

Antes  de  su  publicación  estaba  atribuido  a  la  Administración  corre- 
gir las  intrusiones  en  la  facultad  de  Medicirja  y  Cirugía.  A  pesar  de 
ser  tan  claros  los  preceptos  sobre  la  materia  que  se  contienen  en  nues- 
tro Código,  en  multitud  de  casos  se  ha  pretendido  que  á  la  Adminis- 
tración continúa  atribuida  la  facultad  de  corregir  las  intrusiones  en 
la  Medicina  y  Cirugía,  conforme  á  lo  dispuesto  en  el  art.  22  de  la  ley 
provincial  (1),  por  entenderse  que  los  actos  de  los  intrusos  son  contra- 
rios á  la  moral  pública,  y  nada  más  fuera  de  lugar,  porque  la  intrusión 
esjp^rí^  un  hecho  justiciable  con  arreglo  á  nuestro  Código,  no  una 
simple  infracción  de  los  preceptos  generales  de  la  moral  pública ;  cons- 
tituye una  usurpación  de  funciones  que  no  pueden  ejercerse  sin  titulo, 
no  un  acto  que  rechaza  solamente  la  moral. 

La  simple  lectura  del  art.  22  de  la  citada  ley  provincial  evidencia 
cuanto  dejamos  expuesto.    Dice  a^^í  aquel  texto  legal : 

«  También  deberá  reprimir  (2)  los  actos  contrarios  á  la  moral  ó  A  la 
decencia  pública,  las  faltas  de  obediencia  ó  de  respeto  á  su  autoridad  y 
las  que  en  el  ejercicio  de  sus  cargos  cometan  los  funcionarios  y  corpo- 
raciones dependientes  de  la  misma,  pudiendo  imponer  con  éste  mo- 
tivo multas  que  no  excedan  de  500  pesetas,  á  no  estar  autorizado  para 
mayor  suma  por  leyes  especiales  ». 

Es  tan  claro  este  precepto,  que  no  es  posible  hacer  dé  él  aplicación, 
para  castigar  la  intrusión,  sin  violentar  el  concepto  de  la  moral  profesio- 
nal y  aquel  mismo  texto.    Reales  órdenes  diversas  así  lo  han  establecido. 

La  alta  trascendencia  que  consigo  lleva  el  desempeño  de  las  fun- 
ciones (le  la  clase  médica,  ha  obligado  al  legislador  á  rodearla  de  gti- 
rantías,  para  que  sólo  el  que  fuere  facultativo  pueda  ejecutar  los  actoís 
propios  (le  su  facultad,  castigando  con  severidad  al  intruso.  De  aquí 
la  dis])osici('»n  del  art.  343  de  nuestro  Código  penal  que  dice : 

«  El  que  atribuyéndose  la  cualidad  de  Profesor  ejerciere  pública- 
mente a(*to.s  propios  de  una  facultad  que  no  puede  ejercerse  sin  un 
título  oficial,  incurrirá  en  la  pena  de  arresto  mayor  en  su  grado  má- 
ximo (3)  á  prisión  correccional  en  su  grado  mínimo  (4)». 

Para  la  aplicación  de  este  artículo  se  requiere  : 

I.**  Que  el  individuo  de  que  se  trate  se  atribuya  la  cualidad  de 
Profesor. 


({)  Es  la  de  29  de  aRosto  de  18S2. 

(I)  Se  refiere  al  (Jobernador  civil  de  la  provincia. 

( !)  De     meses  y  1  día  á  6  meses. 

(4)  De  ()  mcsLS  y  1  día  á  2  años  y  4  mesíís. 


La  respoisabiiidad  médica  «tnte  los  Tribunatet  dtjutiieia  4»$ 

2.®  Que  ejerza  públicamente  actos  propio»  de  facultad  que  no  pue- 
da ejercerse  sin  título  oficial.. 

Con  relación  á  los  que  se  atribuyan  la  cualidad  de  médico  ó  ciruja- 
no, no  siéndolo,  para  que  este  extremo  resulte  acreditado,  precisa  que 
la  persona  de  quien  se  trate  se  titule  asi,  en  anuncios,  en  tarjetas,  es- 
tampándolo con  su  firma  al  pie  de  sus  recetas  ó  de  otro  cualquier  modo. 

Cuanto  á  los  actos  propios  de  la  facultad  de  Medicina  y  Cirugía, 
fácil  es  determinarlos.  Son  todos  los  pertenecientes  á  esta  facultad  y 
que  requieren  para  ejecutarlos  un  título  oficial,  expedido  á  favor  de 
los  interesados  en  virtud  de  pruebas  de  aptitud  en  las  Universidades 
del  Reino  U). 

Respecto  de  que  tales  actos  sean  ejecutados  públicamente,  la  publi- 
cidad dé  los  mismos  la  determina  el  hecho  de  no  ocultarse  el  individuo 
para  ejecuturlos. 

A  continuación  relacionamos  algunos  casos  prácticos  en  que  se  ha 
hecho  aplicación  por  los  Tribunales,  del  art.  343  del  Código  penal,  con 
relación  al  delito  que  en  él  se  comprende  de  usurpación  de  funciones 
médicas. 

Casos  prácticos.  —  I.  Con  motivo  de  hallarse  enferma  una  mujer 
en  una  casa  de  lenocinio,  fué  llamado  para  asistirla  un  individuo  que 
sólo  tenia  el  título  de  practicante,  el  cual  prestó  asistencia  á  dicha  en- 
ferma y  aún  á  otras  compañeras,  extendiendo  recetas,  que  fueron  des- 
pachadas en  la  farmacia,  presentando  una  minuta  de  honorarios, 
terminada  con  una  rúbrica  y  debajo  un  sello  en  que  se  leían  nombre  y 
apellidos  del  practicante,  y  además  la  palabra  médico,  importante  la 
-cantidad  de  42  pesetas,  despidiéndose  de  la  enferma  y  encargándola 
que  pudiendo  sobrevenir  grandes  gastos  por  la  enfermedad,  aconseja- 
ba se  la  llevara  á  la  Clínica  de  San  Carlos. 

Formada  causa  sobre  estos  hechos,  la  Audiencia  de  Madrid  condenó 
al  procesado  á  la  pena  de  un  año  y  un  día  de  prisión  correccional,  ac- 
cesoria y  costas,  como  autor  del  delito  de  usurpaci  n  de  fuaciones  pro- 
fesionales, definido  y  castigado  en  el  art.  343  del  Código  penal. 

Interpuesto  por  el  procesado  recurso  de  casación  por  infracción  de 
ley  contra  dicha  sentencia  por  negar  que  hubiese  ejercido  publica- 
mente los  actos  de  simularse  Profesor  médico,  ostentando  y  vulgari- 
zando ese  ejercicio  profesional  para  hacerlo  notorio,  el  Tribunal  8u-' 
premo,  en  sentencia  de  13  de  enero  de  1897,  declaró  no  haber  lugar  á 
dicho  recurso,  á  fundamento  del  siguiente  Considerando  : 

Considerando  que  el  recurrente  no  sólo  asistió  como  médico  á  algu- 
nas enfermas,  sin  tener  título  para  ello,  autorizando  recetas  con  un 
sello  en  que  se  atribuía  aquel  carácter  y  cobrando  honorarios  en  dicho 
concepto,  sino  que  ejerció  la  profesión  con  la  publicidavl  á  que  se  re- 
fiere laley  y  que  se  niega  en  el  recurso,  puesto  que  este  elemento 
esencial  (leí  expresado  delito  ha  concurrido  también  (mi  el  caso  pre- 
sente, como  lo  declara  la  sentencia  y  se  desprende  necesariamente  de 
los  hechos,  que  no  se  han  realizado  privadamente  y  con  la  reserva  de 
los  actos  de  orden  íntimo,  sino  con  aquella  naturalidad  y  manifesta- 
ciones externas  propias  del  ejercicio  legítimo  de  la  profesión,  que  por 
sí  solas  trascienden  al  público  y  por  ellas,  sin  duda,  se  solicitan  sus 
servicios  y  se  despachaban  susrecetas  en  farmacia  autorizada. 

II.  Una  mujer  venía  dedicada  á  prestar,  como  persona  práctica, 
sus  servicios  á  las  parturientes  del  lugar  de  su  vecindad,  sin  que  res- 


<1)    Los  facultativos  con  titulo  expedido  en  cl  extranjero  pueden  ejercer  su  profesión  en  España 
llenando  cutios  requisitos  establecidos  en  disposiciones  legales  vigcntCA. 


494  i^  respomabilidad  médica  ante  tos  Tribunales  de  justicia 

pecto  á  su  ocupación  y  asistencia,  solicitada  por  el  vecindario,  con  be- 
neplácito del  mismo,  se  hubiese  formulado  reclamación  alguna,  hasta 
que  establecida  en  la  localidad  una  matrona  con  título,  que  antes  no 
había,  fué  aquélla  denunciada  por  titularse  tal  comadre,  asistir  á  las 
parturientes  y  exigirlas  cinco  pesetas  como  remuneración  de  sus  ser- 
vicios, y  formada  causa  criminal,  se  le  condenó  por  la  Audiencia  de 
Alicante,  á  la  pena  de  cuatro  meses  y  un  día  de  arresto  mayor,  ac- 
cesoria correspondiente  y  costas,  como  autora  del  delito  de  usurpación 
de  funciones  profesionales,  comprendido  en  el  art.  343  del  Código  pe- 
nal, con  una  circunstancia  atenuante. 

Interpuesto  por  la  procesada  recurso  de  casación  por  infracción  de 
ley  contra  aquella  sentencia,  á  fundamento  de  constituir  el  hecho  per- 
!  .seguido  sólo  una  falta  del  n.**  1.°  del  art.  591  de  dicho  Código,  el  Tri- 

!  bunal  Supremo,  en  sentencia  de  21  de  marzo  de  1891,  declaró  no  haber 

I.  lugar  al  recurso  por  los  siguientes  fundamentos : 

Considerando  que  el  elemento  esencial  que  determina  la  diferencia 
del  hecho  justiciable  castigado  como  delito  en  el  art.  343  del  Código,  y 
del  que  pena  como  falta  el  591 ,  consiste  en  haberse  atribuido  ó  no  la 
cualidad  de  Profesor  el  que  públicamente  ejerce  actos  propios  de  una 
facultad  que  no  puede  ejercerse  sin  título  oficial: 

Considerando  que  al  manifestar  la  procesada  á  las  personas  que 
demandaban  sus  auxilios,  que  podía  prestarlos  porque  era  comaare* 
según  los  hechos  probados  en  la  sentencia,  es  visto  que  se  atribuyó  la 
cualidad  de  Profesora  sin  título  para  ello,  porque  con  este  nombre  se 
conoce  en  el  lenguaje  común  á  las  profesoras,  matronas  ó  parteras, 
como  las  denomina  el  Reglamento  de  21  de  noviembre  de  1861  y  el  de 
16  del  mismo  mes  de  1888,  sin  que  sea  necesario,  para  incurrir  en  la 
sanción  del  citado  art.  343,  atribuirse  la  cualidad  de  Profesor,  usando 
el  mismo  nombre  que  les  da  la  ley  cuando  se  emplea  otro  que  tiene  el 
mismo  significado  y  trascendencia,  y  al  estimarlo  así  la  Audiencia  de 
Alicante  no  ha  incurrido  en  error  de  derecho,  ni  infringido  disposición 
legal  alguna. 

Del  libro  de  la  «Estadística  de  la  Administración  de  Justicia  en  lu 
criminal »,  últimamente  publicado  por  el  Ministerio  de  Gracia  y  Jus- 
ticia, oíie  es  el  correspondiente  al  año  1899,  no  resulta  cual  sea*iel  nú- 
mero de  los  delitos  de  intrusión  en  las  funciones  médicas  que  en  aquel 
año  fueron  objeto  de  procedimiento  criminal,  porque  la  clasificación  de 
los  Que  comprende  se  hace  no  individualizándolos,  sino  por  los  epígra- 
fes de  los  capítulos  contenidos  en  los  distintos  títulos  del  Código  penal, 
y  en  el  que  está  contenido  (1)  el  de  intrusión  de  que  nos  ocupamos, 
lo  están  también  los  de  usurpación  de  otras  funciones  y  otros  varios. 

El  mismo  Código  penal,  en  su  artículo  591,  comprendido  en  el  libro 
3.^  título  l.**y  capítulo  2.%  que  lleva  por  epígrafe  «Faltas  contra  el 
orden  público  »,  define  y  castiga  también  la  falta  de  intrusión. 

Dice  así  aquel  texto  de  la  ley  penal : 

«  Art.  591 .    Serán  castigados  con  la  pena  de  5  á  25  pesetas  de  multa : 

1.°    Los  que  ejercieren  sin  título  actos  de  una  profesión  que  lo  exija  . 

No  es  lo  mismo  atribuirse  la  cualidad  de  Profesor  de  la  facultad 
médica  y  ejercer  públicamente  actos  propios  de  la  misma,  que  ejercer 
solamente  estos  actos.  Lo  primero  es  mas  grave  que  lo  segundo ;  por 
eso  la  responsabilidad  penal  en  uno  y  otro  caso  es  distinta,  grave  en  el 
primero  y  leve  en  el  segundo. 

<1)    Este  capitulo  es  el  7.^  del  titulo  4.®  del  libro  2.*^  del  Código  penal,  que  lleva  por  cpfgrate 
V  «  Usurpación  de  funciones,  calidad  y  títulos,  y  uso  indebido  de  nombres,  trajes,  insignias  y  cao- 

decoraciones». 


La  responsabilidad  médica  anU  los  Tribunales  de  fustieia  42tf 

Si  bien  se  estudia  el  contenido  de  los  artículos  343  y  591  en  su  nú- 
mero 1.^  del  Código,  no  puede  menos  de  observarse  que  está  poco  cas- 
tigada la  falta  de  intrusión  definida  en  el  último  de  estos  artículos. 
No  está  la  pena  que  en  él  se  impone  en  relación  con  el  mal  que  corri- 
ge :  hay  desproporción  entre  una  y  otro.  La  multa  de  5  á  25  pesetas, 
«s  poco  castigo  para  el  que  sin  atribuirse  la  cualidad  de  Profesor  eje- 
cuta actos  de  la  facultaa  médica. 

Ahora  bien :  ¿  qué  actos  son  los  que  determinan  la  existencia  de  la 
falta  de  intrusión  definida  y  castigada  en  el  art.  591  del  Código  ? 

El  Tribunal  Supremo,  sobre  la  inteligencia  y  aplicación  de  este 
texto  legal,  ha  estaolecido  la  siguiente  doctrina : 

El  que  sin  ser  médico  suministra  glóbulos  homeopáticos  á  varias 
personas,  no  constando  la  naturaleza  de  aquellos  medicamentos,  ni  la 
-clase  de  padecimiento  que  con  ellos  se  trataba  de  combatir,  no  incurre 
en  la  sanción  penal  del  n.**  1.**  del  art.  591  del  Código,  porque  en  esta 
prescripción  legal  no  se  castiga  la  aplicación  de  todo  medicamento, 
aun  cuando  sea  inocente,  sino  los  que  requieren,  según  la  ciencia,  co- 
nocimiento acabado  de  su  naturaleza  y  efectos  medicinales  y  no  están, 
además,  autorizados  por  el  uso  v  práctica  constante  en  la  medicina  do- 
méstica, únicos  cuya  aplicación  sin  titulo  profesional  constituirían 
•delito  ó  falta,  según  los  casos  (1). 

El  individuo  que  se  limita  á  ordenar  á  los  enfermos  que  acuden  á  su 
casa,  que  se  apliquen  en  las  partes  doloridas  paños  de  agua  que  dice 
«star  magnetizada  y  que  de  la  misma  beban,  no  será  responsable  de 
la  falta  definida  y  castigada  en  el  n.*"  1.*"  del  art.  591  del  Código,  porque 
dicho  individuo  no  hacía  aplicación  de  medicamento  alguno  de  los  que 
la  ciencia  enseña  (2). 

El  hecho  de  gue  dos  individuos  atribuían  el  origen  de  enfermeda- 
des á  la  presencia  de  los  espíritus  en  el  cuerpo  de  los  que  las  padecían, 
produciendo  las  alteraciones  consiguientes,  dedicándose  dichos  indi- 
viduos á  la  curación  de  los  pacientes,  pronunciando  ciertas  oraciones 
misteriosas  y  aplicándoles  agua  común  después  de  haber  rezado  sobre 
ella,  y  sin  exigir  por  ello  retribución  alguna,  por  más  que  no  tenían 
otro  modo  de  vivir,  pero  aceptando  algunos  convites,  determina  la 
falta  del  art.  606  en  su  n.°  2.°  del  Código  penal,  porque  racionalmente 
apreciada  la  conducta  de  aquellos  individuos,  por  el  origen  que  atri- 
buían á  los  males  cuya  curación  intentaban  y  los  medios  de  que  para 
ello  se  valían,  aparece  evidente  el  abuso  que  hacían  de  la  credulidad 
de  cuantos  á  ellos  acudían,  por  referirse  dicha  credulidad  á  procedi- 
mientos de  eficacia  meramente  misteriosa  y  que  el  lucro  ó  interés  no 
consiste  solamente  en  la  recompensa  exigida,  sino  también  en  la  utili- 
<iad  reportada  por  semejantes  procedimientos  (3). 

El  hecho  de  prestar  asistencia  á  enfermos  intentando  su  curación 
por  medio  de  oraciones  y  de  algún  vaso  de  agua  que  se  dice  magneti- 
zada, no  es  propiamente  acto  de  la  profesión  de  médicos  ó  cirujanos, 
que  por  su  carácter  científico  excluye  los  procedimientos  fundados  en 
credulidades  referentes  á  medios  de  eficacia  misteriosa,  entre  los  cuales 
se  encuentra  el  empleado  con  el  indicado  objeto  y  el  Juzgado  no  ha 
incurrido  consiguientemente  en  el  único  error  de  derecho  que  por  el 
Ministerio  fiscal  fc  le  atribuye. al  no  castigar  el  relacionado  hecho 
como  comprendido  en  el  n.*"  1.**  del  art.  591  del  Código  penal,  aun 
cuando  hubiera  podido  comprenderse  en  algún  otro  del  mismo  li- 
bro 3.°  (4). 


(I>  Senil ncia  de  2R  de  noviembre  de  1889. 

(2)  Semencia  de  26  de  septiembre  de  1879. 

(3)  Sentencia  de  18  de  marzo  de  1885. 
<4)  Sentencia  de  20  de  marzo  de  1885. 


4^  La  retpotuabiiiéUid  nUdica  OMtt  la  TribunaUá  de  juiticia 


Los  practicantes,  reconocidos  por  la  ley  de  Instrucción  pública  de 
1857,  si  bien  poseen  un  título  que  les  concede  ciertos  derechos  y  fun- 
ciones propias,  sólo  les  habilita  para  las  pequeñas  operaciones  com- 
prendidas bajo  el  nombre  de  Cirugía  menor  que  han  de  ejecutar  por 
disposición  de  un  Licenciado  ó  Doctor  de  la  Facultad  de  Medicina,  pu- 
diendo,  además,  servir  de  Ayudantes  en  las  grandes  operaciones  que 
ejecutan  aquéllos,  en  las  curas  de  los  operados  y  en  el  uso  y  aplicación 
de  los  remedios  que  dispongan  para  los  enfermos  que  dejan  á  su  cui- 
dado, en  el  tiempo  intermedio  de  sus  visitas,  pero  en  ningún  caso  como 
previene  el  Reglamento  de  16  de  noviembre  de  1888,  podrán  desempe- 
ñar las  funciones  propias  de  dichos  facultativos. 

Así,  pues,  el  hecho  de  que  un  practicante  visite  enfermos  y  recete 
medicamentos  solo  y  sin  la  dirección  de  un  médico-cirujano,  extrali- 
mitándose de  las  funciones  que  su  titulo  le  otorgaba,  llegando  hasta 
expedir  recetas,  que  es  atribución  de  los  médicos,  y  de  consiguiente 
estos  actos  caen  de  lleno  dentro  de  la  sanción  del  n.**  1.**  del  ait.  591 
del  Código  penal  (1). 

La  aplicación  á  unos  niños  de  innumerables  inyecciones  hipodér- 
micas  de  morfina  produciéndoles  la  morfinomanía,  determina  la  sim- 
ple imprudencia  con  infracción  de  reglamentos,  ya  que  su  autor, 
aunque  persona  imperita,  no  se  propuso  causar  un  mal  sino  más  bien 
remediar  otros  anteriores,  reales  ó  presumidos,  por  lo  que  es  visto  que 
informa  dicha  aplicación  notoria  imprudencia,  por  ejecutarse  por  per- 
sona imperita  á  quien  no  sólo  las  disposiciones  reglamentarias  de  las 
ciencias  y  artes  de  curar,  sino  la  ley  penal  prohiben  su  ejercicio  y  por 
haber  sido  causa  de  las  enfermedades  padecidas  por  dichos  niños  (2). 

Es  de  todos  sabido  que  el  oficio  de  curandero  está  muy  generali- 
zado y  son  muchas  las  localidades  en  que  aquéllos  se  dedican  á  visitar 
enfermos  y  también  hay  muchos  de  éstos  que,  incautos,  caen  en  ma- 
nos de  aquéllos,  ya  por  la  fe  que  les  inspira  su  charlatanismo,  ya  por 
lo  económico  del  precio  de  sus  servicios. 

El  curandero  se  dedica  así  á  la  Medicina  como  á  la  Cirugía,  pero 
con  preferencia  á  ésta. 

Cuanto  á  matronas,  seguramente  que  es  mayor  el  número  de  las 
intrusas  que  ejercen  sin  título,  que  las  que  lo  desempeñan  pose- 
yéndolo. 

Respecto  de  los  medios  que  ponen  en  práctica  los  curanderos  para 
ejercer  su  oficio,  se  dice  que  ya  son  medicamentos  que  tienen  su  ori- 

fen  en  específicos  que  pasan  de  generación  en  generación,  destinados 
curar  cierta  clase  de  males,  ó  ya  otros  remedios  más  ó  menos  em- 
píricos. 

De  ordinario,  los  efectos  de  encomendar  un  individuo  la  curación 
de  un  mal  que  padece,  á  un  curandero,  los  .siente  el  mismo  enfermo, 
al  ver  que  no  realiza  su  propósito  de  obtener  su  curación. 

Lleva,  como  se  suele  decir,  en  el  pecado  la  penitencia.  Mas  si  en 
algún  caso  obtiene  el  enfermo  su  curación,  debido  será,  segurament**, 
á  que  con  curandero  ó  sin  curandero,  había  de  sanar,  ó  á  que  el  medi- 
camento ó  específico  propinado  fué  el  mismo  que  anteriormente  fue 
aplicado  á  otro  enfermo  de  igual  dolencia  y  que  copió  el  curandero 
aplicándolo  al  doliente  por  él  visitado. 

Con  razón  ha  dicho  un  tratadista  que  el  curandero  causa  más  daño 
que  las  plagas  del  campo. 

Son  muchos  los  casos  en  que  se  registran  accidentes  tristísimas 
por  la  intrusión  en  las  funciones  médicas. 


(1)    Sentencia  de  30  de  octubre  de  1896. 
(t)    Sentencia  de  18  de  enero  de  1^96. 


Mortalidad  dá  ia  prinura  infancia 


4^7 


No  ha  muchos  meses,  en  mayo  del  presente  año,  falleció  en  Carta- 
gena una  niña  que  padecía  de  rabia  á  consecuencia  de  haber  sido 
mordida  por  un  perro.  La  familia  de  la  enferma  encomendó  la  cu- 
ración de  ésta  a  un  curandero,  el  cual  después  de  hacer  con  ella  di- 
versas manipulaciones,  aplicándo'e  varios  remedios,  la  dio  por  curada. 
No  resultó  así,  porque  la  niña  tuvo  que  ingresar  en  el  Hospital  donde 
falleció.  El  hecho  causó  grande  indignación  en  Cartagena  contra  el 
curaiulero,  que  fué  sometido  á  la  acción  de  los  Tribunales  de  justicia. 
Como  este  caso  se  registran  muchos  en  las  tristes  crónicas  de  la  in- 
trusión. 

Precisa,  pues,  perseguir  y  castigar  á  cuantos  sin  el  debido  título  y 
atribuyéndose  la  cualidad  ¿e  Profesor,  ejecutan  públicamente  actos 
propios  de  la  clase  médica,  y  h  los  que  sin  atribuirse  aquella  cualidad 
realizan  esos  mismos  actos. 

En  ocasiones  hemos  observado  que  aquella  persecución  se  ha  lle- 
vado á  cabo  con  celo  y  mucho  rigor  y  produciendo  excelentes  resul- 
tados. 

La  Autoridad  gubernativa,  de  acuerdo  con  los  Colegios  de  médicos, 
tiene  medios  para  lograr  la  persecución  y  castigo  de  los  falsos  profe- 
sores y  de  los  curan(leros. 

La  lectura  de  los  anuncios  en  los  periódicos,  de  los  carteles  fijados 
en  la  vía  pública,  en  que  se  ofrecen  al  público  aquellos  falsos  profeso- 
res, puede  servir  de  medio  para  la  averiguación  de  infracciones  del 
precepto  de  la  ley  penal  de  que  nos  ocupamos. 

No  debe  olvidarse,  pues,  un  momento,  por  los  encargados  de  vigi- 
lar el  cumplimiento  de  las  leyes,  que  se  impone  la  persecución  del  de- 
lito de  intrusión  á  que  nos  referimos,  y  esto,  en  nombre  de  la  huma- 
nidad, ya  que  ia  tolerancia  de  que  existan  curanderos  y  de  que  ejerzan 
libremente  su  oficio  es  un  mal  gravísimo,  cuyas  consecuencias  son 
siempre  trascendentales  y  en  alto  grado  perjudiciales  al  general  inte- 
rés de  la  sociedad  y  á  los  particulares  de  la  noble  clase  médica. 


Hortalldad  de  la  primera  infancia 


vt) 


D.  Rafael  Ülecia  y  Cardona 

Director  de  la  Repista  de  Medicina  y  CirutLia  prácticas^  Vocal  de  la  Junta  monicipal 
de  banidad  de  Madrid,  etc.,  etc. 

Haciendo  el  estudio  comparativo  de  la  mortalidad  infantil  con  el  de 
la  general  en  las  49  provincias,  resulta  la  proporción  siguiente: 


Xortalidad  ocmparada  de  nifos  en  las  provlnoiai  de  Bipa&a.  — Año  1900 


Almería 53*86  por  100 

Jaéu 51*65  »  » 

Avila 51M2  »  » 

Badajoz 50'99  »  » 

Segovia 50*69  »  » 

Ciudad  Real.    .    .    .  50*f>8  y>  » 

Orauada 50'12  )>  » 


Valladolid     ....  49*90  por  100 

Albíicete 4»'68  »  » 

Mure. a 4R'8l  »  » 

Cayeres 48  63  »  » 

Logroño 48*34  »  » 

Córdoba 48*28  »  » 

Palencia 4T46  »  » 


U)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


4^8 


Mortalidad  de  la  primera  infancia 


Toledo .    .    .    .    .    .  4T12  por  100 

Cuenca 4T07 

Burgos 46  32 

Málaga.     .....  4«*06    » 

Soria 45*63 

Zaragoza .    .    .    .    .  45*47    » 

Canarias  /    .    .    .    .  44'90    » 

Sevilla 44*25 

Cádiz 43*92 


)r  100 

Huelva.    .    .    . 

.     .    43*77  por  100 

» 

Ca.steUón  .    .    . 

.     .    43*35    »       » 

» 

Valencia  .    .    . 

.     .    43*15    »       » 

^      » 

Guadalajara .    . 

.     .    42*92    »       » 

» 

Salamanca    .    . 

.     .    42*13    »       » 

» 

Vizcaya    .    .    . 

.    42*43    »       » 

» 

Teruel .... 

.     .    42W    »       » 

» 

Zamora    .    .    . 

.     .    41*95    »       » 

» 

Madrid     .     .     . 

.    .    41M    »      » 

Fig.  16. 


ce 

e 


^v.3^' 


í' 


^ 


Mortalidad  dt  la  primera  infancia 


4^9 


Alicante  . 

^lava  .  . 

Huesca.  . 

Orense .  . 

León     .  . 

Coruüa.  . 
Santander 

Lérida  .  . 

Navarra  . 


40*83  por  100 


40*49 
39  34 
3H-82 
38'81 
3T83 
3r55 
3723 
37*21 


Oviedo 33*83  por  100 

Gerona.    .....  3369 

Guipúzcoa    ....  3288 

Lugo 31*51 

Pontevedra   ....  31*21 

Tarragona    ....  30*28 

Barceioua 30*20 

Baleares 28*25 


» 

» 

y> 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

» 

Flg.  17 


4S0 


Mortalidad  de  la  primera  infancia 


Haciendo  el  estudio  comparativo  de  la  mortalidad  infantil  con  el 
de  la  general  respecto  á  las  49  capitales^  nos  da  las  sigpuientes  propor- 
ciones : 


Xortalidad  comparada  de  Nifios  en  laa  Capitalea  de  Eipafia.  ^  Afio  1900 


Murcia 

Almería    .     .     .     .     . 

Bilbao 

Zamora 

Valladolid     .    .    .    . 

Jaén 

Huelva 

Corufia 

Granada  

Madrid 

Santander     .     .    .     . 

Orense 

Badajoz 

Albacete 

Falencia 

Logroño   

Sta.  Cruz  de  Tenerife. 

Alicante 

Oviedo 

Cupntta 

Lérida  ...... 

Lugo 

Málngra 

Zaragoza 

Córdoba    


46'93  por  100 

46*33 

45*38 

4320 

43*11 

42»76 

41*94 

41 '92 

41*70 

4130 

4i*n 

4104 
40*48 
40*54 
39*'70 
39*61 
38*84 
37*56 
36*96 
36*95 
36'65 
36*13 
36*06 
35*98 
35-95 


» 

» 
» 

» 

» 


» 

» 

» 
» 


Ciudad  Real.    .    .    .  35*85  por  100 

Valencia  .    .    .     .    .  aV36 

Castellón  .....  34*03 

San  Sebastián   .     .     .  3;183 

Cáceres 3:^*47 

Seg-ovia 33*33 

Cádiz 32*92 

Vitoria 32*86 

Sevilla 32*70 

Ávila 31^79 

Guadalajara.    .    .    .  3175 

Huesca 31*73 

Salamanca    ....  31*64 

Pontevedra  .     .    .     .  31*51 

Burgros 31*49 

Toledo 30*83 

Soria 30 

Barcelona 29*52 

Pamplona     ....  28*78 

Tarragona     ....  28*30 

Teruel 2684 

León 26*74    » 

Gerona 24''I4    » 

Palma  de  Mallorca    .  21*70    » 


» 


La  mortalidad  infantil  en  las  provincias,  con  relación  á  las  esiaciíh 
nes,  es  la  siguiente: 

Fué  mayor  durante  el  verano,  en:  Álava,  Albacete,  Alicante,  Alme- 
ría, Avila,  Badajoz,  Baleares,  Burgos,  Cáceres,  Cádiz,  Canarias,  Caste- 
llón, Ciudad  Real,  Córdoba,  Cuenca,  Granada,  Guadalajara,  Huesca, 
Jaén,  Lérida,  Logroño,  Madrid,  Málaga,  Murcia,  Salamanca,  Segovia, 
Sevilla,  Soria,  Teruel,  Toledo,  Valladolid,  Vizcaya,  Zamora,  Zaragoza. 
Total,  34  provincias. 

Durante  el  invierno  en  :  Barcelona,  Coruna,  Gerona,  Huelva,  León, 
Lugo,  Navarra,  Orense,  Oviedo,  Falencia,  Santander,  Pontevedra,  Ta- 
rragona, Valencia.  Total,  14  provincias. 

Durante  el  olo77o  en:  Guipúzcoa.  Total,  1. 

Con  relación  á  laa  capitales,  fué  mayor  durante  el  invierno  en:  Ala- 
va,  Albacete,  Alicante,  Avila,  Badajoz,  Baleares,  Burgos,  Cádiz,  Caste- 
llón, Córdoba,  Gerona,  Granada,  Huelva,  Huesca,  Jaén,  Lugo,  Murcia, 
Navarra,  Orense,  Oviedo,  Falencia,  Pontevedra,  Santander,  Segovia. 
Total,  24. 

Duran tf^  el  verano  en:  Almería,  Ciudad  Real,  Cuenca,  Guadalajara, 
León,  Lérida,  Logroño,  Madrid,  Salamanca,  Teruel,  Vizcaya,  Zamora, 
Zaragoza.  Total,  13. 

I^iWKXitQ  \^ primavera  en:  Barcelona,  Cáceres,  Corufla,  Málaga,  Se- 
villa, Tarragona,  Toledo,  Valencia.  Total,  8. 

Durante  el  otorio  en:  Cananas,  Guipúzcoa,  Valladolid.  Total,  3. 

Fué  igual  en  verano  y  en  iiivierno  (pero  superior  á  la  de  prim4Ttr& 
V  oloño^  en  Soria. 


Mortalidad  dt  la  primera  infancia 


43i 


Belación  entre  la  mortalidad  7  natalidad  general  en  las  proyinoiai 
de  España  en  1900 


Mayor 

Ooruña +  6  397 

Valencia »  5,536 

Oviedo »   4,923 

Alicante »   4,090 

Canarias *  3,96*7 

Pontevedra »  3,750 

Lugro »  3,655 

Murcia »  3,119 

Santander »  3.003 

Ciudad  Real »  2,912 

Jaén     ........  »   2,713 

Vizcaya »  2,618 

Granada »  2,622 

León »   2,4<)7 

Burgos »   2,277 

Málaga »   2,259 

Cáceres *  2,231 

Cádiz »   2.118 

Salamanca »   2,114 

Cuenca »   1,9<»2 

Badajoz »   1,764 

Córdoba »   1,594 

Castellón »    1,539 

Toledo »    1,482 


natalidad 

Baleares + 

Tarragona » 

Teruel » 

Guipúzcoa » 

Orense » 

Zaragoza » 

Navarra » 

Zamora » 

Valladolid » 

Sevilla » 

Albacete » 

Guadalajara » 

Logroño » 

Almería » 

Palencia » 

Huelva » 

Segovia » 

Huesca » 

Soria » 

Álava » 

Ávila    ....'....  » 

Barcelona » 

Lérida » 

GtTona » 


1,439 

1,340 

l,a39 

1,263 

1,256 

1,166 

1,078 

1,075 

928 

927 

892 

875 

874 

849 

834 

783 

768 

747 

628 

493 

464 

209 

182 

107 


Mayor  mortalidad 


Madrid +661 


Selaoión  entre  la  mortalidad  general  7  la  natalidad  de  lai  oapitaleí 
de  Eepafia  en  1900 


Mayor  mortalidad 


Madrid -  1,76S 

Sevilla »  804 

Barcelona »  790 

Granada »  596 

Murcia >  561 

Cádiz »  416 

Lérida »  390 

Cónloba »  350 

Toledo »  338 

Málaga »  323 

Gerona »  322 

Zaragoza »  192 

Salamanca »  164 

Palencia »  103 

Badajoz »  80 


Castellón 


—  78 


Huesca »  74 

Cáceres »   62 

Zamora »   60 

Teruel »   53 

Pamplona »  53 

Ávila »   48 

Burgos .     .  »   39 

Cuenca »   31 

Valladolid » 

Ciudad  Real -.  » 

León » 

Albacete » 

Logroño » 

Palma  Mayor » 


Mayor  natalidad 


29 

28 

28 

13 

4 

2 


Huelva +    1 

Orense »   19 

Soria »  24 

Tarragona »   32 

Guadalajara »   54 

Vitoria »  60 

Jaén '  »  60 

Segovia »   63 

Santa  Cruz  de  Tenerife  ...  »  82 


Almería 


»114 


Alicante +  14*í 

San  Sebastián »  169 

Lugo »  192 

Pontevedra »  250 

Bilbno »  259 

Valencia »  273 

Coriiña »  343 

Oviedo »  384 

Santander »  431 


^':r^ 


^, 


452  Mortalidad  de  la  primera  infancia 


De  los  datos  que  arrojan  las  relaciones  de  la  página  anterior,  se 
desprende  que  la  única  provincia  de  España  en  que  la  mortalidad  ha 
^  sido  mayor  que  la  natalidad,  es  la  de  Madrid  en  561  habitantes;  y  que 

f'  la  capital  de  España  en  que  ha  habido  mayor  diferencia  entre  la  nata- 

lidad y  la  mortalidad,  ka  sido  también  Madrid^  en  la  que  la  segunda, 
ha  superado  á  la  primera  en  1,768  habitantes. 

¡  No  cabe  nada  más  desconsolador  que  los  guarismos  que  os  acabo 
de  exponer!  jYo  bien  sé  que  un  solo  año  no  basta  para  que  de  las 
estadísticas  se  puedan  sacar  deducciones  exactas. 

Por  desgracia,  no  puedo  presentaros  ahora  más  que  las  correspon- 
dientes al  año  1900,  porque  es  el  único  que  ha  publicado  el  Instituto 
Geográfico  y  Estadístico,  cuyo  inteligente  y  laborioso  personal  promete 
continuar  ya  sin  interrupción  su  penosa  y  útilísima  tarea,  base  de 
ulteriores  estudios,  que  redundarán,  sin  duda  alguna,  en  beneficio  de 
la  salud  pública. 

Por  esas  cifras  veréis  comprobada  la  exactitud  de  la  afirmación  que 
j;  al  principio  os  hice,  de  que  el  problema  de  la  mortalidad  infantil  re- 

i:  viste  caracteres  más  alarmantes  aún  que  el  de  la  misma  tuberculosis,  Y 

s.  para  que  veáis  que  no  es  exagerada,  sino  la  fiel  expresión  de  un  hecho 

?'  positivo,  seguiré  molestando  vuestra  atención  breves  momentos,  pre- 

í:  sentándoos,  como  prueba,  un  estado  comnararativo  entre  la  mortalidad 

%  de  niños  de  O  dias  á  un  año  y  la  de  tuoei'culosis  pubnonar  en  varias 

p,  capitales,  estado  que  comprende  el  último  quinquenio  de  1898  á  1902. 

f  Kortalidad  comparada  en  capitales  que  tienen  maycr  población  que  Xadrii 

(1898-02) .  FobUolón        Taberenloiii      ».  b  á  i  .«« 

•nl90a  pulmonar        ''*  °  *  ^  "^^ 

Londres 4.5-79,107  ^,196  103,814 

New  York 3  6:^2,501  -12.432  87.188 

París 2.511,629  60,849  33,238 

Viena 1.709  211  29,721  47,985 

Filadelfla 1.293  697  16,604  27.473 

San  Petersburg-o 1.248,643  19,782  55,191 

Moscow 1.023,817  16,084  61,709 

Biida-Pest 751,177  12,379  18,374 

.     Varsovia 736.625        7,535  22,618 

Haraburgo 7v4,a35        6,678  18.674 

Bruselas 5G>,893        4.067  10,881 

Madrid 528,^84        6,556(1)  18,115 

Xortalidad  comparada  en  oapitalee  qne  tienen  menor  población  que  Xadrid 

(1898-02).  Pcblaoiótt        Tubérouloilf      b.  o  i  i  .«, 

ea  1902  pulmonar        '^^  °  *  ^  *°^ 

Baltimore 525.000  5,177  14,379 

Munich 506.000  7.021  22,967 

Leipzig 473.906  4.570  17,194 

Odessa 442,000  5,410  15,533 

Bresiau 436,61  L  7.397  16,035 

Praga 413,756  7,155  9,625 

Dresde 409,725  4,566  12,537 

Colngne 382,000  3,767  17,169 

Dub.in 379,003  6.310  9.185 

Copenhague 378,235  3.081  9,032 

Frankf(»rt(Meiu) 302,731  3,317  6,217 

Stnkolmo 301,050  3.597  5,218 

Christiania 224,909  2,856  4,866 

(t)  Como  el  Boletín  Estadístico  del  Ayuntamiento  no  ha  adoptado  ha^ta  1900  la  clasificadóa 
de  Bcrtillon.  en  esta  cifra  van  comprcndid.is  las  tuberculosis  de  todos  los  órganos  habidas  en  1^8 
y  ISÍJ9,  porapjrecer  asi  cngl -badas  en  dicho  Boletín,  y,  á  pesar  de  esto,  se  ve  la  gran  diferencia  que 
hay  entre  la  monalidad  de  niños  y  de  tuberculosis. 


Mortalidad  de  la  primera  infancia  43$ 


En  el  cuadro  penúltimo  no  figura  Berlín  (1.959,836  habitantes),  por- 
que no  se  han  publicado  todavía  los  datos  del  año  1901.  No  obstante, 
resulta  que  en  los  cuatro  años,  1898,  1899,  1900  y  1902,  fallecieron 
«40,8&S  niños,  y  sólo  21,124  de  tuberculosis. 

Es  digno  de  llamar  la  atención  que  París  sea  la  única  capital  en 
que  aparecen  invertidos  los  términos;  esto  es,  que  la  mortalidad  por 
tuberculosis  supera  á  la  mortalidad  infantil. 

¿Ser&  esto  efecto  de  un  hecho  casual?  ¿Dependerá  la  mayor  morta- 
lidad por  tuberculosis  de  condiciones  especiales  de  la  capital  de  la 
República?  ¿La  relativamente  pequeña  cifra  de  mortalidad  infantil 
obedecerá  á  la  disminución  que  en  ella  se  viene  observando  desde  la 
hermosa  campaña  sanitaria  emprendida  por  el  ¡lustre  profesor  de  la 
Clínica  de  Tarniér,  Dr.  Budin,  y  tan  ardorosamente  secundada  por 
Pinard,  Rothschild,  Variot,  Marfan,  Comby,  Porak  y  tantos  otros  ilus- 
tres compañeros,  que  consagran  sus  desvelos  á  la  más  humanitaria,  á 
la  más  caritativa  de  todas  las  empresas:  á  la  salvación  del  niño  en  su 
primera  infancia? 

Preguntas  son  éstas  cuya  contestación  requiere  mayor  espacio  y 
tiempo  del  que  hoy  dispongo,  dada  la  índole  de  este  trabajo;  pero  que 
conviene  siquiera  señalarlas,  para  que  otros  con  más  competencia  é 
ilustración  se  dediquen  á  su  estudio  y  puedan  darlas  cumplida  inter- 
pretación. 

Hubiera  querido  incluir  unas  cuantas  capitales  más  de  las  anterior- 
mente citadas,  pero  no  me  ha  sido  posible  reunir  todos  los  datos  corres- 
pondientes á  ellas  para  completar  el  quinquenio,  á  pesar  de  las  gestio- 
nes particulares  que  al  efecto  he  practicado  y  de  la  buena  voluntad 
con  que  me  ha  servido  el  Dr.  Wilraark,  Jefe  del  Servicio  de  Higiene 
de  Bruselas,  á  quien  desde  este  sitio  envío  la  expresión  de  mi  reconoci- 
miento y  gratitud  por  sus  bondades  para  conmigo. 

No  obstante,  paréceme,  señores,  que  los  datos  comparativos  que 
acabáis  de  oir,  son  suficientes  para  llevar  al  ánimo  de  cuantos  lo  duda- 
sen, que  la  atrevida  afirmación  por  mí  sentada  respecto  á  la  importan- 
cia del  problema  de  la  mortalidad  infantil  tenía  un  fundamento  de 
razón  y  que  era,  en  la  actualidad,  tan  digno,  cuando  menos,  de  estu- 
dio de  los  hombres  de  Ciencia,  como  lo  es  el  nefasto  problema  de  la 
tuberculosis  y  tan  merecedor  como  ésta  de  la  protección  de  nuestros 
gobernantes.* 

La  tuberculosis,  según  nos  dicen  los  tisiólogos  y  promovedores  de 
esa  hermosa  y  persistente  campaña  sanitaria  para  combatirla  (secun- 
dada entre  nosotros  entusiasta  y  calurosamente  por  los  Dres.  Espina, 
Moliner  y  Verdes  Montenegro),  causa  todos  los  años  en  España  de  40  á 
60,000  víctimas;  y  si  esta  cifra  no  sólo  asusta,  sino  que  causa  pavor, 
decidme  ¡qué  efecto  no  ha  de  producirnos  saber  que  la  nación  espa- 
ñola pierde  anualmente  más  de  1  SS.OOO  niños  a7ites  de  cumplir  el 
primer  ano  de  lavida!,  y,  como  ya  os  indiquéantes,  ¡más  de  SOO,OOQ 
menores  de  cinco  avos! 

I  Ah,  señores!  No  lo  dudéis  ni  un  solo  instante;  penetraos  bien  de 
que  esto  que  os  digo  es  una  gran  verdad,  y  asociaos  á  mí  todos  cuantos 
me  oís  hoy  y  leáis  mañana  este  pobre  trabajo  mío.  para  repetir  á  la 
sociedad  en  general  y  á  nuestros  insensibles  é  indiferentes  Gobiernos, 
que  la  primera  infancia  reclama  á  voz  en  grito  y  con  gran  urgencia^ 
mayor  protección  y  cuidados  más  solícitos  que  los  que  hasta  el  presente 
ha  merecido;  porque  ella  es  la  base  primera  y  fundamental  sobre  la. 
que  descansa  el  desarrollo  y  el  engrandecimiento  de  los  pueblos,  pues, 
como  dice  tan  perfectamente  el  ilustre  Dr.  Hauser:  «la  grandeza  física 

Í  moral  de  una  nación  se  halla  en  razón  directa  del  námero  de  sus 
abitantes»;  y  en  tanto  España  acuse  la  enorme  cifra  de  mortalidad 


4U 


Mortalidad  dt  a  primera  infancia 


r 


que  ahora  presenta,  y  en  tanto  la  higiene  infantil  esté  en  el  lamenta- 
ble estado  de  atraso  en  que  hoy  se  encuentra,  no  cabe  pensar  que  se 
répongra  de  la  pérdida  de  sus  hijos,  con  otros  de  naturaleza  fuerte  y 
vigorosa  que  contribuyan  á  su  futuro  progreso  y  vitalidad. 

II.  Causas  de  la  mortalidad  db  la  primeba  infancia. — ¿A  qué  ea 
debida  la  mortalidad  infantil? 

¿Débese,  como  pretende  Pfeiffer,  á  la  diferencia  de  altitud  de  un 
país  y  á  sus  condiciones  meteorológicas,  ó  al  pauperismo,  como  sostuvo 
Casper? 

¿Habrá  que  atribuirla,  como  otros  suponen,  á  las  condiciones  de  las 
razas,  de  las  costumbres  ó  profesiones  de  los  padres,  ó  como  opina 
K5rosi,  á  la  edad  de  éstos? 

¿Serán  acaso  las  condiciones  climatológicas  las  que  á  ella  contri- 
buyan? 

¿Dependerá,  como  afirmaron  y  sostuvieron  en  1870,  Vacher  en 
Francia,  Hoffmann  y  Cless  en  Alemania,  á  la  falta  de  buen  régimen  en 
los  cuidados  que  el  niño  requiere? 

No  puede  ponerse  en  duda,  ni  nadie  osará  negarlo,  que  el  clima,  la 
temperatura,  la  mayor  ó  menor  humedad  de  la  atmósfera,  son  factores 
que  han  de  ser  tenidos  muy  en  cuenta,  puesto  que  influyen  de  una 
manera  directa  sobre  los  animales  y  vegetales  de  cada  región  y,  por 
consiguiente,  no  cabe  pensar  siquiera  que  el  hombre,  y  con  mayor 
razón  el  niño,  haya  de  sustraerse  á  tales  influencias;  y  otro  tanto  puede 
decirse  respecto  ¿  las  condiciones  meteorológicas  y  climatológicas,  á  la 
edad  y  estado  de  los  padres,  etc.,  etc.  Pero  entre  todas  estas  causas, 
ninguna,  en  mi  humilde  opinión,  lo  hace,  de  manera  tan  poderosa,  tan 
palmaria  y  evidente,  como  la  inobservancia,  por  parte  de  las  familias, 
de  las  reglas  higiénicas  que  á  la  alimentación  del  niño  se  refieren, 
muy  especialmente,  en  los  primeros  tiempos  de  su  existencia,  ya  du- 
rante el  peligrosísimo  ¡jerlodo  que  comprende  desde  que  nace  hasta  el 
destete,  y  después  hasta  cumplir  los  cinco  anos,  que  es  el  gran  escollo, 
el  verdadero  Rubicán  que  tiene  que  pasar  el  niño. 

h^  sobrealimentación,  ó  sea  la  alimentación  desproporcionada  ^or 
exceso,  á  la  edad  del  niño  (y  entiéndase  bien,  que  al  decir  sobrealinwi' 
/ación,  me  refiero  no  sólo  á  la  ingestión  de  cantidades  desproporciona- 
das de  los  alimentos  usuales  en  cada  pais,  sino  la  de  la  misma  leche), 
es  el  origen  constante  de  los  grandes  desórdenes  gastro-intesti nales 
que,  provocando  unas  veces  las  Í7idigestiones  con  sus  secuelas,  la  me- 
ningitis y  las  convulsiones,  y  otras  la  diarrea,  contribuye  de  modo  in- 
dubitable á  aumentar  la  mortalidad  infantil  y  á  que  resulte  á  su  vex 
tan  alto  el  coeficiente  de  la  mortalidad  general  de  España. 

Aun  cuando  este  es  un  hecho  perfectamente  comprobado  y  axiomá- 
tico entre  todos  los  paidópatas,  es  conveniente  repetirlo  sin  cesar  é  in- 
sistir en  ello  uno  y  otro  día.  pues  como  dice  muy  bien  el  ilustre  esta- 
dista I).  Antonio  Maura,  hoy  Ministro  de  la  Cíobernación,  hay  que 
«persuadir  y  después  convencer»,  porque,  ciertamente,  «resultamos 
bienhechora  la  insistencia  que  la  primera  demostración»  (1). 

III.  ¿CÓMO   SE    RRMKDIA    ESTE    TERRIBLE    AZOTE    Ql-E   TAN  DURAMBNTK 

NOS  CASTIGA?  —  En  primer  tt^rmino,  las  familias,  poniendo  en  práctica 
los  sanos  preceptos  de  la  higiene  en  general,  y  muy  particularmente 
la  que  se  relaciona  con  el  aparato  digestivo,  ya  regularizando  la  lac- 
tancia natural,  mixta  ó  artificial,  ya  evitando  *á  toda  costa  la  alimenta- 
ción ^r^;;irt^W7*d^  y  la  sobrealimentacmi,  de  tan  funestas  consecuencias,  á 


(1)    La  Vida  híarltima.  Revisu  de  navegación. 


i 


De  ia$  clorosis  sintomáticas  4$  5 


fin  de  hacer  que  el  niño  adquiera  un  perfecto  desarrollo  y  con  él,  las 
fuerzas  suficientes  para  luchar  con  éxito  contra  la  acción  ae  las  causas 
morbosas,  y  librarles  así  de  contraer  enfermedades,  ó  que  una  vez  con- 
traidas, revistan  éstas  menor  gravedad. 

.  En  segundo  término,  los  médicos^  influyendo  en  el  seno  de  las  fami- 
lias para  desterrar  las  antiguas  y  perjudiciales  preocupaciones  que  se 
oponen  á  la  implantación  de  las  modernas  y  provechosas  reglas  de 
higiene  infantil. 

En  tercer  término,  los  j€íá^^ro;?oí,  contribuyendo  á  la  creación  de 
instituciones  benéficas,  como  lo  han  hecho  en  otras  naciones  de  Europa 
y  América,  con  el  laudable  fin  de  distribuir  gratuitamente  entre  las 
clases  pobres  enormes  cantidades  de  leche  pura  y  favoreciendo  tam- 
bién la  de  Consultorios  de  niíios  de  pecho,  verdaderas  escuelas  de  las  ma- 
dres, según  la  gráfica  expresión  del  Dr.  H.  de  Rothschild,  donde  éstas 
reciban  consejos  para  la  mejor  manera  de  criar  á  sus  hijos,  y,  ademfrs, 
se  provea,  á  las  que  no  pueden  ó  carecen  de  recursos,  de  la  leche  nece- 
saria para  la  alimentación  cuotidiana  de  sus  hijos. 

Y,  por  último,  las  autoridades  dictando  nuevas  disposiciones  de  ca- 
rácter sanitario;  haciendo  que  no  sean  letra  muerta  las  ya  instituidas; 
estudiando  los  medios  más  eficaces  para  abaratar  el  alto  precio  á  que 
hoy  se  expende  la  leche;  y  sobre  todo,  castigando  severamente  y  sin 
compasión  de  ningún  género  á  los  que  adulterando  ó  mistificando  el 
precioso  alimento  de  los  niños  y  de  los  enfermos,  son  grandemente 
culpables  de  esta  aterradora  mortalidad  que  á  todos  nos  asusta  y  con- 
mueve, y  que  es  objeto  de  este  mal  pergeñado  trabajo  de  vulgariza- 
ción, escrito  en  cumplimiento  de  un  deber  que  se  me  impuso  como 
miembro  de  este  Congreso,  y  sin  más  pretensiones  oue  las  de  colo- 
carme en  el  último  puesto  de  la  ya  larga  fila  de  proresores  españoles 
entusiastas  por  la  higiene  de  la  primera  infancia,  aportando  asi  mi 
pequeño  grano  de  arena  al  progreso  y  regeneración  de  nuestra  querida 
Patria. 

Oe  las  clorosis  sintomátieas 

(Bnaayo  d«  orítloa  Itlstórloa )  (1) 

POR 

Fernando  Lévy 

Interno  de  los  hospitales  de  París 

¿Qué  debe  entenderse  por  clorosis  sintomática?  Parece  que  esta  deno- 
minación es  un  pieoiiftsmo,  porque,  efectivamente,  toda  clorosis,  corao  cual- 
quier estado  patológico,  reconoce  una  causa  determinante,  de  la  que  es  su 
natural  manifestación. 

El  título  de  este  trabajo  es  un  legado  de  la  medicina  antigua  que,  en  un 
mismo  cundro  clínico,  incluía  las  formas  esenciales  cuya  causea  ignoraba 
y  los  estados  sintomáticos.  El  término  esencial  es,  pues,  uno  de  tantos  vo- 
cablos que  encubrían  la  impotencia  de  una  patogenia  basada  en  datos  in- 
ciertos, y  que  en  ninguna  experimentación,  t  davía  por  nacer,  se  apoyaba. 

Pero,  ante  todo,  ¿  qué  hemos  de  entender  por  clorosis  ?  Es  conveniente; 
para  comprenderlo  bien,  dirigir  nuestra  mirada  al  pasado  y  ver  como  se  ha 
formado  á  través  de  los  siglos  la  noción  de  la  clorosis.  Investiguemos,  por 
tanto,  lo  que  se  ha  entendido,  en  diversas  épocas,  bajo  este  nombre,  y  deci- 
damos, comparando  todos  los  trabajos,  si  es  justo  dar  á  la  palabra  clorosis 
un  significado  bien  definido  p^  r  síntomas  precisos,  apoyada  en  una  etiolo- 
g-ía  constante  y  lesiones  anatómicas  siempre  idénticas,  ó  si  simplemente  es 
necesario  darle  el  sentido  de  síndrome  que  trnduce  el  sufrimiento  del  me- 
dio sanguíneo,  del  mismo  modo  que  la  ictericia,  cuya  presencia  evoca  la 
insuficiencia  de  la  glándula  hepática,  ola  epilepsia,  signo  de  la  excitación, 


(1)    Ga^,  des  hóp.y  i.°  agosto  1903. 


436  De  las  clorosis  sintomáticas 


por  una  causa  desconocida  ó  perceptible,  de  los  centros  nerviosos  psicomo- 
tores. 

El  término  clorosis  aparece  por  primera  vez  en  los  escritos  de  Varandal. 
Este  autor  crea  este  neologismo  haciéndolo  derivar  del  y^Utpa  xp«^m  de 
Hipócrates,  para  designar  la  enfermedad  conocida  hasta  entonces  con  el 
nombre  de  «colores  pálidos».  En  los  escritos  del  médico  de  Cos  se  dice: 
«  Los  que,  jóvenes,  tienen  malos  colores  durante  largo  tiempo...  estos,  hom- 
bres ó  mujeres,  tienen  dolores  de  cabeza,  comen  piedras  y  tierra...  Las  co- 
loraciones verdosas  que  son  crónicas,  van  acompañadas  de  los  mismos  sín- 
tomas». Así  parecen  ya  especiflcadas  las  relaciones  de  la  clorosis  con  un 
estado  nervioso.  No  es  fácil  encontrar  otras  alusiones  directas,  aun  en  el 
libro  II  nce(  irflcpeiv&y.,  CU  quc  el  autor  habla  déla  «enfermedad  llamada  savra- 
da...  en  las  jóvenes  que  no  se  casan  »,  y  que  es>  debida  á  la  retención  déla 
sangre  de  las  reglas  en  la  matriz,  que  origina  graves  desórdenes  circulatorios. 

Después  de  Hipócrates,  la  misma  opinión  prevalece  y  se  admite  que  el 
morbus  virgineus  depende  de  trastornos  de  los  menstruos  (Galeno,  Pablo  de 
Egina).  Y  así  quedó,  hasta  ñn  de  la  Edad  Media,  la  concepción  de  la  cloro- 
sis :  anemia  de  origen  genital  en  las  jóvenes  púberes. 

Ambrosio  Pareo  sostiene  las  ideas  de  los  autores  antiguos :  «En  algunas 
la  sangre  menstrual  no  se  derrama...  si  no  puede  salir,  rebosa  en  la  masa 
sanguinaria,  que  se  altera  y  corrompe,  por  no  evacuarse...  originándose  los 
colores  pálidos  T^. 

En  el  siglo  xviii,  la  clorosis,  que  se  desarrolla  siempre  en  la  mujer  en  el 
período  genital,  era  considerada  como  una  caquexia  de  origen  di.smeuorréico 

ÍYuncker,  Stoll),  teniendo  esta  palabra  la  misma  significación  que  más  tar- 
le  tuvo  la  anemia  ó  hidremia. 

Sin  embargo,  ya  en  la  dicha  época  se  notaba  la  frecuente  asociación  de 
esta  afección  con  la  histeria,  y  Sydeiiham  pudo  decir :  Chlorosim  sive  febñm 
albam  quam  quidem  speciewTesse  affectiones  hysteria  nullnm  dubUo. 

Sauvage  extiende  la  concepción  de  la  clorosis,  dividiéndola  en  cinco  es- 
pecies : 

1 .  La  clorosis  virgi  n  al ; 

2.  La       »       amorosa; 

3.  La       »       meuorrágica ; 

4.  La       »       de  las  mujeres  embarazadas ; 

5.  La       »        de  los  niños  ; 

porque,  para  dicho  autor,  los  trastornos  del  apetito,  y  sobre  todo  la  pica, 
son  los  elementos  esenciales  de  la  enfermedad. 

Vemos,  pues,  casi  hasta  el  siglo  xix,  que  la  clorosis  es  considerada  por  la 
inmensa  mayoría  de  autores  como  la  enfermedad  de  las  jóvenes  en  relación 
con  los  trastornos  menstruales.  Muy  pocos  la  consideran  como  una  afec- 
ción común  á  ambos  sexos  y  á  todas  las  edHdes. 

En  el  .siglo  xix.  la  hematología,  primero  química,  después  microscópica, 
hace  su  aparición  y  se  intenta  dar  una  definición  mejor  de  la  clorosis;  pero 
en  vano :  la  confusión  aumenta,  porque  se  toma  la  lesión  ó  el  síntoma  por 
la  causa 

Andraly  Gavarret,  Foedisch,  Becquerel  y  Rodier.  piden  al  laboratorio 
resuelva  la  cuestión  y  se  esfuerzan  en  estHblecer  diferencias  entre  la  cloro- 
sis y  la  anemia  por  una  fórmula  hematológica  especial. 

Bonillaud,  que  anteriormente  había  ya  estudiado  el  corazón  en  la  cloro- 
sis y  describe  el  «ruido  clorótico»  de  los  vasos  del  cuello,  no  admite  la 
vieja  concepción,  todavía  defendida  en  la  tesis  de  Moutard-Martín,  de  una 
«  enfermedad  exclusivamente  propia  del  sexo  femenino  y  que  se  manifiesta 
de  un  particulrr  modo  en  la  época  de  la  pubertad  ». 

Y  distingue  : 

La  anemia,  «  disminución  más  ó  menos  notable  de  la  masa  normal  de  san- 
gre sin  que  la  proporción  de  los  diferentes  principios  inmediatos  de  este 
gran  líquido...  se  cambie  necesar. amenté». 

La  clorosis,  «disminución  más  ó  menos  considerable  en  la  suma  normal 
del  elemento  de  la  sangre  conocido  bujo  el  nombre  de  glóbulos,  pí»rmane- 
ciendo  la  cantidad  de  los  otros  elementos  la  misma  ó  casi  la  misma». 

La  cloro-anemia,  «estado  en  el  cual  existe,  á  la  vez,  una  disminución  de 
la  masa  normal  de  la  sangre  y  otra  de  la  proporción  de  los  glóbulos  eu  la 
masa  de  la  misma  sangre  disminuida». 


De  las  clorosis  sintomáticas  437 


Bstas  diversas  enfermedades  pueden  sobrevenir  en  todas  las  épocas  de 
la  vida ;  la  clorosis  tiene,  con  todo,  un  carácter  de  enfermedad  constitu- 
cional. 

T  das  estas  distinciones  no  aclaran  mucho  el  asunto. 

Por  el  contrario,  Monneret,  Grisolle,  ü.  Sóe,  se  apoyan  también  en  los 
datos  hematológ-icüs  para  identificar  la  clorosis  y  la  anemia  y  aun  incorpo- 
rar ésta  á  aquélla. 

Monneret  hace  de  la  clorosis  una  anemia  dependiente  de  las  funciones 
genitales.  Grisolle  ni  intenta  diferenciar  la  clorosis  de  la  anemia.  6.  Sée 
admite  identidades  anntómicas  (lesiones  de  la  sang-rej»  pero  también  dife- 
rencias etioióg-icas.  Completa,  uno  con  otro,  á  los  dos  autores  precedentes. 
Después  de  haber  dicho  que  «no  se  podrá  desconocer  el  carácter  anémico 
de  la  clorosis»,  continúa  así :  «  Lo  que  sorprende  ante  todo  en  el  desarrollo 
de  la  clorosis  es  que  nace  independient^^mente  de  las  causas  greneriiles  que 
producen  la  anemia ;  las  pérdidas  excesivas,  las  privaciones,  no  existen  casi 
nunca,  ó,  por  lo  menos,  la  enfermedad  puede  observarse  en  los  individuos 
colocados  en  las  mejores  condiciones  higiénicas...  Es.  en  realidad,  como 
dice  Grisolle,  una  anemia,  pero  una  anemia  especial,  que  me  parece  resul- 
tar de  la  actividad  exc»*siva  de  las  funciones  de  desarrollo,  es  decir,  del  acre- 
centamiento exag-erado  ó  de  la  evolución,  ó  d«  la  gestación.  Esta  opinión 
la  comparte  también  Monneret».  Y  más  adelante:  «La. clorosis  es  una 
anemia  globular  á  consecuencia  de  las  necesidades  nutritivas  que  reclaman 
las  funciones  de  reproducción  y  de  acrecentamiento».  Distingue  clorosis 
de  la  infancia,  de  la  pubertad  y  de  la  edad  adulta;  una  clorosis  puerperal; 
otra  hereditaria  y  constitucional,  que  se  observa  sobre  todo  en  el  hombre. 

Trousseau  renueva  la  vieja  hipótesis  de  Sydenham,  y  admite  que  la  clo- 
rosis, enfermedad  de  la  mujer  púber,  es  una  neurosis.  Para  probarlo  invoca: 
1.*,  «el  estado  convulsivo  de  la  sangre »,  que  cnracterizan  los  ruidos  de  los 
vasos  del  cuello,  «  consecuencia  de  una  modificación  de  la  contractilidad 
del  sistema  vatcular» ; 'i.**,  el  pretlominio  de  los  síntomas  nerviosos  en  la 
clorosis  que,  frecuen temen t",  va  acompañada  de  hist»»ria. 

Nonat  se  separa  también  de  la  idea  antigua.  Sostiene  la  opinión  afir- 
mada mucho  antes  por  Ashwell,  de  la  enfermedad  congénita,  constitucio- 
nal, que  traduce  el  funcionamiento  defectuoso  de  los  órganos  hematopoié- 
ticos.  La  afección  puede  sobrevenir  en  los  niños  (clorosis  de  la  dentición, 
del  destete). 

Lorain,  sin  querer  hacer  teoría,  no  considera  que  la  clorosis  pueda  estar 
completamente  separada  de  la  anemia,  Admitiendo  que  fué  descrita  quizás 
<50u  verosimilitud  fuera  de  la  pubertad,  piensa  que  «sería  prudente  redu- 
cirla únicamente  al  morbus  vvyineus». 

Potain  también  cree  que  ei  nombre  debe  reservarse  á  la  anemia  de  la 
pubertad,  en  la  cual  permaneciendo  fija  la  cifra  de  los  glóbulos,  ó  casi  fija, 
la  proporción  de  hemoglobina  disminuye  considerablemente. 

Parrot  se  atiene  del  todo  á  la  teoría  antigua,  diciendo  que  la  clorosis  es 
una  «  afección  que  sirve  de  lazo  de  unión  entre  las  de  la  sangre  y  la  de  los 
nervios». 

Kl  impulso  dado  á  los  estudios  a n átomo-patológicos  hacía  buscar  en  la 
autopsia  un  substratum  á  la  clorosis. 

Ya,  en  1846,  Kokitansky  había  llamado  la  atención  sobre  las  anomalías 
congénitas  de  los  vasos  de  los  órganos  genitales,,  é  intentado  establecer  su 
relación  con  las  anemias.  , 

Bamberger,  en  su  libro  sobre  las  En/ermedades  del  corazón  y  h^hisi  descrito 
una  clorosis  muy  pura  pero  incurable,  en  los  sujetos  afectados  de  lesiones 
ya  señnladas.  Virchow  dice  haber  observado  frecuentemente  anomalías 
del  sistema  vascular.  Describe  la  aoriis  Moro  tica  Esta  estenosis  cardio- 
vascular es  mu<-ho  más  importante  que  las  deformaciones  genitales,  y  de 
ella  se  origina  la  clorosis.  La  enfermedad  puede  presentarse  en  el  hombre, 
puesto  que,  en  este  último  también,  Virchow  ha  encontrado  la  detención 
de  desarrollo  del  sistema  arterial.  Por  otra  parte,  es  incurable.  ¿Qué  resul- 
ta de  estas  observaciones?  Simplemente  que  la  estrechez,  congénita  ó 
adquirida  en  la  infancia,  del  sistema  aórtico  puede,  en  ambos  sexos,  provo- 
car un  estado  morboso  que  tiene  muchos  puntos  de  semejanza  con  la  clo- 
rosis. Y  los  enfermos  de  Virch'W,  muertos  jóvenes,  llegaban  á  la  mesa  de 
autopsia  con  el  diagnóstico  de  clorosis.    Esto  era  en  cierto  modo  una  peti- 


43^  Dt  lAS  eiorosis  sintomáticas 


ción  de  principios.  AdemáSi  se  han  encontrado  estas  mismas  lesiones  en 
individuos  que  no  presentaron  nunca  síntoma  alguno  ciorótico,  y  cuya 
muerte  fué  debida  á  la  ñebre  tifoidea  ó  á  cualquier  otra  enfermedad.  La 
teoría  de  Frünkel,  que  hace  derivar  Ja  clorosis  especialmente  de  las  anoma- 
lías de  los  órganos  genitales,  merece  las  mismas  censuras.. 

Así,  pues,  la  cuestión  se  embrollaba  cada  vez  méis,  porque  la  patnlogía 
general  apenas  sí  existía  sólo  de  nombre,  y  se  confundían  los  sí utomnrj y 
lesiones  con  las  causas. 

En  1868.  aunque  admitiendo  una  clorosis  en  ambos  sexos,  para  todas  las 
edades,  G.  de  Mussy  la  hacía  una  «anemia  espontánea»  en  relación,  sobre 
todo,  con  la  evolución  del  aparato  genital  de  la  mujer.  Pero,  cosa  impor- 
tante, busca  el  prónesis  del  proceso  en  el  pasado  patológico  adquirido  ó  he- 
reditario de  los  enfermos,  lo  que  le  conduce  á  distinguir  dos  clorosis:  una 
iscrofulosay  y  otra  artrítica. 

Por  una  mfjor  apreciación  de  los  hechos  clínicos,  la  extensión  de  los  es- 
tudios hematológicos  y  la  intervención  del  método  experimental,  las  teorías 
de  estos  últimos  años  han  llegado  á  ser  tan  numerosas,  que  es  preferible, 
para  la  claridad  de  la  descripción,  clasifícarlas  antes  de  exponerlas,  sin  en- 
cubrir lo  que  de  artificial  tenga  esta  manera  de  proceder.  Dividiremos  en 
dos  grandes  clases  estas  teorías  contemporáneas,  ocupándonos  sólo  de  las 
principales. 

Las  primeras^.  anatómicas  y  clínicas,  hacen  derivar  la  clorosis  de  una 
adulteración  cuyo  punto  de  partida  es,  según  los  autores,  la  sangre,  el  t\íbo 
digestivo  ó  el  sistema  nervioso.  Las  otras,  más  conformes  á  los  datos  de  la 
ciencia  moderna,  sacan  de  la  fisiología  normal  y  patológica  la  noción  de  las 
causas  de  la  enfermedad. 

L  Primer  grupo  db  teorías.  —  A.  Teorías  hemáticas.  —  Hayem  sigue 
la  opinión  de  Nonat,  quien,  después  de  haber  citado  á  Bonillaud  que  hacía 
derivar  la  clorosis  de  una  disposición  nativa  original  difícil  de  definir,  ad- 
mite que  esta  predisposición  depende  de  una  debilidad  de  las  funciones 
hematopoiéticas.  Y  dice  :  «La  clorosis  ó  anemia  esp  mtánea  de  la  pubertad 
es  una  anemia  qne  tiene  por  origen  un  exceso  de  desglobulización  en  la 
formación  de  los  glóbulos  rojos».  . 

«La  clorosis  de  las  jóvenes  púberes,  ó  clorosis  propiamente  dicha,  es  pre- 
parada en  cierto  modo  por  un  estado  de  debilidad  del  aparato  heraatopoiéti- 
co,  al  cual  se  juntan  en  algunos  casos  vicios  de  evolución,  especialmente 
unahipoplasia  vascular  que  parece  hallarse  más  particularmente  en  rela- 
ción con  la  forma  reincidente  y  en  cierto  modo  constitucional  de  la  enfer- 
medad». Pero  Hayem  no  se  limita  á  esto  :  admite  «las  clorosis»  y  Ihs  des- 
cribe en  el  niño  y  en  la  mujer  adulta.  Desde  el  punto  de  vista  hem  ato  lógico 
«la  clorosis  es  una  enfermedad  anémica  por  excelencia.  No  hay  clorosis 
sin  anemia»,  pero  el  auto/  confiesa  que  «todas  las  anemias  crónicas  presen- 
tan, sea  cual  fuere  la  cansa,  caracteres  anatómicos  comunes».  Veamos, 
pues,  nípidamente  este  punto  común  de  la  clorosis  y- las  anemias  sintomá- 
ticas. La  sangre  es  muy  Quida.  Entre  sus  elementos  figurados  los  glólmlot 
rojos  presentan  las  mfts  importantes  modificaciones.  Su  número  no  dismi- 
nuye mucho  ;  sus  dimensiones  varían  ;  junto  á  las  formas  normales,  se  en- 
cuentran innumerables  elem*»ntos  anormales,  glóbulos  enanos  (5  |i)  y 
gigantes  (11  ji).  El  aspecto  exterior  de  los  eritrocitos  es  muchas  veces  irre- 
gular (poiquilocitogis  de  Quinck*').  Se  notan  glóbulos  ovales,  funiformes, 
en  raqueta.  La  debilidad  del  poder  coloreante  prueba  las  alteraciones  es- 
tructurales Gabritchew.sky  ha  señalado  la  «policromatofilia» ;  1<  s  glóbulos 
adquieren  el  color  azul  violeta  por  la  eosina-azul  de  metileno,  en  vez  de  ad- 
quirir el  nornaal  tinte  rosa.  Khriich  insiste  sobre  « la  degeneración  anémi- 
ca» (puntos  violetas  si  se  colora  con  eltriAcido).  Se  encuentra  también 
glóbulos  rojos  nucleados  que  toman  la  denominación  de  normoblastos  ó 
megaloblastos,  según  el  tamaño 

Desde  el  punto  de  vista  químico,  la  hemoglobina  ha  disminuido  mucho 
(Duncan) :  es  fácil  comprobarlo  con  el  hemocromómetro.  En  el  estado  nor- 
mal, el  poder  colorante  de  riqueza  globular  de  1  mil  metro  cúbico  de  sangre 
(R),  es  igual  á  la  cifra  fisiológica  de  los  glóbulos  (N).    De  donde  (G)  el  va- 

lor  individual  medio  de  un  glóbulo  =  ^'  En  la  clorosis  y  los  estados  ané- 
micos, pudieudo  N  permanecer  normal  ó  disminuir  muy  poco,  R  cae  á 


Dt  las  elorotis  sintomáticas  4sg 


3.000,000,  2.000,000,  etc.  Las  propiedades  reduetoras  intensas  de  la  oxi-he- 
moglobina  han  disminuido;  la  resistencia  globular  decrece.  El  numero  de 
hematoblastos  está  biempre  aumentado.  El  de  los  glóbulos  blancos  apenus 
está  modiíicado  :  los  polinucleares  neutróñlos,  casi  todos  alterados,  pre>en- 
tan  una  «sobrecarga  hemoglóbica»  (Hayem,  Gilbert  y  Weil).  Por  último, 
existen  formas  leucocitarias  anormales. 

El  aumento  de  la  cantidad  del  suero  en  relación  con  los  elementos  figu- 
rados se  ha  comprobado.  La  sangre  es  poco  ftbrinosa.  Por  último,  el  suero 
presenta  una  elevación  de  su  poder  tóxico  (Maragliano,  Leclerc  y  Levet). 

Al  contrario  de  Potain,  Hayem  no  admite  la  clorosis  como  enfermedad 
familiar,  es  decir,  directamente  hereditaria;  pero  todas  las  taras  de  los  ge- 
neradores que  debilitan  la  progenitura,  preparan  el  terreno  morboso.  La 
ciorótica  se  hace  excepcionalmente  tuberculosa  (Potain  no  participa  de  esta 
opinión). 

Kn  el  curso  de  la  clorosis  pueden  sobrevenir  enfermedades  que  determi- 
nan cierto  grado  de  anemia  é  inversamente.  Hayem  llama  á  estas  «clorosis 
complejas»  cloro-anemias,  dundo  así  al  término  de  Bouillaud  un  significado 
diferente  del  que  le  quiso  dar  este  autor,  y  diferente  también  del  adoptado 
por  la  mayoría  de  los  médicos  que  emplean  dicha  palabra  como  sinónimo  de 
clorosis.  Después  distintírue  numerosos  tipos  de  cloro  anemia:  tuberculosa, 
sifilítica,  dispéptica,  cuyos  caracteres  diferenciales  de  las  anemias  sintomá- 
ticas de  estas  atectuones  parecen  bastante  mal  fijados. 

Luzet,  alumno  de  Hayem,  aceptando  las  ideas  del  maestro,  las  completa 
én  sus  detalles.  «La  clorosis  es  una  anemia  de  la  pubertad,  espontánea,  pre- 
parada por  una  tara  hereditaria,  la  de  nutrición,  ya  latente,  ya  expresada 
por  hipoplasias  orgánicas;  anemia  ocasionada  por  todas  las  condiciones  sus- 
ceptibles de  romper  el  equilibrio  entre  la  formación  globular  que  perma- 
nece normal  y  la  desglobuiización  qué  es  exagerada,  de  donde  resulta  una 
pérdida  tal  de  hemoglobina  que  los  glóbulos  rojos  neoformados  son  incapa- 
ces de  adquirir  la  talla  y  la  resistencia  de  los  glóbnlOí<  normales». 

Para  Hanít,  la  clorosis,  heredopatia  totius  substnntia.  es  «el  conjunto  de 
las  manifestaciones  que  expresan  la  insuficiencia  hereditaria  de  todo  el  orga- 
nismo para  soportar  el  gasto  de  la  carga  nueva  de  la  pubertad  femenina. 
Una  vez  m^s  aún  esta  insuficiencia  existe  en  todas  partes:  cada  órgano, 
cada  aparato,  cada  sistema,  lleva  la  marca  de  ello. 

La  clorosis  ps.  pues,  una  enfermedad  de  evolución,  la  enfermedad  de  evo- 
lución de  la  pubertad.  Se  presenta  en  este  caso,  y  únicamente  en  este  caso. 
No  se  tiene  la  clorosis  á  los  treinta  años,  como  no  se  tiene  raquitismo  k  los 
cuarenta  y  la  tarsalgia  del  desarrollo  á  los  sesenta...,  las  modificaciones  h*»- 
máticas  representan  ciertamente  uno  de  los  papeles  principales,  sino  el  pri- 
mero, en  el  síndrome  clorót'có.  Según  el  mismo  autor,  he  aquí  los  ele- 
mentos constitutivos  íle  la  clorosis  : 

« I  .*    Herencia  tuberculosa ; 

I.**    Escrófula  en  la  infancia  ; 

3.'  Insuficiencia  orgánica,  hipotrofia  congén i ta generalizada  que  se  des- 
cubre á  la  aparición  de  la  pubertad  y  se  manifiesta  durante  toda  la  evolu- 
ción púber; 

4."  Síntesis  morbosa  que  puede  expresarse  por  la  siguiente  fórmula 
concreta; 

Infantilismo. 

Hipoplasia  ó  aplasia,  que  ataca  en  diversos  grados  á  todos  los  órganos  y 
sistemas ; 

5.**  Un  signo  patognomó»'ico :  el  ruido  musical  de  los  vasos  del  cuello  ; 
el  ruido  de  soplo  vascular  de  la  clorosis ; 

•5.**    Una  terapéutica  unívoca:  hierro  y  reposo». 

Gilbert  es  casi  de  la  misma  opinión:  «La  clorosis,  dice,  tiene  con  la 
tuberculosis  íntimas  relaciones.  La  interpretación  del  hecho  es  difícil ;  si 
se  quiere,  sin  embargo,  reconocer  que  la  tuberculosis  es  hereditaria,  que  su 
herencia  depende,  no  de  la  transmisión  de  la  semilla,  sino  de  la  del  terreno, 
se  podrá  comprender,  sin  que  se  penetre  en  los  fenómenos  íntimos,  que  los 
niños  que  descienden  de  tuberculoso  manifiestan  la  decadencia  de  su  raya, 
entre  otras  maneras,  por  1h  aptitud  á  la  tuberculización,  ó  por  la  hipoplasia 
Asmática  que  constituye  el  substrato  anatómico  de  la  clorosis  *. 

Y  en  su  trabajo  sobre  las  causas  esenciales  de  la  clorosis,  presentado  al 
Congreso  de  Moscou  de  1897 : 


440  De  las  clorosis  sintomáticas 


«La  Clorosis  no  es  una  anemia  secundaria,  subordinada  á  un  estado  pa- 
tológico de  los  ovarios,  del  tubo  digestivo,  del  hígado  ó  del  sistema  nervio- 
so, sino  una  anemia  primitiva. 

R»^preseuta  uno  de  los  modos  de  expresión  de  la  decadencia  orgánica  kere- 
ditaria.y  á^  aquí  la  frecuencia  de  su  coexistencia  con  otros  estigmas  de 
caducidad,  tales  como  la  hipoplasia  vascular,  la  hipoplasia  de  los  órganos 
genitales,  la  histeria. 

Habitualmente  se  manifiesta  en  las  jóvenes,  en  la  época  de  \KpuherUii, 
con  ó  sin  la  intervención  auxiliadora  de  diversas  circunstancias,  debiendo 
interpretarse  estas  condiciones  etiológicas,  fácilmente  despreciables,  como 
constitutivas  de  una  significación  provocadora.  Resumiendo,  la  clorosistal 
como  Cjilbert  la  entiende,  es  una  afección  paratuberculosia  hereditaria. 

Para  Immerman,  la  clorosis  depende  de  una  «adinamia  plástica  y  aner- 
gía  funcional  del  aparato  citógeno»,  en  parte  congónita  y  coincidente  con 
la  aplHsia  del  sistema  vascular,  en  parte  adquirida  y  pasajera.  Es  una  en- 
fermedad de  la  pubertad,  porque  en  esta  época  hay  particular  tendencia  á 
la  neoformación  sanguínea. 

Bunge  opina  diferentemente.  En  previsión  de  la  gran  cantidad  de  hie- 
rro que  el  organismo  materno  debe  suministrar  al  feto,  se  forma  mucho  an- 
tes del  embarazo  un  depósito  de  esta  substancia  en  el  hígado  y  bazo.  Esta 
acumulación  de  hierro  tiene  lugar  en  el  momento  de  la  pubertad.  Si  inter- 
vienen otros  elementos  nocivos,  la  sangre  se  etopobrecerá  de  hemoglobina, 
y  la  clorosis  quedará  establecida. 

B,  Teorías  digestivas.  —  Entre  las  teorías  digestivas,  unas  refieren  la 
clorosis  á  una  auto  intoxicación ,  otras  la  atribuyen  á  influencias  mecá- 
nicas. 

Zander,  desde  1881,  invoca  la  insuficiencia  de  la  reabsorción  del  hierro» 
debida  á  los  trastornos  gástricos  sobre  todo  á  la  hipoclorhidria.  Boucbard 
y  Couturier,  comprobando  la  frecuencia  de  la  dilatación  del  estómago  en 
las  cloróticas,  creen  que  por  los  trastornos  nutritivos  que  engendra,  favo- 
rece la  producción  de  fermentaciones  anormales,  cuya  reabsorción  provoca 
los  accidnntes. 

Para  Beneke  el  desarrollo  de  los  órganos  genitales  desde  la  pubertad, 
ocasiona  por  vía  refi^ja  (?)  la  destrucción  de  las  partes  absorbentes  del  tubo- 
digestivo.  A  pesar  de  un  acarreo  suficiente  de  materiales  nutritivos,  la  ab- 
sorción incompleta,  unida  á  una  importante  eliminación  de  hierro,  empo- 
brece el  o  rg  mi  i  smo,  y  de  aquí  la  hipoglobulia  roja  y  la  disminución  de  la 
hemoglobinrt,  en  una  palabra:  la  í^l  ^rosis. 

Rie>:el  busca  en  la  hiperclorhidria  la  patogenia  de  la  clorosis. 

Clark,  Duelos  y  Notbnagel  invocan  el  estreñimiento  que  conduce  ala 
paresia  intestinal.  La  absorción,  cuando  halla  obstáculos,  cesa  ;  hay  pro- 
ducción y  reabsorción  de  venenos  que,  en  parte,  destruyen  la  sangre  y,  en 
par^e,  impiden  la  hematopoiesis. 

F.ircheimer  admite  que  la  hemoglobina  se  forma  en  la  mucosa  intestinal 
á  expensas  de  una  albúmina  y  de  la  hematina.  Siempre  que  esta  síntesis 
no  puede  realizarse,  existe  clorosis. 

El  aparato  d¡í?Pstivo  puede  intervenir  también  mecánicamente  por  sus 
dislocaciones.  Tal  es  la  teoría  de  Meinert,  confirmada  y  aun  desarrollada 
por  B'iudon.  La  condición  anatómica  de  la  clorosis  sería  una  gastroptosis 
debida  al  corsé.  «El  estómago,  prolapsándose,  arrastra  las  redes  del  plexo 
solar,  las  estira,  las  mantiene  en  un  estado  de  excitación  permanente;  de 
ello  se  origina  el  estado  anémico».  «La  clorosis,  en  resumen,  dice  Boudon, 
sólo  es  uno  de  los  episodios  patológicos  que  presentan  los  individuos  ataca- 
dos de  enteroptosis*.  Naturalmente,  semejante  enfermedad  guarda  íntima 
relación  con  todas  las  etapas  de  la  vida  genital  de  la  mujer. 

Mongourd,  Ros-nbach.  Saint  Martin,  admiten  también  la  clorosis  de 
origen  digestivo.  Von  Hcisslin  acepta,  por  »u  parte,  frecuentes  pérdidas 
pequeñas  de  sangre  en  la  mucosa  digestiva,  pero  que  escapan  normalmente 
ala  observación,  y  que  sólo  la  abundancia  de  hierro  en  las  deposiciones 
basta  para  d^^mostrarlo.  Lloyd  Jones  sostiene  la  misma  opinión,  y  cree  que 
estas  hemorragias  suced'^n  á'una  congestión  de  la  mucosa  gastro-int^stinal, 
debida,  á  su  vez,  á  la  parálisis  de  los  esplágnicos. 

C.  Teorías  nerviosas.  — En  1880,  inspirándose  en  Parrot.  Moriez  resu- 
citaba las  teorías  neuropáti  cas.    Continuador  de  Trousseau,  Dieulafoy  ad- 


De  las  clorosis  sintomáticas  44' 


mite  la  clorosis  neurosis,  pero  do  es  hostil  á  las  demás  hipótesis.  H»  creado 
en  la  clorosis  una  nueva  forma,  el  clorobrígtismo,  cuyo  uumbre  es  bastante 
sig'füficativo  de  por  sí,  y  para  el  cual  no  propone  teoría,  por  no  haber  en- 
contrado ninguna  que  le  satisfaciese  completamente. 

Murri  admite  un  reflejo  procedente  de  los  órganos  genitales,  y  que  ejerce 
influencia  sobre  el  sistema  vaso-motor  de  las  venas.  Habría  una  lentitud 
de  la  corriente  sanguínea,  de  la  que  resultaría  ia  modificación  del  medio 
líquido  que  produce  rápidamente  una  gran  destrucción  de  los  glóbulos  ro- 
jos. En  invierno  especialmente,  se  observarían  estas  influencias  perjudi- 
ciales :  así  se  explica  la  frecuencia  de  la  clorofeis  en  e¿ta  época  del  aüo. 

Según  Grawitz,  la  clorosis  es  la  neurosis  que  no  sobreviene  de  un  modo 
exclusivo,  sino  principalmente  en  la  época  de  la  pubertad  en  las  jóvenes. 
Es  un  «anillo  de  la  cadena  de  las  neurosis  que  representa  una  forma  paiti- 
cular.  juvenil,  del  complejo  sintomático,  histeria».  Bajo  la  influencia  de 
trastornos  vaso-motores,  hay  ruptura  del  equilibrio  osmótico  entre  la  san- 
gre y  los  tejidos,  acumulación  de  plasma  en  la  sangre,  empobrecimiento  de 
las  células  rojas  en  hemoglobina,  sin  disminución  de  su  número. 

Antes  de  examinar  el  segundo  grupo  de  teorías,  señalemos  la  idea  que 
de  la  clorosis  emitieron  Gubler  y  Renaut :  «enfermedad  de  evolución  o  de 
crecimiento  muy  complejo,  en  cuyo  fondo  se  encuentran  estados  patológi- 
cos de  los  órganos  digestivos,  aun  más  del  hígado  y  de  las  glándulas  henia- 
topoiéticas,  y  de  la  cual  la  anhematíes  es  un  elemento  morboso  de  gran 
valor,  pero  no  de  una  importancia  exclusiva».  Citemos  también  la  teoría 
infecciosa  que  Clement  invoca  para  explicar  la  esplenoraegalia  comprobada 
en  ciertas  cioróticas,  y  de  la  que  Lemoine  se  declsira  pariidario.  porque  ha 
encontrado  el  estaflUcoco  blanco  en  la  sangre  de  las  jóvenes  atacadas  de 
dicha  enfermedad.  Metschnikoff  no  cree  improbable  la  hipótesis  de  una 
infección  favorecida  por  la  persistencia  del  himen.  Esta  membrana  impide 
«la  limpieza  de  la  vagina,  lo  que  tiene  inconvenientes,  sobre  todo  durante 
el  período  menstrual.  Es  probable  que  la  sangre,  retenida  por  el  himen.  se 
contamine  por  los  microbios,  lo  que  puede  ocasionar  graves  trastornos  del 
organismo.  Es  aún  posib.e  que  ciertas  anemias,  como  la  cloro-anemia  de 
las  vírgenes,  se  produzcan  por  la  reproducción  de  ta  es  microbios.  Se  com- 
prenderá fácilmente,  en  este  caso,  que  el  matrimonio  constituya  el  mejor 
remedio  contra  esta  anemia,  porque,  después  de  la  p**rforación  del  himen, 
la  evacuación  de  la  vagina  es  mucho  más  fácil».  Y  como  nota  el  autor 
añade :  «Sería  interesante  establecer  si  las  vírgenes  indias  y  chinas  sin  hi- 
men se  hallan  sujetas  á  la  cloro-anemia». 

II.  Segundo  grupo  de  teorías.  —  La  clorosis  es  una  auto-intoxicación 
resultante,  para  unos,  de  una  faltado  eliminación  ;  para  otros,  de  la  insufi- 
ciencia secretoria  de  una  glándula  vascular  ó  de  funciones  mixtas. 

Desde  1878  Fonsagrives  entrevio  relaciones  entre  la  clorosis  y  « la  evolu- 
ción imperfecta  de  la  función  ovárica».  Charrín  se  ha  convertido  en  apóstol 
de  la  auto-intoxicación  de  origen  genital .  «La  clorosis,  dice,  es  una  auto- 
intoxicación  menstrual  ó  genital;  me  explicaré  :  En  el  momento  en  que  las 
reglas  aparecen,  la  toxicidad  del  suero  está  en  aumento...  Creo  que  la  fun- 
ción menstrual  purga  el  organismo  de  ciertos  venenos  ;  los  órganos  genitales 
tienen  bajo  este  aspecto  un  papel  eliminador...  Si  en  tales  condiciones  la 
herencia,  la  escrófula  y  la  tuberculosis  han  provocado  una  insuficiencia  ge- 
neral en  el  desarrollo  de  los  tejido?,  los  órganos  genita  es  insuficient^^mente 
desarrollados  cumplen  de  una  manera  incompleta  su  papel  de  órganos  eli- 
minadoreSy  sobre  todo  á  partir  del  instante  en  que,  por  la  misma  pubertad, 
la  rapidez  de  los  cambios  aumenta  la  prop'  rción  de  los  productos  tóxicos». 

El  estudio  de  las  secreciones  internas  ha  abierto  nuevos  horizuntes  y 
procreado  nuevas  teorías. 

En  1896,  Spillmann  y  Etienne  consideran  la  fisiología  del  ovario  del  modo 
siguiente : 

1.°    Glándula  de  secreción  externa  :  ovulación  ; 

2.'  Glándula  encargada  de  eliminar:  la  sangre  de  las  reglas,  el  exceso 
de  las  toxinas  formadas  en  el  organismo  femenino  ; 

3."*  Glándula  de  secreción  interna,  quizás  los  cuerpos  amarillos  suminis- 
tran la  ovareína.  La  ausencia  de  esta  última  snb.stancia  engendraría  la 
clorosis.  En  seis  casos  tratados  con  extracto  de  ovarios,  los  autores  obser- 
varon tres  mejorías. 


44^  ^^  i^^  clorosis  siníomáicas 


En  1898,  Etienne  y  Demangre  apoyaban  la  hipótesis  de  la  clorosis  OTárica 
con  «líf unas  nuevas  observaciones. 

Entre  tanto,  Rlnndei  señalaba  como  conñrmatívas  las  observaciones  de 
Mund»  Knauer,  Yuyle  y  Jacobs.  El  ovario,  según  él,  destruye  con  su  secre- 
ción interna  un  veneno  que  se  vierte  en  la  sangre.  La  secreción  del  timo 
suple  en  la  infancia  la  glándula  genital  que  no  funcir)na  todavía.  <(Si1a 
sucesión  de  las  acciones  antitóxicas  del  timo,  del  ovario  luego,  no  se  efectúa 
normalmente,  si  el  timo  desaparece  demasiado  pronto  y  sí,  sobre  todo,  el 
ovario  desarrolla  su  secreción  interna  muy  tardíamente  ó  la  suministra  de 
un  modo  irregular,  prodúcese  un  interregno  fisiológico,  durante  el  cual  la 
intoxicación  por  estos  productos  de  desasimilación  tiene  lugar  sin  obstáculo 
alguno  ».     Esta  es  la  clorosis. 

Leclerc  y  Levet.  que  han  comprobado  la  hipertoxicidad  de  suero  de  los 
cloróticos,  apoyan  esta?*  teorías. 

Vou  Noorden.  en  su  importante  monografía  sobre  la  clorosis,  la  concibe 
como  una  enfermedad  que  sobreviene  exclusivamente  en  la  mujer  y  en  los 
diez  años  siguientes  á  la  pubertad.  Admite  con  Immermann  que  la  cloro- 
sis es  resultante  de  una  debilidad  funcional  de  los  órganos  heraatopoiéticos, 
tanto  congénita  como  adquirida.    «Sin  embargo,  no  creo  que  toda  anemia 

3ue  descansa  sobre  la  insuflcieucia  ó  el  déficit  funciopal  de  estas  partes  po- 
ría  catalogarse  como  clorosis.  Este  nombre  debiera  reservarse  para  las 
alteraciones  de  la  hematopoiesis  reveladoras  de  los  órganos  sexuales  déla 
mujer,  y  ante  todo  del  período  de  desarrollo».  Von  Noorden  confiesa  que  es 
todavía  difícil  precisar  más :  «Bajo  reserva  de  hacer  só;o  una  hipótesis,  he 
aquí  lo  que  rae  parece  verosímil ;  en  el  organismo  femenino  que.  m^nsuál- 
mente,  elimina  una  gran  cantidad  de  sangre  por  los  órganos  sexuales,  exis- 
ten disposiciones  especiales  que  normalmente  permiten  reparar  pronto  y 
por  completo  la  pérdida  de  sangre.  La  incitación  d  la  neofnrmación  san- 
guínea proviene  de  los  mismos  órganos  genitales  (¿ovarios?)  poco  verosí- 
milmente por  vÍH  refleja,  pero  sí  por  la  formación  de  productos  guimirot  qu€ 
paran  á  la  sanare  y  que  al  llegar  á  los  centros  de  formación  tienen  la  pro- 
piedad de  excitar  á  los  órganos  hematopoiéticos. 

Su  excitación  no  se  debe  exclusivamente  á  estas  secreciones  de  origen 
genital,  cuya  supresión  altera  siempre  el  proceso  normai  de  la  formadónde 
la  sangre,  sobre  todo  en  las  jóvenes.  La  falta  de  insuficiencia  d*»  estos 
agentes  irritantes  produce  la  clorosis,  es  decir,  una  insuficiencia  de  lakfma- 
topoiesis  reveladora  de  accidentes  específicos  de  causa  genital,  1  a  enfermedad 
se  desarrolla  tanto  más  fácilmente  cuanto  que  los  órganos  que  forman  la 
sangre  son  insuficientes  ó  están  debilitados  por  otras  influencias  perni- 
ciosas. 

Sobre  la  naturaleza  de  los  cambios  químicos  entre  el  aparato  sexual  y  los 
núcleos  de  la  hematopoiesis,  no  se  puede  decir  nuda.  Debemos  considerar 
como  cierto  que  no  están  indisolublemente  ligadas  ni  solo  proceso  mens- 
trual, porque  las  rejadas  en  las  cloróticas  no  ofrecen  nada  característico*. 

L.  L.  Jones  opina,  de  un  modo  contrario,  que  la  clorosis  resulta  de  la 
llegada  á  la  sangre  de  un  exceso  de  secreción  interna  de  los  ovarios. 

tín  otro  orden  de  ideas.  Capitán  y  Jeulain  admiten  una  cloros  s  por  insu- 
ficiencia tiroidiana.  Se  apoyan  sobre  las  relaciones  señaladas  desde  largo 
tiempo  de  la  clorosis  con  el  bocio  exoftálmico  (Bouiliaud  Reudu)  y  sóbrela 
frecuente  existencia  en  las  cloróticas  de  una  hipertrofia  del  cuerpo  tiroideo. 
Por  último,  el  tratamient»)  iodo-iodurado  y  la  iodotirina  en  tablillas  produ- 
cirían muy  buenos  efectos. 

Tales  son,  en  nuestros  días,  las  diferentes  teorías  emitidas  sobre  la  cloro- 
sis, que  pueden  dividirse,  resumiendo,  en  tres  ciases  : 

1.'  Las  que  admiten  la  clorosis  como  entidad  morbo-:a,  enfermedad  de 
decadencia,  en  relación  con  la  debilidad  hereditaria  de'  organismo; 

2  •  Las  que  defienden  la  clorosis  como  entidad  morbosa  en  relación  coa 
un  trastorno  patológico  adquirido; 

3.°    Las  que  con-ideran  á  la  clorosis  como  síndrome. 

Es  posible  que  todas  sean  ciertas,  y  quizás  el  absolutismo  de  diversos 
autores  ganaría  mucho  si  se  adaptara  á  una  teoría  ecléí'tica. 

Kn  suma,  es  p'-eciso  decir  que  la  clorosis  es  un  síndrí^me  morboso  pura- 
mente individualizado  por  circunstancias  etiológicas  constantes:  pubertad. 


ReMta  critica  bibliográfica  443 


sexo  femenino,  pero  ¿quién  se  apoyará  sobre  datos  pato^nicos  múltiples? 
Yr  ¿por  qué  entonces  s^e  conservaría  este  nombre  que,  etimológicamente  ha- 
blando, designa  una  cierta  coloración  de  la  piel,  y  cuyo  conocimiento  ha 
variado  según  las  épocas  y  autores?  En  el  estado  actual  de  la  ciencia,  difí- 
cilmente se  puede  resp'  n'ier  por  modo  afirmativo.  Parece,  sin  embargo, 
aueeii  la  joven,  en  el  mí>mento  de  la  pubertad,  no  hay  una  clorosis  sino  esta- 
dos cloróticos,  espontáneos  en  apariencia,  en  realidad  debidos  á  causas 
diversas,  mal  estudiadas  todavía.,  entre  las  cuales  parecen  serlas  más  fre- 
cuentes las  distintas  auto-intoxicaciones,  sobre  todo  por  insuficiencia  secre- 
toria, ovárica  ó  tiroidiana. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.). 

RBViSTA    CRITICA    BIBLIOGRÁFICA 

Pon  KL 

Db.  GalcbuAn  Granes 
Tratado  de  Kedioina  les^al,  por  ol  Dr.  Vibert.  —  Barcelona,  1903-1904. 

Vibert,  como  médico  forense  del  Tribunal  del  Sena,  ha  desempe- 
ñado, en  un  período  de  seis  años,  más  de  dos  mil  peritajes  médico- 
legales;  como  jefe  de  trabajos  aná-tomo-patológicos  del  Laboratorio  de 
Medicina  legal  de  la  Facultad  de  Parí?,  ha  recogido  inmensos  materia- 
les que  le  han  permitido  sentir  su  obra  sobre  muy  sólidas  bases,  y 
como  discípulo  predilecto  de  Brouardel  y  encargado  por  este  eminente 
maestro  de  la  enseñanza  práctica  de  la  Medicina  legal,  ha  podido  apre- 
ciar, segim  propia  confesión,  los  puntos  que  exigen  mayor  desarrollo, 
las  objeciones  que  surgen  con  mayor  frecuencia  y  las  dificultades  que 
entrañan  muchas  de  las  cuestiones  médico-legales. 

No  es  de  extrañar,  por  consiguiente,  que  con  tal  excelente  prepara- 
ción haya  podido  Vibert  realizar  tan  buena  obra. 

Esta  no  es  una  compilación  de  otros  textos,  un  libro  hecho  sola- 
mente con  libros,  sino  un  derivado  de  la  personal  experiencia  y  saber. 
Vibert  posee  demostraciones  propias,  originadas  de  una  práctica  dila- 
tada ;  los  documentos  comprobatorios  de  sus  doctrinas  han  salido  de 
una  realidad  bien  apreciada  y  demostrada  en  la  Morgue.  Por  esto  ha 
podido  afirmar  acertadamente  Brouardel  en  la  Introducción,  que  es  un^ 
libro  compuesto  por  un  perito  y  para  los  peritos,  constituyendo  esta 
circunstancia  la  unidad  de  la  obra,  el  carácter  eminentemente  práctico 
que  ostenta,  así  en  conjunto  como  en  detalle. 

Y  con  ser  muy  práctico,  no  desdeña  Vibert  la  dilucidación  in  extenso 
de  los  puntos  litigiosos,  demostrando  poseer  una  muy  vasta  ilustración 
en  todos  los  ramos  de  la  Medicina,  de  la  Cirugía  y  de  la  Toxicología,  y 
un  elevadísimo  criterio  en  la  exposición  de  las  doctrinas. 

Comenge,  no  menos  acertado  que  Brouardel  en  el  juicio  que  le  me- 
rece la  obra  de  Vibert,  en  su  luminoso  Prólogo  hace  resaltar  en  la  la- 
bor de  éste  dos  grandes  méritos  :  1.",  el  criterio  severo  y  uniforme,  la 
trabazón  homogénea  y  el  sabor  práctico  que  preside  su  composición,  y 
2.**,  la  habilidad  en  la  exposición  doctrinal,  «  en  la  que  nada  huelga  ni 
se  echan  de  menos  esenciales  conocimientos  de  verdadera  aplicación 
en  la  práctica  forense,  sin  caer  jamás  en  el  defecto  de  considerarlas 
materias  como  un  conjunto  de  apasionadas  disquisiciones  teóricas,  ni 
convertir  los  capítulos  del  libro  en  baterías  contra  añejos  inconvenien- 
tes de  la  organización  social  y  prácticas  ordinarias,  deslizándose,  por 
el  contrario,  serena,  ordenada  e  instructiva  la  corriente  abundosa  del 
saber  y  de  la  experiencia  del  autor». 

Como  la  mayoría  de  los  de  esta  clase,  el  Tratado  de  Vibert  está  di- 
viflido  en  dos  grandes  partes :  la  Medicina  legal  propiamente  dicha  y 
la  Toxicología. 


Reyisia  critica  bibliográfica 


La  primera,  subdividida  en  cuatro  grupos  de  cuestiones  :  1."  Aten- 
tados contra  la  vida  y  la  salud,  en  el  que  estudia  cuanto  tiene  relación 
con  los  indicios  de  muerte,  su  verificación,  examen  de  los  cadáveres,  la 
muerte  súbita,  envenenamientos,  asfixias,  muertes  por  temperatura, 
fulguración  é  inanición,  heridas,  homicidio,  suicidio  y  accidentes. 

Tiene  de  notable  esta  sección  la  exactitud  con  que  fija  las  reglas 
que  debe  seguir  el  perito  para  practicar  la  autopsia  médico-legal ;  la 
manera  de  demostrar  no  solo  los  medios  crimosos  de  una  muerte,  sino 
las  causas  naturales  de  la  misma  en  otros  casos  que  parece  sospechosa 

Íel  capítulo  especial  referente  á  los  accidentes  de  ferrocarriles,  cuyas 
cridas,  con  frecuencia  graves,  no  eran  antes  completamente  especifi- 
cadas. 

2.**  Cuestiones  relativas  al  instinto  sexual  y  á  la  generación,  que 
comprende  las  anomalías  y  aberraciones  del  instinto  genésico,  la  vio- 
lación, pederastia,  bestialidad,  onanismo  y  ultrajes  al  pudor;  al  emba- 
razo y  parto ;  al  aborto  é  infanticidio,  haciendo  resaltar  las  dificultades 
con  que  tropieza  el  perito  para  re.«olver  con  exactitud  la  mayoría  de 
estas  cuestiones. 

3.**  Vibert  ha  prestado  una  atención  minuciosa  á  las  cuestiones  del 
tercer  grupo,  el  examen  de  las  huellas  y  manchas^  precisamente  por- 
que son  de  los  más  difíciles  en  Medicina  legal  y  en  los  que  el  médico 
necesita  de  más  perspicacia  y  de  mayor  suma  de  conocimientos  para 
resolverlos.  La  técnica  de  la  investigación  de  las  manchas  de  sangre 
y  de  semen  está  expuesta  con  un  lujo  de  detalles  altamente  prove- 
choso. 

4.®  El  último  grupo  comprende  las  cuestiones  médico-legales  sobre 
la  enagenación  mental.  Nada  falta;  por  su  extensión  y  por  su  doctrina 
esta  parte  constituye  un  tratado  especial.  Después  de  exponer  los  as- 
pectos diferentes  de  la  responsabilidad,  estudia  los  principales  tipos  de 
enagenados,  las  variadas  formas  del  delirio,  los  actos  cometidos  por 
impulsos  irresistibles,  las  neurosis  y  otros  estados  patológicos  que  in- 
tervienen á  titulo  de  motivos  próximos  de  las  acciones  criminosas,  las 
debilidades  de  espíritu,  la  conducta  que  debe  seguirse  en  las  peritacio- 
nes relativas  al  estado  mental  y  las  circunstancias  en  que  deben  ser 
recluidos  los  locos. 

Completa  este  excelente  Tratado  la  Jurisprudencia  médica  y  la  ex- 
posición de  ley.^s,  decretos  y  ordenanzas  que  rigen  en  el  ejercicio  de  la 
Medicina  y  de  la  Farmacia. 

Y  merced  á  la  valiosa  intervención  del  Dr.  Comenge  en  la  traduc- 
ción española,  la  obra,  editada  por  la  casa  Espasa,  contiene  multitud 
de  artículos  adicionales  referentes  á  la  medicina  psíquica  en  sus  rela- 
ciones con  las  leyes,  mayormente  de  nuestro  pa's,  y  gran  número  de 
notas,  que  sobre  ampliar  "los  horizontes  científicos  del  texto,  lo  adaptan 
á  las  necesidades  del  peritaje  médico-español. 

El  tomo  referente  á  Tokicología,  más  que  en  el  criterio  químico, 
está  inspirado  preferentemente  en  el  criterio  clínico  y  legal.  Aqui, 
como  en  toda  la  obra,  Vibert  ha  querido  reportar  utilidad  práctica,  in- 
mediata, prefiriendo  formar  buenos  peritos,  antes  que  médicos  pura- 
mente eruditos. 

Resulta,  en  suma,  el  libro  de  Vibert  de  una  conveniencia  incontes^ 
table. 


FORMULARIO   T   TRATAMIBNTOS    M0DBRM08 


CXXI.  —  Inflnensa:  tratamiento  externo 

L.  Bourget  recomienda  este  linimento  : 

Acido  salicíiico 4  gramos. 

S;ilicilato  de  metilo 10        » 

Esencia  de  eucalipto \  m 

Manteca  de  nuez  moscada f 

Aceite  volátil  de  salvia 3        » 

»      alcanforado 30        » 

Alcoholatura  de  bayas  de  enebro  ....  120        » 

Colocado  el  enfermo  en  la  cama,  fricciónese  fuertemente  el  tórax,  abdo- 
men y  espalda,  envolviendo  luego  al  enfermo  basta  el  cuello.  Bn  pos  de 
esto,  nota  el  gripposo  un  alivio  notable  (1). 

CXXII.  —  Saero  antidlftérioo :  inoonidad  de  lo*  aooidente* 

Menos  brumosa  boy  que  antes,  todavía  no  se  ba  disipado  la  atmósfera 
creada  por  algunos  poco  dispuestos  á  aceptar,  ni  por  la  fuerza  dejos  bechos, 
los  progresos  de  la  terapéutica  moderna.  Admitiendo,  en  principio,  los  in- 
convenientes del  suero,  queda  todavía  á  su  favor  la  gran  baja  de  la  mortali- 
dad por  difteria;  y  como  ejemplo,  sirva  el  caso  de  no  baber  ocurrido  en 
París  una  sola  defunción  durante  la  semana  35.'  de  1903,  suceso  observado 
tres  vece^i  más  desde  el  descubrimiento  del  suero  y  que  antes  no  babia  sido 
registrado. 

Volviendo  á  los  accidentes,  quizás  el  mejor  trabajo  para  valorarlos  es  la 
tesis  de  Coldefy,  fundada  en  400  observaciones  de  inoculación  preventiva 
(servicio  de  Comby),  en  las  cuales,  por  tanto,  sólo  el  suero  era  el  responsa- 
ble.   Los  accidentes  ban  sido : 

Erupciones  en  el  15  á  20  por  100  de  los  inoculados.  Son  bien  conocidas, 
como  10  es  también  su  escasa  importancia. 

Fiehre.  Ha  notado  6  ascensiones  térmicas  fvigaces  y  8  accesos  de  cierta 
duración,  merecedores  del  nombre  de /f^^^  sérica.  Bn  un  tuberculoso  la 
fiebre  fué  muy  tenaz;  parece,  pues,  que  estos  enfermos  sólo  deben  ser  in- 
oculados en  casos  precisos. 

Tuberculosis  aparte,  esta  fiebre  no  tiene  gravedad  alguna  y  dura  poco  ; 
como  las  erupciones,  ya  aparece  inmediatamente,  becbo  raro,  ya  es  tardía, 
pero  casi  nunca  más  allá  de  la  primera  quincena,  siendo  lo  ordinario  que 
surja  del  sexto  al  séptimo  día;  como  las  erupciones  también,  puede  reapa- 
recer después  de  algunos  días  de  haber  cesailo. 

Hay,  en  cambio,  casos  en  los  cuales  habiéndose  hecho  la  inyección  en 
enfermos  con  fiebre,  causada  por  uno  ú  otro  motivo,  la  defervescencia,  si 
debía  haberla,  no  fué  imp'»dida  por  el  suero. 

i4/¿«9»intfria.  la  infundada  base  de  tantos  reproches  sólo  ha  existido  en 
14  casos  (3'57  por  100) :  fué  poco  abundante,  apareció  en  los  ocho  primeros 
días  y  no  duró  más  que  dos  ó  tres,  ^lo  sólo  no  hemos  de  preocuparnos  de 
ella,  sino  que  se  ha  de  reputar  el  suero  como  el  mejor  remedio  contra  la  al- 
buminuria diftérica.  Con  todo,  en  caso  de  nefritis  avanzada  no  diftérica  no 
se  debe  inyectar  sino  cuando  esté  bien  demostrado  el  peligro  diftérico. 

Polakiuria.  Vista  4  veces ;  se  muestra  á  los  cinco  ó  seis  días,  no  tiene 
importancia  y  cesa  por  sí  sola. 

Oliguria,  anuria.    No  se  han  presentado. 

Arirafgias.  Poco  frecuentes  (2  á  3  por  100),  tardías,  duraron  media  sema- 
na y  brotaron  por  modo  brusco;  llegaron  al  máximum  generalmente  á  las 
40  ó  48  horas  y  acabaron  sin  dejar  vestigio.  Fueron  mono  ó  poliarticulares, 
(de  p-eferencia  en  las  rodillas,  cnd  »s  y  hombres,  y  alguna  vez  en  las  articu- 
laciones pequeñas:  vertebrales,  témporo  maxilares,  etc.);  los  dolores,  vio- 
lentos, no  iban  acompañados  de  tumefacción  ni  rubicundez. 

Algunas  veces  se  ext*^ndieron,  al  parecer,  á  las  masas  musculares  (mial^ 
gias),  y  entonces  el  curso  fué  mAs  breve 

Los  dolores  aumentaban  con  la  presión  y  los  movimientos ;  con  frecuen- 


(1)    Ga^.  hebd.  des  Se.  mid.  dt  Bordeaux, 


44C  Formulario  y  tratamitntos  modemot 

cia  coincidieron  con  fiebre  y  exantema.  A  las  veces  fueron  tan  inteosos, 
que  exigiera  el  empleo  del  cloruro  de  metilo,  que  es  el  remedio  soberano. 

Estos  fenómenos  son  de  mucha  apariencia  y  nada  más. 

Ádenopaiias  y  anginas.  Muy  fugaces  y  del  todo  benignas,  parece  las 
hubo  1  veces. 

Traslomos  digestivos.  Rarísimos  y  sin  trascendencia.  Por  lo  mismo, 
casi  nadie  los  menciona.  Moizard  ha  notado  diarreas  fétidas ;  Seve:!¡tre.  dia- 
rreas disenteriformes.  Alguna  vez  hubo  vómitos.  Coldefy^  menciona  cinco 
casos  de  diarrea,  uno  de  ellos  con  vómitos. 

Vultitis.    En  tres  ninas  existió,  tal  vez  debida  al  suero. 

Ariimia,  sincope,  trismo,  convulsiones,  ele.  Deben  ser  muy  raros,  pues  no 
observó  caso  alguno. 

Parálisis.  Tampoco  las  ha  notado.  Si  hoy  aparecen  con  mes  frecuencia 
que  antes,  es  por  que  sobreviviendo  los  enfermos,  llegan  al  período  tardío 
ae  las  parálisis.  El  suero  no  las  causa:  al  revés,  es  el  remedio  más  seguro 
y  rápido. 

Asociación  de  accidentes.  — Xpsirie  de  la  erupción  fiebre,  casi  normal,  las 
asociaciones  mAs  comunes  fueron  :  erupción-frlralgia-Zíeltre,  erupción-angina- 
fiebre,  erupción-diarrea-fiebre  y  erupción  ó  artralgia-albwminurta  ligera-fiebre. 
Las  demás  aparecían  por  excepción  ;  estas  mismas  citadas  fueron  raras. 

Ni  solos*ni  asociados,  estos  accidentes  tuvieron  gravedad  ni  duraron.  En 
su  aparición  influyeron  las  condiciones  orgánicas,  siendo  más  inténsala 
reacción  en  los  débiles,  pero  ni  aun  en  ellos  adquirieron  importancia.  Es 
tan  rápida  la  vuelta  ai  estado  anterior,  que  el  estado  morboso  despertado 
por  el  suero  merece  del  nombre  de  aisis  sérica  (1). 

CXXIII.  —  Quinina:  su  empleo  como  anal^^étioo 

Martinet  ordena  en  los  febricitantes  neurálgicos  y  con  insomnio,  á  partir 
del  mediodía,  un  sello  cada  tres  horas  con  una  taza  de  infusión  caliente, 
que  contenga : 

Exalgina O'IO  gramos. 

Fenacetina 020       » 

Analíresina 0'30       » 

Brom hidrato  de  quinina 0'40        » 

Si  hay  intolerancia  estomacal,  prescribe  : 

Bromhidrato  de  quinina 0'40  gramos. 

Antipirina I            » 

Agua  de  tilo  tibia 150            » 

para  una  lavativa ;  ó  bien  : 

Fenacetina OMO  gramos. 

Antipirina 0*20       » 

Bromhidrato  de  quinina 0*30       » 

Manteca  de  cacao 3  » 

para  un  supositorio. 

En  caso  de  neuralgias  rebeldes  : 

Extracto  tebaico 0H)25  gramos. 

Bromhidrato  de  quinina 0**5       » 

para  un  sello  ó  una  pildora,  tomando  uno  cada  tres  horas  hasta  cuatro  dia- 
rios (2). 

CXXIV.  —  I.azante :  fórmula  de  Kartinet 

Extracto  de  belladona ] 

»         de  cascara  sagrada I    ^  a. ai  «..«*«,. 

Podofliino P^-  0*01  gramo. 

Sal  de  Marienbad J 

Extracto  de  áloes 0*02      » 

Ruibarbo  en  polvo .  0*03      » 

mézclese,  comprímase,  queratinícese  y  platéese  en  forma  de  pildora,  que  se 
toma  al  acostarse  (¿). 


(O    Thése  de  Paris. 

(2)    De  su  obra  Medie amtnU. 


Pormuiario  y  traiamientús  mod*moi  447 


CXXV.  --  Elixir  parefiTórioo 

Esta  tintura  de  opio  alcanforada  (solución  en  alcohol  á  6<)°  de  extracto 
tebaico,  ácido  benzoico,  alcanfor  y  esencia  de  anís)»  está  para  Martinet  muy 
abandonHda  y  sin  motivo  ju.Ntiñcado. 

Diez  gramos  del  elixir  equivalen  á  cinco  centigramos  de  extracto  te- 
baico,  dicen ;  pero  esíta  equivalencia  es  puramente  teórica,  pareciéndole  á 
Martinet  mayor  la  acción  del  opio  que  si  se  diera  el  extracto  sólo. 

Sus  efectos  son  notables  en  las  afecciones  gastro-intestinales  dolorosas, 
diarreas  de  verano,  enteralg-ias  provocadas  por  gases,  etc. 

Como  el  sabor  es  agradable,  se  le  puede  dar  poniendo  gotas  en  un  vasito 
de  agua  azucarada :  como  un  gramo  contiene  48  gotas,  se  prescribe  esta 
dosis  de  una  vez,  renovándola  5  ó  6  veces  en  las  24  horas*,  si  es  prt^ci.-o.  En  - 
los  niños  la  dosis  debe  ser  de  10  á  12  gotas  por  cada  año  de  edad,  dando 
cada  vez  2  ó  3. 

Contra  la  gastro-enteritis  infantil  es  una  bueaa  fórmula  esta  asociación  : 

Elixir  paregórico XXX  gotas. 

Bpnzonaftol O'óO  gramos. 

Jarabe  de  membrillo 10  » 

Agua  destilada  de  canela 50  » 

para  tomar  una  cucharadita  cada  tres  horas  (I). 

CXXVI.  —  Aceite  de  his^ado  de  bacalao  :  varias  fórmiüa*  as^radables 

Las  más  usadas,  sobre  todo  en  Alemania,  son  : 

1.*  Para  que  el  sabor  sea  más  agradable,  Reboult  propone  añadirle  una 
solución  de  sacarina  en  éter  al  1  por  100 ;  se  calienta  luego  al  baño  maria 
para  que  se  desprenda  el  éter. 

2.*    Dieterich  obtiene  la  emulsión  agitando  esta  mezcla : 

Aceite,  de  hígado  de  bacalao 8<5       gramos 

Jarabe  de  regaliz 10  » 

Éter 4  » 

3.*  Kreytschy  trata  una  parte  de  café  tostado  con  tres  de  alcohol ;  lo 
ñltra  y  el  filtrado  lo  satura  de  sacarina  y  lo  mezcla  á  partes  iguales  con  el 
aceite  de  hígado  y  con  media  parte  de  aceite  de  ricino;  añade  luego  un 
2  por  100  de  esencia  de  canela  de  Ceylán.  A  esta  masa  total  adiciona  10 
partes  por  100  de  aceite  de  hígado  de  bacalao.  Esta  preparación  tiene  un 
sabor  muy  agradable. 

4.*  Caliéntese  durante  15  minutos  y  á  60",  en  un  recipiente  cerrado, 
2,400  gramos  <le  aceite  de  hígado  de  bacalao  con  20  de  café  molido  y  10  de 
negro  animal.  Se  deja  macerar  algunos  días,  agitándolo  varias  veces  y  se 
filtra.    Queda  el  aceite  casi  sin  color  y  con  el  olor  y  gusto  del  café. 

5.*  El  mismo  Dieterich  publica  esta  otra  fórmula  de  aceite  aroma- 
tizado : 

•     Vanillina O' 10  gramos 

Cumarina O'ül       » 

se  las  disuelve,  á  calor  débil,  en  : 

Esencia  doble  de  azahar 2  » 

»       de  menta  inglesa 1  » 

»       de  limón 5  » 

y  añádase : 

Aceite  de  hígado  de  bacalao 1.000  » 

6."  Duquesnel  añade  11  gotas  de  esencia  de  eucalipto  á  150  gramos  de 
aceite  para  quitarle  el  mal  olor  y  el  mal  gusto  (2). 

CXXVIl.  —  RlperhldrosU  plantar  y  palmar :  varias  fórmulas 

Si  en  vez  de  fríos  y  cian óticos,  están  calientes  los  pies  y  las  manos,  se 
recurrirá  á  los  baños  focales  fríos  y  á  una  de  estas  fórmulas  : 

A.    Ictiol 25      gramos 

Agua 15  » 

Lanolina  anhidra 25  » 

(ünna) 


1)  De  su  obra  Midicoments. 

2)  Leí  Nouptaux  Remedes, 


448  Formulario  y  tratamuntos  moáemoi 


B.  Naftol 5  » 

Giicerina 10  í> 

Alcohol 100  » 

(Kaposi) 
para  dos  lociones  diarias. 

C.  Taiiino Iá3  » 

Alcohol  á60* 250  » 

D.  Sulfato  de  quinina 5  » 

Alcohol  á  6ü' 250  » 

E.  Giicerina 10  .^ 

Percloruro  de  hierro 90  » 

Esencia  de  bergamota XX      gotas 

Se  expolvoreará  con : 

A.  Talco 87  gramos 

Almidón 20            » 

Acido  tártrico 3            » 

B.  ThIco 60  » 

Subnitrato  de  bismuto.    . 32  » 

Acido  saiicilico     .    / 5  » 

Permangauato  potásico 2  » 

Coloqúese  dentro  del  calzado  plantillas  de  papel  de  filtro  empapadas  en  : 

Per  mangan  ato  potásico 2      gramos 

Agua  de;»tllada 100  » 

Timol 0»30       »         (1) 

CXXVIIL— Anestesina:  apUoaoiones 

Se  da  al  interior  en  los  ca^«os  de  hiperestesia  gástrica,  úlcera  del  estó- 
mago, dispepsia  nerviosa  y  vómitos  de  la  preñez;  tópicamente,  en  la  coque^ 
luche,  coriza,  úlcera  tuberculosa  de  la  boca  y  laringe,  estomatitis  ulcerosa, 
tenesmo  vesical,  uretritis,  hemorroide^  úlceras  de  las  piernas,  intertrigo, 
quemaduras,  gangrena  de  la  piel,  prurito  vulvar  diabético,  etc. 

Al  interior  la  dosis  es  de  0*2  á  0*5  gramos,  subdivididos  en  diez  partes 
para  tomar  tres  al  día  antes  de  las  comidas. 

Bn  las  afecciones  de  las  fosas  nasales  y  laringe  se  usa  en  inhalación: 

Anestesina ,...,...     3  gramos. 

Alcohol  rectificado 45       » 

Agua  destilada 55       » 

ó  bien  se  toca  con  un  pincel  empapado  en  una  suspensión  mucilaginosa  al 
30  por  100.  Mejor  todavía  es  la  insuflación  cuando  á  ello  se  presta  el  punto 
enfermo. 

Contra  los  pruritos  se  emplea  la  pomada  de  lanolina  (5  á  10  por  106),  en 
las  úlceras  el  polvo  al  10  por  100,  en  el  tenesmo  vesical  y  hemorroides  dolo- 
rosos, supositorios  de  manteca  de  cacao  (0*2  á  0*5  por  2). 

—Hay  también  hoy  en  el  comercio  el  clorhidrato  deanestesina  queso  di- 
suelve al  1  por  loo  en  ag  la.  Esta  solución,  que  se  puede  esterilizar,  puede 
servir  como  an^^stésico  en  pequeñas  operaciones,  haciendo  con  ella  inyeccio- 
nes para  inñ.trar  la  región.    La  fórmula  recomendable  es: 

Clorhidrato  de  anestesina 0'25  gramos. 

Sil  filológica  de  Pohel 0'40       » 

Cl'^rhidrato  de  morfina 0*005  á     0*015      » 

Agua  destilada 100  » 

Hay  asimismo  en  el  comercio  tabletas,  bombones,  pomadas,  polvos,  etc., 
llamadas  inoportunamente  preparaciones  de  cocainol  (2). 

CXXIX.  —  Amiloformo:  empleo  tópioo 

El  arailoformo  es  el  producto  de  la  acción  Hel  formol  sobre  el  almidón. 

usado  pop  Ivanoff,  ya  en  polvo,  ya  en  pomada  al  10  ó  12  por  100,  es  un 

excelente  tópico»  tanto  en  las  superficies  sépticas  como  en  las  quenolosoo. 

(1)  Journal  de  Méd.xnternt. 

(2)  Pharm.  Zeitung. 


Stcción  oficial  449 


Puede  reemplazar  al  iodoformo,  sobre  el  cual  tiene  la  ventaja  de  ser  in- 
odorp,  no  irritante  en  los  contornos,  no  tóxico  y  de  mayor  poder  secante. 
Es,  además,  analgésico  en  algunos  casos  (1). 

CXXX.  ^WUmal:  empíeo  tópico 

El  wismal  es  una  nueva  combinación  de  magnesio  y  de. bismuto,  que  se 
presenta  en  forma  de  polvo  fino,  blanco,  sin  olor  ni  sabor,  fuertemente  alca- 
lino y  no  tóxico. 

Stern  lo  ha  empleado  en  más  de  1,500  casos  de  afecciones  quirúrgicas  y 
de  la  piel,  notando  lo  bien  que  defiende  al  organismo  de  las  infecciones  y 
lo  que  favorece  la  cicatrización.  Se  usa  en  sub^^tancia,  colocando  una  capa 
gruesa  (2). 

Dr.  Rodbígubz  Méndez. 

SECCIÓN     OFICIAL 


ASAMBLEA    DE   MÉDICOS    TITULARES 

SB8IÓN   DBL    18  DE  MATO 

El  Sr.  Ndñez  leyó  las  siguientes  conclusiones,  que  se  aprobaron  por  una- 
nimidad : 

«  Primera.  El  capítulos."  de  la  Instrucción  general  de  Sani  iad,  promul- 
gada por  Real  decreto  de  l¿  de  Enero  de  1904,  deberá  ser  elevado  A  la  cate- 
foría  de  ley,  y,  con  arreglo  á  las  condiciones  del  urt.  91,  será  organizado 
efinitivamente  el  Cuerpo  de  Médicos  titulares. 

Segunda.  Los  contratos  actuales  hecbos  con  anterioridad  á  la  promul- 
gación de  la  citada  Instrucción  de  Sanidad,  provisional  ó  definitiva,  que 
recaigan  en  Médicos  que  estén  comprendidos  en  el  art.  91  de  la  misma,  se- 
ráa  considerados  como  ilimitados.  Los  contratos  hechos  después  de  la 
promulgación  de  la  Instrucción  de  Sanidad,  provisional  ó  dett  litiva,  sin 
atenerse  á  lo  que  la  misma  prescribe,  se  declararán  huios  y  se  proveerán  de 
nuevo  las  plazas  con  arreglo  á  ella. 

Tercera-  Una  vez  que  se  hayan  hecho  las  clasificaciones  de  que  habla 
el  art.  100  de  la  Instrucción,  la  Junta  de  Gobierno  y  Patronato  organizará, 
total  y  definitivamente,  el  Cuerpo  de  Médicos  titulares,  regulando  las  cnte- 
gorías  por  sueldos  que  no  bajen  para  la  mínima  de  T^)  pesetas  ni  excedan 
de  3,000  para  la  mÁxima.  teniendo  en  cuenta  para  ello  el  número  de  habi- 
tantes y  el  de  familias  pobres  de  la  población,  las  distancias  y  topografías 
de  la  titular,  la  cuantía  del  presupuesto  municipal,  etc. 

Cuarta.  Los  sueldos  ó  dotaciones  de  los  Médicos  titulares  deberán  ser 
partida  obligatoria  en  los  presupuestos  municipales,  con  arreglo  á  la  cate- 
goría que  les  corresponda. 

Quinta.  La  provisión  de  las  plazas  vacantes  se  ajustará  al  orden  e^^ta- 
blecido  en  los  escalafones,  debiendo  ser  preferido  en  todo  caso  para  su  nom- 
bramiento el  aspirante  que  tenga  el  numero  más  elevado  entre  los  que  la 
hubieren  solicitado. 

Sexta.  Si  por  cualquier  circunstancia  algún  Ayuntamiento  aumenta  la 
dotación  de  la  titular,  el  profesor  que  la  desempeñe  disfrutará  este  benefi- 
cio, puramente  de  interés  material,  sin  que  esto  pueda  afectar  en  nada  á  la 
posesión  del  cargo  que  ocupa  ni  entrañar  tampoco  ascenso  alguno  en  el  es- 
calafón ;  su  categoría  continuará  siendo  la  misma  que  por  clasificación  le 
corresponda  dentro  del  Cuerpo  de  Médicos  titulares. 

Séptima.  Los  Médicos  titulares  no  podrán  ser  separados  de  sus  cargos 
sin  quejas  ó  motivos  justificados,  previa  formación  de  un  expediente  en  que 
habrá  de  oirse  al  interesado  y  recaer  informe  de  la  Junta  de  Gobierno  y  Pa- 
tronato del  Cuerpo. 

Octava.  Serán  derogadas  ó  modificadas  todas  las  disposiciones  vigrentes 
que  se  opongan  á  la  organización  del  Cuerpo  de  Médicos  titulares  en  la 
forma  establecida  en  estas  bases. 


(1)  MedecinskoU  Obosrenie, 

(2)  Wten.  Ktin.  Rundschau, 


4^0  Seccijn  ajicial 


Se  acordó  la  creación  de  una  medalla ;  se  designaron  las  Comisiones  que 
han  de  gedtionar  que  las  anteriores  conclusiones}  alcancen  la  categoría  de 
ley,  y,  ttiialineiite,  los  Sres.  Pulido  y  Caual»*JMS  pronunciaron  elocuentísi- 
mos discursos,  que  lamentamos  no  poder  extractar  por  la  falta  de  espacio. 


XV  CONGRÉS  INTERN/ITIONAL  DE  MÉDECINE 
Lisboa  19-26  abril  i 906. 

Acabamos  de  recibir  el  primer  número  del  Boletín  del  XV  Congreso  In- 
ternaciüual  de  Medicina  que  tendrá  lugar  en  Lisboa  del  19  al  26  de  abril 
de  1906.  Dicho  número  contiene  el  Reglamento  del  Congreso,  la  organiza- 
ción de  las  secciones  y  la  de  los  Comités  de  los  dift^rentes  países.  —  Nótese 
en  el  Regiamente  el  artículo  2,^  que  permite  la  admisión  ai  Congreso  sólo 
á  los  médicos  y  á  los  sabios  presentados  por  los  Comités  nacionales  ó  portu- 
gueses. —  La  cuota  es  de 25  francos,  ó  20  marcos,  ó  1  libra  esterlina,  ó  5  $500 
reis. 

Los  trabajos  del  Congreso  están  distribuidos  en  17  secciones ; 

I.*  Anatomía  (Anatomía  descriptiva  y  comparada,  antropología,  embrio- 
logía, histología). 

2.'    Fisiología. 

3/    Patología  general,  bacteriología  y  anatomía  patológica. 

4.*    Terapéutica  y  farmacología. 

5.*    Medicina. 

6.*    Pediatría. 

•7.'    Neurología,  psiquiatría  y  antropología  criminal. 

8.'    Dermatología  y  siñliografía. 

9."    Cirugía. 

10.  Medicina  y  cirugía  de  las  vías  urinarias. 

11.  Ottalmología. 

12.  Laringologia,  rinología,  otología  y  estomatología. 

13.  Obstetricia  y  ginecología. 

14.  Higiene  y  epidemiología. 

15.  Medicina  militar. 

16.  Medicina  legal. 

17.  Medicina  colonial  y  naval. 

El  Com.té  ejHcutivo  del  Congreso  tiene  intención  de  imprimir,  antes  déla 
reunión,  todo.s  los  temas  oficiales  (rapports);  para  este  fln  es  necesaria  que 
sean  remitidos  á  la  Secretaría  general  dCi  Congreso  antes  del  30  de  septiem- 
bre de  19*)5.  Las  comunicaciones  libres  deberán  ser  remitidas  antes  d  d  31  de 
diciembre  de  1905,  si  los  autores  desean  que  las  concluiiones  sean  impresas 
antes  de  la  apertura  del  Congreso. 

La  lengua  oficial  es  el  francés.  En  las  asambleas  generales,  como  tam- 
bién en  las  Secciones,  las  lenguas  alemana,  francesja  ó  inglesa,  pueden  ser 
empleadas.  Como  se  ve,  el  Comité  del  Congreso  ha  excluido  el  portugués 
de  las  lenguas  adm-tidas.  lo  que  se  hizo  al  único  fin  de  res' ringir  cuanto  más 
posible  sea  el  núm^^ro  de  los  idiomas  hablados ;  no  podrá  haber  celos  cuando 
se  sacrifica  á  sí  mismo. 

El  Presidente  d'»l  Comité  de  organización  es  el  Dr.  M.  da  Costa  Alemlo.y 
el  Secreta 'io  g.  neral,  el  Dr.  Miguel  Bombarda;  todas  las  adhesiones  deben 
ser  dirigidas  á  este  último  (Hospital  de  liiihalblles,  Lisboa). 


INSTITUTO  MÉDICO  FARMACÉUTICO  DE  BARCELONA 

Por  acuerdo  tomado  en  sesión  del  día  29  de  enero  de  1903.  este  Instituto 
modificó  las  condiciones  del  Concurso  escolar,  que  se  veníii  verificando,  en 
la  forma  siguiente: 

Se  destinará  una  cantidad,  mayor  que  en  los  Concu-sos  anteriores,  á  un 
solo  y  únicM)  p  ernio  anual,  alternándose  riguro.^araente  un  premio  de  la 
Sección  de  Medicina  con  otro  de  la  Sección  de  Karma^-ia. 

En  virtud  de  tal  acuerdo,  el  Concurso  se  verificará,  en  el  presente  año, 
con  arreglo  al  siguiente 


iSstudioM  dtmogr4ficot  de  Barcelona  45t 


Phograma 

Sección  db  farmacia  (2.**  año) :  200  pesetas  en  metálico,  y  el  título  de 
Socio  agregado,  al  autor  dei  tema  mejor  desarrollado  de  química  orgánica,  de 
eleccióu  libre. 

La  Corporación  se  reserva  el  derecho  de  conceder  el  título  de  Socio  agre- 
gado á  los  autores  de  otros  trabajos  que  no  habiendo  alcanzado  el  premio, 
resulten  merecedores  de  una  distinción  honorífica. 

Las  Memorias  presentadlas  deberán  reunir  las  siguientes  condiciones  : 

1.'    Estar  escr  tas  en  letra  muy  clara. 

2.'    Estar  redactadas  en  catalán  ó  castellano. 

8.'  Expresarse  el  nombre  del  autor  y  punto  de  su  residencia  dentro  de 
un  pliego  cerrado,  en  cuyo  sobre  se  pondrá  un  epígrafe,  que  ha  de  haberse 
escrito  también  al  principio  de  la  Memoria. 

4.'  Ser  dirigidas  á  la  Secretaría  del  Instituto  (Plaza  de  Cataluña,  n.*9, 
principal),  en  donde  se  admitirán  hasta  las  doce  de  la  mañana  del  día  31  de 
octubre  próximo. 

5.'  Finalmente,  presentarse  las  Memorias  sin  ñrma  ni  rúbrica,  no  de- 
biendo ser  copiadas  p  >r  sus  autores  respectivos,  ni  aparecer  siquiera  con 
sobrescritos  de  su  letra. 

Los  pliegos  de  las  que  obtuvieren  premio  serán  abiertos,  y  los  de  las  res- 
tantes quemados,  en  la  Sesión  pública  inaugural  de  1905. 

Sólo  á  los  autores  de  las  Memorias  que  hayan  obtenido  el  premio  ó  una 
distinción  honorífica  dará  permiso  el  Instituto  para  publicarlas. 

La  Corporación  ^e  reserva  el  derecho  de  poder  hacer  una  tirada  de  ellas. 

Barcelona,  enero  de  \^L  —  lil  Presidente,  Gonzalo  Roqueta.  —  El  Secre- 
tario general,  Manuel  Mer  GüelL 


NÜBSTRA  CORRRSPONDRNCIA  CON  LA  PRBN8A 


Z«a  Javentnd  médioa,  de  Guatemala.  — Gracias  por  la  reproducción  de  las 
conclusiones  del  trabajo  del  Dr  L.  Pagliani,  Aguas  de  cloaca  de  los  podía- 
dos:  su  depuración  y  aprovechamiento,  traducido  por  el  Dr.  Rovira  y 
Oiiver. 

laa  Kedioina  oientifloa  de  Barcelona.  —  Id.  id.  del  trabajo  del  Dr.  Perei- 
ra,  L^yes  clínicas  del  do^or,  traducido  por  el  Dr.  Rodríguez  Ruiz,  y  de  la 
noticia  Eliol'tgla  y  profilaxis  del  tracoma,  del  Dr.  Figueras. 

Zaa  Orónioa  médioa,  de  Lima.  — Id.  id  del  informe  sobre  Lactancia  mixta, 
del  Dr.  E.  Perier,  traducido  por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J.). 

El  Progreso  Kédioo.  de  Barrelona- —  Id.  por  el  extracto  que  hace  del 
trabajo  La  Puda  de  Montserrat^  del  Dr.  Masó  Bru. 

Zaa  Semana  módioa,  de  Buenos  Aires  — Id.  id.  de  las  noticia»  Corea:  tra- 
tamiento. Hierro:  acción  fisiológica.  Ántrax:  tratamiento  Acido  fórmico: 
acción  sob>e  el  s  stema  muscular,  y  Morfina  y  éter:  asociación,  del  Dr.  Ro- 
dríguez Méndez. 


Estudios  demográficos  de  Bapeelona 

POR    El. 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Fiebre  tifoidea  y  difteria  (1898-1903) 

El  curso  que  han  seguido  estos  dos  elementos  obituarios  en  la  ciu- 
dad condal  en  el  año  próximo  pasado,  surge  claramente  de  los  cuadros 
adjuntos;  para  formar  concepto  más  completo  damos  las  cifras  corres- 
pondientes á  los  cinco  años  anteriores.  De  los  datos  se  desprende  que 
si  no  podemos  regocijarnos  ni  mucho  menos,  no  hubo  empeoramiento 


45^ 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


en  lo  que  dice  á  la  influencia  de  ambas  dolencias  en  la  mortalidad  ur- 
bana. 


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Abril    . 
Mayo  . 

Junio   . 
Julio.   . 

Agosto. 

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Tomo  XXVII.     Ntm,  15      Baroelona  16  agosto  190i      Afio  ZXYII.      Ntoi.  661 

Gageta  Médica  Catalam 

SUMARIO:  Los  compuestos  insípidos  de  quinina,  por  el  Dr  D.  Emilio  Pérez  Noguera. — 
Histerismo  y  lesiones  afónicas,  por  el  Dr.  D.  Juan  Manuel  Bfarlani.  —  Escuelas  mu nici> 
pales  de  Barcelona,  por  D.  CAndido  Ooromlnas  6  Illa.  —  Tuberculosis  abdominal  infantil 
y  leche  de  vacas  tuberculosas,  por  M.  Monsarrat.  —  Rkyisia  chítica  bibiiogháfica,  por  el 
Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Formiílahio  y  TRATAMIl•^1n8  MoofHNov,  por  el  "Dr.  Rodrí- 
guez Ménder.  ~  Sección  oficial:  Premier  Congrés  International  d'assainissementet  de  sa- 
lubrité  de  Thabitatíon.  —  Publica ciom es  recibidas.  —Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por 
el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 


TERAPÉUTICA  MODERNA 


Los  compoestos  insípidos  de  qoinina 

POR    El. 

Dr.  D.  Emilio  Pérez  Noguera 

Médico  del  Cuerpo  de  Sanidad  Militar  (Madrid J 

El  irresistible  sabor  amargo  de  la  quinina  básica  y  de  casi  todas  sus 
sales,  constituye  uu  grave  inconveniente  para  su  administración  por 
vía  gástrica,  sobre  todo  en  los  niños  pequeños,  pues  sabido  es  que 
cuando  se  trata  de  esta  clase  de  enfermos,  no  es  posible  recurrir  á  las 
cápsulas  gelatinosas  ni  á  los  sellos  medicamentosos,  ni  menos  aún  es- 
])erar  que  un  razonado  convencimiento  acabe  por  someterlos  á  la  obe- 
diencia. 

La  extraordinaria  importancia  del  asunto  queda,  á  nuestro  juicio, 
suficientemente  demostrada  por  el  sin  número  de  mezclas  y  combina- 
ciones que  se  vienen  recomendando  desde  hace  muchos  años  para 
neutralizar,  ó  disminuir  por  lo  menos,  tan  grave  defecto  y  por  recaer 
éste  último  sobre  una  substancia  medicinal  que  carece  hasta  ahora  de 
verdadero  substituto,  y  cuyo  consumo  ha  llegado  á  contarse  en  nues- 
tros días  por  millares  de  kilogramos. 

El  resultado  de  todas  estas  mezclas  y  combinaciones  haf  sido,  por 
desgracia,  bien  poco  apreciable,  y  en  vista  de  tan  reiteradas  cuanto  in- 
útiles tentativas,  los  químicos  han  tratado  de  obtener,  por  medio  de 
diversos  procedimientos,  derivados  ó  compuestos  de  quinina  que,  con- 
servando la  acción  terapéutica  del  referido  alcaloide,  resultasen  insí- 
pidas ó  en  todo  caso  desprovistas  de  un  sabor  excesivamente  desagra- 
dable. 

El  primer  producto  que  se  lanzó  al  comercio,  como  dotado  de  dichas 

gropiedades,  fué  una  sal  de  quinina  y  ácido  orgnnico,  el  tanatOy 
•^  W*  N*  O*.  3C'*  H'°0«-¡-8H*  O,  obtenido  añadiendo,  á-una  disolución 
de  acetato  de  quinina,  ácido  tánico  puro  hasta  disolución  completa  del 
precipitado  que  se  forma  en  un  principio,  neutralizando  la  disolución 
con  objeto  de  precipitar  el  tanato,  filtrando  la  mezcla,  lavando  el  re- 
siduo sólido  que  queda  en  el  filtro  y  dejándolo  secar  después  al  aire 
libre. 

Pero  esta  sal,  que  se  presenta  bajo  forma  de  polvo  amorfo,  despro- 
visto casi  por  completo  de  sabor  amargo  é  insoluble  en  el  agua,  con- 
tiene tan  sólo  un  20*60  por  100  de  quinina,  ])or  cuyo  motivo  resulta 
muy  poco  enérgica  desde  el  punto  de  vista  terap^nitico. 

Aaemás,  la  solubilidad  de  dicho  tanato  en  el  jiu*o  gástrico  es  tan 
escasa,  que  no  excede  de  un  9*9  por  100,  significando  con  esta  última 


4H 


Los  compuestos  insípidos  de  quinina 


cifra  la  de  la  quinina  básica  en  el  referido  jugo,  y  aun  la  reducidísima 
proporción  que  llega  á  disolverse,  precipita  casi  por  completo  al  llegar 
al  intestino  delgado  y  ponerse  en  contacto  con  los  liquides  alcalinos 
que  en  el  mismo  existen. 

En  tales  condiciones,  claro  está  que  el  tanato  quínico  no  puede  pro- 
ducir resultados  apreciables  como  antipalúdico,  y  una  vez  demostrada 
su  ineficacia,  claro  está  también  que  no  debemos  emplearlo  en  tera- 
péutica. 

Pero  investigaciones  más  detenidas  y  recientes  sobre  la  constitución 
química  de  la  Quinina,  vinieron  á  demostrar  que  la  referida  base,  for- 
mada por  un  núcleo  aromático  constituido  por  la  quinoleina  metoxilada 
y  otro  pirídico,  representado  por  la  lepidina.  contenía  además  un  oxhi- 
drilü  libre,  y  siendo  posible  la  substitución  del  átomo  de  hidrógeno  de 
este  último  por  radicales  ácidos  ó  alcohólicos,  se  procedió  á  la  obten- 
ción de  éteres  diversos  con  la  esperanza  de  que  alguno  reuniese  la-^^ 
condiciones  antes  expresadas. 

La  mayoría  de  los  ensayos  llevados  á  término  con  dicho  objeto  no 
dieron  resultado  positivo,  pues  unos,  como  la  acetil  quinina  C*^E^^ 
(C  H'O)  N«  0\  la  propionil  quinma  C«**  H"  (C»  W  O)  N«  O*,  la  minü 
qíiifiina 


C«  H*< 


CO.  OC'^  H*»  N«  O 
CO.  OC»**  H"  N'  O 


la  Ifenzúil  quinma  C***  H*'  (C  H»  O)  N*  O»  y  la  /os/oril  quinina 

O.  C«^  H'-'  N*  O 


O.  C»**  H"  N«  O 


se  encontraban  dotados  de  un  sabor  amargo  tan  intenso  y  persistente 
como  el  de  la  base  libre  ó  sus  sales  de  ácidos  inorgánicos  y  otros,  que 
resultaban  insípidos,  como  la  clorocarionil  qui7iina 


.Cl 
^0.  C»" 


'^^^rk    mo  Tjia  vrj  , 


H"  N«  O 


y  el  mrbonato  diquhiico 


C0< 


Q.0    H«»    ]V^T.    Q 


m  bailaban  casi  en  absoluto  desprovistos  de  acción  terapéutica. 

Nu  sucedió  lo  mismo  con  el  éter  etilcarbónico,  preparado  en  18íH) 
por  las  fábricas  Zimmer  y  lanzado  al  comercio  aquel  mismo  año  con  la 
denoitunación  de  Bnqui7mia. 

Kfíte  producto  se  obtiene  liaciendo  actuar  el  cloroxicarbonato  de 
etih)  í^obre  la  quinina,  según  expresa  la  ecuación  siguiente  : 


C 


Quinina 


+    co< 


o.  C  H» 
Cl 


Cloroxicarbonato  de  etilo 


Euquinina 


N«0 


+ 


HCl 

Acido  clorhidr.vO 


Sf  presenta  bajo  forma  de  polvo  blanco,  constituido  por  aguja^ 
cri.staiinas  muy  delgadas,  inodoro,  de  sabor  ligeramente  amargo,  ca.'^i 
imiirrceptible,  fusible  á  los  95**  C.,  difícilmente  soluble  en  el  agua. 
])pní  muy  soluble  en  el  alcohol,  éter  y  cloroformo,  que  ofrece  las  rear- 
cioups  coloreadas  características  de  la  quinina,  y  que  se  diferencia  de 
érita  última  por  no  formar  placas  rectangulares  de  color  verde  esmeral- 


Los  compuestos  insípidos  de  quinina  455 

da  cuando  se  disuelve  en  ácido  acético  concentrado  y  se  trata  la  solu- 
ción por  el  iodo  puro. 

La  euquinina  tiene  la  misma  acción  fisiológica  y  terapéutica  de  su 
originaria,  si  bien  un  50  por  100  más  débil ;  se  absorbe  con  gran  faci- 
lidad por  el  aparato  digestivo,  perturbándolo  mucho  menos  que  las  sa- 
les quínicas,  pues  según  Dreser,  bastan  4*9  centímetros  cúbicos  de 
jugo  gástrico  para  disolver  un  gramo  de  aquélla  (1),  y  dicha  solución 
no  precipita  al  ponerse  en  contacto  con  los  jugos  alcalinos  intesti- 
nales. 

Comparando  la  solubilidad  de  la  quinina  en  el  jugo  gástrico  con  la 
de  la  quinina  pura,  y  señalando  la  de  este  último  alcaloide  por  100,  re- 
sulta la  del  éter  etil-carbónico  como  95. 

Su  toxicidad  es  un  25  por  100  menos  acentuada,  y  su  acción  especi- 
fica sobre  los  gérmenes  del  paludismo  la  mitad  más  débil.  He  aquí  por 
que  resulta  necesario  administrarlo  en  doble  dosis  que  aquélla^  pres- 
cribiendo, por  regla  general,  de  1  á  2  gramos  en  las  zá  horas. 

Conviene  advertir  no  deben  emplearse  las  sales  solubles,  que  son 
muy  amargas,  ni  las  disoluciones  acidas  ó  alcohólicas,  que  tamoién  lo 
son.  Lo  mejor  es  mezclar  la  euquinina  básica  con  leche,  chocolate,  vino 
de  Jerez,  infusión  de  café,  mucilago  de  goma  ó  jarabe. 

Otro  derivado  insípido  y  activo  de  la  quinina,  es  el  éter  carbónico 
neutro  ó  arisíoguüía 

pn^O.  C«*  H"  N*  O 
^"^0.  C"  H"  N'  O 


dado  á  conocer  por  Stursberg  en  1902. 

Se  presenta  bajo  forma  de  polvo  amorfo  de  color  blanco-rosáceo, 
fusible  á  los  189**,  insoluble  en  el  agua,  bastante  soluble  en  el  alcohol 
y  en  el  cloroformo,  que  se  disuelve  también  con  gran  facilidad  en  los 
líquidos  débilmente  «ácidos  y  que  contiene  9*61  por  100  de  quinina. 

La  disolución  del  compuesto  que  estudiamos  en  el  estómago,  debe 
llevarse  á  cabo  con  gran  rapidez,  pues  comparando  dicha  solubilidad 
con  la  señalada  para  la  quinina,  resulta  en  proporción  de  88  por  100. 
Es  decir ,  que  para  disolver  completamente  un  gramo  de  la  droga, 
bastan  5*3  centímetros  cúbicos  de  un  jugo  gástrico  que  contenga 
0*25  por  100  de  ácido  clorhídrico  libre. 

Como  sucedía  con  el  éter  etil-carbónico,  esta  disolución  no  precipita 
en  presencia  de  los  líquidos  alcalinos  intestinales ;  pero  tiene,  ade- 
más, las  grandes  ventajas  de  no  introducir  trastornos  de  ninguna  clase 
en  el  aparato  digestivo,  de  ser  mucho  menos  tóxico  para  los  animales 
de  sangre  caliente  que  el  alcaloide  natural  con  que  se  forma  y  de  po- 
seer una  acción  destructora  sobre  los  protozoarios  del  paludismo  bas- 
tante más  enérgica  que  la  quinina  misma. 

Su  dosificación  es  exactamente  igual  á  la  de  ésta,  y  debe  adminis- 
trarse del  mismo  modo  que  dejamos  consignado  para  la  euquinina. 

Cerrando,  en  fin,  la  serie  de  tan  interesantes  compuestos,  tenemos 
el  éter  quinico  del  ácido  salicílico  ó  saloqnmina 

C  H*.  OH.  CO.  O,  C**  H"  N«  O 

Se  presenta  bajo  forma  de  cristales  incoloros,  completamente  insí- 
pidos, fusibles  á  K^O,  insolubles  en  el  agua,  pero  solubles  en  el  alcohol 
y  en  el  éter. 

Sus  efectos  fisiológicos  son  muy  análogos  á  los  de  la  quinina,  pues 


(1)    Un  gramo  de  quinina  básica  necesita  4^7  centímetros  cúbicos  de  jugo  gástrico  para  disol- 
verse. 


456 


LoM  eompuestot  insipidot  de  quinina 


cotíTo  ella  produce  trastornos  gastro-intestinales  y  fenómenos  de  em- 
briaguez cuando  se  administra  en  dosis  elevadas  ó  durante  mucho 
tiempo.  Su  acción  específica  sobre  el  hematozoario  de  Lavarán  es,  por 
lo  menos,  dos  veces  más  enérgica  que  la  del  referido  alcaloide,  yse^n 
el  testimonio  de  Overlach  y  Tauszk,  sus  efectos  analgésicos  resultarían 
asimismo  sumamente  acentuados. 

Desgraciadamente,  la  solubilidad  de  la  saloquinina  en  el  jugo  gás- 
trico es  muy  inferior  á  la  de  sus  congéneres  euquinina  y  aristoquina, 
pues  se  necesitan  8*7  centímetros  cúbicos  de  jugo  gástrico  que  con- 
tenga 0*25  por  100  de  ácido  clorhídrico  libre,  para  disolver  1  gramo  de 
la  droga.  Por  otra  parte,  Dreser  ha  visto  oue  dicha  disolución  precipita 
en  gran  parte  al  llegar  al  intestino  delgado. 

El  éter  quínico  del  ácido  salicílico  debe  emplearse  en  estado  básico 
ó  cuando  más  bajo  forma  de  salicilato,  pues  las  sales  solubles  resultan 
tan  amargas  como  las  inorgánicas  de  quinina,  prescribiándolo  en  to- 
dos los  casos  mezclado  con  leche,  infusión  de  café,  mucílago  ó  jarabe. 
La  dosis  ordinaria  es  de  1  á  2  gramos  en  las  24  horas,  que  equivale  á 
medio  ó  un  gramo  de  quinina. 

La  anisilquinina 


C«  H\  OCH».  CO.  O.  C*»  H*'  N«  O 


la  cinafnilquimna 


C  H»  CH  —  CH.  CO.  O.  C»»  H"  N«  O 

y  el  ele)*  benzoil  carbónico  6  lenzoil-carhonato  de  quinina 

^^/^^^O.  CH  .  C  H 
^   ^0.  C  H"  N'  O 

poseen  efectos  fisiológicos  y  terapéuticos  muy  semejantes  á  los  del  al- 
caloide puro ;  pero  aparte  de  no  ofrecer  positivas  ventajas  sobre  est»? 
último,  tienen  el  grave  inconveniente  de  su  costosa  preparación. 

He  aquí  reunidas,  bajo  forma  de  cuadro  sinóptico,  las  principales 
propiedades  de  los  compuestos  insípidos  de  quinina : 


Tanato. 


Euquinina  (Éter 
etil-carbónico  de 
la  quinina)  .  .  . 


Débilmente  amargo. 

Completamente  insoluble  en  el  agua. 

Muy  poco  soluble  en  el  lugo  gástrico.  Un  gramo Ilec^ 
sita  para  disolverse  47*6  centímetros  cúbicos  de  dicho 
jugo  al  0'25  por  100  de  HCl. 

Esta  disolución  precipita  casi  por  completo  en  el  me- 
dio alcalino  intestinal. 

No  es  tóxico. 

De  acción  poco  marcada  sobre  el  hematozoario  de  La- 
veran. 

Débilmente  amargo. 

Muy  poco  soluble  en  el  agua. 

Muy  síiluble  en  el  jugo  gástrico.  Para  disolver  un 
gramo  bastan  4*9  centímetros  cúbicos  de  dicho  jugo, 
contení  Pudo  0*2.')  por  100  de  ácido  clorhídrico  Ubre. 

Esta  disolución  no  precipita  en  el  medio  alcalino  in- 
testinal. 

Poco  tóxico :  25  por  100  menos  que  la  quinina. 

Su  acción  sobre  ios  protozoarios  del  paludismo  es  una 
mitad  más  débil  que  la  de  la  quinina. 

Se  adniíHistran  en  doble  dosis  que  esta  última. 


Histerismo  y  tesiones  aórticas 


4^7 


Abistoquina  (Éter 
carbónico  neutro 
de  la  quinina).  . 


Saloquinina  (Éter 
quínico  del  áci- 
do salicílico)  .  . 


Completamente  insípido. 

Insoluble  en  el  agua. 

Bastante  soluble  en  el  jugo  gástrico,  ün  gramo  se  di- 
suelve en  5*3  centímetros  c  ibicos  de  dicho  jugo,  con- 
teniendo 025  por  100  de  ácido  clorhídrico  libre. 

Bsta  disolución  no  precipita  en  el  medio  alcalino  intes- 
tinal. 

No  es  tóxico  para  los  animales  de  sangre  caliente. 

Su  acción  destructora  sobre  el  hematozoarlo  de  Lave- 
ran  es  mucho  más  acentuada  que  la  de  la  quinina 
misma. 

Se  da  á  Ins  mismas  dosis  que  esta  última. 

Completamente  insípido. 

Insoluble  en  el  agua. 

Bastante  soluble  en  el  jugo  gástrico.  Un  gramo  se  di- 
suelve en  6' 7  centímetros  cúbicos  de  dicho  jugo,  con- 
teniendo 0*25  por  100  de  ácido  clorhídrico  libre. 

Gran  parte  de  esta  disolución  precipita  en  el  medio  al- 
calino intestinal. 

Su  poder  tóxico  es  análogo  al  de  la  quinina. 

Su  acción  específica  sobre  los  gérmenes  palúdicos  es 
dos  veces  más  enérgica. 

Se  emplea  á  las  mismas  dosis  que  aquélla. 


Histepismo  y  lesiones  aórticas  ^^ 

POR    El. 

Dr.  D.  Juan  Manuel  Mariani 

Médico  de  número,  por  oposición,  del  Hospital  de  la  Princesa 
y  Académico  de  nu  ñero  de  U  Real  de  Medicina  de  Madnd 

La  histeria,  ese  gran  Proteo,  que  da  lugar  á  síndromes  morbosos 
tan  diferentes  y  tan  variados,  elige  como  uno  de  los  puntos  de  sensa- 
ciones morbosas  de  las  más  frecuentes,  el  centro  circulatorio. 

Son  pocas  las  histéricas  que  no  se  consideren  enfermas  del  corazón; 
las  sensaciones  que  experimentan  hacia  este  órgano,  las  hace  creer 
firmemente  que  está  lesionado,  y  pocos  serán  los  médicos  que  no  ha- 
yan tenido  ocasión  frecuentemente  de  recibir  consultas  en  este  sentido; 
no  solamente  esto,  sino  que  con  relativa  frecuencia  se  observan  ata- 
ques de  falsa  an^írina  de  pecho,  fenómenos  hiposistólicos,  verdaderos 
estados  de  arritmia,  en  estas  desgraciadas  enfermas,  estados  que  no 
obedecen  á  lesión  del  órgano,  sino  á  defectos  de  inervación,  pero  que 
preparan  ciertamente  las  alteraciones  orgánicas  que  más  tarde  han  de 
venir. 

¿ Qué  es  lo  que  caracteriza  á  las  histéricas?  La  impresionabilidad 
exagerada,  la  sensibilidad  refinada,  la  percepción  sutil  y  delicada  de 
todas  las  impresiones  psíquicas  y  la  exageración  de  todos  los  reflejos 
nerviosos  que,  emanando  de  las'impresiones  psíquicas,  influyen  sobre 
el  gran  simpático,  en  primer  lugar,  y  sobre  el  sistema  nervioso  de  la 
vida  de  relación  después. 

El  corazón  es  el  punto  de  nuestro  organismo  al  que  van  á  parar  de 
una  manera  directa  las  impresiones  morales;  se  agita  con  todas  las 
emociones  bruscas,  palpita  bajo  el  estímulo  de  todas  las  pasiones,  se 
hace  perezoso  con  la  melancolía  y  el  tedio,  y  salta  del  pecho  bajo  la 
influencia  de  las  emociones  terribles  y  grandes  porque  atraviesa  el 
hombre  en  muchas  circunstancias  de  su  vida ;  en  la  región  que  ocupa. 


(])    Comunicación  presentada  al  XIV  Congreso  Intern;iciopaI  de  Medicina. 


*^  8  Histerismo  y  lesiones  aórticas 

en  el  mismo,  notamos  la  constricción  que  producen  el  terror  y  la  ira, 
la  angustia  indefinible  que  determinan  las  penas,  el  extremecimiento 
de  la  impaciencia,  la  molestia  del  cansancio  físico  y  moral  y  la  placi- 
dez de  la  alegría.  Una  impresión  brusca  y  violenta  puede  determi- 
nar la  muerte  por  síncope,  por  inhibición  nerviosa,  del  mismo  modo 
que  la  produce  una  contusión  violenta  en  el  epigastrio  ó  una  herida 
profunda  de  vientre. 

La  humanidad  entera  considera  el  corazón  como  el  órgano  del  sen- 
timiento, y  cuando  una  persona  carece  de  ellos,  se  dice  que  no  tiene 
corazón,  y  cuando  otra  los  tiene  superabundantes,  se  dice  que  tiene  buen 
corazón,  y  á  una  tercera  que  tiene  malos  instintos,  intenciones  aviesas 
y  que  se  complace  en  el  mal,  se  le  dice  que  tiene  mal  corazón. 

Todos  estos  hechos  quieren  indicar  de  una  manera  general  la  in- 
fluencia Que  sobre  el  centro  circulatorio  ejercen  los  actos  morales; 
pero  aun  nay  más :  inervado  el  corazón,  en  parte,  por  nervios  del  gran 
simpático,  y  siendo  el  gran  simpático  un  sistema  nervioso  que  parece 
destinado  á  recibir  indirectamente  todas  las  impresiones  morales  y  á 
deducir  de  ellas  alteraciones  circulatorias,  dilataciones  y  contracciones 
de  los  capilares,  fluxiones  en  las  glándulas  con  hipersecreción  de  las 
mismas,  contracción  y  frecuencia  del  pulso,  palpitaciones  y  taquicar- 
dia, nada  de  extrañar  es  que  todas  las  impresiones  de  orden  psíquico, 
influyendo  sobre  la  circulación  capilar,  influyan  también  sobre  el  cen- 
tro circulatorio  y  sobre  la  circulación  general. 

De  aquí  se  deduce  claramente  que  entre  las  causas  comunes  de  las 
lesiones  cardíacas,  hay  que  colocar  las  causas  morales,  que  influyen 
acaso  en  mayor  proporción,  ó  cuando  menos  igual  que  el  reumatismo, 
el  alcoholismo  y  la  sífilis,  oue  son  los  que  constituyen  los  grandes 
grupos  etiológicos  de  las  caruiopatías,  siendo  de  notar  que  estas  causas 
morales  dan  lugar  á  lesiones  del  orificio  aórtico  ó  del  miocardio,  ó  de 
ambos  á  la  vez. 

La  vida  de  las  histéricas  es  de  emocionalidad  perpetua ;  impresio- 
nables á  todo  y  por  todo,  viven  en  un  medio  fantástico  que  no  es  el  de 
la  realidad,  pero  que  ellas  le  constituyen  en  real  y  hasta  se  deleitan  en 
considerarle  como  tal. 

Todas  estas  impresiones  exageradas  producen  un  estado  de  ener- 
vamiento continuo,  en  el  que  la  excitación  y  la  depresión  alternan  sin 
tregua  alguna,  y  esta  situación  perpetua  de  emoción  y  desasosiego  pro- 
duce, como  primera  manifestación,  las  sensaciones  cardíacas  de  cons- 
tricción y  de  angustia,  de  opresión  precordial,  de  respiración  suspirosa, 
y  la  histérica  comienza  á  pensar  desde  este  momento  que  es  cardiaca;  la 
medicación  empleada,  la  sugestión  de  un  médico  que  la  inspire  con- 
fianza, producen  una  calma  transitoria;  pero  una  contrariedad,  un 
disgusto,  por  pequeño  que  sea,  renueva  las  sensaciones,  y  á  fuerza  de 
repetirse  se  acompañan  ya  de  palpitación  cardíaca,  palpitaciones  que, 
renovándose  con  frecuencia,  van  seguidas  de  desfallecimiento  cardíaco, 
de  cansancio  de  músculo,  hechos  que  expresan  muy  bien  las  histéri- 
cas, diciendo  que  parece  que  el  corazón  se  les  para,  que  deja  de  latir, 
que  no  le  sienten,  produciéndoles  verdadero  pavor  por  el  temor  exa- 
gerado que  siempre  tienen  á  la  muerte. 

En  estas  circunstancias,  se  presentan  á  menudo  accesos  de  dianea, 
verdaderos  ataques  de  hiposistolia  que  alarman  sobremanera  á  las 
familias  y  aun  á  los  médicos  que  no  se  hacen  bien  cargo  de  los  antece- 
dentes y  de  la  situación  de  la  enferma,  de  que  es  una  histérica,  y  de 
que  acaso  poco  antes  de  haber  aparecido  este  acceso,  provocado  por 
cualquier  contrariedad  ó  cualquier  disgusto,  había  hecho  ejercicios 
violentos,  sin  que  su  respiración  consignase  la  menor  protesta. 

Yo  he  visto  muchos  casos  de  enfermas  de  esta  clase  y  con  ataque^^ 


-7---*T-- — 


Histerismo  y  Usionet  aórticas  45g 


de  falsa  angina  de  pecho,  que  habían  puesto  en  conmoción  á  todo  el 
mundo,  creyendo  en  un  próximo  desenlace  fatal,  ceder  rápidamente 
con  una  afusión  fría  al  pecho,  con  un  enema  de  doral,  con  cualquier 
medio  sencillo,  incluso  con  la  sugestión. 

No  solamente  en  las  histéricas,  por  las  razones  antes  dichas,  se  ob- 
servan estas  lesiones  cardioaórticas,  sino  que  en  todas  las  personas 
que  tienen  sufrimientos  morales  constantes  ó  emociones  violentas  y 
continuas,  se  ven  también  las  mismas  alteraciones  cardíacas. 

Es  muy  frecuente  observarlas  en  los  jugadores,  que  sufren  cons- 
tantemente bajo  la  impresión  del  juego,  en  los  que  experimentan  emo- 
ciones bruscas  y  grandes  por  accidentes  que  han  puesto  en  peligro  su 
vida  (accidentes  ferroviarios,  tentativas  de  asesinato,  peligros  de 
viaje,  etc.). 

El  curso  de  estas  lesiones  sigue  en  las  histéricas  la  marcha  si- 
guiente :  primero,  aparecen  palpitaciones  no  continuas,  sino  de  tarde 
en  tarde ;  después  sienten  disnea,  unas  veces  provocada  por  el  movi- 
miento, otras  consecutiva  á  una  emoción ;  este  período  dura  largo 
tiempo,  y  durante  él  no  se  notan  á  la  auscultación  perturbaciones  de 
los  tonos  cardíacos ;  después  la  disnea  se  exagera,  no  sólo  la  provoca 
el  movimiento  y  las  emociones,  sino  que  de  una  manera  constante 
sienten  opresión  torácica,  que  les  obliga  á  respirar  suspirando,  y  acu- 
san una  faja  constrictiva  en  la  base  del  tórax,  que  les  obliga  á  buscar 
en  las  respiraciones  forzadas  la  satisfacción  de  la  sed  de  aire  que  ex- 
perimentan ;  después  sienten  opresión  retroesternai  con  ligero  dolori  - 
miento,  sensación  que  va  acompañada  muchas  veces  de  irradiaciones 
dolorosas  al  espinazo  y  al  brazo  izouierdo,  acompañada  ésta  de  ligero 
adormecimiento,  á  la  par  que  el  dolor  inframamario,  ^ue  constituye 
una  de  las  zonas  histerógenas  más  frecuentes  y  características,  sienten 
estas  enfermas  una  molestia  dolorosa  al  nivel  del  tercer  espacio  inter- 
costal izquierdo,  á  un  través  de  dedo  de  las  articulaciones  condroester- 
nales,  que  no  se  exacerba  á  la  presión,  pero  que  es  constante  y  conti- 
nuo y  que  las  produce  una  sensación  de  angustia  indefinible. 

Al  llegar  á  esta  situación,  si  se  ausculta  los  focos  cardíacos,  la 
auscultación  del  foco  aórtico  no  resulta  limpia,  los  tonos  están  refor- 
zados y  el  primero  parece  que  se  prolonga  un  i)oco,  pero  aun  no  puede 
más  que  sospecharse  que  la  función  de  este  orificio  empieza  á  sepa- 
rarse algo  del  estado  hígido. 

Pasando  el  tiempo,  todos  estos  síntomas  que  anteriormente  he  ex- 
puesto, y  que  son  esbozo  librero  de  un  cuadro  morboso,  van  conden- 
sándose*^ y  sus  contornos  liaciéndose  más  claros  y  más  visibles ;  la 
disnea  se  hace  permanente,  á  la  hiperquinesia  sucede  la  arritmia,  el 
pulso  se  hace  pequeño,  la  impulsión  cardíaca  se  debilita,  las  sensacio- 
nes de  angor  pectoris  menudean,  aparecen  vértigos,  cefalalgia  occipi- 
tal, ligero  edema  de  los  maléolos  y  de  la  piel,  que  cubre  la  cara  interna 
de  la  tibia,  y  con  la  auscultación  se  nota  claramente  los  signos  de  la 
insuficiencia  del  miocardio,  y  en  el  foco  aórtico  el  soplo  sistólico  suave, 
pequeño,  denotando  estenosis  ligera  del  orificio,  y  el  ruido  del  segundo 
tiempo  duro,  seco,  metálico,  prolongado,  muchas  veces  rudo,  indi- 
cando la  degeneración  y  la  insuficiencia  de  las  válvulas  sigmoideas. 

Es  cierto  que  este  cuadro  que  acabo  de  bosquejar,  y  que  condenso 
en  las  menos  palabras  posibles,  se  desenvuelve  con  lentitud,  como  se 
desenvuelven  todas  las  lesiones  cardíacas,  excepción  hecha  de  las  con- 
secutiyas  al  reumatismo  articular  agudo,  de  la  endocarditis  reumática 
propiamente  dicha;  pero  no  es  menos  cierto  que,  aun  desarrollado  con 
lentitud,  es  el  que  la  clínica  nos  enseña  como  terminación  del  his- 
terismo. 

No  hay  que  dejar  de  tener  en  cuenta  que  á  todo  este  proceso  vienen 


4€o  Histerismo  y  lesiones  aórticas 


á  sumarse  como  concausas  el  molimen  menstrual,  los  embarazas  repe- 
tidos y  los  trastornos  de  la  menopausia ;  pero  no  es  menos  evidente 
?ue  muchas  histéricas  llegan  á  tener  lesiones  aórticas  antes  de  la 
poca  crítica  y  sin  haber  sido  madres  jamás. 

Las  lesiones  aórticas  provocadas  por  el  alcoholismo  y  por  la  sífilis 
tienen  hoy  día  una  explicación  clara,  puesto  que  dan  lug-ar  á  la  endo- 
arteritis,  a  la  degeneración  grasosa  y  k  la  arterioesclerosis,  determi- 
nadas por  estímulos  vasculares  que  producen  perturbaciones  fluxiona- 
rias  y  de  verdadera  flogosis  por  efecto  tóxico  directo  sobre  el  endoarterio 
y  sobre  la  túnica  media  de  las  arterias. 

¿Cómo  obran  las  causas  morbosas,  las  causas  morales  propiamente 
dichas,  correspondientes  á  todas  las  que  en  las  histéricas  hemos  se- 
ñalado? 

Estas  impresiones  morales  pueden  seguir  dos  caminos:  ó  bien  ac- 
túan sobre  nuestro  encéfalo  de  una  manera  directa,  determinando  por 
intermedio  del  bulbo  estímulo  sobre  el  pneumogástrico,  exageran  su 
acción  moderadora  y  dan  lugar  á  debilidad  de  los  latidos  cardíacos 
(pasiones  deprimentes),  ó  bien  las  que,  actuando  de  un  modo  más  ge- 
neral, influyen  sobre  el  gran  simpático  y  aceleran  de  un  modo  directo, 
por  estímulo  de  sus  nervios,  los  movimientos  del  corazón  (pasioneí^ 
excitantes). 

A  la  vez  que  los  movimientos  del  corazón  se  perturban  en  su  fre- 
cuencia y  hasta  en  su  ritmo  por  estas  influencias  nerviosas,  los  capila- 
res que  nutren  el  músculo  cardíaco,  sufren  también  dilataciones  y 
contracciones  análogas  á  las  que  en  la  piel  de  la  cara  se  observan, 
dando  lugar  á  la  rubicundez  del  rubor,  á  la  palidez  de  la  ira. 

No  solamente  el  músculo  y  los  orificios  sufren  en  las  histéricas  estas 
alternativas  peculiares  a  toda  impresión  moral,  sino  que  la  sufren  á 
diario,  constantemente,  porque  diaria  y  constante  es  la  emoción  en 
en  ellas ;  al  mismo  tiempo,  las  fibras  miocardíacas  se  contraen  á  tenor 
de  las  excitaciones  que  reciben,  y  en  vez  del  movimiento  rítmico  y 
ondulado  que  caracteriza  á  su  función  normal,  su  contracción  es  seca, 
dura,  semitetánica,  contracción  seguida  de  desfallecimiento  y  relaja- 
ción, pudiéndose  comparar  estas  alternativas  de  la  energía  muscular 
del  miocardio  á  las  violentas  contracciones  de  los  músculos  de  la  vida  «1»* 
relación  durante  los  ataques  de  histerismo  convulsivo,  que  van  sesu- 
das de  un  desfallecimiento  muscular  en  relación  siempre  con  la  vio- 
lencia de  la  convulsión. 

Consecuencia  inmediata  de  todas  estas  perturbaciones  son  la  ten- 
sión distinta  de  la  sangre  en  las  últimas  ramificaciones  de  las  corona- 
rias y  en  la  circulación  capilar,  alternativas  de  fluxión  y  de  isquemia, 
que,  en  último  término,  producen  perturbaciones  flogó.sicas  ligeras  en 
el  endoarterio  del  orificio  aórtico,  y  á  veces  en  el  endocardio  del  ven- 
trículo izquierdo,  alteraciones  fluxionarias  que,  en  iiltimo  término, 
producen  engrosamientos  y  exudaciones  que  originan  esteno.«?is  del 
orificio  é  insuficiencia  de  las  válvulas. 

¿Por  qué  el  orificio  aórtico  es  asiento  de  estas  lesiones  casi  siempre? 
Pues  porque  el  corazón  izquierdo  es  el  verdadero  corazón  ;  el  derechi» 
viene  á  ser  un  apéndice,  un  diverticulum  del  aparato  pulmonar:  su> 
paredes  son  menos  vigorosas,  su  endocardio  participa  menos  de  la-^ 
inflamaciones  discrásicas  é  infecciosas,  y  puede  decirse  que  la  mayor 
parte  de  las  It^siones  de  este  corazón  derecho  son  consecutivas  á  enler- 
medades  pulmonares ;  en  cambio,  el  izquierdo,  más  musculoso,  con 
más  vigor  y  más  energía,  representa  por  sí  solo  la  función  cardíaca. 

Por  eso  es  el  primero  que  se  hipertrofia,  es  el  que  compensa  má^^ 
fácilmente  las  lesiones  en  sus  orificios,  es  el  de  circulación  más  activa, 
y  es,  en  fin,  el  corazón  izquierdo  el  que  constituye  la  parte  más  impor- 


Encuetas  municipales  de  Barcelona  46 1 

tante  de  la  patolog-ía  cardíaca,  como  consecuencia  de  ser  el  má.s  prin- 
cipal en  la  tisioloíífía  del  corazón  ;  no  es,  pues,  de  extrañar  que  en  las 
histéricas  se  afecte  de  preferencia  el  orificio  aórtico  y  el  corazón  iz- 
quierdo. 

Si  á  todas  estas  causas  añadimos  la  frecuencia  de  la  polisarcia  en  la 
edad  madura  de  la  mujer  y  la  adiposis  cardíaca  que  le  es  inherente 
con  su  deg-eneración  consecutiva  del  miocardio,  se  completará  el  cua- 
dro patog'énico  de  las  lesiones  cardioaórticas  de  las  histéricas. 

El  pronóstico  de  estas  lesiones  es  g*rave  á  la  lar^^a ;  ya  sabemos  lo 
que  duran  las  lesiones  aórticas,  pero  de  todas  ellas,  las"  de  evolución 
más  lenta  son  las  de  las  histéricas;  esto  no  quiere  decir  que  deban 
descuidarse;  antes  al  contrario,  hay  que  vií»*ilar  el  corazón  de  las  mu- 
jeres histéricas,  y  á  más  de  los  tratamientos  hiiáriénicos  y  morales  que 
reclaman  estas  enfermas,  conviene  emplear  las  medicaciones  cardía- 
cas, y  de  preferencia  los  ioduros  y  los  tónicos  isuaves  del  miocardio. 

Conclusiones 

1.*  Las  impresiones  morales  fi<^uran  en  la  etiolog^ía  de  las  lesiones 
cardíacas  en  ig-ual  proporción  que  el  reumatismo,  el  alcoholismo  y  la 
sífilis. 

2.*  Las  lesiones  á  que  dan  orig-en  son  casi  siempre  aórticas  desde 
su  principio. 

3.*  Las  histéricas  viven  en  emoción  continua,  y  por  eso  concluyen 
por  padecer  estenosis  é  insuficiencias  aórticas. 

4.*  El  mecanismo  productor  de  estas  lesiones  es,  sin  duda,  el  tras- 
torno de  circulación  capilar  y  de  contracción  muscular  á  que  está  so- 
metido el  orificio  aórtico  por  el  estado  emocional  perpetuo  de  estas 
enfermas,  y  por  intermedio  de  las  contracciones  del  miocardio,  anor- 
males en  lo  que  se  refiere  á  su  duración  y  á  su  intensidad. 


Escuelas  Munieipales   de   Bapcelona 

I>e«OFlpolóii  de  ana; 
eritloii,  reglas  hlglénleas,  eneeftaiuea  y  enfermedades 

D.    CÁNDIDO     COROMINAS     É    IlLJL 
Alumno  sobresaliente  de   Higiene   Pública 

La  escuela  municipal  es  un  cerntro  docente  subvencionado  por  el 
Municipio  de  una  población,  cuyo  objeto  es  la  instrucción  primaria  y 
elemental  gratuita  de  niños  y  adultos. 

Durante  20  años  la  Higiene  de  estos  centros  ha  sido  objeto  de  varioá 
estudios  practicados  en  Francia,  Inglaterra,  Suiza,  Alemania  y  Rusia ; 
en  la  primera  de  estas  naciones  la  enseñanza  se  ha  hecho  obligatoria  : 
actualmente  cuenta  con  75,000  escuelas  públicas,  que  dan  instrucción 
á  5.000,000  de  niños  anualmente. 

En  Barcelona  se  prescribe  que  para  cada  4,000  habitantes  haya  una 
escuela  de  esta  naturaleza;  suponiendo  que  el  número  de  aquellos  e« 
de  800,000  (número,  que  sin  duda  alguna  es  mayor),  tenemos  que  la 
corresponderían  200  escuelas  distribuidas  por  toda  la  urbe.  Pues  bien : 
oficialmente  no  constan  ni  se  subvencionan  más  que  132,  que  no  llega 
á  las  dos  terceras  partes  de  lo  que  debiera  ser.  De  aquí  la  falta  de  ins- 
trucción del  obrero  barcelonés. 

Estas  escuelas  municipales  están  repartidas  del  modo  siguiente: 
2  graduadas  (una  de  niños  y  otra  de  niñas);  40  elementales  para  niños; 
36  id.  para  niñas;  16  id.  para  párvulos;  32  id.  para  adultos;  1  id.  en  la 


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40Í  Escuelas  municipales  de  Barcelona 


Casa  úe  ínfantí^s  huérfanos ;  1  id.  para  ciegos  y  sordo-mudos  ;  1  id.  de 
múflica;  2  id.  de  artes  y  oficios  y  1  id.  de  corte  y  confección  (Sans). 

Ademan  de  estas  escuelas,  en  Barcelona  existen  500  privadas,  en  las 
cuale.s  no  uú^  hemos  de  ocupar. 

La  escuela  municipal  cuya  inspección  higiénica  he  practicado,  es  la 
que  está  situada  en  la  Plaza  de  Santa  Ana,  n.**  24,  de  esta  ciudad;  es  la 
ccmMciík  con  el  nombre  djB  Colegio  de  Santa  Ana  ó  de  San  Cayetano.  He 
escoí^idü  p^ta  porque  goza  fama  de  ser  de  las  mejores  escuelas  munici- 
pale.s  ilí^  Barcelona  y  de  las  que  reúnen  mejores  condiciones  higiéni- 
cBí?  \  k  pesar  de  eso,  desde  este  punto  de  vista  es  detestable  en  todo  con- 
cepto, fiíui  que  según  su  digno  Profesor,  el  Municipio  ha  hecho  pro- 
mesas halagüeñas  en  este  sentido,  tratando  de  reformas,  pero  éstas  por 
ahora  no  Me  lian  realizado  ni  llevan  trazas  de  llegar  a  ponerse  en 
práctica». . 

Vüv  íi  tli  vid  ir  esta  Memoria  en  cuatro  capítulos:  en  el  primero  de 
ellos  luiré  la  descripción  del  local  nue  he  visitado,  sin  ninguna  clase 
de  Ciiiiu*ijtí\nü;  en  el  segundo,  detallaré  las  ventajas  y  deficiencias  que 
aquél  riMiíje  para  estar  en  concordancia  con  la  Higiene,  dando  á  comv 
cíT  las  re;^das  de  ésta  por  lo  que  respecta  á  escuelas  públicas;  en  el  ter- 
cefü,  deri<;rlbiré  el  plan  de  enseñanza  que  ha  de  regir  en  tales  Centros 
docentes;  y  por  último,  trataré  de  las  enfermedades  y  epidemias  esco- 
lares y  las*  precauciones  que  deben  tomarse  para  evitarlas. 

I 
Descripción  de  la  Escuela  Municipal 

(Sin  comentarios) 

Jímphrramíe^ito.  —  Ya  he  dicho  que  está  emplazada  en  la  Plaza  de 
Sanln  Aun;  ocupa  el  piso  superior  de  la  casa  destinada  á  Parque  de 
bómbenos. 

El  etlificio  linda  al  Norte  con  los  patios  de  las  casas  de  la  calle  del 
(robeniador-  al  Sur  con  la  Plaza  de  Santa  Ana,  que  le  separa  de  las 
casas  fronterizas  y  la  desembocadura  de  la  calle  de  la  Canuda,  mediante 
una  distancia  de  ocho  á  nueve  metros;  los  pisos  bajos  de  estas  casa5 
estÍLo  ocupadus  por  tiendas  comerciales,  y  los  altos  están  destinados  á 
habitaciones  particulares;  hacia  el  Este  toca  directamente  con  la  casa 
11  <"  23  de  la  misma  Plaza,  que  también  es  una  casa  de  comercio;  y 
al  Oeste  linda  con  la  calle  del  Gobernador,  que  le  separa  á  unos  cinco 
metros  de  las  casas  fronterizas.  En  la  planta  baja  del  edificio  hay  el 
Parque  de  bomberos. 

lili  los  alrededores  de  la  escuela  no  hay  ningún  arroyo,  ni  cuartel, 
hospitiilj  ni  industria  de  ninguna  clase. 

(fr/en/aiión.  —  El  edificio  está  orientado  hacia  el  Sur. 

Cftpffddfid  totaL  —  Todo  el  local  se  halla  reducido  á  una  sala  de 
clases  y  tres  departamentos  anexos;  el  conjunto  viene  á  tener  una  lon- 
gitud de  11  metros,  por  9  de  latitud  y  6  de  altura,  lo  que  representa 
una  capacidad  de  594  metros  cúbicos  aproximadamente. 

CoHS/rtfcciúíí.  —  El  edificio,  que  es  muy  antiguo,  habia  servido  en 
otro  tiempo  para  convento  de  monjas  y  más  tarde  para  teatro. 

Va  he  tlicho  que  el  colegio  se  halla  en  un  primer  piso.  A  él  se  sube 
medírinfe  tuia  escalera  estrecha,  recta,  obscura  y  húmeda,  cuya  puerta 
de  entraíla  estu  al  lado  de  la  del  Parque  de  bomberos;  esta  escalera 
tiene  otrn  puerta  en  la  mitad  de  su  trayecto,  y  una  barandilla  que  no 
es  idra  cosa  qu<j  una  barra  de  hierro  clavada  en  la  pared.  El  último 
peldíiñn  (*ümuuica  con  el  interior  de  la  sala  de  clases. 

lJf'^^cn/7e¡f¡/¿  de  la  sala  de  clases,  —  Es  una  sala  rectangular,  húmeda- 
en  la  que  el  puivo  se  ha  enseñoreado  tanto  de  sus  paredes  como  de 


i 


Escuelas  municipales  de  Barcelona 


463 


mobiliario  que  contiene.  Las  primeras,  pintadas  en  blanco,  tienen  más 
bien  un  aspecto  gris  debido  á  la  capa  de  polvo  que  las  cubre;  en  algu- 
nos puntos  la  pintura  ha  caído  y  queda  la  piedra  al  descubierto.  En  el 
adjunto  plano  esquemático  puede  verse  la  disposición  de  todo  el  local. 


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FÍK.  \^.  ^  Plano  esquemático  de  la  Escuela  de  la  Plajea  de  Santa  Ana.-^A  Sala  de  clases.  — 
B  Habiución  reservada.  —  C  Guardarropía.  — O  Excusadoy  depósito  de  escombros.  — a  pared 
del  fondo.  —  b  balcón  que  comunica  con  la  Plaza  Santa  Ana.  —  c  escalera,  —  d  y  e  habitacio- 
nes del  Parque  de  bomberos.  — /, gy  h  entradas  de  los  anexos.  —  t  excusado.  — ;  depósito  de 
escombros. 


En  la  pared  a  es  donde  hay  el  entarimado  y  la  mesa  para  el  Profe- 
sor; la  b  es  la  opuesta  á  la  anterior;  tiene  un  balcón  bastante  alto  que 
comunica  con  la  Plaza  de  Santa  Ana,  frente  á  la  desembocadura  de  la 
calle  de  la  Canuda;  c  es  la  terminación  de  la  escalera,  y  por  lo  tanto,  la 


464  Escuelas  municipales  de  Barcelona 


entrada  de  la  clase;  d  y  e  son  dos  habitaciones  destinadas  al  Parque  de 
bomberos,  cerradas  constantemente  en  las  horas  de  clase.  B,  CyZ)son 
los  anexos,  de  los  cuales  nos  ocuparemos  más  adelante.  En  la  pami 
/  ff  A  hay  tres  ventanas  situadas  á  mucha  elevación,  que  corresponden 
encima  cada  una  de  las  tres  entradas  de  los  anexos,  y  comunican  con 
la  calle  del  Gobernador. 

El  techo  es  abovedado,  lo  que  revela  el  antiguo  origen  del  edificio. 

El  suelo  es  plano,  horizontal  y  recübierto  por  una  capa  de  ladrillos 
muy  porosos.  Su  superficie  es  de  88  metros  cuadrados,  los  cuales  divi- 
didos entre  37  alumnos  que  concurren  á  la  Escuela,  da  un  cociente  de 
dos  metros  y  catorce  decímetros  cuadrados  para  cada  uno  de  ellos, pero 
como,  según  datos  oficiales,  aquel  establecimiento  está  calculado  para 
contener  120  alumnos,  el  día  en  que  se  llegue  á  esta  cifra,  á  cada 
alumno  le  corresponderán  70  decímetros  cuadrados  de  terreno. 

La  capacidad  de  la  clase  la  deduciremos  al  conocer  sus  dimensio- 
nes ;  éstas  son  las  siguientes :  el  lado  a  mide  8  metros  de  longitud;  el 
/^  A,  11,  y  la  altura  del  local  es  de  6  metros.  Multiplicando  estas  tres 
cifras  entre  sí,  el  producto  nos  dará  528,  que  será  la  capacidad  de  la 
sala  de  clases.  Siendo  37  el  número  de  alumnos,  á  cada  uno  le  corres- 
ponderán 15  metros  cúbicos  de  aire,  y  si  aquél  llega  á  120,  entonces  aquel 
volumen  desciende  á  4  metros  y  4  decímetros  cúbicos. 

Este  local  es  barrido  diariamente  y  según  el  proceder  ordinario. 

Anexos.  —  Están  formados  por  tres  departamentos  contiguos  á  la 
sala  de  clases,  y  están  separados  uno  de  otro  mediante  un  tabique; 
cada  uno  tiene' una  capacidad  de  unos  20  metros  cúbicos. 

Los  comentarios  los  reservo  para  después. 

Patio  de  recreo.  —  No  le  hay. 

Calentamiento.  —  De  ninguna  clase. 

Refrigeración  y  vetitilación,  —  Una  y  otra  se  logran  abriendo  amplia- 
mente las  ventanas  de  la  clase  y  de  los  anexos,  situadas  á  Oeste,  y  el 
balcón,  situado  á  Sur:  unas  y  otro  se  abren  diariamente  á  la  hora  de 
barrer  la  sala. 

Iluminación,  —  La  luz  natural  penetra  por  las  aberturas  que  sirven 
para  la  ventilación  y  la  refrigeración;  dada  la  disposición  interior  déla 
clase,  resulta  que  las  ventanas  están  situadas  al  lado  izquierdo  de  los 
alumnos,  y  el  balcón  en  la  parte  posterior. 

La  iluminación  artificial  se  reduce  á  dos  mecheros  de  gas  del  alum- 
brado, colocados  en  las  paredes  intermedias  de  las  puertas  de  los  de- 
partamentos anexos,  ó  sea,  uno  entre/y.^,  y  otro  entre ^  y  A. 

Agua,  —  La  única  que  hay  en  toda  la  escuela,  es  la  que  sirve  para 
el  arrastre  de  las  materias  fecales  en  el  water-closet. 

No  hay  lavabo  de  ningún  género. 

Mobiliario,  —  El  único  de  interés  para  nosotros  lo  constituyen  los 
bancos,  las  mesas  y  los  mapas  geográficos. 

Los  dos  primeros,  destinados  á  la  lectura  y  escritura  de  los  niños, 
forman  cuerpo  común.  Los  bancos  están  situados  á  unos  70  centíme- 
tros sobre  el  nivel  del  suelo;  su  asiento  mide  12  centímetros  de  latitud: 
todos  ellos  están  desprovistos  de  respaldo.  Las  tablas  de  las  mesas  for- 
man un  ángulo  de  35"  con  el  horizonte ;  su  borde  posterior,  ó  sea  el 
que  contacta  con  el  tronco  del  niño,  está  situado  á  un  metro  de  altura, 
(le  manera  que  entre  él  y  el  asiento  de  los  bancos  hay  unos  30  centí- 
metros (le  distancin.  Mesas  y  bancos  están  colocados  paralelamente  cu 
toda  la  extensión  de  la  sala;  muchos  de  ellos  no  se  utilizan  por  falta 
de  alumnos. 

Los  mapas  geográficos,  colocados  en  las  paredes,  son  barnizados,  en 
colores,  y  con  muchos  detalles,  con  lo  que  resulta  una  letra  muy  di- 
minuta. 


Escudas  municipales  de  Barce'ona  465 


II 

Crítica  de  l.v  Escuela  visitada  y  reglas  higiénicas 

La  escuela  municipal  que  he  visitado,  tiene  alg-una  cosa  dig'na  de 
alabanza,  como  la  capacidad  de  la  sala  de  clases  ;  pero,  en  gfeneral,  es 
reprochable  hig-iénicamente  bajo  todos  conceptos.  Ya  he  dicho  oue  esta 
escuela  f»-oza  fama  de  ser  de  las  mejores  escuelas  municipales  de  Bar- 
celona; y  sin  embargue,  por  la  descripción  acabada  de  hacer,  pronto  se 
ve  que  por  sus  malas  condiciones  hig'iénicas  puede  ser  origfen  de  cier- 
tas enfermedades  en  los  niños.  Voy,  pues,  á  hacer  una  crítica  somera 
de  ella,  y  k  señalar  las  condiciones  que  debe  reunir  un  establecimiento 
de  esta  naturaleza,  amoldándome  siempre,  por  supuesto,  á  la  situación 
y  actuales  necesidades  de  Barcelona. 

El  emplazamiento  del  edificio  no  puede  ser  objeto  de  mucho  repro- 
che, dada  la  situación  actual  de  Barcelona.  En  efecto  :  desde  el  punto 
de  vista  higriénico,  lo  mejor  es  construir  las  Escuelas  fueía  de  las  urbes, 

forque  habiendo  de  permanecer  en  ella  los  niños  durante  varias  horas 
iariamente,  respiren  una  atmósfera  pura  y  no  antihig'iénica  como  la 
de  las  «jfrandes  urbes  ;  pero  Barcelona  ocupa  una  extensión  de  terreno 
enorme,  y  para  salir  completamente  fuera  de  ella  sería  necesario  reco- 
rrer algunos  kilómetros,  lo  que,  como  se  comprende,  representaría  una 
fatiga  á  diario  para  los  niños. 

A  lo  menos  ya  (jue  eso  no  es  j)osi])le,  debe  procurarse  que  las  es- 
cuelas municipales  estón  repartidas  equitativamente  en  toda  la  exten- 
sión de  la  urbe,  y  que  no  suceda  lo  que  actualmente,  eso  es  :  que  en 
distritos  relativamente  pequeños  hay  varios  centros  docentes  de  esa 
naturaleza,  y  en  cambio,  en  otros  mucho  mayores  y  más  necesitados, 
hay  muy  pocos. 

Una  ventaja  que  reúne  la  escuela  de  la  Plaza  de  Santa  Ana,  es  la  de 
que  en  sus  alrededores  no  haya  ning-ún  arroyo,  ni  hospital,  cuartel,  ni 
industria,  lo  que  no  deja  de  tener  su  importancia,  por  lo  que  respecta 
á  la  salud  de  los  niños.  Las  casas  fronterizas  de  la  Plaza  de  Santa 
Ana  están  separadas  á  una  distancia  suficiente  para  que  entre  ellas  y 
el  edificio  pueda  pasar  una  cantidad  de  luz  suficiente  para  las  necesi- 
dades del  colegio ;  no  sucede  así  con  las  demás  colindantes,  que  por 
estar  demasiado  cercanas  á  él,  le  privan  de  la  luz  y  la  ventilación  ne- 
cesarias á  todo  edificio  público.  Flsta  última  también  queda  muy  defi- 
ciente por  otra  causa :  piénsese  que  la  Puerta  del  Ángel  es  una  calle 
en  plano  ihclinado,  y  que  lo  mismo  pasa  con  la  calle  deis  Archs^  de 
modo  que  ambos  foVman  un  ángulo,  en  cuyo  vértice  liay  la  Plaza  de 
Santa  Ana  ;  por  este  motivo  la  escuela  ha  de  estar  mal  ventilada. 

Otra  circunstancia  que  hace  reprochar  el  emplazamiento  de  aquella 
escuela,  es  la  siguiente  :  la  Plaza  de  Santa  Ana  es  una  de  las  más  rui- 
dosas de  Barcelona  por  el  tránsito  que  en  ella  hay  (gente,  tranvías, 
coches),  lo  cual  es  causa  de  distracción  en  los  alumnos.  Todas  las 
escuelas  debieran  edificarse  en  barrios  silenciosos  para  evitar  este  in- 
conveniente. 

La  orientación  del  edificio  es  la  mejor  que  puede  tener.  Sabemos 
que  una  buena  escuela  necesita  luz  y  ventilación,  circunstancias  que 
se  logran  simultáneamente  orientándola  hacia  el  Sud ;  verdad  es  que 
en  Barcelona  la  ventilación  sería  más  perfecta  dirigiendo  la  orienta- 
ción al  Este,  pero  el  viento  que  viene  de  esta  parte  es  sumamente  hú- 
medo, y  por  lo  tanto,  antihigiénico.  De  todas  maneras,  la  ventilación 
queda  dificultada  por  las  causas  expuestas  anteriormente." 

Por  lo  que  respecta  al  número  de  alumnos  que  concurren  al  colegio, 
la  capacidad  de  éste  no  deja  nada  que  desear,  toda  vez  que  á  cada  uno 


466  Escuelas  municipales  de  Barcelona 

de  aquéllos  le  corresponden  16  metros  cúbicos  de  aire,  y  la  cantidad 
indispensable  para  cada  niño,  es,  seg-im  unos,  de  14,  y  según  otros,  de 
5  ó  6  m.  c. ;  pero  el  día  en  que  se  llegue  á  120  alumnos,  número  sena- 
lado  oficialmente  como  máximo  de  la  escuela,  aquella  cantidad  bajará 
de  16  á  un  poco  más  de  4  metros  cúbicos  y  medio,  que,  como  se  com- 
prende, es  una  cantidad  sumamente  exigua. 

Al  construir  una  Escuela  debe  procurarse  oue  á  lo  menos  correii- 
pondan  10  metros  cuadrados  de  terreno  para  cáela  alumno. 

Respecto  á  la  ccmstrucción  nada  hay  que  criticar  en  que  la  escuela 
sea  en  un  piso :  esto  siempre  contribuye  á  que  el  suelo  sea  seco,  al 
mismo  tiempo  que  la  luz  obtenida  sea  siempre  mayor.  Lo  que  ya  es 
más  reprochable,  es  que  se  suba  á  él  mediante  una  escalera  ooscura  y 
casi  sin  barandilla,  por  el  peligro  que  corren  los  niños  de  caerse. 

Siempre  que  se  construya  un  edificio  de  esta  naturaleza,  debe  pro- 
curarse que  el  material  empleado  sea  resistente,  incombustible  y  mal 
conductor  del  calor  y  los  sonidos,  con  el  objeto  de  que  quede  lo  más 
aislado  posible  de  las  inñuencias  exteriores.  Al  mismo  tiempo,  si  las 
salas  de  clase  han  de  estar  en  una  planta  baja,  construyese  ésta  á  un 
metro  de  altura  sobre  el  nivel  del  suelo. 

Las  escuelas  deben  estar  en  edificios  construidos  ea^pro/eso,  y  que 
no  sean  antiguos ;  el  de  la  Plaza  de  Santa  Ana  lo  es  mucho,  y  en  otro? 
tiempos  sirvió  para  convento  de  monjas,  y  más  tarde  para  teatro,  todo 
lo  cual  le  hace  muy  peligroso. 

La  sala  de  clases  de  la  escuela  municipal  visitada  es  detestable  hi- 
giénicamente. El  polvo  de  las  paredes  revela  el  estado  impuro  de  la 
atmósfera;  aquéllas  están  pintadas  con  cal,  lo  que  imposibilita  su  des- 
infección ;  si  a  todo  eso  añadimos  el  origen  antiquísimo  del  edificio  y 
que  en  algunos  sitios  la  cal  ha  caído  y  los  materiales  profundos  de  cons- 
trucción han  quedado  al  descubierto,  no  nos  costará  comprender  como 
aquellas  paredes  han  de  ser  forzosamente  asiento  de  numerosas  colo- 
nias microbianas. 

A  primera  vista  se  ve  que  el  balcón  í,  estando  orientado  al  Sud,  ha 
de  ofrecer  buenas  condiciones  para  la  ventilación  de  la  sala  y  ha  de 
recibir  gran  cantidad  de  luz,  toda  vez  que  corresponde  frente  la  des- 
embocadura de  la  calle  de  la  Canuda.  Las  ventanas,  situadas  encima 
las  puertas/,  g,  A,  ofrecen  buenas  condiciones  por  lo  que  respecta  á  su 
situación ;  pero  tienen  la  inmensa  desventaja  de  ser  pequeñas,  dando, 
por  lo  tanto,  una  ventilación  é  iluminación  insuficientes. 

El  techo,  siendo  elevado,  hace  mayor  la  capacidad  de  la  sala,  y 
siendo  abovedado,  reúne  buenas  condiciones  acústicas,  pero  como  está 
sucio  y  agrietado,  higiénicamente  debe  rechazarse.  Ésto  mismo  pasa 
con  el  suelo,  que  estando  recubierto  de  ladrillos  poroso^,  y  regándose 
para  barrerlo,  los  microbios  encuentran  condiciones  abonadas  para  su 
desarrollo,  pues  allí  hallan  aire,  materia  orgánica  y  humedad. 

La  superficie  del  local  es  más  que  suficiente  para  el  número  de 
niños,  pero  el  día  en  que  lleguen  á  concurrir  140,  el  terreno  .será  escaso. 
Lo  mismo  digo  de  la  capacidad ;  recuérdense  la-»  cifras  que  sobre  e.ste 
particular  hemos  calculado  anteriormente. 

Indudablemente  que  el  sistema  de  barrido  es  defectuosísimo,  pero 
la  naturaleza  del  suelo  no  permite  hacer  otra  clase  de  desinfección. 

Voy  á  describir  en  breves  palabras  las  reglas  higiénicas  aplicables 
á  las  salas  de  clases,  por  lo  que  hacen  referencia  á  estos  asuntos. 

La  construcción  interna  de  una  escuela  debiera  constar  de  las  si- 
guientes dependencias  :  de  tres  á  cuatro  salas  de  clases,  sala  de  recreo, 
guardarropía,  lavabo  y  si  el  Municipio  tiene  medios  suficientes,  gimna- 
sio y  piscina ;  formando  cuerpo  aparte  con  el  del  edificio,  el  patio  de 
recreo  y  los  anexos  (excusados,  orinaderos  y  depósitos  de  escombros). 


Escuelas  municipales  de  Barcelona  467 

Ahora  describiré  únicamente  las  salas  de  clases,  dejando  para  después 
las  demás  dependencias  de  la  Escuela. 

Aquéllas  han  de  ser  altas,  que  puedan  recibir  directamente  el  aire 
y  la  luz  ;  su  superficie  ha  de  ser  calculada  de  manera  que  á  cada  niño 
por  lo  menos  le  correspondan  un  metro  cuadrado  y  medio  de  terreno,  y 
el  número  de  alumnos  no  debe  pasar  de  50  para  cada  sala ;  su  capaci- 
dad sera  de  300  á  400  metros  cúbicos.  Cada  uno  de  estos  departamen- 
tos ha  de  tener  una  puerta  independiente  y  g-randes  ventanales  situa- 
dos en  la  parte  superior  de  las  paredes,  áfin  de  obtener  buena  ilumina- 
ción y  una  amplia  ventilación  en  las  horas  de  descanso.  El  techo  y  las 
paredes  han  de  estar  pintadas  al  óleo,  ó  mejor  estucadas,  con  un  color 
grisáceo,  para  favorecer  la  difusión  de  la  luz,  estando  revestidas  de  una 
capa  de  cemento  que  llegue  á  1*20  metros  de  altura  sobre  el  nivel  del 
suelo.  Este  ha  de  ser  liso  é  impermeable,  con  objeto  de  que  no  filtre  los 
líquidos  derramados  y  pueda  lavai'se  convenientemente  con  una  man- 
guera ;  será  barrido  ó  lavado  á  lo  menos  una  vez  al  día. 

Las  dimensiones  de  las  salas  de  clases  han  de  permitir  ver  y  leer 
con  facilidad  lo  que  el  Profesor  escriba  en  el  encerado,  incluso  á  los 
alumnos  de  los  últimos  bancos. 

Si  la  escuela  no  dispone  de  guardarropía  ni  habitación  para  lavabo, 
en  cada  clase  ha  de  haber  una  percha  para  cada  alumno  y  además  un 
lavabo  con  toballa,  jabón  y  cepillo.  En  ningún  rincón  ha  de  faltar  la 
correspondiente  escupidera. 

Dejando  aparte  lo  que  se  refiere  á  las  clases  en  conjunto,  continuaré 
el  juicio  crítico  de  la  Escuela  de  la  Plaza  de  Santa  Ana. 

Por  cuanto  á  los  anexos,  pronto  se  echa  de  ver  que  es  un  ^rave 
inconveniente  que  aquellas  dependencias  estén  en  comunicación  di- 
recta con  la  sala  de  clases.  Relativo  al  departamento  B,  habitación 
particular  del  Profesor,  nada  hay  que  decir.  El  ¿7,  guardarropía,  está 
poco  ventilado ;  sería  conveniente  que  en  vez  de  una  sola  ventana, 
esta  habitación  tuviera  dos  muy  grandes,  para  que  habiendo  buena 
ventilación  se  evitara  la  fermentación  en  las  gorras,  blusas,  abri- 
gos, etc.,  que  muchas  veces  están  completamente  sucios. 

Lo  más  reprochable  de  la  escuela  es  el  anexo  D,  destinado  á  excu- 
sado y  depósito  de  escombros.  Grave  falta  es  que  comunique  direc- 
tamente con  la  sala  de  clases ;  grave  falta  es  que  no  tenga  abertura 
por  donde  pueda  ventilarse  y  recibir  la  luz ;  es  condenable  que  el  ori- 
nadero  no  tenga  agua ;  y  por  último,  no  puede  tolerarse  que  el  de- 

gartamente  se  destine  á  excusado  y  depósito  de  escombros  á  la  vez. 
s  verdad  que  en  el  excusado  aun  hay  agua,  y  por  lo  tanto,  todavía  po- 
dría ser  más  malo,  pero  esto  es  porque  en  el  piso  bajo  da  la  casualidad 
de  que  hay  el  Parque  de  bomberos.  Y  me  pregunto  :  ¿en  las  demás  es- 
cuelas municipales,  donde  no  hay  agua,  cómo  se  evita  el  olor  hediondo 
de  los  excusados,  y  por  lo  tanto  el  peligro  de  una  infección  por  el  apa- 
rato respiratorio? 

Para  estar  en  concordancia  con  la  higiene  es  necesario  que  los  ex- 
cusados sean  anexos  al  edificio  de  la  escuela  ;  su  número  será  de  uno 
á  dos  para  cada  clase  de  niños,  y  de  dos  á  tres  si  se  trata  de  niñas. 
Respecto  al  sistema  de  excusados  que  deben  emplearse,  fijaré  las  reglas 
siguientes :  si  han  de  servir  para  niños  mayores,  el  mejor  sistema  y 
más  económico  es  el  de  los  excusados  llamados  d  la  turca,  pero  como 
ofrece  sus  peligros  cuando  se  trata  de  párvulos,  para  éstos  nos  servire- 
mos del  sistema  llamado  de  water-closet  con  un  asiento  susceptible  de 
desinfección.  Este  mismo  emplearemos  también  en  las  escuelas  de 
niñas.  Los  primeros,  además,  tendrán  uno  ó  dos  orinaderos  para  cada 
clase.  Tanto  en  ellos  como  en  los  excusados,  el  agua  ha  de  ser  muy 
abundante. 


468  Tuberculosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas 


Los  departamentos  destinados  á  excusados  tendrán  el  techo  sin 
cubrir,  ó  cubierto  sólo  en  parte,  y  una  puerta  cuyo  borde  inferior  esté* 
á  la  altura  de  unos  diez  centímetros  sobre  la  superficie  del  suelo,  para 
obtener  una  completa  ventilación. 

f  Se  concluirá  J. 

Tuberculosis  abdominal  Infantil  y  leche  ds  vacas  tuberculosas  ^^ 

POR 

M.  Moxsahrat 

Veterinario  del  departamento  del   Norte,  Jefe  del  servicio  de  las  epizootias 
ex  Inspector  de  los  servicios  sanitarios  en  el  Ministerio  de  Agricultura 

La  tuberculosis  ha  sido  comprobada  en  464  bóvidos,  provenientes  de  41* 
establos  de  231  comunas,  repartidas  en  los  siete  distritos.  La  pérdida  su- 
frida en  estas  condiciones  por  nuestros  cultivadores  fué  de  120,500  franco^ 
aproximadam<*nte. 

Además,  52í3  animales  bovinos  han  sido  objeto,  en  los  mataderos  públi- 
cos, de  secuestros  totales  ó  parciales,  por  estar  tuberculosos.  "70,153  kilo- 
gramos de  carne,  que  representa  una  suma  de  90,000  francos,  en  números 
redondos,  han  sido  confiscados. 

La  tuberculosis,  que,  por  consig-uiente,  en  1902  ha  costado  más  de  200,000 
francos,  conocidos,  ii  nuestra  agricultura,  es,  y  de  mucho,  la  afección  que 
más  destrozos  causa  en  nuestra  región  y  que  anualmente  ocasiona  las  más 
sensibles  pérdidas  á  los  propietarios  y  arrendatarios  de  este  departamento, 
á  la  verdad,  son  muchos  los  que  sienten  los  efectos  de  la  enfermedad,  y 
entre  los  cuales  hace  nuevas  víctimas.  La  proporción  de  los  animales  tu- 
berculosos es.  en  ciertos  puntos,  aterradora;  no  es  temerario  afirmar  que  el 
efectivo  bovino,  de  una  cifra  importante  de  explotaciones  diseminadas  por 
toda  nuestra  vasta  extensión  territorial,  pero  más  particularmente  en  cier- 
tas localidadt's  ó  en  ciertos  grupos  de  éstas,  ha  alcanzado  la  proporción  de 
70  á  80  por  100. 

Estas  cifras,  que  no  son  impugnables  porque  representan  más  bien  una 
atenuación  que  una  exageración,  demuestran  de  un  modo  perentorio  toda 
la  importancia  del  peligro  que  eternamente  nos  amenaza,  y  nos  permiten. 
sin  que  se  nos  pueda  acusar  de  pesimismo,  asociarnos  á  los  que,  antes  que 
nosotros,  han  dado  el  grito  de  alarma,  y  á  la  vez.  en  nombre  de  la  humani- 
dad y  en  el  de  la  protección  de  los  intereses  agrícolas,  reclamar  contra  esta 
terrible  afección  medidas  rigurosas  que,  por  desgracia,  el  estado  actual  de 
la  legislación  sólo  nos  permite  aplicar  tímidamente. 

El  diagnóstico  clínico  de  la  tuberculosis  bovina  es  difícil  de  establecer: 
la  educación  que  se  da  en  nuestras  poblaciones  rurales,  desde  el  punto  de 
vista  del  conocimiento  de  las  manifestaciones  de  órdenes  tan  diversos,  que 
debieran  hacer  pensar  en  la  posibilidad  de  su  existencia  y  provocar  la  m- 
tervención  de  los  hombres  competentes,  es  aún  muy  rudimentaria;  el  intt»- 
res  particular,  estrecho  y  personal,  en  la  actualidad  aguzado  por  las  crisis 
que  sufren  los  cultivadores,  cohonesta  considerablemente  los  generosos 
pensamientos  de  interés  general;  la  insuficiencia,  por  último,  de  los  me- 
dios hasta  el  presente  empleados  para  luchar  contra  el  azote  constituyen 
otros  tantos  factores  de  impotencia,  que  es  necesario,  y  además  posible, 
remediar. 

Es  preciso  hacerlo,  porque  á  despecho  de  las  afirmaciones  de  Koch  y  de 
Schultz,  que  tan  victoriosamente  han  sido  combatidas  por  los  doctos  traba- 
jos de  Nocard,  Arloing,  Smith,  Yong,  Behring,  etc.,  afirmaciones  eminente- 
mente peligrosas  por  el  optimismo  de  que  eran  la  resultante  y  por  la  falsa 
seguridad  con  (\ue  tendían  á  hacer  nacer  en  el  espíritu  de  todos  los  que 
creen  voluntariamente  lo  que  desean,  la  tuberculosis  bovina  es  transmisible 
al  hombre. 

Y,  si  es  exacto  que  la  carne  proveniente  de  animales  tuberculosos  no  es. 
en  roalidatl.  peligrosa  sino  cuando  los  ganglios  de  que  está  llena  son  infec- 


(1)     Kx tracto  del  Rappnrt  general  pour  l'année  1ÍK)_'  sur  les  maladies  contagieuses  épi^ooítques, 
dirigido  al  PreíLCto  del  Norte.  —  L'Echo  Méd  du  Nord,  t  agosto  de  lí>03. 


Tudtrcutosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas  46g 

tos ;  si  no  es  menos  exacto  que  cesa  de  serlo  cuando  la  cocción  á  que  se  le 
sujeta  es  tan  completa  en  «u  interior  como  en  su  superficie,  no  es  menos 
cierto  que  la  leche  suministrada  por  vacas  que  tienen  en  las  ubres  lesiones 
tuberculosas,  es  eminentemente  virulenta  y  que,  con  g:ran  frecuencia,  con- 
serva todavía  todas  sus  facultades  nocivas  después  de  la  ebullición,  ó  más 
bien,  después  de  la  pseudo-ebullición,  á  la  cual  se  limitan  á  someterla,  en 
la  mayoría  de  las  casas,  donde  el  saludable  temor  de  la  tuberculosis  ha 
hecho  entrar  en  los  hábitos  cuotidianos  la  práctica  de  la  ebullición  de  la 
leche,  pero  donde  también,  si  se  procede  en  condiciones  tan  incompletas  é 
ilusorias,  el  resultado  obtenido  es.  por  así  decirlo,  insignificante.  ¡  Cuántas 
personas  creen,  en  efecto,  que  ha  hervido  la  leche, cuando  «sube»  ó  cuando 
al  perforar  la  corteza  de  la  superficie  han  comprobado  la  aparición  de  los 
primeros  borbotones !  Estas  forman  leg-ion,  si  se  las  compara  con  las  que, 
más  ilustradas,  saben  que  es  indispensable  dejarla  hervir  cierto  tiempo. 

Como  también  al  lado  de  las  per.-^onas  que  se  entregan  á  esta  falsa  quie- 
tud, más  numerosas  son  todavía  las  que.  sobre  todo  en  el  campo,  por  igno- 
rancia ó  rutina,  por  incuria,  apoyadas  en  prejuicios  difíciles  de  desarrai- 
gar, ó  por  interpretación  errónea  y  torpe  de  hechos  mal  observados,  consu- 
men la  leche  tal  como  fué  recogida,  hay  que  extremecerse  sólo  al  pensar  en 
ei  número  de  infecciones  tuberculosas  que  han  sido,  son  y  serón  la  conse- 
cuencia de  la  utilización,  sin  precauciones,  ó  con  insuficientes  precauciones, 
de  un  elemento  tan  importante  y  tan  realmente  indispensable,  y  que  puede 
ser,  desde  luego,  según  provenga  ó  no  de  una  ubre  tuberculosa,  para  los 
organismos  delicados  ó  débiles  de  los  niños,  ancinnos  ó  enfermos,  en  los 
que  constituye  el  alimento  exclusivo  ó  principal,  una  fuente  de  vida  ó  una 
causa  de  muerte. 

Y,  con  este  motivo,  tengo  el  deber  de  afirmar  aquí,  y  desde  ahora,  á  lo 
menos  en  lo  que  se  refiere  al  cheptel  (1)  bovino  del  departamento  del  Norte, 
que  el  número  de  vacas  cuyas  ubres  están  afectadas  de  lesiones  tuberculosas 
es  más  considerable  de  lo  que  hasta  ahora  se  ha  creído.    Sí,  en  el  conjunto 
de  estadísticas,  el  número  de  casos  de  tuberculosis  complicados  con  mamitis 
específicas,  aparece,  como  relativamente  raro, es  poique  con  gran  frecuen- 
cia se  han  abstenido,  en  el  curso  de  las  autopsias  practicadas  á  causa  de  de- 
claraciones hechas  para  obtener  una   indemnización  de  hacer  ninguna 
investigación  en  las  ubres,  y  sólo  contentarse  con  registrar  las  lesiones 
suministradas  por  las  cavidades  esplágnicas  para  confirmar  el  diagnóstico 
anteriormente  sentado.    Desde  que  tengo  la  honra  de  dirigir  el  servicio  de- 
partamental de  las  epizootias,  he  dado  la  misión  á  mis  dos  ayudantes,  y  yo 
mismo  me  ia  he  impuesto,  de  asistir  lo  más  frecuentemente  posible  á  la 
matanza  de  animales  declarados  tuberculosos  y  proceder  sistemáticamente 
y  en  todos  los  casos  á  un  examen  minucioso  de  las  diversas  partes  de  la 
ubre.    Nuestra  conclusión,  tanto  de  mis  ayudantes  como  la  mía.  es  favora- 
ble á  una  frecuencia  relativamente  grande  de  estas  lesiones  tuberculosas  de 
la  ubre,  cuya  importancia  y  extensión  varían  desde  la  existencia  de  sim- 
ples focos  específicos  hasta  la  invasión  total  é  hipertrofia  exagerada  del  ór- 
gano.   Sólo  citaré,  de  pasada,  y  más  bien  á  título  de  curiosidad  científica, 
que  de  hechí)  documentarlo,  el  caso  de  una  vaca  recientemente  muerta 
en  mi  presencia,  y  en  la  que  una  sola  parte  de  la  ubre,  absolutamente  ates- 
tada de  tubérculos,  había  alcanzado  el  considerable  peso  de  41  kilogramos. 
Añadiré  todavía,  en  apoyo  de  esta  opinión,  que  en  388  Víicas  que  fueron 
secuestradas  por  tuberculosas,  en  los  mataderos  públicos  del  departamento, 
63,  ó  sea  ei  */«•  estaban  atacadas  de  mamitis  tuberculosas. 

¿Cómo,  en  estas  condiciones  y  en  presencia  de  todo  esto,  no  quedar  peno- 
samente sorprendido  é  impresionado  al  pensar  en  los  perjuicios  imputables 
á  la  leche  tuberculosa?  Kn  la  larga  serie  de  conferencias  tan  eminente- 
mente humanitarias,  que  dio  hace  algunos  años  el  sabio  profesor  Nocard, 
de  Alfort,  citó  un  gran  número  de  hechos  observados  ó  experimentados  que 
establecían  de  un  modo  indiscutible  la  nocividad  de  este  líquido,  cuando 
contiene  al  bacilo  infectante,  é  intentaba  despertar  la  dormida  opinión  pú- 
blica y  hacerle  conocer  los  medios  de  prevenirse  contra  los  peligros  de  este 
alimento,  por  cuyo  s<)lo  aspecto  apenas  sí  puede  establecerse  diferencia 
entre  la  leche  contaminada  y  la  que  no  lo  está. 

(1)    Especie  de  contrato  en  virtud  del  cual  el  propietario  deja  á  un  granjero  las  reses  para 
que  las  cuide  y  participe  de  los  beneficios.     Sota  del  traductor  . 


L- 


470  Tuberculosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas 

Estos  ejemplos,  á  pesar  de  ser  tan  concluyentes,  no  han  sido  suficientes 
para  abrir  los  ojos  ¿  las  masas,  las  cuales,  sólo  ante  la  acumulación  de 
hechos,  pueden,  á  la  larga,  sorprenderse  y  salir  del  rutinario  entorpeci- 

l  miento  que  alejados  les  tiene  de  lo  mejor  y  de  lo  bueno.    Convencido  tam- 

^  bien  de  que  si  todos  consintieran  ayudar  con  su  modesta  contribución  de 

trabajo  y  buena  voluntad  á  la  edificación  de  la  obra  emprendida,  el  éxito 
fuera  más  rápido  y  seguro,  no  titubeo  en  relatar  sucintamente  algunos 

^  hechos  importantísimos  de  contagio  en  el  hombre,  extractados  de  la  rela- 

;  ción  de  fin  de  año  de  Mullet,  veterinario  sanitario  rti  Linselles.  que  ejerce 

}  en  una  región  azotada  con  rara  intensidad  por  la  tuberculosis,  y  donde  la:? 

!f  manifestaciones  mamarias  de  esta  enfermedad  son  frecuentes  y  tanto  mas 

temibles  cuanto  que  la  mayor  parte  de  la  leche  que  se  produce  se  dentina  a 

^,  las  importantes  aglomeraciones  de  Roubaix  y  Tourcoing. 

f  Mullet  se  expresa  así : 

'  «  Declaro  que  no  relato  hechos  dudosos  de  contaminación,  reali3rtida  con 

^ '  la  ingestión  de  leche  procedente  de  vacas  atacadas  de  mamitis  tuberculosas. 

que  han  originado  la  pérdida  de  una  ó  de  dos  regiones  de  la  ubre  (1).  He 
tenido  cuidado  de  observar  particularmente  los  hechos  relativos  á  niños 
cuyos  padres  son  sanos  y  rebustos,  á  fin  de  alejar  la  idea  de  contagio  por 
herencia.    En  todos  los  casos  se  ha  tratado  de  tuberculosis  abdominal  pri- 

¿^  mitiva,  atestiguada  por  los  certificados  de  los  médicos  que  habían  cuidado  á 

,•;  los  niños,  y  de  la  cual  he  procurado  buscar  la  causa. 

»  1.'  Observación.  —  Familia  de  cultivadores  D.  D..  en  L.  —  Siete  hijos, 
de  los  cuales  seis,  cuya  edad  actualmente  es  de  H  á  30  años,  han  sido  cria- 
dos con  el  pecho  materno  y  están  en  perfecta  salud,  así  como  los  padres. 

r-  Abuelos,  muertos  á  los  84  y  %1  años.    Sólo  una  hijita,  el  cuarto  hijo  de  la 

familia,  se  crió  con  el  biberón  usando  leche  cruda  que  procedía  directa- 
mente del  establo  ;  hasta  los  siete  años  pareció  sana,  teniendo  sólo  de  vez 

r  en  cuando  ligeros  cólicos,  de  los  que  no  se  preocuparon.    A  partir  de  esta 

edad,  los  dolores  abdominales  se  hicieron  más  fuertes  y  tuvieron  necesidad 
de  recurrir  al  médico,  que  prescribió  cataplasmas  emolientes  y  no  volvió  a 
ver  á  la  enferma  hasta  mucho  más  tarde.  Pero  la  afección  seguía  su  curso, 
de  un  modo  progresivo,  teniendo,  según  la  expresión  de  la  madre,  <¡c  altas  y 
bajas».  Yendo  la  niña  cada  vez  peor,  fué  necesario  llamar  por  segunda 
vez  al  médico  á  los  18  meses  de  la  primera  visita.  Diagnóstico :  tuberculo- 
sis abdominal,  con  localización  predominante  en  los  órganos  genitales, 
deápués  se  confirmó  en  consulta  y  con  el  examen  bacteriológico.  La  niña 
murió  á  los  9  años. 

»  La  tuberculinización,  después  de  la  matanza  y  autopsia,  revelaron,  en 
el  establo,  la  existencia  de  la  tuberculosis  en  19  animales,  de  21.  La  %-aca 
cuya  leche  había  sido  especialmente  utilizada  para  alimentar  á  la  niña,  es- 
taba afectada  de  una  mamitis  tuberculosa  crónica,  con  exacerbaciones  agu- 
das y  he  creído  poder  relacionar  las  observadas  también  en  la  niña  con 
las  que  presentaba  la  lesión  mamaria. 

»  2.'  Observación.  —  Familia  D.  V.,  cultivadores,  en  L.  —  Una  niüa  na- 
cida, muy  sólidamente  formada,  de  padres  sanos,  que  viven  todavía,  así 
como  sus  ocho  hijos  igualmente  robustos  ;  iba  siempre  con  su  madre  al  es- 
tablo, llevando  una  vasija  de  la  que  se  servía  para  beber  grandes  cantidades 
de  leche  caliente.  A  los  4  años  padeció  una  enteritis,  y  el  médico  aconsejo 
que  se  le  hiciera  hervir  la  leche,  que  era  su  alimento  casi  exclusivo.  Ha- 
biendo vomitado  la  niña  dos  ó  tres  veces  la  leche  que  se  había  sometido  á 
la  ebullición,  la  madre  empezó  otra  vez  á  darle  la  leche  « tal  como  salía  de: 
pezón  déla  vaca».  Algunos  meses  más  tarde,  la  niña  pareció  estar  com- 
pletamente restablecida,  cuando  se  manifestaron  una  segunda  «inflama- 
ción de  intestinos»,  después  una  tercera.  La  niña  murió,  por  último,  á 
los  7  años,  de  peritonitis  tuberculosa. 

»  La  tuberculinización  y  las  autopsias  me  han  permitido  comprobar  la 
tuberculosis  en  10  de  los  11  animales  que  en  el  establo  había. 

»  3.*  OnsKRVACiÓN  —  Familia  A.  R  ,  en  R.  —  Niño  muerto  á  los  6  añosde 
tuberculosis  abdominal,  después  de  haber  presentado  los  mismos  síntomas 
que  lo5  relatados  en  la  observación  precedente.    Además,  con  la  prueba  de 

(l)  <í\Jn  fatal  prejuicio,  muy  extendido  por  los  campos  de  mi  clientela,  quiere  que  se  elija  de 
preterencia  para  la  alimentación  de  los  niños,  y  so  pretexto  de  que  tiene  «más  ^rasa»  y  es  «mis 
nutritiva  >»,  la  leche  procedente  de  vacas  que  la  «( echan  »  sólo  por  dos  ó  tres  agujeros». 


Tuberculosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas  47' 


la  tuberculina  y  con  las  comprobaciones  necrópsicas  de  9  bovinos,  1  fueron 
reconocidos  tuberculosos. 

»  4.'  Observación.  —  Familia  C.  B.,  en  V.  —^ Cinco  niños  criados  con 
leche  sin  hervir.  Dos  jóvenes  murieron  á  los  16  y  17  afios.  respectivamente, 
de  tuberculosis  g-ang-lionar  abdominal  y  miliar  inteistinal  (pequeñas  tuber- 
culosis SMcadas  del  recto  de  una  de  ellas  han  demostrado  la  presencia  del 
bacilo).  De  los  otros  tres  niños,  una  niña  de  13  años  actualmente  está  afec- 
tada de  un  tumor  blanco  en  la  rodilla ;  una  joven  de  24  años  sufre  con  fre- 
cuencia dolores  intestinales  que  inspiran  vivos  temores  á  su  médico,  y  sólo 
un  joven  de  16  años,  aunque  muy  delgado  y  pálido,  no  acusa  todavía  nin- 
grún  malestar. 

»  Tuberculinización  y  autopsia  de  los  bóvidos  del  establo :  los  12  ani- 
males todos  están  tuberculosos. 

»  5.*  Observación.  —  Familia  D.  C,  de  C.  —  Una  sola  niña,  entre  siete, 
criada  con  el  biberón  y  con  leche  sin  hervir.  Muerta  á  los  4  años  de  tuber- 
culosis peritoneal.    Padres  y  demás  niños  en  perfecta  salud. 

»  Tuberculinización  y  autopsias  :  5  vacas  tuberculosas,  de  5. 

»  6.*  Observación.  --  Familia  V.  D.,  de  O.  —  Un  niño,  de  los  once,  se  ha 
criado  en  idénticas  condiciones  que  la  niñita  de  la  observación  precedente. 
Muerto  á  los  3  años  de  tuberculosis  abdominal. 

*  7/  Observación.  —  Familia  M.  D.  —  Nueve  hijos,  todos  criados  con  el 
biberón  ron  leche  que  proviene  directamente  del  establo.  Cuatro  murieron 
tuberculosos  :  el  I.**,  á  los  2  años,  de  tuberculosis  abdominal ;  el  2.*  á  los  15 
años,  de  tuberculosis  faríngea;  el  3.°  á  los  6  años,  y  el  4.°  á  los  3  años,  de 
tuberculosis  abdominal.  Actualmente  una  niña  de  13  años  está  afectada 
de  tuberculosis  faríngea,  y  otra  de  7  años  se  consume  progresivamente,  su- 
friendo de  vez  en  cuando  agudos  dolores  abdominales. 

»  Es  de  temer  que  todos  ios  miembros  de  la  familia  acaben  por  ser 
víctimas  de  la  enfermedad ;  y.  no  obstante,  en  este  caso,  como  en  los  de 
más  relatadas  más  arriba,  los  padres  y  abuelos  gozaron  de  perfecta  salud 
ó  murieron  en  edad  muy  avanzada.  Toda  causa  de  contagio  por  heren- 
cia debe,  pues,  descartarse  ;  á  lo  más  pudiera  invocarse  el  contagio  de  niño 
á  niño  por  contacto  inmediato. 

»  Tuberculinización  y  autopsias :  22  bóvidos  tuberculosos  entre  27. 

»  8.'  Observación.  -  Familia  G.  V.,  de  L.  —  5  niños.  2  jóvenes  de  15  y  17 
años,  grandes  bebedoras  de  leche,  muertas,  una  de  tuberculosis  intestinal, 
la  otra  de  tuberculosis  peritoneal. 

»  Autopsias  después  de  tuberculinización  en  el  establo :  las  tres  vacas 
tuberculosas. 

»  9.'  Observación.  —  Familia  D.  C,  de  R.  —  Nueve  hijos,  de  los  cuales 
siete,  así  como  el  padre,  madre  y  los  abuelos,  viven  todavía  en  buena  salud; 
los  abuelos  murieron  á  los  75  y  80  años.  Dos  gemelos,  el  sexto  y  el  séptimo 
niños,  cuyo  nacimiento  había  fatigado  á  la  madre,  hasta  el  punto  de  no  po- 
derlos criar,  fueron  alimentados  con  el  biberón,  y  la  leche  procedía  de  una 
vaca  que  había  por  completo  perdido  una  región  de  pecho  (lesiones  tuber- 
culosas importantes  muy  bien  manifestadas  en  la  autopsia) ;  murieron  de 
tuberculosis  intestinal  á  los  16  y  17  meses. 

»  19  vacas  del  establo  entre  21,  fueron  reconocidas  como  tuberculosas 
mediante  la  tuberculina,  y  todas  presentaron  en  la  autopsia  lesiones. carac- 
terísticas de  tuberculosis. 

»  Tan  grande  fué  la  desesperación  del  desgraciado  padre,  que  al  saber 
estos  resultados,  lloró  amargamente  y  me  dijo:  *Si  yo  hubiese  conocido 
antes  los  beneficios  de  la  tuberculina,  aun  tendría  mis  dos  queridos  hijos». 

»  10.  Observación.  —  Familia  V.  O.,  de  B.  —  Esta  observación  es  par- 
ticularmente interesante,  considerando  las  terribles  consecuencias  que  se 
relatan  y  que  han  conducido  á  la  manifestación  del  primer  foco  tuber- 
culoso. 

»  Tres  hijos,  de  los  cuales  dos  de  21  y  24  años,  respectivamente,  tienen 
buena  salu«l.  El  tercero,  una  joven  de  23  años,  que  acaba  de  morir,  había 
sido  criada  con  leche  de  una  vaca  tuberculosa  que  sólo  la  suministraba  por 
tres  pezones.  Los  brotes  de  la  tuberculosis  han  sido  lentos  en  manifestarse 
en  esta  joven,  debido,  sin  duda  alguna,  á  los  buenos  cuidados  de  que  estaba 
rodeada;  sin  embargo,  la  tuberculosis  intestinal  constituyó  el  punto  de  par- 
tida de  la  afección,  que  luego  se  generalizó  insensiblemente 


47^  Tuberculosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas 

»  Esta  persona  era  costurera  y  tenía  en  su  casa  otras  siete  jóvenes  ha- 
ciendo el  aprendizaje  ;  estas  siete  aprendizas  muri.Ton  tuberculosas  á  eda- 
des que  variaron  entre  12  y  19  años,  aun  antes  que  muriera  ia  que  les 
había  contaminado. 

,'  »  11 .  Observación.  —  Por  último,  citaré,  entre  tantos  otros  como  existen, 

esta  observación  que  tiene  un  carácter  general  y  de  la  cual  he  comprobado 

"-  rigrurosamente  los  hechos  (1). 

V  »  Una  importante  grrauja  estaba  &  fin. del  arrendamiento,  en  1894.  %n  una 

^'  aglomeración  de  7.000  á  8,000  habitantes  ;  en  julio,  es  cedida  á  un  lechero 

>  que,  por  la  buena  calidad  aparente  de  la  leche  que  vende,  se  gana  pronto 

^;  la  confianza  de  una  gran  parte  de  la  población. 

p,  »  Yo  liabía  obeiiervado  la  tuberculosis  en  el  establo  de  su  predecesor;  la 

observé  de  nuevo  en  el  suyo,  y  cuatro  años  más  tarde  aconséjele  latubercu- 

f:    .  linización  de  sus  animales;  de  36,  31  reaccionaron  favorablemente. 3 pre- 

sentaron reacciones  dudosas  y  2  no  suministraron  ninguna  indicación.  Loí 

■  34  primeros  fueron  reconocidos  como  tuberculosos  en  el  matadero. 

»  Al  proceder  á  las  investigaciones  á  que  me  he  dedicado,  he  podido  ha- 
cer las  siguientes  comparaciones : 

En  1891  murieron,  en  el  país,  1  niño  de  O  á  15  años  de  tuberculosis  abdominal 
;  »  1892  »  3  »  » 

»  1893  »  2  »  » 

»   1891  »  3  »  » 

,     ,  »  Kn  el  curso  del  año  1894  la  explotación  agrícola,  de  que  más  arriba  se 

habla,  fué  |)n)seguida  por  el  nuevo  titular. 

;  En  189Ó  murieron,  en  el  país,  4  niños  de  O  á  15  años  de  tuberculosis  abdominal 

»  1896  »  1  »  » 

»   1897        -  »  9  >  » 

'  »   1898  »  8  »  » 

»  1899  »  10  »  » 

»  A  fines  de  1898,  la  mayor  parte  de  las  vacas  fueron  muertas,  y  la  leche 
de  las  que  no  se  sacrificaron  no  se  puso  á  la  venta.  A  partir  de  este  mo- 
momento,  la  mortalidad  disminuye  rápidamente. 

En  1900  no  mueren  más  de  6  niños  de  O  á  15  años  de  tuberculosis  abdominal 
»  1901  »  I  »  » 

»  1902  »  1  x>  » 

»  1903  (hasta  el  10  abril)     O  »  » 

Si  las  observaciones  que  preceden  no  tienen  ni  el  valor  de  los  experimen- 
tos, ni  las  de  algunos  autores  que  se  han  publicado  anteriormente  y  de  suyo 
más  precisos,  y,  por  tanto,  más  importantes  ;  si  los  hechos  que  aquí  se  han 
relatado  tuviesen  necesidad,  para  que  se  permitiera  atribuirles  todo  el  alcan- 
ce que  hubiese  podido  deducirse  de  ellos,  ia  comprobación  de  autopsias  prac- 
ticadas por  los  médicos,  se  desprende,  no  obstante,  del  examen  del  conjunto, 
la  posibilidad  de  deducir  que  el  trabajo  á  que  se  ha  dedicado  Mullet,  y  del 
cual  nunca  le  felicitaré  bastante  y  darle  las  gracias  por  lo  que  vale,  consti- 
tuye un  todo  digno  de  llamar  la  atención  y  de  colocarse  al  lado  de  los  nu- 
merosos ejemplos  que  ya,  hasta  ahora,  se  han  citado  en  apoyo  de  la  opinión 
de  los  sabios  que  afirman  la  posibilidad  de  la  transmisión  al  hombre  de  la 
tuberculosis  ))ovina  y  se  hacen  los  apóstoles  de  la  lucha  que  se  ha  de  em- 
prender contra  ella 

Es  posible,  decíamos  más  arriba,  remediar  el  desastroso  estado  actual  de 
cosas,  en  lo  que  respecta  al  tenaz  y  perseverante  combateque  se  ha  delibrar 
con  la  tuberculosis  del  ganado.  Varios  elementos  pueden  concurrir  para 
llegar  á  este  fin  :  ante  todo  la  modificación,  que  es  urgente  provocar,  de  la 
defectuosa  legislación  sanitaria  que  rige  al  presente  la  tuberculosis ;  des- 
pués, la  educación  del  cultivador  que  es  necesario  hacer  ó  completar. 

Las  estadísticas  establecidas,  desgraciadamente,  tienen  el  valor  que^e 
está  de  acuerdo  «»ii  atribuir  á  las  estadísticas  en  general,  es  decir,  un  valor 
muy  relativo,  si  no  engañador. 

(I  j  De  las  noticias  Cf)mplcmentarias  pedidas  á  Mullel.  resulta  que  ha  sacado  las  cifras  y  docu- 
mentos sobre  los  cuales  ha  basado  su  observación,  de  las  ofícinas  de  la  alcaldía  de  la  localidad  eo 
que  han  sucedido  los  hechos. 


Tuberculosis  abdominal  infantil  y  Ucht  dn  pacas  tuberculosas  473 


Respecto  á  la  tuberculosis,  por  ejemplo,  sabemos  pertinentemente  que 
sólo  conocemos  la  minoría  de  los  casos  de  esta  enfermedad.  ¡Cuántos  ani- 
males tuberculosos  son  sacrificados  anualmente  en  los  numerosos  mataderos 
particulares,  aun  no  inspeccionados,  de  nuestras  630  comunas  rurales,  y  que, 
escapando  á  toda  investig-ación  y  á  todo  reg-istro,  no  sou  objeto  de  ninguna 
declaración ! 

Para  ver  la  realidad  tal  como  es,  dice,  en  su  Memoria  anual,  uno  de  mis 
ayudantes,  Boutaric,  es  preciso  hacerse  cuenta  que  generalmente  las  decla- 
raciones hechas  por  causa  de  tuberculosis  tienen  por  objeto  sujetos  agota- 
dos, y  que  presentan  lesiones  de  tuberculosis  generalizada.  A  consecuencia 
del  estado  de  salud  aparente  que  puede  presentar  el  animal  atacado  de  esta 
forma  de  la  enfermedad,  el  propietario  atri  bu  irá  á  enfriamiento  ó  cualquiera 
otra  causa  vulgar  las  irregularidades  del  funcionamiento  fisiológico,  que 
habrá  comprobado  en  su  animal,  y,  si  por  casualidad  tiene  la  sospecha  de 
la  tuberculosis,  se  guardará  bien  de  informar  al  servicio  competente,  por 
temor  á  las  medidas  necesarias  que  considerará  como  demasiado  perjudi- 
ciales á  sus  intereses  de  cultivador  ó  de  lechero.  Dejando  á  un  lado  la  prue- 
ba de  la  tuberculina  de  que  habrá  oído  hablar^  pero  que  le  parece  constituye 
un  gasto  inútil  y  superfino,  continuaré  exprimiendo  del  animal  todo  lo  que 
crea  obtenible  hasta  el  día  en  que  éste,  llegado  al  término  de  su  vida  econó- 
mica (cuando  puede  llegar  á  ella),  minado  por  la  enfermedad,  estará  á 
punto  de  sucumbir  á  causa  de  su  miseria  fisiológica. 

Entonces  el  propietario  recordará  que  el  Estado  concede  indemnizaciones 
en  los  casos  de  tuberculosis ;  y,  para  participar  de  ellas,  llamará  á  su  vete- 
rinario y  hará  la  declaración,  si  antes  un  carnicero  vecino,  más  ó  menos 
experto  en  los  sabios  métodos  de  mondamiento,  no  adquiere,  por  algún  di- 
nero, el  escuálido  animal,  lo  transforma  en  carne  casi  de  mercado,  y  la 
vende  al  por  menor  en  las  comunas  donde  no  se  conoce  Ja  inspección  sani- 
taria. 

Durante  todo  el  período  pasado  en  medio  de  rebaños,  el  animal  enfermo 
impregnará  de  gérmenes  infecciosos  el  estiércol,  pesebres  y  alimentos,  mu- 
chas veces  comunes,  y.  de  este  modo  llegará,  con  toda  seguridad,  á  conta- 
minar á  sus  vecinos  de  establo.  Desaparecido  el  primer  enfermo,  otros,  ya 
infectados,  continuarán  la  obra  de  contagio,  hasta  el  día  en  que  la  mayor 
parte  délos  animales,  si  no  la  totalidad,  estará  tuberculosa.  Si  sobreviene 
esta  última  eventualidad,  el  propietnrio.  horrorizado  por  las  pérdidas  y  gasto 
queisemejante  cambio  produciría,  no  se  resolverá  casi  nunca  á  renovar  de 
una  vez  su  rebaño ;  preferirá  antes  dar  oído  á  las  palabras  consoladoras  del 
empírico  que,  para  calmar  sus  aprensiones,  será  capaz  de  afirmarle  que  »us 
animales  no  están  tuberculosos,  que  la  tuberculosis  no  es  contagiosa,  y 
que.  al  contrario,  beneficiará,  como  premio  á  sus  consejos,  por  los  cuidados 
que  se  han  de  dar  á  los  enfermos,  de  los  que  anuncia  pomposamente  la  cura- 
ción con  el  empleo  de  sus  medicamentos  y  procedimientos  secretos.  Aña- 
damos á  esto  que  las  cansas  que  predisponen  y  que  se  atribuyen  á  las  deplo- 
rables condiciones  higiénicas  de  los  establos  que  están  mal  construidos,  mal 
aireados,  bajos,  pequeños  y  en  los  que  se  amontonan  animales  en  número 
muy  superior  al  que,  normalmente,  debieran  contener;  al  alimento  de  in- 
vierno, compuesto  en  su  mayor  parte  de  residuos  industriales,  á  veces  alte- 
rados; por  último,  al  cansancio  funcional  impuesto  á  los  animales  para 
obtener  la  prod.icción  máxima  de  leche,  y  habremos  explicado  así  por  que 
el  número  de  animales  tuberculosos  es  tan  considerable. 

Merced  al  artículo  41  de  la  ley  de  Hacienda  del  30  de  marzo  de  1899,  que 
concede  indemnizaciones  á  los  propietarios  de  animales  tuberculosos  para 
los  cuales  la  declaración,  seguida  del  aislamiento,  del  secuestro,  etc.,  ha 
sido  hecha,  se  había  esperado  con  más  facilidad  poder  sujetar  la  enferme- 
dad. Este  era  ciertamente  el  tentador  incentivo  que  debía  impulsar  á  los 
propietarios  á  desembarazarse  de  los  animales  que  tienen  atacados.  Pero  en 
vista  de  la  reducida  indemnización  concedida,  sobre  todo  desde  que  los 
interesados  saben  que  el  precio  se  calcula  según  lo  que  el  animal  valga, 
como  animal  de  carnicería,  el  entusiasmo  por  las  declaraciones  parece  dis- 
minuir cada  vez  más.  El  crédito  votado  por  el  Parlamento  falta  de  este 
modo  al  fin  á  que  se  había  marcado,  y  constituye,  en  realidad,  sin  ninguna 
compensación  y  sin  esperanza  de  que  desaparezca  la  tuberculosis,  una  car- 
ga inútil  para  la  Hacienda  pública. 


474  Tuberculosis  abdominal  infantil  y  leche  de  pacas  tuberculosas 

El  Único  medio  de  Ueg-ar  á  resultados  prácticos  y  apreciables  fuera  hacer 
obligatoria  la  inyección  de  tuberculina  á  todos  los  animales  de  los  establos 
en  que  se  haya  registrado  un  primer  caso  de  tuberculosis;  después,  cuando 
los  resultados  de  esta  operación  fueran  positivos ,  substituir  el  decreto 
actual  de  vigilancia  con  otro  declarativo  de  infección  que  se  aplicara  por  lo 
menos  á  los  animales  que  hayan  reaccionado,  siendo  obligación  del  propie- 
tario, no  sólo  aislarlos  y  secuestrarlos ,  sino  también  sacrificarlos  en  un 
tiempo  determinado,  que  pudiera  calcularse  de  modo  que  se  les  dejara  lugar 
para  entregarlos  á  la  carnicería  en  un  estado  de  gordura  satisfactoria. 

Pero  también,  según  esta  reglamentación,  la  indemnización  debería  con- 
cederse en  una  medida  más  amplia  para  que  compen.sara  lo  más  posible  la¿ 
pérdidas  inmediatas  experimentadas  por  el  cultivador.  Esta  indemniza- 
ción debiera  ser  proporcional  al  sacrificio  pedido;  y,  á  este  efecto,  no  pudiera 
adoptarse  base  más  equitativa  que  la  admitida  para  la  aprobación  de  ia,< 
indemnizaciones  en  materia  de  peripneumonia  contagiosa.  No  es  impru- 
dente afirmar  que  si  semejante  modificación  interviniera,  la  tuberculosis 
desaparecería  rápidamente  de  nuestros  estables,  oque,  por  lómenos,  dismi- 
nuiría en  proporciones  tales  que  cesaría  bien  pronto  de  ser  una  cargra  para 
el  presupuesto  nacional,  una  causa  de  ruina  para  la  agricultura  francesa,  y 
una  temible  amenaza  para  la  salud  pública. 

A  cambio  de  estas  importantes  liberalidades  que  consentiría  el  Estado,  1p 
sería,  por  otra  parte,  posible  reglamentar,  de  un  modo  más  severo  que  hoy 
lo  son,  las  condiciones  en  las  cuales ia  indemnización  pudiera  concederse,  y 
así  poner  término  á  los  fraudes  y  abusos  de  los  que  son  culpables  determi- 
nados individuos.  En  efecto:  son  innumerables  las  declaraciones  de  tuber- 
culosis hechas  casualmente,  á  la  vista  de  la  obtención  de  una  indemniza- 
ción, con  los  animales  prestosá  sucumbirá  los  ataques  y  alas  consecuencias 
de  una  afección  cualquiera,  y  cuya  muerte,  cuando  á  veces  aun  no  la  ha 
precedido,  sigue  muy  de  cerca  á  la  declaración  de  que  son  objeto. 

La  inyección  de  tuberculina  debiera  ser  obligatoria,  en  ciertas  circuns- 
tancias ;  esto  fuera,  añadiremos,  el  único  medio  de  sacar  de  ella  todo  el  be- 
neficio que  se  tiene  derecho  á  esperar.  Esta  operación,  tan  sencilla  en  su? 
medios,  y  tan  regular  en  sus  resultados,  encuentra  por  desgracia  aun  en 
nuestros  días,  por  parte  de  muchos  cultivadores  que  no  quieren  oir  los  con- 
sejos que  diariamente  se  les  da,  una  pasiva  hostilidad  que  resulta  al  raism^ 
tiempo  de  la  falta  de  iniciativa  y  de  la  desconfianza  que  se  les  ha  reprochado 
tanto  respecto  á  toda  innovación,  de  la  actitud  interesada  del  empírico  y 
también  de  la  intervención  de  otro  adversario  que,  en  muchos  casos  parali¿ft 
nuestros  esfuerzos :  el  comprador  que  no  ve  sin  aprensión  que  la  tubercu- 
lina puede  convertirse  en  un  medio  de  comprobación  del  estado  de  salud  de 
los  animales. 

En  resumen,  fuera  necesario,  para  que  estuviésemos  suficiente  y  encál- 
mente armados  en  la  lucha  que  hemos  de  continuar  y  sostener  contraía 
tuberculosis,  que  los  Poderes  públicos  decretasen  : 

1.°    La  inspección  permanente  de  todos  los  mataderos  particulares ; 

2.*  La  existencia  y  la  consagración  legales  de  la  tuberculina,  cuyo  em- 
pleo se  haría  obligatorio  para  todos  los  animales  pertenecientes  k  una  ex- 
plotación en  la  que  se  registrase  un  solo  caso  de  tuberculosis ; 

3.**  La  aplicación  á  todos  los  que  reaccionen  de  las  medidas  actualmente 
aplicables  á  los  animales  reconocidos  como  tuberculosos  sólo  por  el  examen 
clínico,  salvo,  quizás,  en  lo  que  se  refiere  á  la  muerte,  respecto  á  la  cual  pu- 
diera diferirse  hasta  la  aparición  de  síntomas  clínicos,  ó  hasta  que  el  auimal 
reaccione  un  cierto  número  de  veces  á  inyecciones  sucesivas  hechas  á  inter- 
valos determinados,  ó,  en  fin,  hasta  que  el  mismo  animal  llegara  á  un  grado 
tal  de  engrasamiento,  suficiente  para  ser  ventajosamente  dado  á  la  carni- 
cería ; 

4.°  La  refundición  del  actual  sistema  de  indemnización,  y  especialmente 
de  la  base  de  estimación  dol  valor  de  los  animales; 

5.*  Por  último,  adoptar  una  reglamentación  general  que  comprenda  las 
vaquerías,  urbanas  y  rurales,  á  fin  de  imponer  á  los  propietarios  o  arrenda- 
tarios que  venden  la  leche  para  el  consumo  público,  la  obligación  de  dispí^- 
ner  sus  establos  según  las  reglas  de  la  hiíriene,  y  someter  todos  los  anima- 
les, por  lo  menos  una  vez  al  año,  á  la  prueba  de  la  tuberculina. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.) 


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RBVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

POR    El> 

Dr.  Rodríguez  Méndez 
Diag^nóstioo  del  ohanoro  venéreo,  por  D.  Luis  del  Portillo.— Madrid,  1902 

Monografía  interesante.  Tal  vez  no  hay  en  nuestros  tiempos  otra 
que  le  aventaje.  El  autor,  persona  peritísima  por  lo  que  ha  visto  y  ha 
leído,  vierte  en  las  abundosas  páginas  de  su  escrito  (cerca  de  100  eu  4.**) 
sus  extensos  conocimientos. 

Antes  de  entrar  en  el  tema  se  ocupa  en  la  sinonimia,  demostrando 
con  gran  fuerza  de  lógica  por  que  prefiere  á  todas  las  otras  denomina- 
ciones, no  pocas  ciertamente,  la  de  chancro  venéreo,  y  en  la  histoii^, 
expuesta  en  sus  líneas  y  fases  más  interesantes,  mencionando  por  lo 
que  hace  á  la  época  contemporánea  los  trabajos  bacteriológicos  de 
Ducrey  (1889),  Unna,  Krefling,  que  han  descubierto  el  bacilo  por  modo 
sucesivo  en  el  pus  del  chancro,  en  cortes  histológicos  de  este  mismo  y 
en  los  bubones  inguinales,  así  como  los  experimentos  de  Besancon, 
Griffon  y  Le  Sourd,  relativos  á  los  cultivos  é  inoculaciones  de  éstos'con 
resultado  positivo. 

El  diaff  nos  tico  abarca  dos  aspectos  distintos :  el  clínico  y  el  bacterio- 
lógico. 

El  diagnóstico  clínico,  previa  la  descripción  del  chancro,  estudio  mi- 
nucioso de  todos  sus  caracteres,  el  de  las  lesiones  ganglionares  que 
puede  despertar,  el  de  sus  variedades  (sobre  todo  las  debidas  á  las  loca- 
lizaciones)  y  el  de  su  evolución,  comprende  los  siguientes  puntos : 
1.**,  valor  de  los  signos  del  chancro  venéreo  (número  de  chancros,  con- 
memorativo, locHlización,  dolor,  base,  fondo,  bordes,  ganglios,  inocu- 
lación experimental);  2.®,  diferencias  entre  el  chancro  venéreo  y  el  si- 
filítico; 3.%  entre  aquél  y  el  llamado  mixto  por  Rollet;  4.^  entre  aquél 
y  las  ulceraciones  sifilíticas  de  la  zona  genital  que  no  son  sifilíticas; 
5.**,  entre  aquél  y  las  ulceraciones  tuberculosas  de  la  zona  ano-genital; 
6.*,  entre  aquél  "y  las  balanitis  ó  balanopostitis  ;  7.®,  entre  aquél  y  el 
herpes  genital ;  8.**,  entre  aquél  y  el  epitelioraa  ulcerado  del  miembro ; 
9.°,  entre  aquél  y  las  lesiones  ulcerosas  consecutivas  á  la  sarna;  10,  en- 
tre aquél  y  el  cetima  simple:  11,  entre  aquél  y  las  ulceraciones  traumá- 
ticas; 12,  chancros  venéreos  larvados  (uretral,  subprepuciales). 

El  diagiióstico  bacteriológico  consta  de  estos  capítulos  :  1.**,  descrip- 
ción del  bacilo  ;  2.**  preparación  con  el  pus ;  3.**,  preparación  en  cortes 
histológicos;  4.**,  cultivos. 

Termina  lá  monografía  con  unas  Conclusiones  muy  bien  ajustadas  á 
las  ideas  expuestas  en  el  texto. 

Todas  estas  materias  están  tratadas  con  gran  discreción,  dando  á 
cada  paso  el  autor  muestras  elocuentes  de  sus  conocimientos,  y  de  que 
domina  por  completo  el  asunto.  Varios  cuadros  de  diferencias  en  donde 
son  oportunos  y  un  grabado  en  colores  con  una  preparación  del  bacilo 
de  Ducrey-Unna,  dan  mayor  refllce  á  la  labor,  que  es,  en  suma, 
buena  labor  y  que  acredita  la  pericia  del  Dr.  Portillo.  Logra  sobresalir 
en  ella  y  en  verdad  que  en  asunto  tan  manoseado  y  vulgarísimo  pare- 
cía difícil  encontrar  un  sobi'esaliente :  lo  ha  habido. 


FORMULARIO    T    TRATAMIBNTOS    MODERNOS 


CXXXI.  —  IfUpas  :  tratamiento  oon  el  silicato  lódieo   . 

Este  desinfectante,  cuj^a  acción  antiséptica  y  antifermeutescible  está  de- 
mostrada, como  lo  está  la  tolerancia  con  que  lo  sienten  los  tejidos,  ha  caído 
en  desuso,  cediendo  el  puesto  á  otros  más  enérgicos. 

Fué  usado  por  Dubreuil  contra  la  cistitis  purulentas,  por  Marc  Sée  y 
Gonthier  contra  la  blenorragia  y  chancro  blando,  por  Alvareuga  y  otros 
muchos  contra  la  erisipela.  La  acción  local  de  ciertas  aguas  termales,  como 
Luxeuil  y  Luchon,  en  varias  dermatosis  se  ha  atribuido  al  ácido  silícico  que 
contienen.  Villemin,  hijo,  entre  innumerables  antisépticos  ensayados eu  1(.> 
cultivos  de  bacilo  tuberculoso,  encuentra  que  sólo  seis  han  producido  la  este- 
rilización completa:  ácido  hidrofluosilícico,  amoníaco,  fluosilicato  de  hierro, 
ñuosilicato  potásico,  polisulfuro  potásico  y  silicato  sódico,  cuatro  de  los  cua- 
les son  derivados  del  ácido  silícico.  De  todos  ellos  el  silicato  sódico  es  elmtis 
manejable  y  el  más  tolerado. 

El  empleo  de  esta  sal  en  el  lupus  y  en  la  tuberculosis  cutánea  tiene. 
pues,  justificación  completa.  Plicque'  barniza,  mañana  y  noche,  toda  la 
chapa  lúpica  y  la  región  ulcerada  con : 

Silicato  sódico 10  gramos 

Agua  esterilizada 80       » 

cuya  solución  no  tiene  otro  inconveniente  que  dejar  una  película  blanca  que 
afea  el  rostro.  Se  puede  obviar  este  inconveniente  añadiendo  fuchsina,  que 
da  color  rosado,  pero  en  cantidad  muy  pequeña  para  que  no  mengüe  la  to- 
lerancia y  no  cause  irritación. 

Los  dos  casos  tratados,  muy  antiguos  y  muy  rebeldes,  lograron  en  4  vo 
semanas  una  considerable  mejoría.  Han  cicatrizado  las  úlceras,  pero  persis- 
ten los  nodulos.  ¿Convendría  hacer  en  éstos  inyecciones  intersticiales?  ili 

CXXXII.  —  Purgren  ó  parsreno 

Se  bahía  que  muchos  purgantes  vegetales  debían  esta  propiedad  á  glucó- 
sidos, y  que  no  pocos  de  éstos,  si  bien  de  origen  distinto,  daban,  en  virtud 
dé  un  tratamiento  químico,  origen  á  un  derivado  directo  de  la  antroquíDona 
Esia  parte  constituyente  del  glucósido  primitivo  tiene  acción  purgaute 
Todos  estos  hechos  se  observan  en  el  ruibarbo,  sen,  cascara  sagrada  y  áloes, 
notándose  otras  analogías  por  sus  colorantes  y  por  las  transformaciones. 

La  antroquinona  se  presenta  de  ordinario  en  forma  de  derivado  metil- 
oxidrílico. 

Continuando  estas  investigaciones,  se  llegó  á  descubrir  la  acción  pur- 
gante de  la  fenol-ftaleína. 

Estudiando  Vieth  esta  acción  purgante  de  los  derivados  de  la  antraqui- 
nona,  se  fijó  en  un  derivado  de  la  antrapurpurina,  la  purgantina  (diacetato 
de  antrapurpurina),  purgante  sintético  que  sólo  obra  á  dosis  grandes,  pro- 
duce con  frecuencia  cólicos,  irrita  los  ríñones  y  da  color  rojo  vivo  á  la  orina. 

Por  casualidad  fué  descubierto  otro  purgante  sintético  Para  marcar 
cierta  cualidad  del  vino,  el  gobierno  húngaro  recurrió  á  la  fenol-ftaleína:  io^ 
consumidores  tuvieron  di'arrea.  Vamossy  demostró  que  era  purgante aúuá 
dosis  pequeñas.  Puede  ser  considerada  como  un  derivado  del  trifenolme- 
tano  y  es  un  dihidroxiftalfenono.    El  nombre  comercial  espurgeno. 

Según  Vamossy  atraviesa  el  estómago  sin  sufrir  cambios  y  en  el  medi*» 
alcalino  intestinal  se  convierte  en  la  respectiva  sal  sódica,  más  activa  y  m^^ 
soluble,  conversión  menos  completa  en  los  animales,  en  los  que,  portante, 
es  menor  la  acción  purgante.  Su  eliminación  con  la  orina  sólo  se  puede  de- 
mostrar administrando  dosis  grandes;  por  el  recto  sale  en  gran  cantidad 
(,87'l7por  100). 

En  el  comercio  se  la  encuentra  en  forma  de  pequeñas  pastillas,  aromati- 
zadas, á  la  dosis  de  O  05  gramos  para  los  niños,  y  O'IO  para  los  adultos. 

Como  laxante  y  como  purgante,  su  efecto  es  seguro  de  las  7  á  las  9  horas 
de  la  administración.  No  produce  cólicos,  es  muy  bien  tolerado,  no  irrita 
los  ríñones  ni  aun  estando  enfermos,  obra  hasta  cuando  fáltala  bilis  en  el  iü- 


(1)    Journal  dt  Mid.  ct  de  Chir.  prat. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  477 


testino  y  sólo  determina  una  mengua  ligera  y  transitoria  de  la  presión  arte- 
rial, p adiendo,  por  lo  mismo,  ser  empleado  en  los  cardiacos,  incluso  en  el 
período  de  degeneración  del  miocardio.  Por  último,  no  determina  náuseas 
ni  sensación  de  peso  en  el  epigastrio,  trastornos  muy  frecuentes  en  los  dis- 
pépticos estreñidos  cuando  se  usa  otros  muchos  laxantes  (1). 

CXXXIII.  —  Oroslna  ó  guíñalo  de  litina 

En  el  reumatismo  articular,  gota,  etc.,  no  sólo  se  ha  de  procurar  reducir 
la  formación  de  ácido  úrico,  sino  tamhién  hacer  soluble  el  que  ya  se  ha  acu- 
mulado en  el  organismo.  Como  este  ácido  procede  especialmente  de  las 
substancias  nitrogenadas,  después  de  las  grasas  y  su  último  lugar  de  los 
hidratos  de  carbono,  se  ha  de  suprimir  la  alimentación  animal ;  pero  como 
todavía  se  forma  mucho  ácido  úrico,  es  necesario  emplear  medios  de  acción 
terapéutica  especial. 

De  antiguo  era  sabida  la  acción  benéfica  del  jugo  de  ciertos  frutos  en  la 
gota.  Weis  demostró  que  tal  accióa  no  era  debida,  como  se  creía,  á  las  sa- 
les alcalinas,  sino  al  ácido  quínico. 

£1  ácido  qüínico,  ó  ácido  tetraoxibenzoico,  se  combina  con  la  glicocola  y 
forma  ácido  nipú rico.  Este  es  mucho  más  soluble  que  el  úrico  y  se  elimina 
con  mayor  facilidad.  Ahora  bien:  en  el  organismo  sólo  se  forma  escasísima 
cantidad  de  ácido  bipúrico ;  pero  dando  el  ácido  quínico,  aquél  es  muy 
abundante  á  expensas  del  úrico,  es  decir,  se  logra  la  no  formación  del  ácido 
úrico. 

Otro  hecho  es  conseguir  una  mayor  solubilidad  del  ácido  hipiirico,  que 
si  más  soluble  que  el  úrico,  no  es  todavía  lo  bastante.    Esto  se  logra  con  el 

Suinato  de  litina  (urosinaj,  que  goza  á  la  par  de  las  propiedades  del  ácido  y 
e  la  base. 
La  urosina  se  vende,  ya  en  formado  pastillas  con  0*05  gramos  de  medica- 
mento y  la  misma  cantidad  de  azúcar,  ya  en  polvo  soluble  en  el  agua. 
Su  precií)  es  muy  elevado. 

Hay  también  el  quinato  de  formina  (quina formina) ,  propuesto  por  Adrián 
y  estudiado  por  Bardet.    Su  acción  es  la  misma  (1). 

CXXXIV  —  Veronal:  aoolón  hipnótioa 

Fischer  y  Meurin,  partiendo  del  hecho  de  que  en  los  sulfones  y  en  el  al- 
cohol amílico  terciario  hay  un  carbono  cuaternario,  como  también  de  que 
el  etil  parece  aumentar  la  acción  hipnótica,  han  pensado  en  preparar  subs- 
tancias en  que  entren  un  carbonato  terciario  ó  cuaternario  y  una  cierta  can- 
tidad del  grupo  etil.  Así  han  preparado  la  dietilacttilurea,  la  dieklmaloni' 
lurea  y  la  dipropilmalonilurea. 

La  dietüacetilurea  tiene  el  mismo  poder  somnífero  que  el  sulfonal. 

La  dietilmalonilurea,  presentada  en  el  comercio  con  el  nombre  de  t?ero»ff/, 
es  dos  veces  más  activa  que  el  sulfonal  y  no  produce  efectos  nocivos. 

La  dipropilmalonilurea,  cuatro  veces  más  intensa,  ocasiona  efectos  secun- 
darios noi'ivos  . 

El  veronal.  el  compuesto  útil,  es  una  substancia  incolora,  cristalizada, 
ligeramente  amarga,  poco  soluble  en  el  agua  fría  y  más  en  la  caliente 
(1  por  12),  que  se  da  á  la  dosis  de  0'3,  0*5,  0*75  y  hasta  1  gramo  todo  lo  más. 
El  efecto  se  nota  á  la  media  hora  cuando  se  toma  el  veronal  en  solución,  en 
una  taza  de  caldo  por  ejemplo.  También  se  puede  dar  en  papeles  ó  en 
sellos  (1). 

CXXXY.  —  Ketarsol :  aooión 

Scandaliato  deduce  de  sus  experimentos  : 

1.*  El  metarsol  es  muy  bien  soportado  por  los  animales  y  no  da  lugar  á 
intolerancia,  aun  aumentando  la  dosis. 

2.'  No  tiene  acción  acumulativa  como  otros  preparados  arsenicales. 
Hasta  los  preparados  cacodílicos,  que  se  les  creyó  exentos  de  este  riesgo,  si 
bien  en  grado  menor,  tardan  en  eliminarse  y  no  pueden  ser  administrados 
á  dosis  diarias  muy  grandes. 

3.®  Hace  aumentar  el  peso,  lo  que  demuestra  una  acción  acentuada  so- 
bre la  nutrición  y  los  cambios,  reproduciendo  el  tipo  de  acción  de  los  prepa- 
rados arsenicales  á  dosis  terapéutica. 

(1)    Archiyio  di  Farmacología  e  Ttrapeutice, 


4fé  tQtmuUrio  y  tmtamitntvt  modetnoi 


4.*    Ejercf!  una  influencia  directa  é  importan  le  sobre  la  crasis  san* 

guiuea : 

ai    Aumí?uta  el  número  de  hematíes^ 

íj  A  ti  me  lita  en  estrecho  límite  el  número  de  leucocitoa,  pero  sin  que  é¿- 
ttJS  lleguen  é  la  proporción  que  deben  tener  con  aquéllos  ;  así  por  ejemplo, 
antes  de  las  inyecctoiiess  había  I  por  ¡^5  y  después  de  ellas  1  por  404, 

c)    Aumenta  la  eantidíid  de  hemojEflobina. 

áj  Aumenta  la  resistencia  de  los  hematíes,  hecho  qiip  tal  vpz  dependa 
de  que  el  metarsoí.  favorecieiiílíj  la  rormación  de  éstos,  pone  en  la  sangra 
una  gran  cantidad  de  g-lo bulos  rojos  jóvenes,  que,  como  se  sabe,  resisten 
m&s^  las  soluíiíones*  liipotónicas  (IV 

CXXXVL  —  Sal  Domtm :  Indloaolanes  y  ooutr&indlüaolones 

Hailion  y  Carrion,  Achard  y  Loeper,  han  provocado  en  unímsiles  edema 
pulmonar  con  una  inyección  salina  iutravenoíia.  Estos  bechííS  acaban  ile 
ser  sancionadlas  en  un  caso  clínico:  Berg'é  ha  visto,  en  un  viejo  artprio-es- 
clerósico  afecto  de  eselerosis  renal  y  de  insuficiencia  aórtica,  apnrecer  ede- 
ma pulmonar,  con  disnea  intensa,  angfustia,  cianosi.s  ligera  3' estertores  su b- 
crepitantes,  cada  vez  qnc  se  le  inyectaba  bajo  hi  piel  una  solución  salina  a3 
7  por  1.000, 

La  sai  romún,  s^a  por  ingestión,  sea  por  inyección,  no  conviene  á  los  W^- 
tAicos  y  arUrio-esckrésicos     De  aquí  hi  utilidad  de  la  dii*ta  láctea  í2V 

En  i'amhío,  Varif^t  ha  usado  con  ézito  el  réfíimen  sin  &ül  en  un  niño  afecto 
de  nefritis  epitelial.  En  tales  casos  no  es  preciso  ccfíirse  al  régimen  lácteo 
absoluto,  pndif*ndo  darse  para  un  adulto  :  400  gramos  de  carne  cruda,  1*000 
de  patatas,  lOO  de  azúcar,  80  de  manteca  y  2,500  de  tisana,  sin  adición  de  sal 
alguna.  8i,  por  el  contrario,  se  añade  10  gramos  de  sal,  aumentan  la  albu- 
minuria y  los  eílpma>!  (3). 

Wídal  deduce  de  sus  experimentos  que  en  la  enfermedad  de  Brigbt  lo 
que  diferencia  el  régimen  ordinario  del  rég^imeu  lácteo  es  la  sal,  no  los  al- 
Duminoidpos,  que  se  añade  k  estos. 

Por  tanto,  hasta  en  el  período  agudo  se  puede  dar  carne  á  condición  de 
que  no  conteng-a  sal. 

CXXXVll.  ^Lenoemla:  tratamUnto 

Herüen  aconseja,  en  los  adultos*  una  inyección  bipodérmica  de  medio  i 
uti  centímetro  cúbico  de  esta  solución  : 

Acido  arsenioso.    ,    . ^        1  aramos 

'    Carbonato  potüsico ,     .     .     J^^'^  gramos 

Ág-ua  destilada , 95       » 

Agua  de  laurel  cerezo *.,...  3       » 

Para  los  niños  recomienda  Héiioch  uu  papel,  mañana  y  noche,  com- 
puesto de  r 

Clorhidrato  de  quinina  ,     .     >    , O'Oíig^ramos 

Hierro  r^^ducido f*'03       > 

Eucalipto  en  polvo ,.....,      0'25        » 

El  mismi)  Herzen  ordena  la  opoterapia :  100  gramos  de  médula  ósea  roja 
cruda,  de  ternera  joven,  diluidos  en  leche  ó  i^n  so]>a  í4). 

CXXXVIIL  ^  Frnrlto  :  tratamleoto 

Aparte  del  tratamiento  general*  Gaucher  usa  laa  lociones  con  ag-ua  y  vi* 

na^fret  y  en  pos  de  ellas  psta  pomada  : 

Guayacol  sintético  (puro).     , \  i  ^.^^niofi 

Meutol  cristalizado J^^     ^  fframoi» 

Vaselina  pura  .     .  100        » 

espésese  ron  la  cantidad  necesaria  de  óxido  de  zinc,  ex  polvorean  do  luego  con 

Polvo  de  talco  .     .    ,    .         100  gramos 

Alcanfor .  2        > 

ll)  Gic-rfí.  inttrn  JctUSc,  mtdiche 

(n  Soc.ntiá.  ites  h^P, 

(3^  /a  Clitíitjut  inhjnttU. 

í  4)  La  Prúií  fét  m  édicuí . 


Formutarío  y  tratamUntoi  nu>dtm9$  479 


También  recomienda  el  agua  oxigenada  en  forma  de  pomada : 

Agua  oxigenada  medicinal  pura | 

Lanolina  anhidra I  ««  oa  ^^^^^ 

Vaselinapura aa.20gramos 

Polvo  de  talco J 

La  proporción  de  agua  oxigenada  se  puede  aumentar,  ya  poniendo  ma- 
yor cantidad  de  la  misma,  ya  suprimiendo  el  talco.  Esta  pomada  es  de 
gran  valía  (1). 

CXXXIX.  —  Dermatosli :  tratamleiito  Interno 

Sin  perjuicio  del  tratamiento  tópico,  Lecredde  concede  lugar  preferente 
al  arreglo  de  las  vías  digestivas. 

Cuando  h^y  pirosis,  ordena,  en  cuanto  aparece,  uno  de  estos  sellos  : 

Carbonato  calcico  precipitado 0'50  á  1        gramos 

Subnitrato  de  bismuto 0*20  h  0*60         » 

Clorhidrato  de  morfina 0*001  á  0*002       » 

Magnesia  calcinada 0'75  á  1  » 

6  bien  prescribe  la  fórmula  de  A.  Robin  : 

Carbonato  de  cal  precipitado 0*50   gramos 

MHgnesia  calcinada 0*40         » 

Bicarbonato  sódico 0*40         » 

para  tomar  después  de  cada  comida. 

No  es  partidario  de  los  antisépticos,  opinando  que  se  abusa  del  naftol, 
benzonaftol  y  salol  en  los  dispépsieos,  substancias  que  pueden  anular  la  ac- 
ción de  los  fermentos  figurados  sin  estorbar  la  de  los  solubles.  Usa,  en 
cambio,  el  fluoruro  de  amonio  en  solución  : 

Fluoruro  de  amonio O'lOál       gramos 

Agua  destilada 300        » 

una  cucharada  después  de  la  comida  y  cena;  ó  bien  el  eritrol  (ioduro  doble 
de  bismuto  y  de  cinconidina)  ó  el  azufre  iodado,  en  sellos  de  diez  centigra- 
mos después  de  las  comidas  principales. 

Cuando  haya  que  evitar  la  contractilidad  y  las  fermentaciones  gástri- 
cas, ordena  por  la  mañana  una  taza  de  maceración  de  dos  gramos  de  cuasia 
amara  y  diez  minutos  antes  del  desayuno  seis  gotas  de  tintura  de  nuez  vó- 
mica, de  habas  de  San  Ignacio  ó  de  la  mixtura  de  A.  Robin  : 

Tintura  de  habas  de  San  Ignacio  ....  6  gramos 

»        de  ipecacuana 3       » 

»        (le  .sangre  de  drago  ......  1        » 

»       de  badiana 2       » 

Sabido  es  que  cuando  hny  fermentaciones  gástricas  existen  al  mismo 
tiempo  fermentaciones  intestinales. 

En  caso  de  enteroptosis,  se  hará  el  masaje  (2). 

CXL.  —  Lupui:  tratamiento  oon  el  áoido  picrioo 

Empleado  por  Mario  (1902)  y  después  por  Mazzini,  parece  ejercer  una  ac- 
ción específica  sobre  el  bacilo,  así  como  efectos  queratoplásticos  y  analgési- 
cos evidentes.    Se  usa  en  pomada  al  2  por  100  (vaselina)  (3). 

DR.  RODRÍaUEZ  MÉNDEZ. 

(1)  Journal  de  \íéd.  et  de  Chir  prattques. 

(2)  ttepue  pratíque  des  maíadies  cutanies. 

(3)  //  Puliclinico. 


SECCIÓN    OFICIAL 


PREMIER  CONGRtíS  INTERNATIONAL 
D  ASSAINISSEMENT   ET   DE  SALUBRITÉ  DE  L'HABITATION 
etfiolié  loni  loipleei  dt  li  Sooi<M  fii&eaii*  d'E7(lÍB«  a  l'e6Miio&  de  l'Xspoililoa  Isimitiotali  iil904 

París:  Grand  Palais  o&s  Champs-Élyséks  15  au  20  octobre  1904 

Les  Oongressistes  bénéficieront  de  réductions  de  50  7.  S"r  *o^s  les 
g-raiuis  réseaux  de  chemins  de  fer  Franjáis  pour  se  rendre  au  CoDgrésetre- 
joindre  leur  résidence. 

Présidents  d'honneur:  M.  le  Presiden!  du  Conseil,  M.  leMinistM  de  l'Inté- 
pieur;M.  le  Ministre  de  l'Agriculture;  M.  le  Ministrede  Commerce;  M.  le  Mi- 
nistre de  rinstraction  publique  ;  M.  le  Ministre  de  la  Marine. 

Comité  de  patronag-e :  MM.  le  Presiden t  du  Conseil  general  de  la  Seine, 
le  Présiiient  du  Conseil  municipal  de  Paris  ;  le  Préfet  de  la  Seine ;  le  Préfet 
de  polit^e  ;  Bouvard,  Directeurdu  Service  d'Architecture  de  la  ville  de  Fans: 
Dr  Brouardel,  membre  de  l'lnstitut  et  de  TAcadémie  de  Médecine,  Doyen 
honoraire  de  la  Facultó  de  Médecine;  Bussat,  Conaeiller  municipal  de  Paris; 
Dr  Calmette,   Directeur  de  l'lnstitut  Pasteur  de  Lille ;   DiChantemes.se. 
membre  de  l'Académie  de  Médecine,  professeur  d*Hygiéne  k  la  Faculté  de 
Médecine,  Inspecteur  general  des  Services  sanitaires  au  Ministére  de  Hoté- 
pieur;  D»"  Charrin,  professeur  agrégé  h  la  Faculté  de  Médecine,  Directeurdu 
Labora toire  de  Médecine  experiméntale  au  CoUége  de  France,  membre  du 
Comité  ConsuUatif  d'Hygiéne  publique  de  France;  Cheysson,  membre  de 
rinstitut;  Dr  Léon  Colin,  membre  de  TAcadémie  de  Médecine;  IK  Cornil, 
mí^mbre  de  TAcademie  de  Médecine,  professeur  á  la  Faculté  de  Médecine. 
m^^mhre  du  Comité  consultatif  d'Hygiéne  publique  de  France ;  Couriot, 
Presidí' nt  de  la  Société  des  Ingénieurs  eivils  ;  Dr  Debove,  meaibre  de  l'Aca- 
démÉe  de  Médecine,  Doyen  de  la  Faculté  de  Médecine,  membre  du  Comité 
coní>iiUatif  d'Hygiéne  publique  de  France  ;  Fontáine,  Ingénieur  en  chefdp> 
Mines»  Directeur  au  Ministére  du  Commerce,  membre  du  Comité  consultatif 
d'Hyg-iéne  publique    de  France ;  G?rville-Réache,    Vice-Président  de  U 
Chambre  des  Députés,    Président  du   Comité  supérieur  de  rExposition; 
D^  Oriincher,  membre  de  l'Académie  de  Médecine,  professeur  k  la  Faculté 
de  Médecine,  membre  du  Comité  consultatif  d'Hygiéne  publique  de  France. 
D^  Grehant,  professeur  au  Muséum,  Présid*^nt  honoraire  de  la  Société  fran- 
cai?íe  il  Hygiéne;  D""  Josias,  médecin  des  hópitaux,  membre  de  TAcadémie 
de  Méííecine,  Vice-Président  du  Conseil  d'Hygiénfí  publique  et  de  Salubrite 
du  Département  de  la  Seine ;  D^  Kermorgant,  membre  de  TAcadémie  de 
Médeeíne,  Inspecteur  general,  Président  du  Conseil  supérieur  de  Santé  au 
Ministére  des  Colonies,  membre  du  Comité  consultatif  a'Hygiéne  publique 
de  France  ;  D"  Laiidouzy,  membre  de  l'Académie  de  Médecme,   professeur á 
la  Faculté  de  Médecine  ;  André  Lefévre,  Conseiller  municipal  de  Paris;  Le- 
Yassenr,  membre  de  l'lnstitut,  Directeur  du  Collége  de  France;   Mouod 
membre  de  l'Académie  de  Médecine,  Conseiller  d'Etat,  Directeur  d'Hygiénf 
au  Ministére  de  l'Intérieur;  Noblemaire,  Directeur  de  la  Compagnie  de^: 
Chemins  de  Fer  P.-L.-M.;  l)r  Navarre,  Conseiller  municipal  de  Paris;  Pas- 
cal, membre  de  l'lnstitut,  Inspecteurgénéral  des bAtiments eivils;  G.Paulet. 
Directeur  au  Ministére  du  Commerce;  G.  Picot,  membre  de  l'lnstitut,  Prési- 
dent de  la  Société  francjaise  des  habitations  k  bon  marcbé;  Ambroise  Renda. 
Conseiller  municipal  de  Paris;  D«"  Henri  Ricard,  Sénateur,  Président  de  U 
Sociéíé  d'Hygiéne  de  Talimentation  ;  D»"  Ricbe,  membre  de. FAcadémie  de 
Médecine;  Eug.  Risler,  Directeur  honoraire  de  l'lnstitut  national  ag-ronoroi 
que  ;  D»"  Albert  Robin.  membre  de  l'Académie  de  Médecine  ;  D»"  Roux,  mem- 
ore «Je  l'lnstitut  et  de  l'Académie  de  Médecine.  Sous-Directeur  de  rinstitr.' 
Pasteur  de  Paris  ;  Siegfried,  Député,  Vice-Président  du  Comité  supérieur d?^ 
hahifations  h.  bon  marché,  Président  de  la  Société  de  Médecine  publique. 
Straii>;s,  S»nateur,  membre  du  Comité  consultatif  d'Hygiéne  publique d*» 
Fríinc  ' ;  Emile  Trélat,  ancien  Député.  Directeur  de  l'Ecole  spéciale  de  Ar- 
chitecture;  Df  Vaillard.  membre  de  l'Académie  de  Médecine,  Directeur  d-* 
TEcoh^  du  Service  de  Santé  militaire  de  Lyon  ;  Dr  Villejean,  Député,  profes- 
seur íiírrégé  á  la  Faculté  de  Médecine;  I)r  Widal,  médecin  des   hópitaux 
jir'ífes^eur  agrégé  k  la  Faculté  de  Médecine. 


Sección  oficial  4^t 


BUUBaU  DU  GONGBéS 

Président:  M.  Jansseu,  membre  de  Tlnstitut,  PrésideDt  de  la  Société 
FranQ-aise  d'Hygiéne. 

Vice-Présidents:  MM.  Bonnier,  ArchitecteduGouvernementetdela  villede 
Paris ;  Dr  Félix  Brémond,  membre  de  la  Commission  des  Logrements  insalu- 
bres, Vice- Président  de  la  Société  Francaise  d'Hygriéne;  Cacheux,  Ingénieur 
civil,  Président  honoraire  de  la  Société  Vrangaise  d'Hygiéne;  Dr  A.-J.  Mar- 
tin, Inspecteur  grénéral  du  Service  d*Assainissement  et  de  Salubrité  de  Tha- 
bitation,  chargé  du  Service  techaique  du  Bureau  d'Hygiéne  de  la  vilie  de 
París  ;  Ur  Rég^nard,  membre  de  l'Académie  de  Médecine,  Directeur  de  l'Ins- 
titut  uationalagrronomique;  Dr  Juies  Renault,  Inspecteur  gi  néral  adjoint 
du  Service  sanitaire  au  Ministére  de  l'Intérieur. 

Secrétaire  g^énéral :  M,  F.  Marié-Davy.  Ingénieur  agronorae,  membre  de 
la  Commission  d'Hygiéne  du  XlVe  Arrondissement. 

Secrétaires:  MM.  D»"  Boureille,  Dr  Charlier,  A.  de  Vaulabelle, 

Trésorier :  M.  Landau.  Trésorier  de  la  Société  Frangaise  d'Hygiéne. 

BUT  DU   GONG  RES 

Le  Congrés  a  pour  but  d  etudier  les  conditions  hygiéniques  dans  lesque- 
Ues  sont  construits  et  installés  les  iocaux  destines  k  i'habitation,  de  recner- 
cher  les  améliorations  susceptibles  de  étre  introduites  dans  la  construction, 
raméiiagrmeni  etTentretien  de  ees  Iocaux  et  de  déterminer  les  moyens 
pratiques  d'obtenir  l'application  des  príncipes  d'hygiéne  par  les  municipa- 
lités,  les  propriétaires  et  les  armateurs,  les  architectes  et  ingénieurs,  les  en- 
trepreueurs,  ainsi  que  par  les  occupanti-  mémes  de  ees  Iocaux. 

II  comprendra  Tetude.  kce  point  de  vue,  des  maisons  urbaines  et  rurales, 
des  habitations  ouvriéres,  des  hótels  meublés  et  logemeiits  loués  en  garni 
et  des  Iocaux  scolaires  et  celle  de  l'aménagement  des  uavires  en  vue  de  I'ha- 
bitation. 

organisation 

Le  Congrés  comprendra  six  sections  : 

Section  í.  —  Habitations  urbaines.  —  Construction.  —  Disposition  gené- 
rale de  l'immeuble.  —  Exposition.  —  Ouvertures.  —  Cours  et  courettes.  — 
Disposition  des  Iocaux.  —  Cube  d'air.  —  Alimentation  en  eau.  —  Evacuation 
des  matiéres  usées.  —  Chauffage  et  ventilation.  —  Aménagement  en  vue  de 
la  lutte  contre  les  maladies  trausmissibles.  —  Ameublement..  —  Entretien. 
Régiementation. 

Rapporteur :  M.  Juillerat,  chef  du  bureau  de  l'assainissement  et  du  casier 
sanitaire  des  maisons  de  Paris. 

Section  II.  —  Habitations  rurales.  —  Construction.  —  Disposition  des  Io- 
caux destines  k  l'babitatiotí.  —  Exposition.  —  Ouvertures.  —  Cubes  d  air. — 
Alimentation  eu  eau.  —  Evacuation  des  matiéres  usées.  —  Chauffage  et 
ventilation.  —  Aménagement  en  vue  de  la  lutte  contre  les  maladies  traus- 
missibles.—  Ameublement.  —  Kntretien. —  Emplacement,  disposition  et 
aménagement  des  Iocaux  annexes  —  Réglemeutation. 

Rapporteurs:  MM.  F.  Marié-Havy,  ingéuieur  agronome,  membre  de  la 
Commission  d'hygiéne  du  XlVe  Arrondissement,  Secrétaire  de  la  Société 
Francaise  d'Hygiéne ;  M.  Le  Couppey  de  la  Forest,  ingénieur  agronome, 
ingénieur  des  améliorations  agríenles  au  Ministére  de  Tlnterieur;  Pión, 
vétéritiaire  sanitaire  du  départenient  de  la  Seine. 

Section  III  —  Habitations  ouvriéres.  —Disposition  des  Iocaux.  —  Exposi- 
tion. —  Ouvertures.  —  Cube  d'aír.  —  Cours  et  courettes.  —  Alimentation  en 
eau.  —  Evacuation  des  matiéres  usées.  —  Chauflfage  et  ventilation.  —  Amé- 
nagement en  vue  de  la  lutte  contre  les  maladies  trausmissibles.  —  Ameu- 
blement —  Entretien.  —  Jardins  ouvriers.  —  Régiementation. 

Rapporteur  :  M.  A.  Cacheux  ingénieur  í  ivil. 

Section  IV.  —  Habitations  louées  en  garni.  —  Hótels  urbains.  —  Hótels 
de  villes  d'eau  et  de  stations  balnéaires.  —  Auberges.  —  Appartements  et 
maisons  meublées.  —  Garnis. 

Rapporteur:  M.  A.  Joltrain,  Secrétaire  general  de  la  Société  Francaise 
d'Hygiéne 

Section  V.  ^  Habitations  scolaires.  —  Construction.  —  Disposition  géné- 


SecciJn  ajiíiat 


rale.  —  Emplacemeut  et  exposition  des  différents  locaux  :  dortoirs,  classe^. 
réfectoires.  —  Ouvertures.  —  Eclairage.  —  Cube  d'air.  —  Alimentation  en 
eau  et  distribution  :  eau  potable,  toilette,  baius.  —  Evacuation  des  matiére» 
usées.  —  Chauflfage  et  ventilatlon.  —  Aménagement  en  vue  de  la  lutte  cen- 
tre les  maladies  transmissibles;  inñrmerie,  isolement. —  Mobilier  scolaire.— 
Cours  et  préaux. 

Rapporteur :  M.  le  D*"  Mangenot. 

Section  VI.  —  Habitations  flottantes.  —  Navires  de  guerre.  —  Na  vires  de 
commerce  et  de  peche.  —  Bateaux  de  riviére  et  canaux. 

Rapporteur:  M.  le  Dr  Henrv  Thierry,  Inspecteur  general  adjoint  de  Tas- 
sainissement  et  de  la  salubrité  de  rhabitatiou. 

KAPPORTS 

II  sera  presenté  dans  chaqué  section  un  ou  plusieurs  rapports»  rédigés 
par  le  Comité  d'orgauisation. 

Ces  rapports  seront  imprimes  k  l'avance  et  distribués  aux  membres  du 
Congrés  avant  le  debut  des  travaux. 

lis  seront  exposés  en  séance  des  sections, 

Leurs  conclusions  donneront  lieu  k  une  discussion  k  la  suite  de  laqueli»* 
des  voBux  pourront  étre  émis,  qui  seront  ensuite  ratifiés  en  Assemblee  ge- 
nérale. 

COMMUNICATIONS 

Les  Communications  émanant  des  membres  du  Congrés  devront  étre 
adressées  au  Secrétariat  general  avant  le  ler  septembre. 

Elles  seront  lúes  ou  résumées  par  leurs  auteurs,  suivant  leur  ordre  d'iu:?- 
cription,  en  séance  des  sections  auxquelles  leur  sujet  se  rapportera. 

Leur  lecture  ne  devra  pas  exceder  dix  minutes  au  máximum. 

Elles  ne  donneront  pas  lieu  k  une  discussion. 

Le  Comité  d'organisation  se  reserve  le  droit  d'écarter  celles  qui  ne  ren- 
treraient  pas  dans  le  cadre  des  travaux  du  Congrés  ou  qui  présenteraient 
un  caractére  cemmercial. 

PUBLIOaTIONS 

Les  travaux  du  Congrés  seront  publiés  ultérieurement  par  les  soins  du 
Secrétariat  general. 

Les  Communications  dont  le  texte  serait  trop  étendu  pour  le  cadre  de 
cette  publication,  devront  étre  résumées  par  leurs  auteurs. 

Les  dessins,  plans  et  diagrammes  accompagnant  les  Communications,  ne 
pourront  étre  insérés  qu'k  la  condition  que  les  frais  de  ees  insertions  excep- 
tionnelles,  ne  soient  pas  k  la  charge  de  la  caisse  du  Congrés. 

COTISATION 

lisera  per^u  un  droit  d'admission  au  Congrés,  qui  a  été  ñné  k  vingt 
francs. 

Cette  cotisation  donne  droit: 

!•    De  participer  aux  travaux  de  toutes  les  sections ; 

2°    De  recevoir  les  publications  du  Congrés  ; 

3**  D'étre  invité  k  toutes  les  fétes  donnees  k  Toccasion  du  Congrés  et  d»* 
prendre  part  aux  excursions ; 

4°    D'entrer  gratuitement  k  l'Exposition,  pendant  la  durée  du  Congrés  ; 

5°    De  recevoir  un  insigne  artistique  ; 

6**    D'obtenir  une  réduction  de  50  %  sur  les  réseaux  franjáis. 

PARTICIPATION   DES  DAMES 

Les  dames  des  membres  du  Congrés  seront  invitées  k  la  séance  d'ouver- 
ture  et  k  toutes  les  fétes. 

Elles  pourront  assister  aux  séances  et  pendre  part  aux  excursions. 

PARTICIPATION   DE  LA  PRESSE 

Les  répresentants  des  journaux  techniques  et  ceux  des  journaux  politi 
ques  seront,  sur  présentation  de  leur  carte,  admis  k  suivre  les  travaux  du 

Congrés.  .      . , 

lis  recevront  des  exemplaires  des  rapports  imprimes  et  les  procés-ver- 
baux  et  Communications  seront  mis,  autant  que  possible,  k  leurdisposition. 

Nota.    Les  adhésions  $ont  re<íues  des  mainienant. 

Les  Communications  ci  demandes  de  renscicncmenis  doivent  étre  adressées  au  Secrétaire  genera^ 
du  Congrés,  M.  F.  Mari<5-Davy,  7.  rue  Brézin,  Paris  (14«  Arrond»). 


PUBLICACIONBS  RECIBIDAS 


MI  onademo  de  bitáoora.  — Notas  profesionales  en  el  ejercicio  de  Médico 
de  la  BenefíceDcia  municipal  de  Santander  en  el  quinquenio  de  1898  á 
1902,  por  D.  José  García  del  Moral.  —  Santander,  1904. 
Práotloa  de  lae  autopelas,  por  el  Dr.  Letulle.  —  Traducido  por  el  doctor 
D.  Federico  Olóriz  y  Ortegti,  con  un  Prólogo  del  Dr.  D.  Federico  Olóriz  y 
Aguilera.  —  Con  grabados  intercalados  en  el  texto.  —  De  la  Biblioteca 
económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas.  —  Madrid,  1904. 
12  pesetas.  —  Otro  ejemplar. 
Renmatiemo  visceral,  porelDr.  D.  Emilio  Pérez  Noguera.— Madrid,  1904.— 

Dos  ejemplares. 
Kannalee-Soler.  —^lAV .  —  Medicina  doméstica.  —  Guía  para  los  primeros 
auxilios  en  casos  de  enfermedades  apremiantes  y  en  los  accidentes  des- 
graciados, por  D.  A.  Opisso.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos  pesetas.  —  Dos 
ejemplares. 
Tratado  de  Olrugria  clinloa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmann,  P.  von  Bruiis  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  mas  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  5T9.—  Cuadernos  9*7,  98  y  99.— Bar- 
celona, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 
Tratado  de  Kedicina  oUnioa  y  Terapéutioa,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.    Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tufión.  —  José  ENpasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  100  y  101.  —Barcelona,  1904.  —  Una 
peseta  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 
Manual  de  Patolog^ia  externa,  por  B.  Porgue.— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.— Cuadernos  18,  19  y  20.  —  Barcelona,  1904.— 
Dos  ejemplares. 
Sifllle  del  estómago.  —  Bocetos  clínicos,  por  H.  Torres  Barbera.  —  Lérida, 

1904.  —  Dos  ejemplares. 
Gala  médica  de  loe  acoidentee  del  trabajo,  por  el  Dr  Waibel— Cua- 
derno 1."— De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía 
prácticas.  —  Madrid,  1904.  —  Tres  pesetas. 
Tratado  de  Oto-Rino-Laringrologia,  por  el  Dr.  D.  Ricardo  Botey .  —  Cua- 
dernos 20,  21  y  22.  —  Barcelona,  1904. 
Tratado  de  las  enfermedades  de  la  infancia,  por  elDr.  Julio  Comby.— 
Segunda  edición  española  traducida  de  la  IV  francesa  por  el  Dr  D.  An- 
drés Martínez  Vargas.  —  Salvat  y  C",  Mallorca,  '-¿94.— Cuadernos  22,  23, 
24,  25  y  26.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 
Tratado  de  Dermatología,  Biflliografia  y  Enfermedades  venéreas, 
escrito  para  uso  de  médicos  y  alumnos  de  Medicina  por  el  Profesor  Dr.  Ed- 
mundo Lesser.  Traducido  de  la  décima  edición  alemana  por  los  Doctores 
D.  Gil  Saltor  y  Lavall  y  D.  José  María  Biada.  —  Ilustrado  con  profusión 
de  grabados.  —  Salvat  y  C,  Mallorca  294.  —Cuadernos  11,  12,  13,  14,  15 
y  16.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 
Técnioa  de  la  terapéutioa  especial.  —  Manual  para  la  práctica,  por  el 
profesor  F.  Guraprecht.  Traducido  de  la  tercera  edición  alemana,  por  los 
doctores  D.  Ricardo  Zariquiey  y  D.  Agustín  Mar^e.  — Ilustrado  con  205 
grabados.  —  Salvat  y  C",  Mallorca,  294.  —  Cuaderno  11  y  último. — 
Barcelona,  1903.  —Dos  ejeiiiplares. 
Isa  intubación  larinj^ea  en  el  tratamiento  del  ornp  ó  larlngritis  dif- 
térica. —  Nueva  pinza  para  la  introducción  y  extracción  de  los  tubos.  — 
Tesis  del  Doctorado,  por  D.  Santiago  Fatjó.  —  Barcelona,  19í>3. 
Une   addition  aux  Instruments  ponr  le  tubagre  dn  laryDZ  ches  les 
enfants  diphtériqnes.  —  Communication  presentée  au  XIV  Congrés 
international  de  Médecine  (Madrid,  1903),  par  le  Dr.  S.  Fatjó.—  Ma- 
drid, 1904. 


494 


Publicaciones  recibidas 


PlTBLtCATÍONS  OF  CORNBLL  UnITBRSITT  MEDICAL  COLLBOB.  —  Studltl  ftOB 

the  Department  of  Nearologry.  —  Yol.  I.  —  New  Yojk,  1904. 
La  administración  intestinal  de  los  medicamentos,  por  el  Dr.  D.  Sa- 
muel tíernheim  —  Trabajo  traducido  por  el  Dr.  D.  Alberto  Bandelac  de 

Pariente.  —  París,  1904. 
Be  ranémie  ankilostomiasiqne  desminenrs,parleDr.  A.  Mifnouvriez.- 

París,  1W4. 
Alyc  de  flcoiolcgria,  por  el  Dr.  I.  Puigpiquó.  —  Con  un  Pre/acio  del 

Dr.  L.  Comenge.  —  Manresa,  1904.  —  Dos  ejemplares. 
Influencia  de  la  gravedad  en  Obstetricia  y  sn  aplicación  al  otin- 

bio  de  posición  fetal  y  al  útero  návido  en  retrodesviaclén.  por 

D.  Adolfo  Martínez  Cerecedo.  —  Madrid,  1904. 

PsRiÓDfcos :  La  Odontoteonia.  —  Revista  mensual.  —  Comité  de  Redac- 
ción :  J.  Cunnington,  I.  Gallardo  y  R.  Serrano.  —  Barbieri,  1  duplicado 
Madrid.  —  Un  año  :  Ó  pesetas. 


Btttudios  demogpAfleos  de  Bapeelona 

POK    El. 

Dr.  D.  Luis  Comengk 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Moptalidad  durante  el  mes  de  Julio  de  1904 


1.  — INFRCCI0NB8 

Uüquelürhf^ 

Difleri» 

DisBntf*rfa.  

EsCflrUitina 

Eri^ipplK 

Eclampsia 

Fiebre  lifriiflea 

(jangrpiia 

InñueDza  .     

Lepra     

Otras  iiifecüíones  .     .     .     . 

Paludismo 

ReuínatisTno 

Sarampión 

Septicemia  puerperal     .     . 
Id.  quirúrgica  .     . 

Sífilis 

Tétanos. 

Tubercalütíifct 

Viruela.    . 


3 
2 
1 
3 
3 

n 

36 

O 

1 
o 

6 
O 
O 

22 
7 
6 
6 
6 
126 

42 


Total 287 

[L—  OTKAS    INFKCCIONKS    Y   PADBOl- 
lílBNTOS    DB    NATUaALKZA    NO   DB- 

TKRMiNADA   ( por  aparatos  y  sis- 
te  mag). 

iJ^íl       Curwzon 92 

^^'^      1  Venas O 

Suma  y  $igu$.    ...      114 


Suma  anterior. 


lU 


Digesti- 
vo. .  . 


Boca 

Estómago    .... 

Intestinos    .... 

I  Otros  anexo8   .    .    . 

Peritonitis   .... 

J?^tnira    (Bronquiales    (Afecto.). 

/n?/r       Puíraowía     .... 
iorto.  .(puin,5„  y  pieum.    . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges * 

Urinario 2J 

Red  linfática ^ 

Total 764 


3 

10 

224 

13 

íl 
61 
'^ 
131 

«) 


ACOIDBNTBS 


III.  —  Otros  t 
Accidentes 

Alcobolismo 

Distrofías  constitucionales. 
Falta  de  desarrollo     .     .     . 

Intoxicación 

Neoplasmas 

Senectud 

Sin  diagnóstico 

Suicidio 


Total.     . 
Total  de  defunciones . 

Total  de  nacimientos . 
Abortos 


_8T 

Tilg 

1206 
90 


Tomo  ZZVII.     Ktim.  16      Barcelona  31  agosto  190i      Áfio  ZZVII.      Ktm.  66B 

Gaceta  Médica  Catalai^a 

U  MARIO:  Cuerpo  extraño  del  conducto  auditivo  extraído  por  medio  del  asa  de  Wilde,  por  el 
Dr.  AveUno  Martin.  —  Mortalidad  infantil  en  Madrid,  por  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona. 
Escuelas  municipales  de  Barcelona  (conclusión),  por  D.  Candido  Corominas  6  Illa.  —  Pron- 
tuario de  los  envenenamientos  más  comunes  y  sus  primeros  auxilios,  por  el  Dr.  Domingo 
Cremona. —  La  tos  gástrica,  por  Luis  Bevol.  —  Rk vista  chítica  bibi.iogháfica  .  por  el 
Dr.  Ferrer  Piera.  —  Noticias  cikntíficas:  Jacaranda  caroba.—  Panadizo  dificrico. ~  For- 
MII.AH10  Y  Ti<ATAMihN709  Moi>Ki<Nos,  por  el  Dr.  Rodriguez  Méndez.  —  Sección  oficial: 
Academia  del  Cuerpo  Médico  Municipal  de  Barcelona  (concurso  de  premios  de  1904>.  —  Cate- 
dráticos de  Medicina  de  España:  baias  y  altas.  —  Catedráticos  de  Medicina  de  Barcelona  en 
1.°  de  enero  de  1904.  —  Anales  del  Ejército  y  de  la  Armada.  —  Ni  kstha  coKREsro  t>encia  com 
LA  PHENSA.  —  Estudios  demográflcos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 

Cuerpo  extrafio  del  condacto  auditivo 
extraído  por  medio  del  asa  de  Wllde 

POR   EL 

Dr.  Avklinu  Martín 

El  día  11  de  abril  compareció  á  nuestra  clínica  una  niña  de  tres 
años,  á  quien  una  amig-uita  habíale  introducido  una  piedra  en  el  con- 
ducto auditivo.  Su  madre,  alarmada,  liabíala  llevado  á  una  Casa  de 
Socorro,  en  donde  un  distinguido  compañero  usó  cuantos  medios  estu- 
vieron á  su  alcance,  sin  más  resultado  que  erosionar  las  paredes  del 
conducto,  perforar  el  tímpano  y  medio  introducir  el  cuerpo  extraño  en 
la  caja.  La  hemorragia,  bastante  regular,  hizo  perder  de  vista  la  pie- 
drecita,  que  seguía  tocándose  con  el  estilete,  y  determinó  al  compa- 
ñero á  mandar  á  la  enfermita  á  nuestra  consulta. 

Lo  que  sucedió  al  compañero  aludido  hubiera  asimismo  ocurrido  á 
cualquier  médico  que  no  hubiere  estado  familiarizado  con  la  Otología, 
y  para  salvar  completamente  su  responsabilidad,  que  en  nuestro  con- 
cepto no  le  alcanza  ni  en  poco  ni  en  mucho,  empezaré  describiendo  el 
cuerpo  extraño  teniéndole  á  la  vista.  Es  un  fragmento  de  mineral 
duro,  seguramente  de  jaspe  de  Montjuich,  de  forma  ovoide  irregular, 
peso  18  centigramos,  y  en  su  mayor  diámetro  tiene  ocho  milímetros, 
en  el  menor  seis  milímetros  y  cinco  milímetros  de  espesor.  El  conduc- 
to auditivo  de  la  niña  tiene  a  un  centímetro  del  meato  cinco  milímetros 
de  diámetro,  y  es  perfectamente  derecho,  de  manera  que  basta  tirar 
hacia  arriba  y  á  fuera  del  pabellón  para  ver  claramente  el  fondo.  Por 
lo  tanto,  dadas  las  dimensiones  del  cuerpo  extraño  y  dirección  del  con- 
ducto, aquél  debía  empotrarse  en  éste,  rellenándose  por  completo  y 
distendiendo  sus  paredes  de  tal  modo,  que  toda  presión,  incluso  la  del 
chorro  de  agua,  que  no  podía  pasar  á  través  del  conducto  y  ejercer 
presión  por  la  parte  posterior  del  cuerpo  extraño,  debía  forzosamente 
impelerlo  hacia  el  fondo,  en  donde  el  diámetro  del  conducto  era  mayor, 
y  por  consiguiente  hacia  una  región  donde  á  pesar  de  la  gran  movilidad 
de  que  era  susceptible  el  cuerpo  extraño,  no  era  posible  extraerlo  sin 
un  medio  que  ejerciera  grandísima  presión  hacia  fuera,  y  que  fuera 
capaz,  al  mismo  tiempo,  de  hacerle  salvar  el  istmo  del  conductí»  donde 
primitivamente  fué  enclavado.  Todas  estas  reflexiones  vinieron  á 
nuestro  espíritu  durante  el  segundo  tiempo  de  la  extracción,  cuando 
vimos  inmovilizado  el  cuerpo  extraño  á  un  centímetro  del  meato  y  la 
enorme  presión  que  hicimos  con  el  asa  de  Wilde  la  hizo  deslizarse  del 
cuerpo  extraño,  volviendo  uno  de  los  polos  del  ovoide  hacia  nosotros. 

Dicho  esto  en  disculpa  muy  legítima  del  compañero  que  intervino 
en  primer  lugar,  y  además  de  lo  singular  de  este  caso,  que  le  hace 
acreedor  á  los  honores  de  la  publicación,  voy  á  su  detallado  relato. 


ft86  Cuerpo  extraño  áfil  conducto  auditivo  extraído  por  medio  del  asa  de  Wildt 

La  niña  estaba  en  malísimas  condiciones  generales,  sean  los  sufri- 
mientos, sean  fenómenos  de  índole  refleja,  estaba  abatidísima  y  de  un 
malhumor  insoportable,  algo  febricilante,  con  vértigos  (no  podía  tener- 
se en  pie  y  vomitaba  con  gran  facilidad)  y  con  marcada  somnolencia. 

Inútil  decir  que  no  se  prestaba  á  examen  alguno;  protestaba  con 
todas  sus  fuerzas,  y  sólo  con  gran  paciencia  y  buenos  puños  para  suje- 
tarla, pudimos  ponernos  en  condiciones  de  examinarla. 

El  conducto  estaba  lleno  de  sangre  coagulada,  y  en  el  fondo,  por 
medio  del  estilete,  se  apreciaba  un  cuerpo  duro,  qué  al  ser  tocado  pro- 
vocaba inmensos  gritos  y  lloros.  Se  nos  ocurrió  desde  luego  emplear 
el  procedimiento  clásico,  que  salvo  rarísimas  excepciones  no  nos  ha 
fallado  nunca  en  nuestra  ya  larga  práctica:  las  inyecciones  de  agua 
tibifi  alcalina  y  esterilizada.  De  ella  consumimos  unos  diez  litros,  á 
mínima,  media  y  gran  presión,  sin  sacar  más  que  coágulos  de  sangre 
y  dejar  el  conducto  limpio  de  todo  cuerpo  extraño  que  no  fuera  el  que 
pretendíamos  extraer.  Las  inyecciones  fuertes  atravesaban  la  caja. 
pues  la  niña  deglutía  y  salía  agua  por  su  boca  y  nariz.  Esto  nos  ex- 
plicaba en  parte  el  que  la  inyección  no  diera  resultado,  pues  el  chorro, 
en  vez  de  replegarse  por  el  íímpano  y  contra  el  cueri)0  extraño,  encon- 
traba salida  relativamente  fácil  por  la  trompa  de  Eustaquio.  Procurá- 
bamos de  tiempo  en  tiempo  modificar  con  el  estilete  ó  con  el  g^nrbo 
de  Politzer  la  posición  del  cuerpo  extraño  (por  más  que  después  dp 
cada  inyección  le  veíamos  en  posición  distinta),  pero  todo  inútil;  el 
cuerpo  extraño  se  movía  en  todas  direcciones,  pero  no  podía  enfilar  el 
conducto,  cuyo  istmo  era  de  un  diámetro  mucho  más  pequeño ;  asi  eí^ 
que  nos  hacía  el  efecto  de  una  bolita  de  corcho  de  los  silbatos  de  alarma 
que  se  mueven  perfectamente  en  su  casa  sin  poder  nunca  salir  de  ella. 

A  todo  esto  la  niña  empezó  á  vomitar  de  nuevo;  el  abatimiento  era 
grandísimo,  los  síntomas  de  vértigo  por  excitación  laberíntica  induda- 
bles, y  determinamos  aplazar  otras  maniobras  parala  siguiente  sesión. 
Al  día  siguiente  el  estado  era  casi  igual;  todos  los  ganchos  y  gtinchi- 
tos  y  unas  pinzas  de  Politzer  de  doble  articulación  y  cuanto.s  instru- 
mentos se  encuentran  en  el  gabinete  del  otologista  y  qite  no  pn^dan  ia- 
cer  sangre,  fueron  sucesivamente  empleados  sin  ningún  resultado.     La 
piedrecita  se  movia  perfectamente  en  su  jaula;  pero  era  imposible  lle- 
varía hacia  fuera.    Quedaban  dos  recursos.    El  primero,  esperar  á  qut 
cicatrizara  el  tímpano,  y  aprovechando  el  rebote  del  agua,  impelar  al 
exterior  el  cuerpo  extraño  (medio  de  dudoso  resultado).     El  seg'umhj. 
hacer  la  decolación  temporaria  del  conducto  auditivo  membranoso. 
Este  era  la  nlllma  ratio,  pues  no  habiendo  infección  ótica  y  tratándu-v 
de  un  cuerpo  que  podíamos  considerar  como  aséptico,  sobre  todo  des- 
pués de  tanto  lavado,  bien  sabida  de  memoria  teníamos  la  excepcional 
tolerancia  que  el  oído  externo  y  hasta  el  medio  tienen  para  los  cuerptis 
extraños  inertes.    Pero,  por  otra  parte,  la  somnolencia  de  la  enlterniita. 
los  vértigos  traducidos  por  la  vacilación  en  la  marcha  y  por  los  v<w 
mitos,  no  nos  daban  aquella  completa  tranquilidad  que  hubiésemos 
tenido  si  no  hubiese  habido  afección  timpánica, 

Kn  estas  dudas,  se  le  ocurrió  á  nuestro  ayudante,  Sr.  Ventosa,  la  jm»- 
sibilidad  de  que  tratándose  de  un  cuerpo  oblongo,  uno  de  sus  pola- 
podría  ser  fácilmente  asequible  el  aj^a  de  Wilde,  y  llegando  por  un- 
<le  ellos  á  la  mitad,  el  c;uerpo  extraño  podría  ser  fácilmente  extraíd-'. 
La  idea  me  pareció  tan  oportuna  y  realizable,  que  mandé  armar  el 
asa  (le  Wilde  con  crin  de  Florencia,  y  á  la  segunda  tentativa  pude  co 
ger  el  cuerpo  extraño,  y  á  pesar  déla  enorme  resistencia  que  ofrecía. 
lo  cual  me  oblig')  á  suspender  por  un  momento  la  tracción,  á  fin  df» 
asegurarme  de  que  era  realmente  el  cuerpo  extraño  lo  que  traía  el 
asa,  llegué  con  él  liasta  el  istmo  del  conducto,  á  un  centímetro  del 


Mortaliáimd  infantil  en  Madrid  487 

meato,  en  donde  al  practicar  una  nueva  tracción  se  deslizó  el  asa  sa- 
liendo, pero  dejando  uno  de  los  polos  del  ovoide  hacia  fuera,  lo  cual 
hizo  muy  fácil  la  introducción  de  una  pequeña  cucharilla  fenestrada 
que,  haciéndola  maniobrar  como  palanca,  sacó  el  cuerpo  extraño. 

Examinado  el  tímpano,  vimos  una  enorme  pérdida  de  substancia 
en  sentido  oblicuo,  de  atrás  á  delante,  que  lleg^aba  casi  al  sulcus. 

No  sé  si  se  habrá  empleado  otras  veces  el  asa,  y  es  fácil  qije  así  sea; 
pero  de  todas  maneras  como  los  clásicos  no  hablan  de  ello  en  este  caso 
particular,  que  es  precisamente  uno  de  los  capítulos  de  la  otología  en 
que  se  preconizan  instrumentos  y  medios  que  á  fuerza  de  ingeniosos 
resultan  extravagantes,  creo  útil  ponderar  las  excelencias  de  un  instru- 
mento que,  además  de  estar  en  la  mano  de  todos  los  otologistas,  tiene 
la  grandísima  ventaja  de  ser  en  absoluto  inofensivo,  sobre  todo  usando 
como  asa  la  crin  de  Florencia,  y  que  aun  cuando  tenga  que  penetrar 
á  través  de  una  perforación  timpánica  puede  hacerlo  sin  riesgo  alguno. 

Mortalidad  infantil  en  Madrid  '> 

Sus  prlnolpalea  eanaaa  y  medios  de  eombatlrla 

D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona 

Vocal  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad  y  Director  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas 

Encontradas  son  las  opiniones  que  se  !ian  emitido  acerca^de  la  salu- 
bridad de  Madrid.  Mientras  unos  consideran  que  sus  condiciones  sani- 
tarias son  tan  detestables  que  merece  el  calificativo  de  la  ciudad  de  la 
muerte,  otros,  por  el  contrario,  juzg'an  que  este  criterio  no  sólo  es  exa- 
gerado, sino  injusto,  fijándose  en  que  el  coeficiente  de  mortalidad  que, 
según  las  estadísticas  corresponde  á  Madrid,  superior  al  de  otras  mu- 
chas capitales  de  Europa,  es  completamente  erróneo,  puesto  que  tiene 
por  base  el  número  de  habitantes  que  figuran  en  el  censo  de  población. 

Si  Madrid,  dicen,  acusa  una  mortalidad  de  32  por  1,000,  es  debido  á 
que,  para  hacer  este  cálculo,  se  parte  del  concepto  equivocado  de  que 
el  número  de  sus  habitantes  es  tan  sólo  de  528,984,  siendo  así  que  si  el 
censo  estuviese  bien  hecho,  dicha  cifra  sería,  sin  duda  alguna,  mayor, 
y  por  lo  tanto,  el  coeficiente  de  mortalidad  resultaría  menor. 

De  igual  modo  se  impugnan  las  estadísticas  que  tienen  por  base  el 
estudio  comparativo  entre  la  mortalidad  y  la  natalidad^  en  el  supuesto 
de  que  no  todos  los  nacidos  son  inscriptos  en  los  Registros  civiles,  y 
por  consiguiente,  no  pueden  los  resultados  de  la  comparación  conside- 
rarse como  exactos. 

Reconociendo  que,  en  el  fondo,  no  dejan  de  tener  algún  fundamen- 
to de  razón  estas  objeciones,  no  he  adoptado  ninguno  de  los  dos  procedi- 
mientos; y  en  el  modesto  trabajo  que  hoy  tengo  el  honor  de  someter  á 
la  consideración  de  esta  ilustrada  Junta  municipal  de  Sanidad,  he  liecho 
el  estudio  comparativo  entre  la  mortalidad  infanlil  y  la  mortalidad  ge- 
neral, y  de  este  modo  resalta  más  á  la  vista  la  enorme  cifra  de  niños 
me?iOi'es  de  cinco  afios,  que  anualmente  perdemos  en  esta  coronada  Villa 
y  Corte;  cifra  que,  en  verdad,  resulta  aterradora  y  que  demanda  de 
nuestras  Autoridades  locales  una  activa,  pronta  y  enérgica  campana 
sanitaria,  y  de  los  Médicos  y  de  los  Higienistas  una  incansable  y  bene- 
ficiosa propaganda. 

Los  datos  numéricos  que  consigno,  están  tomados  del  Boleí/71  men- 
sual de  Sanidad,  que  desde  I.""  de  enero  de  1888  á  30  de  junio  de  1896,  pu- 
blicó la  Dirección  general  de  Beneficencia  y  Sanidad  y  del  Boletín  de  Esta- 
distica  demográfica,  que  desde  1896  publica  este  ilustre  Ayuntamiento. 

( 1)    Informe  presentado  á  la  Junta  municipal  de  Sanidad,  en  virtud  de  acuerdo  de  la  misma,  en 
23  de  diciembre  de  1902  y  leído  ea  6  de  ma'-zo  de  1903. 


Mortalidad  infantil-tn  Madrid 


Estado  A 

ESTADÍSTICA     DEMOGRÁFICA     DE    MADRID  (1) 
Mortalidad  en  Madrid  durante   los  años   de  1888,  89,  90,  91,  92,  93,  94  y  9S 


S«  0  diA 

A  Bit 

Airofi 

á 

8  AflOI 

.7,49.' 

ASafioi 

Aldftfloi 

A20&fiei 

A26ftfioi 

A  iO  afloi 

A^Oalbt 

A  80  «fiel 

di 

SOafist 

TCUl 

1888.  .  . 

1,206 

567 

463 

633 

1.616 

2.385 

2,476 

398 

i:.íii 

1889.  .  . 

8,263 

1,796 

775 

509 

765 

1,763 

2,883 

3,071 

492 

20  3i: 

1890.  .  . 

8,07(> 

1,916 

981 

796 

955 

2,312 

3,000 

3.195 

393 

■i.'.i» 

1891.  .  . 

7,044 

1.351 

678 

494 

673 

1,861 

2,414 

2,669 

365 

r.3.9 

1892.  .  . 

7,736 

1,023 

529 

583 

635 

1,593 

2.410 

2,455 

324     i:.>^ 

1893.  .  . 

7,L'87 

804 

415 

457 

565 

1,767 

2,533 

2,835 

357      r.'i^J 

1894. .  . 

7,031 

9t9 

5L'9 

i07 

582 

1.637 

2,476 

2;657 

401      lt>.'5'>' 

1895.  .  . 

9,076 

1,394 

637 

536 

629 
5,437 

1,491 

2,433 
20,534 

2,523 

377 

1(*.<t¥. 

62,005 

10,439 

5,111 

4,245 

14,040 

21,881 

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Estado  B  (1896). —  Defunciones  ocurridas  durante  dicho  año 

NACIMIENTOS   15,949.     -    DEFUNCIONES   18,102      —    DIFERENCIA  -  2,153 


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Estado  C  (1897). —  Defunciones  ocurridas  durante  dlclio  año 

NACIMIENTOS    15,413.    —    DEFUNCIONES   14,564.    —    DIFERENCIA  +  m 


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Mortalidad  infantil  en  Madrid 


489 


EstAdo  D  (1898). —  Defunciones  ocurridas  durante  dlcbo  año 

NACIMIENTOS  15,629.    —    DEFUNCIONES  15,277.    —    DIFERENCIA    +    852 


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Estado  E  (1899).  —Defunciones  ocurridas  durante  dicho  año 

NACIMIENTOS  15,473.    —    DEFUNCIONES  15,863.    —    DIFERENCIA    —    890 


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NACIMIENTOS  íi2,463.  —  DEFUNCIONES  63,806.  —  DIFERENCIA  —  1,343 


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5970 

Febrero 

1176     :ii 

103 

56      73 

157 

345'  420 

501 

551 

692 

530'   150 

15 

15 

5555 

Marzo 

1280      783 

183 

621     91 

142 

344 

446 

496 

574 

632 

431,134 

11 

9 

5618 

Abril 

1101       ^46;   IhX 

69      83 

136>  334 

414 

411 

461 

513 

348'     81 

16 

10 

4981 

Mayo 

1239      Í)ü9,  180 

64      82 

141 !  322 

392 

431 

493 

5.0    304 

^5 

9 

14 

5225 

Ju  lio 

ia2íí.   1014    182 

75      72 

139 

345 

314 

411 

454 

473'  331 

83 

4 

9 

5235 

Julio 

16N7I     962'   21H 

95!     84 

131 

313'  345 

388 

452 

4381   322 

93 

6 

7 

(541 

Agosto  .... 

12:U,     H2!)     167      4h|     72 

138 

318    339    366 

4íK> 

375     276 

80 

10 

16 

4665 

Septiembre.  .  . 

104^      Us'Jl   170'     Ü7l   101 

141!  3s3|  347 

358 

4«8 

427     248 

78 

8 

14 

4509 

Octubre 

1151       753     104      <i«)      93    1.55;  3921   437 

495 

463    347 

102 

6 

12 

5158 

Noviembre  .  .  . 

11871     83X,   190 

60 1     84 1    152!   426    373 

519 

463 

503    369 

127 

9 

22 

5322 

Diciembre  .  .  . 

13JÜ       X'iH     157 

63'     98     163.   43»    474 

491 

G15 

655    517 

171 

14 

21 

6027 

t5lS7     í>?<:»S,210íl 

77:.  101311752  43:n)  4726 

5386 

6021 

6424  4549  132K 

122 

177 

63806 

2ón><r) 

r)i>49                 6'.>0 
'i-M)\  1 '2111 '58  2'74' 

r^vj 

8-44 

9-43 

10*06  7*12  2-08 

0*19 

0*27 

23-801  l.VM 

39' 31                       H-85                1 

1 

1         1 

4^  Escuelas  munioipalts  dé  BarcHona 

Diagrama  a 

26,000  — 

26,000—^  MORTALIDAD       €l<^ 

24  000  -  H  NATALIDAD  62.4» 

23,000  ^H  DIFERENCIA  —      t,3U 

22,000  ^^M 
21^000  ^H 
20,000 -H 
19^000 -H 
18,000 -H 
17,000  -H 
16,000  ~H 
15,000  ~H-H 
14,000  ~H-H 
13,000  IlB-H 
12,000  —  H-H 
11,000  ^H-H 

10,000  HH^H 

9,000  —H-K 
8,000— H-H 

7;ooo  —  H— H 
6,000  nH^H 
5,oaolH^H 

4,000  --H'H 
3,000  —H-H 
2,000  ~HlH 

'^ =PIeIéIeI:EI=1I:IéEI: 

^1    i       :      o     s     ^     5      s     s     í5     g     g     gf    "Sg 

Q^         Q  «4  m  «4  C4  eo  <«  lA  <o  i>.  3b  <sU3 

Flg.  19.  —  Diagrama  de  Ja  mortalidad  en  Madrid.  —  1896, 1897, 1898  y  1899 

(Se  continuará). 

Escuelas  M unieipales  de   Bapeelona 

Deaorlpolóii  do  ana 
Oritloa,  raglaa  blgiénloaa,  ensefianaa  y  enfermeiladas 

POR 

D.    CÁNDIDO     COROMINAS    É    IlLA 
Alumno  sobresaliente  de  Higiene  Pública 

La  escuela  municipal  que  he  visitado,  y  en  general  ninguna  de  las 
que  actualmente  funcionan  en  Barcelona,  tiene  patio  de  recreOy^STH  las 
lloras  de  descanso.  Sería  muy  conveniente  que  cada  Colegio  lo  tuviera, 
aunque  su  extensión  no  fuera  más  que  de  150  á  'JOO  metros  cuadrados, 
como  asimismo  una  sala  destinada  ai  mismo  objeto,  utilizable  en  los 

(i)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 


Escuela»  municipaUs  de  Barcelona  4gi 

días  de  lluvia  y  en  el  verano  durante  las  horas  del  sol.  El  patio  de 
recreo  ha  de  recibir  el  sol  y  el  aire  y  poseer  un  suelo  seco  y  liso,  no 
recubierto  con  arena,  como  se  hace  con  el  de  los  jardines;  si  quiere 
ponerse  arbolado,  es  preferible  que  sea  de  pinos,  eucaliptos,  tilos,  etc., 
que  son  aromáticos  y  purifican  la  atmósfera ;  si  quiere  instalarse  ban- 
cos, han  de  ser  de  madera  imputrescible  y  colocados  en  la  pared  ó  en 
el  suelo. 

Como  el  Colegio  de  Santa  Ana  no  tiene  ningún  medio  de  cale^iía- 
miento,  no  puede  hacerse  crítica,  sino  condenar  esta  falta  imperdonable. 

En  las  escuelas  bien  organizadas  debe  procurarse  que  la  tempera- 
tura de  las  clases  oscile  entre  14**  y  16^  centígrados  en  todas  las  estacio- 
nes del  año.  Para  lograrlo  en  invierno,  es  preciso  echar  mano  de 
algún  aparato  ó  algún  medio  de  calefacción ;  la  chimenea  española  no 
es  aplicable,  porque  necesita  de  una  persona  que  constantemente  esté 
vigilándola ;  tampoco  las  estufas  ordinarias,  porque  dejan  filtrar  el 
óxido  de  carbono  á  través  del  tubo  de  salida  del  vapor;  tampoco  los 
caloríferos  de  aire,  agua  ó  vapor  de  agua,  ya  que  su  instalación  es 
muy  cara  y  el  Municipio  no  podría  sostener  el  gasto ;  únicamente  las 
estufas  eléctricas  podrán  llenar  el  cometido  el  día  que  estén  al  alcance 
de  todas  las  fortunas,  pues  reúnen  á  la  ventaja  de  no  ser  peligrosas  la 
facilidad  en  su  manejo. 

La  ventilación  y  la  refrigeracióíi  del  local  siempre  han  de  ser  imper- 
fectas, dada  la  situación  de  la  Plaza  de  Santa  Ana,  pero  esta  dificultad 
aun  se  solventaría  en  parte  si  la  escuela  estuviese  bien  construida: 
las  ventanas  que  miran  á  Oeste  son  deficientes,  tanto  en  número  como 
en  su  tamaño.  Estas  aberturas,  que  son  la  base  fundamental  del  sa- 
neamiento de  una  habitación,  han  de  ser  grandes,  teniendo  á  lo  menos 
las  cuatro  quintas  partes  de  la  altura  de  la  pared. 

Estas  ventanas  deben  abrirse  ampliamente  cuando  las  clases  no 
están  ocupadas  por  los  alumnos,  en  todas  las  estaciones  del  año ;  en 
invierno  obtendremos  una  ventilación  continua  utilizando  el  sistema 
de  los  cristales  dobles,  perforados,  etc. 

La  iluminación  natural  de  aquella  escuela  se  logra  por  los  mismos 
medios  que  la  ventilación  ;  si  bien  la  cajitidad  de  luz  recibida  espeque- 
ña,  ésta  entra  por  el  sitio  mejor  que  puede  entrar,  que  es  por  el  lado 
izquierdo  de  los  niños.  En  efecto :  si  viene  de  frente,  les  molesta  su- 
mamente la  vista;  si  entra  por  la  parte  posterior,  al  leer,  los  mismos  ni- 
ños se  hacen  sombra,  y  por  lo  tanto,  la  luz  es  disminuida ;  si  entra  por 
la  derecha,  al  escribir  se  hacen  sombra  sobre  el  papel  con  su  propio 
brazo  :  así  es  que  la  mejor  luz  es  la  que  penetra  por  la  izquierda,  y  mejor 
aún  la  zenital,  siempre  que  sea  posible  obtenerla. 

Cuando  por  las  condiciones  en  que  se  halla  el  edificio  no  es  dado 
obtener  una  suficiente  iluminación,  y  ésta  es  unilateral,  se  convierte 
entonces  en  bilateral  instalando  nueVas  aberturas.  Cuando  la  luz  es 
bilateral  y  resulte  excesivamente  viva,  se  amortigua  su  intensidad  me- 
diante cortinillas  ó  persianas.  Procúrese  siempre  que  lá  luz  penetre 
directamente  por  las  ventanas,  sin  que  la  estorben  casas  ni  árboles. 

Cuando  la  escuela  recibe  la  luz  natural  con  escasez,  se  recurre  á  la 
iluminación  artificial  del  local.  Ya  hemos  visto  cuan  escaso  era  este 
medio  en  la  escuela  que  voy  describiendo. 

El  gas  del  alumbrado,  el  petróleo  y,  en  general,  todos  los  cuerpos 
combustibles,  presentan  el  inconveniente  de  dar  una  llama  oscilante  y 
viciar  altamente  la  atmósfera,  condiciones  ambas  que  predisponen  á 
varias  enfermedades  en  la  niñez.  La  lámpara  eléctrica  de  incandes- 
cencia solventa  todos  estos  obstáculos  y  reúne  otras  dos  condiciones 
favorables  de  no  menos  importancia:  la  facilidad  de  su  manejo  y  la 
I  impieza  continua. 


49*  Escuelat  municipaUi  de  Barctlona 

Tanto  si  la  luz  es  natural  como  artificial,  debe  ser  muy  abundante, 
para  evitar  una  deformación  que  suele  adquirirse  en  las  Escuelas  y  no 
reconoce  otro  orig-en  que  la  falta  de  luz :  tal  es  la  miopía.  En  greneral, 
una  lámpara  de  diez  bujías  es  suficiente  para  iluminar  cuatro  alumnos. 

Por  lo  que  respecta  al  affíui,  el  colegio  sólo  tiene  la  del  rvater-closeU 
de  lo  cual  resulta  que  no  hay  ni  un  sólo  lavabo. 

El  agua  de  una  escuela  municipal  ha  de  estar  repartida  en  distin- 
tas secciones  ;  ha  de  ser  muy  abundante  en  los  excusados  y  orinade- 
ros ;  en  el  patio  ha  de  haber  un  lavabo,  otro  en  cada  clase  y  en  cada 
una  de  éstas  un  caño  donde  pueda  atornillarse  una  manguera  para 
lavar  el  suelo  y  las  paredes,  si  es  que  son  impermeables  y  susceptibles 
de  sufrir  esta  operación  ;  por  último,  si  el  Municipio  dispone  de  medios 
suficientes,  debe  instalarse  una  piscina  de  agua  corriente  ó  renovable 
con  facilidad,  y  que  pueda  calentarse  mediante  aparatos  apropiados. 
Estas  reformas  son  tan  necesarias  en  las  escuelas  municipales  como 
en  las  privadas,  ya  que  en  unas  y  otras  los  niños  han  de  aprender  los 
principios  de  limpieza  y  la  higiene  que  no  se  les  enseña  en  sus  c^«ia.s. 

El  mobiliario  de  la  escuela  á  que  me  refiero  es  sumamente  defec- 
tuoso. Los  bancos  y  las  mesas  son  de  un  solo  tamaño,  y  por  lo  tanto 
no  pueden  amoldarse  á  las  distintas  tallas  de  los  alumnos.  De  las  im- 
perfecciones de  estos  dos  muebles  nacen  distintas  deformidades  en  el  or- 
ganismo de  los  niños,  deformidades  que  quedan  indelebles  toda  la  vida. 

Los  bancos  de  las  escuelas  han  de  ser  sencillos,  á  fin  de  que  no  se 
estropeen  con  facilidad  ;  han  de  tener  un  respaldo  plano  que  llegue  á 
la  altura  de  ambas  escápulas  y  en  su  parte  inferior  un  apoyo  para  los 
pies.  Habrán  bancos  con  asiento  á  distintas  alturas,  para  adaptarse  á 
las  diversas  tallas ;  para  que  éstos  estén  en  el  banco  que  les  correspon- 
de, es  preciso  que  puedan  permanecer  sentados,  con  el  tronco  vertical 
y  las  extremidades  abdominales  dobladas  en  ángulo  recto. 

Lo  mismo  diré  respecto  las  mesas:  debe  haber  de  distintos  tamaños 
y  de  diferentes  alturas,  estando  en  relnción  con  las  de  los  bancos:  si 
son  demasiado  altas,  obligan  al  niño  á  levantarse  mucho  para  leer  y 
escribir ;  si  son  demasiado  bajas,  le  obligan  á  inclinarse  hacia  adelante. 
Lo  mismo  pasa  cuando  falta  relación  entre  la  distancia  que  separa  el 
banco  de  la  mesa.  Como  se  comprende,  todas  estas  posiciones  forza- 
das han  de  crear  necesariamente  deformidades  en  el  esqueleto  de  los 
niños ;  á  evitarlas  acude  la  higiene,  procurando  que  mesas  y  bancos 
estén  en  relación  por  lo  que  se  refiere  á  su  altura  y  la  distancia  que 
separa  unas  de  otros. 

Los  mapas  geográficos,  en  general,  reúnen  malas  condiciones  hi- 
giénicas, porque  siempre  se  peca  por  exceso  de  detalles.  Todos  ellos, 
en  vez  de  estar  barnizados,  debieran  ser  mates,  con  pocos  colores  y 
letra  muy  clara,  y  así  no  perturbarían  la  vista  de  los  niños. 

III 

Plan  de  enseñanza  que  diíbe  seguiiisr  kn  la  instrucción 

y  educación  de  los  niños 

El  profesor  de  la  escuela  municipal  debe  procurar  tanto  por  el  des- 
arrollo intelectual  y  moral  de  los  niños  fiados  á  su  cargo,  como  por  el 
físico,  toda  vez  que  representando  el  pueblo  escolar  la  población  del 
porvenir,  degenerará  en  una  raza  débil  y  enclenque  si  la  instrucción 
no  va  acompañada  del  correspondiente  desarrollo  orgánico.  \  Lástima 
grande  que  nuestra  nación  haya  olvidado  este  precepto ! 

Trabajo  intelectuah  —  En  España,  por  término  medio,  los  niños 
pasan  unas  seis  horas  diarias  en  la  escuela,  ó  sea  la  cuarta  parte  del 
día;  en  algunos  puntos  de  Francia  pasan  dos  horas  más,  ó  sean  ocho 


Escuelas  tnunicipaies  de  Barcelona  4g3 


horas.  Jistas  seis  horas  se  reparten  en  tres  por  la  mañana  y  tres  por 
la  tarde,  pero  en  ellas  no  hay  ningfún  rato  de  recreo,  como  se  concede 
en  Francia ;  sería  muy  conveniente  que  aquí  se  estableciera  esta  misma 
costumbre,  porcjue  tres  horas  seg-iiidas  de  observar  y  prestar  atención 
para  un  organismo  delicado  como  el  del  niño,  representan  un  trabajo 
excesivo :  de  aquí  la  fatig-a  mental  ó  surmenage  de  los  franceses,  que 
tanto  acostumbra  presentarse  en  las  escuelas.  Para  evitarlo,  lo  mejor 
es  conceder  un  cuarto  de  hora  de  recreo  por  la  mañana  y  otro  por  la 
tarde,  empezado  á  la  hora  y  media  de  clase ;  esta  práctica'tiene  además 
otra  ventaja,  y  es  que  cuando  los  alumnos  están  en  el  patio  de  recreo, 
pueden  abrirse  las  ventanas  de  las  salas  de  clase  para  ventilar  el  local. 

El  trabajo  intelectual  se  interrumpe  completamente  durante  todo  el 
domingo  y  en  las  tardes  de  los  jueves. 

Sucede  con  frecuencia  que,  además  de  la  escuela,  los  niños  acuden 
á  ciertas  conferencias  complementarias,  de  manera  (^ue  el  conjunto 
representa  unas  ocho  ó  nueve  horas  diarias  de  trabajo,  lo  cual  es  causa 
más  que  suficiente  de  la  fatiga  mental  escolar  que  siempre  deja  huella 
en  el  tierno  organismo  del  niño. 

El  plan  que  siga  el  })r()fesor  para  la  instrucción  de  los  niños  fiados 
á  su  cargo,  puede  contribuir  mucho  á  la  salud  y  facilidad  de  com- 
prensión de  aquéllos. 

Para  la  instrucción  de  los  niños  se  siguen  tres  métodos:  el  de  lec- 
tura, de  escritura  y  por  lecciones. 

En  la  instrucci?)n  por  el  método  de  lectura  se  empieza  por  enseñar 
al  niño  las  primeras  letras  del  abecedario,  impresas  en  grandes  carac- 
teres, que  después  se  le  van  disminuyen<lo  paulatinamente  de  tamaño; 
cuando  conoce  todas  las  letras,  se  le  enseña  á  articular  las  sílabas, 
después  las  palabras,  las  frases  y,  por  último,  se  le  hace  leer  en  los  libros 
impresos. 

En  este  método  de  enseñanza  debe  seguirse  siempre  un  orden  pro- 
gresivo, yendo  de  lo  más  fácil  á  lo  complicado ;  tanto  en  los  libros 
como  en  "los  mapas  y  carteles,  es  indispensable  que  las  letras  sean 
grandes  y  de  fácil  lectura.  Es  condición  precisa  que  los  libros  de  las 
escuelas  estén  impresos  en  papel  blanco  ligeramente  amarillento,  con 
caracteres  de  1*5  milímetros  de  altura  y  unas  interlíneas  de  2*5  milí- 
metros. Como  regla  higiénica  podemos  fijar  que,  en  todo  caso,  debe 
rehusarse  un  libro  «que  colocado  verticalmente  é  iluminado  con  una 
bujía,  situada  á  un  metro  de  distancia,  no  pueda  ser  leído  por  una  vista 
normal,  colocado  á  80  centímetros  de  él». 

Cuando  el  niño  sabe  leer,  se  le  instruye  por  el  método  de  escritura^ 
empezando  por  enseñarle  á  dominar  su  muñeca,  trazando  líneas  rectas 
y  curvas,  después  á  escribir  letras,  palabras  y,  por  último,  una  frase  ó 
una  carta. 

•  Hay  muchos  niños  que  tienen  la  mala  costumbre  de  escribir  apo- 
yándose únicamente  sobre  el  muslo  izquierdo  y  descansando  todo  el 
antebrazo  derecho  encima  la  mesa;  esto  pasa  especialmente  en  aque- 
llos que  se  dedican  á  escribif'á  la  inglesa,  siéndoles  cisi  forzoso  adoptar 
dicha  posición,  para  que  los  caracteres  resulten  bien  redondeados.  Na- 
turalmente que  de  estas  actitudes  viciosas  pueden  resultar  grandes  de- 
formaciones, (jue  luego  expondré. 

Es  indispensable  que  el  niño  se  habitúe  desde  pequeño  á  escribir 
teniendo  el  troMCo  vertical  y  no  apoyando  en  la  mesa  más  que  las  dos 
manos ;  sería  muy  conveniente  que  en  las  escuelas  se  suprimiera  la 
enseñanza  de  la  escritura  á  la  inglesa  é  instruir  únicamente  en  la  es- 
critura llamada  recta. 

En  el  método  de  instrucción  \}0V, lección  es,  al  niño  se  le  enseña  á  re- 
tener en  la  memoria  ciertos  hechos,  reglas,  etc.    Podríamos  decir  que 


494 


Escuelas  municipales  de  Barcelona 


con  este  método  se  hace  una  grimnasia  de  la  memoria,  porque  á  medida 
que  se  ejercita  este  sentido  interno,  va  desarrollándose  paulatinamente. 

E^  la  enseñanza  por  lecciones  es  donde  se  presenta  con  más  fre- 
cuencia la  fatiga  mental,  y  para  evitarla,  el  profesor  debe  hacer  4e 
manera  que  los  programas  sean  sencillos  y  no  poner  muchos  á  La  vez. 
A.sl,  pasa  en  nuestras  escuelas  primarias,  que  el  niño  viene  obligado  á 
estudiar  lecciones  de  Geografía,  Aritmética,  Gramática,  Historias  de 
España,  Sagrada  y  Natural,  Urbanidad,  Doctrina,  etc.,  todo  lo  cual 
hace  que  si  él  quiere  cumplir  con  su  deber,  entre  las  horas  que  pasa 
en  la  escuela  y  las  destinadas  al  estudio  de  tantas  asignaturas,  no 
puede  menos  que  exponerse  á  los  peligros  de  una  ponosis  meatal  con 
todas  sus  malas  consecuencias.  Por  lo  tanto,  es  mejor  que,  si  el  niño 
es  menor  de  nueve  años,  sólo  estudie  una  ó  dos  asignaturas  á  la  par. 
yendo  sucesivamente  de  lo  sencillo  é  indispensable  á  lo  complicado  v 
lo  útil. 

Para  todos  los  grupos  escolares,  pero  especialmente  para  los  párvu- 
los, debe  procurarse  que  la  enseñanza  sea  lo  más  práctica  posible,  por- 
que así  la  retención  de  los  hechos  queda  mucho  más  simplificada  y  !^ 
evita  la  fatiga  mental. 

Sucede  muchas  veces  que  el  niño  no  es  apto  para  una  serie  deter- 
minada de  conocimientos ;  en  este  caso  es  preciso  ensayar  otra  de  dis- 
tinta naturaleza ;  así,  si  no  aprende  las  Matemáticas,  íe  enseñaremos 
la  Geografía,  sino  la  Historia,  etc. 

No  puedo  pasar  de  aquí  sin  dirigir  un  reproche  á  la  mala  instrucción 
que  modernamente  se  da  á  las  niñas.  En  vez  de  enseñarles  las  reglas  de 
una  buena  educación. é  higiene  femeninas,  se  les  instruye  en  el  francés, 
música,  pintura,  etc.,  que  á  más  de  serles  completamente  inútiles,  le5 
ocupa  muchas  horas  del  día  que  no  pueden  dedicar  á  nada  útil. 

Ejercicios  fisicos,  —  Más  atrás  he  hecho  ver  la  necesidad  de  que  el 
desarrollo  de  la  inteligencia  vaya  acompañado  del  de  todo  el  organismo. 

En  Francia,  la  enseñanza  de  la  gimnasia  se  ha  hecho  obligtitoria 
en  todos  los  centros  docentes  subvencionados  por  el  Estado.  El  doetur 
Blayac  dice  que  los  ejercicios  físicos  bien  dirigidos  «desarrollan  cuali- 
dades de  destreza,  flexibilidad  y  fuerza,  preciosas  en  todas  las  cla.<e3^ 
de  la  sociedad,  pero  indispensables  á  los  alumnos  de  la,s  escuelas  pri- 
marias, que  después  han  de  dedicarse  á  profesiones  manuales». 

Entiéndase  (jue  la  gimnasia  ha  de  ser  la  kiffiénica,  no  la  artistícd. 
que  es  antihigiénica  bajo  todos  conceptos. 

Además  de  la  gimnasia,  en  París  se  enseña  la  natación  en  las  e?^ 
cuelas  municipales  y  en  la  Armada ;  en  invierno  este  ejercicio  se  con- 
tinúa calentando  elagua  de  las  piscinas  hasta  la  temperatura  de  24**, 
mediante  aparatos  apropiados.  Huchard  y  Margenot  dicen  que  es  el 
más  útil  é  higiénico  de  todos  los  ejercicios  físicos,  «toda  vez  que  pone 
enjuego  los  músculos  (lue  ordinariamente  están  en  reposo,  desarrolla 
el  pecho  por  las  inspiraciones  profundas  y  sostenidas  que  exige  y  por- 
que une  á  la  acción  muscular  la  influencia  tónica  del  baño  frío  »! 

En  los  países  que,  qxmxxo  España,  no  hay  gimnasios  ni  piscinas,  el 
desarrollo  físico  de  los  niños  que  acuden  alas  escuelas,  se  logra  me- 
diante los  paseos  fuera  de  la  urbe.  En  este  sentido,  dignas  son  de  ala- 
banza las  excursiones  científicas  que  con  éxito  ha  emprendido  el  Cate- 
drático de  esta  Universidad  Dr.  Odón  de  Buen,  pues  mediante  este 
píocedimiento  se  logra  simultáneamente  el  desarrollo  orgánico,  el  de 
los  sentidos  y  el  de  la  inteligencia. 


Bscutias  municipales  ae  Barcelona  4$5 


IV 
Enfermedades  y  epidemias  escolares 

En  los  niños  con  frecuencia  se  ven  ciertas  deformidades  que  no  re- 
conocen otro  origen  que  la  escuela ;  estudiaré,  como  más  frecuentes,  la 
miopía  y  las  desviaciones  vertebrales. 

Miopía.  —  Los  estudios  de  Cohn  han  demostrado  de  una  manera 
evidente  que  la  miopía,  rara  en  el  nacimiento  y  más  frecuente  en  la 
adolescencia  V  en  la  juventud,  á  menudo  tiene  su  origen  en  las  malas 
condiciones  de  las  escuelas.  Crikmann  y  Courad  han  demostrado  lo 
mismo. 

La  miopía  escolar  siempre  es  debida  á  los  esfuerzos  de  acomodación 
que  efectúa  el  globo  ocular  para  adaptarse  á  la  visión  de  los  objetos  de 

{)equeño  tamaño  ó  situados  á  una  gran  distancia.  Este  órgano  se  de- 
órma  gracias  á  las  múltiples  presiones  que  sobre  él  ejercen  los  múscu- 
los rectos  y  oblicuos,  para  verificar  los  innumerables  movimientos  que 
la  lectura  exige. 

Más  atrás  ya  nos  hemos  ocupado  acerca  la  manera  de  prevenir  esta 
deformidad,  por  lo  que  respecta  á  la  cantidad  de  luz  de  una  escuela  y 
las  condiciones  que  han  de  reunir  los  caracteres  de  los  libros  y  de  los 
mapas. 

Deformaciones  vertefyrales.  —  Son  debidas  á  actitudes  viciosas  que 
toman  los  niños  cuando  están  sentados  durante  mucho  tiempo. 

La  escoliosis  es  la  deformación  que  se  presenta  con  más  frecuencia; 
la  convexidad  mira  k  la  derecha,  porque  la  desviación  es  debida  á  la 
mala  costumbre  de  escribir  sentándose  sobre  el  muslo  izquierdo  y  apo- 
yando todo  el  antebrazo  derecho  encima  de  la  mesa,  para  escribir  con 
el  carácter  inglés.  La  mala  disposición  de  los  bancos  y  las  mesas  tam- 
bién puede  contribuir  mucho  á  su  producción. 

Ya  hemos  dictado  las  reglas  higiénicas  relativas  al  mobiliario  y  á 
la  manera  de  escribir,  para  evitar  esta  deformación. 

Más  atrás  hemos  hablado  del  surmenage  y  dictado  reglas  para  evitarlo. 

Enfermedades  y  epidemias.  —  Las  que  más  deben  temerse  en  las 
escuelas  son  las  siguientes :  Fiebres  eruptivas  (sarampión,  escarlatina, 
viruela,  varioloide  ),  varicela,  difteria,  coqueluche,  parotiditis,  cólera, 
fiebre  tifoidea,  grippe,  disentería,  afecciones  cutáneas  (tinas  favosa, 
tonsurante  y  pelada),  y  ciertas  oftalmías  infecciosas.  Por  imitación, 
pueden  comunicarse  también  la  epilepsia,  el  histerismo  y  la  corea,  pero 
estos  casos  ya  son  más  raros. 

El  aislamiento  de  un  niño  afecto  de  cualquiera  de  las  enfermedades 
acabadas  de  citar,  será  de  40  días  si  se  trata  de  la  escarlatina,  viruela, 
sarampión,  varioloide  y  difteria,  y  25  para  la  varicela,  coqueluche  y 
parotiditis. 

Cuando  en  una  urbe  se  presente  una  epidemia  de  cualquier  natura- 
leza, en  las  escuelas  deben  seguirse  los  preceptos  siguientes  : 

I.*"  El  local  ha  de  estar  mas  limpio  que  de  costumbre,  practicando 
una  desinfección  perfecta,  fuera  de  las  horas  de  clase. 

2.^  Debe  mandarse  á  los  niños  á  que  se  laven  y/  desinfecten  las 
manos  en  el  momento  de  entrar  en  la  escuela. 

3.**  Alejarlos  inmediatamente  de  este  local  cuando  presenten  sín- 
tomas de  la  enfermedad  reinante  ó  haya  algún  atacado  en  su  familia. 

4.*^  Durante  toda  la  epidemia  debieran  pasarse  la  mayor  parte  de 
las  horas  de  clase  explicando  los  principios  elementales  de  la  higiene 
en  lo  relativo  á  la  manera  de  evitar  la  enfermedad. 


w- 


496 


Prontuario  de  los  9n»en€namientos  más  comunes  y  sus  primeros  auxilios 


5.*"  Practicar  un  reconocimiento  facultativo  diario  del  local  lo? 
profesores  y  los  alumnos;  y 

6.**  No  admitir  en  la  escuela  ningún  niño  atacado  y  curado  va, 
sin  que  vaya  acompañado  del  correspondiente  certificado  facultativo, 
que  exprese  han  pasado  los  peligros  de  contagiar  á  los  otros  niños. 

Inútil  es  decir  que  en  una  epidemia  de  viruela  todos  los  profesoreí^ 
y  escolares  han  de  ser  revacunados. 

Inspección  médica  é  higiénica  de  las  escunas.  —  Años  atrás,  en  Bar- 
celona, el  Municipio  nombró  una  Comisión  de  médicos  para  que  prac- 
ticara el  reconocimiento  de  las  escuelas  municipales  y  emitiera  su  dic- 
tamen anualmente  ;  la  obra  fué  empezada  con  mucho  ánimo  por  parte 
de  los  médicos,  pero  pronto  decayó  al  ver  que  aquella  entidad  no  cum- 
plía-sus  promesas  en  lo  relativo  k  sufragar  los  gastos, 

Actualmente,  en  España,  la  inspección  de  las  escuelas  públicas  la 
practica  un  delegado  de  la  autoridad  llamado  InspectoTy  y  como  que 
cada  provincia  no  cuenta  más  que  con  uno  solo  de  estos  agentes ,  resulta 
que  la  inspección  de  las  escuelas  en  las  gr^indes  provincias,  como  B?ir- 
celona,  sólo  se  efectúa  cada  seis  ú  ocho  años. 

Siendo  tan  delicada  la  ejecución  de  las  medidas  de  higiene,  no 
puede  confiarse  más  que  á  médicos. 

Los  médicos  inspectores  debieran  visitar  las  escuelas  menaualraente 
en  épocas  normales  y  diariamente  en  tiempo  de  epidemias,  adoptando 
en  este  caso  medidas  necesarias  para  evitar  que  la  infección  llegue  á 
la  escuela ;  pero  si  todas  las  medidas  tomadas  fracasan  y  hay  vario- 
niños  afectos  de  la  enfermedad  reinante,  deben  ponerlo  en  comunica- 
ción de  las  autoridades  competentes,  para  que  dispongan  el  cierre  del 
establecimiento. 


Prontaario  de  los  eavenenamlentos  más  comnnes 
y  sas  primeros  auxilios  a) 


Dr. 


POK   EL 

Domingo  Crbmona 


Las  substancias  escritas  con  bastardilla  pertenecen  á  los  envenenamien- 
tos más  frecuentes,  y  las  palabras  que  van  entre  comillas,  en  las  indiracic»- 
ues,  están  puestas  con  el  fin  de  llamar  la  atención  al  que  suministre  el  pri- 
mer auxilio. 

Ácidos  minerales  y  orgánicos 

Acido  clorhídrico  :  Agua  de  jabón  (7  7t  Por  1»000).  —  Magnesia  diluida 
en  el  agua.  —  Bicarb  nato  de  sosa  (10  por  1,000).  —  Agua  tibia  hasta  produ- 
cir vómito.  —  Aceite.  —  Inyección  de  morfina  («hasta  0*08  centigramos  5i 
hay  dolor*).    «  No  debe  usarse  la  bomba  estomacal ». 

Acido  sulfúrico :  Agua  de  jabón.  —  Agua  de  cal  («100  gramos  por  cucha- 
radas, cada  diez  minutos»).  —  Cenizas  diluidas  en  el  agua.  —  Magnesia  cí»b 
agua.  — Bicarbonato  de  sosa  en  pequeñas  dosis.  — Aceite.  — Leche  v*  a 
voluntad»). — Agua  albuminosa. —  Inyecciones  de  morfina.  «No  deb«f 
usarse  la  bomba  estomacal». 

Acido  nítrico:  Agua  de  jabón. —  Bicarbonato  de  sosa. —  Amoníaco  di- 
luido eu  agua.  —  Magnesia.  —  Agua  de  cal.  —  Agua  albuminosa. —  A^ceite 
(«á  voluntad  »).  —  Inyecciones  de  morfina. 

Acido  cianhídrico:  Por  inhalación,  hacer  aspirar  éter,  amoníaco. 

Cloruros:  agua  de  laurel-cerezo :  Por  ingestión.  Provocar  el  vómito  («apo- 
morfina,  una  ó  dos  jeringuitas  Pravaz  d"  la  solución  al  I  por  100.  — Ipeca- 
cuana hasta  2  gramos»)  —Lavado  del  estómago. —Agua  de  cloro.  —  Sul- 
fat)  de  hierro  con  magnesia  hidratada  («magnesia,  12  gramos;  sulfato  de 


(1)    Semana  médica,  de  Buenos  Aires. 


Prontuario  de  los  enptnenamientos  más  comunes  y  sus  primeros  auxilios  4g7 


hierro,  30;  agua,  250)  hasta  doce  cucharadas  con  intervalos  de  un  cuarto 
de  hora». 

Estimulantes.  —  Éter  clorhídrico,  «2  gramos  en  200,  frecuentemente  re- 
petidos». «Si  el  enfermo  no  puede  tragar,  dárselo  en  enemas».  — Inyec- 
ciones de  alcohol.  —  Éter. 

Suero  artiftcial.  —Alcanfor.  —Baño  caliente  y  agua  fría  sobre  la  cabeza 
y  cuerpo.  —  Fricciones  con  agua  de  Colonia.  — Alcohol  alcanforado. 

Oxígeno.  —  Respiración  artificial  («Tracciones  rítmicas  de  la  len^fua, 
16  por  minuto ;  métodos  Sylvester  y  Pacini » ;  electricidad  («orrientes  inte- 
rrumpidas en  el  pecho  ó  sobre  el  corazón  »). 

AüiDO  acético:  Magnesia  («á  voluntad»).  —  Leche.  —  Bicarbonato  de 
sosa.  — Inyecciones  de  m«jrfina. 

Acido  oxálico  y  oxalatos:  1.**  Debe  darse  creta  en  suspensión  en  el 
agua.  —  Hidrato  de  magnesia. —  Sacarato  de  cal  («3  gramos,  repetidos  á 
menudo»).  Después: 

2.**  Provocar  el  vómito  :  {«  Apomorfina,  unaó  do<  jeringuitas  Pravaz  de  la 
solución  al  1  por  100.  —Ipecacuana,  hasta  2  gramos»). 

3."    Purgantes.  —  («Aceite  de  ricino,  30  gramos»). 

Acido  fénico:  1.®  Sulfato  de  sosa  y  magnesia  («30  por  1,000  de  agua 
caliente  »).  —  Agua  de  jabón. 

2.°  Bomba  estomacal. — Vómitos  («apomorñna,  mostaza:  una  cucharada 
de  >opa.  —  Ipecacuana») 

3.°  Lavado  del  estómago  («Sifón  Debove»)  con  sacarato  de  cai.  Sulfato 
de  sosa  ó  magnesia.  —  Agua  albuminosa.  —  Aceite  ricino  («  30  gramos  ».  — 
«  Aceite  de  olivas  (100  gramos). 

Estimulantes:  Inyecciones  de  alcohol,  éter,  alcanfor.  —  Suero  artiñcal.— 
Fricciones.  —  lílectricidad  («  interrumpidas  »).  —  Oxígeno.  —  Respiración  ar- 
tificial. 

Crbosota.  —  El  mismo  tratamiento  que  el  anterior. 

Metales  y  Metaloides 

ARséNico:  1.°  Vomitivo  («  apomorfinia,  una  ó  dos  jeringuitas  Pravaz  de 
la  solución  al  1  por  100.  —  Ipecacuana  hasta  2  gramos ;  Sulfato  de  cobre,  0*20 
gramos  en  150  de  ngua,  una  sola  vez;  Sulfato  de  zinc,  hasta  un  gramo  en 
200  de  agua,  en  una  sola  vez»). 

2.'    Lavado  del  estómago  («  Magnesia  calcinada,  10  por  1,000» ). 

3."  Hidrato  férreo  gelatinoso  («4  á  8  gramos,  ósea  una  ó  dos  cucharadas 
de  café  en  una  taza  de  agua  azucarada,  cada  diez  minutos»).  «  Se  necesitan 
100  gramos  de  dicha  substancia  para  neutralizar  un  gramo  de  ácido  arse- 
nioso». 

4.°    Magnesia  hidratada  («  una  cucharada  de  postre  cada  diez  minutos)». 

5."  Magnesia  y  hierro  hidratado  («sulfato  de  peróxido  de  hierro,  100 
gramos;  agua,  260,  y  añádase:  magnesia,  15  gramos;  agua,  250»),  cada 
cinco  minutos  2  cucharadas  de  sfipa. 

Estimulantes:  Fricciones  —Calor. 

Antimonio  :  Vomitivos  («igual  que  el  anterior»). 

Acido  tánico  («  2  gramos  en  agua»).  —  Cocimiento  de  quina  gris.  —  In- 
fusión de  café  ó  té.  —  Agua  albuminosa  —  Leche. 

Estimulantes :  Fricciones.  —  Calor. 

Mercurio:  Agua  albuminosa  («cuatro  claras  de  huevo  por  un  litro 
de  agua»). 

(Bicloruro) :  Provocar  el  vómito  :  («vomitivos,  agua  tibia»).  (Lavado  del 
estómago  con  la  misma  agua  albuminosa). 

Estimulantes  si  hay  depresión. 

Cobre:  I.""  Si  no  hay  vómitos  (« raro »),  provocarlos  («  vomitivos :  apo- 
morfina »). 

2.°  Agua  albuminosa.  —  Leche  («en  abundancia»).  —  «Ferrocianuro 
de  potasio  ». 

3.®    Bomba  ó  lavado  estomacal. 

4.°    Inyecciones  de  morfina  ó  XXX  gotas  de  láudano. 

Plomo  :  Bomba  estomacal.  —  Vomitivos.  —  Lavado  del  estómago  con 
(«ácido  sulfúrico  al  2  por  1,000»).  —  Agua  albuminosa.  —  Leche.  —  Sulfato 
de  sosa  ó  magnesia  («50  gramos  en  500  de  agua»),  —  Inyecciones  morfina. 


40i  Prontuario  de  los  enpenenamientos  más  eomun$s  y  tus  primeros  auxiíiot 

Plata  (nitrato):  Agua  salada.  —  Leche  («á  voluntad »).  — Evacuación 
del  estómag-o  (« lavado  ó  vomitivos»).  —  Agua  albuminosa. 

ZtNC  :  Leche.  —  Agua  albuminosa  («en  abundancia»).  —  Vomitivo  6 
lavado  después  de  lo  anterior.  —  Purgantes  («  aceite  ricino»). 

Fósforo:  Vomitivos  («véase  arsénico»).  —  Lavado  del  estómago  («a?us 
simple  ó  agua  oxigenada  »).  —  «  Bsencia  de  trementina  (4  fr  8  gramos  du- 
rante las  veinticuatro  horas  á  intervalos  de  media  hora»).  — Agua  albumi- 
nosa. —  Almidón.  —  Magnesia.  —  Oxígeno. 

Iodo  (tintura  de  iodo):  Lavado  estomacal.  — Vomitivos.  —  Cocimiento 
de  almidón.  —  Engrudo  de  harina.  —  Agua  albuminosa.  —  Emolientes- 
Inhalaciones  de  nitrito  de  amilo.  —  Inyecciones  de  morfina  hasta  0*03  gra- 
mos, si  fuere  necesario. 

Metales  alcalinos  y  alealinoterrosos 
Potasa,  amoníaco:  Sosa:  Vinagre  con  agua  («vinagre  de  tocador»' 
jugo  de  varios  limones, limonadas  «cítrica,  sulfúrica, clorhídrica, tártrica- 
Bebida    albuminosa,    leche».  —  Purgantes   aceitosos.  —  Inyecciones  de 
morfina. 

Bicromato  db  potasa  (Pilas  eléctricas) :  Vomitivos.  -  -  Lavados  del  ebt»- 
mago.  —  Carbonato  de  magnesia  — Calen  leche.  —  Agua  albuminosa - 
Estimulantes.  —  Inyección  de  morfina. 

Babio  y  Barita  :  Solución  «concentrada»  de  sulfato  de  sosa  ó  magnesia 
Evacuación  del  e.stómago  («vomitivos  ó  purgantes >0  —  Limonada  («sulfú- 
rica al  2  por  1,000»),  —  Estimulantes.  Si  hay  dolor,  inyección  de  morfina. 

Oases  y  vapores 

Ácido  carbónico  y  aire  confinado  :  Evitar  toda  compresión  en  el  en- 
fermo. —  Quitarle  la  ropa.  — Respiración  artificial  («Tracciones  rítmicas  de 
la  lengua,  16  por  minuto  »).  —  Métodos  de  Sylvester,  Pacini.  —  Inhalacione? 
de  «oxígeno». 

Oxido  de  carbono :  Evitar  toda  compresión  en  el  enfermo.  — Quitarle  .a 
ropa.  —  Provocar  el  vómito.  —  Respiración  artificial.  —  Exposición  al  a:re 
Arrojar  sobre  la  cara  agua  fría  ó  helada  («  varias  veces»).  —  Fricciones - 
Amoníaco.  —  Agua  con  vinagre.  —  Electricidad,  corrientes  ascendente 
( +  «  en  el  ano  y  —  en  la  boca  »). 

«  Una  vez  pasado  el  peligro  »,  estimulantes,  calor,  etc.*—  Suero  artificial. 

Gas  del  alumbrado  :  «  El  mismo  tratamiento  que  los  anteriores». 

Gaí  sulfhídrico  (áe  las  letrinas):  Trasladar  el  enfermo  al  aire  puro  - 
Respiración  artificial.  —  Agua  clorada.  («Se  echa  sobre  un  lienzo  clorur 
de  cal  y  se  vierte  vinagre,  y  se  hace  oler  con  precaución  los  \'Bpores  que>e 
desprenden  »).  —  Amoniaco.  —  Fricciones.  —  Estimulantes 

«Si  hay  ingestión  de  líquido  mefítico»  :  vomitivos.  —  Lavado  del  esto- 
mago («Desinfectantes»).  —  Purgantes. 

Cloro  :  Inhalaciones  de  amoníaco.  —  Oxígeno. 

Alcoholes 

Alcohol  etílico:  Segundo  período :  Desembarazar  el  estómago  del'-^ 
líquidos  que  contenga  («  vomitivos,  apomorflna»).  —  Enemas  de  agua  oo: 
vinagre  ó  agua  salada.  —  Suero  artificial.  —  Evitar  el  enfriamiento.  Terce: 
período  (f<  Coma  ») :  Bomba  ó  lavado  estomacal.  —  Respiración  artificial.  - 
Estimulantes.  —  Fricciones. 

Alcohol  desnaturalizado  (nitro-bencina)  (esencia  de  mirbano):  Vomitivos  - 
Respiración  artificial.  —  Oxígeno.  — «Dermoclisis».  —  Fricciones. —Ca- 
feína, estimulantes.  —  Café  en  ingestión  ó  en  enemas.  —  Electricidad. 

Éter,  cloroformo  por  inhalaciones :  Vigilar  que  las  vías  respiratorii': 
estén  libres.  —  Examinarla  posición  de  la  lengua.  —  Respiración  artifini- 
(«Tracciones  de  la  lengua,  16  por  minuto»).  («  Métodos  Sylvester,  PaciDí  ^ 
Percusión  cardíaca. —Termocauterio.  —  Martillo  de  Mayor.  —  Electricidai 
+  «  en  el  ano  y  —  en  la  boca»).  —  Fricciones.  —  Cabeza  en  declive. 

Por  ingestión  :  Vomitivos.  —  Lavado  del  estómago.  —  Enema  de  café.- 
Alcalinos. 

Bencina:  Bomba  ó  lavado.  —  Vomitivos.  —  Estimulantes:  amoníaco. 
«2  gramos  en  agua».  Inhalaciones  de  amoníaco.  —  Respiración  artificial- 
Electricidad. 


La  t09  gástrica  4qq 


Global  :  Despertar  al  enfermo  de  cualquier  manera. —  Vomitivos.  —  La- 
vado. —  Enema  de  café  («  medio  litro  »).  —  «  Inyección  de  estricnina,  3  mi- 
ligramos ».  —  « Inhalación  de  nitrato  de  amilo  ».  —  Respiración  artiñciaL 

Alcaloides 

Opio  y  morfina:  Vomitivos.  —  Bomba  y  lavado  del  estómago  con  («ta- 
nino, 5 gramos;  agua;  1,000»)  («Iodo,  0*30  gramos;  ioduro  potásico,  0*40; 
agua,  1,000»).  «Pueden  darse  estos  líquidos  como  bebida».  Cafó  á  alta^ 
dosis  ó  en  enema,  cafeína,  revulsión.  —  Estimulantes.  -—  Electricidad.  — 
Inyeccióu  de  atropina  («  2  miligramos) ;  se  repite  al  cuarto  de  hora,  si  es  ne- 
cesario ».  —  Inhalaciones  de  nitrito  de  amilo.  —  Respiración  artificial. 

Líudano  :  Iguales  indicaciones  que  en  el  anterior. 

NuBz  VÓMICA  T  estricnina:  La  vado. del  estómago  «con  las  substancias 
anteriores  ».  r-  Vomitivos  («apomorflna»).  —  Tintura  de  iodo  cada  diez  mi- 
nutos (« X  á  XX  gotas  en  tiLgua»).  —  Purgantes  («aceite  ricino»).  —  Inhala 
ciones  de  nitrito  de  amilo.  —  Cloroformo.  —  Éter.  —  Bromuro  de  potasio.  — 
Cloral.  —  Respiración  artificial. 

Bslladona  y  atropina:  «Lavado  del  estómago  con  las  substancias  men- 
cionadas». —  «Vomitivos».  —  Café.  —  Carbón  animal.  —  Estimulantes.  — 
Fricciones.  —  Sinapismos.  —  Respiración  artificial.  —  Electricidad. 

Cicuta  :  Lo  mismo  que  la  anterior. 

Cocaína  :  Inhalaciones  de  nitrito  de  amilo.  —  Inyecciones  de  cafeína.  — 
Acetato  amoníaco.  —  Purgantes.—  Tanino.  —Quina. —Cloroformo.  — Éter. 
Enemas  de  cloral. 

Esbbina  :  Lo  mismo  que  el  del  opio. 

Digital 
Lavado  del  estómago.  —  Vomitivos.  —  Agua  tibia  ó  solución  de  tanino 
al  5  por  1,000.  —  Té.  —  Café.  —  Estimulantes.  —  Posición  horizontal. 

Cantáridas 
Vomitivos  («de  preferencia  apomorfina»).  —  Bebidas  emolientes  («agua 
albuminosa  *).  —  Leche.  —  Inyecciones  de  morfina  si  hay  dolor.  - 

Intoxicaciones  alimenticias.  —  Hongos  (Muscarina) 
Lavado  del  estómago.  —  Vomitivos.  —  Purgantes.  —  Tintura  de  bella- 
dona («  XXX  gotas  en  poción  »).  —  Atropina  («0'003  gramos,  repetida,  si  e^ 
necesario,  al  cuarto  de  hora»).  —  Estimulantes.  —  Calor. 

Petróleo  (queroseno)  :  Lavado  del  estómago.  —  Vomitivos.  —  Estimu- 
lantes. —  Calor  en  las  extremidades. 

ANILINA  :  Mucho  aire.  —  Respiración  artificial.  —  Oxígeno.  —  Estimu- 
lantes. —  Sangría.  —  Fricciones  secas  sobre  los  miembros  inferiores  > 
tórax.  —  Éter  (inyecciones). 


La  tos  gáLStpiea 


(i) 


POR 

Luis  Revol 

Interno  de  los  hospitales  de  Lyon 

I.    Definición  y  discusión,  —  La  tos,  de  una  manera  general,   es  ui- 
acto  reflejo  que  se  traduce  por  una  ó  varias  expiraciones  bruscas,  por  sacu- 
didas, casi  siempre  sonoras  y  estrepitosas :  en  este  fenómeno,  el  aire  conté 
nido  en  el  árbol  respiratorio  es  arrojado  violentamente  de  un  modo  espas 
módico  á  través  de  la  glotis  reducida. 

El  reflejo  tucíparo  está  determinado  por  la  excitación  de  uno  cualquier 
de  los  territorios  enervados  por  el  pneumogástrico  6  por  sus  ramas ;  podrr 
tener,  pues,  su  punto  de  partida  en  órganos  variados ;  lo  más  frecuente- 
mente el  aparato  respiratorio  será  el  lugar  de  origen,  y  casi  todas  las  afee 
ciones  de  este  aparato  van  acompañadas  de  tos.  Pero  á  su  vez  otros  órganos 
pueden  ser  el  punto  de  partida  de  la  tos  y  entre  ellos  el  estómago.  Así,  po- 
dremos dí'flnir  la  tos  gástrica  diciendo :  la  que  se  realiza  cuando  una  exci- 


(i)    GaK  d9S  hóp,,  8  agosto  1903. 


I    '  500  La  tos  gástrica 


tación,  sea  de  la  naturaleza  que  fuere,  parte  de  la  mucosa  estomacal.  Fre- 
cuentemente la  ingestión  de  los  alimentos  es  la  qne  determina  esta  excita- 
ción y,  por  consiguiente,  la  tos.    Este  es  un  punto  sobre  el  cual  todos  los 
.  autores  están  de  acuerdo. 

Pero  la  discusión  empieza  cuando  se  trata  de  determinar  en  que  condi- 
ciones deben  encontrarse  el  estómago  y  el  aparato  respiratorio  para  que  la 
í.  tos  pueda  ser  realmente  calificada  de  tos  gástrica.     Bn  efecto:  hay  autores 

'¿  que,  con  Trousseau,  creen  se  ha  de  reservar  el  nombre  de  los  gástrica  ala 

tos  que  ocurre  en  l«s  afecciones  estomacales,  fuera  de  toda  lesión  orgánica 
I'  '  de  las  vías  respiratorias,  eliminando  pf)r  este  hecho  una  de  las  afecciones 

ly  más  aptas,  como  lo  veremos,  para  producir  la  tos  gástrica  ;  nos  referimos  a 

^'  la  tuberculosis  pulmonar. 

i^v  Otros,  por  el  contrario,  con  Willis,  Pujol,  Landre.  Beauvais  yMarfan, 

k  se  abstienen  (!e  esta  restricción  y  admiten  como  tos  gástrica  todas  lasque 

se  producen  con  motivo  de  la  ingestión  de  alimentos,  que  parecen  sercau- 

'[■■',  sadas  por  ei  contacto  de  éstos  con  la  mucosa  estomacal,  sin  eliminarlos 

casos  en  que  hay  coexi&tHncia  de  lesiones  del  árbol  respiratorio. 

El  acuerdo  parece  ya  hecho,  y  actualmente  los  tratados  clásicos  han  adop- 

■  tado  este  último  modo  de  ser.  La  tos  gástrica  entra  en  la  categoría  de  las  toj^es 

^  llamadas  reflejas ;  expresión  desgraciada,  puesto  que  la  tos  es  siempre  un 

acto  reflejo;  es  decir,  en  la  categoría  de  las  toses  cuyo  origen  se  debe  ala 

irritación  de  un  órgano  que  no  sea  el  aparato  respiratorio.    Y  entre  estas 

toses  reflejas,  la  tos  gástrica  será  la  que  tenga  por  punto  de  partida  una 

•  ■  irritación  <le  la  mucosa  estomacal. 

n.    Historia.  —  Hay  poco  que  decir  sobre  este  asunto. 
Willis  da,  antes  que  nadie,  el  nombre  de  tos  gástrica  á  la  tos  consecutiva 
á  la  ingestión  de  alimentos. 

Morton,  ant^-s  que  Wilíis,  había  ya  señalado,  en  1737,  la  frecuencia  de 'a 
I   '  tos  y  del  vómito  en  los  tuberculosos  en  pos  de  las  comidas,  y  consideraban 

este  síndrome  como  uno  de  los  signos  patognomónicos  más  ciertos  de  la 
tuberculosis  pulmonar. 

Baumes  emite  ideas  análogas,  en  1798,  sobre  el  valor  diagnóstico  de  la 
tos  gástrica. 

Con  Trousseau  se  abre  la  discusión  de  que  hemos  hablado  antes  á  prop<> 
sito  de  la  definición  de  esta  tos. 

La  cuestión  de  la  patogeniay  del  mecanismo  de  la  tos  gástrica  no  parecet 
haber  suscitado  numerosas  investigaciones.  Es  preciso  citar,  sin  em- 
bargo, á  : 

Hérard  y  Cornil,  que  buscan  en  1854  dar  una  interpretación  ftsiológi'^i 
de  la  tos  gástrica ; 

Nothnagel  y  Kohts  que  han  dilucidado  con  sus  experimentos  ciert'^> 
puntos  de  la  cuestión. 

Por  último,  importa  señalar  entre  los  trabajos  contemporáneos:  latesi? 
deMarfan  (París,  1887);  los  artículos  de  LerebouUet  en  el  Dictionnaire  dt 
Dechambre  y  en  la  Gazette  hebdomadaire  de  1874;  el  artículo  de  Martioet 
(Presse  méd.,  1901)  sobre  las  toses  reflejas  en  general  y  su  tratamiento. 

TIL  Etiología.  —  La  tos  gástrica  puede  manifestarse  en  un  determina- 
do número  de  circunstancias  : 

A.  En  los  sujetos  sanos  puede  aparecer  con  ocasión  de  presiones  ejerci- 
das en  la  región  epigástrica,  ó  de  la  ingestión  de  bebidas  frías  ó  heladas. 
Bull,  entre  otros  caSos,  cita  el  particularmente  típico  de  una  joven  de  veinti- 
cuatro años,  en  quien  las  presiones  de  la  región  epigástrica  determinaban 
ataques  de  tos  superficial,  seca  y  por  accesos,  que  verdaderamente  eran  uf 
tos  gástrica. 

Con  más  frecuencia  se  tendrá  que  tratar  en  estos  casos  á  individuos  roa^ 
ó  menos  afectos  de  neuropatía  y  en  los  cuales  la  excitabilidad  de  la  mucoí« 
estomacal  .«e  haya,  por  este  hecho,  aumentado. 

B.  En  ciertas  anemias,  y  particularmente  en  la  anemia  de  las  persorja> 
jóvenes,  tól  estado  de  la  sangre  en  las  anemias  aumenta,  como  verenioj?. 
la  excitabilidad  de  las  terminaciones  nerviosas  y  las  del  pneumogástrico 
en  el  caso  que  nos  ocupa.  Pero  es  necesario  siempre  ser  muy  vigilantes, 
buscar  con  atención  una  tuberculosis  incipiente,  encubierta  por  la  anemia 
y  que  entonces  sería  la  causa  verdadera  de  la  tos  gástrica. 

C.  En  las  afecciones  del  estómago,  —  Aquí  los  casos  son  numerosos  y  sí 


La  tos  gástrica  5oi 


puede  decir  de  un  modo  general  que  todas  las  afecciones  orgánicas  del  estó- 
mago son  capaces  de  dar  origen  á  la  tos  gástrica. 

Krimer  invoca  la  presencia  de  gusanos  en  el  estómago  como  determinan- 
tes de  los  accesos  de  tos. 

El  empacho  gástrico,  en  todas  sus  formas,  es  una  causa  frecuente  de  tos 
gástrica.  Todas  las  variedades  de  dispepsia  pueden  determinaría ;  y  aún 
en  ciertos  casos,  precisamente  la  tos  gástrica  y  los  feuómenos  disnéicos  que 
la  acompañan  permitirán,  después  del  examen  de  los  otros  órganos,  diag- 
nosticar una  dispepsia  posible.  Frecuentemente  se  tendrá  que  tratar  á  in- 
dividuos atacados  de  catarro  crónico  del  estómago  consecutivo  á  abusos 
de  alcohol  ó  de  tabaco  ;  pero  en  estos  enfermos  habrá  que  pensar  en  que 
existan  simultáneamente  lesiones  faríngeas,  y  éstas  son  frecuentes,  pudien- 
do  inducir  á  error,  y  atribuirse  al  estómago  lo  que  pertenece  en  realidad 
de  la  faringe. 

En  algunos  casos,  el  cáncer  del  estómago  determina  la  tos  gástrica ;  en 
la  úlcera,  es  frecuente. 

En  todos  estos  enfermos,  la  causa  más  ligera  de  excitación  estomacal, 
particularmente  la  ingestión  de  bebidas  frías,  podrá  determinar  accesos  de 
tos  gástrica. 

1).  En  las  a feccmies pulmonares.  —  Con  frecuencia,  en  estos  casos,  co- 
existirán lesiones  del  estómago  que  pueden  pasar  inadvertidas.  La  afección 
pulmonar  por  sí  sola  es  incapaz  de  determinar  la  tos  gástrica  :  el  viejo  en- 
ftsematoso,  el  enfermo  atacado  de  bronquitis  crónica,  no  tosen  después  de 
haber  comido  Pero  si  no  padecen  al  mismo  tiempo  una  afección  gástrica 
no  toserán.  O  bien,  la  enfermedad  pulmonar  coexistirá  con  un  mal  estado 
general,  capaz  de  míulificar  la  excitabiliclad  del  pneumogástrico. 

E.  En  las  afecciones  simultáneas  del  pulmón  y  del  estómago.  —  Esta  es  se- 
guramente la  principal  causa  de  la  tos  gástrica,  en  la  que  ante  toda  se  debe 
pensar  siempre.  Esta  condición  se  encuentra  realizada  en  un  cierto  núme- 
ro de  casos :  son  numerosos  los  enfermos  que  simultáneamente  tienen  una 
afección  respiratoria  y  otra  estomac«l ,  y  muchas  son  las  afecciones  que 
pueden  encontrarse  así  reunidas.  De  este  modo  citaremos  los  viejos  alco- 
hólicos atacados  á  la  par  de  gastritis,  de  catarro  y  de  enfisema.  Pero,  en 
realidad,  la  causa  que  realiza  esta  asociación  morbosa  con  mucha  más  fre- 
cuencia, es  la  tuberculosis  pulmonar.  En  todos  los  períodos  de  esta  enfer- 
medad podrá  encontrarse  la  tos  gástrica.  Pero  sobre  todo  es  frecuente  ó 
interesante  al  principio  cuarido  todavía  sólo  existen  en  el  pulmón  lesiones 
poco  importantes,  susceptibles  de  pasar  inadvertidas.  Marfán  coloca  la  tos 
gástrica  entre  las  más  importantes  manifestaciones  de  lo  que  él  llama  el 
síndrome  inicial,  en  su  estudio  sobre  los  trastornos  y  lesiones  gástricas  de 
la  tuberculo.sis  pulmonar.  Algunas  veces  esta  tos  será  la  única  manifes- 
tación del  sufrimiento  del  aparato  digestivo ;  frecuentemente  se  asociará  á 
otros  fenómenos  de  orden  dispéptico ;  coincidirá  también  con  la  alteración 
del  estado  general,  con  la  anemia  que  se  observa  con  tanta  frecuencia  al 
empezar  la  tuberculosis. 

En  resumen,  desde  el  punto  de  vista  etiológico,  si  ciertas  condiciones 
pueden  realizar  la  tos  gástrica,  ésta  se  produce  cuando  existe  un  sufri- 
miento simultáneo  del  estómago  y  del  pulmón,  condición  que  se  realiza  con 
mucha  más  frecuencia  en  la  tuberculosis  pulmonar. 

IV.  Fisiología  patológica  y  patogenia.  —  El  mecanismo  de  produc- 
ción de  la  tos  gástrica  ha  suscitado  cie-to  número  de  hipótesis  y  experimen- 
tos sobre  los  cuales  los  autores  apenas  sí  se  muestran  de  acuerdo. 

Antes  de  abordar  el  estudio  de  las  teorías  patogénicas  de  la  tos  gástrica, 
nos  parece  títil  pasar  revista  á  los  resultados,  variables  por  otra  parte,  su- 
ministrados por  la  experimentación. 

A.  Experimentación.  —  aj  Excitación  del  estómago.  —  El  primer  ex- 
perimento que  debía  acudirse,  era  excitar  la  mucosa  gástricay  ver  si  esta 
excitación  era  capaz  de  provocar  la  tos. 

Tal  fué  lo  hecho  por  Kohts  en  el  animal ;  pero  sólo  obtuvo  resultados  ne- 
gativos, y  sea  cual  fuere  la  naturaleza  de  la  excitación  causada  á  la  mucosa 
estomacal,  mecánica  ó  eléctrica,  la  tos  no  ha  podido  ser  provocada.  El  mis- 
mo autor  ha  investigado  lo  que  pudiera  producir  la  excitación  del  esófago  ; 
vio  que  la  excitación  de  la  mucosa  esofágica  no  dada  nada>  mientras  que  la 
excitación  de  la  túnica  muscular  provocaba  una  tos  ronca.    Concluyó  por 


Soa  La  tos  gásíriea 


«lalogía  que  la  ezcitacióD  de  la  muscular  del  ebtómago  podía  determinar 
la  to8. 

Mo  hemos  encontrado  relaciones  que  ef^tablezcan  qué  resultados  pudie- 
ran obtenerse  en  el  hombre  excitando  el  estómago,  cuando  éste  es  aborda- 
ble, como  puede  verse  en  ciertos  estados  patológicos. 

b)  Excitación  del  pneumogástrico  ó  de  sus  ramas.  —  Aquí  vamos  á  encon* 
trar  cierto  número  de  experimentos ;  por  desgracia,  los  autores  no  estftn 
siempre  de  acuenlo  respecto  &  los  resultados. 

Krimer,  Cruveilhier  y  Romberg,  excitando  el  pneumogástrico  intacto, 
ya  mecánica,  ya  eléctricamente,  provocaron  la  tos  Obtuvieron  el  mismo 
resultado  excitando  la  extremidad  central  del  nervio  seccionado. 

Nothnagel,  en  an&logos  experimentos,  obtiene  resultados  contradicto- 
rios ;  comprueba  que  las  excitaciones  producidas  directamente  sobre  el 
pneumogástrico  no  determinan  tos  ;  este  resultado,  en  realidad,  está  con- 
forme con  lo  que  se  sabe  sobre  el  mecanismo  general  de  los  reflejos,  que  se 
hace  nacer  mucho  más  frecuentemente  excitando  las  expansiones  periféri- 
cas de  un  nervio,  más  bien  que  excitando  directamente  el  mismo  tronco 
nervioso  En  todo  caso,  no  elimioa  la  posibilidad  de  producción  de  la  to? 
por  excitación  de  las  terminaciones  estomacales  del  pneumogástrico. 

Rosentbal,  excitando  el  pneumo'j-ástrico  por  debajo  del  origen  del  nervio 
laríngeo  superior,  llega  á  producir'  la  tos.  Spring  demuestra  que,  si  se 
puede  obtenerla  tos  por  excitación  del  pneumogástrico.  el  efecto  es  mucho 
más  grande  cuando  las  excitaciones  se  producen,  no  en  el  pneumogástrico, 
sino  en  el  laríngeo  superior. 

Es  bueno  acordar,  por  último,  para  la  exposición  ulterior  de  las  teorías 
del  origen  extra-estomacal  de  la  tos  gástrica,  que  Kohts  produjo  la  tos  ex- 
citando, no  sólo  el  laríngeo  superior,  sino  también  el  faríngeo  superior, 
dando  la  excitación  de  este  último  nervio  sacudidas  de  tos  tanto  más  enérgi- 
cas cuanto  menos  tiempo  se  ha  expuesto  al  aire.  Si  en  lugar  de  excitar 
directamente  el  faríngeo  superior,  se  producen  las  excitaciones  sobre  It 
mucosa  de  la  pared  posterior  de  la  faringe  ó  la  cara  inferior  del  velo,  se  ob- 
tienen resultados  mucho  menos  precisos.  En  el  hombre,  particularmente, 
esta  excitación  produce  tan  pronto  tos  como  sólo  movimientos  de  deglución 
ó  una  sensación  de  extrangulación. 

B.  Patogenia  ub  la  tos  oásteica.  —  Aquí  es  donde  hemos  de  encon- 
trar las  mayores  divergencias.  Porque  si  hay  autores  que  admiten,  con  mis 
ó  menos  restricciones,  el  origen  estomacal  de  la  tos  gástrica,  hay  otroí*  que 
rechazan  completamente  este  origen,  y  explican  por  diversos  mecanismos 
la  producción  de  la  tos  llamada  gástrica.  La  divergencia  se  refiere  no  sólo 
á  las  diferencias  de  interpretación  de  los  fenómenos,  sino  á  la  misma  defi- 
nición de  la  tos  gástrica,  sobre  la  que,  como  ya  hemos  visto,  no  están  todo# 
de  acuerdo.  Antes  de  exponer  las  teorías  y  el  mecanismo  de  la  tos  de  ori- 
gen gástrico,  pasemos  revista  á  las  teorías'de  los  autores  que  rechazan  el 
origen  gástrico. 

a)  Teorías  del  origen  extra-estomacal  de  la  tos  llamada  gástrica.  — Brücke 
dice  que  es  verosímil  que  el  agente  provocador  de  la  tos  gástrica  no  se  en- 
cuentre en  el  estómago,  pero  sí  en  las  vías  respiratorias;  para  este  autor. 
lesiones  pulmonares  que  pasan  inadvertidas  son  las  determinantes  de  estt 
tos  que  injustamente  se  atribuye  al  estómago. 

Edlessen  explica  la  tos  gástrica  por  un  mecanismo  bastante  sencillo; 
pero  parece  partir  de  una  falsa  definición  de  esta  tos,  comprendiendo  bajo 
e.ste  nombre  únicamente  la  tos  seguida  de  vómitos.  Para  él,  cuando  el  en- 
fermo tose,  las  mucosidades  expectoradas  vienen  á  irritar  la  faringe  y  pro- 
vocan los  vómitos  con  tanta  más  seguridad  cuanto  que  la  faringe  estaré  ea 
un  estado  de  inflamación  crónica.  Las  secreciones  morbosas  de  las  fosas 
nasales,  refluyendo  á  la  faringe,  pueden  obrar  de  idéntica  manera.  Y  en 
resumen,  para  Edlessen  es  injusto  admitir  el  origen  gástrico  de  una  tf> 
únicamente  porque  esta  tos  es  seguida  de  vómitos.  A  esta  teoría  puédase 
objetar  que  la  tos  gíístrlca  no  es  la  única  seguida  de  vómito  ;  la  tos  gástrica 
puede  existir  sin  vómito  y  ser  determinada,  por  ejemplo,  por  la  ingestióa 
de  ciertos  alimento.^,  bebidas  frías,  etc. 

Eichhorst  admite  que  en  todas  las  afecciones  del  estómago  puede  existir 
regurgitación  df»  gases  irritantes,  que  remontan  el  esófago,  excitan  la 
lengua  y  producen  la  tos ;  este  mecanismo  es  muy  admisible,  pero  no  coni- 


La  tos  gástrica  5o$ 


prende  todos  los  casos.  Bn  muchos  enfermos  la  tos  producida  por  la  inges- 
tión alimenticia  parece  reconocer  un  mecanismo  análogo  al  de  fiichhóf  st  y 
tener  su  origen  en  la  excitación  de  la  laringe  ó  de  la  faringe.  Por  ejemplo: 
en  los  enfermos  atacados  de  lesiones  ulcerosas  de  la  epiglotis,  de  la  faringe, 
tan  frecuentes  particularmente  en  los  tuberculosos,  es  muy  probable  que 
el  contacto  de  los  alimentos  con  las  regiones  ulceradas  determine  violentos 
accesos  de  tos  mucho  antes  que  dichos  alimentos  lleguen  al  estómago.  Bn 
estos  casos,  la  tos  no  proviene  realmente  del  estómago ;  depende,  sin  duda 
alguna,  de  la  irritabilidad  morbosa  creada  por  la  presencia  de  ulceraciones 
en  una  región  cuya  excitación  responde,  en  estado  normal,  á  la  tos  y  aún 
al  vómito.  Otra  prueba  de  esto  hecho  está  sacada  del  resultado  obtenido 
por  la  anestesia  local  con  la  cocaína  que  suprime  la  tos. 

b)  Teorías  del  origen  estomacal  de  la  tos  gástrica.  —  Acabamos  de  ver  los 
diferentes  mecanismos  por  los  que  la  tos  puede  producirse  fuera  de  toda 
intervención  del  estómago.  Indudablemente,  ciertos  casos  responden  en 
realidad  á  tales  mecanismos.  Pero  no  es  menos  cierto  que  existen  otros  ca- 
sos en  los  cuales  el  origen  estomacal  es  innegable. 

Eichhorst  reconoce  que  la  tos  gástrica  producida  por  la  presión  so'bre  el 
epigastrio  no  puede  muy  bien  explicarse  de  otro  modo  sino  por  la  excita- 
ción del  estómago.  Pero  aun  exceptuando  este  caso  algo  particular,  no  se 
puede  comprobar  el  origen  estomacal  de  ciertas  toses  producidas  realmente 
por  el  contacto  de  alimentos  con  la  mucosa  gástrica.  Y  si  se  quiere  inten- 
tar una  patogenia  racional  de  la  tos  gástrica,  es  preciso  recordar  que  el 
hecho  inicial  es  la  presencia  de  los  alimentos  en  el  estómago ;  es  decir ,  á 
prioriy  y  dejando  á  un  lado  toda  teoría  de  mecanismo,  la  excitación  por  el 
contacto  de  estos  alimentos  de  las  Abras  terminales  del  pneumogástrico. 

Siendo  así,  se  puede  explicar  la  tos  gástricn,  como  lo  hace  Peter,  por  la 
irritación  del  pneumogástrico  estomacal  que  determina  por  acción  refleja 
la  excitación  del  pneumogástrico  de  los  bronquios  y  provoca  la  tos.  La 
excitación  obraría  primero  sobre  la  vascularización  y  la  secreción  de  los 
órganos  respiratorios  que  influirían  secundariamente  sobre  los  centros. 
Este  mecanismo,  bastante  complicado  con  la  reacción  de  una  parte  del  mis- 
mo nervio,  no  parece  responda  mucho  á  la  realidad.  Parece  más  probable 
que  la  excitación  se  transmite  directamente  del  estómago  álos  centros.  El 
pneumog/istrico  forma  un  todo  que  reaccionará  en  su  conjunto  cuando  se 
produzca  una  excitación  en  uno  cualquiera  de  sus  extremos.  Pues  bien:  en 
el  caso  más  frecuente  de  tos  gástrica,  en  los  tuberculosos,  hay  en  el  trayecto 
del  nervio  dos  órganos  que  sufren:  el  estómago  y  el  pulmón.  Que  una 
causa  excitante  obre  sobre  un  punto  irritable ,  los  alimentos  en  el  estómago 
en  el  caso  que  nos  ocupa,  y  agitará  la  totalidad  del  pneumogástrico  ;  el  del 
pulmón  y  los  bronquios  reaccionarán  con  la  tos ;  el  estómago  con  el  vó- 
mito ;  y  «porque  habrá  comido  el  individuo  toserá  y  vomitará  acto  segui- 
do ».  ( Marfan ).  ^^^ 

Pero  una  condición  indispensable  de  la  tos  gástrica  es  una  mucosa  esto- 
mfacal  enferma.  En  un  estómago  normal  el  contacto  de  los  alimentos 
no  provocará  la  tos,  porque  no  es  sano  que  este  contacto  produzca  efectos 
anormales  de  excitación,  una  de  las  mejores  pruebas  que  se  puede  dar  de 
esto  es  que  los  enflsematosos,  por  ejemplo,  no  tosen  después  de  haber  co- 
mido, no  vomitan  después  de  haber  tosido ;  lo  harán  solamente  si  padecen 
una  afección  gástrica. 

Por  último,  una  causa  adyuvante  que  no  se  ha  de  descuidar,  es  el  estado 
de  anemia  de  los  enfermos,  lo  más  frecuentemente  tuberculosos  como  hemos 
dicho:  esta  anemia  exagera  la  excitabilidad  de  los  nervios,  la  del  pneumo- 
gástrico en  particular. 

En  suma,  la  tos  gástrica  reconoce  un  mecanismo  sensiblemente  análogo 
al  de  la  tos  en  general :  es  un  acto  reflejo. 

«.  Los  centros  del  reflejo  responden  verdaderamente  á  los  centros  bulba- 
res  y  á  los  centros  accesorios  de  la  respiración. 

/B.    La  vía  centrípeta  está  representada  por  el  pneumogástrico. 

T.  La  vía  centrífuga  está  representada:  para  la  expiración,  por  el 
pneumogástrico  que  enerva  los  músculos  motores  bronquiales,  y  por  los 
nervios  intercostales;  para  la  inspiración,  por  el  frénico,  por  el  espi- 
nal (músculo  esterno-cleido-mastoideo),  por  el  plexo  cervical,  el  bra- 
quial,  etc.  (músculos  trapecio,  escalenos,  intercostales).    El  pneumagástrico 


5o4  La  tos  gástrica 


por  SUS  fibras  antitónicas  ó  de  paro  de  los  músculos  brónquicosfüoyon. 
Arch,  Physiol.y  IHÍH)  puede  igualmente  desempeñar  cierto  papel  en  la  inspi- 
ración. 

8.  Por  último,  los  mismos  centros  del  reflejo  dependen  de  los  ceDlros 
superiores,  cerebrales,  que  no  dejan  de  determinar  efectos  excitantes  ó  inhi- 
bidores cuyo  conocimiento  es  útil. 

C.  Patogenia  del  vómito.— El  vómito  que  sigue  á  la  tos  gástrica. es 
para  unos  puramente  mecánico  (Morton,  ?ayle),  resultante  de  las  sacudidas 
que  las  toses  producen  ;  para  otros  (Peter,  Marfan),  será  de  orden  reflejo  y 
revela  el  sufrimiento  del  estómago. 

Arnozan  demuestra  que  la  tos  es  una  condición  muy  favorable  parad 
vómito  en  los  individuos  atacados  de  lesiones  gástricas;  la  tos  determina, 
en  efecto,  una  disminución  de  la  presión  intra-torácica,  y  esta  dismioución 
será  una  condición  indispensable  del  vómito. 

V.  SÍNTOMAS.  — Sea  cual  fuere  la  causa  de  la  tos  gástrica,  se  presenta 
casi  siempre  bajo  el  mismo  aspecto,  con  variaciones  únicamente  en  la  inten- 
sidad y  en  la  duración  de  los  fenómenos. 

Es  una  tos  habitualmente  seca,  es  decir,  no  seguida  de  expectoración. 
A  lo  más  el  enfermo  expele  algunas  mucosidades  ó  un  poco  de  saliva,  fara 
que  haya  expectoración  verdadera,  es  preciso  que  el  enfermo  esté  atacado 
al  mismo  tiempo  ¿e  bronquitis  ó  de  cuahiuiera  otra  lesión  pulmonar.  La 
coexistencia  es  frecuente,  es  cierto,  pero  no  obligatoria. 

Por  lo  mismo  que  es  seca,  es  una  tos  inútil,  que  no  responde  á  la  nec«'íi- 
dad  de  desembarazar  las  vías  respiratorias  de  los  productos  morbosos  que 
las  ocupan.. 

Lo  más  frecuentemente  esta  tos  es  por  accesos.  Los  accesos  son  largos. 
se  repiten  á  cortos  intervalos,  y  por  esto  la  tos  se  hace  particularmente  pe- 
nosa para  el  enfermo.  Muchas  veces  también  se  añade  á  estos  fenómenos 
una  disnea  que  contribuye  á  agravar  la  situación  del  enfermo.  Esta  disnea 
es  el  resultado  de  los  trastornos  congestivos  reflejos  que  se  producen  ene! 
pulmón ;  en  ciertos  casos  puede  adquirir  una  intensidad  muy  grande 
(Snowmnn). 

Por  último,  un  carácter  que  puede  faltar,  pero  que  forma  muchas  veces 
parte  del  cuadro  clínico,  es  el  vómito  que  sigue  á  la  tos:  la  tos  gástrica **> 
emética.  Y,  en  los  enfermos  que  nos  ocupan,  si  la  tos  gástrica  no  va  se- 
guida siempre  de  vómito,  éste  sigue  casi  siempre  á  la  tos  gástrica;  to.^^eii 
porque  han  comido,  y  vomitan  porque  han  tosido.  El  vómito  no  va  acom- 
pañado generalmente  de  sensaciones  de  náuseas  ;  si  éstas  existen,  son  p'co 
pronunciadas ;  pero,  en  cambio,  se  acompaña  muchas  veces  de  palpitacione.s 
cardíacas  (Peter)  y  de  sensaciones  de  vértigo  (Snowman),  que  añaden  á  hí 
angustia  del  enfermo,  ya  grande  de  por  sí,  la  disnea  y  la  tos.  Las  materia^ 
arrojadas  son  alimentos  no  digeridos  (Sée). 

Tales  .'On  los  caracteres  de  la  tos  gástrica  y  de  los  fenómenos  que  la 
acompañan  ;  por  este  conjunto  el  enfermo  presenta  ún  aspecto  bastante  tí- 
pico que  será  fácil  reconocer. 

Tomemos,  por  ejemplo,  el  caso  más  frecuente,  el  de  un  tuberculoso.  La 
tos  gástrica  se  presentará  después  de  la  ingestión  de  los  alimentos.  Lo  mss 
frecuente  será  después  de  la  cena  y  muchas  veces  la  tos  empieza  cuando  el 
enfermo  se  acuesta.  Primero  es  una  tos  superficial,  que  rápidamente  >e 
hace  por  accesos  y  horriblemente  penosa;  el  enfermo  se  sienta  en  la  cama: 
su  rostro  está  muy  coloreado,  sus  ojos  inyectados  y  lagrimosos;  su  tórax 
está  agitado  por  los  ataques  de  tos,  que  se  suceden  de  cerca  y  aumentan  en 
intensidad;  el  enfermo  tiene  en  el  pecho  una  sensación  de  conmoción  y  de 
desgarro  horriblemente  doloroso.  Después  de  un  tiempo  variable,  tan 
pronto  los  fenómenos  se  calman  para  cesar  por  completo,  como  con  más  f^^ 
cuencia  sobreviene  el  vómito:  los  alimentos  ingeridos  son  rechazados ca>i 
intactos,  y  desde  este  momento  el  enfermo  encuentra  alivio,  hasta  que  la 
misma  serie  de  fenómenos  se  presenta  con  ocasión  de  una  nueva  inges- 
tión alimenticia.  No  insistiremos  sobre  el  lamentable  estado  del  tísico  que 
presenta  la  tos  gástrica :  la  menor  tentativa  de  alimentación  puede  desper- 
tar la  serie  de  fenómenos  tan  dolorosos,  como  ya  hemos  descrito,  y  el  en- 
fermo puede  llegar  á  rehusar  el  alimento,  temiendo  las  consecuencias  de 
cada  tentativa  de  alimentación. 

VL    Pronóstico  y  complicacionbs.  —  El  pronóstico  de  la  tos  gástrica 


La  tos  gástrica  3o5 


depende  de  las  lesiones  que  la  determinan.  Y  se  concibe  fácilmente  toda  la 
diferencia  que  es  preciso  hacer  entre  un  tuberculcso  atacado  de  tos  gástrica 
y  un  enfermo  eu  el  que  la  tos  «"ástrica  sea  la  consecuencia  de  un  viejo  enfi- 
sema pulmonar  coexistente  con  una  gastritis  crónica. 

Pero  no  se  ha  de  olvidar  que  la  tos  gástrica  es  de  por  sí  relativamente 
grave :  agota  al  enfermo  por  los  esfuerzoife  que  determina ;  hace  difícil  la 
alimentación,  hecho  particularmente  sensible  en  los  tuberculosos  que  ten- 
drían necesidad  de  una  abundancia  de  alimentos.  De  este  modo  la  tos 
gástrica  agrava,  pues,  siempre  el  pronóstico  de  la  afección  que  la  de- 
termina. 

Por  último,  la  tos  gástricsu puede  ser  causa  de  complicaciones  que  no 
difieren  de  las  de  la  tos  en  gefferal,  y  sobre  las  que  es  inútil  insistir  ;  nadie 
ignora  la  frecuencia  de  las  hernias,  hemorragias,  enfisema,  pneumotórax, 
en  los  enfermos  que  tosen  frecuentemente  y  por  largo  tiempo,  etc.  Por  sus 
caracteres  de  ataques,  la  tos  gástrica,  más  que  cualquiera  otra,  es  capaz  de 
determinar  estas  complicaciones;  y  con  bastante  frecuencia  se  ve  que  los 
tuberculosos  presentan  un  pneumotórax,  ó  tienen  una  hemoptisis  abun- 
dante á  consecuencia  de  estos  largos  y  penosos  accesos  de  tos,  determinados 
por  la  ingestión  de  los  alimentos. 

VII.  Diagnóstico.  —  A.  Díagnósttco  difereiicial.  —  Es  preciso  recono- 
cer, ante  todo,  que  la  tos  gástrica  es  un  hecho  de  importancia.  Su  carácter 
esencial  de  presentarse  después  de  la  ingestión  de  los  alimentos,  permitirá 
muchas  veces  evitar  toda  confusión. 

Por  consiguiente,  se  abstendrá  de  atribuir  al  estómago  lo  que  en  realidad 
proviene  de  otros  órganos  ;  sin  que  se  eche  en  olvido  que  las  lesiones  de  la 
far»ng«»  pueden  determinar  también  la  tos,  y  que  estas  lesiones  de  la  fa- 
ringe son  frecuentes,  tanto  en  los  tuberculosos  como  en  los  enfermos  que 
padecen  antiguas  gastritis  consecutivas  al  abuso  del  alcohol  ó  del  tabaco. 
Pero  la  tos  en  este  caso  prodúcese  mucho  más  pronto  que  la  tos  gástrica,  en 
el  preciso  momento  del  tiempo  faríngeo  de  la  deglución.  Esta  tos  faríngea 
va  acompañada,  además,  de  una  sensación  de  cuerpo  extraño,  que  habitual- 
mente  falta  en  la  tos  gástrica. 

Es  de  importancia  no  confundir  tampoco  esta  última  tos  con  la  debida  á 
la  pirosis  ;  en  estos  sujetos,  verdaderaniei»te  hay  ascensión  del  líquido  esto- 
macal hasta  el  nivel  de  la  laringe,  y  excitación  del  espacio  interaritenoideo, 
región  esencialmente  tucípara(Pcchkranz). 

La  tos  laríngea  es  también  muchas  veces  seca ;  se  hace  sin  grandes  es- 
fuerzos musculares  ;  tanto  ronca  como  estridente,  puede  ser  mi\s  ó  menos 
apagada  ;  se  acompaña  regularmente  de  una  picazón  laríngea  muy  penosa; 
es  espasmódica.  l.o.s  que  padecen  de  coqueluche,  que  vomitan  Cf)n  tanta 
frecuencia  después  de  haber  tosido,  no  han  de  tomarse  por  enfermos  ataca- 
dos de  tos  gástrica.  Kn  ellos,  esta  tos  seguida  de  vómitos  no  es  determinada 
por  la  ingestión  alimenticia;  es  totalmente  independiente  de  ella  y  no  hay 
en  absoluto  tos  que  se  pueda  calificar  de  tos  gástrica. 

En  fi[i,  la  tos  gástrica  se  diferenciará  fácilmente  de  la  tos  de  las  afeccio- 
nes traqueo-brónq nicas,  de  la  tos  pleural,  intestinal  ó  nerviosa.  Porque  en 
todos  estos  casos  la  tos  es  independiente  de  la  alimentación  y  no  es  influida 
por  ella. 

Algunas  veces,  sin  embargo,  será  preciso  pensar  en  la  posibilidad  de 
enfermos  neurópatas  con  la  mucosa  estomacal  hiperestésica  y  no  atribuir 
su  tos  á  lesiones  pulmonares  ó  gástricas  que  no  existen  en  realidad. 

B.  Diagnóstico  de  la  cama.  —  Fácilmente  se  eliminarán  los  casos,  raros 
por  otra  parte,  de  sujetos  absolutamente  sanos  atacados  de  tos  gástrica  oca- 
sionados por  presiones  sobre  la  región  epigástrica  ó  por  la  ingestión  de  be- 
bidas frías. 

Cuando  la  tos  gástrica  parezca  depender  de  la  anemia,  será  preciso  des- 
confiar, examinar  atentamente  al  enfermo  y  buscar  si  esta  anemia  es  una 
máscara  que  encubre  una  tuberculosis  incipiente. 

Con  los  antecedentes  de  los  enfermos,  y  ante  los  signos  propios  de  estas 
afecciones,  se  reconocerá  las  enfermedades  del  estómago,  dispepsias,  gas- 
tritis, úlceras,  cánceres,  que  pueden  determinar  la  tos  gástrica,  así  como  las 
afecciones  de  los  bronquios  ó  pulmones,  distintas  de  la  tuberculosis,  y  qu 
pueden  coexistir  con  las  primeras.  En  ciertos  casos  la  vacilación  será  po- 
sible; el  estado  caquéctico  en  el  que  caen  á  veces  los  individuos  desde  largo 


3o6  La  tos  gástrica 


tiempo  dispépsícos  y  le  tos  que  acompaña  á  este  estado, podrían  hacer  creer 
en  la  tuberculosis :  el  examen  atento  y  concienzudo  del  pulmón  permitirá 
solventar  las  dudas.  I 

En  resumen,  en  la  gran  mayoría  de  casos  la  tuberculosis  será  la  causa  I 
de  la  tos  gástrica ;  tan  pronto  aparecerá  en  un  tult)erculoso  avanzado,  cod 
signos  estetoscópicos  absolutamente  no  dudosos,  cómo,  por  el  contrario,  en 
un  tuberculoso  incipiente  con  signos  que  permiten  dudar  aún  de  la  infec-  I 
ción  bacilar;  y  en  este  caso  la  tos  gástrica  adquiere  un  gran  valor  disi^Dus- 
tico:  «el  conjunto  morboso  muy  puro,  que  consiste  en  toser  después  de 
haber  comido,  y  en  vomitar  después  de  haber  tosido,  no  se  observa  sino 
cuando  se  encuentra  un  individuo  que  padece  al  mismo  tiempo  una  afec- 
ción pulmonar  y  una  afección  estomacal ;  p#es  no  hay  enfermedad  en  que 
se  observe  una  coexistencia  de  tal  orden,  tan  frecuentemente  como  en  la 
tisis»  (Marfan). 

VIH.  Tkatamiento.  —  La  tos  gfástrica  es  un  síntoma  que  debe  tratarse. 
Hemos  visto  sus  inconvenientes  :  fatiga  al  enfermo,  dificulta  su  alimenta- 
ción; por  último,  es  inútil. 

La  terapéutica  podrá  intentar  cumplir  varias  indicaciones : 

1.*  Modificar  la  sensibilidad  de  la  mucosa  gástrica.  —  Para  esto,  será  pre- 
ciso ante  todo  dar  al  enfermo  un  buen  régimen ;  ño  olvidar  que  la  tosgáj^- 
trica  tiene  su  origen  en  una  alteración  orgánica  ó  funcional  del  estóiuago. 
y,  por  consiguiente,  dar  al  enfermo  la  alimentación  que  reclame  este  estado 
gástrico :  alimentación  tan  variable  como,  por  otra  parte,  lo  son  los  mismnf 
estados  del  estómago  capaces  de  suscitar  la  tos.  En  segundo  lugar,  s»-  p< - 
drá  emplear  diversos  medicamentos  que  obran  como  modificadores  de  la 
sensibilidad  estomacal :  el  láudano  á  la  dosis  de  I  ó  II  gotas  antes  de  la  co- 
mida (Peter),  la  morfina,  la  cocaína  ( un  miligramo  de  clorhidrato  en  uua 
cucharada  de  agua  de  cal),  el  agua  cloroformada  (Laségue);  la  tintura  de 
iodo  (' ».  Sée).  R.  Tripier  recomienda  el  alcohol,  á  débil  dosis,  al  principio 
de  la  comida. 

Por  último,  se  ha  de  cuidar  que  el  enfermo  se  halle  en  las  mejores  con- 
diciones posibles  para  alimentarse :  hacerle  comer  poco  cada  vez  y  á  menu- 
do; recomendarle  no  se  acueste  tan  pronto  como  termine  .su  comida  La 
alimentación  mediante  el  tubo  ha  podido  prestar  servicio  en  un  determi- 
nado número  de  casos. 

2."  Obrar  sobre  la  vía  centrípeta  del  reflejo,  es  decir,  sobre  el  pneumog'H- 
trico.  —  Woillez  recomienda  los  emhadurnamieutos  faríngeos  con  unasr-iu- 
ción  fuerte  de  bromuro  potásico,  que  tendría  por  efecto  narcotizar  el  pneu- 
mogástrico  obrando  sobre  los  filetes  faríngeos.  Con  el  mismo  fin  se  puede 
emplear  los  toques  con  clorhidrato  de  cocaína. 

3.*  Obrar  sobre  los  centros  reflejos  para  disminuir  su  excitabilidad. ^E\  bro- 
muro potásico  responde  bien  á  esta  indicación,  así  como  el  opio  y  todos  #1:^ 
derivados,  en  particular  la  codeína,  la  morfina,  la  heroína,  h\  narceína,  etc. 
Cuando  se  emplee  la  morfina,  úsese  siempre  soluciones  frescas,  á  fin  de 
evitar  la  producción  de  apomorfina,  que  determinaría  vómitos.  La  bellado- 
na, administrada  después  de  la  comida  (G.  de  Mussy),  el  bromoforrao  y  el 
acónito  (Lescarret),  dan  á  veces  buenos  resultados. 

4.*  Obrar  sobre  las  vías  centrifugas,  en  particular  sobre  el  frénico.—^ 
tropieza  aquí  con  mayores  dificultades  ;  sin  embargo,  la  tos  podrá  ser  á  v»^- 
ees  modificada  ventajosamente  con  las  moscas  de  Milán  aplicadas  en  el  tra- 
yecto del  frénico  :  encima  de  la  clavícula,  entre  las  dos  extremidades  del 
esterno-cleido-mastoideo.y  al  nivel  del  botón  frénico. 

f».*  Obrar  sobre  el  mismo  cerebro  y  utilizar  su  poder  inhibidor.  —  Esta  cla>e 
de  terapéutica  no  debiera  descuidarse  ;  se  han  visto  algunos  enfermos  ea 
quienes  la  tos  gástrica  estaba,  si  no  suprimida,  á  lo  menos  era  notableraentf 
disminuida  por  la  sugestión  y  persuasión  de  la  inutilidad  de  la  tos,  la  posi- 
bilidad y  necesidad  de  detenerla. 

Trad.  por  Rurz  Rodeíoubz  (J  i 


RBVISTA   CRÍTICA  BIBLIOGRÁFICA 

POR   EL 

Db.  Febrsr  Fiera 
Patología   médica 

1. —BOBqu^o  del  tratamiento  de  la  pulmonía,  por  el  Dr.  D.  B.  González  Alvarez.» 

Madrid,  1»02.  ^ 

II.  ^Lettere  sulla  malaria  (Ostia.  Giugno-Novembre,  i9Ql).  por  el  Dott.  G.  Pituluga.— 

Roma,  1901. 

III.  —  Crítioa  de  las  principales  medicaciones  empleadas  en  el  tratamiento  del  có- 

lera morbo  asiático  y  beneficios  alcanzados  por  las  inyecciones  de  las 
sales  de  quinina  en  la  epidemia  de  1885,  por  D.  Joaquín  Bañares  y  Melcior.  ^ 
Lérida.  1903.  y     »  K  n 

IV.  ^  Esirepto-difteria  cutánea,  por  D.  Miguel  Baivey  y  Bas.  —  Gerona,  1903. 

I.  —  El  opúsculo  del  Dr,  González  Alvarez  encierra  una  sana  doc- 
trina clínica,  expuesta  concisa  y  correctamente,  con  un  detallado  aná- 
lisis de  los  hechos  más  culminantes  que  el  práctico  halla  á  la  cabecera 
del  enfermo,  en  una  entidad  morbosa  tan  variable  como  la  pulmonía. 

Divide  su  trabajo  en  dos  partes  principales :  tratamiento  sintomá- 
tico y  trata7mento  genésico.  En  nuestro  concepto,  en  la  primera  parte 
es  en  donde  el  trabajo  del  Dr.  González  Alvarez  adquiere  un  gran 
valor  práctico.  En  ella  tiende  á  restablecer  la  áangría  como  un  pode- 
roso recurso  antitérmico,  porque  extrayendo  las  toxinas  pirógenas,  dis- 
minuye su  proporción  en  el  organismo  y  la  fiebre  baja.  «Podrá  em- 
plearse, dice,  cuando  el  individuo  es  robusto,  y  con  más  razón  si 
es  pletórico,  y  en  todo  caso  si  los  demás  antitérmicos  resultaran  sin 
efecto,  por  ser  excesiva  la  toxihemia».  Creemos  que  el  autor  debía 
haber  marcado  con  valentía  el  « todo  caso  »,  para  trabajar  en  favor  de 
la  necesidad  de  no  temer  el  peligro  de  la  sangría  en  los  enfermos  alta- 
mente intoxicados  que  presentan  hipotensión  arterial.  El  descenso  de 
la  presión  sanguínea,  causado  casi  siempre  por  la  toxihemia,  se  resta- 
blece de  una  manera  fácil  y  permanente,  en  la  gran  mayoría  de  casos, 
después  de  la  sangría,  con  la  bienhechora  ayuda  de  la  ergotina,  la 
cafeína  ó  el  suero  artificial  en  inyecciones  hipodérmicas.  Es  más :  en 
estos  casos,  verdaderamente  graves,  lo  que  no  consigamos  con  la  san- 
gría, difícilmente  lo  lograremos  con  ningún  fármaco.  Robín  ha  co- 
municado muy  recientemente  á  la  Academia  de  Medicina  de  París 
instructivos  casos  de  sangría  en  tifódicos  con  hipotenosis  arterial  acen- 
tuada, cu3'a  vida  cree  haber  conservado  gracias  á  este  recurso  de  pri- 
mer orden. 

Es  digna  del  mayor  aplauso  la  defensa  que  hace  de  la  antipirina, 
así  como  la  clasificación  de  la  disnea  y  sus  indicaciones.  La  crítica 
que  hace  de  los  antimoniales,  así  como  la  precisión  de  sus  indicacio- 
nes, sería  suficiente,  á  falta  de  otros  méritos,  para  que  el  trabajo  que 
analizamos  tuviera  un  valor  incontestable. 

La  segunda  parte  la  dedica  al  «tratamiento  esencial  ó  genésico  de 
la  pulmonía»,  y  entre  los  recursos  pertenecientes  á  este  grupo,  cita 
la  sangría,  la  levadura  de  cerveza,  el  ácido  fénico  y  los  sueros. 

Sólo  desde  el  punto  de  vista  práctico  podemos  aceptar  tan  dispersos 
agentes  terapéuticos  como  indicados  genésicos,  y  entre  ellos  los  que 
más  aumenten  la  fagocitosis,  ya  que  ninguno  es  específico  contra  el 
pneumococo.  Es  un  error  creer  «  que  la  pneumonía  fibrinosa  ó  lobar 
no  dura  más  allá  de  ocho  días,  porque  este  es  el  máximum  de  vida  del 
pneumococo ».  N.  Tchistovitch,  del  Instituto  Pasteur,  de  París,  ha 
podido  aislar  de  los  pulmones  de  pneumónicos,  dos  días  después  de  la 
defervescencia,  pneumococos  vivos  y  extraordinariamente  virulentos. 

II.  —  La  vastísima  ilustración  del  Dr.  Pittaluga,  su  numen  poético, 
su  extraordinaria  facilidad  para  exponer  con  una  claridad  y  brillantez 


3o8  Noticias  cientijicas 


pasmosa  la  cuestión  que  se  propone,  y  su  verdadera  autoridad  en 
asuntos  de  paludismo,  se  despreuden  en  cada  página,  en  cada  párrafu 
de  sus  eleg-antes  Carias  sobre  el  paludismo. 

En  ellas  hace  una  brillante  y  científica  defensa  de  la  teoría  única 
de  la  transmisión  palúdica  por  el  anopheles  y,  como  buen  biólogo,  saca 
un  extraordinario  partido  de  los  argumentos  que  le  [cresta  la  parasito- 
logía moderna.  En  las  dos  últimas  expone  los  resultados  que  obtuvo 
con  la  protección  mecánica  y  medicamentosa  ensayada  en  los  campe- 
sinos de  la  Ciociaria. 

III.  —  Es  un  razonado  trabaio  clínico  que  tiende  á  evitar  el  abuso 
de  los  opiados  en  el  cólera  y  á  dar  cierto  viso  de  medicación  especítira 
á  la  quinina  contra  ese  enfermedad.  Como  que  el  autor  se  dio  cuenta 
de  este  resultado  á:j905^m(?n,  y  no  ha  tenido  ocasión  de  com^>robario 
con  observaciones  metódicas,  ^m  afirmación  es  de  gran  interés  como 
noticia  científica,  si  bien  carece  de  los  requisitos  precisos  para  acep- 
tarla como  un  hecho  terapéutico. 

IV.  —  El  distinguido  y  estudioso  médico  de  Blanes,  Dr.  Balvey  v 
Bas,  expone  en  su  comunicación  cuatro  casos  de  estreptodifteria  cutá- 
nea, tres  de  ellos  seguidos  de  defunción.  El  dignóstico  no  se  confirmú 
con  los  datos  que  podía  suministrar  el  laboratorio.  «La  experimenta- 
ción de  laboratorio  en  averiguación  y  confirmación  de  la  naturaleza 
estreptocócica  y  loffleriana,  no  se  ha  llevado  acabo  en  nuestros  caso>; 
empero,  es  tan  gráfico  el  trazado  clínico  y  lleva  tal  característica  d^ 
individual,  que  bien  podemos  des(!ansar  en  él  nuestras  deducciones  v 
sentar  nuestras  conclusiones  en  definitiva,  á  guisa  de  apoyo  de  la 
tesis  que  sustentamos».  Esto  dice  el  Dr.  Balvey,  y  á  pesar  de  recono- 
cer las  grandes  dotes  que  como  médico  clínico  adornan  á  nuestro  apre- 
ciable  compañero,  á  pesar  de  haber  demostrado  en  otros  trabajos  su 
pericia  en  asuntos  de  difteria  clínica,  ¿por  qué  no  recurrió,  aunque 
sólo  fuese  para  redondear  su  trabajo,  al  auxilo  del  microscopio?  Dieu- 
lafoy,  cuya  autoridad  como  médico  clínico  es  indiscutible,  afirma  que 
el  mico  medio  para  establecer  un  diagnóstico  firme  en  cuestiones  de 
difteria,  es  el  análisis  bacteriológico. 


NOTICIAS   CIENTÍFICAS 


Jacaranda  oaroba.  —  La  Jacaranda  caroba  es  una  planta  de 
la  familia  de  las  Bignoniáceas,  originaria  del  Brasil  y  de  la  Guayana. 
Las  hojas  ^on  las  usadas  en  terapéutica ;  contienen  íin  alcaloide  cris- 
talizado, la  carob'ma,  y  una  resina  balsámica,  la  carobana. 

Esta  planta  pertenece  al  grupo  de  los  depurativos  vegetales  y  de  lo.-? 
antiherpéticos,  pero  con  indicaciones  terapéuticas  más  amplias."  Se  la 
empleó  primero  como  antisifilítica,  no  solamente  contra  las  afecciones 
cutáneas  de  la  sífilis,  sino  también  contra  los  mismos  accidentes. 
principalmente  contra  los  infartos  ganglionares,  contra  las  manifesta- 
ciones dolorosas,  tales  como  los  dolores  osteóscopos  y  las  cefaleas  noc- 
turnas. 

En  las  afecciones  cutáneas  se  ha  preconizado  contra  las  lesiones  ul- 
cerosas, el  ectima,  el  herpes,  las  eruj)ciones  impetiginosas,  las  mani- 
festaciones cutáneas  del  herpetismo. 

Las  propiedades  balsámicas  de  la  planta  han  hecho  que  se  la  emplet» 
en  el  tratamiento  de  las  secreciones  catarrales  de  las  vias  urinarias,  de 
la  blenorragia  a^^uda,  de  la  uretritis  crónica,  en  la  cistitis  blenorrá- 
gica  ó  dependiente  de  cualquiera  otra-  causa.  El  medicamento,  por 
su-^  propiedades  á  las  ve::es  autiherpLíticasy  anticatarrales,  estará  par- 


Formulario  y  tratamientos  modernos  5og 

ticularmeute  indicado  en  esa  forma  de  uretritis  q^ue  experimentan  fuer- 
tes recrudecimientos  á  causa  de  un  estado  artrítico  ó  herpético. 

Las  propiedades  antirreumáticas  de  la  Jacaranda  caroba  son  lo  bas- 
tante notorias  para  que  se  hayan  aprovechado  en  el  tratamiento  de  los 
reumatismos  subagudos  ó  crónicos.  Su  acción  parece  producir  un 
efecto  sedante  v  analg'ésico,  debida  á  los  principios  activos  de  la  planta. 
Y  no, son,  en  efecto,  los  dolores  articulares  los  únicos  que  sufren  una 
atenuación  marcada,  sino  que  también  las  neuralgias  crónicas,  los  do- 
lores musculares  y  las  neuralgias  óseas  son  favorablemente  influidos 
por  el  medicamento.— (''iirííAit?^  de  Thérapeutique). —  (Rodríguez  Ruiz). 

Panadizo  diftérico.  —  Cinco  nuevos  casos  de  píinadizo  y  de 
inoculaciones  subepidérmicas  diftéricas  han  observado  los  internos 
Han  y  Revol  (Lyon  medical). 

Se  trata  de  varios  niños  tratados  con  la  intubación  y  de  una  her- 
mana que  algunas  veces  colocaba  el  tubo.  En  todos  ellos  las  lesiones 
eran  superficiales,  subepidérmicas,  análogas  á  la  difteria  producida 
por  vesicación,  pero  el  líquido  fué  siempre  turbio,  sero-purulento, 
nunca  pus  propiamente  dicho.  En  uno  apareció  una  pseudo-mem- 
brana  en  la  flictena. 

El  tratamiento  empleado  ha  sido  sólo  la  exposición  al  aire  v  á  la 
luz,  sin  cura  alguna.    Este  tratamiento  abrevia  mucho  la  duración. 

La  benignidad  y  la  poca  rebeldía  de  esta  manifestación  implican  el 
gran  peligro  de  que  se  la  confunda  con  afecciones  vulgares.  Las  flic- 
tenas y  el  líquido  sero-purulento  son  caracteres  muy  distintivos  de  esta 
difteria,  y  se  les  debe  atender  mucho,  pues  pueden  ser  el  origen  de 
nuevos  casos  y  de  epidemias  lamentables.  —  (Rodríguez  Méndez). 


rORMULARlO    T    TRATAMIBNTOS    MODBRNOS 


CXLL  —  Blenorrag^ia :  tratamiento  abortivo 

En  los  casos  recientes,  cuyo  principio  no  data  de  más  de  tres  días,  Eu- 
gelbreth  procede  de  este  modo  : 

Cocainización  de  la  uretra  anterior;  lociones  uretrales  á  poca  presión  con 
500  ó  600  gramoá  de  una  solución  de  nitrato  de  plata  al  Vs  ó  Vt  por  100  y  á  36°, 
poniendo  cuatro  de  estas  inyecciones  en  48  horas  Al  orinar  luego  el  en- 
lenno,  tiene,  vivos  dolores,  pero  no  se  forman  edemas. 

ISn  30  casos  fué  el  éxito  completo  en  17  ;  fracasó  el  tratamiento  en  todos 
aquellos  que  tenían  fenómenos  ñegraásicos  en  el  meato  urinario,  que  reve- 
lan proceso  profundo  subepitelial,  al  paso  que  en  los  otros  está  limitado  á  la 
superficie.  De  todos  modos,  en  estos  casos  rebeldes  el  curso  fué  más  be- 
nigno y  no  pasó  de  la  uretra  anterior  (1). 

ex LIL  —  Ulcera  aimpie,  no  complicada,  del  estómagro:  tratamiento 

Hayem,  en  cuanto  ha  hecho  el  diagnóstico,  ó  lo  sospecha,  pone  en  prác- 
tica este  plan  : 

Permanencia  del  enlermo  en  cama  y  con  una  alimentación  muy  ligera ; 
un  cuarto  de  vaso  de  leche  cada  dos  horas  hasta  el  cuarto  día;  para  calmar 
la  sed,  previo  un  enema  de  aceite  de  ricino  ó  de  glicerina,  ordena  tres  lava- 
tivas alimenticias  diarias  ;  cada  una  compuesta  de  : 

Agua  tibia 200  gramos. 

Peptona  seca  en  polvo 30       » 

Yema  de  huevo    .     .' n.®  2 


(1>    Manáis,  flir  pr a kt.  Dermat. 


5tQ  Formulario  y  tratamiento»  moáemot 

Desde  el  cuarto  dia>  medio  vaso  de  leche  cada  dos  horas  ;  desde  el  octavo. 
tres  cuartos,  y  uno  entero  desde  el  duodécimo ;  lue^o,  segrún  el  estado  del 
tuho  digestivo,  se  puede  dar  con  más  frecuencia,  hasta  de  hora  en  hora,  de 
modo  que  ingiera  el  enfermo  tres  litros  diarios. 

A  los  veinte  días,  si  el  paciente  no  vomita  y  digiere  bien,  se  disminuye 
la  cantidad  de  leche  y  se  comienza  progresivamente  la  alimentación  subs- 
tancial :  sopa  de  leche,  mañana,  mediodía  y  noche ;  huevos  hervidos;  caldo, 
con  una  yema  de  huevo ;  crema :  carnes  blancas ,  legumbres  en  jmrés;  por 
último,  pan. 

La  irritación  gástrica  será  combatida  con  el  subnitrato  de  bismuto  ¿  grao- 
des  dosis  (20  gramos .  suspensos  en  100  de  agua,  de  una  sola  vez\  que  cons- 
tituye sobre  la  úlcera  una  capa  protectora.  Debe  darse  durante  18  6  20  diis 
consecutivos.  Se  aplicará  sobre  el  epigastrio  emplastos  húmedos  y  com- 
presas calientes. 

Inmediatamente  se  procederá  á  tratar  la  hiperclorhidria,  para  lo  cual 
sirve  muy  bien  el  agua  de  Carlsbad  artificial,  cuya  fórmula  es  : 

Agua 1,000      gramos. 

Sulfato  sódico 3  » 

Bicarbonato  sódico 2'50       » 

Cloruro  sódico 1  » 

para  tomar,  tibia,  en  tres  veces,  con  25  minutos  de  intervalo,  por  la  mañana 
y  durante  casi  un  mes,  en  la  cantidad  de  250  cm*  en  los  tres  primeros  dia^. 
y  luego  350  en  los  sucesivos  (1). 

CXLIII.  —  Vlraela :  tratamiemt»  de  las  ptotnla* 
oon  el  ácido  fénico  yfíiro 

En  una  de  esas  epidemias  que  sufren  actualmente  los  ingleses ^e>rro/H- 
tud  nacional,  Brindley  y  Bonis  han  comprobado  la  eficacia  del  ácido  féüieo 
líquido  sobre  la  pústula  variolosa.  Lo  emplearon  en  individuos  no  tacii- 
nados  y  gravemente  afectos. 

El  líquido  fué  empleado  puro,  tocando  con  un  pincel  pequeño  sol»  lí> 
pústula  Trataron  el  primer  día  las  de  la  cara  y  nuca,  continuando  lueiío 
las  manos,  brazos,  de.-^pués  los  miembros  inferiores  y,  por  último,  el  tmnc . 

Las  pústulas  se  resquebrajan  con  rapidez  y  se  secan,  siendo  raro  tent-r 
que  hacer  una  segunda  aplicación, .y  más  raro  una  tercera. 

Para  evitar  la  formación  de  abscesos  se  debe  facilitar  la  caída  de  lasav 
tras  mediante  la  vaselina. 

Bien  aplicado  eV  tratamiento,  el  resultado  es  notable;  el  enfermo  lo? - 
porta  bien,  se  ahorra  los  incómodos  fenómenos  de  irritación  y  no  hub^^ 
señal  alguna  de  intoxicación;  baja  la  temperatura  hasta  en  los  casos  gravpj. 
y  continúa  poco  alta  durante  el  curso  del  proceso  ;  los  síntomas  de  la  ma- 
turación de  las  pústulas  quedan  reducidos  á  poca  cosa.  Las  cicatrices  resul- 
tantes son  menos  manifiestas. 

Los  autores  han  notado  que  los  efectos  son  menores  cuando  el  trata- 
miento se  aplica  sólo  á  una  región,  cara,  por  ejemplo,  siendo  conveniente 
someter  todas  las  pústulas  al  ácido  fénico  (2). 

CXLIV.  —  Uloera  veaérea ;  tratamiento  oon  el  lodofeno 

El  iodofeno  es  un  compuesto  químico  que  se  presenta  en  forma  de  polto 
amorfo,  rojo,  con  ligero  olor  á  fenol,  de  sabor  ácido-picante,  ligerísimo,  vo- 
látil y  más  fino  que  el  iodoformo.  l£s  insoluble  en  el  agua  fría,  poco  en  la 
caliente  con  color  amarillo,  de  la  que  precipita  el  cuerpo  sin  alteración  ai 
enfriarse ;  también  es  insoluble  en  el  alcohol,  éter,  benzol,  cloroformo,  sul- 
furo de  carbono  ;  es  soluble  en  el  agua  acidulada  con  ácido  clorhídrico,  y 
descompuesto  en  la  que  contiene  ácido  nítrico  ó  sulfúrico,  preci pitan (1*^-^ 
el  iodo.    La  solución  acuosa  tiene  reacción  acida. 

En  la  piel  sana  no  produce  irritación. 

Benassi,  de  Bolonia,  ha  tratado  26  casos,  curados  en  tres  ó  cuatro  sema- 
nas, sin  complicaciones.  Serra.  de  Cagliari,  lo  ha  empleado  en  55  enfermf^J 
y  dice  que  el  iodofeno  tiene  un  poder  ligeramente  cáustico,  desinfectante  y 
astringente ;  que  mata  al  bacilo  de  Ducrey-Unna ;  que  reduce  hasta^go- 


(1)     La  Presse  méd, 
<2)    The  Lancet. 


Formulario  y  tratamiento»  modernos  5it 


tarla  la  secreción  ;  que  disminuye  los  fenómenos  flogisticoá;  que  favorece 
la  rápida  proliferación  del  epitelio,  y  que  no  irrita  los  tejidos  próximos  (!)• 

CXLV.  —  Uva:  apUoaolones  teraptatloaa 

Borini  trata  en  un  extenso  artículo  de  este  afrente  .terapéutico,  ya  reco- 
mendado por  Piinio,  Galeuo  y  Dioscórides,  y  que  tanta  gente  hace  afluir 
á  Dürkeim,  Rüdescheim,  Gleisweiler,  Grünburg,  Montréuse,  Agle,  Me- 
ran,  etc.    En  Italia  sólo  hay  estación  en  Sondrio. 

En  este  tratamiento  debe  tenerse  muy  en  cuenta  la  calidad  de  la  uva  y 
el  género  de  la  enfermedad. 

Aparte  de  otras  subiltancias,  como  ácidos  vegetales  Ubres  ó  combinados* 
cal,  óxido  de  hierro,  sílice,  manganeso,  contiene  la  uva  75*83  por  100  de 
agua,  12'30  de  azúcar,  O  59  á  1*70  de  substancias  albuminoides.  En  la  se- 
milla predomina  las  sales  calcáreas. 

La  cura  de  uvas  regulariza  el  peristaltismo  intestinal  en  la  astricción 
rebelde,  mejora  algunos  catarros  de  las  vías  urinaria,  es  reconstituyente  en 
la  convalecencia  de  enfermedades  agudas  y  es  diurético. 

Es  preferible  el  fruto  completamente  maduro,  no  áspero.  En  los  indivi- 
duos ae  estómago  fuerte  puede  darse  el  fruto  entero,  y  en  los  demás  sólo  el 
zumo  ;  los  granos  y  la  cubierta,  como  cuerpos  extraños,  obran  excitando 
favorablemente  el  intestino. 

La  dosis  máxima  ^s  de  8  quilogramos,  pero  se  empezará  por  1,  repartida 
en  tres  veces.    La  cura  debe  durar,  término  medio,  unos  45  días  (2). 

CXLVL— Oistitla  rebeldoa :  empleo  del  áoldo  piorloo 

Desnos  y  Quillón  recurrieron  (1899)  al  ácido  pícrico  en  las  uretritis  re- 
beldes. Después  este  último  (1903)  lo  ha  empleado  en  las  cistitis,  sobre 
todo  en  la  tuberculosa,  haciendo  instilaciones  en  la  vejiga  vacía. 

Los  dolores  menguan  primero  de  frecuencia  y  después  ceden ;  en  muchos 
casos  el  pus  acaba  por  desaparecer  (3). 

CXLVIL— Proetátiee».  tratanleiito  higiénioo 

Como  el  prostático  es  un  congestivo»  se  ha  de  combatir  la  congestión  ac- 
tivando la  circulación  general  y  evitando  los  éxtasis  locales. 

La  circulación  se  activa  con  fricciones  cutáneas  estimulantes,  ejercicios 
musculares  moderados,  vida  en  el  campo,  vestidos  de  franela,  etc. 

Debe  desconfiarse  de  la  ducha  fría,  capaz  de  producir  congestiones  vesi- 
cales 

La  astricción  del  vientre,  que  congestiona  la  pelvis,  se  combate  con  los 
laxantes  suaves  y  los  enemas  calientes  diarios.  El  masaje  abdominal  es  útil. 

El  decúbito  es  importante:  el  supino  es  malo,  así  como  estar  mucho 
tiempo  en  cama.  Es  buena  práctica  que  se  levante  el  prostático  á  media 
noche  y  pasee  por  su  habitación  durante  algunos  minutos.  Ha  de  evitar 
permanecer  largo  tiempo  sentado  y  que  la  vejiga  se  llene  en  demasía.  El 
uso  del  coito  será  sumamente  parco. 

Respecto  á  alimt^ntación,  Df^snos,  el  autor  de  este  trabajo,  aconseja'  no 
comer  abundante  y  largamente,  no  usar  mucha  carne  ni  la  caza  ó  pescados 
pasados,  ni  los  mariscos,  ni  los  manjares  fuertes  y  especias,  etc.,  debiendo 
preferirse  la  leche,  huevos,  legumbres  frescas,  frutas  maduras  ó  en  compota, 
pastas  alimenticias,  etc. 

No  prohibe  el  vino  á  los  habituados  ;  en  los  viejos  puede  ser  perjudicial 
la  falta  de  este  estimulante.  Fuera  de  estos  casos  especialísimos,  es  preferi- 
ble el  agua.  En  caso  de  emplear  vino  se  recurre  al  tinto  ligero  para  apro- 
vechar la  acción  tónica  del  tanino.  Se  ha  de  prohibir  los  vinos  rancios. 
La  cerveza  ligera,  así  como  las  aguas  alcalinas  poco  mineralizadas,  pueden 
ser  prescritas  (4). 

ex LTI II.-- Sueros  artllleialee :  eon^iMtindieaoloiios 

Están  contraindicados  en  las  afecciones  de  corazón,  miocarditis  crónicas, 
arterio-esclerosis,  hipertensión  vascular,  edemas  de  origen  cardíaco,  hidro- 

(1)  Gat  *icU.  di  Med.  e  Ckir, 

(2)  Gaj^j^,  degli  Osped. 

(3)  Cong.  frang.  d*  Urologie. 

(4)  Medicine, 


f*i2  Sección  oficial 

pesias,  lesiones  pulmonares  congestivas,  en  los  casos  de  mal  funcionamiento 
ó  de  esclerosis  renal.  Lefe^re  nunca  obtuvo  buenos  resultados  en  los  casos 
de  coma  diabético  (1). 

CXLIX.' Orina  alcalina:  medio  para  hacerla  &oida 

En  los  casos  de  cistitis,  pielitis,  etc.,  la  alcalinidad  de  la  orina  favorece 
el  desarrollo  de  microorganismos.  El  fosfato  ácido  sódico  parece  ser  una 
excelente  substancia  para  cambiar  la  reacción  del  medio,  para  acidificarlo. 
Dosis :  de  2  á  4  gramos  cada  tres  horas  (2). 

CL.  — Follarla  nerviosa:  tratamiento 

Robin  aconseja : 

Dar  primero  antipirina,  que  reduce  pronto  la  cantidad  de  orina:  un 
gramo  antes  de  bis  dos  comidas  principales,  y  si^  no  basta,  se  aumenta  un 
gramo  más  cada  día. 

A  los  3  ó  7  días  de  este  tratamiento,  prescribe  0025  gramos  de  telurato 
sódiqo,  en  una  pildora,. antes  de  las  comidas  principales,  y  á  la  par  de  2á4 
gramos  de  extracto  de  valeriana. 

A  los  5  ó  6  días  vuelve  á  dar  la  antipirina  durante  5  y  luego  ordena  de 
una  á  ocho  pildoras  diarias  de  esta  fórmula  : 

Extracto  de  belladona 0*01    gramos. 

»       tebaico    . 0*005       » 

»       de  valeriana .      0'20         » 

para  una  pildora,  que  continúa  durante  5  á.  8  días. 

Si  es  necesario  vuelve  á  comenzar  el  turno :  antipirina,  telurato,  vale- 
riana, etc.  (3). 

'Db.  Rodríqubz  Méndez 


SECCIÓN    OFICIAL 


ACADEMIA  DEL  CUERPO  MÉDICO  MUNICIPAL  DE  BARCELONA 

CONCUBSO  DB  PREMIOS  DE   1904 

1."  Del  Excmo.  Ayuntamiento  constitucional  do  Barcelona.  —  Tema: 
«  La  población  animal  de  Barcelona  en  sus  relaciones  con  la  higiene  públi- 
ca». —  Premio,  1,000  pesetas. 

2.°  Del  Excmo.  Sr.  Gobernador  civil  de  la  provincia.  —  Tema:  «  El  pro- 
blema social  ante  la  higiene  ».  —  Premio,  500  pesetas. 

3.**  Del  Ifixcmo.  Sr.  D.  Pedro  G.  Maristany,  Comisario  Regio  de  Instruc- 
ción pública.  —  Tema  :  «Enfermedades  oculares  que  más  comunmente^ 
observan  en  las  escuelas  de  Barcelona.  Sus  causas ;  medios  especialmente 
profilácticos  y  curativos  más  adecuados  ».  —  Premio,  500  pesetas. 

4.*  Del  Iltre.  Sr.  Dr.  D.  Luis  Dolsa  Ramón.  —  Tema:  «Cartilla  popular 
de  higiene  individual».  —  Premio,  500  pesetas. 

%5.*  Del  Dr.  D.  Pelegrín  Giralt.  —  Tema:  «Extracción  y  aprovechamiento 
de  las  basuras  y  materias  fecales  de  Barcel<»na.  Reformas  que  en  este  ser- 
vicio reclama  la  higiene».  —  Premio,  una  medalla  de  oro. 

O.**  De  la  Academia,  premio  Robert.  —  Tema :  «  Estudio  de  las  adenopa- 
tías  tráqueo-bronquiales».  —  Premio,  500  pesetas. 

7.°  Do  la  Academia.  —  Tema  :  «  Orografía  é  hidrografía  médicas  de  Bar- 
celona». —  Premio,  una  medalla  de  plata. 

CONDICIONES 

Para  cada  uno  de  estos  premios  la  Academia  otorgará,  además,  un  di- 
ploma de  socio  de  mérito. 

El  Jurado  pí)drá  conceder  cuantos  accésits  estime  merecidos,  consistente^ 
en  diploma  de  socio  de  mérito. 

(1)    Les  Nouveaux  traitements. 
{!)    Briíish  med.  Journal. 
(3)    IlPoliclinico. 


Sección  oficial 


3/5 


Los  trabajos,  redactados  en  castellano,  catalán,  francés  ó  italiano,  debe- 
rán ser  originales,  inéditos,  escritos  en  letra  clara,  que  no  sea  la  del  autor, 
y  remitidos,  sin  firma,  antes  del  día  31  de  diciembre  de  1904,  al  Secretario 
general  de  la  Academia  (Rambla  de  los  Estudios,  12,  2.',  1.').  id  nombre  del 
autor  y  señas  irán  en  pliego  cerrado,  en  cuyo  sobre  se  harán  constar  el  tí- 
tulo y  lema  del  trabajo  respectivo. 

La  Academia  se  reserva  por  un  año  la  propiedad  de  los  trabajos  premia- 
dos y  el  derecho  de  publicarlos  en  la  forma  y  tiempo  que  considere  opor- 
tuno. 

Los  premios  se  adjudicarán  en  la  sesión  inaugural  correspondiente,  que- 
mándose los  pliegos  de  los  que  no  hubieren  merecido  recompensa. 

El  Jurado  lo  compondrán,  ba^o  la  presidencia  del  Excrao.  Sr.  Alcalde 
constitucional,  tres  miembros  designados  por  el  Colegio  de  Médicos  de  la 
proviiicia  de  Barcelona,  y  uno  por  la  Academia  del  Cuerpo  Médico  muni- 
cipal. 

Barcelona,  20  junio  1904.— El  Presidente,  2>r.  Agustín  FarrioU  Anglada.  — 
El  Secretario  general,  Dr.  Víctor  Soley  y  Gely. 


OaUdrátloos  de  Hedloina  de  Bsj^afia':  bajas  y   altas. 

año  1903  han  dejado  de  figurar  en  el  escalafón  : 

Bajas 


Durante  el 


Múm. 
otdra 

Hombrea 

rteha 

FaenltAd 

Kotho 

16 
165 
253 

50 

D.  Juan  Ginc  y  Partagás 

»    Fernando  Polo  diraldo     .     .    .    . 
»    Pedro  López  Pclácz  Villegas.     .    . 
»    Victoriano  Comesaña  Salvado   .     . 
»    Miguel  A.  Dacarrcte  v  Hernándea. 
»    Faustino  Horcajo  y  Hernández.    . 
»    Perfecto  Conde  y  Fernández.     .    . 

27  febrero  .... 

20  abril 

30     »       

1.**  agosto.  . 

Barcelona  .  .  . 
Zaragoza.  .  .  . 
Granada.  .  .  . 
Santiago .  .  .  . 

Fallecimiento. 

104 
275 
254 

8      *       

26  noviembre  .  . 
1.^  diciembre  .  . 

Sevilla  (Cádiz). 
Valladolid .  .  . 
Sevilla 

> 
» 

Altas 


393 
394 


396 
405 
413 
414 
415 


Hipólito  Rodríguez  Pin  illa    ...  l.«  enero  .  . 

Enrique  Suñei  Orduña 5      » 

Eduardo  Garcia  del  Keal  y  Alva- 

rez  Mijares 7      » 

Crisiino  Joaquín  Muñoz  Pérez.     .  30     i» 

Leonardo  Rodrigo  Lavin  ....  22  abril    .  .  . 

Tomás  Maestre  Pérez 4  julio    .  .  . 

Luis  Blanco  Rivero I  8      »       .  .  . 

Arturo  Núñez  Garcia I  20  diciembre. 


Salamanca. 
Sevilla  .  .  . 


Santiago  . 
Sevilla  .  . 


Madrid.  .  . 
Sevilla  .  .  .  , 
Salamanca.  , 


Oposición 


Oatedrátioos   de   Medioina  de  Baroelona   en  1.**  de  enero  de  1904 


32 
48 
58 
75. 
90 
97 
189 
195 
214 
25  9 
271 
2 
2 
3 


HombTM 


I       FoohA  d«   iagreio 


,  Rafael  Rodríguez  Méndez  .  .  . 
Ignacio  Valen  tí  y  Vivó  .... 
Antonio  Morales  Pérez   .... 

Ramón  Coll  y  Pujol 

Mariano  Batiles  y  Bertrán  de  Lis 
Joaquín  Bonei  y  Amigó  (Decano) 
José  Antonio  Massó  y  Llorens  . 
Andrés  Martínez  Vargas.  .  .  . 
Gil  Salior  y  Lavall  (Secretario)  . 
Miguel  A.  Fargas  Roca  .... 
Alejandro  Planellas  Llanos.     .    . 

Eusebio  Oliver  Aznar 

Carlos  Calleja  Borja  Tarrius  .  . 
Antonio  González  Prats.  .  .  . 
Martin  Vallejo  Lobón 


9  abril  de  1874 

20  agosto  de  1875  .  .  .  . 

6  marzo  de  1876  .  .  .  . 

1.°  diciembre  de  1876. 
18  junio  de  1878 

3  febrero  de  1879  .  .  . 

11  julio  de  1888 

18     )»     »      • 

12  febrero  de  1889. .  .  . 

17  julio  de  1893 

29  diciembre  de  1894.  . 

8  junio  de  1895 

1  julio  de  1897 

8  febrero  de  1898.  .  .  . 

2  julio  de        » 


Oatcgoria 


Término. 
Ascenso  . 
Término.  , 

Ascenso  . 


Entrada  . 


i  14  StcciJn  oficial 

ANALES  DEL  EJÉRCITO  Y  DE  LA  ARMADA 

(POST  TBMBLItAÜ  SPEHO   LUCEM) 

cbetamkn  internacional  militar 
Bajo  la  protección  de  S.  M.  el  Rey  D.  Alfonso  XIII 

Y  DE  S.   A.   R.   EL  SmO.  íSE.   PRÍNCIPK  D.   CaRLOS 

Se  conHderarán  Presidentes  natos:  Los  Excmos.  Sres.  Presidente  del  Con- 
sejo de  Ministros,  Ministros  de  la  Corona  y  Presidentes  de  los  Cuerpos  Co- 
legisladores. 

Presidentes  de  honor:  Excmo.  Sr.  Capitán  general,  Conde  de  Cheste;  Ex- 
celentísimo Sr.  Capitán  general,  D>  José  López  Domínguez;  Excelentísimo 
Br.  Capitán  general.  Marqués  de  Peña-Plata  ;  Excmo.  tór.  Oapitán  general, 
Marqués  de  Estella ;  Excmo.  8r.  Almirante  de  la  Armada,  D.  José  María  Be- 
ránger ;  los  Embajadores  y  Ministros  del  Cuerpo  Diplomático  extranjero  re- 
sidentes en  esta  corte. 

Vicepresidentes  de  honor :  Excmo.  Sr.  D.  Marcelo  de  Azcárraga;  Excelen- 
tísimo Sr.  D.  José  Gómez  de  Arteche ;  los  Directores  de  las  Reales  Acade- 
mias ;  los  Presidentes  de  la  Real  Sociedad  Geográfica,  Centro  del  Ejército} 
de  la  Armada,  Ateneo  Cien  tí  fleorj^it  erario,  Casino  de  Madrid,  Nuevo  Club. 
Gran  Pefia,  Círculo  de  Bellas  Artes,  Círculo  de  la  Unión  Mercantil  y  unión 
Ibero-Americana;  los  directores  de  todos  los.  periódicos  diarios  y" renstag 
científicas,  literarias  y  militares  de  España  y  del  extranjero. 

Presidente  efectivo:  Excmo.  Sr.  Conde  de  Cheste. 

Vicepresidentes :  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Polavieja,  Excmo.  Sr.  D.  José  de 
Bascarán,  D,  Víctor  María  Concas. 

Junta  organizadora:  Presidente:  limo.  Sr.  D.  Francisco  de  Francisco, 
fundador  de  los  Certámenes  Militares  NaciQuales  en  España. 

Vocales :  Los  representantes  de  las  Secciones. 

Las  Memorias  se  redactarán,  desarrollando  uno  de  los  siguientes 

TEMAS 

Ciencias  militares  y  organización:  ,1.*  «Condiciones  esenciales  de  una 
buena  Infantería  para  su  aplicación  eficaz  en  el  combate,  en  los  tiempo.'»  ac- 
tuales. —  Método  de  instrucción  y  plan  de  más  rápida  y  completa  preparn- 
ción  para  la  guerra». 

2.°  « Utilidad  de  la  Caballería  en  los  ejércitos  modernos.  —  ¿Es conve- 
niente dotarla,  para  el  servicio  independiente,  de  fusil-ametrallador  ó  de 
ametralladoras?  —  Servicios  especiales  y  su  carácter  técnico». 

3."  «  Cometido  de  la  Artillería  en  los  ejércitos  de  nuestros  días  ~  ¿Qu^ 
parte  debe  tomar  en  la  preparación  del  combate  y  en  el  momento  de  la  ba- 
talla? —  Unidades  que  deben  formarla.  —  Observaciones  que  sugiere  la  do- 
tación de  municiones  para  la  nrtillería  de  tiro  rápido». 

4.°  «  Estudio  sobre  la  organización  más  conveniente  de  los  fuertes  ais- 
ladoa». 

5."  «Abastecimiento  de  los  ejércitos  modernos  en  la  guerra.  —  La  Ad- 
ministraíMón  Militar  en  la  paz.  —  Fines  que  cumple  para  servir  losiüte^^ 
ses  de  una  perfecta  organización  ». 

6.°    «  Servicio  de  Sanidad  Militar  en  paz  y  en  guerra». 

7."  «El  tema  anterior  aplicado  á  los  servicios  del  Cuerpo  Farmacéutico 
Militar» 

8.°  «  Misión  de  la  Cruz  Roja.  —  Reformas  que  exige  su  organización-  — 
Prerrog-ativas  y  fueros  que  debe  otorgarse  al  personal  de  esta  Institución, 
formando  un  cuerpo  de  carácter  político-militar  en  cada  Estado». 

9  ""  «Meas  generales  de  estrategia  y  sus  aplicaciones  á  la  acción  de  1í>s 
ejércitos.  —  Problemas  concretos». 

10.  «Elementos  móviles  de  la  defensa  de  las  costas.  —  Tipos  de  buques 
que  deben  preferirse  á  dicho  ftn ;  su  radio  de  acción  y  artillado  ». 

11.  «Relación  entre  la  Geografía  y  la  Historia,  det^de  el  punto  devisia 
militar.  —  Líneas  isotermas  determinantes  de  la  emigración  de  los  puebl^^* 
y  del  camino  s^^guido  por  la  civilización  ». 

Las  armas  y  las  letras:  1.**  «  Estudio  de  las  formas  de  lenguaje  usadas 
por  Cervantes  en  su  obra  inmortal». 

2."    «  Relación  que  establece  Cervantes  entre  las  Armas  y  las  Letras. 


Nuestra  correspondencia  con  la  prensa  5í3 


Enseñauzas  militares  que  se  deducen  )>. 

2.**  «  El  soldado  poeta  de  Lepanto  D.  Miguel  Cervantes  de  Saavedra.  Su 
vida  y  sus  obras». 

NoiA.  Los  Jurados  esurán  coostituidos  por  distinguidas  personalidades  del  Ejercito  y  déla 
Arma  Ja  é  individuos  de  las  Reales  Academias  y  de  la  Real  Sociedad  Geográfica. 

ADVBRTBNCIAS 

I.*  Los  trabajos  serán  presentadoe  en  caracteres  de  máquiua  de  escribir, 
impresos  por  una  sola  cara,  ó  en  tipos  de  imprenta,  por  amba:*  caras ;  que- 
dando su  extensión  k  voluntad  de  los  autores;  pero,  al  flnal  de  todo  trabajo, 
se  expresaran  las  conclusiones  ó  un  resumen  de  la  materia  tratada. 

2.*  Dichas  Memorias  podrán  redactarse  en  espjiñol,  francés,  italiano  ó 
portugués. 

3.*  yi  plMzó  de  presentación  de  los  trabajos  que  envíen  los  autores  ter- 
mina en  31  de  diciembre  de  1904. 

4."  Loá  trabajos  llevarán  un  lema  que  corresponda  al  de  un  sobre  la- 
crado donde  conste  el  nombre  del  autor. 

f).*  En  los  primeros  meses  de  1905  se  publicará  ía  nota  de  la  calificación 
hecha  por  los  Jurados. 

6.*  Anales  del  Ejército  y  de  la  Armada  se  reserva  la  facultad  de  publicar 
los  trabHJos  premiados,  durante  el  término  de  dos  años,  á  partir  de  la  fecha 
de  celebración  del  Certamen  ;  obligándose,  en  este  caso,  á  hacer  donación 
de  cien  ejemplares  al  autor,  y  quedando  de  la  propiedad  de  sus  respectivos 
autores  dichos  trabajos. 

7.'  Los  trabajos  no  premiados  po.lrán  reclamarse  en  el  término  de  tres 
meses  desde  la  publicación  de  la  nota  de  calificación  de  los  Jurados. 

8.*  Toda  preífunta  ú  ob.servación  referente  al  Certamen  podrá  dirigirs»^ 
al  PresidVnte  de  1h  Junta  organizadora.  limo.  8r.  D.  Francisco  de.  Francisco 
y   Díaz,  Capitán  de  caballería.  Ministerio  de  la  Guerra.  Madrid  (España). 

NoT»  l."  Esu  convocatoria  será  dirigida  de  Real  orden,  dictada  por  el  Ministerio  dé  Estado» 
á  todas  las  naciones  extranjeras. 

Noi\2.*  Los  premios  para  los  autores  que  concurran  á  este  Certamen  serán  otorgados  por 
S.  M.  ci.Rcy  de  España  y  por  las  más  altas  Corporaciones  de  España  y  del  extranjero. 


NÜRSTRA  COKRRSPONDRNCIA  CON  LA  PRRNSA 


K»a  Odontologr^a,  de  Madrid.  —  Gracias  por  la  reproducción  de  la  noticia 

Peligros  de  las  inyeocionet  de  par  afina,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez,  cuya 

procedencia  eíiuivoca. 
lia  ÍM[«dloln&  Valenolana,  de  Valencia  —Id.,  id.  de  la  noticia  El  amilenol 

en  los  dolores  articulares  y  en  los  cólicos  hepáticos,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 
B«>UtiiL  de  los  hospitales,  de  Caracas.  —  Id.,  id.  del  artículo  Los  precur-  ' 

sores  de  Pasteur,  del  Dr.  Comente,  cuya  procedencia  no  cita. 
%mWl  Eseaela  de  Medioina,  de  México.  — Id  ,  id.  de  las  noticias  Medicamen- 
tos que  salen  con  la  leche  y  Agua  oxigenada  comercial:  inconvenientes,  del 

Dr.  Rodríg-uez  Méndez,  cuya  procedencia  no  citn. 
Boletin  de  Liarlng^ologrii^*  Otologria  y  Blnologrla,  de  Madrid.— Id.,  id.  del 

irdíh^io  Dos  casos  de  neurosis  refleja  de  origen  laríngeo,  del  Dr.  A.  Martín. 
Boletiii  del  «Coleg-io  de  Médicos  de  la  provincia  de  Tarragona». — Id.,  id.  de 

la  serie  de  artículos  sobre  La  responsabilidad  médica  ante  los  tribunales  de 

Juslicid,  del  Magistnido  Sr.  Tapia. 
Xaa  Farmacia  moderna,  de  Madrid.  —  Id.,  id.  de  la  noticia  Courina,  del 

Dr.  Rodríguez  Méndez. 
Revista  de  los  Tribunales  y  de  Legislación  universal,  de  Ma  irid  — 

ídem  id.  por  las  apreciaciones  que  hace  del  trabajo  del  Sr.  Tapia  y  de  este 

periódico. 
Sevlsta  homeopátloa,  de  Barcelona.  —  Id.,  id.  de  la  noticia  Acido  bórico: 

acción  tóxica,  acción  terapéutica,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez  y  de  r.tras  del 

mismo,  como  Alimentación  de  los  albuminúricos ,  Nicturia,  Cordita:  acción 

fisiológica,  cuya  procedencia  no  cita. 
Bevlsta  Hódloa,  de  Sevilla.— Id  ,'íd.  de  la  noticia  Quinina:  su  empleo  como 

analgésico,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez 


Vi? 


Estudios  demo^páifieos  de  Bapeelona 

POR    El. 

Dr.  D.  Luis  Comengu 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Juzgamos  curiosidad  estadística  importante  la  que  da  á  couocer  la  inter- 
vención que  en  la  mortalidad  de  la  urbe,  han  tenido  las  dolencias  del  apa- 
rato circulatorio,  singularmente  las  del  corazón  y  arterias. 

En  los  cuadros  y  adjunta  gráflca  hallará  el  lector  noticias  para  sentar 
conclusiones,  si  tiene  en  cuenta  artículos  precedentes. 

Aparato  clrculatort o.  — Defunciones  producidas  en  el  8^0  1903 


Mrsks 

Corazón 

Arterias 

Venas 

Red  lint^tica 

ToTAlK-s      EsT»,CK.>í> 

i 

Enero 

170 
155 
129 
li8 

li4 
88 
81 
81 
82 
84 
114 
153 

24 
23 
27 

9 
Iti 
20 
22 

8 
20 
16 
25 
30 

1 
1 
2 
» 
2 

1 

» 

» 
1 

>> 

» 

1                     ! 
195        1 
1 80        3       ,V3j 

Febrero.  .        

Marzo 

l5í<        1 
127        J 
13>         '        307 

Abril 

Mayo 

Junio 

lOH         1 
103        \ 

90         ^        í»', 

Julio 

Agosto 

Septiembre 

Octubre 

102         I 
100         1 

139       ;      i:i. 

IM3         1 

Noviembre 

Diciembre 

Totai.es 

1.369 

240 

7 

1 

r 

1.617               L6I: 

Barcelona  7  pueblos  agregados 

Mortalidad  producida  por  lesiones  arteriales 

en  los  años  que  se  expresan 


Fig.  20. —Gráfica  de  las  .<ciu-!. 
oes  por  cardiopaiias  én  B^rce.  > 
durante  un  quinquenio 


1 

TOTA- 

E, TA- 

Meses 

1C98 

1899 

1100 

1901 

1902 

1903 

IF.S 

CÚ)  >  ES 

Enero  .  . 

16 

8 

23 

12 

26 

24 

109 

Febrero . 

10 

5 

18 

23 

17 

23 

96 

283 

Marzo.  . 

9 

4 

6 

19 

13 

27 

7^ 

Abril    .  . 

5 

3 

12 

19 

'  18 

9 

66 

r 

Mayo  .  . 

8 

9 

8 

21 

16 

16 

78 

5    215 

Junio   .  . 

12 

11 

5 

11 

12 

20 

71 

I 

Julio.  .  . 

4 

16 

7 

15 

14 

22 

78 

195 

Agosto 

4 

11 

6 

7 

16 

8 

52 

Sepibre  . 

3 

6 

5 

12 

19 

20 

65 

Octubre. 

5 

12 

15 

19 

9> 

16 

89 

298 

Novbrc  . 

6 

16 

27 

20 

6 

25 

loo 

Dicbrc.  . 

10 

16 

9 

26 

18 

30 

109 

TOTAIEv 

92 

117 

141 

204. 

197 

240 

991 

991 

Mortalidad 

producida  por  las  enfermedades  del  corazón 

en  las  estaciones  de  los  siguientes  anos : 


Es  r ACIONES 

AÑOS 

Óbitos 
Totales 

2920 
1S32 
1.344 

21HÜ 

1898 

201 
212 

:{37 

1899 

4V.Í 
26  i 
213 
3.'.6 

1900 

535 
315 
215 
337 

1402 

1901 

514 
321 
210 
433 

1902  1903 

512!  454 
321     320 
250    244 
3661   351 

Invierno    .  .  . 
Primavera.  .  . 

Verano 

Otoño  .  ,  .  .  . 

TOIAI.KS.    .    . 

1296 

1282 

147H 

1449 ¡1360 

8276 

(Vdast  la  adjunta  gráfica) 


iriüi>                                     -    - 

1 

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Tomo  ZXVIL    Núm.  17    B>roelon>  15  septiembre  1904  Afio  XZVII.    Núm.  653 

Gaceta  Médica  Catalam 

SUMARIO:  Mastoidiiis  de  Bezold.  por  el  Dr.  Avelino  Martin.  —  Mortalidad  infantil  eo  Ma- 
drid (continuación),  por  D.  Rafael  Ulecla  y  Cardona.— Revista  de  Pediatría,  por  el  doctor 
D.  Jñan  Goll  y  Bofill.  —  Naturaleza  de  la  obsesión,  por  el  Dr.  E.  Marandon  de  Montyel. 
—  De  los  edemas  parciales  al  principio  de  la  auto-intoxicación  gravídica.  Su  valor  diagnóstico, 
por  el  Dr.  P.  A.  Lop.  —  Los  corpúsculos  de  Locwit  y  la  naturaleza  parasitaria  de  la  leucemia, 
por  O.  B.  Ailaria.  —  Revista  ckítica  bibmoghAfica  ,  por  el  Dr.  Pérec  Noffuera.  —  Noti- 
cias científicas:  Diabetes  suprarrenal.— Un  caso  de  secreción  láctea  en  suostitución  de  las 
reglas  en  una  joven  virgen.  —  Erepsina:  nuevo  fermento  de  la  membrana  intestinal.  —  For- 
mulario Y  THATAwiKNTos  MOPtKHNos.  por  cl  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  SficcióN  oficial: 
Quinto  concurso  de  la  Academia  de  Higiene  de  Cataluña.  —  Publicacioncs  hecibidas.  —  Estu- 
dios demográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 


Mastoiditis  de  Bezold 

Osteo-mlalltifl  ma«toÍd«a*— Ploliainla.  — Vaolsmlento  maatoldeo 
Doaagtta   por    prealón  da  lo«   absoaao«    oervloales  y   látopo- faríngeos 

Cnraolón 

POR    ET. 

Dr.    Avelino    Martín 

Las  poquísimas  observaciones  publicadas  en  España  de  mastoiditis 
de  Bezold,  su  rareza  en  sujetos  jóvenes  y  más  siendo  antiguos  otorrei- 
cos,  y  la  sing-ular  terminación  que  observamos,  dan  interés  especial  á 
esta  historia  clínica,  cuya  publicación  consideramos  interesante. 

P.  S.,  de  17  años,  vino  á  mi  consulta,  el  día  21  de  octubre,  aquejado 
de  otalg-ia  aguda  continua  derecha;  hacía  dos  semanas  que  no  podía 
dormir.  El  oído  derecho  supuraba  sin  dolor  desde  los  diez  años.  No 
pude  averiguar  si  esta  otitis  fué  post-infectiva,  pero  sí  que  no  era  de 
origen  exantemático.  Por  otra  parte,  el  enfermo  era  un  muchacho  bien 
desarrollado,  sin  estigmas  escrofulosos  ni  de  otra  discrasia  alguna,  lo 
cual  me  hizo  suponer  que  la  causa  de  la  otitis  primitiva  fué  afrigore 
ó  poco  menos,  y  que  el  descuido  sancionado  por  los  millares  de  otitis 
que  curan  espontáneamente  ó  á  pesar  de  los  tratamientos  intempesti- 
vos indicados  por  médicos  y  no  médicos,  justificaban  las  proporciones 
enormes  que  había  adquirido  el  proceso  patológico. 

Veíase  al  enfermo  con  la  cara  contraída  por  el  dolor  y  por  la  infec- 
ción de  su  sangre,  respondía  con  dificultad  á  las  preguntas  que  se  le 
hacían,  en  parte  por  carácter  propio  y  en  parte  principal  también  por 
la  piohemia  que  invadía  su  organismo.  Además  del  dolor,  sentía  fre- 
cuentes escalofríos  seguidos  de  reacción  febril,  el  tubo  digestivo  toma- 
ba parte  también  en  el  proceso  y  una  inapetencia  absoluta,  seguida  de 
quebrantamiento  de  fuerzas  hasta  imposibilitarle  para  el  trabajo,  era 
lo  que  alarmaba  más  á  su  familia,  acostumbrada  á  verle  con  enormes 
fuerzas  digestivas  é  incansable  resistencia  para  el  trabajo. 

Con  el  examen  otoscópico  se  veía  el  tímpano  con  una  gran  perfora- 
ción póstero-inferior,  pero  no  se  descubría  la  más  pequeña  cantidad  de 
pus  ni  en  el  conducto  auditivo,  ni  en  la  cavidad  timpánica;  el  fondo  de 
caja  que  se  descubría  por  detrás  de  la  perforación,  presentaba  un  aspecto 
casi  normal;  el  estilete  introducido  á  través  de  la  perforación,  ni  aun  di- 
rigido hacia  el  recessíis  epitimpánico,  no  determinaba  trasudación  san- 
guínea alguna,  de  manera  que  no  podía  sospecharse  la  existencia  de 
lungus,  tan  comunes  en  las  osteítis  fungosas  del  ático  y  que  frecuente- 
mente dan  un  aspecto  clínico  parecido  al  presente  en  sus  períodos  de 
agudización.  En  la  región  mastoidea  no  se  veía  nada  anormal,  el  sur- 
co auricular  con  su  aspecto  hígido,  el  pabellón  sin  apartarse  ni  un  mi- 
límetro de  su  inclinación  craneana,  nada  dolorosa  la  presión  en  la 


5j8  Masíoiditis  de  Be^otd 


región  del  antro,  ni  en  el  resto  de  su  superficie,  excepto  en  su  puma. 
en  donde  empezaban  i?i  crescoido  y  hacia  abajo  los  fenómenos  sin^^u- 
lares  de  este  caso  clínico  ;  el  surco  retro-maxilar  casi  borrado,  infiltra- 
ción parotidea  y  en  toda  la  región  del  esterno-cleido-mastoideo  Je.ÑÍ^ 
su  mitad  hasta  sus  inserciones  superiores.  Disfagia  ;  dolorida  al  taor  ' 
toda  la  pared  lateral  faríngea  derecha.  La  infiltración  en  la  parte  in- 
ferior del  cuello  traspasaba  el  borde  posterior  del  esterno-cleido-ma- 
toideo,  llenando  el  espacio  que  le  separa  del  trapecio  y  formando  un 
bloque  de  infiltración,  que  imposibilitaba  los  movimientos  laterales  de- 
rechos del  cuello,  como  en  el  tortícolis.  Audición  ad-canchum  ú\ixy\\' 
dos  subjetivos,  con  fenómenos  gástricos  acentuados,  saburra  lingual} 
gingival,  sequedad  faríngea,  náuseas,  vómitos  y  diarrea  fétida. 

De  momento  cabía  sospechar  sobradamente  que  se  trataba  de  uaa 
de  estas  otitis  crónicas  que  respetan  los  tejidos  contiguos  durante  me- 
ses y  anos,  pero  que  á  lo  mejor,  ya  por  rebajamiento  de  las  energ-ia* 
del  sujeto,  ya  por  exacerbación  de  virulencia  de  los  micro-organism.^ 
que  viven  constantemente  en  ella  ó  de  ella,  se  propaga  á  los  tejil- 
contiguos,  alcanzando  cuando  no  el  territorio  cerebral  por  el  %//k 
timpaniy  por  el  canal  petro-mastoideo  las  células  mastoideas,  detenii!- 
nando  las  mastoiditis  vulgares  que  vemos  cada  día  (1).  Pero  aqum 
había  fenómeno  alguno  de  mastoiditis,  ni  por  la  vista  se  apreciaba  di- 
locación alguna  del  pabellón,  ni  por  el  tacto  se  determinaba  M-: 
alguno.  Además,  el  diagnóstico  de  mastoiditis  de  Bezold  que  establea 
y  que  la  intervención  operatoria  aquilató,  como  se  verá  Juego,  era  du- 
doso por  las  siguientes  razones :  la  mastoiditis  de  Bezold  se  deriva  en- 
siempre  de  la  conformación  anatómica  de  la  mastoides  que  consiste  en 
la  extensión  de  su  sistema  lacunar  hasta  su  pared  inferior  interna:  a>; 
es  que  se  dice  que  solamente  las  apófisis  de  tipo  pneumático  puede: 
prestarse  al  accidente  en  cuestión  (2).  En  cuatrocientos  cráneos  exa- 
minados por  Bezold,  sólo  veintidós  realizaron  de  una  manera  ideal  la 
disposición  favorable  á  la  rotura  por  el  pus  de  la  pared  interna  de  U 
punta  de  la  apófisis  mastoides.  Asi  es  que  la  mastoiditis  de  Bezold  lis 
de  ser  muy  rara  en  los  sujetos  jóvenes,  en  los  cuales  aun  el  tejido  i> 
de  la  mastoides  no  ha  sufrido  el  trabajo  de  rarefacción  que  sufre  cou.^ 
edad.  Aun  resulta  más  raro  en  este  caso  por  tratarse  de  una  otitis  ai 
tigua,  la  cual,  por  una  parte,  favorecía  la  esclerosis  de  la  apófisis,  y  p  * 
otra  parte,  daba  ocasión  á  que  se  presentara  la  propagación  del  proce- 
á  la  mastoides  durante  los  siete  años  anteriores,  en  que  habiendo  sao 
sivos  períodos  de  agudez  de  la  otitis,  era  fácil  que  se  presentara  la  mi?- 
ma  complicación.  Y,  finalmente,  da  también  interés  á  este  caso  e 
hecho  de  preceder  otalgias  intolerables  á  la  extensión  del  pus  al  pa- 
quete músculo-vascular  cervical,  cuando  lo  frecuente  es  que  la  ma.^- 
toiditis  de  Bezold  lleve  un  curso  insidioso,  siendo  frecuente  el  casod 
que  pase  inadvertido  su  origen  ótico  aún  á  clínicos  muy  experimen- 
tados. 

El  día  21  de  octubre,  en  que  vi  por  primera  vez  á  este  enfermo,  hí 
la  desinfección  del  oído  medio  hasta  donde  pude,  y  le  ordené  frecue'j- 
tes  baños  de  glicerina  fenicada  al  4  por  100  y  la  aplicación  de  compr^ 
sas  húmedas  y  calientes  en  toda  la  región  auricular.    Indiqué  asimí^ 
mo  á  la  faníilia  la  necesidad  de  una  pronta  y  gran  intervenci-u 


(1)  Es  hoy  ya  un  hecho  admitido  que  toda  otitis  media  va  acompañada  de  mastoiditis- N'í- 
otra  manera  se  comprende  la  enorme  cantidad  de  pus  que  se  observa  en  ciertas  otitis,  y  adcmi^  ' 
trabajos  anátomo-patológicos  de  Politzer  lo  demuestran  de  una  manera  concluycntc.  Pero  m.i^' 
tras  está  permeable  el  canal  petro-mastoideo,  cl  pus  de  la  mastoides  se  evacúa  á  través  de  6  i"* 
caja  y  al  conducto,  pero,  ya  se  infíltren  las  paredes  del  aditus.  ya  se  llene  de  fungosidades  el  a^^ 
petro-mastoideo.  desde  el  momento  en  que  queda  incomunicada  la  caja  coo  la  mastoides,  >e  <:'-'' 
blece  la  mastoiditis  con  todo  su  aparatoso  cortejo.    Esto  explica  que  no  hubiese  pus  en  la  can- 

(2)  Legons  sur  les  suppurations  de  l'oreille  moyenne.  Luc.^  París,  1900,  pág.  7o. 


Masíoiditis  de  Bej^old  Sig 


Sabida  es  la  dificultad  (jue  en  otología  y  en  nuestro  país  existe  cuando 
se  trata  de  una  operación,  pues  la  familia  considera  un  dolor  de  oído 
como  si  fuera  un  dolor  de  muelas,  y  la  generalidad  de  gentes  difícil- 
mente comprenden  que  por  una  enfermedad  de  oído  deba  de  trepanarse 
el  cráneo.  Así  ocurrió  ^en  nuestro  enfermo  cuatro  días  después,  en 
que  la  situación  había  empeorado,  sobre  todo  por  lo  que  se  refería 
al  estado  general.  Los  escalofríos  violentísimos  se  presentaban  dos  y 
tres  veces  cada  día,  las  temperaturas  llegaban  á  4P,  los  fenómenos 
gástricos  se  acentuaban  de  tal  modo  que  simulaban  la  tifoidea  en  su 
período  álgido,  el  insomnio  y  las  pesadillas  y  las  excitaciones  cerebra- 
les rayaban  en  el  meningismo,  y  ante  tan  aterrador  cuadro,  la  familia 
decidióse  por  la  intervención  á  toda  costa.  A  pesar  de  mi  buena  volun- 
tad, un  incidente  fortuito  me  hizo  retrasar  dos  días  más  la  intervención, 
apareciendo  entonces  un  fenómeno  característico  de  la  mastoiditis  de 
Bezold  que  me  obligó  á  intervenir  con  toda  urgencia,  y  fué  éste  la  sa- 
lida por  el  conducto  auditivo  de  un  pus  sanioso,  de  una  fetidez  extra- 
ordinaria, como  de  materia  cadavérica,  cuya  salida  se  determinaba  por 
la  presión  del  surco  retro-maxilar.  Cuando  apareció  espontáneamente 
esta  excreción,  hacía  más  de  veinte  días  que  el  oído  no  supuraba;  el 
olor  era  tan  pestilente,  que  el  mismo  enfermo,  que  ya  no  se  quejaba  de 
dolor  en  ninguna  parte  de  su  cuerpo,  tal  era  su  estado  de  indiferencia, 
se  quejaba  amargamente  del  hedor  que  exhalaba  su  oído. 

Por  fin,  el  27  procedí  al  vaciamiento  mastoideo,  practicado  en  la  si- 
guiente forma : 

Incisión  á  dos  milímetros  del  surco  retro-auricular,  desde  la  inser-« 
ción  ántero-superior  del  pabellón  hasta  un  centímetro  por  debajo  de  la 
apófisis  mastoides;  sección  de  todos  los  tejidos  blandos,  incluso  el  pe- 
riostio; torsión  de  dos  arteriolas  procedentes  de  la  auricular  posterior, 
y  con  el  raspatorium  separación  del  periostio  por  detrás  hasta  la  cresta 
vértico-mastüidea,  y  por  delante  hasta  dejar  al  descubierto  la  entrada 
del  conducto  auditivo  externo  en  su  región  superior  y  posterior  ;  he- 
mostasia  por  taponamiento  de  un  par  de  minutos.  Con  fa  gubia,  aplicada 
al  sitio  de  elección,  corté  un  cuadrilátero  de  un  centímetro  de  lado, 
é  hice  saltar  las  láminas  óseas  de  atrás  adelante,  hasta  cerca  de 
un  centímetro  de  profundidad.  La  lámina  ósea  en  esta  región  era 
completamente  ebúrnea,  habiendo  necesidad  de  proceder  con  fuerza  y 
cautela  á  la  vez.  Esta  esclerosis  de  la  lámina  ósea,  posiblemente  debi- 
da á  antiguas  osteítis,  explicaba  la  falta  de  fenómenos  en  la  región 
retro-auricular,  y  también  que  el  pus,  encontrando  este  muro  de  con- 
tención, se  extendiera  hacia  abajo  llenando  el  sistema  lacunar  de  las 
regiones  bajas  de  la  mastoides.  Al  llegar  al  díploe,  después  de  haber 
excavado  este  pozo  cerca  de  un  centímetro,  el  fenómeno  que  llamó 
más  la  atención  fué  la  fetidez  extraordinaria  que  emanaba  de  aquella 
cavidad;  pus,  aun  no  habíamos  encontrado.  Fué  necesario,  con  ayuda 
de  la  sonda  acanalada  y  de  la  cucharilla,  ir  destruyendo  las  finas  lámi- 
nas de  díploe,  con  lo  cual  llegamos  después  de  profundizar  otro  centí- 
metro, al  antro,  que  era  pequeño  y  profundamente  situado.  Introdu- 
cida entonces  una  sonda  curvada  én  su  extremidad  por  el  canal  petro- 
mastoideo,  llegamos  á  la  cavidad  timpánica,  haciendo  saltar  los  restos 
de  huesecillos  que  había  en  el  ático  y  la  pared  externa  de  éste.  Pero  á 
pesar  de  este  vaciamiento  minucioso  y  á  pesar  de  la  fetidez,  no  encon- 
tramos aún  el  foco  de  pus.  Era  necesario  ir  hacia  abajo  y  la  compresión 
del  borde  anterior  de  la  inserción  superior  del  esterno-cleido-mastoideo 
nos  indicó  en  seguida  el  camino  que  debíamos  seguir,  y  comprobó  el 
diagnóstico  que  habíamos  formulado.  Destruidas  algunas  trabéculas 
óseas  por  debajo  del  antro,  la  compresión  antes  indicacla  dio  salida  á  un 
chorro  de  pus  sanioso,  negruzco  y  de  una  tal  fetidez,  que  más  bien  pa- 


5io  Mastoiditis  de  Be^old 


recia  icor  cadavérico.  Proseg*uimos  el  vaciamiento  hacia  abajo,  rom- 
piendo célula  por  célula  y  procurando  disecar  la  reg-ión  vecina  al  í^enu 
lateral,  procediendo  con  una  meticulosidad  extraordinaria,  por  cuanto 
teníamos  vi  vie7ite  la  convicción  de  (jue  la  abertura  del  seno,  dada  ia 
cantidad  y  calidad  de  pus,  determinaría  una  trombo-flebitis  séptica  de 
resultados  fatales  é  irremediables.  A  pesar  de  todo  llegtimos  hasta  la 
punta  de  la  apófisis,  desinsertando  parte  de  la  extremidad  tendinoÑi 
superior  del  esterno-cleido-mastoideo  y  descubriendo  la  pared  interna 
de  la  punta  de  la  apófisis,  en  donde  nos  fué  posible  comprobar  el  orifi- 
cio por  donde  se  habla  abierto  paso  el  pus  á  la  reg-ión  cervical. 

A  todo  esto,  habían  transcurrido  dos  horas  y  media  de  cloroformi 
zación,  y  aunaue  esta  tarea  estaba  encomendada  á  mi  experto  cole{m 
Dr.  D.  Víctor  áoley,  la  magnitud  del  traumatismo,  el  ag-otamiento  fi^. 
enfermo  por  las  semanas  que  llevaba  de  fiebre  y  sufrimiento,  me  hi- 
cieron temer  que  el  colapso  cardíaco  que  se  iniciaba,  terminara  de  un 
modo  trágico,  y,  por  otra  parte,  mi  experiencia  y  el  convencimient' 
de  que  los  g-randes  desbridamientos  en  los  abscesos  debidos  á  un  f«y 
purulento  que  se  ha  abierto  completamente  y  se  ha  desag-uado  á  entem 
satisfacción,  no  son  tan  indispensables  como  se  dice,  en  breve  consulta 
con  los  médicos  asistentes,  Dres.  Torras,  Soley  y  Azoy,  acordamoí»  dar 
por  terminada  la  intervención  y  aplazar  para  otro  día,  si  fuese  necesa- 
rio, el  desbridamiento  de  los  fondos  de  saco  cervicales,  cuya  direcc;  u 
pudimos  apreciar  exactamente,  uno  sig'uiendo  al  digástfico  hasta  la 
pared  látero-farlng'eo  y  otro  por  la  cara  profunda  del  estemo-cleiilc- 
•  mastoideo  hasta  la  mitad  de  su  trayecto.  Terminóse  la  operación  cíd 
un  profuso  lavado  con  solución  de  feno-salil  al  1  por  100,  tocando  las 
superficies  óseas  denudadas  con  cloruro  de  zinc  al  1  por  10,  insuflación 
de  iodoformo,  aplicando  gasa  iodofórmica  en  pequeñas  tiras  y  m  i- 
deando  exactamente  la  superficie  ósea  denudada  manteniendo  ancha- 
mente abierta,  con  otras  tiras  de  gasa,  la  abertura  retro-auricular  y 
haciendo  un  colgajo  con  la  pared  posterior  del  conducto  desbridatK 
hasta  la  concha,  gasa  por  fuera,  una  buena  capa  de  algodón  cubrien  1' 
toda  la  cabeza  y  vendaje  ligeramente  compresivo. 

El  enfermo  pasó  la  primera  noche  sumamente  intranquilo,  con 
temperaturas  superiores  á  39°,  sin  dolor,  pero  con  un  estado  general]  ' 
demás  lamentable.  La  inflamación  de  las  primeras  vía,s  aéreas,  efe<n 
del  cloroformo,  complicando  una  estomatitis  y  glositis  pioémicas.  ^\^ 
terminaba  un  aspecto  por  demás  amenazador,  como  el  de  un  enferin< 
de  boca  seca,  lengua  agrietada,  encías  fuliginosas,  que  está  agonizan^ 
de  una  fiebre  tifoidea.  Y  por  si  algo  faltara  á  este  cuadro,  antes  I- 
las  24  horas  se  presentó  un  escalofrío  intensísimo,  clásicamente  piche- 
mico,  elevándose  la  temperatura  á  41**.  Ante  tal  hecho  nos  arrepenti- 
mos de  no  haber  seguido,  á  pesar  de  todo,  la  disección  de  los  absceíi  > 
cervicales,  mucho  más  por  cuanto  el  enfermo  no  podía  alimentaría^ 
en  parte,  por  la  inapetencia  natural  que  en  su  estado  era  de  esperar  y 
en  gran  parte  también,  porque  la  compresión  del  absceso  látero-faria- 
geo  determinaba  disfagia  hasta  el  punto  de  que  ni  alientos  tenía  para 
tragar  el  agua  que  su  inextinguible  sed  le  pedía. 

Deshicimos  el  vendaje,  y  por  compresión  de  la  región  cervical  y  fa- 
ríngea extragimos  unos  100  gramos  de  pus  sanioso  y  de  una  fetiii -^ 
rej)ugnante  que  tenía  por  punto  de  salida  las  células  mastoidea^^  i;^^ 
bajas  sobre  todo. 

La  segunda  noche  la  pasó  el  enfermo  algo  mejor,  la  temperatura 
des^'endi(')  á  3()SVy  el  pulso  se  hizo  regular;  pero  el  estado  general,  qu^' 
traducía  una  infección  profunda  de  anuel  organismo,  continuaba  d-'i 
misino  modo.  Nueva  curación  á  las  12  iioras  de  la  primera  con  salida. 
por  compresioiips  cervicales,  de  otros  100  gramos  de  pus.     A  la  m^*<iií^ 


Mastoiditis  de  Bej^old  5it 


hora,  elevación  de  temperatura  á  4r,  como  si  la  compresión  de  los  focos 
purulentos  que  determinaba  la  salida  del  pus,  determinara  también  su 
entrada  en  las  extensas  vías  linfáticas  de  la  reg-ión  cervical.  Al  ano- 
checer, 36*5®.  Nueva  curación,  salida  de  gran  cantidad  de  pus  y  ele- 
vación de  temperatura  á  40*". 

Era,  ciertamente,  crítica  nuestra  situación,  pues  el  disecar  los  abs- 
cesos cervicales  ó  practicar  simplemente  una  contra-abertura,  hacía 
indispensable  la  anestesia,  y,  por  otra  parte,  el  estado  general  del  en- 
fermo febricitante  y  piohémico,  desde  nacía  dos  meses,  con  tendencia 
al  colapso  cardíaco  y  con  pulso  dicroto,  hacían  en  extremo  arriesgada 
una  segunda  cloroformización  cuya  duración  no  podía  j)recisarse. 

Así  es  que  en  espera  de  que  mejororan  las  condiciones  generales 
del  enfermo,  acordamos  repetir  las  curaciones  cuantas  veces  fuera  ne- 
cesario y  evacuar  el  pus  con  toda  la  rapidez  que  se  pudiera.  El  curso 
de  la  dolencia  en  los  días  posteriores,  fué  por  demás  irregular ;  el 
enfermo  pasaba  muchas  horas  hipopirético  (36"*,  36*9**),  y  á  lo  mejor 
cada  dos  ó  tres  días  se  presentaba  un  escalofrío  intensísimo  seguido  de 
temperaturas  de  40**  á  41°.  El  estado  general  iba  mejorando;  al  cuarto 
día  había  desaparecido  el  absceso  látero-faríngeo,  la  deglución  era  nor- 
mal, los  grandes  lavados  con  solución  de  permanganato  potásico  al 
1  por  1,000,  hicieron  que  el  pus  fuera  cada  día  menos  abundante  y  de 
mejor  carácter,  la  miositis  del  esterno-cleido-mastoideo  que  determi- 
naba la  flexión  forzada  de  la  cabeza  fué  desapareciendo,  las  infiltra- 
ciones cervicales  amenguaron,  y,  por  fin,  la  temperatura  se  hizo 
completamente  normal  el  día  15  de  noviembre  (1) ;  el  enfermo  recobró 
el  apetito  y  poco  á  poco  las  fuerzas,  pudiendo  dejar  la  cama  el  día  18 
de  noviembre  y  concurriendo  por  su  pie  á  nuestra  clínica  el  6  de  di- 
ciembre con  la  herida  ya  casi  completamente  cicatrizada  y  oyendo  el 
reloj  á  dos  centímetros.  La  región  ósea  denudada  estaba  en  francas 
vías  de  epidermización. 

Esta  historia  clínica  tiene  interés  en  varios  conceptos,  y  muy  espe- 
cialmente por  la  rareza  de  la  mastoiditis  de  Bezold,  que  algunos  tra- 
tadistas modernos  ni  describen  siquiera  y  que  los  que  la  describen  lo 
hacen  con  más  interés  por  lo  que  respecta  a  los  abscesos  cervicales  que 
el  vaciamiento  mastoideo  que  resulta  un  accidente  de  la  operación,  á 
pesar  de  que  en  buena  lógica  y  siguiendo  los  principios  de  la  patología 
general  en  las  supuraciones  óseas,  es  lo  que  debe  dominar  la  escena. 
Puesto  al  descubierto  el  foco  purulento,  ras])adas  las  superficies  supu- 
rantes, extraídos  los  secuestros,  cuando  los  hay,  se  cumple  con  el  prin- 
cipal objeto  de  la  intervención;  por  cuanto  curando  las  superficies 
supurantes,  los  abscesos  osifluentes  dejarán  de  formarse  por  lejos  que 
esté  el  punto  de  origen.  Este  caso  lo  demuestra  evidentemente;  sin 
disección  de  los  abscesos  cervicales,  sin  siquiera  contra- abertura,  por 
simple  expresión,  curaron  perfectamente. 

Nada  más  lejos  de  nuestra  mente  que  erigir  en  regla  de  conducta 
general  la  no  abertura  de  los  absce.<:os  osifluentes;  pero  sí  Queremos 
insistir  en  que  la  intervención  culminante  en  la  mastoiditis  de  Bezold 
ha  de  ser  el  vaciamiento  mastoideo,  sin  la  cual  todo  lo  demás  resultaría 
inútil  (2)  y  con  la  cual  puede  prescindirse  en  ciertos  casos  de  una  labo- 
riosa disección  al  través  de  los  tejidos  del  cuello,  que  hacen  intermi- 

(t)  El  día  o  de  noviembre,  tuvo  un  escalofrío  intenso;  duró  tres  cuartos  de  hora,  fue  el  ulti- 
mo, se  acompañó  de  vómitos  y  fui  seguido  de  temperatura  40'2**  y  pulso  104,  (Datos  recogidos 
por  el  Dr.  Azoy). 

(2)  En  la  notable  obra  de  Mignon  Comptications  septiques  des  otitis  moyennes  suppurées^  pá- 
gina 213,  se  transcribe  una  observación  clínica  que  tiene  muchos  puntos  de  analogía  con  la  de 
nuestro  enfermo.  En  aquélla  se  practicó  la  disección  de  los  abscesos  cervicales,  pero  no  el  vacia- 
rtiiento  mastoideo  y  el  enfermo  sucumbió  á  los  progresos  de  la  ósteo-mielitis  mastoidca. 


5»2  Mastoiditis  de  Be^old 


nable  una  operación  ya  de  sí  laboriosa  y  entretenida,  sobre  todo  cuan- 
do hay  piohemia. 

Insistimos  también  sobre  el  hecho  de  que  la  mastoiditis  de  BezoM 
puede  presentarse  en  las  otitis  supuradas  crónicas  y  en  sujetos  jóvenes 
y  por  lo  tanto,  que  el  único  hecho  cierto  que  predispone  á  esta  compli- 
cación, es  la  disposición  anatómica  especial  de  la  apófisis,  cuyo  sistema 
lacunar  se  extiende  hasta  su  pared  inferior  interna.  Así  era  la  apófi?ij? 
de  nuestro  operado,  disposición  que  afortunadamente  no  es  frecuente, 
pues,  como  hemos  dicho  antes,  entre  cuatrocientos  cráneos  examinados 

{)or  Bezold  sólo  en  veintidós  observó  el  tipo  pneumático  y  la  pared  in- 
érior  interna  de  la  apófisis  cedía  fácilmente  al  instrumento  punzante 
ó  era  de  aspecto  poroso,  resultado  de  estar  agujereada  por  numerosíjs 
orificios  vasculares.  En  este  sujeto  favoreció  también  la  rotura  de  la 
pared  inferior  interna  de  la  punta  mastoidea  la  extrema  dureza  de  la 
lámina  ósea  externa  de  la  mastoides,  hecho  frecuente  en  los  antigüe^* 
otorreicos,  de  manera  (jue  el  pus  y  la  osteomielitis  mastoidea  no  tra.-^- 
cendían  al  exterior  ni  en  forma  de  pastosidad,  ni  de  ser  dolorosa  la 
presión,  ni  siquiera  de  borrarse  el  surco  retro-auricular. 

Y  en  este  último  hecho  hemos  de  insistir,  sobre  todo,  tratándose  lie 
nuestro  país,  donde  mueren  tantos  enfermos  por  complicaciones  ótica? 
endo-craneanas,  ya  por  falta  de  diagnóstico,  ya  por  falta  de  interven- 
ción, siendo  el  criterio  corriente  entre  profanos,  y  aún  médicos,  que  las 
trepanaciones  mastoideas  y  sobre  todo  la  ático-antrectomía  va  se^ruida 
de  fatales  resultados.  Rara  vez  se  plantea  la  indicación  de  la  abertura 
mastoidea  cuando  no  hay  fenómenos  de  violenta  flogosis  en  la  re^rión 
retro-auricular,  y  es  necesario  tener  bien  presente  que  la^  más  graves 
complicaciones  cíe  las  mastoiditis  (abscesos  cerebrales  y  cerebelosos)  y 
especialmente  las  de  la  de  Bezold,  evolucionan  mansamente,  sin  que  se 
borre  el  surco  retro-auricular,  sin  que  se  separe  el  pabellón  del  planu 
craneal  y  simulando  muchas  veces  el  cuadro  de  la  tifoidea.  Así  es  qu-» 
es  muy  conveniente  averiguar  si  los  oídos  supuran  ó  han  supurado,  y 
tener  presente  que  de  cada  40  otorreicos  sucumbe  uno  á  una  complica- 
ción endo-craneana  (Lermovez),  y  que  las  intervenciones  mastoidea?. 
por  extensas  que  sean,  no  oirecen  peligro  alguno  si  el  que  las  practica 
se  ha  ejercitado  en  trabajos  de  anfiteatro  y  retiene  bien  in  mente  la 
disposición  anatómica  del  estrecho  campo  en  que  debe  maniobrar. 

Acostumbrados  estábamos  en  nuestros  anteriores  vaciamientos  ma¿- 
toideos  á  que  el  enfermo  sin  reacción  febril  de  ninguna  clase  pasara  dr' 
la  época  (le  sufrimientos  é  insomnio  al  reposo  más  tranquilizador,  de 
manera  que  en  ningún  caso  habíamos  levantado  la  primera  cura  hasta 
los  ocho  y  aún  diez  y  doce  días,  así  es  que  en  este  enfermo  y  con  mi>- 
tivo  de  la  gran  elevación  térmica  nos  fué  indispensable  levantarlo  an- 
tes de  las  24  horas.  El  no  haber  disecado  los  abscesos  cervicales  no5 
imponía  la  limpieza  meticulosa  de  los  mismos,  para  lo  cual  acudimos  á 
las  curas  frecuentes  y  á  la  expulsión  del  pus  por  presión.  En  nin;?ún 
momento  renunciamos  á  los  beneficios  que  nos  podía  aportar  la  di>ec- 
ción  de  los  abscesos  cervicales;  pero  como  esta  segunda  intervención 
estaba  en  parte  contraindicada  por  las  razones  antes  señaladas  y,  por 
otra  parte,  estábamos  convencidos  de  que  el  factor  principal  de  los  tras- 
tornos que  aquejaba  nuestro  enfermo  eran  debidos  á  la  osteomielitis  y 
tanto  la  intervención  quirúrgica  como  el  tratamiento  consecutivo  iban 
á  dominarla,  esperamos  tranquilamente  á  que  el  enfermo  estuviera  en 
mejores  condiciones  de  resistencia  ó  á  que  un  fenómeno  grávenos 
determinara  á  intervenir  nuevamente. 

Por  fortuna,  no  tuvimos  que  recurrir  á  otros  medios,  y  este  caso  de- 
muestra palpablemente  que  en  toda  infección,  y  en  especial  en  las  eti- 
cas, debe  procurarse,  como  capital  indicación,  la  abertura  extensa  y  com- 


Mortalidad  infantil  en  Madrid 


5x3 


pleta  del  foco  ósteomielítico  y  que  los  abscesos  secundarios,  si  bien  es 
de  muy  buena  práctica  el  abrirlos  y  desaguarlos  cuanto  antes,  pueden, 
sin  embargo,  preterirse,  sin  muy  graves  inconvenientes,  á  la  abertura 
del  foco  purulento  principal. 

Como  procedimiento,  me  ha  parecido  siempre  el  mejor,  y  siguiendo 
á  los  clásicos,  el  de  la  abertura  previa  del  antro,  cuya  cavidad  consti- 
tuye el  centro  anátomo-patológico  de  la  otología.  El  cirujano  que  em- 
pieza por  él,  fácilmente  se  orienta,  sea  cual  fuere  la  intervención  ótica 
que  deba  realizar,  y  hasta  en  el  procedimiento  de  Stake  encontramos 
que  su  principal  ventaja  es  la  de  encontrar  con  seguridad  el  antro,  por 
pequeño  y  profundo  que  esté.  Es  excepcional  que  no  medie  espacio 
quirúrgico  entre  el  antro  y  el  seno  lateral  y  aun  no  mediando,  un  ciru- 
jano un  poco  experto  adivina  pronto  la  proximidad  de  dicho  seno.  En 
los  muy  numerosos  ejercicios  que  he  practicado  en  el  cadáver  con  mi 
estimado  companero  Dr.  Torras,  en  ningún  caso  hemos  llegado  al  seno 
lateral,  aún  con  la  intención  de  disecarlo,  sin  que  la  consistencia  y  la 
coloración  del  tejido  óseo  nos  lo  anunciara  ^ mucho  antes.  En  cuanto 
al  nervio  facial,  que  ocupa  siempre  una  posición  invariable,  basta 
tenerlo  siempre  in  mente  para  evitarlo,  pero  de  todas  maneras  creo  que 
la  clave  principal  de  las  intervenciones  mastoideas  es  seguir  metódi- 
camente el  vaciamiento  empezando  por  el  antro  y  desde  allí  dirigirse  á 
la  región  que  los  fenómenos  clínicos  indiquen.  La  observación  clínica 
aue  acabamos  de  exponer,  prueba  evidentemente  que  en  la  mastoiditis 
(le  Bezold  debe  atenderse  mucho  más  al  vaciamiento  mastoideo  que  á 
la  disección  de  los  abscesos  cervicales,  los  cuales,  aun  procediendo  de  la 
raastoides,  curaron  en  este  caso  con  sólo  el  vaciamiento  mastoideo  y 
sin  dejar  rastro  alguno. 


Moptalidad  infantil  en  Madpid 

Sva  prlnelpalea  eanaaa  y  maíllos  de  oombatlpla 


(1) 


D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona 

Vocal  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad  y  Director  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas 

Estado  H.  —  1900  (2) 

NACIMIENTOS  15,479.  —  DEFUNCIONES   17,406.  -  DIFERENCIA  —   1,927 

Proporción  por  1,000  habitantes  I  üoptaíidad  38*70  I  I*®Wación  516,428 


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Enero 

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Febrero 

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234 

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116 

160 

195 

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Marzo 

226 

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122 

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Abril 

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Mayo 

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Julio 

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17406 

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8.S 

(1)  ConiíDuación.  —  Véase  el  número  anterior. 

(2)  Como  desde  este  año  se  modifica  la  clasificación  por  edades,  para  adoptar  la  propuesta  por  > 
el  Dr.  Bertiilón,  no  incluiremos  en  el  septenio  del  diagrama  siguiente  ( fíg.  21 ).  más  que  los  niños 
de  O  día  á  cuatro  años  cumplidos. 


Estado  I.  —  1901 

NACIMIENTOS  15,908.  —  DEFUNCIONES  17,284.  —  DIFERENCIA.  —  1,376 

Proporción  por  1,000  habitantes  |   MoríaUdld  32l674  |  Población  628,984 


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Marzo 

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Estado  J.  -  1902 
N.ACIMIENTOS  15,832.  -  DEFUNCIONES  14,411.  -  DIFERENCIA  +   1.421 

Proporción  por  1,000  habitantes  |   Mo^rSudad  27)243  |  Potación  528,984 


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5478 

Estado  K 
Resumen  de  los  años  1900,  901  y  902 

NACIMIENTOS  47,219.  —  DEFUNCIONES  49,101.  —  DIFERENCIA 


1,882 


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Octubre.  .  . 

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564 

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Noviembre . 

687 

670 

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Diciembre  . 

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7'95 

4506 
9^38 

5099 
10-38 

4028 
8^31 

1769 
3-69 

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41*101 

19746 

3443 

20-57  1  19-63 

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Mortalidad  infantil  en  Madrid 


525 


20,000 

19,000     ^    I  MORTALIDAD        49,101 

18  000    —    ^  NATALIDAD  47,219 

17,000    —    H  iXFEftESfJA    —      1,882 

16,000    "" 

15,000 

14,000 

13,000 

12,000 

11,000 

10,000 

9,000 

8,000 

7,000 

6,000 

5,000 

4,000 

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Fig.  21.  —  Diagrama  de  la  mortalidad  en  Madrid.  —  1900, 1901  y  1902 


Estado  L 

RESUMEN  DE  MORTALIDAD  DE   MADRID 
Septenio  de  1896  á  1902 


1896 

1897 

1898 

1899 

1900 

1901 

1902 

TOTAL 

Menores  de  un  año 

De  1  año  á  4  cumplidos .  .  . 
De  5  en  adelante 

4,086 

3,026 

10,990 

3,3* 

2,442 

8,988 

3,484 
2,716 
9,077 

15,277 

4,483 
1,714 
9,666 

15,863 

3,278 
3,910 
10,218 

17,406 

3,730 
3,350 
10,204 

3,094 
2.384 
8,933 

25,289 
19,542 
68,076 

18,102 

14.564 

17,284 

14,411 

112,907 

Menores  de  1  año 25,289     ó  sea  22'39  por  100 

De  1  á  4  años  cumplidos 19,542     ó  sea  17'30  por  100 


De  O  día  á  4  años  cumplidos   .  .       44,831     ó  sea  39'70  por  100 


326 


Mortalidad  infantil  en  Madrid 


Estado  U 
MORTALIDAD  EN  MADRID  DE  NIÑOS  DE  O  DÍA  Á  4  AÑOS 


miUílSASBS 


Viruela 

Sarampión 

Escarlatina 

Tos  ferina 

Difteria 

Tuberculosis  de   todas 

clases 

Sífilis 

Meningitis  simple , 
Convulsiones.  .  . 
Bronquitis  aguda 
ídem  crónica.  .  . 

Suma  y  sigue.  .  . 


1900 
911 

1901 
194 

1908 

TOTAL 

10 

1115 

802 

841 

216 

1859 

58 

30 

2a 

113 

19 

52 

147 

218 

137 

72 

49 

258 

456 

281 

392 

1129 

123 

207 

71 

401 

780 

771 

793 

2344 

380 

308 

379 

1155 

1031 

1467 

1002 

3500 

54 
4751 

77 
4448 

44 

175 

3128 

12267 

nrrsuasAfiíB 


Suma  anterior.  . 
Bronco-pneumonia.  . 

Pneumonía 

Congestión  pulmonar 

Diarrea 

Ictericia  grave 

Erisipela 

Debilidad  conaénita.  . 
Vicios  de  conformación 
Muertes  violenus  .  . 

Otras  causas 

Sin  clasificación .  .  . 

Total. 


1900 


4751 

279 

78 

13 

819 

3 

16 
37 
168 
6 
986 
32 


IMl 


4448 

345 

71 

76 

965 

12 

9 

is: 

iU 
34 
764 
115 


1901  ITQTAL 


31281  ii^ 

366 

62' 

12 

1030  i 


16 

5f»! 

167 

20 

611 

109 


:ii 

i: 
%i 

^^ 

4KS 
60 

:5r 


7188    7080    S47S    19'^ 


3,500  — 


3,000  — 


2,500  - 


2,000  —  ■-■- 


1,900 


1,000 


Flg.  22.  —  Gráfica  de  mortalidad  de  Madrid  por  enfermedades,  durante  los  años  1900, 1901  j  i*" 

Si  OS  fijáis  en  los  estados  Fy  K,  veréis  que  el  número  de  fallecid;^*- 
es  mayor  en  los  niños  de  O  á  1  año  en  la  proporción  de  23*80  y  20"-'>'^ 
por  100;  sig-uen  después  los  de  lá4  en  la  de  15*51  y  19*63,  superi  ' 
en  grado  sumo  á  la  de  los  comprendidos  en  la  edad  escolar  (de  5  á  ^ 
años),  que  es  de  8'85  y  7*01. 


Mortandad  infantil  en  Madrid  Saj 


Yo  OS  ruego,  señores,  que  reflexionéis  un  poco  acerca  de  estas  pro- 
porciones, y  habréis  de  convenir  conmigo  en  que  el  problema  ae  la 
mortalidad  de  niños  de  la  primera  infancia  reviste  caracteres  de  gra- 
vedad extraordinaria,  y  es  muy  digno  de  asiduos  estudios  y  de  profun* 
das  meditaciones. 

¡  62,005  niños  menores  de  3  años  fallecidos  en  ocho  años ! 

I  25,000  de  O  á  1  año,  muertos  en  un  septenio  ! 

1 19,542  menores  de  5  años,  en  igual  período  de  tiempo ! 
Cifras  son  estas  verdaderamente  aterradoras,  que  denotan  el  censu- 
rable abandono  en  que  no  sólo  las  Autoridades,  sino  sus  moradores, 
tienen  las  saludables  prácticas  de  la  higiene. 

En  efecto ,  las  estadísticas  que  antes  he  consignado,  demuéstranlo 
de  una  manera  palmaria,  pues  fijándoos  en  las  causas  que  han  contri- 
buido á  tan  terrible  mortalidad,  veréis  que  en  su  mayor  parte  éstas 
son  debidas  á  enfermedades  que  hoy  se  designan  con  el  nombre  de  m- 
tableSy  llamadas  así  porque  su  desaparición,  ó  cuando  menos  su  dismi- 
nución, dependen  ciertamente  de  la  fiel  observancia  de  los  preceptos 
higiénicos.  Véase  si  no  lo  que  ha  sucedido  con  dos  de  las  mas  mortí- 
feras enfermedades  infecciosas:  la  viruela  y  la  difteria,  las  cuales, 
merced  á  la  difusión  de  la  vacuna,  del  empleo  del  suero  antidiftérico  y 
de  las  desinfecciones,  han  tenido  un  notable  decrecimiento,  digno  de 
llamar  la  atención  y  que  pone  bien  de  manifiesto  el  poderoso  influjo  de 
la  higiene : 

Estado  M 

Mortalidad  en  Madrid  de  niños  menores  de    5  años   causada    por  la  viruela 

y  la  difteria  en  el  último  quinquenio 


AÑOS 

1898 

1899 

1900 

1901 

1902 

Viruela 

Difteria 

38 
135 

94 
134 

911 
137 

194 
72 

10 
49 

Para  evidenciar  más  claramente  cuan  terrible  es  la  mortalidad  en 
Madrid  de  niños  de  O  á  1  año,  bastará  que  la  comparemos,  por  ejemplo, 
con  la  de  París,  que  por  lo  crecida,  ha  preocupado  y  preocupa  honda- 
mente á  los  Gobiernos,  á  los  higienistas  y  médicos  de  la  vecina  Repú- 
blica, quienes,  para  combatirla,  están  haciendo  extraordinarios  esfuer- 
zos, coronados,  hasta  el  presente,  de  éxitos  muy  satisfactorios. 

De  un  notable  estudio  estadístico  hecho  acerca  de  la  mortalidad  de 
la  primera  infancia  en  la  población  urbana  de  Francia,  por  los  doctores 
Ballestre  y  Gilleta  de  Saint  Joseph,  resulta  que,  en  seis  años  (1892-97), 
París,  con  una  población  de  2.511,629  habitantes,  perdió  44,069  niños 
de  O  á  1  año. 

Pues  bien  :  Madrid,  que  tiene,  según  el  último  censo,  528,984  habi- 
tan tes,ha  perdido  en  igual  periodo  de  tiemjm  (1896  á  1901)  la  enorme  ci- 
fra de  22,195.  De  modo  que  si  Madrid  tuviese  el  mismo  número  de  habi- 
tantes que  París,  le  correspondería  una  mortalidad  de  ¡¡220,346!!  niños 
de  O  días  á  un  año. 

Dejo  que  mis  dignos  compañeros  de  esta  Junta  se  entreguen  á  las 
tristes  reflexiones  á  que  se  prestan  estos  datos  numéricos,  que  no  pue- 
den menos  de  contristar  mi  ánimo  y  que  me  obligan  á  demandar  con 
insistencia  se  ponga  pronto  y  eficaz  remedio  á  tal  situación,  que  n  os 
coloca  en  lugar  tan  secundario  entre  las  naciones  civilizadas. 

Bien  aplicado  le  fué,  pues,  á  Madrid  el  calificativo  de  la  Ciudad  de 
la  Muerte,  Y  no  basta  á  quitárselo  el  hecho,  alegado  por  algunos  en  su 


5i8  Mortalidad  infantil  en  Madrid 

favor,  de  que  hay  otras  capitales  que  tienen  mayor  mortalidad  aún.  Lo 
más  que  podría  concederse  á  los  que  así  opinan,  es  que  el  calificativo 
debería  aplicarse  también  k  esas  capitales  donde  la  mortalidad  es  tan 
crecida  ó  más  que  la  de  Madrid. 

En  los  pueblos  donde  se  rinde  fervoroso  culto  á  la  Higiene,  domlf 
las  Autoridades  velan  con  interés  por  la  salud  y  la  vida  de  sus  goberna- 
dos y  donde  sus  habitantes  son  celosos  cumplidores  de  las  disposicioDe- 
oficiales,  como  sucede  con  el  pueblo  belga,  allí  en  la  lucha  entablada 
entre  la  Higiene  y  las  enfermedades,  aparece  victoriosa  la  primen. 
Véase,  en  efecto,  lo  que  ha  sucedido  en  Bruselas,  cuya  mortAlidad  por 
enfermedades  infecciosas  ha  sufrido  el  notable  decrecimiento  siguiente: 

1869  á  73 53*2  por  1,000  habitentes. 

1874  á  78 23  2  »  »  » 

1879  á  83 16*9  »  » 

1884  á  88 17*2  »  »  » 

1889  ¿93 14  »  >>  » 

1894  á  99 8*6  »  »  » 

1900 .        6  »  »  » 

En  Viena,  durante  los  años  1900,  1901  y  1902,  que  son  los  que  esp^ 
cialmente  estudiamos  en  este  Informe,  no  hubo  mas  que  una  rlefuiKi.r. 
por  viruela  (1901),  y  en  Berlín,  en  esos  mismos  años,  no  ha  ocurrid*- n: 
una  sola  defunción  por  tan  mortífera  enfermedad. 

¿Y  qué  ha  pasado  recientemente  en  Puerto  Rico?  La  viruela,  eml- 
mica  en  la  isla,  se  generalizó  á  fines  de  1898  y  principios  de  1899,  har« 
el  punto  que  en  febrero  de  dicho  año,  había  3,0*00  casos  nuevos.  El  corunr i 
Hoff  organizó  un  sistema  de  vacunación  general  debidamente  aplicai' v 
en  cuatro  meses,  de  960,000 habitantes  fueron  vacunados  860,000. El^^'' 
por  100  de  estas  vacunaciones  resultaron  eficaces.  La  mortalidad  vari- 
losa  anual,  que  era  antes  por  término  medio  de  621,  descendió  á  2. 

I  Honor  y  gloria  para  el  inmortal  Jenner ! 

En  cambio,  ¿sabéis  lo  que  acontece  cuando  se  descuidan  las prá>> 
cas  de  una  buena  higiene?  Pues  que  se  sufren  bien  pronto  las  funev 
tas  consecuencias  de  este  abandono,  como  ha  sucedido,  por  desgran- 
en Londres. 

En  dicha  capital  la  viruela  ha  ocasionado 

En  1900 4  defunciones. 

En  1901 227  » 

En  1902 1,314  » 

¡Ya veis  loque  con  sus  torpes  predicaciones  han  conseguid"!- 
apasionados  enemigos  del  precioso  medio  profiláctico  y  cuan  can^ ' 
cuesta  á  Inglaterra  la  campaña  antivacunista ! 

Creemos  que  ante  estos  datos  elocuentísimos,  huelgan  por  cocr 
pleto  los  comentarios. 

Examinando  con  atención  el  estado  Ll,  se  verá  que  de  todas  lasf^'-- 
fermedades  que  han  contribuido  á  la  mortalidad  infantil  de  esto?r:- 
últimos  años  (estadística  que  el  Bolethi  demográfico  del  AyuntaipM^^ 
ha  ajustado,  como  he  dicho,  á  la  clasificación  deBertillón),  las  que  hí" 
dado  contingente  mayor  por  orden  correlativo  son : 

^                                  Bronquitis  aguda  con 3,500  defunciones. 

I*                                   Diarrea  con 2,814  » 

'^                                  Meningitis  con 2,344  ^> 

Sarampión  con 1,859  » 

Tuberculosis  con 1,129  » 

Convulsiones  con 1,155  » 

Viruela  con 1,111  » 


7^ 


Revista  de  Pediatría  3ag 


La  bronquitis  aparece,  es  cierto,  en  el  primer  lugtir;  mas  si  se  tiene 
en  cuenta  que  en  el  cuadro  de  la  primera  figuran  no  pocos  niños  que 
contrajeron  la  bronquitis  en  el  curso  de  la  diarrea;  que  un  número  no 
escaso  de  los  incluidos  en  el  cuadro  de  la  meningitis  adquirieron  esta 
dolencia  como  secuela  final  de  su  perturbación  gástrica,  y  que  lo  me- 
nos un  50  por  100  de  las  convulsiones  fueron  producidas  por  infraccio- 
nes en  el  régimen,  cabe  afirmar,  con  grandes  probabilidades  de  acier- 
to, que  las  enfermedades  que  deben  figurar  en  pnmer  término,  como 
factor  principalísimo  en  la  espantosa  mortalidad  infantil,  son  las  del 
aparato  digestivo  y  y  entre  éstas,  en  primera  línea,  la  gas  tro-enteritis  6 
diarrea  infantil. 

Durante  muchos  años  esta  diarrea  fué  considerada  no  sólo  por  las 
familias,  sino  por  los  médicos  mismos,  como  un  fenómeno  ligado  á  la 
dentición,  opinando  no  pocos  que  debía  de  ser  respetado  cuando  no  re- 
vestía caracteres  alarmantes.  Mas  hoy,  que  la  patología  infantil  ha 
hecho  grandes  adelantos,  este  proceso  patológico  es  ya  mejor  cono- 
cido, y  los  médicos  especialistas  le  conceden  toda  la  importancia  que 
realmente  merece,  reconociéndole  su  verdadera  gravedad. 

Así  es  que  la  diarrea  preocupa,  y  con  sobrada  razón,  á  los  paidópa- 
tas,  por  ser  la  más  temible  de  todas  h^  enfermedades  que  afectan  al  niño, 
puesto  que  no  sólo  arrebata  la  vida  de  un  considerable  número  de 
ellos,  sino  que,  merced  al  estado  de  desnutrición  en  que  quedan  los 
supervivientes,  se  hallan  m/is  expuestos  á  padecer  otras  enfermedades 
y  con  menos  resistencia  orgánica  para  luchar  contra  ellas,  de  la  que 
seguramente  tendrían  á  no  haberla  padecido. 

¿A  qué  es,  pues,  debida  esta  mortífera  enfermedad? 

¿Qué  medios  deben  emplearse  para  prevenirla,  si  no  de  una  manera 
absoluta,  á  lo  menos  para  que  no  sea  tan  excesivo  el  número  de  niños 
que  la  padecen  ? 

Tres  son  las  principales  causas,  dependientes  de  nuestra  voluntad, 
que  intervienen  en  la  provocación  de  la  diarrea. 

1.*    Las  deficiencias  de  la  lactancia; 

2.*    La  alimentación  prematura  y  la  sobre-alimentación; 

3.*    Las  infracciones  en  régimen  de  los  niños  de  1  á  5  años. 

(  Se  concluirá  ). 


Revista  de  Pediatría 

POR    EL 

Dr.  Juan  Coll  y  Bofill 

Bl  citróíeno  en  el  tratamiento  de  la  coqueluche.  —  Stekel, 
Stoschich,  Kéty,  Bolognesi,  Fittel  y  otros,  han  publicado  observaciones 
muy  favorables  á  esfe  medicamento  en  el  tratamiento  de  la  coquelu- 
che. Habiendo  leído  Sclireiner  estos  trabajos,  ha  ensayado  esta  me- 
dicación y  ha  publicado  sus  resultados  fThérap,  Aíonats/iefte,  núme- 
ros 5  á  7).  De  la  lectura  de  sus  conclusiones  se  deduce  que  el  medi- 
camento es  tomado  con  gusto  por  los  niños,  gracias  á  su  agradable 
sabor;  que  no  ha  notado  nunca  efectos  nocivos  con  su  empleo;  que  ejerce 
acción  favorable  sobre  los  vómitos  y  aumenta  el  apetito  ;  disminuye  la 
duración  de  la  enfermedad  tomando  forma  más  benigna,  siendo  más 
raros,  más  cortos  y  menos  violentos  los  accesos.  La  dosis  empleada 
por  el  autor  fué  tres  veces  al  día  15  ó  20  centigramos  (por  año),  y  si 
resultaba  insuficiente,  la  aumentaba  á  25  ó  30  centigramos.  Puede 
darse  también  de  una  sola  vez  la  dosis  máxima  de  7  decigramos. 


530  Rfiifista  dé  Pediatría 


Acerca  el  paso  de  la  aglutlnlna  de  la  madre  ai  feto  en 
loa  casos  de  tuberculosis  materna.  —  Los  doctores  Lagriffouly 
Pagues  comunicaron  á  la  Sociedad  de  Biologría  (sesión  25  julio  de  1903), 
varios  experimentos  relativos  á  la  sero-reacción  tuberculosa  en  el  niño 
acompañados  de  varias  observaciones  y  de  las  siguientes  conclusiones, 
que  traduzco  literalmente : 

1.*  M  suero  de  los  recién  rtacidos  de  madres  tuberculosas,  engaurd, 
no  aglutina  el  bacilo  de  la  tuberculosis. 

2.*  Cuafido  la  aglutiniria  existe  en  abundancia  en  la  sangre  de  la  fMr 
dre,  puede  penetrar  mía  cierta  cantidad  de  aquélla  en  el  organismo  fekl 

3.*  Puede  existir  formación  autónoma  de  aglutinina  por  el  feto. 

Del  empleo  del  a^a  oxigenada  en  la  terapéutica  infantil 
(Tesis  de  Blotin,  París).  —  El  ag-ua  oxigenada  ha  producido  bueno? 
efectos  en  el  tratamiento  de  ciertas  afecciones  de  la  niñez  (otitis,  esto- 
♦  matitis,  vulvo-vaginitis,  pleuresía  purulenta).  Presenta  la  ventaja  de 
ser  un  antiséptico  poderoso  y  de  no  ser  tóxica,  pudiendo,  por  lo  tanto. 
emplearse  en  los  casos  en  que  el  sublimado  y  otros  antisépticos  no  da- 
rían resultado  por  su  titulación  débil ,  ó  serían  peligrosos  por  se: 
aquélla  demasiado  elevada.  El  grado  de  dilución  del  agua  oxigenada 
es  un  factor  apreciable,  siendo  á  12  volúmenes  cuando  ha  dado  lo? 
más  rápidos  y  mejores  resultados. 

Tratamiento  de  loa  oxiuros.  —  De  un  artículo  de  Degny  (Jm- 
nal  des  Praticiens,  n.*  8),  entresaco  las  siguientes  notas  prácticas: 

Dice  el  autor,  con  mucha  razón,  nada  más  sencillo  parece,  de  mo- 
mento, que  hacer  expeler  estos  minúsculos  vermes;  sin  embarp"o, 
cuantas  veces  es  difícil  lograrlo  y  es  que  no  se  considera  que  no  sollá- 
mente ocupan  de  ordinario  el  recto  y  el  intestino  grueso,  sino  que  llegan 
también  á  la  última  porción  del  intestino  delgado.  Así,  es  preciso  un 
doble  tratamiento  general  de  todo  el  intestino  y  local  del  recto.  Re- 
comienda el  siguiente  método  como  el  más  sencillo  y  seguro  :  purgar 
al  niño  con  una  dosis  de  calomelanos  en  relación  con  su  edad  é  instituir 
el  régimen  lácteo.  Este  tratamiento  preliminar,  de  24  horas,  limpia  el 
intestino  completamente  y  favorece  la  acción  de  los  medicamentos  ver- 
mífugos. Durante  los  días  siguientes,  administra  santonina  ó  semen- 
contra : 

Santonina 5  centigramos 

para  un  papel,  por  la  mañana  en  ayunas,  ó: 

Semen-contra 3  gramos. 

infúndase  en  100  gramos  de  agua  hirviendo  y  añádese  20  gramos  «le 
jarabe  de  musgo  de  Córcega.  / 

Este  simple  tratamiento  de  tres  días  habrá  seguramente  echado  el 
parásito  del  intestino,  pero  éste  y  principalmente  las  hembras,  estarán 
en  el  recto,  que  e.-^  su  sitio  predilecto,  y  donde  obran  con  dificultad  l'-^ 
vermífugos.  Entonces  estará  indicado  el  tratamiento- local,  quel&? 
destruirá  y  librará  al  niño  de  sus  huéspedes.  Para  esto,  aconseja  ^! 
autor,  ó  supositorios,  segiin  una  de  las  siguientes  fórmulas  : 

Calomelanos 10  centigramos 

Manteca  de  cacao 2  gramos 

ó  : 

Ungüento  merrurial  doble.     .     .     .  10  centigramos 

Manteca  de  cacao 2  gramos 


NaturaUj^a  de  la  obsesión  5  $i 

Ó  pomadas,  introducidas  tan  profundamente  como  sea  posible  por  el 
ano,  según  una  de  las  fórmulas  que  siguen : 

Calomelanos 3  gramos 

Vaselina 30        » 

ó: 

Oxido  amarillo  de  mercurio     ...  30  centigramos 

Vaselina i  ^^  i-  ^^«^^^ 

Lanolina <  aa.  lo  gramos 

Es,  sin  embargo,  preferible  el  método  de  lavativas.  Comby  pres- 
cribe las  siguientes : 

Mentol 25  centigramos 

Aceite 60  gramos 

ó  : 

Santón  i  na 50  centigramos 

infímdase  en  150  gramos  de  agua. 

Degny  prefiere  la  lavativa  de  nitrato  de  plata.  Es  excepcional  que 
este  tratamiento,  de  cuatro  días,  no  produzca  los  resultados  curativos ; 
si  así  no  fuere,  después  de  unos  días  se  repite  el  mismo  con  seguridad 
de  éxito. 


Naturaleza  de  la  obsesión  ^^^ 

POR    EL 

Dr.   E.   Mar\ndon   db    Montyel 

Médico  Jefe  del  Asilo  de  Ville-Evrard 

Numerosos  é  importantes  trabajos  se  han  publicado  en  estos  últimos  tiem- 
pos sobre  el  curioso  fenómeno  morboso  de  la  obsesión,  c^ue  el  profesor  Ball 
había  espiritualmente  denominado  mu  prurito  cerebral.  Si  de  estos  trabajos 
se  desprende  que  cada  vez  más  existe  un  acuerdo  común  sobre  el  origen 
degenerativo  y  hereditario  de  la  enfermedad,  así  como  lo  sostiene  Maguan, 
no  sucede  lo  mismo  en  cuanto  concierne  á  la  naturaleza  del  mal.  Desde 
muy  largo  tiempo  han  existido,  existen  todavía,  dos  doctrinas:  una  llamada 
intelectual,  la  otra  llamada  emotiva. 

El  objeto  de  este  artículo  es  exponer  rápidamente  el  estado  de  la  cues- 
tión entre  nosotros;  pero  sobre  todo  llamar  la  atención  sobre  un  hecho  que, 
con  gran  sorpresa  mía,  no  he  visto  señalado  y  que,  por  lo  tanto,  me  parece 
resuelve  en  absoluto  el  debate. 

La  doctrina  intelectual,  formulada  por  Westphal,  tiene  por  defensora 
Magnan,  según  el  cual  la  obsesión  es  un  modo  de  actividad  cerebral,  en  el 
que  una  palabra,  un  pensamiento,  una  imagen,  se  impone  al  espíritu  fuera 
de  la  voluntad.  Esta  doctrina  la  adoptan  Soutzo,  hijo,  y  Athanasio.  La  se- 
gunda, emitida  por  Monel,  que  fué  el  primero,  en  1886,  en  hacer  un  notable 
estudio  del  fenómeno,  bajo  el  nombre  á^i  delirio  emotivo,  9,^  adoptada  por 
Pitres  y  Régis,  por  P.  Janet  y  por  Séglas,  entre  cuyos  partidarios  me  in- 
cluyo. 

Pitres  y  Régis  suministran,  en  apoyo  de  su  opinión,  seis  argumentos 
absolutamente  probatorios,  y  que  con  brevedad  resumiré.  <r  Según  la  psico- 
logía contemporánea,  dicen,  la  vida  afectiva  es  la  primera  en  manifestarse, 
antes  que  la  vida  intelectual,  y  en  los  procesos  de  la  conciencia,  la  emoción 
es  anterior  al  conocimiento;  de  tal  modo,  que  éste  y  el  sentimiento  son  á  la 
base  de  la  idea  lo  que  los  centros  nerviosos  á  los  agentes  secundarios  de  la 
actividad  de  los  centros  superiores», 

Por  tanto,  la  emoción  es  el  elemento  constante  é  indispensable  de  la  ob- 
sesión; también  hay  obsesiones  sin  idea  fija:  las  obsesiones  difiLsas.  En 
muchos  obsesos,  el  objeto  de  la  obsesión  es  múltiple  ó  se  modifica;  lo  que 


(1)    Ga^.  des  hóp.,  8  septiembre  1908. 


533  Naturaleza  de  la  obsesión 

queda  inmutable  es  el  fenómeno  emotivo,  la  ansiedad.  Por  último,  eu  mu- 
chos casos  las  obsesiones  principian  y  acaban  por  una  faz  de  ang^ustia  antes 
de  la  aparición  ó  después  de  la  desaparición  de  la  idea  fija,  y  los  síntoma.^ 
emocionantes,  lejos  de  bailarse  en  razón  directa  de  la  intensidad  de  la  idea 
fija,  se  atenúan  en  la  obsesión  al  paso  que  tiende  á  intelectualizarse.  Todas 
estas  cosas  son  rigurosamente  exactas,  y  he  tenido,  como  estos  dos  autores. 
infinidad  de  ocasiones  de  comprobarlas. 

P.  Janet,  aun  accediendo  á  las  ideas  emitidas  por  estos  médicos,  dice, 
sin  embargo,  que  la  teoría  emocional,  que  consiste  en  explicar  y  definirla 
obsesión  por  la  angustia  y  por  la  emoción,  le  parece,  á  pesar  de  los  servi- 
cios que  ha  prestado,  demasiado  vaga,  demasiado  general  y  al  mismo 
tiempo  demasiado  restringida.  El  distinguido  psicólogo  se  esfuerza  eu  pri)- 
fundizar  más  la  cuestión,  y  propone  una  teoría  ingeniosa,  que  desarrolla 
con  un  grnn  método  y  mucho  talento.  Se  esfuerza  en  explicar  el  trastonio 
emotivo  de  donde  surge  la  obsesión  por  la  psicastenia,  la  disminución  de  la 
tensión  nerviosa  psíquica,  comparándola  á  fenómenos  análogos  que  se  pre- 
sentan por  la  corriente  eléctrica  ó  por  el  calor.  Señala  un  hecho  clínico 
que  no  puede  ser  puesto  en  duda  ;  que  los  entendimientos  muy  sencillas 
los  de  los  idiotas  y  de  los  imbéciles  no  pueden  presentar  la  enfermedad  de 
las  obsesiones,  que  ataca  exclusivamente  á  los  intelectuales  y  delicad(^ 
Por  tanto,  para  P.  Janet,  el  cerebro  del  obseso  es  una  hermosa  araña  eléc- 
trica, cuyas  lámparas  son  en  gran  número  y  muy  artísticamente  dispues- 
tas; pero  hay  un  trastorno  dinámico,  una  insuficiencia  de  la  fuerza  que  s»- 
suministra  ¿1  órgano  para  que  funcione,  y  si  la  araña  alumbra  poco,  si  las 
lámparas  se  calientan,  es  porque  la  corriente  que  el  sector  suministra  m» 
tiene  el  suficiente  voltio. 

No  niego  qu«  la  teoría  emocional  pueda  ser  perfeccionada;  pero  hay  uua 
razón  mayor  que  me  sorprende  no  se  hable  de  ella,  y  creo  es  la  prueba  pe- 
rentoria de  que  la  aserción  de  Séglas  de  que  la  obsesión  reposa  siempre  so- 
bre un  fondo  de  emotividad  patológica,  quedará  como  cierta;  es  que  la  inte- 
ligencia es  susceptible  de  un  trastorno  en  más  ó  de  un  trastorno  en  menos 
puede  ser  aumentada  ó  disminuida,  no  puede  ser  pervertida ;  estehech 
juzga  en  absoluto  la  cuestión. 

En  efecto  :  la  idea  no  existe  por  sí  misma;  proviene  de  la  emotividad} 
de  la  sensación ;  por  tanto,  siempre  que  sea  morbosa,  es  porque  forzo>a 
mente  uno  por  lo  menos  de  sus  dos  elementos  generadores  lo  es  también. 

Toda  la  patología  mental  está  á  la  vista  para  probarlo ;  cuando  no  existe 
ni  perversión  emotiva  ni  sensorial,  los  únicos  trastornos  intelectuales  com- 
probados son,  en  efecto,  la  exaltación  ó  la  debilidad.  Tenemos  un  ejemplo 
del  primer  caso  en  la  simple  manía  no  alucinatoria,  en  la  cual  la  actividad 
intelectual  adquiere  una  intensidad  tal,  que  las  ideas  se  suceden  demasiad  > 
pronto. para  que  el  enfermo  tenga  tiempo  de  emitirlas  todas;  de  tal  sueric, 
que  aun  hablando  sin  detenerse,  comunica  de  ellas  sólo  una  parte  y  pre- 
senta así  una  incoherencia  que,  en  realidad,  no  es  más  que  aparente.  In 
ejemplo  del  segundo  caso  es  suministrado,  sin  hablar  de  la  debilidad  men- 
tal y  de  la  demencia  consecutiva;  para  quedar  en  el  dominio  de  los  hechos 
agudos,  por  la  estupidez  de  Georget,  en  la  que  se  produce  con  más  ó  menos 
rapidez  una  suspensión  del  funcionamiento  intelectual,  y  en  la  que  eUu- 
jeto  al  principio  es  consciente,  loque  hacía  exclamar  aun  enfermo  de  quien 
he  hecho  la  observación,  que  se  sentía  cada  vez  más  idiota.  Pero  si  siempre 
que  se  registra  una  idea  morbosa,  una  concepción  delirante,  fuesen  cons- 
cientes como  las  obsesiones,  es  seguro  se  encontraría  como  generadores.'.' 
una  perversión  sensorial,  ó  ambas  perversiones  á  la  par. 

Si,  pues,  la  idea  obsesionante  naciera  espontáneamente,  como  pretenda 
la  teoría  intelectual,  en  un  intelecto  sano,  cuya  emotividad  y  sensaciones 
son  normales,  fuera  un  hecho  único,  en  contradicción  con  todo  lo  que  sa- 
bemos del  funcionamiento  normal  y  morboso  del  espíritu.  Indudablemente 
que  una  concepción  absurda  puede  formarse  sin  desorden  emotivo  ni  sen- 
sorial ;  pero  el  hecho  de  su  aceptación,  porque  entonces  es  inconsciente,  >e 
explica  por  un  grado  de  inferioridad  intelectual,  que  no  permite  al  sujeto 
apreciarla  en  su  justo  valor  ;  este  no  es  más  que  un  caso  particular  del  tras 
torno  en  menos  de  que  sabemos  la  inteligencia  es  susceptible.  Asi.e>t3 
concepción  absurda  es  aceptada  por  el  sujeto  y  no  ofrece,  por  consiguiente 
el  principal  carácter  de  la  obsesión,  que  sería  la  conciencia  de  su  absurdi- 


De  los  edemas  parciales  al  principio  de  la  auto-inloxicación  gravidica.  Su  palor  diagnóstico       5 33 

dad.  Sucede  que  estas  concepciones  absurdas  absorben  todo  lo  que  el  su- 
jeto tiene  de  actividad  intelectual  y  paralizan  de  este  modo  su  volición,  de 
tal  suerte,  que  en  un  examen  superficial  se  le  tomaría  por  un  obseso. 
Hechos  de  este  género  han  servido  en  parte  á  los  adversarios  de  la  teoría 
emocional  de  la  obsesión,  para  formular  su  gran  argumento ;  que  hay  casos 
en  que  ésta  exista  sin  que  jamás  la  menor  angustia  se  produzca.  Que  ana- 
licen estos  casos  á  fondo,  y  comprobarán  que  el  único  nombre  que  les  con- 
viene es  el  de  idea  fija  con  base  de  debilidad  mental. 

Reconozco  que  hay  otros  á  los  cuales  tal  explicación  no  es  aplicable, 
porque  los  enfermos,  no  poseídos  de  angustia,  tienen  conciencia  de  lo  ab- 
surdo de  la  idea  ó  ideas  que  se  le  presentan  frecuentemente.  Pero  si  no 
son  atormentados  en  el  momento  que  se  les  examina,  ¿no  lo  han  sido 
nunca  antes  ? 

No  se  ha  de  olvidar,  en  efecto,  como  lo  han  dicho  muy  bien  Pitres  y  Re- 
gís, que  los  síntomas  emocionales,  lejos  de  hallarse  en  razón  directa  de  la 
intensidad  de  la  idea  fija,  como  lo  exigiría  la  teoría  intelectual,  se  atenúan, 
por  el  contrario,  al  paso  que  la  obsesión  tiende  á  intelectualizarse.  Resulta 
de  esto  que  si  esta  intelectualización  es  rápida  y  manifiesta,  los  síntomas 
emocionales  podrán  muy  bien  ser  en  seguida  eclipsados. 

Hay,  pues,  motivo  para  creer  que  los  hechos  sobre  los  cuales  se  apoyan 
los  defensores  de  la  teoría  intelectual  entran  en  una  de  estas  dos  categorías. 
Por  mi  parte,  no  he  observado  nunca  nada  que  confirme  sus  aserciones. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.). 


De  los  edemas  parciales  al  principio  de  la  aato4ntoxlcacl6n  gravídlca 

Su  ralor  diagnostico  ^^> 

rOR    Et. 

Dr.  P.  a.  Lop 

Encargado  del  curso  complementario  de  panos  y  de  Clínica  obstétrica 
en  la  Escuela  de  Medicina  de  Marsella 

I.  —  En  la  sesión  del  16  de  enero  de  1902,  habida  en  la  Sociedad  obsté- 
trica de  París,  Budin  comunicó  un  trabajo  sobre  les  edemas  parciales  en  la 
infección  puerperal.  Casi  al  mismo  tiempo  terminaba  yo  la  redacción  de  las 
observaciones  expuestas  en  esta  monografía,  y  cuya  publicación  las  cir- 
cunstancias me  han  hecho  aplazar. 

En  el  espacio  de  dos  anos  he  recogido  cuatro  observaciones  semejantes 
en  primíparas  jóvenes,  hechos  que  no  titubeo  en  agregarlos  á  dos  casos  re- 
cogidos en  enfermos  del  sexo  masculino  que  padecían  auto-intoxicación 
renal  de  origen  alcohólico  y  alimenticio. 

En  estos  dos  enfermos  la  pr<^sencia  de  un  edema  persistente  de  la  mano 
derecha  en  uno  y  del  párpado  del  ojo  derecho  en  el  otro,  me  condujo  á  exa- 
minar la  orina  de  ambos,  en  la  que  encontré  una  proporción  notable  de 
albúmina,  de  indican  y  una  hipo-azoturia  revelada  por  hígado  grande,  tinte 
sub-ictérico,  etc. 

Bl  régimen  lácteo  íntegro  y  la  antisepsis  intestinal  realizada  con  los  pur- 
grantes  salinos  acabaron  con  estos  fenómenos  hépato-renales  y  con  los  ede- 
mas parciales,  uno  de  los  cuales,  el  del  párpado,  habíase  falsamente  atri- 
buido á  una  lesión  del  aparato  visual. 

En  estas  condiciones  he  sido  conducido  á  ver  en  mis  clientes  una  íntima 
analogía  clínica  y  causal  entre  sus  edemas  y  los  observados  en  los  dos  hom- 
bres arriba  mencionados.  He  aquí  las  observaciones  : 

Primera  observación.  —  Sra.  C...,  secundípara. 

Primer  embarazo:  hace  diez  y  nueve  meses,  en  cuj^o  curso  padeció  un 
ataque  de  eclampsia  hacia  el  séptimo  mes  y  quedó  en  cama  durante  diez  y 
nueve  horas;  el  despertar,  muy  penoso,  fué  seguido  de  afasia  transitoria, 
que  duró  dos  días;  las  orinas  eran  escasas,  de  color  subido  y  contenían  en 
abundancia  indican,  urobilina  y  una  muy  débil  cantidad  de  albúmina  (25 


(1)    Gaj^  des  kóp.  15  septiembre  de  1903. 


5S4      ^  ^os  edemüs  parciales  al  principio  de  la  auto-intoxicación  gravidica.  Su  yalor  áiagnóúK» 

centigramos  aproximadamente  por  litro),  con  hipoazoturia  pronunciada 
(8*50  grramos  por  litro). 

Bl  hígado,  sensible,  sobresalía  ligeramente  de  las  falsas  costillas;  extreñi- 
miento  tenaz,  anorexia. 

El  reposo  y  el  régimen  lácteo  permitieron  el  parto  á  término,  t^rmiuad^ 
con  una  aplicación  de  fórceps  á  la  derecha  posterior. 

Desde  el  accidente  inicial  hasta  cerca  de  quince  días  antes  del  parto,  .i 
urobilina  no  ha  cesado  de  ser  comprobada  en  la  orina,  así  como  la  bip*- 
azoturia.  En  tanto  que  esta  insuficiencia  hepática  ha  persistido,  la  enferma 
ha  presentado  un  edema  palpebral  limitado  á  un  solo  ojo,  el  derecho,  y  ala 
cara  dorsal  de  la  mano  izquierda;  este  último,  más  fugaz,  menos  constante 
desaparecía  en  cuanto  la  enferma  se  ponía  de  pié. 

Segundo  embarazo:  embarazada  por  segunda  vez  diez  meses  después, 
la  Sra.  C...,  á  pesar  de  mis  recomendaciones,  no  vino  á  visitarme  hasta  el 
quinto  mes.  Desde  hacía  un  mes  presentaba  edema  palpebral,  siempre  en 
el  lado  derecho,  y  grandes  picazones. 

Este  prurito  me  lo  explicaba  por  el  estado  del  hígado,  que  de  nuevo  torna 
á  ser  doloroso,  y^por  un  ligero  tinte  sub-ictérico.  La  orina,  siempre  dé- 
bilmente albuminosa,  contiene  pigmentos  biliares  en  abundancia  y  urobi- 
lina, indican  y  una  hipo-azoturia  aún  muy  marcada  (6  gramos  de  urea  por 
litro). 

No  existe  otro  edema  que  el  del  párpado ;  sin  embargo,  la  enferma  j^^ 
queja  de  tener,  por  la  tarde,  la  vulva  un  poco  más  grande  de  un  lado  qup 
de  otro.  No  tiene  nada ;  examinada  después  de  un  día  de  fatiga,  no  he  í-n- 
contrado  edema  en  esta  región.  Esta  vez  el  edema  palpebral  se  muestra  al 
despertar,  dura  toda  la  mañana  y  se  disipa  á  las  seis  de  la  tarde  ;  desde  que 
aparece,  la  enferma  se  encuentra  peor ;  es  otra  cosa,  según  dice,  no  tiene 
fuerzas,  se  ahoga  (el  corazón  y  el  pulmón  no  sufren  ninguna  afección). 

La  insuficiencia  hépato-renal,  que  no  da  lugar  á  ninguna  duda,  explica 
la  disnea  (variedad  de  disnea  toxialimenticia  de  Huchard). 

El  reposo  y  el  régimen  lácteo  absoluto  durante  dos  meses  ocasionan  un 
cambio  imperceptible  en  este  estado  ;  la  orina  está  siempre  muy  coloreaik 
por  los  pigmentos  biliares;  en  cuanto  á  la  proporción  de  albúmina,  oscila 
entre  10  y  15  centigramos  por  litro  y  en  veinticuatro  horas.  El  edema  per- 
siste, pero  su  duración  es  menos  prolongada,  desapareciendo  á  las  dos  ó  tres 
horas  de  despertar. 

A  los  dos  meses,  las  orinas  se  aclaran,  la  albúmina  desaparece  por  com- 
pleto y  el  edema  sólo  se  presenta  de  un  modo  intermitente.  Consienta)  en- 
tonces el  uso  del  régimen  mixto  :  legumbres  frescas  y  secas,  frutos,  huevo? 
y  leche.  Pero  la  enferma  quebranta  mis  prescripciones  y  come  bouiílabaim 
Dos  días  después  aparece  una  intensa  ictericia  que  dura  más  de  un  mes. 

Segunda  observación.  —  la  Sra.  N  ..,  primípara,  de  veintiséis  aíios 
llegada  al  quinto  mes  de  su  embarazo,  me  manda  llamar  por  tener  un  ede- 
ma en  la  mano  derecha,  atribuido  á  un  reumatismo,  según  decía. 

La  mano  derecha  está  hinchada  y  dolorosa  hace  cerca  de  dos  meses,  y 
todos  los  medicamentos  recomendados  por  un  colega  fueron  ineficaces. 

En  el  examen  encuentro  la  mano  muy  edematosa,  ligeramente  dolorida. 
pero  las  articulaciones  de  los  dedos  y  de  la  muñeca  funcionan  libremente, 
no  son  dolorosas ;  no  existe  ningún  otro  edema  aparente ;  pero  por  lo  que 
me  dice  el  esposo  de  la  enferma,  ésta  tiene  con  mucha  frecuencia,  por  la 
mañana  al  despertarse,  la  mejilla  izquierda  hinchada. 

El  tinte  de  es*a  señora  es  de  un  blanco  mate;  parece  ligeramente  disnei- 
ca.  Al  decir  <le  ella,  no  le  falta  la  respiración,  pero  las  piernas  no  quieren 
funcionar,  haciendo  de  este  modo  el  andar  difícil. 

Rpcomiéndole  recoja  la  orina  y  que  la  lleve  á  Angelvin,  farmacéutici^ 
químico,  quien  me  comunica  veinticuatro  horas  después  el  resultado  desi^ 
análisis  : 

Albúmina,  25  centigramos  por  litro  : 

Urea.  9*75  gramos  por  litro  ; 

Urobilina,  en  cantidad  notable  ; 

Indican,  indicios. 

Tan  pronto  conozco  este  resultado,  prescribo  á  la  enferma  el  reposo  ye 
régimen  láctico  ínteííro.  Ocho  días  bastan  para  hacer  desaparecer  el  edemü 
y  I)ara  que  la  enferma  recobre  una  salud  relativamente  satisfactoria :  <i^ 


De  los  edemas  parciales  ai  principio  de  la  auio- intoxicación  gravidica.  Su  valor  diagnóstico     5s5 

este  modo  el  embarazo  llegó  á  término  con  el  nacimiento  de  un  niño  vivo  y 
bien  constituido. 

Tbhcbra  observación.  —  Esta  observación  está,  por  así  decirlo,  calcada 
en  la  primera :  el  mismo  edema  (palpebral  unilateral)  aparece  al  despertar 
y  se  disipa  durante  el  día,  sucediendo  esto  en  todo  el  tercer  trimestre  del 
embarazo. 

Sra.  E.  Y...,  secundípara;  pocos  datos  del  primer  embarazo,  que  pa- 
rece haber  sido  normal  y  que  terminó  con  el  parto  á  término  de  un  niño  vivo. 

Viruela  á  los  quince  años.  Parálisis  facial  periférica  á  los  25  y  durante 
la  cual  la  asistí  yo  mismo. 

A  causa  de  esta  parálisis  vuelve  á  visitarme,  convencida  de  tenerla  por 
segunda  vez,  habiendo  la  primera  empezado  por  un  fuerte  edema  de  ia  me- 
jilla derecha,  poco  después  de  una  fluxión  dentaria. 

La  Sra.  E.  Y...  está  en  el  quinto  mes  de  embarazo,  pero  tiene  la  costum- 
bre de  que  la  asista  una  comadrona,  y  por  eso  no  solicita  mis  servicios  para 
su  embarazo. 

Bl  edema  de  la  cara  aparece  diariamente,  es  doloroso ;  la  piel  es  lisa, 
tersa,  parece  como  que  existe  un  elemento  inflamatorio;  hay  poca  infiltra- 
ción del  párpado  inferior  y  del  lóbulo  de  la  oreja.  Aparte  de  este  estado 
local,  á  mi  cliente  se  le  creería  en  perfecto  estado  de  salud ;  no  obstante,  se 
queja  de  ahogo  al  andar. 

A  su  comadrona  y  mi  asistente,  la  Sra.  Bonus,  ruégole  examine  la  orina 
de  la  enferma  y  que  ponga  el  resultado  en  mi  conocimiento.  El  examen 
de  la  orina  hace  comprobar  una  cantidad  pequeña  de  albúmina  (apenas  sí 
llega  á  25  centigramos)  y  pigmentos  biliares  en  cantidad. 

Cuatro  días  después  esta  señora  vuelve  á  mi  gabinete,  su  mejilla  conti- 
núa edematosa,  pero  el  eurojeci miento  y  el  dolor  han  desaparecido. 

La  enferma  me  enseña  su  mano  izquierda,  cuyos  dedos  están  hinchados; 
le  doy  á  conocer  el  resultado  del  análisis,  y  después  de  haber  explorado  el 
hígado  y  el  intestino,  no  vacilo,  en  presencia  de  los  caracteres  de  la  orina  y 
de  los  edemas  parciales,  en  ordenar  á  la  enferma  el  régimen  lácteo,  con  el 
cual  estuvo  tres  meses. 

El  edema  de  la  mejilla  y  de  los  dedos  desaparecía  muy  rápidamente  para 
mostrarse  desde  que  la  enferma  cambiaba  de  género  de  alimentación,  que 
fué  exclusivamente  vegetal. 

IL  —  Los  hechos  que  aquí  aduzco,  ¿pueden,  en  cuanto  á  su  patogenia, 
ser  comparados  á  los  del  profesor  Budin,  al  que  he  aludido?    Creo  que  sí. 

Se  trata  en  estas  enfermas  atacadas  de  edemas  parciales  en  el  curso  de 
la  infección  puerperal ,  como  lo  indica  Budin,  apoyándose  en  las  investiga- 
ciones experimentales  de  Roger  y  Josué,  de  trastornos  n euro-vasculares, 
por  ponerse  en  circulación  las  toxinas  de  la  infección  puerperal.  Este  me- 
canismo patogéüico,  que  se  puede  invocar  también  en  la  auto-intoxicación 
gravídica,  verdadera  toxemia,  debida  á  una  doble  insuñciencia  hépato-renal, 
que  trastorna  así  la  eliminación  de  las  toxinas  fabricadas  en  la  economía, 
toxinas  que  deben  obrar  muy  probablemente  del  mismo  modo  y  por  el  mis- 
mo mecanismo  puesto  en  evidencia  por  Roger  y  Josué,  patogenia  aplicada 
por  Budin  á  los  hechos  clínicos  que  ha  relatado. 

En  la  insuficiencia  hepática  con  insuficiencia  renal,  las  toxinas  puestas 
en  circulación  deben  exaltar  la  virulencia  del  bacterium  coli  commune  y  se 
sabe  que  el  embarazo  y  la  puerperalidad  son  frecuentemente  trastornadas 
por  este  agente  patogénico. 

'III.  —  Desde  el  punto  de  vista  clínico,  estos  edemas  parciales  tienen  un 
valor  innegable  :  el  conocimiento  de  ellas  durante  el  estado  puerperal  cons- 
tituyen, á  mi  parecer,  un  signo  precursor  de  la  auto-intoxicación  gravídica, 
que  pondrá  al  médico  en  el  camino  y  podrá  permitirle  instituir  una  medi- 
cación y  una  dietética  que,  favoreciendo  las  funciones  hepáticas,  excite  la 
depuración  urinaria,  facilitando  la  eliminación  de  toxinas  y  librando  de 
este  modo  á  la  mujer  de  los  dos  accidentes  más  graves  del  embarazo  :  la  ic- 
tericia y  la  eclampsia. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.). 


Los  eorpúscDlos  de  Loewlt 
y  la  naturaleza  parasitaria  dé  la  leucemia  " 

POR 

G.  B.  Allaria 

Ed  estos  últimos  tiempos  se  ha  pedido  á  la  bacteriología,  con  mayor  m- 
sisteucia  que  nunca,  la  resolución  del  problema  de  la  patogenia  de  la  leu- 
cemia; y  una  numerosa  serie  de  investigaciones  ha  descirbierto  en  el 
organismo  leucémico  la  presencia  frecuente  de  varios  microorganismos: 
estafllococos,  estreptococos,  pneumatocilos,  bacilo  del  colon  y  un  pequeíio 
grupo  de  microbios  con  caracteres  especiales,  diferentes  de  los  comunes  pa- 
tógenos. Pero  el  conocimiento  mejor  del  proceso  leucémico  y  de  sus  com- 
plicaciones, relegó  estos  descubrimientos  bacteriológicos  al  campo  dela> 
infecciones  secundarias  6  intercurrentes,  tan  fáciles  en  la  leucemia,  ya  por 
la  escasa  resistencia  orgánica,  ya  por  la  cantida  I  de  vías  abiertas  áUio- 
fección  (estomatitis,  tonsilitis,  ulceraciones  intestinales,  etc.). 

Por  otra  parte,  la  frecuente  semejanza  de  la  fiebre  leucémica  con  la  fiebrt* 
malárica,  la  esplenomegalia,  etc.,  hace  pensar  que  los  fenómenos  de  aquella 
son  debidos  á  un  parásito  animal  de  la  sangre,  que  varios  patólog«>s  han 
procurado  descubrir,  desde  Mannaberg,  que  vio  cuerpos  amiboidesenuQ 
caso  de  leucemia  linfática,  hasta  Stepan,  que  en  un  caso  de  leucemia  aguda 
observó  cuerpos  endoglobulareSv  á  los  que  denominó  «proteosomas».  d»^ 
donde  le  vino  á  la  leucemia  el  nombre  de  «proteosomosis». 

Sería  superfluo  describir  aquí  la  historia  de  la  teoría  parasitaria  de 
Loewit :  lí^s  numerosos  trabajos  que  todos  los  años  va  publicando  sobre  este 
asunto  con  una  constancia  maravillosa,  han  difundido  sus  descubrimieut  •> 
y  sus  ideas  ;  actualmente  se  señala  en  los  tratados  á  los  amebas  de  Lowi 
entre  las  presuntas  causas  de  la  leucemia,  clasificándolas  en  el  gén^-n' 
sporozoon  acistosporide,  y  distinguiéndolas  en  dos  especies :  la  kaemamoek 
leucaemiae  magna  y  la  haemamoeba  leucaemiae  parva  sive  vivax;  siéndola 
primera  propia  de*la  leucemia  mielógena,  en  la  cual  se  encuentra  en  la 
sangre  circulante  englobada  en  los  leucocitos  y  multiplicándose  poresp 
rulación,  y  siendo  la  segunda  propia  déla  leucemia  linfática,  no  encontráu- 
dose  nunca  ó  casi  nunca  en  la  sangre  circulante,  sino  casi  exclusivamente 
en  los  linfocitos  (tal  vez  antes  en  sus  núcleos)  del  bazo  y  de  la  médula  ósea 
provista  á  menudo  de  prolongaciones  y  de  un  cuerpo  nucleoideo,  multipli- 
cándose también  por  esporulación. 

Loewit  ha  adornado  la  gran  Monografía-resumen  de  sus  estudios  con 
una  larga  serie  de  figuras,  que  sirven,  mejor  que  las  descripciones,  para 
dar  una  idea  de  la  forma,  de  la  evolución  y  de  la  reproducción  del  parasit  • 
y  de  las  relaciones  de  éste  con  los  leucocitos  en  que  se  hospedan  Además 
ha  acertado  á  obtener  la  prueba  capital  de  su  doctrina  con  la  transraisi' u 
de  la  enfermedad  á  los  animales  susceptibles  de  sufrirla  (conejos  y  coneji- 
llos de  Indias). 

No  todos  aquellos  que  siguiendo  las  huellas  de  Loewit  se  dedican  áls 
investigación  de  los  parásitos,  opinan  de  la  misma  manera  que  el  patóloin' 
de  Innsbruck:  Türk  asimiló  los  cuerpos  de  Loewit  á  los  granulos  basofil"^ 
de  leucocitos  deshechos  ó  alterados  por  las  soluciones  acuosas  con  que  ^'»o 
tratíidos,  y  en  la  leucemia  linfática,  identificó  los  supuestos  parásitos  á  par- 
tes integrales  del  núcleo  de  los  linfocitos  (nucléolos?),  tan  fácilmente  disgre- 
gables  en  esta  enfermedad,  como  demostraron  hace  tiempo  Gumprechty 
Askanazi.  Semejantes  fueron  las  conclusiones  de  Huber,  Hirschfeld.  T'- 
bias,  Litten,  Michaelis  y  Bloch  :  muy  notable  fué  el  caso  de  leucemia  aguis 
en  que  faltaron  las  células  basófilas,  y  en  que  Hirschfeld  y  Willy  no  con>í- 
guieron  encontrar  ningún  cuerpo  que  fuese  comparable  á  los  de  Loe^vit 
infructuosas  resultaron  las  investigaciones  de  Widal,  de  Sabrazés  y  deSau- 
nucci;  y  mientras  Vittadini  veía  los  característicos  cuerpos  en  trescüS;'> 
de  leucemia  miel()gena,  admitiendo  la  posibilidad  de  que  fuesen  formaci- 
nes  esjjccíficas  de  esta  enfermedad,  Pinkus  encontraba  supuesta  la  Ham^ 
moeha  maguía  en  los  linfocitos  y  en  la  leucemia  linfática,  Türk  refería  haber 
encontrado  los  mismos  cuerpos  en  la  sangre  de  tres  jóvenes  seguramei^te 

(^1)    //  Progrcsso  Medico,  25  septiembre  de  l'*03. 


¿05  corpúsculos  de  Loemt  y  la  naturalej^a  parasitaria  de  ta  ieueemia  537 

cloróticas,  y  no  leucémicas,  cuyos  elementos  sanguíneos  alteraban  mecáni- 
camente, además  de  variar  sus  colores. 

A  ñnes  de  mayo  de  1901  comencé  las  investigaciones  adecuadas  en  una 
leucemia  ingresada  en  la  Clínica  del  profesor  Bozzolo,  y  las  continué  en  el 
decurso  del  año  académico.  Las  observaciones,  cuyos  resultados  voy  á  re- 
sumir, corresponden  á  seis  casos  de  leucemia  mielogena. 

Caso  I.  —  B.  A.,  de  50  anos,  sirvienta. 

La  enfermedad  data  de  septiembre  de  1900.  Entró  en  la  Clínica  el  9  de 
mayo  de  1901,  y  murió  el  2  de  octubre  siguiente.  Tenía  el  bazo  enorme- 
mente abultado,  y  al  ingreso  en  la  Clínica,  el  examen  de  la  sangre  dio  el 
siguiente  resultado : 

Hemometría,  45. 

Eritrocitos,  3.937,000. 

Valor  globular,  0*57. 

Leucocitos,  80,6000  -  81,000,  de  los  cuales  eran  : 

Polinucleares  neutrófilos 57   por  100. 

»  eosinófllos 9*5  » 

Mlelocitos  neutrófilos 14*5  » 

»  eosinófllos 1  » 

Mononucleares  grandes 9*5  » 

Linfocitos  pequeños 7  » 

»  grandes 1*5  » 

Caso  II.  —  N.  N.,  rentista. 

La  enfermedad  data  de  más  de  dos  años.  Entró  en  la  Clínica,  en  apo- 
sento de  pago,  en  octubre  de  1901,  y  sale  sin  haber  mejorado  á  fines  de  no- 
viembre, después  de  haber  probado  en  vano  la  opoterapia  esplénica. 

Presentaba  notable  tumor  del  bazo.  Los  leucocitos  se  mantuvieron 
siempre  por  encima  de  los  60,000,  con  numerosos  mielocitos  y  con  glóbulos 
rojos  nucleados. 

Caso  III.  —  V.  T.,  de  38  años,  natural  de  Mondoví,  sirvienta. 

La  enfermedad  comenzó  hacia  la  mitad  de  1901.  Entró  en  la  Clínica  en 
30  diciembre  de  1901,  tenía  notable  esplenomegalia,  hígado  algo  engrosado. 
Dos  exámenes  de  la  sangre  dieron  este  resultado  : 

Hemometría.  75-70. 

Evitrocitos,  3.700,000-4.000.000. 

Valor  globular,  1  -  0*87. 

Leucocitos,  190,000-170.000,  de  los  cujees  eran  : 

Polinucleares  neutrófilos     ...  50  por  100  -  61*8  por  100. 

»            eosinóftlos.    ...      4  »  11*3  » 

Mielocitos  neutrófilos 28  »  14*1  » 

»          eosinófilos 4*3  »  1*8  » 

Células  basófilas 3'4  »  2*8  » 

Linfocitos  grandes 5*1  »  1'8  » 

»          pequeños 1*4  »  2*8  » 

Mononucleares  grandes  y  formas 

transitorias 8*8  »  5*4  » 

Salió  de  la  Clínica  el  10  de  marzo  de  1902,  algo  mejorada  en  el  estado  ge- 
neral ;  pero  vista  otra  vez  en  el  mes  de  julio  próximo,  el  examen  de  la  san- 
gre arrojaba  los  siguientes  datos  : 

Glóbulos  rojos.  3.612,000. 

Hemometría.  55. 

Valor  globular,  0*76. 

Leucocitos,  177,000. 

Caso  IV.  —  O.  G  ,  edad  62  años,  aldeano,  natural  de  Polonghera. 

La  enfermedad  principió  en  el  otoño  de  1900.  Ingresó  en  la  clínica  el 
día  7  marzo  de  1902,  con  enorme  tumor  del  bazo  y  considerablemente  au- 
mentado el  hígado ;  estado  subfebril.  Salió,  sin  haber  mejorado,  el  día  10  de 
abril  de  1902.    El  resultado  de  tres  exámenes  de  la  sangre  fué  como  sigue  : 

Hemometría.  40-40-35. 

Evitrocitos.  2.600.000  -  2.268,000  -  2.000,000. 

Valor  globular,  0*76-0*88-087. 

Leucocitos,  210,000  - 163,000-200,000. 


1 


339  Los  corpúsculos  de  Loewit  y  la  naturaltJ^a  parasitaria  de  la  leucemia 

Con  el  microscopio:  poiquilocitos,  escasos normoblastos;  elaumentode  los 
leucocitos  es  debido  á  los  polinucleares  neutróñlos  y  eosinófilos,  y  en  buena 
parte  á  los  mielocitos,  mucho  menos  á  las  células  basófllas. 

Caso  V.  —  B,  V.,  de  30  años,  natural  de  Villafranca-Piemonte.  confítenj. 

La  enfermedad  parece  haber  comenzado  &  principios  de  1901.  Ingre^i 
en  la  Clinica  el  dia  7  de  marzo  de  1902,  con  el  bazo  excesivamente  Tolumi- 
noso,  derrame  pleurítico  izquierdo  y  abultamiento  del  hígado ;  salió  sin  hi- 
ber  mejorado  el  día  24  de  mayo  del  propio  año.  Se  practicó  tres  reces  ei 
examen  de  la  sangre,  habiendo  dado  este  resultado  : 

Glóbulos  rojos,  3.660,000-3.075,000-2.000,000. 

Hemometría,  50-45-40. 

Valor  globular,  0'68  -  0*75  -  1 . 

Leucocitos,  430,000-400,000-250,000. 

Con  el  microscopio  :  poiquilocitos,  escasos  glóbulos  rojos  nucleados,  ten- 
dencia de  los  glóbulos  rojos  a  aglutinarse,  diecromatoñlia.  El  aumento  de  los 
leucocitos  es  debido  á  los  polinucleares  neutróñlos,  á  las  células  basófílas. « 
los  mielocitos  neutrófilos  y  k  las  formas  transitorias ;  los  linfocitos  están 
relativamente  disminuidos. 

Caso  VI.  —  N.  N.,  natural  ^e  Arona,  potentado. 

Parece  que  la  enfermedad  principió  en  1901  con  bronquitis  rebelde;  lue^r»» 
vino  abultamiento  del  bazo.  Fué  visitado  por  el  profesor  Bozzolo.  quien 
encontró  un  enorme  tumor  de  dicha  viscera.    Examen  de  la  sang-re  : 

Glóbulos  rojos,  4.350,000. 

Hemometría,  65. 

Valor  globular.  0*75. 

Leucocitos,  361.000. 

Los  leucocitos  eran  de  preferencia  polinucleares  neutróñlos  y  eosinóñ- 
los,  con  numerosos  mielocitos. 

En  todos  los  casos  empleé  la  técnica  recomendada  por  Loewit :  colora- 
ción de  la  sangre  con  el  azul  alcalino  de  Loeffler  durante  una  hora  á  110*-115* 
y  sucesiva  decoloración  con  alcohol  ácido  (HCl  3  Vo,),  (coloración  metacni- 
mática  de  los  parásitos,  quedando  más  ó  menos  decolorados  los  otros  ele- 
montos);  después  coloración  en  caliente  con  la  tionina  y  segunda  eoloracK>Q 
con  la  mezcla  triácida  de  Ehrlicli  (coloración  intensa  de  la  parte  perilérica 
del  parásito,  que  se  vuelve  verdoso  si  se  trata  con  alcohol  ácido). 

Empleé  también  el  método  de  Romanowski  para  el  parásito  malárico,  o 
sea  la  mezcla  de  tionina  acuosa  saturada  y  de  azul  de  Loeffler  (1:2).  y  la 
tionina  saturada  pura  con  sucesiva  diferenciación  con  la  solución  iodoiodu- 
rada  (1:2:  300). 

El  resultado  de  mis  investigaciones  fué  muy  escaso ;  muy  raras  veces  me 
fué  posible  ver  en  el  campo  del  microscopio,  cuerpos  que  por  su  color  su- 
bido y  por  su  forma  pudiesen  recordar,  aunque  de  lejos,  los  descritos  !«•: 
Loewit  como  de  naturaleza  parasitaria,  amiboide. 

La  mayor  parte  estaban  en  las  células  basófllas  ó  entre  los  restos  de  ellsí^- 
había  cuerpos  irregulares,  muy  variados,  difícilmente  clasifícables  en  p<»- 
008  tipos,  á  menudo  groseramente  redondos  ó  á  manera  de  mora  irregular. 
solos  ó  en  grupo  de  dos  ó  tres,  encerrados  en  el  protoplasma  alrededor  de 
núcleo  ó  libres  en  el  campo  ;  ise  veían,  además,  grandes  granulos  mforme>, 
como  destrozados,  en  las  grandes  células  mononucleares  y  especialmentr' 
en  las  polinucleares  neutroñlas  en  vías  de  destrucción.  Ofrecían  todos  una 
coloración  mñs  intensa  que  la  de  los  números  normales:  azul  violeta  dr* 
varias  gradaciones,  desde  el  azul  puro  al  encarnado  obscuro  (color  me- 
tacromáticü),  si  se  trataban  con  el  líquido  de  Loeffler,  y  azul  verdoso,  ver»i«^ 
grisáceo,  si  se  trataban  con  la  tionina. 

Sobre  la  naturaleza  de  estas  formaciones,  después  de  una  numerosa  ser:- 
de  investigaciones  en  los  seis  casos  antes  descritos,  en  varias  fases  de  la  en- 
fermedad y  con  distintos  métodos  de  coloración,  no  tengo  reparo  ei»  decU- 
rar  mi  opinión.  Advierto  ante  todo  que  en  el  primer  caso,  en  el  cual  falti- 
ban  las  células  basófllas,  no  hallé  nunca  aquellos  cuerpos  redondos  ó  eu 
forma  de  mora,  etc.,  que  en  los  otros  casos  aparecían  tan  extremadamente 
unidos  con  la  presencia  de  los  leucocitos  basófllos.  En  cuanto  á  las  células 
intactas  y  bien  formadas,  se  hubiera  podido  (en  los  cinco  últimos  casos-  en 
un  dibujo,  recoger  de  las  distintas  preparaciones  una  serie  completa  d^ 


Rtifitia  critica  bibliográfica  539 


ñgruras,  que  habrían  permitido  seguir  gradualmente  la  deformación  y  la 
aglomeración  de  los  granulos  basóñlos,  hasta  alcanzar  aquellos  cuerpos  de 
color  intenso  y  metacromático»  que  más  se  aproximaban  á  las  figuras  dibu- 
jadas por  Loewit  en  su  Monografía. 

Por  las  formas  observadas  en  los  otros  leucocitos,  creo  no  equivocarme 
asegurando  que  se  trataba  de  partes  integrales  de  los  núcleos  en  vías  de 
disgregación  (productos  de  cariolisis  y  de  cariorrexis,  con  su  correspon- 
diente hipercromatosis  y  metacromatosis),  de  cuyo  proceso  se  podían  seguir 
las  fases  sucesivas. 

No  tengo  intención  de  hablar  aquí  de  los  extraños  aspectos  que  á  veces 
adquieren  los  colores  por  precipitación,  hecho  que  no  es  raro  tratándose  de 
manipulaciones  tan  largas  y  complejas  como  son  las  que  aconseja  Loevrit. 

De  modo  que,  en  conclusión,  diré  que  eliminados  los  cuerpos  proceden- 
tes de  la  alteración  y  aglomeración  de  los  granulos  de  las  células  tan  frági- 
les en  la  leucemia  y  tan  fácilmente  alteradas  con  el  tratamiento  por  las  s«o- 
luciones  acuosas  colorantes,  y  eliminados  los  que  en  otros  leucocitos  repre- 
sentaban los  restos  de  núcleos  disgregados,  no  me  fué  dable  observar,  en 
ninguno  de  los  seis  casos,  un  solo  cuerpo  con  señales  posibles  de  ser  una 
forma  parasitaria  amébica. 

Los  resultados  negativos  de  mis  investigaciones  no  están  en  contradic- 
ción con  el  concepto  de  la  naturaleza  infecciosa  de  la  leucemia ;  tienden 
solamente  á  confirmar  la  no  existencia  de  aquellos  parásitos  específicos  que 
Loewit  describió  y  que  creía  haber  descubierto  en  la  sangre  y  en  los  tumo- 
res leucémicos.  La  teoría  de  la  naturaleza  infecciosa  de  la  leucemia,  avalo- 
rada por  los  varios  síntomas  de  la  enfermedad,  por  los  casos  descritos  de 
leucemia  en  una  misma  familia,  ó  de  leucemia  rebelde  en  personas  que  ha- 
bían cuidado  leucémicos;  contradicha  por  los  infinitos  casos  diarios  real- 
mente no  contagiosos,  por  las  observaciones  de  mujeres  sanas  que  han  pa- 
rido criaturas  leucémicas,  y  de  mujeres  leucémicas  que  parieron  niños 
sanos ;  y  no  apoyada  por  las  numerosas  tentativas  de  transmisión  á  los  ani- 
males hechos  hasta  ahora  sin  resultado,  queda  sólo  en  estado  de  hipótesis,  y 
aunque  no  esté  muy  lejos  de  la  verdad,  las  investigaciones  practicadas  so- 
bre este  asunto  han  conducido  hasta  aquí  á  la  única  conclusión,  que  la  leu- 
cemia no  es  producida  por  ninguna  de  las  especies  de  microorganismos 
hasta  ahora  conocidos. 

Trad.  por  el  Da.  R.  Rovira  t  Olivkr. 


REVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

Terapéutica 

POR    EL 

Dr.  Pérkz  Noguera 

Médico  del  Cuerpo  de  Sanidad  Militar  (Madrid) 

I.  —  Medicamentos  modernos.  —  1902,  por  D.  Francisco  Puigpiqué.  —  Barcelona,  1903. 
II.  —  Estudio  de  la  legislación  extranjera  en  cuanto  se  refiere  á  la  elaboración  y 
venta  de  especialidades  y  aplicaciones  que  de  ella  pudieran  hacerse  en  Es- 

f>aña,  por  el  Dr.  N.  Duran  Desumvila.  —  Prólogo  del  Dr.  F.  Marín  y  Sancho.  —  Barce- 
ona,  1903. 
III.  —  L'administration  intestiuale  des  médicamente.  Etude  experiméntale  et  clinique»  par 

le  Dr.  S.  Bernheim.  —  París,  1903. 
IV. —  La  «Concordia  pharmacopolarum  barcinonensium».  —  (Edición  de  1567),  por  el  doctor 

N.  Duran  Desumvila.  —  Barcelona,  1903. 
V.  —  Los  colirios  oleosos  en  la  antigüedad,  por  el  Dr.  D.  Rodolfo  del  Castillo  y  Quartie- 

llers.  —  Madrid,  1903. 
VI.  —  La  complejidad  farmacológica  en  la  prescripción  médica,  por  el  Dr.  D.  José  R. 

Carracido.  —  Madrid,  1903. 
VII.  ~  Valor  terapéutico  de  la  seroterapia  en  la  difteria,  por  D.  Miguel  Baivcy  y  Bas.  — 
Zaragoza,  1903. 


I.  —  El  Sr.  Puigpiqué  ha  presentado  en  este  librito  las  novedades 
terapéuticas  lanzadas  al  comercio  durante  el  año  1902,  terminando  con 
un  cuadro  de  sinonimias  de  los  medicamentos  modernos  que  más  se 
prestan  á  confusión. 


j 


540  Reifisla  critica  bibliográfica 

Se  trata  de  un  trabajo  sin  pretensiones,  pero  puede  ser  muy  útil  á 
los  médicos  y  farmacéuticos. 

II.  —  El  ér.  Duran  Desumvila  ha  realizado  un  meritísimo  trabajo, 
indicando  los  procedimientos  de  carácter  legal  que  deben  adoptarse  en 
nuestro  país  para  limitar  el  empleo  de  los  medicamentos,  llamados  p.*- 
pecíficos. 

De  acuerdo  en  un  todo  con  el  autor  de  esta  Memoria,  en  cuanto  se 
refiere  al  abuso  cada  vez  más  injustificado  de  las  especialidades  farma- 
céuticas; y  partidarios,  como  él,  de  que  no  se  permita  la  venta  de  reme- 
dios secretos  ó  de  composición  desconocida,  hacemos  votos  porque  e! 
proyecto  del  Sr.  Duran  lleg-ue  á  regir  algún  día  en  nuestra  patria  cod 
carácter  de  ley. 

III.  — El  estudio  de  que  ahora  nos  ocupamos,  viene  á  justificar  una 
vez  más  el  envidiable  renombre  de  que  disfruta  de  Dr.  Bernheim,  r*^ 
dactor  jefe  de  la  Revista  Internacional  de  la  Tuberculosis j  pues  con  len- 
guaje sobrio  y  sencillo ,  demostrando  conocimientos  poco  comunes  en 
fisiología,  farmacología  y  terapéutica ,  defendiendo  su  manera  de  pen- 
sar con  razonamientos  incontrovertibles  y  fundamentando  sus  princi- 
pales apreciaciones  en  el  resultado  de  numerosos  experimentos,  vien? 
ft  concluir  que  la  mayor  parte  de  los  productos  medicinales  son  mal 
tolerados  por  el  estómago,  cuya  mucosa  irritan  fuertemente,  sienduá 
su  vez  más  ó  menos  alterados  ó  transformados  por  la  acción  del  jui'^^ 
gástrico ;  que  dichos  inconvenientes  deben  evitarse  rodeando  los  refe- 
ridos productos  con  una  envoltura  aisladora,  capaz  de  resistir  los  efec- 
tos de  la  digestión  estomacal,  disolviéndose  tan  sólo  en  el  duodeno  y 
que  según  se  deduce  de  los  numerosos  ensayos  del  autor,  los  glóbulos 
glutinizados,  con  excipiente  resinoso,  son  los  únicos  que  reúnen  por 
completo  tan  importantes  condiciones. 

IV.  —  Trátase  de  un  estudio  histórico  sumamente  interesante,  pue< 
se  refiere  á  la  primera  Farmacopea  oficial  de  España,  publicada  en  l'i^ 
y  que  fué  á  su  vez  la  segunda  dé  Europa. 

Casi  todos  los  medicamentos  citados  en  la  obra  procedían  del  reino 
vegetal ;  estaba  dividido  en  diez  y  seis  grupos  correspondientes  á  otru- 
tantos  preparados,  y  la  mayoría  de  las  fórmulas  estudiadas  procedían 
de  Messues,  no  obstante  haberlos  también  de  Diascórides,  Galeno,  Avi- 
cena,  Thassis,  Vilanova  y  los  dos  Andrómacos. 

Entre  las  preparaciones  que  describía,  merece  mención  especial  la 
Triaca  de  Andrómaco  el  anciano,  copiada  del  libro  primero  de  los  antí- 
dotos de  Galeno  y  que  se  halla  compuesta  de  63  substancias. 

Otra  fórmula  muy  curiosa  es  la  que  presenta  para  la  preparación  rie 
las  pastillas  de  víbora,  sacada  también  del  libro  primero  de  los  antid-»- 
tos  de  Galeno. 

El  Sr.  Duran  Desumvila  ha  realizado  una  obra  muy  meritoria,  dan- 
do á  conocer  tan  interesante  libro,  del  que,  seguramente,  tenían  noti- 
cia muy  pocos  companeros. 

V.  —  Demuestra  el  Dr.  Rodolfo  del  Castillo,  en  este  interesante  f»- 
Ueto,  la  venerable  antigüedad  del  empleo  de  los  colirios  oleosos,  que.-»^ 
remonta,  por  lo  menos,  á  la  época  del  Imperio  romano,  según  se  dedu- 
ce de  las  inscripciones  contenidas  en  un  sello  de  oculista  galo-romana, 
exhumado  recientemente. 

Al  mismo  tiempo,  el  autor  expone  noticias  muy  curiosas  sobre  I'^ 
múltiples  empleos  del  aceite  de  olivas  en  la  antigüedad. 

VI.  —  Como  todas  las  obras  del  Dr.  Carracido,  la  conferencia  de  que 
se  trata,  revela  los  profundos  conocimientos  del  autor  en  farmacoloíri». 
su  ilustración  general  poco  común  y  la  claridad  de  su  juicio  en  maíí- 
rias  tan  complicadas  y  difíciles,  como  son,  en  general,  todos  las  con- 
cernientes á  las  ciencias  químicas  y  biológicas. 


Noticias  cientijicas  54¡ 


Este  notable  estudio  es  una  justificación  científica  de  la  ordenada 
y  prudente  complejidad  de  la  prescripción  médica,  que,  oblig'ados  por 
lá  imposición  brutal  del  resultado  clínico,  venimos  defendiendo  cuan- 
tos nos  dedicamos  con  especial  cuidado  al  estudio  de  la  terapéutica,  no 
sólo  en  los  libros,  sino  también  á  la  cabecera  del  enfermo. 

VII.  —  Es  un  trabajo  de  observación  personal  escrito  después  de 
haber  asistido  &  una  grave  epidemia  de  difteria,  en  la  que  el  suero  Roux 
no  resultó  todo  lo  eficaz  que  suele  serlo  de  ordinario ;  entre  ocho  enfer- 
mos tratados  con  el  referido  suero,  cuatro  murieron  y  cuatro  curaron. 

De  estos  hechos  deduce  el  autor  conclusiones  demasiado  pesimis- 
tas, con  las  que  no  podemos  estar  de  acuerdo,  pues  afirma  que  el  valor 
terapéutico  de  la  sueroterapia  en  la  difteria  resultará  muy  limitado  en 
unos  diftéricos,  los  menos,  y  negativo  en  su  gran  mayoría. 

Cuatro  casos  desgraciados  no  son  bastantes  para  proclamar  la  inuti- 
lidad casi  absoluta  de  un  medicamento  que  ha  resultado  eficaz  en 
millares  de  enfermos.  El  mismo  autor  confiesa  que  4®  otros  cuatro 
niños  en  quienes  no  empleó  el  suero,  murieron  tres  y  sólo  se  salvó  uno. 

Además,  ¿sabe  el  Dr.  Balvey  si  el  producto  empleado  reunía  todas 
las  condiciones  apetecibles?  ¿Indicaban  los  envases  sus  unidades  anti- 
tóxicas y  las  fechas  de  su  preparación?  ¿Puede  responder  de  que  las 
familias  de  los  pacientes  no  convirtieron  los  casos  tnás  sencillos  en 
formas  asociadas,  gravísimas,  por  la  inoportuna  aplicación  de  tópicos 
diversos? 

NOTICIAS   CIENTÍFICAS 


Oiabetes  suprarrenal.  — Blum,  en  1901,  deducía  de  un  in- 
teresante trabajo  que  las  cápsulas  suprarrenales  segregaban  una  subs- 
tancia, que  penetrando  en  la  sangre,  producía  la  glucosuria. 

Investigaciones  más  recientes  han  confirmado  su  opinión,  pero  con 
una  variante  :  la  glándula  no  obra  por  una  toxina  que  á  mayor  ó  me- 
nor distancia  determine  la  acción,  sino  que  ésta  se  efectúa  en  virtud 
del  contacto  directo  de  la  sangre  con  el  tejido  propio  de  la  cápsula 
(Arch.füT  die  Gesel.  Physiol),  — (Rodríguez  Méndez). 

Un  caso  de  secreción  láctea  en  substitución  de 
la.8  reglas  en  una  joven  virgen. —Lo  ha  publicado  el 
Dr.  Gauthier  en  el  Lyon  Medical.    He  aquí  su  extracto  : 

El  autor  ha  tenido  la  ocasión  de  observar  á  una  joven  de  25  años, 
nerviosa,  pero  que  gozaba  habitualmente  de  buena  halud.  Le  apareció 
por  vez  primera  la  refífla  á  los  15  años,  y  continuó  durante  cinco  mens- 
truando  con  regularidad.  A  partir  de  esta  fecha,  faltaron  los  mens- 
truos durante  tres  meses,  sin  que  se  produjera  ningún  fenómeno 
particular  en  los  pechos.  Pasados  otros  cinco  años  sobrevino  un  nue- 
vo período  de  amenorrea.  La  menstruación  volvió  á  la  normalidad 
por  algunos  meses,  luego  quedó  en  absoluto  suprimida,  y  con  la  su- 
presión se  estableció  una  secrecijjn  láctea  muy  abundante  y  casi  con- 
tinua, particularmente  marcada  en  la  época  correspondiente  á  la  apa- 
rición de  las  reglas.  La  enferma  se  envolvía  los  pechos  en  paños  que 
quedaban  mojados  rápidamente.  El  derrame  de  la  leche  se  efectuaba 
espontáneamente  por  ambos  lados ;  la  presión  sobre  los  pechos  no  la 
exageraba;  al  cabo  de  cuatro  ó  cinco  días  tornábase  menos  abundante, 
mientras  la  turgencia  de  la  glándula  mamaria  disminuía  tambión, 
pero  un  ligero  rezumo  persistía  durante  todo  el  mes.  El  líquido  de 
este  modo  segregado  era  leche  pura  y  no  colostro.    El  examen  gine- 


543  Fot  muiario  y  tratamientos  modernos 

^^  colóffico,  practicado  en  dos  ocasiones  diferentes  por  el  Dr.  PoUosson. 

reveló  que  el  útero  era  pequeño  y  movible,  que  no  tenía  ninguna  tu- 
mefacción de  los  anexos,  ning'iin  tumor,  ningún  quiste. 

Este  estado  no  sufrió  modificación  durante  los  cinco  primeros  me- 
ses ;  no  obstante,  al  llegar  al  sexto,  bajo  la  influencia  de  un  tratamiento 
dirigido  contra  el  nervosismo,  que  parecía  ser  la  causa  de  esta  afec- 
ción (tintura  de  iodo  al  interior,  preparaciones  tiroideas),  el  derrame 
lácteo  se  moderó  algo,  y,  en  las  épocas  siguientes,  se  produjo  un  ligero 
rezumo  sanguíneo  en  la  vagina.  Sin  embargo,  hasta  seis  meses  des- 
pués no  se  agotó  por  completo  la  secreción  de  leche,  que  había  durado 
un  año  entero.  —  (Rovira  y  Oliver). 

^  srepsina:  nuevo  fermento  de  la  membrana  in- 

t  testlnal.  —  ¿Qué  ocurre  con  las  peptonas  después  de  formadas? 

^  En  1881,  Salvioli,  Ofmeister  y  otros  notaron  que  cuando  se  colócalas 

pentonas  sobre  un  pedazo  de  mucosa  intestinal  desaparecen.    Estosig- 

\  niñea  que  al  recorrer  el  intestino  son  absorbidas  por  los  leucocitos  <; 

por  las  células  epiteliales  (Heidenhain),  convirtiéndose  en  albúmina. 
Hofmeister  acepta  también  que  se  transforman  en  albúmina  celular. 

Neumeister,  en  cambio,  opina  que  no  todas  se  regeneran  en  albú- 
mina, sino  que  se  descomponen  también  en  otras  materias,  leucina  y 
tirosina.  Cohnstein  {Zeits.fürphysiol,  Chem.),  siguiendo  los  estudios 
de  Neumeister,  los  ha  comprobado  tanto  en  la  mucosa  viva  como  en  ei 
extracto  de  ésta.  De  sus  experimentos  deduce  que  hay  un  fermento 
que  desdobla  las  peptonas,  la  erepsina,  que  se  distingue  de  la  tripsina 
pancreática  en  que  sólo  obra  sobre  las  peptonas  y  algunos  albuminoi- 
des,  no  sobre  la  albúmina.  —  (Rodríguez  Méndez). 


i 


FORMULARIO    T   TRATAMIBNTOS    M0DBRM08 


CLL  — Aspirina:  sn  empleo  en  las  afecciones  dolorosas  dol  aparato 

grenital  femenino 

Dillbenger  ha  apreciado  sus  buenos  efectos  en  todas  las  enfermedades 
que  producen  dismenorrea. 

En  la  ovaritis  mengua  la  irritabilidad  nerviosa  general  y  el  dolor  local 

Lo  mismo  ocurre  en  los  trastornos  funcionales  uterinos  y  en  las  amsitií 
graves» 

La  dismenorrea  puede  ser  suprimida  dando  la  aspirina  antes  de  la  apar.- 
ción  de  Jas  reglas. 

La  ameíiorrea  y  la  metrorragia  son  también  mollificadas  considerablerneute 

Opina  que  en  las  vírgenes  debiera  darse  la  aspirina  por  su  marcada  ac- 
ción analgésica  sobre  los  órganos  genitales  femeninos. 

No  ha  pasado  nunca  de  tres  gramos  diarios  y  nunca  tuvo  que  lamenrar 
el  más  leve  incidente  (1). 

CLII.  —  Dismenorrea :  tratamiento  con  la  santonina 

Cheron  prescribe  0'05  gramos  cada  tres  horas,  y  dice  que  0*15,  dados  1- 
este  modo,  bastan  generalmente  para  triunfar  de  los  dolores  (2). 

CLIIL  —  Vómitos  incoercibles  del  embarazo:  tratamiento 

Dicen  varios  autores  que  se  combaten  con  toda  eficacia  colocando  ei  i^ 
vagina,  junto  al  cuello  del  útero,  una  torunda  de  algodón  empapada  en  f  :- 
cerolado  de  ictiol  al  20  por  100. 

El  ictiol,  además  de  ser  resolutivo  y  antiséptico,  es  analgésico  y  ann- 
rtogístiro  (3). 

( 1 )  Pts/or  Med.  Chir.  Prtss. 

(2)  Lt  Médectn. 
(3>     Hass.  mí.  dtlla  Med.  moderna. 


Formulario  y  tratamietttos  modernos  543 

CLIV.  —  014tloa :  tratamiento  oon  el  piramidón 

Boechi  ha  obtenido  buenos  resultados.  De  ordinario  recurre  á  esta 
fórmula : 

Piramidón 1  gramo. 

Agua  hervida 10     » 

para  tomar  4  6  5  cucharadas  diarias. 

Bertherand  ha  recurrido  al  método  hipodérmico :  diez  centigramos  por 
inyección,  una  ó  dos  veces  al  día  : 

Piramidón 1  gramo. 

Agua  esterilizada 10      » 

Los  paroxismos  dolorosos  cesan  y  parece  más  corta  la  duración  de  la  en- 
fermedad íi), 

CLV.  —  Bodonlo  :  aooión  teraptatiea 
Wolfang  Pauli,  una  vez  convencido  de  las  afinidades  químicas  existen- 
tes entre  el  iodo  y  bromo  y  el  rodanio,  lo  empleó  en  ocho  casos  de  cefalalgia 
sifilítica,  logrando  la  curación. 

Se  ha  valido  del  rodanato  sódico  en  solución  al  1  por  100.  Aconseja  no 
pasar  de  un  gramo  diario  de  medicamento  y  dar  la  solución  á  cucharadas, 
mezclada  con  leche  y  después  de  las  comidas  (2). 

CLVI.  —  Tnberouloioi:   rógrimen  allmentiolo;  empleo  del  nntrigreno 
Según  Brehmer,  la  curación  higiénico-dietética  de  la  tuberculosis  com- 
prende tres  indicaciones  fundamentales : 
1.'    Colocar  al  enfermo  en  reposo  absoluto. 

2.'  Ponerlo  en  una  atmósfera  completamente  pura,  de  preferencia  en 
las  montañas. 

3.'    Alimentarle  y  sobrealimentarle. 

De  las  tres,  la  más  importante  es  la  última:  «No  cura,  .en  verdad, 
más  tuberculoso  que  aquel  que  come,  digiere  y  asimila  »  (Mirhan-Kemad- 
jien).  No  se  trata  de  atracar  al  enfermo,  de  que  ingiera  mucho,  si  no  di- 
giere, pues  hasta  puede  ser  intoxicado.  Las  condiciones,  dice  Martinet,  que 
debe  reunir  un  medicamento-sobrealimento,  son  complejas  y  difíciles  de 
realizar.    En  efecto,  ha  de  ser  : 

1.°  Alimenticio  y  asimilable,  es  decir,  que  contenga  lo  necesario  para  la 
ración  de  sostén,  de  trabajo  y  hasta  de  defensa,  en  fornAi  que  sea  posible  la 
absorción  y  la  integración. 

2."  Tónico,  reconstituyente,  reparador,  ó  sea  que  contenga  lo  necesario 
para  todos  los  tejidos  y  en  particular  para  este  ó  aquel  que  esté  alterado:  la 
sangre  en  los  anémicos,  él  sistema  nervioso  en  los  neurasténicos,  el  sistema 
adipo-muscular  en  los  tuberculosos. 

3.*  Fácil  de  digerir  y  asimilar,  pues  todo  el  organismo,  el  estómago  y 
los  intestinos  están  débiles. 

4."  Que  no  repugne,  mejor  todavía  que  sea  tomado  con  gusto,  aun  á  do- 
sis considerables  y  durante  largo  tiempo. 

5."  Que  no  produzca  fermentaciones  intestinales,  productos  tóxicos  que 
puedan  causar  trastornos  hepáticos  ó  renales. 

Los  alimentos  que  mejor  pueden  cumplir  estas  condiciones  son  los  muy 
nitrogenados,  los  llamados  completos  ;  pero  como  la  mayoría  .son  mal  so- 
portados por  los  tuberculosos,  Richet  y  Hóricourt  insistieron  en  la  zomote- 
rapia,  que  por  regla  general  repugna  á  todos  los  enfermos,  y  otros  buscaron 
en  la  carne,  en  los  huevos,  en  las  legumbres,  las  peptonas  y  albumosas  q[ue 
constituyen  el  elemento  rico.  Casi  todos  han  fracasado,  porque  si  es  fácil 
aislar  el  elemento  nitrogenado,  no  la  es  presentarlo  en  forma  agradable  y 
de  conservación  segura. 

Según  dice  el  Dr.  Lemberre,  autor  que  no  conozco,  se  ha  dado  con  la 
piedra  filosofal,  con  el  nutrigeno,  una  albumosa-peptona  pura. 

Es  un  polvo  de  carne  especial,  soluble  en  el  agua,  rico  en  N,  muy  asimi- 
lable y  compuesto  principalmente  de  peptonas  y  albumosas  en  proporcio- 
nes oportunas.    Se  digiere  y  asimila  bien. 

No  es,  como  otros  nuevos  productos  alimenticios,  un  compuesto  albumi- 
noide  hecho  soluble  mediante  la  acción  disgregante  de  agentes  químicos, 

ti)     Ga^^.  degli  Osp. 

{'2)    Centratb.f.  d.  ges.  Therap. 


344  Formulario  y  tratamientos  modernos  

sino  el  resultado  de  la  acción  digrestiva,  lenta  y  metódica  de  los  principios 
activos  del  jugo  gástrico  sobre  excelente  carne  de  buey  reducida  á  pulpa 
filia  por  disgregación  mecánica.  Contiene  los  elementos  del  jugo  muscular 

Se  une  muy  bien  con  la  leche,  y  dado  con  los  cuerpos  grasos,  constituye 
un  alimento  completo,  tan  recomendable  como  aquélla  y  más  tolerable. 

Adminístrase  á  la  dosis  variable  de  dos  cucharaditas  á  seis  cucharadiL^. 
según  la  edad.  Como  el  sabor  y  el  olor  son  agradables,  los  enfermos  lo  to- 
man bien  con  leche,  sopa,  agua,  café,  grog  ó  bien  mezclado  con  alimento? 
sólidos.    Qhra,  además,  como  eupéptico. 

Tal  es  el  cuadro  ideal  trazado  por  el  Dr.  Lemberre.  Ahora  sólo  falta  que 
no  se  haya  equivocado  (1). 

CLVII.  —  Eolampila  de  lai  embarazadas  :  tratamiento 

G.  Roché  recuerda  que  durante  el  embarazo  aumentan  mucho  los  vene- 
nos del  organismo  por  dos  motivos  :  l.^  por  hiperproducción  de  desechr? 
de  toxinas,  dado  el  retardo  de  la  nutrición,  á  los  que  se  añaden  los  venenos  de 
los  tejidos  fetales ;  2.°,  por  falta  de  destrucción  y  de  eliminación,  como  ha  de- 
mostrado con  sus  experimentos  sobre  la  antitoxicidad  del  hígado  y  el  pap^i 
del  intestino  y  de  la  piel  durante  la  preñez. 

Es,  pues,  la  embarazada  una  intoxicada  en  estado  latente,  que  debe  vi- 
gilar mucho  el  médico,  en  especial  por  lo  que  hace  á  los  ríñones,  ya  que  ^^ 
tos  constituyen  la  mejor  defensa  durante  el  embarazo.  También  se  ha  d?» 
atender  al  hígado,  cuya  función  antitóxica  está  muy  disminuida,  y  al>i?- 
tema  nervioso,  tan  impresionable,  que  no  debe  ser  excitado  ni  fatigado. 

Así  podrá  prevenirse  la  eclampsia,  causada  por  la  mayor  toxicidad  dei 
suero  sanguíneo  y  por  la  susceptibilidad  nerviosa,  así  como  darse  cuenta 
de  las  numerosas  formas  de  ésta,  dada  la  multiplicidad  de  las  causas.  Eü 
esto  se  funda  la  higiene  del  embarazo  y  el  tratamiento  de  la  eclampsia. 

La  sangrÁa  es  importante  y  racional  durante  el  ataque,  dada  la  toxicídsl 
de  la  sangre.  .  ,. 

La  leche,  con  sus  escasos  residuos,  que  no  aumentan  la  toxicidad,  facLi- 
taudo  la  función  hepática  y  la  diuresis,  es  también  muy  ventajosa. 

Las  fricciones  cutáneas,  activando  las  funciones  de  la  piel  y  estimulaTiíi'^ 
la  nutrición  general  por  su  acción  sobre  las  papilas,  son  en  extremo  \ltll^^^ 

Se  ha  de  luchar.contra  el  estreñimiento ,  í^yoT^(i\ewáo  la  evacuación  re- 
gular de  los  intestinos. 

El  suero  artificial,  de  vernos  obligados  á  emplearlo,  se  hará  con  modera- 
ción, pues  en  mucha  cantidad,  baja  la  A,  es  decir,  aumenta  el  número  d' 
moléculas  elaboradas,  lo  que  es  una  nueva  fatiga  para  el  riñon.  Nosatít- 
tendremos  de  usarlo  siempre  que  se  sospeche  la  existencia  de  graves  le>i"  - 
nes  renales. 

El  suero  antieclámpsico,  el  tratamiento  ideal,  el  que  debe  llevar  los  anti- 
cuerpos para  luchar  contra  los  venenos  celulares,  no  ha  entrado  todavía  t»: 
terreno  firme,  á  pesar  de  los  estudios  de  Charrin  y  Moussu.  Se  ha  de  espe- 
rar que  el  porvenir  le  dé  una  seguridad  que  hoy  no  tiene.  Por  lo  pronto. >í 
pueae  decir  que  le  ocurre  lo  que  al  antitetánico  :  cuando  entra  su  acci-n 
están  ya  invadidos  en  extremo  los  centros  nerviosos.  Además,  si  se  piens^í 
en  todas  las  formas  posfibles  de  eclampsia  (renal,  hepática,  etc.),  no  conven- 
dría un  suero,  sino  varios  sueros  ó  uno  polivalente,  capaz  ae  luchar  couír- 
los  venenos  especiales  de  cada  una  de  estas  formas  particulares.  Com">^ 
ve,  el  problema  os  de  resolución  muy  difícil  (2). 

CLVllL  — Taberonlosis:  nuevos  tratamientos 

—La  Oficina  de  Sanidad  de  Nueva  York  ha  propuesto  al  Municipio  la  cr-s- 
ción  de  un  campamento  para  tuberculosos,  que  debe  ser  instalado  fuera  •(' 
la  urbe,  k  unas  50  millas  de  la  capital  y  en  terreno  elevado,  lejos  det-.^ 
agrupación  humana,  se  instalará  una  serie  de  tiendas  lo  bastante  cóm«-.s^ 
para  vivir  bien,  á  pesar  de  su  baratura  (100  doUars),  y  capaz  cada  una  i^ni 
dos  ó  tres  personas  (3). 

—  Má"^  raro  es  otro  modo  de  tratar,  también  norteamericano,  pue¿t'>  '^ 
práctica  en  Lurya  (Estado  de  Virginia).  Es  un  sanatorio  en  que  no  se  busca ' 

ílj     La  Méd.  ot  ientale. 
(2)     Thése  de  í'uris. 
(3;     La  Méd.  oriéntale. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  ^4^ 

aire  libre  y  se  mantienen  abiertas  las  ventanas;  al  contrario,  en  este  sana- 
torio se  tiene  erran  interés  en  que  permanezcan  cerradas  las  ventanas. 

Kl  médico  a  quien  se  le  ha  ocurrido  tan  peregrrina  idea,  ha  hecho  cons- 
truir su  establecimiento  cerca  de  una  g-ran  cantera  subterránea  hecha  en 
calcáreo,  de  la  cual,  medíante  poderosos  aspirantes,  se  toma  el  aire  para  el 
sanatorio.  Dice  el  Inventor  que  este  aire  tiene  temperatura  uniforme  y  po- 
see menos  polvo  y  gérmenes  nocivos.  De  aquí  su  empeño  en  que  no  entre 
el  aire  exterior  (1). 

CLIX.  —  Cara  en  onatro  pleí 

Y  va  de  curas  extravagrantes. 

Tenemos  la  cura  de  sol,  de  aire  caliente,  de  aire  frío  (cámaras  frigrorífi- 
cas),  la  de  luz  violeta  y  otras  luces,  la  de  los  pies  descalzos,  la  del  tonel  para 
los  obesos,  la  de  las  cuevas  antes  mencionadas  y  otras  muchas. 

Ahora  recomienda  un  médico  de  Berlín  la  cura  en  cuatro  patas;  ¡y  ya 
tiene  clientes  en  su  establecimiento  !  No  se  confunda  esta  cura  con  las  po- 
siciones operatorias  ó  terapéuticas  conocidas.    Aquí  el  caso  es  otro. 

El  inventor  opina  que  el  andar  en  pie  es  grotesco  é  ilógico,  y  que  obliga 
á  los  músculos  abdominale»**  á  esfuerzos  que  no  se  avienen  con  su  modo  de 
ser;  como  consecuencia  de  este  atentado  ad  naturam,  sufrimos  inflamacio- 
nes y  otros  muchos  trastornos.  Hay  que  volver  á  la  marcha  primitiva,  á 
aquella  que  los  animales  nos  ensenan. 

En  su  pequeño  hospital  había,  al  publicarse  la  noticia,  siete  individuos 
que  cuatro  veces  al  día  y  durante  veinte  minutos  andaban  á  cuatro  patas. 
De  esta  terapéutica  sólo  han  protestado  la  rótula  y  las  rodillas :  aquélla  no 
permite  doblar  el  miembro  hacia  atrás  y  éstas  se  cansan  de  no  doblarse.  No 
obstante  estos  contratiempos,  el  au'or  asegura  que  su  remedio  es  soberano 
contra  la  dispepsia  y  la  apendicitis  (2). 

CLX.  —  Antomovillimo :  aoolón  terapéntloa 

Como  se  discutió  el  valor  higiénico  y  terapéutico  de  la  bicicleta,  se  dis- 
cute hoy  el  valor  del  automóvil.  E.  Blanchet  ha  reunido  los  datos  publica- 
dos y  ha  recogido  observaciones  de  médicos  y  otras  personas  que  se  dedican 
á  este  ejercicio. 

El  punto  capital  es  saber  si  se  le  puede  permitir  y  si  le  conviene  á  los 
tuberculosos.  La  respuesta  es  afirmativa.  He  aquí  la  historia  clínica  de  un 
médico : 

Hasta  marzo  de  1898,  salud  á  toda  prueba,  gran  vigor  y  resistencia  á  las 
grandes  fatigas.  En  abril  de  1898.  grippe,  pleuresía  derecha  con  derrame, 
que  es  pronto  reabsorbido,  persistiendo  seca.  En  mayo  de  1900,  demostra- 
ción del  bacilo  de  Koch  en  los  espatos  de  una  bronquitis,  adquirida  algunos 
meses  antes;  pérdida  de  dos  kilogramos  de  pe'so.  ligera  fiebre,  disminución 
del  apetito,  tos.  En  agosto  de  1901,  suspensión  obligada  del  trabajo  y  tras- 
lado al  Mediodía  para  hacer  una  cura  de  aire  y  de  reposo  hasta  mayo 
de  1902.  En  esta  fecha  se  encarga  de  nuevo  de  su  clientela,  continuando  la 
tos.  Compra  un  automóvil  de  6  caballos,  que  maneja  el  mismo  y  que  no 
está  provisto  de  cristal;  término  medio,  sale  dos  veces  al  día,  recorriendo 
cada  vez  de  60  á  70  kilómetros.  Al  año,  desaparición  de  la  tos.  renovación 
del  apetito  y  seis  kilogramos  más  de  peso ;  la  capacidad  respiratoria,  que 
era  en  1902  de  3.000,  oscilaba  luego  entre  3,500  y  3,900.  La  temperatura  no 
aumentaba  con  los  paseos. 

Esta  observación  y  otras  varias  referidas  por  Blanchet  enseñan  que  el 
automovilismo  hace  menguar  y  luego  desaparecer  la  tos,  acaba  con  la  ano- 
rexiay  con  el  insomnio  ;  en  cambio,  la  temperatura  asciende,  en  los  en- 
fermos excitab'es,  con  cada  paseo. 

En  el  automovilismo  hay  dos  factores  útiles,  la  aire  »ción  y  el  ejercicio; 
pero  debe  evitarse  el  frío  y  el  polvo,  inconvenientes  fáciles  de  obviar. 

Si  puede  ser  útil  á  los  tuberculosos,  más  lo  será  á  los  neurópatas  y  neu- 
rasténicos, hecho  demostrado  con  las  observaciones  de  Blanchet. 

También  conviene  á  los  gotosos,  diabéticos,  ciertos  reumáticos,  en  una 
palabra,  siempre  que  sea  necesario  estimular  con  energía  la  nutrición. 

Marión  [Revue  du  Touring-Club)  refiere  el  caso  de  un  asmático,  con  ata- 

(l)    Bull.  de  Thérap. 
r2)    La  Méd.  oriéntale. 


A46  Sección  oficial 


ques  y  opresiones,  que  lejos  de  empeorarse,  mejoró  durante  largo  tiempo. 
Él  mismo  ha  notado  en  sí  que  los  violentos  ataques  de  tos,  debida  á  rfst':'> 
de  una  pleuresía  seca,  cesaban  en  el  automóvil.  Dos  cong-estionados  dei 
pulmón  mejoraron. 

En  cambio,  es  nocivo  á  los  cardiópatas,  que  deben  abstenerse  de  las  ca- 
rreras rápidas. 

Resumiendo  :  en  el  automovilismo  hay  ejercicio,  trepidación,  duchada 
aire,  y  como  consecuencia,  mayor  actividad  nutritiva.  Por  tanto,  est&rsi 
contraindicado  en  los  que  necesitan  reposo  (1). 

Dr.  Rodríguez  Ménde? 


SECCIÓN    OFICIAL 


QUINTO  CONCURSO 
DE  LA.  ACADEMIA  DE  HIGIENE  DE  CATALUÑA 

VEREDICTO  DEL    JURADO 

I.  Premio  de  la  Academia  de  Higiene.  Tema:  «Hififiene  de  ambos  sex-^ 
en  el  concepto  de  su  función  procreadora».  No  se  adjudica  premio  ni  acceíi: 

II.  Premio  del  Excmo.  Sr.  Gobernador,  250  pesetas.  Tema :  «Cartilla  popu- 
lar de  higiene  industrial».  Premio,  no  se  adjudica. 

Accésit.  A  la  Memoria  n.°  12  que  lleva  por  lema;  « Labor improbusomna 
vincit». 

IV.  Premio  del  Sr.  Delegado  Regio  de  Instrucción  pública.  250  peseta^ 
Tema:  Higiene,  diferenciación  y  cultivo  de  las  facultades  del  escolar  cr:^ 
relación  á  su  edad,  desarrollo  y  constitución». 

Premio.  A  la  Memoria  n.**  22  cuyo  lema  es  «El  bienestar  de  un  puebl- 
depende  de  su  cultura». 

Accésit.  Memoria  n.°  8,  con  el  lema  «No  hay  placer  alguno  comparable  a 
de  mantenerse  sobre  las  altas  cimas  de  la  verdad». 

Mención  honorífica.  Memoria  n.®  7.  Lema:  «Todo  por  mi  hijo». 

V.  Premio  dei  Sr.  Conde  de  Romanónos.  Un  objeto  de  arte.  Tema 
«Estudio  de  la  falta  de  cultura  como  causa  de  la  degeneración  y  prostitucí'i. 
de  la  mujer».  Premio.  No  se  adjudica. 

Accésit.  A  la  Memoria  n.°  1  con  el  lema  «Quien  da  lo  que  tiene  no  ests 
obligado  á  más». 

Menciones  honoríficas.  A  las  Memorias  números  19,  2  y  24,  cuyos lems> 
respectivos  son:  «Entre  una  mujer  sin  educar  y  una  mujer  mal  educada,  etc » 
«La  falta  de  cultura  en  la  mujer  imprime  un  atraso  en  la  civilización  y  «^ 
f  progreso».  «La  escuela  redime  y  civiliza». 

I  VIL    Premio  del  Académico  Dr.  D.  José  Farrero,  100  pesetas.  Tema 

í  «  Asunto  libre  de  higiene  social». 

I  Premio.  A  la  Memoria  n.°  9  que  trata  de  «El  alcoholismo  y  su  trascendencm 

t  social»  con  el  lema  «***». 

t  Accésit.  A  la  Memoria  n.°  4  que  lleva  por  lema:  «El  baile  y  los  baile?» 

\'  VIII.    Premio  del  Académico  D.  Manuel  GispertBlanch.  Ün  objeto  de  arte 

Tema:  «Cartilla  popular  de  higiene  rural».  Premio.  No  se  adjudica 
Accésit.  Memorian.°16.  Lema:  «LaMédecine  guéritlesindividus.etc.» 

IX.  Premio  de  un  higienista.  Una  pluma  de  plata  sobredorada.  Tema: 
«Prontuario  higiénico  del  embarazo  y  primera  infancia».  Premio.  No  >t 
adjudica. 

Accésit.  Memoria  n.°  6  lema  «Del  exacto  cumplimiento  de  los  precepto 
higiénicos  depende  muchas  veces,  etc.». 

Mención  honorífica.  Memoria  n."  20  lema:  «Escribid  de  una  manera  bwv»- 
y  clara  y  haréis  verdaderos  sabios». 

X.  Premio  de  la  Comisión  organizadora.  Tema:  «Asunto  hig-iénicosobf 
especialidades».  No  se  adjudica  premio  ni  accésit. 

Los  temas  III  y  VI  quedaron  desiertos. 

(1)     Thésc  de  Lyon. 


Publicaciones  recibidas  347 


El  reparto  de  premios  se  verificará  en  pública  sesión  el  día  6  de  octubre 
próximo,  á  las  nueve  y  media  de  la  noche,  en  el  salón  de  actos  del  Fomento 
del  Trabajo  Nacional  (Plaza  Santa  Ana,  4). 

Barcelona  15  agosto  de  1904.— P.  A.  del  J .  el  Secretario,  Eduardo  Xalaharder. 


XV  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  MEDICINA 

(LISBOA,    ABRIL   1906) 

Se  nos  remite  los  números  2  v  3  del  Boletin  Oficial  del  XV  Congreso  Inter- 
nacional de  Medicina.  Dichos  números  contienen  artículos  de  crónica,  en  los 
que  se  presentan  las  cuestiones  del  momento  y  los  principales  acuerdos 
tomados  por  el  Comité  organizador:  son  de  notar  la  exposición  colonial  que 
se  organiza  con  ocasión  del  Congreso,  y  el  estudio  sobre  la  Pelagra  en 
Portugal,  emprendido  por  la  Sección  de  Psiquiatría.  Llenan  casi  por  completo 
dichos  números  los  temas  oficiales  con  los  nombres  de  los  informantes  que 
aceptaron  ya  la  invitación  que  les  había  sido  dirigida.  Además  de  los  temas 
oficiales,  las  diferentes  Secciones  publican  una  lista  de  asuntos  recomendados, 
con  el  fin  de  incitar  á  los  médicos  para  que  los  desenvuelvan  en  comunica- 
ciones libres.  Finalmente,  completa  los  números  la  lista  de  los  Comités 
nacionales  del  extranjero  hasta  aquí  constituidos  (y  lo  son  casi  todos). 


PUBLICACIONBS  RECIBIDAS 


liE  administración  Intestinal  de  los  medioamentos,  por  el  Dr.  Samuel 
Bemheim.  —  Trabajo  traducido  por  el  Dr.  D.  Alberto  Bandelac  de 
Pariente.  —  París,  19ü4.  —  Otro  ejemplar. 

Tratado  de  Hediolna  olinioa  y  Teraptatloa,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Schalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directam'ente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tuñón.  — José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  102  y  103.  —  Barcelona,  1904.  —  Una 
peseta  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Olmg^la  olinioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmann,  P.  von  Bruns  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  elDr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  579.—  Cuaderno  100.  —  Barcelona, 
1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Hannal  de  Patolog^ia  externa,  por  E.  Porgue.— Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa v  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor.  Cortes,  579.  —  Cuaderno  21.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

Tratado  elemontal  de  Patología  Interna ,  escrit )  por  los  profesores  y 
doctores  D.  Gerhardt,  Gumprecht,  W.  His,  Klemperer,  Kraus,  L.  Krehl, 
Max,  Matthes,  J.  v.  Mering,  O.  Minkowski,  F.  Moritz,  F.  Müller,  E.  Rom- 
berg,  R.  Stern  y  Vierordt,  bajo  la  dirección  del  Dr.  D.  J.  v.  Mering.  — 
Con  223  figuras  intercaladas  en  el  texto  y  una  lámina  tricolor.  —  Versión 
directa  de  la  segunda  edición  alemana  por  el  Dr  D.  M.  Gil  y  Casares, 
con  un  Prólogo  del  Dr.  D.  A.  Siraonena  y  Zabalegui.  —  Tomo  III , 
fascículo  1.**-  Santiago,  1904. 

Datos  para  el  dlag^nóstioo  de  la  difteria  y  sn  oomplloaolón  el  ornp 
ó  ^mxTOtiMo. ^Conferencia  dada  por  el  Dr.  D.  Vicente  Llórente  y  Matos.— 
Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares,  —  Una  peseta. 

Ohappa.  —  Aoropatla  matllante.  —  Informe  presentado  al  Jefe  de  Sanidad 
de  la  República  por  el  Dr.  D.  Juan  Guiteras.  —  Distribución  gratuita.  — 
Edición  española  é  inglesa.  —  Habana,  1904. 

El  Hospital  «Las  Animas».  —  Trabajo  leído  en  la  3.*  Conferencia  nacio- 
nal de  Beneficencia  y  Corrección  (Matanzas,  2  á  4  abril  de  1904)  por  el 


34* 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Dr.  D.  Enrique  B.  Barnet.  — Con  un  apéndice  por  los  doctores  F.Guiteras 
y  M.  G.  4iebredo.  —  Distribución  gratuita.  —  Edición  española  é  inglesa. 
Habana,  1904. 

Fisiología  humana,  por  el  Dr.  Luigi  Luciaui.  Versión  castellana  por  <>: 
Dr.  P.  Ferrer  Plera,  bajo  la  dirección  y  notas  bibliográficas  del doct.r 
D.  Rafael  Rodríguez  Méndez.  —  Editores:  Antonio  Virgili,  Sociedad ei 
comandita ,  Valencia  ,  301.  —  Cuadernos  27,  28,  29,  30,  31,  32, 33y  34- 
Barcelona,  1903.  —  ün  cuaderno  de  40  páginas,  una  peseta.  —  I>k 
ejemplares. 

Vonvelle  m¿thode  oonsorvatrloe  de  traltemont  radical  dM  tnppvn- 
tlona  ohronlqnes  da  sao  laorymal  {Dacryocystarhinústomie],  par  > 
Dr.  A.  Toti.  —  Firenza,  1904. 

Clrrosl  iportrofloa  billar»  Ipersplenomeg^alloa.  —  Prelezi<me  al  cor- 
libre  di  Clinica  medica  genérale  fatta  nella  R.  Uuiversitk  di  Bologna^ci 
Alberico  Testi.  —  Imola,  1904. 

El  verdadero  Herodee,  por  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona. — Madrid,  1904  - 
Se  reparte  gratis. 

Xtn  grran  enemlgro  de  los  nlñoe ,  .  por  D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona.  - 
Madrid.  1904.  —  Se  reparte  gratis. 

Onla  m¿dloa  de  los  aooldentes  del  trabajo ,  por  el  Dr.  Waibel.  - 
Cuaderno  2.®  —  De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medim'^ } 
Cim^ia  prácticas .  — Madrid,  1904.  —  Tres  pesetas. 


Bstudios  demogpálteos  de  Bapeeloni 

POR    EL 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 


Mortalidad  durante  el  mes  de  agosto  de  1904 


I.  — Infbccionrs 

Coqueluche 

Difteria 

Disenteria 

Escarlatina 

Erisipela 

Eclampsia 

Fiebre  tifoidea 

Gangrena 

Influenza  

Lepra 

Otras  infecciones  .    .     .     . 

Paludismo 

Reumatismo 

Sarampión 

Septicemia  puerperal     .     . 
Id.  quirúrgica  .     . 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis 

Viruela 


7 
5 
1 
2 
2 
14 
74 
3 
1 
O 
8 
1 
3 
6 
5 
9 
5 
2 
132 
29 


Total. 


309 


II. — Otras  infkccionks  y  padbci- 

MIBNTOS    DK    NATURáLUZA    NO   DR- 

TERMINADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

...        23 

...        77 
.     .     . O 

Suma  y  Hgus.    ...      100 


Circula-  í  A^rterias 
LJií  Corazón 
'^^*^    -Venas. 


Digestí 

vo 


Suma  antei'ior. 

SBoca    .    .     . 
Estómago 
Intestinos 


•  *  /otros  anexos 

(] 


Peritonitis   ... 
z>^*«.«%./.  (Bronquiales  (Afecto»». 
^/'^ÍT^"   Pulmonía     .     .    .    . 
lorto.  .(Pulmón  y  pleur».    . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges 

ürinBTio 

Red  linfática 


lií. 

S 
15 

2: 

1" 
t 

A 


Total. 


Ti"5 


III.  —  Otros  y  acgidbntks 

Accidentes 1; 

Distrofias  constitucionales.    .  f 

Falta  de  desarrollo    ....  5 

Homicidio.    ........  ¡ 

Intoxicación .  • 

Neoplasm*as ^ 

Seoectud ^ 

Sin  diagnóstico i 

Suicidio í* 

Total _fij 

Total  de  defunciones  .  .  .  .^93 
Total  de  nacimientos ....  IW* 
Abortos 75 


lomo  ZZVII.    Nim.  18   Barcelona  30  septiembre  1904  Año  ZZVII.    Núm.  664 

Gaceta  Médica  Gmuu 

SUMARIO  :  Notas  clínicas  sobre  pneumo-cardiopaiías,  por  «1  Dr.  Masó  Bru.  —  Mortalidad  in- 
fantil en  Madrid  (conclusión),  por  D.  Rafael  ITlecia  y  Cardona.  —  Tres  casos  de  agobio  re- 
nal curados  con  la  nefrína,  extractado  por  el  Dr.  Rodríguez  Ruiz.  —  Valor  semciológicodel 
estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades  del  tubo  digestivo,  por  los  doctores  Matbieu  y 
J.  Ch.  Roux.  —  Servicio  de  Sanidad  militar  en  campana  del  ejército  japonés,  por  el  Dr.  Oau- 
dier.  —  Rkvista  chítica  bibi.iogkXfica  .  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Formi  lario  r 

TKATAMieNTOS    MOORRNOS  ,     por    Cl    Dr.    ROdrlgUCZ     Méndez.    —    NukMRA    COKRESPONOk.NCIA 

CON  LA  PRENSA.  —  Estudíos  dcmográficos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 


notas  clínicas  sobra  pnanmo^cardlopatlas 

fOK    sr. 

Dk.  Masó  Bru 
La  albamlnnrla  en  los  taberoolosos 

Hoy  que  los  trabajos  de  Moeller,  Jacobi,  Vag'edes.  Ott,  Krompecher 
y  otros,  orientan  las  investigaciones  clínicas  y  experimentah\s  de  la  tu- 
berculosis pulmonar  en  el  mismo  sentido  que  indicó  años  atrás  liobin, 
tratando  de  inquirir  si  la  variedad  de  evoliKíión  de  la  fimatosis  se  debe 
h  condiciones  químico-biológ-icas  diversas  ó  de  raza  de  su  bacilo  pro- 
ductor, ó  también  á  aptitudes  de  reacción  determinadas  por  especiali- 
zación  orgánica  general  ó  local  de  cada  ser  ([ue  sufre  esta  infección, 
claro  está  que  todo  lo  que  contribuya  á  conocer  ó  siquiera  á  apuntar  una 
parte  de  este  intrincado  problema,  ha  de  ser  de  actualidad  y  facilitar  el 
estudio  de  las  disposiciones  individuales  de  resistencia,  que  se  comple- 
tará con  la  ayuda  de  la  histología  y  de  la  química. 

Esto  es  obra  del  porvenir,  indudablemente  fOíi.  Die  cheniische  Pa- 
thologie  der  Tuberculose.  —  Vorworlj;  pero  todos  venimos  obligados  á 
trabajar  por  él. 

Si  el  estudio  del  quimismo  respiratorio  del  tuberculoso  realizado 
por  Robín,  von  Schrotter,  May,  etc.,  aclarando  la  patogenia  de  ciertos 
síndromes  y  su  diversa  cronología  han  contribuido  poderosamente  á 
fundar  positivas  indicaciones  terapéuticas  ;  el  apenas  iniciado  estudio 
del  quimismo  urinario  en  la  misma  infección  (fosfaturia,  reacción  dia- 
zoica,  etc.),  ha  dado  cuando  menos  elementos  de  pronóstico  en  modo 
alguno  despreciables. 

Que  la  albúmina  puede  presentarse  en  orinas  normales  (?)  y  debida 
su  anarición  hasta  á  una  causa  vulgar,  como,  por  ejemplo,  el  cansancio, 
se  aamite  por  muchos  ;  von  Noorde  afirma  que  toda  orina  puede  con- 
tener hasta  seis  miligramos  por  litro ,  y  sostiene  Leube,  que  puede 
aceptarse  como  albúmina  fisiológica  (?)*^  toda  aquella  que  no  exceda 
del  1  por  1,0(K)  del  total  del  líquido  urinario.  Esta  sero-albúmina  se 
presenta  siempre  que  la  falta  relativa  de  oxígeno  en  la  sangre  hace 
reaccionar  el  epitelio  renal,  sin  que  para  ello  tenga  que  admitirse  la 
existencia  previa  de  lesión  renal  (glomerulitis,  hemorragias,  etc. ), 
cuya  causa  determina  naturalmente  mayor  cantidad  de  albúmina  eli- 
minada y  cambios  importantes  en  sus  caracteres  de  presentación  y 
reacción,  bien  se  ofrezca  en  forma  de  sero-globulina,  núcleo-albúmina, 
aisladas  ó  acompañadas  de  ácido  nucleínico,  etc.,  íidemás  de  los  ele- 
mentos histológicos  propios  del  proceso  que  evoluciona  en  el  riñon. 
Otro  carácter  muy  importante  de  esas  albuminurias  compatibles  con  la 
salud,  es  su  carácter  cíclico  ó  transitorio,  constituyendo  el  tipo  de  la 
albuminuria  de  Spring,  á  la  que  hay  que  oponer  la  albuminorrea  ó 


35u  Notas  clínicas  sobre  pneumo-cardíopatias 


albuminuria  constante ;  viniendo  la  primera  A  ser  comparable  (en  est-* 
concepto),  á  la  g-lucosuria,  y  k  la  diabetes  la  segunda. 

Estas  leucomurias.  constante  y  transitoria  (enfermedad  lie  Parv», 
han  sido  desde  hace  tiempo  aceptadas  como  complicación  no  infre- 
cuente de  la  tuberculosis  pulmonar.  Los  eminentes  'Clínicos  LeWn, 
Jaccoud,  Sée,  Bernheim,  Herard,  Pidoux,  etc.,  las  mencionan  en  :^a> 
conocidas  obras  sobre  la  tisis ;  pero  hay  que  declarar  que  Lebert  s(*)lu  ¡v^ 
ocupa  de  una  forma  que  pudiéramos  llamar  terminal,  ó  sea  de  oriíreí 
caseo-renal  ó  de  generalización  fimica;  y  lo  mismo,  únicamente,  (ii.v 
Bernheim.  G.  Sée  acepta  el  hecho,  pero  no  lo  aclara  ni  estudia  1&> 
condiciones  de  su  presentación,  siendo  sólo  Jaccoud  quien  la  aduiít" 
(y  entiéndase  que  sigo  hablando  de  la  albuminuria  clásica),  como  ex:>- 
tente  en  los  primeros  períodos  de  la  infección,  y  debida,  .se^ún  ei.  ^ 
congestiones  del  riñon  originadas  uor  la  disnea  y  los  consecutiva- 
trastornos  hidráulicos,  ó  bien  á  los  de  asimilación.  Herard  y  Com;. 
se  ocupan  de  la  albuminuria  en  los  tuberculosos,  sólo  en  la  íorma  «i- 
fimia  o  granulosis  miliar,  que  atribuyen  á  una  nefritis  de  la  misn.< 
naturaleza  ;  y  sólo  apuntan  la  posibilidad  de  su  existencia  en  los  ar- 
meros períodos  de  la  tuberculosis  crónica  pulmonar. 

Para  terminar,   abreviadamente,   con  este    aspecto    liistórico  ii 
asunto,  diré  que  Strauss,  en  su  monumental  obra  sobre  esta,  infea-ion. 
sóle  trata  de   la  albuminuria  en  sus  relaciones  con  la  tuberculo-b 
uro-genital. 

Como  queda,  pues,  visto,  los  antiguos  patólogos  y  clínico.*?  pre>-a 
ron  escasa  atención  á  este  punto  y  desconocieron  las  fortna^  inttY»\- 
tenies  de  la  albuminuria,  designadas  con  el  nombre  de  orto.stática  ó  hd- 
formedad  de  Heubner  y  de  Rolleston  ó  hipostática ;  así  como  las  ulhu- 
mosurias  en  sus  diversas  formas,  que  tan  notablemente  ha  estudiar:- 
el  Dr.  Zúñiga,  de  Costa  Rica,  en  los  fímicos  con  ó  sin  ulceración  int^ 
tinal.  En  esta  breve  nota  clínica  me  he  de  ocupar  solamente  áe  is 
albuminuria  ortostática,  ó  postural-albuminuria  de  los  ingleses,  de- 
l)ués  de  algunas  consideraciones  sobre  la  albuminuria  del  tiibercui-t-^ 
pulmonar,  en  general. 

Que  este  enfermo  por  el  asiento  de  sus  primitivas  lesioiie5  (ená 
arteritis  y  endo-alveolitis),  por  las  condiciones  quimiotáxicas  del  ban. 
que  perturba  en  alto  grado  el  metabolismo  celular,  las  lesiones  en  bloq\> 
que  en  el  pulmón  se  determinan  (extensas  infiltraciones,  esclerosis  ■ 
ulceraciones),  las  perturbaciones  dinámicas  y  de  testura  que  preseiiía 
su  sistema  cardio-vascular  (taquicardia,  dilatación  del  corazón  dere^-h  •, 
atrofia  del  miocardio,  hipotensión  vascular  por  la  acción  ectasiante  •! 
la  toxina  tuberculosa,  etc),  las  de  la  sangre  (alteración  en   la  proiM.- 
cionalidad  de  los  glóbulos  rojos  y  blancos,  índice  de  hemoglobina,  j»  - 
linucleares,  mielocitos,  etc.),*  aparato  digestivo  (dispepsia  propia  de  '•- 
primeros  y  últimos  períodos),  y  renal,  i)ara  terminar,  pueda  presenta 
en  muchas  ocasiones  la  albuníinuria,  se  comprende  sin  la  menor  Ar- 
cuitad  ;  ya  que  en  él  la  mayor  parte  de  su  organismo  está   enfermo 
cuando  menos  en  condiciones  muy  especiales  de  receptividad.     A  f- 
sar  de  todo,  sin  embargo,  la  albuminuria  no  puede  considerarse  con: 
un  incidente  constantemente  ligado  á  la  tuberculosis  pulmonar,  ü 
siquiera  como  una  complicación  en  el  sentido  de  exageración  de  feí:  - 
menos  habituales  de  la  misma,  como,  por  ejemplo,  la  hemoptisis,  jier 
sí  como  una  rerdadera  complicación,  posible  en  una  infección  que  « 
especializa  por  la  pluralidad  de  su  aparato  sintomático  y  la   compl^v  - 
dad  de  determinaciones  anátomo-patológicas. 

Las  formas  leucomúricasen  la  tisis  ])ueden  compararse,  de.^eí*)»*r 
punto  de  vista,  al  síndrome  gástrico  que  en  la  misma  se  presenta  <x»n  i. 
escasa  frecuencia,  ('on  el  inicial  se  puede  relacionar  la  albuminuria  ur--- 


Notat  clínicas  sobrt  pneumo-cardíopatiax  í'!>t 

táticaycüü  el  termina  la  albuminuria  clásica,  perfectamente  (listin¿?:ui- 
l>les  por  sn  pato^icenia,  marcha  y,  sobre  todo,  por  las  alteraciones  respec- 
tivas del  liquido  urinario,  que  en  el  terreno  del  pronóstico,  y  especial- 
mente de  la  terapéutica,  conviene  en  absoluto  deslindar. 

Se  ha  tratado  de  explicar  el  {^-énesis  de  la  albuminuria  de  Heubner, 
por  varias  hipótesis  (hemató¿»-ena,  vaso-motriz,  tóxica  y  renal),  pefo 
ninguna  de  ellas  ha  tenido  confirmación  experimental.  ^  Creo  que  los 
tvvíhfíjoii  iU^  Thonmyer  (Ce?iiralblal¿  fin*  i n7iere  3fedkiju  1904),  sobre  la 
taquicardia  ortostática  (que  la  he  observado  también  yo  en  el  tuber- 
í'uloso),  pueden  dar  alguna  luz  sobre  el  particular,  máxime  teniendo 
en  cuenta  que  la  asociación  no  infrecuente  del  proceso  de  Heubner  con 
síntomas  tales  como  aritmia  cardíaca,  refuerzo  del  segundo  tono  pul- 
monar, hipotensión  arterial,  etc.,  prueban  que  en  su  determinación 
«Mitra  como  factor  importante  la  alteración  del  sistema  circulatorio  ge- 
neral y  en  particular  del  que  riega  los  centros  nerviosos  bulbo-medu- 
lares ;'  contando,  además,  con  la  influencia  que  en  las  diferentes  ^)osi- 
riones  del  cuerpo  humano  ejerce  sobre  ellos  el  Ilíquido  céfalo-raquideo. 
<íue  este  último  juega  un  importante  papel  patogénico  en  las  afecciones 
ortostáticas,  lo  explica  Thomayer  del  modo  siguiente  :  cuando  el  en- 
fermo está  de  pie,  la  ])resión'del  líquido  sobre  la  región  medular- 
oblongata  es  menor ;  de  aquí  nace  menor  estímulo  i)ara  los  nervios 
vagos  ;  la  inhibición  relativa  de  los  mismos  hace  que  la  influencia  del 
simpático  sobre  todo  el  centro  circulatorio  sea  mayor,  y,  por  consi- 
guiente, se  produzcan  alteraciones  de  la  tensión  vascular  algunas  veces 
y  siempre  aceleración  del  i)ulso  con  ó  sin  aritmia,  según  la  persisten- 
cia de  la  causa  productora,  y  como  consecuencia,  taml)ién  la  i)erturba- 
rión  circulatt)r¡a  del  riilóny  la  presentación  temporal  desero-albúmina; 
siempre  que  las  disposiciones  orgánicas  (que  son,  entre  otras,  según 
von  Leube.  mayor  amplitud  de  los  poros  del  epitelio  glomerural,  etc.), 
existan  en  el  rihón  de  un  tuberculoso  y  lo  constituyan  en  locm  minoris 
j'esisteutiíe.  Hoy  por  hoy,  creo  que  esta  interpretación  i)atogénica  es 
la  más  racional  "para  explicar  la  presentación  de  la  albuminuria  ortos- 
t-'itica. 

Veamos  ahora  cuales  son  los  caracteres  propios  (jue  la  distinguen 
<le  otras  formas  que  puede  también  presentar  el  fímico-pulmonar,  y  á 
la  par  que  su  importancia  pronostica  en  sí  y  como  elemento  del  proceso 
general  que  integra,  la  terapéutica  que  exige  y  la  que  contraindica. 

Kn  los  varios  casos  que  he  j)odi(lo  hasta  la  fecha  observar  de  albu- 
minuria ortostática  en  enfermos  del  pecho,  en  todos  ellos  se  ha  presen- 
tado sólo  en  los  j)eríodos  de  latencia  y  germinación,  nunca  en  los  de 
infiltración  y  cavitarios;  en  ninguno  (le  ellos  ha  habido  insuficiencia 
urinaria  ni  alteración  mancada  en  la  densidad  del  mismo  líquido  ;  las 
<*antidades  apreciables  de  albúmina  (siempre  insignificantes  por  su 
cantidad),  se  han  presentado  en  la  orina  eliminada  durante  el  día  y 
ílespués  de  mayor  ó  menor  ejercicio ;  ni  una  sola  vez  en  la  eliminada 
después  del  descanso  nocturno;  la  sero-albúmina,  en  los  días  de  exa- 
gerado movimiento  cori)oral,  lia  alcanzado  la  i)roporción  de  1  ¡)or  1,000 
en  relación  al  total  del  líquido  analizado ;  nunca  se  ha  podido  compro- 
bar la  existencia  en  el  líquido  urinario  de  cilindros  epiteliales,  hiali- 
nos, ni  la  de  otros  elementos  formales  de  origen  renal ;  y  uno  sólo  de 
los  enfermos  presentó  en  su  orina  el  bacilo  Koch.  Con)o  yo  admito  la 
interpretación  (|ue  á  este  último  hecho  da  la  escuela  de  Praga,  que  sos- 
tiene pueíle  presentarse  en  ella  este  bacilo  sin  lesión  alguna  renal  tu- 
berculosa y  procedente  de  cualquier  zona  orgánica  atacada  por  él,  no 
le  doy  importancia  alguna  desde  el  punto  de  vista  aquí  tratado.  Por 
fin,  en  ninguno  de  los  casos  i)or  mí  observados  se  pudo  obtener  la  re- 
acción de  la  sero-globulina. 


55z  Mortaiidad  injantxl  en  Madrid 


I  Cuan  distinto  es  el  síndrome  urinario  de  la  albuminuria  clásica  en 
el  tuberculoso  I  En  primer  lug-ar,  aparece  cuando  la  infección  se  ha 
hecho  de  marcha  intensiva  y  extensiva  en  el  pulmón,  evolucionando, 
además,  en  otros  órg'anos ;  la  albúmina  perdida  es  mucho  mayor  y 
constante  á  todas  horas  é  independiente  de  la  posición  y  decúbitos  que 
puedan  guardarse ;  va  acompañada  de  elementos  histológ'icos  varios 
(corpúsculos  rosados,  cilindros  epiteliales,  hialinos,  etc.,  etc.),  y,  á 
veces,  de  variada  flora  microbiana. 

Esta  forma  exig-e  un  prouóstico  muy  grave  ;  contraindica  la  super- 
alimentación nitrogenada  y  también  la  cura  de  altitud,  tan  recomenda- 
bles para  el  tratamiento  general  de  la  tuberculosis. 

La  albuminuria  ortostática,  en  cambio,  tiene  un  pronóstico  leve; 
habiendo  logrado  su  desaparición  en  todos  los  enfermos  que  he  trata- 
do, sin  exagerar  siquiera  la  cura  por  el  reposo  (que  creo,  como  el  doctor 
Sir  Broadbent,  de  Londres,  perjuuica  á  muchos  de  ellos),  sin  prescribir 
la  dieta  láctea  (de  rigor  en  el  tratamiento  de  la  albuminuria  renal),  y 
sólo  con  el  uso  de  los  arsenicales  y  las  inhalaciones  de  oxíg-eno.  A  uíd- 
guno  de  estos  enfermos,  tuberculosos  incipientes  é  infebrile.s,  he  apli- 
cado tratamiento  sueroterápico  alguno. 

Creo,  para  terminar,  que  después  de  cuanto  llevo  sucintamente 
expuesto,  debemos  hoy  distinguir  en  la  tuberculosis  pulmonar  las  for- 
mas distintas  de  albuminuria  que  en  este  proceso  se  presentan,  pam 
evitar  así  la  formación  de  pronósticos  poco  fundados  y  sombríos  por 
exceso  (como  se  hace  en  la  generalidatl  de  los  fímicos  cuando  pre-sen- 
.tan  albuminuria),  y,  sobre  todo,  para  seguir,  según  sea  ella,  una  linea 
de  conducta  terapéutica  diametralmente  opuesta. 


Moptalidad  infantil   en  Madpid 

Bíku  principales  eanaa»  y  medio»  de  combetlple 

POR 

D.  Rafael  Ulrcia  y  Cardona 

Vocal  de  la  Junta  municipal  de  Sanidad  y  Director  de  la  Revista  de  Medicina  y  CirufrUi  práciits^ 

I.  Deficiencias  de  la  lactancia. —  Las  deficiencias  de  la.  lactan- 
cia consisten  en  la  fornía  y  manera  como  se  da  la  leche  al  niño  y  tam- 
bién en  la  calidad  de  ésta. 

A.  La  irregídaridad  con  que  las  madres  ó  nodrizas  hacen  mamar 
al  niño,  ya  sea  directamente  del  pecho,  ya  con  el  biberón,  dándnir 
unas  veces  con  demasiada  frecuencia  y  otras  haciéndole  ingerir  mavur 
cantidad  de  leche  de  la  que  corresponde  á  numerosas  observaciones 
hechas  acerca  de  este  interesantísimo  punto,  han  demostrado,  de  modi» 
irrecusable,  que  tanto  ó  más  que  la  calidad  de  la  leche,  influye  en  la 
salud  del  bebé  In,  forma  y  manera  con  que  se  le  da  de  mamar;  de  ahí  ia 
necesidad  que  hay  de  instruir  á  las  madres  ó  nodrizas  para  que  sepa;- 
cómo  han  de  cumplir  su  noble  cometido.  Este  es  asunto  que,  más  qii»^ 
al  Ayuntamiento,  incumbe  indudablemente  al  médico,  pues  á  él  es  . i 
•  quien  corresponde  hacer  propag-anda  en  el  seno  de  las  familias :  sii- 
embargro,  el  Municipio  puede  también  prestar  garandes  servicios,  lU^ 
vando  á  cabo  lo  que  más  adelante  indico. 

De  día  en  día  disminuye,  seg-ún  observaciones  y  estadísticas  hecha- 
])or  ilustres  tocólot»:os  y  paidópatas,  el  número  de  "mujeres  que  reuní*!, 
buenas  condiciones  para  criar  á  sus  hijos.    No  es  este  momeuto  op*jr- 

(t)    Conol U"> ion.  —  Véase  el  número  anierior. 


Mortalidad  injantil  en  Madrid  55$ 


tuno  para  dar  mayor  extensión  k  este  asunto ;  pero  es  necesario  dejarlo 
consignado.  De  ahí  que  la  lactancia  mixta  y  la  artificial  seguirán 
siendo  siempre  de  todo  punto  imprescindible,  y  por  grandes  que  sean 
los  esfuerzos  de  los  higienistas  que  la  combaten,  sobre  todo  á  la  segun- 
da^ no  podrán  jamás  conseguirlo;  de  modo  que  lo  que  procede,  lo  que 
es  indispensable  y  urgente  llevar  á  cabo,  es  poner  a  la  lactancia  mixta 
y  á  la  artificial  en  buenas  condicioneSf  para  que  de  ellas  se  obtengan  re- 
sultados satisfactorios,  como  en  efecto  puede  darlos. 

¿Qué  medios  hay  para  conseguirlo?  Instruyendo  á  las  madres. 
Esto  se  logra  muy  fácilmente,  favoreciendo  el  Ayuntamiento  la  impre- 
sión de  cartillas  higiénicas,  como  la  que  al  final  de  este  modesto  tra- 
bajo someto  al  elevado  criterio  de  esta  Junta  (y  la  que  muy  gustoso 
ofrezco  á  nuestro  Ilustre  Ayuntamiento)  (I),  así  como  la  de  otras  publi- 
caciones análogas,  y  con  la  creación  de  CoTtstiUorio  de  niños  de  pecho. 

Son  estos  Consultorios  establecimientos  á  cuyo  frente  se  halla  un 
médico,  y  donde  acuden  un  día  á  la  semana  las  madres  ó  nodrizas  á 
recibir,  no  sólo  instrucciones  acerca  de  la  mejor  manera  de  criar  al 
niño  (al  cual  se  pesa  cada  vez),  sino  que  además  se  le  suministra  día- 
riamente,  en  biberones  graduados,  á  las  que  emplean  la  lactancia  arti- 
ficial, la  cantidad  exacta  de  leche  que  el  niño  necesita  para  su  alimen- 
tación cotidiana. 

Las  ventajas  que  estos  Consultorios  prestan  son  positivas,  y  por  lo 
tanto,  merecedores  de  que  se  difundan  por  todas  partes. 

Al  notable  profesor  Budin,  de  París,  corresponde  la  gloria  de  su 
creación  en  1892,  y  el  ))eneficio  que  con  ello  ha  prestado  á  su  patria  es 
incalculable.  Desde  su  implantación,  la  mortalidad  en  Francia  va  dis- 
minuyendo de  un  modo  extraordinario. 

Comprendiendo  la  bondad  de  esta  nueva  institución,  el  celoso 
Ayuntamiento  de  la  capital  de  la  vecina  Eepíiblica,  ha  creado,  además 
de  sus  3.")  Dispensarios  para  niños  enfermos,  ocho  de  estos  Consultorios, 
en  los  que  ha  distribuido  gratuitamente,  en  los  dos  últimos  años  de 
1901  y  1902,  la  cantidad  no  despreciable  de  274,209  litros  de  leche  esteri- 
litada:  96,501  en  el  primer  año  y  177,708  litros  el  segundo. 

Además  de  estos  Consultorios  del  Municipio,  París  cuenta  ya  (!oi\ 
otros  varios  :  los  de  los  doctores  Budin,  en  la  Clínica  de  Tarnier;  el  de 
la  Maternidad;  los  del  gran  filántropo  doctor  Rothschild,  Variot,  Bois- 
sard,  etc.;  Consultorios  que  se  han  extendido  también  por  provincias: 
en  Bourg,  Dieppe,  Grenoble,  Havre,  Rouen,  Saint-Etien,  Nancy,  Per- 
pignan,  Versailles,  el  del  célebre  Dr.  Dufour,  de  Fecamp  (primero  que 
se  creó  en  provincias  con  la  denominación  de  Govfte  de  Lait),  el  del 
Dr.  Sebbon,  en  Beauvais  (Oise),  etc.,  etc. 

Para  que  os  forméis  una  idea  perfecta  de  la  utilidad  de  esta  her- 
mosa y  filantrópica  institución  3^  de  los  servicios  reales  que  presta, 
permitidme  míe  transcriba  aquí'  un  párrafo  del  notable  discurso  que 
pronunció  el  Dr.  Budin,  en  el  acto  inaugural  de  la  Liga  C07Ura  la  mor- 
talidad infantih  celebrado  el  5  de  febrero  de  1902  ante  el  Jefe  del  Go- 
bierno de  la  República,  Waldeck  Rousseau. 

Dijo  así  el  ilustre  ex  Profesor  de  la  Maternidad  de  París :  « ....  y  en 
nuestra  capital  la  mortalidad  infantil  va  disminuyendo.  Siendo  así 
que  durante  el  estío  de  los  años  precedentes  la  mortalidad  por  diarrea 
alcanzaba  las  cifras  de  150,  200  y  250  por  semana;  en  1901  no  ha  pasado 
Tti  vAia  sola  vez  de  100  .> 

Además,  según  los  datos  tomados  por  el  Dr.  Bresset,  del  Boletw 
de  la  Estadística  municipal,  resulta  que  la  mortalidad  anual  ^ov  diarrea, 
que  era  en  1896  de  3,274,  descendió  en  1900  á  2,461,  ó  sea  un  24  por 

<'1>    fiemos  tenido  el  gusto  de  publicarla  en  la  Gacei  a. 


^54  Mortalidad  in/until  en  Madrid 


100.  En  el  quinquenio  de  1891  á  1895  fallecieron  en  París  de  gasino 
enteritis  15,014  uiiio.s,  y  en  el  quinquenio  de  1896  á  1900  murierrm 
13,555,  ó  sea  una  reducción  de  11  por  100. 

Y  no  creáis  que  se  trata  de  una  mera  coincidencia,  pues  lo  mismo 
ha  sucedido  en  otros  puntos,  como  por  ejemplo,  en  Rouen.  Kn  esta 
ciudad,  donde  en  el  mes  de  agosto  de  1898,  la  mortalidad  por  diarren, 
en  niños  menores  de  un  año,  fué  de  76*6  por  100,  ha  descendido  k  :ü 
por  100. 

En  Liverpool,  alarmado  el  Ayuntamiento  por  la  crecida  mortalida4l 
de  niños,  que  habla  llegado  &  241  por  1,000,  apresuróse  á  tomar  medi- 
das para  contrarrestarla,  creando  depósitos  donde  se  vende,  á  precios 
reducidos,  leche  esterilizada,  en  frascos  que  contienen  instruccione?» 
escritas  para  las  madres  y  nodrizas.  Aun  cuando  esta  medida  es  dt» 
fecha  reciente,  parece  que  está  dando  excelentes  resultados. 

Informaos  de  lo  que  acontece  también  en  el  Instituto  Rockefellpr. 
Este  generoso  filántropo  ha  hecho,  en  1901,  un  donativo  de  200JXW 
dollars  á  la  ciudad  de  NeVYork,  con  destino  á  esta  obra  benéfica,  y 
los  éxitos  obtenidos  hasta  ahora  son  en  extremo  satisfactorios. 

No  creo  oportuno  ampliar  el  número  de  ejemplos  en  un  todo  anHl«>- 
gos,  pues  daría  á  este  trabajo  dimensiones  que  realmente  no  le  corre;»- 
ponden. 

¿Qué  comentarios  he  de  hacer  de  estos  elocuentísimos  datoí^?  Nin- 
guno. Me  limito  únicamente  á  someterlos  á  la  consideración  de  mií^ 
queridos  compañeros  de  esta  Junta  y  al  magnánimo  corazón  de  nne>- 
tro  ilustre  Alcalde,  para  que  siguiendo  el  noble  ejemplo  del  de  Parí?. 
])rocure  cuanto  antes  la  creación  en  Madrid  de  los  mencionados  Con- 
sultorios. 

Pasemos  aliora  al  segundo  punto,  ó  sea  al  que  se  refiere  á  la  calvi*in 
de  la  leche, 

B.  Calidad  de  la  leche.  —  Si  á  los  Consultorios  de  niños  de  pecho 
concedo  una  gran  importancia  en  la  resolución  de)  complejo  problema 
de  la  mortalidad  infantil  en  general,  no  es  menor  la  que  hay  qne  otor- 
garle á  Ifipurem  de  la  leche,  pues  ésta  es  complemento  indi^ensaM»' 
de  aquéllos. 

La  leche,  (^omo  todos  sabéis  perfectamente,  es  una  de  las  substan- 
cias líquidas  más  delicadas  que  se  conocen,  hasta  al  punto  que,  segnw 
el  famoso  bacteriólogo  francés  Miquel,  este  preciosísimo  é  insustitwibl*» 
alimento  del  niño,  cuando  se  le  extrae  en  buenas  condiciones,  no  con- 
tiene ninguna  bacteria ;  i)ero 

Una  hora  después  de  ordeñada  se  encuen- 
tran en  ella 9,000  bacterias  por  « » . 

Dos  horas :}6,260        »  v 

Siete  horas 60,000  '      >. 

Nueve  lioras 120,000        » 

Y  llega  su  delicadeza  á  tal  extremo,  que  hasta  para  .ser  ordeñada. 
(»xige  grandes  precauciones  de  limpieza,  como  vais  á  verlo  por  el  si- 
guiente hecho  ocurrido  en  Francia,  y  que  viene  bien  consifrnarlo  en 
este  sitio. 

VA  Dr.  Smester  ha  dado  cuenta  á  la  Sociedad  de  Medicina  y  Cinf^i^ 
prfícticas,  do  París  (1),  que  en  i)leuo  mes  de  junio  y  en  un  día  bochor- 
noso, hallándose  ])resentes  varios  vaípieros,  el  l)f .  Veillon,  <lel  Insti- 
tuto Pasteur,  ydel  Dr.  Dufour.  de  P'ecamps,  ordeñó  nna  vaca  con  toda^ 
las  reglas  de  asepsia  posible,  llenando  con  la  leche  diferentes  frasco-. 


( 1 )    Progrbs  Medical.  Parí»,  1 W.. 


Mortalidad  inJantU  en  Madrid  i^33 

que  fueron  convenientemente  tapados.  La  hija  de  la  vaquera  ordeñó 
«lespués  la  misma  vaca,  en  ig\ih\  forma  que  tenía  por  costumbre, 
V  la  leclie  extraída  por  ella  fué  también  encerrada  en  frascos  bien 
tapados. 

Se  entregaron  á  los  testigos  frascos  de  ambas  procedencias,  y  la  le- 
che ordeñada  por  la  hija  de  la  vaquera  se  echó  á  perder  á  las  diez  horas, 
y  en  cambio,  la  extraída  por  el  Dr.  Smester  se  conservó/r^ícrt,  s-ln  mal 
olor  y  con  un  gusto  agradable,  por  espacio  de  chico  días. 

Este  doctor  afirma  que  con  vacas  bien  alimentadas  y  con  vasijas 
muy  limpias  ha  podido  conservar  la  leche  ocho  días. 

[Figuraos,  señores,  cuáles  no  serán  las  condiciones  de  la  leche 
(tuando  después  de  colocadas  las  vacas  en  establos  faltos  en  absoluto 
de  toda  higiene,  como  acontece  con  casi  todas  las  vaquerías  del  inte- 
rior de  Madrid;  cuando  después  de  ordenadas  aquéllas  sin  las  debidas 
precauciones,  se  encierra  esta  leche  en  vasijas  que  no  están  del  todo 
limpias,  y  luego  se  vende  en  puestos  ambulantes  que  carecen  por 
completo  de  limpieza,  y  sobre  los  cuales  cae  el  polvo  de  las  ropas  y  al- 
fombras que  se  sacuden,  por  las^mañanas,  desde  los  balcones  ó  del  ba- 
rrido de  las  calles,  y  otras  veces  se  expenden  en  tiendas  generalmente 
reducidas,  donde  la  atmósfera  está  viciada  y  cuyo  aire  caliente  favo- 
rece la  pululación  microbiana,  pues  sabidoes  que  nada  ataca  y  des- 
compone tanto  la  leche  como  el  calor ! 

Según  Miquel,  á  una  temperatura 

De  15°  ha  encontrado  en  la  leche    .     .     .  100,000  bacterias  por  cm^ 

\2:f 72.000,000        »  h 

A  35** 165.000,000        h  » 

Ya  veis,  uues,  si  las  Autoridades  se  hallan  en  el  ineludible  deber  de 
ser  severas  con  aquellos  que  por  miras  especulativas  infringen  tan  es- 
candalosamente las  Ordenanzas  municipales  y  cometen  el  grave  delito, 
penado  por  nuestro  Código,  de  convertir  el  más  preciado  y  valioso  ali- 
mento del  niño  en  uno  de  los  más  mortíferos  venenos.  Y  tan  criminal 
(»s  el  que  falsifica  la  leche  mezclándola  con  otras  substancias  extrañas, 
como  aquél  que  se  limita  á  adicionarle  simplemente  agua,  porque  con 
(Mía  disminuye  su  valor  nutritivo,  ocasionando  de  este  modo  incalcula- 
bles perjuicios  para  la  salud  y  la  vida  de  los  niños  y  de  los  enfermos. 

No  hay,  en  cuanto  dejo  dicho,  exageración  alguna,  pues  vosotros 
recordaréis  haber  leído  en  la  prensa  diaria  cuan  frecuentes  son  en  el 
verano  los  casos  de  intoxicación  por  haber  ingerido  leches  de  mala  ca- 
lidad. 

¡  Y  no  ha  de  suceder  esto,  señores ! 

Ved  lo  que,  por  desgracia  nuestra,  acontece  en  Madrid.  En  el  in- 
forme elevado  á  la  Superioridad  por  el  ilustrado  Jefe  del  Laboratorio 
municipal,  Dr.  Chicote,  en  1901,  consta  que  de  215  leches  analizadas, 
170  se  calificaron  de  malas  ^or  hallarse  descremadas,  azucaradas,  bi- 
carbonatadas,  boratadas,  no  pocas  en  plena  fermentación  láctica  y  al- 
gunas que  contenían  el  80  por  100  de  agua ! 

En  el  informe  de  1902  aparece  (jue  de  344  leches  analizadas  fueron 
calificadas  de  malas  305,  resultando  que  el  88*66  por  100  carecían  de 
condiciones  para  el  consumo,  habiéndose  dado  el  escandaloso  caso  de 
que  una  de  las  muestras  analizadas,  con  una  densidad  de  1,030  sólo 
í'ontenía  ¡un gramo  de  manteca,  en  vez  de  los  38  ó  40  que  corresponden 
á  la  leche  pura  ! 

Además,  vosotros  recordaréis  también  que  en  una  de  nuestras  últi  ■ 
mas  sesiones,  el  ilustrado  y  celoso  Inspector  veterinario  Sr.  Pérez  Bel- 
tran  nos  manifestó  que,  habiendo  practicado  el  reconocimiento  en 
diferentes  muestras  de  leche  recogidas  en  una  porción  de  puestos  am- 


356  Mortalidad  infantil  en  Madrid 

bulantes,  encontró  que  ni  una  sola  de  ellas  reunía  buenas  condicione? 
fie  pureza. 

Como  veis,  señores,  el  hecho  resulta  verdaderamente  inaudito^  y 
precisa  que  se  tomen  enér^^icas  medidas  á  fin  de  que,  de  una  vez  jíari 
siempre,  se  pong-a  coto  i\  tales  desmanes  que  redundan  en  detrimento 
<le  la  salud  de  nuestros  semejantes. 

No  se  nos  oculta  que  á  la  realización  de  ello  habrán  de  oponerse  uo 
l)()cos  obstáculos ;  pero  con  tesón  y  energía  estamos  sefífuros  de  quf 
nuestro  ilustre  Alcalde  podrá,  sino  en  absoluto,  cuando  menos  en  parte, 
obtener  el  éxito  satisfactorio  que  ha  conseg-uido  el  de  la  capital  de  la 
vecina  República  francesa,  se^íin  demuestra  el  sig-uiente  ejemplo  bien 
sig-nificativo :  El  Consejo  municipal  de  París,  alarmado  en  1897  iK»r 
la  crecida  nu)rtalidad  de  niños  de  O  á  1  año,  nombró  una  C/omisión  es- 
pecial encargada  de  estudiar  las  medidas  que  convendría  poner  en 
práctica  para  mejorar  la  calidad  de  la  leche. 

Esta  Comisión  hizo  (¿ue  el  Director  del  Laboratorio  municipal  exa- 
minase muestras  de  leche  recog-idas  en  diferentes  puntos  de  los  20  dis- 
tritos en  que  se  halla  dividida  aquella  cai)ital,  y  cuyo  precio  de  venta 
fuese  inferior  á-0*3r)  céntimos  el  litro. 

Practicados  estos  análisis,  se  vio  que  ning-una  de  las  muestras  exa- 
minadas contenía  la  cantidad  de  manteca  que  corresponde  á  la  lerlir 
pura,  ó  sea  38  á  40  g-mmos.  La  que  más  tenía  eran  36  gramos,  otraí 
no  lleg'aban  á  20,  y  hasta  hubo  una  (la  del  12  distrito),  que  sólo  cont*^ 
nía  15*3  giramos,  siendo  el  término  medio  de  las  analizadas  20*f>H  «rra- 
mos  de  manteca. 

Con  motivo  de  tan  escandaloso  hecho,  la  Comisión  exig^ió  que  la 
leche  que  se  vendiese  al  público  por  los  abastecedores  tuviese,  cuaniio 
menos,  35  g-ramos  de  manteca  por  litro,  y  la  que  se  suministrase  á  h'^ 
establecimientos  benéficos  38  g:ramos,  rogando  al  Laboratorio  munin- 
pal  vig-ilase  escrupulosamente  la  calidad  de  la  leche  y  practicase  su  n- 
conocimiento  con  el  mayor  rig:or,  á  fin  de  evitar  los  fraudes. 

Cinco  años  después,  en  enero  de  1902,  el  ilustre  y  filantrópico  dw- 
tor  H.  de  Rothschild  (cuya  clara  inteligencia  y  gran  fortuna  se  han 
puesto  ner  completo  al  servicio  de  la  protección  de  la  niñez),  queriendo 
comproDar  por  sí  mismo  el  resultado  práctico  obtenido  por  la  Comi- 
sión, ha  analizado  20  muestras  de  leche  recogida  en  cada  uno  de  Icí' 
20  distritos  de  la  capital,  y  además  20  muestras  del  12  distrito  (por  s**: 
éste  aquel  cuya  leche  resultó  peor  en  el  anterior  reconocimiento),  y  h^ 
encontrado  que  el  término  medio  de  las  primeras  cont-enía  29'85  Vía- 
mos de  manteca,  y  el  de  las  segundas  33*04.  Lo  que  demuestra  qui» 
los  esfuerzos  ccmibinados  de  la  Comisión  y  del  Laboratorio  han  con.-^- 
guido  mejorar,  de  una  manera  bien  api^eciable,  la  calidad  de  la  lerlif 
que  se  vende  hoy  en  París. 

Además  de  esto,  el  Ayuntamiento  ha  dispuesto  que  se  expidan  cer- 
tificados de  salubridad  á  todos  los  vaqueros  que  expendan  buena  lech«* 
y  cuyos  establos  resulten,  de  los  reconocimientos,  hallarse  en  buen  es- 
tado de  limi)ieza  y  con  vacas  sanas.  Dicho  certificado  tendrá  valide., 
por  cuatro  meses  y  medio,  pudiendo  renovarse  en  caso  de  necesidad, } 
con  derecho  aquéllos  á  reproducir  este  certificado  en  los  prospectoj? ) 
en  los  envases  de  su  establecimiento. 

Véase,  por  consiguiente,  como  cuando  hay  buena  voluntad  y  ent»^ 
reza  de  carácter  en  las  Autoridades,  los  graves  y  dificultosos  proÍ)lemH- 
son  de  fácil  y  satisfactoria  resolución. 

Siga,  pues,  nuestro  Municipio  el  ejemplo  del  de  París,-  y  su  triuDi- 
será,  de  seguro,  tan  brillante  y  positivo  como  el  de  aquél. 

II.  Alimentación  PRBMATnuA.  —  Sobre-alimkntación. —  El  aparnt- 
digestivo  del  niño  carece,  en  los  primeros  meses  de  su  existencia,  ■!♦ 


Mijrtalidad  infantil  en  Madrid  557 

las  necesarias  condiciones  para  admitir  otra  clase  de  alimentación  que 
no  sea  la  leche.  Esto  es  de  tan  antiguo  sabido,  que  holgara  consig- 
narlo aquí,  si  no  fuera  porque  conviene  al  metódico  plan  que  exige  el 
desarrollo  de  este  Jfi/ormey  y  porque,  además,  es  forzoso  hablar  de  ello, 
siendo  como  es  un  argumento  poderoso  que  sirve  para  demostrar  y  jus- 
tificar á  la  vez  la  imperiosa  necesidad  que  nuestras  Autoridades" todas 
tienen  de  llevar  á  la  práctica  las  provechosas  medidas  que  propongo. 
Entre  los  incalculables  beneficios  que  los  Cofisuliorios  de  niíios  de 
pecho  están  dando  en  la  actualidad,  figura  como  uno  de  los  mayores  la 
demostración  de  los  grandes  peligros  que  tiene  la  íoír^-«/i/;¿^w/«^*oV¿, 
pues,  en  efecto,  i^e  ha  comprobado  de  una  manera  evidentísima  y  sin 
género  de  duda  alguna,  que  aumentando  la  ración  de  leche  proporciona^ 
da  á  la  edad  del  niño,  se  presentan  en  seguida  trastornos  gastro-intesti- 
uales  y  desciende  el  peso  de  su  cuerpo;  fenómenos  que  van  aminorando 
á  medida  que  se  disminuye  la  ración,  y  desaparecen  por  completo  tan 
pronto  como  se  vuelve  á  la  cantidad  exacta  que  le  corresponde. 

Si  esto  acontece,  señores,  con  el  empleo  exclusivo  de  la  leche,  cal- 
culad qué  no  sucederá  cuando *á  tan  precioso  líquido  se  le  substituye 
¡)or  alimentos  que  tienen  mayor  valor  nutritivo  ó  son  de  más  difícil  di- 
gestión. 

Ahora  bien,  ¿por  qué  las  familias  emplean  la  alimentación  prema- 
tura y  llegan  hasta  la  sobre-alimentación  V 

Unas  veces  por  completa  ignorancia  de  los  padres,  que  realmente 
desconocen  los  grandes  peligros  que  ejicierra  el  dar  á  sus  hijos  canti- 
dades exageradas  de  leche  y  el  alimentarles  antes  de  tiempo;  y  otras 
son  á  ello  forzados  por  la  carestía  de  la  leche  de  vaca,  cuyo  precio  en 
Madrid  (80  céntimos  el  litro),  no  está  al  alcance  de  los  pobres  (ni  aún 
de  muchos  de  la  clase  media),  y  por  consiguiente,  no  pueden  hacer  de 
ella  el  consumo  conveniente,  viéndose  obligados,  por  imperiosa  nece- 
sidad, á  emplearla  malhadada  papilla  y  otras  clases  de  alimentos,  im- 
l)ropios  á  la  tierna  edad  de  sus  hijos,  y  que  más  tarde  han  de  ser  fuente 
de  amargo  llanto  de  aquellos  que  inconscientemente  contribuyeron  á 
labrar  su  propia  desgracia. 
,       III.    Infracciones  del  hégimen  en  la  alimentación  de  los  niños 
DE  UNO  Á  cinco  años.  —  »Si  importantísima  es  la  cuestión  de  régimen 
en  los  primeros  meses  de  la  vida  del  niño,  no  lo  es  menos  en  el  pe- 
ríodo que  media  entre  la  edad  de  uno  á  cinco  años,  y  de  ello  son  pa- 
tente prueba  los  datos  estadísticos  que  habéis  tenido  ocasión  de  exami- 
nar anteriormente.     En  efecto,  ninguno  de  los  períodos  de  la  vida 
liiimana  es  mas  peligroso  que  el  que  comprende  el  destete^  y  coloca  al 
niño  en  condiciones  de  hacer  uso  de  la  alimentación  ordinaria  propia 
de  cada  país.    Todos  cuantos  cuidados  se  tengan  en  esta  época  serán 
pocos,  pues  la  menor  infracción  del  régimen  es  origen  de  trastornos 
//astro-intestinales  que  han  de  desequilibrar  sus  fuerzas  de  resistencia, 
j)oniéndole  en  condiciones  de  mayor  morbosidad  y  mortalidad,  y  por  lo 
tanto,  debe  ser  objeto  de  preferente  estudio  de  los  padres  de  familia 
todo  cuanto  se  relaciona  con  esta  parte  importantísima  de  la  higiene 
alimenticia  del  niño. 

8i  en  el  hombre  ya  constituido  la  sobriedad  es  fuente  de  salud;  si  el 
eomer  es  realmenteuna  necesidad  y  no  un  placer,  hay  que  ser  mode- 
rado en  el  uso  de  los  alimentos,  porque  como  decía  muy  bien  San 
Ag^ustín  :  «  La  conservación  de  la  vida  es  la  única  razón  del  comer  y 
])eber,  y  sin  embargo  les  acompaña  un  placer  peligroso»,  y  al  comear 
liay  que  pensar,  como  aconsejaba  Fray  Luis  de  Granada  «menos  en 
el  placer  que  en  la  necesidad  ». 

Y  si  el  hombre  ha  de  observar  estas  sabias  reglas  de  conducta,  si  no 
lia  <le  olvidar  nunca,  sino  tener  muy  presente  que,  como  decía  Cice- 


¿58  Mortandad  in/antd  en  Madrid 

ron,  niás  vidas  quitó  la  gula  que  la  espada,  \  qué  no  habrá  de  requerir 
el  tierno  niño,  cuyo  aparato  dig'estivo  no  ha  adquirido  todavía  su  com- 
pleto desarrollo  y  carece  aún  de  los  elementos  indispensables  para  ia 
perfecta  digestión  de  toda  clase  de  alimentos !... 

La  inobservancia  de  las  reglas  higiénicas  correspondientes  á  esXz 
peligrosa  edad  infantil,  la  sobre-alimentación  que  generalmente  se  1h 
da,  lo  mismo  entre  la  clase  pobre  que  en  la  clase  media  y  en  la  alta 
sociedad,  es  debido,  sin  duda  alguna,  á  que  todavía  no  es'bien  cono- 
cido en  nuestro  país  este  importante  capítulo  de  la  Puericultura.  Este- 
mos muy  rezagados  respecto  á  este  punto ;  preciso  es  reconocerlo  y 
forzoso  es  decirlo,  á  fin  de  que  pongamos  todos  de  nuestra  parte  cuant- 
nos  sea  dable  para  que,  sabiéndolo,  podamos  enmendarnos. 

De  ahí  la  necesidad  que  hay  de  que  los  médicos  é  higienistas  se  de- 
diquen con  empeño  á  difundir  estos  conocimientos,  ya  por  medio  & 
conferencias  publicas,  ya  de  artículos  en  los  periódicos,  en  folletos,  etr 

Y  es  de  tal  magnitud,  de  tal  trascendencia  esta  cuestión,  porque  >i 
perfecto  conocimiento  no  sólo  contribuirá  á  restar  vidas  á  la  muerte,  sin 
que  ha  de  dar  á  la  patria  hijos  fuertes,  robustos  y  bien  desarrollado> 

Hoy  está  plenamente  comprobado,  tanto  por  experimentos  heck- 
en  animales,  como  en  la  especie  humana,  que  aun  cuando  el  creci- 
miento y  la  estatura  dependen  de  la  raza  y  de  la. familia,  esta  comi;- 
eión  de  herencia  se  pierde  por  varias  causas,  tales  como  la  her^ií^ 
sífilis,  el  abuso  del  alcohol,  de  la  morfina,  y  en  no'  menor  grado  jjori*- 
trastornos  ff astro-intestinales,  que  perturbando  el  quimiamo  digestíTii. 
entorpecen  la  asimilación  de  los  elementos  nutritivos  que  entran  en  la 
composición  de  los  alimentos. .  El  Dr.  Springer,  cuya  competencia  e\ 
esta  cuestión  es  por  todos  reconocida,  ha  demostrado  aue  la  alimeuU- 
ción  excesiva  puede,  en  ciertos  casos,  hacer  tan  lento  el  creci'miento  á-- 
niño,  como  la  insítjiciente  nutrición. 

Y  los  modernos  trabajos  de  Bardet,  Barbiery  Maurel  y  otros,  acep'a 
de  la  fijación  de  la  ración  alimenticia,  vienen  á  confirmar  estas  id€«^ 
que  dejo  expuestas,  y  que  desde  hace  doce  años  vengo  personalmestr. 
poniendo  en  práctica  y  recomendando  en  el  círculo  de  mis  relaciona- 
Claro  está  que  no  íiabréis  de  suponer  que  yo  crea  que  el  problen. 

de  la  mortalidad  infantil  en  Madrid  se  resuelve  tan  sólo  con  la  implait 
tación  de  medidas  contra  las  enfermedades  del  aparato  digestivo.  N 
es,  en  verdad,  así.  He  creído  oportuno  llamar  particularmente  vue- 
tra  atención  sobre  dichas  enfermedades,  porque  en  mi  concepto,  ¿5»  ^ 
las  que  revisten  mayor  importancia,  pues  no  solo  dan,  como  he  mau - 
festado  antes,  un  gran  contingente  á  la  mortalidad  general,  sino  qu 
ponen  al  niño  que  las  padece  en  condiciones  de  mayor  receptivid> 
para  contraer  mas  fácilmente  las  demás  enfermedades. 

Madrid  requiere  también  de  parte  de  nuestros  gobernantes  un  grar 
interés  y  una  activa  campaña  sanitaria,  en  cuanto  se  relaciona  con  • 
adulteración  de  las  otras  substancias  alimenticias,  la  limpieza  y  barriü 
de  las  calles  y  la  higiene  de  los  cafés  y  teatros,  etc.,  etc.  Y  ya  que  i  - 
caraos  este  pUnto,  nos  permitiremos  formular  una  pregunta  :  ¿  >o  ha- 
bría medios  legales  .para  que  las  Autoridades  prohibiesen  la  entraos 
en  los  teatros,  en  \k'^, funciones  de  noche  á  los  niños  que  están  en  ]-•- 
ríodo  (le  lactancia  'f  Ésto  parecerá  tal  vez  arbitrario  y  atentatorio  á  ^ 
libertad  individual ;  pero  ;  cuántas  otras  disposiciones,  que  no  lo  ?•♦' 
menos  existen,  y  sin  embargo,  no  reportah  el  beneficio  que  de  ésta  ?^ 
obtendría  positivamente  para  la  salud  y  la  vida  de  tan  tiernos  sert-- 
¡  (>uánto  no  disminuiría  la  cifra  de  niños  que  mueren  todos  los  añosue 
bronquitis  y  do  pulmonías!... 

Nada  di^ro  de  lo  referente  á  los  pozos  negros  y  á  las  alean  tari  l'i-^ 
porque  es  asunto  que  ya  ha  preocupado  seriamente  al  Municipio,  oj 


Mortalidad  injantil  en  Madrid 


559 


por  fortuna  le  dedica  preferente  atención  y  no  pequeños  desembolsos; 
si  bien  fuera  de  desear  que  se  consignara  en  los  presupuestos  mayor 
suma  á  este  fin  y  se  activaran  los  trabajos  para  su  pronta  terminación,  y 
así  se  lograría  mejorar,  sin  duda  alguna,  el  estado  sanitario  de  la  Corte. 

Todas  estas  cuestiones  son,  como  sabéis,  de  capitalísimo  interés, 
pues  todas  ellas  se  aunan  para  producir  los  nocivos  efectos  que  luego 
se  reñejan  en  los  cuadros  estadísticos  de  mortalidad,  y  que  hacen  que 
Madrid  sea  una  de  las  capitales  de  Europa,  si  no  más  mal  sanas  por  su 
topografía,  sí  ciertamente  por  las  condiciones  de  insalubridad  en  que 
la  han  colocado  la  indiferencia  y  el  abandono  de  sus  Autoridades,  en- 
tregadas, por  regla  general,  más  bien  á  asuntos  de  carácter  político  ó 
á  las  cuestiones  personales  que  á  atjuellos  que  atañen  á  la  salud  y  bien- 
estar de  sus  gobernados  (Véanse  al  final  el  estado  siguiente  y  la  fig.  23). 

No  sería  justo  dejar  de  consignar  aquí,  entre  las  pocas* y  honrosas 
excepciones  de  esta  regla,  al  Excmo.  8r.  D.  Alberto  Aguilera,  el  que 
durante  su  breve  estancia  al  frente  del  Municipio,  ha  mostrado  un  cele» 
digno  de  todo  aplauso,  llevando  á  cabo  importantísimas  reformas  en 
ouanto  se  refiere  á  urbanización  é  higiene  de  la  Corte,  como  lo  de- 
muestra el  hecho  significativo  de  que  siendo  de  ordinario  la  mortalidad 
general  en  Madrid  de  32  ó  33  por  1,000  ha  descendido  en  1902  á  27*4. 

Por  fortuna  nuestra,  parece  que  el  actual  Alcalde,  Sr.  Marqués  de 
Portago,  secunda  con  gran  interés  los  esfuerzos  hechos  por  su  antece- 
sor y  quiere  dejar  gratos  é  imperecederos  recuerdos  de  su  paso  por  el 
Municipio,  cosa  que  deseo  muy  de  veras  logre  para  honra  suya  y  be- 
neficio de  todos. 

Ahí  tenéis,  señores,  hecho  á  la  ligera  y  desdibujado,  el  fúnebre 
cuadro  de  la  mortalidad  m/antil  en  Madrid.  Con  asunto  tan  vasto, 
con  finos  y  delicados  pinceles  y  con  profusión  de  colores  puros  y  de 
variados  tí)nos.  otro  artista  que  no  fuera  yo,  hubiéraos  presentado  una 
acabada  y  perfecta  obra,  en  la  que  habría  hecho  resaltar  mejor  sus  de- 
talles y  vigorizado  su  conjunto,  llamando  así  más  sobre  ella  la  aten- 
ción y  siendo  merecedora  de  vuestros  justos  elogios. 


30    - 


25    — 


20  — 


15    — 


10    — 


S        'y;        J        S        >        02        O        2:        >        ia 
Fig.  23  —  Mortalidad  comparada  de  Madrid  con  varías  capiules  que  tienen  mayor  número  de 


habitantes  durante  el  quinquenio  de  1S!)8  á  1902 


36o 


Mortalidad  injantil  en  M*.drid 


Movimiento  de  población,  duranie  el  último  quinquk.i«io 

DE   VARIAS  CAPITALES   QUE   TIENEN   MAYOR    NÜMKHO   DE    HABITANTES   QLS    MaDRID      [IS 


05 

1898 

1899 

1900 

biJÜ 

1 

s 

ó 

2 

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c 

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'0 

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i        i       1 

CAPITALES 

2^ -A 

5 

5 

I2 

es 

133,840 

3  a 

w 

Q 

a 

5 

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Z 

£2 

c 

1    1 
!  +  w." 

Londres  .  .  .  . 

4.614,171 

132,435 

83,919 

+  48,516 

90,691 

+  43,149 

130,868 

86,010 

New- York.  . 

3.562.512 

87,336 

65,482 

21,854 

97,823 

80,308 

17,515 

81,757 

70,0101       11.» 

París  ...... 

2.511,629 

59,132 

49,4iy 

9,713 

58,743 

50,511 

8.232 

60,253 

51,597!        s^i 

Berlín 

1.822,409 

47,135 

29,795 

17,340 

46,684 

32,823 

13,861 

47.517 

34,180:     iix: 

Viena 

1.63>,409 

50,369 

32,036 

18,332 

50,028 

33,333 

16,695 

50,707 

33,876!       Ib.v 

S.  Petersburgo 

1.191,291 

32,212 

29,175 

3,037 

32,847 

•29,493 

3,354 

33,072 

30,533!         : 

Glasgow  .... 
Hamburgo.  .  . 

752,317 

24,263 

15,333 

8,930 

24,049 

15,828 

8,221 

24,258 

16,305 

691,657 

21.189 

11,6.^6 

9,533 

20,742 

11,760 

8,982 

20,230 

12.253          :,- 

BudaPesih  .  . 

684,570 

22,907 

14,262 

8,645 

23,360 

14,899 

8,461 

23,801 

14,720 

Varsovia .... 

645,415 

23,461 

13,966 

9,495 

23,705 

lá,987 

9,71^ 

2^,271 

14,820'       11 V 

Liverpool  .  .  . 
Bruselas  .... 

646.096 

22,224 

15,055 

7,169 

22,490 

16,690 

5,800 

92  75-> 

16,282          «r 

565,708 

13,459 

9,227 

4,232 

13,240 

10,021 

3,219 

13,462 

9,351           ili: 

.Manchesicr  .  . 

546,919 

17,591 

11,770 

5.821 

17,638 

13,516 

4,522 

17^523 

13,12.H 

Birminghan.  . 

519,479 

17,316 

10,179 

7.137 

18,607 

10.703 

7,904 

16,841 

ii,12:í       ¿V 

•Madrid 

515,717 

15,413 

15,191 

222 

15,629 

15,931 

-      302 

15,479    17,406 1  -   1 X 

leoí 

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b^ -s 

2 

Q 

Q 

z 

0 

Q 

Z 

Q 

0 

^X  ¿i  • 

Londres  .... 

131,278 

79,926 

+  51,3.52 

132,810 

82,542 

+  50,268 

661,231 

423,088 

-1-238,143 

^í^.  í- 

New -York  .  . 

99,765 

86,512 

13.253 

86,938 

68.9»5 

17,953 

453,619 

371,297          >^2,322 

¿5*4  :- 

París 

56,673 

49,412 

7,261 

56,293 

49,794 

6,499 

291, WU 

250,733.        40,241 

23-1  1^- 

Berlín 

48,014 

32,755 

15,259 

43,601 

30.126 

18,475 

237,951 

159,679:        78,272 

2S-1  r 

Viena 

51,856 

33,174 

18,682 

52,754 

33,933 

18,821 

255,714 

166,352.        ><í),362 

31*.  : 

S.  Petersburgo 

31,728 

30.004 

1.724 

31,452 

29,245 

2,207 

161,311 

148,450;        12,861 

>7      > 

Glasgow.  .  .  . 
Hamburgo.  .  . 

24,067 

16,039 

8,02h 

25,088 

15,836 

9,252 

121,725 

79,341          42,3iC4 

32-3  :'. 

20.140 

12,251 

7,989 

20.243 

12,220 

8,023 

102,544 

60,140]        42,404 

2^-».  1 

Buda  Pesih  .  . 

22,965 

13,898 

9,067 

23,476 

14,944 

8,532 

116,r>09 

72,723;        43.7s#i 

34'    :  - 

Varsovia.  .  .  . 

25,lrt5 

15,483 

9,682 

26,167 

13,275 

12,892 

123,769 

71,5311        52^38 

.^•3  :; : 

Liverpool  .  .  . 
Bruselas  .... 

21,876 

15.268 

6,608 

24.072 

15,826 

8,246 

113,414 

79,121;        34,393 

.^'1  -« 

13,293 

9,190 

4,094 

12,832 

9,070 

3,762 

ti6,286 

46,8681        l9,41ít 

2l*r.    {-■ 

.Manchester  .  . 

15,806 

12,024 

3,782 

18.303 

11.282 

7,021 

86,891 

61,3101        25,541 

31-    : 

Birminghan.  . 
Madrid.  .... 

16,735 

10,720 

6.015 

17,093 

9,979 

7,114 

86,562 

52,706         33,886 

:i3  ■  - 

15,908   17,284 

-  1,376 

15,832 

14,411 

1,421 

78,261 

80,223'  —     i:962 

:íf>-2   -: 

No  me  hagáis  responsable  del  desengaño  que  ciertamente  haV»^  - 
experimentado.     Una  benévola  consideración  hacia*  mí  os   inipulsn 
encomendarme  la  redacción  de  este  Informe,  sin  fijaros  en    mis  coni 
ciones  de  insuficiencia.    Yo  os  lo  agradezco  en  extremo,  y  en  prer: 
dti  este  agradecimiento  y  de  mis  buenos  deseos  de  complaceros  (ya  qu 
el  trabajo  en  sí  no  lo  merece),  os  pido,  confiando  obtenerla,  vues:r 
generosa  y  nunca  desmentida  benevolencia,  y  que  os  asociéis  á  l 
para  llegar  ante   nuestra  primera  Autoridad  municipal  y  manifestar; 
la  necesidad  que  tiene  de  poner  pronto  remedio  á  este  ver«ronzoso  es- 
tado de  cosas,  y  pedirle  que,  sin  miramientos  de  ninguna  clase,  j»- 
ponga  los  mezquinos  intereses  de  carácter  particular  á  los  muy  sagrr^ 
dos  de  la  salud  de  sus  conciudadanos,  aconsejándole  al  mismo'tiemí' 
si  es  que  os  parecen  acertadas,  la  implantación  de  las  medidas  qn- 
propongo,  y  que  condensadas  en  forma  de  conclusiones^   son    las  ^  - 
gu  i  entes  : 

1.^    El  inmediato  cierre  de  todas  las  vaquerías  que  no  reúnan  las  a  - 
renleilles  condiciones  higiénicas. 


( 1)    Bullttin  htbdomadaire  de  Statistique  demographique  eí  medícale. 


Tres  casos  de  agobio  renal  curados  con  la  nefrina  36¡ 


2°    Prohiiición  absoluta  de  la  tenia  de  leche  en  los  puestos  callejeros. 

SJ"    Castigo  severisimo  á  los  qne  adulteren  ó  mixtijiq'uen  la  leche. 

4.^  Protección  á  las  publicaciones  de  caráctei'  científico  que  tengan 
po7'  objeto  difundir  los  conocimietites  de  higiene. 

5."  Creación  de  Consultorios  dk  niños  de  pecho,  utilimndo  para 
ello  las  Casas  de  Socorro  y  el  digno  é  ilustrado  personal  del  Cuerpo  Mé- 
dico de  la  Beneficencia  municipal. 

6'.°  Utilizar  también  los  valiosos  servicios  de  los  Profesores  de  dicho 
Cuerpo^  para  que  den  conferencias  populares  sobre  asuntos  de  higiene  in- 
diridíiat  y  colectiva :  trabajo  que  se  consideraría  como  de  mérito  en  sv 
carrei^a  y  merecedor  de  pi*emios  extraordinarios. 

r."  Estudiar  los  medios  de  abaratar  el  subido  precio  que  hoy  tienten 
¡as  leches  en  Madrid. 

8.^  Distribución  gratuita  de  leche  (prefiriendo,  á  sei' posible,  la  esteri- 
lizada) á  las  madres  pobres  que  no  puedan  criar  personamente  á  sus  hijos 
y  carezcan  de  medios  para  hacerlo  artificialmente. 

Termino  ya  de  molestar  vuestra  atención,  atreviéndome  á  aseg-ura- 
ros  que  si  se*  logra  esto  que  propongfo,  prestaremos  uno  de  los  mayores 
servicios  al  pueblo  de  Madrid,  disminuyendo  en  gran  parte  su  espan- 
tosa mortalidad,  con  lo  que  además  de  ía  satisfacción  de  la  propia  con- 
ciencia, ahorraremos  raudales  de  lágrimas  á  muchas  madres,  que  nos 
vivirán  eternamente  agradecidas,  y  conservaremos  para  la  patri^i  Que- 
rida el  mayor  número  de  hijos,  que  se  consag'rarán  en  lo  porvenir  a  su 
engrandecimiento  y  esplendor  (1). 

Tres  easos  de  agobio  renal  carados  con  la  nefrina 

Con  este  título  ha  publicado  el  Dr.  A.  Pi  y  Sufier  un  meditado  tm- 
bajo  eu  la  Hemsta  de  Medici/m  y  Cirugía  Prácticas,  que  á  continuación 
extractamos  por  su  importancia  y  por  la  nueva  orientación  clínica  que 
señala: 

Trátase  en  el  primer  caso  que  describe,  de  una  mujer  de  treinta  y 
dos  años,  diagnosticada  de  mio-endocartis  con  insuficiencia  mitral  y 
pronunciado  agobio  renal.  La  orina  escasa  (700  g-r.),  la  urea  alcanzaba 
sólo  8'7  por  litro  y  la  albúmina  2  por  1,000.  En  el  cuadro  sindrómico  hay 
que  apuntar  la  retinitis  albuminiirica  precisada  con  el  oftalmoscopio  y 
el  oblig'ado  cortejo  de  edemas  enormes  en  la  cara  y  miembros  inferio- 
res, hidrotórax  del  lado  derecho,  edema  pulmonar,  etc.  La  digital  no 
detenía  el  curso  del  proceso  ;  la  disnea  creciente  amenazaba  la  vida  de 
la  enferma  y  hubo  que  sangrarla.  En  estas  condiciones,  sin  abando- 
nar el  uso  discreto  de  la  dig-ital,  se  administraron  en  varias  tomas  200 
g-otas  de  Nefrina  Turró.  A  las  veinticuatro  horas,  la  cantidad  total  de 
orina  había  subido  de  700  ":ramos  á  2,300,  diuresis  que  se  sostuvo  en  los 
días  sucesivos,  á  pesar  de  haber  rebajado  las  dosis  de  nefrina,  y  á  los 
ocho  días  la  albúmina  había  desaparecido  completamente  y  con  ello  se 
había  reabsorbido  el  e'dema  pulmonar  y  el  del  tejido  celular  subcutá- 
neo. El  corazón,  como  es  natural,  seguía  con  sus  lesiones,  pero  su 
ritmo  se  había  regularizado  á  beneficio  de  la  dig-ital. 

H^cho  culminante  que  se  destaca  de  esta  observación  clínica :  la 
diuresis  que  no  pudo  restablecer  en  ese  riñon  agobiado  un  diurético  tan 
poderoso  como  la  digital,  se  restableció  mediante  la  opoterapia  renal. 

En  el  segundo  caso  se  trata  de  un  palúdico,  en  el  curso  de  cuyo  tra- 
tamiento específico  sobreviene  un  quebrantamiento  general,  sensación 

(1)    Este  notable  trabajo  ha  merecido  un  expresivo  voto  de  gracias  v  la  impresión  hecha  á  ex- 
pensas del  Municipio  de  Madrid. 


^6í  Tixs  casot  de  agobio  renal  curados  con  la  nefrina 


de  peso  y  de  abultamiento  de  los  ríñones,  edema  en  los  párpados  y 
maleólos,  malestar  pronunciado,  demacración  profunda.  Las  orinaV 
eran  eacasiis,  unos  900  ^t.  ;  la  prueba  del  azul  del  metileno  no  dábase 
fíales  hasta  las  cuatro  horas  y  se  prolong^aba  durante  cuatro  días.  Tra- 
tamiento :  dieta  láctea,  quinina  k  dosis  refract«,s,  ventosa»  en  los  va- 
cíos, baños  de  aire  caliente  que  provocaban  intensisima  siiduraciíín. 
Como  al  cuarto  día  de  entrar  en  el  Hospital  de  la  Santa  Cruz  (Barce- 
lona), apareciese  la  albuminuria,  el  día  sexto  se  le  adminíi^traron  I»*» 
¿^otas  de  nefrina  viendo  que  el  riñon  no  mejoraba.  Se  aumentó  la 
diuresis,  bajó  la  albúmina  liasta  desaparecer  al  cuarto  día,  el  funcit»- 
nalismo  renal  se  restableció  hasta  recobrar  su  normalidad,  pem  «f: 
agente  palúdico  manifestó  su  pujanza  bajo  el  tipo  de  cuartanas,  i|i.^ 
cedieron  á  la  acción  de  la  quinina. 

Como  hecho  notable  que  se  destaca  de  esta  observacirm  6  c*a¿io  clí- 
nico, cabe  señalar  la  acción  de  la  nefrina  sobre  el  riñon.  La  liltraci>>j 
estaba  cohibida,  bien  por  una  localización  de  la  plasniodia,  difícil  d- 
admitir,  bien  por  la  acumulación  de  tóxicos  que  inhibían  la  función  d- 
la  glándula,  y  esta  es  la  explicación  más  natural  del  hecho.  La  opot»^ 
rapia  ejerció  una  función  bienhechora  sobre  el  epitelio,  el  filtro,  cegailo 
ó  poco  menos,  se  abrió  v  la  depuración  reemprendió  su  curso  normal. 
El  paludismo,  claro  esta,  siguió  su  evolución  natural. 

Tratábase  en  el  tercer  caso  de  un  reumatismo  articular  a<jrndo  síd. 
pie,  en  el  curso  del  cual  aparecen  la  sensación  del  peso  y  tirantez  A^ 
los  lomos,  fiebre  y  albuminuria.  A  pesar  de  los  baños'  de  aire  ca- 
liente, de  las  ventosas  escarificadas,  las  pociones  diuréticas  y  un  sever» 
régimen  lácteo,  la  albúmina  aumenta  (3  por  1,000),  la  oli^uria  se  are::- 
túa  hasta  llegar  á  una  anuria  absoluta,  que  duró  tresdía.s,  y  con  elía^! 
anasarca,  el  ruido  de  galope  con  grave  relajación  cardíaca  V  la  urem::i 
cerró  el  cuadro.  En  ese  estado  se  administró  al  enfermo  una  cuela- 
rada  de  café  de  nefrina  que  para  el  servicio  hospitalario  prepara»  '*. 
l)r.  Turró  y  cada  cuatro  horas  100  gotas  diluidas  en  una  corta  cantidat 
de  agua  tibia.  A  las  diez  y  seis  hora.s  de  instituido  el  tratamiento.  >♦- 
brevino  una  avenida  urinaria  extraordinaria  (cerca  de  tres  litros),  y  A*^ 
de  entonces,  la  diuresis  fué  de  3,300  gramos,  bajó  hasta  dos  litros*  cifrs 
en  que  persistió  hasta  regularizarse  la  tara  normal.  Estas  orinas  n  • 
eran  ya  albuminúricas.  Excusado  es  decir,  después  de  apuntados  t»- 
tos  antecedentes,  que  el  edema  se  fundió,  que  cesaron  los  trastorn- 
cardíacos,  se  desvaneció  la  intoxicación,  causa  de  tan  honda  perturba- 
ción, y  el  enfermo  se  restableció  en  poco  tiempo. 

Estos  casos  de  agobio  renal,  historiados  por  el  Dr.  Pi  y  Suñé,  y  ofi- 
servados  en  la  Clínica  oficial  de  la  Facultad  de  Medicinare  Barcelona, 
que  dirige  el  catedrático  Dr.  González  Prats,  demuestran,  como  otn  - 
muchos,  la  eficacia  incontestable  de  la  opoterapia  renal.  La  expli**»- 
(*ión  que  de  esa  acción  bienhechora  da  el  Dr.  Pi  y  Sufié,  se  aparta  mu- 
cho de  las  primeras  ideas  que  sobre  esta  cuestión  se  dieron  por  Dioula- 
foy,  Teíssier,  etc.,  y  se  acerca  bastante  á  la  que  últimamente  lia  emití»: 
León  Renaud  con  motivo  de  su  última  comunicación  á  la  Academia  i-* 
Ciencias  de  París  sobre  el  mismo  tema.  Para  el  fisiólog-o  español  i 
acción  verdaderamente  decisiva  que  la  opoterapia  renal  ejerce,  e>  ^i^ 
un  lado  antitóxica  y  de  otro  tónica  sobre  el  epitelio  renal.  £s  sabido  p  * 
los  geniales  experilnentos  de  Brown-Séquard,  proseguidos  lueg\>  p" 
D'Arsonval,  Merger,  FrankeL  etc.,  que  la  administración  del  extrací» 
renal  A  los  perros  nefrectomizados,  prolonga  notablemente  su  vida  i***: 
retardar  los  estragos  de  las  intoxicaciones  urémicas.  La  nefrina  es  u' 
]>(Mleroso  antitóxico.  Pi  y  Suñé,  en  la  uremia  y  en  la  oliguria  y  anur:'* 
tóxica,  la  compara  al  suero  antidiftérico  respecto  á  la  difteria,  y  e>:' 
comparación  parece  tan  exacta  como  brillante.     En  efecto  :  Vitzoñ  «I-*- 


Valor  semeiológico  del  estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades  del  tuto  digestivo  56$ 

muestra  que  la,  sangre  de  la  vena  renal  es  de  por  sí  antitóxica ;  Dun- 
^ern  prueba  que  el  suero  de  un  animal  doblemente  nefrectomizado 
obra  como  un  excitante  del  funcionalismo  renal,  aumentando  notable- 
mente la  diuresis ;  mas  ese  suero  extraído  del  animal  en  plena  crisis 
urémica,  cierra  el  riñon,  determinando  una  anuria  tóxica.  De  estos 
experimentos  se  desprende  que  la  sangpre  intoxicada  poruña  depura- 
<nón  insuficiente,  estuporiza  el  riñon  dificultando  su  secreción,  lo  cual 
ficarrea  mayor  toxicidad  sanguínea,  y  por  contrag^olpe,  mayor  inhibi- 
ción renal.  En  estos  casos,  dice  el  Dr.  Pi  y  Suñé,  la  nefrina  obra  ma- 
ravillas, porque  una  parte  neutraliza  la  tox.icidad  de  la  sangre  y  desen- 
toxica  de  otra  el  epitelio  renal  que  recobra  con  esto  su  tonus  fisiológico. 

En  realidad,  la  nefrina  no  es  un  diurético  al  estilo  de  la  digital  ó  el 
nitrato  de  potasa;  donde  éstos  fracasan,  ella  ejerce  una  acción  saluda- 
ble, por  cuanto  libra  al  epitelio  renal  de  los  venenos  que  amortiguan  ó 
iinulan  su  vitalidad,  y  de  ahí  que  reaccione,  recobrando  su  actividad 
funcional,  y  sobrevenga  la  diuresis.  Como  se  ve,  la  explicación  no 
])uede  ser  ni  más  sencilla  ni  más  satisfactoria:  es  la  repetición  en  la 
clínica  de  los  experimentos  de  los  laboratorios  de  Fisiología. 

La  orientación  clínica  que  la  Fisiología  señala  es  amplia  y  lumi- 
nosa. En  las  nefritis  intestinales  poco  conseguiremos  con  la  nefrina, 
ya  que  no  se  trata  de  un  agobio  del  epitelio  renal,  sino  de  su  lenta  des- 
aparición y  suplantación  por  el  tejido  conjuntivo  ;  esa  muerte  lenta  del 
tejido  noble  del  riñon  que  acaba  con  la  esclerosis  total,  no  tiene  cura  ; 
mas  en  la  nefritis  aguda,  sea  ó  no  parasitaria,  en  la  subaguda  con  ten- 
dencias intersticiales,  en  las  nefritis  gravídicas,  en  todos  los  casos  en 
([ue  el  riñon  lucha  con  la  intoxicación  que  anula  ó  debilita  sus  funcio- 
nes, la  nefrina  es  un  tratamiento  tan  específico  como  puede  serlo  el 
suero  antidiftérico  para  la  difteria,  pues  así  como  ese  suero  no  mata  al 
bacilo  de  Lóffler,  sino  que  se  limita  á  neutralizar  su  acción  tóxica,  así  la 
nefrina  no  mata  las  bacterias  que  inflaman  el  riñon  en  las  nefritis  in- 
fectivas, ni  cura  las  lesiones  en  las  que  no  lo  son  :  se  limita  á  reponer 
h1  epitelio  renal  en  condiciones  fisiológicas  al  desintoxicarlo  para  que 
f/iotu  propio  pueda  regenerarse  y  recobrar  la  normalidad  perdida. 

Extractado  por  el  Dr.  Rodríguez  Rtíz. 


?alor  semeioltgico  del  estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades 
del  tubo  digestivo   '> 

POR  I.OS 

Doctores  Mathieu  y  J.  Ch.  Roux 

I.  CoNSiDERACioNBS  PRELIMINARES .  —  Los  autores  antiguos  atribuían 
una  considerable  importancia  al  estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades 
del  tubo  digestivo,  una  importancia  tanto  más  grande,  puede  decirse, 
cuanto  que  sus  medios  de  investigación  eran  más  limitados.  Tomaban  el 
pulso,  contaban  el  número  de  sus  pulsaciones,  observaban  sus  cualidades 
(le  tensión,  de  fuerza,  de  depresibilidad ;  hacían  enseñar  la  lengua  y  exami- 
naban la  orina.  En  presencia  de  la  multiplicidad  de  los  fenómenos  patoló- 
gicos, eran  naturalmente  conducidos  á  atribuir  una  excesiva  importancia  á 
los  tres  órdenes  de  manifestaciones  así  realizadas,  á  sus  variaciones  y  aso- 
ciaciones. 

Para  ellos,  la  lengua  se  había  convertido  en  el  espejo  del  estómago.  La 
mucosa  era  considerada  como  una  parte  constitutiva  de  la  mucosa  del  tubo 
digestivo,  y,  por  las  variaciones  de  su  estado,  se  pensaba  tener  una  imagen 
(let  estado  de  la  mucosa  del'iubo  digestivo,  y  más  particularmente  aún  del 


(1)    GaK.  des  hóp»  17  septiembre  y  6  y  13  de  octubre  de  lfK)3. 


364  Valor  semeiológico  dtl  estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades  del  tubo  dtgesiipo 


estómago,  al  cual  se  atribuía  un  gran  papel  en  la  serie  de  los  feuóineüos  i? 
la  digestión.  La  mucosa  lingual  era  como  una  copia  de  la  mucosa  (liga- 
tiva, de  un  examen  particularmente  fácil  é  instructivo  Comprobando  e, 
estado  de  la  lengua,  se  comprobaba  al  mismo  tiempo  el  estado  de  la  mucosa 
del  estomago.  Si  aquélla  estaba  sucia,  saburral,  se  veía  á  éste  lleno  de  de- 
tritus que  le  ensuciaban  y  diticultaban  su  función.  De  aquí  á  la  prescrip- 
ción de  una  limpieza  enérgica  con  los  vomitivos  ó  los  emeto-cat ártico,  s» . 
había  un  paso.  Y,  por  lo  demás,  la  observación  clínica  parecía  dar  razun;. 
la  teoría,  puesto  que,  en  un  gran  número  de  casos,  los  accidentes  de  mfi- 
cho  gástrico  cedían  algún  tiempo  después  del  empleo  de  estos  remedios.  N- 
sucedía  siempre  así,  y  muy  frecuentemente,  como  la  lengua  permanece 
sucia,  el  médico  en  vano  recurría  á  la  limpieza  del  estómagro.  Podeui<> 
comprender  actualmente  que  el  exceso  en  la  limpieza  era  precisamente  >. 
causa  y  la  persistencia  de  la  saburra  lingual. 

Los  antiguos  sólo  pedían  noticias  á  la  mucosa ,  ó  por  lo  menos  le  refería 
todos  los  datos  que  obtenían  en  el  examen  de  la  lengua.    Sin  embargo,  con: 
ha  expuesto  Labégue,  la  lengua  está  constituida  por  una  masa  muscular  en- 
vuelta en  una  mucosa,  y  esta  masa  muscular  es  la  que  le  da  la  forma  qj 
tiene.    Si  la  lengua,  errciertos  casos,  presnuta  y  conserva  la  impresión  < 
los  dientes,  á  los  que  se  amolda,  es  jíorque  el  músculo  lingual  fláxido.  se  dt-j?. 
deprimir  y  pasivamente  aplastar     Es  preciso  ver  en  esta  disposición  el  i 
dicio  de  un  estado  particular  de  atonía  del  sistema  muscular,  y,  sin  duls 
también,  de  su  aparato  de  inervación.     Es  una  noción  esta  que  no  se  hal- 
olvidar  nunca  en  la  interpretación  de  la  semeiología  lingual  ;  no  se  hai- 
perder  de  vi^ta  que  el  músculo  y  la  mucosa  pueden  á  la  vez  contribuir  a  a 
constitución  del  síndrome  lingual. 

Pero  volvamos  á  la  mucosa.  Es.  en  realidad,  una  falsa  mucosa  ;  deriva 
ílesde  el  punto  de  vista  embriológico,  no  de  la  hoja  externa  del  blast  - 
dermo  ;  su  estructura  la  hace  comparable  á  la  piel  y  no  á  la  m ucosa  ga^tri- 
intestinal.  y  además  su  inervación  es  enteramente  diferente  de  la  del  e¿t'. 
mago  y  del  intestino,  que  sólo  reciben  filamentos  del  pneumográstrico  dt-, 
gran  simpático  y  de  los  plexos  ganglionares  del  abdomen.  La  pretendiii 
mucosa  de  la  lengua  es  un  pedazo  de  piel  modificada  y  adaptada  á  unafur- 
ción  particular.  Desde  el  punto  de  vista  de  su  patología,  se  conduce  inri' 
como  piel  que  como  mucosa. 

Lo  que  da  á  la  pseudo-mucosa  lingual  una  apariencia  particular,  sous^- 
papilas,  y  más  especialmente  aiiia,  desde  el  pimto  de  vista  que  nos  ocu{-. 
sus  papilas  filiformes. 

Examinad  con  alguna  atención  la  lengua  sucia,  blanca,  y  reconoceM^ 
muy  pronto  que  la  capa  blanquecina  está,  en  realidad,  constituida  p'>r  ^ 
existencia  de  papilas  filiformes  numerosas,  largas,  amontonadas  unas  sobr^ 
otras.  Rascando  la  mucosa  con  un  depresor  ó  con  el  borde  romo  de  iiii 
cuchara,  es  fácil  ver  á  estas  papilas  levantarse  é  invertirse.  En  general,  i 
se  obtiene  con  este  rascamiento  rnás  que  una  cantidad  insignificante  ' 
detritus  blanquecinos.  Cuando  la  lengua  es  muy  blanca,  que  parece  cu 
bierta  por  una  capa  muy  densa,  se  nota  que  la  capa  de  papilas  filiformes  •• 
muy  gruesa  y  que  es1:as  papilas  son  muy  largas  :  constituyen  una  espe.  i 
de  césped  en  la  misma  situación  que  la  -hierba  á^  una  pradera  al  paso  i- 
una  tromba  de  agua.  Estas  lenguas  con  césped  papilar  largo  y  grueso  ha 
sido  llamadas  lenguas  pilosas. 

Se  conoce  la  lengua  negra.  En  algunas  personas  se  forma  en  la  cara  in- 
terior de  la  lengua  una  mancha  negra,  que  tiende  á  cubrir  á  aquélla  p  * 
completo.  Es  frecuentemente  muy  obscura  .y  le  da  el  aspecto  de  unagnt 
mancha  de  tinta.  Uno  de  nosotros*,  estudiando  un  caso  de  lengua  negra r^i 
el  hospital  San  Luis,  en  1882,  advirtió  que  uno  de  los  caracteres  de  esta  lei- 
gua  era  precisamente  el  tener  un  césped  papilar  muy  largo  y  muy  esp»*>^ 
Quizás  fué  el  primero  en  señalar  este  estado  piloso  de  la  lengua  negra  :  -  = 
lo  que  fuer(\  siempre  se  le  ha  encontrado  después  en  todos  los  casos  cin* 
historia  se  ha  relatado.  A  los  residuos  alimenticios  y  probablemente  áci*''" 
tos  esporos  d<'  color  negro  acumulados  en  este  césped  epitelial,  se  ha  '> 
atribuir  el  rolor  especial  de  la  lengua  negra. 

Sin  embargo,  una  lengua  pilosa,  con  césped  papilar  muy  grueso  y  mn; 
largo,  no  se  convierte  forzosamente  en  lengua  negra,  sino  que  puede  qu*- 
<lar])lanca.  cremosa.     Se  ven  de  vez  en  cuando  personas  que,  desde  ha -^ 


Vulor  semeiológico  del  estado  de  la  lengua  en  las  enfermedades  del  tubo  digestivo  565 


años,  tienen  la  leng-ua  cubierta  de  una  espesa  capa  de  aspecto  cremoso.  Es 
fácil  darse  cuenta,  aun  en  una  observación  superficial  y  rápida,  que  dicha 
capa  se  debe  á  la  presencia  de  un  césped  papilar  grueso  ;  son  las  lenguas  pi- 
losas blancas  en  oposición  á  las  lenguas  pilosas  negras  de  las  que  acabamos  de 
hablar. 

Entre  estos  casos  extremos  de  observación  rara,  ^'  la  lengua,  lisa,  roja. 
carnosa,  podríamos  decir,  en  la  que  se  notan  sin  dificultad  las  pequeñas  emi- 
nencias rojas  de  las  papilas  fungiformes,  se  agrupan  todos  los  intermedioií. 
Nos  parece  cierto  que  existen,  desde  este  punto  de  vista,  disposiciones 
anatómicas  que  los  estados  morbosos  pueden  exagerar  ó  modificar.  En  todo 
caso  se  trata  de  estados  de  larga  duración,  y  que  sólo  se  modifican  algunas 
veces  en  meses  y  en  años. 

En  todos  los  individuos,  la  descamación  lingual  se  verifica  de  un  modo 
continuo,  especialmente  la  caída  de  las  producciones  filiformes  que  cons1)i- 
tuyen  en  mucho  la  parte  más  larga  de  las  papilas  caliciformes.  En  algu- 
nas personas,  esta  descamación  parece  revestirse  de  una  intensidad  muy 
grande,  influida,  según  se  ve,  por  \ina  verdadera  dermitis  superficial  de  la 
lengua.  Es,  por  ejemplo,  bastante  sabido,  que  en  los  niños  atacados  de  co- 
litis crónica,  de  quebrantamiento,  la  lengua  es  blanca  en  el  centro  y  hacia 
la  parte  posterior  de  su  cara  superior,  y  roja  en  los  bordes.  Lo  que  da  á  la 
parte  central  el  aspecto  de  una  capa  blanquecina  es  la  existencia  del  cés- 
ped papilar  espeso.  Por  el  contrario,  en  las  partes  marginales,  á  causa  del 
frote  contra  los  dientes,  las  prolongaciones  epiteliales  de  las  papilas  caen, 
la  mucosa  se  presenta  roja,  irritada,  y  las  papilas  fungiformes  son  rojas,  sa- 
lientes, erectiles.  En  realidad,  tanto  en  las  partes  rojas  como  en  las  blan- 
cas, se  trata  de  un  mismo  proceso,  la  dermitis  lingual  descamativa  superficial. 
Únicamente  los  productos  de  esta  excesiva  descamación  quedan  adheridos  n 
la  parte  superior  en  contacto  con  la  mucosa  palatina,  y  por  el  frote  contra 
los  dientes  se  desprenden  los  de  los  bordes  de  la  lengua. 

Podemos  resumir  lo  que  acabamos  de  exponer,  en  algunas  proposiciones 
fundamentales: 

1.*  La  mucosa  lingual  es,  en  realidad,  un  brote  cutáneo  de  estructura 
modificada ; 

2.*  Su  capa  saburral  es  debida  principalmente  á  la  abundancia  excesiva 
de  las  papilas  filiformes  que  forman  un  espeso  césped  en  las  lenguas  pi- 
losas ; 

3.*  Este  proceso  de  descamación,  con  adherencia  ó  caída  de  los  detritus 
epiteliales  de  origen  papilar,  depende  de  una  especie  de  dermitis  su- 
perficial . 

Estas  ideas,  que  uno  de  nosotros  profesa  desde  largo  tiempo,  son  muy 
semejantes  á  las  que  expone  G.  Müller  en  un  interesante  trabajo  que  sólo 
conocemos  desde  nace  algunos  días  (1). 

Creemos  que  pueden  tener  en  la  interpretación  de  la  semeiología  diges- 
tiva de  la  lengua  una  importancia  capital. 

11.  La  DEHMiTis  LINGUAL.  —  Admitiendo  que  la  pretendida  capa  saburral 
de  la  lengua  es,  en  realidad,  debida  á  una  intensiva  proliferación  de  la 
cubierta  epitelial  de  las  papilas  filiformes  y  á  su  excesiva  longitud,  y  que 
esta  irritación  puede  alcanzar  hasta  un  cierto  grado  de  dermitis,  la  semeio- 
logía de  la  lengua  se  esclarece  mucho. 

Parece  ante  todo  que  se  hayan  de  tener  en  cuenta  algunas  particularida- 
des anatómicas  individuales.  Es  probable  que  ciertas  personas  tengan 
íiormalmente  papilas  filiformes  mucho  más  largas  y  más  densas  que  las 
otras.  Su  césped  papilar  presenta  normalmente  un  espesor  anormal ;  su 
lengua  es  permanentemente  una  lengua  pilosa. 

¿Hemos de  ver,  con  J.  Müller,  en  la  longitud  y  espesor  de  las  produccio- 
nes epiteliales  papilares,  la  consecuencia  de  una  vitalidad  mayor,  ó  sola- 
mente de  una  irritación  local?  ¿Es  cierto  que  en  los  individuos  agotados, 
de  una  vitalidad  restringida,  tales  como  los  tuberculosos  y  los  ancianos,  las 
papilas  filiformes  tienden  á  atrofiarse  y  la  lengua  se  vuelve  calva?  ¿No  se 
trata,  en  estos  casos,  más  bien  de  una' descamación  excesiva  que  despoja  la 
lengua,  como  se  vé  en  el  curso  de  algunas  estomatitis? 


(l)    G.  Müller,  IJebir  den  Zungenbelag  bel  Gesunden  und  Kranken.  —Münch.  med.  Wochens.  14 
lie  agosto  de  1000. 


366         Valor  semeiológico  del  estado  de  la  lengua  en  las  en/ernudad€$  del  tubo  digettito 


Sea  cual  fuere,  se  puede  decir  que  ciertas  personas  presentan  duraste  ud 
tiempo  extremadamente  prolongado,  durante  mesesy  aún  años,  unaleogut 
blanca  permanente,  siendo  debida  esta  coloración  al  espesor  del  césped 
papilar.  Como  frecuentemente  ya  lo  hemos  hecho  notar,  se  encnentr* 
en  ellos  los  bordes  de  la  lengrua  rojos  con  una  mucosa  g'rauuio^. evi- 
dentemente inflamada  y  descamada,  á  causa  del  frote  de  la  lengua  cootra 
los  dientes ;  se  puede  creer  que  existe  un  ligero  grado  de  dermitis  lingui. 
superficial. 

La  dermitis  lingual,  una  vez  constituida,  se  conduce  frente  á  ciertí* 
causas  morbosas,  en  particular  las  intoxicaciones  hete rógen as  y  las  auto- 
intoxicaciones,  sobre  todo  las  auto-intoxicaciones  de  origen  intestinal. t 
modo  de  la  dermitis  cutánea. 

Los  dermatólogos  saben  muy  bien  que  las  lesiones  crónicas  de  la  piel 
tales  como  el  eczema,  el  psoriasis,  sufren  nuevos  brotes  bajo  la  iiiflueDcis 
(le  ciertas  causas.  El  conocimiento  de  la  influencia  irritante  de  alguas^ 
alimentaciones,  los  embutidos,  mariscos,  el  pescado  de  dudosa  frescura  e» 
común  á  todos.  Se  sabe  que  los  excesos  alcohólicos  pueden  motivar  ud 
brote  de  dermitis  eczematosa  ó  psoriásica.  Bstos  brotes,  en  el  psoriasis 
sobre  todo,  van  seguidos  de  una  descamación  más  abundante.  Sucede  1 
mismo  con  la  pitiriasis  de  la  cabeza,  que  aumenta  muchas  veces  con  el  us») 
de  platos  ó  bebidas  tóxicas,  de  ^pué8  de  algunas  comidas  de  ciudad,  pr 
ejemplo. 

Pues  bien,  en  suma,  la  lengua  no  se  conduce  de  otro  modo.  Bajo  •? 
influencia  de  ciertas  intoxicaciones  y  de  ciertas  infecciones,  presenta  brote? 
de  dermitis  superficial,  notables  en  especial  por  la  abundancia  de  la  pro- 
ducción epitelial  papilar.  Muchas  veces,  además,  á  la  faz  proliferati^i 
sucede  la  faz  descamativa.  La  lengua  tiene  necesidad  de  curar  la  lesiin 
que  padece,  siendo  preciso  que  se  reproduzca  otro  epitelio  después  de  h 
caída  del  epitelio  enfermo  descamado.  Esto  se  observa  frecuentísimameuv 
á  continuación  de  las  enfermedades  agudas  de  corta  duración;  por  ejempi" 
UQ  empacho  gástrico  febril,  sea  cual  fuere  la  naturaleza  íntima  del  siDdMDf 
descrito  con  este  nombre. 

Una  primera  consecuencia  de  la  noción  de  dermitis  lingual  descamatiu 
es  que  la  lengua  no  debe  nunca  ser  considerada  como  un  verdadero  esp^j' 
en  el  cual  sucesivas  imágenes  se  reflejan  en  cierto  modo  instantáneamente 
Se  necesita  algún  tiempo  para  que  el  proceso  descamativo  evolucione  y  f: 
estado  de  la  lengua  se  retarda  siempre  respecto  á  la  causa  que  fué  su  origen 

Esta  noción  es,  en  algunos  casos,  de  una  capital  importancia  para  la  c-c- 
ducta  que  se  debe  seguir.  Ved  una  joven,  un  poco  nerviosa,  que  hateni«i 
fenómenos  más  ó  menos  vagos  de  empacho  gástrico,  ó  que  ha  presenta] 
un  ligero  grado  de  anorexia  neuropática,  á  consecuencia  de  coutrariedade> 
no  tiene  apetito  y  su  lengua  se  pone  blanca.  Su  familia  y  ella  acuerfiai 
que  no  debe  tomar  alimento.  Hipnotizada  por  el  espejo  del  estómago.-^ 
médico  concuerda  con  la  opinión  de  la  familia.  Esto  dura  semanas,  iñe^^* 
también  ;  la  lengua  sigue  blanquecina.  En  efecto,  este  estado  es  mantenui 
por  la  inanición,  y  hubiese  bastado  restablecer  la  ración  alimenticia  en^^ 
tasa  normal,  para  que  la  lengua  quedase  limpia,  se  regularizaran  las  fur. 
clones  digestivas  y  cesase  la  enferma  de  enflaquecer,  quedando  del  toii 
restablecida. 

Es  preciso  también  conocer  la  descamación  consecutiva  á  las  dermit> 
linguales  con  producción  excesiva  de  epitelio  papilar.  Ved  una  enferit» 
que  ha  tenido  un  principio  de  apendicitis,  con  motivo  de  la  cual  has:¿ 
sometida  á  dieta  hídrica:  estaba  en  el  séptimo  mes  de  embarazo,  yv^- 
antes  de  tiempo.  Acusando  la  enferma  malestares  gástricos,  un  eítíuS 
nauseoso  3»"  teniendo  la  lengua  con  áreas  desiguales  de  descamación,  iv^^ 
atreven  á  darle  alimentos.  A  las  tres  semanas  próximamente,  la  debiji»' 
f's  grandísima,  tiene  lipotimias,  y  el  pulso  es  débil,  rápido.  Mediantí  * 
palpación  de  la  cavidad  epigástrica  se  provoca  una  sensación  de  aho^* 
retro-estornal.  Pinchando  con  un  altller,  se  nota  una  anestesia  cutüc» 
ligera  en  esta  región.  Indudablemente  se  trata  de  una  forma  ligera  »'• 
anorexia  nerviosa  consecutiva  á  una  apendicitis;  á  pesar  del  mal  esta»: 
de  la  lengua,  es  preciso  alimentar  de  nuevo  á  la  enferma.  Realmente,  K 
la  influencia  de  una  alimentación  prudente,  pero  progresiva,  no  tarda'-r. 
mejorar.    La  lengua  se  despoja  pronto  de  su  epitelio,  se  vuelve  roja,  li"^- 


Valor  stmeiotógico  dtl  tstado  de  la  lengua  en  lat  enf<rmedades  del  tubo  digestido  56? 


con  ligera  emiiieucia  de  las  papilas  fungiformes.    Poco  á  poco,  se  ve  re- 
producirse el  epitelio  bajo  la  forma.de  un  suave  barniz  blanquecino. 

He  aquí,  pues,  un  caso  en  el  que  era  importante  saber  que  el  mal  estado 
de  la  lengua  no  contri) indicaba  en  manera  alguna  la  nueva  alimentación, 
que  sólo  se  limpiaría  con  el  uso  de  un  régimen  suficiente,  y  esta  limpieza 
produciría  una  gran  descamación  susceptible  de  desnudar  la  lengua  en  toda 
su  extensión  y  darle  momentáneamente  un  aspecto  rojo  é  irritado. 

Algunas  caucas  locales  pueden  influir  en  el  proceso  de  dermitis  lingual 
y  desnaturalizar  su  significación.  Así,  por  ejemplo,  la  sequedad  de  la  boca, 
permitirá  á  la  lengua  recubrirse  de  una  capa  saburral.  La  falta  de  saliva 
y  la  carencia  de  movimientos  de  la  lengua  en  el  estado  tifoideo,  la  respira- 
ción con  la  boca  abierta,  son  causa  de  estas  lenguas  secas  que  se  observa 
más  particularmente,  en  his  pneumonías  graves  y  en  los  urinarios. 

Muchas  veces  también  se  produce  una  estomatitis  general  más  ó  menos 
intensa;  la  lengua  participa  de  ella.  Su  estado  no  suministra  entonces 
ninguna  indicación  desde  el  punto  de  vista  de  la  existencia  de  una  intoxi- 
cación y  de  una  infección.  En  la  escarlatina,  la  lengua  es  asiento  de  una 
erupción  descamativa  análoga  á  la  erupción  cutánea.  Bn  todos  estos  casos, 
se  trata  de  un  proceso  local  de  tal  modo  intenso,  que  los  fenómenos  de  auto- 
intoxicación  intestinal  no  pueden  tomar  parte  en  la  descamación  lingual. 
El  espejo  lingual  ya  no  existe. 

Así,  pues,  para  resumir,  podemos  decir  que  la  lengua,  en  ciertos  estados 
morbosos,  da  indicaciones  análogas  á  las  que  pudieran  suministrar  las 
chapas  de  dermitis,  de  eczema  ó  de  psoriasis.  Sin  embargo,  esta  dermitis 
lingual  es  de  una  sensibilidad  mayor,  gracias  á  la  abundante  inervación  de 
la  lengua,  de  su  gran  vascularización,  de  su  modo  particular  de  descama- 
ción papilar.  ^Representa  un  instrumento  de  precisión  relativamente  á 
la  dermitis  descamativa  cutánea. 

III.  La  lengua  kn  las  enfermedades  del  estómago  y  del  intestino.— 
Hemos  intentado  establecer  que  la  mucosa  lingual  es.  en  definitiva,  una 
falsa  mucosa,  cuya  estructura  y  reacciones  se  asemejan  más  á  las  de  la  piel 
que  á  las  de  la  mucosa  gastro-intestinal ;  hemos  demostrado  que  su  blan- 
cura y  su  estado  saburral  se  explican  principalmente  por  la  longitud  y 
abundancia  del  revestimento  epitelial  de  las  papilas  filiformes  y  por  su 
descamación  más  ó  menos  rápida,  bajo  la  influencia  de  brotes  de  dermitis 
lingual  superficial.  Debemos  preguntarnos  ahora  como  se  conduce  la 
lengua  en  las  enfermedades  del  estómago  y  del  intestino. 

¿Tiene  su  estado  un  valor  positivo  semeiológico  en  el  diagnóstico  de  los 
estados  dispépticos  y  gastropáticos?  Los  autores  cuya  opinión  es  autoridad 
en  materia  de  patología  digestiva,  no  se  hallan  muy  acordes  sobre  este 
punto  de  semeiología,  en  apariencia  tan  fácil  de  resolver. 

Analicemos  los  tratados  de  publicación  más  reciente  en  Francia  sobre  las 
enfermedades  del  estómago,  y  encontraremos  en  este  punto  las  opiniones 
más  diversas.  Según  Bouveret,  los  enfermos  atacados  de  catarro  ó  dispep- 
sia nerviosa  tienen  siempre  una  lengua  más  ó  menos  cargada,  por  cuidados 
<iue  pongan  en  la  limpieza  de  la  boca.  Por  el  contrario,  las  afecciones  gás- 
tricas con  exceso  de  secreción,  tales  como  la  hiperclorhidria,  la  hipersecre- 
ción  y  la  úlcera,  no  provocan  el  estado  saburral  (1). 

Alberto  Robín  sostiene  casi  la  misma  opinión.  La  lengua,  limpia  y 
roja  en  la  dispepsia  hiperesténica,  es  decir,  en  la  hiperclorhidria,  está  cu- 
bierta por  una  capa  más  ó  menos  gruesa,  más  ó  menos  extensa,  en  la  dis- 
pepsia hiposténica.  La  lengua  no  es  normal  más  (lue  en  un  15  por  100  de 
estos  casos,  en  la  dispepsia  hipo.sténica  latente.  Cuando  existen  fermenta- 
ciones firástricas,  la  lengua  es  siempre  suburral,  en  forma  de  capa  uniforme- 
mente repartida  ó  de  chapas  prolongadas  irregulares  (2). 

Por  el  contrario,  en  el  artículo  del  Traite  de  Médecine  de  Brouardel  y 
(lilbert,  que  habla  de  las  enfermedades  del  estómago,  Hayem  y  Lion  no 
señalan  casi  nunca  el  estado  de  la  lengua  y  no  parecen  otorgarle  impor- 
tancia alguna. 

Los  autores  extranjeros  están,  también,  desacordes  sobre  el  valor  semeio 
l(3gico  del  estado  de  la  lengua. 

(1)  Bouveret,  Traite  des  maladiesde  l'estomac,  1893.  p.  27. 

(2)  Alben  Robín,  Les  maladies  de  í'estomac,  lfK)0. 


36S         Valor  semeioíógico  del  estado  de  la  lengua  en  tas  enfermedades  del  tubo  digestido 

Ved,  resurtiida,  según  J.  Müller,  la  opinión  de  un  cierto  número  df 
ellos  (1). 

Riegel  declara  que  el  estado  de  la  lengua  no  refleja  en  modo  alguno  el 
estado  de  la  mucosa  gástrica.  Sin  embargo,  añade  que  la  lengua  está  cor. 
menos  frecuencia  cargada  en  los  casos  de  liipersecreción  clorhídrica  queer. 
los  que  la  secreción  de  este  ácido  disminuye 

Boas  admite  igualmente  que  no  hay  ningún  paralelismo  entre  las  enítr- 
medades  del  estómago  y  la  capa  lingual.  Atribuye  sobre  todo  esta  capaá 
irritaciones  locales :  caries  dentaria,  gingivitis,  faringitis,  modificaciones  d- 
ia  saliva,  etc.  Considera,  pues»  la  capa  saburral  de  la  lengua  como  cense 
cuencia  de  una  inflamación  superficial.  Rosenheim,  en  el  mismo  sentida 
llega  hasta  á  hablar  de  glositis.  Se  ve  que  la  idea  de  dichos  dos  autores  ii« 
se  diferencia  sensiblemente  de  la  que  hemos  sostenido  y  desarrollado  con 
anterioridad  y  de  la  opinión  que  uno  de  nosotros  expone  frecuentemente' 
en  su  servicio  de  hospital  desde  hace  cerca  de  diez  años. 

Para  Henoch,  aun  la  capa  morbosa  de  la  lengua  es  la  consecuencia  df 
un  catarro  bucal  que  puede  resultar  muy  bien  de  irritaciones  locales  conse- 
cutivas á  lesiones  de  la  mucosa  gastro-intestinal. 

Leube  declara  también  que  no  se  puede  deducir  el  estado  del  estóma^ft' 
del  estado  de  la  lengua ;  no  obstante,  admite  que  las  enfermedades  del 
estómago  pueden  por  vía  refleja  obrar  sobre  la  producción  y  evolución  de 
la  capa  saburral  de  la  lengua. 

Ewald  cree,  como  Leube,  que  las  afecciones  gastro-intestinales  pueden 
producir,  por  vía  refleja,  modificaciones  linguales. 

Fleischer,  si  bien  reconoce  una  relación  entre  las  enfermedades  gástrict^ 
y  la  capa  lingual,  declara  que  á  su  juicio  dichas  relaciones  están  todavía 
poco  determinadas.  Le  parece  difícil  admitir  una  propagación  ascendentí- 
del  catarro  estomacal.  La  hipótesis  de  una  acción  refleja  no  llega  á  satisfa- 
cerle mucho  más. 

No  pocos  médicos  se  sorprenderán,  sin  duda,  de  esta  divergencia  de  opi- 
niones y  más  aún  de  que  autores  de  reconocida  competencia  nieguen  delibe- 
radamente que  se  pueda  sacar  del  examen  de  la  lengua  inducciones  de 
algún  valor  para  el  diagnóstico  de  las  enfermedades  del  estómago  y  de. 
intestino. 

Creemos  también  que  el  examen  de  la  lengua  no  sirve  de  nada  par»  el 
diagnóstico  de  las  lesiones  ó  del  quimismo. 

Investiguemos  como  clínicos  cuales  son  los  casos  en  que  se  encuentra 
en  su  máximo  el  estado  saburral  de  la  lengua. 

Ante  todo,  lo  hay  en  los  casos  que  existe  una  inflamación  bucal. una 
estomatitis  generalizada,  ó  de  la  garganta,  como  la  amigdalitis,  y  en  todo? 
aquellos  en  que  hay  fenómenos  de  empacho  gástrico. 

Kl  empacho  gástrico  no  es  ciertamente  una  enfermedad  definida,  siuo 
un  estado  general  y  local  que  parece  resultar  ó  de  una  infección,  ó  de  una 
intoxicación,  y  más  particularmente  aún  de  una  infección  ó  de  una  into- 
xicación con  determinación  gastro  intestinal  predominante.  En  la  amig- 
dalitis se  superponen  el  estado  infeccioso  y  la  inflamación  local ;  de  aquí  la 
intensidad  del  estado  saburral. 

El  estado  saburral  de  la  lengua  en  los  urinarios  es  frecuentemente  de  lo^ 
más  marcados ;  en  ellos,  no  sólo  la  estomatitis  lingual  produce  la  espe-u 
capa  cremosa  de  la  lengua,  sino  que  la  lengua,  incrustada  de  detritus 
amarillentos,  es  seca  y  hendida.  La  denudación  por  descamación,  en  e. 
momento  de  las  fases  de  mejoría,  manifiesta  la  realidad  de  la  dermiti> 
lingual. 

En  suma,  habida  cuenta  de  las  causas  locales  de  irritación,  el  estad' 
saburral  de  la  lengua  parece  manifestar  sobre  todo  la  existencia  de  una 
intoxicación  de  origen  digestivo  ó  de  una  infección  con  localizacíón  gastr  • 
intestinal  predominante. 

No  se  puede  apreciar  muy  bien  el  valor  del  fenómeno  sino  conociendo  >'¡ 
naturaleza  íntima.  Se  comprende  que  la  dermitis  exija  cierto  tiempo  para 
evolucionar  y  que  sobreviva  á  la  causa  que  le  dio  origen. 

Si  se  quiere  apreciar  convenientemente  su  significación,  es  preciso  sabe' 
también  que  el  estado  saburral  de  la  dermitis  lingual  superficial  es  mant-- 

(l)    J.  Müllcr.  Münch.  medie.  Wochens.,  1  i  agosto,  1900 


Servicio  de  Sanidad  militar  en  campaña  del  ejército  japonés  369 


nido  por  algunas  condiciones,  entre  otras,  la  inanición  ó  la  alimentación 
insuficiente. 

Ya  lo  hemos  indicado,  pero  aunque  insistiéramos  mucho  sobre  esto  no  lo 
haríamos  demasiado.  El  estado  saburral  de  la  lengua  en  los  enfermos 
insuficientemente  alimentados,  les  obliga,  así  como  ásus  médicos,  á  reducir 
la  ración  alimenticia.  Pues  bien:  bastaría,  por  el  contrario,  dar  al  alimento 
una  tasa  normal  para  ver  la  lengua  limpiarse  á  los  pocos  días  y  tomar  otra 
vez  su  aspecto  fisiológico,  no  sin  sufrir  una  marcada  descamación,  que  le 
despoja  momentáneamente  de  todo  el  césped  de  sus  papilas  filiformes. 

Hemos  dicho  también  que  existen  lenguas  pilosas  blancas  casi  análogas 
á  la  lengua  pilosa  negra. 

Estas  nociones  son  indispensables  para  juzgar  convenientemente  la 
significación  semeiológica  de  la  lengua  blanca  y  de  la  dermitis  saburral. 
Gracias  á  ellas,  será  posible,  en  el  porvenir,  ir  más  lejos  que  nuestros 
predecesores  han  ido  y  utilizar  la  comprobación  de  la  existencia,  de  la 
marcha,  de  la  evolución  de  la  dermitis  lingual,  para  el  conocimiento  y  deter- 
minación de  los  estados  infecciosos  y  de  las  intoxicaciones  que,  más  frecuen- 
temente, ocasionan  la  producción  y  provocan  los  brotes  de  ella. 

Trad.  por  Rmz  Rodríguez  (J.). 

Servicio  de  sanidad  militar  en  campafia  del  ejército  Japonés  <^  ^ 

POR    EL 

Dr.  Gaudier 

Profesor  agregado  á  la  Facultad  de  Lüle,  Médico  de  la  reserva 

Bste  servicio  tiene  mucha  semejanza  con  el  francés,  pero  se  distingue 
por  algunos  hechos  especiales.  Para  la  sencillez  de  la  descripción  com- 
prenderemos en  el  servicio  de  vanguardia  todas  las  formaciones  sanitarias 
que  marchan  con  los  cuerpos  de  ejército;  en  el  de  retaguardia,  las  que  no 
marchan  con  el  cuerpo  de  ejército  movilizado,  pero  que  forman  parte  inte- 
grante de  éste,  y  terminaremos  con  el  estudio  de  la  organización  general. 

A.    Primera  linea 

I.  Servicio  Méoico  es  la  línea  de  combate.  —  El  personal  médico 
comprende  en  las  diferentes  armas: 

Regimiento  de  infantería:  2  cirujanos  capitanes,  uno  de  los  cuales  puede 
ser  teniente  coronel  ó  mayor ;  4  cirujanos  tenientes ;  3  jefes  de  enfermeros; 
12  enfermeros;  48  camilleros  de  reserva,  soldados  del  regimiento  que  han 
recibido  enseñanza  especial. 

Batallón  de  caballería :  1  cirujano  capitán  íómayorV,  1  cirujano  teniente; 
I  jefe  de  cifermeros;  I  enfermero. 

Batallón  de  artillería:  1  cirujano  capitán  (ó  mayor) ;  2  cirujanos  tenien- 
tes; I  jefe  (le  enfermeros  ;  6  enfermeros. 

Batallón  de  ingeniería :  como  el  de  caballería,  pero  con  2  enfermeros. 

Batallón  de  transportes:  1  cirujano  capitán  (ó  mayor);  2  cirujanos  te- 
nientes ;  3  jefes  de  enfermeros. 

El  servicio  médico  de  regimiento  comprende  : 

1.°    El  de  la  línea  de  combate.    2."    El  de  los  puntos  de  socorro. 

1 .°  Servicio  médico  en  la  linea  de  combate.  —  En  ésta  proporciona  los  pri- 
meros socorros  y  lleva  los  heridos  á  retaguardia.  Cuando  hay  puesto  de 
socorro,  el  personal  se  divide  en  dos  mitades :  una  funciona  en  la  línea, 
otra  en  el  puesto  de  socorro  y  conserva  los  caballos  que  conducen  el  mate- 
rial médico-quirúrgico.  Siempre  que  es  posible  ,  cada  médico  es  ayudado 
por  un  enfermero. 

En  la  línea  de  combate  se  emplea  el  paquete  de  cura  individual,  que 
consta  de  dos  trozos  de  gasa  sublimada,  un  papel  impermeable,  un  vendaje 
triangular  y  un  alfiler  imperdible ;  ahora  ha  sido  substituida  una  de  las 
gasas  con  un  saqiiito  de  gasa  antiséptica  lleno  de  ceniza  de  paja,  recomen- 
dada por  Kirucki,  y  que  es  muy  barata.  Si  hay  exudación,  se  aplica  el  pa- 
quete en  seco  ;  en  caso  contrario,  se  le  empapa  en  una  solución  antiséptica. 

.  1 )    L  Echo  medical  du  NorJ,  28  febrero  de  l?X) ♦. 


byo  Servicio  dt  Sanidad  militar  en  campaña  del  ejército  japonés 

Es  muy  absorbente,  puede  permanecer  colocada  tres  ó  cuatro  días,  esqui- 
ve, ligera  y  no  molesta  al  herido.  En  las  estaciones  de  cura  hay  grandes 
cantidades  de  estos  saquitos. 

Cada  batallón  posee  dos  cestas  y  cuatro  camillas.  Las  cestas  son  muy 
ligeras  y  resistentes  y  están  envueltas  en  un  cuero ;  se  las  hace  con  ma^ 
ó  mimbres»  y  tienen  dos  compartimientos :  el  superior  para  los  medica- 
mentos, y  el  inferior  para  el  material  quirúrgico.  Los  recipientes,  vasijas 
cubetas,  son  de  papel  lacado;  los  mangos  de  los  instrumentos,  demaden 
ligera  y  dura,  lacada  ó  de  metal;  la  gasa  y  el  algodón,  sublimados,  l^ 
cestas  y  las  camillas  sou  conducidas  &  caballo.  La  caballería  y  los  inge- 
nieros no  tienen  cestas  ni  camillas ;  si  no  basta  el  material  que  ileran  io> 
enfermeros,  se  recurre  al  cuerpo  más  próximo  que  los  posea. 

Qada  médico  de  regimiento  debe  tener  una  bolsa  con  instrumentos;  cadi 
jefe  de  enfermeros  (ó  curador),  una  caja  médico-quirúrgica;  cadaenférmer 
ó  sub-oflcial  enfermero,  un  saco  de  curas. 

Los  jefes  de  enfermeros  y  los  enfermeros  dependen  del  jefe  del  cuerpos 
de  la  compañía ;  pero  en  lo  relativo  al  servicio  médico  están  á  las  érdeoe: 
de  los  cirujanos.  Si  en  los  regimientos  de  infantería»  únicamente,  nosoc 
bastante  los  enfermeros,  se  recurre  á  los  camilleros  de  reserva.  Hay  4  por 
compañía,  16  por  batallón,  y  48  por  regimiento:  pertenecen  á  la  reserva, } 
no  están  protegidos  por  la  Convención  de  Ginebra.  En  tiempos  ordinarios 
toman  parte  en  el  combate ;  en  cuanto  entran  en  funciones  sanitarias,  de- 
positan saco  y  fusil  en  la  reserva  del  regimiento,  se  ponen  uu  brazalete  ro¡<^< 
en  el  brazo  derecho  y  toman  de  los  caballos  las  camillas. 

2.°  Servicio  en  los  puestos  de  wcorro.— Estos  puestos  de  regimiento  tienen 
por  objeto  curarlos  heridos  v  practicar  las  operaciones  urgentes.  mientra> 
entran  en  funciones  los  camilleros.  Se  sitúan  próximos  á  los  combatientes, 
enarbolando  la  bandera  de  la  Cruz  Roja,  en  un  punto  protegido  del  fuego  y 
fácilmente  accesible  á  los  heridos,  pero  sin  entorpecer  los  movimientos  de 
las  tropas  Su  instalación  es  ordenada  por  el  jefe  militar,  y  en  caso  de  ur- 
gencia por  el  cirujano  jefe.  El  material  necesario  lo  da  la  infantería,  asi 
como  los  alimentos  para  el  personal  y  los  heridos. 

Si  la  distancia  entre  el  puesto  y  la  línea  de  fuego  es  muy  grande, se 
instala  otro  hacia  la  vanguardia,  reuniéndosele  aquél  en  cunnto  los  herido? 
hayan  podido  ser  evacuados  á  retaguardia.  En  cuanto  la  compañía  de  ca- 
milleros empieza  á  funcionar,  se  levanta  el  puesto  de  socorro. 

II.  Cuerpo  sanitario.— Es  una  organización  especial,  casi  sólo  compa- 
rable con  las  ambulancias  divisionarias  que  acompañan  á  su  unidad  táctica, 
pero  con  los  enfermeros  organizados  en  compañía.  Se  compone  de  áo> 
compañías  de  camilleros  y  de  un  centro  de  médicos  y  farmacéuticos. 

1.**  Compañías  de  camilleros.  —Tienen  por  objeto  establecer  las  estacio- 
nes de  cura,  transportar  los  heridos  (operación  en  que  los  japoneses  dan 
muestras  de  tanta  resistencia  corao  habilidad )  desde  la  línea  de  combatea 
la  estación,  recibir,  curar  y  dirigir  los  heridos  al  hospital  de  campaña.  Hay 
dos  compañías  por  división. 

El  personal  se  compone  de  :  1  capitán  de  compañía  (puede  ser  teniente 
plaza  montada;  1  suboficial,  2  jefes  de  pelotón,  suboficiales  de  L* clase, 
t)  jefes  de  sección,  suboficiales  de  2.*  clase ;  145  camilleros  ( 1  trompeta. 
1  sastre,  1  cordonero). 

Cada  compañía  se  divide  en  2  pelotones  y  cada  pelotón  en  3  secciones. 

La  compañía  funciona  en  dos  puntos  distintos  :  en  la  línea  de  fuego  en 
la  estación  de  cura,  y  en  la  estación  de  cura  en  el  hospital.  Si  la  distancia 
ps  larga,  se  establecen  relevos  Los  camilleros- depositan  el  saco  en  la  esta- 
ción de  cura  y  conservan  el  sable  y  las  correas.  Hay  tres  camilleros  con  un 
saco  de  cura  para  el  servicio  de  una  camilla.  A  falta  de  personal  médicc. 
los  camilleros  pueden  prestar  los  primeros  socorros,  pero  no  deben  «Kaífl 
tocar  una  herida  con  sus  dedos, 

Los-suboficiales  y  subalternos  son  tomados  de  la  reserva  de  infantería 
previa  instrucción  hecha  por  los  camilleros  ;  pero  en  cuanto  sea  posible,  un 
suboficial  debe  pertenecer  al  ejército  activo.  Esta  organización  establee- 
dualismos  entre  los  jefes  del  cuerpo  de  camilleros  y  el  de  los  médicos,  que 
no  dejan  de  tener  inconvenientes. 

2.°  Centro  médico- farmacéutico.  —Consta  de:  1  capitán,  comandante d»». 
batallón  de  camillerojí  (2  compañías),  plaza  montada;  2  suboficiales  df 


Serpiciu  át  Sanidad  militar  tn  campaña  dtí  ejército  f apones  Sj  t 

}.'  Ó  de  2/  clase  (secretario  y  jefe  de  cocina);  1  cirujano  mayor,  médico  en 
jefe,  plaza  montada ;  1  cirujano  capit&n,  plaza  montada ;  6  cirujanos  tenien- 
tes, plazas  montadas ;  1  farmacéutico  oftcial  de  1.*  clase ;  3  id.»  de  2/  ó  3.' ; 
10  jefes  de  enfermeros ;  26  enfermeros  suboficiales ;  1  comisario  oficial ;  1  se- 
cretario de  I.*  clase,  suboficial;  1  suboficial  de  transportes»  plaza  montada  ; 

3  soldados  de  transportes»  uno  de  ellos  herrador»  plaza  montada;  36  conduc- 
tores con  36  caballos  de  carga  para  el  material  médico-quirúrg'icOy  can- 
tinas, etc. 

Este  cuerpo  depende  del  jefe  de  la  división  6  del  de  vanguardia.  El  ser- 
vicio médico  está  a  las  órdenes  del  médico  jefe  de  la  división. 

Al  ser  movilizado,  este  médico  jefe  y  el  jefe  del  batallón  de  camilleros  se 
ponen  de  acuerdo  para  colocar  esta  formación  en  pie  de  guerra. 

Bstadón  de  euros.  —  Colocada  cerca  de  la  linea  de  combate,  y  si  es  posi- 
ble, próxima  á  agua  corriente,  en  una  granja  ó  habitación  grande,  señalada 
con  la  bandera  de  la  Convención  de  Ginebra  y  la  bandera  nacional  durante 
el  día,  y  con  una  luz  roja  durante  la  noche,  la  estación  tiene  por  objeto  re- 
cibir los  heridos  desde  el  punto  de  combate.  Presta  los  socorros  necesarios 
y  los  manda  al  hospital  de  campaña.  Es  una  instalación  provisional,  dado 
su  enlace  con  los  movimientos  délas  tropas.  Consta  de  tres  secciones  mar- 
cadas con  un  color  diferente :  azul,  servicio  de  entradas  y  salidas ;  blanco, 
operaciones ;  rojo,  curas. 

Los  heridos  son  cuidados  en  orden  de  gravedad,  no  en  orden  de  llegada. 
La  sección  azul  comprende  1  médico  oficial,  1  jefe  de  enfermerosy  1  ó  2  en- 
fermeros ;  la  blanca  (operaciones  urgentes  y  curas  consecutivas),  1  médico 
jefe,  2  ó  3  cirujanos  oficiales  ayudantes  y  algunos  jefes  de  enfermeros ;  la 
roja,  1  cirujano  oficial  y  varios  jefes  de  enfermeros  y  enfermeros.  Se  hace 
la  cura  y  se  llena  la  Helia  ó  taijeta  de  los  heridos:  blanca  en  los  casos  graves 
y  roja  en  los  menos  graves. 

El  material  se  compone  de  :  4  cestas  de  campaña,  8  de  reserva,  96  cami- 
llas, y  2  tiendas.  Cada  cesta  debe  contener  lo  bastante  para  una  semana. 
£1  médico  tiene  una  caja  de  instrumentos,  y  cada  3  camilleros  1  saco  de 
curas.  Todos  los  objetos  necesarios  para  una  tienda  son  conducidos  por  el 
mismo  caballo,  de  modo  que  cada  pelotón  de  camilleros  pueda  disponer  de 
una  tienda  en  caso  de  separarse. 

Si  la  intensidad  del  combate  produce  escasez  ó  cansancio  de  camilleros, 
el  capitán  pide  refuerzos  al  médico  divisionario  (Cruz  Roja,  Sociedades  de 
voluntarios).  Lo  mismo  hace  si  le  falta  material.  Todas  estas  operaciones 
son  intervenidas  por  la  Intendencia. 

Bn  caso  de  marcha  hacía  vanguardia,  el  capitán  de  su  compañía  sigue  á 
la  línea  lo  más  pronto  que  pueda,  y  mientras  llega  el  hospital  de  campaña, 
deja  los  htridos  á  cargo  de  parte  de  su  personal,  yenao  el  resto  á  la  línea  de 
fuego.  En  caso  de  retirada,  hay  que  transportar  los  heridos  á  toda  costa, 
empleándose  para  ello  todo  el  personal.  Si  la  estación  cae  en  manos  del 
enemigo,  entra  en  lo  determinado  en  la.Convención  de  Ginebra. 

Terminado  el  combate,  los  camilleros  disponibles  ayudan  á  las  curas  y 
refuerzan  el  servicio  de  evacuación. 

B.    SeflranAa  linea 

III.  Hospitales  db  campana  —Cada  división  tiene  6  hospitales.  El 
personal  de  cada  uno  es :  1  cirujano  mayor  jefe  ;  1  id.  capitán  ;  4  id.  tenien- 
tes ;  1  farmacéutico  de  2.'  clase ;  1  comisario  de  la  Intendencia  de  1.*  ó  de 
2.*  clase;  6  jefes  de  enfermeros  (curadores);  34  enfermeros;  38  conductores  y 
21  diversos.  Pertenecen  al  ejército  activo :  los  dos  primeros,  uno  de  los 
tenientes,  el  farmacéutico,  el  secretario  y  cuatro  de  los  jefes  de  enfer- 
meros. 

Estos  hospitales  reciben  los  heridos  que  vienen  directamente  del  com- 
bate ó  de  la  estación  de  cura»  quedando  así  más  disponibles  los  camilleros 
y  evacuadas  las  estaciones.  Prosiguen  ó  completan  el  tratamiento  inicia- 
do. Son  movilizables  con  la  división  á  que  pertenecen.  Generalmente,  el 
K  2,  y  3.  figuran  en  primera  línea,  y  el  4,  5,  y  6.  en  segunda.  El  Estado 
mayor  es  el  que  ordena  estos  movimientos;  el  servicio  médico  depende  del 
médico  jefe,  y  el  de  administración  de  la  Intendencia  de  la  división. 

Cada  hospital  consta  de  :  4  cestas  de  medicina  y  cirujía,  8  de  reserva,  y 

4  tiendas.     Este  material  se  reparte  en  10  caballos.    Además,  cada  médico 


bji  Servicio  de  Sanidad  militar  en  campaña  del  ejército  Japonés 


posee  una  caja  de  instrumentos,  costeada  por  ellos  mismos,  desde  capitán 
para  arriba. 

Bstán  preparados  para  recibir  200  enfermos. 

A  la  par  que  son  instalados  se  procura  disponer  de  todos  los  medios  dtf 
evacuación,  y  para  que  puedan  seguir  los  movimientos  de  las  tropas,  hay 
personal  de  reserva.  El  médico  jefe  debe  estar  siempre  en  comunicación 
con  el  jefe  de  Kstado  mayor  médico.  Una  vez  hecha  la  eyacuación  y  remi- 
tidos los  enfermos  á  los  hospitales  de  reserva,  el  hospital  de  campaña  s*» 
une  á  su  división. 

C.    Tercera  linea 

IV.  Ambulancias  en  la  base  ó  en  las  líneas  de  comumcaciones- 
Servicio  de  etapas.—Estéi  dividido  en  las  siguientes  secciones  : 

1.*  Servicio  en  la  cabecera  de  las  etapas,  —  A  la  cabeza  de  las  etapas  de 
guerra  hay  un  Estado  mayor  médico  compuesto  de :  1  cirujano  teniente 
coronel  ó  mayor  ;  1  id.  capitán  ó  teniente ;  1  farmacéutico ;  I  suboficial.  E 
médico  jefe  es  el  consejero  del  jefe  de  etapas.  De  acuerdo  con  la  Intenden- 
cia asegura  el  aprovisionamiento  del  servicio  sanitario  en  el  campo  de  ba- 
talla. Puede  abrir  los  hospitales  de  etapa,  cuida  de  que  no  haya  hacina- 
miento, dispone  los  medios  y  material  necesarios  para  las  evacuacioues.  y 
cuida  de  todo  el  personal  que  necesite ;  además,  entra  en  relación  con  1¿ 
Sociedades  de  ferrocarriles,  de  transportes,  etc. 

2."  A.  Servicio  en  los  descansos  de  las  etapas.  —  Su  personal,  cuando  e» 
preciso,  lo  proporciona  el  oficial  jefe,  valiéndose  de  médicos  militares  ó  df 
médicos  civiles.    El  material  necesario  es  obtenido  in  situ. 

B.  Servicio  en  los  hospitales  de  etapa, — Se  destina  k  los  enfermos  que  vas 
de  paso  ó  de  los  regimiento.^  fijos,  á  los  heridos  de  las  líneas  de  fuego  y  á 
los  que  no  pueden  soporiar  un  largo  transporte.  Para  abrir  estos  hospita- 
les, el  oficial  de  los  descansos  de  las  etapas  se  pone  de  acuerdo  con  el  m»' 
dico  jefe  de  éstos  por  lo  que  hace  á  médicos  oficiales,  médicos  civiles  y  en- 
fermeros ;  estos  dos  últimos,  si  es  posible,  proceden  de  las  Sociedades  Af 
asistencia. 

El  personal  médico  es  tomado  del  de  reserva,  reserva  que  es  escasa  e-j 
el  Japón  ;  tiene  por  objeto  asegurar  el  servicio  de  estos  hospitales,  reforzür 
una  ambulancia  en  el  campo  de  batalla  ó  ayudar  al  servicio  de  transporte 
Lo  constituyen  :  1  jefe  cirujano  mayor,  plaza  montada;  2  cirujanos  capita- 
nes ;  4  id.  tenientes ;  1  farmacéutico  oficial ;  14  jefes  de  enfermeros,  y  40  en- 
fermeros (suboficiales), 

El  material  comprende  dos  cestas  con  material  médico-quirúrgico,  rupa^ 
y  alimentos  para  los  enfermos.  En  caso  preciso,  provee  el  depósito  médic 
de  reserva,  que  tiene  en  almacén  el  material  y  provisiones  necesarias  par» 
la  división  en  campaña,  las  ambulancias  de  regimiento,  los  hospitales  d' 
etapa,  los  hospitales  fijos  y  los  servicios  de  transportes.  Este  depósito  5< 
instala  en  el  punto  más  avanzado,  en  la  cabeza  de  las  etapas  de  guerra..^ 
si  es  posible,  cerca  de  un  puerto  ó  de  una  estación  de  ferrocarril. 

En  el  depósito,  no  hay  ni  médicos  ni  farmacéuticos,  y  como  materiai 
tiene  8  cestas  de  campaña  (medicina  y  cirujía),  20 id.  de  reserva,  pertrecho- 
para  los  enfermos  y  utensilios  de  campamento.  Para  proveerse  de  material 
recurre  á  las  estaciones-almacenes,  colocadas  entre  la  cabeza  de  las  etapa> 
de  ruta  y  la  cabeza  de  las  etapas  de  guerra. 

Transporte  de  enfermos  —  Se  realiza  mediante  el  sistema  de  evacuaciones 
ó  de  transportes.  Kl  personal  se  compone  de:  1  jefe  mayor  ó  capitán:  2  mé- 
dicos oficiales,  capitanes  ó  tenientes  ;  1  jefe  de  enfermeros  ;  2  enfermer^j^ 
1  secretario.  Se  procura  que  los  médicos  sean  del  ejército  activo  y.  por  re- 
gla general,  no  se  les  emplea  en  los  buques  ó  trenes.  Si  quedan  libres.  S'' 
les  incorpora  transitoriamente  á  los  hospitales  de  etapa. 

La  evacuación  se  hace  en  camillas,  caballos,  cochecitos  de  dos  ruedas,  y 
rara  vez,  en  coche.  Los  buques  y  coches  de  ferrocarril  son  iguales  á  1"> 
de  otros  países,  pero  con  más  comodidades. 

Durante  el  trayecto  hay  estaciones  de  reposo  y  estaciones  de  cambio> 
(le  cura. 

El  personal  médico  se  toma  in  situ,  ó  en  el  depósito  médico  de  reserva 
más  próximo. 


Repista  critica  bibliagrájica  bjs 


1).    Cuarta  linea 

V.  Hospitales  dk  beserva  (^ en  el  interior)  y  hospitales  auxiliares. 
El  Ministro  de  la  Guerra  los  instala,  dentro  ó  fuera  de  las  urbes  con  guarni- 
ción, en  edificios  militares,  en  locales  civiles,  hospitales,  escuelas,  etc.  Re- 
ciben los  enfermos  evacuados  del  campo  de  batalla,  asi  como  los  de  los 
reg-imientos  de  reserva  ó  de  la  guarnición. 

Por  cada  120  camas  hay  4  médicos  oftciaíes,  uno  de  ellos  coronel  ó  te- 
niente coronel ;  1  á  4  farmacéuticos,  3  ó  5  jefes  de  enf<^rmeros,  y  de  30  á  40 
enfermeros;  y  por  cada  fracción  de  40  por  encima  de  esta  cifra  se  añade 
1  médico  oficial,  1  jefe  de  enfermeros,  y  de  10  á  13  enfermeros. 

El  servicio  de  Sanidad  territorial  es  el  encargado  de  organizar  ó  instalar 
estos  hospitales  y  de  asegurar  el  transporte  de  los  enfermos  desde  la  esta- 
ción ó  el  puerto. 

Diariamente  el  médico  jefe  da  cuenta  al  jefe  de  los  descansos  de  etapas 
(le  las  camas  disponibles. 

En  estos  hospitales  hay  escuela  de  enfermeros  y  de  camilleros  bajo  la 
dirección  de  un  médico  oficial,  en  donde,  con  práctica  constante  y  en  quin- 
ce días,  se  les  hace  maestros  en  su  oficio. 

VI.  Organización  y  servicios  de  los  Estados  mayores  médicos.— 
VA  cirujano  en  jefe  forma  parte  del  cuartel  general.  Es  el  jefe  del  servicio 
desanidad,  y  está  k  las  órdenes  del  comandante  general  de  las  etapas  y 
está  en  relación  constante  con  el  Ministro  de  la  Guerra. 

Cada  ejército  tiene  un  cirujano  jefe,  general  ó  coronel,  que  dirije  y  exa- 
mina el  servicio  médico.    Forma  parte  del  Consejo  general. 

A  la  cabeza  de  cada  división  hay  un  médico  jefe,  coronel  ó  teniente 
coronel. 

Esta  breve  reseña  demuestra  que  el  servicio  de  Sanidad  militar  japonés 
no  es  inferior  á  los  europeos,  antes  bien  le  aventaja  en  algunos  puntos. 
Según  testigos  presenciales,  el  modo  de  funcionar  es  digno  de  todo  aplauso 
por  la  calma,  seguridad,  prontitud  y  orden. con  que  son  realizados  todos  los 
servicios. 

El  valf)r  de  los  médicos  y  enfermeros  llega  fríamente  hasta  el  heroismo. 
Tales  son,  en  síntesis,  los  conceptos  vertidos  por  Taylor,  con  motivo  de  su 
misión  en  1894.  Desde  aquella  época  todavía  ha  mejorado  el  servicio  sani- 
tario japonés,  sobre  todo  en  lo  relativo  á  servicios  de  vanguardia.  (Decreto 
de  1901). 

Trad.  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez. 


REVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 


Vocabulario  enololopédlco  de  Odontología,  por  D.  V.  Pérez  Cano  y 
.    D.  J.  García  y  García.  —  Tomo  1.  —  Madrid,  1903. 

Sin  pretensiones  de  ninguna  clase,  antes  bien  con  relativa  modes- 
tia, los  autores  de  este  Vocabulario  han  publicado,  en  orden  alfabético, 
que  lle^a  hasta  la  L  inclusive  en  este  tomo,  un  conjunto  de  definicio- 
nes, expuestas  por  modo  breve  y  compendioso. 

En  conjunto,  la  idea  es  aceptable,  pues  si  los  dentistas  modernos  y 
(Miltos  no  han  menester  de  estos  auxilios,  todavía  quedan  algunos  de 
///  Hlo  fempore,  que  deben,  siquiera  por  el  bien  parecer,  emplear  las 
jmlabras  en  su  verdadero  sentido  y  no  incurrir  en  grandes  deslices. 
Si  los  autores  no  se  propusieron  más  que  esto,  no  estuvieron  desacer- 
tados. Mas  si  fué  su  pretensión  escribir  para  todos  los  dentistas,  ya 
el  acierto  no  es  tan  admisible,  pues  todas  esas  palabras  les  son  bien 
conocidas. 

Prescindiendo  de  lo  que  los  autores  tuvieron  en  cuenta  para  deci 
ílirse  á  una  empresa,  sencilla  en  apariencia  y  muy  difícil  en  todos 


5y4  Formulario  y  tratamientos  modernos 

conceptos,  es  indudable  que  si,  en  g-eneral,  han  salido  airosos,  no  está 
su  obra  exenta  de  reparos. 

'Hay  en  ella  voces  que  ya  no  se  usan  (abceaiófi^  abevacaaáóh^  áu- 
/fioíosis,  disquima  y  muchísimas  más),  voces  que  no  debieran  figurar 
en  un  Vocabulario  de  esta  naturaleza  (cHina  y  otros),  conceptos  mal 
expresados  ó  erróneos  (aciinomicosisy  ácidos),  etc. 

Como  no  me  propongo  una  crítica  de  detalle,  omito  otras  observa- 
ciones que  se  me  ocurren. 

Sirvan  las  apuntadas  para  llamar  la  atención  de  los  noveles  auU>- 
res  con  el  objeto  de  que  si  logran  hacer  una  segunda  edición,  revisen, 
aumenten  y  corrijan  la  que  han  dado  al  público. 

Dr.    RODRÍGIKZ   MÉNDEZ. 


FORMULARIO    T    TRATAM1BNT08    MOOBRflOS 

(jLXI.  — OanoroiAa  d»  Adamklevloz :  m4s  datos 

A  los  portentosos  resultados  deque  hablan  los  periódicos  austríacos  \ 
alemanes,  han  seguido  los  nulos  que  obtuvieron  con  otras  inyecciones  1(h 
médicos  franceses.  Entre  otros.  Urbain  Tete,  de  Voiron,  ha  publicado  do> 
casos  de  cáncer  gástrico  y  uno  de  la  cara,  cada  uno  de  ellos  tratado  coc 
quince  inyecciones  sin  modiñcación  alguna.  Nuestro  colaborador  Dr.  Fe- 
rrer  Fiera  no  ha  conseguido  nada  tampoco. 

Parece  ser  que  lo  que  es  bueno  en  Austria  y  Alemania  es  inútil  en  otn- 
países. 

Sin  embargo,  el  Dr.  Brossay  hadado  cuenta  ^l)  de  tres  ob8ervacione>. 
como  casi  todas  las  de  Francia,  relativas  á  enfermos  sin  esperanza,  de  h> 
que  se  deduce :  que  la  cancroina  ejerce  acción  sobre  las  masas  cancerogiv 
que  se  fragmentan  y  desprenden  con  facilidad  ;  que  tiene  efectos reductorpí 
sobro  los  ganglios ;  que  calma  casi  por  completo  los  dolores  ;  que  tiene  u» 
gran  poder  desodorante  ;  que  es  capaz  de  producir  una  supervivencia  sopor 
table,  puesto  que  el  dolor  y  el  olor  son  neutralizados.  En  dos  deestoscaso? 
la  supervivencia  fué  muy  larga,  á  pesar  de  ser  extrémala  situación  (2). 

CLXII.  —  Thioool:  empleo  en  la  tuberciilcsis  pnlmonar 

Sobre  este  manoseado  asunto  ha  publicado  Berlioz  un  artículo. 

La  creosota,  y  su  principal  componente  el  gtuiyacol,  aparte  de  sus  venta- 
jas tienen  graves  inconvenientes :  los  principales  son  irritar  el  estomago: 
desordenar  las  funciones  digestivas,  especie  de  cindadela  de  los  tuberculo- 
sos. Se  ha  procurado,  en  vista  de  ello,  hallar  compuestos  que  sean  insoin- 
bles  en  el  medio  ácido  estomacal  y  solubles  y  desdoblables  en  el  medio fl¿w- 
lino  intestinal :  carbonato,  fosfato,  valerianato,  canforato,  etc.  El  snlfo^s- 
yacolato potásico  (thiocol),  soluble,  inodoro,  inofensivo  localmente.  satisfaría 
todas  las  condiciones  apetecibles,  según  resulta  de  los  estudiosde  Rossbacb 
Mendelsohn,  Renzi  y  Boeri,  Winternitz,  Maramaldi ,  Schnirer,  Au^sp• 
Schoull,  Laffout,  Kaplanski,  Gripon  y  otros  muchos. 

La  creosota  es  un  producto  comp  ejo  que  contiene  thiocoles,  cresilolt*- 
creosol  y  un  25  por  100  de  guayacol. 

El  guayacol,  CeHjOH^.OCH,  representa  la  bencina,  CeH.,  en  la  cual  d- 
átomos  de  H  han  sido  reemplazados  por  los  grupos  OH  y  OCH  ,.  Behalr 
Choay  lo  han  obtenido  puro  y  cristalino. 

El  thiocol  es  guayacol  en  el  cual  un  átomo  de  H  ha  sido  substituido  p^f 
el  grupo  SOaK,  sulflto  potásico,  es  decir,  el  sulfo-guayacolato  potásico.  H- 
\in  polvo  blanco,  cristulino,  inodoro,  de  ligero  gusto  amargo  y  salado,  mu} 
soluble  en  el  agua  (25  por  100)  y  que  no  irrita  los  tejidos  ni  aún  en  soluci  i 
concentrada.    Contiene  52  por  100  de  guayacol. 

Si  la  creosota  y  el  guayacol  no  son  tóxicos,  menos  lo  es  el  thiocol ;  Ro*" 
bach  da  h  algunos   perros  30  gramo»  diarios  durante  varias   semana^.* 

(I)    Anjou  medical. 

i'l)    Journal  de  Méd.  et  de  Chir.  pial. 


formulario  y  tratami§nios  modernos  bTb 


aumentan  de  peso;  Jaquet  Inyecta  0,20  gramos  (ovarios  conejos  algrunos 
ílías  consecutivos,  y  también  aumentan  de  peso ;  Heukeshoven  inyecta  á 
conejos  tuberculizados  artiñcialmente  medio  gramo  diario ;  Schwartzdaá 
sus  enfermos  de  10  á  15  gramos  al  día.  Bstos  hechos  demuestran  que  es 
inofensivo  hasta  á  dosis  á  que  no  se  liega  en  la  práctica. 

Draco  y  Mota  Coceo  han  observado  que  aumenta  el  número  de  hematíes 
y  leucocitos  y  la  cantidad  de  hemoglobina ;  se  sabe  que  en  los  tuberculosos 
hay  mengua  de  aquéllos  y  de  ésta. 

Se  ignora  cómo  es  eliminado  con  la  orina ;  pero  se  puede  admitir  que  en 
parte  á  lo  menos  sale  en  estado  de  combinación  sulfurosa,  pues  se  nota 
aumento  en  el  azufre  urinario  (Renzi  y  Boeri). 

Ninguno  de  los  compuestos  creosotados  ó  guayacolados  es  específico  de 
la  tuberculosis,  pero  con  ellos  obtienen  los  enfermos  algunas  ventajas.  El 
thiocol  obra  del  mismo  modo.  Sus  ventajas  son : 

No  irrita  ni  causa  daño  en  las  funciones  digestivas,  antes  bien  estimula 
'  el  apetito.  Aquel  efecto  se  debe  á  ser  una  sal  que  tiene  saturadas  sus  afini- 
dades acidas  y  básicas,  siendo  absorbido  pronto  por  ser  fácilmente  soluble 
en  los  jugos  intestinales.  Este,  ya  moderado,  ya  intenso,  es  constante 
(Mendelsohnl,  tiene  como  consecuencia  un  aumento  en  la  ingestión  de  subs- 
tancias alimenticias,  y  como  es  natural,  en  el  peso. 

Fluidiñca  y  disminuye  la  expectoración.  A  los  pocos  días,  los  esputos 
grisáceos,  espesos,  adberentes,  se  tornan  blancos  y  espumosos,  se  despren- 
den con  más  facilidad  de  los  bronquios  y  de  las  escupideras  y  menguan  en 
cantidad.  Parece,  pues,  que,  como  la  creosota,  se  elimina  por  las  vías  respi- 
ratorias y  modifica  la  mucosa;  así  lo  demuestra  la  disminución  de  los  ester- 
tores húmedo». 

La  fiebre  mengua  (MendeUohn.  Maramaldi.  Schnirer,  Gripon). 
Mejora  la  nutrición.  El  tuberculoso  no  caquéctico,  en  el  período  de  cru- 
deza, tiene  menor  proporción  de  urea  y  mengua  del  coeficiente  de  oxida- 
ción nitrogenada  (Quinquaud.  A.  Kobin,  Berlioz),  así  como  un  gran  aumento 
en  la  producción  de  CO,  y  en  el  consumo  de  oxígeno  (A.  Robín  y  M.  Binet). 
(Jomo  los  materiales  nitrogenados  de  la  orina  representan  las  oxidaciones 
de  las  albuminoides  y  estas  oxidaciones  son  más  lentas,  como  el  CO,  expi- 
rado señala  la  oxidación  de  los  hidrocarbonados  y  está  aumentada,  es  caso 
(le  preguntar  si  hay  relación  entre  estos  dos  fenómenos  opuestos  y  cuál  es 
<»sta  relación.  No  teniendo  otro  camino  que  el  de  las  hipótesis,  he  aquí  la 
más  racional :  los  niños  recién  nacidos  de  tuberculosas  tienen  menos  coefi- 
ciente de  oxidación  nitrogenada  y  desprenden  menos  calorías ;  si  sus  oxi- 
daciones no  estuviesen  aumentadas,  se  comprende  la  mengua  de  calorías;  el 
aumento  de  estas  oxidaciones  pudiera  ser  entonces  considerado  como  una 
compensación  á  que  el  organismo  recurre  para  recuperar  las  calorías  que 
pierde  con  la  combustión  insuficiente  de  las  substancias  cuaternarias.  De 
los  estudios  experimentales  hechos  por  Berlioz  resultan  los  datos  bastantes 
para  comprender  la  mejoría  de  la  nutriv^Jón. 

Kl  thiocol  se  usa  en  comprimidos  de  medio  gramo,  fácilmente  solubles 
en  el  agua  ó  en  jarabe.  Berlioz  no  ha  pasado  nunca  de  tres  gramos  dia- 
rios (1). 

CLXIII.  —  Olornraolón  y  desoloraraolón 

Hace  ya  tiempo  se  conoce  el  importante  papel  de  la  sal  común  en  la  nu- 
trición ;  existe  en  todos  los  tejidos  y  sobre  todo  en  los  humores  (en  el  suero 
sanguíneo  de  5  á  6  por  1.000),  modificándose  el  equilibrio  por  los  fenómenos 
o.snióticos  ;  por  último,  Bunge  dice  que  la  eliminación  se  hace  en  forma  de 
carbonato  sódico  mediante  las  sales  orgánicas  de  potasio  (tartratos,  acetatos 
malatop,  etc.) ;  como  en  los  herbívoros  es  tan  abundante  por  su  régimen 
riro  en  potasa,  tienen  necesidad  fisiológica  de  sal. 

Hoy  se  estudia  su  acción  patógena.  Cuando  no  es  eliminada  por  una 
en  usa  cualquiera,  puede  provocar  ó  favorecer  las  hidropesías  brighticas,  car- 
diacas, hepáticas,  la  flegmasía  alba  doiens  i\e  los  tifoideos,  recién  paridas  y 
caquécticos 

P.  Cornet  presenta  en  dos  apartados  los?  hechojs  más  interesantes  de  esta 
nueva  patogenia. 

í  1  ^     Le  Progrés  medical. 


3j6  l'ormulario  y  tratamientof  modernos 

Clomración  alimenticia.  —  Vidal  y  Lem ierre,  los  primeros  (15  judío. 1» 
1903),  anunciaron  que  podía  haber  en  ciertos  casos  una  retención  decicnin- 
sódico  en  el  organi^mo,  es  decir,  una  cloruracián  fisiopatológiea.  Atiiotun 
visto  en  dos  bríghticos  clorurando  su  nlimentación  mediante  diez  gramo 
de  sal,  añadidos  á  su  régimen  diario  ;  apnrecieron  edemas,  subcutáneo,  pji 
monar  y  cerebral ;  la  supresión  de  la  sal  acabó  con  ellos.  En  ütra.s  nt-írn» 
(arterio-esclerosis)  no  ocurrió  nada,  pero  con  la  orina  salía  una  cantias: 
exagerada  de  cloruro  sódico,  muy  superior  á  la  Ingerida  con  el  régimen  Ur 
teo ;  en  cambio,  en  los  dos  primeros  casos  (dos  nefritis  difusas  con  predi  r.: 
nio  epitelial),  no  era  eliminado,  ó  sólo  lo  era  en  parte,  el  cloruro  sódico. 

Luego  la  cloruración  alimenticia  causa  efectos  patógenos  en  ciertos r* 
sos,  ó  sea  cuando  el  organismo,  por  trastorno  ó  insuficiencia  de  climinacrD 
sufre  retención  clorurada 

De  este  modo  se  explica  los  malos  resultados  del  régimen  ordinarioys?v 
bre  todo  del  caldo  en  los  cardíacos,  cualquiera  que  sea  el  período,  conosi 
compensación,  con  ó  sin  asistolia  pasajera  ó  durable  ( Vaquez,  1904).  P^^ 
sando,  diremos  con  Achard  (1904),  que  uno  ódo«  gramos  de  cloruro  de .«:. 
en  el  régimen  diario,  representan  la  ración  mínima  de  sostén,  y  quema;  r 
cantidad  puede  ser  patógena  si  el  organismo  no  es  autodeclorurado  anf- 
por  una  pérdida  de  sal. 

Decloruración  alimenticia.  —  Es  preciso,  pues,  en  caso  de  edema  qu-^ 
organismo  se  empobrezca  de  cloruro  sódico,  hecho  que  se  logra  con  la  diu" 
sis  y  los  alimentos :  con  la  diuresis,  mejorando  la  función  renal,  la  cimiiv 
ción  de  los  tejidos  (purgantes,  diaforéticos,  punción) ;  con  los  alimentos.^r 
prescribiendo  la  leche,  diuréticay  con  poco  cloruro  sódico  (0.962  por  litp  ^ 
leche  de  vaca,  según  Soldner),  ya  otros  2LUmento&  preparados  sin  sal  \^'\ii 
patatas,  carne,  manteca;  Chantémosse :  carne,  caldo,  agua  albuminosa, pa: 

Así  se  explica  los  buenos  efectos  ya  mencionados  :  en  los  edemas  bri¿V 
ticos  (Widal),  y  cardio-hepáticos  (Widal,  Merklen,  Achard,  ChauflFard).)  ^ 
la  flegmasía  alba  dolens  de  los  tifoideos,  queChantemesse  atribuye  «slan 
toxicación  de  un  miembro  con  el  cloruro  sódico»  (1903),  no  dando  á laob - 
teración  de  una  vena  más  que  el  valor  de  causa  predisponente. 

Acaba  P.  Cornet  citando  tres  particularidades. 

ün  cas)  de  poliuria  en  un  niño  ¡nightico,  en  el  que  Méry  (1903)  notó  ret?: 
ción  de  cloruro,  hecho  que  está  en  contradicción  con  losdos  tipos  dediur^"^ 
que  propone  Merklen  como  consecuencia  de  las  investigaciones  ur<ii> 
gicas  de  Pouliot  y  Harlay  (1904),  ó  sea  hipercloruria  con  poliuria  é  hipo-' - 
ruria  con  oliguria.  Otros  dos  de  buenos  efectos  de  la  cloruración  alinipnr 
cia  en  dos  tabéticos  (Dufour,  1903).  Y  otros,  también  favorables,  de  tr^ 
epilépticos  (Enriquezy  Grenet,  1904),  hechos  estos  últimos  opuestos  álR^ 
.  pocluración  de  los  epilépticos  recomendada  por  Richet y  Toulouse  (1899*  '. 

CLXIV.  —  Oalomelanos  y  analgrósioos  (clorhidratos  de  morfina 

oooaina,  eto.) 

Esta  asociación  es  frecuente  ;  pero  si  la  mezcla  se  hace  en  un  mort^r  : 
blanca,  se  convierte  en  negra  por  descomponerse  el  clorhidrato  y  «h- 
parte  del  mercurio  en  libertad,  y  de  insensible  y  calmante  se  hace  muy  jr 
tante  por  la  acción  del  mercurio  libre  ( Guyot). 

Para  evitar  estos  inconvenientes  hay  que  triturar  separadas  lasdosón: 
substancias  y  luego  mezclarlas  por  simple  agitación  en  un  tubo.  Pe  ^ 
modo  no  se  descomponen  los  calomelanos  (2). 

GLXV .  —  Morfina  y  ffoma  arábica :  Inoompatlbllidad 

Nada  más  común  que  prescribir  en  una  misma  fórmula  la  morfina  ^ 
solución,  julepe,  jarabe  de  goma.  etc.    Es  mala  práctica:  Bourquelotl" 
notado  que  ésta  oxida  á  aquélla  y  la  oximorflna  resultante  no  tiene  iffu* 
acción  que  la  morfina.    El  inconveniente  se  evita  sometiendo  antes  la  p^fl* 
al  calor  para  que  se  de.struya  el  fermento  oxidante  que  contiene  (3). 


(1)  le  Profrréi  Medical. 

( 2 )  Jo u rn a í  des  Praticiens . 
('ií     liepfertoire  de  Phtirmacie. 


formulario  y  tratamtentoi  mo^trnos  ^77 

GLXVI .  --  Vórtlffo  estomacal :  tratamiento 

La  fama  de  Bretotineau  fué  debida  á  haber  dado  con  el  tratamieuto  de  este 
síndrome. 

Frecuente  y  muy  molesto,  el  vértigo  estomacal  pasa  inadvertido  por 
coincidir  con  otros  trastornos,  á  los  cuales  se  refiere,  y  por  no  haber  siempre 
perturbaciones  bien  explícitas  por  parte  del  estómag-o.  Importa,  pues,  ante 
todo,  hacer  el  diagnóstico. 

En  general,  en  el  90  por  100  de  los  casos,  hay  trastornos  gástricos  que 
deben  ser  tratados,  lográndose  cou  el  tratamiento,  hasta  cierto  punto  espe- 
«•ífico,  la  curación  en  la  misma  proporción  indicada.  Se  le  confunde  fre- 
cuentemente con  la  congestión  cereoral,  sífilis,  uremia,  epilepsia,  cuando  el 
vértigo  se  acompaña  de  convulsiones.  Lo  que  más  dificulta  el  diagnóstico 
es  que  no  son  constantes  en  él  las  perturbaciones  gástricas  agravantes,  an- 
tes bien  revela  una  afección  estomacal  generadora  y  latente.  Así,  cuando 
no  se  encuentre  un  origen  aceptable  de  vértigo,  á  pesar  de  que  no  existan 
alteraciones  apreciables  de  daño  estomacal,  se  debe  examinar  el  contenido 
gástrico,  que  nos  dará  probablemente  un  tipo  especial  de  dispepsia,  ya  de 
hiperestenia  con  hipoclorhidria,  ya  sobre  todo  fermentaciones  secundarias., 
que  son  las  más  frecuentes  en  las  dispepsias  vertiginosas. 

El  vértigo  estomacal  aparece  de  ordinario  en  ayunas,  al  levantarse;  tam- 
bién al  acostarse,  pudiendo  durar  algunas  horas.  Calma,  por  regla  gene- 
ral, con  la  comida,  después  de  andar  un  poco.  Bs  raro  que  se  presente  á 
poco  de  comer. 

Muchos  enfermos  no  se  dan  cuenta  de  que  tienen  vértigo :  lo  interpretan 
como  pesadez  de  cabeza,  falta  de  atención,  hablan  automáticamente;  en  re- 
sumen, sufren  cierta  obnubilación  intelectual ;  por  lo  común  basta  que  se 
sienten  para  que  estos  trastornos  disminuyan  ó  cesen  ;  esta  variedad  suele 
ir  acompaíiada  de  silbidos  especiales  en  los  oídos.  En  el  caso  más  grave,  el 
enfermo,  andando  en  terreno  llano,  cree  que  camina  sobre  un  plano  ondu- 
lado y  puede  caer  de  pronto,  pero  sin  perder  el  conocimiento. 

El  pronóstico  es  benigno,  dado  un  buen  tratamiento  ;  pero  en  los  viejos 
y  arte rio-escle rosos,  aun  cuando  cure,  es  el  precursor  de  las  hemorragias 
cerebrales.  El  vértigo  es  más  patrimonio  de  las  lesiones  superficiales  que 
de  las  graves,  y  de  las  intoxicaciones  de  origen  gástrico. 

El  tratamiento  de  Bretonneau  consistía  :  mañana  y  noche,  medio  vaso  de 
raaceración,  de  dos  gramos  de  cuasia  amara  en  una  taza  de  agua,  durante 
doce  horas;  á  la  media  hora,  desayuno  sin  líquidos  (un  huevo  cocido,  fruta 
hervida  ó  un  dulce  y  pan  tostado).  En  las  otras  comidas,  prohibía:  manteca 
cocida,  salsas,  grasas,  guisados,  fritos,  pastas  y  pastelería,  entremeses,  en- 
curtidos, embutidos,  ensaladas,  las  substancias  crudas  de  toda  suerte  y  los 
ácidos;  en  cambio,  recomendaba  cocido  con  legumbres,  sopas  sin  grasa, 
aves  (asadas  ó  hervidas  y  muy  cocidas^  pescado  hervido  sin  salsa,  huevos 
cocidos  ó  revueltos,  legumbres  cocidas  en  agua  y  aderezadas  en  la  mesa 
con  manteca  fresca  y  como  postres,  crema,  pastel  de  sémola,  frutos  cocidos. 
Sólo  permitía,  como  bebida,  el  agua  pura  ordinaria  ó  un  agua  mineral  lige- 
ramente bicarbonatada  calcica  (Alet,  Pougues,  Soulttzmatt).  Después  de  la 
comida  una  taza  de  infusión  aromática  muy  caliente  (tila,  manzanilla,  men- 
ta, etc.),  y  cinco  minutos  antes  del  almuerzo  y  comida  4  á  6  gotas  de  tin- 
tura de  nuez  vómica  ó  8  á  5  de  tintura  de  habas  de  San  Ignacio  en  una  poca 
agua.  Inmediatamente  de  comer  y  al  acostarse  una  dosis,  diluida  en  agua, 
de  esta  fórmula  : 

Bicarbonato  sódico 

Magnesia  calcinada |aa.  4  gramos. 

Carbonato  calcico  precipitado v 

Lactosa }  aa.  6       » 

Este  tratamiento  dura  de  4  á  8  días ;  se  suspende  durante  el  mismo  tiem- 
po y  se  renueva  de  igual  modo  hasta  que  cese  el  vértigo.  El  régimen  ali- 
nnenticio  se  continúa.  Si  reaparece  el  vértigo,  se  repite  el  tratamiento,  que 
áe  ordinario  obra  con  más  rapidez  que  la  vez  primera. 

La  patogenia,  dice  A.  Robín,  precisa  hoy  del  vértigo  interesa  mucho  al 
clínico.  Hay  tres  agentes  de  gran  influencia  en  su  producción  ó  intensi- 
dad: el  ca/é  y  el  tabaco,  que  deben  ser  prohibidos,  y  la  astricción  del  vientre. 


j8  Formulario  y  tratamientos  modernos' 


que  no  se  domina  con  los  purgrantes  salinos  y  aceitosos,  sino  con  loá  ^in^ti- 

C08  y  pequeñas  dosis  de  belladona  : 

Aloes  del  Cabo 0*<)8  grrainoe. 

Gomagrutta ü'03       » 

Turbit  vefretal 0*02       » 

Extracto  de  belladona \„^  ^,^. 

»       de  beleño Jaa.OOl       » 

»       de  regaliz 0*10       » 

para  una  pildora,  tomada  al  acostarse;  sí  no  es  bastante,  se  aumenta^ 

cantidad,  pero  sf»  toma  entonces  después  de  la  cena  para  evitar  lasirr;-. 

cienes  intestinjales.    Mejor  que  las  pildoras  sería  dar  estas  substanm^í 

una  envuelta  gelatinosa,  más  fácil  de  disolver  que  la  masa  compartu.r' 

sulta  esta  ffélula  tres  veces  más  activa  que  la  masa  pilular.    Si  fracast"^*. 

fórmula,  sse  recurre  á  esta  otra : 

Magnesia  calcinada 0'30  gramos. 

Carbonato  calcico x        ^,„^ 

Bicarbonato  sóiico j  aa.  ü -íu       » 

Polvo  de  nuez  vómica 0*03       » 

»      de  belladona 0*02       » 

para  un  sello  :  uno  después  de  las  dos  comidas  y  al  acostarse. 

En  los  casos  rebeldes,  A.  Robin  aconseja  tomar,  antes  de  labcomik\ 

en  el  momento  de  aparecer  el  acceso,  de  tres  á  seis  de  estos  bolos: 

Serpentaria  de  Virginia 4  gramos. 

Alcanfor  en  polvo \         ^«^^ 

Asafétida ^  aa.  u  oü    » 

Extracto  tebaico 0*05    » 

Uob  de  saúco  como  excipiente es.. 

para  24  bolos. 
Estos  medicamentos  deben  obrar  progresivamente;  con  más  rap.'* 

pero  por  menos  tiempo,  calman  el  vértigo  el  bromuro  potásico  asociad"   ■ 

valeriana,  al  agua  de  laurel  cerezo,  el  éter.    También  se  puede  dar  el  «r^ 

niato  sódico  y  el  sulfato  de  estricnina  (1). 

CLXVII.  —  Tintara  de  iodo :  oorreooión  4»  sa  aoolón  intenia 

Claret,  para  remediar  los  inconvenientes  de  una  aplicacióu  rpci^i^. 
dolorosa,  aconseja  poner  sobre  la  zona  embadurnada  una  parte  liPi'ha • 
almidón  ó  barina  y  agua.    Se  forma  ioduro  de  almidón,  que  esinnf^:> 
para  la  piel  (2). 

GLXVni.— Fiebre  tifoidea :  tratamiento  oon  la  tifoina  de  Petniíekkr 

Siguiendo  las  ideas  de  L*z  y  de  Brieger,  las  mismas  de  Kocb  con  lat'r  ' 
culosis,  es  decir,  el  empleo  de  las  toxinas  específicas.  Petruschky  fue  ii 
cido  á  proseguir  por  igual  vía,  fundándose  en  el  hecbo  de  que  los  top'-s 
yectados  con  do.sis  no  mortales  de  cultivos  tifoideos  resisten  luegoáia^i 
sis  mortales  y  adquieren  la  inmunidad  á  las  veces  en  24  boras.    Kn  e^t» 
otros  experimentos  se  apoyó  para  emplear  en  el  hombre  su  ii/oinn .  qy" 
tiene  precipitando  y  disolviendo  la  toxina  tifoidea,  preparada  con  enn:- 
de  bacilos  muertos.  Esta  substancia  empieza  á  alterarse  al  mes,  y  hace- 
añadirle,  para  una  más  larga  conservación,  ácido  fénico  ó  suero  hts 
que  no  cambian  sus  propiedades. 

En  las  aplicaciones  prácticas  distingue  el  autor  dos  clases  de  fiebre* 
dea  :  1.*,  las  que  no  son  curables  con  la  tifoina,  paratifoideas  ó  pseuJ'*; 
deas,  debidas,  no  al  bacilo  de  Eberth,  sino  al  colibacilo,  al  bacilo  fpti'l<»; 
tifosímil;   los  casos  típicos  de  fiebre  tifoidea,  pero  con  complica('iont'>-* 
ves  (pulmonía,  tuberculosis,  piocianosis,  osteítis,  etc.);  los  casos  de  til 
^enuína,  mAs  con  avanzada  astenia  cardíaca,  úlceras  intestinales  muy 
lantadas.  y  sobre  todo  con  fenómenos  graves  de  intoxicación,  en  cuyo- ' 
sos  el  organismo  no  puede  responder  al  estímulo  especial ;  2.',  lascur; 
que  son  el  resto;  á  las  veces  logra  la  curación  del  ileo-tifus  puro  que  In; 
sadn  de  la  mitad  del  segundo  septenario.    En  los  casos  ordinarios,  i»-* 


'1 1     Journal  de  Méd.  inferné. 
(2)    Wiener  med    W*  chens  .  l'^sí». 


Nuestra  correspondencia  C2n  la  prensa     •  579 

tres  días  para  reducir  la  temperatura  á  los  límites  normales;  en  los  más  gra- 
ves puede  haber  recrude^jeencia  de  la  fiebre,  que  se  domina  con  nuevas  in- 
yecciones.   Los  síntomas  todos  mejoran  á  compás  de  la  fiebre. 

Aconseja  hacer  dos  inyecciones  diarlas,  puestas  alternativamente  en  uno 
y  otro  brazo.    Las  dosis  para  un  adulto  son  : 

l.erdía O  05  á  010 

2.**     » 0*10  á  0*20 

3.»     » 0'20  á  O'SO 

En  los  niños,  las  dosis  deben  reducirse  á  la  mitad  (1).   ^ 

CLXIX.  —  Bnoma  alimentloio 

Glicerofosfato  sódico 2  gramos. 

Tintura  de  tola. 10       » 

Yema  de  huevo n.'*2. 

Peptona 30  gramos. 

Vino  de  Málaga fíO       » 

Leche 350        » 

Láudano V  gotas  (2). 

CLXX.  —  Enema  de  oroosota 

Creosota 2  gramos. 

Jabón  de  almendras 2       » 

Yema  de  huevo n.^'l. 

Agua 500  gramos. 

Se  tritura  la  creosota  con  el  jabón  y  se  añade  alguna  cantidad  de  agua 
caliente;  enfriada  la  solución,  se  emulsiona  con  la  yema  de  huevo  y  Se 
iiuade  el  resto  del  agua.  La  creosota  se  ha  hecho  soluble  con  el  jabón  y  la 
yema  tiene  por  objeto  evitar  la  acción  cáustica  (2). 

Dr.  Rodríguez  MéNDEz. 

NÜHSTRA  CORKRSPONDKNCIA  CON  LA  PRBNSA 

La  Ssonela  de  Medicina,  de  México.  —  Gracias  por  la  reproducción  de 
las  noticias  científicas  Profilaxis  de  la  tuberculosis,  del  Dr.  Rovira  Oliver, 
y  Dismenorrea  nasal,  Pengawar:  hemnstátíco  nasal.  Catarros  agudos  y  cata- 
rros iódicos  de  las  primeras  vias  respiratorias:  tratamiento.  Enteritis  ulcerosa 
de  los  tuberculosos:  tratamiento  con  el  azul  de  me  ti  leño.  Oxiuros  p  disentería: 
tratamiento  con  la  naftalina,  Iti  fusión  laxante  de  seti  con  café,  Iodo  formo: 
desodoración.  Bismuto  coloidal:  su  empleo  en  la  g  astro -enteritis  de  los  ni- 
ños, Creoso formo :  modo  de  administrarlo,  Amigdalitis:  empleo  del  formol  y 
Alcoholismo  agudo :  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Beletin  demog^ráfloo  y  metereolósrloo,  de  Tampico.— Id.,  id.,  de  las  con- 
clusiones de  la  comunicación  del  Sr.  Turró  sobre  el  Origen  de  las  alexinas. 

Archivos  de  Terapéutica  de  las  enfermedades  nerviosas  y  men- 
tales, de  Barcelona.- Id.,  id.,  de  la  noticia  Veronal:  acción  hipnótica,  del 
•Dr.  Rodríguez  Méndez. 

daceta  Módica,  de  San  José  de  Costa  Rica.— Id.,  id.,  del  artículo  del  doc- 
tor Raimondo,  El  radio,  traducido  por  el  Dr.  Rovira  y  Oliver,  y  de  una 
de  las  Revista  de  Pediatría,  del  Dr.  Coll  y  BofiU. 

El  Problema  de  la  tuberculosis,  de  la  Habana.  —  Id.,  id.,  de  la  noticia 
Tuberculosis:  tratamiento  con  el  formaldehido,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

I«os  Nuevos  Remedios,  de  Madrid.— Id.,  id.,  del  trabajo  del  Dr.  L.  Rai- 
mondo, El  radio,  traducido  por  el  Dr.  Rovira  Oliver,  y  de  las  noticias 
Ciática:  tratamiento  con  las  inyecciones  hipodérmicas  de  estricnina  y  Fiebre 
tifoidea:  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

I«a  Hig^iene,  de  la  Habana.  —Id.,  id.,  del  artículo  del  Dr.  Foveau  de  Cour- 
melles.  Papel  moralizador  é  higiénico  del  trabajo  manual  en  el  nifio,  tra- 
ducido por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J.). 

I«a  Medicina  cientifloa,  de  Barcelona.  — Id.,  id.,  del  trabajo  Precursores  de 
Pasteur,  del  Dr.  Comenge,  y  de  la  noticia  Difteria  nasal,  del  Dr.  Rodrí- 
guez Méndez. 

(1)    Extractado  por  Rassegna  intern.  delta  Med.  moderna 
\i)    Hassegna  intern.  della  Med.  moderna. 


V 


ESTUDIOS   DEHOfiRAFICOS   DE    BARCELONA      P"imoou<üa,ui.,.,.... 


POK  Bi. 

Dr.  D.  Luis  Combngb 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

En  la  Gackta  Médica  Catalana  y  números  correspon- 
dientes á  31  de  agosto  de  1H99,  31  de  )ulio  de  de  1900  y  30  de 
noviembre  de  lv<01,  estudiamos  la  importancia  y  evolución 
de  la  pulmonía  como  elemento  de  mortalidad  en  Barcelona. 

Los  datos  de  hoy  se  refieren  al  año  próximo  pasado,  sólo 
que  para  mejor  comprender  la  importancia  de  los  mismos, 
recordaremos  citras  obituarias,  totales  y  proporcionales  de 
anteriores  anualidades. 


Afloi 


GoatribaeiÓA  da  la 
Muartoi  McrtalMad  pnlmoaia 

¡  por  pnlaoaia  absoluta  dal  año  i  la  aortalldad  total 


1898 

1325 

1899 

1477 

19í)0 

1277 

1901 

1840 

1902 

1494 

12895 
14013 
1335G 
14«70 
12359 


10'28 
10'54 
9*56 
12^54 
11*27 


Con  más  comodidad  se  verá  el  curso  anuo  de  la  pulmonía 
en  el  adiunto  grabado. 


Flg.  24.  —  Diagrama  de  moJ' 
dad  por  pneumonía  en  Bar.ci  ' 
Í1H99-1903V 


Mortalidad  por  pneumonía.  - 

-1908 

MOMTALIÜAI)    POR    EDADKS 

1 

lOlliU 

DeOáS 

De6  m 

De4á6 

Dc7á 

Del4á 

De21á 

De  26  á 

i)c4iái  ••^r*' 

Meses 

meses 

á3añcs 

años 

13años 

20  años 

25 años 

40  años 

60  años  1  ••»»•• 

Parciales  •:■■ 

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V 

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V     H 

V 

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V  1  H 

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Marzo.  .  .  . 

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Mayo.  .  .  . 

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Mortalidad  por  distritos  sanitarios 

Mortalidad 

Meses 

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Febrero.  .  . 

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Marzo    .  .  . 

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Abril 

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Octubre   .  . 

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Totales.  . 

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Tlimir^if''^ 

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Tomo  2ZVII.    Núm.  19       Barcelona  15  octxil)r«  1901      Afio  ZZVII.    Ktxn.  665 

Gaceta  Médica  Catalam 


SUMARIO ;  Iritis  con  corío-retinilis  especffícas,por  Lorenzo  Pons  Marqués.  —  Contribución 
al  estudio  del  valor  diagnóstico  de  la  reacción  aldehidíca  de  Ehrlích  ó  paradimetilamidobenzal- 
dchidoreacción  en  las  orinas,  por  el  Dr.  Antonio  Simonena.  —  El  Síndrome  de  Pick.  Pseu- 
do-clorosis  hepática  de  origen  pcricarditico,  por  el  Dr.  A.  Oonzáles  Prats.  —  Notas  clínicas, 
por  el  Dr.  Ferrer  Fiera.— Afecciones  oculares  de  origen  menstrual,  por  el  Dr.  F.  Terrien. 

—  Signos  clínicos  de  la  meningitis,  por  el  Dr.  Fumouze-Albespeyres.  —  Noiicu  mbnií- 
FiCA.  —  Panadizo  gonocócico.  —  Rutista  crítica   bibi.ioííháfica  .  por  el  Dr.  Bassols  y  Prim. 

—  FoRMULAHio  r  TKATAMiKNTos  MOfrEHNos,  por  cl  Dr.  Rodriguez  Méndez.  —  Sección  oficial. 
-^  Real  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona.  Concurso  de  premios  de  1904.  —  Pi;bi.i-< 
CAcioNES  RECIBIDAS.  —  Estudios  demográfícos  de  Barcelona,  por  el  Dr.  T>,  Luis  Comenge. 


Ipitis  con  copio-petinitis  especificas 

POR 

Lorenzo  Pons  Marqués 

El  día  17  de  diciembre  del  año  j)r()xiino  pasado,  se  presentó  en  nues- 
tra consulta,  M.  M.,  de  treinta  y  cuatro  años  de  edad,  natural  de  Cádiz, 
el  cual  nos  refírió  que  hacía  escasamente  tres  semanas  había  comen- 
zado á  sentir,  principalmente  por  la  noche,  alg-ún  dolor  en  el  ojo  iz- 
quierdo (el  derecho  lo  perdió  cuando  niño  á  consecuencia  de  una 
complicación  del  sarampión),  dolor  acompañado  de  lig^ero  enrojeci- 
miento. Pasados  pocos  días  fué  la  visión  disminuyendo,  se  hicieron 
continuos,  aunque  poco  intensos,  los  dolores,  notó  á  ratos  sensaciones 
luminosas  muy  molestas  y  observó,  llamándole  muy  mucho  la  aten- 
ción, que  se  quedaba  casi  ciet^o  apenas  la  intensidad  luminosa  dismi- 
nuía. ENmjIo  hecho  de  entrar  en  una  casa  en  pleno  día  bastaba  para 
producirle  tan  molesto  fenómeno. 

Por  lo  demás,  había  g-ozado  anteriormente  de  excelente  visión  y 
carecía,  seg-ún  él,  de  todo  antecedente  patológico,  si  bien  su  robustez 
había  sido  siempre  muy  escasa,  debido  á  la  miseria  y  privaciones. 

Por  el  examen  del  enfermo  apreciamos  que  la  tensión  ocular  era 
normal;  los  vasos  periqueráticos  estaban  inyectados,  con  ausencia  de 
toda  inflamación  conjuntival;  el  humor  acuoso  estaba  turbio,  princi- 
palmenteensusdos  tercios  inferiores,  y  el  iris  inmóvil,  con  numerosas 

sinequias  posteriores  y  descolorido.      j/  =j^  con  mucha  luz,  hemera- 

lopia  manifiesta  ,  y  tori)eza  del  sentido  cromático ,  sin  que  hubiera 
verdadera  confusión  de  los  colores.  Intentamos  el  examen  oftalmos- 
cópico,  pero  nos  fué  imposible  iluminar  el  fondo  del  ojo,  no  sólo  por  la 
turbidez  del  humor  acuoso,  sino  también  por  la  falta  de  transparencia 
del  vitreo,  que  ofrecía  el  aspecto  de  una  masa  coposa  cenicienta. 

^. En  qué  pensar  en  vista  de  todos  estos  datos? 

Desde  luego,  el  dolor  ocular  con  que  empezó  la  enfermedad,  la  ac- 
tual inyección  periquerática,  la  decoloración  del  iris,  sus  numerosas 
adherencias  con  la  cristaloides  y  el  aspecto  turbio  especial  del  humor 
acuoso,  no  permitían  dudar  un  'momento  de  la  existencia  de  una  iritis 
intensa,  sobrevenida  sin  grandes  fenómenos  reaccionales,  ya  que  el 
dolor  había  sido,  y  era,  sumamente  tolerable. 

Por  otra  parte,  la  hemeralopia,  no  dependiente  en  este  caso  de  nin- 
guna opacidad  periférica  del  vitreo,  del  cristalino  ó  de  la  córnea,  la 
discromatopsia  y  hasta  la  misma  reducción  de  la  agudeza  visual  indi- 


38m  Iritit  con  eofio-retinitis  nptcifica» 

caban  la  existencia  de  lesiones  profundas,  ya  que  si  bien  esta  última 
hubiera  podido  ser  debida  tan  sólo  á  la  opacidad  del  humor  vitreo,  lo> 
otros  dos  trastornos  no  podían  depender  de  otra  cosa  que  de  lesiones 
retinianas,  del  nervio,  ó  corio-retinianas.  Existiendo  unidos  los  tre> 
síntomas  mencionados,  era  lóg^ico  admitir  para  los  tres  igual  ori^^c. 
aunque  sin  descontar  la  parte  que  pudiera  tomar  en  la  disminucic: 
de  la  ag-udeza  visual  la  falta  de  transparencia  del  referido  medio  rr- 
f  rinden  te. 

Y  admitida,  ápriori,  la  existencia  de  lesiones  profundas,  lami>ii:a 
opacidad  del  cuerpo  vitreo,  aun  oponiéndose  al  examen  oftalmosoi'p; 
co,  nos  afirmó  más  y  más  en  nuestra  creencia  y  hubo  en  seg-uida  d^ 
ocurrírsenos  la  idea  de  que  se  trataba  de  una  corio-retinitis  espeoiñ!-. 
ya  que  en  ella  se  juntan  al  aspecto  del  vitreo  mencionado,  losdistin»- 
trastornos  funcionales  que  aquejaba  el  enfermo. 

La  indagación  y  examen  á  que,  con  tal  idea  procedimos,  dieroL^ 
resultado  que  esperábamos  y  pusieron  eu  claro  la  cuestión:  el  eniVriL 
acabó  por  confesarnos  que  á  últimos  de  julio  del  mismo  año  se  le  lial 
formado  en  el  gflande  una  llag-uita  indolora,  á  la  que  no  dio  niii*:u' 
importancia  (no  sometiéndose,  por  lo  mismo,  á  un  tratamiento  codv^ 
niente),  y  cuya  cicatriz  pudimos  observar  todavía  y  comprobar  qn»'  - 
trataba  de  un  chancro  sifilítico  característico,  acompañado  de  nuiíif:  - 
rosos  infartos  g'an^lionares  en  las  ing'les,  pero  sin  otras  maniíesta'i- 
nes  ulteriores  que  una  roseóla  muy  discreta  \''  los  trastornos  ocula:^- 
últimamente  aparecidos. 

Como,  por  otra  parte,  la  evolución  insidiosa,  subag-uda,  de  la  \v:.\ 
apenas  dolorosa,  sin  grandes  fenómenos  reaccionales,  j^ero  dand» i .- 
gar  muy  pronto  á  numerosas  adherencias,  correspondía  perfectam»^  .■ 
H  la  que  es  propia,  en  general,  de  las  iritis  sifilíticfls,  formul8m:^' 
diagnóstico  de  iritis  con  corio-retinitis  especificas^  sometiendo  aU:- 
fermo  á  ini  tratamiento  mixto,  compuesto  de  una  fricción  diariti  • 
4  gramos  de  ungüento  napolitano  y  de  una  poción  que  contenía  l'i.r  ■ 
mos  de  ioduro  potásico.    Para  instilar  cuatro  gotas,  tres  veces  al 4:.. 
dispusimos,  además,  una  solución  de  sulfato  de  atropina  al  1  porl'' 

Hay  que  advertir  que  el  enfermo,  por  una  torcida  interpretao 
empleó  durante  los  cuatro  días  primeros  doble  cantidad  de  unírüen 
mercurial  que  la  que  le  habíamos  aconsejado. 

Al  cuarto  día  se  hallaba  el  iris  completamente  dilatado  y  este^:: 
rotas  las  sinequias,  habiéndose  iniciado  al  décimo  de  ti*atamíeuto  i:. 

notable  mejoría  :  j/  z=  -y,  hemeralopía  casi  nula,  ningún  dolor,  y  tm- 

parentes  el  vitreo  y  el  acuoso.    El  examen  oftalmoscópico,  eiit.'U 
ya  posible,  acabó  de  afirmar  el  diagnóstico,  poniéndonos  de  mauiti-' 
algunas  chapas  de  coroiditis  generalizada,  focos  de  inflamación  r^ 
niana,  ligera  congestión  de  la  papila,  y  por  encima  de  ella  una  clij 
blanco-nacarada  de  atrofia  coroidea. 

Habiéndose  presentado  intensa  estomatitis  mercurial,  fue  necoj^i: 
suspender  las  fricciones,  continuando,  sin  embargo,  con  el  us'.'  I 
ioduro  potásico.  Una  vez  aquélla  dominada,  prescribimos  el  jan^^ 
Gibert,  pues  obtenido  tan  notable  resultado  de  las  fricciones,  y  aun - 
se  quiere,  del  mismo  lapsus  del  enfermo,  preferimos  aquella  prei'S.-a- 
ción  como  más  cómoda  y  susceptible  de  ser  tomada  durante  \r.: 
plazo.  La  mejoría  fué  acentuándose  más  y  más  cada  día,  y  acius 
mente  el  enfermo,  sometido  aún,  como  lo  estará  por  mucho  tieiup». 
mismo  tratamiento,  no  aqueja  ningún  trastorno  visual  y  trabaja  t»!:- 
oficio  como  en  sus  buenos  tiempos,  presentando  sólo  como  huella  V- 
grave  afección  la  chapa  de  atrofia  coroidea.  Las  demás  lesioiie>  ^ 
fondo  del  ojo  han  desaparecido  por  completo. 


IJ 


Iritis  con  eorio-retinitis  tupicificas  58$ 

En  el  caso  cuya  historia  acabamos  de  hacer  sucintamente,  se  obser- 
varon alg-unas  particularidades,  muy  dignas,  en  nuestra  humilde  opi- 
nión, de  ser  tenidas  en  cuenta  y  que  demuestran  como  la  sífilis,  aun 
en  sus  formas  aparentemente  más  benignas,  puede  en  cualquier  mo- 
mento determinar  lesiones  oculares  de  todo  punto  irremediables.  Y 
puede  determinarlas  no  sólo  en  los  casos  harto  conocidos,  en  que  la 
generalización  del  virus  específico  repercute  con  igual  facilidad  en 
uno  ú  otro  órgano,  y  ora  produce  sus  efectos  sobre  la  piel  ó  las  muco- 
sas, ora  se  localiza  en  los  huesos,  ora  en  el  ojo  mismo,  cuyas  lesiones 
coinciden  por  lo  común  con  sifílides  más  ó  menos  graves,  sino  también 
en  aquellos  otros  en  que  parece  nula  la  infección  y  en  oue  su  misma 
lenidad  no  llega  en  modo  alguno  á  llamar  la  atención  de  los  en- 
fermos. 

En  el  caso  historiado,  las  manifestaciones  sifilíticas  inmediatamente 
consecutivas  al  chancro,  si  así  puede  decirse,  fueron  casi  nulas,  ya  que 
la  roseóla,  única  aparecida,  debió  de  ser  tan  insignificante  que  ni  fué 
apenas  notada  por  el  enfermo,  ni  dejó  huella  alguna  de  su  paso,  aun 
no  habiendo  sido  tratada  la  infección.  Es  más:  á  pesar  de  esta  última 
circunstancia  y  de  los  cinco  meses  transcurridos  desde  el  chancro  y  la 
roseóla  hasta  la  invasión  ocular,  no  apareció,  en  absoluto,  ninguna  otra 
manifestación  específica  localizada,  ni  sufrió  el  enfermo  el  menor 
trastorno  general.  La  infección  ocular  fuó,  por  lo  tanto,  la  primera 
manifestación  que  subsiguió,  á  los  cinco  meses,  á  la  lesión  inicial. 

Seguramente  la  iritis  sería  la  primera  en  desarrollarse,  como  lo 
prueban  los  ligeros  dolores  iniciales  sobrevenidos  en  ausencia  de  todo 
trastorno  de  la  función  visual,  dolores  propios  precisamente,  por  su 
insignificante  intensidad,  de  las  iritis  sifilíticas. 

Subsiguió  á  la  del  iris  la  infección  ceroidea,  y  simultáneamente,  ó 
por  propagación,  la  retinijtis.  Pero  llama  la  atención  que  en  tan  poco 
tiempo  como  el  transcurrido  desde  los  primeros  trastornos  oculares 
hasta  la  fecha  del  examen,  alcanzaran  las  lesiones  ceroideas  una  tan 
gran  intensidad,  llegando  al  extremo  de  haberse  ya  producido  una 
chapa  de  atrofia  irremediable. 

¿Podría  esto  atribuirse  á  la  desnutrición  general  del  individuo? 
Sin  duda,  aunque  por  esta  misma  circunstancia  parece  que  debiera  ha- 
ber tomado  desde  un  principio  mayor  incremento  la  infección,  dando 
lugar  á  otras  manifestaciones  específicas  que  siempre  faltaron  por 
completo. 

De  todos  modos,  el  hecho  señalado  es  evidente,  como  lo  es  asimismo 
que  la  rapidez  y  extensión  con  que  tales  lesiones  se  fraguaron  y  el  in- 
mediato resultado  obtenido  de  la  mercurialización  intensiva  y  del  em- 
pleo del  ioduro  potásico,  demuestran  una  vez  más  la  conveniencia  de 
indagar  en  todos  los  casos  parecidos  la  existencia  más  ó  menos  proba- 
ble de  la  sífilis,  é  instituir  desde  el  primer  momento  el  tratamiento 
anti-específico. 

Tal  es,  aparte  del  interés  que  el  caso  pueda  despertar,  el  principal 
objeto  que  nos  ha  inducido  á  la  publicación  de  este  modesto  artículo, 
no  dirigido  en  modo  alguno  á  los,  especialistas ;  escrito,  sí,  para  los 
prácticos  poco  versados  en  Oftalmología,  de  cuya  ilustración  y  buen 
criterio  depende,  sin  embargo,  muchas  veces,  la  integridad  funcional 
de  no  pocos  enfermos  de  los  ojos. 

Mahón,  febrero  de  1904. 


ContrlbocUn  al  estudio 
del  valor  dlagndsttco  de  la  reacción  aldebldlca  de  Etarllelí 
ú  paradlmetllamMobenzaldelüdoreacclón  ea  las  orinas  *'* 

POR  BL 

Dr.  Antonio  Simonena 

Catedrático  de  Patología  y  Clínica  Medicas  en  Valladolid 

Debo  á  la  galantería  del  sabio  profesor  Pablo  Ehrlich,  de  Frauk- 
furt,  el  conocimiento  de  esta  nueva  é  interesante  reacción  ;  y  meri>i 
á  las  excitaciones  que  me  hizo  cuando  tuve  el  gusto  y  honor  de  yi>;- 
tarle  en  febrero  del  ano  pasado,  con  ocasión  de  un  viaje  de  estu«l:  ^ 
que  hice  por  Alemania,  he  emprendido  investigaciones  clínicas  que,  >; 
hasta  la  fecha  de  redactar  esta  comunicación,  no  abarcan  aún  ti«l  - 
las  especies  nosoiógicas  de  la  Patología  interna,  comprenden  ba-staL' 
número  de  ellas  y  presentan  cierto  interés.  Por  otra  parte,  creo  41- 
no  ha  de  dejar  de  ser  oportuno  el  dar  á  conocer  en  España  esta  uut^v 
reacción,  desconocida  aún  en  nuestra  patria  y  poco  conocida  fuera  i- 
Alemania. 

En  esta  comunicación  me  limitaré  á  exponer  lo  que  he  observa-I 
hasta  hoy  y  á  sacar  las  consecuencias  que  de  ello  puedan  deducir-, 
sin  tratar  del  aspecto  químico  de  la  cuestión;  porque  ni  es  de  estos ::.  - 
mentos,  ni  había  de  decir  más  de  lo  que  dicen  los  trabajos  originalf> 
los  que  por  el  momento  me  remito  y  que  luego  daré  á  conocer. 

Objeto.  —  El  de  esta  reacción,  como  el  de  la  diazoica  descubi«"^r 
antes  por  el  mismo  Ehrlich,  y  que  en  España  fué  por  mis  excitaci-  a  « 
estudiada  y  luego  objeto  de  un  concienzudo  trabajo  pormipro:^: 
clínico  Sr.  Duran  (2),  no  es  otro  que  el  poner  de  manifiesto  la  presan  . 
de  determinados  cuerpos  ó  compuestos  químicos  complejos,  que  c:':- 
tos  estados  patológicos  hacen  aparecer  y  que  hasta  hace  muy  pocol:- 
bían  pasado  inadvertidos,  y  á  los  cuales,  por  lo  que  se  va  observaL . . 
hay  que  prestar  atención,  porque  tienen  importancia. 

Técnica.  —  Es  sencilla  y  se  reduce  á  lo  siguiente : 

Reactivo.  — Disolución  de  paradimetilamidobenzaldehido  Q^)  en ;.' 
do  clorhídrico  en  proporción  de  2  gramos  del  primero  por  100  del  >^ 
gundo.  Se  conserva  sin  alterarse  bastante  tiempo. 

Reacción,  —  Si  á  una  disolución  débil  de  formaldehído  se  e-^: 
unas  gotas  del  reactivo  precedente,  aparece  un  hermoso  color  rojo  4 
delata  la  presencia  del  formaldehido  en  este  caso. 

Tratándose  de  orinas,  la  reacción  se  efectúa  del  modo  sig-uiente: 

Se  toma  unos  6  á  8  centímetros  cúbicos  de  orina  en  un  tubo  de  - 
sayo  y  se  vierte  encima  unas  (4)  gotas  del  reactivo  dicho.  En  segu. 
se  tapa  la  boca  del  tubo  de  ensayo  con  el  dedo,  se  agita  y  se  observ:-. 
coloración. 

Como  ésta  suele  variar  3^  conviene  fijar  qué  es  lo  patológ-ico  y  i^- 
es  lo  normal,  bueno  será  decir  que  el  color  rojo  es  el  que  únicamei' 
indica  la  presencia  de  substancias  del  grupo  azometínico. 


(1)  Comunicación  leída  en  el  XIII  Congreso  internacional  de  Medicina. 

(2)  García  Duran,  La  reacción  diai^oica. 

(3)  La  substancia  por  níi  empicada  hasta  hoy  se  la  debo  también  al  profesor  Ehrlich.  a  c  ■ 
me  complazco  en  dar,  desde  aquí,  las  gracias;  pero  se  puede  adquirir  en  la  fábrica  de  colorí.' • 
anilina  de  J.  R.  Geipy  v  C",  en  Basilca  (Suiza>. 

(4)  Ehrlich  y  Prrschcr  dicen  asi:  algunas  gotas,  Kozickowski  echa  8.  Yo,  antes  de  conocer  "•  - 
último  trabajo,  echaba  G,  y  así  continúo.  La  reacción  se  obtiene  lo  mismo  con  6  que  con  $  goas-*" 
gún  mi  experiencia. 


Contribución  al  estudio  dtl  palor  diagnóstico  de  la  reacción  aldehidica  de  Ehrlich         385 


Existen  tonalidades  que  van  desde  el  amarillo  de  limón  ó  de  cana- 
rio, sin  mezcla  de  rojo  en  el  líquido,  ni  mirando  por  reflexión,  ni  por 
refracción,  ni  á  lo  largo  el  tubo,  hasta  el  rojo  vivo  de  cereza  ó  el  rojo 
obscuro  de  guinda. 

E.  Koziczkowski  se  ha  servido  de  la  siguiente  escala  que  va  de  cero 
al  color  rojo  más  fuerte : 


cero 


color  de  coñac 
con  agua 


color  de  coñac         color  rosa     { 


coJor  rojo 
lorca 


color  rojo 
obscuro 


Para  dicho  observador  únicamente  es  positiva  la  reacción  cuando 
presenta  uno  de  los  dos  últimos  tonos  ó  sea  el  rojo  claro  y  el  rojo  obs- 
curo. La  coloración  rosa  se  ha  de  considerar  como  de  transición,  y 
por  tanto,  tenerla  por  dudosa.    Yo  tengo  la  costumbre  de  expresarla 

con  los  signos  ±  ó  T,  según  que,  después  de  haber  dejado  el  tubo 
en  reposo  algunas  horas,  presente  ó  no  un  precipitado  rojo.  Si  lo  pre- 
senta formulo  Tí  y  si  no  lo  presenta  ±  (1). 

Aunoue  al  tratar  de  este  asunto,  ni  Ehrlich,  ni  Clemens,  ni  Kozicz- 
kowski hablan  de  someter  la  mezcla  de  orina  y  reactivo  al  calor,  yo  lo 
he  hecho,  hallando  que  las  orinas  que  en  frío  no  dan  con  el  reactivo 
sino  color  amarillo,  al  calor  dan  rojo,  desde  el  tono  de  frambuesa  ó 
grosella  claro  hasta  el  rojo  obscuro. 

Resultados.  —  Voy  á  limitarme  á  exponer  los  de  mi  observación, 
porque  no  trato,  por  ahora,  de  hacer  una  revista  de  lo  que  se  sabe 
acerca  de  esta  reacción,  sino  de  contribuir  á  su  mejor  conocimiento. 

Dichos  resultados  pueden  observarse  en  su  conjunto  en  el  siguiente 
cuadro : 


Aparato  Qüilopoiétioo 
Dentición  difícil 

eaiot 

de  obiii- 

TftdOMt 

pOtltlTA 

SndotA 

2 
3 

1 
1 

7 

HcfftttTa 

1 

1 

2 

16 
6 

-1 
¿t 

3 
6 

3 

1 
1 
2 

1 

1  + 

6  + 

1  — 

Ulcera  gástrica 

Hiperestenia  gástrica 

Cáncer  gástrico 

2  — 

14  — 

3  — 

Cáncer  gástrico  propagado  al  hígado    .     . 

Aquilia  gástrica 

Entero-colitis  crónica 

Apendicitis  aguda  con  coprostasis    -    .    . 
Apendicitis  crónica 

1  — 
4  — 
1  — 

Cáncer  intestinal 

3 
5 
3 

1  — 

Hemorroides 

3  — 

Obstrucción  del  colédoco  (un  caso  por  cán- 
cer de  la  ampolla  de  Water) 

Litiasis  biliar  con  permeabilidad  del  colé- 
doco  

3  — 

Tumor  del  hígado 

1 
1 
2 

1 

1  — 

Ascitis 

1  — 

Peritonitis  tuberculosa 

Tumor  del  vientre  (del  peritoneo?)    .    .    . 

2  — 

1  — 

Suma  y  sigue    .... 

50 

52 

■  7 

38 

(1)    Las  crucccitas  con  que  se  forman  estos  signos  dudosos  son  de  menor  tamaño  que  los  que 
expresan  reacción  positiva. 


586        Contribución  al  estudio  dtl  valor  diagnóstico  ds  la  reacción  aldthidica  de  Ekrlick 


-val- 


Suma  animar,    .    .    . 
Aparato  oibculatjobio 
Endocarditis  crónica  con  lesión  órico 

vular 

Hiperkinesia  cardíaca 

Pericarditis  con  derrame 

Hipertensión  arterial  (una  probablemente 

brígrhtica) 

Aortectasia 

Aneurisma  de  la  aorta 

Arterio-esclerosis 


Aparato  respiratorio 


Bronquitis  (gripal?) 

Pneumonia  ñbrinosa 

Gangrena  pulmonar 

Quiste  hidatídico  abierto  en  los  bronquios. 
Tuberculosis  pulmonar    .,-.,... 
Empiema  abierto  en  los  bronquios  y  ope- 
rado (febril) 


Aparato  génito-urinario 

Nefritis  crónica 

Litiasis  renal 

Espermatorrea 


Sistema  nervioso 

Neuralgia  lumbo-abdominal.    , 

Hemicránea 

Oftalmopleg-ia  nuclear .    .    .    . 

Ateroma  cerebral , 

Pseudo-parálisis  general  .    .    . 
Sífilis  cerebro-medular.    .    .    , 

Hemicorea 

Histerismo 

Epilepsia 

Neurastenia 


Enfermedades  de  la  nutrición 

Púrpura  hemorrágica 

Obesidad 

Diabetes  sacarina 

Glucosuria  artrítica 

Fosfaturia 

Artritismo 

Reumatismo  crónico 


Infecciones 

Grippe 

Fiebre  tifoidea 

Infección  g'astro-intestinal  no  tifoidea  .    . 

Viruela 

Tuberculosis  ganglionar  del  cuello  (febril). 
Tuberculosis  indeterminada 


Intoxicaciones 

Alcoholismo  crónico 

Total  general. 


«iatro 

Kámiro 

de 

dt  oblar - 

eaioi 

Taeieaii 

50 

52 

15 

15 

1 

1 

1 

2 

1 

7 

1 

1 

3 

3 

2 

2 

1 

1 

1 

2 

1 

2 

1 

1 

14 

12 

1 

1 

3 

5 

1 

1 

1 

1 

tetedte 


166 


1  + 


1  + 


2  + 


1  + 


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26 


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39 


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1- 
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3- 
2- 

21- 


I  — 


17    i   159 


Contribución  al  estudio  del  palor  diagnostico  de  la  reacción  aldehidica  de  Ehrlich         5Bj 


Buscando  la  relación  existente  entre  las  observaciones  hechas  y  los 
resultados  de  la  reacción,  puede  notarse  que  ha  sido  positiva  en  el  12*80 
por  100  de  las  orinas  analizadas,  dudosa  en  el  8*37  y  negativa  en 
el  78*33. 

Parándose  á  considerar  las  circunstancias  en  que  se  ha  presentado 
cada  uno  de  los  caracteres  de  la  reacción,»  se  notará  desde  luego  lo  si- 
g-uiente: 

Ha  sido  positiva  en  un  caso  de  cáncer  gástrico  propagado  al  hí- 
gado en  todas  las  observaciones  (6  en  5  casos)  de  obstrucción  del  colé- 
doco, en  un  caso  de  quiste  hidatldico  abierto  en  los  bronouios,  en  uno 
de  sífilis  cerebro-medular,  en  dos  de  neurastenia,  en  uno  ae  glucosuria 
artrítica,  en  diez  de  grippe,  en  cuatro  por  cinco  observaciones  de  viruela 
y  en  uno  de  tuberculosis  ganglionar. 

Desde  luego  llama  la  atención  que  en  todos  los  casos  de.  obstrucción 
del  colédoco  se  haya  presentado.  Dicho  hecho  y  el  haberse  también 
presentado  positivamente  en  un  caso  de  cáncer  gástrico  propagado  al 
hígado,  coun  ictericia  y  el  no  haberse f  presentado  la  reacción,  ni  aún 
dudosamente,  en  todas  las  demás  enfermedades  4e  dicha  glándula,  hace 
pensar  en  la  posibilidad  y  aún  probabilidad  de  una  relación  entre  la 
reabsorción  biliar  y  la  reacción  alhehídica.  Si  el  hecho  puesto  de  ma- 
nifiesto en  mi  estadística  se  confirmase,  habría  de  reconocerse  funda- 
mento clínico  á  la  hipótesis  de  A.  Pappenheim,  que  cree  que  las  mate- 
rias colorantes  puestas  de  manifiesto  por  el  reactivo  usado,  son  deriva- 
dos de  la  materia  colorante  biliar. 

No  llego  á  comprender  por  qué  se  presentó  en  la  sífilis  cerebro- 
medular  de  mi  observación  y  en  dos  casos  de  neurastenia,  así  como  en 
el  de  glucosuria  artrítica. 

Es  muy  digno  de  notarse  que  de  8  casos  de  grippe,  en  7  con  9  análi- 
sis haya  sido  siempre  positiva  la  reacción.  Sólo  en  un  caso  fué  nega- 
tiva. "Pero  he  de  consignar  que  el  diagnóstico  fué  establecido  clínica- 
mente y  no  comprobado  bacteriológicamente.  Y  es  muy  digna  de  no- 
tarse esta  frecuencia  de  la  reacción  en  la  grippe,  porque  si  se  confirmara 
y  comprobara,  como  es  de  esperar,  bacteriológicamente,  se  tendría  en 
este  sencillísimo  medio  de  análisis  urinario  un  modo  de  diagnosticar 
la  grippe  y  de  diferenciarla  de  otros  procesos  con  los  que  tiene  tanta  se- 
mejanza y  de  los  que  sólo  mediante  el  suero-diagnóstico  se  puede  dife- 
renciar, cual  sucede  con  la  fiebre  tifoidea. 

Respecto  de  la  viruela,  se  puede  decir  que  en  todos  los  casos  exami- 
nados rué  positiva,  porque  si  es  verdad  que  en  dos  fué  negativa,  hay 
que  tener  presente  que  los  enfermos  se  hallaban  en  período  de  deseca- 
ción y  descamación. 

El  caso  en  que  la  reacción  se  ha  presentado  ipás  intensa,  corres- 
ponde á  una  enferma  de  tuberculosis  ganglionar  del  cuello  ;  se  puede 
decir  que  la  enferma  estaba  en  período  caquéctico,  pues  tenía  fiebre 
continua  y  elevada  y  murió  á  las  dos  semanas  de  examinada  su  orina. 
Si  en  todos  los  casos  de  esta  enfermedad  fuera  positiva  la  reacción, 
acaso  sirviera  este  medio  para  diferenciarle  de  otras  hipertrofias  gan- 
glionares. 

El  hecho  de  haber  sido  dudosa  la  reacción  en  2  casos  de  hipereste- 
nia  gástrica,  entre  14  de  la  misma  enfermedad;  en  3  de  cáncer  gástrico, 
entre  6 ;  en  2  de  endocarditis  crónica,  entre  15  y  en  2  de  tuberculosis 
pulmonar,  entre  14,  hace  pensar  que  este  estado  de  la  reacción  en  di- 
chas enfermedades  no  se  relaciona  con  ellas  y  que  acaso  dependa  de 
alteraciones  accidentales  ó  de  complicaciones  que  el  examen  de  los  ca- 
sos clínicos  no  permite  por  ahora  consignar. 

Y  respecto  de  aquellos  otros  casos,  como  el  de  apendicitis  con  co- 
prostasis,  el  de  apendicitis  crónica,  el  de  pericarditis  con  derrame,  el 


388         Contribución  a¡  esliídio  del  valor  diúgnóstico  de  la  reacción  aldehidica  de  EhrUck 


(le  bronquitis,  el  de  histerismo,  el  de  neurastenia  y  el  de  artritisnuw  su 
misma  unidad  les  quita  valor  por  ahora. 

Ha  sido  negativa  la  reacción  en  todos  los  casos  de  entero-colitij!  '':•- 
nica,  hemorroides,  litiasis  biliar  con  permeabilidad  del  colédoco,  li- 

})ertensión  arterial,  aneurisma  de  la  aorta,  nefritis  crónica,  púquri 
lemorrág-ica,  obesidad,  diabetes  sacarina  y  reumatismo  crónico.  Tr.:L 
bien  lo  ha  sido  en  un  caso  de  dentición  difícil,  dos  de  úlcera  «rástrií^. 
uno  de  aquilia  efástrica,  uno  de  cáncer  intestinal,  uno  de  tumor  he]'i- 
tico,  que  comprimía  las  vías  biliares,  uno  de  ascitis,  otro  de  pentcüJ- 
tuberculosa,  otro  de  tumor  peritoneal,  uno  de  hiperkinesia  cardíart. 
otro  de  aortectasia,  uno  de  pneumonía  fibrinosa,  otro  de  g-an»rreiia  d'. 
pulmón,  uno  de  enfisema,  uno  de  litiasis  renal,  uno  de  espermatorrr* . 
dos  de  uBuralg-ia  lumbo-abdominal  y  hemicránea,  uno  de  oftalmuji.  - 
gia  nuclear,  dos  de  parálisis  general,  uno  de  hemicorea,  uno  de  ^i-  ■ 
lepsía,  uno  de  fosfaturia,  uno  de  fiebre  tifoidea,  otro  de  infección  ín- 
tro-intestinal  y.  uno  de  alcoholismo  crónico;  pero  todos  estos  da* - 
anotados  no  tienen  hoy  por  hoy  ningún  valor. 

Relación  de  la  reacción  con  varias  circunstancias  dk  la  orina- 
Segúu  mis  observaciones,  parece  que  no  existe  relación  entre  la  rea 
ción  aldehidica  v  el  estado  ó  reacción  química  de  la  orina,  pues<l«»:^ 
casos  en  que  dicha  reacción  de  Ehrlich  na  sido  positiva,  la  orina  ha^.. 
las  más  veces  acida,  algunas  muy  acida,  otras  neutra  y  alg-una  bás.  i. 

Tampoco  parece  existir  relación  entre  la  reacción  de  que  se  trata ; 
la  densidad,  porque  de  los  casos  en  que  era  positiva,  las  densidal- 
han  sido  muy  diferentes  oscilando  entre  1,017  que  fué  la  menor  y  1."^^ 
que  fué  la  mayor. 

También  es  independiente  de  la  presencia  ó  ausencia  de  cuerv  ^ 
albuminoides,  porque  en  unas  orinas  en  que  la  reacción  era  positiva  -^ 
han  encontrado  dichos  cuerpos  y  en  otras  no. 

Por  lo  que  hace  á  la  relación  con  las  materias  colorantes  biliar.^, 
con  las  que  Pappenheim,  como  queda  indicado,  supone  tienen  pareii- 
tesco  los  cuerpos  manifestados  por  la  reacción  aldehidica,  he  de  ha^^r 
constar,  que  algunas  veces,  las  meno5,  se  ha  encontrado,  al  mi?n 
tiempo  que  la  reacción  aldehidica,  la  de  la  biliverdina  de  Gmelin. } 
otras  veces,  que  son  el  mayor  número,  no  se  ha  hallado  dicha  coin-v 
dencia. 

Al  parecer  existe  también  independencia  entre  la  reacción  aMek- 
dica  y  la  de  la  glucosa,  pues  se  ha  visto  la  misma  variedad:  unas  vec  - 
coincidencia  y  otras  no. 

Y  por  lo  que  hace  á  la  reacción  diazoica,  cuatro  veces  ha  coincidif: 
con  la  aldehidica,  y  las  restantes  veces  se  ha  presentado  esta  últiiii'j 
sola.    De  esta  circunstancia  pueden  sacarse  algunas  deducciones  e:. 
materia  diagnóstica,  como  se  probará  en  otra  ocasión. 

Conclusiones.  —  1.*    La  reacción  aldehidica  de  Ehrlich  es  un  nu - 
vo  recurso  para  demostrar  en  la  orina  la  existencia  de  cuerpos  qu 
hasta  ahora  habían  pasado  inadvertidos  y  que  tal  vez  jueg-an  unj'f.- 
pel  importantísimo. 

2.*  Dada  la  sencillez  de  ejecución  de  la  misma,  se  debe  buscaron 
todas  las  enfermedades  hasta  llegar  á  conclusiones  definitivas. 

3.*  Es  de  esperar  ([ue  mediante  ella  y  la  reacción  diazoica,  se  11^ 
guen  á  establecer  fórmulas  urinarias,  que  se  pudieran  llamar  diaz^^- 
aldehídicas,  oue  ayuden  grande  y  fácilmente  al  diagnóstico  de  al^^i- 
nas  enfermedades. 

Bibliografía. — I)r.  Proscher,  ZeitchriftfürphiHoL  Chemie.y  t.  31. 
Paul  Ehrlich,   Ueber  die  Dimethylamidobemaldehydreaction, -- 1>^- 
medidnische  Woche,  15  de  abril  de  1901. 


El  tindramt  di  Pick  58g 


Dr.  Clemens,  Zyr  Brlich' se Aen  Dimethylamidobenmldehydreaciion.'^ 
Devis,  Archiv.für  Klinische  MedidUy  71  t.  2  y  3  cuad. 

É  V.  Koziezkwsky,  Ueber  der  clinischen  Werth  der  Erlichschen  die 
Methylamidobenzaldehydereactian.  —  Berliner  Klinisch  Wochen.j  1903, 
póg".  42,  * 

A.  Pappenheim,  Karze  Noiiz  zur  Tienen  Brlichschen  Benzaldehyd- 
Seaction.  —  Berlín  Klinisch  Wochen.j  1903,  pág.  42. 

El  sindpome  de  Piek 

Pseudo-elorosis  bepátioa  d»  origen  perioarditioo 

fOK     EL 

Dr.  a..  González  Prats 

Por  el  año  1896  llamó  Pick,  de  Praga,  por  primera  vez  la  atención 
acerca  de  un  complejo  cuadro  sintomatológico,  caracterizado  clínica- 
mente por  ascitis,  que  aparece  aislada  con  insignificantes  edemas  en 
las  partes  inferiores  V  con  trastornos  cardíacos  generalmente  negati- 
vos (!) ;  así  como  es  nicil  cambiar  la  afección,  llamándola  cirrosis  he- 
pática venosa,  revelándose  en  la  autopsia,  por  el  contrario,  una  peri- 
carditis adhesiva,  en  cambio,  en  el  segundo  de  los  estudios  nótase  á 
cargo  del  hígado  ó  una  forma  de  congestión  crónica  ó  una  forma  de 
cirrosis  por  proliferación  de  la  trama  conectiva  intersticial  del  órgano. 

Nótase  que  la  ascitis  tiene  tendencia  á  reproducirse  cuando  se  de- 
clara francamente;  y  que  en  los  estados  avanzados,  sea  con  motivo  del 
éxtasis  crónico  en  la  circulación  peritoneal,  sea  por  irritaciones  conse- 
cutivas á  repetidas  operaciones  francas,  se  ocasionan  fácilmente,  en- 
contrándose aquellos  espesamientos  peritoneales  tal  vez  localizados 
en  la  cápsula  glisoniana,  dando  luíj^ar  á  aquella  tan  característica  forma 
denomínala  por  G\xv^Q\\ui?iVín ZtLcXergussleber  (hígado  de  azúcar  cande, 
hígado  helado,  iced-liver,  délos  autores  ingleses).  Pertenece,  sin  duda 
alguna,  á  Pick  el  mérito  de  haber  llamado  la  atención  de  los  clínicos 
acerca  de  la  posibilidad  de  un  error  de  diagnóstico  ante  una  aislada 
ascitis  sin  aparentes  síntomas  por  parte  del  corazón,  pudiendo  en  tales 
casos  tratarse,  no  de  una  cirrosis  hepática  esencial,  sino  de  una  falsa 
cirrosis  secundaria  ó  consecutiva  á  una  pericarditis ;  del  mismo  modo 
ha  tenido  el  mérito  de  haber  llamado  la  atención  sobre  la  relación  que 
pueda  existir  entre  la  adherencia  pericardíaca  y  la  afección  hepática, 
hecho  anteriormente  revelado  ya,  aunque  sin  haber  sido  ligado  ni  ex- 
plicado con  demostración  alguna. 

En.su  aspecto  general,  un  atento  examen  de  la  zona  cardíaca,  en 
los  casos  dudosos,  sería  suficiente  á  esclarecer  la  cuestión ;  pero  Pick 
concede,  por  otra  parte,  una  gran  importancia  á  la  anamnesia,  por 
cuanto  puede  ella  revelar  los  síntomas  de  una  progresiva  cardiopatía 
ó  excluir  los  momentos  etiológicos  de  la  común  cirrosis  hepática. 

Multitud  (le  casos  se  han  publicado  tras  la  primera  observación  de 
Pick,  y  es  opinión  corriente  ya  entre  los  autores  el  haber  observado 
frecuentemente  en  clínica  el  tal  síndrome  y  admitir  como  tratamiento 

S receptivo  ó  más  adecuado  en  tales  casos,  el  uso  de  cardio-tónicos  y 
iuréticos,  mejor  que  aquellas  otras  curas  de  la  cirrosis  hepática  (calo- 
melanos, ioduro  de  potasio,  etc.).  En  cuanto  á  la  explicación  de  la  pa- 
toíjrónesis  de  la  afección,  varias  son  hasta  el  presente  las  opiniones  de 
los  autores,  quedando  aún  muy  mucho  que  recorrer  para  que  se  pon- 
gan de  acuerdo  y  tener  opinión  estable. 

En  tanto  q  ue  Pick  admite  como  primer  coeficiente  de  la  ascitisla 
pericarditis  antes  dicha,  bien  porque  es  una  cardiopatía  que  produce 


Spo  El  stndrcme  de  Ptck 


fácilmente  trasudaciones  en  la  serosa,  ya  porque  ella  produce  éxtasis 
en  el  hígado  y  consecutivas  cirrosis,  otros  autores  dan  á  su  vez  con- 
trarias explicaciones. 

Sin  querer  ser  excesivamente  exclusivista  y  aun  concediendo  cierto 
valor  en  determinados  casos  á  la  hipótesis  de  Pick,  admite  Schupfer 
que,  aun  en  esos  mismos  casos  que  presentan  el  síndrome  anterior- 
mente enunciado,  se  pueden,  por  regla  general,  predecir  v  comprobar 
ó  contrastar  lesiones  crónicas,  aunque  en  gradación  diferente  en  cada 
una  de  las  serosas ;  se  trataría  en  estos  casos  de  aquella  forma  de  poli- 
seroisitis  ó  poliorrominitis,  descrita  ya  de  modo  especial  por  los  médi- 
cos italianos  (Galvagni,  Concato,  Corazza,  Bozzolo,  De-Giovanni),  eü 
los  cuales  se  han  logrado  encontrar  alteraciones  del  hígado  y  del  bazo: 
las  lesiones  contemporáneas  de  tales  serosas  en  muchos  casos  podrían 
tildarse  de  origen  tuberculoso. 

Posteriormente,  Heidemann,  aun  admitiendo  cual  hecho  primario  j 
esencial  la  poliseroisitis,  acercándose  de  este  modo  á  la  opinión  d'* 
Schupfer,  sostiene  aún  obstinadamente  el  que  se  trata  en  el  síndrome 
de  Pick,  no  ya  de  una  ascitis  inflamatoria,  sino  de  una  ascitisp: 
éxtasis,  deduciendo  de  aquí  la  idea  de  que  no  es  la  poliseroisiti?  It 
provocadora  de  la  exudación  peritoneal,  pero  que  sí  predispone  á  Ii 
serosa  á  la  trasudación.  La  definición  de  tal  cuestión,  que  parecía -v: 
fácil  determinar  por  el  examen  del  líquido  peritoneal,  no  resulta  to.is 
vía  cosa  sencilla,  cual  á  primera  vista  pudiera  parecer. 

En  Francia,  por  el  año  1898,  Gilbert  y  Grarnier  describieron  uníís- 
drome,  muy  semejante  al  de  Pick,  de  sínfisis  pericardio-perihepátiíri, 
caracterizado  por  la  sinequia  pericárdica  asociada  á  la  perihepatiti^T 
á  las  lesiones  cirróticas  del  parénquima  hepático,  con  ascitis  que  pre- 
domina sobre  los  edemas  y  recidivante ;  en  la  explicación  de  tales  he- 
chos, en  que  no  es  menos  la  lesión  secundaria  del  hígado  á  la  del  cora- 
zón y  aproximándose  á  la  de  Schupfer,  entendieron  ambos  se  trataba 
de  manifestaciones  de  una  sola  causa  ( probablemente  la  tubercul(.'>i 
que  invade  contemporáneamente  pericardio  y  peritoneo  perihepáti''^ 
transportándose  del  uno  al  otro  por  las  comunicaciones  linfáticas  e\i'^ 
tentes  entre  dichos  órganos,  atravesando  el  centro  tendinoso  del  dia- 
fragma). 

A  este  propósito,  si  bien  Gilbert  y  Garnier  tienen,  respecto  á  la  for- 
ma clínica  por  ellos  descrita,  una  idea  separatista,  precisa  recorl ' 
que  ya  anteriormente  Hutinel  había  descrito  una  forma  de  pericar:.- 
tis  adhesiva  tuberculosa  con  el  llamado  hígado  cardio-tuberculo?*),  -- 
cual  tiene  manifiestamente  perfecta  semejanza  con  la  sínfisis  perica:- 
dio-perihepótica. 

Otra  distinción  trató  de  establecer  Siéger  en  1898,  quien  estuir 
especialmente  aquella  forma  de  perihepatitis  descrita  anteriormenv 
por  Curschmann  con  el  nombre  de  Zuc/tergusslebei' ;  en  estos  caí^^>  ^ 
trataría  de  inflamación  crónica  exudativa  de  la  cápsula  del  hí^raii 
primitiva  ó  secundaria,  ocurrida  desde  el  pericardio  ó  de  la  pleura  ^i'* 
recha  é  independientemente  de  alteraciones  del  hígado  (cirrosis  cap-i- 
lar),  mientras  que  en  la  forma  de  Pick  ?e  trataría,  al  contrario,  de  in<i- 
ración  por  éxtasis  del  hígado  á  consecuencia  de  trastornos  crón:  ^ 
circulatorios  en  el  tronco  de  la  porta,  directamente  independiente^ 
una  perihepatitis  crónica  (cirrosis  cardíaca) ;  en  el  primer  caso  se^^i- 
dría,  en  resumen,  una  poliseroisitis  y  en  el  segundo  una  grave  cardi- 
patía  (sínfisis  pericárdica),  con  las  consecuencias  de  éxtasis,  rei>eKi> 
tiendo  especialmente  sobre  el  hígado. 

En  realidad,  no  apareciendo  justificada  la  idea  de  una  clara  nei? 
separación  entre  las  dos  formas  expresadas  por  Siéger,  su  hi¡>ót--.' 
avalorará  siempre  en  pro  á  la  sustentada  por  Schupfer,  ó  sea  que  se  tra' 


Noias  clinicas  3gt 


en  la  mayor  parte  de  los  casos  presentados  de  síndrome  de  Pick  de  la 
forma  de  poliseroisitis. 

Eisenmenger  también  combate  la  opinión  de  Pick  de  que  la  ascitis 
sea  ocasionada  por  éxtasis  en  el  peritoneo  causado  por  la  cirrosis  más 
bien  que  por  la  congestión  crónica  desenvuelta^  en  los  lóbulos  del  hí- 
gado ;  la  causa  de  la  ascitis  no  sería  ni  la  de  Pick  ni  cualquiera  otra 
causa  única,  sino  que  se  debe  admitir  pueden  concurrir  igualmente 
muchos  factores  reunidos.  Caso  de  no  admitir  de  modo  absolutamente 
exclusivo  la  existencia  de  inflamación  del  peritoneo,  la  cual  existe 
aunque  no  exprese  por  sí  el  derrame,  puede  ocasionarlo  localizándose 
en  la  porta  hepatis  y  extendiéndose  hacia  el  hígado  á  1q  largo  de  los 
vasos  con  fenómenos  de  peri  y  endo-flebitis  portal,  dando  lugar  á  éx- 
tasis de  la  porta  y  ascitis.  Empero,  aun  no  se  puede  excluir  una  cirro- 
sis hepática  concomitante,  manifestación  que  puede  ser  tuberculosa, 
localizada  además  en  el  pericardio ;  como  también  puede  el  proceso 
pericardítico  por  la  supra-hepática  descender  al  hígado  y  ocasionar 
endo-periflebitis  con  obstáculo  á  la  circulación  portal ;  puede  también 
ocurrir  exista  contemporáneamente  un  derrame  pleural  derecho  que, 
comprimiendo  la  cava  inferior,  de  lugar  inmediatamente  á  éxtasis 
portal ;  también  puede  acaecer  que  el  exudado  mismo  de  la  pericardi- 
tis ó  el  tejido  conectivo  cicatricial  pericárdico-nfediastínico  llegue  á 
englobar  y  comprimir  la  vena  cava  inferior. 

A  la  misma  ecléctica  conclusión  viene  á  asentir  Galvagni,  por  cuanto 
entiende  justificada  la  explicación  de  Pick  para  aquellos  casos  por  el 
mismo  relatados,  en  que  no  fueron  revelados  hechos  de  peritonitis,  ni 
adherencias  del  hígado  al  diafragma,  en  tanto  existía  esplenomegalia 
en  alto  grado,  pudiendo  conservarse  ambos  argumentos  anatómicos  y 
clínicos  positivos,  invocados  en  todas  las  demás  explicaciones  de  la 
ascitis,  aebiéndose  sentar  cual  conclusión  que  la  mayor  parte  de  las 
veces  algunos  de  los  mentados  síntomas  y  aun  todos  juntos  pueden 
producir  trastornos  de  mayor  ó  menor  gravedad.  Del  mismo  parecer 
son  también  Venot  y  Boutavant  (1). 


Notas  clinieas 

POR    KL 

Dr.   FEHRBk  PlERA 

Aneurisma  de  la  aorta  abdominal  tratado  con  las  inyecciones 
HiPODÉRMiCAS  DB  GELATINA.  —  Dorotea  LL,  de  32  años  de  edad,  de  cous- 
titución  débil,  sin  antecedentes  hereditarios  de  importancia  especial. 
Sus  antecedentes  morbosos  quedan  reducidos  á  un  parto  distósico  que 
motivó  la  aplicación  del  fórceps,  y  á  fiebre  puerperal  consecutiva,  gra- 
ve. A  los  seis  años  de  haber  sufrido  la  fiebre  puerperal,  empezó  á  no- 
tar dolores  en  el  vientre,  en  la  región  del  ombligo,  dolores  que  des- 
aparecían durante  una  temporada  para  reaparecer  sin  causa  conocida. 
A  los  dos  años  de  haberse  iniciado  estos  dolores,  se  presentaron  ya  con 
más  frecuencia  y  mayor  intensidad,  y  en  esa  época  la  enferma  empezó 
á  observar  que  se  acentuaban  más  con  la  marcha,  hasta  el  punto  que  la 
obligaban  á  andar  por  la  calle  como  doblegándose  ;  al  mismo  tiempo 
experimentó  cierta  disnea  y  plenitud  exagerada  del  estómago  después 
[le  las  comidas.  Poco  tiempo  después  se  acentuó  tanto  ese  estado,  oue 
la  enferma  no  podía  salir  de  casa,  molestada  por  el  constante  surri- 
miento  que  le  causaban  los  dolores,  la  disnea  y  la  fatiga. 

(1)     Rivista  Sanitaria,  n.»  S.  —  Garretta  Sic.  de  Med.  e  Chir,.  n.<»  30. -- F.  Pick,  Zcitschr. 
^  Kiin.  Med.,  t.  XXIX,  5  y  6. 


5g2  Afecciones  ocularet  de  origen  menstrual 


Eu  esta  época  la  vi  por  primera  vez  y  pude  apreciar  un  aneurisma 
de  la  aorta  abdominal,  que  se  manifestaba  claramente  tanto  con  la  ins- 
pección por  la  elevación  pulsátil  de  la  pared  anterior  del  vientre,  muy 
acentuada  desde  unos  cuatro  centímetros  por  encima  del  ombligo,  lia¿4 
dos  por  debajo,  como  poda  pulsación  que  daba  la  sensación  de  un  tumor 
pulsátil  del  tamaño  de  un  coco  pequeño.  Hecho  el  diagnóstico  dife- 
rencial con  cualquier  otro  tumor  que  pudiese  transmitir  los  latidos  de 
la  aorta  y  que  sería  prolijo  repetir,  instituí  el  tratamiento  de  la  afecdh 
mediante  las  inyecciones  hipodérmicas  del  suero  gelatinoso,  en  canti- 
dad de  20  cm^,  dos  veces  por  semana,  cantidad  que  no  pude  traspasa: 
por  ser  extraordinariamente  dolorosas,  tanto,  que  me  vi  obligado  a 
añadir  un  centigramo  de  clorhidrato  de  morfina  por  inyección,  con  ei 
objeto  de  hacerlas  más  tolerables.  A  las  primeras  inyecciones  desajri- 
recieron  los  dolores  para  no  reaparecer,  y  desapareció  la  parte  de  tu- 
mor pulsátil  infra-umbilical,  que  si  bien  con  la  inspección  no  se  nota'-s 
más  que  en  una  extensión  de  unos  dos  centímetros,  con  la  palpaciün- 
apreciaba  perfectamente  en  más  de  cinco.  El  estado  general  de  la  e: 
ferma  mejoró  notablemente,  y  disminuyó  la  disnea  y  la  plenitud g-«v- 
trica  después  de  las  comidas.  En  vista  de  esta  mejoría  inicial  tan  r- 
pida,  seguí  con  el  mismo  tratamiento  durante  unos  nueve  meses.  • 
como  no  observara  eñ  este  tiempo  ningím  signo  nuevo  en  favor  de  ul 
regresión,  abandoné  el  tratamiento  y  prescribí  sólo  un  rég'imen  y|.v- 
nero  de  vida  apropiados  á  la  grande  enfermedad  arterial. 

Actualmente,  hace  ya  más  de  tres  años,  la  enferma  sigue  coa »: 
aneurisma  que  sólo  la  molesta  ligeramente  después  de  las  comidas:  ¡a^ 
pulsaciones  se  perciben  perfectamente  con  la  simple  inspección  por  cü- 
cima  del  ombligo,  pero  no  parece  haber  aumentado. 

En  todo  este  tiempo  nO  se  presentó  el  menor  accidente,  sibient-aii 
día  que  había  de  darse  la  inyección  se  preparaba  el  medicamentu  }  >- 
esterilizaba  en  el  autoclave.  Sólo  debo  citar  dolores  menstruales  y '1^ 
cuitad  en  las  reglas,  cuando  éstas  se  presentaban  muy  próximas  li^ 
inyección. 

Afecciones  ocolares  de  origen  menstrual  ' 

l'OR    EL 

Dr.  F.  Terrien 

Ex  jefe  de  dioica  de  la  FacuFud  de  París 

Generalidades.  —  Existe  una  relación  evidente  entre  el  aparato  ^«'u~ 
y  el  visual,  y  muchas  afecciones  del  órgano  de  la  visión  deben  atribuid 
trastornos  menstruales. 

Sin  embargo,  es  muy  difícil  sostener  si  la  afección  uterina  es  laca  > 
determinaute  del  trastorno  visual  ó  solamente  la  causa  ocasional,  pud  f-: 
ambas  afecciones  provenir  de  una  afección  común,  la  sífilis,  por  ejem^ 
Es  preciso  ser  cauto  en  afirmarlo  demasiado,  y  Mooren  va  niuy  lejos  ais* 
buir  á  la  mayor  parte  de  las  afecciones  oculares  que  sufren  las  mujer»^^ 
origen  menstrual. 

Sin  embargo,  los  trastornos  menstruales  ejercen  una  influencia  mi 
fiesta  sobre  la  aparición  de  ciertas  afecciones  oculares,  como  demue>í"i 
número  de  observaciones  publicadas.  Algunas  veces  se  trata  de  unat- 
ción  de  origen  reflejo  ;  lo  más  frecuentemente  de  una  verdadera  ÍDfe»n. 
esto  no  puedt?  sorprendernos,  conociendo  las  modificaciones  produci<ií>? 
la  menstruacícHi  en  la  presión  intraocular,  la  cantidad  y  la  composic:  :i 
la  sangre,  muchas  veces  anormalmente  cargada  de  productos  tóxicos. 

Estos  trastornos  son  múltiples  como  las  afecciones  oculares  que  pi'- 
determinar.   Dividiremos  nuestro  trabajo  en  dos  partes.  Kn  la  primera^ 


(1)    Ga^.  des  hóp..  19  y  26  septiembre  de  1903. 


Afecciones  oculares  de  origen  menstruúl  ^  5g$ 

diaremos  las  complicaciones  oculares  que  pueden  presentarse,  aun  cuando 
rara  vez  en  el  curso  de  la  menstruación  normal,  y  las  mucho  más  frecuentes, 
ocasionadas  por  las  anomalías  de  la  menstruación.  La  segunda  parte 
tendrá  por  objeto  los  trastornos  visuales  que  sobrevienen  durante  el  emba- 
razo, el  parto,  la  lactancia  y  el  puerperio. 

PRIMERA  PARTE 
JKenstmaoIones  normal  y  anormal 

I.  Menstruación  normal.  —  No  ejerce  gran  influencia  sobre  el  órgano 
visual.  Sin  embargo,  así  como  determina  una  debilidad  de  todo  el  orga- 
nismo, puede  influir  también  sobre  la  visión,  y  los  trastornos  que  ocasiona 
pueden  dividirse  en  trastornos  funcionales,  nerviosos,  vasculares  é  inflama- 
torios: estos  diversos  desórdenes  reconocen  muchas  veces  una  misma  causa 
tóxica. 

I.**  Trastornos  funcionales. -^^e^  ha  notado  algunas  veces  una  ligera  dismi* 
nución  de  la  agudeza  visual,  pero  ésta  permanece  de  ordinario  en  condiciones 
normales  (1).  El  campo  visual  es  frecuentemente  reducido  (Finkelstein).  Esta 
disminución  en  la  extensión  del  campo  visual  empieza  dos  ó  tres  días  antes 
de  la  aparición  de  las  reglas ,  aumenta  hasta  el  tercer  ó  cuarto  día  de  la 
menstruación,  para  disminuir  poco  á  poco  y  desaparecer  hacia  el  séptimo  ú 
octavo  día. 

La  estrechez  existe  para  el  blanco  y  también  para  los  colores ;  muy  fre- 
cuentemente el  verde  se  confunde  con  el  amarillo.  La  estrechez  es  gene- 
ralmente más  acentuada  en  tiempo  de  reglas  abundantes  ó  en  los  sujetos 
nerviosos,  propensos  á  las  palpitaciones  y  neuralgias.  Este  sólo  punto 
demuestra  que  muchas  veces  también  puede  atribuirse  la  estrechez  á  cual- 
quiera otra  causa,  en  particular  á  la  histeria,  que  ha  de  buscarse  siempre. 
No  está  menos  establecido  que  la  extensión  del  campo  visual  se  halla  sujeta  á 
variar  y  puede  ser  influida  por  diversos  factores,  en  cuyo  número  se  ha  de 
colocar  la  menstruación. 

2.**  Trastornos  nerviosos.  —  Ya  son  fenómenos  neurálgicos  caracterizados 
por  dolores  en  la  esfera  del  trigémino ,  en  particular  la  primera  rama.  Se 
presentan  por  crisis,  permanecen  de  ordinario  unilaterales  y  se  acompañan 
en  ocasiones  de  una  sensación  de  pesadez  y  plenitud  por  parte  ae  los 
glóbulos  oculares. 

Se  ha  señalado  también  ligeros  conatos  de  hipertonía  y  se  sabe  que, 
en  las  predispuestas  al  glaucoma,  la  aparición  de  la  menstruación ,  aun 
natural,  y  sobre  todo  el  menor  retraso  de  ésta,  pueden  determinar  un  acceso 
de  glaucoma.  Por  otra  parte,  son  accesos  de  neuralgia  oftálmica,  con  sub 
habituales  caracteres. 

A  los  fenómenos  neurálgicos  pueden  añadirse  la  hiperestesia  que  inte- 
resa no  sólo  las  ramas  del  trigémino,  que  son  dolorosas.  si  que  también  el 
nervio  óptico .  caracterizada  entonces  por  una  fotofobia  de  grado  variable. 
Junto  á  esta  astenopia  retiniana ,  se  ha  de  mencionarla  astenopia  acomoda- 
tiva, que  se  observa  con  mucha  más  frecuencia  y  puede  revestir  todos  los 
frados,  desde  la  simple  fatiga  tras  una  lectura  prolongada,  hasta  la  imposi- 
ilidad  absoluta  de  acomodar,  aun  cuando  sean  algunos  minutos.  Esta 
última  forma,  que  se  encuentra  igualmente  en  las  grandes  cloróticas,  es 
mucho  más  rara  aquí.  .  Todo  se  limita,  lo  más  frecuentemente,  á  algunos 
dolores  neurálgicos  y  á  un  ligero  trastorno  de  la  visión  después  de  un 
trabajo  seguido ;  trastornos  que  desaparecen  con  el  reposo.  Exi.-íten  natu- 
ralmente mucho  más  en  el  hipermétrope  y  se  hallan  en  razón  directa  del 
girado  de  ametropia. 

Los  altos  grados  que  alcanza  la  astenopia  acomodativa,  la  paresia  y  la 
parálisis  de  la  acomodación,  coinciden  con  otros  trastornos  menstruales. 
Volveremos  á  ocuparnos  de  ello  en  el  artículo  siguiente. 

Los  nervios  motores  del  ojo  pueden  estar  igualmente  interesados  y  la 
parálisis  recidivante  del  óculo-motor  común,  frecuentemente  debida  á  trasto  r 


<1)  Es  sabido  que  basu,  para  medir  la  agudeza  visual  de  uno  de  los  ojos,  colocar  al  sujeto  á 
cinco  metros  de  las  escalas  de  agudeza  visual,  cerrándose  ei  ojo  congénere  con  la  mano.  £l  ojo 
que  goza  de  una  agudeza  visual  y  de  una  refracción  normales  (los  vicios  de  refracción  deben  corre- 
girse previamente  por  medio  de  vidrios),  ha  de  leer  la  última  linea  de  las  escalas  de  agudeza  visual. 
jEn  el  caso  contrario,  la  agudeza  es  inferior  á  la  normal. 


^4  Aftceiona  oculares  é9  origgn  mengtruat 

nos  menstruales,  se  ba  notado  también  en  el  curso  de  la  menstmdéi 
normal.  Hasner  ba  relatado  la  observación  de  una  joven  de  Ha&os»  que 
en  cada  época  menstrual  era  atacada  de  accesos  de  jaqueca  acompalíado^(l? 
Tómitosy  de  parálisis  del  6culo*motor.  A.  los  tres  días  de  la  aptiiciónd^ 
las  regias  cesaron  en  seguida,  primero,  la  parálisis  del  elevador,  después ;: 
de  los  músculos  extrínsecos  y,  por  último,  la  de  la  pupila (1).  Quizás  i 
parálisis  se  deba  en  tal  casoá  una  irritación  vaso-motora  del  centro  df 
ócülo-motor,  ó  bien  á  una  auto-intoxicación  periódica  de  origen  menstn]}; 

Los  trastornos  pupilares  no  se  observan  en  el  curso  de  la  meDStni&ci .  ] 
normal. 

Un  cierto  grado  de  exo/talmia,  con  aumento  de  la  clrcunferencii  >>: 
cuello,  fué  observado  porCobn,  en  una  joven  de  11  años  en  el  momeDtoóe^v 
épocas  menstruales,  enteramente  normales,  y  que  no  presentaba  nin^ci 
otra  alteración  (2).  Quizá  se  trataba  de  un  conato  de  enfermedad  de  Bbf 
dow.  Por  otra  parte,  Kay  (3)  notó  en  una  mujer  de  30  aüos,  atacsdi^* 
tS9ftalmia  del  ojo  derecho,  á  consecuencia  de  la  trombosis  de  las  venas* 
tariasy  el  acrecentamiento  de  los  dolores  y  de  la  salida  del  globo  ocuUir. 
cada  periodo  menstrual. 

S."*  Trastornos  vasculares  é  inflamatorios.  —  Apenas  si  se  observan  en- 
curso  de  la  menstruación  normal.  Vanee  ha  encontrado  algunas  veces ul. 
hiperemia  de  los  vasos  de  la  retina  y  de  la  papila,  y,  en  cambio,  una  anen. 
general  del  fondo  del  ojo  (4).  Conociendo  las  variedades  fisiotógicas», 
presenta  la  circulación  del  fondo  del  ojo  según  el  momento  del  examen  l 
se  puede  dar  una  importancia  grande  á  estas  observaciones. 

La  hiperemia  de  la  conjuntiva  y  aún  la  conjuntivitis  complicadi ': 
orzuelos,  ha  sido  notada  algunas  veces  durante  la  menstruación.  Pert^ 
trata  siempre  en  este  caso  de  una  infección  local,  favorecida  todo  lo  ilí< 
por  la  aparición  de  las  épocas  menstruales.  Más  frecuentes  son  el  tiv.- 
pardo  obscuro  del  surco  órbito- malario  y  el  ec^an^  de  los  párpado,  my- 
dentes  ó  no  con  el  edema  de  otras  regiones.  La  afección  se  mue§tr&¿ 
ordinario  dos  ó  tres  días  antes  de  la  aparición  de  las  reglas  y  desapar^- 
dos  ó  tres  días  después ,  sin  causar  dolores  ni  fatigas  de  ninguna  clase  I 
edema  puede  interesar  también  la  conjuntiva  y  producir  un  pUmm : 
grado  variable.  En  todos  los  casos  el  rifíón  se  ha  encontrado  indeai^ 
se  trata,  probablemente,  en  tal  caso  de  trastornos  vaso*motores,  que  puelr 
atribuirse  á  la  urticaria.  Ordinariamente  es  un  edema  blanco,  flojo;  na 
vez  la  piel  se  enrojece  y  por  su  aspecto  puede  hacer  creer  en  una  erisipe.^ 
Bn  el  caso  de  Fage,  se  trataba  de  una  mujer  de  veinte  afios,  que,  ea  esa 
una  de  sus  épocas  menstruales,  presentaba  una  elefantiasis  de  loscui^ 
párpados.  La  afección  había  aparecido  cuando  la  susodicha  mujer  teii 
doce  años,  en  el  momento  en  que  se  establecían  los  menstruos.  Desapar- 
ció  aquélla  paulatinamente  á  los  diez  y  nueve  años,  época  en  que  lan^' 

3 uedó  embarazada,  para  presentarse  de  nuevo  algunos  meses  más  tari' 
espués  del  parto  (5). 

Se  ha  notado  muchas  veces  la  aparición  de  herpes  de  la  úárnea,  en  el  co;^ 
de  la  menstruación,  erupción  análoga  á  las  formas  de  dermitis  que  han  f* 
observadas  en  ciertas  personas  con  ocasión  de  sus  reglas. 

Se  ha  notado  también  diversas  formas  de  queratitis,  queratitis  puntea* 
superficial  (Fuchs),  queratitis  intersticial  difusa,  acompañados  ó  no  de  í ' 
fobia(Mooren).  ^ 

Pero  estos  hechos  son  excepcionales.  También  lo  son  las  rarisimasf " 
servaciones  de  iritis,  de  irido-coroiditis  y  de  trastornos  del  vitreo,  que  se  U 
relatado,  y  que  no  aparecen  en  la  menstruación  normal.  Bs  predso,  i*^*- 
más,  una  predisposición  particular  y  sobre  todo  una  afección  anterior  > 
globo  ocular.  El  ojo  primitivamente  atacado  se  convierte  entonces er- 
Jocusminoris  resistentia,  y  el  sólo  hecho  de  la  menstruación,  porlo^tn^ 
tornos  circulatorios  que  ocasiona,  puede  dar  origen  en  el  ojoenfrnc' 
hiperemia,  á  hemorragias,  ó  á  la  reaparición  de  una  inflamación  antigna 


(1)  Hasner,  Wien.  med.  Wóchmt,,  1883,  q.«  12. 

(2)  Coho,  KUn.  MonatMbl.f.  AvMenkeit.,  1967,  p.  350. 
(S)  Kay,  Amer.  Jom.  of.  mtd.  5c.,  1882,  p.  383. 

<ij  Vanee.  The  Boeton  med.  and  hurg.  Joum.^  mayo,  1872.  p.  298. 

<5)  Fage,  Ann.  d'oculist,  1892,  t.  CVII,  p.  276. 


Afeccionts  oculans  de  origen  menstrual  5^5 

Por  el  contrarío,  diversos  trastornos  menstruales»  como  la  metritis,  la  en- 
dometritis,  las  metrorragrias,  la  dlsmenorrea,  y  sobre  todo,  la  menopausia, 
pueden  por  sí  solas  tener  resonancia  en  el  drgano  visual  y  producir  en  él 
grandes  alteraciones.    Estas  son  las  que  aiiora  vamos  á  estudiar. 

II.  Mbnstrxjación  ÁNOBMAL.^Las  afecciones  uterinas  más  diversas  que 
pueden  dar  lugar  á  desórdenes  visuales  sensiblemente  idénticos,  las  reuni- 
mos bajo  el  término  genérico  de  menstruación  anormal,  salvo  especificar,  & 
propósito  de  ciertas  manifestaciones  oculares,  los  desórdenes  uterinos  que 
les  dan  origen  las  más  de  las  veces. 

Estos  trastornos  visuales  se  pueden  también  dividir  en  nerviosos,  fun- 
cionales, vasculares  ó  inflamatorios.  Los  dos  primeros  son  muy  probable- 
mente de  orden  vaso-motor,  y  debidos  á  la  neurosis  que  les  acompaña  de 
ordinario.  Los  segundos  son  de  orden  infeccioso  y  manifiestan  la  intoxica- 
ción de  origen  uterino. 

Traslamos  nerviosos  y  funcionalei.  —  Consisten  en  una  hiperestesia  refleja 
del  trigémino,  del  nervio  óptico,  ó  de  ambos  á  la  par,  jr  han  sido  descritos, 
cuando  son  muy  acentuados,  bajo  el  término  de  copiopta  histérica  (FOrster). 

Este  término  muestra  bien  que  la  afección  no  debe  atribuirse  única- 
mente á  trastornos  menstruales.  Estos  tienen  en  su  aparición  una  notable 
influencia,  particularmente  la  metritis  y  la  perimetritis.  pero  son  ante  todo  la 
manifestación  de  una  neurosis,  y  sobre  todo  de  la  histeria.  Así,  aunque 
patrimonio  del  sexo  femenino,  se  observa  también  en  los  hombres,  particu- 
larmente en  los  que  presentan  alteraciones  sexuales. 

Llega  á  su  máximo  de  frecuencia  entre  los  treinta  y  cuarenta  años,  y 
coincide  ordinariamente  con  otros  trastornos  nerviosos :  insomnios,  irrita- 
bilidad, palpitaciones,  depresión  general,  dolores  lumbares  y  muchas  veces 
también  otros  síntomas  de  histeria. 

Está  caracterizada  por  dolores  neurálgicos,  acompañados  generalmente 
de  hiperestesia  y  de  trastornos  visuales. 

a)  Dolores  neurálgicos.  —  Son  perl  é  intra-oculares  y  se  irradian  alrede- 
dor de  la  órbita,  la  frente,  la  región  malar  y  al  nivel  del  maxilar  superior. 
Son  dolores  sordos,  en  ocasiones  lancinantes,  terebrantes,  y  se  acompañan 
muchas  veces  de  una  sensación  de  quemadura  de  la  conjuntiva,  de  los  pár- 
pados y  del  segmento  anterior  del  globo  ocular.  No  aumentan  general- 
mente con  la  presión  en  el  punto  de  emergencia  de  los  nervios,  diferen- 
ciándose en  esto  de  los  dolores  neurálgicos  ordinarios.  Casi  siempre  bila- 
terales, exagerados  por  el  trabajo  de  cerca  ó  por  una  luz  viva,  aparecen  sin 
causa  apreciable,  y  duran  varias  horas  ó  algunos  días  con  una  intensidad 
variable.  Más  vivos  á  la  menor  fatiga  ó  á  la  más  ligera  emoción,  se  calman 
con  el  reposo  y  el  sueño,  no  siendo  generalmente  turbado  éste  por  los  do- 
lores. 

No  existe  ni  inyección  de  la  conjuntiva,  ni  tumefacción  d«  los  párpados, 
ni  aumento  de  !a  secreción  lacrimal  y  el  dolor  constituye  el  único  síntoma 
apreciable.  El  examen  local  no  revela  ninguna  anomalía;  alomas,  una 
ligera  insuficiencia  muscular,  un  poco  de  presbiopía  ó  de  hipermetropía, 
todas  afecciones  insuficientes  para  explicar  por  sí  solas  los  dolores  que  sufre 
el  paciente.  Tanto  más,  cuanto  que  la  corrección  óptica  de  la  ametropía 
con  los  cristales  prismáticos  ó  los  convexos  no  produce  ningún  alivio,  é 
pesar  de  la  mejoría  que  en  la  visión  se  ha  originado.  Aun  más,  las  letras 
adquieren  una  intensidad  demasiado  grrande  ó  bien  la  montura  de  los  cris- 
tales, ejerciendo  presión  sobre  la  nariz,  ocasiona  nuevos  dolores. 

b)  Trastornos  fHsuales.-^Son  consecuencia  de  la  hiperestesia  de  la  retina 
y  del  nervio  óptico  y  se  manifiestan  esencialmente  por  la  fbto/bHa.  Es  de 
intensidad  variable  y  sobre  todo  es  marcada  con  la  luz  artificial,  que  es  muy 
difícilmente  soportada.  Aquí  también,  y  mucho  más  frecuentemente  que 
en  el  curso  de  la  menstruación  normal,  se  muestran  los  trastornos  que  he- 
xnos  estudiado  á  propósito  de  esta  última:  astenopia  acomodativa,  estrechez 
del  campo  visual  y  disminución  de  la  agudeza  visual.  Se  han  descrito  también 
casos  de  ambliopía  y  de  amemiTOsis  sin  lesión  del  nervio  óptico,  pero  esto  es 
completamente  excepcional.  Esta  amaurosis,  como  tamnién  algunos  casos 
raros  de  hemianopsia,  que  han  «ido  mencionados,  da  origen  casi  siempre  á 
trastornos  vasculares  e  inflamatorios  y  será  descrita  con  estos  últimos.  í)e 
ordinario  la  agudeza  visual  está  poco  alterada  y  permanece  sensiblemente 
normal. 


5g6  Afecciones  oculares  de  origen  menstruai 

Tal  es  la  copiopía  histérica.  El  tratamiento  tiene  sobre  ella  poca  acción. 
Recomiéndase  el  extracto  de  valeriana,  los  bromuros  á  dosis  pequeña  y  las 
afusiones  frías,  desconfiando  de  los  narcóticos,  que  dan  pocos  resultados. 
Se  prescribirá  naturalmente  el  uso  de  cristales  ahumados,  evitando  los  tin- 
tes demasiado  obscuros  que  frecuentemente  no  tienen  otro  efecto,  habi- 
tuando el  ojo  á  la  obscuridad,  que  aumentar  la  irritabilidad  á  la  luz.  Uq 
tinte  medio,  el  n.°  3,  es  el  más  conveniente.  La  afección  de  los  órganos 
genitales  se  tratará  concienzudamente,  y  la  curación  será  tanto  más  prr>l«- 
ble  cuanto  el  paciente  sea  de  más  edad.  Todos  estos  desórdenes,  en  efer^ 
noseobservau  en  la  mujer  pasados  los  sesenta  años,  cuando  la  actividad 
sexual  ha  desaparecido  por  completo. 

Ordinariamente  estos  trastornos  funcionales  no  son  bastante  intens-s 
ni  están  lo  suficientemente  agrupados  para  constituir  el  síndrome  de  lao- 
plopía  histérica.  Pero  en  un  grado  menor  se  les  encuentra  con  frecucDci 
en  la  mayor  parte  de  las  afecciones  del  aparato  genital  en  la  mujer,  mi¿ 
at^n  que  los  trastornos  vasculares  é  inflamatorios.  La  anteflexión,  la  retr<)- 
flexión  y  los  prolapsos  uterinos  existen  frecuentemente  como  causa  oca- 
sional. 

Son  la  anestesia  ó  la  hiperestesia  retiniana,  la  astenapia  nernosa,  bf 
pacientes  se  quejan  de  una  ligera  fatiga  de  los  ojos  y  no  pueden  sostener  h; 
trabajo  de  cerca.  El  campo  visual  es,  de  ordinario,  un  poco  reducido,  p-r 
la  agudeza  visual  permanece  casi  siempre  intacta.  Puede  existir  fotopM 
y  lagrimeo.    En  tal  caso  debe  suponerse  la  histeria  y  buscar  los  estigmas. 

Los  trastornos  motores  y  las  parálisis  de  los  nervios  motares  del  ojo  ha: 
sido  observados  asaz  frecuentemente.  Mooren  ha  notado  una  mdrisiri 
unilateral  pasajera  en  tres  enfermos  respectivamente  atacados  de  endc^ 
metritis,  de  parametritis  y  de  retroflexión  uterina. 

Este  mismo  autor  observó  también  una  miosis  bilateral,  sin  otros  trar 
tornos  oculares,  en  una  señora  atacada  de  prolapso  del  útero.  Mooren  rr- 
deber  atribuir  dicha  miosis  á  una  parálisis  del  simpático,  determinada  p  r 
el  descenso  del  útero. 

Trastornos  vasculares^  —Las  hemorragias  de  la  retina,  déla  coroides  y  de: 
cuerpo  vitreo  han  sido  encontradas  en  el  momento  de  la  menopausia,  v 
sobre  todo,  después  de  la  brusca  supresión  de  las  reglas.  Estas  hemorra- 
gias, que  tienen  lugar  en  los  puntos  más  variados  del  organismo,  pueleii 
ser  peri  ó  intra-oculares,  y  aun  interesar  á  la  vez  el  globo  ocular  y  sus  ase- 
xos,  los  párpados,  la  conjuntiva  ó  la  órbita. 

Guérin,  Laurence  y  otros  vieron  hemorragias  en  la  cámara  anterior.  ^2 
el  cuerpo  vitreo,  presentarse  en  el  momento  de  cada  época  menstrual.  Tra 
enferma  que  hemos  seguido  varios  años  en  la  clínica  oftalmológica  d¿ 
Hótel-Dieu,  presentó,  seis  meses  después  de  iniciarse  la  menopausia,  una 
hemorragia  intra-ocular  profusa  del  ojo  derecho  que  espontáneamente  apa- 
reció. A  partir  de  esta  época,  después  de  períodos  de  reabsorción  incom- 
pleta, las  hemorragias  se  reprodujeron  á  intervalos  cada  vez  más  próiimc^ 
el  cristalino  lentamente  se  fué  poniendo  opaco,  y  finalmente,  el  ojo  se  hi'^ 
glaucomatoso  y  debió  ser  enucleado. 

Se  trata  aquí  muy  probablemente  en  todos  los  casos  de  hemorragias  v.- 
cariantes.  Las  modificaciones  de  la  presión  sanguínea  no  son  suficiente» 
por  sí  solas  para  determinarlas,  y  es  preciso,  de  ordinario,  una  infeccioD  * 
una  intoxicación  sobreañadidas.  Los  diabéticos,  albuminúricos  y  otn^ 
discrásicos  están  particularmente  expuestos  de  por  sí  á  ellas.  La  enfenni 
cuya  observación  acabamos  de  relatar,  era  claramente  diabética,  y  despué? 
hemos  observado  otros  dos  ejemplos  de  ello. 

Trastornos  inflamatorios  é infecciosos,  —Son  múltiples  y  pueden  alcanzar 
los  diferentes  segmentos  del  globo  ocular.  Unos  son  excepcionales,  otpf^ 
mucho  más  frecuentes,  merecen  que  les  prestemos  nuestra  atención :  taie» 
son  las  afecciones  del  tractus  uveal  y  del  nervio  óptico. 

Los  trastornos  uterinos  que  los  provocan  pueden  ser  muy  diversos,  pe*- 
la  infección  se  encuentra  siempre  en  el  origen,  así  como  también  la  me- 
tritis, la  endometritis,  la  perimetritis.  y  la  dismenorrea.  La  menopaiis;» 
es  también  un  factor  importante ;  por  último,  se  ha  de  indicar,  junto  a.i 
aupresión  brusca  de  las  reglas,  las  hemorragias  uterinas,  profusas  ó  dj 
profusas,  que  pueden  repercutir  sobre  el  órgano  de  la  visión. 

1.°    Tractus  uveal.  —  Es  frecuentemente  atacado  en  muchos  desórdea» 


Áftcciones  oculares  deorigtn  menstrual  397 

menstruales,  y  estos  trastornos  se  manifiestan,  ó  por  irido-coroiditis  ordi- 
nariamente plásticas,  ó  por  trastornos  del  vitreo,  ó  por  ambos  á  la  vez.  y 
excepcionalmente  por  irido-coroiditís  supuradas. 

a)  Iridocoroiditis. —  Es  la  forma  más  frecuente  y  ofrece  un  real  interés 
clínico  porque  es  de  ordinario  latente,  y  puede  pasar  inadvertida.  Es  la 
iritis  tranquila  de  los  autores  ingleses  {quiei  iritis).  Generalmente  bilate- 
ral, evoluciona  insidiosamente,  sin  determinar  dolores  ni  reacción.  El  pa- 
ciente se  queja  sólo  de  un  entorpecimiento  en  la  vista.  Se  establecen  sine- 
quias  posteriores,  que  pueden  llegar  hasta  la  oclusión  total  de  la  pupilti  y 
hasta  á  la  tisis  del  globo,  si  la  afección  es  desconocida.  Es  de  importancia 
en  tal  caso  examinar  muy  concienzudamente  la  pupila  mediante  el  alum- 
brado oblicuo;  la  presencia  de  sinequias  posteriores,  la  irregularidad  de  la 
pupila  y  la  ausencia  del  reflejo  luminoso  permitirán  el  diagnóstico. 

Los  casos  publicados  hasta  la  actualidad  son  muchos.  En  el  caso  de 
Wecker,  la  curación  de  la  iritis  se  realizó  con  la  de  la  ondometritis  (1).  En 
el  de  Vignes  (2),  se  trataba  de  una  endometritis  infecciosa  crónica,  que 
había  producido  una  doble  irido-coroiditis  plástica  con  ceguera  casi  com- 
pleta. El  raspado  del  útero  y  la  desinfección  consecutiva  produjeron  un  gran 
decrecimiento  de  la  afección  ocular  y  la  agudeza  visual  subió  de  0*2  á  0*6. 

Pero  al  lado  del  tratamiento  general,  el  local  no  se  descuidará  nunca. 
Se  multiplicará  las  instilaciones  de  colirios  con  atropina  al  centesimo,  que 
tendrán  por  fin  romper  las  sinequias  ya  existentes  y  prevenir  la  formación 
de  nuevas  adherencias.  Estas  instilaciones  serán  repetidas  dos  ó  tres  veces 
al  día  (3).  Se  recomendará  también  el  empleo  de  compresas  calientes,  apli- 
cadas sobre  el  ojo,  con  los  párpados  cerrados,  y  renovadas  cada  tres  ó  cuatro 
minutos  durante  media  hora.  Se  repetirá  las  aplicaciones  tres  ó  cuatro 
veces  al  día,  y  este  procedimiento  sencillísimo  es  un  excelente  agento  de 
reparación  que  favorece  los  cambios  nutritivos.  Modera  al  mismo  tiempo 
los  síntomas  irritativos  y  se  empleará  en  todas  las  variedades  de  irido-coroi- 
ditis y  de  trastornos  del  vitreo. 

b)  Trastornos  del  vitreo,  —  Se  manifiestan  á  la  vez  por  síntomas  subjeti- 
vos y  objetivos.  Los  primeros  están  caracterizados  por  una  disminución 
de  la  agudeza  visual.  La  enferma  se  queja  de  ver  los  objetos  como  á  través 
de  una  niebla,  ó  de  una  capa  de  agua;  según  la  dimensión  de  los  trastornos 
del  vitreo,  advierte  al  mismo  tiempo  moscas  ó  cuerpos  extraños  que  van  y 
vienen  en  el  campo  visual. 

Los  síntomas  objetivos  son  muy  visibles  con  el  oftalmoscopio.  Ordina- 
riamente se  trata  de  un  polvo  fino  del  vitreo ;  la  papila  puede  apenas  dis- 
tinguirse y  da  la  impresión  como  si  se  viera  á  través  de  una  niebla  muy 
espesa.  Por  otra  parte,  se  ve  fiotar  en  el  cuerpo  vitreo  gruesos  filamentos 
que- resaltan,  por  su  negra  coloración,  sobre  el  fondo  rojo  del  campo  papi- 
lar. Casi  siempre  se  comprueba  al  mismo  tiempo  signos  de  irido-coroiditis, 
en  que  los  trastornos  del  vitreo  sólo  son  consecuencias  (sinequias  posterio- 
res, condensación  de  la  membrana  iridiana,  etc.). 

Como  esta  última,  los  trastornos  del  vitreo  son,  de  ordinario,  simétricos, 
lo  que  viene  á  hacer  más  grave  el  pronóstico. 

Un  hecho  particular  es  la  gran  variabilidad  de  los  síntomas  objetivos 
según  el  estado  del  paciente  y  el  momento  del  examen.  Un  día  la  enferma 
siente  un  alivio  muy  real,  y  á  la  mañana  siguiente  se  obscurece  de  nuevo. 
Es,  pues,  preciso  no  aceptar  una  curación  que  no  existe.  Tras  una  dura- 
ción larguísima  (algunos  años)  y  alternativas  de  agravación  y  mejoría,  el 
cristalino  acaba  por  hacerse  opaco  en  su  totalidad,  y  la  ceguera  se  hace 
completa  y  definitiva. 

En  una  mujer  de  veintinueve  años,  observada  por  nosotros  en  la  Clínica* 
oftalmológica  del  Hótel-Dieu,  en  enero  de  1899,  los  trastornos  del  vitreo 
aparecieron  seis  meses  antes  á  continuación  de  la  supresión  de  las  reglas  y 
de  dismenorrea  consecutiva.  La  afección  permaneció  unilateral  y  ter- 
minó un  año  más  tarde  con  la  opacificación  del  cristalino,  á  despecho  del 
tratamiento  instituido. 


(1)  De  Wecker,  Iritis  métritique.  —  Semaine  mid.,  1891  p.  86.  - . 

(2)  Vignes,  Irido-choroidtté  dtorigint  uterine.  —  Arch.  dVphtalm.  1896,  p.  149. 

(3)  Vigilese  la  tensión  del  globo  durante  el  traumiento,  que  disminuye  generalmente.  Si  el 
tono  se  eleva,  lo  que  es  raro,  se  cesará  en  seguida  el  empleo  del  midriásico  para  aplicarlo  de  nuevo 
tan  pronto  como  la  tensión  recobre  su  estado  normal. 


■^8  Afeccioius  oiuiaru  dé  origtn  metutruAl 

Bete  tiene  poca  acción.  Se  hará,  ante  todo,  el  tratamiento  mercuiiil 
bajo  todas  sus  formas,  dando  la  preferencia  á  las  inyecciones.  Se  ha  preco- 
nizado también  las  inyecciones  subconjuntivales  de  sales  mercuriales,  qoc 
no  nos  han  dado  casi  resultado.  Se  inyecta,  por  ejemplo,  bajo  U  ctjdjqq- 
tiva,  alg'unas  gotas  de  una  solución  de  sublimado  al  mil.  Los  calomelaao» 
al  interior,  á  dosis  fraccionadas,  pueden  también  ser  empleados.  Lasuda- 
-ción  que  se  obtiene  con  la  ingestión  cotidiana  durante  algunos  días  de  im! 
infusión  de  hojas  de  jaborandi  (2  á  4  gramos),  ó  con  las  inyecciones  depilo- 
xsarpina,  encuentra  también  su  indicación  aquí.  Por  último,  el  tratamiestc 
local  se  limitará  al  empleo  frecuente  de  compresas  calientes. 

e)  Irido-coroiditis  supurada  y  oftalmía  nistastásica.-^liMcho  más  raiaTn 
ae  ve  sobrevenir,  á  consecuencia  de  afecciones  uterinas,  las  irido-coroiditi.^ 

2ue  rapidísimamente  terminan  en  la  supuración.    Algunos  días  despue 
el  principio  de  la  afección  el  pus  se  presenta  en  la  parte  anterior  (hiiK- 
pión),  invade  el  cuecpo  vitreo  y  constituye  el  flemón  del  ojo. 

La  irido-coroiditis  metastásica  es  hoy  muy  conocida,  y  Axenfeld.  reciei 
temente,  ha  publicado  sobre  este  asunto  un  muy  interesante  tnb^o.li 
Frecuentemente  se  observa  en  las  lesiones  del  útero  y  sus  anexos,  y,  sobrr 
todo,  á  continuación  de  la  infección  puerperal. 

Los  gérmenes  sépticos,  partidos  de  un  punto  cualquiera  de  Ja  re^): 
primitivamente  infecta,  son  arrastrados  por  la  circulación  y  se  detieoeiie! 
el  interior  del  ^lobo  ocular,  en  la  coroides  y  aún  en  la  retina.  Hemos  ds¿: 
á  conocer  un  ejemplo  muy  curioso  de  ello.  En  una  mujer  que  padeeá 
algunos  años  de  leucorrea,  una  infección  estreptocóeica,  salida  de  la  ña- 
cosa  uterina,  dio  lugar  á  una  artritis  supurada  de  la  rodilla  derechacH 
estreptococos,  y  al  día  siguiente  una  oftalmía  metastásica  con  estreptococia' 
del  mismo  lado ;  la  muerte  ocurrió  á  los  quince  días,  por  haberse  genenlj- 
zado  la  infección  (2).  Veillon  y  Morax  han  relatado  un  caso  semejante  ^ 
Bsta  irido-coroiditis  metastásica  no  se  encuentra  únicamente  en  laa  afec- 
ciones uterinas,  sino  que  también  puede  observarse  en  toda  infección. « 
particular  en  la  pneumonía  ;  solamente  el  agente  infeccioso  es  el  que  diñe- 
re.  Pero  es  frecuente,  sobre  todo,  en  la  infección  puerperal,  y  el  pranásüf; 
es  por  modo  particularmente  grave,  debido  á  la  virulencia  del  agente  iDfe6 
cioso.  Muy  frecuentemente  es  fatal,  en  especial  si  ambos  ojos  están  innü 
dos.  La  muerte  en  tal  caso  es  la  regla.  Si  sólo  un  ojo  es  atacado,  el  pnm 
infeccioso  tiende  á  localizarse  y  se  puede  esperar  la  curación;  pero  la  tos 
del  ojo  atacado  permanece  siempre  nula  y  muchas  veces,  también,  bastan 
integridad  del  globo  ocular  se  pierde. 

Ante  todo  se  tratará  la  infección  general  y  se  limitará  como  tratamiest: 
iocal  á  las  curas  húmedas,  frecuentemente  ;ren ovadas,  á  las  instilacioDe^df 
atropina  y  aún  á  las  inyecciones  subconjuntivales  de  sublimado  al  mil.  ^ 
la  irido-coroiditis  termina  en  la  panoftalmía,  la  exenteración  del  globo ie 
impone. 

a)  Finalmente,  al  lado  de  las  inflamaciones  del  tractus  uvealseb^^ 
m^uzíoiíKT  \q%  procesos  glawcomatosos  que  pueden  presentarse  como  w^P 
caciones  de  la  iritis  ó  de  la  ciclitis  y  también  como  fenómenos  aisladoa.  ^ 
duda,  en  semejante  caso  no  se  puede  considerar  el  glaucoma  como  la  co:- 
aecuencia  de  la  afección  uterina,  y  ante  todo  es  preciso  insinuar  la  predis- 
posición individual ;  pero  se  conoce  la  influencia  nefasta  de  los  periodos 
menstruales  en  los  accesos  de  glaucoma,  y  se  comprende  que  los  tiastoroai 
uterinos  puedan  provocar  un  ataque  en  un  ojo  predispuesto  á  él. 

%.'^  Nervio  óptico  y  retiría,  —  Las  lesionep  de  estos  órganos  han  sido  ft- 
centradas  á  consecuencia  de  desórdenes  diversos :  esterilidad  ó  suprea-'^ 
de  la  menstruación  normal,  metrorragias,  menopausia,  ovariotomia,  casir^ 
ción,  etc.  Se  presentan  bajo  diferentes  aspectos,  que  agruparemos  en  cua- 
tro clases,  según  las  modificaciones  observadas  con  el  oftalmoscopio. 

a)  Éxtasis  papilar.  —  Lo  ha  mencionado  por  vez  primera  De  Graefe.  ?< 
tiene  la  imagen  clásica  de  la  papilitis,  tal  como  se  la  encuentra  en  ios  tv- 
mores  cerebrales.  La  papila  es  saliente,  edematosa  ;  los  bordes  son  poeo^ 
nada  visibles  y  se  confunden  con  la  retina.    Las  venas  son  muy  volumin: 


(1)  Axenfeld.  V6n  Grmfg  Árehiv..  U  XL,  cutd.  IV. 

(2)  Temen,  Arch.  tPOphtalm,,  1899,  p.  171. 

(3)  Veillon  et  Morax,  Ann.  d'Oculiit.,  1899,  t.  CXI,  p.  841, 


AJtcdomn  ocularet  dt  origtn  nwatntal  Sgg 

sa8,  tortuosas  y  existe  al  nivel  de  la  papila  y  alrededor  de  ésta  pequefias  he- 
morragias venosas. 

El  curso  del  proceso  es  rápido,  la  visión  disminuye  muy  pronto  y  en  va- 
rios días  ó  semanas  la  lesión  llega  á  su  apogeo.  Se  puede,  no  obstante,  ob- 
servar períodos  de  paro  ó  de  remisión. 

El  pronóstico  será  tanto  más  favorable  cuanto  la  infección  evolucione 
más  rápidamente  y  la  curación  puede  ser  completa  (De  Graefe).  Esta  es 
una  diferencia  con  el  éxtasis  papilar  determinado  por  los  tumores  cerebra- 
les. £1  curso  es  mucho  más  lento  en  ella,  y  la  afección,  si  ha  tenido  cierta 
duración,  termina  de  ordinario  por  una  ceguera  casi  completa  con  atrofia 
de  la  papila. 

b)  IfeurO'retinitU.'—FóTsterlh.hB,  descrito  bien.  Las  lesiones  son  las 
mismas,  pero  mucho  menos  acentuadas.  Un  solo  ojo  generalmente  es  el 
atacado,  y  rara  vez  los  dos  al.mismo  tiempo.  La  agudeza  visual  disminuye 
poco.  Con  el  of(;almoscopio  se  ve  los  bordes  de  la  papila  ligeramente  borra- 
dos y  ésta  más  ó  menos  congestionada.  La  afección  permanece  estacionaria 
algunas  semanas,  y  en  ocasiones  varios  meses  y  puede  terminar  en  la  cura- 
ción completa  ó  en  una  atrofia  parcial  de  la  papila.  La  atrofia  completa  es 
rara.  Se  conoce  un  caso  de  Christensen ;  aun  en  este  último  la  causa  no 
parece  unívoca  (1). 

Puede  observarse  en  el  momento  de  la  menopausia,  y  sobre  todo  en  estas 
formas  de  menstruación  anormales,  en  las  que  las  reglas  son  muy  irregula- 
res, tardías  en  aparecer  y  muy  poco  abundantes  (Meyer,  Moeren),  ó  bien, 
por  último,  cuando  hay  interrupción  brusca  de  la  menstruación  (Swan- 
zy)  (2). 

Recientemente,  Caudron  ha  relatado  la  observación  de  una  mujer  de 
treinta  años,  que  habiendo  sufrido  la  ablación  de  los  ovarios,  presentaba 
periódicamente  desde  esta  época,  en  cada  época  menstrual,  brotéis  de  neuri- 
tis óptica  doble  con  éxtasis  papilar  (3). 

Se  ha  pretendido  explicar  así  la  patogenia  de  esta  neuro*retinitis ;  el  re- 
traso ó  la  poca  abundancia  de  las  reglas  determinaría  cada  vez  una  hipere- 
mia del  nervio  óptico,  y  su  repetición  frecuente  terminaría  en  la  atrofia. 
Se  trata  con  más  probabilidad,  en  estos  casos,  de  una  infección,  y  una 
observación  de  Rokitansky,  en  la  que  existía  al  mismo  tiempo  una  inflama- 
<síón  de  la  médula  y  del  cerebro  con  focos  de  esclerosis  en  ciertos  puntos,  lo 
demuestra  con  toda  claridad. 

El  tratamiento  consistirá,  ante  todo,  en  restablecer  la  menstruación 
cuando  falta  ó  suflre  retraso,  y  en  algunos  casos  este  solo  tratamiento  es  su- 
ficiente para  producir  la  curación.  El  tratamiento  mercurial  está  indicado 
también,  tanto  más  cuanto  que  la  sífilis  puede  existir  á  la  par  y  es  preciso 
siempre  pensar  en  esta  eventualidad.  Se  completará  con  la  medicación  an- 
tifiogistíca  habitual :  aplicaciones  calientes  ít^ecuentemente  repetidas,  uso 
de  cristales  ahumados,  tinte  n.**  2,  derivación  sanguínea  local  por  medio  de 
sanguijuelas  aplicadas  en  las  sienes. 

e)'  NeuritU  retre^bulbar,  ^  Uhtoff  ha  observado  tres  ejemplos  en  otras 
tantas  jóvenes  de  veinte  á  veinticuatro  años  que  presentaban  una  dismeno* 
rrea  abundante.  Una  de  ellas  tenía,  además,  un  útero  muy  poco  desarro- 
llado, casi  infantil.  La  afección  presentaba  el  aspecto  clásico  observado  en 
la  ambliopía  tóxica :  escotoma  central  sin  estrechez  del  campo  visual  y  li- 
gera decoloración  del  nervio  óptico  del  lado  temporal.  El  pronóstico  es  fa- 
vorable. 

d)  Atrofia.  —  Además  de  las  precedentes  formas  que  pueden  Mnducir  á 
la  atrofia,  Fórster  ha  insistido  sobre  una  forma  de  atrofia  9imple  que  se  ob- 
servaría preferentemente  en  las  mujeres  estériles.  Se  reconoce  por  la  blan- 
cura característica  de  la  papila,  en  ututo  que  los  vasos  conservan  su  cidlbre 
normal.    La  visión  es  abolida  enteramente. 

Apoyándose  en  estos  hechos,  se  ha  querido  hacer  á  la  castración  respon- 
sable de  ciertas  atrofias  del  nervio. óptico,  y  de  ello  se  han  relatado  algunos 
hechos  (Calbertson)  (4).  Pero  esto  es  hipotético,  tanto  más  cuanto  que  los 
experimentos  en  este  sentido  practicados  en  animales,  particularmente  en 

(1)  Christensen,  Ophtalmoiogische  Meddelur,  1, 2, 3,  Ugeskr.  f.  Ug.  R.  S,  1879,XXVII,  p.  225. 

(2)  Swanzy.  Irish  Hop.  Gaj(.,  1873,  p.  46. 

(3)  Caudron,  Soc.  d'Ophtalm.  de  Parii,  abril  1903. 

^4)    Calbertson,  A  m*r.  Journ.  ofOphtalmoL,  XIV,  8,  p,  252. 


6oo  Afeccionts  oculares  de  origen  menstrual 

la  yegua  y  la  vaca,  no  han  dado  resultados.  Nunca  será  demasiada  resem 
la  que  se  guarde  en  tal  caso.  Testimonio,  una  observación  de  Schmidt- 
Rimpler.  Se  trataba  de  una  señora  que  nunca  había  sido  reglada  y  que 
presentaba  un  útero  infantil.  Un  comienzo  de  atrofia  del  nervio  ópticn, 
comprobado  en  ella,  fué  indicado  como  síntoma  de  anomalía  uterina,  mien- 
tras el  examen  anatómico,  practicado  un  ano  más  tarde,  reveló  una  afección 
cerebral,  causa  de  la  lesión  ocular. 

En  un  trabajo  reciente,  Chevallereau  ha  reunido  veintiocho  observacio- 
nes de  atrofia  papilar  consecutivas  á  hemorragias  uterinas,  las  cuales  se 
reparten  en  esta  fdrma :  ^ 

Parto  á  término 9  casos 

Aborto 10     » 

Pérdidas  uterinas  sin  embarazo 8    » 

Fibroma  uterino  (1)    ..,,., I     » 

3.**  Amaurosis.  —  Los  casos  de  amaurosis  observados  á  continuación  de 
hemorragias  ó  de  otros  desórdenes  menstruales  terminan  ordinariameLt' 
en  la  atrofia  de  la  papila.  Algunos,  no  obstante,  no  van  acompañados  de 
ninguna  lesión  objetiva  y  merecen  que  se  les  dedique  un  sitio  aparte. 

Assicot,  recientemente,  ha  relatado  dos  observaciones  tomadas  en  el  ser- 
vicio del  profesor  Lapersonne,  en  el  Hótel-Dieu  (2).  Se  trataba  de  dos  en- 
fermas que,  al  llegar  á  la  época  de  su  menopausia,  fueron  atacadas  d 
amaurosis  fulminante  en  pos  de  hemorragias  uterinas.  La  atrofiada  la  pi- 
pila fué  la  consecuencia. 

Tales  hechos  se  observan  sobre  todo  después  de  las  de  hematemesis ;  1:^ 
consecutivos  á  hemorragias  uterinas  son  mucho  menos  numerosos. 

Se  ha  buscado,  ante  todo,  explicar  la  patogenia  de  estas  lesiones  por  la 
compresión:  la  aparición  de  la  hemorragia  produciría  en  la  cavidad  crs- 
neana  un  vacío  parcial,  inmediatamente  lleno  por  el  líquido  céfalo  raquídea 
Más  tarde,  los  movimientos  .del  corazón  recobran  su  energía,  la  sangre?? 
.restituida  al  cerebro,  y  la  linfa  rechazada  dentro  de  las  vainas  del  nerr:^ 
óptico,  se  acumula  en  este  punto  y  comprime  los  nervios  ópticos  q-? 
acaban  por  atrofiarse  (Samelsohn ). 

Se  conoce  tres  casos  examinados  anatómicamente :  uno  de  Hirsch- 
berg  (3).  otro  de  Ziegler  (4)  y  otro  de  Rachlmann  (5).  En  los  tres  exista 
una  atrofia  que  partía  de  la  retina  y  de  la  papila  con  lesiones  de  endarteri- 
tis.  Pero  estos  exámenes,  practicados  en  una  época  muy  lejana  al  principi 
del  accidente,  dan  poca  luz  sobre  el  génesis  de  las  lesiones. 

Si  investigamos  ante  todo  las  condiciones  que  precisan  para  la  aparicioc 
de  estas  ambliopías,  veremos  aparecer,  en  general,  tras  .las  pérdidas  des&n- 

fre  poco  abundantes ;  las  grandes  hemorragias  no  parece  predispong«2 
ello.  Por  último,  son  excepcionales  después  de  las  hemorragias  trau- 
máticas ó  quirúrgicas.  * 

Las  personas  atacadas  no  pasan  habitualmente  de  cuarenta  á  cuarentay 
cinco  años,  y  se  quejan  de  hematemesis,  ó,  si  son  mujeres,  de  pérdidas  ute- 
rinas. Muy  raras  en  estas  últimas  después  del  parto  normal,  se  las  obsem 
sobre  todo  después  del  aborto  ó  en  el  momento  de  la  menopausia,  algunü 
veces  también  tras  un  mal  parto:  Gendron  (6).  Janot  (7),  Pargoire  (8),  Bas- 
tido (9). 

El  aspecto  de  la  papila  es  variable.  Es  el  que  ya  hemos  descrito:  el  éit»- 
sis  papilar,  ora  la  neuro-retinitis,  ora  la  atrofia  simple,  ora  el  aspecto  de  la 
neuritis  retro-bulbar.  La  amaurosis  es  generalmente  tardía ;  en  la  mayof 
^arte  de  los  casos  se  presenta  entre  el  cuarto  y  sexto  dia  de  la  hemorragí» 

Como  lo  hace  observar  Lapersonne,  es  difícil  dar  de  la  patogenia  de  efts 
amaurosis  una  explicación  única.    Esta  amaurosis  se  encuentra  en  sujete? 


(1)    Chevallereau,  Arch.  d'Ophtalmol.,  1903,  p.  417. 
"^     Assicot,  Arch.  dVphtalmol.,  1903,  p.  322. 


Hirschberg,  Centralbl.f.  praki.  Augenheil.,  1882. 


(2) 

(3)  .  „ 

(4)  Ziegler.  Beitr,  rur  palh.  Anat.,  XXII,  1888. 

(5)  Rachlmann.  Fortsch  d.  Med.,  1889,  Vil,  n.°  24,  p.  928-938. 

(6)  Gendron,  Th.  de.Paris,  1890. 

(7)  Janot,  Th.  de  Montpeliier,  1892. 
(8»  Pargoire,  Th.  de  Paris,  1892. 
(9)  Bastí  de,  Th.  de  Paris,  1893. 


Signos  clínicos  de  la  meningitis  6o r 


de  cierta  edad,  muchas  vece^  ateromatosos,  cuyo  estado  general  está  in- 
fectado. La  hipótesis  de  la  isquemia  retiniana,  aceptada  por  A.  Terson  y 
Chevallereau,  es  difícilmente  admisible,  porque  dicha  isquemia  retiniana, 
debida  á  un  espasmo  de  los  vasos,  cuyas  paredes,  todos  lo  saben,  son  muy 
poco  resistentes  y  provistas  de  una  musculatura  muy  débil,  no  pueden  por 
sí  solas  dificultar  la  circulación  varios  días  en  el  interior  del  nervio  óptico.  • 
Por  último,  las  lesiones  de  arteritis  observadas  en  los  casos  de  Hirschberg  y 
de  Wasthoff,  el  aspecto  edematoso  de  la  papila  y  la  neuro-retinitis  obser- 
vada en  algunos  casos,  muestran  claramente  que  se  trata,  por  regla  gene- 
ral, de  una  infección.  Por  esto  hemos  creído  justo  colocar,  como  el  profesor 
Lapersonne  hace,  estos  accidentes  en  el  grupo  de  los  trastornos  innamato- 
rios  é  infecciosos. 

Por  otra  parte,  la  amaurosis  se  presenta  bajo  la  forma  de  hemi-anopsia. 
Araos,  en  una  mujer  de  cincuenta  años,  atacada  de  un  Abroma  uterino,  ob- 
servó una  hemlanopsia  homónima  derecha  que  sobrevino  bruscamente  á 
continuación  de  una  abundante  hemorragia  uterina;  una  histerectomía 
total,  practicada  poco  tiempo  después,  produjo  una  ceguera  absoluta  (1). 
Chevallereau  ha  relatado  dos  casos  semejantes  (2).  Se  trataba  con  toda 
probabilidad  de  trombosis  vasculares. 

Complicaciones  mís  rara.s.— Al  lado  de  estas  afecciones  uveales  ó  neu- 
ro-retiuianas,  se  han  señalado  otras  enfermedades  oculares  más  raras,  tales 
como  la  episcleritis  y  la  escleritis,  que,  según  Soemisch  y  Mooren,  debieran, 
con  bastante  frecuencia,  ser  atribuidas  en  la  mujer  á  trastornos  uterinos. 
También  ^e  ha  referido  á  la  misma  causa  las  repetidas  manifestaciones  de 
MefaritUy  de  querato-conjutitivitis  flictenularesque  vuelven  á  presentarse  en 
cada  período  menstrual. 

La  cromidrosis  y  la  aparición  de  manchas  azules  en  los  párpados  han  sido 
observadas,  durante  la  dismenorrea",  por  Rothmund  (3),  que  las  atribuye  á 
una  exageración  de  la  seborrea  de  los  párpados.  Pero  se  trata  en  todos  es- 
tos casos  de  hechos  excepcionales,  que  deben  atribuirse  más  bien  al  mal 
estado  general  (escrófula,  Unfatismo,  tuberculosis,  etc.),  que  ^  los  mismos 
trastornos  uterinos.  Únicamente  son  exagerados  bajo  la  influencia  de  estos 
últimos. 

Las  únicas  manifestaciones  de  orden  infeccioso  útiles  de  tener  en  cuenta, 
desde  el  punto  de  vista  clínico,  son  las  inflamaciodes  del  tractus  ureal  y  las 
neuro-retinitis,  sobre  las  que  hemos  insistido  con  bastante  detención.  Ahora, 
vamos  á  emprender  el  estudio,  en  una  segunda  parte,  de  algunas  afecciones 
oculares  que  se  presentan  durante  el  embarazo,  parto,  lactancia  y  después 
del  parto.  Casi  todas  son  de  origen  infeccioso,  así  como  consecuencia  di- 
recta de  éstos  diversos  estados.  Por  lo  tanto,  deben  describirse  con  los 
trastornos  de  origen  menstrual. 

(Se  continuará). 


Signos  olinieos  de  la  meningitis 


(4) 


POR    BL 

Dr.  Fumouze-Albkspkyees 


Se  ha  procurado  en  todo  tiempo  hallar  signos  clínicos  que  p^^rmitan 
referir  los  síntomas  raeningíticos  á  localizaciones  anatómicas.  Así,  Cursch- 
mann  (5)  decía  que  la  tendencia  del  sujeto  á  quedar  en  la  misma  actitud, 
indicaba  una  lesión  de  los  pedúnculos  cerebelosos,  y  Jackson  (6)  refería  á 
esta  lesión  una  actitud  especial  de  los  miembros  superiores  (brazo  pegado 
al  tronco,  antebrazo  en  flexión  forzada). 

Dreyfous  pensaba  que  la  posición  en  cMen  du  fusil  ( encogido)  era  debida 
á  una  Ipsión  bacilar  y  atribuía  á  una  localización  protuberancia!  una  actitud 
especial  consistente  en  mantener  el  brazo  en  abducción  perpendicularmente 
al  tronco  con  el  antebrazo  doblado  en  ángulo  recto  sobre  el  brazo,  puesto  á 


(1)  Amoí?.  Amer.  Joum.  of  Ophtalmol.,  18í)8,  p.  166. 

(2)  Chevallereau,  Soc.  franc.  d'Ophtalm.,  mayo  de  1890. 

(3)  Rothmund,  Klin.  Monatsbl.  f.  A ngenkeilk.,  1866,  p.  103-106. 

(4)  Rei'ue  gynecol.,  obstét.  et  pidiat.,  1904. 

(5)  Deutsche  ArchiP.  /.  Klin.  hfed.,  1874. 

(6)  British  ntid  Journal^  15  mayo  de  1875. 


6o  2 


Noticia  cierU{ficñ 


cada  lado  de  la  cabeza  y  descansando  sobre  la  cama ;  la  mano  está  cerr&di 
y  con  la  cara  dorsal  dirigida  hacia  adelante  (ñg.25).  Algunas  Teces loi 
miembros  inferiores  están  separados,  y  los  superiores  levantados  vertictl- 
mente  como  los  brazos  de  un  niño  que  se  cuelga  de  la  barra  fija. 

Estos  hechos  han  sido  comprobados  por  Aubertin  en  el  servicio  de  Rogw. 
En  una  meningitis  cerebro-espinal  de  estreptococos,  se  vio  aparecer  el  aigoo 
de  Dreyfous  (con  el  de  Kernig)  y  la  autopsia  reveló  una  meningitis  ee^el)^> 
espinal  supurada  predominante  en  la  base  del  cerebro.  £1  mismo  Aubertia 
peñere  también  (1)  un  caso  de  meningitis  tuberculosa  que  presentaba  el 
signo  de  Dreyfous  (sin  el  de  Kernig),  observándose  ^i  la  autopsia,  s^ún  el 
autor,  «además  de  una  granulia  torácica  y  abdominal  generalizada,  lesiones 


Fig.  25.  —  Signo  meningítíco  de  Dreyfous. 

de  meningitis  tuberculosa  predominantes  sobre  todo  en  la  cara  interna  del 
hemisferio  izquierdo  en  la  región  del  lóbulo  paracentral  (lo  que  explica li 
contractura  del  miembro  inferior  derecho,  el  signo  de  Babinski  y  la  iboYi- 
ción  del  reflejo  retuliano  de  este  lado),  pero  que  se  extendía  á  la  región 
silviana  y  .á  la  base.  En  el  cerebelo,  protuberancia  y  bulbo  no  encontramftü 
lesión  alguna  ni  aún  superñcial.  Los  cortes  revelaban  en  la  protuberancs 
un  ligero  punteado  hemorrágico,  pero  no  más  marcado  que  en  las  otras 
regiones  del  neuro-eje.    El  examen  histológico  no  enseñó  ninguna  lesión 

He  aquí  dos  casos  en  que  han  sido  notados  los  síntomas  descritos  por 
Dreyfous  y  en  los  cuales»  sin  embargo,  la  autopsia  no  ha  enseñado  el  predo- 
minio de  lesiones  de  la  protuberancia,  y  piensa  Aubertin  que  debe  aproii- 
marse  este  signo  al  de  Kernig  relativo  á  las  piernas,  lo  que  constituiría,  en 
suma,  una  sencilla  cuestión  de  más  ó  menos  abundancia  en  el  derrame. 
Habría,  pues,  grados  en  estos  síntomas  meningíticos :  el  signo  de  Kernig 
sería  una  contractura  de  flexión,  el  de  Dreyfous  una  forma  atenuada  de  U 
misma  y  el  de  Jackson  la  forma  más  acentuada. 

Trad.  por  el  Dr.  Rodríguez  Rin 


NOTICIA  CIENTÍFICA 

Panadizo  gonocócico.  —  Romme  trata  de  esta  localizaoion. 
dermis,  con  supuración  subcutánea,  y  Meyer  (Soc.  de  Med.  de  Berlín) 
refiere  el  caso  siguiente  : 

Una  criada  entra  en  el  hospital  con  dolores  articulares  gonooócico> 
y  flujo  característico.    A  los  tres  días  aparece  en  el  borde  externo  de! 


(1)    Contracture  desmembres  supérieurs  dans  les  meningitis»  *-  Tribune  midicaUj  ii  julio  l?S 


RtifUta  critica  bibliográjiea  '    60$ 


dedo  medio  derecho  una  gran  vesícula,  algo  saliente  y  llena  de  serosi- 
dad amarillenta  ;  no  hay  reacción  periférica,  ni  dolor  y  los  movimientos 
son  fisiológicos.  El  examen  del  líquido  reveló  exclusivamente  la  pre- 
sencia de  gonococos. 

La  introducción  del  microbio  se  hizo  por  una  erosión  producida  en 
el  trabajo. 

Con  motivo  de  estos  hechos,  Cassel  refiere  otra  observación.  Recién 
nacido  con  oftalmía  purulenta  gonocócica,  luego  reuma  articular  y 
más  tarde  un  absceso,  á  modo  de  forúnculo,  en  la  espalda,  que  no  se 
abrió  y  curó  por  sí  solo,  como  suele  ocurrir  en  estos  casos,  sino  que 
necesitó  la  intervención  Quirúrgica.  En  el  pus  no  había  más  que  go- 
nococos.—  (Rodríguez  Méndez) 

RBVISTA   CRITICA   BIBLIOGRÁFICA 

Tuberculosis 

POR   EL 

Dr.  Bassols  t  Prim 

I.  —  Xvolution  de  la  tubereulose  produite  chez  les  cobayes  par  le  bacill«  phtisio- 
géoe  ou  spcrmigéoe  contenu  daas  les  crachats  de  personnes  atteins  de  tuber- 
eulose pulmonaire,  et  genre  d'altérations  tuberculeuses  qul  peuTent  étre 
etflcaoement  oombatues  par  le  serum  antiphymique  provenant  des  aaimaux 
Immunisés  avec  les  toxlnes  du  dlt  bacille,  par  le  Dr.  J.  Ferrán.  —  París,  1903. 

n.  —  Nosografía  y  patogenia  de  la  tuberculosis,  por  el  Dr.  Ballota  Taylor.  —  Santan- 
der, 1903. 

HI.  —  Sur  la  tubereulose  Iníantl  á  Buenos  Aires  et  particullérement  sur  ses  formes 
difuses,  par  le  Dr.  G.  Aráoz  Alfaro.  —  París.  1903. 

IV. -»  Tratamiento  de  las  tuberculosis  artioulares,  por  el  Dr.  J.  Ribera  y  Sana.  —  Ma- 
drid, 1903. 
V.  —  Le   dlspensalre  antituberculeuz,  parle  Dr.  S.  Bemheim.  —  Parfs,  1903. 

VI.  —  Lueüa  contra  la  tuberculosis,  por  la  «Academia  de  Higiene* de  Cataluña».-- Bar- 
celona, 1903. 

VIL  — La  lucha  contra  la  tuberculosis  en  la  escuela  y  por  la  escuela,  por  los 

doctores  S.  Bernheim  y  A.  Roblot.  —  Madrid,  1903. 
VIII. —Le  role  de  la  femme  dan«i  la  lutte  contre  la  tuberculosa,  par  le  Dr.E.  Vi- 
dal.—París,  1903. 

I.  —  Años  hace  que  el  Dr.  Ferrán  estudia  el  proceso  tuberculoso 
desde  un  punto  de  vista,  entre  nosotros,  completamente  nuevo.  Di- 
rige sus  comunicaciones  más  bien  al  extranjero  que  no  las  expone  en- 
tre nosotros,  en  lo  cual  quizás  anda  acertado,  porque  nadie  es  profeta 
en  su  patria. 

En  la  comunicación  á  que  nos  contraemos,  fechada  á  fines  de  1902, 
expone  la  evolución  del  bacilo  tisiógeno,  estado  saprofitico  del  bacilo 
de  Kochy  en  los  conejitos,  ofreciendo  mostrar  á  quien  quiera  los  dispo- 
sitivos y  vistas  estereoscópicas  que  dan  razón  de  esta  marcha.  Éste 
estudio  no  está,  como  otros  muchos  análogos,  desprovisto  de  utilidad 
práctica  prÓMma.  Al  contrario  :  da  razón  de  la  inutilidad  que  hasta 
hoy  existe  de  encontrar  un  suero  antituberculoso  y  aclara  el  camino 
que  ha  de  conducir  á  encontrarlo,  si  bien  se  trata  de  utilizarlo  en  un 
período  en  que  la  evolución  tuberculosa  que  conocemos  todos  aun  no 
está  desarrollada.    Conviene  estar  al  tanto  de  estos  trabajos. 

II.  —  Parece  como  si  existiera  la  conspiración  del  silencio  cuando 
se  trata  de  trabajos  tales  como  el  del  Dr.  Ballota  Taylor.  Ta  tiempo 
atrás  tuve  ocasión  de  ocuparme  en  escritos  del  mismo  género.  El 
Dr.  Ballota  Taylor  es  un  partidario  convencido  de  la  no  contagiosidad 
de  la  tuberculosis,  y  lo  es,  en  cambio,  de  su  carácter  hereditario. 
Comprendo  que  tal  como  están  las  cosas  no  convendría  que  se  diese  al 
viento  de  la  publicidad  común  esta  clase  de  trabajos,  tanto  por  el  des- 
crédito q[ue  recaería  sobre  la  medicina  al  apercibirse  el  vulgo  de  la 
variabilidad  de  nuestros  principios,  cuanto  porque  la  campaña  contra 


6o4    •  Repista  critica  bibliogrdjica 

el  espectro,  pongo  por  caso,  que  el  Dr.  Ballota  Taylor  considera  pu- 
ramente negativa  en  orden  á  la  disminución  de  la  tuberculosis,  nc 
conviene  que  decaiga,  aunque  esto  fuera  cierto,  por  razón  sencilla  de 
aseo  y  de  limpieza.  Mas  en  el  terreno  científico  convendría  que  su? 
argumentos  se  tuviesen  en  cuenta  porque  tienen  mucho  fondo.  H 
trabajo  en  que  me  ocupo,  es  una  ampliación  del  á  que  me  he  referii: 
anteriormente,  y  á  pesar  de  haber  sido  presentado  al  Congreso  inter- 
nacional de  Medicina  de  Madrid  del  pasado  año,  no  ha  levantólo  e. 
clamoreo  y  la  discusión  que  merecía.  lío  debo  aquí  exponer  sus  idea-. 
pero  invito  á  los  que  se  ocupan  en  estas  cuestiones,  y  .que  no  tienei 
partí pHSf  á  que  las  lean  y  mediten. 

III.  —  Folleto  de  sólo  16  páginas ;  en  él  estudia  el  autor  el  tema  in- 
dicado con  precisión  y  claridad.  Puede  decirse  que  no  huelgan  1^ 
palabras,  que  todo  es  grano,  y  en  este  sentido  me  ha  complacido  mu- 
cho su  lectura. 

IV.  —  El  trabajo  del  Dr.  Ribera  Sans  tiene  como  características  \i 

g revisión  v  la  bondad  de  la  doctrina,  cual  ocurre  en  todas  sus  obriv 
uando  dio  cuenta  de  él  al  Congreso  internacional  de  Medicina  (1903 . 
fué  escuchado  con  gusto  y  tenido  como  obra  útil.  A  los  elogios  qi^ 
entonces,  recibiera  uno  los  míos,  que  tengo  por  bien  merecidos. 

V.  —  El  nombre  de  Dr.  Bernhem  es  harto  conocido  para  que  de^ 
extenderse  sobre  la  importancia  de  un  trabajo  suyo.  Asi  es  que  í  r 
bastará  consignar  que  el  trabajo  á  que  se  refiere  esta  nota  es  un  estuL 
completo  de  cuanto  se  refiere  á  dispensarios:  historia,  importancia socia 
instalación,  funcionamiento,  dispensarios  diversos,  resaltados:  í  i 
está  expuesto  en  la  obra,  bien  que  en  todo  se  vea  el  cariño  de  quien  se  hs 
puesto  al  frente  del  movimiento  de  esta  clase  de  establecimientos  pan 
la  lucha  contra  la  tnb'írculosis.  Baste  ver  que  para  él  en  esta  lu-h 
el  papel  principal  corresponde  al  dispensario :  los  sanatorios  y  hospi- 
tales especiales  son  simple  secuela  del  mismo. 

VI.  —  Instrucción  popular  y  concreta  en  que  la  Academia  de  Hi- 
giene de  Cataluña  conaensó  lo  relativo  á  dispensarios  y  profilax.^ 
contra  la  tuberculosis.  Trabajos  de  esta  índole,  precisos,  cortui?y 
substanciosos,  convendría  que  se  propagasen  constantemente,  f^e^^ni- 
dando  la  acción  de  dicha  Academia,  que  tanto  ha  hecho  en  es-- 
sentido. 

VIL  — Es  de  sentido  común  que  todo  cuanto  se  hace  y  se  apren> 
en  la  infancia  arraiga  más  prorundamente  en  la  inteligencia  y  ia* 
costumbres.  Bajo  este  concepto,  cuanto  se  haga  para  que  la  lucLf 
contra  la  tuberculosis  empiece  en  la  edad  infantil  ha  de  llevar  ópimc- 
frutos  para  el  porvenir.  Los  niños  de  hoy,  hombres  mañana,  habrán 
adquirido  conocimientos  y  sobre  todo  hábitos  y  conocimientos  que  han 
de  valer  más  para  esta  lucha  que  muchas  preaicaciones  hechas  á  hom- 
bres ya  formados.  ¿  Cómo  deoe  entablarse  esta  lucha?  Este  es  el  ob- 
t'eto  del  pequeño  trabajo  que  me  ocupa.  Claro  es  que  sus  autores  n. 
lan  descubierto  nada  nuevo,  pero  han  expuesto  y  sintetizado  lo  ya  sa 
bido  de  forma  que  pueda  llevarse  á  la  realización  práctica,  y  en  e¿:e 
sentido  su  trabajo  es  meritorio. 

VIH.  —  Procurar  que  la  mujer  ocupe  su  lugar  en  la  lucha  antru 
berculosa  es  empresa  intentada  ya  desde  tiempo.  Y  en  efecto:!:!" 
obras  de  la  mujer  encarnan  más  que  las  del  hombre  dentro  el  moJ' 
de  ser  de  la  sociedad,  segñn  reza  aquel  sabido  concepto :  « los  hom- 
bres hacen  las  leyes  y  las  mujeres  las  costumbres».  £1  Dr.  Bdm-n: 
Vidal,  en  una  conferencia  dada  en  L' Uíiicm  des /emmes  de  Franr^y 
ocupó  en  reducir  á  términos  el  cuánto  y  el  como  puede  y  debe  inti^r- 
venir  la  mujer  en  la  lucha  antituberculosa.  Examina  y  expone  lo  (\\i' 
debe  hacer  en  el  período  de  embarazo,  lactancia,  edad' infantil  y  e^Iad 


Formuiario  y  traiamUntoa  moiUmos  6o5 

de  juventud,  y  más  tarde,  cuando  el  hombre  es  ya  hombre,  expone  el 
papel  de  la  mujer,  que  se  encuentra  con  la  asistencia  del  tísico.  Bien 
está  el  trab^o  :  sólo  encuentro  en  él  un  tanto  más  del  tecnicismo  ne- 
cesario ;  el  Dr.  Vidal  no  ha  sabido  sustraerse  á  la  influencia  de  su  ca- 
rácter de  médico.    Quizás  podía  hacerlo. 


FORMULARIO   T    TRATAi|llBNT08    M0DBRM08 


CLXXI.  —  Extracto  antltifoideo  de  les 

Tez,  en  1889,  publicó  una  nota  previa,  dando  cuenta  de  que  había  prepa- 
rado este  extracto,  que  era  el  remedio  específico  de  la  ñebre  tifoidea,  con  el 
bazo,  médula  ósea,  sistema  nervioso  central  y  timo  de  animales,  á  los  que 
dos  ó  tres  días  antes  había  inyectado  bacilos  tifoideos.  Lo  daba  por  la  boca, 
que  era  la  mejor  vía,  á  cucharadas,  una  cada  dos  horas  hasta  que  la  tempe- 
ratura remitía ;  desde  entonces  prescribía  tres  cucharadas  hasta  que  sólo 
había  38°  por  la  mañana.  La  cantidad  total  de  extracto  consumida  era  de  400 
á  500  g-ramos  de  extracto  po>  enfermo  (1). 

Kluk-Kluczycki  dedujo  de  sus  experimentos  que  este  extracto  era  eficaz 
sólo  contra  la  fiebre  tifoidea,  inofensivo  aún  á  grandes  dosis,  un  buen  me- 
dio de  diagnóstico,  un  refrigerante  y  un  tónico  cardio-vascuiary  un  agente 
que  reduce  la  duración  del  proceso  y  que  neutraliza  la  toxina  tifoidea  (1). 

Hoy  lo  prepara  una  casa  de  Berna,  y  cada  curación  cuesta  de  60  á  70  pe- 
setas. 

Eichhorst  lo  ha  usado  á  instancias  de  lez.  Se  ha  valido  de  12  enfermos 
graves,  que  estaban  en  la  segunda  semana ;  no  ha  muerto  ninguno ;  en  11 
cesó  la  fiebre  á  los  4  ó  5  días  y  en  el  otro  cedió  á  los  7,  continuando  todos 
apiréticos  hasta  el  restablecimiento.  La  mejoría  en  el  estado  general  fué 
maravillosa ;  hasta  los  estupurosos  recobraron  la  inteligencia  y  el  buen  as- 
pecto ;  el  bazo  comenzaba  á  reducirse  al  desaparecer  la  fiebre.  Bntonces 
se  dio  á  los  enfermos,  con  precaución,  alimentos  sólidos ;  hubo  recaídas 
breves  en  dos  de  ellos,  en  los  que  el  extracto  fué  eficacísimo. 

Friedrichsafen  y  Bodeusee  aceptaron  en  consulta,  á  propuesta  de  Eich- 
horst, el  uso  del  extracto  en  un  enfermo  grave.  A  los  pocos  días  le  escribie- 
ron que  el  efecto  había  sido  maravilloso. 

Cree,  en  resumen,  que  es  un  remedio  específico,  que  debe  llamar  la  aten- 
ción de  los  médicos. 

Maragliano  lo  alaba,  á  pesar  de  ser  un  producto  comercial:  «Sirve  al 
enfermo,  sea  bienvenido»  (2). 

Gottlieb  Markl,  de  sus  experimentos  hechos  en  animales  en  el  Instituto 
seroterápico  de  Viena..  dirigido  por  Pattauf,  deduce  que  el  extracto  es  me- 
nos activo  que  el  suero  de  los  animales  que  sirven  para  preparar  aquél,  sin 
duda  por  contener  menos  substancias  inmunizantes,  y  que  el  suero  de  ani- 
males normales  no  contiene  estas  substancias.  Dice,  además,  que  si  el  ex- 
tracto es  antiinfectivo  no  es  antitóxico  (3). 

Sibaldi  lo  ha  empleado  en  la  clínica  de  Pescarolo  con  grandes  resulta- 
dos (4),  y  lo  mismo  ha  conseguido  Cosardi  (5). 

CLXXII.  —Fiebre  tifoidea:  tratamieíito  con  el  remedio  de  I.  Méndez 

I.  Méndez  se  funda,  para  preparar  este  remedio,  en  el  mismo  princi- 
pio en  que  se  apoya  la  vacuna  anticarbunclosa.  Es  un  polvo  que  inyecta  á 
la  dosis  de  4  á  5  centigramos. 

La  acción  se  ejerce  por  modo  gradual,  y  á  partir  del  segundo  día  se  nota 
in  sUu  rubicundez  dolprpsa  que  persiste  dos  ó  tres  más. 


(1)  Wiener  med.  Wochens. 

(2)  Gajf.  degli  Osped.,  1901. 

(3 1  Wiemer  med.  Wochens.  1002. 

(4)  Gaj(.  degli  Osped.,  1903,  n.°  13. 

(5)  Gai(.  degli  Osped.A^S,n°Zh. 


6o  6  Formutario  y  tratamUniof  modtnuu 

En  algunos  casos  la  temperatura  sube  O'o°  á  1"  á  las  doce  horas  deheciá 
la  inyección.  Si  ésta  se  pone  al  fin  del  primer  período,  comienza  abajaría 
curva  térmica  pasadas  48  horas;  si  á  fines  del  segundo  y  principios deüer 
cero,  el  descenso  es  más  rápido  en  las  formas  ligeras  y  llega  á  la  uormala: 
segundo  ó  tercer  día  después  de  las  4b  horas  de  hecha  la  inyección.  Si.í 
infección  es  intensa,  desciende  la  temperatura  del  mismo  modo,  p^roses» 
tiene  entre  37*  y  SS*  dos  ó  tres  días,  y  luego  llega  á  la  normal. 

En  todos  los  enfermos  desaparece  la  diazoreacción  ó  las  48  ó  T2  horas.  2 
la  par  que  baja  el  calor,  salvo  los  casos  de  infección  gravísima  ó  dequeev 
alterado  el  remedio.  En  tales  circunstancias,  puede  hacerse  unaseguuoi 
inyección.  Cesada  la  diazoreacción,  no  vuelve  como  no  haya  recaídaur*^ 
cidiva. 

La  albuminuria  sigue  el  mismo  curso  que  la  diazoreacción. 

Al  tercer  día  cambia  el  e^tado  general.  La  lengua,  de  seca  y  fuligin's. 
se  pone  húmeda  y  ligeramente  catarral ;  renace  el  apetito;  acaba  la  oí^u 
lalgiajla  roseóla  persiste  aun  cuando  sean  normales  la  temperatura  y  ^ 
pulso,  y  brota  aun  cuando  se  haya  hecho  la  inyección  antes  de  quesab 
El  bazo  sigue  aumentado  algún  tiempo  después  de  la  curación.  La  infl'.r 
cia  sobre  ei  pulso  es  indirecta  y  no  hace  falta  recurrirá  la  cafeína  cuand- 
frecuente. 

Las  recaídas  y  recidivas  se  deben  ciertamente  á  la  insuficiencia  d« 
dosis. 

Méndez  no  recurre  á  los  antitérmicos  ni  á  los  baños ;  juzga  que  esto^ 
timos  no  están  contraindicados,  y  que  son  recomendables  por  su  ac- 
cardio-vascular. 

Ha  tratado  65  casos,  y  sólo  sucumbió  un  enfermo  á  consecuencia  dei*' 
foración  intestinal,  á  los  cinco  días  del  ingreso  y  á  los  cuatro  de  la  iny 
ción.    En  este  caso  no  había  desaparecido  la  diazoreacción  (1). 

CLXXIIL  -^  Oloroformisaoión :  tratamiento  preventivo  Aeloi 

aocidentes 

Laborde  aconseja  practicar  antes  una  inyección  subcutánea  compu- 
ta de: 

Clorhidrato  de  morfina 0*01   gramos. 

Sulfato  de  atropina O'OOl       » 

Esparteína O'IO         » 

Agua  destilada I  » 

Los  dos  primeros  obran  como  moderadores  de  la  emotividad  y  de  su  es  • 
tabilidad  refleja,  y  la  esparteína  como  tónico  cardíaco  (2). 

GLXXIV.  —  Psoriasis :  tratamiento 

Glicerolado  de  aceite  de  enebro  (débil): 

Aceite  de  enebro 15  gramos. 

Extracto  fluido  de  Panamá  c.  s.  para  emulsionar. 

Glicerolado  de  almidón 90       » 

Esencia  de  clavel c.  s. 

Glicerolado  de  aceite  de  enebro  (fuerte): 

Aceite  de  enebro 50  gramos. 

Extracto  fluido  de  Panamá    .......  5       » 

Glicerolado  de  almidón 45       » 

Esencia  de  clavel es. 

(Vidal). 

Aceite  de  enebro  puro 30  gramos. 

Glicerolado  de  almidón 50       » 

Acido  salicílico 20*5    > 

O  bien  : 

Acido  crisofánico 10  gramos. 

Vaselina 60       » 

Lanolina 35       » 

Parafina 5       >      (2* 


(1)    Extractado  por  Rassegna  intern,  delta  Med.  moderna. 
'  %)    Hassegna  intern.  delta  Med,  moderna. 


Formulario  y  tratamiento9  modtmoa  607 

CLXXV.  -^  Putrefaooión  intestinal :  aooión  do  varios  medioamentos 

P.  Albertoni,  mediante  un  estudio  muy  concienzudo  y  tomando  como 
base  de  sus  deducciones  la  relación  entre  el  ácido  sulfúrico  preformado  y 
el  combinado,  que  es  en  condiciones  normales  de  1  :  9*5  á  I  :  9'9,  dice  : 

La  leche  disminuye  las  putrefacciones  intestinales,  pudiendo  afirmarse 
que  el  ácido  láctico  obra  como  desinfectante. 

La  cascara  sagrada  obra  del  mismo  modo,  no  porque  sea  antiséptica  ni 
antipútrida,  sino  porque  aumenta  el  perlstaltismo  y  expulsa  muchos  gér- 
menes. 

El  ruibarbo,  en  infusión  á  lá  dosis  de  1  á  3  gramos,  la  mengua  ligera- 
mente. 

El  áloes  es  un  purgante,  pero  no  un  desifectante. 

La  magnesia  calcinada  la  reduce  por  la  diarrea  que  determina  ;  pero  una 
vez  habituado  el  intestino  á  la  dosis,  su  acción  es  nula  (1). 

CLXXYI.  ->  Urtioaria :  tratamiento 

Las  causas,  ya  sencillas,  ya  complejas,  y  las  taras  individuales,  deben 
ser  cuidadosamente  investigadas  para  establecer  un  buen  tratamiento. 
Trémoliéres,  que  estudia  esta  materia,  admite  las  dos  formas  conocidas: 

A.  Urticaria  aguda,  —  Ante  todo  hay  que  asegurarse  de  que  no  depende 
de  parásitos  (pulgas,  piojos,  chinches),  de  un  animal  ó  planta  irritante 
(medusas,  orugas  profesionales,  etc.;  ortigas).  En  estos  casos  la  curación  es 
rápida  y  se  obtiene  por  sí  sola. 

Cuando  es  debida  á  la  ingestión  de  ciertos  alimentos  (moluscos,  crustá- 
ceos, embutidos,  etc. ) ,  á  las  veces  á  pequeñas  cantidades  de  substancias 
inofensivas  para  la  generalidad,  á  medicamentos  (balsámicos,  doral,  etc. ). 
basta  con  un  purgante  ligero,  salol  ó  benzonaftol  (oaucher),  quinina  contra 
la  ñebre,  alcalinos  á  pequeñas  dosis,  y  durante  dos  ó  tres  días  dieta  láctea  ó 
una  alimentación  ligera.  Estas  urticarias  accidentales  deben  ser  vigiladas, 
pues  pueden  ser  el  punto  de  partida  de  otras  persistentes. 

El  tratamiento  externo  sólo  debe  ser  usado  para  calmar  un  prurito  inso- 
portable. Lociones  de  agua  tibia  con  un  poco  de  vinagre  ó  de  éter,  de  agua 
fenicada  al  centesimo  (fenol  absoluto,  2  gramos ;  glicerina,  50 ;  agua,  150), 
de  agua  cloralada  al  2'50  por  100 ;  polvos  inertes  de  almidón,  talco,  óxido  de 
zinc,  subnitrato  de  bismuto,  mezclas  de  alcanfor,  finamente  pulverizado 
al  1  ó  2  por  100 ;  pomadas  de  óxido  de  zinc  ó  de  bismuto,  con  clorhidrato  de 
cocaína,  mentol  ó  fenol  (óxido  ó  subnitrato  de  bismuto,  3  á  5  gramos; 
clorhidrato  de  cocaína,  mentol  ó  fenol,  0*30  á  0*60;  vaselina,  30);  baños 
tibios  para  calmar  los  individuos  nerviosos,  nunca  fríos  ni  calientes  ;  envíiel- 
tas  protectoras  en  algodón  ( Jaquet)  ó  hecha  con  la  cola  de  zinc  (^Unna),  etc. 

Estos  tópicos  se  pueden  emplear  también  en  la  urticaria  hidatídica. 

Si  el  caso  es  más  grave,  cual  suele  ocurrir  con  las  almejas,  crustáceos, 
alimentos  averiados,  y  no  hay  vómitos  ni  diarrea,  se  les  provoca  con  bebidas 
calientes  y  estimulantes  (te,  tila,  menta),  laxantes  ó  lavativas  purgantes. 
A  la  más  leve  señal  de  colapso,  inyecciones  de  éter,  cafeína,  aceite  alcanfo- 
rado, y  una  poción  etérea  con  1  ó2  gramos  de  acetato  amónico.  Como  los 
fenómenos  nerviosos  (ansiedad,  vértigos,  delirio)  cesan  ó  menguan  al  apare- 
cer la  erupción,  se  puede  precipitar  ésta  con  sinapismos  ó  compresas 
calientes. 

El  edema  de  la  glotis  es  uno  de  los  peligros  de  la  urticaria  aguda.  Hay 
que  emplear  sin  demora  los  revulsivos  ( pediluvios  calientes  y  sinapizados, 
grandes  y  muchos  sinapismos),  fumigaciones  tibias,  éter,  licor  de  Hoffmann 
y  en  algunos  casos  acetato  amónico.  A  pesar  de  todo,  la  traqueotomía 
suele  ser  inevitable. 

B.  Urticaria  cránica,  —  Rebelde,  recidivante,  de  origen  tóxico,  exige  un 
tratamiento  en  relación  con  las  diversas  y  frecuentemente  complejas  causas 
que  la  producen  y  con  los  varios  trastornos  viscerales  aue  la  acompañan. 
Hay  que  hacer  una  minuciosa  investigación  por  parte  de  la  piel,  sistema 
nervioso,  función  renal,  los  demás  órganos  y  en  especial  del  tubo  digestivo. 

La  alimentación,  siempre  influyente,  debe  ser  vigilada.    Ha  de  suprimirse 


(i;    R,  Acead.  delle  Se,  deWht.  di  Bolognt. 


6o8  tot-mulario  y  tratamtenios  modernos 


el  vino  y  toda  clase  de  bebidas  alcohólicas,  con  lo  cual  basta  algunas  Te^Y> 
para  curarla,  los  manjares  excitantes  y  fermentescibles  (ácidos  y  esp*^'Ma>. 
grasas  y  salsas,  carnes  pasadas,  embutidos,  pescados  g:rasos,  crusstáL» 
quesos  frescos,  fresas,  ¡nueces  y  almendras)  así  como  los  que  son  urtic^r 
gtnos  para  algunos  individuos  (clara  de  huevo,  ternera,  agua  de  Seltz.  ei? 
Algunas  urticarias  sólo  ceden  á  la  leche  desnatada  á  pequeñas  dosis  ye  l 
agua  de  Vichy  ó  de  cal. 

El  estreñimiento  se  combate  con  el  uso  regular  de  lavativas  ó  laxacre^ 
suaves  (ruibarbo,  magnesia,  cascara,  etc.) ;  los  trastornos  dispépsicoiyj^c"^ 
todo  la  dispepsia  nerviosa  con  atonía  gástrica,  con  los  polvos  absorbent-i 
ligeramente  antisépticos  y  alcalinos  (carbón,  betol,  creta  preparada,  bna: 
bouato  sódico,  mttgnesia  calcinada,  etc.). 

La  tTisuflciencia  renal  será  dominada  con  los  diuréticos,  el  primero .. 
leche,  á  la  que  se  puede  añadir  tisanas  (grama,  cebada,  rabos  de  cereza* 
jarabes  (cinco  raíces). 

A  la  diátesis  artrítica  subordinan  los  autores  clásicos  toda  la  etiología  > 
la  urticaria  crónica.  Por  eso  prescriben  siempre  y  por  largo  tiempo  •- 
aguas  alcalinas  de  Vichy  (Celestinos  ó  Lardy),  de  Vals  (San  Juan),  de  R  i}. 
(César),  el  bicarbonato  ó  benzonato  de  litina,  el  arseniato  sódico,  etc.^. 

El  estado  neuropático,  con  tanta  frecuencia  unido  al  artritismo,  eib 
según  los  casos,  sedantes  y  tónicos.    Si  la  sobreexcitación  nerviosa  d 
calmada  con  la  higiene  física  y  el  reposo  moral,  se  recurre  al  brcmur»' 
doral,  y  mejor  al  almizcle,  castóreo,  asafétida;  el  valerianato  amónico.' 
valeriana  prestan  grandes  servicios  en  muchos  casos. 

Sobre  el  trastorno  de  inervación  vaso-motriz  que  produce  el  síntomaun 
caria  se  puede  obrar  directamente  con  el  sulfato  de  quinina  {0'2flá'" 
gramos  en  un  sello,  dos  veces  al  día),  la  ergotina,  la  digital,  la  belJa:  :. 
(Xá  XX  gotas  de  la  tintura  en  120  gramos  de  julepe  gomoso,  parat-m 
una  cucharadita  de  hora  en  hora),  la  atropina  (uno  ó  dos  granulos dic:.- 
de  medio  miligramo  del  sulfato  neutro).  Brocq  asocia  varios  de  ellu-r: 
esta  fórmula : 

Bromhidrato  ó  clorhidrato  de  quinina  .  0'05  gramos. 

Ergotina.     .  0'05        > 

Extracto  de  belladona 0*001  á  O' 002        » 

Excipiente  y  glicerina es. 

para  una  pildora :  de  8  á  16  diarias,  tomando  una  ó  dos  cada  dos  horas. 

Es  preciso  prevenir  la  formación  de  otras  erupciones  y  á  ello  coutrib:: 
mucho  la  higiene  de  la  piel :  vestidos  flotantes,  sin  ligas,  cinturón  nic-rí^ 
debiendo  ser  los  internos  de  lienzo  flno  y  usado.  La  temperatura  de  laU 
bitación  será  siempre  suave  y  un  poco  fresca. 

El  tratamiento  hidro-mineral  es  bastante  útil :  aguas  alcalinas  c-^:- 
bebida,  sobre  todo  en  los  nerviosos  dispépsicos ;  cloruradas  arseoicak^;' 
bebida  y  baños  en  los  uerviososos  deprimidos;  termales  alcalinas  y  clonim:¿ 
sódicas  débiles  en  los  hiperexcitablesy  reumatizables  ;  las  sulfatadas  alii-- 
nas  calientes  de  Louéche  curan  las  urticarias  crónicas  rebeldes  á  todotra> 
miento  (Devergie).  En  estas  curas  hidro-minerales  influyen  tanto c;? 
las  aguas  el  cambio  de  medio  y  de  dirección  médica,  la  distraccióu} 
esperanza  de  curarse,  la  permanencia  en  una  atmósfera  pura  y  tónica. 

En  caso  necesario  se  recurre  al  tratamiento  tópico. 

Como  en  todas  las  dermatosis,  hay  que  administrar  los  medicamen: 
con  prudencia,  vigilando  las  reacciones  á  las  substancias  ingeridas,  n  -^ 
que  intervienen  mucho  la  susceptibilidad  individual  (1). 

CLXXVII.  —  Ooqaelaohe :  tratamiento  oon  la  antimiorebina 

La  antimicrobina,  presentada  en  el  comercio  á  fines  de  1902.  es  iinarri . 
da  de  alcanfor,  aceite  de  eucalipto  y  naftalina.    Se  decía  de  ella  que  ers^r 
cacísima,  inofensiva  y  capaz  de  curar  la  coqueluche  por  completo  en  ocl 
diez  días. 

.    Ensayada  recientemente  en  vasta  escala  por  Audeoud  (Soc.  méd,  áe  6  «•'" 
t?íj,  dice  de  ella: 


U)    Ga^.  des  hOp. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  6og 


Es  un  polvo  blanco,  cristalino,  de  fuerte  'olor  á  naftalina,  que  se  emplea 
colocado  el  enfermo  en  una  habitación  pequeña  o  mediana,  poniendo  en  me- 
dio de  ella  un  platillo  con  una  lámpara  de  alcohol,  de  llama  débil,  y  sobre 
ésta  una  cazoleta  con  uua  poca  agpua  tibia  y  una  cucharada  de  autimicro- 
bina.  Esta  flota  al  principio  en  el  agua,  luego  se  disuelve,  y  á  medida  que 
se  evapora,  se  extiende  en  la  atmósfera  el  olor  característico.  Su  evapora- 
ción debe  durar  unos  veinte  minutos.  El  niño  permanece  en  la  habitación 
uua  hora,  dedicado  á  sus  juegos,  etc.  La  sesión  puede  repetirse  dos  ó  tres 
veces  en  las  24  horas.  Se  ha  de  saber  que  los  vapores  se  inflaman  si  la  llama 
es  intensa,  accidente  ocurrido  alguna  vez,  pero  que  no  tiene  importancia. 
Audeoud  ha  dejado  en  ciertos  casos  á  los  niños  toda  la  noche  en  esta  atmós- 
fera especial. 

Deduce  de  sus  estudios  que  la  antimicrobina  no  es  un  remedio  espe- 
cífico, como  se  aseguraba;  que  alguna  vez  no  es  inofensiva,  habiendo  ob- 
servado un  caso  de  diarrea  y  otro  de  cianosis,  por  más  que  no  se  atreve  á 
culpar  al  remedio ;  que  empleada  con  prudencia  es  bien  tolerada  por  los  ni- 
ños, y  que  disminuye  la  intensidad  del  padecimiento  y  acorta  algo  su  du- 
ración. 

Y  añade  que  puede  ser  útil,  sobre  todo  en  los  niños  pequeños,  y  que  debe 
ser,  por  ahora,  conservada  en  el  arsenal  terapéutico.  Debo  advertir  que 
Audeoud  había  recomendado,  en  1889,  las  vaporizaciones  de  naftalina 
sola  (1). 

CLXXVIII.  —  Tuberonlosis  qalrúrffioa:  tratamiento  oon  las 
inyeooiones  de  agua  salada 

Reputadas  estas  inyecciones  como  un  medio  de  diagnóstico  de  especial 
valor  en  las  afecciones  pulmonares  tuberculosas,  C.  Julliard  lo  ha  empleado 
en  24  enfermos  de  cirugía,  todos  apiréticosy  sin  duda  alguna  en  el  diagnós- 
tico. Los  tipos  morbosos  eran  caries  óseas,  mal  de  Pott,  con  y  sin  abscesos 
de  congestión,  artritis  crónicas  supuradas  unas  y  otras  no,  abscesos  fríos 
subcutáneos,  epididimitis  tuberculosa,  lupus,  espina  ventosa,  cistitis,  tuber- 
culosis ganglionar  del  cuello,  reumatismo  deformante,  fístulas  de  ano  y 
mastoiditis.  En  19  de  ellos  las  lesiones  pulmonares  eran  tórpidas  latentes  ó 
nulas,  en  3  de  mediana  intensidad,  y  en  2  de  marcha  rápida. 

Inyectó  en  estos  enfermos  150  gramos  de  agua  salada  al  9  por  100,  y  tomó 
la  temperatura  cada  dos  horas  24  antes  y  24  después  de  la  inyección.  La 
reacción  ha  sido  poco  frecuente  ;  en  algunos  cases  hubo  hipotermia,  y  en  la 
mayoría  continuó  igual  la  curva  térmica. 

El  éxito  terapéutico  no  debe  esperar  grandes  confianzas  en  vista  de  esta 
acción  fisiológica  (2). 

CLXXIX.  —  Palmonias  graves :  empleo  de  las  inyeooiones 
de  trementina 

Lépine,  en  1892,  y  después  Fochier,  Dieulafoy,  Bard,  Chantemesse,  Lyon 
y  Talamon,  las  recomendaron  con  más  ó  menos  entusiasmo. 

Ha  poco,  Genesty  Genairon.en  un  enfermo  grave,  hicieron  al  quinto  día 
una  inyección  de  1  era*  de  esencia  de  trementina,  y  dos  días  d^^spués  la  me- 
joría era  notable.  Atribuyen  ésta  al  absceso  defiJac¿Ó7i,  que  abierto  al  cuarto 
día,  dejó  salir  casi  una  cucharada  de  pus  denso  con  un  pedazo  de  tejido  ce- 
lular esfacelado  ;  en  este  momento  subió  la  temperatura,  pero  á  las  40  horas 
bajó  á  la  cifra  normal. 

La  inyección  debe  hacerse  por  debajo  de  la  piel  en  la  parte  media  de  la 
fascia  externa  del  muslo,  y  se  puede  repetir  al  día  siguiente  si  no  se  nota 
inflamación.    El  absceso  sp  abre  cuando  baja  la  temperatura. 

Este  método  está  contramdicado  en  los  diabéticos  (3). 

CLXXX.  —  Climatoterapia:  inflaenoia  de  la  radio-aotividad 

Como  la  atmósfera  contiene  substancias  radio-activas  (  Elster  y  Geitel ). 
Saake  ha  emprendido  investigaciones  comparativas  sobre  la  proporción  de 
ellas  en  las  montañas  y  en  el  valle,  de  las  que  resulta  que  la  atmósfera  de 


(1>    Revue  méd.  de  la  Suisse  remande. 
el)    Munch  med.  Wochenschr. 
(3)    Loire  méd. 


6ro  PublicaciontM  recibidas 


las  grandes  alturas,  y  en  particular  las  de  los  desfiladeros,  contiene  de 3 áó 
veces  más  substancias  radio-activas  que  la  de  los  valles. 

Como  se  sabe,  «demás,  que  la  diferencia  de  tensión  eléctrica  entre  \% 
atmósfera  y  el  suelo  aumenta  á  medida  que  es  mayor  la  altitud,  una  y  oTd 
causa  deben  determinar  sobre  la  superficie  del  cuerpo  humano,  enlaám'L 
tañas,  una  acumulación  de  substancias  radio-activas  mucho  más  gnui- 
que  en  los  valles. 

Y  como  los  trabajos  de  Danysz  han  demostrado  que,  además  de  la  accio: 
destructora  é  inhibitoria,  pueden  también  los  rayos  Becquerel  producir ur: 
acción  excitante  sobre  los  tejidos  y  funciones,  Saake  se  inclina  á  creer q> 
la  influencia  favorable  que  en  el  org-anismo  ejerce  la  permanencia  en  I- 
montañas,  es  d<>bida  á  la  gran  riqueza  de  la  atmósfera  en  substancias  radi- 
activas. 

Tal  vez  también  estas  mismas  substancias  tengan. algo  que  ver  col- 
mal  de  montañas  (1). 

Dr.  Rodríguez  Méníi: 

SECCIÓN    OFICIAL 

RBAL  ACADEMIA.  DE  MEDICINA  Y  CIRUGÍA  DE  BA.RCELONA 

CONCURSO  DK  PREMIOS  DE   1904 

Memorias  recibidas  dentro  del  plazo  reglamentario  que  finió  el  áindí.r 
próximo  pasado  septiembre. 

Premio  de  la  Academia.  —  Memoria  n.°  1.  —  Tqpo^ra/ía  medical  ^ 
Martorellas.  —  Lema:  «La  topografía  es  el  inventario  de  una  regior.  v.: 
fuente  del  código  que  debe  regular  todos  los  actos  sociales  y  domésti'  ^ 
(Dr.  Rodríguez  Méndez;. 

N.'  2.  —Topografía  médica  del  Prat  de  Llobregat.— Lema  :  <fPro  sn(/> 
pro  patria». 

Premio  Salva.  —  Apuntes  sobre  la  epidemia  de  fiebre  tifoidea  de^A-r- 
Hada  en  Almería  el  año  1903. — Lema;  «Quien  no  practica  la  higiene, aír'i*. 
contra  su  vida». 

Premio  Oarl.— N.®  1.  —  Urología  en  la  calvicie.  — Lema:  «r..  ak'^ 
vini,  veneris;  nimia  cídorum  copia,  in^uyiiatis  ÍJideque  nascentes  cmli' ■ 
tes,  etc.».  [HipocrsLtvü). 

N.''  2.  —Concepto  moderno  de  la  Anatomía  de  la  próstata,  de  la  hiper- 
trofia prostática,  y  su  tratamiento  radical.  —  Lema :  «  La  orina  es  el  ev-; 
de  las  vías  urinarias  )>. 

N.**  3.  —  Influencia  del  extracto  glicérico  de  riñon  sobre  la  depura''.  - 
urinaria.  —  Lema:  «Brown-Sequard*. 

N*  4.  —  Contribución  al  estudio  de  la  anatomía  patológica  de  las  uret:. 
tis;  su  aplicación  al  tratamiento  de  estas  afecciones.  (Sin  lema). 

El  fallo  del  Jurado  que  debe  juzgar  el  mérito  de  estos  trabajos,  se  ha" 
público  en  la  sesión  solemne  inaugural  de  la  Academia,  que  tendrá  ef^^  * 
en  enero  de  1905 

Lo  que  se  anuncia  para  conocimiento  de  sus  autores. 

Ba'-celona  5  de  octubre  de  1904.  —  El  Secretario  perpetuo,  Zkíí  Stñ'^ 
Molist. 

PUBLICACIONBS  RBCIBIDAS 


Ii'anlfloatlon  da  lang^as^e  solentlflqae  en  Otoloffle.  HéooMlté  d'u 
aooord  International  entre  les  spéolallstee.  —  II.  Oontribatioi  i 
rétnde  de  l'Embryoloffle  hnmalne  de  Torellle  moyenao.  —  III.  L« 
procede*  ordlnalrement  employés  en  Eepaffne  pour  les  travín 
hlstolosrlques,  —  Communications  presentes  au  Vllmc  Congrés  ínten 
tional  d'Otologie  (Bordeaux.-Aoüt,  1904),  par  le  Dr.  Forns.— Madrid,  \>^ 


(1)    Munch  med.  Wocktnschr. 


Publicacionti  recibUtas  ñu 


Parteno^nesl  del  maoros^ameti  di  nnai  varietá  di  X^aTerania  (La- 
terania  malariae  var.  AfitU) .  Osservazioni  sulle  forme  della  in/ezione  malá- 
rica nella  Provincia  di  Barcellona:  —  Nota  del  Dr.  (iustavo  Pittaluga.  — 
París,  1903. 

Bnffli  embrioni  delle  fllalre  del  oane  (Filaría  immilis,  Leidy)»  con  una 
tavola,  per  il  Dott.  Gustavo  Pittalugra.  —  Madrid,  19ü3. 

Observaoiones  morfolóffioas  sobre  los  embriones  de  las  Alarias  de 
los  perros  (Filaria  immitis,  Leidy),  por  el  Dr.  Gustavo  Pittaluga. — Ma- 
drid, 1004. 

Sur  la  patholoffie  de  la  vaooine,  par  le  Dr.  Gustavo  Pittalugra.  —  Ma- 
drid, 1904.  —  Dos  ejemplares. 

Alsrunas  observaoiones  hematológioas  y  baoteriológioas  sobre  los 
enfermos  del  hospital  de  epidemias  (Cerro  del  Pimiento),  por  el  doc- 
tor Gustavo  Pittaluga.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Sobre  la  fórmnla  hemoleaoooitaria  de  los  reoién  naoidos,  por  el  doc- 
tor Gustavo  Pittaluga.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Estadio  médioo-qnimioo  de  las  Termas  de  Fnenoaliente,  (provincia 
de  Ciudad  Real),  por  su  Director  actual  D.  Rosendo  Castells  Ballespí.  — 
Agosto  de  1904  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Cansa  d'errore  in  aleone  indagrini  ematolos^iohe  e  nei  relativo  ap- 
prezzamenti  (con  4  tavole),  per  il  Dott.  V.  Biffl,  de  Lima.  —  Firen- 
ze,  1904. 

Tratado  de  Cirn^riit  olinioa  y  Operatoria,  publicado  ])ajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctores  E.  von  Bergmanu.  P.  von  Bruns  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castellano  por  elDr.  D.  Gil  Saltor  y  La  valí.  — 
José  Espasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  5^9. —  Cuadernos  101  y  102. —  Bar- 
celona, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Hedioina  olinioa  y  Terapéntioa,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactada  por  los  doctores  W.  Ebsteiii  y  J.  Schalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tuñón.  —  José  Espasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuaderno  104. —Barcelona,  1904.  —  Una  pe- 
seta cuaderno.  —  Dos  eiemplares. 

Kannal  de  Patolog^ia  externa,  por  B.  Forgue. — Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  E^íiayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Flspasft,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuaderno  22.  —  Barcelona,  1901.  —  Dos 
ejemplares. 

Tratado  elemental  de  Patolo^ria  interna,  escrito  por  los  profesores  y 
doctores  D.  Gerhardt.  (íumprecht,  W.  His,  Klemperes,  Kraus,  L.  Krehl, 
Max,  Matthes,  J.  v.  Mering-,  O.  Minkowski  F.  Moritz.  K,  Miillt-r,  E.  Rom- 
berg,  K.  Stern  y  Vierordt,  bajo  la  dirección  del  Dr.  1).  J.  v.  Mering.  — 
Con  *223  figuras  intercaladas  en  el  texto  y  una  lámina  tricolor.  — Versión 
directa  de  la  segunda  edición  alemana,  por  el  Dr.  D.  M  Gil  y  Casares, 
con  un  Prólogo  del  Dr.  D.  A.  Simonena  v  Zabaleg-ui.  Tomo  ÍI,  fascícu- 
lo 2.'  —  Santin^-o,  1904. 

Belaolonee  entre  la  oompoeioión  qnimioa  de  loa  medicamentos  y 
en  aooión  fleiolóirioa.  por  el  Dr.  D.  Emilio  Pérez  Noguera.  —  Madrid, 
1904.  —  Dos  ejemplares. 

Apantes  de  Hlg^iene  sooial  en  el  ejéroito,  por  D.  Federico  González 
Deleito.  — Madrid,  1904.  —  Dos  ejemplMres. 

Aota  de  la  sesión  pública  inaugural  celebrada  el  día  30  de  enero  de  1904 
por  la  «R»*al  Academia  de  Medicina  y  Cirugía».  —  Barcelona,  1904. — 
Dos  ejemplares. 

El  Código  de  Hammnrabi  y  la  Oftalmología  en  los  tiempos  babi- 
lónicos, por  el  Dr.  Rodolfo  del  Castillo  y  Quartiellers.  —  Madrid,  1904. 

Fisiología  humana,  por  el  Dr.  Luigi  Luciani.  Versión  castellana  por  el 
Dr.  P.  Ferrer  Piera,  bajo  la  dirección  y  notas  bibliográficas  del  doctor 
D.  Rafael  Rodríguez  Méndez.  —  Editores:  Antonio  Virgili,  Sociedad  en 
comandita,  Rosellón  ,  106.  —  Cuaderno  35.  —  Barcelona,  1903.  —  Un 
cuaderno  de  40  páginas,  una  peseta.  —  Dos  ejemplares. 


612 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Oontribaoión  al  estndio  de  la  adrenalina  y  de  ene  prlnolpalM  api!. 
oaolones  tarapéntloas.— Tesis  del  Doctorado,  por  D.  Juan  Coret  vAm- 
brós.  —  Badalona,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Oolnslón  intestinal  agenda  post-operatoria.  ~  Discurso  por  él  Dr.  Mi- 
guel A.  Seco.  —  Caracas,  1904.  "^ 

Tratado  de  Hedioina  y  Cimg^ia  modernas,  por  el  Dr:  Luís  Marco.— i&r- 
ta-prólogo  y  dirección  de  D.  Federico  Rubio.— /^artó  «pecúr/.—Tomo  V  - 
Madrid,  1904. 

Análisis  qnimioo  y  baoteriolósrioo  de  las  a^rnas  potables  y  miat- 
rales.  —  Bepiiración  de  las  a^pnas. — X.es^islaolón,  por  F.  Bauch^r- 
Traducida  al  español  y  anotada  por  el  Dr.  Rosendo  Gaste  lis.  — Madr.; 
1904.  —  8*50  pesetas.  —Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Hi^ene,  por  A.  Proust.  con  la  colaboración  de  A.  Net^pr 
H.  Bourges.  —  Traducido  al  castellano  de  la  tercera  edición  franca 
por  D.  Julio  González  Castro.  —  Tomo  II  (último).  —  Madrid,  iy04.-D 
ejemplares. 

Pbbiódicos  :  Bevista  sanitaria  de  Jaén.  —  Revista  quincenal.  — 11*^ 
tor:  Federico  Castillo  Estremera.  —Ancha,  14.  —  Ün  aüo:  TóOpeseiv 


Estudios  demogpálleos  de  Bapeeloni 

POR     Kl. 

Dr.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Pligicnc  urbana  de  Barcelona 

MoPtalidad  durante  el  mes  de  septiembre  de  1904 


I.  —  Infkccionks 


5 
4 

3 

1 

O 

10 

77 

1 

1 

O 

3 

O 

1 

2 

6 

9 

5 

1 

126 

24 

Total 279 

IL  —  Otras  inkkccionks  y  padbci- 

MIBNTOS    DK    NATURALEZA    MO    DB- 

TBRMiNADA  ( por  Aparatos  y  sis- 
temas). 

ni^^^n^    í  Arterias 22 

^^X'"-!  Corazón 


Coqueluche    .... 

Difteria 

Disentería 

Escarlatina    .... 

Erisipela 

Eclampsia 

Fiebre  tifoidea  .    .    . 

Gangrena 

Influenza  

Lepra 

Otras  infecciones  . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerperal 
Id.  quirnrg-icR 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis .... 
Viruela 


■  I  Venas . 
Suma  y  sigue  ^ 


94 


Digesti- 
vo. .  . 


Respira- 
torio. 


Suma  anterior.    ...      < 

/Boca 

I  Estómag-o     .... 

Intestinos     .     .    .    .    -' 
I  Otros  anexos  ... 

Peritonitis   .     .    . 

¡Bronquiales  (Afecto»».  . 
Pulmonía  ....  * 
Pulmón  y  pleura.    . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges '* 

urinario - 

Red  linfática _ 

Total.     .     .     .    .   52C 

lll.  —  Otros  t  accidbntk.< 

Accidentes 

Alcoholismo 

Distrofias  constitucionales.    .       ^ 
Falta  de  desarrollo     ....      * 

Frenopatías 

Intoxicación 

Neoplasmas 

Senectud    . 

vSin  diagnóstico __ 

Total _  TO 

Total  de  defunciones  .    .    .    .   8ój 

Total  de  nacimientos  ....  110' 

Abortos ^ 


Tomo  ZZVII.    Núm.  20       Barcelona  31  octubre  1904      Ato  ZZVII.    Núm.  656 

Gaceta  Médica  Catalaiía 


SUMABIO  :  Lecciones  de  (^^línica  médica,  —  I.  Resurrección,  por  el  Dr.  Queraltó.  —  Su- 
puesto descubrimiento  de  Luis  Pasicur.  por  ci  Dr.  -  uis  Comenge.  —  Las  tres  crandes 
cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses  (celebrado  en  Fau,  agosto  de  1004), 
por  el  Dr.  A.  Rodriguez-Morinl.  —  Afecciones  oculares  de  origen  menstrual  (conclu- 
sión», por  el  Dr.  F.  Terrien.  —  Revista  CKÍncA  bibi  ioükauca  :  fligiene  y  Demografía, 
por.  el  Dr.  Luis  Comenge.  —  Fí'kmllahio  y  tkatamii-.mo&  moi»khnm>  ,  por  el  Dr.  Ro- 
dríguez MéndfZ.  —  N(  KSiRA  noRKESPONDENCiA  coN  LA  PKt.NSA.  —  Esiudíos  (Icmográficos 
de  Barcelona,  por  el  Dr.  O.  Luis  Comenge. 


LeccloDes  de  ClíDlca  médica 

POR    EL 

Dr.  QrEUALTÓ 

Antiguo  Profesor  de  la  Facultad  de  Medicina  de  Barcelona,  por  oposición 

I 

Resurrección 

Ciertamente,  para  el  espíritu  levantado,  la  éi)Ofa  actual  e?,  sobre 
turbada,  admirable.  La  inquieta  actividad  de  que  lo'do  el  mundo  es 
])resa  por  descubrir  lo  ig-noto,  como  bajo  la  influencia  de  una  «  epide- 
mia de  trabajo»,  motiva  por  los  ámbitos  de  nuestra  Medicina  una 
sacudida  continuada.  Lo  garande  se  empequeñece,  lo  parvo  se  agñ- 
pinta,  lo  ^'•ranítico  se  pulveriza,  las  moles  compactas  se  cuartean  y 
deshacen.  Escudriñados  los  fenómenos  integ-rantes  de  nuestra  vida, 
su  complexidad  acrece  cuanto  más  se  les  desentraña;  á  cada  paso,  más 
se  intrincan  ;  á  cada  nuevo  dato,  más  se  muestra  su  trabazón  enmara- 
ñada ;  y,  sin  embarg-o,  se  porfía  en  desencadenarlos,  aislarlos  y  mover- 
los, ahondando  hasta  en  los  más  sencillos  é  inquiriendo  sus  determinis- 
mos.  En  virtud  de  esta  remoción  incesante,  mudan  á  ojos  vistas  de 
aspecto  y  esencia :  sus  relaciones  cambian,  sus  leyes  se  alteran;  Ihs 
que  antes  se  miraron  absolutas,  quedan  ahora  deleznables;  los  princi- 
pios, desgajados,  y  los  axiomas,  rotos.  De  esta  suerte,  lleno  el  campo 
(le  escombros  y  de  construcciones  en  ciernes,  revueltos  los  antig-uos 
estratos,  brotan  nuevas  fuentes,  y  otras,  d(*  antaño  cegadas,  también 
manan.     Por  entre  las  ruinas  de  lo  artificioso  la  verdad  surg-e. 

En  unos  casos,  es  verdad  novísima  y  naciente ;  y  en  otros,  es  an- 
ciana. Asistimos,  en  efecto,  á  la  resurrección  de  conceptos,  olvidados 
l)()r  generaciones  enteras,  á  fuerza  de  ser  denig-rados  por  otras.  El 
yatro-quimismo  borbota,  surte,  aneg-a  y  sazona  nuestra  ciencia  :  Syl- 
vius  de  le  Boe  inspira  las  modernas  nociones.  El  humorismo  nos  in- 
filtra y  empapa:  Boerhaave  vibra  en  nosotros  cuando  hablamos  de 
licuar  humores  y  embotar  acideces.  La  simj)lificación  esquemática 
del  organicismo' se  ha  desvanecido  :  nuestro  cuerpo  es  retorta  mons- 
truosa donde  sin  treg-iia  se  desarrollan,  combinan  y  suceden  inmensi- 
dad de  reacciones.  Lo  sencillo  de  un  hígado  que  fabrica  bilis,  se  ha 
trocado  en  lo  complejo  de  un  laboratorio  donde  la  nutrición  se  reg*ula 
y  el  cuerpo  se  abrocjúela,  donde  la  hemoglobina  se  transforma,  el  hie- 
rro se  libera,  el  azúcar  muda,  el  g-lucógeno  se  crea,  la  albúmina  se 
influye,  los  ácidos  biliares  se  elaboran,  los  venenos  se  bonifican,  las 
leucomatinas  se  anulan  y  los  hematíes  se  funden  y  á  las  veces  se  g'ene- 


6i4  Lecciones  de  Clínica  medica 

ran.  El  páncreas,  el  órgano  inocente,  sube  á  reg-ulador  por  excelen.-a 
de  las  mutaciones  orgánicas :  junto  á  su  jugo  que  digiere,  los  isliies 
de  Langerhans  derraman  en  la  sangre  fermentos  que  intervienen  f-n 
el  metabolismo  de  los  hidratos  de  carbono.  Así,  las  células  toda>.  i 
labrar  la  vida,  no  cesan  de  producir  nuevas  substancias :  unas  refi.Hr 
zan,  otras  malean,  otras  aglutinan,  otras  constriñen,  dilatan,  enñri- 
quecen,  engordan,  inmunizan  y  aun  ocasionan  la  misma  protei::>\ 
La  vida  es  todavía  más  química  de  lo  que  opinaba  el  siglo  xvii. 

De  igual  manera,  en  Terapéutica,  la  resurrección  es  port^^nt-sa. 
Los  remedios  malos,  por  arcaicos,  se  vuelven  buenos,  por  recieute< 
Las  prácticas  de  los  tiempos  viejos,  los  procederes  tildados  de  eu^r^^ 
dros  de  brujas  en  covacha,  la  sarta  de  hígados,  sesos,  tripas  y  te<ii;> 
los  con  que  en  edades  lejanas  sanaban  el  cuerpo  y  remozaban  el  áuini- . 
aparecen  entre  nosotros  con  su  original  eficacia.  Desde  Brown-vV 
quard,  hemos  analizado  órgano  tras  órgano  en  busca  de  su  papel  far- 
macológico; y  ora  remendamos  flaquezas  con  el  jugo  orquitico.  •: 
aseguramos  nuesos  con  el  tiroideo,  ora  desvanecemos  el  '(mal  : 
amor  »  con  el  ovárico,  ora  corregimos  hígados  con  hígados,  bazos  t 
bazos  y  ríñones  con  ríñones ;  y  aquí  no  paramos,  sino  que,  entre  «t: 
productos,  obtenemos  hemostáticos  de  cápsulas  suprarrenales  y  >' 
mentos,  macerando  intestinos.  Así  también,  por  añeja  vía,  es  nue^* 
afán  purificar  humores;  y  sostenemos  su  índole  química  y  la  eniü'".' 
damos  cuando  se  altera,  y  acrecemos  esta  substancia  y  men^a::> 
estotra,  y  les  damos  más  ácido  ó  más  álcali,  y  vamos  siempre  -:. 
acecho  y  acosamiento  de  las  materias  pecantes. 

Tan  prodigioso  es  el  quiniismo  orgánico,  especialmente  en  su  a- 
pecto  trófico,  que  uno  de  mis  deseos,  al  fundar  mi  Clínica,  era  coaily;- 
var  á  su  estudio.  Por  cierto,  lo  hubiera  conseguido,  pues  por  sus  ^  ■- 
diciones  de  instalación,  que  la  acreditaron  de  magnífica  a  los  oj"  > 
eminentes  colegas  nacionales  y  extranjeros,  y  por  su  abundoso  mai- 
rial  clínico,  que  á  diversas  ramas  médicas  abrazaba,  se  ofrecía  li  . 
para  ello.  Y  por  si  no  bastase,  la  casa  de  la  Gynecologia  CaUhu^r 
primera  revista  médica  escrita  en  el  bell  cathalanesc  de  que  Muntav 
habla,  con  su  salón  de  cátedras,  sus  salas  de  redacción  y  sus  labom- 
rios,  habían  de  dar  por  hecho  lo  soñado.  Mas  quiso  Dios  que,  dec  • 
de  las  dificultades  económicas  de  tamaña  empresa,  se  acercasen  Díu- 
jas  y  ellas  se  apoderasen  de  los  edificios  y  se  fuese  todo  en  flor.  Ali-^ 
privado  de  tal  obra  y  entregado  á  mi  duíce  amor  de  siempre,  la  iii- 
gación  clínica  propiamente  médica,  son  mis  anhelos  más  que  vivo:?; 
en  mi  esfera,  pláceme  con  mayor  ahinco  espigar  el  campo,  fijar  lle•:il^ 
desbrozar  verdades  y  contribuir  al  adelantamiento. 

Así,  entre  tantas  resurrecciones,  me  ha  deleitado  la  del  fontíeu^ 

3ue  Brocq  provoca  en  la  Presse  Médicnh  (1).    El  pobre  exutorio  ha  >¡ : 
e  tan  accidentada  historia,  que  pocos  ngentes  le  alcanzan  en  lo  tí: 
de  su  fortuna.    Mientras  por  unos  fué  tildado  de  inútil,  Guerseír 
definía  como  «  uno  de  los  medios  más  potentes  de  la  terapéutica  en  .i- 
enfermedades  de  los  hombres  y  de  los  animales».    Quien  lo  dipr 
por  revulsivo  enérgico,  derivatiVo  intenso  y  emuntorio  precioso;  «iui^ 
por  entretenimiento  sucio,  arma  de  chanflones,  ornato  de  dueñas  > 
consuelo  de  chirles,  cuyo  solo  nombre  movía  á  risa.     Cuando  r^iin 
obra  sobre  la  Medicación  actha  y  la  Fspect(tciÓ7i  en  el  ejercicio  cli^  ' 
que  la  Real  Academia  honró  tiempo  atrás  premiándola  (2),  insistí  e:i- 
realidad  de  su  acción  depurativa,  se  consideraron  mis  ideas  coin«'  "• 
temeraria  extravagancia,  en  desacuerdo  absoluto  con  la  ciencia.    Y.  >: 


(1)  17  febrero  de  IfiOi. 

(2)  Nuestro  ilustre  colega,  el  distinguido  escritor  francés  Dr.  Nobii,  ha  tenido  la  bondad  '^' 
cargarse  de  su  traducción. 


Lecciones  de  Clínica  médica  6il> 


einbar«^o,  en  ella  se  basaban ;  pero  no  en  la  ciencia  de  razones,  arma- 
toste de  veleidades,  sino  en  la  ciencia  de  los  hechos,  la  única  soberana. 
Pese  á  todo,  son  ellos  los  que  al  fin  triunfan,  pues  á  la  indiferencia  re- 
sisten y  por  la  ig-norancia  recalan  ;  y  son  hechos  los  que  Brocq  explica. 

Es  el  primero  el  de  un  hombre  de  setenta  y  dos  años,  gran  abusador 
de  la  vida  en  todos  sus  aspectos,  sin  sífilis  en  su  anamnesis,  pero  con 
accesos  de  gota  numerosos  durante  veinte  á  partir  de  los  cuarenta  y 
cinco ;  y  ahora  arterio-escleroso,  bien  que  sin  ninguna  lesión  visceral 
grave  ¿preciable.  Desde  largo  tiempo  iba  con  achaques,  las  digestio- 
nos  irregulares,  las  bronquitis  frecuentes  y  de  algo  de  opresión  acom- 
pañadas ;  apático,'  soñoliento,  la  inteligencia  amortecida,  vislumbres 
de  un  estado  cerebral  que  á  serias  inquietudes  daba  motivo.  Quemóse 
profundamente  en  la  parte  superior  externa  del  muslo  derecho,  se 
formó  escara,  supuró  la  herida,  se  desprendió  aquélla,  se  estrechó  la 
llaga  y  luego  permaneció  queda,  sin  trazas  de  curarse,  pero  con  supu- 
ración abundantísima.  En  tanto,  mientras  el  pus  fluía,  el  estado  ge- 
neral adelantabJEi ,  cobró  lucidez  la  inteligencia  y  ofreciéronse  los  mo- 
vimientos vivos  y  desembarazados.  Sin  embargo,  hastiado  de  la  llaga, 
pidió  á  Brocq  que  la  cerrase ;  se  esforzó  éste  en  corresponder  á  la  de- 
manda, y  cuando  á  la  postre  dio  cima  á  la  tarea,  sufrió  el  enfermo  un 
empeoramiento  extraordinario  :  de  nuevo  apático  y  soñoliento,  la  inte- 
ligencia en  zozobra  y  las  diversas  funciones  tardas,  realizándose  peno- 
samente. Al  fin,  después  de  discutir  el  asunto  con  la  familia,  que 
insistía  muy  mucho  sobre  el  buen  estado  del  enfermo  mientras  tuvo  la 
llaga  supurante,  decidióse  Brocq,  no  sin  algo  de  repugnancia,  á  po- 
nerle un  fonticulo  en  el  brazo.  El  efecto  fué  decisivo :  así  que  la  su- 
puración se  hubo  desarrollado,  el  estado  general  se  volvió  excelente, 
el  porte  joven  y  la  inteligencia  lúcida. 

El  segundo 'hecho  es  aún  más  interesante.  Trátase  de  un  enfermo 
de  hasta  sesenta  y  dos  años,  en  cuya  historia  figuran  grandes  exce- 
sos de  mesa^  obeso,  asmático  desde  muchos  y  litiásico  desde  más  de 
veinte,  habiendo  echado  varias  veces  gruesos  cálculos  renales.  Gra- 
dualmente maleado  en  los  últimos  cuatro  años,  puede  decirse  que  ha 
sufrido  todas  las  manifestaciones  morbosas  de  la  arterio-esclerosis  ge- 
neralizada: edemas  de  los  miembros  inferiores  con  albuminuria  de 
diez  centigramos  á  un  gramo  por  día;  flebitis  múltiples,  sobre  todo  en 
la  extremidad  derecha ;  embolias  de  pequeño  volumen,  que  determi- 
naron en  ocasiones  infartos  pulmonares ;  signos  de  esclerosis  en  el 
pulmón  y  la  pleura  á  segui(ia  de  esos  infartos  repetidos ;  pleuresía 
izquierda  con  mediano  derrame  ha  poco  tiempo ;  y  finalmente,  en  el 
aparato  circulatorio,  ruido  de  galope  típico,  arítmia  á  menudo  y  fáciles 
equimosis.  Tres  años  hace  que  tuvo  un  ictus  verdadero  con 'pérdida 
de  conocimiento,  afasia,  hemiplegia  derecha,  primero  completa,  muy 
luego  persistente  sólo  en  el  brazo  y  al  cabo  desaparecida,  bien  que  los 
trastornos  de  la  palabra  se  mantuviesen  durante,  varios  meses.  Desde 
f^ntonces,  ataques  epilépticos  asaz  frecuentes,  al  parecer  bajo  el  influjo 
de  la  uremia;  constipación  rebelde  con  violentos  dolores  en  la  fosa 
ilíaca  izquierda;  y,  de  súbito,  tumor  del  volumen  de  dos  puños  en  el 
lado  izquierdo  del  abdomen,  con  fenómenos  de  oclusión  intestinal,  que 
perdieron  el  resto  de  higidezque  le  quedabay  le  tuvieron  enserio  tran- 
ce algunos  días.  Felizmente,  restablecióse  el  curso  de  los  excrementos, 
mientras  el  aspecto  del  tumor,  ahora  minorado,  ahora  entumecido, 
daba  á  entender  que  era  neoplasia  verdadera,  en  cuyo  seno,  á  tiempos, 
debían  de  fraguarse  hemorragias.  A  par  de  esto,  eczema  rebelde  con 
foliculitis  en  los  pliegues  y,  por  tandas,  eczema  vulgar  diseminado  por 
el  tronco  y  los  miembros,  i  así  andaba  su  vida,  á  días  allanándosele 
el  último  camino. 


6/6  Lecciones  de  Clínica  médica 

Para  encauzarla,  Brocq  le  sometió  á  la  dieta  láctea  ó  poco  meu.\ 
laxante  (le  aceite  de  ricino  por  las  mañanas,  clorhidro-sulfato  de  tiii  • 
nina  de  vez  en  cuanoo,  ventosas  secas  ó  escarificadas  en  cuaní  j 
crisis  de  apopleg'ía  pulmonar  asomaba,  puntas  de  fueoro  seinanalt^s  ^' 
la  espalda  al  nivel  de  los  focos  habituales  de  apopleg-ía,  y  otras  en  i: 
nuca  así  que  la  soñolencia  le  invadía,  eran  vag-arosas  las* ideas ú in^^- 
vos  indicios  de  afasia  se  mostraban.  Mas  coh  todo,  detalFuerv- 
oponía  el  apremio  del  mal  al  querer  del  médico,  que  la  mejora  i:i 
endeble  y  el  sosieg-o  corto ;  antes,  con  tal  ímpetu  arreciaba,  que  ha  t 
inútiles  los  remedios  y  vanas  las  esperanzas ;  y  tan  locamente,  <.;> 
muchas  veces  iba  en  mengua,  cuando  los  fármacos  se  suprimían.  í''-- 
cidió,  en  vista  de  esto,  aplicarle  un  fontículo ;  pero  su  rancha  flaqu»  r 
oblig'aba  á  diferir  el  momento;  hasta  que  de  mal  en  peor  y  sin  il;- 
desenlace  presumible  que  la  muerte;  tuvo  una  crisis  epileptifori 
grave,  durante  la  cual  un  enfermero  le  dio  una  inyección  de  éter  en  ^ 
muslo  izquierdo.  Formóse,  á  consecuencia  de  ella,'una  escara  de  ciui'^ 
á  cinco  centímetros  por  tres  de  ancho,  cuyo  espesor  alcanzaba  altej:. 
celular  subcutáneo ;  supuró  la  herida  á  los  diez  días ;  y  á  im  tieiiii 
como  por  encanto,  disipáronse  las  negruras  del  estado^  general:  tor. 
fuerzas,  cobró  jovialidad,  recuperó  energías,  levantóse,  lo  que  aev 
más  de  un  año  no  había  hecho,  y  aun  pudo  andar  algunos  pasos.  Ar. 
el  enfermero,  por  imprudencia,  abrió  el  deseado  fontículo. 

Merced  á  él,  sostúvose  y  acentuóse  la  bonanza;  pero  en  juli'i ■ 
1903,  €omo  la  cavidad  supurante  se  cerrase,  volvió  el  enfermo  :i :  - 
edemas  considerables,  tuvo  pleuresía  izquierda,  perdió  el  vigor  y  tu::. 
ronle  la  melancolía  y  la  soñolencia.    Se  le  fijó  entonces  un  funií- 
en  el  brazo  izquierdo,  y  en  seguida  desvaneciéronse  la.s  dolencias  i 
aquel  cuerpo.     De  nuevo  se  cerró  á  últimos  de  septiembre,  y  otn^  - 
se  puso  en  mal  estado  ;  pero  otro  fontículo  en  el  brazo  derecho  solvnr 
el  conflicto.     Finalmente,  á primeros  de  enero  de  1904  dejó  de  manar! 
fuente  y  luego  le  apresaron  las  habituales  desventuras  :  hubo  hii;; - 
rragias' en  los  pulmones,  tumefacción  en  el  abdomen,  hinchaz-ii  ' 
las  piernas,  y  cayó  en  flaqueza  y  decaimiento  grandes.'    Por  fortuna,  i- 
emisiones  sanguíneas,  las  puntas  de  fuego  y  el  chorreo  del  fouti;  u 
diéronle  renuevo  de  vida. 

Parecidos  á  los  casos  de  Brocq  tengo  yo   dos,  en    los  cuales  i 
igual  modo  obró  maravillas  el  fontículo.    El  primero  era  un  hoin  ' 
avejentado,  bien  que  de  los  cincuenta  no  pasase,  delgaducho,  i'-i. 
secó  el  rostro,  metidos  los  ojos  en  profundas  cuevas,  la  nariz  alK»l':i 
caídos  los  labios,  sin  rastro  de  mejillas  y  con  bar])a  tan  abundosa, 
á  manera  de  ])eto  le  cubría.     La  pesadumbre  de  sus  males  habíale-  - 
corvado  el  tronco  y  anquilosado  los  miembros,  pero  no  el  espir* 
enamorado  de  altos  ideales  de  justicia,  que  explicaba  entre  ahí>ir^ 
esputos.     Fué  de  mozo  artrítico,  se  cubrió  con  eczemas,  cargó  con  .  ■ 
tarros,  sufri»'»  accesos  de  reumatismo  subagudo,  volvióse  dispéptí'*" . 
luego  precirrótico;  y  con  el  corazón  fla(*o,  los  ])uímones  edematosos  y,  * 
ríñones  insuficientes,  dio  en  tal  miseria  orgánica,  que  el  vivir  eran- 
lagro.     Apurárnoslos  recursos  farmacológicos  y  le  sujetamos  á  r^i: - 
men  lacto-vegetal  severo  :  ganamos  muchas  batallas  y  perdimos  tjtr.^. 
y  al  fin,  ahito  el  enfermo  de  tanta  ])odre(liu'a,  me  sugirió  la  idea 
fontículo.     í.a  acejité  de  buen  grado,  pues  con  las  mías  armouizal-. 
lo  fijamos,  con  tan  prós])era  suerte,  que  á  los  pocos  días  decrecienii;  ^^ 
señales  de  su  dolencia,  la  cual  se  mantuvo  por  largo  plazo,  si  no  .  - 
aparecida,  enmendada. 

YA  último,  muy  reciente,  era  un  enfermo  ya  en  días,  pues  á  les  ^^^ 
senta  se  acercaba,  de  complexión  gruesa,  la  frente  estrecha,  lo.^  •-  ^ 
reventones,  la  nariz  ancha,  caídos  los  mofletes,  labios  de  jeta,  O'i: " 


Lecciones  de  Ciinica  médica  617 


pulposo,  cnr^-ado  de  espnldas,  ostentoso  el  vientre  y  con  el  andar  á 
tientas,  pues  tenía  de  días  las  piernas  envaradas.  *  Como  varios  de 
nuestros  menestrales,  había  log-rado  reg-ular  pasadía  con  grandes  sa- 
crificios, y  la  g'ozaba  llenando  el  buche  á  fuerza  de  manjares  y  desem- 
buchándolo í\  fuerza  de  alcoholes.  Mas  fué  tal  su  porfía  en  solazarse, 
que  al  cabo  la  hartura  se  tradució  en  obesidad,  vino  la  litiasis,  empezó 
la  arterio-esclerosis,  arraig-ó  la  nefritis,  y,  á  la  postre,  quedó  anasarcado, 
la  aorta  maltrecha,  los  pulmones  edematosos,  urémico  á  la  continua  y 
finalmente  pábulo  á  la  vecina  muerte.  Pro|)use,  despu^\s  de  inauditas 
luchas,  el  fontículo  ;  lo  apliqué  en  el  brazo  derecho;  y  puesto  que  en  los 
primeros  días  arreció  la  dolencia,  mengruó  á  los  diez  y  dio  respiro  al 
enfermo  de  tal  larg'ueza,  que  desde  febrero  último  ha  permanecido 
tranquilo. 

La  publicación  del  artículo  de  Brocq  Jia  sido  parte  á  que  en  la 
])rensa  francesa  se  narrasen  casos  análog-os.  Así,  Talamon,  en  la 
Médecine  Moderne  (1),  cita  el  de  un  clérig-o  anciano,  afecto  de  una  en- 
fermedad nerviosa  mal  definida,  aunque  atribuible  á  alg*ún  trastorno 
circulatorio  de  la  reg-ión  bulbo-protuberancial,  con  i)aresia  de  los  cua- 
tro miembros,  la  palabra  torpe,  los  labios  paréticos  y  la  def^lución  difí- 
cil, á  quien  Lecorché,  g-ran  entusiasta  del  sedal  en  Tos  antig'uos  hemi- 
plég-icos  y  los  g'otosos  viejos,  (lisi)uso  que  le  aplicasen  uno  en  la  nuca; 
con  lo  cual  obtuvo  tan  lisonjero  éxito,  que  á  los  dos  ó  tres  meses  salía 
de  la  casa  Dubois,  domle  se  aUx^rg^aba,  en  bastante  buen  uso  las  extre- 
midades y  apto  para  comer  y  beber  sin  trabas. 

El  mismo  autor  da  noticia  de  uno  de  sus  viejos  parientes,  presa,  á 
los  68  años,  de  ictus,  seg'uido  de  síntomas  cerebrales,  que  bajó  á  cho- 
chez extrema.  Inmóvil  en  el  sillón,  sin  poder  para  levantarse  y  menos 
para  andar,  vestido  y  alimentado  como  un  niño,  con  incontinencia  de 
orina  y  de  excrementos,  pasaba  las  horas,  todas  para  él  mengfuadas, 
clavado,  quieto,  respondiendo  apenas,  la  mirada  vag-a  y  el  alma  ente- 
nebrecida. Después  de  varias  consulta-',  el  médico  que  le  cuidaba  se 
resolvió  á  ponerle  un  sedal  en  la  nuca;  y  esto  fué  sacarle  de  su  condi- 
ción, pues  entró  en  mejora  y  á  los  seis  meses  quedó  restablecido,  co- 
bradas la  intelig-encia,  el  vig-or  y  la  alegría,  y  vuelto  á  las  tareas  habi- 
tuales. 

.Otro  caso  también  narra,  de  gran  alivio,  bien  que  no  con  sedales  ni 
fontículos,  sino  con  una  especie  de  exutorio  accidental,  ocasionado  por 
escarificaciones  de  las  piernas.  Es  el  enfermo  hombre  de  39  á  40  años, 
arterio-escleroso,  encanecido  por  vejez  prematura,  que  ingrresó  en  el 
hospital  Bichat  el  mes  de  enero  de  1903  con  una  i)rimera  crisis  de  des- 
fallecimiento cardiaco.  El  corazón  era  g-rueso,  irreg-ular  y  dilatado, 
duras  y  sinuosas  las  arterias,  albuminosa  la  orina,  edematosos  los  pul- 
mones é  hinchadas  las  piernas  hasta  la  mitad  del  muslo.  Le  sometió 
al  reposo  y  la  dieta  láctea;  y  aunque  adelantó  al  comienzo,  afiojó  la 
opresión  y  fué  la  orina  más'^abundante,  si  bien  albuminosa,  pero  en 
cambio  pusiéronse  las  piernas  enormes,  subió  el  edema  á  los  muslos  y 
al  vientre  y  volvióse  la  piel  tan  lisa  y  tensa,  quedaba  indicios  de  rom- 
])erse.  Propinóle  entonces  la  digitaí,  la  cafeína  y  la  teobromina,  con 
resultado  nulo,  y  le  practicó  lueg-o  punturas  en  las  ])iernas,  dejándole 
sentado  en  un  sillón'  para  facilitar  el  desag-üe,  con  efectos  óptimos, 
])ues  desapareció  el  edema,  aclaróse  la  orina  y  paró  la  albuminuria. 
Más  tarde,  mandó  acostarlo,  y  con  esto  reaparecieron  los  síntomas, 
hasta  que,  sentado  de  nuevo,  fluyeron  las  piernas  y,  á  un  tiempo,  ce- 
dió la  disnea;  y  así,  de  continuo,' al  cerrarse  los  fontículos  de  las  ex- 
tremidades, tornaban  á  cernerse  los  accidentes  de  opresión  y  edema,  y 


(1)    3!  agosto  de  190i. 


Sj8  Lecciones  de  Clínica  médica 

en  cuanto  se  abrían,  amainaban  ;  hasta  que  acabó  por  dejarle  sental . 
cubiertas  las  piernas  con  curadealg'odón,  renovada  todas  lasinañabiiN 
A  pesar  de  las  precauciones  antisépticas,  han  brotado  Iinfan<ritis  vvi 
supuración  superficial  de  la  piel ;  el  rezumo  sero-purulento  ha  toma]  • 
un  tinte  verde-azulado  debido  al  bacilo  piociánico  ;  la  piel  se  haesiH>y- 
doy  pleg^ido;  y,  en  suma,  las  piernas  han  adquirido  aspecto  elefantiMr 
co.  Sin  embargo,  el  derrame  no  cesa,  y  tanto  gana  el  enfermo  cuaír 
más  ñuye.  El  corazón  es  regular,  la  orina  normal,  y  así  vive.  ikA- 
diez  y  ocho  meses,  con  la  ración  ordinaria  y  sin  medicamento  algur. . 

En  el  mismo  orden  de  hechos  cabe  incluir  los  que  Corivaud  cituib 
Refiérense  á  tres  pacientes,  tuberculosas  notorias,  en  quienes  se  tv- 
denció,  á  su  entender,  la  acción  favorable  del  fontículo :  la  primeni.»': 
ferma  á  los  veintiséis  años  de  pulmonía  del  vértice  izquierdo,  con  fi«-hn. 
flaqueza  y  expectoración  de  esputos  con  bacilos,  tras  cuatro  mese>  ih 
revulsivos  balsámicos  y  antisépticos,  fué  sometida  al  exutorio,  vtu 
desde  entonces  en  creces  la  mejoría  y  acabando  en  salud  completa :  ;: 
otra,  mujer  de  cincuenta  años,  padeció  de  fiebre  lenta  con  magrura,  jk 
dida  de  fuerzas  y  tos,  también  con  el  bacilo  en  los  esputos,  y  curú  ile  t: 
suerte  con  el  fontículo,  que  ha  vuelto  al  rudo  oficio  de  jornalera:} 
tercera,  de  treinta  años,  afecta,  dos  años  ha,  de  pneumonía  del  ver 
derecho,  enflaquecida  y  hemoptoica,  anda  ya  exenta  de  lesiones  y  im 
gordura  demasiada. 

No  doy  cuenta  de  más  hechos,  pues  no  sé  de  otros  ahora  pubi  a 
dos  (2) ;  pero  la  lista  se  engrandecería,  por  poco  que  inquiriésemos,  i 
entre  la  generación  actual,  sino  entre  los  representantes  de  la  pa.^j! 
Nos  dirían  nuestros  colegas  ancianos,  que  recuerdan  casos  de  cura  i- 
nes  milagrosas  obtenidas  con  el  fontículo,  que  por  lo  inesperaiias-" 
grabaron  eu  sus  mentes,  si  bien  las  arriconaron  como  inverusím  i*^ 
cuando  arreció  el  vendabal  organicista.  Nos  dirían  las  gentes  vie  :.♦. 
los  abuelos,  los  indoctos  apergaminados,  que  ellos  ó  alguno  de  sujjjv 
rientes  viven  todavía  gracias  á  las  «  fuentes»,  pues  condenados  por .  ^ 
lumbreras  médicas  y  sin  otra  esperanza  que  el  acaso,  volvieron <•  3 
vida  en  cuanto  se  abrió  el  exutorio  y  por  él  corrió  el  manantial  d»^  m> 
penas.  Y  esto  escuchando,  recogiendo  datos,  desmenuzando  suceso; 
escarbando  documentos  mohosos,  no  sólo  aumentaríamos  el  caudal  ^ 
observaciones  exactas,  sino  que  entraríamos  en  la  verdad  científica,  qr. 
sólo  en  los  hechos  se  basa,  y  entraríamos  en  nosotros  mismos,  con ■  - 
tos  de  ignorancia. 

Porque  si  ahora  son  pocos  los  fontículos,  pues  apenas  se  aplicar... 
en  esta  falta  de  material  clínico  buscamos  traza  como  velar  la  cortea 
nuestra,  borbotan  por  donde  quiera  (i  nuestra  vista  las  fuentes  abieri^i^ 
en  los  cuerpos  morbosos  por  la  propia  naturaleza.  Bullen  que  hw!  -: 
multitud  de  úlceras  que  remediaron  disturbios  internos;  enjambr»^'i 
afectos  pulmonares  que  sucedieron  h  la  curación  metódica  de  eczena^ 
y  psoriasis;  vómitos  antiguos,  cuyo  paro  dio  margen  á  complicación''^ 
y  diarreas  crónicas,  cuya  supresión  originó  trastornos  (3).  ¿Cuánta 
veces  no  hemos  visto  desaparecer  accidentes  viscerales  en  tanto  . - 
ántrax,  gomas  ó  úlceras,  con  su  fluir,  evacuaban  el  cuerpo,  de  nuuu""- 
que  al  cabo  resultaba  beneficioso  lo  nocivo?  ¿Cuántas  no  vemos >'i' 
gir  visceralgias,  brotes  congestivos  y  aún  crisis  neurasténicas  al  •^''' 
carse  dermatosis,  exutorios  espontáneos,  derivativos  de  lo  dañoso? 

De  suerte,  que  los  ejemplos  se  nos  entran  por  los  ojos  y  no  \os^^ 
mos;  y  son  inconcusos  y  los  percibimos  inciertos;  y  son  siemí-' 


(1)  Jour.  de  Méd.  de  Bordeaux,  14  aposto  de  lí)04. 

(2)  El  Dr.  Jaquerod,  de  Lcysin,  cita  otros  en  la  Síédecine  Moderne^  5  octubre  de  1904. 

(3)  V.  mi  obra  Examen  cntico  de  la  Medicación  activa  y  de  la  Espectat:ión  c»  ti  ejtrcicto  -' 
fiico,  pág.  57  y  sig. 


Lecciones  de  Clínica  médica  6ig 


nuevos,  y  como  vejeces  los  notamos.  Al  fin,  ¿por  qué  recelar  de  ellos? 
Si  de  ordinario  sé  muestran  en  sujetos  de  nutrición  turbada,  cuyos 
mismos  productos  les  intoxican,  pues  sobre  formarlos  en  exceso,  los 
expelen  con  deficiencia,  ¿no  está  de  acuerdo  con  nuestras  ideas  actua- 
les que  al  echarlos  han  de  mejorarse?  «¿Por  qué  no  suponer,  como 
decía  yo  en  la  obra  antes  citada,  que  lo  imperfectamente  elaborado  de 
la  masa  del  artrítico,  busca  nuevas  salidas  al  entorpecerse  su  elimina- 
ción, y  que  en  tanto  no  las  halla,  perturba  el  funcionalismo  híg-ido,  y 
en  cuanto  las  encuentra,  no  daña,  pues  ya  no  se  acumula?  ¿Porqué 
no  suponer  que  en  ocasiones  el  nuevo  cauce  se  crea  muy  presto  y  con 
él  se  libra  el  ser  de  lo  tóxico;  y  así,  al  .cerrarse,  éste  se  atosig*a? 
¿  Por  qué,  en  fin,  no  aceptar  la  hipótesis  de  que  junto  á  las  puertas  or- 
dinarias de  salida,  otras  pueden  establecerse,  por  anómalo  que  parezca 
su  orig'en,  y  su  naturaleza,  y  su  sitio  ?  » 

Tan  convencido  estoy  de  esto,  que  de  larga  fecha  ajusto  á  ello  mi 
conducta.  Así,  en  el  tratamiento  de  úlceras  de  las  piernas,  que  en 
tropel  venían  á  los  consultorios  de  la  Facultad  de  Medicina  y  de  mi 
Clínica,  hartos  instaban  los  internos  de  ver  como  inquiría  las  condi- 
ciones del  enfermo  y  el  posible  papel  expelente  de  la  Ifaga,  y  como  les 
sometía  á  medicación  y  rég-imen,  que  enderezase  su  funcionalismo  y 
decreciese  los  factores  tóxicos.  De  ig-ual  manera  ando  precavido  en 
combatir  liechos  secundarios  :  que  si  al  sojuzg-arlos  pronto  se  abrillanta 
la  cura  con  lo  rápido  de  la  mejora,  no  lo  es  menos  h  las  veces  el  rever- 
decer de  otros  achaques  con  tal  ímpetu,  que  traen  á  mal  traer  al  enfer- 
mo y  al  fin  le  sumen  en  peor  estado.  La  Terapéutica  no  ha  de  ser  perse- 
g'uiílora  de  síntomas,  que  tras  uno  y  otro  vaya  corriendo  y  desalada : 
nada  tan  vano  como  la  pesadilla  de  la  fiebre  en  el  g-otoso  ó  la  obsesión 
de  la  poliuria  en  el  diabético.  ;  El  síntoma  es  ínfimo  ante  la  trascen- 
dencia de  la  causa !  '<  No  debe  atacare  esa  poliuria ;  no  debe  rebajarse 
esa  fiebre ;  no  debe  cortarse  la  diarrea  crónica,  borrar  el  eczema  de 
lu^ng-a  fecha,  secar  \hs/uen¿es  antig-uas,  detener  el  vómito  lig^ero  de 
remoto  orig-en,  quitar  de  un  golpe  las  hemorroides...  No;  no  debe 
atajarse  nada  que  pueda  reputarse  puerta  de  escape,  fenómeno  vicario, 
cosa  supletoria,  hecho  patológico  sahidadíe», 

Y  si  esto  es  cierto,  ¿por  qué  no  crear  el  Aecho  saludable?  ¿Por  qué 
no  provocar  lo  supletorio?  ¿Por  qué  no  abrir  el  fontículo,  por  donde 
lo  morboso  mane?  Ciertamente,  falta  el  4ato  experimental  que  nos 
asegure  que  esos  procesos  son  vías  de  eliminación  de  tóxicos;  mas 
« los  datos  clínicos  inducen  á  creerlo,  y  lo  que  sabemos  de  la  natura- 
leza de  los  trastornos  previos  de  la  nutrición  lo  corrobora,  y  su  enlace 
manifiesto  con  ellos  lo  confirma;  y  si  no  es  positivo,  es  casi  cierto  ;  y 
pues  la  Clínica  le  da  visos  de  exacto,  importa  tenerlo  presente  en 
Clínica  ». 

Así,  abrimos  las  puertas  de  nuestro  alcázar  al  mísero  exutorio.  Hijo 
de  la  naturaleza,  víctima  de  nuestras  preocupaciones,  helo  en  camino 
de  recuperar  la  prístina  fama.  Sólo  lo  deleznable  sufre  de  la  versati- 
lidad de  los  hombres ;  lo  fuerte  se  endurece  con  los  embates  desús 
denuestos  y  los  reparos  de  sus  liviandades. 

Sin  embargo,  como  á  otros  agentes,  debía  de  serle  propicia  esta  nues- 
tra época,  que  rompe  trabas,  anula  vetos  y  arruina  dogmas.  Desechos 
los  sistemas  artificiosos,  de  lejos  oro  y  de  cerca  andrajos,  y  barridas  las 
autoridades,  antes  elevadas  sobre  pedestales  hueros,  el  análisis  re- 
mueve el  mundo.  Así  andan  algunos  inquietos,  azorados,  perdidos  en 
el  torbellino,  invocando  la  belleza  de  lo  definido,  lo  intangible,  lo  rí- 
gido, lo  exclusivo  y  oficialmente  exacto.  Pero  es  el  caos  más  bello : 
que  en  él  lucen,  entre  ruinas  y  nebulosas,  soles  inmensos  y  verdades 
infinitas. 


Sopaitto  descabrlmlsnto  de  Lnls  Pastear 

POR    EL 

Dr.  L.  Comknge 

Director  del  Instiiuio  de  iligiene  urbana  de  Barcelona 

La  Chroniqu4}  médicale^  en  .su  miniero  í;()rrespon(liente  al  lo  de  abril 
del  corriente  año,  inserta  una  noticia,  subscrita  por  el  Dr.  Micliaut,  ■> 
la  que  se  despren.le  que  los  tan  conocidos  frascos  ó  matraces  Pasio'r. 
atribuidos  al  perspicaz  ing'enio  del  renom])ra(lo  químico,  se  conocier'iu 
mucho  antes  y  que  los  servicios  esterilizadores  de  tales'^vasos,  tambiea 
se  certificaron  con  anticipación. 

He  aquí  el  texto  del  curioso  documento  tomado  por  M.  Laií^antili. 
de  un  Alma/aaqíie  de  Química  para  185(>,  publicado  en  Rouen,  y  finnul 
con  las  iniciales  H.  del  M. 

«  M.  Malaguti  (profesor  de  Química  ag*ricola  en  la  Facultad  de  Hen- 
nes)  ha  llamado  la  atención  de  sus  oyentes  acerca  de  un  recientt*  t^v 
perimento,  hecho  ñor  los  señores  Schroder  y  Dush,  que  puede  >er  ^; 
germen  de  un  pere^-rino  procedimiento  de  conservación. 

Dichos  señores  han  logrado  conservar  durante  '2o  días  carnes  ce-. - 
das  con  su  propio  caldo,  renovando  el  aire  del  recipiente;  sólo  que  e>> 
aire,>*in  cesar  en  su  circulación,  se  le  hacía  pasar  lorzosamentevíZ/^' 
de  ¡legar  al  caldo  por  un  txibo  de  60  ceníÍ7netros  de  largo  y  5  cenlmefr. 
de  amplitud  lleno  de  algodón  en  rani'K 

»Posible  es  que  este  medio  se  vulgarice,  por  el  cual,  si  parece  [T'- 
bable  que  el  oxígeno  es  necesario  para  provocar  la  putrefacción,  r 
ciertos  casos  preci.sa,  además,  la  intervención  de  otros  ag'entes  qiit'  i 
acompañan,  y  que  hasta  hoy  nos  son  completamente  de.sconocidos. 

»Sin  embargo,  semeja  "que  dichos  agentes  ó  principios  pudir-.-íi: 
muy  bien  ser  esporos  de  algas  ó  mohos  invisibles  á  .simple  vista.  }>"  > 
cuya  existencia  queda  demostrada  con  la  producción  de  dichos  w-^- 
tales  ». 

Como  se  ve,  al  experimento  de  Schroder  y  Du.sh  nada  esencia;  ^ 
falta ;  las  consecuencias  y  las  extendidas  aplicaciones  fruto  son  -l-^. 
tiempo  y  de  la  humana  laboriosidad. 

La  noticia  que  antecede,  de  indiscutible  importancia  histórica,  .<iii- 
ciona  una  vez  más  aquella  verdad  tan  conocida  délos  verdadenis  era- 
ditos,  comprobadores  de  (jue  toda  idea  grande,  todo  hecho  tra.scen<leri:f 
ni  surgió  acjuélla,  ni  se  llevó  á  ca])0  éste  por  la  .sola  eficacia  y  el  esfuerz-i 
único  de  un  hombre,  cuya  inteligencia,  las  más  de  las  veces,  e>  la 
fuerza  cristalizadora  de  los  elementos  psíquicos  dispersos  en  el  am- 
biente de  la  í'iencia,  y  por  la  que  se  truecan  en  práctico.s  y  corpore  ^ 
los  notantes  elementos  de  la  invención. 

Pero  es  que  en  ^l  caso  ])resente,  el  matraz  Pasteur  se  me  antoja»].- 
en  la  historia  de  losd^?^cubrimientos  merecerá  el  título  de  reinrfuo>'^^ 
ó  mejor  de  una  ajUroición  hecha  por  Pa.^teur  de  un  artificio  experi- 
mental cuya  paternidad  le  atribuyeron  sus  admiradores. 

La  historia  médica  registra  iuí^ontables  casos 'ana log-o.s  al  que  re- 
cuerda la  Chronique  medie  de]  no  vayamos  muy  lejos  en  la  probatnrir. 
pesquisa.  '  y 

Kn  1818,  aplicó  por  primera  vez  el  Dr.  Recamier  el  famoso  e.^pé«.;: 
que  lleva  su  nombre.     Presenciaron  el  acto  escolares,   profesure>. } 
entre  éstos,  nada  menos  que  Dupuytren,  Chaussier,  Desormeaux.  H:h- 
son,  Oayol,  Fizeaux,  ^quienes  quedaron  asombrados  del  ingenio  de*;i. 
aparato  y  del  talento  de  su  inventor. 


(1)     Laisant,  L'Kducation  (1004),  pág.  48. 


Las  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alunistas  Jranceses  6at 

El  nombre  del  profesor  francés  se  difundió  por  el  orbe  unido  al 
tubo  reflector;  i)eriódioos,  libros  y  diccionarios  atribuyéronle  la  pater- 
nidad del  mentado  aparato,  que  e"n  puridad,  no  era  otra  cosa  sino  una 
de  las  modiñcaciones  introducidas  en  este  medio  de  inspección  g^euital, 
usado  desde  edades  remotas,  y  del  cual  publicaron  grabados  no  pocas 
obras  deciriií^-ía. 

La  lisonja  apasionada  no  sólo  es  injusta  en  los  relatos,  sí  que  cie^a, 
además,  supone  torcidamente  que  los  perfeccionamientos  son  méritos 
siempre  de  menor  cuantía. 


Las  tres  grandes  enestlones 
tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses  ^^^ 

celebrado  en  Pau  (agosto,  1904) 

POK    EL 

Dr.  a.  Rodrígukz-Morini  ^ 

Médico-Director  del  Manicomio  de  San  Baudilio  de  Llobregat 

En  el  anterior  número  de  la  Revista  di  cuenta  en  cortas  líneas  de  la 
sesión  inaugural  del  Congreso  de  alienistas  y  neurólogos  franceses, 
celebrado  en  I*au  en  la  primera  semana  del  pasado  agosto.  Hoy  debo 
hablar  de  las  tres  principales  cuestiones  que  ocuparon  la  atención  de 
los  congresistas,  y  que  formaban  los  temas  oficiales  de  discusión,  con- 
forme se  acordó  en  el  Congreso  celebrado  en  Bruselas  en  el  pasado  año. 
El  primero  de  los  temas  se  refiere  á  un  asunto  de  nosología  y  etio- 
logía psiquiátrica,  «Las  demencias  vesánicas»,  estando  encargado 
de  la  ponencia  el  Dr.  í)eny  (de  París) ;  el  segundo,  dedicado  á  la  ana- 
tomía y  fisiología  nerviosa,  «Las  localizaciones  de  las  funciones  motri- 
ces de  la  médula»,  fué  desarrollado  por  el  Dr.  Sano  (de  Amberes),  y  el 
tercero,  que  hacía  referencia  k  una  cuestión  de  régimen  maniconíial, 
«Medidas  que  debieran  tomarse  respecto  á  los  alienados  criminales», 
fué  brillantemente  expuesto  por  el  ilustre  alienista  Dr.  Kéraval  (de 
Ville-Evrard). 

La  primera  y  la  tercera  cuestión  suscitaron  animadas  y  largas  po- 
lémicas, en  las  que  intervinieron  las  más  prestigiosas  personalidades 
(jue  asistieron  al  Congreso.  La  discusión  del  segundo  tema  fué  más 
reposada  y  más  breve. 

Voy  á  Intentar  hacer  un  conciso  extracto  de  las  principales  ideas 
vertidas  por  los  ponentes  y  por  sus  contrincantes. 

Demencias  vesánicas.  —  Dice  el  Dr.  Deny  que  con  el  nombre  de 
demencias  vesánicas  se  conocen  los  estados  de  debilidad  permanente, 
progresiva  y  definitiva  de  las  facultades  intelectuales,  morales  y  afec- 
tivas, consecutivos  á  diversas  psicopatías.  Las  demencias  vesánicas 
son,  por  la  tanto,  enfermedades  esencialmente  secundarias,  y  como 
consecuencia  de  esta  definición,  parece  natural  que  antes  de  describir- 
las sea  necesario  estudiar  los  tipos  de  psicopatías  que  las  preceden. 

En  teoría,  esto  sería  lo  lógico ;  pero  en  la  práctica  se  presentarían 
serios  inconvenientes,  ya  que  las  demencias  consecutivas  ó  secundarias 
acaban  todas  en  un  momento  determinado  de  su  evolución  por  pare- 
cerse y  confundirse  en  su^  síntomas,  hasta  el  extremo  de  que  se  hace 
imposible,  al  estudiarlas,  reconocer  la  afección  primitiva  de  que  pro- 
vienen. 


(1)    Revista  Frenopática  Española,  septiembre  de  lOOt. 


632  Las  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses 


Teniendo  ef^to  en  cuenta,  no  hay  otro  remedio  que  estudiar  enciL- 
junto  todas  las  demencias  vesánicas,  ya  sean  secundarias  de  la  m,'!'. 
^melancolía,  de  las  jp^icom  degenerativas,  etc.,  etc.,  de  la  misma  man^r- 
que  se  estudian  con  el  nombre  de  demencias  neurésicas  los  estados  r 
menciales  consecutivos  á  la  epilepsia,  al  histerismo,  &  la  corea,  etc. 

De  alg-unos  años  á  esta  parte  se  ha  progresado  mucho  en  el  ronn:- 
miento  de  la  anatomía  patológ^ica  de  las  demencias,  y  teniendu  e: 
cuenta  lo  inse^i^uro  de  su  clasificación  clínica,  se  inclinó  el  Dr.  Deny: 
abandonar  la  idea  de  las  demencias  vesánicas  y  á  borrarlas,  por  lo  ti-^ 
to,  del  cuadro  de  la  nosolo^^ía  psiquiátrica  para  considerarlas  r.nv 
demencias  org 'micas,  dividiéndolas  en  dos  grandes  g-rupos  :  las  que  >■ : 
debidas  á  lesiones  circunscritas,  solitarias  ó  múltiples  y  las  que  rermí  • 
cen  por  causa  lesiones  di/usas  g  generalizadas  desde  iin  principio;  esi- 
segundo  grupo  podría  subdividirse  en  otros  dos,  según  que  se  trate  1^ 
lesiones  agudas  ó  crónicas,  reparables  ó  destructivas. 

Antes  de  llegar  á  estas  conclusiones,  que  sintetizan  el  trabajo  li- 
Dr.  Deny,  hace  el  autor  una  acabada  exposición  de  lo  que  entieudeu 
mayor  parte  de  los  autores  franceses  por  demencia  precoz  y  démete 
¿¿^rrftó,  como  consecutivas  á  estados  vesánicos,  combatiendo  cons..- 
dos  argumentos  estas  opiniones  tan  generalizadas  y  probando  conr- 
zones  clínicas,  anatómicas  y  fisiológicas,  que  la  demencia  precoz,  adi:.- 
tida  como  forma  nosológica  autónoma  en  Alemania  desde  hace  má?  .- 
doce  años,  no  puede  en  manera  alguna  ser  considerada  como  una?: 
pie  demencia  vesánica  rápida,  consecutiva  á  las  psicosis  de  la  púber 
y  de  la  adolescencia,  sino  como  una  entidad  morbosa  perfeotam^; 
definida,  conforme  lo  ha  demostrado  el  insigne  Kraepelin  (1).   Tam- 
poco aceptó  el  Dr.  Deny  la  teoría  de  la  demencia  vesánica  tardía,  r^ 
yendo  que  en  definitiva  debía  borrarse  del  cuadro  de  euferraeda/- 
mentales  el  antiguo  grupo  disparatado  y  heterogéneo  de  las demeii ''^ 
llamadas  vesánicas  ó  secundarias. 

Estas  ideas,  tan  en  contraposición  á  las  admitidas  por  la  genfr; 
dad  de  los  psiquiatras  franceses,  fueron  vivamente  combatidas  ]Kir 
mayor  parte  de  los  congresistas  que  discutieron  el  tema  del  Dr.  ÍH} 
sobre  todo  en  lo  referente  á  la  demencia  precoz,  que  no  sólo  en  F.n:: 
cia,   sino  en   Alemania,  suscita  actualmente  grandes   controversu- 
amenazando  seriamente  la  brillante  concepción  de  Kraepelin. 

Los  doctores  Doutrebente  (de  Blois),  y  Vallon  (de  París), protesta:: 
con  energía  contra  la  importancia  dada  a  la  demencia  precoz,  califi'^- 
dola  de  nuevo  dogma  plagado  de  los  mismos  defectos  que  el  de  h»  •• 
generación  mental,  del  cual  viene  á  ser  una  secuela.  Admiten  la  ^x; 
tencia  de  la  demencia  precoz  los  doctores  Colici  y  Pactet  (de  Villei  r ' 
pero  considerándola  siempre  incurable  y  no  aceptando  que  i'U-  • 
manifestarse  después  de  los  30  años. 

Los  Sres.  Dide  (de  Renne.s)  y  Masselon  (de  Pan),  mué.stran.«e  pí'- 
darlos  de  la  doctrina  íntegra  de  Kraepelin,  insistiendo  el  primen'  - 
dichos  señores  sobre  los  signos  físicos  de  la  demencia  precoz,  muyu'; 
les  para  hacer  rápidamente  el  diagnóstico  de  la  afección,  y  tmtandi  ^ 
segundo  de  determinar  los  límites  psicológicos  de  la  enfermedad. 

Otras  opiniones  fueron  exjjuestas,  distinguiéndose  por  su  radi<*í\^ 
mo  la  del  Dr.  Garnier  (de  París),  representante  de  los  clásicos  y  de    • 
irreductibles,  que  cree  que  la  demencia  precoz  no  sería  en  definía 
más  que  una  especie  de  idiotismo  retardado. 

A  todas  las  objeciones  contesta  enérgicamente  el  Dr.  Deny,  rid-cu 
zando  las  acusaciones  poco  científicas  que  contra  él  se  han  lanzad'  • 

(1)    Estas  mismas  ideas  tuve  cl  honor  de  exponerlas  en  una  comunicación  prisentada  en  e.  - 
grcso  ínicrnacional  de  Medicina  celebrado  en  Madrid,  y  titulada  «Contribución   al  esiudio  vi.  - 
psicopatías  de  la  pubcrtud  y  especialmente  de  la  demencia  precoz. » 


Las  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses  623 

presentarle  como  deraoledor  de  la  obra  de  la  g-ran  escuela  psiquiátrica 
francesa  en  provecho  de  las  doctrinas  alemanas.  Mantiene  todas  sus 
conclusiones,  y  en  Ío  que  se  refiere  á  la  demencia  precoz,  afirma  ter- 
minantemente*^ que  estudiando  sin  prejuicios  su  etiolo^^'ía,  su  anatomía 
patológica  y  su  evolución,  hay  que  rendirse  á  la  evidencia  y  aceptar 
que  dicha  enfermedad  no  es  en  manera  alg^una  una  demencia  secun- 
daria y  que  su  orit^í-en  obedece  á  causas  accidentales,  como  ocurre  con 
la  paríilisis  general,  á  la  cual  tanto  se  parece  por  muchas  circunstan- 
cias. 

Terminada  la  rectificación  del  ponente,  intenta  un  señor  congre- 
sistas recabar  del  Congreso  una  opinión  definitiva  sobre  la  demencia 
precoz ;  pero  el  Dr.  Brissaud,  que  presidía  la  sesión,  se  opuso  á  esta 
pretensión,  declarando  que  en  la  actualidad  una  conclusi()n  del  Con- 
«••reso  referente  á  dicho  asunto  sería  imposible  de  formular,  pues  resul- 
taría poco  explícita  y  poco  científica. 

LOCALIZACIONES  DE  LAS  FUNCIONES  MOTRICES  DE  LA  MÉDULA  ESPI- 
NAL. —  El  bellísimo  trabajo  del  ponente,  Dr.  Sano,  viene  á  ser  una  su- 
cinta historia  de  todas  las  teorías  y  de  todos  los  estudios  experimentales 
que  se  han  ido  conociendo  respecto  del  particular. 

Las  localizaciones  motrices  de  la  médula  espinal  fueron  ya  estudia- 
das en  Francia  por  Vulpian  y  Hayem  y  por  otros  hom])res  tan  esclare- 
cidos como  Paul  Bert,  FerrieV,  David  y  Prevost,  siguiendo  diferentes 
métodos  de  estudio  basados  en  la  anatomía  normal,  en  la  anatomía  pa- 
tológica, en  la  fisiología,  en  la  clínica,  etc.,  pero  los  resultados  no  eran 
seguros  ni  satisfactorios  hasta  que  Nissl  (de  Heidelberg)  reglamentó  el 
método  experimental,  el  único  que  han  seguido  después  los  que  se  han 
ocupado  de  este  asunto. 

El  método  de  Nissl  consiste  en  lo  siguiente  :  prodúcese  experimen- 
talmente  una  lesión  periférica  en  un  nervio  ó  en  un  músculo,  y  quince 
días  después  se  examinan  las  células  de  los  cuernos  anteriores  de  la 
médula  espinal  en  busca  de  la  «reacción  á  distancia»  que  debe  haberse 
producido ;  esta  reacción  se  descubre  por  la  coloración  de  las  células 
por  el  azul  de  metileno.  Por  este  método  se  puede  determinar  de  una 
manera  precisa  la  relación  funcional  que  existe  entre  un  determinado 
número  de  células  y  la  inervación  de  un  músculo  ó  de  un  grupo  de 
músculos. 

Los  errores  que  se  han  cometido  y  puedan  cometerse  empleando 
este  método  experimental,  dependen  de  faltas  técnicas  personales  ó  de 
las  diversas  disposiciones  medulares  de  los  animales  sujetos  á  la  expe- 
rimentación, pero  en  modo  alguno  amenguan  el  valor  del  método  de 
Nissl. 

En  dos  grandes  períodos  pueden  dividirse  los  trabajos  experimen- 
tales que  se  han  llevado  á  cabo  siguiendo  la  técnica  del  método  de 
Nissl.  En  un  primer  período,  los  autores  se  han  contentado  con  pro- 
vocar lesiones  nerviosas,  demostrando  Marinesco,  por  este  medio,  que 
cada  nervio  raquídeo  posee,  en  general,  en  el  cuerno  anterior  de  la 
médula  espinal,  un  núcleo  principal  y  varios  núcleos  accesorios  ;  el 
núcleo  principal  corresponde  i\  un  nervio  determinado,  excepto  para 
el  mediano  y  el  cubital,  que  tienen  un  núcleo  principal  común.  En  el 
segundo  período,  la  experimentación  se  ha  practicado  de  modo  preciso, 
seccionando  y  arrancando  músculos  y  determinándose  que  cada  uno 
(le  ellos  tiene  un  núcleo  propio  de  inervación.  Van  Genuchten  y  dfe 
Neef  fueron  aun  más  alh'i  en  sus  experimentaciones,  amputando  seg- 
mentos de  miembros  y  descubriendo  localizaciones  todavía  más  preci- 
sas en  la  médula.  Las  relaciones  entre  los  músculos  y  los  núcleos  me- 
dulares quedan  establecidas  de  una  manera  perfecta  :"á  cada  músculo 
corresponde  un  núcleo,  á  cada  grupo  funcional  muscular  está  ligado 


6i4  ^AS  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses 

un  grupo  de  núcleos  y  á  cada  segmento  de  miembros  corresponde,  fi 
la  médula,  una  zona  bien  determinada,  en  la  que  están  incluidos  ]«> 
núcleos  funcionales  precedentes. 

Bastan  estos  detalles,  extractados  del  trabajo  leído  por  el  Dr.  Snu". 
para  comprender  la  importancia  del  mismo. 

Todos  los  congresistas  que  tomaron  parte  en  la  discusión  de  e>íe 
tema  aplaudieron  calurosamente  la  ponencia  del  Dr.  Sano  y  liniitfir'  u 
sus  objeciones  á  asuntos  de  detalle  que  en  nada  modificaban  las  idea* 
fundamentales  del  autor. 

Medidas  que  debieran  tomarse  respecto  A  los  alienados  crimi- 
nales. —  Ha  sido  el  tema  que  más  interés  despertó  entre  los  con^T re- 
sistas, el  más  vivamente  discutido  y  el  de  resultados  más  práctica.-  ^ 
inmediatos,  puesto  que  el  Congreso  aprobó  conclusiones  muy  prei\-a* 
para  someterlas  á  la  consideración  de  los  poderes  públicos.  Los  sen- - 
res  Drouineau  y  Pelletier,  representantes  del  Ministro  del  Interior  y 
del  Prefecto  del  Sena,  siguieron  con  marcada  atención  la  discusión  it 
este  asunto  y  tomaron  buena  nota  de  las  principales  ideas  vertida- 
acerca  del  mismo. 

El  trabajo  del  Dr.  Kéraval  es  tan  hermoso  y  tiene  tanta  trascendeo- 
cia,  que  merecería  (jue  la  Revista  Frenopática  lo  publicara  íntegra- 
mente, pero  nos  lo  impide  hacerlo  su  mucha  extensión.  Lo  extractarr 
con  la  mayor  claridad  que  me  sea  posible. 

Está  dividido  en  dos  partes.    La  primera  está  consagrada  al  esiuü 
histórico  de  la  cuestión,  y  en  la  segunda  trata  el  autor  de  los  pro*'.- 
mas  que  deien  resolverse. 

En  la  parte  histórica  no  se  limita  el  ponente  á  enumerar  las  iiirt^ 
Que  han  reinado  sobre  el  particular,  sino  que  hace  un  estudio  anaij::  • 
ae  las  mismas,  exponiendo  y  comentando  las  principales  razonen  r-^ 
que  cada  autor  apoya  su  manera  de  apreciar  la  cuestión. 

Al  empezar  á  desarrollar  la  segunda  parte,  cree  el  autor  coiivt- 
niente  dividir  el  problema  en  tres  grupos  :  el  referente  á  los  ahenti*  ' 
criminales,  el  de  tos  criminales  alienados  y  el  de  los  alienados  peligrovu 
viciosos  ó  depravados,  acerca  de  cuyos  grupos  variarán  las  medidas  i/ir 
deben  adoptarse,  ya  que  varían  muchísimo  las  condiciones  de  los  t^D- 
fermos. 

Los  alienados  criminales  son,  como  su  nombre  indica,  enfermo,-  : 
la  mente,  que  han  cometido  un  crimen  ó  delito  bajo  la  influencia  <lo  v 
estado  mental,  por  cuyo  motivo  han  sido  declarados  irresponsable-. 
conducidos  á  un  asilo. 

Los  criminales  alienados  son,  por  el  contrario,  individuos  sanos  ti- 
la mente  al  cometer  el  crimen  y  que  se  vuelven  locos  al  cabo  de  alcuL 
tiempo.  Son  en  realidad  criminales  que  luego  enferman. 

Los  alienados  peliffrosos,  viciosos  ü  dep7*avados,  son  enfermos  i\e  is 
mente  que  en  virtud  de  su  dolencia  ó  de  sus  malos  hábitos  resultaü 
molestos  ó  peligrosos  para  los  compañeros  de  reclusión  y  para  el  j»-r- 
sonal  del  Manicomio. 

Primer  grupo,  —  Admítese  generalmente  que  los  alienados  crir.i:- 
nales  deben  depender  de  la  autoridad  judicial  durante  toda  su  v  lir.. 
que  no  deben  recobrar  su  libertad  más  que  medíante  certificación  in- 
culta ti  va,  en  la  que  se  consigne  que  no  se  sospecha  una  recaída  y  ».  :- 
debieran,  durante  su  reclusión,  permanecer  en  Asilos  est)eciales,  lla- 
mados Manicomios  judiciales,  sujetos  á  un  régimen  particular  bajo  !•» 
dependencia  exclusiva  del  Estado. 

Todas  estas  medidas,  que  tienen  un  carácter  penitenciario  y  <[>!? 
colocan  i\  los  enfermos  de  la  mente  al  mismo  nivel  que  los  presidian  - 
las  combate  con  sólidos  razonamientos  el  Dr.  Kéraval,  demostran : 
que  no  todos  los  alienados  criminales  son  peligrosos  y  no  deben  e>*t- 


Las  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congrtso  de  alienistas  franceses  623 


sujetos  á  un  rég'imen  de  represión  común,  debiendo  variar  éste  seg-im 
cada  caso  particular,  que  nttdie  más  que  el  médico  tiene  derecho  á  de- 
terminar. Huelg-an,  por  lo  tanto,  los  Asilos  especiales  para  los  aliena- 
dos criminales,  Asilos  que  además  de  inútiles  resultan  inhumanos. 
Santo  y  bueno  que  dichos  enfermos  dependan  en  cierto  modo  de  la 
autoridad  judicial,  sobre  todo  para  decretar  su  reclusión  y  para  auto- 
rizar su  salida  una  vez  curados,  previo  el  informe  del  médico-director 
del  Manicomio,  pero  de  ningún  modo  debe  considerárseles  como  for- 
mando parte  de  una  colonia  penitenciaria  bajo  la  inspección  de  la  jus- 
ticia. 

Segundo  grupo,  —  ¿Existen  en  realidad  criminales  alienados?  ¿Los 
criminales  alienados  no  estaban  realmente  enfermos  en  el  momento  en 
que  fueron  condenados?  Cree  el  Dr.  Kéraval,  fundado  en  los  trabajos 
de  Collin,  Pactet,  Tatzy  y  P.  Garnier,  que  en  la  mayor  parte  de  los  ca- 
sos han  sido  considerados  como  responsables  individuos  enfermos  de 
la  mente,  que  de  haberles  sujetado  á  un  examen  médico  legal,  se 
hubiera  reconocido  su  alienación  mental,  no  siendo,  por  lo  tanto,  con- 
denados. El  número  de  criminales  alienados  sería  entonces  sumamente 
reducido,  y  á  los  criminales  á  quienes  en  realidad  se  les  apreciara  tras- 
tornos mentales  después  de  su  condenase  les  podría  sujetar  al  ré^^imen 
común  de  los  demás  alienados  ó  bien  someterles  durante  algún  tiempo 
á  una  observación  especial ,  hasta  que  se  comprobara  su  enfermedad, 
en  cuyo  caso  deberían  ser  internados  en  un  Manicomio,  y  de  demos- 
trarse la  simulación  ó  la  curación  de  la  dolencia,  volverían  á  quedar  á 
disposición  de  la  autoridad  judicial.  En  Francia  cuentan  con  un  Asilo 
esijecial,  el  de  Gaillon,  que  podría  servir  para  estos  casos. 

Tercer  grupo.  —  Los  alieiiados  peligrosos^  viciosos  y  depravados  que 
tanto  abundan  en  los  Manicomios  de  gran  población  vesánica  y  que  se- 
gún algunos  autores  debieran  estar  sujetos  á  la  autoridad  judicial, 
recluyéndoles  en  Asilos  especiales  al  lado  de  los  alienados  criminales 
no  deben,  en  concepto  del  Dr.  Kéraval,  perder  su  carácter  de  alienados 
comunes  y  ser,  por  lo  tanto,  objeto  de  medidas  coercitivas  dictadas  por 
las  autoridades.  En  los  Manicomios  donde  existe  el  hacinamiento  de 
enfermos,  y  donde  la  vigilancia  tiene  forzosamente  que  ser  deficiente, 
estos  locos  peligrosos  ó  molestos  llegan  á  constituir  un  serio  peligro 
para  la  seguridad  y  la  tranquilidad  de  los  demás  enfermos,  pero  el  mal 
no  depende  de  ellos,  sino  de  la  defectuosa  organización  del  estableci- 
miento. Corríjase  ésta,  establézcanse  locales  aislados  para  dichos  enfer- 
mos, extrémese  la  vigilancia  y  la  disciplina,  examínese  cada  caso  par- 
ticular para  sujetarlo  á  régimen  especial  dentro  del  Asilo,  y  el  peligro 
desaparecerá,  los  hábitos  viciosos  se  corregirán  fácilmente  y  el  número 
(le  estos  alienados  peligrosos  quedará  sumamente  reducido,  sin  que  la 
justicia  tenga  que  intervenir  para  nada  en  este  asunto,  que  ha  de  ser 
de  la  incumbencia  exclusiva  de  la  dirección  facultativa  de  los  Mani- 
comios (1). 

Ante  la  dificultad  de  seguir  extractando  las  hermosas  ideas  expues- 
tas por  el  Dr.  Kéraval  en  su  Memoria,  termino  este  asunto  condensando 
en  pocas  líneas  las  conclusiones  formuladas  por  el  autor. 

Medidas  preventivas.  —  Es  necesario  prevenir,  hasta  donde  sea  posi- 
ble, los  crímenes  y  delitos  que  puedan  cometer  los  alienados  antes  de 
su  reclusión  en  un  Manicomio.  Para  ello,  es  urgente  facilitar  la  rápida 
admisión  de  los  enfermos  de  la  mente  en  los  Asilos,  simplificando  las 
formalidades  administrativas,  excitando  el  celo  de  los  médicos  para  que 
aconsejen  á  las  familias  la  reclusión  de  sus  deudos  enfermos  y  vulga- 

(1)  En  este  mismo  número  de  la  Revisui,  en  la  sección  destinada  al  Manicomio  de  San  Bau- 
<1Mío  dw'  Llobregat,  dedico  algunos  párrafos  á  este  asunto,  resultando  ciue  lo  practicado  en  este 
Establecimiento  está  felizmente  de  acuerdo  con  las  ideas  sostenidas  por  el  Dr.  Kéraval. 


626  Las  tres  grandes  cuestiones  tratadas  en  el  Congreso  de  alienistas  franceses 

rizando  por  toda  clase  de  medios  el  concepto  científico  de  las  locuras 
destruyendo  prejuicios  insanos  y  haciendo  responsables  civilmente  ^ 
los  que  por  neg-lig-encia  sean  causantes  de  los  crímenes  cometidos  p-r 
alienados  (1). 

Es  posible  prevenir  los  crímenes  y  delitos  cometidos  por  los  aliena- 
dos que  han  salido  de  los  Manicomios  por  curación  ó  mejoría  de  >u 
enfermedad.  Contra  las  salidas  prematuras  puede  oponerse  el  opt:- 
door,  la  colonización  familiar  y  las  salidas  mediante  ciertas  garantia> 
de  seguridad. 

Los  alienados  criminales  puestos  en  libertad,  pudieran  quedar  sua- 
tos á  la  vigilancia  y  cuidado  de  Sociedades  de  protección,  como  se  hav 
en  algunas  partes  con  los  penados  que  han  cumplido  su  condena. 

En  caso  de  recidiva  de  su  enfermedad  mental,  debieran  ser  reolu.- 
dos  otra  vez  en  los  Asilos. 

Disposiciones  ñidiciales,  —  Intervención  de  los  Tribunales  para  de- 
cretar la  reclusión  y  salida  de  los  alienados  criminales  de  los  Maui«'- 
mios,  mediante  la  instrucción  de  expedientes  médico  legales. 

Reforma  de  los  procedimientos  judiciales  en  lo  que  se  refiere  á  ;^ 
criminales  que  adquieran  una  enfermedad  mental  después  de  su  0:1- 
dena,  quedando  bajo  la  acción  de  los  Tribunales  en  lo  referente  á-; 
salida  del  Asilo,  en  caso  de  curación  de  la  dolencia. 

Ninguna  intervención  de  la  autoridad  judicial  respecto  á  los  lu- ^ 
peligrosos. 

Disposiciones  médico-administrativas.  — Nada  de  Asilos  especia!- 
para  los  alienados  criminales.  Constituiría  esto  la  existencia  de  c.*!  - 
nias  penitenciarias  para  enfermos,  que  en  modo  alguno  pueden  ai-^;- 
tar  los  psiquiatras  modernos,  pues  adem/is  de  ser  inútiles  y  perjudir- 
les,  infligiría  á  las  familias  y  á  los  enfermos  un  deshonor  inmererii 
Sólo  en  casos  excepcionales  y  por  motivos  de  índole  puramente  i'  ' 
podría  permitirse,  como  un  ensayo,  la  colocación  de  algunos  de  e-  - 
enfermos  en  el  establer^imiento  de  Gaillon. 

Los  criminales  que  lleguen  á  enfermar  de  la  mente,  debieran  e<*.' 
sometidos  á  un  período  de  observación,  antes  de  su  reclusión  defiuiu 
en  los  Asilos.  Gaillon  podría  servir  para  estos  casos. 

Los  alienados  ])eligros()s  y  viciosos  no  deben  salir  del  Asilo  d-»:;  i 
estén  colocados.  Con  un  buen  régimen  manicomial  se  corregintn : 
mayor  parte  de  dichos  individuos,  y  si  alguno  de  ellos  resultara  refni- 
tario  á  toda  clase  de  medidas  administrativas,  puede  entonces  .ser  ^^n- 
viado  temporalmente  al  Asilo  especial  de  Gaillon,  sin  que  para  na: 
deba  intervenir  en  este  asunto  la  autoridad  judicial. 

Terminó  el  Dr.  Kóraval  su  interesante  Memoria  aconsejando átr.i  ^ 
sus  compañeros,  que  estén  al  frente  ó  al  servicio  de  un  Manicoir 
que  no  olviden  nunca  que  son  médicos  antes  que  todo  y  qtte  los  desfjr; 
ciados  que  están  bajo  su  cuidado  710  deben  pei*der  jamás  el  carácter  .■ 
enfermos  (2). 

Aunque  las  objeciones  formuladas  por  algunos  congresistas  al  tra- 
bajo del  Dr.  Kéraval  fueron  rudas  y  demoledoras,  el  espíritu  geu^n. 
del  Congreso  se  mostró  de  acuerdo  con  las  ideas  del  ponente,  habirn. 
éste  logrado  un  gran  triunfo  al  ver  moralmente  aprobadas  sus  couo.:- 
siones  (3). 


(1)    Todo  esto  que  propone  el  Dr.  Kéraval.  había  sido  propuesto  hace  algunos  años  por  el  t~- 
nenie  Dr.  Ginc  y  Paria^'ás,  y  en  laactualidad,  mi  querido  maesiro  el  Dr.  Rodriguen  Méndez!"  ;* 
irocina  co  los  brillamos  iiriiculos  que  está  publicando  en  esie  periódico  sobre  el  ingreso  j.' 
enfermos  de  la  mente  en  los  Manicomios. 

í2)    Estas  palabras  desearía  yo  verlas  grabadas  en  el  fronlispicio  de  todos  los  Manicomio». 

(3j    De  la  Revtsí'i  frenopática  española. 


Afeeelones  oenlares  de  origen  menstraal 


(i) 


POR   El. 

Dr.  F.  Tkbrien 

Ex  jefe  dtí  clínica  de  la  Facultad  de  París 

SEGUNDA   PARTE 
Embarazo,  parto,  lactancia  y  puerperio 

Estudiamos  en  la  primera  parte  las  complicaciones  oculares  de  la  mens- 
truación normal  y  anormal.  Ahora,  para  completar  esta  revista  de  con- 
junto, estudiemos  las  que  pueden  presentarse  durante  el  embarazo,  el  parto, 
ó  el  puerperio.  Todos  se  refieren  al  útero  grávido  y  forman,  por  consi- 
guiente, un  g-rupo  marcadamente  distinto. 

I.  Embarazo.—  Los  trastornos  oculares  que  se  pueden  observar  durante 
el  embarazo,  son  dividibles,  como  los  precedentes,  en  trastornos  funciona- 
les, nerviosos  é  inflamatorios  ó  infecciosos. 

Las  modificaciones  verileadas  en  el  organismo  de  la  mujer  y  el  aumento 
de  los  productos  tóxicos,  por  una  parte,  y  por  otra,  los  cambios  de  posición 
del  útero  y  la  presión  ejercida  sobre  los  órganos  vecinos ,  que  puede  provo- 
car desórdenes  de  orig:en  reflejo,  permiten  explicarlos. 

Esta  división  es  quizás  un  poco  artificiosa,  pues  se  encuentra  siempre 
la  infección,  más  ó  menos,  en  el  origen  de  todos  estos  trastornos;  pero  es 
cómoda  y  puede  ser  conservada  en  clínica. 

Reuniremos  los  dos  primeros  grupos  :  trastornos  puramente  funcionales 
y  nerviosos,  que  se  combinan  frecuentemente.  Los  últimos  merecen  un 
sitio  aparte,  y  se  manifiestan  ante  todo  por  lesiones  visibles  con  el  oftalmos- 
copio  y  características  por  completo. 

Trastornos  funcionalbs  y  nkrviosos.  —  Son  los  que  ya  hemos  des- 
crito al  hablar  de  las  anomalías  de  la  menstruación  :  astenopia  aco)yiodaticía 
ó  astenopia  muscular.  El  paciente  se  fatiga  muy  pronto  en  la  visión  de 
ceroa,  y  si  existe  al  mismo  tiempo  la  insuficie^ncía  de  los  rectos  internos 
(astenopia  muscular),  aparece  de  cuando  en  cuando  la  diplopia  cruzada.  El 
uso  de  cristales  convexos  en  el  primer  caso,  á  los  que  se  añadirá  prismas 
delgados  con  base  interna,  si  los  rectos  internos. son  también  muy  débiles, 
harán  desaparecer  estos  trastornos. 

Bloding  ha  observado  en  una  mujer  embarazada  un  estrabismo  conver- 
gente que  periódicamente  se  producía  durante  cada  preñez,  tanto,  que  dicho 
estrabismo  era  en  ella  uno  de  los  signos  mejores  del  embarazo.  Se  trataba 
muy  probnblpmente  en  este  caso  de  un  espasmo  de  la  convergencia. 

h2i  parálisis  de  los  nei*vios  motores  del  ojo  puede  también  encontrarse  du- 
rante el  embarazo,  bien  aparezca  aislada,  bien  de  concierto  con  otras  pará- 
lisis. Se  trata  probablemente  entonc^'S  de  lesiones  nucleares  de  origen 
tóxico.  Fisher  ha  observado  una  midriasis  unilateral  que  apareció  dos  me- 
ses antes  del  pa'-to,  coincidía  con  parálisis  de  los  miembros  inferiores  y 
aun  no  había  sufrido  ninguna  modificación  siete  meses  después  del  alum- 
bramiento (2). 

La  exoftalmía  de  la  enfermedad  íle  Basedow,  como  es  sabido,  es  desfavo- 
rablemente influida  por  el  embarazo,  así  como  por  la  mayoría  de  los  tras- 
tornos menstroales.  Sucele  lo  mismo  con  la  exoftalmla  pulsátil.  Aun 
más,  en  32  casos  de  origen  idiopático,  en  los  cuales,  por  consiguiente,  el 
traumatismo  no  podía  ser  considerado  como  causa,  Sattler  notó  23  en  el  sexo 
femenino,  de  los  que  uno  apareció  en  el  moment)  de  los  e.sfuerzos  del  parto 
y  cinco  durante  el  curso  del  embarazo  (3).  La  afección,  de  ordinario  unila- 
teral, está  caracterizada  por  la  presencia  de  latidos  y  pulsaciones,  isócronos 
con  el  pulso  arterial,  y  por  la  sensación  de  un  ruido  ronco  y  estridente, 
percibido  al  mismo  tiempo  por  la  enferma,  que  complican  la  exoftalmía. 
En  el  momento  del  parto  la  exoftalmía  alcanza  su  máximo. 

Ij&  secrec'ófi  lagrimal pu^de  aume7itarse  durante  el  embarazo  como  la  ma- 
yoría de  las  secreciones.    En  una  mujer  de  veinticinco  años  que,  en  los  dos 


íl)    Conclusión.  —  Véase  el  número  anterior. 

(2)  Fisher.  Z^its.f.  Wxtn.  A^rj^te,  1883. 

(3)  Satilcr,  Grae/e  et  Saemisch,  !.•  edición,  1880,  t.  VI,  p.  757. 


628  Afecciones  oculares  de  origen  mensirual 


primeros  meses  del  embarazo,  había  presentado  uua  notable  ex  agre  ración  de 
la  secreción  lag-rimal  y  vómitos  matutinos,  Nieden  observó,  un  mes  nia; 
tarde,  un^lagrimeo  abundante  aunque  las  vías  lagrimales  conservaseii  >i 
normalidad.  Las  g-lándulas  lagrimales  estaban  hinchadas  y  eran  doloni<a> 
á  la  presión.  La  instilación  de  una  solvición  acuosa  de  cocaína  al  vig-ésinio 
en  el  saco  conjuntl\al  disminuyó  al  instante  el  lagrimeo  y  alivió  á  ia 
enferma. 

Por  último,  la  artibliopia  y  Ifi  amaurosis  emú  muy  frecuentemente  des- 
critas durante  el  embarazo  antes  del  descubrimiento  del  oftalnooscopif- 
Sabemos  hoy  que  hay  que  distinguir  en  estas  amaurosis  dos  graud-'s 
grupos. 

El  primero,  mucho  menos  importante,  no  va  acompañado  de  ningi:ia 
lesión  del  fondo  del  ojo ;  el  trastorno  visual  desaparece  generalmente  des- 
pués del  parto. 

Lutz  (1)  y  Landenberghan  relatado  observa<*iones  de  amhliopia  pasajt^ 
durante  la  ictericia  gravídica. 

Se  ha  de  comprender  en  este  grupo  las  fotofobias  y  el  escotoma  centelleam* 
la  aiiestesia  retUnana  (Silex),  y  la  hemeralopta,  que  también  se  observau  al- 
gunas veces  en  las  mujeres  en  cinta.  Se  designa,  como  se  sabe,  crn  r 
nombre  de  hemeralopia,  un  entorpecimiento  particular  de  la  retina  :  la  vi- 
sión, normal  ó  sensiblemente  normal  con  la  luz  diurna,  se  lince  casi  lu^ 
en  el  crepúsculo  y  el  paciente  no  puede  entonces  distinguir. 

Uhthoíf  ha  publicado  sobre  este  asunto  un  interesante  trabajo  (2). 

La  aparición  de  la  hemeralopia  sería  debida  ala  debilidad  general  d-. 
organismo,  producida  por  el  embarazo;  igualmente  puédese  observar e>T 
ceguera  nocturna  durante  la  clorosis  y  anemias  graves. 

Recordemos,  por  último,  una  observación  de  Desmares,  que  trató  uii 
mujer  en  cinta  que  presentaba  una  hemianopsiá  pasajera,  la  cual  era  pr  •- 
blemente  de  origen  histérico.     Pero  se  trata  de  hechos  excepcionales. 

Manifestaciones  oftalmoscópicas.  —  El  segundo  grupo  de  estas  aüi- 
bliopías,  de  una  importancia  clínica  mucho  mayor,  está  caracterizad*^  y  ' 
alteraciones  de  la  retina  y  del  nervio  óptico,  muy  visibles  con  el  oftaltL- 
copio.  Todas  estas  lesiones  retinianas  y  papilares  no  van  acompaii&ó?- 
necesariamente  de  ambliopía,  y  el  trastorno  visual  puede  ser  mínimo,  y. 
recen  un  sitio  aparte  y  debemos  ocuparnos  de  ellas  con  más  detención. 

El  nervio  óptico,  y  sobre  todo  la  retina,  son  los  más  atacados.  La  af-  - 
ción  más  frecuente  é  interesante  es  la  retinitis  albuminúrica  de  las  mujer^ 
en  cinta;  luego  la  amaurosis  urémica,  mucho  más  rara,  y  por  último  la- 
neuritis  ópticas.  Las  describiremos  detalladamente.  Otra^s,  casi  excejNj.- 
nales,  sólo  tienen  un  interés  secundario. 

1.°    Retinitis  albuminúrica  de  las  mujeres  en  cinta.—  Ha  sido  miiv  bi 
estudiada  estos  últimos  años  por  Axenfeld  (3)  y  Silex  (4).     Se  ia  ohs»\'-. 
sobre  todo,  en  las  primíparas  y  en  la  segunda  mitad  del  embarazo,  exc^p 
cioiíalmente  en  el  puerperio  (Schmidt-Rimpler).    Thompson,  en  treinta  «v 
sos  de  retinitis  albuminúrica,  la  encontró  cuatro  veces  (5).     Casi  siempr"  ^- 
trata  de  nefritis  parenquimatosa.    En  ocasiones  es  una  nefritis  cróuíi'^  a:- 
tigua,  desfavorablemente  influida  por  el  embarazo;  pero  éste,  en   tal  rji- 
aparece,  no  como  causa  de  la  nefritis,  sino  como  una  complicación  de  r'>t¿ 
última. 

Diftere  de  la  retinitis  albuminúrica  ordinaria  sólo  por  su  etiolog-ía  per^- 
cular,  y  también  por  sus  consecuencias  mucho  menos  serias.     Los  síntr.ir:!:- 
objetivos  y  funcionales  son  idénticos.    Generalmente,  ambos  ojos  son  iu-- 
resados  al  mismo  tiempo,  pero  no  en  el  mismo  grado  necesarininente.  Cua 
do  uno  de  e  los  es  atacado,  es  raro  que  el  otro  quede  largo  tiempo  indemí'- 

Síntomas  objetivos  —  Tienen  una  importancia  capital,  porque  se  tr*:: 
aquí  de  lesiones  de  edema  que,  aun  siendo  muy  marcadas,  pueden  no  •-  -- 
siorar  más  que  síntomas  funcionales  muy  insigniftcantes.  Es  preciso,  pu-- 
examinar  sistemáticamente  el  fon4o  del  ojo  de  toda  mujer  en  cinta,  en.- 
orina  contenga  albúmina. 


(1)  Lutz,  Mittheil.  u.  d.  opth.  Klin.  in  Tübingen,  II,  1,  p.  1, 1884. 

í2t  Uhthoff,  Arch  f.  Ophth  ,  XXXIII,  I,  p.  285,  1887. 

(3)  Axenfeld.  Monats.f.  Geburtshilfe  und  Gyndkologie,  1895,  p.  516-522. 

('»)  Sílex.  Berliner  Kiin.  Wochentchr.,  1895,  p.  385-389. 

(5)  Thompson,  New-York  med.  Record,  marzo.  24, 1888. 


AJecciones  ocufares  de  origen  menstrual  629 


La  retinitis  albuminúrica  presenta  los  cuatro  caracteres  siguientes,  y 
las  alteracion^»s  tienen  lugrar  á  la  vez  en  la. papila,  los  vasos,  la  mácula  y  el 
rt^sto  de  la  retina.  Son  :  la  hiperemia  y  el  edema  áe^  la  papila,  las  hemorra- 
g-ias  retinianas,  las  chapas  blancas  de  la  retina  y  el  aspecto  estrellado  de  la 
mácula. 

a)  Edema  de  la  papila.  —  El  disco  óptico  está  rojo,  congestionado,  y  su3 
bordes,  en  vez  de  estar  bien  recortados  como  en  el  estado  normal,  son  difu- 
sos, esfuma.los,  y  se  confunden  con  la  retina.  Al  mismo  tiempo  las  venas 
aumentan  de  volumen  y  son  tortuosas;  algunas  veces  se  comprueba,  á 
uno  y  otro  lado  de  las  paredes  de  la  arteria,  una  ftna  estría  blanca  que  la 
bordea,  indicio  de  periarteritis.  En  las  formas  graves  este  aspecto  puede 
llegar  hasta  el  éxtasis  papilar,  lo  que  viene  á  agravar  el  pronóstico,  porque 
manifiesta  una  elevación  de  presión  intracraneana,' y  muchas  veces  una 
meningitis  ó  paqui-meningitis  concomitante  (Schmidt-Rimpler,  ühthoff, 
Fórster). 

d)  Hemorragias  retinianas.  —  Existe,  además,  alrf^dedor  hi  papila  y  en 
de  ésta,  hemornigias  pequeñas,  como  chispas,  generalmente  disi'retas.  Nu- 
merosas hemorragias,  como  grandes  focos,  implican  un  pronóstico  más 
reservado,  pero  la  curación  es,  sin  embargo,  posible  (Adamück)    (1) 

c)  Chapas  blancas  de  la  retina.  —  Se  ven  diseminadas  por  toda  la  exten- 
sión de  la  retina,  pero  principalmente  alrededor  de  la  papila,  focos  de  color 
blanco  amarillento,  de  dimensiones  variables  y  que  pueden  ser  tomados  á 
primera  vista  por  verdaderos  focos  de  coroiditis;  diñeren  de  ella  por  su  as- 
pecto más  claro  y  brillante,  y  también  por  su  situación  más  sup  »rñcial,  que 
recubre  los  vasos  de  la  retina  que  ocultan  en  parte. 

Estas  chapas  blancas,  sobre  cuyan  ituraleza  se  discute  en  la  actualidad 
todavía,  están  constituidos  en  su  mayor  parte  por  la  grasa  que  proviene  á 
la  vez  de  la  capa  de  las  fibras  nerviosas,  convertidas  en  varicosas  ó  hipertró- 
ficas, déla  degeneración  grasicnta  del  tejido  de  sostén  y  de  depósitos  de 
corpúsculos  grasos  en  las  dos  capas  granulosas,  externa  é  interna. 

d)  Aspecto  estrellado  de  li  mácula. —  Es  el  elemento  característico  de  la 
retinitis  albuminúrica.  Lo  forman  una  serie  de  estrías  blanquecinas,  que 
irradian  alrededor  de  la  mácula  y  dan  á  esta  región  un  aspecto  muy  parti- 
cular. Estas  estrías  no  son  otra  cosa  que  pelotones  de  grasa  de  idéntica  na- 
turaleza qiie  las  chapas  precedentes,  pero  que  aquí  adquieren  una  disposi- 
ción estrellada  á  consecuencia  de  la  disposición  de  las  fibras  nerviosas  de  la 
retina  en  este  nivel.  Es  raro  que  la  corona  radiante  que  de  ello  resulta  sea 
completa;  ordinariamente,  se  re  luce  á  un  sector  de  extensión  variable,  que 
puede  alcanzar  la  mitad  del  círculo  y  que  muy  pocas  veces  pasa  de  este 
tamaño. 

Estos  cuatro  elementos,  que  se  encuentran  reunidos  en  cerca  de  las  cua- 
tro quintas  partes  de  los  casos,  bastan  por  sí  solos  para  imponer  el  diag- 
nóstico. Si  uno  de  ellos  falta,  particularmente  las  chap:is  blancas  y  las 
hemorragias,  y  si  la  papila  es  la  única  interesada  (7  por  100  de  los  casos 
aproximadamente),  el  diagnóstico  es  muy  dudoso,  y  no  se  puede  deducir  la 
nefritis,  sino  tan  sólo  una  infección  cualquiera.  "La  investigación  de  la 
permeabilidad  renal  en  tal  caso,  y  sobretodo  el  examen  de  la  crioscopia 
urinaria  permiten  entonces  atribuir  á  la  lesión  su  causa  verdadera;  tanto 
más  cuanto  que  no  es  raro  ver  aparecer  algunos  días  más  tarde  uno  de  los 
elementos  deficientes  al  principio,  por  ejemplo,  el  aspecto  estrellado  de  la 
mácula. 

Hemos  observado  un  ejemplo  muy  preciso  de  este  hecho  en  una  mujer 
de  cuarenta  y  siete  afios,  en  la  que  se  observaba,  con  el  oftalmoscopio,  una 
neuro-retinitis  bilateral  con  ligera  disminución  de  la  agudeza  visual.  La 
orina  no  había  contenido  nunca  albúmina,  y  las  neuralgias  frontales  y  oc- 
cipitales de  que  se  quejaba  la  enferma,  atribuyéronse  al  reumatismo  y  fue- 
ron tratadas  hacía  varios  meses  con  el  salicilato  sódico  á  alta  dosis  (4  gra- 
mos diarios  desde  un  mes);  como  pudiera  acusarse  como  factor  etiológico 
este  medicamento,  fué  en  seguida  suprimido.  Pero  tres  semanas  después 
apareció  el  aspecto  estrellado  característico  de  la  mácula,  que  permitía  ad- 
mitir la  nefritis.    La  crioscopia  y  el  examen  de  la  toxicidad  urinaria  vinie- 


(l)    Addmück,  Centralbl.f.  prakt.  Augenheük.,  1889,  p.  9S-101. 


j 


630  Afecciones  oculares  de  origen  menstrual 


ron  á  conürhiar  este  diag-nóstico,  y  la  enferma  sucumbió  á  los  diez  y  cn-b' 
meses. 

Síntomas  subjetivos.  —  Son  muchas  veces  nulos  ó  poco  marcados.  Li 
afección  empieza  insidiosamente;  la  paciente  aqueja  algunas  fotofobias." 
nota  una  débil  disminución  de  la  agudeza  visual;  los  objetos  están  Si,'-' 
confus'rs  y  parecen  vistos  á  través  de  una  ligera  niebla.  Existe  al  misra. 
tiempo  un  poco  de  paresia  de  la  acomodación  :  la  visión  de  cerca  es  pe:.. «sí 
y  no  se  soporta  por  mucho  tiempo.  Fuera  de  esto,  no  sufre  niugÚD  tra<t  r 
no;  después,  la  visión  disminuye  insensiblemente;  pero  esta  mengua n 
es  nunca  considerable. 

Especialmente  se  trata  aquí  de  lesiones  de  edema,  y  éstas,  aun  cuaul 
sean  muy  marcadas,  comprimen  poco  las  fibras  nerviosas  y  no  impiden  a 
conducción. 

Esta  retinitis  albuminúrica  de  las  mujeres  en  cinta  no  se  diferencia  '- 
jetivamente  de  la  retinitis  albuminúrica  ordinaria.  Se  trata  de  lesioner  -.- 
origen  urémicí),  y  su  presencia  permite  deducir  la  nefritis.  Pero  en  raz  _ 
de  su  etiología  especial,  el  embarazo  se  presta  aquí  á  interesantes  coum.-- 
raciones. 

Marcha  y  pronóstico.  —  La  retinitis  albuminúrica  está  ligada,  ante  t»». 
á  la  uremia  crónica,  y  toda  nefritis  crónica  que  termina  en  la  uremia  pu»  -- 
ocasionar  tales  complicaciones  oculares.  Estas  vienen  á  agravar  el  pr  - 
nóstico,  testimoniando,  con  su  presencia,  una  intoxicación  profunda  ■: 
todo  el  organismo  y  la  alteración  general  del  sistema  vascular.  En  efe.*t 
la  muerte  es,  ordinariamente,  la  terminación  habitual  y  la  supervivenr;-: 
no  pasa  de  dos  años. 

Por  el  contrario,  la  retinitis  gravídica,  consecuencia  déla  nefritis,  es  fre- 
cuentemente pasajera,  como  la  misma  nefritis,  y  desaparece  si  la  uefr/> 
cura  el  parto.  Pero,  según  sea  la  duración  é  intensidad  de  la  afección,  p\- 
den  persistir  diversas  cicatrices  retínianas  que  perturben  la  visión. 

Hay  dos  elementos  esenciales  que  se  han  de  tener  en  cuenta  para  e>*i- 
blecer  el  pronóstico:  la  época  de  aparición  y  la  duración  de  las  lesión»^? 
Cuando  la  nefritis  aparece  temprano,  y  sobre  todo  si  persiste  después  ♦i»'. 
parto,  indicio  de  una  lesión  renal  durable,  la  retinitis  puede  entonces  ter- 
minar en  la  atrofia  del  nervio  óptico. 

Ordinariamente  la  agudeza  visual  está  poco  disminuida  ó  se  hace  »>tr. 
vez  normal ;  todo  lo  míis  el  oftalmoscopio  permite  comprobar  en  la  imag^r. 
recta  pequeñísimos  focos  blanquecinos  ó  degeneración  pigmentaria  en  :  - 
alrededores  de  la  mácula.  Cuando  persiste  cierta  disminución  de  la  agu- 
deza visual,  es  c«si  siempre  ocasionada  por  una  atrofia  parcial  de  la  pav> 
la;  ésta  aparece  decolorada;  sus  límites  son  poco  marcados,  y  los  vaso>  üi 
nivel  de  la  región  papilar  atrofiada  y  de  la  retina  correspondiente,  son  fiL- 
formes. 

El  desprendimiento  de  la  retina  ha  sido  con  bastante  frecuencia  nota-i- 
como  complicación  de  la  retinitis  gravídica.  El  pronóstico  seria  men.  ^ 
malo  que  en  el  desprendimiento  en  general,  y  Sílex  vio  uno  de  ellos,  qv 
era  bilateral,  terminar  en  la  curación.  En  el  único  caso  de  retinitis  aií'U- 
minúrica  que  hemos  observado,  ésta  apareció  hacia  la  mitad  del  octavo  m»^- 
de  embarazo,  efectuándose  la  curación  regularmente  después  del  parí 
normal ;  no  quedó  ninguna  disminución  en  la  vista,  ni  estigma  del  fonú  • 
del  ojo. 

En  la  estadística  de  Silex,  formada  con  35  casos,  tres  veces  sólo  la  agí  - 
deza  visual  volvió  á  ser  normal,  y  en  estos  casos  el  embarazo  había  síJo^il 
terrumpido  y  el  parto  provocado. 

En  otros  dos  casos  en  que  la  lesión  había  aparecido  cuatro  semanas  antr< 
del  parto  normal,  la  agudeza  visual  fué  de  dos  tercios.  Silex  Uegii  á  la  col- 
clusión  de  que  si  el  trastorno  visual  aparece  hacia  el  fin  del  séptimo  mes  • 
al  principio  del  octavo,  y  si  el  parto  es  provocado  antes  del  término  normal 
se  tiene  la  fortuna  de  conservar  á  la  mujer  una  buena  agudeza  visual  «I» 
La  estadística  de  Culbertson,  que  comprende  36  casos,  es  sensiblemente 
idéntica  á  la  de  Silex  :  la  curación  fué  completa  en  el  17  por  100  de  los  i^^- 
sos,  parcial  en  el  58,  y  en  los  otros  25  hubo  ceguera. 


(1)    Silex,  Americ.  Journ,  oj  Ophtalm,,  1894.  p.  133  y  197 


Afecciones  oculares  de  origen  menstrual  631 

Tratamiento.  —  Será  ante  todo  profiláctico  y  no  se  aconsejará  nuevo  em- 
barazo á  la  mujer  que  liaya  presentado,  por  vez  primera,  una  retinitis  albu- 
minúrica.  Se  ha  notado,  en  efecto,  que  una  atroña  parcial  de  la  papila  con 
vasos  Aliformes  consecutiva  á  un  primer  ataque,  terminaba  en  la  atrofia 
completa,  si  había  nuevos  embarazos.  Sin  embargo,  esto  no  es  absoluto; 
Alt  observó  en  una  primípara,  de  veintiséis  afios,  una  grave  retinitis  albu- 
miniirica  con  alteraciones  pigmentarias,  palidez  de  la  papila  y  estrechez  de 
los  vasos,  que  redujeron  la  agudeza  visual  á  un  tercio;  dos  partos  sucesivos 
terminaron  regularmente,  sin  ninguna  nueva  disminución  de  la  agudeza 
visual  (1).  Axenfeld  y  Randolph  han  observado  casos  semejantes,  que  de- 
muestran muy  bien  que  no  se  puede  generalizar  (2). 

El  tratamiento  ocular  no  existe.  Se  cuidará,  ante  todo,  la  afección  cau- 
sal y  el  hecho  que  la  supervivencia  es  más  frecuente  y  más  larga  en  las 
personas  de  clase  acomodada  que  sufren  nefritis  con  retinitis,  demuestra 
muy  bien  la  importancia  del  régimen  dietético  y  de  la  higiene;  no  se  le 
descuidará,  pues.  Pero  en  la  nefritis  gravídica  la  aparición  de  la  retinitis 
crea  indicaciones  especiales.  El  problema  de  la  interrupción  del  embarazo 
y  parto  provocado  se  establece  aquí  y  algunas  afortunadas  observaciones, 
\iiui  en  particular  del  profesor  Lapersonne,  muestran  claramente  que  una 
intervención  prematura  es  el  único  medio  de  conservar  la  visión  y  de  pre- 
venir la  ceguera. 

Se  ha  de  distinguir,  con  Sílex  (3)  y  Randolph  (4),  según  que  la  reti- 
nitis aparezca  en  los  primeros  meses  del  embarazo  ó  en  las  seis  ó  siete  últi- 
mas semanas  de  éste. 

En  el  primer  caso,  Silex  aconseja  el  aborto;  tanto  más,  cuanto  frecuente- 
mente la  nefritis  exir^tía  ya  antes  del  embarazo,  y  será  agravada  por  este 
último.  La  vista  de  la  madre  está  amenazada,  quizás  también  su  vida,  y 
como  el  niño  tiene  pocas  probabilidades  de  llegar  á  término  y  ser  viable,  el 
médico  está  perfectamente  autorizado  entonces  para  provocar  el  aborto.  En 
la  observación  de  Lapersonne,  el  parto  provocado  en  una  mujer  en  cinta 
de  seis  meses  produjo  la  curación  (5). 

Si  la  retinitis  se  presenta,  en  cambio,  en  las  seis  ó  siete  últimas  semanas 
del  embarazo,  entonces  lo  mejor  es  no  intervenir.  Como  la  lesión  ocular 
debe  tener  poca  duración  y  desaparecer  con  el  embarazo,  según  es  lo  habi- 
tual, atacará  poco  la  agudeza  visual  ó  la  dejará  indemne. 

Pero  hay  casos  difíciles.  Si,  por  ejemplo,  la  retinitis  se  presenta  en  el 
período  intermedio,  hacia  el  quinto  ó  sexto  mes,  la  cuestión  es  mucho  más 
delicada,  y  sólo  se  resolverá  según  las  circunstancias  del  momento.  Ten- 
drase  en  cuenta,  ante  todo,  el  deseo  de  la  madre  y  las  condiciones  sociales 
de  la  enferma,  rodeándose,  según  el  acuerdo  de  autorizados  colegas,  de  to- 
das las  garantías  posible^!. 

Es,  en  efecto,  muy  difícil  establecer  una  indicación  sólida  y  precisar  un 
límite  fijo.  Un  embarazo  en  extremo  corto  no  ¡permitirá  siempre  obtener 
un  niño  viable  ;  este  es  un  punto  que  únicamente  el  comaflrón  puede  re- 
solver. Además,  el  parto  provocado  artificialmente  tiene  muchas  probabi- 
lidades de  restituir  á  la  mujer  una  buena  visión  si  es  practicado  en  hora 
oportuna,  en  un  período  más  próximo  al  comienzo  de  la  retinitis.  Pero,  en 
particular,  cuando  se  trata  de  nefritis  crónicas,  el  parto  prematuro  no  per- 
mite siempre  esperar  la  conservación  de  1h  visión  ;  testimonio  de  ello  una 
observación  de  Meyer  en  laque  una  retinitis  álbum  in  úrica,  aparecida  en  una 
secundípara,  terminó  en  doble  atrofia  óptica,  á  pesar  de  la  interrupción  del 
embarazo  en  el  sexto  mes  (6).  Además,  los  16  casos  de  Silex,  que  se  refie- 
ren todos  á  retinitis  gravídicas,  aparecidas  en  el  séptimo  mes,  muestran 
bien  que,  á  pesar  de  la  interrupción  del  embarazo,  el  pronóstico  es  algunas 
veces  desfavorable,  puesto  que  cinco  ó  seis  terminaron  en  una  ceguera  casi 
absoluta,  y  en  dos  la  visión  permitía  todo  lo  más  á  la  en  erma  conducirse. 
No  se  ha  de  creer  demasiado  en  la  benignidad  de  las  retinitis  gravídicas,  ni 


(1)  kh,Amer,Journ.  ofOphlalm.,  1894,  p.  141. 

(2»  Axcnteld  y  Kandolph,  BuU.  o/íhe  John  Hopkin's  Hosp,  lR9->,  V.  p.  41. 

fS)  Silcx,  Múnch,  med    Woch.  y  Berlín  KUn,  Wock..  1895,  p.  106. 

H)  Randolph,  Buli,  ofthe  John  Hopkin's  Hosp.,  1895,  V.  p.  41. 

(ií)  De  Lapersonne.  Arch.  d'Opht  ,  1X88,  p  266. 

(6)  Meyer,  Zeitschr.  f.  Augenheilk.,  II,  lá99,  p  346-349. 


^3^  A /facciones  oculares  de  oriffen  menstrual 

aún  tardías,  y  el  diagnóstico  de  la  intervención  es  muchas  veces  muy  j  - 
licado. 

2."  Amaurosis  urémica.  —  Junto  á  la  retinitis  clásica  con  le3i«>ries  í^- 
racterísticas  del  fondo  del  ojo,  se  puede  notar  en  el  curso  de  la  nefritis  ?¿-ni- 
vídica  ó  en  el  momento  del  parto  casos  de  ceguera  súbita  con  integriía^ 
del  fondo  del  ojo.  Coinciden  muchas  veces  con  accesos  de  eclampsia,  p:  - 
ceden  como  ésta  de  una  auto-intoxicación  y  deben  ser  colocados  en  el  '.-ui- 
dro  de  la  amaurosis  urémica. 

La  afección  tiene  por  carácter  aparecer  repentinamente  ó  desarro'.lsr- 
en  el  espacio  de  algunas  horas,  y  atacar  ambos  ojos. 

Las  pupilas  están  medianamente  dilatadas,  y  no  reaccionan  de  ordijj 
rio  ante  la  luz. 

La  persistencia  del  reflejo  luminoso  es  de  buen  augurio  :  manifiestn  : 
integridad  del  nervio  óptico  y  se  puede  entonces  esperar  la  restiiuiio  in  ^ 
4egrum, 

En  los  casos  favorables,  el  acceso  dura  de  doce  á  veinticuatro  hH:^i> 
raras  veces  más  ;  después  la  visión  se  hace  paulatinamente  normul.  V*-: 
nuevos  accesos  se  reproducen  en  el  curso  del  mismo  embarazo  ó  en  los  rL- 
cesivos. 

Lo  mismo  que  el  acceso,  no  es  raro  observar  otros  síntomas  cerebrales 
dolores  neurálgicos,  vómitos,  contracturas,  que  acompañan  ó  aun  pueir: 
preceder  al  acceso.  Por  último,  hi  eclampsia  coincide  frecuentemente  <-  . 
la  amaurosis  urémica.  Durante  el  ataque  la  secreción  urinaria  dismiriL; - 
mucho,  y  la  orina,  que  antes  contenia  albuminuria,  no  la  tiene,  ó  m  . 
poca(Ebert),  (1). 

El  examen  oftalmoscópico  es  frecuentemente  negativo.     Las  lesione? 
retinitis  albuminúrica  concomitantes  que  se  encuentran  algunas  veces.  ^•. 
insuficientes  por  sí  solas  para  explicar  el  trastorno  visual  observado.  Tai* 
más  cuanto  que  éste  puede  haber  desaparecido  hace  largo  tiempo,  y  la  af  - 
deza  visual  estar  muy  disminuida,  como  en  dos  observaciones  de  Groef"  í 
y  de  Schmidt-Rimpler  (3),  mientras  que  las  lesiones  retinianas  persi.'»?»:. 
Por  otra  parte,  se  ha  notado,  al  mismo  tiempo  que  la  amaurosis  uremir 
un  éxtasis  de  la  papila  que  desaparece  en  seguida. 

Algunas  veces  se  puede,  en  lugar  de  una  amaurosis  total,  observar  l". 
amaurosis  parcial  que  se  traduce  entonces  por  la  hemianopsia.     El  he.\ 
ha  sido  observado  por  Pick  y  debe  ser  atribuido  con  toda  verosimilitud  ;•  : 
alteración  de  una  mitad  del  cerebro  bajo  la  influencia  déla  intoxicac . 
^lrémica. 

Como  se  ve,  es  fácil  distinguir  la  amaurosis  urémica  de  la  retinitis  aJv 
minúrica.  Aparte  de  que  los  signos  oftalmoscópicos  no  existen  casi  nuncí 
el  principio  brusco,  la  presencia  de  desórdenes  cerebrales  graves,  alguü:^ 
veces  ataques  de  eclampsia  y  la  marcha  rápida  de  la  amaurosis  permitir  i 
reconocerla.  Sin  embargo,  se  recordará  que  ciertas  neuritis  ópticas  pued»  i 
determinarla  (véase  más  adelante)  y,  por  último,  se  ha  de  pensar  siemi"r 
en  la  histeria  que  puede  simularla. 

El  pronóstico  respecto  á  la  visión  es  generalmente  favorable  ;  las  altera- 
•cioues  definitivas  no  son  efecto  de  la  amaurosis,  sino  de  las  lesiones  r»^'*:- 
nianas  concomitantes  ó  de  una  atrofia  óptica.  Sin  embargo,  la  tí  da  de  - 
madre  y  la  del  niño  están  frecuentemente  amenazadas  en  tal  caso,  porqu- 
esta  amaurosis  urémica  y  todos  los  otros  síntomas  que  le  acompañan,  ¿o 
manifestaciones  de  una  intoxicación  profunda. 

El  trastorno  visual  existe  rara  vez  solo;  aparece  sobre  todo  como  epifer.> 
meno  y  no  tiene  más  que  una  importancia  accesoria.  El  tratamiento  ovu  \' 
no  tiene,  pues,  nada  de  especial,  es  el  del  estado  general ;  aquí  se  estable»^ 
el  problema  de  la  interrupción  del  embarazo,  que  sólo  el  comadrón  pi;e.> 
resolver.  En  caso  de  curación,  un  embarazo  ulterior  no  sería  naturalmen-- 
aconsejado. 

3.''  Neuritis  y  atrofias  ópticas.  —  Las  lesiones  precedentes  pueom 
ocasionar  la  atrofia  de  la  papila,  pero  ésta  sólo  se  presenta  secundana- 
monte,  y  las  lesiones  retinianas  ocupan  el  primer  lugar.    Vamos  á  hahhr 


(h     Ebert,  Berliner  Klin.  Wochenschr.,  n."  2. 1868,  p.  91. 

(i)    (iraífc,  Archiv.f.  Ophth.,  1858,  VI.  2,  p.  277-286. 

<3)    Schmidt-Rimpler,  Berliner.  Klin,  Wockenschr.t  1870,  p.  575-578. 


Aftccionts  oculares  de  origen  menstrual  6$$: 


ahora  de  las  afecciones  primitivas  del  nervio  óptico  que  pueden  presentarse 
durante  el  embarazo. 

La  imagen  oftulmoscópica  es  variable.  Es  frecuentemente  la  de  la  neu- 
ritis óptica  ó  la  de  la  neuritis  retro-bulbar. 

En  el  caso  primero  la  papila  está  roja,  hiperemiada;  los  bordes  están  bo- 
rrados y  se  la  disting-ue  mal  del  resto  del  fondo  del  ojo.  En  el  segundo,  el 
g-lobo  es  muchas  veces  doloroso  á  la  presión  y  se  tiene  el  escotoma  central 
clásico  para  sólo  los  colores,  ó  á  la  vez  para  el  blanco  y  los  colores,  según 
sea  la  intensidad  de  la  neuritis. 

Todas  estas  inflamaciones  del  nervio  óptico  que  sobrevienen  durante  el 
embarazo,  presentan  un  carácter  común.  Ordinariamente,  el  trastorno  vi- 
sual no  se  presenta  antes  del  cuarto  mes  ó  aun  mucho  más  tarde,  hacia  el 
séptimo  ú  octavo;  sin  embargo,  se  conoce  un  caso  de  Valude,  en  que  el  tras- 
tornó visual  apareció  en  el  primer  mes.  Tratábase  de  una  mujer  de  treinta 
años  que,  desde  su  primer  parto,  hacía  nueve  años,  sufría  siempre  trastor- 
nos visuales  que  aparecían  en  el  momento  de  las  reglas,  y  eran  sobre  todo 
marcados  en  el  lado  izquierdo.  Un  segundo  embarazo  produjo,  desde  el 
primer  mes,  una  ceguera  casi  completa  del  ojo  izquierdo,  en  tanto  que  la 
agudeza  visual  en  el  derecho  estaba  reducida  á  Vio  El  oftalmoscopio  mostró 
una  neuritis  óptica  bilateral  en  vía  de  atrofia.  El  parto  artificial  fué  provo- 
cado á  fines  del  segundo  mes,  y  trece  días  más  tarde,  la  agudeza  visual^ 
que  no  se  había  modiücado  en  el  lado  izquierdo,  llegaba  en  el  derecho  á 
dos  tercios  (1). 

El  pronóstico  de  estas  neuritis  es,  pues,  relativamente  favorable,  y  el 
parto  provocado  antes  de  término  puede  ser  motivo  de  la  curación.  Sin  em- 
bargo, ésta  no  es  segura,  y  quizás  incompleta,  pues  puede  perderse  un  q  o 
y  quedar  defectuoso  el  campo  visual  del  otro.  Se  puede  pensar  en  interve- 
nir antes  de  término  y  sobre  todo  no  se  aconsejará  nuevo  embarazo,  como 
demuestra  la  antigua  observación  de  Deval,  que,  en  una  mujer  embarazada 
en  el  mes  séptimo^  observó  una  ambliopía  que  desapareció  un  mes  de>pués 
del  parto.  Un  segundo  parto  produjo  una  amaurosis  definitiva  (2).  Des- 
pués han  sido  observados  otros  hechos  semejantes. 

Por  último,  al  lado  de  estas  neuritis  ópticas  se  ha  sefialndo  la  hiperemia 
y  el  enrojecimiento  de  la  papila  con  límites  indecisos,  que,  según  Bo.sse. 
existiría  en  muchas  mujeres  en  cinta  y  desaparecería  algunos  días  despuéij 
del  parto  (3).  Como  este  aspecto  no  va  acompañado  de  ningún  fenómeno 
subjetivo  y  la  Agudeza  no  está  en  modo  alguno  afectada,  creemos  debe  con 
toda  clase  de  reservas  aceptarse  tales  hechos.  El  aspecto  de  la  pnpila  es 
esencialmente  variable,  según  sea  el  alumbrado  empleado,  los  individuos  y 
también  la  refracción  del  enfermo.  Está,  las  más  de  las  veces,  hiperemiada 
en  el  hipermétrope.  y  entonces  es  muy  difícil  hacer  la  distinción  entre  el 
aspecto  normal  y  el  patológico.  Hemos  examinado  sistemáticamente,  en  la 
Maternidad,  durante  varios  meses,  la  papila  de  un  «-ran  número  de  mujeres 
en  cinta,  y  no  hemos  encontrado  los  hechos  señalados  por  Bosse.  Se  trata, 
creemos,  de  variaciones  fisiológicas. 

Complicaciones  excepcionales.  —  Se  ha  observado  algunas  veces,  en 
el  curso  del  embarazo  y  en  personas  muy  débiles,  queratitis  ulcerosas,  que 
aparecen  sin  causa  apreciable  y  que  se  atribuyen  á  la  queratomalacia  (re- 
blandecimiento de  la  córnea).  La  debilidad 'general  de  la  enferma  no  es 
ciertamente  extraña  á  su  producción,  y  nosotros  hemos  observado  una  que- 
ratitis de  este  género  en  un  tifoideo  fuertemente  deprimido. 

Ely^aíícaw¿^.  que  hemos  visto  infinido  desfavorablemente  por  la  mens- 
truación normal,  y  sobre  todo  anormal,  puede  también  estallar  durante  el 
embarazo  (Galezowski)  (4),  (Landsberg)  (f)).  Este  último  puedw  también 
ejercer  una  influer.cia  perjudicial  par.i  su  evolución.  Sin  embargo,  en  el 
único  caso  que  hemos  observado  glaucoma  agudo  irritntivo  en  una  mujer 
de  treinta  y  ocho  años,  tratado  con  éxito  dos  años  antes  por  la  iridectomía^ 
el  embarazo  evolucionó  normalmente  y  no  ejerció  ninguna  influencia  sobre- 
la  marcha  de  la  afección. 


(I)  Valude,  Ann.  dOculist.,  CVII,  ls92,  p.  271-275. 

2)  Dcval,  Traite  íheor.  e/  pr.  í.  dts  mal.  des  yeux,  París,  1«82.  p.  113. 

(3)  Bosse,  Arch.f.  Au^enheilk,,  XLIl,  líMX),  p.  167-170. 

,4)  Galezowski,  Itec  d'Opht.,  1S74,  p.  365  373  y  430-436. 

(5)  Landsberg.  ^rc/i./.0;>A/.,  XXIV,  l,lS7S,p.  19i-2MS.    , 


Ó34  Afecciones  oculares  de  origen  menstrual 


Teillais  observó  hemorragias  retinianasy  sub-conjuntivales  en  mujeres  tu- 
barazadas,  cuya  orina  no  conten ia  azúcar  ni  «Ibúmina.  Aparecieron  em  e 
€l  tercero  y  quinto  mes  del  embarazo,  y  en  tres  casos,  de  ios  cuatro  •  b- 
jeto  de  la  observación,  habían  completamente  desaparecido  después  n^ 
parto  (1). 

Por  último,  se  ha  señalado  la  aparición  de  cataratas  (Pflüg-er,  Po\fer.  :i 
La  etiología  de  esta  afección  aun  la  ignoramos,  pero  es  inconcuso  que:a 
debilidad  y  agotamiento  generales  favorecen  su  desarrollo.  Lo  hemos  d- 
tado  varios  veces  en  tuberculosos  avanzados  y  menores  de  treinta aíiK 
Bajo  este  aspecto,  puede  el  embarazo  ser  acusado  como  factor  predisponen- 
te. Se  trata  entonces  siempre  de  cataratas  blandas,  generalmente  lía- 
te ral  es. 

IL  Parto.  —  Los  trastornos  oculares  que  se  pueden  observar  durante -rl 
embarazo,  son  raros.  Se  confunden,  en  parte,  con  los  precedentes,  y ' - 
siempre  son  la  consecuencia  directa  del  parto.  Tales  son  losaccess:- 
ambliop¡a  pasajeras  que  se  ha  observado,  acompañados  ó  no  de  eolamps:;i  - 
que  deben  relacionarse  con  la  amaurosis  urémíca.  Por  otra  parte  n:- 
encuentra  indicio  de  albúmina  en  las  orinas,  y  f-stas  ambliopjas  piied»' 
atribuirse  á  la  histeria  traumática  determinada  por  los  dolores  durau^- 
parto.  Konigstein,  para  explicarlos,  supone  un  espasmo  de  los  vasos  6  i 
retina,  que  acompañaría  á  la  contractura  de  los  vasos  del  útero  (3).  }<• 
último,  amaurosis  urémica  é  histeria  pueden  combinarse  para  dar  luga- 
ambliopías. 

En  el  momento  de  los  dolores,  al  empezar  el  parto,  la  pupila  está  m^ci- 
ñámente  dilatada  (Raehlmann)  (4).  No  ignoramos  que,  en  efecto,  todi»  i*'  • 
violento  determina  una  dilatacióíi  refleja  de  la  pupila. 

Las  complicaciones  oculares,  consecuencia  de  los  esfuerzos  del  parto  >: 
especialmente  las  hemorragiaSy  ó  de  la  retina,  del  cuerpo  vitreo,  de  ¡aci- 
j  un  ti  va  ó  de  la  órbita.  Estas  hemorragias  intra-orbitarias  van  aconipriíü- 
das  ordinariamente  de  ^^í)/ía/';w/a.  Hemos  visto  que  la  exofralmiapuM' 
y  la  exoftalmía  de  la  enfermedad  de  Basedow  podían  también  presentar- 
en este  período.  Mencionemos,  por  último,  las  amaurosis,  que  pucílen  a^a 
recer  después  del  parto  á  consecuencia  de  abundantes  hemorragias, y  cu}? 
patogenia  es  idéntica  á  la  que  hemes  descrito  precedentemente. 

IIL  Puerperio  y  lactancia.— La  principal  complicación  del  puerp*»ri\ 
la  infección  puerperal,  puede  repercutir  sobre  el  globo  ocular  como  s  i'^ 
los  demás  puntos  del  organismo.  Entonces  origina  una  oftalmía  met-n^i- 
sica,  de  variable  intensidad,  según  sea  la  virulencia  del  agente  infeccio-'  y 
que  puede  desde  la  irido-coroíditis  simple  llegar  hasta  la  írido-coroiü' > 
supurativa,  la  panoftalmía  y  el  flemón  de  la  órbita. 

El  tratamiento  local  varía  según  el  grado  de  la  supuración;  puramfLV 
médico  ante  todo  y  antiflogístico:  comprer^as  calientes,  sanguijuelas  «-• 
las  sienes,  midriáticos,  inyecciones  sub-conjuntivales,  se  hace  quirúr^v 
cuando  hay  supuración  profunda,  y  puede  llegar  hasta  la  exenterarion  1^. 
glóbulo  ocular  y  la  enucleación.  Además,  la  vida  del  paciente  está  am  - 
uazada  de  ordinario,  y  el  tratamiento  general  es  el  que  debe  dcminar  .s 
escena 

Una  infección  uterina  más  acentúala  puede  ocasionar  complicaci'ir- 
menos  graves  por  parte  del  nervio  óptico.  Se  puede  observar  aquí  la-a- 
ferentes formas  de  neuritis  precedentemente  estudiadas :  neura-retinitii^  i' 
ritisretrO'bulbnr,  coii-cidentes  ó  no  con  otras  neuritis  periféricas  qu^.w. 
se  sabe,  son  bastante  frecuentes  en  la  infección  puerperal.  Kl  tratara.e:í 
mercurial  se  añadirá  entonces  al  tratamiento  de  la  afección  causal. 

Por  último,  las  trombosis  y  trombo-flebitis,  que  se  presentan  muyi>- 
cuentemente  después  del  parto  y  dan  lugar  á  diversas  manifestacioi.f^ 
pueden  también  repercutir  sobre  el  órgano  de  la  visión.  Walter  ha  c\\<r'- 
vado  una  embolia  de  la  arteria  central  de  la  retina  en  una  mujer  atacada  \' 
flegmasía  alba  dolens  (5),  y  Pflüger  ha  visito  una  hemi^nopsia  homm-^ 
que  debía  ser  ciertamente  atribuida  á  una  embolia  cerebral. 


(1)  Teillais,  iiMr».  d'Oculist.,  XCV,  I88(),  p.  2t3. 

(2)  Ptlüger.  Power.  U^nceU.  I,  ISSD,  p.  709,  757  y  8i9. 

(3)  Konigstein.  Wiener  med   Ptesse,  18X5,  n.*^  tí). 

(4)  HaehJinann,  A rcA./.  Anat.  u   Physíol.,  IH78,  p.  1(19. 

(5)  Waller.  Brit.  med  Journ.,  I,  I8í<i;  páí?.  514. 


AJecciones  oculares  de  origen  menstrual  635 


Mencionemos  un  caso  de  queratomalacia  bilateral,  observada  en  una  pa- 
nda por  Schmidt-Pimpler.  La  fiebre  puerperal  no  podía  ser  acusada,  sino 
más  bien  la  debilidad  general  de  la  enferma  (como  en  nuestro  caso  antes 
relatado). 

Lactancia.  —  No  hay  casi  afecci(3n  ocular  observada  después  del  parto, 
dtiraiite  la  lactancia,  que  no  se  haya  atribuido  á  esta  última.  Quizás  sólo 
sea  una  simple  coincidencia.  Sin  embargo,  la  lactancia,  sobre  todo  cuando 
se  ha  prolongado  mucho  tiempo,  origina  una  pérdida  de  fuerzas  y  una  de- 
bilidad qne  pueden  favorecer  mucho  la  aparición  de  las  complicaciones 
oculares  que  han  sido  publicadas. 

Aparte  de  algunos  trastornos  funcionales,  como  la  ostenopla  acomodativa 
y  los  dolores  neurálgicos,  que  acompañan  á  la  visión  de  cerca  (fenómenos  to- 
dos más  marcados  en  el  hipermétrope,  aliviados  con  el  uso  de  vidrios  con- 
vexos, y  que  desaparecen  con  la  supresión  de  la  lactancia,  y  cuya  resul- 
tante puede  ser  simplemente  la  debilidad  de  la  mujer),  todos  ios  otros  reco- 
nocen un  origen  infeccioso  ó  tóxico.  No  es,  pues,  sólo  la  lactancia  la  que 
debe  ser  acusada  por  el  agotamiento  que  dftermii  a,  sino  una  infección 
realizada  en  el  momento  del  parto,  ó  una  auto-intoxicación  que  la  haya 
precedido.  La  lactancia  no  es  causa  de  ellas,  ya  que  no  determina  la  lla- 
mada fiebre  de  leclie  descrita  por  los  antiguos  autores. 

Admitida  la  acción  de  la  infección,  puede  verse  aparecer  durante  la  lac- 
tancia diversas  complicaciones ,  tanto  en  el  globo  ocular  como  en  sus  ane- 
xos. Son  en  este  caso  brotes  de  blefaritis,  señalados  ya  por  Middlemore  (1), 
queratitis  difusas  ó  superficiales,  herpes  febril  de  la  córnea  (Godo)  (2),  y  tam- 
bién en  ocasiones  ligeros  indicios  de  iritis.  La  inflamación  puede  invadir 
el  tractus  uvenl  por  completo  y  dar  lugar  á  iridocorolditis  tórpidas  con  tras- 
tornos del  cuerpo  vitreo.    Se  ha  señalado  también  opacidades  del  cristalino. 

Citem'^s  una  int;»resante  observación  de  Jocqs,  relativa  ft  una  dacrioade- 
nitis  aguda,  que  se  presentó  después  de  la  supresión  brusca  de  la  lac- 
tancia (3). 

Todos  estos  fenómenos,  sobre  cuyo  origen  infeccioso  no  cabe  duda,  se  ha- 
llan infinidos  por  la  lactancia  y  tienen  como  carácter  común  desaparecer  ó 
quedar  muy  mejorados,  después  de  la  supresión  de  la  misma. 

Pero  de  todas  las  complicaciones,  las  má^  interesantes  son  las  que  al- 
canzan á  la  retina  y  al  nervio  óptico,  dando  lugar  á  trastornos  visuales  co- 
nocidos desde  largo  tiempo  y  reunidos  anteriormente  bajo  el  nombre  de 
amaurosis  (Carrón  du  Villards)  (4).  Sabemos  hoy  que  se  trata,  las  más  de  las 
vece-*,  de  una  neuro^etinitis  con  el  aspecto  oftaimoscópico  descrito  más 
arriba:  papila  velada,  contornos  mal  limitados,  medios  ligeramente  tur- 
bios, etc.,  ó  bien  de  una  neuritis  retro  bulbar,  con  escotoma  central  y  ligero 
dolor  á  la  presión  sobre  el  globo,  sin  modificaciones  oftalmoscópicas  apre- 
ciables. 

Ambos  ojos  están  casi  siempre  interesados.  En  el  momento  del  período 
de  estado,  el  trastorno  visual  es  á  veces  considerable  y  puede  llegar  hasta 
la  ceguera  completa.  La  marcha  de  la  afección  es  rápida;  puede  instalarse 
en  varios  días,  y  puede,  cuando  tiene  cierta  duración,  originar  una  atrofia 
parcial  de  la  papila;  pero  el  pronóstico  es,  sin  embargo,  favorable.  Después 
de  una  dnración  variable,  en  ocasiones  de  algunos  meses,  puédese  observar 
\it>«  restitutio  in  integrum  completa,  ó  casi  completa,  á  pesar  de  la  persisten- 
cia de  una  ligera  decoloración  de  la  papila  y  de  una  atrofia  po.st-neurítica 
incompleta.    Se  ha  observado,  no  obstante,  cegueras  definitivas. 

Estas  neuritis  ópticas  pueden  ir  acompañadas,  en  ei  momento  que  se 
presenten,  de  fenómenos  generales,  tales  como  fiebre,  quebrantamiento, 
cefalea,  malestar,  escalofríos,  que  á  veces  las  preceden,  fenómenos  todos 
que  muestran  bien  el  origen  infeccioso  de  la  enfermedad.  En  el  caso  de 
8chanz.  existía  al  mismo  tiempo  una  polineuritis  generalizada,  que  tuvo 
una  fatal  terminación  (5) ;  en  el  de  Rogmann,  se  comprobaba,  á  la  par  que 
una  doble  neuritis  óptica,  una  midriasis  paralítica  con  parálisis  del  músculo 


(1)  Middlemore,  Teatrise  on  tht  discases  ofthe  ere.  London,  i^35,  p.  297. 

(2)  Godo,  Rec.  d'Ophtal  ,  .1880. 

(3)  Jocqs,  La  clmiqui  opk'almolngique^  1900,  n.**4,  p.  153. 

Í4>  CarroQ  du  Villards,  Traite  pratique  des  maiadies  des  yeuXy  Bruxelle!(,  1838,  II,  p,  505. 

(.'))  Schanz,  Dentsche  med.  Wochenschr..  1896,  p.  443. 


636  Afecciones  oculares  de  origen  menstrual 

recto  externo  y  del  nervio  facial  (1).  Los  casos  observados  hatta  squ:  - 
elevan  aproximadamente  á  quince.  Citaremos  todavía  los  de  GiV  i 
(amaurosis  con  midriasis  aparecida  durante  la  lactancia,  que  desaparf 
en  seguida)  (2)  de  Nettle.-hip  (3),  casi  idéntico  al  precedente,  y  el  de  St-hm.: 
Rimpler,  que  trató  una  neuritis  retro-bulbar,  desaparecida  por  compiK.  .^ 
veces,  meses  después  del  cese  de  la  lactancia. 

El  número  de  partos  anteriores  no  parece  tener  valor.  Est^s becli.í  - 
observan  indiferentemente  en  las  primíparas  ó  en  las  multíparas,  y  >p^ 
cuentran  lo  mismo  si  la  lactancia  es  prolongada  ó  bruscamente  ^up^'II.L 
que  en  el  curso  de  la  lactancia  normal  Poco  importa  que  el  niño  hu}ti\^ 
mado  el  pecho.  En  la  enferma  de  Heinzel,  la  secreción  láctea  hfib':- 
agotado  naturalmente  desde  hacía  algunos  días,  y  el  niño,  muerto  al  \- 
tiempo  de  su  nacimiento,  sólo  había  tomado  el  pecho  una  media  :  . 
cuando  una  neuritis  óptica  apareció  en  el  lado  derecho  (4). 

Independientemente  del  tratamiento  local  antiflogístico  habitual,  sei 
pezará  ante  todo  por  apartar  al  niño  del  pecho  matprno  y  por  suprimir. 
lactancia.  Además,  se  dará  á  la  enferma  un  tratamiento  tónico  y  recot-: 
tuyente,  porque  el  agotamiento  general  originado  por  el  embarazo  y ; 
lactancia  interviene  ciertamente  en  la  patogenia  de  los  accidentes.  I''^- 
éstos  son,  de  preferencia,  de  origen  infeccioso  ó  tóxico,  y  su  prono^^ 
favorable;  la  coexistencia  de  otras  neuritis,  y  aun  de  polineuritis  gentra 
zadas,  como  en  el  caso  de  Schanz,  permiten  quizás  colocar  estas  le<ionps^ 
el  grupo  de  las  neuritis  periféricas. 

Por  último,  ciertos  tumores  del  aparato  genital  pueden  repercutir »-: 
glóbulo  ocular  y  en  sus  anexos.  Así  de  este  modo,  el  carcinoma  de  lacoroM 
es  frecuentemente  de  origen  mamario  (Wagenmann)  (5).  Wintenstr: 
ha  visto  un  carcinoma  de  la  mama  producir  una  metástasis  en  t<dr'>.^ 
músculos  del  ojo  (6) ;  en  el  caso  de  Elschnig,  un  carcinoma  del  útprop^ 
dujo  lesiones  semejantes  (7).  Krohn  vio  un  doble  carcinoma  desarr- .1 
en  bs  dos  vainas  del  nervio  óptico  á  continuación  de  un  carcinoma  bilatít 
del  ovario  (8). 

Inversamente,  ciertos  tumores  del  glóbulo  ocular  ó  de  sus  anexos  pi 
den  ocasionar  metástasis  en  los  órganos  genitales,  pero  estos  hech>- 
mucho  más  raros.    En  la  estadística  de  Wintersteiner,  que  comprend  .- 
casos  de  güomas  de  la  retina  con  metástasis,  dos  veces  solamente  l'-sn 
rios  fueron  interesados  (9). 

Nos  sería  preciso  ahora,  para  completar  nuestra)  estudio,  estudiar  \%<  <■ 
siones  oculart^s  del  recién  nacido,  determinadas  por  el  parto,  lesioDP>"' 
lares  debidas  á  la  compresión  ,  bajo  la  influencia  de  un  parto  largo  tien;[ 
prolongado,  ó  lesif^nes  traumáticas  debidas  al  fórceps,  á  las  que  Pa-^t : 
dedicado  un  interesante  estudio  (10).  Estas  lesiones,  en  efecto,  seatribín - 
aun  cuando  sea  de  un  modo  indirecto,  á  la  menstruación,  y  pudieran  ¿e:- 
término  de  esta  revista  de  conjunto  ya  larga,  sobre  los  trastornos  ocuií.:-- 
de  origen  menstrual.  Pero  su  multiplicidad  y  su  patogenia  diversa  ik»^'" 
cen  un  estudio  especial. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  .' 


(1)  Rogmann.  Ann   dO^ul..  CXII,  1894,  p.  161. 

(2)  Gibbon.  Ophth.  Htsp.  Rvpi.rts,  enero  de  1H50. 

(3)  Neuleship,  íbid  .  XIII,  2,  ISÍJI.  p.  \)7. 

(4)  Heinzel,  Dcutchsmann's  fíeitráge  ^.prakt.  Augeenheilk,  III.  1JÍ95,  p.  31  y  35. 

(5)  Wagcniíann,  Corresp  d.  Ailu..  ar^tl.  Vereins  Tübigen,  1898.  n.°  2, 
(ti)  VVinierslcincr,  Kiin.  MonaisbLJ.  Augtnkeilk.,  1n99.  p.  331-333. 

(7)  Elschnm.  Arch.J.  Augcnhnlk.,  XXII,  W)i.  p   149-170. 

(8)  Krohn.  ^Kiin.  Monatsbl.f.  Augenheilk.,  X,  1871.  p.  93-10«. 

(í>)  Wintersteiner,  Das  Scurocpiihelíoma  retines,  Leipzig  y  Vicna,  1897,  p.  á7. 

(10)  Pajol,  Th'eí>e  de  París,  18:>3. 


REVISTA   CRÍTICA    BIBLIOGRÁFICA 


Higiene    y    Demografía 

POR    EL 

Dk.    D.    LriS    COMENGE 
Director  del  Insiituio  de  iiigiene  urbana  de  Barcelona 

I. —  Influencia  de  las  estaciones  en  la  mortalidad  de  Palma,  por  D.  Enrique  Fa- 

jarnés  y  Tur.  —  Palma  de  Mallorca,  IWJ 
II.  —  La  peste  bubónica,  por  el  Dr.  Enrique  B.  Barnct.  —  Habana,  1003. 

III.  —  Distribución  de  sexos  en  las  Islas  Baleares,  por  D.  Enrique  Fajarnés  y  Tur.— Pal- 

ma de  Mallorca,  tWi. 

IV.  —  Influencia  de  la  vacuna  en  el  desarrollo  y  en  la  longevidad  de  los  pueblos, 

por  D.  Enrique  Fajarncs  y  Tur  —  Palma  de  .Mallorca,  1903. 

V.  —Emigración  e  inmigración  de  las  Baleares,  por  D.  Enrique  Fajarnés  y  Tur.  - 

PaTmj  de  Mallorca,  HíW. 

VI.  —  La  rabia  en  Mallorca  durante  lo*  años  1814-1815,  por  D.  Enrique  Fajarncs  y 

Tur.  —  Palma  de  Mallorca,  lUOa. 
VII.  —  Anuario  estadístico  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires.  —  Año  XII.  —  1002.— Buenos 

Aires,  mvi. 
VIII.  —  The  boy's  venereal  perll.  —  American  Medical  Associat^on.  —  Chicago,  1903. 
IX.  —  Epidemiologia  del  Uruauay  (1896  1899),  con  algunos  datos  de  1887  á  190/,  por 

Joiquín  Canabal.  —  Montevideo,  1903. 
X.  —  Higieue  y  salubridad  publica  en  Pamplona»  por  D.   Agustín  Lazcano,  con  un 
Prólogo  del  I)r.  A.  Simoncna.  —  Pamplona.  1903. 

I.  Este  opúsculo,  editado  eu  Palma  de  Mallorca  en  1902,  es  una 
muestra  más  do  la  plausible  afícióu  que  el  autor  muestra  á  publicar 
trabajos  estadísticos.  Va\  dicho  trabajo  se  pone  de  manifiesto  una  vez 
más  la  funesta  influencia  del  invierno  .<obre  la  mortalidad,  lo  mismo 
en  Palma  que  en  muclias  partes. 

lí.  Se  trata  de  una  conferencia  dada  por  el  autor  y  cuyo  mé- 
rito está  testimoniado  con  el  hecho  de  haber  sido  publicada  para 
distribuirla  g-ratuitamente  por  a(!uerdo  de  la  Junta  Superior  de  Sanidad 
de  la  Isla  de  Cuba. 

Infectivamente :  el  Dr.  Barnet  da  una  g-allarda  prueba  de  su  notable 
erudición  y  de  su  profundo  conocimiento  de  Va  peste.  La  exposición  es 
metódica  y  ordenada,  resultando  un  completísimo  estudio  de  la  terrible 
enfermedad,  lo  mismo  clínico  que  sanitario,  por  lo  que  lo  conceptuamos 
<li¿^no  de  ser  leído  con  el  interés  que  el  asunto  merece. 

III.  Del  estudio  demo<rráfico  y  social  que  el  autor  hace  de  este 
asunto  saca  como  conclusión  que  en  las  Islas  Baleares  el  sexo  predo- 
minante es  el  femenino,  siendo  así  que  un  sig-lo  atrás  sucedía  todo  lo 
contrario. 

Hn  concepto  del  Dr.  FajarinV-,  las  causas  del  predominio  femenino 
están  en  la  emi^Ji-ración,  en  la  menor  mortalidad  de  las  hembras,  prin- 
cii)alinente,  y  también  porque  los  oficios  de  mar  restan  numerosos  va- 
rones. 

El  asunto  es  curioso  y  dijí-no  de  fijar  la  atención  de  los  hiofienistas. 

IV.  Despu''s  de  un  estudio  .erudito  acerca  de  la  eficacia  de  la  va- 
cuna como  profilaxis  de  la  viruela  y  de  su  influencia  é  importancia 
desde  el  punto  de  vista  práctico,  médico  y  social,  el  Dr.  Fajarnés  se 
declara  entusiasta  partidario  de  la  vacuna,  abog^ando  para  que  se  faci- 
lite la  práctica  de  tan  precioso  medio  de  borrar  de  nuestros  cuadros  es- 
tadísticos una  causa  por  desg-racia  sobrado  frecuente  de  mortíUidad. 

V.  ¥a\  autor  trata  el  asunto  tomando  como  base  el  quinquenio  de 
1891  ál895. 

Resulta  la  emig^ración,  respecto  de  los  sexos,  del  78*89  por  100  para 
los  varones  y  sólo  el  21*10  por  100  restante  para  las  hembras.  La  in- 
mig-ración  se  distribuye  en  73*43  por  100  para  \{)f>>  varones  y  el  26*56 
para  las  hembras.    En  cuanto  á  la  totalidad,  resulta  superior  la  emi- 


6s8  Revista  critica  bibliográfica 


gración  que  la  inmigración  en  51  individuos,  resultando  el  punto m^^ 
favorecido  por  los  emigrantes  Arg-elia,  que  absorbió  ella  sola  el  4> 
por  100  de  las  salidas. 

Finalmente,  deduce  el  autor,  de  los  datos  aportados,  que  laemi.v 
ción  á  Arg-elia  es  temporal,  y  la  que  se  dirig-e  á  los  países  de  Am  r :. 
definitiva. 

Constituye  el  opúsculo  un  trabajo  muy  interesante. 

VI.  En  este  folleto  el  I)r.  Fajarnés  expone  los  casos  más  noty  - 
de  rabia  observados  en  Mallorca  desde  la  antigüedad  hasta  venr 
parar  al  ano  1814-15,  inspirándose  en  parte  en  un  trabajo  del  d:  ■ 
Almodóvar,  publicado  á  principios  del  .siglo  pasado. 

VII.  Las  estadísticas  procedentes, de  la  Dirección  general  deE:- 
dística  municipal  de  Buenos  Aires  son  de  las  más  completas,  y  para ,. 
nuestros  "lectores  se  formen  idea  de  su  importancia,   basta  iVá: 
bien  desarrollados  y  detallados,  contienen  los  siguientes  capítulo.^: 

I  Observaciones  climatológicas  é  higiénicas.  —  II  Crecimiento  c^ 
población.  —  III  Demografía.  —  IV  Alimentación  pública.  —  V  L 
moción.  —  VI  Movimiento  económico.  —  VII  Comercio  especial  ev 
rior  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  en  1892.  —  VIII  Correos,  Teléírn: 
Teléfonos.  —  IX  Asistencia  pública.  —  X  Movimiento  crimina!. - 
XI  Movimiento  carcelario.  —  XII  Instrucción  pública.  —  XIII  Div»-:^ 
nes  y  juegos.  —  XIV  Datos  diversos  (materias  fecales,  obras  de  n 
bridad,  alumbra<lo  público  y  particular,  inspectores  municipaleN  * 
mados,  plazas  y  paseos  públicos,  limpieza  pública,  Banco  Muni;; 
Sociedades  anónimas,  finanzas  comunales,  canje). 

Algunas  de  las  estadísticas  comparativas  abarcan  muchos  ai  - 
como  la  de  la  alimentación,  que  arranca  del  año  1890,  v  la  demoLT: 
ca,  del  1887. 

Todo  ello,  expuesto  clara  y  detalladamente  en  un  tomoderegu>'"^ 
proporciones. 

Es  un  ejemplo  que  deberíamos  imitar,  pues  tiene  la  mayor  :il;  - 
tancia  por  múltiples  conceptos,  el  comercial  inclusive. 

VIII.  Importante  folleto  en  que  v.ene  la  sabia  disertación  é  iii:  • 
sante  discusión  á  que  el  tema  dio  lugar  en  la  docta  Corporación. 

IX.  Es  un  tomito  de  regulares  dimensiones  y  con  numerosos  n 
dros  gráficos  de  mucbo  sentido  práctico,  por  la  rapidez  con  qu*^  • 
idea  de  lo  que  el  autor  se  propone  ;  ofrece  una  serie  de  trabajos  ^-^ > 
dísticos,  fruto  de  encarnizada  labor. 

El  Dr.  Canabal  estudia  en  su  obra,  además  de  la  mortal idad|rer:' 
del  Uruguay,  el  sarampión,  la  escarlatina,  la  viruela,  la  difteria,  la' ' 
dea,  la  tos  ferina  y  la  tuberculosis.     Para  todas  estas  enfermedait^ - 
hace  el  estudio  por  departamentos  territoriales  y  por  focos, 

Es  obra  digna  del  mayor  encomio  y  que  da  muestra  de  la  ineai.-* 
ble  laboriosidad  de  su  autor. 

X.  Después  <lel  prólogo  en  que  el  Dr.  Simonena  aboga  con  ^- 

?>or  la  implantacióu  de  las  necesarias  reformas  higiénicas,  elaut"r 
ólleto  trata  de  la  demografía  sanitaria  en  el  decenio  de  1891  a  Y-* 
del  agua,  su  utilidad  y  estudio  de  las  que  abastecen  á  Pamplona: ' 
alcantarillado  y  saneamiento  del  río  ;  de  la  desinfección  ;  del  aireíj^ 
biente  y  del  clima  :  de  las  viviendas ;  de  los  alimentos  y  bebidas  :•! 
hólicas ;  de  la  moralidad  ;  de  las  reformas  higiénicas  y  urbanas  li'''" 
gente  necesidad  y  de  las  reformas  que  incumben   á    la  iiiicK'' 
privada. 

Como  se  ve,  por  la  simple  enumeración  de  las  materias  tratada^ 
folleto  está  inspirado  en  el  más  acendrado  amor  á  la  localidad 


FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS   MODERNOS 


CLXXXI.  —Epistaxis:  tratamiento 

A  pesar  de  los  progresos  de  la  Rinologría,  los  médicos  no  especialistas- 
continúan  usando  contra  las  epistaxis  un  tratamiento  poco  de  acuerdo  con 
aquéllos,  y  rt  curren,  por  e.,emplo.  al  poco  valioso  taponamiento  anterior  y 
posterior,  tan  pelig-roso  para  el  oído. 

A.  Pug-nat,  de  Ginebra,  censura  esta  conducta  y  propone  una  terapéu- 
tica más  racional.  Con  Rouge  divide  las  epistaxis,  según  su  asiento,  en  tres- 
grupos  ó  clases : 

1.*'  Hemorragias  del  tabique  nasal  (parte  ántero-inferior).  —  Son  las  má& 
comunes :  á  un  centímetro  del  borde  anterior  de  la  fosa  nasal  está  el  sitio  pre- 
dilecto de  estas  hemorragias  por  la  delgadez  de  la  mucosa,  las  dilataciones 
varicosas  frecuentes  y  los  fáciles  traumatismos.  Se  debe  empezar  por  intro- 
ducir una  mecha  de  algodón  seco,  y  mejor  empapada  en  agua  oxigenada 
á  12  volúmenes,  ó  en  una  solución  de  antipirina,  y  luego  con  dos  dedos  se 
comprime  durante  cinco  minutos  las  alas  de  la  nariz  contra  el  tabique.  Si 
cesa  la  hemorragia,  se  puede  decir  que  el  punto  de  partida  estaba  en  el 
tabique.  Se  deja  la  mecha  hasta  el  día  siguiente,  se  la  retira  con  suavidad, 
em papándola  antes  en  agua  oxigenada,  para  que  se  desprenda,  y  mediante 
un  espéculum  bivalvo  se  examina  la  parte  inferior  del  tabique.  Se  verá 
entonces  una  costrita  negruzca,  que  se  cuidará  de  no  levantar  ;  se  buscará 
si  hay  varias  para  cicatrizarlas,  valiéndose  para  ello  de  un  estilete  calentado 
al  rojo,  que  se  introduce  en  cristales  de  nitrato  de  plata,  los  cuales  se  fun- 
den y  forman  una  perla  en  el  extremo,  con  cuya  perla  se  las  toca ;  hecho 
esto,  se  recomienda  al  enfermo  que  no  se  suene  y  que  introduzca  en  las 
fosas  nasales  vaselina  bórica. 

Si  con  la  compresión  no  cesa  la  hemorragia,  hay  que  buscar  en  el  tabi- 
que su  fuente  y  cauterizar  pcrr  modo  inmediato. 

2.*  Hemorragias  de  regiones  circunscritas.  —  Son  las  tratadas  clásicamente 
con  el  taponamiento,  que  debe  ser  suprimido  por  ser  doloroso  á  las  veces, 
exponer  á  repeticiones  al  quitar  el  tapón  y  causar  accidentes  infecciosos. 
Pugnat  lo  substituye  con  elpengawar. 

)fa\  pengawar'Djambi,  introducido  en  la  terapéutica  rinológica  por  Lubet- 
Barbon  (1903),  es  un  helécho  arborescente  de  la  India,  del  que  se  utilizan  los 
filamentos  sedosos ;  su  empleo  en  me  iicina  es  antiquísimo,  usándolo  los 
rabinos  rusos  para  detener  la  hemorraíria  de  la  circuncisión.  Es  un  buen 
hemostásíco,  que  hace  cesar  inmediatamente  la  salida  de  sangre  cuando  se 
pone  en  contacto  con  la  superficie  lesionnda.  Se  busca  mediante  la  rinos- 
copia  anterior  el  origen  y  se  conduce  la  borra  con  la  pinza  nasal,  sin  que 
sea  necesario  obturar  las  fosas  nasales.  Si  no  cesa  la  hemorragia,  se  averi- 
gua si  la  aplicación  ha  sido  bien  hecha.  Detenida,  no  hay  que  hacer  nada 
más,  pues  el  medicamento  va  saliendo  cuando  se  suena  el  enfermo.  Esta 
substancia  ofrece,  adema?,  la  ventaja  de  no  obturar  la  fosa  y,  por  lo  tanto,  no 
causa  la  sensación  molesta  del  taponamiento,  y  la  respiración  nasal  puede 
e  fectuarse.  El  pengawar  resulta  todavía  más  inofensivo  si  se  usa  esterilizado. 

Se  le  puede  usar  en  otras  hemorragias  accesibles. 

Cuando  no  se  puede  dar  con  el  punto  dé  partida,  entonces  hay  que  tratar 
la  epistaxis  como  un  caso  de 

3°  Hefinorragias  difusas.  —  Entonces  se  tapiza  toda  la  superficie  mucosa 
con  las  fibras  de  pengawar,  y  si  continúa  la  hemorragia,  se  las  comprima 
ligeramente,  pero  sin  llegar  nunca  á  un  taponamiento  verdadero.  Al  otro 
día  se  las  saca  suavemente,  asi  como  á,  los  coágulos,  con  la  pinza  nasal. 

Todavía  no  ha  dado  Pugnat  con  una  hemorragia  que  se  resista  á  este  tra- 
tamiento. 

En  resumen  :  el  tratamiento  de  la  epistaxis  se  reduce  á  cauterizar  el  tabi- 
que con  la  perla  de  nitrato  de  p'ata  si  parte  de  aquél,  y  á  usar  el  pengawar 
en  todos  los  demás  sitios.  Esta  técnica  es  eficaz  y  rápida,  evita  los  acciden- 
tes sépticos  y  molestias  del  taponamiento,  es  muy  sencilla,  exige  sólo  co- 
nocimientos  elementales  de  Rinología  y  no  precisa  más  que  estos  instru- 
mentos :  estiletes,  espéculum  nasal  y  piíiza  nasal  (1). 


(1)    Journal  de  Mid,  ei  de  Chir.  pratiques. 


•€40  Formulario  y  tratamtentoi  modernos 

CLXXXII.  —  Cardlopatias :  tratamiento  toni  iodurado 

Está  admitido  que  el  ioduro,  empleado  á  dosis  pequeñas  y  durante  av 
tiempo,  mejora  por  modo  notable  la  arterio-esciero>is  y  sus  maniínviaao- 
sobre  todo  en  el  período  pre-eselerósico.  En  cambio,  es  muy  disnití  la  ^. 
utilidad  en  las  lesiones  miocárdicas  y  valvulares,  consecutivai?  al  rpuu.  - 
mo,  entre  otras  cosas,  por  no  ser  fácil  observar  á  los  enfermos  durante'  ud 
larjsra  fecha. 

Lefévrc  ha  reunido  numerosos  hechos,  demostrativos  de  la  eficaiis  - 
«^^te  agente,  pero  con  la  condición  de  emplear  también  un  tónico  car.;. 
que  sostenga  la  energía  del  órgano  en  el  prolongado  lapso  de  tratamir- 
En  estas  condiciones,  al  cabo  d^»  2,  3,  4  anos  se  logra  desaparezcan  -o^>.: 
de  una  endocarditis  de  las  más  caracterizadas,  sobre  todo  en  los  iiid.v 
menores  de  veinte  años,  por  más  que  el  hecho  se  ha  realizado  tanilr.t' 
sujetos  de  edad  más  avanzada. 

El  ioduro  potásico,  que  prefiere  al  sódico,  por  ser  más  activo  y  r 
temer,  en  realidad,  sus  efectos  tóxicos,  lo  prescribe  durante  20  días ; 
dosis  de  30  á  50  centigramos;  después  usa  la  esparteína  n  la  do-i><lí';.^ 
centigramos,  10  días,  optando  por  ella,  pues  no  se  acumula,  es  fácilra- 
eliminada  con  la  orina,  no  molesta  al  tubo  digestivo  y  puede  ser  u^aia- 
inconveniente  largo  tiempo  (1). 

CLXXXIII.  —  Qlanooma :  tratamiento  con  la  adrenalina 

Hasta  ahora  el  mejor  tratamiento  es  la  paracentesis  con  ó  sin  «ri^ 
mía ;  pero  es  una  operación  y  se  la  suele  diferir  en  demasía.  Grande.»  m 
en  un  caso  violento  y  muy  grave  de  glaucoma  agudo,  recurrió  á  la  m*.:  r 
lina,  instilando  cada  media  hora,  durante  tres  días  consecutivos,  una  t^  ■'. 
al  1  por  5,000.  Ks  el  primer  hecho  de  glaucoma  típico  tratado  síst^niú' 
mente  y  curado  sin  iridectomía. 

Si  el  hecho  se  repitiera,  sería  una  terapéutica  felicísima,   pues  la  ir '  ■ 
tomía  es  difícil  en  el  glaucoma,  muy  dolorosa  y  sólo  da  resulta-Ao -1 
mitad  de  los  casos. 

La  cuestión  capital  es  saber  manejar  sin  peligro  para  el  porvenir  i:e  . 
un  vaso-constrictor  tan  potente  y  tan  peligroso.    Se  le  ha  de  in>t:ar 
frecuencia  y  largo  tiem^m  para  agotar  momentáneamente  la  sperPO'ii  - 
«cesiva  d«  los  líquidos  intra-oculares,  con  el  objeto  de  que  cese  pormoi 
finitivo  la  hipotensión,  y  se  lia  de  proceder  con  cautela  para  que  nose;  ■ 
duzca  una  hipotensión  peligrosa  é  irremediable  (2). 

Cl  XXXIV.  —  Dieta  láctea:  modo  de  faoilitarla 

Muchos  enfermos  á  quienes  les  es  provechosa,  sienten  repugnancia L: 
la  leche,  que,  no  sólo  toman  con  verdadero  asco,  sino  que  la  digi^^rt-n: 
Poco  después  de  ingerirla,  tioniMi  borborigmos,  impetuosas  flatuobí'híi'^ 
luego  deposiciones  diarréicas.  En  tales  individuos,  cuando  una  sel»  ^^ 
de  leche  ocasiona  tales  trastornos,  la  administración  de  tres  litros  iar^'.*^ 
problema  insoluble.     El  Dr.  A.  Cuche  cree  que  la  solución  es  sencills. 

Al  mamar  penetra  la  lecho  poco  á  poco;  un  recién  nacido  tarda 2ih.. 
tos  e:i  deglutir  30  gramos,  que  digiere  muy  bien.  Puede  seguirse  ^t 
enfermos  un  procedimiento  análogo:  que  chupen  la  leche  median*' 
tubito  de  cristal  de  un  milímetro  de  luz.  Así,  no  quedan  partículas  'i- 
boca,  que  obligan,  por  las  fermentaciones,  á  lavados  alcalinos  freoiu';i' ^ 
y  se  mezclan  íntimamente  la  leche  y  el  jugo  gástrico.  Kn  definiti*. 
dieta  láctea  es  bien  tolerada. 

Este  procedimiento,  que  podría  aplicarle  en  nuestro  país  valiénl  *^^ 
ni\  porrón  de  pico  estrecho,  es  el  mismo  fundamentalmente  que  aque.  " 
que  consiste  en  tomar  leche  á  sorbos,  poco  á  poco,  como  paladeando  'í 

CLXXXV.  —  Aloanfor :  aooión  antisralaotógrogra 

Hergott  propuso  para  agotar  la  secreción  láctea  dar  0*60  gramo?  ije 
canfor,  divididos  en  tres  dosis  para  tres  días  consecutivos.     Cappellanl 


(1)  Tesis  de  Lillc. 

(2)  Lyon  Medical. 

<3)    Journal  de  Méd.  et  de  Chir.  pratiques. 


Formulario  y  tratamientos  modernos  64 r 

usado  en  16  mujeres  (II  puérperas  y  5  más  ó  menos  distantes  del  parto> 
y  dice : 

1.°    El  alcanfor  os  un  antigalactógogo  seg-uro. 

2.°  El  efecto  se  alcanza  con  dosis  ig-uales,  mayores  ó  menores  que  las 
prescritas  por  Hergott. 

3."  Sn  acción  es  tanto  más  notable  cuanto  más  débil,  sensible  y  delicada 
es  la  mujer  y  cuanto  más  escasa  la  edad  de  la  leche. 

4  °  Las  dosis  deben  estar  en  relación  directa  con  la  edad  de  la  leche, 
teniendo  siempre  en  cuanta  lo  dicho  en  el  párrafo  anterior. 

5."  Con  dosis  diarias  superiores  á  0'80  gramos,  se  puede  suprimir  la  se- 
creción en  sólo  dos  días. 

tí.°  Las  dosis  cotidianas  más  altas  suelen  producir  efectos  secundarios 
desagradables  (1). 

CLXXXVI  --  Petróleo :  como  tónico  del  bulbo  piloso 

Se  le  recomienda  mucho  hoy  en  tal  concepto.  La  mejor  fórmula  parece^ 
ser  esta  : 

Agua Ib  gramos. 

Alcohol  de  vino  á  9í)° 50        » 

Petróleo  blanco  desodorado 10       » 

Esencia  de  limón 10       » 

Aceite  de  ricino 5       »        (2). 

CLXXXYIL— Anemia  perniciosa  primitiva:  tratamiento  con  la  médula. 

ósea  de  buey  cruda 

Reconocida  la  eficacia  de  esta  médula  en  la  clorosis,  leucemia  y  anemias 
graves,  Fabián  recurrió  á  ella  en  un  caso  de  anemia  perniciosa  pr»mitiva> 
rebelde  al  hierro,  arsénico,  etc.    El  resaltado  fué  t;in  notable  como  rápido. 

La  médula  roja,  que  es  la  que  debe  usarse,  no  la  amarilla,  sería  absorbida 
en  el  tubo  intestinal;  los  hemat.es  quedarían  destruidos,  pero  cierta  subs- 
tancia heniatógena  entraría  en  la  sangre,  despertando  la  actividad  de  los 
órganos  hematopoiéticos.  Esta  substancia  tal  vez  sea  un  cuerpo  albumi- 
noso que  contiene  óxido  de  hierro,  hallado  en  las  cenizas  de  los  glóbulos 
rojos  y  en  la  médula  (Villaret). 

Esta  observación  es  análoga  á  la  de  Ewald :  curación  de  una  anemia  per- 
niciosa medíante  la  transfusión  de  200  gramos  de  sangre  desfibrinada;  la 
substancia  mencionada,  contenida  en  esta  sangre,  hubiera  obrado  en  las 
mismas  condiciones. 

Con  todo,  si  la  afección  es  muy  antigua,  los  ór^^anos  hematopoiéticos  han 
peni  ido  su  facultad  regeneradora  (Lubarsch)  y  la  médula  ósea  es  entonces 
ineficaz. 

Se  prescribe  al  principio  ^5  gramos  diarios  de  médula ;  después  se  va  au- 
mentando 25  cada  tres  días  hasta  llegar  á  500,  que  es  la  dosis  cotidiana  (3). 

CLXXXYin.  ~  Diarreas  infantiles:  tratamiento  oon  las  soluciones 

de  spelatina 

Weill,  Lumiére  y  Péhu  dan  cuenta  de  los  éxitos  favorables  (^ue  han  lo- 
gríido  valiéndose  de  soluciones  definidas  y  dadas  con  el  biberón. 

Como  siempre  es  impura  la  gelatina  del  comercio,  si  bien  este  inconve- 
niente desaparece  cuando  se  la  prescribe  por  la  boca,  no  así  si  se  usa  en 
inyecciones  hipodérmicas,  se  la  debe  esterilizar. 

Lti  técnica  adoptada  es  la  siguiente  :  Se  prepara  una  solución  al  décimo 
(ie  la  gelatina  (amarilla  ó  blanca)  en  agua  liervida,  un  litro  por  ejemplo  ;  se 
la  filtra  con  todo  esmero  y  se  la  pone  durante  media  hora  en  un  autoclave 
á  120'';  si  el  caso  es  urgente,  se  la  hace  hervir  un  lapso  de  tres  cuartos  de 
hora  ;  inmediatamente,  antes  de  que  se  enfríe,  se  la  reparte  en  tubos  de  en- 
sayo, poniendo  en  cada  uno  diez  centímetros  de  solución.    Así  dispuesta^ 


(1)  Corriere  sanitario. 

(2)  Pharm.  Zeitung. 

(3)  Deutsche  militartKl.  Zeitsch. 


^4*  Nuestra  correspondencia  con  la  prensa 

se  incorpora  el  contenido  de  uno  de  estos  tubos  al  biberón,  siendo  útilcf:.-:- 
tar  antes  el  líquido  en  el  baño  maría,  pues  la  gelatina  se  solidifica  de  •  :.- 
nario  hacia  los  22°,  y  con  más  motivo  si  la  temperatura  es  baja,  puesM  > 
convertirse  en  jalea.    Cada  tubo  contiene  un  gramo  de  g-elatiua  al  I  p-rii 

El  niño  puede  tomar  6  ó  8  gramos  diarios  y  aun  duplicar  cada  vez  la  i  - 
sis  si  es  menester,  poniendo  dos  tubos  en  el  biberón.  Conviene,  como  rvs 
general,  prescribir  tres  tubos  diarios,  aumentando  luego  un  gramo  ru 
día.  Mas  como  los  niños  aceptan  bien  la  preparación  y  la  gelatina  ir  r^ 
tóxica,  se  puede  dar  mayores  caiitidades,  sobre  todo  teniendo  en  cuer/a  ^ 
efectos,  en  general  muy  favorables,  tal  vez  no  siempre,  pue.s  á  lasTef-- 
padecimiento  no  depende  del  trastorno  intestinal  sino  de  una  complica:: : 
bronco-pneumonia,  meningitis,  etc. 

Es  conveniente  fijar  la  atención  en  las  deposiciones.     De  8,  10, V2.i 
rias,  la  gelatina  las  reduce  á  tres  y  á  dos.    Pronto  se  modifica  el  asj"^^ 
mayor  consistencia,  más  trabazón,  desaparición  de  los  grumos  ;  cadav-i- 
aproximan  más  á  las  normales;  se  atenúa  el  tinte  verdoso  y  se  hace  amn:.. 
obscuro  y  luego  amarillo  ;  cesa  el  mal  olor;  la  reacción,  acida  al  prinr:^ 
{papel  de  tornasol),  se  vuelve  alcalina.    Casi  todos  estos  efectos  se  notar.: 
desde  el  cuarto  ó  quinto  tubo.    A  la  par  baja  la  temperatura  y  niPUir 
los  fenómenos  generales.    Si  la  mejoría  es  transitoria,  hay  que  dar  otra 
la  gelatina. 

Esta  substancia  es  provechosa  en  las  gastro-f  uteritis  simples,  e«^ 
•de  trastornos  localizados  en  el  intestino,  con  deposiciones  frecuente> 
rreicas,  modificadas  química  y  bacteriológicamente,  con  frecuencia  a  ^ 
panadas  de  vómitos  y  sin  alteraciones  notables  del  estado  general.   I'^* 
contrario,  cuando  la  enfermedad  es  difusa,  cuando  se  trata  más  que<if  ^'~ 
tro-enteritis,  de  infecciones  digestivas,  con  temperatura  alta,  bronco-p 
monía,  estertores  congestivos  y  sobre  todo  el  cólera  infantil,  la  gebM 
fracasa  (1). 

CLXXXIX.  —  Arsltriol 

Nombre  comercial  del  glicero-arseniato  calcico  (2). 

CLXXXX.  —  Dermófireno 

Contiene  de  40  á  60  por  100  de  óxido  de  zinc  y  se  usa  contra  laá  den: 
tosis  húmedas  (2). 

Dr.  Rodríguez  Ml>'- 


NUBSTRA  CORRRSPONDRNCIA  CON  LA  PRENSA 


lia  EBonela  de  Kediolna,  de  México.  —  Gracias  por  la  reproduooi*  ^ 
las  conclusiones  del  trabajo  del  Sr.  Turró,  Origen  de  las  alexinisy  á^ 
noticias  Tnberano  :  mievo  laxante.  Trigémina:  acción  analgésica,  j«.' ' 
astringente  y  desinfectante  intestinal.  Tenia:  tratamiento  con  el  tst' 
Quelidonina :  su  empleo  en  las  ven^ugis,  epitelioma  y  cánceres^  úlcern 
trica,  etc.;  acción  analgésica,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Zaa  Crónica  médica,  de  Lima.—  Id.,  id.,  de  Ins  noticias  Coquel«cht:tT' 
miejitos  modernos,  Triberano :  nuno  laxante,  Dermatosis  de  In  piel  itl  * 
neo :  tratamiento,  Glicerma :  su  empleo  en  Oftalmología,  Hemoa^roidn : ' 
tamiento,  Nefritis  aguda:  tratamiento  con  el  hielo.  Chancro  duro::' 
miento  con  el  aire  caliente,  Enfermedad  de  Basedow :  tratamiento  r 
sul/aniluto  sódico.  Seborreas:  tratamiento  con  el /ormol^  Purgatim  • 
cetato  de  antropurpurina.  Hemofilia :  empleo  del  tejido  (wérie9,^  CiMcer 
operable;  tratamientos,  y  de  otras  varias  cuya  procedencia  equivoca, 
Dr.  Rodríguez  Méndez. 


(1>    l.yon  medical. 

(2)    El  Jurado  médico -farmacéutico. 


Estudios  demográjicos  de  Barcelona 


643 


El  Prospreso  médico,  de  Barcelona.  —  Id.,  id.,  de  la  historia  clínica 
Cuerpo  extraho  del  conducto  auditivo  externo  extraído  por  medio  del  asa  de 
Wilde,  del  ür.  A.  Martín. 

laa  Correspondencia  médica,  de  Madrid.  —  Id.,  id.,  de  la  noticia  Petro- 
selina  como  analgésico  en  los  entuertos,  del  Dr.  Rodríg-uez  Méndez 

Bevista  de  Medicina  contemporánea,  de  Madrid.  —  id.,  id.,  de  las  no- 
ticias Automovilismo:  acción,  terapéutica,  Fiebre  tifoidea:  trata^yiiento, 
Ciática:  tratamiento  con  las  inyecciones  hipodérmicns  de  estricnina,  del 
ür.  Kodríg-uez  Méndez,  y  ¿7/¿  caso  de  secreeióa  láctea  en  substitución  de  las 
reglas  en  uua  Joven  virgen,  del  Dr.  Rovira  y  Oliver. 

laos  Nuevos  Remedios,  de  Madrid.  —  Id.,  id.,  de  la  noticia  Ozena :  trata- 
mieafOy  del  Dr.  Rodríg-nez  Méndez. 

laa  Medicina  cientifica.  de  Barcelona.  —  Id.,  id.,  de  la  comunicación 
Origm  y  naturaleza  de  las  alexinas,  del  Sr.  Turró. 

Revista  médica,  de  Sevilla  —  Id.,  id  .  de  la  noticia  Un  caso  de  secreción 
láctea  en  substitución  de  las  reglas  en  una  Joven  virgen,  del  Dr.  Rovira  y 
Oliver. 

Revista  frenopátioa  espafiola,  de  Barcelona.  —  Id.,  id.,  del  trabajo  del 
Dr.  Marandon  de  Montyel,  Naturaleza  de  la  obsesión,  traducido  por  el  se- 
ñor Ruiz  Rodrígruez  (J.K  y  de  las  noticias  Ciática :  tratamiento  con  el  pi- 
ramidón y  Acción  terapéutica  del  rodonio,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Revista  médioa  cubana,  de  la  Habana.  —  Id.,  id.,  de  la  noticia  Muerte 
aparente  del  recién  nacido :  tra  amiento,  del  Dr.  Rodrígruez  Méndez. 

I«a  Correspondencia  médica,  de  Madrid.  ~  Id.  id.  de  la  noticia  Muerte 
aparente  del  recién  nacido:  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Revista  balear  de  Ciencias  médicas,  de  Palma  de  Mallorca.—Id.,  id.,  de 
la  noticia  Nicturia,  del  Dr.  Cebeira. 

Revista  de  Medicina  y  Cirug^ia  prácticas,  de  Madrid.  —Id.,  id.,  del 
trabajo  Indicaciones  del  ácido  planeo  en  la  uretritis ,  del  Dr.  Peyrí. 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 

POR     EL 

I)r.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  por  tuberculosis  en 
Baroelona  (1898-1903) 

De  triste  oportunidad  siempre, 
acaso  lo  sea  hoy  más  el  e.stiidio 
(le  la  Tuberculosis,  como  elemento 
obituario  en  Barcelona. 

Los  datos  que  ofrecemos  k 
nuestros  habituales  lectores,  com- 
prenden el  año  1G03,  y  para 
mejor  apreciar  la  sig^nificación  de 
las  cifras,  daremos  los  totales  g-ua- 
rismos  de  defunción  por  el  bacilo 
(le  Kocli,  en  las  cinco  anualidades 
anteriores. 

Los  esfuerzos  laudables  de  in- 
dividuos y  corporaciones  para  dis- 
minuir, cuando  menos,  la  continua 
hemorrag-ia  vital  que  abren  las 
dolencias  fimóg'enas,  están  sobra- 
do justificadas  por  los  estados  y 

g'ráficas  adjuntos.  Fig.  ae.-Mortalldad  en  Barcelona  (1898-1902 


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Mortalidad  por  tuberculosis.  —  Año  1903 


Meses 


Enero.  . 
Febrero 
Marzo   . 
Abril  .  . 
Majro.  . 
Junio  .  T 
Julio  .  . 
Agosto  . 
Septiembre. 
Octubre. 
Noviembre. 
Diciembre 


Totales. 


Óbitos  por  kdades 


DcOá7 
años 


i9 

íí 
2(» 
22 
13 
17 
10 
11 


í  *'^'"^  I 


149 


347 


DeSá 
Ui  años 


45      50 
95 


De  16  á 
25  años 


101 

JIL 

IJ-W- 


M.¿SES 


Enero . 
Febrero . 
Marzo. 
Abril  . 
Mayo  . 
Junio  . 
Julio.  . 
Agosto 
Septiembre. 
Octubre 
Noviembre . 
Diciembre 


Toules. 


ÓhITí'S    rOR    I»ISTRITOS    SANITARIOS 


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12  I 
10  , 

^  I 
8  I 

3l 
8 

U 

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120   80 
200 


III 


IV 


VI 


59  ,  49 


H  !  V  I  ÍI 


5  6 

9  '  5 

9  7 

4  I  7 

10  i  5 

13  3 

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_^ lLl_i 

28    3li  '  44  1 119   (,5 


V     II  I 


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II     V 


128 


10  I  11 
7  i  10 


IOS,  Ü7  ¡127 


175 


VIII 


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12 

6 

11 

11 

9 
104 


IX      >»" 

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131* 


Fig.  27    —  Mortalidad  en  Barcelona  (1903) 


Tomo  ZZVIX.    Ntm.  21    Baroelona  15  noviembre  190i    Año  ZZYII.    Núm.  667 

Gaceta  Médica  Catalat^a 

SUM  \RIO :  Una  lección  de  obstetricia :  Sobre  el  mecanismo  del  parto,  por  el  Dr.  J.  M.  Campa. 
—  VII  Congreso  internacional  de  Obstetricia  (Burdeos,  1-4  agosto  de  1^04):  Comunicaciones, 
por  el  Dp.  D.  Ricardo  Botey.  —  Revista  de  Oftalmología,  por  el  Dp.  Figueras.—  Sesiones 
inaugurales:  Patronato  de  la  obra  antituberculosa  (30  septiembre).  Academia  de  Higiene  de 
Cataluña  (4  octubre^  por  el  Dp.  A.  Bassols  y  Prim.  —  La  profilaxis  sanitaria  de  la  peste  y 
las  modificaciones  que  se  han  de  hacer  en  los  ref^Iamentos  cuarentenarios,por  el  Djr.  A.  Gal- 
mette.  —  Estudio  critico  de  un  proyecto  de  revisión  de  la  Convención  de  Ginebra,  pcfr  el  doo« 
top  Campos- Hugrueney.  —  Rkvista  chítica  bibliogháfica  ,  por  los  doctopes  D.  Félix. 
Antigüedad  Diez  y  Oonzález  Ppats.  —  Noticias  científicas:  Tifo-bacilosis.  —  In- 
vest¡{;aciones  acerca  del  agente  específico  de  la  rabia.  —  Rayos  N.  —  Locuras :  clasificación 
de  Ziehen.  ~  Frote  subescapular.  —  Formulario  y  tratamikntos  moorrnos  ,  por  el  Dp.  Ro- 
dríguez Méndez.  —  Publicaciones  recibidas. -«  Estudios  demográficos  de  Barcelona,  por 
el  Dr.  D.  Luis  Comenge. 

UNA    LECCIÓN    DE    OBSTETRICIA 


Sobre  el  mecanismo  del  parto 

POR    EL 

Dr.  J.  M.  Campa 

Lleg'ado  el  feto  al  término  de  su  vida  intra-uterina,  se  contraen  las 
fibras  musculares  de  la  matriz,  y  el  feto,  no  hallando  otra  salida  que  el 
orificio  cervical  y  el  conducto  pelviano,  sale  por  éste  al  exterior.  He 
aquí  el  concepto  mñs  sencillo  del  mecanismo  del  parto  normal.  Pero 
si  el  concepto  es  sencillo,  el  fenómeno  es  complicado;  por  decir  mejor, 
es  una  serie  de  fenómenos  ,  acerca  de  los  cuales  conviene  dar  una  ex- 
plicación. Para  ello  iremos  desenvolviendo  y  ampliando  el  concepto 
antes  enunciado. 

Desde  lueg'o  hemos  de  declarar  que,  convencidos  como  estamos  de 
que  la  fisiolog^ía  no  es  más  que  el  conjunto  de  la  física  y  de  la  química 
biológ-icas,  nos  proponemos  explicar  el  mecanismo  del  parto  mediante 
las  leyes  de  la  mecánica  física,  en  cuyo  intento  no  somos,  ni  mucho 
menos,  el  primero,  pues  desde  Levret  acá  son  variofv  los  que  han  se- 
guido ig'ual  camino ;  pero  como  la  mayoría  limita  su  explicación  á 
emplear,  por  comparación,  términos  de  mecánica,  sin  precisar  meca- 
nismo alg-uno  y  los  que  más  hacen  reducen  la  semblanza  al  período  de 
dilatación  (Joiilin),  nos  parece  que  no  ha  de  ser  nuestro  modesto  tra- 
bajo enteramente  desprovisto  de  interés,  ni  ha  de  faltarle  en  absoluto 
la  novedad.  Otra  salvedad  hemos  de  hacer,  y  es  que  sólo  nos  propo- 
nemos explicar  los  fenómenos  y  sus  causas  inmediatas,  pero  no  las  cau- 
sas primeras  de  los  mismos,  que  son  totalmente  desconocidas. 

En  el  mecanismo  del  parto  hemos  de  distinf^uir  dos  partes,  que  así 
como  fisiológ-ícamente  se  realizan  de  un  modo  sucesivo,  en  sus  condi- 
ciones mecánicas  son  también  distintas :  es  una,  la  dilatación  del  cue- 
llo; es  otra,  la  salida  del  feto  del  interior  del  útero  y  el  paso  del  mismo 
feto  por  el  conducto  pelviano  hasta  llegar  al  exterior.  En  la  primera 
])arte,  el  cuerpo  del  útf^ro  representa  la  potencia,  el  feto  representa  el 
punto  de  apoyo,  y  el  cuello  la  resistencia ;  en  la  segunda  parte  el  con- 
cepto se  complica  más :  la  potencia  sigue  ejercida  por  el  cuerpo  del 
útero,  auxiliado  por  el  diafragma  y  algunos  músculos  de  las  paredes 
abdominales,  pero  la  resistencia  aquí  la  constituyen  en  pequeña  parte 
el  cuello  dilatado  y  en  porción  mucho  mayor  Tas  paredes  sólidas  del 
conducto  pelviano,  pasando  el  feto  á  representar  una  máquina.  Estu- 
diemos estos  fenómenos  sucesivamente. 

El  concepto  físico  que,  aunque  grosero,  con  mayor  sencillez  puede 
explicar  la  salida  del  feto  del  interior  del  útero,  es  la  expresión;  si  ima- 


€$8  Revista  critica  bibliográfica 

gracióii  que  la  inmigración  en  51  individuos,  resultando  el  punto m:^^ 
favorecido  por  los  emigrantes  Argelia,  que  absorbió  ella  sola  el  4?*^'» 
por  100  de  las  salidas. 

Finalmente,  deduce  el  autor,  de  los  datos  aportados,  que  la  emiirni- 
ción  k  Arg-elia  es  temporal,  y  la  que  se  dirige  á  los  países  de  Aait-i.^ 
definitiva. 

Constituye  el  opúsculo  un  trabajo  muy  interesante. 

VI.  En  este  folleto  el  I)r.  Fajarnés  expone  los  casos  más  notah!'- 
de  rabia  observados  en  Mallorca  desde  la  antigüedad  hasta  venir 
parar  al  año  1814-15,  inspirándose  en  parte  en  un  trabajo  del  don. r 
Almodóvar,  publicado  á  principios  del  siglo  pasado. 

VII.  Las  estadísticas  procedentes  de  la  Dirección  general  de  Ev'- 
dística  municipal  de  Buenos  Aires  son  de  las  más  completas,  y  para  j- 
nuestros  lectores  se  formen  idea  de  su  importancia,  basta  decir  j . 
bien  desarrollados  y  detallados,  contienen  los  siguientes  capítulo.*: 

I  Observaciones  climatológicas  é  higiénicas.  —  II  Crecimiento  de 
población.  —  III  Demografía.  —  IV  Alimentación  pública.  —  V  L  •  - 
moción.  —  VI  Movimiento  económico.  —  VII  Comercio  especial  ev- 
rior  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  en  1892.  —  VIII  Correos,  Teléjrnif' 
Teléfonos.  —  IX    Asistencia    pública.  —  X    Movimiento    crimina!.  - 
XI  Movimiento  carcelario.  —  XII  Instrucción  pública.  —  XIIíDiverv 
nes  y  juegos.  —  XIV  Datos  diversos  (materias  fecales,  obras  de  >?.  - 
bridad,  alumbrado  público  y  particular,  inspectores  municipales,  :i: 
mados,  plazas  y  paseos  públicos,  limpieza  pública.  Banco  Munioi] 
Sociedades  anónimas,  finanzas  comunales,  canje). 

Algunas  de  las  estadísticas  comparativas  abarcan  muchos  ai>. 
como  la  de  la  alimentación,  que  arranca  del  año  1890,  y  la  demojrrar.- 
ca,  del  18S7. 

Todo  ello,  expue.sto  clara  y  detalladamente  en  un  tomodereg'u'íir'^ 
proporciones. 

Es  un  ejemplo  que  deberíamos  imitar,  pues  tiene  la  mayor  imi  '- 
tancia  por  múltiples  conceptos,  el  comercial  inclusive. 

VIII.  Importante  folleto  en  oue  v,ene  la  sabia  disertación  é  iu» 
sante  discusión  á  que  el  tema  dio  lugar  en  la  docta  Corporación. 

IX.  Es  un  tomito  de  regulares  dimensiones  y  con  numerosos  ci- 
dros gráficos  de  mucho  sentido  práctico,  por  la"  rapidez  con  que  i 
idea  (le  lo  que  el  autor  se  propone  ;  ofrece  una  serie  de  trabajo.-*  »'•''-  | 
dísticos,  fruto  de  encarnizada  labor. 

El  Dr.  Canabal  estudia  en  su  obra,  además  de  la  mortalidad  írem^ 
del  Uruguay,  el  sarampión,  la  escarlatina,  la  viruela,  la  difteria,  latí' 
dea,  la  tos  ferina  y  la  tuberculosis.  Para  todas  estas  enfermeda<le> 
hace  el  estudio  por  departamentos  territoriales  y  por  focos. 

Es  obra  digna  del  mayor  encomio  y  que  da  muestra  de  la  inca::- 
ble  laboriosidad  de  su  aiítor. 

X.  Des])ués  del  prólogo  en  que  el  Dr.  Simonena  aboga  con  v:: 
por  la  implantación  de  las  necesarias  reformas  higiénicas,  el  autor 
folleto  trata  de  la  demografía  sanitaria  en  el  decenio  de  1891  «n  l'> 
del  agua,  su  utilidad  y  estudio  de  las  que  abastecen  á  Pamplona: 
alcantarillado  y  saneamiento  del  río  ;  de  la  desinfección  ;   del  aire^j 
biente  y  del  clima  :  de  las  viviendas;  de  los  alimentos  y  bebidai^  .ii 
hólicas  ;  de  la  moralidad  ;  de  las  reformas  higiénicas  y  urbanas  «le 
gente  necesidad  y  de  las  reformas  que   incumben   á    la  inician, 
privada. 

Como  se  ve,  por  la  simple  enumeración  de  las  materias  trata<i8>- 
folleto  ^.^ik  inspirado  en  el  más  acendrado  amor  á  la  localidad. 


i 


FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS    MODERNOS 


CLXXXI.  —  Epistaxis :  tratamiento 

A  pesar  de  los  progresos  de  la  Rinología,  los  médicos  no  especialista» 
continúan  usando  contra  las  epistaxis  un  tratamiento  poco  de  acuerdo  con 
aquéllos,  y  n  curren,  por  e.emplo,  al  poco  valioso  taponamiento  anterior  y 
posterior,  tan  peligroso  para  el  oído. 

A.  Pugrnat,  de  Ginebra,  censura  esta  conducta  y  propone  una  terapéu- 
tica más  racional.  Con  Rouge  divide  las  epistaxis,  según  su  asiento,  en  tres- 
grupos  ó  clases: 

I."  Hemorragias  del  tabique  fiasal  {psLTie  ántero-inferior).  —  Son  las  más- 
comunes  :  á  un  centímetro  del  borile  anterior  de  la  fosa  nasal  está  el  sitio  pre- 
dilecto de  estas  hemorragias  por  la  delgadez  de  la  mucosa,  las  dilataciones 
varicosas  frecuentes  y  los  fáciles  traumatismos.  Se  debe  empezar  por  intro- 
ducir una  mecha  de  algodón  seco,  y  mejor  empapada  en  agua  oxigenada 
á  12  volúmenes,  ó  en  una  solución  de  antipirina,  y  luego  con  dos  dedos  se 
comprime  durante  cinco  minutos  las  alas  de  la  nariz  contra  el  tabique.  Si 
cesa  la  hemorragia,  se  puede  decir  que  el  punto  de  partida  estaba  en  el 
tabique.  Se  deja  la  mecha  hasta  el  día  siguiente,  se  la  retira  con  suavidad, 
em papándola  antes  en  agua  oxigenada,  para  que  se  desprenda,  y  mediante 
un  espéculum  bivalvo  se  examina  la  parte  inferior  del  tabique.  Se  verá 
entonces  una  costrita  negruzca,  que  se  cuidará  de  no  levantar  ;  se  buscará 
si  hay  varias  para  cicatrizarlas,  valiéndose  para  ello  de  un  estilete  calentado 
al  rojo,  que  se  introduce  en  cristales  de  nitrato  de  plata,  los  cuales  se  fun- 
den y  forman  una  perla  en  el  extremo,  con  cuya  perla  se  las  toca ;  hecho 
esto,  se  recomienda  al  enfermo  que  no  se  suene  y  que  introduzca  en  las 
fosas  nasales  vaselina  bórica. 

Si  con  la  compresión  no  cesa  la  hemorragia,  hay  que  buscar  en  el  tabi- 
que su  fuente  y  cauterizar  poT  modo  inmediato. 

2.*  Hemorrapias  de  regiones  circunsmtas.  —  Son  las  tratadas  clásicamente 
con  el  taponamiento,  que  debe  ser  suprimido  por  ser  doloroso  á  las  veces, 
exponer  á  repeticiones  al  quitar  el  tapón  y  causar  accidentes  infecciosos. 
Pugnat  lo  substituye  con  eXper^arvar. 

\i\  pengarDar-Djambiy  introducido  en  la  terapéutica  rinológica  por  Lubet- 
Barbon  (1903),  es  un  helécho  arborescente  de  la  India,  del  que  se  utilizan  los 
filamentos  sedosos;  su  empleo  en  me  licina  es  antiquísimo,  usándolo  lo& 
rabinos  rusos  para  detener  la  hemorragria  de  la  circuncisión.  Es  un  buen 
hemostásico,  que  hace  cesar  inmediatamente  la  salida  de  sangre  cuando  se 
pone  en  contacto  con  la  superficie  lesion«da.  Se  busca  mediante  la  rinos- 
copia  anterior  el  origen  y  se  conduce  la  borra  con  la  pinza  nasal,  sin  que 
sea  necesario  obturar  las  fosas  nasales.  Si  no  cesa  la  hemorragia,  se  averi- 
gua si  la  aplicación  ha  sido  bien  hecha.  Detenida,  no  hay  que  hacer  nada 
más,  pues  el  medicamento  va  saliendo  cuando  se  suena  el  enfermo.  Esta 
substancia  ofrece,  adema?,  la  ventajade  no  obturar  lafosa  y,  por  lo  tanto,  no 
causa  la  sensación  molesta  del  taponamiento,  y  la  respiración  nasal  puede 
efectuarse.  El  pengawar  resulta  todavía  más  inofensivo  si  se  usa  esterilizado. 

Se  le  puede  usar  en  otras  hemorragias  accesibles. 

Cuando  no  se  puede  dar  con  el  punto  de  partida,  entonces  hay  que  tratar 
la  epistaxis  como  un  caso  de 

3°  Hemorragias  difusas.  —  Entonces  se  tapiza  toda  la  superficie  mucosa 
con  las  fibras  de  pengawar,  y  si  continúa  la  hemorragia,  se  las  comprime 
ligeramente,  pero  sin  Uegar'nunca  á  un  taponamiento  verdadero.  Al  otro 
día  se  las  saca  suavemente,  asi  como  á  los  coágulos,  con  la  pinza  nasal. 

Todavía  no  ha  dado  Pugnat  con  una  hemorragia  que  se  resista  á  este  tra- 
tamiento. 

En  resumen :  el  tratamiento  de  la  epistaxis  se  reduce  á  cauterizar  el  tabi- 
que con  la  perla  de  nitrato  de  plata  si  parte  de  aquél,  y  á  usar  el  pengawar 
en  todos  los  demás  sitios.  Esta  técnica  es  eficaz  y  rápida,  evita  los  acciden- 
tes sépticos  y  molestias  del  taponamiento,  es  muy  sencilla,  exige  sólo  co- 
nocimientos elementales  de  Rinología  y  no  precisa  más  que  estos  instru- 
mentos :  estiletes,  espéculum  nasal  y  pinza  nasal  (1). 


(1)    Journal  de  Kfid.  et  de  Chir.  pratiques. 


^  J 


638  Revista  critica  tfibliogrdjica 


graciÓTi  que  la  inmiorración  en  51  individuos,  resultando  el  punto min 
favorecido  por  los  emigrantes  Arg-elia,  que  absorbió  ella  sola  el  \>^ 
por  100  de  las  salidas. 

Finalmente,  deduce  e!  autor,  de  los  datos  aportados,  que  laemi;'r;i- 
ción  á  Arg-elia  es  temporal,  y  la  que  se  dirige  á  los  países  de  AmeLd 
definitiva. 

Constituye  el  opúsculo  un  trabajo  muy  interesante. 

VI.  En  este  folleto  el  Dr.  Fajarnés  expone  los  casos  más  notaM- 
de  rabia  observados  en  Mallorca  desde  la  antig-üedad  hasta  venir ' 
parar  al  año  1814-15,  inspirándose  en  parte  en  un  trabajo  delduf.c 
Almodóvar,  publicado  á  principios  del  «igflo  pasado. 

VII.  Las  estadísticas  procedentes, de  la  Dirección  g-eneral  deE<t> 
dística  municipal  de  Buenos  Aires  son  de  las  más  completas,  y  para  v> 
nuestros  lectores  se  formen  idea  de  su  importancia,  basta  decir  q: 
bien  desarrollados  y  detallados,  contienen  los  siguientes  capítulos: 

I  Observaciones*^ climatológicas  é  higiénicas.  —  II  Crecimiento  d»- 
población.  —  III  Demografía.  —  IV  Alimentación  pública.  —V  L'>- 
moción.  —  VI  Movimiento  económico.  —  VII  Comercio  especial  exf- 
rior  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires  en  1892.  —  VIII  Correos,  Telé<rr;if  • 
Teléfonos.  —  IX  Asistencia  pública.  —  X  Movimiento  crimina;.  - 
XI  Movimiento  carcelario.  —  XII  Instrucción  pública.  —  XIIIDiv»*r> 
nes  y  juegos.  —  XIV  Datos  diversos  (materias  fecales,  obraos  de  >í  - 
bridad,  alumbrado  público  y  particular,  inspectores  municipales,  ?.t:' 
mados,  plazas  y  paseos  públicos,  limpieza  pública.  Banco  Muni«'i]í 
Sociedades  anónimas,  finanzas  comunales,  canje). 

Algunas  de  las  estadísticas  comparativas  abarcan  muchos  ai:  ; 
como  la  de  la  alimentación,  que  arranca  del  año  1890,  y  la  demofrru:- 
ca,  del  1887. 

Todo  ello,  expuesto  clara  y  detalladamente  en  un  tomo  de  reg-ular- 
proporciones. 

Es  un  ejemplo  que  deberíamos  imitar,  pues  tiene  la  mayor  imi  :- 
tancia  por  múltiples  conceptos,  el  comercial  inclusive. 

VIII.  Importante  folleto  en  que  v.ene  la  sabia  disertación  é  in:^:- 
sante  discusión  á  que  el  tema  dio  lugar  en  la  docta  Corporación. 

IX.  Es  un  tomito  de  regulares  dimensiones  y  con  numerosos  ou'- 
dros  gráficos  de  mucho  sentido  práctico,  por  la  rapidez  con  que  !• 
idea  de  lo  que  el  autor  se  propone  ;  ofrece  una  serie  de  trabajos  e^r 
dísticos,  fruto  de  encarnizada  labor. 

El  Dr.  Canabal  estudia  en  su  obra,  además  de  la  mortalidad  *rent*n 
del  Uruguay,  el  sarampión,  la  escarlatina,  la  viruela,  la  difteria,  latii  - 
dea,  la  tos  ferina  y  la  tuberculosis.  Para  todas  estas  enfermedade?  * 
hace  el  estudio  por  departamentos  territoriales  y  por  focos, 

Es  obra  digna  del  mayor  encomio  y  que  da  muestra  de  la  incan<- 
ble  laboriosidad  de  su  autor. 

X.  Después  del  prólogo  en  que  el  Dr.  Simonena  aboga  con  v!::* 

f>or  la  implantación  de  las  necesarias  reformas  higiénicas,  el  autor  " 
oUeto  trata  de  la  demografía  sanitaria  en  el  decenio  de  1891  kV^^ 
del  agua,  su  utilidad  y  estudio  de  las  que  abastecen  á  Pamplona:  - 
alcantarillado  y  saneamiento  del  río  ;  de  la  desinfección  ;  del  aire:rL. 
biente  y  del  clima  ;  de  las  viviendas ;  de  los  alimentos  y  bebidas  :;. 
hólicas*;  de  la  moralidad  ;  de  las  reformas  higiénicas  y  urbanas  de  ':'- 
gente  necesidad  y  de  las  reformas  que  incumben  á  la  iniciat:' 
privada. 

Como  se  ve,  por  la  simple  enumeración  de  las  materias  trat4idu>' 
folleto  está  inspirado  en  el  más  acendrado  amor  á  la  localidad. 


FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS    MODERNOS 


CLXXXI.  —  Epistaxis :  tratamiento 

A  pesar  de  los  progresos  de  la  Riiiologría,  los  médicos  no  especialistas 
continúan  usando  contra  las  epistaxis  un  tratannento  poco  de  acuerdo  con 
aquéllos,  y  rt  curren,  pore.emplo,  al  poco  valioso  taponamiento  anterior  y 
posterior,  tan  peligroso  para  el  oído. 

A.  Pugnat,  de  Ginebra,  censura  esta  conducta  y  propone  una  terapéu- 
tica más  racional.  Con  Rouge  divide  las  epistaxis,  según  su  asiento,  en  tres- 
grru pos  ó  clases: 

I.**  Hemorragias  del  tabique  nasal  {}^2íTiQ  ántero-inferior).  —  Son  las  más- 
comunes :  á  un  centímetro  del  bonle  anterior  de  la  fosa  nasal  está  el  sitio  pre- 
dilecto de  estas  hemorragias  por  la  delgadez  de  la  mucosa,  las  dilataciones 
varicosas  frecuentes  y  los  fáciles  traumatismos.  Se  debe  empezar  por  intro- 
ducir una  mecha  de  algodón  seco,  y  mejor  empapada  en  agua  oxigenada 
á  12  volúmenes,  ó  en  una  solución  de  antípirina,  y  luego  con  dos  dedos  se 
comprime  durante  cinco  minutos  las  alas  de  la  nariz  contra  el  tabique.  Si 
cesa  la  hemorragia,  se  puede  decir  que  el  punto  de  partida  estaba  en  el 
tabique.  Se  deja  la  mecha  hasta  el  día  siguiente,  se  la  retira  con  suavidad, 
em papándola  antes  en  agua  oxigenada,  para  que  se  desprenda,  y  mediante 
un  espéculum  bivalvo  se  examina  la  parte  inferior  del  tabique.  Se  verá 
entonces  una  costrita  negruzca,  que  se  cuidaró  de  no  levantar  ;  se  buscará 
si  hay  varias  para  cicatrizarlas,  valiéndose  para  ello  de  un  estilete  calentado 
al  rojo,  que  se  introduce  en  cristales  de  nitrato  de  plata,  los  cuales  se  fun- 
den y  forman  una  perla  en  el  extremo,  con  cuya  perla  se  las  toca ;  hecho 
esto,  se  recomienda  al  enfermo  que  no  se  suene  y  que  introduzca  en  las 
fosas  nasales  vaselina  bórica. 

Si  con  la  compresión  no  cesa  la  hemorragia,  hay  que  buscar  en  el  tabi- 
que su  fuente  y  cauterizar  poTr  modo  inmediato. 

2.*  Hemorragias  de  regiones  circunscritas.  —  Son  las  tratadas  clásicamente 
con  el  taponamiento,  que  debe  ser  suprimido  por  ser  doloroso  á  las  veces, 
exponer  á  repeticiones  al  quitar  el  tapón  y  causar  accidentes  infecciosos. 
Pugnat  lo  substituye  con  elpengawar. 

E\  pengatvar'DJamH,  introducido  en  la  terapéutica  rinológica  por  Lubet- 
Barbon  (1903),  es  un  helécho  arborescente  de  la  India,  del  que  se  utilizan  los 
filamentos  sedosos;  su  empleo  en  me  licina  es  antiquísimo,  usándolo  los^ 
rabinos  rusos  para  detener  la  hemorrag-ia  de  la  circuncisión.  Es  un  buen 
heraostásico,  que  hace  cesar  inmediatamente  la  salida  de  sangre  cuando  se 
pone  en  contacto  con  la  superficie  lesionnda.  Se  busca  mediante  la  rinos- 
copia  anterior  el  origen  y  se  conduce  la  borra  con  la  pinza  nasal,  sin  que 
sea  necesario  obturar  las  fosas  nasales.  Si  no  cesa  la  hemorragia,  se  averi- 
gua si  la  aplicación  ha  sido  bien  hecha.  Detenida,  no  hay  que  hacer  nada 
más,  pues  el  medicamento  va  saliendo  cuando  se  suena  el  enfermo.  Esta 
substancia  ofrece,  ademá-s  la  ventaja  de  no  obturar  la  fosa  y,  por  lo  tanto,  no 
causa  la  sensación  molesta  del  taponamiento,  y  la  respiración  nasal  puede 
efectuarse.  El  pengawar  resulta  todavía  más  inofensivo  si  se  usa  esterilizado. 
Se  le  puede  usar  en  otras  hemorragias  accesibles. 

Cuando  no  se  puede  dar  con  el  punto  de  partida,  entonces  hay  que  tratar 
la  epistaxis  como  un  caso  de 

3  °  Hemorragias  di/Usas.  —  Entonces  se  tapiza  toda  la  superficie  mucosa 
con  las  fibras  de  pengawar,  y  si  continúa  la  hemorragia,  se  las  comprime 
ligeramente,  pero  sin  llegar  nunca  á  un  taponamiento  verdadero.  Al  otro 
día  se  las  saca  suavemente,  asi  como  á  los  coágulos,  con  la  pinza  nasal. 

Todavía  no  ha  dado  Pugnat  con  una  hemorragia  que  se  resista  á  este  tra- 
tamiento. 

En  resumen  :  el  tratamiento  de  la  epistaxis  se  reduce  á  cauterizar  el  tabi- 
que con  la  perla  de  nitrato  de  p'ata  si  parte  de  aquél,  y  á  usar  el  pengawar 
en  todos  los  demás  sitios.  Esta  técnica  es  eficaz  y  rápida,  evita  los  acciden- 
tes sépticos  y  molestias  del  taponamiento,  es  muy  sencilla,  exige  sólo  co- 
nocimientos elementales  de  Rinología  y  no  precisa  más  que  estos  instru- 
mentos :  estiletes,  espéculum  nasal  y  pií-za  nasal  (1). 


(1)    Journal  de  Kféd.  et  de  Chir.  pratiques. 


65o  Una  lección  de  obstetricia :  sobre  el  mecanismo  del  parto 

obstáculos  que  se  oponen  á  la  penetración  de  la  cuña,  y  lo  mismo- 
puede  decirse  de  todos  los  puntos  del  contorno  fetal  y  del  circuito  pel- 
viano que  en  un  momento  dado  se  encuentren  en  dichas  condiciones. 
Tampoco  es  un  inconveniente  para  la  asimilación  la  circunstancia  de 
ser  un  conducto  el  obstáculo,  pues  lo  que  decimos  para  los  puntos  del 
circuito  situados  en  un  plano,  se  puede  repetir  con  razón  para  los  pun- 
tos situados  en  otros  planos,  por  los  que  vaya  pasando  sucesivamente 
el  feto  en  su  prog'resión. 

Es  asimilable  también  la  manera  de  ejercerse  la  potencia  sobre  el 
feto,  pues  á  éste  le  empujan  en  el  periodo  de  expulsión  principalmente 
las  contracciones  de  las  fibras  del  fondo  del  útero  y  algo  también  las 
contracciones  del  diafragma  y  músculos  de  las  paredes  abdominales^ 
obrando  todos  de  arriba  á  abajo,  ó  mejor  dicho,  ejerciéndose  sobre  la 
parte  superior  del  ovoide,  como  ocurre  en  la  cuña,  donde  la  potencia 
se  ejerce  sobre  la  base,  y  llega  la  similitud  hasta  el  punto  de  que  asi 
como  en  la  cuña  la  potencia  se  ejerce  con  intermitencias  (ordinaria- 
mente á  martillazos),  en  el  parto  las  contraccianes  uterinas  (potencia), 
son  también  intermitentes.  La  manera  de  ceder  la  resistencia  de  los 
obstáculos  es  también  asimilable,  pues  si  en  la  cuña  se  van  separando 
conforme  ella  penetra,  nadie  puede  negar  que  mediante  la  compresión 
de  las  partes  blandas,  la  separación,  no  por  pequeña  menos  real,  de  las 
superficies  articulares  existentes  en  el  circuito  óseo  de  la  pelvis  y  la 
distensión  de  los  ligamentos  y  planos  fibrosos  que  completan  el  con- 
ducto, se  ensancha  el  espacio",  permitiendo  el  paso  del  ovoide  fetal. 

Admitido  todo  esto,  deduzcamos  la  ley  de  la  expulsión  del  feto  con 
arreglo  á  esas  condiciones  mecánicas,  iniciadas  las  contracciones  (po- 
tencia), actuando  sobre  el  feto  (cuña),  se  descompone  la  fuerza  que  re- 
presentan en  otras  varias  que  se  dirigen  contra  la  resistencia  opuesta 
por  las  paredes  pelvianas  (resistencia  opuesta  por  los  obstáculos) ;  des- 
truida esta  resistencia  por  aquellas  fuerzas  componentes  de  la  poten- 
cia, el  feto  (cuña)  avanza  por  el  espacio  que  le  deja  el  mismo  conducto 
pelviano  ensanchado  en  grado  suficiente  (separación  de  los  obstáculos). 
Aplicando  el  razonamiento  geométrico  hecho  para  establecer  la  ley  de 
equilibrio  de  la  cuña  y  que  es  inútil  repetir,  tendremos 

P:   Q::  AB:  CB 

ó  sea  que  laftierza  de  las  contra ccioiies  (potencia)  es  á  la  resistencia  de 
las  paredes  ael  conducto  (los  componentes  de  la  potencia  miden  la  resis- 
tencia), como  la  base  del  ovoide  fetal  (base  de  la  cuña)  es  á  la  longitud, 
de  ese  ovoide  (longitud  de  la  cuña). 

De  esta  proporción  se  deducen  las  mismas  consecuencias  que  para 
una  cuña  cualquiera:  1.*^,  unas  mismas  contracciones  producirán  tanto 
mayor  efecto,  con  relación  á  la  resistencia,  cuanto  menor  sea  la  base 
del  ovoide  fetal  con  relación  á  su  longitud.  En  efecto :  la  experiencia 
demuestra  que  el  mayor  efecto  útil  se  obtiene  con  menor  potencia  de 
contracción  en  las  presentaciones  de  vértice,  donde  se  reúnen  las  con- 
diciones de  menor  anchura  del  ovoide  fetal  con  relación  á  su  longitud^ 
y  el  efecto  útil  es  menor,  ó  ha  de  aumentar  la  potencia  en  las  presen- 
taciones de  nalgas,  cara  y  tronco,  donde  el  ovoide  fetal  va  siendo  más 
ancho  y  más  corto  en  cada  una  de  ellas ;  2.^  se  deduce  con  no  menor 
claridad  y  acredita  también  la  experiencia  que  con  unas  mismas  con- 
tracciones y  con  un  mismo  ovoide  fetal,  el  efecto  útil  será  tanto  mayor 
cuanto  menor  sea  la  resistencia  opuesta,  que  para  el  caso  viene  á  ser 
cuanto  más  ancho  sea  el  conducto  pelviano,  y  como  la  inversa  es 
igualmente  cierta,  en  los  casos  de  estrechez  pélvica  el  efecto  útil  será 
tanto  menor  cuanto  mayor  sea  el  grado  de  la  estrechez;  de  donde  tam- 


VJI  Congreso  internacional  de  Otología  65 r 

t  ,  ,  _ — - 

bien  la  indicación  práctica  de  la  sinfisiotomía,  de  la  pubiotomía  y  sus 
variantes,  que  destruyendo  la  continuidad  del  anillo  pelviano,  permi- 
ten mayor  separación  de  los  obstáculos,  es  decir ,  disminuyen  la  resis- 
tencia, resultando  aumentado  el  efecto  útil,  ó  sea  facilitada  la  expul- 
sión ;  3.°,  por  último,  es  evidente  que,  dadas  una  misma  pelvis  y  ana 
misma  presentación,  el  efecto  útil  será  tanto  mayor  cuanto  mayor  sea 
la  eneraría  (potencia)  de  las  contracciones  uterinas. 

Puede  observarse  que  en  la  explicación  que  antecede  falta  por  com- 
pleto la  división  en  tiempos  que  ya  es  clásica  al  tratar  del  mecanismo 
del  parto.  En  efecto  :  hemos  prescindido  de  tal  división,  que  no  deja 
de  ser  bastante  artificial  en  cuanto  á  la  sucesión  del  tiempo,  porque  lo 
que  se  hace  en  las  obras  clásicas  bajo  al  epíg'rafe  de  mecanismo  del 
parto,  es  solamente  describir  los  fenómenos  que  durante  él  se  realizan, 
y  bajo  este  aspecto  la  descripción  es  completa  y  nada  tenemos  que 
añadir  á  ella,  mientras  que  nuestro  propósito  ha  sido  explicar  el  me- 
canismo de  esos  fenómenos,  determinar  la  ley  física  que  los  rige,  y 
como  esta  ley  es  una,  la  explicación  había  necesariamente  de  ser  sin- 
tética, abarcando,  sin  distinciones,  todo  el  período  de  expulsión. 

Decía  mi  padre  en  su  Tratado  de  obsietricia:  «  La  acción  de  la  con- 
tracción uterina  ha  querido  estudiarse  como  fenómeno  mecánico,  y 
desde  Levret,  que  explicaba  el  parto  por  leyes  físicas  y  mecánicas,  ha 
venido  profesándose  esta  idea  ;  i)ero  nadie  ha  dado  la  verdadera  fór- 
mula matemática  de  la  producción  del  movimiento  en  este  caso».  ¿Lo 
habremos  nosotros  conseguido  ?  Xo  nos  atrevemos  á  afirmarlo,  y  nos 
daremos  por  muy  satisfechos  si  hemos  podido  contribuir  con  algo  ra- 
cional al  esclarecimiento  de  esta  cuestión. 

Barcelona,  noviembre  de  1903. 


YII  Congreso  internacional  de  Otología 

(Burdeos,  1-4  agosto  df,  1904) 

Comunicaciones 

DKI. 

Dr.    D.    Ricardo   Botey 

Profilaxis  de  las  estenosis  del  oondaoto  deipaés  de  las  operaoiones 

radicales 

La  estenosis  del  conducto  auditivo,  después  de  las  trepanaciones 
del  oído  medio,  resultan  una  consecuencia  frecuente  que  preocupa  á 
mucbüs  otólogos. 

Se  han  imag-inado  diversos  procederes  auto-plásticos  para  prevenir 
la  atresia  ulterior  del  conducto  auditivo,  facilitando  al  mismo  tiempo 
la  cutaneización  de  las  cavidades  del  oído. 

Los  procedimientos  m&s  emi)leados  son  los  de  Zaufal,  de  Panse, 
Stacke,  Karner  y  Liebeninann.  Ninguno  de  estos  procederes  evita  de 
una  manera  segura  la  atresia  del  meato  auditivo,  puesto  que  á  pesar 
de  los  más  minuciosos  cuidados,  el  conducto  se  estrecha  poco  á  poco. 
Además,  el  acto  de  renovar  los  tapones  del  conducto  origina  dolores, 
y,  finalmente,  el  procedimiento  de  Liebenmann,  que  ejecuta  una  aber- 
tura en  la  misma  concha,  es  antiestético. 

El  proceder  de  Botey,  para  evitar  la  atresia  del  meato,  consiste  en 
una  incisión  súpero-»nterior  de  toda  la  longitud  del  conducto  membra- 
noso hasta  el  pabellón,  en  el  sitio  del  surco  anterior  del  oído,  entre  el 
borde  superior  del  trago  y  la  raíz  del  hélice  de  la  concha.  En  este  es- 
pacio no  existe  cartílago  y  la  sección  se  encuentra  perfectamente  disi- 


^'  VII  Congreso  internacional  de  Otología 

.mulada  entre  estas  dos  eminencias.  Se  obtiene  de  este  modo  un 
meato  gigante,  por  donde  pasa  el  pulgar,  en  el  adulto,  y  el  índice  en 
los  niños. 

La  ejecución  de  este  procedimiento  es  muy  fácil  y  se  aplica  á  todos 
los  casos ;  pero  para  asegurar  la  permanencia  de  este  meato  ensan- 
chado, Botey  coloca  inmediatamente  después  de  la  operación  un  cono 
metálico  ligeramente  aplanado  y  lleno  de  agujeritos  de  2  mm.  Estos 
conos  tienen  un  calibre  de  15  á  22  mm.  de  anchura  por  16  á  24  mm.  de 
longitud.  Se  les  deja  á  permanencia  5  ó  6  semanas,  tiempo  suficiente 
á  la  completa  epidermización  del  conducto.  Se  introduce  en  estos  co- 
nos una  gruesa  mecha  de  gasa  rodeada  de  protectivo  vaselinado  exte- 
riormente  ;  así  las  cosas,  sin  tocar  al  cono,  se  renueva  el  tapón  y  se 
cura  el  oído  sin  que  el  ])aciente  sufra. 

En  cuanto  á  la  estética,  la  enorme  abertura  del  conducto  auditivo 
queda  perfectamente  oculta  por  el  trago. 

Los  resultados  obtenidos  con  el  proceder  autoplástico  de  Botey  y 
con  la  aplicación  de  estos  conos  son  uniformes,  es  decir,  todos  los  en- 
fermos concluyen  por  poseer  un  meato  auditivo  muy  ancho,  casi  invi- 
sible á  primera  vista  y  por  donde  se  puede  vigilar  más  tarde  la  menor 
recidiva. 

Téonioa  de  la  abertura 
y  oaidados  oonseoatlvos  del  absceso  cerebral  otógreno 

Conclusiones.  —  1.*  Las  colecciones  purulentas  intra-encefálicas 
de  origen  otítico  son  casi  siempre  peri-petrosas,  y  sólo  raras  veces  se 
manifiestan  por  síntomas  bien  definidos. 

2.*  Sin  esperar  la  aparición  de  los  signos  de  certeza,  debe  obrarse 
lo  más  pronto  posible,  escogiendo  un  proceder,  gracias  al  cual  pueda 
penetrarse  en  la  fosa  cerebral  media  ó  en  la  posterior.  Este  proceder 
será  el  de  vía  mastoidea  ó  témporo-mastoidea,  según  las  circuntancias. 

3.*  Se  comenzará  siempre  la  operación  por  la  abertura  de  la  apófi- 
sis y  de  la  caja,  y  de  ahí  se  penetrará  en  la  cavidad  craneana,  ya  sea 
hacia  arriba  6  ya  sea  hacia  atrás,  abriendo,  si  es  preci§io,  la  escama  del 
temporal  por  su  parte  más  inferior,  el  techo  del  antro  y  el  del  conducto 
por  su  parte  más  externa. 

4.*  En  casi  todos  los  casos,  antes  de  incindir  la  duramadre  y  la 
substancia  cerebral,  deberá  hacerse  la  punción  del  cerebro  á  través  de 
la  duramadre  intacta,  con  el  fin  de  asegurarnos  de  la  existencia  de  un 
absceso,  pues  una  vez  abierta  la  duramadre  con  el  bisturí,  las  circuns- 
tancias cambian  completamente  y  existe  positivamente  peligro  de  una 
infección  del  cerebro  y  de  sus  membranas. 

5.**  Los  lavados  del  absceso  cerebral  deben  ser  absolutamente  profi- 
critos,  aunque  se  haga  uso  del  suero  artificial,  pues  las  inyecciones  di- 
funden fácilmente  la  infección  en  la  substancia  cerebral  ó  en  los  ven- 
trículos. 

6."  El  desagüe  del  absceso  debe  hacerse  con  varios  tubos  de  cau- 
cho, y  la  mejor  manera  de  evitar  la  retención  purulenta  es  renovar 
las  curas  cada  24  horas. 

7.*  La  hernia  cerebral,  complicación  bastante  frecuente  de  los  abs- 
cesos cerebrales,  se  produce  muy  fácilmente  cuando  la  abertura  de  la 
duramadre  es  amplia.  Es  preciso,  pues,  que  la  incisión  dural  sea  redu- 
cida, aun  más  que  la  abertura  ósea.  Siendo  la  infección  de  las  menin- 
ges y  de  la  substancia  cerebral  por  el  pus  del  oído  la  causa  principal 
de  la  hernia,  es  necesario  que  la  asepsia  sea  rigurosa. 

8.*  La  hernia  cerebral  será  tratada  con  la  más  exquisita  limpieza  me- 
diante una  compresión  moderada, y  no  se  hará  la  ablación  parcial  de  ella 


Rei'i^ta  de  Oflalmologia  653 


con  el  bisturí  mas  que  cuando  el  tejido  cerebral  se  cubra  de  pezones 
carnosos. 

9."  El  pronóstico  del  absceso  cerebral,  una  vez  abierto,  será  siem- 
pre reservado,  pues  á  pesar  de  que  se  consig-ue  una  resurrección  de  los 
enfermos,  un  número  bastante  considerable  de  éstos  acaba  por  su- 
cumbir tarde  ó  temprano  á  los  prog-resos  de  la  infección  profunda,  con 
formación  de  nuevos  abscesos,  penetración  de  pus  en  los  ventrículos, 
meningitis,  etc. 


Revista  de  Oftalmología 

POR   KL 

Dr.  Figueras 

Medico  por  oposición  del  Hospital  provincial  de  Gerona 

La  conjuntivitis  granulosa  en  Cuba.— Con  este  título 
publica  el  Dr.  Santos  Fernández,  en  los  Archivos  de  OJtalmologia  his- 
pano-americanos ,  un  trabajo  dirigúdo  á  combatir  la  opinión  del  doctor 
Finlay,  de  que  en  Cuba  la  conjuntivitis  g-ranulosa  es  tan  frecuente 
como  en  otros  países.  Decía  este  doctor  en  una  comunicación  á  la  «Socie- 
dad de  Estudios  clínicos  de  la  Habana»,  que,  si  bien  compartió  antes 
con  los  médicos  de  Cuba  la  creencia  de  que  la  g-ranulación  era  rara  en 
la  Isla,  desde  que,  al  abrirse,  en  1900,  el  Dispensario  Tamayo,  pudo  ver 
más  enfermos  de  aquella  dolencia,  y  comparando  con  estadísti- 
cas de  varios  países ,  se  convenció  de  que  no  eran  exactas  las  aducidas 
hasta  entonces.  Funda  esta  rectificación  de  criterio  en  los  datos  si- 
guientes : 

Seg:ún  las* estadísticas  de  un  quinquenio  del  New  York  Ophthalmic 
and  Aural  Instilute ,  el  tanto  por  ciento  de  granulosos  entre  los  enfer- 
mos de  los  ojos  fué  de  3  á  6  por  100,  y  como  término  medio,  4  por  100. 

ün  año  del  Dispensario  dio  el  6'62  por  100. 

Un  año  en  su  consulta  particular,  el  3S57  por  100. 

Y  en  una  inspección  que  practicó  en  dos  escuelas  de  niñas,  halló  el 
6*38  y  4*35  por  100. 

A  estos  datos,  opone  el  Dr.  Santos  Fernández  las  siguientes  obser- 
vaciones : 

Que  al  Dispensario  Tamayo  acuden,  sin  duda,  numerosos  enfermos 
pertenecientes  á  la  clase  menesterosa ,  en  la  que  sabido  es  que  se  ceba 
aquella  enfermedad. 

Que  en  la  misma  estadística  del  New  York  Ophthahnic  and  Aural 
Inslitule,  del  año  1881,  consta  que  hubo  el  7*12  por  100  de  granulosos. 

Que  según  la  estadística  del  Miuhattau  E¡/e  and  Ear  Hospital  de 
New  York,  de  1889,  hubo  el  5  por  100  de  granulosos. 

La  de  F//e  Ear  Nose  and  Throat  Hospital  de  New  York,  de  1889, 
arroja  un  6*7  por  100. 

En  la  clínica  del  Dr.  Carreras  Aragó,  hubo  durante  el  año  1875  el 
10  por  100  de  tracomatosos. 

Todos  estos  tantos  por  ciento  son  superiores  á  los  siguientes,  rela- 
tivos á  la  Isla  de  Cuba  : 

El  Dr.  D.  Enrique  López  ha  observado  en  su  clínica  un  3*50  por  100. 

Santos  Fernández,  en  una  estadística  que  abraza  28  años,  y  una 
cifra  total  de  36,242  enfermos  de  los  ojos,  halló  un  3*25  por  lOp  de  gra- 
nulosos, haciendo  notar,  además,  que  de  éstos,  la  gran  mayoría  perte- 
necen á  las  clases  menos  acomodauas,  que  en  muchos  casos  fué  impor- 
tada la  enfermedad ,  y  que  entre  los  naturales  de  Cuba  sólo  halló  el 
2*64  por  100. 


6I>4  HeviUa  dt  Oftalmología 


Por  otra  parte,  tanto  las  cifras  aportadas  por  el  T)r.  Finlay,  como  las 
halladas  por  el  Dr.  Santos  Fernández ,  demuestran  lo  poco*^  frecuente 
que  es  el  tracoma  en  la  Isla  de  Cuba ,  si  se  compara  con  lo  que  ocurre 
en  otros  países.  Así,  en  España  encontró  Delg-ado  Jug:o  el  16  por  100 
de  í^-ranulosos  entre  los  enfermos  de  los  ojos  de  Madrid  ;  Carreras  Ara- 
g'ó,  el  10  por  100  en  Barcelona ;  y  del  Toro,  en  Cádiz,  el  14  por  100.  En 
Italia,  sobre  todo  en  Sicilia  y  Palermo,  es,  seg-ún  Marchetti,  sorpren- 
dente el  número  de  ^rranulosos. 

En  Arg'elia  (dice  Lag-rant^'-e),  el  óO  por  100  de  niños  de  las  escuelas 
son  g'ranulosos.  En  Rusia  encontró  Patechin,  én  1895,  un  13  por  100 
de  soldados  atacados  de  g-ranulación,  y  en  las  escuelas  del  propio  país, 
seofún  el  Dr.  Alekasandoff,  había  en  el  primer  año  de  enseñanza  un 
4'30  por  100  de  escolares  g'ranulosos;  en  el  se^^undo,  un  19  por  100;  en 
el  tercero,  59  i)or  100,  y  en  el  cuarto,  84  por  100.  En  Prusia  halló 
Kirchner,en  1869, 2,033  g'ranulosos  entre  100,000  soldados,  éHirschberg, 
en  alg-unas  escuelas  de  los  pueblos,  el  80  por  100,  v  en  las  de  la  ciudad 
el  25  y  el  36  por  100. 

En  dos  pueblos  de  la  Rusia  Oriental,  el  10  por  100  de  los  habitantes 
padecían  g-ranulación,  en  Posen,  el  15  por  100  de  los  enfermos  de  los 
ojos  eran  g^ranulosos  en  Brouberg*,  el  27  por  100,  y  en  Kourberg-,  el 
17  y  el  40  por  100.  En  un  manicomio  de  Gauhe,  el  6  ó  7  por  100 
de  ellos  eran  g-ranulosos. 

De  todo  ello  deduce  Santos  Fernández  que  en  Cuba  el  número  de 
granulosos  es  limitado,  y  lo  será  más  dada  la  asidua  vig'ilancia  sanita- 
ria que  impedirá  la  importación,  factor  importante  en  el  resultado  de 
las  actuales  estadísticas.  Opina,  además  el  citado  oculista,  que  eii 
Cuba  la  granulación  no  reviste  los  caracteres  de  gravedad  que  en  otros 
países. 

Cree,  no  obstante  ,  con  el  Dr.  P'inlay,  aue  es  muy  conveniente  la 
severidad  en  las  prácticas  sanitarias  é  higiénicas  de  las  escuelas  y  en 
todas  partes,  j)ara  que  ¡)ueda  compararse  Cuba  con  Suiza,  donde  entre 
30,000  enfermos  de  los  ojos  sólo  se  hallaron  seis  granulosos,  y  de  éstos, 
cinco  eran  extranjeros. 

Valor  patógeno  del  bacilo  del  xerosls.  —  En  el  XVI 

Congreso  de  Id  «Asociación  Oftalmológica  italiana»,  en  Florencia,  pre- 
sentó el  Dr.  A.  Bietti  el  resultado  de  sus  experimentos  para  comprobar 
que  el  bacilo  difteroide  llamado  del  xerosis,  no  tiene  el  valor  patógeno 
que  le  asignan  Gelpke  y  Pes,  al  afirmar  el  primero  que  gran  número 
(le  conjuntivitis  catarrales  son  debidas  al  hacilus  septatus  j  y  el  último, 
que  en  simples  conjuntivitis  catarrales  se  halla  el  bacilo  de  la  difteria 
que  podría  constituir  su  causa. 

1.*  serie.  —  Inyectó  bacilo  aislado  de  100  conjuntivitis  (99  catarrales 
y  1  pseudomembi-anosa)  en  100  conejitos  de  Indias:  sólo  murieron  dos, 
uno  de  ellos  el  que  recibió  el  bacilo  procedente  de  la  conjuntivitis 
diftérica. 

2."  serie.  —  Inyectó  de  150  á  280  cm^  .  de  cultivo  del  mentado  bacilo 
en  caldo,  en  21  conejitos  con  quince  y  treinta  y  siete  días  de  intervalo; 
a  I  cabo  de  este  tiempo,  inoculó  dichos  animales  con  Videcm^  .  de  cultivo 
de  bacilo  diftérico ;  murieron  todos,  asi  como  otros  veinte  testigos. 

3.*  serie.  —  Inoculó  el  bacilo  del  xerosis  en  la  conjuntiva  de  dos  co- 
nejos ;  uno  de  ellos  había  recibido  previamente  el  suero  antidiftérico; 
el  otro  no  ;  en  ambos  se  presentó  la  reacción  conjuntival  al  segundo  ó 
tercer  día. 

4.*  serie.  —  Practicó  los  experimentos  en  la  conjuntiva  humana : 
inoculados  9  individuos,  con  abundante  cantidad  de  cultivo  de  suero, 
no  presentaron  reacción  alguna. 


Revista  de  Oflaímologia  655 


De  estos  experimentos  deduce  Bietti  la  no  virulencia  del  bacilo  del 
xerosis  contra  la  opinión  de  Gelpke  y  de  Pes. 

El  Dr.  Galleng'a  confirma  la  aseveración  del  Dr.  Bietti ,  y  dice  que 
en  el  tratamiento  de  las  difteritis  oculares  g*raves ,  opta  por  la  cura  se- 
roterápica  de  Behring*,  y  el  Dr.  de  Berardinis,  en  reciente  estudio, 
tampoco  pudo  comprobar  la  virulencia  de  dicho  bacilo. 

Hlstudio  experimental  de  la   luz  ultravioleta.  — 

Heertel,  de  Jena,  ha  dado  cuenta  á  la  «Sociedad  alemana  de  Oftalmo- 
logía», de  alg'unos  de  los  resultados  obtenidos  en  sus  experimentos 
sobre  el  poder  bactericida  de  los  rayos  actínicos.  Dice  que  los  proce- 
dentes de  la  luz  de  magnesio  son  bactericidas.  El  bacterium  coH  ,  ex- 
puesto á  dichos  rayos,  muere  á  los  veinte  segundos.  El  de  Eberth  y  el 
vibrión  del  cólera  resisten  más  tiempo. 

La  sangre,  el  cristalino  y  el  tejido  adiposo  son  medios  impermeables 
para  los  rayos  ultravioletas,  que  atraviesan  con  dificultad  la  córnea  y  el 
vitreo.  Los  micro-organismos  introducidos  en  la  cámara  anterior  no 
mueren  hasta  25  ó  30  minutos  de  exposición  ;  introducidos  detrás  del 
cristalino,  resisten  por  espacio  de  60  minutos. 

Afirma,  con  Finsen,  que  la  acción  de  las  radiaciones  ultravioletas 
sobre  los  tejidos  puede  observarse  directamente  sobre  las  lánainas  del 
axalolo  y  sobre  la  salamandra  viva,  y  que  estos  rayos  producen  dislo- 
caciones y  proliferaciones  celulares. 

Sobre  la  acción  comparativa  de  estos  rayos  en  la  retina  de  un  ojo 
normal,  y  del  ojo  opaco,  detalla  Birch  Hirschfeld,  de  Leipzig,  los  si- 
guientes" experimentos :  aislada  una  banda  de  luz  ultravioleta  proce- 
dente de  un  arco  de  carbón  ,  y  proyectada  sobre  una  pantalla  previa 
regularización  de  la  cantidad  de  luz  por  medio  de  un  episcoíisier,  se  ha 
visto  que  el  ojo  opaco  es  más  sensible  á  estos  rayos  que  el  ojo  normal. 
Expuesta  la  retina  de  un  conejo  afaco  á  la  acción  de  los  rayos  ultravio- 
letas, se  producen  en  ella  trastornos  notables  después  de  30  á  45  minu- 
tos; el  ojo  provisto  de  un  cristalino  resiste  mucho  más  tiempo  (hasta 
seis  horas). 

La  alteración  más  notable  es  la  de  la  cromatina  contenida  en  las  ca- 
pas granulosas  y  en  las  células  ganglionares ;  éstas,  enteras,  y  todo  el 
grano  ofrecen  una  coloración  azul  difusa. 

Las  alteraciones  producidas  por  la  luz  privada  de  rayos  ultraviole- 
tas son  distintas  :  hay  rarefacción  de  la  cromatiq^a,  y  la  retina  presenta 
una  diferenciación  marcada  de  las  células  y  de  los-^ríncleos.  Los  epite- 
lios pigmentarios  están  también  afectados  y  la  coroides  fuertemente 
hiperemiada. 

Ningún  papel  juegan  los  rayos  ultravioletas  en  los  trastornos  ])ro- 
ducidos  por  la  luz  solar,  pero  si  en  el  deslumbramiento  y  en  la  oftal- 
mía causados  por  la  luz  eléctrica;  también  parecen  tenerlo  en  los  efec- 
tos de  la  luz  reflejada  por  la  nieve. 

Tracoma  y  oftalmía  purulenta  en  S3glpto.  —  Con 

este  título  publica,  en  los  Archives  d'Ophthalmoloaiey  el  Dr.  G.  S.  Jaco- 
vides  un  acabado  estudio  de  aquellas  dolencias,  del  que  se  destacan  las 
siguientes  afirmaciones : 

Que  la  oftalmía  purulenta  es  muy  frecuente  en  Egipto  y  no  lo  son 
menos  las  complicaciones  corneanas,  debido  á  la  manera  como  allí  se 
vive  y  á  lo  que  se  tarda  en  solicitar  los  cuidados  del  oculista,  y  que  las 
causas  de  su  producción  son  múltiples. 

Las  adquiridas  fuera  del  acto  del  nacimiento  constituyen  una  ende- 
mia en  el  país  y  sufren  una  exacerbación  durante  los  calores  de  mayo 
á  noviembre.  *  x\unque  afecta  á  todas  las  edades,  es  más  frecuente  en 


656  Sesionei  inaugurates 


los  niños,  en  los  granulosos,  y,  en  general,  en  los  que  padecían  ya  algu- 
na inflamación  de  la  conjuntiva,  y  en  ellos  adquiere  mayor  gravedad. 
Sus  síntomas  son  los  que  se  observan  en  todas  partes,  pero  es  más  rápi- 
da su  marcha  y  adquiere  pronto  gran  intensidad.  Son  generalmente 
de  origen  gonoc()Cico,  pero  pueden  hallarse  en  tales  conjuntivas  todos 
los  gv'n-menes  piógenos.  En  su  etiología  se  hallan  análogas  condicio- 
nes que  en  la  del  tracoma. 

Cuando  se  presenta  la  purulencia  en  ojos  previamente  tracomatosos, 
no  debe  creerse  que  sea  dependiente  de  la  granulación ;  debe  conside- 
rarse á  lo  sumo  ésta  como  causa  predisponente. 

No  acepta,  como  algunos,  que  la  purulencia  pueda  engendrar  el 
tracoma. 

Pai'a  el  tratamiento  del  tracoma  usa  de  preferencia  el  nitrato  de 
plata  y  el  sulfato  de  cobre.  Según  el  estado  de  la  córnea,  emplea  tam- 
bién el  iodoformo,  el  precipitado  amarillo  y  el  ictiol.  Considera  como 
poderosos  auxiliares  las  escarificaciones,  la  expresión  y  los  masajes  y, 
en  todos  los  casos,  lois  lavados  antisépticos. 

Kn  la  purulencia  conjuntiva  emplea  los  grandes  lavados  con  entera 
confianza.  Cauteriza  las  conj.untivas  con  la  solución  al  3  y  al  2  por  100 
de  nitrato  de  plata ;  y  cuando  hay  lesión  de  la  córnea,  emplea  el  iodo- 
formo,  que  en  su  sentir  no  tiene  succedáneo. 


Sesiones  inaugurales 

Patronato  de  la  obra  antltuberonlosa  ( 30  septiembre ) 
Academia  de  Higiene  de  Catalana  (4  octubre) 

Reúno  entrambas  solemnidades  por  haber  asistido  k  las  dos  en  re- 
presentación de  la  Gackta  Médica  Catalana,  y  no  porque  no  tengran 
importancia  cada  una  de  por  sí.  La  sesión  celebrada  por  el  Patronato 
indicado,  que  tuvo  Inflar  en  el  gran  Salón  de  San  Jorge  de  nuestra  Di- 
putación, y  á  ella  acudieron,  además  dft  nutridas  representaciones,  las 
Autoridades  superiores,  no  á  hacer  simplemente  obra  de  presencia  sino 
á  decir  personalmente  el  interés  con  que  miraban  esta  institución  tan 
benemérita. 

Abierta  la  sesión,  el  Dr.  Soley  leyó  un  extenso  y  bien  meditado  tra- 
bajo, en  el  que  historió  la  obra  del  Patronato. 

Este  trabajo,  muy  bien  razonado,  y  que  supongo  será  dado  á  la  im- 
prenta para  ayudar  á  la  oln'a  emprendida ,  fué  saludado  con  aplausos, 
a  los  que  uno  los  míos  desde  estas  columnas. 

Tomaron  parte  en  la  seskm,  exponiendo  distintos  puntos  de  vista  de 
la  obra  antituberculosa,  el  Excmo.  Sr.  Presidente  de  la  Diputación 
provincial,  el  Dr.  Valentí  y  Vivó,  Presidente  déla  Academia  de  Higiene 
de  Cataluña,  el  limo.  Sr.  Obispo  auxiliar  Dr.  Cortés,  el  Excmo.  Sr.  Al- 
calde Constitucional  de  Barcelona  Sr.  Lluch,  y  el  Presidente  del  Patro- 
nato, concluyendo  el  acto  con  oportunas  pala'bras  pronunciadas  por  el 
Excmo.  Sr.  Gobernador  civil.  Inútil  es  decir  que  todos  los  oradores 
cosecharon  gran  cantidad  de  aplausos.  Como  se  vé,  la  sesión  revistió 
un  carácter  de  altura  poco  común  en  esta  clase  de  sesiones. 

La  sesión  inaugural  de  la  Academia  de  Higiene  de  Cataluña,  se  ce- 
lebró en  uno  de  los  salones  dei  Fomento,  y  concurrieron  á  ella  gran 
número  de  representaciones  y  entidades  de  valía.  Presidió  el  doctor 
Xalabarder,  y  el  Dr.  Segalá  leyó  un  extenso  trabajo  en  que  se  reseña- 
ban las  tareas  académicas  llevadas  á  cabo  en  el  finido  curso. 


La  profilaxis  sanitaria  de  la  peste  ñbj 

El  discurso  de  fondo  estaba  confiado  al  Dr.  Monturiol,  quien  escogió 
por  tema  Higiene  y  trevtll,  tema  que  por  su  misma  vaguedad  exponía 
al  disertante  á  hacer  un  trabajo  sin  fondo  útil,  y  á  f e  que  no  fu '*  así. 
El  Dr.  Monturiol  supo  dar  originalidad  al  asunto,  y  evitando  la  aridez 
de  un  tecnicismo  que  no  hubiera  encajado  bien  en  dicha  sesión,  ex- 
puso puntos  de  vista  verdaderamente  importantes  y  los  supo  exponer 
con  una  claridad  y  fluidez  que  hizo  sumamente  agradable  su  lectura, 
por  lo  que  creo  muy  conveniente  su  publicación.  Se  leyó  el  fallo  del 
Jurado  y  se  entregaron  los  premios,  leyendo  á  continuación  el  Dr,  Fus- 
ter  un  discurso  escrito  por  el  Dr.  Valentí  Vivó,  muy  concreto  y  acer- 
tado, finalizando  la  sesión  con  oportunas  frases  pronunciadas  por  el 
Presidente  Dr.  Xalabarder. 

Nuestra  cordial  felicitación  á  todos. 

A.  Bassols  y  Prim 


La  profilaxis  sanitaria  de  la  peste 
y  las  modiflcaciones  que  se  han  de  hacer  en  los  reglamentos  cuarentenarios  (O 

POH    EL 

Dh.  a.  Calmette 

Director  del  Insiiluio  Pasteur  de  Lille 

Se  ha  podido,  hasta  estos  últimos  años,  considerar  la  peste  bubónica  como 
una  de  las  enfermedades  más  contagiosas  que  la  humanidad  puede  sufrir. 
La  espantosa  mortalidad  que  ocasionaba  con  frecuencia  en  los  países  del  Ex- 
tremo Oriente,  la  rapidez  con  que  se  propagaba  á  través  del  mundo  en  tiempo 
de  sus  grandes  epidemias,  la  gravedad  habitual  de  sus  ataques,  eran  capa- 
ces de  causar  espanto  y  de  hacerla  temer  como  la  más  horrible  plaga. 

Hoy  podemos  considerar  con  más  calma  la  posibilidad  de  su  importación 
en  tóuropa.  Los  conocimientos  que  hemos  adquirido  sobre  el  bacilo  pesto- 
so,  sobre  su  modo  de  propagación,  sobre  la  seroterapia  y  la  vacunación  pre- 
ventiva contra  la  peste,  deben  aplacar  nuestras  aprensiones  ó  nuestros  te- 
mores. Ha  llegado  la  hora  de  suprimir  todo  este  despliegue  de  medidas 
draconianas,  propias  de  la  Bdad  Media,  que  hemos  inventado  para  defen- 
dernos contra  su  importación.  Fuera  injusto  olvidar  los  servicios  que  han 
prestado,  pero  pecaríase  de  ridículos  si  pretendiéramos  conservarlas. 

Las  cuarentenas,  aun  en  las  atenuaciones  sucesivas  que  han  sufrido  en 
cada  conferencia  sanitaria  internacional  desde  hace  medio  siglo,  deben  des- 
aparecer. No  están  justificadas  ya  ni  contra  la  fiebre  amarilla,  ni  contra  el 
cólera,  ni  contra  la  peste.  Espero  probar  esta  afirmación,  en  lo  relativo  á  la 
peste,  en  este  trabajo. 

El  origen  de  las  irradiaciones  epidémicas  de  peste  que  se  han  extendido 
á  tan  gran  número  de  países  durante  estos  últimos  años,  es  asaz  conocido 
para  qué  lo  relatemos  aquí ;  sabemos  ahora  que  existen  cinco  foco^  endémi- 
cos de  esta  enfermedad  :  uno  en  China,  en  la  provincia  de  Yunnam  ;  el  se- 
gundo en  el  Himalaya,  que  ha  sido  el  punto  de  partida  de  la  gran  epidemia 
actual  de  la  India ;  el  tercero  en  el  Assir,  Arabia  Occidental ;  el  cuarto,  se- 
ñalado por  R.  Koch  y  Zupitza,  en  el  interior  del  África  Occidental,  en  Ugan- 
da,  cerca  de  las  fuentes  del  Nilo  Blanco,  y  el  quinto  en  Mongolia. 

Desde  estos  cuatro  focos  endémicos  la  peste  tiende  hoy  á  diseminarse  en 
casi  todas  las  regiones  del  globo  que  se  encuentran  en  relaciones  máseme- 
nos directas  con  ellos.  En  todos  los  puntos  en  que  se  instala  en  estado  en- 
démico, ataca  primero  á  las  ratas  y  ocasiona,  generalmente,  en  estos  roedo- 
res una  considerable  mortalidad.  Está  perfectamente  establecido  que  á  ex- 
cepción de  pequeñas  epidemias  de  peste  humana  de  forma  pneumónica  y 
cuyos  estragos  quedan  muy  limitados,  la  peste  se  ceba,  principalmente,  con 
una  muy  grande  intensidad,  en  las  ratas  antes  de  atacar  al  hombre  y  que  se 
propaflja  fácilmente  de  rata  á  rata. 

(O    Comunicación  al  XV  Congreso  de  Higiene  y  Demografía  de  Bruselas  (sesión  del  9  septiem- 
bre de  1903).  —  L'Echn  Méd.  du  Nord.,  20  septiembre  de  1903. 


658   '  La  profilaxis  sanitaria  de  la  peste 

Todos  están  acordes  en  reconocer  que  esta  enfermedad  puede  propagarse 
por  contacto  directo  de  hombre  á  hombre,  pero  que  los  principales  agentes 
de  contaminación  sop  las  ratas  por  el  intermedio  de  las  pulgas  que  pueblan 
el  pelo  de  dichos  roedores. 

La  transmisión  directa,  del  hombre  enfermo  al  sano,  se  ha  mostrado  con 
toda  evidencia  ep  muchos  casos  y  se  efectúa,  sobre  todo,  mediante  las  ex- 
creciones nasales,  brónquicas  ó  renales,  en  las  cuales  abundan  los  bacilos 
pestosos.  Se  ha  probado  experimentalmente  (Roux  y  Batzaroff),  cuan  fácil 
es  producir  la  pneumonía  pestosa  en  los  animales  sensibles,  tales  como  la 
rata,  el  conejito  de  Indias,  el  conejo  y  el  mono,  mediante  el  simple  embadnr- 
namiento  de  la  nariz  con  cultivos  de  peste  ó  con  productos  de  expectoración 
que  contengan  este  microbio.  Y  en  recientes  epidemias  en  Europa  se  ha 
señalado  numerosos  casos  de  contagio  que  proceden,  sin  duda  alguna,  del 
mismo  origen  y  que  ocurrieron  en  personas  que  habían  asistido  á  enfermos 
atacados  de  pneumonía  pestosa  (Viena,  1898;  Glasgow.  1901),  ó  que  habían 
velado  y  sepultado  cadáveres  de  pestíferos. 

Débese  admitir  también  que  la  ropa  de  la  cama,  vestidos  y  otros  objetos 
que  hayan  pertenecido  á  enrermns  de  esta  clase,  pueden  transportarse  lejos 
y  conservar  durante  varios  meses,  vivos  y  virulentos,  gérmenes  de  peste. 
Innumerables  ejemplos  de  esta  clase  de  transmisión  no  pueden  negarse : 
uno  de  los  más  sorprendentes  es  el  que  se  cree  causa  de  la  importación  de 
la  peste  de  la  isla  Mauricio  á  Durban  (Natal),  en  1900. 

«  Un  mauriciano,  á  fin  de  evitar  una  permanencia  demasiado  larga  en  el 
lazareto,  continuó  su  viaje  hasta  Port-Kiisabeth,  para  así  hacer  una  trave>ía 
bastante  larga  y  ser  inmediatamente  admitido  á  libre  plática.  Desde  este 
punto  volvió  á  Durban,  en  donde  desembarcó  el  1.°  de  abril.  Un  mes  y  me- 
dio después,  hacia  el  13  de  mayo,  desembala  una  parte  de  su  equipaje.  Tres 
días  mas  tarde  cae  enfermo  y  muere  el  18  de  mayo»  (1). 

Muchos  otros  casos  demuestran  que  los  objetos  con  bacilos  pestosos,  aun 
cuando  estén  encerrados  durante  varios  meses  en  baúles,  pueden  transmitir 
la  peste.  Los  sacos  que  han  contenido  cereales  ó  diversas  mercancías  «-n 
las  que  han  podido  merodear  las  ratas  infectadas  de  peste,  son  igualmente 
peligrosos.  Varias  veces  se  ha  señalado  que  los  hombres  empleados  en  los 
puertos  en  la  descarga  de  estas  mercancías,  cayeron  enfermos  después  de 
haberse  acostado  sobre  fárdeos  recién  desembarcados  ó  sobre  sacos  vacíos. 

Es  evidente  que  las  desinfecciones  superficiales  de  los  equipajes  y  de  la 
carga  de  navios,  tal  como  se  practica  actualmente  en  los  lazaretos,  son  casi 
del  todo  insuficientes  é  ineficaces. 

La  transmisión  de  la  peste  de  rata  á  rata,  de  rata  á  hombre  ó  de  hombre 
á  hombre  por  el  intermedio  de  los  parásitos,  es  indudablemente  más  fre- 
cuíuite  que  la  infección  por  contacto  directo  proveniente  de  enfermos  ó  ra- 
tas pestíferas.  La  historia  de  casi  todas  las  epidemias  recientes  suministra 
numerosas  pruebas  de  ello. 

A  bordo  de  los  navios,  esta  clase  de  propagación  de  la  enfermedad  apa- 
rece sobre  todo  manifiesta.  Kn  numerosos  casos,  como  á  bordo  del  City  o/ 
Perthy  en  Dunkenjue,  en  1902,  los  primeros  enfermos  atacados  fueron  mari- 
neros que  se  acostaban  próximos  á  la  despensa  ó  en  las  calas,  pobladas  de 
ratas,  o  bien  hombres  que  cogieron  ratas  repletas  de  microbios. 

El  hecho  de  haber  tocado  cadáveres  de  ratas  es  considerado  como  una 
causa  particularmente  frecuente  de  infección. 

Por  otra  parte,  la  pe.-te  se  reconcentra  con  una  intensiilad  especialísima 
en  los  barrios  más  sucios  de  las  ciudades  (Bombay,  Alejandría,  Zagazig, 
Oporto),  y  en  las  casas  más  cercanas  á  los  depósitos  ele  inmundicias,  cloacas, 
almacenes  de  cereales  y  docks,  en  que  abundan  las  ratas. 

En  los  enfernif)S  asistidos  en  los  hospitales,  se  ha  podido  encontrar,  infi- 
nidad de  veces,  el  indicio  de  la  picadura  reciente  de  un  insecto  parásito, 
pulga  ó  chinche,  de  donde  partía  un  rastro  liníangítico  que  conducía  á  un 
bubón  y  por  el  cual  había  debido  efectuarse  la  inoculación  infectante. 

Por  último,  los  exi)fM*iniPntos  de  laboratorio,  re¡)etidos  por  los  bacterió- 
logos más  prácticos,  han  mostrado  que  para  inf(  ctar  ratas  sanas,  basta  co- 
locarlas en  una  jaula  ó  una  vasija  en  la  que  haya  pulgas  provenientes  del 
cadáver  de  un  roedor  pestoso. 


(1)    Proust,  Rapport  sur  les  ¿pnitmics  de  ptste  en  lí»01.  —  Acad.  de  Mid.  de  París. 


La  profilaxis  sanitaria  de  la  peste  65g 


Algunos  sabios  han  puesto  en  duda  que  las  pulg-as  de  la  rata  puedan 
picar  al  hombre.  Pero,  desde  los  recientes  trabajos  de  üauthier  y  Raybaud 
( fíevue  d'hygiéne,  París,  19ü3),  y  de  Carlos  Tiraboschi,  esta  cuestión,  tan  im- 
portante, no  puede  ser  ya  objeto  de  ninguna  controversia. 

Está  bien  establecido  que  algunas  especies  de  pulgas  de  ratas  pican  al 
hombre. 

Las  pulgas  que  se  encuentran  más  comunmente  en  las  ratas,  pertenecen 
á  varias  especies.  Su  determinación  científica  y  su  papel  como  agente  de 
transmisión  de  la  peste,  se  hallan,  sobre  todo,  bien  estudiados  en  la  Memo- 
ria de  Tiraboschi  (Archives  dé  Parasitologie  de  Blanchard,  1903). 

En  el  mus  decumanus  [  rata  gris  ó  de  cloaca)  y  en  el  mm  raíus  ( rata  ne- 
gra), se  encuentra  frecuentemente  la  pulga  del  hombre  (pulex  irriians)  y 
la  del  perro  (ctenocephalus  serraticeps)  que  pica  también  al  hombre. 

Estos  roedores  viven  á  la  par  que  los  parásitos  de  otrns  especies  que,  aun 
después  de  un  ayuno  de  tres  ó  cuatro  días,  rehusan  picar  al  hombre.  Entre 
éstos,  Tiraboschi  señala  como  los  más  frecuentes,  en  Italia  á  lo  menos,  el 
cerntophyllus  fasciatus,  el  ceratophyllus  ilalicus,  y  el  ctenopsylla  musculi. 

Los  ratones,  aunque  muy  sensibles  á  la  peste  inoculada,  no  aparecen 
atacados  espontáneamente,  por  lo  menos  en  una  proporción  comparable  á 
la  de  las  ratas,*  en  tiempo  de  epidemias.  No  se  encuentra  vn  sus  pelos  las 
especies  de  pulgas  que  pican  al  hombre  ó  al  perro. 

En  cambio,  existe  en  Mongolia  y  en  la  región  del  lago  Baikal,  un  roedor 
bastante  semejable  ábi  marmota,  el  i4rc/oww/?  ío^^^c  (  Tabargan ),  que  pre- 
senta una  gran  sensibilidad  á  la  peste  y  parece  transmitirla  al  hombre  faci- 
lísimamente  ;  pero  nose  conoce  aún  los  parásitos  que  sirven  para  la  trans- 
misión. 

.  Siempre  que  se  ha  observado  epidemias  de  peste  en  los  roedores,  que 
preceden  ó  acompañan  á  las  epidemias  humanas,  se  lia  notado  que  estos 
animales  emigran  en  masa  desde  que  la  mortalidad  comienza  en  ellos.  Es- 
tas emigraciones  de  ratas  han  sido,  en  casi  todns  los  casos,  el  único  factor 
de  la  diseminación  de  la  enfermedad.  Tal  hecho  había  ya  sido  comprobado 
otras  veces  en  la  China  meridional,  más  recientemente  se  ha  observado  en 
la  India,  y  está  perfectamente  demostrado  hoy  que  las  epidemias  del  África 
meridional,  de  Madagascar  y  de  Oporto,  para  hablar  sólo  de  las  que  mejor 
se  conocen,  han  tenido  por  origen  la  importación  de  ratas  que  procedían  de 
puertos  contaminados. 

Se  ha  señalado  en  varias* partes,  en  estos  últimos  años,  que  las  ratas  pa- 
san en  grandes  grupos,  en  los  puertos  indianos,  á  los  navios  que  tienen  las 
amarrns  á  lo  largo  de  los  muelles.  Por  ja  noche'  desembarcan  en  número 
considerable,  en  cada  escala  de  los  buques,  y  en  los  docks  de  Londres,  por 
ejemplo,  se  ha  visto  frecuentemente  verdaderos  pelotones  de  roedores,  que 
se  es<*apaban  á  lo  largo  de  las  amarras. 

Todas  las  ratas  que  de  este  modo  nos  vienen  del  Oriente,  pertenecen  á  la 
especie  mus  decumanus  (gran  rata  cenicienta)  y  esta  especie  se  halla  tan 
extendida  y  es  tan  prolífica,  que  persigue  y  hace  desaparecer  casi  por  com- 
pleto de  nuestras  ciudades  europeas  al  rator  cilio  negro  (musratus ],  que 
en  reducido  número  sólo  se  encuentra  hoy  en  el  interior  de  las  tierras. 

A  bordo  de  los  buques  que  surcan  el  Mediterráneo,  ocurre  frecuente- 
mente que  la  peste  se  ceba  en  las  ratas,  sin  que  se  observe  ningún  caso  en 
los  tripulantes  ni  en  los  pasajeros.  Este  hecho  se  ha  C(  mprobado  en  Mar- 
sella, en  diversas  ocasiones.  Existe  un  enorme  peligro  contra  el  cual  las 
medidas  cuarentenarias  son  casi  ineficaces  del  todo,  puesto  que  á  los  bu- 
ques que  conducen  ratas  pe^tosas,  no  teniendo  enfermos  á  bordo,  y  no 
proviniendo  directamente  de  puertos  contaminados,  se  les  permite  desem- 
barcar libremente  sus  pasajeros  y  mercancías. 

Es,  pues,  evidente  que,  por  lo  menos  en  lo  relativo  á  la  peste,  los  regla- 
mentos sanitarios  actualmente  aplicados,  no  tietien  ningún  valor.  De  esto 
se  han  ocupado  en  diferentes  ocasiones,  en  la  tribuna  de  la  Academia  de 
Médicos  de  París  hace  dos  años,  á  raíz  de  los  incidentes  del  «  Senegal  »,  fle- 
tadn  por  los  socios  déla  Uevista  íreneral  de  ciencias,  y  recientemente  á  pro- 
pósito de  las  tributaciones  del  «Oroya  »,  por  el  profesor  Teissier,  de  Lyon. 

La  profilaxis  sanitaria  internacional  contra  la  peste  debiera,  de  aquí  en 
adelante,  basarse  casi  por  completo  en  la  adopción  de  medidas  defensivas 
contra  la  importación  ó  introducción  de  ratas  exóticas  y  la  destrucción  me- 


6€o  La  profilaxis  sanitaria  de  ta  ptstt 

tódica  de  las  ratas  indígenas,  ya  que  ningún  foco  epidémico  serio  puede 
crearse,  si  la  enfermedad  no  es  diseminada  por  los  roedores.  Siempre  será 
fácil,  en  efecto,  con  los  medios  de  aislamiento  y  desinfección  de  que  hoy  dia 
se  dispone  en  todos  los  hospitales  bien  provistos,  impedir  la  contaminación 
directa  de  hombre  á  hombre,  y  los  efectos  preventivos  de  la  seroterapia 
antipestosa  son  bastante  seguros  para  que  se  puedan  poner  inmediata- 
mt'ute  al  abrigo  de  toda  clase  de  infección  las  personas  que  hayan  podido 
encontrarse  en  contacto  con  los  enfermos. 

Se  puede,  pues,  afirmar  que  es  perfectamente  inútil  obligar  á  los  pasa- 
jeros y  á  los  tripulantes  de  un  buque  en  que  se  haya  producido  uno  ó  varies 
casos  de  peste  humana,  ó  que  proceda  directamente  de  un  puerto  contami- 
nado, á  sufrir  una  cuarentena  en  lazaretos  cuya  organización  material  es, 
la  mayor  parte  de  las  veces,  muy  defectuosa.  Debemos  limitarnos  á  impe- 
dir que  el  buque  se  aproxime  á  los  muelles,  que  no  haya  desembarque 
hasta  haber  sido  eficazmente  desinfectado  y  havan  sido  destruidas  todas  las 
ratas  de  á  bordo.  Los  enfermos  se  desembarcarán  y  hospitalizarán  en  se- 
guida en  tales  condiciones  que  puedan  ser  tenidos  aislados,  y  se  permitirá 
aespués  el  desembarco  inmediato  de  los  demás  pasajeros,  á  condición  de 
que  hayan  recibido  previamente  la  inoculación  preventiva  del  suero  anti- 
pestoso,  y  queden  durante  cinco  días  bajo  la  vigilancia  del  Servicio  sanita- 
rio y  todo  el  bagaje  ó  efectos  de  su  pertenencia  se  someta  á  una  desinfec- 
ción completa,  severa  y  comprobada. 

La  cuestión  de  la  desinfección  del  barco,  de  su  cargamento,  pasajeros  y 
tripulantes,  es  de  gran  importancia.  No  se  puede  pensar  en  realizarla  conve- 
nientemente con  las  estufas  de  vapor  ni  con  el  actual  material  sanitario  de 
nuestros  lazaretos  europeos.  Para  que  sea  eficaz,  es  necesario  asegurarse  de 
haber  destruido  no  sólo  los  bacilos  pestosos.  sino  también  las  ratas  y  todos 
los  insectos  parásitos  ú  otros  que  pueden  ocultarse  en  las  partes  más  pro- 
fundas del  barco. 

Y,  ni  las  estufas  de  vapor  bajo  presión,  ni  las  pulverizaciones  ó  los  lava- 
dos antisépticos,  responden  á  estos  deseos. 

Un  medio  único  realmente  seguro  puede  preconizarse  hoy:  es  la  sulfu- 
ración con  el  anhídrido  sulfúrico  á  gran  concentración,  tal  como  se  ob- 
tiene, por  ejemplo,  con  el  aparato  americano  Elayton.  Este  gas,  muy 
difusible  y  eminentemente  tóxico  para  las  ratas  y  para  todos  los  insectos, 
penetra  con  una  gran  rapidez  en  el  espesor  de  los  fardos  de  mercancías  y 
en  los  más  ínfimos  rincones  de  las  calas.  Apenas  sí  deteriora  casi  ningún 
objeto,  y  su  acción  desinfectante  respecto  del  bacilo  pestoso  está  perfecr 
tamente  establecida.  Se  debiera,  además,  siempre  que  se  haga  uso  de  la 
sulfuracito,  estar  seguros  de  su  eficacia,  disponiendo  acá  y  acullá,  en  los 
fondos  del  barco,  ratas  cogidas  vivas,  en  ratoneras  y  bloques  bacterianos 
constituidos  por  cultivos  de  peste  desecados  y  cubiertos  de  albúmina. 

Esta  comprobación  rigurosa  es  casi  indispensable  para  que  se  pueda  ga- 
rantizar los  efectos  de  una  desinfección  (1). 

Los  efectos  y  bagajes  de  los  pasajeros  debieran  someterse  aparte,  y 
sobre  una  barcaza  dispuesta  á  este  efecto,  á  una  desinfección  semejante. 
Bastará  abrir  las  maletas  y  cajas,  sin  tocar  su  contenido,  y  sulfurarlas  du- 
rante cuatro  horas  con  un  gas  que  contenga,  por  lo  menos,  8  por  100  de 
ácido  sulfuroso  y  4  á  6  miligramos  de  anhídrido  sulfúrico  seco  por  cada  litro 
de  aire  para  así  asegurar  su  perfecta  inocuidad. 

Se  ha  propuesto  destruir  las  ratas  á  bordo  de  los  barcos  por  medio  del 
ácido  carbónico  ó  del  óxido  de  carbono.  Estos  procedimientos  se  han  em- 
pleado, sobre  todo  el  primero  en  Marsella,  el  segundo  en  Hamburgo.  Con- 
siguen matar  los  roedores,  pero  además  que  no  presentan  una  difusibilidad 
comparable  á  la  del  gas  sulfuroso,  no  obran  sobre  los  insectos  y  no  ejercen 
ninguna  acción  desinfectante  respecto  á  los  bacilos  pestosos  que  pueden 
haberse  diseminado  por  los  objetos.  Por  otra  parte,  su  empleo  no  está 
exento  de  peligros,  porque  carecen  de  olor.  Debiera,  pues,  renunciarse 
completamente  á  su  uso,  salvo  en  los  casos  excepcionales  en  que  la  natu- 
raleza de  la  carga  imposibilitara  la  utilización  del  gas  sulfuroso. 

Cuando  los  armadores,  capitanes  de  barcos  y  los  servicios  sanitarios 


(1)    Calmette,  Rev.  d'hygiéne,  1002,  y  25  mayo  de  1903,  y  Comptes-rendus  Académie  de  Médecine, 

5  mayo  de  iyu3. 


Estudio  crit'co  de  un  proyecto  d¿  revisión  de  la  Convención  de  Ginebra  66r 


quieran  resolverse  á  practicar  sistemáticamente  la  destrucción  de  las  ratas 
Antes  de  desembarcar  las  mercancías,  no  sólo  asegurarán  la  protección  de  ' 
los  tripulantes  y  del  pasaje  del  modo  más  eficaz,  no  sólo  evitarán  todo  peli- 
gro de  importación  de  la  peste  en  los  puertos  en  que  descarguen  sus  mer- 
cancías, sino  que  tendrán  derecho  á  exigir  la  supresión  de  las  cuarentenas 
que  causen  al  comercio  internacional  considerables  perjuicios,  y  á  los  pasa- 
jeros vejaciones  tan  infructuosas  como  molestas. 

En  resumen,  proponemos  al  Congreso  vote  las  siguientes  peticiones  : 

Que  teniendo  en  consideración : 

Por  una  parte,  los  recientes  datos  actualmente  indiscutibles  sobre  el  pa- 
pel de  las  ratas  como  agentes  propagadores  de  la  peste  en  los  barcos,  aun 
cuando  éstos  no  presenten  ningún  caso  de  peste  humana  á  bordo  ó  que  no 
procedan  directamente  de  puertos  contaminados  ; 

Por  otra  parte,  la  seguridad  que  procura  la  inoculación  preventiva  del 
suero  antipestoso  á  los  tripulantes  y  pasajeros  que  hayan  podido  encon- 
trarse en  contacto  con  los  enferm  )s ; 

Pedimos  que  las  medidas  cuarentenarias  aplicadas  en  la  actualidad,  se 
modifiquen  en  esta  forma  : 

1."  Supresión  del  internado  en  los  lazaretos  y  su  reemplazo  con  una 
simple  vigilancia  sanitaria  de  cinco  días  para  los  pasajeros  que  consientan 
sujetarse  á  la  inoculación  preventiva  del  suero  antipestoso,  aun  cuando 
procedan  de  un  barco  en  que  haya  habido  casos  de  peste  durante  la  travesía. 

2.''  Autorización,  para  los  pasajeros  de  un  barco  sospechoso  que  no  quie- 
ran someterse  á  la  inoculación  preventiva  de  suero  antipestoso,  para  des- 
embarcar libremente  en  el  puerto  de  arribo  á  condición  de  permanecer  en  él 
diez  días  y  presentarse  cotidianamente  durante  este  período  de  observación 
A  las  autoridades  sanitarias. 

3.**  Limitación  para  los  navios  y  mercancías  de  la  duración  de  las  cua- 
rentenas al  tiempo  estrictamente  necesario  para  la  destrucción  de  las  ratas 
é  insectos  y  para  la  desinfección  completa-de  todas  las  partes  del  barco  y  de 
su  carga. 

4.®  Organización,  en  todos  los  puertos  abiertos  al  comercio  internacio- 
nal, de  la  destrucción  metódica  de  las  ratas,  tanto  en  tierra  como  en  los  bar- 
cos, y  deservicios  de  desinfección  comprobados  severa  y  científicamente;  de 
tal  modo,  que  la  eficacia  de  las  medidas  tomadas  para  destruir  las  ratas,  los 
insectos  y  bacilos  pestosos,  pueda  garantirse  oficialmente. 

ñ.®  Obligación  para  todos  los  barcos  que  hacen  escala  en  los  puertos 
mediterráneos  de  Levante  ó  en  los  del  mar  Rojo,  Golfo  Pérsico,  India.  Indo- 
china ú  otros  países  sospechosos  ó  contaminados,  de  aprovisionarse  de  una 
suficiente  cantidad  de  suero  antipestoso  para  vacunar  á  todos  los  pasajeros 
y  preservar  á  la  tripulación,  si  se  declarase  un  caso  de  peste  durante  el 
camino. 

Propongo,  además,  al  Congreso  emitir  el  voto  que  la  Conferencia  sanita- 
ria internacional,  que  debe  celebrarse  en  octubre  de  1903,  sea  llamada  á 
deliberar  sobre  las  peticiones  atrás  enumeradas  con  objeto  de  elaborar  un 
Reglamento  más  conforme  con  los  datos  de  la  ciencia  moderna  y  con  las 
necesidades  del  comercio  internacional  en  lo  pertinente  á  la  defensa  contra 
la  peste. 

Trad.  por  Ruiz  Rodríguez  (J.) 

Estudio  critico 
de  ua  proyecto  de  revisión  de  la  Convención  de  Ginebra  '^^ 

rOR    EL 

Dr.  Campos-Hugubney 

Médico  mayor  de  2.*  clase 

«  De  todas  las  leyes  de  la  guerra,  la  Convención  de  Ginebra  es  la  mayor 
reconocida  y  la  más  universalmente  adoptada.  Es  para  todos  los  belige- 
rantes una  forma  de  derecho  escrito,  obligatorio  para  todas  las  potencias.» 
(  A.  Brenet. )    El  reglamento  francés  le  dedica  la  primera  plana  en  la  expo- 


(1)    G«<.  des  hóp.  12  marzo  dé  1904 


662  Estudio  critico  de  un  proyecto  de  remisión  de  la  Convención  de  Ginebra 


sición  de  notii-ias  que  regulan  el  servicio  de  s^anidad  en  campaña.  Parece 
que  sus  artículos  no  deben  provocar  duda  alguna  y  que  su  aplicación  no  La 
de  tropezar  con  obstñculos  ;  pero  hay  casos  no  previstos,  mala  voluntad  ó 
ignorancia.  Kii  las  últimas  guerras  ha  sufrido  riguro.^as  pruebas,  y  si  de 
ellas  ha  salido  un  poco  debilitada,  se  ha  descargado  de  partes  molestas  ó 
inútiles.  Ha  llegado  el  momento  de  hacer  una  especie  de  balance  y  de 
saber  lo  que  S(*  le  puede  pedir  y  lo  que  se  ha  de  corregir,  aprovechando 
sobre  todo  las  enseñanzas  de  la  guerra  franco-alemana  de  18"0. 

Los  Congresos  de  1864  y  1868,  á  pesar  de  su  labor  útil  y  práctica,  no  cons- 
tituyen una  obra  perfecta.  Ya  st*  han  señalado  defectos  y  dificultades  que 
conviene  corregir ;  adt»más.  se  impone  fusionar  los  artículos  adicionales  con 
los  de  la  Convención.    Tudo  esto  exige  una  revisión  general. 

A.  Brenet,  jurisconsulto  3^  militar,  conocedor  del  derecho  internacional  y 
de  la  guerra,  publicó  una  obra  (1),  que  es  la  que  sirve  de  base  al  autor  para 
hacer  la  crítica  de  la  Convención,  exponiendo  artículo  por  artículo  con  las 
modificaciones  que  estima  oportunas  en  cada  uno  de  elios. 

Art.  /."  La  Convención  no  tuvo  en  cuenta  más  que  las  ambulancias  y 
hospitales  militares,  qne  son  considerados  como  neutrales,  en  tanto  alber- 
guen enfermos  ó  heridos  ;  pero  también  los  hospitales  civiles  ú  otros,  aún 
improvisados,  pueden  albergarlos  y  deben  ser  protegidos  y  respetados  por 
los  beligerantes.  Al  contrario,  los  establecimientos  balnearios  en  que  los 
militares  residan  para  ser  tratados/,  pueden  ser  ocupados  por  una  fuerza 
militar:  los  alemanes  utilizaren  las  Termas  de  Kissingen,  en  1866,  para 
acantonar  sus  tropas,  y  lo  mismo  hicieron,  en  18'70,  en  Plombiéres,  1  uxeuil, 
Contrexévilie,  sin  protesta  de  nadie.  Parece,  pues,  que  estos  establecimien- 
tos no  gozan  de  la  inviolabilidad  otorgada  á  los  convoyes  de  heridos.  La 
fuerza  militar  que  los  guarnece  ha  de  ser  suficiente  á  garantir  el  orden  y 
asegurar  la  ejecución  de  las  consignas:  el  destacamento  de  caballería  de 
Faidherbe  capturó  con  razón  en  Querrieux  una  ambulancia  prusiana  con 
fuerte  escolta  y  personal  armado. 

Kl  texto  no  dice  nada,  pero  sin  duda  la  ambulancia  no  es  inviolable  sino 
cuando  se  halla  establecida  en  punto  visible  en  que  no  entorpezca  las  opera- 
ciones militares ;  de  otro  modo,  bastaría  aproximarla  á  la  línea  de  fuego 
para  que  ésta  quedara  á  cubierto  y  pudieran  avanzar  los  hombres  impune- 
mente. Los  prusiano-s,  cuando  el  sitio  de  París,  establecieron  dos  baterías 
cerca  del  hospital  de  Brézin  que  izaba  la  bandera  de  la  Cruz  Roja,  cuando 
notaron  que  las  baterías  francesas  del  Monte  Valeriano  no  disparaban  en 
esa  dirección,  y  de  este  modo  no  era  apoyada  la  infantería  detenida  por  el 
fuego  de  la  artillería  prusiana. 

Dados  el  alcance  actual  de  las  armas  de  fuego  y  la  dispersión  de  los  pro- 
yectiles de  artillería,  la  inviolabilidad  de  las  formaciones  sanitarias  en  el 
campo  de  batalla  tiene  mucho  de  aleatorio;  pero  en  los  sitios  de  las  plazas, 
los  hechos  no  son  ignales.  Se  puede  reprochar  á  los  alemanes  el  haber 
bombardeado  el  seminario  |)equeño  de  Estrasburgo,  convertido  en  ambu- 
lancia, y  sobre  el  cual  ondeaba  la  bandera  de  la  Convención,  de  tamaño 
colosal,  pues  estaba  hecha  con  tres  sñbanns  grandes  cosidas  por  los  bordes; 
tampoco  fué  respetado  el  hospital  de  Péronue*á  pesar  de  tener  tres  banderas 
muy  visibles. 

¿Tieup  derecho,  el  enemigo  que  respete  la  Convención,  á  desalojar  un 
hospital  de  heridos  para  colocar  los  suyos?  El  derecho  de  admisión  ó  de 
permanencia  de  un  herido  en  un  hospital  depende,  no  de  su  nacionalidad, 
sino  de  su  estado.  Los  enemigos  podrán  ir  ocupando  los  puestos  de  los 
anteriores  de  acuerdo  con  los  sentimientos  de  humanidad. 

Kl  art.  1.°  pudiera  ser  redactado  así : 

«  Son  declarados  neutrales  todos  los  establecimientos  sanitarios.  Los 
beligerantes  ha^-ta  deben  facilitar  su  misión  con  todos  los  medios  posibles. 

»  No  pueden  ser  atac  idos  ó  perjudicados  sino  en  el  caso  de  que  sean  uti- 
lizados estratégicamente  ú  ocupados  por  tropas  con  objeto  ofensivo  ó 
defensivo. 

»  Kl  derecho  á  la  admi>ión  ó  á  la  permanencia  en  un  hospital  depende, 
para  un  herido,  de  su  estado  y  no  de  su  nacionalidad». 


(1)    A.  Brcnct,  I  a  Frunce  et  l'Allemagne  devant  le  droit  internaiionaí  pevdant  ia  guerie  iSjo^ 
1871. 


Estudio  critico  de  un  proyecto  de  repisión  de  la  Conpgnción  de  Ginebra  66$^ 

Art.  2°  Se  refiere  á  la  neutralidad  del  personal  sanitario  mientras  fun- 
ciona y  mientras  haya  heridos  que  transportar  ó  socorrer.  Comprende  el 
personal  médico,  el  de  administración  de  hospitales,  el  del  tren  destinado 
á  las  formaciones  sanitarias  y  el  sacerdote.  Como  funciona  en  el  combate 
y  fuera  de  él,  su  neutralidad  alcanza  á  todo  el  período  de  la  guerra. 

Los  camilleros  militares,  «esos  niños  perdidos  de  los  puestos  de  socorro», 
como  los  llama  Choux,  ios  más  expuestos  y  los  primeros  en  levantar  los 
heridos;  deben  ser  inviolables,  hecho  que  no  se  opone  á  la  Convención. 
Las  potencias  beligerantes  no  les  conceden  el  brazalete  de  neutralidad  para 
que  haya  en  filas  mayor  número  de  hcmbres ;  pero,  en  realidad,  salvo  el 
caso  de  no  querer  levantar  los  heridos  hasta  después  del  combate,  casi 
nunca  entran  en  fuego  los  camilleros,  pues  según  el  Reglamento  de  sanidad 
de  campaña,  se  reúnen  á  la  izquierda  del  batallón  en  cuanto  se  hace  la  for- 
mación de  combate,  guardando  su  fusil  mientras  funcionan  como  sanitarios. 
Esta  arma  es  un  estorbo  para  ellos  y  un  peligro  para  los  heridos;  además, 
autoriza  un  ataque,  comprometiendo  á  los  lesionados  y  á  sus  conductores. 

Esta  inviolabilidad  no'  ha  sido  siempre  respetada  :  la  ambulancia  de  la 
división  de  caballería  del  2.°  cuerpo,  situada  por  delante  de  Vieuville,  fué 
envuelta  en  una  carga  dada  por  los  huíanos  el  10  de  agosto  de  18*70;  el 
médico  jefe,  Burdy,  murió  de  una  lanzada  en  el  corazón  mientras  curaba 
un  herido,  y  el  mismo  fin  tuvieron  varios  enfermeros;  el  estado  mayor  pru- 
siano da  cuenta  de  que  el  médico  mayor  Boru  murió  de  un  balazo  que  le 
atravesó  la  cabeza  y  de  que  el  sacerdote  Swabe  fué  muerto  ante  Ch&teaudun 
en  el  puesto  de  curaciones,  sin  que  se  sepa  por  quien. 

El  personal  sanitario  protegido  con  ei  brazalete  de  neutralidad  debe  abs- 
tenerse de  tomar  parte  en  el  combate,  so  pena  de  perder  inmediatamente  su 
privilegio  y,  lo  que  es  más  grave,  de  comprometer  la  Convención. 

Art.  3.''    Brenet  propone  se  formule  así  : 

«  líl  personal  sanitario,  las  ambulancias  y  todo  el  material  quedan  sobre 
el  campo  de  batalla  mientras  haya  heridos  que  socorrer. 

»  No  serán  trasladados,  según  un  itinerario  previo,  sino  por  orden  del 
Jefe  de  las  tropas  vencedoras,  cuando  éste  lo  juzgue  oportuno.  Sin  em- 
bargo, sólo  puede  ser  diferido  el  traslado  en  razón  á  necesidades  militares.» 

La  campaña  de  1866  demostró  lo  absurdo  de  este  artículo:  los  médicos 
austríacos,  en  Gitschin,  acusando  á  la  Convención,  rehusaron  curar  á  sus 
heridos  y  pidieron  su  licencia  inmediata.  El  artículo  fué  substituido  con 
el  1."  adicional  de  1868,  que  obliga  á  cuidar  los  heridos  hasta  el  día  en  que  el 
jefe  de  las  tropas  crea  oportuno  trasladarlos  con  arreglo  á  un  itinerario  de- 
terminado, de  modo  que  se  evite  indiscreciones  perjudiciales  al.  ejército 
dominante. 

El  artículo  que  propone  Brenet  lo  justifica  con  un  ejemplo  de  abandono 
de  heridos,  sin  material,  cuando  la  retirada  general  del  ejército  auslriaco 
en  1866,  después  del  ataque  de  flanco  del  2.**cuerpo  del  ejército  prusiano. 

En  estas  condiciones  ¿puede  un  Jefe  prescindir  del  servicio  sanitario? 
La  Convención  dice  que  le  serán  entregados  ;  pero  ¿en  donde,  cuando,  si 
es  que  lo  hay?  En  la  guerra  del  Transvaal  los  ingleses  han  confiscíido  am- 
bulancias de  la  Cruz  Roja;  y  Romeyn,  médico  militar  n^rlandés,  aconsejó 
no  se  estableciesen  puestos  de  socorro  sino  cuando  se  estuviese  casi  seguro 
de  la  victoria  de  sus  propias  tropas  (1). 

El  Reglamento  francés  y  sus  comentaristas  dicf  n  que  en  caso  de  movi- 
miento hacia  retaguardia,  los  camillero.^  se  replegan  con  las  tropas,  lleván- 
dose los  heridos,  comenzando  por  los  menos  graves."  Con  los  no  transpor- 
tados, el  médico-jefe  de  la  ambulancia  deja  un  médico  y  dos  enfermeros 
por  cada  100  heridos,  con  el  material  necesario,  algunas  cVstas  sanitarias  y 
alimentos;  en  principio,  el  material  debe  ser  el  estrictamente  necesario  (2). 
¿Qué  socorro  puede  dispensarse  con  este  estricto?  El  enemigo  se  cuidará 
de  los  suyos  ante  todo  ;  por  otra  parte,  cuanto  personal  y  material  se  deje 
in  situ,  se  necesita  quizás  en  otros  puntos. 

El  autor  cree  conciliables  estos  hechos.  Como  convime  al  l.erido  más 
ser  trasladado  que  curado  (Port),  y  una  noche  pasada  al  aire  es  general- 
mente mortal  (cuantos  heridos  franceses  quedaron  en  Loigny  abandonados^ 

(1)  Caducie,  2  agosto  de  1902. 

(2)  Choux,  Caducée,  1902. 


-664  Estudio  critico  de  un  proyecto  de  revitión  de  la  Conpención  de  Ginebra 

^e  les  halló  muertos  al  día  siguiente),  lo  que  importa  son  camilleros  dirigi- 
dos por  un  médico  con  algún  material  de  cura,  quienes  atenderán  los  heri- 
dos en  caso  de  retirada  precipitada.  Este  personal  llevará  los  heridos  á  las 
formaciones  sanitarias  dej  enemigo,  que,  según  la  Convención,  debe  reco- 
gerlos y  tratarlos,  trasladándose  luego  el  personal  conforme  á  lo  que  dice 
el  art.  1."  adicional.  En  cambio,  el  enemigo  está  autorizado  para  hacer 
prisioneros  á  los  camilleros  sin  brazalete,  razón  de  más  para  que  éstos  sean 
neutralizados. 

Se  ha  propuesto,  en  el  caso  de  que  se  trata,  recurrir  á  la  asistencia  vo- 
luntaria de  los  Estados  beligerantes  ó  de  los  neutrales;  pero  estos  servicios 
en  primita  fila  no  pueden  estar  bien  organizados  ni  disciplinados.  De  to- 
dos modos,  el  Reglamento  alemán  acepta  esta  asistencia  voluntaria  en 
casos  especiales  y  de  extrema  urgencia,  previa  autorización  del  Jefe  del 
ejército. 

En  resumen  :  los  heridos  dejados  por  fuerza  mayor  en  el  campo  de  ba- 
talla, deben  ser  levantados  y  socorridos  lo  más  pronto  que  se  pueda  por  un 
personal  suficiente  de  camilleros  militaras,  neutralizados,  dirigidos  por 
médicos  provistos  de  víveres  y  del  material  sanitario  suficiente. 

Árt.  4."  y  3"*  adicional— }í\  que  ocupa  sólo  tiene  el  usufructo  del  mate- 
rial de  hospitales,  no  pudiendo  apoderarse  de  él  ni  destruirlos.  Bn  la 
guerra  de  1870  no  ha  dado  lugar  á  dificultad  alguna. 

Art.  5.°  Muy  discutido  y  considerado  como  de  aplicación  difícil,  si  no 
impo.sible.  Los  escritores  militares  dicen  que  es  una  promesa  vaga  de  dis- 
minuir las  cargas  de  la  guerra,  hecha  á  los  que  socorren  heridos  ;  la  Con- 
vención de  1864  les  dispensaba  de  alojamiento  y  de  parte  de  los  tributos  de 
guerra. 

Terminada  la  campaña  de  1866,  el  4.**  artículo  adicional  lo  cambio  en  Ab- 
soluto. En  1870,  los  haoitantes  que  no  conocían  la  reforma,  abusaron  del 
art.  5.°  por  modo  extraordinario ;  al  día  siguiente  de  la  batalla  de  Woerth, 
los  vecinos  de  Haguenau  recogieron,  casi  todos,  uno  ó  dos  heridos,  izaron 
la  bandera  y  reclamaron  la  inviolabilidad  de  sus  viviendas;  en  Metz  ocurrió 
lo  mismo,  albergasen  ó  no  heridos. 

El  cambio  hecho  es  tan  poco  preciso,  que  no  despertará  el  celo  de  los 
habitantes  en  pro  del  herido,  que  es  lo  capital.  Brenet  propone  se  resuelva 
la  cuestión  del  modo  siguiente  : 

«Los  jefes  de  tropa  darán  á  conocer  á  las  poblaciones  que  los  socorros 
dadcfs  á  ios  heridos,  aún  enemigos,  no  pueden  menos  de  proporcionarles 
ventajas  en  el  reparto  municipal  de  las  cargas  de  guerra».  Así  la  Autori- 
dad militar  y  el  Alcalde  podrían  distribuir  con  equidad  los  alojamientos  é 
impuestos;  pero  todavía  es  algo  vaga  la  fórmula  y  ha  de  estimular  poco  á 
los  habitantes.  Y  conviene  la  intervención  de  éstos  en  las  retiradas  preci- 
pitadas, en  la  guerra  de  montaña.  Se  debe,  por  tanto,  marcar  lo  que  ob- 
tienen por  su  servicio.    El  articulo  podría  quedar  de  esta  manera : 

«Los  habitantes  que  presten  socorros  á  los  heridos,  serán  respetados  y 
quedarán  libres. 

»  Los  habitantes  que  alberguen  y  cuiden  heridos  están  obligados  á  colo- 
car en  la  puerta  de  su  casa  uñ  aviso,  visado  por  la  Autoridad  militar  ó  la 
municipal ,  en  que  se  indique  el  número  de  heridos  instalados  en  cada  local. 

»Na(lie  puede  arbolar  la  insignia  do  la  Convención  de  Ginebra  en  un 
local  que  contenga  heridos  sin  autorización  escrita  de  la  Autoridad. 

»La  Autoridad  militar  ó  municipal  concederá  á  los  habitantes  la  exen- 
ción de  alojamiento  de  tropas  ó  de  una  parte  de  los  tributos  de  guerra  des- 
pués de  una  información  en  que  se  probará  que  el  celo  caritativo  desple- 
í^rado  por  los  habitantes,  constituye  para  ellos  una  carga  verdaderamente 
onerosa. 

Policía  del  campo  de  batalla  —  ¿La  Convención  protege  á  los  heridos  de 
las  «hienas  del  campo  de  batalla»,  como  llama  Naundorflf  á  los  merodeado- 
res? Debe  protegerlos,  pero  no  lo  ha  consignado.  El  silencio  es  incom- 
prensible, dadas  las  crueldades  cometidas  en  otros  tiempos  y  en  estos. 

El  Código  militar  impono  reclusión  al  que  despoja  un  herido,  y  la  pena 
de  muerte  al  que  le  cause  nuevas  lesiones;  pero  esto  no  es  preventivo.  Kl 
vencedor  debiera  cuidarse  de  esta  policía  ,  alejando  del  campo  de  batalla  á 
<?sa  multitud  de  miserables  que  van  con  las  cantinas,  proveedores,  etc.,  ó 
que  acuden  de  otros  puntos. 


Estudio  criiico  de  un  proyecto  de  reífisión  de  la  Contención  de  Ginebra  665r 

El  rápido  levantamiento  de  los  heridos,  la  caza  de  los  que  no  están  previs- 
tos de  tarjeta  de  identidad  librada  por  la  Autoridad  militar  á  los  de  los  convo- 
yes, son  medidas  urgentes.  Además,  podría  imponerse  esta  policía  á  los 
habitantes  de  las  localidades  cercanas,  designados  por  los  Alcaldes,  dirigi- 
dos y  vigilados  por  oficiales  ó  subalternos  neridos,  que  no  pudieran  pres- 
tar otro  servicio. 

Art.  6.^  A  pesar  de  la  fiereza  humana  y  del  estado  de  ánimo  de  los  que 
combaten,  la  Convención  no  ha  hecho  una  obra  inútil,  como  algunos  creen, 
proclamando  el  tutelar  principio  de  la  salvaguardia  y  de  la  igualdad  de 
tratamiento  que  debe  darse  á  los  heridos  de  los  dos  beligerantes. 

Los  alemanes,  con  gran  resultado,  mandaron  los  heridos  incapaces  de 
servir,  ¿  sus  hogares.  Los  demás,  dice  el  art.  6.°,  podrán  (deberán  según  el 
art.  5.°  adicional)  ser  enviados  á  condición  de  que  no  vuelvan  á  las  armas 
durante  la  guerra.  Ese  art.  5.°  es  inaplicable,  olvida  Jo  que  es  la  guerra  y 
la  eternizarla :  los  militares  no  pueden  substraerse  á  las  leyes  del  honcr  ni 
á  las  leyes  militares  de  su  país. 

En  cambio,  el  canje  de  heridos  no  suscita  dificultad  alguna  y  es  práctica 
antigua  :  lo  convinieron  el  Marqués  de  Barail  y  Seymour  Conway  en  1759-.  . 

Se  puede  concluir  diciendo : 

Los  heridos  del  ejército  enemigo  serán  cuidados  por  los  beligerantes  del 
mismo  modo  que  los  propios. 

Los  que  una  vez  curados  sean  impropios  para  el  servicio  militar,  serán 
enviados  á  su  casa. 

Los  restantes  serán  tratados  como  prisioneros  de  guerra  ó  canjeados. 

Art.  7.°  La  Convención  gólo  reconoce  explícitamente  el  derecho  de  izar 
la  bandera  de  neutralidad  á  los  hospitales,  ambulancias  y  evacuaciones ;  y 
del  espíritu  se  deduce  que  se  puede  hacer  uso  de  ella  siempre  que  se  haya 
de  proteger  á  personas  ó  cosas  cuya  inviolabilidad  asegura.  No  hay,  pues, 
violación  en  usarla  en  una  casa,  en  un  coche,  que  contenga  enfermos;  en 
caso  de  dudas  debe  resolver  la  Autoridad  militar,  única  que  autorizará  el 
empleo  de  la  bandera  ó  del  brazalete 

En  Francia,  el  brazalete  debe  ser  siempre  visible,  y  ser  colocado  á  la  vez 
en  la  vesta  y  en  el  abrigo  ;  lo  estampilla  el  Director  de  Sanidad,  y  tiene  nú- 
mero de  orden. 

Debiera  prohibirse  quitarlo  hasta  por  algunos  momentos  con  objeto  de 
disimular  la  condición,  prestarlo  á  otros,  ó  hacer  mal  uso  de  él.  Todo  po- 
seedor debiera,  tener  una  tarjeta  de  identidad,  que  estaría  obligado  á  pre- 
sentar en  cada  investigación.  Así  se  evitaría  el  espionaje,  que  á  las  veces 
se  oculta  bajo  las  insignias  de  la  Convención. 

Se  ha  propuesto  también  un  uniforme  especial,  común  á  todos  los  ejér- 
citos ;  y  por  más  que  Lüeder  lo  conceptúa  irrealizable  y  ridículo,  es  digno 
de  ser  meditado;  tiende  á  evitar  equivocaciones  lamentables,  sólo  exige  algo 
de  buena  voluntad  por  parte  de  los  Gobiernos,  y  no  se  opone  al  objeto  de  la 
guerra. 

Por  tanto,  este  artículo  podría  expresarse  : 

«  La  insignia  protectora  consiste  en  una  cruz  roja  sobre  fondo  blanco. 

Todo  establecimiento  sanitario  debe  enarbolarla  y  á  su  lado  la  bandera 
nacional. 

Los  brazaletes  de  la  Convención  serán  numerados,  timbrados,  entrega- 
dos y  comprobados  por  los  Gobiernos  y  bajo  su  responsabilidad.  Se  les 
acompañará  siempre  de  un  documento  escrito  que  los  legitime.  El  que  lo 
lleve  ilegalmente  será  castigado  con  todo  el  rigor  de  las  leyes  militares». 

Publicidad  obligatoria  de  la  Convención.  —  No  se  admitió  en  la  conferen- 
cia de  1864,  indebidamente  :  muchas  violaciones  ( 1866  y  1870 )  son  imputa- 
bles á  la  ignorancia  más  que  á  la  mala  fe.  Percy,  en  el  proyecto  que  pro- 
puso Moreau  al  general  Krey,  insertó  que  se  publicara  en  la  orden  del  día 
á  los  dos  ejércitos  y  que  se  leyera  dos  veces  al- mes  á  cada  cuerpo.  Los 
alemanes,  al  entrar  en  campaña,  distribuyeron  80,000  ejemplares  en  que  se 
consignaba  sintéticamente  los  preceptos  de  la  Convención  ;  de  este  modo 
pudieron  reprochar  á  los  franceses  la  ignorancia  de  su  ejército.  Acabada 
la  campaña,  Arnauld  aconsejó  se  diera  un  resumen  á  los  soldados  como  se 
le  proporcionan  otros  conocimientos. 

En  tiempo  de  guerra  debiera  fijarse  en  los  Municipios  para  conoci- 
miento de  los  paisanos. 


'€66  Revista  critica  bibliográfica 


I  ^  Bn  una  palabra,  los  Gobiernos  deben  dar  toda  la  publicidad  posible,  así 

í»  como  señalar  los  inconvenientes  de  las  infracciones. 

!►  El  abuso  de  banderas  y  brazaletes  en  la  gruerra  franco-prusiana  llegó  á 

^,'  tal  extremo,  qie  médicos  militares  no  querían  Jiacer  uso  de  ellos,  temero- 

y  sos  de  que  se  les  confundiera  con  los  de  las  ambulancias,  entre  los  cuales 

t  no  pocos  miserables  se  dedicaban  sólo  á  despojar  los  muertos.  'Igual  abuso 

f.  se  hizo  con  las  banderas. 

K  Respecto  al  uso  de  la  bandera  de  los  Estados  neutrales,  mientras  en  el 

»  séptimo  Congreso  de  la  Cruz  Roja  se  conceptuó  que  cada  uno  de  ellos  podía 

5  izar  su  band-^ra  con  la  déla  Convención,  Brunet  y  otros  muchos  opiüan 

¿  -q'ie  en  el  campo  de  batalla  sólo  debe  haber  las  banderas  de  los  combatien- 

F'  tes  para  evitar  confusiones. 

f^  .  Caso  en  que  uno  de  los  beligerantes  no  pertenezca  á  la  Convención.  —  Est€ 
i,  caso  ha  sido  resuelto  en  la  g-uerra  entre  japoneses  y  chinos;  éstos  no  está- 
is ban  adheridos  al  convenio,  y  aquéllos  enseñaron  á'sus  soldados  á  proteger 
»  y  socorrer  á  los  enemigos,  y  hasta  distribuyeron  alimentos  á  los  indigentes 
|,  válidos  de  Kinchou. 

r  Inhumaciones.  —  La  Convención  no  las  ha  regulado  y  las  deja  á  merced 

■ .  del  derecho  común.  Esto  es  arbitrario  y  debiera  ordenarse.  En  enero  de 
1871,  el  general  Trochu  pidió  dos  días  á  los  alemanes  para  enterrar  sus 
muertos,  y  le  contestaron  que  bastaban  algunas  horas.     Los  Reglamentos 

"^  militares  prescriben  que  el  enterramiento  se  haga  en  cuanto  termine  el 

y  combite,  sin  interrupción  y  con  método.     Pero  estas  inhumaciones  preci- 

V  -  pitadas  tienen  peligro,  y  dé  ello  hay  muchos  ejemplos.    Los  médicos  debie- 

\r  ran  intervenir  para  comprobar  la  realidad  de  la  muerte. 

^  ¿Debe  esperar  á  que  transcurran  veinticuatro  horas  después  de  la  ba- 

f-^  talla,  que  es  el  plazo  legal  para  las  inhumaciones  en  la  vida  ordinaria?   Si 

!i  á  las  veces  pasan  días  y  el  diagnósti*:o  es  evident'^  por  regla  general,  en 

y  otras  ocasiones  los  jefes  ordenan  enterrar  los  muertos  cuando   se  trata 

•  de  una  retirada.  En  este  último  caso,  los  médicos,  ocupados  con  los  heri- 
dos, no  pueden  dedicarse  á  examinar  los  muertos,  y  es  posible  sean  inhu- 
mados los  que  sufren  síncopes,  conmoción  cerebral,  etc.    Si  el  respeto  á  los 

1  muerto  ^  exije  se  les  inhume  rápidamente,  el  derecho  á  la  vida  es  de  mayor 

\.  importancia. 

'y  En  estas  condiciones  el  vencedor  debe  cuidar  del  saneamiento  del  campo 

i  de  batalla,  y  si  entrega  este  deber  á  la  asistencia  privada,  ó  á  las  poblacio- 

[  nes  requeridas,  ha  de  vigilarles  muy  de  cerca.    Así  lo  comprendieron  los 

I  alemanes  en  Wissembourg,  en  Wcerth  y   en  los  alrededores  de  Metz,  en 

[  -donde  debieron  enterrar  30,000  cadáveres. 

!  Extractado  por  el  Dr.  Rodbígubz  Méndez 

REVISTA   CRÍTICA    BIBLIOGRÁFICA 


Varia 

I.  —  Comentarios  y  protestas  á  un  Real  decreto,  por  D.  Luis  Subirana  Maus.  —  .Ma- 
drid, 1903. 

II.  —  Idea  de  la  evolución  y  del  árbol  genealógico  animal.  —  Discursos  de  los  docto- 
res Rivas  Mateos  y  Calleja  Borja-Tarrius.  —  Barcelona,  1003. 
III.  —  Aplicación  de  la  cristalogenia  experimeaUd  á  la  investigación  toxtcológica 
de  los  alcaloides,  por  el  Dr.  D.  Francisco  Carbonell  y  Soles.  —  Barcelona.  1903, 
'  IV.  —  Acta  de  la  sesión  publica  inaugural  que  la  Real  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcc- 

I  na  celebró  el  día  'M)  de  enero  de  1903.  —  Barcelona,  1903. 

V.  —  Biogratia  del  Dr.  D.  Federico  Rubio  y  Oali,  por  D.  Eugenio  Gutiérrez.  —  Ma- 
drid, 1903. 
VI.  —  I.  Corrección  de  un  caso  de  protrusión  de  los  dientes  superiores*  —  II.  Puente 
movible  é  inamovible.  —  III.  Las  llamadas  estomatitis  mercuriales.  — 
IV.  Puentes  en  general.  —  Comunicaciones  de  D.  Luis  Subirana  Malas.  —  Ma- 
drid, 1903. 

i  I.     No  puede  .'^er  más  oportuna  la  protesta  que  hace  el  autor  de  este 

¡  folleto,  respecto  al  pr¡vile<^'io  que  la  ley  concede  á  los  dentistas  extrau- 

I  jeros  y  demás  individuos  que  poseen  iin  título  profesional:  mientras 

\  €n  el  extranjero  no  se  autoriza  á  nadie  para  ejercer  que  no  curse  debí- 


Repista  critica  bibliográfica  667 


(lamente  los  años  que  son  precisos,  aunque  tengfa  título  adquirido  en 
España,  aquí  se  les  consiente  todo,  mediando  dúiero,  y  como  no  es 
justa  esa  protección,  que  á  los  de  otros  países  se  dispensa,  es  preciso 
que,  ó  en  todas  partes  se  respete  nuestro  título  ó  que  aquí  no  se  con- 
sienta ejercer  á  nadie  que  no  estudie  por  nuestros  planes.  Merece 
plácemes  el  Sr.  Subirana  por  lo  bien  que  razona  su  trabajo  y  por  la 
valentía  con  que  hace  su  protesta. 

II.  La  lieal  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Barcelona  celebn'), 
el  28  de  febrero  de  1903,  una  sesión  solemne  con  motivo  de  la  recep- 
ción del  Dr.  D.  Marcelo  Rivas  Mateos,  Catedrático  de  la  F'acultad  de 
Farmacia  de  aquella  Universidad.  El  tema  no  pudo  ser  más  trascen- 
dental é  importante,  por  las  discusiones  que  siempre  ha  orig^inado. 
«Idea  de  la  evolución  y  del  árbol  genealógico  animal  »  es  expuesto  de 
una  manera  detallada,  estudiando  la  teoría,  que  la  demuestra  con  una 
imparcialidad  y  convencimiento  bastantes  para  (//¿liarse  á  ella,  por  no 
hallarse  reñido  con  lo  que  la  observación  demuestra ;  la  contestación  á 
este  discurso,  encargada  al  Dr.  D.  Carlos  Calleja,  fué  una  confirmación 
completa  á  lo  dicho  por  el  Dr.  Rivas,  digna  de  ser  leída  con  interés. 

III.  Constituye  esta  nota  un  estudio  importante  que  puede  facilitar 
el  conocimiento  exacto  de  un  alcaloide  por  medio  de  su  cristalización : 
en  ocasiones,  bien  practicada,  su  investigación  nos  dará  á  conocer 
cual  ha  sido  el  que  ha  producido  la  intoxicación  ;  con  gran  competencia 
y  abundancia  de  detalles,  expone  el  autor  las  diferentes  formas  de 
cristalización  que  tienen  varios  alcaloides,  que,  en  ocasiones  dudosas, 
indicarán  el  que  se  empleó,  sirviendo  el  procedimiento  expuesto  de 
auxiliar  poderoso  á  los  que  hayan  de  ilustrar  á  los  Tribunales  de  justi- 
cia con  análisis  toxicológicos,  páralos  cuales  se  necesita  mucho  esmero 
y  poseer  buenas  aptitudes,  si  ha  de  ser  eficaz  su  apreciación. 

IV.  Como  todos  los  años,  la  Real  Academia  de  Medicina  y  Cirugía 
de  Barcelona  celebró  sesión  inaugural  pública  el  30  de  enero  de  1903, 
exponiendo  en  ella  su  Secretario  perpetuo,  Dr.  Suñé  y  Molist,  con  la 
facilidad  y  galanura  á  que  nos  tiene  acostumbrados,  la  reseña  de  las 
tareas  en  que  se  ocupó  aquella  corporación.  El  discurso  reglamenta- 
rio estuvo  á  cargo  del  académico  Dr.  D.  Luis  Comenge  y  Ferrer,  diser- 
tando acerca  del  «Criterio  médico  en  Historia»,  con  la  erudición  que  le 
caracteriza,  aconsejando  una  prudente  adopción  del  mismo  para  las 
investigaciones  y  composición  de  la  historia.  En  todo  este  discurso 
hace  ver  la  importancia  y  relación  que  tiene  la  medicina  para  escribir 
con  verdad  la  historia,  único  medio  de  evitar  los  errores  que  muchos 
suelen  cometer  al  prescindir  de  ella. 

V.  Al  poco  tiempo  de  fallecer  aquella  gloria  de  la  medicina  espa- 
ñola, el  Dr.  D.' Federico  Rubio  y  Galí,  la  Real  Academia  de  Medicina  y 
Cirugía  de  Madrid  encargó,  para  perpetuar  su  recuerdo,  que  escribiera 
la  biografía  el  académico  Dr.  D.  Eugenio  Gutiérrez,  habiéndolo  reali- 
zado de  una  manera  acabada;  con  abundancia  de  datos  y  detalles  ha 
sabido  poner  de  manifiesto  los  hechos  más  principales  de  aquel  hom- 
bre que  tanto  bien  hizo  en  el  mundo,  por  conseguir  el  alivio  y  cura- 
ción de  sus  semejantes,  sacrificando  su  vida  y  su  posición  por  ellos, 
legando  á  la  posteridad,  con  todas  sus  obras,  un  ejemplo  que  debiera 
de  tener  más  imitadores. 

VI.  Acerca  de  la  especialidad  que  con  tanto  acierto  cultiva,  el  Sr.  Su- 
birana presentó  cuatro  Memorias  a  la  Sección  XII  del  Congreso  de  Me- 
dicina celebrado  en  Madrid  en  1903.  Son  todas  ellas  dignas  de  leerse, 
por  la  iniportancia  de  los  asuntos  que  trata,  é  indudablemente,  por  los 
procedimientos  que  adopta,  ha  de  obtener  mucho  honor  y  provecho. 

D.  FÉLIX  Antigí)edad  Díez 


^^*  Noticias  cient'ficas 


Medicamentos  InoonveDientes  en  las  pulmonías  da  los  niños;  la  mejor  terapén* 
tica.  —  Discurso  pronunciado  en  el  Colegio  Médico  de  Lérida,  por  el  Dr.  A.  Martínez  Vargas.— 
Barcelona,  i9ü3.    «^  »  '' 

Elocuente  oración,  dada  por  el  infatigable  Dr.  Martínez  Varg-as,  en 
la  sección  científica  de  dicho  Colegio,  en  la  noche  del  12  de  mayo  de 
1901,  al  ser  nombrado  Presidente  de  honor  del  mismo. 

En  ñuidos,  Sugestivos  párrafos  comienza  dirigiendo  galantes  salu- 
dos á  las  damas  concurrentes  á  la  sesión,  emplazándolas  luego  cual 
especiales  cuidadoras  de  las  dolientes  criaturitas  y  únicas  informa- 
doras de  los  sufrimientos  y  datos  subjetivos  que  el  pequeño  enferma 
acusa.  Luego  da  cuenta,  en  comparativos  enseüadores  diagramas,  de 
los  óbitos  ocurridos  en  poblaciones  de  España  y  del  extranjero,  á  con- 
secuencia de  enfermedades  de  pecho  y  vientre  en  la  infantil  humani- 
dad, y  su  reparto  según  las  anuas  estaciones,  para  venir  en  derivación 
lógica  á  señalar  los  rasgos  clínicos  (con  especial  maestría  vulgariza- 
dos) de  las  pulmonías  infantiles  en  cuanto  son  determinante  de  indi- 
caciones terapéuticas,  objeto  principal  de  taii  notable  conferencia. 

Con  sutil  delicado  espíritu  práctico,  reflejándose  á  cada  paso  la.s 
particulares  plausibles  concepciones  del  sabio  conferenciante,  con 
lógica  irrefutable,  que  al  lector  subyuga,  hace  en  el  clou  de  su  oración 
una  detenida  y  acertadísima  valoración  crítica,  enjuiciando  los  distin- 
tos remedios  terapéuticos  que  en  la  infantil  pulmonía  se  vienen  ensa- 
yando, utilizando  con  éxitos  tan  varios,  deduciendo  así  en  razonada 
juicio  contradictorio  y  con  irrecusables  demostrativos  casos  prácticos 
de  su  peculiar  y  fecnnda  experiencia,  aquellos  que  son  empleables  en 
esas  tiernas  edades  y  empleables  con  logro  fehaciente  de  éxito  positivo. 

Cual  armónico  remate  de  tan  simpático  discurso,  explana  luego,  en 
forma  clara  y  precisa,  lo  que  debe  hacerse  en  todos  conceptos  (de  régi- 
men higiénico  y  farmacológico)  ante  un  típico  evolutivo  caso  de  pul- 
monía infantil,*  detallando,  al  fin,  aquellas  medidas  terapéuticas  que 
conviene  y  precisa  adoptar  cuando  sobrevienen  agravaciones  que  or- 
denan cumplir  indicaciones  especiales  de  índole  alguna  de  vitalísima 
importancia. 

lleiteramos  al  autor  la  felicitación  entusiasta  que  tuvimos  en  pasada 
ocasión  la  satisfacción  de  ofrecerle  de  todo  corazón 

Dr.  González  Prats 

NOTICIAS   CIENTÍFICAS 

Tifo-baollosis.  —  El  profesor  Landouzy  describió  hace  mucho 
tiempo  con  el  nombre  de  lifo-hacilosis  una  forma  particular  de  tuber- 
culosis de  difícil  diagnóstico,  la  cual,  antes  de  que  se  utilizara  el  suero- 
diagnóstico,  era  casi  fatalmente  confundida  con  la  fiebre  tifoidea.  Un 
caso  de  esta  naturaleza  ha  sido  estudiado  por  él  en  una  de  esas  lec- 
ciones. 

Se  trata  de  un  joven,  pálido,  de  sistema  piloso  abundante  y  que  pre- 
senta los  atributos  de  una  constitución  q^ue  indicaba  una  susceptibili- 
dad partioular  para  la  tuberculosis,  atributos  que  deben  siempre  ser 
buscados,  pues  estos  individuos,  más  que  los  otros,  deben  ser  tenidos 
al  abrigo  del  contagio. 

Este  enfermo  fué  presa  hace  cinco  meses  de  malestar  con  fiebre,  in- 
somnio, hipertrofia  del  bazo  y  un  estado  general  que  hicieron  pen- 
sar en  una  fiebre  tifoidea  ordinaria.  Parecía  faltar  únicamente  para 
com])letar  el  cuadro  las  manchas  rosadas,  y  sin  embargo,  dos  veces  la 
prueba  del  sero-diagnóstico  fué  negativa.  Esta  situación  duró  tres  se- 
manas con  una  curva  de  temperatura  semejante  «n  un  todo  á  la  de 


Noticias  cíentificas  66g 


la  fiebre  tifoidea.  En  este  momento,  en  lugar  de  presentarse  la  con- 
valecencia, la  fiebre  persistía,  sin  que  se  comprobase  ningún  fenó- 
meno torácico  ni  abdominal.  Todo  se  reducía  á  este  persistente  estado 
febril.  Un  mes  más  tarde  se  presentó  tos,  y  la  auscultación  revelaba 
signos  no  dudosos,  si  bien  todavía  ligeros,  de  tuberculosis  localizada 
en  el  vértice  derecho.  A  pesar  de  todo,  el  enfermo  no  se  quejaba  de 
nada ;  había  tan  escasos  esputos,  que  no  se  pudieron  examinar,  pero 
siempre  hubo  anorexia,  enflaquecimiento  y  debilidad  general. 

Landouzy  lo  consideró  el  caso  como  de  plena  germinación  tubercu- 
losa. Tales  casos  son  los  llamados  por  él  tifo-bacilosis,  queriendo  con 
esto  decir  que  se  trata  de  un  estado  tífico  causado  por  el  bacilo  tuber- 
culoso. Estos  enfermos  permanecen  más  bacilares  que  tuberculosos  ; 
pues  en  casos  semejantes  los  fenómenos  masivos  y  groseros  no  se  pre- 
sentan, y  sólo  al  cabo  tle  tres  ó  cuatro  meses  se  encuentra  con  mucha 
dificultad  signos  de  auscultación  que  indiquen  una  localización  pulmo- 
nar. Estos  signos,  es  cierto,  se  han  presentado  algo  más  tarde,  confir- 
mando la  tuberculosis  de  una  manera  segura. 

Landouzy  hace  notar  igualmente,  como  ejemplo  de  estos  hechos, 
haber  sido  llamado  recientemente  para  asistir  un  niño  de  12  años  que 
vivía  en  un  medio  excelente  y  que  fué  atacado  de  fiebre  continua  con 
esplenomegalia,  sin  fenómenos  abdominales  ni  torácicos.  Tenía  todo 
el  aspecto  de  una  dotinentería,  pero  el  sero-diagnóstico,  realizado  tres 
veces,  no  dio  resultado.  •  Tuvo  una  remisión  bastante  lar^a,  luego  una 
recaída  con  un  poco  de  catarro  pulmonar  que  se  atribuyo  á  la  grippe, 
pero  sólo  al  cabo  de  dos  meses  pudo  hallarse  bacilo  en  los  esputos.  Los 
signos  físicos  se  acentuaron  más  tarde. 

Kste  caso,  sin  el  sero-diagnóstico,  se  hubiera  interpretado  también 
como  constituido  por  una  tifoidea  seguido  de  una  grippe  y  de  tubermi- 
losis  consecutiva;  es  otro  ejemplo  de  tifo-bacilosis,  forma  tuberculosa 
caracterizada  por  el  hecho  de  que  los  enfermos  parecían  presentar  una 
fiebre  tifoidea,  de  forma  clásica  por  completo,  excepto  la  presencia  de 
manchas  y  no  entrar  francamente  en  convalecencia. 

Cuando  el  Dr.  Landouzy  describió  este  tipo  morboso,  hace  20  años, 
se  consideraba  que  la  tuberculosis  aguda  era  incurable.  Estos  enfer- 
mos, por  el  contrario,  curarían,  cuando  menos  aparentemente,  algunas 
veces  durante  varios  años,  y  sucumbirían  más  tarde  á  una  meningitis 
ó  á  una  tuberculosis  pulmoiuir.  En  los  casos  de  este  género  parece 
que  la  tuberculosis  no  llega  á  completa  madurez,  y  si  los  enfermos  su- 
cumben en  este  ])rimer  período,  sólo  se  encuentra'algunas  granulacio- 
nes, que  si  confirman  la  dolencia,  no  explican  los  accidente^,  y  es  que 
los  enfermos  parecen  tifoidizados  por  la  tuberculización,  infectados  por 
el  bacilo  de  Koch,  en  vez  de  serlo  por  el  bacilo  de  Eberth. 

Esta  forma  es  bien  diferente  de  la  granulia  de  líinpis,  en  la  cual  la 
multiplicación  de  las  granulaciones  es  la  productora  de  la  muerte. 

La  cuestión  está  hoy  bien  simplificada  gracias  al  sero-diagnóstico,  el 
cual  x>ermite,  en  condiciones  favorables,  la  afirmación  de  fiebre  tifoi- 
dea, si  es  que  existe. 

Este  diagnóstico  es  muy  importante,  pues  de  él  depende  el  pronós- 
tico ;  frecuentemente  la  afección  termina  poco  á  poco  en  la  tuberculosis 
y  se  llega  al  período  de  las  localizaciones.  Pero  á  veces  ocurre  un  paro 
completo  de  los  accidentes  y  puede  esperarse  una  completa  curación. 
Mas  al  cabo  de  un  tiempo  más  ó  menos  largo,  á  veces  de  algunos  años, 
se  produce  un  segundo  ataque  de  marcha  generalmente  más  rápida. 

Así,  además  de  las  formas  habituales  de  la  tuberculosis,  existe  una 
de  aspecto  completamente  engañador,  que  d^be  interesar  al  médico  el 
conocerla  bien,  porque  á  falta  de  la  posibilidad  de  la  curación,  debe  es- 
tablecerse un  pronóstico  grave,  y  si  este  pronóstico  no  está  suficiente- 


tyo  Noticias  cieníi/icas 


mente  establecido,  será  acusado  de  dejar  morir  á  un  tifoideo,  ó  si  el 
diag-nóstico  se  estableció  tarde,  de  haber  desconocido  la  tuberculosis.— 
(Journal  de  Méd.  el  de  Chii\  praíJ  —  (Rodríguez  Ruiz). 

Investigaciones  aoerca  del  agente  específico  de 
la  rabia,  por  Eug'emo  La  Pegona  (Amiali  di  Neurología^  Ñapóles).  — 
El  trabajo  de  La  Pegna  constituye  una  exposición  crítico- sintética  de 
todas  las  investigaciones  que  sobre  este  punto  de  etiología  se  han  rea- 
lizado desde  Hallier,  en  1872,  hasta  Celli,  en  1903. 

De  todo  este  complejo  alegato  referente  al  agente  especifico  de  la 
rabia,  se  desprende  el  convencimiento,  cada  día  más  arraigado,  de 
la  naturaleza  microzoica  del  virus  rábico,  sobre  todo  desde  los  descu- 
brimientos de  Negri.  Verdad  es  que  no  se  encuentra  el  elemento  etio- 
lógico  específico  en  todas  las  partes  del  sistema  nervioso  (y  de  aquí 
ciertas  discrepancias  de  criterio),  pero  como  observa  La  Pegna,  el  mi- 
croorganismo puede  estar  en  estas  partes  bajo  otras  formas  ó  en  uft 
período  de  evolución  distinta  de  la  en  que  se  encuentra  en  el  eje  cere- 
bro-espinal. En  cuanto  á  la  histología  patológica  de  la  rabia,  es  uná- 
nime el  parecer  en  punto  á  la  existencia  de  formaciones  endocelulares 
en  el  tejido  nervioso  de  los  animales  muertos  á  causa  de  la  infección 
rábica,  sobre  todo  la  de  incubación  larga.  —  (Galcerán  Granes). 

Rayos  N  —  Blondlot,  de  Nancy,  coloca  en  una  cámara  obscura 
una  lámpara  eléctrica  de  Nernst  ó  una  luz  de  gas  con  mechero  Aüer, 
rodeados  de  un  manguito  metálico  provisto  de  una  lámina  de  alumi- 
nio, ante  una  pantalla  fosforescente,  y  esta  pantalla  se  ilumina  cod 
más  ó  menos  intensidad.  La  iluminación  es  debida  á  los  rayos  N,  no 
al  calor,  convenientemente  eliminado  en  los  experimentos. 

Los  rayos  N  atraviesan,  pues,  ciertos  cuerpos  opacos. 

Pertenecen  á  la  serie  de  rayos  ultravioletas  del  espectro  y  son  invi- 
sibles por  la  retina. 

Charpentier,  también  de  Nancy,  ha  demostrado  que  en  los  múscu- 
los, nervios  y  centros  nerviosos,  hay  rayos  idénticos  á  los  de  Blondlot. 

Estos  hechos' son  de  gran  interés  para  el  médico,  pues  las  modifica- 
ciones de  estas  radiaciones  pueden  servir  para  interpretar  varios  he- 
chos fisiológicos  y  patológicos. 

La  averiguación  de  los  rayos  N  en  el  cuerpo  humano  se  logra  me- 
diante una  técnica  sencilla. 

Hay  varias  clases  de  pantallas.  Los  modelos  más  empleados  son 
los  de  D'Arsonval  y  Broca :  una  hoja  de  cartón  negro  en  la  que  se  hace 
una  mancha  blanca  con  un  pincel  mojado  en  una  mezcla  de  colodión  y 
sulfuro  calcico,  dejándola  secar.  El  sulfuro  que  en  estado  ordinario  e» 
un  polvo  con  fosforescencia  »zul,  debe  ser  muy  puro  y  sólo  debe  figu- 
rar en  la  mezcla  en  proporción  mínima  ;  ésta  ha  de  ser  muy  líquida. 

En  ciertas  investigaciones,  particularmente  en  las  del  cráneo,  la 
pantalla  debe  ser  más  ancha  y  en  el  borde  se  hace  un  punteado  con 
varias  manchas. 

Ballet,  de  quien  es  este  trabajo  (La  recherche  cUnique  des  rayons  N; 
technique,  —  Journal  de  Méd.  mterne,  1904)  usa  otra  pantalla.  En  el 
extremo  de  un  tubo  de  plomo  (el  plomo  es  impermeable  á  los  rayos N), 
de  5  á  6  centímetros  de  largo^  coloca  una  rodaja  de  corcho  de  un  milí- 
metro de  espesor,  en  la  que  extiende  el  sulfuro  de  calcio.  En  vez  de 
servirse  de  la  anchura  de  la  pantalla,  la  cubre  con  un  diafraffma  de 
papel  negro  perforado  en  forma  de  hendidura  rectangular  de  5  a  6  mi- 
límetros de  largo  por  1  V.  á  2  de  ancho,  con  lo  cual  logra  una  pantalla 
muy  regular  y  pequeña,  preferible  á  las  grandes  en  las  investigaciones 
patológicas. 


Noticias  citnii fieos  ^7* 


El  experimento  se  hace  en  una  habitación  obscura  por  completo,  si 
bien  con  un  poco  de  hábito  se  ve  los  rayos  N  en  un  medio  algo  iluminado. 

Antes  de  empezar  se  expone  la  pantalla  á  la  luz  solar  y  en  defecto  de 
ésta  á  la  de  una  lámpara  cualquiera,  particularmente  eléctrica,  pues 
sabido  es  que  el  sulfuro  de  calcio,  como  todos  los  cuerpos  fosforescen- 
tes, no  tiene  propiedades  luminosas  sin  esta  exposición ;  esta  exposi- 
ción debe  durar  un  tiempo  regular,  pues  si  fuese  muy  largo,  la  inves- 
tigación no  seria  precisa. 

La  pantalla  debe  ser  mirada  oblicuamente,  no  de  frente.  Los  fenó- 
menos luminosos  aparecen  con  tanta  más  rapidez  cuanto  más  delgada 
es  la  capa  de  sulfuro,  no  aparecen  bruscamente  y  tardan  en  desaparecer. 

Las  causas  de  error  son  numerosas  :  los  movimientos  bruscos  de  la 
pantalla,  los  de  la  atmósfera  debidos  á  la  traslación  de  personas,  á  la 
palabra,  hacen  cambiar  la  luminosidad.  Se  ha  de  proceder  con  lenti- 
tud, silencio  y  con  poca  gente. 

El  calor  es  también  causa  de  error :  basta  colocar  tras  la  pantalla 
un  tubo  de  agua  á  37*6**  para  desarrollar  su  luminosidad;  teórica- 
mente, se  estaría  al  abrigo  de  esta  causa  operando  en  una  estufa  á  45°, 
es  decir,  poniendo  la  pantalla  á  mayor  temperatura  que  la  del  cuerpo 
humano  ;  pero  esto  es  impracticable  ;  vale  más  recurrir  á  un  tubo  que 
contenga  ceniza  á  45®,  que  así  la  pantalla  se  mantiene  más  caliente 

3ue  el  cuerpo.  También  se  puede  aplicar  el  tubo  á  5  centímetros  de 
istancia  de  la  región  que  se  quiere  explorar,  porque  el  aire  inter- 
puesto impide  el  calentamiento  de  la  pantalla  á  expensas  del  calor  ani- 
mal, en  el  breve  tiempo  que  dura  el  experimento. 

Las  oscilaciones  luminosas  de  la  pantalla,  fenómeno  debido  á  la  retina 
(D'Arsonval),  acaban  por  ser  nulas  con  la  pantalla  pequeña  y  el  hábito. 

La  fijación  de  la  pantalla  determina  en  el  observador  la  elevación 
del  párpado  inferior  con  contracción  del  músculo  frontal,  y  esto  da  la 
impresión  de  un  mayor  brillo. 

La  sugestionabilidad,  por  último,  puede  equivocarnos:  el  hábito 
la  vence.    Los  aparatos  empleados  con  este  objeto  son  poco  prácticos. 

Charpentier  ha  notado  que  no  sólo  son  visibles  los  rayos  N,  sino 
que  son  canalizables  por  un  hilo  como  las  corrientes  eléctricas;  por 
tanto,  colocando  una  chapa  de  cobre  encima  del  punto  explorado  y 
uniéndola  mediante  un  hilo  con  la  pantalla,  se  nótala  luminosidad  con 
todos  sus  variantes  como  si  se  hiciera  el  examen  directo.  Blondlot 
piensa  que  no  es  éste  un  fenómeno  de  conductibilidad,  sino  de  refle- 
xión de  los  rayos. 

En  estado  normal,  si  se  pasea  la  pantalla  por  la  palma  de  la  mano, 
se  observa  en  las  eminencias  tenar  é  hipoténar,  poca,  pero  lo  bastante 
clara  la  luminosidad ;  cesa  en  el  ligamento  anular  de  la  muíieca  ;  reapa- 
rece en  los  músculos  del  antebrazo ;  si  se  hace  mover  los  músculos^ 
cuidando  de  no  producir  sacudidas  en  la  pantalla,  la  iluminación  es 
mayor,  Charpentier  dedujo  de  esto  que  siendo  el  corazón  el  músculo 
más  constantemente  activo,  debiera  marcarse  mejor  en  la  pantalla  y, 
en  efecto,  se  limita  muy  bien  el  área  cardíaca. 

Si  la  pantalla  se  pasea  por  un  nervio,  el  cubital  por  ejemplo,  se  nota 
mayor  luz  y  es  fácil  seguirlo  en  todo  su  trayecto.  Si  se  pone  sobre  la 
cara  anterior  de  un  dedo  y  se  tuerce  éste,  aumenta  el  brillo  por  haber 
alcanzado  la  región  correspondiente  al  nervio  colateral. 

Si  partiendo  de  la  apófisis  mastoides  se  hace  descender  suavemente 
la  pantalla  á  lo  largo  del  músculo  esterno-cleido-mastoideo,  el  brillo 
disminuye  á  medida  que  aquélla  se  aleja  dál  paquete  vásculo-nervioso 
y  aumenta  al  llegar  á  la  rama  transversal  del  espinal. 

Si  se  pasea  á  ío  largo  de  la  región  cervical  de  la  médula,  brilla  por 
modo  especial  en  el  abultamiento  cervical,  y  más  si  se  mueve  el  brazo ; 


67'  Noticias  cientijicas 


y  si  se  disloca  suavemente  á  lo  largo  de  la  médula,  pasa  la  luminosidad 
de  uno  á  otro  lado  de  la  pantalla  indicando  el  entrecruzamiento  de  las 
fibras  nerviosas  (Charpentier). 

En  el  cráneo  la  fosforescencia  es  muy  viva.  En  el  pie  de  la  tercera 
circunvolución  frontal  izquierda,  si  se  hace  hablar  al  sujeto,  en  voz 
alta  ó  en  voz  baja,  hay  un  brillo  especial  que  revela  la  actividad  del 
centro  de  la  palabra  (Charpentier).  —  (Rodríguez  Méndez). 

Locuras:  clasiflcaoión  de  Ztelien.  —  Este  notable  fre- 
nópata  alemán,  cuya  Psicolog*ía  fisiológica  es  una  de  las  más  trascen- 
dentales de  nuestros  días,  ha  publicado  la  segunda  edición  de  su  obra 
(Psychiatrie  filr  Aerzte  tind  í^ludirende,  Leipzig,  1902).  En  ella  ha  pro- 
curado aplicar  los  principios  de  la  mencionada  Psicología  á  las  enfer- 
medades mentales,  que  ordena  y  caracteriza  de  este  modo : 

Manía,  constituida  por  dos  síntomas  principales :  exaltación  y  ace- 
leración de  la  asociación  de  ideas. 

Melancolía,  caracterizada  por  la  depresión  y  la  detención  del  pen- 
samiento, como  hechos  primitivos. 

Estupidez,  con  detención  más  ó  menos  completa  de  la  asociación  de 
ideas  y  una  suspensión  muy  pronunciada  de  la  motiiidad. 

Paranoia  alucinatoria  aguda  ( locura  alucinatoria,  de  Fuerstner, 
Wahn  ;  delirio  alucinatorio  agudo,  de  Krafft-Ebing  ;  amencia,  de  Mey- 
nert;  aluciuosis,  de  Wernicke;  confusión  mental  alucinatoria  aguda, 
de  Fritsch  ;  confusión  mental  asténica,  de  Ma^^ser),  que  arranca  de 
alucinaciones  é  ilusiones,  origen  de  ideas  delirantes.  Son  secundarios 
los  trastornos  de  la  sensibilidad  moral,  así  como  los  de  la  ideación. 
Figura  entre  ellos  la  angustia,  procedente  de  las  voces  que  amenazan, 
y  la  precipitación  de  ideas  consecutiva  á  la  profusión  de  las  alucina- 
ciones.   Termina  con  frecuencia  en  el  delirio  agudo, 

Delirium  íremens,  paranoia  alucinatoria  sobreagu<la,  propia  exclusi- 
vamente de  los  alcohólicos. 

Paranoia  ahicinatoria  crónica,  cuyo  factor  es  la  alucinación  que  en- 
gendra ideas  delirantes.  Está  llena  de  episodios  de  excitación,  de  de- 
presión, de  confusión  mental,  siempre  secundarios,  productos  de  aluci- 
naciones sensoriales  y  de  concepciones  delirantes. 

Paranoia  simple  aguda,  en  la  que  se  forman  desde  el  principio  nu- 
merosos conceptos  delirantes  sin  alucinaciones.  Al  empezar  son  re.s- 
petadas  la  sensibilidad  afectiva  y  la  asociación  de  ideas.  Hay,  sin 
duda,  algunas  alucinaciones,  pero  no  intervienen  en  el  génesis  de  lo? 
conceptos  delirantes.  Esta  vesania  es  siempre  curable,  pero  las  reci- 
divas son  muy  frecuentes  y  á  las  veces  de  intervalos  cortos. 

Paranoia  simple  crónica  (delirio  crónico  sistematizado  de  cuatro  pe- 
ríodos, de  Maguan  ;  paranoia  completa),  con  ideas  delirantes  primiti- 
vas. Todo  lo  más,  y  pasajeramente,  se  le  añaden,  por  modo  accesorio 
y  accidental,  alucinaciones,  ilusiones,  trastornos  de  la  sensibilidad 
afectiva  y  de  la  asociación  de  ideas,  siempre  primarios. 

Delirio  agudo,  síndrome  compuesto  de  incoherencia,  agitación,  hi- 
pertermia,  que  puede  producirse  en  las  psicosis  funcionales.  General- 
mente acaba  en  la  muerte.  Es  más  común  en  la  manía  grave  y  en 
ciertas  formas  de  paranoia  aguda,  sobre  todo  en  la  paranoia  alucina- 
toria aguda.  {Le  Progrés  Medical).  —  (Rodkíguez  Méndez). 

y  rote  subescapular.  — Tan  frecuente  es,  que  casi  se  le  puede 
considerar  como  un  hecho  fisiológiro  :  Bassompierre  lo  ha  encontrado 
^n  el  3:í  por  100  de  individuos  tomados  al  azar;  pero  es  también  de 
origen  morboso. 

Zaphiriades  afirma  que  de  ordinario  es  producido  por  una  bolsa  se- 


Formulario  y  iratamitntos  modtrnos  673- 

rosa  formada  en  el  espacio  subescapular ;  son  mucho  más  raros  los 
frotes  producidos  por  un  exóstosis  ó  una  atrofia  muscular,  en  cuyos 
casos  hay  roces  de  la  escápula  con  las  costillas. 

Se  quejan  los  enfermos  por  modo  constante  de  dolor,  alguna  vez . 
espontáneo,  pero  generalmente  provocado  por  los  movimientos  del 
brazo,  que  alcanzan  bajita  el  omóplato.  Reside  en  toda  la  fosa  subesca- 
pular y  suele  irradiarse  á  la  clavícula;  el  foco  de  mayor  intensidad  es 
la  parte  inferior  del  borde  interno  del  omóplato  afecto  ó  bien  entre  las 
dos  escápulas.  Las  funciones  del  hombro  son  muy  penosas,  hay  debi- 
lidad considerable  y  el  trabajo  puede  ser  imposible. 

El  frote  es  ya  rudo,  ya  en  sacudidas  paro  suave,  ó  intenso  y  sonoro. 

Tanto  el  dolor  como*  el  frote  aumentan  gradualmente ;  lo  general 
es  que  empiece  por  un  solo  lado  y  se  propague  al  otro.  Cuando  la 
causa  es  la  anquilosis  escápulo  humoral,  la  lesión  es  monolateral. 

En  unos  enfermos  los  crujidos  son  fuertes  durante  los  ataques  de 
reumatismo  ;  en  otros  sólo  se  les  nota  durante  el  verano. 

El  pronóstico  es  distinto.  Por  sí  la  afección  es  benigna;  pero  puede 
ser  grave  por  las  lesiones  á  que  se  debe,  por  la  imposibilidad  funcio- 
nal, por  la  molestia  del  frote,  por  la  rebeldía.  A  la  larga  es  posible  la 
atonía  muscular  y  la  impotencia  completa  de  los  miembros  superiores, 
obligando  al  cambio  de  oficio. 

De  intervenir,  hay  que  hacerlo  con  la  inmovilización  durante  algún 
tiempo  y  mediante  un  aparato.  En  los  casos  graves  se  ha  de  recurrir 
á  procedimientos  quirúrgicos.  —  (Rodríguez  Mkndez) 

FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS    MODERNOS 


CXCI.  —  Eritema  fugaz  de  la  nariz :  tratamiento 

Brulh  lo  combate  en  breve  tierapo,.pouiendo  encima  una  gruesa  capa  de 
algodón  hidrófilo,  empapada  en  bencina  La  aplicación  debe  durar  sólo 
algunos  segundos  y  se  cuidará  de  no  hacer  fricciones.  Poco  después  la 
piel  palidece  y  es  menos  brillante. 

También  puede  usarse  este  mismo  medio  como  preventivo  (1). 

CXCII.  —  Ol&tloa:  empleo  del  azul  de  metUeno 

Este  medicamento  es  uno  de  los  más  activos  para  calmar  los  dolores  en 
muchos  casos,  siendo  más  poderoso  en  los  rebeldes.  Klemperer  ha  conse- 
g^uido,  en  27  enfermos,  19  resultados  favorables  (2). 

CXCIII.  —  Urdtroplna  y  nefritis  esoarlatlnosa 

Como  preventivo  de  ésta,  usa  Widowitz^  la  urotropina  á  la  dosis  diaria 
de  O' 15  á  r50  g-ramos.  segrún  la  edad,  dada  én  tres  veces. 

Se  la  debe  prescribir  tres  días  consecutivos  ni  empezar  el  exantema,  y 
repetirla  al  comenzar  el  tercer  septenario,  época  en  que  aparece  de  ordina- 
rio la  nefritis  secundaria  (2). 

CXCIV.  —  Sacarina  y  diabetes 

Se  abusa  de  aquélla,  cuando  casi  no  debiera  usarse.  No  sólo  es  peli- 
grosa por  el  entorpecimiento  de  los  actos  digestivos,  sino  porque  obliga  al 
rifión  á  un  mayor  trabnjo  durante  su  eliminación,  y  justamente  en  la  diabe- 
t^^sel  riñon  no  está  muy  holgado  en  sus  funciones.  La  albuminuria  diabé- 
tica no  es  rara  y  la  sacarina  puede  aumentarla  ó  producirla  si  no  existía  (3). 

CXCV.  —  Cafeína:  posologia 

*  Es  de  regla  que  cuando  se  quiere  obtener  con  la  cafeína  un  efecto  rá- 
pido, intenso  y  pasajero,  la  dosis  debe  ser  pequeña,  0*25  gramos,  repitién- 

(1)  Journal  de  Mid.  de  Bordeaux. 

(2)  Journal  des  Médecins. 

(3)  Journal  des  Praticiens, 


pr 


"674  Formulario  y  tratamttntot  modernos 


dola  2  Ó  3  veces  al  día  durante  varios  consecutivos  si  es  menester.    A  los 
h:  4  ó  6  días  suelen  presentarse  opresión  de  pecho,  disnea  é  insomnio. 

No  la  toleran  bien  los  que  tienen  enfermos  los  ríñones. 

Con  dosis  como  las  señaladas  se  ha  producido  alguna  vez  la  muerte 
kr'.  súbtta. 

f  Es  buena  fórmula  la  siguiente : 

S                                   Agua  destilada 50  gramos. 

Cafeína ^  „^  i  a  ««ttA 

Benzoato  sódico J  aa  1  á  .  50        » 

AcetHto  amónico 1                    » 

tí-                                  Sulfato  de  esparteína 0*10               » 

\k''  '  <le  la  que  se  puede  dar  una  cucharadita  de  media  en  media  hora  (1). 

\^;'  CXC VI.  —  Fiebre  tifoidea:  empleo  del  éter 

Slín  cuanto  la  temperatura  se  aproxima  ó  pasa  de  39**,  se  descubre  al  en- 
fermo, se  le  pone  de  lado  y  ye  hace  una  pulverización  con  éter  desde  el  oc- 
cipital al  sacro,  enjugando  inmediatamente.    Lo  mismo  se  hace  en  cada 
-  miembro.    La  operación  se  repite  cuantas  veces  lo  exija  la  temperatura, 
1^  siendo  raro  tener  que  pasar  de  tres  pulverizaciones  diarias. 

^ ' ,  Este  sencillo  procedimiento  tiene  sobre  los  baños  las  ventajas  de  ser 

P  mejor  aceptado  por  los  enfermos,  no  provocar  tan  fácilmente  enterorra- 

y  gi8S,  y  cuando  las  hay  ser  superiores  al  hielo. 

^''  Dawson  ha  empleado  estas  pulverizaciones  para  contraer  acto  continuo 

k      .  los  vasos  en  las  hemorragias  post-partum  (1). 

I  CXCVH.  --  Agarina :  aplicaoionee 

;  La  agurina  tiene  acción  electiva  sobre  las  células  renales,  cuyo  poder 

secretorio  acrece.  Por  lo  mismo  está  indicada  en  los  trastornos  cardía- 
cos y  renales,  pero  no  en  la  fosfaturia,  que  aumenta  mucho,  como  aumenta 
también  la  proporción  de  urea  y  de  cloruros.  Tampoco  se  debe  usar  cuan- 
do la  actividad  del  riñon  está  comprometida.  En  cambio,  puede  servir 
<:ontra  la  angina  de  pecho. 

Se  usa  generalmente  esta  fórmula : 

Agurina 2*50  gramos. 

Agua  destilada 120  » 

.'  Jarabe  de  goma 30  » 

Tintura  de  vainilla 5       gotas  (1). 

CXCYIII.  — Alma  y  bronquitis  oapilar:  empleo  del  áoido  oxálico 

Lo  aconseja  y  emplea  Poulet  hace  mucho  tiempo. 

Por  exten.sión  ha  recurrido  á  él  en  la  bronquitis  tuberculosa  y  dice  que 
■es  un  excelente  expectorante.    Usa  esta  poción  : 

Ácido  oxálico 2  gramos. 

Infusión  de  té  ....    ' 100       » 

Jarabe  de  corteza  de  naranjas "75       » 

Una  cucharada  de  hora  en  hora. 

Este  medicamento,  que  parece  ser  inofensivo  por  completo,  domina 
pronto  los  síntomas  más  amenazadores  de  la  bronquitis  capilar  :  angustia, 
sofocación,  cianosis  (2). 

CXCIX.  — -  Leaoorrea :  tratamiento  oon  la  levadura  de  cerveaa 

(  zimina  ) 

Friinkel  Wnmficimina  á  la  levadura  seca,  reducida  á  polvo, pero  dotada  de 
todns  sus  propiedades  (desdoblamiento  del  azúcar  en  CO*  y  alcohol)  y  men- 
ÍTua  la  virulencia  bacteriana. 

Con  ella  hace  supositorios  vaginales,  cada  uno  con  1*60  gramos  de 
zimina  (3j. 


(1)  Le  Médecin. 

(2)  L'Union  pharmaceutique. 

(3)  Rtpue  de  Therapeut  que. 


Publicacionts  recibidas  üyS 


OC.  —  Ezodlna :  naevo  pareante 

.   Análoga  á  la  purgatina  y  emodina.  esta  substancia  es  un  polvo  amarillo, 
no  soluble  en  el  ag-ua,  poro  en  el  alcohol,  inodoro  é  insípido. 

Ebstein  dice  que  á  la  dosis  de  medio  á  un  gramo  produce  deposiciones  á 
las  8  á  12  horas»  salvo  si  existe  coprostasis. 

No  colorea  la  orina  comió  la  purgatina,  y  es  más  barata  que  la  emodina. 
En  el  comercio  se  la  encuentra  en   pastillas  que  contienen  medio 
gramo  (1). 

Dr.  Rodríguez  Méndez 

PUBLICACIONBS  RECIBIDAS 

Fibromas  del  ovarlo,  por  el  Dr.  Recasens.  —  Madrid,  1904.  —  Dos  ejem- 
plares. 

ITovas  oientiflqaes,  per  Ferrán  Alsina.  —  Barcelona,  1904. 

lies  rayons  H  et  les  rayons  N',  par  le  Dr.  H.  Bordier.  —  Avec  16  figures. 
De  Les  Actualités  medicales.  —  París,  1905.  —  1*50  fr. 

Tratado  de  Dermatologria ,  Biflliogrrafia  y  Enfermedades  venéreas, 
escrito  para  uso  de  médicos  y  alumnos  de  Medicina  por  el  Profesor  Dr.  Ed- 
mundo Lesser.  Traducido  de  la  décima  edición  alemana  por  los  Doctores 
D.  Gil  Saltor  y  Lavally  D.  José  María  Biada. — Dustrado  con  profusión 
de  grabados.  —  Salvat  y  C.',  Mallorca,  294. —Cuadernos  17,  18,  19,20, 
y  21.  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  las  enfermedades  de  la  Infanoia,  por  el  Dr.  Julio  Comby.— 
Secunda  edición  española  traducida  de  la  IV  francesa  por  el  Dr  D.  An- 
drés Martínez  Vargas.  —  Salvat  y  C.*,  Mallorca,  ¡294.  —  Cuadernoá  27 
y  28  (último).  —  Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Oto-Rino-Laringoloffia,  por  el  Dr.  D.  Hicardo  Botey.  — Cua- 
derno 23  (último).  —  Barcelona,  1904. 

Inoontestables  ventajas  de  los  consultorios  de  niftos  de  peoho,  por 
D.  Rafael  üleciay  Cardona.  —  Madrid,  1904. 

Ouia  médioa  de  los  aooidentes  del  trabajo,  por  el  Dr.  Waibel. — 
Cuaderno  3.°  (último).  —  De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Me- 
dicina y  Cirugía  prácticas.  —  Tres  pesetas. 

DiHPKNSARio  ANTITUBERCULOSO  DR  Madrtd  —  Contrlbnolón  al  estadio 
de  la  tnberoolosls ,  por  D.  José  Verdes  Montenegro.  —  Madrid,  1905.. 
1*50  peseta-*.  —  Dos  ejemplares. 

XIV  Congreso  internacional  de  Medicina.  —  (Madrid,  1903).  —  Sección  9.' 
Cirugía  general.  — Ponencia  sobre  las  indioaciones  de  la  interven- 
ción qnirúrg^ica  en  las  afecciones  del  estómag:o,  por  el  Dr.  8.  Car- 
denal y  su  análisis  bibliog^ráflco,  por  D.  Miguel  Baivey  y  Bas.  —  Ma- 
laró,  1904.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medicina  clínica  y  Terapéntica,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Scbalbe, 
con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góngora  y  Tunón.  — José  E^^pasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuadernos  105  y  106.  —Barcelona,  1904.  —  Una 
peseta  cuaderno.  -—  Dos  eiemplares. 

Tratado  de  Cirng^ia  clinioa  y  Operatoria,  publicado  bajo  la  dirección  de 
los  Catedráticos  y  doctoresí  E.  von  Bergraann.  P.  von  Brans  y  J.  von  Mi- 
kuliez,  con  la  colaboración  de  los  más  eminentes  médicos  alemanes,  y 
traducido  directamente  al  castollano  por  el  Dr.  D.  Gil  Saltor  y  Lavall.  — 
José  E.spasa,  editor,  calle  de  las  Cortes,  579.  —Cuaderno  103.  —  Barcelo- 
na, 1903.  —  Una  peseta  cada  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Mannal  de  Patología  externa,  por  B.  Porgue — Traducido  por  el  Dr.  J.  Es- 
pasa y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  g-rabados  intercalados  en  el  texto  en  neg-ro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  páginns,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuaderno  23  y  24.—  Barcelona,  1901.  — Dos 
ejemplares. 


(1)    RtVMt  de  Thérapeutique. 


' 


676 


Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Biblioteca  para  la8  madkes.  —  Arte  de  orlar  á  loe  nlñoe,  por  el  doctor 
D.  Rafael  Ulecia  y  Cardona.  —  Madrid,  1904.  —  Tres  pesetas.  —  Dos  ejem- 
plares. 

Xi»  Oficina  de  Farmacia  espafiola.  según  Dorvault.  —  Yjgésimocuarto 
suplemento  de  la  segunda  serie.  —  Anuario  /armacéutico-médico,  redac- 
tado en  presencia  de  los  periódicos,  formularios  y  obras  más  modernas 
publicados  en  España  y  en  el  extranjero,  por  los  señores  doctores.  D.  Joa- 

^  quin  Olmedillu  y  Puig  y  1).  Filiberto  Soria  y  Sánchez.  —  Con  grabados 
intercalados  en  ei  texto.* —  Bailly-Bailliére  é  hijos.  —  Madrid,  1904. 

Diccionario  general  de  Odontología  y  de  arte  dental,  por  D.  José  M. 
Martínez  Castrillo.  —  Obra  ilustrada  con  102  grabados  intercalados  en  el 
texto.  —  Bailly-Bailliére  é  hijos.  —  Madrid,  1904. 

Cartilla  hlgiénloo-popnlar  contra  la  tnbercnloeU  ó  tlale ,  para  nio 
de  lae  eecnelaa,  por  el  Dr.  Cándido.  —  Cartagena,  1904.  —  Dos  ejem- 
plares. 

Periódicos  :  Boletín  de  Medicina  y  Cirugía.  —  Órgano  de  la  Asociación 
«Escuela  de  Medicina»  y  del  Cuerpo  médico  de  Guayaquil.— Director: 
Dr.  Alfredo  J.  Valenzueia.  —  Apartado  de  correos  numero  436.  —  Guaya- 
quil (Ecuador).  —  Un  año  :  5  $. 

SI  Mes  médico,  de  la  Habana.  —  Se  publica  todos  los  meses.  —  Directores  : 
doctores  Rosas,  Weis  y  Bosque.  —  Empedrado,  52,  Habana.  —  ün  año, 
3  S  oro. 


Estudios  demogpáfleos  de  Bapeelona 

POR    El 

Db.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instiiuio  de  FIígícnc  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  duranto  el  mes  do  octubre  do  1004 


I.  —  INFKCCIONRB 


Coqueluclie    .... 

Difteria 

Disentería 

Escarlatina    .... 

Erisipelíi 

Eclampsia 

Fiebre  tifoidea  .     .     . 

Gangrena 

Influenza  

Lepra     ...... 

Otras  infecciones  .    . 

Paludismo 

Reumatismo  .... 

Sarampión 

Septicemia  puerperal 
Id.  qnirurg'ica 

Sífilis 

Tétanos.     .     .     .     .     . 

Tuberculosis  .... 

Viruela 


Total. 


9 
7 
4 
O 
1 
8 

60 
2 
1 
O 
8 
O 
O 
O 
1 
5 
3 
3 

150 
27 

295 


II.— Otras  infbccionks  y  padbcj- 

MIKNTOS    DK    NATURaLIíZA    NO   DB- 

TKRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

'^^*^    i  Venas O 

Suma  y  sigue.    .    .    .      129 


Digesti- 
vo. .  . 


Suma  aníeriov. 

^Boca    .    .    . 

I  Bstómag'o    . 

Intestinos    . 
I  Otros  anexos 

Peritonitis   . 


/?^*««V/t  (Bronquiales  (aíccioh). 

^fJÍ'?^^-    Pulmonía    .    .    .    . 

lorio.  .(puin,5n  y  pleura.     . 

Cerebro  y  médula 

Genital  femenino 

Meninges 

Urinario 

Red  linfática 


129 

2 

20 

105 

17 

10 

38 

91 

23 

101 

O 

41 

28 

O 


Tota!.     .     .     .     .     595 

III.  —  Otros  y  acoidbntbs 

Accidentes 7 

Alcoholismo 1 

Distrofias  constitucionales.     .  rt 

Esclerema 

Falta  de  desarrollo     .     .     . 

Intoxicación 

Neopiasmus 

Senectud 

Sin  diagnóstico 

Total ^^^9 

Total  de  defunciones  ....    949 

Total  de  nacimientos.    .    . 

Abortos 


Tomo  ZZVU.    Kúm.  22    Baroelona  30  noTÍesi1)re  1904    Afio  ZZVII.    Núm.  658 

Gaceta  Médica  Catalai^a 

SUMARIO :  Errores  de  diagnóstico,  por  D.  Félix  Antigüedad  Diez.  —  Revista  de  Pediatría, 
por  el  Dr.  Juan  CoU  y  Boflll.  —  Adherencias  de  las  mandibulas ;  necrosis  del  maxilar  infe- 
rior de  origen  mercurial  en  una  niña  malgacha,  por  el  Dr.  Jourdran.  —  El  alcohol  en  dietéti- 
ca, por  el  Dr.  Augaeto  Bunge.  —  Rrvista  crítica  bibliográfica  ,  por  los  doctores  don 
Andrés  Martínez  Vargas  y  Felipe  Margarit.  ~  Formulario  y  tratamientos  mohicrnos, 
por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  •>  Nuestra  corrbspondbncia  con  la  prbmsa.  —  Estudios 
demográficos  de  Barcelona,  porelDr.  D.  LulsComenge. 


Eppopes  de  diagnóstico 

POR 

D.  FÉLIX  Antigüedad  Diez 

1.  Embarazo  confundido  con  un  tumor  en  el  ovario  izquierdo.  —  II.  Cáncer  del  colon  transverso 
que  aseguró  un  operador  que  curaba.  —  III.  Higroma  de  la  rodilla  derecha  confundido 
con  una  artritis  tuberculosa.  —  IV.  Hemorroides  confundidas  con  una  lesión  del  hígado. 
V.  Parto  sencillo  en  el  que  se  creyó  babia  otro  feto.  —  VI.  Meiro-vaginitis  confundida  con 
una  cistitis —  Vil.  i  uxación  completa  del  f^mur  confundida  con  una  artritis  tuberculosa 
supurada.  —  VIII.  Grippe  de  forma  torácica  confundida  con  tuberculosis  pulmonar  y  con 
pleuresía  con  derrame. 

Es  costumbre,  en  la  mayor  parte  de  las  revistas  médicas,  el  publicar 
los  casos  notables  que  ocurren  en  la  práctica  y  que  terminan  de  un 
modo  favorable,  sirviendo  á  la  vez  que  de  satisfacción  á  sus  autores, 
de  gran  enseñanza  para  todos,  pues  el  aue  más  y  el  que  menos  uti- 
liza cuanto  dicen  si  lo  juzga  aceptable.  Igualmente  creo  (jue  lo  faci- 
litan los  casos  desfavorables  y  los  que  por  error  de  diagnóstico  ocurren 
con  frecuencia,  y  no  se  pierde  nada  por  darlos  á  conocer,  porque  pue- 
den servir  de  aviso  y  para  contribuir,  en  casos  análogos,  á  demostrar 
que  en  medicina  es  preciso  fijarse  bien  antes  de  formular  un  diagnós- 
tico, si  no  queremos  cometer  errores  muchas  veces  de  grave  trascen- 
dencia. 

Voy  á  exponer,  en  el  presente  trabajo,  varios  casos  prácticos,  unos 
de  carácter  personal,  en  los  cuales  vi  demostrada  mi  opinión,  y  otros  de 
referencia  particular  que  he  podido  comprobar,  en  los  cuales  se  come- 
tió error  de  diag-nóstico,  la  mayor  parte  de  las  veces  por  eminencias 
médicas,  cuyos  juicios  en  muqhas  ocasiones  se  imponen  por  el  hecho 
de  ser  considerados  como  tales.  He  de  advertir,  antes  de  seguir  más 
adelante,  con  la  franqueza  que  acostumbro,  que  me  declaro  expuesto  á 
cometer  errores  de  diagnóstico  como  cualquiera,  y  sería  una  inmodes- 
tia el  afirmar  que  no  me  equivoqué ;  muchas  veces  al  ir  á  expedir  una 
certificación  de  defunción  me  ha  ocurrido  no  saber  con  seguridad  cual 
ha  sido  la  causa  de  ella,  y  con  esto  ya  queda  demostrada  mi  torpeza 
para  hacer,  en  ocasiones,  un  verdadero  diagnóstico.  Yo  sé  que,  así 
como  hay  profesores  que  pocas  veces  se  equivocan,  también  existen 
muchos  que  formulan  algunos  diagnósticos  tan  erróneos  y  de  tanto 
bulto,  que  le  hacen  á  uno  dudar  si  la  fama  que  poseen  es  ó  no  justa, 
ó  si  es  que  los  cometen  por  querer  llevar  la  contraria.  Donde  más  se 
advierte  la  diferencia  de  opiniones  y  juicios  es  en  las  consultas,  ya 
particulares  ya  entre  profesores,  y  esto  es  debido  á  que  cuando  somos 
llamados  á  dar  nuestro  parecer  no  lo  hacemos  sin  idea  preconcebida, 
y  ¡  por  qué  no  decirlo  I  algunas  veces  se  formulan  diferentes  de  lo  que 
son  por  el  deseo  de  molestar  al  companero,  y  porque  no  todos  tenemos 
la  abnegación  de  confirmar  el  que  oigamos  exponer ;  á  estas  causas 


6j8  Errores  de  diagnóstico 


atribuyo  la  mayor  parte  de  los  errores  de  diagnóstico  que,  con  más  fre- 
cuencia de  la  debida,  se  suelen  cometer,  con  lo  cual  las  dudas  entre  las 
familias  y  nuestraa  relaciones  profe^oncjes  contribuyen  ¿  su  aumento 

?r  &  que  no  sean  lo  que  deben  ser,  cual  corresponde  á  los  que  cultivan 
a  misma  ciencia,  tan  expuesta  á  errores,  que  lo  mismo  pueden  reali- 
zarlos unos  que  otros. 

Antes  de  reseñar  los  varios,  casos  prácticos  en  que  se  cometió  error 
de  diagnóstico,  creo  conveniente  manifestar  que  como  no  es  mi  ánimo 
molestar  á  nadie,  no  citaré  ni  nombres  de  profesores,  ni  de  enfermos, 
y,  si  alguno  de  los  lectores  se  diera  por  aludido,  estoy  dispuesto  á  rec- 
tificar lo  que  yo  no  haya  interpretado  bien. 

I.  Uno  de  los  casos  que  más  impresión  y  dudas  hubo  de  causarme, 
hace  varios  años,  fué  el  de  una  señora  de  36  años  de  edad ;  había  es- 
tado casada  10  años  con  el  primer  espose,  efectuando  su  matrimonio  á 
los  20  años,  sin  tener  descendencia ;  se  volvió  á  casar  á  los  dos  años,  y 
en  los  tres  primeros  nada  se  pudo  advertir  de  que  pudiera  tener  suce- 
sión, pues  su  estado  general  era  el  ordinario  y  la  función  menstrua  se 
verificaba  con  regularidad  :  un  día  me  llamó  la  atención  diciéndome 
que  hacía  tres  meses  que  se  la  habían  suspendido  las  reglas  y  que  pa- 
recía que  se  le  abultaba  el  vientre,  y  la  indiqué  que  no  tendría  nada 
de  particular  que  todo  dependiera  ae  un  emoarazo  ;  no  quiso  dar  im- 
portancia á  mi  opinión,  diciéndome  que  no  creía  en  ello,  y  en  esta  si- 
tuación pasaron  otros  dos  meses  sin  aparecer  la  regla,  y  aumentando 
el  volumen  del  vientre ;  seguí  creyendo  que  se  trataba  de  un  embarazo 
ordinario  y  que  para  salir  de  dudas  era  precico  hacer  un  reconoci- 
miento ;  dicha  señora,  lejos  de  someterse  desde  luego  á  ello,  seguía 
no  creyendo  en  semejante  estado  y  la  determiné,  por  insistir  en  su  ne- 
gativa, á  que  fuera  con  su  esposo  á  una  población  cercana,  á  consultar 
con  algún  profesor  de  su  agrado;  aceptado  que  fué,  se  marcharon  á  los 
pocos  días,  y  allí  fué  reconocida  detenidamente  por  un  compañero  que 
siempre  ha  gozado  de  fama,  y  que  yo  he  tenido  por  un  buen  práctico  : 
me  alegraba  de  que  fuese  á  consultar  con  él,  porque  tenía  la  seguridad 
de  que  así  saldríamos  de  dudas.  Al  día  siguiente  de  regresar  al  pue- 
blo me  llamaron,  y  al  encontrarles  afligidos  pregunté  la  causa,  y  por 
toda  contestación  me  entregaron  una  carta  que  dicho  profesor  les  dio 
para  mí,  y  para  que  después  de  enterado  determinara.  Mi  extrañeza 
fué  grandísima  cuando  leí  su  contenido,  que  conservo,  y  dice  así ;  «  Del 
»  reconocimiento  minucioso  que  he  hecho  á  la  Sra.  N.,  esposa  de  D.  Z. 
»  del  pueblo  de  X,  resulta  que  no  hay  tal  embarazo :  se  trata  de  un  tu- 
»  mor  del  ovario  izquierdo,  bastante  voluminoso  ;  su  tratamiento  debe 
»  ser  el  quirúrgico,  y  cuanto  antes  necesita  ir  á  Madrid  para  que  la 
»  hagan  una  operación  que  precisa,  sin  la  cual  la  muerte  es  inevitable.» 
Procuré  calmarles,  y  sin  negar  la  posibilidad  de  qne  fuese  cierta  dicha 
opinión,  por  venir  ae  persona  tan  autorizada,  les  indiqué  la  convenien- 
cia de  que  antes  de  decidirse  á  marchar,  para  que  la  practicaran  la 
operación,  debíamos  celebrar  una  consulta  con  dicho  profesor  y  con 
otros  para  ver  qué  resultaba,  y  contestaron  que  ya  me  dirían  lo  que 
acordaban.  Asi  las  cosas,  y  yo  con  intranquilidad,  porque  se  trataba 
de  una  familia  que  apreciaba  muchísimo,  se  pasaron  algunos  días ; 
volví  á  ver  á  dicha  señora  y  me  manifestó  que  parecía  que  notaba  al- 
gunos movimientos  dentro  del  tumor  del  vientre,  y  que  iba  en  aumento: 
que  había  resuelto  no  ir  á  que  la  operaran  por  el  temor  de  que  acaso 
se  muriese  fuera  de  su  casa,  y  que  como  se  sentía  bien  ni  quería  con- 
sultar más,  ni  hacer  nada... 

Por  el  pueblo  se  extendió  la  noticia  de  que  dicha  señora  padecía  de 
un  tumor  en  el  vientre,  y  todos  se  lamentaban  de  lo  que  tenía  que 


Errores  de  diagnóstico  éj^^ 


ocurrirle  por  no  marcharse  á  que  la  hicieran  la  operación  que  preci- 
saba... Una  tarde^  hallándome  de  paseo  con  unos  amigos,  un  muchacho 
salió  en  mi  busca  para  que  fuese  en  seguida  á  la  casa  de  dicha  señora, 
que  se  había  puesto  muy  mala  repentinamente ;  me  fui  al  momento  y 
la  encontré  en  cama,  quejándose  de  intensos  dolores  en  el  vientre,  que 
se  aumentaban  á  la  presión ;  la  matriz  se  hallaba  durísima,  como  teta- 
aizada,  y  decía  que  por  la  vulva  había  echado  unas  mucosidades :  todo 
esto  ocurría  á  los  cuatro  meses  de  haber  consultado  con  el  profesor  que 
diagnosticó  de  tumor  del  ovario  izquierdo,  y  después  de  los  nueve  que 
la  habían  faltado  las  reglas ;  teniendo  en  cuenta  estos  datos  y  los  3Ín« 
tomas  que  observaba,  no  tuve  inconveniente  en  decir  á  la  familia  que 
pronto  Íbamos  á  salir  de  dudas,  y  que  se  trataba  de  un  parto  :  dispuse 
una  poción  antiespasmódica  simple  para  que  tomara  una  cucharada 
cada  cuarto  de  hora  y  pomada  de  belladona  para  fricciones  en  el  vien* 
tre ;  seguro  de  cuanto  decía,  no  me  separé  de  su  lado,  aconsejándola 
permaneciera  en  la  cama  en  la  que  dio  á  luz,  á  las  18  horas»  una  niña 
con  buenas  condiciones  de  vida,  y  que  hoy  tiene  20  años. 

Los  comentarios  que  acerca  de  este  caso  se  hicieron,  los  calculará 
el  lector ;  la  madre  crió.á  su  hija,  y  un  día  que  fué  á  la  población  donde 
consultó,  al  encontrarse  con  el  profesor  le  dijo :  Vea  V.  el  tumor  que 
tenía  en  el  vientre... 

Este  caso,  tan  ordinario,  demuestra  una  de  estas  dos  cosas:  aue  el 

Í profesor  consultado  no  se  fijó  en  lo  que  veía,  y  que  por  el  hecho  aeque 
e  consultaban  tenía  que  ser  algo  mas  que  un  embarazo. 

11.  Un  compañero  de  un  pueblo  próximo  á  donde  yo  ejercía  hace 
pocos  años,  tuvo  necesidad  de  ausentarse  por  unos  días  y  me  encargó 
que  visitara  á  sus  enfermos .  hasta  que  regresara ;  al  aceptarlo  me  en** 
tregó  una  lista,  y  en  ella,  como  yo  también  tengo  por  costumbre,  que 
considero  muy  buena,  me  ponía  los  diagnósticos  y  el  tratamiento  que 
les  tenía  dispuesto,  menos  en  una  enferma  :  le  llamé  la  atención  y  me 
dijo  que  no  los  había  puesto  porque  quería  que  al  verla  yo  le  dijera 
después  lo  que  me  parecía  que  tenía,  poroue  él  dudaba  de  lo  que  pu- 
diera padecer ;  por  más  que  hice  no  quiso  decirme  nada,  y  yo  creyendo 
Que  se  trataría  de  alguna  cosa  rara,  y  digna  de  estudio,  al  siguiente 
día  me  fui  al  pueblo  preocupado  con  lo  que  pudiera  ser,  y  empecé  la 
visita  por  dicha  enferma. 

Era  una  mujer  seca  y  demacrada,  de  56  años,  casada,  con  un  color 
amarillo  pálido  que  parecía  un  cadáver ;  procuré  enterarme  de  lo  que 
padecía,  y  al  reconocerla  observé  que  tenía  un  tumor  en  la  región  ni- 
pogástrica  duro  y  movible  á  la  presión  y  al  tacto,  que  le  originaba 
grandes  dolores  ;  además  tenía  edema  en  los  pies  ;  esto  me  bastó  para 
formar  mi  opinión  acerca  de  lo  que  tenía  dicha  mujer,  sin  manifestár- 
selo ;  me  preguntó  si  no  se  la  podría  sacar  dicho  tumor,  y  la  contesté 
que  luego  que  viniera  su  médico  hablaría  yo  con  él,  y  me  añadió  que 
hacía  unos  días  había  estado  en  una  ciudad  cercana,  y  que  un  médico 
afamado  la  había  prometido  operarla,  afirmando  quedaría  bien... 

Regresó  el  compañero  á  quien  había  substituido,  y  al  preguntarme 
qué  me  parecía  la  enferma,  le  dije :  creo  que  se  trata  de  un  cáncer  del 
colon  transverso,  y  que  esa  enferma  se  morirá  pronto,  pues  se  halla  en 
el  período  caquéctico ;  me  manifestó  que  lo  mismo  pensaba  él,  pero  que 
habiéndole  dicho  la  enferma  y  su  esposo,  que  había  quien  la  curaba, 

Ííor  eso  no  me  habla  puesto  el  diagnóstico  ni  el  tratamiento  ;  le  mani- 
ésté  que  cualquiera  que  la  viera,  si  era  médico,  no  podía  confundir 
una  enfermedad  tan  clara  con  otra,  y  mucho  menos  curarla ;  tantas 
seguridades  la  había  dado  el  profesor  que  la  vio  en  su  consultorio  de 
curación,  que  según  supe  trató  de  marcharse  á  que  la  operara,  peto 


680 


Errores  de  diagnóstico 


como  el  hombre  propone  y  Dios  dispone,  no  tuvo  tiempo  de  ir,  porque 
falleció  al  mes  de  haberla  yo  visto.  No  se  pudo  saber  que  diagnóstico 
habría  hecho  el  compañero  que  se  las  prometía  tan  felices,  pero  puede 
asegurarse  que  cometió  un  error,  que  pudo  ocasionarle,  si  llega  a  ope- 
rar á.  la  referida  mujer,  un  gran  contratiempo. 

III.  Prestaba  hace  años  mi  asistencia  facultativa  á  una  mujer  de 
32  años,  casada,  que  padecía  con  frecuencia  ataques  de  reumatismo 
articular  agudo ;  un  día  se  cayó  de  una  escalera  y  se  causó  una  fuerte 
contusión  en  la  rodilla  derecha ;  se  dio,  por  el  pronto,  poca  importancia 
á  la  misma,  pero  andando  el  tiempo  se  fué.formando  en  ella  una  tu- 
moración  poco  dolorosa  y  con  fluctuación,  que  iba  aumentando  de 
volumen,  impidiéndola  bastante  la  progresión ;  mandé  que  se  aplicara 
fomentos  resolutivos  con  cloruro  amónico  en  disolución  concentrada 
al  3  por  100,  que  no  lograban  el  efecto  que  me  proponía ;  así  conti- 
nuaba, y  al  ver  la  persistencia  de  dicho  tumor,  dudé  si  sólo  el  trauma- 
tismo sería  la  causa  que  sostuviera  aquel  estado  ó  si  dependería  del 
reumatismo  que  también  padecía  y  que  se  tratara  de  una  artritis  que 
con  el  tiempo  diera  lugar  á  complicaciones  más  serias ;  manifesté  á  su 
esposo  que  era  necesario  dar  salida  al  contenido  de  dicho  tumor,  por- 
que en  la  actualidad  creía  que  todo  ello  era  consecuencia  de  la  caída, 
y  en  mis  notas  de  enfermos  consigné  este  diajg-nóstico  :  higroma  de  la 
rodilla  ¿artritis  reumática?  Un  día,  al  ir  á  visitarla,  me  dijeron  que 
se  había  marchado  con  su  esposo,  y  después  llegué  á  saber  por  ellos 
que  fueron  á  consultar  con  un  médico  operador,  por  aquel  entonces  de 
moda,  de  una  población  cercana,  el  cual  les  manifestó  que  la  cosa  era 
grave,  que  se  trataba  de  un  tumor  blanco  que  había  que  operar  ha- 
ciendo la  amputación  del  muslo  por  su  parte  inferior  cuanto  antes, 
porque  si  llegaba.á  supurar  no  sería  conveniente  hacerla,  y  mientras 
determinaban,  [^  dispuso  unos  fomentos  con  bálsamo  de  opodeldoch 
líquido.  Enterado  de  semejante  diagnóstico,  les  manifesté  lo  conve- 
niente que  sería  la  celebración  de  una  consulta  con  dicho  profesor  y 
con  otro  que  yo  designara  de  aquella  población,  y  aceptada,  me  encar- 
gué de  escribirles  para  tenerla ;  marchó  un  propio  con  dicho  encargo, 
el  cual,  por  disposición,  según  supe,  del  médico  con  quien  habían 
consultado,  ordenó  que  no  era  necesaria  la  presencia  del  otro,  y  que 
me  devolviera  la  carta,  pues  él  vendría  con  su  ayudante  al  día  siguiente 
para  hacer...  lo  que  había  que  hacer. 

Desagradándome  dicho  proceder,  y  además  no  creyendo  de  urgente 
necesidad  el  practicar  una  operación  tan  seria,  mientras  no  se.  discu- 
tiera bien  el  caso,  me  limité  á  estar  preparado  para  cuando  llegara  el 
operador;  me  llamó  la  atención,  causándome  extrañeza,  ver,  al  visitar 
k  dicha  enferma  al  siguiente  día,  un  frasco  que  tenían  en  una  mesa 
con  cloroformo,  diciéndome  que  le  habían  traído  por  mandato  del  pro- 
fesor que  esperaban ;  al  poco  rato  me  marché  para  la  estación,  pues 
tenía  que  salir  á  un  pueblo  próximo  para  regresar  en  seguida,  y  á  la 
llegada  del  tren  que  yo  tenía  que  utilizar  para  mi  viaje,  llegó  el  com- 
pañero, que  traía  su  "ayudante  y  dos  cajas  con  instrumentos  y  venda- 
jes ;  nos  saludamos,  y  durante  la  parada  del  tren  le  dije  que  me 
esperara  en  mi  casa,"  porque  volvía  pronto,  y  que  á  qué  venía  con 
tanto  aparato  ;  me  contestó  que  á  operar  á  la"  enferma,  y  le  repliqué 
que  si  era  de  necesidad,  tenía  yo  instrumentos  y  manos  para  hacerlo, 
pues  á  mis  enfermos,  sin  mi  invitación  y  en  el  pueblo,  no  les  operaba 
nadie  más  que  yo ;  no  debió  de  gustarle"  cuanto  le  dije,  pues  á  la  hora 
que  regresé  no  le  hallé  en  mi  casa,  y  sabiendo  que  había  ido  á  la  de  la 
enferma,  fui  en  su  busca,  porque  al' fin  ella  no  tenía  que  ver  nada  con 
estas  pequeneces.    Invité  al  compañero  á  que  viera  la  enferma,  y  di- 


Errores  de  diagnósiieo  9^' 


ciéndome  que  se  hallaba  ya  enterado,  nos  retiramos  á  una  habitación 
inmediata  para  tratar  del  caso,  haciéndolo  á  presencia  de  algunos  in- 
dividuos de  la  familia. 

Empecé  por  darle  cuenta  de  los  antecedentes  y  de  la  manera  como 
se  había  presentado  la  enfermedad  y  el  curso  que  había  tenido,  con 
sus  síntomas,  procurando  á  la  vez  hacer  un  diagnóstico  diferencial 
acerca  de  las  enfermedades  con  las  cuales  podía  confundirse,  y  anali- 
zadas todas  las  que  con  ella  se  relacionaban,  formulé  el  diagnóstico  de 
higroma  de  la  rodilla  derecha,  con  probabilidades  de  artritis  reuiná- 
tica ;  manifesté  que  creía  que  el  contenido  del  tumor  fuese  líquido, 
no  purulento,  y  de  resultar  cierto,  que  el  pronóstico  sería  favora- 
ble ;  sostuve  que  el  tratamiento  debía  consistir  en  la  punción  de  dicho 
tumor',  y  que  una  vez  practicado,  si  no  había  pus,  por  la  abertura 
se  tenía  que  colocar  un  tubo  de  goma  de  desagüe,  haciendo  otra 
abertura  más  para  practicar  el  lavado  después  con  una  solución  al  1 
por  100  de  permanganato  de  potasa,  dejándole  así  por  unos  días ;  que 
después  de  practicada  la  punción,  era  cuando,  si  el  diagnóstico  ex- 
puesto no  resultaba  el  que  creía,  sería  ocasión  de  liacer  una  operación 
de  más  importancia.  El  compañero,  después,  manifestó  que  á  su  juicio 
se  trataba  de  una  enfermedad  más  grave,  no  sólo  porque  el  trauma- 
tismo era  difícil  hubifera  producido  un  tumor  tan  voluminoso,  sino 
porque  dando  importancia  al  reumatismo,  su  opinión  era  que  se  tra- 
taba de  una  artritis  reumática  supurada,  y  que  el  contenido  tenía 
que  ser  purulento  y,  por  lo  tanto,  tenían  que  estar  interesados  los  liga- 
mentos y  la  articulación ;  que  en  su  vista  el  pronóstico  era  grave  y 
que  para  obtener  la  curación  era  indispensable  y  urgente  practicar  ó 
la  resección  de  la  rodilla  ó,  mejor  todavía,  la  amputación  del  muslo 
por  su  parte  inferior;  contesté  que,  respetando  muchísimo  su  opinión, 
porque  no  dudaba  que  esa  fuese  su  creencia,  tenía  el  sentimiento  de 
no  poderla  aceptar,  y  además  que  podía  aplazarse  ¡^or  unos  días  más 
la  operación  hasta  tanto  que  oyéramos  el  parecer  de  algún  compañero 
más,  porque  la  cosa  era  importante,  y  yo,  como  profesor  encargado  de 
su  asistencia,  no  consentía  que  se  hiciera ;  la  familia,  después  que  nos 
oyó  discutir  el  caso,  nos  manifestó  si  habría  algún  inconveniente  en 
que  aquel  día  se  hiciera  la  punción  que  yo  proponía,  y  contestando 
que  por  mi  parte  no  le  veía,  también  lo  aceptó  el  compañero,  quedando, 
por  lo  tanto,  suspendida  la  operación  hasta  ver  lo  que  resultaba. 

Previos  los  preparativos  necesarios,  acto  seguido  procedí  con  un 
trocar  de  ordinario  calibre  á  la  punción  del  tumor,  dando  salida  á  un 
líquido  sero-albuminoso,  mezclado  con  sangre,  sin  que  se  notara  pus 
en  él ;  extraído  el  líquido  todo  lo  que  fué  posible,  introduje  por  la 
abertura  una  aguja  curva  con  un  tubo  de  goma  de  30  centímetros  de 
largo,  que  pasé  por  el  extremo  opuesto,  y  realizando  después  un  lavado 
con  una  solución  de  ácido  bórico  al  2  por  100,  repetidas  veces ;  termi- 
nado, se  colocó  encima  de  la  rodilla  algodón  fenicado  y  un  vendaje 
ligeramente  compresivo.  Visto  este  resultado,  se  acordó  continuar 
haciendo  las  curas  que  fuesen  necesarias,  y  el  tiempo  nos  diría  las  mo- 
dificaciones que  habían  de  seguirse. 

Por  la  tarde  se  retiró  el  compañero,  quedando  yo  encargado  de 
participarle  la  marcha  que  observara  en  la  enferma  y  de.  avisarle 
cuando  fuese  necesaria  su  presencia;  así  continué  haciendo  varios 
días  sin  que  sobreviniera  complicación,  variando  después  el  lavado 
con  solución  de  permanganato  de  potasa  al  1  por  100,  y  lentamente  se 
fué  produciendo  en  el  foco  una  inflamación  adhesiva,  y  una  vez  qui- 
tado el  tubo  de  goma,  cicatrizaron  las  punciones  y  sólo  quedó  una 
retracción  de  la  pierna,  que  la  dificultaba  un  poco  el  andar.  Una  vez 
curada  por  completo,  sin  más  reliquia  que  de  cuando  en  cuando  sentir 


$8i  Errorts  dé  diagnóttieo 


algún  dolor  al  cambiar  el  tiempo,  efecto  de  su  constitución  reumática, 
sigue  conservando  su  extremidad,  que  pudo  haber  perdido  si  llegpo  á 
dejar  imponerme  la  opinión  de  mi  compañero. 

IV.  Nos  hallábamos  varios  médicos  en  un  pueblo,  hace  tres  año?, 
con  motivo  de  celebrar  su  cumpleaños  el  compañeix)  del  mismo,  cuando 
hubo  de  pasar  por  allí  en  un  coche  un  reputado  profesor,  que  de  una 
ciudad  algo  lejana  iba  á  ver  á  un  compañero  enfermo  que  desempe- 
ñaba también  una  cátedra  como  él.  Tuvo  necesiciad  de  detenerse  un 
rato  mientras  los  caballos  comían  un  pienso  en  la  posada;  en  ella  se 
hallaba  sentado  á  la  puerta  el  zagal  de  una  diligencia  que,  A  causa  de 
unas  almorranas,  le  impedían  desempeñar  su  oficio;  éste  se  encontraba 
molestado  y  descolorido  por  las  malas  noches  que  pasaba,  y  además 
llevaba  una  temporada  sin  ganas  de  comer ;  el  cochero  le  hubo  de 
decir :  «  Parece  que  tiene  usted  mal  color».  A  lo  que  contestó  que  no 
era  extraño,  pues  hacía  más  de  un  mes  que  se  hallaba  enfermo ;  le 
indicó  que  su  amo  era  médico  y  que  si  quería  le  vería,  manifestándole 
que  si ;  dicho  profesor,  al  verle  y  preguntarle  que  oficio  tenía,  le  dijo : 
«¿Usted  habrá  abusado  del  vino  y  del  aguardiente,  eh?».  «Algo  rae 
gustan,  señor,  pero  no  con  exceso,  pues  ya  ve  usted,  los  que  tenemos 
este  oficio  muchas  veces  bebemos  por  compromiso  ».  «  Efectivamente : 
usted  tiene  el  hígado  malo  por  el  abuso  del  alcohol ;  ahora  le  pondré  á 
usted  una  receta  para  que  tome  lo  que  le  voy  á  mandar».  Y  sin  más 
reconocimiento,  se  retiró  y  pidió  á  su  mujer  papel  y  pluma,  diciéndola 

2ue  el  estado  de  su  marido  era  grave  y  oue  se  moriVía  pronto.  íbamos 
terminar  de  comer,  cuando  se  presentó  en  casa  del  médico  la  esposa 
del  enfermo,  añigida,  y  contó  cuanto  había  ocurrido,  y  á  enseñarle 
una  receta  en  la  que  le  disponía  unas  pildoras  purgantes  y  una  diso- 
lución de  ioduro  potásico ;  el  compañero  le  dijo:  «Anda,  no  tengas 
cuidado,  luego  iremos  á  tu  casa  y  veremos  todos  á  tu  marido».  Ños 
refirió  el  enfermo  la  visita  que  le  había  hecho  el  profesor  citado,  y 
viendo  que  tenía  unos  hemorroides  externos,  sin  observar  nada  en  el 
hígado  ni  en  parte  alguna,  le  tranquilizamos,  asegurándole  que  pronto 
volvería  á  su  oficio. 

A  los  pocos  días  mejoró  este  enfermo,  y  de  regreso  el  profesor,  se 
volvió  á  detener  en  la  posada;  preguntó  poV  él,  manifestándole  el  mismo 
zagal  que  se  había  muerto  y  que  él  se  había  casado  con  la  viuda  hacia 
pocos  días...  Cuando  nos  hemos  vuelto  á  reunir  los  compañeros, 
hemos  comentado  el  caso  diciendo  ¡  qué  enfermedad  del  hígado  diag- 
nosticaría nuestro  comi)añero  y  lo  expuesto  que  es  equivocarse  cuando 
no  se  hace  una  observación  detenida,  y  los  perjuicios  que  pueden  ocu- 
rrir por  hacerla  ligeramente !... 

V.  El  día  2  de  febrero  de  1901  fui  avisado,  con  mucha  urgencia, 
para  ir  á  un  pueblo  próximo  á  donde  yo  ejercía,  con  motivo  de  haber 
propuesto  el  médico  del  mismo  una  consulta  para  luia  mujer  que  había 
dado  á  luz  la  noche  anterior  una  niña,  porque  á  su  juicio  existía  otra 
criatura  más  dentro  de  la  matriz,  y  como  se  retardara  su  salida,  quería 
la  intervención  de  otro  para  que  le  ayudara,  pues  se  hallaba  bastante 
cansado.  Llegué  á  dicho  pueblo,  y  "^al  decirme  que  el  médico  se  en- 
contraba en  la  ca*sa  de  dicha  parida,  allí  me  detuve,  y  antes  de  entrar  á 
verla  me  refirió  cuanto  pasaba  :  de  que  había  otro*^  feto  dentro  y  que 
habien(ío  desaparecido  los  dolores  y  no  advirtiendo  dilatación  en  el 
orificio  uterino  no  sabía  cuando  aquello  terminaría  ;  que  con  su  con- 
sentimiento me  habían  ido  á  buscar  para  ver  los  medios  de  terminar 
aquella  situación.  El  referido  compañero  era  un  joven  muy  aplicado 
que  empezaba  á  ejercer  nuestra  difícil  profesión  ;  había  hecho  su  ca- 


Errores  de  diagnóstico  683 


rrera  con  casi  todas  las  notas  de  sobresaliente,  y,  sobre  todo,  era  muy 
modesto  y  bueno.  No  dudaba  de  cuanto  me  decía,  v  le  dije  que  no  se 
apurase  por  tan  poca  cosa,  pues  con  calma  todo  acabaría  bien.  Pasa- 
mos k  la  habitación  donde  se  hallaba  la  mujer,  y  procedí  á  su  reco- 
nocimiento :  por  la  palpación  advertí  que  la  matriz  se  hallaba  dura  y 
dolorosa  á  la  presión,  y  por  el  tacto  vag:inal  observé  que  no  había  sido 
expulsada  la  placenta  y  que  el  orificio  uterino  se  hallaba  contraído  ;  el 
volumen  del  vientre  no  correspondía  al  desarrollo  que  suele  tener 
cuando  existe  otro  feto,  ni  tampoco  pude  notar  por  la  auscultación  de 
que  le  hubiera ;  con  toda  la  detención  posible  procuré  enterarme  del 
estado  de  di(^ha  mujer,  y,  no  advirtiendo  que  hubiese  otro  feto  dentro, 
terminé  mi  exploración  y  nos  retiramos.  Yo  no  sabía  como  había  de 
manifestarle  mi  opinión  al  compañero  ante  el  temor  de  que  me  equi- 
vocara y  para  que  quedara  bien  ante  la  familia  ;  con  el  objeto  de  que 
nadie  se  enterara  de  lo  que  habláramos  (y  así  había  de  hacerse  siem- 
pre), nos  retiramos  solos  á  una  habitación  ;  allí  le  dije,  con  la  lealtad 
?^ue  siempre  tengo  con  mis  compañeros,  que  creía  que  no  existía  otro 
eto  y  que  todo  aquello  podía  depender  de  una  inercia  uterina  produ- 
cida por  el  cansancio  de  la  matriz  ó  de  que  acaso,  sin  su  consentimiento, 
hubiese  tomado  la  mujer  cornezuelo  de  centeno,  que  siempre  origina 
estos  trastornos  ;  acordamos  no  dar  nuestra  opinión  mientras  no  inda- 
gáramos este  último  extremo,  y  una  vez  fuera  de  la  habitación  me  en- 
cargué de  averiguarlo  ;  se  nos  dijo  que  á  dicha  mujer  la  habían  dado, 
sin  saberlo  el  médico,  unos  papeles  con  cornezuelo  de  centeno  en  pol- 
vo, que  muchas  toman  cuando  están  de  parto  para  ayudar  á  que 
termine  más  pronto,  y  en  vista  de  esto  ya  tuve  medio  para  conven- 
cerme de  lo  que  existía  y  para  que  la  reputación  del  médico  que  la 
había  asistido  quedara  bien.  No  había  duda  de  que  la  referida  parida 
se  hallaba  bajo  la  influencia  del  cornezuelo  de  centeno,  y  que  mientras 
no  desapareciera  teníamos  que  esperar  y  tener  paciencia ;  indiqué  á  la 
familia  que  el  haber  dado  dichos  polvos  á  la  mujer,  no  sólo  era  un  peli- 
gro para  la  misma,  sino  contribuir  á  que  cualquier  médico,  sin  saberlo, 
podía  confundirse  y  creer  que  existiera  otra  criatura  y  que  podía  afir- 
mar que  no  la  había  ;  dispusimos  que  tomara  unas  cucharadas  de  mis- 
tura antiespasmódica  calmante,  y  encargamos  que  nos  avisaran  cuando 
se  presentaran  algunos  dolores;  se  pasaron  unas  tres  horas  cuando  nos 
llamaron,  porque  la  mujer  se  quejaba  mucho  de  dolores  como  de  par- 
to ;  acudimos  y  se  procedió  á  la  extracción  de  la  placenta,  y  no  que- 
dando dentro  de  la  matriz  nada,  se  la  fajó  convenientemente,  sin  que 
después  ocurriera  ninguna  complicación,  siendo  su  puerperio  normal. 

VI.  A  una  recién  casada  tuve  que  prestar,  hace  años,  mi  asisten- 
cia ;  á  los  quince  días  de  contraer  matrimonio,  con  motivo  de  padecer 
una  inflamación  de  la  vulva,  vagina  y  matriz,  producida,  según  me 
manifestaron  ella  y  su  esposo,  por  la  poca  continencia  que  habían  te- 
nido ;  su  estado  general  era  de  cuidado,  y  á  pesar  del  tratamiento  que 
dispuse  seguía  lo  mismo,  lo  cual  no  sólo*^  les  alarmó  á  ellos  sino  á  los 
padres  de  la  enferma ;  como  particular  y  como  médico  les  merecía  con- 
fianza, y  no  sólo  estaban  satisfechos  de  cuanto  disponía,  sino  que  con- 
vencidos de  la  causa  de  la  enfermedad  no  dudaban  de  lo  que  les  había 
dicho,  de  que  pronto  se  pondría  buena  ;  no  sucedía  lo  mismo  con  sus 
padres,  los  cuales  indicaron,  á  ellos  primero  y  á  mí  después,  de  que 
querían  una  consulta;  desde  luego  la  acepté ; "^pero  ellos,  que  no  que- 
rían que  nadie  supiera  lo  que  pasaba,  tratafon  de  que  no  se  celebrara, 
mas  no  les  valió.  Me  dijeron  que  á  las  diez  del  día  siguiente  vendría 
otro  médico  á  verla,  y  como  se  trataba  de  un  compañero  que  siempre 
tenía  la  costumbre  de  negar  los  diagnósticos  de  los  demás,  cambiar  los 


6^4  Errortt  dt  diagnóstico 


tratamientos  y  otras  cosas  peores,  creí  conveniente  decirles  con  reserva 
que  en  la  consulta  en  vez  de  exponer  que  padecía  de  la  matriz,  por  fa- 
vorecerles, diría  que  era  de  la  vejig-a,  y  que  en  el  caso  de  que  el  com- 
pañero no  lo  aceptara,  que  yo  le  llamaría  la  atención  aparte,  y  á  solas 
con  ellos  le  diríamos  lo  ocurrido.  A  la  hora  indicada  acudió  el  médico 
que  por  mandato  de  los  padres  de  la  enferma  había  de  verla,  y  después 
que  se  enteró  cuanto  (juiso  nos  retiramos  á  una  habitación  inmediata  á 
consultar  y  á  presenciarla  el  esposo,  los  padres  y  algunos  más.  Em- 
pecé (ocultando  la  verdad),  por  decir  que  dicha  enferma,  á  causa  de  un 
enfriamiento  se  había  empezado  á  quejar  de  fuertes  dolores  en  la  re- 
gión hipogástrica  y  vexical  hacía  varios  días  y  que  orinaba  con  fre- 
cuencia y  dificultad,  lo  cual,  k  mi  juicio,  era  dependiente  de  que  su 
padecimiento  era  de  la  vejiga,  constituyendo  una  cistitis  aguda,  que 
creía  había  de  terminar  bien  y  en  pocos  días  con  el  tratamiento  que  la 
tenía  ordenado,  que  en  la  actualidad  era  una  disolución  de  bicarbonato 
de  sosa  al  1  por  100  con  jarabe  de  cidra,  pues  el  antiflogístico  local  ya 
se  había  empleado.  Me  temía  que  mi  compañero  negara  tan  pronto 
como  hablara  el  diagnóstico  que  yo  había  formulado,  mas  nó  fué  así; 
no  sólo  lo  aceptó  diciendo  que  se  trataba  de  una  enfermedad  suma- 
mente clara,  sino  que  tan  poca  importancia  la  daba,  que  creía  que,  mo- 
dificando un  poco  el  tratamiento,  en  seguida  se  pondría  buena;  al  oirle 
expresar  así,  con  lo  cual  me  convencí  que  no  sabía  lo  que  tenía  la  en- 
ferma, le  contesté  que  podía  indicar  el  tratamiento  que  había  de  se- 
guirse ;  por  todo  decir  se  limitó  á  consignar  que  en  la  actualidad  para 
curar  estas  enfermedades  existía  un  medicamento  heroico  y  nuevo,  el 
carbonato  de  litina,  que  había  dé  tomar  en  papeles  de  medio  gramo 
cada  cuatro  horas  en  un  poco  de  agua ;  le  contesté  diciendo  que  dicho 
medicamento  ni  era  nuevo  ni  era  tan  eficaz  como  suponía,  que  le  había 
empleado  varias  veces,  y  como  era  igual  en  propiedades  medicinales  al 
dispuesto  por  mí,  no  creía  conveniente  variarle;  el  padre  de  la  enferma, 
metiéndose  en  lo  que  no  le  importaba,  dijo  que  su  hija  tenía  que  to- 
mar lo  que  decía  el  facultativo  que  habían  ellos  buscado,  y  le  contesté 
que  eso  era  de  cuenta  mía.  Nos  retiramos  de  la  casa,  y  antes  de  que 
mi  compañero  se  marchara  del  pueblo,  le  hice  ver  la  enfermedad  que 
padecía  dicha  mujer  y  que  si  en  la  consulta  no  lo  había  dicho  era  por- 
que así  lo  acordamos  previamente  ;  se  convenció  de  su  error  de  diag- 
nóstico y  determinamos  que  siguiera  con  el  tratamiento  que  tenía  dis- 
puesto. " 

A  los  pocos  días  se  puso  bien  dicha  enferma,  y  habiendo  seguido 
fielmente  los  consejos  higiénicos  que  deben  practicar  los  casados  y  que 
todos  no  perderían  nada  con  saberlos,  no  ha  vuelto  á  padecer  ni  de  la 
matriz  ni  de  la  vejiga,  hasta  la  fecha. 

VII.  Hace  tres  años  una  niña,  que  en  la  actualidad  tiene  12,  se 
cayó  de  una  escalera  causándose  una  contusión  en  la  parte  superior 
del  muslo  derecho,  que  en  los  primeros  momentos  no  le  di  importan- 
cia, porque  creí  que  con  la  quietud  y  resolutivos  desaparecería;  no  su- 
cedió asi,  pues  dicha  niña,  tan  pronto  como  cedió  la  inflamación  se  le- 
vantó de  la  cama,  y  no  solamente  se  quejaba  de  intensos  dolores,  sino 
que  le  impedía  el  andar ;  esto  me  obligó  á  reconocerla  detenidamente, 
y  pude  advertir  que  existía  una  luxación  incompleta  del  fémur,  y  pro- 
puse, para  su  curación,  la  quietud  y  la  aplicación  de  un  vendaje  inamo- 
vible ;  sus  padres,  como  casi  todos,  al  igual  que  en  muchas  partes,  en- 
terados de  mi  parecer  dispusieron,  sin  decirme  nada,  llevarla  á  un 
curandero  para  que  la  viera,  porque  en  los  pueblos  y  en  las  ciudades 
tienen  la  creencia  de  que  los  médicos  no  entendemos  de  esas  cosas, 
para  las  cuales  se  precisa  gracia,  y  en  vez  de  mejorar  se  puso  peor; 


Erroret  dt  diagnóttico  685 


volví  á  reconocerla,  y  observé  que  la  luxación  era  ya  completa,  pues  se 
apreciaba  la  cabeza  del  fémur  fuera  de  la  cavidad  cotiloidea,  con  dis- 
tensión del  ligamento  interarticular,  producida,  sin  duda  alguna,  por 
las  maniobras  á  que  fué  sometida ;  así  se  lo  manifesté  á  los  padres  de 
dicha  niña  y  les  añadí  que  ya  la  curación  era  más  difícil  y  que  para  lo- 
grarla se  precisaba  más  tiempo,  pues  había  que  hacer  la  reducción  y 
ponerla  un  aposito  enyesado,  precisando  muchísima  guietud  para  con- 
seguir el  curarla;  la  vieron  otros  profesores  y  les  dijeron  lo  mismo  y 
de  que  cuanto  antes  se  debía  de  hacer  lo  oue  les  había  propuesto  ;  en- 
tre tanto  la  niña,  á  causa  de  los  intensos  aolores,  se  fué  debilitando,  y 
siendo  de  temperamento  linfático,  todo  hacía  temer  que  fuera  difícil 
conseguir  la  curación ;  así  se  fué  pasando  el  tiempo,  más  de  un  año,  y 
la  niña  no  mejoraba  porque  era  imposible  sin  someterla  á  un  trata- 
miento capaz  de  conseguirlo,  y  viendo  que  no  se  decidían  por  que  se  la 
tratara  en  el  pueblo,  les  dije  que  podían  ir  á  X,  en  donde  les  desengOc 
fiarían,  si  tenía  cura  y  podían  hacérsela.    Acordaron  marchar  con  ella, 
y  por  mi  indicación  les  recomendé  que  fueran  á  una  casa  de  curación 
que  allí  existía,  con  una  nota  para  el  profesor  encargado  de  una  de 
sus  secciones,  en  donde  consignaba  el  diagnóstico  que  tenía  formado. 
No  sé  quien  les  aconsejaría  que  en  vez  de  ir  derechos  á  consultar  con 
aquel  profesor  se  presentaran  en  la  consulta  que  en  dicha  población 
tiene  un  afamado  cirujano,  el  cual,  tan  pronto  como  vio  á  la  niña,  les 
manifestó  que  no  existía  la  luxación  del  fémur  que  yo  decía  en  la  nota 
que  le  enseñaron,  y  que  la  enfermedad  que  tenía  la  niña  era  una  ar- 
tritis tuberculosa  en  la  articulación  coxo-femoral  y  que  si  había  de  po- 
derse curar  tenía  que  ingresar  en  un  hospital,  donde  allí  le  haría  la 
decolación  del  fémur  ó  acaso  la  desarticulación  inter-ileo-abdorainal, 
con  lo  cual  podría  salvarse  su  vida,  porque  si  la  supuración  que  existía 
dentro  salía  por  sí  sola  al  exterior,  entonces  todo  sería  inútil,  y  que  di- 
cha operación  tenía  que  hacerse  en  seguida.    Acobardados  los  padres 
ante  semejante  opinión,  y  mucho  más  por  el  carácter  tan  respetable 
del  profesor  consultado  y  su  fama,  no  sabían  qué  hacer,  si  quedarse  ó 
volverse ;  en  esta  incertidumbre  decidieron  ir  á  la  casa  de  curación 

3ue  les  había  recomendado ;  enterado  de  todo  lo  ocurrido  el  profesor  y 
el  diagnóstico  hecho  allí  y  aquí,  les  dijo  que  la  niña  tenía  una  luxa- 
ción completa  del  fémur ;  que  su  reducción  tenía  que  ser  muy  dplorosa 
y  que  una  vez  hecha  la  curación  sería  cuestión  de  tiempo.  A  los  dos 
días  el  referido  profesor,  acompañado  de  sus  ayudantes,  hizo  la  reduc- 
ción, costándole  mucho  trabajo  realizarla,  y  después  le  puso  un  aposito 
enyesado  para  conseguir  la  compresión,  encargando  que  dicha  niña 
estuviera  en  decúbito  dorsal,  cuando  menos  tres  meses,  y  sin  moverla 
más  que  para  asearla  bien  cuando  efectuara  sus  necesidades  ordina- 
rias, y  que  pasado  dicho  tiempo  le  levantaría  para  observarla  de  nue- 
vo ;  dicho  tratamiento  fué  seguido  con  exactitud,  y  levantado  el  apo- 
sito no  hubo  necesidad  de  volverlo  á  poner;  dicha  niña,  en  la  actualidad 
anda  con  alguna  dificultad  á  causa  de  un  poco  de  cortedad  que  le  ha 

Juedado  en  la  extremidad  enferma,  y  es  de  esperar  que  con  el  tiempo 
esaparezca,  si  alguna  causa  imprevista  no  se  lo  impide. 

VIII.  Tuve  que  encargarme,  hace  más  de  dos  años,  de  prestar  mi 
asistencia  facultativa  á  un  compañero,  que  ejercía  en  un  pueblo  pró- 
ximo á  donde  yo  residía,  porque  hacia  varios  días  que  se  encontraba 
enfermo,  y  según  me  manifestó  creyó  que  no  sería  de  importancia,  pues 
había  empezado  con  un  estado  grippal  de  forma  cerebral  primero,  y  que 
después  se  localizó  en  el  aparato  digestivo  que  ya  iba  desapareciendo, 
y  que  él  se  había  tratado  ;  una  tarde  me  mandó  su  esposa  un  aviso  ur- 
gente, y  en  seguida  acudí ;  le  encontré  muy  alarmado  con  motivo  de 


6S6  Errort»  dt  diagnóstico 


habérsele  presentado  un  dolor  intenso  en  el  costado  derecho,  y  haber 
expectorado  dos  esputos  mucosos  teñidos  de  sangre  rutilante ;  traté  de 
animarle  y  me  suplicó  que  le  reconociera  detenidamente,  y  que  no  le 
ocultara  nada ;  se  trataba  de  un  individuo  que  padecía  alguna  vez  ata- 
aues  de  gota,  de  36  años  y  bastante  robusto ;  se  había  pesado  días  antes 
de  enfermar  y  pesó  90  kilogramos  ;  su  género  de  vida  era  bueno,  pero 
temía  que  aquello  aue  calificaba  de  hemoptisis,  fuera  el  principio  de 
una  tuberculosis  pulmonar,  en  atención  k  que  su  padre  había  fallecido 
hacía  varios  años  de  una  pulmonía,  y  recientemente  un  hermano  de 
tuberculosis  pulmonar ;  con  todo  el  Interés  que  por  el  enfermo  tenia, 
procedí  á  su  reconocimiento  y  observé  que  no  tenía  fiebre,  ni  disnea ; 
por  la  percusión  noté  gran  macicez  en  la  parte  anterior  y  lateral  de 
la  base  del  pulmón  derecho,  correspondiente  al  sitio  del  dolor,  y  por  ia 
auscultación  falta  completa  de  ruidos  respiratorios  ;  el  resto  del  pulmón 
y  todo  el  izquierdo  completamente  normal ;  le  manifesté  que  á  mi  jui- 
cio se  trataba  de  una  localización  de  lagrippe  en  el  pulmón,  que  había 
determinado  un  estado  neumorrágico,  que  por  su  poca  importancia  se 
había  de  combatir  bien  y  resolverse  pronto,  pues  no  podía  calificarla  de 
pulmonía  por  faltar  la  fiebre  y  por  el  aspecto  que  tenía  la  expectora- 
ción ;  le  dije  que  para  calmarle  el  dolor  y  para  que  desapareciera  el 
estado  congestivo,  que  indudablemente  existía,  tenían  que  aplicarle 
unas  sanguijuelas  y  tomar  una  poción  alcoholaturo  de  acónito  á  cucha- 
radas, y  después  que  pasaran  unos  días,  para  completar  la  curación,  un 
veiigatorio  sostenido  el  tiempo  que  fuese  necesario.    Me  hallaba  di- 
ciéndole  lo  anterior  cuando  entró  su  señora  esposa  con  dos  compañeros 
conocidos,  que  venían  de  un  pueblo  próximo  de  paso  para  otro,  y  al 
saber  que  se  hallaba  enfermo  se  detenían  para  verle;  se  enteraron 
de  su  estado  y  le  reconocieron,  manifestándole  lo  mismo  que  yo  le  esta- 
ba diciendo,  como  si  lo  hubieran  estado  escuchando.    Esto  le  tranqui- 
lizó bastante,  y  en  seguida  empezó  á  practicarse  el  tratamiento  dis- 
puesto ;  cedió  el  dolor,  sin  advertirse  más  en  los  cinco  días  siguientes 
3ue  un  poco  de  fiebre  por  las  tardes  de  38*6**,  y  solamente  expulsó  uno 
e  ellos  un  esputo  mucoso  manchado  con  sangre  negruzca,  que  el  en- 
fermo decía  era  el  tapón  del  foco  heraorrógico,  y  sin  molestarle  la  tos ; 
observando  que  en  la  región  enferma  existía  una  hepatización  pulmo- 
nar bastante  limitada,  se  le  aplicó  un  vejigatorio,  que  se  sostuvo  unos 
días ;  todo  fué  desapareciendo,  y  el  enfermo  se  hallaba  dispuesto  á  le- 
vantarse ya,  cuando  al  ir  una  tarde  á  vestirse  notó  que  se  mareaba  y 
que  respiraba  con  dificultad,  en  términos  que  se  sentía  ahogar ;  me 
avisaron  en  seguida  y  acudí  con  el  propio  que  mandaban ;  su  situación 
era  gravísima :  se  hallaba  con  una  disnea  horrible,  desfigurado  y  pró- 
ximo á  la  asfixia,  el  pulso  filiforme  y  con  un  sudor  frío  que  hacía\emer 
un  fatal  desenlace.    Pocas  veces  me  ha  impresionado  t^nto  como  aque- 
lla vez  un  enfermo,  y  francamente  no  sabía  qué  resolución  tomar ;  dis- 
puse la  aplicación  de  sinapismos  ambulantes  para  que  reaccionara,  y 
una  poción  con  éter,  é  inhalaciones  con  el  mismo ;  me  indicaba  por 
señas  que  no  le  sangrase  y  condescendí  por  temor  que  se  nos  quedara 
muerto  si  lo  hacía.    Se  avisó  al  compañero  más  próximo,  que  no  pudo 
venir  hasta  las  doce  de  la  noche,  con  el  fin  de  que  nos  prestara  su  au- 
xilio, y  cuando  llegó,  el  enfermo  estaba  un  poco  más  tranquilo  por  ha- 
ber disminuido  la  disnea  y  tener  el  pulso  desenvuelto  ;  atribuímos  todo 
aquel  trastorno  á  una  nueva  repetición,  por  propagación  más  extensa, 
del  proceso  neumónico  de  carácter  grippal,  de  forma  catarral,  sin  que 
pudiéramos  considerarle  como  pulmonía,  por  no  haber  en  la  expecto- 
ación  nada  que  lo  indicara,  siendo  esta  mucosa  y  aireada ;  la  tempe- 
ratura era  de  38*4°  ;  por  la  percusión  notamos  que  el  pulmón  derecho 
se  hallaba,  desde  su  parte  media  a  la  inferior,  hepatizado,  y  la  auscul- 


Errores  de  diagnóstico  ÓSj 


tacióu  revelaba  que  el  aire  no  penetraba  más  allá  de  la  zona  invadida ; 
acordamos  que  tomara  una  poción  expectorante  con  quermes  y  jarabe 
de  Tolú  á  cucharadas,  y  la  revulsión  nuevamente  en  la  región  enfer- 
ma. Al  siguiente  día  acudieron  varios  compañeros  á  verle,  calificando 
unos  la  enfermedad  de  pulmonía,  y  otros  de  bronquitis  catarral ;  el  en- 
fermo decía  que  le  engañábamos,  y  que  su  estado  era  grave,  pues  él 
temía  que  su  enfermedad  era  el  principio  de  una  afección  tuberculosa, 
y  que  ya  lo  veríamos ;  así  continuó  varios  días  haciendo  uso  de  varios 
medicamentos  que  de  común  acuerdo  disponíamos,  y  sólo  persistía  la 
fiebre  y  la  expectoración  mucosa  en  corta  cantidad,  sin  que  desapare- 
ciera la  zona  maciza  de  la  base  del  pulmón,  que  yo  calificaba  de  infarto 
ó  hepatización  difícil  de  resolver  por  el  pronto,  pero  que  con  paciencia 
se  lograría ;  en  esta  situación  seguía  el  enferme,  al  cabo  de  un  mes 
que  había  tenido  el  ataque  de  disnea,  cuando  una  tarde,  al  ir  á  visitarle 
me  enseñó  su  señora  esposa  una  receta  que  le  había  puesto  por  la  ma- 
ñana el  otro  compañero  que  venía,  cuando  podía,  á  verle,  y  como  por 
ella  deducía  que  opinaba  ge  trataba  de  una  afección  tuberculosa,  la 
dije,  que  era  preciso  llamarle  antes  de  que  su  esposo  empezara  á  usar 
el  tratamiento  que  en  ella  disponía ;  al  día  siguiente  acudió  el  citado 
compañero,  y  hablamos  acerca  de  la  situación  del  enfermo  reservada- 
mente ;  le  dije  que  no  estando  conforme  con  el  tratamiento  que  le  dis- 
ponía deseaba  me  diera  su  opinión,  porque  yo  seguía  creyendo  que  no 
ge  trataba  más  que  de  un  proceso  grippal,  localizado  en  la  base  del  pul- 
món derecho  ;  sin  andarse  con  rodeos  me  manifestó  que  su  creencia  era 
que  el  enfermo  era  un  tuberculoso  y  que  se  moría  en  plazo  no  lejano, 
y  que  por  eso  le  había  dispuesto  los  arsenicales  y  las  inhalaciones  bal- 
sámicas, tratamiento  que  debía  seguirse  ;  le  contesté  que  si  así  lo  creía 
teníamos  que  manifestar  á  la  esposa  del  enfermo  nuestro  desacuerdo, 
y  que  para  mayor  tranquilidad  de  todos  era  bueno  que  avisara  á  otro 
compañero  que  nos  diera  su  parecer  ;  dicha  señora  me  encargó  que  yo 
le  hablara  á  su  esposo  porque  ella  no  quería  disponer  nada ;  empecé 
por  decirle  que,  llevando  tanto  tiempo  enfermo,  era  mi  deseo  que  avi- 
sara al  compañero  que  quisiera  para  tener  una  consulta,  pues  de  esa 
manera  yo  quedaba  mas  conforme  ;  me  contestó  que  tenía  puesta  su 
confianza  en  mí,  y  que  yo  ordenara  lo  que  creyera  conveniente ;  al  ver 
mi  insistencia  dijo  que  su  esposa  avisaría  á  siís  parientes,  que  vivían 
en  una  ciudad  próxima,  y  les  diría  que  mandaran  al  que  les  pareciera. 
A  los  dos  días  me  participó  que  por  la  tarde  vendría  otro  compañero,  y 
puesto  de  acuerdo  con  el  otro  le  esperamos  para  celebrar  la  consulta ; 
al  llegar  el  compañero  le  dije  el  objeto  principal  de  su  llamada,  que 
era  para  que  nos  dijera  su  parecer  después  de  oirnos,  sin  decirle  en 
que  consistía  nuestra  diferencia  por  más  que  trató  que  le  indicáramos 
algo  ;  en  seguida  pasamos  á  ver  al  enfermo ;  y  el  compañero,  después 
que  le  reconoció  minuciosamente,  manifestó  que  podíamos  retirarnos 

Sara  hablar  del  caso.  Como  encargado  de  su  asistencia  me  correspon- 
ió  hablar  primeramente,  y  empecé  diciendo  que  como  el  objeto  prin- 
cipal que  motivaba  la  consulta  era  ver  si  podíamos  salvar  al  enfermo, 
expondría  el  caso  según  le  había  observado  y  que,  si  el  diagnóstico 
que  formulara  no  fuera  exacto,  me  sometería  á  lo  que  con  razones  me 
convenciera  que  estaba  equivocado ;  indiqué  cuanto  va  referido,  poco 
más  ó  menos,  creyendo  que  el  enfermo  se  salvaría ;  seguidamente  ha- 
bló el  otro  compañero  que  le  había  visto  varias  veces  en  mi  compañía, 
diciendo  que  era  exacto  cuanto  yo  había  manifestado,  no  así  respecto 
al  diagnóstico,  porque  teniendo  en  cuenta  el  tiempo  que  llevaba  enfer- 
mo, y  sus  antecedentes  de  familia,  temía  que  sobreviniera  alguna  tu- 
berculosis pulmonar  que  le  privara  de  la  vida,  y  que  creía  conveniente 
que  se  empleara  un  tratamiento  más  activo ;  como  no  dijo  terminante- 


6i8  Errorts  dt  diagnóstico 


mente  que  se  trataba  de  una  tuberculosis,  sino  que  acaso  sobreviniera, 
le  indiqué  que  era  preciso  sostuviera  la  opinión  que  reservadamente 
me  había  diclio  y  que  había  motivado  la  consulta,  pues  lo  que  tuviera 
que  ocurrir  el  tiempo  nos  lo  diría,  y  que  en  la  actualidad  lo  necesario 
era  atírmar  ó  ne^ar  la  existencia  de  dicha  enfermedad  ;  no  tuvo  más 
remedio  que  decir  que  su  diag'nóstico  era  de  tuberculosis  pulmonar,  y 
de  mal  pronóstico.  Le  correspondió  dar  su  opinión  al  compañero  que 
nuevamente  había  visto  al  enfermo  ;  yo  estaba  impaciente  por  oirie,  y 
saber  qué  juicio  era  el  suyo  para  que  me  sacara  de  mi  error  si  creía 
otra  cosa,  ó  confirmara  el  mío.  Empezó  diciendo  que  el  estado  del 
compañero  era  sumamente  raro,  y  para  él  de  difícil  dia<2^nóstico  la  en- 
fermedad que  padecía ;  que  enterado  de  nuestros  diag-nósticos,  desde 
lueg-o  rechazaba  que  se  tratara  de  una  tuberculosis  pulmonar,  pues  ni 

f)or  la  percusión,  ni  por  la  auscultación  había  notado  nada  que  se  lo 
liciera  sospechar ;  el  caso,  decía,  es  muy  complejo  é  indudablemente 
se  trata  de  alofo  anómalo  é  insidioso  en  el  aparato  respiratorio  ;  en  el 
momento  que  le  vi,  añadía,  cruzó  por  mi  mente  la  idea  de  que  la  en- 
fermedad del  compañero  es  una  pleuresía  grippal,  de  carácter  crónico, 
con  derrame  pleurítico  en  el  lado  derecho;  que  así  se  lo  había  confir- 
mado el  reconocimiento  del  enfermo,  y  que  era  urg-ente  hacerle  la  pun- 
ción para  dar  salida  al  líquido  acumulado,  calculando  habría  más  de 
un  litro  ;  que  no  le  extrañaba  hubiera  pasado  desapercibida  para  nos- 
otros dicha  enfermedad,  por  lo  insidiosa  que  es  su  manifestación  en  los 
estados  g*rippales.  Le  contesté  que,  respetando  mucho  su  opinión,  no 
podía  aceptarla,  por  cuanto  una  diferencia  tan  marcada  tenía  que  de- 
mostrarse, no  sólo  con  la  inteligencia,  sino  por  medio  de  los  sentidos: 
que  con  cualquiera  enfermedad  podría  confundirse  menos  con  aquella, 
porque  de  ser  cierta  la  existencia  de  derrame  pleurítico,  el  enfermo  no 
sólo  tendría  muclia  disnea,  sino  que  la  auscultación  y  la  percusión  lo 
indicarían,  por  cuya  razón  no  creía  necesaria  la  punción  del  tórax ; 
como  prueba  de  que  no  existía  la  pleuresía,  teníamos  que  el  enfermo 
en  decúbito  dorsal  y  en  los  laterales  ni  tenía  disnea,  ni  apenas  tosía ; 
la  percusión  daba  siempre  un  sonido  mate  en  la  parte  anterior  é  infe  - 
rior  del  pulmón  derecho  y  claro  en  la  posterior,  y  la  auscultación 
demostraba  que  el  aire  entraba  bien  en  el  pulmón,  'menos  en  la  zona 
hepatizada,  en  la  cual  no  se  oían  ruidos  respiratorios,  ni  roces  pleurí- 
ticos ;  además,  hecha  la  mensuración  del  tórax,  echado  en  la  cama  y 
sentado  en  ella,  se  veía  que  no  había  diferencia,  siempre  apreciable 
cuando  liay  derrame  en  dicha  cavidad ;  sólo  cuando  mandábamos  sen- 
tarse al  enfermo  en  la  cama  para  observarle,  era  cuando  se  presentaba 
la  disnea,  y  el  compañero  consultado  me  preguntaba  después  ¿cómo 
se  explica  Vd.  esa  disnea,  si  no  hubiese  derrame  pleurítico?  le  dije  que 
la  cosa  era  bien  clara,  y  que  precisamente  por  eso  no  podía  admitir  su 
opinión ;  de  haber  derrame,  el  enfermo  tenía  que  tener  disnea  lo  mis- 
mo echado  que  sentado,  pues  siempre  comprimiría  el  pulmón  y  habría 
to^,  y  que  dicha  disnea  se  presentaba  cuando  se  sentaba  en  ia  cama, 
porque  no  entrando  bien  el  aire  en  el  referido  pulmón  á  causa  del  en- 
rarecimiento creado  por  el  infarto  de  su  bas^,  tenía  que  suplir  la  parte 
sana,  y  el  otro  pulmón  la  diferencia  de  capacidad  respiratoria,  y  por 
es )  se  presentaba  la  disnea,  que  desaparecería  cuando  el  enfermo  se 
volvía  á  echar;  cada  cual  sostuvimos  nuestro  diagnóstico  y  acordamos, 
respecto  á  la  punción  propuesta,  que  podía  aplazarse  por  unos  días  y 
hacerle  entender  al  enfermo  que  si  llegaba  el  caso  tenía  que  someterse 
á  ella  ;  entre  tanto,  y  á  propuesta  del  compañero,  se  aceptó  que  tomara 
la  teobromina  en  papeles  de  medio  gramo,  dos  al  día,  para  aumentar 
la  secreción  urinaria,  y  alguna  cucharada  de  aguardiente  alemin,  con 
jarabe,  como  purgante.    Se  le  hizo  saber  al  compañero  enfermo  el  re- 


Errores  de  diagnóstico  68g 


sultado  de  nuestra  cousulta,  contestando  que  haría  cuanto  le  mandá- 
ramos porque  quería  salvar  su  vida  y  con  ella  el  porvenir  de  sü  esposa 

é  hijos En  los  días  siguientes  tomó  cuanto  se  le  había  dispuesto  ; 

sólo  dos  gramos  de  teobromina,  produciéndose  los  efectos  desea- 
dos, y  una  tarde  el  enfermo  me  dijo,  bastante  animado :  yo  no  creo 
que  tenga  derrame  alguno  en  el  pecho ,  porque  me  echo  bien  de 
ambos  lados  y  no  me  suena  nada;  te  encargo  que  no  he  de  ha- 
cer más  que  lo  que  tú  dispongas  y  que  no  me  andéis  con  más  con- 
sultas, porque  si  alguno  más  me  ve  dirá  otra  cosa,  y  yo  estoy  con- 
forme con  tu  parecer.  Se  pasaron  quince  días  sin  que  el  enfermo  se 
pusiera  peor,  y  sometido  á  una  alimentación  reparadora  y  al.  uso  del 
loduro  potásico  al  1  por  100,  tomando  varias  cucharadas  al  día  para  fa- 
vorecer la  secreción  bronquial  y  sosteniendo  la  revulsión.  Un  día  que 
me  disponía  ir  á  ver  al  enfermo,  se  presentó  en  mi  casa  un  compañero, 
que  sabedor  de  la  marcha  lenta  que  llevaba  este  caso,  deseaba  saber 
mi  opinión ;  empecé  por  decirle  que  tiempo  había  tenido  de  ir  á  verle, 
y  que  nos  habíamos  extrañado  no  lo  hubiese  hecho ;  le  hice  ir  conmigo 
sin  decirle  nada,  y  que  mientras  yo  hacía  la  visita  á  los  demás  enfer- 
mos podía  enterarse  del  estado  del  compañero,  y  al  dejarle  con  él  le 
dije  :  que  te  vea  éste,  y  no  le  digas  lo  que  hemos  dicho  los  demás.  Me 
retiré  y  tardé  en  volver  cerca  de  una  hora  ;  al  entrar  me  dijo  el  enfer- 
mo ¡gracias  á  Dios  que  hay  uno  que  opina  como  tú!  me  ha  reconocido 
y  estado  diciendo  lo  mismo  que  has  sostenido  desde  un  principio,  y  me 
alegro  mucho  que  haya  venido  á  verme.  El  referido  compañero  nos 
estuvo  demostrando  lo  que  él  creía  que  padecía  el  enfermo,  y  que  se 
curaría  pronto.  Me  alegré  que  esta  circunstancia  me  confirmara  el 
juicio  que  tenía  formado,  y  mucho  más  porque  yo  hacía  años  que  con- 
ceptuaba á  este  compañero  como  de  un  buen  ojo  clínico. 

Al  cabo  de  tres  meses  y  después  de  una  complicación  cardíaca,  que 
se  calificó  como  última  manifestación  gripal,  el  compañero  fué  mejo- 
rando, desapareciendo  la  hepatización  pulmonar,  sin  volver  la  disnea 
y  sin  que  hubiera  uecesidad  de  hacerle  la  punción  ;  se  fué  reponiendo 
poco  á  poco,  y  cuando  volvió  á  encargarse  de  la  asistencia  del  vecinda- 
rio, tuvo  el  gusto  de  pesarse  de  nuevo  y  había  aumentado  4  kilogra- 
mos ;  después  de  dicho  tiempo,  no  ha  vuelto  á  tener  novedad :  hoy  se 
halla  ejerciendo  en  otro  pueblo  de  más  vecindario,  y  siempre  me  re- 
cuerda con  afecto  las  vicisitudes  y  miedo  que  pasó  durante  su  enfer- 
medad, de  la  cual  no  creyó  que  se  salvaría,  por  el  temor  de  que  fuera 
el  principio  de  una  tuberculosis  pulmonar... 

Los  casos  expuestos  y  algunos  más  que  pudiera  añadir,  demuestran 
de  una  manera  indudable  que  en  Medicina  no  sirve  formular  diagnós- 
ticos de  una  manera  ligera  y  sin  hacer  un  estudio  detenido  de  todos 
los  antecedentes  y  síntomas  que  presenta  un  enfermo,  pues  muchas 
veces  cualquiera  de  ellos,  por  insignificante  que  parezca,  nos  puede 
originar,  si  no  le  conocemos  y  estudiamos,  equivocaciones  de  mucha 
trascendencia.  Es  preciso,  antes  de  asegurar  la  enfermedad  que  pa- 
dece un  individuo,  que  hagamos  un  examen  minucioso  de  todo  lo  que 
observamos,  dando  la  importancia  que  se  merezca  á  cada  uno  de  los 
diferentes  síntomas  que  en  conjunto  sirvan  para  formar  juicio,  siem- 
pre sin  idea  preconcebida  y  con  el  fin  de  llegar  al  conocimiento  de  la 
verdad.  En  muchas  ocasiones  no  sirve  combatir  sistemáticamente  la 
opinión  que  tenga  otro  profesor,  por  el  deseo  de  quebrantar  su  reputa- 
ción, pues  es  preferible  decir  con  franqueza  que  nos  hallamos  confor- 
mes con  el  parecer  formulado,  y  así  se  evitan  discusiones  impropias 
que  originan  la  duda  y  la  desconfianza  en  las  familias  que  nos  llaman 
para  atender  y  curar  las  enfermedades  que  padecen. 

Enero  de  1904« 


Revista  de  Pediatría 

POR    Et 

Dr.  Juan  Coll  y  Bofill 

IDeterznlnaclón  cuantitativa  de  znuy  pequeñas 
dosis  de  antitoxina  diftérica.  —  Habiendo  sido  preconiza- 
dos varios  métodos  para  obtenerla  (Wassermann,  Slavyk  y  Pasini,  etc), 
ninguno  permite  llegar  á  dosificar  fracciones  de  antitoxina  inferiores 
á  Vio  de  la  unidad.  Débese  á  E.  Marx  y  á  Erhlich  (Centralb.  f.  Bakt.  u 
Parasitenk.)  un  nuevo  procedimiento,  cuya  importancia  no  debe  enca- 
recerse, puesto  que  llega  á  dosificar  hasta  '/eoo  á®  unidad  de  antitoxina. 
Hace  ya  algún  tiempo,  el  autor  comunicó  al  Congreso  de  Higiene  y 
demografía  de  Bruselas  algo  sobre  su  método,  pero  posteriormente 
publica  sus  definitivos  resultados,  empezando  por  una  sucinta  descrip- 
ción de  los  trabajos  realizados  en  colaboración  de  Erhlich. 

Partiendo  del  conocido  hecho  de  que  la  toxina  diftérica  á  dosis  que 
no  son  mortales,  puede  determinar  una  reacción  local  bien  marcada, 
un  edema  en  el  sitio  de  la  inoculación,  han  investigado  cual  era  la 
cantidad  exacta  indispensable  para  producir  una  reacción  tal  que  se 
limite  á  la  aparición  del  edema,  buscando  en  seguida  cual  era  la  dosis 
de  antitoxina  necesaria  para  neutralizar  su  acción  virulenta.  La  toxina 
así  titulada  podía  servir  para  dosificar  la  antitoxina  diftérica  en  diver- 
sos sueros. 

En  los  experimentos  comunicados  al  Congreso  de  Bruselas  se  han 
servido  de  una  toxina  diftérica  mortal  á  la  dosis  de  0*014  centímetro 
cúbico,  provocando  0*002  centímetro  cúbico  la  aparición  de  un  edema. 
Han  mezclado  cantidades  conocidas  de  toxina  y  antitoxina,  colocando 
esta  mezcla  dos  horas  en  la  estufa  y  veintidós  horas  en  la  heladora, 
para  estar  seguros  de  que  se  habían  combinado,  aunque  es  sabido 
que  así  lo  efectúan  inmediatamente  que  se  ponen  en  contacto,  y  han 
procedido  á  las  inyecciones  en  conejillos,  verificando  al  propio  tiempo 
experimentos  de  contraprueba  iguales  á  los  precedentes,  excei)to  el  uso 
del  suero  antitóxico,  reemplazado  por  un  volumen  igual  de  agua  fisio- 
lógica. 

Los  resultados  obtenidos  los  han  sintetizado  en  el  siguiente  cuadro: 

Cantidad  de  Cantidad  de 

suero  toxina  Resultados 


Vwo  unidad  .  .  .       0*002  cm.» 
Vwo       »      .  .  ■        0-002 


/«oo  »  .  •  .  O'üOi 
'soo  »  .  •  •  «'002 
contraprueba   .       0^002 


Falta  de  reacción  al  nivel  de  la  inoculación. 

Débii  edema. 

Edema  fuerte  como  en  los  experimentos  de  contraprueba. 

Los  mismos  efcetos. 

Edema  fuerte. 


Afirman  que  V400  de  unidad  antitóxica  neutraliza  completamente 
0'002  era.' de  toxina,  siendo  más  apreciable  con  '/.ipo  ^^  unidad  y  no 
manifestándose  con  una  dosis  de  Vaoq  ¿^  unidad  aníitóxica. 

Para  determinar  el  valor  en  antitoxina  de  un  suero,  se  añaden  á 
0'002  cm.^  de  toxina  cantidades  variables  del  suero  que  quiera  estudiar- 
se y  se  tija  el  momento  en  que  el  edema  empieza  á  ser  persistente.  En 
uno  de  los  casos  estudiados  por  el  autor  han  sido  necesarios  0*005  cm.' 
cúbico  de  suero  para  borrar  la  reacción  local  producida  por  la  inocula- 
ción de  0*002  cm."  de  toxina;  para  atenuarla  fueron  necesarios  0*009 
centímetro  cúbico  y  0*003  cm.^  no  producían  acción  sensible.  La  con- 
clusión que  se  dedujo  de  estos  hechos  fué  que  0*005  cm.^  de  suero  con- 
tenían ^¡^^^  de  unidad  antitóxica  y  0*003  cm.'  '/«oo  de  la  misma  unidad, 
de  lo  que  se  desprende  que  1  cm.'  de  suero  contenía  0*5  de  unidad  an- 
titóxica. 


Reífista  de  Pediatria  6g¡ 


Por  una  feliz  casualidad  se  ha  procumdo  recientemente  el  autor 
una  toxiua  diftérica  que  á  la  dosis  de  0*0004  ( Vu  de  la  dosis  mortal) 
determinaba  un  fuerte  edema  en  el  sitio  de  la  inoculación.  Experi- 
mentando con  ella  según  las  prácticas  descritas,  ha  obtenido  los  si- 
guientes resultados : 

■   Cantidad  de  Cantidad  de 

suero  toxina  Resultados 


^^«00  unidad.  .  .       O'OOOo  cm.*  .  .  .  Sin  edema. 

Vaoo        »      .  .  .  —  ...  El  mismo  efecto. 

Viooo      »      .  .  •  —  ...  Sin  edema,  pero  ligero  enrojecimiento. 

Viaot       ^      .  .  *  —  ...  £1  mismo  efecto. 

VisM       »      .  .  .  —  ...  Edema  débil. 

Vwt©      »     .  .  .  —  ...  Fuerte  edema. 

Contraprueba.  .  —  ... 

Esta  toxina  permite,  pues,  dosificar  los  sueros  cuyo  valor  en  anti- 
toxina no  traspase  el  Viooo  de  unidad. 

Presenta  este  método  gran  interés  teórico  y  práctico,  porque  es  uti- 
lizable  para  buscar  la  antitoxina  diftérica  en  la  sangre  de  animales 
normales  y  puede  prestar  gran  utilidad  en  la  vacunación  preservativa 
contra  la  difteria.  —  (La  Méd,  Scienti/íque,  n.®  44,  agosto  de  1904). 

Signos  clínicos  de  la  meningitis.  —  Hace  mucho  tiem- 
po que  viene  preocupando  á  los  pediatras  la  interpretación  de  algunos 
signos  clínicos  que  permitan  relacionar  algunos  síntomas  meningíticos 
con  determinadas  localizaciones  anatómicas. 

Curschmann,  en  1874,  pensó  que  la  tendencia  del  niño  á  colocarse 
en  la  misma  actitud  indicaba  una  lesión  de  los  pediúnculos  cerebelo- 
sos  íDeuts.  ArcAiv.f.  Klin.  Med.,  1874),  y  Jackson,  en  1875,  relacionaba 
esta  lesión  con  una  especial  actitud  de  los  miembros  superiores  CBrit. 
Med.  Jour,  15  mayo  1875)  (brazo  pegado  al  cuerpo,  antebrazo  en  flexión 
forzada).  Dreyfous  dijo  que  la  posición  en  chien  defu^l  correspondía 
á  una  lesión  basilar  y  atrÍDuyó  a  una  localización  en  la  protuberancia 
una  actitud  especial  que  consiste  en  tener  el  brazo  en  abducción  per- 
pendicularmente  al  tronco,  el  antebrazo  doblado  en  ángulo  recto  sobre 
el  brazo,  separado  de  cada  lado  de  la  cabeza  y  descansando  sobre  la 
cama,  con  la  mano  cerrada  y  su  cara  dorsal  hacia  delante  (1).  Algunas 
veces  los  miembros  inferiores  están  separados  ó  los  superiores  levan- 
tados verticalmente  como  los  brazos  de  un  niño  que  se  suspenda  en 
una  barra  fija. 

En  una  meningitis  cerebro-espinal  estreptocócica  apareció  el  signo 
de  Dreyfous  (con  el  de  Kernig),  y  en  la  autopsia  se  encontró  una  me- 
ningitis cerebro-espinal  sunurada,  especialmente  en  la  base.  .  El  doctor 
Aubertin  publicó  en  la  Triouna  Médica  íContracture  des  membres  supe- 
rieurs  dans  les  meningitis.  14  julio  de  1903)  otro  caso  de  meningitis  tuber- 
culosa, que  presentaba  el  signo  de  Dreyfous,  sin  el  de  Kernig,  encontrán- 
dose en  la  autopsia  lesiones  de  meningitis  tuberculosa,  sobre  todo  en 
la  cara  interna  del  hemisferio  izquierdo,  región  del  lóbulo  paracentral, 
(lo  que  explica  la  contractura  del  miembro  inferior  derecho,  el  signo 
de  Babinski  y  la  abolición  del  reflejo  rotuliano  del  mismo  lado),  exten- 
diéndose á  la  región  silviana  y  á  la  base.  No  se  encontró  lesión  alguna 
en  el  cerebelo,  protuberancia  y  bulbo.  He  transcrito  sintéticamente 
estos  dos  casos  porque  presentaron  el  signo  de  Dreyfous  y  la  autopsia 
no  ha  demostrado  lesiones  predominantes  en  la  protuberancia. 

El  autor  cree,  y  para  mí  con  bastante  buen  acuerdo,  que  debe  rela- 
cionarse este  signo  con  el  de  Kernig  en  las  piernas,  constituyendo 

(1)    Véase  Gaceta  Médica  Catalana,  1904,  pág.  602. 


opa  Revista  de  Pediaíria 


unos  y  otros  distintos  grados  en  los  síntomas  meninglticos,  según 
exista  más  ó  menos  colección ;  el  de  Kernig  sería  una  contractura  de 
flexión,  el  de  Dreyfous  una  forma  atenuada  y  el  de  Jackson  otra  más 
acentuada.  —  (Eev.  Chjn.  Obs.  eí  Pediatriqíie,  n.°  13,  1904). 

Naturaleza  del  raquitismo.  —  El  raquitismo  continúa 
siendo  una  enfermedad  de  patogenia  muy  obscura.  Desde  la  opinión 
de  Parrot,  que  no  vaciló  en  reconocer  como  causa  del  raquitismo  á  la 
sífilis  hereclitaria,  hasta  la  de  Kassowitz,  que  afirmó  que  el  80  por  100 
de  los  niños  raquíticos  se  hallaban  exentos  de  sífilis,  median  una  serie 
de  pareceres  intermedios :  Unos  le  hacen  originar  de  faltas  de  higiene 
(carencia  de  aire  ó  sol,  alimentación  insuficiente,  desproporción  entre 
ésta  y  la  asimilación),  y  otros,  desde  los  descubrimientos  de  Pasteur, 
se  han  preguntado  si  sería  prudente  pensar,  como  causantes  de  esta 
afección,  en  determinados  agentes  infecciosos  de  naturaleza  aun  des- 
conocida. En  este  sentido  na  practicado  el  Dr.  Luis  Spillmann  (de 
Nancy)  numerosas  investigaciones,  de  las  que  transcribiré  algunas. 
Empezó  una  serie  de  experimentos  tratando  de  reproducir  el  raquitismo 
en  los  animales  (corderos,  gatos,  gallinas,  zorros,  conejos  y  caballos), 
valiéndose  de  la  alimentación  defectuosa,  el  destete  antes  de  su  debido 
tiempo,  la  obscuridad,  etc.,  no  logrando  nunca  su  objeto ;  aparecieron 
en  los  animales  diarrea  fétida,  perturbaciones  gastro-intestinales  y 
algunas  lesiones  parenquimatosas,  con  detención  del  crecimiento,  pero 
nunca  se  presentaron  las  alteraciones  características  del  esqueleto. 
En  otra  serie  de  experimentos  quiso  averiguar  si  podían  producir  ma- 
nifestaciones óseas  las  inyecciones  de  materias  diarréicas  recogidas  de 
niños  raquíticos  (un  extracto  alcohólico  y  otro  acuoso).  Recayeron 
estos  experimentos  en  21  animales  jóvenes  (20  conejos  y  1  gato).  Sólo 
consiguió  un  resultado  positivo :  un  conejo  de  trece  días  recibió  las 
inyecciones  de  extracto  alcohólico  de  materias  procedentes  de  un  niño 
enfermo  de  raquitismo  en  su  primer  período,  y  el  animal  murió  &  los 
veintinueve  días,  demostrando  el  examen  histológico  que,  en  este 
caso,  las  lesiones  obtenidas  tenían  todos  los  caracteres  de  las  del  ra- 
quitismo. Otra  serie  de  experimentos  de  orden  bacteriológico  no  dio 
resultado  alguno.    De  modo  que  no  hay  prueba  formal  de  que  el  ra- 

auitismo  se  deba  á  la  localización  ósea  de  una  infección  cualquiera,  ni 
e  ninguna  específica,  concluyendo  el  autor,  basándose  en  los  datos  de 
la  clínica  y  de  la  etiología,  que  manifiestan  la  importancia  de  las  per- 
turbaciones digestivas  en  el  comienzo  del  raquitismo,  y  en  el  resul- 
tado obtenido  con  la  inoculación  de  extractos  de  materias  fecales,  que 
podemos  admitir  la  existencia  de  una  intoxicación  específica  que  parte 
del  tubo  digestivo  y  ocasiona  lesiones  de  osteítis. — (Rives,  Méd,,  n.**  2). 

Las  amigdalas  como  puerta  de  entrada  de  la 
infección  tuberculosa  en  los  niños.  —  El  Dr.  Friedmann 
ha  querido  averiguar  el  papel  que  desempeñan  las  amígdalas  en  la 
tuberculosis  de  los  niños,  y  para  ello  ha  procedido  al  examen  histoló- 
gico de  las  de  91  niños* fallecidos  de  diversas  enfermedades  y  de  las  de 
otros  54  que  habían  sido  operados  de  ami^rdalectomía.  En  "el  primer 
grupo  ha  encontrado  algunos  oue,  k  su  parecer,  no  dejan  duda  acerca 
de  la  existencia  de  una  infección  tuberculosa,  cuya  puerta  de  entrada 
eran  las  amíí^-dalas,  puesto  que  en  todos  estos  casos  en  ellas  radicaba 
el  foco  primitivo,  procediendo  la  infección,  con  seguridad,  de  la  ali- 
mentación. En  tres  casos  en  que  los  niños  habían  fallecido  de  tuber- 
culosis pulmonar,  las  lesiones  tuberculosas  de  las  amígdalas  eran  de 
origen  secundario,  causadas  por  esputos  bacilíferos.  El  examen  de  las 
amígdalas  obtenidas  por  la  amigdalectomía  dio  resultados  muy  distin- 


Necrosis  del  maxiliar  inferior  de  origen  mercurial  en  una  niña  malgacha 


6^3 


tos,  puesto  que  uno  sólo  reveló  tuberculosis  amigdalina.  De  todas  estas 
investigaciones  infiere  el  Dr.  Friedmann  que,  en  los  niños,  la  tuber- 
culosis de  las  amígdalas  es  generalmente  primitiva  y  de  origen  ali- 
menticio. —  (Presse  Méd.J- 

Adherencias  de  las  mandíbalas ;  necrosis  del  maxilar  Inferior 
de  origen  mercarial  en  ana  niña  malgacha  (^> 

Dr.  Jourdran 

Director  de  U  Escuela  de  Medicina  de  Tananarive 

«  No  en  vano  se  ha  hecho  á  las  gentes  escupir  los 
dientes  y  los  maxilares,  ha  dicho  Fournier;  esto 
no  se  olvida  y  el  pueblo  de  hoy  guarda  rencor  al 
mercurio  como  recuerdo  de  lo  pasado». 

Los  terribles  destrozos  que  revelan  las  fotografías  adjuntas,  demuestran 
una  vez  más  con  cuanta  circunspección  bade  manejarse  el  mercurio,  sobre 
todo  cuando  se  emplea  en  inyecciones  hipodérmicas. 


Flg.  28.  —  Destrozos  causados  en  la  boca  por  el  mercurio.  —Vista  de  frente 


Fournier  ba  dicbo  con  mucbn  razón  que  no  se  sabe,  que  no  se  puede 
saber,  lo  que  nos  exponemos  á  producir  cuando  se  inyecta  en  el  organismo 
una  dosis  maciza  de  mercurio,  la  que  se  llama  una  dosis  de  reserva. 

«Una  vez  que  la  dosis  grande  de  mercurio  ha  sido  introducida  en  el 
organismo,  en  el  músculo  de  mi  enfermo,  no  puedo  hacer  más  que  con- 
templar los  accidentes,  si  es  que  se  producen  ;  contenerlos,  refrenarlos, 
es  imposible  ». 

La  desgraciada  Ratoandro  de  raza  hova,  de  12  años  de  edad,  entró  en 
el  hospital  de  Fianarautsoa  afecta  de  sífilis.  Se  la  hicieron  cuatro  inyec- 
ciones de  calomelanos  en  15  días  en  los  músculos  glúteos. 

No  tardaron  en  presentarse  accidentes.  Los  i>rimeros  fueron  fenómenos 
de  gingivit  s  acompañados  de  salivación  y  de  dificultad  en  la  masticación 
y  en  el  lenguaje.  Bien  pronto  la  eufermita  se  vio  imposibilitada  para  abrir 


(1)    VEcho  medical  du  Nord,  9  octubre  de  1904. 


694 


El  alcohol  €n  dietética 


la  boca  y  sufrió  el  martirio  de  la  salivación  continua,  cuadro  complicado 
desde  el  principio  con  fenómenos  homorrágicos.  Al  mismo  tiempo  los 
dientes  se  descalzaron  y  la  gingivitis  expulsiva  prosiguió  su  obra,  amena- 
zando la  caída  prematura  (Je  un  gran  número  de  dientes.  Además,  la  ne- 
crosis mercurial  determinó  la  fusión  de  casi  todo  el  maxilar  inferior,  cuyos 
secuestros  iban  siendo  eliminados  poco  k  poco  con  la  salivación. 


Flg.  29.  —  Destrozos  causados  en  la  boca  por  el  mercurio.  —  Vista  de  perfil 

Más  tarde  se  complicó  la  situación  al  establecerse  adherencias  cicatri- 
ciales,  que  determinaron  una  soldadura  completa  de  la  boca  y  que  no  de- 
jaron libre  más  que  un  pequeño  estrecho  para  el  paso  de  los  alimentos  en 
el  lado  izquierdo  de  la  boca  entre  los  dos  caninos. 

Estos  temibles  accidentes,  que  hacen  de  esta  niña  una  inválida  destinada 
á  ser  objeto  de  repulsión  en  la  sociedad,  deben  llamar  la  atención  de  los 
médicos  y  mostrarles  una  vez  más  las  sorpresas  de  las  reacciones  orgánicas 
y  vitales  ante  los  venenos  que  constituyen  una  buena  parte  de  nuestra 
Farmacopea.  ,  ^ 

Trad.  por  el  Dh.  Rodrígubz  Rüiz 


El  alcohol  en  dietética 


(i) 


Dr. 


POR    El. 

Augusto  Bungb 


El  alcohol  como  alimento.  —  Para  poder  determinar  el  valor  del  alco- 
hol como  alimento  conviene  plantear  antes  las  condiciones  que  debe  llenar 
una  substancia  cualquiera  para  merecer  el  nombre  de  alimento. 

Estas  son:  l.°,  que  sea  incorporable  á  la  materia  viviente ;  2.^  quesea 
oxidable  ;  3.°,  que  no  sea  dañosa  á  ninguna  de  las  funciones  del  organismo. 
Los  alimentos,  como  fuente  de  energía,  necesitan  ser  incorporados  á  la  mo- 
lécula viva,  porque  sólo  así  puede  ser  eficaz  la  transformación  de  la  fuerza 
de  tensión  que  contienen  en  fuerza  viva.  No  basta,  por  consiguiente,  para 
que  una  substancia  pueda  llamarse  alimento,  el  que  sea  oxidable:  como 
dice  Bunge,  la  energm  resultante  de  su  oxidación  debe  ser  producida  cen 


(1)    Curso  libre  de  Patología  interna.  —  La  Semana  Médica,  de  Buenos  Aires»  24  septiembre 

de  1904. 


El  alcohol  en  dietitica  ^9^ 


el  sitio  y  en  el  tiempo  debidos»  (1)»  para  lo  cual  esa  substancia  necesita  ser 
previamente  incorporada  á  los  tejidos,  porque  sólo  así  podrá  ser  puesta  en 
libertad  su  energía  en  las  condiciones  requeridas  por  el  trabajo  fisiológico. 

Veamos  si  el  alcohol  llena  estas  tres  condiciones  en  forma  suficiente. 
Todos  los  autores  antiguos  admitían  que  el  alcohol,  dada  la  facilidad  con 
que  se  oxida,  es  un  combustible.  Moleschott  lo  calificaba  de  alcancía  de 
ahorro  de  los  tejidos,  porque  su  fuerza  de  combustión  permitía,  según  él, 
ahorrar  en  proporción  el  desgaste  de  la  molécula  viviente. 

Este  optimismo  de  Moleschott,  que  lo  llevaba  á  recomendar  al  obrero  el 
consumo  de  alcohol  para  reemplazar  con  él  la  insuficiencia  de  su  ración 
alimenticia,  no  era  seguido  por  otros  autores,  y  Donders,  que  no  dejaba  de 
admitir  la  oxidabilidad  del  alcohol  en  el  organismo,  y  por  tanto,  su  valor 
energético,  hacía  notar  que  el  alcohol  es  una  «alcancía  de  ahorro»  que 
costaba  más  que  lo  que  permitía  ahorrar,  dados  los  graves  inconvenientes 
de  su  consumo  habitual  y  su  elevado  precio  (2). 

Los  autores  franceses  que  se  han  ocupado  de  la  cuestión,  han  tendido 
hasta  hace  poco  á  negar  al  alcohol  todo  valor  como  combustible,  en  la  creen- 
cia de  que  se  elimina  cual  entra  y  en  totalidad  por  los  diversos  emun torios. 
Todos  ellos  han  seguido  las  ideas  de  Lallemand,  Duroy  y  Perrin,  que  en- 
contraban importantes  cantidades  de  alcohol  en  el  aire  expirado,  en  el  su- 
dor y  en  la  orinade  todos  los  sujetos  en  experimentación.  Estas  investiga- 
ciones no  tienen  valor  por  las  graves  deficiencias  de  técnica  con  que  han 
sido  hechas,  y  es  necesario  recurrir  á  las  investigaciones  más  modernas 
para  tener  una  Idea  satisfactoria  de  la  cuestión. 

Estas  demuestran  todas  que  la  cantidad  máxima  de  alcohol  que  se  eli- 
mina intacta  por  la  piel,  la  orina  y  los  pulmones,  es  sólo  el  4  por  100  del 
alcohol  absorbido,  y  que  éste  es  oxidado  casi  en  su  totalidad  en  el  organismo. 

Respecto  ala  rapidez  con  que  se  efectúa  esta  oxidación,  los  experimentos 
más  instructivos  hechos  en  animales  son  las  de  Gréhant.  Administrando  á  un 

Serró  de  1 17  kg. ,  después  de  un  día  de  ayuno,  5  cm*  de  alcohol  por  ki Idgramo 
e  peso,  observó  que  después  de  tres  horas  habían  sido  oxidados  alrededor 
de  16  cm*  de  los  58'5  cm*  de  alcohol  administrados,  pues  quedaban  en  los 
diversos  órganos  38'3  cm»  de  alcohol  (3).  Lo  cual  quiere  aecir  que,  en  el 
perro,  el  alcohol  es  oxidado  á  razón  de  0'22  cm»  por  kilogr.  de  animal  y  por 
hora.  Si  fuera  posible  transportar  sin  reserva  estas  cifras  al  hombre,  se  de- 
duoiría  que  un  adulto  de  60  kg.,  es  capaz  de  quemar  por  hora  alrededor  de 
13  cm»  de  alcohol,  ó  sea  unos  300  cm»  en  las  veinticuatro  horas,  los  cua- 
les equivaldrían,  si  el  alcohol  tuviera  realmente  un  valor  energético  de  1 
calorías  por  gramo,  á  unas  2,000  calorías,  que  son  muchas  más  de  las  nece 
sarias  para  mantener  normal  su  temperatura. 

Pero  ¿tiene  realmente  el  alcohol  ese  valor  de  combustible  en  el  hombre? 
Los  experimentos  en  este  sentido  son  bastante  contradictorios.  Menciona- 
ré como  las  más  importantes  y  dada  la  notoriedad  que  les  ha  procurado 
Duclaux  últimamente,  las  serias  investigaciones  de  Atwater  y  Benedict  (4). 
En  estos  experimentos,  el  sujeto  era  mnntenido  durante  cuatro  días  en  un 
«  calorímetro  de  respiración»,  construido  de  manera  de  determinar  la  canti- 
dad de  CO*  y  de  calor  exhalado,  y  las  excreciones.  La  ración  alimenticia 
era  previamente  medida  y  dosificada  rigurosamente,  en  cuantoal  N  total,  el 
H  y  el  C  y  su  energía  calórica,  y  dosificados  éstos  igualmente  en  las  materias 
fecales  y  en  la  orina.  La  dieta  seguida  durante  los  experimentos  se  apli- 
caba con  varios  días  de  anticipación,  tratando  de  establecer  el  equilibrio 
nitrogenado. 

El  resultado  de  uno  de  los  experimentos  fué  el  siguiente : 

Peso  neto  del  sujeto,  65  kg. 

Entradas     N  C  H  calorías 

^^^"  \   72-05  gr  alcohol  /  ^'^"^ 
Salidas  totales :  N  18'6;  C  231*7;  H  51'!  ;  Calorías,  2,394. 

(1)  C.  B.  Bunge,  Lehrbuch  der  Physiologie  des  Menchen,  1901,  y  Die  Alkoholfrage,  1892. 

(2)  Citados  por  A.  Baer,  Der  Alkoholismus,  1878.  pág.  101. 

(3)  Gréhanl,  Recherches  sur  laicohoiisme  atgu.  Acad.  de  Med.,  1889. 

(4)  Aiwaier  y  Benedict,  Experiments  on  the  metabolism  of  mater,  etc.  U.  S.  Dep.  of  AgHcul" 

Citados  por  Rosen  feld,  Der  Einjíuss  des  Alkohots  aufden  Organismus,  1901. 


6g6  El  alcohol  tn  dutitica 


El  sujeto  perdió  así  1*9  gramos  de  N  y  14*3  grramos  de  grasa ;  por  consi- 
guiente, el  alcohol  administrado  no  desempeñó  el  papel  de  491  calorías  que 
le  correspondían  una  vez  descontada  la  parte  de  alcohol  eliminada  sin  que- 
mar, siüo  el  de  305  calorías  ó  sea,  manifestó  un  vaior  energético  de  4  y  no 
de  7  calorías  por  gramo.  En  todos  los  demás  experimentos  de  estos  autores, 
el  valor  energético  del  alcohol  administrado  fué  realmente  de  1  calorías  por 
gramo,  porque  en  todos  ellos  se  demostró  capaz  de  reemplazar  grasas  é  hi- 
drocarbonados  en  esta  proporción. 

Los  experimentos  de  Atwater  y  Benedict  demuestran,  pues,  de  una  ma- 
nera irrefutable,  que  el  alcohol  puede  desempeñar  en  el  organismo  humano 
el  mismo  papel  de  combustible,  de  fuente  de  energía,  que  los  azúcares  y 
las  grasas,  y  que  su  valor  energético,  si  bien  no  es  constante,  debe  ser  te- 
nido en  cuenta.  Pero  hay  otros  experimentos,  si  bien  no  tan  completos 
como  estos,  cuyos  resultados  imponen  cieñas  reservas  sobre  este  valor  del 
alcohol  como  combustible.  En  un  experimento  indicado  por  Rosemann  ¿ 
su  discípulo  Schóneseiffen.  el  alcohol  no  desempeñó  el  menor  papel  como 
combustible,  y  lo  mismo  se  ha  observado  en  otros  casos.  Por  el  contrario, 
una  cuidadosa  investigación,  hecha  por  Rosenfeld  en  el  Dr.  Chotzen,  de- 
muestra claramente  que  el  alcohol,  en  éste,  era  un  excelente  combustible, 
equiparable  en  un  todo  á  las  grasas  é  hidrocarbonados  (1). 
i  Estos  experimentos  son  los  más  demostrativos;  innumerables  otros,  son 

í .  de  resultados  objetables. 

E;  La  conclusión  que  se  impone  al  espíritu  ante  estos  hechos  es  que  el  al- 

cohol está  muy  lejos  de  tener  un  valor  constante^  como  pasa  con  las  grasas 
y  los  hidrocarbonados,  y  que  si  todos  los  sujetos  sin  excepción  son  capaces 
[^ .  de  obtener  4'1  calorías  por  gramo  de  azúcar  y  9*2  calo ria»  por  gramo  de 

grasa,  no  todos  son  capaces  de  obtener  7  calorías  por  gramo  de  alcohol,  y 
algunos  no  son  capaces  de  sacar  ni  una  caloría.  De  modo  que  si  puede  lla- 
mársele alimento,  sería  un  extravagante  alimento,  que  no  siempre  tiene  á 
bien  desempeñar  el  papel  que  quieren  atribuirle  sus  cómplices. 

Falta  ahora  saber  si  el  alcohol  llena  las  otras  dos  condiciones  fundamen- 
tales, es  decir,  si  es  incorporable  á  la  molécula  viva,  y  si  es  inofensivo  en 
las  cantidades  en  que  puede  ser  tenido  en  cuenta  como  fuente  de  energía. 
Es  posible  que  el  alcohol,  por  un  sencillo  procedimiento  de  deshidratación 
como  se  observan  muchos  en  el  organismo,  sea  capaz  de  transformarse  en 
grasa,  pero  el  hecho  no  está  probado,  y  es  evidente  que  el  alcohol  en  substan- 
cia no  puede  formar  parte  de  la  estructurado  la  molécula  albuminoide.  Pue- 
de, por  tanto,  admitirse  sin  vacilación  que  el  alcohol  no  se  incorpora  á  los 
tejidos,  y  que  sólo  se  quemaen  el  organismo  por  su  propia  afinidad  química 
por  el  oxígeno  y  no  por  un  fenómeno  fisiológico.  No  es,  por  tanto,  un  com- 
bustible que  pueda  ser  quemado  «  en  el  sitio  y  en  el  tiempo  debidos»,  y  su 
energía  calórica  puede  así  no  servir  gran  cosa,  desde  que  se  desprende  de 
por  sí,  sin  tener  en  cuenta  las  necesidades  del  organismo. 

Veamos  ahora  si  es  inofensivo  en  las  dosis  que  sus  partidarios  creen  to- 
lerables y  hasta  recomendables.  Tengamos  en  cuenta,  ante  todo,  que  hay 
muchas  substancias  alimenticias  que  tienen,  sin  embargo,  propiedades 
tóxicas  innegables.  El  consumo  de  carne  lleva  á  la  circulación  cantidades 
importantes  de  substancias  extractivas  ( leucina,  creatina,  etc. ),  cuya  ac- 
ción excitante  es  causa  de  que  la  alimentación  cárnea  sea  lo  estimulante 
que  es  sabido  y  que  su  uso  inmoderado  dé  origen  á  la  trofoneurosis  llamada 
f  artritismo.    Y  si  la  carne,  alimento  vulgar  por  excelencia,  no  es  inofensiva, 

:  ¿qué  pensar  del  alcohol,  que  mata  en  dosis  relativamente  pequeñas,  y  que 

'  antes  de  quemarse  en  el  seno  de  los  tejidos,. ejerce  en  ellos,  durante  largo 

tiempo,  una  violenta  acción  tóxica  de  contacto,  nunca  despreciable  por  pe- 
#  quenas  que  sean  las  dosis,  porque  será  siempre  un  intruso  en  las  armonías 

químicas  de  la  vida  celular,  en  las  cuales  es  absolutamente  incapaz  de  to- 
mar parte? 

Por  consiguiente,  es  im  ahuxo,  cuyas  funestas  consecuencias  sociales  vere- 
mos dentro  de  un  momento,  y  unn  verdadera  ig^rezn^  el  gratificar  con  el  wiñ.- 
bre  de  alimento  á  una  substancia  que  es  npenas  un  combustible,  yu**  combustible 
cuya  Í7iterre7ición  en  las  operaciones  del  organismo  es  más  perturbadora  qne  ad- 
yuvante. 


(1)    Rosenfeld,  Der  Eirtjluss  des  Alkohols  aufden  Organismus,  1901,  pág.  12  y  sig. 


El  alcohol  en  dietética  (^97 


La  acción  tóxica  del  alcohol  se  hace  esencialmente  sobre  la  molécula  al* 
buminoide,  sean  cuales  fueren  los  caracteres  especíücos  de  ésta,  por  lo  cual 
merece  el  caliñcativo  usual  de  veneno  absoluto.  Bs  tan  tóxico  para  el  proto- 
plasma  animai  como  para  el  protopiasma  vegetal,  tan  tóxico  para  la  amiba 
como  para  el  hombre,  para  el  leucocito  como  para  el  glóbulo  rojo,  para  el 
músculo  estriado  como  para  la  neurona :  en  todos  ellos  paraliza  igualmente 
á  la  molécula  albuminoide.  Pues  bien,  por  esta  razón,  y  por  ella  solamente, 
el  alcohol  merece  el  nombre  de  alimento  de  ahorro.  Para  comprenderlx)  es 
necesario  que  nos  entendamos  antes  sobre  el  significado  que  es  posible  dar 
á  esta  palabra. 

¿  Bs  posible  encontrar  una  substancia  que  permita  al  organismo  produ- 
cir igual  cantidad  de  fuerzas  vivas  con  menor  consumo  de  materia  que  el 
normal?  —  La  máquina  humana  es  capaz  de  elaborar  el  95  por  lOü  de  la 
energía  calórica  contenida  en  los  alimentos  (1) :  ¿podemos  hacerla  capaz  de 
elaborar  el  96,  el  98,  el  100  por  100;  es  decir,  que  de  un  mismo  número  de 
calorías,  obtenga  más  kilográmetros  que  los  que  consigue  normalmente? 
Sólo  una  substancia  que  tan  maravillosas  cualidades  de  perfeccionar  la  me- 
cánica humana  poseyera,  podría  ser  caliñcada  de  alimento  de  ahorro,  por- 
que sólo  ella  le  permitiría  ahorrar  ese  5  por  100  de  energía  que  pierde. 
Aparte  de  que  la  pérdida  es  tan  pequeña  que  no  vale  la  pena  de  preocu- 
parse de  ella,  pues  somos  más  perfectos  que  nuestras  máquinas  de  vapor, 
que  desperdician  el  70  por  100  de  la  energía  que  reciben,  no  hay  absoluta- 
mente ninguna  substancia  de  semejantes  cualidades.  Por  consiguiente, 
todo  lo  que  determine  en  el  hombre  un  menor  desgaste  de  materia  que  el 
normal,  determinará  al  mismo  tiempo  una  producción  proporcionalmente 
menor  de  energía,  es  decir,  una  vitalidad  menor,  porque  la  intensidad  de  la 
vida  depende  justamente  de  la  actividad  de  los  intercambios  de  materia, 
fuente  de  la  energía,  que  tengan  lugar  en  el  seno  á^i  organismo. 

Bl  alcohol,  paralizando  la  molécula  albuminoide,  retarda  sus  int»*rcam- 
bios,  y  en  esta  forma,  y  sólo  en  ella,  lesempeña  su  papel  de  alimento  de  aho- 
rro, es  decir,  determinan<lo  una  disminución  de  la  actividad  vital.  Su  acción 
retardante  de  las  oxidaciones  es  así  producto  de  su  acción  paralizante  de  toda 
la  vida  ;  el  alcohol  es  un  retardante  de  la  nutrición  porque  es  un  narcótico. 

Es  frecuente  observar  la  obesidad  en  los  alcoholistas,  una  obesidad  que 
suele  tener  de  particular  el  hecho  de  coexistir  con  una  azoturia  á  veces 
enorme.  Esta  azoturia  se  explica  por  el  hecho  observado  en  casi  todos  los 
experimentos  mencionados  al  principio,  deque  el  consumo  de  alcohol  tiende 
á  determinar  una  pérdida  sensible  de  albúmina  en  ciertos  sujetos,  f^n  los 
cuales  se  revela,  por  tanto,  más  tóxico  que  lo  general,  por  ejemplo  en  Schó- 
neseiffen.  Según  Bouchard.  al  disgregarse  la  molécula  albummoidea  bajo 
la  acción  del  alcohol,  el  grupo  graso  queda  en  los  tejidos  dada  la  insufi- 
ciencia de  las  oxidaciones,  y  el  alcoholista  tran.sforma  así  su  albúmina  fija 
en  grasa  (2). 

Si  á  este  hecho  añadimos  el  papel  del  alcohol,  capaz  de  reemplazar  á  las 
grasas  y  á  los  hidrocarbonados,  se  comprende  porque  los  alcoholistas  no 
demás  ado  intoxicados  tienden  á  la  obesidad. 

Pero  más  frecnente  que  ella  es  en  los  alcoholistas  la  caquexia,  por  las 
perturbaciones  digestivas,  la  alimentación  insuficiente  y  la  disgregación 
de  la  albúmina  determinada  por  el  alcohol.  Se  trata  de  una  caquexia  espe- 
cial, que  llamaré  caquexia  grasa,  porque,  lo  mismo  que  el  alcoholista  obeso, 
el  alcoholista  caquéctico  transforma  en  grasa  su  albúmina  fija,  pero  tiene 
grasa  en  su  corazón,  en  sus  músculos  y  en  su  cerebro,  en  vez  de  tenerla  en 
su  tejido  celular. 

El  alcohol  es  un  veneno  desnutritivo,  á  manera  del  fósforo  y  del  arsénico 
(Bunge,  Lancereaux)  por  lo  cual,  por  poco  que  se  aumente  la  dosis,  deja 
ya  de  desempeñar  su  tan  traído  y  llevado  papel  de  alimento  para  desempe- 
ñar sólo  el  de  veneno  de  la  albúmina.  Las  investigaciones  de  Munck  en 
perros  muestran  que  el  alcohol,  en  dosis  moderadas  (  r2o  cm*  por  kilo  ),  dis- 
minuyen la  eliminación  nitrogenada  en  un  6  por  100  y  que  do<is  mayores  la 
aumentan  hasta  un  10  por  100,  lo  cual  confirma  y  exolica  los  citados  resul- 
tados contradictorios  de  los  experimentos  en  el  hombre,  en  que  se  revela 


(1)  G.  Gariel,  Cours  de  Phy sigue  midicale,  1892. 

(2)  Ch.  Boujhard,  Mal.  par  relentissement  de  la  nutritiorii  1890,  pág.  112. 


^9^  Bl  alcohol  en  dietética 


capaz  de  ahorrar  g^rasas  y  azúcar  en  las  dosis  toleradas,  varíabies.  indivi- 
dualmente, é  incapaz  de  ahorrarlas  y  veneno  de  la  albúmina  en  las  no  tole- 
radas, á  veces  mínimas. 

Esto  nos  indica  que  el  alcohol  es  una  «alcancía  de  ahorro»  de  los  tejidos 
sólo  en  cuanto  es  un  veneno  paralizante  de  los  intercambios  nutritivos  por 
su  acción  sobre  el  sistema  nervioso. 

Para  terminar  por  ahora  con  esta  cuestión  del  alcohol  como  alimento, 
sobre  la  cual  volveré  al  tratar  del  alcoholismo  crónico  latente  y  al  estudiar 
entonces  el  tan  debatido  problema  de  si  el  alcohol  es  un  veneno  toleradle  ó 
si  debe  ser  proscripto  en  absoluto,  citaré  estas  palabras  que  tienen  ya  mu- 
chos años,  pronunciadas  antes  de  que  el  alcoholismo  se  convirtiera  en  uno 
de  los  problemas  sociales  de  más  universal  gravedad :  «  Dado  que  el  alcohol, 
usado  en  grandes  cantidades,  produce  alteraciones  en  los  procesos  del  or- 
eranismo,  no  lo  podemos  tomar  en  cantidad  suficiente,  como  otros  aumen- 
tos, y  en  la  cantidad  en  que  lo  tomamos  sin  daño,  su  importancia  como  ali- 
mento no  puede  tenerse  en  cuenta»  { Voit )  (1). 

Una  vez  descartado  este  punto,  me  ocuparé  ahora  del  alcohol  como 
articulo  de  consumo,  síg-uiendo  así  á  Baer,  en  su  notabilísima  publicación 
sobre  el  alcoholismo. 

El  alcohol  bn  el  bjéroito.  —  Donde  es  posible  estudiar  mejor  los  efec- 
tos del  consumo  habitual  de  alcohol  es  en  el  ejército,  en  que  pueden  cou- 
trobarse  minuciosamente  las  cantidades  consumidas.    Los  datos  abundan. 

Durante  mucho  tiempo  se  ha  creído  que  el  alcohol  era  un  complemento 
indispensable  de  la  ración  del  soldado,  por  lo  cual,  hasta  hace  poco,  el  lis- 
tado se  encargaba  de  proveer  paternalmente  ó  los  hábitos  alcohólicos  de  la 
clase  militar.  Transcribo  de  Baer  :  «  J.  Hall  comunicado  sus  observaciones 
en  las  guerras  de  los  Cafres  y  de  Crimea  :  «  Kl  ejército  más  sano  en  que  yo 
serví,  no  tuvo  jamás  una  gota  de  bebidas  espirituosas,  y  á  pesar  de  que  en 
la  Cafrería  estaba  expuesto  al  mal  tiempo  sin  carpas,  y  á  todas  las  fati^ras 
de  la  guerra  sin  protección  de  ninguna  clase»,  la  enfermedad  pasó  raras 
veces  del  1  por  100,  no  sólo  durante  la  verdadera  campaña,  sino  hasta  la 
terminación  de  la  guerra.  Pero  pronto  después  que  los  soldados  fueron 
acuartelados  en  las  ciudades  con  opción  libre  á  las  bebidas  espirituosas, 
aparecieron  numerosas  enfermedades...  Si  bien  fueron  pequeñas  la  morta- 
lidad y  morbosidad  en  la  guerra  de  Crimea  (1855-1856),  seguramente  ha- 
brían sido  reducidas  á  la  mitad,  si  se  hubieran  aplicado  aquí  los  principios 
observados  en  la  guerra  de  los  Cafres».  Eu  la  guerra  de  los  aschantis  (18'74) 
«se  observó  en  los  soldados  abstinentes  ( teetotalees )  no  sólo  una  menor 
morbosidad,  sino  también  que  durante  toda  la  difícil  campaña  éstos  sopor- 
taban las  fatigas  de  las  marchas  tan  bien  ó  mejor  que  los  que  consumían 
71  cm*  de  ron  ó  sea  28  cm*  de  alcohol. 

Durante  la  guerra  americana  de  Secesión,  en  que  la  ración  de  Wisky  fué 
substituida  una  vez  por  todas  por  café,  el  ejército  del  Potamac  tuvo  que  .so- 
portar durante  la  primavera  de  1862  pesadas  fatigas,  con  un  tiempo  extre- 
madamente húmedo,  en  la  región  malárica  del  Chikahominy,  y  tuvo  mu- 
chas enfermí'dades  y  padecimientos.  Entonces  el  greneral  en  jefe  hizo 
administrar  á  cada  soldado  150  gramos  de  Whisky  distribuidos  en  dos  por- 
ciones diarias,  pero  el  e.stado  sanitario  del  ejército  empeoró  tan  visiblemente, 
que  después  de  cuatro  semanas  el  mismo  greneral  revocó  su  orden.  Kl  doc- 
tor F.  H.  Amilton  de  este  ejército  opinaba :  Debe  desearse  encarecidamente 
que  no  vuelvan  á  repetirse  semejantes  experimentos  en  los  ejércitos  de  los 
Estados  Unidos.  La  experiencia  y  la  observación  nos  han  convencido  de 
que  el  consumo  habitual  de  alcohol  jamás  tiene  la  menor  utilidad  en  las 
personas  .^anas.  No  hacemos  excepción  alguna  ni  por  frío,  por  lluvia  ó  por 
calor,  ni  en  antiguos  bebedores». 

En  todas  las  expediciones  polares  se  ha  observado  igualmente  que  el 
consumo  de  alcohol  no  tiene  jamás  la  menor  utilidad  y  que  á  lo  mases 
inofensivo  en  dosis  mínimas  90  cm*. 

Se  comprende,  por  tanto,  la  tendencia  actual  de  todas  las  naciones  civiliza- 
das, de  privar  de  alcohol  á  los  soldados,  ó  al  menos  obstaculizar  la  tendencia 
á  los  excesos  alcohólicos,  que  es  el  resultado  del  ocio  de  la  vida  parasitaria 
que  se  hace  en  los  cuarteles,  no  sólo  por  los  funestos  efectos  del  alcohol 


(1)    Baer,  Loe.  cit»  pág.  93. 


Bl  alcohol  en  dietética  6gg 


sobre  )a  disciplina,  sino  porque  aun  en  las  dosis  pequeñas  en  que  suele  con- 
siderársele inofensivo  y  hasta  útil,  empeora  la  calidad  intelectual  y  física 
del  soldado. 

Vemos  así  de  paso  cuan  graves  peligros  acechan  al  joven  ciudadano  en 
los  cuarteles:  la  bárbara  disciplina  militar,  mortal  para  todo  espíritu  de  ini- 
ciativa, para  toda  dignidad  individual ;  el  ocio  mal  sano  en  que  fácilmente 
cunden  los  bajos  instintos  colectivos ;  el  tedio  de  esa  vida  deprimente  que 
pide  ser  olvidado  en  la  taberna ;  y  en  ésta  el  alcohol,  que  termina  en  esos 
organismos  jóvenes,  en  esas  inteligencias  en  formación,  la  obra  de  degrada- 
ción moral  y  física  del  régimen  militar... 

Pero  en  campaña  es  otra  cosa:  el  alcohol,  por  sus  efectos  narcóticos,  su- 
prime la  sensación  de  hambre,  de  sed  y  de  fatiga,  y  reemplaza  la  conciencia 
del  malestar  presente  por  un  estado  de  atontamiento  que  proporciona  una 
agradable  ilusión  de  bienestar. 

Se  comprende,  pues,  que  una  barrica  de  aguardiente  distribuida  á 
tiempo  es  capaz  de  evitar  una  derrota.  Más  todavía :  la  excitación  desorde- 
nada á  que  da  lugar  la  narcosis  alcohólica,  borrando  en  el  cerebro  del  sol- 
dado que  se  apresta  á  la  batalla,  todo  lo  que  en  él  ha  impreso  la  civilización, 
favorece  el  abundante  desarrollo  de  los  instintos  antisociales  que  la  escuela 
y  el  hogar  ocultaban  cuidadosamente ;  el  hombre  transformado  en  fiera, 
substituida  la  síntesis  mental  por  el  furor  y  la  bestialidrid,  es  entonces  capaz 
de  desempeñar,  á  pedir  de  boca,  lo  que  se  pide  de  él  en  una  batalla.  Tuvo 
una  inspiración  genial  el  jefe  que  aplacó  la  sed  de  los  regimientos  chilenos, 
fírente  á  Taracapft,  con  todo  el  aguardiente  que  encontró  á  mano  ;  así  pudie- 
ron entrar  triunfantes  en  el  pueblo,  matando,  incendiando,  violando,  sa- 
queando, ebrios  de  algo  más  que  de  victoria. 

Los  veteranos  saben  muy  oien  cuan  amable  aliado  tienen  en  el  alcohol, 
y  se  lo  pagan  con  ardiente  simpatía.  Entre  muchos,  puede  servir  de  ejem- 
plo el  siguiente  episodio  de  la  guerra  del  Paraguay,  en  la  batalla  de 
Tuyutí.  El  asalto  de  las  tropas  paraguayas  había  sembrado  el  pánico  en 
las  de  los  aliados  ;  las  primeras  filas,  brasileras  y  orientales,  eran  rechaza- 
das, medio  deshechas  por  los  sablazos  de  las  hordas  de  López.  En  ese  ins- 
tante crítico  «el  intrépido  O.ssorio.  poniéndose  á  la  cabeza  de  la  infantería 
de  Bahía,  les  gritó  desesperado  :  ¡ Bahianaday  tres  meses  de  soldó  y  cachaza! 
¡Adiantel  ( Cachaza  entre  los  brasileros  es  caña ).  Los  bahianos,  electriza- 
dos por  la  palabra  alcohólica  de  su  general,  marcliaron.  adelante  bravia- 
mente, y  arrasaron  todo  lo  que  se  opuso  á  su  paso...»  El  cronista  recuerda 
entonces  que  en  otra  batalla  que  no  nombra,  el  general  no  encontró  más 
estimulante  proclama  para  sus  soldados  «muy  borrachos»  que  la  siguiente: 
« I  Trompas  de  fuego  !  el  que  combatiendo  con  valor  muera  en  el  campo  de 
batalla,  resucitará  en  una  pulpería!  »    (1). 

Pero  durante  la  campaña  del  Paraguay,  el  alcohol  se  demostró  tan  funesto 
para  la  disciplina  y  la  calidad  de  las  tropas,  que  se  empleaban  medidas 
severísimas  para  evitar  que  llagaran  bebidas  á  poder  de  los  soldados,  si  bien 
principalmente  para  evitar  la  embriaguez,  á  que  según  las  crónicas  parece 
extraordinariamente  aficionado  el  milico  criollo,  como  todo  hombre  inficio- 
nado por  la  vida  del  cuartel. 

Luego  veremos  con  más  detalles  numerosas  comprobaciones  que  ponen 
de  relieve  el  papel  del  alcohol,  consumido  en  dosis  «moderadas»,  como 
factor  fundamental  de  morbosidad  en  los  ejércitos. 

En  conclusión :  el  alcohol  es  especialmente  funesto  en  los  soldados,  no 
sólo  por  los  inconvenientes  debidos  á  su  consumo^  habitual,  aun  á  ración 
fija,  sino  también  porque  esa  alcoholización  más  ó  menos  metódica  convier- 
te á  los  cuarteles  en  escuela  de  alcoholismo ;  y  el  ciudadano  de  veinte  años 
que  entra  en  ellos  con  toda  su  frescura  juvenil,  arriesga  salir  de  allí  prema- 
turamente inutilizado  parala  vida  libre,  por  ese  precioso  adyuvantede  la  dis- 
ciplina militar,  en  la  obra  del  embrutecimiento  del  hombre,  q  ue  es  el  alcohol. 

AL(;ohol  y  trabajo.  —  Iguales  inconvenientes  en  el  trabajo  manual. 
Y  no  olvidemos  que  la  inmensa  mayoría  de  los  hechos  citados  se  refieren  al 
consumo  de  alcohol  en  dosis  moderadas,  inferiores  muchas  veces  á  los  cien 
gramos  diarios  que  Duclaux  ha  creído  recientemente  poder  permitirse 
calificar  de  cantidad  inofensiva  y  hasta  útil  para  el  obrero. 


(1)    Fortun  de  Vera,  Cuentos  de  tropa,  pág.  173. 


7^<»  m  alcohol  en  dietética 


Todos  los  profesionales  del  sport  proscriben  el  alcohol,  la  mayor  parte  en 
absoluto,  y  á  lo  más  lo  toleran,  á  la  par  del  tabaco  y  demás  venenos  de  la 
moderna  civilización,  en  dosis  insig:niflcant«s.  Muchos  ciclistas  dicen  que 
son  abstinentes  porque  la  bebida  leur  coupe  Ui  jambes. 

Los  cosecheros  del  mediodía  de  Francia,  que  trabajan  rudamente  de 
sol  á  sol,  no  toman  vino  si  no  es  del  patrón  ^1),  porque  el  del  tabernero  ( al- 
coholizado gracias  á  la  nunca  bien  ponderada  autorización  del  vtnaje  y  por 
tanto  más  tóxico  en  ig-ual  volumen  )  los  inutiliza  para  ganarse  el  pan.  He 
oido  decir  á  un  inteligente  propietario,  que  desde  que  reemplazó  por  café  la 
malhadada  copa  de  caña  que  es  costumbre  entre  nosotros  proporcionar  á 
los  obreros  durante  la  cosecha  del  trigo,  el  rendimiento  del  trabajo  de  sus 
trabajadores  era  sensiblemente  mayor,  de  modo  que  el  mayor  gasto  eu 
azúcar  y  cafó  le  proporcionaba  nna  economía  en  mano  de  obra  que  ie  redun- 
daba ventajoso.  Y  me  dijo  que,  aceptado  al  principio  con  resistencia  el 
reemplazo,  debido  seguramente  al  funesto  prejuicio  que  los  obreros  tienen 
respecto  al  alcohol,  todos  se  manifestaron  ai  poco  tiempo  muy  contentos 
con  el  cambio,  porque  lo  pasaban  mucho  mejor  así. 

Debemos  al  eminente  estadígrafo  norteamericano  CarroU  D.  Wright,  jefe 
de  la  oficina  central  del  trabajo  en  los  E.  E.  U.  U.,  entre  otros  muchos  pre- 
ciosos datos  sobre  ei  problema  del  alcohol,  ei  siguiente,  muy  sugestivo,  si  se 
tiene  en  cuenta  que  el  obrero  más  moderado  del  mundo  civilizado,  en  cuan- 
to á  bebidas  alcohólicas,  es  quizás  el  norteamericano,  debido  tanto  á  su  ma- 
yor cultura  y  bienestar,  cuanto  al  ambiente  social  superior  en  que  vive,  en 
esa  gran  democracia  que  sabe  lo  que  es  el  alcohol.    Dirigió  una  circular  á 
los  principales  industriales  de  los  E.  E.  ü.  U.,  preguntándoles  si  tenían  en 
cuenta  ó  no  el  hábito  de  consumir  licores  en  sus  obreros,  y  las  razones,  en 
caso  de  proscribirlos,  que  habían  encontrado  para  ello.    Le  contestaron 
7,000,  que  ocupaban  en  total  1  745,000  obreros  Se  trata,  por  consiguiente,  de 
cifras  bien  respetables.     En  5,630  de  estos  establecimientos,  se  exigía  de  los 
obreros  la  abstención  de  licores,  ó  aun  la  templanza  completa,  y  sólo  en 
1 ,600  se  dejaba  á  los  obreros  en  completa  libertad  para  alcoholizarse  poco  ó 
mucho.    Y  el  hecho  tiene  esto  de  sujestivo  :  que  en  las  industrias  más  deli- 
cadas, que  más  atención  ó  inteligencia  requieren  de  parte  del  obrero  (ma- 
nufacturas, .transportes;  industria  del  acero,  et'.. ),  se  exigía  casi  unánime- 
mente la  moderHción  ó  la  templanza  ;  y  no  se  hacía  caso  de  la  cuestión  en 
aquellas  en  que  bastan  un  mínimo  de  inteligencia  y  de  vigor  en  el  obrero, 
ó  en  las  qne  la  tendencia  profesional  al  alcohol  es  escasa  ( industrias  mine- 
ras, agro-pecuarias,  etc.)    Las  razones  dadas,  muchas  de  ellas  saturadas  de 
una  hipocresía  genuinamente  metodista  (2),  significaban  en  lenguaje  claro 
lo  siguiente:   L"*  no  queremos  que  nuestros  obreros  se  alcoholicen,  para 
tener  mano  de  obra  de  mejor  calidad,  para  obtener  un  trabajo  de  más  ren- 
dimiento; 2.°  nonos  importa  que  nuestros  obreros  se  alcoholicen,  porque 
en  las  empresas  que  explotamos  nos  basta  bien  pobre  cosa  como  obrero  para 
obtener  buenas  ganancias.     Pero  seguramente  que  el  mismo  capitalista  que 
•    dejaba  alcoholizarse  á  discreción  á  sus  mineros  si  dirigiera  un  arsenal,  se 
demostraría  en  él  tan  intratable  al  respecto  como  indulgente  en  su  mina. 
El  Sr.  Mainini  me  cuenta  este  hecho  :   un  inteligente  ingeniero  italiano, 
gran  empresario,  con  varios  miles  de  obreros,  pensó  que  la  inmensa  morbo- 
sidad entre  ellos,  coincidía,  al  parecer,  con  las  pingües  ganancias  del  taber- 
nero, al  cual  alquilaba  un  local  en  sus  dominios.    Propuso  entonces  á  éste 
vender  en  sociedad,  y  muy  barata,  leche  en  lugnr  de  alcohol  á  sus  obreros. 
Hizo  traer  al  efecto  gran  número  de  buenas  vacas  suizas,  y  vendió  á  5us 
obreros,  en  lugar  de  700  hipotéticas  calorías  de  alcohol  contenidas  en  un 
litro  de  mal  vino  á  50  céntimos.  600  positivas  calorías   de  grasa,  azúcar  y 
albúmina,  contenidas  en  un  litro  de  buena  leche  k2  céntimas;  el  resultado 
fué  que  hizo  un  pingüe  negocio,  porque  ahorró  en  drogas,  en  médico  y  en 
más  rendimiento  del  trabajo,  lo  que  gastaba  en  vacas,  y  éstas  le  parían 
rollizos  terneros. 

En  cualquiera  de  las  obras  que  se  ocupan  de  la  cuestión,  puede  recogerse 
abundante  cosecha  de  datos  tan  significativos  como  los  citados.  Todos  los 
observadores  desprevenidos  concuerdan,  con  una  rara  unanimidad  en  la 

(1)  A.  Sacquet,  Ualcoolisme.  —  'L'asuvre  médico~ckirurgicate\  If  97. 

(2)  C.  Wright,  Economie  aspects  ofthe  liquor  problem,—  Bull.  o/the  Dep»  o/ Labor.  Vil,  1898. 


El  alcohol  en  dietética  70 1 


cuestión  del  alcohol,  en  afirmar  que  el  obrero  puede  pasarlo  perfectamente  sin 
este  «  alimento  »  tan  sui  gerieHs,  y  en  que  le  aprovecha  más  gastar  sus  mise- 
ros centavos  en  buenas  calorías  de  hermosa  manteca^y ^sabroso  azúcar  que  en 
malas  calorías  de  ios  detestables  brevajes  alcohólicos  al  alcance  del  obrero. 
Como  se  ha  visto,  antes  de  quemarse  para  poner  en  libertad  su  energía 
calórica,  no  siempre  en  el  momento  y  en  el  lugar  debidos,  y  que  falta  saber 
si  es  aprovechable  en  la  energética  vital-  para  algo  más  que  el  manteni- 
miento de  la  temperatura,  el  alcohol  permanece  buen  tiempo  en  contacto 
con  los  tejidos,  ejerciendo  ^u  acción  tóxica  sobre  todo  protoplasma:  rete- 
nido especialmente  en  el  hígado,  en  el  cerebro  y  en  los  músculos,  paraliza 
en  el  primero  la  función  glucogénica  y  toxilítica,  suplantando  ociosamente 
en  la  célula  hepática  á  la  molécula  de  glucosa,  á  la  molécula  de  veneno 
metabólico  que  le  correspondía  elaborar,  trabando  en  el  segundo  el  movi- 
miento nervioso,  debilitando  en  el  tercero  la  contractilidad.  — ¿Y  es  eso 
un  alimento,  una  ayuda  para  la  ración  nutritiva  de  suyo  insuficiente  del 
pobre  ?  ¿  es  eso  un  medio  de  obtener  más  rendimiento  en  el  trabajo  ?  —  Es 
indudable  que  al  principio  de  su  acción,  por  sus  mismos  efectos  narcóticos, 
el  alcohol  produce  una  estimulación  aparente,  debida  á  la  depresión  del 
papel  de  la  conciencia  que  deja  así  rienda  suelta  á  las  actividades  inferio- 
res ;  se  empieza  la  tarea  con  más  bríos,  con  la  ilusión  de  una  mayor  fuerza, 
para  decaer  inmediatamente  y  producir  un  rendimiento  total  de  trabajo, 
incluso  el  mayor  rendimiento  del  principio,  muy  inferior  al  que  se  obtiene 
sin  alcohol.  Es  lo  que  demuestran  todos  los  experimentos,  tanto  los  indivi- 
duales como  los  colectivos,  y  en  estos  últimos  no  es  posible  invocar  sus- 
ceptibilidad individual  alguna  capaz  de  inducir  en  error.  Haciendo  ejecutar 
marchas  forzadas  á  dos  fracciones  de  cuerpo  de  ejército,  cada  una  de  ellas 
alternativamente  abstinente  ó  consumiendo  de  30  á  40  gramos  de  alcohol 
por  día,  se  observa  siempre  que  la  fracción  abstinente,  aun  partiendo  con 
menos  ímpetu,  llega  mucho  más  lejos  que  la  alcoholizada,  y  en  mucho 
mejor  estado.  Cualquiera  que  sea  la  dosis  y  el  alcohol  obra  siempre  como  narcó- 
tico, y  su  primer  efecto  estimulante  es  sólo  una  ilusión,  debida  á  su  acción 
de  anestésico. 

Todo  ésto  está  muy  lejos  de  ser  una  novedad,  pero  tantos  errores  se  han 
propalado  sobre  el  alcohol,  muchas  veces  con  intenciones  no  confesables,  y 
otras  con  una  imperdonable  ligereza;  tantos  prejuicios  sobre  el  alcohol  son 
aceptados  sin  comprobación  hasta  por  excelentes  terapeutas,  que  nos  hemos 
olvidado  hasta  cierto  punto  de  la  vieja  excelente  enseñanza.  «El  alcohol, 
dice  Baer  (1),  es  peligroso  para  el  obrero,  sobre  todo  porque  aniquila  paulati- 
namente su  actividad  digestiva,  y  el  organismo  nopueae  entonces  absorber 
y  elaborar  los  alimentos  en  la  cantidad  que  necesita  para  su  rendimiento  de 
trabajo.  He  aquí  la  razón  de  porque  el  obrero  habituado  al  alcohol  absorbe 
menos  alimentos  ;  no  por  que  no  los  necesite,  sino  porque  no  puede».  Y 
cita  luego  estas  expresivas  palabras  de  Liebig :  «  El  aguardiente  permite  al 
obrero,  por  sus  efectos  sobre  los  nervios,  completar  a  costa  de  su  cuerpo 
las  fuerzas  que  le  faltaban,  empleando  hoy  la  cantidad  que  recién  mañana 
debió  ser  usada ;  es  una  letra  girada  sobre  su  salud,  que  debe  ser  perpetua- 
mente renovada,  porque  no  puede  ser  redimida  por  falta  de  medios.  El 
obrero  consume  el  capital  en  vez  de  los  intereses ;  de  ahí  la  inevitable  ban- 
carrota df*  su  cuerpo».  No  olvidemos  que  Liebig  atribuía  al  alcohol  el 
mismo  valor  energético  que  iba  á  ser  mucho  tiempo  después  demostrado 
por  Attwater  y  Benedict.  v.  Noorden,  Rosen feld,  etc. 

Y  mucho  antes  de  Duclaux,  dijo  Moleschott :  «  Quien  come  poco  y  bebe 
moderadamente,  conserva  tanto  en  la  sangre  y  en  los  tejidos  como  el  que 
en  las  mismas  condiciones  come  más  sin  beber  cerveza,  vino  ó  aguardiente. 
De  ésto  se  deduce  que  es  cruel  privar  al  jornalero  que  se  gana  una  escasa 
comida  con  el  sudor  de  su  frente,  del  medio  por  el  cual  su  escasa  ración 
dura  largo  tiempo».  Pero  á  Moleschott  y  á  todos  los  que  con  el  mismo 
argumento  defienden  al  alcohol,  les  ha  pasado  (  y  perdóneme  la  memoria 
ilustre  del  gran  fisiólogo  la  irreverente  comparación)  lo  que  al  mono  que 
olvidó  de  encender  la  linterna  mágica:  se  han  olvidado  de  contar,  como 
sabe  hacerlo  con  los  dedos,  sin  necesidad  de  mucha  sabiduría,  cualquier 
palurdo ,  lo  que  cuesta  ese  medio  de  ahorrar  alimentos. 


(1)    Baer,  Alcoholismo,  pág.  101. 


I 


70M  RepitU  crititía  bibliográfica 


I 

m  Efectivamente,  admitieudo  que  el  adulto  puede  realmente  consumir  sin 

K  inconvenientes  la  clásica  ración  tolerada  y  aun  recomendada  de  100  gramos 

W  de  alcohol  por  día ;  admitiendo  que  esos  100  gramos  representen  realmente, 

r  en  todos  los  casos.  700  calorías,  lo  cual  no  siempre  sucede,  como  hemos  visto, 

r  veamos  cuanto  le  cuesta  al  obrero  «  ahorrar  "^  con  100  gramos  de  alcohol  100 

calorías  de  grasa,  de  albúmina  ó  de  azúcar.  El  kilogr.  de  azúcar,  á  pesar  de 
los  impuestos,  cuesta,  de  buena  calidad,  38  centavos,  y  representa  4,100  ca- 
lorías, lo  cual  quiere  decir  que  700  calorías  de  oíBÚear  cuestan  7  centavos;  el 
kilogr.  de  pan  de  primera  cuesta  20  centavos  al  njenudeo,  y  representa  2,150 
calorías,  lo  cual  hace  que  700  calorías  de  pan  cuestan  5  centavos;  250  gramos 
de  manteca  representan  al  menos  2»<)00  calorías,  que  dado  el  costo,  hacen 
-  700  calorías  de  manteca  k  4  centavos ;  el  litro  de  buena  leche  { 600  calorías ) 

cuesta  de  10  á  15  centavos ;  la  carne,  alimento  hasta  cierto  punto  de  lujo, 
proporciona  700  calorías  por  15  á  30  centavos ;  por  último,  el  paté-de-foie^as 
de  Suena  calidad  nos  proporciona  700  calorías  por  50  centavos. 

El  alcohol,  en  las  ciudades,  bajo  forma  de  detestable  vino  á  50  centavos 
^-  el  litro,  infame  menjurge  que  contiene  de  todo  menos  zumo  de  uva  v  alco- 

■*  holizado  con  mala  grappa  y  peor  aguardiente  de  maíz,  con  la  graduación 

común  aquí  de  12*5 7o  (1)  ó  bajo  forma  del  cognac  más  ordinario, ^roj?or(?to»fl 
700  calorías,  no  siempre  positivas,  por  50  centevos.  Para  buscarlo  más  bara- 
to, habría  que  recurrir  á  brevajes  infernales.  Bajo  forma  de  cerveza  común, 
á  50  centavos  el  litro,  proporciona  calorías  de  mejor  calidad  (350  de  alcohol 
y  250  de  dextrina)  pero  igualmente  caras. 
I  Vaya  una  manera  de  «ahorrar  »  ! 

( Se  concluirá). 


REVISTA   CRÍTICA    BIBLIOGRÁFICA 


í 

l}-  Tratado  de  Oirng^ia  de  la  infancia,  por  D.  Sebastián  Recasens  y  Girol. 

I  Tomo  segundo.  —  Barcelona,  1902.  —  Tipografía  de  J.  Casamajó. 

f'  Al  presentar  á  nuestros  lectores,  pocos  meses  hace,  el  tomo  primero 

P .  de  este  tratado,  hice  extensas  consideraciones  acerca  de  los  méritos  del 

f[  autor,  del  plan  general  y  del  valor  intrínseco  de  esta  obra. 

t  Mi  labor  de  hoy  ha  de  ser  más  reducida,  máxime,  si  empiezo  por 

^;  declarar  que  esta  segunda  y  última  parte  está  á  la  altura  de  la  primera 

^■•:  y  que  no  desmerece  en  modo  alguno  de  aquélla.    Es  éste  un  tomo  de 

I  356  páginas,  que  comprende  tres  grandes  capítulos  que  tratan  de  las 

I:  enfermedades  del  abdojuen,  de  los  órganos  génito-urhiarios  y  de  los 

r  miembros. 

^-  En  el  primer  capítulo  estudia  el  autor  las  lesiones  parietales  del 

\-  abdomen  que  comprenden  las  afecciones  del  ombligo,  el  flemón  y  abs- 

!:  ceso  de  la  pared  abdominal  y  las  fístulas  estercoráceas  y  las  urinarias 

f  del  uraco  ;  las  lesiones  viscerales  entre  las  cuales  figuran  los  cuerpos 

extraños,  la  apendicitis,  la  oclusión  intestinal  y  los  abscesos  y  quistes 
i  del  hígado,  y  las  lesiones  parieto-visceraleSy  entre  las  cuales  se  incluyen 

las  peritonitis  y  las  lesiones  umbilicales  é  inguinales. 

A  capítulo  de  las  enfermedades  de  los  órganos  gétiito^rinarios  com- 
prende la  pielonefritis,  riñon  movible,  hidronerrosis,  tuberculosis  y 
tumores  del  riñon,  cálculos  renales,  vesicales  y  uretrales,  cistitis,  ex- 
trofia  de  la  vejiga,  anomalías  de  la  uretra,  fímosis,  orquitis,  sífilis,  tu- 
mores y  ectopias  del  testículo,  la  vulvo-va^initis,  la  gangrena  y  las  de- 
formidade.s  de  la  vulva,  la  fisura  del  ano,  los  vicios  de  conformación, 
el  prolapso  y  los  pólipos  del  recto.  Agradezco  mucho  la  cita  que  hace 
de  un  trabajo  mío  en  el  estudio  del  prolapso  del  recto. 


(1)    Graduación  volumctrica. 


Rivista  critica  Mbliogrújtca  70$ 


Divide  las  enfermedades  de  los  miembros  en  tres  secciones,  las  comu- 
nes á  las  cuatro  extremidades  y  las  propias  de  la  extremidad  superior 
é  inferior.  Describe  entre  las  primeras  la  osteo-mielitis,  la  espina 
ventosa,  los  sabañones,  la  ectromelia,  la  polidactilia,  la  ectrodactilia, 
y  las  desviaciones  de  los  dedos!  Entre  las  enfermedades  del  miembro 
superior  comprende  la  escapulalgia,  los  flemones  y  adenitis,  los  tumo- 
res blancos,  las  fracturas  y  luxaciones,  los  tumores,  el  cúbitus  laxus, 
valgus  y  vanus,  y  las  deformidades  de  la  muñeca. 

Por  ultimo,  incluye  entre  las  enfermedades  del  miembro  inferior, 
los  flemones  y  adenitis,  la  inflamación  de  la  bolsa  retro-trocantárea,  la 
coxalgía,  osteomielitis  del  fémur,  los  tumores  blancos  de  la  rodilla  y 
del  pie,  las  fracturas  y  luxaciones,  los  tumores  y  los  pies  contrahechos. 

Una  colección  de  grabados  ilustran  y  aclaran  el  texto  ;  las  condi- 
ciones tipográficas  son  esmeradas.  La  doctrina  es  esencialmente  prác- 
tica, se  huye  en  la  exposición,  de  discusiones  teóricas  y  se  procura  ha- 
cer descripciones  sumamente  sintéticas. 

Es,  pues,  una  labor  meritoria  en  que  se  expone  un  buen  caudal  de 
observaciones  personales,  que  acrecientan  la  merecida  reputación  del 
Dr.  Recasens,  de  cuya  laboriosidad  y  arrestos  puede  esperar  mucho  la 
literatura  patria. 

Dr.  Martínez  Vargas 

Terapéutica  quirúr^ca 

I.  — Incisión  transversal  en  las  laparotomías,  por   el  Dr.  Ignacio  Piasen  cía.  — Haba- 

na, 1903. 

II.  — Proceder  operatorio  en  los  epltellomas  del  labio  y  de  la  lengua,  por  el  doc- 

tor Avelino  Gutiérrez.  —  Buenos  Aires,  ÍÍK)3. 
m.  —  Tratamiento  del  pie  bot  equino  paralitico,  por  el  Dr.  Avelino  Gutiérrez.  —  Bue- 
nos Aires,  1903. 

L  —  Documentada  con  dos  historias  clínicas,  el  Dr.  Plasencia  des- 
cribe este  nuevo  proceder  de  laparotomía  cuyas  ventajas  son  :  evitar  la 
eventración  y  disimular  la  incisión  con  el  bello  del  pubis. 

Consiste  este  proceder  en  practicar  una  incisión  curvilínea  de  con- 
vexidad inferior  y  que  cruce  la  línea  media  á  unos  cuatro  centímetros 
del  pubis ;  esta  íncisi'')n  interesa  la  piel,  tejido  celular  subcutáneo  y 
aponeurosis ;  después  se  denudan  los  músculos  reotos  por  encima  y 
por  debajo  en  el  espacio  de  unos  cinco  centímetros;  y  por  ultimo,  des- 
pués de  haber  separado  los  músculos  rectos,  se  incinde  la  fascía  y  el 
peritoneo  verticalmenté.  Se  practica  la  operación  y  se  cierra  el  abdo- 
men por  medio  de  cuatro  planos  de  sutura ;  uno,  para  el  peritoneo ; 
otro  para  los  músculos,  que  se  procurará  que  imbrique  el  uno  sobre  el 
otro ;  el  tercero,  para  la  aponeurosis,  y  el  cuarto,  para  la  piel. 

La  operación  ha  sido  ideada  por  Pfaunestien ;  no  habla  de  indica- 
ciones el  Dr.  Plasencia;  los  casos  en  que  aplicó  este  proceder  eran 
casos  de  ooferectomía ;  y  en  uno  con  histerectomía ;  no  había  adhe- 
rencias ;  por  tanto,  se  comprende  que  pudiera  terminar  felizmente  su 
operación  con  el  pequeño  ojal  abdominal  que  se  consigue  con  este  pro* 
ceder.  Teng*o  dudas  si  hubiera  sido  lo  mismo  en  caso  de  adherencias 
6  de  lesiones  voluminosas.  Por  lo  demás,  el  proceder  es  ing-enioso  y 
digno  de  ser  tenido  en  cuenta  por  los  buenos  resultados  que  con  él  se 
pueden  conseguir.  Este  proceder  en  Francia  se  atribuye  á  Kütsner  y 
á  Segond. 

II. — Esta  es  una  vidriosa  memoria  con  más  mar  de  fondo  que  el 
que  hay  en  la  desembocadura  del  Amazonas. 

Para  demostrarlo  iré  siguiendo  al  autor  en  su  exposición  de  moti- 
vos y  deducciones. 

Empieza  por  asentar  que,  «  el  epitelioma  es  un  tumor  primitiva- 
mente local ».    A  esto  se  contesta  que  Schimmelbusch  ha  coleccionado 


'1 


704  R9Pi$ta  critica  bibliográfica 

casos  de  cánceres  múltiples  del  rostro ;  y  Trendelembourg,  cánceres 
situados  simétricamente  en  los  párpados  de  ambos  ojos. 

Después  confiesa  (jue  el  organismo  contribuye  sólo  como  un  factor, 
no  dándole  ninguna  importancia  ;  y  en  cambio,  se  la  da  al  quid  ignotum 
que  produce  el  cáncer,  y  por  esto  opera  pronto  y  rápidamente,  no  sólo 
en  el  sitio  que  ve,  sino  también  en  los  puntos  en  que  van  á  parar  los 
linfáticos  de  la  región  ;  en  una  palabra,  habla  el  Dr.  Gutiérrez :  «  Ex- 
tirparlo en  totalidad,  ir  más  allá  de  sus  límites;  entrar  por  tejidos 
sanos  ». 

¿Por  qué  se  reproducen  con  tanta  facilidad  y  frecuencia?  Se  pre- 
gunta, y  contesta :  « porque  no  se  ha  cortado  lo  bastante,  ó  porque 
se  ha  hecho  tarde». 

Sigue  después  describiendo  la  manera  como  opera  el  cáncer  de  la 
lengua,  que  es  el  de  Verneuil ;  y  en  el  oue  da  todos  los  detalles  necesa- 
rios para  dar  á  comprender  que  lo  sabe  nacer,  y  con  buen  resultado. 

Y,  finalmente,  concluye  manifestando  á  donde  va.  En  Buenos  Ai- 
res habla  un  general  llamado  Lavalle,  que  fué  operado  en  París  por  el 
Dr.  Albarrán  de  un  epitelioma  del  labio  que  se  le  reprodujo ;  un  capi- 
tán, amigo  de  dicho  general,  calificó  la  operación  de  obra  de  arte,  y  el 
Dr.  Gutiérrez  la  califica  de  incompletay  y  que  lo  que  hizo  el  Dr.  Alba- 
rrán ni  puede  llamarse  operación,  pues  lo  que  se  debía  de  haber  hecho 
era  «  cortar  la  mitad  del  labio  y  la  piel  que  cubre  la  cara  externa  del 
maxilar,  el  ganglio  prémasetérico,  la  glándula  y  ganglios  submaxila- 
res  y  los  ganglios  carotídeos  con  la  atmósfera  celulosa  en  que  están 
incluidos»,  y  más  abajo  «y  caso  de  sobrevenir  la  reproducción,  al  ciru- 
jano nada  tendría  que  reprocharse».  Es  cuestión  de  gustos,  pues  para 
ser  radical  y  consecuente  con  los  estudios  anatómicos  de  Kuttner  sobre 
los  linfáticos  que  demuestra  que  los  linfáticos  se  entrecruzan  en  la  lí- 
nea media  y  sobre  el  infarto,  casi  reglamentario,  del  ganglio  situado 
en  la  bifurcación  de  la  carótida  cuando  hay  examen  de  la  lengua ,  al 
operar,  según  su  criterio,  había  de  repetir  la  misma  operación  en  el 
lado  opuesto  y  extirpar  á  más  el  ganglio  carofídeo ;  que  para  hacerlo 
se  ha  de  separar  el  esterno-mastoideo,  cosa  que  no  indica,  pues  si 
bien  dice  que  extirpó  ganglios  carotídeos,  ya  sabe  él  que  acostumbra 
haberlos  á  diferentes  niveles.  Por  tanto,  después  de  una  operación  de 
esta  clase,  si  bien  puede  ser  algo  seguro  el  que  no  se  reproduzca,  es 
muy  problemática  la  curación,  por  Fo  expuestas  que  están  las  heridas  de 
esta  región,  por  su  proximidad  á  la  boca,  á  la  infección.  Así,  pues, 
por  no  estar  muy  clara  aún  la  patogenia  del  cáncer  y  por  ser  el  método 
operatorio  más  que  Mnpis  alter  en  espera  de  otros  medios  más  seguros 
y  eficaces,  soy  de  parecer  que  se  ha  de  respetar  la  opinión,  tanto  de  los 
que  operan  mucho  como  la  de  los  que  operan  poco. 

Y  está  por  completo  fuera  de  lugar  la  suposición  que  hace  el  doctor 
Gutiérrez  del  Dr.  Albarrán,  de  que  si  operó  al  general  Lavalle,  fué  por- 
que era  general  sudamericano  y  desconocido,  y  que  si  hubiera  sido  un 
prestigioso  general  francés  no  lo  hubiera  operado ;  pues  si  lo  hizo  fué 
porque  creyó  que  con  lo  que  efectuaba  bastaba  para  resolver  el  proble- 
ma, y  así  lo  pueden  asegurar  todos  los  que  han  tenido  ocasión  de  inti- 
mar con  el  Dr.  Albarrán,  pues  no  es  capaz  de  otra  cosa. 

III.  El  autor  de  la  anterior  Memoria  ha  publicado  otra  sobre  el  tra- 
tamiento del  pie  bot  varus  equinoparalítico,  con  motivo  de  un  caso  que 
hubo  de  operar ;  demuestra  conocer  á  fondo  dicho  asunto  y  al  mismo 
tiempo  ser  un  hábil  operador.  Consistió  la  operación  en  hacer  la  teño- 
tomía  del  tendón  de  Aquiles,  desprender  algunas  fibras  y  suturarlas  á 
los  tendones  del  extensor  común  de  los  dedos  y  peroneos. 

FELIPE    MABGAfilT 


FORMULARIO    T    TRATAMIENTOS   MODERNOS 


COI.  —  EsoarUtlnA :  ¿onando  debe  oe«ar  el  résrlmen  láoteo? 

P.  Gallois,  partiendo  del  hecho  de  aue  la  nefritis  en  la  escarlatina  no  es 
escarlatinosa,  sino  función  de  la  rino-faring'itis,  ag'uda  ó  crónica,  advertida 
ó  no,  y  de  que  para  evitar  la  nefritis  hay  que  desinfectar  las  vías  aéreas  su- 

Íieriores,  cree  debe  suprimirse  el  régimen  lácteo  desde  que  cesa  la  rino- 
áringritís,  puesto  que  no  hay  el  peligro  de  la  nefritis. 

Bste  precepto  es  algo  temerario  y  sólo  debe  ponerse  en  práctica  cuando 
se  tenga  seguridad  de  saber  diagnosticar  la  rino-faringitis  y  de  que  no 
queda  vestigio  de  ella  (1). 

GCII.  —  Tomillo  (^Extraoto  asnear ado  de) 

Inofensivo  y  de  sabor  agradable,  se  recomienda  contra  la  coqueluche, 
bronquitis  y  laringitis  crónicas,  para  combatir  la  tos,  la  afonía,  las  moles- 
tias de  los  enfísematosos  y  asmáticos. 

Dosis ;  tres  ó  cuatro  cucharaditas  diarias  en  los  niños  y  unos  cien  gra- 
mos en  los  adultos,  tomados  en  medio  día  ó  durante  la  noche  (2). 

CCIII.  —  Oáftamo  Indiano 

Su  tintura  calma  muy  pronto  los  movimientos  espasmódicos ;  disminuye 
también  la  intensidad  y  la  frecuencia  de  los  ataques  de  tos  en  la  coque- 
luche. 

Dosis :  2  á  8  gotas  en  los  niños  de  2  á  11  años  cada  tres  ó  cuatro  horas  (2) 

CCIV.  ^  OasoarUla 
La  tintura  detiene  pronto  y  seguramente  los  vómitos  nerviosos,  á  la  do- 
sis de  1  á  2  gotas  en  una  cucharada  de  agua  varias  veces  al  día. 
Las  dosis  mayores  son  eméticas  (2). 

CCV.  —  Enoallpto  j  srlnooenrla 

La  infusión  de  las  hojas  hace  desaparecer  en  breve  el  azúcar  de  la  orina. 
El  efecto  se  logra  tomando  dos  veces  al  día  una  infusión  hecha  con  4  gra- 
mos de  hojas  fragmentadas  en  180  cm'  de  agua. 

El  eucaliptol  no  ejerce  acción  en  este  concepto  (2). 

ce VI.  —  lanmbaffo  :  tratamiento 

Coloqúese  sobre  la  región  lumbar  una  franela  doblada  y  empapada  en 
vinagre  caliente ;  cúbrase  con  otra  seca,  también  doble ;  pásese  por  encima 
una  plancha  caliente  con  lentitud  durante  10  á  20  minutos,  mañana  y 
noche  (3). 

ce  VIL  —  Dolores  toráoloos 
prodnoldoB  por  la  tos  de  loe  tnberonlosog :  tratamiento 

Póngase  sobre  el  tórax  una  toalla  empapada  en  agua  á  la  temperatura 
de  la  habitación  y  cúbrase  con  tafetftn  engomado  (compresa  de  Priessnitz). 
Parece  ser  un  buen  remedio  (3). 

CCVIII.  —  Heleoho  macho :  principios  aotlvoe 

Bste  preparado  suele  ser  causa  de  accidentes  tóxicos,  cuya  causa  no 
está  bien  determinada. 

Kobert  atribuyó  la  acción  antihelmíntica  á  un  aceite  volátil  que  existe 
en  el  rizoma;  Poulsen,  al  ácido  filícico  amorfo,  no  al  cristalizado,  ácidos 
qufe  Gallas  considera  como  idénticos;  Bohm  descubrió  tres  nuevos  cuer- 
pos: ácido  flavaspldico,  albaspidina  y  aspidinol,  cuerpos  comprobados  por 
Kraft  y  á  los  que  añade  la  flavaspidina  y  un  ácido  amorfo,  que  llama  filma- 
rán, que  conceptúa  como  el  priocipio  activó. 


(1)    Soc.  de  Thérapeutique. 
<2)    Annalés  de  Merk. 
(3)    Bull.  mid.  de  Quibec. 


7o6  Nuetira  corrupomUncia  con  la  prensa 

El  ñlmarón  es  una  substancia  pulverulenta,  de  color  pardo  amarillo,  in- 
soluble  en  el  agua,  casi  nada  soluble  en  el  alcohol  etílico  ó  en  el  metílico 
fríos  y  soluble  en  el  éter  de  petróleo,  carácter  que  le  distingue  del  aspidlnol. 
El  rizoma  contiene  un  5  por  100  de  filmaron  (1). 

CCIX.  —  Bvoaqoltlv  j  tab«roido«l» :  eispleo  Ae  los  todnro»  de  oodeln» 

Tres  compuestos  de  iodo  y  codefna  se  recomiendan  en  la  actualidad  con- 
tra la  tuberculosis  y  las  bronquitis*  Son  el  ioduro,  el  biioduro  y  el  iodhi- 
drato  de  codeína,  cuerpos  que  se  usan  como  si  fueren  idénticos  y  que,  en 
realidad,  son  distintos. 

El  ioduro  no  se  conoce  bien  todavía. 

El  biioduro,  y  mejor  codeina  Hiodada,  cristaliza  en  agujas  amarillas  dora- 
das; es  insoluble  en  el  agua  fría,  soluble  en  la  caliente,  que  al  hervir  lo 
descompone,  y  en  el  alcohol. 

El  iodhidraíQ  se  presenta  en  largas  agujas  blancas,  algo  amarillas  cuaudo 
el  ácido  iodhídrico  contenía  iodo  libre,  solubles  en  agua  fría  (1  por  100), 
más  en  la  hirviendo  y  en  el  alcohol  caliente  y  poco  en  el  alcohol  frío. 

Esta  sal  es  la  que  debe  emplearse  únicamente. 

Se  usa  en  jarabe  (0'04  por  20  gramos),  pildoras  de  un  centigramo  é  in- 
yecciones hipodérmicas  de  O'Ol  por  cm»  (1). 

GCX.  ^  Meronrol 

Es  el  mecleato  de  mercurio.  Se  presenta  en  polvo,  pardo  claro,  es  solu- 
ble en  el  agua  y  contiene  el  10  por  100  de  mercurio. 

Se  usa  en  pomadas  al  20  por  100  contra  las  úlceras  infectas,  en  inyecciones 
al  1  ó  2  por  100  contra  la  blenorragia  y  cistitis,  en  instilaciones  al  2*5  por 
100  contra  la  blefaritis,  conjuntivitis,  etc.  Al  interior  se  emplea  como  des- 
infectante en  los  exantemas  y  otras  infecciones  á  la  dosis  de  cinco  centigra- 
mos en  dos  tomas. 

Este  mercurol  no  es  el  conocido  en  Suecia  con  el  mismo  nombre,  amal- 
gama de  mercurio,  magnesio  y  aluminio  mezclada  con  creta  y  que  se  des- 
tina como  tópico  á  diversas  aplicaciones  (1). 

D&.  Rodríguez  Méndez 


NUESTRA  CORRBSPONDBNCIA  CON  LA  RRBNSA 

Boletiii  del  Consejo  Superior  de  Salubridad,  de  San  Salvador.  >-  Gra- 
cias por  la  reproducción  del  trabajo  del  Dr.  G.  Vignon,  Las  intoxicaciones 
alimenticias  producidas  por  los  peces,  traducido  por  el  Dr.  Rodríguez  Euiz, 
cuya  procedencia  no  cita. 

Bevleta  de  eepeoialidadee  médioaa,  de  Madrid.  —  Id.,  id.,  de  la  noticia 
Morfina  y  éter:  asociación,  cuya  procedencia  equivoca. 

Bevieta  de  Sanidad  militar,  de  Madrid.  —  Id.,  Id.,  del  trabajo  Indicacio- 
nes del  ácido  picrico  en  la  uretritis,  del  Dr.  Peyrí. 

SI  problema  de  la  taberoulosis,  de  la  Habana.  —  Id.,  id.,  del  informe  del 
Sr.  Monsarrat  sobre  Tuberculosis  abdominal  infantil  p  leche  de  vacas  tuber- 
culosas, traducido  por  el  Sr.  Ruiz  Rodríguez. 

La  Medicina  oieatifloa,  de  Barcelona.  — Id.,  id.,  del  articulo  El  radio,  del 
Dr.  L.  Raimondo,  traducido  por  el  Dr.  Revira  y  Oliver. 

Qaoota^  médioa  de  Costa  Bioa,  de  San  José  de  Costa  Rica.  —  Id.,  id.,  del 
trabajo  Escuelas  municipales  de  Barcelona,  descripción  de  una,  del  Sr.  Co- 
rominas  é  Illa,  y  de  la  comunicación  Nota  sobre  la  inyección  hipodérmica  de 
oxigeno  de  los  doctores  Moliner,  Dómine  y  Chabás. 

Beviata  de  Medicina  tropioal,  de  la  Habana. —Id.,  id.,  de  las  noticias 
Bismuto  coloidal:  su  empleo  en  la  pastro-enteritis  de  los  niños,  y  Enteritis 
ulcerosa  de.  los  tuberculosos :  tratamiento  con  el  azul  de  metileno,  del  doctor 
Rodríguez  Méndez,  cuya  procedencia  no  cita. 

La  Higiene,  de  la  Habana.— Id.,  id.,  de  los  artículos  Precursores  dePasteur, 
del  Dr.  Comenge,  y  Viruela  y  vacuna,  del  Dr.  C.  Guerín,  traducido  por  el 
Sr.  Ruiz  Rodríguez  (J.). 


(1)    Pharm.  Zeitung. 


EsMiis  diiijürilien  di  Bmilni 

POR    EL 

Dr,  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana 
de  Barcelona 

Consideramos  de  indiscu- 
tible interés  el  conocimiento 
de  las  cifras  obituarias  que 
han  ocasionado  en  Barce- 
lona las  enfermedades  agru- 
padas en  los  cuadros  si- 
gfu  lentes : 


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Estudios  demográficos  de  Barcelona 


Septicemia  quirúrgica  ( óbitos ).  — Año  1908 


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Tomo  ZZVII.    Núm.  23    BarcelonA  15  diciembre  1904    Año  2ZVII.    Núm.  659 


Gaceta  Médica  Catalana 

SUMARIO  :  Notas  clínicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento,  por  cl  doctor 
P.  Ifubiola.  —  Sociedad  Médico-Farmacéutica  de  los  Santos  Cosme  y  Damián  (sesión  inau- 
gural), por  el  Dp.  R.  Revira.  —  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  diez  y  ocho  años.  Con- 
sejos de  un  médico,  por  el  Prof.  Fournier.  —  £1  alcohol  en  dietética  (conclusión),  por  el 
Dr.  Augusto  Bunge.  —  Rkvista  crítica  bibi.iogháfica  ,  por  el  Dr.  Masó  Brú.-  Noticia 
ciBNTÍKicA  :  Peste  bubónica  :  sueroterapía,  por  el  Dr.  Cebeira  Rey. —  Formllaiuo  y  trata- 
mientos MODKRNos,  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  —  Pubi  icaciomes  recibidas.  —  Estudios 
demográficos  de  Barcelona,  porelDr.  D.  Luis  Comenge. 


Notis  clínicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento 

POH    El 

Dr.  P.  Nubiola 

Profesor  adjunto  á  las  Clínicas  de  Obstetricia  y  Ginecología 

No  es  la  obstetricia,  como  quieren  suponer  los  que  con  ella  se  hallan 
poco  vinculados,  una  rama  de  la  médica  ciencia  y  del  arte  de  curar  que 
baya  alcanzado  la  plenitud  de  su  desarrollo,  que  haya  resuelto  sus 
especiales  problemas,  que  al  ig-ual  de  aquellas  solteronas  que  veg*etan 
viviendo  de  sus  rentas,  teng'a  ya  su  camino  fijado,  descrita  su  órbita, 
limitado  y  trillado  su  campo  de  acción.    Nada  menos, cierto. 

La  obstetricia,  que  por  tanto  tiempo  ha  estado  desdeñada,  relegada, 
cultivada  casi  tan  sólo  por  nulidades  y  g-entes  imperitas,  salvo,  claro 
está,  alg-unas  valiosas  excepciones,  hasta  el  punto  de  justificar  aquella 
fra.se  de  un  célebre  cirujano,  que  de  tener  un  hijo  imbécil  ó  memo,  le 
hubiera  dedicado  á  comadrcin,  todo  aíjuello  pasó  ya.  Esta  cenicienta 
de  la  familia  médica  encontró  también  sus  hadas  protectoras,  Ueg-ó  h 
ser  respetada  matrona,  y  aun  considerar  puede  como  retoños  suyos  á 
la  esplendorosa  g'inecolog'ia  y  la  cirugía  abdominal. 

Pero  hay  que  hacer  entender,  como  decía,  que  la  obstetricia  dista 
mucho  de  íiaber  rematado  su  labor,  antes  la  comienza.  No  me  refiero 
ya  k  mil  asuntos  embriológicos,  en  los  que  se  trabaja  de  firme  ;  el  mis- 
ino estudio  fisiológico  del  embarazo  tiene  grandes  huecos  que  costará 
llenar ;  las  intervenciones  obstétricas  más  frecuentes  y  tan  de  antiguo 
conocidas,  hasta  nuestros  tiempos  no  han  sido  corregidas,  puntualiza- 
das ;  la  auto-intoxicación  gravidica,  la  eclampsia  constituyen  un  gran- 
dioso capítulo  que  está  en  germen  ;  para  no  insistir  más ,  hace  ])oco 
hablando  Lépage,  en  una  Academia  de  Obstetricia  de  París  (1),  de  las 
procidencias  del  cordón,  se  lamentaba  Pinard  de  la  falta  de  datos  respec- 
to de  cuando  se  suspenden  los  latidos  después  del  nacimiento,  de  si  éstos 
radican  en  la  vena  ó  las  arterias,  si  existen  pulsaciones  retrógradas,  etc. 

En  el  mismo  tema  que  me  propongo  ex])()ner  á  vuestra  consiclera- 
ción,  tendré  que  referirme  á  la  versión  podálica,  ya  practicada  por 
Celso,  que  desde  Ambrosio  Pareo  ha  sido  continuamente  empleada;  pues 
bien,  señores:  con  sólo  hablaros  de  ella,  de  sus  vicisitudes,  de  su  evo- 
lución, comprenderíais  cuanto  trabajo  ha  costado  establecer  una  buena 
técnica,  las  dificultades  para  sentar  sus  perfectas  indicaciones,  y  con 
ser  de  tan  antiguo  conocida  y  empleada,  aun  quizás  tenga  que  discutir 
y  tratar  de  casos  que  pueden  ó  no  reclamarla. 

üua  de  las  distocias  de  origen  fetal  bastante  frecuente,  más  de  1  por 
150  partos,  es  la  motivada  por  la  presentación  transversal,  presen- 


(1)    Soc,  d'obst.  de  gyn.  et  de  ped.  Sesión  de  It  enero  tlK)4. 


•jio  Notas  clínicas  acerca  de  la  presentación  transpersa  I  y  su  tratamiento 

tación  de  tronco,  de  hombro,  de  tórax ;  tales  denominaciones  emplean 
diversamente  los  autores,  por  efecto  de  no  definir  de  igual  modo  lo  que 
deba  entenderse  por  preseyítación,  si  la  disposición  de  la  dimensión 
mayor  del  feto  respecto  de  la  mayor  usual  del  útero,  ó  aun  con  arreg-lo 
al  eje  total  del  cuerpo,  ó  bien  la  región  fetal  encajada  ó  que  tienda  á  en- 
cajarse la  primera,  en  la  excavación  pelviana,  como  quiere  Farabeuf. 

La  presentación  transversal  puede  ser  franca,  persistente,  de  antig-ua 
fecha  ó  bien  fortuita,  casual.  Ambos  casos  ocurren.  Como  se  com- 
prende, difiere  su  etiología,  pues  si  bien  en  los  segundos  cabe  recono- 
cer la  multiparidad,  la  retroflexión,  la  hidropesía  del  amnios,  etc., 
todo  lo  que  obre  relajando  las  paredes  del  útero  y  las  abdominales 
( eventración,  vientres  en  alforja),  que  al  fin  y  al  cabo  son  el  único  sos- 
tén que  tiene  el  útero  grávido  (1),  y  en  estos  casos  se  comprueba  con 
evidencia  la  relación  de  causa  ó  efecto ;  en  cambio,  la  etiología  de  las 
presentaciones  transversas  comprendidas  en  el  primer  caso  no  es  tan 
clara,  los  autores  se  atienen,  cuando  no  existe  viciación  pélvica,  k  una 
deformación  uterina,  á  un  útero  cordiforme,  d  éperon,  como  dice  Var- 
nier  (2),  cuyo  mayor  eje  es  el  transversal. 

En  ciertas  observaciones  es  ello  exacto,  y  así  puedo  referir  el  de  una 
mujer  cuyas  tres  gestaciones  fueron  en  presentación  transversal.  Y 
por  cierto  que  á  pesar  de  estar  aleccionada  por  la  experiencia,  fióse  en 
su  tercer  parto  de  una  comadrona  que  se  empeñó  en  llevar  el  parta 
aquel  á  buen  término,  de  lo  que  resultó  luego  un  esfacelo  del  segmento 
inferior  del  útero  y  pared  vaginal  posterior,  con  septicemia  y  muerte. 
En  mujeres  como  esa,  puede  considerarse  que,  en  efecto,  la  mala  i)re- 
sentación  obedece  á  deiormación  uterina.  Pero  en  aquellas  que  en  su 
primera  ó  segunda  gestación  han  ofrecido  una  transversal  seguida  de 
presentaciones  longitudinales  en  otros  partos,  yo  me  guardarla  mucho 
de  asignarles  una  deformación  de  la  matriz  á  falta  de  estrechez  pel- 
viana, que  es  otra  de  los  causas  que  se  suelen  citar. 

En  dos  primíparas  con  presentación  transversal,  que  tendré  ocasión 
de  mentar,  no  me  atrevería,  á  la  verdad,  á  significarles  que  no  puedan 
parir  en  otra  ocasión  normalmente,  y  esto  es  lo  que  parece  deducirse 
de  la  tesis  sentada  por  los  autores. 

No  pretendo  en  absoluto  negar  la  ley  de  acomodación  formulada 
por  Pajot :  es  admirable,  representa  un  grandísimo  progreso ;  pero  sí 
que  el  tocólogo  no  ha  de  fijarla  en  la  inteligencia  cual  valla  insuperable: 
harto  hemos  escarmentado  en  medicina  de  sistemas  y  apotegmas. 
Además  del  contenido,  hemos  de  considerar  al  continente  en  otros  con- 
ceptos que  sus  alternativas  de  contracción  y  de  reposo.  ¿Acaso  el  útero 
está  aislado  en  la  gran  cavidad  abdominal?  ¿No  es  influido  por  los 
órganos  próximos,  y,  más  que  ello,  no  es  solicitado  por  múltiples  atrac- 
ciones según  los  movimientos  y  esfuerzos  del  cuerpo?  La  mujer  no 
permanece  siempre  en  la  misma  actitud,  y  si  estando  acostada  el  útero 
grávido  descansa  supino  ó  poco  menos,  en  la  posición  genupectoral  el 
útero  es  atraído  hacia  el  apéndice  xifoides,  y  de  ello  nos  valemos  pre- 
cisamente para  corregir  la  retrodesviación  en  el  embarazo.  Y  siendo 
así,  ¿estos  cambios  de  situación  del  órgano  no  han  de  influir  tempo- 
ralmente en  su  forma? 

Se  ha  hablado  bastante  de  anomalías  de  las  contracciones  uterinas 
estando  la  mujer  de  parto  (inercia,  tetanismo,  contracciones  espasmó- 
dicas  irregulares);  ¿no  podrían  ofrecerse  asimismo  irregularidades  en 
las  contracciones  de  embarazo,  que  constituyen  precisamente  una  de 
las  bases  de  la  ley  de  Pajot? 


<1)    P.  Nubiola,  La  actitud  y  la  deambulación  de  las  mujeres  en  cinta.  —  Comunicación  al  Con- 
greso Médico  internacional  de  Madrid. 

(2)    Varnier,  Lapratique  des  accouchements.^Obstétrique  Journaliére,  París,  1900. 


Notas  ciinicas  acerca  de  la  presentación  transpersal  y  su  tratamiento  \   yii 

Alg-uien,  por  último,  ha  echado  á  volar  la  especie  de  atribuir  á  la 
deg-eneración  humana  la  causa  de  las  malas  presentaciones,  aduciendo 
estigmas  personales  y  hereditarios  en  comprobación  de  ello. 

No  quiero,  repito,"  declararme  rebelde  h  la  ley  de  Pajot,  pero  pienso 
que  algún  día  quizás  pueda  revisarse  y  adicionarle  algo. 

El  diagnóstico  de  presentación  transversal  es,  en  general,  fácil  de 
establecer.  Durante  el  embarazo,  la  simple  inspección  del  abdomen 
de  la  mujer  puede  denotar  que  la  mayor  dimensión  fetal  corresponde 
al  diámetro  transverso  del  útero;  la  palpación  comprueba  que  la  cabeza 
del  feto  se  halla  alojada  en  una  fosa  ilíaca  y  aun  en  el  vacío.  Hasta  en 
los  casos  de  mujeres  muy  obesas,  coexistiendo  hidramnios  en  mayor  ó 
menor  grado,  puede  reconocerse  que  la  cabeza  fetal  no  se  encuentra 
encajada  ni  insinuada  en  la  excavación  pelviana,  que  no  flota  siquiera 
sobre  el  estrecho  superior  ;  no  se  reconoce  tampoco  allí  el  polo  pelviano 
del  feto  y  entonces  afinando  la  exploración,  ya  avisados  de  la  posibili- 
dad y  probabilidad  de  una  transversal,  se  alcanza  á  conseguir  el  diag- 
nóstico de  tal  presentación  viciosa  y  de  la  posición  correspondiente. 
Durante  el  parto  pueden  también  servir  de  aviso  los  datos  de  pelvis 
libre,  de  bolsa  amniótica  voluminosa  y  prominente,  obtenidos  por  el 
tacto,  si  no  concurre  caída  de  miembro  ó  del  tallo  funicular.  La  palpa- 
ción puede  ser  menos  clara  y  más  difícil  que  en  el  embarazo  ;  las  ma- 
nos que  exploran,  han  de  luchar  contra  la  excitabilidad  uterina,  con- 
tracciones muy  seguidas  con  breves  intervalos,  pero  por  poca  destreza 
y  paciencia  que  se  emplee,  se  conseguirá  igualmente  un  diagnóstico 
exacto. 

Muy  bien  dice  Pozzi  (1)  que  las  transversales  definitivas  no  han  de 
subsistir,  ó  sea,  que  con  el  tiempo  no  ocurrirán  partos  en  presentación 
transversal,  mejor  dicho,  que  en  ningún  caso  se  dejará  al  feto  llegar  á 
la  fecha  tempestiva,  á  que  el  parto  se  inicie,  permaneciendo  aquél  en 
situación  anómala. 

Ojalá  que  algún  día  los  elementos  médicos  y  afines  á  éstos  por  una 
parte,  y  el  público  todo  por  otra,  alcancen  la  debida  cultura  en  lo  que 
á  esto  respecta.  Cuando  la  mujer  comprenda  y  se  convenza  de  que  el 
producto  de  la  concepción  puede  ser  causa  de  muerte  ó  de  grandes 
riesgos  para  ella,  por  el  mero  hecho  de  no  estar  convenientemente  co- 
locado en  el  útero,  que  en  tal  caso  puede  corregirse  con  suma  facilidad, 
para  decirlo  en  una  palabra,  que  todo  embarazo  exige  un  diagnóstico 
y  falta  la  mujer  á  sus  deberes  no  obteniéndolo,  entonces  no,  no  habrá 
clistocias  por  presentación  transversal. 

En  nuestro  país,  en  esta  querida  ciudad,  pena  causa  confesarlo:  se 
tardará  aún  mucho  en  realizarse  el  deseo  y  anhelo  de  los  tocólogos. 
Se  lucha  contra  dos  factores :  la  indolencia  y  la  ignorancia,  y  aun  po- 
drían sumarse  ciertos  momentáneos  pujos  de  resistencia  atri'buíbles  al 
atavismo,  i  Y  esto  es  general  para  todas  las  clases,  hasta  para  muchos 
pantiatras !  Así  como  se  ha  emprendido  con  grandes  bríos  una  cam- 
paña contra  la  tuberculosis,  de  educación  y  de  acción^  bien  necesario 
fuera  también  otra  para  muchos  asuntos  de  obstetricia.  La  ignorancia 
se  desvanece  insistiendo  en  enseñar ;  la  apatía  y  resistencia  se  vencen 
igualmente  tarde  (y  temprano  por  la  persuasión  ;  la  culpa  mayor  no  es, 
pues,  del  pueblo,  sino  de  todos  aquellos  que  podrían  enseñarle,  conven- 
cerle y  persuadirle. 

Y  no  se  trata  aún  solamente  de  que  transcurra  un  embarazo  con 
presentación  viciosa  sin  diagnóstico,  y  por  tanto,  sin  la  corrección  de- 
bida, si  que  avanza  el  parto  sin  diagnóstico  también,  resulta  distócico 


(1)    A.  Pozzí,  Manuel  théorique  et  pratique  d'accouchements,  Paris,  1897. 


712  ■  Notas  clínicas  acerca  de  ¡a  presentación  transversal  y  su  tratamiento 

á  ojos  vistos,  y  es  en  vano...  se  aguarda  entonces  á  que  la  situación  ile 
grave  pase  á  sombría,  ó  bien,  mete  mano  quien  no  sabe,  ni  legalmente 
puede  hacerlo.  Si  los  que  han  sido  mis  maestros,  si  todos  cuantos  lle- 
ven práctica  de  la  obstetricia  relataren  conjuntamente  los  terribles 
desastres  que  han  debido  presenciar,  las  ocasiones  en  que  tan  tardía- 
mente han  sido  llamados  á  resolver  conflictos,  ;  qué  horrorosa  historia 
no  constituiría  !     Lástima  que  no  se  escriba. 

Dejando  aparte  ya  estas  tristuras,  deseo  aclarar  un  punto  en  el  que 
un  moderno  y  malogrado  autor  ha  sido  demasiado  categórico.  Al  es- 
tudiar las  posiciones  de  la  presentación  de  hombro,  afirma  no  una,  sino 
varias  veces,  que  el  dorso  del  feto  es  siempre  anterior.  Aun  que  la 
afirmación  ataña  Vínicamente  á  la  embarazada,   no  veía   yo  claro 

aue  siendo  todas  las  transversales  durante  la  preñez  con  el  dorso  hacia 
elante,  me  encontrase  con  partos  en  dorso  posterior,  alguno  de  ellní^ 
en  primípara  (por  tanto  no  fortuito)  y  sin  haber  nadie  practicado  in- 
tempestivas maniobras  que  hubiesen  podido  modificar  la  situaciÓQ 
fetal. 

La  afirmación  de  Varnier  era  quizás  un  corolario  del  hermoso  estu- 
dio en  colaboración  con  Pinard  (1)  acerca  de  la  situación,  dirección,  etc., 
del  útero  grávido  y  sus  relaciones  abdómi no-pelvianas  en  los  últimos 
meses  del  embarazo. 

Por  mi  parte,  puedo  oponer  una  rotunda  negativa  á  tal  aseveración, 
apoyándola  so])re  todo  en  un  caso  de  transversal  dorso-posterior  que 
lamento  no  habeí  podido  ofreceros  reconocer  aquí,  pues  que  se  trata 
de  una  albergada  en  la  clínica  obstétrica  de  esta  Facultad,  actualmente 
á  mi  cargo,  por  ausencia  de  mi  distinguido  maestro  el  Excmo.  Sr.  Bar»'m 
de  Bonet.  Adrede  he  retardado  practicar  en  dicha  mujer  la  versión 
por  maniobras  externas,  á  fin  de  que  si  á  alguno  entre  vosotros  le  cu- 
piera asomo  de  duda,  pudiera  convencerse  por  sí  propio,  tanto  iná> 
cuanto  en  dicha  mujer  la  palpación  se  verifica  sin  la  menor  dificultad. 

8e  trata  de  una  mujer  de  3o  años  de  edad,  natural  de  Zaragoza,  sin 
antecedentes  patológicos  especiales.  La  menstruación  empezó  á  losl.i 
años  y  es  normal ;  va  seguida  de  ligera  leucorrea. 

Tuvo  dos  partos  tempestivos  y  de  vértice,  seguidos  de  tres  aborto."^. 
No  se  recogen  antecedentes  sifilíticos  propios  ni  del  marido.  Ultimas 
reglas,  27-29  junio.  Ligera  cefalalgia  durante  el  primer  trimestre  de 
embarazo. 

Entra  en  la  visita  el  20  de  febrero  de  1904.  —  Útero  cuatro  traveses 
de  dedo  sobre  el  ombligo;  forma  acorazonada:  29  cm.  de  altura  sobre  el 
pubis  por  34  cm.  de  ancho.  —  Presentación  transversal  C.  L  D.  D.  P. 

Se  reconoce  el  2  de  marzo.  —  Continúa  la  presentación  y  posición.— 
Versión  por  maniol)ras  externas.  —  Colocación  del  cinturón  eutócic<)  de 
Pinard. 

7  marzo.  —  Útero  33  cm.  sobre  el  pubis.  —  Presentación  de  vértice 
O.  I.  I.  T.  —  Latidos  fetales  :  144  por  minuto. 

2  abril.  —  Iniciación  de  parto. —  Cabeza  completamente  encajada 
en  1.  A. 

Parto  y  puerperio  normales.  —  La  temperatura  no  rebasa  los  37^  el 
pulso  ofrece  el  4."*  y  5.*^  día  de  puerperio  un  retardo  notable  de  48  puísa- 
ciones  por  minuto.     Secreción  láctea  normal. 

Feto  vivo  del  sexo  femenino ;  peso  3,100  gramos  ;  longitud,  48  cm. 

Pasemos  ya  á  tratar  de  lo  que  constituía  mi  principal  objeto  al  ocu- 
par vuestra  atención,  de  la  terapéutica  de  la  presentación  transversal. 

(1)    Atlas d'anatomie  obstetrical. 


\Wjtas  cUnicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento  713 


Siempre  y  cuando  se  consig-a  el  diagnóstico  de  dicha  presentación 
viciosa  durante  el  embarazo,  se  impone,  en  los  últimos  meses  del  mismo, 
la  práctica  de  la  versión  por  maniobras  externas ;  nada  puede  objetarse 
á  ello  :  es  un  precepto  que  descansa  en  firme. 

Cuando  la  g'estación  no  haya  alcanzado  la  fecha  tempestiva  hay  con 
todo,  por  parte  de  algunos,  cierta  apatía,  se  aplaza  la  reducción.  ¿No 
pueden  ocurrir  versiones  espontáneas  aun  en  vísperas  del  parto  ?  Debe 
condenai"se  y  combatirse  con  energía  esta  espera  que  puede  dar  pésimo 
resultado  porque  nadie  puede  asegurar  que  el  parto  no  se  anticipe,  que 
ocurra  á  últimos  del  octavo  mes,  á  principios  del  noveno,  cuando  pre- 
cisamente la  misma  mala  presentación  adelanta  en  algunos  casos  la 
puesta  fetal ;  hay  que  recordar  también  que  las  dificultades  para  la 
versión,  de  existir,  aumentan  cuanto  más  tardíamente  se  practique. 

Si  no  ha  ocurrido  la  esperada  versión  espontánea  y  comienza  el 
parto,  se  complica  entonces  lastimosamente  lo  que  hubiera,  de  otro 
modo,  podido  ser  tan  sencillo  y  fácil,  y  no  digo,  si  aquel  criterio  ex- 
pectante se  prolonga  en  espera  de  una  evolución  espontánea,  posible 
sí,  atendido  que  el  feto  fuere  exiguo  y  la  pelvis  amplia,  pero  si  acaso 
llega  á  realizarse,  á  costa  de  qué  dificultades,  sino  es  de  la  vida  del 
producto  de  la  concepción.  Únicamente  en  una  ocasión  he  podido  ob- 
servar en  mi  práctica  una  evolución  espontánea:  tratábase  de  un  parto 
casi  tempestivo,  pero  gemelar.  Había  nacido  vivo  el  primer  feto  cuando 
fui  llamado,  por  asomar,  á  continuación,  una  mano  por  los  genitales 
de  la  mujer  y  tener  ésta  copiosa  hemorragia;  al  llegar  yo  junto  ala  pa- 
ciente, se  dilataba  ya  ampliamente  la  vulva  á  impulso  del  tronco  incur- 
vado,  teniendo  sólo  tiempo  de  recibir  en  las  manos  un  feto  con  asfixia 
blanca,  que  fué  imposible  reanimar. 

Si  se  atiende  á  que  la  gestación  esté  muy  adelantada  aparte,  como 
ya  he  dicho,  de  lo  más  trabajosa  que  puede  resultar  la  versión,  se 
lucha  con  las  dificultades  de  asegurar  una  presentación  longitudinal 
definitiva  y  por  poco  que  se  afloje  el  ceñidor  eutócico  ó  si  no  está  muy 
bien  aplicado,  se  atraviesa  de  nuevo  el  feto,  y  se  comprende  por  la 
larga  permanencia  en  su  antigua  situación. 

k  principios  del  siglo  xix  Wigand,  comprendiendo  la  posibilidad 
de  la  versión  cefálica  por  maniobras  externas  (que  ya  habían  vislum- 
brado los  autores  antiguos  y  aun  quizás  Hipócrates),  publicó  varios 
trabajos  que  la  divulgaron.  "Más  tarde  fueron  sus  preconizadores  Hu- 
bert  y  Mattei,  recomendándola  también  este  último  para  la  presenta- 
ción "pelviana. 

Últimamente  Pinard,  al  reformar  la  palpación  y  fijar  sus  reglas,  pun- 
tualizó igualmente  la  práctica  de  la  versión  cefálica  ó  por  maniobras 
externas.  A  este  autor  se  debe  el  modelo  de  ceñidor  comunmente 
empleado  y  míe  lleva  su  nombre,  necesario  para  consolidar  la  rectifi- 
cación lograda.  Puede,  con  todo,  improvisarse  un  vendaje  ad  hoc  con 
almohadillas  en  los  flancos  y  fosas  ilíacas. 

Si  la  versión  se  hace  dentro  del  octavo  mes  ó  á  principios  del  nove- 
no, no  sólo  es  posible,  sí  que  sumamente  fácil.  A  últimos  de  gesta- 
ción puede,  en  algunos  casos,  (tostar  más  ó  menos,  pero  se  logra  bien  y 
lo  propio,  aun  iniciado  el  parto,  operando,  claro  está,  en  reposo  uterino 
de  la  mujer. 

Hay  quien  la  ha  practicado  con  éxito  existiendo  una  dilatación 
completa  (1).  De  todas  maneras  la  época  mejor  es  á  últimos  del  octavo 
ó  á  primeros  del  noveno  mes,  alcanzando  el  tiempo  de  su  indicación 
hasta  el  mismo  comienzo  del  parto.    Si  éste  se  halla  avanzando,  con 

(1)  Posteriormente  á  estas  conferencias  he  tenido  oc£is¡<')n  de  asistir  un  parlo  en  preseniaciíSn  de 
nalgas  con  una  dilita-ión  de  j>  cm.  A  pesar  de  ello,  pude  practicar  la  versión  celálica  obteniendo  un 
éxito  completo. 


714  Notas  clínicas  acerca  de  ta  presentación  transversal  y  su  tratamiento 


reg-ular  dilatación  del  orificio  uterino  y  bolsa  de  aguas,  en  estos  casos 
prominente,  claro  es  que  puede  intentarse  la  versión  externa,  pero 
también  que  las  maniobras  resultarán  muy  penosas  tanto  para  la 
mujer  como  para  el  práctico,  á  más  de  que  en  muchos  casos  pueden  re- 
sultar fallidas.  Cuando  la  intervención  fracasa  ó  bien  las  circunstan- 
cias del  caso  la  contraindican,  considero  que  estando  el  parto  ya  ade- 
lantado entra  en  la  buena  práctica  esperar,  conservándose  ínteg'ra  la 
bolsa,  á  que  sea  posible  intervenir  por  las  maniobras  internas.  Puedo 
ofreceros  un  caso  como  demostración  de  ello. 

Tratábase  de  una  primeriza  de  27  anos  de  edad,  bien  recriada  antes 
y  sin  anamnesis  propia  ni  de  familia  que  mencionar.  Las  últimas  re- 
glas correspondían  á  12-14  marzo. 

El  7  diciembre  á  la  madrugada  siente  dolores  de  parto,  habiéndose 
adelantado  éste  de  algunos  días  quizás  por  efecto  de  haberse  trasladado 
á  caballo  desde  su  pueblo,  distante  algunas  horas  de  Zaragoza,  á  esta 
ciudad,  y  de  ella,  en  el  ferrocarril  y,  todo  de  un  tirón,  á  Barcelona. 

Diagnóstico  por  palpación  :  C.  I.  I.  D.  A.;  feto  vivo;  por  el  tacto, 
bolsa  muy  prominente,  sin  parte  fetal  accesible. 

Se  atendió  á  que  la  dilatación  fuere  suficiente,  lo  que  ocurrió  á  las 
doce  del  día,  sin  rotura  de  la  bolsa  amniótica.  Procedí  á  romper  la 
bolsa  con  las  precauciones  de  rigor,  y  acto  seguido  á  la  versión  por 
maniobras  internas,  que  pudo  hacerse  con  relativa  facilidad.  Alum- 
bramiento ayudado  con  ligera  expresión  á  los  veinte  minutos. 

Feto  de  3,000  gramos  en  perfecto  estado. 

Puerperio  absolutamente  normal,  la  temperatura  se  mantuvo  por 
bajo  de  los  37**;  únicamente  el  tercer  día  alcanzó  37*5".  La  mujer  y  el 
recién  nacido  siguieron  completamente  bien. 

Como  se  ve,  se  obtuvo  aquí  con  la  espera  un  buen  éxito,  pudiendo 
intervenir  con  dilatación  completa  y  sin  que  se  vaciara  el  líquido  am- 
niótico,  merced  á  la  resistencia  de  las  membranas.  Púdose  también 
operar  con  toda  la  limpieza  requerida,  preparar  todo  lo  necesario. 

Ahora  bien  ;  ¿qué  conducta  debe  seguirse  si  se  rompe  la  bolsa  y  la 
dilatación  del  orificio  uterino  es  exigua?  Puestas  las  cosas  en  este  te- 
rreno, se  impone  intervenir  cuanto  antes  á  fin  de  evitar  la  retracción, 
el  moldeamiento  sobre  el  feto  del  útero  y  la  posible  contractura  de 
éste,  tan  nefasta  para  la  vida  de  los  dos  seres,  para  la  madre  por  el 
riesgo  de  que  una  maniobra  tardía,  violenta,  determine  una  perfora- 
ción del  órgano.  Claro  es  que  no  se  necesita  una  dilatación  compUta 
ni  sufidenie  para  que  la  intervención  sea  posible;  basta  que  al  través 
del  orificio  uterino  pueda  deslizarse  la  mano  dePoperador  en  busca  del 
pie  fetal  de  elección  para  verificar  la  mutación,  la  verdadera  versión, 
ya  que  el  segundo  tiempo  de  la  misma  se  equipara  á  una  extracción 
manual  en  un  parto  de  nalgas.  La  pierna,  el  mismo  cuerpo  del  feto 
al  ser  extraído,  se  encargará  de  lograr  paulatinamente  la  dilatación 
requerida  para  el  paso  del  diámetro  bisacromial  y  de  la  cabeza. 

Aun  en  el  caso  de  que  la  dilatación  fuese  poca,  de  que  los  mismos 
dedos  y  manos  del  operador  no  consiguieren  ampliar  el  orificio  uterino, 
cabe  Ta  aplicación  de  un  globo  dilatador;  y  si  no  bastare,  podría  y  se 
conseguiría  la  ampliación  suficiente  y  en  muy  breve  tiempo  con  este 
moderno  método  y  valioso  instrumento  ideados  por  el  profesor  Bossi  (1). 
La  rapidez  con  que  se  logre  la  extracción  del  feto,  es  en  muchos  casos 
la  condición  necesaria  para  la  vida  del  mismo,  sobre  todo,  como  luego 
veremos,  cuando  por  vaciarse  de  líquido  amniótico  tiende  el  útero  á 
aprisionar  estrechamente  el  feto  ó  á  aificultar,  por  contracciones  repe- 
tidas y  seguidas,  la  circulación  funicular. 

(1)    P.  NuDíoIa,  Dos  casos  de  parto  con  el  dilatador  de  Bossi.  —  Revista  de  Medicina  y  Ciru- 
gía, 1904. 


Notas  clínicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento  7/5 


En  los  partos  en  transversal  descuidados  ó  ignorados,  cuando  el 
operador  no  está  pronto  á  intervenir  al  ocurrir  la  rotura  de  la  bolsa 
amniótica,  no  por  ello  queda  anulada  toda  labor  útil,  hasta  el  punto 
de  indicar  expresamente  la  fetotomía  como  alg-unos  proponen. 

Rotas  las  membranas,  puede  ser  que  al  reconocer  á  la  parturiente 
continúe  el  feto  con  vida  ó  bien  haya  muerto  :  en  el  primer  caso,  la 
versión  está  perfecta  y  cumplidamente  indicada  por  dos  razones :  una, 
poderosísima,  es  la  de  no  causar  un  feticidio  (proscrito  actualmente  de 
la  obstetricia);  la  otra  razón  es  que  el  útero  no  debe  haberse  tetanizado 
en  g'rado  extremo  cuando  permite  la  circulación  feto-placentaria. 
Suele  decirse  en  la  mayoría  de  las  obras  que  cuando  hace  poco  que  se 
han  roto  las  membranas,  puede  y  debe  intentarse  la  versión,  mas  no 
así  cuando  de  ello  hace  alg^ún  tiempo.  Yo  recuerdo  un  caso  de  los 
primeros  tiempos  de  mi  práctica  hospitalaria,  en  que  tratándose  de  feto 
vivo,  pudo  extraerse  con  vida  merced  á  la  versión  hecha  tardíamente. 
Tratábase  de  una  mujer  que  habitaba  en  una  de  las  callejas  próximas 
al  Hospital  de  la  Santa  Cruz,  y  que  desde  tres  horas  antes  había  roto 
a^uas  y  caído  lueg-o  una  maiio  fuera  de  la  vulva ;  considerando  las 
dificultades  y  el  tiempo  de  lograr  en  el  cuchitril  de  la  parturiente  una 
asepsis  perfecta,  indico  que  la  trasladen  acto  seguido  á  la  clínica  de 
obstetricia.  Al  comenzar  la  versión,  el  feto  principiaba  á  dar  señales 
de  sufrimiento  ;  la  verifiqué  con  toda  la  rapidez  posible,  logrando  sal- 
var la  vida  del  mismo. 

Considero  que  en  este  asunto  faltaría  que  se  reprodujeran  las  ob- 
servaciones de  casos  (si  alguien  ha  creído  encontrarlos  en  su  práctica) 
en  que  concurran  vitalidad  de  feto  y  retracción  tetánica  del  útero, 
pues  fisiológicamente  decir  esto,  como  se  repite  en  un  sin  fin  de  tra- 
tados, es  un  contrasentido.  Recuérdese  la  estructura  de  las  placentas 
materna  y  fetal.  Entre  la  membrana  corial  con  sus  vellosidades  y  la 
lámina  basal  con  sus  septos  existen  espacios  iniei^vellosos  ó  interplacen- 
íarios,  que  constituyen  un  sistema  de  lagunas  cuyo  conjunto  se  ha  de- 
nominado laffo  sanguíneo  de  la  placenta.  A  estos  espacios  afluyen  las 
venas  y  arterias,  sin  interposición  de  capilares  (1). 

Dichos  espacios  llenados  por  la  sangre  materna  constituyen  un  sis- 
tema de  amplias  excavaciones  irregulares,  en  comunicación  todas  ellas 
entre  sí  (tejido  esponjoso  ó  cavernoso),  en  las  cuales  inmergen  direc- 
tamente las  ramificaciones  córlales.  En  la  superficie  es  recogida  la 
sangre  por  una  especie  de  seno  marginal,  que  se  ha  denominado  seno 
coronario  ó  plexo  venoso  anular  (2). 

Recuérdese  la  impresión  que  determinan  las  contracciones  uterinas 
de  embarazo  sobre  la  circulación  feto  placentaria,  traducidas  por  la  dis- 
minución del  número  de  latidos  fetales  ;  téngase  presente  que  por  ello 
la  Naturaleza  ha  hedió  más  breves  por  ser  más  intensas  las  contraccio- 
nes de  parto,  y  cuantas  veces  nace  el  feto  en  muerte  aparente  ó  real 
por  irregularidades  en  estas  contracciones.  Pregunto  yo  ahora,  ya 
que  no  puedo  sentar  principios  categóricos :  ¿cabe  que  una  retracción 
tetánica  del  útero  se  establezca  sin  determinar  prontísimamente  la 
muerte  del  producto  de  la  concepción? 

¿Acaso  podrá  el  feto  resistir  impunemente  que  sobre  él  y  con  extra- 
ordinaria fuerza  se  amolde  el  útero  aprisionándole,  aun  suponiendo 
que  en  dichas  condiciones  pudiera  verificarse  la  hematosis  en  la  pla- 
centa ?  El  que  ha  sentido  el  apretón  del  útero  sobre  su  brazo  y  mano, 
TÍO  lo  creerá  posible,  pues  que  el  esfuerzo  activo  ó  la  resistencia  pasiva 
del  músculo  uterino  son  en  realidad  notables  en  tales  casos;  de  mí 


(1) 

(2) 


Prof.  Ch.  Dcbierrc,  L'embryologie  en  quelques  /efons.  —  París,  1902. 
ídem. 


7 id  !síatas  cUnicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento 


puedo  decir  que  en  varias  ocasiones  me  he  visto  precisado  á  retirar  la 
mano,  pues  la  compresión  y  el  dolor  eran  intolerables. 

Considero,  pues,  antiracional  y  anticientífico  hablar  de  úteros  te- 
tanizados  con  feto  vivo. 

Otra  de  las  cosas  (|ue  conviene  precisar  es  lo  de  las  rupturas  uteri- 
nas. *¿ Cuándo  estara  contraindicada  la  versión  por  dicho  peligro? 

El  fórceps  y  la  versión  se  prestan  admirablemente  á  la  impunidad  ; 
se  trata  de  un  parto  trabajoso,  de  una  distocia  comprendida  al  fin  por 
todos  los  que  rodean  á  la  paciente,  sabe  la  familia  ya  que  la  mujer 
corre  un  grande  riesgo,  con  esta  atmósfera,  en  un  medio  así  preparado 
se  interviene  y  aun  cuando  la  intervención  produzca  una  ruptura  ute- 
rina, aun  que  ésta  determine  una  muerte  en  breve  ó  algún  tiempo, 
¿por  ventura  no  se  había  ya  predicho  la  posibilidad,  en  algunos  casos 
la  probabilidad  de  que  ello  aconteciera? 

Todas  las  versiones  se  realizan  introduciendo  un  brazo  por  los  ge- 
nitales de  la  mujer  y  tirando  de  una  pierna  del  feto  ;  ¡no  puede  negár- 
sele una  simplicidad  que  encanta  y  tienta  ! 

Me  expreso  en  esta  forma  porque  no  creo  que  abunden  las  mujeres 
con  útero  de  vidrio  que  se  quiebra  al  menor  contacto.  No  quiero  ex- 
tenderme aduciendo  autores  y  observaciones;  me  limitaré  á  reproducir 
algunas  conclusiones  de  un  magnífico  trabajo  hecho  á  conciencia  y 
üue  con  gran  número  de  pruebas  fotográficas  fué  sometido  á  la  consi- 
deración de  la  sección  de  Obstetricia  en  el  último  Congreso  Internacio- 
nal (Madrid,  1903)  (1). 

La  mayor  parte  de  las  rupturas,  existiendo  presentación  transver- 
sal, son  producidas  por  actos  de  violencia. 

En  la  presentación  transversal,  las  tentativas  desgraciadas  que  se 
hayan  hecho  antes  de  que  el  tocólogo  intervenga,  predisponen  á  la 
ruptura  durante  la  operación. 

Las  pelvis  estrechas  pueden  ocasionar  naturalmente  rupturas  ó  pre- 
disponer á  ellas. 

Uno  de  los  factores  que  predisponen  á  las  perforaciones  uterinas^ 
aparte  de  las  cicatrices  causadas  por  otros  partos  (2),  de  los  tumores 
malignos,  del  desarrollo  insuficiente  del  órgano,  etc.,  es  la  infiltración 
celular  inflamatoria. 

Todas  las  modificaciones  «  patológicas  »  del  tejido  elástico  de  la  ma- 
triz por  las  que  los  autores  han  querido  explicar  las  rupturas,  se  redu- 
cen á  las  modificaciones  fisiológicas  que  ocurren  en  el  embarazo,  parto 
y  puerperio.  Nadie  ha  encontrado  jamás  verdaderas  modificaciones 
patológicas  del  tejido  elástico  en  los  úteros  perforados. 

Como  corolario  de  todo  ello  podríamos  decir : 

Que  siempre  y  cuando  se  compruebe  la  vida  del  feto,  en  la  presen- 
tación transversal  estará  bien  indicada  la  versión  podálica;  no  sólo 
será  realizable  sino  que  sea  cual  fuere  el  tiempo  transcurrido  de  la 
rotura  de  la  bolsa  (aparte  de  las  pelvis  estrechas  y  de  la  hidrocefalia), 
si  se  hace  con  arte  no  será  causa  de  perforación  del  útero. 

Si  el  feto  ha  sucumbido,  puede  intentarse  la  versión,  pues  que 
nunca  el  tocólogo  recurrirá  á  actos  de  violencia^  y  por  tanto  no  será  en 
ningún  caso  el  causante  de  ocurrencia  tan  lamentable  como  la  perfo- 
ración uterina. 

En  los  casos  de  feto  muerto,  cuando  el  útero  se  ha  replegado  y  re- 
traído sobre  el  feto,  cuando  éste  lleva  ya  horas  de  asomar  la  mano  por 


^1)  Profesor  Nicolás  Ivanof  (de  Moscou).  LEtiologie^  prophytaxie  et  le  traitement  des  ruptu- 
res  de  Cutérus  pcndant  les  cauches . 

el)  El  protosor  Pinard  asimiI'S  á  c>tas.  en  la  discusión  de  la  Memoria^  las  cicatrices  quirúrgicas 
debidas  á  intervenciones  ^'inecolofjicas  u  obstétricos. 


Notas  clínicas  acerca  de  la  p  reseniación  trarspersal  y  su  tratamiento  7/7 


la  vulva,  lo  propio  cuando  se  han  realizado  maniobras  intempestivas, 
por  no  decir  otra  cosa,  cuando  el  tronco  del  feto  se  halla  embutido  en 
la  excavación  foulée  (como  decía  Mme.  Lachapelle)  la  axila  se  ofrece 
en  la  vulva,  estando  ya  el  brazo  fuera ;  no  quada,  en  tales  casos,  otro 
recurso  que  la  fetotomía,  mejor  que  embriotomía,  como  se  suele  tam- 
bién decir. 

Hoy  día  ya  no  se  consagra  á  la  mutilación  del  feto  la  considerable 
extensión  que  en  las  obras  antiguas.  De  los  procedimientos  de  L«e, 
Veit  y  Boens  ya  nadie  se  acuerda,  y  los  modelos  de  embriotomos  que 
anualmente  se  ideaban,  se  van  oxidando  en  los  arsenales  tociirgicos 
como  un  recuerdo  ;  aun  alguien  tiene  el  prurito  de  presentar  de  tanto 
en  tanto  un  nuevo  modelo,  pero  todo  lo  automático,  lo  que  substituye 
al  operador,  vmás  debiendo  emplearse  á  tientas,  repugna  á  las  ideas  y 
á  la  esencia  de  la  moderna  cirugía.  Tiene  aún  sus  adeptos  el  embrio- 
tomo  de  Tarnier,  como  podría  tenerlos  el  modelo  Rull  (1),  que  yo  he 
ensayado  v  que  tiene  ventajas  y  sencillez  de  manejo.  La  generalidad 
de  los  tocólogos  de  todos  los  países  consideran  como  el  mejor  instru- 
mento para  seccionar  el  cuello,  el  tronco  ó  lo  que  fuere  necesario  del 
feto,  las  tijeras  de  Dubois,  bien  el  modelo  primitivo  ó  las  modificadas 
por  Pinard  ;  con  ellas  se  puede  operar  bien  y  con  seguridad  y  conoci- 
miento, sobre  todo,  de  la  labor  que  se  efectúa. 

Como  bien  dice  Farabeuf,  de  la  fetotomía  no  cabe  hablar:  basta  ser 
mediano  cirujano,  al  par  que  saber  obstetricia,  para  dominar  todas  las 
situaciones.  Si  no  basta  o  no  se  puede  lograr  la  decapitación,  se  sec- 
ciona la  columna  vertebral,  el  tórax,  se  procede  á  la  exvisceración;  cada 
caso  partrcíular  tiene  sus  circunstancias  especiales  que  indican  la  con- 
ducta que  se  ha  de  seguir. 

Uno  de  los  casos  en  realidad  difíciles,  en  que  me  he  debido  encon- 
trar, fué  el  de  una  plurípara,  de  unos  38  años,  extraordinariamente 
obesa.  Según  decía  la  mujer,  había  roto  aguas  al  medio  día,  por  la 
tarde  asomó  i\  la  vulva  un  brazo  de  la  criatura  y  fué  llamado  un  mé- 
dico, que  se  esforzó  durante  hora  y  media  en  resolver  la  situación,  ter- 
minando al  fin  por  amputar  el  brazo  que  llenaba  la  vagina.  Por  la 
noche  fué  trasladada  á  la  Clínica  de  Obstetricia.  Previa  una  des- 
infección completa  y  anestesiada  la  mujer,  se  hacía  muy  difícil  el 
diagnóstico  exacto,  pues  que  el  anillo  de  Bandl  estaba  fuertemente 
aplicado  sobre  el  feto,  y  de  éste  sólo  se  alcanzaba  lo  que  podía  ser  el 
hombro  y  lo  que  restaba  del  extremo  amputado,  que  por  sus  dimensio- 
nes extraordinarias  hacía  dudar  de  que  en  realidad  fuese  el  brazo. 
Ante  la  imposibilidad  de  alcanzar  el  cuello  que  permanecía  por  sobre 
de  dicho  anillo  contraído,  decidí  la  exvisceración  ;  al  abrir  la  cavidad 
abdominal  del  feto  escaparon  gases  y  líquidos  terriblemente  fétidos  ; 
aliviada  así  la  considerable  tensión  que  sufría  el  útero,  pude  lograr 
la  extracción  total.  Alumbramiento  artificial,  raspado  manual  y  co- 
pioso baldeo  uterino.  El  primero  y  segundo  días  de  puerperio  ofreció 
gran  frecuencia  de  pulso;  pero  desde  el  tercer  día  en  adelante,  la  tem- 
peratura y  el  pulso  fueron  normales.  La  mujer  salió  perfectamente 
restablecida  del  Hospital,  á  los  14  días  de  haber  ingresado ;  la  involu- 
ción uterina  se  había  realizado  bien. 

El  feto,  exvisceradoy  sin  el  brazo  amputado,  pesaba  cerca  de  cuatro 
kilogramos. 

Posteriormente  me  encontré  con  otro  caso  que  no  tuvo  tan  hala- 

füefio  resultado  :  concurrían  las  dos  circunstancias  de  bolsa  abierta  de 
ías  y  de  maniobras  intempestivas.    La  mujer,  aparte  de  su  malísimo 
estado  general,  ofrecía  anchas  chapas  de  esfacelo  en  la  vulva  y  vagina; 


(1)    Catedrático  de  obstetricia  y  decano  que  fué  de  la  facultad  de  Barcelona. 


yí8  AToías  c/t nicas  acerca  de  la  presentación  transversal  y  su  tratamiento 


aquí,  al  contrario  del  caso  anterior,  ocurría  una  septicemia  puerperal 
tan  grave  ya,  que  la  mujer  falleció  á  los  tres  días  de  la  intervención. 
Esta  consistió  en  la  decapitación  con  unas  malísimas  tijeras  de  Dubois 
(en  aquel  entonces  no  se  había  aún  renovado  el  arsenal  tocúrgico  de  la 
sala  de  partos),  y  extracción  del  ovoide  córmico  ;  hubo  retención  del 
ovoide  cefálico,  por  motivo  de  fracturarse  ala  más  lijera  presió  i  el 
maxilar  inferior  del  feto,  que  era  sifilítico.  Al  llegar,  poco  después, 
el  jefe  de  la  visita  (á  la  sazón  el  Prof.  Farg'as),  pudo  extraerla,  no  sin 
algunas  dificultades,  debidas,  probablemente,  á  la  ligera  estrechez 
pelviana,  aparte  de  las  malísimas  condiciones  del  caso. 

Un  caso  más  reciente  é  instructivo  de  fetotomía  puedo  ofreceros.  Su 
historia  es  la  siguiente : 

P.  B.  de  25  años  de  adad,  obrera,  residente  en  Barcelona.  Reglada 
á  los  13  años,  normal,  excepto  una  interrupción  de  dos  meses  por  ane- 
mia ligera.    Ningún  aborto. 

Primípara.  Ultimas  reglas  10-12  abril,  gestación  excelente.  Día 
23  enero  :  á  la  madrugada  rompe  aguas,  á  las  doce  del  día  aparece  una 
mano  en  la  vulva,  de  la  cual  se  hicieron  Varias  tracciones,  según  con- 
fesión de  la  mujer;  con  ellas  desciende  también  el  cordón. 

Ingresa  al  anochecer  en  la  clínica,  y  avisado  de  ello,  la  reconozco  á 
las  nueve  de  la  noche,  pudiendo  diagnosticar  un  feto  en  C.  1.  D.  D.  P. 
muerto  de  algunas  horas ;  útero  bastante  retraído  sobre  el  mismo  ;  es- 
tado general  de  la  mujer,  satisfactorio. 

Teniendo  en  cuenta  las  horas  transcurridas  de  la  rotura  de  la  bolsa, 
el  estado  local  y  las  tracciones  verificadas,  decidimos,  en  junta  con 
mi  compañero  yamig^o  el  Dr."^  Eugenio  Jaumandreu,  proceder  á  la  fe^ 
totomla.  Pude  realizarla  sin  más  dificultades  cjue  las  inherentes  á  la 
índole  de  la  intervención,  y  valiéndome  de  las  tijeras  de  Dubois-Pinard 
seccioné  el  cuello  del  feto  tan  bajo  como  me  fué  posible,  pues  con  ello 
se  logra  un  doble  resultado  :  ahorrar  peligro  de  lesionar  el  útero  al  ex- 
traer el  cuerpo  fetaly  tener  un  buen  asidero  para  encajar  y  ayudar  á  la 
extracción  de  la  cabeza  ;  ésta  salió  fácilmente. 

Practiqué  minutos  después  el  alumbramiento  artificial,  seguido  de 
un  raspado  manual  y  de  un  lavado  con  varios  litros  de  agua  simple- 
mente esterilizada.  La  intervención,  comprendiendo  en  ella  la  sutura 
de  un  ligero  desgarro  perineal,  duró  escasamente  una  hora.  La  anes- 
tesia se  hizo  exclusivamente  con  éter. 

Previamente  se  había  procedido  á  una  escrupulosa,  en  lo  posible, 
asepsis  de  la  vulva,  vagina  y  del  brazo  y  cordón  del  feto.  Este,  del 
sexo  masculino,  pesaba  3,120  gramos. 

Al  día  siguiente  por  la  mañana,  la  temperatura  era  de  37*8  y  se  con- 
taron 110  pulsaciones  al  minuto.  Los  días  siguientes  descendió  á  37° 
y  por  debajo  de  esta  cifra  oscilando  el  pulso  entre  60  y  80.  El  9.**  día 
de  puerperio,  tuvo  la  paciente  un  resfriado  ligero  con  temperaturas 
de  38'  á  39®  y  de  80  (v  100  pulsaciones  ;  á  los  tres  días  había  desapare- 
cido, volviendo  todo  á  la  más  perfecta  normalidad.  El  estado  genital 
fué  desde  el  primer  día  excelente,  involución  rápida,  loquios  exiguos 
y  sin  fetidez  alguna,  coaptación  perineal  perfecta. 

Fué  dada  de  alta  á  los  17  días  de  la  intervención,  completamente  res- 
tablecida. 

Del  primer  caso  citado,  y  en  especial  de  este  último,  se  desprenden 
algunas  enseñanzas  respecto  de  los  fenómenos  que  ocurren  en  el  feto 
á  la  muerte  de  éste,  que  pueden  llegar  á  ser  de  verdadera  putrefacción; 
pues  bien  :  es  necesario  no  confundir  estos  casos  con  aquellos  otros 
como  en  otro  de  los  también  referidos,  en  que  coexiste  muerte,  mace- 
ración  y  aun  putrefacción  del  feto  al  par  que  infección  local  ó  general 
de  la  madre.    De  esta  cuestión  se  ocupó  con  algún  detalle,  refiriéndose 


Sociedad  Médico-Farmacéutica  de  los  Santos  Cosme  y  Damián  Tig 

á  varias  observaciones,  mi  disting-uido  colega  y  querido  amigo  el  doc- 
tor Th.  Guirauden  (de  Cette)  (1). 

Cuando  se  trata  simplemente  de  putrefacción  fetal,  sin  que  la  mujer 
ofrezca  ninguno  de  los  síntomas  de  infección,  puede  aliviarse  el  pro- 
nóstico, y  se  reduce  la  terapéutica  post-operatoria  á  practicar  una  ver- 
dadera limpieza  mecánica  del  útero  y  vagina,  no  dejando,  en  el  primero 
especialmente,  ni  coágulos,  ni  partículas  placentarias,  ni  resto  alguno 
de  las  membranas  ovulares. 

Tanto  es  así,  que  en  el  último  de  los  casos  de  fetotomía  referidos, 
empleé  simplemente  para  limpiar  y  baldear  el  útero  agua  esterilizada, 
pero  en  gran  cantidad,  y  á pesar  de  no  haber  hecho  ingresar  en  aquella 
cavidad  uterina  la  menor  cantidad  de  antisépticos,  el  puerperio  no 
exigió  siquiera  una  irrigación  uterina,  pues  se  desarrolló  tan  normal 
como  pudiera  haberlo  sido  pariendo  la  mujer  espontáneamente  un 
feto  con  vida. 

En  cambio,  cuando  á  mks  de  los  saprofitos  que  coadyuvan  á  la  pu- 
trefacción del  feto,  encontrando  en  él  un  excelente  medio,  alcanzan  á 
cultivarse  en  el  mismo  bacterias  virulentas,  no  tardan  éstas  en  llegar 
á  las  paredes  del  útero,  á  alojarse  en  las  boquillas  vasculares  obstrui- 
das por  coágulos  y  enfilar  prontamente  el  torrente  general  circulatorio 
determinando  una  septicemia  gravísima,  mortal  puede  decirse,  sean 
cuales  fueren  los  medios  diversos  que  se  empleen  para  combatirla. 

Aun  suponiendo  que  los  agentes  patógenos  no  hubiesen  alcanzado 
el  útero,  las  maniobras  intempestivas  les  fraguan  magníficas  puertas 
de  ingreso  en  la  vagina  y  genitales  externos.  De  estas  chapas  de  mor- 
tificación allí  determinadas  se  corren  por  la  vía  linfática  y  el  resultado 
viene  á  ser  el  mismo. 

Tan  convencido  estoy  de  ello,  que  ni  me  atrevería  á  recomendar, 
por  ya  inútil,  la  histerectomía  para  tales  desgraciados  casos. 


Sociedad  Nédleo-Farmacéatlea  de  los  Santos  Cosme  y  Damián 

Sesión  inaugübal 

El  infrascrito  tuvo  la  honra  de  asistir  en  representación  de  esta 
Gaceta  á  tan  solemne  acto,  que  se  celebró  el  día  1.**  del  corriente 
mes  y  fué  presidido  por  el  M.  Iltre.  Sr.  D.  Jaime  Almera,  canónigo  de 
esta  Catedral  y  geólogo  eminente. 

Después  de  las  preces  de  rúbrica,  subió  á  la  tribuna  el  Dr.  D.  José 
A.  Masip,  Secretario  de  la  Corporación,  para  leer  la  Memoria  relativa 
á  los  trabajos  realizados  por  la  Sociedad  durante  el  último  curso  aca- 
démico, trabajo  que  fué  escuchado  con  innegable  atención  y  recibido 
al  final  con  visibles  muestras  de  aprobación,  por  reflejar  fielmente  la 
vida  de  la  docta  Academia,  en  forma  sencilla  y  clara.  De  la  reseña 
leída  por  el  Sr.  Masip  se  sacan  inmediatamente  estas  dos  conclusiones: 
1.*,  que  la  Sociedad  que  tiene  por  patronos  á  los  Santos  Cosme  y  Da- 
mián, lleva  una  vida  activa  y  fecunda  ;  y  2.*,  que  la  fecundidad  y  la 
actividad  no  son  debidos  á  los  socios  farmacéuticos. 

La  oración  inaugural,  intitulada :  Alffo  sobre  puericulliira  antitu- 
berculosa, estuvo  confiada  al  Dr.  D.  Isidoro  Pujador,  quien  presentó 
una  labor  llena  de  doctrina  y  erudición,  cuya  lectura  fué  coronada  por 
prolongados  aplausos  y  sinceras  felicitaciones  de  la  concurrencia,  que 
celebró  la  habilidad  con  que  el  orador  supo  exponer  al  detalle  las  cau- 
sas que  motivan  la  tuberculosis  infantil  y  los  medios  para  evitarla  y 


(l)    Th.  Guirauden,  De  laputrefaction  fatal  in  útero,  París,  1902. 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  áie^  y  ocho  años 


correg-irla.  Ua  ruego  me  permito  hacer  al  Dr.  Pujador,  y  consiste,  en 
que  al  dar  á  la  estampa  su  bien  pensado  trabajo,  suprima  la  palabra 
Alffo  y  la  substituya  por  Mucho,  porque  en  realidad  es  mucho  lo 
que  sobre  puericultura  antituberculosa  contiene  el  discurso  que  me 
ocupa. 

Hizo  luego  uso  de  la  palabra  el  Dr.  D.  Jorge  Anguera,  ilustre  Pre- 
sidente de  la  Sociedad,  para  dar  las  gracias  (i  la  concurrencia  en  senti- 
das y  elocuentes  frases,  y  para  declarar  que  quedaba  abierto  el  curso 
de  1904  á  1905. 

Dr.  R.  RoviRA. 


Para  naestros  hijos  eaanilo  tengan  diez  y  ocho  afios 


(1) 


1.' 

h 


Consejos  de  un  Médico 

POR    EL 

Prof.  Fournikr 

No  cesa  de  enriquecerse  la  obra  gigantesca  del  profesor  Fournier :  sus 
opúsculos,  sus  conferencias,  sus  libros,  condensación  firme  y  robusta  de  un 
espíritu  en  todo  su  vigor,  llamarán  la  atención  de  cuantos  se  ocupen  en 
asuntos  médicos.  No  creo  yo  que  haya  en  la  historia  de  la  literatura  cien- 
tífica monumento  comparable  á  esa  obra  de  penetración,  de  análisis,  de  sa- 
gacidad, de  síntesis  y  de  erudición  incomparables. 

Asistí  siempre,  durante  mi  estancia  en  París,  á  sus  lecciones  didácticas, 
al  mismo  tiempo  que  á  las  del  difunto  Charcot.  Ambos  estudiaban  y  expo- 
nían en  aquella  época  la  misma  enfermedad  :  la  ataxia  locomotriz  progre- 
siva, diferenciándose  sólo  en  la  investigación  de  la  etiología,  que  Fournier 
estudiaba  como  afección  en  la  esencia  sifilítica;  y  á  pesar  de  estar  en  su 
propio  terreno  Charcot,  cuyo  nombre  sólo  es  un  gran  elogio,  Fournier  daba 
más  animación  y  más  vida  al  complexo  morboso.  De  aquellas  conferencias 
nacieron  dos  volúmenes,  la  ataxia  y  la  preataxia,  que  .se  dejan  leer  con  el 
mismo  agrado  con  que  los  jóvenes  leen  las  obras  de  imaginación.  En  esa 
época  estudiaba  también  y  ponía  los  fundamentos  de  la  nosografía  acabada 
de  la  sífilis  hereditaria,  en  la  que  sólo  el  inglés  Hutchinson  le  disputa  la 
primacía;  estudio  que  agotó  en  trabajos  sucesivos,  y  que  su  hijo  Edmundo 
continúa  con  notoria  autoridad. 

Llegado  el  límite  de  edad  que  las  Escuelas  de  Francia  conceden  á  sus 
profesores,  se  ha  visto  obligado  á  retirarse  á  los  puestos  de  honor,  que  sus 
numerosos  admiradores  le  tenían  reservado  por  su  alta  jerarquía  científica, 
entre  otros,  á  la  presidencia  de  la  Sociedad  Dermatológica  de  Francia,  que  le 
cedía  otro  ilustre,  E.  Besnier.  Un  dermatólogo  más  joven  del  Hospital  Bro- 
ca, L.  Brocq,  ha  dicho  «que  si  algo  podía  consolarlo  del  retiro  prematuro  de 
Besnier,  era  verlo  reemplazado  por  el  jefe  incontestable  de  la  sifiliografía 
francesa  y  hasta  del  mundo,  honor  de  nuestra  profesión,  ante  quien  tndos  de- 
bemos inclinarnos».  ;  Bello  elogio !  Elogios  entre  médicos  que  aromatizan 
de  vez  en  cuando  las  escabrosidades  de  una  práctica  tan  llena  de  asechanzas 
y  de  siniestros  enemigos  y  que  hace  pensar  que  no  siempre  es  exacta  la  frase 
de  Hobbes,  restringida  á  los  médicos  en  esta  forma :  MedicuSy  medid  lupus. 

Difícil  era  dar  un  substituto  al  maestro  de  los  maestros  del  mundo,  y  no 
creo  que  le  iguale  el  sucesor  nombrado,  M.  Gaucher,  á  pesar  de  sus  conoci- 
mientos y  de  proceder  de  las  escuelas  de  Hillairet  y  Vidal.  He  aquí  un  re- 
sumen de  lo  que  dijo  en  la  lección  inaugural  del  curso  :  «lo  que  no  puedo 
cansarme  de  repetir  es  la  conciencia  impecable,  la  regularidad  en  el  deber, 
la  consagración  á  los  enfermos  y  á  los  discípulos,  el  maravilloso  talento  de 
enseñanza  y,  por  último,  la  bondad  inalterable  de  Fournier».  «Pocos hom- 
bres, dijo  también,  han  llenado  tan  completamente  su  vida;  trabajó  sin  des- 
canso y  todos  los  anos  aparecían  nuevos  volúmenes  suyos;  actualmente 


(1)    Introducción  y  traducción  del  Dr.  Gorizaio  Aróstegui.  —  Leído  en  la  Academia  de  Medicina 
de  la  Habana. 


Pura  nuestros  hijos  cuando  tengan  diej(  y  ocho  años  7^' 


termina  el  último  volumen  de  su  «Tratado  de  la  sífilis»,  verdadero  monu- 
mento digrno  de  la  posteridad»,  Esto  se  decía  en  noviembre  de  1902,  y  hoy 
ya  está  en  las  librerías  otro  nuevo  libro,  la  «Profilaxia  de  la  sífilis»,  digno 
de  su  g-ran  renombre  científico,  y  de  su  consagración  al  rescate  de  los  cuer- 
pos y  de  los  espíritus  (si  se  me  permite  la  frase),  del  azote  implacable  y  te- 
naz de  la  sífilis. 

Una  de  las  páginas  más  hermosas  de  su  vida  científica  es  la  del  conoci- 
miento diagnóstico,  es  decir,  la  manera  cómo  llegaba  á  desentrañar,  me- 
diante muy  contado  número  de  síntomas,  las  más  obscuras  afecciones 
en  su  origen.  Podrían  contarse  por  millares  las  veces  que  ha  descu- 
bierto el  verdadero  origen  de  las  enfermedades,  y  me  bastará  el  siguient<% 
el  último  que  ha  llegado  á  mi  noticia,  para  que  os  forméis  cabal  juicio  de  la 
medida  de  su  espíritu  profundamente  analítico  y  de  su  método  y  seguridad 
en  las  conclusiones. 

He  aquí  el  título  de  la  interesante  observación,  título  que  es  todo  un  pro- 
grama: «Celulitis  gomosa  pelviana  (simulando  un  tumor  maligno  de  la 
pequeña  pelvis,  acaecida  á  los  34  anos  en  un  individuo  heredo-sifilítico),  y 
curada  con  el  tratamiento  mixto».  Caso  tan  interesante  mereció  ser  pre- 
sentado á  la  Academia  de  París,  y  no  estará  de  más  que  os  dé  algunos  deta- 
lles. Las  tres  características  principales  son  :  tratarse  de  un  caso  probado 
de  tumor  sifilítico  de  la  pequeña  pelvis,  tumor  que  interesaba  la  vejiga  y  el 
recto  y  que  simulaba  ser  una  producción  maligna,  curado  rápida  y  comple- 
tamente, con  asombro  y  estupefacción  general,  con  el  tratamiento  específico. 
Después,  procedía  de  unainfeccióu  hereditaria  y  se  había  producido  á  los 
34  años  como  primera  manifestación  (á  lo  menos  conocida),  de  herencia  es- 
pecífica, y  lo  más  curioso  en  el  hecho  es  que  el  tratamiento  específico  no  se 
instituyó  sino  después  de  descubierto  un  estigma  de  herencia  sifilítica  en  el 
hermano  mayor  del  enfermo.  No  insistiré  en  los  síntomas,  pero  sí  en  las 
bases  que  le  sirvieron  i)ara  llegar  al  juicio  exacto  y  definitivo.  No  había  en 
la  piel  del  enfermo,  ni  había  habido  anteriormente  nada  que  revelara  la  na- 
turaleza ni  llevara  al  conocimiento  exacto  del  mal ;  pero  en  los  antecedentes 
de  la  familia  se  conoce  una  particularidad  sospechosa,  una  notable  mortali- 
dad infantil,  pues  de  quince  hermanos  que  había  tenido  el  enfermo  habían 
muerto  doce,  la  mayor  parte  muy  pequeños.  Con  este  dato,  investigó  si 
existían  las  distrofias  conocidas  en  los  clásicos,  siendo  la  investigación  ne- 
gativa. En  este  estado  de  perplejidad  llega  el  hermano  mayor  del  enfermo, 
de  36  años,  y  le  dice :  «vengo  por  dos  razones  ;  primeramente  le  confío  este 
dato  :  tengo  casi  por  seguro  que  nuestro  padre  padeció  de  sífilis  ;xy  además 
que  estoy  inquieto  por  mi  salud  por  lo  que  ocurre  en  mi  hermano.  Le  rue- 
go que  me  examine  y  me  diga  si  tengo  algo  que  temer».  Por  el  examen 
oftalmoscópico,  por  ladistrofia  pigmentaria  acentuadísima  sobre  la  coriore- 
tinitis  del  hermano  mayor,  estigma  cierto  de  sífilis  congénita,  se  instituyó 
el  tratamiento  del  primer  enfermo,  que  tenía  lesiones  tan  ligeras  del  fondo 
del  ojo  que  no  permitían  la  afirmación  de  heredo-sífilis. 

De  ese  caso  dedujo  esta  gran  enseñanza,  la  necesidad  de  incluir,  entre 
los  accidentes  posibles  de  la  sífilis,  las  infiltraciones  pelvianas;  hecho  nuevo 
que  por  primera  vez  se  observaba  y  que  no  había  encontrado  otro  parecido 
en  la  literatura,  ni  recordaba  ninguno  igual  Guyon. 

La  sífilis,  pues,  se  presentó  en  un  período  remoto  del  nacimiento,  y  se 
llegó  á  la  conclusión  diagnóstica  precisa  por  el  signo  que  llama  maravilloso, 
Ivi  poli-niar¿a¿¿dad  in/'antil,  iiuMcio  csls'i  seguro  que  confirmó  la  exploración 
oftalmoscópica,  que  hizo  exclamar  al  enfermo  ya  curado;  «los  ojos  de  mi 
hermano  son  los  que  me  han  salvado»  ;  y  también  por  el  examen,  que  nun- 
ca debe  descuidarse,  de  los  colaterales.  La  curación  de  mal  tan  grave  se 
obtuvo  en  menos  de  dos  meses. 

Hasta  aquí  la  observación,  con  la  cual  os  he  querido  demostrar  los  resul- 
tados que  se  obtienen,  conociendo  bien  el  origen  de  las  enfermedades  y 
ajustando  al  conocimiento  un  t-atamiento  activo  ;  y  segundo,  todo  lo  que 
puede  sobrevenir  en  la  descendencia,  con  repercusión  tan  grave,  á  los  34,  á 
los  40,  50,  60  y  más  años  después  del  accidente  inicial,  desconocido  á  veces,  y 
casi  siempre  despreciable,  para  el  que  tiene  la  desgracia  de  adquirirlo. 
Jamás  podréis  predecir,  por  ese  accidente  inicial,  que  puede  presentarse  en 
todas  las  regiones  de  la  economía.  In  gravedad,  ni  la  importancia  de  las  loca- 
iizaciones  para  el  individuo  y  su  prole  ;  lo  que  sí  puede  consignarse  es  que 


J22  Para  nutstroi  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años 

los  chancros  extragrenitales  son  más  graves,  lo  cual  quizás  dependa  de  que 
siendo  desconocidos,  con  frecuencia  no  se  tratan  convenientemente ;  y  los 
de  la  cara,  aca^o  también,  por  su  cercanía  á  los  centros  nerviosos. 

Tiene  dos  aspectos  principales  el  estudio  de  la  sífilis  ;  uno  es  el  trata- 
miento adecuado  para  vencerla  sólida  y  seguramente,  lo  más  rápidamente 
posible,  porque  es  enfermedad  que  necesita  uu  tratamiento  largo,  de  años; 
y  segundo,  el  aspecto  social,  que  ha  llegado  á  preocupar  á  los  Gobiernos, 
por  su  reconocida  generalización  y  por  sus  trascendentales  consecuencias. 
¡Cuántas  veces  haorá  llegado  á  vuestro  gabinete  de  consulla  un  joven  eu 
vísperas  de  casarse,  á  quien  uno  mismo  ú  otro  compañero,  ha  declarado  la 
enfermedad  que  padece,  constituyendo  para  el  enfermo  un  verdadero  caso 
de  conciencia!  ¡Yo  he  visto  sucumbir  una  mujer  después  de  tres  abortos 
y  un  parto  prematuro,  á  los  seis  años  de  contraída  la  sífilis,  á  consecuencia 
de  un  goma  y  necrosis  del  frontal,  adquirida  la  enfermedad  la  noche  de 
boda,  habiéndose  efectuado  el  matrimonio  desgraciadamente,  con  el  con- 
sentimiento de  algún  facultativo!  El  marido  vive  hoy  en  buenas  condicio- 
nes de  salud.  Y  he  visto  también  una  niña  de  pocos  meses,  inoculada  in- 
conscientemente, así  como  la  madre,  por  su  desventurado  é  imprudente 
padre  con  el  accidente  primitivo,  recorriendo  más  tarde  las  lesiones  secun- 
darias y  terciarias  en  breve  tiempo,  hasta  curar  ambas.  No  creo  que 
existan  muchos  casos  parecidos.  No  hace  mucho  asistí  en  un  matrimonio 
joven  al  marido  con  reumatismo  bleuorrágico  de  la  rodilla;  pocas  sema- 
nas antes  habla  padecido  igual  afección  la  esposa.  El  marido  había  llevado 
la  enfermedad  al  hogar,  y  su  bondadosa  é  inocente  madre  se  creía  y  me 
afirmaba  que  la  esposa  era  la  que  había  transmitido  el  reumatismo  á  su  hijo. 

Tanto  preocupa  á  los  Gobiernos  el  problema  fundamental  expuesto,  que 
en  la  segunda  conferencia  internacional  para  ia  profilaxis  de  la  sífilis,  cele- 
brada en  Bruselas  el  año  pasado,  se  puso  sobre  el  tapete  esta  cuestión : 
«¿cuáles  son  los  medios  de  vulgarización  á  que  conviene  recurrir  para  ilus- 
trar á  la  juventud  y  al  público  en  general  sobre  los  peligros  individuales 
de  la  sífilis  y  de  la  blenorragia  así  como  sobre  los  medios  de  contaminación 
directos  ó  indirectos  de  esas  dos  enfermedades?»  Lassar,  para  que  se  fijara 
bien  la  atención,  proponía  que  se  publicara  todos  los  meses  en  los  periódi- 
cos notas  bien  redactadas  que  despertaran  la  curiosidad  del  lector;  he  aquí 
algunos  ejemplos;  «el  año  último  han  muerto  en  Bruselas...  (número  de 
personas)  á  consecuencia  de  la  sífilis».  «  En  la  Gran  Bretaña  é  Irlanda  des- 
de... (año)  hay.,  (número)  niños  ciegos,  consecutivos  á  la  contaminación 
por  derrames  uretrales  infecciosos».  «La  casa  de  salud...  (nombre)  de 
París,  consigna  que...  (tantos)  casos  de  enfermedades  en  la  médula  espinal 
y  de  reblandecimiento  progresivo  del  cerebro  se  deben  á  una  infección  es- 
pecífica anterior».  «El  informe  de  la  clínica  de  ginecología  de...  prueba 
que...  de  cada  cien  casos  de  enfermedades  y  de  operaciones  se  deben  á  la 
invasión  del  organismo  femenino  por  el  gonococo  de  Neisser».  También 
recomendaba  consejos  redactados  en  estilo  lapidario,  sin  inútiles  proligida- 
des,  en  esta  forma:  «Casi  todas  las  mujeres  públicas  padecen  de  enferme- 
dades sexuales».  «No  te  entregues  jamás  al  acto  sexual  cuando  estés  baja 
la  influencia  del  alcohol ».  «  La  gonorrea  es  causa  de  enfermedades  graves 
en  la  mujer».  «La  sífilis  puede  tener  por  consecuencias  graves  enferme- 
dades de  la  médula  y  el  reblandecimiento  del  cerebro».  «Muchos  hombres 
sufren  de  enfermedades  contagiosas  y  las  ocultan».  «  Los  besos  pueden 
tener  consecuencias  funestas  para  la  salud  ».  «Una  vida  desarreglada  pro- 
duce á  menudo  enfermedades  graves  é  infamantes».  Mucho  más  expuso 
Lassar  con  la  idea  de  dar  á  conocer  á  las  madres  las  causas  de  las  enferme- 
dades de  sus  hijos,  y  para  enseñar  á  los  candidatos  al  matrimonio  los  peli- 
gros que  corren  por  la  unión  con  un  enfermo  de  esa  naturaleza. 

Este  es  el  pap(4  más  hermoso  de  la  medicina,  cuando  va  remontándose 
de  los  hechos  concretos  á  las  leyes  generales,  cuando  persigue  la  destruc- 
ción de  un  azote,  como  la  tuberculosis  ó  la  sífilis  ;  cuando  destierra  de  una 
comarca  asolada  durante  siglos,  por  una  misma  enfermedad  endémica  hasta 
entonces,  y  logra  hacerla  desaparecer,  como  ha  ocurrido  en  Cuba  con  la 
fiebre  amarilla,  de  la  que  ya  no  se  conoce  ningún  caso,  gracias  á  la  tenaci- 
dad y  á  la  perseverancia  del  espíritu  americano.  Dio  casi  forma  tangible  al 
veneno  amarillo,  y  lo  persiísruió  y  acosó  hasta  extinguirlo  completamente. 

Estabella  fase  ae  la  medicina  la  predicó  y  ia  practicó  Fournier  primero 


} 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  dit^  y  oeko  años  723 


desde  su  cátedra,  inspirando  después  á  Brieux,  uno  de  los  dramaturgos  más 
célebres  de  la  época,  un  drama  de  tesis,  los  Averiados^  nombre  que  ha  hecho 
fortuna  en  todas  las  lenguas.  Bse  drama,  en  el  que  desde  el  primer  acto  se 
advierte  al  público  el  tema  y  al  mismo  tiempo  que  no  es  obra  pornográfica, 
no  ha  podido  ser  representado  porque  la  crítica  no  lo  cree  artístico,  pero  es 
una  obra  de  verdad  y  de  conveniencia  social,  y  más  de  una  vez  al  leerla  me 
ha  parecido  que  era  el  propio  Fournier  el  que  hablaba  y  dictaba  las  máxi- 
mas saludables  que  embellecen  la  notable  producción,  en  la  cual  los  litera- 
tos  podrán  discutir  si  sobra  el  tercer  acto,  después  que  el  Averiado  conoce  la 
verdad  y  las  espantosas  consecuencias  del  crimen,  por  haberse  casado  sin 
estar  curado ;  pero  que  entonces  dejaría  incompleta  la  cuestión  social,  plan- 
teada con  inimitable  maestría  (1). 

Por  último,  Fournier  ha  continuado  su  noble  y  levantado  empeño  desde 
la  presidencia  de  la  «Sociedad  Francesa  de  Profilaxis  Sanitaria  y  Moral», 
donde  leyó  estos  consejos,  que  después  ha  publicado  en  folleto,  en  su  últi- 
mo libro  ya  citado,  y  que  bondadosamente  me  ha  permitido  que  publique, 
y  que  oiréis  con  la  misma  atención  que  he  puesto  yo  para  traducirlos  á  nues- 
tro idioma  y  darlos  á  conocer  á  nuestra  juventud,  á  la  que  siempre  quisiera 
ver,  para  honra  y  gloria  de  nuestra  patria,  en  el  camino  del  trabajo,  de  la 
hidalguía,  de  la  fortaleza  y  de  la  virtud.  Tiempo  es  ya  de  que  ceda  la  pa- 
labra, en  provecho  y  honor  vuestro,  al  profesor  Fournier. 

Amigos  míos,  no  sois  ya  niños  ni  adolescentes.  La  aurora  de  otra  edad 
se  anuncia  en  vosotros  por  un  conjunto  de  signos  que  son  característicos  de 
próxima  virilidad.     Kn  pocas  palabras,  vais  á  ser  hombres. 

Pues  bien,  es  ya  momento  propicio  para  hablaros  de  ciertas  cosas,  que 
no  dudo  que  comienzan  á  preocupar  vuestra  inteligencia,  y  á  propósito  de 
las  cuales  mi  experiencia  puede  señalaros  los  peligros,  los  grandes  peligros 
que  entreveo  para  vosotros  en  el  horizonte.  Se  me  ha  confiado  esta  misión, 
y  voy  á  hacer  los  mayores  esfuerzos  para  satisfacerlos  lo  mejor  posible. 

Sabéis,  como  yo,  que  lo  que  caracteriza  la  metamorfosis  del  niño  en 
hombre  es  el  desarrollo  genital,  el  advenimiento  á  la  vida  sexual,  en  la  que 
órganos  hasta  entonces  dormidos  adquieren  su  total  crecimiento ;  constitu- 
yese una  nueva  función  ;  y  conjuntamente  apetitos  especiales,  necesidades 
desconocidas  hasta  entonces, despiertan  progresivamente;  ocurre  que  el 
niño  ha  vivido  y  el  hombre  acaba  de  nacer. 

Esto  es  lo  que  sabéis.  Y  puedo  deciros  ahora  lo  que  quizás  dudaríais  en 
confiarme,  á  saber:  que  desde  la  época  en  que  dicha  transformación  se  opera, 
una  nueva  preocupación  se  apodera  de  vosotras.  Una  aspiración  os  agita  : 
y  puro  ó  impuro,  os  solicita  un  deseo.  Hablemos  francamente,  la  idea  de 
la  mujer  ha  nacido  en  vosotros. 

No  os  defendáis  de  esto,  no  os  acuséis  ni  os  excuséis,  porque  asilo  ordena 
una  gran  ley  de  la  naturaleza,  á  la  cual  no  hacéis  más  que  obedecer  en  ese 
momento. 

La  mujer  ¡ah!  cuantas  cosas  os  diría  sobre  este  tema  si  fuera  moralista, 
filósofo  ó  educador  religioso,  etc.  Pero  no  soy  más  que  médico,  y  mi  mi- 
sión es  hablaros  aquí  como  médico. 

¿Qué  tiene  que  hacer  en  esto  la  medicina?  Dentro  de  poco  veréis  el 
lugar  importante  que  ocupa;  pues  del  deseo  á  la  posesión  de  la  mujer,  no 
hay  más  quo.  un  paso,  muy  fácil  de  vencer.  Pero  no  siempre  se  vence  im- 
punemente, y  entonces  corresponde  á  la  medicina  recoger  los  heridos  y 
reparar  los  desastres  en  la  medida  de  lo  posible.  Dentro  de  poco  me  com- 
prenderéis mejor. 

Una  palabra  más  antes  de  entrar  en  materia.  En  todo  lo  que  va  á  seguir 
se  tratará  sólo  de  consideraciones  de  orden  médico,  aunque  esté  muy  lejos 
de  mi  ánimo  pensar  que  las  de  otro  orden,  como  las  consideraciones  mora- 
les, no  formen  parte  integrante  de  mi  tema.  Pero  he  supuesto  que  estas 
últimas  os  eran  conocidas  por  las  enseñanzas  que  habéis  debido  recibir  en 
otra  parte,  y  por  consiguiente  nada  tengo  que  añadir. 


(1)  Un  autor  un  exigente  como  Nordau,  dice  en  Vus  du  Dehors :  «de  dramaturgo,  Brieux  se  ha 
convertido  en  apóstol.  Ignoro  si  es  progreso  moral,  pero  sé  que  es  un  retroceso  artístico».  Lo  de- 
fiende, sin  embargo,  de  la  tacha  <lc  inmoralidad  .  pn  clamando  que  representa  la  sana  doctrina 
médica. 


r^^imim 


ñ 


» 


n 


734  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años 


Hay  un  grupo  de  enfermedades  que  dependen  del  comercio  sexual  ó  ve- 
néreo y  que  han  recibido  el  nombre  de  enfermedades  venéreas.  Esto  lo 
sabéis,  porque  es  el  tema  favorito  entre  los  jóvenes.  Pero,  lo  que  sin  duda 
no  sabéis,  son  lo.s  peligros  verdaderos  de  esas  enfermedades,  es  decir,  sus 
consecuencias  actuales  y  sus  consecuencias  futuras.  Pues  bien  :  hay  pran 
interés  en  que  os  enteréis  bien  de  este  punto  y  de  que  os  enteréis  cietití/ica- 
menie,  es  decir,  de  un  modo  exacto,  x)ositivo  y  verdadero ;  porque  convenci- 
dos, como  conviene  que  estéis,  de  lo  que  se  llama  el  peligro  venéreo,  com- 
prenderéis lo  importante  que  es  preservarse  de  él  siempre. 
r  No  esperéis  que  describa  aquí  in  extenso  esas  distintas  enfermedades, 

g.  como  se  hace  cuando  se  habla  á  los  estudiantes  de  medicina.    Me  limitaré 

b.  á  trazaros  un  bosquejo  sucinto  y  á  deciros  justamente  sólo  aquello  que  te- 

r  neis  necesidad  de  saber. 

■¿I  Por  otro  lado,  compróme! ome  formalmente  á  hablaros  con  franqueza,  sin 

p"  la  menor  exageraci()n,  sin  ennegrecer  en  nada  el  cuadro  que  ós  tengo  que 

?    '  presentar.    Os  ruego  que  creáis  que  no  es  mi  deseo  ofrecer  k  vuestra  vista 

¡L  un  espantajo  ;  pues  lo  que  va  á  seguir  ha  de  ser  exactamente  la  verdad  me- 

í,  dica  de  las  cosas. 

i'  E\ peligro  venéreo  está  constituido  por  tres  tipos  morbosos  principales,  á 

saber,  por  orden  de  gravedad  creciente  :  el  chancro  simple,  la  blenorragia 


t  y  la  sífilis, 

sr- 

i  Primer  tipo  :  Chanx'RO  simple.     El  tipo  llamado  chancro  simple  es  el  me- 

L  nos  conuin  de  los  tres,  y  también  el  más  benigno  (á  pesar  de  una  complicá- 

is ción  formidable  que  k  veces  le  acompaña,  el  'fagedenismo),  pero  que  feliz- 

fc  mente  no  es  más  que  una  rareza  de  la  que  no  hablaré. 

^  Consiste  en  lesiones  ulcerosas  que  se  producen  en  el  órgano  contamiua- 

l  do.     Esas  lesiones  son  emsiones  huecas,  supuratorias,  múltiples  general- 

í  mente,  del  ancho  de  una  moneda  de  cincuenta  céntimos,  pero  susceptibles 

t\  de  extenderse  mucho  más,  llegando  entonces  á  ser  destructivas,  y  hasta 

mutilantes.    Una  vez,  sobre  tres  ó  cuatro,  se  complica  de  infartos  de  las 
:  glándulas  de  la  ingle  que  pueden  formar  abscesos,  y  más  tarde  úlceras. 

¡  Con  raras  excepciones  no  hay  gravedad,  sin  embargo,  en  todo  esto;  por- 

que el  chancro  simple  no  es  más  que  un  accidente  lócala  sin  infección  de  la 
[.  sangre,  y,  por  consiguiente,  sin  peligros  para  el  porvenir. 

'  l5e  modo  que,  si  fuera  lo  único  que  existiera  como  afección  venérea,  el 

peligro  venéreo  no  existiría,  por  decirlo  así ;  no  sería  más  que  la  sombra  de 
lo  que  es,  en  realidad,  por  los  dos  tipos  siguientes. 

Segundo  tipo  :  Blenorragia.  Consiste  ésta,  esencialmente,  en  una  in- 
flamación supurativa  del  conducto  de  la  uretra,  por  donde  sale  abundante- 
mente un  humor  amarillo  verdoso,  que  contiene  un  organismo  microscópico 
\\9im^áo  gonococo,  agente  específico  de  la  afección. 

No  es  una  enfermedad  frecuente,  sino   extraordinariamente  frecuente. 

La  moda  en  el  público  es  considerarla  como  «una  bagatela,  como  cosa  de 
esca.sa  importancia».  Es  una  enfermedad,  se  dice,  «  que  todo  el  mundo  ha 
tenido  ó  tendrá,  enfermedad  que  no  es  nada  y  que  cura  en  pocas  semanasv. 
Es  un  «certificado  de  virilidad»,  añaden  n*eci»mente  algunos,  y  hay  que 
reirse  de  ella.  Veréis  por  lo  que  va  á  seguir,  si  la  risaseajustaá  las  cirruns- 
tancias.  Sí:  en  efecto,  convenientemente  tratada  y  desprovista  de  compli- 
caciones, la  blenorragia  no  es  más  que  un  «ligero  accidente»,  del  cual  se 
ve  uno  libre,  por  lo  general,  con  ])a8tante  farilidad  y  sin  consecuencias  (no 
siempre  sin  perjuicio;  pues,  cuantas  veces  la  he  visto  presentarse  muy  im- 
portunamente, haciendo  fracasar  un  examen  ó  un  concurso,  y  acabando  la 
carrera  de  un  aspirante). 

Diré  más  :  sí;  ciertamente,  aun  tratada  con  negligencia  (lo  cual  es  usualn 
la  blenorragia  cura  frecuentemente  sin  complicaciones  actuales  y  sin  con- 
secuencias futuras,  con  el  único  inconveniente  de  una  duración  más  ó  me- 
nos larga,  que  se  cuenta  entonces,  no  ya  por  semanas,  sino  por  meses  y 
hafeta  por  años. 

Pero  no  ocurren  siempre  las  cosas  de  este  modo  y  tan  sencillamente, 
pues,  primeramente,  puede  la  afección  mostrarse  más  ó  menos  rebelde  (por 
culpa  del  enfermo,  ó  por  culpa  del  médico)  y  no  agotarse  sino  pasado  un 
tiempo  considerable. 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años  jiS 


En  segrundo  lug-ar,  puede  (lo  cual  odirre  muchas  veces)  no  cesar  sino  de 
un  modo  incompleto,  es  decir,  no  curar  y  degenerar  en  ese  estado  de  desti- 
lación crónica,  que  se  UsLinei  Iflenorrea,  6  en  lenguaje  trivial,  ^oía  militar, 
que  no  se  descubre  más  que  por  una  sencilla  humedad,  que  el  enfermo  nota 
al  despertar  después  de  muchas  horas  pasadas  sin  micción.  Y,  es  necesario 
que  lo  sepáis  :  esa  blenorragia  es  una  de  las  afecciones  más  difíciles  de  cu- 
rar ;  no  se  vence  sino  á  costa  de  tratamientos  siempre  largos,  dolorosos  á 
veces,  y  es  de  recidiva  fácil  y  frecuente,  y  sin  hablnr  de  aquellos  casos,  que 
no  son  raros,  en  que  es  realmente  incurable  y  refractaria  á  todos  los  trata- 
mientos. 

Después,  en  tercer  lugar,  la  blenorragia  suele  traer  dos  grandes  órdenes 
de  accidentes,  á  saber:  complicaciones  actuales  y  consecuencias  remotas. 

I.  Las  primeras  son  múltiples  y  variadas.  Para  abreviar,  no  citaremos 
más  que  dos,  las  dos  principales  por  su  frecuencia  y  su  importancia  clínica, 
á  saber : 

1.*  Una  muy  común  y  que  ciertamente  conocéis  de  nombre,  la  epididi- 
mitis  (vulgarmente  orquitis,  6  más  vulgarmente  todavía  :  blenorragia  exten- 
dida á  las  bolsas),  consistente  en  una  inflamación  aguda  de  un  órgano  ane- 
xo al  testículo  (el  epidídimo). 

2/*  La  otra,  mucho  menos  frecuente,  llamada  reumatismo  blenorrágico, 
constituido,  efectivamente,  por  un  conjunto  de  síntomas  que  se  parecen 
con  bastante  exactitud  al  reumatismo  común. 

Encontraremos  dentro  de  un  instante  una  y  otra  de  esas  determinaciones 
morbosas  al  hablar  de  sus  restos  posibles. 

Además,  por  mucho  empeño  que  ponga  para  ser  breve,  me  es  forzoso  no 
dejaros  ignorar  que,  en  ciertos  casos,  en  verdad  mucho  más  raros  y  hasta 
excepcionales,  puede  la  blenorragia  tener  manifestaciones  en  diversos  ór- 
ganos, á  saber  :  la  vejiga  ;  la  próstata,  en  forma  de  congestión,  de  inflama- 
ción, de  absceso,  que  es  menester  abrir  lo  más  pronto  posible,  so  pena  de 
correr  serios  peligros;  el  riñon  ;  los  ojos,  por  el  hecho  de  una  inoculación 
transportada  allí  de  un  modo  cualquiera,  inoculación  que  llega  á  ser  algu- 
nas veces  el  origen  de  una  oftalmía  sobreaguda,  espantosa  por  sus  síntomas 
y  que  puede  vaciar  el  globo  ocular  en  algunos  días ;  el  corazón  ;  quizás  la 
médula,  en  la  cual  se  traduce  por  parálisis  de  los  miembros  inferiores  y  de 
la  vejiga,  y  hasta  el  cerebro,  etc. 

Y.  naturalmente,  por  el  hecho  de  que  ataque  á  órganos  de  tanta  digni- 
dad funcional  y  á  visceras  esenciales  para  la  existencia,  se  ve  esa  pequeña 
enfermedad  que  se  tiene  costumbre  de  localizar  en  su  estrecho  dominio 
uretral,  ensanchar  singularmente  su  cuadro,  complicando  su  marcha  y  ca- 
racterizándose por  los  grandes  síntomas  de  las  grandes  enfermedades; 
amenazando  h  veces  la  vida,  y  pudiendo  terminar  con  la  muerte.  Por 
la  muerte,  sí,  oid  bien  la  palabra;  porque  innegablemente  se  puede  morir  á 
consecuencia  de  la  blenorragia.  Para  no  citar  más  que  un  solo  ejemplo, 
sobre  once  casos  de  inflamación  aguda  de  la  médula  de  origen  blenorrá- 
gico, se  han  visto  terminar  ocho  por  la  muerte. 

Observación  incidental :  ¡  Qué  lejos  estamos,  con  los  hechos  precedentes, 
de  la  blenorragia,  insigniflcante  enfermedad,  bagatela  de  la  cual  hay  que 
burlarse  I 

IL  Pero,  de  seguro,  los  verdaderos  peligros,  los  peligros  corrientes  de 
la  blenorragia  consisten  en  lo  que  puede  llamarse  sus  secuelas. 

De  esas  secuelas  os  señalaré  solamente  las  cuatro  principales,  que  son  ; 

1.°  La  blenorragia,  que  comienza,  según  es  corriente,  por  ser  descuida- 
da, desdeñada,  tratada  con  desprecio,  y  después,  en  un  momento  dado, 
llega  á  ser  una  inoportunidad,  un  tormento,  una  obsesión  para  ciertos  in- 
dividuos, una  causa  permanente  de  mal  humor,  de  melancolía,  de  desespe- 
ción,  de  neurastenia,  etc. 

Notad  bien  esto,  esa  blenorragia  es  grave,  muy  grave,  desde  dos  puntos 
de  vista,  poroue,  en  efecto,  constituye,  por.  una  parte,  obstáculo  al  matri- 
monio. ¿Que  hombre  de  corazón  aspiraría  al  matrimonio  cuando  se  ve  ata- 
cado de  una  enfermedad  que  tiene  la  posibilidad  de  transmitir? 

De  otro  lado,  puede  ser  para  las  mujeres  origen  de  las  peores  catástro- 
fes. Aunque  seáis  jóvenes,  no  habréis  dejado  de  oir  hablar  en  el  mundo  de 
desgraciadas  jóvenes,  poco  después  de  haberse  casado  en  perfecto  estado  de 
salud,  enfermar  de  repente:  se  enferman  «del  vientre»,  como  se  dice  en 


7*^  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años 

lenguaje  vulgar;  languidecen  en  el  sofá  meses  y  años,  y  á  las  que  ya  can- 
sadas se  les  «abre  el  vientre»,  y  finalmente  curan  ó  mueren  de^pués  de  ese 
recurso  extremo.  ¿Qué  es  todo  esto?  Sencillamente,  e^as  mujeres  üon  víc- 
timas de  la  blenorragia  masculina,  se  han  casado  con  hombres  con  bleno- 
rragia no  extinguida,  blenorragias  internas  que,  desconocidas  ó  mal  trata- 
das, han  servido  de  origen  á  los  accidentes  en  cuestión.  Si  una  de  esas 
mujeres  fueran  vuestras  hermanas  ¿qué  pensarías  del  hombre  que  la  hubie- 
ra mancliado  de  ese  modo  y  expuesto  á  tales  peligros? 

Otro  punto  :  á  veces  también  oiréis  lo  siguiente:  «¡qué  horrorosa  desgra- 
cia ha  sucedido  á  la  señora  X,  que  tanto  ha  sufrido  después  de  su  matrimo- 
nio! El  niño  que  acaba  de  dar  á  luz  padece  desde  que  nació  una  oftalmía 
espantosa,  por  la  cual  se  volverá  ciego  ó  casi  ciego,  según  dicen». 

¿Qué  es  todo  esto?  Un  crimen  de  la  blenorragia,  á  saber:  una  oftalmía 
blenorrágica  procedente  de  la  blenorragia  materna, engendrada  á  su  vez  en 
la  blenorrea  del  marido.  Por  última  vez,  pues  la  evidencia  es  muy  com- 
pleta, y  vuestra  convicción  debe  ser  un  hecho.  Os  volveré  á  hacer  la  pre- 
gunta anterior  ¿es  posible  reírse  de  una  enfermedad  capaz  de  producir  tan 
funestas  consecuencias? 

2.°  Obstrucción  espermática^  originada  por  epididimitis  dobles  que  obli- 
teran los  canalículos  vectores  del  esperma  y  ocasionan  de  un  modo  provisio- 
nal ó  permanente  la  infecundidad. 

La  infecundidad  no  es  solamente  la  incapacidad  de  la  reproducción:  es 
también,  y  más  todavía,  la  amargura  de  la  decadencia,  la  humillación,  el 
despecho  indefinido;  es  también  la  prohibición  del  matrimonio,  ó  si  el  ma- 
trimonio se  ha  realizado,  la  soledad  in  etemam  en  el  hogar  doméstico,  la 
desolación  del  nido  desierto,  de  ¿a  cosa  sin  hijos. 

Dicho  sea  de  paso :  ¡cuántrs  maridos  acusan  á  sus  mujeres  de  esterili- 
dad, siendo  ellos  los  únicos  culpables! 

3.°  En/ermedades  articulares.  —  Restos  del  reumatismo  blenorrágico,  y 
restos  permanentes  definitivos.  De  donde  nacen  trastornos  funcionales, 
ligeros  ó  serios;  la  rigidez  de  las  articulaciones,  actitudes  viciosas,  dificul- 
tad, reducción  y,  á  veces,  hasta  abolición  de  los  movimientos  articulares  por 
anquílosis.  En  suma,  posibilidad  de  invalidez  real.  Sin  exageración,  la 
blenorragia  produce  invalidez  de  los  miembros,  principalmente  de  los  dedos, 
de  las  manos,  de  los  pies,  de  las  rodillas,  de  los  hombros,  del  raquis,  etc. 

Ejemplo  :  dos  jóvenes,  pianista  uno  y  profesor  de  esgrima  el  otro,  tuvie- 
ron que  renunciar  á  su  profesión  (que  era  su  modo  de  ganarse  la  vida),  por 
haber  tenido  el  primero,  una  torcedura  de  las  falanges,  y  el  segundo  una 
rigidez  incurable  del  hombro  derecho.  Un  tercer  individuo  ha  estado  tu- 
llido de  todos  los  miembros  y  hace  doce  años  que  no  camina,  ó  más  bien,  no 
se  arrastra,  sino  valiéndose  de  dos  bastones  y  á  pasos  muy  pequeños. 

4.°  Estrechez  uretral.  —  Es  el  accidente  más  común  y  máfe  serio  de  la 
blenorragia.  Accidente  siempre  importante,  y  con  el  cual  es  necesario 
contar ;  á' veces  curable  con  un  tratamiento  suave  (dilatación  progresiva), 
pero  que  en  ocasiones  no  cura  sino  después  de  intervenciones  quirúrgicas 
(uretrotomía). 

Después,  la  estrecliez  descuidada  puede  ser  el  punto  de  partida  de  graves 
complicaciones,  muy  graves  en  ocasiones,  de  la  próstata,  de  la  vejiga  y  del 
riñon.  Y  entonces  es  posible  hasta  la  muerte,  que  no  es  rara  en  dichos 
casos.     Ese  es  el  balance  de  la  blenorragia 

De  este  corto  resumen  podemos  deducir  las  siguientes  conclusiones: 
1.",  que  la  blenorragia  no  constituye  sino  una  enfermedad  ligera  y  anodina 
en  la  mayoría  de  los  casos,  sobre  todo  cuando  se  somete  desde  el  principio 
á  un  tratamiento  adecuado  ;  2  ',  que  no  es  raro  que  llegue  á  ser  una  afec- 
ción más  ó  menos  seria,  por  su  tendencia  á  la  cronicidad,  por  sus  complica- 
ciones actuales,  sobre  todo  por  las  reliquias  que  deja:  3.',  que,  por  último, 
en  gran  número  de  casos,  se  eleva,  por  sí  misma  ó  por  sus  reliquias,  al  nivel 
de  las  afecciones  decididamente  graves,  susceptibles  de  cualquier  termina- 
ción. Todo  lo  cual  puede  resumirse  en  este  viejo  aforismo:  «  Si  p\iede  sa- 
berse cuando  comienza  la  blenorragia,  no  se  sabe  cuándo  ni  cómo  ha  de  con- 
cluir». 

[Se  concluirá). 


£1  alcohol  en  dietética 


vi) 


POR    EL 

Dr.  Augusto  Bungb 

¡  Qué  carcajada  acogería  el  fisiólogro  bien  iutencionado  que  recomendara 
al  obrero  el  confisumo  de  paté-de-foié  gras,  alimento  que  á  los  grastrónomos 
de  conventillo  se  les  debe  representar  tan  lejano,  tan  inaccesible,  tan  inve- 
rosímil, como  una  princesa-del-bosque-durmiente !  Y  nos  quedamos  muy 
serios  cuando  oimos  recomendarle  el  vino  de  «buena  calidad»,  que  deja 
atrás,  en  cuanto  á  carestía,  á  ese  alimento  y  á  muchos  otros  de  los  más  re- 
buscados, acaso  con  la  sola  excepción  de  las  chuletas  de  mastodonte. 

¿Y  sabe  siquiera  distinguir  el  primitivo  paladar  de  un  obrero  éntrelos 
menjurges  misteriosos  que  venden  en  las  tabernas  bajo  el  nombre  de  vino, 
y  el  mosto  auténtico  ?  Por  otra  parte,  jamás  el  obrero  buscará  en  el  alcohol 
el  alimento,  sino  el  veneno,  el  nepentes  para  sus  fatigas,  y  á  veces  aun  la 
Eutanasia,  porque  él  no  entiende  de  calorías,  y  sólo  sabe  que  el  alcohol  es 
el  olvido,  la  ficción  del  bienestar  que  le  niega  la  sociedad  madrastra. 

'El  hombre  de  laboratorio,  si  quiere  salir  á  la  ventana  para  hablar  á  la 
humanidad,  no  debe  olvidar  que  los  panoramas  no  se  miran  con  microsco- 
pio, que  valen  más  buenos  ojos  que  un  mal  apuntado  catalejo,  y  que  la  vida 
se  mira  ingenuamente,  frente  a  frente,  como  la  miran  los  niños,  que  no 
saben  cosas  sabias  pero  saben  vivir. 

Bn  el  mejor  de  los  casos,  es  inconsciencia  imperdonable  recomendar, 
como  suplemento  de  ración  alimenticia,  el  alcohol  caro  y  malo,  cuando  te- 
nemos la  buena  manteca,  y  el  delicioso  dulce,  y  la  suculenta  carne,  que 
cuestan  menos  y  rinden  más  provecho.  ¿Es  esta  sólo  una  consideración 
sociológica?  Ni  remotamente,  porque  el  obrero  que  consume  alcohol,  que 
para  proporcionarse  un  mísero  vaso  de  roHl  vino  ó  de  peor  cognac,  substrae 
una  parte  de  su  pobre  salario  en  que  nunca  sobra  ni  un  ochavo  para  lo  in- 
dispensable, ahorra,  no  alimentos  ni  energía  vital,  sino  ahorra  sobre  su  más 
que  rudimentario  bienestar,  precaria  base  de  su  salud  y  la  de  sus  hijos. 
Aun  dejando  de  lado  toda  consideración  moral,  aun  suponiendo  que  el 
obrero  sea  capaz  de  ser  moderado,  le  es  siempre  funesto  el  consumo  de  alco- 
hol, porque  representa  un  gasto  de  lujo  que  empobrece  en  proporción  su 
presupuesto  de  necesidad.  Aun  muy  lejos  de  la  embriaguez  y  de  la  intoxi 
cación  crónica,  el  alcoholismo,  siempre  y  en  todas  partes,  es  por  esto  el  más 
poderoso  factor  de  miseria  social,  porque  descuenta  20  centavos  de  cada  peso 
de  salario,  y  lo  hace  así  insuficiente  para  las  necesidades  más  urgentes. 

Es  necesario,  es  indispensable,  decirlo  bien  alto,  porque  hay  todavía 
muchos  oídos  que  no  quieren  oírlo :  la  salud  del  obrero  depende  de  su 
Salario.  Un  higienista  consciente  tiene,  por  tanto,  el  deber  de  decirle  :  el 
alcohol,  si  es  alimento,  es  el  más  detestable  de  todos ;  además,  sus  efectos 
agradables  son  efectos  tóxicos  funestos;  y  es  tan  caro,  que  consumir  alcohol 
significa  empobrecerse,  y  por  tanto,  sucumbir  á  la  miseria,  que  aprieta  ya 
lo  suficiente  sin  necesidad  de  gastos  superfinos.  ¡Obreros!  guardaos  los 
centavos  que  el  desvergonzado  rpclamo  os  incita  á  malgastar  en  la  taberna, 
En  vez  de  comprar  un  litro  de  mal  vino,  llevad  á  vuestras  esposas  un  kilo 
de  buen  azúcar,  con  que  os  hará  ¡  qué  lujo !  dulce  para  toda  la  semana  !  6 
llevad  á  vuestros  hijos  la  camiseta  limpia,  ó  las  alpargatas  nuevas,  el  jabón, 
el  libro,  que  tanta  falta  les  hace  para  no  sucumbir  entre  la  desnudez,  la 
suciedad  y  la  ignorancia!  (2) 

(1)  Conclusión. —^  Véase  el  o úmero  anterior. 

(2)  Familia  obrera  dt  situación  extraordinariamente  pripilegiada,  compuesta  de  seis  personas 
(  padre,  madre  y  cuatro  hijos )  que  tienen  la  muy  rara  suerte  de  trabajar  todo  el  año,  y  gozan  de 
salarios  elcvadisimos : 

El  padre  gana  $3       m/n  descontando  días  de  fícsta  $  910 

La  madre  »  1'50    »  »  »  »  »  ^0 

El  hijo  de  20  años    »  2         »  »  »  »  »  610 

La  hija  de  16  »  1»50    »  »  »  »  »  ^60 

Entradas  totales  para  6  personas    $  2440 

Lo  cual  representa  el  Eldorado  entre  los  obreros,  á  pesar  de  que  la  madre  debe  abandonar  sus 
hijos  pequeños  al  arroyo  para  ganar  ese  salario  con  11  horas  de  trabajo,  y  la  hija  se  consume  de 
clorosis  y  de  hastío  en  el  tal'er. 

Supongamos  además  que  el  padre  y  el  hijo  sean  tan  idealmente  sobrios  que  jamás  se  detengan  á 
tomar  el  vermouth,  la  cana  ó  el  ajenjo  en  el  almacén  de  la  esquina  :  saben  que  «  un  litro  de  ouen 


72H  Kl  alcohol  en  dietética 


Dice  Bungre  :  «Aun  si  admitimos  que  el  alcohol  quemado  en  nuestro 
cuerpo  sea  empleado  como  fuente  de  energ-ía,  esta  provisión  de  fuerza  siem- 
pre es  menor  que  la  de  los  hidratos  de  carbono,  de  los  cuales  fué  preparado 
el  alcohol,  iín  la  fermentación  de  un  kilogramo  de  glucosa  es  desperdi- 
ciada tanta  fuerza,  según  acabamos  de  ver,  como  la  que  ba>ta  para  levantar 
á  un  hombre  pesado  á  la  cumbre  del  Faulhorn.  Hay  que  tener  en  cuenta, 
además ,  que  ciertas  células ,  probablemente  sólo  "pueden  aprovechar  la 
energía  puesta  en  libertad  por  este  primer  desdoblamiento  (de  la  glucosa  en 
alcohol),  porque  el  oxígeno  no  llega  hasta  ellas.  Se  ve,  pues,  cuanta  locura 
es  la  del  hombre  que  arroja  á  las  levaduras,  para  darles  de  comer,  los  nutri- 
tivos hidratos  de  carbono  del  zumo  de  uva  y  del  grano,  para  consumir  él, 
luego,  los  residuos  dejados  por  los  hongos».  (1). 

Por  más  barato  que  se  consiguiera  fabricar  aguardiente,  sus  malas  calo- 
rías serán  siempre  más  caras  que  las  buenas  del  grano  y  de  la  fruta  de  que 
son  sacadas,  porque  de  aquéllas  viven, t  además  de  los  cosecheros,  las  leva- 
duras, los  obreros  de  la  destilería  y  de  la  bodega y  el  empresario. 

Pero  estos  inconvenientes-  del  consumo  de  alcohol  en  el  obrero  son  me- 
diatos, resultantes  de  su  elevado  costo.  Además  de  los  desastres  que  de- 
termina empobreciendo  al  obrero,  no  olvidemos  los  hechos  antes  menciona- 
dos, que  pueden  resumirse  en  esta  frase:  el  alcohol,  en  la  dietética  del 
trabajador,  desempeña  un  papel  de  alimento  enteramenie  secundario  á  su 
papel  de  veneno,  pues  la  pobre  energía  viva  que  su  consumo  proporciona. 
es  pagada  con  usura  por  el  desgaste  que  la  intoxicación  alcohólica  latente, 
que  es  casi  siempre  la  consecuencia  inevitable  de  su  uso  habitual,  determina 
tarde  ó  temprano  en  el  organismo. 

Como  hemos  visto,  el  alcohol  obra  í¿^?wprí  como  un  narcótico,  sea  cual 
fuere  la  dosis,  y  la  estimulación  que  parece  producir  es  sólo  aparente  y 
esencialmente  subjetiva;  se  explica  así,  que,  aun  en  cantidades  pequeñas, 
su  consumo  habitual  determine  la  disminución  del  rendimiento  de  trabajo 
que  la  observación  demuestra.  Se  puede,  por  consiguiente,  inducir  que  es 
un  factor  de  empobrecimiento  de  la  vitalidad  general,  de  rebajamiento  del 
hombre.  No  debemos  buscar  los  indicios  de  esto  en  ningún  fenómeno  gro- 
seramente evidente,  como  es  natural;  los  hech'>s  citados,  y  muchos  otros  bien 
conocidos,  demuestran  suflcienteraente  que  el  consumo  de  alcohol  debe  ser 
proscripto  de  la  alimentación  del  obrero,  tanto  porque  lo  empobrece  y  lo 
enferma  al  empobrecerlo,  como  también  porque  priva  á  la  industria  de 
muchos  millones  de  kilogramos  por  cada  obrero,  haciendo  así  que  sean  ne- 
cesarias diez  ó  mós  horas  de  trabajo,  para  lo  que  bastarían  quizás  ocho.  La 
revolución  de  las  ocho  horas  no  es  posible  con  alcohol. 

Vemos,  pues,  cuan  múltiples  y  graves  intereses  económicos,  higiénicos  y 
morales,  que  atañen  tanto  al  individuo  como  á  la  sociedad,  son  lesionados 
por  el  consumo  del  clásico  litro  de  vino  ó  de  cerveza,  y  cuan  importante  es 
desde  todo  punto  de  vista,  pero  especialmente  desde  eHiigiénico,  encarar  la 
cuestión  del  alcohol  con  un  criterio  estrictamente  severo,  desdeñando  la  fri- 
vola tarea  de  entretenerse  en  divagaciones  sentimentales  sobre  si  es  ó  no  es 
humano  privar  al  trabajador  de  la  amable  copa,  ó  en  juegos  malabares  de 
palabras  sol)re  donde  comienza  el  abaso  condenable  y  donde  termina  el  uso 
lícito.  Volveremos  nuevamente  sobre  esta  última  cuestión  al  ocuparnos  del 
alcoholismo  latente. 


vino  no  hace  dañov.  El  padre  toma  concienzudamenic  un  litro  diario,  el  hijo  medio,  v  la  madre 
y  la  hija,  para  «ayu-iarsc»,  otro  medio  entre  las  dos,  A  5H  centavos  el  litro,  mínimo  de  costo  de 
un  vino  ya  muy  falsificado,  son  al  año  $  ;{ti5  gastados  en  vino,  á  lo  cual  deben  añadirse  $  3á 
para  convidar  á  las  visitas  uno  que  otro  dia  de  fiesta.  Esta  íamilia.  excepcionalmenlc  sobria,  gasta 
asi  en  vino  de  buena  calidad  la  sexta  parte  de  sus  salarios  Si  comprara  vino  de  40,  30  y  aún  25 
centavos  el  litro,  gastaría  menos,  es  cierto,  pero  evidentemente  se  sometería  á  una  grave  intoxica- 
ción. Son  cuatrocientos  vesos  que  descuenta  de  fíastos  de  primera  necesidad.  Para  poder  tomar 
vino,  se  aglomera  en  dos  inmundos  cuartujos  de  conventillo,  que  le  cuestan  cada  uno  al  menos 
ciento  cuarenta  v  cu.itro  pesos  al  año,  cuando  con  quinientos  pesos  podría  alquilarse  un  departa- 
mento dcLcntc,  y  ahorra  el  resto  sobre  sus  vestidos,  su  pan,  su  carne,  su  jabón.  Suprimiendo  de 
su  presupuesto  esa  partida,  y  viviendo  en  departamento,  le  sobran  todavia  doscientos  pesos,  que  le 
pueden  proporcionar  muchas  más  calorías  que  las  del  vino  de  que  se  abstiene,  y  de  yapa  le  queda 
para  mei'orar  todo  el  tren  de  casa. 

I  Y  qué  decir  de  la  inmensa  mayoría  de  las  familias  obreras,  que  ganan  á  penas  la  mí:ad  de  ésta, 
pero  no  dejan  do  comprar  su  litr»  de  vino  de  .30  ó  40  centivos  I  y  luego  el  aperitivo  y  el  digestivo 
del  obrero  soltero.  No  temo  equivocarme  al  decir  que.  en  conjunto,  los  cíen  mil  obreros  de  Buenos 
Aires,  si  ganan  al  año  cuarenta  niiüones.  que  apenas  les  alcanzan  para  vivir,  los  reducen  á  treinta, 
regalando  á  los  taberneros  la  cuarta  parte  de  lo  que  ganan. 

(1)    G.  von  Bunge,  Lehrbuch  des  Physiologie  des  Menschen.  —  1ÍM)4,  II  Bd.  pág.  403. 


/i/  aicohnl  en  dieictica  72g 


¿Y  estos  principios  rig-ea  también  para  el  hombre  de  trabajo  intelectual, 
cuyo  presupuesto  más  bolg-ado  le  permite  gastos  de  lu^o  que  la  necesidad 
prohibe  imperiosamente  al  obrero  manual,  y  cuyos  músculos  pueden  dis- 
minuir impunemente  su  energía  de  trabajo?  Exactamente  lo  mismo,  por- 
que el  alcohol  paraliza  la  célula  psíquica  lo  mismo  que  la  célula  estriada. 
Es  posible  que  el  artista  neurópata  encuentre  en  el  alcohol  un  estímulo  para 
su  emotividad,  que  es  á  veces  la  única  materia  prima  con  que  elabora  su 
obra  de  arte  ;  pero  esta  obra  exclusivamente  emotiva  no  tendrá  nunca  el 
sólido  valor  de  la  obra  de  arte  verdaderamente  genial,  que  se  asienta  siem- 
pre sobre  la  concepción  sintética  (justamente  lo  primero  que  borra  el  aleo- 
bol),  y  que  es  tan  indispensable  en  la  producción  más  exclusivamente 
intelectual  como  en  la  creación  más  puramente  emocional  en  la  apariencia; 
el  alcohol  es  el  enemigo  de  la  introspección,  y  por  tanto,  también  el  ene- 
migo del  arte,  pese  á  Hoffmann,  que  escribía  ebrio  de  cerveza  sus  hermosos 
cuentos  (quien  sabe  cuanto  más  hermosos  sin  ella),  y  pese  á  Mozart,  «el  di- 
vino», cuyo  rasgo  genial  más  grande  es  para  mí  el  que  su  psique  creadora 
haya  resistido  al  alcohol  de  que  abusaba. 

Dice  excelentemente  Baer:  «El  pensar  tranquilo,  la  comprobación  silen- 
ciosa, el  análisis  crítico,  la  observación  clara  de  los  hechos,  el  reconoci- 
miento de  sus  conexiones,  estas  operaciones  del  espíritu  (y  á  ellas  debe  la 
humanidad  todo  el  tesoro  de  la  ciencia  positiva  y  el  gran  empuje  de  las 
ciencias  naturales,  técnica  é  industrias  inclusive),  seguramente  no  son 
favorecidas  por  el  alcohol».  Estas  palabras  nos  indican  que  el  consumo 
habitual  de  alcohol  nada  debe  tener  de  provechoso  para  el  trabajador  inte- 
lectual. Puede  decirse  que  casi  todos  los  grandes  hombres  de  ciencia  de 
que  se  enorgullece  el  siglo  xix  son  ó  han  sido  abstinentes  habituales.  En 
una  interesante  enquHe  hecha  recientemente  por  La  Revue  con  motivo  de  la 
resonante  declaración  á  favor  del  alcohol  hecha  por  Duclaux,  se  mani- 
festaron abstinentes  absolutos,  no  por  consideraciones  morales,  sino  porque 
consideraban  que  en  cualquier  dosis  el  alcohol  les  hacía  daño,  la  inmensa 
mayoría  de  los  sabios  consultados,  entre  ellos,  especialmente  Roux,  Metch- 
nikoíf,  Landouzy,  Berthelot. 

El  alcohol  y  las  condiciones  db  ambiente.  —  Todo  lo  dicho  me  per- 
mitirá ser  breve  en  lo  que  me  queda  por  tratar.  Dañoso  en  condiciones 
normales  de  ambiente,  se  concibe  cuan  funesto  debe  ser  en  los  climas  ex- 
tremos. 

Veneno  hipotermizante,  y  por  ende  dilatador  de  los  vasos  periféricos,  es 
de  prever  que  debe  ser  especialmente  funesto  en  los  climas  fríos,  pues  au- 
menta la  irradiación  cutánea  de  calórico  y  deprime  por  su  acción  narcótica 
las  reacciones  orgánicas  de  defensa  contra  el  frío.  Sus  efectos  funestos 
fueron  reconocidos  pronto  en  las  expediciones  polares,  y  figura  en  ellas 
sólo  como  artículo  de  botica.  Los  ascensionistas  de  montañas  saben  muy 
bien  que  el  viajero  que,  perdido  entre  los  hielos,  busque  en  la  acción  narcó- 
tica y  vasodilatadora  del  alcohol  una  ilusión  de  descanso  y  de  calor,  no 
despierta  más  del  sueño  que  lo  acecha  en  los  ventisqueros. 

Parece  que  en  las  grandes  alturas,  la  embriaguez  se  disipa  rápidamente, 
lo  cual  se  explica  por  la  más  rápida  vaporización  del  alcohol  en  bajas  pre- 
siones, pero  esta  ventaja  (?)  es  compensada  con  exceso  por  el  inconveniente 
citado. 

En  los  climas  cálidos  el  alcohol  es  el  más  peligroso  aliado  para  las  enfer- 
medades endémicas.  Parece  que  los  europeos  abstinentes  se  aclimatan 
perfectamente  al  cólera  y  á  la  fiebre  amarilla,  y  que  el  alcohol  les  entrega 
indefenso  al  no  abstinente.  Igual  cosa  con  lashepatopatías.  El  hecho  se 
explica  sin  dificultad  si  se  tiene  presente  que  el  alcohol  socava  ante  todo  la 
resisten<*.ia  del  principal  baluarte  de  defensa  que  necesita  el  organismo  en 
los  trópicos;  el  aparato  digestivo,  especialmente  el  hígado,  punto  de  mira 
de  casi  todas  las  infecciones  allí  endémicas. 

El  alcohol  y  las  condiciones  individuales.  —La  industria  moderna 
tiene  infiernos  especiales  para  los  niños  y  paralas  mujeres,  Pero  uno  de 
los  peores  demonios  de  estos  infiernos  no  es  provisto  por  el  patrón  sino  por 
el  mismo  obrero :  el  alcohol. 

El  patrón  provee  al  surmenage  precoz,  á  las  posiciones  viciosas,  al  enve- 
nenamiento, á  las  maternidades  dolorosas,  á  la  clorosis,  al  tedium  vitae  á  los 
doce  años,  por  la  explotación  desvergonzada  de  las  fatigas  de  esos  débiles, 


730  El  alcohol  en  dietética 


muchas  veces  en  antros  de  sombra,  de  tristeza  y  de  hastío,  «retribuyéndo- 
las» con  salarios  irrisorios;  pero  los  padres,  los  esposos,  los  esperan  en  sus 
casas  con  el  otro  :  la  ración  suplementaria  de  vino  al  niño,  á  la  mujer  que 
trabajan  fuera,  cuando  no  es  aguardiente. 

Descontemos  ahora  el  alcoholismo  de  la  infancia,  tal  como  se  practica  en 
Normandía  ó  en  Bretaña,  ó  en  ese  valle  de  Josafat  que  es  la  región  de  los 
talleres  de  cadenas  en  Inglaterra,  donde  la  sopa  de  aguardiente  reemplaza 
á  la  leche  desde  el  destete;  ocupémonos  de  la  alcoholización  del  niño,  tal 
como  se  practica  con  frecuencia  para  tonificarlo,  \  muchas  veces  aconsejada 
por  el  médico !  El  consumo  en  esa  forma  hace  á  los  niños  precoces:  llaman 
la  atención  por  su  vivacidad.  Pero  el  milagro  dura  poco  tiempo,  y  el  ado- 
lescente paga  luego  con  la  paralización  del  desarrollo  mental  y  físico,  cuando 
no  con  degeneraciones  peores,  los  bríos  del  infante.  Es  que  la  continua 
sobreexcitación  del  tan  impresionable  sistema  nervioso  del  niño,  manifes- 
tada ya  con  unas  gotas  de  vino  flojo,  determina  el  inevitable  agotamiento 
ulterior,  y  este  agotamiento  se  manifiesta,  naturalmente,  en  cuanto  la  eclo- 
sión de  la  pubertad  hace  una  llamada  general  á  la  vitalidad  del  organismo. 
¡Cuántas  anemias,  cuántos  desarrollos  retardados,  reconocen  por  principal 
culpable  al  médico  que  no  vacila  en  prescribir  «vinos  tónicos»,  de  quina, 
de  coca,  de  kola,  y  de  otras  drogas  míis,  á  niños  y  niñas  de  doce  años,  que 
lo  único  que  necesitan  es  mejores  alimentos,  más  sol,  más  alegría ! 

La  necesidad  fundamental  del  organismo  del  niño  es  la  actividad  de  los 
intercambios  nutritivos,  el  derroche  de  energía,  de  vida,  de  infancia.  El 
pensamiento  debe,  por  tanto,  estarse  en  calma,  casi  únicamente  dedicado  á 
la  percepción  de  los  mundos  nuevos  que  se  le  presentan  cada  día.  ¡Y  á  ese 
niño  se  le  da  alcohol,  que  paraliza  su  vitalidad  y  trastorna  su  frágil  equili- 
brio mental!  Es  un  crimen  de  lesa  humanidad,  uo  sólo  recomendarlo  ó 
autorizarlo,  sino  también  no  prohibirlo  á  los  niños. 

La  mujer,  con  un  sistema  nervioso  tan  impresionable,  con  una  mentali- 
dad casi  tan  inestable  como  la  del  niño,  y  con  un  organismo  en  cuya  evo- 
lución se  suceden  rítmicamente  las  profundas  perturbaciones,  casi  cata- 
clísmicas,  de  la  menstruación  y  del  embarazo,  es  un  ser  eí«pecialmente 
propenso  á  sufrir  por  el  alcohol.  Por  otra  parte,  como  «alimento  suplemei.- 
tario»,  para  nada  lo  necesita,  y  como  estimulante  menos,  pues  ante  todo  e.> 
un  organismo  vegetativo. 

Durante  la  maternidad  la  naturaleza  se  encarga  dé  proveer  perfecta- 
mente á  las  necesidaíies  de  su  nutrición,  y  el  alcohol,  por  su  acción  sobre  el 
hígado  y  sobre  el  riñon,  lo  único  que  puede  hacer  es  preparar  y  agravar 
los  accidentes  de  autointoxicación  gravídica.  Y  no  olvidemos  que  el  alco- 
hol pasa  á  la  circulación  fetal ;  parece  que  los  fetos  elaborados  por  madres 
que  se  alcoholizan,  hacen  excesiva  grasa  y  demasiado  poco  músculo,  y  na- 
cen anémicos  y  propensos  á  enfermar.  Es  que  la  vida  no  tolera  intrusos 
en  la  elaboración  de  sus  misterios,  y  el  alcohol  es  y  será  siempre  un  intruso 
en  toda  vida. 

¿  A  qué,  pues,  las  cervezas  negras  y  los  vinos  deque  se  harta  á  las  pobres 
embarazadas,  cuando  con  simples  medios  higiénicos  se  obtienen  los  resul- 
tados que  en  vano  se  pide  á  éstos?  Esa  malliadada  cerveza  negra  de  las 
embarazadas  y  las  lactantes,  lo  único  positivo  que  hace,  para  mí,  es  con- 
tribuir á  la  transformación  de  sus  vientres  en  odres  y  de  sus  muslos  en 
jamones. 

I  La  lactancia!  Es  el  caballito  de  batalla  de  las  cervezas  «para  las  ma- 
dres que  crían».  Es  indudable  que  la  cerveza  ^nm^ixi^i  la  cantidad  áe  la 
secreción  láctea;  pero  es  indudable  también  que  ,  si  es  rica  en  alcohol,  em- 
peora su  calidad,  aguándola.  No  encuentro  el  menor  inconveniente  (y 
quizás  tengan  ventajas  á  veces  en  las  madres  débiles)  á  los  extractos  de 
malta  que  tengan  á  lo  mAs  2  por  100  de  alcohol;  la  cantidad  de  veneno  es 
insignificante  .  y  son  ricos  en  hidrocarbonados  fácilmente  asimilables  y  en 
fosfatos  que  quizás  pasen  á  la  leche.  Pero,  no  olvidemos  que  el  alcohol 
pasa  á  la  leche;  después  de  resultados  contradictorios,  los  más  recientes 
experimentos  lo  demuestran  todos ;  y  pasa  en  cantidad  no  despreciable. 
Por  consiguiente,  el  vino  y  esas  cervezas  obscuras  de  más  de  5  por  100  de 
.alcohol,  debon  sor  proscriptas  en  ahsoWo,  por  sus  nefastos  efectos  sobre  el 
mamón  ;  aguan  la  leche,  la  proveen  de  una  cantidad  no  despreciable  de 
alcohol,  la  recargan  de  manteca,  y  el  resultado  es  que  el  niño  sufre  con 


Resista  critica  bibliográjica  73' 


frecuencia  de  accidentes  gastrointestinales,  cuando  no  vive  narcotizado  ó 
atormentado  por  convulsiones,  y  además,  el  raquitismo,  patrimonio prinai- 
pálmente  délos  hijos  de  madres  que  se  alcoholizan. 

Por  último,  feogrún  Legrain,  el  niño  que  mama  leche  alcoholizada  se  hace 
apeteute  para  el  alcohol.  Y  la  madre  t  quien  el  médico  le  recomienda  al- 
cohol para  «tonificarse»,  se  lo  administra  k  su  vez  á  su  niño,  también  para 
« tonificarlo  »  ;  y  lo  tonifica  tan  bien,  que  su  desarrollo  es  el  que  hemos  visto 
y  favorece  así  esa  apetencia. 

Funestísimo  en  el  niño,  innecesario  y  no  menos  dañoso  en  la  mujer  y  en 
la  madre,  en  el  anciano  puede  ser  peor  todavía.  La  vejez  es  la  deficiencia 
progresiva  de  las  funcionalidades  neuro-cardio-renales,  y  la  alcoholización 
es  la  intoxicación  ueuro-cardio-renal.  La  bancarrota  final  será,  pues,  tanto 
más  rápidia,  por  la  asociación  de  la  decadencia  vital,  factor  de  arterio-escle- 
rosis,  y  del  alcohol,  factor  de  decadencia  vital. 

A  estos  tres  casos  de  contraindicación  absoluta  del  alcohol ,  el  niño,  la 
mujer  y  el  anciano,  debemos  añadir  el  de  todos  aquellos  que  sufran  de 
alguna  anomalía  del  sistema  nervioso,  de  alguna  perturbación  del  equili- 
brio nutritivo;  unos  porque  no  están  en  condiciones  de  soportar  impune- 
mente los  trastornos  nerviosos,  aun  los  más  leves,  provocados  por  el  alco- 
hol, y  los  otros  porque  sus  anomalías  nutritivas  pueden  ser  agravadas  por 
él.  Pero  esto  formará  parte  de  la  próxima  conferencia,  en' la  cual  trataré  de 
ser  más  explícito  sobre  lo  cautelosos  que  deben  ser  los  degenerados  para 
'  con  el  alcohol ,  y  por  tanto  los  médicos  consultados  por  ellos  respecto  á  al- 
guna enfermedad. 

En  conclusión  :  aun  en  dosis  moderadas,  alimento  dudoso,  peligroso  y 
horriblemente  caro,  estimulante  ficticio  y  veneno  de  todo  protoplasma,  el 
alcohol  es  el  más  detestable  artículo  de  consumo.  Ante  la  Higiene  sólo 
debe  ser  considerado  como  uno  de  los  tantos  venenos  de  que  está  saturada 
la  civilización  moderna,  y  veneno  mucho  menos  «tolerable»  de  lo  que  suele 
decirse  con  excesiva  frecuencia. 


REVISTA    CRÍTICA    BIBLIOGRÁFICA 

POIt    £1« 

Du.  Masó  Bru 

Ex  profesor  libre  de  Patología  médica  en  la  Facultad  de  Madrid 

Iieoolones  de  Clinloa  médioa,  por  el  Dr.  Yallejo  Lobón,  Catedrático  de 
la  asignatura  en  la  Facultad  de  Barcelona.  —Tomo  I.  —  Barcelona,  1903. 

La  lectura  y  estudio  de  esta  obra,  porque  es  de  las  que  lo  merecen, 
me  ha  complacido  en  extremo  y  por  muchos  motivos.  Primero,  á 
causa  del  entusiasmo  científico  que  rebosa  en  muchas  de  sus  páginas, 
del  que  ha  de  participar  forzosamente  quien  la  tenga  entre  sus  manos; 
en  segundo  lugar,  porque  la  informa  un  buen  espíritu  de  observación, 
que  se  apoya  en  una  sólida  base  científica,  y  en  tercer  término,  porque 
marca  una  nueva  orientación  en  nuestra  Facultad  de  medicina,  en  lo 
que  atañe  á  la  enseñanza  práctica  de  la  Patología  médica.  Quien, 
como  el  Dr.  Vallejo  Lobón.  dice :  «Hemos  llegado  á  un  momento  de 
la  liistoria  en  el  que  la  Clínica  tiene  tales  exigencias,  que  ya  no  basta 
con  que  los  médicos  se  hayan  repartido  las  enfermedades  por  grupos, 
para  que  especializando  puedan  mejor  abarcar  su  estudio,  sino  que 
aun  dentro  de  cada  especialidad,  el  clínico  necesita  el  concurso  de  los 
especialistas  de  laboratorio  y  de  gabinete  para  que  le  ayuden  en  sus 
investigaciones  y  para  que  le  auxilien  en  el  tratamiento  de  los  enfer- 
mos, encargándose  de  la  aplicación  de  determinados  recursos  terapéu- 
ticos», da  pruebas  de  que  conoce  á  fondo  la  medicina  de  nuestros 
tiempos  y  que  ha  de  enseñar  á  sus  alumnos  el  único  camino  posible 
para  la  comprensión  de  los  intrincados  problemas  clínicos.  La  labor 
nuestra,  dice  el  Dr.  Vallejo  Lobón,  empezará  en  las  enfermerías,  se- 


7^2  Revista  crítica  bibliográjica 


^'•uirá  en  el  laboratorio  y  terminará,  á  veces,  en  la  sala  de  autopsia. 
Él  análisis  químico  y  microscópico,  el  examen  bacteriológ-ico,  el  suero- 
diagnóstico,  la  radiografía,  la  endoscopia,  los  métodos  gráficos,  etc., 
deben  ser  de  aplicación  corriente.  Felicito  cordialmente  al  ilustrado 
Catedrático  por  este  plan  de  estudios,  que  indudablemente  ha  de  re- 
portar un  gran  bien  k  la  juventud  médica,  con  su  criterio  amplio  y 
reformador. 

Empieza  la  obra,  cuyo  primer  tomo  corresponde  al  primer  trimestre 
del  curso  1902  á  1903,  por  sentar  las  reglas  generales  para  el  examen 
de  los  enfermos,  que  son  de  gran  importancia  como  propedéutica-clí- 
nica, especialmente  en  la  de  procesos  llamados  médicos.  Sigue  luego 
un  capítulo  dedicado  á  las  infecciones  generales,  figurando  en  este 
estudio  (cuyas  hojas  de  observación  han  hecho  los  alumnos  y  la  lección 
la  ha  dado  el  profesor  en  la  enfermería  ó  en  la  cátedra),  las  fiebres 
efémeras  y  las  tifoideas.  Me  ha  de  permitir  el  Dr.  Vallejo  Lobón  que 
considere  admisible,  sólo  á  título  provisional,  el  grupo  de  las  fiebres 
efémeras  y  que  crea  que  en  el  concepto  moderno  de  la  pirexia  no 
constituye  el  curso  ó  duración  de  un  proceso  estado  de  separación 
entre  el  grupo  de  las  infectivas ;  el  tifus  ambulatorio  de  Griesinger,  la 
granulia  de  Empis  y  la  espleno-pneumonitis  de  Grancher,  por  ejemplo.  ^ 
con  su  marcha  propia,  no  pueden,  sin  embargo,  elijninarse  en  modo  * 
alguno  de  las  tifoideas,  tuberculosis  3'^  pneumonías.  Ya  el  Dr.  Vallejo 
Lobón,  al  estudiar  magistralmente  la  patogenia  de  estas  fiebres  eféme- 
ras, reconoce  que  pueden  ser  de  naturaleza  estreptocócica,  estafilocó- 
cica,  pneumocócica,  etc.,  y  tener,  además,  diversas  localizaciones.  A 
fijar  éstas,  en  lo  posible,  y  á  determinar  aquel  génesis  microbiano 
con  precisión  debe  tender  la  actual  patología,  olvidando  por  completo 
la  antigua  doctrina  piretológica  que  en  su  época  sostuvo  con  gran  bri- 
llantez nuestro  ilustre  Sánchez  Merino. 

Le  dedica  luego  una  lección  á  la  fiebre  tifoidea,  basada  en  varias 
observaciones,  estudiando  las  indicaciones  del  método  de  Brand  de 
Stettin.  A  continuación  viene  un  capítulo  sobre  las  intoxicaciones 
observadas  durante  el  curso,  después  del  cual  se  ocupa  el  autor  de  las 
enfermedades  distróficas,  siendo  muy  notable  la  lección  dedicada  al 
tratamiento  de  la  diabetes  sacarina;  como  también  lo  es  la  del  reuma- 
tismo deformante,  en  cuya  terapéutica  hace  figurar,  con  gran  acierto, 
las  aguas  minero-medicinales  de  los  grupos  clorurado-sódico,  arsénica! 
y  sulfuroso. 

La  sección  de  la  obra  dedicada  á  las  enfermedades  de  la  sangre 
justifica  por  sí  sola  la  alabanza  incondicional  que  me  merece  est«  tra- 
bajo del  Dr.  Vallejo  Lobón.  Discusión  razonada  de  la  patogenia  y 
evolución  de  las  anemias  esenciales  y  sintomáticas;  descripción  aca- 
bada del  sjndrome  presentado  por  los  enfermos  de  la  clínica;  análisis 
hematoscópico  para  fijar  tipo  y  gravedad ;  diagnósticos  diferenciales 
bien  establecidos,  y  sobre  todo  aplicación  (harto  desconocida)  de  la  mo- 
derna terapéutica  ;  tocio  ello,  expuesto  didácticamente,  se  encuentra 
en  este  capítulo. 

De  todos  es  sabido  que  si  en  las  anemias  agudas  la  transfusión  san- 
guínea y  de  suero  quirúrgico  dan  grandes  resultados,  no  es  así  en  las 
anemias  crónicas,  y  sin  embargo,  pocos  comprenden  el  alcance  é  in- 
dicaciones de  la  opoterapia  en  estos  casos.  De  ella  dice  el  Dr.  Vallejo 
Lobón  que  por  los  éxitos  que  á  veces  nos  ofrece  puede  en  el  porvenir 
constituir  uno  de  nuestros  más  poderosos  recursos.  Una  de  las  enfer- 
mas anémicas  presentó  eltipoBiermer,  aunque  separándose  del  mismo 
por  no  ser  su  marcha  fatalmente  progresiva. 

El  siguiente  capítulo  trata  de  algunas  enfermedades  nerviosas :  his- 
terismo, hístero-neurastenia,  neurastenia  con  síntomas  cardio-vascu- 


Repinta  critica  bibliográfica  J33 


lares,  neurastenia  con  síntomas  cerebelosos,  epilepsia  Jacksoniana, 
tuberculosis  meningo-cerebral,  hemorragia  cerebral  con  localización 
capsular,  lesión  peduncular  con  parálisis  alterna  (tipo  Weber),  ataxia 
locomotriz,  polineuritis,  parálisis  facial,  etc. 

Todas  esas  lecciones  merecen  estudio  analítico  detenido ;  pero  sién- 
dome imposible  en  este  rápido  trabajo  hacerlo,  me  limito  á  llamar  la 
atención  sobre  la  que  trata  de  la  hemorragia  cerebral,  en  la  que  se 
habla  (en  el  terreno  del  diagnóstico  diferencial),  de  las  parálisis  refle- 
jas de  origen  pleurítico,  cuyas  formas  he  podido  yo  ver  algunas  veces 
en  mi  práctica  y  que  son  muy  poco  conocidas.  El  diagnóstico  topográ- 
fico de  las  lesiones  cerebrales  hemorrágicas  puede  satisfacer  por  com- 
pleto, así  como  las  interpretaciones  ñsio-patológicas  sobre  las  mismas. 
La  historia  clínica  de  una  enferma  con  ciática  y  pirexia  intercurrente, 
es  muy  interesante,  y  desde  luego  hace  sospechar  se  trata  de  una  fima- 
tosis  larvada. 

Capítulo  aparte  dedica  el  autor  á  las  enfermedades  del  aparato  cir- 
culatorio vistas  en  su  clínica.  Un  caso  de  miocarditis  esclerósica, 
tipo  mitro-arterial  de  Huchard,  da  motivo  al  Dr.  Vallejo  para  disertar 
extensamente  sobre  la  arterio-esclerosis,  asignando  á  la  miocarditis  dé 
su  enfermo  el  tipo  arítmico-asistólico.  (Merece  ser  mencionado  el 
alumno  redactor  de  esta  hoja  clínica,  Sr.  Salazar).  Otros  enfermos  de 
insuficiencia  mitra!  y  degeneración  grasosa  del  corazón  son  también 
objeto  de  lección  en  cátedra.  En  la  consagrada  á  la  hiposistolia,  sus- 
cribo sin  reservas  la  indicación  de  la  atmiatría  respiratoria  cuando  el 
proceso  cardíaco  es  funcional  y  sintomático  de  afecciones  crónicas 
bronco-pulmonares  obliterantes  ó  siquiera  estenosantes ;  pero  en  cam- 
bio no  puedo  ver,  como  el  Dr.  Vallejo  Lobón,  las  ventajas  del  mace- 
rado de  digital  sobre  las  digitalínas,  pues  en  los  casos  que  se  desea 
rapidez  de  acción  cardio-motora,  siempre  resulta  preferible  la  digita- 
lina  cristalizada  Nativelle  á  todos  los  preparados  digitálicos.  Como 
tónico  del  corazón  (aparte  otros  agentes  farmacológicos,  opoterápicos 
y  físicos),  es  recomendable  también  la  misma  digitalina  (con  dosifica- 
ción distinta);  pues  con  su  uso  se  hacen  más  evitables  las  perturbacio- 
nes gástricas  y  la  acumulación  que  otras  preparaciones  de  digital 
fácilmente  determinan. 

Las  lecciones  clínicas  sobre  las  pericarditis  primitivas  y  aneurismas 
de  la  aorta  encierran  muchas  enseñanzas.  Entre  los  elementos  etio- 
lógicos  de  las  primeras,  coloca  el  Dr.  Vallejo  Lobón  el  frío.  A  mi  jui- 
cio, que  opoyo  en  la  experimentación  de  Arsonval  y  Charrin,  este 
agente  puede  sólo  figurar  como  causa  premotriz,  perturbando  espe- 
cialmente el  metabolismo  de  las  células  linfáticas  y  originando  un 
estado  de  disposición  que  podríamos  llamar  bacterícola. 

En  la  terapéutica  de  los  aneurismas  aórticos,  á  pesar  del  poco 
resultado  obtenido  en  el  enfermo  objeto  de  la  conferencia  clínica, 
recomienda  con  interés  el  snero  gelatinizado,  substancia  que  efectiva- 
mente es  considerada  hoy  como  tipo  de  la  medicación  coagulante. 

A  las  enfermedades  dd  aparato  respiratorio  consagra  el  Dr.  Vallejo 
Lobón  la  siguiente  sección  de  su  libro.  Trata  en  ella  de  tres  casos  de 
bronquitis  aguda;  un  caso  de  pneumonia  fibrinosa,  modificada  con 
gran  éxito  por  el  suero  antidiftérico ;  dos  casos  de  tuberculosis  inci- 
piente y  cinco  de  tuberculosis  crónica  ulcerosa ;  un  caso  de  pleuresía 
seca  y  otro  de  pleuritis  sero-febrinosa.  En  su  notable  conferencia  en 
cátedra  sobre  el  diagnóstico  precoz  de  la  tuberculosis,  dice,  con  gran 
acierto,  que  hoy  sabemos  ya  prescindir  de  muchos  medicamentos  in- 
útiles, y  que  con  las  prescripciones  higiénico-dietéticas  y  algunos  recur- 
sos farmacológicos  y  bacterioterápicos  (sueros  inclusive),  podemos  aspi- 
rar á  la  curación  de  algunos  tuberculosos,  que  de  otro  modo  morirían, 


734  Repista  critica  bibliográfica 


indudablemente,  á  consecuencia  de  este  proceso  pulmonar.  Al  tra- 
tarse del  valor  diagnóstico  del  análisis  bacterioscópico  de  los  esputos, 
quizás  se  hubiera  podido  ag-regar  que  contribuye  también  poderosa- 
mente á  la  indicación  terapéutica,  pues  según  cual  sea  la  caracterís- 
tica de  la  flora,  única  (de  tal  ó  cual  evolución  del  bacilo  de  Koch),  ó 
asociada  (pneumococos,  estafilococos,  etc.),  así  debe  ser  distinto  el 
agente  vaccino  ó  sueroterápico  que  se  emplee.  El  Dr.  Vallejo  Lobón 
tía  usado  solamente  el  tratamiento  de  Landerer  (hetol)  en  los  enfermos 
hospitalizados  en  sü  clínica,  y  aunque  éste  sea  recomendable  por  su 
acción  leucocitósica,  los  sueros  y  la  tuberculina  Marechal,  no  sólo  la 
poseen  en  mayor  grado,  sino  que  además  tienen,  probablemente,  pro- 
piedades bacteriolíticas  ;  de  todos  modos,  y  lo  repito,  debe  investigarse 
antes  si  hay  ó  no  simbiosis  microbiana,  para  fundar  debidamente  el 
tratamiento. 

En  un  todo  conforme  con  el  autor  en  el  concepto  que  emite  de  la 
herencia  y  predisposición  ;  pero  no  puedo  admitir,  en  cambio,  que  los 
crugidos  y  la  sub-crepitación  caractericen  el  primer  período  evolutivo 
de  la  fimia  pulmonar.  En  esta  fase  de  germinación,  aparte  síntomas 
generales,  como  la  hipotermia  matinal,  entre  ellos,  y  otros  locales, 
que  no  he  de  enumerar  aquí,  sólo  se  perciben,  con  la  auscultación,  alte- 
raciones del  ritmo  respiratorio.  Entonces  es  cuando  tienen  también 
gran  valor  los  datos  que  pueden  suministrarnos  la  pneumometría  y  el 
análisis  químico  del  aire  expirado.  Otro  reparo  tengo  que  oponer  al 
ilustrado  Dr.  Vallejo  Lobón  respecto  al  diagnóstico  diferencial  de  la 
tuberculosis  larvada  de  tipo  anémico  y  la  clorosis,  cuando  afirma  (como 
dato  semeiótico),  q^ue  en  las  cloróticas  se  conserva  el  panículo  adiposo  y, 
en  cambio,  las  eníermas  tuberculosas  están  demacradas:  pues  hay  fími- 
cas  pulmonares  gruesas. 

No  puedo  extenderme  como  quisiera  en  el  examen  de  esta  sección 
de  la  obra,  que,  como  toda  ella,  ha  de  enseñar  mucho  á  quien  con  de- 
tención la  lea;  pero  sí  debo  decir  que  entre  los  puntos  prácticos  trata- 
dos, el  consagrado  á  diferenciar  la  pleuresía  con  derrame  de  la  enfer- 
medad de  Grancher,  revela  por  su  dilucidación  condiciones  clínicas  de 
consumado  maestro. 

Se  ocupa  luego  en  las  enfermedades  del  aparato  digestivo,  cuya 
enseñanza  constituye  una  verdadera  novedad  en  nuestra  Facultad  de 
medicina.  En  efecto  :  practicar  en  la  clínica  análisis  de  juegos ;  bus- 
car por  la  eliminación  renal  de  ciertas  substancias  la  potencia  motora 
del  aparato  digestivo...  lo  hacen  distinguidos  especialistas  en  nuestro 
país,  pero  á  los  alumos  ni  siquiera  se  les  iniciaba  en  todo  ello.  Desde 
larga  fecha  se  daba  esta  enseñanza  en  las  clínicas  de  Ewald  y  Boas,  de 
Berlín. 

La  conferencia  sobre  un  caso  de  tetania  en  un  enfermo  gastro- 
ectásico  es  muy  notable  desde  el  doble  punto  de  vista  de  la  fisiología 
patológica  y  química  biológica.  La  dedicada  á  la  antisepsia  del  tubo 
intestinal  es  un  trabajo  acabado  de  clínica  terapéutica.  Tiene  mucha 
razón  el  autor  cuando  dice  que  los  antisépticos  químicos  no  sirven 
para  aseptizar  el  intestino  y  sólo  son  útiles  para  completar  y  conservar 
la  aseptización  obtenida  con  los  purgantes,  como  también  en  colocar 
en  primer  término  á  los  preparados  mercuriales. 

Las  enfermedades  de  los  ríñones  ocupan  la  última  sección  del  pri- 
mer velumen. 

Un  caso  de  nefritis  crónica  en  período  atrófico  y  otro  de  nefritis 
sub-aguda,  cuya  evolución  se  inició  con  posterioridad  á  una  dermatitis 
pustulosa,  son  estudiadas  en  la  enfermería  y  luego  objeto,  en  cátedra, 
de  dos  hermosas  conferencias.  El  profesor  se  ocupa  en  ellas,  en  pri- 
mer término,  de  la  patogenia  de  ambas  formas  de  nefropatías,  luego 


Formulario  y  tratamientos  modernos  735 


de  los  síntomas  extra-renales  de  mayor  importancia  (deteniéndose 
principalmente  en  los  vasculares  y  cardíacos),  para  terminar  con  una 
somera,  aunque  completa,  enumeración  de  los  medios  para  su  trata- 
miento. 

Por  la  rápida  exposición  que  he  hecho  de  todo  lo  que  integ-ra  esta 
obra,  se  comprende  cuan  justificado  queda  cuanto  al  principio  consigné 
sobre  los  méritos;  que  la  avaloran,  y  además,  que  no  hay  antagonismo 
ni  puede  haberlo  entre  los  antiguos  y  modernos  dogmas  de  la  medi- 
cina, puesto  que  en  esta  ciencia,  como  en  todas,  se  cumple  siempre  la 
ley  formulada  por  el  insigne  Hegel. 


NOTICIA  CIENTÍFICA 


Peste  bubónica :  sueroterapla.  —  En  el  2.**  Congreso 
médico  latino-americano  (Buenos  Aires,  1904),  el  Dr.  Alonso  Uballes 
deduce  de  sus  estudios  : 

1.**  La  sueroterapia  es  el  tratamiento  más  seguro  y  eficaz  para  la 
curación  de  la  peste  bubónica.  Para  que  esta  medicación  dé  resulta- 
dos, es  necesario: 

a)  Que  las  dosis  de  suero  sean  elevadas:  80  á  100  cm'  de  suero 
Yersin ; 

bj  Que  sean  frecuentemente  repetidas  (6,  12  y  24  horas),  según 
la  gravedad  y  el  momento  de  la  enfermedad ; 

c)    Que  la  vía  preferida  sea  la  endovenosa. 

2,^  Esta  medicación  no  contraindica  el  uso  de  los  remedios  que  el 
estado  del  enfermo  pueda  reclamar. 

3.**  En  estas  condiciones  la  seroterapia  antipestosa  da  sensible- 
mente los  mismos  resultados  que  la  seroterapia  antidiftérica  fZa  Se- 
mana médica J.  —  (Cebeira  Rey.) 


FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS    MODERNOS 


CCXI.  —  Dieta  láctea :  modos  de  hacerla  soportable 

Tomando  ciertas  precauciones,  opina  Robin  que  el  reprimen  lácteo  pue- 
de imponerse  á  los  individuos  más  refractarios  (Maladies  de  Vestomac), 

Se  da  con  la  leche  una  ó  dos  cucharadas  de  agua  de, cal.  y  antes  de  aqué- 
lla, ó  una  gota  de  láudano  con  un  poco  de  agua,  ó  tres  gotas  de  esta  mix- 
tura : 

Solanina 0*10  á  0*20  gramos 

Acido  sulfúrico  diluido es.  para  disolverla 

Picrotonina O'Ol  gramos 

Clorhidrato  de  cocaína 0'03       » 

»  de  morfina 0'03       » 

Sulfato  neutro  de  atropina     ....  O'Ol        » 

Ergotina  de  Bonjean 1  » 

Agua  destilada  de  laurel  cerezo.    .    .  12  » 

Después  de  la  leche  ordena  una  cucharadita  de  elixir  de  pepsina  ó  0'50 
gramos  en  un  sello  y  que  el  enfermo  se  extienda  sobre  un  diván,  en  donde 
permanecerá  completamente  inmóvil  durante  media  hora  poniéndole  paños 
calientes. 


73^  Formulario  y  tratamientos  modÉrnot 


Con  las  tomas  1.*,  3.'  y  5.*  de  leche  ingerirá  uno  de  los  papeles  siguien- 
tes, diluido  en  agua  : 

Polvo  de  belladona 0*06  gramos 

Lactosa 6  » 

Oleosacarina  de  menta  piperita      ...  0*20        » 

Bicarbonato  sódico ^  aa  4  » 

Magnesia  calcinada / 

Bicarbonato  de  cal  precipitado    ....  6  » 

divídase  en  doce  papeles. 

Si  la  digestión  de  la  leche  se  acompaña  de  formación  abundante  de  ^a^tf^, 
recomienda  en  medio  de  cada  toma  una  cucharada  de : 

Fluoruro  de  amonio 0'20  gramos 

Agua  destilada 300  » 

Si  hay  crisis  dolorosas,  calambres,  acideces,  pirosis,  etc.,  entre  toma  y 
toma,  debe  tomar  el  enfermo  inmediatamente  este^o/ro  de  saturación: 

Lactosa "  1        gramos 

Magnesia  calcinada 2*50         » 

Subnitrato  de  bismuto    .    •     .     x  oo  n«BA         v^ 

Carbonato  de  cal  precipitado  .     ./  **•  "  °"         * 

Codeína O'OOSáO'Ol  » 

Bicarbonato  sódico 1  » 

Si  la  leche  produce  diarrea,  6  se  aumenta  la  cantidad  de  subnitrato  de  la 
fórmula  anterior,  ó  se  da  después  de  cada  toma  una  tacita  de  infusión  muy 
caliente  con  1*50  gramos  de  raíz  de  fresal  silvestre  ó  uno  de  estos  bolos  : 

Diascordio \  .,„      .  ^»««,«o 

Subnitrato  de  bismuto J  *^-    *  ^ra^^s 

para  16  bolos ;  y  si  no  bastan  estos  medios,  tómese  en  medio  de  cada  toma 
de  leche  una  pildora  compuesta  de  : 

Extracto  de  bistorta 

»        de  ratania 

Diascordio 

Polvo  de  siete  en  ranm 

»     de  cachuiide 

Si  produce  astricción  de  vientre,  auméntese  la  magnesia  y  mengüese  el 
subuitratA  de  la  fórmula  antes  expuesta,  y  si  no  es  suficiente,'dese  una  ó  dos 
pildoras  con  la  última  toma  de  leche  de  esta  fórmula  : 

Aloes  del  Cabo 2     gramos 

Resina  de  Jalapa \ 

»      de  escamonea Jaa.  1  » 

Turbit  vegetal ) 

Extracto  de  belladona *    ^  ^.,- 

»       de  beleño ^  aa.  u  lo       » 

Jabón  amigdalino es. 

para  50  pildoras  (ÍV 

No  se  distingue,  en  verdad,  esta  terapéutica  por  lo  sencilla. 

CCXIL  —  Vómitos  inooeroibleí  del  embarazo :  tratamiento 

OehlschUiger,  de  Dantzig,  los  ha  dominado  en  todos  los  casos  con  : 

Tintura  de  nuez  vómica  al  1  por  10 3  gramos 

Bicarbonato  sódico 8    .    » 

Jarabe  de  canela 30       » 

Agua  destilada 150       » 

Una  cucharada  cada  «los  ó  tres  horas. 


(l  I     Jouiviíi/  de  Mcd.  ut  de  (fitr.  pra tiques. 


aa.    0*05  gramos 


j 


Formulario  y  tratamiento»  modernos  737 


Monin,  de  Lyon,  recurrió  con  igual  éxito  á  estos  medicamentos,  pero  h 
mayor  dosis  (1). 

CCXIII.  —  Naroll:  estadio  faxmaoodinámioo 

La  narceína,  uno  de  los  alcaloides  somníferos  del  opio,  es  poco  usada,  á 
pesar  de  su  valía,  por  ser  difícil  obtenerla  pura,  por  ser  muy  escasa  en  el 
opio  (apenas  0'02  por  100),  por  ser  muy  cara  y  por  su  poca  solubilidad. 

Grémy  ha  vencido  estas  dificultades  preparando  por  vía  sintética  la  etil- 
narceína,  que  es  un  producto  estable,  puro  y  soluble,  más  activo  que  la  nar- 
ceína como  ocurre  siempre  que  el  grrupo  etil  se  fija  en  varios  cuerpos  y  es- 
pecialmente en  los  alcaloides,  sesrun  la  ley  general  formulada  por  Noé.  Tal 
ocurre  con  la  morfina  y  sus  derivados,  sobre  todo  con  la  dionina:  así  Mayor 
ha  reconocido  que  la  heroína  (clorhidrato  de  diacetilmorfina)  es  más  peli- 
grosa que  la  morfina,  mientras  que  la  codeína  (metilmorfina)  y  la  dionina 
(Clorhidrato  de  etilmorfina)  lo  son  mucho  menos.  Era,  pues,  de  esperar  que 
la  etilización  de  la  narceína  se  revelaría  ventajosamente  en  esta  substancia, 
ya  de  por  sí  superior  á  la  morfina  por  sus  propiedades  somníferas,  anties- 
pasmódicas,  analgésicas  y  anexosmóticas  y  sin  los  inconvenientes  de  la 
misma. 

Con  la  etilnarceína  ha  preparado  Grémy  el  clorhidrato  de  etilnarceína, 
el  narcil,  que  es  todavía  más  soluble  que  la  base. 

De  los  estudios  de  Noé  se  deduce,  ante  todo,  que  á  dosis  terapéuticas  no 
tiene  los  inconvenientes  de  la  morfina :  náuseas ,  vómitos ,  astricción  de 
vientre,  mengua  de  la  diuresis ;  que  es  un  poderoso  modificador  de  la  exci- 
tabilidad refleja,  de  preferencia  en  los  casos  de  tos,  sea  cualquiera  su  natu- 
raleza, con  la  gran  ventaja  de  no  crear  obstáculos  á  la  expectoración  ;  que, 
por  lo  mismo,  es  de  aplicación  útilísima  en  los  niños,  tftn  sensibles  á  otros 
derivados  del  opio,  y  por  modo  especial  en  la  coqueluche  y  en  toda  suerte 
de  toses  en  general ;  y  que  es  un  analgésico  de  valía,  usable  contra  el  dolor 
como  elemento  morboso. 

Se  prescribe  en  jarabe,  granulo.*»  y  pastillns  á  la  dosis  media  diaria  de 
seis  á  ocho  centigramos,  y  hasta  diez  en  los  casos  rebeldes.  La  dosis  media 
para  inyección  hipodérmica  es  de  dos  centigramos  por  día  y  hasta  de  cua- 
tro á  cinco  si  fuere  menester  (2). 

CCXIY.  —  Teooina  :  aooión  flsiolóffioa 

Este  nuevo  diurético  ha  sido  objeto  de  un  detenido  estudio  por  el  doctor 
H.  Dreser. 

De  las  bases  purínicas  es  la  más  enérgica.  No  sólo  aumenta  la  elimina- 
ción del  agua,  sino  la  de  todos  los  elementos  en  ella  disueltos,  de  preferen- 
cia las  sales  y  sobre  todo  el  sodio  (Katsuyama) ;  lo  mismo  hace  si  se  supri- 
me el  agua  de  bebida ;  continúa  en  abundancia  la  salida  de  sales. 

Elimina  cuatro  ó  cinco  veces  más  agua  que  la  paraxantina  y  su  efecto  es 
también  mucho  más  persistente. 

Está,  pues,  indicada  en  las  hidropesías  y  su  empleo  en  estos  casos  esmíis 
racional  que  el  de  los  diuréticos  salinos  y  las  infusiones  de  té  diurético  ó  de 
grama  que  sólo  producen  diuresis  acuosa  (3). 

CCXV.  —  Aoido  nuoleinioo :  un  empleo  en  la  anemia  grtLve 

Tabozzi,  de  Ñapóles,  ha  seguido  en  un  caso  de  anemia  infantil  grave  las 
diversas  modificaciones  que  este  ácido  determina  brevemente  en  la  hemo- 
globina y  en  los  glóbulos  rojos.  L'>s  experimentos,  continuados  durante 
dos  meses,  fueron  hechos  con  el  rkomnol,  producto  cuya  base  es  el  ácido 
nucleínico  puro. 

La  enfermedad,  que  databa  de  largo  tiempo  y  no  coincidía  con  lesiones 
orgánicas  apreciables,  se  caracterizaba  por  ias  siguientes  cifras: 

Hemoglobina 57  por  100  (Fleisch) 

Glóbulos  rojos 3.100,000 

»         blancos 15,000 

Había,  además,  células  eosinófilas. 

(1)  Ga^.  des  Se.  méd.  de  Bordeaux. 

(2)  A  rchives  gen.  de  Midecine. 
('i)    Berlín.  Kíin.  Wochens. 


7J*  Formulario  y  tratamuntos  modernos 


A  la  sexta  semana  había  : 

Hemog-lobina 82  por  100 

Glóbulos  rojos 4.132,000 

»        blancos 10,000 

El  estado  general  estaba  notablemente  mejorado  {1). 

CCXVI.  —  Torio  :  aplicaclonei  terapéuticas 

Tracy,  fundándose  en  las  propiedades  antifermentescibles  de  este  metal, 
propone  usarlo  : 

En  inhalaciones»  ya  con  la  solución  de  nitrato  de  torio,  ya  con  los  vapores 
que  se  desprenden  calentando  el  óxido  en  baüo  de  arena; 

Tópicamente,  contra  las  dermatosis  crónicas,  sobre  todo  las  parasitarias, 
en  forma  de  pasta  con  un  25  por  100  de  metal ; 

Como  agente  radioactivo,  menos  activo  que  ei  radio  y,  en  cambio,  más 
soportable  y  de  aplicación  más  duradera.  En  su  concepto,  las  inhalaciones 
mantienen  el  pulmón,  haciéndolas  en  días  alternos,  constantemente  en  es- 
tado radioactivo  y  antiséptico  (2). 

OCX  Vil.  —  Extracto  de  qaina:  incompatibilidades. 

Las  soluciones  de  este  extracto  son  incompatibles  con  los  antipiréticos 
(antipirina,  piramidón,  canforato  de  piramidón,  exalgina,  cairina):  lostani- 
nos  de  la  corteza  producen  un  precipitado  blanquecino,  que  aparte  del  mal 
aspecto  del  preparado,  revela  cambios  químicos  de  alguna  importancia  (7). 

CCXYlll.  ^  Iicvadura  de  cerveza :  procedimientos  para  su 
conservación 

Si  se  la  deseca  poco  á  poco,  son  atacados  los  organismos  y  la  zimasa.  re- 
sultando un  producto  inútil,  que  pone  en  claro  los  fracasos  terapéuticos. 
En  cambio,  si  se  mata  rápidamente  la  levadura  con  una  substancia  química, 
y  la  acetona  parece  ser  el  mejor  microbicida,  la  zimasa  se  conserva  en  bue- 
nas condiciones  y  hace  fermentar  el  azúcar  intensa  y  rápidamente. 

Este  último  producto  es  un  polvo  blanco,  estéril,  que  no  pierde  su  poder 
fermentescible  hasta  largo  tiempo  después  de  preparado  (3). 

CCXIX.  —  Acetol :  composición 

Este  nuevo  remedio,  muy  aconsejado  contra  la  cefalalgia,  se  compone  de: 

Éter  acético 15  gramos 

Esencia  de  corteza  de  naranja 3  gotas 

»        de  tomillo 3      » 

»        de  serpol 3      » 

»       de  clavos 3      » 

»       de  espliego 3      » 

»       de  limón 6      » 

»       de  romero 7      » 

»       de  bergamota 10      » 

Mentol 5  gramos 

Alcohol  absoluto 150      » 

CCXX.  —  Insomnio :  tratamiento  con  el  isopral 

Según  Impens,  el  isopral  es  el  alcohol  tricloro-isopropílico.  Cristaliza 
en  prismas,  es  fusible  á  49^  sublimable  á  la  temperatura  ordinaria,  soluble 
en  el  alcohol,  éter  y  agua,  si  bien  en  ésta  lo  es  menos  que  el  clorat,  pero  lo 
bastante  (3'39  por  100)  para  que  sea  pronto  absorbido,  de  olor  de  alcanfor, 
de  sabor  aromático  ligeramente  irritante  y  que  en  contacto  con  los  álcalis  y 
sometido  al  calor  pierde  por  completo  el  cloro  sin  producirse  cloroformo. 

Puesta  una  gota  sobre  la  lengua,  determina  una  sensación  de  quema- 
dura, seguida  dé  insensibilidad  del  punto  tocado. 

Su  acción  hipnótica  parece  ser  menos  intensa  que  la  del  doral,  á  cuyo 
poder  tóxico  tampoco  llega  (4). 
Db.  Rodríguez  Méndez 

(1)  Le  mois  thérapeutique. 

<2)  The  medical  Record. 

(3)  Repert.  de  Pharm. 

(4)  Terap.  Monats. 


PUBLICACIONBS  RECIBIDAS 


laeooiones  lobre  la  aooión  de  los  medioamentoi,  por  Lauder  Brunton. — 
De  la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácti- 
cas. —  Cuadernos  1."  y  2.'*—  Madrid,  1904.  —  Tres  pesetas  cuaderno. 

Estadio  sobre  anestésicos  locales  en  Odontolcsria.}  por  D.  Tirso  Pérez.— 
Madrid,  1904.  —Tres  pesetas.  — Dos  ejemplares. 

Un  caso  de  retinitis  oirolnada,  ateroma  de  loa  vaios  retiñíanos  é 
inomstación  de  sales  en  la  retina,  por  el  Dr.  Manuel  üribe  Troncoso.— 
México,  1904. 

Tratado  de  Dermatologria ,  Biflliosrrafia  y  Enfermedades  venéreas, 
escrito  para  uso  de  médicos  y  alumnos  de  Medicina  por  el  Profesor  Dr.  Ed- 
mundo Lesser.  Traducido  de  la  décima  edición  alemana  por  los  doctores 
D.  Gil  Saltor  y  Lavail  y  D.  José  María  Biada.  — Ilustrado  con  profusión 
de  grabados.  —  Salvat  y  C,  Mallorca,  294.  —  Cuaderno  22  (último). 
Barcelona,  1903.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  elemental  de  ciinioa  terapéntioa,  por  el  Dr.  Gastón  Lyon, 
Jefe  de  Clínica  médica  de  la  Facultad  de  Medicina  de  París,  traducido  de 
la  5.*  edición  francesa. —  Formará  dos  tomos  de  4."  mayor  y  aparecerá 
en  cuadernos.  —  Salvat  y  C,  S.  en  C,  editores.  Cuadernos  1.°.  2.°,  3.^  4.** 
y  5.°  —Dos  ejemplares. 

Tratado  elemental  de  Terapéntioa.  Materia  médioa  y  FarmaoologriA, 
por  el  Dr.  A.  Manquat.  —Quinta  edición  francesa  revisada  y  aumentada 
con  los  más  recientes  estudios,  traducida  al  castellano  por  el  Dr.  J.  Coro- 
minas  y  Sabater.  —  Formará  dos  tomos  en  4."  menor  y  se  publica  por 
cuadernos  de  80  páginBs.- Salvat  y  C.*,  S.  en  C.  editores.  —Cuadernos 
l.°,  2.°  y  S.""- Barcelona,  1904.  —  Una  peseta  cuaderno.  — Dos  ejemplares. 

Compendio  de  Fielologria.  por  E.  Hedon,  Catedrático  de  Fisiología  de  la 
Facultad  de  Medicina  de  Montpellier.  — Traducción  de  la  cuarta  edición, 
corregida  y  aumentada.  —  Obra  ilustrada  con  191  figuras.  — Formará  un 
abultado  tomo  en  8."— Se  publica  por  cuadernos  de  80  páginas.  — Salvat 
y  es.  ene,  editores. —Cuadernos  1.",  2.° y  3.°— Barcelona,  1904.— Una 
peseta  cuaderno.  —  Dos  ejemplares. 

Beonerdo  apologrétioo  del  Dr.  D.  Asrnitin  Iñ.^jti.  — Discurso  leído  por 
el  Dr.  D.  Francisco  Reig  y  Pastor,  en  el  acto  de  la  apertura  de  curso  del 
«Instituto  médico  valenciano»  el  día  22  de  octubre  de  1904.  — Valen- 
cia, 1904. 

Prodnotos  farmaoéntioos  de  las  Farbenfabriken,  vorm.  Friedr.  Ba- 
yer  et  Co.,  Elborfeld.  — 1904. 

Inetrnooione  populare  anti-aloohólioai.  Bosqueig  de  vulgarisació  higie- 
nich-social,  por  N.  Duran  Desumvila.— Barcelona,  190i.— Dos  ejemplares. 

Memorias  de  la  Real  academia  de  Ciencias  y  Artes.  —  Tercera  época 
Yol.  IV.  n.""  40.  —  El  Iilobreg'at :  me  onenoae  alta,  mediana  y  baja, 
y  obras  indispeneableí  qne  hay  qne  realizar  en  ellas,  para  oon- 
■esrnir  qne  las  innndaoiones  sean  oada  vez  menos  temibles  y  las 
aginas  normales  más  constantes,  oon  aumento  de  riqueza  públioa 
y  particular,  por  D.  Rafael  Puig  y  Valls.  —  Vol.  V.  n.°  1.  — C&loulo 
de  la  long^itud  groogrráfloa  por  medio  de  las  distancias  lunares; 
su  pasado,  su  presente  y  su  porvenir,  por  D.  José  Ricart  y  Giralt.— 
Barcelona.  1904. 

IiO  olimat  du  littoral  méditerranéen.  8es  caracteres,  sa  formule, 
ses  applioations  thérapeutiques.  —  Rapport  presenté  á  la  «Société 
medícale  du  littoral  méditerranéen»,  par  la  Dr.  Pégurier. — Monaco,  1904. 

Guia  médioa  de  los  accidentes  del  trabajo,  por  el  Dr.  Carlos  Waibel. 
Traducción  directa  del  alemán,  por  D.  Rafael  del  Valle  y  AldalDalde.— De 
la  Biblioteca  económica  de  la  Revista  de  Medicina  y  Cirugía  prácticas. 
Preciados.  33,  bajo.  — Madrid,  1904.  — 8  pesetas.  — Otro  ejemplar. 

Fisiología  humana,  por  el  Dr.  Luigi  Luciani.  Versión  castellana  por  el 
Dr.  P.  Ferrer  Piera,  bajo  la  dirección  y  notas  bibliográficas  del  doctor 
D.  Rafael  Rodríguez  Méndez.  —  Editores  :  Antonio  Virgili,  Sociedad  en 
comandita,  Rosellón  ,  106.  —  Cuaderno  36.  —Barcelona,  1903.  —  ün 
cuaderno  de  40  páginas,  una  peseta.  —  Dos  ejemplares. 

Tratado  de  Medicina  ciinioa  y  Terapéutica,  publicado  bajo  la  direc- 
ción de  W.  Ebstein  y  redactado  por  los  doctores  W.  Ebstein  y  J.  Scbalbe, 


740 


Estudios  demográjicos  de  Barcelona 


con  la  colaboración  de  eminentes  profesores.  Traducido  directamente  al 
castellano  por  el  Dr.  D.  José  Góng-ora  y  Tufióu.  —  José  E^pasa,  editor, 
calle  de  las  Cortes,  579.  —  Cuadernos  107  y  108.  —  Barcelona,  1904.  —  Una 
peseta  cuaderno.  —  Dos  eiemplares. 

Manual  de  Patolog*ia  externa,  por  B.  Forgue. — Traducido  por  el  Dr.  J.  B:^ 
pasa  y  Escayola,  con  un  Prólogo  del  Dr.  Gil  Saltor  y  Lavall.  —  Con  multi- 
tud de  grabados  intercalados  en  el  texto  en  negrro  y  en  colores.  —  Se 
publica  por  cuadernos  de  64  pnginas,  á  una  peseta  el  cuaderno.  —  José 
Espasa,  editor,  Cortes,  579.  —  Cuaderno  25.  —  Barcelona,  1904.  —  Dos 
ejemplares. 

Qnatre  oas  de  aardlté  déjá  anoienne  traites  sana  snocés  á  plnsienrs 
reprlses.  Diag^nostio  des  lacnnes  andltlves  an  moyen  des  dia- 
pasons.  Béédnoation  physlologriqne  de  Toreille,  par  le  Dr.  Marcel 
Natier.  —  Avec  4  figures.  —  París,  1904. 

Ita«sardlté.  Son  traitement  par  les  ezer elees  aconstlqaes  an  moyen 
des  diapasons.  Réédnoatlon  physlologiqne  de  l'orellle.— Pa- 
rís, 1904. 

I-a  hifflene  del  trabajo,  por  el  Dr.  J.  García  del  Moral.  — Falencia,  1904. 

Periódicos:  Revista  de  la  Esonela  de  Mediolna  de  la  Habana— Pu- 
blicación mensual.  —  Comité  de  Redacción:  Suárez,  Casariego,  Grau. 
Jaboadela.  —  Kscuela  de  Medicina,  Habana. 


Suma  anterior. 


Digestí 

va.  . 


estudios  demogpáfleos  de  Bapcelona 

POR  EL 

Dr.  D.  Luis  Comengií 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  durante  el  mes  de  noviembre  de  1904 

I.  — iNFRCCIONRfl 

Coqueluche 

Difteria 

Disentería 

Escarlatina 

Erisipela 

Eclampsia  .  .     . 

Fiebre  tifoidea 

Gangrena 

Influenza 

Lepra 

Otras  infecciones  .... 

Paludismo 

Reumatismo 

Sarampión 

Septicemia  puerperal     .     . 
Id.  quirúrgica  .     . 

Sífilis 

Tétanos 

Tuberculosis 

Viruela 


Total. 


3 
1 

1 
1 
I 
1 

25 
2 
O 
O 
9 
O 
1 

2 
8 
3 
5 
3 
127 
45 

260 


II. 


—  Otras  infkociünks  y  padboi- 

MIBNTOS    DK    NATURALKZA    NO   DH- 

TBRMiNADA  ( por  aparatos  y  sis- 
temas). 

eircula-\^'^^^^^^^ ^^ 

.     .     \     .  O 


torio. 


¡Corazón 
Venas 


Suma  y  sigue. 


143 


/  Boca 

\  Estómago  .  .  . 
,  Intestinos  .  .  . 
i  Otros  anexos  .  . 
.  Peritonitis  .  .  . 
/?-*e*nV/í   (Bronquiales  (At»ci« 

Í0710.  .(puinj5n  y  pieurn. 
Cerebro  y  médula.  .  .  . 
Genital  femenino .     .     .     . 

Meninges 

Urinario 

Red  linfática 


Total. 


143 
u 
13 
88 
23 
i  O 

49 

88 

15 

115 

I 

4'7 

34 

ti 

626 


III.  —  Otros  y  acoidbntks 

Accidentes 

Alcoholismo 

Distrofias  coustitucfouu.e».     . 

Esclerema 

Falta  de  desarrollo    .... 

Intoxicación 

Neoplasmas 

Senectud  

Sin  diagnóstico 

Total ~ 

Total  de  defunciones  .     .    .     . 

Total  de  nacimientos ....  1 
Abortos 


Tomo  ZXVII.    Ntm.  24    Barcelona  31  diolemtre  1901    Afio  ZXVII.    Ntm.  660 

(jACetá  Médica  Catala]^a 

SUMARIO :  Anteproyecto  de  reforma  de  beneficencia  en  Barcelona.  Defensa  de  la  vida  en  la  vía 
pública,  por  el  Dr.  D.  OuUlermo  López.  —  La  doctrina  de  Flechsig  sobre  las  zonas  percep- 
tivas y  las  zonas  asociativas,  por  el  profesor  L.  Bianchí,  por  el  Dr.  Oalceráiji  Granes.  -^ 
Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  diez  y  ocho  años.  Consejos  de  un  medico  (conclusión), 
por  el  Prof.  Foumler.  —  Rkvista  crítica  bibi.ioghAfica,  Neurología,  por  el  Dr.  A.  Galce- 
ran  Oranés.  —  Noticia  científica  :  Convulsiones  epilepti formes  tónicas  y  clónicas  (Sitio  de 
las),  por  el  Dr.  Rodríguez  Méndez.  -  Formulario  y  tratamientos  mohernon,  por  el  doc- 
tor Rodrigruez  Méndez.  —  Sección  oficiai  :  Société  internationale  de  la  tuberculosa  — 
XV  Congreso  internacional  de  Medicina  ( Lisboa,  19-26  de  abril  de  Í90G).  —  Nuestra  coRHBSPo^- 
DE.vciA  CON  la  prensa. — Esiudíos  demogriñcoA  de  Barcelona ,  por  el  Dr.  D.  Luis  Comenge.— 
índice  de  autores.  —  Índice  de  materias.  —  índice  de  grabados. 


Anteproyecto  de  reforma  de  beneftcencla  en  Barcelona 


Defensa  de  la  vida  en  la  via  piibliea 

POR    BL 

Dr.  D.  Guillermo  López 
Preámbulo  y  eiqaema  diiposltivo 

La  vida  del  ciudadano  en  la  vía  pública  no  está  en  Barcelona  ga- 
rantida. La  defensa  contra  los  accidentes  del  trabajo  y  toda  suerte  de 
traumatismos,  casuales  ó  criminales,  no  corresponden  en  nuestra  ca- 
pital á  la  altura  de  la  urbe  ni  corre  parejas  con  los  progresos  de  la  ci- 
rugía y  medicina.de  urgencia  de  los  modernos  tiempos. 

Los  dispensarios  y  casas  de  socorro  carecen  de  la  base  técnico-cien- 
tífioa  que  es  preciso  exigir  en  ellos,  si  se  quiere  que  se  cumpla  á  con- 
ciencia la  misión  científica  y  humanitaria  á  ellos  encomendada. 

Barcelona  no  tiene  hospital  especial  para  heridos  del  trabajo,  en 
donde  los  soldados  de  la  industria  y  del  comercio  encuentren  todas  las 
garantífis  de  poder  ser  restituidos  al  trabajo  sin  que  se  les  exponga  al 
contagio  de  otras  enfermedades;  Barcelona  no  puede  ni  debe  tolerar 
por  más  tiempo  que  los  obreros  vayan  á  recobrar  su  salud  dentro  de 
un  ambiente  como  el  hospital  de  la  Santa  Cruz,  que  tantos  servicios  ha 
prestado  á  la  humanidad  doliente,  pero  en  donde  se  hallan  encharca- 
dos toda  suerte  de  procesos  morbosos  :  el  cáncer,  la  tuberculosis  de  los 
huesos,  pulmón  y  demás  órganos  y  tejidos,  sumándose  á  estos  prototi- 
pos de  las  infectivas  crónicas  las  endémicas  agudas  que  reinan  en^l 
antiguo  nosocomio  de  Barcelona. 

Es  preciso,  es  indispensable,  si  en  Barcelona  queremos  pasar  por 
hombres  de  cultura  y  de  corazón,  que  la  especialidad  más  delicada  de 
la  cirugía,  como  es  la  traumatología,  encuentre  digno  albergue  en  un 
hospital  especial.  No  debemos  permitir  por  más  tiempo  que  el  obrero 
corra  el  peligro  del  contagio  después  de  haber  sufrido  un  accidente  en 
el  tra])ajo. 

Los  establecimientos  de  asistencia  pública  deben  estar  montados  de 
distinta  manera.  La  responsabilidad  de  ellos  ante  la  ciencia  y  la  hu- 
manidad no  admite  dilaciones  ni  contemplaciones.  El  Ayuntamiento 
de  Barcelona  viene  obligado  á  montar  este  servicio  como  lo  está  en  las 
primeras  capitales  del  mundo.  El  Municipio  no  puede  consentir  que 
se  ponga  una  vez  más  en  vergonzosa  evidencia  aquellas  enormes  defi- 
ciencias, de  nuestra  beneficencia  pública  al  ocurrir  aquellas  hecatom- 
bes como  la  explosión  de  la  fábrica  de  Morel  y  Murillo,  la  del  Vapor 
Exprés,  la  de  casa  Pfeiffer,  y  más  recientemente  las  bombas  del  Fo- 


74  >  Defensa  de  la  pida  en  la  pía  pública 

mentó  de  la  Producción  Nacional,  la  del  Liceo  y  la  de  la  calle  de  Cam- 
bios Viejos.  Es  menester  que  nos  aprestemos  mejor  á  la  defensa  de 
nuestros  hermanos  en  caso  de  que  los  dispensarios  y  casas  de  socorro 
tengan  que  acudir  al  auxilio  de  tantas  víctimas,  á  fin  de  que  todas 
ellas,  por  numerosas  que  fuesen,  sean  debidamente  asistidas  y  no  nos 

?[uepa  el  espantoso  remordimiento  de  enterrar  cuerpos  humanos  por 
alta  de  asistencia  facultativa,  como  ocurrió  en  aquellas  fechas,  de 
triste  recordación. 

El  Ayuntamiento  de  Barcelona  no  debe  olvidar  aquellos  hechos  y 
ha  de  hacer,  por  modo  inequívoco  y  por  todos  los  medios,  sean  los  dis- 
pensarios verdaderos  centros  dispuestos  al  menor  detalle  para  garantir 
la  vida  en  los  accidentes  de  la  vía  pública,  taller  ó  fábrica. 

Una  de  las  circunstancias  que  más  influyen  en  el  éxito  de  la  asis- 
tencia facultativa  en  los  casos  de  accidentes  quirúrgicos  fortuitos,  es 
la  rapidez  y  prontos  auxilios  que  necesitan  muchos  traumatismos  para 
salvar  la  vida  de  los  pacientes.  Esta  rapidez  de  prontos  auxilios  deja 
mucho  que  desear  en  Barcelona,  cuyas  distancias  son  ya  grandísimas. 

Es  de  tal  importancia  la  rapidez  y  manera  de  trasladar  á  los  heri- 
dos, que  de  ello  depende  solamente,  en  muchos  casos,  la  vida  de  los 
traumatizados. 

El  descuido  y  atraso  que  en  este  punto  de  beneficencia  municipal 
nos  hallamos  en  Barcelona,  es  vergonzoso.  La  defensa  de  la  vida  hu- 
mana, la  lucha  contra  los  accidentes,  debe  ser  más  atendida  por  el  Mu- 
nicipio. 

Fijémonos  algún  tanto  en  lo  oue  suele  ocurrir  cuando  alguien  su- 
fre jt^^r  accidens  una  lesión  lete,  ae  relativa  importancia  ó  importantí- 
sima: un  obrero  que  cae  de  un  andamio,  ó  es  cogido  por  una  máquina, 
ó  le  desgarra  un  miembro,  ó  se  fractura  uno  ó  varios  huesos ;  otro  que 
recibe  un  balazo,  ó  una  cuchillada.  Todos  casi  pasan  por  los  mismos 
trámites,  por  no  decir  expedienteo,  antes  de  ingresar  en  una  casa  de 
socorro,  dispensario  ú  hospital. 

Por  manos  inexpertas  y  de  la  manera  que  Dios  les  da  á  entender  se 
traslada  el  paciente  á  la  farmacia  más  próxima,  en  donde,  general- 
mente, es  recibido  á  regañadientes. 

Durante  este  primer  trayecto  de  traslado,  si  se  trata  de  fracturas 
graves,  se  producen  desgarros  de  vasos  y  nervios  y  se  determina,  mu- 
chas veces,  la  rotura  completa  del  hueso  por  falta  de  inamovilidadóde 
no  mantener  los  fragmentos  en  posición.  De  estas  nuevas  lesiones 
producidas  por  un  traslado  profano  no  se  dan  cuenta  los  heridos,  en  la 

feneralidad  de  los  casos,  porque  se  hallan,  muchos  de  ellos,  en  estado 
e  skock,  como  llaman  los  ingleses. 

Si  se  trata  de  heridos  viscerales  ó  de  grandes  hemorragias,  las  con- 
secuencias de  un  traslado  tardío  y  poco  ó  nada  hábil,  es  siempre  fatal. 

Una  vez  el  herido  en  la  farmacia,'nada  puede  ni  debe  hacer  el  far- . 
macéutico,  que  sólo  se  preocupa  de  que  desalojen  lo  más  pronto  posi- 
ble su  comercio  y  le  dejen  libre  el  acceso  á  su  establecimiento. 

A  todo  esto  el  paciente,  pálido  y  abatido  por  el  sufrimiento,  en  me- 
dio de  muchos  curiosos  y  pocos  hábiles,  ha  de  responder  al  interroga- 
torio lento,  incierto  é  inhumano  de  veinte  guardias  municipales  v 
otros  tantos  policías,  que  toman  nota  para  redactar  el  parte  de  noveda- 
des y  trasladarlo  á  sus  respectivos  jefes  y  así  vean  el  celo  desplegado 
en  este  flaco  servicio  que  se  presta'á  la  víctima,  servicio  que  se  publica 
mensualmente  en  los  periódicos  á  modo  de  honorable  estadística. 

Casi  siempre  se  presentan  uno  ó  varios  médicos,  quienes  proceden 
á  un  examen  tan  doloroso  como  inútil,  toda  vez  que  nada,  en  la  gene- 
ralidad de  los  casos,  pueden  hacer  por  falta  de  medios,  perdiéndose 
otra  cantidad  de  tiempo  precioso,  y  por  fin  se  deciden  á  ir  por  un  ca- 


Defensa  de  la  Mida  en  la  pía  pública  74^ 

rruajeópor  una  camilla  y...  nuevos  sufrimientos  y  desgarros,  más 
pérdida  de  sangre  y  más  infección  para  el  desgraciado  paciente,  víctima 
de  estas  tramitaciones  humanitario-irreflexivas  al  uso  y  por  falta  de 
reglamentación  científica. 

Todo  ello  demuestra  bien  á  las  claras  que  en  los  servicios  de^  asis- 
tencia pública  para  los  heridos  existe  un  vacío  que  está  por  llenar, 
cuyo  vacío  determina  graves  complicaciones  y  sufriüiientos  á  los  si- 
niestrados y  que  consiste  en  la  ausencia  completa  de  los  auxilios  cien- 
tíficos que  deben  prestarse  á  los  pacientes  desde  el  momento  en  que 
caen  heridos  ó  víctimas  de  otro  accidente  hasta  aquel  en  que  ingresan 
en  los  dispensarios,  casas  de  socorro  ú  hospital. 

A  la  vista  de  sangre  las  gentes  se  turban  ;  en  presencia  \ie  un  le- 
sionado que  cae  en  el  suelo  sin  sentido,  todo  es  disputarse  el  cogerlo  á 
fin  de  trasladarlo  á  una  farmacia  ó  casa  de  socorro,  sin  darse  ^cuenta 
del  daño  que  en  este  impulso  humanitario  pueden  producir  al  herido. 
En  infinidad  de  ocasiones  meten  á  los  heridos  en  cualquier  carruaje  de 
plaza,  con  lo  cual  se  aumenta  la  pérdida  de  sangre  á  cada  sacudida  y 
los  sufrimientos,  si  se  trata  de  fractura. 

Falta,  pues,  á  nuestro  modo  de  ver,  un  servicio  precurativo  de  be- 
neficencia, un  servicio  de  ambulancia  para  los  primeros,  prontos  é  in- 
mediatos socorros  que  deben  prestarse  á  los  heridos  en  la  calle  y  para 
los  cuidados  de  transporte  á  los  establecimientos  benéficos. 

Este  servicio  de  asistencia  pública,  inmediato  y  rápido,  constituiría 
una  de  las  principales  defensas  de  la  vida  de  los  ciudadanos  en  la  vía 
urbana  y  que  esta  todavía  por  llenar. 

En  Chicago,  Londres,  Buenos  Aires  y  París  se  ha  hecho  algo  res- 
pecto de  ambulancias  de  socorro.  En  Chicago  es  en  donde  existe  el 
servicio  más  completo,  aun  cuando  no  como  nosotros  imaginamos  en 
esta  primera  parte  de  auxilios  públicos,  pues  en  dicha  ciudad,  como  en 
París  y  Londres,  los  heridos  los  recogen  los  sanitarios,  y  nosotros  en- 
tendemos que  en  las  ambulancias  debiera  ir  siempre  un  médico  para 
dirigir  las  maniobras  de  traslado,  y,  en  caso  urgente,  poder  practicar 
la  compresión  ó  ligadura  de  un  vaso,  resguardar  de  los  agentes  exter- 
nos las  asas  intestinales  herniados  por  una  herida,  evitar  la  entrada  de 
aire  y  sangre  en  una  herida  pleuro-pulmonar,  etc. 

En  Chicago  el  traslado  de  los  heridos  se  verifica  por  medio  de  auto- 
móviles ad  hoc.  En  París,  desde  la  última  Exposición  Universal,  exis- 
ten vehículos  ambulancias  para  el  traslado  de  heridos,  movidos 
por  caballerías,  que  salvan  rápidamente  las  distancias,  pero  tam- 
bién deficientes  desde  el  punto  de  vista  del  personal  facultativo  y 
<le  los  inmediatos  auxilios  que  creemos  deben  y  pueden  prestarse  á  los 
heridos  antes  del  ingreso  en  los  nosocomios. 

Ahora  es  menester  nos  ocupemos  de  lo  que  ocurre  cuando  la  vícti- 
ma sufre  una  herida  penetrante  de  cráneo,  pecho  ó  vientre  y  es  trasla- 
dado al  hospital  de  la  Santa  Cruz,  á  las  casas  de  socorro  ó  dispensarios. 

En  el  hospital,  después  de  examinado  el  enfermo  ligeramente  por 
el  facultativo  de  guardia  y  registrado  en  el  libro  de  entradas,  pasa  á  la 
sala  correspondiente.  Allí  le  desnudan,  lo  meten  en  cama  y  si  precisa 
una  pequeña  intervención  quirúrgica,  la  práctica  de  ella  se  lleva  á 
efecto  más  ó  menos  pronto.  Pero  si  hay  necesidad  de  una  grave  ope- 
ración, entonces  el  interno  ó  practicante  de  guardia,  que  si  á  mano 
viene  por  la  mañana  había  practicado  una  autopsia  y  el  médico  de 
guardia  quizá  poco  antea  asistido  á  un  erisipelatoso  ó  septicémico, 
ayudados  por  el  personal  de  hermanos  y  hermanas,  abren  un  peritoneo 
con  tales  medios  peligrosos  é  incompleltos  que  resultan  anticientíficos 
por  falta  de  garantía  aséptica  y  condiciones  de  localidad,  ya  que  ni  tan 
siquiera  hay  estufa  para  mantener  en  la  atniósfera  la  temperatura 


744  Defensa  de  la  vida  tn  la  vía  pública 


de  20*^  centígrados,  indispensables  para  evitar  el  enfriamiento  del  ope- 
rado. 

Si  la  intervención  de  urgencia  se  presenta  durante  la  noche,  las 
dificultades  suben  de  punto,  porque  en  aquellas  horas  el  personal  de 
hermanos  cLe  ambos  sexos  se  reduce  al  mínimum. 

Si  reconlamos  que  el  hospital  de  la  Santa  Cruz  no  reúne  condicio- 
nes pura  que  el  obrero  regenere  sus  tejidos  y  recobre  su  salud,  hemos 
de  deducir  en  buena  lógica  científica  y  á  fuer  de  imparciales,  que  la  or- 
ganización del  hospital  de  la  Santa  Cruz  constituye  un  verdadero  peli- 
gro para  los  traumatizados  que  necesitan  otro  ambiente  y  más  personal 
facultativo,  con  objeto  de  emprender,  sin  pérdida  de  momento,  la  alta 
cirugía  de  urgencia,  que  es  la  práctica  quirúrgica  que  más  éxitos  sal- 
vadores cuenta  dentro  de  la  cirugía  general. 

Tampoco  las  casas  de  socorro  ni  los  disj)ensarios  están  organizados 
para  las  intervenciones  importantes  de  la  cirugía  visceral  eCetnblée.  Si 
bien  es  verdad  que  estos  establecimientos  no  tienen  el  peligro  del  con- 
tagio de  otras  enfermedades,  como  en  el  hospital  de  la  Santa  Cruz,  en 
cambio  cuentan  con  menos  i)ersonal  facultativo  y  sanitario. 

Un  solo  médico  de  guardia  en  estos  estal)lecimientos  no  puede  cum- 
plir su  cometido  ni  tan  siquiera  atender  los  casos  de  mediana  impor- 
tancia. ¿Quién  administra  el  cloroformo  ó  el  éter?  ¿Qué  ayudantes 
técnicos  tiene  el  cirujano  operador  en  los  dispensarios  y  casas  dé  socorro? 

¥a\  diclios  establecimientos  hemos  practicado  amputaciones  de 
miembros,  craniectomías,  laparotomías,  etc.,  pero  haciendo  esfuerzos 
individuales  á  fin  de  llevar  al  terreno  de  la  práctica  todo  cuanto  nos  ha 
permitido  el  compañerismo  del  Cuerpo  Médico.  De  todos  modos,  estos 
esfuerzos  y  buena  voluntad  de  todos  y  cada  uno  de  nosotros  no  bastan 
cuando  hoy  las  exigencias  del  incesante  progreso  quirúrgico  imponen 
una  técnica  operatoria  ineludible.  Además,  no  siempre  es  dable,  ni 
mucho  menos,  llamar  en  auxilio  á  otros  compañeros  del  Cuerpo  para 
practicar  una  operación  de  cirugía. 

Los  cirujanos  de  estos  establecimientos,  dada  su  organización  ac- 
tual, no  pueden  ni  deben  intervenir  en  aquellos  casos  de  laparotomías 
salvadores  por  la  sencilla  razón  de  que  carecen  de  ambiente  y  personal 
completo.  El  facultativo  que  en  tales  condiciones  abriere  un  vientre 
para  ligar  un  vaso,  resecar  ó  suturar  un  intestino  ó  extraer  un  pro- 
yectil y  el  jiaciente  sucumbiese  de  infección,  el  médico  operador  caería 
en  graVe  responsabilidad  por  imprudencia  temeraria. 

Por  otra  parte,  dejar  de  practicarla  y  morir  el  enfermo  por  falta  de 
intervención  pronta  y  precisa,  incurre  el  médico  en  gravísima  respon- 
sabilidad pasiva,  su  conducta  puede  calificarse  de  impericia  ó  neg'li- 
gencia,  gravando  sobre  su  conciencia  el  remordimiento  de  ocupar  un 
puesto  en  el  cual  por  su  mala  y  deficiente  organización  se  halla  impo- 
sibi litado  de  cumplir  su  sagrado  deber. 

De  todo  lo  expuesto  se  deducen  tres  importantes  conceptos: 

1.®  Que  los  heridos  graves  en  la  vía  pública,  en  la  fábrica  y  en  el 
taller  carecen  de  medios  suficientemente  rápidos  para  ser  asistidos  en  el 
momento  de  recibir  el  traumatismo,  como  también  durante  el  traslado. 

2.®  Que  las  casas  de  socorro,  dispensarios  y  hospital,  sólo  sirven 
para  atender  aquellos  casos  de  una  urgencia  no  imperiosa  ni  de  indi- 
cación vital  del  momento  y  que  se  hallen  fuera  del  cuadro  de  las  gran- 
des intervenciones  viscerales  de  urgencia. 

3.**  Que  resultan  en  Barcelona  mucho  más  rápidos  y  completos  los 
servicios  de  extinción  de  incendios  para  salvar  las  haciendas  y  los  ei%- 
tablecimientos  de  ventas  que  todos  aquellos  que  tiendan  á  salvar  las 
vidas  de  los  ciudadanos  en  las  contingencias  de  la  vida  urbana. 

Así  como  para  evitar  el  desarrollo  de  la  fiebre  tifoidea  la  higiene 


Dejensa  de  la  vida  en  la  via  pública  745 

pública  reclama  la  desinfección  y  saneamiento  de  cloacas  v  la  pureza 
de  las  aguas,  porque  en  estos  (elementos  de  la  urbe  es  dónele  germina 
el  bacilo  de  Eberth  ;  para  combatir  el  desarrollo  de  difteria,  destrucción 
de  las. falsas  membranas  y  los  objetos  manchados  por  las  mismas;  para 
prevenir  la  viruela,  la  vacuna  jenneriana,  nosotros  reclamamos  un 
hospital,  casa  de  curación  ó  como  quiera  llamársele,  para  evitar  la  in- 
fección de  las  heridas  del  trabajo  y  el  contagio  de  otras  enfermedades, 
cuidados  periciales  en  la  calle  y  en  el  transporte  y  dentro  de  las  casas 
de  socorro  ó  dispensarios,  condiciones  y  elementos  para  defender  4 
todo  trance  la  vida  de  nuestros  semejantes. 

La  defensa  de  la  vida  en  la  vía  pública,  fábrica  ó  taller  á  conse- 
cuencia de  los  accidentes  que  constantemente  ocurren  en  las  calles  de 
la  importancia  y  tráfico  de  Barcelona,  corresponden  al  Municipio ;  á  él 
€S  á  quien  está  encomendado  este  servicio,  que  lo  presta  incompleto  y 
deficiente,  debido  á  la  falta  de  unidad  de  pensamiento  y  á  la  carencia 
<le  verdadera  base  científica  que  corresponda  á  tan  importante  servicio 
de  beneficencia  pública. 

Hasta  ahora,  tanto  el  Municipio  con  sus  deficientes  dispensarios, 
como  los  Amigos  de  los  Pobres  con  sus  casas  de  socorro,  no  hacen  más 
que  prestar  una  pequeña  parte  de  este  servicio  de  beneficencia  públi- 
ca. Los  heridos  graves  casi  son  siempre  trasladados  al  hospital  ó  á 
sus  casas  particulares,  y  como  quiera  que,  en  general,  los  lesionados 
son  obreros^  si  van  al  hospital  se  exponen  al  contagio,  y  si  van  á  sus 
domicilios  no  pueden  en  manera  alguna  ser  atendidos  con  los  cuidados 
que  hoy  requiere  la  cirugía  moderna.  Por  lo  tanto,  el  Municipio  de 
una  población  industrial  y  obrera  ha  de  reclamar  para  sí  el  servicio 
completo  de  auxilios  para  los  heridos  del  trabajo,  y  desde  el  momento 
en  que  el  trabajador  cae  víctima  de  un  accidente  hasta  aquel  en  que 
sea  restituido  al  trabajo,  no  debe  abandonarlo  de  su  inmediata  y  di- 
recta tutela,  prestándole  todo  el  apoyo  que  puede  y  debe,  teniendo, 
como  tiene,  medios  masque  suficientes  para  completar  en  el  sentido 
humanitario  y  científico  servicio  tan  importante  y  elevado  como  es  el 
auxilio  en  los  accidentes  del  trabajo  en  una  capital  como  la  nuestra. 

Tres  son  los  servicios  que  faltan  para  completar  este  importante 
ramo  de  la  beneficencia  municipal  en  Barcelona : 

1.''    Servicio  de  ambulancias  rápido  para  el  pronto  auxilio. 

2.°  Transformar  tres  dispensarios  ó  casas  de  socorro  en  estableci- 
mientos modelos  para  los  j)rontos  y  rf*ipidos  auxilios  de  ambulancia 
para  trasladar  los  heridos  á  los  demís  dispensarios  ú  hospital  de  trau- 
matismos, según  la  gravedad  é  índole  de  las  lesiones. 

S.*'  Creación  de  un  hospital  para  heridos  del  trabajo  con  un  nú- 
mero de  camas  suficiente  y  dotado  de  todos  los  adelantos  de  material  y 
personal  más  que  suficiente,  á  fin  de  que  esté  dispuesto  de  día  y  de 
noche  á  toda  alta  intervención  esplágnica. 

Dos  son  las  entidades  que  prestan  el  servicio  de  beneficencia  pú- 
blica en  Barcelona  :  el  Excmo.  Ayuntamiento  y  la  Asociación  de  Ami- 
gos de  los  Pobres,  que  en  1872  creó  en  Barcelona  las  casas  de  socorro 
cuando  no  había  dispensarios,  desterrando  esta  benemérita  Asociación 
la  inhumana  costumbre  de  dejar  perecer  en  nuestras  calles  á  los  heri- 
dos por  el  temor  infundado  de  contraer  responsabilidades  penales  pres- 
tándoles auxilio. 

Más  de  cien  mil  heridos  llevan  curados  las  casas  de  socorro  á  cargo 
de  los  Amigos  de  los  Pobres.  Su  historia  en  la  beneficencia  de  Barce- 
lona es  bien  conocida.  Es  la  que  en  materia  de  beneficencia  domici- 
liaria y  establecimientos  de  socorro  ha  dado  la  norma  y  la  que  en  con- 
cepto de  administración  y  organización,  dentro  de  su  manera  de  ser, 
puede  citarse  como  modelo. 


74^ 


Lú  doctrina  de  FUchsig  sobre  las  :(onas  perceptivas  y  las  j^onas  asociativas 


Juntando  estas  dos  importantes  entidades  sus  elementos  valiosos^ 
podría  Barcelona  completar  de  una  manera  cierta  y  positiva  el  servicia 
de  beneíirencia  domiciliaria  y  de  dispensarios. 

El  fíervicio  facultativo  en  la  vía  urbana,  en  el  dispensario  y  en  el 
hospital,  la  consulta  pública  en  estos  establecimientos  y  la  asistencia 
domit^iliaria,  practicada  con  toda  conciencia  y  escrupulosidad,  han  de 
obedeíTr  ti  un  plan  ¿general  y  ejecutarlo  un  solo  cuerpo  facultativo. 
Para  eMu  es  preciso  que' se  presten  mutuamente  su  apoyo  el  Municipio 
y  los  Amigos  de  los  Pobres,  para  así  completar  científica  y  humanita- 
ríanieuti*  la  función  encomendada  á  los  Municipios,  como  es  la  de  g-a- 
rantir  lu  vida  del  ciudadano  en  las  contingencias  de  las  grandes  urbes. 

EíitaTnos  bien  convencidos  de  que  nos  hacemos  intéiT)F^es  en  este 
proyectil  de  los  sentimientos  de  progreso  y  humanidad  de  todos  los 
hombres  de  buena  voluntad  que  se  interesan  por  el  bien  de  Barcelena, 
y  en  es]íecial  de  la  clase  obrera  y  jorpalera  de  la  primera  capital  in- 
dustriai  de  España. 

En  este  sentido  no  titubeamos  en  presentar  un  esquema  de  proyecta 
para  la  rt^alización  de  la  defensa  de  la  vida  en  todas  sus  contingencias 
urbanas : 

I.""  Construcción  de  un  hospital  especial  exclusivamente  para  he- 
ridos del  trabajo  y  traumatismos  en  general,  dispuesto  con  todo  el  per- 
sonal neresario  para  poder  practicar  en  todo  momento  la  alta  cirugía 
de  ur^^f  n(;ia,  y  en  el  cual  puedan  permanecer  los  pacientes  hasta  su 
completa  restablecimiento. 

2."    Transformar  tres  casas  de  socorro  en  dispensarios  ambulancias, 

Sr  cada  una  (le  ellas  dotada  de  un  carruaje  para  trasladar  dos  ó  más 
leridos.  iú  médico  y  el  practicante,  junto  con  el  botiquín  y  el  instru- 
mental indispensable. 

3,"  El  hospital  de  heridos  del  trabajo  hará  las  veces  también  de^ 
dispenííario  ambulancia. 

4.""  Los  médicos  de  las  ambulancias,  después  de  haber  auxiliado  al 
paoíeute  en  el  lugar  del  accidente,  lo  trasladarán  al  dispensario  más 
inmediato,  si  no  se  trata  de  una  operación  importante,  en  cuyo  caso  la 
coníliicín'm  al  hospital  traumatológico. 

5."  Vil  personal  facultativo  de  la  primera  sección  del  Cuerpo  Mé- 
dino  Municipal  se  dividirá  en  tres  grupos:  1.**,  grupo  de  hospital; 
2.",  grupo  de  dispensarios ;  3.**,  grupo  de  beneficencia  domiciliaria. 

0.'*    Se  creará  un  Cuerpo  de  practicantes. 

7."  Los  tres  grupos  de  la  sección  primera  del  Cuerpo  Médico  Mu- 
nicipuK  romo  también  el  Cuerpo  de  practicantes  y  todos  los  empleados 
subulteruos  se  sujetarán  á  Reglamentos  rigurosísimos,  á  fin  de  garan- 
tiiíar  al  publico  el  más  exacto  cumplimiento  de  los  servicios  médico- 
sanitarins  y  poder  exigir  la  más  estricta  é  inexorable  responsabilidad  á 
los  8eoores  facultativos  y  empleados.     ^ 


La  doctrina  de  Flechslg 

sobre  las  zonas  perceptivas  y  las  zonas  asociati?as,  por  el  profesor  L.  BianeU 


Dr.  Galcerán  Granes 

Este  trabajo  fué  presentado  al  Congreso  médico  internacional  de 
Madritl.  Sin  olvidar  la  exposición  de  las  doctrinas  corrientes  acerca 
de  e?^te  punto,  se  ha  extendido  el  autor  en  la  de  los  hechos  recogidos 
personalmente  en  la  clínica  y  en  el  laboratorio.  Unos  confirman  y 
otros  no,  y  aun  contradicen,  las  investigaciones  de  Flechsig,  recono- 


La  doctrina  de  Flechsig  sobre  las  ^onas  perceptivas  y  las  ^onas  asociatipas  747 

ciendo,  sin  embargo,  que  estas  investigaciones  han  dado  un  gran  im- 
pulso al  conocimiento  anatómico  del  cerebro  y  su  desarrollo  y  que,  en 
efecto,  ciertas  zonas  de  la  corteza  poseen  un  mayor  número  de  fibras 
de  proyección  que  otras  zonas,  y  que  dichas  fibras  no  se  mielinizan  al 
mismo  tiempo  sino  unas  con  antelación  á  otras,  bien  que  falta  demos- 
trar si  la  mielinización  fibrilar  de  las  zonas  intermediarias  y  termina- 
les está  sometida  á  las  mismas  leyes  de  desarrollo. 

El  funcionalismo  de  estas  últimas  zonas  no  está  mejor  dilucidado ; 
y,  en  general,  cree  Bianchi  que  la  relación  entre  el  hecho  anatómico  y 
el  significado  fisiológico  difiere  algún  tanto  de  las  conclusiones  psico- 
lógicas deducidas  por  Flechsig.  En  rigor,  la  distinción  de  zonas  per- 
ceptivas y  zonas  asociativas  no  es  exacta,  ya  que  todas  las  zonas  están 
íntimamente  asociadas  y  las  zonas  perceptivas  son  también  asociati- 
vas. La  ley  de  progresividad  que  existe  en  el  proceso  de  la  percepción, 
tiene  su  razón  de  ser  en  el  desarrollo  gradual  ae  las  zonas  sensoriales, 
cuyo  producto  es  también  progresivamente  más  complicado. 

Lo  que  si  está  bien  averiguado  es  que  las  zonas  perceptivas  (que 
son  todas  las  asociativas  posteriores),  son  centros  de  formación  y  con- 
servación de  las  imágenes.  Las  lesiones  de  la  zona  del  lenguaje  de- 
muestran que  las  imágenes  verbales  auditivas,  visuales  ó  tactivas-mo- 
toras,  se  forman  y  se  conservan  en  sus  respectivas  áreas,  y  la  destrucción 
de  una  de  las  mismas  produce  la  pérdida  irreparable  de  las  iniágenes 
que  ha  formado  y  conservado  y  hasta  la  pérdida  del  lenguaje,  según  la 
importancia  del  centro  lesionado. 

Para  la  dilucidación  de  estas  cuestiones  el  mejor  medio  es  la  inves- 
tigación de  las  lesiones  en  foco  ;  por  él  puede  demostrarse  que  las  |le- 
siones  que  producen  más  daño  á  la  inteligencia  son  las  de  la  zona  per- 
ceptiva del  lenguaje,  especialmente  las  de  la  zona  auditiva  que  Flechsig 
señala  con  el  n.*^  5  de  su  clasificación.  Únicamente  á  las  personas  cul- 
tas las  lesiones  de  las  zonas  visuales  producen  notable  perturbación 
intelectiva. 

Únicamente  también,  cuando  está  interesada  la  zona  auditiva  del 
lenguaje,  afectan  la  inteligencia  las  lesiones  del  lóbulo  temporal. 

La  pérdida  de  la  inteligencia  por  lesión  de  la  gran  zona  parieto- 
occipito-temporal,  es  debida  principalmente  á  la  alteración  del  centro 
del  lenguaje  del  hemisferio  izquierdo.  Es  sabido  que  la  inteligencia 
está  íntimamente  relacionada  con  el  lenguaje  y  la  pérdida  de  éste  oca- 
siona profundos  trastornos  en  la  inteligencia. 

Existe  una  sola  zona  cuyas  lesiones  no  producen  nunca  trastornos 
sensoriales  ó  motores  y,  por  el  contrario,  producen  la  pérdida  de  la  inte- 
ligencia :  es  la  de  los  lóbulos  frontales,  centro  de  integración  de  todas 
las  demás  de  la  corteza  ;  á  ella  confluyen  todas  las  percepciones  senso- 
riales y  de  ella  parten  todas  las  excitaciones  conscientes  voluntarias. 
No  posee  fibras  de  proyección  con  los  ganglios  de  la  base  como  todas 
las  demás,  esto  es:  constituye  un  centro  de  reflexión  puramente  corti- 
cal. Los  experimentos,  las  enfermedades  de  estos  lóbulos  y  la  anato- 
mía embriológica,  concurren  á  demostrar  que  la  zona  frontal  es  el 
asiento  de  la  síntesis  intelectiva  y  emotiva  de  la  personalidad. 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  diez  y  ocho  afios 


(t) 


Consejos  de  nn  Médico 

POR    EL 

Prof.  Fournibr 

Tercer  tipo  :  Sífilis.  —  Me  ocupo  de  la  sífilis,  la  más  temible  de  las  afec- 
ciones venéreas.  No  sin  razón  ha  sido  caliñcada  de  lepra  ó  peste  moderna ; 
y,  en  efecto,  merece  esa  desig-nación  por  el  pesado  tributo  de  males,  de  su- 
frimientoft.  de  miserias  y  de  muertes  que  causa  á  la  humanidad. 

Para  precisar,  es  nociva  y  perniciosa  desde  estos  cuatro  puntos  de  vista, 
á  saber:  I/*,  por  los  daños  individuales  que  ocasiona  al  enfermo  ;  2.**,  por  los 
daños  colectivos  con  que  azota  á  la  familia ;  3.',  por  sus  consecuencias  here- 
ditarias, que  se  traducen,  para  no  hablar  más  que  de  una  de  ellas,  por  una 
espantosa  mortalidad  infantil;  4.*,  por  último,  por  la  degeneración,  la  de- 
pravación con  que  amenaza  á  \2l  especie. 

Y,  sin  embargo,  pocos  se  preocupan  de  ella ;  nadie  trata  de  defenderse 
contra  esa  enfermedad.  En  París,  por  ejemplo,  de  cien  hombres,  se  cuen- 
tan de  trece  á  diez  y  seis  infectados  de  síftlis,  según  el  Dr.  Lenoir.  Y  al  paso 
que  van  las  cosas,  se  puede  estar  seguro  de  que  la  proporción  irá  en  au- 
mento. 

I.  La  idea  primera  que  tengo  que  daros,  es  la  de  una  enfermedad  que, 
nacida  de  un  contagio  exterior,  de  agente  todavía  indeterminado  (micro- 
biano probablemente),  crea  una  impregnación  infecciosa,  una  especie  de 
envenenamiento  de  todo  nuestro  ser,  de  toda  nuestra  substancia;  de  tal 
suerte,  que  no  hay  uno  solo  de  nuestros  órganos,  ni  el  lugar  más  recóndito 
de  nuestro  cuerpo,  en  que  no  haya  podido  i)ene1rar,  revelándose  por  alguna 
manifestación  de  su  misma  naturaleza.  De  la  cabeza  á  los  pies,  todo  el 
cuerpo  es  de  su  dominio :  es,  pues,  por  excelencia,  una  enfermedad  general. 

Es  también,  por  excelencia,  una  ewU^rmeú^íd  crónica.  Una  vez  que  ha 
tomado  posesión  de  nuestro  organismo,  subsiste  en  nosotros  en  un  estado 
de  infección  patente  ó  latente,  de  duración  absolutamente  indefinida,  ili- 
mitada, que  no  tiene  verosímilmente  otro  término  que  el  término  mismo  de 
la  vida ;  de  tal  suerte,  que  es  corriente  que  se  manifieste  por  tal  ó  cual  ma- 
nifestación, cuando  data  de  5,  10  ó  15  años ;  y  no  es  raro  que  se  presente  en 
escena  en  un  período  más  lejano,  por  ejemplo,  á  los  20  ó  25  años  de  su  eri- 
gían primitivo;  también  se  ha  manifestado  con  accidentes  innegablemente 
específicos  en  plazo  mucho  más  remoto;  es  decir,  40,  50,  60  y  67  años  des- 
pués del  accidente  inicial. 

No  os  la  representéis,  sin  embargo,  como  una  enfermedad  que  dé  naci- 
miento constantemente  á  síntomas  morbosos,  á  la  manera  de  un  volcán  en 
perpetuo  estarlo  de  erupción  ;  por  el  contrario,  y  para  seguirla  mi.sma  com- 
paración, toma  con  mucha  más  frecuencia  la  marcha  del  volcán  de  inter- 
mitentes explosiones,  más  ó  menos  distintas  unas  de  otras.  Lo  cual  quiere 
decir  que  pronede  por  brotes  morbosos,  separados  por  períodos  de  calma. 

n.  Veamos  ahora  por  qué  síntomas  se  manifiesta.  Su  larga  carrera  ha 
podido  dividirse  bnstante  naturalmente,  en  tres  períodos,  á  saber: 

Un  período  primario^  ó  período  del  chancro,  de  una  duración  de  seis  ó 
siete  semanas. 

Un  período  secundario,  que  sucede  inmediatamente  á  aquél,  y  dura  dos 
ó  tres  añcs,  constituidos  por  accidentí\s  superficiales,  benignos  ó  relativa- 
mente benignos  y  por  esencia  resolutivos,  es  decir,  susceptibles  de  desapa- 
recer, de  desaparecer  sin  dejar  vestigios. 

Y  un  período  terciario,  de  plazo  y  duración  completamente  indetermina- 
dos, consistente  en  accidentes  profundos,  desorganizadores,  destructores, 
graves  siempre,  á  veces  gravísimos  y  mortales,  con  más  frecuencia  de  lo 
que  se  cree.     He  aquí  algunos  detalles  : 

1.°  El  período  primario  es  poca  cosa,  por  decirlo  así.  Una  pequeña  \\1- 
cera  ( llamada  chancro),  acompañada  de  algunas  glándulas  á  su  alrededor, 
eso  es  todo. 


iS)    Conclusión.  —  Véase  el  aúmero  anterior. 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  diej(  y  ocho  años  J4g 

El  chancro  se  presenta  en  el  punto  mismo  en  que  se  verifica  el  contagio. 
Es  generalmente  superficial,  indolente,  y  cura  con  rapidez ;  de  tal  manera, 
que  en  gran  número  de  casos  se  considera  por  los  enfermos  como  «un 
grano»,  como  una  sencilla  erupción,  como  una  rozadura,  como  una  rasga- 
dura insignificante,  y  á  veces  pasa  inadvertida. 

Dicho  sea  de  paso,  como  advertencia  útil  de  conservar  como  recuerdo, 
esa  benignidad  del  chancro  no  deja  de  ser  singularmente  insidiosa  y  se 
presta  con  frecuencia  á  múltiples  errores.  No  se  desconfía  de  una  pe- 
queña rozadura  del  pene  porque  es  benigna  y  de  aspecto  insignificante ; 
pues  bien,  en  razón  de  esa  misma  consoladura  benignidad  militan  todas  las 
probabilidades  para  que  se  trate  de  un  chancro.    Recordar  bien  eso. 

2."*  Pasadas  seis  ó  siete  semanas  después  del  principio  del  chancro,  co- 
mienza la  infección  á  traducirse  por  erupciones  de  la  piel  y  de  las  mucosas  : 
es  el  período  secundariOy  que  se  inaugura  de  ese  modo,  para  continuarse  (si 
el  tratamiento  no  domina  la  enfermedad),  por  una  serie  de  accidentes  de 
los  más  variados,  los  cuales  van  á  ocupar  la  escena  en  forma  de  brotes,  al- 
ternando con  periodos  de  calma,  de  una  duración  de  dos  ó  tres  años.  ¿Qué 
cosas  son  esos  accidentes?    Consisten,  en  suma,  en  lo  siguiente  : 

Erupciones  en  la  piel,  diseminadas,  esparcidas,  casi  generalizadas  á  ve-: 
ees;  erupciones  en  el  sistema  mucoso,  principalmente  en  la  boca  y  en  las 
partes  genitales,  en  forma  de  erosiones  ó  ulceraciones  llamadas  chapas  mu- 
cosas; dolores  de  cabeza;  dolores  en  distintos  puntos,  articulares,  óseos, 
musculares,  neurálgicos,  etc.;  infartos  ganglionares.;  caída  .temporal  de 
los  cabellos;  oftalmías;  trastornos  nerviosos,  etc. 

En  todo  esto,  sin  embargo,  no  hay  nada  grave  en  términos  generales ; 
pues  son  accidentes  que  siendo  seguramente  inoportunos,  molestos  y  á  ve- 
ces dolorosos,  y  sobre  todo  ( esto  es  lo  que  afecta  más  á  los  enfermos)  incó- 
modos, Ostentosos  (ejemplo;  la  famosa  corona  de  Venus  y  que  esmalta  la 
cabeza  con  sus  reveladoras  eflorescencias);  pero  son  accidentes  curables 
todos,  resolutivos,  susceptibles  de  desaparecer  espontáneamente  sin  dejar, 
por  lo  general,  daño  alguno.  En  su  etapa  secundaria,  la  sífilis  no  es  ver- 
daderamente serin  ó  grave,  sino  en  contado  número  de  casos,  en  los  cuales 
reviste  desde  el  primer  momento  el  carácter  terciario  (sífilis  llamada  pre- 
cozmente maligna). 

Por  ese  motivo  se  ha  dicho  con  toda  razón  :  «la  gravedad  de  la  sífilis  se- 
cundaria es  sobre  todo  para  los  demás  ^.  ¿  Por  qué  para  los  demás  ?  Porque 
los  peligros  que  ocasiona  la  enfermedad  en  ese  período,  son  esencialmente 
peligros  de  contagio.  En  efecto,  á  ese  período  pertenece  la  temible  chapa 
mucosa,  que  es  el  origen  más  fecundo  de  las  contaminaciones  sifilíticas. 
Por  sí  sola,  con  toda  evidencia,  produce  la  chapa  mucosa  más  contagios  que 
todos  los  otros  accidentes  sifilíticos  reunidos.  •  Es  un  grano  insignificante 
en  su  marcha,  y  por  su  contagiosidad  es  la  peste. 

Si,  pues,  la  sífilis  se  mantuviera  siempre  en  el  período  secundario,  no 
sería,  ciertamente,  enfermedad  de  gran  importancia.  Pero  es  menester 
desconfiar  de  ella,  pues  va  á  tomar  bien  pronto  una  nueva  marcha,  en  la 
última  etapa  que  varaos  á  considerar. 

3.°  Esa  etapa,  llamada  terciaria,  no  es  forzosa,  debo  apresurarme  á  de- 
cirlo. No  es  forzosa,  sino  en  aquellos  individuos  que  se  tratan  de  un  modo 
insuficiente ;  mientras  que  falta  felizmente,  si  no  siempre,  á  lo  menos  en  la 
inmensa  mayoría  de  los  casos  en  que  se  instituye  un  tratamiento  metódico 
y  prolongado. 

En  ese  período  se  dan  cita  todos  los  accidentes  que  han  valido  á  la  en- 
fermedad su  renombre  siniestro.  Sin  contradicción  posible,  puede  decirse 
que  todos  esos  accidentes  son  graves  en  distintos  grados,  pues  todos  son 
desorganizadores  y  destructores  :  consisten  en  infiltraciones,  depósitos,  in- 
fartos que  se  verifican  en  los  órganos,  y  esas  infiltraciones,  á  menos  de  ser 
reabsorbidas  y  curadas  por  el  tratamiento,  no  tienen  más  que  dos  maneras 
de  terminación,  llamadas  en  lenguaje  técnico  el  reblandecimiento  gomoso 
ó  la  esclerosis.  El  reblandecimiento  gomoso  es  la  muerte  local  de  los  teji- 
dos, con  ulceración,  gangrena,  pérdidas,  mutilaciones ;  y  la  esclerosis  es 
(lo  cual  no  es  preferible)  la  muerte  funcional  (de  órgano  que  sobrevive ) 
pero  que  no  sobrevive  sino  decaído,  degenerado,  privado  de  sus  aptitudes 
propias. 

De  otro  lado,  lo  que  contribuye  á  hacer  la  sífilis  terciaria  tan  temible 


^Sú  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  tft'e^  y  ocho  años 

es  SU  facultad  singular,  extraordinarj^i,  de  ubicuidad.  Sin  la  menor  exage- 
rai'ióii,  estix  ó  puede  estar  en  todas  partes:  no  hay  un  solo  órgano  que  no 
pueila  atacar ;  y  os  afirmo  que  abuísa  de  esa  libertad.  A  lo  sumo,  no  quiero 
que  nic^  rieáis  por  mi  palabra,  y  deseo  para  ratificar  vuestra  convicción  so- 
bre üíítfi  punto  de  grandísima  importancia,  como  asimismo  para  daros  una 
idea  de  lo  que  puede  engendrar  la  enfermedad,  poner  á  vuestra  vista  un 
documento  médico,  irrefutable  como  lo  es  todo  dato  de  observación.  Ob- 
üervíir  e.sto ;  es  sencillamente,  la  distribución  por  categoría  de  órganos,  de 
una  lista  de  accidentes  terciarios  que  ha  comprobado  un  médico  sobre  un 
total  de  cuatro  mil  setecientos  enfermos  de  terciarismo  : 

Accidentes  que  atacan  la  piel  (sifílides  terciarias).  1,518  casos. 

Tumores  gomosos  (gomas  sub-cutáneos) .  220  » 

Legiones  terciarias  de  los  órganos  genitales 28n  » 

jí        de  la  lengua 2'7'7  » 

»        del  paladar  y  del  velo  del  paladar 218  » 

»        íle  la  faringe  y  de  la  garganta 118  » 

*       de  los  lubios 45  » 

>^        de  las  amígdalas 12  » 

í>        de  la  mucosa  nasal 10  » 

w        óseas 556  » 

»        óseas  del  esqueleto  nasal  y  del  paladar  óseo.     ...  241  » 

^        articulares 22  » 

»        del  sistema  niuscular 23  » 

»        del  tubo  digestivo 22  » 

»        de  la  laringe  y  de  la  tráquea 36  » 

»        del  pulmón 23  » 

»       del  corazón 12  » 

j*        de  la  aorta 14  » 

»        del  hígado 11  » 

»        del  riñon 39  » 

»        del  testículo 255  > 

>>        de  los  ojos 111  » 

»        de  los  oídos 28  » 

»        de  las  arterias  y  de  las  venas 17  » 

Sífilis  del  cerebro  y  de  la  médula   (tabes  ó  ataxia  locomo- 
triz) parálisis  general,  etc 2,009  » 

Localízacioues  diversas 22  » 

Recomiendo  este  párrafo  á  vuestra  atención,  porque  atestigua  con  evi- 
dencia matemática,  y  por  esto  lo  he  reproducido,  tres  puntos  que  constitu- 
yen la  verdadera  característica  de  la  enfermedad. 

En  primer  lugar,  y  sobre  todo,  denuncia  la  gravedad  necesaria,  forzosa 
del  período  terciario,  mostrándolo  compuesto  de  una  pléyade  de  afecciones 
que  interesan  los  órganos  y  sistemas  más  importantes  y  esenciales,  tales 
como  el  sistema  nervioso,  e'l  sistema  óseo,  el  sistema  cardio-vascular,  el  velo 
del  pahidar,  la  lengua,  la  laringe,  el  pulmón,  hígado,  riñon,  ojos,  oídos, 
testículí^s,  etc. 

En  se^^undo  lugar,  revela  que  á  tal  multiplicidad  de  localizaciones  debe 
corresponder  una  diversidad  correlativa  de  fisonomías  morbosas;  es  lo  que 
ocurre,  en  efecto  ;  y  nada  más  singular  que  ver  al  terciarismo  manifestarse 
bajo  aspecto  tan  distinto,  no  teniendo  nada  común  entre  uno  y  otro  caso,  á 
saber,  por  ejemplo  :  en  forma  de  úlcera  ó  de  tumor,  de  exóstosis  ó  de  aneu- 
risma, de  tumor  blanco  ó  de  estrechez  rectal,  etc.  En  tal  enfermo  tomará 
también  la  sífilis  el  aspecto  de  la  tisis  pulmonar,  y  en  otro  el  de  una  afec- 
ción hepática  ó  renal,  y  aun  más,  en  un  tercero,  el  de  la  epilepsia,  ó  el  de 
reblandecimiento  del  cerebro,  y  así  sucesivamente. 

Y  por  último,  ese  mismo  cuadro  también  revela  que  la  sífilis  terciaria 
no  fie  dirige  indiferentemente  á  éste  ó  al  otro  órgano,  á  un  sistema  ú  otro; 
pue¿  positivamente  tiene  sus  preferencias^  sus  sitios  de  elección.  Por  donde 
puede  decirse  que  afecta  con  real  exceso  de  frecuencia  relativa  á  los  tegu- 
mentOíí  cutáneos  ;  el  sistema  óseo,  y  en  ese  sistema  la  tibia,  que  se  ha  di- 
cho que  «es  el  hueso  predilecto  de  la  sífilis»;  la  nariz,  que  desportilla, 
mutila  ó  anonada  con  tanta  frecuencia;  la  lengua,  principalmente  en  los 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años  j5t 

fumadores ;  el  paladar  y  el  velo  del  paladar,  la  perforación  y  destrucción 
de  los  cuales  es  tan  común  ;  el  testículo,  el  pene,  los  músculos  motores  del 
ojo,  etc.,  y  sobre  todo,  y  por  encima  de  todo,  observad  bien  este  gran  hecho 
capital,  cuyas  nefastas  consecuencias  apreciaréis  dentro  de  poco ;  el  sis- 
Urna  nervioso  ( ¡2,009  casos  de  4,700  enfermos!). 

Os  rueg-o  que  suméis  las  diversas  manifestaciones  nerviosas  que  figuran 
en  la  estadística  precedente,  y  las  veréis  elevarse  al  total  exhorbitante  de 
2,008  casos,  total  superior,  con  mucho,  al  de  cualquiera  otra  localización 
terciaria  de  la  sífilis.  ¿Qué  quiere  decir  todo  esto?  Quiere  decir  que  el 
sistema  nervioso  es  la  victima  preferida,  la  víctima  por  excelencia  del  tercia- 
rismo,  y  que  si  el  principio  de  la  sífilis  constituye  un  veneno  para  toda  la 
economía,  lo  es  sobre  todo  y  principalmente  para  el  sistema  nervioso. 

Dada  la  calidad  y  la  importancia  de  las  funciones  de  que  está  encargado 
•ese  sistema,  que  es  (¿tendré  necesidad  de  decirlo?)  el  gran  sistema  orgá- 
nico por  excelencia,  el  sistema  director  de  toda  la  máquina  humana,  juz- 
gad la  gravedad  que  adquiere  por  ese  hecho  el  pronóstico  de  la  sífilis. 
Quiere  esto  decir,  que  de  la  sífilis  derivarán  en  considerable  proporción  esos 
temibles  síntomas  que  constituyen,  como  todo  el  mundo  sabe,  la  expresión 
común  de  las  afecciones  cerebrales  ó  medulares,  á  saber:  parálisis  de  dis- 
tinta localización,  parálisis  parciales,  ó  bien  hemiplegia,  paraplegia,  pará- 
li^5is  vésico-rectal,  parálisis  oculares,  etc.  (trastornos  de  los  sentidos);  per- 
turbaciones intelectuales,  tales  como  delirios,  atontamiento,  enagenación, 
demencia,  etc.;  enfermedades  de  decadencia  todas,  á  las  cuales  sirve  la 
muerte  de  frecuente  terminación. 

Si :  la  muerte,  y  es  necesario  que  publique  aquí  también  algunas  cifras 
para  que  os  .convenzáis  de  la  extrema  gravedad  que  traen  consigo  esas  lo- 
ralizaciones de  la  sífilis  sobre  el  sistema  nervioso.  Escuchad,  pues,  esto. 
Después  del  análisis  de  muchos  casos  de  sífilis  del  cerebro,  que  se  han  pre- 
sentado á  mi  observación,  he  llegado  á  las  cifras  siguientes,  en  lo  que  se 
refiere  á  la  terminación  de  la  enfermedad  : 

Sobre  cien  casos : 

22  casos  de  curación  ; 
19  casos  de  muerte, 
y,  59,  en  los  cuales  los  enfermos  han  sobrevivido  ; 
pero  ¿cómo  han  sobrevivido?  Con  enfermedades  permanentes  y  definitivas 
( parálisis  y  decadencia  intelectual),  de  las  cuales  algunas  casi  equivalen  á 
la  muerte  como  resultado. 

En  total,  pues,  en  estos  100  casos,  son  22  enfermos  favorables,  contra  78 
desfavorables  en  distintos  grados ;  y  sobre  estos  78  casos,  19  defunciones. 
I  Qué  triste  balance! 

Y  no  es  esto  todo;  pues  la  sífilis  no  produce  solamente  sífilis ;  origina 
algo  que  es  peor,  la  parasífilis.    Me  explicaré. 

Un  médico  célebre  ha  dicho :  « la  sífilis  es  un  estercolero  sobre  el  cual 
germinan  toda  clase  de  podredumbres».  Esta  salida  contiene  una  gran 
verdad ,  pues  hay  gran  numero  de  enfermedades  que  vienen  á  injertarse  en 
la  sífilis  á  manera  de  parásitos  sobre  un  tronco  viejo  de  árbol,  y  que  son 
^consecuencia  de  la  sífilis  sin  ser  sifilíticas  en  el  fondo,  por  esencia  y  por  na- 
turaleza. Mas  quiere  la  desgracia  que  esas  afecciones  epigenéticas,  inger- 
tas en  la  sífilis  y  llamadas  por  esa  razón  parasifllíticas,  sean  casi  todas  de  la 
mayor  gravedad  por  sus  síntomas  y  por  sus  terminaciones.  Os  citaré  tres 
ejemplos  : 

"Lb.  parálisis  general,  cuyo  nombre  sólo  es  un  espanto,  y  que  no  conoce 
más  que  un  modo  de  terminación,  inútil  de  especificar; 

La  tabes  ó  ataxia  locomotriz,  que  conduce  á  enfermedades  motoras  ó  sen- 
siorales  ( ceguera  por  ejemplo),  de  igual  incurabilidad  : 

Y  la  leucoplasia,  que  originada  muy  frecuentemente  por  la  sífilis  y  por 
la  irritación  bucal  producida  por  el  tabaco,  degenera  habitualmente  en  la 
más  espantosa  enfermedad,  el  cáncer  lingual,  inevitablemente  mortal  en 
breve  plazo. 

Por  el  hecho  de  estas  frecuentes  localización  es  en  las  visceras  esenciales 
á  la  vida,  no  hay  para  que  decir  que  la  sífilis  encierra  numerosos  riesgos  de 
muerte.  Se  muere  á  consecuencia  de  la  sífilis  mucho  más  de  lo  que  se  cree, 
y  sobre  todo,  de  lo  que  se  dice.    Se  muere  á  consecuencia  de  la  sífilis,  ge- 


7^»  Para  nuestros  hijos  cuando  Ungan  dit^  y  ocho  años 

neralmente  por  el  cerebro,  lo  cual  sabéis  por  lo  que  precede ;  pero  se  puede 
morir  también  por  la  médula,  por  el  riñon,  por  el  hígado,  por  la  laringre, 
por  el  pulmón,  por  el  corazón,  por  las  arterias  ( como  se  está  á  punto  de  ad- 
mitir hace  algunos  años  para  la  gran  mayoría  de  casos  de  aneurismas  de 
la  aorta,  que  son  de  origen  sifilítico);  (á  veces  también  por  trastornos  ge- 
nerales crónicos  y  de  cnquexia  progresiva);  excepción almente,  de  un  modo 
agudo,  por  malignidad  fulminante,  como  en  el  caso  siguiente,  que  en  dos 
palabras  referiré :  Una  hermosa  muchacha  se  deja  seducir  por  un  joven, 
que  comete  la  infamia  de  mancharla  con  la  sífilis.  Oculta  ella  el  hecho  á 
su  familia  y  no  se  cuida  la  enfermedad ;  tres  meses  más  tarde  está  literal- 
mente acribillada,  de  la  cabeza  á  los  pies,  de  enormes  úlceras,  que  sin  la 
menor  exageración,  devoran  por  lo  menos,  las  dos  terceras  partes  de  la  piel. 
Durante  algunas  semanas  arrastra  miserablemente  la  vida,  por  más  que 
hayamos  hecho  para  evitarlo ;  se  extingue  por  agotamiento  caquéctico  en 
el  más  deplorable  estado,  en  un  estado  tal  que  la  lepra  misma  no  le  iguala 
en  horror. 

Como  conclusión  de  todo  esto,  es  ciertamente  inútil  añadir  que  una  en- 
fermedad que  trae  consigo  tantos  y  tan  terribles  síntomas,  debt»  ser  colo- 
cada en  el  número  de  las  enfermedades  más  graves.  La  sífilis,  pues,  es  un 
verdadero  azote  para  la  humanidad. 

Pero  me  diréis :  «  hay  remedios  contra  la  sífilis ;  la  sífilis  es  curable  ».  Sí. 
ciertamente,  os  responderé ;  sin  lo  cual  la  sífilis  sería,  sin  contradicción 
posible,  la  más  abominable  de  todas  las  enfermedades.  Sí,  ciertamente, 
tenemos  dos  verdaderos  antídotos  de  la  sífilis:  el  mercurio  y  el  ioduro  de, 
potasio,  remedios  no  sólo  enérgicos  sino  admirables,  incomparables,  que 
realizan  diariamente,  uno  y  otro,  efectos  prodigiossos,  curaciones  insupera- 
bles, hasta  curaciones  m  extremis,  á  veces  casi  resurrecciones. 

Pero,  por  maravillosos  que  sean,  no  son  omnipotentes.  Tienen,  como 
los  demás  agentes  terapéuticos,  casos  rebeldes,  sus  fracasos,  enfermos  re- 
fractarios. En  una  palabra,  no  vencen  siempre  y  en  todas  ocasiones.  Es 
menester  también  que  se  empleen  á  tiempo,  de  modo  apropiado,  y  á  dosis 
suficientes,  etc. 

Y  además,  el  mercurio  y  el  ioduro,  que  son  maravillosos  contra  la  sífi- 
lis verdadera,  pierden  casi  completamente  su  acción  sobre  la  terrible  se- 
j  c\iel9i parasifilUica  de  que  antes  os  hablé. 

Tales  son  los  peligros  individuales  de  la  sífilis.  Hablemos  ahora  de  los 
perjuicios  que  ocasiona  en  la  familia,  en  los  hijos  y  en  la  especie. 

i.  Relativamente  á  la  familia,  constituye  la  sífilis  un  triple  peligro  so- 
cial, consistente  en  lo  siguiente  :  1.*  Contaminación  de  la  mujer  en  el  ho- 
gar (contaminación  frecuente,  porque  la  estadística  revela  que  sobre  100 
mujeres  sifilíticas  de  la  clientela  particular,  hay  19  infectadas  conyugal- 
mente,  es  decir,  1  sobre  5.  proporción  desconsoladora  y  horrenda). 

2."  Desunión,  disolución  del  matrimonio,  separaciones,  divorcios,  conse- 
cuencias muy  naturales  de  la  injuria  inferida  á  la  mujer  por  el  marido  ; 

3.°  Ruina  material  de  la  familia^  por  la  enfermedad,  la  incapacidad  ó  la 
muerte  del  marido.  Pues  en  razón  de  su  degeneración  tardía,  la  sífilis  na 
presenta  á  veces  su  carta  de  pago  (paso  á  la  expresión),  sino  en  la  época 
en  que  el  hombre  joven  y  antes  de  conducta  ligera,  se  ha  transformado  en 
marido,  en  padre  de  familia.  En  estas  circunstancias,  el  marido  es  el  que 
con  más  frecuencia  paga  las  deudas  del  soltero,  y  también  la  familia  expía, 
por  extensión,  la  falta  del  marido  cuando  éste  se  presenta  inválido,  impo- 
tente ó  muere.  Porque  privada  entonces  de  su  sostén  natural,  corre  el 
riesgo  (muy  frecuente)  de  terminar,  llena  de  privaciones,  en  el  abandona 
y  en  la  miseria.  ¡Cuántos  dramas  de  este  género  he  presenciado,  como  con- 
secuencia de  la  sífilis!    Entre  mil,  os  citaré  el  siguiente : 

Un  joven  pintor,  lleno  de  talento  y  de  porvenir,  se  casa  á  pesar  de  una 
sífilis  mal  tratada.  Todo  marcha  bien  durante  algunos  años.  Se  venden 
los  cuadros,  el  hogar  prospera  y  se  alegra  con  un  niño.  Más  tarde,  el  ma- 
rido sufre  de  una  oftalmía  específica  doble  que  termina  en  la  ceguera  com- 
pleta Resultado:  una  familia  arruinada,  que  llega  á  la  más  absoluta 
miseria,  y  se  ve  obligada  á  inscribirse  en  el  registro  de  pobres,  para  no  mo- 
rirse de  hambre ! 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años  7  ^3 

II.  Consecuencias  hereditarias.  —  Si  se  me  preguntare,  como  viejo  prác- 
tico, qué  es  lo  peor  y  más  nefasto  en  toda  la  sífilis,  no  dudaría  en  contestar: 
el  grupo  de  perjuicios  hereditarios  realmente  espantosos  y  que  se  traducen 
por  hecatombes  de  niños ;  no  tiene  nada  de  exagerada  esta  palabra. 

La  sífilis,  en  efecto,  es  prodigiosamente  mortífera  para  el  niño ;  lo  mata 
antes  del  nacimiento,  ó  en  una  edad  más  avanzada.  Con  mucha  frecuen- 
cia se  ceba  en  una  familia,  produciendo  sucesivamente  4,  6,  8, 10  y  más 
abortos  (se  han  contado  hasta  19).  De  tal  suerte,  que  eso  que  se  ha  llamado 
polimortalidad  infantil,  constituye  médicamente  un  signo  de  primer  orden 
para  la  investigación  y  el  diagnóstico  de  la  heredo-sífilis,  á  tal  punto,  que  á 
veces  llega  á  hacer  el  vacio,  el  vacío  absoluto  en  el  hogar  doméstico. 
Ejemplos  : 

En  una  observación  Nacimientos      Muertes 

Del  Dr.  Hutinel 4  4 

»        Pinard 5  5 

»       Trousseau 6  6 

Personal 7  1 

Del  Dr.  Christian 8  8 

»        Bar 10  10 

»        Porak II  11 

Etc.,  etc.,  pues  tengo  por  centenares  casos  de  ese  género  que  citaros. 

III.  Por  último,  se  deduce  de  recientes  investigaciones  que  la  sífilis 
puede  constituir,  por  sus  consecuencias  hereditarias,  una  causa  de  degene- 
ración, de  alteración  del  organismo  para  la  especie,  dando  nacimiento  á 
seres  inferiores,  decadentes,  (\\^iT6fí<ío^,  menguados;  menguados,  sí,  á  saber; 
menguados  físicamente^  antes  de  nacer,  en  el  estado  de  abortos,  para  que- 
darse pequeños,  desmirriados,  infantiles,  valetudinarios,  etc.,  volviéndose 
después  raquíticos,  contrahechos,  jorobados,  etc.;  ó  bien  naciendo  con  va- 
riadísimas distrofias,  que  no  son  más  que  consecuencia  de  la  falta  de  des- 
arrollo ( labio  leporino,  pie  contrahecho,  deformaciones  del  cráneo  ó  de  los 
miembros,  sordo-mudez,  infantilismo  testicular,  etc.);  ó  psíquicamente 
menguados,  constituyendo  entonces,  según  el  grado  del  descenso  intelec- 
tual, los  atrasados,  los  simples,  los  desequilibrados,  chifiados,  imbéciles, 
idiotas. 

Ks  también  innegable,  actualmente,  que  la  intensidad  de  la  degenera- 
ción puede  llegar  hasta  la  monstruosidad.  Puede  la  sífilis,  pues,  hacer  na- 
cer monstruos,  es  decir,  producir  deformaciones  extremas,  por  detención 
completa  del  de.^arrollo  (1).     Ks  el  grado  más  alto  de  la  degeneración. 

Me  detengo  ya:  porque  verdaderamente  os  he  dicho  lo  bastante  para 
que  comprendáis  lo  que  es  la  sífilis  y  la  juzguéis  por  sus  hechos  (no  temo' 
repetir  la  palabra)  como  un  azote  de  la  humanidad. 

Amigos  míos :  no  todo  el  mundo  os  hablará  como  acabo  de  hacerlo,  y  lo 
que  más  temo  por  vosotros  es  el  número  de  preocupaciones  que  van  sem- 
brando en  vuestro  camino  algunos  ignorantes,  necios  y  torpes. 

Oiréis  decir  á  menudo  :  «los  pretensos  moralistas,  los  papas  medrosos  y 
los  médicos  son  los  enemigos  de  las  diversiones  con  su  espantajo  de  la  sífi- 
lis y  de  las  afecciones  venéreas.  Si  fuera  necesario  no  montar  á  caballo, 
porque  es  po.^ible  caerse  del  caballo  ;  no  cazar,  porque  se  puede  recibir  un 
disparo  en  la  caza,  y  renunciar  á  las  mujeres,  porque  pueden  ocurrir  acci- 
dentes en  su  trato,  más  valdría  que  os  encerrarais  en  el  claustro.  No  hay 
más  que  un  tiempo  bueno  en  la  vida  aquí  abajo,  la  juventud;  pues  bien, 
es  menester  que  la  juventud  se  pase  entre  diversiones.  Después  de  todo, 
nadie  muere  de  sífilis ;  un  poco  de  mercurio  y  todo  ha  concluido.  Y,  yo 
conozco  á  los  señores  A.,  B.,  C,  que  han  padeciáo  de  sífilis,  y  no  por  eso  se 
encuentran  mal,  etc.». 

Respuesta  en  nombre  del  buen  sentido  y  de  la  verdad  científica :    «Para  . 
que  la  juventud  se  pase  alegremente,  no  es  necesario  trabar  relaciones  con 
la  sífilis  y  desafiarla  imprudentemente.    La  sífilis  no  es  un  «accidente», 

(1)  Ejemplo:  la  sfñlis  puede  dar  lugar  al  nacimiento  de  verdaderos  enanos:  el  célebre  Bebé, 
enano  del  rey  de  Polonia.  Estanislao,  era,  con  toda  evidencia  (por  las  lesiones  que  se  notaron  en 
su  cráneo)  un  heredo-sifilico  dislrófico,  detenido  en  su  crecimiento  por  la  tara  hereditaria. 


7^4  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  áie^  y  ocho  años 

sino  una  gran  desgracia.  No  se  cura  con  «un  poco  de  mercurio»,  y  es 
feliz  quien  pueda  dominarla  con  mucho  mercurio.  Por  último,  si  los  seño- 
res A.,  B.,  C,  la  han  tenido  y  no  por  esto  «  se  encuentran  menos  bien  *,  es 
porque  la  han  tratado  bien  y  convenientemente  ;  y  si  así  no  fuere,  ¡que  se 
preparen  para  el  porvenir  !» 

Otra  preocupación  consiste  en  considerar  los  grandes  accidentes  de  la 
sífilis  como  resjultado,  no  de  una  sola  infección,  sino  de  infecciones  y  des?- 
órdenes  acumulados.  De  suerte  que  cuando  un  desgraciado  sifilítico  cogido 
por  el  cerebro,  termina  por  la  parálisis  general,  por  el  reblandecimiento, 
por  la  demencia,  se  oye  siempre  decir  :  «¡Cuántos  excesos  habrá  cometido 
para  llegar  á  este  fin!  ¡Cuántos  excesos,  que  suerte  más  negral  Porque 
estas  cosas  no  se  presentan,  ciertamente,  más  que  á  los  que  abusan  de  lo& 
placeres  y  á  los  veteranos  de  la  orgía».  Proposiciones  inciertas,  porque 
debéis  saberlo  :  la  sífilis,  con  todas  sus  consecuencias,  con  las  consecuencias 
más  graves,  se  deriva,  no  de  contagios  repetidos,  reiterados,  acumulados, 
sino  de  un  contagio  único,  de  vno  solo.  No  se  duplica,  ni  se  triplica:  no 
admite  la  acumulación  ;  y  tan  poco  la  admite,  que  por  sí  misma  constituye 
la  inmunidad ;  de  tal  suerte  que  un  enfermo,  como  el  de  que  os  acabo  de 
hablar,  llegado  ai  último  grado  de  la  decadencia  cerebral,  paga  á  ese  pre- 
cio hasta  llegar  á  expiarlo  con  la  vida,  un  solo  extravío,  un  solo  momento 
de  olvido.  Lo  prueba  el  caso  siguiente,  que  os  doy  como  positivo,  porque 
lo  he  observado  yo  mismo.  Un  colegial,  el  mismo  día  de  su  recepción  de 
bachiller,  va  á  celebrar  su  victoria  en  una  de  esas  cervecerías  de  mujeres 
que  infestan  el  barrio  Latino.  Contrae  allí  con  esas  mujeres  la  blenorragia 
y  la  sífilis  á  hx  vez.  Según  la  costumbra,  no  dice  nada  á  la  familia  y  se 
hace  tratar  ocultamente  por  uno  de  sus  amigos,  mero  estudiante  de  medi- 
cina ;  po^o  tiempo  después,  apenas  desaparecidos  los  síntomas  aparentes, 
créese  curado  y  cesa  el  tratamiento.  Tres  años  más  tarde,  siéntese  atacada 
bruscamente  de  accidentes  epilépticos,  meningíticos  más  tarde,  sobre  la 
naturaleza  de  los  cuales  no  hay  seguridad  alguna  por  la  ignorancia  de  los 
antecedentes.  En  una  palabra,  se  presenta  la  sífilis  cerebral,  que  tratada 
como  tal.  pero  tardíamente,  lo  hace  sucumbir  en  cinco  meses. 

Pues  bien,  ¿era  ese  pobre  joven,  por  ventura,  «veterano  del  amor  y  de 
la  orgía  ?»  Kn  modo  alguno,  pues  hacía  sus  primeros  ensayos  en  el  amor  el 
día  en  que  contrajo  el  contagio  que  debía  costarle  la  vida.  Jóvenes,  no 
perdáis  este  ejemplo,  y  conservad  entre  vuestros  recuerdos  claramente  la 
siguientp :  en  la  sífilis,  un  contacto  desgraciado  basta  para  hacer  contraer 
la  infección  con  todas  sus  futuras  consecuencias,  hasta  llegar  á  las  más  de- 
sastrosas, como  acabáis  de  ver. 

Tal  es  el  peligro  venéreo,  compuesto  principalmente  de  dos  tipos  morbo- 
sos, serios  los  do.s  y  pudiendo  los  dos  llegar  á  ser  muy  graves,  pero  muy 
desigualmente  graves,  como  resulta  de  la  exposición  precedente. 

Pues  bien,  ¿comprendéis  ahora  por  qué  vuestra  entrada  en  la  edad  viril 
Inquieta  á  los  que  os  aman  con  alarmas  tan  legítimas?  ¿Comprendéis  tam- 
bién por  qué  una  sociedad  de  personas  de  bien,  que  tienen  á  la  vista  el  es- 
tudio de  los  medios  propios  para  disminuir  la  frecuencia  de  las  afecciones 
venéreas,  ha  pensado  en  vosotros  desde  el  principio,  en  vosotros  los  jóve- 
nes, lo^jovenciíos,  dispensándome  el  gran  honor  de  confiarme  la  redacción 
de  esta  pequeña  introducción  para  uso  de  los  «ignorantes»,  como  lo  sois 
todavía  de  estas  miserias  especiales?  «  Amparemos,  ante  todo,  han  dicho 
nuestros  colegas,  á  los  inexpertos  de  la  vida,  á  los  que  pueden  caer  en  el 
abismo,  porque  no  lo  conocen.  Advirtamos  á  nuestros  hijos  del  peligro 
venéreo ;  y  ese  será  el  mejor  medio  de  preservarlos.  No  nos  limitemos  á 
una  advertencia  general  y  vulgar;  hagamos  algo  mejor :  alegando  razo- 
nes, describamos  ésos  peligros,  como  snn  médicamente,  á  fin  de  hacerlos 
jueces  á  ellos  mismos  de  los  perjuicios  á  que  se  exponen  ».  Y  por  esta  razón, 
en  vez  de  limitarme  á  deciros  que  tengáis  cuidado,  os  he  hablado  de  medici- 
na, como  si  durante  una  hora  fueseis  discípulos  del  hospital.  Sabéis  ahora 
de  esa  enfermedad  todo  lo  que  tenéis  necesidad  de  saber,  y  grande  sería  mi 
satisfacción,  si  lo  que  os  he  dicho  os  fuera  de  alguna  utilidad  personal. 

Algunas  palabras  más,  y  concluyo.  Ya  sois  jóvenes,  y  por  este  mismo 
hecho  debéis  esperar  que  la  provocación  femenina  se  fije  en  vosotros,  como 


Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  die^  y  ocho  años  735 


empresa  fácil  de  explotar.  Sabed  que  esa  provocación  está  en  todas  partes 
y  se  presenta  bajo  todas  las  formas.  No  la  encontraréis  solamente  por  la 
noche  en  las  calles  solitarias;  la  encontraréis  de  día  y  á  todas  horas  btijo  la 
forma,  por  ejemplo,  ya  de  elegantes  transeúntes  del  boulevard,yade  seudo 
obreritas  que  con  paquetes  en  la  mano  tienen  la  apariencia  de  ir  á  devolver 
la  obra,  ó  bien,  sobre  todo,  en  las  cervecerías  de  mujeres,  en  los  paseos  de 
los  teatros,  en  los  bailes  públicos,  en  los  cafés,  los  café-conciertos,  en  los  es- 
pectáculos, en  algunos  almacenes  de  guantes,  de  perfumería  ó  de  «curio- 
sidades», en  la  rebotica,  arreglada  para  industria  diferente  ;  como  también 
en  todos  esos  lupanares  que  con  distintas  ensenas  abundan  en  las  capitales. 
También  podrá  perseguiros  en  vuestro  domicilio  con  cartas  ó  tarjetas,  como 
ocurrió  á  uno  de  mis  jóvenes  clientes,  discípulo  del  Instituto  Condorcet, 
que  recibió  un  día  cierta  carta  de  ese  género  de  una  bella  desconocida,  la 
cual  le  decía  haberlo  «distinguido»  y  solicitaba  una  entrevista.  Impru- 
dentemente acudió  á  ella  y  pagó  caro  su  candor. 

Notad  esto,  que  es  de  capital  importancia:  las  provocaciones  de  que  os 
acabo  de  hablar,  emanan  casi  invariablemente  del  peor  orden  de  prostitu- 
tas, á  saber:  de  las  que  en  lenguaje  administrativo  se  llaman  clandestinas  ó 
rebeldes  (porque  escapan  á  la  vigilancia  higiénica  de  la  policía).  Entre 
todas,  éstas  son  las  ynás'peligrosas,  porque  no  están  médicamente  vigiladas; 
por  consiguiente,  no  salen  de  la  circulación  cuando  están  enfermas  de  al- 
gún accidente  venéreo.  Son  más  peligrosas  en  proporción  numérica  asom- 
brosa. Muchas  estadísticas  oficiales  están  de  acuerdo  para  atestiguar  que 
de  100  de  estas  mujeres  detenidas  por  delito  de  prostitución,  se  encuentran 
siempre  la  tercera  parte  enfermas  (de  25  á  48  por  100 ),  es  decir,  enfermas 
ya  de  blenorragia,  ya  de  chancros  simples,  ya  de  sífilis  ó  de  varias  de  esas 
enfermedades  a  la  vez. 

Así,  pues,  cuando  tengáis  la  desgracia  de  ser  arrastrados  por  una  prosti- 
tuta clandestina,  los  indicios  del  peligro  que  corréis  son  cerca  del  33  por 
loo.  Con  esta  clase  de  mujeres,  de  tres  encuentros,  uno  será  casi  inevita- 
blemente seguido  de  contaminación. 

No  deduzcáis  de  lo  que  precede  lo  que  muchos  simples  deducen  :  que 
«puesto  que  las  prostitutas  no  vigiladas  son  peligrosas,  las  vigiladas  no 
deben  ser  peligrosas»  ;  porque  la  primera  de  esas  proposiciones  no  lleva  en- 
vuelta la  segunda.  Con  toda  certeza,  la  prostituta  vigilada  es  mucho  me- 
nos peligrosa  que  la  prostituta  clandestina,  porque  es  examinada  médica- 
mente cada  ocho  día«  y  secuestrada  en  el  caso  de  que  esté  reconocida  como 
«enferma»  ó  como  «sospechosa».  Pero  de  uno  de  esos  exámenes  al  si- 
guiente pasan  ocho  días,  durante  los  cuales  hay  tiempo  para  que  se  pro- 
duzca ya  la  blenorragia,  ya  un  chancro,  ya  la  recidiva  de  chapas  mucosas. 
Por  consiguiente,  la  mujer  reconocida  y  declarada  sana  hoy,  puede  estar 
mañana  enferma  y  ser  contagiosa.  De  otro  lado,  conservad  bien  en  vues- 
tros recuerdos  este  otro  resultado  de  la  observación  médica,  á  saber :  toda 
mujer,  después  de  dos  ó  tres  anos  de  ejercicio  de  la  prostitución,  está  forzo- 
samente inficionada  de  sífilis. 

«  ¡  Y  la  profilaxis  pública  de  la  sífilis!»  (mediréis,  sin  duda  alguna).  «¡Es 
esto  todo  lo  que  se  sabe  hasta  el  día  para  preservar  á  las  pol)laciones  de  ese 
espantoso  azote  que  habéis  descrito  ! ».  Si,  esto  es  todo  lo  que  sabemos,  o:^ 
responderé.  Y  no  nos  acuséis,  á  nosotros  los  higienistas  y  médicos,  de  no 
haber  hecho  algo  más  para  la  protección  de  la  salud  pública,  pues  hace 
mucho  tiempo  que  nos  preocupamos  por  hacer  algo  más,  pero  nuestros 
consejos  y  conjuros  no  hnn  sido  atendidos.  La  opinión  pública  está  tam- 
bién enérgicamente  solicitada  para  abolir  toda  vigilancia  médica  por  una 
sociedad  pr)derosa  llamada  Federación  Abolicionista,  que  nacida  en  Inglaterra 
del  misticismo  protestante,  considera  la  sífilis  y  las  afecciones  venéreas  como 
otros  tantos  saludables  ejemplos  de  la  Providencia  para  «castigar  la  lujuria 
de  la  carne»,  oponiendo  un  freno  al  desarreglo  de  las  costumbres  y  asegu- 
rando la  salud  de  las  almas  en  el  otro  mundo.  Contemos  con  el  buen  sentido 
para  resistir  á  tales  doctrinas,  cuyo  resultado  es  decuplar  el  peligro  venéreo. 

La  conclusión  natural  y  forzosa  de  lo  que  precede,  es  que  la  mejor  de 
todas  las  profilaxis  no  puede  ser  otra  que  la  profilaxis  individual,  perso- 
nal, á  saber :  la  que  cada  uno  puede  y  debe  ejercitar  en  sí  mismo.  Comen- 
cemos por  protegernos  á  nosotros  mismos,  lo  cual  valdrá  más  y  será  mucho 
más  seguro  que  confiar  nuestra  seguridad  á  la  vigilancia  agena. 


7^6  Para  nuestros  hijos  cuando  tengan  diei(  y  ocho  años 


Se  ha  dicho,  en  broma,  que  «el  temor  de  la  sífilis  .es  el  principio  de  la 
sabiduría»,  Así  será.  Pero  no  se  llega  á  la  sabiduría  sólo  por  la  vía  del 
temor:  también  se  llega  por  otros  sentimientos  de  orden  más  elevatlo,  que, 
sin  duda  alguna,  serán  los  vuestros,  á  saber:  los  principios  de  moral  y  de 
religión  que  habéis  recibido  de  vuestras  familias,  el  respeto  de  vosotros 
mismos,  el  respeto  á  la  mujer,  y  añadiré  tambiéu,  si  no  fuera  prematuro 
pedirlo  á  vuestros  diez  y  ocho  años,  el  respeto  debido  de  antemano  á  la  que 
será  vuestra  compañera,  á  los  hijos  que  hayáis  de  tener  y  á  vuestro  hogar 
doméstico. 

Otro  punto.  Se  ha  hablado  indebidamente  y  á  la  ligera  de  los  «peligros 
de  la  incontinencia  para  el  joven  ».  Os  confesaré  que  si  existen  estos  peli- 
gros yo  no  los  conozco,  y  como  médico  jamás  los  he  observado,  por  más  que 
no  me  hayan  faltado  observaciones  sobre  dicho  asunto. 

Por  otra  parte,  añadiré,  en  nombre  de  la  fisiología,  que  la  virilidad  verda- 
dera no  se  alcanza  sino  cerca  de  los  veintiún  años,  y  la  necesidad  sexual  no 
se  impone  antes  de  este  tiempo,  sobre  todo,  si  excitaciones  malsanas  no 
solicitan  prematuramente  el  alerta.  La  precocidad  genésica  es  artificial  y 
se  origina  á  menudo  en  una  educación  mal  dirigida. 

En  todo  caso,  estad  seguros  de  ello,  el  peligro  está  mucho  menos  en  la 
continencia  que  en  adelantarse  á  las  leyes  de  la  naturaleza;  espero  que 
hayáis  comprendido. 

El  último  consejo,  y  he  concluido. 

Si  un  día  los  sentidos  os  hicieran  traición  y  os  arrastraran  contra  vuestra 
voluntad  y  os  ocurriera  una  desgracia,  ¿cuál  debía  ser  vuestra  conducta? 

Mi  experiencia  sobre  esta  materia  me  aconseja  á  deciros  lo  siguiente: 
entre  los  dos  partidos  que  podéis  dudar  en  elegir,  hay  uno  bueno  y  otro 
malo. 

El  malo  es  el  malísimo,  el  silencio  y  el  disimulo.  Y,  sin  embargo,  este 
es  el  que  la  mayor  parte  de  los  jóvenes  prefieren.  Consternados,  confusos, 
llenos  de  miedo,  no  encuentran  nada  mejor  que  ocultar  la  enfermedad,  no 
diciendo  nada  á  su  familia,  y  se  tratan  secretamente,  confiándose  á  un 
cualquiera,  á  un  camarada,  á  un  médico  desconocido  y,  con  mucha  fre- 
cuencia, á  un  charlatán.  Obedecen  mucho  en  esto  á  un  sentimiento  que 
puede  hacerles  honor,  pero  que  no  por  esto  es  menos  injustificable.  Repre- 
séntase la  sífilis  como  una  enfermedad  vergonzosa  que  abochornaría  á  la 
familia  con  ellos,  y  condenada  á  guardarse  secreta»  Como  si  la  sífilis  fuera 
una  vergüeña  y  no  una  desgracia,  que  no  mereciera  más  que  compasión 
y  perdón.  ¿Qué  sucederá  con  ese  sistema  del  secreto?  Que  esos  jóvenes 
imprudentes  no  alcanzan  todas  las  ventajas  /leí  tratamiento,  se  tratim  unas 
veces  bien  y  otras  mal,  más  á  menudo  nial  que  bien,  incompleta,  insufi- 
cientemente, quedando  expuestos  para  el  porvenir  á  las  catástrofes  que 
conocéis.  Recordad,  como  tipo  del  género,  la  historia  dei  joven  colegial  de 
que  os  he  hablado.  Por  el  contrario,  el  due7i partido  es,  y  no  puede  ser  otro 
que  el  de  la  confesión,  por  razones  precisamente  contrarias  á  las  que  os 
acabo  de  decir. 

Por  lo  tanto,  no  dudéis  en  estas  circunstancias  :  aunque  os  cueste  mu- 
cho, tened  el  valor  de  la  confesión.  Confiad  vuestra  desgracia  á  vuestra 
familia,  que  guiará  vuestra  inexperiencia,  que  os  elegirá  un  médico  com- 
petente y  os  dará  las  mayores  facilidades  para  seguir  el  tratamiento  que  os 
convenga.  No  podríais  elegir  á  nadie  mejor  que  á  los  que  os  aman,  para 
asegurar  con  su  solicitud  y  ternura  vuestra  curación. 

Os  lo  repito,  en  tal  situación  y,  sobre  todo,  á  vuestra  edad,  la  confesión 
es  deber  al  cual  no  debéis  sustraeros. 


REVISTA   CRÍTICA    BIBLIOGRÁFICA 


Neurología 

POH    EL 

Dr.  Galcebán  Granes 

1.  —  Neurastenia  y  pseudofobias  de  origen  intranasal,  por  el  Dr.   C.  Compaired. — 

Madrid.  1903. 
n.  —  Exposición  de  un  caso  olinico  médico-legal  de  psicopatía  homo-sexui^l,  por 

D.  Fernando  Bravo  y  Moreno.  —  Santander,  19U3. 

III.  -^  Disertación  sobre  él  tema  «  Psicología  del  movimiento  humano  i>  por  D.  Anto- 

nino  de  Asís  y  Macapinlac.  —  Santiago*  I9ü3. 

IV.  —  Conciencia  individual  y  social.  —  Discursos  de  los  doctores  D.  Luis  Dolsa  y  Ramón  y 

D.Joaquín  Duran  y  Trinchería.  —  Barcelona,  1903. 
V.  —  Legislación  y  guia  para  la  reclusión  de  dementes  en  los  Manicomios,  por  don 
Francisco  Casamada  y  Torrcnt.  —  Barcelona,  1903. 

I.  La  neurastenia,  á  manera  de  caja  de  Pandora,  comprende  toda 
la  humana  patología:  trastornos  generales,  del  sistema  nervioso,  de 
las  visceras ;  de  funcionalismo  exaltante,  de  insuficiencia  ó  de  anula- 
ción de  las  energías  de  los  órganos  y  sistemas. 

En  su  génesis  concurren  todas  las  causas  perturbadoras  de  la  salud. 

Como  sus  manifestaciones,  su  curso  varía  al  infinito. 

A  la  par  que  su  diversa  naturaleza,  el  pronóstico  ofrece  todas  las 
gradaciones,  desde  el  más  leve  al  más  grave. 

Y  en  consonancia  con  su  patogenia,  importa  establecer  el  trata- 
miento, que,  por  lo  mismo,  abraza  cuantos  medios  constituyen  el  in- 
menso arsenal  de  la  Terapéutica,  así  farmacológica  como  de  la 
Higiene. 

En  toda  esta  extensión,  desde  el  punto  de  vista  especial  de  su  estu- 
dio, comprende  el  Dr.  Compaired  la  neurastenia  y  las  pseudofobias  de 
origen  intranasal ;  huelga,  pues,  decir  que  no  ha  olvidado  nada  capital. 

En  muchas  pruebas  expone  especial  criterio,  revelando  en  el  autor 
un  conocimiento  nada  común  de  la  materia. 

Las  monografías  de  los  méritos  de  la  que  hablamos,  completan  la 
enseñanza  de  los  constitutivos  de  su  objeto. 

IL  Con  ocasión  de  actuar  como  perito  en  el  caso  citado,  el  Dr.  Bra- 
vo hace  un  acabado  análisis  psicológico  del  sujeto,  quien,  como  la 
mayoría  de  los  de  esta  clase,  pertenecen  al  grupo  de  los  degenerados 
psicofísicos  con  obsesiones  é  impulsiones  de  tema  sexual  aberrante. 
El  tribunal  no  debía  condenarle  á  pena  alguna,  pero  tampoco  dejarle 
libre ;  simplemente  disponer  que  fuese  asistido  en  una  ("asa  de  Cura- 
ción ad  Aoc,  no  un  Manicomio.  ¿Qué  no  la  hay?  Pues  fundarla,  ó 
aguantar  los  peligros  que  entrañan  semejantes  seres  permitiéndoles 
vivir  libremente  en  sociedad.  Dijo  bien  el  Supremo  :  que  era  un  ser  des- 
graciado y  no  un  criminaU  y  yo  añado  que  tampoco  era  un  loco. 

III.  En  el  libro  de  Macapinlac,  hay  un  mucho  de  Filosofía,  Psicolo- 
gía, Biología  y  aún  Teología,  y  un  poco  de  «Psicología  del  movimiento 
humano  »,  que  es  el  título  del  libro.  No  obstante,  este  poco  está  bien 
tratado  desde  el  punto  de  vista  fisiológico,  relacionando  los  movimientos, 
las  actitudes  y  los  gestos  con  las  diversas  circunstancias  en  que  el 
hombre  se  muestra,  entre  ellas,  la  condición  de  edad,  sexo,  raza,  pro- 
fesión, medio  ambiente  y  situación  psico-moral. 

IV.  El  trabajo  del  Dr.  Dolsa  comprende  dos  partes :  la  primera, 
dedicada  al  estudio  sintético  de  la  organización  psico-física  del  hombre, 
y  la  segunda,  al  de  la  constitución  de  la  sociedad  como  organismo, 
( en  ciertos  particulares  semejante  y  en  otros  distinto  del  organismo 
individual) ;  todo  ello  en  concepto  de  fundamento  para  la  comprensión 
de  la  conciencia  individual  v  de  la  social. 


^wm 


758  Noticias  cientijicas 


El  desarrollo  de  este  trabajo,  es  bueno  ;  los  materiales  muchos  y 
bien  aportados,  revelando  g-ran  saber  y  erudición  ;  el  leng-uaje  castizo", 
claro  y  elegante.  Pero,  al  final,  queda  uno  descorazonado.  Después  de 
destruir  tanto  (porque  Dolsa  muéstrase  descreído  en'dog'mas  científicos), 
nada  dice  en  concreto  sobre  lo  que  es  y  para  que  sirve  la  conciencia 
individual  y  la  social.  Si  por  tal  entiende  realmente  i<  este  lazo  miste- 
riosa, incomprensible,  entre  el  organismo  y  el  Yo,  esta  síntesis  sublime 
que  nadie  ha  definido  todavía  y  apellidamos  conciencia  »y  ¿á  qué  viene 
hacer  de  la  misma  un  objeto  temático  ?  De  aquí  la  eterna  discrepancia 
entre  el  contenido  del  discurso  y  su  enunciado.  Página  tras  página 
sigue  el  lector  afanoso  buscando  la  conciencia,  y  la  encuentra  al  final 
reducida  á  las  líneas  transcritas,  ó  sea,  á  una  negación.  Y  es  lástima 
que  el  pesimismo  obseque  al  Dr.  Dolsa,  pues,  de  lo  contrario,  posee 
sobrado  talento  y  sabiduría  para  poder  hacer  un  trabajo  de  alcances 
positivos  sobre  la  conciencia,  conociendo,  como  conoce  bien,  el  carácter 
científico,  biológico,  de  la  psicologia  actual,  en  oposición  á  la  fantas- 
magoría de  la  vieja,  caduca,  descompuesta  y  extinta  psicología  clásica, 
aquélla  que  quiere  conocer  la  cosa  por  la  cosa  misma  y  no  por  los 
medios  múltiples  de  investigación  físicos,  químicos,  orgánicos  y  psí- 
quicos, fisiológicos  y  patológicos,  avalorados  por  la  observación  directa 
y  comparada,  la  experimentación  y  el  raciocinio,  ó  lo  que  es  lo  mismo, 
por  medio  de  todas  las  condiciones  de  certeza  que  tiene  el  método  sub- 
jetivo-objetivo,  con  sus  introspecciones,  extrospecciones,  determina- 
ciones, descripciones  é  investigaciones  psico-físicas,  que  traducen  los 
estados  de  conciencia  y,  en  general,  la  mayoría  de  los  psíquicos,  bajo 
forma  somática. 

Que  después  de  esto,  ^,  falta  todavía  una  última  esencia  que  descu- 
brir? No  importa  :  lo  principal  para  el  médico,  para  el  naturalista,  no 
es  conocer  las  esencias,  sino  los  mecanismos ;  y  no  es  razón  suficiente 
el  desconocer  la  esencialidad  de  la  conciencia  para  dejar  de  investigar 
su  materialidad,  su  funcionalismo,  sus  condiciones  de  vida,  sus  múl- 
tiples manifestaciones,  tanto  en  estado  hígido  como  en  el  patológico, 
que  es  lo  que  yo  creí  encontrar  en  la  obra  del  Dr.  Dolsa. 

Aparte  de  este  desengaño,  la  estimo  como  muy  provechosa,  muy 
nutrida  de  conocimientos  y  en  este  concepto  la  aplaudo  sin  reservas. 

V.  El  libro  del  Sr.  Casamada  tiene  por  objeto,  no  sólo  comprender 
cuanto  se  ha  legislado  sobre  el  internamiento  de  los  vesánicos,  sino 
comentar  y  aclarar  los  casos  dudosos  que  á  diario  se  presentan.  Su 
utilidad  es  mucha,  tanto  para  los  médicos  como  para  los  abogados  y 
para  todos  los  funcionarios  del  poder  judicial,  toda  vez  que,  á  parte  de 
la  publicación  íntegra  de  Reales  órdenes,  decretos,  leyes,  instruccio- 
nes, circulares,  etc.,  inserta  los  artículos  de  los  Códigos  pertinentes  al 
caso,  y  los  formularios  que  pueden  servir  de  norma  para  la  redacción 
de  los  documentos  oficiales. 

NOTICIAS   CIENTÍFICAS 

Convulsiones  epileptiforznes  tónicas  y  clónicas 
(Sitio  de  las).  —  El  Dr.  Niño  Samaja  ha  hecho  un  largo  y  minu- 
cioso estudio  experimental  sobreesté  importante  tema,  en  el  Labora- 
torio de  Fisiología  de  la  Universidad  de  Ginebra.  Ha  llegado  á  las 
siguientes  conclusiones  generales : 

1.*    La  zona  cortical  motriz  es  el  centro  (1)  exclusivo  de  las  convul- 


(t>  Siendo  las  convulsiones  un  fenómeno  patológico,  no  pueden  tener  un  centro  especial.  Con 
la  palabra  cenfro  designamos  la  parte  del  eje  centro-espinal  cuya  excitación  produce  ya  contrac- 
ciones sucesivas  (convulsiones  clónicas;,  ya  una  contracción  persistente,  tetánica  (convulsiones 
tónicas). 


Formulario  y  tratamientos  modernos  75g 


siones  clónicas  en  el  perro  y  prato  adultos.  El  resto  del  eje  cerebro-es- 
pinal no  puede  producir  en  ellos  más  que  convulsiones  tónicas. 

En  los  mamíferos  menos  elevados  en  la  escala  animal  (conejos  y 
conejitos  de  Indias),  así  como  en  el  perro  y  en  el  g-ato  recién  nacidos  y 
en  la  rana  verde,  la  corteza  motriz  no  es  sitio  de  ningún  centro  con- 
vulsivo. 

2.*  El  bulbo  ó  el  istmo  del  encéfalo  en  el  conejiío  y  en  el  conejo 
son  el  asiento  de  las  convulsiones  clónicas.  En  el  conejito  y  en  la 
rana  verde  el  bulbo  aislado  del  istmo  del  encéfalo  es  aún  el  sitio  de  un 
centro  convulsivo  clónico. 

3.*  La  médula,  en  toda  su  extensión  y  en  todos  los  mamíferos,  es 
asiento  de  un  centro  exclusivamente  tónico ;  no  provoca  nunca  con- 
vulsiones clónicas. 

En  la  rana  verde,  por  el  contrario,  produce  convulsiones  clónicas. 

Se  ve,  pues,  que  el  centro  convulsivo  clónico  asciende  progresiva- 
mente en  la  escala  animal,  desde  la  médula  hasta  la  corteza  cerebral : 
bulbo-medular  en  la  rana  verde,  bulbar  en  el  conejito  de  Indias,  basi- 
lar en  el  conejo,  es  cortical  en  el  perro  y  en  el  gato  adultos. 

En  el  hombre  el  asiento  de  las  convulsiones  tónicas  es  exclusiva- 
mente basilar  ;  el  de  las  convulsiones  clónicas  es  cortical.  ( Jtevue  mécL 
de  la  Suisse  romande,  1904).  —  (Roduígükz  Méndez). 


FORMULARIO    Y    TRATAMIENTOS    MODERNOS 


CCXXI.  >-  Olioerolado  de  iotiol  en  los  vómitos  del  embarazo 

Pettazzi  atribuyó  (1902)  estos  vómitos  á  una  metropatía  consistente  en  la 
tensión,  rigidez  é  hiperconectivación  de  las  túnicas  propias  del  útero,  no  á  la 
estenosis  cervical  ú- otras  lesiones  (1).  Más  tarde,  eate  año,  defiende  de  nue- 
vo su  creencia  y  aporta  datos  en  pro  del  procedimiento  terapéutico  preconi- 
zado por  La  Torre. 

El  g-licerolado  de  ictiol,  al  10  ó  20  por  100,  reúne  las  propiedades  de  la  glií 
cerina  y  del  sulfoictiolato  de  amonio:  aquélla  es  osmótica  y  emoliente,  as, 
como  algo  analgésica ;  éste  es  analgésico,  antiflogístico,  modificador  de  la 
circulación  local  y  un  buen  desinfectante.  Dado  un  cuello  uterino  rígido: 
inflamado,  congestionado,  estosdos  fármacos  deben  obrar  beneíiciosamente- 
como  analgésicos  menguarán  la  sensibilidad  local  y.  por  tanto,  la  violencia 
de  los  fenómenos  reflejos ;  como  osmótico,  antiflogístico,  desinfectante  y 
resolutivo,  el  preparado  substraerá  suero,  reblandecerá  el  paréuquima  cer- 
vical y  contraerá  los  capilare.s  sanguíneos.  * 

Por  tanto,  cuando  los  vómitos  dependan  de  metritis  ó  de  rigidez  de  las 
paredes  cervicales,  el  mejor  tratamiento,  hoy,  es  el  glicerolado  de  ictiol  em- 
pleado tópicamente. 

Si  se  trata  de  mala  posición  del  útero  ó  de  distensión  de  la  cavidad,  este 
glicerolado  no  puede  pasar  de  la  categoría  de  un  auxiliar,  y  hay  que  redu- 
cir el  órgano  ó  menguar  la  tensión  de  las  paredes  (2). 

CCXXII.  —  Neuralgias :  empleo  del  antalsrós 

Con  este  nombre  se  ha  dado  al  comercio  una  especie  de  asociación  de  la 
salipirina  y  de  la  fenidina,  ideada  por  el  Dr.  Piguatori.  Parece  ser  una 
substancia  tolerable  hasta  por  los  más  endebles  y  de  acción  bastante  segura 
en  las  neuralgias  del  trigémino  y  facial,  sea  cualquiera  su  naturaleza  (3). 

CCXXIII.  —  Ántrax:  tratamiento 

AmoreíU  no  es  partidario  de  la  incisión,  que  si  alivia  al  enfermo,  aumenta 
la  superficie  gangreflosa  y  le,  expone  á  una  infección  más  intensa ;  y  no  se 
muestra  muy  entusiasmado  con  el  tratamiento  de  Sirus  Pirandi  (pulveriza- 

(1)  Rass.  di  Ostet. 

(2)  Jl  Policlinico 

(3)  //  Progresso  medico. 


76o  Formuiúrio  y  tratamientos  moderno* 

clones  fenicadas  al  2  por  100)  y  de  Brocy  (aplicacioues  de  levadura  de  cer- 
veza). 

Más  sencillo  y  mejor  es  lo  que  propone  :  aplicación  de  una  torta  de  algo- 
dón hidrófilo  empapada  en  jug-o  de  limón  con  algunas  gotas  de  tintura 
tebaica.  y  encima  una  lámina  de  guttapercha,  renovando  el  aposito  cuando 
el  algodón  se  seque.  Cuando  en  éste  aparezcan  vestigios  de  pus,  se  hará 
ligeras  presiones,  pero  se  continuará  con  el  mismo  tratamiento  hasta  la  caí- 
da de  la  escara.  Queda  una  úlcera  simple,  cuya  cicatrización  se  obtiene 
con  los  medios  usuales  (1). 

CCXXIV.  —  Oorlxa  a^ndo :  tratamiento  abortivo  oon  los  lodnros 

Se  recomienda  hoy  mucho  este  tratamiento. 

Una  cucharada  cada  tres  horas,  desde  las  seis  de  la  mañana  á  las  seis 
de  la  tarde,  de  esta  solución  : 

loduro  sódico 5  gramos 

Agua  destilada «150       » 

cuya  fórmula,  para  los  que  no  puedan  soportar  el  sabor  del  ioduro,  se  reem- 
plaza con  esta  otra  : 

loduro  de  sodio .     .  5  gramos 

Jarabe  de  corteza  de  naraniu ^  „^  on 

»      de  limón .........'.}  *^-  ^^       * 

Agua  destilada  c.  s.  para Ir.O       » 

Además  se  introduce  en  las  fosas  nasales  esta  pomada: 

loduro  sódico \  « 

Bromuro  .módico /  «^         3  gramos 

Vaselina 30       » 

El  bromuro  tiene  por  objeto  evitar  los  estornudos  (2). 

CCXXV.  —  Orinas  amoniacales :  trataihlento 

El  mejor  remedio  son  los  benzoatos  á  la  dosis  de  1  á  1*20  gramos  cada  cua- 
tro horas  hasta  que  la  orina  sea  ácidii  (los  uratos,  fosfatos  y  el  ácido  úrico, 
insolubles,  son  transf<)rmados  en  hipouratos,  solubles),  y  después  la  misma 
dosis,  pero  sólo  tres  veces  al  día. 

Puede  utilizarse  cualquier  benzoato  (amónico,  litínico,  sódico,  etc.) :  el 
que  mejor  sea  tolerado  por  el  estómago.  Para  facilitar  la  tolerancia  convie- 
ne darlo  con  poca  agua  y  si  es  necesario  con  un  amargo,  la  genciana  por 
ejemplo  (3). 

CCXXYL— Enterorra^la  tifoidea:  tratamiento 

Mejor  que  otros  agentes  es  el  uso  de  caldos  gelatinosos  fríos  (3). 
Sea  en  caldos,  sea  de  otra  suerte,  la  he  empleado,  sobre  todo  pura,  en 
casos  graves  y  rebeldes  con  buen  resultado. 

CCXXVII— Anestésico  looal 

Paralas  operaciones  de  odontotecnia,  Bonnnrd  recomienda  inyecciones 
gingivales  de  la  siguiente  solución  : 

Clorhidrato  de  cocaína 0*10  gramos 

Nirvanina 0*20      » 

Eugenol 4       gotas 


Agua  destilada 50 


cm 


Esta  inyección  no  es  dolorosa  y  su  efecto  anestésico  es  inmediato;  siendo 
muy  poco  tóxica,  puede  repetirse  varias  veces  sin  inconveniente  (4). 


(1)  Congreso  médico  siciJiano. 

(2)  Le  Medecin. 

(3)  Medicina  moderna. 

(4)  La  Semana  médica. 


St  eció  I  oficial  761 


CCXXVin.  —  Asmas :  tratamiento 

Contra  el  asma  cardíaco  de  los  nefríticos  y  arterio-esclerósicos,  pero  no 
en  los  estados  disneieos  de  las  afecciones  mitrales,  se  puede  usar,  como 
ag-ente  preventivo,  la  teohromina  pura  (1*50  n  2  gramos  diarios),  en  forma  de 
dicerétina  ó  de  uroferina  (3  á  3'50)  ó  de  agurina  (2  á  2'50).  Para  que  surtan 
efecto  se  las  debe  administrará  dosis  fraccionadas,  tanto  de  día  como  de 
noche  (1). 

—  Desler  usa  la  am¿o^2¿i;itMei  contra  el  elemento  espasmódico  del  asma 
bronquial,  á  la  dosis  de  ü'40  gramos,  repetida  tres  veces  al  día.  Dándola 
durante  tres  semanas  curó  un  enfermo  de  su  catarro  sofocante,  que  databa 
de  tres  años  y  que  solo  se  aliviaba  con  las  inhalaciones. 

La  aristoquinina  es  insípida,  y  obra  reduciendo  el  número  de  contrac- 
ciones cardíacas  y  haciendo  más  voluminosa  la  oleada  sanguínea.  Apenas 
sí  tiene  inconvenientes :  prurito  de  la  piel,  zumbido  de  oídos  pasajero,  et- 
cétera (2). 

CCXXIX.  — Amigdalitis  agrnda:  tratamiento  oon  la  qalnlna 

Dice  Szentgyoergi  que  la  quinina  obra  como  un  específlco  contra  esta 
angina :  á  las  4  ó  5  horas  de  administrada,  hay  transpiración  abundante  y  á 
las  24  horas  han  cesado  los  fenómenos  locales. 

Puede  utilizarse,  además,  como  medio  de  diagnóstico,  pues  no  ejerce  ac- 
ción alguna  contra  las  anginas  diftéricas  ó  escarlatinosas. 

La  dosis  debe  ser  de  medio  gramo,  cuando  menos,  en  dos  tomas  con  in- 
tervalo de  media  hora. 

El  medicamento  no  tiene  acción  preventiva  ;  tanto,  que  desaparecida  la 
angina  de  un  lado,  puede  aparecer  en  el  otro.  Esta  nueva  invasión  se  cura 
también  con  la  quinina  (3). 

CCXXX.—Epltelioma  cutáneo:  traUmlento 

Toppeiner  emplea  una  solución  de  eosina  (anilina  roja)  al  5  por  100,  apli- 
cada con  un  pincel.  Luego  expone  la  región  á  la  luz  solar  ó  á  la  eléctrica. 
Parece  que  la  fluorescencia  obra  como  los  rayos  X  (4). 

Dr.  Rodríguez  Méndez 
SECCIÓN     OFICIAL 


SOCIETE    INTERNATIONALE  DE  LA  TÜBERCULOSE 

Objet  de  la  société. 

Une  nouvelle  Société  savante  est  fondee  a  Paris  sous  le  nom  de  «Société 
Internationale  de  la  tubercuiose». 

Elle  a  son  siége  á  Paris.  Ses  réunions  ont  lieu  mensuellement  sur  con- 
vocation  du  Secrétaire  general. 

Cette  Société  a  pour  but  l'étude  de  toutes  les  questions  se  rattachant  k 
la  tuberculoso  et  la  centralisation  des  moyens  de  defense. 

Ces  travaux  seront  publics. 

La  Société  se  compose  de  médecins  ou  savants  possédant  un  dipióme  de 
Facultes  ou  d'üniversités  francaises  ou  étrangéres. 

Pour  étre  admis  il  faut  présenter  une  demande  au  Président,  étre  agrée 
par  le  burean  ratifié  en  Assemblée  genérale  etpayer  una  cotisation  annuel- 
le  de  10  francs. 

Priere  d*adresser  les  demandes  de  candidatures  á:  Mr.  le  Dr,  Georges 
Petit,  Secrétaire  genérale,  5,  rué  du  Rocher,  París. 


(1)  Medicina  moderna. 

í 2 )  Therapie  des  Gegenwa rt. 

(3)  Journal  des  Médecins. 

(4)  Repue  de  Thérapeutique, 


763  Nuestra  correspondencia  con  ¡a  prensa 


XV  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  MEDICINA 
(Lisboa,  19-26  de  abril  de  1906). 

Acabamos  de  recibir  el  ii.°  4  del  Boletín  Oficial  del  XV  Congreso  internacio- 
nal de  Medicina.  Quien  examine  este  número,  se  convencerá  de  que  el  éxito 
científico  del  Congreso  está  asegurado,  por  el  nombre  de  los  médicos  que 
por  él  se  interesan,  y  por  el  número  de  los  relatorios  que  se  están  prepa- 
rando y  que  han  de  imprimirse  antes  de  la  inauguración  del  Certamen.  Los 
relatorios  prometidos  hasta  hoy  son  188. 

Al  propio  tiempo,  muchas  comunicaciones  personales  fueron,  ya  anun- 
ciadas. 

Estas  son  las  principales  informaciones  que  contiene  el  Boletín  recién 
publicado  ;  á  ellas  hny  que  añadir  la  lista  complementaria  de  los  Comités 
nacionales  constituidos,  la  lista  de  los  delegados  anunciados  y  la  de  las  ad- 
hesiones recibidas. 

Una  última  información  no  dejará  de  interesar  muchos  médicos:  es  la 
división  de  la  sección  XII  en  dos  sub-secciones,  la  Laringo-Rino-Otología  y 
la  Estomatología. 


NUESTRA  CORRESPONDENCIA  CON  LA  PRENSA 


1.a  Semana  médioa,  de  Buenos  Aires.  —  Gracias  por  la  reproducción  de 
la  noticia  Dermatosis  de  la  piel  del  cráneo :  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez 
Méndez,  cuya  procedencia  no  cita. 

El  Problema  de  la  taberonloBie,  de  la  Habana.  —  Id.  id.  de  la  noticia 
El  automóvil  y  los  tuberculosos,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Gaoeta  médioa  de  Costa  Rioa,  de  Sen  José.  —  Id.  id.  del  discurso  del 
Dr.  Bianchi,  El  pensamiejito  de  Emilio  Zola,  traducido  por  el  Dr.  Ardieta. 
y  del  trabajo  Naturaleza  de  la  obsesión^  por  el  Dr.  Marandon  de  Montyel, 
traducido  por  el  Sr.  Ruíz  Rodríguez  (J.) 

Oaoeta  de  Medioina  zoológ^ioa,  de  Madrid.  —Id.  id.  del  trabajo  Origen  y 
naturaleza  de  las  alexinas,  del  Sr.  R.  Turró. 

1.08  Naevos  Bemedloe,  de  Madrid.  —  Id.  id.  de  la  noticia  Putrefacción  in- 
testinal: acción  de  varios  medicaínenios,  del  Dr.  Rodríguez  Méndez. 

Madrid  médioo,  de  Madrid.  —Id.  id.  de  la  comunicación  Técnica  de  la 
abertura  y  cuidados  consecutivos  del  absceso  cerebral  otógenOy  del  Dr.  Botey. 

I«a  Medioina  de  loe  nifioe,  de  Barcelona. —  Id.  id.  del  artículo  Signos 
clínicos  de  la  menirigitis,  del  Dr.  Fumouze-Albespeyres,  traducido  por  el 
Dr.  Rodríguez  Ruiz. 

Revista  déla  «Asociación  médico  -  farmacéutica»,  de  la  Habana. — 
Id.  id.  del  artículo  Las  últimas  C07iquistas  de  la  química.  El  radio,  del  doc- 
tor Raimondo,  traducido  por  el  Dr.  Rovira  Oliver. 

I«a  Hig^iene,  de  la  Habana.  —  Id.  id.  del  artículo  Supuesto  descubrimiento 
de  Luis  Pasteur,  del  Dr.  L,  Comeiige. 

I«a  Medioina  oientifloa,  de  Barcelona.  —  Id.  id.  del  artículo  El  síndrome 
de  Pick,  del  Dr.  González  Prats,  de  la  noticia  Hayos  N,  del  Dr.  Rodríguez 
Méndez,  y  de  la  comunicación,  Antisepsis  lin/ocitaria ,  del  Dr.  Gar- 
cía Sola. 

Orónioa  médioo-qnirúrs^ioa ,  de  la  Habana.— Id.  id.  de  las  noticias  Ex- 
tracto  antitt/óldeo  de  lez  y  Urticaria:  tratamiento,  del  Dr.  Rodríguez 
Méndez. 


Batudloa  demogpilfieos  de  Bapeelona 

POK     El.    • 

1)r.  D.  Luis  Comenge 

Director  del  Instituto  de  Higiene  urbana  de  Barcelona 

Mortalidad  Infantil  de  Bareelona  en  1908 

Este  elemento  obituario  ha  sido  mayor  en  este  año  que  en  el  anterior 
(véase  el  número  de  esta  Gaceta  de  31  de  julio  de  1903).  Así  como  la 
mortalidad  de  los  niños  representó  el  36*4  por  100,  durante  1903  ha  lle- 
gado á  40  por  100. 

En  los  adjuntos  estados  verá  el  lector  las  causas  y  detalles  de  este 
asunto  importante. 


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Marzo .  .  . 
Abril.  .  .  . 
Mayo  .  .  . 
Junio  .  .  . 
Julio.  .  .   . 

Agosto.  .  . 
Septiembre 
Octubre  .  . 
Noviembre 
Diciembre.  . 

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Enero.  .  .  . 
Febrero.  .  . 
Marzo.  .  .  . 
Abril  .... 
Mayo  .... 
Junio  .... 
Julio  ... 
Agosto  .   .  . 
Septiembre 
Octubre.  .  . 
Noviembre. 
Diciembre  . 

ÍNDICE  DEL  TOMO  YIGÉSIHO  SÉPTIMO 


1904 


índice  de  autores 


AUaria,  536. 

Antigüedad,  282,  317,  j66, 

677. 
Ardieta,  34»?  376- 
Aróstegui,  720. 

Barbará,  !2. 

Bassols-Prizn,  220,  603,  636. 
Bianchl,  341,  376. 
Botey,  65i,652. 
Bunge(A.),  694,  727. 

Calmette,  667. 

Calleja,  154. 

Campa,  645, 

Campos  Hugueney,  66 1 . 

Casadesús,  8,  41. 

Cebelra,  189,  735. 

Civlt,  200.  233. 

Ciado,  iboj  178,212,  244, 272. 

Codina  Castellvi,  5. 

Col!  y  Boflll,  174,  267,  529, 
690. 

Comenge,  32,  62,  100,  io5, 
13»»  i43í  »64,  193,  228,  25o, 
292,  324,  356,  386,  420,  45i, 
484,  5 1 6,  548,  58o,  612, 620, 
637,643,676,707,  740,763- 

Compaired,  101. 

Corominas  é  Illa,  461,  490. 

Cremona,  496. 

Crespin.  310. 

Chabás,  103. 

Debove,  114. 
Deny,  621. 
Dómine,  103. 

Espina  y  Capo,  1 73. 


Ferrer  Piera,  40,  5o7,  5gi. 
Figueras,  653. 
Fore],  146. 
Fournler,  720,  748. 
Foveau  de  Courmelles,  403. 
Fumouze-Albespeyres,  60 1 . 

Galcerán,  443, 670,  746,  757. 
García  Sola,  i63. 
Gaudler,  569. 
Gimisó,  336,  361. 
González  Prats,  589,  668. 
Guerin  (C),  1 6, 

Jourdran,  603. 

Kerayal,  624. 

La  Rosa  Sánches,  411. 
Levy(F.),433. 
Lop,  533. 
López  (G.),  741. 

Marandon  de  Montyel,  531. 
Margar it,  703. 
Mariani,  33.  i37,  457- 
Martin(A.),  4^3,517. 
Martínez  Vargas,  254,  702. 
MasóBru,  263,301,549,731. 
Mathieu,  563. 
Mayet,   112,    145,   176,  209, 

242,  270. 
Moliner,  103. 
Monsarrat,  468. 
Murúa,  172. 

Nublóla,  709^ 

Pérez  Noguera,  58, 453,  593. 


Périer(K.),47. 

Peyri,  269. 

Pons  Marqués,  58 1 . 

Queraltó,  613. 

Raimondo,  183. 

Revol  (L.),  499. 

Rodríguez  Méndez,  34,  27, 
60,  III,  121,  122,  124.  i55, 
190,  191,  222, 255,  285, 320, 
348,  349,  382,  384,  4» 2,  445, 
475  ,476,  509,  541,  542,  569, 
373,  574,  602,  6o5.  639,  661, 
670,  672,  673,  70S,  735,  758. 

Rodríguez-Morini,  186, 621. 

Rodríguez  Ruiz  (R  ),  110. 
123, 124, 189, 190, 5o8, 56i, 
601,  668,  693. 

Roux  (J.  Ch.),  563. 

RoTira  Oliver,  1 18, 119, 183, 

22!,  536,  541,  719: 

Ruiz  Rodrigues  (J.),  16,47, 
112,  114,  145,  146,  x5o,  176, 
178,  209,  212,  242,  244,  270, 
272,  310,  403.  435,  468,  499» 
53i,  533,  563, 592, 627,  657, 
694,  727. 

Sano,  623. 

Simonena,  332, 37o>  39^,  384- 

Tapia,  197,229,261,293,325. 

357,389,421. 
Terrien,  592,  627. 
Turró,  133. 

Ule cia  Cardona,  1 5,  307, 394^ 
427,  487,  523, 552. 


inOICE  DE  MATERIAS 


Aborto.  —  Véase  Responsabilidad. 

Absceso  cerebral  otógeno  (Técnica  de 
la  abertura  y  cuidados  consecutrvos 
del),  652. 

Academia  de  Higiene  de  Cataluña:  sesión 
inaugural,  b5o. 

Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Bar- 
celona (R.) :  sesión  inaugural,  111. 


Acaríosis  ó  sarna  :  curación  rápida,  6a. 

Aceite  de  hígado  de  bacalao:  carestía, 
igo;  varias  lórmulas  agradables,  447. 

Aceites  medicinales:  modo  de  favorecer 
su  administración,  257. 

Acetol :  composición,  738. 

Acido  bórico  :  acción  tóxica,  acción  tera- 
péutica, 384. 


índice  de  materias 


765 


Acido  fénico.  —  Véase  Peste  bubónica^ 
Viruela. 

Acido  fórmico :  acción  sobre  el  sistema 
muscular,  225.  . 

Acido  nucleínico:  su  empleo  en  la  ane- 
mia grave,  737. 

Acido  oxálico.  —  Véase  Asma. 

—  pfcrico.  —  Véase  Cistitis,  Lupus. 
Acné  de  ia  cara  :  tratamiento,  290. 

—  varioliforme:  tratamiento,  290. 
Actos  y  omisiones  penables. ~  Véase  Res- 
ponsabilidad. 

Adherencias  de  las  mandíbulas  :  neurosis 
del  maxilar  inferior  de  origen  mercu- 
rial en  una  niña  malgacha,  693. 

Adherencias  pleurales  y  peritoiieales:  tra- 
tamiento, 225. 

Adrenalina  :  su  empleo  en  Oftalmología, 
354;  acción  fisiológica,  418;  en  polvo 
y  en  solución,  1 56.  — Véase  Analgesia, 
Anestesia,  Glaucoma,  Hemorroides. 

Aglutinina  (Acerca  del  paso  de  la)  de  la 
madre  al  feto  en  los  casos  de  tuberculo- 
sis materna,  530. 

Agua  oxigenada:  su  empleo  en  la  tera- 
péutica infantil,  530.  — Véase  JVeyí. 

Agua  salada.  —  Véase  Tuberculosis. 

Agurina:  aplicaciones,  674. 

Aire  calienie.  —  Véase  Chancro. 

Albuminuria  en  los  tuberculosos,  549. 

Albuminúricos.  — Véase  i4/ffMen/flCÍón. 

Alcanfor:  acción  an liga l»ctógoga,  640. 
—         y  morfina  en  inyecciones  hipo- 
dérmicas,  257. 

Alcohol  (El)  en  dietética,  694,  727. 

Alcohol  alimento  (El)  y  la  hipótesis  del 
mecanismo  humano,  146. 

Alcoholismo  agudo:  tratamiento,  29. 
—  en  Barcelona,  8,  41. 

Alexinas  (Origen  y  naturaleza  de  las),  i  93. 

Alimentación  de  los  albuminúricos,  255. 

Alumnos  (Conveniencia  de  seleccionar 
A  los)  A  su  ingreso  en  Facultad  y  condi- 
ciones generales  de  un  buen  régimen 
universitario,  332,  370,  398. 

Amígdalas  (Las)  como  puerta  de  entrada 
de  la  infección  tuberculosa  en  los  ni- 
ños, 692. 

Amigdalitis  aguda:  empleo  del  formo!, 
2^;   tratamiento  con  ia  quinina,  761. 

Amiloformo:  empleo  tópico,  448. 

Analgesia.—  Véase  Petroselino,  Quelidoni- 
na.  Quinina,  Trigémina. 

Analgesia  cocaíno-adrenalínica  en  cirugía 
general,  i56. 

Analgésicos  y  calomelanos,  576. 

Anemia.  —  Véase  Acido  nucleínico.  Cloro - 
anemia. 

Anemia  perniciosa  primitiva:  tratamiento 
con  la  médula  ósea  de  buey  cruda,  641. 

Anestesia  con  el  cloruro  de  etilo  ó  kele- 
no,  353.  —  Véase  Cloroformo. 

Anestesia  local  de  los  tejidos  inflamados 
mediante  inyecciones  de  cocaína  y  de 
adrenalina  (renalina),  417. 

Anestésico  local,  760. 

Anestesina  :  aplicaciones,  44^. 

Aneurisma  de  la  aorta  abdominal  tratado 
con  las  inyecciones  hipodérmicas  de 
gelatina,  591. 

Angina  herpétíca:  tratamiento,  126. 

Angiomas:  tratamiento,  127. 

Antaigós.  —  Véase  Neuralgias. 


Anticol:  astringente  y  desinfectante  in- 
testinal, 288. 

A n t igalaciógogo.  —  Véase  A  Icanfor. 

Antirojcrobma.  —  Véase  Coqueluche. 

Antisepsis  linfocitaria,  i65. 

Antitoxina  diftérica:  determinación  cuan- 
titativa de  muy  pequeñas  dosis,  690. 

Ántrax:  tratamiento,  226,  258,  759. 

Antropurpurina.  —  Véase  Purgatina. 

Aórticas  (Lesiones)  é  histerismo,  457. 

Aparato  digestivo  (Mortalidad  causada 
en  Barcelona  por  las  enfermedades 
del),  707. 

Apendicitis:  tratamiento  médico,  i55. 

Arándano:  acción  bactericida  en  el  intes- 
tino, AI  7. 

Arsitriol,  642. 

Artritis  tuberculo.sa.  —  Véase  Higroma, 
Luxación  congénita. 

Asa  de  Wilde.  —  Véase  Cuerpo  extraño. 

Asma:  tratamiento,  761. 
—      y  bronquitis  capilar:  empleo  del 
ácido  oxálico,  674. 

Aspirina  :  acción  antireumática.  192; — su 
empleo  en  las  afecciones  doloiosas  del 
aparato  genital  femenino,  542. 

Astenia:  tratamiento,  61. 

—  cardiaca  precoz  y  loxémica  en  la 
infección  pneumocócica :  tratamien- 
to, 349- 

Astricción  de  vientre.  — Véase  Burdaina. 

Aubepina,  190. 

Automovilismo:  acción  terapéutica,  545. 

Azul  de  metileno  :  su  empleo  en  las  in- 
fecciones de  las  vías  biliares,  386. — Véa- 
se Ciática,  Diarreas,  Enteritis. 

Bacilemia  tuberculosa  subaguda,  1 14. 

Bálsamo  del  Tolú.  —  Véase  Heridos. 

Baños  calientes.  —  Véase  Meningitis. 

Barcelona:  mortalidad  durante  el  mes  de 
diciembre  de  1903,  32;  fd.,  id.,  enero 
de  1904,  164;  id.,  id.,  febrero,  164; 
id  ,  id.,  marzo^  228;  id.,  fd.,  abril,  290; 
Id.,  id.,  mayo,  356;  id  ,  id.,  junio,  420; 
id.,  fd.,  julio,  484;  id.,  id.,  agosto,  048; 
id.,  id.,  septiembre,  612;  id.,  id.,  octu- 
bre, 676;  id.,  id.,  noviembre,  740;  sín- 
tesis vital,  año  1903,  62;  vitalidad  en 
1903,  131;  mortalidad  por  enfermeda- 
des del  sistema  nervioso  (1898-1903), 
196;  id.,  por  viruela,  (i 898-1903),  259; 
equilibrio  de  sexos  en  Barcelona,  324; 
mortalidad  por  sarampión  v  escarlatina 
(1898-1903),  386;  id.,  por 'fiebre  tifoi- 
dea y  difteria  (1898-1903),  45  r,  id.,  por 
enfermedades  del  aparato  circulatario 
(1898-1903),  5 16;  fd.,  por  pneumonía 
(1898-1903),  58o;  id.,  por  tuberculosis 
(1898-1903),  643;  id.,  por  fiebres  puer- 
perales (1903),  707;  id.,  por  enfermeda- 
des del  tubo  digestivo  (1903),  707;  ídem 
por  septicemia  quirúrgica  (1903),  708  ; 
fd.,  por  neoplasias  (1903),  763;  id.,  in- 
fantil (1903),  763.  —  Véase  Academia, 
Alcoholismo,  Escuelas,  Instituto,  Moría- 
lidad.  Vía  pública. 

Basedow  (Enfermedad  de):  tratamiento 
con  el  solfaniiato  sódico,  322;  tratamien- 
to, 352. 

Bariow  (Un  caso  de  enfermedad  de),  269. 

Biliares  (Infecciones  de  las  vías).—  Véase 
A  lul  de  metileno. 


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766 


Indict  de  materias 


Bismuto  coloidal:  su  empleo  en  la  gas- 
tro-enteritis  de  los  niños,  29. 

Blenorragia:  tratamiento  abortivo,  509; 
profilaxis.  720  — Véase  Cis/tfis,  Conse- 
)  os,  Panamito. 

Bronquitis  capilar.  —  Véase  Aitna, 

—         y  tuberculosis:  empleo  de  los 
ioduros  de  codeína,  706. 

Bulbo  piloso.  —  Véase  Petróleo. 

Burdaina  :'su  empleo  en  la  astricción  de 
Tientre,  128. 

Bibliografía:  Euforia  social^  por  el  Dr.  Co- 
menge,  24.  —  Escenas  médicas  (Narra- 
ciones y  episodios  profesionales),  por  el 
Dr.  Comenge,  24. — La  Medicina  en  el 
reinado  de  Alfonso  V  de  Aragón,  por  el 
Dr.  Comenge,  24.  —  Afanuaí  de  Tera- 
péutica, por  X.  Arnozan,  b^.  — Diagnós- 
tico y  tratamiento  de  las  enfermedades  del 
estómago,  por  el  Dr.  Boas,  118.  —  Estu- 
dio de  los  principios  activos  de  tas  plantas 
medicinales.  Química ,  Farmacología , 
Terapéutica,  por  el  Ur.  Pérez  Noguera, 
tomo!,  154.— Tratado  de  Terapéutica 
aplicada,  por  el  Dr.  A.  Robin,  tomos  VI 
y  Vn.  186.  — Oííaírfa  ó  sea  Medicina 
especial  de  oídos,  por  el  Dr.  Forns, 
220.  —  Bases  de  puericultura,  por  el 
Dr.  Viura  Carreras,  264  —Obras  esco- 
gidas del  Dr.  Giné  y  Partagás,  282, 
3 1 7.  —  Manual  teórico  y  práctico  de  las 
enfermedades  déla  laringe,  porel  Dr.  de 
la  Sota  y  Lastra,  348.  —Manual  de  Te- 
rapéutica médica,  publicado  bajo  la 
dirección  de  los  doctores  Debove  y 
Achard,  vtH2.^  Tratado  práctico  délos 
métodos  ae  exploración  clínica,  por  ei 
Dr.  H.  Sahli,4ii.—  Tratado  de  Medi- 
cina legal  y  Toxicologia,  por  el  Dr.  Vi- 
bert,  443.  —  Diagnóstico  del  chancro 
venéreo,  porel  Dr.  Fonillo,  475. — Bos- 
quejo del  tratamiento  de  la  pulmonía,  por 
el  Dr.  González  Alvarez,  507.  —  Lettere 
sulla  malaria,  por  el  Dr.  Pittaluga, 
5o8.  —Critica  de  las  principales  medica- 
ciones empleadas  en  el  tratamiento  del 
cólera  morbo  asiático  y  beneficios  alcan- 
í^ados  por  las  inyecciones  de  las  sales  de 
quinina  en  la  epidemia  de  iS85,  por  el 
Dr.  Bañeras  v  Melcior,  507.  —  Estrep- 
to-difteria  cutánea,  por  el  Dr.  Balvey  y 
Bas,  507.  —  Medicamentos  modernos 
(1902),  porel  J>r.  Puigpiqué,539.— £■«- 
tuaio  de  la  hgislación  extranjera  en 
cuanto  se  refiere  á  la  elaboración  y  venta 
de  especialidades  y  aplicaciones  que  de 
ella  pudieran  hacerse  en  España,  por  el 
Dr.  Duran  Desumvila,  639.  —  Ladmi- 
nistration  intestinale  des  médicaments, 
par  le  Dr.  S.  Bírnheim,  539. — La 
«Concordia  pharmacopolarum  baici- 
nonensium»  (1567),  por  el  Dr.  Duran 
Desumvila.  539.  —  Los  colirios  oleosos 
en  la  antigüedad,  por  el  Dr.  Castillo  y 
Quartiellers,  639.  — La  complejidad  far- 
macológica en  la  prescripción  médica, 
por  el  Dr.  Carracido,  539. —  Valor  tera- 
péutico de  la  seroterapia  en  la  difteria, 
por  el  Dr.  Balvey  y  Bas.  539.  —  Vocabu- 
bulario  enciclopédico  de  Odontología,  por 
los  señores  Pérez  y  García,  573. — Evo- 
lution  de  la  tuberculose  produtte  ches;^  les 
cobayes  par  le  bacille  phiisiogéne  on 


spermigéne  contenu  dans  les  crachatsdes 
personnes  etteints  de  luberculose  pulmo- 
naire,  et  genre  datterations  tuberculeuses 
qui  peuvent  étre  efficacement  combatues 
par  le  serum  antiphym ique  pros^enanl 
des  animaux  inmunisés  avec  les  toxines 
du  dit  bacille,  DAT  le  Dr.  J.  herrín, 
603.  — Nosografía  y  patogenia  de  la  tu- 
berculosis, por  el  Di.  Balloia  Tavlor, 
603.  —  Sur  la  tuberculose  infantile  á 
Buenos  Aires  particuliérement  sur  tes 
formes  difuses,  par  le  Dr.  Araoz  Alfaro, 
603.  —  Tratamiento  de  las  tuberculosis 
articulares,  por  el  Dr.  Ribera  Sans, 
603.  —  Le  dispensaire  antituberculeux, 
parle  Dr.  S.Bernheim,6o3.— ¿iicAa  coji- 
tra  la  tuberculosis,  por  la  Academia  de 
Higiene  de  Cataluña,  603.  — ¿a  lucha 
contra  la  tuberculosis  en  la  escuela  y  por 
la  escuela,  por  los  doctores  S.  Bernheim 
•V  A.  Roblot,  603.  —  Le  role  de  lafemme 
dans  la  iutte  contre  la  tuberculose,  par  le 
Dr.  E.  Vidal,  60^.  — Influencia  de  tas  es- 
taciones en  la  mortalidad  de  Palma,  por 
el  Dr.  Fajarnés  y  Tur,  637. —  ¿a  peste 
bubónica,  por  el  Dr.  E.  B.  Bardei,  637  — 
Distribución  de  sexos  en  las  Islas  Balea- 
res, porel  Dr.  Fajarné%y Tur,  637.— 7« 
fluencia  de  la  vacuna  en  el  desarrollo  y 
en  la  longividad  de  los  pueblos,  por  el 
Dr.  Fajíirnés  y  Tur,  637— emigración 
é  inmigración  de  las  Baleares,  por  el 
Dr.  Fajarnés  y  Tur,  d^y.  —  La  rabia  en 
Mallorca  durante  los  años  i8i4-fSi3,por 
el  Dr.  FajarnésyTur,  637.— >lfittarioef- 
tadístico  de  la  ciudad  de  Buenos  Aires 
(Año  Xll,  1902),  637.—  TAe  bny's  vene- 
real  peril,  American  medica*  Associa- 
t ion,  637.  —  Epidemiología  del  Uruguay 
(i8g6-i8gg),  con  algunos  datos  de  188'}  á 
/po/,  por  el  Dr.  J.  Canabal,  b^f.— Hi- 
giene Y  salubridad  publicasen  Pamplona, 
por  el  D' .  A.  Lazcano,  637.  — Comewto- 
rios  y  protestas  á  un  R.  D.,  por  el  señor 
Subirana  y  Matas,  666.  — Wefl  </e/<i  eyo- 
lución  y  del  árbol  genealógico  animal^ 
por  los  doctores  Rivas  Mateos  y  Calle- 
ja, 666.  —  Aplicación  de  la  cristalo^enia 
experimental  á  la  investigación  toxicoló- 
gica  de  los  alcaloides,  por  el  Dr.  Caibo- 
nelISolís,  666.— Ac/a  de  la  sesión  pú- 
blica inaugural  celebrada  por  la  Real 
Academia  de  Medicina  de  Barcelona  el 
día  30  de  enero  de  1903.  666.  —  Biogra- 
fía del  Dr,  D.  Federico  Rubio  y  Gatí,  por 
el  Dr.  Gutiérrez.  666.  —  1  Corrección 
de  un  caso  de  protrusión  de  los  dientes  su- 
periores. ^\U  Puente  movible  é  inamo- 
vible. —  III.  Las  llamadas  estomatitis 
mercuriales.  —  iV.  Puentes  en  general, 
por  el  Sr.  Subirana  y  Matas,  666.  —  Me- 
dicamentos inconvenientes  en  las  pulmo- 
nías  de  los  niños;  la  mejor  terapéutica^ 
por  el  Dr.  Martínez  Vargas.  668.  —  Tra- 
tado de  Cirugía  de  la  infancia,  por  el 
Dr.  Rtfcasens  y  Girol,  y 02.  ^  Incisión 
transversal  en  las  laparotomías,  por  el 
Dr.  Plasencia,  y  o  ^.  —  Proceder  operato- 
rio en  los  epiteliomas  del  labio  y  de  la 
lengua,  por  él  Dr.  A.  Gutiérrez,  703. — 
Tratamiento  del  pie  bot  equino  paralítico, 
porel  Dr.  A.  Gutiérrez.  703.  — ¿ecao- 
nes  de  Clínica  médica,  por  el  Dr.  Vallejo 


índice  de  materias 


767 


Lobón,  lomo  1,  731.  —  Neurastenia  y 
pseudofobias  de  ortgen  intranasai^  por 
el  Dr.  C.  Compaired,  757. — Exposición 
de  un  caso  clínico  médico-legal  de  psico- 
patía homosexual ,  por  el  Dr.  Bravo 
y  Murillo,  jb 7.--  Disertación  sobre  el 
tema  Psicología  del  movimiento  humano 
por  el  Sr.  iVUcapinlac,  757.  —  Concien- 
cia indipídual  y  social  y  por  los  doctores 
Dolsa  Ramón  y  Duran  Trincharía, 
757.  —  Legislación  y  guía  para  la  reclu- 
sión de  dementes  en  los  manicomios^  por 
el  Sr.  Casamada  y  Torrent,  757. 

Cafeína  ^osología,  673. 

Cálculos  de  la  vejiga  en  los  niños  malga- 
chos, 269. 

Calomelanos  y  analgésicos^  676. 

Cáncer  del  colon  transverso  que  aseguró 
un  operador  que  caraba,  677.  —  Trata- 
miento con  la  cancroína  de  Adamkie- 
wicz,  35o,  574;  con  la  íormalina,  416; 
inoperable  :  tratamiento,  323.  —  Véase 
Quelidoniña. 

Cancroína.  —  Véase  Cáncer. 

Cáñamo  indiano^  705. 

Cardiopatías  :  tratamiento  toni-iodura- 
do,  640. 

Cartilla  higiénica  para  las  madres,  i5. 

Cascarilla,  705. 

Catarros  agudos  y  catarros  iódicos  de  las 
primeras  vías  respiratorias  :  tratamien- 
to, 27. 

Certificaciones. —  Véase  Responsabilidad. 

Ciática  :  tratamiento  con  las  inyecciones 
hipodérmicas  de  estricnina,  351;  con 
el  piramidón,  543;  con  el  azul  de  me- 
tileno,  673. 

Cistitis.  —  Véase  Metro-vaginitis. 

—  blenorrágica  de  forma  hemorrá- 
gica  :  tratamiento,  193. 

Cistitis  hemorroidal :  tratamiento,  223. 

—  rebeldes:   empleo  del  ácido   pí- 
crico,  5 1 1. 

Citoprecipitinasó  plasmaprecipitinas,!  19 

Citroíeno  (El),  en  el  tratamiento  de  la  co- 
queluche, 529. 

Climatoterapia  :  influencia  de  la  radio- 
actividad, 609. 

Clínica  médica  (Lecciones  de),  613. 

Cloroanemia:  enemas  de  sangre,  33. 

Cloroformización:  tratamiento  preven- 
tivo de  los  accidentes,  606. 

Cloroformo  para  la  anestesia:  alteracio- 
nes, 385. 

Clorosis  sintomáticas,  435. 

Cloruración  y  descloruiación,  575. 

Cloruro  de  etilo.  —  Véase  Anestesia. 

Cocaína.  —  Véase  Analgesia  y  Anestesia  y 
Calomelanos. 

Codeína  (loduros  de).  —  Véase  Bronquitis. 

Cohecho.—  Véase  Responsabilidad. 

Congreso  (Vil)  internacional  de  Otología 
(Burdeos,  1904),  65 1. 

Congreso  de  alienistas  franceses.  Lastres 
grandes  cuestiones  tratadas,  621. 

Conjuntiva.  —  Véase  Síncope. 

Conjuntivitis  granulosa  en  Cuba,  653. 

Consejos  para  nuestros  hijox,  720,  748. 

Convención  de  Ginebra:  estudio  critico 
de  un  proyecto  de  revisión,  661. 

Convulsiones  epiieptiformes(Sitio  de  las), 
758. 


Coqueluche:  tratamiento  con  el  fluoro- 
formo,  61  ;  con  el  ioduro  de  etilo,  267; 
con  la  antimicrobina,  608  ;  de  ios  acce- 
sos, %2b  ;  tratamientos  modernos,  285. 
Véase  Citrofeno. 

Corazón.  >- Véase  Astenia^  Cardiopatías. 

Cordita:  acción  fisiológica,  192. 

Corea  :  tratamiento,  1 75,  223. 

Coriza  agudo:  tratamiento  abortivo  con 
los  ioduros,  760. 

Corpúsculos  de  Loewit.  —  Véase  Leu- 
cemia. 

Creosoformo:  modode  administrarlo,  29 

Creosota  (Enema  de),  579. 

Criminales.  — •  Véase  Locos. 

Criogénica:  acción,  61  ;  acción  antitér- 
mica, 191. 

Cruz  Roja.  —  Véase  Convención. 

Cuarentenas.  —  Véase  Peste. 

Cuerpo  de  Internos  de  Medicina  del  Hos- 
pital de  la  Santa  Cruz:  sesión  inaugu- 
ral, 1 10. 

Cuerpo  extraño  del  conducto  auditivo  ex- 
traído por  medio  del  asa  de  Wilde,  585. 

Cura  en  cuatro  pies,  545. 

Chancro  duro:  tratamiento  con  el  aire 

caliente,  322 
Chancro  venéreo. — Véase  Ulcera  venérea. 

Degeneración  (Los  estigmas  fisiológicos 
de  la),  1 12,  145,  177,  209,  242,  270. 

Demencias  vesánicas,  621. 

Dermatosis :  tratamiento  interno,  479  ;  de 
la  piel  del  cráneo  :  tratamiento,  126.  — 
Véase  Piel. 

Dermógeno,  642. 

Descloruración  y  cloruración,  575. 

Desinfectantes.-^  Véase  Acariosis,  Acetoly 
Acido  bórico  t  Acido  fénico  y  Acido  picri- 
cOf  Agua  oxigenada.  Agua  salada.  Aire 
caliente,  Alextnas,  Amiioformo y  Anticol , 
Antimicrobina  y  Aníisepsis  linfocitaria , 
Antitoxina  diftérica,  Ántrax,  Arándano, 
Asiul  de  metileno,  Bálsamo  del  Tolú,  Bis- 
muto, Blenorragia,  Cancroína,  Cistitis, 
Citoprecipitinas,  Citrofeno.  Convención, 
Coqueluche,  Creosoformo,  Eiécír  ico.Em- 
piroformo,  Epñelioma,  Estaño, Éter,  Ex- 
tracto antitifoideo ,  Fiebre  tifoidea,  Fisol, 
Fluorescentes,  FluoroformOy  Formalde- 
hidOy  Formalina,  Formol,  Glicerina,  He- 
lecho,  Influenza,  Instituto,  íodilo formo, 
lodipina,  ¡odofeno.  lodoformo,  Ioduro, 
Leche,  Levadura,  Ligosino-quinina,  Mer- 
curol,  Muguet,  Naftalina,  Oxígeno, 
Oxiuros,  Pasteur,  Peste,  Psoriaris.  Pu- 
trefacción, Quelidoniña,  Quinina,  RadiOy 
Sarna,  Sijilis,  Silicato,  Sublamina,  Sue- 
ro, Taqutol,  Thiocol,  Tifoína,  Tomillo, 
Torio,  Tot,  Trementina,  Tuberculosis, 
Ulcera  venérea,  Urotropina,  Vacuna, 
Venéreo,  Viruela,  Wismal,  Zimina. 

Diabetes:  tratamiento,  ¡57;  suprarrenal, 
541  ;  y  sacarina,  673. 

Diaceíato  de  antropurpurina  ó  purgati- 
na,  323. 

Diagnóstico  (Errores  de),  677. 

Diarreas:  tratamiento  con  el  azul  de  me- 
tileno, 1 58;  infantiles:  tratamiento  con 
la  gelatina,  413,  641. 

Dieta  láctea:  modo  de  facilitarla,  640, 735. 

Difteria  nasal,  268;  mortalidad  en  Barce- 


768 


índice  de  materias 


i 

I: 


lona  (1898-1903),  45 1  ;  panadizo  difté- 
rico, 509.  —  Véase  Antitoxina^  Suero. 

Digestivo  (Mortalidad  causada  en  Barce- 
lona por  las  enfermedades  del  tubo) 
durante  1903,  707. 

Disentería  y  oxiuros:  tratamiento  con  la 
naftalina,  28. 

Dismenorrea :  tratamiento  con  la  sinto- 
n.ina,  542. 

Dispepsia  acida  de  los  artríticos:  trata- 
miento, 128. 

Dolores  torácicos  producidos  por  la  tos 
de  los  tuberculosos:   tratamiento,  706. 

Eclampsia  de  las  embarazadas:  trata- 
miento, 544. 

Edemas  parciales  al  principio  de  la  auto- 
intoxicación  gravídica:  su  valor  diag- 
nóstico, 533. 

Efélides:  tratamiento,  127. 

Ehrlich.  —  Véase  Reacción. 

Eléctrico  (Tratamiento).  —  Véase  Tuber- 
culosis. 

Elixir  paregórico,  447. 

Embarazo.  ^  Véase  Eclampsia,  Edemas^ 
Menstrual,  Vómitos. 

Embarazo  confundido  con  un  tumor  en 
el  ovario  izquierdo,  677. 

Empiroformo,  126. 

Enema  alimenticio,  579. 
—       de  creosota,  579. 

Enteritis  ulcerosa  de  los  tuberculosos: 
tratamiento  con  el  azul  de  metiieno,  28. 

Enterocolitis  muco-membranosa:  trata- 
miento, 414. 

Enterorragia  tifoidea  :  tratamiento,  760. 

Entuertos.  —  Véase  Petroselina, 

Envenenamiento.  —  VéaseOi'ultación. 

—  más  comunes  (Pron- 

tuario de  los)  y  sus  primeros  auxi- 
lios, 496. 

Epistaxis:  tratamiento,  639. 

Epitelioma:  tratainiemos  nuevos,  385; 
cutáneos:  tratamiento,  761.  —  Véase 
Quetidonina. 

Erepsina  :  nuevo  fermento  de  la  mem- 
brana intestinal,  342. 

Eritema  fugaz  de  la  nariz:  tratamien- 
to, 673. 

EscarÍMiina:  ¿cuando  debe  cesar  el  ré- 
gimen lácteo  ?,  705  ;  mortalidad  en  Bar- 
celona (1898-1903),  386.  —  Véase  Uro- 
tr  opina. 

Escrof  ulosis.  — Véase  lodoferratosa. 

Escuelas  municipales  de  Barcelona:  des- 
cripción de  una.  461,  490. 

Estaño.  —  Véase  Tenia. 

Estómago  (Vértigo  del),  577.  —  Véase 
Lengua. 

Estricnina.  —  Véase  Ciática. 

Éter.  —  Véase  Fiebre  tifoidea. 

—  y  morfina  :  asociación.  225. 

—  acetilacético  (Sobre  el),  172. 
Eucalipto  y  giucosuria,  705. 
Exodina  :  nuevo  purgante,  675. 

Fémur.  —  Véase  Luxación. 

Fiebre  tifoidea  :  tratamiento,  351  *,  con  la 
tiíoina  de  Peiraschky,  578  ;  con  el  ex- 
tractoantiiifoideo  de  lez,  6o5  ;  con  el 
remedio  de  I.  Méndez.  6o5  ;  con  el  éter, 
674;  mortalid;*d  en  B'trcetona  (1898- 
1 903),  45  I .  —  Véase  Enterorragia. 


Fiebres  puerperales  (Mortalidad  por)  en 

Barcelona  (1903),  707. 
Fisol :  nuevo  antiséptico,  257. 
Flechsig  (Doctrina  de).  —  Véase  Zonai. 
Fluorescentes  (Neoplasias  é  infecciones  : 

tratamiento  con  substancias),  3.S5. 
Fluorotormo.  —  Véase  Coqueluche. 
Forma  lina.  —  Véase  Cáncer. 
Formo  I .  —  Véase  Amigdalitis^  Seborrea, 

Tuberculosis. 
Formulatio  v  tratamientos  modernos^  27, 

60,  124,  1 55.  190,  22a,  255,  a85,  j20, 

349>  3«4.  4 '2,  445,  476,  509,  542,  574, 

6o5,  639,  673,  705,  735,  759. 
Fracastoro  (Girolamo),  io5. 
Frote  subescapular,  63a. 

Gástrica  (La  to.s),  499. 

Gastro-eiitentis  :  iiatamienio  con  la  leche 
desnatada  acida,  193;  de  los  niños, 
véase  Bismuto  coloidal. 

G^snopatías:  empleo  del  taquiol,  60. 

Gelatina. —  Véase  Aneurisma,  Diarreas. 

Giaucoma :  tratamiento  con  la  adrenali- 
na, 640. 

Glicenna  :  aplicaciones,  i25;  su  empleo 
en  Oftalmología,  321. 

Glicerolado  de  ictiol  en  los  vómitos  del 
embarazo,  759. 

Glicolato  de  mentilo,  123. 

Glucógeno  :  su  empleo  contra  la  hiper- 
ciorhidria,  60. 

Giucosuria  y  eucalipto,  705. 

Goma  arábiga  y  morfina  :  incompatibili- 
dad, 576. 

Gonocócico  (Panadizo),  602. 

Grietas  de  las  manos :  tratamiento,  i58. 

Grippe  de  forma  torácica  confundida  con 
tuberculosis  pulmonar  y  con  pleuresía 
con  derrame,  677. 

Helécho  macho:  principios  activos,  7o5. 
Hematozoario  del  paludismo,  310. 
Hemofilia  :  empleodel  tejidoováricp,  323. 
Hemorroides:  tratamiento,  256.  32  1  ;  c^  n 

la  adrenalina,  6i  ;  confundidos  con  una 

lesión  del  hígado,  677. 
Hemostático  nasal  fpengawarjy  27. 
Heridas:  tratamiento  con  el   bálsamo  de 

T0IÚ.289. 
Hielo.  —  Véase  Nefritis. 
Hierro  :  acción  fisiológica,  22a. 
Hígado  (Pseudo-cloiosis  del).  —  Véase 

Síndrome. 
Hígado.  —  Véase  Hemorroides, 
Higromade  la  rodilla  derecha  confundido 

con  una  artritis  tuberculosa,  677. 
Hiperclorhidria.  —  Véase  Glucógeno. 
Hiperhidrosis   plantar  y   palmar:  varias 

fórmula'i,  447. 
Hipo:  iratamienio,  385. 
Histerismo  y  lesiones  aórticas,  457. 

Ictiol.  —  Véase  Glicerolado. 

Impétigo:  empleo  del  intrato  de  plata^óo. 

Infecciones.  —  Véase  Fluorescentes. 

—  de  las  vías  biliares.  —  Véase 

A!^ul  de  metiieno. 

Infectinies.  —  Véase  Absceso,  Aglutinina, 
Amígdalas,  Aparato  digestivo,  Bacile- 
mia,  Barcelona,  Blenorragia,  Cáncer, 
Citoprecipitinas,  Conjuntivitis,  Cofjuelu- 
che,    Corpúsculos,    Chancro,    Diarrea, 


indi  ice  de  materias 


7^9 


Difteria,  Disentería ^  Edema,  Epitelioma, 
Escarlatina^  Fiebres  puerperales,  Gastro- 
enteritis^ Heinato^oario.  Heridas,  Iritis, 
Leche,  Leucemia,  Madrid,  Meningitis, 
Menstrual,  Mortalidad,  Mosquitos,  Of- 
talmía purulenta.  Oxiuros,  Paludismo, 
Panadi){0,  Pasteur,  Peste,  Pneumocócica, 
Pneumonía,  Rabia,  Sarampión.  Septice- 
mia, Sífilis,  Tenia,  Tetánicas,  Tifobaci- 
losis.  Tracoma,  Tuberculosis,  ulcera, 
Varicela,  Venéreo,  Viruela,  Xerosis, 

Influenza  :  traiamienio  externo,  445. 

Intorme  pericial,  293,  325. 

Insomnio :  trata niiemo  con  el  isopral,738. 

Instituto  central  de  Terapéutica  fí»ica  de 
Roma,  122. 

Instituto  de  desinfección  urbana  de  Bar- 
celona :  descripción,  personal,  material, 
funcionamiento,  336,  361. 

Instituto  médico-farmacéutico  de  Barce- 
lona: sesión  inaugural,  269. 

Intestinal.  —  Véase  Putrefacción, 

Intrusismo  (Responsabilidad).  522. 

lód i  eos  (Catarros).  —  Véase  Catarros. 

lodiloformo,  '124. 

lodipina:  empleo  en  la  sffílis  tardía,  353. 

Iodo  (Tintura  de)  sin  ácido  iódico  li- 
bre, 61  ;  corrección  de  su  acción  in- 
tensa, 578. 

lodofeno.  —  Véase  Ulcera  venérea. 

iodoferratora  :  empleo  en  la  sífilis  y  en  la 
escrofulosis,  384. 

lodoformo:  desodoracíón,  28. 

iodurados.  —  Véase  Cardiopatías. 

loduro  de  etilo.  —  Véase  Coqueluche, 

loduros.  —  Véase  CorÍ!{a. 

—        de  codeína.  —  Véase  Bronquitis. 

Iritis  con  cono-retmitis  específica,  d8i. 

Isopral.  —  Véase /nsomnio. 

Jacaranda  caroba,  5o8. 

Japón.  —  Véase  Sanidad  militar. 

Keleno.  —  Véase  Anestesia. 

Lactancia  mixta,  47.  —  Véase  Menstrual. 

Láctea  (Un  caso  de  secreción)  en  substi- 
tución de  las  reglas  en  una  joven  vir- 
gen, 54 «. 

Laxante.  —  Véase  Triberano;  fórmula  de 
Martinet,  446.  ^ 

Leche:  nueva  substancia  albuminóidea, 
174  ;  desnatada  acida,  véase  Gastro-en- 
teritis;  de  mujer:  contribución  á  su  es- 
tudio, i74;devac««,  véase  Tubérculo- 
<     sis.  —  Véase  Dieta  láctea. 

Lengua  (Valor  semeiológico  de  la)  en  las 
enfermedades  del  tubo  digestivo,  563. 

Leucemia  (Los  corpúsculos  de  Loewii  y 
la  naturaleza  parasitaria  de  la),  6.36; 
tratamiento,  478. 

Leucorrea  :  tratamiento  con  la  levadura 
de  cerveza  (zimina),  b74. 

Levadura  de  cerveza:  procedimiento  para 
su  conservación,  738.  —  Véase  Leuco- 
rrea. 

Ligosina-quinina :  efectos,  384. 

Linta  (Formación  de  la),  189. 

Litina  (Quinato  de)  ú  orosina,  477. 

Locos  criminales  (Medidas  que  debieran 
tomarse  respecto  á  los),  624. 

Locuras  :  clasificación  de  Zienen,  672. 

Lumbago:  tratamiento,  705. 


Lupus  :  tratamiento  con  el  silicato  sódi- 
co, 476 ;  con  el  ácido  pícrico,  479. 

Luxación  completa  del  fémur  confundi- 
da con  una  artritis  tuberculosa  supu- 
rada, 677. 

Luz  ultra-violeta:  estudio  experimen- 
tal, 655. 

Madres  (Cartilla  higiénica  para  las),  i5. 

Madrid.  —  Véase  Mortalidad. 

Magnesio  metálico;  aplicaciones,  192. 

Mandíbulas.  —  Véase  Adherencias. 

Manual.  —  Véase  trabajo. 

Mastoiditisde  Bezold,  Osteo-mieliiis  mas- 
toidea.  Piohemia.  Vaciamiento  mastoi- 
deo.  Desagüe  por  presión  de  los  absce- 
sos cervicales  y  latero-faríngeos.  Cura- 
ción, 517. 

Médica  (Responsabilidad).  —  Véase  Res- 
ponsabilidad, 

Médicos  forenses,  293. 

Médula  espinal:  localizaciones  de  las 
funciones  motrices,  623. 

Médula  ósea  de  buey.  —  Véase  Anemia. 

Meningitis:  signos  clínicos,  601,  691  ;  ce- 
rebro-espinaí:  tratamiento  con  los  ba- 
rios calientes  y  la  punción  lumbar,  267; 
esireptocócica,  200,  233. 

Menstruación.  —  Véase  Láctea. 

Menstrual  (Afecciones  oculares  de  ori- 
gen), 5q2,  626. 

Mercurio".  —  Véase  Adherencias, 

Mercurol,  70Ó. 

Metarsol :  acción.  477. 

Metro-vaginitis  contundida  con  una  cis- 
titis, 677. 

Míastenia,  121. 

Mixtura  antiemética  de  Riverio  modifi- 
cada, 191 . 

Morfina  y  éier :  asociación,  225;  y  goma 
arábiga:  incompatibilidad,  576.  — Véase 
Calomelanos. 

Mortalidad  de  la  primera  infancia,  394, 
427;  infantil  en  Madrid  :  sus  principa- 
les causas  y  medios  de  combatirla,  487, 
523,  552. 

Mosquitos  y  paludismo,  40. 

Muguet :  curacióh  rápida,  61. 

Naftalina.  —  Véase  Oxiuros. 

Narcil:  propiedades  fármaco-dinámicas, 
4'6,  737. 

Nariz.  —  Véase  Eritetna. 

Nasal.  —  Véase  Neurastenia. 
—      (Hemostático).— Véase  Pcng-fljí/flr. 

Necrosis  del  maxilar  inferior.  —  Véase 
Adherencias. 

Nefrina  (Tres  casos  de  agobio  renal  cu- 
rados con  la),  56i. 

Nefritis  aguda  :  tratamiento  con  el  hielo, 
321  ;  escarlatinos^  y  urotropina,  673; 
médicas:  intei vención  quirúrgica,  124. 

Neoplasias  é  infecciones.  —  Véase  Fluo- 
rescentes. 

Neoplasias  (Mortalidad  en  Barcelona  por) 
durante  1903,  708. 

Nervioso  (Mortalidad  por  enfermeda- 
des del  sistema)  en  Barcelona  (1898- 
Í903),    196.     Véase  Zonfls. 

Neuralgias :  tratamiento,  256;  empleo  del 
antaigós,  759.     . 

Neurastenia  y  pseudofobias  de  origen  in- 
tranasai,  10 1. 


no 


índice  de  materias 


Nevi  niaterni :  traiamieiito  con  el  agua 
oxigenada,  192. 

Niciuria,  189. 

Niños. —  Véase  Adherencias,  Amígdalas 
BarloWy  Cálculos,  Cartilla^  Coqueluche^ 
Coreas^  Diarreas ^  Dijteria,  Escarlatina^ 
Elixir  paregóricOj  Gasíro-enteritis^  Lac- 
tancia y  Leche  y  Meningitis^  Mortalidad  ^ 
Oxiuros,  Pediatría,  Peritonitis,  Pneumo- 
nía, Purgante,  Raquitismo,  Substitución, 
Trabajo,  Tuberculosis. 

Nitraiooe  piala.  —  Véase  Impétigo, 

Nutrígcno.  —  Veas  Tuberculosis. 

Obsesión  (Naturaleza  de  la),  53  i. 

Oculares  (Afecciones)  4«  origen  mens- 
trual, 592, 626. 

Ocultación.  —  Véase  Responsabilidad. 

Ottalniía  purulenta  en  Egipto  y  traco- 
mea,  655. 

Oftalmología  (Revista  de),  653.  —  Véase 
Adrenalina,  Glicerina,  Oculares,  Oftal- 
mía. 

Oído  :  profilaxis  de  las  estenosis  del  con- 
ducto después  üe  las  operaciones  radi- 
cales, 65 1 .  —  Véase  A  bsceso,  Cuerpo  ex- 
traño. 

Omisiones  penables.  —  Véase  Responsa- 
bilidad. 

Orinas  alcalinas:    medio    para   hacerlas    í 
acidas,  5i2  ;  amoniacales  ;  tratamiento, 
760.  --  Véase  Reacción. 

Orosina  ó  quinaio  de  litina,  4^7. 

Ovario.  —  Véase  Hemofilia  /(Tumor  del), 
véase  Embaras^o. 

Oxigeno  (Nota  sobre  la  inyección  hípo- 
dermica  de),  103. 

Oxiuros :  tratamiento,  530  ;  —  y  disente- 
ría :  tratamiento  con  la  naftalina,  28. 

Ozena :  tratamiento,  416. 

Paludismo  y  mosquitos,  40.  —  Véaie  /fe- 
mato^oario. 

Panadizo  diftérico.  509;  gonocócico,  602. 

Parafína:  peligros  de  las  inyecciones,  255. 

Paño  (Sobre  el  mecanismo  del),  645; 
sencillo,  en  el  que  «e  creyó  h^bía  otro 
feto,  677.  —  Véase  Menstrual,  Posición, 
Suposición  (Responsabilidad). 

Pasieur  (Supuesto  descubrimiento  de 
Luís),  620:  precursores,  143. 

Patronato  de  la  obra  antituberculosa: 
sesión  inaugural,  656.  ¡ 

Pediatria(Rtvistas  de),  1 74,  267,  529,  690. 

Pelada  :  tratamiento  de  las  chapas,  258.        I 

Pengawar:  hemostático  nasal,  27.  | 

Periioiiitis  tuberculosa:  tratamiento  mé-    1 
dice,  175. 

Peste  bubónica:  profílaxissanitaria  y  mo- 
diñcaciones  que  se  han  de  hacer  en  los 
Reglamentos  cuarentenarios,  657; — suc- 
roierapia,  735  ;  tratamiento  con  el  áci- 
do fénico,  127. 

Petróleo  como  tónico  del  bulbo  pilo- 
so, 641. 

Peiro^elina  como  analgésico  en  los  en- 
tuertos, 191. 

Piel  (Kl  ré<^iinen  en  las  enfermedades  de 
la),  412. 

Pifíimidón.  —  Véase  Ciática. 

Piasniaprecipiiinasóciioprecipilinas,  i  ig 

Pleuresía  con   derrame,  —  Véase  Grippe. 

Pneumoiiia.  —  Véase  Pulwonia. 


Poliuria  nerviosa  :  tratamiento,  5 11. 

Prensa  médica  (Relaciones  recíprocas  en- 
tre la),  306. 

Presentación  transversal  (Notas  clínicas 
acerca  de  la)  y  su  tratamiento,  709. 

Prostéticos:  tratamiento  higiénico,  5ii. 

Prurigo  :  tratamiento,  160. 

Prurito  :  tratamiento,  222,  385,  478. 

Pneumocócica  (Infección).  —  Véase  AS' 
tenia. 

Pseudofobios  y  neurastenios  de  origen 
intranasal,  101. 

Psoriasis:  tratamiento,  606. 

Puda  de  Montserrat  (La),  263,  301. 

Puerperio.  —  Véase  Fiebres,  Menstrual, 

Pulmonías  graves  :  empleo  de  las  inyec- 
ciones de  trementina,  609;  lobares  en 
los  niños  pequeños:  tratamiento,  i^3. 

Purgante  para  los  niños,  175. 

Purgarina  ó  diacetato  de  antropurpari- 
na,  323. 

Purgen  o  purgeno,476. 

Putrefacción  intestinal :  acción  de  varios 
medicamentos,  607. 

Quelidonina:  empleo  como  analgésico 
en  las  verrugas,  cánceres,  epitelio- 
mas,  etc.,  289. 

Quina  (Extracto  de):  incompatibilida- 
des, 738. 

Quinato  de  liiina  ú  orosina,  477. 

Quinina:  su  empleo  como  analgésico,  446, 
Véase  Amigdalitis. 

Quinina  :  compuestos  insípidos,  453. 
—         (Ligosino— %):  efectos,  384. 

Rabia:  investigaciones  acerca  del  agente 
específico,  670. 

Radio  (El),  183. 

Radio -actividad.  —  Véase  Climatoterapia. 

Raquitismo:  naturaleza,  692;  tratamien- 
to, 225. 

"ayos  N,  670. 

Reacción  aldehídica  de  Ehriích  ó  paradi- 
metilamidobenzadehido  reacción  en  las 
orinas:  contribución  al  estudio  de  su 
valor  diagnóstico,  584. 

Re  na  I  i  na.  —  Véase  Anestesia. 

Responsabilidad  médica  ante  los  Tribu- 
nales de  Justicia,   197,  229,   261,  293, 

^325,357,  389.421. 

Resurrección,  613. 

Revista  de  Oftalmología,  653. 

—       de  Pediatría,   174,  267,526,690. 

Riñon.  —  Véase  Nejrina. 

Rodonio  :  acción  terapéutica,  543. 

Sacarina  y  diabetes,  673. 

Sal  común:  indicaciones  y  contraindica- 
ciones, 5i  I. 

Sangre  (Enemas de). — Véase C/oro<inemta. 

Sanidad  militar  (Servicio  de)  en  campaña 
del  ejército  japonés,  569. 

San  tonina.  —  Véase  Dismenorrea. 

Sarampión  (Mortalidad  por)  en  Barcelona 
(1898-1903),  386. 

Sarna  ó  acariosis  :  curación  rápida,  62. 

Seborreas:  tratamientocon  el  formol,  322. 

Selección.  —  Véase  Alumnos. 

Sen  (Infección  laxante  de)  con  café,  28. 

Septicema  quirúrgica  (Mortalidad  por) 
en  Barcelona  (1903),  708. 

Sexos  (Equilibrio  de")  en  Barcelona,  324, 


índice  de  materia» 


77* 


Siñits :  profilaxis.  720.  —  Véase  lodipina, 
lodo/erratosa,  Iritis. 

Silicato  sódico.  —  Véase  Lupus. 

Sincope :  tratamiento  con  la  excitación  de 
la  conjuntiva,  i58. 

Síndrome  de  Pick.  Pseudo-clorosis  hepá- 
tico de  origen  pericardítico,  589. 

Sociedad  médico-tarmacéutica  de  ios  san- 
tos C"sme  y  Damián  :  inaugural,  719, 

Sublamina :  aplicaciones,  384. 

Substitución  de  un  niño  por  otro,  261. 

Suero  antidittérico  :  inocuidad  de  los  ac- 
cidentes, 445. 

Suero  antipestoso.  —  Véase  Peste. 

Sueros  artificiales:  contraindicacio- 
nes, 5 1 1^ 

Sulfoniiato  sódico.  ~  Vé^stBosedow. 

Suposición  de  paito,  261. 

Sección  oficul:  Academia  de  Higiene  de 
Cataluña:  memorias  recibidas  para  el 
concurso  de  premios,  16  (  ;  veredicto 
del  Jurado,  546. 

Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  Bar- 
celona (R.) :  memorias  recibidas  para  el 
concurso  de  1904,  610. 

Academia  del  Cuerpo  médico  municipal 
de  Barcelona  :  concurso  de  premios 
de  1904,  5 1 2. 

Anales  del  Ejército  y  de  la  Armada:  certa- 
men internacional,  514. 

Asamblea  de  Médicos  titulares:  conclu- 
siones, 449. 

Asociación  de  la  prensa  médica  española  : 
premio  para  estudiantes,  30. 

Catedráticos  de  Medicina  de  España:  altas 
y  bajas  en  1904,  531. 

Catedráticos  de  Medicina  de  Bercelona  en 
I  .•  enero  de  1 904,  5 1 3. 

Constes  (XI Ve)  des  Médecins  aliénistes  et 
neurologistes:  programme^  226;  Bulietin 
Officiel,  547. 

Congrés  frargaise  (J)  de  Ciimatothéragie, 
et  d'Hygiéne  urhaine.  161. 

Congrés  international  íl)  d'assainissement 
et  desalubrité  dé  Vhabitation.  48 1 . 

Congrés  international  (XV }  de  Médecine 
(Lisboa.  1906):  programme,  45o.  762. 

Curso  de  Oto- 1  i  no- laringología,  161. 

Institut  orthopédique  Ris^^oii  á  Bologne: 
avis  de  concours,  418. 

Instituto  médico-farmacéutico  de  Barce- 
lona :  programa  de  premios,  430. 

Instrucción  general  de  Sanidad  públi- 
ca, 65. 

Patronato  de  Cataluña  para  la  lucha  con- 
tra la  tuberculosis,  1Q4. 

Voyages  d'études  medicales  aux  stations 
hydrominérales  et  climatiques  de  Fran- 
Cí.  418. 

Société  internationaledela  iubercuiose,  76 1 . 

Taquiol.  —  Véase  Gastropaiias. 
Temblores :  tratamiento,  i58. 
Tenia  :  tratamiento  con  el  estaño,  289. 
Teocina  :  acción  fisiológica,  737. 
Tifo-bacilosi,  668. 

Tiocol :  aplicaciones  terapéuticas,  191  ; 
en  la  tuberculosis  pulmonar,  574. 


Tomillo  (Extracto  azucarado  de),  7o5. 
Torio:  aplicaciones  terapéutica.*,  738. 
Tos  faríngea ;  tr<4tamiento,  1 25. 

—  gástrica :  449. 

—  uterina  :  tratamiento,  256. 
Tot:  desinfectante  interno,  1Í9. 
Trabajo  manuHl  en  el  niño  (Papel  morali- 

zador  é  higiénico  del),  403. 

Tracoma  y  oftalmía  purulenta  en  Egip- 
to, 655. 

Trementina.  —  Véase  Pulmonia. 

Triberano:  nuevo  Uxanie,  288. 

Trigémina  :  acción  analgésica,  s88. 

Tuberculosis:  bacilemia  tuberculosa  sub- 
aguda,  1 14;  formas  curables  de  la  pul- 
monar, 137;  abdominal  infantil  y  leche 
de  vacas  tuberculosas,  468;  la  albumi- 
nuria en  la  tuberculosis,  549  ;  véase 
Enteritis  ulcerosa;  nuevos  tratamientos, 
544;  con  el  formoldehido,  353;  trata- 
miento eléctrico,  353;  empleo  del  thio- 
col  en  la  pulmonar,  574;  de  las  inyec- 
ciones de  agua  salada  en  las  quirtirgi- 
cas,  609;  tratamiento  médico  de  \»  peri- 
tonitis tuberculosa,  175;  régimen  ali- 
menticio: empleo  del  nutrfgeno,  543; 
datos  históricos  relativos  ala  profilaxis 
en  Valencia,  12.  —  Véase  Aglutinina, 
Ami^daias,  Artritis,  Barcelona ^  Bren- 
quitiff  Dolores f  Grippe^  Patronato. 

Ulcera  gástrica;  tratamiento,  41 5;  simple, 
no  complicada:  tratamiento,  509. — 
Véase  Quelidonina. 

Ulceía  venérea:  profilaxis,  720;  trata- 
miento con  el  iodofeno,  5io. 

Universitario.  —  Véase  Alumnos. 

Urotropina  y  nefritis  escarlatinosa,  673. 

Urticaria  :  tratamiento,  607. 

Uterina  (Tos),  256. 

Uva  :  aplicaciones  terapéutica.*,  5i  i. 

Vacuna  y  viruela,  16;  su  empleo  en  la  vi- 
ruela, 290. 

Valencia.  —  Véase  Tuberculosis. 

Varicela.  —  Véase  Viruela. 

Vejiga.  —  Véase  Cálculos. 

Veronal :  acción  hipnótica,  477. 

Verrugas.  —  Véase  Quelidonina. 

Vértigo  estomacal  :  tratamiento,  577. 

Venereología  social,  i5o,  178,  212,  244, 
"272.  —  Véase  Consejos^  Ulcera  venérea. 

Vía  pública  (Defensa  de  la  vida  en  la),  741 . 

Viruela  y  vacuna,  16;  en  la  convalecencia 
de  la  variceb,  5;  tratamiento  con  la  va- 
cuna, 290;  tratamiento  de  las  pú&tulas 
con  el  ácido  fénico, 5io;  mortalidad  cau- 
sada en  Barceloí»a  (i  898-1903),  259. 

Vómitos  incoercibles  del  embarazo:  tra- 
tamiento, 542,  736. — Véase  Glicerolado 

Wismal :  empleo  tópico,  477. 

Xerosis:  valor  patógeno  del  bacilo,  654. 

Zimina.  —  Véase  Leucorrea. 
ZolaCEl  pensamiento  de),  341,  376. 
Zonas  perceptivas  y  zonas  asociativas, 746. 


¥^^  /  '                      77*  índice  de  grabados 

I ., ^ 

í\  índice  de  drabados 

ir '.                              P16DRAS  PÁ6IBÍS 

í-      \                                I  Ponada  del  Pregón  hecho  en  Valencia  (1699)  contra  la  tubercu- 

r;                                                    losis 13 

2  Grifíca  de  la  mortalidad  de  Barcelona  (1899-1903) 63 

3  Mapa  de  la  mortalidad  de  Barcelona  (1899-1903%  por  distritos  sa- 
nitarios    64 

4  Escritura  de  una  mujer  neurópata  (Degenerada  superior)     ...  113 

5  >  »          »        epiléptica  (           »            inferior).     .     .     .  145 

6  »         de  un  hombre  idiota  y  epiléptico  (Degenerado  de  últ?" 
mos  grados) 177 

7  Degenemda  histérica  con  asimetría  cráneo>facial  muy  marcada  211 
í^,.                                     8        Infantilí.^mo,  mixedema 243 

9        Cretina  de  los  Altos  Alpes 271 

10  Formas  del  hematozoario  del  paludismo 31Ó 

1 1  Aparato  para  fumigación,  de  Ligner 341 

12  »          »     desinfectar  de  Schering 362 

13  Gráfica  de  la  mortalidad  general  en   España  durante  el  año  1900.  396 

14  »  »         ^    de  niños  menores  de  5  años  en   España 
durante  el  año  1900 396 

1 3  Gráfica  de  la  mortalidad  comparada  de  niños  menores  de  5  años 

y  mortalidad  general  de  España  en  el  año  1900 397 

16  Cartograma  de  la  mortalidad  infantil  en  España  por  provincias 
(1900)     .     .     .     ,     • 428 

17  Cartograma  de  la  mortalidad  infantil   en    España   por  capitales 

I                                                     (1900)    .     .     .     : 4^9 

I.        .                             18        Plano  de  una  escuela  municipal  de  Barcelona  .              463 

f                                    19        Diagrama  de  la  mortalidad  en  Madrid  (1896-1899) 490 

í»                                    20  »             »               »          en  Barcelona  por  cardiopatías  (1899- 

^                                                  1903) 5i6 

21  Diagrama  de  la  mortalidad  en  Madrid  (1900-1902) 525 

22  »  »               »                    »           »         »         por  enferme- 
dades.    • 526 

i                                      23  Diagrama  de  la  mortalidad  en  Madrid  y  varias  capitales   ....  559 

I                                      24  »             »               »          en  Barcelona  por  pneumonía.     .     .     .  58o 

25        Signo  meningíiico  de  Dreyfous 602 

,    -                                26  Diagrama  de  la  mortalidad  por  tuberculosis  en  Barcelona  (1898- 

!                                                      1903) 643 

27  Diagrama  de  la  mortalidad  por  tuberculosis  en  Barcelona  (1903).  644 

28  Esquema  de  una  cuña 647 

29  »  »           »      aplicable  al  mecanismo  del  parto  .     .     .    .  648 

30  Inscripción  del  ovoide  fetal  en  un  triángulo 649 

31  Destrozos  causados  en  la  boca  por  el  mercurio.  —  Vista  de  frente.  693 

32  »  »                    »           »           »                   »      de  perfil.  694 


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03  U45  779